BIOGRAFU. Esta ot;rJ. es propied.ad dl! tus editores, qt¡t;;'¡I~~ )Je!';;~tuirjn ...
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BIOGRAFU.




Esta ot;rJ. es propied.ad dl! tus editores, qt\¡t;;'¡I~~ )Je!';;~tuirjn
~Cltc la ley al que ¡~ reiml'fiwa .


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BIOGRAFÍA


IIEL


SEÑOR DON CARLOS 'JUlS )IARIA DE BORBON
y DE BIUG1NZA,


CONDE DE MONTEMOLIN.
~bl'a~a la historia de la guerra civil


en I01il año)il


. -- - -------






I~TRODCCCIO~,


IL.\I\GOS alios ha estallo al f¡'cnte del partido monárquico cspañol
la rama masculina de los Borbones. No cs D. Cárlos Luis el pri-
mer caudillo que han púhlicamentc.reconocido los que, alecciona-
dos por los frutos que en el nuestro y otros paises ha dado el sis-
tellla liberal, vienen prodamamlo hace años el restablecimiento
de nuestras antiguas libertarles, acomodándolas al espíritu del
siglo, seguros ele que en lalegislacion de estos reinos, hay elemen-
tos hastantes tÍ moderar el poder de los reyes, y formar una Cons-
titllcion puramente espaliola.


La ramilia de D. C:ll'll)~ ha :::1\10 1ll1ldlO [ielllpo la clleal'llaeilJll




VI
\i rJ. de estas ideas: por él hall levantado pendolles mucllOs y lIluy
illlportantes pucblos ue la Pcnínslila: un cjército por él acaudi·
liado ha dado hrillantes páginas á nuestra hist.oria.


No es difícil cspliear este fenómeno. Aleccionado D. Cilrlos
con los horrores de la rcyolucion francesa; hermano cariíloso de
Fernando, y de una fé profunda en sus principio!; religiosos, !lO
}Judo menos de comlJatir con totlas sus fuerzas Ull sistema de go-
bierno que alllel1;.!uaba el prestigio de la autoridad real, y que
creia pugnar con los mas respetahles intereses de la religioll
católiua. De UIla esmerada educacion moral y religio:-.a, de
Ulla honradez proverbial, de una austeridad de costllmJ)f(~s
admirable, llegó á ser mirado como modelo de príncipes cristia-
no,;, y á ser el jefe, aun en vida de su hermano, de un
partillo inmenso que hubiera corrido á la muerte por cumplir la
menor de sus órdenes. Hijo y nieto ¡Jo reyes, por otra parte, y
con tantos títulus ú la eorOlla de S. Fernaudo, qUf', s(~gun uno de
los mas entendidos eorifeos del partido isabelino (1), solo un ado
de la soberanía nacional pudo arrebatársela, adquirió tal impor-
tancia. política, que mas de Ulla Ye~ intentaron sus partidarios an-
tieipar el momento que el curso natural de los sucesos parc¡;ia :,)('-
ihlar para que ocupára un lrOl,lO de que tan digno le ercidIl .. \1


.-,..------


(1) El serio}" Olr)::;ag!l: Doña Isal]()1 Il es reina legitima de Espaua por la SO~
Lerunía nacional;?J 110 lo es sino por ella . .... el título ú¡¡ico dc la validez oel rci-
liado de Doña IsabellI es la declaracíon de las Cúrtes que escluyeroll á D. CJr-
Jos y que llevaron su rodel' sobemno hasta t.D punto que jau¡{¡s podría lievars'l
en justicia; pues cortaron todu51as ramas y dejaron sin derecho á los ('ntuBen.
jlJocelltes hijos de D. Cárlos.
:l~;i011 del 29 uee;,cro de ISJJ. (Diario uc rus Se5ion~s, nÚIIl. 70).




\11
fin ftl'~ ya illlpo~¡JM reprimir tallto eil[u~ia:;!llo, y en el ills[aul{;
mismo ue la muerle dd rey, su hetmano, fu(~ aclamallo en los
mas aparlauos ángulos oe la Pcn¡nsula.


Una seIÍora de leYllnla¡lo ánitllo, y poco comun talento ayu-
dúle constanlemente en la dircel~ion de ~u partido, y en el cuiuado
de sus intereses. Su esposa, Doña .'laría Francisca, hermosa, ins-
truida y de nobles y generosos ins!intos, idcntificóse con la causa
moniÍl'i]uica, y guirllldola con inteligencia, propcrcionóJa cn mas
(]r> HIla ocasion notables triunfos. Ora templamlo el rigor que: ll1il-
llire~[aJ¡a D. CClrlos ell el cumplimienlo lle sus lkkrcs de SÚbllilo
respetuoso, aun ú costa Llc sus inlereses y de los de sus hijos; ora
ludwncIo pOI' desbaratar las intrigas de sus contrarios en palacio;
ora alentando ;1 sus parciales cuando se plante6 la cuestion en el
lcrreno de las armas; ora cn fin, decic1iewlo ú su esposo Ú qut" se
jJresenta~e m el Ica[ro (le la guerra ú sostener el ealusiasmo de
~lIS partidario,>, diú hasta en sus úHilllo~ tiempos pl'Uehas 1'el(\\ uu-
tes de su grawkza de únimo, y de ser llllly digna de la eknlLla po-
:litioIl COll (lile p:'.reeia sUlll'cirle la fortuna.


Heredero el seuor D. CiÍr!os Luis de los derechos, de la reli-
giosidad y ejemplares costumbres del uno, y de la energía y ta-
lento de la otra, ha venirlo siguienuo la gloriosa senda que le tra-
zaron sus padres, y ocupa en la actualidad el puesto en que se
captaron estos la admiraeioll europea. Corno haya con.servado la
bandera que pasó ú sus mallos en la célebre ahLlieacion de Bour-
ges, y hash qu6 punto hayan contribuido la cmigracion, la cau-
thidail y Cllan[os infortunios Iüll:';C tristcmcmtc acumulado sohre
su cabeza, (¡ pcrfeeeiollar Sll~ lIatmalcs doles, lo hal'6 yer cn
el cuerpo Ik C:-;(C opú-;clllo.






CAPITULO l.
Nacimiento, infancia y edllcucion


IlE DO:\ CAl\tOS tUS ~L\nl.\ •


...


1"1
\L¡I'A 'iflO aeahaha de pcrdersc en el espacio el último eeo (le
los caiíonazos que lwbian hecho temblar á la Europa en los pJ'P
meros aiíos del presente siglo, y habian tocado ú su término las
guerras que dejó en pos de sí la reyolucion francesa, sostenidas
pOI' el grDn cnpilnn hijo de la misma; cuando se habia rcstable-
ci(lo la paz en el mundo, el cfluilibrio en las nacioncs y la legiti-
midad cn los tronos, brillando la llama blanca de la restauracion,
vino al IllUlHlo el hijo primogénito dcl infantc de Espaiía D. Cár-
los ~Iarla Isidro. Creyendo riclíelllo, cuanto inútil empeiío dc bió-
braCos, el huseal' en la t~poca y dcmas circunstancias que rodean
d lla('i IlÜClI[O de los grandes pCI'~onagcs, coincidencias lllas Ó JlH~-




- ,10
BUS oportunas y ehoc;allles con el tarúc!er y destino de sus lH;-
fues, esforzúndosc por descubrir en ellas como augurios miste-
riosos de un pornmir que se ya desenvolviendo en los hechos (le
su vida, me ab~tellllré de pintar el euauro quc en aquella &1Z011
presentaba la Europa, y el espíritu que animaba á las corte:-\, tan
cl>nformc con los prineipios :ms~enlmlos en los campos de :\a'tar-
fa y Cataluña por los ucfensores de la dinastía de ]). C(u'los, en
b que estaban simbolizados, Lo cierto es (Jlw, andamio el tieIll-
po, el naeido l~n1818 ~Iahia de ocupar el }ug;1l' dc pretcllLiicnte
{~l1l~ le ofr\~eiera su paIlre, ponién(Iosc al lado de D, ~t¡gllf:l do
Portugal, y del (lue en Francia llaman lo.,; legitimistas Enrique V,
~,¡mbolo los tres, de las ideas políticas Cfue, rellac:irlas elllo!lcc:-;, :-;e
acercaban ú La époc(), <le dccadencia que con yarias peJ,'ipecias y
"\iiivenes ha llegado hasta nuestros dias, Pl'cseimlieIlllo, empero, de
estas reflexiones, y de las ú que daría lugar el efedo en la Peníll-
:mb producido ele cspcl'anzas y de te:nore,~, por el na(~i miento de
un hijo ue! infante D. Cár:os j!aria Isidro, cunndo carecia l1e suce-
sion ~;u hermano el rey D, Fcrn~ndu YU, \ cllilr~ desde luc!2:() Ú b
rebcion de Sil naeimicnlo.


A las seis y 35 minutos de la mCt:lrug\\h ele! 51 de enero
fle '18'1 ¡..¡, yió la luz del mundo este IJt'¡-:,oaage, cOIlsiucraLlo en-
tonces uniY(~rsa!mente ('amo sur'esO!' ú la co¡,ona. Eran sus padres
1), CarIos "María Isidro de Borbon y l10ua María Francisen rll' As¡s
tÍ~ Bl'aganza, hija de D, Juan VI rey tle Pürtugal, entre quieues
se habian lIenltIo ú cabo las capitulaciones matrimoniales el 22 de
febrero de 1816, por la meclia(:io!í del p, Cirilo LÚlTaga, religio-
so franciscano entonces en el BmsiL }~l matrimonio se habia efec-
tuado el 23 de seliembre dc' 181\i.


D. Femando VII y su esposa dolia ~Iaría Isabel de Bragallza,
sus ilustres padrinos, tmicron en brazos nI reeien nacido al reet-
hir el agua del bautismo en la ¡,('al eapiHa de palacio. Pusiéronsele
los nombres de CArlos, Luis. 3Iaria. «Con tan p¡all~ihk moti\o,
I,,;e lec en la (;I/CNrr dI' .l/t/ll,-i,l dd ':! de fehn'l'fl,) -:(' "in il) IlWl-




- ll~
(/;I/' ,.¡ L't~V nucst.ro seüor, que en aceiOLl de gl';),cias se ('alll.aS(~ d
T",- /)enm en la real capilla, y quc sc yisticse la CÓl'te de gala sin
uniformc por trcs dias, mnpezando á contarse desde el del feliz
alumhramiento, en que hubo salva de artillería segun ordenanza·
en la Mon! aúa dc Pío, y repique general de campanas con ilumi-
nacion en las tres noches consecutivas.)


El estado de salud de dona María Francisca no la permitió
tener el consuelo de criar cn sus pechos á su hijo primogénito,
cual desraba, como bucna madre, por cuyo l11oti\o le crió un
ama, hija de Búrgos, á quien llamaban Juliana. Dulces para su
familia pasaron los altos do la infancia de D. Cúrlos Luis, mccido
ca su cuna por unos padrcs que le idolalraban como hijo único,
sin quc ninglln incidente notable acacciera en aquella (Ipoea, que
~i!'\"a para eo!oeaL' al personagn objcto de esta historia, enl re
aquellos héroes euya C\lna estú rodeada de prelwlios misteriosos.
Cuando cmpieza á ser de alguna importtlLlcia la lli~toria del j{¡wn
infante, es cuanLlo principia su edueacioll, que, algo diversa de la
que han recibido otras !'Urnas de la roal familia, ha impreso un
carácter ilH1clchlc cn la conducta de JJ. Cúrlos Luis, y se ha (l(~­
jada scntir en los actos todm; de su vida públiea y priyada. Mas
como la cducaeion de los primeros años se adquiera, no solo
en las leccioncs de los maestros, sino tambien en las recibidas en
el sellO de la familia, necesario 8e hace que antcs de resenar lil
instruecion dada á su hijo por los infantes de España, me haga
cargo de las lecciones reeibida<.J eon los ejemplos prúeticos de
úrden, exaetitwl, honradez y decoro que tanto brillaban al decir
de todos, hasta de sus enemigos, en la familia de D. Cárlos, á cu-
yo objeto estamparé algunos apuntes sobre la vida y carácter dc
~us padrcs.


Como no sea en este momento mi objeto tratar de las opinio-
nes políticas de D. Cúrlos Luis, prescindiré tambien de las de su
padr(', JijúlHlollle únicamentc en ~ll conducta moral y religiosa.
~acido al tiempo mismo que la rc\oIucion francesa, y creciendo




-12-
en medio del deSl¡uieiamienlo <¡ue eH pos de sí IlC\Ó tun (,~l[raorJi·
)lado suceso, supo preservarse de las máximas de impicuad que
iufesLaban la Europa, y desue la infancia estuvo su corazon im~
pl'egnado de las ideas de rcJigion y monal'quÍa,que tanto eontra::;-
laban con las que se iban inllltrallllo ellla sodedad. Su cducacion
moral y rcligio::;a fué ellcomendada al P. Scio, tan venerable por
~us ,irtudes, como l'ldmirado por su doctrina y talento profundo
qua hrillan en la célebre traduccÍon de la Sagrada Biblia. Al lado
de tan sáhio maestro y director, cuyo prineipal libro era ese libro
;n~pirad() por Dios, esa fuente de hellezas sublimes, ese código
inmortal de todos los pueblos y de tajas las generaciones, arl-
quiriú D. Cál'los UIla moralidad (Jl'ofuI!!la, ejemplar: ulIa justi-
cia snblinw, religiosa: carilLlll evangt'liea y rectitud cristiana.
lIabJumlo de él un escritor liberal, cuyo testimonio en fa-
\Ol' de D. Cárlos no pueue ser sospechoso, se cspresa en e:;-
ío~ términos.


« Veíase en el iufante, COIllO se ye hoy, austeridad en sus cos-
tUlll)¡rcs, pero no en su tralo; af,lble eon rligni(lad, gusta de chis-
les pican les pero con decoro. Su cOllYel'sacioll ha sido siempre
Jestiva, y en 10$ ralos que dedicaba por la tarue al pasco por el
campo, al que era aficionauo, la sostenia con las diferentes perso-
nas que le acompañaban, á (púelles traía en juego y solaz. Tiene
húela el bello sexo la galantería decorosa de nuestros antiguos:
le ama con eastidml y uesea que haya en su sociedad alguna inter-
locutora. Esclayo de su palahra, cuantos pretendientcs le han
oido deeir descuida, han con tallo segUl'<l la cO!1cesion. En las
audiencias se enteraba deteniuamenLe, y cOllycncido de asistir á
tualquiera la l'aZOIl j UillgUll ministro le sorpl'emlia en el despacho.
~Ias celoso pOI' la reJigion que por la política, descuidaba las eo-
sas de la tierra por atender ú las del ciclo ....... Con-
fiaba mas en su gencl'alísima la Y¡rgen de los Dolores, que en las
armas de sus soldados; y asi como la intercesioll del ciclo y las
IJl'CltiOIlCS de Pedro el EJ'lllitaüo, dieron la victoriosa palma en




- 1:1-
Jcrusalen ú los cl'llzatlos de GOllofrcdo, segun aprendíó del Ta,:"o,
así creía obtener tambícn su coronel.


«Esta f(~ religiosa •.... le hacia aparecer como un héroe en
los campos de batalla. Como si tll'iicra el escudo de Eneas. ó
fw~ra invulnerable como Aquiles, permaneeia sereno, imp[niclo,
envuelto sin moyerse entre el poh·o que lC'yuntaban las halas que
caian á sus pies. Temian por él y pOI' sí mismos cuantos le rodea-
ban de m escolta; pero se sonreia D. Cárlos de sus le mores .Y
¡x;rmaneeia quieto. Confiaba en Dios y nada temia. Esta eomic-
cion le daba un valor que rayaba en heroísmo. D. Cárlos huhiera
ido al martirio sonricndo.


«La fé que tenia D. Cúrlos en sus ideas religiosas, le hacia
ser bondadoso con sus criados, afable con todos, y revestirse para
mandar, de aquella dulzura que el evangelio le enscñaba en sus
santos varones.


«El úrden que reinaba en Sil persona y en su ('uarto, le es-
tenrlia á su familia y {¡ cuanto le rodeaba. Cada uno ocupaba su
verdadero lugar, y aunque dispensaba alguna falta no dcjaha (k
corregirla. Económico sin ser t.acaíio, y generoso sin ser pródigo,
sabia distrihuir recompensas domésticas y drjar obligado al que
las recibia. D


Antes de dejar de hablar ue D. Cárlos, justo es que aleje la
mas remota sospecha que pudiera caber de que afeó tantas Yir-
tudes, reconocidas hasta por sus enemigos, ('011 una ambicion des-
mesurada que le hada sufrir las innumerahles fatigas y padeci.
mientos de la guerra con el único y mezquino fin de reinar. ~Xo
ambiciono ser rey, dijo una \eZ D. Cárlos, antes por el contmrio
descaria librarme de carga tan pesada, que reconozco como muy
superior á mis fuerzas: pero Dios que me ha colocado en esta po.
sicion me guiará en este yalle de lúgrimas; y no yo, sino él per-
mitirá cumpla tan úrdua empre3a. . . . .. Sé muy bien que si yo
por cualquier motivo cediese esta corona en quien no tiene derecho
á ella, me tomaria Dios estrechísima cuenta en el otro mundo,




-l4.-
Y mi confesor en este no me lo pertlonaria; y ¡'"la (,U('Ií[~l :j;;'"
1'la aun mas estrecha, perjudicando yo ú tantos otros, y sienuo' ~'~j
causa ue todo lo que resultase.)


Al casarse con D. Cádos D. a María Francisca de Braganza.
ilustre princesa, mas recomendable por sus virtudes que pm' el
esplenuor de su nacimiento, trajo ú la ccrte de Espaiía esa dulce
humihlad tan rara en los palacios ue los soberanos, esa paciencia,
esa moucracion y caridad que saben conciliarse todos los afecto,;.
Habia nacido en Lisboa el 22 de Abril de HlOO, y la illvasioll
francesa de 1807 la obligó 11 pasar con Sil familia al Brasil, ('U
donde, desde su niüez aprendió ú llorar por la patria perdida.
El'a hermosa, perspicaz, poseia un imtinto rico y tl'a una de las
Il1ugel'es mas instruidas dc su tiempo. Conoeia la"i hcllas artes,
diee un eseritor, y las ejercitaba en sus mejores días eOIl ventaja;
poseia algunas lcnguas, y babia adquirirlo un eo,nocimienLo mas
que mediano en la geografía, Cilla religiol1, en polítiea y C11 la
historia.


A touas estas prcnrlas reunió una grande;t,a OC' eariÍcter tan ad-
mirable (lile fué capaz ele dirigir y alentar al partido monárquico,
infundiendo uesaliento en clliberal;consiguió inll'ouucir una enel'-
gía easi heróica en el ánimo de D. Cúrlos, y sobrellcyar ella con
resignacion las privaciones uc la guerra, la miseria (lel destitl'-
ro, la crueldad de la scparacion, que presentía pCl'p(~flla, Uf' ~tl
querido esp050.


Con la int1ueneia de estos dos cat'ac¡cl'(~S, porlíasc presentil' el
qrIc brillaria en el afortulla~lo hijo, ú quiel! el ciclo eoneedió la
dicha ue ereeer alIado de tan' virtuosos padI'cs. Ellos plantaron
en su corazon la semilla de la5 virtudes religiosas y eívieas q![e
mas tarde le han hecho admirable á los ojos de la E llropa y (1I1C-
rido de cuantos pudieron eOl1oeerle. No contentos D. Cúrl05 bitll'O
y D. a María Francisca con dirigir á su hijo con los ejemplos prác-
ticos de su conducta, se encargaron de darle por sí propio su
primera educacion. :\ los seis míos de su ('fIad, cuando fuó pacifi-




"-I'¡-


lada b España, esta fUt> la prindpal oellp:.lcion de D. Cúrlos. ;J. ht
que del1icaba toJos los momentos de ucst:anso que le <lejabau
lo" negocios: quiso cumplir por sí mismo con estc d{'ber sagmdo,
que descmp~'ñó con toda la dulzura de un tierno }k'ldre y la soli-
citud de un preccptor ilustrad\).


En cuantCl á la IJ1(ulrc ue D. Cárlos Luis, á ejemplo de d'Üí1<t
Blanca de Castilht creyó {jlW el primer deber de una prinCt:S<l es
el .le iIlS[ruil' á sus hijos y formar su corazon para la "irluJ. Sin
qucrer corlliar sus hijos á manos mercenarias ú oficiosas, dice un
escritor, se encargó por sí misma de dirigir sus primeros l),(}sOS 011
el escabroso scndrl'o del mundo, y de empapar sus almas senci-
lla.s en principios rectos, sanos y sublimes, antluolo poder'Ü&o con-
tra la cmponzoü.llla y corruplora atmósfera quo rodea é inunda
los palacios. Consecuentc é illvariable en el eumplimientD de t,m
sagrado deLer, no le abandonó jamás, y ni las turbulencia~} ni 1,1S
conmociones quc se rebelaron repetidas \CCCS contra la tl'anqui-
Edad de su \ida, bastaroll Ú arrancarla propósito tan no})le y rcs-
jJetalJlc. En lo~ dias dc mas agitacion y dc mayores ealanúdaues
políticas, ellcontraba la madre csperla y vigilante algunos mo-
mentos serenos ¡Jara espiar la conducta de sus hjjo~, para ,cIar
por su porvenir.


Su amor húcia sus hijo,::; se cquilibraba con su sewridaJ, no
pel'llonúndoles la menor omision en el cumplimiento de sus de-
berc~ , porque decia repetidas vecc~ que una madre indulgente y
accesible á los caprichos de sus hijos, aun los mas nalUl'~dcs, se
parecia al jardinero que encantado del follaje de una ,iti, no cor-
t<Jba los vástagos nocivos, y dejaba perecer el tronco principal.
Los primeros arranques de los nirws, auadia, son oportunos é in-
geniosos; pero despues se conrierteu en vicios que jamás perdonan
ni [a religion ni la sodedad.


Muestras de este rigor, hijo del tierno cariuo que D. Cárlos
Lui~ inspiraba á su madre, abundan cn la historia uc los prime-
ros afíos del infante, no menos que de los esfuerzos que doña :\fa-




-H;-
ría Fl'nncisca hn('ia para infundir eu su tierno COI':17.on COIl la hu-
mildad y demas virludes, la cnergía y temple de alma que la dis-
tinguian del comun de las mujeres. Entre los muchos cjemplos lIr
la primera clase que pudicra citar, baste el hecho que aeaeeiú un
dia en que por poco cuidado del niño Cúrlos Luis hit'ió con un
IMigo á uno ue los criados, Confuso el pobre niño ú la visla tIc!
Ilaiío que habia causado á su servidor, se apresuró ú pedir perdon
:\ su maure, que no satisfecha con este acto de humildad, le hizo
arrodíllar, pedir perdon y besar la mano al criado ofcndido. pri-
,¡índole ademús del paseo y de otros rccreos.


En la tierna edad de siete años estaria, cuaudo habiéndole'
nacido dos carreras de dientes, dijeron los médicos que era prcci-
RO arrancarle uno á uno los sobrantes. Dolorosa era la operacion,
y convencida de ello la tierna madre, quiso con sus halagos suavi-
zar la crueldad uel mal, para lo que le puso en su falda durante
la operaeion, diciéndole ademas, que no debia llorar, sino sufrir
con resignacion y paciencia. Con asomhro <lel operador y de to-
dos los circunstantes, algunos de los cuales tuvieron que retirarse,
se mantuvo firme el niño, llorando sí, pero sin que un movimiento
ni un gemido inlel'l'umpieran la oDel'aeion. Asi le acostumbraba
ú haceI'se insensible á los padecimientos, y á devorar en silenrio
las penas.


Dejando las muchas reflexiones que me ol'recerian el cuidad u
y solicitud de los padres de D. Cál'los.Luis para con su. hijo, pa.
saró it apuntar COIl bre"edad los maestros que juntamente COII
cllos contribuyeron á su educacion, Fué el primero un saccrdote
secular, quien le enselló las primeras letra,.;: ú este siguieron el
P. Puya!' pro\incial entonces en Espaiía, de la Compañía de Je-
sus, y mas tarde el p, Frias, de la misma Compañia. Recibía al
mismo tiempo con mucho apro\'cehamiento, lecciones de música
y piano (le D. jIariano Lidon, y de pintura de D. Yicrnte Loprz,
En todos sus cstmlios hizo rúpidos progresos.


Cll:llHlo le fn(' (lestillada srnidumbrr, (i-:lllllnnwnlr ('Sf'asa por




-- ,17 -
,'i('['[o, alellllilla su categoría) ftu"rolllc sci¡alados g(:lllilc~ iIO/lI ..
hres, los emules de \egri y del Prado, .v el lllarqués de Ohant!lJ.
:-" ayudas (le (·(¡llIara. (;al'l:i-:\Iariin, Lorfdiu y (;uill('lI. Eran llb
principales amigos 11e D. Cúrlos Luis, el prilllogt~llito del marqut:~
de YilIauarias) su hermano, los niüo:" n. :\liguel y D. Agu:"lin
Hortelano. hijo:-i ue un elllpleado en el ,;enido del rey Fcmando.
COll rIlos, en las P()(~il'-: h orilS 11(: 1'('(:1'('0 que le crall permitidas, se


\.
entregaba ft JI!S juego3 11e la 'illl'ancia enlfc los qué mostraba
particular cariiJO Ú cuantos {(~Ilian relaeion con la milicia. Oeupa-
han Slls horas de ú(:io los ejél'citü,~ de solllad()~ de marfil y plomo,
.r los trenes de artillería, con los cuales maniobraba ú su modo y
daba batallas, clllusiaSllIaLlo con la" ,ielorias ó derrotas que ;í SlI
capricho fingía.


DesJe la niüez moslró las mejores inclinaciones de humildau ~'
('ariüo con sus seryidol'e~, ue obeuiencia ú sus padres y maestl'O~.
(le eompasion hácia los desgraeiauos, y sobre todo de caridad para
con los pobres. \0 poLlia sufrir que sus hermanos se asomúran al
balcon de la sala qUé' le servia de recreo, y que (la ú la parte lla-
mada PUllla dpl diallulI/lp, para que los centinelas;í su presencia
no tuvieran que molestars(~ cuadrándose. A todos sus servidores
procuraba ahorrarles incomodidades, cuidaha de que tuvieran Iils
gratificaciones de costumbre. y cuando sabia que tenia n algull
c:nfermo en su familia, se acordaba dc preguntar por ellos con so-
licitud y les (,miaha ilr¡uellos regalos Ijue su corta edad le JlcITlli-
tia. Estando UIIa \C'z enfrrma una se¡lorn destinada ú su servicio,
~c manifestando ú D. Cúrlos Luis que sc:nlia morir por [e mor (k
que sus hijo:-i padc(jcrall por su falta, la rcspolHlió rl precoz ~.
:unahk niñ.o: «:Cómo temes <jtl(' padezcilIl, sabiendo yo quc son
¡lijOS luyos"?" ~UIlC¡¡ jamús :-:(~ le \iú üellllllciar eh; per;';OIla alguna
aquellas falfn" ¡¡\I(' hllbieran po(lido ltac('/,Ja I'('jll'cwll'l' por SIlS
Jl¡Hll'c~ .


En sus (~lIrlos allns )lO tCllia Ill,b alllbicioll que ":-;(~l' ríen. (k-
l'1:l. \" lell('/, LIIII:h OIlm., 11P o/'o ('Olllil ti,'IU' l1l:lIll;¡ ('11 ('1 al't'<l" pa-


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l'a po(kl' d;1J' ll1uehas ¡'tlos pobn's. CWlIHlo ypi.) jugar ú Jos nlll05
mendigos drhajo de Sil nnfana, enyidiaha SIlS juegos, sentia no
pod(')' alternar con e]Jos, y les echaba dinero. dulces ó lo (Iue po-
dia. Para probar finalmente el efecto que prouucian en su corazon
los ejemplos de sus padres, ('itaró un solo rasgo que ('11 su edad rs
admirable y hasta sublime. Al notar rl desconsuelo en que estaLa
Sil mida una señora de su servidumbrr, por haber perdido Ú su Illa-
rido, asesinado en una reyuel!a política, «consuélatc, le (lc('ia, '!
ohitla y perdona ú los asesinos de tu mari(lo,que pilpil nos diee (¡ue
no podemos guardaI' rencor á los enemigos.»


El simpático nii10 cautivó hasta tal punto la yoluntall de su lio
y padrino D. Fernando Yn. que no se separaba casi nunca
(le su lado, ní aun despucs que los disgustos que mediaron
entre los miembros de la real familia tenian medio enemistados al
rey y ú su augusto hermano: tampoco cl nacimiento de la hija de
D. FCl'llando VII fué motivo de envidia para d, antes al contrario
('ra la rccicn nacida objeto dc su especial carii1o.


Asi creció, amado (lc to(Ios, objeto de la aumil'acion
de cuantos le conocían, el hijo pl'im(jg(~nito (le D. Cúrlos Maria
Isidro y Doi1a María Francisca. El ciclo tenia destina¡]o que tanta
virtud no habia de ser rccompensada con una vida feliz, sino qnf!
;:.e habia dc apurar cn el destierro y en la cmigntcion, en que ha
pasado hasta ahora lo rcstante de su ,ida.




CAPITULO 11.


D. Ciarlos Luis María con su familia




110s desan~nenritl$ que había desde müeho tiempo entre los
miemhros de la real familia, nacidas por moLi ros particulares, y
fomentadas luego por intereses políticos, estallaron con toda fuer·
za dcspues de los sucesos acaecidos desde 1830, y sohre todo des-
pues de la famosa declaraeíon de Fernando VII, de 3J de diciembre
de 1852. El partido monúrquico que había clegido al infante Don
Cúrlos para su gcfe, y en quien veía el salva(lor de los principios
que con religioso entusiasmo habia defendido en los campos de
batalla, y que presentia habian de estrellarse en el gobierno de
Doña Isabel y regencia de su madre, no pmlia ya contener la irn~
paeieneia, que se manifestó en los levantamientos de Búrgos, Te,.




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ledo y Leon. Aunf/He [I~'eno ú estor; últimos suc(-'~os D. Cárlos, su
posicion era sin embargo rmbarazosa, ni podia ya permanecer
honrosamente por mas tiempo en la córle, ni conycnia tampoco al
gobiel'!1o (le Fernando YII permitírselo. !\sí rs que aprovechó una
coyuntura que se le hubo de ofrecer pam pa:-;ar al rstrangero.


En todos los negocios de D. Cárlos se hahia interesado de un
modo especial su hermana política Dofía María Teresa de llragan-
la, princesa de Bdra y ,iuda de D. Pelll'O de Borhon, la cual no
~olo hahia Irni(lo inl1urnria rl1 Jo~ sucesos de palueio, !'ino que ha-
bia intel'\Tnido tambien en la prepara('ion (le ruidosos hechos de
armas. El gohierno de D. Fernando que ycia rl1 su c¡lrúcter intré-
pido y ac¡iyo un enemigo pOlkro~o del ()!'(lrn dc cosas que se tra-
taba de establecer, y Doña Cristina que temió en el talento de la
infanta una rival que Jlollia desconcertar sus planes, determinaron
akjarla (le la córle, y lo consiguieron en efecto, pues se la man-
dó salir (In España, juntamente con su hij() el infante D. Sebas-
tian. D. Cádos manifestó deseos de acompañar ú la princesa de
Beira, su cuñada, hasta la frontera, ya por rI afedo que la tenia,
ya tambicll por ohedeeer quizá las insinuaciones del gobierno: lo
cierto es que de este recibió Ó'dCll pam marchar con su esposa y
sus tres hijos al "ccino reino de Portugal, donde se le mandó per-
manecer. El dia 1(; de marzo de '18;);; tUYO lugar la partida del
infante D. Cúrlos con su esposa, el jóyen Cárlos Luis y sus do,>
hermanos.


Debió D. CúrlO'5 Luis en Portugal pasar pOI' las incomodida-
des que eran eonsiguientes al estado dc su familia, casi proscrita,
y principiar ú sufrir los sinsabores ~c ulla emigracion que para él
habia de ser tan duradera, y Dios sabe si es tú en sus destinos que
perpélua.


Fuera ya de Madrid el infanteD. CilrlOS eon su familia y la prin-
cesa tle Beira, pudieron mas desembozadamentc los partidarios de
Doña Isabel ejercer su inlluencia CIl el abatitlo [mimo del rey, por
euyo motivo los acontecimientos se sucedieron con rapidez. Reu-




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nillas en JIa\ll'ill por úl'llell de D. Fel'lla!l(!o la~ Cúrles del reino,
juraron cn 20 de junio de 1833 ú doña Isabel, como princesa (le
Asturias, here(]Cl'll inm(~¡Jiala del trono de las Españas. Ya no
quedaron satisfeehos los ellemigos de D. Cúrlos con haberle ah~­
jallo de la eúrLe, sino que pretcndi'l'on tambien que dejílra la Pe-
nínsula, á cuyo objeto medió entre los dos hermanos una intere-
sante correspondencia, de la cual !lO inserto mas que una peque-
lÍa parte para no traspasar los límites quc exige el presente opús-
culo.


Decia D. Fernando it su hermano en carta fecha ti de mayo
de 1833 .... «El amor ue hermano que te he tenido siempre, me
impele ú evitarte los Jisgustos que te ofreceria un pais Jonde tus
supuestos derechos son deseollociuos, y los deberes de rey me
obligan ú alrjar la presencia de un infante cuyas pretensiones po-
drian ser pretesto (le inquietud á los mal contentos. Ko llehiendo
pues l'egresar tú á EspaCIa por razones de la mas alta política, pOl"
las leyes del reino que así lo disponen espl'csamente y por tu mi:;-
ma tramflli/i<latl (11lC yo deseo tanto como el hien de mis pueblos,
te doy li(~el\(·iil para tlllC viajes desde luego (;011 tu familia á los
Estados POlllilicios, dÚlll!O!lW ,1\"¡80 uc! punto Ú lIue te dirijas, y
en que fijes tu re"id(~ll('ia. :\1 puerto dc Lishoa llegará en breve
uno de mis buques de guerra para conducirte.»


A esta carta contestaha D. Cúrlos (;on la que sigue:
.Mafra -13 de Ill<lyo <le: 18;);-;: :\li muy querido hermano mil)


de mi coraZO!l, FCl'Hillldo de IlJi vida. AyCl' á ]¡¡s tres de la tarde
recibí tu carta del (j que lile entregó Córdoba, y me alegro mu-
cho Yel' que no tenej" llorcdad, gracias ú Dios, nosotros goza-
mos del mislllo bClleficio por su infinita bondad: te agradezeo
mucho touas las espresiones ele cariño que en ella me manifiestas
y cree que sé apreciar y elar su juqo valor á todo lo que sale de
tu eorazon: quedo igualmcnte enterado de mi sentencia de no de-
her regresar ú España, por lo (liJe me das tu licencia para que
,iai(~ (ksrle luego (~Oll mi familia ;1 lIJe; Estados Pontificios, dúndotc




avi:so del punto ú que me dirija, y (lel cn (Iue lije mi residencia.
A lo primero [e digo que me someto con gusto ú la yoJuntad de
Dios que así lo dispone; cn lo segundo no pucdo menos de ha-
certe presente que me parece bastante sacrificio el no volver ú su
}latria, para que se le afiada el no poder vivir libremente en don-
de Ú UIlO mas le convenga para su tranquilidad, su salud y sus
intereses ..... estoy resuelto á hacer tu voluntad y á disfrutar del
favor que me haces de enviarme un Lllt!ue de guerra dispuesto
para conducirme: pero antes tengo que arreglar todo y tomar mis
disposiciones para mis particulares intereses de Madrid, viúndoll1c
iguallllcnte precisado á recurrir á tu bondad, para que me cou-
oedn.s algunas cantidades de mis atrasos; nada te pedí ni te hu-
lliera pedido para un vittje que hacia por mi voluntad, PCI'O estc
yaria enteramente, y no podré ir mas adelante, sino me concedes
lo que te pido. Resta el último punto que es el de nue~ tl'O embar-
que en Lisboa: t,CÓIllO quieres que nos metamos otm vez en un
punto tan coptagiado, y del que salimos por la epidemia? Dios pUl'
su infinita misericordia nos saeó libres; pero 01 volver casi seria
tenlm' ú Dios: estoy porsuauiuo quc te convcneerás asi como te
seria de) mayor dolor y sentimiento, si por ir á aquel punto se
contagiase cualquiera, é infestado el buque pereciéramos todos,
Ac1ios querido Fernando lllio: cree que te ama ele corazon, como
siempre te ha amado y te amará, cste tu amante hermano.-
M. Cúrlos.


PliSO fin á la correspondellcia (Iue entre los dos hCl'l11auog
Illediaba una carla de D. Fernando (IUC terminaba con estas pa-
labras, despuc:s de haber referido sus disposicioncs allleriorcs,(!uC
Jwbia e!uuiclo D. Cúrlos.


"OS lllalldo pues (pIe elijais inll1c(liatamentc alguno de lo~
medios de cmbarrlue que sc os llar, propuesto ele mi órdell, COlllU-
ilÍcLlndo, pcll'll evitar nue'Va::; dilacioues, vuestra resolucion á mi
enviado D. Lt¡is Fel'l1andez; de Córdoba, y en il.llsencia suya a
p. Anluuio Caballero; tIlle tiCllCU Lls iuslrucóoues Ilccc::,aria~ para




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1Il'\arla [1 ejccucion. Yo miraré cual(l'lier e-cusa ó dificultad con
que dCllloreis yuestra eleccion ó vuestro \'iaje como una pertinacia
en resistir ¡i mi voluntad, y mostraré como juzgue eonwnirnf(',
que un infante de Espaiía no es libre para desober!ecer á su Bey.
- Ruego á Dios os conserve en su santa guarda. - Yo el Rey-~
Madri(1 30 de agosto (le ,18;)3.»


A c,~:o sobrevino la muerte del rey, y quedó D. Cúrlos sin
cump;illlentar sus órdenes, permaneciendo con su familia en Por-
tugal, <'llyos campos talaba á la sazon una encarnizada guerra ('i-
vil de igual carúetcl" que la que mas adelante habia de sostener d
mismo en las provincias españolas. En estas se había enarbolado
ya la handera que tenia escritos con el nomhre de (,'ár!os V. los
venerables de reli(Jion y (ueros. En Talavem de la Reina, Bilbao y
Lagroiío, en Cataluña, Aragon, Yaleneia y Murcia resonaba ya el
grito de viva Cúr los V., que entmiasmaha ú centenares de eomha-
tientes. Diversa anduvo la fortuna, que entre muchas "ic(orias
hubo de ser algunas veces fatal al naciente cjército, falto de
IIluniciones y pobre de reclll'sos.


Al mismo tiempo continuaba D. Cúrlos en Portugal, en cuyo
país los sucesos de la guerra no eran nada fayorahles al ejército
de su <1l~bil aliado D. Miguel. Hallábase el pretendicnte en Cas(rl-
O-Branco, cuando el gobierno de J[adrid cn ,irtud llel tratarlo de
la cuúdruple alianza, firmado en abril de 1831 ,y los artículos adi-
cionales ele '1 R ele agosto del mismo ailo, dió órdcnes ú D. Jo:-;é
Hamon Badil, capilan general de Estremadura, para (lUC cntralluo
en el territorio portugues se apoderase de su pcrsona, empleando
cuantos medios esLmiesen á su alcance, y una ,cz preso, le COll-
dujera á Ulla plaza espaüola segura.


Triste y precaria era la situaeion de D. Cúrlos y su familia en
el n~eillO reino,eonfiscados sus bienes,y perdidos para llwyordesgra
cía eien mil franeos, producto de los vendidos diamantes de Doña
Francisca y de la prinecsa de Beira. A pesar dc esta penuria, del
númcro cOlllpul'llti\ <tlllcUlcl'ctlucido de sus partidarios y del fuerte


'.,




- t',·-
¡;j6rcÍ!0 que Ú \;lS ('Jl'llenes de I\.odil \ igilulJa la frontera, kllla lJo¡¡
Cúrlos yehemenlísimos de~;eos de penetrar en E;;;paña, ~. al fin
hubo !.lc presentarse al frcnle del ejército de Bodil. Titubearon las
tropas de este, segun dice un hi!'toriaLlor, pero Borlil Immdú hace\'
un moyirnienlo Ú dos c':iCUaUrOlles de su caballería pHra envolver
ú la escDlta de D. Cúrlo:-:, (luien á cste ataque tll\O (lile retirarse ú
Almeida, hasta donde lc (l(,oJnpaiíó el general de Dofía Cristina
con el ohjeto de penetrar en la plaza. :\uuque rué Hodil rechaza-
do, sin embar¡.w .\ll1lcida (lf~jú de :o:er suJicicnte garautía para
D. Cúrlo:i, pues habié!ldo~e pronunciado pOj' DOIla ~Iaría de la
! ;10l'1a, !lO tuvo el pretendienle espaüol otro camino que ulIa reti-
rada, bien peligrosa por cierto, para librarse de los tiros tlel ene-
migo, que en su o!Js!inH(la pcrsecllcion, logró apo(lerarse ccrca
(le ZamUSC(l de parte (le sus equipajes y de los de la comitiya.
Continuó la familia de D. Cárlos algull tiempo ('ll Zamusea, aun-
qne con lun gran: ricsgo, por ser un punto aislado, sin defensa
c;]gutla, y hallarse Hodil ú sus inmediaciones, qne al fin [tI'O que
abandonaJ'io prccipitil/lamelllr.


Así Doúa }iaría Francisca de Braganza, el joycn Cúrlos LHi~:
y sus hermanos, l'Orrieflclo J'cgiti\os de pueblo en pueblo, algunas
,eces ú pié sobl'l~ un tcrreuo úspero y escabroso, perseguidos de
sus enemigos, y abrllmado~ de desgnH'ias, pl:ro lIeyando la yale-
rosa madre y el jríven hijo á ([lIien comunicaba la eJlcl'!:.'."Ía yel
temple de ~u alma, el enorme pl~SO ud illforl uujo con rcsignaeion
y constancia, despues de haber abandonado ú ZamUSC(l y Sanla-
remllegaroll pOI' Jiu Ú E\"ora el 25 de mayo dc1S31', t!ol1flc, noti-
ciosos de que Bodil se Iwllnba ú las innwdiaeiones de Estremoz,
(ktcrlllinal'Oll abamloílClr el SllelO de la Península, para ellos tan
ingrato, con objeto de ir ú buscar la paz y el sosiego en regiones
cstl'añas. Entusiasmado por c~te ticmp' el hijo mayor (le D. CÚi'-
los con los ejemplos de ya 101' militar y con el rstrucl1(lo dc la gurr-
ra, sentia nacel' en su (,()l'ilZOn un ar:!ol', poco conm n en su dase \
I'[('rn(\s alio~'. (¡ur le h(l<'in bll~r;\1' /~nn illtl'cpidC'1. In" ]lrlif!"(l~, yaql1C'




nüpodia alTojars(~ Ú l{)~ campos de halalla. A~i cspliea un eserifor el
partícular cuidado que de la defensa de sllshermtlnos tuvo el jóven
príllcipe, en la precipitada fuga cIue se vieron obligados'ú em-
prender con motivo de la sorpresa de la Guarda, en que cayeron
en poder de las tropas acawlilhulas por Ilodil, equipajes y muni-
ciones de boca y guerra.


«Montados ihan los lres en unas jaquitas ú propósito para su
(~Llad, pero siendo mas "igorosa la de D. CárIos Luis, se empeñaba
en adelantar mucho terreno, procurando dejar atrús ú la comitiva.


d). Ciírlos Luis retrocedía á la rctaguzU'llía, yen aquel lugar
lleYiÍntlole sus hermanos bastante delantera, permaneció tenaz-
mente durante la apl'csmada marcha.


«Uno de los rle la comitiva al notar este arrojo no pudo me-
!lOS rle a(hertirle que conia grave riesgo de caer en manos del
enemigo: que dehía adelantarse todo lo posible, y ponerse el~ sal-
'o, puesto que su \ ida cm mas preeiosa que la de lodos los Llemús.


-i,Y mis hermanos? dijo D. C[u'los Luis.
--Ellos y uosotros haremos 10 po:;ible para ~aha\"llos.
-Pues bien, contestó: yo quiero seguir su suerte, seria Ulla


infame cobardia alejarme de su lado hallúndose ell tanto peligro. jl
En esto alldaba tan mal parada la causac1e D. Miguel, preten-


diente de la corona de POl'~ugal, que se yió obligado ú Jirrnar un
hLHlliJlautc tmtado it pesar (le los consejos de su tio D. Cúrlos que
le proponill, em prender al frente de sus tropas ulla espedicion ú
AndalUCÍa l que sill duda habi"ia sido de muchos resulta(los en
aquellos momentos.


El mismo D. Cúrlos, despues de haber comisionado al Laroll
de los Yalles para que ronsiguiera la protcceion del almirante
Parker, y haber recibielo de este satisfactoria contestacion,
salió de Europa el 18 de mayo y se embarcó el primero de
junio de -lS;¡!f en el Yapor ing](~s f)ollrqal, que se aproximó con
esle objeto al puerto lle Alelea (~allcga, habiendo precedido un
l¡"llado ell!r('I(I~ p:I¡,II'" hl'li¡.!"crautcs.




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De la r,omitiya de n, Cárlos, un huen núrn('!'o se lallzfÍ ('1¡


las Provincias Vascongadas á los azares de la g{I(,['J'a, que priucí ..
piaha ú ser respetable, mientras él se dirigía ú horda dd DOllefJfd
á la CimIl Bretaiía: ihan en d mismo b!HllJe su esposa, ~us hijos
D, Cúrlos Luis ~[aría, D, Juan y D, FernalHIo, la princesa de
Beira, el obispo de Lean, el p, La-CaIle, confesor de D. Cúr!os, el
P. l1ios, ayo de los príneipcs, varios gpnLiJes hombres, granrll's,
gellcrales, parte de la servidumbre, y entre otros su secretario
.-\uguet fle Saint-S¡lvain,


Haya en hemismo la serenidad y granrleza de alma tlcmos[l'a-
da por la esposa de don Cár!os durante esta fravc"ía: los consue-
los (pIe prodigaba A su ahalida familia; las paJabms tic resignaeion
con que confundia á los mas valerosos de entre los que la aeom-
paiíaban. Solo su hijo mayor la sobrcpujaba .cn sercnidad y con-
fianza, p1H~S cuando esta})an en alta mal' y en completa calma el
viento, cluejándose doña ~IarÍa Francisca de que el destino parel'Ía
oponerse á todos sus planes, conlcstó su iu!répido hijo: l/O, el dl's-
lino $(' cal/sarrl.


En esta travesía doiía ~Ia!'Ía Francisca, la princesa de Ikil'a y
(lemiÍs damas que las aco11lpaiíaban, estuvieron Lrabajanflo para
suplir la falta que les hacia la ropa perllida ell Portuga I.


Al cabo de quineedias de navegaeíon,lIegú el })o/ll'fll/l á Por."t-
mouth en cuyo pue!'to fondeó, Vencidas algunas difieuHades fltle
se oponían ú su desemba¡'que, y que les detuvieron por dos dias {t
la ,ista lId puerto, ulll'ante los cuales el Domgal con otros cuatro
1nlflues hicieron un simulacro de combate na\al; pusieron el pie
en tierra los emigrados españoles, despues de hallet' don Cúrlo''¡
dirigido un discurso (¡ la tripulaeion ,icI mnío fIlle les habia COIl-
duci(lo, rlúnrlola las gi'acias por el comportamiento obsenado con
él y su familia, que en verdad fué tan fino, que no solo se le (klli-
Ca/'on músicas y obsequios, sino qne por los honores que le tribu-
taron lIegú casi á comprometer en las c.ostas pOl'tugue::ias el pallo-
lIon de Illglatel'l'a.




CAPITULO 111.


D. Cá .. los Luis Maria en Íuglate.'ra


y ALE~IA1~IA .




[[umilIaciones tan solo saboreó la familia de D. Cárlos al llegar
á la grall Bl'daüa, á la que iba con la esperanza de encontrar un
país hospitalario en donde pasar los dias de su infortunio. Ya an-
Ics de llescmbarcar, d embajalor español puso dificultades y en-
torpecimientos que obligaron á los viageros del Donegal á per-
manccer llos di as anclados á la vista del puerto de Porsmouth;
pe!'o allanados los inconvenientes, pudieron al fin los ilustres pros-
critos pi:-;ar el ingrato suelo de Inglatcl'l'il que tan fatal habia de
~er para ellos, ya por los desengaiíos que allí les aguardaban, ya
prineipalmeutc por que cn él habia de hallar sepultura una ilus-
tr~ víclillla del infortunio, Doiia ~Ial'Ía Francisca uc Bl'agallza.




- 28 -
¡ Pasados algunos arlos, cn cl mismo país recibió el personage
objeto de esta historia las mas lisongeras manifestaciones ue apre-
cio, y hubo de concebir la ilusion de alcanzar la corona de España!


La conviecion sincera y la fé con flue D. CáI'los y su familia
han creido siempre tener derecho al trono cspañol, estaban tan
arraigadas cn el ánimo dc los príncipes proscritos, que ni un solo
momento habian dudado que al pi:"ar el suelo ingles serian trata'~
dos como eOl'respon(le Ú un príncipe desgradado; pero bicn poco
hubo de dmar su ilusion, puesto que el gobicl'llo ingles funllado
cn que habia reconocido y garantido ademas por el tratado dc la
cuúdruple alianza la legitimidad de Doria Isabel, se negó ú satisfa-
cer sus esperanzas. si antes no renunciaba sus pretcndidos dere-
chos; de otra suertc sel'ia tratarlo eomo simple partíeular. Para
proponerle dicha renuncia se le presentó lucgo dc haber llegado ú
Porstmouth el embajador esparioll\Iarqucs ue l\IirafiJrcs, acompa-
fiado de ~I. de Backhouse, subsecretario dc negocios estrangcros, á
quien Lord Palmerstoll habia comisionado ú este objeto, quienes
ofrecieron ú D. C(¡rlos, si se obligaba Ú 110 \oIvel' Ú ninglln
punto de la península y no contribuir dc modo alguno á pcrLurbm'
su lran([uilidad, lc seria asignada sohre el LeSOl'O públir;o una su-
ma de 30,000 libras e.sterlina;; anuale:;. ~cgóse D. CiÍrlos {l este
arreglo eon una lirmeza que hubo de admirará cuantos le oyeron.
Hirió en el alma tÍ la sensible y pundonorosa Doria Maria Fnmcis-
na el comportamiento (le las autoridades inglesas, que la hizo
abandonar despechada ú Porstmouth para trasladarse á Iss r;erca-
uias de Londres, y fijal' su residencia en Glocester-Lodge, dondc
hacia algun tiempo había luibitado el célebre Canning, el ministro
ingles que mas parte tomó en la revolueion de España.


En Gloeester Louge devoraba la familia de 1). Cárlos en la sole-
dad el despecho y las calamidades que la abrumaban, sobre touo
la desgraciada infanta, cuya vida estaba minada por los sinsabo-
res y los infortunios. Si bien trascendía á toda la familia el estado
rle la princesa, de un modo e~pccial <Í. su ¡óyen hijo, cuyo ('arar-




29 --
let' mclancMieo y eal'iíio filial le disponia ú interesarse más que
otro por el estado de su madre. Permanecian todos en una oscu-
ra y angustiosa soledad, de la que salian rarísimas veces, y solo
llegó á verles públicamente el pueblo ingles, dice un biógrafo, en
una ocasion en que D. Cárlos con su esposa, sus hijos, el Baron
de Brignon y el conde Mesuries visitaron el soberbio puente del
Támesis.


El entusiasmo que animaba á los desgraciados pro5critos obli-
gú á D. Cúrlos -'laría Isidro ú dejar la Gran Bretaña para ir ú
p,'esentarse en medio (le los partidarios que en la península espa-
Hola defendian sus derechos, contra un numeroso ej(~rcito y contra
un gobierno favorecido con el eficaz apoyo de dos naciones pode-
rosísimas.


Ní el estatlo naríente y débil del reducido ejército que sostenía
sus banderas en los campos ibéricos, ni la desorganizacíon con-
siguiente á la clase de guerra que hacian, ni los consejos de al-
gunos amigos, ni las privaciones que veia le aguardaban, ni la
perspectiva lle los riesgos gravísimo s ú que se esponia, impidie-
ron ú D. Cúrlos el rcalizar el proyecto concebido, dejar á su es-
Posa é hijos en Inglaterra, atravesar la Francia, nacion enemio-a


. '-' e ,


y lanzarse en los campos de NaYaITa ú los azares de la naciente
guerra.


El amor que á D. Cárlos profesaba su cariñosa consorte no lf'
impedia animarle á la empresa, y hasta en ulla ocasion en que
supo que en el consejo privado empezaban ú titubear los mas
acérrimos partidarios de la espedicion, y qul' se proponia la (lila-
cion del viaje. dícese que se presentó en él indignada, y lomó 1ft
palabra para combatir con calor la propuesta determinacion en
un discurso cuyas últimas palabras fueron estas:-« Quién aspira
á ceüirse una diadema por la fuerza, no ha de mirar los peligros
sino solo auquirir la posibilidad de alcanzar su tl'iunfo .•


Al fin D. Cár]os con su fiel secretario Auguet deSaint Silvain,
realizó ~Il proyectnda espedicion, y despues de haber atravesado




- 30 -
la Francia ron noml)J'(~s Sllptwstos, se prf'sentú ('n NaY:1lTa ('JI
mc(lio dd cjél'eito Cal·lista. Al dcj:1r la Inglaterra, Poc¡uÍsimas )J(']'-
sonas tenian conocimiento de csla cspcdicion, cInc se tuvo orulf:1
hasta ú los mismos familiares é hijos, dallllo por pretesto (le In
desaparicion del príncipe una grave enferllledad <lue k tenia al
borde del sepulcro. Creyó inocentemente el júycn C(ldos Luis
esta enfermedad y principió á entl'istec.ersc (le tal modo, temC"-
roso de que se lo arrebatára la muerte, que recelando por su
salud, si eontinuaha en aquella ansiedad, tuvieron que <lcscubi'írlp
el yiage de su padre y los pormenores con que lo habia 11('\"(1(10 Ú
cabo. La desgraciada Doña María Francisca rodeada únicamente
de sus hijos, quedó en Inglaterra abandonada á los negros pr~­
sentimientos que la asaltahan por la sucrtc de su csposo, y por el
éxito de una empresa erizada de dificultades. Muger proscrita eJl
país estrangero y enemigo de su causa, caida de la altura ú que
la habia colocado su nacimiento y matrimonio, dcsdeflada dI,'
cuantos la cercaban si se esecptllan sus cariñosos hijos y un rorf o
círculo de fieles servidores, rodeada de privaciones y obligarla (t
huscar por medios humillantes y desconocidos para ella los preci-
sos recursos para sostener ú su familia, sintió abatirse su ánimo
varonil, decaer su firmeza y constancia, agoviada bajo el peso
de tantos infortunios. Recogida en su quinta, ni aun la naturaleza
tenia para ella ese encanto que infunde en los seres desgraciados.
Solo en el trato con sus hijos hallaha algun lenitivo á sus padeci-
mientos; siempre amable y cariñosa imertia mucho tiempo en
conversar con ellos sobre puntos de historia, inculcándoles la~
máximas de moral que le dietaba su cristiano corazon, y enseñ6n-
doles los deberes propios de personas de su posicion y gel'!Il'quia:
solo instruyéndolos podia dar'ú su alma la tranquilidad que nece··
sitaba.


Las primeras noticias que recibió de su esposo, tan satisfacto-
rias eran y con tanto calor csprcsmlas por él mismo, que consi-
guieron por algunos momentos hacer renacer la csperauzLl en




-- 3,' -
:lqllf'j [mimo ahatil]o. Llegó d sonreida tal yrz rn medio ue su
tksgrtleia la ha Jagii6ía idea de que la providencia que tan Lien
había eOllllucillo Ú Sil c~poso en la arriesgRdR espcdieiol1 que aca-
haba de ,"erincar, hendeeiria el valor y el entusiasmo de 105 pue-
bios que le habiau acogido con tantas muestras de eariúo. PCI'O
no habia de ser duradera esta i1usion, que se deS\'aneciú bien
pronto, sum¡l~ndo Ú Dolía María Francisca en un profundo decai-
miento, precursor <le su muerte. Fija su alencion en la península,
esperaha. con a\itlcz noticias de su esposo y del estado de la guer-
ra, vero lo que cn la víspera era un hecho que infundía e:;peran-
zas, efa al siguiente día un hecho que las dcsyanccia. En esta
mntillua luch:l tic sentimientos encontrarlos, supo el inminente
peligro de ser preso CH que se habia "isto D. Cárlos, y cntonCt~S
¡:u{~ cuando temió s6rinmente, y se sobrecogió su cspíriLu. Perdidas
ya todas las esperanus de salir del infeliz estado en que se veia
sumida, sus fuen:as se agotaron, su salud se quebrantó,y cayó en
eama postr(\(la por una activa fiebre el -15 de mayo de 18:H.


En medio de esos contratiempos pudieron faltar á la infanta la
firmeza y ánimo varonil pOI' que se habia distinguido, mas no men-
guar en nada su cristiana rcsignacion ni disminuir el car1110 que
pro[cswa á sus hijos, cuya suerte futul"a era en medio de tantos
p¿Hlecimicntos d mayor que afligia su angustiado COl'UZOl1. Prueba
hrillante de lo primel'o, es la. sublime COl1testaeion que dió á su
hermana, la prin(''I(~sa de Beil'u, que trataha de arrancarla á sus
tristes rcfle"Kmcs y hacerla ver que no habia raWl1 para desespe-
¡'<'tf dd l"(~sultado favorable de su causa, y que el tiempo y la pro-
,idencia la indemnizarían de sus muchos padecimientos: «Agra-
¡lezco tu ticrna solicitud, Teresa, dijo Doña María Francisca son-
riéndose melancólicamente, pero los dias de mi vida estan conta-
dos, y t~ngo un sentimiento íntimo de que se acerca el último:
por lo d-cmas, yo no acuso á la Providencia Divina, y reputaria
de crirninal mi arrogancia si me atreviese á escudriñar sus inson-
dables misterios. Dios me ha regalado un tesoro de tribulaciones,




- ;32
pero tambien me ha P¡'op0l'eionado ocasiones ue eje¡'eital' mi pa-
ciencia. Su mano soberana nunca nos lega el mal. sino para
nuestra mayor perfcccion y felicidad.))


El cariño que profesaba it sus hijo~ agravaba la enfermedad
con el triste pensamiento de la horfandad en qU(~ quedarian sumidos,
~i muriese en Inglaterra, dejándolos lejos de su pa(lre. Ellos por
su parte, y mas que todos el mayor, D. Cúrlos Luis María, esta-
ban tan profundamente afectados, qll(~ se conoció útil apartarlos
de la quinta ueAlbertoke-rector en donde estaba su madre moribun-
da, y trasladarlos á la vecina poblacion de Gosport en la que estu-
vieron algunos dias con el P. La-Calle y tres ayudas de cámara.
Orfeliu, Tejeiro y Garci JIartin, inciertos acerca el estado de su
madre, presagiando, empero, un resultado fatal. Ucultaba sin
embargo D. Cárlos Luis sus presentimientos y su pesar para no
afligir mas á sus hermanos. Algunas veces, segun un historiador,
todas aquellas en que le era dado burlar la vigilancia de sus com-
pañeros de desgracia, salia de Gosport y se dirigia rápidamente ÍI
la quinta donde yacia postrarla la moribunda, imposibilitado df'
penetrar en la casa, puesto que le contenia el temor de causarla
una sorpresa de fatales consecuencias; é impulsado al propio tiem-
po á hollar todo obstáculo y lanzarse entre aquellos brazos qne
tantas veces le habian estrechado contra el materno seno, per-
manecía aparentemente silencioso, mientras batallaban interior-
mente con violencia sus encontrados deseos. Sentia desfallecer sus
fuerzas, miraba con amor aquellas parcdcs entre las cuales estaba
depositada su propia vida, que era la vida rle ~u madre, las lágri-
mas humerleeiall sus pÚl'pados y retrocedia casi sin aliento al
lugar en que se hallaban sus herlllanos.


Todos los recursos de la· ciencia fueroH inütiles para detener
los progresos de la enfermedad que acababa con la cspo:"a de
D. CM·los. Finalr!1ente cl dia 10 de junio, despues dc haber hecilo
testamento y haber pedi,lo eon cristiana humildad perdon á todos
los circunstantes, ea~'ó en un profundo estupo!', qUf' solo la dejó




-33 -
pocos momentos, al amanecer del siguiente dia, para pedir que la
permitiesen yer y hilblar por última vez con sus (lueridos hijos.
Los síntoínas de la enfermedad se agravaron rápidamente, y á las
once y media de la misma mafíana espiró en medio de] desconsue-
lo de su sérvirlumhre que habia tenido oeasion de admirar tan
heróicas virtudes;


El P. Frias, maestro de D. Cil'los Luis, fuó quien tu ro el eno"
joso encargo (Ir, anuncial' Ú este la infausta nuera de la muerte de
su madre, que afectó profundamente su ¿lIlimo sensible. El dolor
que le causó esta desgraeia no fu6 pasagero, sino que ha quedado
para siempre impreso en su corazon, y de 61 ha dado continua-
mente sinceras muestras en lo restante de su vida. Quince dias
despues de la fatal p6rdicIa, debiendo pasar por delante de la casa
que habitaban en Gosport los hijos ele D. C¡'trlos el entiel'ro de su
difunta esposa, dejaron á esta poblacion pocas horas anlcs, y se
trasladaron á Londres.


Todas las personas de la alta sociedad dc Porstmouth, los ofi-
ciales de la guarnieion, y las principales sefloras tuyicron las mas
delicadas atenciones con la desgraeiarla familia. [na concurrencia
numerosa y brillante acudió Ú obseryar los restos inanimados de la
infeliz seD ora, en los cuales se notó cierta descomposicion chocante
y estraordinaria. El gobierno ingles mandó hacer á la difunta ho-
nores fúnebres: los navíos de guerra que habia en el puerto y las
haterias enarbolaron á medio mastil el pabellon español, y desde
el momento en (pIe el cuerpo salió de la casa mortuoria acompa-
ñado de una guardia de honor, hasta la conclusion de la ceremo-
nia, dispararon cada cuarto de hora un cañonazo.


En Londres permaneció D. Cárlos Luis y sus hermanos, bajo
la tutela de su tia, hasta el afío 1833 en que dejaron la Inglatcrra
para trasladarse á Alemania. Despues de haber recorrido varios
puntos, fijú!'ol1 su residencia en Salzburg, en donde dirigia su
educacion el P. Luis GarcÍa. Allí se encontrahan en '18;)8, cuan-
do un acontecimiento importante dió ocasion á su l'e!3:reso á Espa-


v




- 3.~ -
ña, al lado de su padre que eontinuaba all'l'cnte del ejército en la~
provincias vascongadas. Este acontecimiento fué el matrimonio
de D. Cárlos con la princesa de Bcira, efectuado por poder, repre-
sentando el marques de Obando, gentil hombre de D. Cárlos Luis
al príncipe contrayente. Una vez celebrado el casamiento, la vo-
lunlad de D. Cárlos obligó á la familia á partir para España á par-
tieipar de los azares y del estruendo de la guerra .





CAPITULO IV .




lb poner D. eádos el pié á barCIa del Doncgal para pasar á
Inglaterra tenia ya noticia del estado de la lucha que sostenian
sus partidarios en las provincias vascongadas y Navarra, y habia:
escrito al bravo Zumalacárt"egui qu~ dentro de muy cortó tiempo
estaria en medio de sus valientes. Los prodigios de valor y de in~
teligeneia que hasta entonces habian tenido que hacer estos para
resistir el choque (le las muchas y disciplinadas tropas que eontra
ellos mandara el gobierno de Isabel, son bastante conocidos para
qne tenga que detenerme en su csplieacion. Guiados por el genio
que supo encontrar en sí mismo recursos suficientes para organi~
zar las desordenadas partidas de voluntarios, y ponerlas en estado
de resistir fuerzas mayores en número y de eseclente organizacion
y equipo, habian ya dado mas de una vez muestra de que eran un




- 3G --
(~n('rnig() respefahle, sino pOI' su nÚ!l1el'O, po\' su dcrision y pf)r L!
inll'epirkz ('()(] que ]¡urlilbllIl los cúlclllos de 10:5 mr.ioI'e~ grll('raki
(le la Brina.


Pero el J'Ígor con que se lIr\'aLa ú callo la p('r~('cucion, y la illLI-
tigable actividad de algun gefe enemigo empezaban ya [¡ llar eH
qué pl'i},;ar á los insurrect.os, cuando un ar?ontecimiento "i!lO {l
llena\' ú toJos (le júbilo, y ú reanimar sus espel'anzaq • D, CúrlO"i
('n persona presentóse, burlando á los gohicJ"!loS signatarios (k la
ruúdrnple alianza, á mandar ú sus lealc:; soldados, teniendo muy
pronto estos el honol' de sel' conducidos por n ú la Yiclol'ia, Ln
llotida de su lleg;ula, estcwlitlit por las provincias con el(~d['j('a
rapid('z, fué causa de un allllH'lllo esll'aorrlinario en las filas carlis-
1:1S: su presencia hizo qllc se I'eslabkeiese la armonía cntre sus
~~(,I}(,l'aks y que se organizasen en todas parles juntas auxiliares;
y SIlS rr:ü,tas. en fin, animaron mús y m;lS Ú aquellas tropas. q1l\',
ron una palabm lle bellcyolencia del que llamaban su Hey sr t('-
nian por pagmlas de to(los los s:1('['ili(:ios que ú cada momento
('xijia (]e ellos :uIlH'lla das\' de fIllerl'a, Las faligas de forIo g¡"/JC)'(],
las pri'-;1eiOlles ~' peligros por que pas(1 D. CIriOS dllrante Jos pri-
meros meses de su ('~talleia en Espafw, C~('('dl~n ;Í toda pondera-
('ion. Ikforzarlo el eV'['(~it() (lr~ la ncina con numerosas tropas YClli-
das de otros p11nto::; del reino, y falto n. Cárlos de armamento que
da¡' á las suyas, (]¡> diurl'o, y hasta de rcpo~o que !lO k tlejabalJ ni
Ull inslante las columnas destinadas ú su ~ap!tlra, PilSI'¡ Sil rausa
por Hlt:l de laR mas g!'aH~S erísis flue haya sufrido, pudiendo gPlil
la constancia de ilfJucl príncipe y la astucia de Zuma]a('úr!'rglli.
lJllriar las efirace~, medidas que para I's[rnllin~r la insurrec('iw
hahia dictado Bodil.


Pero Lien pronto los rlesaciertos y (lisrol'rliaR que destrozaron
(1 sus contrarios, en union con UIla epidemia asoladora, pcrmitieron
al ejército cal'lista, no ya reponerse de los pasados C¡IlCb\"ilnt()~<
sino aun tomar la ofensiva y adqui['il' sobre sus adwrsario" emi·
úiables y ruidosos triunfos.




- 37--
Lag eSl'cnas oeul'l'ida~ en Jladrid y en Illuehlo; capilalc:-( d(~


j)t'0\ inda en lH35 en qll!J un lJOpuladlO ¡leseafrclludo e~ealtÍ lo:.;
l'om'entos, robó las edrlas y profanó los sagrados templos asc:;i-
nando á muchísimos do sus illdefensos mOl'adol'c-; y deslruyeudo
los mas preciosos objetos de ar'te alli eOllseryados, cseitaroll un
grito de illllignaeion en toda la ES¡Jafia y acreeontaron es: raonli-
nariamcnte las filas de los (llhel'..;arios de un gob;el'llo que [aulu:;
escesos dejalla imptlllefit


No (~ra ya solo CIl las pro\ineias forales donde el 1)('[l(lo11 C<l r-
lista puseaha triunfante las poblaciones ¡k mas impOl'tallria y
conducia á la victoria ú los lielcs y cntusia::;ta:; pal'titlarios de Llt[iH'1
príncipe. En Catalufia, \"aleneia, Murcia, .\ragoll y sobre [orlo en
d ~[aestrazgo lallz(lrome resueltos 1\ S03t(~IlCl' con las armas una
[Il'elensioa que otros !lluchos del'endian en el terreno del derecho,
y que rosolvieroll en sentido atherso ú D. Cúl'los las CÓl'tcs COIl\ ()-
('adas á nombrc de Doña Isabel, declat'{uHlole c\.cluido, coa su i!lIJ-
¡'('Ille dese~~n(¡oneia, del derecho de suceder ¡'l la corona, y pri V;1I1-
dulé' ú él y ú su familia de volver al territorio espaÜol.


Por este tícmpo, la muerte priní ;í la catlsa oal'lista de un cau-
diilo ú quioa debiu el inmenso auge que aealJaba de c~perirnenLar,
~! cuyo renombre era ya europ60. Sabi!to es el desgraciado tin
llue encontró Zumalacál'l'~gui cn un reconocirniento que practicó
d(~ lo.~ alrclUllol'es de Bilbao, ú los po~os dias de puesto el sitio á
es' a plaza: pérdida irr,~paraLle que dejando á D. Cúrlos sin los ati-
l\~tdos consojos que cn lo militar y en lo político podia prestarle el
It(~roc de cien corn~lilte.s, y al ejército sin la e!lérgica y acertada di-
i'(;ceiou l1Cl su respetado y quol'ido general, despertó la envidia ell.
[re los f¡UO aspiraban ú sucedorIe cn el mando, y fué el' pri mer
golpe asestauo tÍ una causa que habia de morir tl'isteInmte ú ma·
uos de los mismos que estaban 11 su frente para dirigirla.


Estas mismas rivalidades fueron causa de que el cjóreito que
por lercera vez sitiaua á Biluao, y en cuya loma habia puesto el
llIa) 01' cmpc!io PO!'(lllO hahia de facilitarle ro¡;ul'SO" do tolla da~(!,




,- 38 -.
sc vicse obligarlo ú levantarle despues de una s!1ngl'ienta y porfiada
batalla en que perdió tollo su parque y municiones.
PraeLic{tbas(~ ya por aquel tiempo en el ejército carlista el siso


[cma llamauo de espellieiones, alguna de ellas con ventajosisimos
resultados; pero irritado D. Cárlos con el célcbre gcneral Gomez
por algunos hechos inuecorosos que se le atribuyeron, púsose al
frente de otra espeuicion, acompañado de su sobrino D. Sebastian,
de lo mas notable ue su córle, ue SllS mejores generales y estado
mayor, y de diez y seis batallones, ocho eseuad!'Onus, y el eorres-
pOlH.lienle número de artilleros, bien que sin piezas porque espe-
raba encontrarlas en Aragon. A tal estado habia llegado su
('j(~reito, que quedaban apesar de esto en las provincias treinta
batallones, ÜQscicntos caballos y cincuenta piezas de arti.
llería.


Yúria fué la suerte que cupo en su dilatada marcha á este bri,
llante cuerpo de ('jf~rcito: dcsplles de notables triunfos adquiridos
en .-\ragol1, siguió su paso por Cataluña y Valencia, y dcspues pOlO
Aragon y Castilla hasta llegar á avi31ar el Palacio Boa! de Madrid.
La capital del reino pudo entonces ser ventajosamente Macada por
aquella fuerza, y así lo opinaron entemliuos generales; pero mo·
tivos particulares hicieron que se perdiesc un tiempo precioso,
dando lugar ú que se aproximase el ejéreito cl'istino, y á que se hi-
cioso por entonces imposible la reunion de las dos columnas es-
pedicionarias carlistas, con lo cual fueron mas facilmellto batidas.
Olra vez los ouios y rivalidades entre los gencrales carlistas malo.,
grama aquella campaña, yiéndose las espediciones, unidas ya,
forzadas á yolver ú sus antiguos acantonam~.mtos.


Algunas derrotas que por aquel tiempo sufrió el ejl~reito. deci-
dieron por fin ú D. Cárlos á coilfiar su mando á D. Hafae! ~IaI'Ot(),
qne habia incurrido antes en su de~ag!'ado por haber abandonado
d mando de unas tropas pucf:tas ú sus órdenes.


En esto vino á complicar la sitllaeioIl del ejél'cito y (;aUsít eal'-
lisIas un hecho que, ape::-:ur de haber sido saludado eon gritos de




- 39-
elltusiásmo por la cúrte de D. Cúrlos, fué la causa mas ú meno:,;
inmediata de muchos de los sucosos posteriores yue ocasionaron el
dc!-!astre de Vergara. Aludo al casamiento de D. Cúr!os con la prin-
cesa de Beira, su cuiíada. Obediente esta á las ór(lencs de Sil es-
poso, traslauóse á la Península en compañía de su sobrino J). Cár-
los Luis, despues q,Ye se habia ya cclebrado en Alcmania por
medio de poderes el matrimonio de las augustas pcrsonas. D. Se-
hastian f\l(~ quien, aeompaiiado del general YiHareal y de algun otro
personagc, salió ú recibir á los ilustres viajeros hasta Leiza, tres
leguas Illas allá Je Tolosa, mientras que D. Cárlos se trasladaha
eon el mismo !in á Azeoitia donde debia rerifiearse la ceremonia
de la ratificacioll del matrimonio. Yestidos en trages del pais lle-
garon aquellos tÍ las lll'o\ineias, y dcspucs de un breve descanso
cn Tolosa, partieron con Jireceion á Azeoitia, seguidos Je nume-
rosa y brillante comitiva. D. Cúrlos salió á recibirles aeompaiiado
tumbicn de una numerosa eórte de generales y eclesiásticos, y
pr6vias las demostraciones de cariiio que son de suponer en per-
sOllas dú tan bellos sentimientos, ratifieúronsc en aquella iglesia
las palahras dc fidelidad cmpeiiadas de antemano, segun queda
dicho, por medio de poderes al efeclo. Las ccremonias y f1esta!>
con este ll1otiro celebradas tuvieron lugar con el fausto que exi-
gia la alta dignidad do los contrayentes, pero siempre teniendo
presentes las circunstancias que les rodeaban; pOI' cuyo motivo
tmiCI'Oil casi todas un cierLo eal'úcLer militar. En ellas lucieron su
c'leelonle instruccion y cc/uipo, algun cuerpo compuesto de sol-
dauos escogidos, la guardia del principe, la compañía Je alabar-
d(:ros, y un cscuadroIl de Guardias de la Hcal persona, formado de
hijos nobles de las mismas p¡,oyincias. D. Cúrlos Luis estrenó el
uniforme de infante de Espaíía, y recibió pOI' pl'imem ,"ez lo..; ho-
nores de Prlncipe de A>itul'ias, sin que por esto se le jurase tal.


En adelante siguió siempre la córle de su padre, y aunque
repctidas \'C('CS solicitó, instigado, segun se dice, por Maroto cuan-
di) no eran aun enucwidos sus designios, que lie le diese un puesto




--iO-
en el ejército, al que le inclinaba una uecidida aficion, encontró
siempre tenaz resistencia en D. Cárlos, que induciuo por la prin-
cesa de Beira, maurasta del jÓVCI1 D. Cárlos Luis, receló siempre
que procuraría este cautivar las simpa Lías de sus tropas para cle-
varse sobre él mas adelante. Pero este temor es ealilieatlo de ab-
surdo pOI' cuantos trataron en aquella época al joven príncipe,
bastante caballero para no cometer una deslealtad para con su
padre, apesar del estraordinario entusiaslllO con que era recibido
cualltas yeces se presentaba al ejército.


La ProYidencia dispúsolo tal vez así para quo conservúndose
libre de los odios que engendra el habcI' militado bajo distintas
banderas, pudiese serun dia el ""zo de uníon de los espafíoles hon-
rados de todos los partidos.


Cuando de D. Cárlos se separaba, que sucedia raras veces, ib<l
ilcompafíado constantemente de alguna persona de ~uscrvidumbr'~
ea <J.uien t4 Yiese su padre especial con(1an:¡;a, y que era á su lado,
mas que un amigo, un celador de su conducta: solo con su primo
Don Sebastian se comunicaba eon franqueza. Su trage comUIl
consistia cnleyita militar, boina y sable; pero permaneció siempro
apartado de las operacioncs dclcjéreito, dedicándose IÍnieamento
al estudio de la músicll, del arte militar y al de algunos idiomas.


Pero hora es ya de que yuelv1l á l'oanuuar el interrumpiuQ hilo
ue mi nalTacion.


Los enconos y disidencias entro algunos bandos del partido
carlista llegaron entonces á su colmo, y produjeron los deplorablcs
fusilamientos de Bstella que le privaron de sus mejores gefes. He.
puncio á reforil' las lamentables escenas que á este acontecimiento
subsiguieron: bilstal'á á mi propósito consignlt'l que el jóvcn CÚI'-
los Luis tlió ya cn aquella oeasion notable muestra de una energía
(lue no era de espel'al' de su tierna edad, y que á haber sido mas
atendido hubiera tal vez evitado á su causa ollliu. de luto que le
prcparabll. un general que estaba ya cn inteligeneias eOll el gefe
el'islinü. S'~ propósito cra, y il~i lo manifcstaba públit:alllcule, 1ll0-




- !¡,1 --
¡ir el) manos de 'broto ú ahogar á este entre las suyas, salvando
así á su UtlUUcra de la cat[lstrofe que la amenazaba.


Erau ya públicas las negociaciones para la paz, y la palabra
lraiciolt corría de boca cn boca para esplicar ciertos movimientos
desgraciados, incsplieahles sin aquella clave. Ko hubo esfuerzos
que D, CÚl'jos no hicie~ para prevenir la desgracia que preveía;
alocuciones á las troplls, destitucioll de los sospechosos, arengas á
las que le rodellban; todo fué en vano, porque una trama inícua
desbarataba sus planes y le hacia aparecer á los ojos de sus súb-
ditos con unos sentimientos que no eran los suyos.


Diúsc al fin el fatal golpe, y el 31 de agosto el gefe á quien
fiara el honor de sus bllllllcras procedió al célebre convenio que
entregaba á sus adversarios veinte y un batallones y tres escua-
drones, y toda la artillería, almacenes y demas de Vizcaya y Gui-
p1'tzcoa. Faltó ya desue entonces la seguriuaLl personal á la familia
de n. Cárlos que se vió obligada ú aproximarsc á la frontera: cun·
dió la desmorali;¡;acion entre la tropa, y el enemigo, aprovecháll"
dosc de tal estado, puso el) un apuro al pretendiente qlle, renun-
ciando al pl'oyecto de marchar á Aragon aliado de su fiel Cabrera,
para lo cual tuvieron ya en Lccull1bcrri ensillados los caballos su
hijo Don Cárlos Ltús yel infante D. Sebastian, traslaclúse apresu-
radamente á Urdax, donue la incesante pel'secucion del general Es-
partero pt'tsole en el caso de solicitar de las autoridades francesas
la hospitalidad que no niegan I¡Unea las naciones civilizadas á la
desgracia.


Tal fué el fin de una lucha empezada por el mas puro entu-
:"¡asmo y sostenida á costa de il)numerables actos de heroísmo.




CAPITULO v.


D. e"lalos Luis en Bourges.


111 finalizar el capítulo anterior, quedaba D. Cál'!os Luis en.
las puertas ue Francia, sin esperanzas de que rejuveneciera la
causa de su paLIre, á la que la defcccion ue Maroto y el conn'nio
de Vergara acababan de dar el golpe de muerte. La perseeueioll
de Espartero, igualmente descrita, ohligó á D. Cárlos y á su fa-
milia á pasar precipitadamente la frontera francesa, despues de
haberlcs dado las autoridades de aquella nacion, seguridad de que
tanto ellos como los de su comitiva serian bien acogidos, y de qlle
se l)Uria el recibimiento con las conside!'aciones debidas á la clase
de cada uno de los refugiados. Prometió á~ mas el genera! lIa-
rispe, tí nombre de su gobierno, que D. Cárlos quedaría en COIlJ-
plela libertad de fijar su resídencia futura en Francia ó en cual-
quier otro pais. Con estas seguridades atravesaban la frontera el
1!~ de setiembre ú la una de la tarde, D. Cárlos, su esposa y su hijo
mayor, seguidos de un numeroso acompañamicuto. Al pasar la lí-




-- 43 =-:
llca franecsa, cuando D. Cál'los y casi tOllos los de su comitiva
habían si: dcspojauos dc las espadas, dirigióse al jóven prfncipe,
scgun rcfiere el "izeonrle W alsh, un agente de policía, quien ig-
norando que siempre se deja la espada á los prlncipes aunque
sean prisioneros, y con 'jHICha mas !'azon á los príncipes que se
dice recibir como huéspedes, se adelantó para tomar la uel in-
fante; pero por la actitud con que este la tenia asida, compren.
dió el agente que su empresa era arriesgada, y renunció por te-
Illor, á un paso que el respeto debia haberle impedido.


El marqués de Lalando, decidido realista que habia prestado
gralldes servicios á la causa de D. Cárlos, se presentó á recibir
en la frontera ¡\ la ilustre familia y la acompañó á S. Peé, despues
{¡ Bayona y de aquf á Burueos. Formaban Ll comitiva tres coches,
de los cuales el pl'imel'O conducia á D. CárIo~ y su señora. á Don
Cárlos Luis y al infante D. Sebastian: en el segundo iban el ayu-
dante de campo de este, Vargas, Villavicencio, camarero de Don
Cúrlos, la señora de Iglesias, dama de honor de la princesa do
lkira y un comisario de policía; y finalmente en el tercero un
ayudante de campo del general Harispe y tres criados de D. Cúr-
los. Despucs se les reunieron el conde de casa Eguia, 01 marqués
de Vaklcspina, la señora viuda de ZumaJaeúrregui, y un prelado
portugués de elIad muy avanzada, el obispo lIe la Guardia.


El 1!) llegaron á Perigueux á las once y media de la mañana
en medio de una multitud inmensa que habia salido á recibirles.
~lr. !tomeu, jll'cfecto dol departamento, les osperaba en la llI"efec.
tura, cuyas habitaciones fueron puestas todas á disposicion de lo')
huéspedes españoles. D. Cúrlos pasó una parte del dia escribiendo,
y Ol:UpÓ el resto en varios encargos y compi'as de ropa para su-
plir los olvidos consiguientes á la precipitacion con que reriJicaron
fiU fuga de España. El 20 por la mañana oyeron misa en una ca-
pilla irnpro\'isarla en un ¡¡abollan del ja rdin de la prefectura, ha-
hiendo celrbrado el vicario general de la diócesis, y luego salie-
ron de Pcrigucux, para proseguir su camino por Limoges, bária




-u.-
BOUl'ges, en cuya ciuJad el ga'¡inete ue las Tullerias obligaba á
pe¡'manecer nI príncipe español, faltallllo á la palalm:t ctupciíada,
y á pesa¡' de los ofrceimienlos que lIarispe le habia hedlO de que
podl'ia fijar la resideneia donde mejor le plugl¡jese. E"le acto fué
censurado gravemente en FI'clI1cia por la opinion pública, que "iú
se come tia un atentado contra el derecho de gentes, l'cteniewlo
prisionera á una familia de.~graciada que lwbia pedido hospitalidad.


El 22, en medio de una multitud inIllcnsa, llegaron los pri-
sioneros españoles á Bourges, ciutlnd antigua (s illl{J;)l'tante en lo
civil y eclesiúslico, que contará en adelante cntre SIlS fastos mas
niemorables el haber si<lo la prision de los pretorlllicntes c.~pafío­
les, y el habe¡' Vmido en ella lugar la c(~lcbre renuncia de un
príncipe que con admi racion de la Europa hahia defelllliuo por
siete años sus prctensiones en los campos de batalla. El clero y el
pueblo de la ciudad les recibieron con sinceras muestras de ::;illl-
pulía.


El dia ele S. Miguel, aniversario grato para los l'ealista~
franceses, [lIé celebrado con una pompa es!raonliuar'ia y eou Ulla
anuencia de gente de la ciudad y ah'euedores fIue no se habia yis-
to en mucho tiempo. Desde por la mañana las ea¡¡c~ por doUtle
habia de pasar la famiiia española, estaban llenas de 'un pueblo
ansioso ele saludarla. A las -lO fueron conducidos D. Cúrlos, su
sefíora, D. Cárlos Luis y D. Sehastian en el coche de jlollseüor
Yillele, ú la catedral, en la que fueron recihidos por el SI'. Arzo-
bispo , quien les ofreció agua bendita y les cowlujo al sitio que se
les hahia preparado en el coro frento á la silla urzouispal. Al COIJ-
dllir la misa [lleron otra vez conducidos á su halJitacion en me-
dio (lel respeto del pueblo, y arectados por las demostraeioucs de
illle('[~s con que les distinguia la multitud!,


Al Ilegal' ú Bourges, fucron hospedados en el Tlotel-Pall/!/{f)
{'uya ca:i<l hahia manllado arreglar con este ohjeto un secretario
de la embajada de Espafía. A pesa¡' de cost,lr dicha habitaeio; r
ulla suma t:recillisillltl al gobierno fraIlcé:;, era siu elJluargo un




-- 40 -
C'llifll'io trIste l~ illJigno de los personajes á que estaba destinarlo.
\Ili estahleeido:'!, illtl'Ollújose "en las ocupaciones de la familia el
úrdcn ú que en touas las cosa~ se mostraba D. CArlos tan aficio-
Hado. Lcyantábasc éste ('omunmcnte á las siete, y dcspues de ha-
Ler oido misa. ocupaba el resto de la mañana en el despacho dc
sus llegoeios. A las dos cumia con su familia, y con ella salia mas
tarde ú paseo fuera de la ciudad. Por la noche, dcspues de di\'cr-
tirsc un ralo COll el juego del tresillo, se rezaba el rosario, ce-
nando lur{.,;o ú hs once. D. Gúdos Luis habitaba en el cuarto
principal de Jfaison Panette, y era su primera ocupacion todas las
rnaüanas ir á salurlar y besar la mano á su parlre. Sus únicas di-
\'crsiollcs eran la música, á que se mostraba muy aficionado, en
cspr'cial ú lit flauta y al piano, en el que habia hecho desdc niño
tan rápidos progresos bajo la rlireceion rle D. Mariano Lidon~ que
á los 10 años lo locaba con habilidad y en esta {~poca era un ver_
dadero y hitbil profcsor; yel 'villar, en el que pasaba muchos ra-
tos juganflo con alguno de su familia. Cuando salia á paseo le
acompmlaba COIl1Unlllcnte el general Montenegro, si iba á pié, Y el
ayuda dc cámara Garei-Martin cuando iba á caballo, ejercicio á que
tenia grande aficiono


HabiclHlo muerto el arzobispo de Bourgcs, cuando en 1845
fUI~ :lll:t el nuevo nombrado, ofreció su palacio~ y fue accptado
por la familia de D. Cúrlos, que ocupó su cuarlo principal, que-
dando para el prelarlo el cuarto segundo. A D. Cárlos Luis le fue-
ron destinadas dos hahitaciones, cuyos muebles principales eran
lllla hucna mesa de f1ciljlacho, un hermoso piano, dos estantes de
libl"Os y otro ocupado con minerales, esferas tí instrumentos de
matcrn:;ticag. El estudio tIc estas era el que por aquel tiempo le
ocupaba jll'incipalmcntc: dirigíale en él D. Juan lUontenegro,
€x.-ministro de la corte de D. Cál'los y militar de grandes conoci-
mientos, principalmcnte en el arma de artillería. Sirvió tambien
para eOlll pld al' la educacioll militar de D. Cárlos Luis la feliz
cnincid~llei(j. de hallarse en Bourges establecida una direccion de




- .W -
:ll'lillcl"Ía; cuyos ofi(·jales imjtaban rons!anlrITlrn!r al [)l'Íllcipr ~- ;'[
su maestro ú presencial' los ejercicios y maniobras d(~ los 11'('1)(':-;,
que dirigia aquel con acierto cuanclo se lo ofreeian los atentos P.'("
fes de la artillería. Tal era su entusiasmo y aneion por los ejcn'i-
cios militares, que no dejaba de asistir á ninguno; aunque fuese
una simple revista de ropa y aI'ma".


A pesar de cuanto se ha dicho de la vida retirada y mono!oll:1
de D. Cárlos Lui!3; casi únicamente intcl'Umpida por los pg'p!'cicio;;
militares; débese notar que hubo un grande y repentino cambio
cn su conducta desUe el momento en que su padre abandonó la
ciudad de BOUl'gCS, despucs de la célebre relluneia que esplico cn
otro capítulo. Lucgo que estuvo repuesto dcl profundo sentimien-
to que le habia causado la separaeion de su padre, not()se una
mudanza total en sus costumbres y háLitos. Mostró desde luego
para todas las opiniones políticas una decidida tolerancia, de que
balJia dado ya muestras estanao en eompafiía de D, Cúrlos, con
oeasion de algunos presentes hechos por altos personages, y cuya
siglliflcaclon y procedencia no podian a,-enirse con el cariÍc[cr rí-
gido del anciano príncipe. Los periódicos poHticos de todos malicr~,
y las obras mas notables, tanto de Espafía como del estrangero,
tcnian entrada en su gabinete, y eran leidas no solo por él sino
tambien por los de su servidumbre que gustaran hacerlo. Dejan-
do á un lado la etiqueta rigorosa que observaba su padre, admitió
por primera vez en su palacio al ?naire, recibió con franqueza y
mandó sentarse en su presencia al prefecto, que ni Ulla sola YCZ
habia disfrutado este honor delante de D. Cárlos en las visitas quc
tenia obligacion de hllceI'lc: trató en fin á todas las autoriclades y
á cuantos le visitaban con una dulzura y sencillez desconocidas en
el palacio de BOUl'ges. .~


Descó ser y fué invitado en efecto á concurrir como sim pIe
palticular á las principales reuniones de Bourges; y se le halló en
adelante en los teatros, bailes, paseos y conciertos. Admiraba á
cuantos trataban con él. y le habian conocido, la mudanza arae-




1,


-- 47 -
cida en su conuuda, y no podian menos de manifestar todas la~
personas de la alta soeiedad, que jamas habian creido reuniera el
príncipe español tanta cortesanía, amahilidad y simpática elegan-
cia. Tuyo entonces ocasioll de demostrar la cualidad prceiosa quc
tiellc, segun un hiógrafo frances, de hablar á cada cual en el sen-
tido que le conviene, sea con eclesiásticos, señoras ó militares,
mostrándose grave con Jos primeros, lleno de corlesía con estas,
y de franqueza militar con Jos últimos.


Durante stl permanenéia en Bourges tuvo que sufl'ir D. Cárlos
Luis una operacion difícil y peligrosa en la vista, con motivo de
hab(;rsclc agravado notablemente una leve enfermedac1 que desde
niño padceia. Habiéndose darlo la noticia á Parts por el tclegra-
fo, Luis Felipe tuvo la finura de enviar desde luego á Bour-
ges á un hábil oculista, quien al llegar encontró que habia desa-
parecido la ceguera, pero que habia quedado casi completamente
paralizado el ojo del ilustre Gnfermo. Volvióse á París al ver que
eran inútiles sus esfuerzos para quitar aquella especie de paraJiza-
cion; pero á las 21 horas fué dc nuevo llamado por haber apare-
cido otra vez en el ojo la nube que producia la ceguera. Entonces
el oculista parisien conoció útil h'acerle la operacion, que verificó
en compañía de otros tres médicos, dos de ellos de Bourges, y el
otro español, D. Juan Coronado, médico del ejército de Cabrera.


Dcspues de la operacion, que sufrió con un valor estraordina-
rio, quedó enteramente ciego por espacio de quince dias) durante
los cuales tenían que darle la comida su ayuda de cámara Garci
Jlartin y el criado D. JoS(~ Mejía. Entonces se apoderó de su áni-
mo una tristeza que pocas veces se habiavisto en él tan intensa,
sin que bastáran á consolarle los solícitos cuidados del marqués de
YiIlafranca, conde de Fernandina y demás de la servidumbre.


Al fin recobró la vista, curado de su dolencia, y continuó síendo
el objeto de todas las atenciones y obsequios en la alta sociedad
de Bourges, que admiró su talento, su discrccion y finura, hasta
ljuc los sucesos de la política le alejaron de aquel pais.




CAPÍTULO 'V'r.


Renuncia del Sr; D. (járlos l\larÍa IsMI'o~
y :\L\NIFIESTO DE SU HIJO;


]Estaba destinado por la Provideneiá que el desg'l'aeiatlo hCi'-
mano del rey D. Fernando VII, á pesar de sus virtudes, reconoci-
das por todo el mundo, de su amor á los españoles, y de los ar-
dientes deseos que tenia de hacer feliz á la nacion, á pesar del
inmenso partido que rodeaba sus banderas y que iba medrando
cada dia y ganando terreno contra un gobierno constituido, sos-
tenido por un numeroso ejército y con el apoyo de dos naciones
poderosas, no habia de ocupar el trono que de buena fé creia cor-
responderle. Y no solo no habia de estar en pacífica posesion de la
corona, sino que en medio de la lucha que sostenia en los campos
de Navarra y Cataluña, cuando en el apogeo se hallaba su causa,
y al tiempo mismo en que tenia para su defensa un ejército pode-
roso y organizado, debido tan solamente al amor que le profesa-
ban los puoblos, se ponian los ojos en su hijo primogünito Cárlos
Luis, para que á él pasfu'u un cetro que aun no se habia conquis-
tado.




- Id)-
llepugnaha tal il~('::" ~ll \i!'il¡O'-:O pr:n,,¡pe fine tenia In nmhicintl


de hacer feliz y pOllcl'ns~l :l la ESjlalia ron Sil paterno[ gobierno, y
que se ,ein r0!J rl1el'z~¡~ l!;¡';!i1ille;:; p;mt coneluil' id>:¡;-,:'lltclag1J('í'-
ra que scgniíl CUI/l0 H:l r;:l'go de conciencia, y (i¡~(_l ;'t un punro
tan lisonjero habia ¡le,a(lo el cntusia';GlO con que ¡os FllCh:os pro-
nunciaban f:U nomhre YC:lcnlllo. Se ha dieho que IJ. C;ú']os ¡¡r'gó
á eslar r(r('loso d(~ ~:n b ijo por L:, ~OSF~C]¡c1S qU'; le lüelcl'O:l COI1-
ecbir de que b fr,'lrciull ¡Lunalb ílírt(OÚS[a, traLllw de formar [1
fayor de D. Gu'Ios Lui", tl!l partido que le c!cv¡íra al poder. A c,,-
lo se ha atl'iiwit!o el (Iue n. CÚ;';03 no tJ'i1U:ra, eOI~)O aco,(nmhrnn
¡os reyes en tales casos, de presenLa' ¡Í, las ll'o¡J:1s Ú su hijD y (le
haeer pOpllial' su l\OliÚ'(', Ú pecar lÍe ;~~!';'ec:c:'lo po!' su yalo!' mi-
litar y por ];JS den);):·) 1l1'c:l{!;¡S C:1:C ~8 l1i~~~;~glüan. Pc.~·() el obc-
tliente y hOl1rillio j(J\cn, IcjÍJ~' de pl'oh¡jur tal [(leil, ni l~e j'omcnl:¡~'
con sus aetos y con ,;u condueLa las inlcl:eiones de )'1'5 ;;¡o]'otis!us,
las reehazú con indignacion y liió maestras lle su k:diaad como
súbilito y de su amor. como hijo, ell la c:1tl'c';i:,la fIue se dice l1:t-
bcr tenido con D. Ilafad ;;raroio, qu;cn le pedia que se pU~¡C!\l
al frente {1c! ('j(~l'eit') pam ~ahaJ' la caUSil. CUilndo D, Cu'lo; le hu-
ho declaraJo ! l':tillor, y l'l'LHlió en palacio un consejo pnra re-
sol"er la cOIllluela cllle debia sc;;uirse con el rebelde general,
su hijo primog(~nito se ofreció, aunque no fué admitida la pro-
puesta, ú proceder á la eaptura dd 'lne mas tarde habia ue ser
asesino de su caWifl.


En esto se babia ya formaliwdo tanto la iaea de Un;} alJt1iciC-
cion, que llcgú ú dccin:e que una comisioll de París babia rellae-
farlo un proyecto de (lccrcto (Iue dchia firmar el dcsgraeia<lo don
C{trlos. Así eslaha concebido segun un periódico de la frontera
que he ,islo cilauo:


«Espafioles: seis afíos de de:;;gracias y de disgustos de todo g(~­
llero 11<111 faligado mi e,;píritu, llenado (le ama.rgul'tl mi COl'azon,
y agotado mis fllerzas Ú lmllto de haberme resucito ú tI'OC111' por
una yida tranquila, la de combates é intrigas que he recorrido
.~




- ;jO -
hasta aquí. Con este fin, y habiendo oi(lo el p::tr('l'cr (le ll)~ eOlls(,-
j('ros de mi corona, he resuclLo ahdicar cspontáneamente en fa-
vor de mi muy ilrwHlo hijo, el prÍllí'ipe <le Asluria~, D. c.'trln~
Luis :\Iuriutle BOl'boll y de BI'agallza, para (lile Ilcs(!c hoy rll a<l(·-
bnte ('j(~I'za la soberanía que yo habia heredado de mis anteceso-
res, conforme á las antiguas leyes, usos y eostulllbres de la mo-
narquía,
~ OrLleno y manuo á mis consejeros, prrlarlll:>, ('c1t.'siú~ticos,


gefes y oneiales de los ejércitos de mal' y tierra, que gwmkn y
hagall guardar esta mi Beal resolucion. qno creo conforme ft los
(leerdos de la Pl'oYidcncia y al interés (le mig (¡Hcri(los Y¡ls;¡II()~.
Tendr('islo (~nlelldi(lo, etc,)


Por Sil parto, ~laroto trabajaba CIl 1111 pl'illripio :l ('sIr objC'to.
corno lo demu(~stra el haber recurrido :l Llli~j Fl'lipc para \lila
lransaceion, cnYiando al efecto ú París, it MI', Duffau-Panillac, Sil
ayuLlante de campo, y oficial francés al snyicio (l(~ lL Cilrlos, Esf(~
emisario tlespucs de "arias confcreneia:; con d mariscal S011I1, mi-
nistro de negocios estmngcros, y prcsillonte del Consejo de minis-
tI'OS, escribia desde ArrancIHliaga la cOlltrsta(~íon f1lW ¡"slr ln hahia
(la(lo, puesto de acuerdo con el rey de los francesrs. Copio algunos
¡ül'rafos por sn curiosidad y por la relacion que lien01l con la pl'C-
~('nte materia, dejánrl010s en su propia y mala redaccion .


• S. M, y yo recibiremos con gusto, reconoeimicnto, il'I'C-
yocahlemcntc y como de ofkio formal hlU1'rl'llll'!? qlle SlI general
nos hace yerballllente pOI' V,; pero ~u general nos ha de hacer
por escrito, y encargar un personage cspaIi.ol de su eleccion. para
pasa!' dcsde Inego al tratado deliniliyo; nuestra rcsolucion no
pueLle cambiar; y el rey y yo (leseamos, veremos con gusto que
V. acompaiíc llicho personage, para quc no se renueven las difi-
cultades que hemos "encido juntos, y acelerar la condusioll de-
seada.


a Afligidos pl'ofuI1l1amcIlte del estado infcliz ú que ha llegado
España digna' de mejor suerte, el rey y yo,., .. 110 repararemos en




- tH --
ningun sacrificio para retirar ú este feliz (~ interesante país del
abismo en que estúsumergido ...... Esta resolucion es séria y fir-
nw; pero su general eomprenderú fIue no nos podemos echar en
el/fans penZas, en proyectos ayenturosos, y es prreiso que sepa-
mos anLes:


) l. o Si D. Cúrlos y la Duquesa de Bcira (-1) r'Cnlll1Óa rían al
trono, o]¡ligÚlldollOS en tal caso ú poner ú su disposicion toda re-
sidencia que se servirian escoger en cualquier parte que fuera,
fuera de Espaiía, y á tratarles con todo el decoro que ](':; corres-
ponde.


J2.0 Obligándonos desde Juego á obligar á D. a Cristina ú sao
lir tambien sin retraso de Espaiía, y al casamiento del príncipc de
Asturias con ])oiía Imbel,.coIJw rey y reina, gobernando en nomo
bre eolectiyo, si fuera necesario, pal'a no il'l'itar ningun partillo .


• Si la renuncia de D. Cárlos y de su augusta esposa no "e-
nían ue su propio movimiento, al ejt~mplo del emperador Cúrlos
V. para salvar su pais y conservar la paz, la religion y la corona
á Sil familia; las influencias de su general y otras personas con-
siderables, corno el P. Cirilo y Gil, etc., los portarian ú ello por
los medios mas conycnientes; haciéndoles entender que una. ba-
talla perdida ó una subleyacion harian las dificultades invenci-
hles.
~ El príncipe de Asturias llegado al trollo, um ley arreglaria


la 8ucesioll, como lo fué anteriormente, para evitar toda nueva re-
volucion. »


En otra parte vemos la enunciacíon de este mismo pensa-
miento, y es en las palahras pl'Onuneiadas en la scsion del Senado
del 30 de diciembre de i844 por el Sr. marqués de l\Iiratlores,
quien decía:


«Un gran proyecto de transaccion tUYO orígen en los campos
< •


(1) Princesa de Ueira.




(]e Ycrgnra; yo pienso, señores, que cste acto célebre 110 se ha
rxaminado tOlhn ia con toda la filosofía y detenimiento que exige
su importancia. Digo esto, ponl'lC YeO dos eosa~ en la transaocion
Üc. Ycegara: las proposiciones hcchas cn -'lirayelles, que fucron
hasc ¡Jc la conyel1cion, y la cOl1veurion misma. La transaccion
dt~ Ycrgara propuesta cnl\Iiravelles, fw~ indudablemente UIla gran
t l'Im~a('cion. Los gefes del partido carlista proponian la tranSi\r-
cion de la cue:,;!ioll política, desechando la cOIlsfitucion y subio-
gúndol~ con eúrles por Estamentos. Proponian la trans:lccion en
la cllcs¡ion de sllcesion, (:y dmo? Con el matrimonio de la rcina
con el hijo ]Jrimog(~lülo de D. Cúrlos, dehiell(]O en un mismo dia
sa.lir del lcrrituri,¡ cspmíolla reina gobernadora y rl mismo Don
Cúrtos. y sc propuso por último la transticcion entre los individuos,
es deeir que se reconociesen los grados, honores, condecoracio-
nes ctc.»


Pero conocido es de todos el cómo se llevó ú eaho el famoso
convenio, que se hizo sin contar para nada con la familia de Don
Cárlos, rechazando hasla las proposiciones de los que, como se
(liee del general l'rbizloJl(lo, querian se estipulara el e!llacc cId
hijo de D. Cór!os con la jó\"cn reina. ~faroto [luso cima á su trai-
eion y D. Cárlos lmo que retirarse á Francia del modo que se ha
visto en otro capítulo.


A pesar el;- la repugnancia (Iue, como se ha dieho en otra
parte, sentia d anciano príncipe en aecellcr Ú l<l n~nllneia que
pretendieran imponerle sus encubiertos ene:n igos, sin eUlbargo,
contra lo (Iue generalmente se crce, no estaba lejos de su ánimo,
nunca ambicioso, siempre cristiano, el él\clIirse Ú u[la transac-
eion cuya base fuera el casatniruto de Sil hijo con Doíia Isabel.
Sus emisarios en París tellian pOtlCI'e3 para Ilegociarlo con los del
gabinete de -'ladrid, (ILle prctesli.wdo ¡lO llc\"ar una comision oficial
lle su gobi~rn(), l'li1prendian, aUllque con frialdad, algunas ges-
tiones cuando los sucesos de la guerra eran contrarios it S11 par-
lido, mostrándose todayia menos nctiYos, cllanclo sO]Jn'\cnia al-




-;53-
gUIJa tle:,;gl'll.cia al ej6l'cilo de D. Cúl'los . .\0 solo (\sle por Sil altlor
de tia, y por los seulinlÍelltos de su Durn coraZOll ueseaba ulla
;1YCllellCia, sino lambi('I1 sus colIscj(~ros, hasla aqll(~lIos, que eOlllo
el obi~po Je Leon se distinguieron por la rigidez (le sus pritlci-
pios. Las palahras r¡nc estc pronunció una "cz ú fayor (lel !nalri-
Illonio, las referia con mlmiraeioIl el mismo D. Cúrlns ú tillO de
l:illS leales senido!'('s, de cuya boca las ¡W oíuo. Euvueltas C.·;[Úll,
cmpero, en el Illis~('rio, y ¡lO ~c/'(~ yo quien trate de le, antill' el
yelo ljUe 1i1~ cubre, las negociacioncs que sobre e,';lc aSllllto me-
diaJ'ou eIltre las do:) corl<'~, ciertos de~wos manifestadus por Dolía
Cristina, elitre olras personas. ú los ministros cstrang('r03, prín-
cipe de Carilli y.\ll'. Haimollll, las aspil'aeiones ,le D. C:'u'los, y
hasta su famosa e':j)('dicio[l Ú .\ladrid, cuya historia nadie ha cs-
plicado lli es eapaz (]e esplicar satisfactoriamente sin la dave de
estos desconocidos (\ ignorados proyectos. Esto :sucedia en la (poca
en que la fortuna sOll\"('ia :1 la causa earlisla; mas tade ya, la
fuerza de lus sucesos \illo á haeef casi necesarios los plnnes (lue
aIlles lJilLia cOl!cebir ,íllir;<!!ll(,llte el descu de la paz y reliedad (k
los esp<!fíoles.


Perdido en UlI momento para D. Cúrlos el pOLlI~l'OSO rj(:i"('ito
que se habia creado sin ni[]gun ausiEo estrallgero, que se l,alJi,l
LatiLlo tantas yeecs "ictol'iosamcnte, y habia hecho bamholear el
troBO de Doila Isal)e1, no le qucdaLa ninguna esperanza dc subir,
á LeneJieio de las arma::; al de sus abuelos. Su triilllfo, que
poco antes parceia natural, se haba hecho easi imposible, ni que-
daba tampoco 1111 (~alllitlo abierto para venir ú una tran~a('c:oll dt~­
co!'osa l[Ue fllndi(,si~ en uno los dos partidos ea (jue ostaba di v ¡di-
da In. Espi1üa, y (le los ('uak~, tal vez el mas IlUlllerOiiO, el car-
lista, !lO habia dejado (k c\.islir pOI' el eonvenio de un solo gc.ae-
ral, por la dcfeceiull de ,\brolo. En este estado, pues, las CUc;¡¡"
y deseando el anciano pretendiente relirar:-\e ú la vida privada que
tan conforllln C~ eon su carúetcl' Ó i!lclilla(:jO!l(,.~, se o["1'c,:ia de:,;lÍc
luego la idea de una renuncia etc los derecho:, (IlIe cnja lew'l" ;"t




-M-
la corOlla, en favor de su bijo primogénito, capaz por su edad y cs.
laLlo de enlazarse con la reina, su augusta prima, cuya ma:lO le
habia sido destinada en el deseo de cuantos anhelando la paz y la
felicidad de España, trabajaban para una transaccion que fuera \el'-
daderamelltc tal.


En esta ocasion es cuando D. Cúrlos Luis trueca ú los ojos de
sus partidarios el papel de infante por el derey, el ¡le ~ú]¡dilo y \[\-
sallopol' el ele señor y monarca. Essin duda alguna 11no de los actos
mas importantes de su vida pública el de la accptacioJl de los dere-
chos de su padre, (pIe le puso en situacion de ohrar con independen-
cia y conforme consucarúeter é inclinaciones, dcjúnrlole en libertad
para mallifestar Ú la nacion los principios que profcsaha y que e'3-
cribió en la nueva bandera Ieyuntada en BouI'ges. SOl! tan irnpor-
tantes los docnmentos publieauos en esta saZOll, (Ille no puedo
prescindir do copiarlos íntegros. llélos aquí, tal cual fueron pth
blicauos.


D Carta de S. JI. el Sr. D. Oárlos V, al Scrmo. seDar príncipe
de AstUl'ias. (l)


Mi muy querido hijo: hallúndome resuello ú sepaI'!lrrne de los
negocios políticos, he determill(ldo renunciar el! tí, Y trasmitirle
mis derechos á la corona. En consecuencia te incluyo el anto de
renuncia que po(lrás hacer valer, cuando juzgues oportuno.


Ruego al Todopoderoso te conoeda la dicha de pOller restable-
cer la paz y la union en nuestra desgraeiallu patria, haeicn¡lo asi
la felicidad de tollos los españoles.


Desde hoy tomo el título de conde de Jlolina, bajo 01 cual
(¡uiero ser conocido en adelante.


Bourges 18 de mayo de 181·5,-Firmado.-Cúrlos.»


(~) Al dar el Utulo de S. ~L al Sr. 1). Cúrlos, no obro por mi cuenta, sino
~opialldo el documento originul tra~laJuLiu P CIl v .. rius periúdicus eSl'u¡wlcti, 'j
';1] algullas obras, con estas tu isq¡us pul~bras.




- (j(j-


Ah.Ucacion de S. M ..


Cuandu á la lIluerte dell'ey D. Fernando va, Illi ll,lUY queri,lo
hermauo y seuo¡-, la Divina Providencia me llamó al Trono <le Es-
palla, conliátlllome el bicn <le la Monarquía y la felieitla(1 de los es-
llilllolcs, lo eonsidcl'(\ COIllO un deber sagrado; penetrado de sentid
mientas de hlll1l~llli(lad y eOlllLlflza cu Dios, he consagrado mi cx.i~­
tcneia cntera ú cumplir [aa difí{~il y pcnusa misiono


En Espaiía, curno fuera de ella, al frente de mis fiele~ súbditos
y klsta en la soledad del eautirerio, la paz de la .\Ionarquía ha sido
(,oll:;lall[ell1enl(~ mi único <lllhelo y el lin prilleipal de mis desvelos.
En tOllas parles mi curaZOll patel'llal ha l1csc~ado aJ"(li(~ll[emellte el
bien de los espaií.olcs. He debido respetar mis derechos, pero no
he ambicionado jamás el poder; por lo tanto mi concieneia se halla
tranquila.
Desp~es de tan los esfuerzos, tentativas y sufrimientos, sopor-


taJos sin ('xilo, la voz de esta misma concieneÍa y los consejos ue
mis amigos mc hacen CO!locer <IIW la Divilla Proyitlcneia no me
tiene reservado el cumplir el cargo Ijue me hahia impuesto, y que
es llegauo el momento ue trasmitirlo al que los ucerctos del Altí-
simo llaman á succ(lcrmc.


Hcnuneian([o, pues, como renuncio á los derechos de que mi
nacimiento y la muerte del rey D. Fernando YII, mi augusto her-
mano y seüor, me tlieron ú la corona de Espafíll, trasmitiéndolos
ú mi hijo prililogénito Cúrlos Luis, príncipe de Asturias, y eomll-
llidllluolo ú la E-pafía y ú la Europa por los solos medios de que
puedo ui~poner, cumplo U1l deber que mi conciencia me dicta, y
JlW retiro á "¡,,ir, libre de laJa ocupacion [Jolilica, y pasaré lo
que me queda de vida en la traIHI"ilidad doméstica y en la paz
de liBa conciencia pura, rogalH10 Ú Dios por la felicidall, la gloria
y la grandeza de mi amalla Patria.


Bourges 18 de mayo uc 18'J..G.-Fil'i/wdo.- CúrIos.




- t)() -
Contcslacloll dd SCl'Il1o. Sr. prím'ipc: de AslUl'ia~.
Mi muy a,Hajo paJi'e y sc;lol': he leido con el mas pl'olllllllo


respeto h C,11':a COll que Y. ~Il. me h;:. ho:u';Hlo en e~[(~ dia y el ae-
to que la aco;npnüaba. Cual hijo (ú:~:l;cllle y sumiso, mi deber es
COIÜOl'llIal'llle con la sol)erana yohml A (le V. ~L: asi icu¿o la hon-
ra ue C]cYill' Ú sus reales pies el acto de (lccp!(lcion.


Imitando el buen ejemplo qne r. ~,I. IlL: <1;'1, lomo (lc:itle este
dia y pOI' el ticmpo que Cl'l!Cl oportUIlO, el Ulll!O de cOllllc de l\loll-
temolin (!.)


Qulcm el Ciclo, oyendo mi" fenicnlc'í ruegos, colIllar Ú V . .\1.


(f) Lltítillo dG Conda ele i)lont·w,di" no filé tUi¡ln<]o por filpr·icl/c. por Don
C,'trio;..; Lui~, ~ino qU3 112 liió tí. ello O·,;;l~!U:l el l¡llcer p~rterleLj~!() ld set1oJ"Ív du
diell;: vi¡:u, á D. Cúr!os su padfl~.


La pohl:/ci. n (18 '.!olJwtrlnlin pcr!cnccr. (¡ la provincia lle Hlrlajnz, parti,lo
judicial (L~ f:lC:'utc !::Intnq, ulldieth:ja I('~'r~~i)ri:tl rL~ e ícercs. dl~:,~8Sis ,te San
:1f:J.;·~~os de Leo~~. Ti,.lue de ~;íln á ~;~}O \"ec:lllh. I)¡~;de el CU711ít!\) r(l~tI",l~ Seviila tí.
l~adDj(Jz, ~c df'ja tÍ la tlerec!w, en Ls Cle~tus de Si(HTUJ"J11Ufl'lill, osteutanJu
su:; c,:g:JIl!escos türrC\lilCS.
Atfi¡Jú~ese su fU;l(laciou tÍ los c;l.rfngi:1P;;;(1~, y se dice r¡nr. !o~ romAnos tll-


vierua allí l¡ll presiJio y guarllicititl. FI!é cl'!('ilre p(lr un ca,:i!io, e,lilieill fuerte
y grande que COliscrra ruiwFw, cn el cuall',-;.:i:iió pur algon tiCIUpO el príncipo
~arrlleCU(J ~!irnllilt jIO!OIl, de quien tO:llrJ el llJm:lt(l.


])esde l:2 Q.,¡ OJluvo el S8!lOrío !.le la villl, la (blen lle Santiago, h:¡sla !JI/e
Felipe !lI en! (¡08, eo mo f(run mae5tre, la ClllIgéJI1(¡ .innlo con olra, villas, t!it!!-
do:a & WIUS .C():lle1'CLt!1~eS gCI10n~ses, Ji! [¡:1go lIt, flr(l\-;siolle~ samitl¡s~rddílS dcntrn
J l"ucJ'J. de Espa~a, c:nrant8 Le:; gU8~"r¡~S de lt:l!i:1. C,~¡!ll!Il!l·11 crl 311:5 dc~(~en ..
dientl~s c~1 ~;~iíO:'í') de ella, cou el U~,nh th Jl !::rE~<ad(} ¡]e ",Iontc!l1')líu. Pl~ro,
COllJO bllia ';j,:n Sil v~llla con títido ¡J,] rCl'ur.',i'n, rl ~':.J:'·:lI¡'s de ~lontemulill
1:,.) illclellltlizüJ'l p:l[' la corona, y volví,} la e:lc¡,.u;e:Jda al pal.riJllollio Real. .\,[-
ministró,c ;'or las oficínlts di; arn'JrtizaciOll, iJ:.I~!.:: '¡ile e:l ¡';1~!, n. Fomando YII,
P¡¡r;¡ sati~lüccr ti su ]¡erm:¡LJ!'. CÚI iGs cm crc,lilu, re ~lJjudjc{-":í consulta del
Consejo, la rn':omicndu y prero;.;ati\'a~ (JLW untes lit¡/)illll ejercir¡o la Orltcll dll
S:llltiago, los /'t'j'''s como g;':lll,]e, /:/«",,;'l'e5, y eI'.hr'¡lIl~s de ':JOlllClllOlin. /. '[
siguiú lla;ta (lile sccuu~;trad[)s Lu lQs :;liS ¡J:elllls ú 11. CGr:u5, pU3arOiJ estos ú la
adlIlÍnis!racion nae;nn:I~, e~tii~g¡¡¡\';il,II)';l~ el a:lti,~''¡(l sf1i'lnt'í:), !':I cscu,!r) de nnn:!'i
del ~f¡lJ'(pesado de ',h:¡!.e:;]ull!! C:'J ti.: OiO C!I'l ti:], f.¡j·l .i::rpelada de [J:~,Cl 'f
p:Jes y ClJ gere media f)J[, ck li:; d,~ C::l!l~s. U c:¡r.¡]l:: I tl:c I/l:::'jués.




3,
~le loJa suerLe de prosperidades, como le pitIo y petlírá eonsLante-
mente su respetuoso hijo.


"Bourges -J 7 ue llIayo dc -J84:í.-Firmado. -Cúrlos Luis.


Acel,taeion.


dIe he euLcrado eon filial rcsignacion de la determ!naeion que
el rey mi augusto padre y sellor 1l1I~ ha comunicado en este dia, y
aceplanuo como acepto los <lerecllOs y <l('beres que su Y01untad me
trasmite, asumo una carga que procUl'aré cumplir, con el auxilio
oivino, con los mismos sentimientos y el mismo cclo por el lJien
de la ll1oIllll'(¡uía y la feliddad de Espafía.


'}30urges n de mayo de Hií3.-Firmarlo.-Cárlos Luis.
El conde deMoute!l!olin, lluevo pretendiente á la corona, inau-


gUl'Ó el quc cree su rcin:H1o llc derecho con un manifiesto impor.
tantísimo, en el que brillan la tolerancia y la dignidad, el amor á
su patria, y los mas vehementes cleseos de reeonciliacion, de paz
y union verdadera entre todos los cspañoles. Creo que nadie me-
jor que el !lro[llIH]O pllbEcUa ]). Jaillle 13almcs, quc con tanto de-
lluedo trahajó para <Jire pre\alcciel'C1 la política que en él se entra-
Iia]¡:l, estuvo CH situacio[l de analizilrlo, COUlO lo hizo en su pcri()-
dieo el Pensamiento de Irl ;\,ácion, del cual transcribiré algunos
párrafos, dcspucs que lo haya copiado.


«Espaííoll's:' La nuc\C\ situaeion en que me coloca la renun-
,'ia de lu~ derechos ú la corona de Espai'ía, que en mi fa, al' ::,e ha
dignado haeel' mi augu~to ¡¡a([¡,r, me imponc el (1cber dc dirigil'm;
la palabra; mas no creais, e~paiioles, (¡ue me propongo arrojar
eutre \OSO[I'OS una tca (le discoi'llia. Basta de sangre y de lágri-
mas. ~1i corazon se oprime al ~;()lo recuerdo de las pasadas catús-
troles, y ~e cstl'r.:mcce con la idea ele que se pudieran repro-
ducir.


,Los SllCC':;0S de los aiius auteriores habrclll dejado quizá en el




- !j8 -
ánilllo dt: algunos, prevcnciones conl ra mí, ('reyL~lldl)flW dcseo~o
de vengar agravios. En mi pecho no caben tales ¡;entimic[)-
los. Si algun dia la Divina Pl'ovideucia me abre de lluevo !J~
puertas ue mi patria, para mi !lO habrá partidos, no habrá lilas
que españoles.


Durante los vaivenes ue la revolucion, se han realizado lllU-
danzas trascenuentales en la organizacion sociaJ y política de E,,-
paña; algunas de ellas las he deplorado eicI·[:lIlJenLe como cum-
ple á un Príncipe religioso y español; pero se cllgafían los que
me consideran ignorante de la verdadera siluacioa de las cosas
y con designios de intentar lo imposible. S{~ muy bien que cl mc-
jor meLlio de evitar las revoluciones, no es elllpefíarsc en destruir
cuanLo ellas han le"antado, ni en le"antar todo Jo (ILle ellas hall
destl'UiLlo. Justicia sin violencias, reparacion sin reacciones, prll-
dente·yequitativa transaccion entre todos los intereses, aprovechar
lo mucho bueno que nos legaron nuestros mayores, sin contrares-
tar el espíritu de la época en lo que encierre de saludahle. He
aquí mi política.


Hay en la familia Real una c4.cs!ion que, uaeiua á fines de!
reinado Lle mi augusto tio el Sr. D. Fernando VII (4Ille sanla glo-
ria goza) proyoeó la guerra civil. Yo no puedo 0lvi4larmc uc la
dignidad de mi persona y de los intereses de mi augmta fami-
lia; pero desde luego os aseguro, españoles, que no dependerá de
mí, si esta division fIue lamento no se termina para siempre. ~o
hay saerifleio compatible con mi decoro y mi conriencia 11 <¡ue ¡lO
me halle dispuesto pam dar fin á las discordias civiles y acelerar
la reconciliaeion de la Real familia.


Os hablo, españoles, con tollas las ,"eras de mi corazon; l/O
deseo presentarme entre Y050lr08 apelliuandu guerra SillO paz.
Seria para mí altamente doloroso el yerme jamús precisado ú dc . .¡-
"iarme de esta línea de conduela. En todo easo, euclllo coa rue,;-
tra cordura, con vuestro amor á la Real familia .Y COIl el ilu\.ilio
de la Pro·videncia.




- UD-
Si el cielo me olorga la dicha de pisar de nuevo el suelo de


mi Patria, no quiero lllas escudo que vuestra lealtad y vue~tro
amor; no quiero abrigar otro pensamíento que el de eonsagmr
torla mi vida á Donar hasta la memoria de las discordias pasarlas
y fumentar vuestm union, prosperirlad y ventura, lo que no me
:::crá difícil, sí, eomo espero, ayudais mis ardientes deseos con las
prellllas propias de vuestro carúcter nacional, con vuestro amor y
respeto ú la santa reJigion de nuestros padres, y con aquella mag-
nanimirlad, con que fuisteis pródigos de la "ida, cuando no era
po"ible cOllseryarl:1 sin mancilla.


dlourg('s 23 de mayo de 18í3, Firmado.--Cúrlos Luis.
He aquí ahora los principales trozos dd primel' artí6ulo que


l.l.uhlic{) n. Jaime Balmcs despues de darlo elmaniliesto del Conde
{le Montcmolin .


• D. Cárlos ha desaparccido de la escena política, y cn su lugar
se ha colocilllo su hij0; este es un acontecimiento importante. El
manificsto que ha seguido á la renuncia inuica un notable cam~
!Jio CJl la poJífica; esto es [ouavía mas importante:. Poeos hombres
!wbrá (1110 rcunan ulla opini()n mas general y mas bien sentada
de hOllor, ue religiosidad, de sinccridau, de eonviecioncs, del de-
seo del bien públieo que D. Cárlos; pero sí como hombrc obtiene
el aprecio y respeto ulliver5al, tampoco puede negarse que como
Príncipe era objeto de prevencioncs tan fuertes, que nada hubiera
sido bastante á disipar. Fueran justas ó injustas, fundadas ó in-
fun<1adas, lo cierto es que cxistían; tratamos únicamente del hecho,
no de la razon en que pueda estribar. Y en circun5tancias como
las de D. Cárlos, un hecho semejante no puede ser desatendido:
quien no cuenta con fuerza malcrial, ¿,á qué qlleda rcuucido si
le falta la moraP Y esta fuerza moral en un Príncipe os muy di-
ferente do su huena replltacion como hombre particular; errados
eonsejos ó circunstancias infaustas pueden hacer inútil para cier-
t()~ objetos al mrjor hombre del mundo. En 183::2 la fuerza moral
.le D. Cu'jos COlijO Prillcipc, era muy granuc; los CITores, las des-




- 60-
gracias y el mismo eurso Je los años la han eOllsunúdo.


J Nada tenemos que ouservar ni solJl'e la renulleia ni sobre la::;
comunicaciones que han rncdiallo entre padre é hijo; estG es
un asunto de familia y de convicciones particulares. En los do-
cumentos se !wbla de uereehos, porque sus autores han creirlb te-
ncrlos; si esto no creyeran no eslarian en llourgcs. Nada tenemos
quc decir sobre cste punto: solo baremos natal' qlle si algunus
fuesen tan susceptibles que ni nun este lenguaje quisieran sufrir,
les preguntal'cmos; si I~l'a de esperar que D. C;Írlos se presenta~e
al munuo diciendo (lue se habia engafíauo, ó bien que Sil hijo al
reemplazarle, declarase este engaño, y rechazase follas Ins pretell-
siones de su padre. Sea como fuere, repetimos que nada tenemos
quc decir sobre el particular; cn nucstro conccplo lodo Jo (¡OC soo
remover en un articulo la cnestion dinústica, cOllsitlerúndola en otra
esfera que la de un simple hecho público y notorio, seria desviarse
del objeLo ú que deben dirigil'sc las miras de qni(~n dcséc sincera-
mente ahogar toda la semilla de discordia, y prcyenir sus resul-
tados para lo vcui(]ero.


,El Intnifiesto del prlncipc que rcemplaza á D. Cúrlo" produ-
cir(t en Espafía y cn Europa una impresion profunda. En él hay
dignidad sin altanería, blamlul'il sin humillacioll, in(lieaciollcs gra_
ves, sin manifestaciones inoporlunas é impropias, En breves pala-
hras, como á tan alto rango eumplcn, sentidas eOlllo las inspira
el illfortunio, cstan tocados estromos tan delicados, de ulla manera
que ni rebaja al quc habla, ni hicren la susceptibilidad de ninguno
de los que eseuchUll. A las dificultades rclalÍvas ú la persona se
eontesta; ú las quc s(~ refiercn ;l ¡as cosas, se deja entrever la con-
teslaeioll. Ln príncipe quc hieicsc e1milnifiesLo eon la mano en el
puño de la esp¡ula, sería rechazauo con esp[l(las; un príoeipc que
hahlara cn ac~itUll d:~ suplicante, puesto de rodillas, sería t!c.'pre-
ciado. Enlre el ruegu y b amenaza habia un mc(lio: y este medio
lo ha elleont~'ado el iluslre proscri(o.


,Recorramos los [lrincipales puntos (lcl manificsto. El hijo de




- G'¡ -
D. ClI'los hablando ú los espai101es, podía ser considerado por
:¡]¡:unoq, como provocador (le la guerra civil; sus primeras palabras
SOl! lIna protesta de paz, protesta que nplal](limos i'ineeramentc,
a"i bajo el punlo de vista de la humal1idad como de la política. Los
horrores de la úllima guerra son muy recienles, han sirIo dema-
"iaflos para que narlie pueda abrigar sin estremecerse, la i(lea de
enccnrlcrla rh-. nuevo. j .\y (le los trOll()~ que se levantan en medio
f1e un lago de sangre! La causa de la humanidad tiene un venga-
dor en el Cielo.


<1.00, s('nlimientos pací!1eos (181 hijo de D. Cúrlos encontrarán
eco r[1 el corazon de to(los lus espaiíoles, sea cual fuere la opinion
i que p('r:(~nczean y la bandera llinúslica que hayan defendido,
todos hafÚn justicia el esa YOZ de reconciliaeion, la primera que
oye el público de la boca de un inelivicluo ele la real familia clespues
de la muerte de Fernando.


(Aquellas consoladoras palabras de no habrá partidos, 110 ha-
litó l1lflS (jI/e españoles, espresan algo mas que un sentimiento de
gel1crosüIarl, encierran un sistema político. En todos los partidos
hay elementos que pueden servir; quien rechace imprudentemen-
te estos elementos, perpetuará los partidos: quien los aproveche
con C'orc1ura, acabará por disolver los partidos confundiéndolos en un
sistema nacional. En todos los partidos hay un caudal de fuerza;
esas fuerzas esta n ahora en oposieion, y su lucha produce el caos;
armonizadlas y ele su armonía resultará una vida lozana y fecunda .


• En este conflicto, no hay otro remedio que un poder que en·
cerranclo todo:¡,los títulos de legitimidad, verdaderos ó imaginarios,
alraiga y asegure al rededor de si á toda la nacíon, un poder que
lodos hayan de aceptar, porque fuera de (:1 no encuentren punto
de apoyo. Cuando los partidos se digan ú sí propios: «es preciso
resignarse ú lo que hay, ó cambiar 1:1 (linastía de Borhon, ó esta-
blecer la rcpúbliea ¡) entonC:8 las conspil'ar~ioncs no encontrarán
elementos, sino catre unos pocos díscolos: podrú haber conjma-
ciones, mas no rcvoluciones.




- G2-
«El pouer que resulte uc esta alianza es el único que alcanza-


rú la fuerza necesaria para funuir á los partiuos; esta ('s la situa-
rían actual de España: esta será uurante muy largo'i aíios.


Tocante á los hechos de la revolueion, eneontramos en
el manifiesto, ellenguage que corresponde ú las circunstancias ue
quien habla; el que acaba de colocarse en el lugar de 1>. Cárlos,
no podia por cierto hacer In. apología de lo que se ha hecho, com-
batiéndolo su paure: pero tampoco pouia levantar un grito qU(~ le
presentase como desconocedor de la situacion ue las cosas y de la
fucrza ue los acontecimientos. Lo propio opinamos de 10 n~lali YO
á la cuestion uinástlca. No hay compromiso para nada; pero tam-
poco se cierra la puerta á naua.


,Este manifiesto, se nos dirá, podrá contener lo que se quie-
ra, pero tiene la desgracia de salir de la cabeza de una familia ya
ohillada; todo lo que en favor de ella se pondere son exageracio-
nes; su voz no es la de laeonciliacion, sino de la impotencia.» A esa
respuesta opondremos una réplica muy sencilla, un hecho. Si es-
ta familia no puede nada, si sus palaLras no significan nada, si
su vida política ha terminado para siempre, ¿r)f qué se le retie-
ne prisionel'O en Bourgcs? ¿por qnó dan tanta importancia á esta
retencion, asi el gobierno frances como el español? Si en la cár-
cel no hay nada vivo; si no hay mas que un cadáver, ábranse las
puertas; déjesele al aire libre; que el rayo de luz que aJumLra ú
su rostro, mostrará mas infalibles señales de la muerte; y bien
pronto el viento llevará el polvo del fantasma que poco antes ha-
cia miedo.





CAPI1:ULO VII.


¿En floé runela el Concle de I\lontemolin


:;:n; DERECHOS A LA COI\O:'\A DE ESPA~A?




11f;r::'\0 de mi propósito el apoyar ni contradecir los derechos que
pretendan tencr á la corona dc España las dos ramas que se la han
disputarlo, mc concretaré á csponcr sencillamente las razones en
que los flll1(la la familia d(~ D. Cúrlos, por ser únicamente mi oh-
jeto narrar la historia del qllc ha "enirlo á representarlos. No pue-
do !lr]uril', ni es justo que admitan sus parciales eomo una prue-
ha de la legitimidad de sus pretensiones, el inmenso partido que
las sostuvo, pues no cahe duda en que, á pesar de ser la cuestion
(linústica, lo que se debatia en la guerra de los siete años, habia
de[rits de esta cueslion, la política, de tanta importancia, que ab-
!iorvia [t la otra. 1\'0 cs esto decil' que los defensores de los dere-
chos dc D. Cúrlos, lo mismo que los de Doña Isabel, no obraran
en general de buena f6, y siguienuo los impulsos dc su coneien-
ei,l; pero tampoco se puede desconoecr quc el partido monárquico
abrazó en su totalidad la causa de D. Cárlos, asi como el liberal
abrazó la ue Cristina, sin discurrir á quien legalmente pertenecia
la corona. Esta consiLleracion hnce perder mucha importancia
á las pruebas legales que se presenten para defender los derechos
de cualquiera de las uos ramas; sin embargo, esto no me obliga á
mas que á ser breve en la presente materia,




- 61,-
Presrinrlicndo de las antiguas leyes y costumbres dell'cino, qUE'


caua partido interpreta á su modo y cuenta segun su eonvellicll.
cia, el fundamento principlll de los l1crechos que pretende [ener
D. CúrJos, y despues de la renunda del mismo, su hijo primogl'_
nito el eoude ele I\lo!1[cmolin, es la c(~lelm~ ley llamarla s:'tliea, pu_
hlieada en 1713 porD. Felipe V. Pira arreglar la sllcesion á la co-
rona. Cuando dcspues!le las gncrras (k saecsÍoll (lue tanto am-
gieron á Espaua en los primeros aiios del pasado siglo, se cclebrú
en Ltrecht el c(~lebre tratado ue este nomhre, pOI' el cual se pre-
tendia impedir la agregacion de la Espaiia ú la Francia, y cuan-
uo para esle objeto hubo renunciado solelllIlcmenle D. Felipe V·
por si y sus hijos todos los derechos qlle tener ]lwlicran it la co-
rona de Francia, se haeia precisa una ley que armonizara su so-
lemne renuncia hecha en las eórles de 17'12, con el órden de su.
ceder á la corona. Esto se proveyó en las c(¡r[es de '1713, con la
publicacian de una ley que co¡lio pOI' su importancia en esta ma-
teria. Tal es la LEY S.\LICA.


«Habiéndome representado mi consC'jo (ln Estado las gt'aI1l1es
cOllyenieneias y l!!ilidadcs que resultarian ;l fa \'01' de la causa pú.
bliea y bien universal de mis reinos y vasallos de formar un nue,·o
reglamento para la sucesion de esta monarquía, por el cual, á fin
de conservar en ella la. agnaeion rigurosa, fuesen prcfel'iüos to(los
mis descendientes varones, por la línea n~eta tIe yarollÍa, á las
hembras y sus descendientes, aunque ellas y los suyos fuesen (le
mejor grado y línea; para la mayor satisfaccion y seguridad de mi
l'esolucion en negocio de tan grave importancia, aunque las razo-
nes de la causa públiea y bien universal de mis reinos han sirIo
expuestos por mi consejo de Estado, con tan claros é irrefragables
fundamentos que no me dejasen eluda para la resolueion; y que
para aclarar la regla mas eOllYcnienlc Ú lo interior de mi propia
familia y descendencia, podria pasar como primero y principal in-
teresado y ducf'io ú disponer su establecimiento; quise oir el dietá-
men elel consejo, por la cual satisfaccion que l1le debe el celo,




- G:)·-
ilmOr. \erebd y sabiduría que éste como en todos tiempos me ha
nnllifes'auo; Ú cuyo lin le remití la consulta da Estado ün1C'nún-
l10Je que antes ()yc~e Ú Illi fiscal; y habiéndola ,isto y ofdo!e por
uniforme aeucrdo de todo el consejo se conformó con el ele EsICl_
do; y siendo el dictúmcn de ambos consejos que para la mayor ya.
lidacion y firmcza, y para la mün'l'sal accptacion conclIlTic:,e el
reino al estahlecimiellto de cs[a nuei'a le~', halIúndose és[c jUllio
en córtes., por medio Je sus lliputados eH esta c(;rle, on1cnú ú las
ciud:llles y y JIJas llc \oto en cúrtes, remitiesen ú ellos sus poderes
bastalltes para conferir y tleliberar sobre este punto lo que juzga-
ren eOIli'ellicnte Ú la causa pública; y remititlos por las cimiades,
y dados pO!' esta', y otras ,ilIas los podcres ú sus diputados, enle-
rado,; de las consultas de ambos consejos, y con conocimiento de
la justicia de e~te nuevo reglamento y eomcniencias que de (l
resultan á la causa pública, me pidieron pasase á eslaLIccer pOI'


• ley fundamental de la sueesion de estos reblos el referido llUeyO
rrglamcnlo, con derogarían de las leycs y costumbres contrarias.
\' J¡¿d)i~nrlo!o tenido por bien, m:1Jlr]o que de aquí ar1rlan!e la
::;lH'('sio[1 de estos reinos y todos sus agregados, y que ú eJlos se
agregaren, yaya y se regule en la forma :siguiellte: Quc por fin
ue mis (lias suceda en esta corona el Príncipe de Asturias, Luis
mi muy amado hijo, y por su mucrte su hijo mayor, yaron legí-
timo, y sus hijos descendientes varones legítimos y por línea recIa
legítima, nacidos todos en constante Icgítimo matrimonio, por el
únlen de primogenitura y derecho de reprcsentacion conforme ú
la ley de Toro: y ú falta del hijo mayor del príncipe y de todos sus des-
cendientes nrones de varones que han oe suceder por la úrden es-
prcsada, suceda el hijo segundo váron legítimo del príncipe y sus
descendientes varones de varones legítimos, y por línea recta legíti-
ma' nilcidos touos en constante y legítimo matrimonio. por la misma
¡)rden de pl'Ímogenitura y reglas de representacion sin diferencia
alguna, y á falta de todos los descendientes "arones de "urone:; del
hijo segundo de) príncipe, suceda el hijo tercero] cuarto, y los de-
~)




-- (j tj--
iH:b '1l¡~ tuviel'e legítimos y sus hijos y uesc2nJientcs, yaJ'ü!íC" JI!
Y:1i'OIll'S, así mismo legítimos y por línea recla legítima, y nucillos
tojos en constante legitimo matrimonio por la mi:.ma órden hash
estinguir:;e y acabarse las líneas varoniles de cada uno dr ellos;
OUSCl'ranuo siempre el rigol' de la agnacion, y el ,)rdcn ele pl'imo-
genitlll'a con el del'echo cle representacion, pl'eiiriendo siempre las
líneas primeras y anteriol'es á las posteriores: y ú falta de lOil;¡ 1:1
deseendencia "aronil líneas l'ectas de "aran en varan del Príncipe o
~lIe('''a en ('sto", reinos y corona el infante Felipe, mi ll1uy alllado
hijo, y á falta suya sus hijos y descendientes varones de \"!loronr"
]e3~tirno::;, Y por línea recta legítima, nacido" en constante legíti-
mo matrimonio, y se obsel've y guarde en lGtlo el mismo (¡rden de
suceder que queda espresaclo en los descendientes varones del Prín-
cipe' sin diferencia alguna, y á falta del infante y de SIlS hijos y
descendientes ,oal'ones de yarones sucedan ¡:,or las mismas reglas ~'
Mdea de la mayoría y rcprcsentacion, los clem{!s hijos Yarones qut' •
yo tuviere de grado en grado; prefirientlo el mayor al mcnor, y
respectiyamente sus hijos y de~cendíentes varones de varOlles le-
gitimas y por línea recta legítima, nacidos todos en constante le-
gítimo matrimonio; observando puntualmente en ellos la rigol'osa
agnaeion y prefiriendo siempre las líneas masculinas primeras y
antei-iores á las postcriOl'es, hasta estar en el todo estinguidas y
rvacuadas.


y siendo acabadas íntegramente todas las lineas mascu-
linas del Príncipe, infante y demás bijo5 y descendientes mios
leg[timos varones de varones, y sin haber por consiguiente varan
agnado legítimo descendiente mio, (~n quien pueda recaer la co-
rona i"cgun los llamamientos antecedentes, suceda en dichos rei-
nos la hija ó hijas del último reinante varon agnaJo mio, en quien
feneciese la varonía y por cuya muerte sueediese la "ilennte na-
r,ida en constante legítimo matrimonio, la una despues de ]¿¡ otra,
y pl'efiriendo la mayor á la menor, y re!.pectivamente sus hijos y
df's('f'udienles lrgítimo5 pOI' línea n'cla y It'gílirna, nacidos tojos




,,- C'i --
en conslanle y legítimo matrimonio, o!JS0l'í'(llllloc,e entre (,llc¡s i;1
únkn (le primogenitura y re~b~' de rcpl'c',cn!acion, ron pre1ncio!\
de las líneas anteriores á las j)Jsll'l'iol'cs, en C(JI1f:¡¡';¡¡iLlad lle ln~
leyes de esl03 reinos: siendo mi yolunfa(J. q:H: en la hija Ilwyor l')
descendiente suyo que p01' su premoriencia entl':ll'e (JI h sneesio1!
de esta monarc¡u¡a, se nlCI"a Ú susritar como en c:,iFza ¡18 ¡inca.
la agn:H~io!lrigorosa eni!'e lo,; JJij()~ nrollcs que lli\;CI'C llc,r:ido.¡
rn consla:l[C y Ic3'í¡im:¡ m:.ttrimonio, y en lus dc:,c(;:l1ienles lc!!:íli-
mos de ellos: de manera que despues ele los di:1S (le J:¡ t1ii:!ia !J :.1:1 mo-
yOl' 1) dcsrendi(~nte suyo reinante, suredan ~llS hijos \ [ll'OJ)f'~,
nacü!o:;; en constante legítimo matrimonio, r] uno dCSp:iCS (H
otro y !lrdirictl(lo el l111yor al menor y respcc:i\amClllc ';~lS bi-
jos y elcscclldirntes YilrOnCS, de YarOllt!S legítimos ypor línea rec!a
legítima, nariJos en constante y legitimo mat:imonio, con la misma
órelen lle primogenitura, derechos de l'cpre:;;cntacion, prc]arirm de'
líneas y reglan ele agnarion rigorosa que se ha dicho y r¡uc:~a
estahlecido ('11 los hijos y dc'\cendienlcs \'arOllCS (1rl Príncipe.
illfante y dcmas hijos mios: y lo mismo quiero se ol!spl'\\'
en la bij1 segumb del dicho último reinante yaron aguado
mio y en las demas hijas que lmicre, pues sueetliendo clla1e~
quiera de ellas por su {¡rden en la corona, ú descendiente su-
yo por su premoriencia, se ha de Yo1\'er ú suscitar la ag-
naeion rigorosa entre los hijo" yarones que tmicl'c nacidos ell lc-
gítimo constante matrimonio, y los descendientes y;.¡ronrs (k y¿;.
rones ue dichos hijo:;; legítimos y por línea recia legítima naci:L~
en constante legítimo rnall'imoaio; uebiémlose arreglar la sUPfsiu il
en dichos hijos y descendientes H\'ones de Y:lrollCS, de la mi ,1';;(
maIlcm que va espresauo, en los hijos y ¡Jpseenc1ien!cs Y<1l'OI1CS dí'
la hija mayo!' hasta qne esten totalmente aeaulLlas [Olla:; las líww;
varoniles, ohsel'yando las reglas tIe rigol'osa agnaeion. Y en r!
easo que el dicho último reinante "nron agn::Hlo mio no tu \'Íf'l'C
hijas nacidas en COI1f',tanLe y legítimo matrimonio, ni deSeC[Hlicll'
tes legítimos y por línea legítima, suc('(la ('11 dichos reinos In hl:r-




lll:l,ld (¡ lll'l'llW lla~ que 11lYiC'l'c desecndit'll!es l1li~ legitimas y plll'
¡ii\(',l]i:gítim:l, n:1('i:l:l;; en rons[!l[}[e legítimo matrimonio, la ulla
lk~;pllrs de 1:1 o!n,. p;'('0I'iI'11(10 la mayor;í la rnrllOl', y rcspecli-
\'[jnwllte su,; hijos y deseC'wli(:ntes legaimos y !l0l' línca red a , !l:]-
('{(los lrdo'i en COlHlantc legítimo matrimonio p0r la misma órrkn
dI' primogenitura, prelaeiontlc líneas y den:eho¡1c rep,'C'sentaeion,
segun las leyes de estos reinos, en la mis;na ('cHlJ'o]'mi(hl pl'('\cni.
da en la sllccsion de las hijas de dicho último reiI1:lIl/e: delJit"IHln-
SI' igllalrnenlc suscitar la agnaeion rigoro~a C'Iltre lo~ hijos \,;)fI)-
nes qnr t 1I\ iera la hermana {) (1('q~tcn(li('n te suyo que po!' Sll PI'('
nwr¡eflc:ia entrare en la Sllf'('sion lle la mnnarr¡llía, na('ic\os rJl
('on~Lln!c legílimo rnatrilrlOllio, y entre los rle~rrndirntr" \aroncs
elr Yal'ones de (Echos hijos legítimos y por Iínrn I'ccta legítimil.
naci(los en I?fmslantc lcgítimo' malrimonio, quP delH'l';ín sureu('I'
en la misma únka y forma que se ha dicho rn los hijos \'al'Onr~
y clescel1rlientc~ (l!- ¡as hijas de dicho úl/imo rcinilnlc; ()hs(~n'anrln
sil'mpre l::ls reglas de la rigol'Osa agnacion. Y no teIliendo elúlti-
mo reinante hermanil Ó f¡c·rmana<.;, ~lleella cn la corona el Iras-
versal descemlil'nle mio ICD[illlO y po]' In línea Irgítirna, qllr fllera
pm,rimior y mas cercano paripntc del dicho último rcinante.
sea "aron ó sea hembra y sus hijos y des(~enrlien/es legítimos y
por línNl recta legítima llaeidos' lodos en constante y legítimo
matrimonio, cun la misma órden y reglas que virnen llamados lo~
hijos y descendientes (le las hijas del dieho último reinilnte: y en
dicho pariente mas cercan!) 'aron ó hembra quc rntrare á su-
ceder, se ha de suscitar tambien la agnaciol1 rigorosa entre sus lJi-
jos varones nacidos en con~lante legítimo matrimonio y en los hi-
jo~ y descendientes \'ill'otle~ de varones, de ellos legítimos y por
línea recta legítima nacidos en constante legítimo matrimonio, que
df'berán suceder con la misma óf'den y forma espre~ilrlos cn lo"
¡lijos varones de las hijas del último reinante, hasta que :-;ean aca-
bados todos Jos varones dp Yarones, y enteramente tcYilCuatlas to-
rJa.; b~ Iíllt'as rnas('nlilla~. Y caso que no 111lhitcre fa ks parif'ntrs




-- ti\:)
I:'a~,ersales del didlO último reinante \ aroues ó helllDrus ,!t;,;CCll-
dientes de mis hijos y mios, iegítimos y por línea legítima, suce-
dan á la corona las hips que tuvierc nacidas cn constante kgíli-
I1lO matrimonio, la una despues de la otra, [lreliricllllo la lllC,yor it
la lllenor y sus hijos y úesL'~llllientes re'pecti \'amcnte, :' por línea
kgítima, naeidos toJos en conslanlelegíLimo matrimo!lio, oIJser-
" amia clltre ellos el <Jl'den d0 [lrimogelli¡ ma Y reglas de represen-
taeioIl, coa pl'claeioll de las líneas alllel'iores el las posteriore:>, en-
mo se ha estableeido eu toúos los l1a[l};\lllieutos a!lteeedelltes de
\ ¡lrones y ijelllbras; y es tambien llJi voluntad (IIle en cllalquiera
de dichas, mis hijas ó descendientes :>ílyOS tIue por su premurieu-
cia entrareu Cilla sllce~ioIl de la ~lnllalqu[a, se ~uscite de la mis-
ma mallcril la agnar.:iull l'igol'osa cntre los hijos \',ll'O¡W:'l de los que
entraren ú reinar, uaeidos en con:,;lallle legítimo lllatrimonio y cu-
[re los hijos y e1escemlienLes varones de \lirO~le~, tle ellos legítimos
y por línea l'<,:cta legítima, nacidos tOth, en constan k lc;;[timo
llwtrilllOllio, que lkberú slLceucr por la mi~;ma ¡'¡rden y reglas pre-
\cHidas el! los ('¿,iSO'; antecedclltes, hasta quc c:,;t6n acabmlo:) lodos
lus \ill'OIlC:-:, .Y feIlccida'; totalmente las líneas !l1('scnlinils: y ,;e ha
de observar lo mi~lllo eH [odas y en cuant.as ,cces, durallte mi
dcsecmlellcia lcgitilll<l y por Iínca legítima, \ luiese el ea~o de en-
t l'al' hemhra, Ó \'ill'Oll de hemhra en la sueesion de (',[a J!onanjuía,
por ser mi real intellcion de que en cuanto se pueela, yaya y cor-
ra dicha sucesioll por las rcglas de la agn,wion rigol'osa. Y en el
caso de fallar y estillguirse enteramente toda la descendencia mia
legítima de yarOlleS y hemln'as nacidos en constante legítimo ma-
trimonio, de manr;ra que no haya varOll ni hcmbril descendiente
filio legitimo y por líneas legíli lilas, que pueda vcnir ú la SUC(~SiOll
de esta Jlo!lan!uía, es mi voluntad que en tal caso y no de otra
manera, entre en la dicha sucesioll, la casa de Sahoya, segun y
como está cledarado y tengo prevenil]o en la ley últimamente pro-
rnulgada á que me remilo, \' qui':ro y mando que la sucesioll ti,-
esta corona, proceda dc aqui cn adc]¡m!e, en la forma c,;pre~;I(:i1:




- 70---
('c,Llblt;á~!ld() esta pUl' ley fum!arneulal de la SUCCÚOll de e,;[ü:> reí·
il:}j, su:') agl'cgados, y que ú e;!Js se agregareIl, sin embargo de
la k~j de partida, y (le otras euales'luiera leyes y estatutos, cos-
ItUn bl'.2:; y e,:t¡]os y capitulaciones, ú otras eualesfIuier disposir.:io-
ncs dc bOl reyes mis predecesores fIu2 hubiere en contrario, las
CUilks dc!'O/-!;o en todo lo que fueren contrarias ú esta ky, deján-
dO::13 en su ruc,'za y vigor para lo ciernas: que así es mi yolulltad."


Nada p'lrccc que pue;]a fallar á esla ley, que ú mas de haber
sdo puLtinda en lo:10 el reino y con las formalidades de eO:-iturn-
1m:, ([1:', D.Cf'pLl,]a por las naciones de Europa como u.a garantía
él,; ¡O~ tLib!o:: COllC]U;t!os, y hubiera sido IIll apoyo irrefragable
lL~ lu:, cle;'e;~!c(jci de D. Cúrlos, si pUl' otra parte, un (Icsccndienle
¡~d llll:,mu Felipe Y. no la hubicSG d(~l'Ogado. Osnu'a (',,, la histo-
l':it de e"[,l UCl'og2.c:O:l, llue Hu estú ¡Hu'c de difleultades ju-


• p'


l'L-~~~C~t·; .


ti!'e)' D. CÚl'lo'i IV en li89 propuso ú hts efÍl'tcs generales
l:ull'cbo. cekbl'adas en 1bclrid en rl p:daeio del Buen Hetiro, fIlIe
C¡)'l\Cll',l al l!lcjor ~el'\'i(:i() llúbli(·o y bien dell'eino, (1ue sr gu:1\'-
ti~be h ky ~2.", ti1Lllo -13, lJéll'tida ::!,", para que fucsen admitida:>
las !Jcm:l¡':lS :íla corona, pOi' el órucn marcado cu la misma ley.
El eonJe lte C,nnpomalles en nombre del rey prescntó á las CÓl'tes
la pctieion (lile dehian e [cy,ll' los proeuradOl'cs á S, ~1. , Y ca el
mismo día que ~e les pl'CSeIlt(¡ úle yotada sin prcYia diseusio!l al-
;':;~!;la. _1 1I('8a1' de esto D. Cúrios no publicó la ley, sino (l11e se
,'iaU~;ll,j 00:1 decir « ud¿n:m; á lus de mi cunsejo ¡,spedir la prac-
'Ii!;!ti!:a saiieiun que el! tale:; casos corresponde !J se acostwnbl'a,
[,'Itiendo !J/'I'sr;¡¡te 1.: Ili!S!i'll SÜjJ!iw y Il)s dictlílill!/lI'S que soúre e!li¿
/i::fa !ú,'jl(i,da.» L:.t prorae,;~ dd rey quedó sin cumplir, ni nada or-
denó re:;~celo del pLll'tieular, 1:1<111dando sepultar en el mas I'igo-
l'd:;(J sileueio la respuesta (hla ú la comisioIl de eÓl'tes que le lwbi,t
¡Jrcscntaclo la petieion. Y 1:0 solo no Jlublicó CÚI'los JV tal l(~y,
;-.:il() que al confeceional':"c ('] eódigo de la llO\ísilllil rccopl!Jcioll,
::;";i irlcluir' entre b,; kyc; CjllC dr,J¡ian (:¡¡r~(lal' \'i;'l('!l!I':i, la ::iálica




-- í 1
l!C Felipe V., ÚlIll:él tU toda la no\ ísi!lw ljUt\ arrugia el úl'Jeu d(~
wccrler á la corona.


A estos hcchos aríadcll los llefcnsor('s de los dei'echos de DOIl
Cárlos, la circunslancia de haber e,le n.-cido lS meses antes de
que tuvlcran lugados proyectos de 1789, y tener por consiguicutc
derechos adquiridos, que no hubiera podido quitarle su paure.
~Iuerto éste, D. Fernando rn talllJloeo lratú de rariar la ley ~:i- •
lica hasta el Hl30, instigado, ó bien por su esposa Doña ~larb
CristilJa, ó bien por alguno~ personagc:" liberales, y tal ,"ez [JOI'
~:us llIiSlllOS cÜIl~cjcros. Como quirra que sea, lo cierto es fJ.llG en
in de .\Iarzo de 1830 puhlicó la pragtllútica sancion siguicntr:
. n. Fernando YIl por la graeÍrt de Dios et(~: Sahed: que en las


Cór[es que se celebraron en llli palacio dcl13uCll Hetiro. el allo
178D, se trató á propuesta del ltey mi augusto padre que está en
¡;loria, de la neeesidad y convcniencia de hacer observar cl m(:-
todo rC8'u\ar (:stahleeido por las leycs dcll'eino y por la costumbre
inmcmorial (le sucedcr ¿l la eorona de Espuría, con preferencia de
nwyol' Ú mello)' y de Val'Oil á hembra, de las rcspeeli,-:;s líneas
por su ()n1eo: y tcnieudo pl'c,;cntes los jumcn,os hielles que de su
observallcia por lJIas de ,00 alÍos lwlJia rcportado e~la jlonar-
fluía, a:;i como los motivos y circullstancias l'ycntuales, que COll-
I ribuyeron ú la ref,;rmu decretada por d auto acodado (le 10 de
mayo de 17 -1:¡, elevaron á sus reales manos una peticion con íe-
clw 50 ue setiembrc del referido año ele 17 ¡'m, haciendo mérito de
las gram\cs utilidades que habian venido al reino, ya anie", ya
particularmente de."pues de la unioll ue la:; eoronas de Castilla y
At'ilgon, por el (mlen dc suceder Señalado en la ley ':2.", tít. 15,
l!ar¡ida 2. a , y slIplieándole que, sin cmbal'go uc la noV()dacl he-
cha cu el cilado auto aconlado, tuviese á bien manual' se ob-
sen-ase y guardase perpétnamente en la sucesioll de la .\Ionar-
quía, dicha costumbre inmemorial, atcstigllada en la cit;rda ley,
como siempre se habia observado y gUilrrbl!o, publil;;"¡¡luose l'rag-
m:!li":'-~;¡nci(¡D ('0!n0 Ir:: ht'Cltil y formada en Córtes, por lo cual,




- 72-
constase esta resolucioll, y la (Ierogacíon de dicho auto acordado:
ú esta petidon se di;;nú el Rey mi augll~to padré resolver como lo
pedia el reino, c1ceretant1o la consulta con qne la junta de asistcn-
lentes á Córtes, gobernador y ministros de mi real cúmara de
Castilla acompañllroa ú la pl'licion de las C6r1es, «Que hahia to-
• nHu10 b resoludon cOl'respolllliente Ú la cilada súplica; pero man-
«(lamIa que por entonces se gu~mbse r:] mayor secreto por COIl\e-
«Ilir así ú su sen~icio.» Y en el rlccJ'clo Ú !j ue se re{ierc: « Que
«mt1mlalJa Ú los de su consejo rspedir la pragmútica-saw:ion qne
«en tales casos se acostumbra." (1) Para en su cn.so pasaron las
CÚl'tcs á la Yia J'e~en~ada copia rediticalla de la citada súplicct y
demús concerniente ú ella, po!' conduclo tIc su prc:,:idcllle COIllJc
de Campomanes, gobernador <le! COllsejo, y se publicó lollo cn
las Córtes con la reserva encargarla. Las turbaciones que agíta-
1'011 la Enropa en aquellos años, y las que cSpel'iml'Iltó despucs la
Península, no permitieron la ej0cucion (le estos importantes de-
signios, q!1e requerian elias mas serenos. Y habit~lldose resbblc-
ciclo felizmente por la misel'iconlla diyina la paz y el buen (¡¡'dCil
de que tanLo necesitaban mis amados puelJlos; de,~pllcs de LalJer
e'(aminado este grave nep:ocio y oi(lo el dictúmcll de Illinislros GC-
losas de mi senicio y L1el bien público, por mi l'~;al decreto dirigido
al mi COIl~ejo, en 26 del presente mes, he venido en malldarlp
que con presencia de la pcticion original, de lo resuelto ú ella Jlor
el Hey mi muy q\lcrillo pad¡'e, y de la ccrtiflcacion tIc los escá-
hanos mayores de CÓl'tes, cuyos documentos se le han acompa-
fiarlo, publique iml1erliatamcntc ley y pragmúliea en la forma pe-


(1) Las palabras d0 C.lrlos!Y á que alude la pragmútica so.ncioll de JI. F.~ruUll­
do VII, sOlllas siguientes copiadas ele las actusque mandú puulicar el ClJbiefno
ell! 11udrid en 1833. (l.\' esto os respondo (j!le Olu)[~AHE á los de mi COllsej ()
(,espedír la prHgmática saucion que en tales casos correspo[]fle y se UC<Jslulllbra,
t<mi(~llllo presente vuestra súplica, y los dictámenes que ~ü!Jre cija lJu)U tlirrllt.lo.




73
,lida v oto['rtada. Publicado aflue! en el mismo mi Consejo pleno,


• 1':'


(:011 asistencia dc mis dos fiscales, y oiuos, in toce en el dia 27 de
este mismo mes, aeonlú su cumplimiento y espedir la prescntc en
fuerza de ley y pragmática-sancion, como hecha y promulgada cn
CClrtes, por lo r:ual mando se observe, guardc y cumpla perpétua-
Illellte ellitel'al contcnido de la lcy 2. a, tít. 15" partiJ.a 2. el, segun la
¡Idicion de las CÚl'les celebradas en mi palacio del Bucn Reliro en
el aCto de 1 í~D que quella referida, cuyo tenor lileral es el si-
guiente:


(Se inserta aquí la ley de partida, de la cual traslado solo la
parle C(lW :;c refiere :l mi pl'opúsilo)


a (Jlle el St'úorio del regno heredasen siempre aquellos quc vi-
lliesea por liüa derecha, el por ende eslablescieron que si fijo va-
ron hi non hobie~e, la .fija mayor hel'c(lasc el reguo; ct aun mau-
daron que si el lijo mayor úloriese ante que hercdase, si dejase
lijo ó Hja que hobiese de su muge!' legílima, que aquel ó aquella
Jo hobiese, el nOIl otro ninguno: pero si touos estos falleciesen,
¡Jebe heredar el regno el Illas propinco pariente que hi hobiere,
s(~y(,!ld() hOl1W para ello, el Ilon habiendo feellO cosa po!'que lo de-
¡JÍese penIer»


y por tanto os lllawlo Ú to(los y ¡'t calla UllO de YOS en vues-
tros distritos, jurisdicciones y partidos, gllardeis, eumplais, y eje-
cllteis, y hagais glla['(lar, cumplir y ejecutar esta mi ley y prag-
lllútiea-sancioll en todo y por todo, segun y como cn ella se con-
tiene, ordena y manda, dando para ello las providencias que sc re-
quieran, sin que sea llecesario otra declaracior: alguna mas que
esta, que ha de tener su puntual ejecucioIl desde el dia que se
publique en MadriLl y en las ciudades, villas y lugares de estos
mis reinos y señoríos ell la forma acostumbrada, por conyenir asi
á mi real scnieio, hien y utilidad de la causa pública de mis va-
~alIos: que asi es mi yoluntad eLc. Dado en Palacio cte.


Fúcil me seria si no temiera traspasar los límites que me in·




-- 74--
puse al escribir este folleto, demostrar las intluencia8 que moyicl'iJll
á D. Fernando á dar un paso tan crítico como la derogacíon de
]a ley sálica. Lo cierto es que ya desde un principio la cucs~ioll
de legitimidad no fué mas que una escusa con que se encubrian
por los partidos las miras y fines políticos.


En ·1833 tuvo mas inllilencia por algunos instantes, en el áni-
mo del inconstante rey, el partido monárquico, que no tardó en
conseguir de D. Fernando la revocacion del decreto de 1850 en
que derogaba la ley súlica, y la anulacion de su testamento por el
que nombraba regente del reino á D. a Cristina y D. Francisco de
Paula. Dc diferentes modus se ha conl.ado la historia de 'este inpor-
tantísimo hecho de la vida de Femando VII y las causas que le
moviel'on á firmar el acta que contenía su nueva voluntad, que
fué así mismo tll'lnada por su consejo de .ministros y por los dos
miembros mas antiguos del de Castiila. En aquella acta sc decia
que para libertar á ESjlaíia de los innumerables males que la acar-
rearia la subsistencia de tal decreto, (la auolicion dc la ley sálica)
queria que se al}()liese eOIl/pleramente y ordenaba ¿¡dcmas que se
restableciesen las cosas al estado que tenú¡1I antes de SI/ ú,ltillw
matrimonio.


Es fama que D. ~ Maria Cristina, á pcsar de su amor de ma-
dre, llegó á regocijarse de la determinacion dcl rey, porque aleja-
ba los temores de una guerra civil, y de las desgracias (Iue ame-
nazaban á España. Pero si fué general la alegria de la real fami-
lia, de la có¡,te y de la nacion, por este acto de D. Fernando,
habia una persona, cuyas cualidades é inclillaciones en este mo·
mento demostradas, no es mi ánimo calificar, ulla infanta riyal
de la esposa de D. Cál'los, D." Luisa Carlota, esposa de D. Fran-
cisco de Paula, que teniendo por una derrota la revocacion de
Fernando VIl, concibió ei proyecto de echarla á bajo 'J' decidir al
munarea ú restablecer la pragmática sancion de -18.30. No era
difieil conseguir su objeto á una infanta de talento, ú una muge!'
ag!'a\'iada, tratando con una madre amhiri0sa y con 11n rey Mbil




por carader y abatido por los dolores de su última ellfermeuad,
~bí [ué CH efecto,


El ministerio de Calomarue fué sustituido por el de Cea Dermu-
dcz y desde entonces cambió la faz de los succsos, y los hecho~
é',JlTiéron con admirable rapidez, D,a María Cristina fué habilitada
para el despacho, mandúronse abrir las universiuades, hubo eam-
lJi(,)~ de empleados, y se permitió la entrada á los emigrauos libe-
rales: linalrncule D, Fcrnamlo hizo y firmó el último día de 18151
un maniJieslo en que decia que su anterior uerogaeion del uecreto
Je lH30 Iwbia údo arrancada de su ánimo en momentos de agonía,
y la declaraba !lula y de l1ingun efecto.


Prescindiré de ya'rios sucesos posteriores á esta declaracion,
dc algunos movimientos del partido monárquico en favor de D.
C~ll'los y del destierro (le cstc 11 Portugal, y pasaré á da!' cuenta d~
las comunicaciones que metliaron entre los dos augustos hermanos
antes de la muerte del mayor,


Al tratar Fernando VII de hacer prestar juramento de fiueliuad
por Jos diputados (Iue noinbl'asen las provincias, ú su hija Isabel
('(Ji/lO princesa dc Asturias, COll\-OCÓ al mismo objeto á su hermano
D. C~ll'los, (¡uien contestó con la siguiente carta,


« :\Ii muy querido hermano ue mi COl'azon, Fel'l1anuo de mi vi-
lla: He \'isto con el mayor gusto por tu carta del 21 que me has
escrito aunque sin tiempo lo que es motivo de agradecértelo mas,
que estabas blWtlO, y Cristina y tus hijas; nosotros lo estamos gra-
('i~lS á Dios, Esta rnai1ana á las diez poco mas ó menos, yino mi
c;~'c\'elario P¡az~lOla ú darme cuenta de un oficio que habia recibido
de tu ministro cu esta córte, Córdoba, pidiéndome hora para co-
lllunicarme Ulla rcal ón]en que habia recibido: le cité á las doce,
y habicudo venido ú la una menos minutos, le hice entrar inme-
diatamente; me entregó el oficio para que yo mismo me enterase
mejor de él: le \'í, y le dije que yo directdmente te respondel'ia,
])()l' que así cOllvenia á mi dignidad y mi carácter, y porque siendo
In mi Hf',\" y Sciíol', eres al mismo tiempo mi hermano, y tan qlW-




--- 7ti --
riuo toda la viúa, babiendo leniúo el gusto de habcrle aCiJlllpatla-
do en todas lus desgracias. Lo que deseas saber, es, si tengo ó nó
intencion de jurar ú tu hija Princesa de Asturias. i Cuanto desca-
ra polle!' hacerlo! debes creerme, pues me conoccs; y hablo con el
coraZOI1, que el mayor gust.o quc hubiera podido Lener scría 'el de
jurar el primero y no darte este disgusto y los que de él resullen:
pero mi conciencia y mi honor 110 me lo pcrmiten, V~llgO unos llG-
rechos tan legítimos á la corona, siempre que te sobrc\'iva y no
dejes varOI1, que no puedo prescindir de ellos; dcrcellOs que Dio..;
me ha dado cuawl0 fue su voluntad (Iue yo naciese, y solo Dios
me los puede quiUlI', concediéndote un hijo varon, que Lanto (k-
seo yo, puede ser am, mas quc tú: adcrnas (FIe cn ello llclicnuo la
justicia del derecho que lienen tojos los llamados lleSpUC'i que yo,
y así me veo en la precísion de enviarle la adjunta uec\arilc:iulI,
que hago con toda formalidad á tí Y ú touos los Soberanos, ú
quienes espero se la harás comunicar, Adios, mi muy qucl'i\1u
hermano de mi corazon, siempre lo serú tnyo, siempre te qucrrú,
siempre te tcmlri presente en sus oracioncs, este tu IlWS alllatll~.~
hermano-l\!. Cárlos.'


Acompañaba á esta respetuosa carta la siguicnte


PROTESTA,
-Señor: Yo Cúrlos María Isidro de Barbon y Dor11on, illJ'ilutl'


dc E:::paña.-Hallámlome bicn convenciuo de los Jcgítinllls den;-
chos que me asisten ú la Corona de Espafía sicmpre que sobre-
yiyiellllo á y, JI. no deje un hijo Yal'on, digo: que ni mi conciell-
cia ni mi honor me permiten jurar ni reconocer otros llcrecllO~: y
asi lo declaro, -Palacio de llamalhao 20 de Abril de lt-i:)3-Sc-
fior A. L. n. P. de Y. JI-El infantc D. C:~rlos.»


Varias comunicaciones mcdiaron entrc los dos hcrmano;.;, <¡u,~
han sido publicadas en algunas obras modcrnas; sigui¡') ú la pro-
testa uc D. Cúrlos la del rey de Nápoles, y segun se ibcgura la
del de Cercleña y o.tros: pero ni una ni otra fLlcroJlIJ;t~talltcs :t dc,




~~ , ,


!ellel' en su ¡woyeelo ú D. Fel'llando, lIlúen hizo testamento en fa-
\0]" de su hija y nomuró r<:g<:nta y gobernadora del reino á Doña
'!aria Cristina, ~u esposa.


Sobrcycnida á es[o la mucrte del rey, su esposa y su hermano
(}uisicron hac:cl' alarde !le Jos derechos que ereian corrcsponderles,
':í autorizaron la existencia de los dos partidos, que de hocho ya
exis[ian, con la puhlieacion de ciertos manifiestos, en que llama-
ban á las arma" ;l sus parciales y esponían el sistema de gobier-
!lO que f!r!1<;ah;¡11 seguir.





CAPITULO VIII.


Iletrato moral del ConaJe de l\lontemoHn.


jlunque en los anteriores capítulos rn qU2 se In C5p11csl0 b
educacion del Conue de MontemoIin y la conduela que siguió en
]os años de su juventud, se pueue echar de ver el bello earúcler
de que le ha dotado la naturaleza y han sal)ido imprimirle 511S
hábiles maestros y sus cariñosos padres, creo con todo que al en-
trar en la época en que se presenta como persona independiente y
gcfe del partido que hasta entonces habia defendido á D. Cúrlos,
se hace preciso una ligera reseña de su carácter y bellas inclina-
ciones. Los sabios y religiosos maestros á qui,~ncs fué encargada
su direccion durante la infancia, sembraron en su corazon las se-
millas de todas las virtudes cristianas, sin olvidar las civiles que
tanto deben hrillar en un personage de su rango. La religiosidad,
la obediencia á sus padres, y una amabilidad esquisita fneron los
primeros frulos de una educacicn de que han debido, felicitarse
cuantos á ella contribuyeron, sobre' todo cuando comparen la COll-




7U
\¡uda l¡Ue ha sl';;uiJu D. Cúrlos LLlis (;V!l la m;¡y dif<.'rcllle oJ.¡,;cr·
\'aun por otros muchos miembros de la real familia, y que les ha
valido el perder el carácter de infantes de España. Preciso es no
hacerse ilusiones; si se quiere que subsistan los tronos rode·a¡]o~
de algun csplen~or, y conserven suficiente prestigio para poder
rC'sistir los embates revolucionarios, es necesario ante todo (Iue los
que deben o euparlos brillen por una !lOnraclez ii toda prueba, por
un sentimiento de dignidad que sin privarles de acercarse al puc-
hlo pra conoce[' sus miserias y necesidades, les tenga á una gran-
uc altura, donrlr sean revereneiauos de t.odos.


Con tal enscñanza, pucs, y con los ejemplos eontínuos de su
\'irtuo<;a familia adquirió las mas sanas convicciones rel giosas y
los mas laudables háLitos, que no se han borrado de su COl'azon
ni en medio del estrépito de los campos de batalla, ni en la des-
gracia del l]estierro, ni en el fauslo de las Córtcs, ni mucho me-
nos en el seno de la familia. Religioso sin ser fanático, ejerce con
sencillez las mismas prácticas de piedad que aprendió de su vi¡'-
luosísima familia: en la yida privada, en sus conyersaciones fami-
liares, en los manifiestos que ha publicado, acata la santa religiofl
ue nuestros parlres, reconoce quc es uno de los dementos que de-
ben regeneral' á la nacion española, una de las bases sobre que
ha de levantarse el edificio de nuestra felicidad.


Hijo obediente y sumiso, ha honrado á sus pad['cs con vene-
racion, no desyiándose nunca de la senda quc ellos le han tra-
z.'lLlo, no solo en los negocios familiares, pero ni aUQ en los políti-
cos hasta que por la renuncia de su padre adquirió, segun sus
convicciones, la dignidad de Rey.


Tan bellas prendas no son hijas de un ánimo débil y apocado,
pues al contrario es el suyo fuerte y emprendedor, tenaz en la
desgracia, atrc"¡llo y arrojado en el peligro, amante de situacio-
n~s difíciles, y caballeroso en todas las circunstancias. En los cam-
pos de Nayal'ra solo la voluntad de su padre pudo impedirle arro-
jarse ú los riesgos de los combates: en el destierro y en la f'mi-




-- 80 -
gracion se sobrepuso al infortunio; en llomges emprendió una


. cvasion erizada de peligros: desue Inglaterra s(~ iha á lanzar ú los
azar~s de una guena que sostenian un puñado de sus ddenso!'es
contra un ejército numel'OSO y aguerrido. De aqui la aficion al ()s-
fudio del arte militar que forma una de sus mayores delicias, que
era su sueño dorado en Navarra, sus placeres en BOUL'gcs. lngla-
telTa y Núpoles.


Contrasta esta afleion, propia de un genio '¡YO y en(:rgico,
ron la que tiene ;Í las letras, á las fIuC se ha dedicado toda su ,ida
con una constancia, una calma y un entusiasmo que no ha sido
nunca capaz de ahogar el estnwllllo de las armas, ni ele distraer
los lamentos ue la desgracia. Son venladcramentn admirables en
una persona de su posicion social los conocimientos que en esta
segunda parte de su educacion ha adqLlil'i¡lo; ellos le- coloctm ú la
altura de uno de los príncipes mas ilustrados dc la Europa mo.
derna. No es ya solo el estudio de los idiomas, al que ha tenido
siempI'e estl'aordinaria afieion, el único que haya eulti\ arlo con
(~xito: en filosofía, en historia, cn política y en f~conomí¿l social,
no menos que en ciencias Ilaturale~, ha ,lílquil'ido un grado de
instruccion cnyilliable. Posee el griego, el árabe. el hebreo y muy
especialmente el latin, además de la mayor paJ'te ele las lenguas
modernas, que le ha hecho conocer la villa errante y aYentllfí~ra
que hasta ahora ha tenido. No tiene menor intcró:-; por Jos IHle-
lantos de la industria y cualquier' clase de conocimicntos útiles,
Asi espl'esa estas cualidades un escritor, hablando de sus viajes
en Alemania. •


.En todas estas incursiones y cscUl'siones. bien por tierra {¡
por mar, notóse constantemente en el Sr. D. Cúrlos Luis la mas
estraordinaria complacencia.


«Desarrollado en él un deciclido afan de examinarlo todo. di'
reconocerlo y comprenderlo todo, lo mismo empleaba su imagina-
cion en estudiar la geografía de los terrenos que pisaba, como en
anotar en su memoria las costumhres y los háhitos, las religionf's




---- ~-";·I ---
y' los go/.¡iemos, la lt'gislacion~' sus trámites, las ciencias y las
Ul'tc~, en una palalH'a, cuanto pouia darle á conocer lo que hacia
referencia á los paises uOI1(k le condueia el azar,


En un buque hacia prrguntas duplicadas y precisas acerca de
los efectos á que estaba destinado desde el primero hasta el último
cable, desde el uno al otro mastelerD, En una f;ibri(Oa Ó cn un
;ll'tefacto, permanecia hí)l'a~ ente¡'as hasta conecer la inl1ucncia
de las máquina5 en la cjceut'iu[1 de los trahajos, y la pal'tieipacion
oc cada resorte, de cada rueda, de cada eilimlro en la ohra to-
tal.


«Allí entraha en UIla cMedra, acá se introducia en un tribunal;
acullá se paraba á eOlltcmplar' un monumento histórico, ó arqui-
!eelónico, ó bien un I~dificio notable.


«No bien llegaba á un punto, cuando sin tomar descanso, sa-
lia de su alojamiento y recorria las calles, examinando todas las
!\ingularidacles que en ellas exislian.


f Nada avcntUI'amos en asegurar que no hay en los países 1'('-
('OlTielos pOI' 01 ilustre yiagero, un establecimiento, un edificio
regular, un aub, un tribunal, un regocijo público en que no St~
haya introducido.'


No es estraña esta aticion en pOl'sona que tenga el e/aro talen-
to, que al ueci¡' de cuantos le han tratado, brilla en el Conde de
Montemolin; talento que se trasluce no solo en los adelantos he-
chos en todos los ramos de la literatura á que se ha dedicado, sino
tambien en el perfecto conocimiento de las cosas y de los hom-
bres, en el acierto con que juzga los acontecimientos de política.
á la que es en estremo aficionado, y de la cual se ocupa de con-
tinuo en sus conversaciones, Estas versan principalmente, cuan-
do él puede dirigidas, sobre cosas de su patria, por las que mues-
tra un interés entusiasta. No se le ocultan las necesidades de Es-
paña: conoce perfectamente sus costumbres y bs pruezas que en
todos tiempos hicieron sus hijos, ya por relaciones de la guerra,
ya por un sin nüm('!ro de anédoclas que ('Alnscrva en la memoria


ti




-- g2 -
Es fino r.n su trato, amable y ~impátieo, agradecido )ll'oflltl-


damente por)os mas insignificantes favores que se le hayan heclH',
y hábil PtH,l acoll1Ollar S(l cOllversacion y su porte átodas las eJa-
ses y condiciones COIl quienes haya de tratar. Sin prrder nada de
la magestat1 de su posiuion y de su rango, no se permite, segun
se ha dicho, tutear á muehos de aquellos que le tienen por rey,
y (Iue como á talle tratan y respetan.


He aqui como espresa el escritor arriba citado algunos efeetos
,lel afan con que en el destierro y en los yiages, ha vbilado [olla
clase de establecimientos:


(Este examen no pudo menos de haberle conducido, asi al
trato del obrero como del propietario, del grande corno del peque-
fío, del pobre como del rico. En este trato hubo de aprellder á dis-
tinguir los vicios y las virtudes sociales; lo bueno y lo malo, la
justicia y la sinrazon. En este trato hubo de haber adquirido
tambien la delicada familiaridad, el don de gentes estraordinario;
la fina cducacion, los escogidos modales porque se distingue ac-
tualmente. »


Toleran le con todas las opiniones políticas, no solo lec con in-
teres las obras y perió¡lieos, aun los mas opuestos á sus ideas,
sino que muy ú menudo habla con recomendacion y entusiasmo
del valor y bellas cualidades de algunos que han sido y continuan
siendo enemigos suyos y de su padre. Para probar esta tolcran-
cia y el conocimiento que tiene de los adelantos de la época pre-
sente y de las necesidades del siglo, creo que será lo mejor copiar
á continuacion partc de un artículo del profundo escritor Don
Jaime Balrnes, con lo cual cerraré el presente capítulo.


,Asi las noticias publicadas por los periódicos, como las que
circulan €ntre las personas mejor informadas, estan contestes en
que el Conde de l\Iontemolin es un príncipe conocedor del siglo
en que vive, y que busca con un afan poco comun en personas
de su elevado rango, los medios que pueden darle á conocer la
verdadera situacion de Espafía, y la política que cOllvcncll'ia se-




- 83-
gllir para combinar los elementos de un gobierno YCl'(ladcl'amen-
te conscl'vador, con el espíritu de reforma que caractel'iza Ú
nuestro siglo.


«( Creerian algunos quiza que el Conde de l\!ontcmolin consu-
miría sus días en estériles lamenlos por la suerte que ha eahielo á
las instituciones anliguas y ú la causa de su familia; pe]'o segun
todas las noticias, el augusto príncipe, como todos los hombres
previsores, nu se aeuerda de lo pasado, sino en cuanto tiene reIa-
cion cún el porvenir. Soportando el infortunio con ac¡uclla digni-
dad y fortalnza que t1m bien asienta en un Yúslaga de regia san-
gre, 6e ocupa inecnsantemente en el estudio de las reformas que
se han introJuciJo y se estan introduciendo en Espuiía, leyendo
{'llanto se escribe, asi cn obras como cn peri\)dicos, inclusos los
que mas hostiles se han manifestado al proyecto de su enlace con
la Ucinfl. Este príncipe ha tenido la mejor educacion que es la de]
infortunio. Escelente, muy escelente ha de ser la índole que no se
resienta algun tanto de la lisonja de los regios alcúznl'es: pero
habria de ser muy mala la que no se enderezase y mejorase: mu-
ellO con una no interrumpida serie de desgracias. El Conde <1:-
?l{onternoJin dc~terrado de su pütria desde muy tierna euad, no
yolYió á pisar el suelo ue Espaiía sino para asistir en las pro\in-
cias del Norle al triste desenlace preparado tí la causa ele su au-
gusto padre por el general ~laroto: posteriormente ha vivido en
el destierro y en la prision, hasta falto de medios para sostener d
lustre de su categoria, honrosa circunstancia para ~l y para tOlh
su familia; asi acontece siempre ú los príncipes que obedeciendo
solo á sus sentimientos elevados, no cuidan de amontonar intere-
ses con la prevision de la desgracia.


« Un príncipe que respira por espacio de catorce años, ( esto se
cscribía ca i8't,G) el aire dc la eivilizacion europea en los paises
mas adelantados; que se dedica continuamente ú la Icctma de
toda clase de escritos, aun los mas contrarios á sus opiniones:
sentimientos, que yi,'e en una modesta habitacion, con la sene:




- 81 -
lIez de un simple particular, medianamente acomodado, que Vt:
en torno de sí una terrible leceion sobre el abatimiento á que Ime-
den ser eomlueidas por el huracan de las revoluciones, las fami-
lias mas poderosas é ilnstres, qne no oye palabras de lisonja y que
vive mas bien entre amigos fieles, que entre bajos cortesanos,
que por toda pompa recibe los convites de las asociaciones esta-
blecidas en el pais con ohjctos de utilidad pública, que en yez de
diversiones para desvanece!" y disipar, acude con incansable asi-
duidad á los ejercicios militares de las tropas del departamento;
este príncipe no puede menos de haber concebido ideas mas ele-
vadas, sentimientos mucho mas varoniles que si hubicse vivido
en el tibio y flojo ambiente de los salones cortesanos. Este prínci-
pe no puede menos de ser conocedor del espíritu de la éroca, y
debe estar muy lejo~ de aquella infatuacion á quc estan espuestos
los personages de su clase, y que tan caro les cuesta á ellos, y á
las nacienes que les estan encomendadM .





CAPITULO IX·


Casamiento de la Reina Doña IsabellJ .


!La primera vez que r,l conde de Mon!emolin se dirigió á 10$
espafioles en el manillesto de Bourges, pl'onun¡;io estas palabra,,:
(Hay en la familia real U:lLl cuestioll que, nacida á fines delreina-
0.0 de mi augusto tio cl SI'. D. Fernando VII. (que santa gloria
goza), provocó la guerra civil. Yo no puedo o!\'idarme de la dig-
nidad de mi persona y de los intereses de mi augusta familia; pero
desde luego os aseguro, españoles, que no dependerá de mi, si es-
ta division que lamento no se termina para siempre. No hay sa-
crificio compatible con mi decoro y mi conciencia, ú que no me
halle dispuesto, para dar fin ú las discordias civiles y recollciha-
cion de la real familia» lIé aqui, desrues ele dado por D. Cárlo:;;
el primer paso para el matrimonio de su hijo con D." Isabel, laii
palahras con que el Conde de jIontemolin acepLba implícitamen-
te esta transaccion, que fundiemlo cn uno los dos partidos princi-
pales en que está dividida la España, habia de borrar la memoria
de las pasadas discordias, y hacer de la nuestra Ulla na«?ioD gran-
(k. prv1ero<;1 " unid1. D. C4r'M, ron ~11 11 hdica"ion dl'jaha r1<> ¡-('l.




- 8l¡
presentar papel alguno en el teatro de la política; D." Maria Cris-
tina con la mayor cdad de Sil hija debia tamhien hahcrse apartiJ.-
do de este leneno, dejándolo libre á la inocente niiía, y cspcdito el
paso al trono ú su augusto primo, que con un abrazo hubiera e\i-
tallo los profundos males que han a1ligido á nuestra patria.


Esta era la ocasion que la Providencia nos ofreeia para quitar
todo protesto para el porvenir á las luchas ci\"iles, y cicatrizar pa-
ra el presente las heridas que habian abierlo las pasadas. Ilahia
llegado In hora (~e hacer que fuese una verda!l la llam,1da tml/sac-
ciun que tan mal se lleyó á cabo en 10'1 campos de Vergara.


No faltaron hombres de corazaa y de talento, que amantes de
,n patria y deseolosos de que se levantara de la a!)yeccioll en (Ille
" habian sumido y la tenian las luchas de los partít!o'l, se ¡¡rOlm-
>ran con honroso aran popularizar el pcnsamienlo de un mall'imo-


: ,;) cnlre los jÓ\elleS nietos de Cárlos IV. , y se empellaran en ha-
,,:;' entender al Gobierno los male5 que de otra suerte habian de
Obreyelúr. Sin quitar el mérito que á otros corre'lponda por tan


patriótica conducta, debo hacer especial Illcneion tIc dos Ínsignes
escritores, que en los periódicos La E"pem/l::a!l El Pensamiento
de la lYacion trataron con copia de razones asunto tan inporlante,
sin que les fuera empero dado conseguir el triunfo en tan honrosa
empresa.


El que primero levantó la bandera en e~te debate, fué en un
e~~crito que "iú la luz pública en La Esperan:a el 2G de no-
\ iembre de J811. Dio á el motiyo la discusion de la reforma
\le la conslitudon, en cuyo artículo G.9 se proponia por en-
mienda, que el rey no pudiese oontraer matrimonio con persona
cscluiLla de la succsion á la corona, lo que se aplicaba eseIusiva y
\isiblementc á la familia de D. Cárlos. El escritor monárquico,
,ll:spues de haber asentado quc la admision 4e la dicha enmienda
khia de hacer la ruina dd pais, al pasoquesoria desvcntajosa pa-
r" la reina y perjudicial ú sus mismos autores, principia por pro-
b:'!' que las discordias intenlinus en una ll:wioJ), ]aronduccn ¡ney;-




- 87 --
talJlr~mente el su l'Uina, sobre todo cuando el Gobierno es apoyado por
pocos y ahorrecido por la mayoría.» Los parfieulal'cs entonces, dice,
¡!astan el ticmpo y sus reeursoi'i cn rccíprocas qucrellas y pe¡'secu
eiones; el gobierno tiene que eon~ul\1jr en la defensa del ól'Jen ma-
terial y de su autorilhHllo que en otro caso des tillaría [¡ promover
la fortuna pública, y la fuerza eolecti\'a del Estado, compuesta de
principios, que como rontral'ios cntre sí, S(~ nClltralizatll'e(~ípro(~a­
mente, 110 pucde :=lcr para log estl'angeros ohjeto que le" imponga
ni tClIlor ni respeto .•


Illsillua ejlle la familia de D. Cárlos ha estado siemprc al fren-
te del partido que quiso oponerse á las innoY<lciollCS quc se han
H'l'iflea(!o en Espafía, depresi\as de los jlrincipios monárquicos '!
religiosos; «pues bien, continua, si todo eslo es cierto, ¿e01110 pue-
de ponerse en duda r¡ue el afecto de la familia neal carlista se ha-
ya arraiguuo profundamente en el corazon de la España'? ¿Como
no se conocc qüe la pasion nacioual habrá faeilmcnlc comcrtido
en convicciones á favor de esta rama las dlHJas ~uscitadas sohn~
el derecho de succ,ion ú la corona, por infllnllD.das que las supcn-
gamos? ¿Como no se ,oc, Ó no se calcula al menos, que esa nacio[l
monánjuiea y I'eligiosa se ha de habel' ligado pública ó seereta-
mentc con la causa carlista, y que una ley que imposibilile ú la
Boina para aliarse COI! la rama carlista, imposibilitaria ú la nacioll
carlista, para aliarse con el gobierno ele la Beina y COIl su real COll-
ílorte y COIl lodos sus afectos y senidores?


El partido carlista entonces seria eonsidet'ado romo lllla na-
cion conquistada y se tendría á sí m"lsmo C01110 proscrito COII el
príncipe que era su gefe. IrnposiLlc sería, que aun dado ca..,o que se
empeñúran los parlamentarios en conquista¡' los corazones 1l10-
nÚl'Cjuicos, abandonaran estos el cullo de un príncipe desgraciado,
para rendirlo á otro a quien la suerte ha fa vorccido en su perjuicio.
«La obra de trastornar la C'oncieneia de ll!la !laeian es muy supe-
rior ú los recursos de los partidos y de los gobiernos; es muy di-
ferent0 de 1::1 de deslumbrar y comprollleter lIua compañía, Ull




--- 88 --
regimiento, una t1ivi~ion, todo un ejército. Demos de barato que
un gobicrno gane todos los gefes naturales de los ¡¡ueLlos qne
tenga quc cOln-ertit· á su fa VOl', supongamos quc vaya hasta se-
pararlos dc graJo ó por fuerza de las pcrsonas depcndientes de su
intlujo. Todo esto seria muy poco. S~ria prcciso que separase lo::;
esposos de sus consortes, y las madres de sus hijos mayores, y J:~~
dijos mayores de sus hermanos menorcs, y los niños Liemos y sus
dcscendientes hasta la scgunJa ó la terccra gctlcraciot1, de cuan-
tos monumentos y ohjetos puJiel'an rcw-larlcs en edad adulta sus
políticas 11liaciones.


«Tras de gucrras tan populares, tan largas y enearnizada~
como nuestra gucrra civil, serian necesarias, para que el Ycnce-
lior no tuvicra quc recelar, medidas como las de IlJs Felipes COll-
Ira los moriscos, ó eomo las del revocador del edicto de Nantc:i
contra los disidentes; mas donde está el cspañol que quicra hacer
de su patria U11 páramo? Donde está el signo estcrior para no
equivocarsc al aplicar tales medidas? Donde estú ya el porler fUGr-
te que las ejecutc': Donde el siglo, el mundo que las tolere?


«l3ien pcnctracla debia ballal'se de estas verdades la Convencjon
que espulsó á Jacobo JI del trono de Inglaterra, cuando por evit¡11'
en lo posible las guerras ulteriores, cn vez de poner cn su lugar
á personas estrañas, llamó sucesivamente á las dos hijas del (',,-
pulsado, la princesa ,María, easada con el príncipe dc Or<lngc, y
la princesa Ana; sicndo aflui ele notar, ya que estc ejemplo se cita,
que dcscchado por la herencia por ilwompalibilidad de religiolJ,
mas que por otras razoncs, el hijo varon de J<lcobo, no pudo la
Gran Bretaña gozar de verdadera seguridad, hasta que al cabo ¡Ir
setcnta y sieLe años, destruyó la Illuerte c:;tc último vüstago de
los Estuardos. Tribulo pagó ú la mi~rna \CI'Llad, Juan 1 de Castilla
en el tratado dc Hayona, donde se arreglú el enlace de su hijo
primogénito con la infanta Doña Catalina, hija del Duque de Lall-
¡',aster y nieta de D. Pedro. y para ahorrarnos la molestia de citar
k .. Il1l\eh r)3 pl'in(~il'(~~ y p~)lili\'o;; flll:: han he:~h') oti'O tant:), llcudi-




<- 89
remos á la decisiva autoridad del previ:wr Femanao el Catúlico,
príncipe que sin f€parar en si Doña Juana era ó no adlllterina,
concibió el pensamicllto de casarla con Sil hijo primogénito.


«Si descehamo~, en una palabra, la ocasion que ahora se
ofrece para obtener la reconciliacion general por mcuio de la lIi-
Ilástica, solo el tiempo y la muerte, trabajando de consuno, po-
drán proporcionarla; pero entretanto pasarán muchas docenas de
liños y habrá veneeuores y vencidos, y patricios y plebeyos, y des-
confianzas recíprocas, y profundos rencores, y miseria privaua, y
nacional impotencia, y touos los males y calamiJadcs qne SOil
consiguientes al estado de discordia .•


Pasa luego á probar que seria desventajosa para Ju reina a
adicion propuesta al articulo G. ~ de la con':>titucion, por ser impo-
sible ningul1 enlace con las familias reinantes en las otras nacio-
nes de Europa, por la oposicion que pondrianlas restantes. Yaull
dado caso que se verificara eon la de Luis Felipe, asegura qlW
ninguna intervencion podria esperar Espaüa el dia del peligro.


«Y vuestro candidato, se pregunta, ,;qué biellcs aportaria al
matrimonio? Si los nuestros se presentan indotados, el vuestro, ¿lo
estada menos? - Estas son las olJserv~ciones que nos parece oír
en cste momento de boea de los parlamentarios. ¡Qué hienes trae
nuestro candidato, se nos pregunta! V ¡¡.mos á decirlo. Trae el
caudal mas pingüe que pudiera aportar ningun otro príncipe de
la tierra; caudal que no está sugeto á las alteraciones del e'lmbio
comercial, ni Íl las vidsitudes de la guerra, ni á las variaciones
de la polílica, ni á averías m<lrítimas, ni á plagas ó mudanzas
tcrresl1·es, caudal que consiste en bienes raices situados al rcde-
uor, á la vista ue b morada conyugal, Lien aml)jonados, durante
largos siglos y sin contradieion cultivauos por sus abuelos; trae, en
una palabra, el amor de muchos millones de españoles; y no de
aquellos españoles que quieren mandar, sino de los que quieren
que se les mande; no de aquellos que pretenden discuLirlo todo,
~¡no de Jos "lile teniendo fé en sus superiores, no regatean sobre




- 90 --
la obediencia; no de aquellos que miran á la mano del que los
manda, para saber lo que de él tienen que esperar ó que temer,
sino de los que observan el rnoyirniento de sus ojos para ir delant(~
de sus preceptos; no de aquellos que disertan con pcripat~lic(l
sutileza sobre las facultades de sus reyes, sino de los que las com-
premIen y respetan sin esplicarlas en demas¡a; no do aquellos ({I-W
desean que el poder real suene mucho y no sea nada, que de<:la-
ran inviolables á los reyes, á condicion de que se dcjcu gobrrnar
como súbditos; ~ino de los que quieren que los reyes reinen y go·
biernen sin mas restricciones que las frUe no sirvan \1e impctlill1rn.
to para bien reinar y gobernar. Tan rico como tOllo esto es nues-
tro candidato, por mas que se le vea eH pobreza material'; trllllas
y de tan grande estima son las voluntades quo r,n pos uo sí lleva
encadenadas, por mas que él mismo estú actualmente carecicndo
de libertad.»


Se dirige luego el escritor de La Esperanza á Doña I~abcl, y
sincera á su partido de las inculpaciones que le dirigian los libe"
berales, asegmando que el consorte propuesto por Jos mOllúrqui.
eos á la reina no lkjaria de oprimir, IIcgado cl caso, ú la (JllC ha-
Dria makll~ciuo en la guerra y en la prosel'ipcion; rehate dichas
inculpacioncs fundándose cn la virtud que tiene el vInculo conyu-
gal en la sociedad cristiana, en el sentimiento, y en la historia
de los muchisimos reyes que despues de haberse disputado la co-
rona y terminado sus di~cordias por su mutuo enlace, han yiviJo
en la mas intima é inalterable concordia.


Al probal' finalmente que la condiclon de quo trata, habia de
ser perjudicial á sus mismos autores, Jos parlamentarios, lo hace
con la acostumbrada elocuencia y dice ú los partidos, venlades, y
les pronostica males que mas tarde los sucesos han veniJo á eDil"
firmar.


Aunque fue el primero en abordar esta cuestion el periúdido La
Esperanza no lo !!izo con menos maestría y talento el profundo es-
critor y sahio publicista D. J~ÜIl1C R.tlmes. A prinripios del año 18,~3,




- ~H -
comenzó con una serie de artículos á hacer oi!' su autorizada 'fOZ,
en un sentido fa vorable, como no pedia menos de ser, al matri-
monio que habia de hacer la felicidad de los españoles, No miras
mezquinas de pat,tido, ni simpatías personales le movian á entrar
en el dehate, sino el deseo de esclarecer una cuestion cuyo desen-
hce tanta importancia tenia. «Al examinar, deda, la gr:nísim.l.
clleslion del en' nce de b Reina, no influyen en nuestro ánimo mi-
ras de partido ni interés pOI' ninguna familia, ni afecto á ninguna
persona; el nC'goeio es demasiado grave, demasiado trascendental
para que un hombre de intencion recta y rleseoso de la felicidad
de su patria no procure apartar de su mente, cuanto pudiera des-
vial'l(~ del ohjC'to principal, mejor diremos único que debe tener
presente en esta cuestion: un porvenir de paz y prosperidad r'ara
la nUclún rspnfíola. ~


Espone que para la a·lta persona de la. reina, no (lebe buscarse
un simple marido, sino una persona que tenga importancia rn~í­
tica, que emplll1.e la esp:J.(la para (lefen(lel' al trono de sus encI~i­
gos y tenga fllerza lJastante para sllstracrlo de las inOucneias que
lo han precipitado ú tantos erl'OI'es. Probarlas con su lógica irre-
sistible y con su claro talcnlo las lliflcultades que prcs(~ntaría cual-
quier otra eOlllhinacion matrimonial, tanto con las casas reinantes
de Portugal ú alguna de .\lemania, como tambien y principalmen-
te con la ele Francia, manifiesta su opinion dc este modo.


«Comenzamos pOI' llecIarar francamente que en nuestro juicio
el casamiento de la Reina con el hijo (le D. Cárlos, no es un ab-
5\1\'(10 corno se ha dicho, ~ino un suceso muy realizable, que no es
incompatible con la tranquilidad de España, sino muy conducen-
te par¿t ella; que hay medios ele evitar las reacciones temid¡ts, y
de hacerlas poco menos que j ITlposiblcs; que entre los candidatos
para la mano de la Heina, el hijo de D. Cúl'los es preferible á to-
dos Jos demas; fJllC este matrimonio es f:'I quc mas le conviene á
España: que tOllas las combin:J.ciones adolecen de inconyenientcs
graYísimo'5: fjue esta alianza es el medio mas apropósito para rC:-i-




-- 92--
tituil' á la nacioIl su t¡'anquiliuad y asegurarla un ponellir \'enlu-
row.J


Demuestra COIl razones conyincentes la existencia uel partido
carlista, que sobrevivió á la guerra de los !Oiele ailos, y dice que
la opinion del mismo y sus deseos son el casamiento de su gefe
con la lleina, añadiendo luego: «El partido carlista es muy DU-
maroso y ademas profesa principios cIuC enfrailan de suyo una
gran fuerza ¿Conviene á una nacion tener descontento á un par-
tiJa por tantos títulos rcslJCtable? ¿Conviene llcjarla Sill ninguna
esperanza de alcanzar por meJios pacíficos, siquiera una parte d(~
lo que disputó largo tiempo con las armas C;H la mano'? En llUestro
concepto esto equivale á preguntar si conviene que haya en la
sociedad un germen de discol'Clia, de irritacion; si conyicllc
debilitar el trono, manteniendo lejos ue él á un crecidísimo
HÚmCl'O de súlJllitos; equivale á preguntar si convienc borrar las
huellas de los odios civiles, y fomentar la rcconciliacion de todos
los '~:,pañoles. »


Enumera luego las \entajas f; inconvenientes que consigo lle-
varia el matrimonio uel Comle deo MonternoEn con Doña Isabel, el
cual hubiera ahogado en su sentir, para siempre, la cuestíoIl dinás-
tica, y haciendo á la España mas fuerte, por mas unida, huLiera
asegurado su independencia, y sobre todo, hubiera hecho imposible
el triunfo de la rcvolueion. Dice que los gobiernos han sido débiles
desde Fernando VII, porque tenian en su apoyo á una pequeña
minoría, combatida constantemente por los carlistas, y {t Illas pOI'
los moderados ó progresistas segun fuera el partido que ocupára
el poder; y si bien cree que es á veces una palabra vana el siste-
ma de las mayorías parlamentarias, no así el de las mayorías na-
~ionales, pues los gobiernos ,iven la viJa de las naciones, y cuan-
do estas no se la comunican, aquellos perecen. ¿Por qué fué der-
ribada Doña María Cristina de la regencia en 1810? Porque los
carlislas no corrieron cn su ayuda, y quedaron espectadores pací-
ficf)~ de aquel drama. Lo mismo hicieron enl >H J, pOI' ~er las rli·




- 95-
ferene¡as de aquel año entre moderados y pro~resistas, mas no en
{S!!3, en que contribuyeron poderosame!lt~ á derribar á E:,par.
tero, confiados en una conciliacion. Prueba con todo esto cuán
grande habria sido el poder del trono, efectuado el casamiento qne
proponia. Dcsyanece finalmente lo~ temores de ulla reaccion reli-
giosa, política y contra las per~onas,scñalando Jos medios como
hubiera podido hacerse imposible.


Los cscritos (¡ue acabo de cstracta!' de La Esperanza. y de!
doctor O. Jaime Balmes, fueroll Jos primcru,; que se publicaron
en la prensa, que mas tarde ofreció otros no menos importantes
dirigidos al mi>mo objeto. Ayudnban en esta tarea á los citades
periódicos, el Católico : el Conciliador .


. \la<; el Gobierno desde un principio se mostró contrario al cv.-
samiento d.cl hijo de D. Cár[os, y estuvo muy distante de oir las
razones de la pl'cnsa y los clamorcs de la opiníon pública quc es-
taba decididamente por este matrimonio; y no bien entendió el
grande pen~amiento que habia dictado los actos de Bourges, res-
pondió al manifiesto conciliador e1el Conde de Montemolin, con dos
circulares de los ministerios de Gobernaeíon y Hacienda, y otra
del ministerio de la Guerra á los calJitanes generales, escrita en
un lenguagc apasionado y violento, en las que, á mas de negarse
de un modo oficial la mano de la jóven reina al Conde de Monte-
molin, se deehraba guerra á muc¡·te al pat'tido cal'lista que esta-
ba yencido. H¿ aquí las circulares á que hago referencia:


Ministerio de la Gobernacion de la Peninsula. -Seccíon de Co-
bierno,-Circular.-Ha llegado á noticicI del Gobierno, que algu-
nos de los pal'tidll.rios de la causa de D. Cárlos, tratan dc vol ver con
nuevo empeño á sustental' sus ilegítimas y ya oividadas preten-
~iones, á conmover y agitar los ánimos y á p~rturbar el órdcn y
quietud general, preparando á la na cíon nuevas discordias y des-
venturas; á estos designios y maquinaciones han dado segun pa-
rece impulso y ocasion, los papeles y manifiestos que los prínci-
pes de la rama escluida han firmado últimamente en BO'lJ'ges, re-




-- 94- -
nunciando D. Cárlos sus pretenJiJos llerechos en su hijo 1l1ayOl',
y uirigiénJose este á los españoles en un lenguagc por el cual, á
yueltas cIe su carácter amIJiguo y oscuro, descubre muy clara
mente que estA lejos tocIa,ia de reconocer como su reina y sefwra
á la augusta Princesa que ocupa el trono pOI' las leyes de la mo-
narquía y la voluntad de la nacion. Este acontecimiento que solo
ha llamado la atencion de S. JI., por lo que en ello pueda ¡nle·
rcsarse la paz y el ónlen público, no "aria ni puede variar en
naela la política y la marcha de los consejeros responsables de la
corona.


La eselusion de D. Cárlos y de todos sus descendientes decre-
tada solemncmente por los altos poderes del estado, sandonada
por la voluntad nacional y afianzada por la victoria, traza de an-
temano la línea de coeducta que en este puuto debc seguir . :e, y
el gobierno pOI' tanto se halla bajo este concepto decidido á que no
queJe ilusoria tan solemne resolucion, á sostenerla á touo traIH~e
y á no permitir que por meJios inuireetos Q cautelosos lmcllan los
enemigos de los derechos de S. M. lle\'a¡' ú cabo sus conocidos in-
tentos, reproducir en España lamentables disturbios y malograr
tantos nobles y costosos sacrificios y tanta sangre derramaJa.


cA este fin S.",1. ha tenido á bien mandar, conformándose
con el parecer del consejo de ministl'Os, y en ó¡'den comunicada
desde Barcelona por el presidente del mismo consejo, que las au-
toriJaJes de las provincias penctrúnclose bien dc las miras é inten-
ciones de) Gobierno, y poniénllose de acuerdo, si las circunstan-
cias )0 reclamasen, vigilen con activillad y repriman con vigor á
los díscolos y perturbadores; en la inteligencia de que el Gobierno
se halla resuelto á emplear todo el rigor de las leyes, contra los
que, bajo cualquier pretesto y bajo cualquiera forma, se atrevan
á desconocer los legítimos derechos de S. M. la Reina nuestra se-
ñora, ó atenten por cualquier modo á la seguriJad del Úono ó á
la constitucion del estado.


«De real órden lo digo á V. S. para que arregle á e~ ta ins-




- ~;)--
Imcrión su contIucta, en el caso de que sea necesario auopta¡' cn
este punto alguna proyi(lencia, Dios guarde á V. S. muchos años.
Madrid {!) de junio de -1815.~Pirlal~Sr. Gefe político de ....


Ministerio de /Iacienda-Circular.-Porel ministerio de la go-
bernaeion y <lemas ministerios rcspccti \"os, se trasmiten las órdc-
nes, y se aCllCrdan las disposiciones convenientes para la ('j.~cu­
cion de lo dispuesto por S. M. y comunicado por el presidente del
consejo de mini'itros, con motivo (le la renuncia que ha hecho
D. Cárlos Jfaría hidro de I3orbon de sus pretendidos derechos á
la corona de E~paña y del manifieslo publicado por su hijo. Aun-
que la autoridad de V. S, y de todos los empleados de hacienda
en csa pl'oyilleia, e~tú reducida ú la adminislmeion y reeaudacion
de las rentas y contribuciones públicas, no por eso debe V. S. de-
jar de cooperar en todo lo posible á que se cumplan los mandatos
de S. M. y las disposiciones de su gobierno en touos tiempos, y
particularmente, cuand) algull acontecimiento puede influir mas
lí menos en la cOllservaeion del ól'llen público.


«En nada ha variado con dichos actos la posicioll de D. Cár-
los ni la de su familia respecto al gobierno español; las mismas
leyes que le cseluian para siempre de la corona de España, igual-
mente que á sus sucesores, subsisten en toda su fuerza y vigor,
y los nuevos sucesos que á él se re{ieren, no pueden tener otro
objeto sino el de conseguir pOl' medios indirectos y tortuosos, lo
filie no ha podido ni por la fuerza de las armas, ni por ninguno de
los medios que ha empleado hasta el dia. Puede esto dar lugar á
que se fragüen criminales proyectos; puede servil' de estímulo pa-
ra que se dejen seducir algunos hombres incautos. Debe V. S
pues exigir de todos sus empleados la mayor decision por los le-
gítimos derechos de nuestra Reina D. a Isabel n, y por las liber-
tades que bajo su reinado han sido reconquistadas; debe V. S.
prestar, y hacer qu~ todos presten la cooperacion ma~ activa para
este ohjeto, IÍ las autoridades encargadas mas especialmente del
gobierno del pais y de la con~er ... acion del órden público, ya asis·




- Ho ---
liellllo sie!.npre quc_ Séll necesario, á su llamamieuto, ya anticip1:Íll-
dose si posible fuese, á su mismo celo y vigilancia; y por mi par!l'
considel'DI'é C0l110 un nueyo testimonio de sus buenos scvlcios, to-
do lo que Y. S. ejecute en cumplimiento de lo que en esta comu-
nicacion se le previene.


-De {¡rden de S. ~1. me dirijo á V. S. previniéndole auema~
que me dé parte de habel' recibido este real mandato. --Dios guar-
de á V. S. muchos años.-Jladl'id 18de junio de t845.-Mon.--
Sr. intendente de la proyincia de. . . .


Ministerio de la GlIerrfL-Circular á los capitanes generales.
Ex.cmo. St' : En vi['[ud de lo prevenido de úrden de la Reina nues-
tra señora (Q. D. G.) por la presidencia del consejo de ministros
á todos.1os ministerios para que se circulen á las autoridades del
reino, las órdenes mas terminantes con el objeto de vigilal' á 10$
enemigos del reposo público, y reprimir con toda la soyoridad de
las leyes sus intontos, cualquiera que sea el aspecto con (1ue se
presenten, como contl'arios á los legítimos derechos de la Beina
nuestra séñol'a y á la ConsLitucion del Estado, mo manda S. M.
decir ú V. E.: que no obstante hallarse penetrado su real iÍnimo
de que la consumacion de heehos recienteS y la leetul'U de los do-
cumentos quc han visto la luz pública no pueden causar en sus
Jeales ¡,¡úbditos la sen sacio n que sus autores quisieran, y aun
cuando el acto de la pretendida abdicaeion de D. Clirlos que roye·
Ja la mas insigne mala fé, y patentiza una ciega obstinacion de
envolver al pais en nuevas discordias, turbando el sosiego y la
paz que afortunadamente disfruta, debe' inspirar menosprecio y
ninguna alarma ni temor á los pueblos: como quiera que sin em-
bargo puede abrir campo á nuevas esperanzas y arrastrar á log
ilusos que todavía intenten rénovar los di as de Juto y desolacion
porque el pais ha pa5ado, es su real ".oluntad rel'uerde á V, E.
que el rebelde D. Cádos y su familia estan estrañados del reino,
eseluidos por la Constitueion del Estado y por las leyes especiales
de la sucesion á la coro.~a. y privados ele los derechos que gOz.aroll




- 97 -
!'ll su calidad de infantes de España, previnielldole que á los que
lomasen parte en la realizacíon de sus quimericas pretensiones,
~ca cual fuere el velo con que quisiesen encuLridas, se les per-
::;iga hasta su cstel'minio si pisasen el territorio español, y en caso
de ser haLidos, se les juzgue breve y sumariamente por un con-
sejo de guerra, como traidores y enemigos declarados del trono y
de las Iihertades de la nacían; en concepto de que la ley será
inexorable con Jos que intenten directa ó indirectamente trastOl'llar
las instituciones fundamentales del reino ó el órden de sucesion á
la corona bajo engañosas promesas y mentidos sacrificios, que la
Heina como gcfe supremo del Estado, la nacion entera rechazan
abiertamente. De real órden lo digo á V. E. para su mas esacto
cumplimiento. Dios guarde á V. E. muchos años. Barcelona 18 de
junio de 18'15. -Nal'vaez.-Sr. capitan general de. • . . . D


De cste modo tan indigno recibió el gobiel'llo español el pro-
yeeto matrimonial carlista; pero el pais con su instinto maravillo-
so eonoeia que este era el medio único de poner término á los
maleS de la nacían: y así es que á pesar de los grandes esfuerzos
del poder, crccía cada dia su popularidad. A no haberse ido COll
tanta prccípitacion en el grave asunto del casamiento de la Reina,
á hu en seguro que no se habría llevado á cabo con otro príncipe
que con el Conde de .Montemolin; conociendo esto el Gobierno, y
que no habria podido luchar con la apinion pública, cada dia mas
declarada, apresuró el desenlace de tan importante negocio. Los
pCFiódieos ministeriales que, como El Heraldo, creían prudente
en un prineipio la dilacíon del matrimonio de la Reina, no tal'''
daron en decir que era preciso se verificara cuanto antes, y que
todos los que desearan lo eontt'ario, trabajaban en favor de la
causa cat'lista. A esto respomlia con mucha oportunidad el Pensa-
miento de la Nacion,'probando que no podia temerse apoyaran tal
causa ni el ministerio, ni la madre de la Reina, ni la Reina misma,
ni la Francia, ni la Inglatcl'l'a y luego añadia:


• La verdadera causa de los temores está en la fuerza misma
7




-- ~)8 -
de las cosas, btú en el curso natural de los acontecimientos, cn
la elocuencia ue los sucesos, que [ortaJeecrúen su eomiccion ú los
eonyeneidos, que convcncerft ú lo') que uudan y hará dudar ú l()~
que nipgnn. Aquí está la ycrdadcra callSil de los temores, ~Hlui ~e
encuentra la razon de esa prisa que se quiere llevar, aqui está la
esplicaeion de cómo ha podido transformarse en urgencia apre-
miadora lo que poco antes era una cosa prern:ltura é inoportuna .•


En otra parte decia el mismo Balmes, con igual oLjelo:
.La candidatura del Conde de 1Iontemolin ha tenido en con-


tl'a oposiciones mucho mas füel'lcs que tollas las indicadas. Opo-
!'\icion en el estrangero, oposicion en la corte, oposicioIl en el go-
h:erno, oposieiotl en los hombres illllllyclltes del partido dominan-
te, oposicion constante cn la prensa, y sin eruual'go, lejos que 113-
ya debilitado las probabilidades de su triunfo, se han robustecido
sobremancra y se yali robusteciendo cada oía. Esto ¿,que prue-
ha? Prueba que la eafHli(latum del príncipe de Bourges tiene una
fuerzaintríuscC'(l, no (lependiente tIe las circunstancias del mo-
mento, de estas ó aquellas intrigas, de estas é :lquellas simpatías,
y es un pensamiento grande, nacional, con euya ejccueioll se
pOlldria un término á las calamidades de l111estm patria. Sc In ha
desechado mil veces, se ha dicho que cl proyecto era imposibk,
sc han heeho las pinturas mas negras del poryenir que nos ha-
hria de traer, se ha procurado intimidar á sus defensores, se ha
tratado de confundir una idea de conveniencia púbJieacon un sen-
timienlo de deslealtad, retrayendo de esla suerte ;í los llUsilánimes
que no pueden soportar que se les llame earlis!as;pero lodo ha
sido inútil, la candidatura del Conde de l\Ionlemolin no ha muerto
á pesar de tantos y tan YÍolelltos ataques, vive aun, mas podero~a
que nunca, cada dia \"a conquistando nuevos parlidariof\; de bs
oposiciones unas ceden, otras son menos obstinadas; y el pais ell
especlati \a de es[c grande acontecimiento, tiene fija su esperanIu'
en el enluee quc ba de inaugurar una llueva époea f.k tranquili-
dad y wntura.




- 99 ---
lA lal punto hiln llegado las cosas, tan fuerte es la opiniuJl


r¡nc apoya al Cow]e de MOlltclllolin, son tales los obsLúculos (Iue se
oponen á olI'O enloce, seil el r¡ac fuere, son de tal gl'a vedad y
ll'a.;.;cendencia los l'esultmlus que purEera acarrear un pnso preci-
pi Ulll o , que h:l d(~scl' ya muy diíicil encontnll' hombres públicos
(k algun ,-alol' qne acons(~jen á S. JI. un enlace quc deje (Iescon-
tenta ú la inll1cnsn mayoria de los c:'[l:iÍlolcs. Se comhinilr;lll llUt;-
YOS proyectos, ~e mdir;ín intri;:ras, se 1 ilulcal','lllllUC\os medius, se
ponderar,'! la impo:-ilJilidad del enlace con el CO!1(lc (le ~[ontemolin,
correremos quiü nueYOS peligros de una resolncion precipitada
como cn la calHlidillu!'a (1c Tl';ípani; pcro antes que se ejccute un
prnycelo fUflesto. se hará oír de I1lIeYO la opínion púhlica, se Dgi-
tnl'ú lle nuevo rl sentimiento de nacionalidad, y los hombres pú-
blicos que quisiesen arrojarse á unn empresa desatentarla, rctro-
redcrán antc la voz del pais que llegará respetuosa ú los oíllos de
S. 1\1. y le hará entender lo que mas conviene al sosiego y felici-
cIal! de sus puchlos.»


No pOl1/'(1 yo dar cuenta de las nc;:roeiacioIlcs seere!as que se
~iguieron con el ohjcto de que sc verificara el casamiento de Don
Cill'los Luis con su augusta prima; solo sí puedo asegurar, refi-
ri{~nrlome á lo dieho por ia prcnsa prl'iórlictl, que se habian hecho
proposiciones al COl1(le de Montemolin, por el goLicl'llo francés,
quien se las reiteró poeo antes drl casamiento, ofreciéndole el apo-
yo (Iue "e hit dado al actual nUl'ido de la reina, pero imponiéndo-
le las mismas condiciones que {t {'ste, á saber: la coneesion de la
mano de la infanta D." Luisa, para el Duqne de l\Iontpensiel', y
para él, el tttulo de marido de la reina. Se dijo que el Conde de
l\1nntemolin rechazó cllt"rgieamente tales ofrecimientos.


La Francia no tenia otro objelo que asegurar de ("ualquiel' mo-
do su influencia en la península, ora apoyando el matrimonio con
el Duque de Cádiz, orn con el Conde de MOllteIllolin, y antes ya
('on el de Trúpani. Para este habia tonudo tanLo interes, que ha-
llándose contrariada en ~Iadl'jll y llehirnclo, sqmn se dijo, echar




--- 100 -
mano tle palabras que intimidasen, llevó la sinrazon, segun decía
el Times (le 9 de agosto de 18 '¡.(j, hasta el punto de amerwzar á
los ministros espaúoles ron lleyar al Conde de Monternolin ú ~1adri(l
ú la caheza de los hatallones franceses, si su eandiuatura era re-
ehazada.


Al fin Luis Felipe y Mr. Guizot consiguieron su ohjelo y 10-
gI"al"on que la hermana uc D. a Isabel se casara con el )Juque de
Montpensier, y la reina con D. Francisco de Asis, creyendo haber
alcanzado con ello un admirable triunfo, pero no haciendo cn rea-
lidad, llIas que decretar la derrota de ~lr. Guizot y la caida de la
dinastía de julio.


Hechazada toda canr1idalul'a eslrangera y las cspafiolas del
infante D. Enrique y el Conde de Montcmolin, rcsohió la Heillil
verifkar su mat¡·imonio COIl el Duque de Cadiz. El 26 de agosto
tic 1846 lbmú al presidente del consrio de ministros para que dis-
pusiera lo conycniente á fin de informar al gabinete y á la5 córteg
pslrallgrras de S:1 yoluIl!;ul, y trrs rijas lllas tarde con \'ocú las Cúr-
le::; delreillo con ohjrto de da!' cumplimienlo al art. -17 tIc la COllS-
titucion entonces vigente. Aprobaron las Cúr[e,'1 el matrimonio
propuesto, que se verificó, como tam!Jien el de su hermana con
el Duque de Montpensier, el 10 de octubre u€ -184ü.


Permítase me antes ele concluir este capítulo ver que resuHa-
dos dió para España, tanto en el interior, como cn sus relaciolles
esteriores el casamiento de la Heina, llevado ú cabo bajo la influell_
ei<1 francesa y juntamente con el de D.<l ~Iaría Luisa con el Du-
que de MOlltpensier. Desde lurgo debr concelll'I'se que el primer
fmto que obtnüeron los negociadores de estos matrimonios, fue la
la caida de Luis Felipe, y los trastornos europeos que siguieron á
aquel estraonlinario suceso. La ambicion del Rey de los franceses,
que sin rrparar en los inconvenientes que las protestas de logla-
lena producían, le hizo pasar adelante en este negocio, por el
cual enlazaba á uno de sus hijos con la casa reinante en España,
y aseguraba su iufluencia en la península, le cegó hasta el punto




- 101 -
de no advertir que sus rivales podiall precipitarle del trono qua
tantos años habia cow;elTado po!' su talento y prudencia. Así fué
en efecto: la revolucioll de febrero de -1818 bizo apercibirse ;1
Luis Felipe de ~u error, cuando ya no pOLEa remediarlo, y causó
en toda la Europa una crisis terrible y males sin cuento.


La Inglaterra, causa inyisible de arrucllos trastornos, no quedó
satisfc<.:ha con la caida del anciano rey y tndas sus consrcucncias,
sino que resC'rvó para la Espalla s ti especial pl'edileceioll, de la
que fncl'oll decto las re\"olueioncs elel mi'ifl1o a110 en val'ia~ ciuda-
des, e()!11O ~la:lrid y Sevilla, en las que el embajador ingles ~lr.
liulwer jllP') un papel tan illlportanl(), Pero c~tos resultados fue-
rOlJ, si cabe, pa~ag-f~ros; otros hay (le milS importancia que 131'0-
dnjo ClllO admitir en el tálamo real al Conde de .\Iontemolin, y
que son un peligro cO!lstanle ue que se lurbe la paz de Espafn.
liien es verdad que algunas eórle~ uel llorte uc Europa, arrastra-
uas por los movimiealos revolucionarios, mas bien que impulsa-
das por un vcnlauel'o afeeto á la dinastía reinante en Espaüa, re-
conocieron la kgitilllidad de D,3 Isahel n, co:,a que Iwsta enton-
ces habian l'ehu . ::a¡]0, prl"O al mismo tiempo la lllas po(lcl'osa
entre ellas, la (file mas influencia puellc ejcrcer y quc á tardar po-
co, habia (le l'eeo]¡ral' la que pOI' algunos momentos la quitaran
las rcyolucioues de aqucllos aüos, la Rusia, qucdaba sin reconoeer
ú la Beina, y dispuesta á intcrponer su innuencia, cuando lo c[)-
llociera útil, cn fa\"ol' de la rama caida. Bien pronto los sucesos
posteriorc~, la I'caceio!1 ue Italia y Alemania, el afecto de aquelias
eórtes á la familia de D. CÚl'los, el casamiento del Conde de ~1011-
fcmolin con la hel'llwlla ud Il('y de Núpolcs, el L1e su hermano
D. Fel'llallllo con ulla infanta de Amtria, hicieron (,O!lO(,CI' la poca
sinceridad y elllillgull "alm (le Uil rceollocimicllto que se al'raw;¡)
de los antiguos amigus de D. Cúrlos, aproyeehúndose de los instan-
tes de abatimiento cn que les tenia el triunfo de la rcyolueion,


Inmenso es el poder de la Hllsia, sobrcpuja todos los cúlculos
tIc SIlS cuemigos quc con prudcncia y call1la lo millicl'OIl ante~ (le




-- J02 -
emprender contra ella una guerra cuyos resultados no se han, is-
to todayia, y que mil sucesos inesperarlos puedcn decidir en COII-
tra de las Da('ione:" occi(h:lllales. El yoto de la Husia, que si cn
cuestiones de territorio pnc(lr di~entir del de sus yedIlO';, ha arras-
trado siempre en otras ú las <lemas potencias del Norte; puede
tener grande importancia en Europa, sobre todo en momentos (le
erisis, y hacer que 5e resueh-an en fa,-or ó en contra de EspGíía,
negocios (I11C puedell afectarla gr;1\cll1entc en el antiguo y nuc\ o
mundo. Este cnemigo, pucs, llO:; hClllO:i eonscrvmlo con no admi-
lir al Conde de }Iontcmolin como marido (le la llrina, y con ello
queuamo~ espue:;tos (¡ resentirnos del descnlace de clJesliOlles eu-
ropeas que de otra ~ucrle huLJiéramo,; podido mira!' con indiferen-
cia, por contarse los ycnc('(lores, quienes quiera que fuesen, en-
Irc los amigos ele Espaíía.


En el interior es deplorable el cuadro de desgracias que han
YCllido s!lccdiéndosc desde J::¡ infausta resolucion de alejar ú la fa-
milia ele D. CÚl'los. El solo alluIlcio de e:,;te hecho fué la seual pa-
ra que se encew1iera h g'llelT<l ei dI en yarias prmillcias, so]¡rn
tudo ell Cataluita, que ful' \ídiml1 de ella por e~p;¡('i() d(~ {I"I',
aüos. Los horrorcs (le ulla guerra fralricida, CJl que H' (/crralllócll
abundancia la sangre cspafíoJa, en (IllC hu bo asesinato~ sin núll1('-
ro con el nombre de fusilamienlos, represalias indignas, aeto.;
y(~l'gonzosos para la humanidad, fueron el primcr regalo fj Il,~
hicieron (t la E':paíla lo,; h;'llliles políticos de HHG.


Oeupado el trollO por una muger, á CJllien ycrnos que por <les-
graeia no ha librado la naturaleza de la (kbilidall propia de :-'l\
sexo, priyacla de lEl cOillpauc!'O de earút:[c[' en(~rgico, de impor-
tancia política, lle firme ruso!lleioll y brazo fuerte para ejecutarla,
ha ]la~ado Jcho año::: oprimido bajo la influencia de Ulla cGlllarill;l
inmoral, sugelo ú la yolulltad de una muge\' cslrangcra, que al
fin la Espaüa ha sacudido de sí en los movimientos frenéticos d('
18:11. Los ministerios se han sucedi(!o con tanta frtenencia mIno
e~lcrilitlad. ~3iellljlru S\[gcto~ [¡ la illfluctlcia ra[nl, ~'(¡bernalldo (k~-




---1 U:) -
p¡jLic;lmente, oprillliendo a1lltW!J!o COIl \i<>1('1H:;;\, y SOSlClliélllh,,',
mientras duraban, con una COllstante tiranía, [EICS de otra SLH~rt¡'
nu es clablcá uugobieJ'ilo, que [lelle en Cldi\Cl upo,;ieiOll Ú UD partí-
di) respetahlc, m:lI1dar Ú UU [lucillo, si[] conlar ('Ol] su illlnema mil·
ylJría, quc pertenc(;iemlo á Ull ¡¡artillo tlircJ'('nl.c (le CU:llltos SI' dis-
putan el poder, á tOllos los tiene por ilegítimos. _\k:jall:l de la Pil-
lílit'a el partido carlisla, alwlHlo:l;lllo el campo electoral, s().~lc­
lliéj)(1ose en la prensa e(lmo pasivarnente, ;lIlrlijlle (;on dignidad,
ha vi:,;[o pasar e.,t(~riles para la llacioa la:Jlo~ al-I(J.~ de paz, sin ]a;:
llJejoras materiales que nuestra;;; lleeesidades reclaman, agoviaLlocl
los pueblos [Jor lrilmtos illSOI)()rtab!c,;, la (]c,;:nora[iz:leioll triunrilll-
re, e~C'úllllal()s en CkY,H1as regiones, y ni un solo hecho, ni un
acto siquiera eIl los gobiernos, flue k haya hecho ohic!al' sus sim-
patías lrúeia un pe]'suna;.;-(~, de quien espcl'i\ha que con actos ellk-
ranwtlLe conlrarios [t los de nue~ll'o~ gobernantes, haria la felici-
dad y la "eulura. de la .'\acioll. lh contemplarlo la rc"oIucioll de
julio con la misma illllifercllcia eOll que mi!',') en 1810 ú Espartero
derribar la I\'gellria de D.' .\faría Cri.stina, yen H5il las discu-
siones entre l1Iotlrrados y progre.<;istas, ;'lo hay ya un metlio de
hacel' que el parlido nUIl1Ci'o..,o que 1'011 las armas en la mallO
defendía ú D, C¡'tr!os, (¡ simpatizaba COIl (~l, rorlée el trollo de Do-
fía lsnlJel, para robustecerle contra los tiros de sus enemigos, ó
de los que quieran mcnguar su brillo. Desde su retiro en el seno
de las famillas llora el :1haiimiento y postrarion de Espafía, y allí
pel'maneeerú cOllslantelllente oculto, sil! (Ille UIla vislumbre de
conci\iarioll ú no ~er fjlle lo I'\.igicrnn los intereses J'eligi()~o,-;, (¡ la
defensa ue SllS j1l'il!cipios, pue:ll animal'le otra Y<'z, pa;'il ¡cyanlar-
se corno en '1>H3, en cuyo aiiu contrillllylÍ notablemente ú derri-
bar ú Esparlero en ll(jurl alzamiento nacional.qlle rCl'lIcrda los de
los gloriosos tiempos de la gucrra de la imlepenrlencia.




CAPITULO X·


Evasiou de Bourges fiel Conde de Montemolil1


1" SEGCNDO MAl'\IFIESTO.


lEI Conde de Montemolin, en su primer ma:li11esto, que pulJlj,
có el 25 de mayo de 18'!5, ueciil claralllellle (jlle SllS deseos
eran la paz y union entre todos los cspafíoles, yel olvido de las pasa-
das discordias; palabras que nada tenían de yagas é inucterminll-
das, sino que manifestaban un objeto fljo al que se dirigían sus
miras y las de todo su partido. Pcro al mismo tiell1jJo daba ú
entender que, jóyen intrépido, no seria menos constallte que su
padre, en trabapr para el logro de un triunfo, si los que en ~u
mano tenia n el medio de una reconeiliacion, se uegabnn ú ella,
• Deseo presentarme entre vosotros con palabras de paz y no con
grito de guerra. Seria }Jara mí motivo de una pella inmensa, rer-
me aT[luna re:: uú!iyado á separarme de esta linec¿ de conducta.
En aquel manifiesto y en estas palabras estaba envuelto el plan
que mas tarde se desarrolló por la fuerza (le los sucesos en la hu ¡.
da ele BOUl'gcs y en la proclama en que dió el grifo de guerra.




- 11:.15 --
El corazon generoso del Conde se resistia á la idea ue qlle


pudiese renovarse una guerra fraticlda como la que habialenido
que sostener D. Cúrlos en defensa de sus derechos ú la corona.
l\. varo de que se derramara sangre espafíola, S0 estremecia al pell-
sar que podrían reprouucirse los horrores de la lucha pa:'iacla y an-
helaba por esto fomentar la unÍon uc los españoles, su pl'Osper idau
y Ycntura. El me(lin era ób,io, sencillo, libre de dif1cu!tades; sia
perder nada de su dignidad la reina que ocupaba cl trono de Snn
Fernando, podia enlazarse con su augusto primo, príncipe noble
y generoso, adornado con una educaeion estncrarlay brillantísima,
favorecido por la ll;tturalcza con las lllas relevantes prcndas fisi-
cas y morales. Con su "cuida al trono de Espafía como á rey ma-
rido de la reina, agrupaba al rededor del sólio real la inmensa
muchedumbre de españoles que habian luchado á favor de su pa-
dre, sus corazones; los de sus familias, como tambien los de otros
muchos que sin haber tornado las armas, "encraban á la .familia
proscrita.


La influencia estrangera y la mezquindad de miras del goLier-
no espafíol, resolvieron el importantísimo negocio en un sentido
que no era el mas elcyaelo y político, obligando al hijo de D. Cúr-
los á poner en prúetica la amenaza hecha el 23 de mayo ele 1845;


Para ello era preciso ante todo escaparse de suprision de Dour-
ges, con el f1n de poder obrar desde un lugar seguro con libertad é
indepenuencia, para lo que hubo dc burlar la yigilancia del gobier-
llO francés, por quien estaba detenido, yla de los activos agentes
que le rotleaban. No era poco dificil la empresa, tratanuose de HIla
elevada persona, en quien recaian sospechas de querer disputar
el trono á 1,1 dinastia con que se elllazúba la familia de Luis Feli-
pe, y en paí'l en que por su polida y merlios de comunicacion era
[(lcll desbaratar el mas bien combinarlo plan, ú lo que debe aña-
dirse la notable circunstancia de estarse buscando en aquellos
mismos momentos, por los gobieraos frances y esparrol, los medios
de ahogar cualfjuier movimiento earlista á que pudieran dar lu-




--- IOG--
gaJ' las bodas de la reina y su heJ'llwua. Pero la intrepidez (Id
jÓYen Conde superé todas las- dificultades, y por un paso hábil y
elll~l'gico, en que el atreyimicllto raya ell imprudencia, se halla-
ba al siguienle dia libre (le sus enemigos, ell país hospitalario. y el!
camino de realizar sus esperanzas ú ilusiones el que la "l;,pera
estaba prisionero en llourgc,~, \ igilaclo por gendarmes, ú IlJCl'(:eJ.
de aquellos á quienes queria comhan!'.


El mi~terio de su C\'ibion ha dado lugar ir di\Cr~as conjeturas,
ereyhltlose gClleralmente (Ille el su l'ealizaclon no fuéap:ena la gran
llretaña, que habia sufrido en los casamientus :~spaüoles una rno-
melltúnea derNlta (le que muy IIIPgo habia dn \(~ngarse. J\loli\'os
hay para creer que no !Jubo tal intlurllrÍa: pcm como quiel'll que
sea, lo cierto es que aquella huida fu(~ una calJmidatl pnr;l las ctÍr-
tes de Francia y España, bastante pi1l'il agual' el rrgocijo (le las
bodas, y hacer oir al monarca de julio en rne;]io de la ~:Jrg\'í:l de
los feslines, las palabras misteriosas qne ú otro rey anunciaron su
IJr<)xill1a desgracia.


Cuarenta horas mediaron cntre la tle Qaparicio!1 del (;oJldc v
la primera Iloticia (ItlC ue ella [uviero/l /as :lllfOl'idadcs fl'allCCsa,;.


No fucron perezosas en poner en pl'Úclica los medios mas actiyos
para capturarle antes de qnc pasara la f"on tera. El pr(~recto lle Dour-
ges allutlei¡) á su gobierno la c"asion, y este deslle llle~o llil'j~iú
por telégrafo á todos los prefectos el siguiente despacllll, fechado
á las tres de la tardc <1el dia 17 (setiembre ele 18'10.)


.S. A. n. el Conde ele Jlonlemolin. hijo mayol' de D. Cúrlo~,
se ha escapado de llourges; hnreis que lo busquen y detClll!i111'


Se circularoll acle mas ú los 1J/aircs las siguientes» Scít(/S d.;t
príncipe CfÍrlos Luis Jfaria,cu/llle de Montelitolin. Edad 28 a[¡os;
estatura 5 pies; cahellos y cejas ncgra:,;; frente estrcdw y ahu [-
tada; ojos parejos; llariz g'J'llcsa y larga, un poro torcicla; huca
regular; barba negra corrida: cara ovabla, culor morCilO. D
«~efias particul:1res. El Iahio superior y los dientes un poco S(1-


Jif'ntrs, lo cual se nota mas cuando habla; ';e f'spl'csa con facili-




-- 107 --
dad, aunque con lw.slante acento: las [,Ollillas \lucHas un POC()
h:!('ia adentro; anda muy derecho, guiila ú mClllHlo d ojo izquier-
dI); llcYil el sombrero illcJílllldo ú la (]C\,Cf'llil sobre los ojos D


Inútiles fueron los (',fuerzos del Wlbic!'ilo fl'anccs, pues es
~ahido que el Con(lc de ~[ontcmolin pasóla frontera sin haber sufri-
do ningun tropiezo. ])in,r~as son las relaeionrs que de esta c\"a-
::-ion se han heeho, (le las cuales YO,)' Ú e~¡l'actar lo que me pal'aca
mas crHico, cOllcluyendo con la propnrcionada por pcrsonas que
cl)n él estaball, y [omaron parte en su realizacíon.


Segun In~ pel'í()(lícns de Paris, salió de I:omges el príncipe el
dia H ;'1 las cinco y media rle la tardr, enmIutiendo el cHrruage
t'n que iba ron cualro personas de su senicio, escoltado segun
~'()~(ulllhrc, por los gen(larmes que le segllian Ú clislaneia de unos
4 () ~l 50 pasos. Al peJeo tiempo, dicen UllOS, montó ú caballo y lo
saeó á escape hasta perder de yista á su escolta, que no lo e~[ra­
f\('¡, l)orque muchos (lias le yeia hacer lo mi,:;mo. E olonces fué
í:uanrlo se oelllLú el Conde. Otros diccll que el príncipe no dej(¡ el
";¡rruage, hasta qlle c~tilndo Ú la pllcrta dc Ulla (¡Uillta sin ser yj:-;[o
de lns gcntlHl'1lH'.<;, le sustituyó uu criado de su gllal'lla ropa. ~lilS
lodos eOliyiellcn cn que al poco 1'(\[0, los engaüados g('ndarrnes
\ ieron venir d carruagc del Conde con una persona que creyeron
~c[' su prisionero á la cual acompaiíaroll hasta palacio, segun de
í'o~[llmbl'e feniano Pero dcjamlo ú parte estas relaciones y eon-
:-,cfnr(ls, hó [l(lIlÍ los pormenores de la c\asion, seglln datos de
'jue puedo respomlel'.


El marqucs de Ohanrlo habia man(latlo hacer uno de esos cal'-
I'lliI2:es llamados dl((ml)(!J1(s, que usaba el eon(le para sus paseos,
¡111eS no In lenia propio desde que su padre habia abandonado la
Francia. El mismo solia dirigírlo pOi' sus propias manos.


El Conde tellia un criallo llamado jfanucl Clwrri. aln·o sCl11e·
, o


¡;I ute ú m iltl.q re persona, tanto en estatlll'rt como en la barha,
'[11(' llcyaba eOI'J'i(la cual la del Príncipe, y á rplíen le hizo vestir
pl'('ciqmente el rni"ll1o fl'ilge (lile debia lleyar 01 -1 i de setiernhre




- 108 ---
para cuyo dia estaba dispuesta la cvasion, emündolc á apostars(~
al lugar , hácia el que pensaba dirigir aquella tarde su paseo. El
tl'age consistia en panlalon blanco de verano, Ic\-ita negra, y
sombrero redondo, negro tambien: la mano derecha cubir,rta ('o!t
un guante Llanco, la izquierda completamente desnuda, aunque
llevando empuñado el otro guante.


Llegada la hora de paseo, tom6 el Conde un trage igual, y
~ubiendo al charm:anc empufí6 1m; riendas como te!lia de co~tum­
breo Subil' ron tamoien al carruagl'. ponié'mlose á su izqul'rda,
el marqlJ(~s de OLa11l10, y detr;Ís, cn los segundos a~ientos,
el general D. Juan l\Iontenegro, yel gentil-hombre del Conde,
D. Tomás Garcí Martin. Inmediatamente despues, el charawllc
partió al galope por el camino de París, en dirl'ccion ú la (juiuta
llamada Barbansois.


Los gendarmes que seguian á caballo el veloz carruaje mar-
chaban muy cerca de él; Illas no tanto que llegasen á descubrir
el cambio yerifica(lo de repente del imlividllo prillcipal que le
ocupaba lH! momento antes.


En efecto: apenas hubo entrado el carl'lwgc, dirigido por el
Conde en un declive oc ultaLlo por una colina á lo~ ojos Je los po-
lizontes, tom6 un camino travieso que dirigia á la quinta Bar-
bansois, ~altó de repente al suelo D. Cúrlos Luis, y mientras mon-
taba en un brioso corcel dispuesto alli al efecto, partiendo como
una exalacion lejos de 13ourgcs, subió Charri al c1wrai'anc, tonwH-
do la propia posicion en que se hallaba el Conde, y en vez de se-
guir el mismo camino, volvió por el contrario sobre sus pasos,
rell'ocediemlo á Bourges, sin que los gendarmes, poco dispuestos
á esperar sel' víctimas de ac¡ueI juego Llc prestidigitacion, se cuida-
sen Je examillar el cngaüo deplorable para ellos, en que acababan
de caer, antes al contrario hicieron [l Manuel Charri, los mismos
honores y saludos que si hubiese sirIo el Conde.


Al siguiente dia pasó el prefecto ú visilarle, y contestándose]e
qtle estaba enfermo, no insistió en verle. El dia 'lO \'olvio á Yi~i-




-- 109 -
tu'le A las 10 de la mañana, y se le dijo que el principe estaba des-
"U1Nllldo. Disgustada la autoridau ci\il, mas no queriendo faltar
ú los miramientos uebiuos ú su prisionero, se marchó diciendo que
"oheria á las cuatro con propósito !irme de ver al Conde, pero
un gentil hombre de e.;te le ahorró el trabajo yendo á las tre" y
media á decirle que su amo se hahia fugado cuarenta horas ha-
cia, y que por lo tanto 110 debia abrigar esperanzas de capturarle.
Hegistróse el palacio y ~omúroIlse todas las medidas que requeria
el caso.


En la quinta ó castillo donde se ocultó el Conde de Montemo-
lin en los primeros momentos de su erasion, hallábanse preveni-
do!', (dice una relaeion publicada en la Quotidiennc) dos caballos,
en uno de los cllalc~s mOlltó el príncipe, esccIente ginete, y ~i­
guiendo ú su fiel guia, el mas leal de los hombres, en menos de trc5
horas, atravcsando los bosques que cubren e~ta parte sah'age de
Berry, se alrjó siete leguas de llourges. Llegó el príneipe ú un
castillo en (lonlle se les esperaba: tomó aIgun alimento, rapóse la
IJarha, y subitÍ ú un earruage preparado al efecto. A las cuatl'O
de la maüana se hallaba á 18 leguas de Bourges.


Oigamos ahora ú una persona (dícese que fué el anciano
ma\'flués de Barbansois) que dijo haber favorcciJo la fuga y ha-
ber acompañado al Conde dc Montemolin.


«Días antes Je la fuga del príncipe, me preguntó uno
de mis amigos sí me encargaría de sacarle de Francia: la
rnision era noble, difícil, temeraria tal vez; la acepté y supli-
qlH~ ti esta persona manifestase al príncipe que me hallaba <i
su:; órdenes.
~ El príncipe fijó para su salida el -15 de setiembre por la no-


die: el14 de setiembre al mecliodia, Luve aviso de que el príncipe
se pOlldría ú mis manos en la noche inmediata, entre media no-
che y las cinco de la mañana. Se me daba la cita para H* casa
de campo retirada á dos leguas del pueblo de***. Me quedaban
puc~ algunas horas, y en venlau no era demasiado para los pre·




-- 1·10--
parativos que semejante Yiage requeda. A las 10 de la nochl~ me
hallaba ya en mi puesto.


> A las cuatro <le la mañana oí el rlli(lo ele una <liligcneirt, ~'
apenas tuve tiempo para abrir la puerta, euando vÍ al príllri¡w
que se <lirigia á mi habitarion, acompañado por el uueño de la
ca~a. Su risueño semblante y su aire de seguridad fueron para
mí de feliz agüero. Se dispuso un carruaje con los eaballus (H
que me habia (lado la hospitalidad, y cuanltlo pcd¡ el I'fjuipap-c dd
príncipe, me entregó el Conde de l\Iontemolin Ull P,Hluclito qUl'
en todo contenía dos camisas, un pantalon y dos eorhatas.---
Equipage de soldado, Señor, dije al prínciJl(~.---~li villa de soldado
y proscrito, no me ha acostumbrado al llljo; a¡]cmús hemos d('
llilecl' un viaje r{lpido, y no' nos servirá de estorbo lo que Ilalllnba
el César impedimr:nto.---EI carruagc cstá pronto, ::';eñor.---Su-
hamos, dijo el príncipe, y se dc::;pidió con gracia y afrrtuo-
sa con}ialidad de los que le habian acompañado pOt' algunos
minutos.


»AI primer reino, tomé la posta clirigir"nrlonw al castillo de
uno de mis amigos; cuyos eahallos prcparndos J¡elda tir~1llpO, es-
taban ú nuestra disposicioll. Encontramos casualmente en el
ca millO á dos espafioles que conoció el príncipe, y entramos al
paso, al tr,wes de los solitarios hosques.Este se ape6 dcscubril"n-
uose; dIos le hablaron con rcspecto, pcro con la cfusíon propia (le!
destierro. El príncipe les tClHlió efectllosanwnlc la mano, que
besaron con cmocion. Este besamanos de dos soldados fieles y
pobres, en los que se representaha la miseria, no se parccia en
nada ú los que se celebran en la c<Írte de Madrí(l; pero en cam-
bio áquel era un juramento sincero de amor y fidelidad. Yohimos
al earJ'Uage y los uos cspañoles nos vieron alejar hasta pCl'dcrno~
de \"ista.


»A las 8 leguas tomé la posta para no dejarla, pagando ge-
nerosamente á los guias. Un postillon dijo ú su camarada, mien-
tras yo activaba el enganche «conduce bien á este cahallero, mira




lIt
que paga, como si acompafli1se Ú uu lJl'íncipc .• Esta proposicíOll.
!)J'I;CU;O es confesarlo, ec.;laha perfectamcnte aplicada.
~ ,\1 siguiente (liti al i'alir el sol, ;1 me(lia legua del pueblo


de ..,.* d'lslin,'Zllí;Í. h eima de una clerada torre, un telégra-
fo qne ,'lgdalw ,';;lIS ];¡rgo:,; brazos negros, y concebí algunos
V~morc~, (~rJ:ycndo ¡¡lle por nuestra marcha avisaban la fuga del
príIH;ij)(', pero al lIega[' <11 rele"o, no adwl'lí moYimiento alguno
i'':itl'aonlínario: lIi gendarmcs, ni agente'i de políeía en las puel'ta~
del puehlo ni en la posta, convenciéndome <le que las llotiei:-ts
,'ll';n:as nada trnian que ver con no~,olros, con lo cual me trau-
fjuilízé de I1lJe\O. De.~gl'aeiadamcnle el earruage exigia ciertos re-
paros lIl'il't'lI{;cS qlle no admitían d(;ll1ora. TU\e que reeunir al
Híae~¡l'O de lJoslas el cual me llCOllsejú y dirigió á un operario á
pr()p(í~¡lo: pero por mucho qlle le retomcndé lc bre\'euad, hube
de det.enerme una hora que me pareció lIIuy larga.


D lhj{~ la::; persianas (lel carruage y convenirnos en que el prín-
~ipe pasaría Jlor un sobrino mio gra\-emen[c enfermo, fingiendo uor-
mir mientr:ls se !laein el relevo, Esperaba de este modo prevcnir
('1 caso de que UlI agcllte de policía !la se conlenlase con ver lo~
pa~aJlortes en [oda regla. ena gorra caida ante los ojos, y anteo-
jos azules secundahan granuelllente nuestras astutas miras: el
prí)ll'i¡w p('rmalleeió en el coche todo el tiempo que se empleó
en l'('p,¡rarlo. - .Xo se apea vuesLro eompaúero, Seüor? me pre-
~untó el n1ilc~lJ'o (le poslas.-Xo: es un jÓ\-ell sobrino mio que
se halla enfermo; llcccsila dormir. Continué con versando con el
maestro de postas sobre los intereses del pais, de los suyos sobre
! (}do, de camino tk hierro, del precio de los caballos, ctc. etc.
Continuamos por último nuestro YiJge, y debo confesarlo, no ocur-
rió en toJo él, uingun illeidcntc dramútico. Viajamos con un
tiempo IlIagnífico, y llevados á buen paso nos acercábamos á la
frontera.


)) Al último relevo m~ pidieron lo, pasaportes, que fueron exa-
mino.uos y de\ucllos, mientras IIlÍ compafíero aparentaba dormir.




- H2-
En el último punto de la frontera bajé del cochr, y dije que me
guiaran al comisario ue la policia, al cual entregó mi pasaportt~
un gendarme.- V. estú corriente, me dijo el Sr. Comisario; pero
desearia "el' á vuestro eompañe¡·(I.-Señor, eseusaume esta mo-
lestia, viajo con un sobrino ue 22 años, enfermo, para el cual
son ineficaces los recursos de la medicina francesa; razon por h
cual recul'I'imos Ú la habilidad de médicos esL['ange['os.~--En este
caso, puesto que no pu~de apearse, yo mismo iré alIú.---Me obli-
gais á una cOllf(~sion sensible, pues mi sobrino tiene el celebro
tan Mbil, que á nadie puede ver sino á mí, tiene la eaheza .....
Comprel1l1o, trastornada--Y pOI' esta causa si os viese le causa~
riais mucho miedo, y no s6 si podría ya continuar mi vjajc.--~adi1
de eso, me dijo este hombre considerado, no le incomodemos: y yjs6
los pasaportes.---Feliz viaje, caballero, procurar conduci¡' á vues-
tro snhrino, á buen puerto.--Así lo espero: á Dios, caballero y
graeias.-Gracias.


El gendarme, mas curioso, me acompañó y quiso ve\' á mi
sobrino; pero el pl'Íncipe dormia. El cochero se haeia el remolan,
scntéme á su lado, cogí las riendas y chasqueando á los caballos,
partí á todo galope.---Postillon, quiero Ilegal' Ú la hora de comer
á *** con que así tiros dobles; aun no me he desayunado.---Eran
las tl'CS; y habia \'crdatl en este cuento .


.Me habia olvidado de hacer provísion para dos dias de camino,
y no proponia al príncipe que bajase para comer, porque ante to-
das cosas queria llegar á puerto de salvacion. Al mediodia me
dijo el príncipe: ~por lo vislo quercis llevarme muerto ó vivo;
ayer no comimos; !lOy es ya mediodía ¿,qué provisiones nos que-
uan?»-Señor, esto es espantoso; un pedazo de pan duro, unas
uns y una botella de agua fresca que voy á renovar en este alTO-
yo que corre á lo largo del camino. Señor, conUeso que soy mal
mayordomo; pero, que bien comeremos esta noche! -Postillon.
me avisarás cuando nos hallemos en la frontera-Aun está lejos-
¿Cuánto falta?-Una buena media hora, además hay cuestas--·




- 115-
~lIn("'l hay guia'l como lo'l que yo facilito--Ya llegamos á lafron-
tera-Allo pues! y montad ú caballo. ::Ue apeó, abrí la porlezuela,
(J[ la rnanoal príncipe, y le ohlígll(~ ú sulJit, al pescante para go-
Zilr de su lihcrtaLl, del aire, del sol, del magnífico paisage que se
descubría ú nuestra vista: cl coche tomó el galope-Te IJetun lau-
damus Señor-Te amicwn confitemur, me contcstó el príncipe es-
trcchúl1l1ome con efusion catre sus bmzos. Estaban pagadas mis
proas; el Jlríucipe se hallaba en libertad; -gozaba de su liberLad,
eOrJlO un cautivo escapado de su prisioll; es cuanto se puede
llccir.
"Fuimo~ en el pescante del coche hasta"" .. ú donde llegamos


ú la cilirla de la noche: apcámonos en uno dc los mejorcs hoteles:
lo:,; criallo') se apresuraron para ab¡'ir la portezuela y ofrecer sus
servicios ú los señores que creian en el interior, mientras que el
príncipe y yo bajábamos sin llamar la atencion de nadie,. ,No tar-
dó en reconocerse el error, siendo por último objeto de la aLellcion
de tol1os.--Quó chascos! dijo el príncipe, cuando los hombres no
oeup:1l1 su lugar.
~ Iba á servirse la mesa redonda y pregunté al príncipe si que-


ria comel' en ella, y me contestó que preferia la mesa cOlllun; la
otra era numerosa, pues se contaban en ella hasta cineuenta y
tres personas.


"Al dia siguiente, á las 6, entré en el euarto del príncipe, que
leyantml0 dCSl1c las 5, á pesar de dos noches de fatigas, habia
escrilo ya ú D. Cárlos, su padre, al príncipe D. Juan, su her-
mano, al marqués de Villafl'anca y á dos personages que durante
su permanencia en BOllrgcs, le hahian dado las mayores pruebas
de afecto, y habian contribuido ú su evasion. Este rasgo da á co-
nocer su corazon, lleno de los Illas nobles y generosos sentimien-
tos. Su primer pensamiento fué un acto de gratitud para sus
amigos.


a Tres dias despues el COllde de l\!on[emolin se hallaba bajo el
amparo de una mano generosa, resguardado por las simpatías de


8




- 1,1·\ -
aliados po(lcrosos, que se envanecian. con la contianza que les
dispensaba el príncipe, al pedirles un asilo, hasta tanto que la
fortuna le rcnnic~e con sus amigos, que son los que en el dia le
rodean en Inglatrrra.»


Tal es la relaeion publicada en la (jnol idicnne. Fuera ya de
Franria el Conde de Montcmolill, sus tlelcs amigos de Bourges,
que al despedit'se de él ignoraban á donde se dirigiria, y en qué
punto se habrian de reunir, procuraron ayeriguar su para-
dero, y avisarle el punto desde el cual esperaban sus órdenes.
Sabillo por el príncipe que se hallaban en Ginebra (Suiza), se di-
rigió allí, desde Xc\Yehatel, y llegó predsamente en los momen-
fos en que una re\'olueion que acababa de estallar, tenia á la ciu-
dad en armas y diyidida en dos partidos que ocupaban respecti-
vamente las ¡los partes de la poblacion que el H.óllano separa.
Los compafiel'Os de viaje del Conde no se atrevieron á espo-
nerse á los peligros que hubieran corrido al penetrar en unas
(:alIes, teatl"O de tan encarnizada lucha; mas no pudiendo (~ste re-
~istir al deseo de abrazar [¡ sus tlelcs amigos que le aguardaban,
y viendo clue era imposihle alravesat' la ciudad, por hallarse iH-
terrumpirla la comunieaeíon por los puentes, se embarcó en una
lanehita, y entre el fuego de fusilería que se cruzaba sobre su ca-
beza, desal¡audo una desecha tempestad que aumentaha la confu-
sion, atravesó el lago, y se puso al pié de las puertas, que esta-
ban en poder del Gobierno,


Dcspues de vencidos estos obstáculos. tanto mas arredrado-
res para una persona que por vez primera se hallaba sola en el
mundo, encontró cerradas las puertas de la ciudad, para todo el
mundo, menos para los conductores de víveres. Su ingenio y ar-
rojo le inspiraron entonces la idea de agarrarse como si fuera 5U
conductor, á la barandilla de un carrito cargado dc efectos, y ha-
hiendo entrado, valido de este ardid, llegó cn medio del fuego de
los subleyados, á la foncla en que le agum'daban los abrazos de
su's impacientes amigos, eutre los cuales se contaba la persona,




-- il:'í .-
de ellyo,; labios tuye el hOllor de oir la rclacÍoll de este episo(lio.


Desde luego que se SUp0 en París la eyasioll del hijo de Don
Ciu']os. que coillcillió con la del ~'eneral D. llamon Cabrera, fuc-
ron presos el marqués de Yal¡1espiua, ministro fJlIC hahia sido de
aquel, el Sr. Yargas, gentil-hombre del infante D. Sebastian, y
otrOs pel'sonages de importancia llcl partillo earlist<l, alguno~ ge-
nerales, entre otros Villa['J'cal y Gomer., yarios gefes de menor gra-
dllaeion y algunos eclesiásticos: fueron illtel'Jlarlos los (lue esta-
I)an cerca (le la frontera, y á to:1os se les yigilaha (le cerca: era
que se habia dado toua la importancia á la huida del ilustre pri-
sionero, y se conocia que no hahia de ser esL('ril en resultados la
proclama que se esparció despues de su salída de Bourges, por la
('ual llamaba á las armas ú los espafíoles. Ilcla aquí:
d~sp \:';OLES: Cumplia ú mi digniílar[ y mis sentimientos espe-


rar el desenlace de los acontecimientos, fIlle hoy yeo sin SOr-
presa consumados en España. y mas aun no desmentir Clwn!o os
I1l1Lmci(~ en mi manifiesto de 23 de mayo de 18Mí.


<i Entonces os ¡Jiee conocer mis principios: que mis dcseos no
eran otros sino sacar ú nuestra lJuerida patria del caos en que s(~
halla sumrrgida; obrar la sólilla reeollciliae 011 de lo:: prlrtidos: da-
ros la paz y ycntura de que tanto llccesitai.'> y habeis merecido.
Los rcsllllados no han correspondido á mis desvelos, y vuestra es-
peranza ha quedado defraudada. «Vuestro deber y mi palabra no:;
imponen esfuerzos para cumplir la misiotl que nos está encamen·
(lada. « Llegó, pues, el momento, españoles, que tan cuidfHlo'-'a-
mente quise evilar á costa ele tantos sacrificios de yuestra parle y
de la mia: fll(~ra mengua para vosotros y mancilla para mí, ser
ahora menos esforzados que siempre os estimó la Europa.


({ No conozco partidos; no v(~o sino españoles, y todos ellos
capaces de contribuir poderosamente conmigo al grande objeto
para que la Divina Providencia me reserva. Os llamo, pues, á
todos; de todos espero, y de ninguno temo .


• La causa que represento es justa; ningun obst[LCulo urbe re-




-- llfi-
!memos para 5:11\'a1'la: rl J'('sultado I~S cierto, pues euento íjue ce-
¡osos, a('tiyo:,; y \;llicntr~s, acwlil'('is solícitos alllall1amiento qllr~
o,~ hago.


Quiero, y os encargo que no mil'/;is ú lo pasarlo. La era q\H'
ya á empezar no debe parecerse á la pl'l'~;elli(': la concordia lleJ)('
restablecerse en todas sus parles enLre los españoles: c('"en los
('pítdos, los óJios y los agrayios.
d,~s institllciones propias de la (·poca. la santa religion dI'


nuC'stros mayores, el lihre cjcrcicio de la justicia, l'('~;pet() á la
propiedad y la amalgam,: eonlial tic los parLidos, os garantizall la
felieilJad porque tanto sll~pirai:'1_


«Cumpliré cuanto o" prometí y ofrczeo; y en el momento del
triunfo, nada mc scrú mas gl'aLo ni me eomplacerá talllo, C01liD
considerar quc no hubo ,"encedorcs ni yeneidos.


«Os doy las gracias por yuestros sufrimientos, constancia y
cordura. Admirador de vuestro yalor y de Yllcslras hazaña~, sabl';~
recompensarlas en el campo de batalla.


«BoUl'gcs J 2 tic setielllhre dc 18Hi. ebrIos Luis.
A continuacíon y para concluir este capitulo, [I'3nseribo algu-
no~ púrrn[os da periódicos franceses, por los cuales pourá yen irse
('n conocimiento del efecto causado por lan e"lruordinario suceso.
En el Si[llo periódico de Paris, sc leia lo siguiente:
~ El lJiario de los Debmes ha dicho que la fuga del señor COIHk


¡le ~Iontemolin no era mas que un inronvellielltc. At lIlenos se (',on-
n~Ildrá en que eliuconveniente es grave.


«En efeeto, dos dias despues, ('sta fuga ha ejcr(~iclo una tristf\
influencia en la marcha de los fondos p¡'¡lJlicos: la renta ha bajaJo
un f!'anco, y las acciones del camilla de hierro del :'{orte á 23 fran-
cos. La noticia de la llegada dcl hijo de D. Cál'1os á Londres, filé
cOll3iderada cn la Bolsa como una noticia dc mucha importancia;
los banqueros dicen públicamente que no dudaban de manera algu-
Jl;1 del descontento que el matrimonio del duque de ~rolltpcns;~l'
C0:1 la iIlfanta uc Esp3fía causaria en Inglat("Til, pc:'o que ('~:.'




- \ \¡
de 'Gontcnto estaba lwsLa enl(mccs cO[l(lcnuJo á la impotencia, y
alÍadcn hoy que la fuga del Conde de ~IonternoJin tiene por funesto
resu]Ulllo dar un arma á Ilueslros enemigos los ingleses, confe-
samio que no se puede ya preveer cual serú el deselllaee ue la
uegociaclOn.
~ POI' otra parte, la corte no pal,tieipa al pareeer de h seguri-


llad del lJiario de los IJelirttes, ni ac(~pta con tanta resignaeion los
hechos eonslllnad()~. El rey, qw;: debía r.cl'mallccer aun alguno~;
dias a U '3(3 fI te, Jw mdlo l'epclJtÍlwmcntc ayer por la noclJe; se 1w
citado el consejo de ministros hoy ú las tres en Saínt Cloud .•


Continao lil'l1bicll los siguientes p:tt'l'afos que escribiael ESjúri-
riru p{¡1J!ir:o, dCSllU¡;~ de habel' ll1lblmlo del (lespl'ceio con quc se
miraba al prineipio por el gobierno la hui(ta del Conde; no acepto.
!'in embargo la idea de que la eya:;ion de Bourges fUCl'll prepa-
ruda, ni conocida si(l'úcra e1el gobicmo Íng!t~s.


«Pero á [orlo eslc lengungc soberhio y mluladol' ha succ\lido
el mas profundo silencio, viéndose la conslernaeion pintada en ]m,
rostros de los f!lIe asi se esprcsaban. Las nolicias recibidas de Es-
pafia é Illid:tlcrI'a presagian tristes sueesos; y ahora se echa de
ver qlle las intellcioucs de lord PalmersLo!1 no habían sido eOllO-
cidas, circunscrihiéndose éste Ú pCl'lnanecer en UIla pl'Udcnte re··
sena, para preparar mrjor sus medios de accion, Mientras se te-
llÍa la simpleza dc ereer que lord Palmcl'ston se resignaba, éste
sublcraba ú toda la (liploll1aeia europra, y trabajaba en s(,C1'e[1I
para d(~~barill;ll' la cOlllbinaciotl matrimonial de las Tullerías. en·
Iloda de antemano el proyeeto de c\-asion del Conde ele ~lntlt(,¡EI,­
lin, y uos parl'(~e qlle uo ha sido el último en aconsejar este pn~'o.
Toda la Elll'opa ha deseado que el Conde de Monlemolin recohra-
se sU liberl¡Hl: no faltan ú este príncipe yenladeras :iimpatías; yel
apoyu de la (liplonwcia \lO le fallal'ú.


"SC';';llll IlllcsLro~ infurrnc~ la política del :\ll~ll'ia y de la 111-
glalCl'l'it f:1l Cllanto Ú lus llc;;ociu~; de E "ptlúa cslú cUlllplclallH':llll'
de al:ucnllJ,




~ 118 ~
«La Inglaterra deLe haber hecho al Austria la cOllccsion de


manifestarse mas fa\-ol'uble al Conde de Jlontemolin. Desde Hl3i
el gabinete de Lóndres se consideraba como compromclillo por
efecto del tratado de la euúdrllple alianza: pero á cOllsecuencia d(~
sus anteriores agravios y (le la con(Iueta observada por el sistema
del gobicmo de Luis Felipe, en la euestion de boda, el ministerio
inglés se mim como libre de los compromisos que le impusi(~['a
este tratado.


oc La Inglatel'1'a ha resuelto no illt(~lTCnir abiertamente y con
la fuerza hasta tanto que la corte de las Tull('rías proceda ú la
celebl'aeion del matrimonio del Duque de Montpensier. En todo
caso, si él b;:ito de la guerra fuese favorable al príncipe, el ga-
gabinete inglés resolvería reconocerle, por I'e~pc!o, dijo lO! d
Palmerston, ú la voluntad é indepcmlcneia del [lueblo espaíloJ. La
cuestion ele ESJHfla tomaría desde aquel momenlo un giro cnlcl'a-
menle nuevo, porque la Inglaterra marcharía de acucnlo en UII
todo con las potencias del continente, dejando ú la Franeia en su
aislamiento. Se afiadc que el ministerio británico ha tratado de e.,>-
lipular algunas garantías en fa\or del sístema representativo y de
todos los matices del partido progresista. i lIé afluí la situaciOll Ú
donde nos ha llevado la hella política de Jlr. Guizot!




CAPITULO XI·


Guerra civil en los años


18<17, 18<18 Y 18 .. 9 .


~uando fue resuelto en sentido contrario al Conde de MOIlLe-
molin el asunto de la hoda de D." [.,abe/U, y perdida ya por los cal'.
listas [oda esperanza de una reconciliaeion, que tanto anhelaban
para cicatrizar las profundas heridas ele que era víctima la desgra·
ciada naeion española, habia dado el hijo de D. Cttrlos el grito de
alarma, llamando á la luc~la Ú los de Sil partido, todo el mundo
cOHoció la proximidad de una guerra, y vieron los espaííoJes
ante sus oJos la renovacion de las lamentables escenas que habian
presenciado ell la guerra fratricida (Iue durante siete aúo\; habia
afligido ú esta des"entura(la naeion. La alarma principió á la esa-
sion de Bourgc~ del Conde de Montel1loJin, tom6 cuerpo á su llega-
da á Londres, y creció cOlijas distinciones de que era objeto, como
hemos visto, por parte de los graneles personages políticos de aqui'-
!la poderosa nacion, por la actitud amenazadora de las potencias
del norle, que continuaban sin rCCOllocer al gobierno ele la Reina,
y finalmente por las muestras de ateneioll y cariño con que la~
córtes europeas distinguian á la familia proscrita de D. Cúrlnc;.




-- 120 -
tillO de cuyos miembt'Os, el infante D. Juan, iba á contraer mal r¡mo-
Ilio con .\Iaría Beatriz d' Este archiduquesa ele Austria_


Fuerza es confesar que estaba profundamente rlisgustrH}a tllLt
buena parte de Espalia con el casamiento ue la infanta con el Da-
que ue Monpentsier, que nos csponia á c.star mas ó menos li¡.j1Hlos
ú las visieiLuues de Francia, y hacia mas oulosa por mas maniíics-
ta la influencia dc Luis Felipe. El partido progreú:;;LI, c;¡i(lo del
pOlle!", se agitaba, aun(¡ue sugeto pOtO el partido moderarlo con ter-
ribles cadenas, y CIl tocIas las provincia:; rebosahan las muestras
tIc dcscontento por el sistcma tributario que se iha pon¡c[l(lo ell
práctica, y que como toda c:mtr[bncion llueva Ú nllc,-a forma de
impuestos se habia acarreado el aborrccimiento gellcral. En Cata-
lulia se unia á todas estas circunstancias el csLar:-ie c\.igi{'Jj(jo P' Jr
primera vez, en contra de los fueros del antiguo Principado, el sor-
teo de los mozos para el reelllplazo del cj(~rcito, mediüa que c:~as'
pcraha ú los altivos y fogosos habitantes (le aqllPlIa provineia.


Faeil es coneebíl' que en esta situacion cualquier grito dc guer-
ra hallaüa ceo entre lo~ espaiioles, s01)re fodo si era dado por ulIa
persona afecLa y con alguna esperauza de tl'iUlll'O, y ell rcalidad
no se hizo esperar. Cataluña fue el teatro destiu:ulo para la nuc,-a
gUUTa, en donde aparecieron, en noviembre de 18'1.(;, algunas par-
tidas con la bandera de Cárlos VI. El haber siuo en esta provin-
cia la guerra mas importante que eIl otra alguna, y el haber fJn'-
sentado e:l todas igual caracter, hace que me eOHül'etc [¡ l'deril"
tan solo la historia de esta.


,\. (fuien meditara eon detencion las des.'-;-raeias que podian se-
guir al reciente grito de guerra y midiera las profllndas herida'i
(Iue sc renovaban de pasados l1i:,lurhios, se lc hubiera helado la
~;angre en las vellas, ::ii por olril parte HU hubiese visto, ya (Iue ]JO
una mcdicina, un lellitivo Ú c"tos lílale~ Cil la~ lcr:ciulle::; (lue du-
rantc el infortunio habian recibido los nuevos eal'listas, y en las
hnmanas úr(lcllcs (ILle clc~de lue;~o se dijo haberles dado el C()nd~
,fl~ Uunlemulin. Los defcnsores de esle en PHlJ, di·,lalJall mucho




- 121 -
t!" zllgnno,> carlistas de otras épocas. Aleccionados en el destierro,
Iwbi,m aprendido Ú olvi(lar y pcrdonar; sosteniendo una bandera
le\ antada por la culp:l de un gobicl'l1o que no quiso la fusion de
lo,; pm·ti(!o,>, debian dar muestras de desear verdaderamente una
;.:ollciliaeion y oh'ido de lo pasado; y asi lo hicieroIl en efecto. Na-
da (le los antiguos recucnlos y apodos de otras épocas, nada de
(Hlio~ ni distinciones á los partidos; predicaban el olvido de lo pa-
s:u\o y lo ponian en prúetica abrazando ú carlistas y liberales, á
lllollcr'Hlo.' y progresistas, respetúndolo s tÍ todos, y ponicndo por
ohl'a des(le un principio el plan de antemano concebido, dc desarmar
ú los solcIados dc la lteina (Iue cogie~(~n, d(~j;'lI1dolos luego cn liber-
tajo La circunstancia de no molestar á los particulares con cxac-
¡':nnc.s, ni á los pueblos eOIl tributos, hizo conocer al Gobierno que
i\ldw.ha (:00 un enemigo poderoso; asi es que, auo(luc en un prin-
('ipio habian sido despreciadas las partidas montemolinistas, lIn-
1 n:l 1'0 n la atcncion de las autoridades militares de la provincia, yel
llli';IlI0 Capitan general salió de Barcelona ú últimos de diciembre
I~il jlC'l'sccucion de los subleVtlilos.


En la provincia dc Gerona fue donde npareeieron los primeros
carlistas, que recorrieron al principio libremente el terreno, y su-
friendo despues una perseeU('ion activa pero infnwtuosa de parlG
de las tropas, sc batian cuando lo creian conveniente, se dispcr-
salw.ll para ,"ol"cr á rcunirse al siguiente <lia, y sintieron por todo
d'eel0 (le la campa fía del Capitan geneml, D. Manuel llreton, la
p0r(li(b de algunos hombres.


Dos de ellos fueron pasados por las armas, y por circunstan-
cias especiales, no cupo la misma suerte á D. Narciso Gorgot, hijo
de una noble familia de Figueras. Asi p¡'incipiaba el Gobierno il
ll;wcl' cruel una gucrra, cuyos rigores hubieran podido templarse, á
-.;egnir las inspiraciones y la conducta de los earlistf1s.


El general Breton volvió del Ampurdan á 24 (le enero de
1 fH7, diciendo que habia concluido con los facciosos, pero dejan-
do allí Cll realidad ú los mismos carlistas (Iue cueontró. La apari-




-- -12~ -
don de Tristany y el Ros de Erales, dos célebres carlistas de la~
pasadas luchas, simpáticos al país que los habia ocultado y prote-
gido, le llamaron luego á la Illontaüa, pero sc dispersarian á su
aproximacion, como tenian dt: costumbre, por parmitírselo asi el
pais que les protegía.


Mientras perseguia Breton á Tristany y Eroles, olras partiuu5
se dejaban ver en varios puntos del Ampurdan, llano de Vich,
campo de Taragona ctc. que se evaporaban á la llegarla de las
tropas, ó las hacian cara, segun conviniera á sus planes. Llamá-
banles, unos los de la rahó que espresa en catalan los de la ra:::on,
otros les llamaban molineros, pero prcvaled,) sobre todos los nom-
bres el de rnat1:nés, madrugadores, con el cual se recuerda toda-
vía en el país, la guerra que sostU\'icron.


A pesar de recorrer estas partidas todo el Príllcipallo, no lla-
maron mucho la ateneion en el mes de cnero y principios de fe-
brero, por estar á la defensiva y en completa inaeeioll en cuanto
á operaciones militan's, y por no ser perseguidas por las tropas
de la Itrina. Pero el '15 de febrero algunos d(~ sus ]1l'ineipales rie-
fes, Tristany, Yilella, Ros de Erales y Griset hicieron un a' arde rk
fuerza con que cundió la alarma no solo en Calaluila sino en toda
Espafía. Presentúronse en dicho dia ú las cinco de la mañana en
la ciudad de Cervera los caheeillas referidos á la cabeza de unos
200 hombres, sorprendiendo á la fuerza que guarnecia la pobla-
cían, que era de infantería del regimiento de la Princesa. Dispcr-
sóse esta y solo encontraron resi-;[encia los carlislas en un pi(luetí~
de la guardia civil, que despues de un corlo ti['oleo en que r¡ueda-
ron fuera de comhate algunos soldarlos de aquella arma, fueron
los restantes hechos prisioneros. Abrie['on las puertas u.c la careel,
y los pocos solclarlos que daban la guardia fueron desarmados en
cuanto manifestaron que no les querian segui¡', dej(mdolcs luego
en libertad. Las autoridades se escondieron, los caudales públicos
fueron presa de los carlistas, quc respetaron empero todo lo lIl'-
ma~. De Cervera partieron á las diez y se dirigieron á GUiSOllél,




-J:23 _.
d(lude entraron triunfantes COIl la pasada hazaría que se hilo aHí
lIJas notable con rCIlllírseles una pequeña fuerza de H) soldados,
euyo gcfe no queriendo scguir ú los carlistas, fue sol lado y se di-
rigió libremente iÍ cncontrar su regimiento, Los carlistas se lIe-
\;ll'on de Guisona, como lo habian hecho de Cervel'u los caudales
públicos, no incomodando á ningun vecíno.


La eOIlllucta scguida por los matinés que, soltaban ó trata-
ban COll consideraciollcs ú los presos que caian cn sus manos,
('ontrasta tanto mas con Jos bandos de pcna dc muerte del gene-
ral Bl'cton, en cuanto éstc sc permitia llamarlos bandidos, facine-
rosos, ladrolles, [ralmcáires y sanguinarios. Los carlistas, siguien-
do las órdelles dc Jos que les dirigian, se portaron con dulzura y
Immanidad; si mas tarde hubo cscesos, bien saben il que partido
deben aLribuirse los que conocen la hisLoria de aquella guerrra.


Breton se trasladó ú Cervera, y durante su permanencia en
aquella ciUllau <.lió una proclama en que rlespues de Ilcnar de
dicterios á los carlistas, confesaba que no podian las tropas acabar
ton ellos, y que no era imposibl(~ otro golpe de mano como el del
dia ·1 j. So se C(Iuiyocó; solo que rué mas terrible, mas ruidoso.
En Tarrasa habia de tencl' lugar; pero antes de rcferirlo bUCllO
SCI'Ú hacer mencion de un documento imporlante que puede servir
para evidenciará que par liJo deben atribuirse las atrocidades d~
aquella guerra.


Mientras los montemolinistas rc~petaban á todo el que 110
hiciera armas contra ellos, abrazaban á moderados y progresi~Las
y hasta pcrdQnaban á los encmigos prcsos, dejándoles en libertad,
,.¡ gencral Broton, que Jos llamaba sanguinarios, dió un bando
búrbaro (~inhumano, cuya lcctura subleva las conciencias y llena
il uno de indignacíon contra el que tuvo la menguada idea de
ahogar la guerra con derramamiento de sangre. El 1: dc marzo
publicó Grelon el bando feroz, con qué hahia dc llegar al colmo
rlf' las arbilrariedades, que le hahian hecho odioso al principado
d:¡l'<lllle Sll llIi1lldo, Por su cstensioll \lO lo copio integro: pPl'O ba~-




- -124. -
ta transcribir su primer artículo, que es el mas humano el Illas
racional el m:'s justificallo de los siete que contiene.


«Art. 1.0 Sufrirú la pena de ser pasado [JOI· las armas: toil"
el qlW sea cogido con armas ó sin ellas acompaüaIlllo la::> guyi!la:-;
rebeldes. 2.° Los cspias. 3.° Las pcrsonils que se cojan con cor-
resp(¡nlleucia. -l. o Los que dcspucs de haber servido con los rebel-
des, se refugien en los pueblos ó casas de campo. Los que eIl
aquel caso se prcsenten con sus armas, sel'ún pucstos ú disposi-
cion de una comision militar, para ser juzgados segun las circun~­
taneias que medien cn su presentacion. 5. o Los que presten ú lo,;
rebeldes, ausilios de armas, municiones ú dillero. 0.° Los reclllta-
dores. 7. 0 El que conserve armas sin cl debido penlliso, probún-
dole que las retenga con puniblc intencioll. 8. o El (ILIC las clltre-
gue voluntariamente ú los rebeldes. g. o El que recoja y oculle en
su e'asa, sin llar el dcbillo parte, á un herido ó prófugo de la gaYi-
Ha rebelde J •


España recibi6 con asomhl"O y Cataluiía con terror y espanto
el sanguinario Landa de D. Manuel 13rcton; los carlistas ,iero!;
llegado el dia de que se multiplicaran las simpatías que húeia dio"
tenia el pais, y de las que se quejaba ya el Capilan general; lus
ciudadanos temieron por sus vidas amenazadas por mil lados pUl"
ese bando frcnético; y la prensa periúdica cspaüola, de lodos ma-
tices, liberal y Illonúrr¡uica reprohó con indif;[lacion la ('onducía
del que llamaban ó(~iá. He aquí las palabras dc un perir'Jllico madri-
leiío .• Por nuestra parte lo decimos sin género alguno de akda·
eion;aun despues de figurarnos todo lo que son capaces de hacer
en momentos de despecho el orgullo y la ignorancia, nos ha pa]'(~­
cido vislumbrar algun lIestino de la providencia poco lisongcro
para la sitll(lcion, ('n que uno de los mas altos funcionarios <kí
gohierno haya ofreci(lo ú los ojos del mundo civilizado lal ejcmph
de injusticia y ferocidad; en que al lIia siguiente, por decirlo as!
de hahernos hahlado de la Illocleraeion, ycrdaflera {¡ afectada de
Tristany, ,i!liese á mostrarse esle inmenso patíbulu (pie hallia Ic-




- -125 -
\'t1ntado pal'(l confundir en él, con los pl'inripaleíl cabos á los sollla-
¡Jo:;, con los veteranos ú los reclutas, con los armados á los iner-
mes, con los seductores á los cngañad )~, con los contumaces á
los arrcpentidos, con los culpables á sus padrcs, sus parientc:-,
sus amos, sus yccinos, con los autores cn fin y complices de la
sllhlrvaeion á los pueblos y particulares que tendrán que ser, que
estall siellllo sus primeras \íelimas. ~


Heanudundo empero la interrumpida relacion de los hechos
carlistas, referiré el suceso que tUYO lugur en Tarrusa el 7 de ma·
yo. Estahan cf;conrlidos cn csta import.ante pohlacÍon UIlOS 200 ó
:300 rarlisti"ls, aun que el parte oficiar les hacia subit, á mayol'
número ('apitancados por el ('l-ldlre Trislany, Noticioso el Capitan
¡!('[}cral de un plan que lIevahan sobre Tarrasa, mandó allí una
columna de 300 hombres y 25 cahallos, al mando del coronel
del regimiento de la Unían, la cualllcgó al amanecer, entrando
(\onfiada en aquella villa. Hepentinamcntc se apercibió la columna
de su errol', al yerse atacarla por los carlist'ls que hicieron varias
de,,('argas ú quema ropa uesde las posieiúncs que habian tornado
en la plaza, Iglesia y cstrccha calle que ú ellas conducc, y final-
mente fué dispersada, retirándosc los carlistas por escalones, sin
p(~rdida alguna, El parte mandado publicar por el Capitan gene-
ral deeia que ignoraha la pérdida de los enemigos, y hacia su-
lJir la de las tropas de la reina á 6 mucrtos con el teniente D, Ra-
fael Sanchcz y ocho heridos de grayedad con los de caballeria
y suh-cabo de tr/o;:.os.


Al retirar tIe Ta1'rasa, Tristany, lo hizo con entera calma y pa-
samio por puehlos en que nunca se habia atrevido ú entrar en la
guelTa anterior; así continuaron Jos carlistas dando sorpresas, en-
trando en pueblos, villas y ciudades, de donde, respelando ú 1m;
parLiculares y autoridades, se llevaban los fondos públicos, El san-
guinario Brcton fue destituido, y le sucedió Pavia, cuya conducta
no fue menos fatal para el Principado. Hízosc cargo de la Capita-
nía general el -13 de :\Io.rzo de 18'~ 7, El conocimiento del (erreno




- 'J26 -
(¡Up le proporcionaron los afio::; dI' guerra que habia hecho en la
anterior camparía, en el mi~mo pais, hizo que muy lucgo lu\icr:.t
dispuesto un plan (le alaf!UC, que eonsisti() en repartir la pro-
vincia cn vario:'! distritos militares, estos en círculos, para que.
subrlividillas así las tropas, puuieran oponerse con mas eficacia ú
las fuerzas carlistas que estaban divididas en peqllefías partidas.
eonst:mtes en su plan de guerrillero que seguian por natural incli-
nacion. Conlaba para la ejecucion de su plan, el general Pavía,
con 2;) hatallone,; y -12 eseuéull'ones, (Iue haeian un total de unos
22,000 hombres.


Dejó subsistentes este gr~neral, para Illenglw [le la humanidarl
los emeles bandos de su anteee:'i()r, que !lO solo habían ('seitado
la indignaeion de toda España, sino que llegaron á llamar por su
fe!'Ocillad la ateneion de Europa, hasta el punto de r¡ue lord Pal-
mcrston manifcstam públicamente en las cúmaras inglesas, en la
scsion del 2Q de marzo, el disguslo é illllignacion de que se halla-
ba poseido á la lectura de tan inhumano documento, hacieorlo no-
tar el contraste que hacia el)n las hUmall:1S y conciliador:1s cirelt-
lares dc .\Ionternolill. Ya que de estas halM, no paJ'cce fllcJ'a de
propósito citar algunos pÚt'rafos de la que se c,:;piclió en fecha 10
de marzo de t8'~7, firmada por el secretario riel Conde de l\lonte-
molin, D. Romualuo María Mon, de la qué hace mencion eI.Mo]'-
ning post.


¡El Conde de Montemolin hace saber á torlos sus parciales,
que sea la eondur,la de sus enemigos la que fuere, no deberán ha-
eer bajo ningun ¡wetesto, ningull géncro de represalias. A lodas
las atrocidades que cometan sus enemigos, sus parciales opondrán
aquella estricta disciplina, úrden y moderacion que tantas veees
les ha recomendado cuando se hallaba entre rIlos, pues así el
oprobio y el c['Ímen de semejantes acciones, que tant() deshOllran
á la especie humana, eaerán como deben sobre sus autores, y la
España y la Europa entera, juzgando con conocimiento de los he-
chos, podrán formar de cada uno el juicio que merczca




-- -127 -
< De esta suerte se aumcntarún nuestl'as filas, y mereccl'cmo,;


la aprob,wion del pueblo, cuyos defensores y guardianes debemoi
y dcscamos ser, y nuestros encmigos lcjos de cncontrar el apoyo
que necesitan, solo cneontl'al'cÍn la dcrrota y la afrenta,


• El COll(lc de ~Iontemolill desea que sus armas sean dirigida'!
por ~l verdadero valor, quc es sicmprc compañero de la humaní-
clacl y de la virtud, y quc sc cmplecn contra sus encmigos sola-
mcnte cuando esto" se presentcn en el campo dc batalla.»


Pavia, no solo no (Icrogó los bandos dc su anteeesor, sino qt}(~
los ejecutó con sevcridad, mandando pasar pOI' las armas ú los
prisioneros, ,"cjando ú los paisanos, multiplicando las deportacio-
nes á Cltrall1ar y csccLlicndo en rigor al mismo DI'cton.


A PC:;<lL' dc las muchas fuerzas que vimos tenia á su disposi-
óon el general Pa "ia, como r¡ ue luclHtba no solo con los carlistas,
sino con la opinion del país, á la qué en sus comunicaciones da
la c\'lIpa de tojo, tuvo que estrellarse su plan, y los sucesos bien
pronto manifest:1l'o[l que nada habia adelantado el gobierno de
Madrid con quilaL' á Brcton para poner á Pavia,


Habiendo cl coroncl Baxcras sorprcndido á una partida dc ert['-
lisIas el 2' .. de abril, en Bosl~ll<ls, pueblo de la montaña, haciéndo-
les dos muertos y catorce prisionero5, de los cuales cinco fueron
pasados por las annas dos dias ma~ tat'de, quiso el cabecilla Tris-
tany vellgar los fusilamientos, y lo con:;iguió de un modo cabal.
Salió de la villa de Calar la columna de este punto, fucrte de unos
400 hombres, con el objeto de aCOlllpañal' á la de Cardona, que
constaba de la misma fuerza: y cuando la habia dejado y volvía
ya á su destino, en medio de un bosque, un fuego hO['l'OI'OSO en
que se vió envuelta por todos lados la advirtió de una emboscada
que la habían preparado Tl'istany, nos de Erales y Vilelia. Aco-
metieron los carlistas á la desprevcnida columna con ardor ines-
plicable, la disp21'saron cJm¡.¡letamentc, haciéndola gran número
de ll1Uel'tos, heridos y prisioneros. Por casualidad, animados los
Jispersoi> restos con la ayuua Je una compañia de granaderos




- 128 -
que salió de Calaf en su ausilio, emprendieron, con menos deso!'·
(len del que era de esperal', su fuga húcia la poblacion, cn la qllc
entraron al anochece!', habiéndoles acornpaíiado y alumbra(lo eOl I
disparos hasta las mismas puertas, como confiesa el parle oliciaJ.
Este desfigura el hecho segun costumlJl'e, atribuycndo ú los car-
listas mayoL' número de muertos que á las tropas de la Reina; P(~­
)'0 ú pesar de esta victoria, el coroncl que mandaba la columna ue
Calaf, D. José María Morcillo fue relevado desde luego.


No fué menos desgraciada para las tropas y afortunada para
los montemolinistas la aedon telliua el 1.0 Jo mayo en l\Iouso-
nis, á media hm'a de Artesa elel Segre, en la cual ú mas de mn-
chas bajas, entre otras la de un eapitan y subcabo de mo:os, per-
dieron las tropas 5 caballos y la brig,ula.


Las pérdidas sufridas por las tropas en los encuentros men-
cionados, yen otras de que no me hice cargo para abreyiar, hi-
cieron cundir la alarma entre ellas que ya no selmcian ilusiones ú
la lectura de los partes oficiales: asi es cIue de varios puntos se
pasaron á los carlistas algunas guardias, ó solas ó acompaiíadas
de pai::anos. Los mntinés viendo que cada dia cIwlian la vigilan-
cia de las tropas en las sorpresas (IUC daban ;í poblaciones de
consideracion, y que hasta triunfaban de ellas en algunos encuen-
tros, se prometian largas victorias, cuando un suceso inesperado
vino á esparcir la consternacion en sus filas: la prision y muerte
de Tristany.


Era este célebre y antiguo cabecilla uno de los que mas se
habían distinguiuo hasta entonces en aquella guena, por ser el
gefe superior de todas las partidas del Principado. Ordenado in
sacris, y nombrado canónigo por D. Fcrnan(]o VII, habia prefe-
rido contra su estado la carrera de las armas, defendiendo al rey
absoluto en 1821, tomando la armas en la sublcvaeion dc Cata-
luña en 1827, defendiendo á D. Cárlos pOi' quien rué nombrado
mari~cal de campo, en la guerra de los sicte afias, y finalmente ú
su hijo en laque estoy hisloriamlo. Hombre simpático al pais, no




- '1~9 -
~r lulJia mo\'i(lo de sw, guaridas, mientras los demas carlistas
comian Pll Francia el pan de la emigi'a(:¡oll, y confiado en las
simpatías que inspiraba ú los naturales vivia en un descuido que
huho de seJ'lp rataL


En efecto: eleslmos ele muchas hazañas y de una larga y cons-
tante vida de guerrillco, coronada' hasta entonces con (~xilo feliz,
Ikbia D. Bcnito Tristany cOl1tal' el último de sus dias. Pemoc-
taha el 1;3 rle mayo en un ea"crío del término de San Just de Al'-
dehol. dOIllJe habia "isla la luz primera, mientras lo hacia en otro
Ilel [('rmino de Clariana, el brigaclier carlista Hos (le El'olcs. Cer-
tú por la noche los caseríos llonde confiados esLaban los dos ca-
})ccillas, el brigadier de la reina]). Antonio Baxeras, sorprendió-
Irs ft ambos quc cayeron en sus manos- el uno Illuerto, segun
dijo Baxcras, en su defensa- y Tristany Yivo, que jllnto con uos
de los suyos filé llevado á Solsona y fusilado el dia17.


Los carlistas aumentaban á pesar de esta pérdida que fué de
importancia para su partido y que á buen seguro hubiera desani-
mado á sus sectarios, sino hubiera habido HIla influellcia mas alta
quc la sola hucna voluntad del pais húcia Montemolin y el ¡mIor
(le sus partidarios. Este anlor que estaba sostenido con la protec-
cíon que los malinés veian de tras de sí, de mas importancia que
sus parLiJas, reanimóse mas con la brillante victoria que obtuvie-
ron en junio de ft} sobre la columna del corollel Smith que estaba
estacionada cn Yalls. En Pont de la Al'lnentel'a tUYO lugar la ae-
cion, en la que perdieron las tropas 7 muertos y 16 heridos. La
columna entró poco mcnos que !lispersa cn Valls.


Mientras ú úHimos de junio el vapor de guerra Blasco de
Caray trasladaba al puerto ele Tarragona cuanta tropa podia,
el general Pavía se dirigia á su campo, bien persuallido de la im-
portancia grande de los muchos cahc(:iiIas y partidas que iban
cada dia en aumento. Aumento que, al tratar de espIienr en sus
memorias el júven general, lo atribuye al efecto producido en
Catalnüa por rl Hral decreto <.le 1. 0 (le tlgosto, en que se supri-


H




- '1;)0 --
mian las aduanas interiores del reillo, y se dcdaraha lihre (Je/l-
1m de él, el trúfico de géneros coloniales y cstrangeros. Sea cual
fuere la causa ue ello, lo cierto eS que los carlistas fucron en
aumento antes y dcspues de dicho decreto, siendo inútiles, al
senlir del gobierno, los esfuerzos hechos para eslennillarlos, por
el general Pavía, que fué sustituido por D .. Manuel ue la Concha
cn L" de s~tíemhre uc 1847.


Al concluir la relaeion de esta primera époea del manIla
del general Pa\'ía en CaLalllüa, justo es que me haga cargo
de los grares qU(~ ¡'t él y ú los gefes carlistas se han hceho por
la sangre que se l1crram6 húrbaramcnte lejos de los campo"
(le batalla, y por el sistema de rigor inhumano que se siguió,
sobre todo por parle de uno de los bandos.


Los partes de los generales del Prineipauo, las cOlTesponden-
das p:uticulares, la prensa periódica contemporánea á aquella
guerra, y sobre todo las relaciones de cuantos vivian en el ter-
reno estan contestes en afirmar que desde un principio los car-
lislas obraron eou1'ol'lue á un plan trazado de antemano por los
primeros gefes de aquella. campaíia, de model'aeioll y henignidad,
!le bCllcvolenda y consideraciones húcia un pais clIyas simpatías
querian atraerse. J'\o solo no incomodaban á los ciudadanos pa-
eíflcos y respetaban las opiniones de los particulares, sino que
hasta repetidas veces, como está dicho, llegaron ú dejar en Ji-
bel'tall á los soldados que habian hecho prisioneros. Testigo el
JIlismo Pavia, l¡Ue en sus partes al gohiel'llo y en sus mel\loria~
paladinamente lo eoafiesa.


El gobiel'll() de la reina, al contrario, creyó desde un princi-
pio que cl rigor debia poner fin ú la guerra, y la pena ue muer-
te rebosa cn to(los los ban(los, desde el pl'imet'o de Ureton de qlW
ya hablé. Pena de muerle al carlista, pena de muerte al que le
proteje, pena de muerte al que no le acusa y persigue, pena de
muerte alque herido {¡ moribundo le presta ausiliJ. El sanguina-
rio hando de Urdon que tuvo el honor de proroear la indiglla-




- Vi1 -
rion de En!'op:L e~ egeeutado con 111 él S cl'llC'!(la(l de la que SI1 rr-
rlaccion l'eSpird, y B1'elon y Payia, y Jos segundos de Pavía y Bre_
10n se ensaiían en los reiHli(los, fusilan ;'i tOllas !toras, 0!'f:en haecl'-
sc m(Titos con largas listas de "Víctimas, y hasta la soldadesca
pien~a recomendarse con asesinar ú los presos t!tr/lliofados de
quienes con frecueucia se dice que qllcl'ian {u!7arse. El paisano
oprimido no oculta ya SllS simpatías hacia los ll1otltemolinislas, lo
que exasperaba mélS el genio (lc Payia (Ine apmó las mcdi~las de
rigor. A parte de los muchísimos carlistas que cn los partes ofi-
ciales ycmos pasados por las armas, de aCIuellos que ~ol'prenrli(los
en eortonúmero, no selesda cuartel, dc los que captnratJos heridos
son pasarlos pOI' consejo de gucrra y juzgados scgun los haudos,
y de los paisanos en fin, (lile á yeees inocentes, tienen que sufrir
el rigor oc las oisposiciones de los capitanes generales, nada exas·
perú tanto á las {.Has carlistas como la muerte de Ros ele Eroles
dada en el instante oe sorprcI1l1erJe, y la de su gencral Tristany
ejecutada dos dias despues de su prision. El que habia soltado á
lns pl'isioneros (le (;erycra y Cuisona, r:J que habia mostrarlo tallta
benignidad, (aunque fuese fingida como pretende PaYi:l) el que
había respetado ú las autoridades y las opiniones de los partiLlos
fue fusilaüo sin compasion.


Apurada estaba la pacienr:ía de los cab(~eil!as carlistas, pero se
atcmpel'aban á su pesar á las ór(lenes de moderacion que, recibian,
continuaban dando libertad ú los enemigos que cogian, mientras
los suyos eran constantemente pasados por las armas. Pero al fin
hubiel'On de dar tamlJicll á la humanidad uno de esos dias de luto
que htwen cqlCles las guerras c¡\iles. El dia 25 de julio, mientras
oian misa los soldados riel regimiento de la [Ilion, en uúmero de
17, en la Iglesia de la Llacuna, Cll donde cstaban de destacamen-
to, fueron sorprendidos por una partida earlista que se apoderó
de ellos y los fusiló el 50 del mismo mes en el Bruch. Al fin, di-
jeron los carlislas, son gente que con las armas en la mano ha si-
do cogida, y pOi' ese crÍllIcn los enemigos tienen en sus bandos




--- 1:-;:2 -
señalada y han aplicado mil \eees la pella de muerte. Barbal'idall
que nll se justifica COIl el ejemplo de otras lmrbul'idades! Funesta
ley (le I'cpres;;¡lia~!


Este !Jel'llo llenó ¡le cOTlslemacion ú Calaluiía por que se crryi)
terminarla la gucrra á cuartel por partr' de \lIlO de los bandos, qUIl
hasta entonees se habia hecho, y errri6 mas el tcrror por las
inauditas atl'ocidalles cometidas al siguiente dia pOI' D. ~Ianllrl
PaYi:l.


Había habido d 22 ut: julio una acciOIl cerca ¡le Yidreras, en-
tre el cahe(~illa Marsal y un capiran del rcgimiento inl'anlrria de
Yaleoc¡é1, de !é1 ('lIitl ;í lllas de seis rarlislas muertos, quedaro]l
trrs prisioneros elltre ellos el grí'c D. \Ialluel Herrrrn:,:. FIJe ('sil'
pueslo en capilla para ser fusilarlo segull los bando:; \ jg(,lllf'~,
4o,uando una eomision de las personas ma~ notahles de ~lata]'(í, ('[l
dO!l(lc habia de ejecutarse la senten(~ia, pidió tOIl instaneia y em-
pelló al Capitun general que le in(lultara jUllto eon los otros compa-
lleros, con tantn mayor mOliYo, cuanlo cl dia 28 acababan los
curJi~tas de dar ¡¡herraJ á un (le:,!ae3I1lento de 12 hornlJl'cs rendi-
do ccrca de Gerona (c~te hecho cUIl~la en parle pU/Jlicado rn la
Gacela). :\eeedi!') d Capilall general y cntre las mlw~lras del ma-
yor júbilo se comullieó el inrlullo con las precaucioncs necesarias,
Ú 103 pobres sClltenciados, á quienes faltaba una hora par ir al Sll-
plieio. :\Ias, llega ú noticia de Pa\'ia la dcsg¡'aeia de los soldados
de la Union, y lleno de furor, manda que al siguielltc día sean en
represalias pasado:, por las armas 15 carlistas de Jos presos, y dcs-
tilla á este ohjeto al desgraciado Herreros y sus cOmpallel'OS, á
quienes habia íilllllll:Hlo, uno de los cuales, moribundo, es COll-
dut:Írlo en camilla al lugar del suplicio. Esle hecho horroroso !lO
neccsi fa comen lar ios.
Dir(~ Jinalmente, antes de dejar este asunto, las palabras hon-


rosísímas para la conducta ele los carlistas, escritas por Payia en
la comunicacinn que desde Riudevilles dirigia al Gobiel'l1o el i;) de
juho inserta en la Gaceta, en la que manifestaba que cierta:>




, --¡ ,J.,


medidas, si la::; habiau lomado los l:¡(l'lislas, lo habian hecho irrí-
ta~os con las que él. habia tolt1ado anteriormcnte.


Díje que habia sure(lido ú l\l\ia en el mrrndo militar de Cata-
luña, el general Concha, quien se hiZlJ cargo uc la Capitanía ge-
neral el ,12 de setiembre de 184,7. El prestigio que rodeaba el
nombre del reeieute pacificador de Portugal unido á los cl'eddos
refuerzos que llen¡]J(l de tropas, hizo concebil' por de pronto al
Gobierno al~"ulla~ esperilnzas que fuerou ll1uy luego desnlllecidas
por 10:-> I'cslIll¡lilos. El La/cal,) militar y las relC\ilutcs prendas que
deben eoor'cllcl'.sc al General Concha, flleron inútiles para acabar
con los carli:-;[;¡:" catalanes y parificar el Pi'ineip:lll0, cuya situ;wlon
era poco lisollgcra, segun Illillliflc"ta el general Pa\iil, cuanrlo 61
rolri,) ¡'\ ocupar el IU3'at· de Car,ilal! geneml, ue quc meses anles
hahia sido ]'(']c\arlo.


En \cnlacL (Imantc su !1wn,h mula se a(lclantó COI\! ra IIJ';
carlistas, aunque mucho se hizo por la causa de la hUlllill\idad.
Cesaron los ¡)¡llldo:" erucJcs, publir:Il'OnSe indult.os, hubo lu¿"ar á
cange.s y la gilcnil se hizo ell general noblemente y á euarLel.
L(,is carli,,[as, (~llJpeI'O, rcuni¡Jus ó dispersos ihi111 reco!'l';eIlllo
el Pl'illtipado, S'.!JI'C tojo la parle de Vieh, á donde Cl! {ler"ouil SI:
dirigió el Capilillt gcneral para aeti\"(tr las operaeiones militarcs.
II uho pocos ennwnLros que fueran de alglllla sCl'iellad: muchas
fuel'Oll la', [ll'esenLlcioncs, y muchos tambien los (Iue se iball (le
nucvu [¡ cngrosar la.s iila~ lIlonternolinislas. Todas la:l pohlacioncs.
si se e:-,ceplLWi¡ la,; forliJlcatlas, cOlltinuarOll pagalll10 COlJtl'ibuci(Jil
al ej('l'eito ud COllill~ de .\Iunlcmolin, yen visla uc! llin:,,:'llll l'e~lll­
lado de su nM1HI" 11 P,}l' rilZfllles de política perc,onal fue separad;)
de la Capitanía gencl'ill, D . .\Iauucl de la Concha. No eran sin em-
bargo pocas las tropas q,w en aquella saZOil tenia el gohiel'll(J ca
Catnluila, pucs llegabau ú ccrca (le :'J:), 000 hombres en 52 b:1-
tallolles v 20 cseuadl'Ol1es.


Pcro ;lsi e(j!l\() nada se adelan[a;J;l con que ú Bretoll sucediera
Payia, y á este CIHIClw, tampoco pudo rr~pol'tarse \'(~nl¡¡.ia alg\l!l:l




134 -
con (flIe otra vez Pa\'ia mandado por el nuevo gilbineLc presidido
por el Duque de Valencia fuera ú Cataluiía con el ob.ieto de cslc/'-
minar las gavillas de faceim'os, á pesar dc contar para ello con
un ejército de cerca de ;)0,000 combatientes. Y no solano se al1e-
lantó nada con el cambio de generales y envío de tropas, sino que
calla llia la situaeion iba poniéndose mas apurada, efecto sin duda,
ú lo menos en parle, de la política seguida pOI' los carlistas, (¡ue
procuraban en cuanto les rra posible, noscr gravosos Ú Jos pueblos y
de la conducta observada por las tropas de la Beilla, que casi
nunca benignas en un principio, encrudecieron la guerra sin re-
portar ventajas, ni lwcer:-;e silllpMicas á un pais que exacerbaban
con el rigor. Tan crílica Cll ocasiones se presentó {¡ Pinia la situa-
don del pais, que llegó ií creer que el mismo trono de D. aL .;abe! po-
d:'ia sufrir sus consecuencias, sino se comba tia con decision á tan
rcspetable cncmigo. Asi concluía una comunicacion pOI' éll1irigi-
da al Sr. ministro de la gUClTLl. dk aelui el que me juzgue yo en
la sagrada aunque desagradable obligaeioll de hacer prcsent(~
ú Y. E. , que si no ,<c procura aplicar un pl'on'o y eficaz remedio,
preyeo que cn Cataluiía se accrcan males p-l'cnes para el paj.~ ,v
para el mismo troDO de la Heina, eIl cuya defensa todos cslamos
tan interesados.»)


Nunca han faltado cs'?'us'ls á un general htlbil, ni motivos
plausibles para esplical' los contratiempos que haya pOlliLlo oca-
sionarle un plnn mal concebirlo ó la impopularidad de la causa qllo
ddielHle; tampoco Iwbi;::.n de fallar ú Pavía para csplical' el fenó-
meno de qne CO:l tanfas fuerzas y ¡,wdios, y en un país cuyo
espíritu se decia en las cOlllunicaciones pÚblicas faVOI'ilhle á las
tropas de la reina, lIeYiU'an lo'; sucesos una marcha tan cOIltraria
ú estas; como incI'eiblell1(:nte fan)l'ahle á las fuerzas dc Mont(:-
molino Atribuye el incremento de las filas carlistas á la amnistía
dada por el gobierno, que dejando á los emigrados espaiíoles sin
el corto sueldo (1UC les pa~aha el gobiel'Ilo frant(~s, b puso cn la
pl'ccision de yo!vcr Ú :5Ll patria y hllscar un medio d(' \ ivir 1'11 la




-I;);'i -
gllf'l'l'a de guerrillas, que COll tan buen éscito sostenian sus anti-
guos compañeros de armas, toda vez que al aLrirseles las puer-
tas de la patria, no se permitia ú los naturales <le las pro\incias
Ya,::congallas . .-\ragoll, \a\arra y Cataluña, ,oh"er ú su propio
pai5, (londe hnhicran contado con lllellios de subsistencia.


Todos Jos medios:"e empleaban en el entretanto para apaci-
guar el prin(:ipado y destruir ú los montemolinistas, Iy se pasalJa
dc los de rigor ú otros de benignidad que pro(lucian los mismos
efectos. Al clltrar Paría por segunda vez en po:;esion del malHll)
mililar, quiso seguir, por algun tiempo, las huellas de su allte-
cesor, que se hallia flislinguitlo por su humanidad.


Pidi() ;i eslt~ objeto autorizaeion al ~()bierno para ¡lar indultos
(¡ los cornpl'Ometillos por la causa carlista, (~ hizo uso de ella, dall-
do tlesóle JIanresa, con motivo de los dias de S. jI., un. imlu!Lo
que fué alargando en todos los pueblos hasta eli3 de dieiemhre.
En e~te dia principió el Capilan general á hacer alardes ele ]'j¡:or
con la publieacion de dos bandos que prometieron un lluevo aspec-
lo de hl ¡.!uerra. Imponia. cn el uno ¡le ellos, pena ¡le muerte á
los cabecillas, gefcs y oficiilles de las ¡'acciunos,ú lo" que hubiesel\
cometido alguna llluerte, Ú los que hubiesen prcc;o ú las justicias
{¡ vecinos pacilleos con ohjeto de sacarles contribuciones: pena ¡le
'lO afios de presidio ú los que vinicrell de Francia, de otro prcsi-
dio, c¡'¡l'(~cles ú cuerpos del ejercito, y destinaba finalmente úJ O
alíos de scnicio militar ('11 Ultramar ú los que no fueren comprell-
didos en las disJlosiciones anteriores. POI' el otro de los bandos se
mandaban cerrar las casas de campo uomle hallaran protcccio!l
los earlista~, y pl'uJ¡ilJia hajo SCH~l'aS penas ;Í las justicias y eontri-
huyentes que les entregaran llillcl'o alguno ni subsidio, y onlc-
nab:l Jinallllcnle el le, <1ntilllliento de somatenes .


. \. lus primcros dias (le[ ailo 11-;, IÍ bien por deseos en el gene-
ral Pa\Ía de satisfacer al Duque de Yaleneia, que le habia pedirlo
re~el'\"adalllente le hiciera quedar airoso ell la promesa que habia
hecho ú las Córle:; lle la prollla cOllcln~ion de la guerra de Cala-




- 13G -
luiia, ó bien por motivos lle vanidml Ú otros que sr ignoran, [oma!l-
do pretesto de la natural disminucion de los carlistas cnla [elllporada
de invierno, envió al ministerio U11a eomunicacion fecha ti de elle-
ro, que principiaba con estas p3labras: d.as faceioncs que hú Il¡a-;
«de un afio enarbolaron la bandera de rebclion en las lllon[afias
.de Calaluña, y que hace pocos meses llegaron ú reunir mas (le
"2,000 hor.lbres han dejado de existir,» Oficialmente dejaron en
rcaEdad de existir los carlistas en Catalufia desde el ti de CIWl'O
(lo 181.8, pero qucuaban sin embargo tralmraires, lal/'o-faccios'Js
y grnte ]!rnli:/ct y facinerosa, al decir del Capitan gcneral, que
lllo]es[a])an ú la tropa y I'ceorrian descaradamcnte los puehlos, De
ellos fueron cogillos y fusilados dos, fjlle habian [(~llirl() ~ radua-
cion en la guerra anterior, y de los cuales el uno, el hl'i.!-!'auit,1'
l\Iallorca, habia sido dUl'ante siete afios comandante gCIl(~\'al di:
Gerona por los carlistas, y el otro, Bamauo Griset de la Calim, 10
era de Tarr~gona, En esta misma época, en que habian dejarlo
de existir los cm'lisias en Calalufia, y en la noche dcl21 dc fclJre-
ro, se pre~en¡aron en las calles de Igualada un buen númcro (k
enos, mandarlos por los gefcs -'Iigue! Yila (ú) Caletnls y Casiei¡.
Hubo algull tiroteo entre los carlistas y tropas dI) Iguabda, dd
cual resultaron muertos dos carlistas, segun el parte oficial, Ya-
rios individuos de tropel y el hijo del mlminiHlrador de correo,; de
Lliclw poblacion, Aproyechándose los carlistas de la t\ll'baeioll qw'
cansó la sorJll'e~a Y de la retirada de las tropas, ú mils dc los
muertos y heridos que hicieron á estas y á los pai.qllOS de Iguil-
lada, se llevaron prcsos, al eapitan del regimiento de Soria n,
Ilaimullllo Pastor, al secretario del gohiel'llo ei \il ll, Franciscf)
Malo, y algunos otros indi\'icluos de tropa y paisanos,


La prisioll (k e~tas personas, sobre todo las de Pa"lol' y }lalo,
proporcionú ú los mOllternoliui:-iLas un brillante triunfo y na ohs('-
lluio ú la llUlllan iLlar!.


Los pnriclltes (~ in!('resados de estos dos notahles prisionero';
"lill'\'Úfll'Ull al r;oIJiC'I'IlO :\ C¡lIC al'f'¡";)I':=! ¡1I1 (';!Il~I'. (jlji' ,(' proJlonía




-- 1;)7 -,
COl! dos gefes carlistas q lie estaban en poder de las tropas de la
reina. Pavía se 0pUSO á e~te cange por no tene¡' que entrar eu
negociaeiones con los l)(1ndidos !I t rabirraires, previendo que esto
desmentiria sus seguridades de haLer [J<1cificauo ú Cataluüa, y daria
una importancia !llora] inmensa {l los carlist;is. Apc~ar de cuantas
razones y resistencia opuso el g(~ncral Pay[a, los manejos de los
parientes !le 1\Ialo y Pastor consiguieron que espidiera el golJierrlO
la real {¡nlen que por su importancia copio ú continuaeion.


dJillistcrio de la Gucrra.-Exclllo. Sr.--La Hcina (Q. D. G.I
autoriza á V. E. para que por los me<lios que crea cotl\enicnlcs
y decorosos) facilite la libertad riel capilan del regimiento infante-
ría de Soria D. Hairmmdo Pa~tor y la t!,~ D. Francisco Malo y
Garcés, secretario del gobierno cidl de Igualada, pmliendo en úl-
timo caso, proceder al cange con los presos que á juicio de V. E.
ó pcticion de los interesarlos en este asunto sean desigllados. S. l\i.
al dictar esta mcdilla, atendidas razones de humanidad y consitle-
l'neion húcia dos servidores fieles, encarga ú V. E. whe en tollo
Jo p()~iJ¡le el COlllpl'Ollliso de que ap;¡l'czea corno un prccedente ('11
el qlW se puedan fundar petieionc~ en otros casos. El tino y Jmea
tado (le Y. E. )'C'sponden al Gobiel'llo del acierto en este negocio.
De Real.órden lo comunico á V. E. para su inteligencia y efectos
com:iguientes á su cumplimientc. Dios guarde á V. E. mucho,;
aiíos. l\farlrid 20 ele febrero ele HH8. -Figueras. -Sr. Capilan
general de Catalrula.


En cfeelo, despreciadas por CasLell cuantas proposiciones 1(~
hizo el general Payia, algunas de ellas muy -ventajosas, no hubo
mas recurso para alranzar la libertad de Jos distillguirlos prisione-
ros, que procedcr iÍ la de los dos gefcs carlistas, D. Ramon Bosa],
eondcuado por 10 años al senieio de [!tramar, y D. José Cama-
rasa, que se lwllaba en el presidio de Tarragona. IlIutil es decir
euallla impol'talleia moral daria á los carlistas este paso, que les
ponía en situation de tratar eomo ele potencia á potencia con un
;,:'ohicl'llo COlhíitllido. nepll~n:tlJ.'l :-in (luda al geniu poco compa:-i-




- 1:;8 -
vo y al COI'azon nada humano elel general P:nia e~te oh"ef(lIio
prestado ú la humanidad, y la muestra de civilizacion que s(~ cIa-
ba con el cange de prisioneros entre fuerzas enemigas; y mcnglla
es para el gobierno de la Reina, que en estt~ camino d(~ disminu-
ir los males y atrocidades de una gucl'l'a civil, le lievaran ventaja
las tropas de bandidos, ladroJ/es y facinerosos, que, aUIIque inli-
nitamente menores en número á las suyas, las Ih~vaLan vent:lja
por la e1ase de guel'l'a y la ~ituaci()ll del pais.


Dcspues de la sorpresa de Igualada, poblacion importante y de
segundo ónlen entm las de Catalllr1a, con la cu,t1 demostraron al
Principado, al Gobierno y ú Espar1a el poco fundamento, pOI' !lO
decir falsedad, rlell'llirloso parte con qw~ Pavia notific6 ú Naryacz
la de3aparicion de los cal'listas, se deja ron estos V,~J' en otra" po-
hlaeiones de mucho vecindario, y se dieron á cOllocer en cm'ucn-
tros de mas Ó mCFlos importancia, en los quc, In l'aeilidall de dis-
persarse, y pOI' consiguiente de entrar ó llO CII combatc, esplic:t
cómo lleyaban easi siempre la mejOl' parte. El .\IllIJ1lrdan, la ~('­
gill'l'a, el campo de Tarragonil, la alta montaIl:1 cran cada tlia te::-
tigos dc e-car:unuzas, acciones y sorpresas; las lilas mont(,/llo/i-
nistas aumentaban de un modo alarlllante para el (i(¡l,icmo : le-
nian organizada una caballería, cuyo gerc era D. \1<1rcel\no Gon·
faus (a) Marsal, y la estacion de la primavera, l1eshaciendo los
hielos, apartaba los obstáculos c¡ue durante el invierno las habían
tenido oprimirlas. Entre las muchas oClll'rencias llolabl~s de esta
primavera, lo fue una sorpresa da(la (l media legua ,l(~ Gerolla, d
17 de abril, por ulla partida de 250 infante:> y 25 eahallos, al
JIIando de :\Iarsal, á unos (JO indi\idllos de tl'lJpas de la Bcina,
que escollaban bagages. armas. dinero y municiones. Todo Cjllcdú
en poder de los ll1onlemolini~tas. Tal sor¡)I'(~sa, ocasionó la desti[u-
cion tleI comandante general de la [ll'o\incia de Gerona, Hu(lri-
guez, á quien sustituyó el general D. Ilamon de Larrol'ha.


Durante este tiempo era gral1i!e el número de carlistas que ell-
traban de Francia, tanlo de la chse (le twpa como dc gf'res, enlre




.- 1.;:;0 -
los cuales debe ocupar el primer lugar D. José l\Iasgol'ct, militar
de la campaña <tlltcriol\ caballero fino é ilusLrado, para quien no
habian pasado en vallO los afíos de emigracion en el estrangero,
en donde complct/) su educacion civil y militar. Suya es una pro-
clama, csparcida con profusion cn varios pueblos dc Catalufía, y
publicada por la prensa pcriótliea madrileña, que pongo ú conti-
llu;wion para que se vea la bandera que se defendia en a(¡uclla
guerra y el sistem;t que seguian sus partidarios:
~Catalanes: al ponerme á la cabeza de los fieles servidores


del Hey, nuestro señor (Q. D. G.), en este principado, cuya se-
gunda comandancia general, S. M. se ha dignado confiarme, uo
yeo mas que un;t faeeion opresora que comhatir y un pueblo opri-
mido que proteger.
dnt(~rprele !le! ele la soberana voluntad de nuestro mOllarca,


no me desviaré ni permitiré que ninguno de mis subordinados se
d(~svic de la linea de conducta trazada en su sabio y paternal ma-
nifiesto del 23 de mayo de '18i·5 y aloeucion del 12 de setiemhre
de f8W. Haré que desaparezca loda idea de colores político __ , y
!lO permitir(· que Ia~ armas cotlfia(las á mi mando se yuehan ja-
mas donde no hallen resistencia.


«Catalan como vosotros, no pucdo ser indiferente ú la comu-
nidad de intereses que nos une. He hecho la guerra en vuestro
sucio, .v, ,'geno de wnganzas, no hize mas qne ejecutar las órde-
nes de mis superiores .


• Arduo á la verdad es el destino; pero reuno la ventaja (le
ponerme en medio de habitantes dignos pOI' todos títulos de mi
p ('edi leeeian.


«Cuento con vuestra cooperaríon, Catalanes. y jamas he du-
dado de yuestra lealtad ni de yuestro celo. Los sacrificios inhe-
rentes ¡i la guerra son siempre dolorosos, es \"crdad; pcro es to-
da vía menos tolerahle ese yugo ominoso á que os tiene sugetos
un puñado de ambiciosos. Resignémonos pues á saeri!lcios mo-
IlwlllúllCO:O:, para e\ilamos male~ sil! cuento. Yusotros lo conoceis,




-- 140 -
Jos hechos hablan á vuestras pucrtJs, ellos son l'eeiell(e~; j ÍJa~(all­
les para despreocupar al menos ad'crti,lo.


«l\Ias ele 7 años hacc, quc por UIla Iraicion infame, el ejérc¡/o
del Rey desapareció ele "uestro suelo. ¿CllMes i:.ln :-;illo su<; COll'('··
cuencia<;? ¿qué habeis adelantado·? ¿qué Inp,jnras habeis eOllscgui-
do? Ah! Los funesto~ resultados son demasiado Iloloriu". Ticmjl!i
es ya de sacullir el yugo falaL llagamr)S CjllC d('~aparCZC;¡1l para
siempre esas falsas teorías y fementidos proyeel[)~, eon que se h il
abusado de "uestra doeili(lad y se ha pret(:rulido cllgaüaros, ;';1)
consinlamos por mas tieml10 que en m:~dio (le vaestras ruinas SI'
levanten fortunas colo.;ales y esealldalosas para sel' trasportadas
al estrangero; que por din~l'siones de rOl'le se gaslcn en UlW ¡](J-
che enormes cantidades, eon que se compra y a',C!-jura el uel'ce1w
de oprimiros y dl~ at'l'Uinaros.


(Rompamos de una vez esa degradante caJena que, trayea-
do su origen ele la llamada Pr<1gmúliea-saneioll de H;;:;O, vino ,'1
terminal' en la frautlulcIlla cOlllbill(l('ion lllaUilllonial ('lJuclllilla ('11
octubre de Hl'j.(); eallena fatal, (iue, eerral!,lo lk ulla parte I:ts
puertas de la patria ú un príncipe cspafioL al ."oJwriI!lO legiti;lIiJ,
las abria de otra ú una intlllrncia cstl'illlgcra, (lile Ú ¡\O ~er por el
rayo de la divina Providencia que en 21" de febrero cayó S(¡UI'C
las Tullerías, tal "ez hubiera eonseguido por la ililriga lo llue 110
puclo Napoleon con sus formidables cjéreitos.


«Los nombres halagüefíosdc libertad, prosperidad, ci,ilizacion,
órden, fclieidad, progreso é indepcndencia nacional hall lIega(lo
con frecuencia ú vueslros oidos; pero las rcalidades, donde e:ds-
ten? ¡que haueis visto? Opre~i()lleS, decadencia, dcsll1ol'alizacioll,
revolllciones sin principios fllnrlalllClllales, desencadenanlicnlo d(~
pasiones, las leyes de la sacrosanta l'e1igioll de nuestros paures
desconocidas y ultrajadas, un de~qu¡cialllicl\to completo de touus
los ramos de la administracion, y la nacion por /in, arruillada,
envilecida é infestada de un cúmulo de males que se harlan etei'-
nos, si una mano salyadol'a no se opusiera ú s:¡ curso.




--lll--
,E~"la mano e~tú ya Ic,'anLada, Catalanes, y es la UDlca r¡1I1'


jJuede saharos y sacaros del abismo; tal es la de nuestro rey. Si,
del verrlackro rey de Espaíla, el Sr. D. ClI'los Luis llc Barban,
legítimo sucesor allrono de San Fcrnando, que apoyado y 101'ta-
Jecido en la Irgili !TIidad de ~IIS derechos, no ha de abandonar lo,;
nlestros Ú las ambiciones de mil tiranos que os oprimen.


«Yolad pues {¡ sus banderas; eladle pruebas de vuestra lealtad;
probad con el tribulo de vucstros sacrificios que sois dignos here-
deros de vuestros padres, que no habeis degcnerado en \alor ni
qucreis haccros indignos de sus glorias. Se cuenta eOíl vuestra
coopcrac:oll cn los f<':rminos en que la situaciotl de caua uno lo
pC['flli la.


«Xo serú 01 soherano quien exiga de vosotros los penoso,.;
sacrificios CllIC llevan eOílsigo las gucl'I'as y las diseordias intestinas;
scrá la obstinada malicia ue los usurpadores de sus dcrechos legí-
timos la que os obligará á hacerlos; pero la actitud imponente con
que manifestareis iÍ los satélites de la uSlll'pacion vuestro decidido
empeño !Jo!' el triunfo ue nuestro legítimo soberallo, del cual
dependen la ycrda(lcl'!1 liberlatl y prospcrid!1d dc los ptH:hlos, al)l'(~­
,iarA el término de vuestros males: y lan:wda la revolucion y los
l'f'\'olneional'ios ue vuestro sucio, ve reís renacer la paz y el repo-
<.;0 de fiue estais privados, desfle que estamos sin rey que nos
gobicrne como verdadcro padre de sus pueblos. - Viva el rey-
Campo del !)onor, 'l." de abril de '18ft,S-José Masgoret.


La libertad que se habia proclamado en Francia con la repú-
hlira, y el estado revuclto de aquella naciotl continuaban f<1\"ol'c-
ciendo á los carlistas, quienes á beneficio de aquellas circunstan-
cias se organizaban en la fronlem y entrahan en España en par-
tidas re.~petables. Estas eran las que sostenian acciones l'ciiidas
con las tropas de la reina, y de las cuales solo dos mencionaré
por baher sido las de mas importancia.


Una de cllas tuvo lugar en Bagá, pueblo situado cerca de la
frontera. Los carlistas espaiioles, unidos á unos 200 que habían




- '1'1-2 -
\'('lIi(10 de Francia bien annndos, sorprendieron el Ilia -f;j de mar-
zo, en Bagú, ú una fuerza compuesta de compañías de cazndo!'('.~
de llarbasll'o, ú la que cllyolyieron, y despues de un rutlo ataqU("
en que TIlUl'ieron peleando quince indhiduos de las tropas de la
reina y fueron heridos 30, inclusos cinco oficiales y el gefe, qun
murió ú las pocas horas, los restantes de la fuerza fueron heehos
prisiolleros, y, uespues de hab('rst:les brindado ú que siguierall
las !lamIeras del Conde, desarmados y pueslos en libertad. Es!('
heeho, que, como otros parecidos, cOIHa eIl los parles ofieiales
del gobiel'llo, no solo dió prestigio ú las fuerzas carlistas, sino
(lue, referido por los libertados ú sus camaradas, haciaá estos me-
nos tenaces eIl el eOll1hatc, y (Ille en casos apurados se pasaran ú
las mas montemolinistas. Tales muestras de generosidad, dadas
con inlencion política, y de las que se sabia echar mano en las
ocasiones mas oportunas, demuestran las instrucciones que reci-
bian los ('al'listas de ge[('s superiores, y las ideas que dominaban
en aquellos que los dirigian.


La olra aC'cion importante y cuyo resultado ftll~ favorable ú
los carlistas, tl1\O lugar poco tiempo despues, en 12 de junio, en-
tre el cabecilla Castell y el comandante Orío que llevaba fuerzas
superiores, compuestas de compaiiiasde preferclIciadel regimiento
infanteria del Príneipc. Persegma Orío al cabccilla nombrutlo,
quicn, fingienuo huir, consiguió llevar al enemigo hasta las for-
midables posiciones que estún cerca del puente de Hebentí, y
cuando le tuvo cn mitad de una altura terrible, cargó rúpida-
mente sobre él, y con un rudo ataque dispersó á la columna, cuyos
soldados,dejadas las armas, fucron unos á eneeI'l'arse en las rasas
vecinas, y otros quedaron en poder de los carlistas. Bloquearon
las casas en que se habian encerrarlo Jos fugitivos, pero nue\as
columnas les libertaron luego. La fama de esta victoria se eslendió
pronto por toda Cataluiia, <lió importancia gl'andc á los monle-
molinistas, y avisó ú las tropas de la reina de la verdadera fuerza
de sus enemigos. La conducta de Orío f\ll~ residenciada en un




- H3-
eonsejo ue guerra, cuyo fallo fué aprobado por el ministro en una
í:ollllllüeac'lOll dirigida al Capitan general, en la que lamentaba
la derrota sufrida.


Bn esta sazotl uo pensaban ya solamente los carlistas en la
ealllpaüa parcial de Cataluiia, sino en un alzamiento general que
eompl'clllliese á las provincias Vascongadas, NavalTa Aragoll,
\aleneia, Castilla, y Estrelllallur;}, con lando para cIlo con los
cabecillas de lllas fama en la pasada glJel'ril, entre los cuales figu-
raba en primer téll1ino el que iba uestinado al Pricipado, D. Ha-
111011 Cahrera. Para que sc ,ca que en las otras proYincias se-
guian el mismo sistema de guerra que en .Cataluña, quc lIeyaban
igualesillstrueeiones y dcfci1tlian los mismos principios é intereses,
Yéasc la (lroe!arna que se publicó en nombre del general Elio.


dlaúifulttes de Navarra y Provincias Vascongadas, El rry
nuestro señm' (Q.D.G.) se ha dignado confiarme el mando mili-
tar de estas 11dcHsimas provincias.


(Al presentarme de nucyo rn medio de vosotros, es de mi
deber esponcl'Os la mision que me ha sido conllada, los sentimien-
to, l¡Ue alliman Ú nuestro joven y augusto monarca, y la linea
de conducta f¡UC observaré eonstantemente.


«Los principios generales quc S.~I. adoptará para gohcrnar
se hallan espuestos en su manifiesto del 25 de mayo de f 845 Y Sil
arenga del 13 de setiembre de 18í6. Los graves acontecimientos
políticos que han ocurrido despues, y que ajitan la mayor parte
de EUl'Opil, ¡ cjos de haber camb!ado en nada sus ideas, le han con-
\"enrido por el contrario, de la necesidad de fundar un gobierno
puramente espariol, que fuerte con el apoyo de touos los hombres
de hien, sinceramente adictos á su patria, salga al fin de esa Immi-
llante y vergonzosa posicion en que se encuentra hace tantos años
l'espceLo de las uemas naciones, y sca bastante fuerte y poderoso
para no temer á las unas ni meudigar el apoyo de las otras.


« Comprendiendo sus gencrosas intenciones, todo~ los que si·
gan su bandera no rreonoceran por enemigos sino á los que se




-- ,11-1· "-
jil'l'scntcn como tales, ú los que por ambieion (¡ egoísmo qllil'l':lll
oponerse al estalJlecimieato de un estarlo de cosas, por el q l1r~ h;l-
ce mucho tiempo suspiran todo.s los ¡menos espaflOlcs, como f'!
único remerlio para pl'eserYar al trono y ú la naeiol1 ue la milla
ineYitable que les amenaza,


« Quince mios de esperiencia, dmante los cualrs hemos visto
en el poder ú todos 103 hombres eminentes del partido que habm
lomado por rlivisa q)rden y libertall,» han probauo de ulla mane-
ra ilTccll~able que e~ preciso seguir ot!'a marcha para cstablccer y
consolidar el {¡rden, la justicia y la libertad bien entendida.
d~l medio de logra.rlo todos 10 sabcn. El llOmhre del Bey ha


sido pronunciado como el úllico que puede suh'ill'llos. Oponerse á la
,"oluntad general del pais, seria un crimen imperdonable.


«Seamos los primeros en ofreeei' nuestros corazones y nuc,o,-
tros brazos á una causa tan sagrada. Hecorrlau que en touas las
t':pocas halleis dado este notable ejemplo, y no os engallo al deci-
ros que todos los hombres de bien cuentan con él, y (¡ne será se·
g¡ü¡]o inme<lialilrncnte por las demas provincias del reino, qUe
solo aguar<lan esta seJial para levantar~e.


« Conscnar en toda su pureza y csplellllor la santa religioll
de nuestros pa.Jres; respetar y proteger ú sus ministros; roJear al
trono de toda la fuerza y prestigio necesarios á su eonservaeion;
restablecer en él al soberano que la justicia y la felicidad de la na-
cion reclaman; aflcgurar los fueros y privilegios que han hecho
por tantos siglos la prospericlad de nuestro pais: tal es nuestra
mision, mision santa que llevaremos á cabo con la ayuda del cic-
lo, que no puecle faltamos si seguimos por el camino de la lealtad.


q.A las armas! pues, Vascongados y Navarros. Agrupémonos
al rededor del estandarte cnarbolaclo pOI' nuestro Rey. Sea nues-
tra dÍ\·isa • Carlos VI y olvido de lo pasado» ¿QUé español se neo
gará á atlliarse bajo esta bandera que no rechaza la coopcracion de
nadie, para combatir y vencer á los insensatos que quisieran to-
(lavia oponerse á su triunfo'?




_ 'I'~;) _
< El resultatlo que no~ proponemos y la gloria no se auqui(1.


reIl sin sacrilieios; p~r() serán tanto menores, cuanto mayores y
mas en(~rgico::; sra n nuestros primeros esfuerzos. Si en su ciega
obstinarion los seides del gohierno u~urpador que pesa sobre E~.
paña quisiel':1n prolongar un sistema que se desploma por su im-
potencia é impopularidad, 11\ naeion indignaua les haria desallllre-
cer prontamente de la escena política, y les seguirían en su fuga
la exeeracion y maldieion de todos los buenos españoles, cuya
venlma les hubiera sido tan fácil a~egllrar.


«Nueslro triunfo depende de nosotros. La naeion nos espera
como liberlallores; su bendicion y gratitud deben ser nuestra ma-
yor recompensa; pero elRey, que no tardará en hallarse en medio
de nosotros, el Bey, que ya á ser testigo de vuestro valor y lle
vuestros saeril1cios, no dejará de reeompensaros con la real muni-
licencia que distingue su eOrilZOIl generoso.


«Gefe:; antiguos, cuya l1(I?lidad 'f esperieneia os son bien ea-
noeidas, os guiarún por el sendero del deber. Scguidlos; no os se-
pareis de la línea que os tt"acen y lograreis el objeto que en todas
épocas han logrado los Vasco-Navarros. Orgulioso con este título,
vetaré Jlorque se conserve siempre puro y sin ma\1(~ha; vuestra
gloria cs la mia.


«El nombre y felieillarl del pais, hé aqui la brújula que dirigi-
I'Ú constantemente mis acciones. -Joaquin Elío.»


Pero aunque era una misma la bandera levantada en Catalu-
fía yen las dcmas provincias, no fué igual la suerte que le cupo.
La entrada en España de algunos carlistas hubo lle serIes fatal,
corno al jóven general Alzaa, uno de los gefes mas honrados, mas
popularcs, mas pundonorosos y brillantes que tuvo el antiguo
cjéi'cito vaseo·navalTO, quien al poco tiempo de haber pisado el
territorio español fue cogido y fusilado en Guipuzcoa. COIl esta
muerte y otras derrotas fueron sucumbiendo en las demas pro-
vincias las sublevaciones, despues de haberse sostenido por algun
tiempo con pocas condiciones de vida.




Ht:i --
Los sucesos de la guerra eran empero fa.vorable:> t'll Catalllíia


para los carlistas, ú quienes ellvalentonaban los encuentros con las
tropas, tIe quc salian triunfantes ó ilesos por dispersarse sin pérdi-
da, euando les convenía: sus filas aumcntaban jlor el brillo de la
fama que las rodeaba y por la paralizarion del comcrcio é indus-
lria que ocasionaba el estado gcneral tie Europa y en las plaza')
espaiíolas, los tcmorc.s por la espul..,;iUll dc ;'\11'. Blllw(:l'; las pro-
"iucias catalanas estaball profundamentc disgustadas del Gllhicr-
!JO (¡UC ti deshora pedia dos quinta:) atrasadas, J¡¡s de -1(11) y
-18't-j, suspendidas ya por razon dc las circunstancias; y clJ(llldo
asi estaba preparado el terreno, (;DlllparCce en (-1 el insigne call-
dillo carlista D. llamon Cabrcra, cuyo nomlJJ"(~ rodearlo de una fa-
ma tle héroe, infundia un valor inesplieablc en los SIl.\OS, l.'l alar-
ma en los enemigos y la sorpresa en el pais r¡lW \-iú en la apari-
cion de! búbil Y afortunado general, una nue\-a faz tIc la guerra.


En erecto: húcese en nomhre d~l Conde de ~[orella un llama-
miento ú los carlistas españoles de la pasada guerra que es! .'liJan
to(lavia en Francia, y al momento se vé gran rll'une!"!) de ellos en
torno de su querido general, qnien contando con reell rso., crecidos
que le vcnian de ele\'adas regiones, arma y or'ganiza en la frún-
tera <los columuas, una de gente de Ar .... go!l y Valencia, que al
mando del general Foreadell destinaba á fomentar la guerra en
aquelías provincias, y otra que destinaba para sí en Ca/alU/la.
Entró Forcadell con los suyos y pasando por lo:;; distritos de Ber-
ga, Solsona y Cardona, desciende al Urge!, y cl"UZúllIlo[o, asi co-
mo el territorio cercano ála provincia de Tarragolla, pasa el Ebro,
hasta llegar' salvo á su destino, que eran las pl"O\'incias tIe Valen-
cia y Aragon.


Simultáneamente pasa la frontcra el general D. Ramon Ca-
brcra el dia 2.3 de junio, y con el objcto de sorprender á las tro-
pas de la Reitlacon su presencia, hace marehas increíbles, y uni-
do ú otros carlistas catalanes, ú quienes habia dado las órdenc:::
oportunas, se presenta inopinatlamente á poeas lcguas de in capita 1




- H·j-
dd Principatlo, tres Jias despues de su entrada, con cerca de mil
hombres en las inmediaciones de S. Felio dd Pifí(¡. Comlináronse
todas las columnas para perseguirle, y él de todas hnyó mientras
lo tuvo por conveniente, y á todas las fatigó con marchas rápidas
é increíbles; siguió la falda dell\lonsellY, repasó el Tel·, acercán-
dose otra vez á la frontera, y tomando posiciones en las forrniJablcs
de S. Jaime de Frontañá. Allí fu{~ atacado por la colulllua del ge-
neral Paredes, combinada con otras, y traoóse un combate atr07.
Jirigido pUl' este general tle una parte y de otra por Cabrera. Lar-
ga y reflida fue la lucha, llegaron á combatir uno y otro bando
con bayonetas y puI1alcs, siendo el resultado quedar rnuehos muer-
tos y heridos por amhas partes, aunque por ninguna la victoria.
Illlposible me ha sido dar un estado aproximado de los muertos y
heridos en esta acciono Poco desplles Jc ella, cayó Cabrera enfer-
mo y no se le vió otra vez hasta primeros de agosto. Durante lus
dias de su enfermedad estaba su sombra en todas partes, recorria
la montarla, pasaba el Ebro, era batido por las tropas, andaba fu-
gitivo de ellas, se paseaba disfrazado por las ciudades, se presen-
taba en fin en mil formas, ~CgllIl eran los deseos {¡ los temores de
cada uno. En el entretanto la persecucion continuaba siendo aeti-
va, aunque infructuosa, y solo de vez en cuando halJia algunos
ehoques parciales en los que anduvo diversa la fortuna.


Inútil es decir qué efecto produjo, de disgusto en unos y de es-
peranza en otros, la aparicion de Cabrera, y el vuelo que tomariall
las huestes montemolinislas al oir el nombre, para ellas tan simpá_
tico, del héroe dell\1aestrazgo. Creyeron llegado el dia de dejar las
montañas y despoblados para pasearse triunfantes y victoriosas
por las llanuras; se les figuraba que la venida de Cabrera habia
sido la señal de posteriores refuerzos: los pueblos se vieron sojuz-
gados por el genio del nuevo caudillo, y el miedo en unos, la sim-
patía en otros y el aturdimiento en todos, hizo que á los pocos
dias el general carlista dominara ya en toJo el Principado, menos
en las grandes poblaciones. Exageracion parecc, pero vcráse




- 1,1.8 -
cuanta verdad sea con la lectura de lo escrito por el Capiían g('-
neral, que mas que nadie estaba en situacioIl Je conocer el estado
del pais, y cuyas palabras no puerlen ser sospechosas por presen-
tarse en un paralelo ucsyentajoso con respecto á las simpatías quc
('1 y Cabrera inspiraban á los catalanes. «Pensaban los carlistas,
dice, en formar grupos ó partidas ue caballería, para dar mas re-
putaeion á sus fuerzas, y hacerlas mas dañosas, y manda mIo á la~
casas de postas, á los labradores, y aun á los vecinos de Jos pue-
blos grandes, que les entregasen los caballos que poseian; no hu-
bo apenas quien supiera negarlos. Pidieron despues crecidas COH-
trilJUciones; nadie se resistió á pagarlas. Y entre tanto no habia
quien llevase un pliego ele una parte á otra por mandado .Je lo~
gcfcs de la Reina, por oro ú exhortaciones que se cmpldll'an, lIi
podian contar aquellos con relaciones ni conliueneias. Era que ('j
terror habia proflueiclo sus efectos, y divisúbase no muy lejos f'l
dia, en que Cabrera antes que no el CapiLan general de CaLaluüa
dominase el [erritorio.»


El gobierno de :MaLlrid principiaba ya á tratar ú los tra1)(/-
ca/re" con <11g1111 respeto, ~. las medirlas que pOI' ,-ia f'straordina-
riísima se habian Lomado el aí10 anterior con respeto al cange de
dos prisioneros notables, se iban á generalizar, y !G que entoncf'S
se previno no siniera de ejemplo, se mandaba aplicar por el go-
biCI'no á todQS los presos. Aludo á la siguiente disposidon, que pOI'
su importancia copio integra.


Ministerio de la Guerra.-Núm. 21. E"emo. Sr.-He darlo
cuenta á la Heina de la razonada eOillunieacion, en que con fecha
i O del actual, consulta V. E. si ha de continuarse aplicando ú los
trabucaires, á quienes comprenda, el bando de 15 diciembre úl·
timo ó si por el contrario debe quedar anulado en sus dedos.
Enterada S. M. ha tellido á bien rcsolyer, diga á V. E. corno lo
verifico, que sin anular el bando, se suspenda su ejccucion, mien-
tras los facciosos tienen prisioneros nuestros, y que procure V. E.
el cange de todos estos. - Dios guarde á V. E. muehos afios.--




- 11!)-
'ladrid 11. de junio de 1~4¡.s.~-~~r. Capitan General de Cata-
luña.


En este verano de 18'18 un nuevo snceso vino á complicar
la situacíon del Principado. Los demócratas que habian sido bati-
dos en las calles de .Mmlrid y Sc\illa, no habian perdido las C:-l-
pcranzas, é intentaban cu el campo lo que sin resullado,> habian
prohado en las ciudades. Yarias pal'tidas de centralistas y repu-
blicanos entraron desde Francia en Cataluria, donde tuvieroIl al-
gun ineremcr.to de sus devotos ea el país. Capitaneában1es los
cabecillas liberales ~Ionserrat, Bali:mla, José Molins y ~egre, Pe-
dro Tomás, Baldrich, Escoda uc Olío y el gefe de todos ellos, don
Narciso Atmeller, los cnales se respetahan con las partirlas eal'lis-
tas, de las qué discordaban en print:ipios, pero conyenian en el
hecho de hacer la guerra á un enemigo comun.


Los carlistas continuaban siendo en el lenguaje oficial, la·
drones, j'ora.'lidos y trabucaires, y ni In prcsencia de Cabrcra y
otros gafes sllperiorcs de la guerra tic los siete aíios, ni la benig-
nidad y clemencia eon que Irataban á Jos yencidos, ni la regul;¡-
ridad con que cobraban las contribuciones de los pueblos en qu:~
dominaban, ni los castigos que imponian ú los de sus filas, que
pl'cvaliémlose del género de villa (lile llevaban, se p"rmitian robar
aUlIque fueran eantidades ú objetos in~ignif1cantes, fueron sult-
ciente moti vo para que dejáran de imponérseles aquellos nombres,
que por otra parte, conficsa Paría, ei';1n puestos mas bien rIlIe porque
10 merecieran, por un cálculo fundado en el deseo de despresti-
giarlos. Por oll'a pal'te, Jos "aJ71lidos y ladrones, con quienes su-
pone el general Pavía rplC lcnia connivencia loLlo un país honra-
do, eran tantos en número, que l¡ien mcrccian, aun por propio
interés uel gobierno, ser tl'atado.s con mas eonsidel'acion. No CI"1Il
menos ue G 7 las partidas carlistas, segun dalos recogidos en la
Capitanía general, y algunas de cllas llegaban á -150 Y ~OO !WlIl-




- 150 -
bres, aunque la generalitlad eran inferiores en número ('1).


Veíase el gobierno militar de Cataluña incapaz de estermi-
nar á los montcmolinistas, pues tooos los esfuerzos que se hacian,
con~eguian á lo mas dispersar una partida que se reunía al dia
siguiente otra vez, sin ninguna desventaja. Sea por despecho ó
por su natural carácter, aunque él lo suponga efecto de frio eilleu-
lo, lo cierlo es que el general Pavía continuó dictando tales medi-
das de rigor, que hicieron cruel á no poder mas la guerra civil,
contra In intencion, manifestada con palabras y con hechos, de los
gefes c[U·listas. Detenía sin embargo al fogoso general el gabinete
d?1 duque de Yalencii¡, que le alaba las manos y le impedia
correr ú su sabor en el camino de crueldad que habia emp,·endido.
~o fué esto bastante para que dejara ele dictar bandos rigurosos,
por los cuales ohligaba á vivir en el campo y poblaei0nes pequeñas
á sus mayores contribuyentes que querian ausentarse para evitar
los desastres de ]:1 guerra, atormentándoles de otra suerte con
erücidbirnas multas; impedía tamhicll ccrrar ninguna casa de
campo.


(1) lIé aquí una rpl~cinn ¡Je los cabecillas principales del partido car!ísla
que existían en Cataluila, en julio y agosto de 1848.
Cabrera.
Castell.
Ca letrlls.
~Ia rSR l.
Cibert.
Go[]zalcz.
Saragal al.
enmez.
Allirnira.
Sabaler.
Savalls.
Maestro de Mallá.
RosciJ.
r;'igeta.
Picó.
Pito.
I'allarés.
A rbonús.
Furtlos.


Rasquetas.
BoquieR.
Los tres Trístauy.
BarlOes.
Coslacalls.
Planademunt.
Bllll.
Pn'as.
MlIcllncho.
GlIcrxo de la Ratera.
(;'lIillaulllet.
Torres.
nadí~.
Coscó.
Yilella.
.TlI\"anv.
Carag·ol.
Caru¡:;ulet.


Masgoret.
Ferrer.
Gllitart.
Burjó.
Margarit.
Grao.
Paumngné.
Frp¡:;aire.
Estil!"tuS.
J)uran.
El Pata.
Si\lrana.
Campanera.
Casellas.
Juliá de la viurla.
Collell de l\lunt.
Juan ole Mieres.
F~iJregas (,í) "asó




t:; I ~
Pero rl res\llLado de e~le si~tellla lb rigor era ninguno: la~


tropas de la reina se veian rcJuci(las á la inaecion, y el incre-
mento de los carli-ü<ls era notable, todo lo qUí~ hubo de avisar al
duque de Valcneia de alguna falta en el gobierno militar de Ca-
tallliía. PI)[' ello (lccidiú, de~pues de varias eomuniraciones eon el
capitan general, en una de las euales le proponia la ¡(lca (le ir
:'l CataluÍb ú dirigir 10<; a~uutos (le la guel'l'a (~l mismo en per-
sona r('levar á Pavía, el 10 de setielltbre, del mando militar (lel
Prim:ipiHlo. que dejó en mallos de su sucesor, D. Fernando 1<'er-
nandcz lk Cúrdoba, el Hl del mismo llles.


Uos palabras sobre la conducta elel general Payía en esta :-;c-
¡.tunda ('poca, y se pondrún de relieve los nuevos l1ol'Ones con (IU e
cllllwlJeei(1 ~n brillante corona.


El hombre que creia lIcber conr¡ul.starlo tono por el terror; el
que á esle '! !lG Ú las simpatías (lel pai~, decia eran debidas las \en-
tajas que reporlúriln los carlistas; el lJue tan mal eOll1prendit') el,
tan alliyo corno nohle y generoso, carácter calalan, que dcei;t
o!w(lccel' solo por el lemor al que mas cruelmente le amenaza;
el (/Ile mandaba pCl'lllanecer indefensos en las ca~as de campo ;\
los que <¡ucrian huir de los azares d(~ la gllel'la, y defender sin ar-
mas su territorio, y ser responsables, bajo penas severas, ue sus
fortunas, que dejaba ahandonadas, hien merece la fama de cru(~l
que ell Calaluiía akanzó, y los cargos que mereció á la prensa
perir5uiea de Aladrid y provincias. lIetratan perfectamente ú cste
general SlIS banul)s crlIdes y destituidos ele J'azon, el tenaz eln-
peño en qnc 110 se vf'rificúra ningun cange, la repugnancia ú efI-
trar jam<Ís en IIcgociaciones pacífieas, y sobre todo la inhumana
mucrte del cO)'fJne! Herreros y olros carlistas indultado~. Otro da-
to pam su he:Ia historia es el haber enriado, al sen'icio militar de
:\frica Ú 7 -12 ciudadanos, d(~s¡]e 13 de mayo á 12 de setiem-
bre ck 'JH~7, yá H;), desllc 1" dejlllio á 521. de a¡!ostodc '181H,
sin contar los n20 que habia antes destinado al mismo objeto.
El día del relevo de Pavía, fué un día de alegria para el Prill-




- 152 -
cipado y para todos los que tuvieran sentimientos humanos.


Durante 5U mando se habian levantado en la capital de Ca-
taluña, monumenlos para perpetuar la memoria de los horrores
de una guerra que hizo emel el génio ¡!c Payia; pero afortuna-
damente euando ¡;¡l dejó de estcnder sus negras alas sobre tan
bello pais, desaparecieron al grito unánime de la civilizacion y de
la humanidad.


Antes de entrar á reseñar los hechos sucedidos en Cataluña
durante el manuo de D. Femando Fernandez de Córdoba, Ha-
mos en qué situacion dejó la provincia D. Manuel Paria. Fatiga-
das y remlidas estaban las tropas, deslumbrados los mismos gcfl'''l
con las rápidas y admirable:> marchas y contramarchas de dOll
Ramon Cabrera, que acababa de recorrer todo el importante ter-
ritorio del Ampurdan, obtliPiendo por resultado de su arriesga-
dísima empresa, que lleyó á cabo eludiendo la persecueion llc
muchas columnas que le venian encima, grandes sumas en
contribuciones, un buen número de caballos, muchos mozos
yoluntarios, el aturdimiento de las tropas, la admiracion del
pais y el entusiasmo ue los suyos. El ti· un ~ctieJl)bre acababa
de ser batida la eolllmna de Mames,l, fuerte de unos 500 hom-
bres. por una partida ele montemolinistas que constaba de unos
500 al mando de Posas y Calctrus, y todos los dias se animaba el
anlor de las filas Illontemolinistas eon la entrada en alguna gran-
de poblaeion, con una sorpresa mas ó menos provechosa, con
algLln encuentro, algun motivo de esperanza, alguna dcfeccion
en el enemigo. En Maurid no se ignoraba cl cstado de Catalllfla,
quc así rcseiiaba un periódico que ni era absolutista ni de Jos que
hacian oposicion al gobierno.


»La cllc3tion de Cataluüa ha llegado á tomar proporcioncs
gigantescas, y es sin duda alguna hoy dia la de mayor importan-
cia de cuantas pueda debatir la prensa periódica y resoln~r el go-
hiel'l1o de S. M. El territorio del Principado es recorrido por tres
6 cuatro mil hombres, que ora urü¡]os en columnas, ora disemina-




- 153 -
dos en pequeñas partidaíl proclaman por rey de Espaií3 á UD
prÍllcipe que resiu.e en cl cstrangero, cobran las contribuciones
ue casi todos los ayuntamientos, y por los medios de que u.ispn-
nen, tienen arncurcnladog y reducidos al silencio á los mayores
conlribuyentes, y cstrechadl) al pais, no á ayudarles, pero sí á
que permanezca neutral en la contienda, de suerte que cllos no
tengan que temer otra opo-;ieion que la de la fuerza pública .•


El general CÚl'lloba dijo mas tanlc en las Córtes que al ha-
cerse cargo del mando, recorrian el Principado de cinco á seis mil
montcmolinistas.


En esta situacion entró f.-ues en Cataluña. Sin no\"(~dad se
pasaron los primeros dill'i de su mando, y sin que hicieran otra
cosa que preparar sus planes y dirigine á sus destinos los g c-
uerales ue que vino rodeado. Unicarnente, el dia 24. de setiembrc,
tuvo lllgarcn Igualada un hecho parífico, el primero dc una sl'rie
de sucesos que habian de poner término ¡Í la guerra catalana.
Cabrera habia dado órdenes severas conlra los befes de partiJ.¡s
que sin mandato suyo cobrarall conlrilmciones dc los pueblos, (¡
dícran mala illvcrsion Ú los fondos, en cuyo caso se hallaba Dlm
Migue! Yila (ú) Calell'lls, á quicn destituyó. Hizo este esfuerzo,;
para presentarse con alguna partida de los ~\lyos; pero inútile~
pues 10 hizo solo con dos asistrntes, el dia 2 t. El Gobierno
reconoció á Calelrus el grado de teniente coronel, y le Liió el man-
do de una partida de (rancos. Ya en tiempo del general Pavia ha-
bia pedido este cabecilla que se le reconociera e! grado, y se le
dieran, por pasarse ú las tropas de la reina, Hi,OOu duros.


A los primeros días de ocl ubre se descubrió una vasta COIlS-
piracion, en la qU!~ andaban complicadas persGnas de importan-
cia, y la quó tenia por objeto entrega¡' los castillos de ~lonjllí, lJO'i-
talrich, Seo de Urgel y otros puntos de Cataluña. Descubierta por
unode los conjurados, fueron presos los gefes, y algunos fusilados.


Por los mismos elias acaecieron tres hechos de armas, lo:;;
primeros de importancia durante el mando de Córdoba, y dos de




- '151. -
dios en sumo grado fatales á las tropas de la reina. A los prjm(~.
ros dias de octubre el cabecilla Posas híZI) presentar 30 hombre"
de los S11;'OS delante de la columua de JIatlJ'esa, fuerte de UIlOS
200 hombres al mando dd eorOlwl Ih!ill, la cual los pcrsiguió
hasta llegar al Coll·Daví. En esta ocasion sale P,¡sas con los su-
yos en nú¡l1cro mucho mayor, arrolla ú la columna, que Ú pesa l'
de ,,('rse enmelta, prefirió ú rendirse, moril' peleando, como lo
hizo su gefe. Mas vienuo al fin las tropas de la ¡'(-illa que era im-
posible resistir ú la sorpresa. al número y á la fortuna, se rin-
dieroll tojos los que no habian quedado en el campo de ba-
talla.


Cuando se difundia la fam!! de este encuentro l1ot!!hle, aef10-
eió otro parecido, aunque no tan terrible, ccrca de Yillafranca del
Panadés, en donde la columna de este punto fue batida pOI' 1 \~
carlistas, 'plC hicieron muchos prisioneros, enl re ellos á un coma!l-
llante, hermano del coronel Figucrola que la rnandaLa. Y fillal-
mente, el uia G del mismo octubre, sit'Jallo Cahrera cerea de Cam-
deyanol eOIl 700 infantes y 50 cahallos, tmo ulla a(:eion reiíida
con las columnas de Olal y Hipoll, al mando de Bios y Ilorc. lal
\'eZ la mas notable ue las hasta entonces habidas, por las comhi-
naciones estratégicas de ambos banuos, aunque no por sus resul-
tados.


Pasóse )0 restante de octubre sin quc nubirra otras aeci(¡n{'s
de nmeha importancia, y contenlÚIlllose los carlistas con sorpre-
sa:> á los destaeamcntos, con organizal' sus tropas lle infantería y
caballería, y con cobrar contribuciones de lodos los pueblo;,:, has-
ta de los fortificados, á los qu(~ obligahan por medio de un sbtc-
ma de hloqueo que yenian siguiendo desde el tiempo del genel';ll
Pavía. En la segunda mitad de octubre, determinó el Capilan ge-
Ileral dejar la e,lpital, pam dirigir por sí las operaciones de la guer-
ra, y con Sil brillante y llurnerosísirno estado mayor se dirigió ú
Igualada, rodeado de muchísimas columnas, creyenuo tal "ez po-
ller fin á la campaiía, como por razon de muchas drClll1stancias




-- tri5 -
Y ~obre todo de la grave enfermedad de Forcadell estaba haciclHlo
en el Macstrazgo el gencral Villalonga. Pcro los sucesos le sacaron
Lien pronto de su error. Enyalentonaclos los carlistas con las vic-
torias ohtenidas, entre otras, sobre la columna del desgraciado
Bofill y sobre la de Yillafranca. no csperaban ya á las tropas, si-
no que tomaban la ofensiva y se batian con valo r. Tal sucedió el
tlia 1. 0 de noviell1bre, en que el general Parcdes, hallúndose ell
el pueblo dcl Esquirol con la columna de Vich, fuerte de unos 700
infantes y 70 caballos, fué atacado por los montemolini.~tas en nú-
mero de 800 y 50 caballos, á cuyo frenLe estaba Marsal. Reñida
rué la lucha y herúicos los esfuerzos hechos por ambo·) bandos,
pero al Jin 1,1 columna de Paredes tUYO qu,~ declararse en derrota y
complcta dispersion. Dueño el montemolinista del campo, persi-
guió á los dispersos con empeño, cogiéndolcs mas de 60 prisione-
ros. La caballería tuvo varias bajas, entrc ellas un gefe, Romcl·o,
y la pérdida de 12 caballos: tambien pcrdió el suyo el general Pa-
redes. En poder de los carlistas, adelllas de los prisioueros, á algu-
nos de Jos cualcs dieron libertad para fJuc asistieran á los heridos,
y ú mas de hls muchísimas armas recogidas, quedó una brigada
de 9 mulos con municioncs y dinero.


Pásanse pocos di as y á los '15 de noviembre, en .-hiñó, sucedc
el hecho de turnas mas notable que en Cataluña acae(:ió en tOílos
Jos aüos de a(IUella guerra. El brigarliel· ~lanzano, que tanto se ha-
bia distinguido en clla por su constancia incansable en la pCI·secu-
cion de los carlistas, y al que ningul1 revés notable habia contI'is-
tado, debia sufrir una derrota de que no habia ejemplo. Y cndo di-
eho hrigadier en pcrsecucion de Cabrera, con Uíla columna de
unos 800 hombres y fíO caballos, supo en Artés, donde pel'l1ocLa-
ha, que Cabrera. con los suyos cstaba en A viñó', y determinó ata-
carle á la madrugada del siguiente dia 1 (j.


Está situada la poblacion de A viñó al es tremo de un llano cer-
rado por altas montañas y por elrio Gabarresa , vadeable en mu-
chos puntos. Allí estaba Cabrera con aIgun otro gefe, cuando




- 156 -
l\Jallzallo con su c:olumna entró en la llanura, y ::;ill dejar el gellC-
fal carlista la ventajosa posiciotl que ocupaha, observó los rwn i-
mientos del enemigo. Este ereia poder arrollar al suyo dentro del
pueblo, á cuyo objeto destinó dos compaiiias ú su izquierda, !Jura
que interceptaran los puntos de la montaiia por donde pudiera
escaparse el carlista, y ú la derecha otras dos compañias que hiw
!'ituar á la otra parte del rio Gabarresa. La caballcria quedaba ú
retaguardia, sin entrar en acciono


A eslo Cabrera iba destinando tambien sus tropas segun los
movimientos de las contrarias. Tristany con alguna fuerza salió ú
recibir á las eompañias quc se habian iH[emado en la montaiia, y
dcspues de algunas descargas adquiriú dec:idida ventaja solm~
ellas: al mismo tiempo, saliendo del pucblo, Mar~<ll, con UllOS 100
('aballos se puso entre la partida que habia atravesado el rio yel
C:UCl'pO principal de la columna de Manzano, que atacaua con
inespcrauo denucJo por los carlistas, con Cabrera al frente, fué
batida en pocos momentos y puesta en dispersion, apesar dc lo:;
esfuerzos del brigadier Manzano que pretcmlia reanimarla. Sus
restos fueron perseguidos por los \'enceuores, y á los grito.; ¡J,!
cl/artel que daban Cabrera y sus subalternos fueron rindiéndosc
~oluauos y gefes, incluso el yalientc Manzano, que oyó de Calm:-
ra las mas lisongeras espresiollcs por el valor que habia mostrado.


Pocos fueron los ue la columna que sc escaparon, si se escop-
lua la caballería, que sin haber desenvainado los sables debió su
snlvacioIl á la precipitada fuga CIl que se puso. Ccrca de 500 fue-
ron los prisioneros, y muchísimos más los fusiles que quedaron en
poder ue los montemolinistas.


Esta vicloria, tan completa como ruidosa, acabó de poner en
relieve la inutilidau de los esfuerzos hechos por las columnas dc la
Heina, demostrada ya con las derrotas de llofill, Figuerola y Pa-
redes; animó á los carlistas de touo el Principado, y difundió el
desaliento en el ejército enemigo, cuyo (:apitan general, al sabcr
eH Igualada la infausta Ilucva, parte para Barcelona y hace dirni-




-~ 157 -~
~lon (le su cargn, destinando para llevarla ú Madrid al genE'r:11
~b/a y _\lós. Es admitirla en la córte la dimision, y le sustituye ('11
2;) de noviembre el general D. JIanuel ele la Concha.


Mas antes rle continuar la historia de la guerra en tiempo c1d
~Iarc¡ués del Duero, ju~to es que dé una mirada retrospectiva al
mando de Córdoba, COrilO la dí al (le Payia. Suspendidos los b:'lr-
haros bando" de su anterior, siguió Córdoba un camino contrario.
de humanidad y bl:lndura, que fue correspondido por la cOll11uet,l
de los montel1lolinistas, quienes suspendieron las pocas medidas r1(~
rigor que hahian dietado, irritados por las muchas tomadas por l'1
MarqU(~s (k \o\"aliel1(;s, ¡'~ hicieron la guerra mas humana, si es qne
nunca puede serlo una lucha ci,"il. En los encuentros habia cuarlel
para los \erwirlos, y mas de una vez, sobretodo en el encuentro de
Ariiiú,seoy6gl'itarálos gefescarlistas «clIQrtel,cuartel) desch que
se pronunciaroncndcrrota sus enemigos. Para los carlistas habiaam-
nistías, para las tropas tic la Beina habia acciones generosas, como h.
de un rabccilh ijue hahicnrlo brindado tÍ los prisioneros áque Lomasen
las armas COIl d, y habiéndose ellos negado á hacerlo, les dló un
premio por su valor y la libertad. A cenlenares soltaban los car-
list,lS á los pri:>:iolleros, por no saber donde retenerlos, y era tanta
la humanidad con que Ics trataban, que así se espresaba el perió-
dico dc Mallrill, el Clamor pilblico de t8 de noyiembre. »Los ca1'-
Ii.~tas cs!ún dando inequívocas pruebas de generosidad con los sol-
dados de la reina que hacen prisioneros, pues en vez de fusilad(~s
inhumanamente ó hacerles sufrir penas y castigos, los tratan Licn
mientras 10-; tienen en su poder, y los dan libertau con las mayores
('on~irlcracioncs.» Ya no se fusila á los renuidos, ni se lleva á los
moribundos en camilla 111 Iu gl1I' ele! suplicio como durante el mall-
do (le Pavil1, sino que Cabrera y Córdoba entran en negociacio-
nes con ohjeto de dejar ú los carlistas un punto seguro para hos-
pital ele sangre y para tcner ú los mas notables prisioneros, que
destinan tÍ cangcs, Este punto es Vidrá, distrito de Vich. Verdad
es que Córdoha se resisfe á cangear cuanto quisieran ]os carlistas;




- J58 -
pero pOI' otra parte Cabrera suelta á un júven teniente dd rcgi-
mie:Jto del rey, hijo del general Lorenzo, para que vaya á Madrid
il in:plorar de la reina el cunge de prisioneros. Al mismo tiempo
se vé á D. Harnon Cabrera, general en gefe de los montcmoli-
nis[as, tener las mayores consideraciones al brigadier Manzanu que
come constuntemCJlte en su mesa, y con quien pasea de bracero
en la plaz:1 de Artés como lo hiciera con un íntimo amigo. Al fin
este fu(~ eangeauo, durante el mando de Coneha, con el coronel
Carbnjal, caballerizo de campo de D. Cárlos y gentil hombre del
Conde de jlontemolin, que tiempo antes habia 5ido hecho prisio-
Jlero por una columna lle/ campo de Tarragona, en oeasion en
qne llevaba pliegos importantes. No cabe duda en la verdad de
este cunge, negado en documentos oliciales del gobierno de JladJ"id,
que á mas de constanne pOI' muchos COIHluctos, es a!il'Illado por
Pavía en sus memorias.


El mando militar del JIarqués del Duero, fué inaugurado con
un hecho importante, CllyO princ:pio se debía á los manejos ele su
antecesor. La presentacion de Caletrus no habia sielo un suceso
aislado é insigni{icante, como hubiera podido crcersc, sobrc ioclu
antes de la preseulacion en -1.3 de noviembre de otro cabecilla
carlista, D José Pons, (á) Dep del Oli, á quien Córdoba reconoció
el grado de brigadier y encomendó el mando del regimiento de
Arapilcs, y mas tarde el de la Princesa. Cuando se vió que era
formidablc el enemigo en el campo de batalla, y que em difícil
destruir unas fuerzas que teuian la aquiescencia ó la proleccion del
pais, se buscaron medios que no quiero ealillcar, para olJligar á
los gefcs carlistas con el resorte bajo del egoismo y de los intere-
ses personales, á hacer traicion á una bandera que habian jumuo
dcfemler. La defcccion de CaIdrus y Bep del OIi fué seguida por
la de otros dos cabecillas, MonseITat y Posas, quienes se presen-
taron el 4 diciembre, segun convenido estaba de antemano en la
villa de Esparraguera, con 600 infantes y 50 caballos, pro-
porcionando ocasion al general Concha de recibir una ovacion




- 159
:11 clltrar en Barcelona seguido de llep del Oli, JIonserrat y parte
de las furl'zas pre.'ientarlas. Mas como estas en su inmensa mayo-
ría estahan descontentas de un hecho que ignoraron hasta el mo-
mento cn que no podian c"itarlo, trataron de descrtar, corno hí-
eíeron, Ú 10:-5 primeros di as en lJOa bandada de 400,. y mas tarde en
deserciones aislarlas, hasta habel' vuelto casi todos á las filas de
que se 1e5 hahia arrancado por lo que ellos llamaban una traiciono


La defeecion de aquellos cabecillas no desanimó ú los carlistas,
COInO en un prillripio pal'ceiú que habia de sueeder, sino que al
contrario J:>~ estirHul() ú que rcc!oularan sus esfuerzos para batll' Ú
las Coluilllías (lt~ b reina, s(¡bl'c todo las mandadas por los cabeei_
llas traidores .. \Iejí)[' organizados quc en un principio, y con COIL
fidc!leias abundantes, cllsavab,n, Ú pe.,;¡u' de los medius porlel'Osog
de qlle dispollia D. Manuel (Ir, la Concha, algunas acciones, de
que casí siemprc ~alián vencedores, pOl'f(llC no las empeiíaban á
no ver eási Sl'gul'O el triunfo. Tales fueron la de San Lorcnzo dc la
~¡ubga, y la mas imporlante !ot!il\'ia de Albafíú de la frontera, cn
f:; de diciembre, cala que r 16 bati(1a la columna del coronel Vegn,
que (' I,l:-;(aba dc tIllOS L7UO llO:n¡)I'(~s. El caso fué que el cabGci-
lIa Estar! ú:s con una regular fuerza de los suyos SG habia situado
en el rcferido pueblo de Albaií:l, parapetállLlosf~ detrás de sus ca-
Sas, creirlo ya tle que el coronel Yega habia de atacarle, Así lo
hizo cste en efecto y dcspues de una resistencb meditada de Es-
tartús, otro cabecilla, Silragatal, que estaba escJndido á corta dis-
tancia, ataeú por retaguardia á la columna de Vega, quedando esta
balida y con Illas de 200 hombres fuera de combate.


Activó luego la persecucion el mismo general Concha, que
poniéndose al frente de las tropas se dirigió á varios puntos de la
montaña y al Al1lpurdan, con grandes combinacIOnes de crecido nú-
mero de columnas que recorrian de continuo el territorio. A pesar
de esto, Cabrera, Marsal y otros cabecillas parecía que habian
situado su cuartel general en Amer. en donde permanecieron en
completa tranquilidad muchos dias. hasta que al fin fueron ataca-




- 1(i0 --
¡los, damlo lLigal' el ataque á una de las mas notables acciones ,J('
toda la guc:rra, á una batalla formal.


Estaba ~Iarsill situado rl1 el punto del Pasteral y tenia establf'-
cido un puente ele madera que asc¡.(urase el paso del rio Ter, ron
grave perjuicio de los planes que el Capitan gCIleral habia COIIr(~­
hido para la perseeucion, Mengua parecía qU(~ los carlistas estu-
viesen tranquilos en medio de aquel continuo movimir:nto de eo-
lumrws que les perseguian, y que defendieran un puntü que k"
prometiera alguna seguridad; por cuyo molivo sin lluda lIevaria el
encargo de destruir el puente, el coronel Huiz con unll columna
de unos ,j ,300 hombres y 50 caballos. Los carlistas tenian tomada
la fuerte posicion dc la montaiía del Pasteral y c~tahan parapeta-
dos detrú5 del puente, cua!1(!o el 1 G de enero del 84,(j les ataclí el
eoronel Huiz con su columna.


Con indecible ardor acometió este la empresa de apoderarge
del puente, y cn medio de la fuerte resistencia cIue opusieron
los carlistas, llegó á pasarlo, no sin tener muchas pérdirlas, cIltre
otras la de ulla guerrilla de 20 hombres (IUC rué heeha prisia-
nr~ra. En esLe e:;tado l!ega Cabrera al lugar de la accian, reani-
mando con su presencia y los nue"os refuerzos ;Í las lilas moute-
molinistas, cuya suerte ya no andaba mal parada. Entérase eon
su mirada penetradora de las circunstancias del terreno y de la
posicion de las fucl'zas respectivas, y dispone que :\-lal'sal con su
fuerza varIce el Ter con el ohjeto ele colocarse á la otra parte del
puenle, cerramIo así la retirada ú la columna de Huiz, que ata-
carla de frente por Cabrera y teniendo á retaguardia ú l\Iill'sal, no
tuvo mas recurso que dispersarse en pequeiía5 partidas. Pasa-
dos los primeros momentos elel ataque se reanimaron las tropas,
y se reunieron, formando una masa que rué dispersada por tres
cartras consecutivas de la caballería, mandada por Cabrcra, que
constaba de unos no caballos. La noche los sorpnmclió en el com-
bate, y á benellcio de ella se reLiraron las fuerzas de Ruiz al inme-
diato, pueblo de Sellera, cuyas casas tomaron. En esto, intenta




-- Hil -
Mar~al rendirles, á cuyo objeto ofrece l)!'(~mi()s y l'('compeJls~s Ú
¿:lfllH:lIos de los suyos que se att'e\'an ú asaltm' las casas y pren-
tlrrlas fuego, ú lo q\[(' ~(' brinlla la llluehetlull\1Jre. Apc:sal' lle IrLS
lillicbbs (le b noche se hacen Jos ¿lprestos nee(~sa rios, y en pocos
instantes se ven eercadas ue lelia las casas y príncipian [t al'ller,
en los momentos mismos en que los mas atl'evidosdo los carlistas,
subiondo ú los tejados, se empeliaban en rendir ú los val ienles
soldados de la reilla, quo con su fuego llegaron ú arrojarlos.


Comprometida ecala siluacion de las tropas, al amanecer llel
2j, euando ,ino:l sacarles del apuro la columna del cOi'ollcl :\ou-
,ila~, quien manlló Ú un batallo n (¡ue yar]cara el Ter para (bl'
prollto atl~ilio Ú jos sitiados. Los carlí~tas no temían Jos refnerzos
de ~IIS enemigos, ni huian dc la llUCya columna, pues la alacaron
con ardor: pero la arlilleria quc esta llevaha, con sus incsperalhs
disparos do metralla los puso un momento en deslJrden, y nUflljlw
muy luego J'eanillla:los, hizo que se pronullciaran en retirarla,
perdiendo parle de los muchos prisioneros de la jornada ante-
1'101'.


GralJ(ks fuc['on las pénliJas, soure lorlo en hCl'ido~, por Ulla
y otra parle: SiCllllo la mas lIotahle, la hel'itlil que l'rciJ,ió C;)lm'ra
en el muslo.


Los earlistas no huyeron, apesar de haberse rclirallo el segun-
¡lo dia de la aceion, pues con tranquilidad curaron sus heridos en
la ,"cl'ina }JoJ¡lacioll de Amer. Apesar de la acti m perseeueion con
que les iban clIcima, y del número crecido de columnas que la.
presencia (Ir: tantos rncmigos y la lloticia de la batalla ele! Pasteral
hahían llamado al Arnpurda n, no dividieron sus fuerzas ni tra! a-
ran ele cYapol'arse, como era creible, sino que continuaron ren-
nidos en el JÚiSlllO [el'reIlO, pasando el 30 !J0l' ccrta rle Grrona
una fuerm do infanteria y 120 eaGallos al mallllü de ~Ial':,a!. Con-
cha, que acababil. de llegar ú Gerona, salió en su pCl'soeucion con
fuerzas muy sllj)('riorcs' una yanguardia suya hubo de salir escar-
mentada de :'ill arroximaeion á los carlista:-, jllWS de una descal'gil


tI




- Hj2 -
de trabucos la hicieron cslos mucho.:; heriLlos, enll'e otI'O,;, como
espresa el general Concha en su parte, al ayudante de campo O.
Joaquín Aguilera, Io,; capitanes graduados D. Cayrtano Agllado,
O. Homan :\Ianuel de Villena y el alfé¡'(~z D. Federico Ferrater.


Los carlistafi, por lo visto, eran ya demasiado poderosos para
que las tropas de la reina pudieran, sin contar con la coopera-
cion del pueblo, destmirlos fácilmente; asi es que se apelaha ú
otros medios que distaban mucho de ser infructuosos, como lo
demuestran las continuas defecciones de cabecillas carlistas que
venian anunciando tojos los dias los partes oficiales. Cuando 110
podia sobornarse á un gefe, se t\'ataba de hacerlo con los subalternos
como sucedió con los de Borges, ú quien llcgaron á tener prcsn
con la intencion de entregarlo al Gohiel'l1o, pcro fjlle se salvó por
el ascendiente que tenia sobre los soldados, fusilando luego á Jos
oficiales infieles. Hacianse proposiciones á los gcfes principales,
110 ffleaseando promesas ni dinero y, si bien unas veces pl'Odujo
resultados cstc sistema, otras hubo de ser fatal para los que inter-
venian en los tratos, como al desgraciado Baron de Abella, <[lW
t¡'ataba dc sobomar á los hermanos Tristany. Ccgido cerca de
Solsona y pasado por un consejo de guerra, fue fusilado en vista
de hallarse confcso y convicto, publicándose luego por Cabrera la
sentencia y las causas de haberse pI'onunciado.


Afectó profundamente al pais la muerte del desgraciado Baroll.
cuya causa muy luego conocida desvaneció la nota de crueldad que
en otro caso se h uhiera atribuido á los carlistas. Así hablaba respecto
de ella un periódico de Madrid, El Siglo del 10 de marzo. <Justo
es que la lloren y ensalzen sus amigos, justo es que la respeten
sus ad\'ersariofl; pero téngase en cuenta que los responsables de
ella, ante la historia un dia, como hoy ante la conciencia del pais,
son los Tristanys antes que Cabrera, y mas que el uno y Jos olros,
el sistema tIc maraiía y cohecho que se ha querido sustituir en
Cataluña al de la wrdadera guerra le:::l y honrada.'


Desde entonces los sucesos de la guel'l'a no fueron mas que




- 163 -
rpismlios tIel plan de soborno que se intentaha lleyar á cabo:
p:lsúbase aquí un gefe, allá una partida, aeunú un sub.Jtemo, que
tlcscubría, haciündoles traicion, el paradero de sus gefes, Así,
cuando se dirigía á Francia á recibil' al Conde de -'Iontemolin,
fué cogido en una monlaña vecina al pueblo de Ginestá, el cabe-
cilla M:usal con dos de los suyos, que fueron fusilados. El cabe-
cilla debió su vida á. un manifiesto, que esema su triste situacion,
en que fingidamente decill reconocer á la reina y arrepentirse de
la guerra que acababa de hacer.


Al tiempo mismo en que el gefe de la caballería carlista
l\Iarsal, cra cogido en Gínestú, lo era el Conde de Jlonternolin,
como en otra parte de esta obl'a se dice, en la frontcra francesa,
f'in que le fuese dado ponerse al frente de sus defensores, y com-
partir con ellos las fatigas de la guerra. Estos dos hechos, capaces
cada uno de por si de desanimar á los carlistas, unidos á las con-
tínuas defecciones y á los efectos de un bando mas cruel, bajo cier-
to punto de vista, que cuantos se habian publicado hasta enton-
ces, hicieron que l6s montemoiinistas desmayáran, presentúndosc
muchos á indulto, temiendo los gefes de los subllJternos, y estos
de los gefes y de los soldados, presagio seguro de un mal fin que
leR amenazaba. Los esCuerzos uel Gobierno para atraer COIl el
dinero á los cabecillas, continuahan siendo heróicos, pues se ereia
poder terminar la guerra con la dcfeccion de Cabrera y lus Trisla-
ny, alcanzada por los medios mismos que la de Dep de Oli, Cale-
tms, Posas, l\Ionserrat y otros muchísimos de menor fama. Un
tropiezo, y terrible, encontró el gobierno, en la ejecucion de este
plan, en la fidelidad de los hermanos Tristany, que despucs de
haber fusilado al Baron de Abclla, que queria seducirles, hubie-
ron de dar á un gefe de la reina un escarmiento tcrrible, por la
candidez con que les ereyó capaces de hacer traicion al que ellos
tenian por rey, y al que dcfendian pOI' con viecion y con entusias-
mo. SuceJió del moclo siguiente:


Hacía ya tiempo que el coronel D. Santiago Rotaide estaba




,1 G4 ,--
negociando con (lichos hermanos, para que se pasaran con toda
la fuerza que tlirigian en CataJufía, entregando al mismo tiempo
al Conue de ::\IoreIla, d(~ euya conflanza con ellos debian abusar.
Esta accion, cuya llohlcza (¡ villanía, en Gaso de haher!'e llevado ú
caLo, no debo calificar, era pagada ti los hermanos Tristanys, re-
conociéIHloseles el grUllo de brigadier en el ('jt~rcito de la reina, el
grado respectiYo á sus oficiales, y á estos y ú los sol(1ados, dún-
doseles unacrecirla gratificacion, aparte de la alzarla cnntitlad que
hnhian de percibir los cabecillas, y de la que cobraron ya una
huena parte. Despucs de algunas entrevistas, que Luvo el ('oron('1
Hotalde, comisionado al ohjeto por d Capitan general, COIl los
tres hermanos cahecillas, se comino al fin que estos cnlrcgarian
á su fuerza y á Cabrera, en la noche deH3 al 11., en el silntuClrÍ()
de Pinós. Al efecto salieron de Igualada el dla 131m; columnas
de los cOl'Oneles Larrocha y Calalan, y de noche, cntre breñas,
entorpecidos por una I1ll\ia copiosa, cuando estaban ú· mitad del
camino. rceibieron, en YCZ del esperado aLrazo, una descarga ue
los carlistas, mandados y dirigidos por Cabrel~, ú quien los Tl'is-
tanys tenian al corriente un las ucgociacioncs. La SOl'pj'e~a rU(':
cual no se puede pintar, y Jos carlistas aproycckmtlo los momen-
tos, dispersaron la vanguardia y acometieron al enemigo, ha-
ciéndole Illuchos prisioneros, heridos, y muertos, no tantos em-
pero como era de creer, por haber tomado las columnas de la
reina un camino que creyó Cabrera habian de abandonar por
sus malas circunstancias.


Despues de la accioIl de Pinós, destt'Uidas las partidas del Am-
purdan, presentados ú in(Iulto muchísimos carlistas, soldados y
gefes; dirigiéronse contra Cilbrcra, Tristanyy los pocos mas que
quedaban todas las fuerzas dispollibles que habia en el Principado,
las que constaban de 09 batallones, '19 escuadrones, 100 gefes,
2,023 oficiales, 1,9,018 soldados, y 1877 entrc caballo~ y mulas.
1\'0 hubo acciones importantes; pcro las fuerzas carli:-tas se fueron
disolviendo. entrando en Francia lo'i gr.fes, y prcsrnt:ílHlose á ill-




- 'Í05 -
tlulto los soldados. Cabrera pasó la frolltera con otros tres gene-
rale$, el ~5 de abril de lS-í9: preso, y conducido á Perpiñall, fué
encerrado por de pronto en un castillo.


Así concluyó una guerra que durante tres años habian sos-
tenido con cnLusiasmo,pero con dignidad y nobleza, los defensores
uel conde dc MonLclIlolin, con el objeto de colocar en el trono de
Esp<lfía á este Ül'tuoso PrÍneipe. Fiel á la obligaeion que me im~
puse de DO hacer eierta clasc de comentarios y reflexiones á los
heeho:. de la misma, y no queriendo decir una palabra acerca ue
lo:> medios con que se llevó á término, creo que con Ilada puedo
mejor eOllduir este eapílulo que eon las palabras de un periódico
liberal maL!rilefio, el cual despues de referir los rumores, verdmte-
ru:> por eicrLo, de comprarse á los ge[es que se pasaban, se cs-
presaba así:


«;'\0 es defecto en el gobierno, la venalidad de los rebeldes;
pero lo seria y muy grande el ensayar el sistema de cOrl'llpeioll,
POIl! ue eslo eflui valdria ú declararse impotentes cn el campo de bata-
lla: y uo solo scria defecto, sino que seria erímcnLle esa naeion, re-
Lajallllo su tligllidad hasta el estremo vergollZOso de comprar un
triunfo que 110 podria eonquistardelos facciosos. ¡Qué derecho tell-
ul'Íamos en tal caso para decir á .Montemolill: « no tienes simpa-
tías en Espafía, no tienes prosélitos, eres impotente ante noso-
tros; 110 seas pues temerario llevando ú tu país los horrores de la
guerra civil, de la cual nada que no sean desastres, puedes pro
meterte!" .Él entonces pouría conlestamos: Q he sucumbido ante
la imnol'alidad de un gohierno, y ante la corrupdon de unos cuan-
tos gefcs, en quienes habia depositado mi conllanza; no he sido
vencido con las armas; aun me resta probar el trance de una ba-
talla. »




CAPÍTULO XII.
Estancia en Londres del Conde de Montemolin.


---------


11a noticia de la llegada á Londres del Conde de l\Iontemolin,
el 23 de Noviembre de 184.6, produjo profunda sensacion en la
ciudad, fué un golpe fatal para las cúrtes ue Madrid y París, cuyos
fondos públicos se pronunciaron en baja, y dejó concebir la espe-
ranza ó el temor de un plan, que con las potencias del Norte que
no habian reconocido todavía la legitilJ1idad de Isabel 11, hubiese
meditado la Inglaterra para vengarse oel desaire sufrido con el do-
ble matrimonio español. ])csyancci('se la esperanza que pudieran
aun tener los gobiernos de Luis Felipe y D. a Isabel, de que Lord Pal-
merslon, ligado por los compromisos de la cuádruple alianza, re-
tm"jera prisionero al Conde ó lo entregara á la Francia, que tan-
to empeño ponia en vigilar sus acciones. Mas, el ministerio inglés,
que no solo se creía libre del tratado de la cuúdruplc alianza por
haber faltado, á su entender, las córtes de :\ladrid y París, ;í otros
no menos respetables, :;;ino que se creía tambicn obligado por el
,Jereeho rlc gentes, á dejar en lihcrtad á un príncipe cstrangcro




- !ti, -
que buscaha la 11O.~[lilalidad e¡wquella nacian, ú veces tan genero-
sa, creyó de su deber no al'l'eslar al Conde de l\lonlemolin, sino
dejarle en cwmpleta libertad, sin lisealizal' sus acciones.


y no solo esto, sillo que al siguiente dia de haberse anuncia-
llo la llegada del príncipe espaiíol á la capital de la Gran Bretai1a,
fue ohjeto de los mas estraordinal'ios obsequios por parte del l)l"(~­
sillenle del eons<'jo de milli:-itros y de los mas notables pC'rsonage:i
de aquella poderosa nacion. Lores, Gellerales, Diputados, han/lUC-
ros, literatos, y cuanlo de notable encerraba la ciudad de Lon-
dres, se cmpetial'on ú porfia en dar muestras de distineioll al es-
cnpn(lo de Bourges; pero en mcdio ele tantos obsequios, ningulll)
IlaIlló tanto la a[encioll como la larga "isita que le hizo Lord Pal-
Illel's[on, cnya importancia em illealculable en aquellos momentos.
En di\"ersos selltidos fue comentalla pOi' la prensa y por los gahi·
Ilf't~s, atrihlly(~lldola 1I1l0S iÍ cortesía y atcncion, y Ú IlIiras poEti-
ras los mas. Secreto (llWaú por entonees el objeto de la larga eOI1-
ferencia del príncipe y de! Yizco!ule, pero no dejó lugar á creer
que fne . ;e mera corLe~anía, la circunstancia de haber salurla(lo los
periódicos il1;jleses, aun los (jLle pasaban por lÍrganos (Iel Gabinete,
al ilustre !JI"oscrilo como ú Hoy do España. El nombre de Mr¡ges-
tarl era el que, con alluc:lcia (le! gobic\'llo inglés, se le daba en
tolla la prensa periódica, que seguia sus acciones y sus pasos co-
mo los de una persona real, para luego llarlOS al público, en ulla
especie de parle de atencio[l diario. El MOTnig Cronicle, el Times,
Mornill!l jJ¡)st y demas diarios de Lonrlres, seguian el mis1110 si"te-
rna, ([e! cual \'oy Ú dar un ejl~mplo con el siguiente pilrrafo de es-
te último, del 2G de noyiembre.- «El Conde de ilIulltemolin.--
Ayer S. M. salió á pascar por la maííana temprano, y des¡mes se
ocupó en de"paehar algullos llegocios. Por la tal'de S. JI. rceibió
varias yisitas, cutre ellas la (!e! Vizconde Palmerston y Vizconde
Hanclagh, y la (le otras varias personas que se illteresan en los
negocios de Espaíía. S. ~I. comió eu seguida COll los oficiales de
"U liéquilo .•




-- 'Íü8 -
La casa que habitaba era visitada todos los dia::; por muchos


personages nacionales y estrangeros que lo tenían il honra, y cu·
yos nombres se \ eian al dia siguiente e,~[ampado" en las colllmlJa~
del :lluminr¡ Post. Empefi<'tlml1se en quc COII su pr('~en('ia hOllra-
l"[l los e~!ablccil11ien1os, sociedades y corporaciones de que fllrma-
han parte () en que tenian innuencia. y era mlelllús continuo ob-
jeto de espléllllidos comil(~s.


Acolllpaüúhanle COmUIll11Cnte, el Marrlurs (le YillaJ'raIlcil, cl
Ceneral Montencp;l'O yel Coronel .Merry; con (l'üenes principió ú
Yi:iilul" los edificios de Lomlres, COUlO el palacio del Par!;¡nwlllo,
el día 2(j, en compañia del miembro del mismo, Lord BorthwidL
.El día G de diciembre, el Conlle de Lansdale <lió ('Jl ob~l'qllio del
príllcipc, un banqllete espléndido en::;u f¡uinta dc CarLLoll-!Jollse-
Tcnace, al que a:"isl!crOll muehas personas (k la mas alla m·í:-;to·
emeia ing]C"ia. El 7 ,isit() la soC'ielbd lk trabajallores de Pall-mnll,
llolllle fue rC'cibido y ob:-:cr¡lliado por Lord JhOll Mancrs, que tc-
Ilia c~la comicúoll, cscribi0nuo:-;e luego sn nomhrc y el lle los que
le acornpaüalJan en cllibro de los miembros honorarios que tienen
librc elllrall;t en el es! ablecimiento. El 12 c:-;tUYO cOll\idatlo eH
Decpduc por ~r. (~. 1-Iope con muchos Lores y eaballero.~.


A los pocos días dc su permanencia en Londres, habia alcan-
zado el simpático Conde tanta popularidad, como nunca lmhiesc
conseguido otro príncipe alguno, y cra el objeto dc tOlla" las ('un·
Ycr~aC'ionl':':. Súpo,e quc habia de honrar con su a"i,,,t(~l]('ja el Te;:1-
tro fran~és, llonLlc Ú llclicioll suya sc represenlaba b cnmeLlia de
ScheridaIl, La c:;Cl/cla del esciÍndalo, y hubo alJllcl (lía una aflw'!l-
cia e:-:traOl'dillaria, estando ocupadas desde lllU\' leIllprano todas
las localidades con objeto de "ce al príneipc ('~p((r1ol, que llamó la
alelleiGI1 sobrc lot1o~, apesar dc hallc!" asistido (((I\le1la mi,;rna !lO-
chc al tealro, cutre olros pcr:-;onage,;, los príncipes Lui,; y G(,]"('¡-
nimo Bünnjl,ll"te, Las autoridades popularcs, inL(~l"J)\·dl's del inle-
rés !file inspiraba al pueblo el jónn COllde, fJ\li,~ieroll darle un
('omile ofkial, inyitúI1l1oIe de antelllano, de parle del consejo é




- 16g --
a~ uu[alllienlo, pOI' medio de los Seeri!f's. A consecuencia de es la
imitacion, se dirigió el ,16 de JlO\~iembre, al Olcl Bailey, donde fue
rccibido por el Scerit KenIlal'll y sus subalternos. Aeompaííáronle á
',-isilar las uos prisiones, y á su regreso al Old I1ailey, fue convi-
dado ú sentarse en el banco (distincion propia de reyes), para que
asisliera ú la cclebradon de un juiCio, que observó con alcncion,
ad!uirando el modo de proceder. Digno de notarse en el Conde de
Montemolill es este aran por obsen-ar, do quiera que vaya, aun en
los vingcs de recreo, las instituciones y las costumbres (le cada
pais; por esludiar sus prúctieas y hacer luego aplicaciones ú Es-
p:Jfía, que es su [cilla favonlo. A las cinco le fueron presentados
el ton! C()r!'(~;";'i(lor de Londres, los jucecs, los aldermr:n y otras
Ilo[ahilidade,; de la Cité. El príncipe tenia á su lado al Marques de
Yillarranea y al Coronel Mel'l'y, eucuya uisposieioll fueron intro·
dueidos ú la sala en que habia preparado el espléndido hanquete
que le daba la ciudad, y al fin del cual, entre los brindis de eos-
tUlllhre, lIió uno el Lord Corregidor, ú la salwl de su ilustre hu(~s­
ped, quien contestó en inglés con mueha propiedafl y elegancia:


dJi/onl Corregitlor, mi/ores y señores: os ruego me eseuseis,
si tl'alamlo de daros gracias en vuestro idioma, me cs' dilieultoso
espresar lodos mis sentimientos. Léjos de mi pais y en las circuns-
{aneias presentes, mi corazon estú conmovido por la bu~na hospi.
talidad con fJlle un pueblor!1agn{ll1imo acoge mis infortunios. Lle-
no de reeoiloeilllicnto Ú este pueblo y ú la graciosa mano fIllC le
gobienw, [1](' he Hlli(lo Ú ,osotr03 en cfusion, para brindar ú la
~alud de S. )1. la Heilla Yidoria, que Dios conserye largos años.
En un pais, cuyas ius[itueiones garantizan tan seguramente la
ulJseryancia de las le:'e:-:, los derechos de la libertad, la proleccioll
de ]llS arles, de la industria y del comercio (y por esto le admiro
y respeto), espero en yuesLra compafíia tener el placer ele brindar
yo ll1i~1ll0 jlur la salud del Lord Corregidor, los Seerif/s, los Al-
rlermcn, la corporaeion de la ciudad de Londres, y en fin de los
sáhios jueces tld reino. "




- 'J70 -
No tleguiré al Conde de .Montemolin en todos los pasos, dUl'iJ n-


te su permanencia en Londres, ni menos me seria posible relatar
minuciosamenle los convites que se le ofrecian, las ovaciones que
recibia, ni las tlistinoiuncs de que cm conlinuamente objeto. {~I
por su parte, con su noble y generoso carúetcr, con sus linos mo-
dales, con la clegancia de su deoir, habia cautivado las simpatías
de aquel público, al que inspiraba verdadero entusiasmo: dcclic;\·
base con honrosa atcneion al estudio de las costumbres del pueblo
inglés; no pcrdia coyuntura para apl'oyechal'se de los mcdios ele
instruceion quc le ofl'ccia aquel país, y en torIos sus clisenrsos mil-
nife~taba un vivo entusiasmo por las antiguas y yeneranrlas insti-
tuciones quc han hecha grande y pocleI'Osa;Í la Gran B,'etaJiJ.
Pero esto lo hacia con tanto tacto, con tan fino criterio, que, sil!
dejar de hacer justieia una sola vez á las instituciones y leyes dn
que la Inglaterra está tan justamente orgullo~a, jamas se le esca-
pó una palabl'a que hiciera tmicion á los principios del partido elc
que es gefe, ni desmintiera lo que tenía declarado en sus mani-
fiestos.


Particular afieion mostró ú visitar Jos establecimientos litern-
rios y artísticos, en los qué se entusiasmaba á la vista de los ade-
lanto:- de la nacíon que marcha al- fl'cnte de los adelantos modero
nos, Así es que el 14 de enero de 1817, oportunamente cOll\'iJa-
do, vi~iLó el museo británico, en el que recibió tanta complacencia
al examina¡' el inmenso número de ediciones antiguas y obl'as
manuscritas, que pasó en ello casi todo el día. Otra \'ez volvió á
visitarlo, deteniéndose especialmente en la sala de monedas, y
mostrando el'Ullicion rara en todas las conversaciones que se ofre-
cían con los sáhios micmhl'Os del Instituto, del que mas tarde for_
mó parte. Exaltúbase ú la vista de las monedas antiguas espaIÍo-
las, que ú rllego suyo le fueron puestas de manifiesto, y mús aUll
Íl la de los preciosos manuscritos castellanos que allí tanto abun-
dan: no pudiendo menos en alguna oeasion, de mostrarse indig-
nado de que aquellas preciosielades existieran en muscos estrau-




-- li! -
gCI'OS, y no en el lugar que les correspondia en los Ul'chivo~ espa-
1101es.


La nombrar]ia de la eélebr~ unive1'3idad de Oxford, hizo que
fuera este uno de los primeros e:>tabkeimientos de su clase que se
dígnára visitar (usando de la frase entonces comun en Inglaterra),
ú cuyo objeto se trasladó á aquella ciudad. Sabida su llegada, se
presentaron á la habitacion del Conde, el Heverentlo Vicecan(:i-
llcr, torlos los ilustres protectores y doctores, vestidos con sus
magníficos trages académicos dc ceremonia, y precedidos de ma-
ceros. Al recibil' al príncipe espaíiol, el Vicecanciller le dirigiú un
liso ligero tEscUl'.:lo de Lien venida, al cual eontestú el Conde con
la acostumbrada facilidad y soltura COIl que maneja la lengua
inglesa, manifestalH]¡¡ ú los doctores los motivos de hallarse en la
Gran Bretaña, y la admiracion y pasmo que le habia causado la
riqueza, magnil1ccncia y suntuosidad de cuanto habia visto en
aquellas venturosas islas; «pel'O no me he adormecido, lesdecia, en
medio de los placeres de tanto fausto y opulencia, ni creí que esto
fuera la causa de la gI'andeza colosal de la Gran BreLaíia, sino
mas bien un efecLo de ella. Asi pues, sellorcs, no he perdonado
medio algullo para conocer los resortes que mueven este grande
imperio, y las bases sobre (IUC descansa. »


Conluido el discurso, se dirigió á la Universidad, acompañado
solemnementc por el claustro reuuido, y allí admiró las bellezas
arc¡uitcctlÍnieas del edilicio, la riqueza de las bibliotecas, los mu-
scos y las pinturas. Concluida que fuc la visita al establecimiento,
se le sirvió un refresco, durante el cual conversó en inglés y en
espaiiol con los doctorc:,; de la casa, y despues de haber cautivado
ú todos por su caballerosidad eIl el último bríndis, se despidió, en
medio de los vítores de la entusiasmada concurrencia, para ir á
visitar otro establecimiento, el ilIerton-College.


Como los establecimientos literarios, museos de antigüedades,
historia natural ecL , asi se mostró tambien aficionado á yisitar y es-
tudiar los adelantos de la marina y de la fabricacion. En Woolw1ch




- 172 -
examinaba, el JO de marzo, atenta y cuidadosamente los talleres,
fundiciones y demas partes del real establecimiento de artillería, y
los arsenales del ej(~l'eito y de la armada. En el puerto de Porstlt-
mouth examinó los trabajos de un arsenal con la (letenei0l1, minu-
ciosidad é intcrl~s que le son característicos, tenielHlO luego el gus-
to de revistar un regimiento en Sout!zsca-cun¡¡nolt, que e5 uno de
105 mayores obsequios que pnc(len hncerse al príncipe, por la ali-
cion que tiene ú (odas las cosas de la milicia. No descuidaba tam-
poco el asistir ú los mas notables meetill(js y Ú las sesiones de las
cámaras en fIue se discutiera algun asunto de importancia, con lo
qué estudiaba una de las costumbres políticas mas (~al'aclerísLieas
del pueblo inglés.


Pero, prescindiendo por un momento de las nobles y hOnl'O~a5
inrlinaeiones del prIlleipe hácia las letras, la inuustria. la marina y
tollo- los ramos ütiles, volveré ú la interrumpida relacioll de los
heehos con qne aquel pueblo mostraba su entusiaslllo pUl' un cs-
tl'angel'o, que era el hombre dd dia, el asunto de todas las eonver-
saciones, y el objeto de los m1tyorcs festejos y de la~ mas desusadas
demostraciones. Dcjnndo n!lnl'le los IllUcllOS baJlr¡l!(;l(:~ ¡í (lile a.si~­
tia, entre los cuales ocupa un importanle lugar el mara ,-jI loso y
de un lujo y ostentacion increíbles con que le obse(luió el gremio
de plateros, y los discursos que con tal ocasion pronullcialJ:l,
tram-eribiré algunos púrrafos de un p(~ri(¡dico de Parí~, La _l1ode,
eIl quc (kseribe una solemnidad en que illtervino.
d~l 23 de abril se eelebl'ó en Dnlr!! Lalle el lJ;tIl<[ucte anual


ú beneficio (le bs viudas y huérfanos pohre~ de ilr[is~as, el eua!
fue presi(lido por S. A-. R. el Fcld mariscal lJLH¡Ue lle Cambridge,
tio de S. JI. la Beina de Inglaterra.


«( El Conde de l\lonLemolin, ú quien se habia ofrer,it1o la vice-
presidencia, asistió al feslin acompaiíado dell\1arc¡ues de YiIlaJ'raIl-
ca. Duque de Medina Sidonia y del Coronel l\lerry.


«Ántcs ch~ entrar en el salon del convite, S. A. H. el Duque
de Cambri'Clge comel'SÓ largamente y de la m atW l'il ma~ eordial




-- in -
con el Conde de Montemolin, y cuando S. A. R. brindó por el
ilustre convillado que estaba sentado á su derecha, toda la con-
eurrencia se puso en pie espont¡ineamentc~. El discurso con que el
príncipe porrcspolldió it este brindis fue escuchado con silencio re-
ligioso, y seguido de entusiasmados aplausos.


«La asamhlea se componía de 200 convidados y mas de 400
e~pectadol'es, entre los cuales se veia lo mas distinguido de la alta
soeicdal} de Londres; la galería y las trihunas estaban llenas de
sefíoras de gran tono y de pel'sonagcs políticos.


(( Duranle la comida hubo varios intermedios de música y de
canto, .v it carla hríndis acotl1pafíó un himno nacional; al de la
Beilla, « (¡(Ir! Sil!'!! the QUl'el/;» al de la marina y el ejército, el
lIufe Brilania,» y al del Conde de Montemolin, el himno de ~a­
Yilrra canlado á coros. . . . . .
~ El público ohsenó con intcrés la cordialidad con que se


tratahan el presidellte y el ilustre convidado, cuyas eualidades y
distincioll eran elohjeto de tollas las conversaciones: en efecto;
hablar de Shakspearc con moLivo de una institucion fUllllada
por el c¿ll'bre G:lf'rick. fUl: una aLcncion apreciada por torios jus-
tamen[e. Calla !lllO cumplimentó al Comle d,e JIontclllolin, y el
Heal presidente e~pl'csj su n~col\ocimiento apreLanuo varias Ye-
ces su mano, lo que fué como sefíal para que aplaudiese la
a~alnblca.


»Lne¡2'o que salió el Duque de Cambridge, todos los convi·
dados rodearon al Conde, apresurúndose ú atestiguarle su respe-
tuosa simpatía. »


De los periódicos de Umdres copio la alocucion pronuncia-
da en jngl(~s puro y sin acento por el Sr. Conde de Montemolin,
contcstando al brínuis propuesto por el Duque de Cambridge.
Es la siguiente:


) JI uy ilustre Príncipe, miloros y SCllores: las cspresioncs
que S. A. H. ha tenido tí bien dirigirme beningna y generosa-
mente en ~I bl'Ínclis que me ha dispellsado el honor de proponer,




- 1ii -
Y la grata acogida que han tenido sus palabras, me son tanto
IlIas apreciablcs, cuanto mejor oCíl3ion me proporcionan de de-
mostraros mi sinccro y profundo agradecimiento (¡ Muy bien!).
Admirador apasionado como soy de las artes y de las ciencias,
no puedo dejar de simpatizar con uM asociacion que tan digna-
mente las cultiva y con tanta nobleza y generosidad las protege.
Eila demuestra palpablemente los cfccto~ de la admirable com-
hinaeion de vuestras leycs sociales y políticas, cuyo espíritu han
seguido y desenvuelto de un mildo asombroso los autores céle-
bres en la literatura inglesa que contribuyeron, como el inmortal
Shakspeare, ú la gloria, á la gl'andeza y á la prospcridad que en
ella tOllas las naciones reconocen. Tal es el eOIlcepto que mc han
hecho formar las ob['as de estos ilustres escritores, que de~de mi
nifíez he leido siempre con placer. (Aplausos), Espcro, pues, ilus-
trc Príncipe, ruilores y señores, que permitireis á un proscrito
que se ha asociado en este dia con todos vosotros para una obra
buena, tributar homenaoc á vurstms instituciones filantrópicas,
dignas de imitacion en todos los paises, y reiterar la mallifesla-
cion ¡le su mas viro reconocimiento á vuestras simpatías pOI" él,
de las cuales ha recibido tan claros testimonios.» (Nuevos aplau-
sos. )


Faltaba todavía al Conde de Montemolin admirar los adelan-
tos de Inglatcrra en el comercio é industría, los ramos en que mas
sobresale aquella nacion, y que mas materia ofrecen á la obser-
vacion y cstudio de un viagcro del talento y dote5 del Príncipe
cspafíol. A este fin se dirig:ó á mediados de agosto de t84.7, á las
provincias manufactureras del ~orte, á donde fué á encontrarle
su hermano D. Juan, que habia llegado á Lóndres el19 del mismo
mes. Allí ,i5itó 1:1s famosas ciudades de Dirmingham. Manchester,
y Livcrpool, dúndosele en tOL1as {Jades Ulla acogida digna de una
persona real, y recibiendo las mas lisongeras manifestaciones de
los pueblos y de las autoridades. Do quiera se le ofreeian magnl-
neos convites, que aceptaba comunruente el Conde, distinguién-




- ti!) ~
do"c en todos pOI' su cahallel'Osidarl y por el justo aprecio en que
mostraba tenel' ú las industriosas provincias que estaba visitando,
De! Moming Post copio el discurso por rl pronunciado en el ban-
quete que le di(¡ el Lord Corregidor (le Liyr,rpooJ.


»Sr. Corregidor, s,"ñoras y caballeros: pr,nctrado del mas
profundo reconocimiento, me levanto en la pl'esente ocasion para
daros gracias, en primer lugar á V, S., señor Corregidor. por la
estrema !Joudall eOH que ha tenido ú bien proponer un brilldis á
mi salud; y dcspucs á tOlla la distinguida reunion de sclioras y
['ahalleros (IUC se halla 11 presentes, por la finura y afectuoso modo
con quc lo han recibido, Creo c~eusado asegurar á to(los los que
me escuchan, que siempre cspcl'imcnto Ull gran placer, cuando
lwa ocasion como la pl\'sente me f,roporciona el gusto de dis-
rrutal' de la hospitalidad y elegante trato que tanto distingue á
los naturales de la Gran Brctafía, Lo que es csto me pal'eee debo
dejarlo á la eonsidcrllcioIl de cada uno de los que componen esta
rcunion tan distinguida, supuesto que les será mas fácil á ellos
mismos podcr concebir por sus propios sentimientos 10 que mi
('orazon esperillll'nta et! esta ocasion, que lo que á mí me scrin,
espresarlo eOIl palabra,>; pero hall~lIldollle en vuestra apreciable
compañía, en la que YCO con salisfaeeion muchos individuos
de la tan respetable y digna de ser respetada clase de ce mer-
ciaIlles ing-Icscs, no puedo dejar de congl'afularmeporque estoy
en medio de lo.~ hombrr.s qne forman el baluarte mas ine~pug­
lwble de su país, y son al mismo tiempo los puntales mas firmes
sobre que descansa la prosperidad y felieirlad de esta naeion, tan
vellturosa, tan libre 6 independiente, ~ada me ha callsado una
sorpresa mayo\' ni mas agradable, que el ver, como he tenido
ocasiol1 de hacerlo en eompafíía de vuestro digno Corregirlor y
de muchos de los caballeros que se hallan presentes, los val'ios
establecimiento,>, las mlleha.~ obras pj;:lieas, y, sobl'e todo, el esten-
so muelle, con sus inmensos almacenes y los innumerables fondea-
deros que han hecho ya gl'anue [l esta cilldad, y que la hacen aun




- -176 -
continual' avanzando en su eal'fera próspera con la mayor rapi-
dez. Todo ha venido á confirmarme en la idea ,le que enu(1(la
debe Ocup;¡xse un gobierno con ma'l esmero, que en p:'oLcjer al
comercio, facilitúIlllole lodos los mellio:.; que de'u seguridad ú su
trúfico; medios sin los cuales, á pesar de la gran industria y bien
cOIlo~idil intrepidez del pueblo inglés, Liverpool Ilunca huhiera,
en mi concepto, podido llegar á ser lo que, con tanta satisfaecioIl
mia, he Yisto hoy mismo que realmente cs. Por úHimo, Eciíorasy
caballeros, yo espero que Ille Llarcis otra prueba de yucsLra bondad,
perrnili(~llLlomc que os proponga hehamos á la salm! del Sr. Cor-
regidor y por la prospe ridad y gradcza de este mi1gnilico pueblo.)


Mientras del mo;]o cpu; he l'(~rrri(lí), se iban aUlllenlamIo calla
dia las simpatías del pueblo inglés hacia el Conde de Jfon[ellloliu.
y en Cataluiía iban ganando terreno los que le adamaban por rey
de Espafia, 11 ubo de sonar la hora tremenda del terrihle ¡in del
reinado ue Luis Felipe. Ell'eyt1e los franceses, que poeo tiempo an-
tes tenia prisionero al desLerrado espafiol, y que luego lo reclamaha
de la Illglalerra, hubo de bajar de su trono entre la sil va del ]mc-
blo, tal HZ ;l ("onseeuellda del impolítico acto de haber apartado
del trono de Dolía babel 1I al hijo de D. Cúrlo~, para ca'~ar al
duque de Montpensier eOIl la hermana de la reina dé Espafia. Es-
ta júyen princesa, sola y sin amparo negó á las costas de Inglaterra
tÍ pedir hospitalidad. La mismn. suerte cupo ú Luis Fcli¡H' y il su
familia y minislros, que huyendo de la cólera del puehlo francés,
tmieron que buscar la sahacion de sus vidas en tirITas esLraiías.
La suerte, ó mcjor la Providencia, habia iguabdo la siLu;¡eioll Lld
Conde de l\!onLemolin con la de una parte de sus enemigos; pr-
ro con la diferencia de CpIe era el uno admirado por sus "irtuoes,
y querido del pueblo que con orgulló lo lenia en su seno, mien-
tras eran los otros objeto .~le desprecio y reconyenCiOllcs por ~ll
desmesurada ambician, quedando al anciano ex-rey, 110 simpa-
tías ni admiraciQn. sino tan solo el respeto que se 111f\reCen las
canag ~r la rlefigrarj(1.




-- lj7 -
El generoso y mag:llúnimo D. CirIos Lui~ no se alegró de la


derrota de sus alhersarios, sino que lloró con :m desgracia; y
hasta la prensa se adelantó ú puLliear una supuesta carta suya
dirigida al Conde lle Jamae, Cll la tIué ofrecia ú la iufanta de E~­
paña Duquesa de Montpensier, el asilo qne habia eneontraclo en
Inglaterra y eaanLo de l'l llcpendiese. No eOllio lal ea¡'la, aunque
la vca reproducida en 111la ohra y en la (ll'eU5a periódica, por la
razon de qlW mas t,m/c> fu~' desmentida su autcllticidad, en un eo-
mllnieaclo que D. ilo!tllla!tlo :'lIaría .\Ion, scel'elal'io dd Conde de
Montemolin, dirigió al MOl'lIing Post. Pero si tkslllcntida fué' la au-
teltticidad de la C:lrta, 11110C:1 lo fucr()n los generosos sentimientos
y las ClllilJC!lles \ irlurks del jlí\ en Conde.


En meclio de los ob"crIuios con que dc eontinno se le llis!.in-
guia en la Gran Bl'etafia, y al ticmpo llIismo en tlue iba estudiando
su régimen administrativo, económico y político, no ohidalJa un
u5unlo que embargaba toda su atcneion: la gur:rra dc Catallliía.
Desde su morada tIc UJ!1rll'C's iba clirigiellllo ú las partillas catala-
nas, á las quc tlió illstl'UecÍollC-i bastantes para que ú pesar de l()~
inconvenientes que consigo lle"an los principios de una c:unpa-
ÍÍa de guerrillas, no se pI'Opasi'u'an, en general, sus mantenedo-
res y respondieran con aelos (le humanidad y eiYilizacion ú las du_
ras pruebas en que les pusieron los inhumanos y crilclcs bandos
de los capitanes' ge:lerales que mandaban en aquel país. EI'a L(¡n-
ures cl euarte! general de donde partian estas instrucciones á los
principales gefes, corno Cab,'enl, F oreauell, etc, CJLIe habian de ir
á las provincias espafiolas á dirigir la guerra: de Lrín clres rccibiall
armamentos, y en LÓlHIl'es se les proporcionaban fondos cuantio-
sos, cuyo orígen algo misterioso cra por unos atribuido ú empl'l~s­
tito!'! con el cnlllcreio de la Citl\ y por otros ú la encubierta protec-
cion de la H.usia .


.Mas al fin el intrépido Conde, agradecido á los heróicos e<;-
m.erzos que estaban haeien¡lo en Catalnña sus tropas; admil'ilrlo
y rr.conoeido ú los trabajos inmensos que soportaban en la lllcha
~2




liR -
sosLeni!la contra un ejército inmensamente mayO!' en número,
quiso compartir con ellas las fatigas de una guerra que en su nom-
hre sc hacia. El que habia Imrl1lllo la vigilancia de sus (,iLrecle-
ros de Bourges, concibe un plan no meno:; atrevido para cruzar ia
Francia y pasar la frontera española, aUllClUC no pue(le llevarle ú
calJo con la misma fortuna. lIó aqui en qué tél'lnino5 daba
cuenta de su captura la Gaceta de Madrid en su parle oficial.


d/inisterio de Estado.-El cónsul de España en Perriñan con
fecha ü tlel actual, conllrmando su <lc~pacho telegráfico del dia
anterior, dice que el Conde de -'lontemolin, que en COlllputlía de
tres gefes se dirigia á España, fué presl) con sus comparieros eIl
las inmediaciones del pueblo de San Lorenzo de CercIans, en la no-
che del 4, y conducido con ellos á la cárcel pública de Perpi-
ñan.


»Segun el parte del gefe de aduaneros que le deluvo, se en-
contró en poder del pl'eLemliente, en el momento de su captura,
la suma de 5,000 francos en oro, de cuya cantidad ofreció á los
aduancros 2,000 francos por su libcrtad y In de sus compañeros.
dicil:1ll1oles que eran simples oficialcs carlistas que iban en husca
ele Cabrera, pero aquellos fieles y pundonorosos empleados des-
preciaron semejante oferta y entregaron los cuatro fugitivos á la
autoridad competente.


) El cónsul dice que el Conde de Montemolin fué conducido el
dia 5 á uno de los pabellones de la ciudadela, en doude se le vi-
gila de ccrca, y que su~ tres compañeros continua n en la cilJ'(~el.
hasta que el gobierno francés conteste il la consulla que le ha diri-
gido el prefecto.


«Por último, se muestra el cónsul muy satisfecho de la con-
ducta franca y leal de las autoridades francesas, las que, acogien-
do las IlQtieias que les comunicó, tomaron las acertadas disposi-
ciones á quc se debe la detencion del pretendiente.




- ,17(1 -


Hst,.-ulo nominal de los individuos que han sido arrestados en la
noche del tí· del presente mes en las úzmediaciones de San Eoren-
;;0 de Cenlans', con la categoría que han declarado.


J El Conde de Monlell1olin, con el nombre de subteniente
Lirio.


D. Cárlos de Algarra, coronel.
D. Antonio Gonzalez id.
D. Juan Jimenez. id.


Exacta en el fondo es la relaeion oneial que acabo de copia l'.
En efecto, apesar de haberse convencido el Conde de MontenlO.
lin de que no presentaba bastantes condiciones de vida el peque-
fío ejército que sos tenia su causa en los C~Il1pOS de' Cataluíla;
apesar de que los Cllüsltl'ios que envió esprcsamente al Principado
le manifr~star()ll ser su Opilliol1 y la de los gefes principales de la
guerra, (lile era casi imposible un triunfo; apesar de los conse-
jos de algunos de los fieles senidores que le rodeaban; obede.
ciem10 tan solamente á la "oz de su conciencia y del punclonor,
quiso compartir con sus leales defensorcs los peligros y las fatigas.
csponi(~nrlo~e fjuiz[[s {t perder la yirla, pero atestiguando eOIl S'1
cODlluet;.t 11 alta estima en que tenia tanta abnegacion por su
persona.


Pal'tiú al efecto de Lónt1l'cs con sus dos hermanos D. Juan y
Don Fernando, y al llegar ú Paris encontró un pasaporte espc-
diclo á nomhre de D. K. Lirio, que era Ull jÓVCll depcndiente t1P
una rasa cle comercio, algo pareeillo en sus facciones al Cowle
\le ;\Iontcll1l)lin. Arreglatlos tambien los documentos con que yia-
'¡aban las pcr~onas de su acompaüamiento, se pusieron en marcha
J


los tres hermanos y D. Cál'los de Algarra, llegando sin noycc[ncJ
¡'\ una polJlacioIl (k la frontera. Ocultos allí algunos dias, I'f'P('i'~¡·




- 180 -
ron la oportunidad para pasarla, y, no sin habcr prccedido tntlClo;
Jos cálculos para librarse de los incollyenientes que pudieran es-
torbar su entrada en el territorio espaIÍol, inte:ltaron veriflcarla
con ánimo resuelto. Feliz era el pl'incipio de la empresa para los
cuatro espedicionarios, cuando al llegar á las inlllediaeiones de
San Lorenzo de Cerdans fueron sorprenditlos por una ! equcña
partida de aduaneros franceses. Al intimársrles la rendieion por
esta fuerza, pretendieron defenderse los ilustres viageros, y el
fiel servidor Algana trató de lbmar sobre si la ateneio[l de aque-
llos empleados franceses, con el objeto de que pudiera escapar-
se el Conde y sus hermanos.


Puestos en fuga, hubieran tal vez conseguido librarse si el
Conde no hubiera tenido la desgracia dc caer cn una zanja, en
donde fué detenido por dos de los aduaneros. Estando ya en su
podcr pretendió desasirse de ellos, y en ocasiones tuvo que
apartar con todas sus fucrzas los trabucos COIl que trataban de
sujetarle: mas al fin tuyieron que rendir~c tOlIus.


Despues de ensayarlos pOI" los cuatro pri~onr.ros los medios
que su situaeion acollsejaba para conseguir ~ll libertad, fueron
conducidos á Perpiúan, con bastante dc~(~uid(), pues se les tenia
por militares de poquísima graduaeion. Al llegar allí, fueron mi-
rados con el menosprecio con que muchas "eces las autoridades
francesas han tratado á los pI"i:;ioncros c<;paiío!es; Illas al yisitar-
los el prefecto sc eonyenció pOI' sus respuestas de que tenia en
su presencia wjelos de alto rango y dc una gran jll~tl"llc(~ion. Su
secretario reconoció entre ellos al Conde de .\l()lll(~IIl()iin, ú quien
habia \i"to en UIla elasc de química (](> Bourges. El Conde le con-
fesó eon noL!cza, y desdo aqucl momento sc lc trató con las mlt-
yores consideraciones.


El prefecto pidió al general Hamboud un coche, en el CU¡¡!
pasaron el Conde y sus amigos ú la eilHlauela, donde per'marw-
eieron hasta que \!egaron las instrucciones del gubierno francés.


Las autoridades de París, (~()ntra lo qlle e'IJ('rahn el gobi(~rn()




--181 --
Qspaiíol, y Ú pe~ar de las increihles gestiones hechas por el DuqU('
de Sotomayor, á la sazon embajador en Francia, dcterminaron
dar completa libertad al Conde de 11ontemolin y uespaeharlc pa-
saporte para el punto quc destinase. A eonsceucncia de las ins-
trucciones en este sentido eomunieauas á las autoridades de Per-
pifian, salió el Conde de esta ciudad el dia 10 ú las 5 de la tarde,
acompañado por MI'. de Carriere, consejero de la perfectura, por
el hijo del general Laborde, y otro oficial de distincion, en un co-
che de cuatro asientos que se le proporcionó al cfecto. El dia f i,
despues dc haber almol'ímdo en Castelnauduri, Ilcgó á Tolosa y
se apcó en la fonda del Sol. En Paris se hosped6 en el Hotcl de
los príncipes, permaneciendo de incógnito, y despues de habel'
visitado algunos monumentos, partió por el camino de hicrro de Ca-
Iais, llcgarHl0 á Lóndres en I \) por la mañana.


Este fué el resultado de aquella aLrcyida cmpresa, cuyo lIlal
éxito, unido á otras circunstancias, puso fin á la guerra de Ca-
talufía.




CAPÍTULO XIII.
"iage del Conde de Montemolin


y su casamiento .




Wolvió á Lonures el Conde, desvanecida ya en su malograda
espedieion toda esperanza que pudiera aun abrigar de que habían
de conquistarle una corona sus fieles parlidarios catalanes. Esto
sin embargo, el gobierno espafíol no lluedaba satisfeeho de su
momcntúneo retraimiento, sino que (Itwria arrancarle una rcnun-
eía formal, una cleclaracion solemne ele que no se cmpcfíaría otra
vez en disputar la corona á su prima D." Isabel. Años antes se le
habian hecho ya pareeidas propuestas, entre otras una ea qUl~
~(';2:11tl (lijo un periódico franeé:::, por 1m; ~~f)lJjernos (¡¡. Parí:; v




- IH3 --
,\I¡¡([rid, se le ofrecia una rCllta de tres millones, dcsignúnuole pa-
ra su residencia el castillo de Hambouillct; propuesta que reusú
el Conde eon indignacion, No [mieron mejor éxito las indicaciones
que se le hicieron por este tiempo, plies no solo las rechazó el
Conde, sino que se creyú obligado en conciencia ú hacer pública la
l'c50lucion que habia tomado, Por los mismos dia5 los pcrlodicos
de Londres dieron cuenta de un proyecto de matrimonio, que 5C
decia existir entre el Conde de l\Iotltemolin y la jú"en inglesa Miss
Horscy, cuyos I'umores y los de Hna negoeiaeioll con el gobierno
cspariol promovieron el siguiente comunicado del Marques de
ViIlaft'anca,


• SelÍor directOl' del Mnmi/lf} Post, Lonclr'es 3 de junio de'
18'1·9, 32 elh Great Caslle 8lred, Regent Slreet.


«Seiior: tened la hondad de insertar en el número de malla-
na eJe \lle~tro periódico, las cartas que he em'jado al Sr. editor
del Til1ll's. de las fj ue os relllito a(lj untas copias, - Hecihid, serlo,',
la e.~pr('~i()n de mi eJistinguida eonsideraeion, - El Mal'C!ues de
YiI! a rra !lC a,


«-'Ji querillo \lrrl'ques: en respuesta al articulo que ha insc!'-
tarlo el Times del :-;0 tIc mayo últirnn sobre !)l'e;endiclas negocia-
ciones r¡ ue yo había abierto eOIl el gobierno de jlatIrirl, os alltDl'izo
Ú declarar quc no 11;], existiuo llingana negneiaeioll formal, pOl'-
que las hases que él ó sus agent(~s se obstinan en proponerme,
eran incompatibles con el hOllOl', Por mi parle siem~re he trata-
do de conseguir la reeoneíl¡aeioll Je todos los partidos; pero para
que fuera sólida, era nccesario que fuese honrosa para todos.


Jamas he atendido ú mi illlorcs priyado, sino que siempre he
mirauo por la paz y la felicidad de mi palria, No faltan de ello
pruebas, 111l('s lo<lo el mundo :;abc que no he economizado mi
fortuna, y cu C'lIilllto á Illi .' ida la he c::;pucsto mil \'cce.~, aun




-- H~4 -
cuallUo apenas haLia proLalJilidad uc salvada, como ¡lcbe hacr1'
todo bueIl militar. La volveré ú esponer cuantas veres lo exija mi
Jeber y mi palria. Una transaecion puramellte personal, hubier<t
sido Ulla traicioIl á mis pi'iucipios, á la causa legítima de España,
y á torlos los (pIe se hallan comprometidos por ella con tanta aime-
gacion y heroismo, lo cual s01'ia indigno de un corazoll lIoble .


• En resúmen siempre h¡~ dCSC1U:O al"tlicntelllcllle Ulla rcc'on-
ciliacioll honrosa de todos los partidos, para evilar los males que
la guerra lleva consigo. Si hasta ahora no he podido lograr este
feliz resultado, á peso)' de todos mis esfuerzos, la culpa no es mia.
Podria ilustrar mucho este punto; pero un hombre honrado no
debe comprometer jamús ú nadie, Ili aUIl Ú sus adversarios
ó enemigos. Vuestro afectisimo-Cados Luis. -AIl\1al'ques de
Villafl'anea. »


u Sr. reuaclor del Times, Londrcs, 3 de Junio de i 8í9, 32
Greclt Cas/le Street, Begcnt SINet.


En yuestro periódido del JO de mayo úllimo, halJcis insertado
un articulo soure un pretendido mil[rirl)()/] io del Sr. Conde de
l\Iolllemolin, asi como de negoeiaciolles entabladas con el gobier-
no de Madrill. En cuanto al primer punto estoy autorizado para
deciros que no bay nada; en cuanto al segullll0, llalla mejor [lut'-
do haee!' que tnn:-imitiros adjunta b ear[;¡ que el Sr. COlHle d\~
:\lollte!nolill me ha hcdlO el honor de es:~rilJi],Jlle ~()j¡!'e ello. Os
ruego que os "i!'\~ais inserta!' ell Yílcstro núm('ro de r!lllÜalla la car-
ta ¡Jel Conac (le l\Iontcmolin, COllll igllaltnclllc c~tas lineas.


«:\¡mJYccho e"t3. OCQ~j()ll, para Jll'c~(,lltaros, Sr. edilor, la
espresioil ele mis scntim',enlJs mOl:; di~hlgllidos. -El Jla/'qllcsde
Villalrallca.


« P. D. Dignaos Yoh'cl'lne la carla del Sr. COJ1(le, porque
cslimo mucho el poseerla.




- :1.85 -
Ko bastó todavia tan clara manifestacion de su voluntad y


la dcclaracion solemne ele que nunca transigiria, á no ser de UlI
modo honroso y que comprendiem á Lodos los de su par'ido, pa-
ra que el gobierno e~pañol dejara de hacer, segun se dijo,
nuevas gestiones currnrlo el Conde se halló en Alemania, promc-
tiendole revocar la ley que privaba á su familia de la succsion á
la corona y de los derechos de infante de España, en el caso d~
que reconociese la legitimidad de la reina. Pero como para esto
el prctel1lliellte hubie,'a tenido que hacer traieion á su concicncia,
rechazó nucvamente las proposiciones del gobierno español, prefi-
riendo vivir~on el eal';ícler (le pretendienta, noble y honrarlo, aun-
que pohre, á aceptar coudiciones (¡ue creia oponerse á lo que se
debía á sí .Y á los fieles que le habian (]efcndido.


He indicado ya que des ¡mes de haber dejado la Inglaterra, se
dirigió á la Alemania, que recorrió en todas las direcciones,
teniendo confercnclas con los soheranos de Austria, Rusia y Pru-
sia, y viénrlose muy ohserl',iaud en to:las partes, sobre todo cuan-
do huho lijado su residencia en Viena. dondc el jríven emperador
de Austria, Franei.sco José, le di.-tillguió con la mas estrecha 6
íntima amistad. En ago~to de 18'1·:-; fue ú visilar ú sus padres, que
habian dejarlo por algun tiempo S11 residencia habitual de Triestc,
á cuyo punto dirigiéronse lodos reunidos en primero (le setiembrc,
en ocasion en que la eiurlad estaba ill\"arlicla del có!(-'ra. La te!Tible
enfermedad le atacó ú los pocos dias de haber llegado á aquella
ciudad, pOlliendo Stl ,ida en inminente peligro, y proporcionando
á su familia Ulla llueva ocasion de· darlc patentes muestras de un
earifio poco cnmun.


Hé aqui un parle de su r'nfermedad dado por ~·u médico ,le
cámara y publicado en la glperan:,a, periéclieo de Madrid:


«El augusto Conde de ;\Iontcmolin fue acometido el domingo
9 del corriente, húcia las j de su tarde, de un ataque fulminante
de cólera rnor!JfJ úlgido, que puso durante algullas horas su pre-
ciosa "ida ell el mil:>; inminellte pelif-'To, Cnn la mcdiacion y am·




- :lSti -
¡¡'\l'(.) de la di,"ina'provideneia y con los ausilios prontos y acliH),
que le fueron aplicarlos, se rnouC'rú la yiolencia de los síntoma .. y
la Il[.\turaleza plldo resistir y atravesar" en medio de mil angustias
y dolores, aquella crisis terrible. Poco tiempo despues el periodo
descendente de la enf.!rmcdad se hizo sentír, y aunque no sin C!'-
perimontar todavía graves ineomOllidades, ha llegado ya muy cpr-
ca del término feliz, y todo hace esperar que bien pronto el au-
gusto enferlllo entrará en una convalecencia, al¡:ro pesada tal vez,
)loro segura y perfecta. Trieste H Je setiembre de 18!~!:L El mé-
dico de rúmara, Dr. Fl'[lI1cisco Cardona.


Son tambien dignos de meneion los siguientcs párrafos de una
carta, dirigida desde Trieste al mismo periódico de flnc copio el
parte anterior. aJúven Je talento y de virtLHles cristian!ls, no podía
menos de buscar en la religion consuelo,; que ella sola puede pL'll-
p01'ci01lar en tan aciagos momentos. Príncipc <le ánimo natural-
mente sereno y acostumbmdo ú suíl'ir, esperó resigna,lo los decre-
tos del altísimo. ¡Qué bellos episodios, amigo mio, p1\(lie1':1 referir-
le dc esta cllfcl'IllCuarl! ¡qué patéticas escella" se ofrecian á cada
paso, sobrc tocio al (IUC contemplaba romo el amor íntimo de faHli-
lia compcllsaba las grandezas dc otro tiempo rc([¡widas á la CS('C-
siva sobriedad de ahora! Elllrsccndicnte de cien reyes, me llecta
yo á mi mismo, rClhleillo Ú tan pequcfía y Il10llesla siluacion!


«Preguntado el príncipe, si temia morir, respondió .• No: r(~ll­
saba á menudo en mi familia y en la E~pafía. ~o temia 1:1 mucrte:
selltia solo que llcgasc sin haber visto tan feliz eomo yo quisiera. ú
mi amaua patria.» Esto pasó haec pocos dias en una COllvcL'sacinfl
familiar, y lo repro!lllzco porque semejantes rasgos no deben se-
pultarse en' el silencio. »


La intcnsi(lad del cólera en Trieste ohligó ú la familia pros-
crita ú dejar aquella ciudad para tra~ladarsc á Y cneeia. en dOIllk
continuaron siendo objeto de las mayores ateneiones por parte dd
Emperador de Austria y de su:-; generales, uno (le 1m cuales, el
anciano Radetzki, Ics_ \ j~it(J Y 1II0s!rú lllucho interés por la familia,




- f87 -
¡:o Inenos que por el famoso gencl'al Cabrera, il quien ab¡'azó lier-
llamelllp, llcnúlIllo!1J UC elogios. Enconlránuosc el Conde de l\IOll-
lClllOliu en Venecia en la temporada del cal'ua\'al de J830, y no
celebrándose allí aquel ailo, por las desgracias de que habia sido
\Íctima la infeliz ciudad, se dirigió, oportunamente convidado, á
Parma con el Duque de Dunleos y Duquesa de Derri. De Parma
vo!Yió ú Yeneeia, y con sus padres ú Trieste, á donde fue tam-
bien il primeros de mayo el Emperador de Austria, quien visitú
personalmente ú los padres del Conile, y continuó dando á este
nucyas pruebas de su sincera y leal amistad.


Durante su permanencia en Alemallia, hizo el Conde de ~lúll­
tClllOJÜ¡ Illuchísimos \iages, relacionándose con los primeros per-
sonagcs políticos del Norte, y teniendo cun los diplomáti(~os, confe-
rencias cuyo rcsultado se ignoraba, lo que dió tal vez ocasion á
creer que trataba <le aprovecharse para un plan sobre España, de
las buenas disposiciones que ú su favor tenian los mOnal'eM de
aquellos EstaLlos. Llcgó ú decirse, como se ve en una correspon-
dencia de Bruselas dirigida al pel'i(jdico de Madrid, el Clamor p/¿-
Mico, (Iue haoia pasado ú los soberanos del Norte un memotmulum,
manifestúnd()!es sus dcsignios, y parcce qtW casi todos ellos, decia
el mismo periódico, han contcstaLlo ú vuelta ele COl;]'eo, aprobando
su conducta con palabras muy lisongeras. Pero, segun afirma
nuestro corresponsal, el Emperador ele Husia, cuya buena volun-
tad h¡icia el trono constitucional conocemos, llevó Sil fina solicitud
hasta el punto de escribir al primogénito de D. Cárlos, de su 1milo
y letra, una carta en que despues de ofrecerle cuantos recursos
necesitase para sostencrse, concluía con el siguiente párrafo.


Un movimiento aislado en Espafía, podria, si abortase, re-
trasar el que 1Iledito de acuerdo con las demas potencias que se di-
ri!!en al fin que queremos. ¡Yo precipitemos nada, en el sUJluesto que
JW se darú luyar á que se (atigue la paciencia.


«Si son exactas estas palabras, escritas á M ontemolin en carta
que el prí9cjp(~ ha. hecho circlllar cnln' los suyos, no cabe duda




- 188-
(fue se frtlgua en el Norte una conspiracion terrible contra el tru-
llO de Isabel II y las instituciones. Por nucstm parte no solo lo
creemos posible, sino muy probable, atendidas las tendencias á
lIna restauracion en sentido legitimista que se a(h"icrten en los ga·
binetes del ;\ol'te. La misma tenacidad conque el autúcrata se nie-
ga á reconocer á nuestra Beina, prueba que algo medita y esperll
á favoI' de la rama de D. Cárlos. »


Pero lo que yercladcI'amente proyectaba el Conue de Montemn-
lin en la primavera de -1850 era su matrimonio con ulla prince~a
ue ~úpolcs. Como que se llevaron con gran sigilo, las negociacio·
lles, ell que intervino en gran parte la Duquesa de Bcrri, para el
enlace del Conde con D. a Carolina, hermana drl rey Fernando,
estuvo ignorante de tollo lo que pasaba, el embajadol' español cel'-
ea de aquella corte, Duque dc Hivas. quien supo por primera no-
ticia que cl Bcy estaba ya compromctido a permitir el casamiento,
No se pudo tampoco evitar que el Santo Padrc dispensám el im-
pedimento de parcntc:"co, pucs á las reclamaciones que con este
motivo hizo en la cúrle de Boma el Sr . .\Iartinez de la Basa, COll-
testó el Cal'd8nal Ol'ioli. que d asunto no habia sido sometido .¡ la
córle, sino arreglado en una conferencia privada cntre S. S. y la
Condesa de SpaW'.


Allanadas todas las dificultades, y á pesar de la protesta hccha
en nombre del Gobierno español y conforme á la~ instrucciones de
ól recibirlas, pOI' el SI'. Duque dc Bivas, se verificó el matrimonio
del Conde dc l\Iontemolin con la hermana del Bey de Núpoles, el
dia '10 de julio, en el palacio real de Caserta, con asistencia de la
familia real, los rninisti'os y la corte, y con la solemnidad que COIl-
venia ú los altos pcrsonagcs contrayentes, á la hora misma en que
el embajador e~paüol, quitndo ya el pabellon de la embajada, Sí'
embarcaba en el vapor Castilla dejando aquella corte.


El enlace con esta ilustrc ]lrincesa, que se complaccn en pin-
tar con los mas helios colores cuantos han tenido ocasion de apre-
cia\' sus cscclentes cualida(le~, v que á la llf'rmosuril y talí'FJto




~- lH~) ~
t¡lIe han hecho ú Ia'i de su familia célebres en torla EUl'Opa, reun(~
1tIl candor y un fondo ue bondad que cautivan, ha traido á D. Cúr-
los Luis aq.uella felicidad y bicliestar que resultan del ejel'cicio de
las virtudes domésticas, de quc tan altos ejemplos ha ofrecido siem-
pre, por ccnfesion ue sus mismos advcrsarios, la familia de Don
Cirios. La Providencia no ha conceuido hasta ahora á los jóvenes
f"SpOS0S la dicha de llevar el dulce nombre de padres; pcro no por
esto han acreditado mcnos, qw! quielles fueron hijos obedientes y
sumisos y modelo de esposos, hahrian eu mplido los deberes de esfl~
eargo con la escrupulosidad que haeian esperar la religiosidad {h~
sus ~entirnientos y la ejemplar cducaeiol1 que recibieron.


En la corte de ~\iÍpoles, como en las de lo" varios Es[ados con
quienes C~¡¡I aquella u nida con los yínculos de amistad ó paren tes-
('0, han gnzauo siempre de la distinguida consideracio!l á qué les
daban del'eho, no ya tanto su categoría y el esplendor de su cuna,
como la ilu~tr[lcion y dotes personales que en ellos reconocell to-
dos. El Rey Fcmando, en especial, ha ('llcou/rado mas de una vcz
en Sil reflexiva hCI'l1)ana, atinadísimos consejos y una prudcnte
iniciati\'a p3ra salvar las dificultades y rie~g()s que t3nto prodiga
nucstro siglo á las familias reinan/es. Su influencia Cll la marcha
política de aquel importante Esta(lo, es tan reconocido por todos,
eomo alabada por los que sÍnceramente (lesean ver salil' triunfan-
tes de la deshecha bOlTaS(~a C¡UC en nuest ros dias han corrido, ú los
principios mOllúnluico y religioso.


Un nuevo infort unio ha venido llltimamenle IÍ herir ;1 los
Condes de Munfcllloliu en lo mas viro de sus scntimientos. Tran-
quilos permanecían en Núpoles, esperanllo resignUllos que sonas~
1:1 hora que haya tal vcz señalado la Providencia como la última
tle sus no illterrumpidas adversitla(Ies, cuando el telégrafo vino á
:umneiarles el estado de gravedad que presentaba la salud del
Sr. D. Cárlos María Isidl'o, que desde ha.eia alglln tiempo inspi-
raba á todos sérios cuidados, ú consecuencia de habérse1c arraiga-
do ullas tercianas que ningun mcdicanlf'llto bastaba á combatir,




- .J!lO-
a(lrma::; de haber ::;ufrido ya el año H~5() un ntac¡ue apoplr)!ieo rpw
Ir, habia paralizado, aunque imperfectamente, todo el lado derc('!lo
á esccpeion de la cabeza. PÚSOSe precipitadamente en.camino el
Sr. Com]e, en nrnpañia. de su primo D. Sehastian Gabriel, ansio-
so de dar a su anciano padre el último testimonio de sn accmlra-
tIa eatiño. Deluviéronse en noma muy pocas horas, parando en el
palacio de Toscana, y en este corto ticmpo fueron á besar el pi(~
al S:lnto Padre acompafiados (lel e;~!'(lenal Antonrlli, quc habia ido
ú visitarlos tan pronto como tUYO noticia de su llegada. Al entrar
en Florencia, el telégrafo habia anunciado ya el fUllesto fin del
ilustre enfermo, que les fué comunieauo con l:Js debidas precau-
ciones.


Desde tlace ocho afios vivia D. Cárlos en Triestc en eompa
üia de su esposa y de su hijo menor D. Fern:lndo, rocle:ldo de tres
{¡ cuatro de sus antiguos servidores, entre ellos el gentil-hombre
Villayicencio. Ocupaba el segundo p:so de una casa sumamente
modesta, y solo muy rara vez paseaba ell co(;)¡e, que le dejaba el
gobernado!· austriaco de aquella ciudad, ¡lUe<; no ('ollfao;.¡ con o!ros
recursos que con la modesta pension que Ir /wj¡jan scfí:llado los
cmperado!'es de Austria y Rusia, apesar de lo rnal sufria resigna-
rlo las privaciones que le imponia su desgracia. No obstante 10 de~
licado de su salud desde hacia algun ticmpo, tres dias antrs ele ~u
muerte cscribia aun algunas cartas ú sus amigos; pero de pronto
rué tá! el estarlo de graYCdac1 á que llegó, que tic noche le flIt) ad-
ministrado el Viátiro por el I11l11o. Sr. Obispo (le" aquclla diócesi~,
que procesionalmente condujo el Santísimo Sacramento desde la
parroquia, acompañado de numeroso clero y dc otras muchas per-
sonas con hachas encendidas, teniendo lugar esta ceremonia eon
la mayor pompa, y recibiendo D. Cúr]os el Sacramento con :lquel
fervor que era en él peculiar. Tan rápido era cI.curso (k su enfer-
medad, que á la madrugada del dia ~iguientc el médico (k la fa-
milia mandó que se le arlministrasl' la E~!r('rua-lTn("¡l)n, ;¡:mque




- HH-
'010 des¡JUcs ue haberse de llllC''-O reconciliado quiso recibirla Don
Ciu'los .


• Era un momento suprcmo, dccia una carta de T¡'iestc, y la
alcoba del espiran te personagc presentaba el cuau¡'o mas ticrno y
ucsgarraJor, Micni ras el saeerJole recitaba las oraciones de la
Igbia, y D. Cúl'los, ubricndo los ojos y moyiendo los labios, indi-
caba comprender y rcpelir mentalmente, hallúbanse postrarlüs
alr(~dedol' dclleeho su i¡ll~tre esposa, su hijo D. Feruando, y todas
las personas de la familia que habian acuJido á dar ú su querido
amo el úILim,) testimonio Je SU lealtad y tierna afcecion. Los sollo-
:ros de lodos se mezc]"b[lll coulas palahras del saccrdote, el eua
pidió al enfermo que bendijese ú su hijo D. Fernando, pOJ' sí y ú
nombre de sus hermanos ausenle.3. D. Cárlos entonces alzó las
manos, y estrechando en ellas la cabeza de su hijo, hizo adema n
de be5arla y apoyarla sohre su corazon. Estrechó con la misma
cfusioll á su queriJa esposa, la cual 50pOl'tÓ con bastante fuerza
aquel acto, del (Iue pudo rel¡l'(ír~ela con dificultad y no sin temer
algun aecid(~nte por 10 oprimida y a11igida que se hallaba. Estos
fucron momentos tan atlicliyos, que se pueden comprender, pero
l¡Ue no es posihle describir.'


Poco tiempo dcspucs, á las nueve y media ele la mañana rl~
10 de Marzo de 1855, desplles de haberse despedido de los que le-
rodeaban, entregó su alma al Criado)', aqucl príncipe, en quicn
no sé qué hay que admirar milS: si los padecimicntos y privaeio-
ne~ en que tanto abunda su vida, lÍ la eristiana resignacion é in-
ilexible entereza con que supo ¡lominarlos.


La familia imperial austriaca, que desde que tuvo noticia del
estado dci ilustre enfermo babia malldado se la diese parte cada
dos horas del curso de la enfermcdad y que se pusiese á su dispo-
sieion cuanto fuese necesario, ordenó al baron Mertens, goberna-
dor militar y civjl dc Trieste, que se presentase á la augusta viurla
:í (larla el p(~samc en ~ll nombre: la p::>lJL1Cion qlle durante tantos




- 1Q2 -
años hahia admirado sus cualidades, Illanirestti cl m<tyor sentimi('n-
to por su p~l'(1ida, y dió á la ilustre viuda inequ¡vocas pruebas de
!impatía: sus numerosos amigos en muchas ciudades de España,
y aun dc Europa, demostraron por medio de sufragios eekbrados
para el etemo descanso dc su alma, cuan grata les era la memo-
ria de sus virtudes.


El cadúycr fue embalsamado y n:stit!o con el uniforme de ca-
pitan general español, subre el eual se ,cían las placas de Cál'-
los lll, de San I1crIllenegildo, /as insignias del Toi~OIl de Oro y la
handa de la primera de las mencionadas órdenes, y espuesto so-
hre un catal'alco cOllstruido cn una de las salas lle la casa mortuo-
ria, todo adornado con el mayor gusto. Vcspues que Ulia inmcnsa.
muchetlumbre de personas hubo acudido ú tri!Jlltarlu elültifllo ho-
menage de respeto, el cadúver rué uepositado en una (~aja de plo-
mo, encerralla en otra de caoba, magnífieamente trabajada, y tras-
ladado con la mayor solemnidad ú un panleoll cOllstruido apropó-
sito en una capilla de la catedral de arluclla ciudad, bajo la advo-
caeion de San Justo. Los fUllerales, en que ofiei'~· el Sr. Obispo,
tuvieron lugar COll mucha ostentaeion y con asistellcia rle cuan-
to de notable eneierra aquella tiutlad )' tic 1I111dlOS persona-
ges que de remotos puntos habian espresamente aeudiuo para
ofreeel' á la proscrita familia esLa nueva prueba de estimaeion.
Adema5 dcl·Cr.nde dc Montemolin y de su primo D. Sebastian, que,
segun se ha dicho, dejaron su residencia habitual de ~ápole" para
eorrer al lado del moribundo D. Cárlo:'i, acudió presuroso, deilde
Londres, el SI', D. Juan de Borbon, á quien acornpaüáron y sir-
vieron de consuelo en su quebranto el general Cabrera y su inte-
resante esposa, y desde Venecia, donde se hallaban, el Conde de
Chambord, el Conde Luchesi-Palli y el Duque uo LeYis, no ha-
biendo asistido por c::tar enfermo el archiduque Fernando !\Iaxi-
miliano, que mandó á un gentil-hombre que le representase, y
puso á disposicion de la familia espaüo]a el palacio tIue allí posee
y cuanto él tenia.




.'{


CAPÍTULO XIV.


lLas tlifh;ulla¡ks de Ll)llo g('uel'o JI~ (lIw SI' ye siempJ'(' rodeado (·1
'I1l!' toma ;1 Sil euill:1do el referir la historia de ¡o~ lli~rl;o" conlem-
porúneos, se mulliplil'an hasta el illlinilo en los 1110mf'¡ltos cn que
termino la narracion tic los actos tic la vida pública y privada del
Sr. D. Cárlo~ Luis María de Borboll. Imposible es cuando las pa-
"iones ocupan ellugal' de la razono sobreponerse ú las circunstan-
cias, y juzgar á amigos y á ad versal'ios con la sercnidad y calma
que nunca ddJell abandona]' al que escribe para el público, yana-
liza los hechos, los prineipios y tendcncias de cada partido, sus fal-
tas y las esperanzas que les ofrece el porvenir. Añádanse ú estos
obstáculos los que cn este momento ofrece la perspectiva de los
eseesos de toda clase á que se pTltrcg,l el partido dominante, quien
al paso que se bautiza ú sí mismo con Jos pomposos nombres de
liberal y de tolemnte, ahoga toda discusion, y por medio de los
llamados eslados de sitio persigue á sus contraríos con capricho-
~os contlnamientos v tolla dase de wjárncncs: no se pierda de ,is-


13




- 1~H
¡J. q;w la iibrrlacl de imprenta: ha venido á ¡.;er un arma cuyo u¡.;o
('stú vedado á lo;;; que sustentamos ciertas doctrinas; que estan
suspendidas en loda la monarquía las garantias constitucionales:
(jl!e gimen en ]0:, calabozos ó ,iolculamente apartadas de sus fa-
milias gran nÚ))1rl'O de personas sin otro delito que sus opiniones
políticas: que cs[ú aun en la memoria tic todos el recuerdo de las
';ctimas sacrificadas en Jos do~; últi mos meses por los rnis0l0s que
ac::tban de bOLTar de los códigos la pena de muerte por dP]ito~ po-
líticos: mcdítcse ('.i)11 C'1.' ,:. mbl'c todo esto, y ~e verá si hay exa-
gt~:';1nion en decir, que la~tarca. de historiador cOlltemporáneo está
h'l'y mas que nunca erizada de gra\ ísimos peligros.


Pero las mi~ina:'. considcraciones, de la ITl.'l:'orimportaneia por
cierto, que hacían necesario se diesen á conar'PI' h.., cu.-didades de
un Pri¡¡cipe que tantos títulos tiene al aprecio y respeto ue los es-
paño]cs, y que tan alto lugar ocupa en la historia de nuestras lu-
chas in testinas como representante del inmpnso partido monárqui-
c0' rne imponen el deher dc no dar por terminarlo mi corto trabajo,
sin "indicar para este los títulos que tiene á la consideracíon genp_
l'ctl, :.¡ :,;ill CGtrar. ~ea cual fuerc el peli,::.;ro que esto ofrezca. en al·
gU¡WS lm~vcs rcflexiones sobre Stl pasa¡}o y S1I porvrnir, deduci-
':G.s en parte de los mismos heehos anteriormente relatados, pUf':';
de pocu serviria el conocinlÍento ele estos, si las elocuentes leerio-
nc~ del pasado no quedascn consignadas para ser aprovechadas
en lo Y8nidcro. La ocasion no es por cierto la mas oportuna, aten-
didas las razones de actualidad arriba indicadas: esto me obligará
naturalmente á limitar mis observaciones á dejar demostrada ][,
imneusa importancia y poderío del partido fJllC acaudilla el perso-
nage de (¡uien he wnido ocupándome en el curso de esta obrita,
dejando para olros tiempos y lugar las demas consideraciones qnr
podrian hacerse, v el cxiÍmen minucioso de las ealatnidades qUf'
sobre el país ha acarreado el partido contrario en las dislintas fipo-
cas en que ha ocupado rl poder.


;'\0 es nuera la C"pcI'Íe, repdida pn e,~tO$ líltimo~ tiempos ha'5-




- 1%-
la b saf'ie\lad. de fJ.ut' el partidu !I10nál'qlüI'() puro ha muerto, 01';\
atribuyendo este hecho á la de:;;organizaeion que es con:'iiguient~
:í una derrota en el terrcno de la,;; armas, tan fl'~cucr.te" ~n las li-
des po1íti('as: oJ'a ú la snpuesla incompatihilida(l ('nti'e las ideas
qlle~rcprCscllta y los adelantos de todo gt"nero abll1zarlos en los
tirmpos modernos pOI' (,1 espíritn humano: O!,;1 {¡ las bajas fJ.lIe en
sus filas "an ince:salltf'rDellte prot!ueielldll de COil:SUIlO h muerte y
la dcscl'cion. c~per'iallllcllle entrr' sus [:'e.fcs mas rcconrwidos, es lo
cierto que desde quc, mereed ú la allarquía en que dejó sumido
al pilís la falta de gobicl'Ilo supremo y una in\lIsion c;;trangera, se
apndrraron por sOJ'presa dc la Llireccion del E",tndo los que en Es-
paña quisipron parodiar las C'iwella" de let nc\"olucion francesa del
pasado siglo, ha venirlo repilitindose sin cesar de mil mudos distin-
tDS, que era acaballo el imperio de las ideas en que t1eseaD~(¡
duranle muchos siglos con no poca gloria el gobierno ,le e;;;ta
nadon, y que difundida y accptélda por todas las elase,; del ¡me-
hlo la nue\"a dodrina, el restablecimiento de la antigua Constitu-
('ion espafio!a el'a una quimera en (lile solo soñaban lo~ interesado-;
f'D la pcrpetuaeioll (le los ahusos cometidos ú su sombra. Y, como
rn talr's casos sueeck siempre, no !Jubo dieterios que no se proui·
giÍl'an, ni moles uenigrantes q¡;e no se aplieáran á los que si bien
momentáneamente vencidos por la audacia de sus ad"ersarios,
('ranles con todo muy superiores en número, Achaque es ue todos
los que solo ú sus amaños y arterías ban debido el haber escalado
d poder, siquiera formen una pandilla insignificante, el estar COIl-
tinuamente ¡mocando en su favor el apoyo de la pública opinion,
tl'auuciendo pOI' a¡])¡esion ú su sistema lo que es solo la sumisa aun-
que rerll~llaut(' ohediencia al ]Jod!'J' constituido, que lo. costumbre
\ el deseo rle no cIlusar trastol'l1o~ illspiran ú la mayoria de IO~j
súbditos,


Vano empf'ño el de los q1le ya PI1 tunees prefendiel'on acelerar
de este modo los instantes que á su decir quedaban de vida al
partido mOf!arqui:?o. Si ya no huh¡ese demostrada pI inmp l1so po-




¡ V(i
del' de e~te el mi:i!llo rigor desplegado ronslant.elllNlte en la [wr-
~;ecucíoll (l(~ SIH principales representantes, y la premura con l[ll (,
se aelldia á sofocar por lodos los medios imaginables la mas míni-
ma de sus manifesta(,,¡oIlcS, las rudas lecciones que eH mas de una
o!:aslol1 les (liera el pais, eansúndose de sufrir por mas tiempo (,1
'yugo de Ulla fracclon opresora, debieran haber!es sacado de su
el'i'Ol', y COIl\Cllcido de fjU(~ la íllmema mayoría (lel puehlo espa-
ñol, bien a\'cnilb con la religion de SIlS mayores, y con el cspkll-
(!tJl' cId trono. ú q lle (!chia talltas glorias. rechazaba l()(]a i(!ea qnr
tl'ndie:;(' ;'t menguar el prestigio <1e tan caros objetos.


\ !lO podía ser d~ otro mor[o. Bien que ([eseoso de remediar
los abuso.' q'le aun:'l la sombra de la:; m:l" ;;¡lIltas instituciones ~('
deslizan siempre en su aplicarloL!. veneraha á sus reyes por sell-
timicuto y pOI' int.erés, y el mismo grito de guerra que le cOlllllL-
.Il:m ;'[ ('ien combates en que ltabia asombrado al mundo eon sus
pl'oe¡;;¡s, allimó (1 los héroes que ú principios de este siglo lanza-
ron de tlue~t.ro sucIo á las huestes del Capitan que haLia recorri-
rlo victorioso la Europa entera. El lerml!le BEY, PATillA Y IhLlcao\
levant¡') ClltO¡¡CC~ COIllO siempre ci(~rcito~ en todas las provincias,
facllitt'¡ irllncnso,.; rccur.,os con qne atender ú las Ilec(:sidades de tlWl
guerra &soladora, y aYivó el entusiasmo público hasta el punto de
producir 103 maravillosos rcsultados que todos conocemos. Si era
un partido ansioso de reformas ó la nacíon en masa del'cndieudo
sus mas caros intereses quien tales prodigios obraba, lo ha dicho
ya la historia, pese al emper10 que algunos han puesto en desfi-
gurar el verdadero carúctcr dc aquel movimiento, inaugurado el
liia i de .:\Iayo en las calles de Madrid.


Pero lcls ideas revolucionarias que años autes tan profunda-
mente conmovieran ia Franci~l, habian ya producido sufmto en al-
gunos espíritus turbulentos de nuestro pais, en quienes la usarlia
suplía la falta (lel número, y en un momento de sorpresa la naeiOD
católica que por su religioll dC\'l'amaua su última got.a de ~angre.
yi(¡ fundada Hna Cr¡nc..tifll('ion ú Cl1~·a 'io!H]¡rn ~(. dirigiallú aquella




--- ¡ (Ji
¡II~ u¡¿¡-; d((l'o~ ataque::,: el herúico /luci¡lo 'Ill(' hacia rabuio~o~ ('S-
ruC:'j'zo~ para lihrarsc de la c10minncicn ftanccsa, ClleO:ltrú plantea-
d,IS (~Il su pais /'L., costumbres y l1l;íxill1a~ de la aborrceida Fran-
('ia: la 1l1011;'¡nJw:ia E~paf¡a, aw;io;;a por VC'1' de IH1CVO sentado en
'i11 {rOllO al n'y Fl'I'tl:Hlll0. enlonces su ídolo, vió con asombro e,';-
!ahJeeitla ('O[l1U ley iÚlldamental del reino una COll!'titueion copia··
da di' la que habia acabarlo l:OIl el dcs~raciado Luis X VI. Aun
prescindieill!o de lus ("oill1ido::, que crcaban tales reformas, de la
11;\ision que itltro,lucian, y del geJleral uesalicnlo quc ocasionaba
el \ Cl' Ú Ulla asalllblea inconsiderada Yariamlo lodo el sistema zHl·
fllillistrali\o y ceonúmieo en los momentos críticos tic una guernt
na~ional, Il:lLladclJía jlrodllcir en los lÍ.llilllOS de los mUIJúl'Cjuicoses-
p:lli()l(~s Ulla seusa¡;iun lan dC"ilgradaLIe como el ver arrebatada In
~f)i)('rilnia al porler l'(~al ~r lllcnnada su autcridad; cOlltrariada (¡ la
19lesia con la yirlual csti neion de Sll» urdenes monaeal('s y J:¡ e5-
patriacion (le jos Ohí~p()s: l~ inlrnLillciuo y toleradu con la. liÍJel'tllll
d(~ imprenla, c1lilll'c exúnwll, qW) llaíli:l ll!'\<ld(J:'I()ll'ilSllae,iorj('~ Ú
h illlpicflad y :l los mayores e~e(,~(h.


Desde entonces dala la f'orma('iulI del partido ¡¡amado ll1fmÚl'-
qnico. No es qlle llJ\iC'sell allí Sil 'Jri,!.tcu las idea:, fjilt) rCpl"('~ell[¡1
ni que sufl"it;S(~1l Hila de e:';;lS ll1odilic(icionc<; l'a(licale~ que hacen
1\;oe1 en la historia de los partidos; sino q\l(~, ú la \"isla del ohjeto
\ t¡'IHieneias lk las innovaciones inil'odueiilns, la itlmensa mayoria,
la (~asi totalidad de los cspaüoles hublJ (Ir? manifestar su disguslo
jlorque de lal lllallPra :;c a!J\l"use de Sll IlIJlllbl'e, ~' trató de ol'g'alli-
wrse para ¡,csi,,!ir :l todo trance (l 10:-; (¡ne ú fu('rza de osaciia y r]e
\ iolcneias de lod()!-d~ller(), llilbian hasta cntocesimpuestoal pais su
\ ulllntad. La espo~ici()ll de sus docll'illaS h¡zo.;e en un eélebl'e do-
l'lIlllento (!P c~l<l (~poca, en el cual lus pl'illeipalcs hombres políti-
('OS de E~pailil, así por ,,11 ~alJer como por 'illS müritos y e!enda
[losicion, hiceil'OH jln':-;ellie al Hey el \ el'flac1ero estado del pai~
dlir;\llll' ('1 ticmpo (k Sil ('al!li\(~i'j(). al paso qw' demo::'tr,u'llIl íjUl'
,I .. -¡JI' lllll\' ;1 111 i,:.."1 11 1 111\0 1" JJélt'ioll ¡¡II;I Iltll'l'\I.'rwiIJJI fll'wlcllll' el!




1 ~):.q
¡o' lJcgoeios púhlil'o~; :i IJtlC' uastat¡;l pCl!";l Id (Oi'l'cr.cio[J de abU:i0':
ell'cstablceimicntiJ de las antiguas pdctiras nilcionales, sin te/ler
que aeUllil' [t e'\ageruci(jac:s dClllocr:tticils que en el nuestro como
en otl'O:-l paisi~5, ~o¡o Pl'OdUl'ian rll')1¡'(il'ahleii l'oultauo'i,


Tal era el fo!!do de ycrdad (l'lC :!!JlH'lh {,~'lt);;i('i:)ll ('onteuia, ~'
Um \lI'~cllte el n'¡¡wllio de lo,; mak':-l (j¡lt' dClIllne;;lba, que ba"t(
en ('] iley un !J('qm'Jlo ('~IIl('I'ZO, para que S:¡!lsí'C('}¡o,; los Ilesf~o5 gen(~­
rcllc~, yoh-icsell 1;1:-> cusas al ~Cl' yest::do qlle k[jianaltle:-;dc:-;u(~all­
ti\-('rio, pudien:h lb,de C!ltonee,; thdicill':-:e eCln i!l"('~allteaf;ta Ú rcs-
tilllir ('! (¡t'dcnú la adlllinistl'anlOll, d e:-;plendlJral (-~uIL .. , y clrespet.e)
Ú "llS minist!'()~" y sir,ndo recibidas con 1I1liíDimes IlllJ(~"tras de sim-
palia (:uanln" medidas iban encaminadas ;t llt:ltlr:l1izal' los cfer.tl):~
dr, la (ltosatcl1taua mardm ,,(~gllida e II el pide!' por la fl'í]('(:ion líberal,


:\Ias no pOI' ello desistía esta de Sil CmpCÜfJ, ni renunciaba á
!.Le;; ~('{'rt'l:lS maq,lirwr,ionrs que {an de su agr<lllo cran, con C'l Hn
ele utilizar en,,1j l';l\O!' Iodo" los meLiios que ~-,(' ofrecían, por rq)]'o-
bables <l"C en s: fllCSe;), ('on tal qU(~ pll,1ir'r;lll dar por rcsl:ltadü
la apetecida \uro]l;) id poder. rno de l'llo_" flll' la ill'lll'l'Cccion de!
ejéreito destinado ;¡ re!>r!!,,!r 1::" di:-;lul'bio:-; de f)11C' eral! !catro le1:<
pos('_~i(.'1lr~ de .\Ill(;(-¡',::l, -' UD f,H:' d:,~s!lpr()\-,'('lwJa !;I:l J'¡l \orable
eoyuntul'a,


Iklw\úr()!J:o;C ellioIlC(,~ con m;_l'; fllf~I'Zll b" injul'l<l':' y dc:;acato;.
;1 la autoridad rra!, l'f'doblúronse COll crueldad ]a" pcrsecur'jonc:-; á
lns Prelados C;tl<'IJicí)~, ;¡PU[,;Il'OllS(~ los (kllllc,;;t¡,-; ,'- \C¡¡,!film!1S l:O'l-
tl'él el pallidli 't'lll;;do, :- Cl! Sil dcs('~'r,ei'a('ioll al \ Cl' lo i!l"i;~lli!i(,:l!lk
de ~u minoría) la J'!:,;i~t('¡)('j:l, ]HlnS \ t'cc:-; pitsi\ il, IJtras arrnach,
(!ue oponía el pai" ú cin[¡iS i¡Jeas, lle';,j ia fl',lI'ciOIl dOlIl'!ila¡)te has-
ta la ('\ili"-('!'cH'jl)lJ las medidas inieiiltlas f'll la otra (:poca cOIl~!itu·
c¡uila], pm\"()('íllldo eon (·j;ü ;"¡ rada p:1';() el 11'\ antallli(:tl[¡¡ el¡ nn~:l
.le n1wL;¡ ... de J::~ P,',)\ ¡Ileía_" \" úlri:llanw:t!p la illtel'\-('ill'i¡'n ,¡r-
illada c1f' lo~ ~~()llil'rní'l~ C~~!':i¡l~·í':'():-. qlH~ no pudie¡'(lll '"{'j'('on¡!ldi··
r·!'i'{'[ll'ia cll'eligl"''''1 !'_:!'llIi,h ,¡W~ ,i ll)~ iIiIÚ:¡lli('l,!s([c i:¡¡)rl' jl}'>pi,i-
-(', '{n'l-ii] h Ijf'~\!':Jtlll-;ldl ¡->p;¡il;t,




I!:ID --
El espeetáculo del ejército franees pasenlH!o triuIl[au!e ...


sin apenas disparar UII tiro toJo aquel territorio por cuya POSCSirill
halJia derramado antes infructuosamente lantos {) rroyos de sangre,
es una leccion demasiado elocuente, una de:nú~ll'acjoll dcmasiadd
palpable de las respectivas fuerzas de unn y otro pn;'lido, par;!
que hayan pü(liuo ue~c()noeerlas los llli":'llOS corifeo" del Lando li-
beral. Aclamaciones de júbilo y Iilue~;íi'as ¡reneral:.:,; de rC(;(HiOCi-
miento saludaron Ú, ae¡ llellos soldado., :'t q uieill's ;iiío,.; antes se h;¡('ii\
una guerra sill t['egua: era que la en5eúa que e~i()s SG:lÍados O;}-
tIeaban era la única que atraia las simpatías de ¡os pud;¡ü:', e~,':: ¡'-
mentados ya con las fatales re,mlt"s l~e 1[\ ¡]omin;¡eio[l p:¡:-,¡Hla: t~i'a
que engrosadas las li/éls dci partido mon:'q'<¡llico el':1 el 1¡~llnCi'0 (le-
Jos (Iue hahiau "i"lo hurlada" h" iiusion:~::> que de buena fe se j'o['-
máran, y de lo~ que habíall \ do sin moti \U lJi pretesto \ ulul:-
radus sus mas ('esp(·,taljli~s ílltcl'e~es, cUJ¡slitui,IIl Ull;! ÍlllllCllS,l
mayori<1 en LOlla" las clases de la ~()('icdad, asi (:Il e1 céunj':1 como
en la~ ciudades. "


En \ <llll) fllc (jI)" rlli!l:¡j(J~ ;!"'Ú''i importallles tIc la f¡'(l('('ill;\ cai-
da, iIl[ellfamllJ aJtl'I)\J,('iJ;¡r.-(' Iki p!'(:~tig¡(I qlw il:l;¡iilll ;:;"z:l,L) ,'u-
11'(' ~us (IOrllpa'-¡('l'o,,,.,; dr ¡!l'nJa,,:,, (', L1~'·I tijl:i,\"d qU(' ;-\;.1 proí!leliall de ~l!:"::
eornprO\inciano~, !'I' lanúl!'iíll ;lil'{,\ jdallH'Ille ('1\ iJu~\';! de UlJ g(ll-
pe de fl)rtuua eOIl\O el de la,;; Cal)('z;h de S .1¡¡:m: 11::[(' la ilHjii'e-
!'c!wia, I'IIal1l1o llO pcr;r'J'j!c:on, (!I1(' c[Jconl (',d:H! en 1.::,; ¡1lH'j¡¡,!,._
cstrcllúhans(~ ¡as (}Inprc:':¡):, f}¡(\jor l'ullrcbidii,"::, :.: frel'¡:('!;tf'n~(':d('
espiaron su~ :lu[ori'S f'll t'j t:,¡,];¡lsl) Si! [t';ncl','rl() ill'i'Iljo, IlJ:, ol.~!allk
habel' \'Cllido P()d(,I'()~iltlll~Tll(' e!l su all~¡¡io Id l'e\ujll('j'}[l de Julio
('n Paris,


Pero m\ll'iú al nI! d He,,", tiejan:lo ú la infdiz ESlúllb l!lllri~tc
¡('fIado dp diiseol'diac; y g¡J('rr;¡., ci\i:c!', Bl'nO\iíl'olí~(~ 1m: l!l'f'tell-
~i'Jlws dt' Jrp.; pal'lillo~, \ apl'llpadn f'] lilwl';l! iJiljn I:¡" illa~ (1(' ~;u
:¡I!,di:l!' J'IJ!;llhil'l'taf'nllll pl'¡il(';:¡;O, Si! d""i,lida )lr,Il¡>\'lOl'illllrL,,;; L1[',
dr~, y JiJl.d 111('11 le :'11 \ ídillla, n,' ~¡:, 't Crbtirw, I'ornbali(¡ lelWZ-
IIH'nlr \ en ¡I(I~i"!on \'I'n!;llncí:;illld ,¡] p<lI't'ldo lIlnn:¡rqui('l), A rll\')




2UO
íl'cnte habíase ya puesto Do Cárlos, silllbo!i:¡;úndose en e~tf:'.v t'll
la viuda de Fernando YII los partidos realisla y cOllstitucional,
y pasando á Sf~r desde entonces partido carlista y partido cri:;lino,
Los últimos aetos del Hcy dieron ú este tal yen laja, que en el mo-
mento mismo de ser conocida la muerte de Fcrnanclo ru(~ pl'ocla-
mada Do" Isabel en todos los úllgulos de la PCUiIlSUIa, Todas las
ciudades y plazas fuertes que(laroll en porler de sus pareiaks, )
por brevísimos momentos, digamoslo asL lluedó ella en pac:ífka
posesioll del reino de EspailiL


'las como no Ulla sola vez hrrbíallsc alzado ya los cspaliolc:-: y
sostenido prolongadas luchas CII nombre de lit J'eligion y de la
monanluía, asi tambien desde que el partidl) liberal ,~illl[¡olizad{)
en Do" Maria Cristina, quedó dueño del potl{'f ° k';JJ1! iÍrnrl~(' en
todas partes defensores del sistema contrario y de otra clirta:~lia,
tremolando la bandera lk l\E'l, P\Tlíl\ '. \',ELl(;II)'Oo


Cn ejército compuesto de escaS;J~ partidas ~1J(:lta~, d(' clilllat!():,
illcli\Íduo~, sin gefes csperimcilt:lilos, :<ill ;W!l];lS y :-:ill nW!lici()JII'~,
fue el que se presentó ú combatir Ú llll ~'()llicrr]() C:(JIl~lílll¡llo, ric°l}
ell rt~CUl'SOS, apoyado por nllIllcrosil ('jh'cill), d¡¡CIJO d(' elilatad!"
territorios de que sacaba en abundancia llOtn]¡lc,; y dinero, y al
cual auxiliaban tres naciones e'itranger<1s, llos de ellas f an pOlk,
rosas como Francia é Inglaterra °


De loca temeridad podía califkarse el empello (k lus que (:011
t aJes elementos pretendian ([enocar ú ad \"l'I'sarios de tanta valía;
pero bien pronto vi (¡se ereecr al diminuto ejército de il, Cúrlos has-
ta formar una masa respetable; las cruzadas l'ealbla~ se multipli-
caron y reeo¡Tieron todos los ángulos (le la monanluia; la~ parti-
das fueron regimielltos organizados; los palo:; ele (lUC en su princi-
pio iball armados fUCI'OIl ya muy luego fusiles; pl'illlCI'OCailOIl('~ (k
madera y mas tarde baterias completas pusieron CII I'ic:o:go ¡) Lí-
ticron rcndir ú 10:3 plllllos fortificados, y al fin el ('ji~rcito carli,ta,
creado eOIl tan eseasu:, l'ecurso~, ponia CII ;lraIH]e ¡W!i¡':TCl.\ )¡,It'í;\




::.!U1 -
lJa!ul¡olear el trollu de 11." Isabel, cuaudo ;1 illlpulsos de Ulla illnei-
lile IraicLon malogrúrollse (¡mIos afanes )' dcsapareeiú lo que :>010
:, fucrza de prodigi(J~ de \'alo!" V de clIlll::iiasll1ü habia podido
It:\'anlarse,


AparLelllo,; la \isla de esta es(;ellil, y lilaS !ü(lavIa de quien la
')(~a-;ionú.
(~CÓlllU ell tau corto espa<.:io de tiempohabíanse püdidoobtclIer


I.au maravilloso,; resultados') Estúdiense las opiniones del pueblo
('spaiíol, Yí~aSe lo qne pensaban 10:5 mi!'mos aeh cl'sarios uc la di-
nastía de IJ. C:lrlos, y Ser~l[l cOlloeiuas las causas de haher akilllZ¡¡-
do el partid u realista tan ventajosísima posieion. Al dieho de UIliJ
dIO los hO!llhre:'\ de mas talcnto oe entre los enemigos de IJ. Cúrlos
d Sr. Ollízaga, (fl1i~ afirma q\l(~ it este pertenecia Il'gitinHlmente el
trono, ~' que solo por un efecto de la soberania llaeional es rcin,t
1Joüa Isabel, (1) añádanse las palabras del general :-i. l\Iigllcl, na-
lla sospechoso lampoeo de carlismo, que asegura que la~ /lIIC\ e
dl"eimas parte;; de~ los espaüoles se oponian :í. la hija de Fernando
Ylf (:.n y se tendrá una idea d(~ las fuerza:,: respeeli\il~ de UllO \'
,¡¡ ro parl ido en (~~tp ttem PI).


:'las I:mle, aJl(~Jlas \l1ello el pais d(::-;u a~olJJ[¡j'o al s;¡lw[" '1l1i"l1
l'1'lI el candidato elegido para compartir con Doila !sallel el sulio,
buza Uli grito de iudignaciou, que solo puede ~c:r sofocado lra-
Iwjoqmcutc y pl)r los medio;; ({Ile en otro lu;:;ar lw referido. y rl('-
lllUcslra di' lllWq¡ y eDu mil:' fllerza, que los aúo.) tl'asellrr¡dü~ han
,,¡'n'ido sulo para avivar Jl}as aun su fé Cll ci('rf(J~ printirilJs,


,\1101":1 hien: aquella iUIlll'usa l'alange realista Ijue (~Il la gllCl'-
](1 de lo~ :-;icl{' :1I1os rcpiliú taulas ycces las escenas de 1H'J"oi"llll¡
'jm' :'1 Jlri]}(~ipio~ de: este siglu habian ¡l~omhl'ad() al JlIUilllo; que
~! ¡]lO (11 Z:II':'I' POd('i'II~ill'l ltl [ra la ill'¡:ioll ("111 n bi na d;i de ~u:'; d(h I'l'~;¡ rill~


11, \ C;l>i~ l;¡ ti', !~l di' ji¡ púgJ1Ja li.
~~2'1 J) ':r'n i· tI! ~1l1¡ 'Ti:.:: ~'!, ciLltk I~lll'l f¡Ii!f"lr, /ir \/¡I(r~/II"! ¡ JII' ¡¡:r'n¡1 )Irl


"'I/r{f/la ji ¡Ir I'()'ír,- ,f{' !~('1'!¡1I I,fl/" el Sr. /1'1! t:r:J't(1 11 di 'I:!dl'id f i-.. .Í.\ re;.! :) t






¡ni ¡'(jflu('('/r../i .....
C11l)i11l10 I ."\(l6m/milo, illfimrla


!IIS Vii" J[([río . . . . . . .
y rr!/lNlriOlI dI' fj, r;úr-


(:o¡¡ítlllo '1,(( n. (;rír1os IAús (lfaí'Íll ('0/1 Sil {amilía abando-


,)


1111 lí :lft/drill. , , , . . . . . , . . . . . . . .. ,1 \)
,~Jap¡lU/(J ;). () D" (;(ír!os L7(.i~",' .:llaria en [nglaterr(t y Alenlania. 27
Crtpil1l1o !~. o D. Cúrlos Luis durante la guerra de los 7 afias. 33
Capilulo ;),0 D. Cúrlos Luis en BOllrges. . . . . !¡·2
Ca}iitlllo n.o Renuncia del Sr. 1). Cárlos Maria hidrn!l


1/wJrifiest() 1113 su ll1jo. . . . . . . . . . , . f¡.x
Capitulo 7." l'..'Ji (jité funda el Com/e 1113 MontenlOlin sus dl'-


J'pl'!l/)\' !Í la Corona de EspaFiu, , . . . . , . . fiO
(;¡¡pi/llI0 ~.0 RI'Ij'(Jt(J moral del COI/dI' dI' Montemolin . ,. 7R
Cap¡lulo !)," e'asan/lento dI? la Reina Dofta babd JI. . .. R5
(;(!pitlllo 10. Evosion de BourrJes del Conde de MontenlOlin


y segundo manifiesto. . . . . . . . . . . . . . . . 104
Capltulu 11. GUeJ'mCilJilenlosaíios 1847, 18!¡8y 181·9. un
(:apilulo 12. Estmu;ia m Londres del Conde df Montemolin. 1 fiG
Cllpitulú -1:¡. Viarr rld GOl/de de !lfol1((?!/lolin?J SI/. rasa-


miclllo .
f;u!¡il,¡/o ,14·. (,'nlll'li/sioll .




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DICE.


Europ1t .
i H:;i).


Évora.
183l.