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ENSAYO


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EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISJlO.


POR D. JUAN DONOSO CORTÉS,


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lIIPIIt.;>iTA 1>11: LA PUliLICIOAO, .~ CAIIGO !l~. M. nIIAnnHIl.I.


ralle dt' .lesu:-, (le 1Va1il', núm. t~.







AnVERTENCIA.


Esta obra ha sido examinada en su parte dogmática por
uno de los teólogos de más renombre de París, que per-
tenece á la gloriosa escuela de los Benedictinos de Soles-
mes. El autor se ha conformado en la redaccion definitiva
de su obra con todas sus observaciones.




..




LIBRO PRIMERO.


DEL CATOLICISMO•







LIBRO PRIMERO.


CAPITULO PRIMERO.


llE CÓMO EN TOllA ¡:nAN CUESTION POLÍTICA VA ENVlJELTA SIF.MPIlE UNA GRAN
CUESTION TEOLÓGICA.


MR. Proudhon ha escrito, en sus Confesiones de un
revolucionario, estas notables palabras: «Es cosa que
admira el ver de qué manera en todas nuestras cues-
tiones políticas tropezamos siempre con la teología.»
Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la
sorpresa de Mr. Proudhon. La teología, por lo mismo
que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y
abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano
que contiene y abarca todas cosas.


Todas ellas estuvieron ántes de que fueran, y es-
tán despues de creadas, en el entendimiento divino;
porque si Dios las hizo de la nada, las ajustó á un
molde que está en él eternamente. Todas están allí
por aquella altísima manera con qne están los efectos
en sus causas, las consecuencias en sus principios,
los reflejos en la luz, las formas en sus eternos ejem-
piares: en él están juntamente la anchura de la mar,
la gala de los campos, las armonías de los globos,




!~ ENSAYO SORRE EL CATOLICISMO,


las pompas de los mundos, el esplendor de los astros,
las magnificencias de los cielos. Allí está la medida,
el peso y número de todas las cosas, y todas las co-
sas salieron de allí con número, peso y medida. Allí
están las leyes inviolables y altísimas de todos los
séres , y cada cual está bajo el imperio de la suya.
Todo lo que vive, encuentra allí las leyes de la vida;
todo lo que vegeta, las leyes de la vegetacion; todo
lo que se mueve, las leyes del movimienlo; todo lo
que tiene sentido, la ley de las sensaciones; lodo el
que tiene inteligencia, la ley de los entendimientos;
lodo el que tiene libertad, la ley de las voluntades.
De esta manera puede afirmarse, sin caer en el pan-
teismo , que ladas las cosas están en Dios, y que Dios
está en todas las cosas.


Esto sirve para explicar por qué causa al compas
mismo con que se disminuye la fe, se disminuyen
las verdades en el mundo; y por qué causa la so-
ciedad qne vuelve la espalda á Dios, ve ennegrecerse
de súbito con aterradora oscuridad todos sus hori-
zontes. Por esta razon la religión ha sido conside-
rada por todos los hombres, y en todos los tiempos,
como el fundamento indestructible de las sociedades
humanas: Ümnis humanas societatis [undamenium con-
vellit qui reliqionem conoellit , dice Platon , en el li-
01'010 de SIIS leyes. Segun Jenofonte (sobre Sócra-
les): " Las ciudades y naciones más piadosas han sido
siempre las más duraderasy más sabias. Plutarco afir-




EL LlJlEI\ALIS~1O y EL SOCIALlS~lO. .5
ma (contra Colotés), "que es cosa más fácil fundar una
ciudad en el aire, que constituir una sociedad sin la
creencia de los dioses.» Bousseau , en el Contrato So-
cial, libro q..o, capítulo 8.°, observa "que jamas se
fundó estado ninguno sin que la religion le sirviese
de fundamento. » Voltaire dice, Tratado de la toleran-
cia, capítulo 20, "que allí donde hay una sociedad,
la religion es de todo punto necesaria. » Todas las
legislaciones de los pueblos antiguos descansan en el
temor de los dioses. Polibio declara que ese santo
temor es todavía más necesario que en los otros, en
los pueblos libres. Nurna , para que Roma fuese la ciu-
dad eterna, hizo de ella la ciudad santa. Entre los
pueblos de la antigüedad, el roma no fué el más grande,
cabalmente porque fué el más religioso. Como César
hubiera pronunciado un dia en pleno senado ciertas
palabras contra la existencia de los dioses, luego al
punto Caton y Ciceron se levantaron de sus sillas,
para acusar al mozo irreverente de haber pronun-
ciado una palabra funesta á la República. Cuéntase
de Fabricio, capitan romano, que como oyese al filó-
sofo Cineas mofarse de la divinidad en presencia de
Pirro, pronunció estas palabras memorables: " Ple-
gue á los dioses que nuestros enemigos sigan esta
doctrina, cuando estén en guerra con la República.»


. La disminucion de la fe, que produce la dismi-
nucion de la verdad, no IIcva consigo forzosamente
la disminucion , sino el extravío de la inteligencia


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6 ENSAYO SOURE EL CATOLICISMO,
humana. Misericordioso y justo á un tiempo mismo,
Dios niega á las inteligencias culpables la verdad,
pero no las niega la vida; las condena al error, mas
no á 1a muerte, Por eso todos hemos visto pasar
delante de nuestros ojos esos siglos de prodigiosa in-
credulidad y de altísima cultura, que han dejado en
pos de sí un surco, ménos luminoso que inflamado en
la prolongacion de los tiempos, y que han resplan-
decido con una luz fosfórica en la historia. Poned,
sin embargo, en ellos vuestros ojos; miradlos una vez
y otra vez , y veréis que sus resplandores son incen-
dios, y que no iluminan sino porque relampaguean.
Cualquiera diria que su iluminacion procede de la
explosion súbita de materias de suyo oscuras, pero
inflamables, más bien que de las purísimas regiones
donde se engendra aquella luz apacible, dilatada sua-
vemente en las bóvedas del cielo, con soberano pin-
cel , por un pintor soberano.


y lo mismo que aquí se dice de las edades. puede
decirse de los hombres. Negándoles ó concediéndo-
les la fe, les niega Dios ó les quita la verdad: ni les
da ni les quita la inteligencia. La de los incrédulos
puede ser altísima, y la de los creyentes humilde.
La primera empero no es grande, sino á la manera
del abismo; mientras que la segunda es santa, á la
manera de un tabernáculo: en la primera habita el


.error, en la segunda la verdad. En el abismo está,
('.00 el error, la muerte; en el tabernáculo, con la ver-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 7
dad, la vida. Por esta razon para aquellas sociedades
que abandonan el cullo austero de la verdad, por la
idolatría del ingenio, no hay esperanza ninguna. En
pos de los sofismas vienen las revoluciones, yen. pos
de los sofistas los verdugos.


Posee la verdad política el que conoce las leyes á
que están sujetos los gobiernos; posee la verdad so-
cial el que conoce las leyes á que están sujetas las
sociedades humanas; conoce estas leyes el que co-
noce á Dios; conoce á Dios el que oye lo que él afir-
ma de sí, y cree lo mismo que oye. La teología es
la ciencia que tiene por objeto esas afirmaciones. De
donde se sigue, que toda afirmacion relativa á la so-
ciedad ó al gobierno, supone una afirmacion relativa
á Dios; ó lo que es lo mismo, que toda verdad polí-
tica o social se convierte forzosamente en una verdad
teológica.


Si todo se explica en Dios y por Dios, y la teolo-
gía es la ciencia de Dios, en quien y por quien todo
se explica, la teología es la ciencia de todo. Si lo es,
no hay nadafuera de esa ciencia, que no tiene plu-
ral; porque el todo, que es su asunto, no le tiene.
La ciencia política, la ciencia social no existen, sino
en calidad de clasificaciones arbitrarias del entendi-
miento humano. Elhombredistingue en su flaqueza
fo que está unido en Dios con una unidad simplicí-
sima. De esta manera distingue las afirmaciones po-
líticas, de las afirmaciones sociales y de las afirmacio-




8 llNSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
nes religiosas; miéntras que en Diosno hay sino una
afírmacion, única, indivisible y soberana. Aquelque
cuando habla explícitamente de cualquiera cosa, ig-
nora.que habla implícitamente de Dios, y que cuando
habla explícitamente de cualquier ciencia, ignora
que habla implícitamente de teología, puede estar
cierto de que no ha recibidode Dios sino la inteligencia
absolutamente necesaria para ser hombre. La teolo-
gía, pues, considerada en su acepcion más general,
es el asunto perpetuo de todas las ciencias, así como
Dios es el .asunto perpetuo de las especulacioneshu-
manas. Toda palabra que sale de los labios del hom-
bre es una afirmacion de la divinidad, hasta aquella
que le maldice ó que le niega. El que revolviéndose
contra Dios exclama frenético diciendo, «te aborrez-
co, tú noexistes,» expone un sistemacompleto de teo-
logía; de la misma manera que el que levanta á él
el corazon contrito, y le dice: «Señor, hiere á tu sier-
vo, que te adora.» El primero arroja á su rostro una
blasfemia; el segundo pone á sus piés una oracion :
ambos empero le afirman, aunque cada cual de su
manera, porque ambos pronuncian su nombre inco-
municable.


En la manera de pronunciar ese nombre está la
solucion de los más temerosos enigmas: la vocacion
de las razas, el encargo providencial de los pueblos,
las grandes vicisitudes de la historia, los levanta-
mientos y las caídas de los imperiosmás famosos, las




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALSIMO. 9
conquistas y las guerras, los diversos temperamentos
de las gentes, la fisonomía de las naciones y hasta
su varia fortuna.


Allí donde Dios es la infinita sustancia, el hom-
bre, entregado á una contemplacion silenciosa, da
la muerte á sus sentidos, y pasa la vida como un
sueño, acariciado por brisas olorosas y enervantes.
El adorador de la infinita sustancia e.stá condenado á
una esclavitud perpetua y á una indolencia infinita:
el desierto tendrá para él algo de divino sobre la
ciudad, porque es más silencioso, más solitario y
más grande; y sin embargo no le adorará como á su
dios, porque el desierto no es infinito. El Océano se-
ría su única divinidad, porque lo abarca todo, si no
hubiera extrañas turbulencias y ruidos extraños. El
sol, que todo lo alumbra, sería digno de su culto, si
no abrazara con su vista su disco resplandeciente.
El cielo sería su señor, si no hubiera lumbreras; y
la noche, si no tuviera rumores. Su dios es todas es-
tas cosas juntas: inmensidad, oscuridad, inmobili-
dad, silencio. Allí se levantarán á lo alto y de re-
pente, por la secreta virtud de una vegetacion pode-
rosa, imperios colosales y bárbaros, que caerán con
estrépito en un dia, abrumados por la inmensa pesa-
dumbre de otros más gigantescos y colosales, sin de-
jar rastro en la memoria de los hombres, ni de su
caida ni de su levantamiento. Los ejércitos estarán
sin disciplina, como los individuos sin inteligencia.




10 ENSAYO SOUIIE EL CATOLICIS~IO,
El ejército será ante todas cosas, y principalmente
muchedumbre. La guerra tendrá ménos por objeto
averiguar cuál es la nacion más heróica , que cuál es
el imperio más populoso ; la victoria misma no será
un título de legitimidad, sino porque es el símbolo
de la divinidad, siéndolo de la fuerza. Como se ve,
la teología y la historia indostánica son una cosa
misma.


Volviendo los ojos al Occidente, se ve, como ten-
dida á sus puertas, una regionque da entrada á un
nuevo mundo, en lo moral, en lo político y en lo teo-
lógico. La inmensa divinidad oriental se descompone
allí, y pierde lo que tiene de austero y de formidable:
su unidad es multitud. La divinidad era allí inmóbil ;
la multitud bulle aquí sin reposo. Todo era allí silen-
cio ; todo es aquí rumores, cadencias y armonías. La
divinidad oriental se prolongaba por todos los tiem-
pos, y rebosaba por todos los espacios. La gran fa-
milia divina tiene aquí su árbol genealógico, y cabe
toda con anchura en la cumbre de un monte. Una
eterna paz reposa en el dios del Oriente: todo es aquí,
en el alcázar divino, guerra, confusion y tumulto. La
unidad política pasa por las mismas vicisitudes que
la unidad religiosa: aquí es un imperio cada ciudad,
miéntras que allí todas las muchedumbres formaban
un imperio. A un dios corresponde un rey; á una re-
pública de dioses otra de ciudades. En esta multitud
de ciudades y de dioses todo será desordenado y con-




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALISMO. H
fuso. Los hombres tendrán un no sé qué de heróico y
de divino, y los dioses un no sé qué de terrenal y hu-
mano. Los dioses darán á los hombres la comprensión
de las grandes cosas y el instinto de las cosas bellas,
y los hombres darán á los dioses sus discordias y sus
vicios. Habrá hombres de alta fama y virtud, y dio-
ses incestuosos y adúlteros. Impresionable y nervioso,
ese pueblo será grande por sus poetas y famoso por
sus artistas, y se dará al mundo en espectáculo; la
vida no será bella á sus ojos, sino en cuanto resplan-
dece con los reflejos de la gloria; ni tendrá á la muerte
por tremenda, sino en cuanto la siga el olvido : sen-
sual hasta en la médula de sus huesos, noverá en la
vida sino los placeres: y tendrá la muerte por dichosa,
si muere entre flores. La familiaridad y el parentesco
con sus dioses hará á ese pueblo vano, caprichoso,
locuaz y petulante; falto de respeto á la divinidad,
carecerá de gravedad en sus designios, de fijeza en
sus propósitos, de consistencia en sus resoluciones.
El mundo oriental se presentará á sus ojos como una
region llena de sombras, Ó como un mundo poblado
de estatuas: el Oriente á su vez, poniendo los ojos
en su vida tan efímera, en su muerte tan temprana,
en su gloria tan breve, le llamará pueblo de niños.
Para el uno la grandeza está en la duracion , para
el-otro en el movimiento. De esta manera la' teología
griega, y la historia griega y el temperamento grie-
go, son una misma cosa.


'1




12 ENSAYO SOnUE EL CATOLIC1S)1O ,
Este fenómeno es visible sobre todo en la historia


del pueblo romano. Sus principales dioses, de fami-
lia etrusca, por lo que tenian de dioses eran grie-
gas, por lo que tenian de etruscos eran orientales;
por lo que tenían de griegos eran muchos, por lo
que tenían de orientales eran austeros y sombríos. En
política como en religion, Roma es á un tiempo mismo
el Oriente y el Occidente. Es una ciudad como la de
Teseo, y un imperio como el de Ciro. Roma figura á
Jano : en su cabeza hay dos caras, y en sus dos ca-
ras dos semblantes; el uno es el símbolo de la du-
racion oriental, y el otro el del movimiento griego.
Tan grande es su movilidad, que llega á los confi-
nes del mundo; y tan agigantada su duracion, que
el mundo la llama eterna. Criada por el consejo di-
vino para preparar las vias á aquel que habia de ve-
nir, su encargo providencial fué asimilarse todas las
teologías, y dominar á todas las gentes. Obedeciendo
á un llamamiento misterioso, todos los dioses suben
al Capitolio romano, y pasmadas las gentes con un
súbito terror, derriban al suelo su cerviz todos los
pueblos y todas las naciones. Todas las ciudades,
unas despues de otras. se ven desamparadas de sus
dioses: los dioses, unos despues de otros, se ven des-
pojados de todos sus templos y de todas sus ciuda-
des. Su gigantesco imperio tiene por suya la legiti-
midad oriental, la muchedumbre y la fuerza y la le-
gitimad del Occidente. la inteligencia y la disciplina.




EL LIIlEIIALIS)1O ). EL SOCIALISMO. 1:~
Por eso todo lo avasalla, y nada le resiste; todo lo
tritura, y nadie se queja. De la misma manera que
su teología tiene al mismo tiempo algo de diferentq
y algo de comun con todas las teologías, Roma tiene
algo que la es propio, y mucho que la es comun con
todas las ciudades vencidas por sus armas, ó·deslus-
tradas por su gloria: tiene de Esparta, la severidad;
de Atenas, la cultura; de Ménfis, la pompa, y la gr~n­
deza, de Babilonia y de Nínive. Para decirlo todo de
una vez, el Oriente es la tésis, el Occidente su an tí-
tesis, Roma la síntesis; y el romano imperio no sig-
ni/lea otra cosa sino que la tésis oriental y la antítesis
occidental han ido á perderse y á confundirse en la
síntesis romana. Descompóngase ahora en sus ele-
mentos constitutivos esa poderosa síntesis, y se ob-
servará que no es síntesis en el orden político y so-
cial , sino porque lo es tarnbien en el orden religioso.
En los pueblos orientales como en las repúblicas
griegas, y en el imperio romano como en las repú-
blicas griegas y en los pueblos orientales, los siste-
mas teológicos sirven para explicar los sistemas po-
líticos : la teología es la luz de la historia.


La grandeza romana no podia bajar del Capitolio
sino por los mismos medios que la habían servido
para subir á su cumbre. Nadie podía asentar su planta
en Homa, sino con el permiso de sus dioses; nadie
podia escalar el Capitolio, sino derrocando ántes
á Júpiter óptimo. máximo. Los antiguos, que tenian




ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,


una noticia confusa de la fuerza vital que reside
en todo sistema religioso, creian que ninguna ciudad
,podia ser vencida si ántes no era abandonada por
los dioses nacionales. Seguíase de aquí en todas las
guerras de ciudad á ciudad, de pueblo á pueblo y de
raza á raza, una contienda espiritual' y religiosa, que
seguía los mismos pasos que la material y política.
Los sitiados , al mismo tiempo que resistían con el
hierro, volvían los ojos á sus dioses para'que no los
dejaran en mísero abandono. Los sitiadores, á su vez,
los conjuraban al abandono de la ciudad con mis-
teriosas imprecaciones. Desventurada la ciudad 'en
donde resonaba tremenda aquella voz que decía :
Vuestros dioses se van; vuestros dioses os abando-
nan. El pueblo de Israel no podía ser vencido cuando
Moises levantaba las manos al Señor; y no podia
vencer cuando las derribaba hácia el suelo. Moisés


. '


es la figura del género humano, proclamando en to-
das las edades, con diferentes fórmulas y de diferente
manera, la omnipotencia de Dios y la dependencia
del hombre, el poderío de la religión y la virtud de
las plegarías.


Roma sucumbió, porque sus dioses sucumbieron ;
su imperio acabó, porque acabó su teología. De esta
manera, la historia viene á poner como de relieve el
gran principio que está en lo más hondo del abismo
de la conciencia humana.


Roma habia dado al mundo sus césares y sus dio-




EL LIIIERALlSMO y EL SOCIALISMO,


ses. Júpiter y César Augusto se habían dividido entre
sí el grande imperio de las cosas humanas y divinas.
El sol, que había visto levantarse y caer agigantados
imperios, no habia visto .ninguno , desde el dia de su
creacion , de tan augusta majestad y de tan extraña
grandeza. Todas las gentes habían recibido su yugo;
hasta las más ásperas y agrestes habían doblado
sus cervices: el mundo habia depuesto las armas,
la tierra guardaba silencio.


Por aquel tiempo nació. en humilde establo, de pa-
dres humildes, un niño prodigioso, en la tierra de los
prodigios. Decíase de él que al tiempo de aparecer
entre los hombres. babia brillado una nueva estrella
en el cielo; que apénas nacido, habia sido adorado
de pastores y de reyes; que espíritus angélicos ha-
hian hablado á los hombres y habían cruzado por
los aires; que su nombre incomunicable y misterioso
había sido pronunciado en el principio del mundo;
que los patriarcas habían aguardado su venida; que
los profetas habian anunciado su reino, y que hasta
las sibilas habian cantado sus victorias. Estos extra-
ños rumores habían llegado hasta los oídos de los
servidores del César, y de aquí un vago terror y so-
bresalto en sus pechos. Ese sobresalto y ese vago ter-
ror pasaron sin embargo muy pronto, cuando vieron
que los dias y las noches proseguian como siempre
su perpetua rotacion , y que el sol seguia iluminando
como ántes el horizonte romano. Y dijeron para sí




I (j ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
los gobernadores imperiales: El César es inmortal,
y los rumores que oimos , fuéron rumores de gente
asustadiza y ociosa, y así pasaron treinta años; con-
tra las preocupaciones del vulgo, hay un remedio
eficaz : el desprecio yel olvido.


Pero véase aquí que pasados treinta años, la gente.
descontentadiza y ociosa vuelve á buscar, en nuevos
y mas extraños rumores , un nuevo alimento á sus
ocios. El Niño se habia hecho hombre, al decir de las
gentes; al recibir en su cabeza las aguas del Jordán,
habia venido sobre él un espíritu en figura de palo-
ma; se habian rasgado los cielos y habia resonado
una voz clamando en las alturas : «Este es mi Hijomuy
querido. » Entre tanto el que le bautizó, hombre aus-
tero y sombrío,' habitante de los desiertos y aborre-
cedor del género humano, clamaba á las gentes sin
cesar: «Haced penitencia; l) y señalando con el dedo
al niño hecho hombre, daba este testimonio de él :
« Este es el cordero de Dios, que quita los pecados del
mundo.. Que en todo esto habia una farsa de mal gé-
nero, representada por farsantes de mala especie,
era cosa que para todos los «espíritus fuertes» de aqueo
tla edad no ofrecia ningun género de duda. El pueblo
judío fué siempre muy dado á sortilegios y supers-
ticiones. En las edades pasadas, y cuando volvía sus
ojos oscurecidos con el llanto hácia su abandonado
templo y hacia su patria perdida, esclavo del babi-
lonio. un gran conquistador. anunciado por sus profe-




EL LInEHALIS)lO y EL SOCIALlS)lO. 17
las, le habia redimido del cautiverio, y le habia de-
vuelto á un tiempo mismo su templo y su patria. No
era pues cosa extraña, sino ántes muy natural, que
aguardara una nueva redencion y un nuevo liberta-
dor que quebrantara para siempre en su cerviz la
dura cadena de Roma.


Si no hubiera habido más que esto, las gentes des-
preocupadas y entendidas de aquella edad hubieran
dejado caer probablemente estos rumores, como hi-
cieron con los pasados, hasta que el tiempo, ese gran
ministro de la razon humana, los hubiera desvane-
cido por los aires; pero no sé qué hado funesto dis-


o puso de otra manera las cosas; porque sucedió que
Jesus (este era el nombre de la persona de quien se
contaban tan grandes prodigios) comenzó á enseñar
una nueva doctrina, y obrar obras espantables. Su
audacia ó su locura llegó á punto de llamar hipócri-
tas y soberbios á los soberbios é hipócritas, y blan-
queados sepulcros á los que eran sepulcros blanquea-
dos. La dureza de sus entrañas fué tan grande, que
aconsejó á los pobres la paciencia, yescarneciéndolos
despues , celebró su buena ventura. Para vengarse
de los rico1:. que le tuvieron siempre en rnénos, les
dijo: «Sed misericordiosos.. Condenó la fornicacion y
el adulterio, y comió el pan de los fornicadores y
adúlteros. Desdeñó, tan grande era su envidia, á los
doctores y á los sabios, y conversó, tan ruines eran
sus pensamientos, con gentes rudas y groseras. Fué




18 ENSAYO SOBRF. EL CATOLlC1S:IIO,
tan extremado en el orgullo, que se llamó señor de
las tierras, de los mares y de los cielos, y fué tan
consumado en las artes de la hipocresía, que lavó
los piés á unos pobres pescadores; á pesar de su
austeridad estudiada, dijo que su doctrina era amor;
condenó el trabajo en Marta, y santificó el ocio en
María; estuvo en relaciones secretas con los espíri-
tus infernales, y por precio de su alma recibió el don
de los milagros. Las turbas le seguian, y le adoraban
las .rnuchedumbres.


Como se ve, á pesar de su buena voluntad, no
podian permanecer por más tiempo impasibles los
guardadores de las cosas santas y de las prerogativas
imperiales, responsables como eran, por razon de sus
oficios, de la majestad de la religion y de la paz del
Imperio. Lo que les movió principalmente á salir de
su reposo, fué el aviso que tuvieron de que por una
parte una grande multitud de gentes habia estado á
punto de proclamarle rey de los judíos, y por otra,
se habia llamado á sí mismo Hijo de Dios, y habia in-
tentado apartar á los pueblos del pago de los tributos.


El que tales cosas habia dicho y el que tales obras
habia obrado, era necesario que muriera'por el pue-
blo. Faltaba solo justificar estos cargos, y aclarar de-
bidamente estos puntos. Por lo tocante á los tribu-
tos, como fuese preguntado sobre el particular, dió
aquella célebre respuesta con que desconcertó á los
curiosos, diciéndoles: « Dad á Dioslo que es de Dios,




EL LIIlERALlS)1O y EL SOCIALlS:I!O. 19
y al César. lo que es del César; " que fué tanto como
decir: «Os dejo vuestro César. yos quito vuestro Júpi-
ter. JI Preguntado por Pilatos y por el gran sacerdote.
ratificó su dicho. afirmando de sí, que era el Hijo de
Dios; pero que no era de este mundo su reino. En-
tónces dijo Caifas : este hombre es culpable y debe
morir; y Pilatos al revés : dejad libre á este hombre,
porque es inocente.


Caifas, gran sacerdote, miraba la cuestion bajo el
punto de vista religioso. Pilatos, hombre lego, miraba
la cuestion bajo el punto de vista político. Pilatos no
podia comprender qué tenia que ver el estado con
la religion, César con Júpiter, la política con la teo-
logía. Caifas, por el contrario, pensaba que una nueva
religión trastornaría el estado, que un nuevo Dios
destronaria al César, y que la cuestion política iba
envuelta en la cuestion teológica. La muchedumbre
pensaba instintivamente como Caifas, y en sus roncos
bramidos llamaba á Pilatos enemigo de Tiberio. La
cuestion quedó en este estado por entónces.


Pilatos, tipo inmortal de los jueces corrompidos,
sacrificó el Justo al miedo, y entregó á Jesus á las
furias populares, y creyó purificar su conciencia la-
vándose las manos. El Hijo de Dios subió á la cruz,
lleno de vilipendios y ludibrios: aHí se levantaron
contra él con sus manos y con sus bocas los ricos y
los pobres, los hipócritas y los soberbios, los sacer-
dotes y los sabios. las mujeres de mala vida y los




20 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
hombres de mala conciencia, los adúlteros y los for-
nicadores. El Hijo espiró en la cruz pidiendo por sus
verdugos, y encomendando su espíritu á su Padre.


Todo entró por un momento en reposo; pero des-
pues viéronse cosas que aun no habían visto los
ojos de los hombres. La abominacion de la desola-
cion en el templo; las matronas de Sion, maldiciendo
su fecundidad; los sepulcros henchidos, Jerusalen sin
gente, sus muros por .el suelo, su pueblo disperso
por el mundo, el mundo en armas. Las águilas de
Roma dando al aire míseros alaridos. Roma sin cé-
sares.y sin dioses; las ciudades despobladas, y po-
blados los desiertos; por gobernadores de las nacio-
nes, hombres que no saben -leer, vestidos de pieles;
muchedumbres obedeciendo á la voz de aquel que
dijo en el Jordan, «haced penitencia ,» y á la voz de
aquel otro que dijo: ( El que quiera ser perfecto, que
deje todas las cosas, que tome su cruz y me siga; ) y
los reyes adorando la cruz, y la cruz levantada en
todas partes.


¿Por qué tan grandes mudanzas y trastornos? Por
qué tan grande desolacion , y tan universal cataclis-
mo? ¿Qué significa eso? Qué sucede? Nada: que unos
nuevos teólogos andan anunciando una nueva teo-
logía por el mundo.




CAPITULO 11.


DE LA SOCIEDAD BAJO EL HIPEBIO DE I,A TEOLOGÍA CATÓLICA.


ESA nueva teología se llama el Catolicismo. El Ca-
tolicismo es un sistema de oivilizaoion completo; tan
completo, que en su inmensidad lo abarca todo : la
ciencia de Dios, la ciencia del ángel, la ciencia del
universo, la ciencia del hombre. El incrédulo cae en
éxtasis á vista de su inconcebible extravagancia, y
el creyente á vista de tan extraña grandeza. Si hay al-
guno por ventura que, al mirarle, pasa de largo y se
sonrie, las gentes, más asombradas aun de tan es-
túpida indiferencia que de aquella grandeza colosal
y de aquella extravagancia inconcebible, alzan la voz
y exclaman: Dejemos pasar al insensato.


La humanidad entera ha cursado por espacio de
diez y nueve siglos en las escuelas de sus teólogos y
de sus doctores; y al cabo de tanto aprender, y al
cabo de tanto cursar, hoy dio. es, y aun no ha llegado
con su sonda al abismo de su ciencia. Allí aprende
corno y cuándo han de acabar, y cuándo y cómo han




22 ENSAYO SOBIIE EL C.HOLICISlIO,
tenido principio las cosas y los tiempos : allí se le
descubren secretos maravillosos que estuvieron siem-
pre escondidos á las especulaciones de los filósofos
gentiles, y al entendimiento de sus sabios: allí se 1('
revelan las causas finales de todas las cosas, el con-
certado movimiento de las cosas humanas, la natu-
raleza de los cuerpos y las esencias de los espíritus,
los caminos por donde andan los hombres, el tér-
mino adonde van, el punto de donde vienen, el mis-
terio de su peregrinación y el derrotero de su viaje.
el enigma de sus lágrimas, el secreto de la vida y
el arcano de la muerte. Los niños, amamantados á sus
fecundísimos pechos, saben hoy más que Aristóteles
y Platon , luminares de Aténas. Y sin embargo, los
doctores que tales cosas enseñan, y que á tales al-
turas alcanzan, son humildes. Solo al mundo cató-
lico le ha sido dado ofrecer un espectáculo en la tier-
ra, reservado ántes á los ángeles del cielo: el espec-
táculo de la ciencia derribada por la humildad ante
el acatamiento divino.


Llámase esta teología católica, porque es univer-
sal; y lo es en todos los sentidos y bajo todos los as-
pectos : es universal, porque abarca todas las verda-
des; lo es, porque abarca todo lo que todas las ver-
dades contienen; lo es, porque su naturaleza está
destinada á dilatarse por todos los espacios, y á pro-
longarse por todos los tiempos; lo es en su Dios, y
lo es en sus dogmas.




EL LIIlERALlSMO y EL SOCIALIS)IO. 23
Dios era unidad en la India l dualismo en la Persia l


variedad en Grecia, muchedumbre en Roma. El Dios
vivo es uno en su sustancia l como el índico; múltiple
en su persona, á la manera del pérsico; á la manera
de los dioses griegos es vario en sus atributos; y por
la multitud de los espíritus (dioses) que le sirven,
es muchedumbre, á la manera de los dioses romanos.
Es causa universal, sustancia infinita é impalpable l
eterno reposo y autor de todo movimiento; es inteli-
gencia suprema, voluntad soberana; es continente l •
no contenido. Él es el que lo sacó todo de la nada,
y el que mantiene cada cosa en su sér ; el que go-
bierna las cosas angélicas, las cosas humanas y las
cosas infernales : es misoricordiosísirno , justísimo.
amorosísimo, fortísimo, potentísimo , simplicísimo,
secretísimo , hermosísimo, sapientísimo : el oriente
conoce su voz, el occidente le obedece, el mediodía
le reverencia, el seteqtrion le acata. Su palabra hin-
che la creacion , los astros velan su faz, los serafi-
nes reflejan su luz en sus alas encendidas, los cielos
le sirven de trono, y la redondez de la tierra está
colgada de su mano. Cuando los tiempos fuéron cum-
plidos, el Dios católico mostró su faz; esto bastó para
que todos los ídolos fabricados por los hombres ca-
yeran derribados por el suelo. Ni podria ser de otra
rnanera , si se atiende á que las teologías humanas no
eran sino fragmentos mutilados de la leologia cató-
lica, y á que los dioses de las naciones no eran otra


.




24 I::NSAYO SOBRE EL CATOLlCIS~lO.
cosa sino la dcificacion de alguna de las propieda-
des esenciales del Dios verdadero, del Dios bíblico.


El Catolicismo se apoderó del hombre en su cuer--
po, en sus sentidos y en su alma. Los teólogos dog-
máticos les enseñaron lo que habia de creer, los mo-
rales laque había de obrar, y los místicos, remontán-
dose sobre todos, le enseñaron á levantarse á lo alto
en alas de la oracion , esa escala de Jacob de piedras
abrillantadas, por donde baja Dios hasta la tierra y


'sube el hombre hasta el cielo, hasta confundirse cielo
y tierra, Dios y hombre, abrasados todos juntamente
en el incendio de un amor infinito.


Por el Catolicismo entró el órden en el hombre, y
por el hombre en las sociedades humanas. El mundo
moral encontró en el dia de la redencíon IDs leyes
que habia perdido en el día de la prevaricacion y del
pecado. El dogma católico fué el criterio de las cien-
cias, la moral católica el crit~io de las acciones l y
la caridad el criterio de los afectos. La conciencia hu-
mana, salida de su estado cáustico, vió claro en las
tinieblas interiores, como en las tinieblas exteriores,
y conoció la bienaventuranza de la paz perdida, á la
luz de esos tres divinos criterios.


El órden pasó del mundo religioso al mundo moral,
y del mundo moral al mundo político. El Dios católi-
co, criador y sustentador de todas las cosas, las sujetó
al gobierno de su providencia, y las gobernó por sus
vicarios. S, Pablo dice, en su Epístola á los roma-




EL LIBEIIALlSMO y EL SOCIALlS)IO. 25
nos, cap. 13 : Non est potestas nisi ti Deo ; y Salo-
rnon, en los Proverbios, cap. 8, verso 15 : Per me
'Beqe« regnant , et conditores legum justa decernuni. La
autoridad de sus vicarios fué santa cabalmente por
lo que tuvo de ajena, es decir, de divina. La idea de
la autoridad es de orígen católico. Los antiguos go-
bernadores de las gentes pusieron su soberanía so-
bre fundamentos humanos; gobernaron para sí y go-
bernaron por la fuerza. Los gobernadores católicos,
teniéndose en nada á sí propios, no fuéron otra cosa
sino ministros de Dios y servidores de los pueblos.
Cuando el hombre llegó á ser hijo de Dios, luego al
punto dejó de ser esclavo del hombre. Nada hay á
un tiempo mismo más repetable , más solemne y más
augusto que las palabras que la Iglesia ponia en los
oídos de los príncipes cristianos, al tiempo de su con-
sagracion: «Tomad este baston como el emblema de
vuestro sagrado poder, y para que podais fortificar al
débil, sostener al que vacila, corregir al vicioso, y lle-
var al bueno por el camino de la salvacion. Tomad el ce-
tro como la regla de la equidad divina que gobierna al
bueno y castiga al malo: aprended por aquí á amar la
justicia y á aborrecer la iniquidad. ) Estas palabras
guardaban una consonancia perfecta con la idea de la
autoridad legítima, revelada al mundo por nuestro Se..!
ñor Jesucristo. Scitis quiahi , qui videntur principari
gentibus , dominantur eis : el principes eorum potestatem
haben: ipsorum. Non ita cst autem in vobis, sed quicum-




26 ENSAYO SOBHE EL CATOLICISMO,
que colueri: ~eri major, erit vesterminister : el quicum-
que ooluerit in vobis primus esse, erit omnium servus.
Nam el ~lius hominis non venit sü. ministraretur ei, sed
utministraret , et daret animam suam redemptionem p"o
multis, (Marc., cap. 10, verso <i2, ss, U, 4.5.)


Todos ganaron con esta revolucion dichosa: los·
pueblos y sus gobernadores; los segundos, porque
no habiendo dominado ántes sino sobre los cuerpos
por el derecho de la fuerza, gobernaron ya los cuer-
pos y los espíritus juntamente, sustentados por la
fuerza del derecho; los primeros, porque de la obe-
diencia del hombre pasaron á la obediencia de Dios,
y porque de la obediencia forzada pasaron á la obe-
diencia consentida. Empero si todos ganaron, no gana-
ron todos igualmente, como quiera que los príncipes,
en el hecho mismo de gobernar en nombre de Dios, re-
presentaban á la humanidad bajo el punto de vista de
su impotencia para constituir una autoridad legítima
por sí sola y en su nombre propio, rniéntras que 10&
pueblos, en el hecho mismo de no obedecer en el
príncipe sino á su Dios, eran los representantes de la
más alta y gloriosa de las prerogativas humanas, la
que consiste en no sujetarse sino al yugo de la au-
toridad divina. Esto sirve pata explicar por una parte
-la singular modestia con que resplandecen en la his-
toria los príncipes dichosos, á quienes los hombres
llaman grandes, y la Iglesia llama santos; y por otra
la singular nobleza y altivez que se echa de ver en el




EL LIDEHALI8!\10 y EL SOCIALISMO. 27
semblante de todos los pueblos católicos. Una voz de
paz, y de consuelo y de misericordia se habia levan-
tado en el mundo, y habia resonado hondamente en la
conciencia humana; y esa voz había enseñado á las
gentes, que los pequeños y menesterosos nacen para
ser servidos, porque son menesterosos y pequeños; y
que los grandes y los ricos nacen para servir, porque
son ricos yporque son grandes. El Catolicismo, divini-
zando la autoridad, santificó la obediencia; y santi-
ficando la una y divinizando la otra, condenó el orgu-
llo en sus manifestaciones más tremendas , en el es-
píritu de dominacion y en el espíritu de rebeldía. Dos
cosas son de todo punto imposibles en una sociedad
verdaderamente católica: el despotismo y las revo-
luciones. llousseau , que tuvo algunas veces súbitas
y grandes iluminaciones, ha escrito estas notables
palabras: « Los gobiernos modernos son deudores in-
dudablemente al Cristianismo. por una parte, de la
consistencia de su autoridad, y por otra, de que sean
más grandes los intervalos entre las revoluciones. Ni
se ha extendido á esto solo su influencia; porque
obrando sobre ellos mismos, los ha hecho más hu-
manos : para convencerse de ello no hay más que
compararlos con los gobiernos antiguos.. (Emite, li-
bro 4.") Y Montesquieu ha dicho: «No cabe duda sino
que el Cristianismo ha creado entre nosotros el dere-
cho político que reconocemos en la paz, yel de gen-
tes que respetamos en la guerra, cuyos beneficios no




28 El\SAYO SOBRE EL CATOLICIS~1tJ ,
agradecerá nunca suficientemente el género huma-
no.» (Esprit des lois , lib. 29, cap. 3.°)


El mismo Dios, que es autor y gobernador de la
sociedad política, es autor y gobernador de la socie-
dad doméstica. En lo más escondido, en lo más al-
to, en lo más sereno y luminoso de los cielos, reside
un tabernáculo inaccesible aun á los coros de los án-
geles: en ese tabernáculo inaccesible se está obrando
perpetuamente el prodigio de los prodigios, y el mis-
terio de los misterios. Allí está el Dios católico, uno
y trino: uno en esencia, trino en las personas. El
Padre engendra eternamente á su Hijo, y del Padre
y del Hijo procede eternamente el Espíritu Santo. Y el
Espíritu Santo es Dios, y el Hijo es Dios, y el Padre
es Dios; y Dios no tiene plural , porque no hay más
que un Dios, trino en las personas y uno en la esen-
cia. El Espíritu Santo es Dios como el Padre; pero no
es Padre: es Dios como el Hijo; pero no es Hijo. El
Hijo es Dios como el Espíritu Santo; pero no es Espí-
ruu Santo: es Dios como el Padre; pero no es Padre:
el Padre es Dios como el Hijo; pero no es Hijo: es
Dios como el Espíritu Santo; pero no es Espíritu San-
to. El Padre es omnipotencia, el Hijo es sabiduría,
el Espíritu Santo es amor; y el Padre y el Hijo y el
Espíritu Santo son infinito amor, potencia suma, per-
fecta sabiduría. Allí la unidad, dilatándose, engendra
eternamente la variedad; y la variedad, condensán-
dose, se resuelve en unidad eternamente. Dios es té-




EL LIIlERALlSMO y EL SOCIALISMO. 29
SIS, es antítesis y es síntesis; y es tesis soberana,
antítesis perfecta, síntesis infinita. Porque es uno, es
Dios; porque es Dios, es perfecto; porque es perfecto,
es fecundísimo; porque es fecundísimo, es variedad;
porque es variedad, es familia. En su esencia están, de
una manera inenarrable é incomprensible, las leyes
de la creacion y los ejemplares de todas las cosas.
Todo ha sido hecho á su imágen, por eso la creacion
es una y varia. Lapalabra universo, tanto quiere de-
cir como unidad y variedad juntas en uno.


El hombre rué hecho por Dios, á imágen de Dios;
y no solamente á su imágen , sino tambien á su se-
mejanza; por eso el hombre es uno en la esencia y
trino en las personas. Eva procede de Adan, Abel
es engendrado por Adan y por Eva, y Abel y Eva y
Adan son una misma cosa : son el hombre, son la
naturaleza humana. Adan -es el hombre padre, Eva
es el hombre mujer, Abcl es el hombre hijo. Eva es
hombre como Adan; pero no es padre: es hombre
como Abel; pero no es hijo. Adan es hombre como
Abel , sin ser hijo; y como Eva, sin ser mujer. Abel es
hombre como Eva, sin ser mujer; ycomo Adan, sin ser
padre.


Todos estos nombres son nombres divinos, como
son divinas las funciones santificadas por ellos. La
idea de la paternidad, fundamento de la familia, no
ha podido caber en el entendimiento humano. Entre
el padre y el hijo no hay ninguna de aquellas difc- .
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ao ENSAYO SOBIIE EL CATOLlCIS~IO,
rencias fundamentales que presentan una base has-
tante ancha para asentar en ella un derecho. La
prioridad es un hecho y nada más; la fuerza es un
hecho y nada más; la prioridad y la fuerza no pueden
constituir por sí mismas el derecho de la paternidad,
aunque pueden dar orígen á otro hecho, el hecho
de la servidumbre. El nombre propio del padre, su-
puesto este hecho, es el de señor, como el nombre
del hijo es el de esclavo. Y esta verdad que nos dicta
la razon , está confirmada por la historia. En los
pueblos olvidados de las grandes tradiciones bíblicas,
la paternidad no ha sido nunca sino el nombre propio
de la tiranía doméstica. Si hubiera existido un pueblo,
olvidado, por una parte, de esas grandes tradiciones,
y apartado por otra del culto de la fuerza material,
en ese pueblo, los padres y los hijos hubieran sido
y se hubieran llamado hermanos. La paternidad viene
de Dios, y solo de Dios puede venir en el nombre y
en la esencia. Si Dios hubiera permitido el olvido
completo de las tradiciones paradisiacas, el género
humano, con la institucion, hubiera perdido hasta su
nombre.


La familia divina en su institucion , divina en su
esencia, ha seguido en todas partes las vicisitudes
de la civilizacion católica; y esto es tan cierto, que
la pureza ó la corrupcion de la primera es siempre
síntoma infalible de la pureza ó de la corrupción de
la segunda: así como la historia de las varias vici-




EL LInERALlS~1O y EL SOCIALISMO,


situdes y trastornos de la segunda, es la historia de
los trastornos y de las vicisitudes por que va pasando
la primera.


En las edades católicas, la tendencia de la familia
es á perfeccionarse; de natural se convierte en espi-
ritual, y del hogar pasa á los claustros. Mióntras
que los hijos se postran reverentes en el hogar á los
pies del padre y de la madre, los habitantes de los
claustros, hijos más rendidos y reverentes, bañan
con lágrimas los sacratísimos piés de otro Padre me-
jor, yel sacratísimo manto de otra Madre más tierna.
Cuando la civilizacion católica va de vencida, y entra
en su período decadente , luego al punto' la familia
decae, su constitucion se vicia, sus elementos se
descomponen y todos sus vínculos se relajan. El pa-
dre y la madre, entre quienes no puso Dios otro me-
dianil sino el amor, ponen entre los dos el medianil
de un ceremonial severo; mientras que una familia-
ridad sacrilega suprime la distancia que puso Dios en-
tre los hijos y los padres, echando por el suelo el me-
dianil de la reverencia. La familia, entónces, envi-
lecida y profanada se dispersa, y va á perderse en
los clubs y en los casinos.


La historia de la familia puede encerrarse en pocos
renglones. La familia divina, ejemplar y modelo de
la familia humana, es eterna en todos sus individuos.
La familia humana espiritual, que despues de la
divina es la más perfecta de todas, dura. en todos




32 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO.
sus individuos lo que dura el tiempo : la familia
humana natural, entre el padre y la madre, dura lo
que dura la vida, y entre el padre y los hijos largos
años. La familia humana anticatólica, dura entre el
padre y la madre algunos años; entre el padre y los
hijos algunos meses: la familia artificial de los clubs
dura un dia , la del casino un instante. La duracion
es aquí, como en otras muchas cosas, la medida de
las perfecciones. Entre la familia divina y la humana
de los claustros, hay la misma proporcion que entre
el tiempo y la eternidad; entre la espiritual de los
claustros, la más perfecta, y la sensual de los clubs,
la más imperfecta de todas las humanas, hay la
misma proporcion que entre la brevedad del minuto
y la inmensidad de los tiempos.




CAPITULO 11I.


DE LA SOCIEDAD BAJO EL IMPERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA.


CONSTITUIDOS, por una parte, el criterio de las
ciencias, el criterio de los afectos y el criterio de las
acciones; constituidas, por otra, en la sociedad la
autoridad política, y en la familia la autoridad do-
méstica, era necesario constituir otra autoridad sobre
todas las humanas, órgano infalible de todos los
dogmas, depositaria augusta de todos los criterios,
que fuera á un tiempo mismo santa y santificante 1
que fuera la palabra de Dios encarnada en el mundo,
la luz de Dios reverberando en todos los horizontes,
la caridad divina inflamando todas las almas; que
atesorara en altísimo y escondido tabernáculo, para
derramarlos por la tierra, los infinitos tesoros de las
gracias del cielo; que fuera refrigerio de los hombres
fatigados, refugio de los hombres pecadores, fuente
de aguas vivas para los que tienen sed. pan de vida
eterna para los que tienen hambre, sabiduría para
los ignorantes, para los extraviados camino; que


;)




ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS)lO,


estuviera llena de advertencias y de lecciones para
los poderosos, y para los pobres llena de amor y de
misericordias; una autoridad puesta en tan grande
altura que pudiera hablar á todas con imperio, y
sobre roca tan firme que no pudiera ser contrastada
por las alteradas ondas de este mar sin reposo; una
autoridad fundada directamente por Dios. y que no
estuviera sujeta á los vaivenes de las cosas humanas;
que fuera á un tiempo mismo siempre nueva y siem-
pre antigua, duracion y progreso, y á quien asistiera
Dios con especial asistencia.


Esa autoridad .altlsima , infalible, fundada para la
eternidad, y en quien se agrada Dios eternamente,
es la santa Iglesia católica, apostólica, romana, cuerpo
místico del Señor, esposa dichosa del Verbo, que en-
seña al mundo lo que aprende de boca del Espíritu
Santo; que puesta como en una region media entre
la tierra y el cielo, cambia plegarias por dones, y
ofrece perpetuamente al Padre, por la salvacion del
mundo, la sangre preciosísima del Hijo en sacrificio
perpetuo y en perfectísimo holocausto.


Como quiera que Dios hace todas las cosas aca-
badas y perfectas, no era propio de su infinita sabi-
duría dar la verdad al mundo, y entrando despues
en su perfecto reposo dejarla expuesta á las injurias
del tiempo, vano asunto de las disputas del hombre.
Por esa razon ideó eternamente su Iglesia, que res-
plandeció en el mundo en la plenitud de los tiempos,




", ¡


EL LIBERAWUIO y EL SOCIALISMO, 35
hermosísima y perfectísima, con aquella alta perfec-
cion y soberana hermosura que tuvo siempre en el
entendimiento divino. Desde entónces ella es, para
los que navegamos por este mar del mundo que hierve
en tempestades, faro luminoso puesto en escollo emi-
nente. Ella sabe lo que nos salva y lo que nos pierde;
nuestro primer orígen y nuestro último fin; en qué
consiste la salvacion , y en qué la condenacion del
hombre, y ella sola lo sabe; ella gobierna las almas,
y ella sola las gobierna; ella ilumina los entendi-
mientos. y ella sola los ilumina; ella endereza la
voluntad, y ella sola la endereza; ella purifica y
enciende los afectos, y ella sola los enciende y los
purifica; ella mueve los corazones, y sola los mueve
con la gracia del Espíritu Santo. En .ella no cabe ni
pecado, ni error; ni flaqueza; su túnica no tiene
mancha; para ella las tribulaciones son triunfos, los
huracanes y las brisas la llevan al puerto.


Todo en ella es espiritual, sobrenatural y mila-
groso: es espiritual, porque su gobierno es de las
inteligencias, y porque las armas con que se defiende
y con que mata son espirituales; es sobrenatural,
porque todo lo ordena á un fin sobrenatural, y por-
gue tiene por oficio ser santa y santificar sobrenatu-
ralmente á los hombres; es milagrosa, porque todos
los grandes misterios se ordenan á su milagrosa ins-
titucion, y porque su existencia, su duraoion , sus
conquistas son un milagro perpetuo. El Padre envia


~,cr..-;;'~Jt-"c~ 0'1:>.... .í .":-' -,
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31.i ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
al Hijo á la tierra, el Hijo envia sus apóstoles al
mundo y el Espíritu Santo á sus apóstoles; de esta
manera, en la plenitud como en el principio de los
tiempos, en la institucion de' la Iglesia como en la
creacion universal. intervienen á la vez el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Doce pecadores pronuncian
las palabras que suenan misteriosamente en sus oídos,
y luego al punto es conturbada la tierra: un fuego
desusado arde en las venas del mundo. Un torbellino
saca de quicio á las naciones, arrebata á las gentes,
trastorna los .imperios , confunde las razas. El género
humano suda sangre bajo la presión divina, y de
toda esa sangre, y de toda esa confusión de razas, de
naciones y de gentes, y de esos torbellinos impe-
tuosos, y de ese fuego que circula por todas las venas
de' la tierra, el mundo sale radiante y renovado,
puesto á los piés de la Iglesia de nuestro Señor' Je-
sucristo.


Esa mística ciudad de Dios tiene puertas que miran
á todas partes, para significar el universal llamamien-
to : Unarn omnium RemptJ,blicam agnosc1'mus mundum,
dice Tertuliano. Para ella no hay bárbaros ni griegos,
judíos ni gentiles. En ella caben el scita yel romano.
el persa y el macedsnio, los que acuden del oriente
y del occidente, los ,\ue vienen de la. banda del
septentrión y de las partes del mediodía. Suyo es
el santo ministerio de la enseñanza y de la doctrina,
suyo el imperio universal y el universal sacerdocio ;


.'




zt, LlBERALlSM o y ¡¡;L SOCIALISMO. 37
tiene por.adanos á reyes y emperadores, sus
héroes son los mártires y los santos. Su invencible
milicia se compone de aquellos varones fortísimos
que vencieron en sí todos los apetitos de la carne y
sus locas concupiscencias. El mismo Dios preside
invisiblemente en sus austeros senados y en 'sus san-
tísimos concilios. Cuando sus pontífices hablan á la
tierra; su palabra infalible ha sido escrita ya por el
mismo Dios en.el cielo.


Esa Iglesia puesta en el mundo sin fundamentos
humanos, despúes de haberle sacado de un abismo
de corrupcion, le sacó de la noche de la barbarie.
Ella ha combatido siempre los combates del Señor,
y habiendo sido en todos atribulada, ha salido en
todos vencedora. Los herejes niegan su doctrina, y
triunfa de los herejes; todas las pasiones humanas
se revelan contra su imperio, y triunfa dli. todas las
pasiones .humanas, 'El paganismo pelea con ella su
último combate, y rinde á sus piés al paganismo.
Emperadores y rey~s la persiguen, yla ferocidad de
sus/verdugos es vencida por la constancia de sus
mártires. Pelea solo por su santa libertad, yel mundo
la da el imperio.


Bajo su imperio fecundísimo han florecido las cien-
cias, se hao purificado las costumbres, se han per-
feccionado las leyes, y han crecido con rica y es-
pontánea vegetacion todas las grandes instituciones
domésticas, políticas y sociales. Ella no ha tenido




38 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
anatemas sino para los hombres impíos, para los
pueblos rebeldes, y para los reyes tiranos. Ha defen-
dido la libertad, contra los reyes que aspiraron á con-
vertir la autoridad en tiranía, y la autoridad, contra
los pueblos que aspiraron á unaemancipacion abso-
luta, y contra todos, los derechos de Dios yla invio-
labilidad de sus santos mandamientos. No hay ver-
dad que la Iglesia no haya proclamado, ni error á
quena haya dicho anatema. La libertad, enla verdad,
ha sido para ella santa; y en el error, como el error
mismo, abominable; á sus ojos el error nace sin de-
rechos y vive sin derechos, y por esa razón ha ido á
buscarle, y á perseguirle. yá extirparle en lo más re-
cóndito del entendimiento humano. Y esa perpetua
ilegitimidad, y esa desnudez perpetua del error, así
como ha sido un dogma religioso, ha sido tambien
un dogma político, proclamado en todos tiempos por
todas las potestades del mundo. Todas han puesto
fuera de discusion el principio en que descansan;
todas han llamado error, y han despojado de toda
legitimidad y de todo derecho al principio que le sirve
de contraste. Todas se han declarado infalibles á sí
propias en esa calificacion suprema; y si no han con-
denado todos los errores políticos, no consiste esto en
que la conciencia del género humano reconozca la
legitimidad de ningun error, sino en que no ha reco-
nocido nunca en las potestades humanas el privilegio
de la infalibilidad en la calificacion de los errores.




EL LIBERALIS310 y EL SOCiALISMO. 39
De esa impotencia radical de las potestades hu-


manas para designar los errores, ha nacido el prin-
cipio de la libertad de discusion, fundamento de las
constituciones modernas. Ese principio no supone en
la sociedad, como pudiera parecer á primera vista,
una imparcialidad incomprensible y culpable entre
la verdad y el error: se funda en otras dos suposi-
ciones, de las cuales la una' es verdadera y la otra
falsa; se funda, por una parte, en que no son infali-
bles los gobiernos. lo cual es una cosa evidente; se
funda, por otra, en la infalibilidad de la discusion, lo
cual es falso á todas luces. La infalibilidad no puede
resultar de la discusion, si no está ántes en los que
discuten; no puede estar en los que discuten, si no
está al mismo tiempo en los que gobiernan: si la in-
falibilidad es un atributo de la naturaleza humana,
está en los primeros y en los segundos; si no está en
la naturaleza humana, ni está en los segundos, ni
está en los primeros: Ó todos son falibles. ó son in-
falibles todos. La cuestion pues consiste en averiguar
si la naturaleza humana es falible Ó infalible; la cual
se resuelve forzosamente en esta otra, conviene á
saber: si la naturaleza del hombre es sana, Ó está
ca ida y enferma.


En el primer caso, la infalibilidad, atributo esen-
cial del entendimiento sano, es el primero y el más
grande de todos sus atributos; de cuyo principio se
siguen naturalmente las siguientes consecuencias:




40 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Si el entendimiento del hombre es infalible porque es
sano, no puede errar porque es infalible; si no puede
errar porque es infalible, la verdad está en todos los
hombres, ahora se les considere juntos, ahora se les
considere aislados; si la verdad está en todos los
hombres aislados ó juntos, todas sus afirmaciones y
todas sus negaciones han de ser forzosamente idén-
ticas; si todas sus afirmaciones y todas sus nega-
ciones son idénticas, la discusión es inconcebible y
absurda.


En el segundo caso, la falibilidad, enfermedad del
entendimiento enfermo, es la primera y la mayor de
las dolencias humanas; de cuyo principio se siguen
las consecuencias siguientes : Si el entendimiento
del hombre es falible, porque está enfermo, no puede
estar nunca cierto de la verdad, porque es falible; si
no puede estar nunca cierto de la verdad, porque es
falible, esa incertidumbre está de una manera esen-
cial en todos los hombres , ahora se les considere
juntos, ahora se les considere aislados; si esa incer-
tidumbre está de una manera esencial en todos los
hombres, aislados ó juntos, todas sus afirmaciones y
todas sus negaciones son una contradiccion en los
términos, porque han de ser forzosamente inciertas;
si todas sus afirmaciones y todas sus negaciones son
inciertas, la discusion es absurda é inconcebible.


Solo el Catolicismo ha dado una solucion satisfac-
toria y legítima, como todas sus soluciones, á este





EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 41
problema temeroso: El Catolicismo enseña lo siguien-


. te : El hombre viene de Dios, el pecado del hombre;
la ignorancia y el error, como el dolor y la muerte,
del pecado; la falibilidad, de la ignorancia; de la
falibilidad, lo absurdo de las discusiones. Pero añade
después : El hombre fué redimido j lo cual, si no sig-
nifica que por el acto de la redencion, y sin ningun
esfuerzo suyo, salió de la esclavitud del pecado, sig-
nifica, á lo ménos, que por la redencion adquirió la
potestad de l'omper esas. cadenas, y de convertir la
ignoranciavel error, el dolor y la muerte en medios
de su santificacion , con el buen uso de su libertad,
ennoblecida y restaurada. Para este fin instituyó Dios
su Iglesia inmortal, impecable é infalible. La Iglesia
representa la naturaleza humana sin pecado, tal como
salió de las manos de Dios, llena de justicia original
y de gracia santificante : por eso es infalible, y por
eso no está sujeta á la muerte. Dios la ha puesto en
la tierra para que el hombre, ayudado de la gracia,
que á nadie se niega, pueda hacerse digno de que se
le aplique la sangre derramada por él en el Calvario,
sujetándose libremente á sus divinas inspiraciones.
Con la fe vencerá su ignorancia, con su paciencia el
dolor, y con suresignacion la muerte: la muerte, el
dolor y la ignorancia no existen sino para ser venci-
das por la fe, por la resignacion y por la paciencia.


Síguese de aquí que solo la Iglesia tiene el dere-
cho de afirmar y de negar. y que no hay derecho


\\ \;,,~,
'~.~




42 ENSAYO SOBRE EL CAl'OLICISllO,
fuera de ella para afirmar lo que ella- niega, para
negar lo que ella afirma. El dia en que la sociedad,
poniendo en olvido sus decisiones doctrinales, ha
preguntado qué cosa es la verdad, qué cosa es el
error, á la prensa y á la tribuna, á los periodistas y
á las asambleas, en ese dia el error y la verdad se
han confundido en todos los entendimientos, la so-
ciedad. ha entrado en la region de las sombras, y ha
caido bajo el imperio de las ficciones. Sintiendo por
una parte en sí misma una necesidad imperiosa de
someterse á la verdad, y de sustraerse al error; y
siéndola imposible por otra averiguar qué cosa es el
error y qué cosa es la verdad, ha formado un catá-
logo de verdades convencionales y arbitrarias, y otro
de soñados errores, y ha dicho : adoraré las prime-
ras y condenaré los segundos; ignorando, tan grande
es su ceguedad, que adorando á las unas y conde-
nando los otros, ni condena ni adora nada; óque si
condena y si adora algo, se adora y se condena á sí
misma.


La intolerancia doctrinal de la Iglesia ha salvado
el mundo del cáos. Su intolerancia doctrinal ha puesto
fuera de cuestion la verdad política, la verdad do-o
méstica, la verdad social y la verdad religiosa; ver-
dades primitivas y santas que no están sujetas á dis-
cusion , porque son el fundamento de todas las dis-
cusiones; verdades que no pueden ponerse en duda
un momento, sin que en ese momento mismo el en-




El. LIBERALISMO Y EL SOCIALJS~IO. 43
tendimiento oscile, perdido entre la verdad y el er-
ror, y se oscurezca y enturbie el clarísimo espejo de
la razon humana. Eso sirve para explicar por qué,
miéntras que la sociedad emancipada de la Iglesia no
ha hecho otra cosa sino perder el tiempo en disputas
efímeras y estériles, que teniendo su punto de par-
tida en un absoluto escepticismo, no pueden dar
por resultado sino un escepticismo completo. La Igle-
sia, y la Iglesia sola, ha tenido el santo privilegio de
las discusiones fructuosas y fecundas. La teoría car-
tesiana, segun la cual la verdad sale de la duda como
Minerva de la cabeza de Júpiter, es contraria á aque-
lla ley divina que preside al mismo tiempo á la ge-
neracion de los cuerpos y á la de las ideas, en virtud
de la cual los contrarios excluyen perpetuamente á
sus contrarios, y los semejantes engendran siempre á
sus semejantes. Envirtud de esta ley, la duda sale
perpetuamente de la duda, y el escepticismo del es-
cepticismo, como la verdad de la fe, y de la verdad
la ciencia.


A la eomprension profunda de esta ley de la
generarion intelectual de las ideas se deben las ma-
ravillas de la civilización católica. A esa portentosa
civilizacion se debe todo 10 que admiramos y todo lo
que vemos. Sus teólogos, aun considerados hu-
manamente, afrentan á los filósofos modernos y á los
filósofos antiguos; sus doctores causan pavor por la
inmensidad de su ciencia; sus historiadores oscure-




44 ENSAYO SOBRE EL CATOLlCIS~lO,
cen á los de la antigüedad, por su mirada generali-
zadora y comprensiva. La Ciudad de Dios, de San
Agustin, es aun hoy dia el libro más profundo de la
historia que el genio iluminado por los resplandores
católicos ha presentado á los ojos atónitos de los
hombres. Las actas de sus concilios, dejando aparte
la divina inspiración, son el monumento más acabado
de la prudencia humana. Las leyes canónicas vencen
en sabiduría á las romanas y á las feudales. ¿ Quién
vence en ciencia á Sto. Tomas, en genio á S. Agus-
tin , en majestad á Bossuet, en fuerza á 8. Pablo?
Quién es más poeta que Dante? Quién iguala.á Sha-
kespeare? Quién aventaja á Calderon? Quién, como
Rafael, puso jamas en el lienzo inspiracion y vida?
Poned á las' gentes á la vista de las pirámides de
Egipto, y os dirán: Por aquí ha pasado una civiliza-
cion grandiosa y bárbara. Ponedlas á la vista de las
estatuas griegas y de los templos griegos, y os dirán:
Por aquí ha pasado una civilizacion graciosa, efímera
y brillante. Ponedlas á la vista de un monumento
romano, y os dirán : Por aquí ha pasado un gran
pueblo. Ponedlas á la vista de una catedral, y al ver
tanta majestad unida á tanta.belleza, tanta grandeza
unida á tanto gusto, tanta gracia junta con una her-
mosura tan peregrina, tan severa unidad en una tan
rica variedad, tanta mesura junta con tanto atrevi-
miento, tanta morbidez en las piedras, y tanta suavi-
dad en sus contornos, y tan pasmosa armonía entre




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 45
el silencio y la luz, las sombras y los colores, os di-
rán : Por aquí ha pasado el pueblo más grande de la
historia, y la más portentosa de las civilizaciones
humanas: ese pueblo ha debido tener, del egipcio
lo grandioso, de lo griego lo brillante, del romano
lo fuerte; y sobre lo fuerte, lo brillante y lo gran-
dioso, algo que vale más que lo grandioso, lo fuerte
y lo brillante : lo inmortal y lo perfecto.


Si se pasa de las ciencias, de las letras y de las
artes, al estudio de las instituciones que la Iglesia vi-
vificó con su soplo, alimentó con su sustancia, man-
tuvo con su espíritu y abasteció con su ciencia, este
nuevo espectáculo no ofrecerá menores maravillas y
portentos. El Catolicismo, que todo lo refiere y todo
lo ordena á Dios, y que refiriéndolo y ordenándolo á
Dios todo, convierte la suprema libertad en elemento
constitutivo del órden supremo, y la infinita varie-
dad en elemento constitutivo de la unidad infinita, es
por su naturaleza la religion de las asociaciones vigo-
rosas, unidas todas entre sí por afinidades simpáticas.
En el Catolicismo el hombre no está solo nunca: para
encontrar un hombre entregado á un aislamiento so-
litario )- sombrío, personificacion suprema del egois-
mo y del orgullo, es necesario salir de los confines
católicos. En el inmenso circulo que describen esos
confines inmensos, los hombres viven agrupados en-
tre sí, y se agrupan, obedeciendo al impulso de sus
más nobles atracciones. Los grupos mismos entran




46 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISllO,
los unos en los otros, y todos en uno más universal
y comprensivo, dentro del cual se mueven ancha-
mente, obedeciendo á la ley de una soberana armo-
nía. El hijo nace y vive en la asociacion doméstica,
ese fundamento divino de las asociaciones humanas.
Las familias se agrupan entre sí de una manera con-
forme á la ley de su orígen; y agrupadas de esta
manera forman aquellos grupos superiores que lle-
van el nombre de clases; las diferentes clases se
consagran á diferentes funciones; unas cultivan las
artes de la paz, otras las artes de la guerra; unas
conquistan la gloria, otras administran la justicia, y
otras acrecientan la industria. Dentro de estos gru-
pos naturales se forman otros espontáneos, compues-
tos de los que buscan la gloria por una misma sen-
da, de los que se consagran á una misma industria,
de los que profesan un mismo oficio; y todos estos
grupos, ordenados en sus clases, y todas las clases
jerárquicamente ordenadas entre sí, constituyen el
Estado, asociacion ancha, en la que todas las otras


I
se mueven con anchura.


Esto bajo el punto de vista social. Bajo el punto
de vista político, las familias se asocian en grupos di-
ferentes : cada grupo. de familias constituye un mu-
nicipio; cada municipio es la participacion en comun
de las familias, que le forman del derecho de rendir
culto á su dios, de administrarse á sí propias, de dar
pan á los que viven, y sepultura á los muertos. Por




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 47
eso cada municipio tiene un templo, símbolo de su
unidad religiosa; y una casa municipal, símbolo de
su unidad administrativa; y un territorio, símbolo de
su unidad jurisdiccional y civil; y un cementerio,
símbolo de su derecho de sepultura. Todas estas di-
ferentes unidades constituyen la unidad municipal, la
cual tiene tambíen.su símbolo en el derecho de le-
vantar sus armas y de desplegar su bandera. De la
variedad de los municipios se forma la unidad nacio-
nal, la cual á su vez se simboliza en un trono, y se
personifica en un rey. Sobre todas estas magníficas
asociaciones, está la de todas las naciones católicas,
con sus príncipes cristianos, fraternalmente agrupa-
dos en el seno de la Iglesia. Esta perfectísima y su-
prema asociacion es unidad en su cabeza, y varie-
dad en sus miembros: es variedad en los fieles ·der-
ramados por el mundo, y unidad en la cátedra santa
que resplandece en Roma, cercada de divinos res-
plandores. Esa cátedra eminente es el centro de la
humanidad, representada, en lo que tiene de varia,
por los concilios generales, y en lo que tiene de una,
por el que es en la tierra padre comun de los fieles y
vicario de Jesucristo.


Esa es variedad suprema, unidad suma y sociedad
perfectísima. Todos los elementos que braman alte-
rados y en desórden en las sociedades humanas se
mueven en esta concertadamente. El pontífice es rey
á un mismo tiempo por.derecho divino y por derecho




48 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
humano : el derecho divino resplandece principal-
mente en la institucion; el derecho humano se ma-
nifiesta principalmente en la designacion de la per-
sana; y la persona designada para pontífice por los
hombres; es instituido pontífice por Dios; así como
reune la sancion humana y la divina, junta en uno
tambien las ventajas de las' monarquías electivas y
las de las hereditarias. De las unas tiene la popula-
ridad, de las otras la inviolabilidad y el prestigio: á
semejanza de las primeras. la monarquía pontifical
está limitada por todas partes; á semejanza de las se-
gundas, las limitaciones que tiene no la vienen de fue-
ra, sino de dentro, ni de la ajena voluntad, sino de la
propia. El fundamento de sus limitaciones está en su
caridad ardiente, en su prodigiosa humildad, y en
su prudencia infinita. ¿Qué monarquía es esta en la
qu.e el rey, siendo elegido, es venerado, y en la que,
pudiendo ser reyes todos, está en pié eternamente,
sin que sean parte para derribarla por tierra ni las
guerras domésticas ni las discordias civiles?¿Qué mo-
narquía es esta en la que el rey elige á los electores
que luego eligen al rey, siendo todos elegidos y to-
dos electores? ¿Quién no ve aquí un alto y escondido
misterio: la unidad engendrando perpetuamente la
variedad, y la variedad constituyendo su unidad per-
petuamente? ¿Quién no ve aquí representada la uni-
versal confluencia de todas las cosas?Y ¿quién no ad-
vierte que esa extraña monarquía es la representa-




EL LJ[lEIL\LJS~1O y EL SOCIALlS)!ü. 40
eion de aquel que, siendo verdadero Dios y verda-
dero hombre, es divinidad y humanidad, unidad y
variedad juntas en uno1La ley oculta que preside á
la generacion de lo uno y de lo vario, debe de ser la
más alta, la más universal, la más excelente y la más
misteriosa de todas, como quiera que Dios ha suje-
tado á ella todas las cosas, las humanas como las di-
vinas, las creadas como las inoreadas, las visibles
como las invisibles. Siendo una en su esencia, es in-
finita en sus manifestaciones: todo lo que existe pa-
rece que no existe sino para manifestarla; y cada una
de las cosas que existen, la manifiesta de diferente ma-
nera. De una manera está en Dios, de otra en Dios
hecho hombre, de otra en su Iglesia, de otra en la
familia, de otra en el universo; pero está en todo y
en cada una de las parles del todo: aquí es un mis-
terio invisible é incomprensible, y allí, sin dejar de
ser un misterio, es un fenómeno visible y un hecho
palpable.


Aliado del rey, cuyo oficio es reinar con una sobe-
ranía independiente, y gobernar con un imperio ab-
soluto, está un senado perpetuo, compuesto de prín-
cipes que tienen de Dios el principado. Y este senado
perpetuo y divino es un senado gobernante; ~T siendo
gobernante, lo es de tal manera, que ni entorpece ni
disminuye ni eclipsa la potestad suprema del monar-
ca. La Iglesia es la sola monarquía que ha conservado
intacta la plenitud de su derecho, estando perpetua-


4


..




50 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
mente en contacto con una oligarquía potentísima , y
es la única oligarquía que, puesta en contacto con un
monarca absoluto, no ha ~stallado en rebeliones y
turbulencias. De la misma manera que en pos del rey
van los príncipes, en pos de los príncipes vienen los
sacerdotes encargados de un ministerio santísimo. En .
esta sociedad prodigiosa todas las cosas suceden al
reyes de como pasan en todas las asociaciones hu-
manas. En estas la distancia puesta entre los que es-
tán al pié y los que están en la cumbre de la jerar-
quía social es tan grande, que los primeros se sien-
ten tentados del espíritu de rebelion , y los segundos
caen en la tentacion de la tiranía.


En la Iglesia las cosas están ordenadas de tal
modo, que ni es posible la tiranía ni son posibles
las rebeliones. Aquí la dignidad del súbdito es tan
grande, que la del prelado está en lo que tiene de
comun con el súbdito, más bien que en lo espe-
cial que tiene como prelado. La mayor dignidad de
los obispos no está en ser príncipes, ni la del pon-
tífice en ser rey; está en que pontíficesy obispos son,
como sus súbditos, sacerdotes. Su prerogativaaltí-
sima é incomunicable no está en la gobernacion; está
en la potestad de hacer al Hijo de Dios esclavo de su
voz, en ofrecer el Hijo al Padre en sacrificio in-
cruento por los delitos del mundo, en ser los cana-
les por donde se comunica la gracia, y en el supre"",
mo é incomunicable derecho de remitir y de retener




EL URERALlSMO y EL SOCIALISMO. 51
los pecados. La más alta dignidad está en lo que son
todos los digeatarios , más bien que en lo que son al-
gunos. No está en el apostolado ni en el pontificado,
está en el sacerdocio.


Considerada aisladamente la dignidad pontifical,
la Iglesia parece una monarquía absoluta. Conside-
rada en sí su constitucion apostólica, parece una oli-
garquía potentísima, Considerada por una parte la
dignidad comun á prelados y sacerdotes, y por otra
el hondo abismo que hay entre el sacerdocio yel pue-
blo, parece una inmensa aristocracia. Cuando se po-
nen los ojos en la inmensa muchedumbre de los fie-
les derramados por el mundo, y se ve que el sacer-
docio y el apostolado y el pontificado están á su ser-
vicio; que nada se ordena en esta sociedad prodi-
giosa para los crecimientos de los que mandan, sino
para la salvacion de los que obedecen; cuando se
considera el dogma consolador de la igualdad esen-
cial de las almas; cuando se recuerda que el Salva-
dor del género humano padeció las afrentas de la
cruz por todos y por cada uno de los hombres; cuando _
se proclama el principio de que el buen pastor debe
morir por sus ovejas; cuando se reflexiona que el
término de la accion de todos los diferentes ministe-
rios está en la congregacion de los fieles, la Iglesia
parece una democracia inmensa, 'en la gloriosa acep-
cion de esta palabra, ó por lo ménos, una sociedad
instituida para un fin esencialmente popular y demo- .,'.;~.: ::r'A~¡;~~~,'~~, ,::1 L.. 'rjir


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52 ¡':l'ISAYO SOBRE EL CATOUCIS'lfO ,




crático , Y lo más singular del caso es que la Igle..:·
sia es todo lo que parece. En las otras sociedades esas
varias formas de gobierno son incompatibles entre sí.
ó si por acaso se juntan en uno, no se juntan jamas
sin que pierdan muchas de sus propiedades esencia-
les. La monarquía no puede vivir juntamente con la oli-
garquía ycon la aristocracia, sin que la primera pierda
lo que naturalmente tiene de absoluta, y estas lo que
tienen de potentes. La monarquía, la oligarquía y la
aristocracia no pueden vivir con la democracia, sin
que esta pierda lo que tiene de absorbente y de ex-
olusiva , como la aristocracia lo que tiene de potente.
la oligarquía lo que tiene de invasora, y la monar-
quía lo que tiene de absoluta; viniendo á convertirse
en definitiva su mutua union en su mutuo aniquila-
miento. Solo en la Iglesia, sociedad sobrenatural, ca-
ben todos estos gobiernos combinados armónicamente
entre sí , sin perder nada de su pureza original y de
su grandeza primitiva. Esta pacífica combinacion de
fuerzas que son entre sí contrarias, y de gobiernos
cuyo única ley, humanamente hablando. es la guer-
ra, es el espectáculo más bello en los anales del mun-
do. Si el gobierno de la Iglesia pudiera ser definido,
podría definírsele diciendo que es una inmensa aris-
tocracia, dirigida por un poder oligárquico, puesto en
la mano de un rey absoluto, el cual tiene por oficio
darse perpetuamente en holocausto por la salvacion
del pueblo. Esta definicion sería el prodigio de las




EL LlIJERALISMO y EL SOCIALISMO. 5:{
definiciones, de la misma manera que la cosa en ella
definida es el prodigio más grande de la historia.


Reasumiendo en breves palabras cuanto va dicho
hasta aquí, podernos afirmar, sin temor de ser des-
mentidos por los hechos, que el Catolicismo ha puesto
en órden y en concierto todas las cosas humanas.
Ese orden y ese concierto, relativamente al hombre,
significan que por el Catolicismo el cuerpo ha que-
dado sujeto á la voluntad, la voluntad al entendi-
miento, el entendimiento á la razon, la razon á la
te, y todo á "la caridad, la cual tiene la virtud de
trasformar al hombre en Dios, purificado con un
amor infinito. Relativamente á la familia significan
que por el Catolicismo han llegado á constituirse
definitivamente las tres personas domésticas, juntas
en uno, con dichosísima lazada. Relativamente á los
gobiernos, significan que por el Catolicismo han sido
santificadas la autoridad y la obediencia, y condena-
das para siempre la tiranía y las revoluciones. Rela-
tivamente á la sociedad, significan que por el Cato-
licismo tuvo fin la guerra de las castas, y principio
la concertada armonía de todos los grupos sociales;
~lue el espíritu de asociaciones fecundas sucedió al
espíritu de egoismo y de aislamiento, y el imperio
del amor al imperio del orgullo. Relativamente á las
ciencias, á las letras y á las artes, significau que por
el Catolicismo ha entrado el hombre en posesión de
la verdad y de la belleza, del verdadero Dios y de




t>4 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
SUS divinos resplandores. Resulta, por último, de
cuanto llevamos dicho hasta aquí, que con el Catoli-
cismo apareció en el mundo una sociedad sobrenatu-
ral, excelentísima, perfectísima, fundada por Dios,
conservada por Dios, asistida por Dios; que' tiene en
depósito perpetuamente su eterna palabra; que abas-
tece al mundo del pan de la vida; que ni puede en-
gañarse ni puede engañarnos; que enseña á los hom-
bres las lecciones que aprende de su divino Maestro,
que es perfecto trasunto de las divinas perfecciones,
sublime ejemplar y acabado modelo delas socieda-
des humanas.


En los siguientes capítulos se demostrará cumpli-
damente que ni el Cristianismo, ni la Iglesia Católica,
que es su expresión absoluta, han podido obrar tan
grandes cosas, tan altos prodigios y tan maravillosas
mudanzas, sin una accion sobrenatural y constante
por parte de Dios, el cual gobierna sobrenaturalmente
á la sociedad con su providencia y al hombre con su
gracia.





CAPITULO IV.


EL CATOLICISMO ES "'MOR.


ENTRE la Iglesia Católica y las otras sociedades
derramadas por el mundo hay la misma distancia
que entre las concepciones naturales y -las sobrena-
turales, entre las humanas y.las divinas.


Para el mundo pagano la sociedad y la ciudad
eran una cosa misma. Para el romano la sociedad
era Roma; para el ateniense, Aténas. Fuera de Aténas
y de Roma no habia más que gentes bárbaras é in-
cultas, por su naturaleza agrestes é insociables. El
Cristianismo reveló al hombre la sociedad humana
y, como si esto no fuera bastante, le reveló otra so-
ciedad mucho más grande y excelente, á quien no
puso en su inmensidad ni términos ni remates. De
ella son ciudadanos los santos que triunfan en el
cielo, los justos que padecen en el purgatorio, y los
cristianos que combaten en la tierra. Léanse atenta-
mente una por una todas las páginas de la historia,
y despues de haberlas leido, y despues de haberlas




56 ENSA10 SOIlIiE EL CATOLlCIS)((J ,
meditado todas, se verá con asombro que esa con-
cepcion gigantesca viene sola, y que viene sin aviso,
sin antecedente ninguno, que viene como una reve-
lución sobrenatural, comunicada al hombre sobre-
naturalmente. El mundo la recibió de un gttpe, y no
la vió venir; como quiera que cuando la vió, ya era
venida. La vió con una sola iluminacion y con una
simple mirada. ¿Quién sino Dios, que es amor, podía
haber enseñado á los que combaten aquí , que están
en comunion con los que padecen en el purgatorio,
y con los que triunfan en el cielo? Quién, sino Dios,
pudo unir con amorosa lazada á los muertos y á los
vivientes, á los justos, á los santos y á los pecado-
res? ¿Quién, sino Dios, pudo poner puentes en esos
inmensos océanos?


La ley de la unidad y de la variedad, esa ley por
excelencia, que es á un mismo tiempo humana y
divina, sin la cual nada se explica, y con la cual se
explica todo, se nos muestra aquí en una de sus más
portentosas manifestaciones. La variedad está en el
cielo, porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
son tres personas; y esa variedad va á perderse, sin
confundirse, en la unidad, porque el Padre es Dios,
el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y Dios
es uno. La variedad está en el paraíso, porque Adan
y Eva son dos personas diferen tes; y esa variedad va
á perderse, sin confundirse, en la unidad, porque
Adan y Eva son la naturaleza humana, y la natu-




EL L1BERALlS~1O y EL SOCIALISMO. 57
raleza humana es una. La variedad está en nuestro
Señor Jesucristo, porque en él concurren por una
parte la naturaleza divina, y por otra la naturaleza
corpórea y la espiritual, en la naturaleza humana;
y la naturaleza corpórea, y la espiritual y la divina
van á perderse, sin confundirse, en nuestro Señor Je-
sucristo, que es una sola persona. La variedad por
último está en la Iglesia, que combate en la tierra, y
padece en el purgatorio, y triunfa en el cielo : y esa
variedad va á perderse, sin confundirse, en nuestro
Señor Jesucristo, cabeza única de la Iglesia univer-
sal, el cual, considerado como Hijo único del Padre,
es, como el Padre, el símbolo de la variedad de las
personas, en la unidad de la esencia; así como en
calidad de Dios hombre. es el símbolo de la variedad
de las esencias, en la unidad de la persona; siendo
considerado á un tiempo mismo, como Dios hombre
y como hijo de Dios, el símbolo perfecto de todas
las variedades posibles y de la unidad infinita.


y como quiera que la suprema armonía consiste
en que la unidad, de donde toda variedad nace y en
la que toda variedad se resuelve, se muestre 'siempre
idéntica á sí misma en todas sus manifestaciones, de
aquí es que una misma es siempre la ley en virtu d
de la cual se hace uno todo lo que es vario. La va-
riedad de la Trinidad divina es una por el amor; la
variedad humana, compuesta del Padre, de la Madre
y del Hijo, se hace una por el .unor. La variedad de




58 ENSAYO SOllllE EL CATOLICISMO,
la naturaleza humana y de la divina se hacen una
en nuestro Señor Jesucristo por la encarnacion del
Verbo en las entrañas de la Vírgen, misterio de amor;
la variedad de la Iglesia que combate, de la que pa-
dece y de la que triunfa, se hace una en nuestro Se-
ñor Jesucristo por las oraciones de los cristianos que
triunfan, las cuales bajan. convertidas en benéfico
rocío sobre los cristianos que combaten, y por las
oraciones de los cristianos que combaten, las cuales
bajan como una lluvia fecundísima sobre los cris-
tianos que padecen, y la oracion perfecta es el éxta-
sis del amor. «Dioses caridad; el que está en caridad,
está en Dios y Dios en él.» Si Dios es caridad, la cari-
dad es la infinita unidad, porque Dios es la unidad
infinita; si el que está en caridad está en Dios y Dios
en él, Dios puede bajar hasta el hombre por la ca-
ridad, y el hombre puede remontarse por la caridad
hasta Dios; y todo esto, sin confundirse: de tal ma-
nera, que ni Dios hecho hombre pierde su natura-
leza divina, ni el hombre hecho Dios pierde su natu-
raleza humana, siendo el hombre siempre hombre,
aunque sea Dios; y Dios siempre Dios, aunque sea
hombre, y todo esto por medios exclusivamente
sobrenaturales, es decir, por medios exclusivamente
divinos.


Las gentes tuvieron noticia de este dogma supre-
mo, como la tuvieron más ó ménos cabal, más ó
ménos cumplida, de todos los dogmas católicos. En




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALISMO. 59
todas las zonas, en todos los tiempos, y entre todas
las razas humanas, se ha conservado una fe inmor-
tal, en una trasformacion futura, tan radical y so-
berana, que juntaria en uno para siempre al Creador
y su criatura, á la naturaleza humana y á la divina.
Ya en la era paradiciaca, el enemigo del género hu-
mano habló á nuestros primeros padres de ser dio-
ses. Despues de la prevaricacion y la caida, los hom-
bres llevaron esta tradicion prodigiosa hasta los úl-
timos remates del mundo : no hay erudito que no la
encuentre en el fondo de todas las teologías, por
poco que ahonde en ellas. La diferencia entre el
dogma purísimo conservado en la teología católica,
y el dogma alterado por las tradiciones humanas,
está en la manera de llegar á esa trasformacion su-
prema, y de alcanzar ese fin soberano. El ángel de
las tinieblas no engañó á nuestros primeros padres
cuando afirmó que llegarían á ser á manera de dio-
ses; el engaño estuvo en ocultárles el camino sobre-
natural del amor, yen abrirles el camino natural de
la desobediencia. El error de las teologías paganas
no está en afirmar que la divinidad y la humanidad
se juntarán en uno; está en que los paganos vinie-
ron á considerar como cuasi de todo punto idénticas
la naturaleza divina y la naturaleza humana, mién-
tras que el Catolicismo, considerándolas como esen-
cialmente distintas, va á la unidad por la deificacion
sobrenatural del hombre. Aquella supersticion pa-




60 ENSAYO SOBHE EL CATOLICIS)IO,
gana está patente en los honores deíficos tributados
á la tierra en calidad de madre inmortal y fecunda
de sus dioses, y á varias de las criaturas que con-
fundieron con los dioses mismos. Por último, la di-
ferencia entre el panteismo y el Catolicismo, no está
en que el uno afirme y el otro niegue la deiñcacion
del hombre i está en que el panteismo sostiene que
el hombre es Dios por su naturaleza, miéntras que el
Cristianismo afirma que puede llegar á serlo sobre-
naturalmente por la gracia. Está en que el panteismo
enseña que el hombre, parte del conjunto que es
Dios, es abso!,bido completamente por el conjunto de
que forma parte i miéntras que el Catolicismo enseña
que el hombre, aun despues de deificado, es decir,
despues de penetrado por la sustancia divina, con-
serva todavía la individualidad inviolable de su pro-
pia sustancia. El respeto de Dios hácia la individua-
lidad humana, ó lo que es lo mismo, hácia la liber-
tad del hombre, que es la que constituye su indivi-
dualidad absoluta é inviolable, es tal, segun el dogma
católico, que ha dividido con ella el imperio de todas
las sociedades, gobernadas á un mismo tiempo por la
libertad del hombre y por el consejo divino.


El amor es fecundísimo de suyo i porque es fecun-
dísimo engendra todas las cosas varias, sin romper
Sil propia unidad; y porque es amor, resuelve en su
unidad, sin confundirlas, todas las cosas varias. El
amor es, pues, infinita variedad JI uu'idad infinita,




EL LII:EllALlSMO r H SOClALISMu. 61
J~I es la única ley, el precepto sumo, el solo camino,
el último fin. El Catolicismo es amor, porque Dios
es amor ; solo el que ama es católico, y solo el cató-
lico aprende á amar, porque solo el católico recibe
lo que sabe de fuentes sobrenaturales y divinas.




CAPITULO V.


QIJE :'iIIJESTRO SEÑOR JESUCRISTO NO HA TRlIJNFADO DEL MUNDO POR LA SANTIDAD
DE SU DOCTRINA, NI POR LAS PROFECíAS Y MILAGROS, SINO Á PESAR DE TODAS
ESTAS COSAS.


EL Padre es amor, y envió al Hijo por amor; el
Hijo es amor, y envió al Espíritu Santo por amor;
el Espíritu Santo es amor, é infunde perpetuamente
en la Iglesia su.amor. La Iglesia es amor, y abrasará
al mundo en amor. Los que esto ignoran ó los que
esto han olvidado, ignorarán perpetuamente cuál es
la causa sobrenatural y secreta de los fenómenos
patentes y naturales, cuál es la causa invisible de
todo lo visible, cuál es el vínculo que sujeta lo tem-
poral á lo eterno, cuál es el resorte secretísimo de
los movimientos del alma; de qué manera obra el
Espíritu Santo en el hombre, en la sociedad la pro-
videncia, Dios en la historia.


Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo con
su maravillosa doctrina. Si no hubiera sido otra cosa
sino un hombre de doctrina maravillosa, el mundo
le hubiera admirado un momento, y hubiera puesto




EL LIIlEnALIS)((I y EL SOCIALISMO. 63
en olvido, despues l juntamente á la doctrina y al
hombre. Maravillosa y todo, como era su doctrina,
no fué seguida sino de alguna gente popular, cayó
en desprecio de la más granada entre el pueblo judío,
y durante la vida del Maestro fué ignorada del género
humano.


Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo con
sus milagros. De los mismos que le vieron mudar,
con solo su querer, la naturaleza de las cosas, andar
sobre las aguas, aquietar los mares, sosegar los
vientos, mandar á la vida y á la muerte; unos le
llamaron Dios, otros demonio, otros prestidigitador
y hechicero.


Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo por-
que se hubieran cumplido en él las antiguas profecías.
La sinagoga, que era su depositaria, no se convirtió,
ni se convirtieron los doctores que se las sabían de
memoria, ni se convirtieron las muchedumbres que
las habian aprendido de los doctores.


Nuestro Señor Jesucristo no venció al mundo con
la verdad. La verdad esencial del Cristianismo estaba
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, como
quiera que rué siempre una, eterna, idéntica á sí
misma. Esa verdad qu.e estuvo eternamente en el
seno de Dios, fué revelada al hombre, infundida
en su espíritu y depositada en la historia, desde que
resonó en el mundo la primera palabra divina. y,
sin embargo l el Antiguo Testamento, así en lo que




tl4· ENSAYO SOBI\E EL CATOLICISMO.
tenia de eterno y de esencial, como en lo que te-
nia de accesorio, de local y de contingente, en sus
dogmas como en sus ritos, no salvó nunca las fron-
teras del pueblo predestinado. Ese mismo pueblo
rompió muchas veces en grandes rebeldías, persi-
guió á sus profetas, escarneció á sus doctores, ido- .
latró á la manera de los pueblos gentiles, hizo pac-
tos nefandos con los espíritus infernales, se entregó
en su cuerpo y en su alma á sangrientas y horribles
supersticiones, y el dia en que la verdad tomó carne,
la maldijo, la negó y la crucificó en el Calvario. y
miéntras que la verdad, que estaba escondida en los
antiguos símbolos, representada en las antiguas fi-
guras, anunciada por los antiguos profetas, testifi-
cada con espantables prodigios y con milagros estu-
pendas, fué puesta en una cruz, cuando vino por si
misma para explicar con su presencia el por qué de
aquellos milagros estupendos y de aquellos prodigios
espantables, para abonar todas las palabras proféticas,
ypara enseñar á las gentes lo que estaba representado
en los antiguos símbolos y lo que estaba escondido en
las antiguas figuras; el error se había extendido li-
bremente por el mundo, cuan ancho es, y habia cu-
bierto todos los horizontes con sus sombras; y todo esto
con una prodigiosa rapidez, y sin el auxilio de profetas,
ni de símbolos, ni de figuras, ni de milagros. ¡Terrible
lección, memorable documento para los que creen en
la fuerza recóndita y expansiva de la verdad , yen la




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 65
radical impotencia del error para hacer por sí solo su
camino por el mundo 1


Si nuestro Señor Jesucristo venció al mundo, lo
venció á pesar de ser la verdad, á pesar de ser el
anunciado por los antiguos profetas, el representado
en los antiguos símbolos, el contenido en las anti-
guas figuras; lo venció á pesar de sus prodigiosos
milagros y de su doctrina maravillosa. Ninguna otra
doctrina que no hubiera sido la evangélica, hubiera
podido triunfar con ese inmenso aparato de testimo-
nios clarísimos, de pruebas irrefragables y de argu-
mentos invencibles. Si el mahometismo se derramó
á manera de un diluvio por el continente africano,
por el asiático y por el europeo, consistió esto en
que caminó á la ligera, y en que llevaba en la punta
de su espada todos sus milagros, todos sus argu-
mentos y todos sus testimonios.


El hombre prevaricador y caido no ha sido hecho
para la verdad, ni la verdad para el hombre preva-
ricador y caido. Entre la verdad y la razon humana,
despues de la prevaricacion del hombre, ha puesto
Dios una repugnancia inmortal y una repulsion in-
vencible. La verdad tiene en sí los títulos de su
soberanía, y no pide venia para imponer su yugo;
miéntras que el hombre, desde que se rebeló contra
SÚ Dios, no consiente otra soberanía sino la suya
propia, si no le piden ántes su consentimiento y su
venia. Por eso, cuando la verdad se pone delante de


5




66 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
sus ojos , luego, al punto, comienza por negarla, y
negarla es afirmarse á sí propio en calidad de sobe-
rano independiente. Si no puede negarla, entra en
combate con ella, y combatiéndola combate por su
soberanía. SiIa vence la crucifica, si es vencido
huye; huyendo cree huir de su servidumbre, y cru-
cificándola cree crucificar á su tirano.


Por el contrario, entre la razon humana y lo ab-
surdo hay una afinidad secreta, un parentesco estre-
chísimo. El pecado los ha unido con el vínculo de un
indisoluble matrimonio. Lo absurdo triunfa del hom-
bre cabalmente, porque está desnudo de todo derecho
anterior y superior á la razon humana. El hombre la
acepta cabalmente, porque viene desnudo. porque
careciendo de derechos no tiene pretensiones; su
voluntad le acepta, porque es hijo de su entendi-
miento, yel entendimiento se complace en él porque
es su propio hijo, su propio verbo; porque estesti-
monio vivo de su potencia creadora. En el acto de
su creación el hombre es á manera de Dios, y se
llama Dios á si propio. Y si es Dios á manera de
Dios, para el hombre todo lo demas es ménos. ¿Qué
importa que el otro sea el Dios de la verdad, si él es
el Dios de lo absurdo? Por lo ménos será indepen-
diente, á manera de Dios; será soberano, á manera
de Dios; adorando á su obra. se adorará á sí propio;
magnificándola, será magnificador de sí mismo.


Vosotros los que aspiráis á sojuzgar á las gentes,




EL LIRERALISMO y EL SOCIALIS~IO. 67
á dominar en las naciones y á ejercer un imperio
sobre la razon humana, no os anuncieis como depo-
sitarios de verdades clarísimas y evidentes; y sobre
todo no declareis vuestras pruebas, si las teneis ,
porque jamas el mundo os reconocerá por señores,
ántes se rebelará contra el yugo brutal de vuestra
evidencia. Anunciad, por el contrario, que poseeis
un argumento que echa por tierra una verdad mate-
mática; que vais á demostrar que dos y dos no hacen
cuatro, sino cinco; que Dios no existe, ó que el
hombre es Dios; que el mundo ha sido esclavo hasta
ahora de vergonzosas supersticiones; que la sabidu-
ría de los siglos no es otra cosa sino pura ignorancia;
que toda revelacion es una impostura; que todo go-
bierno es tiranía, y toda obediencia servidumbre;
que lo hermoso es feo, que lo feo es hermosísimo;
que el bien es mal, y el mal es bien; que el diablo
es Dios, y que Dios es el diablo; que fuera de est~
mundo no hay ni infierno ni paraíso; que el mundo
que habitamos es un infierno presente y un· paraíso
futuro; que la libertad, la igualdad y la fraternidad
son dogmas incompatibles con la supersticion cris-
tiana ; que el robo es un derecho imprescriptible, y
que la propiedad es un robo; que no hay órden sino
en la anarquía, ni hay anarquía sin órden; y estad
ciertos de que con este solo anuncio, el mundo ma-
ravillado de vuestra sabiduría, y fascinado por vues-
tra ciencia, pondrá á vuestras palabras un oído atento




68 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
y reverente. Si al buen sentido, de que habeis dado
larga muestra anunciando la demostración de todas
estas cosas, añadís despues el buen sentido de no
demostrarlas de ninguna manera; ó si, como única
demostracionde vuestras blasfemias y de vuestras
afirmaciones, dais vuestras blasfemias y vuestras afir-
maciones mismas, entónces el género humano os
pondrá sobre los cuernos de la luna; sobre todo, si
poneis un cuidado exquisito en llamar la atencion de
las gentes hacia vuestra buena ~, llevada hasta el
punto de presentaros desnudos como estáis, sin haber
acudido á las vanas supercherías de vanas razones,
de vanos antecedentes históricos yde vanos milagros,
dando así un público testimonio de vuestra fe en el
triunfo de la verdad por sí sola; y si, por último,
revolviendo á todas partes vuestros ojos, preguntáis
dónde están y qué se hicieron vuestros enemigos,
entónces el mundo extático, atónito, proclamará á
una voz vuestra magnanimidad, y vuestra grandeza,
y vuestra victoria, y os apellidará píos ,felices,
triunfadores.


Yo no sé si hay algo, debajo del sol, más vil y des-
preciable que el género humano fuera de las vias
católicas.


En la escala de su degradacion y de su vileza, las
muchedumbres engañadas por los sofistasyoprimidas
por los tiranos son las más degradadas y las más
viles; los sofistas vienen despues, y los tiranos que




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 69
tienden su látigo sangriento sobre los unos y sobre
las otras, son, si bien se mira, los ménos viles, los
ménos degradados y los ménos despreciables. Los
primeros idólatras salen apénas de la mano de Dios,
cuando dan consigo en la de los tiranos babilónicos.
El paganismo antiguo va rodando de abismo en abis-
mo, de sofista en sofista y de tirano en tirano, hasta
caer en la mano de Calígula , monstruo borrendo y
afrentoso con formas humanas, con ardores insen-
satos y con 'apetitos bestiales. El moderno comienza
por adorarse á sí propio en una prostituta, para der-
ribarse á los piés de Marat el tirano, cínico y san-
griento; y á los de Hobespierre, encarnacion suprema
de la vanidad humana, con sus instintos inexorables
y feroces. El novísimo va á caer en un abismo más
hondo y más oscuro; tal vez se remueve ya en el
cieno de las cloacas sociales el que ha de ajustar á
su cerviz el yugo de sus impúdicas y feroces inso-
lencias.




CAPITULO VI.


QUE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO HA TRIUN.'ADO DEL MUNOO EXCLUSIVAMENTE
POR MEDIOS SOBRENATURALES,


CUANDO esté puesto en lo alto, es decir, en la cruz,
traeré todas las cosas á mí : es decir, aseguraré mi
dominacion y mi victoria sobre el mundo. En estas
palabras, solemnemente proféticas, des?ubrió el Se-
ñor á sus discípulos á un mismo tiempo lo poco que
valian para la conversion del mundo las profecías que
anunciaron su advenimiento, los milagros que pu-
blicaban su omnipotencia. la santidad de su doctri-
na, testimonio desu gloria, y lo poderoso que habia
de ser para obrar este prodigio su inmensísimó amor
revelado á la tierra en su cruciflcaoion y en su
muerte.


Egoveni in nomine Patris mei• etnon accipitis me:
si allius venerit in nomine suo, illum accipietis. (Joann.,
cap. 5. verso 43.) En estas palabras está anunciado
el triunfo natural del error sobre la verdad, del mal
sobre el bien. En ellas está el secreto del olvido en
que tenian puesto á Dios todas las gentes, de la pro-




EL LIBERALlS~1O y EL SOCIALISMO. 71
pagacion asombrosa de las supersticiones paganas,
de las hondas tinieblas tendidas por el mundo; así
como el anuncio de las futuras crecientes de los er-
rores humanos, de la futura disrninucion de la ver-
dad entre los hombres, de las tribulaciones de la Igle-
sia, de las persecuciones de los justos, de las victo-
rias de los sofistas, de la popularidad de los blasfe-
mos. En aquellas palabras está como encerrada la
historia, con todos los escándalos, con todas las he-
rejías, con todas las revoluciones. En ellas se nos
declara por qué, puesto entre Barrabas y Jesus el
pueblo judío, condena á Jesus y escoge á Barrabas;
por qué, puesto hoy el mundo entre la teología cató-
lica y la socialista, escoge la socialista y deja la ca-
tólica ; por qué las discusiones humanas van á parar
á la negacion de lo evidente y á la proclamacion de
lo absurdo. En esas palabras, verdaderamente ma-
ravillosas, está el secreto de todo lo que nuestros pa-
dres vieron, de todo lo que verán nuestros hijos, de
todo lo que vemos nosotros. No : ninguno puede ir
al Hijo, es decir, á la verdad, si su Padre no le llama:
palabras profundísimas que atestiguan á un tiempo
mismo la omnipotencia de Dios y la impotencia radi-
cal, invencible, deli'~énero humano.


Pero el Padre llamará y le responderán las gentes;
el Hijo será puesto en la cruz y atraerá á sí todas las
cosas : ahí está la promesa salvadora del triunfo so-
hrenatural de la verdad sobre el error, del bien so-





72 ENSAYO SOIlRE EL CATOLICISMO,




bre el mal; promesa que será del todo cumplida al
fin de los tiempos.


Pater meus usque modo operatur : et ego operar sicut
Pater... sic et filius quos vultvivificat. (Joann., cap. 5,
verso 17, 21 .) Expedit vobis ut ego vadam : si enim non
abiero , Paraclitus non veniet ad vos : siautem obiero
mittam eum ad vos. (Joann., cap. 16, verso 7.)


Las lenguas de todos los doctores, las plumas de
todos los sabios no bastarian para explicar todo lo
que esas palabras contienen. En ellas se declara la
soberana virtud de la gracia, y la accion sobrenatu-
ral, invisible, pe.rmancnte, del Espíritu Santo. Ahíestá
el sobrenaturalismo católico con su infinita fecundi-
dad y con sus maravillas inenarrables; ahí está ex-
plicado, sobre todo, el triunfo de la cruz, que es el
mayor y el más inconcebible de todos los portentos.


En efecto: el Cristianismo, humanamente hablan-
do, debia sucumbir, y era necesario que sucumbie-
ra : debia sucumbir, lo primero, porque era la ver-
dad; lo segundo, porque tenia en su apoyo testimo-
nios elocuentísimos, milagros portentosos y prue-
bas irrefragables. Jamas el género humano dejó de
resbalarse y de protestar contra todas esas cosas se-
paradas; y no era probable, ni creible, ni imagina-
ble siquiera, que dejara de resbalarse y de protestar
contra todas ellas juntas; y de hecho estalló en blas-
femias, y en protestas, y en rebeldías.


Empero el Justo subió á la cruz por amor, y der-





EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 73
ramó su sangre por amor, y dió su vida por amor;
y ese amor infinito y esa preciosísirna sangre me-
recieron al mundo la venida del Espíritu Santo. En-
tónces todas las cosas mudaron de faz, porque la
razon fué vencida por la fe, y la naturaleza por la
gracia.


ICuán admirable es Dios en sus obras, cuán ma-
ravilloso en sus designios, y cuán sublime en sus
pensamientos! El hombre y la verdad andaban reñi-
dos; el orgullo indomable del primero se compade-
cia mal con la evidencia un tanto insolente y brutal
de la segunda. Dios templó la evidencia de la se-
gunda poniéndola entre nubes trasparentes, y envió
al primero la fe, y enviándosela, ajustó con él este
pacto: Yo dividiré contigo el imperio; yo te diré lo
que has de creer, y te daré fuerza para que lo creas,
pero no oprimiré con el yugo de la evidencia tu vo-
luntad soberana; te doy la mano para salvarte, pero
te dejo derecho de perderte; obra conmigo tu salva-
cion; ó piérdete tú solo; no te quitaré lo que te dí, y
el dia que te saqué de la nada, te dí el libre albe-
drío. Y este pacto, por la gracia <;le Dios, fué libre-
mente aceptado por el hombre. De esta manera la os-
curidaddogmática del Catolicismo salvó de un nau-
fragio cierto á su evidencia histórica. La fe, más con-
forme que la evidencia con el entendimiento del hom-
bre, salvó del naufragio á la razón humana. La ver-
dad debia de ser propuesta por la fe, si había de ser




74




EliSAYO SOBI\E EL CATOLl<.:JSl\lO ,


aceptada por el hombre, rebelde do suyo contra la
tiranía de la evidencia.


y el mismo espíritu que propone lo que se ha de
creer, y nos da fuerza para que lo creamos, propone
lo que es necesario obrar, y nos da el deseo de obrar-
lo, y obra con nosotros para que lo obremos. Tan
grande es la miseria del hombre, tan honda su ab-
yeccion, tan absoluta su ignorancia y tan radical su
impotencia, que no puede por sí solo ni formar un
buen propósito, ni trazar un gran designio, ni con-
cebir un gran deseo de cosa que agrade á Dios yque
aproveche á la salvacion de su alma. Y por otro lado,
es tan alta su dignidad, su naturaleza tan noble, su
orígen tan excelso, su fin tan glorioso, que el mismo
Dios piensa por su pensamiento, ve por sus ojos,
anda con sus piés y obra por sus manos. El es el que
le lleva para que ande, y el que le detiene para que
no tropiece, y el que manda á sus ángeles que le asis-
tan para que no caiga; y si por ventura cae, él le
levanta por sí mismo; y puesto en pié, le hace que
desee perseverar y le hace que persevere. Por eso
dice S. Agustin : Ninguno creemos que viene á la
verdadera salud, si Dios no lo llama; y ninguno, des-
pues de llamado, obra lo que conviene para esta mis-
ma salud, si él no lo ayuda. Por eso dice el mismo
Dios, en el evangelio de San Juan, cap. 15, vers 4-
y 5 : Manete in meel ego in ooois, Sicu: palmes nonpo-
test (erre (ructum asemetipso, nisi manserit in vite : sic




EL LlBllRALIS)1O y EL SOCIALISMO. 75
nec vos, nisi in me manseritis. Ego sumvitis : vos pal-
miles: quimanet in me, el egoin ea, hic [er! [rucium mul-
tum : quia sine me nihil potestis {acere. El Apóstol, en
su segunda epístola á los de Corinto, cap. 3, verso 4-
y 5, dice: Fiduciam auiem talem habemus per Christum
ad Deum, non quod su{ficientes simus cogitare aliquid ti
nobis quasi ex nobis : sedsu{ficientia nostra ex Deo esto
Esta misma impotencia radical del hombre ~n el ne-
gocio de su salvacion , confesaba el santo Job cuando
decia (cap. 14-): ¿Quién puede hacer limpia una cosa
concebida de masa sucia, sino vos, Señor? Moises di-
ciendo (Exod. C. 34.-.) : Nadie por sí mismo puede ser
inocente delante de tí. S. Agustin, en el inimitable li-
bro de LlLS confesiones, volviéndose á Dios, le dice:
Señor, dadme gracia para hacer lo que vos mandais,
y mandadme lo que mejor os parezca. De manera,
que así como Dios me declara lo que debo creer, y me
da fuerzas para creerlo, del mismo modo me manda
lo que debo obrar, y me da gracia para obrar aquello
mismo que me ha ordenado.


¿ Qué entendimiento habrá que conozca, qué len-
gua habrá que.declare , qué pluma habrá que escriba
la manera en que Dios obra en el hombre estos so-
beranos prodigios, y cómo le lleva por el camino de
la salvaciou con mano á un mismo tiempo miseri-
cordiosa y justa, suavísima ypotente? ¿Quién seña-
lará los linderos de ese imperio espiritual, entre la
voluntad divina y el libre albedrío del hombre?¿~~


(t'" '\~,
(jiMil
~:


'1.\ '




76 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
dirá cómo concurren sin confundirse y sin menosca-
barse? Solo sé una cosa, Señor; que pobre y hu-
milde como soy, y grande y potente como eres, me
respetas tanto como me amas, y me amas tanto como
me respetas .. Sé que no me abandonarás á mí mismo,
porque por mí mismo nada puedo sino olvidarte y
perderme; y sé que al tenderme la mano que me sal-
va, me la tenderás tan blanda, tan cariñosa y tan
suave, que no la sentiré venir. Tú eres como silbo
de viento delgado en lo suave, como aquilon en lo
fuerte. Soy lleva-do por tí, como por el aquilon , y me
muevo hácia tí libremente, como mecido por viento
delgado. Me llevas como si me empujaras; pero no
me empujas, sino que me solicitas. Yo soy el que me
muevo, y sin embargo tú te mueves en mí. Tú vie-
nes á mi puerta y llamas con blandura, y si no res-
pondo, aguardas á mi puerta y vuelves á llamar: sé
que puedo no responderte, y perderme; sé que puedo
responderle, y salvarme; pero sé que no podria res-
ponderte si tú no me llamaras, y que cuando respon-
do, respondo lo que me dices, siendo tuya la pre-
gunta, y tuya y mia la respuesta. Séque no puedo
obrar sin tí, Yque por ti obro, y que cuando obro,
merezco; pero que no merezco sino porque tú me
ayudas á merecer, como me ayudaste á obrar; sé que
cuando me premias porque merezco, y cuando me-
rezco porque obro, me das tres gracias: la gracia del
premio, con que galardonas; la gracia del merecer




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 77
que me diste, con la cual galardonaste; la gracia que
me diste de obrar con ayuda tuya. Sé que tú eres
como la madre, y yo como el niño pequeñuelo en
quien la madre infunde el deseo de andar, y luego
le da la mano para que ande, y despues le da un beso
en la frente porque deseó andar y anduvo con la ayuda
de su mano. Sé que no escribo sino porque tú me has
encendido en el deseo de escribir, y que no escribo
sino lo que me enseñas ó lo que permites que escri-
ba ; creo que el que cree que mueve un miembro sin
tí, ni te conoce ni es cristiano.


Yo pido perdon á mis lectores por haber entrado,
siendo profano y lego como soy, por el camino recón-
dito y escabroso de la gracia. Todos reconocerán, sin
embargo, á poco que reflexionen, que el entrar al-
gun tanto por ese áspero camino, era un~ exigencia
imperiosa del gravísimo asunto que vengo tratando
en los últimos capítulos. Tratábase de averiguar cuál
es la explicacion legítima del prodigio siempre anti-
guo y siempre nuevo, de la accion poderosa que el
Cristianismo ha ejercido y está ejerciendo en el mun-
do, para venir á parar despues en el misterio no mé-
nos estupendo y prodigioso de la virtud de trasfor-
macion que ha mostrado en sí al ponerse en relacion
y contacto con las sociedades humanas. El prodigio
de su propagación y de su triunfo no está en los tes-
timonios históricos, ni en los anuncios proféticos, ni
en la santidad de su doctrina; circunstancias todas




78 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
que, en el estado á que fué reducido el hombre des-
p~es de la prevaricacion y de la culpa, hau sido más
propias para apartar de él á las gentes , que para lle-
varle triunfante y vencedor hasla los términos más
apartados de la tierra. Los milagros no han sido tam-
poco parte para obrar este prodigio; porque si bieu
es cierto que considerados en sí son una cosa sobre-
natural, considerados como una prueba exterior, son
una prueba natural sujeta á las mismas condiciones
que los otros testimonios humanos. La propagacion
y el tJii.ºnfo del Cristianismo es un hecho sobrenatu-
ral, como quiera que se ha propagado y ha triun-
fado á pesar de llevar en ~í todo lo que debia haber
impedido su propagacion y su victoria. Siendo este
un hecho sobrenatural, no podia explicarse legítima-
mente sino .subiendo á una causa que, siendo por su
naturaleza sobrenatural, obrara en lo exterior de una
manera conforme á su propia naturaleza, e..; decir,
sobrenaturalmente. Esta cansa, sobrenatural en si
misma y sobrenatural en' su accion • es la gracia. La
gracia nos fué merecida por el Señor cuando pade-
ció en la cruz muerte afrentosa, y la recibieron los
apóstoles cuando bajó sobre ellos el autor de toda
gracia y de toda santificacion, el Espíritu Santo. El
Espíritu Santo infundió en los apóstoles la gracia que
nos mereció la muerte del Hijo por la misericordia
del Padre, viniendo de esta manera á ocuparse en
la obra inefable de nuestra redencion, como án-




EL LIBERALIS~IO y EL SOC1ALIS~IO. 79
tes en la creacion del universo, la Trinidad divina.


Esto sirve para explicar dos cosas que, sin esta
explicacion, serían de todo punto inexplicables,
conviene á saber: cómo fué que los apóstoles obra-
ron mayores milagros que su divino Maestro, y que
los milagros de los primeros fuéron más fructuosos
que los del segundo, segun les fué anunciado por el
Señor repetidas veces y en diferentes ocasiones.
Consistió esto en que el rescate universal del género
humano en toda la prolongacion de los siglos, desde
los tiempos adámicos hasta los últimos tiempos, ha-
bia de ser el galardon de la sangrienta tragedia de la
cruz; y en que , hasta que fuera consumada, las
divinas mansiones debían estar cerradas ante los des-
dichados hijos de Adan con puertas de diamante.


Cuando los tiempos fuéron llegados, el espíritu de
Dios vino sobre los apóstoles, como un viento impe-
tuoso, en lenguas de fuego. Entónces sucedió que sin
transicion ninguna fuéron mudadas en un punto to-
das las cosas, en virtud de una accion sobrenatural
y divina. En los apóstoles se obró la primera mu-
danza. No veian , y tuvieron luz; no entendian, y
tuvieron entendimiento; eran ignorantes, y fuéron
sapientísimos; hablaban cosas vulgares, y hablaron
cosas prodigiosas. La maldicion de Babel tuvo fin :
desde entonces cada pueblo habia hablado su lengua;
los apóstoles las hablaron, sin confusion, todas juntas;
eran pusilánimes, fueron atrevidos; eran cobardes,




80 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
fuéron valerosos; eran perezosos, fuéron diligentes;
habían abandonado á su Señor por la carne y por el
mundo, abandonaron por su Señor el mundo y la
carne; habian dejado la cruz por la vida, dieron la
vida por la cruz; murieron en sus miembros, para
vivir en sus espíritus; para trasformarse en Dios, de-
jaron de ser hombres; para vivir vida angélica, de-
jaron la humana.


y así como el Espíritu Santo habia trasformado á
los apósu .les, los apóstoles trasformaron al mundo;
pero no ellos en verdad, sino el espíritu invencible
que estaba en ellos. El mundo habia visto á Dios, y
no le habia conocido; y ahora que no tenia su vista,
tuvo su conocimiento. No habia creído en su palabra,
y ahora que habia dejado de hablar, creyó en su pa-
labra; habia visto sus milagros vanamente, y ahora
que era ido á su Padre el que los obró, creyó en
sus milagros. Habia crucificado á Jesus, y adoró al
que habia crucificado ; habia adorado á los ídolos,
y quemó sus ídolos. Lo que habia tenido por argu-
mentos vanos, tuvo ahora por argumentos victorio-
sos é inconcebibles : cambióse en amor inmenso su
odio profundo.


Así como el que n~ne idea de la gracia, no la
tiene tampoco del Cristianismo, el que no tiene noticia
de la providencia de Dios, está en la ignorancia más
completa de todas las cosas. La Providencia, tomada
en su acepcion más general, es el cuidado que tiene el




EL LIBEIlALlS~1O y EL SOCIALISMO. 8i
Criador, de todas las cosas creadas. Las cosas existie-
ron, porque Dioslas crió; pero no existen, sino porque
Dios cuida de ellas por medio de mí cuidado continuo
que viene á ser una creacion incesante. Las cosas que
ántes de que fueran no tuvieron en sí razon de ser, no
tienen en sí razon de subsistir despues de que fuéron :
solo DIOS es la vida y la razon de la vida, el sér y la ra-
zon del sér, el subsistir y la razon del subsistir. Nada
es, nada vive, nada subsiste por su virtud propia.
Fuera de Dios, esos atributos supremos no están en
ninguna parte ni en cosa ninguna. Dios no esá ma-
nera de un pintor que j hecho el cuadro, se separa
de él, le abandona y le olvida; ni las cosas que Dios
crió, subsisten de la manera que la figura pintada,
que subsiste por sí sola. Dios hizo las cosas de una
manera más soberana, y las cosas dependen de Dios
de una manera más sustancial y excelente. Las cosas
del órdennatural, las del orden sobrenatural,ylas
que, por salir del órden comun natural ó sobrenatu-
ral, se llaman y son milagrosas, sin dejar de ser di-
ferentes entre sí, como quiera que son gobernadas y
regidas por ieyes diferentes, tienen todas algo y ami
mucho de comun., que consiste en su dependencia
absoluta de la voluntad divina. No se afirma de las
fuentes cuanto de ellas hay que afirmar, cuando se
afirma que corren, porque su naturaleza es correr;
ni de los árboles, cuando se afirma de ellos que fruc-
tifican. porque su naturaleza es dar frutos. Su na tu-


6




'ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,


raleza no da á las cosas una virtud propia é indepen-
diente de la voluntad de su Criador, sino cierta manera
.determinada de ser, dependiente, en todos yen cada
uno de los momentos de su existencia, de la voluntad
del soberano Hacedor ydel divino Arquitecto. Corren
las fuentes, porque Dios las manda correr con un-
.mandamiento actual; y las manda correr, porque
hoy, como en eL día de Sil creacion, ve que es bueno
que corran; fructifican los árboles, porque Dios los
manda fructificar con un actual mandamiento; y les
da este mandamiento, por.que hoy, como en el dia de
su creacion, ve que es bueno que los árboles fructifi-
quen. Por donde se ve cuán errados andan los que
van á buscar la última explioacion de los sucesos, ya
en las causas segundas, que existen todas bajo la
dependencia general é inmediata de Dios, ya en la
fortuna, que no existe'de ninguna manera. Solo Dios
es criador de todo lo que existe, el conservador de
todo lo que subsiste, y.el autor de todo Lo que suce-
de, segun se ve por estas palabras del Eclesiásti-
co, cap. 41, verso 14 : Bona el mala, vita el mors,
paupertas et honestas ti Deo sunt. Por eso dice san Ba-
silio, que en atribuírselo todo á Dios, está la suma
de toda la fílosoña cristiana, conforme á lo que dice
el Señor, en San Mateo, cap. 10, verso 29, 30: Non-
ne duo passeres asse vaeneunl? El unusea; illisnon cadet
-super terram sine palre oesiro, Vestri autem capitli ca-
lJitis emne« numeralt' sunl.




EL LIllERALlS~1O y EL SOCIALISMO. 83




Considerando las cosas desde esta altura, se ve
claro que de la misma manera depende de Dios lo
que es natural, que lo que es sobrenatural y lo que
es milagroso. Lo milagroso, lo sobrenatural y lo na-
tural son fenómenos idénticos sustancialmente entre
sí por razon de su origen, que es la voluntad de Dios;
voluntad, que siendo actual en todos ellos, es en
todos eterna. Dios quiso eterna y actualmente la re-
surreccion de Lázaro, como quiere eterna y actual-
mente que los árboles fructifiquen, Y los árboles no
tienen una razon más independiente de la voluntad
divina para fructificar, que Lázaro para salir después
de muerto del sepulcro. La diferencia de estos fenó-
menos no está en su esencia, puesto que uno y otro
dependen de la voluntad divina, sino en el modo ;
porque en los dos casos la divina voluntad se eje-
cuta y se cumple por dos diferentes maneras, y en
virtud de dos leyes distintas Una-de estas dos ma-
neras se llama y es, natural, y la otra se llama yes,
milagrosa. Los hombres llamamos naturales á Jos
prodigios diarios, y milagrosos á los prodigios inter-
mitentes.


Por donde se ve cuán grande es la locura de los
que niegan la potestad de obrar los intermitentes al
mismo que obra los diarios. ¿ Qué otra cosa viene á
ser esto, sino negar al que hace lo que es más, la
potestad de hacer Jo que es ménos , ó lo que viene
á ser lo mismo, negar que puede obrarse alguna~~~~,>o"~Cr.. Ut~,


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84 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
vez aquello que se obra siempre? Vosotros, los que
negais.la resurreccion de Lázaro, porque es obra mi-
lagrosa, decidme, ¿por qué no negais otros prodigios
mayores? ¿ Por qué no.negais ese sol que asoma por
el oriente, yesos cielos tan hermosos y refulgentes,
y tendidos, y sus luminares eternos? Por qué no ne-
gais esos mares bramadores, hermosísimos, turbu-
lentísimos, y. esa arena blanda, leve, en donde mue-
ren humildes esos roncos bramidos, esas concertadas
armonías y esas grandes turbulencias? Por qué no
negáis esos campos tan llenos de frescura, yesos bos-
ques tan llenos de silencio, de majestad y de sombras,
y esas inmensas cataratas con sus inmensos vuelcos,
yesos deslumbradores cristales de esas clarísimas
fuentes? Y sino negáis estas cosas, ¿cómo es tan
grande vuestra locura, y vuestra inconsecuencia tan
palpable, 'que negais como imposible, ó como difícil
siquiera, la resurreccion de un hombre? Yo de mí
sé decir, que no niego mi fe sino al que afirma qlJe
habiendo abierto sus ojos exteriores para ver lo que
le rodea, Ó sus ojos interiores para ver lo que en sí
pasa, ha visto fuera ó dentro de sí cosa que no sea
milagro.


Síguese de lo dicbo, que la distincion por una
parte entre las cosas naturales y las sobrenaturales, y
por otra entre los fenómenos ordinarios, así del órden
natural corno del sobrenatural, y los milagrosos, no
lleva ni puede llevar consigo no sé qué rivalidad y





F;L LIBERALISMO Y EL SOCIALIS~lO. 85
antagonismo oculto entre lo que existe por la volun-
tad de Dios, y lo que existe por naturaleza; como
si Dios no fuera el autor t y el mantenedor, y el go-
bernador soberano de todo lo que existe.


Todas esas distinciones, sacadas de sus límites dog-
máticos, han ido á parar, á lo que vemos, á la dei-
fícacion de la materia, y á la negacion absoluta, ra-
dical, de la providencia y de la gracia.


Volviendo á anudar, para concluir, el hilo de este
discurso, diré que la providencia viene á ser una gra-
cia general, en virtud de la cual Dios mantiene en
su ser, y gobierna segun su .consejo todo lo que
existe; así como la gracia viene á ser á manera de
una providencia especial, con la que Dios tiene cui-
dado del hombre. El dogma de la providencia y el
de la gracia nos revelan la existencia de un mundo
sobrenatural t en donde residen sustancialmente la
razon y las causas de todo lo que vemos : sin la luz
que viene de allí, todo es tinieblas; sin la explica-
cion que está allí, todo es inexplicable; sin esa ex-
plicacion y sin esa luz todo es fenomenal, efímero,
contingente; todas las cosas son humo que se des-
hace, fantasmas que se desvanecen, sombras que se
deslizan, sueños que pasan. Lo sobrenatural está so-
bre nosotros, fuera de nosotros, dentro de nosotros
mismos. Lo sobrenatural circunda lo natural y lo pe-
netra por todos sus poros.


El conocimiento de lo sobrenatural es pues el fun-




86 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
damento de todas las ciencias, y señaladamente de las
políticas y de las morales. En vano aspiraréis á expli-
car al hombre sin la gracia, y á la sociedad sin la pro-
videncia: sin la providencia y sin la gracia, la socie-
dad yel hombre son para el género humano un arcano
perpetuo. La importancia de esta demostracion y su
trascendencia altísima se verá más adelante, cuando
bosquejando el triste y lamentable cuadro de nues-
tros extravíos y de nuestros errores, se les vea brotar
todos de la negacion del sobrenaturalismo católico,
como de su propia fuente. Entre tanto conviene á
mi propósito dejar consignado aquí que la accion so-
brenatural y constante de Dios sobre la sociedad y
sobre el hombre es el anchísimo y seguro funda-
mento en que se asienta todo el edificio de la doc-
trina católica; de tal manera, que, quitado ese fun-
damento, todo ese gran edificio en que se mueven
ancha mente las generaciones humanas, viene abajo
á igualarse con la tierra.




CAPITULO VII.
tillE LA IGLESIA CATÓLICA HA TRIUNFADO DE LA ~OCIEDAD, Á PESAR DE LeS


1I1S/IIOS OBSTÁCULOS, y POli LOS MISMOS MEDIOS SOBIIE~ATURALES QUE DIERON
LA VICTORIA SOBRE EL MUNDO Á NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.


I..A Iglesia católica, considerada como institución
religiosa, ha ejercido la misma influencia en la so-
ciedad, que el Catolicismo, considerado como doctri-
na, en el mundo ; la misma que nuestro Señor Jesu-
cristo en el hombre. Consiste esto en que nuestro
Señor Jesucristo, su doctrina y su Iglesia, no son en
realidad sino tres manifestaciones diferentes de una
misma cosa; conviene á saber: de la accion divina
obrando sohrenatural y simultáneamente en el hom-
bre y en todas sus potencias. en la sociedad y en
todas sus instituciones. Nuestro Señor Jesucristo, el
Catolicismo y la Iglesia católica, son la misma pala-
bra, la palabra de Dios resonando perpetuamente en
las alturas.


Esa palabra ha tenido que superar los mismos
'obstáculos, y ha triunfado por los mismos medios en
sus encarnaciones diferentes. Los profetas de Israel
habian anunciado la venida del Señor en la plenitud




88 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de Jos tiempos, habian escrito su vida, habian la-
mentado con tremendas lamentaciones sus tremendos
infortunios, habian dicho sus dolores, habian descrito
sus trabajos, habían contado una por una las gotas
que componianel mar de sus lágrimas, habían visto
sus congojas y vilipendios, habían levantado el acta
de su pasion y de su muerte; á pesar de esto el pue-
blo de Israel no le conoció cuando vino, y cumplió
todas las profecías olvidado de sus profetas. La vida
del Señor fué santísima; su boca habia sido la única
boca humana que se habia atrevido á pronunciar en
presencia de los hombres estas palabras, insensata-
mente blasfemas ó inefablemente divinas: ¿Quién me
argüirá de pecado? Y á pesar de esas palabras que
ningun hombre había pronunciado ántes, que no pro-
nunciará despues ninguno, el mundo no le conoció,
y le llenó de ignominias. Su doctrina era maravillosa
y verdadera; y lo era tanto, que iba como perfu-
mándolo todo con su extremada suavidad, y bañán-
dolo todo con sus apacibles resplandores. Cada una
de las palabras que caian blandamente de sus sacra-
tísimos labios era una revelacion portentosa, cada
revelacion una verdad sublime, cada verdad una es-
peranza ó un consuelo. Y á pesar de todo, el pueblo
de Israel apartó la luz de susojos , y cerró su corazon
á aquellas portentosas consolaciones y á aquellas su-
blimes esperanzas. Obró milagros nunca vistos de los
hombres ni oidos de las gentes, y á pesar de esto se




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALISMO. 89
apartaron de él con horror, como si estuviera infi-
cionado de la lepra, ó como si llevara en la frente
una maldicion estampada por la cólera divina, las
gentes y los hombres. Hasta uno de entre sus discí-
pulas, á quien amó con amor, fué sordo al reclamo
dulce de sus dulcísimos amores, y cayó en el abismo
de la traicion desde la eminencia del apostolado.


La Iglesia de Jesucristo venía anunciada por gran-
des profetas, y representada en símbolos y figuras
desde el principio de los tiempos. Su mismo divino
Fundador, al abrir sus zanjas inmortales, y al mode-
lar en un molde maravilloso sus divinas jerarquías,
puso ante los ojos de SlIS apóstoles su historia adve-
nidera : allí anunció sus grandes tribulaciones, sus
persecuciones sin ejemplo; vió pasar uno 'por uno y
unos en pos de otros, en sangrienta procesion, sus con-
fesores y sus mártires. Dijo cómo las potestades del
mundo y del infierno ajustarían contra ella, en odio
á él, paces horribles y sacrílegas alianzas; y de qué
manera triunfaria por su gracia de todas las potesta-
des del mundo y del infierno. Tendió por toda la pro-
longacion de los tiempos su vista soberana, yanun-
ció el fin de todas las cosas, y la inmortalidad de su
Iglesia, trasformada en aquella Jerusalen celestial,
vestida de luz y de piedras resplandecientes, llena de
gloria y empapada en perfumes de suavísimas fra-
gancias. A pesar de esto, el mundo, que la vió siem-
pre perseguida y siempre triunfante, que ha podido


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90 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
contar y ha contado por sus tribulaciones sus victo-
rias, la da perpetuamente nuevas victorias con sus
nuevas tribulaciones, cumpliendo así ciegamente la
grande profecía, al mismo tiempo que se olvida de lo
profetizado y del profeta. La Iglesia es perfecta y
santísima, así como su divino fundador fué perfecto
y santísimo. Ella tambien, y solo ella pronuncia en
presencia del mundo aquella palabra nunca oida :
¿ Quién me argüirá de error? Quién me argüirá de
pecado? Y á pesar de esa extraña palabra que ella
sola pronuncia, el mundo ni la desmiente ni la sigue
sino con sus vituperios. Su doctrina es maravillosa
y verdadera, porque es la enseñada por el gran
Maestro de toda verdad y el gran Hacedor de toda
maravilla, y sin embargo el mundo cursa estudios
en la cátedra del error, y pone un oído atento á la
elocuencia vana de impúdicos sofistas y de oscuros
histriones. Recibió de su divino fundador la potestad
de hacer milagros, y los hace. siendo ella misma un
milagro perpetuo, y sin embargo, el mundo la llama
vana superstición y vergonzosa, y es dada en espec-
táculo á los hombres y á las gentes. Sus propios hi-
jos, amados con tanto amor, ponen su mano sacrí-
lega en el rostro de su tiernísima Madre, y abandonan
el santo hogar que protegió su infancia. y buscan en
nueva familia y en nuevo hogar no sé qué torpes de-
licias y qué impuros amores : y de esta manera va
siguiendo el anunciado camino de su dolorosa pa-




EL LIIIERALISMO V EL SOC1.\LIS'\!O. 9f
sion no conocida del mundo y desconocida de los
heresiarcas.


y lo que hay aquí de singular y de maravilloso es
que, imitando perfectamente á nuestro Señor Jesu-
cristo no padece tribulaciones, á pesar de los pro-
digios que obra, de la vida que vive, de las verda-
des que enseña, y de los testimonios invencibles que
acreditan la divinidad de su encargo; sino que, al
reves, padece esas tribulaciones á causa de esos tes-
timonios invencibles, de esas verdades que enseña,
de esa vida santtsima que vive, y de esos milagros
que obra. Suprimid por un momento ~on la imagi-
nacion esa vida, esas verdades, esos prodigios yesos
invencibles testimonios, y habréis suprimido de un
solo golpe, y de una vez, todas sus tribulaciones, to-
das sus lágrimas, ~ todos sus infortunios y todos sus
desamparos.


En las verdades que proclama está el misterio de
su tribulacion, en la fuerza sobrenatural que la asiste
está el misterio de su victoria; y esas dos cosas jun-
tas explican á la vez sus victorias y sus tribula-
ciones.


La fuerza sobrenatural de la gracia se comunica
perpetuamente á los fieles por el ministerio de los
sacerdotes y por el canal de los sacramentos; y aque-
lla fuerza sobrenatural, comunicada de esta manera á
los fieles, miembros de la sociedad civil al mismo
tiempo que de la Iglesia, es la que ha abierto el pro-




92 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
fundísimo abismo que hay, aun consideradas bajo el
punto de vista político y social.entre las sociedades
antiguas y las sociedades católicas. Entre ellas, todo
bien considerado, no hay otra' diferencia sino la que
resulta de estar las unas compuestas de católicos y
las otras de paganos; de estar las unas compuestas
de hombres movidos por sus instintos naturales, y las
otras de hombres que, muertos mas ó ménos comple-
tamente á su naturaleza propia, obedecen mas Ó mé-
nos cumplidamente al impulso sobrenatural y divino
de la gracia. Esto sirve para explicar la distancia que
hay entre las instituciones políticas y sociales de las
sociedades antiguas, y las que han brotado como de
suyo y espontáneamente en las sociedades modernas ;
como quiera que las instituciones son la expresión
social de las ideas comunes, las ideas comunes el
resultado colectivo de las ideas individuales, las ideas
individuales la forma intelectual de la manera de ser
y de sentir del hombre; y que el hombre pagano y
el hombre católico dejaron de ser y de sentir de la
misma manera, siendo el uno el representante de la
humanidad prevaricadora y desheredada, y el otro el
representante de la humanidad redimida. Las insti-
tuciones antiguas y las modernas no son la expresion
de dos sociedades diferentes, sino porque son la ex-
presion de dos diferentes humanidades. Por esocuan-
do las sociedades católicas prevarican y caen, sucede
que luego, al punto, el paganismo hace irrupcion en




EL LIIIERUISMO y El. SOCIALISMO. 93
ellas, y que las ideas, las costumbres, las institucio-
nes y las sociedades mismas tornan á ser paganas.


Si haceis abstracción por un momento de esta
fuerza sobrenatural, invisible, COIl que el Catolicismo
ha ido trasformando todo lo que es visible y natural
lenta y calladamente, por medio de una operacion
misteriosa y secretísima, todo se oscurece á vuestros
ojos, y lo natural y lo sobrenatural, lo visible y lo
invisible, todo es tinieblas; Todas vuestras explica-
ciones se convierten en hipótesis falsas, que nada
explican y que son ademas inexplicables.


No hay espectáculo mas triste de ver, que el que
presenta el hombre de esclarecido ingenio, cuando
acomete la empresa imposible y absurda de explicar
las cosas visibles por las visibles, las naturales por
las naturales; lo cual, como quiera que todas las co-
sas visibles y naturales, en cuanto naturales y visi-
bles , son una misma cosa, viene á ser tan absurdo
como explicar un hecho por el mismo hecho, una
cosa por la cosa misma. En este gravísimo error ha
caido un hombre eminentísimo y de grandes exce-
lencias. cuyos escritos es imposible leer sin-un res-
peto profundo. cuyos discursos no se pueden oir sin
grande admiracion , y cuyas prendas personales son
superiores todavía á sus escritos, á sus discursos y á
sus talentos. MI'. Guizot saca ventaja á todos los es-
critores contemporáneos, en el arte de tender sobre
las cuestiones mas intrincadas una vista serena. Su




94 El'íSAYO SOBRE EL CATOLIC1S)lO,
mirada, generalmente hablando, es imparcial y se-
gura. En la expresion es limpio, en el estilo sobrio,
en los atavíos del lenguaje, severamente modesto;
su elocuencia misma se sujeta á su razon : su elo-
cuencia es alta, pero su razon altísima. Por elevada


.


que una cuestion esté, cuando Mr. Guizot sale de su
reposo y va hacia ella, va siempre como del monte
al valle, nunca como del valle al monte. Cuando des-
cribe los fenómenos que ve, no parece que los des-
cribe, sino que los crea. Si entra en cuestiones de
partido, tiene una complacencia retinada en señalar
á cada uno la parte de error y la parte de verdad
que le corresponde; y no parece que se la da porque
le corresponde, sino que le corresponde porque él se
la señala. Por lo general, siempre que discute, dis-
cute como si enseñara, y enseña como si estuviera
naturalmente revestido, para enseñar; de un magiste-
rio eminente. Si por acaso habla de la religion , su
lenguaje es solemne, ceremonioso y austero; á serie
esto posible, se ve bien que iria hasta los términos de
la reverencia. La parte que la concede en la obra de
la restauración social, es grande, como conviene á la
persona que la da y á la institución que la recibe.
Nadie sabrá decir si la considéra cOplo reina y se-
nora de las otras instituciones; lo que puede afir-
marse es que en todo caso es á sus ojos como una
reina amnistiada, que aun en el día de su gloria
conserva las señales de su pasada servidumbre.




EL LIBERHISMO y EL SOCIALISMO. 95
La calidad eminente de Mr. Guizot está en ver


bien todo lo que ve, yen ver todo lo visible, y en ver
cada cosa de por sí y separadamente. La parte flaca
de su entendimiento está en no ver de qué manera
esas cosas visibles y separadas forman entre sí un
conjunto jerárquico y armonioso, animado por una
fuerza invisible. Se hecha de ver, más que en ninguna
otra parte, así este gran defecto como aquella calidad
eminente, en el libro que consagró á hacer una des-
cripcion cumplida de la civilizacion europea. Mr. Gui-
zot ha visto todo lo que hay en esa civilizacion tan
compleja como fecunda; todo, ménos la civilizacion
misma. El que busque los elementos múltiples y va-
riados que la componen, búsquelos en su libro, que
allí están; el que busque la poderosa unidad que la
constituye, el principio de vida que circula libre-
mente por los robustos miembros de ese cuerpo so-
cialsano y robusto, que busque todas esas cosas en
otra parte, porque en su libro no se encuentran.


Mr. Guizot ha visto bien todos los elementos visi-
bles de la civilizacion , y todo lo que en ellos hay de
visible; y aquellos que no contienen en sí cosa que
no caiga debajo de la jurisdiccion de los sentidos,
han sido examinados por él cumplidamente. Habia
uno, empero, visible é invisible á un tiempo mismo.
Ese elemento era la Iglesia. La Iglesia obraba sobre
la sociedad de una manera análoga á la de los otros
eleméntos políticos y sociales, y adenias de una ma-




96 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
nera que la era exclusivamente propia. Considerada
como una institucion nacida del tiempo y localizada
en el espacio, su influencia era visible y limitada;
como la de las otras instituciones localizadas en el
espacio, hijas del tiempo. Considerada como una
institución divina; tenia en sí una inmensa fuerza so--
hrenatural , la cual, no sugetándose ni á las leyes
del tiempo ni á las del espacio, obraba sobre todo, y
en todas partes á la vez, callada, secretísima y sobre-
naturalmente. Hasta tal punto es esto verdad, que en
la crítica confusion de todos los elementos sociales la
Iglesia dió algo á todos los demas de exclusivamente
suyo, miéntras que ella solo impenetrable á la con-
fusion, conservó siempre su identidad absoluta. Al
ponerse en contacto con ella la sociedad romana,
sin dejar de ser romana como ántes , fué algo que
ántes no habla sido: fué católica. Los pueblos ger-
mánicos, sin dejar de ser germánicos como ántes,
fuéron algo que antes no habian sido: fuéron cató-
licos. Las instituciones políticas y sociales, sin perder
la naturaleza que les era propia, tomaron una natu-
raleza que les era extraña: la naturaleza católica. Y
el Catolicismo no era una vana forma, porque no dio
á ninguna institucion forma ninguna: era por el con-
trario algo de íntimo y de esencial, y por eso las dio
á todas algo de profundo y de íntimo. El Catolicismo
dejaba las formas y mudaba las esencias. Y al mismo
tiempo que dejaba en pié todas las formas y mudaba




EL LlBElULISMO y EL SOCIALISMO. 97
todas las esencias, conservaba íntegra su esencia y
recibia de la sociedad todas las formas. La Iglesia
fué feudal, como el feudalismo fué católico; pero la
Iglesia no recibía el equivalente de lo que daba.
como quiera que recihia algo que era puramente es-
terior y que hahia de pasar como un accidente,
miéntras que daba algo de interior y de íntimo que
había de permanecer como una esencia.


Resulta de aquí, que en el acerbo comun de la ci-
vilizacion europea que, como todas las otras civili-
zaciones y más que las otras civilizaciones, es uni-
dad y variedad á un tiempo mismo, todos los otro"
elementos combinados y juntos la dieron lo que tiene
de varia, miéntras que la Iglesia por sí sola la dió lo
que tiene de una; y dándola lo que tiene de una.
la dió lo que tiene de esencial, la dió aquello de
donde se toma lo que hay de mas esencial en una
institucion que es su nombre. La civilizacion euro-
pea no se llamó germánica, ni romana, ni absolutista,
ni feudal: se llamó y se llama la civilizacion católica.


El Catolicismo no es pues solamente, como MI'. Gui-
zot supone, uno de los varios elementos que entra-
ron en la composicion de aquella civilizacion admi-
rahle : es más que eso, aun mucho más que eso: es
esa civilizacion misma. i Cosa singular 1MI'. Guizot ve
todo lo que ocupa un instante en el tiempo y un lu-
gar circunscripto en el espacio, y DO ve aquello que
desborda los espacios y los tiempos; ve lo que está


i




ENSA YO SOBRE F:L CATOLICISlllO,


aquí y lo que está allí y lo que está más allá, y no ve
lo que está en todas partes. En un cuerpo organizado
y viviente no ve la vida que está en los miembros,
y ve los miembros que le componen.


Haced por un momento abstraccion de la virtud
divina, de la fuerza sobrenatural que está en la
Iglesia; consideradla como una institucion humana
que se dilata y extiende por medios puramente hu-
manos y naturales, y Mr. Guizot tiene razon contra
vosotros. La influencia de su doctrina no puede sal-
var los límites naturales que la asigna con su razon
soberana. La dificultad, empero, quedará en pié,
porque es un hecho evidente que los ha salvado.
Entre la historia que dice que los ha salvado, y la
razon que enseña que no los pudo salvar, hay una
contradiccion evidente : contradiccion que es nece-
sario resolver en una fórmula superior, y en una
conciliacion suprema que ponga de acuerdo los he-
chos con los principios y la razon con la historia.
Esa fórmula ha de estar fuera de la historia y fuera
de la razon , fuera de lo natural y fuera de lo visi-
ble; y está en lo que hay de invisible, de sobrena-
tural, de divino en la santa Iglesia católica. Ese algo
divino, sobrenatural é impalpable es lo que la ha
sujetado al mundo, lo que ha derribado á sus piés los
obstáculos mas invencibles, lo que la ha avasallado
las inteligencias rebeldes y los corazones soberbios,
lo que la ha levantado sobre las vicisitudes humanas.




EL LIBERALISMO Y EL SUt:L\LISMO. ·99
lo que ha asegurado su imperio sobre las tribus de
las gentes.


Ninguno que no tenga en cuenta su virtud sobre-
natural y divina, comprenderá jamas su influencia,
ni sus victorias, ni sus tribulaciones; así como nin-
guno que no la comprenda, comprenderá jamas lo
que hay de íntimo, de esencial y de profundo en la
civilizacion europea.






LIBRO SEGUNDO.


PROBLBMAS y SOLUCIONBS aBLATIVOS AL oaDBN
IIN GIlRIlBAL.




·'




LIBRO SEGUNDO.


CAPITULO PRIMERO.


DEL LIBRE ALBEDRío DEL HO~IBRE.


FUERA de la accion de Dios, no hay más que la ac-
cion del hombre; fuera de la Providencia divina, no
hay más que la libertad humana. La combinacion de
esta .libertad con aquella Providencia constituye la
trama variada y rica de la historia.


El libre albedrío del hombre es la obra maestra de
la creacion, y el más portentoso, sí fuera lícito ha-
blar así, de los portentos divinos. A él se ordenan
todas las cosas invariablemente, de tal manera, que
la creaciou sería inexplicable sin el hombre, y el
hombre sería inexplicable no siendo libre. Su liber-
tad es á un tiempo mismo su explicación y la expli-
cacion de todas las cosas. ¿Quién explicará, empero,
esa libertad altísima, inviolable, santa, tan santa,
tan altísima y tan inviolable, que el mismo que se la
dió no se la puede quitar, y con la cual puede resis-
tir y vencer al mismo que se la dió , con una resis-
tencia invencible y con una tremenda victoria? ¿Quién
explicará de qué manera, con esa victoria del hom-
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í 04 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS)JO,
bre sobre Dios, queda Dios vencedor y el hombre
queda vencido, y esto siendo la victoria del hombre
una verdadera victoria, y el vencimiento de Dios un
vencimiento verdadero? ¿Qué victoria es esa ,seguida
necesariamente de la muerte del vencedor? Y ¿qué
vencimiento es aquel que va á parar á la glorificacion
del vencido? ¿Qué significa el paraíso, galardón' de
mi vencimiento, y el infierno, pena de mi victoria?
Si en mi vencimiento está mi galardon, ¿por qué des-
echo naturalmente lo que roe salva? Y si mi conde-
nacion está en mi victoria, ¿por qué apetezco natu-
ralmente aquello mismo que me condena?


Cuestiones son estas que ocuparon todos los enten-
dimientos en los siglos de los grandes doctores, y que
miran hoy con desden los petulantes sofistas que no
tienen fuerza para levantar del suelo las formidables
armas que esgrimieron fácil y humildemente aquellos
doctores santos en las edades católicas. Hoy diapa-
rece inexcusable locura tantear humildemente y ayu-
dados con su gracia los altos designios de Dios en
sus profundos misterios; como si el hombre pudiera
saber alguna cosa sin entender algo de esos misterios
profundos y de esos allos designios. Todas las gran-
des cuestiones sobre Dios parecen hoy estériles yocio-
sas; como si, siendo Dios inteligencia y verdad, fuera
posible ocuparse de Dios sin ganar en verdad yen
inteligencia.


Viniendo á la tremenda cuestion que es asunto de




EL LIllERALlS)1O y EL SOCIALlS~IO. 105
este capítulo, y que procuraré encerrar en los lími-
les más estrechos, diré que la nocion que se tiene ge-
neralmente del libre albedrío es de todo punto falsa.
El libre albedrío no consiste, como generalmente se
cree , en la facultad de escoger el bien y el mal, que
le solicitan con dos contrarias solicitaciones. Si elli-
bre albedrío consistiera en esa facultad, habian de se-
guirse de ello forzosamente las siguientes consécuen-
cias , una relativa al hombre y otra relativa á Dios,
que son evidentemente absurdas. La relativa al hom-
bre consiste en que sería ménos libre cuanto fuera
más perfecto, como quiera que no puede crecer en
perfección sin sujetarse al imperio de lo que le soli-
cita al bien, y no puede sujetarse al imperio del bien
sin sustraerse al imperio del mal, sustrayéndose del
uno en el mismo grado en que se sujeta al otro; lo
cual, alterando más ó ménos, segun el grado de su
perfeccion, el equilibrio entre esas dos solicitaciones
contrarias, viene á disminuir su libertad, es decir,
su facultad de escoger, en el mismo grado en que se
altera ese equilibrio. Consistiendo la suma perfec-
cion en el aniquilamiento de una de esas dos contra-.
rías solicitaciones, y suponiendo la libertad perfecta
la facultad entera de escoger entre esas solicitaciones
contrarias, es claro que entre la perfeccion y la li-
bertad del hombre hay contradiccion patente, incom-
patibilidad absoluta. Lo absurdo de esta consecuen-
cia está en que, siendo el hombre libre y debiendo




106 ENSAYO SOBRE t:L CATOLICISMO,
ser perfecto, 110 puede conservar su libertad sino re-
nunciando á su perfeccion, ni puede ser perfecto sin
renunciar á ser libre.


La consecuencia relativa á Dios consiste en que,
no habiendo en Dios solicitaciones contrarias, carece
de todo punto de libertad, si. la libertad consiste en
la facultad entera de escoger entre' contrarias solici-
taciones. Para que Dios fuera libre era necesario que
pudiera escoger entre el bien y el mal, entre la san-
tidad y el pecado. Entre la naturaleza de Dios y la
de la libertad así definida hay pues contradiccion
radical, incompatibilidad absoluta. Y como quiera
que sea absurdo suponer, por una parte, que Dios no
puede ser libre siendo Dios, y que no puede ser Dios
siendo libre, y por otra, que el hombre no puede al-
canzar su perfeccion sin renunciar á su libertad, ni
ser libre sin renunciar á ser perfecto, síguese de aquí
que la nocion de la libertad que vamos explicando es
de todo punto falsa, contradictoria y absurda.


El error que voy combatiendo consiste en SOponer
que la libertad está en la facultad de escoger, cuando
no está sino en la facultad de querer, la cual supone
la facultad de entender. Todo sér dotado de enten-
dimiento y de voluntad es libre, y su libertad no es
una cosa distinta de su voluntad y de su entendi-
miento; es su mismo entendimiento y su misma vo-
luntad juntos en uno. Cuando se afirma de un sér
que tiene entendimiento y voluntad, y de otro que




EL LWEI\ALIS~IO y EL SOCIALIS~IO. 107
es libre, se afirma de ambos una misma cosa expre-
sada de dos maneras diferentes.


Si la libertad consiste en la facultad de entender
y de querer, la libertad perfecta consistirá en enten-
der y querer perfectamente; y como solo Dios e!1-
tiende y quiere con toda perfeccion, se sigue de aquí,
por una ilacion forzosa, que solo Dios es perfecta-
mente libre.


Si la libertad está en entender y en querer, el
hombre es libre, porque "está dotado de voluntad y
de inteligencia; pero no es perfectamente libre, co-
mo quiera que no está dotado de un entendimiento
infinito y perfecto y de una voluntad perfecta é in-
finita.


La imperfeccion de su entendimiento está, por una
parte, en que no entiende cuanto hay que entender;
y por otra, en que está sujeto al error. La imperfec-
cion de su voluntad está, por una parte, en que no
quiere cuanto se debe querer; y por otra, en que
puede ser solicitada y vencida por el mal. De donde
se sigue que la imperfeccion de su libertad consiste
en la facultad que tiene de seguir el mal y de abra-
zarel error; es decir; que la imperfeccion de la li-
bertadehumana consiste cabalmente en aqnella facul-
tad de escoger, en que consiste, segun la opinion
vulgar, su perfeccion absoluta.


Cuando el hombre salió de las manos de Dios, en-
lendia el hien; y porque le entendía, le queria; y




t08 ENSAYO sonns EL CATOLICIS~IO,
porque le queria, le ejecutaba; y ejecutando el bien
que queria con su voluntad y que entendía con su
entendimiento, era libre. Que este es el significado
cristiano de la libertad, se ve claro por las siguientes
palabras evangélicas : Cognoscetis veritatem, etveri-
fas liberavit vos (Joann., 8, 32). Entre su libertad y la
de Dios no habia, pues, otra diferencia, sino la que
hay entre una cosa que puede menoscabarse y per-
derse, y otra que ni puede perderse ni padecer me-
noscabo ; entre una. cosa que por su naturaleza es li-
mitada , y otra que por su naturaleza es infinita.


Cuando la mujer puso á la voz del ángel caido un
oído atento y curioso, luego al punto su entendi-
miento comenzó á oscurecerse, su voluntad á enfla-
quecer ; ap.artada de Dios, que era su apoyo, pade-
ció un súbito desfallecimiento. En aquel instante mis-
mo su libertad, que no era una cosa diferente de Sil
voluntad y de su entendimiento, quedó enferma.
Cuando pasó de la culpable contemplacion al acto
culpable, su entendimiento padeció una grande os-
curidad, su voluntad un profundo desmayo; la mu-
jer arrastró al hombre' desfallecido, y la libertad hu-
mana cayó en tristísima flaqueza.


Confundiendo la nocion de la libertad col! la de
una independencia soberana, preguntan algunos por
qué se dice que el hombre fué esclavo cuando cayó
bajo la jurisdiccion del demonio, al mismo tiempo que
se afirma que era libre cuando estaba puesto absolu-




EL LIHEHALlS110 y EL SOCIALISMO. 10V
tamente en la mano de Dios, A lo cual. se responde
que no se puede afirmar del hombre, que es esclavo
~olo porque no se pertenece á sí propio, eq cuyo caso
sería esclavo siempre, corno quiera que no se perte-
nece nunca á sí mismo de una manera independiente
ysoberana, Afirmase de él qué es esclavo solamente
cuando cae en manos de un ·usurpador. como seafir-
ma de él que es libre cuando no: obedece sino á Sl\
legítimo dueño., No hay ot,ra esclavitud sino aquella
en que cae el que se sujeta á un tirano, ni más tirano
que el que ejerce una potestad usurpada. ni otra li-
bertad sino la. que consiste en la obediencia volunta-
ria á las potestades legítimas. Otros no alcanzan {¡
comprender de qué manera la gracia por la cual fui-
mos puestos en libertad y rescatados se aviene con
esa misma libertad y rescate, pareciéndoles que en
esa operacion misteriosa Dios solo obra, y el hom-
bre padece; en lo cual van de todo punto errados.
como quiera que en este gran misterio concurren Dios
y el hombre, obrando el primero y cooperando el se-
gundo. Y aun por esta razon no suele dar Dios. pOI'
punto general, sino la gracia que es suficiente para
mover la voluntad con blandura. Temeroso de opri-
mirla, se contenta con llamarla hácia sí con suavísi-
mos reclamos. El hombre, por su parte, cuando acu-
de al reclamo de la gracia, acude con incomparable
suavidad y complacencia; y cuando la voluntad sua-
vísima del hombre que se complace en el llamamiento.




110 ENSAYO SOBRE EL CATOLICJSMO,
se junta en uno con la voluntad suavísima de Dios,
que llamándole se complace y que complaciéndose
le llama, entónces sucede que de suficiente que era
la gracia, se torna en eficaz por el concurso de estas
dos suavísimas voluntades.


Por lo que hace á aquellos que no conciben la li-
bertad sino en la ausencia de toda solicitacion que
mueva á la voluntad del hombre, solo diré que caen
sin advertirlo en uno de estos dos grandes absurdos :
en el que supone que.puede moverse sin ninguna es-
pecie de motivo un sér razonable, ó en el que con-
siste en suponer que un sér que no es razonable pue-
de ser libre.


Si lo dicho anteriormente es cierto, la facultad de
escoger otorgada al hombre, léjos de ser la condi-
cion necesaria, es el peligro de la libertad, puesto
que en ella está la posibilidad de apartarse del bien
y de caer en el error; de renunciar á la obediencia
debida á Dios, y de caer en manos del tirano. Todos
los esfuerzos del; hombre deben dirigirse á dejar en
ocio esa facultad, ayudado de la gracia, hasta per-
derla del. todo, si esto fuera posible, con el perpetuo
desuso. Solo el que la pierde entiende el bien, quiere
el bien y le ejecuta; y solo el que esto hace es per-
fectamente libre, y solo el que es libre es perfecto,
y solo el que es perfecto es dichoso; por eso ningun
dichoso la tiene : ni Dios, ni sus santos, ni los coros
de sus ángeles.




CAPITULO II.


SE DA RESPUESTA Á ALGUNAS OBJECIONBS RELATIVAS Á ESTE DOGMA.


SI la facultad de escoger no constituye la perfec-
cion sin el peligro del libre albedrío del homhre ; si
en aquella facultad tuvo principio su prevaricacion
y origen su caida, y si en ella está el secreto del pe-
cado, de la condenacion y de la muerte, ¿ cómo se
compadece con la infinita bondad del Dios infinito
ese funestísimo don que viene henchido de desven-
turas y preñado de catástrofes? ¿ Cómo llamaré á la
mano que me lo da, .misericordiosa ó airada? Si es
una mano airada, ¿por qué me dió la vida? ¿ Por
qué me la acompañó con carga tan grave, si es mi-
sericordiosa? La llamaré justa ó solo fuerte? Si es
justa, ¿qué habia hecho yo ántes de ser, para ser
asunto de sus rigores? Y si es solo fuerte, ¿qué hace
que no me pisa y no me quiebra? Si pequé por el
liso del don que recibí, ¿quién es el autor de mi pe-
cado? Si llego á condenarme por el pecado á que me
incliné por la inclinacion que me rué dada, .J.llPién




112 ENSAYO SOBIIE EL CATOLICIS~IO,
es el autor de mi condenacion y de mi infierno? Ser
misterioso y tremendo á. quien no sé si bendecir ó
detestar, ¿ caeré derribado á tus piés como-tu siervo
Job, y te enviaré hasta rendirte, acompañándolas con
mis acerbos sollozos, mis encendidas plegarias, (¡
pondré monte sobre monte, Pelion sobre Osa, vol-·
viendo á emprender contra tí la guerra de los tita-
nes? Esfinge misteriosa, ni sé cómo aplacarte, ni sé
cómo vencerte; no sé si echar por el camino de tus
enemigos ó por el camino de tus siervos. Ni sé aun
cómo te llamas. Si, como dicen, eres omnisciente.
dime, por lo ménos, en cuál de tus libros sellados
tienes escrito mi nombre, para saber cómo he de lla-
marte; porque tus nombres son tan contradictorios
como tú-mismo. Los que se salvan te llaman Dios,
los que se condenan tirano.


Así habla, vueltos los ojos encendidos hácia Dios.
el genio del orgullo y de las blasfemias. Por una de-
mencia inconcebible y por una aberraeion inexpli-
cable, el hombre, hechura de Dios, cita ante su tri-'
bunal al mismo Dios que le da el tribunal en que se
asienta, la razon con que le ha de juzgar y hasta Id
voz conque le llama. Y las blasfemias llaman á otras
blasfemias, como el abismo á otro ahismo ; la blas-
femia que le emplaza va á parar á la blasfemia qU(~
le condena Ó á la blasfemia que le absuelve. Absuél-
vale ó condénele ,el hombre que en vez d,e adorarle
le juzga, es blasfemo. i Desdichados los soberbios quP




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 113
le emplazan, y bienaventurados los humildes que le
adoran! porque él vendrá á los unos y á los 'otros :
á los unos, como emplazado, en el dia del emplaza-
miento; á los otros, como adorado, en el dia de las
adoraciones; á ninguno que le llame dejará nunca
de responder: á los unos, empero, responderá con
sus iras, á los otros con sus misericordias.


y no se diga que con esta doctrina se va á parar
á un absurdo, como quiera que se va á parar á la
negacion de toda competencia por parte de la raZOD
humana para entender en las cosas de Dios, y pOI'
aquí á la condenación implícita de los teólogos y de
los santos doctores, y hasta de la misma Iglesia, que
de ellas trataron y entendieron largamente en las eda-
des pasadas. Lo que por esta doctrina se condena es
la competencia de la razon no alumbrada de la fe
para entender en las cosas que son materia de la re-
velacion y de la fe, por ser sobrenaturales. Cuando;
la razon entiende en aquellas cosas sin'aquella ayuda, .
trata de Dios y con Dios en calidad de juez supremo
que no consiente ni alzada ni recurso contra sus fa-
llos inapelables : en esta suposicion ,' ahora sea con-
denatorio, ahora absolutorio, su fallo es una blasfe-
mia; y lo es, no tanto por lo que en él se afirma ó
se niega de Dios, como por lo que la razon humana
afirma de sí en él implícitamente, como quiera que,
así en la condenacion como en la absolucion , afirma
siempre de sí una misma cosa : su propia indepen-


. R




114 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
dencia y SU propia soberanía. Cuando la Iglesia san-
tísima 'afirma ó niega alguna cosa de Dios, no hace
otra cosa sino afirmar ó negar de Dios lo que á Dios
mismo le oye. Cuando los teólogos eminentes y los
doctores santos entran con su razon en el abismo os-
curo de las divinas excelencias, no entran nunca en
él sin un secretísimo terror y sin que la fe les vaya
abriendo camino. No se proponen sorprender en Dios
secretos y maravillas ignoradas de la fe, sino solo
juntar la lumbre de la razon con su lumbre, para ver
por otro lado las mismas maravillas y secretos; no
van á ver en Dios cosas nuevas, sino á ver en él lag
mismas cosas de dos maneras diferentes; y estas dos
diferentes maneras de conocerle, vienen á ser dos ma-
neras diferentes 'de adorarle.


Porque es de saber que no hay misterio ninguno
entre los que nos enseña la fe y la Iglesia nos pro-
pone, que no reuna en si, por una admirable dispo-
sicion de Dios, dos calidades que suelen andar reñi-
das: la oscuridad y la evidencia. Los misterios cató-
licos vienen á ser á manera de cuerpos á un tiempo
mismo luminosos y opacos, y que de tal manera lo
son, que sus sombras no pueden ser esclarecidas


.nunca por su luz, ni su luz oscurecida por sus som-
bras, siendo perpetuamente oscuros y perpetuamente
luminosos. Al mismo tiempo que derraman su luz
por la creacion , guardan para sí sus sombras; lo es-
clarecen todo, y no pueden ser por nada esclarecidos.




I:::L LIBEIIALISMO y EL SOCIALISMO. 11ti
Todo lo penetran, y son impenetrables. Parece cosa
absurda concederlos, y es mayor absu rdo negarlos ~
para el que los concede, no hay otra oscuridad sino
la suya; para el que los niega, el día se le vuelve
noche, y para sus ojos, privados de luz, la oscuridad
está en todas partes. Y sin embargo, los hombres,
tan grande es su ceguedad, prefieren negarlos á con-
cederlos; la luz les es cosa intolerable si por ventura
les viene de una regio¿ sombría; y en el despecho
de su gigantesco orgullo condenan sus ojos á eterna
oscuridad, teniendo por desventura mayor las som-:
bras que se concentran en un solo misterio, que las
que se dilatan por todos los horizontes.


Sin salir de los .altísimos misterios que son asunto
de este capítulo, ~erá cosa' fácil de demostrar cuanto
venimos afirmando. ¿Ignorais el por qué de ese don
tremendo de escoger entre el bien y el mal, entre la
santidad y el pecado, entre la vida y la muerte? Pues
negadla por un solo momento, y en ese momento
mismo haceis imposible de todo punto la creacion an-
gélica y la creacion humana. Si en esa facultad de
escoger esta la imperfeccion de la libertad, quitada
esa facultad la libertad es perfecta;.y la libertad
perfecta es el resultado de la perfeccion simultánea


t


de la voluntad y del entendimiento. Esa perfeccion
simultánea está en Dios: si la poneis tambien en la
criatura, Dios y la criatura son una misma cosa; todo
es Dios, ó nada es Dios : de esta manera vais á dar




116 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
al panteísmo ó al ateismo , que son una misma cosa
expresada de dos maneras diferentes. La imperfec-
cion es una cosa tan natqral á la criatura, y la per-
feccion una cosa tan natural á Dios, que no podeis
negar ni la una ni la otra sin una implicacion en los
términos, sin una contradiccion sustancial, sin un
absurdo evidente. Afirmar de Dios que es imperfecto,
es afirmar que no existe; afirmar que la criatura e:'
perfecta, es afirmar que n~ existe la criatura: de
donde resulta que si el misterio es superior, su ne-
pacion es contraria á la razon humana; dejando el
uno por la otra, habeis dejado lo oscuro por lo im-
posible.


Así como todo es falso, contradictorio y absurdo
en la negación racionalista, todo ls sencillo y natu-
ral y lógico en la afirmacion católica. El Catolicismo
afirma de Dios q~e es absolutamente perfecto, y de
los séres creados, que son perfectos con una perfec-
cion relativa, é imperfectos con una imperfeccion ab-
soluta; y son perfectos é imperfectos por tan exce-
lente manera, que su imperfeceion absoluta, por la
cual se separan infinitamente de Dios, constituye su
perfeccion relativa. con la cual cumplen perfecta-
mente sus diferentes encargos, y forman todos jun-
tos la perfecta armonía del universo. La perfeecion
absoluta de Dios está, bajo nuestro punto de vista,
en ser soberanamente libre, es decir. en entender
perfectamente el bien. y en querer el bien que en--




EL LIBERALIS)lO y EL SOCIALISMO. t 17
tiende con una voluntad perfecta. La imperfeccion
absoluta de todos los otros séres inteligentes y libres
está en. no entender y en no querer el bien, de tal
manera , que no puedan entender el mal y querer el
mal que entiende su entendimiento. Su perfeccion
relativa está en esa misma imperfeccion absoluta, á
la cual se debe, por una parte, que sean diferentes
de Dios por naturaleza; y por otra, que pueden jun-
tarse con Dios, que es su fin, por un esfuerzo de su
propia voluntad, ayudada de la gracia. .


.Estando los séres inteligentes y libres ordenados en
jerarquías, de tal manera son imperfectos, que lo
son jerárquicamente. Se parecen entre sí, en que son
imperfectos todos; se distinguen entre sí, en que lo
son en diferentes grados, ya que no de diferente ma-
nera. El ángel no se diferencia del hombre sino en
que la imperfeccion comun á los dos es mayor en el
hombre y menor en el ángel, como convenia al dife-
rente puesto que ocupan en la inmensa escala de los
séres. Salieron de la mano de Dios el uno y el otro
con la facultad de entender y de querer el mal, y
con la de ejecutar el mal que entendian : en esto está
su semejanza. Empero en la naturaleza angélica esta
imperfeccion duró un momento, miéntras' que en la
humana dura siempre: en esto está su diferencia
Hubo para el ángel un momento pavoroso 1 solemní- •
simo, en que le rué dado escoger entre el bien y el
mal; en aquel instante tremendo las falanjes angé-




118 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
licas se di.vidieron entre sí : de ellas unas se inclina-
ron ante el acatamiento divino, otras se alzaron en
tumulto y se declararon rebeldes. A esta resolución
suprema é instantánea siguió un fallo instantáneo y
supremo.: los ángeles rebeldes fuéron condenados,
y los leales fuéron confirmados en gracia.


El hombre, más flaco de entendimiento y de volun-
tad que el ángel, porque no era, como él, un espí-
ritu puro, recibió un~ libertad más flaca .y más im-
perfecta, y Su imperfeccion habia de durar en él tauto
como su vida. Aquí es donde resplandece con su in-
finito resplandor la inenarrable belleza de los desig-
nios divinos. Dios vió ántes da todo principio cuán
bellas y convenientes eran las jerarquías, y esta-
bleció las jerarquías entre los séres inteligentes y li-
bres. Vió, por otro lado, eternamente cuán conve-
niente y bella era en el Criador cierta manera de
igualdad para con todas sus criaturas; y fué tal el
soberano artificio, que juntó en uno la belleza de la
igualdad con la belleza de la jerarquía. Para que la
jerarquía pudiera existir, hizo desiguales sus dones;
y para que la ley de la igualdad se cumpliera, exi-


, gió más al que dió más, y ménos al que dió ménos ;
de tal manera, que el más aventajado en los dones
fuera más estrechado en las cuentas, y el ménos es-


• trechado en las cuentas ménos aventajado en los
dones. Porque la nativa excelencia del ángel fué ma-
yor, su caida fué sin esperanza y sin remedio, su




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 119
castigo instantáneo 1 su condenacion eterna; porque
la nativa excelencia del hombre fué menor, no cayó
sino para ser levantado, no prevaricó sino para ser
redimido. El fallo que le alcanza no será inapelable,
ni su condenacion irredimible 1 sino en aquel instante
conocido solo de Dios, en que la prevaricación an-
gélica y la humana pesen con un peso igual en la ba-
lanza divina, llegando á ser la una por la repeticioú,
lo que la otra por la grandeza. De esta manera el
hombre no podrá decir á Dios: ¿por qué me hiciste
hombre y no ángel? ni el ángel, ¿por qué no me hi-
ciste hombre?


Señor 1 ¿quién no se espanta con el espectáculo de
la justicia? ¿ Qué grandeza hay igual á la grandeza
de tu misericordia? ¿Qué balanza hay tan en su fiel
como la que tú tienes en la mano? ¿Qué var~ hay tan
derecha como la vara con que mides? ¿Qué matemá-
tico conoce como tú los números y sus misteriosas
armonías ? ¡Cuán bien hechos están todos los prodi-
gios que hiciste! Cuán bien asentadas las cosas que
asentaste, y cuán armónicamente bellas despues de
bien asentadas! Abre, Señor, mi entendimiento para
que entienda algo de lo que te propones en tus eter-
nos designios, algo de lo que eternamente entiendes
y algo de lo que eternamen& ejecutas; porque ¿qué
sabe quien no te sabe á tí? Y quien á tí te sabe ¿qué
ignora?


Si el hombre no puede decir á Dios por qué no




f 20 ENSAYO SOBRE EL CATOLlCIS~IO,
me hiciste ángel, ni por qué no me hiciste perfecto,
¿no podrá decirle á lo ménos : Señor, no me valiera
más no haber nacido? ¿Porqué me hiciste lo que soy?
Si tú me hubieras consultado no hubiera recibido la
vida con la facultad de perderla: el infierno me aterra
más que la nada.


El hombre no sabe de por sí sino blasfemar: cuan-
do pregunta, blasfema, si el mismo Dios que le ha
de dar la respuesta no le enseña la pregunta , cuan-
do pide algo, blasfema, si no le enseña lo que ha de
pedir y cómo lo ha de pedir, el mismo Dios que le
ha de otorgar su demanda. E~ hombre no supo ni lo
que habia de pedir ni cómo habia de pedirlo, hasta
que el mismo Dios, venido al mundo y hecho hom-
bre, le enseñó el Padre nuestro para que lo tomase,
como un niño, de memoria.


¿Qué quiere decir el hombre cuando dice: ¿No me
valiera más no haber nacido? ¿Existía por ventura
ántes de existir?-¿ Y qué significa su pregunta si án-
tes de existir no existía? El hombre puede formarse
alguna idea de todo lo que excede su razon ; por eso
se forma alguna idea de todos los misterios: solo de
lo.que no existe no puede formarse idea ninguna;
por eso no se forma idea ninguna de la nada. El que
se suicida no quiere deJ\r de ser; quiere dejar de
padecer, siendo de otra manera. El hombre, pues, no
expresa idea ninguna cuando dice: ¿Por qué soy?
Solo puede expresar una idea preguntando: ¿Por qué




I:;L LIDERALlSMO y EL SOCIALISMO. 121
soy lo que soy? Esta pregunta se resuelve en esta
otra: ¿Por qué soy CQn la facultad de perderme? la
cual es absurda por cualquier lado que se la mire.
En efecto, si toda criatura en el hecho mismo de
serlo es imperfecta, y si la facultad de perderse
constituye la imperfeccion especial de los hombres,
el que esa pregunta hace, viene á preguntar por
qué el hombre es una criatura, ó lo que es lo mis-
mo, por qué la criatura no es el Criador; por qué
el hombre no es el Dios que crió al hombre. Quod
absurdum.


y si no es esto lo que se quiere decir; si lo que
únicamente se dice con esa pregunta es, por qué
110 me salvas á pesar de mi facultad de perderme,
el absurdo está más claro todavía; porque ¿qué sig-
nifica la facultad de perderse, dada al que no ha de
perderse nunca? Si el hombre hubiera de salvarse de
todas maneras, ¿cuál sería el objeto final de la vida
en el tiempo? ¿Por qué no comienza y se perpetúa
en el paraíso? La razon no puede concebir que la
salvacion sea á un tiempo mismo necesaria y futura,
como quiera que lo futuro no va sino con lo contin-
gente, y que por su naturaleza misma es presente lo
que por Su naturaleza misma es necesario.


Si el hombre debió pasar sin transicion á la eter-
nidad, de la nada, y vivir d~sde el momento que vi-
vió vida gloriosa, queda suprimido el tiempo y el es-
pacio y la creacion entera hecha para el hombre,




J22 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
que es su rey. Si su reino no babia de ser de este
mundo, ¿para qué este mundo? Si no habia de ser
temporal, ¿para qué el tiempo? Si no había de ser
local, ¿para qué el espacio? Y sin el tiempo yel es-
pacio, ¿ para qué las cosas creadas en el espacio y
en el tiempo? Por donde se ve que, en la suposicion
que vamos admitiendo, el absurdo que consiste en
la contradiccion que hay entre la necesidad de sal-
varse y la facultad de perderse, va á parar al ab-
surdo que consiste en suprimir de un golpe el tiempo
y el espacio, el cual lleva consigo el que consiste en
la supresion lógica de todas las cosas creadas, con el
hombre, para el hombre y á causa del hombre. El
hombre no puede poner una idea humana en lugar
de otra divina, sin que luego al punto el edificio en-
tero de la creacion venga abajo, sepultándose á sí
mismo en sus gigantescos escombros.


Mirando esta cuestion por otro lado, puede afir-
marse que al pedir el hombre el derecho absoluto de
salvarse sin perder la facultad de perderse, pide, si
cabe, un absurdo mayor que cuando puso pleito á
Dios porqu~ le di6 la facultad de perderse; como
quiera que si en este último litigio pleiteaba por ser
Dios, en aquel pleitea por tener los privilegios de la
divinidad siendo hombre.


Por último, si se considera atentamente este gra-
vísimo negocio, se verá' claro que no pudo conve-
nir á las divinas excelencias salvar al ángel ni al




EL LlBERALIS~1O y EL SOCIALISMO. 123
hombre sin anterior merecimiento. Todo en Dios es
razonable: su justicia como su bondad y su bondad'
como su misericordia; como quiera que si es infini-
tamente justo é infinitamente bueno é infinitamente
misericordioso, es razonable tambien infinitamente.
De donde se sigue que no es posible atribuir á Dios,
sin blasfemia, ni una bondad, ni una misericordia, ni
una justicia, que no tenga sus funda~entos en la so-
berana razon, la cual solamente hace que la bondad
sea verdadera bondad, y la misericordia verdadera
misericordia, y la justicia justicia verdadera. La
bondad que no es razonable, es flaqueza; la mise-
ricordia que no es razonable, es debilidad; la justicia
que no es razonable, es venganza: y Dios es bueno,
misericordioso y justo; no es débil, ni vengativo ni
flaco. Esto supuesto, ¿ qué es lo que se intenta cuando
se le pide en nombre de su infinita b?ndad la salva-
cion anterior á todo merecimiento? ¿ Quién no ve
aquí que lo que se le pide 'es una sinrazon, puesto
que lo que se le pide es una accion sin su motivoy un
efecto sin su causa? iContradiccion singular 1El hom-
bre pide á Dios en nombre de su infinita bondad
aquello mismo que condena diariamente en el hom-
bre en nombre de su razon limitada. Y llama en el
ciclo obra misericordiosa y justa aquello mismo que
llama diariamente en la tierra capricho de mujer
nerviosa Ó extravagancia de tiranos.


Por lo que hace al infierno, su existencia es de


e.0. @J~t : ' \\
~ f •
~,


',\, \




124 ENSAYO ¡¡OBRE EL CATOLICIS)lO.
todo punto necesaria, para que sea posible aquel
perfecto equilibrio.que Dios ha puesto en todas las
cosas, porque está de una manera sustancial en sus
divinas perfecciones. El infierno, considerado como
pena, está con la gloria, considerada como galardon,
en un perfecto equilibrio; solo la facultad de perderse'
puede formar en el hombre un equilibrio con la fa-
cultad de salvarse ; y para que la justicia y la mise-
ricordia de Dios fueran igualmente infinitas, era ne-
cesario que existieran simultáneamente como término
de la primera el infierno, como término de la segunda
la gloria. La gloria supone el infierno, y de tal ma-
nera le supone, que sin él ni puede ser explicada ni
concebida. Estas dos cosas se suponen entre sí, como
la 'conseouenoia supone su principio y como el prin-
cipio supone su consecuencia; y así como el que
afirma la consecuencia que está en su principio y el
principio que contiene su consecuencia, no afirma
en realidad dos cosas' diferentes, sino una cosa mis-
ma, de la misma manera el que afirma el infierno que
va' supuesto en la gloria, y la gloria que supone él
infierno, no afirma en realidad dos cosas diferentes,
sino una misma cosa. Hay pues necesidad lógica de
admitir esas dos afirmaciones, ó de negarlas ambas
con una ne~acion absoluta; ántes empero de negar-
las, conviene saber lo que negándolas se niega. En
el hombre, 10 que con negarlas se niega, es la facul-
tad de salvarse y la facultad de perderse; en Dios,




EL UBERALISMO y EL SOCIALISMO. 12~
lo que con negarlas se niega, es su infinita justicia y
su infinita misericordia. A estas negaciones, por 'de-
cirlo así, personales, se añade otra negación real: la
negación de la virtud y del pecado, del bien y del
mal, del galardón y del castigo; y como con estas
negaciones se niegan todas las leyes del mundo mo-
ral, la negación del infierno lleva, envuelta lógica-
mente en sí la negación del mundo moral y de todas
sus leyes. Y no se diga que el hombre podia salvarse
sin ir á la gloria, y perderse sin ir al infierno; porque
todo lo que no sea ir á la gloria ó al infierno, ni es
pena ni es galardon , no es perderse ni salvarse. La
justicia y la misericordia de Dios, ó no son, ó son de
una manera infinita; siendo infinitas, se ha de ter-
minar por una parte en el infierno y por otra parte
en la gloria, ó han de ser vanas, que es otra ma-
nera de ser como si no fueran.


Ahora bien: si esta laboriosa demostracion da por
resultado, por una parte, que la facultad de salvarse
supone necesariamente la facultad de perderse; y
por otra, que la gloria supone necesariamente el in-
fierno; se sigue de aquí que el que blasfema contra
Dios porque ha hecho el infierno, blasfema contra
Dios porque ha hecho la gloria; y que el que pide
estar exento de la facultad de perderse, viene á pe-
dir estar exento de la facultad de salvarse.




· CAPITULO 111.


MANJQUEISMO. - MANIQUEISIIO PROUDHONIANO.


CUALQUIERA que sea la explicacion que pueda darse
del libre albedrío del hombre, no cabe duda sino que
este será siempre uno de nuestros más grandes y
pavorosos misterios: en todo caso, es fuerza confesar
que la facultad dejada al hombre de sacar el mal del
bien, el desórden del órden, y de turbar, siquiera
sea accidentalmente, las grandes armonías puestas
por Dios en todas las cosas creadas, es una facultad
tremenda; y considerada en sí sin relacion á lo que
la limita y la contiene, hasta cierto punto inconce-
bible. El libre albedrío dejado al hombre es un don
tan alto, tan trascendental, que más bien parece por
parte de Dios una abdicacion, que una gracia : ved
si no sus efectos.


Tended los ojos por toda la prolongación de los
tiempos, y veréis cuán turbias y cenagosas vienen las
aguas de ese rio en que la humanidad va navegando:
allí viene haciendo cabeza de motín Adan el rebelde.





EL 'LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 127
Y luego Cain el fratricida, y tras él muchedumbres
de gentes sin Dios y sin ley, blasfemas, concubina-
rias , incestuosas, adúlteras; los pocos magnificado-
res de Dios y de su gloria olvidan al cabo su gloria
y sus magnificencias, y todos juntos tumultuan y
bajan en tumulto en el ancho buque que no tiene
capitan , las turbias corrientes del gran rio, con es-
pantoso y airado clamoreo, como de tripulacion su-
blevada. Y no saben ni adónde van, ni de dónde
vienen, ni cómo se llama el buque que los lleva ni
el viento que los empuja. Si de vez en cuando se le-
vanta una voz lúgubremente profética, diciendo: i Ay
de los navegantes 1 i Ay del buque I Ni se pára el
buque ni la escuchan los navegantes, y los huraca-
nes arrecian, y el buque comienza á crujir, y siguen'
las danzas lúbricas y e~pléndidos festines, las car-
cajadas frenéticas y el insensato clamoreo, hasta que
en un momento solemnísimo todo cesa á la vez, los
festines espléndidos, las carcajadas frenéticas, las e
danzas lúbricas, el clamoreo insensato, el crujir' del
buque y el bramar de los huracanes. Las aguas están
sobre todo, y el silencio sobre las aguas, y la ira de
Dios sobre las aguas silenciosas.


Dios vuelve á obrar, y la nueva obra divina vuelve
á ser deshecha por la libertad humana. Un hijo es na-
cido á Noe, que pone á la vergüenza á su padre; el
padre maldice al hijo, y con él á toda su generación,
que será maldita hasta la plenitud de los tiempos.





t 28 ENSAYO SOBIJE EL CATOLICISMO,
Despues del diluvio vuelve á comenzar la historia
antidiluviana : los hijos de Dios vuelven á combatir
con los hijos de los hombres; aquí se levanta la ciu-
dad divina, y enfrente la ciudad del mundo. En una
se rinde culto á la libertad, y en otra ála Providen-
cia; y la libertad y la Providencia, Dios y el hombre,
vuelven á reñir aquel gigantesco combate cuyas gran-
des vicisitudes son el asunto perpetuo de la historia.
Los parciales de Dios van en todas partes de vencida;
hasta el nombre de Dios, incomunicable y santo, cae
en un olvido profundo, y los hombres, en el frenesí
de su victoria, se juntan con intento de levantarse una
vivienda tan alta que vivan sobre las nubes. El fuego
del cielo baja sobre la arrogante vivienda, y Dios
'confunde en su ira las lenguas de las gentes; las gen-
tes se dispersan por todos los ámbitos del mundo, y
crecen y se multiplican, ~y llenan todas las zonas y
todas las regiones. Aquí se levantan grandes y popu-


• losas ciudades, allí se sientan llenos de soberbia y
de pompa agigantados imperios; hordas embrute-
cidas y feroces vagan con insolente ociosidad por


. .


bosques inmensos ó por desiertos inconmensurables.
y el mundo arde en discordias, y está como ensor-
decido con los grandes clamores de la guerra. Los
imperios caen sobre los imperios, las ciudades sobre
las ciudades, las naciones sobre las naciones, las
razas sobre las razas, las gentes sobre las gentes; la
tierra es toda universales infortunios y universales




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. i29
incendios. La abominacion de la desolacion está en
el mundo. ¿Y el Dios fuerte dónde está? ¿Qué hace
que así abandona el campo á la libertad humana,
reina y señora de la tierra? ¿Por qué consiente esa
universal rebelion y ese tumulto universal, y" esos
ídolos que se levantan l yesos grandes estragos, y
esos acumulados escombros?


Un dia llamó á un varon justo, y le dijo : Yo te
haré padre de una posteridad tan numerosa como las
arenas de la mar y las estrellas del cielo; de tu di-
chosísima raza nacerá un dia el Salvador de las gen-
tes ; Yo mismo la "gobernaré con mi providencia, y
para que no caiga diré á mis ángeles que la lleven
en las palmas de sus manos. Yo seré para ella todo
prodigios, y ella atestiguará ante las gentes mi om-
nipotencia: -y sus obras fuéron conformes á sus pa-
labras. Siendo esclavo' su pueblo " le suscitó liber-
tadores ; no teniendo ni patria ni hogar, le sacómi-
lagrosamente de Egipto y le dió un hogar yuna patria.
Padeció hambre, y le dió hartura; padeció sed, y
obediente á su voz brotaron aguas las rocas; salié-
ronle al encuentro grandes muchedumbres de ene-
migos, y la ira de Dios desvió como un nublado esas
grandes muchedumbres. Suspendió sus arpas do-
lientes de los sauces babilónicos, y les volvió á res-
catar de su triste cautiverio, y volvió á ver con sus
ojos á Jerusalen la santa, la predestinada, la her-
mosa. Le dió juecesincorruptibles que le gobernaron


()




130 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
en paz y justicia, reyes temerosos de Dios , con re-
nombre de prudentes, gloriosos y sabios; le deputó
por embajadores profetas que le descubriesen sus
altos designios, y le' mostrasen como presentes las
cosas futuras. Y ese pueblo carnal y duro puso en
olvido sus milagros, desechó sus avisos, abandono
su templo, prorumpió en blasfemias, cayó en ido-
latría, ultrajó su nombre incomunicable, descabezó
á sus profetas santísimos y ardió en discordias y re-
beliones. ' ,


Cumpliéronse entre tanto las semanas proféticas de
Daniel, y vino el que hahia de venir enviado por el
Padre para la redencion del mundo y para consuelo
de las gentes; y viéndole tan pobre, tan manso y tan
humilde, despreciaron su humildad, ultrajó su po-
breza , y escarneció su mansedumbre, y se escanda-
lizó, y le vistió vestidura de 'escarnio, yagitado se-
cretamente por las furias infernales, le hizo apurar
hasta lasbece; el cáliz de la ignominia en la cruz.
despues de haber apurado el cáliz de la infamia en
el pretorio.


Crucificado por los judíos, llamó á los gentiles y
los gentiles vinieron; pero despues de venidos, como
ántes de quevinieran, siguió el mundo por el camino
de su perdicion y como asentado en sombras de
muerte. Su santísima Iglesia heredó de su divino fun-
dador y maestro el privilegio de la persecucion y de
los ultrajes, y fué ultrajada y perseguida por pueblos,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 13f
reyes y emperadores. De su propio seno brotaron
aquellas grandes herejías que rodearon su cuna, á
manera de monstruos dispuestos á devorarla. En vano
cayeron derribados á los piés del Hércules divino;
la tremenda batalla entre el Hércules divino y el
humano, entre Dios y el hombre, vuelve á comenzar;
igual es la furia, varios los sucesos; el teatro de la
batalla es tan grande, que en los continentes se ex-
tiende de mar á mar, y en el mar de continente á
continente, y en el mundo de un polo al otro polo.
Las huestes vencedoras en Europa son vencidas en
el Asia , los que sucumben en el Africa triunfan en
América. No hay hombre ninguno que, sabiéndolo ó
ignorándolo, no sea combatiente en este recio com-
bate; ninguno que no tenga una parle activa en la
responsabilidad del vencimiento ó de la victoria. Lo
mismo combate el forzado en su cadena, que el rey
en su trono; lo mismo el pobre que el rico, el sano
que el doliente, el sabio que el necio, el cautivo
que el libre , el viejo que el mozo, el civilizado que
el salvaje. Toda palabra que se pronuncia, ó está ins-
pirada por Dios, ó inspirada por el mundo, y pro-
clama forzosamente de un~ manera. implícita ó ex-
plícita ,pero siempre clara, la gloria del uno ó el
triunfo del otro. En esta singular milicia todos com-
batimos por alistamiento forzoso; aquí no tiene lugar
ni el sistema de los sustitutos ni el de los alistamien-
tos voluntarios. En ella no se conoce ni la excepcion




132 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de sexo ni la de la edad; aquí no se escucha al que
dice: Soy hijo de viuda pobre; ni á la madre del pa-
ralítico, ni á la mujer del estropeado. De esta milicia
son soldados todos los nacidos.


y no me digas que no quieres combatir; porque
en el instante mismo en que me lo dices, estás com-:-
batiendo; ni que ignoras á qué lado inclinarle, por-
que en el momento mismo en que eso dices, ya te
inclinastes á un lado; ni me afirmes que quieres ser
neutral, porque cuando piensas serlo, ya no lo eres;
ni me asegures que permanecerás indiferente, porque
me burlaré de tí, como quiera que al pronunciar esa
palabra ya tomastes tu partido. No te canses en bus-
car asilo seguro contra los azares de la guerra, por-
que te cansas vanamente; esa guerra se dilata tanto
como el espacio, y se prolonga tanto como el tiempo.
Solo en la,eternidad, patria de los justos, puedes en-
contrar descanso; porque solo allí no hay combate:
no presumas, empero, que se abran par~ tí las puertas
de la eternidad, sino muestras ántes las cicatrices
que llevas; aquellas puertas no se abren sino para los
qoe combatieron aquí los combates del Señor glorio-



samente , y para los que van, como el Señor, cruci-
ficados.


Al poner los ojos en el espectáculo que nos pre-
senta la historia, el hombre no alumbrado con lum-
bre de fe va á parar forzosamente á uno de estos dos
maniqueismos: al antiguo, que consiste en afirmar que




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 133
hayun principio del bien y otro principio del mal; que
esos dos principios están encarnados en dos dioses,
entre los cuales no hay mas ley que la guerra; ó el
proudhoniano, que consiste en afirmar que es el mal,
que el hombre es el bien, que el poder humano y el
divino son dos poderes rivales, y que el único deber
del, hombre es vencer á Dios enemigo del hombre,


Del espectáculo de la perpetua batalla á que está
condenado el mundo, se derivan naturalmente estos
dos sistemas maniqueos, de los cuales el uno guarda
más conformidad con las antiguas tradiciones, y el
otro un parentesco mayor con las modernas doctri-
nas: y fuerza es confesar que á considerar el hecho
notorio de ese gigantesco combate, en sí mismo, y
haciendo abstraccion de la maravillosa armonía que
forman vistas en su conjunto las cosas humanas y las
divinas, las visibles y las invisibles, las creadas y
las inoreadas, ese hecho queda suficientemente ex-
plicado por cualquiera de esos dos sistemas.


La dificultad no está en explicar un hecho cual-
quiera, considerado en sí mismo. No hay hecho nin-
guno que de esa manera considerado no pueda ex-
plicarse suficientemente bien por cien hipótesis di-
ferentes. La dificultad consiste en llenar la condicion
metafísica de toda explicacion , segun la cual, para
que la explicacion de un hecho notorio sea valedera,
es menester que con ella no sean inexplicables y no
queden inexplicados otros hechos notorios yevidentes.




134 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Por cualquier sistema maniqueo se explica lo que


por su naturaleza supone un dualismo, y una batalla
le supone, pe~o se deja sin explicacion lo que es uno
por su naturaleza; y la Tazon", aun sin estar alum-
brada por la fe, es poderosa para demostrar que no
existe Dios, ó que .si existe es uno. Por cualquier
sistema maniqueo se explica la batalla; pero por'
ninguno se explica la victoria definitiva, como quiera
que la victoria definitiva del mal sobre el bien ó del
bien sobre el mal supone la supresion definitiva del
uno ó del otro, y no puede ser suprimido definitiva-
mente lo que existe con una existencia sustancial y
necesaria. En esta suposición. por via de consecuen-
cia se saca que hay algo de inexplicable en la ba-
talla misma que parecia explicada suficientemente,
como quiera que toda batalla es inexplicable donde
toda victoria definitiva es imposible.


Si de lo que hay de generalmente absurdo en toda
explicación maniquea, pasamos á lo que hay de es-
pecialmente absurdo en la explicacion proudhoniana,
se verá claro que al absurdo general de todo mani-
queismo se añaden aquí todos los absurdos particu-
lares posibles, y que aun hay cosas en esa explica-
cion indignas de la majestad de lo absurdo. En efecto,
cuando el ciudadano Proudhon llama bien al mal y
mal al bien, no dice una cosa absurda: lo absurdo
pide mayor ingenio; dice una bufonada. Lo absurdo
no está en decirla, está en decirla sin objeto ningu-




..


EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALIS)!O. 135
no. Desde el momento en que se afirma que el bien
y el mal coexisten en el hombre y en Dios, local y
sustancialmente, la cuestion que consiste en averi-
guar dónde está el mal y dónde el bien, es una cues-
tion ociosa. El hombre llamará á Dios el mal, y se
llamará el bien á sí propio; y Dios se llamará á sí
propio el bien, y llamará' el mal al hombre. El mal
y el bien estarán en todas partes y en ninguna parte.
La única cuestion entonces consiste en averiguar por
quién quedará la victoria. Si el bien y el mal son
en esa suposicion cosas indiferentes, no habia para
qué caer en la ridícula puerilidad de contradecir el
sentimiento comun del género humano. El absurdo
que le es peculiar al ciudadano Proudhon, consiste en
que su dualismo es un dualismo de tres miembros
que constituye una unidad absoluta; por donde se
ve que su absurdo, más bien que unabsurdo reli-
gioso, es un absurdo matemático. Dios es el mal, el
hombre es el bien: véase ahí el dualismo maniqueo;
pero en el hombre, que es el bien, hay una poten-
cia esencialmente instintiva, y otra potencia esen-
cialmente. lógica : por la primera es Dios, por la se-
gunda es hombre; de donde se sigue que las dos
unidades se descomponen en tres, yeso sin dejar de
ser dos; porque fuera del hombre y de Dios no hay
bien sustancial ni mal sustancial, no hay combatien-
tes, no hay nada. Veamos ahora cómo las dos uni-
dades, que son tres unidades, se convierten en una


< '




136


..


ENSAYO SOllRE EL CATOLICISMO,


sola unidad, sin dejar de ser dos unidades y tres uni-
dades. La unidad está en Dios; porque, ademasde
ser Dios por la potencia instintiva que está en el hom-
bre, es hombre. La unidad está en el hombre; por-
que siendo hombre por su potencia' lógica, es Dios
por su potencia instintiva: de donde se sigue que el
hombre es hombre y Dios á un mismo tiempo. Re-
sulta de todo, que el dualismo, sin dejar de ser dua-
lismo, es trinidad; que la trinidad, sin dejar de ser
trinidad, es dualismo; que el dualismo y la trinidad,


'sin dejar de ser Jo que son, son unidad; y que la
unidad, que es unidad sin dejar de ser trinidad, y dua-
lismo sin dejar de ser trinidad, está en dos partes.


Si el ciudadano Proudhon afirmara de sí lo que no
afirma, que es enviado, y si demostrara despucs lo
que no podria demostrar, que su mision es divina;"
todavía la teoría que acabo de exponer deberia ser
rechazada por absurda é imposible. La union per-
sonal del mal y del bien, considerados como exis-
tiendo sustancialmente, es imposible y absurda, por-
que envuelve una contradiccion evidente. En la va-
riedad personal y en la unidad sustancial que cons-
tituyen el Dios trino y uno del cristiano, así como
en la unidad personal y en la variedad sustancial que
constituyen al Hijo hecho hombre segun el dogma
católico, hay una oscuridad profundísima; no hay,
empero, imposibilidad lógica, como quiera que no
hay contradiccion en los términos, Si hay mucho de




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALIS)IO. 137
oscuro, no hay nada de esencialmente contradictorio
á los ojos de la razon , en afirmar de tres personas
que tienen por fundamento una misma sustancia, así
como no hay nada de contradictorio, aunque sí mu-
cho de oscuro á los ojos de nuestro entendimiento,
en afirmar que tres diferentes sustancias están soste-
nidas por una misma persona. En lo que hay impo-
sibilidad radical, porque hay absurdo evidente y con-
tradiccion palpable, es en afirmar, despues de haber
afirmado la existencia sustancial del mal y del bien,
que el mal y el bien sustancialmente existentes es-
tán sostenidos por una misma pers~llla. ¡ Cosa digna
de admiracion! El hombre no puede huir de la os-
curidad católica, sin condenarse á sí propio á palpar
una oscuridad mas densa; ni puede huir de aquello
que abruma á su razon , sin caer en aquello que la
niega, porque la contradice.


y no se crea que el mundo sigue las pisadas del
racionalismo, á pesar de sus absurdas contradiccio-
nes y de sus densas oscuridades; las sigue á causa
de esas oscuridades densas y de esas contradicciones
absurdas. La razón sigue ál error adonde quiera que
va, como una madre tiernísima sigue, a.donde quiera
que va, aunque sea al abismo mas profundo, al fruto
amado de su amor, al hijo de sus entrañas. El error
la dará muerte; ¿ mas qué importa, si es madre y
muere á manos del hijo?




CAPITULO IV.
DE ~ÓMO SE SALVA POR EL CATOLICISMO EL DOGM,I. DE LA PROVI/)ENCIA y EL DE


LA LIBERTAD. SIN CAER EN LA TEORÍA DE LA RIVALIDA/) ENTRE oros y EL
HOMBRE.


EN ninguna otra cosa resplandece tanto la incom-
parable belleza d~ las soluciones católicas como en
su universalidad, ese atributo incomunicable de las
soluciones divinas. No bien es aceptada una solucion
católica, cuando luego al punto todos los objetos án-
tes oscuros y tenebrosos se esclarecen, la noche se
torna dia y el órden sale del caos. No hay· ninguna
de ellas en que no esté ese soberano atributo yaque-
lla secreta virtud de donde procedela grande ma-
ravilla del universal esclarecimiento. En esos piéla-
gos de luz no hay mas que un punto opaco, aquel
en donde está la solucion misma que penetra con su
luz esos piélagos profundos. Consiste esto en que,
no siendo el hombre Dios, no puede estar en pose-
sion de aquel atributo divino, por el cual el Señor
de todo lo criado ve todo lo que crió con una luz
inefable. El hombre está condenado á recibir de las
sombras la explicacion de la luz, y de la luz la expli-




EL LIBERALISMO Y EL SUClALlSMO. 139
'cacion de las sombras. Para él no hay cosa evidente
que no proceda de un impenetrable misterio. Entre
las cosas misteriosas y las evidentes hay, sin embargo,
la notable diferencia de que el hombre puede oscu-
recer las evidentes, pero no puede esclarecer las mis-
teriosas. Cuando para entrar en posesion de esa luz
inefable que está en Dios y que no está en él, des-o
echa por oscuras las soluciones divinas, da consigo
en el laberinto intrincado y tenebroso de las solucio-
nes humanas. Entónces sucede lo que acabamos de
demostrar; que su solucion es particular, como par-
ticular incompleta, y como incompleta falsa. Consi-
derada á primera vista, parece que resuelve algo;
considerada mejor, se ve que no alcanza á resolver
nada de lo que parece que resuelve; y la razon que
comienza por aceptarla como plausible, concluye por
desecharla por ineficaz, contradictoria yabsurda. Esto
último quedó completamente demostrado en el capí-
tulo anterior, por lo que hace á la cuestion que ve-
nimos discutiendo. Despues de haber demostrado la
ineficacia evidente de la solucion humana, solo nos
falta demostrar la eficacia suprema y altísima conve-
niencia de la solucion católica.


Dios, que es el bien absoluto, es el supremo hace-
dor de todo bien; y todo lo que hace es bueno, siendo
imposible á un tiempo mismo que Dios ponga en la
crialura lo que no tiene, y que pungalo~.. u~.
tiene en la criatura. Dos cosas son de todo ,'-
~, / ..' '"~ ,...


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140 ENSAYO SOBRE EL CATOLlCIS:IIO,
posibles, conviene á saher : que ponga el mal que
no tiene en alguna cosa, y que ponga en alguna cosa
el bien absoluto: ambas imposibilidades son eviden-
tes, como quiera que es imposible conc~bir que al-
guno dé lo que no tiene, y que el Criador quede ab-
sorbido en la criatura; no pudiendo comunicar su
bondad absoluta, que sería comunicarse á sí propio.
ni el mal, que sería comunicar lo que no tiene, co-
munica el bien relativo, con lo cual comunica todo
lo que puede comunicar, algo de lo que está en él
yque no es él, poniendo entre sí y la criatura aque-
lla semejanza que atestigua la procedencia, y aque-
lla diferencia que atestigua la distancia. De esta ma-
nera toda criatura va diciendo, solo con mostrarse,
quién es su Criador, y que ella no es mas que su cria-
tura.


Siendo Dios' el criador de todo lo criado, todo lo
criado es bueno con una bondad relativa. El hombre
es bueno en cuanto hombre, el ángel en cuanto an-
gel y el árbol en cuanto árbol. Hasta el príncipe que
relampaguea en el abismo y el abismo en donde re-
lampaguea son cosas buenas y excelentes. El príncipe
del abismo es bueno en sí, porque por serlo no ha
dejado de ser ángel, y Di9S es el criador de la natu-
raleza angélica, excelente sobre todas las cosas cria-
das; el abismo es bueno en sí, porque se ordena á
un fin que es bueno soberanamente.


y sin embargo de ser buenas y excelentes todas




EL LIBERALISMO Y EL ~OCIALISMO. . 14'1
las esencias criadas; el Catolicismo afirma que el mal
está en el mundo, y que son grandes y portentosos
sus estragos. La cuestion consiste en averiguar, por
una parte, qué cosa es el mal; por otra, en dónde
tiene su orígen, y últimamente, de qué manera con-
curre con su propia disonancia á la universal armo-
nía.


El mal tiene su orígen en el uso que hizo el hom-
bre de la facultad de escoger, la cual, como dijimos,
constituye la imperfeccion de la libertad humana. La
facultad de escogerestuvo encerrada en ciertos lími-
tes impuestos por la naturaleza misma de las cosas.
Siendo todas buenas, esa facultad no pudo consistir
en escoger entre las cosas buenas que existian nece-
sariamente, y las malas que no existian de manera
ninguna; consistió solo en unirse al bien ó en apar-
tarse del bien, en afirmarle con su union ó en ne-
garle con su apartamiento. El entendimiento humano
se apartó del entendimiento divino, lo cual fué apar-
tarse de la verdad; apartado de la verdad, dejó de
entenderla. La voluntad humana se apartó de la vo-
luntad divina, lo cual fué apartarse del bien; apar-
lada del bien, dejó de quererle; habiendo dejado de
quererle, dejó de ejecutarle; y como, por otra par-
te, no pudo dejar de poner en ej-ercicio sus .facul-
tades íntimas é inamisibles, que consistían en en-
tender. en querer y en obrar, siguió entendiendo.
queriendo y obrando, si bien lo que entendia apar~




142 . ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
tado de Dios no era l<i verdad que solo está en Dios,
ni lo que queria era el bien que solo está en Dios.
ni lo que obró pudo ser el bien, que ni entendía ni
queria, y que no siendo ni querido por su enten-
dimiento ni aceptado de su voluntad, no pudo ser el
término de sus acciones. El término de su entendi .
miento fué entónces el error, que es la negacion de la
verdad; el término de su voluntad fué el mal ,que es
la negacion del bien; y el término de sus acciones el
pecado, que es la negacion simultánea de la verdad
y del bien, manifestaciones diversas de una misma
cosa considerada bajo dos puntos de vista diferen-
tes. Negándose por el pecado todo lo que Dios afirma
con su entendimiento, que es la verdad, y todo lo que
afirma con su voluntad, que es el bien; no habiendo
en Dios mas afirmaciones que la del bien que está en
su voluntad, y la de la verdad que está en su enten-
dimiento; y no siendo Dios sino esas mismas afirma-
ciones sustancialmente consideradas, se sigue de aquí
que el pecado que niega todo lo que Dios afirma,
niega virtualmente á Dios en todas sus afirmaciones;
y que negándole , y no haciendo otra cosa sino ne-
garle, es la negacion por excelencia, la negacion uni-
versal, la negacion absoluta.


Esa negacion no afectó ni pudo afectar las esencias
de las cosas que existen independientemente de la
voluntad humana, y que despues , como ántes de la


. prevaricacion, fuéron no solo buenas en sí, sino tam-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 143
bien perfectas y excelentes. Empero si el pecado no
las quitó su excelencia, las quitó aquella soberana
armonía que puso en ellas su divino Hacedor, que es
aquella trabazon delicada y aquel órden perfecto con
que estaban juntas unas con otras y todas con él,
cuando las sacó del caos despues de haberlas sacado
de la nada por un efecto de su bondad infinita. Segun
aquel órden perfecto y aquella trabazon admirable,
todas las cosas se movian derechainente hácia Dios
con un movimiento irresistible y ordenado. El ángel,
espíritu puro abrasado de amor, gravitaba hácia Dios,
centro de todos los espíritus, con una gravitaoion
amorosa y vehemente. El hombre ménos perfecto,
pero no ménos amoroso, seguia con su gravitacion
el movimiento de la gravitacion angélica para con-
fundirse con el ángel en el seno de Dios, centro de
las gravitaciones angélicas y humanas. La materia
misma, agitada por un secreto movimiento de aseen-
sion , seguía la gravitacion de los espíritus hácia aquel
supremo Hacedor que traia á sí sin esfuerzo todas las
cosas. y así como todas estas cosas, consideradas en
sí, son las manifestaciones exteriores del bien esen-
cial que está en Dios, esta manera de ser es.la ma-
nifestacion exterior de su manera de ser, como su
esencia misma, perfecta y excelente. Las cosasfuéron
hechas de tal modo, que tuvieran una perfeccion mu-
dable y otra necesaria é inamisible: su perfeccion
inamisible y necesaria fué aquel bien esencial que




144 ENSAYO SOBIlE E/, CATOLICISMO,
pUSO Dios en toda criatura; su perfeccion mudable,
fué aquella manera de ser con que Dios 'quiso que
fueran cuando las sacó de la nada. Dios quiso que
fueran siempre lo que son; no quiso, empero, que fue-
ran necesariamente de la misma manera: sustrajo las
esencias á todajurisdiccio~ que no fuera la suya; pusQ
por un tiempo el órden en que están bajo la jurisdic-
cion de aquellos séres que formó inteligentes y li-
bres. De donde se sigue que el mal, producido por el
libre albedrío angélico ó elliLre albedrío humano, no
pudo ser y no fué otra cosa sino la negacion del ár-
den que puso Dios en todas las cosas criadas; cuya
negacion va envuelta en la palabra misma que la
significa, con lo cual se afirma lo mismo que se niega:
esa negacion se llama desórden. El desórden es la
negacion del orden, es decir, de la afirmacion divina,
relativa á la manera de ser de todas las cosas. Y así
como el órden consiste en launion de las cosas que
Dios quiso que estuvieran unidas, y en la separacion
de aquellas que quiso que anduvieran separadas; de
la misma 'manera el desórden consiste en unir las
cosas que Dios quiso que anduvieran separadas, y
en separar aquellas que quiso Dios que estuvieran
unidas.


El desorden causado por la rebelión angélica con-
sistió en el apartamiento por parte del ángel rebelde
de su Dios, que era su centro, por medio de un cam-
bio en su manera de ser, que consistió en convertir




EL LIUEHAUSMO r EL SOClALlSi\lO. 145
su movimiento de gravitacion hácia su Dios, en un
movimiento de rotacion sobre sí mismo.


El desórden causado por la prevaricacion del hom-
bre fué parecido al causado por la rebelion del án-
gel, no siendo posible ser rebelde y prevaricador de
dos maneras esencialmente diferentes. Habiendo de-
jado el hombre de gravitar hácia su Dios con su en-
tendimiento, con su voluntad y con sus obras. se
constituyó en centro de sí propio, y fué el último fin
de sus obras, de su voluntad y de su entendimiento.


El trastorno causado por esta prevaricacion fué
hondo y profundísimo. Cuando el hombre se hubo
apartado de su Dios, luego al punto todas sus poten-
cias se apartaron unas de otras, constituyéndose á sí
mismas en otros tantos centros divergentes. Su en-
tendimiento perdió su imperio sobre su voluntad, su
voluntad perdió su imperio sobre sus acciones, la
carne salió de la obediencia en que habia estado del
espíritu, y el espíritu, que habia estado sujeto á Dios,
cayó en la servidumbre de la carne. Todo habia sido
ántes en el hombre concordancias y armonías; todo
fué despues en él guerra, tumulto, contradicciones,
disonancias. Su naturaleza se convirtió de soberana-
mente armónica en profundamente antitética.


Este desórden causado en él por él mismo, se tras-
mitió por él al universo y á la manera de ser de to-
das las cosas; todas le estaban sujetas, y todas se
le rebelaron. Cuando dejó de ser esclavo de Dios,


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146 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO J
dejó de ser príncipe de la tierra; lo cual no nos cau-
sará maravilla, si consideramos que los títulos de su
monarquía terrenal estaban fundados en su divina
servidumbre. Losanimales á quienes él mismo, en se-
ñal de su dominacion, habia puesto sus nombres, de-
jaron de obedecer á su voz y de entender su palabra
y de seguir su mandamiento. La tierra se le llenó de
abrojos, el cielo se le volvió de metal, las flores se
le rodearon de espinas. La naturaleza entera estuvo
como poseida contra él de una furia insensata; los
mares, al verle venir, volcaron estrepitosamente sus
ondas, y sus abismos resonaron con pavorosos es-
truendos; las montañas, para atajarle el paso, levan-
taron hasta los cielos sus cumbres; por sus campos
pasaron los torrentes, y sobre sus frágiles tiendas vi-
nieron los huracanes; los reptiles escupieron en él
sus venenos, las yerbas le destilaron sus ponzoñas;
en cada paso temió una celada, y en cada celada la
muerte.


Una vez aceptada la explicacion católica del mal,
se explica naturalmente todo aquello que sin ella y
fuera de ella parecia y era en efecto inexplicable.
No existiendo el mal de una manera sustancial, sino
ántes bien negativa, no puede servir de materia á una
creacion, con lo cual cae naturalmente con la difi-
cultad que nacia de la coexistencia de dos creacio-
nes diferentes y simultáneas. Esta dificultad iba en
aumento, al paso que se iba adelantando por este es-




EL LIBEIIALlS~1O y EL SOCIALIS~IO. 147
cabroso camino, como quiera que el dualismo de la
creacion suponia forzosamente otro dualismo más re-
pugnante todavía á la razon humana : el dualismo
esencial en la Divinidad, que ha de ser concebida
como una esencia simplicísima, ó no puede ser con-
cebida de manera ninguna. Con ese dualismo divino
viene por tierra la idea de una rivalidad á un tiempo
mismo imposible y necesaria: necesaria, porque dos
dioses que se contradicen, y dos esencias que se re-
pugnan, están condenadas por la naturaleza misma
de las cosas á una lucha perpetua; imposible, por-
que siendo la victoria definitiva el objeto final de toda
contienda (consistiendo aquí la victoria definitiva en
la supresión del mal por el bien, ó del bien por el
mal), y no pudiendo ser suprimido ni el uno ni el
otro, porque lo que existe de una manera esencial!
existe necesariamente; de la imposibilidad de la su-
presion se seguia la imposibilidad de la victoria, y
de la imposibilidad de la victoria, objeto final de la
contienda, la imposibilidad radical de la contienda
misma. Con la contradicción divina á que va á parar
forzosamente todo sistema maniqueo, desaparece la
contradiccion humana, en que se cae cuando se su-
pone la coexistencia sustancial del bien y del mal en
el hombre. Esa contradiccion es absurda, y como
absurda inconcebible. Afirmar del hombre que es á
un tiempo mismo esencialmente hueho y esencial-
mente malo, es tanto como afirmar una de estas dos




148 ENSAYO SOBllE EL CATOLICISMO,
cosas : Ó que el hombre es un compuesto de dos
esencias contrarias, juntando aquí lo que se ve obli-
gado á separar en la Divinidad el sistema maniqueo;
ó que la esencia del hombre es una, y que siendo
una es mala y buena á un tiempo mismo: lo cual es
afirmar todo lo que se niega y negar todo lo que se
afirma de una misma cosa.


En el sistema católico el mal existe, pero existe
con una existencia modal; no existe esencialmente.
El mal, así considerado, es sinónimo de desórden;
porque no es otra cosa, si bien se mira, sino la ma-
nera desordenada en que están las cosas que no han
dejado de ser esencialmente buenas, y que por una
causa secretísima y misteriosa han dejado de estar
bien ordenadas. Por el sistema católico se nos señala
esa causa misteriosa y secretísima , y en su señala-
miento, si hay mucho que exceda á la razon, no hay
nada que la contradiga y la repugne, comoquiera
que, para explicar una pcnurbacion modal en las co-
sas que aun despues de perturbadas conservan ínte-
gras y puras sus esencias, no hay que recurrir á una
intervencion divina, con lo cual no habria proporcion
entre 'el efecto y la causa': basta para explicar el he-
cho suficientemente, acudir á la intervencion anár-
quica de los séres inteligentes y libres, como quiera
que, si no pudieran aIterar de alguna manera el órden
maravilloso dc'Ia creacion y sus concertadas armo-
nías, no podrian ser considerados ni como libres, ni




EL LIIlERALISMO y EL SOCIALISMO. 149
como inteligentes. Del mal, considerado como acci-
dental y efímero, pueden afirmarse sin contradiccion
y sin repugnancia estas dos cosas: la primera, que
por lo que tiene de mal no ha podido ser obra de
Dios; la segunda, que por lo que tiene de efímero
y de accidental ha podido ser obra del hombre. De
esta manera las afirmaciones de la razon van á con-
fundirse con las afirmaciones católicas.


Supuesto el sistema católico, desaparecen todos los
absurdos y quedan suprimidas todas las contradiccio-
nes. Por este sistema, tIlla es la creacion y Dios os
uno, con lo cual queda suprimida con el dualismo
divino la guerra de los dioses. El mal existe, por-
que si no existiera no podria concebirse la libertad
humana; pero el mal que existe es un accidente, no
es una esencia, porque si fuera una esencia y no fue-
ra un accidente, sería obra de Dios, criador de todas
las cosas, lo cual envuelve una contradiccion que re-
pugna á un mismo tiempo á la razon humana y á la
razon divina. El mal viene del hombre y está en el
hombre, y viniendo de él y estando en él, hay en ello
una grande conveniencia, léjos de haber en ello con-
tradiccion ninguna. La conveniencia está en que, no
pudiendo ser el mal obra de Dios, no podria el hom-
bre escogerle si no pudiera crearle, y no sería libre
si no pudiera escogerle. No hay en ello contradiccion
ninguna.porque al afirmar el Catolicismo , del hombre,
que es bueno en su esencia y malo por accidente, no




150 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
afirma de él lo mismo que niega, ni niega lo mismo
que afirma; como quiera que afirmar del hombre que
es malo por accidente y bueno por esencia, no es
afirmar de él cosas contradictorias, sino cosas en que
no cabe contradiccion, por ser de todo punto dife-
rentes.


Por último, aceptado el sistema católico, cae des-
plomado el sistema 'blasfemo é impío, que consiste
en suponer una rivalidad perpetua entre Dios y el
hombre, entre el Criador y la criatura. El hombre,
autor del mal, accidental efe suyo y transitorio, no
es á manera de Dios, criador, mantenedor y go-
bernador de todas las esencias y de todas las cosas.
Entre esos dos séres apartados entre sí por una dis-
tancia infinita, no hay rivalidad imaginable ni com-
petencia posible. En los sistemas maniqueo y proud-
honiano, la batalla entre el Criador del bien esencial
y el criador del mal esencial era inconcebible y ab-
surda, porque era imposible la victoria. En el sistema
católico no cabe la suposicion do la batalla, porque
no cabe la suposicion de la contienda entre partes,
de las cuales la una ha de ser necesariamente victo-
riosa, y la otra vencida necesariamente. Dos condi-
ciones son necesarias para que exista una contienda:
que la victoria sea posible, y que sea incierta la vic-
toria. Toda batalla es absurda cuando la victoria es
cierta ó cuando la victoria es imposible; de donde
se sigue que, de cualquiera manera qne se las con-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 151
sidere , son absurdas esas batallas grandiosas traba-
das por la universal dominacion y por el s?mo im-
perio, ahora sea uno el soberano, ahora dos los
emp~radores : en el primer caso, porque el que es
uno, será perfectamente solo; en el segundo, porque
los dos no serán uno jamas, y serán dos perpetua-
mente. Esos combates gigantescos son de tal natura-
leza, que ó están decididos ántes de trabarse, ó no se
deciden después de trabados.





CAPITULO V.
SECRETAS ANALOGiAS ENTRE LAS PERTURBACIOlIlES FislCAS V LAS MORALES


DERIVADAS TODAS DE LA LIHERTAD HUMANA.


HASTA dónde hayan ido á parar los estragos de la
culpa, y hasta qué punto se haya cambiado el sem-
blante todo de la creacion con tan lamentable des-
varío, es cosa sustraida á las humanas investigacio-
nes; pero lo que está puesto fuera de toda duda es
que padecieron degradación juntamente en Adan su
espíritu y su carne, por orgulloso aquel y esta por
concupiscente.


Siendo una misma la causa de la degradación fí-
sica y de la moral, entrambas ofrecen portentosas
analogías y equivalencias en sus varias manifesta-
ciones.


Ya dijimos que el pecado, causa primitiva de toda
degradacion , no fué otra cosa sino un desórden; y
como consistiese el órden en el perfecto equilibrio
de todas las cosas criadas, y ese equilibrio en la sub-
ordinacion jerárquica que mantienen unas con otras,
y en la absoluta que todas mantenían con su Cria-
dor, síguese de aquí que el pecado ó el desorden,




EL LIBEIlALlSMO y EL SOCIALISMO. 153
que es una cosa misma, no consistió en otra cosa
sino en la relajación de esas subordinaciones jerár-
quicas que tenían las cosas entre sí, y de la abso-
lula en que estaban respecto del Sér supremo, ó lo
que es lo mismo, en el quebrantamiento de aquel
perfecto equilibrio y de aquella maravillosa trabazon
en que fuéron puestas todas las cosas. Y como quiera
que los efectos 'son siempre análogos á sus causas,
todos los efectos de la culpa vinieron á ser, hasta
cierto punto, lo que ellas, un desórden, una desunión,
un desquilibrio.


El pecado fué la desunion del hombre y de Dios.
El pecado produjo un desorden moral y un des-


órden físico.
El desórden moral' consistió en la ignorancia del


entendimiento yen la flaqueza de la voluntad.
La ignorancia del entendimiento no rué otra cosa


sino su desunión del entendimiento divino. La fla-
queza de la voluntad estuvo en su desunion de la
voluntad suprema.


El desórden físico producido por el pecado con-
sistió en la enfermedad y en la muerte; ahora bien:
la enfermedad no es otra cosa sino el desórden, la
desunion , el desquilibrio de las partes constitutivas
de nuestro cuerpo.


La muerte no es otra cosa sino esa misma des-
union , ese mismo desórden , ese mismo desquilibrio
llevado hasta el último punto.




j 54 ENSAYO SOBIIE EL CATOLICISMO,
. Luego el desórden físico y moral, la ignorancia y


la flaqueza de la voluntad, por una parte, y la en-
fermedad y la muerte, por otra, son un; cosa misma.


Esto se verá más claro todavía, solo con considerar
que todos estos desórdenes, así físicos como morales,
toman una misma denominacion en el punto en donde
acaban, en el punto en donde nacen.


La concupiscencia de la carne y el orgullo del es-
píritu se llaman, con un mismo nombre, el pecado;
la desunion definitiva del alma y de Dios, y la del
cuerpo y del alma se llaman, con un mismo ~ombre,
la muerte.


Por donde se ve que el vínculo entre lo físico y lo
moral es tan estrecho, que solo en el medio puede
observarse su diferencia, viniendo á ser una misma
cosa en su fin y en su principio. ¿Y cómo habia de
ser de otra manera, si así lo físico como lo moral
viene de Dios y. acaba en Dios; si Dios está antes del
pecado y despues de la muerte?


Por lo demas, esa estrechísima conexion entre lo
moral y lo físico podria ser ignorada de la tierra que
es puramente corpórea, y de los ángeles que son es-
píritus puros; pero ¿cómo ese misterio ha de ser una
cosa escondida para el hombre compuesto de un alma
inmortal y de una materia corpórea, y que está
puesto por Dios en la confluencia de dos mundos?


Ni paró aquí aquella gran perturbacion producida
por el pecado, como quiera que no solo Adan quedó







EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 155
sujeto á la enfermedad y á la muerte, sino que tam-
bien la tierra fué maldecida á causa de él y en su
nombre.


Por lo que hace á esta tremenda y hasta cierto
punto incomprensible maldicion, sin que sea visto
que osemos penetrar en tan oscuros arcanos, y re-
conociendo' como reconocemos que los juicios de
Dios son tan secretos como maravillosas sus obras,
parécenos, sin embargo, que una vez confesada en
la teórica la relacion misteriosa que ha puesto' Dios
entre lo moral y lo físico, y una vez confesada en la
práctica, por ser, si bien en cierta manera inexplica-
ble, hasta cierto punto visible en el hombre; todo lo
demas es ménos en este misterio profundo; como
quiera que el misterio está en esa ley de relacion,
más bien que en las aplicaciones que de ella puedan
hacerse por via de consecuencia.


Conviene notar aquí, para el esclarecimiento de
esta materia escabrosa, yen cornprobacion de cuanto
llevamos dicho, que las cosas físicas no pueden con-
siderarse como dotadas de una existencia indepen-
diente, como existiendo en sí, por sí y para sí, sino
más bien como manifestaciones de las cosas espiri-
tuales, que son las únicas que tienen en sí mismas la
razon de su existencia. Siendo Dios espíritu puro y
principio y fin de todas las cosas, es claro que todas
las cosas en su principio yen su fin son espirituales.
Siendo esto así, ó las cosas físicas son vanas apa-




156 ENSAYO SOHRE EL CATOLJCIS~IO,
riencias y no existen, ó si existen, existen por Dios
y para Dios; lo cual quiere decir que existen por el
espíritu y para el espíritu: de dónde se infiere que
siempre que haya una perturbacion, cualquiera que
ella sea, en las regiones espirituales, ha de haber
forzosamente otra análoga en las regiones corpóreas;
no pudiendo concebirse que estén quietas las cosas
mismas, cuando hay una perturbacion en lo que es
principio y fin de todas las cosas.


La perturbacion, pues, producida por el pecado
fué y debió de ser general, fué y debió de ser co-
mun á las regiones altas y á las bajas, á las de todos
los espíritus y á la de todos los cuerpos. El rostro de
Dios, plácido ántes y sereno, se conturbó con la ira;
sus serafines mudaron de semblante, la tierra se
cuajó de espinas y de abrojos, y se secaron sus plan-
tas, y envejecieron sus árboles, y se agostaron sus
yerbas, y dejaron de destilar licor suavísimo sus
fuentes, y fué fertilisima en ponzoñas, y se vistió
de bosques oscuros, impenetrables, pavorosos; y se
coronó de montes bravos, y hubo una zona tórrida
y otra frigidísima, y fué consumida por el fuego y
abrasada por la escarcha, y se levantaron en todos
sus horizontes torbellinos impetuosos, y sus ámbitos
fuéron henchidos con el estruendo de los huracanes.


Puesto el hombre como en el centro de este des-
orden universal, á un tiempo obra suya y su casti-
go; desordenado él mismo más honda y radical-




EL LIBERALIS~IO y EL SOl;IALlSMO. {57
mente que el resto de la creacion, quedó expuesto ,
sin ot;a ayuda que la de la misericordia divina, á la
impetuosa corriente de todos los dolores físicos y de
todas las congojas morales. Su vida rué toda tenta-
cion y batalla, ignorancia su sabiduría, su volun-
tad toda flaqueza, toda corrupcion su carne. Cada
una de sus acciones estuvo acompañada' de un arre-
pentimiento; cada uno de sus placeres fué seguido
de un dejo amargo ó de un dolor agudísimo; cuan-
Los fuéron sus deseos, tantos fuéron sus pesares;
cuantas sus esperanzas, otras tanta~ sus ilusiones;
y .cuantas sus ilusiones, otros tantos sus desenga-
ños. Su memoria le sirvió de torcedor, su prevision
de tormento; Sil imaginacion no le sirvió de otra
cosa sino de hechar franjas de púrpura y de oro so-
bre su desnudez y miseria. Enamorado del bien para
el que había nacido, hechó por la senda del mal por
donde hahia entrado; necesitado de un Dios, cayó
en los insondables abismos de todas las supersticio-
nes; condenado á padecer, ¿ quién será capaz de
hacer el recuento de sus infortunios? Condenado á
trabajar con fatiga, ¿quién sabe el guarismo de sus tra-
bajos? Condenada su frente á perpetuo sudor, ¿quién
llevará la cuenta de las gotas de sndor que han caido
de su frente?


.Pon al hombre tan alto como sea posible, ó tan
bajo como quieras; en ninguna parte estará exento
de aquella pena que nos vino de nuestro comnn pe-




158 ENSAYO SOBRE EL CATOLlCISJIO,
cado. Si al que está en lo alto no le alcanza la inju-
ria, le alcanza la envidia; si al que está bajo no le
alcanza la envidia, le alcanza la injuria. ¿Dónde está
la carne que no haya padecido dolor, y el espíritu que
no haya padecido congojas? ¿Quién estuvo tan alto
que no temiera caer? ¿Quién creyó tan firmemente en
la constancia. de la fortuna, que no temiera sus re-
veses? Los hombres en el nacer, en el vivir, en el
morir, todos somos unos, porque todos somos culpa-
bles y todos somos penados.


Si el nacimiento, si la vida y si la muerte no son
una pena, ¿en qué consiste que no nacemos, vivj-
mos y morimos como todo lo demas que nace, vive
y muere? ¿Por qué morimos llenos de terrores? ¿Por
qué vivimos llenos de congojas? ¿Y por qué cuando
nacemos, venimos al mundo con los brazos cruzados
en el pecho en postura penitente? ¿Y por qué al abrir
los ojos á la luz los abrimos al llanto, y nuestro pri-
mer saludo es un gemido?


Los hechos históricos vienen á confirmar los dog-
mas que acabamos de exponer y todas sus misteriosas
consonancias. El Salvador del mundo, con edificacion
y pavor profundísimo de los pocos justos que le se-
guian y con escándalo de los doctores, borraba los
pecados curando las enfermedades, y curaba las en-
fermedades absolviendo de los pecados; suprimiendo
unas veces la causa por medio de la supresiolJ de los
efectos, y borrando otras los efectos por medio de la





EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. t 59
supresion de su causa. Como un paralítico se hubiese
puesto en su presencia, en ocasion en que se hallaba
rodeado de muchedumbre de doctores y fariseos,
alzó la voz y le dijo: (Confía, hijo mio, yo te remito
tus pecados.. Escandalizáronse en su corazan los que
estaban allí presentes, pareciéndoles, por una parte,
que la potestad de absolver era en el Nazareno or-
gullo y locura; y por otra, que intentar sanar las en-
fermedades absolviendo de los pecados era una ex-
travagancia : y como el Señor viese nacer en los co-
razones de aquellas gentes aquellos pensamientos
culpables, añadió luego en seguida: (y para que á
todos sea notorio que el Hijo del hombre tiene en la
tierra la potestad de remitir los pecados, levántate,
yo le lo ordeno; lleva contigo tu lecho, y vuelve á
tu casa» : y así fué hecho como lo dijo; con lo cual
vino á demostrar que la potestad de curar y la de ab-
solver son una potestad misma, y que el pecado y la
enfermedad son una misma cosa.


Antes de pasar adelante será bueno notar aquí, en
confirmacion de cuanto vamos diciendo, dos cosas
dignas de memoria: la primera, que el Señor, ántes
de poner sus hombros al grave peso de los delitos
del mundo, estuvo exento de toda enfermedad, y
a un de todo achaque, porque estaba exento de pe-
cado; la segunda, que cuando puso en su cabeza los
pecados de todas las gentes, aceptando voluntaria-
mente los efectos así como aceptaba las causas. y





160 ENSAYO SOBRE EL C:ATOLlCIS)lO,
las consecuencias así como aceptaba los principios;
aceptó el dolor mirando en él al compañero' insepa-
rable del pecado, y sudó sangre en el Huerto, y sin-
tió dolor con la bofetada en el pretorio, y desfalleció
con el peso de la cruz, y padeció sed en el Calvario
y una tremenda agonía en el afrentoso madero, y vió
venir la muerte con pavor, y gimió honda y doloro-
samente al enviar su espíritu á su santísimo Padre.


Por lo que hace á aquella admirable consonancia
de que hablamos entre los desórdenes del mundo
moral y los del físico, el género humano la proclama
á una voz sin comprenderla, como si un poder so-
brenatural é invencible le obligara á dar testimonio
al gran misterio : la voz de todas las tradiciones, to-
das las voces populares, todos los vagos rumores es-
parcidos por los vientos, todos los ecos del mundo,
nos hablan misteriosamente de un gran desórden fí-
sico y moral acaecido en los tiempos anteriores al
crepúsculo de la historia y aun al crepúsculo de la
fábula, á consecuencia de una culpa primitiva, cuya
grandeza fué tanta, que ni puede ser comprendida
por el entendimiento, ni expresada con vocablos :
aun hoy dia es, y si por ventura se desordenan los
elementos y hay mudanzas extrañas en las esferas ce-
lestes, y vienen sobre las naciones grandes castigos
de discordias, de pestilencias, de ha mbres : si las es-
taciones alteran el curso sosegado de su armónica ro-
tacion, y se confunden y traban entre sí una á ma-




EL LlllEHALlSMO y EL SOCIALIS~W. HJI
nera de batalla: si el suelo viene á padecer sacudi-
das y temblores, y si los vientos, libres de las rien-
das que refrenan sus ímpetus, se tornan huracanes,
luego al punto se levanta de las entrañas de los pue-
blos , guardadoras de la tremenda tradicion , una voz
pertinaz y temerosa, que busca la causa de la insólita
perturbacion en un delito poderoso para enojar á Dios
y para atraer sobre la tierra las maldiciones del cielo.


Que esos vagos rumores son á las veces infundados,
y que suelen ser hijos de la ignorancia de las leyes
que presiden al curso de los fenómenos naturales, es
una cosa evidente; pero no es ménos evidente, á nues-
tros ojos, que el error está solamente en la aplicación
y no en la idea, en la consecuencia y no en el prin-
cipio, en la práctica y no en la teórica. La tradicion
queda en pié dando perpetuo testimonio á la verdad,
á pesar de todas sus falsas aplicaciones. Las muche-
dumbres pueden errar, y, yerran frecuentemente.
cuando afirman que tal pecado es causa de tal desór-
den; pero ni yerran ni pueden errar cuando asegu-
ran que el desórden es hijo del pecado : y cabal-
mente porque la tradicion , considerada en su gene-
ralidad, es la manifestacion y la forma visible de una
verdad absoluta, es por lo que es una cosa difícil ó
cuasi de todo punto imposible sacar á los pueblos de
los errores concretos que cometen en sus aplicacio-
nes especiales. Lo que la tradicion tiene de verda-
dero da consistencia á lo que la aPlicacio~-


(
/.1




162 ENSAYO SOnUE EL CATOLICISMO,
falso, y el error concreto vive y crece debajo del am-
paro de la verdad absoluta.


Ni carece la historia de ejemplos insignes que vie-
uen en apoyo de esta tradicion universal que ha ido
trasmitiéndose de padres á hijos, de familia á fami-
lia, de raza á raza, de pueblo á pueblo y de regio n
á region , por todo el linaje humano, hasta los rema-
tes de la tierra; porque siempre que los delitos han
subido sobre cierto nivel y han llenado cierta me-
dida 1 luego al punto han venido sobre las gentes
catástrofes tremendas, y sobre el mundo ásperos vai-
venes y rudos sacudimientos. Sucedió primero aque-
lla universal perversion de que nos hablan las santas
escrituras, cuando, juntos en una misma apostasía y
en un mismo olvido de Dios todos los hombres en la
época antidiluviana , vivieron sin otro dios y sin otra
ley que sus criminales antojos y sus frenéticas pasio-
nes; y entónoes, llenas ya las copas de las iras divi-
nas, vino sobre la tierra aquel gran conflicto y aque-
lla portentosa inundacion de las aguas, que todo lo
arrastró en el universal estrago yen la comun ruina,
y que igualó los montes con los valles. Llegados des-
pues los tiempos á la mitad de su carrera, sucedió
que vino al mundo, en cumplimiento de las antiguas
promesas y de las antiguas profecías, el Deseado de
las naciones : fué la época de su venida nombrada
entre todas por la perversidad y malicia de los hom-
bres, y por la corrupción universal de las costum-




EL L1BERA'LISMO y EL SOCIALISMO. 163
bres ; añadióse á ésto .. que en un dia de triste y de
llorosa memoria, el más lloroso y el más triste de
cuantos iban corridos desde. la creacion , un pueblo
ciego é insensato. como si estuviera tomado del vino,
se levantó, descompuesto su rostro con el frenesí de
la cólera. tomó á su Dios con su mano y le hizo
asunto de sus ludibrios, y acumuló sobre él todas las
afrentas. y cargó sus mansísimos hombros con todas
las ignominias, y le puso en lo alto, yle dió muerte
de cruz en medio de dos ladrones. Entórrces tambien
se vió rebosar la copa de los divinos enojos , y el sol
retrajo sus rayos, y el velo del templo dio un teme-
roso crujido, y se abrieron grietas en las rocas, y la
tierra toda padeció desmayos y temblores.


Otros y otros ejemplos pudieran traerse aquí en
confirmacion de las misteriosas armonías que se ob-
servan entre las perturbaciones físicas y las morales,
y en abono de la universal tradición que en todas
partes las consigna y Ias proclama; pero ~a sobriedad
que nos hemos propuesto por una parte, y llor otra
la grandeza de los que dejamos consignados, nos in-
clina á dar por terminado este asunto.




CAPITULO VI.


DE LA PREVARICACION ANGÉLICA, y LA HUMANA GRANDEZA Y ENOI\!IIDAD
DEL PECADO.


HASTA aquí he expuesto la teoría católica acerca del
mal hijo del pecado, y acerca dd pecado que nos
vino de la libertad humana , la cual se mueve an-
chamente en sus limitadas esferas, á la vista y con
el consentimiento de aquel soberano Señor que, ha
ciéndolo todo con peso, número y medida, dispuso
las cosas con un consejo tan alto, que ni su providen-
cia oprimiese el libre albedrío del hombre, ni los es-
tragos de este libre albedrío, siendo grandes y por.,.
rentosos como son, lo fueran con menoscabo de Sil
gloria. Antes, empero, de pasar adelante, me ha pa-
recido cosa digna de la majestad de este asunto, hacer
aquí una relacion seguida de aquella prodigiosa tra-
gedia que comenzó en el cielo y acabó en el paraíso,
dejando á un lado los reparos y las objeciones que
quedaron desvanecidas en otro lugar, y que de nin-
guna otra cosa servirian sino de oscurecer la belleza.
á un mismo tiempo sencilla é imponente, de esta la-




EL LIBERALIS)1O y EL SOCIALISMO. 165
mentahle historia. Antes vimos de qué manera la teo-
ría católica se aventaja á las demas por la altísima
conveniencia de todas sus soluciones; ahora veré-
mos de qué manera los hechos en que se funda, con-
siderados en sí mismos, aventajan á todas las histo-
rias primitivas, por lo que tienen de grandes y de
dramáticos. Antes sacamos su belleza por compara-
ciones y deducciones, ahora admirarémos en ellos
mismos, sin apartar los ojos á otros objetos, su in-
comparable belleza.


Antes que el hombre, y en tiempos sustraídos á
las investigaciones humanas, habia criado Dios á los
ángeles, criaturas felicísimas y perfectísirnas, á quie-
nes fué dado mirar de hito en hito los clarísimos
resplandores de su faz, anegados en un piélago de
inenarrables deleites, ysumergidos perpetuamente en
su perpetuo acatamiento. Eran los ángeles espíritus
puros, y las excelencias de su naturaleza mayores
que las de la naturaleza del hombre compuesto do
un alma inmortal y del barro de la tierra. Por su
naturaleza simplicísima dábase el ángel la mano con
Dios, miéntras que por su inteligencia, por su li-
bertad y por su sabiduría limitada, habia sido hecho
para darse la mano con el hombre; así como el hom-
bre, por lo que tuvo de espiritual, estuvo en comer-
cio con 01 ángol, y por lo que tuvo de corporal, con
la naturaleza física, puesta toda al servicio de su
voluntad y en la obediencia de su palabra. Y todas




166 ENSAYO SOBRE EL (;ATOLl(;IS~IO,
las criaturas nacieron con la inclinacion y la potestad
de trasformarse y subir por la escala inmensa que,
comenzando en los séres más bajos, iba á acabar en
aquel Sér altísimo que es sobre todo ser I y á quien
los cielos y la tierra I los hombres y los ángeles co-
nocen con un nombre que es sobre todo nombre. La .
naturaleza física anhelaba por subir, hasta espíritua-
lizarse, en cierta manera, á semejanza del hombre ;
y el hombre hasta espiritualizarse más, á semejanza
del ángel; y el ángel á asemejarse más á aquel sér
perfectísimo, fuente de toda vida, criador de toda
criatura, cuya alteza ninguna medida mide , y cuya
inmensidad ningun cerco comprende. Todo habia
nacido de Dios, y subiendo debia volver á Dios que
era su principio y su orígen; y porque todo habia
nacido de él y h~bia de volver á él, no habia nada
que no contuviese en sí una centella más ó ménos
resplandeciente de su hermosura.


De esta manera la variedad infinita estaba redu-
cida de suyo á aquella amplísima unidad que crió
todas las cosas, que puso en ellas un concierto pas-
moso y una trabazon admirable, apartando todas las
que estaban confusas y recogiendo las que estaban
derramadas. Por donde se ve que el acto de la crea-
cion fué complejo y que se compuso de dos actos
diferentes; conviene á saber : de aquel por medio del
cual dió Dios la existencia á lo que ántes no la tenia;
y de aquel otro por medio del cual ordenó todo




1lI. LIIlERALISMO y EL SOCIALISMO. 16i
aquello á que habia dado la existencia. Con el pri-
mero de estos actos reveló su potestad de crear todas
las sustancias que sustentan todas las formas; con
el segundo, la que tenia de crear todas las formas que
embellecen á todas las sustancias. Y de la misma
manera que no hay otras sustancias fuera de las crea-
das por Dios, no hay tampoco otra belleza fuera de la
que él puso en las cosas. Por eso el universo , que
es la palabra con que se significa todo lo criado por
Dios, es el conjunto de todas las sustancias; y el
orden, que es la palabra con que se significa la forma
que Dios puso en las cosas, es el conjunto de todas
las bellezas. Fuera de Dios no hay criador, fuera del
orden no hay belleza, fuera del universo no hay
criatura.


Si en el órden establecido por Dios en el principio
consiste toda belleza, y si la belleza, la justicia y la
bondad son una misma cosa mirada por aspectos di-
ferentes, síguese de aquí, que fuera del órden esta-
blecido por Dios no hay bondad, ni belleza ni jus-
ticia; y como estas tres cosas constituyen el supremo
bien, el orden que á todas las contiene es el bien
supremo.


No habiendo ninguna especie de bien fuera del
orden, no hay nada fuera del órden que no sea un
.mal, ni mal ninguno que no consista en ponerse
fuera del órden; por esta razon, así como el órden
es el bien supremo, el desórden es el mal por exce-




168 ENSAYO SOBRE EL CATOLlClS~1O ,
lencia ; fuera del desórden no hay ningun mal, como
fuera del órden no hay bien ninguno.


De lo dicho se infiere que el órden , ó lo que es lo
mismo el bien supremo, consiste en que todas las
cosas conserven aquella trabazon que Dios puso en
ellas cuando las sacó de la nada; y que el desór-
den , ó lo que es lo mismo, el mal por excelencia,
consiste en romper aquella admirable trabazon y
aquel sublime concierto.


No pudiendo ser rota aquella trabazon, ni este
concierto quebrantado sino por quien tenga una vo-
luntad y un poder, hasta cierto punto y en la ma-
nera que esto es posible, independiente de la volun-
tad de Dios, ninguna criatura fué poderosa para tanto,
sino los ángeles y los hombres, únicas entre todas
hechas á imágen y semejanza de su Hacedor, es de-
cir, inteligentes y libres. De donde se sigue que solo
los ángeles y los hombres pudieron ser causadores
del desórden, ó lo que es lo mismo, del mal por
excelencia.


Los ángeles y los hombres no pudieron alterar el
orden del universo sino rebelándose contra su Hace-
dor; de donde se infiere que para explicar el mal y
el desorden es necesario suponer la existencia de
ángeles y de hombres rebeldes.


Siendo toda desobediencia y toda rebeldía contra
Dios lo que se llama un pecado, y siendo todo pe-
cado una rebeldía ~' una desobediencia, síguesc de




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 169
aquí, que ni puede concebirse el desórden enla crea-
cion, ni el mal en el mundo, sin suponer la existencia
del pecado.


Si el pecado no es otra cosa sino la desobediencia
y la rebeldía, ni la desobediencia ni la rebeldía sino
el desórden, ni el desórden sino el mal, síguese de
aquí, que el mal, el desórden, la rebeldía, la des-
obediencia y el pecado, son cosas en que la razon
encuentra una identidad absoluta; así como el bien,
el órden , la sumision y la obediencia son cosas en
que encuentra la razon una completa semejanza. De
donde se viene á concluir que la sumision á la volun-
tad divina es el bien sumo, y el pecado el mal por
excelencia.


Cuando todas las criaturas angélicas estaban obe-
dientes á la voz de su Hacedor, mirándose en su ros-
lro, anegándose en sus resplandores y moviéndose
sin tropiezo y con una concertada armonía al compas
de su palabra, sucedió que entre los ángeles el más
hermoso apartó los ojos de su Dios para ponerlos
en sí mismo, quedando como arrebatado en su pro-
pia adoracion y como extático en presencia de su
hermosura. Considerándose como subsistente por sí
y como el último fin de sí propio, quebrantó aquella
ley universal é inviolable, segun la cual lo que es
diverso tiene su fin y su principio en lo que es uno,
que comprendiéndolo todo y no siendo comprehen-
dido por nada. es el contiucnte universal de lodas las




170 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
cosas, así como es el potentísimo Criador de todas
las criaturas ..


Aquella rebeldía del ángel rué el primer desórden,
el primer mal y el primer pecado, raiz de todos los
pecados, de todos los males y de todos los desórde-
nes que habian de venir sobre la creacion, y en par-
ticnlar sobre el humano .linaje, en los tiempos subsi-
guientes.


Porque como el ángel caido , sin hermosura ya y
sin luz, viese al hombre y á la mujer en el paraíso,
tan limpios, resplandecientes y hermosos con los
resplandores de la gracia, sintiendo en sí honda
tristeza por el ajeno bien, formó el propósito de ar-
rastrarlos en su condenacion, ya que no le era dado
igualarse con ellos en su gloria; y tomando la figura
de la serpiente, que en adelante había de ser sím-
bolo del engaño y de la astucia, horror de la natu-
raleza humana y asunto de la cólera divina, entró
por las puertas del paraíso terrenal, y deslizándose
por sus yerbas frescas y olorosas, circundó á la mu-
jer con aquellas sutilísimas redes en que cayó su ino-
cencia con pérdida de su ventura.


Nada hay que iguale á la sublime sencillez con que
resplandece la relacion mosáica de esta solemne tra-
gedia, cuyo teatro era el paraíso terrenal, cuyo tes-
tigo era Dios, cuyos actores eran, por una parte, el
Rey y Señor de los abismos, por otra, los reyes y
señores de la tierra; cuya víctima había de ser el




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 171
género humano, y .cuyo desenlace triste y lloroso
habían de lamentar la tierra en sus movimientos, los
cielos en sus cursos, los ángeles en sus tronos y los
desventurados hijos de aquellos padres desventura-
dos en estos nuestros valles sin luz, con perpetuas
lamentaciones.


¿Por qué os ha prohibido Dios comer el fruto de
todoslos árboles del paraíso1-Deesta manera comen-
zó su plática la serpiente, y luego al punto sintió la
mujer despertarse en su corazon aquella vana curio-
sidad, causa primera de su culpa. Desde este mo-
mento su entendimiento y su voluntad, acometidos no
sé de qué desmayo suave, comenzaron á apartarse
de la voluntad de Dios y del entendimiento divino.


El dia en que de ese fruto comais se abrirán vues-
tros ojos y seréis, á manera de Dioses, conocedores
del bien y del mal.-Bajo la influencia maléfica de esa
palabra sintió la mujer en su corazon los primeros
vértigos del orgullo ; poniendo los ojos en sí con com-
placencia, la faz de Dios se le veló en aquel punto.


Orgullosa y vana puso los ojos en el árbol de las
ilusiones infernales y de las amenazas divinas, y vió
que era hermoso á la vista, y adivinó que habia de
ser saboroso al paladar, y sintió abrasarse sus sen-
tidos con el hasta entonces desconocido incendio de
corrosivos deleites; y la curiosidad de los ojos, y el


.


deleite de la carne, y el orgullo del espíritu juntos
en uno acabaron con la inocencia de la primera




172 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
mujer, y luego con la inocencia del primer hombre,
y las esperanzas atesoradas para su descendencia se
tornaron en humo desvanecido en el ambiente.


y luego se conturbó el universo todo cuan grande
es ; y el desórden, comenzado en lo más alto de la
escala de los séres creados, fué comunicándose de
unos en otros, hasta no dejar ninguna cosa en el lu-
gar y punto en que habia sido puesta por su Hacedor
soberano. Aquel anhelo ingénito en toda criatura pOI'
subir y remontarse hasta el trono de Dios, se trocó
en anhelo por bajar hasta no sé qué abismo sin nom-
bre; como quiera que apartar los ojos de Dios, era
como buscar la muerte y despedirse de la vida.


Por mucho que ahonde el hombre en el abismo
sin fin de la sabiduría 1 por alto que se remonte en
la investigación de los más recónditos misterios, ni
se remontará tanto, ni ahondará tanto, que sea po-
deroso para rodear con sus ojos el grande estrago
de aquella primera culpa, en la que todas las si-
guientes estaban encerradas como en su fertilísima
semilla.


No : no puede el hombre, no puede el pecador,
ni concebir siquiera la grandeza y la fealdad del pe-
cado. Para entender cuán grande es y cuán terrible
y cuán henchido está de desastres, era menester dejar
de considerarle bajo el punto de vista humano, para


.


considerarle bajo el punto de vista divino; como quiera
que siendo la Divinidad el bien, y el pecado el mal




EL UCEltALlSMO y EL SOCIALISMO. t 73
por excelencia; siendo la Divinidad el orden , y el
pecado el desorden ; siendo la Divinidad una afirma-
cion completa, y el pecado una negacion absoluta;
siendo la Divinidad la plenitud de la" existencia, y el
pecado su absoluto desfallecimiento entre la Divini-
dad y el pecado; así como entre la afirmacion y la
negacion , y entre el orden y el desórden , y entre el
bien y el mal, y entre el sér y el no sér, hay una
distancia inconmensurable, una contradiccion inven-
cible, una repugnancia infinita.


Ninguna catástrofe es poderosa para poner turba-
cion en la Divinidad y para alterar la quietud inefa-
ble de su rostro. Vino el diluvio universal sobre las
gentes, y vió Días la tremenda inundacion , conside-
rada en sí misma y separada de su causa, con sereno
semblante, porque sus ángeles eran los que obe-
dientes á su mandato abrian las cataratas del cielo,
y porque su voz era la que mandaba á las aguas que
encumbraran los montes y que rodearan todo el
orbe de la tierra. Vienen de todos los puntos del ho-
rizonte nublados que se j untan como un negro pro-
montorio, y el rostro de Dios está tranquilo, porque
su voluntad es la que hace los nublados, su voz es
la que lbs llama. y ellos vienen ; la que les manda
que se junten, y ellos se juntan. El es el que envía
los vientos que los ha de llevar sobre alguna ciudad
pecadora, y el que, si así cumple á sus designios,
prende y ata las aguas, y detiene el rayo en la nube




i 74 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Y con delgado soplo la va desvaneciendo por los ai-
res. Sus ojos han visto levantarse y caer todos los
imperios; sus oídos han escuchado las plegarias de
naciones asoladas por el hierro de la conquista, por
el azote de la peste, por la servidumbre y por el
hambre, y su rostro ha permanecido sereno é impa-
sible, porque él es, el que hace y deshace como va-
nos juguetes los imperios del mundo; él es el que
pone el hierro en la diestra de los conquistadores;
él es el que envia los tiranos á los pueblos culpables,
y el que oprime á las naciones descreídas con el ham-
bre y con la peste, cuando así cumple á su justicia
soberana. Hay un lugar pavoroso, asunto de todos
los horrores y de todos los espantos y de todos los
tormentos, en donde hay sed insaciable sin ninguna
fuente, hambre perpetua sin género de hartura; en
donde los ojos no ven nunca ningun rayo de luz, ni
los oídos oyen ningun sonido apacible; en donde
todo es agitación sin reposo I llanto sin intermision,
pesar sin consuelo. Todas son allí puertas de entrada,
ninguna de salida. En su dintel muere la esperanza
y se inmortaliza la memoria. Los términos de ese lu-
gar Dios solo los conoce; la duracion de esos tor-
mentos es de una sola hora que nunca se acaba. Pues
bien: ese lugar maldito, con sus tormentos sin nom-
bre, no alteró el semblante de Dios, porque él mis-
mo le puso en donde está, con su mano omnipotente.
Dios hizo el infierno para los réprobos 1 como la tierra




EL LIBEIlALISMO r EL SOCIALISMO. i 75
para los hombres y el cielo para los ángeles y para
los santos. El infierno denuncia su justicia, como la
tierra su bondad y el cielo su misericordia. Las
guerras, las inundaciones, las pestes, las conquis-
las, las hambres, el infierno mismo son un bien,
como quiera que todas estas cosas se ordenan con-
venientemente entre sí con relacion al fin último de
la creacion, y que todas ellas sirven de provechosos
instrumentos de la justicia divina.


y porque todas son un bien, y porque han sido
hechas por el autor de todo bien, ninguna de ellas
puede alterar ni altera la inenarrable quietud y el
inefable reposo del Hacedor de las cosas. Nada le
pone horror sino lo que él no ha hecho; y como, ha
hecho todo lo que existe, nada le pone horror sino
la negacion de lo que ha hecho; por eso le pone hor-
ror el desórden, que es la negación del orden que él
puso en las cosas; y la desobediencia, que es la ne-
gacion de la obediencia que se le debe. Esa desobe-
diencia, ese desórden , son el supremo mal, como
quiera que son la negacion del supremo bien, en lo
cual consiste el mal supremo. Pero la desobediencia
y el desórden no son otra cosa sino el pecado; de
donde se sigue que el pecado, negación absoluta por
parte del hombre de la afirmacion absoluta por parte
de Dios, es el mal por excelencia y el único que
pone horror á Dios y á sus ángeles.


El pecado vistió al cielo de lutos, al infierno do




176 ElIISAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
llamas y á la tierra de abrojos. El fué el que trajo la
enfermedad y la peste. el hambre y la muerte sobre
el mundo. El el que cavó el sepulcro de las ciuda-
des más ínclitas y llenas de gente. El presidió á los
funerales de Babilonia la de los ostentosos jardines,
de Ninive la excelsa, de Persépolis la hija del Sol,
de Menfis la de los hondos misterios, de Sodoma la
impúdica, de Aténas la cárnica, de Jerusalen la in-
grata, de Roma la grande; porque aunque Dios quiso
todas estas cosas, no las quiso sino como castigo y
remedio del pecado. El pecado saca todos los gemi-
dos que salen de todos los pechos humanos, y todas
las lágrimas que caen gota á gota 'de todos los ojos
de los hombres; y lo que es más todavía, y lo que
ningun entendimiento puede concebir ni ningun vo-
cablo expresar, él ha sacado lágrimas de los sacra-
tísimos ojos del Hijo de Dios, mansísimo cordero que
subió á la cruz cargado con los pecados del mundo.
Ni los cielos, ni la tierra, ni los hombres le vieron
reir, y los hombres y la tierra y los cielos le vieron
llorar; y lloraba porque tenia puestos sus ojos en el
pecado. Lloró sobre el sepulcro de Lázaro, y en la
muerte de su amigo nada lloró sino la muerte del
alma pecadora. Lloró sobre Jerusalen, y la causa de
su llanto era el pecado abominable del pueblo deíci-
da. Sintió tristeza y turbacion al poner los piés en el
huerto, y el horror del pecado era el que ponia en
él aquella turbacion insólita y aquel paño de tristeza.




EL LIBERALISMO V EL SOCI.~LISMO. 177
Su frente sudó sangre, y el espectro del pecado era
el que hacia brotar en su frente aquellos extraños
sudores. Fué enclavado en un madero, y el pecado
le enclavó; el pecado le puso en agonía, y el pecado
le dió muerte .




t2




CAPIT.ULO VII.


OE CÓMO OJOS ~ACA El, D1EN DE LA PREVARlCACION A:'iG....CA y OE LA nt:lf.':-IA.


D~ todos los misterios el mas pavoroso es este de
la libertad, que constituye al hombre señor de sí mis-
mo, y le asocia á la Divinidad en la gestión y en el
gobierno de las cosas humanas.


Consistiendo.la libertad imperfecta dada á la cria-
tura en la facultad suprema de escoger entre la obe-
diencia y la rebeldía hácia su Dios, otorgarle la li-
bertad, viene á ser lo mismo que conferirle el derecho
de alterar la inmaculada belleza de sus creaciones;
y como quiera que en esa belleza inmaculada consiste
el órden y la armonía del universo, otorgarle la fa-
cultad de alterarla, viene á ser lo mismo que confe-
rirle el derecho de sustituir el órden con el desorden,
la armonía con la perturbacion, el bien con el mal.


Este derecho, aun encerrado en los límites que di-
jimos, es tan exorbitante, y esta facultad tan mons-
truosa, que el mismo Dios no hubiera podido otor-
garla, si no hubiera estado cierto de convertirla en




sr, LlIlERALISMO y EL SOCIALISMO. 179
instrumento de SIlS fines, y de atajar sus estragos con
su poder infinito.


La razon suprema de existir de la facultad conce-
dida á la criatura de convertir el órden en desórden,
la armonía en perturbacion, el bien en mal, está en
la potestad que tiene Dios de convertir el desorden
en órden, la perturbacion en armonía y el mal en
bien. Suprimida esta altísima potestad en Dios, sería
lógicamente necesario, ó suprimir aquella facultad
en la criatura, ó negar á un mismo tiempo la divina
inteligencia y la omnipotencia divina.


Si Dios permite el pecado que es el mal y el des-
órden por excelencia, consiste esto en que el pecado,
léjos de impedir su misericordia y su justicia, sirve
de ocas ion para nuevas manifestaciones de su justi-
cia y de su misericordia. Suprimido el pecador re-
belde, no por eso hubieran quedado suprimidas la
divina misericordia y la justicia soberana; hubiera
quedado empero suprimida una de sus manifestacio-
nes especiales: aquella en virtud de la cual se apli-
can á los rebeldes pecadores.


Consistiendo el sumo bien de los séres inteligentes
y libres en su union con Dios, Dios en su bondad in-
finita, y por un acto libre de su misericordia inefa-
ble, determinó unirlos así, no solo con los vínculos
de la naturaleza, sino tambien con vínculos sobrena-
turales: y como quiera que por una parte esa voluntad
podia dejar de ser cumplida por el desasimiento vo-






180 ENSAYO SOBRE EL r.ATOLlr.IS~1O ,
luntario de los séres inteligentes y libres, y por otra
la libertad de la criatura no podria concebirse sin la
facultad de ese voluntario desasimiento, el gran pro-
blema consiste en conciliar estas cosas hasta cierto
punto contrarias, de tal manera que ni la libertad
de la criatura dejara de existir, ni la voluntad de Dios
dejara derealizarse. Siendo necesarias la posibilidad
del apartamiento como testimonio de la libertad an-
gélica y humana, y la union como testimonio de la
voluntad divina, la cuestion consiste en averiguar de
qué manera pueden conciliarse la voluntad de Dios
y la libertad de la criatura, la union que el primero
quiere y el apartamiento que la segunda escoge; pa-
ra que ni la criatura deje de ser libre, ni Dios deje
de ser soberano.


Para esto era menester que el apartamiento fue-
ra bajo un punto de vista, real, y bajo otro punto
de vista, aparente: es decir, que la criatura pudiera
apartarse de Dios; pero de tal modo que el apartarse
de él fuera unirse con él de otra manera. Los séres
inteligentes y libres nacieron unidos á Dios por un
efecto de su gracia. Por el pecado se apartaron real-
mente de Dios, porque quebrantaron el vínculo de
la gracia, real y verdaderamente; con lo cual dieron
testimonio de sí en calidad de criaturas inteligentes
y libres. Empero ese apartamiento no fué, si bien
se mira, sino una nueva manera de union, comoquie-
ra que al apartarse de él por la renuncia voluntaria




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 181
de su gracia, se acercaron á él cayendo en las ma-
nos de su justicia, ó siendo asunto de su misericor-
dia. De esta manera el apartamiento y la union , que
á primera vista parecen cosas incompatibles, son en
realidad cosas de todo punto conciliables; y de tal
manera lo son, que todo apartamiento viene á resol-
verse en una especial manera de union, y toda union
en una manera especial deapartamiento. La cria-
tura no estuvo unida á Dios en cuanto es gracia, sino
porque estuvo apartada de él en cuanto es miseri-
cordia y justicia. La criatura que cae en las manos
de él en cuanto es justicia, no cae en ellas sino por-
que está apartado de él en cuanto es gracia y mise-
ricordia ; así como la que es objeto de Dios en cuan-
lo es misericordia, no lo es sino porque de tal ma-
nera se apartó de él en cuanto gracia, que quedó
tambien apartada de él en cuanto es justicia. La li-
bertad de la criatura consiste, pues, en la facultad de
designar el género de union que prefiere por el apar-
tamiento que escoge; así como la soberanía de Dios
consiste en que, cualquiera que sea el género de apar-
tamiento escogido por la criatura, vaya á parar á la
union por todos los apartamientos y por todos los ca-
minos. La creacion es á manera de un círculo. Dios
es, bajo un punto de vista, su circunferencia, bajo
otro punto de vista, su centro; como centro la atrae ,
como circunferencia la contiene. Nada está fuera de
ese continente universal: todo obedece á esa atrae-




182 ENSAYO SOIlRE EL CATOLlClS~W,
cion irresistible. La libertad de los séres inteligentes
y libres está en huir de la circunferencia que es Dios
para ir en Dios, que es el centro; yen huir del cen-
tro que es Dios, para ir á dar en Dios que es la cir-
cunferencia. Nadie empero es poderoso para dilatar-
se más que la circunferencia, ni para recogerse más
que el centro. ¿Qué ángel hay tan potente, qué hom-
bre tan osado, que se atreva á romper ese gran cír-
culo que Dios trazó con su dedo t ¿Cuál criatura pre-
sumirá tanto de sí, que ose hacer contraste á esas
leyes' matemáticamente inflexibles que puso eterna-
mente en las cosas el entendimiento divino? ¿Qué
viene á ser el centro de ese círculo inexorable, sino
las cosas infinitamente recogidas en Dios? ¿Qué viene
á ser esa circunferencia circular, sino las mismas co-
sas dilatadas en Dios infinitamente? ¿Y qué dilatacion
hay mayor que la dilatacion infinita? ¿ Qué recogi-
miento mayor que el infinito recogimiento? Por esta
razon, atónito y como pasmado y fuera de sí, vien-
do á todas las cosas en Dios y á Dios en todas las
cosas, y al hombre queriendo huir sin saber cómo,
ahora del centro que le atrae, ahora de la circun-
ferencia que la envuelve, S. Agustín, el mas be-
llo de los ingenios 'y el mas grande de los doctores,
hombre en quien tornó carne el Espíritu de la Igle-
sia, el santo perdido de amor é inundado de las on-
das fortificantes de la gracia, arrancó del pecho, co-
mo un sollozo sublimo, esta oxpresion: Pobre mortal ~




EL L1BERALlS~1O y EL SOCIALISMO. 183
¿ quieres hu~'r de Dios? Arrójate en sus brazos. Jamas
boca humana pronunció una expresion tan amoro-
samente sublime y tan sublimemente tierna. Dios es
pues el que señala á todas las cosas su término, la
criatura escoge la senda. Designando el término adon-
de van á parar todas las sendas, Dios es omnipotente-
mente soberano; así como escogiendo la senda por
donde ha de ir al término que se le señala, la cria-
tura es inteligentemente libre. Y no se diga que es
escasa aquella libertad que consiste solo en escoger
una de las mil sendas que van á parar á un término
necesario, á no ser que.considere como liviana aquella
libertad que consiste en escoger entre ganarse ó per-
derse ; como quiera que esas mil sendas que van á
parar á Dios, término necesario de las cosas, se re-
ducen todas á dos: el infierno y el paraíso. Si la cria-
tura no tiene bastante libertad con la facultad que le
ha sido otorgada de ir á Dios por el uno ó por el otro,
¡,con cuál libertad convertirá en hartura el hambre
por ser libre?


Fuera de esta explicacion no hay conciliacion po-
sible entre cosas que ni imaginarse pueden sinocon-
ciliadas de una manera absoluta. Por el contrario,
una vez aceptada esta explicacion, se nos descubren
las causas secretas de los misterios más profundos y
de los designios más altos. Con ella alcanzamos el
porqué de la prevaricacion angélica y de la humana,
esos grandes testimonios de la libertad dejada al án-




184 ENSAYO SOnRE EL CATOLICISMO,
gel y al hombre. Si Diospermitió la prevaricacion del
ángel, .consistió esto en que Dios sabía la manera
secretísima de conciliar con el órden divino el des-
érden angélico, así como el ángel supo sacar el des-
órden angélico del órden divino. El ángel convirtió el
órden en desórden, trasformando lo que era union
en lo que fué apartamiento. Dios sacó el órden del
desorden, trasformando el apartamiento momentáneo
en union indisoluble. El ángel no quiso estar unido
á Dios por el galardon , y se vio unido á él eterna-
mente por la pena. Cerró sus oídos al blando recla-
mo de su gracia, y sus oídos cerrados oyeron á su
pesar el grande estruendo de su justicia. Queriendo
huir absolutamente de Dios, el ángel no consiguió
otra cosasino apartarse de él por un concepto, unién-
dose á él de otra manera. S~ apartó del Diosclemen-
te, y se unió con el Dios justo. Se apartó de él en la
gloria, yse unió con él en el infierno. El órden puesto
en las cosas no consiste en que estén unidas á Dios
de cierta manera, sino en que estén á Dios unidas;
así como el verdadero desórden no consiste en apar-
tarse de Dios por un lado para unirse á él por otro,
sino en apartarse de Dios absolutamente. De donde
se sigue que el verdadero órden no deja nunca de
existir, y que el desórden verdadero no existe. El
pecado es una negacion tan radical, tan absoluta,
que no solo niega el órden, sino tambien el desór-
den; despues de haber negado todas las afírmacio-




EL LIllERALISMO y EL SOCIALISMO. 185
nes , niega sus propias negaciones y hasta se niega
á sí propio. El pecado es negación de negacion,
sombra de sombra, apariencia de apariencia.


Si Dios permitió la prevaricacion del hombre, la
cual, como ántes dijimos, fué ménos radical y cul-
pable que la prevaricacion angélica, consistió esto
en que Dios sabía de toda eternidad la manera altí-
sima de conciliar con el órden divino el desórden
humano; así como el hombre supo sacar el desór-
den humano del órden divino. El hombre convirtió
el órden en desórden, apartando lo que juntó Dios
con ·amorosa lazada. Dios sacó el órdendel desór-
den, volviendo á juntar lo que separó el hombre,
con lazada más blanda y amorosa todavía. El hom-
bre no quiso estar unido á Dios con el vínculo de la
justicia original y de la gracia santificante , y se vió
unido á él por el vínculo de su infinita misericordia.
Si Dios permitió su prevaricacion, consistió esto en
que guardaba como en reserva al Salvador del mun-
do, el que habia de venir en la plenitud de los tiem-
pos: aquel supremo mal era necesario para el bien
supremo, y para esta gran ventura era necesaria
aquella gran catástrofe. El hombre pecó porque Dios
habia determinado hacerse hombre, y hecho hombre
sin dejar de ser Dios, tenia bastante sangre en sus
venas y sobrada virtud en su sangre para lavar su
pecado. Vaciló, porquc Dius tenia fuerza para soste-
ner al vacilante; cayó, porque Dios tenia fuerza para




186 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
levantar al caido; lloró, porque el que tuvo poder
para enjugar la tierra anegada con las aguas del di-
luvio, le tenia para enjugar el triste valle regado con
nuestras lágrimas; sintió dolores en sus miembros,
porque Dios podia quitarle sus dolores; padeció gran-
des infortunios, porque Dios le tenia guardadas ma-
yores recompensas. Salió del Eden, se sujetó á la
muerte y se reclinó en el sepulcro, porque Dios tenia
fuerza para vencer á la muerte, para sacarle del se-
pulcro y para levantarle hasta el cielo.


Así como la prevaricacion angélica y la humana
entran como elementos del orden universal,' por
efecto de una admirable operacion divina, de la mis-
ma manera la libertad del ángel y la libertad del hom-
bro, en que esas dos prevaricaciones tienen orígen,
entran como elementos necesarios de aquella ley su-
prema universal, á la que están sujetas todas las co-
sas, todas las creaciones, todos los mundos, así el
moral, como el material y divino. Segun esa ley, la
unidad absoluta, en su fecundidad infinita, saca per-
petuamente de su seno la diversidad, la cual torna
perpetuamente al fecundísimo seno de donde salió:
el seno de Dios que es la unidad absoluta.


Considerado Dios como Padre. saca de sí eterna-
namente al Hijo por via de generacion , al Espíritu-
Santo, por via de procedencia, y constituyende esta
manera eternamente la Divinidad divina. El Hijo y
el Espíritu Santo se identifican eternamente con el




EL LIIlERALISMO y EL SOCIALISMO. 187
Padre, y constituyen eternamente con él su unidad
indestructible.


Considerado como Criador, sacó de la nada las
eosas por un acto de su voluntad, y constituyó de
esta manera la diversidad física; en seguida sujetó
todas las cosas á ciertas leyes eternas y á un órden
inmutable, y de esta manera la diversidad misma no
fué otra cosa en el mundo físico, sino la manifesta-
cion exterior de su unidad absoluta.


Considerado como Señor y como legislador, puso
en el ángel y en el hombre una libertad distinta de
la suya propia, y constituyó de esta manera la diver-
sidad en el mundo moral; en seguida impuso á esa
libertad ciertas leyes inviolables y un término nece-
sario, y la necesidad de ese término y la inviolabili-
dad de esas leyes hicieron entrar á la libertad hu-
mana y á la angélica en la ancha unidad de sus ma-
ravillosos designios. .


La voluntad divina, que es la unidad absoluta,
está en aquel precepto dado á Adan en el paraíso,
cuando le dijo Dios: No comerás; la libertad humana,
con la imperfeccion que la es aneja de la faculLad de
escoger, que es la diversidad, está en la condicion:
y si comieres¡ la diversidad vuelve á la unidad de
donde procede, primero por amenaza cuando dijo
Dios al hombre: quedarás sujeto á la muerte; y despues
con la promesa, cuando prometió á la mujer que na-
ceria de su seno el que babia de pisar la cabeza de




188 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
la serpiente, con cuya amenaza y con cuya promesa
anunció Dios los dos caminos por donde la diversi-
dad que sale de la unidad, vuelve á la unidad de
donde sale: el de su justicia y el de su misericordia:


Suprimido el precepto, quedaria suprimida ensu
manifestacion exterior la unidad ahsoluta.


Suprimida la condicion, quedaria suprimida en su
manifestacion exterior la diversidad, que consiste en
la libertad humana.


Suprimida por una parte la amenaza y por otra
la promesa, quedarían borrados los caminos por los
cuales la diversidad, si no ha de ser subversiva, ha
de volver á la unidad en donde tuvo su orígen.


Así como entre la creacion física y el Criador no
hay unidad, sino porque la primera está sujeta eter-
namente á leyes fijas é inmutables, manifestacion
perpetua de la voluntad soberana; de la misma ma-
nera no hay unidad entre Dios y el hombre, sino por
que el hombre, apartado de Dios por su delito, vuelve
al Dios justiciero como impenitente, ó como purgado
al Dios misericordioso.


Si despues de haber considerado la prevarícacion
angélica y la humana separadamente, para venir á
parar en cada una de ellas; si.bien es una perturba-
cion por accidente, es una armonía por su esencia;
ponemos la consideracion al mismo tiempo en ambas
prevaricaciones, quedarémos como pasmados y ab-
sorto~ al contemplar de qué manera se convierten en




EL LJnERALIS;lIO \" EL SOCIALIS~IO. 189
cadencias maravillosas sus ásperas disonancias, por
la irresistible virtud del divino Taumaturgo.


Al llegar aquí, y antes de pasar adelante, conviene
observar que toda la belleza de la creacion consiste
en que cada cosa es en sí como un reflejo de alguna
de las perfecciones divinas, de tal manera, que to-
das juntas son un fiel traslado de su belleza soberana.
Por esta razon desde el globo encendido que ilumi-
na los espacios, hasta el humilde lirio que está como
olvidado en el valle; y desde mucho más abajo de
los valles que se coronan de lirios, hasta muy por
encima de los cielos en donde resplandecen los glo-
bos, todas las criaturas, cada cual á su manera, se
cuentan unas á otras las grandes maravillas del Señor,
atestiguan consigo mismas sus inefables perfeccio-
nes, y cantan con un cántico sin fin sus excelencias
y sus glorias. Los cielos cantan su omnipotencia, su
grandeza los mares, la tierra su fecundidad, las nu-
bes con sus altísimos promontorios figuran la peaM
en que descansa su pié. El relámpago es su volun-
tad, el trueno su voz, el rayo su palabra. El está en
los abismos con su sublime silencio, y con su ira
sublime en los huracanes bramadores y en los tor-
bellinos tempestuosos. El nos pintó, dicen las flores
de los campos. El me dió, dicen los cielos, mis bó-
vedas espléndidas. Y las estrellas: Nosotros somos cen-
tellas cuidas de su resplandeciente vestidura. Yel ángel
y el hombre: Al pasar por delante de nosotros, su her-




190 ENSAYO sonns EL CATOLICIS)JO,
mosisima y glorios'ÍSima y J1erfectísima figura quedó en
nosotros estampada.


De esta manera unas cosas representaron su gran-
deza, otras su majestad, otras su omnipotencia ; y
el ángel y el hombre especialmente los tesoros de su
bondad, las maravillas de su gracia y el resplandor
de su hermosura. Dios, empero, no es solamente
maravilloso y perfecto por su hermosura, y por su
gracia, y por su bondad y por su omnipotencia; es
ademas de estas cosas y sobre todas estas cosas, si
en sus perfecciones hubiera medida, infinitamente
justo é infinitamente misericordioso. Síguese de aquí
que el acto supre~o de la creacion no podía consi-
derarse como consumado y perfecto, sino despues
de haberse realizado en todas sus manifestaciones
su infinita justicia y su infinita misericordia. Y como
quiera que sin la prevaricacion de los séres inteli-
gentes y libres no podia Dios ejercer ni la justicia
ni la misericordia especial que se aplican á los pre-
varicadores, de aquí se deduce que la prevaricacion
misma fué ocasion de la más grande de todas las
armonías y de la más bella de todas las consonan-
cías.


Cuando todos los séres inteligentes y libres pre-
varicaron, Dios resplandeció en medio de la crea-
cion con nuevos y más grandes resplandores. El uni-
verso en general fué el retlejo perfectísimo de su
omnipotencia, el paraíso terrenal fué especialmente




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 191
el reflejo de su gracia, el cielo fué especialmente el
reflejo de su misericordia, el infierno únicamente el
reflejo de su justicia, y la tierra. puesta entre estos
dos polos de la creacion, rué á un tiempo mismo el
reflejo de su justicia y el de su misericordia. Cuando.
con la prevaricacion angélica y con la humana no
hubo en Dios perfeccion que no estuviera mani-
festada exteriormente por alguna cosa fuera de
aquella que habia de ponerse de manifiesto más ade-
lante en el Calvario. las cosas estuvieron en orden.
Cuanto más se ahonda en estos dogmas pavorosos.
tanto más resplandece la soberana conveniencia. y
la perfectísima conexion y la maravillosa concordan-
cia de los misterios cristianos. La ciencia de los mis-
terios, si bien se mira, no viene á ser otra cosa sino
la ciencia de todas las soluciones.




CAPITULO VIII.


SOLUCIONES DE LA ESCUELA LIBERAL RELATIVAS Á ESTOS PROIll.EiIIAS,


ANTES de poner término á este libro, me parece
conveniente interrogar, así á la escuela liberal, como
á las socialistas, sobre lo que piensan acerca del mal
y del bien, del hombre y de Dios : problemas teme-
rosos con que tropieza forzosamente la razon al darse
cuenta á sí propia de los grandes problemas religio-
sos, políticos y sociales.


Por lo que hace á la escuela liberal, diré de ella
solamente que en su s?berbia ignorancia desprecia
la teología, y no porque no sea teológica á su ma-
nera, sino porqne, aunque lo es, no lo sabe. Esta es-
cuela no ha llegado todavía á comprender, y proba-
blemente no comprenderá jamas, el estrecho vínculo
que une entre sí las cosas divinas y las humanas,
el gran parentesco que tienen las cuestiones políticas
con las sociales y con las religiosas, y la dependen-
cia en que están todos los problemas relativos al go-
bierno de las naciones, de aquellos otros que se re-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. i 93
fieren á Dios, legislador supremo de todas 'las asocia-
clones humanas.


La escuela liberal es la única. que entre sus doc-
tores y maestros no tiene ningun teólogo; la abso-'-
lutista los tuvo, los levantó muchas veces á la dig-
nidad de gobernadores de los pueblos, y los pueblos
crecieron, durante su gobernacion , en importancia
y poderío. La Francia no olvidará nunca el gobierno
del cardenal de Richelieu, afamado y glorioso entre
los más gloriosos y afamados de la monarquía fran-
cesa. El lustre del gran Cardenal es tan limpio que
afrenta al de muchos reyes, y su respla ndor tan so-
berano que no padeció eclipse por el advenimiento
al trono de aquel rey gloriosísimo y potentísimo , á
quien la Francia en su entusiasmo y la Europa en
su asombro llamaron á un tiempo mismo el Gran-
de. Cardenales y teólogos fuéron Jimenez de Cisne-
ros y Alberoni, los dos ministros mas .grandes de la
Monarquía española. El nombre de aquel está gloriosa
y perpetuamente asociado al de la reina más es~
clarecida y al de la mujer más insigne de nuestra Es-
paña, famosa entre las gentes por sus insignes mu-
jeres y sus esclarecidas reinas. El segundo es grande
en la Europa, por la grandeza de sus designios y
por la agudeza y la sagacidad de su prodigioso in-
genio. Nacido aquel en los dichosos dias en que los
altos hechos de esta naoion la levantaron sobre ladíg-
nidad de la historia, encumbrándola hasta la altura


1.5




194 I'NS.\YO SOBRE EL CATOLlCIS)1O ,
y la grandiosidad de la epopeya, gobernó con mano
firme el gran bajel del Estado; y poniendo en silen-
cio á la tripulacion turbulentísima que iba en él. le
llevó por mares inquietos á otros más apacibles y
tranquilos, en donde hallaron el bajel yel piloto quie-
ta paz y sosegada bonanza. Venido el segundo en
aquellos tiempos miserables en que iba despeñándose
ya la majestad de la Monarquía española, estuvo á
punto de volverla su antigua majestad y poderío ha-
ciéndola pesar gravemente en la balanza política de
los pueblos europeos.


La ciencia de Dios da, al que la posee, sagacidad
y fuerza, porque á un mismo tiempo aguza el inge-
nio y le dilata. Lo que para mí hay de más admirable
en las vidas de los Santos, y señaladamente en las
de los padres del Yermo, es una circunstancia que
aun no ha sido apreciada debidamente. Yo no sé de
ningun hombre acostumbrado á conversar con Dios
y ejercitarse en las divinas especulaciones, que en
igualdad de circunstancias no se aventaje á los de-
mas. ó por lo entendido y vigoroso de su razon , ú
por lo sano de su juicio, ó por lo penetrante y agudo
de su ingenio; y sobre todo, no sé de ninguno que
en circunstancias iguales no saque ventaja á los de-
mas en aquel sentido práctico y prudente que se lla-
ma el buen sentido. Si el género humano noestuviera
condenado irremisiblemente á ver las cosas del reves,
eseogeria por consejeros entre la generalidad de los





EL LlilEI\ALISl\IO y EL SoCIALISMO. 195
hombres á los teólogos, entre los teólogos á los mís-
ticos, y entre los místicos á los que han vivido una
vida más apartada de los negocios y del mundo. En-
tre las personas que yo conozco, y conozco á mu.....
chas , las únicas en quienes he reconocido Un buen
sentido imperturbable, y una sagacidad prodigiosa;
y una maravillosa aptitud para dar una solucion prác-
tica y prudente á los más escabrosos problemas, y
para encontrar siempre un escape ó una salida en los
negocios más arduos, son aquellas que han vivido
una vida contemplativa y retirada; y al reves , no
he encontrado todavía, ni pienso encontrar jamas;
uno de esos hombres que se llaman de negocios, des...
preciadores de todas las especulaciones espirituales
y sobre todo de las divinas; que sea capaz de enten-
der negocio ninguno: á esta clase numerosísima per.....
tenecen aquellos que toman por oficio engañar á los
otros, siendo ellos los que se engañan á sí mismos.
Ya que es donde el hombre queda atónito ante los
altos juicios de Dios; porque si Dios no hubiera con...
denado á los .que le desdeñan ó le ignoran, engaña-
dores de profesion, á ser perpetuamente torpes; o
si no hubiera puesto un límite en su propia virtud á
los que son prodigiosamente sagaces, las sociedades
humanas no hubieran podido resistir ni á la sagacidad
de los unos ni á la malicia de los otros. La virtud de
los hombres contemplativos y la torpeza de los há.....
hiles son las únicas cosas que mantienen al mundo




196 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
en su sér yen un equilibrio perfecto. Un solo sér hay
en la creacion que reune en sí toda la sagacidad de
los séres espirituales y contemplativos, y toda la ma-
licia de los que ignoran ó desprecian á Dios, junta-
mente COIl todas las especulaciones espirituales. Ese
sér es el Demonio. El Demonio tiene de los unos la'
sagacidad sin su virtud, y de los otros la malicia sin
su torpeza, y de aquí cabalmente le viene toda su
fuerza' destructora y todo su inmenso poderío. Por
lo que hace á la escuela liberal, considerada en ge-
neral, no es teológica sino en el grado en que lo son
necesariamente todas las escuelas: sin hacer .una
exposicion explícita de su fe, sin cuidarse de decla-
rar su pensamiento acerca de Dios y del hombre, del
mal y del bien, y del órden ó del desórden en que
están puestas todas las cosas criadas; y haciendo os-
tentacion, por el contrario, de tener por cosa de ménos
valer estas altísimas especulaciones, puede afirmarse
de ella, sin embargo, que-cree en un dios abstracto
é indolente, servido por los filósofos en la goberna-
cion de las cosas humanas, y por ciertas leyes que
instituyó en el principio de los tiempos, en la go-
bernacion universal de las cosas. Aunque es rey de
la creación el dios de esta escuela, ignora perpe-
tuamente con una augusta ignorancia la manera en
que sus reinos son gobernados y regidos: cuando
diputó los ministros que los gobernaran en su nom-
bre, depositó en ellos la plenitud de su soberanía.




EL LI8ER.\J.IS~1O y EL SOCIALISMO. 191
Ylos declaró perpetuos é inviolables. Desde entónces
acá los pueblos le deben culto, pero no obediencia.


Por lo que hace al mal, la escuela liberal le niega
en las cosas físicas y le concede en las humanas.
Para esta escuela todas las cuestiones relativas al
mal ó al bien se resuelven en una cuestión de go-
bierno, y toda cuestion de gobierno en una enes-
tion de legitimidad; de tal manera, que cuando el
gobierno es legítimo, el mal es imposible; y por el
contrario, cuando es ilegítimo el gobierno, el mal es
inevitable. La cuestion del bien y del mal se reduce,
pues, á averiguar, por una parte, cuáles son los go-
biernos legítimos, y por otra cuáles son los usurpa-
dores.


Llama legítimos la escuela libera 1 á los gobiernos
establecidos por Dios, é ilegítimos á los que no tie-
nen origen en la delegacion divina. Dios quiso que
las cosas materiales estuvieran. sujetas á ciertas leyes
físicas que instituyó en el principio, y de una vez
para siempre; y que las sociedades se gobernaran
por la razon , encomendada de una manera general
en las clases acomodadas, y de una manera especial
en los filósofos que la enseñan y dirigen: de donde
se sigue, por consecuencia forzosa, que no hay más
que dos gobiernos legítimos: el gobierno de la razon
humana, encarnada de una manera general en las
clases medias, y de una manera especial en los filó-
sofos, y el gobierno de la razon divina, encarnada




198 ENSA,YO SOBRE EL CATOL.lCIS)lO,
perpetuamente en ciertas leyes á que están sujetas
desde el principio las cosas materiales.


No dejará de causar extrañeza á mis lectores, y
sobre todo á mis lectores liberales, esta derivacion
de la legitimidad liberal del derecho divino; y sin
embargo, nada hay para mí mas evidente. La es-·
cuela liberal no es atea en sus dogmas, aunque no
siendo católica vaya á parar, sin saberlo y aun sin
quererlo, de consecuencia en consecuencia, hasta
los confines del ateismo. Reconociendo la existencia
de un Dios criador de toda criatura, no puede negar
en el Diosque reconoce y afirma, la plenitud original
de todos los derechos 1 Ó la soberanía constituyente 1
que viene á ser lo mismo en el lenguaje de la es..-
cuela. Es católico el que reconoce en Dios la sobe~
ranía constituyente y la actual; es deísta el que le
niega la actual y reconoce en él la constituyente;
es ateo el que niega. de él toda soberanía, porque
le niega la existencia. Siendo esto así 1 la escuela
liberal. en cuanto deista , no puede proclamar la sobe-
ranía actual de la razon, sin proclamar al mismo
tiempo la constituyente de Dios, en donde la prime-
ra, que es siempre delegada 1 tiene principio y orígen.
La teoría de la soberanía constituyente del pueblo es
una teoría atea que no está en la escuela liberal,
sino como el ateismo está en el deísmo, en calidad
de consecuencia lejana aunque inevitable. De aquí
proceden las dos grandes parcialidades de la escuela





EL LIERALISMO \' .;L SOCIALISMO. t~9
liberal: la democrática y la liberal propiamente,di-
cha; la segunda más tímida, la primera más conse-
cuente. La democrática, arrastrada por una lógica in-
flexible, ha ido á perderse en estos últimos tiempos.
como los rios van á perderseen la mar, en las es-
cuelas á un tiempo mismo ateas y socialistas; la li-
beral lucha por estar quieta en el alto promontorio
que ha levantado para sí. puesto entre dos mares
que van alzando sus olas y que cubrirán su cima : el
socialista y el católico. De esta última solo hablamos
aquí, y de ella afirmamos que no pudiendo recono-
cer la soberanía constituyente del pueblo sin ser de-
mocrática, socialista y atea; ni la soberanía actual
de Dios sin ser monárquica y católica, reconoce.pOr
una parte la soberanía originaria y constituyente de
Dios, y por otra la soberanía actual de la ra~on hu-
mana. y véase cómo teniamos razon al afirmar que
La escuela liberal no proclama .el derecho humano
sino como derivado originariamente del divino,


Para .esta escuela no hay otro mal sino el que
procede de no estar el gobierno en donde le puso
Dios desde el principio de los tiempos; y como las
cosas materiales están perpetuamente sujetas á las
leyes físicas que fuéron contemporáneas de la crea-
cion, la escuela .liheral niega el mal en la universa-
lidad de las cosas; y al reves , como sucede que el
gobierno de las sociedades no está quieto y fijo en
las dinastías filosóficas. en quienes reside por dele-




200 ElIiSAYO SOBI\E EL CATOLICISMO,
gacion divina el derecho exclusivo de gobernacion
de las cosas humanas, la escuela liberal afirma el
mal social, siempre que el gobierno sale de las ma-
nos de los filósofos yde las clases medias, para caer
en la mano de los reyes ó. para pasar á las clases
populares.


De todas las escuelas esta es la mas estéril, porque
es la ménos docta y la más egoísta. Como se ve, nada
sabe de la naturaleza del mal ni del bien : apénas
tiene noticia de Dios y no tiene noticia ninguna deL
hombre. Impotente para el bien, porque carece de
toda afírmacion dogmática, y para el mal, porque le
causa horror toda negacion intrépida y absoLuta, está
condenada, sin saberlo, á ir á dar. con el bajel que
lleva su fortuna al puerto católico, á los escollos so-
cialistas, Esta escuela no domina sino cuando la so-
ciedad desfallece; el período de su dominacion es
aquel transitorio Yfugitivo en que el mundo no sa-
be si irse con Barrabas ó con Jesus., y está suspenso
entre una afirmación dogmática y una negación su-
prema. La sociedad entónces se deja gobernar de
buen grado por una escuela que nunca dice afirmo
ni niego, y que á todo dice distingo. El supremo in-
teres de esa escuela está en que no llegue el dia de
.las negaciones radicales ó de las afirmaciones sobe-
ranas; y para que no llegue, por medio de la discu-
sion confunde todas las nociones y propaga el es.,..
cepticismo , sabiendo como sabe , que un pueblo.




EL LIIlERALlSMO y EL SOCIALIS}fO. 201
que oye perpetuamente en boca de sus sofistas el
pro y el contra de todo, acaba por no saber á qué
atenerse, y por preguntarse á. sí propio si la verdad
y el error, lo injusto y lo justo, lo torpe y lo honesto
son cosas contrarias entre sí, ó si son una misma cosa
mirada bajo puntos de vista diferentes. Este período
angustioso, por mucho que dure, es siempre breve;
el hombre ha nacido para obrar, y la discusion per-
petua contradice á la naturaleza humana, siendo co-
mo es enemiga de las obras. Apremiados los pueblos
por tod~s sus instintos, llega un dia en que se derra-
man por las plazas y las calles pidiendo á Barrabas
ó pidiendo á Jesus resueltamente, y volcando en el
polvo las cátedras de los sofistas.


Las escuelas socialistas, hecha abstraccion de las
bárbaras muchedumbres que las siguen, y conside-
radas en sus doctores y maestros, sacan grandes
ventajas á la escuela liberal, cabalmenté porque se
van derechas á todos los grandes problemas y á todas
las grandes cuestiones, y porque proponen siempre
una resolucion perentoria y decisiva. El socialismo
no es fuerte sino porque es una teolegla , y no es
destructor sino porque es una teología satánica. Las
escuelas socialistas, por lo que tienen de teológicas,
prevalecerán sobre la liberal, por lo que esta tiene de
antiteológica y de escéptica; y por lo que tienen de
satánicas, sucumbirán ante la escuela católica, que
es á un mismo tiempo teológica y divina. Sus instin-
.,..,,:~.""".:-' .-.




202 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
tos deben estar de acuerdo con nuestras afirmacio-
nes, si se considera que guardan para el Catolicismo
sus odios, miéntras que para el liberalismo no tienen
sino desdenes.


El socialismo democrático tiene razon contra elli-
beralismo , cuando le dice : ¿Qué Dios es ese que
ofreces á mi adoracion, y que debe de ser mé-
nos que tú, porque ni tiene voluntad, ni es siquiera
una persona? Yo niego el Dios católico, pero negán-
dole, le concibo; lo que no puedo concebir es un
dios sin los divinos atributos. Todo me inclina á creer
que no le has dado la existencia sino para que él te
dé la legitimidad que no tienes: tu legitimidad y su
existencia son una ficcion que cabalga en otra ficcion,
y una sombra que cabalga en otra sombra. Yo he
venido al mundo para disipar todas las sombras y
para acabar con todas las ficciones. La distincion en-
tre la soberanía actual.y la constituyente tiene todos
los visos de unaiuvencion de los que, no atrevién-
dose á cogerlas ambas, quieren á lo ménos tomar
una. El soberano es como Dios: Ó es uno Ó no exis-
te "; la soberanía, como la Divinidad: Ó no es ó es
indivisible é incomunicahle. La legitimidad de la ra-
zon son dos palabras, de las cuales la última designa
el sugeto y la primera el atributo: yo niego el atri-
buto y el sugeto. ¿Qué cosa es la legitimidad, y qué
cosa/es la razon? Y en el caso de que sean alguna
cosa, ¿de dónde sahes que esa cosa esté en el libe-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 203
ralismo y no en el socialismo, en tí y no en mí, en
las clases acomodadas y no en el pueblo? Yo niego
tu legitimidad y tú la mia , tú niegas mi razon y yo
la tuya. Cuando me provocas á discutir, te perdono
porque no sabes lo que haces : la discusion, disol-
vente, universal, cuya virtud secreta no conoces,
acabó ya con tus adversarios y va á acabar contigo
ahora; por lo que hace á mí, tengo propósito firme
de ganarla por la mano, matándola para que no me
mate. La discusiones espada espiritual que revuelve
el espíritu con ojos vendados; contra ella, ni vale la
industria ni la malla de acero: la discusion es el tí-
tulo con que viaja la muerte, cuando no quiere ser
conocida y anda de incógnito. Roma la sesuda la
conoció, á pesar de sus disfraces, cuando entró por
sus muros en traje de sofista; por eso, prudente y
avisada, la refrendó su pasaporte. El hombre, al de-
cir de los católicos, no se perdió sino porque entró
en discusiones con la mujer, nila mujer sino por ha-
ber discutido con el diablo; más adelante, hácia la
mitad de los tiempos, dicen que este mismo demo-
nio se apareció á Jesus en un desierto, provocándole
á una batalla espiritual, ó como quien diria, á una
discusion de tribuna. Pero aquí parece que tuvo que
habérselas con otro más avisado, el cual le hubo de
contestar vade Satana, con cuya palabra puso fin á
un mismo tiempo ála discusion y á los diabólicos
prestigios. Es fuerza confesar que los católicos tienen




204 ENSAYO SOBRE EL CATOLlCJS~IO,
gracia especial para poner de bulto grandes verda-
des y pma vestirlas con ingeniosas ficciones. La an-
tigüedad toda hubiera condenado unánimemente al
insensato que hubiera puesto en pública discusion á
un tiempo mismo las cosas divinas y las humanas,
las instituciones religiosas y las sociales, los magis-
trados y los dioses. Contra él hubieran fallado de
consuno Sócrates, Platon y Aristóteles; en el gran
duelo hubieran sido sus campeones los cínicos y los
sofistas.


Por lo que hace al mal, ó está en el universo to-
do ó no existe. Las formas de los gobiernos son poca
cosa para engendrarle : si la sociedad está sana y
bien constituida, su constitucion es poderosa para
resistir á todas las formas posibles de gobierno, y si
no las resiste, es porque está mal constituida y en-
ferma. El mal no puede ser concebido sino como un
vicio orgánico de lasociedad ó como un vioiocons-
titucional de la naturaleza humana, y en este caso
el remedio no está en mudar el gobierno, sino en
cambiar el organismo social ó la constitución del
hombre.


El error fundamental del liberalismo consiste en no
dar importancia sino á las cuestiones de gobierno que.
comparadas con las del órden religioso y social, no
tienen importancia ninguna. Esto sirve para explicar
por qué causa el liberalismo queda de todo punto
eclipsado desde el momento en que socialistas y ca-




EL LI1lERAUSMO y EL SOCIALISMO. 205
tólicos proponen al mundo sus tremendos problemas
y sus soluciones contradictorias. Cuando el Catoli-
cismo afirma que el mal viene del pecado, que el
pecado corrompió en el primer hombre á la natura-
leza humana, y que sin embargo el bien prevalece
sobre el mal y el orden sobre el desórden , porque
el uno es humano Y. el otro divino, no cabe duda sino
que aun ántes de ser examinado satisface en cierta
manera á la razon, proporcionando la grandeza de las
causas á la de los efectos, y nivelando la grandeza
de lo que se propone explicar con la grandeza de sus
explicaciones. Cuando el socialismo afirma que la
naturaleza del hombre está sana y la sociedad en-
ferma; cuando pone al primero en lucha abierta con
la segunda para extirpar el mal que está en ella, con
el bien que está en él; cuando convoca y llama á
todos los hombres para que se levanten en rebeldía
contra todas las instituciones sociales, no cabe duda
sino que en esta manera de plantear Yde resolver la
cuestión, si hay mucho falso, hay algo de jigantesco
y de grandioso, digno de la majestad terrible del
asunto; pero cuando el liberalismo explica el mal y
el bien, el órden y el desórden , por las varias for-
mas de los gobiernos 1 todas efímeras ytransitorias;
cuando prescindiendo por un lado de todos los pro-
blemas sociales 1 Ypor otro de todos los religiosos,
pone á discusion sus problemas políticos, como los
únicos que son dignos por su alteza de ocupar al




206 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
hombre de Estado, no hay palabras en ningun idio-
ma con q~e encarecer la profundísima incapacidad y
la radical impotencia de esta escuela, no ya para re-
solver, sino hasta para plantear estas pavorosas cues-
tiones. La escuela liberal, enemiga á un mismo tiem-
po de las tinieblas y de la luz, ha escogido para sí no
sé qué crepúsculo incierto entre las regiones lumi-
nosas y las opacas, entre las sombras eternas y las
divinas auroras. Puesta en esa region sin nombre,
ha acometido la empresa de gobernar sin pueblo y
sin Dios: empresa extravagante é imposible: sus
dias están contados, porque por un punto del hori-
zonte asoma Dios, y por otro asoma el pueblo. Na-
die sabrá decir dónde está.en el tremendo día de la
batalla, y cuándo el campo todo esté lleno con las
falanjes católicas y las falanjes socialistas.




CAPITULO IX.


SOLUCIONES SOCIALISTAS.


LAS escuelas socialistas sacan una gran ventaja á
la liberal, así por la naturaleza de los problemas que
se proponen resolver, comopor la manera de plantear-
los y de resolverlos. Sus maestros se muestran fami-
liarizados, hasta cierto punto, con aquellas especu-
laciones atrevidas que tienen por asunto á Dios y su
naturaleza, al hombre y su constitucion , á la socie-
dad y sus instituciones ,al universo y sus leyes. De
esta inclinacion á generalizarlo todo, á considerar
las cosas en su conjunto, á observar las disonancias
y las armonías generales, procede una más grande
aptitud en ellos para entrar y salir, sin perderse, en
el laberinto intrincado de la dialéctica racionalista.
Si en la gran contienda que tiene como en suspenso
al mundo no hubiera otros combatientes sino los
socialistas y los liberales, ni la batalla sería larga. ni
dudosa la victoria.


Todas las escuelas socialistas son, bajo el punto de
................


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208 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
vista filosófico, racionalistas; bajo el punto de vista
político, republicanas; bajo el punto de vista reli-
gioso, ateas. Por lo que tienen de racionalistas, se
asemejan á la escuela liberal, y se distinguen d~ ella
por lo que tienen de ateas y de republicanas. La
cuestion consiste en averiguar si el racionalismo va
á parar lógicamente al punto en que la escuela libe-
ral hace alto, ó al término en que descansan las es-
cuelas socialistas. Reservando para más adelante el
examen de esta cuestion por lo relativo al punto de
vista político , nos ocuparémos aquí principalmente
del punto de vista religioso.


Considerada bajo este aspecto la cuestion, es cosa
clara que el sistema en virtud del cual se concede á
la razon una competencia omnímoda para resolver
por sí y sin ayuda do Dios todas las cuestiones rela-
tivas al orden político, al religioso, al social y al hu-
mano, supone en la razon una .soberanía completa y
una independencia absoluta. Este sistema lleva con-
sigo tres negaciones simultáneas : la de la. revela-
cien, la de la gracia y la de la providencia; la de la
revelacion, porque la revelacion contradice la com-
petencia omnímoda de la razon humana; la de la
gracia, porque la gracia contradice su independencia
absoluta; la de la providencia, porque la providen-
cía es la contradiccion de su soberanía independien-


.te. Pero estas tres negaciones, si bien se mira, se
resuelven en una: la negacion de todo vínculo entre




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 209
Dios y el hombre; como quiera que si el hombre no
está unido á Dios por la revelación, por la providen-
cia y por la gracia, no está unido á Dios de ninguna


,


manera.


Ahora bien, afirmar esto de Dios y negarle, es una
misma cosa. Afirmarle dogmáticamente despues de
haberle despojado dogmáticamente de todos sus atri-
butos, es una contradiccion reservada á la escuela
liberal, la más contradictoria entre las racionalistas..
Por lo demas, esta contradiccion, léjos de ser acci-
dental, es esencial en esta escuela, la cual, por cual-
quiera lado que se la mire, es un compuesto exótico
de palmarias contradicciones. Eso mismo que hace con
Dios en el órden religioso, hace en el político con el
rey y con el pueblo. La escuela liberal tiene por oficio
proclamar las existencias que anula, yanular las exis-
tencias que proclama. Ninguno de sus principios deja
de ir acompañado del contraprincipio quele destruye.
Así, por ejemplo; proclama la monarquía, y luego
la responsabilidad ministerial, y por consiguiente
la omnipotencia del ministro responsable, contra-
dictoria de la monarquía. Proclama la omnipotencia
ministerial, y luego la intervencion soberana en ma-
terias de gobierno de las asambleas deliberantes,
la cual es contradictoria de la omnipotencia de los
ministros. Proclama la soberana intervencion en los
as~ntos del Estado de las asambleas políticas, y luego.
el derecho de los colegios electorales para fallar en


14




210 ENSAYO SORHE EL CATOLICISMO,
última instancia, el cual es contradictorio de la in-
tervencion soberana d~ las asambleas políticas. Pro-
clama el derecho de supremo arbitraje que reside en
los electores, y luego acepta más ó ménos explíci-
tamente el supremo derecho de insurreccion, contra-
dictorio de aquel arbitraje pacífico y supremo. Pro-
clama el derecho de insurreccion de las muchedum-
bres, lo cual es proclamar su soberana omnipotencia,
y 1uego da la ley del censo electoral., lo cual es con-
denar al ostracismo á las muchedumbres soberanas.
y con todos estos principios y contraprincipios se
propone una sola cosa: alcanzar á fuerza de artificio
y de industria un equilibrio que nunca alcanza, por-
que es contradictorio de la naturaleza de la sociedad
y de la naturaleza del hombre. Solo para una fuerza
no ha buscado la escuela liberal su correspondiente
equilibrio: la fuerza corruptora. La corrupcion es el
dios de la escuela, y como dios está á un tiempo
mismo en todas partes. De tal manera ha combinado
las cosas la escuela liberal, que donde ella prevale-
ce todos han de ser forzosamente corruptores Ó cor-
rompidos; porque en donde no hay ningun hombre
que no puede ser César ó votar el César, ó aclamar
el César, todos han de ser ó Césares ó pretorianos.
Por esta razon, todas las sociedades que caen deba-
jo de la dominacion de esta escuela, mueren de una
misma muerte; todas mueren gangrenadas. Los re-
yes corrompen á los ministros prometiéndoles la eter-






212 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
manidad y Dios son cosas idénticas: entre ellos hay
algunos que aseguran que en la humanidad hay dua-
lismo de fuerzas y de energías, y que el hombre es
el representante de ese dualismo. Los que son de este
sentir, distinguen en el hombre las fuerzas reflexi-
vas y las energías espontáneas; la verdadera huma-
nidad está en las primeras, y la divinidad verdadera
en las segundas. Por este sistema, Dios no es, ni todo
lo que existe, ni la humanidad: Dios es la mitad del
hombre. Otros son de otro parecer, y niegan que Dios
sea hombre ó parte del hombre, que sea la humani-
dad ó que sea el universo; y se inclinan á creer que
es un sér sujeto. á encarnaciones diferentes y sucesi-
vas; que donde quiera que hay una gran influencia
ó una grandiosa dominacion , allí está Dios encarna-
do : Dios se ha encarnado en Ciro, y en Alejandro,
yen César, y en Carlo Magno, y en Napoleón. Se
encarnó sucesivamente en los grandes imperios asiá-
ticos, y luego en el macedónico y despues en el ro-
mano: al principio fué el oriente y despues el occi-
dente. El mundo cambia de semblante en cada una
de estas encarnaciones divinas y da un paso en el
camino del progreso, cada vez que á consecuencia
de una nueva encarnacion cambia de nuevo su sem-
blante.


Todos estos sistemas contradictorios y absurdos se
han encarnado en un hombre venido al mundo en
éstos últimos tiempos para ser la personificacion de




EL LlIlEIlALISMO y EL SOCIALISMO. 213
todas las contradicciones racionalistas. Este hombre


.es M. Proudhon, de quien hemos hecho mérito y de
quien le harémos muchas veces en el discurso de esta
obra. M. Proudhon pasa por el mas docto y conse-
cuente de los socialistas modernos : por lo que hace
á su doctrina, no cabe duda sino que es superior á
la de cuasi todos los racionalistas contemporáneos :
por lo que hace á su consecuencia, por las muestras
que damos aquí, relativas todas á los problemas que
son asunto de este libro, podrán formarse de ella una
idea cabal-nuestros lectores.


En las Contesiones de un revolucionario Mr. Proud-
hon define á Dios de la manera siguiente: «Dios
»es la fuerza universal, penetrada de inteligencia,
»que prod uce por la conciencia infinita que de sí
)J tiene, los séres de todos los reinos, desde el flúido
J) imponderable, hasta el hombre, y que solo en el
»hombre llega á reconocerse á sí misma, y á decir :
» Yo. Léjos de ser nuestro Señor Dios el asunto de
»nuestras investigaciones, ¿cómo se han atrevido los
»taumaturgos á convertirle en un sér personal, rey.
»absoluto unas veces, como el Dios de los judíos y
»de los cristiauos , y constitucional otras, como el de
J) los deistas, y cuya providencia incomprensible pa-
» rece perpetua y únicamente ocupada en desorientar
»nuestra razon?»


Aquí hay estas tres cosas: 1. a afirmacion de una
fuerza universal, inteligente y divina, que es el pan-


¡,
I




214 ENSAYO SOBRE EL CATOLIC¡S~IO,
teísmo; 2.' encarnacion mas excelente de DIOs en
la humanidad, que "es el humanismo; 3.· negacion
de un Dios personal y de su providencia, que viene
á ser el deísmo.


En la obra que intituló Sistema de las contradiccio-
nes econámicas , capítulo 8, dice así: «Prescindiré
» de la hipótesis panteista , que siempre me ha pare-
n cido una hipocresía ó una cobardía. Dios es perso-
n nal ó no existe. » Aquí se afirma todo lo que en el
texto anterior se niega, y se niega lo que en el texto
anterior se afirma. Allí se afirma un Dios panteísta é
impersonal, aquí se niegan, como dos cosas igual-
mente absurdas, la impersonalidad de Dios y el pan-
teismo.


Masadelante añade en este capítulo: « El verdadero
»remedio contra el fanatismo no me parece que está
» en identificar á la humanidad con la Divinidad, lo
» cual no viene á ser otra cosa sino afirmar en eco-
» nomía política el comunismo, y en filosofía el mis-
»ticismo y el siatu quo. El verdadero remedio está
» en demostrar á la humanidad, que Dios, si es que
»existe , es su enemigo.» Despues de haber dado al
traste con su panteismo y con su Dios impersonal,
aquí acaba con el humanismo que está contenido en
la definicion del texto. Por otra parte, aquí comienza
á revestirse de una forma concreta la teoría de la
rivalidad entre Dios y el hombre, de que hemos he-
cho mérito ya en otro capítulo de este libro.




EL LlIlERALlSMO y EL SOt.:JALlSMO. 215
La condenacion del humanismo y la teoría de la


rivalidad aparecen mas claras en el capítulo 9 de la
misma obra, en donde se lee lo que sigue: «Por mi
J} parte, y siento en verdad haberlo de confesar, cierto
»como estoy de que esta declaracion me separa de
» los más inteligentes entre los socialistas, miéntras
»más pienso en ello, más imposible me es suscribir
ȇ esta deificacion de nuestra especie, que bien con-
» siderada no es otra cosa, en los ateos de nuestros
» dias , sino el último eco de los terrores religiosos:
)y la cual rehabilitando y consagrando el misticismo
»con el nombre de humanismo, vuelve á poner las
J) ciencias bajo el imperio de las preocupaciones., la
»moral bajo el imperio de los hábitos, la economía
»social bajo el imperio del comunismo, ó lo que es
» lo mismo, de la atonía y de la miseria; y por último
J) la lógica misma bajo el imperio de lo absurdo y de
))10 absoluto. Y cabalmente porque me veo obligado
ȇ repudiar... esta religion, juntamente con todas las
»que la precedieron, es por lo que necesito todavía
J) admitir como plausible la hipótesis de un sér infi-
)) nito... contra el cual. debo luchar hasta la muerte,
))porque ese es mi destino, como Israel contra Je-


)) hová.»
Nada queda de la definicion de Dios sino la nega-


cion de la providencia, y hasta esa negación desa-
parece con esta afirmacion contraria: ( Y véase cómo
»caminamos á la ventura, conducidos por la Provi-




216 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
»dencia ; que nunca nos avisa sino cuando nos hie-'
»re.» (Sisteme des controdictions; c. 3.)


Por lo expuesto se vé que MI'. Proudhon, recor-
riendo la escala de todas las contradicciones racio-
nalistas, es ahora panteista , luego humanista, des-
pues maniqueo; que cree en un Dios impersonal, y
luego declara monstruosa y absurda la idea de un
Dios, si el Dios ideado no es una persona; y por
último que afirma y niega la Providencia al mismo
tiempo. En uno de nuestros capítulos anteriores vi-
mos de qué manera en la teoría maniquea de la ri-
validad entre Dios y el hombre, el hombre proudho-
niano era el representante del bien y el Dios proud-
honiano el representante del mal: ahora verémos de
qué manera, segun el mismo 'Proudhon , todo este
sistema viene al suelo.


En el capítulo 2 de la obra ya citada se expresa
de esta manera : « La natura1eza ó la Divinidad ha
»desconfiado de nuestros corazones, y no ha creido
»en el amor del bombre por sus semejantes. Todos
»Ios descubrimientos de las ciencias acerca de los
»designios de la Providencia, sobre las evoluciones
»sociales . sea dicho para vergüenza de la concien-
»cia humana, y sépalo nuestra hipocresía, dan tes-
»timonio de una misantropía profunda por parte de
»Dios, Dios nos da ayuda, no por bondad, sino por-
» que el 6rden constituye su esencia. Si procura el
»bien del mundo, no es porque le juzgue digno del




EL LIDEllALISMO y EL SOCIALISMO. 217
»bien, sino porque está obligado á ello por la reli-
» gion de su suprema sabiduría. Y miéntras que el
)) vulgo le nombra con el tierno nombre de padre,
)) ni el historiador ni el economista filósofo encuen-
» tran motivo para creer en la posibilidad de que
»nos estime y nos ame.»


Con estas palabras viene á tierra el maniqueismo
proudhoniano. El hombre no es el rival sino el es-
clavo despreciado de Dios; no es el bien ni es el
mal, es una criatura en que se agitan los instintos
groseros y serviles que en los esclavos engendra la
servidumbre. Dios es no sé qué conjunto de leyes
severas, inflexibles y matemáticas; obra el bien sin
ser bueno; y su misantropía atestigua que sería malo
si pudiera. El dios proudhoniano muestra aquí un
parentesco evidente con el Fatum de los antiguos.
El fatalismo se descubre más claramente todavía en
estas palabras. Llegados á la segunda estacion de
nuestro calvario, en vez de entregarnos á contempla-
ciones estériles, lo que nos conviene es poner un
oído cada vez más atento á las enseñanzas del des-
tino. La fianza de nuestra libertad está cabalmente
en el progreso de nuestro suplicio.


En pos del fatalista viene el ateo.- «¿Qué cosa es
» Dios? ¿En donde está? ¿En cuántos dioses se mul-
») tiplica? ¿Qué es lo que .quiere? ¿ Hasta dónde al-
»canza su poder? ¿Qué promesas nos hace? Y ved
») aquí, que cuando para descubrir todas estas cosas,




218 ENSAYO SOllUE EL CATOLICISMO,
»tomamos en la mano la antorcha de la análisis, luego
l) al punto todas las divinidades del cielo, de la tierra
))y de los infiernos se nos convierten en un no sé
»qué incorpóreo, impasible, inmóvil, incomprehen-
»sible , indefinible, y para decirlo todo de una vez,
l) en una negación de todos los atributos de la exis-
-tencia : en efecto, ahora ponga el hombre detrás


l) de cada objeto un espíritu ó genio especial, ahora
»conciba el universo como gobernado por un poder
l) único, en cualquiera de estas suposiciones no hace


») otra cosa sino afirmar la hipótesis de una entidad
)) incondicional, es· decir, imposible, para sacar de
» ella una explicacion medianamente satisfactoria de
»Ios fenómenos que no puede concebir de otra ma-
)) nera. j Misterio altísimo y profundísimo I Para hacer
II cada vez más racional el objeto de su idolatría, el
»creyente le va despojando sucesivamente de todo lo
llque podria constituir su realidad; y después de es-
)) fuerzas prodigiosos de lógica y de ingenio, venimos
1) á parar en que los atributos del sér por excelencia
» van á confundirse y á identificarse con los de la
» nada. Esta evolucion es fatal é inevitable. El atéis-
»mo está en el fondo de toda theodicea.. (Sisttlme des
contradictions: Prologue. )


Una vez llegado á esta conclusion suprema y á
este abismo tenebroso, no parece sino que las furias
entran en posesion del ateo. Las blasfemias hinchan
su corazon, oprimen su garganta, queman sus la-




EL L1BERALlS~1O y EL SOCIALISMO. 219
hios , y cuando intenta levantarlas en pirámide, po-
niéndolas unas sobre otras hasta el trono de Dios, vé
con asombro que vencidas de su peso específico, en
vez de subir con ligerísimas alas, caen pesadas y
groseras en el abismo, que es su centro. Su lengua
no encuentra palabras que no sean sarcásticas ó des-
deñosas, ni vocablos que no sean torpes ó iracun-
dos, ni arranques que no sean frenéticos. Su estilo
es á un tiempo mismo impetuoso y sucio, elocuente
sin aliño y cínicamente grosero. Aquí exclama: «¿De


""qué sirve adorar este fantasma de Divinidad? ¿Y
II qué es lo que exige de nosotros por medio de esta
»comparsa de inspirados que nos persiguen en todas
» partes con sus sermones?» (Sisteme des contradic-
tions, c. 3.) y mas allá deja caer estos vocablos cíni-
cos : «En cuanto á Dios, YO no le conozco. Dios


. .


» tambien no es otra cosa sino puro misticismo. Si
»quereis que os escuche, comenzad por suprimir esa
» palabra en vuestros discursos; porque por una ex-
»periencia de tres mil años he llegado á convencerme,
"de que todo el que me habla de Dios, quiere 1'0-
»barme la libertad ó la bolsa. ¿euánto me debes?
,,¿Cuánto te debo tVed ahí "mi religion y mi Dios.»
(Id., c. 6.) Llegado al parasismo de la rabia, pro-
rumpe, en el capítulo 8, en las palabras siguientes:
II Esto digo: el primer deber del hombre inteligente
» y libre es arrojar inmediatamente la idea de Dios de
"su espíritu y de su conciencia; porque Dios, si




220 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
»existe , es esencialmente hostil á nuestra naturaleza
"y no dependemos de él para nada ..... ¿Con qué
»derecho me diria Dios todavía, sé santo como yo
llSOY santo? í Espíritu engañador! le responderia yo,
II ¡ Dios imbécil! tu reinado ha acabado ya : busca
»otras víctimas entre los animales brutos. Yo sé que
»ni soy ni puedo llegar á ser santo jamas; y en
»ouanto átí , ¿cómo lo has de ser tú, si tú y yo nos
»parecemos ? Padre eterno, Júpiter ó Jehová, como
»quiera que te llames, sabe de mí que ya te cono-
II cernas. Eres, fuistes y serás perpetuamente el rival :
»de Adan , el tirano de Prometeo,» (c. 8.) Y más
adelante en el mismo capítulo, apostrofando á la Di-
vinidad que niega, la dice: «Triunfas y nadie se
»atrevia á contradecirte, cuando despues de haber
»atormentado en su cuerpo y en su alma al justo Job,
»fígura de nuestra humanidad, insultastes su piedad
»cándida y su ignorancia discreta y respetuosa.
II Todos éramos como si fuéramos nada en presencia
» de tu majestad invisible, á quien dábamos el cielo
llpor dosel y la tierra por peana. Los tiempos son ya
,) otros: héte ahí quebrantado y destronado. Tu nom-
" hre , en otro tiempo compendio y suma de toda sa-
»hiduría , única sancion del juez, sola fuerza del
»prínoipe , esperanza del pobre, refugio del pecador
»arrepentido : ese nombre incomunicable, entregado
»ya á la execracion y al desprecio, será, desde hoy
»más , vilipendiado de las gentes. Dios, no es otra




EL LIBERALISMO Y EL SOClALISMO. 22t
»cosa sino tontería y miedo, hipocresía y engaño,
» tiranía y miseria. Dios es el mal. Miéntras que la
»humanidad se incline ante un altar, esclava de los
»reyes y de los sacerdotes, será reprobada; mién-
» tras que un solo hombre reciba en nombre de Dios
»el juramento de otro hombre, la sociedad estará
» fundada en el perjurio, y la paz y el amor serán
» desterrados de la tierra. Retírate, Jehová; porque
»de hoy más, curado del' temor de Dios y habiendo
»alcanzado la verdadera sabiduría, estoy pronto á
»jurar, con la mano levantada hacia el cielo, que no
-eres sino el verdugo de mi razon y el espectro de


. . .


»mI conCIenCIa. ))
El es el que lo ha dicho: Dios es el espectro de


su conciencia; ninguno puede negar á Dios sin con-
denarse á sí propio; ninguno puede huir de Dios sin
huir de sí mismo. Ese desventurado, sin salir de la
tierra, está ya en el infierno: esas contracciones
musculares, violentas é impotentes, su frenesí cíni-
co, esa rabia insensata, esas iras arrebatadas y tem-
pestuosas, son ya las contracciones, y el frenesí, y la
rabia y las iras de los réprobos. Sin caridad y sin fe
ha perdido hasta el último bien del hombre: ¡la es-
peranza! Y sin embargo, alguna vez, al hablar del
Catolicismo, siente en sí, sin saberlo, su influencia
serena y santificante ; entonces sucede que cesa como
por encanto su martirio : una brisa mansa y refri-
gerante venida del cielo toca su rostro, enjuga su




222 ENSAYO SOIlRE EL CATOLICISMO,
sudor y suspende el acceso de sus convulsiones epi-
lépticas. Entónces deja caer blandamente estas pala-
bras. - « j Ah, cuánto mas prudente se ha mostrado
»el Catolicismo, y cuánta ventaja os ha sacado á to-
» dos, sansimonianos, republicanos, universitarios,
»economistas , en el conocimiento de la sociedad y
»del hombre! El sacerdote sabe que nuestra vida no
»es sino una peregrinacion, y que toda perfección
) cumplida nos es negada en este mundo; y porque
»sabe esto, se contenta con preludiar en la tierra
» una 'educaoion que solo puede acabarse en el cielo.
»Por su parte el hombre que ha ido creciendo bajo
»los auspicios de la llelígion , satisfecho con saber.
» hacer y obtener lo que basta para la vida del tiem-
) po, no será nunca un obstáculo para las potestades
» de la tierra; ántes preferiria él el martirio. j Oh Re-
n ligion amada! ¿Por cuál extravío inconcebible de
»razon sucede que los que más te necesitan. esos
»son cabalmente los que más te dcsconocen? »


Antes hablé, como de corrida, de la fama de conse-
cuente de M. Proudhon ; ahora me parece no solo
conveniente, sino tambien necesario, decir algo más
sobre asunto que es mucho más grave y mucho más
trascendental de lo que á. primera vista parece. Lo
de la fama es un hecho público y notorio, y por Jo
mismo evidente. Y sin embargo ese hecho es de todo
punto inexplicable, si se considera que M. Proudhon
ha adoptado unos despues de otros todos los sistemas




EL UHERAUSMO y EL SOCIALlS:IIO. 22:{
relativos á la Divinidad, y que entre los socialistas
no hay ninguno tan lleno de contradicciones: de don-
de resulta que la fama de consecuente es un hecho
contradictorio del hecho que la motiva. ¿Por qué ca-
minos subterráneos, por qué encadenamiento de de-
ducciones sutiles y escabrosas, partiendo del hecho
notorio de las contradicciones proudhonianas , ha ido
el mundo á parar á llamar á esas contradicciones ca-
balmente con el nombrq que las contradice, es decir.
con el nombre de consecuencia? Aquí hay un gran
problema que debe ser resuelto, y un gran misterio
que debe ser esclarecido.


La solucion de ese problema y el esclarecimiento
de ese misterio están en que en las teorías de M. Prou-
dhon hay á un tiempo mismo contradiocion y conse-
cuencia : la segunda real, y la primera aparente. Si
se examinan unos despues de otros los fragmentos
que acabo de transcribir, y si se les considera en sí
mismos sin poner la vista más alta, cada uno de ellos
es la contradiccion del que le antecede y del que le
sigue, y todos ellos son entre sí contradictorios; pero
si se ponen los ojos en la teoría racionalista, en donde
todas las demas tienen su orígen, se echa de ver que
el racionalismo, entre todos los pecados el más se-
mejante al pecado original, es como él un error ac-
tual, y todos los errores en potencia; y por consi-
guiente que con su anchísima unidad comprende y
abarca todos los errores, á los cua les no obsta, para




224 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
estar unidos en él, el ser entre sí contradictorios;
como quiera que hasta las contradicciones son sus-
ceptibles de cierta manera de paz y de cierta manera
de union, cuando hay una suprema contradiccion que
las envuelve á todas. En el caso en cuestión el racio-
nalismo es esa contradiccion que resuelve todas las
otras contradicciones en su unidad suprema. En efec-
to : el racionalismo es á un tiempo mismo, deismo ,
panteísmo, humanismo, maniqueísmo, fatalismo, es-
cepticismo, ateismo jy entre los racionalistas el más
racionalista y el más consecuente de todos es aquel
que es á un mismo tiempo deista , panteista, huma-
nista, maniqueo, fatalista, escéptico y ateo.


Estas consideraciones que sirven para explicar los
dos hechos de que hicimos mérito arriba, en aparien-
cia contradictorios, explican tambien satisfactoria-
mente, por qué en vez de exponer uno por uno los
varios sistemas acerca de la Divinidad de los doctores
socialistas, hemos preferido considerarlos todos en
los escritos de M. Proudhon, en donde pueden verse
á un tiempo mismo en su variedad y en su conjunto.


Visto lo que los socialistas piensan de la Divinidad,
nos falta ver lo que piensan del hombre, y de-qué
manera resuelven el temeroso problema del mal y
del bien, considerado en general, que es el asunto
de este libro.




· "'


CAPITULO X.


CO~TINUACION DEL MISMO ASUNTO: CONCLUSION DE tS"rE LIBRO,


NINGUN hombre ha habido tan insensato que se ha-
ya atrevido á negar el bien ó el mal y su coexis-
tencia en la historia. Los filósofos disputan sobre el
modo y forma en que existen y coexisten; todos em-
pero afirman á una voz su existencia ysu coexistencia
como una cosa averiguada; todos convienen igual-
mente en que en la contienda suscitada entre el bien
y el mal, el primero ha de alcanzar sobre el segundo
una victoria definitiva. Dejando estos puntos como
inconcusos y asentados, en todo lo demas hay diver-
sidad de pareceres, contradiccion de sistemas y con-
tiendas inacabables.


La escuela liberal tiene por cierto que no hay otro •
mal' sino el que está en las instituciones políticas que
hemos heredado de los tiempos, y que el supremo
bien consiste en echar por el suelo esas instituciones.
Los más de los socialistas tienen por averiguado que
no hay otro mal sino el que está en la sociedad, y
que el gran remedio está en el completo trastorno


15




226 'ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de las instituciones sociales. Todos convienen en que
el mal nos viene de los tiempos pasados : los libe-
rales afirman que el bien puede realizarse ya en los
tiempos presentes, y los socialistas que la edad de
oro no puede comenzar sino en los tiemposvenideros.


Consistiendo, así para los unos comopara los otros,
el supremo bien en Un trastorno supremo, que se-
gun la escuela liberal debe realizarse en las regiones
políticas, y segun las escuelas socialistas en las re-
giones sociales, las unas y las otras convienen en la
bondad sustancial é intrínseca del hombre, que ha
de ser el agente inteligente y libre de aquel y de
este trastorno. Esta conclusión ha sido enunciada
explícitamente por las escuelas socialistas, y va im-
plícitamente envuelta' en la teoría que sustentan las
escuelas liberales. De tal manera procede aquella
conelusion de esta teoría, que, siendo negada la con-
clusion , la teoría misma viene al suelo. En efecto:
la teoría segun la cual el mal está en el hombre y
procede del hombre es contradictoria de aquella
otra segun la cual el mal está en las instituciones


• sociales 6 políticas, y procede de las instituciones
políticas y sociales. Supuesta la primera, lo que pro-
cede en buena lógica es extirpar el mal en el hom-
bre, con lo cual se conseguirá su extirpacion en la
sociedad y en el gobierno necesariamente. Supuesta
la segunda, lo que procede en buena lógica es ex-
tirpar el mal directamente en la sociedad 6 en el go-




EL LJBERAL1S~1O y EL SOCIAUS~IO. 227
bierno , que es en donde está su centro y su origen.
Por donde se ve que la teoría católica y las raciona-
listas son entre sí no solamente incompatibles sino
tambien contradictorias. Por la teoría católica se con-
dena todo tras,torno, ya sea político ó social, como
insensato é inútil. Las teorías racionalistas condenan
toda reforma moral del hombre como inútil y como
insensata. Y así la una como las otras son conse-
cuentes en sus condenaciones; porque si el mal no
está ni en el gobierno ni en la sociedad, ¿ para qué
y por qué el trastorno de la sociedad y del gobierno?
y por el contrario, si el mal ni está en los indivi-
duos ni procede- de los individuos, ¿ para qué y por
qué la reforma interior del hombre?


Las escuelas socialistas no ven inconveniente nin-
guno en aceptar la cuestion planteada de esta mane-
ra; la escuela liberal, por el contrario, ve en su acep-
tacion gravísimos inconvenientes, y no sin graves
motivos. Aceptada' la cuestion tal como viene por sí
misma planteada, la escuela liberal se ve en el duro
trance de negar con una negación radical la teoria
católica considerada en si misma y en todas sus con-
secuencias, y á esto es á lo que la escuela liberal se
niega resueltamente. Amiga de todos los principios
y de todos sus contraprincipios, no quiere desasirse
ni de los unos ni de los otros, ocupada perpetua-
mente en obligar á hacer paces entre si á todas las
teorías contradictorias y á todas las contr.adiccioDe~...." ~:~(1'


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228 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
humanas. Las reformas morales no le parecen mal,
aunque los trastornos políticos le parecen excelen-
tes, sin advertir que son estas cosas incompatibles;
como quiera que el hombre purificado interiormente
no puede ser agente de trastornos, y 9,ue los agentes
de trastornos, en el hecho mismo de serlo, declaran
que no están. interiormente purificados. En esta oca-
sion, como en todas las otras, el equilibrio entre el
Catolicismo y el socialismo es de todo punto imposi-
ble; porque, una de dos, ó el hombre no se ha de
purificar ó no se han de realizar los trastornos. Si el
hombre impurificado toma el oficio de trastornador,
los trastornos políticos no son sino el preludio de los
trastornos sociales; y si el hombre deja el oficio de
trastornador del gobierno, para tomar el de reforma-
dor de sí propio, ni son posibles los trastornos so-
ciales ni los trastornos políticos. Así en el uno como
en el otro caso, la escuela liberal ha de abdicar for-
zosamente en las manos de las escuelas socialistas ó
en las de la escuela católica.


Síguese de aquí que las escuelas socialistas tienen
por suya la lógica y la razon, cuando sostienen, con-
tra la escuela liberal, que si el mal está. esencialmente
en la sociedad ó en el gobierno no hay que hacer
otra cosa sino trastornar el gobierno ó la sociedad,
sin que sea cosa ni neceseria ni conveniente, sino, al
reves, perniciosa y absurda acometer la empresa de
la reforma del hombre.




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 229
Supuesta la bondad ingénita y absoluta del hom-


bre, el hombre es á un mismo tiempo reformador
universal é irreformable, con lo cual viene á ser
trasformado de hombre en Dios : su esencia deja de
ser humana para ser divina. El es en sí absolutamente
bueno, y produce fuera de sí, por sus trastornos, el
bien absoluto. Bien sumo y causa de todo bien', es
excelentísimo, sapientísimo y potentísimo, La adora-
cion es una necesidad tan imperiosa, que los socia-
listas, siendo ateos y no pudiendo adorar á Dios,
hacen á los hombres dioses para adorar alguna cosa
de alguna manera.


Siendo estas las ideas dominantes de las escuelas
socialistas acerca del hombre, es cosa clara que el
socialismo niega su naturaleza antitética como UDa
pura invencion de la escuela católica. Por eso el sansi-
monianismo yel fourrierismo no admiten que el hom-
bre esté de tal manera constituido, que por un lado
vaya su entendimiento y por otro su voluntad, ni
conceden que haya contradiccion de ninguna especie
entre su espíritu y su carne. El fin supremo del san-
simonianismo es demostrar prácticamente laconci-
liacion y la unidad de esas dos poderosas enerjías ,
esta suprema conciliacion estaba simbolizada en el
sacerdote simoniano, cuyo oficio era satisfacer el es-
píritu por medio de la carne y la carne por medio
del espíritu. El principio comun á todos Ios socialis-
tas, que consiste en dar á la sociedad mal construida.




230 E~SAY{) SOBRE EL CATOLICISJfO,
una construccion análoga á la del hombre, que está
construido de una manera excelente, condujo á los
sansimonianos á negar toda especie de dualismo po-
lítico, científico y social, cuya negaciónera necesaria
supuesta la negación de la naturaleza antitética del
hombre. Proclamada la paeifícacion entre el espíritu
y la carne, procedía proclamar la pacificacion uni-
versal v lareeonciliacion de todas las cosas; v como


. .


las cosas no se pacifican ni se concilian sino en la
unidad, la unidad universal era una consecuencia
lógica de la unidad humana; y de aquí el panteismo
político, el social y el religioso, los cuales constitu-
yen el despotismo ideal á que aspiran con una in-
mensaaspiracion todas las escuelas socialistas. El
padre comun de la escuela de San Simon y el om-
niarca de la escuela Fourrier son sus personificacio-
nes augustas y gloriosas.


Volviendo á la naturaleza del hombre, que es
nuestro objeto especial ¡>Dr lo de ahora, supuesta por
un lado su unidad y por otro su bondad absoluta,
procedia proclamar al hombre santo y divino, santo
y divino no solo en su unidad, sino tambien en todos
y en cada uno de los elementos que la constituyen;
y de aquí la proclamación de la santidad y de la di-
vinidad de las pasiones. Por esta razon todas las es-
cuelas socialistas, unas implícita y otras explícita-
mente, proclaman las pasiones divinas y santas; su-
puesta la santidad y. la divinidad de las pasiones,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 231
procedía la coadenacion explícita de tedo sistema
represivo y penal, y sobre todo la condenacion de
la virtud, cuyo oficio es atajarlas el paso, impedir
su explosion y reprimir sus ímpetus. Y en efecto,
todas estas cosas, que son á un mismo tiempo con-
secuencia de los principios anteriores, y principios
de consecuencias más remotas, están enseñadas y
proclamadas con un cinismo mayor ó menor en to-
das las escuelas socialistas, entre las que resplande-
cen la sansimoniana y la fourrierista, aventajándose
á las demas comosi fueran dos soles en un cielo es-
trellado.Eso es lo que significa la rehahilitacion san-
simoniana de la mujer y su pacificación de la carne.
Eso es lo que significa la teoría de Fourrier acerca
de las atracciones. Fourrier dice: « El deber proc~­
~ de del hombre (entiéndase de la sociedad) y la


.» atraccion de Dios.» Madame de Coeslin, citada por
Mr. Louis de Raybaud, en sus Estudios sobre los re-
[ormistas contemporáneos, ha expresado este mismo
pensamiento con mayor exactitud, diciendo : II Las
JI pasiones son de institucion divina, las virtudes de
»iustitucion humana ;» lo cual quiere decir, supues-
tos los principios de la escuela, que las virtudes son
perniciosas y las pasiones saludables. Por esta razón
el fin supremo del socialismo es crear una nueva at-
mósfera social, en que las pasiones se mueven libre-
mente, comenzando por destruir las instituciones po-
líticas, religiosas y socia les que las oprimen. La edad




232 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de oro, anunciada por los poetas y aguardada de las
gentes, comenzará en el mundo cuando tenga prin-
cipio ese gran suceso, y cuando despunte en los ho-
rizontesesa magnífica aurora. La tierra entonces será
un paraíso, y ese paraíso, con' puertas á todos los
vientos, no será, como el católico, una prision guar-
dada por un ángel. El mal habrá desaparecido de la
tierra, que ha sido hasta ahora pero que no está
condenada á ser perpetuamente un valle de lágrimas.


Estas cosas piensa el socialismo del bien y del
mal, de Dios y del hombre. Mis lectores no exigirán
de mí ciertamente que siga paso .á paso á las escue-
las socialistas por el camino escabroso de sus extra-
vagancias perturbadoras. Lo exigirán mucho ménos
al considerar que ya quedaron virtualmente impug-
nadas desde el momento en que expuse á su vista la
majestad de la doctrina católica relativa á estas gran--
des cuestiones, en su sencilla y augusta magnifícen-
cia. Esto no obstante ,me creo en el imprescindible
y santo deber de derribar por el suelo ese edificio
del error, con lo que basta y sobra para derribarle:
con un solo argumento y con una sola palabra.


La sociedad puede ser considerada bajo dos pun-
tos de vista diferentes: el católico y el panteísta. Con-
siderada bajo el punto de vista católico, no es otra
cosa sino la reunion de una multitud de hombres
que viven todos bajo la obediencia yel amparo de unas.
mismas leyes y de unas mismas instituciones. Consi-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 233
derada bajo el punto de vista pauteista, es un' orga-
nismo que existe con una existencia individual, con-
creta y necesaria. En la primera suposicion es claro
que no existiendo la sociedad independientemente
de los individuos que la constituyen, nada puede
estar en la sociedad que no esté ántes en los indivi-
duos; de donde se sigue, por consecuencia forzosa,
que el mal y el bien que hay en ella la viene del
hombre. Considerada bajo este punto de vista, es
cosa absurda el intento de extirpar el mal en la so-
ciedad en donde existe por incidencia, y el propósito
de no tocar á los individuos en los que está origina-
ria y esencialmente. En la segunda suposicion, segun
la cual la sociedad es un sér que existe por sí con
una existencia concreta. individual y necesaria, los
que esto afirman están obligados á resolver de una
manera satisfactoria las mismas cuestiones que con
respecto al hombre los racionalistas proponen á los
católicos, conviene á saber: si. la sociedad es mala
esencial ó accidentalmente; si lo primero. cómo se
explica el mal esencial; si lo segundo, cómo, de qué
manera, en cuáles circunstancias y con cuál ocasion
ha venido á turbarse la armonía social con esa in-
cidencia perturbadora. Ya hemos visto cómo los ca-
tólicos desatan todos estos nudos, de qué manera se
adelantan á resolver todas estas dificultades. y en
qué forma responden á todas estas preguntas en lo
relativo á la existencia del mal, considerado como




234 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
una consecuencia de la prevaricacion humana. Lo
que no hemos visto hasta aquí, y lo que no verémos
jamas, es el modo y la fuerza eu que el racionalismo
socialista resuelve esas mismas cuestiones en lo re-
lativo á la existencia del mal, considerado como exis-
tiendo únicamente en las iustituciones sociales.


Esta sola consideracion me autorizaría para afir-
mar que la teoría socialista es una teoría de charla-
tanes, y que el socialismo no es otra cosa sino la
razon social de una compañía de histriones. Para
ser tan sobrio como me he propuesto,' pondré tér-
mino é esta argumentacion, encerrando al socialismo
en este dilema : O el mal que está en la sociedad es
una esencia ó un accidente: si es una esencia , para
extirparle no basta trastornar las instituciones so-
ciales; es necesario ademas destruir la sociedad
misma que es la esencia que sostiene todas sus for-
mas. Si el mal social es accidental, entonces estáis
obligados á hacer lo ,que no habeis hecho, lo que no
haceis , lo que no podeis hacer; estáis obligados á
explicarme en qué tiempo, por cuál causa, de qué
manera y en cuál forma lía sobrevenido ese acci-
dente; y luego por cuál serie de deducciones venis á
convertir al hombre en redentor de la sociedad, dán-
dole la potestad de limpiar sus manchas y de lavar
sus pecados. Con este motivo convendrá advertir
aquíá los incautos, que el racionalismo que ataca con
furor todos los misterios católicos, proclama despues,




EL L1BERALlSllO y EL SOCIALISMO. 235
de otra manera y á olro propósito, esos mismos mis-
terios. El Catolicismo afirma dos cosas: el mal y la
redencion; el socialismo racionalista comprende en
el símbolo de su fe las mismas afirmaciones. Entre
socialistas y católicos no hay más que esta diferen-
cia : los segundos afirman el mal del hombre y la
redencion por Dios, los primeros afirman el mal de
la sociedad y la redencion por el hombre. El cató-
lico con sus dos afirmaciones no hace otra cosa sino
afirmar dos cosas sencillas y naturales: que el hombre
es hombre y ejecuta obras humanas, que Dios es
Dios y acomete empresas divinas. El socialismo con
sus dos afirmaciones no hace otra cosa sino afirmar
que el hombre acomete y lleva á cabo empresas de
un Dios, y que la sociedad ejecuta las obras propias
del hombre. ¿Qué va ganando la razon humana con
dejar el Catolicismo por el socialismo, sino dejar lo
que es á un mismo tiempo eyidente y misterioso, por
lo que es á un tiempo mismo misterioso y absurdo?


Nuestra impugnacion de las teorías socialistas no
sería completa si no acudiéramos al arsenal de mon-
sieurProudhon, lleno unas veces de razon y otras
de elocuencia y de sarcasmo, cuando combate y pul-
veriza á sus compañeros de armas.


Véase aquí lo que Mr. Proudhon piensa de la na-
turaleza armónica del hombre proclamada por San
Simon y por Fourrier, y de la futura trasformacion
de la tierra en un jardin deleitoso, anunciada por




236 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
todos los socialistas: «Pero el hombre, considerado
»en el conjunto de sus manifestaciones, y cuando
»todas sus antinomias parecen apuradas, presenta
» todavía una que no refiriéndose á nada de lo que
»existe en la tierra, queda aquí abajo sin solucion
»de ninguna especie. Esto sirve para explicar por
»qué causa, por perfecto que sea elórden en la so-
II ciedad , no lo es nurrca tanto que destierre de todo
» punto la amargura y el tedio. La felicidad en este
»mundo es un ideal que estamos condenados á se-
» guir siempre, y que el antagonismo invencible, de
» la naturaleza y del espíritu pone perpetuamente
)) fuera de nuestro alcance.» (Sisteme des contradic-
tions, c. 10.) Poned ahora la atencion en el siguiente
sarcasmo contra la bondad nativa del hombre: 1( El
» obstáculo mayor que la igualdad tiene que vencer
»no está en el orgullo aristocrático del rico, sino en
»el egoismo indispensable del posre : y á pesar de
»eso ¿ os atreveis todavía á contar con su bondad
»ingénita, para reformar á un tiempo mismo la es-
»pontaneidad y la premeditacion de su malicia? (Sis-
teme des contradictions , c. 8.) El sarcasmo crece de
punto en las palabras siguientes, tomadas de la misma
obra y del mismo capítulo: «La lógica del socia-
» lismo es verdaderamente maravillosa: el hombre
»es bueno, nos dicen, pero es necesario desintere-
II sarle del mal, para que se abstenga de él; el hom-
»hre es bueno, repiten, pero es necesario ínteresarle




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 237
» en el bien para que le ponga en práctica, porque si
II el interes de sus pasiones le lleva al mal, hará el mal;
II Y si está desinteresado del bien, no le ejecutará .
uEn este caso la sociedad no tendrá derecho para


II echarle en cara que escuchó sus pasiones, porque
»ella es la que está en obligacion de conducirle por
»rnedio de sus pasiones. ! Qué naturaleza tan exce-
"lente y tan maravillosamente enriquecida con dones
»J.a, de Neron I 1Qué alma de artista la de aquel
» Heliogábalo que organizó la prostitucion I Y· en
II cuanto á Tiberio,"¡ qué carácter el suyo tan pode-
»roso y tan grande I Y al reves, ¿ dónde hay palabras
»para encarecer bastante á la sociedad que produjo
»aquellas almas divinas. y que dio el sér, sin emhar-
Jlgo, á Tácito y Marco Aurelio? i Yeso es á lo que
.. nuestros socialistas llaman bondad ingénita del hom-
» hre y santidad de sus pasiones l Ilna Safo, llena de
»arrugas y abandonada de sus amantes, pone la
) cerviz al yugo del matrimonio; desinteresada del
»amor, se resigna al himeneo. i Y á esa mujer la
»Ilaman santa! 1Lástima grande que esta palabra no
» tenga en frances el doble sentido que tiene en la
Jl lengua hebrea 1Todo el mundo entónces estariade
Jl acuerdo acerca de la santidad de Safo. II El sarcasmo
reviste aquella forma elocuentemente brutal, que
pudiera llamarse la forma proudhoniana, en el ca-
pítulo 12 de la misma obra, en donde Mr. Proudhon
se explica de esta manera: "Pasemos de corrida al




238 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
), lado de esas constituciones sansimonianas y four-
»rieristas , y de todas las otras de la misma laya,
» cuyos autores van prometiendo á voces por las pla-
»zas y las calles unir con dichosa lazada el amor
» libre con el pudor y la delicadeza y la espirituali-
» dad más pura; triste ilusion de un socialismo ab-
» yecto, último sueño de la crápula en delirio. Dad
»vuelo á la pasion por medio, de la inconstancia, y
» luego al punto la carne tiranizará al espíritu; 18s
» amantes no serán entre sí sino viles instrumentos
»de placer; á la fusion de los 'corazones sucederá el
»prurito de los sentidos, y..... para formarse 'un
»juicio sobre tales cosas no es menester haber pasa-
» do, como San Simon, por las aduanas de la Vénus
l' popular.»


Después de haber expuesto é impugnado en gene-
rallas teorías socialistas relativas á los problemas que
son asunto de este libro, solo nos falta exponer é im-
pugnar la teoría de M. Proudhon, relativa á estos mis-
mos problemas, para poner un término á este largo
y complicado debate. M. Proudhon expone compen~
diosa, pero cumplidamente, su doctrina en el capí-
tulo 8 de la obra que acabamos de citar, por las pala-
bras siguientes: «La educacion de la libertad, la su-
» jecion de nuestros. instintos, el rescate 6 la reden-
)1 cion de nuestra alma, eso es lo q~e significa, como
»10 ha demostrado Lessing, el misterio cristiano inter-
» pretado rectamente. Esta educacion durará tanto




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALISMO. 239
» como nuestra vida y la del género humano. Moises,
» Budda , Jesucristo, .z;oroastro, fueron todos apostó-
»les de la expiacion, y símbolos vivos de la peniten-
» cia. El hombre es por naturaleza pecador, lo cual no
»quiere decir precisamenteque sea malo, sino más
»bien que está mal hecho. Su destino es estar ocu-
»pado perpetuamente en volver á crear su propio
»ideal dentro de sí mismo.. •


En esta profesion de fe hay algo de la teoría cató-
lica, algo de la socialista, y algo que ni es de la una
ni de la otra, y constituye por lo mismo la individua-
lidad de la teoría proudhoniana.


Lo que hay aquí de la teoría católica consiste en
el reconocimiento de la existencia del mal y del pe-
cado, en la confesion de que el pecado está en el hom-
bre y no en la sociedad, y de que el mal no viene
de la sociedad sino del hombre ;.por último, hay aquí.
de la teoría católica el reconocimiento explícito de
la necesidad de la redencion y de la penitencia.


Lo que hay de la. teoría socialista está en la afir-
macion de que el hombre es el redentor; lo que,
constituye la individualidad de la teoría proudhonia-


. na, consiste, por una parte, en este principió contra-
dictorio de la teoría socialista, conviene á saber :
que el hombre redentor no redimeá la sociedad, sino
que se redime á sí propio; yen 'este otro, contradic-
torio de la teoría católica, que eJ hombre no se ha


. .


hecho malo, sino que, al reves, ha sido mal hecho.




240 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
Dejando á un lado. por una parte, lo que en esta teo-
ría hay de conforme con la católica , y por otra lo que
hay en ella de conforme con la socialista, me haré
cargo solamente de lo que la constituye diferente de
las otras, de aquello en virtud de lo cual deja de ser
socialista ó católica para ser exclusivamente proud-
honiana.


La individualidad deesta teoría consiste en afirmar
que el hombre no es pecador sino porque ha sido
mal hecho. Caminando en esta suposicion, monsieur
Proudhon ha dado una prueba insigne de sana razon
y de buena lógica, buscando al Redentor fuera del
Hacedor, por ser cosa clara que por aquel que he-
mos sido mal hechos no podemos ser bien redimidos.
No pudiendo ser Dios el redentor, y siendo el re-
dentor necesario, habia de serlo el hombre ó el án-
gel. Estando dudoso de la existencia del ángel ycier-
to de la necesidad de la redencion, no teniendo á
quien dar este encargo, se le ha dado al hombre, que
es á un mismo tiempo pecador y redentor de su pe-
cado.


Todas estas proposiciones están bien trabadas y
adheridas entre' sí : por donde todas ellas flaquean .
es por el hecho que las sirve de" fundamento y de ba-
se ; porque, ó el hombre ha sido bien hecho ó mal
hecho: en el primer caso viene á tierra la teoría, y
en el segundo procede la argumentacion siguiente:


Si el hombre está mal hecho y es su propio redentor,




EL LIIlERALlSMO y EL SOCIALISMO. 241
hay contradiccion manifiesta entre su naturaleza y su
atributo; como quiera que el hombre, por mal hecho'
que esté, si está hecho de manera que pueda enmen-
dar la obra de su Hacedor hasta el punto de redimir-
se, léjos de ser una criatura mal hecha es una cria-
tura perfectísima ; porque ¿cómo puede imaginarse
perfeccion mayor que la que consiste en la facultad
de borrar todos sus pecados, de enmendar todas sus
imperfecciones, .y para decirlo todo de una vez, en
la de redimirse á sí propio? Ahora bien: si en el he-
cho de ser su propio redentor, cualesquiera que sean
sus imperfecciones por otra parte, es el hombre un
ser perfectísimo, afirmar de él á un mismo tiempo
que ha sido mal hecho y que es su propio redentor,
es afirmar lo que se niega y negar lo que se afirma,
porque es afirmar que ha sido hecho perfectísimo y
que ha sido mal hecho. Y no se diga que sus imper-
fecciones le vienen de Dios, y que la altísima perfec-
cion que consiste en redimirse le viene de sí propio;
porque á esto se responde que el hombre no hubiera
podido llegar nunca á ser su propio redentor, si no
hubiera sido hecho con la facultad de llegar á esa
grande altura, ó por lo ménos con la facultad de ad-
quirir esa facultad en la sucesion de los tiempos. Al-
guna de estas cosas es necesario conceder, y aquí
conceder algo es concederlo todo, como quiera que
si cuando fué hecho era su redentor en potencia,
ántes de serlo actualmente, esa potencia, á pesar de


16




24~ ENSAYO SORRE EL CATOLICISMO.
todas sus imperfecciones, le constituyó perfectísimo.
Luego la teoría proudhoniana no viene á ser otra cosa
sino una contradiccion en los términos.


'La conclusien de todo lo dicho es que no hay
escuela ninguna que no reconozca la existencia si-
multánea del bien y del mal, y que solo la católica
explica satisfactoriamente la naturaleza y el orígen
del uno y del otro y sus varios y complicados efec-
tos. Ella nos enseña cómo no hay bien ninguno que
no venga de Dios, y cómo todo lo que procede de
Dios es un bien; de qué manera comienza el mal
con el primer desfallecimiento de la libertad angé-
lica y de la humana, que de obedientes y sumisas
se vuelven rebeldes y prevaricadoras, y de qué mo-
do y hasta qué punto esas dos grandes prevarica-
ciones lo mudan todo con sus influencias y sus es-
tragos. Ella nos muestra, por último, que el bien es
de suyo eterno porque es de suyo esencial, y que el
mal es una cosa transitoria porque es un acciden-
te : de donde se sigue que el bien no está sujeto á
caidas y mudanzas, y que el mal puede ser borrado
y el pecador redimido. Reservando para más ade-
lante la explicacion de aquellos grandes y soberanos
misterios, con cuya virtud prodigiosa el mal rué ex-
tirpado en su orígen, nos hemos limitado en este li-
bro á poner corno de relieve la soberana industria y
el portentoso artificio con que Dios convierte los
efectos de la culpa primitiva en elementos constitu-




EL L1BEIIALl8MO y EL SOCIALIS~IO. 243
tivos de un bien superior y de un orden excelente;
por eso expusimos de qué manera el bien sale del
mal por la virtud de Dios, despues de haber ex-
puesto de qué manera sale el mal del bien por culpa
del hombre, sin que la accion humana y la reaccion
divina impliquen rivalidad de ninguna especie entre
séres que están separados por una distancia infinita.


En cuanto á las escuelas racionalistas, el exámen
de sus varios sistemas sirve para demostrar su pro-
fundísima ignorancia en todo lo que tiene relacion
con estas altas cuestiones. Por lo 'que hace á la libe-
ral, su ignorancia es proverbial entre los doctos: en
calidad de lega es esencialmente antiteológica , y en



calidad de antiteológica es impotente para dar un
gran impulso á la civilización , que es siempre el re-
tlejo de una teología. Su oficio propio es falsear to:-
dos los principios, combinándolos caprichosa y ab-
surdamente con aquellos otros que los contradicen:
por aquí piensa llegar al equilibrio, y no llega sino á
la confusion; piensa ir á la paz, y va á la guerra.
Pero como quiera que sea cosa imposible sustraerse de
todo punto al imperio de la ciencia teológica, la es-
cuela liberal es ménos lega de lo que ella cree, y más
teológica de lo-que á primera vista p.areec. La enes-
tion del bien y del mal, la más esencialmente teoló-
gica entre cuantas pueden imaginarse, viene plan-
teada y resuelta por sus doctores, si bien se echa de
ver desde Juego que ignoran el arte de plantearla y




2.t4 ENSAYO SORRE EL CATOLICISMO,
el modo de resolverla. En primer lugar prescinden
de la cuestion relativa al mal en sí, al mal por ex-
celencia, para ocuparse solo en cierto género de
males ~ como si fuera posible que el que ignora qué
cosa es el mal, pueda saber qué cosa son los males
particulares : en segundo lugar, particularizando el
remedio como particularizaron el mal, le descubren
solamente en ciertas formas políticas, ignorando que
esas formas son de todo punto indiferentes, como lo
enseña la raZOR y lo demuestra la historia. Señalando
el mal allí donde no está, y el remedio allí donde no
se encuentra, la escuela liberal'ha puesto la cuestion
fuera de su verdadero punto de vista, con lo cual ha


.


introducido la confusion yel desórden en las regiones
intelectuales. Su efímera dominacion ha sido funesta
*las sociedades humanas, y durante su reinado tran-
sitorio el principio disolvente de la discusion ha dado
al traste con el buen sentido de los pueblos. En este
estado de la sociedad no hay trastorno que no sea
de temer, ni catástrofe que no pueda venir, ni revo-
lucion que no sea inevitable.


Por lo que hace á las escuelas socialistas, con solo
considerar la manera que tienen de plantear las cues-
tiones, se echa de ver su superioridad sobre la li-
beral, la cual no está en estado de oponerlas resis-
tencia ninguna. Siendo como son esencialmente teo-
lógicas, miden los abismos en toda su profundidad,
y no carecen de cierta grandeza en la manera de




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 245
plantear los problemas y de proponer las soluciones.
Empero considerada más atentamente y cuando se
entra en el laberinto intricado de sus soluciones con-
tradictorias, luego al punto se descubre su flaqueza
radical, disimulada un tanto con sus apariencias
grandiosas. Los sectarios socialistas son á la manera
de los filósofos paganos cuyos sistemas' teológicos y
y cosmogónicos venían á ser un monstruoso conjun-
to, por una parte, de tradiciones bíblicas desfígu-
radas é incompletas, y por otra, de hipótesis insos-
tenihles y falsas. Su grandiosidad les viene de 'la at-
mósfera que las rodea, impregnada toda ella de
emanaciones católicas; y sus contradicciones y su
flaqueza, de la ignorancia del dogma, del olvido de
la tradicion y de su desprecio por la Iglesia, depo-
sitaria universal de los dogmas católicos y de las tra-
diciones cristianas. A semejanza de nuestros dra-
máticos de otra edad, los cuales, confundiéndolo todo
grotesca aunque ingeniosamente, ponian en boca de
César discursos dignos del Cid, Ysentencias dignas
de los caballeros de Cristo en boca de los adalides
moros, los socialistas de nuestros tiempos están per-
petuamente ocupados en dar un sentido racionalista
á las palabras católicas, dando ménos pruebas de in-
genio que de candor, y mostrándose alguna vez mé-
nos maliciosos que inocentes.


Nada hay ni ménos católico ni ménos racionalista
que entrar á saco la ciudad racionalista y la ciudad




..


246 El'<SAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
católica, tornando de aquella las ideas con todas
sus contradicciones, y de esta las vestiduras con todas
sus magnificencias. El Catolicismo por su parte no
consentirá ni esos escandalosos amaños, ni esa ver-
gonzosa confusion, ni esos torpes despojos. El Cato-
licismo está en estado de demostrar que él solo posee
el índice ordenado de todos los problemas políticos,
religiosos y sociales; que él solo está en el secreto
de las grandes soluciones; que no vale concederle
á medias y negarle á medias, ni tomarle sus pala-
bras para cubrir con ellas la desnudez de otras doc-
trinas; que no hay otro mal ni otro bien, sino el
bien y el mal que él señala; que las cosas no pueden
ser explicadas sino de la manera que él explica las
cosas; que solo el Dios que él aclama es el Dios
verdadero; que solo el hombre que él define es el
verdadero hombre; que la humanidad es lo que él
dice que es y no una cosa diferente; que cuando
él ha dicho de los hombres que son entre sí herma-
nos iguales y libres, ha dicho al mismo tiempo cómo
lo son, de qué manera lo son y hasta qué punto lo
son ; que sus palabras han sido hechas á la medida
de sus ideas, y sus ideas para sostener á sus pala-
bras ; que es necesario proclamar la libertad, la
igualdad y la fraternidad católicas, ó negar al mis-
mo tiempo todas esas cosas y todos esos nombres;
que el dogma de la redencion es exclusivamente
suyo; que él solo nos ensena el por qué y el para




• EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 247
qué de la redencion , y cómo se llama el Redentor y
cómo se llama el redimido; que aceptar su dogma
para estropearle es oficio de charlatan y una bufo-
nada de mal género; que el que no es con él es
contra él; que él es la afirmacion por excelencia, y
que contra él no se da sino una negacion absoluta.


De esta manera viene planteada la cuestion entre
racionalistas y católicos. El hombre es soberanamente
libre, y como libre puede aceptar las soluciones pu-
ramente católicas, ó las soluciones· puramente ra-
cionalistas; puede afirmarlo todo ó negarlo todo;
puede ganarse y puede perderse; lo que el hombre
no puede hacer, es mudar con su voluntad la natu-
raleza de las cosas que es de suyo inmutable. Lo que
el hombre no puede hacer es encontrar reposo y
descanso en el eclecticismo liberal ó en el eclecticis-
mo socialista. Socialistas y liberales están en la ohli-
gacion de negarlo todo para tener el derecho de ne-
gar algo. El Catolicismo, considerado humanamente,
no es grande sino porque es el conjunto de todas las
afirmaciones posibles; el liberalismo y el socialismo
no son débiles sino porque juntan en uno varias de
las afirmaciones católicas y varias de las negaciones
racionalistas. y porque en vez de ser escuelas con-
tradictorias del Catolicismo no son otra cosa sino dos
escuelas diferentes. Los socialistas no parecen arro-
jados en sus negaciones sino cuando se les compara
con los liberales, que en cada afirmacion ven un es:'-
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248 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
collo y en cada negacion un peligro; su timidez em-
pero salta á los ojos si se les compara con la escuela
católica; solo entonces se echa. de ver el arrojo con
que ella afirma y la timidez con que ellos niegan.
ICómoI Os llamáis los apóstoles de un nuevo evan-
gelio, ¿y nos hablais del mal y del pecado, de la re-
dencion y de la gracia, cosas todas de que está lleno
el antiguo? Os llamais depositarios de una nueva
ciencia política, social y religiosa; ¿y nos hablais de
libertad, de igualdad y de fraternidad, cosas todas
tan viejas como el Catolicismo. que es tan viejo como
el mundo? Aquel que ha afirmado de sí que ensalza-
ria la humildad y que aba tiria el orgullo cumple en
vosotros su palabra. El os condena á no ser sino tor-
pes comentadores de su inmortal Evangelio, por lo
mismo que aspirais con desatentada y loca ambicion
á promulgar una nueva ley desde un nuevo Sinaí ,
ya que no desde un nuevo Calvario.





LIBRO TERCERO.


PIlOBLI:IIIAS y SOLUCIOlOlS BI:LATIVAS Al. OBDI:II
1:11 ;LA BUIIIIAIIIDAD.








LIBRO TERCERO.


CAPITULO PRIMERO.


TRASMISION DE LA CULPA, DOGMA DE LA IMPUTACION.


CON el pecado del primer hombre se explica sufi-
cientemente aquel gran desórden y aquella formida-
ble confusion que padecieron las cosas á poco de
creadas, cuya confusion y cuyo desórden se con-
virtieron , como vimos, sin dejar de ser lo que eran,
en elementos de un orden mas excelente y de una
más grande armonía, por aquella virtud secreta é
incomunicable que está en Dios, de sacar el órden
del desórden, de la confusion el concierto, y el bien
del mal, por un acto simplicísimo de su voluntad so-
berana. Lo que aquel pecado por sí solo no alcanza
á explicar es la perpetuidad y constancia de aquella
primitiva confusion, la cual subsiste todavía en todas
las cosas, y señaladamente en el hombre. Para ex-
plicar cumplidamente la subsistencia de los efectos
es necesario suponer la subsistencia de la causa, y
para explicar la subsistencia de la causa es forzoso
suponer la trasmision perpetua de la culpa.




252 ENSAYO SOBDE EL CATOLICISMO,
El dogma de la trasmision del pecado con todas


sus consecuencias es uno de los misterios más te-
merosos, más incomprensibles y os~uros entre cuan-
tos nos han sido enseñados por revelacion divina.
Esa sentencia de condenacion , dada en cabeza de
Adan contra todas las generaciones de los hombresv-
así las que han sido, como las que son ahora presen-
tes y las que serán en lo venidero hasta la consuma-
cion de los tiempos I no se compone bien á primera
vista, en el entendimiento humano, con la justicia de
Diosy mucho ménos con su inagotable misericordia.
Cualquiera diría, al considerarla de golpe y por pri-
mera vez, que es un dogma sacado de aquellas re-
ligiones inexorables y sombrías del Oriente, cuyos
ídolos no tienen oídos sino para escuchar lamentos,
ni ojos sino para ver la sangre, ni voz sino para
lanzar anatemas y para pedir venganzas. El Dios
vivo en la actitud de revelarnos ese dogma tremendo,
más bien que como el Dios manso y clemente de los
cristianos, se nos muestra como el Moloch de los
pueblos idólatras, crecido en grandeza yen barbarie,
el cual no contentándose ya con carnes tiernas para
aplacar su hambre devoradora, va sepultando unas
despues de- otras en las cavernas de su vientre las
generaciones humanas. ¿ Por qué somos penadas,
dicen todas las gentes convertidas a Dios, si nofuí-
mos culpables? .


Entrando de lleno y derechamente en las entrañas




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 253
de la cuestion , no será empresa ardua demostrar la
altísima conveniencia de este profundo misterio. Ante
todo debemos observar que los mismos que niegan
la trasmision como dogma revelado, están obligados
á reconocer que, aun considerado este negocio ha-
ciendo abstraccion completa de lo que tenemos por
fe, se va siempre á parar al mismo término por di-
ferentes caminos, Demos por sentado que elpecado
y la pena, siendo pessonales de suyo, son de suyo
intrasmisibles; y despues de hecha esta concesion
todavía demostrarémos con evidencia que con ella
como sin ella queda en pié lo que se nos enseña por
el dogma.


En efecto ; de cualquiera manera que se considere
este negocio siempre resultará que el pecado puede
producir en el que le comete tales estragos y tan
grandes mudanzas, que sean poderosas para alterar
físicaymoralmente su constitucion primitiva: cuando
esto sucede el hombre, que trasmite todo lo que
tiene constitucionalmente, trasmite á sus hijos por la
generacion sus condiciones constitucionales. Cuando
una gran explosion de ira produce una enfermedad
en el airado, cuando esa enfermedad que en él pro-
duce es constitucional y orgánica, es cosa sencilla
y natural que trasmita á sus hijos por vía de genera-
cion el mal constitucional y orgánico que padece.
Ese mal constitucional y orgánico se reduce, consi-
derándole bajo su aspecto físico, á una enfermedad




254 ENSAYO SOBRE EL C,\TOLICIS)IO ,
verdadera; y considerándole bajo su punto de vista
moral, á una predisposicion de la carne á sojuzgar
al espíritu, con aquella misma pasion que cuando
fué actual produjo aquellos grandes estragos. Que la
prevaricacion de Adan, siendo la mayor de todas
las prevaricaciones posibles, debió alterar y alteró
de una manera radical su constitución moral y física,
es una cosa puesta fuera de toda duda: y siéndolo.
es cosa clara que debió trasmitírsenos con la sangre
el estrago de la culpa y la predisposicion á come-
terla actualmente.


Síguese de lo dicho que en realidad nada adelan-
tan los que niegan el dogma de la trasmision del
pecado, si no niegan al mismo tiempo lo que no
pueden negar sin insensatez evidente y sin evidente
locura, á saber: que la culpa, cuando es grande.
deja un rastro en la constitucion y en el organismo
del hombre, y que ese rastro orgánico y constitu-
cional se trasmite de unas generaciones en otras.
viciándolas todas en lo que tienen de constitucional
y de orgánico. .
, Ni adelantan más en ese terreno los que negando


la trasmisibilidad del pecado niegan el dogma de la
imputacion ó la trasmision de la pena; como quiera
que aquello mismo que en calidad de pena apartan
de sí, se les viene encima con otro nombre, con el
nombre de desgracia. Demos por sentado que las
desventuras que padecemos no son una pena, la cua I




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 255
lleva consigo la idea de una infraccion voluntaria por
parte del que la recibe. y de una determinacion vo-
luntaria por parte del que la impone. Siempre resul-
tará de aquí, que en todas las suposiciones son igual-
mente inevitables y ciertas nuestras grandes desven-
turas : los que no las confiesan como consecuencia
legítima del pecado, se ven obligados á confesarlas
como una consecuencia natural de las relaciones ne-
cesarias que tienen entre sí las causas y sus efectos.
Por este sistema la corrupcion radical de su natura-
leza fué una pena en nuestros. primeros padres. vo-
luntariamente pecadores. Su desobediencia voluntaria
mereció la pena do la corrupcion que les fué impuesta
por un Juez incorruptible. Esa misma corrupcion es
en nosotros una desgracia, como quiera que no se
nos impone como pena. sino que nos viene en cali-
dad de herederos de una naturaleza radicalmente cor-
rompida. Y osa desgracia es tan lamentable, que el
mismo Dios no podria decretar nuestra exención sin
alterar la ley de la causalidad que está en las cosas,
por medio de un portentoso milagro. Ese milagro se
obró en la plenitud de los tiempos por una manera
tan conveniente y tan alta, por caminos tan secretos,



por medios tan sobrenaturales y por consejo tan su-
blime, que la obra inenarrable de Dios habia de ser
para los unos escándalo y para los otros locura.


La trasmisión de las consecuencias del pecado se
explica por sí misma sin ningun género de contradic-




256 ENSAYO SOBLRE EL CATOLlCIS)lO,
cion ni de violencia. Nació el primer hombre ador-
nado de inestimables privilegios : su carne estaba
sujeta á su voluntad, su voluntad á su entendimiento
que recibía su luz del entendimiento divino. Si nues-
tros primeros padres hubieran procreado ántes de
pecar, sus hijos hubieran participado, por via de ge-
neracion, de su naturaleza incorrupta. Para que las
cosas no hubieran sucedido de esta manera, hubiera
sido necesario un mil~gro por parte de Dios, como
quiera que aquella trasmision no hubiera podido im-
pedirse sin mudar. aquella ley en virtud de la cual
cada sér trasmite lo que tiene, en otro, por cuya vir-
tud su sér no pudiera trasmitir sino aquello precisa..
mente que le falta. Caidos en mísera rebeldía nues-
tros primeros padres, fuéron justamente despojados
de todos sus privilegios: su union espiritual con Dios
se trocó en apartamiento de ese mismo Dioscon quien
estaban unidos. Su sabiduría se convirtió en ignoran-
cia, todo su. poder fué flaqueza. Por lo que hace á
la justicia original y á la gracia en que nacieron, les
fuéron quitadas del todo, quedando enteramente des-
nudos; Su carne se rebeló contra su voluntad, su vo-
luntad contra su entendimiento, su entendimiento


.


contra su voluntad, su voluntad contra su carne; y
su carne, su voluntad y su entendimiento contra
aquel Dios magnificentísimo que babia puesto en ellos
tan grandes magnificencias. En este estado es cosa
clara que el padre no pudo trasmitir por generacion




El. LlllETIAL\S)1O y EL SOCIALlS\IO. 257
sino aquello que tenia. y que el hijo habia de nacer
ignorante de ignorante, flaco de flaco, corrompido
de corrompido, apartado de Dios de apartado de
Dios, enfermo de enfermo, mortal de mortal, rebelde
de rebelde. Para que hubiera nacido sabio de igno-
rante, fuerte de tlaco. unido á Dios de apartado de
Dios, sano de enfermo, inmortal de mortal, sumiso
de rebelde, hubiera sido forzoso cambiar la ley- en
virtud de la cual lo semejante engendra su semejan-
te, en otra po~ virtud de la cual lo contrario engen-
drara á' su contrario.


Por lo dicho se ve que la razon natural va á parar,
aunque por distintos caminos, al mismo término que
el dogma. Entre el uno y la otra hay diferencias es-
peculativas, no hay diferencias prácticas; para medir
la distancia inmensa que hay entre la explioacion
natural y la sobrenatural del hecho que vamos con-
signando, es de todo punto necesario tender la vista
mas allá de ese hecho; entónces es cuando se ad-
vierte la esterilidad de la explicacion humana y la fe-
cundidad portentosa de la explicacion divina. Esta
fecundidad resplandecerá más adelante con el res-
plandor de la evidencia; por ahora lo que cumple á
mi propósito es exponer y demostrar el dogma de la
trasmision , el cual, sin invalidar lo que en la expli-
cacion natural del hecho de la trasmisión hay de
verdadero, rectifica lo que hay en ella de incompleto
y de falso.




258 Ei\;SAYO SO/lI\E EL CATOLICIS~IO ,
La razon natural llama desgracia á lo que se nos


trasmite. El dogma lo llama con Ires nombres, culpa,
pena y desgracia: es desgracia 'por lo que tiene de
inevitable; es pena, por lo que tiene de voluntario
por parte de Dios; es cul pa por lo que en ello hay
de voluntario por parte del hombre. La maravilla está
en que siendo una verdadera desgracia, de tal ma-
nena lo es, que se convierte en ventura; que siendo
verdaderamente pena, de tal manera es pena, que
tambien es medicina; y que siendo una verdadera
culpa, de tal manera lo es, que es una culpa dichosa.
En este gran designio de Dios resplandece, si cabe,
más que en sus otros designios, aquella virtud so-
berana con que concilia lo que parece inconciliable,
y por medio de la cual resuelve en una síntesis mag-
nifica todas las antinomias y todas las contradic-
ciones.


Por lo relativo á la culpa toda la cuestion está Ctl
este arduo problema: ¿Cómoruedo ser pecador cuan-
do no peco? Cómo peco siendo niño?


Para resolverle conviene observar que nuestro pri-
mer padre fué á un tiempo mismo un individuo y una
especie, un hombre y la especie humana, la varie-
dad y la unidad juntas en uno; y como es ley fun--
damental y primitiva que la variedad que está en la
unidad salga de la unidad en que está para consti-
tuirse por separado, salvo á volver en su última evo-o
lucion á la unidad en donde originariamente reside,




EL LlllEfiALISMO y EL SOCULIS)IO. 250
de aquí fué que la especie que estaba en Adan , sa-
lió de Adan por la generacion para constituirse se-
paradamente. Empero como Adan al propio tiempo
que era individuo era especie, resultó necesariamente
de aquí que Adan estuvo en la especie de la misma
manera que estuvo en el individuo. Cuando el indi-
viduo y la especie fuéron una misma cosa, Adan
fué esa cosa misma; cuando el individuo y la espe-
cie se apartaron para constituir la unidad y la va-
riedad, Adan fué esas dos cosas separadas, de la
misma manera que habia sido ántes esas dos cosas
mismas juntas en uno. Hubo 'pues un Adan individuo
y otro Adan especie: y como el pecado fué antes
de la separación, y como Adan pecó juntamente con
su naturaleza individual y con su naturaleza colec-
tiva, resultó de aquí que así el uno como el otro fué-
ron ambos pecadores. Ahora bien: si el Adan indi-
vidual murió, el Adan colectivo no ha muerto, y no
habiendo muerto conserva su pecado. Como el Adan
colectivo y la naturaleza humana son una cosa mis-
ma, la naturaleza humana es perpetuamente culpa-
ble, porque es perpetuamente pecadora.


Aplicando estos principios al caso' en cuestion, se
ve claro que estando la naturaleza humana en cada
individuo, Adan, que es esa misma naturaleza, vive
perpetuamente en cada hombre, y vive en él con lo
que constituye su vida, es decir, con su pecado. Ahora
se comprenderá más fácilmente de qué manera puede
~~~


I




260 E~SAYO SOIlIlE EL CATOLICISMO,
existir el pecado en el niño que nace. Cuando nazco
soy pecador á pesar de ser niño, porque soy Adan; 10
soy, no porque peco, sino porque pequé actualmente
cuando me llamaba Adán, y era adulto ántes de te-
ner el nombre que tengo y de ser niño. Cuando Adan
salió de las manos de Dios yo estaba en él, y él está
en mí ahora que salgo del vientre de mi madre. No
pudiendo separarme de su persona, no puedo sepa-
rarme de su pecado, y sin embargo no soy Adan de
tal manera que me confunda con él de una manera
absoluta. Hay algo en mí que no es él, algo por lo
que me distingo de él, algo que constituye mi uni-
dad individual y que me distingue aun de aquello ¡Í
que soy más semejante; yeso que me constituye va-
riedad individual relativamente á la unidad comun,
es ]0 que he recibido y tengo del padre que me en-
gendró y de la madre que me tuvo en sus entrañas.
Ellos no me han dado la naturaleza humana que me
viene de Dios por Adan, pero han puesto en ella el
sello de la familia y han estampado en ella su figura;
no me han dado el sér, sino la manera en que soy,
poniendo lo ménos en lo más, es decir, aquello por
lo que me distingo de los otros, en aquello por lo que
me asemejo á los demas: lo particular en lo comun,
lo individual en lo humano; y como quiera que eso
que tiene de humano y que le asemeja á los otros es
lo esencial en el hombre, y que lo que tiene de in-
dividual y de distinto no es más que un accidente,




EL L1BERALlS~lO r EL StlClALlSMO. 261
síguese de aquí que teniendo de Dios por Adan lo que
constituye su esencia, y de Dios por su padre lo que
constituye su forma, no hay hombre ninguno que,
considerado en su .conjunto , no se asemeje más á
Adan que á su propio padre.


Por lo relativo á la pena la cuestion está resuelta
por sí misma desde el momento en que se da por
cosa averiguada que se me trasmite la culpa, como
quiera que la una no puede concebirse sin la otra.
Justo es que sea penado, si es cierto que soy culpa~
ble; y como en estas materias es necesario lo que es
uisto , síguese de aquí que la desgracia que padezco,
sin dejar de ser desgracia, es necesariamente una
pena. La pena y la desgracia, que son cosas diferen-
tes Laja el punto de vista humano, son cosas idénticas
bajo el punto de vista divino. El hombre llama desgra-
cia al mal producido en calidad de efecto inevitable de
una causa segunda, y pena al mal que un sér libre
impone voluntariamente á otro en castigo de una falla
voluntaria; y como quiera que todo lo que sucede ne-
cesariamente, sucede por la voluntad de Dios, al mis-
mo tiempo que todo lo que sucede por su voluntad su-
cede necesariamente, síguese de aquí que Dios es la
ecuacion suprema entre lo necesario y lo voluntario.
que siendo cosas diferentes para el hombre, son en
él una cosa misma. Véase cómo bajo el punto de vista
divino toda desgracia es siempre una pena y toda
prnél 111M dcsgracin.




262 E'iS.\ YO SOBIIE EL CATOLIC1S1ro ,
Por lo qne dijimos ántes se ve cuán grande es el er-


ror de aquellos que, sin maravillarse de las misterio-
sas analogías y de las afinidades secretas que pone
Dios entre los padres y sus hijos, se maravillan de
esas mismas afinidades y de esas analogías misterio-
sas puestas por Dios entre el rebelde Adan y sus mí-
seros descendientes. No hay entendimiento que en-
tienda, ni razon que alcance, ni imaginacion que
imagine lo fuerte del vínculo y lo estrecho de la la-
zada puesta por el mismo Dios entre todos los hom-
bres y ese hombre único, á un tiempo mismo unidad
y coleccion, singular y plural, individuo y especie,
que mucre y que se sobrevive, que es real y simbóli-
co, figura y esencia, cuerpo y sombra, que nos tuvo á
todos en sí y que está en todos nosotros, pavorosa
esfinge que bajo cada nuevo punto de vista ofrece un
nuevo misterio. Y así como el hombre no puede al-


o •• •• •


canzar m con su razon , III con su imagmacion, m
con su entendimiento lo que hay en esa naturaleza
de singularmente complejo y de misteriosamente os-
curo, no puede tampoco alcanzar, aunque ponga en
juego todas las potencias de su alma, la distancia
inmensa que hay entre nuestros pecados y el pecado
de aquel hombre, único como él por su profundísima
malicia ypor su grandeza incomparable. Despues de
Adan nadie ha pecado como Adan y nadie pecará
como él en toda la prolongacion de los tiempos. Par-
ticipando el pecado de la naturaleza del pecador, rué




EL LlIlEIlALlSJIO '\ EL SOCIALISMO. 263
uno y vario á un tiempo mismo, porque fué un solo
pecado en real idad y todos los pecados en potencia j
con él puso Adan mancha en lo que ya no puede po-
nerla ningun hombre, en el puro albor de su ino-
cencia purísima: poniendo unos pecados sobre otros,
los que pecamos ahora no hacemos otra cosa sino
poner manchas sobre manchas j solo á Adan le fué
dado oscurecer el campo de la nieve: COn ser nuestra
naturaleza dañada un grave mal y nuestros pecados
un mal más grande, no carece ese compuesto de cierta
belleza de relacion, que nace de aquella armonía se-
creta que hay entre la fealdad propia del pecado y la
fealdad propia de la naturaleza del hombre. Las cosas
feas pueden armonizarse entre sí como se armonizan
las hermosas ~ y cuando esto sucede, no cabe duda
sino que lo que hay en las cosas de esencialmente feo,
se templa en algun modo por la belleza que reside en
lo que hay en ellas de armónico y concertado. Esta,
sin duda, debe de ser la razon de por qué la fealdad
física parece que disminuye siempre con los años : ~a
vejez no es cosa que sienta mal á la fealdad, como la
fealdad' pierde lo que tiene de repugnante cuando se
armoniza con las arrugas. Nada por el contrario es
más triste de ver y nada más horrible de imaginar,
que la vejez puesta en la cara de un ángel, ó la fealdad


-junla con la primavera de la vida. Las mujeres que
habiendo sido hermosas conservan siendo viejas .ras-
uo de lo que fuéron, me han parecido siempre hor-




264 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
ribles : hay algo en mí que me da voces y me dice:
¿ Quién ha sido el gran culpable que juntó por pri-
mera vez las cosas que hizo Dios para que estuvieran
separadas ? No : Dios no ha hecho la hermosura para
la vejez, ni la vejez para la hermosura. Luzbel es el
único entre los ángeles, y Adan entre los hombres,
que juntaron todo lo que hay de decrépito y de feo,
con todo lo que habia de resplandeciente y hermoso.




CAPITULO 11.


DE CÓMO SACA DIOS EL IlIEN DE LA TRASMISION DE LA CULPA Y DE LA PENA,
Y DE LA ACCION PURIFICANTE DEL DOLOR LIBREMENTE ACEPTADO.


LA. razon, que se subleva contra la pena y la culpa
que se nos trasmiten, acepta sin repugnancia, aunque
con dolor, 10 que nos fué trasmitido, si pierde su
nombre propio para tomar el de desgracia inevitable.
y sin embargo no es cosa ardua demostrar de una
manera evidente que esa desgracia no podia conver-
tirse en ventura sino con la condicion de ser una pe-
na; de donde resultará por consecuencia forzosa, que
en su definitivo resultado es ménos aceptable la 80-
lucion racionalista que la solucion dogmática.


No considerando nuestra actual corrupcion sino
como un efecto físico y necesario de la corrupcion
primitiva, y debiendo durar el efecto tanto como su
causa, es claro que no habiendo modo <ninguno de
hacer que desaparezca la causa, no le hay tampoco
de hacer que desaparezca el efecto. Siendo la corrup-
cion primitiva, causa de nuestracorrupción actual
un hecho consumado, nuestra eorrupcion actual es un




266 E!iSA \'0 SOIlBE EL CATOLlCIS~IO,
hecho definitivo que nos constituye en una desgracia
perpetua.


Considerando, por otra parte, que 110 puede darse
ninguna manera de union entre lo corrompido y lo
incorruptible, síguese de aquí que por la explicacion
racionalista se hace imposible de todo punto la uníon.
del hombre con Dios, no solo en el tiempo presente,
sino tambien en el venidero. En efecto: si la corrup-
cían humana es indeleble y perpetua, y si Dios es
eternamente incorruptible, entre la incorruptibilidad
de Dios y la corrupcion perpetua del hombre hay
una invencible repugnancia. y una contradiccion ab-
soluta. El hombre, pues, por este sistema queda apar-
tado de Dios perpetuamente.


y no se me arguya diciendo que el hombre pudo
ser redimido; porque cabalmente la consecuencia ló-
gica de este sistema es la imposibilidad de la reden-
cion humana. Para la desgracia no so da redcncion ,
sino en cuanto es concebida como una pena que viene
detras de un pecado; suprimido el pecado procede
la supresión de la pena, y con la supresión del pe-
cado y de la pena se hace irremediable la desgracia.


Por este sistema es de todo punto inexplicable el
libre albedrío del hombre : en efecto, si el hombre
nace en el apartamiento necesario de Dios, si vive
en el apartamiento necesario de Dios, y si muere en
el apartamiento necesario de Dios, ¿qué significa y
qué es el libre albedrío del hombre?




EL UJ3EIlALISMO y EL SOCIALIS~IO. 267
Si no hay trasmisión de la culpa y de la pena, luego


al punto viene al suelo el dogma de la redención y
el de la libertad humana, y con ellos todos los otros
juntamente; porque si el hombre no es libre, no tiene
el principado de la tierra; si no tiene el principado
de la tierra, la tierra no se une á Dios por el hombre;
y si no se une á Dios por el hombre, no se une á Dios
de manera ninguna. El hombre mismo, si no tiene li-
bertad, no se aparta de Dios de una manera para
volver á Dios en otra forma: se aparta de él absolu-
tamente. Dios nole alcanza, ni con su bondad, ni
con su justicia, ni con su misericordia. Todas las ar-
monías de la creacion se desvanecen, todos los vín-
culos se rompen. el caos está en todas las cosas, to-
das las cosas en el caos. Por lo qne hace á Dios, deja
de ser el Dios católico el Dios vivo; Dios está en lo
alto, las criaturas en lo bajo. y ni las criaturas se
cuidan de Dios, ni Dios se cuida de las criaturas.


En ninguna otra cosa resplandece tanto la divina
consonancia de los dogmas católicos como en esa tra-
bazon admirable que todos tienen entre sí, la cual
es tan maravillosa y tan íntima, que la razon humana
no puede concebir otra mayor, viéndose puesta en la
tremenda alternativa de aceptarlos todos juntos ó de
llegarlos todos juntamente. Lo cual consiste en que
lID contiene cada uno de ellos una verdad diferente
sino una misma verdad, correspondiendo exactamente
el número de los dogmas al número de sus aspectos.


Ni hemos apurado todavía las consecuencias que




268 ENSAYO souns EL eATOLlCISMO,
se seguirían forzosamente de considerar la lamentable
desgracia del hombre caido , haciendo abstraccion
absoluta de la pena. En efecto: si su desgracia no
es al mismo tiempo que. una desgracia una pena, si
es solo un efecto inevitable de una causa necesaria,
queda sin explicacion ninguna lo poco que conservó
Adan y que conservamos nosotros del estado primi-
tivo ; siendo digno de notarse , en contradiccion con
lo que á primera vista parece, que no es la justicia,
sino, por el contrario, la misericordia la que más res-
plandece en aquella solemne condenacion que siguió
inmediatamente al pecado. En efecto: si Dios se hu-
biera abstenido de intervenir con su condenacion en
esta tremenda catástrofe; si viendo al hombre apar-
tado de sí le hubiera vuelto la espalda y hubiera en-
trado en su tranquilo reposo; ó para decirlo todo de
una vez, si en vez de condenarle le hubiera dejado
entregado á las inevitables consecuencias de su vo-
luntaria desunion y de su voluntario apartamiento,
su caida hubiera sido irremediable y 'su perdicion
infalible. Para que su desastre pudiera tener reme-
dio. era necesario que Dios se acercara al hombre'
de alguna manera. volviéndosele á unir, aunque im-
perfectamente, con misericordiosa lazada. La pena rur;
el nuevo vínculo de union entre el Criador y su cria-
tura, yen ella se juntaron misteriosamente la mise-.
ricordia y la justicia: la misericordia porqnc es vín-
culo, la justicia porque es pena.


Quitando á los padecimientos \ {t lo" dulores 11I




EL LIIlEIlALlSMO y EL SOCIALISMO. 269
que tienen de pena, no se les quita solo lo que tie-
nen de lazada entre el Criador y la criatura, sino que
se les quila tarnbien lo que en su accion sobre el
hombre tienen de expiatorio y de purificante. Si el
dolor no es una pena, es un mal sin mezcla de bien
ninguno; si es una pena el dolor que es un mal bajo
el punto de vista de su orígen que es el pecado, es
un gran bien bajo el punto de vista de la purifica-
cion de los pecadores. La universalidad del pecado
es causa necesitante de la universalidad de la purifi-
cacion, la cual á su vez exige que el dolor sea uni-
versal, para que todo el género humano se purifique
en sus misteriosas aguas. Esto sirve para explicar po~
qué padecen todos los nacidos, hasta que mueren,
desde que nacen. El dolor es el compañero insepa-
rable de la vida en este valle oscuro, lleno de nues-
tros sollozos, ensordecido con nuestros lamentos y
humedecido con nuestras lágrimas. Todo hombre es
un sér doliente, y todo lo que no es dolor le es ex-
traño: si pone los ojos en lo pasado, siente pesar al
verlo desvanecido; si los pone en lo presente, siente
congoja porque lo pasado fué mejor; si los pone en
lo venidero, siente turbacion porque lo venidero
todo es misterios y sombras. Por poco que conside-
re, advierte que lo pasado, lo presente y lo veni-
cíero es todo, y que el todo no es nada : lo pasado
ya pasó, lo presente va pasando, lo venidero no es.
Los menesterosos van cargados de fatigas, los abas-




270 ENSAYO SOllIU: EL CATOLlCIS)1Il ,
tecidos padecen harturas, los potentes soberbias, los
ociosos tedio, envidias los bajos, los altos desdenes.
Los conquistadores que van empujando á las gentes
van empujados por las furias, y no atropellan á los
otros sino porque van huyendo de sí mismos. La lu-
juria consume con sus impúdicos ardores las carnes
del mozo; la ambician toma al mozo, hecho hombre,
de manos de la lujuria, y le abrasa con otras llamas y
le mete en otras hogueras; la avaricia le coge cuando
la lujuria no le quiere y cuando la ambician le aban-
dona; ella le da una vida artificial que llama insom-
nio ; los viejos avaros no viven sino porque no duer-
men : su vida no es otra cosa sino la falta de sueno.


Pasea toda la tierra en ancho y en largo, vuelve
los ojos atras, tiéndelos adelante, devora los espa-
cios y recorre los tiempos, y ninguna otra cosa ha-
llarás en los dominios de los hombres sino esto que
ves aquí: un dolor que no remite, y una lamenta-
cion que nunca acaba. Y ese dolor aceptado volun-
tariamente es Ia medida de toda grandeza, porque
no hay grandeza sin sacrificio, y el sacrificio no es
otra cosa sino el dolor voluntariamente aceptado.
Los que el mundo llama héroes son aquellos que,
siendo traspasados por un cuchillo de dolor, acepla-
ron voluntariamente el dolor con su cuchillo. Los que
la Iglesia llama santos son aquellos que aceptaron
todos los dolores, los del espíritu y los de la carne
juntamente. Santos son los que estrechados por la




EL URERALlSMO y EL SOCIALlS)IO, 271
avaricia dieron de mano á todos los tesoros del
mundo. los que solicitados por la gula fuéron só-
hrios , los que abrasados por la lujuria aceptaron
santamente el combate y fuéron castos, los que en-
trando en batalla con pensamientos sucios fuéron
limpios, los que se levantaron tan altos por la hu-
mildad que vencieron á su soberbia, los que sin-
tiéndose tristes por el bien ajeno, de tal manera se
esforzaron, que convirtieron en santa alegría su tor-
pe tristeza; los que dieron en tierra con la ambicion
que los levantaba á las nubes, los que siendo pere-
zosos se tornaron en diligentes, los que viéndose
abatidos por los pesares dieron á sus pesares libelo
de repudio y se levantaron á la alegría espiritual
por un esfuerzo generoso; los que enamorados de sí
renunciaron á su propio amor por el amor de los
otros, ofreciendo por ellos su vida con heroico des-
prendimiento en perfectísimo holocausto.


El género humano ha sido unánime en reconocer
una virtud santificante en el dolor. Por esta razon se
observa que en todos los tiempos, en todas las zo-
nas y entre todas las gentes el hombre ha rendido
culto y homenaje á los grandes infortunios. Edipo es
más grande en el dia de su infortunio que en los
tiempos de su gloria; el mundo ignoraría su nombre
si el rayo de la cólera divina no le hu hiera derrocado
de su trono. La melancólica belleza que resplandece




272 ENSAYO SOBRE EL CATOLJeIS~lO,
en la fisonomía de Germánico le viene del iufortu-
nio que le alcanzó en la primavera de la vida, y de
aquella bella muerte que murió léjos de la amada
patria y de los aires de Ro!na. Mario, que no es más
que un hombre cruel cuando es levantado por la vic-
toria , es un hombre sublime cuando cae en el cieno
de las lagunas desde su escollo eminente. Mitrídates
nos parece más grande que Pompeyo, y Aníbal más
grande que Scipion. El hombre, sin saber cómo, se
inclina siempre del lado del vencido: el infortunio
le parece más bello que la victoria. Sócrates es mé-
nos grande por la vida que vivió, que por la muerte
que le dieron; la inmortalidad no le viene de haber
sabido vivir, sino de haber muerto heróicamente : él
debe ménos á la filosofía que á la cicuta. El género
humano se hubiera indignado contra Roma si bu-
biera permitido á César morir como los demas hom-
bres mueren: su gloria era tan grande que merecia
ser coronada con un gran infortunio. Morir tranqui-
lamente en su lecho, investido con la potestad sobe-
rana, es cosa permitida apénas á Cromwel. Napoleón
debió morir de otra manera: debió morir vencido
en Waterlóo : proscripto parla Europa, debió ser
puesto en unsepulcro fabricado por Dios para él des-
de el principio de los tiempos; un ancho foso dehia
separarle del mundo, y en ese foso anchísimo debía
caber el Océano.




EL LIIlERALISMO y EL SOCIALISMO. 273
El dolor pone una cierta manera de igualdad en-


tre todos los que padecen l lo cual es ponerla en to-
dos los hombres. porque padecen todos : por el
gozar nos separamos, por el padecer nos unimos con
vínculos fraternales. El dolor nos quila lo que nos
sobra y nos da lo que nos falta, poniendo en el hom-
bre un perfectísimo equilibrio: el soberbio no padece
sin perder algo de su soberbia, ni el ambicioso sin
perder algo de su ambicion, ni el colérico sin per-
der algo de sus iras, ni el lujurioso sin perder algo
de su lujuria. El dolor es soberano para apagar los
incendios de las pasiones'; al propio tiempo que
nos'quita lo que nos daña, nos da lo que nos enno-
blece : el duro no padece nunca sin sentirse más in-
clinado á compasion, ni el altivo sin encontrarse
más humilde, ni el voluptuoso sin hacerse más casto.
El violento se amansa, el flaco se fortalece. Ninguno
sale peor que entró desesa gran fragua de los dolo-
res; los más salen de ella con altísimas virtudes que
nunca conocieron: quién entró impío ysale religioso,
quién avaro y sale limosnero l quién entra sin haber
llorado nunca y sale con don de lágrimas, quién em-
pedernido y sale misericordioso. En el-dolor hay un
no sé qué de fortificante y de viril y de profundo,
que es orígen de toda heroicidad y de toda grande-
za; ninguno ha sentido su misterioso contacto sin
9'ecerse : el niño adquiere con el dolor la virilidad
de los mozos l los mozos la madurez y la gravedad


18





274 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de los hombres, los hombres la fortaleza de los hé-
roes, los héroes la santidad de los santos.


Por .el contrario, el que deja los dolores por los
deleites, luego al punto comienza á descender con
un progreso á un mismo tiempo rápido y continuo.
Desde la cumbre de la santidad se derriba hasla el
abismo del pecado, desde la gloria va á la infamia.
Su heroismo se convierte en flaqueza: con el hábito
de ceder, pierde hasta la memoria del esfuerzo; COn
el de caer. pierde hasta la facultad de levantarse. Con
el deleite pierde su vitalidad, y su energía todas las
potencias del alma, y su' elasticidad y fortaleza todos
los músculos del cuerpo. En el deleite hay un no sé
qué de corruptor y de enervante, que lleva la muerte
callada y escondida. I Ay del que no resiste á su voz


. pérfida á un mismo tiempo y suave como la de las
antiguas. sirenas 1 IAy del que no retrocede y huye
despavorido cuando le convida con sus fragancias y
sus flores" ántes de que, sin ser dueño de sí, caiga
en aquel desmayo vecino de la muerte. que comunica
á los sentidos con el aroma de sus flores y con el va-
por de sus fragancias I


Cuando esto sucede. ó sucumbe miserablemente
ó sale de allí de todo punto trasformado : el niño
que por allí pasa no llega á mozo, al mozo le nacen
canas, y el viejo perece. El hombre deja allí como
en despojos la pujanza de su voluntad. la virilidai
de su entendimiento, y pierde el instinto de las gran-




EL LIIIERALISMO y EL SOCiALISMO. 27!)
des cosas. Cínicamente egoista y extravagantemente
cruel, siente hervir en su sangre pasiones que no
tienen nombre: si le poneis en lugar humilde j irá á
caer de las manos de la justicia en las manos del ver-
dugo; si en lugar eminente, os estremeceréis de
terror al verle soltar las riendas á sus apetitos vo-
races y á sus instintos feroces. Cuando Dios quiere
castigar á los pueblos por sus pecados, los pone suje-
tos con cadenas á los piés de los hombres voluptuo-
sos. Embotados sus sentidos con el opio de los de-
leites, ninguna otra cosa es poderosa para sacarlos
de su estúpido entumecimiento sino el vapor de l~
sangre. Todos eran voluptuosos y afeminados aque-
llos monstruos calenturientos que· los pretorianos
saludaban en la Roma imperial con título de Empe-
radores. La Francia rindió culto á un tiempo mismo
á la prostitucion y á la muerte: á la prostitucion en
sus templos y en sus altares, á la muerte en sus
plazas y en sus cadalsos.


Hay pues algo de maléfico y de corrosivo en el
del-eite, como hay algo en el dolor de purificante y de
divino. No vaya á creerse, empero, que estas cosas,
por ser contrarias entre sí, no van en cierta maneta
juntas; porque así como sucede que el que. acepta
libremente el dolor, siente en sí cierto deleite espi-
ritual que fortifica y levanta, del ~ismo modo el que
se pone en manos de los deleites siente en sí cierto
dolor que en vez de fortalecer enerva y deprime. El




276 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~IO,
dolor es aquella pena universal.á que por el pecado
quedamos todos sujetos; á donde quiera que tienda
su vista ó enderece sus pasos el hombre, se encuen-
tra con el dolor, estatua muda y llorosa que .siem-
pre tiene delante. El dolor tiene de comun con la
Divinidad, que es para nosotros á manera de círculo
que nos contiene. A él vamos igualmente cuando
gravitamos hácia el centro y cuando corremos hácia
la circunferencia; y correr y gravitar hácia él, es cor-
rer y gravitar hácia Dios, hacia el cual corrremos
con todos nuestros pasos y gravitamos contadas
nuestras gravitaciones. La diferencia está en que por
unos dolores vanos al Dios bueno y clemente, por
otros al Dios justo y airado, por otros al Dios del·
perdon y de las misericordias. Por el delite :vamos al
dolor que es pena, y por la resignacion y el sacrifi-
cio al dolor que es medicina. ¿ Pues qué locura es la
de los hijos -de Adan, que no pudiendo huir del dolor
huyen del que es medicina, para caer en el que es
pena?


Por lo dicho se ve cuán maravilloso es Dios' en
todos sus designios, y cuán admirable en aquel arte
divino que consiste en sacar el bien del mal, el ór-
den del desórden, y todas las armonías de todas las
disonancias. De la libertad humana procede la diso-
nancia del pecado, del pecado la degradacion de la
especie, de la degradacion de la especie procede el
dolor, y el dolor es á un tiempo mismo una desgra-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 277
cia en la especie corrompida y una pena en la es-
pecie pecadora: lo que tiene de desgracia, eso mis-
mo tiene de inevitable; lo que tiene de pena, eso
mismo tiene de redimible; estando la gracia en la
redencion, la gracia está en la pena. El acto mas
tremendo de la justicia de Dios viene á ser de este
modo el acto mas grande de su misericordia. Por él
puede el hombre, ayudado de Dios, levantarse sobre
sí mismo, aceptando el dolor con una aceptacion vo-


.


luntaria, y esa aceptacion sublime cambia instan-
táneamente la pena en una medicina de una virtud
incomparable. Toda negacion de esta doctrina deja
eh pié el desórden introducido en la humanidad por
el pecado; como quiera que conduce necesariamente
y á un tiempo mismo á la negacion de algunos de
los atributos esenciales de Dios, y á la negacion ra-
dical de la libertad humana.


Si considerada la cuestion bajo este punto de vista
interesa al órden universal de la creacion, del mis-
mo modo y por las mismas razones que la relativa á
la prevaricacion humana y á la angélica, considerada
bajo un punto de vista más restricto, interesa de una
manera directa y fundamental al órden especial pues-
to por Dios en los. varios elementos que componen la
naturaleza humana. La aceptacion voluntaria del do-
lor no produce aquellos grandes prodigios de que
hablamos, sino porque tiene ia prodigiosa virtud de
cambiar toda la economía de nuestro sér radicalmen-




278 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
te. Por ella queda domada la rebelion de la carne,
la cual vuelve á someterse á la voluntad; por ella
queda vencida la voluntad, la cual vuelve á -some-
terse al yugo del entendimiento; por ella se suprime
la rebeldía del entendimiento, el cual se sujeta al
imperio de los deberes; por el cumplimiento del de-
ber vuelve el hombre al culto y á la obediencia de
Dios, de que se apartó por el pecado. Todos estos
prodigios obra el que, revolviéndose heróicamente
contra sí mismo con un ímpetu generoso, hace fuerza
á su carne para que se sujete á su voluntad, y á su
voluntad para que se sujete á su entendimiento, y á
su entendimiento para que entienda en Dios y por
Dios, unido á Dios por el vínculo de los deberes.


No es esta ocasion de exponer con cuáles condi-
ciones y cuáles ayudas p,uede la voluntad humana
levantarse á esfuerzo tan sobrenatural y tan alto. Lo
que nos importa ahora es consignar aquí el hecho
evidente, que sin ese levantamiento por parte de la
voluntad, manifestado en la aceptación voluntaria
del dolor, no puede ser restaurada aquella soberana
armonía y aquel concierto prodigioso que puso Dios
en el hombre y en todas sus potencias.




CAPITULO III.


DOGMA DE LA SOLIDARIDAD., - CONTRADICCIONES DE LA ESCDEL~ LIIlERAL•



CADA uno de los dogmas católicos es una maravilla


fecunda en maravillas. El entendimiento humano pasa
de unos á otros como de una proposicion evidente á
otra proposicion evidente, como de un principio á
su legítima consecuencia, unidos entre sípor la lazada
de una ilaoion.rigorosa. Y cada nuevo dogma nos
'descubre un nuevo mundo, y en cada nuevo mundo
se tiende la vista por nuevos y más anchos horizon-
tes, y á la vista de esos anchísimos horizo¿tes el
espíritu queda absorto con el resplandor de tantas y
tan grandes magnificencias.


Los dogmas católicos explican por su universali-
dad todos los hechos universales, y estos mismos
hechos, á su vez, explican los dogmas católicos: de
esta manera lo que es vario se explica por lo que es
uno, y lo que es uno por lo que es vario, el conte-
nido por el continente y el continente por el conte-




280 ENSAYO SOllRE EL CATOLIClS~lO,
nido. El dogma de la sabiduría y de la providencia
de Dios explica el orden y el maravilloso concierto
de las cosas creadas, y por ese mismo orden y con-
cierto vamos á parar á la explicacion del dogma ca-
tólico. El dogma de la libertad humana sirve para
explicar la prevaricacion primitiva, yesa misma pre~
varicacion, atestiguada por todas las tradiciones, sir-
ve de demostracion de aquel dogma. La prevaricacion
adánica , á un mismo tiempo dogma divino y hecho
tradicional, explica cumplidamente los grandes desór-
denes que alteran la belleza y 1!1 armonía de las co-
sas; yesos mismos desórdenes, en sus manifestaciones
evidentes, son una demostracion perpetua de la pre-
varicacion adánica. El dogma enseña que el mal es
una negacion y el bien una afirmacion , y la razón
nos dice que no hay mal que no se resuelva en la ne-
gacion de una afirmacion divina. El dogma proclama
que el mal es modal y el bien sustancial, y los he-
chos d.emuestran que no hay mal que no,se resuelva
en cierta manera viciosa y desordenada de ser, y que
no hay sustancia que no sea relativamente perfecta.
El dogma afirma que Dios saca el bien universal del


'mal universal, y un orden perfectísimo del desórden
absoluto, y ya hemos visto de qué manera todas las
cosas van á Dios, aunque vayan á él por caminos di-
ferentes, vinie~do á constituir por su union con Dios
el orden universal y supremo.


Pasando del órden universal al orden humano, la




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 281
conexión yarmonía, por una parte, de los dogmas en-
tre sí, y por otra de los dogmas con los hechos, no
es ménos evidente. El dogma que enseña la corrup-
cion simultánea en Adan del individuo y de la espe-
cie, nos explica la trasmision por via de generacion
de la culpa y de los efectos del pecado; y la natu-
raleza antitética, contradictoria y desordenada del
hombre que todosvemos nos lleva, comopor la mano,
de induccion en induccion, primero al dogma de una
corrupoiou general de toda la especie humana, des-
pues al dogma de una corrupcion trasmitida por la
sangre, y por último al dogma de la prevaricacion
primitiva; el cual enlazándose con el de la libertad
dada al hombre y con el de la Providencia que le dió
aquella libertad, viene á ser como el punto de con-
juncion de los dogmas que sirven para explicar el 6r-
den y el concierto especial en que fuéron puestas las
cosas humanas,. con aquellos otros más universales
y más altos que sirven para explicar el peso, nú-
mero y medida en que fuéron criadas por el Criador
todas las criaturas.


Siguiendo ahora en la exposicion de los' dogmas
relativos al órden humano, verémos salir de ellos,
como de copiosísima fuente, aquellas leyes generales
de la humanidad.que nos dejan atónitos por su sa-
biduría y como-pasmados por su grandeza.


Del dogma de la concentracion de la naturaleza
humana en Adan, unido al dogma de la trasmision




282 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de esa misma naturaleza á todos los hombres, pro-
cede, comouna consecuencia de su principio, eldogma
de la unidad sustancial del género humano. siendo el
género humano uno, debe ser al mismo tiempo va-
rio, segun aquella ley, la mas universal de todas las
leyes. á un mismo tiempo física y moral, humana y'
divina, en virtud de la cual todo lo que es uno se
descompone en lo que es vario, y todo lo que es va-
rio se resuelve en lo que es uno. El género humano
es uno por la sustancia que le constituye, y es vario
por las personas que le componen : de donde se si-
gue que es uno y vario al mismo tiempo. De la mis-
ma manera cada uno de los individuos que componen
la humanidad, estando separado de los demas por lo
que le constituye individuo, y junto con ellos por lo
que le constituye individuo de la especie, es decir,
por la sustancia, viene á ser, como el género huma-
no, uno y vario á un mismo tiempo. El dogma del
pecado actual es correlativo al dogma de la variedad
en la especie, el del pecado original y el de la im-
putacion es correlativo al que enseña la unidad sus-
tancial del género humano, y como consecuencia de
uno y de otro viene el dogma, segun el cual el
hombre está sujeto á una responsabilidad que le es
propia y á otra responsabilidad que le es comun con
los demas hombres ..


Esa responsabilidad en comun, á 'que llaman soli-
daridad, es una de las más bellas y augustas revela-




EL LIIlERALlS~1O y EL SOCIALISMO. ~83
cienes del dogma católico. Por la solidaridad el hom-
bre, levantado á mayor dignidad y á más altas esferas,
deja de ser un átomo en el espacio y un minuto en
el tiempo, y anteviviéndose y sobreviviéndose á sí
mismo se prolonga hasta donde los tiempos se pro-
longan, y se dilata hasta donde se dilatan los espa-
cios. Por ella se afirma y hasta cierto punto se crea
la humanidad, con cuya palabra, que carecia de sen-
tido en las sociedades antiguas, se significa la unidad
sustancial de la naturaleza humana, y el estrecho pa-
rentesco que tienen entre sí unos con otros todos los
hombres.


Desde luego se echa de ver que lo que por este
dogma gana la naturaleza humana en lo grandioso,
eso gana el hombre en lo nobilísimo; al reves de lo
que sucede con la teoría comunista de la solidaridad
de que hablarémos más adelante : segun esa teoría
la humanidad no' es solidaria, en el sentido de que
en el vasto conjunto de todos los hombres solida-
rios entre sí porque por la naturaleza son unos, sino
en el sentido de que es una unidad orgánica y vi-
vi~nte que absorbe á todos los hombres, -los cuales
en vez de constituirla la sirven. Por el dogma cató-
lico la misma dignidad á que es levantada la espe-
cíe, alcanza á los individuos. El Catolicismo no le-
vanta por un lado su altísimo nivel para abatirlepor
otro, ni ha descubierto los títulos nobiliarios de la
humanidad para humillar al hombre, sino que la una




284 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Yel otro se levantan juntamente á las divinas grande-
zas y á las divinas alturas. Cuando poniendo .mis
ojos en lo que soy me considero en comunicacion
con el primero y con el último de los hombres, y
cuando poniéndolos en lo que obro veo á mi accion
sobrevivirme y ser causa en su perpetua prolonga-
cion de otras y de otras acciones que á su vez se so-
breviven y se multiplican hasta el fin de los tiempos ,
cuando pienso que todas esas acciones juntas que en
mi accion tienen su orígen , toman un cuerpo y una
voz, y que alzando esa voz que toman me aclaman
no solo por lo que hice sino por lo que hicieron otros
á causa de mí, digno de galardon ó digno de muer-
te; cuando todas-estas cosas considero, yo de mí sé
decir que me derribo en espíritu ante el acatamiento
de Dios, sin acabar de comprender y de medir toda
la inmensidad de mi grandeza.


¿Quién, sino Dios, pudo levantar tan concertada-
mente y por igual el nivel de todas las cosas ~ Cuando
el hombre quiere levantar algo, no lo hace nunca sin
deprimir aquello que no levanta: en las esferas reli-
giosas no sabe levantarse á sí propio sin deprimir á
Dios, ni levantar á Dios sin deprimirse á sí propio;
en las esferas políticas no acierta á rendir culto á la
libertad, sin negar á la autoridad su culto y su ho-
menaje; en las esferas sociales no sabe otra cosa
sino sacrificar la sociedad al individuo 6 los indi-
viduos á la sociedad, como acabamos de ver, fluc-




EL LIllEltALISMO y EL SOCIALIS1\IO. 285
tuando perpetuamente entre el despotismo comunista
ó la anarquía proudhoniana. Si alguna vez ha inten-
tado mantenerlo todo en su propio nivel, poniendo
en las cosas cierta manera de paz y de justicia, luego
al punto la balanza en que las pesa ha rodado por
tierra hecha fragmentos, como si hubiera una irre-
mediahle falta de 'proporcion entre la pesadumbre de
esa balanza y la flaqueza del hombre. No parece
sino que Dios, al consagrarle rey en los dominios de
las ciencias , sustrajo á su potestad y á su jurisdic-
cion una sola': la ciencia del equilibrio..


Esto serviria para explicar la impotencia absoluta
á que todos los partidos equilibristas aparecen con-
denados en la historia; y. por qué el gran problema
de la conciliacion de los derechos del Estado con los
individuales, Y, del orden con la libertad, es toda-
vía un problema viniendo como viene planteado
desde que tuvieron principio las primeras asociacio-
nes. El hombre no puede mantener en equilibrio las
cosas sino manteniéndolas en su sér, ni mantenerlas
en su sér sino absteniéndose de poner en ellas su
mano. Puestas todas y bien asentadas por Dios en
sus flrmísimosasientos 1 toda mudanza en su manera
de estar asentadas y puestas es necesariamente un
desquilibrio, Los únicos pueblos 4lue han sido á un
tiempo mismo respetuosos Y libres, los únicos go-
biernos que han sido á un tiempo mismo mesurados
y fuertes, son aquellos en. que' no se ve la mano del




286 ENSAYO SOIlHE EL CATOLICISMO,
hombre, y en que las instituciones se vienen for-
mando con aquella lenta y progresiva vegetacion con
que crece todo lo que es estable en los dominios del
tiempo y de la historia.


Esa gran potestad que por excepoion ha sido ne-
gada al hombre, no sin altísimo consejo, reside en
Diosde una manera especial y privativa. Por eso todo
lo que sale de su mano sale de ella en un equilibrio
perfecto, y todo lo que se está en donde lo puso Dios.
se mantiene perfectamente equilibrado. Sin acudir
á ejemplos extraños á la cuestion, has bastará la
cuestion misma que venimos planteando y resol-
viendo, para dejar esta verdad puesta fuera de toda
duda.


La ley de la solidaridad es tan universal, que se
manifiesta en todas las asociaciones humanas; y esto
hasta tal punto, que el hombre cuantas veces se aso-
cia, tantas cae bajo la jurisdiccion de esa ley inexo-
rable. Por sus ascendientes está en union solidaria
con el tiempo pasado. por el tracto sucesivo de sus
propias acciones y por su descendencia entra en
comunion con los tiempos futuros; como individuo de
una sociedad doméstica cae bajo la ley de la soli-
daridad de la familia; como sacerdote ó magistrado
está en comunion ~e derechos y de deberes, de mé-
ritos y de prevaricaciones, con la magistratura ó con
el sacerdocio; como miembro de la asociacion polí-
tica, cae bajo la ley de la solidaridad nacional; y por




EL L1IlERALlSMÓ y EL SOCIALISMO. 287
último, en calidad de hombre, le alcanza la ley de
la solidaridad humana. Y sin embargo siendo res-
ponsable por tantos conceptos, conserva íntegra, in-
tacta su responsabilidad personal, que ninguna otra
disminuye, que ninguna otra restringe. que ninguna
otra absorbe. El puede ser santo sieñdo individuo
de una familia pecadora, incorrupto é incurruptible
siendo miembro de una sociedad corrompida, pre-
varicador siendo miembro de una magistratura in-
tachable , y réprobo siendo miembro de un sacerdo-
cio santísimo. Y al reves , esa potestad suprema que
le ha sido conferida de sustraerse á la solidaridad
por un esfuerzo de su vol~ntad soberana, en nada
altera el principio de que, por punto general y dejada
la libertad á salvo, el hombre es lo que sOQ la fami-
lia .en que nace y la sociedad en que vive y en que
respira,


Esta ha sido en toda la prolongacion de los tiem-
pos históricos la creencia universal de todas las gen-
tes, las cuales, aun despues de perdida la huella de
las divinas tradiciones, tuvieron noticia de esta ley
de la solidaridad; si bien no.levantaron el espíritu á la
contemplacion de toda su grandeza, conocieron aque-
lla ley por instinto, pero ignoraron de todo punto en
dónde tenia sus hondas raices y sus anchísimos fun-
damentos. Na siendo conocido el dogma de la unidad
del género humano sino solo del pueblo de Dios, los
otros no podian tener idea de la humanidad una y




288 E:'iSAYO SORDE EL CATOLlCIS~IO,
solidaria; empero si no podían hacer aplicación de
esta ley al género humano que no conocian , la re-
conocieron y aun la exageraron en todas las asocia-
ciones políticas y domésticas.


La idea de la trasmision misteriosa, por la sangre,
no solo de lascualidades físicas, sino tambien de aque-
llas otras que están en el alma exclusivamente, basta
por sí sola para explicar casi todas las instituciones
de los antiguos, así las domésticas como las políticas
y sociales. Esa idea es la idea misma ,de la ~lidari­
dad, como quiera que todo lo que se trasmite á mu-
chos en comun, constituye la unidad de aquellos á
quienes se trasmite; y que afirmar de muchos que
están en comunion entre sí, es lo mismo que afirmar
de ellos que son solidarios. Cuando la idea de la tras-
mision hereditaria de las cualidades físicas y morales
prevalece .en un pueblo, sus instituciones son for-
zosamente aristocráticas; por esta razon todos los
pueblos antiguos, en l~ cuales lo que tiene de ex-
clusivo esa idea cuando se aplica á ciertos grupos
sociales, no estaba templado por 10 que tiene de ge-
neral y de democrático, si puede decirse así, cuando
se aplica á todos los hombres, se constituyeron aris-
tocráticamente : las razas más gloriosas sojuzgaban
y reducían á servidumbre á las razas inferiores; en-
tre las familias que componian los grupos constitu-
tivos de una raza, tomaba el poder aquella que con-
taba los más gloriosos ascendientes. Los héroes, ántes




EL LIliEI:M.lS}lO y EL SOCIAJ.IS)!G. 289
de venir á las manos, levantaban hasta las nubes la
gloria de su esclarecido linaje. Las ciudades funda-
ban su derecho á la dominacion en sus árboles ge-
nealógicos. Aristóteles creía, con toda la antigüedad,
que unos hombres nacian con el derecho de mandar
y con las cualidades propias para el mando, y qHe
recibian aquel derecho ji estas cualidades juntamente
por trasmision hereditaria: 'correlativa á esta comun
creencia era la creencia comun de que habia entre
las gentes razas malditas y desheredadas, incapaces
de trasmitir por lá generacion ninguna cualidad y
ningun derecho, y condenadas por tanto á legítima
y perpetua servidumbre. La democracia de Aténas
no era otra cosa sino una aristocracia insolente y tu-
multuosa, servida por esclavizadas muchedumbres.
La ltíada de Homero, monumento enciclopédico de
la sabiduría pagana, es el libro de las genealogías
de los dioses y de los héroes : considerada bajo este
punto de vista no es otra cosa sino el más esplén-
dido de todos los nobiliarios.


Esta idea de la solidaridad no tuvo entre los anti-
guos de desastroso sino lo que tuvo de incompleta:
las varias solidaridades sociales, políticas y domés-
ticas, no estando subordinadas gerárquicamente entre
sí por la solidaridad humana que á todas las ordena
y las limita porque las abarca á todas, no podian
producir otra cosa sino guerras, turbaciones. inccn-
dios-y desastres. Bajo el i~lperio de la solidaridad


ln




290 ENSA \'0 SOBRE EL CAT()UCjS~IO,
pagana el género humano se constituyó en estado
de guerra universal y permanente; por eso la anti-
güedad no ofrece á la vista otro espectáculo sino el
de gentes destruidas por gentes. y reinos por reinos,
y razas por razas, y familias por familias, y ciudades
por ciudades. Los dioses combaten con los dioses, los
hombres con los hombres, y no pocas veces se lan-
zan unos contra otros en son de guerra, y vienen á
las manos con estrépito los hombres y los dioses in-
mortales. Dentro de los muros de una misma ciudad
no hay asociacion ninguna solidaria que no aspire á
ejercer, primero sobre sus individuos y despuos so-o
bre las otras, una accion dominadora y absorvente.
En la asociacion doméstica la personalidad del hijo
es absorbida por la personalidad del padre, y la de
la mujer por el hombre : el hijo se convierte en co-
SI!, la mujer, sujeta á perpetua tutela, cae en perpe-
tua infamia, y el padre, señor del hijo y de la mu-
jer, cambia su potestad en tiranía. Sobre la tiranía
del padre está la tiranía del Estado, que absorbe en
una comun absorcion á la mujer, al hijo y al padre,
aniquilando de hecho la sociedad doméstica. Hasta
el patriotismo no es entre los antiguos otra cosa sino
la declaracion de guerra hecha por una casta cons-
tituida en nacion á todo el género humano.


Viniendo ahora de las edades pasadas á las pre-
sentes , verémos por una parte la perpetuidad de la
idea contenida en el dogma, y por otra la perpetui-




EL UIlEIlALlSMO y EL SOC1ALlS~IO. 291
dad de sus estragos siempre que se desvía en todo ó
en parte del dogma católico.


La escuela liberal y racionalista niega y concede
la solidaridad á un mismo tiempo, siendo siempre
absurda, así cuando la concede como cuando la nie-
ga. En primer lugar niega la solidaridad humana en
el orden religioso y en el político: la niega emel ár-
den religioso, negando la doctrina de la trasmision
hereditaria de la pena y de la culpa, fundamento ex-
clusivo de este dogma; la niega en el órden político,
proclamando máximas que contradicen la solidaridad
de los pueblos. Entre ellas merecen una mencion es-
pecial la que consiste en proclamar el principio de
no intervención, y aquella otra, que la es correlativa,
segun Ta cual cada uno debe mirar por sí y ninguno
debe salir de su casa para cuidar de la ajena. -Estas
máximas idénticas entre sí no son otra cosa-sino el
egoismo pagano sin la virilidad de sus odios. Un pue~
blo adoctrinado por las doctrinas enervantes de esta
escuela, llamará á los otros extraños, porque no tiene
fuerza para llamarlos enemigos.


La escuela liberal y racionalista niega la solidari-
dad familiar, por cuanto proclama el principio de la
aptitud legal de todos los hombres para obtener todos
los destinos públicos y todas las dignidades del Es-
tádo , lo cual es negar la accion de los ascendientes
sobre sus descendientes, y la comunicacion de las
calidades de Jos primeros á Jos segundos por trasini-:


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292 ENSAYO sonns EL CATOLlC1S)IO,
sion hereditaria. Pero al mismo tiempo que niega esa
trasmision , la reconoee de dos maneras diferentes:
la primera proclamando la perpetua identidad de
las naciones, y la segunda proclamando el princi-
pio hereditario en la monarquía. El principio de la
identidad' nacional, ó no significa nada Ó significa
que hay comunidad de méritos y de deméritos, de
glorias y de desastres, de talentos y de aptitudes en-
trelas generaciones pasadas y las presentes, entre
las presentes y las futuras; y esta misma comunidad
es do todo punto inexplicable, si no se la considera
como el resultado do nuestra trasmision hereditaria.
Por otra parte la monarquía hereditaria, considerada
como institucion-fundamental del Estado, es una ins-
titucion contradictoria y absurda allí en do~de se
nieg~ el principio de la virtud de trasmision de la
sangre;" que es el principio constitutivo de todas las
aristocracias históricas. Por último, la escuela liberal
y racionalista, en su materialismo repugnante, da á
la riqueza que se comunica la virtud qne niega á la
sangre que se trasmite. El mando de los ricos la pa-
rece más legítimo que el mando de los nobles.


Vienen en pos de esta escuela efímera y contra-
dictoria las escuelas socialistas, las cuales, conce:""
dié~dole todos sus principios, la niegan todas sus
consecuencias. Las escuelas socialistas toman de la
racionalista' y liberal la negacion de la solidaridad
humana en el orden político y en el orden religioso:




EL LlIlEI\ALlSMO r EL SOCIALlS~IO. 293
negándola en el orden religioso, niegan la trasmision
de la culpa y de la pena, y ademas la pena y la cul-
pa; negándola en el orden político, toman dela es-
cuela. socialista y liberal el principio de la igual ap-
titud de todos los hombres para obtener los destinos
y las dignidades del Estado;' pasando' empero más
adelante. demuestran á la escuela liberal que ese
principio lleva consigo en buena lógica la supresión
de la monarquía hereditaria, y que esta supresionlleva
tras sí la supresion de la monarquía, que no siendo
hereditaria es una institucion inútil y embarazosa. En
seguida demuestran, sin grande esfuerzo de razon,
que, supuesta la igualdad nativa del hombre, esa
igualdad lleva consigo la supresion de lodas las dis-
tinciones aristocráticas, y por consiguiente la supre <
sion del censo electoral, en el cual no se puede re-
conocer esa virtud misteriosa de conferir los atribú-
tos soberanos. habiéndosela negado á -la sangre, sin-
una contradiccion evidente. Los pueblos, segun los
socialistas, no han salido de la servidumbre de los
Faraones para.caer en la de los asirios y babilonios.
ni están tan desnudos de derecho y de fuerza, que
vayan á dar consigo en las manos de los ricos rapa-
ces, despues de haber salido de las manos de los no-
bles insolentes. Ni les parece ménos absurdo negar
la solidaridad de la familia para venir á reconocer
en seguida que una nacion es solidaria. Aceptado
por ellos el primero de estos principios. niegan ab-




294 ENSAYO SOBRl' EL CATOLICJS~IO,
solutamente el segundo como contradictorio del pri-
mero; y así como proclaman la perfecta igualdad de
todos los hombres, proclaman también la igualdad
perfecta de todos los pueblos.


De aquí se deducen las siguientes consecuencias:
Siendo los hombres perfectamente iguales entre sí, es
una cosa' absurda repartirlos en grupos, como quiera
que esa manera de repartición no tiene otro funda-
mento sino la solidaridad de esos mismos grupos,
solidaridad que viene negada por las escuelas libe-
rales como origen perpetuo de la desigualdad entre
los hombres. Siendo esto así, lo que en buena lógica
procede es la disolucion de la familia: de tal manera
procede esta disolucion del conjunto de los principios
y de las teorías liberales, que sin ella aquellos prin-
cipios no pueden realizarse en las asociaciones polí-
ticas. En vano proclamaréis la idea de la igualdad;
esa idea no tomará cuerpo miéntras la familia esté
en pié. La familia ·es un árbol de este nombre, que
en su fecundidad prodigiosa- produce perpetuamente
la idea nobiliaria.


Pero la supresion de la familia lleva consigo la su~
presion de la propiedad como consecuencia forzosa.
El hombre, considerado en sí, no puede ser propie-
tario de la tierra, y no puede serlo por una razon
muy sencilla : la propiedad 4e una cosa no se con-
cibe sin que haya cierta manera de proporción entre
el propietario y su cosa, y entre la tierra y el hombre




EL LlBEHALlSMü y EL SOCIALISMO. 295
no hay proporcion de ninguna especie. Para demos-
trarlo cumplidamente bastará observar que el hom-
bre es un sér transitorio, y la tierra una cosa que
nunca muere y nunca pasa. Siendo esto así, es una
cosa contraria á la razon que la tierra caiga en la
propiedad de los hombres, considerados individual-
mente. La institucion de la propiedad es absurda sin
la instiíucion de la familia : en ella ó en otra que se
la asemeje, como los institutos religiosos, está la ra-
zon de su existencia. La tierra, cosa que nunca mue-
re , no puede caer sino en la propiedad de una aso-
ciacion religiosa ó familiar que nunca pasa; luego
suprimida implícitamente la asociacion doméstica, y
explícitamente la asociacion religiosa, ti lo ménos la
monástica, por la escuela liberal, procede la supre-
sion de la propiedad de la tierra, como consecuencia
lógica de sus principios. Esta supresión de tal manera
va embebida en los principios de la escuela liberal,
que ha comenzado siempre el período de su domina..
cion por apoderarse de los bienes de la Iglesia, por la
supresión de los institutos religiosos y por la de los
mayorazgos, sin advertir que apoderándose de los
unos y suprimiendo los otros, bajo el punto de vista
de sus principios, hacia poco; bajo el punto de vista
de sus intereses, en calidad de propietaria, hacia de-
masiado. La escuela liberal, que de todo tiene méuos
de docta, no ha comprendido jamas que siendo 11['-
cesario para que la tierra sea susceptible de apro-


~,!\ UN!'~,'<, !' ,. "




296 nSA'"O souns EL CATOLICISMO,
piacion, que caiga en manos de quien pueda conser-
var su propiedad perpetuamente, la supresion de los
mayorazgos y la expropiaciou de la Iglesia con la
cláusula de que no pueda adquirir es lo mismo que
condenar la propiedad con una condenacion irrevo-
cable. Esa escuela no ha comprendido jamas que la
tierra, hablando en rigor lógico, no puede ser objéto
U\) apl'bp'1'd.6í)1l \WI)'1~\\\\l'ct\ ":,\\\\) ":,\)''t"\~\, 'j ~'U~~\) ~'U~­
de serlo, por lo mismo, sino bajo la forma monás-
tica ó bajo la forma familiar del mayorazgo, las cua-
les, bajo el punto de vista de la perpetuidad, vienen
á ser una misma forma, como quiera que una y otra
subsisten perpetuamente. La desamortizacion ecle-
siástica y civil, proclamada por el liberalismo en tu-
multo, traerá consigo en un tiempo más o ménos
próximo, pero no muy lejano si atendemos al paso
que llevan las cosas, la expropiacion universal. En-
tónces sabrá lo que ahora ignora : que la propiedad
no tiene razon do existir sino estando en manos
muertas, como quiera que la tierra, perpetua de suyo,
no puede ser materia de apropiacion para los vivos
que pasan, sino para esos muertos que siempre viven.


Cuando los socialistas, despues de haber negado la
familia como consecuencia implícita de los principios
de la escuela liberal, y la facultad de adquirir en la
Iglesia, principio reconocido así por los liberales co-
rno por los socialistas, niegan la propiedad como con-
secuencia última de todos estos principios, no hacen




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 297
otra cosa sino poner término dichoso á la obra co-
menzada cándidamente por los doctores liberales. Por
últi.mo, cuando despues de haber suprimido la pro-
piedad individual el comunismo proclama al Estado
propietario universal y absoluto de todas las tierras,
aunque es evidentemente absurdo por otros concep-
tos, no lo es si se le considera bajo nuestro actual
punto de vista. Para convencerse de ello basta con-
siderar que, una vez consumada la disolucion de la
familia en nombre de los principios de la escuela li-
beral , la cuestión de la propiedad viene agitándose
entre los individuos y el ~tado únicamente. Ahora
bien: planteada la cuestion en estos términos, es una
cosa puesta fuera de toda duda que los títulos del Es-
tado son superiores á los de los individuos, como
quiera que el primero es por su naturaleza perpetuo,
y que los' segundos no pueden perpetuarse fuera de
la familia.


De la perfecta igualdad de todos los pueblos, dedu-
cida lógicamente de los principios de la escuela libe-
ral, sacan los socialistas ó saco yo en nombre suyo
las siguentes consecuencias: Así como de laperfecta
igualdad de todas las familias que componen .el Es-
tado saca la escuela liberal por consecuencia Íógica
la no existencia de la solidaridad en la sociedad do-
méstica, del mismo modo y por la misma razon de
la perfecta igualdad de todos los pueblos en el seno
de la humanidad resulta la negacían de la solidari-




298 El'iSAYO SOnnE EL CATOL1ClS)IO,
dad polüica. No siendo solidaria la nacion , es fuerza
negarla todo aquello que se niega lógicamente de la
familia, en la suposicion de que no es solidaria. De
la familia no solidaria se niega, lo primero, aquel
vínculo secretísimo y misterioso que la enlaza en el
tiempo con los tiempos pasados y con los tiempos fu,....
turos; y como consecuencia de esta negación se nie-
ga de ella, lo segundo, que tenga su derecho im-
prescriptible á participar de las glorias de sus a~cen­
dientes, y la virtud de comunicar á sus descendientes
algun reflejo de su gloria. Arguyendo por identidad
de razon es fuerza negar de una nacion no solida-
ria lo que no siendo solidaria se niega de la familia;
de donde se sigue que es fuerza negar de ella, por
una parte, que tenga nada que ver con el tiempo pa-
sado y con el venidero; y por otra, que tenga el de-
recho de reivi~dicar una parte de las glorias pasadas
y el de atribuirse una parte de las glorias futuras. Lo
que se niega de la familia da por resultado lógico la
destruccion en el hombre de aquel apego al hogar
que constituye la dicha de la asociacion doméstica;
por identidad de razon, lo que se niega de la nacion
da por resultado forzoso la destruccion radical de
aquel amor á su patria, que levantando al hombre
sobre sí mismo le impulsa á acometer con intrépido
arrojo las empresas mas heróicas.


POI' donde se ve que de estas negaciones se sacan
rara la sociedad doméstica y para la política estas




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALIS~IO. 299
consecuencias: la solucion de continuidad en el tiem-
po, la solucion de continuidad de la gloria, la su-
presion del amor de la familia y del patriotismo
que esel amor de la patria, y por último la disolucion
de la sociedad doméstica y de la sociedad política,
las cuales ni pueden existir ni pueden concebirse sin
ese enlace de los tiempos, sin la comunion de la glo-
ria, y sin estar asentadas en aquellos grandes amores.


Las escuelas socialistas, que si bien son más lógi-
cas que la escuela liberal, no lo son tanto como á
primera vista parece, no van de consecuencia en
consecuencia hasta nuestra última conclpsion , que
es, sin embargo, supuestas sus premisas, no solo pro-
cedente sino de todo punto necesaria. La prueba de
que lq es está en que los socialistas, apremiados
por la lógica, lo que no quieren ser en la teórica
eso mismo son en la práctica. En la teórica son toda-
vía franceses, italianos, alemanes; en la práctica
son ciudadanos del mundo y, como el mundo, su
patria no tiene fronteras. ¡Insensatos! Ellos ignoran
que donde no hay fronteras no hay patria, y que
donde no hay patria no hay hombres, aunque haya
por ventura socialistas.


Entre los partidos que contienden por la domi-
nacion, al más lógico le corresponde de derecho la
victoria : este, que es un principio verdadero, es el
un mismo tiempo un hecho universal y constante. Hu-
manamente hablando, el Catolicismo debe sus triull-




300 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
fos á su lógica; si Dios no le llevara por la mano,
su lógica le bastaría para caminar triunfante hasla
los últimos remate de la tierra. Esto aparecerá más
claro en el capítulo siguiente.




CAPITULO IV.


CONTINUACION DEL 1IIS1I0 ASUNTO; CONTRADICCIONES SOCIALISTAS.


SI hay una verdad demostrada en nuestro último
capítulo, esa verdad consiste en afirmar que la escuela
liberal no ha hecho olra cosa sino asentar las premisas
que van á parar á las consecuencias socialistas, y que
las escuelas socialistas no han hecho otra cosa sino
sacar las consecuencias que están contenidas en las •
premisas liberales. Esas dos escuelas no se distinguen
entre sí por las ideas, sino por el arrojo : viniendo
planteada de esa manera entre ellas la cuestion , es
claro que la victoria toca dé derecho á la más arro-
jada, y la más arrojada es, sin ningun género de du-
da, la que, no parándose en la mitad del camino.
acepta con los principios sus consecuencias. Siendo
esto así, dicho se está, y de nuestro ú!lterior capítu-
lo aparece suficientemente demostrado, que el socia-
lismo lleva lo mejor de la batalla, y que en definitiva
suyas son las palmas de este combate.


De la fuerza de lógica, de que ha hecho muestra y
parada en sus contiendas con la escuela liberal, se




ENSAYO SOllJlE EL CATOLlCJS~IO,


. ha seguido para la escuela socialista cierto 'renombre
de lógica y consecuente, que si bien está hasta cierto
punto justificado , e~tá léjos de estarlo suficientemen-
te. En ser más lógica que la más ilógica y contradic-
toria de todas las escuelas, la socialista no hace mu-
cho y aun apénas hace algo; para ser merecedora
de su renombre, está obligada á más': por una parlo
está obligada á demostrar quo no solo es lógica y
consecuente de una manera relativa, sino de una ma-
nera absoluta, y despues que es lógica y consecuente
de una manera absoluta en la.verdad ; porque si solo
lo fuera en el error, la lógica y la consecuencia en
el error no es más que una manera especial de ser
ilógica é inconsecuente. No hay consecuencia ni ló~
gica verdadera sino en la verdad absoluta.


Ahora bien: 01 socialismo falta á estas dos condi-
ciones : por una parle es contradictorio, porque no
es uno, como se demuestra por la variedad de sus
escuelas, símbolo de la variedad de sus doctrinas;
por otra parte no es consecuente, negándose á acep-
tar, á semejanza de la escuela liberal, aunque no en
el mismo grado, todas las consecuencias de sus pro-
pios principios; y por último sos principios son fal-
sos y sus consecuencias absurdas.


Que no acepta todas las consecuencias de sus pro-
pios principios, lo vimos ya en el capítulo anterior,
cuando observamos que siendo una consecuencia
lógica de su negacion de toda solidaridad la disolu-




EL UBEBALlSMO v EL SOC[ALlS~((). 3ml
cion de la sociedad política, se contentaba con acep-
tar la disolucion de la sociedad doméstica. Hay quien
cree que el socialismo se perderá porque pide é in-
voca mucho j yo soy de sentir que sucederá al reyes ,
y que le vendrá su pérdida porque pide é invoca muy
poco. En efecto; lo que procedia en buena lógica, en
el caso presente, era comenzar por pedir que los pue-
blos á cada generacion mudasen de nombre. En el
sistema solidario concibo muy bien que sea uno el
nombre nacional, siendo una la nacion en toda la pro-
longacion de la historia. Que se llame Francia lana-
cion gobernada por Luis Felipe y por Clodoveo , es
cosa concebible, y no solo concebible sino natural,
y no solo natural sino necesaria, supuesto el sistema
que sostiene la solidaridad francesa y la comunion
de glorias y de desastres entre las generaciones pa-
sadas y las presentes, entre las generaciones presen-
tes y las futuras. Pero eso mismo que en el sistema
desla solidaridad es concebible, natural y necesario,
es absurdo, inconcebible y contrario á la naturaleza
de las cosas mismas en el sistema que á cada genera-
cion corta el raudal de la gloria y el hilo del tiempo.
En este sistema hay tantas familias y tantos pueblos co-
mo generaciones, y la lógica exige en este caso que,
siguiendo los nombres representativos las vicisitudes
de las cosas representadas, á cada mudanza de ge-
neracion corresponda una mudanza idéntica en los
nombres de pueblos y de familias. Que lo absurdo




304 ENSAYO SOnnE EL CATOLICISMO,
compite aquí con lo grotesco, no habrá nadie que lo
niegue; pero que lo grotesco y lo absurdo sean rigo-
rosamente lógicos, no habrá nadie que pueda poner-
lo en duda, ycabalmente esas son las dos cosas que
nos convenía demostrar con una demostración inven-
cible. Es necesario que el socialismo escoja libre-
mente la muerte de que ha de morir, escogiendo en-
tre lo ilógico y absurdo.


Las escuelas socialistas demostraron sin grande
esfuerzo, contra la escuela liberal, que una vez ne-
gada la solidaridad familiar, la política y la religiosa,
no cabía aceptar la solidaridad nacional ni la monár-
quica; y que al reves , era de todo punto necesario
suprimir en.el derecho público nacional la institucion
de la monarquía, y en el derecho público internacio-
nal las diferencias constitutivas de los pueblos. Pero
esas mismas escuelas socialistas, por una contradic-
cion de que la escuela liberal, contradictoria y ab-
surda como es , no ha dado ejemplo, reconocen, en
seguida la más alta, la más universal y la más incon-
cebible, humanamente hablando, de todas las soli-·
daridades, es deeir, la solidaridad humana. La divisa
de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad
como patrimonio eomun de todos los hombres, o IlO
significa nada ó significa que todos los hombres son
solidarios. El reconocimiento de esa solidaridad, se-
parada de las otras y del dogma religioso que nos la
enseña y nos la explica , es un acto ele fe la n sobre-




EL LIBERALISMO V EL SOCIALiSMO. 30~;
natural y robusto, que yo mismo no le concibo, acos-
tumbrado como estoy á creer lo que no comprendo,
siendo católico.


Creer en la igualdad de. todos los hombres, vién-
dolos á todos desiguales; creer en la libertad, vien-
do instituida en todas partes la servidumbre; creer
que todos los hombres son hermanos, enseñándome
la historia que todos son enemigos; creer que hay un
acerbo comun de infortunios y de glorias para todos
los nacidos, cuando no acierto á ver sino glorias é
infortunios individuales; creer que yo me refiero á la
humanidad, cuando sé que refiero la humanidad á
mí; creer que esa misma humanidad es mi centro,
cuando yo me hago centro de todo; y por último, creer
que debo creer estas cosas, cuando se me afirma por
los que me las proponen como objeto de mi fe, que
no debo creer sino á mi razon que contradice todas
esas cosas que me son propuestas. es un despropó-
sito tan estupendo, una aberracion tan inconcebible,
que á su presencia quedo como desfallecido y atónito.


Mi asombro crece de punto cuando observo que
los mismos que afirman la solidaridad humana nie-
gan la familiar, lo cual es afirmar que los enemigos
son hermanos y que los hermanos no deben serlo;
que Jos mismos que afirman la solidaridad humana
son Jos que poco ántes negaron la política, lo cual
es afirmar que nada tengo de comun con los propios,
y que todo me es comun con los extraños; que los


20




ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,


mismos que afirman la solidaridad humana niegan
la religion , siendo así que la primera no puede ser
explicada sin la segunda ; .y de todo deduzco por
legítima consecuencia, que las escuelas socialistas
son á un tiempo mismo ilógicas y absurdas: ilógicas,
porque despues de haber demostrado contra la escuela
liberal que no valia aceptar unas solidaridades y de-
jar otras, vienen á caeren el mismo error, aceptando
una sola entre todas, y desechándolas todas ménos
una; absurdas, porque cabalmente la única que me
proponen no es' punto de razon sino de fe, y porque
esta propuesta me viene de lo~ que niegan la fe y
proclaman el derecho imprescriptible -de la razón al
imperio y á la soberanía.


Las escuelas socialistas caerian en asombro y es-
tupor, si poniendo sus dogmas en tela de juicio nos
viniese la idea de exigirlas una respuesta categórica
á esta categórica pregunta :'¿De dónde sacais que los
hombres son solidarios entre sí, hermanos, iguales y
libres? Y sin embargo esta pregunta, que procede aun
contra el Catolicismo, que está obligado á responder á
todo lo que se le pregunta, procede, sobre todo, con-
tra la más racionalista de todas las escuelas. Esas
fórmulas abstractas no han sido sacadas ciertamente
de la historia. Si la historia viene en apoyo de algún
sistema filosófico, no es ciertamente en apoyo del que
proclama la solidaridad, la libertad, la igualdad y
la fraternidad del género humano, sino más bien de




EL LIBF:RALlSMO y sr, SOCIALlS)IO. 307
aquel articulado virilmente por Hobbes, segun el cual
la guerra universal, incesante, simultánea, es el es-
tado natural y primitivo del 'hombre.


El hombre nace apénas, y no parece sino que viene
al mundo por la virtud misteriosa de un conjuro malé-
fico, y cargado con el peso de una condenacion ine-
xorable. Todas las cosas ponen sus manos en él, Y
él revuelve su mano airada contra todas las cosas.
La primera brisa que .le toca y el primer rayo de luz
q.ue le hiere, es la primera declaracion de guerra de
las cosas exteriores. Todas sus fuerzas vitales se re-
belan contra la presión dolorosa, y su existencia toda
se concentra en un gemido: los más no pasan de ahí,
porque en ese punto y hora les toma la muerte; los
pocos que por ventura resisten, comienzan á andar
el camino de su dolorosa pasion , y despues de guer-
ras continuas y de varios sucesos van' á parar á la
última catástrofe, desfallecidos con' esfuerzos y que-
brantados con dolores. La tierra se les muestra avara
y dura, les pide su sudor que es la vida, y en cam-
bio de la vida que les toma, apénas saca una gota
de agua de sus fuentes pa-ra templar su sed, yalgun
manjar de sus cuevas para aplacar su hambre. No
les prolonga la vida para que vivan, sino para que
vuelvan á sudar. Los tiranos no prolongan la vida de
sus siervos sino porque la' vida es necesaria para
prolongar su servicio. Donde quiera que los hombres
se juntan, los flacos caen en la tiranía de los fuertes.
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308 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Una mujer insigne por su ingenio, queriendo dar


muestra de ingeniosa, se puso un dia á pensar sobre
cuál sería por su extrañeza la paradoja más grande,
y ninguna otra encontró mayor, entre las paradojas
posibles. que la de afirmar con aplomo que la escla-
vitud era cosa moderna, y la libertad cosa antigua.
Si ella llegó á creérsela á fuerza de repetírsela. no
lo sabré yo decir : en lo que no cabe ningun género
de duda es en que el mundo .s~ la creyó, y lo que
es más, en que era muy digno de ereérsela. Por lo
que hace á la igualdad, no se sabe. aunque esto e~
posible, ¿qué cosa no es posible á un filósofo racio-
nalista , si esta idea trae su filiacion histórica y filo...
sófica de la division del género humano en castas,
de las cuales, las unas tienen por oficio'propio ruan:-
dar, y las otras servir, y todas romper en guerras y
rebeliones? La idea de la fraternidad procede sin du-
da ninguna de esos larguísimos períodos de paz y dé
bonanza que forman la trama de oro.de la historia; y
en cuanto á la idea de la solidaridad ¿quién no ve su
procedencia? ¿Hay quien ignore, por ventura, que
los romanos, en quienes viene á resumirse toda la an:
tigüedad , llamaban á los extranjeros y á los enemi-
gas con un mismo nombre ,que era sin duda simbó-
lico de la solidaridad humana?


Si esas ideas no pueden venirnos de la historia
que las condena y las desmiente en todas sus pági-
nas llenas de lamentos y escritas con sangre. nos




EL LIBERALISMO Y EL SOCIAUSMO. 309
han de venir, Ó de sucesos acaecidos en aquella
época primitiva que precede á todos los tiempos his-
tóricos, ó derechamente de la razon pura. En cuanto
á esta última procedencia me contentaré con afirmar,
sin temor de ser contradicho, que.la razon pura no
se ejercita sino en cosas de pura razon; y que tra-
tándose aquí de averiguar cuáles son los elementos
constitutivos de la naturaleza humana, no se trata de
un negocio de pura razon , sino de un hecho que,
existiendo con respecto á nosotros en calidad de
hecho oscuro, debe ser mejor observado para que
bañado de luz mude lo que tiene de oscuro en lo


. .


que debe tener de esclarecido. Por lo que hace á
esa época primitiva que precede á todos los tiempos
históricos, es claro que no podemos conocerla si no
nos es revelada. Esto supuesto, yo me creo autori-
zado á formular, de esta manera mi pregunta: Si lo
que afirmáis no lo teneis de la razon .que lo ignora,
ni de la historia que conocéis que lo contradice, ni
de ~na época anterior á los tiempos históricos que
os es desconocida, 'porque caminais en el supuesto
de que no ha sido revelada, ¿de dónde lo teneis ? Y
si no lo tenéis de nadie, ¿ por qué lo 'afirmais ? Sha-
kespeare ha dicho lo que son vuestras teorías : son
palabras, palabras y nada más que palabras... pero
palabras, añado yo, que dan la muerte al que las dice
y al que las escucha.


Esta poderosa virtud las viene de que no son pa-




310 ENSAYO SOBRE EL CATOLICIS~lO,
labras racionalistas , las cuales no tienen en SI mn-
guna virtud, sino palabras católicas, las cuales tie-
nen el privilegio de dar la vida y quitarla, de matar
á los vivos y de resucitar á los muertos. Esas pala-
bras no se pronuncian nunca vanamente, y siempre
infunden terror, porque ninguno sabe si van á darla
muerte ó la vida, aunque saben todos cuán grande
es su omnipotencia. Un dia , cuando las últimas som-
bras de la tarde se dilataban por las aguas serenas
y apacibles, entró el Señor en una barca frágil se-
guido de sus discípulos, y como el Señor hubiera
cerrado sus ojos vencidos del sueño, un torbellino
impetuoso levantó las ondas, y viéndose á' punto de
zozobrar los discípulos oraron, y el Señor abrió los
ojos y pronunció algunas palabras que escucharon
con reverencia la mar y los vientos : la mar quedó
quieta yel viento callado; volviéndose entónces á
sus discípulos, puso en sus oídos otras palabras, y
sus discípulos se llenaron de súbito y grande terror:
et timuerun: timore magno. La tempestad les habia
sido ménos terrífica é imponente que la palabra sal-
vadora. Otro dia , como se presentaran al Señor dos
hombres atormentados de los demonios, y como im-
plorasen su gracia, el Señor dijo á los demonios:
Salid j y los demonios obedeciendo á su voz dejaron
libres á los hombres y buscaron asilo en unos ani-
males inmundos, los cuales se arrojaron á la mar que
los sepultó en sus aguas. Los que pastoreaban el ga-




EL LIBERALISMO Y EL S'OCIALlSMO. 311
nado, llenos de pavor por la virtud de la palabra di-
vina huyeron : y comunicado el terror á las gentes
de aquellos contornos, fuéron todas al Señor y le
rogaron que se alejara de sus, términos: Pastores au-
tem {ugerunt, et oenienies in civitatem, nuntiaverunt
omnia, et de eis qui demonia habuerant: et ecce tola
civitas eroit obviam Jesu : et visoeo rogavertt'llt ut trans-
iret á finibus eorum. (S. Math., c. 8.·, vers.33, 3~.)
La omnipotencia de la palabra divina era más temi-
ble para las gentes que, los maleficios de los espíri-
tus', infernales.


Cuando yo oigo pronunciar una palabra divina,
es decir católica.' luego al punto vuelvo 19s ojos al
derredor para ver lo que sucede, cierto como estoy
de que ha de suceder algo, y de que eso que ha de
suceder ha de ser forzosamente un milagro de la di-
vina justicia ó un prodigio de la divina misericordia.
Si es la Iglesia la que la pronuncia, aguardo la salva-
cion; si el que la pronuncia es otro, aguardo la •
muerte. Preguntad al mundo por qué está lleno de
terror y de espanto, por qué los aires están llenos
de lúgubres y siniestros rumores I por qué las socie-
dades están todas turbadas y suspensal) como quien
sueña que le va á faltar el pié, Y que allí donde
le va á faltar está un abismo. Preguntar al mundo
esto, es lo mismo que preguntar por qué tiembla el
que ve entrar á un malvado ó á un demente con una
vela encendida en un almacen de polvora, sin conocer




:H2 EIiSAYO SOBRE EL 4.:ATOLlC1SMO,
el uno y conociendo el otro demasiado la virtud de
la pólvora y la virtud de la llama. Lo que ha salvado
al mundo hasta aquí, es que la Iglesia fué en los
tiempos antiguos bastante poderosa para extirpar las
herejías, las"cuales consistiendo principalmente en
enseñar una doctrina diferente de la de la Iglesia
con las palabras de que la Iglesia se sirve, hubieran
llevado al mundo mucho tiempo há á su última ca-
tástrofe, si no hubieran sido extirpadas, El verdadero
peligro para las sociedades humanas comenzó en el
dia en que la gran herejía del siglo XVI obtuvo el
derecho de ciudadanía en Europa. Desde entonces
no hay revolucion ninguna que no lleve consigo
para la sociedad un peligro de muerte, Consis-
te esto en que fundadas todas ellas en la herejía
protestante, son fundamentalmente heréticas: véase,
si no, .cómo todas vienen dando razon de sí y legiti-
mándose á sí propias con palabras y máximas toma-


• das del Evangelio: el sanculotismo de la primera re-
volucion de Francia buscaba en la desnudez hu-
milde del manso Cordero su antecedente histórico y
sus títulos de nobleza; ni faltó quien reconociese al
Mesías en Marat , y quien llamara á Robespierre su
apóstol. De la revolución de 1830 brotó la doctrina
sansimoniana, cuyas extravagancias místicas com~
ponian no sé qué evangelio corregido y depurado.
De la revolucion de 1848 brotaron con Ímpetu en
copioso raudal, expresadas en palabras evangélicas,




EL LIBERALISMO Y E'L SOCIALISMO. 313
todas las doctrinas socialistas. Nada de esto habían
visto los hombres ántes del siglo XVI. No quiero de-
cir con esto que el mundo católico no hubiera pade-
cido ya grandes dolencias, ni que las sociedades an-
tiguas no hubieran padecido grandes vaivenes y mu-
danzas; lo único que quiero decir es, que ni estos
vaivenes bastaban para derribar á la sociedad por el
suelo, ni aquellas dolencias para quitarla la vida.
Hoy todo sucede al reves : una batalla perdida por
la sociedad en las calles de Paris, basta por sí 801a
para derribar por el suelo á la sociedad europea
como herida súbitamente de un rayo: é cadde come
eorpo morto cade.


¿Quién no ve en las revoluciones modernas com-
paradas con las antiguas una fuerza de destruocion
invencible, que no siendo divina es forzosamente
satánica? Antes de dejar este asunto me parece cosa
oportuna hacer aquí una observación importante que
abandonaré á la meditacioq de mis lectores. De dos
pláticas del ángel de las tinieblas tenemos noticia
exacta : la primera la tuvo con Eva en el paraíso,
la segunda con el Señor en el desierto. En la pri-
mera habló palabras de Dios desfiguradas á su modo,
en la segunda citó la escritura interpretada á su ma-
llera. ¿Sería temerario creer que así como la pala-
bra de Dios, tomadaen su sentido verdadero, es la
única que tiene el poder de la vida, es la única tam-
bien que siendo desfigurada tiene el poder ded.a:r


,.:;,,:..-r.>




314 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
la muerte? Si esto fuera así, quedaría suficiente-
mente explicado por qué las revoluciones modernas,
en las que se desfigura más ó ménos la palabra de
Dios, tienen esa virtud destructora.


Volviendo ahora á las contradicciones socialistas
diré que no basta haber negado una después de otras
la solidaridad religiosa, la doméstica y la política,
si, como acabo de demostrar, no se niega tambien la
humana, y con ella la libertad, la igualdad y la fra-
ternidad, principios todos que solo en ella tienen á
un mismo tiempo su razon y su orígen; y como n~
gados estos fundamentos de todas las doctrinas so-
cialistas el edificio todo viene abajo, síguese de
aquí que el socialismo no puede ser consecuente, si
comenzando por la negación del Catolicismo no con-
cluye por la negacion de sí propio. Yo sé que al pro-
fesar los socialistas el dogma de la solidaridad hu-
mana, no por eso profesan en este punto la doctrina
católica. Sé que entre el uno y el otro dogma hay
una diferencia esencial, velada apénas cou la iden-
tidad del nombre, La humanidad que para los cató-
licos no existe sino en los individuos que la coastitu-
yen, existe para los socialistas individual y concre-
tamente : de donde resulta que cuando socialistas y
católicos afirman que la humanidad es solidaria, aun-
que parece que afirman una misma cosa, afirman en
realidad dos cosas diferentes. Esto no obstante, la
contradiécion socialista salta á los ojos, y es una cosa




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 315
puesta fuera de toda duda. Aunque la humanidad
sea la inteligencia universal servida por grupos es-
peciales que llevan el nombre de pueblos y de fami-
lias, la lógica exige que todos ellos obedezcan en
ella y por ella á su. misma ley I y que los grupos sean
solidarios si es ella solidaria. De aquí la necesidad
de negar .la solidaridad humana, ó de afirmarla á un
tiempo mismo en los individuos, en las familias y en
el Estado. Ahora bien: si hay una cosa evidente, es
que el socialismo es incompatible con aquella nega-
cion radical y con esta afirmacion absoluta. Negar
la solidaridad humana es negarle, y afirmar la so..-
lidaridad de los grupos sociales es negarle de otra
manera. El mundo no puede sujetarse á ley socialista
sin renunciar ántes al imperio de la lógica.


Por aquí se verá cuán léjos están de merecer el
título de consecuentes sus más afamados doctores, y
sobre todo el que entre los que componen su apos-
tolado goza de más renombre y mayor fama. Mon-
sieur Proudhon, en sus contiendas con aquellos par-
tidarios del nuevo Evangelio que están por la expro-
piacion de todos los derechos individuales y por la
concentracion en el Estado de· todos los derechos
domésticos, civiles, políticos, sociales y religiosos,
no ha necesitado de gran esfuerzo para demostrar
que el comunismo, es decir, el gubernamentalismo
elevado á su última potencia, era una cosa extra-
vagante y absurda bajo el punto de vista de los




314 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
la muerte? Si esto fuera así, quedaria suficiente-
mente explicado por qué las revoluciones modernas,
en las que se desfigura más ó ménos la palabra de
Dios, tienen esa virtud destructora.'


Volviendo ahora á las contradicciones socialistas
diré que no basta haber negado una despues de otras
la solidaridad religiosa, la doméstica y la política,
si, como acabo de demostrar, no se niega tambien la
humana, y con ella la libertad, la igualdad y la fra-
ternidad, principios todos que solo en ella tienen á
un mismo tiempo su razon y su orígen ;y como ne-
gados estos fundamentos de todas las doctrinas so-
cialistas el edificio todo viene abajo, síguese de
aquí que el socialismo no·puede ser consecuente, si
comenzando por la negación del Catolicismo no con-
cluye por la negacion de sí propio. Yo sé que al pro-
fesar los socialistas. el dogma de la solidaridad hu-
mana, no por eso profesan en este punto la doctrina
católica. Sé que entre el uno y el otro dogma hay
una diferencia esencial, velada apénas con la iden-
tidad del nombre. La humanidad que para los cató-
licos no existe sino en los individuos que la constitu-
yen, existe para los socialistas individual y concre-
tamente : de donde resulta que cuando socialistas y
católicos afirman que la humanidad es solidaria, aun-
que parece que afirman una misma cosa, afirmanen
realidad dos cosas diferentes. Esto no obstante, la
contradiecion socialista salta á los ojos, y es una cosa




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 315
puesta fuera de toda duda. Aunque la humanidad
sea la inteligencia universal servida por grupos es-
peciales que llevan el nombre de pueblos y de fami-
lias, la lógica exige que todos ellos obedezcan en
ella.y por ella á su misma ley, y que los grupos sean
solidarios si es ella solidaria. De aquí la necesidad
de negar la solidaridad humana, ó de afirmarla á un
tiempo mismo en los individuos, en las familias y en
el Estado. Ahora bien: si hay una cosa evidente, es
que el socialismo es incompatible con aquella nega-
cion radical y con esta afirmacion absoluta. Negar
la solidaridad humana es negarle, y afirmar la so~
lidaridad de los grupos sociales es negarle de otra
manera. El mundo no puede sujetarse á ley socialista
sin renunciar ántes al imperio de la lógica.


Por aquí se verá cuán léjos están de merecer el
título de consecuentes sus más afamados doctores, y
sobre todo el que entre los que componen sn apos-
tolado goza de más renombre y mayor fama. Mon-
sieur Proudhon, en sus contiendas con aquellos par-
tidarios del.nuevo Evangelio que están por la expro-
piacion de todos los derechos individuales y por la
concentracion en el Estado de' todos los derechos
domésticos, civiles, políticos, sociales y religiosos,
no ha necesitado de gran esfuerzo para demostrar
que el comunismo, es decir, el gubernamentalismo
elevado á su última potencia, era una cosa extra-
vagante y absurda bajo el punto de vista de los




3'16 E:'lSAW SOBRE EL. CATOLICISMO,
principios que son comunes á los nuevos sectarios.
En efecto, el comunismo, concibiendo el Estado como
una .uuidad absoluta que .eoncentra en sí todos los
derechos y absorbe á todos los individuos, viene á
concebirle como alta y poderosamente solidario, como
quiera que unidad y solidaridadson una misma cosa
considerada, bajo dos puntos de vista diferentes. El
Catolicismo, depositario del dogma de la solidaridad,
la deriva siempre de la unidad que la hace posible
y necesaria. Ahora bien: como cabalmente el punto
de partida del socialismo es la negacion de ese dog-
ma, es claro que el comunismo se contradice á sí
propio, cuando le niega en la teoría y le reconoce en
la práctica, cuando le niega en sus principios y le
afirma en sus aplicaciones. Si la negacion de la soli-
daridad familiar lleva consigo la negación de la fami-
lia, la negacion de la solidaridad política lleva consi-
go la negación de todo gobierno. Esa negacion procede
igualmente de la nocion que los socialistas se forman
de la igualdad y de la libertad comunes á todos los
hombres, como quiera que esa igualdad yesa libertad
no pueden ser concebidas como limitadas por un go-
bierno, sino como limitadas naturalmente por la libre
accion y reaccion de unos individuos con otros. La
consecuencia está pues de parte de Mr. Proudhon
cuando dice en sus Confesiones de un revolucionario:
« Todos los hombres son iguales y libres: la sociedad
» es pues, así por su naturaleza como por la funcion á




EL LIBERALISMO v EL SOCIALISMO. 317
II que está destinada, antonómica, que tanto quiere de-
II cir como ingobernable. Siendo la esfera de actividad
llde eada ciudadano el resultado, por una parte, de
»la división natural del trabajo, y por otra de la elec-
»cion que hace de una profesion , y estando consti-
»tuidas las funciones sociales de tal manera que pro-
»duzcan un efecto armónico, el órden viene á ser el
»resultado de la libre acci.on de todos; de donde saco
»Ia negación absoluta del gobierno: todo el que pone
II en mí su mano para gobernarme, es un tirano y un
» usutpador ; yo le declaro mi enemigo..


Pero si Mr. Proudhon es consecuente negando el
gobierno, no Jo es sino á medias cuando señala esta
negación como la última de las negaciones que van
envueltas en las doctrinas socialistas. Con la 'familia
está negada la solidaridad doméstica, con el gobier-
no está negada la solidaridad política; pero allí mis-
mo donde niega estas dos solidaridades, por una con-
tradiccion inconcebible afirma la humana que las
sirve á todas de fundamento. Ya demostramos cum-


o plidamente ántes, que afirmar la igualdad y la liber-
tad y afirmar la solidaridad humana era afirmar una
misma cosa. Ni pára aquí la contradiccion, porque
al mismo tiempo que afirma la igualdad y la libertad
en las Confesiones de un revolucionario, niega la fra-
ternidad, en el cap. 6 de su libro sobre las Contradic-
ciones económicas, por estas palabras: ,,¿De frater-
»nidad me hablais? Serémos hermanos si formais en




318 ENSAYO SORRE EI. CATOLlCIS~IO.
»ello empeño, con tal, empero, que yo sea el her-
»mano mayor y que vengáis todos despues de mí y
» con esta condicion : que la sociedad nuestra madre
) comun honre mi primogenitura y mis servicios, dán-
JIdome porción doblada; me decís que atenderéis
II á mis necesidades proporcionalmente á mis recur-
» sos, y yo pretendo, al reves, que atendais á ellas
»proporcionalmente á mi trahajo; de lo contrario,
»dejo de trahajar..


Por donde se ve que la contradiccion es doble;
porque si por una parte hay contradicción en afirmar
la solidaridad humana cuando se niega la doméstica
y la política, por 'otra hay contradiccion mayor en ne-
gar la fraternidad cuando se proclama el principio
de la libertad y de la igualdad entre los hombres. La
igualdad, la libertad y la fraternidad son principios
que se suponen mutuamente y que se resuelven los
unos en los otros , así como la' solidaridad humana,
la política y la doméstica son dogmas que se resuel-
ven los unos en los otros y que se suponen mutua-
mente. Tomar unos y dejar otros es tomar lo que se
deja y dejar lo que se toma; es negar lo que se afir-
ma y afirmar lo que se niega á un tiempo mismo.


Por lo que hace á la cuestion relativa al gobierno,
la negacion de todo gobierno por parte de M. Proud-
hon no es más que una negacion aparente. Si la idea
del gobierno no es contradictoria con la idea socia-
lista, no habia para que negarla; y si hay contradic-




EL L1BEHALISMO y EL SOCIALISMO. 3Hl
cion entre esas dos ideas, es una inconsecuencia in-
signe proclamar en otra forma al gobierno que viene
negado. Ahora bien: M. Proudhon que niega el go-
bierno, símbolo de la unidad y de la solidaridad po-
lítica, viene á reconocerle de otra manera y en otra
forma, cuando reconoce y proclama en las palabras
siguientes la unidad y la solidaridad social: « Solo
)la sociedad, es decir, el sér colectivo, puede seguir
) su inclinacion y abandonarse á su libre albedrío sin
1) temor de un error absoluto é inmediato. Larazon su-
»perior que está en ella y que va desprendiéndose de
»ella poco á poco por las manifestaciones de la mu-
»chedumbre y la reflexion de los individuos, la pone
»siempre en definitiva en el buen camino. El filósofo
» es incapaz de descubrir la verdad por intuicion , y
» si por ventura se propone dirigir la sociedad, corre
»un gran riesgo de poner sus propias ideas, inefica-
»ces é insuficientes siempre, en lugar de las leyes
» eternas del órden , y de llevar de esta manera la so-
»ciedad á los abismos. El filósofo necesita algo que
» le guíe. ¿Cuál puede ser este algo sino la ley del
» progreso y aquella lógica que reside como en su
» centro en la misma humanidad? (Confessions d'un
) révolutionllaire.)


Aquí se suponen tres cosas: la unidad, la solida-
ridad, y en definitiva la infalibilidad social, cabal-
mente las mismas tres cosas que el comunismo afir-
ma ó supone en el Estado; y se niegan otras, la




320 ENSAYO SOBIlE EL CHOLlcrS:I\O ,
capacidad y la competencia de los individuos para
gobernar á las naciones, lo mismo que en ellos niega
el comunismo cabalmente. De donde se sigue que
entre proudhonianos y comunistas se va á parar á un
mismo término por diferentes caminos: unos y otros
afirman el gobierno, y con él la unidad, la solidari-
dad de las sociedades humanas. El gobierno es para
los unos y para los otros infalible, es decir, omni-
potente; y siéndolo, excluye toda idea de libertad
en los individuos, los cuales puestos bajo la jurisdic-
cion de un gobierno omnipotente é infalible no pue-
den ser otra cosa sino esclavos. Que el gobierno re-
sida en el Estado, símbolo de la unidad política, ó
en la sociedad, considerada como un sér solidario,
siempre resultará que el Gobierno es la condensacion
de todos los derechos sociales, así en la primera co-
mo en la segunda de estas disposiciones, de donde
se sigue para el individuo, considerado aisladamente,
la más completa servidumbre.


M. Proudhon hace pues todo lo contrario de lo que
dice, y es todo lo contrario de lo que parece : pro-
clama la libertad y la igualdad, y constituye la tira-
nía; niega la solidaridad, y la supone; se llama á sí
propio anarquista, y tiene sed y hambre de gobierno.
Es tímido y parece arrojado: el arrojo está en sus
frases, la timidez en sus ideas. Parece dogmático y
es escéptico: es escéptico en la sustancia y dogmático
en la forma. Anuncia solemnemente que va á pro-




EL LWERALlSMO y EL SOCL\L1S~lO. 32j
clamar verdades peregrinas y nuevas, y no hace otra
cosa sino ser el eco de antiguos y desacredítados
errores,


Aquel apotegma suyo de que lapropiedad esel robo,
ha cautivado á los franceses por su originalidad' y
por su ingenio, Bueno será que sepan nuestros veci-
nos que ese apotegma es antiquísimo de este lado de
los Pirineos. Desde Viriato hasta nuestros dias , todos
los ladrones que salen al camino, al poner la boca
de su trabuco en el pecho del caminante, le. llaman
ladron y como á ladran le quitan lo que tiene. Mon-
sieur Proudhon no ha hecho otra cosa sino robar á
los bandoleros españoles su apotegma, c~moellos ro-
ban al caminante su bolsa. Del mismo modo que se
da en espectáculo á las gentes como original cuando
es plagiario, siendo el apóstol de lo pasado, se llama
el profeta dejo futuro. Su principal artificio está en
expresar la idea que afirma, con la palabra que la
contradice. Todos llaman 'despotismo al despotismo,
Mr, Proudhon le llamará anarquía; y cuando ha pues-
to á la cosa afirmada su nombre contradictorio , con
el nombre hace guerra á sus amigos y con la cosa
á sus contrarios; con la dictadura comunista que está
en el fondo de su sistema infunde espanto al capital,
con la palabra anarquía ahuyenta y hace huir á sus
amigos los comunistas; y cuando volviendo los ojos
por todos lados ve á los unos sin fuerza para huir y
á los otros puestos en vergonzosa fuga, suelta la car-


21




322 ENSHO SOBRE EL CATOLIC1S~IO,
cajada, Otro de sus artificios está en tomar de cada
sistema lo que, no siendo bastante para confundirse
con aquellos que le sostienen', basta para excitar la
cólera de los que le contradicen; en él hay páginas
que pudieran suscribir todos los partidarios del ór-
den: esas páginas van dirigidas á todos los hombrés
turbulentos; otras que pudieran suscribir los mas fa~
náticos demócratas: esas van dirigidas á los amigos
del órden; en algunas hace ostentacion del ateísmo
mas inmundo, y al escribirlas tiene presentes á los
católicos; otras por fin, pudieran ser aceptadas ~or
el católico mas ferviente, y esas son las que destina
á regalar los'oídos de los materialistas y ateos. El bien
supremo de ese hombre es obligar á todos á que le-
vanten la mano contra él, Ylevantar él su mano con-
tra todos. Cuando ha afirmado de sí que tiene por
enemigo á todo el que quiera gobernarle, no ha re-
velado sino la mitad de su secreto; la otra mitad está
en afirmar que es enemigo suyo todo el que le siga
y todo el que le obedezca. Si el mundo se hiciera
proudhoniano alguna vez, por hacer contraste al
mundo dejaria de ser proudhoniano ; y si dejando de
serlo él dejara de serlo el mundo, se colgaria del
primer árbol que encontrara en su camino. Yo no sé
si despues de la desventura de no poder amar, que
es la desventura satánica por excelencia, hay otra
mayor que la de no querer ser amado, que es la des-o
ventura proudhoniana, Y sin embargo, ese hombre,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALlS"O. 323
asunto tremendo de la cólera divina, conserva allá
en lo más recóndito de su sér oscurecido y tenebro-
so algo que es luz yes amor, algo que le distingue.
todavía de los espíritus infernales; aunque envuelto
ya en sombras que se van rápidamente condensan-
do, QO es todo odio y tinieblas. Enemigo declarado
de toda belleza literaria, como de toda belleza mo-
ral, sin saberlo y sin quererlo es bello, literaria y
moralmente, en las pocas páginas que consagra á la
suavidad modesta del pudor, á los limpios y casto!'
amores, y á las armonías y á las magnificencias ca-
tólicas. Su estilo entónces ó se levanta hasta su asun-
to lleno de majestad y de pompa, Ó toma la forma
suave y apacible de los más frescos idilios.


MI'. Proudhon es inexplicable é inconcebible con-
siderado en sí aisladamente. MI'. Proudbon no es una
persona aunque lo parece, es una personificacion.
Siendo contradictorio é ilógico, como lo es, el mundo
le llama consecuente porque es una consecuencia;
es la consecuencia de todas las ideas exóticas, de
todos los principios contradictorios," de todas las pre-
misas absurdas que el racionalismo moderno viene
planteando de tres siglos á esta parte; y así como la
consecuencia contiene á sus premisas y las premi-
sas contienen su consecuencia, esos tres siglos con-
tienen necesariamente á MI'. Proudhon, como mon-
sieur Proudhon lleva en sí esos tres siglos necesaria-
mente. Por esta razon el examen del uno y el exámen


"). . ",>
ti>.{iA '(..
'~t!!~'l
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:i2!. ENSAYO SOBllE EL CATOLICIS~IO,
de los otros dan un mismo resultado; todas las con-
Lradiccionesproudhonianas están en los tres siglos
últimos, y en MI'. Proudhon están las contradiccio-
nes de los tres últimos siglos, y las unas y las otras
están en su estado de concentracion en la obra más
notable, bajo cierto punto de vista, del siglo presente:
en el «Sistema de las contradicciones económicas».
Entre ese libro y su autor y los .siglos racionalistas
hay una identidad absoluta: la diferencia está solo
en los nombres y en las formas; la cosa represen-
rada en comun toma aquí la forma de libro, allí la
forma de hombre, y más allá la forma del tiempo.
Esto sirve para explicar por qué Mr. Proudhon está
condenado á no ser original nunca. y á parecerlo
siempre. Está condenado á no ser original nunca,
porque supuestas las premisas l ¿qué cosa hay ménos
original que la consecuencia? Está, condenado á pa-
recerlo siempre l porque ¿qué hay que pueda pare-
cer tan original como la concentracion de todas las
contradicciones de tres siglos contradictorios en una
sola persona?


Esto no quiere decir que MI'. Proudhon no vaya en
pos de la originalidad verdadera. MI'.Proudhon quiere
ser verdaderamente original cuando aspira á formular
la síntesis de todas las antinomias , y á encontrar la
suprema ecuacion de todas las contradicciones; pero
aquí que es donde está la manifestación de su per-
sonalidad individual, es cahalmente donde se deSe-




EL tlIlEHALlS~1O y EL SOCIALIS)IO. 325
cubre su impotencia. Su ecuacion no es más que el
principio de una nueva serie de contradicciones, y
su síntesis no es más que el principio de una nueva
serie de antinomias. Puesto entre la propiedad que
es la tésis , yel comunismo que es la antítesis, busca
la síntesis en la propiedad llO hereditaria, sin ver que
la propiedad no hereditaria no es propiedad, y por
consiguiente que su síntesis no es síntesis, porque no
suprime la contradiccion , sino una nueva manera de
negar la tésis vencida y de afirmar la antítesis ven-
cedora. Cuando para formular la síntesis que ha de
comprender por un lado' la autoridad, que es la té-
sis , y la libertad, que es la antítesis, niega el go-
bierno y proclama la anarquía; si con esto quiere
decir que no ha de haber gobierno ninguno, su sín-
tesis no es otra cosa sino la negación de la tésis que
es la autoridad, y la afirmacion de la antítesis que
es la libertad humana; y al reves, si lo que quiere
decir es que el gobierno dictatorial y absoluto no ha
de estar en el Estado sino en la sociedad, en ese
caso no hace otra cosa sino negar la antítesis y afir-
mar la tésis , negar la libertad y afirmar la omnipo-
tencia comunista. En uno y en otro caso, ¿ dónde
está la conciliacion? dónde está la síntesis? Monsieur
Proudhon no es fuerte sino cuando se contenta con
ser la personificaclon del racionalismo moderno, por
su naturaleza absurdo y contradictorio; y no es dé-
hi] sino cuando muestra su personalidad individual.




32f; ElXSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
cuando deja de ser una personificacion para conver-
tirse en una persona.


Si despues de haberle examinado bajo varios de
sus aspectos se me preguntara cuál es el rasgo' más
dominante de su fisonomía espiritual, responderia á
esta pregunta, que es el desprecio de Dios y de los
hombres. Jamas hombre ninguno pecó tan grave-
mente contra la humanidad y contra el Espíritu San-
to. Cuando resuena esa cuerda de su corazón , resue-
na siempre con elocuente y robusta resonancia. No
es él el que habla entónces , no: es otro que está en
él. que le tiene ,que le posee y que le hace caer
desfallecido en convulsiones epilépticas; es otro que
es más que él y que mantiene con él un diálogo per-
petuo. Lo que dice algunas veces es tan extraño. y
eso que díce lo dice de tan extraña manera. que el
ánimo queda suspenso hasta el punto de no saber
si el que habla. es hombre Ó es demonio, y si habla
de véras ó se burla. Por lo que hace á él, si con su
voluntad pudiera ordenar las cosas á su antojo, pre-
feriria ser tenido por demonio, á ser tenido por hom-
bre. Hombre ó demonio. lo que aquí hay de cierto
es que sobre sus hombros pesan con abrumadora
pesadumbre tres siglos reprobados.




CAPITULO V.


COi'iTI~UACION DEL MISMO ASUNTO.


EL más consecuente de los socialistas modernos,
bajo el punto de vista de la cuestion que venimos
ventilando, me parece ser Roberto Owen , cuando
rompiendo en abierta y cínica rebelion contra todas
las religiones! depositarias de los dogmas religiosos
y morales, negó de un golpe el deber, negando no
solo la responsabilidad colectiva que constituye el
dogma de la solidaridad, sino tambien la responsa-
bilidad individual que descansa en el dogma del libre
albedrío del hombre. Negado el libre albedrío, Ro-
berto Owen niega la trasmisión de la culpa y la culpa
misma. Hasta aquí no puede dudarse sino que hay
lógica y consecuencia en todas estas deducciones;
pero donde comienza la contradiccion y la extrava-
gancia, es cuándo Owen , negada la culpa y el libre
albedrío, afirma y distingue el bien y el mal moral,
y cuando afirmando y distinguiendo estas cosas niega
la pena que es su consecuencia necesaria.


El hombre, segun Roberto Owen , obra en cense-




328 ENSAYO SOBRE EL CATOI.lCrSMO ,
cuencia de convicciones invencibles. Esas conviccio-
nes le vienen, por una parte, de su organizacion es-
pecial, yporotra, de las circunstancias que le rodean;
y como él no es autor ni de aquella organizacionni
de estas circunstancias, síguese de aquí que así la
primera como las segundas obran en él fatal y ne-
cesariamente. Todo esto eslógico y consecuente; pero
por lo mismo es ilógico, contradictorio y absurdo
afirmar el bien y el mal cuando se niega la libertad
humana. El absurdo llega hasta lo inconcebible y lo
monstruoso, cuando nuestro autor intenta fundar una
sociedad y un gobierno en esta justa-posicion de sé-
res irresponsables. La idea del gobierno y la idea de
la sociedad son correlativas á la de la libertad hu-
mana. Negada la una procede la negacion do las
otras juntamente, y cuando no se niegan ó se alir-
man todas á la vez, no se hace otra cosa sino afirmar
y negar lamisma cosa á un mismo tiempo. Yo no sé
si hay en los anales humanos testimonio más insigne
de ceguedad, de inconsecuencia y de locura que el
que Owen da de sí cuando despues de haber negado
la responsabilidad y la libertad individual, no satis-
fecho con la extravagancia de afirmar la sociedad y
el gobierno, pasa todavía más adelante y da consigo
en la extravagancia inconcebible de recomendar la
benevolencia, la justicia y el amor á los que, no sien-
do ni responsables ni libres, ni pueden amar, ni pue-
den ser justos ni benevolentes.




EL LIRERALIS~IO y EL SOCIALIS~IO. 329
Los límites que me he impuesto á mí propio al em-


prender esta obra, me impiden pasar aquí tan ade-
lante como fuera menester por el anchísimo campo
de las contradicciones socialistas. Las expuestas bas-
tan yaun sobran para dejar puesto fuera de toda du-
da el hecho incontrovertible de que el socialismo,
bajo cualquier punto de vista quese le considere, es
una torpe contradiccion, y que de sus escuelas con-
tradictorias ninguna otra cosa puede salir sino el caos.


Su contradiccion es tan palpable que no nos será
difícil ponerla de bulto y como de relieve, aun en
aquellos puntos en los que parece que todos estos
sectarios andan unidos y conformes. Si hay alguna
negacion que les sea comun , esta es ciertamente la
negación de la solidaridad familiar ó nobiliaria. Lle-
gados aquí, todos los doctores revolucionarios y so-
cialistas alzan la voz para negar esa mancomunidad
de glorias y de infortunios, de méritos y de deméri-
tos que el género humano ha reconocido como un
hecho entre los ascendientes y sus descendientes, en
todas las edades. Pues bien, esos mismos revolucio-
narios y socialistas afirman de sí en la práctica, sin
saberlo, aquello mismo que vienen negando de los
otros' en la teórica. Cuando la revolucion francesa,
sangrienta y desmelenada, puso debajo de sus piés
todas las glorias nacionales; cuando embriagada con
sus triunfos creyó estar cierta de su definitiva victo-
ria, se apoderó de ella no sé qué orgullo aristocrático
y de raza, que estaba el! directa oposicion con IUdr"',,¡,:;


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330 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
sus dogmas. Entónces fué cuando los revolucionarios
más insignes. dándose en espectáculo á las gentes
como los antiguos varones feudales. comenzaron á
mostrarse escrupulosos y remisos en dar á los extra-
ños carta de naturalizacion en su nobilísima fami-
lia. Mis lectores recordarán aquella pregnnta famosa
dirigida por los doctores de la nueva ley á los que
se presentaban á ellos vestidos con el blanco ropaje
de la candidatura : ¿ Qué crimen habeis cometido?
i Desventurado aquel que no habia cometido ninguno,
porque jamas veria abiertas para él las puertas del
Capitolio, en donde relampagueaban con tremenda
majestad los semidioses revolucionarios! El género
humano había instituido la nobleza de la virtud, la
revolucion dejó institu ida la del crímen.


Cuando despues de la revolucion de febrero hemos
visto á socialistas y republicanos dividirse en cate-
gorías separadas unas de otras por abismos forrnida-
bies; cuando los unos con el título de republicanos
de la 'Víspera han derramado el escarnio y el baldon
sobre los otros que no habían sido republicanos sino
del dia siguiente; cuando más afortunados y por con-
siguiente más altivos que todos los ?emas, se han
levantado algunos diciendo: toda la arroganc.ia es
nuestra, porque el republicanismo es en nosotros
familiar y nos viene con la sangre; ¿ qué viene á ser
esto sino proclamar en pleno republicanismo todas
las preocupaciones solidarias?


Examinad bien UIJa despnes de otra todas sus es-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIAhISMO. 331
cuelas; todas y cada una de por sí pugnan por cons-
tituirse en una familia y por buscar el ascendiente
más noble. En este grupo familiar el ascendiente es
San Simon el nobilísimo, 'en aquel, Fourrier el ilus-
tre, en el ateo, Babeuf el patriota: en todos hay un
jefe comun, un patrimonio comun, una gloria comun,
un encargo comun ; y todos los grupos y todas las fa-
milias, unidas entre sí por una estrecha solidaridad,
buscan en las edades pasadas alguna personalidad tan
noble, tan alta, tan excelsa, que pueda servirlas á
todas de vínculo y de centro. Los unos ponen los ojos
en Platon, personificacion gloriosa de la sabid uría an-
tigua; los más, levantando su loca ambicien hasta la
altura de una blasfemia, los ponen en el Redentor del
género humano: quizas le olvidarán por desvalido
y por pobre, le desdeñarán por humilde; pero en
su insolente orgullo no olvidan que humilde y pobre
y desvalido era rey y sentia correr por sus venas
la nobilísima sangre de los reyes. Por lo que hace á
Mr. Proudhon, tipo perfecto del orgullo socialista ,'el
cual es á su vez el tipo perfecto del orgullo humano,
remontándose á edades más escondidas en alas de su
soberbia, sube en busca de sus ascendientes basta
aquellos tiempos vecinos de la creacion en que flo-
recieron entre los hebreos las instituciones mosaicas.
En ocasion más oportuna demostraré cumplidamente
que por lo que hace áMr. Proudhon su nohleza es
tan antigua y su estirpe tan ilustre, que para encon-




332 ENSAYO SORRE EL CATOLlCfS~1O ,
trar SU cepa es necesario subir más todavía. hasta
llegar á unos tiempos puestos fuera del ancho círculo
de la historia. y á unos séres , en lo perfectísimos y
altísimos, incomparablemente superiores á los hom-
bres. Por ahora basta para mi propósito dejar aquí
consignado que las escuelas socialistas están conde-
nadas á la contradiccion y al absurdo de una manera
irrevocable; que cada uno de sus principios es con-
tradictorio del que le precede y del que le sigue; que
su conducta es la condenacion completa de todas sus
teorías, y que sus teorías son la condenación radical
de su conducta.


Solo nos falta ahora formarnos una idea aproxi-
mada de lo que sería el edificio socialista sin esas
faltas de proporeion que le afean yque le ponen fuera
de todo género regular de arquitectura. Visto lo que
es el socialismo actual en sus dogmas contradictorios,
no parece fuera de propósito que examinemos aquí
brevemente lo que ha de ser el socialismo venidero,
cuando por la virtud misteriosa que reside en toda
teoría vaya perdiendo con la duracion lo que hay en
él de contradictorio y de inconsecuente. El método
aquí consiste en aceptar por punto de partida cual-
quiera de las proposiciones afirmadas en comun por
todas las escuelas, y sacar de ella una en pos de otra
las consecuencias que contiene.


La negación fundamental del socialismo es la ne-
gacion del pecado, esa gran afirrnacion qlle es como




EL LJnERALlS)1O v EL SOCIALISMO. 333
el centro de las afirmaciones católicas. Esta negacion
lleva consigo por via de consecuencia una serie de
negaciones, relativas unas al sér divino, otras al sér
humano y otras al sér social. Recorrer toda esa serie
sería cosa imposible y ajena ademas de nuestro pro-
pósito; lo que nos cumple solamente es señalar las
más fundamentales entre esas negaciones.


Los socialistas niegan el pecado y la posibilidad
del pecado juntamente. Negado el hecho y la posi-
bilidad del hecho, procede la negacion de la libertad
humana, que no se concibe sin el pecado, ó por lo
ménos sin la potestad en la naturaleza humana de
convertirse de inocente en pecadora.


Negada la libertad, queda negada la responsabili-
dad del hombre. La negacion de la responsabilidad
lleva consigo la negacion de la pena j negada esta,
procede por una parte la negación -del gobierno di-
vino, y por otra la de los gobiernos humanos. Luego,
por lo que hace á la cuestion del gobierno, la nega-
cion del pecado va á parar al nihilismo.


Negada la responsabilidad individual queda ne-
gada la responsabilidad en comun :.10 que se niega
del individuo no puede afirmarse de la especie, lo
cual significa que no existe la responsabilidad huma-
na: y como quiera que no puede afirmarse de algu-
nos lo que por una parte se niega de cada uno de
por sí, y por otra de todos, síguese de aquí que una
vez negada la responsabilidad del individuo y la de




334 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
la especie, procede negar la responsabilidad de to-
das las asociaciones. Esto significa que no hay res-
ponsabilidad social, ni responsabilidad política, ni
responsabilidad doméstica. Luego, por lo que hace a
la cuestion de la responsabilidad, la negacion del pe-
cado va á parar al nihilismo.


Negada la responsabilidad individual, la domés-
tica, la política y la humana, procede la negacion de
la solidaridad en el individuo, en la familia, en el
Estado y en la especie, como quiera que la solidari-
dad ninguna otra cosa significa sino la responsabili-
dad en comun. Luego, por lo que hace á la solidari-
dad, la negacion del pecado va á parar al nihilismo.


Negada la solidaridad en el hombre, en la familia,
en el Estado y en la especie, es forzoso negar la uni-
dad en la especie, en el Estado, en la familia y en el
hombre, como quiera que la identidad entre la soli-
daridad y la unidad es. tan completa, que lo que es
uno no puede concebirse sino como siendo solidario,
ni lo que es solidario sino como siendo uno. Luego,
por lo que hace á la cuestion de la unidad, la nega-
cion del pecado. va á parar al nihilismo.


Negada la unidad con una negacion absoluta, pro-
ceden las negaciones siguientes: la de la humanidad.
la de la sociedad, la de la familia y la del hombre.
En efecto; ninguna cosa existe sino con la condicion
de ser una, y por lo mismo no puede afirmarse que
la familia, la sociedad y la humanidad no existen




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALIS~IO. 335
sino con la condicion de afirmar la unidad domésti-
ca, la política y la humana; negadas estas tres uni-
dades procede la negacion de esas tres cosas. Afir-
mar su existencia y negar su unidad es contradecirse
en los términos. Cada una de esas cosas ha de ser
una ó no ha de ser de ninguna manera : luego si no
son unas no existen, su nombre mismo es absurdo,
porque es un nombre que ni representa ni designa
cosa nmguna.


Por \0 que hace al hombre individual procede su
negacion de diferente manera. El hombre individual
es el único que puede existir hasta cierto punto sin
ser uno y sin ser solidario: lo que se niega negando
su unidad y solidaridad, es que en los diferentes mo-
mentos de su vida, sea una misma persona. Si no
hay un vínculo de union entre los tiempos pasados y
los presentes, y entre los presentes y los futuros, lo
que se sigue de aquí es que el hombre no existe sino
en el momento presente; pero en esta suposicion es
claro que su existencia es más bien fenomenal que
real. Si no vivo en lo pasado" porque pasó y porque
no hay unidad entre lo presente y lo pasado; si no
vivo en lo futuro, porque lo futuro no es, y porque
cuando sea ya no será lo presente; si no vivo sino en
lo presente, y lo presente no existe, porque cuando
se vá á afirmar su existencia ya ha pasado, resulta de
aquí que mi existencia es más bien teórica que prác-
tica, porque en realidad si no existo en todos los tiem-




336 ENSAYO SODHB EL CATOLICISMO,
pOS, no existo en tiempo ninguno. Yo no concibo el
tiempo sino en sus tres formas reunidas, y no puedo
concebirle cuando las separo. ¿Qué es lo pasado sino
una cosa que no es ya? ¿Qué es lo futuro sino una
cosa que no existe todavía? ¿Y quién detiene á lo
presente el tiempo necesario para afirmarle, despues
de haber salido de lo futuro, y ántes de convertirse
en lo pasado? Luego afirmar la existencia del hom-
bre, negada la unidad do los tiempos, no viene á ser
otra cosa sino darle la existencia especulativa del
punto matemático. Luego la negacion del pecado va
á parar al nihilismo, así en cuanto á la existencia de
la humanidad, de la sociedad y de la familia, como
en cuanto á la existencia del hombre. Luego todas
las doctrinas socialistas, ó para hablar con más exac-
titud, todas las racionalistas van á parar forzosamente
al nihilismo; y ninguna cosa hay más natural y más
lógica, si bien se mira, sino quo no habiendo sino
la nada fuera de Dios, los que se separan de Dios,
vayan á parar á la nada.


Esto supuesto, yo estoy autorizado para acusar al
socialismo presente de tímido y de contradictorio.
Negar el Dios trino y uno para afirmar otro Dios;
negar la humanidad bajo un aspecto, para venir á
afirmarla bajo otro pU';lto de vista; negar la sociedad
con ciertas formas, para venir á afirmarla después
con formas diferentes; negar la familia por un lado
para afirmarla por otro; negar al hombre de cierta




EL L1BERALlS)lO y EL SOCIALISMO. 337
manera, para venir despues á afirmarle de una manera
ó diferente ó contraria, todo esto es entrar por la sen-
da de tímidas, contradictorias y cobardes transaccio-
nes. El socialismo presente es todavía un semi-cato-
licismo y nada más. Si los límites de esta obra me
lo permitieran, no me sería difícil demostrar que en
el más avanzado de sus doctores hay un número
mayor de afirmaciones católicas que de negaciones
socialistas, lo cual da por resultado un catolicismo
absurdo y un socialismo contradictorio. Todo lo que
sea afirmar un Dios, es ir á caer en las manos del
Dios de los católicos; todo lo que sea afirmar la hu-
manidad, es ir á parar á la humanidad una y solida-
ria del dogma cristiano; todo lo que sea afirmar la
sociedad, es ir á dar consigo más tarde ó más tem-
prano en la afirmaoion católica sobre las institucio-
nes sociales; todo lo que sea afirmar la familia. es
ponerse en el caso de afirmar despues , de uno ó de
otro modo, todo lo que el Catolicismo afirma y todo
lo que el socialismo niega; por último, todo lo que
sea afirmar al hombre de cualquiera manera , se re-
suelve en definitiva en la afirmacion de Adan el
hombre del.Génesis. El Catolicismo es á la manera
de aquellos formidables cilindros por donde no pasa
la parte sin que después pase.el todo. Por ese cilin-
dro formidable pasará sin dejar rastro de sí, si no
muda de rumbo. el socialismo con todos sus pontí-
fices y con todos sus doctores.




338 ENSAYO SOnRE EL CATOLICISMO,
MI'. Proudhon , que no suele ser ridículo, es ri-


dículo, sin embargo, cuando formulando la negacion
del gobierno como la última de todas las negaciones
va pidiendo á las gentes en ademan cuasi augusto la
primera de todas las palabras socialistas, por la su-
blimidad de su audacia. Los socialistas en presencia
de l?s católicos son como los griegos en presencia de
los sacerdotes del Oriente: niños que parecen hom-
bres. La negacion de todo gobierno, léjos de ser la
última de las negaciones posibles, no es sino una
negacion preliminar que los nihilistas futuros rele-
garán en el libro de sus prolegómenos. No pasando
de ahí, MI'. Proudhon pasará como los demas por el
cilindro católico; por ahí pasa todo ménos la nada:
es necesario pues ó afirmar la nada o'pasar con to-
das sus negaciones y con todas sus afirmaciones, con
toda su alma y con todo su cuerpo por ese cilindro.
Miéntras que MI'. Proudhon no tome su partido vale-
rosa mente , me autoriza para que le acuse ante los
racionalistas futuros como sospechoso de Catolicismo
latente y de moderantismo disfrazado. Los socialis-
tas que no prefieren llamarse sus herederos, se lla-
man á sí propios la antítesis del Catolicismo. El Ca-
tolicismo no es una tésis , y no siéndolo, no puede
ser combatido por una antítesis; es una síntesis que
lo abarca todo, que lo contiene todo y que lo explica
todo, la cual no puede ser, no diré vencida. pero
ni combatida siquiera sino por una síntesis de la




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 339
misma especie, que á su manera abarque, contenga
y explique todas las cosas. En la síntesis católica
caben anchamente todas las tésis y todas las antítesis
humanas. Ella lo trae y lo condensa todo en sí con
la fuerza invencible de una virtud incomunicable.
Losque piensan que están fuera del Catolicismo, están
en él, porque él es como la atmósfera de las inteli-
gencias: los socialistas, como los demas, despues de
esfuerzos gigantescos para separarse de él, ninguna
otra cosa han conseguido sino ser unos malos ca-
tólicos.




CAPITULO VI.


DOGMAS CORRELATIVOS AL DE LA SOLIDARIDAD; LOS SACRIFICIOS SANGRIENTOS;
TEORíAS DE LAS ESCUELAS RACIONALISTAS ACERCA DE LA PENA DE MUERTE.


Así como el socialismo es un compuesto incohe-
rente de tésis y de antítesis que se contradicen y se
destruyen, la gran síntesis católica resuelve todas las
cosas en la unidad, poniendo en todas ellas su sobe-
rana armonía. De sus dogmas puede afirmarse que
sin dejar de ser varios son uno solo. De tal manera
se resuelven los que anteceden en los que le siguen,
y los que le siguen en los que le anteceden, que no
puede averiguarse nunca cuál es el primero y cuál
es el último en el gran círculo divino. Esa virtud que
todos tienen de penetrarse los unos á los otros en lo
más íntimo de sus esencias, hace que ninguno pueda
ser afirmado ó negado de por sí, debiendo ser todos
afirmados ó negados juntamente; y como en sus afir-
maciones dogmáticas están apuradas todas las afir-
maciones posibles, de aquí procede que contra el Ca-
tolicismo no se da afirmacion de ninguna especie, ni
negacion que sea particular: contra su prodigiosa




EL LIBEIIALISMO y EL SOCIALIS~IO. . 341
síntesis no cabe sino una negacion absoluta. Ahora
bien: Dios que está de manifiesto en la palabra ca-
tólica, ha dispuesto las cosas de tal modo, que esa
suprema negacion lógicamente necesaria para hacer
contraste á la palabra divina, sea de todo punto im-
posible, como quiera que para negarlo todo es ne-
cesario comenzar por negarse á sí mismo, y que el
que se niega á sí mismo no puede pasar adelante ni
negar despues cosa ninguna. Síguese de aquí que la
palabra católica, siendo invencible, es eterna; desde
el primer dia de la creación viene dilatándose en los
espacios y resonando en los tiempos con una fuerza
inmensa de dilatacion y con una fuerza infinita de
resonancia; su soberana virtud no se ha amenguado
todavía, y cuando cesen los tiempos de correr y se
recojan los espacios, esa palabra seguirá resonando
eternamente en las eternas alturas. Todo en este bajo
mundo va pasando : los hombres con sus ciencias
que no son sino ignorancia, los imperios con sus
glorias que no son sino humo; solo está quieta yen
su sér esa palabra resonante, afirmándolo todo con
una sola afirmacion que es siempre idéntica á sí misma.
El dogma de la solidaridad, confundiéndose con el
de la unidad, constituye con él un solo dogma; con-
siderado en sí se resuelve en dos que, como el de la
solidaridad y el de la unidad, son uno mismo en la
esencia y dos en sus manifestaciones. La solidaridad
y la unidad de todos los hombres entre sí lleva con-




342 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
sigo la idea de una responsabilidad en comun, y esta
responsabilidad supone á su vez que los méritos y
los crímenes de los unos pueden dañar y aprovechar
á los otros. Cuando el daño es el que. se comunica,
el dogma conserva su nombre genérico de solidari-
dad, y le cambia por el de reversibilidad cuando lo
que se comunica es el provecho. Así se dice que to-
dos pecamos en Adan, porque todos somos con él
solidarios, y que todos fuimos hechos salvos por Je-
sucristo, porque sus méritos nos son reversibles. Co-
mo se ve, la diferencia aquí está en los nombres so-
lamente, y en nada altera la identidad de la cosa
significada. Lo mismo sucede con los dogmas de la
imputacion y de la sustitucion : los dos no son otra
cosa sino aquellos dogmas mismos considerados en
sus aplicaciones. En virtud del dogma de la imputa-
cion padecemos todos la pena de Adan, y por el de
la sustitucion padeció el Señor por todos nosotros.
Pero, como se ve aquí, no se trata sino de un dogma
sustancialmente. El principio en virtud del cual fuí-
mos todos hechos salvos en el Señor, es idéntico á
aquel por el cual fuímos todos en Adan culpables y
penados. Ese principio de solidaridad con el que se
explican los dos grandes misterios de nuestra reden-
cion y de la trasmision de la culpa, es á su vez ex~
plicado por esa misma trasmision y por la redencion
humana. Sin la solidaridad no podéis ni concebir si-
quiera una humanidad prevaricadora y redimida; y




EL LlBEHALIS~1O y EL ::;OCIALIS~IO. 343
por otro lado es evidente que si la humanidad no ha
sido ni redimida por Jesucristo, ni prev~ricadora en
Adan, no puede ser concebida como siendo una y so-
lidaria.


Como por este dogma, junto con el de la prevari-
cacion adánica , se nos revela la verdadera naturaleza
del hombre, no ha permitido Dios que cayera de todo
punto en el olvido de las gentes. Esto sirve para ex-
plicar por qué todos los pueblos del mundo vienen
dando de él clarísimos testimonios , y por qué esos
testimonios están consignados con una consignacion
elocuentísima en la historia .. No hay pueblo tan ci-
vilizado ni tribu tan inculta que no haya creído es-
tas cosas: que los pecados de algunos pueden atraer
las iras de Dios sobre las cabezas de todos, y que to-
dos pueden ser hechos salvos de la pena y de la culpa
trasmitida, por ~l ofrecimiento de una víctima en per-
fectísimo holocausto. Por los pecados de Adan con-
dena Dios al género humano, y le salva por los mé-
ritos de su amantísimo Hijo. Noe, inspirado por Dios,
condena en Canaan á toda su raza; Dios bendice en
Abraham, y luego en Isaac y luego en Jacob á toda
la raza hebrea. Unas veces salva á hijos culpables
por los méritos de sus ascendientes, otras castiga
hasta en su última generacion los pecados de ascen-
dientes culpables, y ninguna de estas cosas que la
razon tiene por increíbles ha causado ni extra~eza
ni repugnancia al género humaao que las ha creido




1:344 ENSAYO SOBRE EL CATOLI¡;¡S~IO,
con una fe firmísima y robusta. Edipo es pecador, y
los dioses derraman sobre Tébas la copa de su eno-
jo : Edipo es asunto de la cólera divina, y los bene-
ficios de su expiacion son reversibles á Tébas. En el
dia más grande y solemne de la creacion, cuando el
mismo Dios hecho hombre iba á proclamar con su
muerte la verdad de todos estos dogmas, quiso que
ántes fueran proclamados y confesados por el mismo
pueblo deicida, el cual, clamando con un clamor so-
brenatural y con bramido siniestro, dejó caer estos
tremendos vocablos : « Que su sangre caiga sobre
nosotros y sobre nuestros hijos.» No parece sino que
Dios permitió que se condensaran aquí juntamente
los tiempos y los dogmas: en un mismo día el mis-
mo pueblo, dándole muerte, imputa á uno y castiga
en él los pecados de todos, y pide la aplicacion del
mismo dogma á sí propio declarando á sus hijos so-
lidarios de sus pecados. En ese mismo dia en que eso
se proclama por todo un pueblo, el mismo Dios pro-
clama el mismo dogma haciéndose solidario del hom-
bre, yel de la reversibilidad pidiendo al Padre, en pre-
mio de su dolor, el perdon de sus enemigos, yel de
la sustitucion muriendo por ellos, y el de la reden-
cion , consecuencia de todos los otros siendo el pe-
cador redimido, porque el sustituto que en virtud del
dogma de la solidaridad padeció muerte, en virtud
del. de la reversibilidad fué aceptado.


Todos esos dogmas proclamados en un mismo dia




EL L1llE/lALISl\IO y EL SOC[ALIS~IO. 345
por un pueblo y por un Dios, y cumplidos despues
de ser proclamados en la persona de un Dios y en
las generaciones de un pueblo, vienen proclamán-
dose y cumpliéndose, aunque imperfectamente, des-
de el principio del mundo, y fuéron simbolizados en
una institucion ántes de ser cumplidos en una per-
sona.


La institucion que los simboliza es la de los sacrifi-
cios sangrientos. Esa institucion misteriosa y, huma-


I


namente hablando, inconcebible, es un hecho tan
universal y constante, que existe en todos los pue-
blos y en todas las regiones. De manera que entre
las instituciones sociales la más universal es cabal-
mente la más inconcebible y la que parece más ab-
surda; siendo cosa digna de notarse aquí que esa
universalidad es un atributo comun á la 'iustituoion
en que aquellos dogmas están simbolizados, á la per-
sona en que fuéron cumplidos, y á los mismos dog-
mas que fuéron simbolizados en aquella institucion y
cumplidos en aquella persona. La imaginacion mis-
ma no alcanza á fingir ni otros dogmas, ni otra per-
sona, ni otra institucion más universales. Aquellos
dogmas contienen todas las leyes por las que se go-
biernan las cosas humanas; aquella persona contiene
á la Divinidad y á la humanidad juntas en uno; y
aquella institucion es por un lado conmemorativa de
lo que aquellos dogmas contienen de universal, por
otro simbólica de aquella persona única en quien está .


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346 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
la universalidad pOI' excelencia, miéntras que por
otra parte, considerada en sí misma, se dilata hasta
los remates del mundo y vence los términos de la
historia.


Abel es el primer hombre que ofreció á Dios un
sacrificio sangriento despues de la gran tragedia pa,..
radisíaca ; y ese sacrificio, por lo que tenia de san-
griento, fué acepto á los ojos de Dios que apartó de
sí con enojo el de Cain , consistente en frutos de la
tierra. Y lo que aquí hay de singular y de misterioso
es, que el que derrama la sangre en sacrificio expia-
torio, toma odio á la sangre y muere por no derra-
mar la del mismo que le mata, miéntras que el que
rehusa derramarla como signo de expiacion , se afi-
ciona á ella hasta el punto de derramar la sangre de
su hermano. ¿En qué consiste que derramada de un
modo quita las manchas, y derramada del otro modo
las pone? ¿En qué consiste que la derraman lodos,
aunque de diferente manera?


Desde aquella primera efusion de sangre la san-
gre no dejó de correr, y no corrió nunca sin conde-
nar á unos y sin purificar á otros, conservando siem-
pre entera su virtud condenatoria y su virtud purifi-
cante. Todos los hombres que vinieron despues de
Abel el justo y de Cain el fratricida, se acercaron
más ó ménos á uno de esos dos tipos de aquellas dos
ciudades que se gobiernan por leyes contrarias y por
gobernadores diferentes, por nombre la ciudad de




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 341
Dios y la ciudad del mundo; las cuales no son con-
trarias entre sí porque en una se derrame sangre y
en otra no, sino porque en la una la derrama el amor
y en la otra la venganza: en la una es ofrecida al
hombre y en la otra á Dios en sacrificio expiatorio y
en aceptable holocausto.


El género humano, en el que no ha dejado de so-
plar de todo punto el viento de las tradiciones bí-
blicas, ha creído siempre con una fe invencible estas
tres cosas: Que es fuerza que la sangre sea derra-
mada; que derramada de un modo purifica y de otro
enloquece. De estas verdades da clarísimos testimo-
nios toda la historia llena con la relacion de historias
crueles, de conquistas sangrientas, de trastornos y
asolamientos de ciudades famosas, de muertes atro-
císimas, de víctimas puras puestas en altares humean-
tes, de hermanos levantados contra hermanos, y ri-
cos contra pobres, y padres contra hijos, siendo la
tierra toda á manera de lago que ni los vientos orean,
ni seca el sol con sus inmensos ardores. No las ates-
tiguan con ménos claridad los sacrificios sangrientos
ofrecidos á Dios en todos los altares levantados en
la tierra, y por último la legislacion de todos los
pueblos por la que el que quita la vida ajena está
excomulgado, y pierde la suya saliendo de la comu-
nion de los vivientes. En la tragedia de Orestes, pone
Eurípides en boca de Apolo estas palabras: « No es
Elena culpable de la guerra de Troya; su belleza no




348 ENSAYO SOBR~; EL CATOLICISMO,
fué sino el instrumento de que se valieron los dioses
para encender la guerra entre dos pueblos l y hacer
correr la sangre que habia de purificar la tierra man-
chada con la multitud de los delitos.» Por donde se
ve que el poeta, eco á un tiempo mismo de las tra-
diciones populares y de las tradiciones humanas, da
á la sangre una secreta virtud de purificacion l que
está en ella de una manera escondida por una causa
misteriosa.


Descansando el sacrificio en la suposicion de la
existencia de esa causa y de aquella virtud, es claro
que la sangre ha debido adquirir esta virtud bajo el
imperio de aquella causa, en una época anterior á la
de los sacrificios sangrientos; y como estos sacrifi-
cios vienen instituidos desde el tiempo de Abel, es
una cosa puesta fuera de toda duda, que la causa' y
la virtud de que tratamos son anteriores á Abel y
contemporáneas de un gran suceso paradisiaco, en
donde esa virtud y su causa han de tener principio
necesariamente. Ese gran suceso es la prevaricación
adánica. Culpable la carne en Adan y en la carne de
Adan la carne de toda la especie, para que la pena
tuviese proporcion con la culpa, era menester que
cayera en la carne como la culpa misma: de aquí la
necesidad de la efusion perpetua de la sangre hu-
mana. A la culpa de Adan se habia seguido, sin em-
bargo, la promesa de un redentor, y esa promesa, po-
niendo al Redentor en lugar del culpable, filé pode-




EL LIDERAUSMO y EL SOCIALlS)lO. 349
rosa para suspender la sentencia condenatoria hasta
que el que habia de venir fuera venido. Esto sirve
para explicar por qué Abel , depositario por Adan á
un mismo tiempo de la sentencia condenatoria y de
la suspensión hasta que fuera llegado el sustituto que
habia de padecer la pena por el culpable, instituyó
el único sacrificio que podia ser acepto á los ojos de
Dios: el sacrificio conmemorativo y simbólico.


El sacrificio de Abel fué tan perfecto que contuvo
en sí por una manera prodigiosa todos los dogmas
católicos: por lo que tuvo de sacrificio en general,
fué un acto de reconocimiento y de adoracion hácia
el Dios omnipotente y soberano; por lo que tuvo de
sacrificio sangriento, fué la proclamacion del dogma
de la prevaricación adánica y del de la libertad del
prevaricador, que sin el libre albedrío no hubiera
sido culpable; y del de la trasmision de la culpa y
de la pena, sin la cual solo Adan hubiera debido
darse en sacrificio; y del de la solidaridad, sin el cual
no hubiera tenido Abel el pecado por herencia. Al
propio tiempo fué con respecto á Dios el reconoci-
miento de su justicia y del cuidado que tiene de las
cosas humanas. Considerado bajo el punto de vista
de las víctimas ofrecidas al Señor, fué á un tiempo
mismo una conmernoracion de la promesa que la dió
la pena del verdadero culpable, y de la reversibili-
dad en virtud de la cual los penados por la culpa de
Adan hablan de ser hechos salvos por los méritos




350 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
de otro, y de la sustitucion en virtud de la cual uno
que habia de venir se habia de ofrecer en sacrificio
por todo el género humano; por último, consistiendo
las víctimas 'en corderos primogénitos y sin mancha,
el sacrificio de Abel fué simbólico del sacrificio ver-
dadero, en el cual aquel Cordero mansísimo y purí-
simo , Hijo único del Padre, se babia de ofrecer en
santísimo holocausto por los delitos del mundo. De
esta manera el Catolicismo todo, que explica y con-
tiene todas las cosas por un milagro de condensacion,
está explicado y contenido en el primer sacrificio san-
griento ofrecido á Dios por un hombre. ¿Qué virtud es
esa que está en la Religion católica, que la hace dilatar-
se y condensarse con una dilatacion y con una con-
densacion infinitas? ¿Qué cosas son esas que en su in-
mensa variedad caben todas en un símbolo? LY qué
símbolo es ese tan comprensivo Y' perfecto que con-
tiene tantas y tales cosas? Tan altas consonancias y
armonías, perfecciones tan soberanas y hermosas es-
tán de tal manera sobre el hombre, que se adelantan
no solo á todo lo que entendemos, sino tambien á
todo lo que deseamos y á todo lo que fingimos.


Pasando la tradicion de padres á hijos, vino á su-
ceder que fué borrándose y oscureciéndose poco á
poco en la memoria y en el entendimiento de los
hombres. Dios no permitió en Sil infinita sabiduría
que dejaran de resonar de todo punto en la tierra
aquellos grandes ecos de las tradiciones bíblicas;




EL LTDERALlSMO y EL SOCIALISMO. 351
pero en medio del tumulto de los pueblos, precipi-
tados los unos sobre los otros, y todos á los piés de
los ídolos, esos ecos fuéron alterándose y debilitán-
dose hasta perder su magnífica resonancia y conver-
tirse en sonidos vagos, intermitentes y confusos.
Entónces fué cuando de la idea vaga de una culpa
primitiva radicada en la sangre sacaron los bombres
la consecuencia de que era necesario ofrecer á Dios
en sacrificio 'la sangre misma del hombre. El sa-
crificio dejó de ser simbólico para ser real; y como
quiera que en la intención divina no estaba dar efi-
cacia y virtud sino al sacrificio del Redentor sola-
mente, de aquí fué que los sacrificios humanos care-
cieron de virtud y de eficacia. Aun así y todo, aque-
llos sacrificios imperfectos é ineficaces contenían en
sí virtualmente, por un lado el dogma del pecado
original, el de su trasmisión y el de la solidaridad,
y por otro, el de la reversibilidad y el de la sustitu-
cion , aunque no acertaron á simbolizar ni la sustitu-
cion verdadera, ni el verdadero sustituto.


Cuando los antiguos buscaban una víctima limpia
de toda mancha é inocente, y la conducian al altar
ceñida de flores para que con su muerte aplacara la
cólera divina, satisfaciendo la deuda del pueblo,
acertaban en mucho y erraban en algo. Acertaban
en afirmar que la justicia divina debia ser aplacada,
que no podia serlo sino por e] derramamiento desan-
gre, que uno Radia satisfacer la deuda de todos, que




352 ENSAYO SOBRE ~L CATOLICIS'\IO,
la víctima redentora babia de ser inocente. En todas
estas cosas acertaban, como quiera que todas ellas
no son otra cosa sino la afirmacion implícita de los
grandes dogmas católicos. El error estuvo exclusiva-
mente en creer que podia haber un hombre inocente
y justificado, hasta tal punto y de tal manera que pu-
diera ser ofrecido eficazmente en sacrificio por los
pecados del pueblo, en calidad de víctima redentora.
Este solo error, este solo olvido de un dogma católico
convirtió al mundo en un lago de sangre: á falta de
otros, hubiera bastado por sí solo para impedir el
advenimiento de toda civilizacion verdadera. La bar-
barie, y la barbarie feroz y sangrienta, es la conse-
cuencia legítima, necesaria, del olvido de cualquier
dogma cristiano.


El error que acabo de señalar, no lo era sino en
un solo concepto y bajo cierto punto de vista: la san-
gre del hombre no puede ser expiatoria del pecado
original que es el pecado de la especie, el pecado
humano por excelencia; puede ser yes, sin embargo,
expiatoria de ciertos pecados individuales: de donde
se sigue no solo la legitimidad, sino tambien la ne-
cesidad y la conveniencia de la pena de muerte. La
universalidad de su institucion atestigua la univer-
salidad de la creencia del género humano en la efi-
cacia purificante de la sangre derramada de cierto
modo, y en su virtud expiatoria cuando de ese
modo se derrama. Sine sanguine n9n fU remissio,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 353
(Rebr. 9, 22.) Sin la sangre derramada por el Reden-
tor, no se hubiera extinguido nunca aquella deuda co-
mun que contrajo con Dios en Adan todo el género hu-
mano. En donde quiera que la pena de muerte ha sido
abolida, la sociedad ha destilado sangre por todos sus
poros. A su supresion en la Sajonia Real se siguió
aquella grande y encarnizada batalla de mayo, que
puso al Estado en trance de muerte, hasta el punto
de verse en el caso de acudir para su remedio á una
intervencion extranjera. El solo principio de su su-
presión, proclamado en Francfort en nombre de la pa-
tria comun, puso las cosas alemanas en mayor des-
órden y desconcierto que en ningun otro período de
su turbulentísima historia. A su supresión por el go-
bierno provisional de la República francesa se siguie-
ron aquellas tremendas jornadas de junio, que vivirán
eternamente con todo su horror en la memoria de los
hombres; á aquellas hubieran seguido otras con pa-
vorosa y rápida sucesión, si una víctima santa yacep-
ta no se hubiera puesto entre las iras de Dios y los
delitos de aquel gobierno culpable y de aquella ciu-
dad pecadora. Hasta dónde pudo llegar la virtud de
aquella sangre augusta é inocente, nadie lo sabrá de-
cir y nadie lo sabe; empero, humanamente hablan-
do, puede afirmarse, sin temor de ser desmentido por
los hechos, que la sangre volverá á correr en vena
abundosa, por lo ménos hasta q~e la Francia entre
otra vez bajo la jurisdiccion de aquella ley providen-


2:)




354 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
cial que ningun pueblo desechó jamas impunemente.


No pondré término á este capítulo sin hacer aquí
una reflexión que me parece de la mayor importan-
cia : si tales efectos ha producido la supresion de la
pena de muerte en los delitos políticos, ¿ hasta dónde
llegarian sus estragos si la supresión se extendiera.á
los delitos comunes? Ahora bien : si hay para mí una
cosa evidente, es que la su presiou de la una lleva
consigo la supresion de la otra en un tiempo más ó
ménos lejano, así como me parece cosa puesta fue-
ra de toda duda que, suprimida la pena de muerte
en ambos conceptos, procede la supresión de toda
penalidad humana. Suprimir la pena mayor en los
delitos que atacan la seguridad del Estado y con ella
la de los individuos que le componen, y conservarla
en los delitos que se perpetran contra los particula-
res solamente, me parece una inconsecuencia mons-
truosa que no puede resistir por largo tiempo á la
evolucion lógica y consecuente de los acontecimien-
tos humanos. Por otra parte, suprimir como excesiva
la pena de muerte en unos y en. otros, viene á ser
lo mismo que suprimir todo género de penalidad para
los delitos inferiores, como quiera que una vez apli-
cada á los primeros una pena que n9 sea la de muer-
te, cualquiera otra que se aplique á los segundos
ha de faltar á las reglas de la buena proporcion, y
ha de ser combatida corno opresiva é injusta.


Si la supresión de la pena de muerte en los deli-




EL LIBEKALlS}1O \' EL SOCIALISMO. :Hi;j
tos políticos se funda en la negacion del delito polí-
tico, y si esta negacion se saca de la falibilidad del
Estada en estas materias, es claro que todo sistema
de penalidad viene al suelo; porque la falibilidad en
las cosas políticas supone la falibilidad en todas las
cosas morales, y la falibilidad en las unas y en las
otras lleva consigo la incompetencia radical del Es-
tado para calificar ninguna accion humana de delito.
Ahora bien: como esa falibilidad es un hecho, síguese
de ahí que en esta materia de la penalidad todos los
gobiernos son incompetentes, porque todos son fa-
libles.


Solo puede acusar de delito el que puede acusar
de pecado, y solo puede imponer penas por el uno
el que puede imponerlas por el otro. Los gobiernos
no son competentes para imponer una pena al hom-
bre sino en calidad de delegados de Dios, .ni la ley
humana tiene fuerza sino cuando es el comentario
de la ley divina. La negacion de Dios y de su ley por
parte de los gobiernos, viene á ser la negación de sí
propios. Negar la ley divina y afirmar la humana,
afirmar el delito y negar el pecado, negar á Dios y
afirmar un gobierno. cualquiera, es afirmar aquello
mismo que se niega' y negar aquello mismo que se
afirma, es caer en una contradicción palpable y evi-
dente. Entónces sucede que comienza á soplar el cier-
zo de las revoluciones, el cual no tarda mucho en
restaurar el imperio de la lógica que preside á la evo-


.... ,..... '.




356 ENSAYO SOBRE EL CATOLIClS~IO,
lucion de los sucesos, suprimiendo con una afirma-
eion absoluta é inexorable ó con una negacion abso-
luta y perentoria las contradicciones humanas.


El ateismo de la ley y del Estado, ó lo que en de-
finitiva viene á ser lo mismo expresado de una ma-
nera diferente, la secularizacion completa del Estado
y de la ley, es teoría que no se compone bien con la
de la. penalidad, viniendo la una del hombre en su
estado de apartamiento de Dios, y la otra de Dios en
su estado de union con el hombre.


No parece sino que los gobiernos conocen por me-
dio de un instinto infalible, que solo en nombre de
Dios pueden ser justos y fuertes. Así sucede que
cuando comienzan á secularizarse ó á apartarse de
Dios, luego al punto aflojan en la penalidad como si
sintieran que se les disminuye su derecho. Las teo-
rías laxas de los criminalistas modernos son contem-
poráneas de la decadencia religiosa, y su predominio
en los códigos es contemporáneo de la seculariza-
cion completa de las potestades' políticas. Desde en-
tónces acá el criminal se ha ido trasformando á nues-
tros ojos lentamente, hasta el punto de parecer á los
hijos objeto de lástima el mismo que era asunto de
horror para sus padres. El que áyer era llamado cri-
minal, hoy pierde su nombre en el de esoéntrico ó
en el de loco. Los racionalistas modernos llaman al
crimen desventura. Dia vendrá en que el gobierno
pase á los desventurados, y entónees no habrá otro




EL L(BERALIS~IO y EL SOCIALISMO. 357
crímen sino la inocencia. A las teorías sobre la pe-
nalidad de las monarquías absolutas en sus tiempos
decadentes se siguieron las de las escuelas liberales
que trajeron las cosas al punto y trance en que hoy
las vemos : .tras las escuelas liberales vienen las so-
cialistas con su teoría de las insurrecciones santas
y de los delitos heroicos : ni serán estas las últimas.
porque allá en los lejanos horizontes comienzan á des-
puntar nuevas. y más sangrientas auroras. El nuevo
evangelio del mundo se está escribiendo quizas en un
presidio. El mundo no tendrá sino lo que merece
cuando sea evangelizado por los nuevos apóstoles.


Los mismos que han hecho creer á las gentes que
la tierra puede ser un paraíso. las han hecho creer
más fácilmente que la tierra ha de ser un paraíso sin
sangre. El mal no eslá en la ilusión ; está en que ca-
balmente en el punto y hora en que la ilusion llegara
á ser creida de todos. la sangre brotaria hasta de las
rocas duras, y la tierra se trasformaria en infierno.
En ~ste oscuro y bajo suelo el hombre no puede as-
pirar á una ventura imposiblevsin ser tan desventu-
rado que pierda la poca dicha que alcanza.




CAPITULO VII.


RECAPITlJLACION.-INEFlCACIAS DE TODAS US SOLUCIQNES PROPUESTAS:
NECESIDAD DE lJl'\A SOLlJCION MÁS ALTA.


HASTA aquí hemos visto de qué manera la libertad
del hombre y la del ángel, con la facultad de escoger
entre el bien y el mal que constituye su imperfec-
cion y su peligro, era una cosa no solo justificada
sino tambien conveniente. Vimos tambien cómo del
ejercicio de esa libertad constituida salió el mal con
el pecado, el cual alteró profundísimamente el órden
puesto por Dios en todas las cosas, y la manera con-
venientísima de ser de todas las criaturas. Pasando
más adelante', despues de habernos dado cuenta de
los desórdenes de la creacion nos propusimos de-
mostrar y demostramos, á nuestro entender cumpli-
damente, que así como al ángel y al hombre dotados
del libre albedrío les fué dada la tremenda potestad
de sacar el mal del bien y de inficionar todas las co-
sas, el uno con su rebelion , el otro con su desobe-
diencia , y ambos con su pecado, Dios, para hacer
contraste á esta libertad perturbadora, se reservó la




EL LlBERALl::;~1O v EL ::;OCIALIS)lO. 35!i
potestad de sacar el bien del mal y el órden del
desórden , usando de ella larga y convenientemente
hasta el punto de poner las cosas en un sér más con-
certado y perfecto que el que hubieran alcanzado
sin los ángeles rebeldes ysin los hombres pecado-'
res. No siendo posible evitar el mal sin suprimir la
libertad angélica y la humana, que eran un gran
bien, Dios en su infinita sabiduría hizo de modo
que el mal, sin ser suprimido, fué trasformado hasta
el punto de servir en su mano omnipotente de ins-
trumento de mayores conveniencias y de más altas
perfecciones.


Para demostrar lo que á nuestro propósito cumplía,
observamos que el fin general de las cosas era ma-
nifestar todas á su manera las perfecciones altísimas
de Dios, y ser como centellas de su hermosura y
magníficos reflejos de su gloria. Consideradas bajo
el punto de vista de este fin universal, no nos fué
difícil demostrar que de la obediencia humana y de
la rebelion angélica se siguieran bienes incompara-
bies, y que así la una como la otra sirvieron para
que las criaturas que ántes reflejaban solamente la
divina bondad y la divina magnificencia, reflejaran
lambien toda la sublimidad de su misericordia y toda
la grandeza de su justicia. El órden no fué universal
y absoluto sino cuando las criaturas tuvieron en sí
todos estos espléndidos reflejos.


De los problemas relativos al órden universal de




3(;0 El'ISAYO SOBRE El. CATOLICIS~IO ,
las cosas, pasamos á los que se refieren al orden
general de las cosas humanas: discurriendo por este
anchísimo campo, vimos propagarse el mal en la hu-
manidad con el pecado; allí vimos de qué manera la
humanidad estuvo en Adan, y cómo la especie fué
en el individuo pecadora. Así como el pecado con-
siderado en sí mismo fué poderoso para turbar el ór-
den del universo, lo fué tambien y con mayor ra-
zon para poner en desórden todas las cosas huma-
nas. Para la inteligencia de lo que ántes dijimos y
de lo que dirémos des pues , conviene advertir aquí
que así como el fin universal de las cosas es mani-
festar las perfecciones divinas, el fin particular del
hombre es conservar su union con Dios, lugar de su
alegría y de su descanso: el pecado desordenó las
cosas humanas apartando al hombre de esa union
que constituye su fin especial, y desde ese momento
el problema, por lo que hace á la humanidad, con-
siste en averiguar de qué manera el mal puede ser
vencido en sus efectos y en su causa: en sus efectos,
es decir, en la corrupcion del individuo y de la es-
pecie con todas sus' consecuencias; en su causa, es
decir en el pecado.


Dios que es simplicísimo en sus obras porque es
perfectísimo en su esencia, vence al mal en su causa
y en sus efectos por la secreta virtud de UDa sola
trasformacion ; pero esta tan radical y portentosa,
que por ella todo lo que era mal se muda en bien, y




EL LIBERALlS~IO y EL SOC1ALIS~IO. :1tit
todo lo que era imperfeccion • en perfeccion sobera-
na. Hasta aquí hemos venido exponiendo la manera
y forma en que Dios trasforma en instrumentos del
bien los efectos mismos del mal y del pecado. Pro-
cediendo todos ellos de una corrupcion primitiva del
individuo y de la especie. no son otra cosa ni en la
especie ni en el individuo. considerados en sí, sino
una desgracia lamentable : quien dice desgracia,
dice efecto necesario; y si la causa de donde el efecto
se sigue es de aquellas que obran de una manera
constante. quien dice desgracia, tanto quiere decir
como desgracia por su naturaleza invencible. Impo-
niendo la desgracia como una pena. Dios hizo posi-
ble su trasformacion, por medio de su aceptación
voluntaria por parte del hombre. Cuando el hombre
ayudado de Dios aceptó heróicamente como nna pena
justa su desgracia, su desgracia no cambió denatu-
raleza considerada en sí misma, 10 cual sería impo-
sible de todo punto; pero adquiere una nueva y ex-
traña virtud, la virtud expiatoria y purifícante. Con-
servando siempre su invencible identidad, produce
efectos que naturalmente no están en ella, siempre
que se combina de una manera sobrenatural con la
aceptación voluntaria. Esta doctrina consoladora y
sublime nos viene á un tiempo mismo de Dios, de
larazon y de la historia. constituyendo una verdad
racional, histórica y dogmática.


El dogma de la trasmision de la culpa y de la pe-




:362 E:iSA\ú SOBRE EL CATOLlClS~IO,
na, y el de la accion purificante de la última siendo
libremente aceptada, nos llevó como por la mano al
exámen de las leyes orgánicas de la humanidad, por
las cuales se explican cumplidamente todas sus evo-
luciones históricas y todos sus movimientos. El con-
junto de esas leyes constituye el órden humano; y
de tal manera le constituyen, que no puede ser ni
imaginado de otra manera.


Despues de haber expuesto las soluciones católicas
sobre estos problemas altísimos y temerosos, de los
cuales unos son relativos al órden universal y otros
al órden humano, propusimos las soluciones inven-
tadas por la escuela liberal y por los socialistas mo-
dernos, y demostramos por una parte las sublimes
armonías y consonancias de los dogmas católicos, y
por otra las extravagantes contradicciones de las es-
cuelas racionalistas. La impotencia radical de la ra-
zon para hallar la solucion conveniente de estos pro-
blemas fundamentales, sirve para explicar la inco-
herencia y la contradiccion que se observan en las
soluciones humanas; y esas contradicciones incohe-
rentes sirven á su vez para demostrar la imposibili-
dad absoluta en que está el hombre abandonado á sí
mismo, de remontarse con sus propias alas á aquellas
encumbradas y serenas alturas en donde puso Dios
las leyes secretísimas de todas las cosas. De este
exámen, hasta cierto punto prolijo si se atiende á los
estrechos límites de esta obra, resulta demostrado




EL UBEHALISMO y EL ~OCIALlSMO. 363
hasta la evidencia: lo primero, que toda negación de
un dogma católico lleva consigo la negacion de todos
los otros dogmas, y al reves , que la afirmacion de
uno solo lleva consigo la afirmacion de todos los
dogmas católicos, lo cual es una demostración in-
vencible de que el Catolicismo es una inmensa sínte-
sis puesta fuera de las leyes del espacio y del tiempo;
lo segundo, que ninguna escuela racionalista niega
todos los dogmas católicos á la vez, de donde se si-
gue que todas están condenadas á la inconsecuencia
y al absurdo; y lo tercero, que no es posible salir
del absurdo y de la inconsecuencia, sin aceptar todas
las afirmaciones católicas con una aceptacion abso-
luta, Ó negarlas todas con una negacion tan radical
que vaya á parar al nihilismo.


Por ultimo, despues de haber examinado cada uno
de por sí aquellos dogmas que se refieren al órden
universal y al 6rden humano, consideramos su ar-
monioso y magnífico conjunto en la institución de los
sacrificiossangrientos, la cual trae su orígen de aque-
lla primera edad que siguió inmediatamente á la gran
catástrofe paradisáica. Allí vimos que esa institucion
misteriosa es, por un lado, la conmemoracion de
aquella gran tragedia y de la promesa de un reden-
tor hecha por Dios á nuestros primeros padres; por
otro, la encarnacion de los dogmas de la solidaridad,
de la reversibilidad, de la imputacion y de la susti-
iucion : y por último, el símbolo perfectísimo del sa-




364 EIiSAYO SOBRE EL CATUL!CIS~IO.
orificio futuro. tal como le habiamos de ver realizado
en la plenitud de los tiempos. Puestas en olvido entre
las gentes las tradiciones bíblicas, el mundo olvidó
el significado propio de aquella institueion religiosa
que vino corrompiéndose por todas partes: por su
corrupcion se explica la institucion universal de los sa-
crificios humanos, los cualesdan testimonioá la verdad
de la tradicion, si bien se apartan de ella en aquellos
puntos en que habia caido en olvido de las gentes.
Con este motivo expusimos el grande error y la gran-
de enseñanza que están juntos en esa institucion, que
á primera vista parece inexplicable por lo que tiene
de profundamente misteriosa. Su grande error está
en atribuir al hombre la virtud expiatoria del que le
habia de sustituir cuando se hubieran cumplido los
tiempos, segun la voz de las antiguas profecías.y de
las antiguas tradiciones; su grande enseñanza está en
atribuir á la sangre derramada. en cierta forma la
virtud de aplacar de cierto modo y hasta cierto punto
la cólera divina. Por el encadenamiento y la conexión
de estas deducciones fuímos á parar al examen de
la pena de muerte, universalmente instituida en toda
la tierra como una profesión de fe de la virtud que
está en la sangre. hecha en todos los tiempos por
todo el género humano. Con este motivo interrogá-
mos á las escuelas racionalistas sobre esta materia
escabrosa; yen este punto. como en todos los demas,
SIlS respuestas y sus soluciones nos parecieron con-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 365
tradictorias y absurdas. Llevándolas de contradiccion
en contradiccion , las pusimos en el caso de escoger
entre la aceptacion de la pena de muerte para los
delitos políticos como para los comunes, ó la nega-
cion radical y absoluta á un tiempo mismo del delito
y de la pena.


Llegados á este punto de la discusion , solo nos
falta, para ponerla un término dichoso, acercarnos
con santo terror y con muda y extática reverencia al
misterio de los misterios, al sacrificio de los sacrifi-
cios, al dogma de los dogmas. Hasta aquí hemos vis- .
to., por una parte. las maravillas del orden divino,
por otra la armonía del órden universal, y por úl-
timo la altísima conveniencia del orden humano;
ahora nos cumple subir á cumbre más alta, á la que
domina y señorea todas las cumbres católicas. Allí
está asentado en toda su majestad, misericordiosa á
un mismo tiempo y tremenda, terribilísima y mansí-
sima, aquel que habia de venir y que vino, y que vi-
niendo lo trajo todo á sí, y lo unió en sí con fortísi-
ma y amorosísima lazada. El es la solucion de todos
los problemas, el asunto de todas las profecías, el
figurado en todas las figuras, el fin de todos los dog-
mas, la confluencia del órden divino. del universal y
del humano; la llave de todos los secretos. la luz de
todos los enigmas, el prometido por Dios, el deseado
de los patriarcas, el aguardado de las gentes, el pa-
rll'e de todos los a fligidos , el reverenciado de los co-




366 ENSAYO SOIlRE EL CATOLICISMO,
ros de las naciones y de los coros angélicos, alfa y
homega de todas las cosas.


El órden universal está en que todo se ordene ar--
moniosamente para aquel fin supremo que impuso
Dios á la universalidad de las cosas. El supremo fin
de las cosas consiste en la manifestacion exterior. de
las divinas perfecciones. Todas las criaturas cantan
la bondad y la magnificencia y la omnipotencia de
Dios. Los justificados ensalzan su misericordia , los ré-
probos su justicia. ¿Cuál criatura, entre las criadas,
celebra su amor de una manera especial como los ré-
probos su justicia y los justificados su misericordia?
y siendo esto así, ¿no se echa de ver claramente la
altísima conveniencia de que en el universo, formado
para manifestar las divinas perfecciones. se levantara
una voz universal ensalzando el divino amor, ese úl-
timo toque de las perfecciones divinas?


El órden humano está. en la union del hombre con
Dios: esa union no puede realizarse en nuestra con-
dicion actual y en nuestro actual apartamiento, sin
un esfuerzo gigantesco para levantarnos hasta él. ¿Pero
quién pide esfuerzo al que es débil, Y quién manda
levantarse y subir hasta la cumhre altísima de un
monte al que está caido en el valle y lleva sobre sus
hombros el peso de su pecado? Sé que la aceptacion
heróica y voluntaria de mi dolor y de mi cruz me le-
vantaria sobre mí mismo. ¿Pero cómo he de amar lo
que naturalmente aborrezco, y cómo he de aborrecer




EL LIBERALISMO 1 EL SOCIALISMO. 367
lo que naturalmente amo, y esto voluntariamente? Me
mandan amar á Dios, y siento discurrir por mis venas
el amor corrosivo de mi carne. Me mandan andar, y
estoy reducido á prisiones. Con mi pecado no puedo
merecer, y no puedo apartarme del pecado que me
tiene asido, si no me le quitan. Ninguno puede qui-
tármele si no tiene hacia mí un infinito amor anterior
á todo merecimiento, y nadie me ama con ese amor
infinito. Soy el ludibrio de Dios y la fábula del uni-
verso ; en vano discurriré por todo el cerco de la
tierra, que adonde quiera que vaya irá conmigo mi
desventura, y en vano pondré los ojos en ese cielo
de metal que jamas hirió mi frente con un rayo de
esperanza.


Si todo esto es así, es claro que el edificio católico
que venimos levantando laboriosamente viene al
suelo, falto de aquella espléndida cúpula que le habia
de servir de remate y de áncora. Nueva torre de Ba-
bel levantada por el orgullo y fabricada sobre are-
nas frágiles y movedizas, será juguete del temporal
y escarnio de los vientos. El órden humano, el órden
universal, no son otra cosa sino palabras resonantes;
y todos aquellos temerosos problemas que traen á la
humanidad pensativa y contristada , quedan en pié
y envueltos en su oscuridad invencible, á pesar del
vano aparato de las soluciones católicas. Mejor tra-
badas entre sí que las soluciones de las escuelas ra-
cionalistas, Sil trabazon no es tan perfecta, sin em-




368 E:;SAYO SOBLRE EL t:ATOLICISMO,
bargo, que pueda resistir al empuje de la razón hu-
mana. Si el Catolicismo ni dice más, ni enseña más,
ni contiene más que lo que va dicho, contenido y
enseñado en aquellas soluciones, el Catolicismo no
es más que un sistema filosófico que siendo más aca-
bado que los sistemas anteriores, segun todas .las
probabilidades será ménos perfecto que los sistemas
futuros. Aun hoy dia puede acusársele ya de impo-
tencia notoria para resolver jos grandes problemas
que se refieren á Dios, al universo y al hombre. Dios
no es perfecto, si no ama de una manera infinita; el
órden no existe en el universo, si no hay en él nada
que manifieste ese amor; y en cuanto al hombre el
desórden en que está puesto es tan invencible, que
no puede salvarse no siendo amado infinitamente.


y no se diga que Dios es infinitamente bueno é in-
finitamente misericordioso, y que elamor va supuesto
y como escondido en su infinita bondad y en su in-
finita misericordia, porque el amor es de por sí
cosa tan principal, que cuando existe, á todas las
otras las domina y señorea. El amor no es conteni-
do, es continente; se declara, no se esconde: tal
es su condicion, que no puede estar en ninguna parle
sin que parezca que está solo y que todo lo avasalla.
El lleva de suyo no ordenarse á ningún fin , y orde-
nar á sí todas las cosas. El que ama, si ama bien, ha
de parecer que enloquece; y para ser infinito el amor
ha de parecer una infinita locu ra,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 369
Hay una voz que está en mi corazon y que es mi


mismo corazon, que está en mí y que es yo mismo,
y que me dice: Si quieres conocer al verdadero Dios,
mira el que te ama hasta enloquecer por tí , Yal que
te ayuda á que le ames hasta enloquecer por él, y
ese es el Dios verdadero; porque en Dios está la bien-
aventuranza, y la bienaventuranza no es otra cosa
sino amar, y padecer desmayos de amor y estar des-
mayado así perpetuamente. Nadie me llame á sí si no
me ama, porque no responderé á su llamamiento.
Mas si la voz que escucho es voz deamor, heme aquí,
diré al punto, y seguiré á mi amado sin preguntarle
ni adónde va. ni á qué parte me lleva; porque adonde
quiera que me lleve y adonde quiera que vaya, he-
mos de estar él y yo y nuestro amor; y nuestro amor,
él y yo somos el cielo. Yo quisiera amar así, y sé
que no puedo amar así, y que no tengo á quien amar
de esta manera, y aun, por eso me deshago y me
atormento en un cerco sin salida. ¿ Quién me sacará
de este cerco que me ahoga, y me dará alas como
de paloma para discurrir por otras regiones y para
subir áotras alturas?




CAPITULO VIII.


DE LA EllC.-I.RNAClOll DEL HIJO DE DIOS. T DE LA REDENCIOll DEL GÉNERO
HUMANO.


DE dos problemas dijimos que estaban por resol-
ver para que pudiera constituirse de todo punto así
el orden universal como el humano: Dios sacó el
bien de la prevaricacion primitiva, la cual le sirvió
de ocasion para manifestar dos de sus más grandes
perfecciones: su infinita justicia y su infinita mise-
ricordia. No era esto bastante sin embargo: convenia
ademas , para que en las cosas de la creacion , y es-
pecialmente en las humanas, hubiera aquel órden y
concierto que atestiguan la presencia de Dios en to-
das sus obras, que el pecado mismo de la prevari-
cacion fuera borrado de todo punto; como quiera
que cualquiera que fuese el bien que Dios sacara de
él. quedando subsistente, quedaba en pié y como
desafiando todo el divino poder el mal por excelen-
cia. Por otra parte, nada conviene más á la miseri-
cordia infinita de Dios, sino ayudar con mano á un


.




I':L LIBERALISMO Y EL SOCIA.L1SMO. 37 t
mismo tiempo potentísimay clementísima la inven-
cible flaqueza del hombre, para que de tal manera
se levantara sobre su miserable condicion, que pu-
dieran trasformarse en instrumento de su propia sal-
vacion las consecuencias de su pecado. Borrar el
pecado y fortificar el pecador hasta el punto que
pudiera levantarse libre y meritoriamente estando
caido, este es el gran problema que es necesario re-
solver, aun despues de resueltos todos los otros, si
el Catolicismo ha de ser otra cosa que uno de los
muchos sistemas laboriosamente imperfectos que vie-
nen dando testimonio de la profunda y radical im-
potencia de la razon humana.


El Catolicismo resuelve estos dos grandes proble-
mas por el más alto é inefable, é incomprensible
y glorioso de todos sus misterios: en ese altísimo
misterio están juntas todas las divinas perfecciones.
En él está Dios con su espantable omnipotencia, con
su perfecta sabiduría, con su maravillosa bondad,
con su terribilísima justicia, con su altísima miseri-
cordia 1 y sobre todo con aquel inefable amor que
domina y señorea todas sus otras perfecciones, el
cual manda con imperio á un tiempo mismo á su mi-
sericordia ser misericordiosa ,á su justicia ser justa,
á Sil bondad ser buena, á su sabiduría ser sabia y
á su omnipotencia ser omnipotente; porque Dios no
es ni omnipotencia, ni sabiduría, ni bondad, ni
justicia, ni misericordia: Dios es amor, y nada más


. .




372 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
que amor; pero ese amor es de suyo omnipotente.
sapientísimo , buenísimo, justísimo ymisericordio-
sísimo.


El amor fué el que mandó á su misericordia dar
al hombre prevaricador y caido la esperanza, con
aquella divina promesa de un futuro redentor que
vendría al mundo para tomar en sí y para vencer al
pecado. El amor fué el que le prometió en el paraí-
so, el que le envió á la tierra y el que vino: el
amor fué el que tomó carne humana, y vivió vida de
hombre mortal , y murió muerte de cruz, y resucitó
despues en su carne y en su gloria. En el amor y
por el amor somos salvados todos los que somos
pecadores.


El gloriosísimo misterio de la Encarnacion del Hijo
de Dios, es el único título de nobleza que tiene el
género humano. Léjos de causarme maravilla el des-
precio que los racionalistas modernos muestran hácia
el hombre, si hay alguna cosa que ni alcanzo á ex-
plicar ni puedo concebir, es la atentada prudencia
y la tímida mesura con que proceden en este nego-
cio. Tomando al hombre despeñado ya por su culpa
de aquel primitivo estado en que le puso Dios, de
justicia original y de gracia santificante , examinado
por dentro en su eonstitucion orgánica, imperfectísima
y contradictoria, y cuando se consideran la cegue-
dad de su entendimiento, la flaqueza de su voluntad
los torpes arrebatos de su carne , el ardor de sus




EL LIllEI\ALJS~1O y EL SOCIALlSMO. 373
concupiscencias y la perversidad de sus inclinacio-
Des, no acierto á concebir ni á explicar esa parsi-
monia de vilipendios y esa mesura en los desdenes.
Si Dios no ha tomado la naturaleza humana, si to-
mándola en sí no la ha levantado hasta sí. y si le-
vantándola hasta ~í no ha dejado en ella un rastro
luminoso de su nobleza divina. es fuerza confesar
que para expresar la vileza humana faltan vocablos
en los idiomas de las gentes. Yo de mí sé d-ecir, que
si mi Dios no hubiera lomado carne en las entrañas
de una mujer, y si no hubiera muerto en una cruz
por todo el linaje humano, el reptil que piso con mis
piés sería á mis ojos· rnénos despreciable que el
hombre. Aun así y lodo, el punto de fe que más
abruma con su peso á mi razon , es ese de la nobleza
y dignidad de la especie humana, dignidad y no-
bleza que quiero entender y no entiendo, y que quiero
alcanzar y no alcanzo. En vano aparto los ojos llenos
de espanto y de horror de los anales del crimen,
para ponerlos en esferas más altas y en regiones más
serenas. En vano traigo á mi memoria aquellas le-
vantadas virtudes de los que el mundo llama héroes,
y de que están llenas las historias; porque mi con-
ciencia levanta su voz y me dice que todas esas
heróicas virtudes se resuelven en vicios heróicos, los
cuales se resuelven á su vez en un orgullo ciego ó
en una ambicion insensata. El género humano apa-
rece á mi vista como una inmensa muchedumbre




374 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
puesta á los piés de sus héroes que son sus ídolos;
y los héroes, como ídolos, que se adoran á sí propios.
Para creer yo en la nobleza de esas estúpidas mu-
chedumbres, ha sido necesario que Dios me la revele.
Ninguno puede negar esa revelacion y afirmar su
propia nobleza. ¿ De dónde sabe que es noble si Dios
no se lo ha dicho '? Una cosa excede mi razon y me
confunde: que haya quien piense que se necesita una
fe ménos robusta para creer en el incomprensible
misterio de la dignidad humana, que para creer en
el misterio adorable de un Dios hecho hombre, por
la virtud del Espíritu santo, en las entrañas de una
vírgen. Esto prueba que el hombre vive siempre su-
jeto á la fe, y que cuando parece que deja la fe por
su propia razon , no hace más sino dejar la fe de lo
que es divinamente misterioso, por la fe de lo que es
misteriosamente absurdo.


La encarnacion del Hijo de Dios fué convenien-
t.sima, no solamente en calidad de manifestacion so-
berana de su infinito amor, en el cual está la perfec-
cion , si puede decirse así, de las divinas perfeccio-
nes, sino tambien en virtud de otras profundas y
altísimas consecuencias. El órden supremo de las co-
sas no puede concebirse, si las cosas todas no se
resuelven en la unidad absoluta. Ahora bien: sin
aquel prodigioso misterio, la creacion era doble y
el universo un dualismo, símbolo de un antagonis-
mo perpetuo, contradictorio del órden. De un lado




EL LIBEIIALISMO T EL iOCIALISMO. 375
estaba Dios, tésís universal, y de otro las criaturas
su universal antítesis. El orden supremo exigía una
síntesis tan poderosa y tan ancha, que bastara á con-
ciliar por medio de la union la tésis y la antítesis
del Criador y las criaturas. Que esta es una de las
leyes fundamentales del orden universal se ve claro.
cuando se considera que ese mismo misterio que en
Dios nos causa maravilla, sin admirarnos está pa-
tente en el hombre. El hombre, considerado bajo este
punto de vista, no es otra. cosa sino una síntesis
compuesta de una esencia incorpórea que es la té-
sis , y de una antítesis que es su sustancia corpórea.
El mismo sér que considerado como un compuesto de
espíritu y de materia es una síntesis, no es más que
una antítesis que es necesario reducir á la unidad
por medio de una síntesis superior, juntamente. con
la tésis' que le contradice l cuando se le considera
en calidad de criatura. La ley de la reduccion de la
variedad en la unidad, á lo que es lo mismo, de to-
das las tésis con sus antítesis, en una síntesis supre-
ma. es una ley visible é indeclinable. La dificultad
aquí está solo en" hallar esa suprema síntesis. Es-
tand.o de un lado Dios y de otro todas las cosas
criadas, es una cosa evidente que aquí la síntesis
conciliadora no puede buscarse fuera de estos tér-
minos, fuera de los cuales no hay nada que se pueda
imaginar, siendo como son universales y absolutos.
La síntesis, pues, habia de encontrarse en las criatu-




376 ENSAYO SOBHE EL CATOLlCIS~IO.
ras Ó en Dios, en la antítesis ó en la tésis , ó bien en
una y en otra simultánea ó sucesivamente.


Si el hombre hubiera permanecido quieto en aquel
estado excelente y en aquella condicion nobilísima
en que fué puesto por Dios, la variedad hubiera ido
á perderse en la unidad, y la antítesis creada se
hubiera unido con la tésis creadora en una suprema
síntesis por la deificacion del hombre. A esta deifi-
cacion futura rué dispuesto por Dios cuando le ador-
nó con la justicia original y con la gracia santifican-
te. El hombre, en uso de su libertad soberana l se
despojó de aquella gracia y renunció á aquella jus-
ticia ; y despojándose de la una y renunciando á la
otra puso impedimento á la divina voluntad, re-
nunciaudo á su deiticacion voluntariamente. Empero
la libertad humana que es poderosa para impedir el
cumplimiento de la voluntad de Dios en 10 que tiene
de relativo, ~o lo es para impedir la realizacion de
esa misma voluntad en lo que tiene de absoluto. La
reduccion de la variedad en la unidad, eso era lo
que habia de absoluto en la voluntad divina; la re-
duccion por medio exclusivo de la deificacion del
hombre, eso es lo que habia en ella de relativo y
contingente; lo cual quiere decir que Dios quiso el
fin con una voluntad absoluta, y el medio de alean-
zar ese fin con una voluntad relativa; yen esto, como
en todo, resplandece la sabiduría de Dios con un res-
plandor inefable. En efecto; sin lo que había en su




EL LlBERALlSMU y EL SOCIALISMO. 377
voluntad de absoluto, Dios no hubiera sido soberano,
y sin lo que habia de relativo en ella, no hubiera
sido posible la libertad humana: por el contrario,
por lo que en su voluntad hubo áun tiempo mismo
de absoluto y relativo, de contingente y de necesa-
rio, pudieron coexistir y coexistieron la soberanía
de Dios y la libertad del hombre. En calidad de so-
berano, Dios decretó aquello que habia de ser; en
calidad de libre, el hombre determinó que aquello
que habia de ser no sería de cierta manera.


Entónces sucedió que el órden universal querido
por Dios con una voluntad absoluta, hubo de reali-
zarse por la humanizacion inmediata de Dios, no
pudiendo realizarse por la deificacion inmediata del
hombre, la cual fué de todo punto imposible, pri-
mero, con una imposibilidad relativa á causa de su
voluntad, y despues con una imposibilibad absoluta
ú causa de su pecado.


Ya en otra ocasión me propuse demostrar, y de-
mostré cumplidamente, cuán grande es el alcance
y la universalidad de las soluciones divinas, las cua-
les, al reves de lo que se observa en las humanas,
no suprimen un obstáculo para ir á dar en otro mayor,
ni resuelven una dificultad para caer en otro mal
grande, ni esclarecen un problema bajo un punto
de vista para dejarle más oscuro que ántes, mirán-
dole por otro lado; sino que, por el contrario, supri-
men de una vez todos los obstáculos, resuelven á un




378 ENSAYO sosus EL CATOLICISMO,
tiempo mismo todas las dificultades, y esclarecen to-
dos los problemas de un solo golpe con un esclare-
cimiento simplicísimo. Y esto que se observa en todas
las divinas soluciones, se observa más particular-
mente todavía en esta que tratamos relativa al mis-
terio adorable de la Encarnacion del Hijo de Dios;
porque al propio tiempo que fué el medio soberano
de reducirlo todo á la unidad, condicion divina del
órden en el universo, fué tambien un medio mara-
villoso de restaurar el órden en la humanidad caída.
La imposibilidad radical en que quedó el hombre
de volver por sí solo á la amistad y gracia de Dios,
despues del pecado, está confesada por aquellos
mismos que niegan el Catolicismo en la mayor par-
te de sus dogmas. Mr. Proudhon, el hombre más
docto de las escuelas socialistas, no vacila en afir-
mar, que supuesto el pecado, la redencion del hom-
bre por los méritos y trabajos de Dios era de todo
punto necesaria, como quiera que el hombre peca-
dor no podia ser de otra manera redimido. Por lo
que hace á los católicos, no vamos tan allá, afir-
mando solamente que esta manera de redencion, sin
ser ni necesaria ni la única posible, es sin embargo
adorable y convenientísima.


Por aquí se ve que Dios se dió traza para vencer
con una misma industria, así el obstáculo que se
oponia á la realizacion del orden universal, como el
que impedía el orden humano. Haciéndose hombre




EL LIBERALlS~IO y EL SOCIALISMO. 379
sin dejar de ser Dios, unió sintéticamente á Dios y
al hombre; y como en el hombre estaban ya sinté-
ticamente unidas la esencia espiritual y la sustancia
corpórea, resultó de aquí que Dios hecho hombre
reunió en sí, por una altísima manera, por un lado
las sustancias corpóreas y las esencias espirituales,
y por otro al Criador de todo con todas sus criatu-
ras. Al propio tiempo, padeciendo y muriendo vo-
luntariamente por el hombre.. echó sobre sí, qui-
tándosele á él, aquel pecado primitivo por el cual
padeció corrupcion y fué condenada á muerte en
Adan toda su raza.


Bajo cualquier punto de vista que se considere este
gran misterio, ofrece ,al que se pára y le mira, las
mismas maravillosas conveniencias. Si todo el linaje
humano padeció condenacion en Adan, nada más ra-
zonable y conveniente sino que todo él se salvara
en otro Adan más perfecto, habiendo sido condena-
dos como lo fuimos por la ley de la solidaridad que
fué ley de justicia; liada más razonable y conveniente
sino que fuéramos hechos salvos por la ley de la re-
versibilidad que es una ley de misericordia. El pa-
decer por los pecados de un representante no hubiera
sido cosa justa y conveniente, si no nos hubiera sido


.dadoel merecer por los méritos de un sustituto. Nada
más ajustado á ley de razon, sino que, siéndonos im-
putables los pecados de aquel, los méritos de este nos
sean reversibles. Y con esto se responde á los que




380 ENSAYO SúBIlE EL CATOLICISMO,
llenos de arrogante soberbia mueven la lengua contra
Dios por la condenacion con que fuimos condena-
dos todos en la cabeza de nuestros primeros padres;
porque, aun suponiendo por via de argumentacion
que en nuestros primeros padres no hubiéramos
sido todos pecadores, ¿con cuál derecho se queja
de haber sido condenado en un representante. el que
ha sido hecho salvo pOI' un sustituto? Volverse contra
Dios por la ley de los pecados imputables, sin acor-
darse de aquella otra que la completa y la explica,
por la cual los méritos ajenos nos son reversibles ..
es grande temeridad, porque es insigne mala fe ó
torpe ignorancia, y en todo caso calificada locura.


Restablecido el órden en el universo por la union
de todas las cosas en Dios, y el órden en la huma-
nidad en cuanto estaba impedido por el pecado, solo
falta para restablecer el segundo completamente, por
una parte poner al hombre en estado de levantarse
sobre sí"mismo. hasta el punto de aceptar las tribula-
ciones con una aceptacion voluntaria , y por otra
dar á esa aceptacion una virtud meritoria. A ambas
cosas ocurrió Dios con este divino misterio, en sus
consecuencias fecundísimo yen sí mismo admirable.
La sangre preciosísima derramada en el Calvario, no
solo borró nuestra culpa y satisfizo nuestra pena, sino
que por su inestimable valor nos' puso, siéndonos
aplicada, en estado de merecer galardones; por ella
se nos dieron dos gracias juntamente: la que consiste




EL LIBERALIS~IO y EL SOCIALISMO. 381
en aceptar la tribulacion, y aquella en virtud de la
cual la aceptacion, alegremente aceptada en el Señor
y por el Señor, adquiere una virtud meritoria. En
esto consiste la suma de la Religion católica: en creer
con firmísima fe que naturalmente nada podemos,
y que lo podemos todo en aquel y por aquel que nos
fortifica. Todos los otros dogmas sin este son puras
abstracciones desnudas de toda virtud y eficacia. El
Dios católico no es un Dios abstracto, ni un Dios muer
to ; es un Dios vivo y personal que obra perpetua-
mento fuera de nosotros y en nosotros; q!,1e al mis-
mo tiempo que está en nosotros contenido ,nos cir-
cunda y nos contiene. El misterio que nos mereció
la gracia, sin la cual andamos como perdidos y en .
tinieblas, es el misterio por excelencia; todos .los
otros son adorables, encumbrados y altísimos; este
solo el encumbrado, porque sobre él no hay ninguna
cumbre; el altísimo, porque sobre él no hay ninguna
altura; y porque sobre él no hay nada digno de ado-
racion , el adorable.


El día elernamente alegre y eterna men te lloroso
en que el Hijo de Dios hecho hombre fué puesto en
una cruz, todas las cosas á la vez entraron en órden,
y en ese órden divino la cruz se levantó sobre todas
las cosas criadas. De ellas, unas manifestaban la bon-
dad de Dios, otras su misericordia, otras su justicia.
Solo la cruz fué el símbolo de su amor y la prenda de
su gracia. Por ella confesaron los confesores y fuéron




382 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
castas las vírgenes, y vivieron vida angélica los pa-
dres del yermo, y fuéron los mártires testigos firmes
que pusieron sus vidas al cuchillo con varonil y cons-
tantísimo semblante. Del sacrificio de la cruz proce-
dieron aquellas portentosas energías con que los fla-
cos asombraron á los fuertes, con que los proscrip-
tos y desarmados subieron al Capitolio, con que unos
pobres pescadores vencieron al mundo. Por la cruz
alcanzan victoria todos los que vencen, y esfuerzo
todos los que. combaten, y misericordia todos los
que la piden, y amparo todos los desamparados, y
alegría todos los tristes, y consuelo todos los que
lloran. Desde que se levantó la cruz en los aires, no
hay hombre ninguno que no pueda vivir en el cielo
aun ántes de. dejar en la tierra sus mortales despo-
jos; porque si aun vive aquí por la trihulacion , está
ya allí por la esperanza.




CAPITULO IX.


CO:'(TlNUAC10N DEL MISMO ASUNTO: COl'lCLUSIO:<I nr. F.STF. LlRRO.


ESTE es aquel único sacrificio de inestimable va-
lor, á que se refieren como á su fin todos los otros de
que hacen mérito las historias y las fábulas de to-
das las gentes. Este es aquel que querian significar
así el pueblo judío como los pueblos gentiles en sus
sangrientos holocaustos, y que figuró Abel de una
manera cumplida y aceptable cuando ofreció á Dios
los primogénitos y más limpios entre todos sus cor-
deros. El verdadero altar habia de ser una cruz, y
la verdadera víctima un Dios, y el verdadero sacer-
dote ese mismo Dios á un mismo tiempo Dios y hom-
bre, pontífice augusto, sacerdote perpetuo. víctima
perpetua y santa, el cual vino á cumplir en la ple-
nitud de los tiempos lo que prometió á Adan en los
tiempos paradisáicos , fiel cumplidor de su promesa
y' guardador de su palabra; porque así como no
amenaza en vano, no promete tampoco vanamente.
Amenazó al hombre libre con el deshera~~JJ*Í..!!!~Y


--,. "




384 ENSAYO SOBRE EL C~TOLlC[SMO ,
desheredó al hombre libre y culpable; le prometió
luego un redentor, y vino él mismo á redimirle.


Con su presencia se esclarecen todos los miste-
rios, se explican todos .los dogmas y se cumplen
todas las leyes. Para que se cumpla la de la soli-
laridad, toma, en sí todos los dolores humanos; para
que la de la reversibilidad se cumpla, derrama por el
mundo en copioso raudal todas las gracias divinas
alcanzadas con su pasion y con su muerte. Dios en
él se hace hombre de una manera tan perfecta, que
sobre él vienen impetuosas todas las iras de Dios, y el
hombre se hace en él tan perfecto y tan divino, Que
en él caen sobre el hombre todas las divinas mise-
ricordias, como en lluvia delgada y apacible. Para
que el dolor fuera santísimo, padeciendo santificó el
dolor; y para que su aceptaeion fuera meritoria, le
aceptó con una aceptacion voluntaria. ¿Quién sería
fuerte para ofrecer á Dios su voluntad en holocaus-
to, si él no hubiera hecho entera dejacion de la suya
para hacer la de su santísimo Padre? Quién hubiera
podido subir hasta la cumbre de la humildad, si el
pacientísimo y humildísimo Cordero no hubiera su-
bido ántes por secretos caminos á esa aspérrima cum-
bre? ¿Y quién, remontando aun más su vuelo, hubiera
podido encumbrar montes bravos sobre montes bra-
vos, hasta llegar al altísimo del divino amor, si él no
los hubiera encumbrado todos uno por uno, dejando
enrojecidas sus laderas con la púrpura de su sangre,




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 385
Y dando á sus zarzas en despojos sus blanquísimos y
purísimos bellones, afrenta de la nieve? ¿Quién sino
él hubiera podido enseñar á los hombres, que al otro
lado de esas abruptas y gigantescas montañas, con
sus cumbres al cielo y sus valles al abismo, caen pra-
deras alegres y tendidas, donde son benignos los ai-
res, puros los cielos, mansas y limpias las aguas, sua-
vísimos todos los rumores, verdes todos los campos,
inefables todas las armonías, perpetuas todas las fres-
curas; donde la vida esverdadera vida que nunca
acaba, y el placer verdadero placer que nunca cesa,
y el amor verdadero amor que nunca se extingue;
donde hay perpetuo descanso sin ocio, reposo per-
petuo sin fatiga, y donde se confunden por una al-
tísima manera lo que tiene de dulce la posesion y
lo que hay de bello en la esperanza?


El Hijo de Dios, hecho hombre ypuesto por el hom-
bre en una cruz, es á un mismo tiempo la realizacion
de todas las cosas perfectas representadas en todos
los símbolos y figuradas en todas las figuras, y la fi-
gura y el símbolo universal de todas las perfecciones.
El Hijo de Dios, hecho hombre, así como es Dios y
hombre á un tiempo mismo, es la idealidad y la rea-
lidad juntas en uno. La razon natural nos dice y la
experiencia diaria nos enseña que el hombre no
puede llegar en ningun arte, ni en ninguna cosa á
aquella perfeccion relativa á que le es dado subir, si
no tiene delantede los ojos un modelo acabado de una





386 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
perfeccion más alta. Para que el pueblo de Aténas
adquiriera, aquel instinto admirable para descubrir
con una mirada simplicísima lo que en las obras del
ingenio habia de literariamente bello ó de artística-
mente sublime, y lo que habia de bellamente heroico
en las acciones humanas, fué de todo punto necesa-
rio que tuviera siempre delante de sus ojos las es-
tatuas de sus prodigiosos artistas, los versos de sus
sublimes poetas y las acciones heroicas de sus gran-
des capitanes. El pueblo de Aténas, tal como fué, su-
pone necesariamente sus artistas, sus poetas y sus
capitanes, tales como habian sido; y estos á su vez,
no llegaron á tan atrevidas alturas sin poner los ojos
en alturas más eminentes. Todos los capitanes grie-
gos alcanzaron á donde alcanzaron, pOI'que pusieron
los ojos en Aquíles puesto en la cumbre altísima de
la gloria. Todos .aquellos grandes artistas y aquellos
eminentísimos poetas no fuéron grandes y eminen-
tes, sino porque tenian puestos los ojos en la lliada y
en la Odisea, tipos inmortales de la belleza artística
y literaria. Los unos y los otros no hubieran existido
jamas sin poner la vista en Homero, magnífica per-
sonificacion de la Grecia artística, literaria y-heróica.


Esta ley en virtud de la cual todo lo que hay en
las muchedumbres está de una manera más perfecta
en una aristocracia, y de una manera incomparable-
mente más perfecta y más alta en una persona. es
tan universal. que puede ser considerada en razón


j/




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 387
como ley de la historia. Esta ley está sujeta á su vez ~l
ciertas condiciones indeclinables como ella misma y
necesaria. Así, por ejemplo, es condicion indeclina-
ble de todas esas personificaciones heroicas, que per-
tenezcan á un tiempo mismo á la asociacion especial
que personifican, y á otra general y superior á la que
en ellas viene personificada. Aquiles, Alejandro, Cé-
sar, Napoleon , así como Homero, Virgilio y Dante.
son todos á un tiempo mismo ciudadanos de dos ciu-
dades diferentes, de las cuales una es local y otra
general, una es inferior y otra superior: en la supe-
rior viven juntos con cierta manera de igualdad ,en
la inferior domina cada uno de ellos con un imperio
absoluto; en la superior son ciudadanos, en la infe-
rior emperadores. Esa ciudad superior, en la que to-
dos tienen un derecho igual de ciudadanía, se llama
la humanidad, y la inferior en que imperan, se lla-
ma aquí Paris, allí Aténas y allá Roma.


Ahora bien: así como los pueblos, es.as ciudades
inferiores se condensan en una persona en la cual
están como de relieve y de una manera especial sus
perfecciones y virtudes, de la misma manera fué cosa
convenientísima que esa ley universal de la personi-
ficacion típica se cumpliera con respecto á aquella
ciudad superior que lleva por nombre el género hu-
mano. Las excelencias de esta ciudad, excelente so-
bre todas, llevaba consigo la conveniencia de una
personiticacion superior á las demas personificacio-





388 ENSAYO SOBllE EL CATOLICISMO,
nes, así como ella misma era superior á todas las
otras ciudades, y que fuera por lo tanto altísima, ex-
celentísima y perfectísima. Ni bastaba esto solo, por-
que para que se cumpliera la ley en todos sus pun-
tos era conveniente que la persona en quien se con-
densara la humanidad reuniera en su unidad perso-
nal dos naturalezas diferentes: por la una habia de
ser hombre, y por la otra habia de ser Dios; porque
Dios solo es superior al hombre, Y no se diga que
para el cumplimiento de esta ley hubiera bastado la
encarnacion de un ángel; como quiera que conside-
rado el hombre como compuesto de un alma espiri-
tual y de una sustancia corpórea, participa á un tiem-
po mismo de la naturaleza física y de la angélica,
siendo como la confluencia de todas las cosas crea-
das: esto supuesto, es evidente que la persona que
habia de condensar así la naturaleza humana ,habia
de condensar en sí toda la creacion; de donde se
sigue que siendo en cuanto hombre todo lo creado,
habia de ser Dios para ser al mismo tiempo otra co-.
sao Por último, para que la ley que venimos expo-
niendo se cumpliera del todo, era menester que la
misma persona que en la ciudad inferior dominaba
con imperio, fuera como ciudadano y nada más en
la ciudad más perfecta; por eso.el Dios hecho hom-
bre es único en el imperio de todas las cosas crea-
das, miéntras que en el tabernáculo habitado por la
divina esencia es la persona del Hijo en todo igual




EL LIIlEI:ALIS11O y EL SOCIALISMO. 38H
á la persona del Padre y á lá del Espíritu Santo.


Grande sería el error de los que creyeran que tengo
por invencible esta argumentacion, y por perfectas
estas analogías. Suponer que el hombre puede ver
claro en estos hondos misterios, es insigne eeguedad ;
y el solo propósito de apartar los velos divinos que
los cubren me parece necia arrogancia, desatino y
locura. No hay rayo de luz tan poderoso que baste á
iluminar lo que Dios escondió en el impenetrable ta-
bernáculo que está defendido por las divinas tinie-
blas. Mi propósito aquí es solamente demostrar, con
una demostracion vigorosa, que léjos de ser increi-
ble lo que Dios nos manda creer, es no solo creible
sino tamhien razonable. Yo creo que la demostracion
puede llevarse hasta los límites de la evidencia, siem-
pre que se reduzca á poner en claro esta verdad:
que todo el que deja la fe va á parar al absurdo, y
que las tinieblas divinas son ménos oscuras que las
tinieblas humanas. No hay dogma ni misterio católico
que no reuna en sí estas dos condiciones necesarias
para que sea razonable una creencia, conviene á sa-
ber : la primera, explicarlo todo satisfactoriamen-
te siendo aceptados; la segunda, ser ellos mismos
explicables y comprensibles hasta cierto punto. No
hay hombre ninguno de sana razón y de recta vo-
luntad que no se dé á sí mismo el testimonio. por
una parte, de su impotencia radical para llegar por
sí hasta el descubrimiento de las verdades reveladas,~~:~:~..~'~'~~


(¡~~" ,! ",',:,'1.',') .'{ . "'';
\\~/'~'/?I'\:~:<~- -




390 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
Y por otra, de su maravillosa aptitud para explicar
todas esas verdades de una manera relativamente
satisfactoria. Esto serviria para demostrar que la ra-
zon no ha sido dada al hombre para descubrir la
verdad, sino para explicársela á sí mismo cuando se
la muestran, y para verla cuando se la ponen de-
lante. Tan grande es su miseria, y su indigencia in-
telectual tan lamentable, que hoy dia es y no está
cierto todavía de la primera cosa que hubiera debido
averiguar, si en el plan divino hubiera entrado que
pudiera averiguar por sí alguna cosa. Dígaseme , si
no, si hay algun hombre que haya llegado á averiguar
con certeza qué cosa es su razon, para qué la tiene,
de qué le sirve y hasta dónde alcanza; y como veo,
por una parte, que esta es la letra A de este alfabeto,
y por otra, que van ya corriendo seis mil años desde
que comenzó á balbucirla, sin que haya acertado á
pronunciarla, me creo autorizado para afirmar que
ese alfabeto no ha sido hecho para ser deletreado por
el hombre, ni el hombre para deletrear en ese al-
fabeto.


Volviendo á anudar el hilo de este discurso diré
que era cosa excelentísima y convenientísima que la
humanidad entera tuviera delante un modelo univer-
sal de universal é infinita perfecciono así como las va-
rias asociaciones p-olíticas han tenido siempre uno, de
donde han sacado, como de su fuente, aquellas dotes y
excelencias especiales en que se han aventajado á las




EL LIBERALISMO r EL SOCIALISMO. 391
demás en los períodos gloriosos de su historia. A
falta de otras razones, esta bastaria por sí sola para
explicar el gran misterio que tratamos, como quiera
que solo Dios podia servir de acabado ejemplar y de
modelo perfectísimo á todas las gentes y naciones.
Su presencia entre los hombres, su doctrina maravi-
llosa, su vida santísima, sus tribulaciones sin cuen-
to, su pasion llena de ignominia y oprobios, y su
cruelísima muerte, que todo lo acaba y lo corona,
son las únicas cosas que pueden explicar la altura
prodigiosa á que subió el nivel de las virtudes hu-
manas. En las sociedades que caen al otro lado de
la cruz hubo héroes, en la gran sociedad católica ha
habido santos, y los héroes paganos son á los santos
del Catolicismo, guardada la debida proporcion y con
las reservas co.nvenientes, lo que las varias personi-
ficaciones de los pueblos á la personificacion abso-
luta de la humanidad en la persona -de un Dios hecho
hombre por el amor de los hombres. Entre esas va-
rias personificaciones y esta personificacion absoluta
hay una distancia infinita, entre los héroes y los san-
tos una distancia inconmensurable; ninguna cosa
más natural siuo que, siendo infinita la primera, fue-
ra inconmensurable la segunda.


. Eran los héroes hombres que con la ayuda de una
pasión carnal elevada hasta Sil última potencia obra-
ban cosas extraordinarias. Los santos son hombres
que, habiendo dado de mano á todas las pasiones car-




392 ~;NSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
nales, ponen el constantísimo pecho, exentos de toda
ayuda carnal, á la impetuosa corriente de todos los
dolores. Los héroes, poniendo en una exaltacion fe-
bril todas sus fuerzas propias, acometían con ellas
á los que les hacian oposicion y contraste. Los santos
comenzaron siempre por hacer dejacion de sus pro"c"
pias fuerzas, y estando así desamparados y desnu-
dos entraron en batalla á un mismo tiempo consigo
mismos y con todas las potencias humanas é infer-
nales. Proponíanse los héroes alcanzar gloria muy
alta y claro renombre entre las gentes. Miraron los
santos como cosa de ménos valer el vano decir de las
generaciones humanas, pusieron en olvido el cuidado
de su nombre y de su gloria, y dejada á un lado co-
mo cosa vil su propia voluntad, lo pusieron todo y se
pusieron á sí mismos en mano de Dios, teniendo por
cosa gloriosísima y excelentísima tomar la librea de
siervos suyos. Ese fuéron los héroes yeso fuéron los
santos: á unos y otros les salió al reves de lo que
pensaban ; porque los héroes que pensaron henchir
la tierra, cuan grande es, con la gloria de su nom-
bre, han caido en profundísimo olvido entre las mu-
chedumbres , miéntras que los santos que solo ponían
los ojos en el cielo, son honrados y reverenciados
aquí abajo por pueblos, emperadores, pontífices y
reyes. ¡Cuán grande es Dios en sus obras y cuán
maravilloso en sus designios! Piensa el hombre que
él es el que va, y es Dios el que le lleva. Piensa que




EL LlIIEIlALlS~1O y EL SOCIALISMO. 393
va á dar á un valle, y sin saber cómo se encuentra
en un monte. Este piensa que gana la gloria, y cae
en el olvido; aquel busca en el olvido refugio y des-
canso, y se halla de súbito como ensordecido con el
clamor de las gentes que cantan su gloria. Todo lo
sacrificaron los unos á su nombre, y nadie se llama
como ellos: su nombre acabó con ellos mismos. Sus
nombres fuéron la primera cosa que pusieron los
otros como ofrenda en el altar de su sacrificio, y esto
hasta el punto de borrarlos de su propia memoria.
Pues bien: esos nombres que ellos olvidaron y es-
carnecieron, van pasando de padres á hijos y de ge-
neracion en generacion como una gloriosísima reli-
quia y una riquísima herencia. No hay católico nin-
guno que no se llame como un santo. Así se cumple
todos los días aquella divina palabra que anunció la
humillacion de los soberbios y la exaltacion de los
humildes. '


Así como entre Dios hecho hombre y los reyes de
la humana inteligencia hay una distancia infinita, y
entre los héroes y los santos una distancia inconmen-
surable, entre las muchedumbres católicas y las gen-
tiles y entre los que capitanean y guian á las unas y
á las otras, hay una inmensa distancia, como quiera
que todas las copias se ordenan á sus modelos. La Di-
vinidad con su presencia produce la santidad; la san-
tidad de los más eminentes es, á su vez, causa, por un
lado, de la virtud de los medianos, y por otro, del




394 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
buen sentido de los menores. Por eso se observa que
no hay pueblo ninguno que no tenga buen sentido
siendo católico, ni gentil que tenga lo que se llama
el buen sentido, es decir, aquella sana razón que ve
cada cosa como es en sí y en su propio lugar, con
una simple mirada. Lo cual no causará maravilla al
que considere que siendo el Catolicismo el orden ab-
soluto, la verdad infinita y la perfeccion perfecta, solo
en él y por él se ven las cosasen sus esencias íntimas,
y en el lugar que ocupan, y en la importancia que
tienen, y en la maravillosa ordenacion en que vie-
nen ordenadas. Sin el Catolicismo no hay buen sen-
tido en los menores, ni virtud en los medianos, ni
santidad en los eminentes; porque el buen sentido,
la virtud y la santidad en la tierra suponen un Dios
hecho hombre, ocupado en enseñar la santidad á las
almas heróicas , la virtud á las firmes, y en enderezar
la razon de las descaminadas muchedumbres envuel-
tas en tinieblas y sombras de muerte.


Ese maestro divino es aquel ordenador universal
que sirve de centro á todas las cosas : por esta ra-
zon, por cualquier lado que se le mire y por cual-
quier aspecto que se le considere, se le ve siempre
en el centro. Considerado como Dios y como hombre
á un tiempo mismo, es aquel punto céntrico en que se
juntan en uno la esencia criadora y las sustancias
creadas. Considerado solamente como Dios, hijo de
Dios, es la segunda persona, es decir, el centro de




EL LIBERALI¡¡~IO Y EL SOCIALISMO. 395
las tres personas divinas. Considerado solamente co-
mo hombre, es aquel punto central en que se con-
densaeon misteriosa condensacion la naturaleza hu-
mana. Considerado como Redentor, es aquella per-
sona central sobre la cual vienen á un tiempo mismo
todas las divinas gracias y todos los divinos rigores.
La redencion es la gran síntesis en la que se conci-
Iian y se juntan la divina justicia y la divina miseri-
cordia. Considerado á un tiempo mismo como Señor
de cielos y tierra, y como nacido en un pesebre, y
viviendo vida desnuda, y padeciendo muerte de cruz,
es aquel puuto central en que se juntan para eonci-
Iiarse en una síntesis superior todas las tésis y todas
las antítesis en su perpetua contradiccion yen su va-
riedad infinita. El es el indigentísimo yel opulentísimo,
el siervo y el rey, el esclavo y el señor; está des-
nudo y vestido con vestiduras resplandecientes ,obe-
dece á los hombres y manda á los astros, no tiene
pan para aplacar su hambre, ni agua para templar su
sed, y manda á las rocas que revienten y los panes que
se multipliquen, para que viva el pueblo y para que
tengan hartura las muchedumbres. Los hombres le
afrentan y los serafines le adoran; en un mismo ins-
tante, obedientísimo y potentísimo, muere porque le
mandan morir. y manda al velo del templo que se
rompa, á los sepulcros que se abran, á los muertos
que resuciten, al Buen Ladron que le siga, á la natu-
raleza toda que pierda el sentido, y al so] que encoja




396 ENSAYO SOnnE EL CATOLICISMO,
sus rayos. Viene en medio de los tiempos. anda en
medio de sus discípulos, nace en el punto central de
dos grandes mares y de tres inmensos continentes.
Es ciudadano de una nacion que guarda el justo me-
dio entre las del todo independientes y las del todo
sujetas; se llama á sí propio el camino, y todo camino
es centro; se llama la verdad, y la verdad ocupa el
medio de las cosas; es la vida, y la vida que es lo
presente, es el medio entre lo pasado y lo futuro;
pasa la vida entre l?s aplausos y los vituperios, y
muere entre dos ladrones.


y por eso fué á un tiempo mismo escándalo para
los judíos y locura para los gentiles. Los unos y los
otros tenian naturalmente una idea de la tésis divina
y de la antítesis humana; pensaban empero, y en
esto humanamente hablando no iban fuera de cami-
no, que esa tésis y esa antítesis eran inconciliables
y de todo punto contradictorias : el entendimiento
humano no podia levantarse hasta su conciliacion por
medio de una síntesis suprema. El mundo habia visto
siempre ricos y pobres: pero no podia concebir co-
mo posible la union en una persona de la indigencia
mayor y de la opulencia suma. Pero eso mismo que
parece absurdo á la razon , parece á esa misma razon
convenientísimo cuando la persona en que esas cosas
se juntan es una persona divina, la cual, ó no habia
de ser ni habia de venir, ó habia de ser y habia de
venir de esa manera. Su venida fué la señal de la




•EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 397
conciliacion universal de todas las cosas y de la paz
universal entre todos los hombres : los pobres y los
ricos, los humildes y los potentes, los venturosos y
los atribulados, todos fuéron unos en él, y solo en él
fuéron unos; porque solo él era á un mismo tiempo
opulentísimo é indigentísimo , potentísimc y humil-
dísimo, venturosísimo y atribuladísimo. Esta es aque-
lla fraternidad pacífica que él enseñó á los que abrie-
ron sus entendimientos y sus oídos á su divina pala-
bra. Estaes aquella fraternidad evangélica que vienen
predicando unos despues de otros, con perpetua é in-
cansable predicacion, todos los doctores católicos.
Negad á nuestro señor Jesucristo, y luego al punto
comienzan los bandos y las parcialidades, y los gran-
des tumultos, y las soberbias rebeliones. y las voci-
feraciones siniestras, y las discordias insensatas, y
los rencores implacables, y las guerras sin término,
y las sangrientas batallas. Los pobres alzan pendones
contra los ricos, contra los venturosos los escasos de
ventura, las aristocracias contra los reyes, las mu-
chedumbrescontra las aristocracias, y unas con otras,
como dos inmensos océanos que se juntan en la boca
del abismo, las.alteradas y bárbaras muchedumbres.


La verdadera humanidad no está en ningun hom-
bre : estuvo en el Hijo de Dios, y allí es donde se
nos revela el secreto de su naturaleza contradictoria,
porque por un lado es altísima y excelentísima, y
pOI' otro es la suma de toda indignidad y de toda ba-


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398 • ENSAYO SOBRE EL CATOLlC1S~1O.
jeza. Por un lado es tan excelente, que Dios la tomó
por suya uniéndola con el Verbo; tan alta, que rué
desde el principio y ántes de que viniera, prometida
por Dios, adorada por los patriarcas en silencio, de-
nunciada á veces por los profetas, revelada al mun-
do hasta por sus falsos oráculos, y figurada en todos
los sacrificios y en todas las figuras. Un ángel se la
anunció á una vírgen, y el Espíritu Santo la forma
por su propia virtud en sus virginales entrañas, y
Dios entró en ella y la unió á sí perpetuamente, y
unida perpetuamente á Dios aquella humanidad sa-
cratísima fué celebrada en su nacimiento por los án-
geles, publicada por las estrellas, visitada por los
pastores, adorada por los reyes; y cuando Dios junto
con esta humanidad quiso ser bautizado, se abrieron
los bóvedas del cielo, y se vió venir sobre él al Es-
píritu Santo en figura de paloma, y sonó en las en-
cumbradas alturas aquella gran voz que decia ; Este
es mi Hijo muy amado en quien me agradé siempre;
y luego, cuando comenzó á predicar, tales maravillas
obró, sanando á los dolientes, consolando á los afli-
gidos, resucitando á los muertos, mandando con im-
perio á los vientos y á los mares, descubriendo las
cosas escondidas y anunciando las venideras, que
causó espanto y puso en admiracion á los cielos y á
la tierra, á los ángeles y á los hombres. Ni pararon
aquí aquellos prodigios, porque aquella humanidad
fué vista de todos hoy muerta y tres dias después glo-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 399
riosa y resucitada, vencedora del tiempo y de la
muerte; yhendiendo calladamente los aires, se la vió
subir á lo alto como más divina aurora.


Yesta misma humanidad por un lado gloriosísima,
era, por otro, ejemplar de toda bajeza como predes-
tinada por Dios, sin ser ella pecadora, á padecer por
la sustitucion de la pena del pecado. Por eso camina
tan abatido por el mundo aquel en cuyo rostro divino
se miran los ángeles; por eso está tan pesaroso y tan
triste aquel en cuyos ojos toman los cielos su alegría;
por eso anda por este bajo suelo desnudo aquel que
en las divinas cumbres viste un manto arrebolado de
estrellas; por eso anda, comosi fuera pecador, entre
los pecadores siendo el santo de los santos: aquí
conversa con el blasfemo, allí platica con la adúlte-
ra, más allá discurre con el avaro. A Judas da un
ósculo de paz, y á un ladron le ofrece su paraíso,
y cuando conversa con los pecadores, lo hace con
tanto amor, que las lágrimas se cuajan en sus ojos.
Este hombre debe de ser gran entendedor de dolores,
cuando así 'se apiada de los doloridos, y gran sabedor
de padeceres , cuando así se apiada de los misera-
bles. En cuanto baña el sol y en cuanto se dilata la
tierra no hubo hombre ninguno puesto en tan grande
orfandad y en tan grande desamparo. Uu pueblo
entero le maldice; de sus discípulos uno levende ,
otro le niega. y los otros le abandonan; ni tiene agua
para humedecer sus labios, ni pan para aquietar Sil




400 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
hambre, ni almohada para reclinar su frente. Nin-
guna agonía hubo igual á la agonía que padeció en
el huerto, porque todos sus poros manaron sangre;
su rostro fué luego herido con bofetadas, su carnes
cubiertas con una púrpura de escarnio, y su frente
coronada con una punzante corona; cargó con su pro-
pia cruz, y se derribó en el suelo muchas veces, y
subió la ladera del Gólgota seguido de delirantes mu-
chedumbres que iban llenando los aires de vocifera-
ciones siniestras; cuando fué puesto en lo alto, creció
su abandono á punto que su mismo Padre apartó sus
ojos de él, Ylos ángeles que le servian , por no verle,
se cubrieron con sus alas temerosos y turbados; hasta
la parte superior de su alma dejó á su humanidad en
aquel trance de su muerte, permaneciendo á todo in-
diferente y serena. Y las turbas meneando la cabeza le
decian: Si eres el Hijode Dios, desciende de esa cruz.


¿Cómo creer, sin una especial gracia de Dios, en la
divinidad del que está puesto en aquel trance y es-
tado? ¿ Cómo no habian de ser entonces tenidas sus
palabras por escándalo y locura? Y sin embargo,
aquel hombre puesto allí en tan grande desamparo
y en mortal agonía, sujetó el mundo á su ley, ga-
nándole como por asalto con el esfuerzo de unos po-
bres pescadores, como él , desamparados de todos,
peregrinos en la tierra y miserables. Por él mudaron
los hombres sus vidas, por él dejaron sus haciendas,
por su amor tomaron su cruz, y salieron de las ciu-




EL LlBERALlS~IO y EL SOC[ALlS~IO. 401
dades, y poblaron los desiertos, y dieron de mano
á todos los placeres, y creyeron en la fuerza santifi-
cante del dolor, y vivieron vida limpia y espiritual,
y dieron á sus carnes castigos atroces trayéndola
siempre sujeta, y á más de esto.creyeron con firmí-
sima fe poco despues de su muerte cosas estupendas
é increibles : porque creyeron que aquel que habia
sido crucificado era hijo único de Dios y Dios; que
habia sido concebido en el seno do una vírgen por
obra del Espíritu Santo; que era señor de cielos y tier-
ra el mismo que habia nacido en un pesebre, y habia
sido envuelto en humildísimos pañales; que muerto
ya, bajó al infierno y se llevó consigo las almas Iim- •
pias y puras de los antiguos patriarcas; que tomó
despues su propio cuerpo, y le sacó glorioso del se-
pulcro, y se le llevó por los aires, trasfigurado ya
y resplandeciente; que la mujer que le habia lleva-
do en sus entrañas era, al mismo tiempo que madre
amorosa, inmaculada vírgeu , que fué arrebatada
por los ángeles al cielo, que fué aclamada allí por
las falanjes angélicas y por edicto soberano reina de
la creacion, madre de los desamparados, intercesora
de los justos, abogada de los pecadores, madre del
Hijo, esposa del Espíritu Santo; que todas las cosas
visibles son de ménos valer y dignas solo de menos-
precio al lado de las secretas é invisibles; que no
hay otro bien sino el que está en padecer trabajos, y
en aceptar dolores, y en arrostrar angustias, y en


26




402 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
vivir en perpetua tribulacion y congoja; ni otro mal
sino el placer y el pecado; que el agua del bautismo
purifica, que la confesion de la culpa levanta, que
el pan y el vino se convierten en Dios, que Dios está
en nosotros, y fuera de nosotros en todas partes; que
tiene contados todos los cabellos de nuestra cabeza;
que ninguno nace sin su ordenacían , y que no cae
ninguno sin su permiso ó sin su mandato; que si el
hombre piensa' su pensamiento, él. es el que se le
pone delante; que si su voluntad se inclina, él es el
que la mueve; que él es el que le fortifica cuando se
esfuerza, y que tropieza y cae si llega á faltarle su
ayuda; que los muertos resucitan y vienen á juicio;
que hay cielo y hay infierno, penas eternas y gloria
perdurable; que todo esto habia de ser creido por el
mundo, contra el poder todo del mundo; y que esta
maravillosa doctrina se habia de abrir paso invenci-
ble contra la voluntad y á pesar del grande poderío
de príncipes, reyes y emperadores; que por ella ha-
bian de dar su sangre y padecer tormentos falanjes
infinitas de confesores ilustres, de doctores insignes,
de vírgines delicadas y púdicas, y de mártires glo-
riosos; que la locura del Calvario había de ser tan
contagiosa ,que habia de enloquecer á las gentes en
cuanto mira el sol y en cuanto alcanza todo el orbe
de la tierra.


Todas estas cosas increibles fuéron creídas por
los hombres cuando tuvo fin aquella gran tragedia




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 403
de las tres horas que se representó en el Gólgota,
con miedo del sol y con temblor de la tierra en todos
sus miembros. Así tuvo cumplido efecto aquella pa-
labra que pronunció Dios por Osea, diciendo: In Ju-
niculis Adam traham eos, in vinculis charitatis. (C. 11,
verso t.) Los hombres han caido en esa celada del
amor, que les tendió el Hijo del Dios vivo, blanda y
amorosamente. El hombre es de tal condicion, que
se rebela contra la omnipotencia, se alza contra la
justicia y resiste á la misericordia; pero cae en dul-
císimo desmayo, y como penetrado de amor hasta
en la médula de sus huesos, si por ventura oye la
voz dolorida y lastimera de aquel que muere por él,
Yque muriendo le ama. ¿ Por qué me persigues? Esta
es aquella voz temerosa á un tiempo mismo y aman-
te, que suena de continuo en los oídos de los peca-
dores; y ese acento de queja dulcísima, amoroso y
suave, es el que va derecho al alma, y la trasforma
y la muda y la convierte toda á Dios, y la obliga á
buscarle por los poblados y por los desiertos, por los
montes bravos y por las tierras llanas, por los cam-
pos agostados y por los verjeles. Aquella voz es la
que enciende al alma en el casto amor del esposo, y
la que la lleva como enloquecida y desalada en se-
guimiento de sus embriagantes perfumes, como la
sed lleva al ciervo á los hermosos manantiales de
aguas vivas. Dios yino al mundo para poner fuego á
la tierra, y la tierra comenzó á humear y luego á arder




404 ~;NSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
por todos sus cuatro costados, y de dia en dia se han
ido dilatando por todas las regiones las llamas pode-
rosas de esos divinos incendios. El amor explica lo
inexplicable, y el hombre cree por el amor lo que
parece increible, y obra lo que parecia imposible de
obrarse, porque con el amor todo es hacedero y
todo es llano.


Cuando aquellos de los apóstoles que vieron al
Señor ántes de padecer, trasfigurado y vestido de
blanquísimas vestiduras, más resplandecientes que el
sol y más blancas y puras que el ampo de la nieve,
dijeron, como extáticos y absortos: Quedémonos aquí.
-aun no tenian idea del divino amor, ni de sus ine-
fables deleites; por eso el gran Apóstol, maestro ya
en este gran arte del amor, dijo despues : Solo una
cosa quiero entender, que es Jesucristo, y ese cruci-
ficado; que fué tanto como decir: Quiero saberlo
todo, y para saberlo todo, quiero saber á Jesucristo
solamente; porque solo en él están juntos todos los
saberes, y unidas entre sí todas las cosas; y añadió
despues : Y ese crucificado ~ y no dijo, y ese tras-
figurado y glorioso; porque poco importa conocerle
en su omnipotencia, asistiendo con el pensamiento á
la obra maravillosa de la creacion universal, ni basta
conocerle en su gloria cuando está su faz resplande-
ciendo con una luz increada, y cuando las potesta-
des del cielo se derriban absortas ante el acatamiento
divino; ni satisface del todo verle pronunciar los fa-




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 405
Has de su justicia inapelables, rodeado de ángeles y
serafines. Ni el alma queda del todo satisfecha cuan-
do asiste á las altas maravillas de su infinita miseri-
cordia; el Apóstol con una sed que nada aplaca, y
con un hambre sin hartura, y con un deseo invenci-
ble, quiere más, y pide más y lleva más alto el atre-
vido pensamíento, porque no se contenta sino con
saber á Cristo crucificado. es decir, como él desea
más ser sabido; de la manera más alta y excelente
que la razon puede concebir, y la imaginacion ima-
ginar, y desear el más altivo y levantado deseo; por-
que eso es conocerle en el acto de su amor incom-
prensible é infinito. Eso es lo que quiere significar
el Apóstol cuando dice: Ninguna cosa quiero saber
sino á Jesucristo, y ese crucificado.


A ese solo quisieron saber los pccos.bienaventu-
radas que tomaron su cruz y fuéron poniendo el pié
atentamente en donde vieron el rastro sangriento y
glorioso de sus pisadas. A ese solo quisieron saber
aquellos padres del yermo que convirtieron los de-
siertos desnudos en pensiles del paraíso. A ese solo
quisieron saber aquellas vírgenes castas, milagro de
fortaleza, que puestas todas las concupiscencias á
sus piés , le tomaron por esposo y le consagraron
sus limpios yvi rginaJes pensamientos. A ese solo qui-
sieron saber todos los que, convertidos en fuentes sus
ojos, han recibido las tribulaciones con alegría de




406 ENSAYO SOIlI\E EL CATOLlCI~MO,
corazon, y se han encumbrado con pié firme en el
áspero monte de la penitencia.


Entre las maravillas de la creacion el alma en ca-
ridad es la más maravillosamente admirable, no solo
porque su estado es el más subido y excelente que
en este bajo suelo se puede entender, sino también
porque ella va declarando á voces los prodigios
obrados por el amor divino, el cual no fué solo po-
deroso para borrar nuestro pecado, y con él el desór-
den y la causa de todo desórden , sino tambien para
inclinarnos á desear libremente aquella misma deifi-
cacion que desechamos ántes , y para hacer que pu-
diéramos conseguir aquello que deseamos, aceptando
la ayuda de la gracia que merecimos en el Señor y
por el Señor, cuando para merecérnosla y para que
la mereciéramos derramó su sangre en el Calvario.
Todas estas cosas significan aquellas palabras memo-
rables que Jesucristo pronunció al tiempo de espirar,
cuando dijo: Todo se ha consumado: que fué tanto
como decir, acabé con el amor lo que no pude ni
con mi justicia, ni con mi misericordia, ni con mi
sabiduría. ni con mi omnipotencia; porque borré
el pecado que hacia sombra á la Majestad divina y á
la belleza humana, y saqué á la humanidad de su
vergonzoso cautiverio, y dí al hombre la potestad
que con la culpa habia perdido de salvarse. Ya pue-
de bajar mi espíritu á fortificar al hombre, á embe-




¡'~L LlllEHALISMO y EL SOCIALISMO. 407
llecer al hombre, á deificar al hombre, porque le
he traído á mí y le he unido á mí con potentísima
y amorosisima lazada.


Cuando aquella palabra memorable fué pronun-
ciada por el Hijo de Dios al espirar en la cruz, todas
las cosas quedaron maravillosamente ordenadas yor-
denadamente perfectas.


Cada uno de los dogmas contenidos así en este lí-
bro como en el anterior es una ley del mundo mo-
ral; cada una de esas leyes es de suyo incontrasta-
ble y perpetua: todas juntas componen el código
de las leyes constitutivas del orden moral en la hu-
manidad y en el universo; las cuales unidas á las
físicas, á que están sujetas las materiales, forman la
ley suprema del orden, pOI' la que se rigen y gobier-
nan todas las cosas criadas.


De tal manera y hasta tal punto es necesario que
todas las cosas estén en 00 orden perfectísimo, que el
hombre, desordenándolo todo, no puede concebir el
desórden; por eso no hay ninguna revolucion que, al
derribar por el suelo las instituciones antiguas, no
las derribe en calidad de absurdas y de perturbado-
ras; y que, al sustituirlas con otras de invencion in-
dividual, no afirme de ellas que constituyen un orden
excelente. Esta es la significacion de aquella frase
consagrada entre los revolucionarios de todos los
tiempos, cuando llaman á la perturbacion que san-




408 ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO.
tifican un nuevo órden de cosas. Hasta MI'. Proudhon ,
el más atrevido de todos, no defiende su anarquía
sino en calidad de expresion racional del orden per-
fecto, es decir, absoluto.


De la necesidad perpetua del orden se sigue la
necesidad perpetua de las leyes así físicas como mo-
rales que le constituyen; por esa razon todas ellas
fuéron creadas y proclamadas solamente por Dios
desde el principio de los tiempos. Al sacar al mundo
de la nada, al formar al hombre del barro de la tier-
ra, al sacar á la mujer de su costado, al constituir la
primera familia, quiso Dios declarar de una vez para
siempre las leyes físicas y morales que constituyen el
órden en la humanidad y en el universo, sustrayén-
dolas de la jurisdiccion del hombre, y poniéndolas
fuera del alcance de sus locas especulaciones y de
sus vanos antojos. Hasta los dogmas de la encarna-
cion del Hijo de Dios y de ~a redencion del género
humano, que no habian de ser cumplidos sino en la
plenitud de los tiempos, fuéron revelados por Dios
en la edad paradisíaca cuando hizo á nuestros prime-
ros padres aquella misericordiosa promesa con que
vino á templar el rigor de su justicia.


El mundo ha negado esas leyes vanamente: aspi-
rando á rescatarse de su yugo por su negacion , nin-
guna otra cosa ha conseguido, sino hacer Sil yugo
más pesado por medio de las catástrofes, las cuales




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 409
se proporcionan siempre á las negaciones, siendo
esta misma ley de proporcion una de las constitutivas
del órden.


Libre y extendido campo dejó Dios á las opiniones
humanas; anchos fuéron los dominios que sujetó al
imperio y al libre albedrío del hombre, á quien fué
dado señorearse del mar y de la tierra. rebelarse
contra su Criador, mover guerra á los cielos, entrar
en tratos y alianzas con los espíritus infernales, en-
sordecer el mundo con el rumor de las batallas,
abrasar las ciudades con incendios y discordias, es-
tremecerlas con las tremendas sacudidas de las revo-
luciones, cerrar el entendimiento á la verdad y los
ojos á la luz, y abrir el entendimiento al error y


-ccmplacerse en las tinieblas; fundar imperios y aso-
larlos , levantar y allanar repúblicas, cansarse de
repúblicas, imperios y monarquías; dejar aquello que
quiso, volver á lo que dejó. afirmarlo todo, hasta lo
absurdo; negarlo todo, hasta la evidencia; decir no
hay Dios, y soy Dios; proclamarse independiente de
todas las potestades, y adorar al astro que le ilumi-
na, al tirano que le oprime, al réptil que se arras-
tra por el suelo, al huracan que viene rebramando,
al rayo que cae, al nublado que le lleva, á la nube
que pasa.


Todo esto y mucho más le fué dado al hombre;
pero miéntras que todas estas cosas le fuéron dadas.
los astros cursan perpetuamente y con perpetua ca-




410 ENSAYO iOBRE EL CATOLICISMO,
dencia en giros concertados, y las estaciones se mue-
ven unas en pos de otras en armoniosos círculos,
sin alcanzarse y sin confundirse jamas, y la tierra se
viste hoy de yerbas, de árboles y de mieses, como
lo hizo siempre desde que recibió de lo alto la virtud
de fructificar; y todas las cosas físicas cumplen hoy,
como cumplieron ayer y como cumplirán mañana,
los divinos mandamientos, moviéndose en perpetua
paz y concordia 1 sin traspasar un punto las leyes de
su potentísimo Hacedor, que. con mano soberana
concierta sus pasos, refrena sus ímpetus y da rienda
á sus cursos.


Todo aquello y mucho más le fué dado al hom-
bre; pero miéntras que todas aquellas cosas le fué-
ron dadas, no pudo tanto que á su pecado no si-.
guiera el castigo, y á su delito la pena, y á su pri-
mera trasgresión la muerte, y la condenacion á su
endurecimiento, y á su libertau la justicia 1 y á su
arrepentimiento la misericordia, y á los escándalos
la reparacion, y á las rebeldías las catástrofes.


Al hombre le ha sido dado poner á sus piés la so-
ciedad desgarrada con sus discordias, echar por
tierra los muros más firmes, entrar á saco las ciu-
dades más opulentas, derribar con estrépito los impe-
rios más extendidos y nombrados, hundir en espan-
tosa ruina las civilizaciones más altas, envolviendo
sus resplandores en la densa nube de la barbarie: lo
que no le ha sido dado, es suspender por un solo




EL LIBERALISMO Y EL SOCIALISMO. 411
dia, por una sola hora, por un solo instante, el
cumplimiento infalible de las leyes fundamentales del
mundo físico y del moral, constitutivas del órden en
la humanidad y en el universo; lo que no ha visto
ni verá el mundo es que el hombre que huye del ár-
den por la puerta del pecado. no vuelva á entrar en
él por la de la pena, esa mensajera de Dios que al-
canza á todos con sus mensajes.


FIN.






INDICE.


LIBRO PRIMEHO.


DEL CATOLICISMO.


CAPíruw PRIMERo.-Oe cómo en toda gran cuestion polltica va en-
vuelta siempre una grall cuestion teológica. 3


CAP. IJ.-Dc la sociedad bajo el imperio de la teología católica. • 'U
CAP. 1II.~Oe la sociedad bajo el imperio de la Iglesia católica. • 35
CAP. IV.-EI Catolicismo es amor. 55
CAP. v.-Qlle nuestro señor Jesucristo no ha triunfado del mundo


por la santidad de Sil doctrina, ni por las profecías J milagros,
sino á pesar de todas estas cosas. . . • • 62


CAl'. vl.-Que nuestro señor Jesucristo ha triunfado del mundo ex-
clusivamente por medios sobrenaturales. . • 70


CAP. VIl.-QLle la Iglesia católica ha triunfado de la sociedad, á pe-
sar de los mismos obstáculos y por los mismos medios sobrena-
turales que dieron la victoria sobre el mundo á nuestro señor
Jesucristo. . 87


LIBRO SEGUNDO,


PROllLEMAS y SOLUCIONf.S RELATIVAS AL ÓRDEN EN GENERAL.


CAPiTULO PRIMERO.- Del libre albedrío del hombre. 103
CAP. 11. -Se da respuesta :i algunas objeciones relativas á este


dogma. . • • • . • • • . 111
CAP. III.-Maniqueismo. - Maniqueismo proudhoniano. .. 126
CAP. (V.-De cómo se salva por el Catolicismo el dogma de la pro-


videncia y el de la libertad, sin caer eu la teoría de la rivalidad
entre lIios y el hombre. . i38




414 Í!'\DICE.
C~P. v.-Secretas analogías entre las perturbaciones físicas y las


morales derivadas todas de la libertad humana. . 15~
CAP. vl.-De la prevarlcaciou angélica, y la humana grandeza y


enormidad del pecado. . i64
CAP. vlI.-De cómo Diossaca el bien de la prevaricacion angélica


y de la humana. 178
CAP. VIII. - Soluciones de la escuela liberal relativas á estos pro-


blemas. .•..... • • • . 192
CAP. Ix.-Soluciones socialistas.. . . 207
CAP. x.-Continuacion del mismo asunto: conclusion deeste libro. 2:!5


LIBRO TERCERO.


PROBLEMAS Y SOLUCIONf.S RELATIVAS AL ÓRDEN EN LA HUMANIDAD.


CAI'iTULO PRIMERo.-Trasmision de la culpa, dogma de la imputa-
eion.


CAP. 11.-01' cómo saca Dios el bien de la trasmislon de la culpa
y de la pena, y de la acción purificante del dolor libremente
aceptado.. • • . • • • • . . . • . • . . . .


CAP. III.-Dogma de la solidaridad. -Contradicciones de la escuela
liberal.


CAP. IV.-Continuacion del mismo asunto; contradicciones socia-
listas. . . . • . • . .


CAP. v.-Continuacion del mismoasunto... . . . . .
CAP. VI -Dogmas correlativos al de la solidaridad; los sacrificios


sangrientos; teorias de las escuelas racionalistas acerca de la
pena de muerte.


CAP. vIl.-Recapllulacion.-Ineficacias de todas las soluciones pro-
puestas: necesidad de ona solucionmás alta.. . . . • . .


CAP. vlJI.-De la Encarnacion del hijo de Dios. y de la redenclon
del género humano. . .


CAP. IX. - Continuaclon del mismo asunto: conclusion de este
libro..


"1'1 DEL INDICI!.


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