LA CONSTITUCION EN ESPAÑA? ::,To D o s sabemos, que b Constitucion política de .Ja...
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LA CONSTITUCION
EN ESPAÑA?


::,To D o s sabemos, que b Constitucion política de
.Ja monarquía española, promulgada por las· Cortes
: extraordinarias en 1812, desapareció al presentarse
"FERN AN DO VII entre sus vasallos de vuelt~ de
__ -cautiverio; y todos estamos viendo elél mismo
modo, que á pesar de la fuerza visible é invisible


. con que fué restablecida en 1820, Y sos~enida pos-
teriormente, se halla por seguJ1da vez amenazada


'de una muerte proxlma. Sus apasionados' no obs-
> tante no ven ni quieren ver en la primera caida,
masquc un efecto de la traycion y perfidia de
una parte del exército, del deslumbramiento de
los pueblos enagenados y olvidádos de si con la


'vista inesperada de su deseado monarca, y-'de las
maquinaciones de los Ilamaclos serviles, para tras-
tornar una obra incompatíble con sus ideas é
intereses : ni quieren ver tampoco en esta segunda
tormenta, mas que las nuevas maquinaciones de
este mismo partido, fomentadas por varias poten-




( 2 )
~ias. .. c::xtr~ngeras , temerosas de que el éxemplo
dado en España cunda en sus dominio·s, é inflame
en ello'!; las ideas liberales, t;abajosamellte répri-
midas hasta el dia. Podrá ser cierto que las re-
feridas causas hayan en. realidad exercido, ó esten
exerciendo el respectivo influxo que se las atri-
buye : mas ¿ haR sido ó son las únicas? ¿ Tan
claro es que la constitucion de Cadiz es entera-
mente adeqüada á las circunstancias particulares
de España? ¿ Tan claro es que no le ha sido dada
á contratiempo y fuera de sazon? ¿ Tan claro
que la naturaleza revistió á sus autores de aquel-
las insignias que distinguen á .los legisladores que
ella embia? He aqui una porcion dé reflexiones
que. merecen examinarse, porque qualquiera de
ellas p~ede dar un resultado que nos fuerce. á
reconocer, que la suerte que ha cabido á nuestro
código en su úrigen y restauracion, es la que le
¿orr~sponde , . y la que necesariamente debe ca·
berle ·quantas veces se trate de ponerle en planta.
~e ha dicho muy propiamente, que la Cons-


titut<ion (tomando esta voz en su significacion
gel!t:ral) era respecto del Estado, lo que el tem-
perameJlto respect~ del hombre; pues en efecto
la Constitucion de un Estado no es mas que el
resultado de la reuníon de Sus varias propried~des
particulares, ó aquel temple, por decirlo así, di-
ferente del de t~dos los otros Estados, al menos
11asta cierto punto, que procede de la referida




( 3 )
: que es justamente en lo que consiste


del hombre, ~ quien por este
se dá tambien el nombre de cOÍlstitucion •


. siendo esto así, toda nacion que ha nacido,
ya por solo este hecho su Constitucion
; constitucion que, como el temperamento,


. desplegará en la infancia, se fixará al salir
la juventud, y conservará su peculiar cáracter


Jodo el resto de su eXIstencia ..
.. :Y si la Constitucion de un pueblo es cosa ne-


o .~esaria de su órigen, y de su infancia, es con-
,~iguiente que lo ... sean sus leyes fundamentales,
que designamos con el nombre de Constitucion
política, y que son á la Constitucion general,
lo 'lue el re gimen al tempe~amento humano. esto
es, el metodo convenient't para desarrollarse, y
orecer, y para conservarse luego con la mejor
salud posible. Y tambien es preciso que uno de
los sucesos mas importantes de aquella primera
epoca, séa la aparicion del legislador, personage
(!xtraordinario, como decia el conde de Maistre.
Porque en verdad, si pretendiesemos expresar la
idéa que tenemos todos de ·los que llamamos y
fueron realmente legisladores de los pueblos, con
solo compararlos, y medirlos con los soberanos
posteriores, nosotros seriamos los primeros que
reconociesemos la imperfeccion de nuestra expli-
cacion, y la mucha diferencia que reyna entre ella
y el objeto principal. El Soberano legislador, no




( 4 )
solo se· distingue del resto de sus succesore~ por la
excelencia de las prendas personales que s,e Stlp~


. nen ,en él,. SIDO tambien' por la grandeza misma
de la. dignidad, ;y, por el grado singular en que
posée, la soberania. No' es''to mismo'determinllr el
pian, y hechar Jos fundanientos de un' edifici9,
que continuarlo ¡ y. :aunque uno y ~tro, sea obra
de arquitectos, es evidente, que el que concibe
el plan, y sienta las bases, procede con otra' au-
toridad, y lihertad, que to~os los que reciben la
obra en lo succesivo, comenzada yá, y' mas ó
menos adelantada, los quales, de necesidad tienen
que limitarse á dar la cima conforme á la idéa
del primero. Y siguiendo esta misma semejanza,
aün despues de eonduida la· obra, . serán ind~s­
pensables arquitectos, SIue euidén de su cooserva-
eion y reparacion; mas i quanto po distarán ya
sus funciones de las del autor.!' Pues lo mismo
sucede eu las cathegorías de los Soberartos : todos
elfos poseen esta sublime' dignidad, pero con-
forme al estado y edad en que cada uno halla
la naCÍl:}l}; e~tado, y edad, que-' d~termjnan nece-
s~ri'amente la extension de sus facultades.'


Mas todo ,esto quiere decir, que quaI!do se
presenta un hombre, ó una junta de homhres ,
con la pretension de dar leyes fundamentales" á ,
una Nacion c{ue ha llegado yá al punto de ma-
durez, ni los hombres son del linage de los le-
gisladores que cria la naturaleza, ni la legislacion




· ( 5 )
féUe proponen) viene com!Jnicada en sazon, y con::'
l~I1l}e al órden que la misma ti~ne constante, y
:necesari~mente adaptado. Por 'consigui'ente ~ si ,1M
adelante,mientos no. responden á los esfuerzos, si
,}~ consfitucion no es bien recibida, si e~cuentrll


lin tropiezo en cada paso, sí perece ,antes de rea-
lizarse. Y, de salir de la esfera de proyecto, no
hay qué buscar otra causa de tantos desastres
que' la oposicion de la naturaleza, Y la inflexibi.
:~~dad de sus leyes. Y he aquí una primera causa


bien obía, Y bien natural de la muerte abortiva
de' nuestra constitucion de Cadiz, que no puede
;ltribuirse ciertamente, ni á maniobras de serviles,
Di á i9trigas de extrangeros. Las Cortes extra ..
ordinarias: trataron de dar á 'España los medios
de desplegar su constitticwn, Y de fijarla, quando
España la babia desplegado ya totalmente, y fixado
:'~" con la mayor firmeza : luego era natural que
~ estos medios 'quedasen sin uso, ó que no produ~
~:"~ gesen efecto alguno favorable, sino en su caso


,las convulsiones, y temblores que estamos experi.
me~tando.
~,'Es cierto que las Cortes, segun se lée en el
mwabezamiento ó prólogo mismo de la Constitu-
c~, :política de la monarquía, no se propusieron
cambiar las leyes fundamentales, y que por ~l
contrario, su único objecto fué asegurar su ob-
servancia por medio de providencias oportunas:
pero ello e-i evid.ente, apesar de todas las pro tes-




, (~)
tacione~,;:1JUe:'en 'realidad se trastornó todo el
~rdeñ:,antígiio; que se destruyó todo el fondQ de
k.'~onarquía sin dejar de este ge,nero de gobierno
poco mas que el nombre, que se excluyó al
Monarca del I exercicio directo del poder legisla-
tivo, que se le limitó de una manera extraordi-


. naria el uso d~l executivo, 'que se aepllsitó la
verdadera soberanía en una junta popular' por
mil títulos, y en una palabra, que se estableció
en lugar de nuestra antigüa monarquía moderada,
nna democracia cási absoluta.


y , esta mudanza tan considerable, ó por mejor
decir tan entera, no ha podido menos de' 'Ser
tambien otra causa que haya impedido tomar la
melrbr consistencia ~ las leyes que la: ocasionan.
Las constituciones de los Estados varian, y deben
variar r;ipduda; pero á la m,anera que el hom-
bre; es decir, insensiblemente, y pasando de la
infancia á la juventud, y' de esta á la edad perfecta
6 varonil. Semejante variacion es de la esencia
de todo ser que tiene alguna especie de vida
sobre la tierra; pues consiste meramente erl el


desal'rollo, y produccion de los' gérmenes primiti-
vos, sin la q~al sería imposible que ningun viviente
llegase al estado de perfecciono Mas siguiendo
esta misma analogía, toda variacion, que en vez
de ser unapruduccion natural, es un retroceso
hacia los germen es , y hacia la infancia, ó una
substitucion de principios diversos, es obra es-




( 7 )


~ria, é irregular, sobre todo si en lugar d~ '''- e~tuarse insensible y pausadamente, .se executa ,le golpe, y en todas sus partes. Y SIn embargo
,,1al hit sido la -variacion que se ha intentado por
Ja Constitucion política de; Cadiz, en que, como
.aeabámos de ver, se trató' de hacer retroceder él
gobierBode~ la unidad á laclivisi'on, contra su


0, tend.encia natural de la division á la unidad, y
en que se determinó executar todas las grandes,
y multiplicadas álteraciones consiguientes á aquel
primer paso, á un mismo tiempo, y de una sola


,'fez. Aün quando el movimiento hubiera sido ~e la
'; division á la unidad, es derir, conforme á su di~
, reccioo propia, sin embargo siendo repentino, y
pl'~cipitade" habría sido 'Contrario'1l1 ~ ór~en n~tu;.,
,ral, y no era posible que 'dejase . de producir
convulsiones, y trastornos en vez de un estado
de cosas acordado, y permanente. ¿ Quanto mayó.
res, pues, no han debido ser las agitaciones ha-
,hiendo seguido una marcha inversa? I


. Otro vicio esencial de la Constitucion que ha
debido oponer una resistencia invencible á su . es-
tablecimiento, procede del fundamento religioso
que se le ha querids> dar. Porque e~ i~dispens~hle
fiue todo gobierno tenga por cimiento la religion :
este es un punto sobre que nadie discorda; el
lenguage / de los filosofos de tódos los tiempos
es uniforme; la historia se conviene' con los
filosofos ,y hasta la fabula COD la M.roria; y si




( 8 )
los., .. l!f1!i,§U~": h3n dejado escrito que siempl:e es
U~:Af¡,C4ul9-; el que funda las ciudade,s, y siempre
Ull",9;tl\\J;.tilo el que anuncia la proteccion divi~a
. ',,,", ..


al, her~e. fundador; nuestros padres nos han repe-
tido, y nuestros ojos desengañan de que las nacio.
ne!) jamas se civilizan' sino, pOf' medio· de la
religion. La America entera es una prueba que
habla.


Hasta nuestros filosofos se manifiestan penetra-
dos de esta yerdad, y publican á' boca llena que la
religion es parte integr1)l.de todo gobierno : mas
como eL go~ierno consta taínbi~n de. otras' partes
esen{:!ales~, les pinece una; consecuell;cia necesaria,
que la, re!igjon deba colocarse de mod.o, qqe. ni
obscur~zcll; ni, embarace las demas partes; yde
aquí c~>l'l:cluy~n, que si bien el 'soberano na puede
prescindir ,de hechar .mano de .ella, está con todo
autor~zado para templarla, y acordarla con el go,~
hierno segun 10 juzgue mas conveniente.


A la verdad no, hay necesidad de ,~as p¡¡ra inu ..
tilizar ~odo, eliuf1u~o , polí,tico . ele l'hF~ligion" y
para . conyer~jrla ',en ,.un,~PMf~uto de opresion
y de tYfan~.int~~I~t:' §i .depende del soberano
el arr;'fgI9 ,de ;la !religion¿ que illfluxo podr~ es.
pérarse que cxe.rza ella sobre el soberano? Hab~:í.
dogmas, habri precepto:>, habrá castigos:, ma.s para
19S súbditos. y en tl'atandose del soberano" ha-
bremos de contentarnos'cQnque nos re,spanda lo,
que estO;t)~itp10S mo~ofos ,han hecho"gala de res .. ,




( 9 ~
ptlnder á sus mugeres, ¡ sus hijos" y á sus crJa-


• dos : la religion es indispensable, con respecto
, á. vosotros, porque vuestra fidelidad,' Vuestra
;swnision, y vuestro amor nos 'son ,necesarios'; mas
:por lo que toca á' nosotros, pensaremos hasta
: que punto pueda ser adoptada sin pe~juicio de
nuestra libertad.' ~


Pero no es esto ló que' ha dicho el resto deí
,genero humano; y nuestros políticos, ó no, han
'entendido esta tradicion u~iversal, ó la han tras-
tornado con una falacia. La razon que ha movido


, ',todos los hombres á declarar que la religion es
.esencia.lá la, sociedad, es cabaln~te la contraria
~ ,la que obliga á nuestrOs políti~s ,á s",bJ~garl~~
¡~,cr~n~~sari6 ,es, prescribir' pbliga~ioo~s lÍ, los
súbditos, y estrecharles á su cumplimiento con
castigos, y recompensas de parte del Cié lo; pero


, lo es' igualmente prescribirlas á los gobiernos, y
moverlos del mismo ,modo con las mismas pro-


. mesas, ó amenazas. El súbdito debe llenar la obli-
fiacion de la obediencia, el Soberano el deber de
~la, justicia, y ambos el precepto del amor: y am-'
hos deben reconocer un superior ~ y, un tribunal


'irrecusable ante quien deban precisamente COill-
p"~cer, quando sea~ citados á dar cuenta de su
cOD;~da, y á recibir el premio ó castigo que


,provenga de su' fallo. Y aün el divino autor del
libro de la saLíduria pare~e que se complace en
refordará los Reyes estas lecciones con cierta




( 10 )
preferencia. f{ El juicio, dice (I), que se hará
ti conlos.que presiden, será durisimo. Al pe:q\\eño
« se le dispensa misericordia; mas los poderósas
ti sufrirán los tormentos poderosamente. No dejará
«Dios á un lado la persona de nadie, ni respe-
« tará la grandeza ~ de· quálquiera que sea : por-
o: que él hizo al g>l'ande¡! y al pepneñuelo, y tiene
« igualmente cuidado de todos. Pero á l~· mas
« fuertes les esperan tormentos mas fuertes. Reyes:
« á vosotros se dirigen estos mis razonamientos,
ti á fin de que aprendais: la sabiduria, y no os
« aparteis _de ella. » Asi, quando se· dice que la
religion es nece_ia ~ toda nacion, quiere decirse,
qr.re 8U inflUXft Jm,e ser lJ,bsolutamente supedor, .y
general ,y' CfUé débecontenel' con su ~ut9ridad
indeclínable lo mismo á los Soberanos, que á loi
súbditos.


y por eso, hablando con la debida precision,
y exactitud, la religion no es, parte siRo fonda-
lflento, ó base del gobierno. ¿ Se desea una prueba
directa? .Pues reflexionese que el .gobiemoes una
mente, y voluntad pública, de las· quales \lna
piensa, y otra determina, y una' accron exterior
que executa lo, pensado, y decretado. Aquí está
la essencia de todo gobierno; lo demás son acci.
dentes, y modos de facilitar los movimientOs, y
operaciones. Pero como el entendImiento humano
es por sí ciego, y expuesto á errar; como su


(1) Sapo C. 6 a V. ad. II.




( 11 )
JUICIO, Y voluntad están subyugados por 18~ < pa-
si~nes, y sin fuerzas propias que los conduzcan,
y mantengan en los caminos de la verdad, y de
la virtud; el gobierno que al fin se compone de
hombres, necesita de una luz que le alumbre,
de una guia que le dirija, y de una fuerza extraña
y superior, que arregle y conteitga< sus pasiones.
Ahora esta luz, esta guia, esta fuerza extraña, y
superior, no son seguramente el gobierno, s,no
cosas superiores al gobierno, cosas de que todo
. ~obienlo que no haya de ser ciego, y apasionado
tiene necesidad; y por consiguiente base, y fun-
damento de todo gobierno razonable, y justo. Mas


. cabalmente estas cosas son la religi'on.
, Así quando la religion queda subyugada al go-


bierno político, se ha faltado- manifiestamente á
la doctrina de todos Jos siglos; pues en un Estado
de esta clase no hay religion para el Soberano,
Ó lo q~e es lo mismo, el Soberano no. está en-
frenado po~ moti vos, y leyes superiores, y sobre-
naturáles, que es en lo que consiste la religion,
llamada así del verbo latino religare, enlazar,
atar fuertemente.


Sin embargo esto es lo que ha pretendido
Illuestra Constitucion política, sujetando indistin-
tamente al gobierno político todas las decisiones,
y decretos tanto conciliares, como pontificios (1),
y concediendole sin restriccion la facultad de -eu-


(1) Art. 17' fac. 14. 15.




( 1:2 )
~r las'reformas que crea convenientes al bien
deda~Nacion ([); facultad que la conducta cons-
tl1D~:de las Cortes ha manifestado extenderse'á
lQs:negocios ecclesiasticos, es decir, á los bienes,
á las personas, al órden, á la educacion reli-
gIOsa.


y lo peor es, que como las providencias dictadas
por las Cortes en estos puntos son las mismas
que las dictadas por las asambleas constituyente,
y legislativa de Francia, para aniquilar el ca-
tólicismo en aquel reyno; el pueblo se ha per-
suadido. intimamente de que el fin de nuestra
constitucion, y de nuestros lcgisladores es el mis-
mo que el deJa constitucion, y asambleas de
Francia; es decir, la destruccion dé toda religion,
y con especialidad de la ca tólica. Así, c\ p~sar de
todas las protestaciones de que no se trata mas
que de reformas útiles, y de aumentar por su
medio el:, lustre, y florecimiento de la religi.on,
á pesar de las órdenes apretantes, yaün violentas
para que se predique esto mismo hasta en las
ig)esias ~ y al pie de los alt~.res, y por boca de los
mismos Sac~roQtes, yaiín de los Obispos; el pue-
blo que observa, el empobrec'üniento á que se ha
reducido al sacerdocio, el desprecio, y Imalos ojos
<;onque le miran los reformadores, las arterías
conque se trata de hacerle un objeto de risa y
de escarnio ,la crueldad conque millarei de ii'l-


(r) Ibid. facult. 14,




( 13 )
'1Itários han.' sido anojados de sus '0. moradas:-¡ y


,'puestos en la calle,. sin miramiento ni á la r an_
'ciánidad ,y achaques de unos, ni al desamparo
de otros., ni á lós derechos, y justiciá de todos;
el pueblo, digo, que ,·é todo esto, y que la' di·
'famacion, la ubala, la violencia, la opresión,; la
satyta, la fuerzn., y laastllcia están' empleadas. á
una 'para reformár la Iglesia; no púede menos de
afianzarse mas, y mas en su dictamen, y de consi-
derar tales protestas, co.las protestas de Juliano.
Aún antes de tener estas pruebas, exteriores, y
"esde el momento mismo en que la Constitución
vió la luz, el pueblo . habia manifestado ya un
sentimiento confuso, pero uniforme, y general, de
que; Se encerrában en ella. gerrnenes . pl1co. fav():.
rabIes al. cat61icismo : y !lean las' que fueren las,
causas que dieron orÍgen á este sentimiento, su
eXIstencia fué un hecho que todos reconocÍmos,
y el gobierno con especialidad, pues no dejó. de
trabajar constantemente desde un principio cwbor-
rarlo, y en substituir otro, diametralmente opuesto.


Pues una Constitucion de esta clase ¿ qué raíce¡¡
ha pó\Jido hechar' en el aniiQo del pueblo? Porq)le,
a-unque por el artÍculo·l 2' en que se dice « que
.la religion católica, ~postólica " r.omana, única.
«'verdadera es y será perpetuamente la religion.
« de los españoles,' y que .la nacion la protege por
ce leyes sabias y justas, y prohibe el exercicio d~
« qualquiera otra, » y aunque por medio del




(t4-)
'~anllftCio'q:ufJ~ te hizo de ella « en el nombre de
-.;~riio.; &tire, Hijo, y Espiritu santo, autor, y
:~J~isl8aor súpremo de la sociedad, » parece que
;It le dió ya un semblante no solo indubitablemente
-católico, sino religioso : ¿ qué viene al fin á ser
. .al este anuncio, ni aquella clausula general, quan-
do por otra parte el gobierno se constituye ar·
bitro de la religion? Los' edificios grandes no
pueden reposar sobre cimientos de perspectiva.
Aün quando el puebltjlltlO hubiera hecha~o 'de
ver el disfraz, la Constitucion habrja venido á
tierra dentro de poco tiempo : empero hoy que
lo ha conocido, . hoy que se encuentra colocado
en una region á donde para él no penetran las
influencias del cielo, es imposible que permanezca
en ella, ni que deje de hacer los mayores es~
fuerzos para retroceder acceleradamente acia su
atmósfera natural.
, ¿ y quien sostendrá la Constjtucion en este con-


flicto ? ¿ Sus autores, y fautores principale~ ? ? Los
credulos á qúienes sedujo con SU nov~ad, y
sus promesas? ¿ Los hombres cuya elevacion, y
cuya fortuna es' inseparable del nuevo árden de
cosas? ¿ O la' sostendrán los malvados, y los _-
prudentes eu JOS crimenes, y cuyas locuras no les
permiten mirar sin estrem.ecerse la vuelta del ór-
den, y el reyno de la justicia?


Por lo que hace á los filosofos que concibieron
la Constitucion, no se propusie.ron ciertamente de-




( 15 )
España en el pie que ella presentaba. á


vista; pues su objeto era sin duda al
. fomentar lo que desde el principio de la


francesa se ha llamado . causa de Úl.
; ~rmd : causa á cuyo favor se estaba trabajandc>
t.~~jsjmamente entre nosotros desde los principi~
~ {d~1 reynado de Carlos III, Y que habia ido lo-
~lpdo desde entonces ventajas diarias, y conside-
';,.rablc8 en las clases superiores, y que al principio
,del siglo se creyo bastan!}lmente . preparada para
':~yenturar un ataque general, y decisivo cuyo buen
:~tose miraba como infalible. Este ataque l~


'-¡ió Buonaparte, instrumento necesario de la rever
"'cion universal á que aspiraba la filosofía. .
, ; A los ojos de muchos, este personage, en ve~
.de ser un instr'umento de la rcvolucion, ha sido
~r el contrario su azote, y su cuchiÍlo : y cier~
~'tamente en Francia él es quien contuvo el carro
'~speñado de la democracia, y de la anarquía,
(Nuien volvi6 el órden, quien restableció el ga:-
ij.ierno " y quien hasta cierto punto sojuzgó las
f;ieas filosofícas, y puso freno al eSRiritu ,de ino-
~vacion, y de trastorno. Y sin embargo, no dejaba
~e/ser por eso un instrumento de la revolucion
::liniversal; y los gefes y directores lo conocian bien.
Buonaparte, ó estimulado por su ambicion insacia-


i ble, 6 forzado por la necesidad de dar una di-
',recion fixa y determinada á las fuerzas immensas
~,tanto fisicas, como morales que estaban en SUi




( 16 )
manos, y que no podia prescindir de mantener en
'movimiento; habia emprendido la carrera de los
c~nquistadores, y sus progresos fueron los' que
todos sabemos, y los que todo hombre reflexIvo
debióprevéer desde un principio. Mas al fin ¿ qual
venia á, ser el resultado de tantas conquistas?
U~a dcstruccion de quanto eXIstia anteriormente
en los Reynos conquistados : destruccion de, sus
antigm,s leyes, de sus antiguas costumbres, de
sus antiguas relaciones políticas, de su antiguo
patriotismo, y aiín de su antigua religion: pues
nadic ignora que para Buonapnrte no habia mas
relígion que su política. Pero cabalmente este era
el prim~r p~so ~'y' el mas dificil, que los revolu-
cionarios tenian que dar pJra>¡llevaradéla~tesu
obra : y así, á pesar del genio dominante y des po-
tico dc este hombre, y á pesar ele su manía de
crear un reyrlO para cada uno de sus hermanos,
parientes, y nmigos, los revolucionarios se unieron
constantemente, á él, Y fomentaron sus proyectos
amhiciows con quanto estuvo á su alcance, se-
guros de que sus' construcciones políticas pere-
cerían con su -,autor, pero que las destrucciones
permanecerian. Y elesta maneta, aunque Buonaparte
mismo crcyese tmbajar para sr, en realidad tra-
bajaba para la reyoIucion.


Mas cnEspaña el golpe descargado por Buona-
parte para acabar de desplomar el edificio de esta
mónarquÍa, no sirvió mas que para despertar, y




, ( 17')'
dar movimiento ~ los germe!1es que encerraba su
Constitucion, y que' estaban.integros, y sanos en el
animo' del pueblo. Una ~esistencia desesperada, y
una constancia' inquebrantable, hicieron palpatá
la Europa, que nos despreciaba' porqúe' no nos
conocia, que podíamos ser' destl'uidos ~ pero no
vencidos; y que la vieja, la decrepita, la igno~
rante España, tenia otra vista, otro vigor, y otra
robustez, que' las lozanas é ilustradas ~aciones
del Norte, cuyas murallas habian caido á tierra
con solo el ruido de los, tambores revolucionarios.
Nadie, se pencttó mas bien de ello q'ue los Gefes
deja grande empresa. Y convencidos de la necesi-
dltd de debilitar la antigua constitucion, convirtie-
ron_ hacia; e~e . punto todos . sus .pens=:tmientos, y
esCogieron- el ms>mento de la disoluciotl, de la


; Junta central, y de la convocacion á Cortes por
'estamentos hecha d~ órden del Rey, para exe-
; cutar el plan. ,
l, No ,es mi animo atribuir est:r!; miras á todos
11'],,08., . que, intervinieron en la formacion de las Cortes ~aordinarias de Cadiz, ni á todos los que in· ,lervinieron en la farmacian de la Constitucion,
ni á. todos los que la firmaron : lejos ,de esto
l'econQ:zco entre ellos con mucho placer sugetos
muy, .1'ilcomendables por sus prendas, y virtudes,
,y muy., dignos de figurar en otra parte, mas bien
que en este monumento. de perdicion. Pero i quan-
los hombres honrados, y aün avisados, no han


2






( 18 )
ser~ñ!o.eII' toda Europa á la revolucion contra su
~hutt~ ~'contra su pensamiento, y contra SU es-
~~a·t No hablo pues de los que no hau"sido
JÍia~-qu:e instrumentos, sino de los que han' sido
tmtores, y causa.


El primer paso dado con aquel objeto fue im~'
pedir á, toda costa la: reunion de la~ Cortes por-
estamentos, suprimiendo la éonvocátoria' espedida'
ya por le Junta central, y form'ando en sU lugar
una asamblea única, con el nombre de Cortes,
compuesta de personas de, todas clases indistinta-
mente, y toÍnandolas' de las que se hallaban re-
fugiadas en Cadiz; á quiénes alli mismo', otros
su~ pais-anos fugitivos declararon repl'éSentimtes'
de sus respectivas provincias. Y desdeel"instantir
en que' 'se instalaron las Cortes de esta' manera',
sedestin6 un enxantbre de plumas á escribir sobre
Jos derechos del pueblo, sobre fU dignidad, sobre
su independencia, y al fin sobre su soberania.
Las doctrinas esparcidas sobre estos asuntos, poco
-ventilados éntre: nosotros' hasta: aquella'epoC'a', se
oponían: directamehteá: la~' pretéñsi()beS~ de' Boo-
naparl@,y 'por 'estlt razotCera natural que halla ..
sérl~ ~C0Il10 ' en . efecto hallaron, partidarios' descW
luego: y las Cortes, que procuraban fundar sobre
ellas su legitfmidad, consiguieron nO' s'el" deseo·'
l1úcidas en, las provincias", ignbrantes de la, con,;,
'Vocacion hecha por el Rey"y ansiosas dé' encontrar
un recurso en su miseria.




( 19)
Lograda: ésta primera ventaja, se ponderaron


con gran ruido los desordenes del til1imo re1-
nado, se gritó mucho contra el despotismo, y
se persuadió la necesidad de asegurar la· obser-
vancia de las antiguas leyes. Ni la mayor parte
de los individuos del congreso, ni la de los veci-
nos, y refugiados de' Cadiz descubrieron en estos
propositos cosa nInguna impropia del celo y del
patriotismo, y que no pudiera ser adema~ muy
provecbosa y razonable. Algunos mas prespicaces
no dejaron de prevéer sin embargo los designios
que podian ocultarse bajo aquellas laudables
apariencias, y los riesgos á que la Nacion podia
verse expuesta con estos pretextos : pero el gran
numero, neno por UBa parte de confianza y de
buena fé, y ~rrastrado por otra del torrente de
escritos que inundaban al publicQ, se declaró á
favor de las nuevas propuestas.


Desde que se dió por sentado que las cortes
debian 'dedicarse á asegurar la observancia de
las leyes. fundamentales, no se les podia contes-~.
l;lr el derecho de examinar y fixar quales eran
dichas leyes : y no S6 necesitaba mas quedis~
Ít'azarcon el trage de leyes antiguas, otras, cuyo
fiado fuese diverso, para obrar una variacion
~ricial en la antigua constitucion. He áqui
jutl'i'bénte lo que se hizo' por medio del nuevo
cadi~';'en que bajo el nqmbre de Cortes, se
introdujo, una, representacion nacional, no 5010






( 20 )
diversll de la antigua, sino opuesta diametral-
mente; eri que, bajo las expresiones y apariencias
ma,Y-0res . de respeto ,í la dignidad real" se des-
pojó al rhonarca de, ~u verdadera, autoridad, ,haci-
endola pasar . insensiblemente al seno del nUevo
cuerpo legisl~tivo, en que, bajo el aparato mas
solemne de celo por la religion catolica, se
abrió una puerta escusada á la toleran cía ; y en
que, á titulo de asegurar las Americas unidas
á la península, se les concedió carta de libert,?-d
yde independencia.
. Mas estas disposiciones , como quiera que t1'a5-


tornarsen. y destruyesen. el orden antiguo , es
evidente, que ~~ podian ser mas para los revolu-
cionarios, : que las excavaciones donde debian
sentar los cimi.entos dél edificio proyectado. Y
aün es claro q.ue estas excavaciones HO podian
quedar en tal estado, y que era necesario ,que
la degradacion de la dignidad real trajese, su
aholicion; que la tolerancia religiosa pasáse á ser
indiferencia, . ó á descpnocer por lo· menos la


# dominacion de ninguna relígion' determinada; y
que reducido el. gobierno á una democracia, de:sa-
pareciesen todos los elementos monarquicos ó
aristocraticos anteriores, toda distincion ele clases,
todo privilegio' de rango, toda perpetuidad da
propiedades- en una misma familia. Adoptada en
España la Constitncion francesa de 1791, era
necesario experimentar efectos semejantes á los




( !Al )
que experiment6 esta Nacion en aquella epoca':
es .decir, que nO podía 'prescindirse de _ consu:
mar las dest~~cciones comel!zadas; y qué siaUi
se dictó una nuen constitucion coh este objeto,
"Cra indispensable dictar otra en nuestra peninaula
con el mismo fin.


El tiempo ha ido acreditarido la 'legitimidad 'y
exactitud de e~te modo de pensar. Desde un
principio el nuevo orden de cosas ha manifestado
progresivamente cierta inclinacion conocida al go-
bierno popular, cierta divergenc'ia del centro de
la religion catolica, cierta aversion notoria al
sacerdocio y á la grandeza, cierto encono pro-
fimdé,· cbn, la persona d~l Rey, y. una licencia
'desenfrenadáeri el modo d~ hablar y de escribir,
acompañada de una disoluciondé costumbres
desconocida anteriorinente. Y para q'ue no quede


- ;


la menor duda acerca de las'consecuencÍas de
estos antecedentes, diversos, coriféos de la revo-
lucio n y del liberalismo, no han reparado en
decirnos redondamente d~ palabra y por escrito,
que es preciso tratar de la deposicion del Rey,
y de substituir, un gobierno republicanl;>; y d¡!
desterrar para 'siempre lo que ellos llaman des;"
potismo politico J' religioso. Y tampoco se duda
que la constitucion de esta nueva republica se
ha impreso ya, y que cuenta con el apoyo de
las sociedades, patrioticas, y con el de las secre-
tas que nos sitian por todas partes, juntamente




( 22 )
con el de algunos personages conocidos por sq
influencia, y con el dél gran numero de l~be­
rales ex.altados de todas clases. ¿ Que tiene pues,
que esperar hoy la Constitucionde parte de sus
verpaderos autores? Lo mismo que la Constitu-
cion francesa. de 91 ,de la convencion nacional


Pues por lo' que hace tÍ sus fautores ,restau-
radores y apasionadbs, tampoco hay que' pro-
meterse que se afanen mucho por sostenerla.
Cinco clases de gentes pueden contarse' en este


. numero; los americanos, los ex.trangeros, nues-
tros . soldados , nuestro comercio, y ·los nuevos
empleados. 4. ll;ls dos primeras les es indiferente
la itxiSteooia~e . éUa- por ~ ... tiempo,-'á.·.las· dos
siguientes les es perjudmialy. pesada " y á la .quinta
es una ayuda inutit. Los Arrlericanos de Buenos-
Ayres y Costa-Firme es cierto que contribuyeron
mucho para la restauracíon de la Constitucion,
pero es tambien sabido que su objeto estaba J.'edu-
cido á alejar por este medio la expedicion que
les llmenazaba, y q:úe ~abria aSegurado todavía
~quell~s' paises por DlJlchos años bajo .la domi-
yci~ de,.lapeninsula. Una vez que pan logrado
ya su intento,' y qúe apartaron la tempestad.,
nada les interesa ya que España conserve ó· varíe
su gobierno, y en su caso preferiran verla "entre-
gada á nuevas alternativas, que la Qbliguen ~
mar sus miradas dentro de su casa. Y respecto.
a las demás provinci~s sublevadas; de aquel vastQ




~ 23, )'
continente, podemos congetu:rar, que, ó~ien escu-
chapdQ las Ivoces de la justicia, y aün de :la
prudencia,' se proponen volver á la ohedencia
de su. legitimo soberano ,¿ bien embelesadas con
la perspectiva que ,Qfrece la libertad, se propo-
llenconfirmarsu independencia. .si lo primero,
de~ar'n. se.g\ltai,nente el res1abl~imiento cie_ la
monarquia, y ]a redencion del Monarca; ,y si lo
segundo, mirarán nuestras cosas con los mismos
ojos que sus hermanos ,del Paraguay, y de Vene-
zuela.


Ahora, los extrangeros que dieron ceho á nues-
tJ:a revolucion en 18'10, perteneceD, ó á la clase
~" lQS , ,revolucionarios de oficio.~ Ó' á la del
coJnercio., . Aquellos'luieren l¿ mismo que. los
verdaderos padres ,de ]a constitucion; y estos habi-
endo conseguido, sino una independencia segura
~e, las Americas, al menos unas alteraciones que
de n~~esidad dehen traher la libertad del comer-
cio ,en ,aquellos paises, han llenado ya la mayor
parte de.sus miras.: y desde luegoningun, prove'-
eho les proporciona que/E~paña siga con su actu-
al systema. ASÍ, ni los Americanos ni los extran-
geros pueden tener interes en sostener. la c~ns­
t¡tucÍon.


Mas nuestro exercito lo tiene grandisimo en
que vaya por tierra, y en que el Monarca reco-
bre su libertad, y su dignidad. Por un' lado dehe
estar ya convencido de que las tropas existentes




( 24 )
han nacido. del gobierno monarquico, de que este
gobierno' es su natural elemento., de que el ~olo.
puede conciliarles. el decóro que las ilustra, y
mantenerlas en el grado de elevacion que les es
propio. En los Estados populares hallamos gran-
des masas de gente armada, pero formadas
meramente para lo.s casos de agresion ó de una
defensa necesar~a: fuera de estas circunstancias,
la demo.cracia no. puede sufrir la vista de una
legion ordenada : para ella, la existencia de un
exercito co.n el fin de mantener interiormente el
orden publico' y .dar esplendór á la autoriqad, es
una monstruosidad inconcevible. La oficialidad de'
un exercito son' los succesores de' lo.seahaUel'os
de. los siglos fe~dales,' de quienes ha tomado. las
virtudes que forman su caracter, y que tanto. la
recomiendan; la fidelidad, el honor, la corte-
sania, / la generosidad, la discrecio.n, la franqueza,
el desinteres, y la noble elevacion de sentimi-
ento.s. Este es' su espiritu de familia, y no puede
p,rescindir ó de conservarle sin basteardar, ó de
perecer. y por lo mismo _ necesario. que co.noz~a,
que los que con tanto enl:arniz~miento están persi-
guiendo. hasta las ultimas reliquias, y hasta la
sombra del feudülismo, no es posible que traten
de hacer gracia á los descendientes legitimas y
directos de la noble raza de la antigua ('aballeria.


y por otro lado, si el alto y genetoso' espi-
ritu que. ha lucido en todos tiempos con tant!)




(·~5 )
hrillo en la' miliciá', 'espaí!Qla 'ha 'pqdmopadecer
algun eclipse, está muy lejoS' -de fébalSerse-éxtin.
guido,. al mEmos en gran parte de'eUa,\ y' , 'basta.


,tener los ojos y los oidos' abiertos ~ p~ eonven.'
cerse de ,que exi~~4:ódavia militares que encierran
en lo hondo ~ coraton UD Cierto fuego que los
llena - á un" mismo tiempo . de rubor y de honra.
Hay cierto silencio elocuente, asi como, cierta
cal~a' anunciadora de grandes tempestades : de-
sengañemonos; una porcion de nuestro egercito no
puede sufrir, mas que por un encadenamiento de
circunstancias, tan desgraciado como inevitable,'
ie le est¿ eonfundiendo con las huestes preforia.
nas; y menos ,todavia verSe hecho' el juguéte y
el instrumento de una gabilla ignoble, que por
mas que se engahuíe con los títulos de liberal y
de filosofiz, no deja de ser la héz y la basura
de la sociedad.


Pues nuestro comercio, á p~sar de su movili·
dad natural, y de su genio bullicioso, no puede
dejar de conocer yá que la revolucion, que ha
principiado la obra de hi. independencia de las
Americas, la c~nsumará para siempte, y que .... pOI'
tanto quedará para siempre excluido, al menos
indirectamente, de aquellos puert05 donde hasta
hoy tenia su principal riqueza, y que' su ,esféra
no . saldrá jamas del mero recinto de lapenin-
sula. Y aün en este corto espacio, la. agitacion
inherente á las variaciones exccutadas, no' es po.




( :16.)
sible ,<w-e le.permita proceder en sus operacione$
con .el gradQ de segurídad necesaria, de suerte,
q~nuestro comercio, oh,Iigado tambien á buscar
una .calma, si~ la qllal ·no puede VlVlr, asp¡ra
volve.r á IQS bra~os del SóberaI1o, .donde única-
mente la puede hallar. '
, NQqueda 'pues otto apoyo con qÚien pueda
contar seguramente la Constitucion, que los nue-
vos empleados. Pero este apoyo no es, por su
desgracia, otra éosa que' la c.1rga que la NacÍon
entera trata desacudÍr, y cuyo enorme· peso, en
vez de desalentarla , la, pone por el c,Q,ntra riQ en
movitoiento, . y la convence , de la . necesidad de
désha~rse de ¡e1l3 á toda costa, sin que-- .4e,:ello
se' resienta la justicia, -que la dispensa 'de tod()
lpiramiento para eonunas gentes cuya ambícion
ó cuyo egoísmo la han p'recipitado en el pielago
de infortunios que la afligen.


Porque es menester notar, . que á medida que
nos hemos ido apartando de lo que' se llama des,.
potismo de nuestros Reyes y barbarie de nuestros
mayores, hemos 'ido aumentando progresivamentQ
el número ,d~ empleados públicos, I que hoy for.-
man ya un egercito, á cuya manutenciQn no hay
hacienda que .alcance. Es verdad, que 1'0 mis~o
ha succedido en todos los gobiernos de, Europa:
mas esto es, porque todos han seguido el mismo
camino de reformas disfrazadas con el nombre
de mejoras. Y un efecto tan uniforme y' tan ,,&O




( ~7 )
neral ¿ no está diciendo' qué. es lo que' hay
qu~ esperar de los nuevos systemas' políticos? El
pueblo de España~cuya solidez de juici~ no, se
trastorna con la vocingleria de \ l~s predicante$
liberales, lo conoce; yá. p~sarde todas las pa ..
labradas de #l;ertad, de dignitf,ad, y de glorit!-
nacional, \ sabe muy bien á que atenerse en este
punto; y sabe ni mas ni menps á que viene á
reducirse el patriotismo puro, y el zelo ardiente
y desint~resado del bien público que afecta con
tanta énfasis cierta clase de gentes : y p~r mas
que se haya tratado de deslumbrarlo, no deja
de. m.irtlr al rededor de sí, y de contempl;¡.r las
ruinas, qUe ha. causado la Constitucion; y los pre.
cipicios 'que ha. abierto por todas pa'rtes.


Porque obra de la Constitucion·ha sido la re~
belioo entera de las Americas, y la perdida por
consiguente de nuestra riqueza comercial, y de
mas de una mitad de nuestras rentas' públicas;
ob~a suya ha sido el aumento de la deuda pú-
blica en muchos cientos de millones, y la des-
truccion total del credito del gobierno, sin qu~
ni la sobrec~rga enorme de, im}Hlestq¡; :~SC()fiO;
cidos y destructores por su misma :n.aturaleza, n~
la usurpacion de.tanto cumulo de bienes de uno
y otro clero, de las 6rdenes militares, y ,del pa,'"
trimonio real, hija de una violacion _mani~esta
de todos' ,los principios morales y sociales, haya
alcanzado á iOstenerlo ,. ni aun al nivel del de.




{ 28 )
lapl"etendida l"epública de Colombia. A la Cons-
titu~.ion se debe, que el gran n~mero de emp~ea­
dos del antiguo regimen, muchos de los quales con-
sumieron sus años' y talento en servir útilmente á
la pátria, ande por puertas;' y que el clero entero,
apoyo en otro tiempo, y rem~dio de inumerables
necesidades públicas y privadas, despojado de sus
rentas y bienes, ~ntregado al desprecio, al opro.
bio y á la miseria, y hecho el ludibrÍo de' una
faccion presbyteriana 6 filosofíca) 'se halle, ame-
nazado hasta en su eXIstencia misma~ ElIll ha
t~aido, que, la nobleza, despues de degradada,
mire con espanto en la suerte dél clero, -los in.
fori~nios que la esperan. Y de la fe~h3de 'su
establecimiento aata este crecimiento dedisólucion)
y este incendio de las pasiones que pone grima,
y la esclavitud intolerable á que s~ halla redu-
cido todo hombre honrado y verdafleramente Leal,
por la insolencia de una soldadesca sin freno y
sin verg uenza, y pOI' el furor de aquelhls heces
de la sociedad que nunca se 'incorporan con ella
~ino para turbarla y perderla, Los gabinetes ex-
trangeros nos miran como un pueblo apestado;
los sabios de todas partes nos dan voces para que
contemplem,os nuestras llagas, y el atollader9 en
que nos baIlamos; los hombres de bien de toda
la ti<frra nos compadecen, y los perdidos única:
mente, los que hace treinta años están' inundando
el mundo de crímenes inauditos, Íos ~postoles del




( 29 )
desorden y del cahos, y los atletas de la rev~l~l­
cion úniversal, son los personages que nos aplauden,
que· nos alientan, y. que toman nuestra enrpr~sa


. como suya. Y tras esto, jitemos á buscar la causa
de la resistencia y .'oposicion del pueblo al n~~vc>
systema , en las, maquinaciones de Jos ser~iles,. y
en las intrigas de las potellciasmonar.quícas r ¡ ~o~
mo si' el diluvio de tantos males; y la perspectiva
de ot~os' todavía mayores, no bastasen por si
solos para despertar en su alma el deseo de su
conservacion propria, y para convencerle de. la
necesidad de atropellar por J9do antes que su-
cumbir tan dolorosa é infamemente!


Si las tropas francesas que,' como ha,dichQ
LUIS XVIlI '. p.asa~ á España para dejar. á F~R.,
NANDO -VII en libertad de dar á sus pueblos la¡,
instituciones que no pueden recibir mas que 'de
su mano, pudieran ser consideradas como un Exer-
cito, que, prescindiendo de las cau~as m'enciona:-.
das, y apoyado meramente en su. fuerza, y' en
~l auxilio de algunos ambiciosos, 6 de algun p~r­
tiao diferente del cuerpo verdadero de la Nacion,


'intentase der~ocar' la ,Constitucion de Cadiz" para
substituir en su lugar un gobierno montado por
los principios de la Constituoion Inglesa, de la
de Holanda, ú 'otra equivalente; podriamos vaii-
cinar desde hoy ,que sin necesidad 'de extrange-
ros que viniesen á conbatirla, ni de serviles que'
conjurasen contra 'ella; iU duracion seria corta,




( 30 )
. sú 'Vidá ertferiniza y agitada ~ y su' suerte la de
un~ plllrita exotica que no se sostiene sino á
fú~iia' de estufas y reservatoriQs. La Constitucion
que haya de gobernar á España, es menester que
sea~ indigena del país, de ca~ta española; y nues-
tras antiguas leyes reunen estas cualidades sobre
el resto de sus prendas que han fonnado' la Na-
don tal qual es. Tal qual es, repito, y qua} la
ha retratado con mano maestra, no algun Es-
pañol deseoso de hacer favor á su pátria, sino un
Francés, á quien los suyos miran y con rázon,
como al Mallebranche de la polí~ica; Este es el
retrato: ( Ha mucho tiempo que los vici()s del
« gobierno ~ 'Y aún' del . cáracter español son un
« lugar éótrilln '8: declaínaci~nes ! mas JÓ' confieso
ilque no aléanzo queés lo' que puede faltar á
« un pueblo, que habiendo sostenido con su va-
ce lor y constancia " superior á todo elegio, su in-
(é dependencia contra el poder que habia subyli-
legado la Európa, y esto sin gobierno; y á pesar::
« de su gobierno ha: vuelto á entrar' pacifica-
« mente bajo ~er yugo de' las leyes y del poder,
d. defertdieitoose oe esta' manera de si mismo, de
« sus' ériemigos', y aün de su,s amigos. El Es-
a: pañol es sobtio., leal, pacient~ y desinteresado;
ti. es valierite, ~s bravo, es religioso. ¿ Que se pre-
C( teride darle ni quitarle? Tendrá los defectos de
e sus virtudes, pe'ro no tiene vicios. » (1) ¿ &


(1) !>enséés P')g.- 51 J édit. dé Paris .. in-8 de J817'




( 31) .
parecido? Si para algunos ojos no está bastallte
acabado, embiemos á M. lde Bonald nuestra his·
toda del último triériio, y dejemos el cuidado de
darle la última mano, á quien pinta para la
eternidad .


. Concluyamos: la Constitucion caé porque debe
caér : porque lleva en su seno· un depósito de
-yicios esenciales que no pueden dejarla tomar
~onsistencia en España; porque sus padres la han
abandonado; porque sus amigos la miran ó con
frialdad ó con menosprecio; porque sus criaturas,
en vez de contener, excitan el odio y el resentí·
m.iento del pueblo; y finalmente porque el pueblo
vé por sus propios ojos y palpa con sus manos,
que le co¡{duce á una ruina inevitable.