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LA ESPAÑA CONTRIBUYENTE Y TRABAJADORA
- .\lITB •


LA ESP AÑ A OFIOIAL.






LA ESPAÑA


CONTRIBUYENTE Y TRABAJADORA
ANTE .


LA ESPAÑA OFICIAL
POR


D. ANDRES BORREGO.'


MADRID.
• IMPRENTA DE LA SOCIEDAD TIPOGRÁFICA


Calle de la Flor Alta, núm. 1
1875






PARTE PRIMERA.


EXPOSICION TE6I1JCA .


..


1
LOS MALES PÚBLICOS SON IMPUTABLFS. MÁS QUE Á LOS


: GOPI8RNOS;·A".AT.RA¡SOl)~ NUF.sTRAEllUCAClQN POLÍTICA. :_
";,


Son gobiernos legítimos, histórica y moralm.ente(de
derecho como de hecho, los gobiernos que l'igen~~J);
ilustracion y justicia, y bajo cuyo dominio el pUéblo se
halla s!ltisfechó, .ó por lo ménos sin dar señales apjecia-
bIes de descontento y oposicíon.·~n -esto. clase '(fe go-:
biernos, ya sean .absolutos como los de Oriente, ó., como
lo eran las monarquías de nuestra Europa· :hast& época
reciente, gobiernos templados ·por tradicionelll y usauzas.
familiares á sus goberIl,!,dos, ó'trátese por último de l'e:-
públicas como la de Ve~ecia ó de Holanda, donde el poder
residia en d,eterminadas clases; el bienó' elmal qúe bajo
instituciones de esta especie se originln, remonta todo
entero ti. los depOSitarios del poder públicC), ,quienes due-
ños de la autoridad y usando d~ ella con pleno albedrío,
nO pueden declinar la responsabilidad de sus actos y re-
cogen la gloria asi, cOmO el dese.rédito á que se hacen
acreedores.




6
No sucede lo mismo con respecto á los gobiernos po-


pulares, ya sean monarquías constitucionales ó demo-
cracias que admiten el principio de la Soberanía Nacio-
nal y que d~séUnsaÍ1 en eÍvotQ llúblieo. Allí donde
existen derechos politicos reconocidos que legitiman la
intervencion de los ciudadanos en el gobierno, donde
hay elecciones y li~rtad de imprenta, la'mala andanza
de las cosas públicas no debe atribuirse al gobierno; en
su mayor parte es obra directa, aunque lo sea incons-
ciente, de los ciudadanos que no hacen ó no saben hacer
uso de sus fueros; opinio~ que ha dado orígen á que la
crítica filosófica proclame lá máxima de que cada pue-
blo tiene el gobierno que mel'ece tener.


Sin hacerme yo propagt:idor de esta severa condena de.
las na~tones que sufren. M' debaten y difícihMnte for-
man su educacion politica, cabe desde luego afirmar.
ap:>¡ylindonos en el testimonio de la experiencia y de 1M
heehos, que los padecimientos, quebrantos. y menÓsl!a1!otl
que 'd.ene sufriendo la naciou española, provienen dél~
indif'lencia y del descuido de las clases acomodadas,
respe<!io é.Uenar suS,deberes cívicos. . .,


Lall olasespi'oductoras y contribuyentes que !!Oh la.
que más padecen con las re,maltas y la talta de seguri ..
dad, son las aut~as de BUS propias cuUas, pues les basta-.
ria hacer uso de susdereehos, concertar su accion., témil"
nn: pensamiento COIllUll, ayudarse colectivamente é'fidU-
fenea de sus personas y de sus hQCien.das~' para 'l"edu~it'
l!. la impotencia de dañarles á los que seapl'oveehan de
la desi<Ma y del'irisáno :r:niedo de los que valiEmdé' mUy
Plldl.el1do más "q!lG los q\le los perturban y 'Viole:átil.n)
semn los prepoterites en ~l Estallé cuando S6 deeillal1
á mmtraI'estar las mi.hiobl'as y dQmasias de l(lSpert\ll'~
badores de quienes son víctimas.




7
Por mucho entra, en verdad, para que no se protejan .


á sí misma¡¡ la.<! cll,lses contribuyentes, lo extrañas qUA
han sido á las oondictones y exigencias de 1ft. vida p\l."
blica en los países donde el régimen de libertadesI).u(;l~
VO, tratándose. de ciudadanos nacidos y educados bajp
el influjo de ilUltitucio¡;les en las cuales lQS que manaan
lo son todo, y nada los qua obedecen. Pero esta inexpe-
rianc.ia pasa proLltp en las naciones cultas y mayormente:
en aquellas que, como nuestra España, tanto han tenid~
que sufrir COn las perturbaciones y demasias de los par-
tidos que la dividen .


11


La exactitud de estos prin.cipiQS,se 'halla plenamente
comprobada por los sucesos que narra la historia de
eatllS últimos Cuarenta años. En 1838, las clases edu~a­
cm,e¡ r-eapondiefOD unánimes al llaUlaljlilien~ hecIlo á su
patl'lot~mo á fin de que ~onQqrrtel'~n á. la eleccion ~E\
las, primeras C~l'te$ orQ.inanas cOl).vocadas. despuesde
prqmwgada la Constitncion o.e 1837; Y Q.OSlilíDOS despues
el!. luchaEllllpeñada C'C)U el partido. & la. ~qn. dp~l~
nante. las mismas clases ma:p.tuvie.rQu .aufQacfi!r~,y
unioll y tl'lljeron.la mt\Yo.l'ÍIt.®~J.'v.Q9ra4.is"w.~ lUElIlQ
pw el pronllnciamien~ .~e Settem bN Q.~ l;~O. '.
. Oite) es~ h~ebofl oo.IP~ 8i..wIll~ d.Qmost~~iQij d¡l¡l1~ e~­
eacia. de la ticcion col~gtiva P PlÓ de lo~ :inteJ:eW ~o­
U)U:M~; EtiemplQ$ iolil .q:ueu»bo . d,ll·sefia.J~I', táDtQ luá.~


• ek>e\l1lnte.s, cMnto, q1.\e n~sll trata alWra. d~ P:WQl,lyvQr
1WlI.propagtl.lldapolitic.a. á .b~~J3..oio (le ~PiP~Qll dete1"-




8
minada, sino de demostrar á la g(meralidad de los con-
tribuyentes y á las clases todas que viven y prosperan
por el trabajo, que sin que se trate de hacerlas inter-
venir en las rivalidades de partido, tienen en su mano
el medio de asegurar el respeto y la, observancia de las
leyes que á todos amparan, y que siendo para todos
iguales, todos saldrán gana:lciosos en que no sean bur-
ladas, como lo vienen siendo por las banderías que al-
ternativamente imperan y sacrifican á su medro y al de
sus parciales los intereses generales de la nacion.


111
DA:;¡OS y DESCRÉDITOS QUE PARA LOS PARTIDOS SE SIGUEN,DE
NO OBSERVAR REGLAS DE MORALIDAD POLÍTICA y DE NO
INSPIRARSE SUFICIENTEMENTE EN LOS INTERESES GENERALES


DE LA NACION.


Los partidos que obrando de dicha suerte creen' salir
gananciosos, salen en último término tan perjudiCados
como lo son los partidos. vencidos, pues no siendo dura-
dero el. predominio de los últimos vencedores; lo que
estos aventajan durante los períodos en que imperan, lo
pierden con creces cuando caidos del poder se ven á
merced de sus contrarios. Esta verdad se:hace palpable
comparando cuáles habrian sido para todos los partidos
las consecuencias de haber gobernado con principios de
equidad, cuya inobservancia trajo sobretodos ellos cala-
midades y desgracias sin cuento. Desde 1834 hasta el
dia han mandado alternativamente los estatutistas, los
progresistas, los moderados, los uÍüonistas, los refor-
mistas de, Bravo Murillo y de GOllzalez Brabo, los coali-




• 9
gados de Setiembre, los radicales, los constitucionales
y los republicanos.


Cada uno de estos partidos, ansiosos -ante todo de co~
locar á sus hechuras, han renovado la Administracion
de arriba á abajo, habiendo sido por lo general despo-
seidos los nuevos agraciados apenas cayeron del poder
sus patronos, para venir aquellos á engrosar el ejército
de cesantes y de pretendientes, cola obligada y dispo-
nible que constituye las fuerzas vivas de las parciali-
dades rivales. De haber éstas sido lo que en su propio
interes debieron ser, colectividades adictas á principios
en los que creen reside la verdadera representaclon de
los intereses públicos, su mision habria podido ser más
ó ménos conveniente, pero jamás perturbadora. Lle-
gado al poder un partido y posesionado de los l\'liniste-
rios, eu buena hora qu.e los puestos políticos, necesa-
rias ruedas del sistema imperante, los desempeñen sus
parciales. Los puestos de esta clase son muy limitados,
quizá no pasarán de ciento, incluso los Gobernadores de
pro.vincias.


De haber sido así, y habiendo respetado en susdesti-
nos á todos los .demas empleados cuya conducta admi-
nistrativa no justificase su relevo, y provistas las va-
cantes naturales en las hechuras del partido ,encedor,
resultaria que hoy se hallarian empleadoB los clientes
de los conservadores, de los progresistas, de los radica-
les y de ios republicanos; situacion que á todas luces
seria infinitamente más ventajosa para todos ellos que
~a de haber estado en activo servicio algunos meses
para verse en breve-puestos en la ~alle, sin más espe-
ranza de mejor fortuna que la de lograr otro pasajero
asalto al presupuesto sin mayores garantías de reposo
y de tranquilidad.




10 •
Pero el que acabo de señalar es el menor de los in-


convenientes que nacen de carecer de una opinion na-
cional que, inspirándose en los intereses generales, sir-
viese de norte y de bandera á los partidos militantes, á
los competidores al poder, reducidqs que éstos se vie-
sen al terreno de la política propiamente dicha, esto es,
á ser los pilotos destinados á conducir la nave del Es-
tado, cuyo cargamento respetasen y por cuya salva-
cion estuviesen interesados en velar.


IV
ESENCIA DE LOS PARTIDOS Y LUGAR QUE OCUPAN E:'i LA VIDA


PÚBLICA.


Los p'artidos políticos,ó sean las escuelas que alegan
sus títulos para gobernar, son una cosa muy distinta de
la masa de intereses generales que abrazan la seguridad
individual de los ciudadanos, su propiedad, la adminis-
tracion de justicia, la libertad, el respeto de les dere-
chos naturales y la observancia de las leyes. En que
estos grandes y sacrosantos intereses por nadie sean
desconocidos ni violados, todos los partidos,. todos los
ciudadanos se hallan igualmente interesados; y como
estos intereses son los que generalmente desconocen
las parcialidades que triunfan, merced á la indiferencia
y al desconcierto de los homb~es educados; poseedores
y rectos que se dejan avasallar, oprimir y despojar por
las pandillas dominantes, no queda otra esperan?;a de
poner remedio á los abusos y á los males que todos la-
mentan, sino la de organizar la defensa de los intereses
públicos para oponerla á los ataques de las banderías.




11
Esta organizacion inofensiva y salndable no significa.


la guerra álos partidos. Estos puoden vivir á sus anchas,
siempre que no falten á las leyes y respeten los dere-
chos de la generalidad de sus conciudadanos; siempre
que no empleen el poder, cuando lo, ocupen, en oprimir
á los que no piensen como ellos. Solamente entánces la.
libertad podrá ser gustada por los pueblos y se admi-
tirá entre nosotros, dejando de ser el foco de turbulen-
cias, de anarquías, y de desgarramientos que nos rebajan
ante el mundo civilizado, alejando la paz de nuestro
suelo y retardando el desarrollo' de nuestra prospe-
ridad.


v
CAUSAS Y EFECTOS DE LOS VICIOS DJt QUE ADOLECEN LAS


REFORMAS .DEBIDAS Á LOS PARTIDOS LIBERALES.


El daño que la nacion recibe de que los partidos no
se hallen contenidos por el correctivo que á Sus dema-
sías y excentricidades opondría el dique de una opinion
nacional, obra de la unian y concierto de las clases
educadas y poseedoras asociadas á cuant{)sviven de su
trabajo y contribuyen á sostener las cargas públicas,
adquiere inconmensurables proporciones cuando, poi'
efecto. y á consecuencia de no existir aquella opinion
ó de no hacerse sentir por los medios que facilita el
juego de las instituciones libres, por la asociacion, la im-
prenta y las elecciones, acontece que las leyes que
afectan á los intereses generales, en vez de obedecer á lo
(lue estos reclaman, las más veces responden á un crite-
rio de partido. Verificó Se así, en efecto, de 1886 á 1840,




12
con las reformas económicas de los progresistas, y de 184~
á 1848 con las reformas políticas de los moderados. Al
decretar las primeras Mendizábal y los doceañistas, no
vieron más que una cosa: apoderarse de los bienes del
clero, sin detenerse á examinar cuál podia ser el más
acertado uso que do ellos debiera haberse hecho. No
quisieron escuchar la autorizada voz de D. Alvaro Flo-
rez Estrada, ni tampoco la demostracion científica hecha
por el periódico El Español acerca de .las ventajas que
se habrian seguido de ,haber enajenado en propiedad y
á censo perpetuo á los arrendadores del clero los bie-
nes que llevaban en renta. Tampoco se quiso destinar
una parte de sus productos á la creacion de escuelas
tecnológicas para la educacion profesional del pueblo.
Se cerraron los ojos ála matemática demostracion hecha
por aquel periódico, relativamente á que el diezmo, en
vez de ser, como vulgarmente se creia, 'una contribucion
que pesase sobre el agricultor, era un censo que gravi-
taba sobre la tierra, yen este concepto componia parte
integrante, aunque subentendida de la renta. Aten-
dida la índole del gravámen, lo que procedia era haber
decretado su redencion por los dueños de la tierra y á
beneficio del Estado.


Por ignorancia ó por espíritu de partido, se menospre-
ciaron aquellas verdades científicas y se enajenaron á
papel que valía menos de lo que valen en dia los treses,
tres mil millones de pingües propiedades, con 13;s que
empleando otros métodos, habria podidoamortizarse toda
la deuda ent6nces existente.


Vino más tarde' la desamortizacioD del clero secular y
volví de nuevo á'predicar en desiet'to; dije que de aque-
lla masa de codiciados bienes se segregase' un capital de,
400 millones para destinarlo á formar el capital de ga-




13
rantía de un Banco nacional de emision, Banco que, con-
forme á los más adelantado,s principios de la ciencia
económica, no debia ser un Banco que descontase y
negociase, sin) únicamente el regulador de la cir-
culacion mouetaria y el cajero, pero no el prestá-
mista habitual del Gobierno~ De haberse hecho esto en-
tóuces, el Banco Nacional de España habria descansado
sobre bases más sólidas que las de ningull: otro Banco,
incluso el de Inglaterra, y el interes del dinero habria
bajado en nuestra Península al tipo medio que tiene en
Holanda y en los de mas grandes centros monetarios, á
condicion empero de no habsr empleado nuestra cir-
culacion fiduciaria en agios ni en empresas fantasma-
góricas, sino invertido los capitales en objetos repro-
ductivos.


Todos estos b.eneficios, acrecentados por :los inmensos
bienes que se, habrHm seguido de haber partioipádo el
pus blo de los adelantos que ,siempre acompañll.í'lit las re-
formas bien entendidas, el haber pOdido' extingui:r la
deuda pública anterior al afio de 1836 y dotar la poste_
riormente creada de sólidat:¡ garantías, el haber dado á
nuestro crédito fundamentos capaces de competir con el
de las naéiones más prósperas; todo esto lo ha esteriliza-
do la carencia de una opinion nacional hija del saluda-
ble influjo de las clases educadas y poseedoras¡ intluje
que á costa de muy pocótrabajo y sin correr elimenOT
riesgo á efecto de haberlo' becboprevaleeer" estaba al
alcance de dichas elas-3s con inm.o beneficio' para
ellas mismas y para el Estado ..


La ruptura de la solemne transo.ccion que entre 108 dos
pá"rtidos liberales establecIó 'la. OonBtitueion de· '1887,
ruptura de la que es en gran pál'te responsable eLanti-


'gua partido moderado;' 'Vino á interruinpirel pacífko




14
trabajo do nuestra educacion polítioa, con tanto éxito
illiciado bajo la doble iuflueucia de los autores de aqu!l-
lla Constitucion y de los fundadore;¡ de la escuela qllC
acertó á dar nueva vida y superior asceudiente al par-
tido conservador, caido y eliminado de la oscella polí-
tica al venirse abajo el Estado Real y sus arqueológicas
reminiscencias. Mas como recientemente lo he demo$--
trado en el folleto titulado Del influjo de las ideas en. la
política española. la feliz direccion (¡. que en aquella épo~a
obedeció el partido conservador no fuá duradera; la:or-~
ganizaeion que le diera la escuela de El Correo JVacio.~al
era demasiado llueva y no re;sistió á los avances y
arterías de los palaciegos. Las ·oJa¡;¡es cuya ~~ion .cOnS-
tituyó la fuerza de la opiniou que rep,resentábamos
en la prensa, eran extrañas á las costumbres de la li-
bertad; el temor de los eXJ~e~osrevolucionarios las habia


. traido á la disciplina de l<lB que por ~nbónces gozabalil
de mayor QutO:l'idad ~.:Q. . el partido; perouo ·f6i¡istleron
despuas de la jQrna¡j¡ade Torrejon de Ardoz f¡. los ha-
lagos de la córtc y tl la alianza de la espada v(tnCe-
dora, y abal)donarouá los que hAbiamos si4Q sus ~use­
jeros Y !!Uf! guias en :108 IHasde ~!lN~rsi'jl.a~ y ¡¡te prueba.
Cambiaron :imprudenten).ente aquellas clases una po-
sicioll constitnlüo.~~ .stIgu.ra y ·oo.ra~ita4a por el enga-
ñoso.6 instable favor de P~ü1\Qi9 y por In jefatul'n de Ull
soldado cuyo. (mei'gíay bIlWr¡.u,tez tI<lO compensaba 19 que
perdían saerHicando 6,un i~co:ntmente deseo de revaI).-


. cha inmediatll, loe¡pri~~ipiOl! quebl'bian,;epu¡;¡tituido la
fuel'zl\ del partido y dádol~ el tr~unfQ ..


Bajo el:reinado.@ls. .liberta,d, po <~s $lQSible que un
partido·se~l'alice y mejOre ~~ondicionesde exis-
tenciallin<que el ejemplo pu~da y se ,comunique á1aíl
demasragrupaeiones quepartieipan de 1\1 vida pública




15
Y á la sociedad en general. Tengo probado hasta la evi-
dencia en multitud de escritos, cuán saludables fuer<ln
los efectos de la organizacion que en 1838 dió al partido
conservador la enseñanza emanada de la escuela del
(Jorreo Nacional y que liberalizo á este partido hasta el
extremo de que, sin contar c,:¡n el influjo oficial, lograse
ganar dos elecciones generales: las de 1838 y 1840; re-
sultado que á su vez produjo en el partido progresista
un trabajo de revision y de rectificacion de sus nocio-
nes de gobierno, del que dió testimonio la conducta que
en las Córtes observaron los hombrea más notables de
este partido. Mendizábal, Olózaga, Madoz,el respetable
Sr. D. Manuel Cortina, dieron claramente á entender,
por medio de sus discursos en el Parlamento, que siel
partido volvia-al poder huriallrevalecer, ante todo, los
intereses deórden, y ~llegaria hasta á pl'eaeindil' de la.
Milicia Nacional, ántesmirada como el A.ma Santa de
los progresistas.


Por desgraCia, la subversion de la Oonstitucion de
1837,. que babia sido el pacto de tácito concierto y que
habia establecido una legalidadcomun entre los dos
grandes partidos liberales, interrampi6los adelantos de
nues~ educaeion constitucional, hacia poco inaugu-
rada bajo tan felices auspicios. Vióse en consecuencia
excluido el saluda:ble influjo que la !Opinion pública.no
habria podido ménos ,de ,continuar 'ejerciendo; c~,de
no haber irillnfado lareacciou .palaeiegaque se apoderó
de todos h:llr resortos do ];a gobernacion en ·1&15 y 46; Y


, de error en error llegamos al sacudimiento de 1864, su-
ceso que debió abrir los ojos á lacártey traer el reme-
.dio que hubiera podido libemar-IWs ·,de venideros tras-
tornos, que no supieron evitarse;


A efecto de conjurarlos y de contribuir á que no se




16
echase en olvido la leccion recibida por la dinastía, que
los sucesos de aquel año colocaron á dos dedos de la ca-
tástrofe que más tarde debia hacerla sucumbir, leccion
de la que tambien estaban en el caso de haberse aprove-
chado los progresistas y la naciente democracia, ven-
cidos ambos en la lucha que puso termino al bienio;
dióse por aquel tiempo ti. luz el libro titulado de la 01'-
ganizacio1/, de los partidos, considerada como medio de ade-
lantar la educacionpalítica de los españoles; tratado com-
pleto de una organizacion- capaz de dar consistencia y
de impartir moralidad á las opiniones militantes, obra la
de aque 1 libro, que si bien destinada ti. rean udar la tarea
iniciada en 1838 por la escuela del - Correo Nacional, se
halla concebida en términos que todos los partidos le-
gales podían utilizar sus sanos principios; pero trabajo
del que la opinion qne ménos se ha aprovechado ha sido
la liberal conservadora, que era la que mayor fruto
habria podido sacar de él. No fueron, sin embargo, in-
útiles los preceptos que aquel libro contiene, á la obra
de propaganda poco despues comenzada por los demó-
cratas, ni á la reorganizacion del partido 'pl'ogresista
activamente y con inteligencia llevada á cabo durante
el mando de laUnion liberal, por D. Salustiano Oló-
zaga y sus asociados de la Tertulia.


Seria fuera de propósito reproducir la enseñanza y
los preceptos condensados en aquel libro; pero tratando
al presente de lá accion de 11>8 partidos en la política,
no podia excllsar el- 'referi'rme ála única obra· española
que fOfma un tratado elemental, sobre la materia: mas
una vez evacuada esta casi indispensable cita, vuelvo
á ocuparme de las cuestiones de actualidad que me
han inspirado el presente estudio;




17


VI.
RESPONSABILiDAD QUE AL PAís y MAS PARTICULARMENTE A LAS
CLASES EDUCADAS Y POSEEDORAS ALCANZA EN LA SITUACION


PRESENTE.


Por importante, necesaria é indispensable que sea en
los gobiernos populares la existencia de los partidos or-
ganizados dentro de sus debidas condiciones, fuera
grande error imaginarnos que los partidos, por el he-
cho de ser los móviles y agentes obligados en el me-
canismo del régimen representativo, componen la ma-
yoría de la nacion; esto es, forman por sí mismos, ósea
por medio de los afiliados á sus respectivas banderas, la
colectividad que constituye las mayorías. Fuera de los
tiempos de revolucion en los que dominan la excitacion,
la violencia yelmiedo, los triunfos electorales de buena
ley de un partido, cualquiera que éste sea, no signi-
fican que la mayoría de los votantes pertenezca á la
opinion vencedora. La verdadera mayoría la dan los no
afiliados á los partidos, la da la masa flotante de ciuda-
danos libres de compromiso é influidos por las circuns-
tancias que los inducen á creer que tal opinion y tales
hombres responden mejor que otros á las exigencias del
momento, y los mueve á inclinarse á favor del partido
que más halaga sus esperanzas. Así se explica la larga
dominacion de los Torys, á cuya direccion se entregó la
nacíon inglesa, espantada de los excesos y de la pro·
paganda de los revolucioyarios francel>es de 1793. Un
movimiento en sentido contrario, hijo del cansancio de
la larga dominacion de Íos Torys, llamó en su reemplazo


2




18
en 1830 á los Whigs y á sus afines los partidos radi-
cales. Igual fenómeno hemos visto repetirse sucesiva·
mente en Inglaterra desde aquella fecha, habiendo al-
ternado los resultados de las elecciones en favor de los
conservadores ó de los liberales, segun que la política
de uno ú otro partido ha logrado atraerse las simpatías
de la opinion. Lo mismo que en: Inglaterra sucede en
los Estados Unidos y en Francia; y sin ir á buscar los
ejemplos fuera de casa, en ella vimos en 183&, ~ómo el
cuerpo electoral formado por la ley de los progresistas,
los abandonó en las elecciones que trajeron las primeras
Córtes ordinarias convocadas despues de promulgada la
ConstituCion de 1837;' movimiento de la opinion que
bien se explica, por haber concebido el país la esperanza
de que los conservadores} allegarian más- elementos
para poner termino á la guerra civil; oscilaciones del
sentimiento público, las que acabo de señalar, que
se verán repetidas siempre que lo que un partido re-
presente se halle más en consonancia c09-10 que en cir-
cunstancias dadas requiere el interes general.


Es por lo tanto evidente que habiendo libertad en las
elecciones, el que éstas sean ganadas por los conserva-
,dores, por los radicales 6 por otro partido, no significará
que la mayoría del país se haya convertido á la fe de
la parcialidad favorecida por el voto público, sino que
espera más del partido cuya subida al poder facilita,
,que del que se halla en posesion de él.


:Mas aquí es donde se hace de todo punto evidente la
necesidad de que haya nociones generales y exactas de
lo que el interes público reclama, y nadie mejor que las
clases educadas, trabajadoras y contribuyentes puede


• formar esta opinion, propagarla y robustecerla por el
a¡:;entimiento del pueblo, cuyaadhesionjamás faltará á




19
las soluciones más dignas, más morales y más ventajo-
sas para el procomun, siempre que le sean ""expuestas
con sinceridad y a!ll0r" por los que m'ás interesados se
hallen en que impel'en el órden, la libertad y la justiciá.
¿Y cómo habrian de formarse estas nociones de lo que el
interes general reclama, si descuidan de ocuparse de
ellas los contribuyentes, los que poseeu, los que tra-
bajan, cuyo bienestar depende de la paz y de la pros-
peridad 'comun; si las clases en cuyo seno se concen-
trím los intereses más vitales del pais, abandonan el
euidado de la cosa pública y la direccion de los. espí""
ritus á partidos formados para promover sus peculiares
miras é intereses?


No hay que culpar á los partidos de que se extravien
y formulen como convenientes al mejor servicio del pú-
blico sus peculiares miras y aspiraciones, cuando no
existen demostraciones visibles, datos apreciables para
conocer lo que sea más conforme al sentimiento gene-
ral. La ley de cereales que condenaba al pueblo inglés
ti. pagar carísimo el mal trigo, cuyo alto precio hacia
subir el arriendo de los predios rústicos á beneficio de
los propietarios, en detrimento de la industria y de los
consumidores; aquel privilegio de los magnates habria
continuado siendo entre los ingleses artículo defe, si la
ilustracion de las clases comerciales y la hábil propa-
ganda organizada por Cobden no hubiesen abierto los
ojos á Sir Roberto Peel y héchole conocer que las tradi-
ciones de partido que favorecian el interes privado de
los grandes propietarios territoriales y de algunas in-
dustrias privilegiadas, debian ceder ante lo que recla-
maban la union, la paz y. el bienéstarde todas las clases
La última reforma electoral iniciada sin éxito por lord
RusseIl y llevada á cabo por lord Derby, obedeció á las




20
manifestaciones de las clases productoras para que la
franquicia electoral se extendiese á los jornaleros inte-
ligentés y aplicádos, cuyos bien ganados salarios los
pusiese en situacion de pagar cierto tipo de inquili-
nato.


VII
EL REMEDIO A LOS MALES SÓLO PODRA ENCONTRARSE EN LA
OBSERVANCIA DE LOS PRINCIPIOS CUYA BONDAD HAYA


COMPROBADO LA EXPERIENCIA.


¡Cuán diferente no sería nuestra situacion, si, á más
de la accion militante de los partidos que luchan por el
poder, hubiesen continuado en España la inteligencia
y organizacion existentes en las clases educadas y
poseedoras desde 1836 á 1844 Y que vino á interrumpir
la ruptura del pacto tácito que entre los partidos libe-
rales habia establecido la Constitucion de 1837! No ha-
bríamos, sin embargo, deseado que aquella organiza--
~ion se hubiese perpetuado en un interes puramente
político y de partido. De no haber sido interrumpido el
trabajo de la educacion política del país, trabajo en el
que con pleno éxito nos hallábamos empeñados de 1835
á 1844, era nuestro deliberado propósito haber dado á
las manifestaciones de nuestra escuela la aplicacion
que años despues expusimos en el libro titulado De la'
organizacion de los partidos, en el que se dan reglas de
moralidad aplicables á todas las opiniones y se her-
manaban la suerte y bienestar de las diferentes cla-
ses de la sociedad en términos, que los ricos se con-
virtiesen en patronos benéficos de lós pobres,y éstos en




21
clientes agradecidos yen ciudadanos dignos de apreciar
los beneficioS! de la libertad.


Los que crean que al expresarnos .en estos términos
formulamos una paradoja, se desengañarán de que léjos
de exagerar la bondad de los procedimientos que reco-
mendamos, nos abstenemos de encarecer cuanto de fe-
cundo encierran para hacer á los españoles un pueblo·
libre,unido y feliz, tomándose el trabajo de leer los ca-
pítulos XI, XII, XIII Y XIV de la citada obra, y princi-
palmente el último, que trata del Porvenir reservado á
·las ideas conservadoras, organizadoras y progresi1)as.


La teoría de la organizacion de las clases educadas y
contribuyentes, organizacion de la que depende que
cese el maléfico influjo de los partidos, convirtiéndolos
en hecho realizado á beneficio de la sociedad y de los
partidos mismos, se halla toda entera expuesta en el
citado libro, al que ha servido de corolario otro dado por
mí á ,luz en Julio de 1873, titulado Mision y debe1·es tIe
las clases conservadoras bajo la monarqufa demoffrática, es-
tudio, este último, que me fué inspirado por la prevision
del cataclismo de -que nos hallabamos amenazados y
que no tardó en estallar. Contiene dicho libro una ense-
ñanza y consejos que, escuchados por las clases á que
iba prinCipalmente dirig:ido, habrian evitado los trastor-
nOs subsiguientes y el aborto de la federal.


La accíon puramente defensiva, docente y concilia-
dora que á dichas clases recomendamos como la obra
salvadora á que deben consagrarse, no significa, ya lo
he dicho, la guerra á los partidos, los que pueden exis-
tir y cobrar elementos de robusta y saludable influen-
cia ajustando sus procedimientos á los intereses perma-
nentes morales y materiales de la sociedad, á cuyos
intereses efltán llamados á dar expresión y vida cuan-




22
tos tienen propiedad que defender, derechos que hacer
respetar y que suspiran tras los beneficios de la paz, del
trabajo, de la observancia de las leyes y del goce de la
libertad.


La posicion de estos bienes es codiciada por los hom-
bres de todas las opiniones. No ser presos ni atropellados
contra derecho por nadie, llevar con igualdad las car-
gas públicas, la independencia de los tribunales, la li-
bertad sin coacciones en lo que pertenece al dominio de
la conciencia, la libertad del pensamiento sin que se
vea monopolizada por los que mandan, el respeto á la
libertad de votar, interesan por igual á los 'monárqui-
cos' á los constitucionales, á los radicales y añadiremos
tambien á los carlistas en cuanto desengañados ó ven-
cidos depongan las armas y reclamen sus fueros de ciu-
dadanos españoles.


VIII
DE LA RELACION QUE HAY ENTRE EL INTERES NACIONAL y LOS.


INTERESES DE PARTIDO •


. , Para defensa de las fundamentales garantias en que
descansan las sociedades cultas, y que son la esencia de
los gobiernos libres, nada impide que cuantos siÉllltan la
necesidad de estos inestimables bienes, se concierten. y
asocien sin que deba retenerlos el temor de verse arras-
trados al terreno de la política.


Quede ésta en buena hora reservada para los partidos
militantes que aspiran al poder; pero véarrse éstos con-
tenidos por el freno de una opinion nacional fuerte-
mente pronunciada en favor de las antedichas garan-




23
tías. Esta misma opinion, hija de la asociacion de los
contribuyentes, se verá llamada á ejercer un influjo
bienhechor en las cuestiones que afectan los intereses
$enerales de la nacion, sin que para ello tengan sus
instigadores que invadir el terreno de la política.


Si hubiese existido la asociacion protectora de los
derechos comunes por la que venimos abogando, en la
época en que se decretaron las ley~s relativas al diezmo
y á la desamortizacion, no se habrian cometido los dett-
aciertos que han malgastado los recursos del país. La
antigua deuda pública se habria extinguido, la mo-
derna no seria lo que es, y nuestro crédito rayaria con
el de las naciones más prósperas. Formada la opinion
nacional, hija dél criterio de los que piensan y tienen
algo que perder, ésta habria bastado para romper el
molde gálico á que los moderados ajustaron todas sus
reformas administrativas del año de 1845 y siguientes;
ella habria puesto un correctivo á la continuacion de
los ayuntamientos-repúblicas que establecia lit ley mu-
nicipal dé 1823, sin necei'idad de haber importado de
Francia todo su régimen' administrativo. Oportuna-
mente abogó el periódico Rt Español, en 1846, porque se
conservasen, en la medida de lo conveniente, las tradi-
cionales franquicias de nuestras instituciones munici-
pales y provin~iales; pero el impulso estaba dado: los
que nos reemplazaron en la direccion moral' de las cla-
ses conservadoras, hallaron más cómodo y expedito
abrir el Boletín de las leyes de la vecina Francia, y dar-
nos su traduccion integra en las reformas que plantea-
ron, que haberse dedicado á estudiar la mejor manera
de reconstruir, mejorándolas, las instituciones hijas del
carácter, costumbres é historia del pueblo español.


En época más reciénte, ahora mismo, los partidos que




24
vemos sucederse en el poder, acaban de resolver graví-
simas cuestiones de interes social, ajenas á la política,


. y en las cuales, no habiendo sido"guiados por los bue-
nos principios que rigen en la materia sobre que han le-
gislado, ni hallado resistencia en una opinion pública
formada por el criterio de los que sienten sus intereses
afectados por las resoluciones de los gobiernos, hemos
visto "pasar á éstos de un sistema á otro con una facili-
ood que á la vez revela la ignorancia de los confeccio-
nado~es y la culpable indiferencia de los gobernados"
Me refiero á las leyes de crédito y de circulacion fidu-
ciaria, promulgadas y alteradas en los últimos años.
Las Constituyentes de 1855, tomando, si así puede de-
cirse, el rábano por las hojas, confundieron la libertad
bancaria con la circulacion monetaria propiamente di-
cha, y decretaron imprudentemente una libertad en
punto á emision de billetes al portador, que debia ne-
cesariamente producir los inconvenientes que de ella se
han seguido.


La materia era de las más graves, y su reforma exig"ia.
tanto más estudio y precauciones cuanto que á la som-
bra de la competencia entre los Bancos se habian creado
intereses que no era lícito atropellar. Pero, al poner su
mano en la legislacion de 1856, el Sr. Echegar!lY no se
cuidó de tomar suficientemente en cuenta la trascen-
dencia de una reforma de esta clase, decretada sin el
concurso de las Córtes; y sin haberla apoyado en otra
autoridad científica que la suya propia, resolvió la
cuestion de la circulacion fiduciaria del país, en prove-
eho exclusivo del Tesoro y del Banco de España.


1'\0 puedo ni debo detenerme á examinar todo lo que
de nocivo para los intereses del país encierra la organi-
zacion autoritaria dada al establecimiento que ha reci-




25
bido el nombre de Banco Nacional. Limítome ll. decir
que, partidario como siempre lo he sido de la existen-
cia de un solo Banco de emision, y sin negar que el de
España debiese ser el llamado ll. ejercer dicha preroga-
tiva, no es Jllénos evidente (y fácil me seria demos-
trarlo) que ~n la forma dada al Banco Nacional no se han'
consultado los sanos principios del crédito, ni se han
establecido las seguridades que debe ofrecer un Banco
único de emision, ni se han extipulado en beneficio dél
Erario las compensaciones que debían hacer contrapeso
al privilegió concedido al Banco.


Nada más me cumple añadir sobre esta materia, de
suyo tan especial, sin? que aquellos que contradijesen
las proposiciones que dejo sentadas, me hallarán dis-
puesto á discutir la tésis, dentro de los limites que se-
ñala la ciencia del crédito (1).


IX
TEORíA Y ELEMENTOS DE LA OPINION NACIONAL.-NO PODRÁ


'" HABER BUEN GOBURNO, ÍNTERIN LOS PARTIDOS NO SE INSPIREN
EN ELLA.


Dispensados los partidos militantes por la negligencia
del país de atender á indicaciones que la opinion se ha
abstenido de formular, y no cuidándose los hombres
políticos de otra cosa que del interes de su dominacion,


(1) Aunque pará los hombl'es competentes en economia.pública, y fami-
liarizados con los principios de la ciencia bancaria, no serán necesarias
pruebas que corroboren la exactitud de las observaciones que precedeD,las
hallarán de lodo punto conl!rmadas en los luminosos dis,~ursos pronuncia-
oos en la seslon dol dia 17 de Marzo último en la C!mara de los Comunes




26
han resuelto ligeramente las cuestiones más vitales po-
niendo.sus cinco sentidos en la prolongacionde sumando
yen encumbrar á sus hechuras. Así es que, excep-
tuando las dos épocas que abrazan las reformas econó~
micas de los progresistas, efectuadas en 1835 á 1844, Y
las reformas administrativas de los moderados hechas
en 1845 y años posteriores, en las épocas subsiguientes,
sólo hemos visto ocuparse á los partidos elevados al
mando en repartirse los destinos y én monopolizar el
presupuesto. En vano buscariamos entre las diferentes
situaciones que han imperado desde los matrimonios
régios hasta el dia, trabajos de verdadera utilidad pú-
blica, toda vez que, segun hemos observado, las refor-
mas parciales ejecutadas en tan largo periodo no han
obedecido á principios· cuya bondad garantizase su
adopcion, y lo tangible, lo preferente, lo codiciado y.
llevado á cabo por los gobernantes, lo ha sido la razzia.
á los destinos, el frenesí de la empleomanía llevado a.
extremos que han dispensado de todo pudor.


Fuera odioso, y del todo co,ntrario á mis hábitos de
discusion, personalizar las pruebas de lo qu,e acabo de
asentar; pero sin nombrar á nadie bastará hacer indica- ..
ciones generales que el claro discernimiento del pú-
blico se encargará de aplicar. Sin necesidad de acudir


. á épocas ya lejanas de nosotros, ¿qué es lo que más se
ha h3cho notar al advenimiento de los últimoi:l domi-
nadores radicales, republicanos y monárq uicos consti-
tucionales! ¿Qué otra cosa sino su apresuramiento y
por los ex.-Illinlstros Mr. Goschen. Mr. Gladstone. Mr. Lowe, por el actual
ministro de Hacienda, J por otros hombres eminentes en asuntos de cré-
dito y de Banca. Los que lean .sus discursos, verán en ellos perrecta identi-
dad entre la opinion que ha prevalecido en el Parlamento y la doctrina qne
yo profeso en pnnto á Bancos J clrcuJacion lid uciaria.




27
desenfado para llevar á los puestos de honor y de lucr!}
á los parientes, contertulios y favoritos de los ministros,
clientes por lo general desprovistos de servicios que los
hfiyan señalado como especialidades en sus respectivas
carreras? Abogados de lugar, literatos adocenados, ca-


. valieri scr1)cnti de la casa, se han visto en los últimos
tiempos llevados á los cargos más encumbrados y lucra-
tívos; espectáculo que por lo repetido que ha sido yes,


. ha dejado en la conciencia del público la deplorable im-
presion de que los que se han disputado el mando, sólo
buscaban en él su peculiar provecho, y de lo que ménos
se cuidaron fué de los intereses del público, viniendo á
ser la inevitable consecuencia de tan universal creencia
que el país se encoja de hombros cuando sobreviene un
cambio de gobierno, y espere tan poco de los que entran
como de los que se han ido.


x
SITUACION QUE CABE A LA RESTAURACION y DEBERES ESPECIALES


QUE INCUMBEN A SU GOBIERNO.


Nos hemos abstenido de comprender en las califica-
ciones que preceden al Gobierno dela restauracion, que
~ctualmente impera, porque hallándose éste empeñado
en la difícil obra de rehacer la saciedad española, des-
garrada y casi disuelta, no queremos cargar con la res-
ponsabilidad de embarazar su marcha con prematuras
censuras, ni fuera equitativo juzgar una obra en curso
de ejecucion y que sólo debe ser examinada en con-
junto.


Mas no por esto encubriremos bajo una estudiada




28
reticencia las indicaciones y advertencias que nuestra
lealtad y los deberes que al público nos ligan, nos im-
pelen á consignar en el resúmen de verdades que com-
ponen el presente estudio.


La restauracion tiene deberes que cumplir con el país
y consigo misma, que requieren de parte de los hom-
bres en quienes ha depositado ~u confianza, acierto,
firmeza y fortuna. Su. primer deber, su primera ne-
cesidad es la de acabar con el carlismo y pacificar .
a España, pues de prolongarse demasiado la guerra
fratricida que nos consume, se correrian eventuali-
dades que no señalaremos, á fin de no entrar en el
te.rreno de la discusion esencialmente política á.que nos
conduciria el ahondar la cuestion de la guerra y tratar
de lo que respecto á ella, á levantar el espíritu público
y á mover al país á un. supremo y final esfuerzo que la
paz asegure y á la libertad conduzca, convendria y está
el Gobierno en el deber de intentar y llevar á cabo.


Mas si de semejante controversia debo abstenerme, no
podria sin incurrir en parcialidad dejar de aplicar á los
restauradores el mismo criterio con que he juzgado la
iucontinencia empleómana de los demas partidos. Todl!,
revolucion trae á la superficie y hace sobresalír en ella
mucha escoria y mucha basura, numerosos parásitos
y aventureros,que fuera hacer ofensa al sentimiento pú-
blico que la restauracion no sa apresurase á enviar á sus
casas. Pero las revolueiones que siempre tienen su ra-
zon. de Ser y sus horizontes justificables, jamás dejan de
poner en evidencia hombres útiles, capacidades recono-
cidas, caractéres de algun valer; y hombres de esta es-
pecie deben ser recogidos por toda restauracion que,
como la de Luis XVIII en Francia, se proponga durar y
anteponer los intereses generales al pandillaje departido.




29
Del mismo modo un sentimiento de justicia y de mo-


ralidad hace obligatorio para la restauracion no olvidar
. á los que le fueron fieles, á los hombres que por amor á
sus principios no hayan servido á la revoIucion; pero
una cosa es distinguir y emplear á aquellos de entre los
cesantes de 1868 que se recomienden por su reconocida
capacidad y buenos servicios, y otra hacerse una regla
de reponer en masa á todos los que la revolucion de 1868
y sus secuelas lanzaron del presupuesto. Si la generali-
dad de los empleados que servian al Gobierno de Doña
Isabel á la época de su caída hubiesen reunido condi-
ciones' de idoneidad que los hiciesen merecedores de los
puestos que ocupaban, es verosímil que aquel Gobiex:no
no habria sucumbido tan rápidamente ni derrumbádose
el trono con tanta facilidad.


Si ha de huir de tomar un colorido reaccionario, la
restaurMion habrá de limitarse á reposiciones parciales
en vez de hacerlas generales, y cuantos más conserve á
su servicio de entre los hombres nuevos y de mérito que
la revolucion haya puesto en evidencia, mayores serán
sus probabilidades de realizar el idealismo en boga entre


.. sus más celosos partidarios, de que D. Alfonso se pro·
pone reinar haciendo grato y aceptable su gobierno á la
gran mayoría de los españoles.


Mas conviene que en esta parte no olviden los seño-
res Ministros, que no basta obrar bien, si de ello no S::l
tie~e clara idea, si así no lo comprende el público en
general. No basta que las reposiciones se hagan con
prudencia y las confirmaciones con discernimiento; se
necesita que la opinion lo comprenda del mismo modo,
y hay por desgracia Ministerio cuya actividad y des-
embarazo en poner y quitar funcionarios públicos, han
acabado por generaliza~ la creencia de que los monárqui-




30
cos, ~omo sus predecesores radicales y sagastinos, hacen
de la adjudicacion del presupuesto y del reparto del
botin la base fundamental de su política.


Con grata satisfaccion consignamos para ser impar-
ciales en todo, que es opinion general que el señor
Salaverría procede con lentitud é imparcialidad en le
arreglo del personal de su departamento.


No acriminemos, sin embargo. á los partidos de que
semejantes cosas sucedan. ¡Qué pocas conciencias resis-
tirian á la tentacion de apropiarse lo ajeno, si pudieran
hacerlo sin temor de la justicia y libres de vituperio!
Otro tanto puede decirse de nuestros partidos. Han dis-
puesto de los intereses de la nacion sin haber tenido
por norte una opinion públtca de buena ley, desvane-
cida entre nosotros desde la desorganizacion de-los par-
tidos consumada en 1845 á la ruptura de la legalidad
comun que habia establecido la Constitucion de 1837_
Derrocadas las situaciones parlamentarias que se de-
bieron á la digna y meritoria lucha de los dos gran-


. des partidos hist6ricos, cuyo último acto de vitalidad
fué la coalicion que tuvo por bandera la declaracion de
la mayoría de Doña Isabel; tratado como pária el par- ~
tido progresista desde la aleve ruptura de aquella coali-
cion, fraccionado el partido conservador, el que en casti-
go de haberse hechopalaciego,sedividi6en Vilumistas,
Puritanos, Narvaistas, Bravo-Murillistas, Polacos y
Unionistas; parcialidades que, aunque momentánea-
mente agrupadas al calor de la jefatura, los unos de Nar-
vaez, los otros de O'Donnell, jamas volvieron á presentar
la unidad compacta con principios conocidos y un pro-
gram.a á la vez liberal, conservador é indígena, cual el
que puso al partido en 1838 y años siguientes en situa-
cíon de ganar elecciones generales sin apoyo oficial. y




31
siendo, al contrario, el país el sustentador del Gobierno
en vez de su instrumento y su víctima, como ha venido
despues siéndolo hasta el dia.


,El resultado ,:final del cáos á que hemos venido á pa-
rar, la falta de verdad de un estado de cosas en el que
los últimos que llegan al poder se titulan siempre los
representantes de la voluntad de la nacion, que des-
confiada, retraida, desengañada, ve pasa'r los partidos
por el mando sin asociarse á una obra que sólo da por


_ fruto que continuemos'siendo presa de la gente oficial,
la que, á su vez dividida en grupos, viene á ser para el
pais una cosa algo parecida á las castas dominadoras
de la India, cole~tividades las de por acá, hijas de su
propio interes, mantenidas por la incuria, la indecision,
la indiferencia suicida de los que sufren !y se quejan
de males que tienen en su mano el remediar, cumo 10
harian sin ésfuerzo apenas, con sólo resolverse á manr-
festar coiectivamente los hombres honrados,-amantes
de la justicia é interesados en el bien general, aqueÜo
mismo que individualmente repiten cada dia conver-
sando unos con otros.






PARTE SEGUNDA.
APLlCACION DE LA TEORIA EXPUESTA EN EL PRESENTE OPflSCULO.


xi
CÓMO PUEDEN ~ONTRlBUJR LOS HOMBRES DE rODAS L<\S
OPU,IONES A QUE SE OBTENGAN RESUL1'ADOS RECÍPROCA)\IENTE


VENTAJOSOS,


Bastante es lo que dejo dicho aómoexposieion deJq
que requiere el interes de la patri-a; de lo identificadoS'
que con este interes se hallan los de las clases que~om-.
ponen Ja sustancia del país, lo bastante 'para probar que,
el remedio de los Illa;les p{¡,blicos depenQ.e más que del
Gobierno, de los que descuidan hacer uso de los dere-
ehos qu:e poseen; y tiempo es ya de completar el tra-
bajú que hemos emprendido y de darle la significacion
práctica que nos hemos propuesto, demostrando con cla-
ridad los sencillos procedimientos gracias '8 108 cuales,
el país podrá' alcanzar por si mismo la realizac-ionde los
deseos de sus buenGS hijos, poniendo un correctivo ií los
abusos engendrados por la excesiva influencia de la
~nte oficial, la que saldrá ella misma beneficiada ha-
ciel;}do,cesar·el divorcio en que se encuentra con res-.
pecto ,{} la parte viva de' la nacion, y quedando dueños
del terrello político, de cuya region, léjos de preténder


8




34
I


excluir á los partidos, nuestro sistemales ofreceámplios
medi08 para engrandecerse, sirviendo útilmente los in-
tereses generales del país.


Hemos dicho que dentro de la accion colectiva á que
están llamÍlJas las clases productoras caben los hombres
de todas las opiniones, sin excluir "ni áun á los carlistas
que no tengan las armas en la mano. En efecto; para
los monárquicos, para los republicanos, para los rad.i-
cales, como para los hombres de la situacion que impera,
es de un interes directo y. positivo conservar 10 que po-
seen; no verse molestados si no faltan á las leyes ni á
la obediencia debida á las autoridades; ser respetados
en los derechos que la ley les otorgue, pu~iendo ejer-
cerlos libremente y sin coaccion; ser tratados con igual-
dad en la reparticion dé las' ca'rgas públicas; tener tri-
bunales independientes que les administren justicia;
profesar libremente la religion á que pertenezcan; pres-
tar apoyo á los que sean víctimas de desafueros que


'violen en sus personas yen sus intereses los derechos
comunes; contribuir, por último, á que la ley, igual
para todos, sea acatada así por los gobernantes como por
los gobernados:


Erróneo cálculo fuera de parte de los que por hallarse
momentáneamente encima crean poder oprimir impu-
nemente hoy, olvidar que mañana pueden !jstarelIos
mismos debajo, y llevados actualmente de la impresion
de satisfacer sus pasiones del momento, quieran oponer
obstáculos al establecimiento de garantías que á todos
amparen y defiendan. Mas dado que el partido domi-
nante no viese con buenos ojos la un ion de los contri-
buyentes para los fines que acabamos de indicar, su
oposicion seria ineficaz para impedir la organizacion de
las clases enucadas y poseedoras. Sea cualquiera el par-




35
tido que impere, los demas partidos de oposicion, que
no pueden participar de las prevenciones de aquél"es-
cudados por la ley, y no proponiéndose sino objetos lí-
citos, recome.ndables, dignos y ademas completamente
inofensivos, bastará que, persuadidos los contribuyen-
tes de su derecho, perseveren en ejercitarlo pacífica- .
mente, para que ante su decisioll y constal1cia se amor-
tigüe y desaparezca la enemiga de los que se mostrasen
hO!:ltiles á la liga protectora de los intereses de la gene-
ralidad.


XII
~O ES POSIBLE POCIIER REMEDIO A LOS MALES PÚBLICOS FUERA


DE LAs CONDICIONES DE LA LIBERTAD.


Pero semejante liga salvadora, y á la que por más que
se difiera acabarán por recurrir las clases educadas y la _
generalidad de los contribuyentes, supone que habre-
mos de vi vir bajo instituciones verdaderamente libres;
que lo que es lícito hacer á los ingleses, á los belgas, á
los alemanes. nos será permitido á los españoles; que el
derecho de . asociarse libremente para cuanto no sea
contrario á las leyes ni á la moral pública, no nos ha
de ser dispu.tado, que el derecho de rem,tÍou, dentro de
las condiciones que las costumbres del paia consientan,
no dependerá del capricho dela autoridad, yque asícomo
en tiempo de nuestros mayores haQia cofradías y aso-
ciaciones religiosas sin necesidad de pedir permiso
para establecerlas, á los ciudadanos de un país que
tantos esfuerzos y sacrificios ha hecho por llegar á ser
libre, no se les pondrá obstáculos para que, por los me-




86
dios que están dentro de las instituciones que le han
sido' ofrecidas y á lasque tiene derecho, completen su
edlÍcacion polítiéa. '


'Cuando terminada que sea la guerra nos haÚemos en
. posesion de las franquicias 'que no podrá rriénos de otor-


garnos la Constitucion 'qú,e :haya de 'regirnos, en cual-
quiera 10caÍidad :d~t'relno;:én l~que' exista una dellas
ligas de contribuyentes que'se van formando, y á 1M
que sólo iáltauniforIÍlar Úis "bases de la asociacion y
extenderla al amparo y proteccion de todos los derechos
que completan la personalidad cívica de los españoles.
bastará que un núcleo de ciudadanos que se hayan
propuesto extender, fortiflc~r Sr dar cohesion á las aso-
ciones de contribuyentes, se fij¡m en uno de los hechos
d~ abus"> de autorídád 'ó de viol'encia de otra'ospecfe
que puedan ocurrir y requiera reclamál.' 'Contra el desa-
fuero; en tal caso, nada será más fácil que dar princi-
pio á la orgánizacion d.e los procedimientos conducentes


• á que las leyes tengan cumplimiento y dejen de sel'
letra muerta, ineficaces para el amparo de los ciuda-
danos y fácilmente convertidas en instrumento ciego de
los encargados de su observancia.


En efecto,si éstos se opusiesen á que se haga Justicia
y llegan al extremo de cohibir ó de inÚmidar á 168 re-
vindicadores de la ley, no necesitarian' sus defensores
recurrir á actos ruidosos, ni oponer una resistencia os-
tensible; bas~arlales una modesta é inofensiva gestion
en desagravio del derecho' vtilI1erado. Otras, asociacio-
nes del mismo oríger¡. y ,procedencia establecIdas en la
provincia ó en las limítrofes, con solo que tuviesen co-
nocimiento de los hechos, apadrinari,anla reclamacion,
la que no pudiendo ménos de encón~rar, e,?o en la prén-,
sa, de mi.da má~ se necesitaria para que, despertada la




37
atencion pública, la opinion con su irresistible influjo
pusiese correctivo al abuso.


Una sola de estas ligas de ciudadanos honrados aso-
ciados para su propia defensa y la de la sociedad que
existiese en cada provincia, bastaria para inir,iar el mo-
vimiento nacioJ;lal de que puede surgir el radical re- .
medio de los m~les públicos. Contagioso como loes sin
duda, el ejemplo de lo malo, todavía ,es, sin embargo,
más poderoso, p'ara honra de la humanidad, el ejemplo
de'lo útil y 10 bueno;:;; si los efectos de la superiorida~
natural de la virtud sobre el vicio no se hacen Univer:-
salmente sentir, la causa no es otra sino el descuido y
pereza de los buenos movic;los pprpftsiones ménos viva!l
,que las de los agitadores y apasionados ·denovedades
seductoras. >t


:,'


>tAl exponerlas condiciones de tnterespersonalqueb.&"
cemos entrar en primer término como motil de la oon-
~ucta que cumple seguir á los ciudadanos en Su partici-
pacion en los actos de la vida pública, he dejado de de-
tenerme lo bastante á poner más de relieve lo que era de
la esencia del asunto no haber omitido.


Asi nos lo ha hecho observar un amigo cuya· opinion
nos e¡rgi'áta en raJ1;oná la analo~ía que existe entr(;llos
P!incipios que ambos apliC~ID.osá laenséñllnzaquetie:'
;ne,ppr"objet\lla édricaeionpo)itica ,den~~st~os oonc~U-
dadanos ' , . , ' ,
, ÍIabie~d.o' coÍnunicad.oen,,(~onsult.a¡Í. dioho ~,:;d


manuscrito del presente opúsculo, recibí ,una primera
indieacioBl·ooncebida·en:Jostérminos siguientes: .


'tUYa que es V. tan,bondad'oso qUQsilsírvé'pedirme ro
opinion sobre'su trabajo, .ana4o á 10 que acerca de él
deJo manifestado, que me alegraría, mucho diese V. en
.~u ~olleto, ulJ.fl.pincelada sobre la idea del deber conera-
.ta,¡nente .. c,oll~derado..que ,ta.n profundamente olvidado
se halla entre nosotros; deber .que yo tengo J)9rIa garan-




38


XIII
BASES FUNDAMENTALES DEL CONCIERTO DE LAS CLASES


CONTRIBUYENTES PARA FORMAR LA OPINIO:-; NACIONAL.
..


Viniendo ahclrI,1. á la parte positiva de Jo que se re-
quiere para poner en accion el influjo de las clases edu-
cadas y Contribuyentes, nada más sencillo que el me-
canismo de la' operacion. Si la doc trina sentada en este


tía más sólida y permanente del sentimiento liberal.
Grata cual me lo fué la observaclon de mi amigo, no


vacilé en invitarle á que la explanase, con ánimo de in-
gertar su idea en el cuerpo de mi escrito, invitacion que
produjo como primora expresion de su sentir, las expli-
caciones que á continuacion reproduzco copiadas de su
carta fecha 20 de Abril.


«Yo creo que hay dos principios eternos que determinan
las acciones llUmanas: el principio del deber y el principio
del interes personal: creo asimismo que deben armonizar-
se, combinarse, equilibrarse; porque si el.. segundo, por
ejemplo, prevalece sobre el primero y lo reduce á la
nada, entonces la licitud de nuestras obras no seria apre-
ciada sino por la medida del beneficio material que de ellas
reportásemos: y quedarian anuladas la virtud, y el honor;
y Iii heroicidad, y el patrioti.smo, y la amistad, y cuantas
ideas elevan el espíritu, subliman al hombre y forman la.
augusta diadema, por decirlo así, que anuncia y simboliza
su majestad en la tierra.


D8i se suprime .. si se debilita la hermosa idea del de-
ber, el matrimonio se convertiria sin duda, de un vínculo
santo y purísimo, de la inefable y tierna union de dos


. sét-es que se funden en uno, como dos bellas y perfuma-
das flores que sostiffne un mismo tronco, en concubinato
repugnante J en yugo pesado sobre toda ponderacion. Digo
más; Creo qu~ el matrimonio llegaria á quedar abolido,


. porque el hombre no se sentiria inclinado á convertirse en




opúsculo conduce al convencimiento de cuán importan-
tes serian los resultados á que puede conducir la inteli-
gencia y concierto ue los buenos ciudadanos, no se ne-


una especie de polizonte de su mujer. Le fia su honra y se
aleja de ella tranq uilo, no porq ue espera que no ha de ul-
trajarle por terq,pr á su venganza, sino porq ue está plena-
mente convencido de que la compañera de su vida sabe lo
que debe á su propio pudor y al deeoro de su esposo.


,Si se suprime la idea del debet·, el saérifieio de Guzmall
el Bueno, por ejemplo, más que la gloria de un héroe pare-
ceria la ferocidad de un hombre desnuturalizado.-Si se
extingue esa noble idea en la conciencia humana; y todo
se limita y reduce á la conveniencia personal, puede lle-
g'urse; de premisa en premisa y de consecuencia en conse-
cuencia, hasta sancionar el crimen. Las nociones de lo
tuyo y de lo mio no tendria.n otra garantía que la fuerza
material de cada uno, ni la lealtad militar seria otra cosa
que una virtud q'uebradiza y de circunstancias, ni la amis-
tad otra cosa que una forma pudoro:3a y honesta por medio
de la cual el hombre explotaria al hombre.


D y entónces ¿q ué seria, de esta magnífica y grande idea
que expresa la palabra patria derivada como V. sabe, de
pater, paternidad, familia? Los que han dicho que la patria;
del hombre es el mundo, han dlcho, en mi concepto, una
insigne mentira, peligrosa como todas las mentiras, pero
con pretensiones ridículas, con la fa::;tuosa pretension de
haber enunciado un grande' axioma.


»Porque indudal'llemente, una cosa es el sublime prin;.
cipio de la fraternidad universal, per el cristianismo pro-
clamado, y otra muy distinta la de sostener queja idea de
patria debe borrarse, porque !,D,vuelve cierta idea de egois-
mo y de separacion entre los hombres. Para mí la ideá de
patria es coexistente y consecuencia de la idea de
familia; es la tierra en que hemos nacido; es el hogar don-
de hemos recibido el casto beso de Íluestra santa madre; es
el pedazo de tierra que guarda las reliquias venerables de
nuestros ascendientes; es el resúmen de la poesía de los
dulces recuerdos juveniles, que es' en IIii sentir, la mayor
y más inagotable poesía que cabe-en el pensamiento hu-
mano, y que sientep hasta las inteligencias más vulgares;
es como el apellido de cada hombre en el conjunto de esa
grande agrupacion de familias que se llama humanidad.




40
cesitaria de, parte de él!tos, ,ni grandes esfu.erzos ní cor~ ,
r~r riesgo a,lguno para dar principio á la obra salvadora.


CualquierespañQI bien Íllteucionado, en cuyohnimo


es una necesidad, qll,e,si no exi$tiera.,Sltcrearia hasta por
la diferencia de interese~., dll .guatQs y de. inclinaoiones,
que nacen de la difertincia de climas y deJlroduccione¡¡; es
en suma, como una especie de himno que eternamente re-
suena en el corazon, y á. cuyos ee,os sono.ros el hombre Be
cree capaz, y lo es, elel sacrificio, de la ahnegacion y del
neroismo. .
, »Por_eso no conozco símil más tierno ni más ex.presivo
q~e el que compara la patl"ia á nuestra madre y equipara
lo.,¡ ,deberes del amor para alllhas. .


»Y si e,¡¡e deber dulcisimo y amoroso lo hun conocido,y lo
han proclamado todos'los pueblos que han escrito su nom-
bre en la historia, si su conocimiento y su desarrollo SOI1
justamente las señales claras, de ,que .Ia1ey provfdenci!ll y
etel:na del progreso se. iba cumpliendo en esas sociedades;
ai esj;o es una verdad puesta f\,lera de toda discusion, ¡,no
seria ciertamente un retroreso para la generacion presente
el negar, el debilitar, el disolver acaso, si esto fuera posi-
ble, que no' lo es, esas sacrosantas ideas? Hay, no obstante,
quien sostiene ese absurdo; sin d\j.da porque, segun la {r~se
enérgica, severa y pr()funda de mi ilustre amigo ell3e~or
D. Fermin Caballero, D{) hay peor barbarie que,la ba,rbar~
g~ la civilizacion. ..' '.. "


.La idea del deber, PQr .otrapart~, p~réc,erneque es in-
nata, instintiva en e! hO)llQre, yqu.e par .. se~ e"plic\lQ.lj. y
compr~n!ii~a.,no es necesa~io .~cuqir á grandes elucu.~a­
ciones, por.qv.e es una verdad de la ley natIlral.-E1. hom-
bre, en mi sentir, tiene tre¡¡ clases de relaciones necesarias;
relaciones ,I)on la divini!l,~9.~rlnacionll$ (lon,el.m\1n¡ip físico
y relaciones con sus semejantes; esto es, rela,ciones de ap-
minio y soberanía y relaciones dll.igualdad. Si. alg.q.nll¡ d~
ella.s, encuaAto.á la~ l1oilprillleras, ,anula ,á 151-, otrl\..ll!, ley
providencial de la I1quOl).ía se rompe, y .ell'il ¡;l,~equilibrio
convie.te al hombre irremisiblemente elH,sQ!lI-VO Ó ell.MII-
pota, y si la misma i\rmoní¡¡.;.desap!\r~~e en las relaciOn/l.s
de los hombres entre sí, en esa relllcion dI! igualdl\d de de,.
rech08 y de reci.pTocida¡d de deber6,S.: e.ntQ¡¡ces,nec~saril\­
,lllente se deja franca, la Pllertaá,lo¡¡¡.abu~C!s y .vi¡men lJM¡
violencias Qe los poderosos y las.r!)voluciones de IOS9l\Fi-.




41
.haya producido efecto la enseñanza que dej~p1os ex-
puesta, se hallará e.n el caso de conferencia~con A¡que-
ilos de sus amigos que considere dispuestos,á pa.rticipar
de su modo de pensar; y puestos de acuo\,do sollre 1~
bondad del pen~!\m~e~to, Il!\I\a, les será .tan fl\cil c~¡no
proceder á conyoc~ á ,una reul,lion priva,da:á los mayo-
res contribuyentes d~ l/). localidad~ Reunidos éstos,de-
.berifl someterse á su d¡;líberaeion y exámeu el copsti-
tl,ür Una. liga de contribuyentes, á la que serian invita:-
dos todos los ciudadan~ que p.aguen más de cien re,aJes
de contribucion en cualquier concepto, asoci-acion cuyo
Qbjeto y fines deberiaIJ. ser los s~guientes:


midos.':"-Bien sé que si el hombre es perfectible, no puede
:>el' eompletaInante''lietfecto¡.y,.qu0 .. porlo mismo, lo más
qua pqe~e ~§pirllo:t.Iile.:¡!!~,!tt," ~\>I:I;Q.!Lrl~ m()];al~e~te lo manoil
-defectuoso que sea posíble: 'Por estQ, ,las ¡Dj !lsticias, 19,5
-abusos ,y los attópellos no desa:pareceran 'nuneaen 'la tier-
ra; y cabalmente por. esto os'por lo .que creo eSp1'eeiBo 1'0-
bustecer,mucho y, vigorizar 1!1. idea del deber, reduciendo
la del interes privado á'aquelIas proporcionés) á aquellos
límites que lahega'n armonica con la primera. .


,Si c.omo ánte.s er.eoba.ber die no, al interes personal se
atrib~'ye el único Q el más poderoso móvil de los actos hu-
ma¡;¡os; eritónces tio .se habrá hecho otra coSa que poner en
el fondo de las costnmbres la levadura de su degradaeion
y do slunvileeimiento, que es lo que es.tá.1I.cop.teciendo en
:Fl'ancia, en los Est.lLdosUr¡.idos de Awérica y en I\uestro
"propio país.» . , ' .. ' " ' , . .' . ,


No c'ontento Mil' est"áSU'Sélrlt'a"détí.rüéidil', '1tcerCade
cómo comprende hd'dea der'debéníJf ltáuyll apreciado
amigo el Sr. D. Juan Clemente Cavero, DirectordellJia-
1"io d~ Zat"jtgoz~,jA~tél~,de¡1;l.lJey'º,4"q~di\l~.ll\~y.or Q.(')s-
arrollo á slts ideas, á cu,yo de§cQ satisflzorefiriéndome
al notable artíc ulo' que tratá~do él mismo ,asunto ha pu~
blicadd· en él numéro de su Diario- correspondiente 'al
dia l. ~ de NflyO; articuloqfLeíritegro reproduzc'o err el
Apéndice, . . . ,




42
LO Acatar la legalidad existente, respetando toda


forma de gobierno que garantice en su entera plenitu~
los derechos civiles y los intereses morales y materiales
de los españoles.


2: Defender la propiedad individual y la comun de
la localidad á que pertenezcan :tos asociados. •


3: Velar porque ia seguridad individuál de los aso-
ciados no sufra menoscabo, ni de parte de las autorida~
des; por actos arbitrarios de éstas, ni por efecto de per--
sec'uciones nÍ violencia de particulare's ó colectivas de
otro orígeÍL


4: Vigilar por la igualdad relativa y la equidad ab-
soluta en la distribucion de las cuotas de eontribucion
é impuesto.


5: Defender la libertad de conciencia y como prin-
cipal aplicacion de este principio abogar por el'respeto
y la protecciond,ebidos á la religion católica que profesa
la inmensa mayoría de los españoles •


. 6:' Velar del mismo modo en favor de la libertad de
las opiniones, al efecto que ningun ciudadano qu<t per-
tenezca á la asociacion, sufra coaccion ni impedimento·
en la manifestacion conforme las leyes, de Su manera de
pensar.


'?: Amparar el uso expedito y libre de los derechos
politicos de los individuos de la ásociacion, empleando
cuantos medios facilitan las leyes para que nadie sea
cohibido ni intimidado en el ejercicio. de su derecho
electoral.


8. o Amparar por todos los medios posibles él interes
bien entendido de las clases menesterosas, promoviendo
cuantas creaciones y reformas se dirijan á' mejorar la
instruccion, la salubridad y bienestar de dichas clases.


9. D Hacer uso del derecho de peticion para que acabe




43
de regularizarse la inamovilidad de los jueces yla inde-
pendencia de los tribunales, á fin de que la accion de la.
justicia y la aplicacion de las leyes se vean llbres del
influjo de la política.


10. Usar igualmente del deracho de peticion á fin de
que los abusos de los empleados públicos- no escapen á
la accion de la justicia ordinfiria, como por la legislacioll
de estos últimos. tiempos se ha establ~cido á imitacion
de las prácticas franceSas.


D. Peti'Cionai á' efecto de que sÍn menoscabo de los
derechos consignados en el título 1 de la Constitucion
de 1869, se legisle en términos que corrijan los abusos
que se siguen de la impunidad con que á la sombra de
estos derechos, no pueda repetirse que la gente de mal
vivir ataqu~ la propiedad y menoseab3 la seguridad de
los ciudadanos honrados. '


Generalizadas y puestas p<ir obra que fuesen estas re.,.
glas de conducta porpal'te de los· contribuyentes, no
tardarian en crear la opinion nacional robusta y homo-
génea que "derechamente conduciria á· que las leyes
fuesen una verdad y á inspirar uu sentimiento general
de conveniencia pública; que los partidos respetarían,
obligándolos (1. conformar sus procedimien"tos con el in- .
teres cornun.




XIV
EL PAÍS ~S DUEÑO DE SUS PROPIOS DltSTl1'lOS y SI IlONOCIEliIDO
LOS MEDíos DE REMEDIAR SUS'MALES. DESCUIDA EL . APLICAR'LOS;
LEGITlMARA TODAS LAS TIRANÍAS Y LAS NUEVAS DESGRACIAS


QUE PUEDAN SOBREVENIRLE.


Haya en cada pueblo de España un hombr" de buen
íl~lltido qu'e, se penetre de estas verdades y que 'resti-
tuifipque se.a el estado normal que ha de seguir-'á la
,t~rminacion de la guerra, se resuelva áClar loa ;primeros
pasos en el sentido querecomelldamos, y lll'revolucion
moral qua ha de salvarnos estará becha .. El ejemplo
dado por un pueblo se comunicará á otro y á la provin~
cia, y pasando rápidamente da una á otra, algunos me~
~es bastarán para. que laílligas de contribuyentes CIL-
bran la superficie de la nacion y trasladen á manos de
ésta, representada por las clases educadfl,S;-trabajador~
y contribuyentes, la direccionmoral de los espíritwlqub
h~~soH~ abrogarae pandillas de. espeDuladores, poli.,.
tieos y tambien Elstad-istasapreciables¡ qu;ienas, aUltqr1lLe
animados de las mejores intenciones, nopu.edeneo~oeer
lo que el país necesita y quiere porque se lo callan los
verdaderos, genuinos y legítimos representantes de los
intereses colectivos de la sociedad.


Así lo. han comprendido los eminentes hombres públi-
cos cuya aprobacion, si no de todas las apreciaciones
contenidas en el presente opúscillo, al ménoS del fondo
de la doctrina en él vertida, aparece de las manifesta-
ciones estampadas en el Apéndice.


Ilustrados por la autorizada y respetable opinion de




45
sujetos de tanta válía, los hombres de todas las opinio-
nes podrán 'sin escrúpulo asoeial'se' á üllpénsalliiehtb-
que vendría á rell.lizar .. laconstitu:cion cre' nríá,SOaUldrl
ile segu?'os para la deJens{}, ile los ilereckos comúit'c$ ti losliom-


. .
lYres de torlos los partiilos.


Nadie enajenarla aL entrar en ella la menor parte de
su librerulbedrío¡ respecto'aluso que quisiere hacer tía
estos mismos derechos, cuya garantía: y validez pondrá
á: los- queá 'e-ste pensamiento se asocien en sittiaciOll' de
po~er ooop6Mír ccin rlra.yor.eli'C'lWia:en favor'lde' '!lÚS pl:'().,.
pms ~onv'i~ciones~ . ~'_ .~;- f


Lt1'obl'lnleredencion sobre la que llamatílos la: aten~
cion de nlui!Jtrdifcocae'iuétadanm!; empleando en 'ésfta fur~a
loé úÜ:fmo!l'y ¡:irobabl{lment~ muy cortos aiiml; que n~s
qttédan' 'de 'tlna vidat]:utl no ,ha. reoono~td& reposo parii
11lPí)ttlpá:gaeibñdeprinelpióS cuya bonllad hanrecoíí6,j ,
cido ldshombres de todas las eeeuelás, es unal obl'Ít·qWéi
puede dar principio por sí sola y sin más que la adhésion
pura y simple de los que se hallen conformes ccm la doc-
trina desenvuelta en las páginas que'preceden y se sién-
tan indinados á seéundar el que oportunamente, y
cuando las circunstancias lo permitan, se lleve á efectó'
Ui organiz'ácion de la AsociaCionNacional para los fines que
quedanexpuéstos.


xv
MISION DE 'LÓS HOMBRES DÉ BUENA V()I,UNTAD' EN PRO DE LA


REGENERACION DEL PAis~


Interin lléga el dia en que puedan realizarse aspira-
eiones tán c~nformes á,' tos' intereses' generales de la
nacion, el presente opúsculo, destinado á circulal' entre


. .




46
los hombres influyentes por su ilustracion, por sus an-
tecedentes, por la confianza que ,á sus ,conciudadanos
inspiren, puede ir formandolaopiniony aumentando
el númerO de los que se hallen convencidos de que el
Gobierno representativo no podrá entrl nosotros ser una
verdad, ni reportar los frutos que ,del régimen de la li-
bertad han esperado las generaciones contemporán,eas,
ínterin el pais, representado por las clase sed ucadas y con-
tribuyentes. na- se propongasériamente tomar en los ne-
g~ios pú blic0;S-l/!. IPartiCipa,eion ,que las leyes les asignan.


Las virtudes que puedan adornar al monarca, la ilus-
tracionyel patriotismo de que se hallen dotados sus mi-
nistros podrá ¿quién 10 duda? contribuir, gran.demente nI
remedio de pasadas y presentesdolencias; mas áun dando
por sentado, si se quiere, aunque esto sea tal vez pre-
sumir demasiado, que llegásemos á ulla época compara-
ble á la que señaló los adelantos atribuidos al Gobierno
del Rey Carlos HI, no bastaria esto para ponernos en
posesion de la sinceridad del régimen representativo,
el cual indispensablemente exige que los gobernados
llenen su parte en el mecanismo propio .de las institu-
cÍlmes libres.


Requieren éstas, adamas de la recta administracion
de justicia, la responsabilidad efectivade.los empleados,
la libertad de conciencia, la de discusion, la verdad del
sufragio, el expedito ejercicio de todos los derechos que
se hallen consignados en la ley fundamental. Sin el
juego libre de este mecanismo, el gobierno representa-
tivo no puede existir; y si semejante forma de ordena-
miento civil es la destinada á servir de fundamento y
de garantía á la monarquía constitucional, no puede
pasarse pot: otro punto que el de que se llenen sus preci-
sas condicio~es.




.47


Por haberlas eludido casi todos los Ga.binetes modera-
dos que se sucedieron de 1845 á 1868; por haberlas tras-
pasado y exagerado los Gobiernos revolucionMios,
sobrevinieron las turbulencias y las del?gracias que han.
interrumpido el curso de nuestra educacion política con
tanto fruto iniciada en 1838 por la escuela del Correo
Nacional, pues á su influjo, á la observancia de las doc-
trinas que aquella enseñanza entrañaba, se debieron los
únicos años en que se respetaron las prescripciones le-
gales del régimen establecido, durante los cuales vimos
ser ganadas las eleccioll.es alternativamente por los mo-
derados 6 los progresistas, s'egun que las circunstancias
Ó las naturales. modi.fic~cümes de la opinion favorecian
á uno Ú otropartid:o, SiD qlle en ningun caso la presion
administratiya viniese á anular, como despues se ha
visto, la, voluntad d1l Jos. electores, un~s veces por· ama-
ños oficiales, otras por violencias hijas del espíritu de
partido.
N~da de esto podrá repetirse si llega á formarse la liga


liberal conservadora por que abogamos, liga que nada
tendria de política en el sentido de servir los intereses.
de un partido, ni las aspiraciones al mando, toda -rez
que, como bemosdemostrado, la conservacion de quese
trata es la de los int.ereses sociales comunes á todos
los partidos y opiniones; la proteccion. de las ~reonas
y de la propiedad; la igualdad de las cargas púhlicas;
la libertad de conciencia, la del pensamiento y del su-
fragio. la garantía de encontrar en los tribunales la


• represion de ios desafue"ros que puedan cometerse por
parte de los empleados; inmunidades todas ellas confor-
mes las unas álas buenas tradiciones patrias, hijas otras
de las indeclinables exigencias de la ci vilizacion mo-
derna, conformes todas á los fueros y libertades de que




48
disfrutan las nnciones de nuestro continente ,entre las
cUfiÍes nos 'ha hecho nuestra Veé"ina la Francia' ti! fui(jO
serviCio üe darnos de sus leyes y deJlns' p'ráéticasad;.
niinistl'ativas máS de lo qü'é noshti:biera 'convenido
tomar, alo que" sin dudil son' deatrlbi1ir en ~ran parte
los errados métodos que han 'precedido 'A! nuestras r6for'~
mas' ecohómicás'ypólítl'eas.~ opinihn la qUé'acabames
de expre~ár que V'éliiiIios' éostenierido desde 1835, sinqiIe
elia sin'emo~rgo enti'áñé 'la'rilenOl' hostilidad ltácta. .
nuestros vecinos, cuyá~ brüiíintes dotes lÍe señalado en
tódo tle'í:ripo, 'cuyaálianza léjosdé rechazar eonsidero
pl'o~echoSa''Para mi país; p~ro conservando cada puebl(}
sú fisonomía propia 'y oWdeéi'elitlo'.lt-;la¡fpecUliares estí':'
nlllÚ)s desúgeúio,dé Su ~a\'ae't~'Y,'M;Y\f'1irsto\"ta"


Elpl'esehte Opúsculo, no que1-émós disimu1grlo, es la;
síriteSIS; 'elresúinéu, de una eScuela 'que te6ricameDte
nadíe 11a impugriutÍo, j<cüyos preceptos eula parte que
fueron sometidos á la prueba de la experiencia dieron
por resultado un perí'odo de seis años durante los cua-
les una opinion .pirM'lca; acreditada y fuerte, se hacia
respetar de los Gobiernos y contenia lascxccutricidade!t
y las -exageraciOfleÉftlel espírttudepar,tido.


La nacion hatªe~JI'O"lasé~nsecuenCias del abandono
de aquellos princIpiós;-lia visto ló que son' las domina-
ciones' de los partidos cuando no los Mntiene una opi-
IiiOIdormadá ál calor de los intereses 'públicos, y algo
dice en favo'r'de nuestra eSClÍela,'el ejemplo de los años,
en los que'íüibicndoella ejeréido el monopolio de la re-
presentacion,· en la prensa, de .la opinion conservadora;
no empleamos lre decisiva influencia que nos cupo ejer-
cer en la cosa pública, en realizados,inedrospersollales
que siempre estuvieron á nuestro aleOOlee: y qué eons-;-,
tautemeilte pospusimos á la observancia de lospriD(!i~




4~
pios, á la abogacía de un sistema y de medidas que, de
haber perseverado en ellas el partido conservador al
inaugurar su triunfo cuando proclamó la mayoría de
Doña Isabel, habria conjurado y hecho de, todo punto
imposibles tanto las reacciones como las revoluciones
consumadas 'd,esde aquella época. De esto no puede
caber duda á los que lean las bases del sistema formu-
lado por el Correo Nacioltal y que hemos reproducido en
~uestro reciente estudio político titulado la Restaura-
cíon . .t\quel sistema, al mismo tiempo que bastó para
proteger, para dar satisfaccion cumplida á los intereses
conservadores y tradicionales del país, encajonaba den-
tro cle la monarquía;coDstitucionallas aspiraciones le-
gítimas que son la esencia de los sistemas republica-
nos, én términos que no habria demócrata amante del
órden ciue hubiese jamás podido pensar en la federal ni
en nada parecido, si hubiese visto puesta en planta la
organizacion provincial y municipal que forma parte
del programa del Correo Nacional.


Aquél sistema ofrece sobre los conocidos en España la
ventaja de que, aceptable en teoría, pues por nadie ha.
sido sériamente impugnado, no ha llegado la.experien-
cia á desmentir su bondad; al paso que esta misma ex-
periencia ha evidenciado los inconvenientes y hecho
ver e~ fracaso del régimen de la Constitucion del año 12,
del de la 'legislacion orgánica de tos progresistas de Fe-


• brero de 1823 y del sistema ultra centralizador del año
de 1845.


Si en sustitucion de aquellos procedimientos gastados
y que sucumbieron á la piedra de toque de los hechos,
hay escuela ó hay un publicista que presente un cuerpo
de doctrina, un órdell de medidas que mejor se acomo-
den á las condiciones de la monarquía constitucional,




50
que resguarden los intereses conservadores del país más
cumplidamente que lo estaban por el sistema que pre-
conizamos,- y que al mismo tiempo dé á los principios
liberales garantías comparables á las que encierra la
única escuela conservadora que no se ha desacreditado,
prodúzcase ese sistema y seremos los primeros en abra-
zarlo; mas ínterin no se columbre que semejante apari-
ciOIl se efectue, sin dar por ello á nuestros trabajos mayor
importancia que la que les atribuyen los respetablea;
nombres bajo cuyos auspieios aparece esta ¡mblica-
cíon, inspirémonos todos del sabio consejo de tall insig-
nes preceptores, y contribuyamos á propagar y genera-
lizar la opinion de cuánto importa que las clases edúca-
das y pos;;)edoras se persuadan de -la conveniencia, de
la necesittad de constituirs~ (el dia que lo permita la
legalidad existente) enligas de contribuyentes dirigidas
á la proteccion de los intereses COmunes y la observan-
cia de las reglas de conducta que dejamos estampadas
en este opúsculo, y que autoridades tan competentes
como las que sancionan nuestro propósito consideran
ser el Objetivo á que deben encaminarae las aspiraciones
de los hombres probos, rectos y ansiosos de ver puestos
por obra procedimientos conducentes á operar bajo el
régimen de la libertad, la reconciliacion y la concordia
entre los divididos miembros de la familia española.


Andrés Borrego.




APÉNDICE.


CONSIDERACIONES SOBRE LA IDEA DEL DEBtR
(DEL DIARIO DE ZARAGOZA.)


«La idea del deber, ó mejor dicho, de la ley providencial
del deber, cuyo conocimiento es sin Q.uda una revelacion
de la razon divina á la razon humana, es la ley salvac.ora
en cuya observancia eS,tricta y constante, vemos fa mejor
garantia de la libertad del hombre y de la realizacion de
]11. justicia en la tierra. Ley, por desgracia, echada fre-
cuentemente en olvido, sobre todo en la vida política de
todos los tiempos y de todas las civilizaciones, y muy
singularmente por el pueblo español en la edad contem~
poránea, pero cuya virtud y cuyo poder son de tal natu~
raleza, que.áun en medio de los mayores y más 'deplorables
extravíos, no puede el hombre sustraerse á su avasallador
influjo.


La ley providencial la he llamado ,y no sin funda-
mento, porque nace espontáneament.e de la misma condi-
·eionalidad de' nuestra naturaleza,-El hombre, en cual-
quier m~mento histórico' que se le considere, vive entre
tres relaciones necesarias, cuya armonía 6 cuyo desequi-
librio es lo que señala respectivamente, sin solucion al~
guna de continuidad, su felicidad 6 sus infortunios: el
hombre tiene relaciones con la Divinidad, esto es, con lo
sobrenatural, con lo misterioso, con lo ideal, con lo inft~
nito, con lo que está, por lo mismo, fuera de su alcance,




con lo que es manifiestamente superior á su inteligencia
y á su poder,; tiene relaciones con la naturaleza física, esto
es, con todos esos elementos creados para su utilidad, á
los cuales domina por la superioridad de su sér, por su in-
teligencia, sometiende á su voluntad el fuego, el aire, el
agua, descubriendo el pararayos, el vapor y la brújula, y
desarrollando esos incesantes y maravillosos inventos que
declaran la legítima soberanía del hombre, hermoso des-
tello-de la Divin,idad sobre la tierra; y tiene relaciones con
los demas hombres, que son como él fundamentalmente,
específicamente, iguales por su propia naturaleza y ante
Dios, aunque entre ellos exista desigualdad de formas, de
color, de fuerzas y aptitudes, de donde se derivan más


" tarde lógicamente las naturales desigualdades que en toda.
sociedad han existido, que- existen hoy y que existirán
eternamente, mientras haya dos hombres en el planeta
que habitamos.


Ahora bien: como nuestro propósito actual se limita á
tratar de la ley del deber, no creo necesario deten'erme en
la demostracion de que la preponderancia de" las primeras
relaciones sobre las segundas, ó de éstas sobre aquellas.
harian al hombre alternativamente esclavo ó déspota; y
que para ser cumplida otra ley providencial, la 'ley de la
armonía, que si Dios la ha impuesto sin duda alguna á
esa maravillosa. mecánica. celeste que admiran nuestras
ojos y abruma á nuetitra asombrada imaginacion, no ha
podido ménos de imponerla tambien al hombre, que es la
obra predilecta de su omnipotencia, es preciso que las
ideas que brotan de esas dos distintas relMiones se com-
pensen, como patentemente se "compensan en l~s pueblos
eiviliz¡tdos. Por eso las unas no excluyen á las otras, y la
ciencia moderna ha descubierto 'y proclamado la verdad,
perfectamente de acuerdo con la doctrina de la moral
cristiana, que la libertad del hombre es completa dentro
de la accion de la Providencia divina, y que, por esta.
razon, los elementos constitutivos y esenciales -de la filo-




53
sofía de la historia son eternamente la Providencia diviI18.
y la libertad huma!la.


Así, pues, como estas dos relaciones de sumision res-
pecto á la Divinidad, y de soberanía respecto á la natura-
leza física, se completan, coexisten, se modifican y com-
pensan en la vida del hombre, así tambien en las relacipnes
de hombre á hombre, que son relaciones de igualdad, co-
existen y se completan la idea del derecho y la idea del
deber.-Un hombre es igual á otrb hombre en derechos;
pero como por esta misma razon se limitan recíprocamen-
te, ambos tienen tambien consideraciones y respetos que
guardarse, es decir, deberes que observar; y si.no los ob-
servan, al punto aparecen el abuso, la injusticia y la vio-
lencia. Pero como el hombre ha nacido sociable por haber
nacido inteligente, claro es que al constituir.se las socie-
dades, que no son un hecho arbitrario, como sost¡eneq
absurdamente ciertas escuela.s, ya en el dia po).' fortuna
desácreditadas por completo, sino un hecho de todo punto
natural, y por lo mismo necesario; y como los d!lreetos
inherentes á nuestra naturaleza habian de producir lógi-
camente diversidad de miras y de actos, mas la imposibi_.
lidad racional y material de ser el hombre juez de sus
propias obras, juez 'libre é independiente de los demas, de
ahí la necesidad de las instituciones y de las leyes en toda
-sociedad, y de los poderes públicos encargados de respe-
tarlas y hacerlas respetar, como mandatarios, como re-
presentantes, como venerables delegados de la voluntad
de la mayoría. De donde resulta, en ley de lógica, no el
deber de aceptar, que es exclusivo de la conl1iencia indi-
vidual, pero sí el deber de acatar y de respetar las insÜtu-
ciones, las leyes y los poderes públicos, el principio de
autoridad y sus magistrados, porque esto es la exigencia,
la ley, la condicion precisa de toda sociedad.


Podrá objetarse que la obediencia no es debida cuando
la leyes injusta; mas á esto contestaremos que siendo el
progreso una ley divina, su cumplimiento en la historía,




como la historia misma demuest-rá;e podrá dilatarse á
veces, siempre yor los errores del hombre, pero no se in-
terrumpe nunca; y que es evidentemente mejor acata t
una ley, aunque sea injusta tomándola como punto de
partida para modificarla y caminar hácia la perfeccion,
que hacer tabla rasa, por de~irloasí, para dar rienda
suelta á todos los desórdenes de la pasion y viviL' en el
desenfreno mortal de las al'larq uías, La historia del pue-
blo ilJglés demuestra cumplida y elocuentemente la ver-
dad saludable de esta opinion; por lo cual los ingleses no
comprenden nunca la libertad sino dentro del respeto más
profundo á.sus tradiciones, á sus costumbres y á sus leyes,
Así ellos han llegado á ser el pueblo más libre de la tierra;
mientras los franceses, que han obrado en sentido dia-.
metralmente opuesto, y á quienes nosotros hemos come-
tido el grande error de imitar servilmente, hace un siglo
que no saben salir de revoluciones 6 de cesarismos, más ó
ménos violentas aquellas, más á ménos disfrazados éstos
pero sin obtener nunca la verdadera libertad.


Lo que hay derecho á exigir en cuanto a. las leyes, es
que sean justas; y como esto no puede resolverse sino por
medio de la moral, que es la ciencia que define lo bueno
y lo malo, de ahí que la moral deba ser la base del dere-
cho; y como no hay otra moral verdadera «lue la moral
cristiana, pues la llamada moral independiente es un ab-
surdo y un sofisma, de ahí que la moral cristiana, que
reconoce y da su sancion augusta {lla libe'rtad del hom-
bre, deba ser el fundamento de todo derecho y el espíritu
en que estén inspiradas todas las instituciones y todas las
costumbres sociales.


Para nosotros esta es una condicion necesaria tI'atán-
dose de la felicIdad, esto es, del 6rden moral, del órden
material, del honor y de la grandeza de los pueblos.


y esto nos lleva como por la mano, ya que tratamos de
la ley del deber, á otro árden de consideraciones, vulgares
sin duda, pero nO ménos ciertas.




Es tan natural, tan evidente la existencia de asa ley en
la conciencia humana, que á todas horas se revela en ella,
y que jamás se la quebranta ú olvida impunemente; pues
áun tratándose de aquellos actos que no tienen sancion
penal en el derecho positivo no puede el hombre huir
su acc:ion, sino que la encuentra á cada paso en la re-
probacion pública ó en lós remordimientos de Sl1 con-
ciencia.


Un hombre, por ejemplo, abusa de la confianza de un
moribundo; y en vez de entregar los bienes de éste á su~
legítimos heredel'os, se los apropia. Podrá tal vez arreglar-
se de modo que evite la accion de las leyes; pero la opi-
nion pública le rechazará como á un mal vado, más
.0 ménos ostensiblemente, y de todos modos habrá in!l-
tantes en que su conciencia, donde sólo penetra la mirada
de Dios, se sentirá estrujada por los remordimientos. ¿De
qué valdrán á ese hombre la abundancia y los deleites fu-
gaces del mundo, si envuelto en las finisimas sábanas de
su lecho sentirá despedazado su sér moral por el implaca.-
bl~ recuerdo de su crímen?


Otro hombre, en esa edad de oro y de ilusiones hermosas,
en esos años de perfumes y de alegrías que señalan la pri-
mavera de la vida y la explosion de las pasiones, palpita de
amor por una mujer, y llega, en el ardor de aquellas, á
manchar su castidad y su pureza. En España pasa esto
como una afortunada galantería, pero en los E6tados- Uní-
dos, por ejemplo, estos hechos, que aquí llamaríamos
triunfos y conquistas, se llaman segun Eugenio Veron, ci-
tado por el sabio P. Gratry (1 l, fechorías y villanías, y-el
que las comete se ve rechazado de la buena soeiedad.-Un
militar, á cuya lealtad y á cuya valentía se encomienda la
guarda de un puesto de honor, falta á sus deberes por miedo
ó por venalidad, y entrega ese puesto al enemigo, sin en-


(1) La moral y la ley de la hisIO,.ía, tomo OH, capítulo XII.




tregarle i:Íntes su vida, ¿qué se piensa deél en todas partes?
Que e8 un traidor Ó un miserable, y que seha deshonrado.
-Al hombre que se crea una fortuna por medio del fraude
y del engaño, como al que miente por cálculo para llegal' á
encumbramientos inmerecidos, ó ¡)iquiera por costum.bre,
¿cómo le juzga la sociedad, en todo tiempo y circunstancia?
Puesle juzga comoun hombre digno de todo desprecio aun-
que exteriormente le dé señ<lles de consideracion.


Interminables y monótonos seríamos, si hubiéramos de
ir citando casos y ejemplos dft esta especie; pero bastan los
que acabamos de indicar para demostrar nuestra afirma-
cion, l)ara demostrar que la ley del deber no se quebranta
nunca impunemente, que nunca se olvidan los precepto:;;
de la moral, sin que al punto :el derecho escrito, 6 la opi ...
nion pública, ó la propia conciencia, l'astiguen dura y me-
recidamente ese olvido y ese quebrantamiento.


Mas justamente esta verdad constante y de todos losdias
nos hace fijarnos en un contraste no ménos evidente y do-
10l'OSO sobre toda ponderacion, En las leyes, en la opinion
ó en la propia conciencia hallan todas las trasgresiones-de
la ley moral la sancion penal inflexible que acabamos de
señalar. ¿Por qué no sucede lo mismo en el órden político,
cuando tanto·se profana y tanto se blasfema de la palabra
patriotismo? ¿Por qué en este órden de ideas es más fre-
cuente atender al interes privado ó al interes de partido.
que á las leyes salvadoras y eternas del deber, sin que ese
error, funesto y peligroso siempre, levante una protesta
enérgica, universal y abrumadora!


La idea que expresa la palabra patriotismo, es derivada
de la idea que expresa la palabra patria, como ésta se de-
riva de la palabra latina pater, padre, paternidad, familia,
1 a primera y más natural y más cariñosa de todas las 8.0- .
ciedades. la que denota en su manera de ser la manera de
sedambien de toda sociedad civil, virtuosa ó corrompida,
grande ó pequeña, digna ó deshonrada, siempre segun es
su fundamento, segun es la. familia. Porque el patriotismo




no es otra cosa que el amor á la patria, esto es, á la brisa
cariñosa que recogió nuestro primer vagido; al sol prime-
ro que vieron nuestros ojos; al hogar querido donde se
meció nuestra infancia; á aquellos sitios poblados de be-
llos recuerdos, que viven en nuestra memoria, como noche
sembrada de estrellas ;resplandecientes; á aq uellos campos
donde corriamos cuando niños, donde sentimos esas ine·
fa bIes emociones del primer amor; á aquella tierra sagrada
donde reposan bajo esos altares de la muerte que se lla-
man sepulcros las venerables.y amadas reliquias de nues-
.tros padres; á aquel conjunto de sentimientos y de afeccio-
nes que forman, por decirlo así, una especie de segunda
naturaleza en el hombre, ó como un áureo y misterioso
a.nillo que le sujeta á la tierra bendita en qUfl nació.


Pues bien: si esto es la patria, ¿cómo concebir ni expli-
car el hecho real, positivo y de fácil comprobacion, de que
así como en todos los momentos de la vida individual late
vigorosa la ley del deber, en la vida pública, en la vidll.
social de nuestro pueblo parezca amortiguada, ó sometida
por lo lllenos álos cálculos glaciales del egoislllo? ¿Cómo,
si en la primera se censura al egoísta, se desprecia id co-
barde, se rechaza al desleal, se evita el contacto del-
fraudulento, se menosprecia al embustero, en la segunda
se transige, calladamente unas veces, publica mente otras,
con los hombres banderizos, que son casi siempre culpa-
bles de esas mismas falta8, con la diferencia de que las
cometen con más osadía!


¿E!;', por ventura, que se vive en el error de que así lo
exige el intares privado de cada uno de los hombres pací-
ficos, y que ese móvil es el que perdurablemente deter-
mina los aetos del hombre? ¡Desventurada sociedad aq ue-
lIa en que semejante opinion prevaleciese! Seria una
sociedad enteramente preparada á la servidumbre.


y esto es á nuestra vista evidente. Los actos humanos
se producen s,iempre en la vida social al impulso de dos
sentimientos: del sentimiento del deber y del sentimiento




58
del interes peraonal. Pero si éste es. lícito sin género al~ .
guno de duda, no lo es sino en la .medida que es compa-
tible con el primero. Por eso al hombre económico no se
le puede confundir ni se le confunde con el 11 varo; ni al
que busca una ganancia justa en la circulacion de sus
capitales se le confunde ni se le puede confundir con el
usurero; como no se confunde al hombre de bien con el
ladron.-Si no hubiera más principio ni más móvil que
el ¡nteres personal, ¿qué significarian entón,:es en el len-
guaje humano las palabras honor, amistad, virtud, cas-
ticlad, pureza, amor, probidad, todas aquellas, en suma,
que expresan los sentim.ientos dulces, tiernos, generosoS,
nobles y sublimes de nuestro eorazon? Serían palabras
completamente desprovistas de sentido. • .


Lo repetimos pues: los actos humanos cuando se inspi-
ran en el sentimiento del interes personal, deben ser de tal
modo que no estén nunca en contradiccion con el senti-
miento y con la ley del deber, única regla, en nuestra opi-
nion, para determinar su licitud.


y decimos más, siguiendo el símil entre la sociedad y la
familia. ¿Cómo quiere el hombre que su casta esposa vi-
gile por su honor, que sus hij os 1e amen y veneren, que
sus criados le respeten y que sus co¡;¡.ciudadanos le esti-
men? ¿Por el temor? Pues no recogeria sino hipocresías y
engaños. Quiere que su esposa conserve intacta la fior sin
preció de su honra, no porque tenga miedo de que se des-
cubra su infamia, sino porque tenga la concienda!le su
deber, de lo que debe al buen nombre de aquel que le
entregó su apellido y de lo que se debe á sí. misma; y en
cuanto á sus hijos, á sus criados y á sus con vecinos,
busca y encuentra su amor, su respeto 'ó su estimacion
solamente por un medio, por el del estricto cumplimiento
de sus deberes .
. Pues de ese modo queremos á nuestro pueblo, y no de


otra manera se presentan ante la historia los pueblos que
son á un tiempo libres y dignos de la libertad: conociendo




59
y cumpliendo sus deberes. Con lo cual la autoridad pú~
blica es neGesariamente- blanda y suave, porque no tiene
temor de ninguna violencia y porq ue su mision primera,
la mision de respetar y de hacer respetar la ley, es fá.cil,
puesto que nadie desacata las leyes.


¡Ojalá penetraran estas verdades en la conciencIa de la
generalidad de nuestro pueblo, como están en nuestra
conciencia! ¡Qué diferente fuera entónees el estado gene- •
ral de España!


JUAN CLEMENTE CAVE RO MARTINEZ.,




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COMUNICACIONES RECIBIDAS POR EL AUTOR
EXPRESIVAS DEL JUICro QUE SOBRE EL PRESENTE OPÚSCULO HAN
FORMADO AUTORIZADOS REPRESENTANTES DE LOS DIFERENTES


PARTIDOS EN QUE SE HALLA DIVIDIDA LA OPINION LIBERAL."


Excmo. 81'. D. Andrés Borrego.
}luy señor nuestro y estimado amigo: Hemos leido con


detencion el opúsculo euyo manuserito se ha servido V. co-
municarnos, manifestándonos el deseo de que le exprese-
mos nuestra opinion i:especto á la utilidad de que pueda
ser su propagacioD, como medio de eontribuir á la educa- .
cion política de los españoles, y respondiendo á su invíta-
cion de V. vamos á consignar nuestro juicio en breves
renglones.


Hay en su trabajo de V. una solucion de continuidad
tan marcada con relacion en todos sus escrito¡; políticos,
que no basta la imparcialidad que caracteriza sus obser-
vaciones para despojarlas del carácter de escuela que en
ellas sobresale.


Esta circunstancia es de presumir influya en la censura.
que acerca de su obra se propone V. provocar de parte de
los sugetos 'Considerados como órganos de las diferentes
agrupaciones políticas en que se halla dividida la opinion
del país, pues si bien en realidad los sanos consejos que
da V. a los hombres de todos los partidos se dirigen á que
cada uno de ellos pueda, empleando medios perfectamente
legales, ejercer su accion y su influjo en provecho de sus
propias convicciones en cuan~o éstas se hallen en armo-
nía con los intereses generales de la nacíon, no seria de ex-
trañar que las opíniones extremas no aprueben la ense-




62
ñanza que V. inculca ni ménos viesen con gusto emplear
en- beneficio de resultados contraríos á sus exclusivas mi~
ras los procedimientos que aplicados segun V. propone,
redundarian en beneficio de todas las opiniones.


En actitud análoga á la que sospechamos, no seria de
.extrañar se expresen respecto á su enseñanza de V., por
un lado los que todavía hacen de la intolerancia religiosa
el tema obligado de su polHica, y por otro los que com-
prenden la separacion de la Iglesia y del Estado como un
medio para privar á la religion católlca del amparo de
las leyes.


Pero fuera de las escuelas intransigentes y más particu-
'larmente entre cuantos profesan principios liberales y no
los separan de los intereses del órden ni de los del respeto de-
bido al ordenamiento social más conforme á las costumbres
de nuestro pueblo, las doctrinas qué V. profesa y propaga
las consideramos no sólo como aceptables y buenas, es-
tamos ademas persuadidos de que el Gobierno representa-
tivo no podrá tomar sólido cimiento en España, ínterin
las clases á las que V. dirige su patriótico llamamiento no
acudan á los procedimientos que recomienda el opúsculo y
se resuelv.an á desempeñar la parte que le corresponde en el
mecanismo propio de la monarquía constitucional, única
forma de gobierno bajo la cual podemos funda.r razonadas
esperanzas de llegar á disfrutar de libertad y d.e reposo.


• No vacilamos, pues, en .expresar una opinion favor"able
á la mayor posible circulacion de su opúsculo de V., á la
que no dudamos contribuirán nuestros amigos de Madrid
y de las provincias, á quienes desde luego recomendamos
su propagacion como obrade utilidad pública.


Quedamos de V. afectísimos S. S.
Francisco Santa Cruz. Manuel Alonso Martinez.


Manuel Silvela. Cristóbal Martin Herrera.
Madrid, 10 de Mayo de 1875.




63


Sr. D. Andrés BM'TCgO.


Mi est!mado amigo: He recibido el folleto que V. me
ha enviado, y que se titula La Espaiia contribuyente y tra-
bajadora ant8 la España ollcial. En él expone V. doctrinas
y principios que debieran ser comunes á todos los p:nti-
dos, y que todos, por lo tanto, pueden aceptar.


Prescindo de ciertas apreciaciones de importancia se-
cundaria, con las cuales no estoy enteramE'nte conforme:
por ejemplo, las que se refieren á los decretos de mi ilus-
tre amigo el Sr. D. Juan Alvarez Mendizábal, decretos que
yo aplaudo sin reserva desde la época en que fueron ex-
pedidos, que V. censura severamente. No se enoje V. si
le digo que conserva un cariño exagarado á las opiniones,
á los juicios Y á las tendencias de El Correo Nacional. Le
ciega á V. el amor de padre,


El objeto principal del opisculo merece mi completa
aprobacion. Pretende V. que se organice en España una
liga de contribuyentes, protectora de los intereses gene-
rales; ó en otros y más claros términos, una Sociedad de
Socorros mútuos pa¡;a la defensa de los derechos comunes á
los homó'J'es de todos los partidos.


El pen~miento es bueno~ Si se l:ealizase haria impo-
sible la impunidad con que en tiempos normales se violan
aquí las leyes y se vulll3ran los derechos más sagrados.
Pero, ¿es un pensamiento realizable? Hé aquí la cuestiono


La liga de contribuyentes que V. proyecta, supone· que
nuestro futuro Código fundamental reconocerá la liber-
tad de reunion y la de asociacion, la libertad de imprenta
y la.libertad de cultos. Y esta suposicion es un tanto
aventurada.


La Sociedad de Socorros mútuos que V. recomienda se
verá obligada, para cumplir su alta mision, á fiscalizar
los actos de - todas las autorida.des políticas, militares,




económicas, judiciales y religiosas. De manera que, ó será.
completamente ineficaz, ó representará una institucion
nueva, grande como el pueblo y poderosa como la opinion
pública, enfrente de las instituC!iones constitucionales.


¿Es esto exacto? Pues si 10 ,es, y sin embargo V. tiene
fe en el procedimiento que aconseja, se me figura que re-
cuerda V. demasiado la libre Inglaterra, cuyas costum-
bres políticas estudió V. Y admiró durante largos años, y
se olvida que 'escribe para España en el año de gracia
de 187ti.


Soy su afectísimo amigo S. S. Q. B. S. M.


Antonio Romero Ortiz.


Madrid 14 de Mayo de 1¡}¡5.




Excmo. Sr. D . .And1'és BOrJ'ego.


Muy estimado señor mio y amigo: Con mucho placer he
leido su interesante folleto titulado La España contribu-


'1Iente 11 trabajadora, etc., sobre el cual el parecer que V. me
pide iria aquí por extenso, si no estuviese yo tan cansaqo
de política, tan convencido de mis pocos alcances en ciencia
tan enmarañada y profunda, y tan inclinado á 'no mez-
clarme en ella. Sólo mi deseo de complacer á V. me in-
duce á decir algo; mas he de procurar ser conciso.


Su plan de V. me parece bueno, aunque difícil de rea-
lizar. Si venciendo dificultades llegara á formltrse esa.
asociacion ó liga. que V. proyecta, sI! lograrla una gran
cosa: pondria:mos una pica en Flandes. Esa asociacion,'
áun contra su intento de no ser partido político, llegaria
á serlo e~ seguida. Es más: llegaria á ser el más impor-
tante, el mejor partido político que en España hubiese.


Nuestros partidos políticos suelen tener un defecto de-
plorable. Les falta el sér y la consistencia de tales parti-
dos. Cada uno de ellos se compone (perdónemelo Dios, si
lo digo en un momento de mal humor y sin fundamento
bastante) de un puñado, de un círculo, de una tertulia de
oradores, de periodistas, de literatos, de no pocos aventu-
reros, de tal cual filósofo, soñador ó poeta, y de alguno
que otro caballero particular que vive de sus rentas, que
siente comezon de "mentarlas, que tiene sobrinos y ahi-
jados á quienes colocar, ó que tal vez desea para sí cruces
ú otros relumbrones y clavos romanos. Todos estos perso-
najes se reunen en Madrid, forman escuela', aunque algu-
nos debieran ir á élla, en vez de formarla, y se preparan
pf:\ra alcanzar el mando y pugnan por alcanzarle. Detrás
no hay un alma. El pueblo es indiferente. No sabe ni de-
sea saber palabra de las teorías ó doctrinas que ellos por


5




66
acá han compaginado. Las masas de tales parti.J.os no se
forman hasta que, desde el poder, reparten el turron los
jefes. El turron es ua verdadero protoplasma en el orígen
y generacion de estas especies. La gratitud por haber te-
nido empleos, la esperanza de vol verá ser colocados, y la
rabia y el despecho de haber quedado cesantes, mueven
á los hombres á seguir desde entónces la misma ban-
dera.


Resulta, pues, que los partidos políticos de España son
la España oficial pasada ó presente, y que esa otra España
trabajadora y contribuyente, de q tle V. habla, no hace
en política sino trabajar y contribuir, y murmurar al fin
por lo bajo, sin concierto ni propósito, cuando se harta
de una dominacion que ya le va 'pareciendo larga. El
ejército, excitado entónces por esta murmuracion y este
descontento, se pr~nuncia, y llama á otras gentes al
poder: llama á otro partido, ó dígase á otropuñado'de po-
líticos de profesion, con su clientela de turroneros cor-
respondiente. La España trabajadora, entre tanto, tra-
baja, paga J sufre.


El vulgo, sin que esas clases superiores le dirijan,
adoctrinen ó ilustren, es q uien sue~e moverse en ocasio-
nes con sobrada energía; mas para imp,ulso de Sl\ movi-
miento há menester de un ideal sublime de bienaventu-
ran'za en esta vida Ó en la otra: ó reparticion de [a propie-
dad que supone mal adquirida, ó mucho cielo y mucha
música celestial, (lOmo premio de combatir á los impíos:
ó el carlismo fanático Ó el socialismo grosero,


Así entiendo yo que van las coslftl' en España. Ya ve
usted si doy importancia á esa liga, que V, desea, de p~o­
pietarios, trabajadores y hombres ilustrados: de la parte
más sana y respetable del pueblo, Lo que hallo difícil es
que la tal liga se forme. ¿Cómo vencer la inercia, la des-


.confianza y el cansancio de los que la debieran formar?
, Una vez formad,a, tendriamos un verdadero partido polí-


tico.




67
Los hombres que en su nombre hiciesen la oposicion ó


ejerciesen el poder, no serian unos señores que se repre-
sentarian á ellos mismos y á sus empleados, pasados,
presentes ó futuros, sino los apoderados de una grande
agrupacion, de una fuerza social, cuyos intereses legíti-
mos, aspiraciones y propósitos defenderían. Pero repito
que esto es difícil. La ocasion es ahora tambien ménos
propicia que nunca. La España trabajadora y contribu-
yente está exánime y postrada con la guerra. Si la guerra
dura otro par de añitos, la España trabajadora y contri-
buyente morirá de inanicion: poco le importarán todos
sus derechos. Los derechos huelen á paganismo, y Es-
paña dejará de ser pagana porque ya no tendrá con que
pagar. Entónces tal vez surja otra España toda católica,
santa, ejemplar, penitente; especie ~e purgawri~, desde
el cual será llano, recto, seguro y corto el camino del
~ielo.


Dios nos le dé á todos, como yo se lo pido, y á V. con-
serve la salud que le desea y las esperanzas que le envi-
·dia su amigo afectísimo y S. S. Q. B. S. M. .


Juan Valera.


Madrid 25 de Mayo de 1875.




68


8'1'. D. André.9 Borrego.
Mi distinguido amigo: Felicito á V. por su folleto intitu-


lado La España contribuJjente Jj traba/adora ante la España
otlcial, que ha tenido la bondad de remitirme y que he
leido con la atencíon y el detenimiento que su importan-
cia reclama.


Creo yo que el pensa.miento que en él anuncia y patro-
cina Y., conveniente y práctico en todo país educado para
la libertad, ha de tropezar con grandes obstáculos en su
realizacion, tratándose del nuestro, condenarlo por no sé
qué extraña fatalidad, á pasar al~.e.rnativamente de la
anarquía á la reaccion, sin encontrar momento de reposo
al amparo de ningun Gobierno, á la sombra ~e ningllua
institueion: Esa fiebre ineesante que se ha apoderado de
los espíritus perturba las inteligencias más firmes, esteri-
liza los más nobles propósitos y desata·y rompe hasta los
Tínculos de la propia conveniencia que en todo tiempo y
lugar han unido las voluntades y vigorizado los esfuerzos.


En medio de esta conf\lsion que todo lo enerva y disuel-
ve, V. propone la constitucion de una So.ciedad de Segurolt
para la defeltsa de los derechos comunes ti los nombres de todos
los partidos.


Sobrehumana juzgo la empresa que V. acomete con
tanto patriotismo como decision; pero sean los que fueren
los obstáculos que haya que vencer, creo que nadie podrá


. negarle su apoyo ni escatimarle los aplausos que merece
por la constancia con que en el último tercio de su vida
mantiene las ideas, en cuya defensa con tanta gloria..ha.
luchado, y por la. fe con que busca remedio á nuestros ma-
les en los principios y en los procedimientos de la libertad.


Aprovecha esta oeasion para repetirse de V. atento se-
guro servidor y amigo Q. B. S. M.


Fernando de Leon y Castillo.
Madrid 18 de Junio de 1875.




69


Excmo. SI'. D. And1'és BO?Tego.


«Muy señor nuestro y amigo: Hemos leido con la aten-
cion que merece su interesante opúsculo titulado La Es-
paña eontribu?lente y trabajadora ante la España pfteial, y ~n
breves frases e~pondremos nuestro leal juicio sobre la
materia en cuestion, toda vez que V. asi lo desea y que la
amistad y la cortesia lo exigen.


«Trata V. en dicho opúsculo, con ia erudicion que le es
propia, multitud de interesantes problemas políticos, his-
tóricos y económicos, acerca de los cuales sin embargo
nada diremos por motivos que no se ocultan á su pene-
tracion, y porque ademas, segun frases textuales de su
carta, sólo desea V. «conocer,nuestro juicio» sobre la parte
dispositiva y práctica de la memoria.'


,Para corregir los abusos de los partidos propone usted
crear una asociacion de co"ntribuyente9 formada por todos
los ciudadanos que paguen más de 100 1'9. de cuota, y que
asegure los derechos eomunes á los hombres de todos los par-
tidos polítieos. El objeto y los fines de tal asociacion se
determinan más en concreto en ras siguientes bases: »


Aquí enumera la carta, extractándolas, las once bases
que el opúsculo propone como fundamentales de la pro ..
yectada Asoeiacion Naeional.


y concluyen los ilustt:ados señores que suscriben opi-
nando que no es practicable ni hacedero que los hombres
de distintas creencias y escuelas cooperen -de concierto,
porque ¿cómo los carlistas, por ejemplo, habrian de pres-
tatsu apoyo á la libertad !le conr;iencia, ni contentarse
con nada ménos que con la de cultos los republicanos, 1090
radicales y muchos de 10sconstitucionales?¿Cómo tampoco
los partidos avanzados habrian de conformarse con las li-
mitaciones que la base 11.a del proyecto recomienda res-
pecto á lo dispuesto en el titulo 1 de la Constitucion
de 18691




70
(SU proyecto de V., continua la comunicacion, es muy


patriótico sin duda alguna, pero á nuestro juicio no pa-
sará do proyecto; porque es contrario á la realidad y á la
lógica. Lo que·V. intenta sin saberlo y animado por ge-
nerosas aspiraciones es crear un nuevo partido limitado
por el cense, y con un programa más ó ménos mixto, más
ó ménos ecléctico; programa para nosotros de todo punto
inaceptable, y sobre el cual nada agregaremos por esta
misma razono


Las anteriores observaciones no obstan para que consi-
deremos noble y patriótico el pensamiento que á V. ha
inspirado, y prueba evidente de su il ustracion, de su amor
al progreso y de su incansable actividad.


De V. como siempre atentos y S. S. Q. B. S. M.


C. Martos. J. M. Mosquera.


José Echegaray.


Mayo 19 de 1875.


BREVES OBSERVACIONES SOBRE LA PRECEDENTE CENSURA.
Aunque este no sea el momento oportuno para discutir con los seño-


rea que han favorecido al autor con la censura que acabamos de extrac-
tar, cúmplenos consignar las siguientes breves y concluyentes ra-
zones;


l." Que los que entren en la Asociacion nacional, ya sean católi,fls,
intolerantos Ó librecultistas, no estarán obligados á dar apoyo con su
presencia en ella, ni los unos á la unidad religiosa, ni los otros á la
completa libertad de creencias y de culto, pudiendo perfectamente abs-
tenerse de cooperar á trabajos dirigidos á dichos fines, al paso que ha-
llarian en la liga de cOlltribuyentes el medio eficaz de garantizar:


1.0 La conservacion de sus propiedades.
2.° La seguridad de sus personas.
a.o La equitativa reparticion de las contribuciones.
4.° La libertad de sus opiniones .





71
5. o La garantía del ejercicio de sus derechos.
6.0 La independencia de los tribunales.
7.° La responsabilidad de'los abusos de los empleados ante la acciOD


de los tribunales de justicia.
8.° El protectorado humanitario y cristiano debido á las cJases me-
nest~rosas .
. Para todos estos fines de comun y reciproco interes, ninguna repug-


nancia pueden tener en cooperar colectivamente los de.otos y los in-
crédulos, los republicanos y los monárquicos, los radicales y los
sagastin0s, pues se ligarian no para un concierto duradero, para un ob_
jetivo permanente,sino para remover por medio lIe 108 comunes esfuer-
zos, trabas y obstáculos que á todos perjudican, como lo son, que cual
está aconteciendo en España, las leyes'no pasen de escritas sobre el
papel; que los derechos que ellas garantfzan no se respeten; que laB
elecciones sean pOI' lo general una mentira; la opinion pú1:ilica el eco
de las querellas de los que"se disputan el presupuesto, en vez de ser la.
expresion del sentirr,ienio de los grandes intereses del país.
~.a Por lo que toca á las disposiciones que establece el titulo 1 de la


Constitucio.n de 1869, léjos de dirigirse el proyecto á suprimir los de-
rechos individuales, tiende á consolidarlos y á afirmarlos; en prueba
de lo cual no vacilariamos en sujetar á la de un plebiscito, lealmente
votado, la disyuntiva entre la conflrmacion pura y simplll del citado
título 1, tal cual salió de manos de los legisladores de 1869, Ó la adop-
cion de los mismos principios formulados en términos que dejen de ser-
vir de escudo ii la gente de mal vivir y de espanto á los eiudadanos
honrados.


s.a En cuanto á que andando el tiempo y despues que la proyectada
Asociacion nacional hubiese producido sus lógicos resultados respecto
á que las leyes se cumplan y á todos protejan y amparen, pueda
formarse un partido más concreto y que lIiese superior' in flujo á las
clases educadas :r poseedoras en vez de abandonarlo á la muchedum bre
numérica, no negaremos la probabilidad de que asi llegase á suceder
sin que á consecuencia de eÜo saliesen perjudicados los señores que pro-
fesan la doctrina radical, toda vez que no es dudoso, y ántQs bien si de
presumir que asi lo estimen en su fuero interno, que á ,ménos de no tor-
narsa en federales; los amigos del Sr. Martos y de sus dignos compa-
~ros no puedan razonablemente contar con otra perspectiva de influjo
y de poder que la que les valga la asimilacion de sus aspiraciones á
los intereses 6 ideas de las clases educadas, de la inteligencia y del tra-
bajo.




72


Excmo. &1'. D. And1'és B01'regO.
Mi estimado señor y amigo distinguido: ¿Por qué ha


querido V. eonsultar mi opinion acerca de.su folleto La
España contribuyente y trabajadora arde la España ofician


¿Cómo no se le ha ocurrido á V. que iba á mortificar
sin fruto mi modestia, pidiéndome unjuicio crítico que si
el solicitarle V. me honraba, el emitirle yo puede acusar-
me de soberbia?


Bien se me alcanZ'a que lo que más convenia á r;ni posi-
ción y á mi oscuridad era declinar la honra qUe V. ha
querido dispensarme, pero, despues de recibida la merced,
paréceme mal el no pagársela cortesmente, siquiera *el
pago' no corresponda á la excelencia y bondad del agasajo.


Su 0pú\lculo de V., amigo mio, es un nuevo testimonio
que da al mundo de que ni la nieve de los años ha podido
mitigar el ardor de su patriotismo,. ni los desengaños
le han hecho perder la esperanza de ~na regeneracion
política indispensable si no ha de consumarse nuestra ya
iniciada desorganizacion social.


Estoy conforme, completamente conforme con las cau-
sas que V. señala como originarias de la tristísima sitna-
cion que España atraviesa; estoy conforme, absolutamente
conforme en que á ella han contribuido todos los partidos
políticos con sus egoísmos y sus exageraciones; y lo estoy
tambien con que este mal será irremediable y perpétuo, si
los hombres de buena voluntad de todos los partidos pol\-
tices, porque todos pueden tomar parte, sin abdicacion y
sin desdoro, en el fin social que V. persigue y que á todos
por igual interesa, con perfecta conciencia de lo que son
y de lo que pueden, no salen de su apatía censurable, y
no contienen por la fuerza de la opinion los excesos en
que por el logro del interes, eae con frecuencia la España
oficial.




73
Pero yo, amigo mio, que me declaro conforme en el


fondo con el espíritu de su folleto, que creo eficaz el me-
dio que V. propone, temo mucho que el mal por su dura-
cion se haya generalizado tanto, y echado raíces tan pro-
fundas, que no sea la generacion presente la llamada. á
estirparle. •


De todos modos, sea el que fuere el éxito, á V. le quedará
siempre la gloria de haber realizado un intento más en
favor de la patria, y á mí la satisfaccion de haber leido de
los'primeros su franco, imparcial y bien escrito trabajo,
que le devuelvo con la expresion más sincera de mis res-
petos y cariñosa amistad.


Suyo siempre afectísimo S. S. Q. B. S. M.


l. Rojo Arias.


Mayo de 1875.




74


Sr. D. Andrés Bm·1·cgo.


Mi distinguido amigo y paisano: Ha tenido V. la bondad
de enviarme las cuartillas del opúsculo que con· el título
de La España contribuyente y trabajadora ante la España
oflcial va V. á dar á la prensa; y el placer que su lectura
me ha proporcionado viene á compensarse por el temor de
no corresponder dignamente ála súplica, tambien galan-
te, que me hace, de que le dé mi humilde opinion, cosa.
que á la verdad me ruboriza y coloca en situacion apura-
da; porque admirando yo tanto sus talentos y el espíritu
práctico que domina en todas sus obras, me veo ahl5ra
obligado por la benevolencta de V. á formar acerca de
éstas un juicio crítico que, desprovisto como ha de ir de
las galas literarias con que el ingenio de V. borda sus tra-
bajos, ni puede ser estimado más que por la leaitad con
que vorá emitirlo, ni disculpado por quien ignorara la
presion que naturalmente ha de ejercer en mi voluntad
el mandato de persona tan respetable.


Claro es que, partiendo de puntos de vista distintos y á .
1as· veces opuestos, no nos hemos de encontrar con fre-
cuencia de acuerdo acerca de los principios, y áun de la
crítica histórica, que V. condensa en pocas páginas pre-
ñadas de doctrinas, sin aj uste ni ·concordancia con las
que profesa la escuela y ha practicado el partido á que
pertenezco.


Pero no. puedo ménos de reconocer que en el fondo de
su libro late un generoso sentimiento de imparcialidad y
se abren unas como salidas á nuevos horizontes, que atraen
irresistiblemente á quien con sanidad de intencion presen-
eie los males de la patria y les busque remedio. Gran es-
fuerzo y violencia cuesta spjetar estos primeros ímRetus y
dedicarse con detenimiento á ver si aquellos daños han




75
sido apreciados y contenidos dentro de sus límites natura-
les y sí á ellos resulta adecuada la medicina que V. propo-
ne, propagador incansable sin duda de las ideas liberales
y conservadoras dentro de la monarquía representativa,
cuyo justo titulo, universalmente reconocido, no sólo por
nosotros neófitos de la vida pública, sino por los qua han
seguido paso á paso, á su lado ó en frente, su marcha polí-
tica. ostenta V. en el recuerdo de sus multiplicados estu-
dios dados á la estampa en libros y periódicos (1) .


• • J. •


Parece á V. que el abandono en que el país deja las ma-
terias que más le importan, abre campo á los partidos que
van ocupando el poder para olvidar las reformas y e~tre­
garse á sus goces más sensuales, poniendo sus cinco sen-
tidos en monopolizar el presupuesto, exceptuando al par-
tido progre'lista en gL'acia del progreso económico de 18315
á 1844 Y al partido moderado en gracia tambien del pro-
greso admini'3trativo de 184n y años posteriores; lo cual
no impide que censure V. duramente á los primeros por la
manera como hizo Mendizaballa desamortizacion, y á los
segundos por el molde gálico á qu'e ajustaron todas sus re- .
formas; pero no han sido éstas las únicas ni siquiera las
más importantes que se han realizado desde la muerte de
Fernando VII é introduccion definitiva del régimen cons-
titucional en España. En 1869 se proclamaron y plan-
tearon las más grandes reformas políticas, morales, socia-
les y áun económicas bastando este recuerdo para demos-
trar que no todos los demas gobiernos y partidos se han


(1) La carta dirigida por el autor al Excmo. Sr. D. José de Carvajal
é inserta á continuacion explíca por qué la censura que del presente
opúsculo emite tan ilustrado crttico, tiene que aparecer en extracto,
ínterin ve íntegra la luz pública seguida de la réplica del autor.




76
dejado exclusivamente arrastrar por el frenesí de prolongar
su mando, encumbrar hechuras y monopolizar el presu-
puesto.


Para evitar que se perpetuen estos daños, es fuerza des-
pertar ii! país del letargo en que yace, ó lo que es lo mis-
mo, crear una opinion nacional. Esta ha tenido hasta hace
pocos días medios de manifestacion; el país ha influido en
la gobernacion del Estado por medio del voto, eligiendo
mandatarios para que en su representacion redacten las
leyes; ha hecho multiplicadas veceos uso de ese derecho y
dentro del juego de las diversas instituciones han turnado
todos los partidos en que se encuentran divididas las cIa-
ses conbribuyéntes y ·educadas, las que gráficamente lla-
man nuestros vecinos classes dirigeantes, que dentro del
pensamiento y del proyecto de V. son bastante representa-
cion del país mismo. La cátedra, el púlpito, la tribuna, la
prensa han sido libres; todas las opiniones han iluminado la
atmósfera política; todos los elementos de ilustrar la opi-
nion pública han estado á disposicion del país y para en-
carnarla y formularla ha tenido el sufragio á' su disposi-
cion. ¿No es mucho suponer que ni se ha formado ni se ha
formulado al aire libre, y que es preciso para ello el calor
de una estufa, una combinacion nueva que no ha sido
nunca ~raeticlI.da~ .


Mas hay un punto en que pudiéramos fácilmente encon·-
trarnos. Si se tratara de Il.grupar todas las·fuerzas sociales
en una como especie de representacion de esta universali-
dad; si para la promocionde determinados flnés se abrazara
un programa preconcebido, se agrupasen 10R elementos
sociales en una po"nderacion sábia y prudente; si se creara
una organizacion dentro de l!l cual figuraran la ciudad
por el Mlmicipio; la· provincia por su Dipufacion; la cien-
cia por las Universidades; la industria, la agricultura y el




77
comercio por sus Juntas; los trabajadores por represen-
tantes especiales, y los intereses religiosos por el clero; si
todas estas categorías vinieran á formar una unidad con
variedad, que seria la representacion de todas las fuerzas
sociales con el objeto de armonizar sus intereses, y no
para defender sus derechos políticos que con este objeto
dan los Códigos fundamentales el voto; entónces se disi-
parian muchos de los escrúpulos que he expuesto; entón-
c.es podriamos ponernos de acuerdo sobre principi?s y pro-
cedimientos: entónces.no pasaría yo por la vivísima pena
de no contestar á su invitacion, con pleno y absoluto
asentimiento. .


Poco valdria, éste, y vale más seguramente la lealtad
con que he escrito la presente carta y el sincero afecto
que profesa á. V. su amigo y servidor Q. B. S. M.,


J. de Carvajal.
26 de Mayo de 18'75.


Conformes con la opinion de nuestro correligionario y
amigo el Excmo. Sr. D. J. de Carvajal.


Eleuterio Maissonnave. JoaqUín Gil Berges.




78


Excmo. Sr. D. Jose de Cal·vajal.
Mi querido amigo: No me espel'abayo á tanto favor


como el que me confiere el haber V. correspondido con
un trabajo superior al mio en sustancia y casi en exten-
sion á la sencilla consulta que sobre mi pobre folleto titu-
lado La España contribuyente y trabajadora ante la España
fl/icial hice á V. y cuyo objeto se reducia á obtener para
mis elucubraciones, no ya carta de naturaleza entre los
fieles dela eill;uela á que V. pertenece y hanra, sino sim-
plemente un pase para que sus correligionarios de V. no
me tuviesen por su detractor, ántes al contrario, no ha-
biendo en mi escrito una sola línea que pueda inducir á
un republicano á separarse de su iglesia.


Pero V., amigo mio, ha escrito una crítica de mi pobre
folleto digna de una revista inglesa y su importancia es
tal á mis ojos, que no siendo posible, tanto por su exten-
sion como por la ilecesidad de hacerme cargo de sus lu-
minosas observaciones darle cabida en el apéndice al fo-
lleto segun estaba en mi plan, me propongo publicar ín-
tegro por separado y bajo el título que conven~amos, su
trabajo de V. seguido de mi cordial réplica á la doctrina y
á la enseñanza que de aquel se desprendr.. No me es posi-
ble hacer ménos cuando me dispensa V. la honra de dis-
cutir conmigo.


En el entretanto pido á V. permiso para extractar dé su
carta algunos párrafos que respondan al primitivo objeto
que me propuse, y el parecer emitido por V. con el que
me manifiestan estar conforme" sus ilustrados amigos los
Sres. Maissonnave y Gil Berges.


Queda de V. afectísimo amigo y paisano Q. B. S. M.


Andrés Borrego.
28 de Mayo de 1875.




79


Muy señor mio y amigo: Obrero infatigable del pensa-
miento y soldado de la libertad, va V. á imprimir un
nuevo opúsculo, al qtle desea añadir el juicio que merezca
á todas las fral!ciones en que se halla dividida la opinion
de los españoles qtte no .son carlistas. Yal honor de esta
distin~ion creo corresponder del m.e.ior modo consignando
con franq1leza mi opinion; sin dejar cohibir,mi conciencia
por la amistad.


Si no me he equivocado en la rápida lectura que del
opúsculo he debido hacer, atribuye V. todos los males de
la deplorabilísima situacion actual de España á la caren-


. cia de edueacion política, ála falta de una opinion pú-
blica robust~ é ilustrada; y para formarla se propone V.
crear una asociac ·ion entre las clases educadas, trabaja-
doras y contribuyentes ó poseedoras. Son demasiado fre-
cuentes las evoluciones de nuestra política para qUe al-
guien desconozca que falta aquí la atmósfera que da vida
y fuerza al régimen parlamentario de otros países. Yo
puedo, pues, reconocer este hecho, que es nótorio é indis-
cutible, sin pensar como V. sobre algunos sucesos de
nuestra historia contemporánea, ni aceptar todas sus
apreciaciones políticas y sociales. En cambio, juzgamos
conformes la desamortizacion eclesiástica y el Banco.


Tambien puedo aplaudir sin reserva el medio que V.
propone para llenar ese vacío sin aceptar todas sus opi-
niones, ni aprobar quizá su tendencia, ni compartir sus
esperanzas. Me basta sabel' q!le «la conservacion de que
se trata (como objetivo de la asociacion) es la de los inte-
reses sociales, comunes á todos los partidos y opiniones;
la proteccion de las peTilOnaS y de la propiedad; la igual-
dad de las cargas públicas; la libertad de conciencia; la




80
del pensamiento y del sufragio. La garantía de encoútrar
en los tribunales la represion de los desafueros que puedan
cometerse por parte de los empleados.»


¡Qué más quisiera yo que la realizacion completa y sin-
cera de este programa, que debiera ser comun, y no lo es
sin embargo, para todos los partidos liberales! V. em-
prende ahora este viaje, y yo le seguiré con mis más fer-
vientes votos por un éxito venturoso. Pero lo que no me
atreveria á añadir á un soldado jóven lleno de fe y de en-
tusiasmo por su bandera, se lo puedo decir á u~ veterano
sin el temor de debilita!.: su energía ni perturbar su plan.
¿Espera V. crear una opinion grande y fuerte, pidiendo su
cQoperacion para esa obra á las clases hoy educadas y
poseedoras? ¿No piensa que las trabajadoras son talll-
bien contribullente8? ¿ÚreeV. que.todos los partidos actua-
les aceptan esa base comun, y dejarán hacerla?


De todos modos envia á V. por el intento una cordial
enhoraQuena su buen amigo.


E. Chao.


Madrid 22 de Mayo de 1$75.




81


Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Ca8tillo.


Mi querido amigo: He leido con detenimiento el folleto
que se propone dar en breve á la estampa el ilustrado y
antiguo publicista D. Andrés Borrego, con el titulo La
España contribuyente 11 trabajadora ante la Espaíza oftcial
qlle ha tenido V. la bondad de remitirme con el objeto de
que acerca de este escrito diera mi opinion.


Desde luego debo declarar que, al emitir mi parecer
respecto de un asunto que, tal como se plantea, no. ha.
sido tratado en comun por personas con quienes me· unen
lazos políticos, es difícil que lo que yo diga sea eco fiel de
la opinion de toda!;! ellas, por más qué entienda que no
habremos de diferir mucho en nuestro juicio. Debo tam-
bien añadir que de punto tan delicado, y acerca del cual,·
si el tiempo me sobrara, pudiera decir bastante; sólo haré
ligeras y breves indieaci(lnes, por eseasear del indispen-
::lable para el cumplimiento de mis múltiples ocupaciones.


Teniendo en cuenta la salvedad que se haee en una hoja
suelta que al manuscrito acompaña, referente á que eada.
eual puede salvar, y yo salvo desde luego sus apreciaeio~
nes histórÍCas, y áún de otra índole, como son las políti-
eas, y ademas por mi parte,'en algun punto, en cuanto
Con los principios se relacionan, he de ocuparme única-
mente de lo que el Sr. Borrego aprecia como esencial, y
lo es en realidad en su escrito.


Siento en este extremo importante diferir de la opinion
que sustenta el ilustrado autor del foll~to. Creo, sí, que
es indispensable que en nuestra patria, como en todas his
naciones en que formalmente se desee el establecimiento
del régimen representativo, tomen parte en la vida pofí-
tira todos los ciudadanos en la esfera que les corresponda
y usanGo de cuantas facultades les confieran las leyes.


. 6




82
Creo tambien que el descuido con que generalmente


han mirado las clases conservadoras el uso de sus dere-
chos políticos y el calor y la pasion con que 'por lo eon·
trario han usado, y áun abusado de ellos los afiliados á
partidos extremos, ha sido la pr~ncipal causa de tantos
trastornos 'como la patria ha sufrido, y por lo tanto, á mi
juicio, el verdadero remedio para que no se repitan es, in-
teresar á los elementos conservadores en la accion de la
politica y limitar con prudencia, con espíritu expansivo y
conc ¡liador, pero con decidido empeño de que no resulte
en peligro ninguna base fundamental de nuestra organi-
zacion social y política, áun á trueque de no parecer tan li-
bera~es como sólo por interes de partido algunos desearan.


Procúrese que las clases contribuyentes y trabajadoras
tomen en la política toda la parte que de derecho les cor-
responde, y á mi juicio los males que el Sr. Borrego de-
plora, al "reconocerlos en los partidos, cuando menos Si
tienen remedio por la intervencion de estas clases. ¡Hsmi-
nuirán notablemente, ya que no desaparezcan.


Por lo C0ntrario el sistema que plantea el decano de los
periodistas españoles, es á mi entender, en primer térmi-
no irrealizable, pues en las condiciones que desea difícil
seria lograr la asociacion de los contribuyentes.


Exige de éstos el Sr. Borrego como base de inteligencia,
una grave, extensa, y áun peligrosa d'eclal'acion de prin-
cipios que aceptarian en gran número los contribuyentes
con cien reales de cuota, que á su juicio debían formar
parte integrante de la asociacion, mientras que cuanto
más ésta' se elevara ménos partidarios habian de tener, y
serian pocos verdaderamente importantes los que á ella se
agruparan.


Con bases políticas inal puede, á)mi entender, consti-
tuirse una asociacion de personas contribuyentes'y traba-
jadoras. Si se quiere que se forme, hay que abandonar ese
punto de partida y reducir el objeto de los asociados á fi-
nes más relacionados con los intereses materiales.




83
Reducido el asunto á estos límites, puede decirse que


ya no es nuevo; existe organizada en muchos puntos de
España, si no en todas las provincias, la Asociacion de pro-
pietarios que algunos estiman como un gran pensamiento
y une. gran defensa de la propiedad y que por mi parte
j U7.go desfa vorablemente por lo poco '1 ue ha podido hacer
en los tiempos en que la defensa de "los interese~ it ella
encomendados tanto peligraban, y por las dificultades
que su espíritu utilitario, si se exagerase, podria ocasio-
nar, si llega á ser necesario que el país haga grandes sa-
crificios para term.inar la guerra civil y sal val' la patria
del abismo en que, acaso por estrechez de miras y peque-
ñas, ruines y mal entendidas economíás, pudiera caer.


Por mi parte, no creo que una asociacion particular,
por buena é importante que fuese, pudiera ser origen na-
tural y sano de la "opinion pública, ésta debe formarse en
las Córtes. en la prensa, en el seno de los partidos políti-
cos, á-los cuales no sólo pueden, sino que deben pertene-
cer todos los esp~ñoles, sin formar fuera de estos centros,
propios de la política y de la opinion, otros que embara-
cen la accion del régimen representativo.


Me parece, mi querido amigo, que con lo expuesto he
dicho lo ba.stante para probar que cuando ménos en~iEmdo
que es peligroso lo que en su opúsculo propone el Sr. Bor-
rego, sobre todo en estos momentos difíciles en que por
todos los que desean la "felicidad de su patria," asi como
por el Gobierno mismo, se necesita usar de gran prudencia.


Siento en vel'dad Verme obligado á asentar mi opinion
desfavorable á la del autor del folleto; pero el deber" de
cumplir; segun lo que mi conciencia me dicta, el encargo
qUI> V. me ha confiado, me obliga á ello, áun á pesar mio.


Réstame única"mente añadir, despues de evacuar mi co-
metido, que puede"V. en absolltto hacer el uso que estime
oportuno de estos mal pergeñados renglones, y si como yo
creo, lo estimase" así mejor, puede rasgarlos, y hacer de
ellos caso omiso.




84
Cumpliendo tambIen lo que de palabra me indicó V., he


remitido al Marqués de Cabra el manuscrito del Sr. Borre-
go para que emita su opinion, con el encargo de devól-
verselo á V. tan luego como lo examine; •


Se repite como siempre de V. afectísimo amigo seguro
servidor Q. B. S. M.


c. El Conde de Toreno.


Mayo 28 de 1875.




85


JJxcrrw. Si'. D. Antonio Oánovas delOastillo.


Mi querido amigo: Remito á V. el opúsclilo que con el
título de La Bspaña contribuyente y trabajadora ante la $8-
paña oficial me ha sido enviado por benévola indicacion
de V. para que emita mi juicio sobre su contenido.,La
importancia del asunto que eJl él se trata unida á la au-
toridad de su autor, el reputado publicista D. Andrés
Borrego, me obligaron desde luego á leed\) detenidamente,
lectll.ra que me ha sugerido las consideraciones siguien·
tes. Permítaseme ántes determinar el carácter de éstas.


Aunq ue en virtud de hechos recientes. de todos conoci-
dos, parezca que mi partido me h~ honrado con Su repre-
sentacion ha.bié¡;ldosemeconferidq ést.a para un asunto
determinado, no me es posible trasladarla it ningllll, oJ;r.o.
siquiera sea, como el presente, de índole s~m~jante. P~ro
si no me es dado en este caso llevarla voz,de la c9muifoll
política á q uc pertenezco, puedo asegurar queme ins'piro
en sus sentimientos y q.ue tomo por base de mi razona~
miento los principios-y el criterio que él aplicó siempre.á.
la gobernacion del Estado.


El opúsculo encues~ion tiene PO,l' objeto señalar el vicio
capital que trabaja .á.la sociedad eflpañola en ,dórd¡;¡n.po:,
lítico considerada, y proponer paraestüparlo un re¡uedio
eficaz cuya aplicacion debe se~' obra., de todos los partido51
liberales. Segun el autor, consiste aquel vi.cio en la falt~
de una opinion pública que venga á dirigir y, moderar la
coUlluctade los putido", políticos, los cuales, faltos en el
poder de norte y de g~i.l\.. suelen entregarse á satisfacer su
concupiscencia. Siendo esto así, la responsabilidad de
cuantolamentalllos se divide e.ntre Gobiernos y goberna-
dos; sÍJl embargo, la inmoralidad política no ha iitficio-
nad? aÚll á los últim.os. á quiell8s de,be acudirse como á.




86
última esperanza para salvar las 'instituciones representa-
tivas y para continuar la educacion política de las clases
conservadoras, en mal hora interrumpida en cierta época
de nuestra historia contemporánea". Para conseguir utl. fin
tan importante, se propone una liga de las clasesposeedo-
ras y contribuyentes, cuyos oficios sedan vigilar por los
intereses materiales y morales de 103 asociados, procurar
el cumplimiento de las leyes y de la jU3ticia y la realiza-
cion del derechó, poniéndose así en sitaaeion de podel'
~odificar indirectamente la conducta y sistema de los
Gobiernos, presentándoles de una manera visible las ne-
cesidades y exigencias de la opinion pública.


Siento mucho diSentir del ilustrado autor en algunas
. de estas apreciaciónes. Desde luego ese vicio existe y en
el grado notado por el Sr. Borrego; pero, á mi juicio su
origen se halla más en las ideas' que en las personas,
ántes en los principios que en los Gobiernos y en los go-
bernados,
~ egoísmo y la inmoralidad política han tomado en


las clases poseedoras y trabajadoras proporciones lilarman-
tes, estableciéndose entre ellas y los Gobiernos una mútua.
prestacion de s~rvicios que por maravilla no se' oponen al
bien público. ¿Puede esto achacarse á la intluencia de los
Gobiernos por pernici!,sa que se la suponga? ¿Puede darse
inmoralidad gubernamental por grande que ella sea, que
en nuestra sociedad alcance á producir semejantes resul-
tados? Indudablemente hay en "esto más error que perver-
sidad. Pues hé aqui los principios; y como los principios
se aplican y realizan principalmente por los Gobiernos,
resulta que la reforma de aquellos traeria consigo la. de"
éstos, y una vez verificada empezarian á derramar sobre
la sociedad desde las alturas del poder altos ejemplos, ver-
dades y virtudes que sirvieran como de base á la opinion
política en cuya formacion intervienen siempre los pode-
res públicos y señaladamente lc.3 Gobiernos. Verdad es'
que hay una masa de contribuyentes llena de honradez




y de buena fe, cuyo apartamiento de la política es hijo de
la desoonfianoo., del desaliento y del temor. Pero seme-
jante aptitud no es en estos honrados ciudadanos sistemá-
til!'R. D¿nseles garantías de seguridad, aléjense del Gobier-
no y de la política las ideas disolventes y los procedi- .
mientas perturbadores, y se verá desaparecel" al punto su
forzada indiferencia. Hay en ellos ménos ignorancia de la
que se supone; harto saben lo que quieren; harl·o distin-
guen el bien del mal en el órden político; lo que les falta
es medio,,· de dejar oir su voz patriótica y desinteresada.
El mal está en todos y en todo, y de todos debe partir el
impulso y el esfuerL:o, para estirparlo. Lo que falta es·
verdad en los principios y sistemas político~, buena fe y
espíritu práctico en los Gobiernos y moralidad en éstos y
en los gobernados. Ahora bien; ¿pueden darnos todo esto
las ligas de contribuyentes?


·Por otra parte, yo veo en éstas la acasion de conflictos
más ó ménos probables pero nunca imposibles, ni siquiera.
muy remotos, que conviene siempre evitar. Dado qqe la
liga de c~ntribuyentes fuera realizable de la manera pro-
puesta, el mero hecho de reunirse muchas pel'sonas con
el objeto de defender intereses comunes, entre los cuales
se encuentra la propiedad, no trae á la alianza los senti-
miéntos de tolerancia, de generosidad y áun de sacrificio
que son el alma de las soeiedalies humanas; al contrario,
es demasiado probable que se desarrollara el. egoísmo, el
cual traeria en pos de sí la tenacidad extrema en los pro-
pósitos y áun el espiritu de resistencia y de protesta. Fá-
cilmente se formaria de este modo por una parte un núcleo
de oposicion á 10sGobiernos, quizá un foco de perturba-
ciones· políticas que le embarazaria el camino de las re-
formas, y por otra un obstáculo para m~jorar la situacion
de las clases necesitadas. Conviene recordar que esta me-
jora es la obra del porvenir, á la cual hay que irseprepa-
randa, porque bien mirado, la solucion del problema so-
cial es lo que trae sin paz y SiD sosiego á las sociedades




modernas. En tal caso, la preponderancia que' adquiririan
las clases poseedoras y contribuyentes, vendria á falsear
laopinion pública, enturbiando precisamente las fuentes
de que el Sr. Borrego quiere derivi1.rla. En el párrafo !1113
del opúsculo se presentan medios para evitar este peligro;
pero ¿serán suficientes dada la humana flaqueza y el ma-
terialismo de nuestra sociedad? Apelo á la experiencia de
nuestros politicos.


Ademas teniende por base esta liga de con'tribuyentes
la comunidad y defensa de dereehos é intereses morales
me parece impracticable. Segun lo propuesto, todo viene
aquí á fundarse en una transaecion en punto á doctrina,
imposible de verificar en tan vastas y hetereogélleas agru-
paciones de individuos; todo viene aquí á fundarse en la
fusion de principios esencialmente antitéticos y profesa-
dos ademas con el ardor de la pasioll y áun del fanatismo.
¿Cómo ha de comprometerse un carlista ó un neo-catól'ico
á defender los derechos inrlividuales ó la existencia de
un periódico protestante? ¿Cómo á Sll vez, un republicano
ó un radical quemada sus naves para defender la prévia
censura ó pedir que se pagara el presupuesto del clero?
No hay para qué inSIstir en esto. El Sr. Borrego parte del
hermoso supuesto de que todos los españoles, los contri-
buyentes por lo. menos. profesallio8 unos mismos princi·
pios políticos, hallándonos dispuestos á aceptar de buen
grado unaConstitueion, la: de 181)9, por ejemplo. ¡Ah! Si
así fuera, no habria ni áun imaginado el opúsculo su ilus-
trado autor.


El Sr. Borrego ha prestado un gran servicio llamando la
atencion sobre el problema que convendria muchoresofvel'.
Pero á mi entender no hay necesidad de echarse pornue.vos
caminos para conseguirlo. Veo yo en lo que se propone no
sé qué de artificial y de sobrepuestoque.Do me responde de
su solidez.. El vicio existe; mas noporq ue falten remedios
para curarlo, sino porque no los empleamos viniendo á ser
todos cómplices en un mismo ,general delito. Ahí están las




89
Córtes, el periódico, el folleto, el libro, los derechos de
reunion y de peticion cua.ndo llegue la hora de que pue-
dan ejercitarse. Sin duda .estos medios'son naturales y su-
ficientes; y si ellos no bastaren, tampoco bastarán los que
contiene el opúsculo en cuestiono Fe, convicciones, mo-
ralidad, y aplicar á la política la honradez de que hace-
mos uso en los demas asuntos de la vida. Aparezca ésto y
tendremos sin esfllerzo formada la opinioll y completada
la educacion política del país.


Guardémonos de exagerar. Si la opinion pública con
respecto á la política no existe tal cual fuera de desear,
están ahí vivos y vigilantes la conciencia publica y el sen-
tido moral de las sociedades, contra los que nada prevale-
ce, y de cuya ínter-vencion en los asuntos públicos se en-
cuentran todos los partidos por terdbles expiaciones áper-
cibidos y escarmentados.


En resúmen: el Sr. Borrego señala con mano' segura un
vicio de que adolece la sociedarl española, pero no le asig-
na sus verdaderas causas. No son tan culpables los Go-'
biernos ni tan inocentes los gobernados: hállanse unos y
otros conta'giados, porque el mal está en los principios
así políticos como morales, los cuales hay que completar
profesando los que faltan y rectificar algunos de los que
se profesan. Disiento tambien en la eleccion del medio
con que ;;e debe atacar aquel vicio, porque la liga de que
se tra ta puede fomentar el 'egoismo de una clase poderosa
yenmarañar más de lo que está nuestra ·política, de cuya
ardiente arena en vano se la querria apartar.


Entiendo asimismo que es, hoy por hoy, impracticable,
porque supone identidad, ó por lo menos semejanza, de
principio~, de aspiraciones y de intereses en todos los parti-
dos liberales, 10 que no pasa de ser al presente una espe-
ranza. Ore o firmemente por último, que con los medios
conocidos podemos realizar el noble propósit) del autor
con tal que la politica en España tenga las cualidades si-
guientes : Verdad en sus principios, moralidad y toleranci a




90
en sus medios, y en sus fines desinteres y patriotismo.


Tal es mi parecer' sobre lo capital y dispositivo del
opúsculo en cuestion, prescindiendo de ciertas apreciacio-
nes históricas con las que no estoy en manera alguna c~n­
forme, pero en cuyo exámen y crítica no me es licito- en-
trar.


Réstame sólo, mi respetable amigo, autorizar á V. para
que dé á estos mal trazados renglone!il el destino que le
parezca.


Saluda á V. con la mayor consideracioll su amigo afec-
tisimo Q. B. S. M.


El Marqués de Cabra.


Junio 2 de 1815.




EPÍLOGO.


Las comunicaciones que preceden habrán puesto á
los lectores del presente opúsculo en posesion del juicio
que acerca de nuestro trabajo emiten los estadistas de
los diferentes partidos liberales que he consultado, y
cuya opiuion he deseado conozca el público,. á fin de
que ella sirva de garantía de que la enseñanza que me
propongo difundir abraza intereses comunes á los espa-
ñoles de todas condiciones y creencias, dirigiéndose;
comQ en efecto se dirige, á disponerlos á buscar en la
omnipotencia de la ley aquellas .prendas de seguridad,
de libertad y de reposo, de cuyos beneficios todos sin
excepcion debemos participar.


Mas no podia yo esperar, ni ménos era mi propósito,
que recayese una aprobacion general y unánime sopre
mis apreciaciones filosoficas é históricas, y únicamente
anhelaba que los medios que propongo puedan ser con-
siderados como conducentes al más rápido adelanto de
nuestra educacion política, y como siendo los más pro-
pios para que los españoles, cualquiera que sea su opi-
niou, encuentren en el respeto y la observancia de las
leyes la seguridad y la confianza de que sus derechos
políticos y civiles por nadie puedan ser impunemente
hollados.


Inevitable debia ser que la asociacion de mutua ayuda
á que mi pensamiento convida á los ciudadanos; que
los derechos que sus esfuerzos colectivos tendrian por
Objeto resguardar, no hayan en su totalidad merecido




92
la aprobacion y la simpatía de determinadas escuelas.
La defensa de la libertad religiosa, la de lo que de esen-
cial encierra el título 1 de la Constitticion de 1869, no
podian ser más gratas para los partfdarios acérrimos <ftl
la unidad católica, para aquellos cuya fe es endeble
en los beneficios de la libertad, que para los demócratas
a outrance, que para los promovedores de un nuevo y radi-
cal ordenamiento social, pueden serlo la bases del pro-
yecto de asociacion quéabogim por las naturales defen.
sas dt1 la rel,igion que profesa la inmensa mayoría de la
nacion, y en las que se ratifican los preceptos por
medio de los cuales se ponen límites razonables á la
doctrina de los derechos ilegislables.


Pero los neo-católicos y los librf~-pensado res que por
tales motivQs difieran d,e las bases 5.' y 11.' de nuestro
proyecto, ~o podrán ellos misulos dosconocer,q uelos fines
á que se dirigen las ba'sesJ!, 2.",3:,4.',6.',7:,8.', 9:
y 10.' son enteramente conformes á las creencias cató-
licas más arraigadas, como lo son igualmente á las con-
vicciones democráticas más absolutas, y en su consecuen-
ciá ellos y cuantos puedan diséntir de lo dispuesto en
las bases 5.'y 11.' del proyecto de asociacion, no cabe
que se hagan unos ni otros la"menor Husion respecto
á la casi yom:r;l\eta impotencia on que se han vJsto
cuantos han Pertenecido á ótro partido que aquel que
á la sazon ha sido el dominante, á efecto d(j hacer
resp.etar sus derechos, de encontrar en el:;¡,mparo 4e la
ley y en la imparcialidad de los encargadps de su ob-
servancia y cumplimiento, aquella proteccion y aque-
llas garantías qpe cOn¡;:tituyen la, esencia y la mora-
lida.d <.le l~ sociedades humanas ..


La organizacion que para alcanzar dichos fines pro-
ponemos, responde á dos órdt1nes de ideas, que bastará




93
no confundir para que se desvanezcan las objeciones que
á nuestro pensamiento presentan algunos de los respe-
tibIes sugetos cuyas censuras aparecen en el Apéndice.


Hemos dicho, y no queremos disim1Llarlo, que nues-
tras doctrinas son la síntesis de las constantes aspira-
ciones de la escuela á cuyas tareas dimos principio en
1836, 37 Y 38, Y cuya propagacion, en la medida de
nuestrai:J débiles fuerzas, ha sido la vocacion de nuestra
vida entera. No es de este lugar discutir los méritos de
esta escnela, esencialmente conciliadora de los antago-


,nismos que desgarran el seno deja patria amada. Podrán
_ mirar estas doctrinas como obstáculo y rémora á la rea-


lizacion de sus r~spectivos idealismos los señores cuya
censura han puesto de manifiesto las anteriores páginas
del Apéndice; pero la evidencia y el sentido comun
no podrán permitirles descono~er, que, exceptuando
aquellas muy contadas máximas y opiniones que en
nuestro sistema desaprueben, éste se dirige en princi-
pio, y por lo general, á dar á la ley la fuerza de que la
tienen privada la relajación de las costumbres públicas
y el atraso de la educacion política de nnestro pueblo.


¡"a asociacion que proponemos es, ya lo hemos dicho,
perfectamente comparable á las sociedades de seguros
mutuos, con la diferencia de que la Asociacion Nacional,
en vez de expedir p6lizas contra los riesgos de incendios
ó de otras contingencias atmosféricas, para resguardo de
lacasa;de las sementeras, d¿)los buques ó de lús ganados,
tiende á amparar la propiedad, la seguridad personal,
la libertad de conciencia, la de opiniones, la sinceridad
del voto electoral, la imparcialidad de los tribunales, al
mismo tiempo que se propou{l restablecer aquella al'·
monía, aquella caridad, aqu:él'hermanamiento cristiano
que eran el carácter distintivo de nuestra España.




9(
Sobre todos estos puntos no es dudoso que exista con-


formidad de propó;;itos entre nuestros impugnadores, y
no habrá, estamos segurós, lector irpparcial que no rE¡-
conozca que, así como un neo-católico, un carlista, un
federal, pueden sin derogar de sus opiniones acuodir á
sofocar un incendio, del mismo modo pueden, sin con-
fundirse, sill ranegar de sus creencias, prestar su con-
curso á una accion colectiva, encaminada á qua la ley
sea acatada, á que su::; disposiciones á todos amparen,
sin excepcion de clases ni de opiniones, á que las con-
diciones propias de"'la vida social y política que las ins-
tituciones oa)o 1M cU:ales vi. vimos_ nos conceden, se'
cumplan y se respeten, sean una verdad, un escudo,
una garantía de paz y de justicia, en vez de estar sii]ndo
el comodin, el instrumento de los partidos vencedores
para fundar su propio y abusivo predominio, á costa de
\1:1'0. '-"-~\:I:I\l.;r ~~\ \:,\~1:l-~I',\"'~ ~ü ~~I',\.() ~() l',"-I',~()ll~\"-Q,,,Q'3.'-'-()\''',
opinion la que acabo de expresar que, como por la mano,
conduce á explicar la escasa simpatía que hácia nues-
tro pensamiento expresan los que podemos considerar
Como representantes de partidos exclusivos, de escuelas
autoritarias que, aunque antagonistas en punto á prin-
cipios, coinciden respecto á convertir sus creenc'ias
monárquicas los unos, democráticas llevadas á sus últi-
mos líinites los otros, en instrumentos _de opresion á
pl'ovecho de parcialidades explotadoras.


Para los que teman conceder demasiado aceptando
el régimen representativo, no es extraño parezca peli-
groso el uso de procedimientos que habrán de habituar
á los españoles á las costumbres de la libertad, que les
revelarian el secreto de 1:1 fuerza y de la eficacia de la


colectividad aplicada á fines morales y de utilidad ge-
neral, y que derecllamente conducirían á la formacion




95
de una opinion pública, capaz de imponer á los que ha-
biendo monopolizado la representacion de esta misma
opinioll, r~l-)rced á la abstencion é indiferencia de los
hohrados contri buyentes, hicieron,de la d.ireccion de los,
negocios públicos la gestion de los ,suyos propios y la
granjería de sus respectivas parcia1idades,


No he querido disimular ninguna de las objeciones
opuestas á nuestro pensamiento, el que habiendo pa-
sado por el tamiz de la crítica de autoridades de tanta
nota, llega ante el inapelable tribunal del público con
cuanta instruccion se recluiere para que su fallo res-
pouda á las más exquisitas exigencias de la razon y "de
la conciencia.


Grande, lo confieso, habria sido mi. satisfaccion y mi
júbilo si no hubiera tropezado con las objeciones que mis
respetables censores oponen á los corolarios quede mi
sistema se desprenden; pero templa en gran manera:el
pesar de que hombres tan eminentes como los Exce-
lentísimos Sres. D. Cristino Martos, D .. Tosé de Eehega-
ray y D. Tomás de Mosquera 11,0 convengan en la efi-
cacia de los procedimientos que recomiendo, el poder
contar con la aprobacion y asentimiento de patricios tan
ilustres, tan doctos y tanjustamente estimados como los


Excmos. Sres. D. Francisco Santa ,Cruz.
D. Manuel Alonso Martinez.
D. Manuel Silvela.
D. Cristóbal Martin Herrera.


D. Antonio Romero Ortiz.
D. Juan Valera.
D. Ferr¡ando Leo!). y Castillo.




D. Ignacio Rojo Arias.


D. Eleuterio Maissonnave.
D. José Carvajal.
D. Joaquin Gil Berges.
D. Eduardo Chao.


Las cuatro agrupaciones políticas á las que pertene-
cen los señores cuyos preclaros nombres acabo de tras-
cr~bir, componen la mayoría de los lJartidos liberal e.s ,
con los que me es consolador, grato en extrelllo, y sír-
veine tambien (séame permitido añadir) de título de or-
gullo y de gloria hallarme de acuerdo; conformidad que
si no puede significar que lOS Sres. Gil Berges, Chao y
sus demas"amigos republicanos, sean en política lo que
yo soy, demuestra que para los hombres de esta última
opinion, como para todos aquellos que no nieguen las
leyes del progreso y del desenvolvimiento de las fa-
culta:des humanas, hay dentro de las condiciones inhe-
rentes á la libertad polí.tica y á la vida de las pueblos
modernos, derechos, condiciones y deberes que todos
los ciudadanos instruidos y honrados no pueden enten-
der sino de .Ia misma manera. "


Quédame tan sólo por expresar un sentimiento que
lo es para mí de pena por un lado y de esperanza por
otro. Al consu.ltar á los hombres notables de los diferen-
tes partidos en que nos hallamos divididos, no pndia


"dejar de dirigirme á aquel del que. si bien he diferido
frecuentemente despues de 1845, jamás me "separé de
su comunion, habiendo participado de todos los infor-
tunios del partido, pero jamás de sus prosperidades y
bienandanzas. No necesito hacer, ni para nadie diría
nada de nuevo, la historia de mís relaciones con el




m
partido conservador, del que séame lícito decir he sido
la encarnacion viva, pues no ha habido en sus filas quien
con más perseverancia, con más abnegacion, á costa
de mayores sacrificios, haya mantenido su fe iñaltera-
ble en lo que fueron las doctrinas y las reglas de con-
ducta del partido monárquico constitucional, por mí
bautizado con este nombre, al sacarlo del purgatorio á
que lo condujo la caida del Estatuto Real.


Mas como desgraciadamente á causa de las deplora-
bles divisiones que surgieron entre aquella robusta
asociacion políÜca que formarnos á partir de 1836 hasta
1845, no era fácil discernir en cuál de las parcialidades
salidas de los cismas que nos han fraccionado, residia
la ortodoxia de aquel gloripso partido, juzgué seria lo
ménos propenso á error dirigirme al eminente hombre
público á cuyas manos lha ,confiado su bandera la res-
tauracion, y en su consecuencia pedí al Excmo. Señor
D. Antonio Cánovas del Castillo que se sirviese él mis-
mo designar los sugetos que en su sentir pudiesen ser
considerados ~omo intérpretes de las opiniones del an-
tiguo partido moderado. S. E. designó á los señores
Conde de Toreno y Marqués de Cabra, y aunque estos
señores al consignar su opinion sobry mi trabajo, la re-
ducen á la expresion de su personal criterio, dejando á
salvo el que puedan forruar sus amigos políticos, no
creo sea aventurado ni pretencioso de parte mia abrigar
la creencia de que estos dos señores han expresado los
sentimientos de la mayoría de sus correligionarios, y en
este sentido y at,mdida la importancia que para mí tie-
ne el parecer de ambos mis respetables censores, no
puedo dejar de expresar al mismo tiempo, que mi agra·


, decimiento por las lisonjeras calificaciones con que me
honran, en qué manera, considerado bajo el punto de


7




98
vista de los intereses de la opiui9u conservadora, . cor-
responde caracterizar la disidencia que existe entre mi
concepcion relativa á la organizaciou de las fuerzas so-
ciales que propongo y las objeciones que respecto al
éxito de su aplicaciou deducen los Sres. Conde de
Toreno y Marqués de Cabra.


Son harto notorios los títuíos que al aprecio y á la
cousideracion del público no puede ménos de inspirar
el nombre histórico que lleva el primero, y me han uni-
d? vínculos demasiado estrechos con e~ segundo, para
que pueda Serme indiferente el disentimiento en que
parece nos encontramos. Mas trátase no ya de aprecia-
ciones sobre hechos que conciernan á la escasa aptitud
de mi pobre persona; la cuestion que se ventila es la del
interes, la del crédito, la del porvenir del gran partido
conservador, llamado á entrar en un período de nueva
vida al calor de la restauracion que nos tiene ofrecida la
plenitud del goce de las instituciones de la libertad, bajo
la monarquía de D. Alfonso, y son demasiado grandes los
intereses que el problema envuelve para que deba ser
tratado en otro terreno que en el de los principios y de
la con veniencia pública, vista á la clara luz que arroja
la experiencia histórica de los últimos cuarenta años.


No es difícil discernir que tanto para el Sr, Mar-
qués de Cabra como para el Sr. Conde de Toreno, el
impulso, la esencia, el alma del gobierno representati-
vo residen en otro elemento que en aquel que yo con-
sidero como la base, el cimiento y la garantía de esta
clase de gobierno. Si no me equivoco, juzgan ambos
apreciables señores que al ent) moral gobierno corres-
ponde guiar y dirigir la opinion, haciéndoles ver in-
convenientes y peligros en la ingerencia de colectivi-
dades organizadas á efecto de reunir, condensar y mo-




99
ralizar esta misma opinion, la cual no consideran que
disciplinada segun nuestro sistema, llegase á adquirir
saludable influjo, y ántes bien pudiera, en sentir del
Sr. Marqués de Cabra, conducir al desórden y á ma-
nifestaciones anárquicas.


Mucha y muy gloriosa parte asigno yo al Gobierno en
el mecanismo de los procedimientos de la libertad,
'pero ínterin mayor sea el influjo absorbente que se
qiiiera atribuirle, ménos llenará las condiciones pro-
pias del régimen representativo, cuya esencia y espí-
ritu consisten en qua el Gobierno sea el reflejo, la ex-
presion, el mandatario'de sus repres~ntados; y allí donde
esto no se realice en la medida de lo conveniente-
mente práctico y posible, allí donde los gobernantes
sean más ilustrados, más aptos, y ejerzan un influjo que
no proceda de la confianza que logren inspirar á sus
conciudadanos, allí no existirán las condiciones de la
libertad política que la monarquía constitucional estálla-
mada á realizar, por más que un Gobierno de tal modo
constituido, fuese ilustrado, benéfico y digno de aplauso.


Si no tuviésemos los españoles toda aquella aptitud
que se requiere para disfrutar del gobierno del país por
el país, más valdria contentarnos con instituciones con-


. sultivas, con una Cámara de Castilla, con aquellas ga-
rantías legales que pueden hallarse dentro de la indepen-
dencia judicial y de una preIíSa responsable dotada de
suficiente libertad; más valdria adoptar, repito, un tem-
peramento de esta clase, que perpetuar la mentira de un
gobierno constitucional sólo de nombré, de libertades
engañosas como las que hasta ahora nos han valido un
despotismo más ó ménos disimulado é hipócrita y alter-
nativamente ejercido, unas veces por los palaciegos y
otras por los revolucionarios.




100
Entre las combinaciones á que conducen las negacio-


nes que el Sr. Marqués de Cabra y el Sr. Conde de To-
reno oponen á la eficacia y virtud de la opinion pú-
blica disciplinada por medios constitucionales, y los re-
sultados á que naturalmente C8nducen los procedimien-
tos que yo recomiendo, existe toda la diferencia que
média entre el sistema y la conducta seguida por el
partido monárquico-constitucional cuando éste ganaba
elecciones sin ser Gobierno, y arrastraba tras de sí la
opinion del país, empleando para ello medios puramente
morales, y la conducta y los sist~mas seguidos por los
moderados de 1845 á 1854, Y de 1863 á 1868.


Entre estos dos sistemas está llamado el país á esco-
ger el que considere que mejor se adapta á sus int~re­
ses permauentes, á la consolidacion del trono y á la de-
finitiva posesion de la libertad.


No queremos disimular la esperanza de que el emi-
nent~ hombre público que se halla al frente del Gobier-
no, compxendiendo las necesidades de la situacion en·
el sentido quedejarpos expuesto, vea mayores garan-
tías para su obra de asentar el restablecimiento de la
dinastía sobre bases populares y firmes, siguiendo para
ello las tradiciones del partido conservador en la época
en que éste aceptaba las condiciones de libertad y de'
organízacion social proclamadas por El Correo Nacional,
en vez de optar por inspirarse en los temores que por
desconfianza hácia la opinion pública, que habia sido el
más'firme escudo de la infancia de Doña Isabel n, con-
dujo á los movimientos revolucionarios de 1836-1854
y 1868.


Andrés Borrego.
Wl de huio de 1 Si;l.




POST-SCRIPTUM.


El autor se proponía explorar la opinion de todas y
de cada Ulla de las diferentes parcialidades que dividen
á la familia liberal y creia haberlo realizado en el mero
hecho de haber solicitado la censura de ambas fraccio-
nes del partido constitucional, la de los radicales, la de
losmoderados y la de los adeptos á la escuela del señor
Castelar ..


En efecto, las últimas trasformaciones de nuestros
partidos habian refundido ~n el que se ha dado el nom-
bre de partido constitucional la parte del antiguo par-
tido progresista que no siguiera la jefatura del Sr. Ruiz
Zorrilla, al mismo tiempo que los constitucionales en-
grosaban sus filas con significativas agrupaciones pro-
cedentes de la Union liberal. Por otra par~e, los progre-
sistas que no siguieron al Sr. Sagasta, ·reunidos á lo
más granado de los demócratl\S, formaron el partido
radical, parcialidades las que acabo de enumerar, que
adicionadas á los moderados y á los republicanos de ór-
den, nos pareció no dejaban fuera de nuestro campo de
exploracion otras opiniones militantes que el carlismo
en armas y el federalismo cantonal, para los que, ni nues-
tra doctrina podia ser aceptable, ni su cooperacion armo-
nizarse con el derecho comunde la sociedad española.


Pero en el trabajo de descomposicion por un lado y
.de concentracion por otro que prevalece en la situacion




102
á que han venido á parar nuestros partidos, anúnciase
la formacion de otro nuevo, compuesto por notables su-
getos que pertenecieron á la homogeneidad radical,
agrupacion la de que hablamos que no debemQs pasar


. por alto, mascuyojuicio no hemos podido oportunamente
consultar por estar ya impreso el presente opúsculo
cu¡¡.ndo la prensa periódica ha hecho conocer que la par-
cialidad á que nos refel'iluos se organiza bajo la jefatura
de los Sres. Montero Rios, Figuerola, Marqués de Seoane, .
Moncasi y Gasset. Si estos señores no desdeñasen fijar
su atencion sobre nuestro modesto trabajo y emitir un
juicio que pueda prometernos la cooperacion de SUB
amigos á la obra de interes comUli que sometemos al
criterio de nuestros conciudadanos, en las ediciones que
del presente opúsculo deberán seguir á la que hoy ve la
luz pública, tendremos á mucha honra colocar la cen-
sura de tan distinguidos señores á continuacion de las
que ya figuran en el presente Apéndice.


A. B.
Madrid 6 de Julio.




ÍNDICE.


I. Los males rúbJicos 80n imputables, más que á los Gobiernos,
al atraso de nuestra Mueaeion política. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5


n. Pruebas de la proposicion que antecede.. .......... ...... ... 7
111. Daños y descrédito que para los partidos se siguen de no ob-


servar reglas de moralidad política, y de uo Inspirarse sufi-
centemente en los interelies generales de la nacion ....... '. 8


IV. Eeencla de los partidos y lugar que ocupan en la vida pú-
blica..................................................... 10


V. Causas y efectos de los vicios de que adolecen las reformas de-
bidas á los partidos liberales............................. 11


VI. Responsabilidad que al pals, y más particularmente á las cla-
Bes educadas y poseedoras alcanza en la situacion presente .. · 17


VII. El remedio á los males públicos, sólo podrá encontrarse en la
observancia de principios, cuya bondad haya comprobado la
experiencia.................. ...•.... ........ ..•.. ....... 20


VIII. De la relacion que hay entre el iRteres nacional y los intereses
de partido ............................................... 22


IX. Teoría y elementos de la opinlon nacional. No podrá haber
buen Gobierno, tnterin los partidos no se inspiren en ella... 25


X. Situacion que cabe á la ('estauracion y deberes especiales que
incumben á su Gobierno......... .. .......... ..•. . ........ 27


XL Como pueden contribuir los bombres de todas las opiniones, á
que se olltenga.n resultados recíprocamente ventajosos.. . . . 33


XII. No es posible poner remedio a los males pítblicos, fuera de las
condiciones do la libertad... ... .... ...... ... .. . . ....... ... 35


XIIJ. Bases fundamentales del concierto de las clases contribuventes I •
para formar la o¡¡inion nacional. .........•............... 3S


XIV. El país es dueño de sus propios destinos, y si conociendo lo.




104
Pág ••


medios de remediar sus males desouida el aplicarlos, legiti.---"
mará todas las tlranlas y las nuevas desgracias que puedan
sobrevenirle. . . . . . ... . .. .•.. . ... . . . . .... . .. .. . .. . .. ... . .. i4


XV. Mision de los hombres de buena voluntad en pró de la regl!!le-
racion moral del pais... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡!i


ÁPÉNDICE.-CoDsideraclones sobre la Idea del deber ...•............. ' 31
Comunicaciones recibidas por el autor expresivas del juicio que so-


bre el presente opúsculo han formado autorizados represen-
tantes de los diferentes partidos en que se halla dividida la
oplnioD libaral ........................ :.................. 61


Epílogo ........................................................... 91
l'ost-scrlptum .................................................... 1()1