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PERIODICO


POLITICO Y LITERARIO.


TOMO XIV.


MADRID :




EL C 7,NSOR9
PERIÓDICO POIATICO Y LITERARIO:


(
N.° 79.


SA.BAno, 2 DE TZDRE110 DE 1822.


Solee Zas elecciones de Cadiz r de Sevilla.


No te asustes , lector amado, ni creas
que vamos á repetirte una de las muchas
paulinas que te hemos echado otras veces,
reconviniendote por tu falta de asistencia


las elecciones : no pienses tampoco que
vamos á darte reglas é instrucciones se-
guras para formar tu juicio privado cuan-
do te veas otra vez en el caso de dar tu
voto para elegir diputados á Cortes ó in-
dividuos de la junta de provincia y cuer-
po municipal-Nada .


de eso; las que ya se
te han dado hasta ahora , y las que ema-
nan de Ios articulos de la Constitucion que
tratan de ellas , bastan para que si gine-


!romo XIV.




4
res seguirlas de buena fe, te retraygan de
confiar tus mas preciosos intereses á quien
no sepa ó no quiera desvelarse por con-
servarlos.


Queremos sí hablarte de las elecciones
ya hechas ; y llamar tu atencion , ahora que
estamos á tiempo , para que nos ilustres
sobre si hemos de tener por válidas y cons-
titucionales algunas de las ya publicadas
ó si deberemos evitar y prevenir el que ma-
fiaría ú otro dia los Mismos que bajo el
ridículo pretesto de que los ministros se
llamaban Pedro , Juan ó Diego , reusaron
obedecer las órdenes constitucionales dei
Rey , intenten negar Cambien la obedien-
cia al congreso, fundándose en que tal
cual eleccion tuvo este ó el otro vicio de
nulidad.


No deberá serte dificil la decisiori- de
esta duda , ó por mejor decir', no potiria
haber lugar á ella , si lo que no es posi.
bie , la Cónstitucion hubiese de compren-
der todos los casos que dependen de la ca-
sualidad ó de la malicia de los hombres.
Es verdad que los articulos t 13 y siguien-
tes detallan las formalidades con que han
de reconocerse los poderes que presenten
tí la comision los respectivos diputados de


5
las provincias, y que esta habrá de infor-
mar á las Cortes, habiendo tenido presentes
las copias de las actas de las elecciones pro-
vinciales. Pero no se encuentra en ningun
artículo de la Constitucion lo que deberá ha-
cerse cuando en una ó en varias provincias se
hayan verificado las elecciones con un vicio
esencial de nulidad desde las juntas parro-
quiales basta las de provincia: es decir, cuan-
do la nulidad no recae sobre este 6. el otro
individuo mal elegido, sino sobre todo lo
substancial de la eleccion.


No tratarnos por ahora de consultarte
sobre los actos de violencia 'que segun nos
avisan , se han verificado en diferentes pue-
blos , y que ya se han denunciado en va
ríos periódicos, ni tampoco hablarte de los
abusos escandalosos que se han ,


tolerado
con admiraciOn de los hombres de juicio
en las elecciones parroquiales de diferen
tes provincias ; porque todo esto, repetimos,
lo deberá tener presente la comision de po-
deres que se forme en la primera jun-
ta preparatoria.; sino que te pedimos pa-
recer sobre las elecciones de Cadiz y de
Sevilla , para que nos digas francamente
si pueden ser llamadas elecciones , las que
se han verificado bajo la presidencia de unos




6
.-efes rebeldes al gobierno y á las leyes
establecidas.


Inu til es advertirte que no conocemos
ni de vista siquiera á casi ninguno de los
que han sido nombrados diputados; pero
fuesen ellos los mas perfectos y virtuosos
de los hombres, todavia no nos pareceria
que debia mos guardar silencio , si viesemos
que se Babia contravenido á un artículo
espreso de la Constitucion. El artículo 46,
capitulo 3.° previene, que las juntas .de
parroquia serán presididas por el gefe
tico ó el alcalde de la ciudad, villa ó al-
dea en que se congregaren; y ciertamente
no habrá quien sostenga que es todavia
gefe político de derecho aquel á quien la
autoridad legítima le ha destituido de sus
funciones y le ha nombrado un sucesor.


Este si que seria el caso de aplicar las
doctrinas de que tanto partido ha sabido
sacar una lógica interesada sobre la vali-
dacion de los actos de una autoridad in-
trusa ; y no seria dificil deducir consecuen-
cias legítimas haciendo la debida .


distin-
cion entre los llamados intrusos y los
verdaderos rebeldes ó insurreccionados-
Mas no siendo este por ahora nuestro pro-
pósito , sino unicamente el de evitar que


7
se autorice con el silencio uno de los mas
grandes atentados que se pueden cometer
contra un gobierno constituido, te esci-
tamos á que medites sobre las elecciones
de Cadiz y de Sevilla , sin perjuicio de
estenderte tambien á las de otros pueblos
de donde tengas noticia que haya habido
semejantes vicios de nulidad.


Ni pienses que el escandaloso crimen
de rebelion ha sido aislado é independiente
de las elecciones , sino que te has de per-
suadir á que acaso no se cometió con otro
fin que el de apoderarse violentamente
de aquellas, y que ésos gefes rebeldes no
hubieran tenido la menor dificultad en
entregar los mandos y abstenerse de ejer-
cer las denlas atribuciones 'de su oficio,
con tal que se les•hubiese dejado la pre-
sidencia de las elecciones. Sabian ellos
muy bien, que dejando libre y expedita
la voluntad de los ciudadanos, nunca
podría esta estar de acuerdo con la suya
para elegir á sus representantes ; porque
á pesar de que blasonan con ridícula im-
pudencia de que son el objeto de la esti-
macion popular , son sin la menor duda
ellos solos los que se tributan á sí mismos
seme ante elogio. Menos dificultad nos cos-




• 8
taria creer que podían hermanarse la luz
y las tinieblas, que el que la voluntad de
los pueblos de Cadiz y Sevilla fuese la de
sostener unas autoridades notoriamente re-
beldes y conformar sus votos con los que
ellas les inspirasen.


Pero sea de ello lo que se quiera , y
aun cuando supusiesemos que la volun-


'tad de todo el pueblo era la . misma que
la de los tales presidentes , nunca debe-
ria estimarse legitima la eleccion por ha-


.


berse verificado contra lo prevenido en el
referido artículo 46, que habla de los
verdaderos gefes políticos y alcaldes cons-
titucionales ; no ele los que se empeñan
én sostenerse con la fuerza y contra la
voluntad de la ley. Nosotros no recorda-
riamos este, asunto, si fuese de aquellos
que pueden remediarse por medio de los
suplentes; pero esto no puede tener lugar
en este caso , porque del mismo vicio de
nulidad participan estos que. los propieta-
xios ; y el resultado seria que dos grandes
provincias estarian sin representacion Ino-
pia durante algun tiempo, que podria muy
bien ser el de toda una legislatura.


Cuando pienses en tales cosas; lector
carísimo, te rogamos tambien que consi


9
deres que estos sucesos se han verificado
en el segundo año de la restauracion de
tu libertad; y que si por desgracia, ya
que no quede impune el crimen per estar
encargado su conocimiento al. poder judi-
cial, se considerasen válidos sus efectos en
el acto mas importante que puede ocurrir
en un gobierno representativo, debes tener
por cierto que á cada dos años por lo me-
nos tu libertad estaria pendiente del ca-
pricho de cualquiera ambicioso. No estra-
fiarémos que hayas oidó á algunos mote-
jar de nimiamente prolijos á los autores
de'•nuestra Constitucion, al verles dedicar
xo5 artículos de ella á sola la materia de
las elecciones; pero está tan lejos de ser
nimia esta prolijidad, que ya empieza á
mostrarte la esperiencia cuán facil es que
se introduzcan algunos otros vicios de nu-
lidad 'fuera de los que ellos previeron é
intentaron evitar. Bien conocían aquellos
hombres eminentes en saber , que ningu-
na préeaucion es inutil cuando se tea ta
de asegurar la espresion de la voluntad
de los pueblos; y que por lo mismo que
es tan faeil suplantarla, cuando para ello
conspiran la autoridad y el poder, con-
viene sujetar este acto á una multitud de





10
fórmulas que sean otras tantas trabas y di-
ficultades para el abuso.


No te alucine la idea que bayas po di-
do tomar de algunos periódicos, en los
cuales cada noticia de eleccion ha venido
siempre acompañada de un elogio pompo-
so) de las personas elegidas , sean las que
fumen ; porque aun cuando en efecto este
elogio fuese justo y significante, no basta
elegir lo mejor, sino elegir en el modo y
forma que está mandado por la Constitu-
cion. Ya creemos haberte insinuado en otros
números que si efectivamente se hiciesen
las elecciones sin apartarse en un ápice de lo
que está prevenido y con toda la libertad é
independencia que exige aquel acto, habria
mil probabilidades contra una para per-
suadirse no solo de que aquella era la ,vo-
imitad general, sino tambien de que era
la mas util y conveniente á los pueblos.
Mas tambien por el contrario hay una ca-
si certeza de que por mas ilustres y céle-
bres que scan los nombres de las personas
elegidas, si en la cleccion se faltó á las
condiciones y á las fórmulas prevenidas , la
eleccion sera no solamente nula , sino tam-
bien perjudicial á los intereses del público
y á los de la provincia misma que los eligió.


I I
Esto que te decimos acerca de las elec-


ciones para diputados á Curtes, lo has de
tener tainbien muy presente para las de
ayuntamiento; porque aunque esta digni-


' dad sea menor en la gerarquia constitucio-
nal , no por eso es de menor importancia
para la buena administracion y felicidad de
los pueblos. Reflexiona bien sobre el in .':u-
jo que ejercen en la direccion de la opinion
pública, en el repartimiento y cobranza de
las contribuciones , en la administracion é
inversion de los caudales de propios y arbi-
trios, en la inspeccion de las escuelas de
primeras letras y de los denlas estableci-
mientos de educacion y de beneficencia , y
en el fomento y animac ion de la agricultu-
ra, industria y comercio de los pueblos. Re-
flexiona , decimos, sobre todas las atri-
buciones que les designa la Constitucion , y
no eches en olvido la que ultimamente les
concede la ley sobre libertad de imprenta,
encargándoles el nombramiento de jurados;
pues esta sola bastaria para que se mirasen
con particular escrúpulo las elecciones mu-
nicipales. Si Cadiz y Sevilla tienen unos
ayuntamientos elegidos legalmente , es de
discurrir que todos sus actos continuarán
siendo legítimos y constitucionales; pero si




z3
z


por el contrario hubiese sido viciosa su
eleccion , ¿ quién podria responder de los
perjuicios que de ella pudieran -seguirse á
la causa Oblica ? ¿con qué derecho po-
drian




exigir las contribuciones á los pue-
blos que rehusasen pagarlas ? ¿ qué admi-
nistrador de hospitales y denlas estableci-
mientos piadosos rendirla voluntariamente
sus cuentas cuando se le mandase presentar-
las? ¿quién tendria por justos y valederos
los juicios de los jurados que ellos hubiesen
elegido?.


Te rogarnos pues que medites seriamen-
te estos importantísimos objetos ; y que
si despues de bien consultado el testo de
la Constitucion y decretos de las Cortes en-
cuentras que las dichas elecciones han sido
viciosas y nulas, las denuncies á la diputa-
cion permanente, para que á su tiempo las
tome en consideracion. Nosotros hacemos
lo bastante con ponerte en el caso de que
pienses en lo que te interesa, sin prevenir
tu juicio , y con grave desconfianza del que
nosotros hayamos podido formar. cale.


TEA.I4ROS.


La Villana de Ballecas : comedia de Tirso
de Molina, refundida en cinco actos.


La fábula de esta comedia es la misma
que la del Trueque de las maletas 'y la Oca-
sien hace al ladren, de Moreto. Las , cortas
noticias que tenemos de nuestros poetas có,
micos, no nos permiten asegurar con cer-
tidumbre cual de estas dos comedias fue pri-
mero ; pero es muy probable que la de Tir-
so es anterior, ya porque la época en que
brilló Moret() es posterior, ya porque su
fábula, aunque tan complicada como la de
Tirso, está mejor trazada y desenvuelta con
mas verosimilitud teatral. En efecto en la
comedia de Dr:Loreto, aunque hay trueque
de maletas, dama burlada que sigue al la-
dron, y hermano que sigue á los dos en
demanda de su ofendida honra, no hay
villana de Ballecas que vende ya pan, ya
escobas, que entretiene a un cortesano y á.
un villano con la promesa de su mano,
y que conduce cuatro ó cinco intrigas, has-




tante inverosímiles, hasta que logra una
oportunidad ventajosa para declararse. Es
muy probable pues que Moret° , escri-
biendo en una época en que ya Calderon
bia enseaado á desenvolver con destreza una
accion dramática, separó de la fábula de Tirso
todos los episodios villanescos , y la hizo mas
teatral y decente. Pero como el género favo-
rito del padre Presentado de la Merced eran
las burlas , los donayres y las sales pican-
tes que resultan de la situacion y el disfraz
de dolía Violan te , se puede 'decir que la
pieza de Moret() es toda suya , y que no
conserva nada de Tirso de Molina.


En efecto este casi no hace caso del true-
que dejas maletas; su personage principal
es la villana ; y sus amores episódicos con.
don Juan , y sus conversaciones equívocas
con el ladron de su honor y de la maleta,
y su pan , y sus escobas, y su burra , y su.
novio Anton que quiere casarse con ella,
aunque las denlas aldeanas dicen que está
araiiada; todos estos episodios subalternos
á la accion principal forman la comedia de
La Villana de Ballecas , y el trueque de las
maletas se deslinda en la catástrofe de cual-
quier manera, y sin darle grande impor-
tancia.


No hemos podido haber á las manos
la comedia original de Tirso: la que se re-
presenta refundida en cinco actos es muy
buena, y se conoce que el refundidos ha
luchado con maestria contra la inverosimi-
litud y multiplicacion de inc identes del ori-
ginal. Si no nos engañarnos , casi todo el
quinto acto es afiadido : y aunque su esti-
lo es bueno y tiene sal del mismo género
que la de Tirso, sin embargo no conserva
ni en los modismos ni en la constru•eion
aquel saborde antigüedad, aquella sencillez
ingeniosa é inimitable que caracteriza su
diccion , y que tanto sobresale en los pri-
meros actos de esta comedia , que es una
de las mejor escritas de nuestro teatro an-
tiguo.


En cuanto á caracteres, ninguno es in-
teresante ni está bien dibujado sino el de
doña Violante , ya bajo su verdadero títu-
lo (le señora, ya bajo el disfraz rustico de
una aldeana. Ofendida en el honor y en el
amor por un hombreingrato , todas sus ac-
ciones se dirigen al remedio ó á la vengan-
za de su ultrage; y la ternura.amorosa y el
resentimien to de su agravio respiran en to-
das sus palabras. Los siguientes versos que
recita en el acto cuarto son los mejores de
su papel:




x6
Cielo , que siempre_tirano


Contra mí te manifiestas.
Y en mis desdichas funestas
Parece que estás ufano;
¿Por qué contra mí tu mano,
Pródiga para el dolor,
Y escasa para el favor,
Cruel se ostenta é impía?
¿Tanta'fue la culpa mia?
¿ Tanta delito es amor ?


Si el error mio consiste
En ser fácil en. creer,
¿Quien es , cielo , la muges,


.) Que enamorada resiste?
Si tu piedad no la asiste,
¿Quien la que siempre constante,
Y con la °cal:ion delante
Resistir al llanto puede?
¿Quien en fin la que no. cede
A los ruegos de un aman e ?


Quien tus enojos merece
Es el que con doble trato
Se burló de recato,
Y por quien mi honor padece:
En él tu colera empiece
No en mí, que sin conocerle
¿Pude entonces ni aun temerle?
No en mí, aunque irritado estás,


,•


17
-Cuyo delito no es mas
Que amar á un hombre y creerle.


Oh mal haya la que fia
En lo que-un traydor promete;
Y crédula se somete
Á su infame tirania!
Pero ¡ ay Dios! la suerte mia
Es á todas en amor
Tan comun como en error,
É inutil la queja creo :
Pues nuestro mismo deseo
Aboga por el traydor.”


Este monólogo seria digno de Lope de
Vega, si la reflexion contenida en los ul-b
timos versos no manifestase pertenecer
al poeta maligno que se complace en pin-
tar bajo todas las formas posibles las de-
bilidades del bello sexo. No debemos pues
estrañar que la Villana de Ballecas esté me-
jor descrita que doña yiolante: su lengua-
ge donayroso en su misma rustiquez, la vi-
vacidad de sus réplicas, la malicia de sus
chistes prueban que Tirso al describir aque-
lla villana se hallaba en el centro de su
reyno. Para muestra de su ienguage , pon-
dremos lo que dice al ver su retrato :


TOMO XIV.




« La Magdalena será,
Que asi en la iglesia la veo
Con su corpete y gorguera :
El bote solo le marra. ( Bésala ).


./Iguado.
Pues besasla ?


Violante.
Está bizarra :


Pondréla á mi cabecera.»


Despues pide los versos hallados con
el retrato.


«Si es que no os sirve de nada ,
Y es letra para cantada,
Echadme acá esa soneta ;
Pondréla por rocadero ,
Y ensearémosla á hilar:
Mas no , , que siendo cantar,
Mejor es para el pandero.»


En la primer escena hay una imitaeion
bastante feliz de Tibulo (r).


19
riolante.


« No hallo disfraz mejor
Para remediar mi ultrage,
Aguado , que el labrador (x).


Aguado.
Y estate tan bien el trage,
Que por ti lo será amor. »


Seria necesario copiar las dos escenas de
amor de don Juan y la villana para for-
mar idea de la especie de cómico á que
mas se inclinaba Tirso de Molina . ; pero ya
le hubieramos agradecido, no á él, sino á
su refundidor, , que hubiera omitido las gra-
cias tomadas del sopladero de la burra.
Ya no pueden sufrirse en el teatro los chis-
tes de esta especie : ademas que nos pare-
ce muy inverosimil que la pasion de don
Juan , por mas enardecida que fuese, pu-
diera resistir á un donayre tan inmundo.
No es lo mismo la rustiquez que la gro-
seria, ni el desden que la desvergüenza.


u


( x) Verbaque aratoris rustica dicit amor. (1) Labrador es aqui adjetivo.




20
Continuan los reparos al opúsculo intitu-


lado : Observaciones sobre el sistema pro-
hibitorio y restrictivo de comercio, inser-
to en los números 74, 75 y 76 de es-


o te periódico.


, Z1;Espuestos los argumentos que unamos
rebatidos, pasa el autor á enumerar los
males producidos por el sistema prohibi-
torio; y aunque, como se verá, no hace
mas que recapitular y repetir en otros tér-
minos los mismos inconvenientes de que
habló en el artículo , los recorreremos
sin embargo para añadir otras reflexiones
á nuestras respuestas, y refutar alguna
que otra especie nueva con que Bentham
corrobora tambien sus anteriores prue-
bas.


Mal x.° Los ciudadanos se ven obli-
garlos á comprar caro lo que antes com-
praban barato.= Ya queda probado que
esto no es cierto en la totalidad; y ahora
añadimos que bien analizado el punto se
puede demostrar matemáticamente, que con
un sistema prohibitivo bien entendido , le-
jos de que los ciudadanos gasten para sa-


21
tisfacer sus verdaderas necesidades mas
de lo que gastaban en el de absoluta liber-
tad, ahorrarán infaliblemente una cantidad
considerable. Supongamos y concedamos,
aunque no es cierto en todas sus partes,
que prohibidos los artefactos estrangeros
saliesen mas caros en España los tejidos
nacionales de lino , algodon , seda y lana .
necesarios para vestirse, que junto con los
comestibles, la casa y los muebles, son
los objetos que pueden llamarse de abso-
luta necesidad; pero si al mismo tiempo
se negaba la entrada á esa inmensa multi-
tud de bagatelas y chucherias que nos vie-
nen de fuera, y sin las cuales podemos
muy bien pasarnos, sin que por eso sea:nos
infelices, ¿ cuánto es lo que ahorrada cada •
familia española al cabo del año ? ¿ Quién
es capaz de calcularlo ? Es un hecho cons-
tante que á no ser los mendigos ó los muy
necesitados jornaleros no hay una casa, aun
en las aldeas, en que no se compren cier-
tos objetos sin los cuales no serian des-
graciados sus individuos. La blondita, el
encanto, las cintas y otras cien mil baga-
telas que aquí es imposible enumerar, es-
tan tentando la vanidad hasta de nuestras
aldeanas, porque se las ven á las señoras




22


de los pueblos grandes, y por no ser me-
nos, compra cada una mas ó menos de es-
tas fruslerias hasta donde alcanzan sus fa-
cultades. ¿ Y por qué las compran ? Por-
que se venden. Si no se vendiesen, á buen
seguro que ni se acordarían de ellas. Y si de
las aldeas y pueblos pequeños pasamos á
las grandes ciudades y á la corte, ¿cuán-
to ahorrarían sus moradores, si de entre
ellos desapareciesen una multitud de em-
busterías con que los astutos estrangeros
les estan chupando insensiblemente su di-
nero, sin que de su adquisicion les resul-
te una sensacion grata que aumentando sus
comodidades, aumente la suma de su felici-
dPd, y que solo les proporciona el pueril,
ridiculo y, esteril placer de satisfacer un
capricho y contentar su vanidad ? Y no se
diga que esto es hablar como nn capuchi-
no. Léase á Say, y se verá como recono-
ce y confiesa que la economia , es decir el
no gastar en cosas mutiles, es la primera
condicion para la riqueza de los individuos,
de las familias , y por consiguiente de las
naciones que no son mas que la suma de
las familias particulares. Por cosas mutiles
se entienden y deben entenderse todas las
que no proporcionan una comodidad real,


23


un placer sólido que contribuya el nuestro
bien estar. Asi no llamo yo inutil al lien-
zo delicado que toca inmediatamente á la
carne, al paño fino que abriga sin abru-
mar, á la tela de seda que siendo mas lige-
ra todavia conviene mejor en la estacion
calorosa de los paises ardientes, á los mue-
bles (le maderas finas que duran mas y
sirven mejor que los de pino etc. etc.; pe-
ro tengo por mutiles ciertos accesorios su-
perfluos con que se adornan las cosas ne-
cesarias. Asi por ejemplo entiendo bien
que un hombre se haga un vestido de se-
da, y que en usarle disfrute de cierta co-
modidad de que seria injusto privarle; pe-
ro quiero que se me diga ¿ qué comodi-
dad leal le resulta de que este vestido ten-
ga al canto una bordadura de sedas de
las de Leon que le cueste cien ¿tablones?
Este hombre ¿recibe otro placer que el
de ostentar un lujo escandaloso, é insul-
tar á los que no pueden comprar un ves-
tido tan costoso? No es esto decir que se
le impida llevarle; pero si el gobierno pro-
hibiendo la entrada de semejantes borda-
dos le quita indirectamente la ocasion de
hacer un gasto tan inutil , ¿se dirá que le
ha impuesto una contribucion? Al contra-




24
rio; con lo que por este medio le hace ahor-
rar sin que él lo advierta, podrá pagar el
mayor coste que le ocasionen los tejidos
nacionales comparados con los estrangeros
de igual clase, y aun le quedará mucho so-
brante. Lo mismo que de los bordados, de-
be decirse de los encajes. Está muy bien
que el que puede duerma en un lecho blan-
do y mullido, y entre finisimas sábanas;
pero tengo por un necio al que pone á es-
tas una guarnicion de encaje que cues-
ta rí cincuenta doblones vara. Añade es-
to algo á su comodidad ? c le proporciona
un sueño mas tranquilo? No pretendo por
eso que se prohiba fabricarlos en el pais;
pero sostengo que mientras en él no se ha-
gan, el gobierno que prohiba su introduc- .
cion , proporcionará á los ciudadanos pu-
clientes un ahorro considerable sin causar-
les ninguna incomodidad real. Materia es
esta' que pediria un libro entero , en el cual
seria facil demostrar cuan ele acuerdo es-
tan en esta parte la moral , la economia y
la política ; pero esta discusion sobre el
lujo nos alejara demasiado de nuestro asun-
to. Baste pues decir que en este.punto co-
mo en todos los que tienen conexion con
la legislacion económica, deben ser nues-


/5
tros maestros los ingleses. Nadie ignora la
sencillez con que se visten los hombres mas
ricos de aquel económico país. Un frac y
un pantalon de buen paño, una media fi-
nisima de algodon , un chaleco de piqué ó-
de cotonia, una corbata de percal ó de ba-
tista, y una camisa de lo mismo , géneros
todos fabricados en su pais: hé aqui el tra-
ge diario del mas rico propietario ó co-
merciante. Se dice que esto es filosofía. Sin
duda; pero tambien es al mismo tiempo un
acendrado patriotismo. Otra prueba de que
el sistema prohibitivo no aumenta el gasto
de los ciudadanos en el pais en que se adop7
ta. Concedamos que por de pronto salgan
los géneros nacionales mas caros que los
estrangeros : esta misma carestia escitará
á fabricar mas y mas, y bien pronto la con-
currencia de los vendedores abaratará el
precio. Este es el orden : orden inmutable,
porque es el de la naturaleza.


Mal 2.° «Se sustituyen necesariamente
géneros de inferior calidad en lugar de los
de superior.» Al principio asi será por la
mayor parte; pero con el tiempo ya .se
perfeccionarán los artefactos nacionales y
competirán con los estrangeros. Pregunto:
los españoles no son hombres como los




26
ingleses y franceses? ¿no tienen dos manos
como ellos? las máquinas que se emplean
en otras partes ¿ no son ya generalmente
conocidas ? ¿no se podrán usar en Espa-
ña? las materias primeras ¿no las tenemos
ó podemos adquirirlas del mismo modo que
las adquieren los estrangeros? Pues ¿ por
qué siendo los españoles hombres tan ra-
cionales como los de otros paises , tenien-
do dos manos como ellos , pudiendo ser-
virse de la: mismas máquinas é instrumen-
tos, y trabajando sobre las mismas materias,
¿ no han de llegar con el tiempo á hacer
lo que otras hacen ? Quizá en algun ob-
jeto determinado , circunstancias locales,
como las aguas, darán al artefacto estran-
gero cierto grado de perfeccion que aqui
no llegue á tener nunca; pero ademas de
que este caso será muy raro, pues aun lo
que se dice de los aceros ingleses y de que
sufino temple es debido á las aguas del
pais, está desmentido con lo que se sabe
de nuestras antiguas espadas toledanas. ¿Que
importará que en España no lleguen á ha-
cerse nunca cadenas de relox tan delicadas
como las inglesas? Con tal que se acerquen
y suplan por ellas , hasta. Ademas es-
te argumento de que un pais no pu ede


72
,dar á fabricar tal ó cual artefacto con tan-
to primor 'como su vecino , está refuta-
do por los hechos. No hace muchos años
que los ingleses se jactaban de que nadie
ígualaria sus tejidos de algodon. ',Hubo en
Francia un hombre que se 'empeñó en
falsificar su profecia , y en poco tiempo
lo -consiguió. ¿ Que ventaja llevan hoy clia
los percales , piqués y otros tejidos de
algodon fabricados en Inglaterra á los
de igual clase que se trabajan en Francia?
Ninguna, ó si todavia se quiere que la ha-
ya es tan tenue é imperceptible, que respec-
to del uso y de la venta puede suponer-
se igual á cero.


Continua Bentham ilustrando su ar-
gumento con ejemplos; y contrayendo la
cuestion á España dice : Esceptuando
pocas manufacturas de seda y algunas de
lana fina que han llegado al grado de es-
celentes en estos últimos años sin el sis-
tema prohibitivo, y que no necesitan de él
para hacerse cada dia mejores hasta el ápz-
ce de la pezfecciori , las manufacturas es-
pañolas son bastante imperfectas.» Respues-
ta: prescindiendo por ahora de si el sis-
tema prohibitivo perjudica ó favorece á
la perfeccion de los artefactos nacionales,




28
tenemos aqui una confesion preciosa, la cual
sola echa por tierra el argumento. ¿ Con
que en España se hacen ya escelentes te-
jidos de lana y seda , y podrán hacerse
cada dia mejores hasta el ápice de la peifec,
cien? Pues tranquilicese usted , señor Ben-
tham , en cuanto á la imperfeccion de los
domas artefactos ; que quien hoy hace ya
buenos paños, mañana hará tambien bue-
nos percales. Por consiguiente dejenos usted
hacer, y no nos tenga tanta compasion ,
ni crea quevamos á vernos obligados á subs-
tituir géneros de inferior calidad. Declaren
las Cortes que desde I.° de enero de tal
año no se admitirá en España ningun teji-
do estrangero de lana, seda, algodon y
lino ; y yo respondo con mi cabeza de que
antes de diez años se hacen en España can
buenas cotonias y lienzos, paños y 'Sedas
como en Francia é Inglaterra. Ademas el
argumento por probar demasiado nada
prueba. Si porque nuestras telas, por ejem-
plo, no son tan buenas corno las de fue-
ra, hemos., de permitir que vengan estas;
habremos tambien de consentir que los
zapatos, las botas , los fraques, las puertas,
las ventanas, los muebles de todas clases,
la vajilla, en suma todo nos venga ya bel


29
cho de Paris y de Londres ; porque no hay
duda en que en general los zapateros, sas-
tres, ebanistas, cerrajeros, plateros y de-
nlas artesanos franceses é ingleses trabajan
mejor que los nuestros. ¿Admitirá Ben-
tham tan absurda consecuencia? ¿No nos
permitirá siquiera prohibir la entrada de
zapatos, fraques y muebles hechos para
que tengan algo que trabajar nuestros
menestrales ? ¿Y seremos objeto de com-
pasion porque acaso el pespunte que nues-
tros sastres den al cuello de un carrik no
esté con aquella delicadeza con que es-
tarla el que hubiese dacio el mejor sastre
de Londres? ¿Seremos por eso infelices?
A proposito de muebles y vajilla. En Ingla-
terra no se permite introducir ningun uten-
silio de plata ya labrada , y se usa en es-
to tanto rigor, que al llegar un estrangero
si lleva un recado de afeytar ó una escri-
bania , se le obliga é á dejarlo depositado
en la aduana hasta s'u salida, ó á consen-
tir que se le abolle é inutilice: y yo digo
los ingleses: ¿con que ustedes no dejan entrar
en su reyno artefactos de plata, sino que
quieren, y quieren muy bien, que este
metal sea trabajado por sus artífices?
Pues permitannos ustedes que tampoco no-




3o
sotros dejemos que vengan ya elaboradas
las sedas y lanas , los linos y algodones y
demas materias primeras , y nos empeñe-
mos en que las que usemos hayan de ser
trabajadas por nuestros fabricantes y arte-
sanos. Y no tornen ustedes pena porque
al principio estemos un poco torpes , que
el ejercicio hace maestros : poco á poco
ya iremos aprendiendo , y algun dia llega-
remos á rivalizar con ustedes , á igualar-
los y quizá á escederlos en algun ramo;
porque á Dios gracias la naturaleza no nos
ha hecho postes. Atrasadillos estarnos , pero
no tanto como los cafres. Notese ademas
cuan ridiculo y absurdo es este argumento
lijen analizado. En sustancia se reduce á
lo siguiente. «Señores españoles, sus fábri-
cas de ustedes estan en la infancia ; son
muy pocas , y lo que en ellas se fabrica
no vale nada; pero nosotros les daremos
á ustedes un medio infalible para perfec-.
cionarlas y multiplicarlas. Nosotros les
llevarémos á ustedes cuanto necesiten pa-
ra vestirse y calzarse y amueblar su habi-
tacion ; será mejor que lo que gastan ahora
y se lo daremos mas barato que sus fabri-
cantes.» ¿No es esto insultar á la sana ra-
zon? Supongamos en efecto que los estran-


31
fieros nos suministrasen y trajesen todos
los artefactos mejores y mas baratos, como
supone Bentham , que los nuestros : ¿cual
seria el resultado'? ¿ que se. anmentaria el
número de nuestras fábricas y se mejo-
rarla la obra? Todo lo contrario. No solo
no se estableceria ninguna nueva, sino que
se arruinarian las existentes , no pudiendo
dar el género ni tan bueno ni tan bara-
to corno los estrangeros.


Esto lo ven hasta los ciegos : 'esta es
una demostracion, ó no las hay en el mun-
do. ¿Quien pondría ó mantendria una fá-
brica de paño v. g. para no vender una va-
ra? Pues en el supuesto era imposible que
la vendiese. No hay en el mundo un solo
comprador que prefiera lo peor y mas ca-,
ro á lo mejor y mas barato.


2.° Algunos de los artículos escluidos
no se trabajan en España; tales son por
ejemplo las bombacinas ', género tan sin-
gular y hermoso en su forma perfecta que
aun todavia no se trabaja en Francia, á pe-
sar de la escelencia que tienen sus fábri-
cas de seda. Lastima es sin duda que nos
privemos de las hermosas bombacinas;
pero me parece que no por eso nos mori-
remos, ni seremos desgraciados. Cuarenta




32
siglos , ó los que sean , han vivido los
españoles, y 6o ó 7o el género humano
sin bornbacinas ;"!. con que bien podremos
tirar unos cuantos años hasta que apren-
damos á hacerlas.


3.° Los géneros de lana basta larga
se trabajan solo en Inglaterra, porque solo
en. ella hay esta especie de lana. Pues
vendannosla ustedes , señores ingleses; que
aqui la trabajaremos.= Eso no; de ninguna
manera ; dice el ' parlamento. = Ola con
que ustedes no nos quieren vender sus
lanas , y quieren que nosotros les venda7
mos las nuestras ? ¿Donde están la igual-
dad y la señores filósofos de Al-
bien ? Pues si yo fuera que las Cortes
españolas les diría : mientras ustedes no
me permitan extraer de su isla esa lana
basta larga que solo en ella se crin; tampo-
ce yo les dejaré á ustedes estraer de
España la/fina que aqui dan nuestras ovejas.


4.° Necesariamente son inferiores los
generos nacionales protegidos por la pro-
hibicion á los estrangeros prohibidos =He-
cho falso falsisimo de toda falsedad, desmen-
tido polla historia económica de la misma In-
glaterra. En esta isla , cuya industria no es
corno creen los necios, un efecto de pura


-33
casualidad, sino el resultado necesario de
leyes muy sabias y de prohibiciones adop,
tadas hace algunos siglos, se prohibió en
1337


la introduccion de paños estrange-:
ros. Esta prohibicion se renovó en 1463
y en otros años posteriores , y duró hasta
el de 1 7 86 , en el cual conociendo bien
el gobierno cual seria el resultado, accedió
en un tratado concluido con la Francia á


• que se introdujesen mutuamente los paños
en ambos paises, pagando iguales derechos.
Luego diré lo que los franceses ganaron:
por ahora solo quiero hacer esta reflexion.
La introduccion de paño estrangero ha es-
tado prohibida en Inglaterra mas de cua-
trocientos años ; y sin embargo no solo sus
paños no fueron inferiores á los de fuera
en todo este periodo de tiempo , sino que
al contrario fueron los mejores que se co-
nocian en el orbe precisamente hasta la épo-
ca en que se permitió introducir los de
Francia. Y asi debió ser. Para que estos
últimos lograsen alguna preferencia sobre
los del pais , tuvieron los fabricantes fran-
ceses que hacer los últimos esfuerzos para
mejorarlos, y lo lograron efectivamente : de
modo que la gran perfeccion de los paños
franceses y la alguna ventaja que llevan a


TOMO XII'. 3




1


los ingleses en el dia , data de la época en
que fueron admitidos en los mercados de
Inglaterra. Hasta entonces los de esta na-
cion eran los mejores. i Tan falso es que
los artefactos protegidos por la prohibi-
Cion sean por esto inferiores á los estran-
geros! Al contrario, el medio de estimu-
lar y promover la mejora de estos últimos
és permitirles la concurrencia con los na-
cionales; porque no pudiendo competir en
baratura ( cosa evidente si se atiende á los
gastos de conduccion y derechos de en-
trada que sobrecargan su precio ) , tienen
que esmerarse en la calidad para sostener
la concurrencia con los del pais adonde se.
llevan. No se crea sin embargo que los
franceses ganaron mucho en el tratado : al
contrario , el resultado fue que se vendieron
proporcionalmente en Francia mas paños in-
gleses que en Inglaterra franceses ; porque


. la anglomania de los galos les hizo prefe-
rir los paños de Albion á los suyos, aun-
que mejorados estos, y la aversion que los
ingleses tienen á toda cosa estrangera hizo
que no se apresurasen á comprar los pa-
los de Francia aun.'viendolos mas hermo-
sos que los suyos. Y lié aqui por que el go-
bierno inglés no tuvo' reparo en 1786 en


35.
permitir la entrada de paños estrangeros;
porque sabia que siendo los suyos tan bue-
nos y estando habituado el pueblo por es-
pacio de cuatro siglos á no usar otros quo
los nacionales , no hada mucho consumo
de los franceses , aunque estos fuesen algo
mejores : 1.° por la fuerza del hábito : 2.'
por el verdadero patriotismo que esas pro-
hibiciones mismas han formado. Al contra-
rio , la moda/flan/a de sus vecinos les ase-•
guraba de que buscarian paño inglés solo
porque era estrangero. Ademas por el tra-
tado adquiria en varios puntos otras ven-
tajas importantes por las cuales podia muy
bien hacerse algun corto sacrificio. Contra-
yendo ahora este caso particular, (ligamos no-
sotros á los ingleses : dejennos ustedes pro-
hibir ahora los artefactos estrangeros , y
cuando al cabo de quinientos años • este-
mos ya muy habituados á pasarnos sin ellos
y hayamos fomentado y perfeccionado la
fabricaeion de los nuestros , entonces le-
vantarémos la prohibicion en algun obje-
to que no ofrezca ya grandes inconvenientes.


5.° Las manufacturas son buenas y ba-
ratas en razon de los métodos mas eco-
nómicos para producirlas; y atendido el
estado de las artes mecánicas en España,




36
no se pueden esperar géneros moderados
en precio y escelentes en calidad.,=•as
atrasadas estaban las artes mecánicas en In-
glaterra hace dos, tres y cuatro siglos que
ahora lo estan en' España. Sin embargo alli
se prohibieron casi todos los artefactos es-
trangeros , y no por eso ha dejado de per-
feccionarse la maquinaria y de hacerse gé-
neros moderados en precio y escelentes en
calidad. Con que es de esperar que aqui
suceda lo mismo. Hay mas : si se exami-
na bien el punto • se verá que si en Ingla-
terra se han perfeccionado tanto las ma-
nufacturas, ha sido precisamente porque es-
taban prohibidos los artefactos estrange-
ros. La cosa es clara. Mientras que de fue-
ra vienen géneros muy superiores en cali-
dad, los fabricantes del pais. viendo que
no podrán hacerlos tan buenos sino al ca-
bo de mucho tiempo, se desmayan , se abur-
ren y abandonan por último sus talleres;
pero cuando reducidos á sí mismos tie-


• nen que abastecer ellos solos todos los meo_
cados , satisfacer el gusto de los compra-
dores y lograr alguna ventaja unos sobre
otros en la concurrencia, cada uno se es-
fuerza á mejorar' poco á poco sus artefac-
tos para ver si puede obtener la preferen-


:


37
'tia sobre su vecino y competidor: los pro-
gresos son lentos , pero al cabo de tiem-
po se llega á la perfeccion. Esto se acla-
rará y eompróbará mas con lo que vamos
á decir.


G.° Otro mal efecto de la prohibicion
,que recae sobre el corto número de pro-
ductores , es remover los mas poderosos
motivos de la emulacion é impedir que se
mejoren los géneros nacionales con la mis-


/ ma rivalidad de los estrangeros. El sis-
tema prohibitorio hará permanente la in-
ferioridad de los • primeros. = Esta obje-
cion en el fondo es la misma que la an-
terior ; pero respondeili á ella separadamcn-
te para ampliar y comprobar los principios
ya indicados. 1. 0


El hecho de que la pro-
hibicion de géneros estrarigeros impide que
se mejoren los nacionales , está desmen-
tido por la esperiencia. En Inglaterra han
estado y estan prohibidos muchos artefac-
tos estrangeros, y esto no ha impedido que
se hayan mejorado los nacionales equiva-
lentes, y hayan llegado al ápice de la per-
feccion. En Francia no solo prohibió Bo-
naparte las manufacturas inglesas, señala-
damen te.


las de 'algodon , sino que las per-
si¿, tiió de muerte hasta mandar quemar las




38
que se introdujesen furtivamente y fuesen
aprendidas ; y lejos de que esta tan rigo-
rosa prohibicion impidiese la mejora de las
manufacturas francesas de igual clase , fue•
precisamente en esta época cuando estas se
mejoraron y perfeccionaron hasta un pun-
to increible: y lo que es mas la probibi-
cion misma fue la que vivificó las fabri-
cas francesas. Esto lo sabe todo el inun-
do , y los ingleses mejor que nadie. 2.° No
es cierto que prohibidos en un pais los ar-
tefactos estrangeros, falte en él la emula-
cion necesaria para que se mejoren los na-
cionales; queda siempre la emulacion en-
tre los fabricantes mismos que venderán
en mayor porcion y mas caros sus géne-
ros cuanto mejores sean bajo todos aspec-
tos. Si el numero de fabricantes fuese fi-je , entonces podrian monopolizar sus ar-
tefactos y dar la ley á los compradores sin
tener necesidad de atender á su buena ca-
lidad ; pero siendo libre á cualquiera esta-
blecer nuevas fábricas, buen cuidado ten-
drán las antiguos y los nuevos de dar á
sus obras toda la perfeccion posible para
que obtengan la preferencia en los mer-
cados. 3.° Tampoco es cierto que prohi-
bidos los veneros estrangeros falte la cinta-


39
lacion que debe escitar en las fábricas na-
cionales la rivalidad con los artífices de
fuera. Aunque esta no exista para los mer-
cados interiores , subsiste siempre para los
de otras naciones. Por ejemplo conceda-
mos que los fabricantes españoles de , pa-
fios ó sedas no tengan interes en mejorar
sus tejidos para despacharlos en la pe-
nínsula; pero siempre le tienen y muy
grande para rivalizar con los estrangeros
en los mercados comunes; ahora sobre te..
do que hemos perdido el monopolio de
las colonias. Nuestros fabricantes querrán
y querrán muy bien que sus paños, sus se-
das, sus lienzos , sus indianas ect. pue-
dan concurrir con los estrangeros en .los
mercados de América, del levante, de la
costa de Africa y denlas que estan abier-
tos á todas las naciones; y no puede ocul-
tarseles que para esto es menester que me-
joren mas y mas sus artefactos basta el pun-
to de que por la calidad y el precio pue-
dan entrar en concurrencia con los de otros
paises. No dejarán pues de hacerlo.


7 .° «El sistema prohibitorio dará mala
direccion al empleo de los capitales . , sepa-
rándolos de empresas cuya ganancia es cier-
ta y grande, para invertirlos en especula-.




4o
ciones inseguras y de poco provecho.»
esto ya cuidará el interes individual de los
especuladores. Tranquilicesc el señor Ben-
tham, que ellos verán el uso que deben ha-
cer • de sus capitales : y para uno que se
equivoque en sus cálculos, como sucede en
todas materias, los noventa y nueve acer-
tarán , porque tienen macho interes en no
engañarse.


Mal 3.° «Cesa ó disminuye el pedido de.
las producciones nacionales que tomaban
los estrangeros en pago de los géneros nue-
vamente prohibidos.» No lo tema el ilustre
Bentham : la Inglaterra ha prohibido en di-
ferentes épocas la introduccion de muchos
artefactos estrangeros ; y ni entonces ni
despues no han cesado ni se han disminui-
do los pedidos de los objetos quepermitia
sacar. A este hecho nos atenemos Ademas,
ya he dicho, y es,evidente, que cuando un
comerciante calcula que tal objeto de tal
pais será bien vendido en el suyo , y le de-.
jarl una buena ganancia, le pide; y si en
cambio no puede dar ya el género A, por-
que se ha prohibido su admision , da el gé-
nero B, que es permitido, y llevando las co-
sas al Mútilo estremo , le paga en dinero.
.Asi ha sido siempre el mundo, y asi será


hasta la consumacion de los siglos: y asi
hacen los ingleses donde quiera que no son
admitidas ó no hacen falta las otras mercan-
-cías que pudieran llevar : dan en cambio la
que se llama plata á oro.


Mal 4.° «Es la pérdida de los derechos
que pagaban antes los géneros nuevamente
prohibidos.» = A veces me vienen tentacio-
nes de creer que el buen Bentham se chan-
cea ó se burla de nosotros; y esta es una


fr de ellas. Que se establezca el sistema pro-
hibitivo, y yo le aseguro que fomentada
por este medio nuestra industria, importa
rán los derechos de- estraccion de nuestros
géneros mucho mas que ahora los de intro-
duccion de los estrangeros. Su Inglaterra
se lo está diciendo y demostrando. Vease
á cuanto suben anualmente los derechos de
esportacion de sus artefactos : calculase lo
que darían los de importacion de los age-
nos que no admite, y se verá de qué lado
se inclina la balanza


Mal 5.° «El contrabando ," cuyos
inconvenientes políticos y morales ampli-
fica largamente el autor , como si en es-
ta parte nos revelase algun secreto igno-
rado. Harto sabemos y lloramos los males
que trae consigo la íntroduccion furtiva




42
de los artefactos estrangeros, y el daño in-
menso que ocasiona á nuestra industria; pe-
ro ya hemos dicho que la dificultad grande
que hay para conseguir que no entre en el
reyno ningun objeto manufacturado, no es
una razon valedera para permitir su intro-
duccion; sino un motivo mas para aumen-
tar la vigilancia, agravar las penas á los
contrabandistas, y tomar cuantas precau-
ciones sean posibles para frustrar sus inten-
tos. Ya lo he demostrado con el ejemplo
de la peste ; pero todavia añadiré otro á que
nada puede replicarme el mismo Bentham.
Este ilustre autor reconoce positivamente
que Permitiendo la entrada de los produc-
tos y géneros estrangeros, se puede y aun
se debe imponer algun derecho; y acaba de
fundar en esto mismo la utilidad de su in-
troduccion, porque estos derechos forman,
dice, una renta considerable del estado." El
señor Bentham supone tambien , y no ne-
gará si se le pregunta directamente, que se
deben exigir igualmente derechos por la
estraccion de los productos y géneros na-
cionales : y hechos estos dos supuestos su-
yos, le argüida yo asi : usted reconoce que
para recaudar estos derechos de entrada y
salida es necesario tener algunos emplea


dos que cuiden- de que nada entre ó sal-
ga sin pagar los que cada cosa adeuda se-
gun arancel. Bien ;- pero usted no ignoi a que
ó eludiendo la vigilancia de estos emplea-
dos , ó corrompiendo su fidelidad , entran
y salen cosas sin • pagar nada. Vbien , in-
ferirá ustedale esto que es necesario , justo,
conveniente y util dejar que en una nacion


• introduzcan y saquen los naturales y estran-
geros cuanto se les antoje sin pagar de-
recho alguno, y que no debe haber guar-
das ni registros en los puertos y fronteras?
No sin duda. Pues si usted no lo infiere ni pue-
de inferido , ni propondrá semejante despro-
pósito ; si usted conviene en que haya res-
guardos que impidan la introduccion frau-
dulenta de los generos ó efectos permitidos,
¿que sacamos de tecla esa deciamacion sobre
los inconvenientes de los resguardos , los
dos ejércitos que se hacen la guerra , las fa-
milias que re pierden etc. etc.? Cuando se
trata de prohibir ó no la entrada de ciertos
géneros , la cuestion no es de si ha de ha-
ber ó no guardas y defraudadores : se su-
pone que ya existen unos y podrán existir
los otros ; la cuestion es silos primeros ade-
mas de cuidar de que no pasen sin pagar
derechos los generes permitidos, han de cui-


1'




44
dar tambien de que no entren de modo al-
guno los que se declaran prohibidos. Es
mas: supuesto ya el resguardo, ni un hom-
bre mas se necesita para estorbar la entra
da de géneros prohibidos: los mismos que
impiden la fraudulenta de los de lícito comer
cio impedirán la (lelos que nolo fueren. Se
cree generalmente que prohibidos ciertos gé-
neros se aumenta el número de contraban-
distas, y en general no es asi. El defrauda-
dor no lo es porque el objeto sea ó no
permitido, sino para ganarse el importe de
los derechos que tiene ó podria tener su en-
trada : y con tal que él no los . pague , le es
muy indiferente que el género esté ó no en
la lista de los de lícito comercio. Asi por
ejemplo si estan 1)cm-1idas las blondas de
Francia pagando cierto derecho , el deseo de
ganarse este lucro escita á Pedro ó á Juan á
correr los riesgos de introducirlas furtiva-
mente; y'se hace contrabandista. Se prohiben
las blondas : que resultará ?que continuará
en introducirlas. Acaso por !a escasez se en-
carecerán , y esto escitará la codicia -dé al-
gun otro ; pero tambien la mayor . pena im-
puesta al introductor de géneros prohibi-
dos compensa el mayor interes que hay en-
toncesTara violar la ley. Porque , sea dicho


45
de paso, las penas con que se conmine al
introductor de géneros prohibidos, ,


deben ser
micho mas graves que la que se• imponga
al simple defraudador de derechos. Este úl-
timo es un simple ladron ; el otro es un ene-
migo , un asesino de su patria.


Sea de esto lo que fuere , y aun conce-
diendo que con el sistema prohibitivo se
aumente el ?número de contrabandistas , es-


Sto probará á lo mas que se deben agravar
las-penas y aumentar la vigilancia ; pero no
que se deba renunciar á las inmensas venta-
jas que ofrece bajo otros aspectos, porque
tenga tambien algun inconveniente. ¿Que
cosa hay en el mundo que no le tenga?
No concluiré este punto sin notar una es-
presion de Bentham. «En Inglaterra , dice,
empieza ya á conocerse cuan impracticable
es llevar á efecto los decretos prohibitorios
en Espana. Parece que la naturaleza ha
quedIfavarecer su infraccion: Gibraltar es
el gran depósito del sur ; Lisboa y Oporto
del occidente , y los cien desfiladeros del
Pirineo sirven para las provincias del.norte
y del oriente. » Esto es ya demasiado: ;atri-
buir á la naturaleza lo que es obra de la po-
lítica y de la perfidia del gobierno de la
gran Bretaña! ¿Es la naturaleza la que privó


n




46'
de Gibraltaiá la España , ó la Inglaterra , la
cual apoderandose de esta plaza á nombre
del archiduque Carlos , se negó luego á res,
tituirla, á pesar de haberlo prometido solem-
nemente en varios tratados ? ¿ Fué la natu-
raleza la que para abatir á la España , em-
pobrecerla y arruinarla, favoreció con tan-
to empeño el alzamiento de Portugal, y cons-
tituyó á este reyno en nacien independien-
te? La naturaleza al contrario, ¿ no colocó
á Gibraltar en la península? ¿No hizo par-
te integrante de ella la lengua de tierra ó
costa que-hoy forma el reyno de Portugal?
¿Es la naturaleza quien le ha separado de la
España, ó la proteccion inglesa ? ¿Y por
que está la Inglaterra tan interesada en con-
servar á Gibraltar y en que Portugal se
mantenga independiente ? Pues no es otro
el motivo que el de tener estos dos depó-
sitos'ele sus géneros, inundar con ellos á
esta desdichada España , é impedir que en
ella florezca nunca la industria. i Ah ! si al-
gun tila los portugueses conviniesen en
Volver á unirse con la España, y tuviesemos
la buena suerte de recobrar á Gibraltar: si
al mismo tiempo el gobierno estableciese el
sistema prohibitivo , y le mantuviese con
teson por espacio de un siglo, yo aseguro


47
que aun perdidas las Américas, volverla Es-
paña á ser una de las mas ricas, mas pode-
rosas y mas temidas naciones. Ya que en es-
ta parte un buen español no pueda hacer
otra cosa que formar inútiles deseos, per-
mitasenos á lo menos reparar en parte el
gran daño que hacen á nuestra industria la
separacion dé Portugal y el , portillo siempre.
abierto de Gibraltar ; que en cuanto á los
Pirineos y las costas marítimas , como se -
quiera , no pasará por aquellos una acémi-
la , ní tocará en estas un barco, sin que sean
registrados.


Mal 6.° «Discordia nacional , discordia
entre las provincias á cuyo favor se prohi-
ben los -géneros estrangeros , y las provin-
cias que sosteniendo todo el gravamen no
tienen nada que recibir 6 que esperar del
beneficio, Queda demostrado que este mal
es puramente imaginario. Cuando en una
tiacion se fomenta la industria, citando es-
ta crece, ciiando se multiplican las fábricas,
cuando estas manufacturando las materias
primeras crean mas y mas valores, y au-
mentan la riqueza pública, esta refluye y
obra sobre todas las provincias, y es como
un rocío benéfico que fertiliza todo el pais.
bloc discunt oinnes anta alpha et beta: y es




N


4/1
estralo que se nos suponga tan tontos que
creamos que fomentando con sabias prohi.
biciones las fábricas de Cataluña, benefi-
ciamos á esta sota provincia. ¿Podemos ig-
norar que si la industria la enriquece , cre-
cerá su poblacion , y que aumentada esta
tendrán mas consumidores los frutos y gé-'
nexos que recibe de las otras, y estas por
consiguiente participarán de su riqueza y se
fomentarán á su vez' Ademas, si la prohi-
bicion no hubiese de recaer mas que sobre
un solo objeto , y este no se fabricase mas
que en una sola provincia , aun podria de-
cirse algo contra esta exclusiva predileccion;
pero no se .trata de una prohibicion de es-
ta clase. Se trata de, una prohibicion de\
muchos géneros que actualmente se fabri-
can ya en varias provincias, y que dentro de
poco se fabricarian en otras muchas. Asi pro-
hibiendo los pailas estrangeros se fomenta-
rian las fábricas de Tarrasa que estan en
Cataluria ', las de Alcoy que estan en Valen-
cia, las de Ezcaray en la Rioja, y la de Gua-
dalajara en la Alcarria, sin contar con las
que luego se estableciesen en otros puntos.
Prohibiendo los lienzos se fomentarian las
de Galicia, renacerian las de Leon , y se pon-
drian otras muchas. Prohibiendo las sedas,


volverian los miles de telares de Valencia,
9


Granada y Toledo ; los habria en Murcia,
en Sevilla y Mellaba. Prohibiendo los teji-
dos de a/godon ganaria, no solo Cataluña, si-
no los pueblos de otras provincias donde
podrian ponerse fábricas de esta especie.
Ya la hubo en Ávila. Prohibiendo los arte-
factos de hierro se elaborarla este al pie de
las minas que le producen en las tres pro-
vincias Vascongadas. Y prohibiendo otros
cien mil artefactos , se fomentarian todos
los pueblos de la península. Miren qué
origen de discordia nacional!


Mal 7.° «Mala voluntad hácia vuestro pais
de las naciones y gobiernos estrangeros,
producido por ?la pérdida de las ganancias
que les resultaban del comercio de los gé-
neros prohibidos ahora., No tendrian razon
en enojarse con nosotros : ellos nos han da-
do la leccion , y no deben llevar á mal que
la hayamos aprendido y nos hagamos sus
discípulos. Al contrario, deberian honrar-
se de haber sido nuestros maestros. Pero
en fi n ello es, que adoptado por nosotros
el sistema prohibitivo, hay ciertos gobier-
nos y paises que perderian las ganancias
que ahora sacan del nuestro por el comercio
de los géneros , cuya importacion se prold-


Tomo
-uy. 4




5o
bzese. Pues- esto es cabalmente de lo que se
trata, de que ellos pierdan para que 'noso-
tros ganemos.


Mal 8.° La mala voluntad de los ciuda-
danos contra el corto numero de los que
tienen influencia cti el gobierno por los gra-
vámenes que les han impuesto. Pero si no
hay tales gravámenes , sino muchisimos be-
neficios que se estenderán á todas las cia-
ses de la saciedad. Puede que estos no sean
sentidos ni apreciados en los primeros Bias


meses del nuevo sistema ; pero al año de
estar vigente , y aun antes, ya cc irian co-
nociendo las ventajas, y al cabo de seis años


menos la nacion' toda le miraria como
una bendicion celestial. Esto ha sucedido
en Inglaterra y sucederá en todas partes
donde se establezca y mantenga con teson.


(Se concluirá.)


Sobre un discurso pronunciado por un ni-
ño de diez años en el café del Turco
de Sevilla.


Ahora si que seria injusto quejarse
de que no va progresando y difundiendo-
se la instruccion pública por toda clase de
personas, al ver que hasta los niños (le tier-*
na edad manejan la política con tanta
facilidad, soltura y acierto, como si fuera
el trompo ó la pelota. ]No en vano algu-
nas doctas plumas y oradores elocuentes
han encomiado hasta lo sumo la utilidad
de las sociedades patrióticas, corno unos
manantiales perenes de ilustracion, de sa-
ber y de patriotismo. Bien conocian esos in-
signes elogiadores que ademas de las po-
derosas razones teóricas con qué demos-
traban la utilidad y necesidad de tales reu-
niones , poclrian muy pronto alegar hechos
y documentos prácticos que no dejasen la
menor duda aun á los mas rebeldes y obs-
tinados. Tal es la muestra que con admi-.
racion de las presentes y futuras edades
nos da un niño de diez años llamado Agus-




52
tirito del Castillo y Centeno, voluntarito
nacional de la tercera compañia del primer
batallon , y uno de los congregaditos en el
café del Turco de Sevilla.


Nunca habiamos dudado nosotros de
que bajo el reynado de la libertad se des-
plegan los talentos precoces y singulares
en su género ; y asi conociendo que po-
cas congregaciones habrá habido jamas tan
libres como la de aquel café , no nos ha
maravillado mucho ver salir ella un
fenómeno tan prodigioso y aventajado. Fi-
gures° ahora el lector , ¡ que monstruos de
sabiduría y prudencia' no habrá en aque-
lla basílica, cuando hasta los niños de
diez años estar en disposicion de dar lec-
ciones á los diputados á Cortes ! ¡y qué
lecciones' Mucha sentimos no poder
trasladar enteramente el cuaderno 5.° que
es el único que ha llegado á nuestras ma-
nos ; pero es tau importante lo que en él
espresa este' angelito , que bastará para de-
mostrar los progresos que va haciendo la
ciencia del gobierno con el humo del ta-
baco habano y bajo los auspicios de las
canciones tragalefias.


Despucs de haber copiado la fórmu-
la de los poderes que se halla en el ar-


53
denlo zoo de la Constitucion , poniendo
en letra cursiva aquellas espresiones que,
á su padrinito (porque lo que es padre di-
ce él mismo que no le tiene, y ya se le co-
noce) le parecieron susceptibles de inter-
pretacion y de desobediencia, desata su
lengüecita , y dice de esta manera.


»Ea, padres (le la patria nombrados pa-
ra la legislatura de 22 y 23 por los desgra-
ciados de esta provincia que no los tienen;
hoy se os presenta un joven de once arios (t)
en voz de las 400,000 almas que os han
dado su poder, y os dice que csparzais vues-
tra vista por los hechos de los cesantes (2),
cuya responsiva sabrá pedirosla cada res-
pectiva provincia , á quien de justicia le
tocará el vindicar el uso de sus poderes den-
tro de sus límites , á donde en juicio el
poderdante y el apoderado sufrirán lo que
les pertenezca por la igualdad an te la ley (3);


(s) .41 principiar el sermoncito no tenia mas que
diez.


(a) Mientras el niño va esparciendo solecismos
y barbarismos conforme se los entregaron en el pa


-pel , con su rebanada untada de miel de cañas.
(3) Dentro , de algun tiempo nos csplicará otro


eafetista qué es lo que el niño quiere decirnos en
este periodo; pues por ahora nos quedamos en
ayunas.




15:4
y si no os hallais con grandeza de alma li-
beral , capaz de borrar las manchas de
vuestros antepasados en una casi aboli7
cion (i) de nuestra Constitucion , como la
que tocamos, ó hay alguno que se encuen-
tre tímido y sin energia , deje el poder, y
DOS contentaremos con la flaqueza del nom-
bramiento de almas débiles que mas va-
len queden menos que no malos (2).


»Es un axioma filosófico de eterna ver-
dad que ninguno da lo que en sí no tie-
ne. ¿ Que decoro pues, que estimacion han
dado los apoderados actuales cesantes á es-
ta provincia, á este casi medio millon de
almas que los nombraron ? ¿ Que han he-
cho en su u tilidád general ? ¿ Que bien le
han reportado ? ¿El tratarlos á cada paso
de ebrios , descamisados , fanáticos y fac-
ciosos ? Ebrios , dislocados y mas que fa-
náticos estuvimos para su nombranden-


•,••••n•«.


(1) La abOlicion de los azotes en los muchachos
es la verdadera mancha que se debiera borrar, apli-
candole un par de docenas de hiiena mano al que
te dictó una


• prédiea tan desatinada.
(2) Gran 'palmoteo debió de haber en el café


al acabar este parrafo ; porque no hay cosa mejor
para que é uno-le aplaudan en ciertos sitios que
el que ningün6 *le entienda.


55
to (i), y casi fuimos facciosos, porque de-
bimos conocer que los que tenian princi-
pios debian tener medios y fines.


»No, no, no quiero creer nos hemos en-
garlado en esta eleccion corno en la otra;
y yo confio no solo en la sanidad de -la
eleccion, sino en que la esperiencia de lo
que habeis sufrido os hará remediar el que
no lo volvamos á sufrir; porque á la ver-
dad la única clase • que conocemos no ha
querido escarmentar, es la del gobierno ab-
soluto; pero las restantes unas menos y otras
mas, todas, todas temen la opinion y el
martillo (2).


»Por fin los que no n'os dejeis los po-
deres antes , os reunireis: ¿ y en donde?
¿En Madrid? De ningun modo , mientras
la corte no se barra , no se purifique , no
se fumiguen los asientos del gobierno , no
se laven los de los. representantes, y no ha-
ya una completa libertad, cuya restaura-


(i) Y eso que entonces ci niño no tenia mas que
ochos años, y ya dice que se ponia ebrio: ¿qué se-
rá cuando sea hombrecito y mancebo?


(a) ¡ Qué fiereza de alma no se necesita para oir
celebrar el uso del martillo en boca de un niiio de
once años! Este solo rasgo basta para caracterizar
as reuniones patrioticas de los cafes.




56
cion se ha de hacer con la sangre (i) de
la malignidad , no está ni puede estar se-
guro el congreso en Madrid : y para pa-
recer tanto libertador, tanto regenerador
y tanto héroe corno tenemos nombrados,
y en quien las almas todas españolas tie-
nen su confianza , no es menester mas que
la corrupcion de la corte conforme se ha


-lla en la actualidad.
» En ninguna casa se aprecia mas á un


padre que adonde se carece de él por mas
tiempo de dos años (2). En esta provin-
cia tendreis libertad, sereis amados y res-
petados (3), como por hijos huérfanos que
saben lo que es la pérdida de un padre:
reuníos aqui pues , respecto á que asi lo
exigen las circunstancias, ó sea en el Mes-
pug,nable baluarte de la libertad , la sin


(1) ¿Si habrá en Sevilla fiscal de imprenta y jue.
ces de hecho?,


(a) Mas se le apreciará en donde se carezca por
cuatro.


(3) Mientras no os opongais á que se calumnie,
se robe, se saquee y se desobedezca á las autorida-
des. Pero en oponieudose á estas santas diversiones,
sereis tratados ni mas ni menos como los anterio-
res. ¿No es verdad, hijito?


57
par Cadiz y su Isla (r) : mas sea en don-
de fuere, ratificad con juramento , trayendo
á Dios por testigo , el cumplir bien y fiel-
mente vuestro encargo , y añadid esa obli-
gacioncilla mas al poder que habeis acep-
tado; y la primer cosa que debereis hacer,
si empezais á obrar en bien general , es
exigir la responsiva á todos cuantos secre-
tarios del despacho hayais visto nombrar
y quitar; arreglad ese club de secretarias,
pues está en vuestra mano, segun el ar-
tículo 222 , suspended ese corrompido ó sos-
pechoso consejo de estado, observad ese.
supremo tribunal de justicia, que es pre-
ciso se halle tambien contagiado ; y me-
diaste á que el principal objeto del go-
bierno ( segun el articulo i 3) es la felici-
dad de la nacion ; puesto que el fin de to-
da sociedad política no es otro que el bien
estar de los individuos que la componen,
y que este ha tratado de todo lo contra-
rio infringiendo este fundamental artícu-
lo, nombrad temporalmente una regencia (2),
pues la de la injusticia es mayor ineptitud
que la física y moral.»


(1) Vease como fructifica la frase de aquel señor
que quería dar la parada al puente Suazo.


(2) No, hijo mio, no es tuya esa idea de la re-




58
Despues de otros ocho ó diez parrafos


en que va discurriendo sobre el mismo to-
no y con igual correccion de lenguage,
continua asi:


Para esta nueva redencibn necesitais,
os repito, reuniros en sitio donde respi-
reis y podais obrar con la libertad que me-
rece materia de tanta consideracion y aten-
cion. Vuestro caracter unido debe ser de
Robespierre para el malvado, y de bene-
volencia para el liberal apto y afligido con
la opresion. Castigos horrendos con el ini-b
cuo , y premios al hombre libre y justo,
ejecutados por una regencia , asegurarán la
patria nuestra madre , y pondrá en quietud
el real animo convulso de Fernando •(r),
y lo hará rey verdadero constitucional.,,


Estas son las sanas doctrinas que se pre-


gencia, ni del que te escribió ese disparatado dis-
curso, ni de ninguno de los concurrentes á ese café,
ni ciertamente sabes tú, con tanto fundamento como
nosotros, quién es el promovedor de ella ; pero ten
entendido que ha cumplido ya once altos muchas
veces en su vida..


(x) ¡Esto se dice del Rey ! pero si alguno se
hubiese esplicado en estos términos de las siete per-
las, ¡qué gallardas delaciones y qué gallardas sen-
tencias hubiera habido en cierta parte del mundo!


y viva el sistema!!!


59
dican en el café del Turco de Sevilla, y es-
tos los progresos que va haciendo la ilus-
tracion á beneficio de las sociedades patrió-
ticas. •Gocense en ellos sus ilustres protec-
tores, y calientense con el fuego patrióti-
camente anárquico que se alimenta en ellas.
Tiempo llegará en que los mismos que aho-
ra, acaso de buena fé, intentan defender-
las, lloren pon lágrimas de sangre las tris-
tes consecuencias de su error ; porque nó
hay que engaitarse, las primeras víctinzas
de los desórdenes siempre son y serán aque-
llos mismos que los promovieron.




Descripcion del régimen de Francia, anterior
á su repolucion.


Como la cnestion del presupuesto es la
mas esencial de todas en el gobierno re-
presentativo, los diputados de la nacion
espresan en ella sus opiniones acerca de
la administracion pública en todos los ra-
mos. Mr. de la Fayette espuso la suya en
la sesion pasada de la cámara de Francia
y formó al fin de ella un cuadro del ré-
gimen llamado antiguo , al cual quieren
los ultras que retrograde aquella na-
cion. De él hemos tomado los rasgoso
mas característicos de aquel sistema de
gobierno. Se sabe que la Fayette , des-
pues de haber adquirido gloria militar en-
tre los libertadores de la América septen-
trional , fue uno de los mas ardientes de-
fensores de la libertad de su pais , que
fue por consiguiente una de lás prime-
ras víctimas de la anarquia. El infortu-
nio y la edad han debido calmar en él


6r
las pasiones exaltadas , y seria dificil en-
contrar un hombre mas• á propósito para
juzgar sanamente de un sistema (le gobier-
no proscrito por la opinion pública , sos-
tenido por las pasiones particulares , cu-
yos funerales fueron sangrientos, y cuya
restauracion , si fuera posible , lo seria
mucho mas.


El clero de Francia ejercia toda espe-
cie de influencia :no participaba de-los gra-
vámenes públicos aumentaba diariamen-
te sus inmensas' riquezas, jamas las ena-
jenaba : las repartia en razon inversa del
trabajo. Los pobres curas hablan nacido
para trabajar: los canónigos y obispos
para gozar. La ley era cómplice (le los
votos monásticos , las mas veces forza-
dos. La Francia estaba cubierta de ór-
denes religiosas , obedientes á gefes estran-
geros. La mendicidad y la opulencia pa-
gaban su contribucion al clero ; y la ad-
niinistracion secular (le este era tan mun-
dana; que los operarios habituales del cul-
to , los dispensadores (le la divina palabra
y los administradores de los . sacramentos
eran la parte mas insignificante de aquel pri,
mer orden del estado.


En los tribunales de justicia llama-




G 2
dos cortes soberanas (1) la facultad de juz-
gar era venal por el derecho ; pero en el
hecho hereditaria y afecta á la nobleza.
Se apelaba á ellos de los jueces feudales
nombrados por los señores, y revocables
á arbitrio de los mismos. La diversidad de
codigos y la jurisprudencia de las ejecu-
torias hacian que .un mismo pleYto se per-
diese .


en un tribunal y se ganase en
otro. Todo litigante pocha traer á su ad-
versario desde una estremidad del reyno
á los tribunales de París, con solo comprar
un empleo en la corte. La- clientela de los
parlamentos era inmensa, y su poder se
aumentaba en razon de la cavilosidad, pro-
pia de la profesion de sus clientes. Los
parlamentos han proscrito sucesivamente
todas las ideas racionales, todos los des-
cubrimientos útiles ; y aun cuando se re-
sistilln á voluntad injusta del monarca,
no tenian otro medio de oposicion, que ne-
gar la justicia al público, cerrando sus se-
siones.


(s) Es muy singular la aplicacion de esta pala-
bra á los parlamentos. A pesar de su sober<znia, los
reyes los desterraban , los abolian y restauraban á
arbitrio.


63
Existia tambi'en antes de la revolucion


el infausto cuerpo de los arrendatarios de
rentas que vejaban la Francia por asiento,
y cuyos gastos y ganancias monstruosas
ese edian en mucho á la entrada del tesoro
público. Gobernabanse por un código inmen-
so, cuya ciencia era oculta y que no era
lícito ni posible interpretar sino d sus agen-


. tes. Por medio del perjurio y de la dela-
cion doméstica, que tenian premios señala-
dos, ejercían un despotismo desenfrenado
sobre todos los que carecían de proteccion.
Asi hablaba el virtuoso Malesherbes á
Luis XVI en las observaciones del parla-
mento en 1775.


Las provinciasdel t-nperio frances se di-.
vidian en francesas conquistadas, casi es-
trangeras, provincias de estados , provincias
de eleccion. Cada una estaba rodeada de'
dos líneas de guardas y contrabandistas
tuya guerra intestina poblaba las cárceles,
las galeras y los patíbulos , segun querian
los estipendiarios de los asientos públicos.
Las heredades se dividian en nobles y vi-
llanas, y presentaban los diferentes grados
de la do acion feudal , del vasallage yn
de la servidumbre. El parque y les jar-
dines del rico no pagaban nada , cuando




64
el campo y la persona del pebre estaban
sometidos á una contribucion proporcio-
nal á su industria : las pechas y los dere-
chos feudales demostraban á casi todo el
pueblo, que su degradacion era no solo
territorial, sino tambien individual. La cas-
ta privilegiada tenia el derecho de distri-
buirse á sí misma en sus diferentes gra-
dos, y de estender á toda la nacion las es-
clusiones y los desprecios. Ningun frances
estaba habilitado para los empleos, si no
era noble : profesiones útiles eran títulos
de degradacion , y esta preocupacion fu-
nesta robaba á la prosperidad pública las
familias industriosas, precisamente en, la
época quelhabian adquirido medios para
aumentarla ; porque el menestral que á
fuerza de trabajo , honradez y economia
Babia juntado caudal , no quería emplearlo
en una industria reputada por vil, sino lo
gastaba en buscar los medios mas ridícu-
los y mentirosos para borrar la memo-
ria de su primitiva y humilde ocupacion.


EL rey fijaba las contribuciones, segun
quería un ministro de hacienda, con tan
poca consecuencia en el sistema adminis-
trativo, que se han visto sucederse do-
ce ministros en el espacio de catorce años.


65
Los impuesto` se repartian arhitrariamen
te, no solo entre las provincias, sino tambien
entre los individuos contribuyentes ; pues
las facultades de los intendentes en las pro-
vincias que no eran de estados, no se znociill-
caron hasta 1 773. En 1 702 se estableció la
capitacion , prometiendo abolirla, cuando se
acabase la guerra, y ya no se cumplió mas la
promesa. La talla, las veintenas, los derechos
sobre géneros de consumo, mas odiosos que
los derechos reunidos de Napoleon, gravita-.
ban constantemente sobre el pueblo, y tanto
inas,cuanto mayor era el número de nobles.
El informe sobre impuestos de la comision de
la asamblea provincial de Auvernia de 1787,
hecho por el marques de Laqueuille, el
obispo de san Flour y otras personas de
la priniera distincion, confiesa paladinamen-
te , que aumentandose cada día el número
de privilegiados por el tráfico y arriendo de
los empleos de la corte, izo era de cstrañar
que la talla pagada por el pueblo de aque-
lla provincia llegase algunas veces á 14
sueldos por libra..


En cuanto á la jurisprudencia crimi-
nal, el acusado no porfia vel fti á su fami-
ha-, ni á sus amigos,' ni, á sus abogados, ni
las piezas del proceso Entregada sin de•,


TOMO XIV. 5




66




fensa á un trrac,istrado mérito-eonsis-b • I - •
tia en hacer confesiy, no se, le :c9nfronta-
ban con los testigos, Cuya declaracion se
reeibia. tamhien . secretamente , sino cuan-
do es,tos nn: podian. ya retractarse sin in-
currir en la pena del . falso testimonio. Con-
de r; a.do en•el tribunal inferior por las con-
clusiones de. ,•n relator, se le rernitia al
parlamento correspondiente que en algu-.
491 , cAAcks, distaba cien leguas del Lugar don-
de;se cometió. el delito, con la adicion de
la cámara • granule, si , ra noble. .411!i en vir-
txl de las inisnias piezas y de la relacion
de un consejero sufria su sentencia envuel-
ta",; esta' fórmula vaga:. caso que resulta
c el proceso. Los jueces. , si querian , podian
agravar la sentencia con el tormento ; por-
que :Aolo se habil .abolido el tormento pre-
paralório á la instpicci. on del . proceso. Bien
conocida es• la. atroz variedad de • los su-


Y..qué
plicios.


direMos de la intolerancia re-
ligioso que; yednei:a, una gran .parte de la
poblacion á un estado legal de. coneubir,
nage, bastardia y • desberedamiento anu-
lando los matrimonios entre católicos y
protestantes? dQuí, dirernos de la legislacion,
que Çstableeinnis eontrarimi.,todos,


67
los derechos de la naturaleza y de la moral,
y que un prelado ilustre llamaba la obra
digna de su rey nado , la lvgarantia mas se-
gara de su autoridad? Los obispos de Fran-
cia pidieron en 1751 y 1752 su ejecucion


por juicio militar sin jo' raza ó figura de pro-
ceso: tal ha sido la doctrina legal desde la
Orden del consejo del rey de x 684, que pro-
hibid á todo ciudadano tener en su casa á
un enfermo de la relt,․)ion protestante bajo


pretesto de caridad hasta la decision del con-
sejo en tiempo de Luis XVI, en que ape-
sar de las observaciones de Turgot y de Ma-
lesherbes, se decidió que el rey baria en
la solemnidad de su consagracion el jura-
mento de esterminar á los bereges. Es ver-
dad que el año anterior se habia adopta-
do la demanda de los religionarios, en quo
podian los derechos civiles; pero esta semi-
tolerancia era ya una innovación revolucio-
naria.


Habia en el antiguo régimen. diez-
mos eclesiásticos y sefioriáles , que recogien-
do, los últimos productos del trabajo, gra-
vitaban sobre la renta del 'propietario en
tina proporcion triple de la diMinticion.que
causaban en el producto en bruto : Labia de-
rechos feudales Onerosos y humillantes, ya




se cobrasen en la especie primitiva , ya en
un tributo equivalente que recordaba la
ignominia de su origen : habla molinos y
hornos, en que se obligaba á moler y co-
cer á todos los vecinos: }labia derechos de
caza que. entregaban la cosecha á la vora-
cidad de los animales, y los trabajos cam-
pestres á los caprichos y á las extorsiones
de los guardas : las penas llegaban hasta
galeras por toda la vida ; y la sentencia se
fulminaba en un juzgado nombrado por el
gefe de los guardas, sin mas documentos
que el proceso verbal del denunciador.
Habia mandamientos de prision en blanco,
que se daban á los ministros, á los coman-
dantes y á los intendentes : moratorias que
dispensaban á los cortesanos de la obliga-
cion de pagar sus deudas: evocacion de
pleytos, sustituciones y costumbres que
sacrificaban los hijos á un pariente cola-
teral, y las familias á un primogénito. Ha-
bla sueldos sin oficios , coadjutorías con
supervivencia, y en fin, todos los abusos,
trabas y. Opresiones que aunque ya supri-
midas por: la revolucion , viven en los li-
bros y en la memoria de los contempo-
ráneos.


Tal era el estado civil y político de la


69


Francia antes de la revolucion. Aqui na-
da hay exagerado : este cuadro está forma-
do por un hombre inteligente, y á la vista
de testigos tan instruidos corno él en los
hechos , y muy interesados en desmentir.-
le, cuando se apartase de la verdad.


Si comparamos la situacion de la Fran-
cia antes de 1789 con la de lEspafia ba-
jo el. régimen absoluto, notarémos mucha
.semejanza en cuanto á algunos abusos de
menos importancia ; pero con respecto á
los mas no: ab'es, hay dif( rencias esencialísi-
mas que el filósofo y el político deben obser-
var y valuar.


t.° Los abusos de la Francia procedian
en gran parte de la aristocracia: los de Es-
pafia del despotismo. En efecto, no se no-
taban en España tantos privilegios onero-
sos , tantos derechos ignominiosos para el
pueblo, un poder tan estenso en las clases
intermedias. No babia mas que una auto-
ridad, que era la del gobierno: ante ella
enmudecian desde el gañan hasta el pre-
sidente de Castilla. No asi en Francia: el
clero, la nobleza, los parlamentos eran
corporaciones poderosas que gozaban de
la influencia Moral causada por sus ri-
quezas y su orgullo , y que ademas tenian,


!«.




fo
el derecho legal de representacion.


2.° La monarquia francesa, aunque ab-
soluta , era sin embargo mas mitigada que
la española : la democracia ezdstia alai
las clases privilegiadas. Es verdad' quees.r
ta mitigacion era mas gravosa que saluda-
ble para el pueblo sometido al gobierno,
y sometido ademas á mil tiranias snbalT
ternas que le humillaban y oprimian. Las
clases privilegiadas sostenian á la verdad
sus intereses propios: jamas los de la na-
cion. El gobierno encontrabkmas resisten-
cias que en España para ser absoluto : (le-
bia respetar los privilegios, aunque le era
lícito vejar al pueblo. De aqui inicia, que
el gobierno francés debia ser mas opre-
sor para la masa general, en razon de los
sacrificios que tenia que hacer á los privi-
legiados , y de la fuerza que tenia_ que ad7
quirir para contenerlos. En España podia
ser el despotismo menos violento, porque
no hallaba obstáculos. Todo le favorecia:
las costumbres y las preocupaciones, 101
hombres y las cosas.


De aqui se infiere que el despotismo
francés, aunque mas mitigado, era por lo
mismo mas pernicioso para la nacion , que
el español. Asi no velamos entre nosotros


tantas costumbres bárbaras, reliquias dél
antiguo sistema feudal, tintas opresiones
parciales , tanto orgullo dt inia . parte y tan-
ta ignorninía da otra, ecinie, s'e observaba en
Francia.'T'odos•sabéri Tte . los Ministros es-
pañoles desde FelipOV han.ido casi tódos
tomados de la clase" media: nada prtieba
mejor que esto la pácá influencia 'qtté llut ke-
nido el privilegio en él gOblei;tin.déEspaña.


•Siendo esto asi , se noS•preguntará-,.¿ có-
mo es que la: Francia con Oól- g isteroa pá-
htico que nosotros , rizo eivel siglo pasado
tantos y tan admirables progresos en eienj:
ciar , artes , industria y civilizacion , y
sotros nos quedamos tan atraS:idos, siendo
asi que el ingenio esp;:iloi no cede al fraiii.
ces ni en: actividad ni en sutileza ; y aun
pudiera decirse sin temor de ofender á . lá
bacion francesa , ni de adular á la nuestra',
que la eseedetnes en juicio y sensatez?


La respuesta á esta pregunta y la es-
plieacion -de este fenómeno' consiste en . la
naturaleza de uno y (Aró despotismo'. El
de Francia- atacó al bolsillo, el de España á
la cabeza. Nuestro golpe fue- mortal : los de
los franCeSts"; aunque peligrosos, no ftieron
ineurables


1:Desde Enrique IV hastaiá revolucio.n


/




7 2
no han pensado en otra cosa los gobernan-
tes y los aristocratas, que en aumentar su
poder y sus riquezas; ya el .gobierno á cos-
ta de la aristocracia, ya esta y el gobierno
á. costa del pueblo : la Francia tuvo que tra-
t'ajar doble para mantenerse y satisfacer á
tantos vampiros ; pero al menos le era lí-
.cito trabajar; y aun quizá su infortunio
inismo contribuyó á aumentar su industria.


El despotismo español tomó otra direc-
cion. Las riquezas . de América nuevamen-
te descubierta , le dispensaba por el pron-
to de ocuparse en vejar al pueblo con opre-
siones pecuniarias : asi se empleó , no en
empobrecer á la nacion , sino en embrute-
cerla, é inventó la inquisicion.


Esta sola institucion esplica la diferen-
cia que ha existido entre España y el resto
de Europa en cuanto á los progresos de
la industria. y (le la civilizacion. Los fran-
ceses, aunque oprimidos, aunque vejados,
eran todavia .hozulares, porque les era líci-
to pensar : los españoles aunque menos
oprimidospoliticamente, no podian dar nin-
gun paso hacia la perfeccion ; porque la
inteligencia, este glande y poderoso agen-
te del hombre , se habia roto entre las
manos del despotismo inquisitorial.


qué se puede esperar de un hombre ó (le
una nacion que carece de inteligencia ? El
genio español se aplicó entonces á las ni-
Urjas de toda especie: en ellas sobresalió:
en ellas corrompió.sn gusto : pero ¡ desgra-
ciado del que se emplease en estudiar el
mundo físico ó el moral! Ahora bit ti, sin
conocimientos en las ciencias naturales ni
en las ideológicas, ¿ qué progresos pueden
hacerse ni en las artes necesarias de co-
modidad ó de 'placer, ni en la industria
y comercio, ni en la perfeccion moral y
política de las sociedades?


De lo dicho hasta aqui se infiere que
si la revolucion francesa debió seguir en
su marcha una direccion contraria á las.
fuerzas del privilegio, nosotros debemos
atacar en la nuestra á la ignorancia. La
de Francia . fue el triunfo de los derechos
nacionales sobre los abusos privilegiados:
la nuestra debe ser el triunfo de las luces
del siglo sobre las tinieblas aclimatadas
entre nosotros por tres siglos de inquui-
cion. La lucha se emprendió en Francia
de fuerza 'á fuerza, de interes á enteres,
del poder nacional contra el poder del. pri-
vilegio: no es de estraiíar que. se exalta-
sen las pasiones, que se ensangrentase la
escena, que se proclamase la guerra civil
y la europea, en fin , que se desacredita-
se la revolucion , por los escesos que la
obligaron á cometer, de una parte sus con-
trarios, de otra sus falsos y ambiciosos ami-


k




74
gos. EnEspaa la lucha debe ser de la
zon cont:a la ignorancia, de la lógica con-
tra el sofisma , de las luces contra las
preocupaciones. En: España en fin no hay
mas que un privilegio que quiera sone,
nerse: el privilegio de decir disparates. Pe,
ro este do puede existir sin la inquisidor),
y sus fuerzas físicas son tan débiles, como
lo ha probado el• éxito dé Merino,
duendo y sus secuaces.
• Tenemos muchas ventajas sobre la Fran-
cia para terminar felizmente nuestra revo-
lucion. Desde 1 7 89 hasta nuestros dias
se ha instruido mucho la Europa, 'y es im •
posible que una guerra á favor del despo-
tismo sea ya una guerra europea , como la
que se declaró á Francia*. .2.a Los esco-
llos en que naufragó la revolucion fran-
cesa, estan , ya bien mareados en el mapa
político: son; bien conocidos de los espa-
ñoles , y no faltan cosmógrafos que los in-
diquen : malo será si vamos á estrellarnos
contra ellos: 3.° Los españoles no se aban,
donan á una idea ó á un sentimiento es-
elusivo como los franceses: son lentos en
determinarse , aunque. obstinados en su de-
terminacion..E1 refran de un loco hace cien.
to no tiene en España una aplic.acion muy
estensa.


Nosotros pronosticamos un feliz éxito
á la revolucion de España, si sabemos
brarnos de la inquisicion; porqUe




aunque
está ya sepultada, pugna por resucitar bajó


75
otras formas : bajo las formas qué inventó
llobespierre.


Sobre los tres proyectos de ley remitidos
per el gobierno á las Cortes,y leidos en la
seszon del 21 de enero último.


Pareceria estraño que cuando todos los
periódicos han manifestado su parecer so-
bre las leyes propuestas ultima mente ,por
el gobierno al poder legislativo para la re-
forma del derecho de peticion , del uso
de la libertad de imprenta , y de las reu-
niones ó sociedades vulgarmente llamadas
patrióticas , zahiriendo con mas cí menos
amargura la intencion con que han sido
dictadas .; pareceria, decimos, estrado que
el Censor no manifestase tanibien su dic-
tamen acerca de tan importantes cuestio-
nes. Mas para no repetir lo mismo que ya
en otras mil ocasiones hemos manifestado, .
diremos ligeramente nuestro modo de nen-,
sar sobre cada una de ellas, sin detener- ,
»os en teorias y general idades , olvidadas ya
de todos los lectores de puro repetidas y
manoseadas.


Nosotros creemos que el derecho de
peticion tYs inherente al .


hombre, sea ó
no sea ciudadano; ó por mejor decir, ni:
es derecho ni se acuerda de serlo, sino
que es y debe llamarse la es.1040.




ral de la necesidad en que cada uno está
ó se imagina estar. No hay ser ninguno,
por humilde ó despreciable que sea , que,
no pueda acudir siempre que guste á los
magistrados , á los ministros , al Rey y al
congreso , pidiendo todo lo que crea ne-
cesitar , con tal que lo que pidiere esté
dentro de las atribuciones de la autoridad
á que se dirige , y observando la forma
y las condiciones prevenidas para pedir.
Pero ni la Constitucion ní todas las cons-
tituciones del mundo autorizan ni pueden
autorizar á nadie. para que pida amena-
zando , ni para que amenace pidiendo..


Ahora bien, ¿ qué es lo que quiere de-
cir una solicitud firmada por dos ó tres
mil ciudadanos, ó no ciudadanos , que no
lo digan mejor dos ó tres mil solicitudes
con su correspondiente firma cada una ? Ha-
gase de este último modo, y no habrá ley
alguna que pueda impedirlo ni coartarlo;
pero ¿ cómo ha de aparecer espontáneo ni
libre del vicio de sugestion nn escrito con-
cebido y redactado por una ó por dos per-
sonas, y firmado luego por centenares ó
miles de 'individuos ? Tan lejos está este
medio de espresar una mayoria de opinion
y de fuerza, que antes por el contrario las
debilita dandoles un ayre de conspiracion
y de' amenaza. ¿Pues qué será si á esto se
añade la certeza moral y á las veCes fí-
sica de que para reunir las firmas se ha
usado de los medios correspondientes para


77
invalidarlas, como son el engailo, la co-
lusion , la mentira ó tal vez la violencia?
¿ Qué si se considera que la mayor parte
de los nombres estampados al pie del es-
crito no pertenecen á ó han sido su-
plantados por quien tenia interes en abul-
tar una opinion ficticia ? Pues todas ó casi
todas las representaciones que han dado
lugar al nuevo proyecto de ley, adolecen
de estos y de otros vicios todavia mas ca-
pitales. ¿Quién hay que ignore cómo se
han formado las de Cadiz , Sevilla , Mur-
cia , Valencia y de otros pueblos"' á donde
se comunicó por circular secreta la or-
den de repetir esta ridícula farsa? Seme-
jante modo .


de pedir indica la necesidad
indispensable de negar.


No hablemos ahora de las representa-
ciones que han dirigido tambien los cuer-
pos militares; porque quien no reconozca
que la fuerza armada jamas pide sin ame-
naza r directa ó indirectamente, mucho menos
se hallará en estado de admitir y pesar las ra-
zones que impiden á los que siguen aque-
lla noble carrera ejercer varios derechos
inherentes á la ciudadania. Este abuso que
por desgracia ha empezado á hacerse frecu en-
te, no solo acabaria del todo con la discipli-
na militar, sino tambien con el gobierno re-
presentativo. ¡Quiera Dios que no sumi-
nistremos otra prueba mas á aquellos es-
critores que dicen que los ejércitos per-
manentes son incompatibles con este gene-




ro de gobierno! Las representaciones de
la tropa siempre vienen firmadas con la
punta de las bayonetas.


Eu 'cuanto al uso de la libertad de la
imprenta hemos Manifestado ya tantas
veces nuestros principios , que aun cuan-
(16 fueramos capaces de variarlos, no po-
driamos hacerlo sin caer en una grosera
contradiccion. Cuando se presentó á las
Cortes el proyecto de' la ley que actual-
mente rige, nos 'pareció indispensable ha-
cer ver que podria ser inutil y perjudicial;
porque para nosotros era claro que siguien-do el método propuesto por la comision,
lejos (le asegurarse la libertad del pensa-
miento , vendria á parar en una esclavi-
tud por otro estilo tan dura corno la que
Sé habia sufrido antes. Y aunque á la
verdad nunca pudimos sospechar que en
im pais como la España, es decir , en el
pueblo que se precia y debe preciarse
dé ser el mas noble y generoso de Europa,
se' abusase hasta tal grado de la libertad
de imprimir , cual hemos visto despues,
siempre .teirdatuos, y la esperiencia con-
firma la justicia de nuestro temor , que
la libertad y aun la licencia vendrian á
ser el Patrimonio de un partido, mientras
que el resto de los ciudadanos estaria en
una esclavitud tan penosa como la anterior.


• Dijimos piles francamente nuestro pa-
recer, reducido á que ó la libertad de im-
prenta fuese absoluta , cual la proclama


el articulo '117x de la Constitucion; ó que
en caso de que se coartarse por medio
de leyes, nunca estuviese la aplicación de,
estas á la chserecion de los jueces de hecho,..
sino mas bien á las ant ; guas juntas de cen-.
sura, que tarde ó temprano será preciso
restablecer. No se infiera (le aqui que no-
sotros desconocemos la utilidad del esta-,
blecimiento de los juicios por jurados sa-
bemos muy bien que esta institucton es
uno de los mas firmes apoyos de, la liber-
tad; pero no se confundan unas cosas. con.
otras , queriendo no estraviarnos en el ca-
mino que ya tienen abierto las luces y


esperiencia, El pronunciamiento del ju-
rado debe recaer siempre sobre cuestio-
nes puras de hecho; y la -ealitieacion de
un escrito ni •cs cuestion de hecho, ni
acuerda de serio., ,sitio de derecho y muy
delicada, como dijimos en::el número x x da
este. periódico. De esta tan grave equivo-
eacion en los términos han procedido to-
dos los errores que ya se palpan , y se se-
guirán otros muchos si no se opone el re-
medio necesario , bien sea por loa medios.
propuestos por el gobierno y la consulta del,
consejo de .


estado , ó bien por otros que•
DO: pueden ocultarse á la sabiduria del
congreso.


En una palabra, nosotros creemos.que
no debe haber ley ninguna , ni , preven-.
tiva. ni represiva , en materia de .impren-
tas, salvo el derecho de ejercer ante los




tribunales la accion de injurias como se
hace con las que se irrogan de viva voz;
ó que en caso de adoptarse alguna ley de
represion , conozcan de ella hombres letra-
dos, es decir, literatos instruidos y cuya,
profesion sea el estudio; porque no bas-
ta, como hemos dicho, tener una razon des-
pejada y buena conciencia para calificar
los escritos que se publican cada -dia. Si
Se tratase de fallar-acerca de si tal ó cual
escrito ya calificado debia atribuirse á esta


la otra persona indiciada de ser autor de
él, la cuestion seria de Ocho, y podria re•
solverse con acierto por los jurados ; pero
designar la clase • y el grado de malicia que
puede tener en sí un escrito que se les lee
allt mismo y sin otra regla que la impre-
sion momentánea que haga en sus entendi-
mientos, es una cuestion no solo de derecho,
sino' cambien mucho mas dificil que la ma-
yor parte de las que se suelen presentar en
los tribunales.
• En cuanto á las sociedades llamadas pa-
trióticas, nada tenemos que añadir á lo que
ya hemos inculcado en otros muchos núme-
ros, sino Tic deben prohibirse todas, asi
las públicas como las secretas , sin apoyarse
en otra razon que la de ser inconstituciona-
les y peligrosas para la tranquilidad pública;
tanto que 'mientras subsista una siquiera, no
hay que esperar que se consolide en España
el gobierno representativo, ni otro ninguno.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POL IITICO Y LITERARIO,


N.° $o.
SABADO 9 DE FEBRERO DE 1822.


Concluyen los reparos al opúsculo intanla-
do: Observaciones sobre el sistema res--
trictivo y prohibitorio de comercio, cu-
ya tmdticcion se insertó en los números
74, 7:5 y 76 de este periódico.


Expuestos ya y pomposamente ampli-
ficados los males que á juicio del autor pro-
duce el sistema prohibitivo , pasa á exa-
minar si puede producir algunos bienes;
y se' esplica asi.


“Cuanto mayor y mas manifiesta .sea
la suma de males producida á todos los
Otros, tanto menor será el beneficio de
aquellos á quienes se ha querido favorecer.


TOMO XIV.
6




82
Cuanto mayor sea aquella suma , tanto
mas manifiesta será ; y cuanto mas mani-
fiesta sea, tanto. mas probable será la abo-
licion de los decretos que han producido
los males. Ahora bien : si estos decretos
Son abolidos, cesa la ganancia de los que
cuentan con su proteccion. Por consiguien-
te estos, si son prudentes, se abstendrán
aun durante la prohibicion de hacer gran-
des gastos para sacar utilidad (le ella, y
de aceptar un beneficio cuya con\tinuacion
pende solamente de la continuacion de un
erro•,' 1.° El sistema prohibitivo no pro-
duce .viales ningunos, sino bienes incalcu-
lables. Queda probado y se demostrará has--
ta la evidencia. 2. `" El sistema prohibitivo
no favorece á unos en perjuicio de otros:
favorece á todos : y aunque dirigido direc-
tamente á fomentar la industria, fomenta
tambien indirceta . pero necesariamente la
agricultura y el-comercio ; es decir , la so-
ciedad entera; porqué no hay un solo in-
dividuo suyo qií no sea ó propietario ter-
ritorial, ó traficante, ó manufacturero , 6
no .dependa para subsistir (k estas u-es cia-
ses, ya como• operario, ya . Corno emplea-
do cuyo sueldo 'ellas costean ., ya como
sirviente, y hasta como mendigo necesita-.


83
do. Por consiguiente todos hasta el últi=
mo pordiosero tienen interes en que la
agricultura, el comercio y la industria flo-
rezcan en su pais, y en que los individuos
que pertenecen á estas clases sean ricos y
muy ricos; porque aun cuando él no sea
de su número , participa de la riqueza de
los que le componen. Si es empleado esta-
rá pagado con puntualidad; si es sirviente
tendrá mejor salario; si es simple .jornale-
ro de cualquiera clase tendrá siempre dones
de trabajar; y si pide limosna encontrará
quien . se.la dé. De suerte que rl argumen-
lo ,propuesto se puede volver contra su au-
tor empleando sus mismos terrninos, solo
con substituir á las palabras Males, menor
y mas, sus contrarias 'bienes; mayor y
Menos, diciendo: «cuanto mayor y mas ma-
riifiesta sea la suma de los batines produci-,
da, tanto mayor será el beneficio que á to-
dos resulte: cuanto mayor sea aquella su-
ma, tanto mas manifiesta será ;. y cuanto
mas manifiesta sea , tanto menos-probable


- será la abolieion (le los decretos que han
producido los bienes.» La consecuencia que
resulta del argumento asi 'propuesto, ya se
deja entender cual será: la de que conti-
nuarán los decretos, continuarán las ganan-




84
ciar, y todo hombre que sea prudente se-
apresurará á hacer grandes gastos para sa-
car utilidad de una prohibicion que deberá
continu ar mientras la verdad ya Conocida
conserve su imperio entre los hombres.


« Sin. embargo (sigue hablando Bentham)
las grandes esperanzas que se han escitado,
prometien dó favorecer á los productores
nacionales en contraposicion á los estran-
geros, no falta? án muchos que empleen sus
caudales en realizarlas ; y por consiguiente
la concui renela de competidores disminuirá
sucesi3anzente la utilidad pretendida.» Con-
fesion de parte releva de prueba. ¡ Cuán
irresistib l e es el imperio de la verdad! El
mismo que la impugna viene á confesarla
por fin. ¿Conque, vistas las grandes es-
peranza s que da el sistema prohibitivo, no
faltará n muchos que empleen sus caudales
en realizarlas? ¿ Conque de consiguiente,
y por absoluta necesidad, la concurrencia
de competidores disminuirá sucesivamente
la utilidad individual y respectiva de cada
uno de los nuevos productores; es decir,
que tendrán que vender mas y mas bara-
tos sus artefactos, cuanto mayor sea el
número de los que los fabriquen y•mayor
la cantidad fabricada ? ¿ Conque los con-


.


85
sumidores los comprarán mas y mas bara-
tos?' ¿ Conque al fin los pagarán á precio
igual y aun inferior que el qu'e pagarian
por los estrangeros? ¿ Conque no se les
impondrá una contribucion ? ¿ Conque no
sufrirán ningun gravamen ? ¿Conque... con-
que.... conque el grande argumento vino
á tierra ? He aqui en lo que paran los so-
fismas: ellos se refutan y destruyen á sí
mismos. Continuemos copiando y rebatien-
do á nuestro autor.


«El sistema prohibitorio, dice, se fun-
da en una ilusion ante el tribunal-.de la
opinion pública , y la misma ilusion la si-
gue en todas sus aplicaciones y consecuen-
cias. Esta ilusion consiste en suponer que
en la cuestion presente la lucha es entre
los intereses nacionales y los estrangeros,
que la prohibicion hace recaer solamente
sobre los estrangeros todos los males que
produce , y que todos sus beneficios son •
exclusivamente pare la nacion.... Pero ya
se ha revelado la verdad: su aplicacion es.
universal , y no admite tergiversacion. Se
ha demostrado que en el caso de España
la utilidad es pequeña, casi: nada, y los
Males muy graves, y mas graves para los
españoles que para los que ellos llaman




86
cstrangeros.» No se ha demostrado tal co-
sa ; lo contrario sí que es no solo • demos-
trable por razones y cálculos, sino casi
materialmente palpable; á saber, que la
utilidad de las prohibiciones es inmensa,
no solo para España , sino para cualquiera
nacion que las adopte; que los males
que se suponen resultarán, son nulos, qui-
méricos é imaginarios. En cuanto al único
inconveniente real que es el del contraban-
do, ya dejamos dicho que puede dis ► i-
nuirse indetinidament6 hasta hacerle casi
nulo, y que no es privativo de las prohi-
biciones , sino inherente á las aduanas y al
establecimiento de derechos de entrada y sa-
lida; derechos que todos cuando combaten
la prohibicion absoluta, reconocen y dan


o por supuestos. Por consiguiente sus argu-
nu nada prueban en esta parte. «Señor,
que habrá contrabandistas.» Tambien los ha-
brá aunque no se prohiba la introduccion
.de ningun género, si á todos se les impo-
nen derechos de entrada y salida, cosa
que ustedes reconocen por justa , conve-
niente y util.


«Señor, que serán necesarios guardas
que persigan á. los contrabandistas, que
algunos de estos morirán en las refriegas


87
y otros irán á presidió, que sus familias
quedarán abandonadas, que .tambien ino
rirán algunos guardas , que habrá causas,
que se cantará la -cancion del contraban-
dista , que este será un hombre precioso
para los revendedores y compradores del
género prohibido etc. etc.» Lo mismo se
verifica, con solo que haya derechos de
entrada. Por moderados que sean, siempre
habrá hombres que se aventuren á no pa-
garlos. No habrá sin duda tantos cuando
los derechos son pequeños como cuando
son crecidos; pero al cabo siempre habrá
algunos, y será necesario vigilarlos, perse-
guirlos y castigarlos. De suerte que esta
cuestion no Os sobre el mal en sí• mismo,
sino sobre el. mas y el menos. A no su-
primirse todo derecho de entrada y salida,
y de consiguiente las aduanas, resguardos
y puertas, siempre habrá defraudadores.
T.engase presente lo que sucede en los de-
,rechos sobre consumos. Se establece uno
Muy moderado sobe cada arroba de vino;
y sin embargo nunca faltan matuteros que
se exponen á introducir fraudulentamente
hasta una miserable bota, cuyos derechos


--no ascenderian á cuatro ó seis cuartos, por-
que al fin estos se ahorra. Qué será pues




SS
en las fronteras con los efectos de fuera,
cuyos derechos, por moderados que se su-
pongan, siempre son bastantes para tentar
la codicia, sobre todo si es facil de pasar
por alto el objeto que los adeuda? Reduz-
case cuanto se quiera el derecho sobre
blondas, encajes, joyas y otras cosas de
poco bulto , siempre habrá quien las entre
á escondidas, porque sin mucho riesgo ase-
gura una ganancia considerable. Mas vale
pues prohibirlas, puesto que el mismo cui-
darlo cuesta impedir que se introduzcan
sin pagar derechos, que el que absoluta-
mente no entren , y tan dificil es lograr lo
uno como lo otro.


«Cuando para promover las fábricas
nacionales, continua Bentham , se prohi-
ben los productos estrangeros ; 6 el ramo
de industria de que se trata es nuevo en
el pais, ó se halla establecido mucho tiem-
po ha. En el primer caso la prohibicion es
eminentemente impolítica : es como si se
impusiese una contribucion, y todo su pro-
ducto se tirase al mar. El interes perso-
nal abandonado á sí mismo da siempre á
los capitales y al trabajo el empleo mas
provechoso. Si el nuevo ramo de industria


• es el mas lucrativo , no necesita de protec,


89
dones legislativas y artificiales ; y si no es
el mas lucrativo, el efecto de la prohibi-
cion , si tiene alguno, es dirigírl


el trabajo
y los capitales á objetos menos útiles, aban-
donando los mas útiles. = El caso en que
la intervenciou es menos imprudente v mas
escusable y plausible es el de un ramo an-
tiguo de industria , porque el objeto no
es promoverle facticiamente , sino impedir
su declinacion y la ruina de los que lo
cultivan. Pero aun en este caso se aplican
irresistiblemente las objeciones anteriores:
si el establecimiento prospera, las medi-
das legislativas son inútiles; si decae son
dañosas, porque dan mala direecion al tra-
bajo y al capital."


En todo este raciocinio hay varias equi-
vocaciones que es necesario rectificar. 1.°
Cuando en una nacion se adopta un siste-
ma prohibitivo bien combinado, se trata de
fomentar no un ramo particular de indus-
tria nuevo ó viejo ,Ono todos en general,
ora existan, ora no existan, ora prosperen,
ora vayan en decadencia. Si no han nacido,
para que nazcan ; si han nacido, para que
prosperen ; si pro4;eran, para que no decay-
gan. Por consiguiente el dilema nada prue-
ba, porque hay medio entre los dos es-




go
tremos. 9.° Suponiendo que con la prohi-
bicion de un género se imponga una con-
tribucíon á los consumidores, es falso que-
esta se tire al mar. Siempre redu n dará direc-
tamente en beneficio de los productores na-
cionales, é indirectamente en utilidad co-
mun : queda ya demostrado. 3.° El interes
personal da siempre á los capitales el em-
pleo mas provechoso; pero es necesario
quitarle los estorbos que ,le im pilen obrar, y


' el mayor que la industria tiene es la con-
currencia estrangera. 4.° La proteccion que
los gobiernos dan á la industria con las pro-
hibiciones no es facticia ni artificial; es muy
real, está fundada en la naturaleza' de las
cosas, y no solo estar obligados á darsela,
sino que ellos solos son los que Pueden
dispensarla. Esta proteccion no es directa ni
reglamentaria : el gobierno no le dice á na-
die : »emplee usted su capital en la fabri-
cacion de tal ó cual objeto • : lo que hace
es desembarazarle el camino , y dejar libre
su accion. En suma lo que en este caso ha-
cen los gobiernos, es lo que tanto pre-
dican los economistas, y antes que ellos
la razon universal; es quitar trabas. Ve .un
gobierno y lo ve con evidencia: ¿qué digo
lo ve ? lo palpa materialmente cada dia,


á cada instante, que mientras los estran-
geros traygan á los mercados •uicio/nes to-
dos los productos dé la•industria mejores
y mas baratos que los que se hacen en
el pais , no habrá en este ni fábricas , ni
oficios , y dice :.«no se admitan de aqui
adelante ninguno de los .géneros que ya se
fabrican entre nosotros , ó pueden comoda-
men te fabricarse.» Pregunto: ¿hace otra cosa
mas que quitar á la industria nacional la
inmensa, la invencible traba que antes te-
nia en la concurrencia estrangera? ¿Y no
será justo, util, necesario quitar trabas, re
mover obstáculos y dejar espedita la accion
de ese mismo interes personal que tan
malamente se invoca en este argumento?
En semejante caso hacen los gobiernos lo
mismo exactamente que cuando construyen
caminos , abren canales, estet minan ladro-
nes , persiguen piratas. ¿ Por qué decae
la agricultura de tal ó cual provincia, su-
poniendo que sea fertil su territorio y no\falten ni brazos ni capitales? Porque no
teniendo canales ni caminos, no puede
dar salida al sobrante de sus frutos, y
pudriendose las rm-ieses en los campos .y
Fas uvas en las cepas, ó teniendo que dar
casi de valde los granos y los vinos , no




92
compensa su producto los gastos de cul-
tivo y recoleccion. Lo ve el gobierno , y
abre un canal ó construye los caminos ne-
cesarios para facilitar la comunicacion con
los puertos ó con otras provincias que ne-
cesitando de aquellos frutos los compra-
rán y harán subir de precio. ¿Hace mal
este gobierno ? ¿ Hace otra cosa que quitar
al interes personal el obstáculo que le im-
pecha obrar? Haya caminos, pero esten in-
festados de ladrones, el tráfico se disminui-
rá y el efecto será casi el mismo que si no
hubiese carreteras abiertas. ¿Qué hará? ¿qué
deberá hacer el gobierno ? Emplear la
fuerza panca en perseguir á los salteado-
res hasta esterminarlos. Lo mismo digo
de los piratas que respecto del mar son lo
que. los ladrones en tierra. Y bien ¿ qué ha-
ce el gobierno cuando asi limpia los ca-
minos y los mares y facilita las comunica-
dones? ¿Mace otra cosa que remover obs-
táculos, quitar trabas? Pues lo que son los
montes y malezas, los ríos y los torren-
tes y los salteadores de caminos para im-
pedir la produccion de los frutos estorban-
do su venta, eso son exactamente las ma-
nufacturas estrangeras para estorbar la pro-
duccion de las nacionales dificultando su


93.
venta. Cada pieza de paño estrangero que
puesto en España sale mas barato y es de
mejor calidad que el nacional, es un mon-
te artificial levantado en el pais de la in-
dustria que quitando la venta á otra pie-
za de igual denominacion impide que se
produzca; asi como el monte natural res-
pecto de la agricultura por cada fanega
de trigo cuya venta impide, estorba la pro-
duccion de otra igual medida. = Esta es
una demostracion matemática.


Enumerados y ponderados asi los ma-
les , y apocados ó reducidos á nada los bie-
nes que resultan de las prohibiciones, pasa
el autor á indicar las causas del sistema
prohibitorio y las reduce á los cuatro ca-
pítulos siguientes: t.° los esfuerzos combi-
nados y pciblicos : 2.° la influencia secre-
ta por medio de la corrupcion : 3.° la fal-
ta de influencia contraria: 4. 0


los errores
legislativos : capítulos principales que sub-
divide en otros varios mas subalternos y
particularizados ; pero cuyo examen es ab-
solutamente inutil: t.° porque como él mis-
mo confiesa , sus reflexiones se aplican
igualmente á todo– los ramos de la admi-
iiistracion ; y en efecto no hay ley alguna
en cuya formacion no puedan intervenir los




94
esfuerzos combinados y públicos de los
interesados alguna influencia secreta, la
falta de influencia contraria y algun er-
ror legislativo : asi estas causas no son
peculiares de las leyes prohibitivas : y 2..4
sobre todo , porque en la cuestion del
sistema prohibitorio lo que hay que exw,
reinar y decidir es si este es bueno , útil,
ventajoso, necesario ; si aun siéndolo bajo
cierto aspecto , puede tener por otro lado
tales inconvenientes que sed preciso aban-
donarle; si las naciones que le han adop-
tado han prosperado en efecto y se han
enriquecido por su medio, ó si al contra-
rio se han empobrecido y arruinado: y re-
sueltas ya estas cuestiones en pro ó en con-
tra , es muy indiferente que sea el interes
Privado y la influencia secreta los que le ha-
cen adoptar. Si el sistema es bueno , el in-


, teres habrá visto bien las cosas y la in-
fluencia ,secreta se habrá ejercido en un
sentido benéfico; y si es malo no le ha
ria bueno la razon de que su protec-
tor 'labia sido un interes general • mal en-•
tendido y la influencia pública de un go-
bierno ó de «una generacion entera preo-
cupada é ilusa. Asi concediendo á Bentham
las generalidades que Contiene su tercer


artículo aplicables á todos los ramos
9)


de
la legislacion , reduzeimos nosotros la
cuestion á sus términos precisos, y resol-
vamosla por los eternos principios de la
razon, reconocidos hoy ya como otros tan-
tos axiomas de economia pública. Es tan
sencilla , que con solo proponerla quedará
resuelta y. para siempre á juicio de todo
hombre imparcial é inteligente.


Preguntar si una nacion debe permi-
tir que se estraygan libremente de su seno
las materias primeras que pueden elaborar
sus habitantes ; para que las elaboren los
de otra , es lo mismo que preguntar si en
lugar de dar trabajo á sus obreros deberá
darsele á los estraños. Preguntar si d e
admitir libremente los artefactos estr. nge-
ros que pudieran hacerse en su .seno con
materias indígenas ó adquiridas, es lo mis-
mo que preguntar si pudiendo mantener
por este medio una parte de sus habitan-
tes, aumentar su riqueza y su poblacion,
será mejor y mas util para ella alimentar
una parte de los individuos de otras na-
ciones , aumentar su riqueza respectiva y
acrecentar el número de sus pobladores.
Propuesta asi la cuestion„; habrá un solo
hombre racional que sostenga.de buena fe
que las naciones deben proporcionar tra-




1


96
bajo á los habitantes de otro pais antes
que á los suyos, y que les será mas ven-
tajoso asegurar la subsistencia á una par-
te de la poblacion agena que á igual
porcion de la suya ? Me parece que na-
die , á no estar demente , sostendrá se-
mejante absurdo. Pues lié aqui á lo que se
reduce esta tan debatida cuestion. Con-
traygamos el caso á nuestra Espaiía. Es-
ta tiene lanas que tejidas y manufac-
turadas de cien maneras pueden suminis-
trar una parte del vestido á sus habitan-
tes: se pregunta , ¿será mejor que se tejan
y manufacturen en el pais por sus pro-
pios habitantes , ó que se envien fuera á
que las carden, tejan , tiñan y manipulen
los ingleses:7 franceses, y pagarles á estos
los jornales y costo del cardado, tejido, tin-
te y (lemas operaciones ? La España no tie-
ne todos los algodones que puede nece-
sitar para aquellos vestidos que se hacen
con esta materia : y se pregunta, ¿cuál será
mejor ? que los compre en rama y luego
se preparen y manipulen aqui, ahorrando-
/10s todo el mayor precio que tiene el al-
godon reducido á tela sobre el que no lo
está, ó que le compremos manufacturado
ya y recargado con todo el coste de su fa,
bricacion ? ¿Hay quien dude en la respues_


97
ta que se debe dar en ambos casos ? Pues
á estos se reducen todos. O tenemos la ma-
teria primera del artefacto , y en este ca-
so claro es que vale mas hacerle nosotros
que darsele á hacer al vecino ; ó no la te-
nernos, y en este tambien es evidente que
nos tiene mas cuenta comprarla barata que
cara, y ganar nosotros los jornales que darse-
les á ganar á otro. Vuelvo á repetir que ó esta
es una demostracion, ó no las hay en el m un-
do.== Pongamos un ejemplo hipotético que
la haga perceptible á todo el mundo aun á
los nidos que solo sepan las cuatro reglas.
Supongamos que habiendo en España diez
millones de habitantes , se necesitan anual-
mente para su vestido en el solo art a


-lo de palios cinco millones de varas', de
los cuales los tres, los dos ó el uno , lo
que se quiera , nos vienen de fuera de rey-
no. Supongamos que la lana necesaria para
fabricar cada vara de palio vide una 'con
otra 4 reales, y que los


- jornales inver-
tidos en todas sus manipulaciones son
cuatro y salen á 4 reales cada uno. Es
evidente que aun comprando la lana pa-
ra hacer nosotros el millon de varas do
pallo que recibimos ya hecho, no


.
nos cos-


taría mas que cuatro millones de reales,
romo XIV. 7




98
si la tomabamos en rama ; pero que vi-
niendo manufacturada ya , cuesta cada vara
20 reales ; 4 de la materia y 16 de su
elaboracion; y por consiguiente que de to-
mar esta en rama á tomarla elaborada hay
una diferencia de 16 reales en vara, que mul-
tiplicada por un 'Dirima , da 16 millones de
esceso entre lo que nos costaría la lana
y lo que nos cuesta el paño. Esto es in-
negable , es demostracion aritmética. Aho-
ra bien, se pregunta : ¿ será ventajoso á una
nacion comprar por veinte lo que pudiera te-
ner por cuatro? llagase el mismo cálculo
en los lienzos, las telas de seda y algodon,
la quincalleria, las joyas y tanta otra mul-
titud de artefactos que recibimos de fuera y se
fabricarian en España si aquellos no entrasen;
y (ligase si es posible, cuántos millones alter-
rariamos en cada un año por medio del sis-
tema prohibitivo. La imaginacion se pierde.


Dejemos ya á un lado los argumentos
positivos, los raciocinios y los cálculos, y
consultemos á la esperiencia , acudamos á
los hechos; es decir, veamos si algun go-
bierno ha ensayado ya este sistema , y cual
ha sido el resultado ; si aquella nacion se
ha empobrecido y arruinado ; si su indus-
tria lea perecido ; si se ba dado en ella ma-


99
la direccion al interes privado ; si se han
empleado mal los capitales etc. -


etc. Por for-
tuna este ejemplo existe , le tenemos á la
vista, y no queremos aprender. La Ingla-
terra ha sido la primera nacion del mun-
do que ha adoptado el sistema prollibiti-1
yo, comprando en todas partes las mate-
rias primeras , prohibiendo la estraccion de
las que produce su suelo, fomentando la
esportacion de sus manufacturas y prohi-
biendo ó dificultando con crecidisimos de-
rechos que equivalen á una prohibicion,
la entrada' de las estrarwe as. Ya liemos vis-
to cuanto tiempo estuvo prohibida absolu-
tamente la de los paños ; y que si al fin
permitió la de los franceses fue con una re-
cíproca que debia ser y fue en efecto favo-
rable á la salida de los suyos. Ya bemol vis-.
to que la plata labrada no se admite: ya
dejamos dicho que la estraccion de lana es-
tá rigurosamente prohibida, y ya citamos en
el nárnero a4 de este periódico las varias
leyes dadas en Inglaterra sobre esta mate-


.


ria , y las precauciones tomadas para que no
sean eludidas ; y pudieramos añadir un lar-
go catálogo de todas las cine componen su
código prohibitivo; pero es inutil , porque
son conocidas de todo el mundo, y el he-




loo
cho que citamos es notorio de toda noto]
riedad. Preguntamos ahora : ¿la industria
gtesa ha prosperado ó decaido durante los
tres siglos en que las leyes prohibitivas han
estado y estan vigentes ? La riqueza de aque-
lla nacion ¿ha crecido ó ha menguado? Su.
poblacion ¿ se ha disminuido ó se ha aumen-
tado? La agricultura y el comercio ¿han flo-
recido en ella ó se han arruinado? Respon-
dan su inmenso poder, su incalculable ri-
queza, su marina igual ella sola á la de to-
das las naciones del globo, su inmenso co-
mercio, agricultura la mejor que se co-
noce, sus miles de miles de fábricas y ta-
lleres, su poblacion tan superior á lo que
pareen permitir la estension y poca ferti-
lidad de su suelo , sus muchas y ricas co-
lonias , sus grandes y opulentas ciudades,
sus caminos, sus puentes, sus canales, y to-
do', todo en esa nacion que de una isla de
pobres pescadores ha hecho en dos siglos la
primera potencia y el pais mas rico y mas
civilizado del universo. ¿ Y cómo en el es-
pacio de doscientos años, y aun menos, se
hubieran podido hacer tales milagros, ta-
les prodigios que parecen fabulosos , si á
ejemplo de la indolente y ciega España hu-
biera permitido que los estrangeros , sacan-


1ot
do de ella las primeras materias se las hu-,
biesen vuelto elaboradas con un recargo de
5oo por uno ; y la hubiesen llevado ya he-
cho cuanto hubiera necesitado para vestir-.
se, para amueblar sus habitaciones, y en su-
ma, para satisfacer todas las necesidades y ca-
prichos de sus habitantes? ¿Cómo se habrian
levantado y sostenido esos innumerables ta-
lleres, esas inmensas fábricas, con cuyos ar-
tefactos no solo paga !as producciones na-
turales que su ingrato clima no produce,
sino que provee á casi todos los mercados
del mundo ?


Pero ¿qué? dicen con mucha gracia los
apóstoles del sistema malamente llamado
liberal, y que en realidad es el - sistema de
la esclavitud, pues á las naciones que le
adoptan las hace esclavas y dependientes
de sus rivales , dicen , repito, que la Ingla-
terra lo ha errado, que ya va reconocien-
do su error; y que pronto revocará sus le-
yes prohibitivas. Cuando yo lo vea lo cree-
ré, No : mientras su parlamento no haya
perdido el juicio, que no tiene todavia tra-
za de perderle, no se revocarán leyes tan
sabias, á las cuales debe aquella nacion su
prosperidad, su poder, su gloria y su in-
fluencia en la política del orbe civilizado. y


1




102
en fin , si algun dia las revocare, entonces
tambien podran los otros gobiernos revo-
car las que han dado ó dieren á imitacion
de las inglesas. Entretanto permitascles em-
plearlas , aunque no sea mas que como re-
presalias. Graciosa cosa seria por cierto que
la Inglaterra no admita la vajilla de plata,
y que en los domas paises se reciba la su-
ya: que ella no dé á nadie sus lanas , y los
lemas la entreguen las suyas para que ella
las elabore: que ella no consuma género
ninguno que no sea nacional, y que las do-
mas no usen sino de los que, ella envie.
¿Puede darse desigualdad mas atroz y
monstruosa ?


No concluiré estos reparos sin advertir
Para evitar equivocaciones , que no es lo
mismo prohibir la introduccion de artefac-
tos estrangeros en un pais para que sean
.usados y consumidos en él en lugar de los
nacionales ,, que prohibir su comercio. Asi
en nuestro caso se debe prohibir traer á
España, internar y vender en ella para el
uso de' sus habitantes paños, lienzos y te-
las de algodon y seda , joyería, quincalla y
otros mil objetos; pero no se debe prohi-
bir que el comerciante espafiol que lleva á
Inglaterra un cargamento de vinos, pe


zo3
ejemplo, tome en cambio artefactos ingle-
ses para llevarlos á vender á otro mercado
estrangero,; v., g. en la América indepen-
diente; ya haga el viage en derechura desde
el puerto inglés en que los cargue, ya vuel(
va á España y los deposite para reestracr-
los cuando le acomode. En este último
caso debe pagar al depositarlos un derecho
considerable que le será devuelto, hecha
cierta deduccion moderada, cuando reem-
barque aquellos objetos. Tampoco debe
prohibirse que el comerciante estrangero
que viene á tomar en nuestros puertos pro.-
ducciones ú artefactos del pais, dé en cam-
bio los suyos , con talque el que se los te-.
me no los interne y venda aqui, sino que
los deposite y los estrayga á su tiempo pa-
ra los Mercados estrangeros. Y Ta ad-
vertencia responde completamente ella so-
la á una de las objeciones de Bentham que
ya dejamos rebatida con otras razones.
Cuando se habla de prohibir en una nacion
los artefactos de otra, se habla de prohibir
su consumo en la primera, no el tráfico
que con ellos puedan hacer los comercian-
tes de ambas con otra tercera que acaso los
necesita.




o4


Aroticia de tres obritas artísticas del acadé-
mico den Juan Agustin Ccan


Bernzudez.


Hallandose ya nombrados los individuos
que por ahora han de componer la aca:.-
demia nacional decretada por las Cortes en
el título 9 del reglamento de instruccion
pública, y estando designada en ella una
clase para la literatura y las artes, no cree-
mos del todo inutil recordar á nuestros lec-
tores tres obritas publicadas por el sabio
y laborioso académico don Juan Agustm
Cean Bermudez, consagradas esciusivamen-
te á la historia de las nobles artes en Es-
paña y con especialidad en Sevilla. No es
por cierto nuestro objeto tributar elogios
á este ilustre literato, sin embargo de que
nos seria muy dulce satisfacer á un mis-
mo tiempo' las obligaciones debidas al
mérito y hacer obsequios tan gratos á la
amistad. Hace ya muchos años que el señor
Cean Bermudez está ocupando el primer
lugar entre los aficionados filosóficos á las
nobles artes, y su voto en estas materias


1o5
ha pasado á ser una autoridad que respetan
y citan con satisfaccion hasta los mas céle-
bres profesores de dentro y fuera del rey-
no. Asi que no debiendo nuestros elogios
aumentar nada su bien adquirida gloria , ha-
blarémos unicamente de estas tres obritas
que son, digamoslo asi , los_ ocios de tan
infatigable académico.


Empezarémos por la Descripcion artís-
tica de la catedral de Sevilla, obra que
podremos llamar única en su especie, pues-
to que corresponde exactamente á su tí-
tulo; porque si bien se han dado á luz otros
escritos en diferentes épocas , cuyo objeto
era describir las bellezas que contiene den-
tro de sí aquel magnífico templo, de las
cuales hace mencion el autor en el prólo,
go, ó no fueron mas que descripciones par-
ciales, ó carecieron de la crítica tan nece-
saria como dificil de ejecutar en esta cla-
se de trabajo. Mucho se engañan los que
piensan que para describir un edificio no
se necesita mas que verle con gran-cuida-
do y usar de las voces técnicas que estan
recibidas en el arte ; porque es indispensa-
ble un largo estudio , mucha práctica, gran-
des conocimientos y sobre todo aquel tac-
to delicado y fino que se llama buen gus-




ioG
to, el cual no solo supone las nociones ad-
quiridas, sino tambien cierta disposicion
natural que no á todos es dada. ¿Qué se
necesitará piles para emprender y concluir
tan perfectamente corno lo ha hecho el se-
ñor Cean, la descripcion de un templo que
reune en su recinto muestras de todas las
variaciones de la arquitectura , que presen-
ta su historia desde los árabes hasta nues-
tros días, y que no se limita al edificio so-
lo, sino tambien á sus magníficos adornos,
pinturas, estatuas, medallas, vidrieras y ri-
cas alhajas trabajadas por los mejores pro-
fesores del reyno? ¿ Cuánta paciencia, cuán-
to tino y discernimiento le habrá sido ne-
cesario emplear para averiguar los verda-
deros autores de cada una de aquellas obras,
y para deshacer los muchos é inveterados
errores esparcidos en el vulgo y adoptados
basta por . algunas personas que se precian
de inteligentes?


Aun cuando no hubiese tenido el se-
ñor Cean otro mérito que el de haber fija-
do el orden con que debla hacerse tal des
zcripcion, esto solo indicaria ya un cono-
cimiento nada vulgar de la historia de lá
arquitectura ;.pueSto que le vemos adop-
tar las épocas mismas del arte á que per-.


107
tenecen las obras que iba•á Por
eso dividió la descripcion en seis partes, .
que son otros tantos géneros de arqui-
tectura empleados en aquel edificio , segun
las diferentes épocas. en que se bleier?
las obras, contando entre ellas algunas al-
hajas notables que por su bella forma
ejecucion interesan á las artes.


Principia por la arquitectura árabe á
la cual pertenece la torre en su primer
cuerpo, y algunos restos de la antigua
mezquita ó catedral vieja, en el patio lla-
mado de los naranjos por la parte de orien-
te y norte.


Sigue luego la arquitectura llamada
vulgarmente gótica ó germánica, de cu-
yo género–es todo el buque de la cate=
dral en su actual estado. Se mandó edi,.
ficar por acuerdo capitular en 14o1 , y
se estrenó en 1509; pero se ignora quien
fuese el arquitecto que la trazó por ha-
berse quemado los diseiios originales, con
otros de las iglesias principales del reyno
reunidos por Felipe II, en el incendio del
palacio viejo de Madrid, la noche del a4
de diciembre de 1734. En esta segunda
parte se describe toda su fábrica esterior
é interior
y cuanto hay en sus naves


y




Ioó
y en las suntuosas capillas de su recia
to; acompañando siempre la relacion Con
las noticias históricas de su consute-
cion y de los profesores que por espa-
cio (le un siglo trabajaron en sola esta par.
te que es la principal.


Despues se sigue la plateresca ó bien
sea la arquitectura en su tránsito del gó-
tico al greco-romano, y mezcla de uno y
otro ; perteneciendo á este género la ca-
pilla real de san Fernando , la sacristia
mayor de la catedral , la custodia grande
de plata y el tenebrario.


La cuarta es la greco-romana restaura-
da en su mejor tiempo ; y (le este género
son la sala capitular y obras adyacentes, el
ante-cabildo y su patio,, y la contaduria
mayor.


. La quinta es la greco-romana en su
decadencia, á la cual pertenece la descrip-
cion de la iglesia del Sagrario y sus capi-
llas y sacristia. Y por último la sesta es
el churriguerismo, del cual puede servir de
modelo el retablo mayor del Sagrario y
los retablos colaterales. Es tan graciosa y
tan verdadera la descripcion que de él ha-
ce el señor Cean, que no podernos menos
de copiar sus propias palabras para dar á


109
nuestros lectores una muestra de su' estilo
y del escelente juicio que la ha dictado.
Dice asi:


lidtablo mayor del Sagi ario.


»Gerdnimo Barbas, vecino de Cadiz, fue
su inventor y le acabó el dia 6 d diciem-
bre de 1709. Costó 1,227,390 rs.: gran
suma para aquellos tiempos, pero muy cor-
ta si se atiende á la multitud de carros de
madera que comprende, al prolijo traba-
jo de los oficiales, y al inmenso núme-
ro de panes de oro que se habrán es-
tendido sobre su abultada hojarasca. La
novedad de su disposicion y ornato, su mag-
nitud estra ordinaria , y las muchas estatuas
que contiene, todas mayores que el natu-
ral y trabajadas por don Podio Duque Cor-
n'o y que era entonces el escultor mas acre-
ditado de Sevilla, admiraron á la ciudad,
y hasta los poetas se ocuparon en elogiar-
le con versus muy parecidos al retablo.
Estas circunstancias y la de estar colocado
en el primer templo (le la metrópoli , die-
ron motivo á que los dernas profesores
le adoptasen por modelo para sus obras, y
á que en poco tiempo las iglesias de Sevi-





IIO
lla se viesen llenas de los despropósitos de
Barbas.


»Llega el retablo hasta el arco toral y
ocupa todo el fondo del presbiterio que
consta de 8o pies de alto, 4o de ancho y
3o de hueco, todo revestido de pino. Ro-
dea este inmenso recinto un zócalo de jas-
pe que tiene de alto vara y media: sobre
él se levanta un basamento de madera con
pedestales resaltados. Encima de ellos se
elevan cuatro grandes estípites , ó lo que
son , haciendo de columnas , y sobre el ba-
samento pilastras llenas de ángeles en ac-
titud de travesear. Sigue lo que quiere ser
cornisa, rota é interrumpida por mil par-
tes con entradas y salidas tortuosas , y re-
mata con un cascaron que cubre todo el pres-
biterio. Sobre la estendida mesa-altar que
eStit aislada, descansa un tabernáculo do
dos cuerpos con infinitas columnas que
no pertenecen á ningun orden .de arquitec-
tura. Detras hay un arco grande que da
comunicacion al trasagrario con una ven-
tana al frente : encima de este arco está'otro
con dos columnas á los lados y en el cen-
tro la estatua de san Clemente , titular de
esta capilla, arrodillada sobre un trono de
nubes, vestida de pontifical y sostenida por


n i
ángeles mancebos. Mas arriba hay otro nicho
que rompe la cornisa principal y en ¿l la
estatua colosal de nuestra señora de la Con-


cepcion sobre trono de ángeles.
»Entre los dos intercolumnios laterales


se descubren dos puertas adornadas con
cendales y otros ornatos estriiios, que dan
comunicación á la sacristía y á otra pie-
za que está al frente , y sobre ellas dos
nichos con las estatuas de san Juan Bau-
tista y san Juan Evangelista, cine tienen por
remate los escudos de armas del señor Arias,
arzobispo de la diócesis que dicen contri-
buyó con limosnas para esta obra. A la
entrada del presbiterio , á la de las puertas
laterales y á los lados del altar se presentan
unas ocho_ó mas estatuas alegóricas , colo-
cadaSsobre repisas, otras cuatro, tambien
en repisas, sobre el basamento , que repte
sentan asan Pedro, san Pablo, santa Justa y
san tus Rufina, y otras cuatro mas , asi mismo
sobre repisas , de los santos arzobispos de
esta iglesia colocadas delante de las cuatro
estípites; de manera que ninguna de ellas des-
cansa sobre macizo. Restan otras de man-
tsébos encima de la cornisa en actitudes vio-
lentas con torres en las manos, castillos, po-
zos, ciudades y otros atributos de la Virgen.




112
»Siguen despues.... ¿pero á donde voy


con una esplicacion que yo mismo no com-
prendo , aunque estoy á la vista del pro-
pio retablo ? Baste decir , que no sien-
do suficiente espacio el inmenso de este
presbiterio para que Barbás estendiese las
alas de su furibunda fantasia , montó el
arco toral , y encaramó sobre él una es-
pantosa y colosal estatua del Padre eter-
no con acompañamiento (le ángeles que lle-
ga hasta cerca del anillo de la media naran-
ja. Y como la escultura, pesada por su na-
turaleza, no le ayudase tanto como él ne-
cesitaba para esplayarse por aquella eleva-
eion , imploró el auxilio de la pintura que
como mas ligera le prestó mas ángeles,
mas nubes y mas resplandores con que pu-
do llenar aquel vatio ). "


La segunda obrita es otra descripcion
artística de hospital de la sangre de aque-
lla misma ciudad ; y por cierto que des-
pues de la catedral no pudiera haber ele-
gido otro edificio mas interesante para la
historia de la arquitectura en España , á


(1) ¡ Cuál será este retablo cuando hay en la mis-
- ma catedral una pieza llena de trozos d¿ talla do-


rada que se han desprendido de él sin que le se-
pa á donde corresponden ni se echen de menos !


causa de los famosos maestros que concur,.
rieron á su construccion , y de las disposi,
ciones que se tornaron antes de empezarla,
Cuales fuesen los deseos y grandeza de al-
ma de aquellos patronos, se echa bien de
ver cuando ante todas cosas ordeñaron á
Francisco Rodríguez Cumplido , arquitecto
mayor de


•Cadiz, que fuese á recorrer toda
la España- y Portugal , y sacase plantas
de los mejores y mas famosos hospitales
que Babia en ambos reynos; y que ademas
de eso hiciesen tambien trazas para aque,-
!la obra los maestros de mayor saber y nom-
bradía. No se sabe cual fue el diseño que
se escogió ; pero el señor Cean cree que
fuese el de Gainza.


La tercera es una carta escrita por Cean
á su ilustre y sabio amigo el señor don
Gaspar de Jovellanos sobre el estilo y gusto
en la pintura de la escuela sevillana , y sobre
el grado de peileccion á que la elevó Bartok-.
mé Esteban Murillo.Hallabase 'entonces pre-
so aquel hombre esclarecido en el castillo
de Bellver de • Mallorca, y no era menester
pocas precauciones para mantener con él
esta inocentisima correspondencia durante
aquel suspicaz y desconfiado gobierno. Mas
por esto mismo resalta y se echa mas de


TOMO XIV. 8




114
ver el carilo y la perseverancia con que se
afanaba el señor Cean por proporcionarle
medios de distraccion y entretenimient o que
nunca podian ser superficiales ni i nútiles en tre
dos hombres de tan distinguido mérito.


Bajo el modesto título de Carta escri-
bió Cean la vida de Murillo, de quien ya
Libia dado una ligera noticia en el Dic-
cionario de los profesores españoles. Pero bien
merecia esta distincion aquel español céle-
bre que supo elevar la escuela sevillana al
nivel de las mas famosas de Europa , y
que sin otros auxilios que los de su genio
y amor á la gloria ilustró á su patria con
tantas obras grandes que acaso escitan mas
la admiracion y la envidia de los estrangeros
que de los mismos naturales.


Yo por eso se crea que- conducido el
señor Cean por un ciego espíritu nacional
quisiese colocar á Murillo y a su escuela
en un escalon igual ó superior al de aque-
llos que supieron representar á la natura-
leza en su belleza ideal. Un hombre tan
consumado en todo cuanto tiene relacion
Con las artes no podia incurrir, ni ann por
esceso ú error de patriotismo, en una exage-
racion que debilitara los justos elogios que
tributa á su héroe. Asi es que solo se pro-


115
puso hablar de la escuela , casta , estilo ó
manera hispalense, cuyo objeto fue imitar á
la naturaleza , tal cual es ó se presenta a
los ojos del pintor sin detenerse en escoger sus
gracias y bellezas y sin copiar las obras de
los griegos. En este género sobresalió muy
particularmente nuestro Murillo , y no se
puede dudar de que si su natural inge-
nio á que podriamos tambien dar el noni-
bre de instinto filosófico, hubiese sido ayu-
dado y puesto en accion por medio de una
educacion esmerada , hubiera llegado su
nombre á competir con el de los prime.
ros que celebran la Italia y la Bélgica.


Bien se echa de ver esto en algunas in-
geniosas observaciones que solo pueden ha-
cer los que poseen el arte de ver en el
grado que el señor Cean, y-que


. se esca-
pan _racilisimainente aun á los mismos pro-
fesores. Tal es la circunstancia de no des-
cubrir casi nunca los pies de las figuras
de las niugeres por indicarse en ellos las
formas de los demas miembros inferiores,
y la de haber representado al hijo pródi-
go cuando arrepentido se arroja á los pies
de su padre con un cendal roto que cubre
sus muslos, manifestando en sus ajadas bor-
daduras un resto de los ricos vestidos con




116
que se ataviara en los tiempos de la abun-
dancia. Estos y otros muchos rasgos sobre
que llama la atencion del lector este sabio
observador , manifiestan que el alma de
Murillo era naturalmente filosófica. i Qué
hubiera sido este hombre en otros siglos
7 con otros modelos! •


Acompañan á esta carta unos documen-
tos muy curiosos en que se leen ciertas cons-
tituciones provisionales para la academia
de pintura que fundaron en aquella ciu-
dad los profesores de aquel tiempo bajo
la tlireccion del mismo Murilk) , sin otros
auxilios que los suyos propios , y una lis-
ta de los suscriptores contribuyen res.


Concluye el señor Cean esta carta al
señor Jovellanos diciendole : si hubiese
yo de concluir esta carta con la relacion
del estado en que al presente se halla la
pintura en esta ciudad , no dudo que au-
mentaria la tristeza de usted y sus dolen-
cias; pero como el único deseo que agita
mi corazon es el restablecimiento de su
salud y la recuperacion de su alegría, es-
toy muy lejos de intentarlo.»


En estas cortas frases se descubre la
tierna amistad que unía á estos dos sabios,
y la delicadeza del que ha sobrevivido


II 7
de ellos para mostrar su justa indignacion
por la lastimosa decadencia en que se ha-
lla en Sevilla el estudio de las artes. Pero
nosotros no terminarérnos este análisis sin
presentar una muestra del esquisito juicio
y severa crítica del señor Cean , por recaer
sobre el cuadro que mas llama la atencion
del público en las salas de la academia de
san Fernando donde se halla colocado en
el dia, y representa á santa Isabel curan-
do á unos pobres enfermos: dice asi :


«Es muy conocido en Sevilla con el
nombre del Tiñoso, porque la santa cura y
limpia con sus manos la tiña t un mucha-
cho ; y acaso por este y otros accidentes
de novedad que contiene, siempre le ha
preferido el vulgo á los denlas de' esta igle-
sia (1) y ha hecho sacar muchas copias <le
él. Nueve figuras entran en su composicion,
Y todas concurren con oportunidad al ac-
to que se representa : la reyna acompaña-
da de dos damas y una dueña que la su-
ministra medicinas , hilas , tohalla y agua
en un jarro de plata : el muchacho á quien
está curando : otro detras quitandose un


(s) La de la 'Caridad de Sevilla donde estaba
antes.




x


casquete que tiene pegado á la cabeza
con tal gesto que se quiere oir el chilli-
do: una vieja flaca y enferma, sentada en
una grada y apoyada á un palo : un tulli-
do sobre sus muletas y un mendigo sen-
tad° . en primer término que deslia la pier-
na en que aparece una Haga asquerosa. Co-
mo esta llaga , el humor que espiden las
postillas de la cabeza del tilioso, estruja-
das por las delicadas manos de la santa
reyna , goteando sobre una palangana, y
la lepra que se manifiesta debajo del cas-
quete del otro muchacho, estar) pintados con
tanta propiedad que parecen la misma na-
turaleza , no se puede mirar este cuadro
sin asco ó estremecimiento. Si don Fran-
cisco Hidalgo y Muilatones no podia su-
frir la idea de la /yo(/' ecida muerte que un
poeta bisoao 'labia espuesto en una oda
á la resurreccion del Señor sin provocar á
vómito; con cuánta mas razon provocará
la vista de tres objetos tan desagradables
y repugnantes P Convengamos en que estos
asuntos no son para presentados al públi,
co , y en que nuestro Murillo pudo haber
elegido otro momento y otros accidentes
que produjesen los mismos afectos de ter-


' pura y caridad para con los pobres enfer-.


xtg
mos , supuesto que el mismo Murillo al
ver el lienzo de los cadáveres que está en
la propia iglesia de la Caridad, decia á
don Juan de Valdés que le 'labia pintado:
compadre ,.este cuadro no se puede mirar sino
con las manos en las narices. Pero prescin-
diendo de estas delicadezas de estómago,
el lienzo es escelente por su composicion,
dibujo y colorido , de manera que pare-
ce de Wan-Dik la figura de la reyna ,, de
Pablo Veronés el rostro del tiñoso ilumi-
nado con la reverberacion del agua que es-
tá en la palangana , y de Velazquez la vie-
ja y el pobre de la llaga. Se presenta en
último término una galeria en la que la
misma santa y sus dantas sirven la comi-
da á otros pobres sentados á la mesa , cu-
ya degradacion de tintas y tamaños con,
trasta con lo domas del lienzo.




CUESTION CONSTITUCIONAL,


? Hasta qué punto debe llegar la influencia.
del poder ejecutivo sobre el judicial ?


Nuestra Constitueion lo ha resuelto,
asignando al Rey el derecho de nombrar los
jueces, y declarando libre é independien-
te el ejercicio del poder judicial segun
la escala de apelaciones establecida, sin
que ni el gobierno ni las Cortes tengan lá
menor intervencion en los juicios.


Esta resolucion es conforme al caracter
del gobierno constitucional y á la natura-
leza de los poderes que establece. El poder
legislativo se versa acerca de voluntades ge-
nerales : por consiguiente el resultado de
sus trabajos deben ser máximas generales,
leyes. La naeion entera quiere que el ho-
micida alevoso sea castigado de muerte:
las Cortes deben quererlo y establecerlo
por ley, ó confirmarlo, si ya lo está ; pero
la nacion entera no sabe si Pedro, acusa-
do de homicidio alevoso , es ó no delin
cuente en la realidad: por consiguiente, si


125
es cierto que no hay verdadera voluntad
sin conocimiento previo, la nacion no pue-
de-querer que Pedro sea castigado ó liber-
tado. Es interes general que el delincuen-
te sufra la pena y el inocente sea absuel-
to : todos quieren esto : asi la jurispruden-
cia criminal debe estar organizada de mo-
do, que se obtenga este resultado en todos
los casos particulares. Pero cuando se tra-
ta de lá aplicacion de la máxima general
h un hecho individual, no es posible que
la nacion ni el congreso que la represen-
ta tenga una verdadera voluntad : es nece-
sario pues substituir á la voluntad gene-
ral una voluntad particular, capaz de ad-
quirir la certidumbre legal necesaria .para
la justicia; y esta voluntad particular es la
de los-jueces: por eso son responsables.


En .elcto , las Cortes son inviolables;
tambien/lo son individualmente los dipu-
tados en el ejercicio de sus atribuciones.


Por qué? porque representan la voluntad
general: tienen los poderes de la naeion
misma para espresar su voluntad; y la na-
cion es inviolable. En vano se dirá que un
diputado puede sustituir su voluntad pro-.
pia y; mala á la universal y buena de la
nacien: la ley constitucional mirará esta





122
prevaricacion como un error, no como un
delito. Examine bien el pueblo á quien
con tia sus mandatos, y qué voluntad parti-
cular es la que toma por órgano de la su-
ya: que hecho ya el compromiso, no es po-
sible que se pueda considerar como reo al
que nos habla en nombre de la nacion.


Por la misma razon es inviolable el Rey
en la monarquia constitucional. Represen-
ta el poder físico de la COMUnidad : su vo-
luntad privada, espuesta por consiguiente
á los estravios y á las debilidades propias
del ; hombre, se reputa por nada en el
gobierno. Su voluntad , como supremo ma-
gistrado, se supone siempre que es la misma
de la nacion , el bien general. Mas como esta
voluntad general del rey ha de obrar por
medio de aplicaciones, y por consiguiente
de voluntades particulares, los que las ejer-
cen , es decir, los ministros, deben sor res-
ponsables.


Nace pues de una misma fuente la
responsabilidad de los jueces y la de los
ministros. Unos y otros son responsables,.
porque ejercitando su autoridad sobre hechos.
particulares , es fuerza que obren en virtud
de su voluntad particular. Si esta es con-
traria á la general consignada en la ley,


123
son reprensibles y dignos de castigo. En
el gobierno constitucional ninguna volun-
tad particular puede ser inviolable.


Del mismo principio que establece la
responsabilidad de los jueces , se deduce
su independencia: ¿'porque cómo puede
ser responsable de sus operaciones el que
está sometido á la influencia de otro poder
y de otra voluntad? Luego ni el cuerpo le-
gislativo ni el gobierno deben tocar al san-
tuario de la justicia.


Hay otra razon mas para esta absoluta
independencia , deducida de la naturaleza
de los objetos , sobre que se versa el po-
der judicial. Los jueces deciden acerca de
hechos, no acerca de personas ni de leyes.
Es tan cierto que á los tribunales no les
es lícito salir de la reducida esfera de un
hecho, que si en el procedimiento judi-
cial ó en la aplicacion de la ley hacen mas
ó menos que lo que esta dispone, come-
ten una horrenda prevaricacion , porque so-
color de interpretar ó comentar, usurpan
manifiestamente el poder legislativo. Las
leyes estan hechas, y solo se trata de apli-
carlas: por tanto la obligacion del juez es-
tá limitada á examinar un hecho ; es decir,


conocer la identidad ó desemejanza de




4 n
ciertas circunstancias determinadas con el
caso que designa el testo de la ley. En
el momento que atienda á las personas ,
su nacimiento, opulencia ó instruccion , y
mucho mas al favor que obtiene de los, po,
derosos, ó á la desgracia en que ha incur-
rido, y muchisimo mas al partido políti-
co ó religioso que profesa ó ha profesa-
do, se viola la justicia , cuya esencia con-
siste en la aplicacion abstracta de la ley al
caso actual, con absoluta independencia de
todo miramiento c respeto personal.


El poder ejecutivo no procede ni de-
be proceder del mismo modo. La /corside-
racion de las personas es un elemento
cesario para la buena administracion pú-
blica. El gobierno tiene que nombrar ge-
fes políticos y militares, administradores
de justicia y de hacienda, individuos en-
cargados de la instruccion : tiene que Velar
sobre la observancia de las leves, la con,
servacioo de la tranquilidad pública, la de-
fensa interior y esterior del estado ;. y pa-
ra todas estas cosas es necesario examinar
las calidades personales de los hoMbres,. El
poder legislativo le versa acerca de las re-
laciones generales que tienen entre sí las co-
sas: el poder judicial aplica las máximas


I25
que ha dictado el poder legislativo á ca-
sos particulares, sin atender á mas calida-
des personales que á las que son propias
y características del caso de la ley: el po-
der ejecutivo no puede prescindir de nin-
guna prenda ó defecto personal de los in-
dividuos que emplea en sus operaciones.
Hasta los accidentes mas despreciables en-
tran en consideracion para sus cálculos. En
el siglo XV un embajador que se enviara
á los cantones suizos , debia ser capaz de
beber mucho sin embriagarse: y los fran-,
ceses de la revolucion no creyeron que la
Inglaterra queria sinceramente la paz hasta
que envió para el tratado de Amiens
un hombre tan condecorado como lord
Cornwallis.


De estas reflexiones se deduce, que si
se concede al poder ejecutivo alguna influen-
cio en• los juicios, se adulterará inmediata-
mente el caracter de la justicia , que es la
aplicacion abstracta de la ley, y se torna-
rá en consideracion .


en los tribunales el ca-
racter y circunstancias de los sugetos. La
pena caerá sobre el delincuente obscuro, y
se librará de ella el criminal ilustre : un
mismo hecho conducirá al patíbulo al que
ha incurrido en el odio del poder, y ape-




126
Das le costará una multa pequeña al prote-
gido de los gobernantes. En una palabra;
se verificará la fábula de la Fontaine: las
atrocidades del leon serán disculpadas ó
encubiertas ; y el pobre asno que al pasar
cogió una yerbezuela , merecerá todos los
rayos de Júpiter.


Ni . puede ser otra cosa. Prescindiendo
de la influencia natural del poder sobre
los animos de los hombres, ya públicos,
ya particulares, el gobierno acostumbra-
do á valuarlo todo por el mérito y circuns-
tancias personales, cuando influya en los
juicios, si se le permite, no considerará la
justicia de la causa (y d qué tiempo ni
lugar tiene para examinarla?) ; se dejará
llevar de su costumbre, y solo considerará
las calidades individuales de los interesa-
dos para decidirse en favor ó en contra
de una parte. Un gobierno absoluto hará
cuanto pueda para hacer que pierda su
pleyto un hombre señalado por sus opinio-
nes liberales : un ministro, cuyas opinio-
nes son liberales, ¿será muy favorable á un
servil, si puede influir en su causa ? Lo
será , si es muy justificado ; pero la ley
constitucional debe evitar estos compromi-
sos; y no hay otro modo de evitarlos, que


127
la independencia absoluta de los tribunales.


Cualquiera que haya leido las oracio-
nes de Ciceron contra Verres, conocerá
facilmente cuan perniciosas son las consi-
deraciones personales en los juicios. Ver-
res, acusado y convicto'de las mas horren-
das vejaciones, fue defendido por Horten-
sio; y este entre sus medios de defensa
alegó que aquel magistrado prevaricador,
cruel y facineroso era sin embargo un
habil y valiente guerrero , del cual podria
tener algun dia necesidad la patria, y que
debia conservarse para las ocasiones peli-
grosas : zn periezzlosa reipublicee tenzpora re-
servandus. Este solo hecho prueba la de-
gradacion de las costumbres y de la liber-
tad romana en aquella época ; porque prue-
ba que las consideraciones personales eran
todo, y la justicia nada. Ciceron á la ver-.
dad rebatió las pretensiones de Hortensio,
cubriendo de ridiculez é ignominia al guer-
rero y á su protector; pero tuvo que de-
dicar á esto una gran parte de su acusa-
cion ; y es evidente que si el reo hubie-
se sido Pompeyo ó Craso, como lo fue
Verres, todos sus crímenes y toda la elo-
cuencia de Ciceron no hubieran consegui-
do que le alcanzase la pena.




28
Acaso se podrá objetar . á esta doctri-


na un hecho consignado en la historia
de casi todos los pueblos, y es la reunion
.del poder ejecutivo y del judicial. en
unas mismas manos en los primitivos tiem-
pos de las sociedades. Sirva de ejemplo
Roma: sus reyes y sus cónsules eran á un
mismo tiempo generales de los ejércitos,
jueces y administradores : lo mismo suce-
día entre los godos, francos y domas pue-
blos. bárbaros que invadieron el imperio
romano. El poder judicial , simbolizado en
el cetro , era una de las atribuciones del
rey en las monarquías antiguas de la Gre-
cia y del Asia menor: Parece pues que
los hombres guiados por la naturaleza
asignan la autoridad de juzgar al supre-
mo magistrado de la república ; y que no
hay inconveniente en fiar los intereses par-
ticulares á las mismas manos que se flan
los públicos.


No negaremos que este hecho es cier-
to ; pero hay dos consideraciones que
debilitan mucho el argumento que de
-él se pretende deducir. La primera que
en todos los gobiernos libres , aunque se
entregase el poder judicial al rey, ó al
dictador, ó al consul , quedaba siempre


129
espedita la via de apelacion al pueblo. Asi
sucedía en Roma, como se prueba con el
ejemplo de Horacio : la misma costumbre
se observaba en los pueblos bárbaros de Ger-
mania. Asi que la facultad de juzgar no esta-
ba de tal modo afecta al poder ejecutivo,
que no hubiese medios de enmendar sus
yerros ó contener sus prevaricaciones.


La segunda es , que esta facultad no
residió en los supremos gobernantes sino
en aquella época primitiva de sencillez,
cuando las naciones eran poco numerosas,
sus intereses fáciles de discutir, sus leyes
tradicionales y establecidas solo por el
uso, y los negocios , asi civiles como cri-
minales, solo se decidían por la equidad
natural. En aquellas circunstancias , sien-
do electivas casi todas aquellas monar-
quías , era muy natural que se estendie-
se la confianza que se tenia en el supremo
magistrado á los intereses particulares.
La prudencia , imparcialidad y valor que
le habian adquirido los sufragios públicos
eran bastante garantia para un pueblo li-
mitado al recinto de una ciudad que po-
cha asistir á todos los juicios, admirar ó
censurar las decisiones del juez , y en ca-
so necesario ó cuando las partes los pidie-


Tomo xxv.
9




sen , reponer sus providencias como tribu
nal de apelacion. Alejandro Magno, cuan-
do ya era conquistador del Asia, y el mas
poderoso monarca del mundo tuvo que acu-
sar á. Filotas en; , la asamblea general de los
macedoniós.


. Pero si esta manera sencilla y patriar-
cal de administrar justicia era suficiente
en el primitivo candor de las sociedades,
dejó de ser segura, y aun posible, cuan-
do los intereses se:COmplicaron, las costum-
bres se pulieron, y puliéndose se adulte-
raron , las naciones se hicieron poderosas, y
el estado, para existir y crecer , necesitó
de combinaciones mas sabias. Los supre-
mos magistrados dejaron entonces de ser
j ueces ; pero, 'hubo una diferencia muy no-
table entre los gobiernos absolutos y los
libres. En los primeros se perdió el "dere-
cho de apelacion al pueblo , el monarca
dictó las leyes , los que las aplicaban en
su nombre estaban bajo su inmediata de-


, pendenci a , y' eran esclavos de su voluntad
particular.


No fue asi en los gobiernos libres. Ade-
mas del derecho de apelacion al pueblo,
se separó la autoridad judicial de -la ad-
ministrativa, y se establecieron leyes para


el procedimiento judicial, que quedó in-
dependiente de la suprema magistratura.
Asi sucedió en Roma desde la creacion de
los pretores hasta las guerras civiles.


Las naciones bárbaras del norte fijan-
dose en territorios muy estensos, no pudie-
ron conservar la apelacion al pueblo : en
lugar de este precioso y ya impracticable
derecho, establecieron el juicio de los pa-
res, conservado y perfeccionado en Ingla-
terra, y perdido en las demás naciones has-
ta la revolucion francesa.


La reunion pues del poder ejecutivo
y judicial en las primitivas monarquias no
debe servir de regla en el estado presente
de las naciones civilizadas , en las cuales
las leyes son muchas, los intereses muy com-
plicados, las tentaciones de prevaricar muy
fuertes y frecuentes, y los medios de ape-
lar al. pueblo entero absolutamente im-
practicables. Es necesario separar estos dos
poderes con un muro de diamante, como lo
ha hecho nuestra Constitucion.


Aun mas funesta seria la reunion del
poder legislativo y del judicial ; porque
mas relacion tienen entre sí la ley y su
aplicacion , que esta y la ejecucion. Si el
gobierno juzgara , á lo menos no podria




sépararse del testo de la leyó se separa-
ria con riesgo suyo en un pueblo libre:
pero ¿ quién puede enfrenar al que puede
hacer la ley que ha de aplicar despues á
casos particulares ? Buen cuidado tendría
de hacer tales leyes, que en la aplicacion
se apoderase de todo el poder del estado.


Si las autoridades mas venerables esta-
blecidas en la Constitucion no pueden ni
deben tener entrada en el santuario de las
leyes , con mucha mas razon se le negará
este peligroso derecho á ningun ciudadano. •
Nosotros suplicarnos á nuestros compa-
triotas -que mediten esto con atencion , y
que consideren si es justo que los particu-
lares se entrometan á influir en los animos
de los jueces , á dictarles las decisiones que
han de dar, á marcarles los trámites que han
de seguir, ó ti perseguirlos por las senten-
cias que han firmado. Son muy pocos los
ejemplos que hemos visto de esta profa-
naciun ; pero con uno solo hay bastante
para desterrar la justicia de todos los tri-
bunales; porque al fin los jueces son hom-
bres y temen las violencias: y ¡ desgracia-
a« del que va á ser juzgado por un tri-
bnnal que teme! Ni las Cortes ni el go-
bierno pueden atentar contra la indepen-


13.3
dencia del poder judicial : ¿se concederá
la facultad de oprimirlo á los particulares?


Ni vale decir que los jueces prevarican.:
que alargan los pley-tos y los procesos: que
estas vendidos etc. Todas estas acusaciones
serian muy oportunas contra el que sostu-
viese la inviolabilidad de los tribunales ; mas
nosotros defendemos su independencia. Sean
libres en votar : nadie influya en su voto:
pero si este voto es contrario á la ley ; si
de intento se acortan ó alargan mas de lo
justo los trámites judiciales; si traydores á
su deber sagrado lo venden por dinero , pla-
ceres ó proteccion ; si sacrifican sus inexo-
rables obligaciones por ambicion ó por de-
bilidad , entonces no hay ciudadano que no
tenga derecho para acusarlos ante los tri-
bunales que ha fundado la ley constitucio-
nal. Este, este es el verdadero camino de con_
solidar la Constitucion, poner en ejercicio los
poderes que ella ha creado para hacer efec -
tiva la responsabilidad de las autoridades:
no invadir el dominio constitucional de las
autoridades mismas.


llanos movido á examinar de propósito
la cuestion de la independencia del poder
judicial, sa íntima relacion con las liberta-
des civiles de los ciudadanos; porque ¿qué


n




X34
garantia le queda á las propiedades, á las
personas y á las vidas, donde se puede ad-
quivir ó por medio del poder ó por medio
de tumultos, vociferaciones y amenazas una
influencia perniciosa sobre los tribunales?


Podemos citar un ejemplo bastante no-
table de los daños que produce la inter-
vencion del gobierno en. los negocios judi-
ciales, aun cuando pertenezcan no mas que
á lo civil , y solo se versen sobre intereses
pecuniarios. Tal es el ruidoso espediente
que se sigue en el dia en el tribunal espe-
cial de guerra y marina entre los escelen-
tisimos serrares marqueses de Branciforte y
el serrar don Juan José Marcó del Pont , in-
tendente honorario de ejército. Los mime-
ros son tenedores de letras de cambio firma-
das por el segundo y protestadas por aquellos
contra quienes segiraron. La decision de un
pleyto de esta naturaleza que depende de re-
conocimientos muy obvios, es facil y sen-
cilla. Y sin embargo , í cuánto tiempo y pa-
pel se ha gastado y aun no




está decidido!
Y á quién se debe esta retardacion tan


gravosa á las partes , tan ofensiva para la
justicia? A la intervencion del gobierno en
este negocio. Durante el gobierno de los
Seis arios la influencia ministeri41 ha entor-


r 35.
pecido la accion de la justicia, usando de
reales órdenes que han llegado hasta el nú-
mero de cuatro, complicando con los pro-
cedimientos públicos y judiciales los tor-
tuosos y secretos de lo que entonces se
maba via gubernativa, truncando y desfigu-
rando los hechos, y oponiendose á la entrega
de documentos que hubieran ilustrado la con-
ciencia de los jueces. Mas al fin , esa era la
fruta de la estacion , y no debemos estrariarla.


Pero hemos visto con sentimiento pie
en el dia en que se ha dejado á la ley tilda
su accion libre y espedita , se haya presen-
tado en este mismo negocio otra real orden,
fecha en 24 de diciembre último , en que
se declara, que el serrar Marcó no debe ser
inquietado por las letras que giró para satis-


facerel alcance reconocido á fi ver del mar-
ques de prancYorte..., y que cuanto ha ejecu-
tado en este particular judicial y estrajudi-
cialmente , debe entenderse á nombre del go-
bierno. Hé aqui las operaciones gubernati-
vas mezcladas con las judiciales : hé aqui
al poder ejecutivo robándole al actor su de-
mandado natural y substituyéndole Otro, y
este otro es el gobierno, es la misma real
hacienda, á la cual en ningun tiempo, pe-
ro mucho mas en el dia z nadie querrá tener
por parte contraría..




236'
¿Cómo puede ninguna tribunal desenten-


derse de una letra de cambio protestada?
Si el sehor Marcó en virtud de la comision
que tuvo de la Regencia de Cacha para re-
tener y pasar al gobierno los bienes del di-
funto marques, entregó. los que tenia en
su• poder, como ni hubo sentencia de con-
fiscacion ni de secuestro contra dichos
bienes, sino una mera medida gubernati-
va para que estuviesen en depósito, el se-
ñor Marcó despues de pagar á su acreedor
el importe de las letras, será el actor na-
tural contra la real hacienda ; pero entre-
tanto ¿ qué juez será capaz de invalidar un
documento que trae aparejada la ejecucion?


quién firmó Lis letras de cambio? ¿el an-
tiguo apoderado del difunto marques , ó el
gobierno?


En vano se diria que aquellas letras
representaban un capital del marques depo-
sitado en poder del sefior Marcó, el cual
capital por Orden de la Regencia pasó al
gobierno. Esto se podria decir si la Re-
gencia hubiera negociado las letras giradas
por Marcó y recibido su importe : enton-
ces la hacienda pública deberia satisfacer
á los herederos del marques, habiendo des-
aparecido las circunstancias que dieron


137
origen á la orden de depósito ; como lo
ha hecho con otro efectos. Mas las letras
fueron p, °testadas. : nadie las cobi ó ; y por
consiguiente el capital que representaban
existe en poder del girador, y de este
debe reclamarlo el propietario. Luego el
ministerio no tiene facultad para transmi-
tir la responsabilidad que gravita sobre
el demandado , á la hacienda pública , de
la cual tiene que dar cuentas a la nacion
por medio de las Cortes.


La intervencion ministerial en este ne-
gocio produce dos grandes inconvenientes.
El primero: quitarle á los documentos pre-
sentados en juicio su fuerza legal : aque-
lla fuerza irresistible que produciria su
efecto natural y justo, separando la in-
fluencia del poder. El segundo: gravando
la hacienda pública con una responsabili-
dad que no la pertenece, bajo el pretes-
to de que cuanto hizo el señor Marcó fue á
nombre del gobierno. Decimos bajo el pre-
testo , porque es claro que Marcó entregó
al marques las letras antes de irse á An-
dalucía.ni recibir orden alguna del gobierno
legítimo: por consiguiente, no pudo ha-
cerse á nombre del gobierno la operacion de
girar letias que él mismo sabia que serian




38
protestadas; pues que lo fueron por falta
de fondos (1).


Nosotros no hacemos profesion de dis-
famar á los gobernantes; pero sí la hace-
Mos de notar los actos que nos parecen
contrarios , al espíritu y á la letra de la
Constitucion ; y no hay en toda ella un
artículo mas precioso para las libertades
públicas que la division y la independen-
cia de los poderes. Donde estos se reunan
ó donde obren oprimidos , no hay liber-


.


tad ni seguridad.' Pero el poder que ne-
cesita de mas garantias para su indepen-
dencia es el judicial, tanto porque discute
un inmenso' número de intereses particu-.
lares , como porque no tiene en sí mismo
medios ni recursos para hacerse respetar.


En efecto, el poder legislativo está ar-
mado con la opinion pública : el gobicr-


(x) El seíiur Marcó dice, que obró asi por obe-
decer á la Junta central , que le habia mandado re-
tener los bienes del marques en noviembre de x803;
pero no se acuerda que él miSnio. ha declarado en
-aro á la Regencia , que á la entrada de los fran-
ceses en Madrid el alcalde de casa y corte encarga-
do de aquel expediente le 'labia exonerado de orden
superior de toda responsabilidad acerca dé dichoz.
caud ales.


539
no tiene la fuerza armada , el dinero, la
diplomacia, los empleos. Un tribunal (qúé
auxilio físico tiene para no ser oprimido?
Ninguno, sino él respeto de los otros dos
poderes, y la venerado! '


pública funda-
da en la necesidad que todos tenernos de
una administracion independiente de la
justicia.


Nosotros no censurarémos que de las
secretarías del despacho se exhiban los ofi-
cios, documentos y piezas justificativas que
puedan ilustrar la opinion de los jueces
en una causa particular ; pero hacer in-
tervenir el nombre de) monarca que nun-
ca debe ser tomado en vano , en un pley-
to entre partes, sujeto por consiguiente
al arbitrio de los jueces , es contrario al
decoro de la dignidad real tanto corno á
la justicia. Bajo el gobierno absoluto usa-
ba de ese método la parte que._ tenia •
mas confianza en sus favorecedores que en
la razon de su causa. Si ha llegado la épo-
ca en que la ley mande, deben cesar la
via gubernativa, las reales órdenes en ma-
terias judiciales , y solo debe existir el de-
recho de acusación pública de los jueces
prevaricadores, ya ante la nacion, ya ante
los tribunales competente




t 4o


Sobre los nuevos lzberalismos que se han exi-
gido en el año de 20.


Acabáramos de entendernos con mil
santos ; pues ya era una pesadez no saber á
quien amar, á quien respetar , á quien te-
mer y á quien aborrecer. Gracias mil sean
tributadas á los que se han tomado la mo-
lestia ele señalar con caracteres y nombres
romanos la escala y medida fija é inalte-
rable , por las que se ha de medir en ade-
lante el verdadero patriotismo de la gene-
racion actual. Acabóse ya para siempre
aquella penosa guerrilla de partidos que tan-
to ha perturbado los animas y las concien-
cias entre los pretendientes y distribuyen-
tes de empleos, y cuya nomenclatura em-
pezaba ya á ser fastidiosa y dificil de rete-
ner. No de otra suerte que cuando á algun
individuo quejumbroso le acomete una en-
fermaded ó accidente grave, como por ejem-
plo, un tabardillo pintado ó la fractura de
una pierna, desaparecen las ligeras inco-
modidades del callo, del romadizo ó de la
cargazon de cabeza con que solia importu-


14z
star á cuantos le dirigian la palabra, absor-
viendo ya toda su atencion los dolores mas
agudos ó el peligro ele la .vida ; asi ha desa-
parecido ya ó va á desaparecer el recuer-
do de las antiguas tachas que reciprocamen-
te nos echabamos en cara unos á otros,
para designarnos como partidarios de una
de dos épocas recientes , aunque muy se-
ñaladas en la historia de la nacion : á saber
el año In y el año 20.


Huyó de entre nosotros el insignifican-
te recuerdo de los godoyistas y espinosis-
tas, y se olvidaron , se confundieron y
obscurecieron entre los leales y afrancesa-
dos. Dividieronsc los primeros en liberales
y serviles, y cuando triunfaron los últimos
se volvieron á confundir por el pronto en-
tre mas ó menos decididos por la augusta
familia que daba los empleos y las insignias;
*mas no sin que se diferenciaran algun tan-
to los serviles aliberalados de los liberale.s
con tintura servil. Unos y otros aspiraban
á obtener ó á conservar sueldos ; pero los
unos recibian la enhorabuena con semblan-
te alegre , y los otros alargando la cara á
guisa de forzados; siendo esta la zínica di-
ferencia real y efectiva que hubo entre unos
y otros durante seis años. Entre estas y las


1




I42
otras amaneció el año veinte, y con él los
sustos y las esperanzas respectivas ; no por
servicios ni por crímenes verdaderos, por-
que tanto de aquellos como de . estos la ma-
yor parte era purisima conversacion, sino


. por la mayor ó menor destreza con que ca_
da uno 'labia sabido guardar la máscara
conveniente.


Aquellos primeros ajas, es decir, en los
dos últimos tercios del mes de marzo, nadie
se acordó de ostra cosa que de.haber recobra-
do la Constitucion, y por consecuencia du-
rante aquel corto tiempo apenas se toma-
ron en boca las personas, y solo se pensó en
las instituciones. ¿Pero de qué diablos sir-
ven las instituciones para el que no encuen-
tra empleos en ellas ? Eso es lo mismo que
pasar por una fonda de donde sale tin olor
suavisimo de guisados cuando uno no lle-
va un maravedí en el bolsillo. Sin él vi-
nieron centenares de vampiros á arrojarse
sobre la presa de los empleos y con los
codos sacados para impedir que se acercara
ningun otro. Ministerios, tribunales , man-
dos políticos, secretarías , grados militares,
prebendas eclesiasticas, beneficios simples
constitucionales (que tambien hay muchos
por mas que digan) , embajadas , comisio-


143
nes , empleos de hacienda, y todo cuanto
valia ó pocha valer dinero fue inmediata-
mente arrebatado al sun del liberalismo y
de las ciertas ó soladas persecuciones an-
teriores. La fortuna fue que ya se habian
abolido en Cadiz la Inquisicion y otros con-
sejos y tri bucales inútiles ; porque si no
vive Dios que se habia de haber encasqueta-
do el bonete inquisitorial el identificado
mas eminente que se hubiera distinguido
por la carrera teológica.


Digase lo que se quiera, siempre fue
una gran falta de prevision no haber con-
servado los honores y el estipendio de
aquellos sabrosos destinos, aun cuando se
aboliese enhorabuena la parte odiosa de su
desempeño, que era la persecucion ; pero
sin duda quisieron algunos conservar la
persecucion , ya que se habian abolido los
empleos. Claro es pues que habiendo tan-
tos menos que repartir, no era p; cadente
conceder la concurrencia á nadie, de cual-
quiera categoría que fuese; porque cada
transaccion era una pérdida efectiva, y á
todo el mundo le gusta ser solo.


Quedaronse. por consiguiente con la bo,
ca abierta muchos que ,


se habian prometi-
do adelantar algo en la nueva carrera , y ha-


al




1


s.


144
jaron de sus antiguos puestas muchos een_
tena-es que no se creian en estado de vol-
verla á . principiar. Pero todo esto dicen que
se necesitaba para plantificar el sistema ; y
siendo cierto, como Sin duda lo es, han
hecho muy mal en desazonarse ni los apea-
dos ni los no provistos , porque estas -y
otras cosas han de ir por épocas, ó como
se dice vulgarmente por riola das.. Parece ser
que ya ha llegado la de que los señores li-
berales é identificados del año doce sean
apellidados ser viles , y tan serviles como
Ostolaza , por los señores identificados del
año veinte, segun los califica uno de sus
mas respetables órganos que es elh-tdepen-
diente en su rrámero 31. Verdad es que no
dejan de estar dis inmladas las calificacio-
nes bajo los alegóricos nombres de Fabio,
Curdo , Calcas , 'Tulio y Cayo ; pero como
la malicia suele penetrarlo todo , han ido
sustituyendose nombres españoles, y cua-
dren ó no Cuadren , se han aplicado á gen.
tes del año 12. Cinco son los - ejemplos que
cita el Independiente; mas no es facil dis-
tinguir en qué está la mayor injuria, si en
citarlos ó en citarlos juntos ; porque a:
nuestro entender pudiera hallarse no me-
nor distancia entre primeros , últimos é in-


x45.
termedios, que la que hay de el talento á
la estupidez, desde la virtud al vicio , y
desde la gloria á la infamia.


Lo que no aparece allí del todo claro
es aquel punto á que han debido subir los
dozavos para no incurrir en la indignacion
de los veintavos. Puntillo es este que ha da-
do en qué pensar á mas de cuatro de los
que no se han dedicado por oficio á saber
cual es el verdadero grado de liberalismo
que ahora se requiere. ¿ Será el de desear
ser regido por una Constitucion que ase-
gure las libertades del pueblo P Pero esto
ya lo hicieron los del año doce. ¿ Será el de
reconocer un rey constitucional con las
atribuciones y facultades necesarias para
hacer el bien de sus súliclitos , y con las
restricciones convenientes para que no pue-
da ocasionarles ningun mal? Esto ya lo hi-
cieron los del año doce. ¿ Será el de decla-
rar solemnemente que esta augusta digni-
dad reside en la persona del señor don Fer-
nando VII de llorbon , y á falta suya en sus
legítimos sucesores? Pero esto ya lo hicie-
ron los del año doce. ¿Será que los tres po-
deres que constituyen la esencia del régimen
constitucional sean recíprocamente libres é
independientes, de modo que el uno no


TOMO XIV.
70




146
tiranice al otro , ni se entrometa á ser su
pedagogo ó su fiscal importuno, y ridicu-
lamente severo ? Pero esto ya lo hicieron
los del año doce.


No deberá ser ninguna de estas cosas
las que constituyan el verdadero punto de
liberalismo á que se les quiere conducir
en estos últimos arios; y por lo mismo se
nos hace cada vez mas dificil tocar en él
con exactitud, y aun aproximarnos mucho.
No siéndonos posible detenernos en nin-
guna de las preguntas anteriores, porque
su respuesta está irrevocablemente consig-
nada en la misma Constitucion , hemos pro-
curado buscar este punto en algunos de los
hechos, que aunque no puedan llamarse fi in•
damentales, no por eso carecen (le impor-
tancia ni de trascendencia. ¿Se creerá aca-
so necesario para ser liberal del año 20
proscribir clases enteras de ciudadanos,
solo porque en estos tí los otros artículos
tengan un modo de pensar diferente del
de unos cuantos ? Pero esto ya lo prac-
ticaron algunos del año doce, y vieron
cine las resultas no correspondian al ob-
jeto de su plan. ¿Se querrá que las am-
nistias no sean mas que un medio inge-
nioso para eternizar las venganzas, y pro-


147
vocar funestas reacciones contra los inte-
reses de la madre patria? Pero los ensa-
yos intentados hasta ahora no han he-
cho subir, sino bajar mucho de punto, las
riquezas de la nacion, y acaso tatnbien la
causa de la libertad. ¿ Se querrá que un es-
critorzuelo, armado con sus derechos im-
preseriptibles de ciudadano, sea un perpé-
tuo detractor de todas las autoridades cons-
tituidas, ultrajandolas y vilipendiandolas,y
no solo por sus actos públicos, sino tam-
bien por sus defectos privados? Pero esto
ya nos ha dicho un latino de los del año
doce, que lo hacia por moralidad, y por
un exaltado liberalismo; como que le valió
el actual sueldo que goza , en honra y glo-
ria de los apaleados r apaleadores; y asi
no es invencion tan moderna como se cree.
¿Se exigirá acaso por prueba insultar des-
de las galerías, ó por medro de los pape-
les públicos, á los señores diputados, cuan-
do sus opiniones contradicen los deseos de
ciertas y ciertas personas? Pero esto no so-
lo se hacia ya antes, sino que V; contaba
con ello, como con una espresion de la opi-
Mon y voluntad pública. ¿Se quieren mo-
tines, asonadas, martillos é insurreciones
de los geles de las provincias para que de-


.




1


=48
je de ser ministro fulanito y ocupe su silla
zutanito , y para introducir la inquietud y
la discordia entre los poderes del estado?
Esto ciertamenteJni lo quieren ni lo eje-
cutan los del año doce, ni tampoco son ca-
paces de aprobarlo los noventa y nueve cen-
tésimos de esos que se llaman del año vein-
te. Los que desean y promueven semejan-
tes cosas no pertenecen á ningun año ni á
ningun siglo, sino que son el objeto de la
vergüenza y la execracion de todos.


En otra cosa pues debe Consistir esa
subida de punto de que nos habla el Inde-
pendiente; y á la verdad que ya se nos va
agotando el discurso sin poder dar en el
hito .de la dificultad. Tamhien quiere la
desgracia que cuando pudieramos haber
tomado norte en el Diario gaditano , que sin
duda estaria en los pormenores, recibirnos
la triste nueva del fallecimiento de su edi-
tor; y no sabemos que haya legado el se-
creto á los albaceas testamentarios; de mo-
do,•que ignoramos á quien debemos diri-
girnos. Seria pues muy conveniente que
ya que él liberalismo constitucional ha de-
jado de ser de moda, se nos dijese con
claridad, cual es el que se quiere que ten-
gamos; pero que al mismo tiempo tambien


149
s e le designara con un nombre sonoro y
significativo, que constase de cuatro ó cin-
co sílabas y no acabara en al ni en i ; por
que no faltarian etimologistas que llegasen
á confundir estos (los sonidos, los cuales
hasta ahora han sido tan diferentes.


Por último, el resultado que hemos po-
dido sacar de este y de otros varios ar-
tículos que nos han ido regalando diferen-
tes periódicos, es que S. M constitucional
es servil con toda su casa y familia ; los
secretarios del despacho pasados, presen-
tes y futuros , serviles; servil el consejo
de estado y sus dependencias; la inmensa
mayoria del congreso, servil, pero con par-
ticularidad sus respectivas comisiones; ser-
viles todos los jueces desde el tribunal su-
premo de justicia hasta los alcaldes cons-
titucionales; servil todo el clero secular,
y regular, menos algun frayle seculariza-
do ; serviles todos los ayuntamientos, me-
nos los que han representado para la apea-
dura de todos los ministros que se arre-
glasen á Constitucion y exigiesen la de-
bida obediencia á las órdenes del Rey; ser-
viles algunos regimientos del ejército per-
manente, y todos ó casi todos los de mili-
cias provinciales y locales; servilisimos to-




1 5o
dos los gefes políticos que se han querido
mezclar en sostener el orden , impidiendo
á los ciudadanos el imprescriptible dei echo
de atropellar las leyes; serviles los vizcai-
nos , porque fueron privilegiados en: su
tiempo, y es regular que echen de menos
sus privilegios ;serviles los asturianos , por-
que una de sus salidas mas frecuentes es
la de venir á ser lacayos en Madrid , sin
hacerse cargo de que la dignidad del hom-
bre se aviene muy mal con ir en la tra-
sera de un coche; serviles los montañeses,
porque su flaco es la nobleza ; serviles los
gallegos, porque han obedecido á Latre
cuando habia unos cua ntos. por acá deseo-
sos de que se negase la obediencia á toda
autoridad legítima ; serviles los castella-
nos, porque Merino anduvo por aquellas
tierras y no le entregaron vivo,ni muerto,
cuando.eso no consistia mas que en que-
rer ; serviles los estremelíos , porque des-
pues de no evitar la desgracia, de Arco-
Agüero, han permitido que se ponga pre-
so á Conti; serviles los andaluces , porque
no han querido armarse para defender á
unos identificados he ro y can-lente rebeldes,
y tambien porque no han sabido dar aque-
lla célebre patada al puente Stiazo, con lo


r5r
cual estariamos ya todos en el día hechos
unos señores; servilisimos los manchegos,
porque todavia no se han atrevido á sacu-
dir el yugo de la influencia clerica l.; mas
serviles los murcianos, porque no se hart
avenido bien para sostener las órdenes de
Piquero con preferencia á las del Rey y
las Cortes; los valencianos infinito , porque
toleran que el capitan general mande en
la parte militar y el gefe superior en la
politica, cuando debieran Mandar en una y
otra los cantores y aficionados al trágala;
serviles los catalanes, porque se han deja-
do diezmar de una fiebre amarilla , cuan-
do debió ser una fiebre colorada ; y por
último serviles los navarros y aragone-
ses, aquellos porque no se dejan acuchillar
é insultar por todo el que lleve casaca de
dos colores , y estos por haber reconocido
á Moreda contra la voluntad espresa y de-
clarada del cómico Prieto.


En vista pues de que todos estos y
muchos, mas que seria prolijo nombrar,
son serviles declarados , y que tampoco les
han valido á los del año doce sus presidios
y padecimientos para que no les coloquen
en esta fatal categoria, esperemos tranqui-
lamente á que se forme el censo de los




52
liberales sin 'tacha, para apresurarnos á co-
piarle con comentarios y con notas en un •
papel de cigarro.


153


TEATROS.


La posadera feliz, ó. el enemigo de las nut-
geres : comedia de Carlos Goldoni.


Se ha representado muchas veces en el
teatro , señaladamente en el español, el ca-
racter de una dama desdeñosa, que 6 por
orgullo ó por reílexion aborrece el amor y
los amantes, y acaba por rendirse á esta
pasion universal. El desden con el desden,
La muger contra el consejo , Los desprecios
en quien ama, y otras muchas piezas de
nuestro antiguo teatro, tienen por objeto
esta máxima moral, que no es tan frívola
como parece á primera vista. Es imposible
triunfar del amor. Decimos que no es frí-
vola, porque generalizada y aplicada á
objetos mas importantes que las niñerias
juveniles, se refunde en esta otra de Ho-
rado:
«Naturam expellas furcá, timen usque re-


curret.»
En efecto, no .hay empresa mas desati-


nada que destruir los afectos naturales del




1 54
hombre: el moralista y el legislador pue-
den modificarlos y dirigirlos hasta cierto
punto ; pero aniquilarlos , eso no. Semejan-
tes al ayre oprimido, hacen una esplos ion
tanto mas terrible, cuanto mayor era la
fuerza compresora.


Corno en el bello sexo el amor, ade-
mas de sus cualidades generales, está ín-
timamente enlazado con el deseo de sub-
yugar, tan natural á la debilidad y á la
hermosura , no es estrado que nuestros
poetas cómicos se_ hayan valido de la va_
nidad y de los celos, corno de agentes po-
derosos para triunfar del desden femenil.


Pero Goldoni se propuso describir el
triunfo de la gracia y del artificio sobre
un pecho tiesa morado por reflexion , varo-
nil, y por consiguiente no facihnente ac-
cesible á las sugestiones del amor propio.
Así nos presenta el artificio de una mu-
ges, que sin mas armas que la hermo-
sura y la discreción. , ataca á un hombre
y lo vence, á pesar de que el semi-filó-
sofo pelea en su terreno y está bien pre-
parado para la lid. Las diferentes circuns-
tancias y lances del combate estan pinta-
dos con mucha gracia y propiedad ; el
diálogo es vivo y natural, la elocucion


155
facil, y la pieza tiene la moral convenien-
te al asunto, escepto en lo tocante al po-
bre Fabricio, marido futuro de Liseta, cu-
yo lugar no querría ocupar ninguno de los
espectadores.


El marques de Forlipon, aunque es una
caricatura , no deja de representar con bas-
tante felicidad á los caballeros de industria
bajos, cobardes, alabanciosos , ruines, pe-
tardistas y majaderos. Este papel asegura-
rá siempre el buen éxito de la pieza; por-
que los espectadores se parecen mucho á
lasniugeres , (le las cuales ha dicho Casti con
suma verdad:
• « La donna fai rider; la donna e tua.»


El triunfo del .dvc María: comedia de un
ingenio de esta corte. -


Esta comedia pertenece á un género
particular de drama, indígeno de España,
y conocido en el idioma de entre basti-
dores con el nombre de comedia de moros
y cristianos. Llamabanse asi, porque aten-
dida la impropiedad de los trages que ha
durado en nuestros teatros casi hasta
nuestros dial , las piezas de esta espe-
cie eran las únicas en que se distin-
guian las naciones por su vestido pro-




156
pio. Este género tiene y debe tener pa-
ra los esparioles un interes' nacional; por-
que en él se representan , ya las victorias
conseguidas por nuestros antepasados con-
tra los moros en ocho siglos de perpétua
lid , ya la suerte de los cautivos cris-
tianos én poder de aquellos infieles, los
planes atrevidos que formaban para su eva-
sion , su arrojo y valentia al ejecutarlos,
sus amoríos con las damas berberiscas ; en
fin, se ha consignado en nuestras comedias
hasta la vida de los que han apostatado de
nuestra fe yeeífidose ..:el turbante, por no su-
frir los infortunios del cautiverio : y las co-
medias, cuya acciones de esta especie, se lla-
man comedias de Renegados. Lajianza satis-


fecha del célebre Lope pertenece á esta
clase. Desde Cervantes hasta Cienfuegos
casi no ha habido escritor dramático,
que no haya introducido moros en sus
comedias.


Tl triunfo del Ave Maria , ademas de
la hazaña del doncel Garcila'so , consig-
nada en las tradiciones y romances de
aquel tiempo, pinta bastante bien la ga
lantería árabe-española del siglo de Fer-
nando el católico. La entrada del conde- de
Cabra , Pulgar y Bohorques en Granada


157
durante las fiestas , para lograr las hazañas
que hablan prometido á la reyna ; el atre-
vimiento del moro T arfe , que fijó una
cinta de su dama en la tienda de la reyna
Isabel, sus amores con .


Celima , los de es-
ta con el conde de Cabra, y la honradez
caballeresca de este héroe en todos los lan-
ces que se le ofrecen, son todas pinturas
de costumbres ; y agradarian mucho mas,
si la comedia tuviera accion , lenguage y
versos ; mas carece de todo esto, y no ga-
sa de ser un drama frío é insípido con
buenos elementos.


Aunque su autor se disfraza con el nom-
bre de un ingenio de esta corte, no es del
rey Felipe IV ; ni de ningun poeta de su.
siglo. Su elocucion desmayada y sin gra-
cia está diciendo que es posterior á los
tiempos de Caiiizares , y pertenece á la
época triste en que M' orbe escribia la En-
cantada Mel!sendra.




168


ANUNCIOS.


Emilio cf la educacion : por J. J. Rous-
seau, traducido por 3. Marchena. Se ven-
de en la libreria de Razola, calle de Pre-
ciados, y en las de.Sanz , calle de Carretas
y de la Gorguera.


Inutil seria y aun prolijo ponerse de
intento á hacer la crítica del Emilio de
Rousseau, porque habiendo de estractar á
lo menos gran parte de lo que se ha es-
crito en pro y en contra de esta obra ver-
daderamente original , repetiriamos Jo que
otros han dicho ya, y nos veriarnos preci-
sados á pasar los límites de nuestro pe-
riódico. Sentarémos pues lo mismo que dejó
dicho el autor, y es: »que aun cuando fue-
sen erróneas algunas de sus ideas, siempre
baria un grande servicio á la humanidad,
dando motivo á que otros las— formen y
las publiquen mas acertadas.'


El que se atreva á censurar el Enilho
de Rousseau, menester es que escriba otra
obra mas perfecta: de lo contrario habrá
de pasar la plaza de presuntuoso ó de ne-


559
cio. El primero que enseñó á las mugeres
á desempeñar el importante oficio de la
maternidad , reformando sus preocupacio-
nes, merecerá el respeto y la eonsideracion
de los demas hombres. Rousseau no podria
conformarse con las ideas de ninguno , si-
no seguir las suyas propias; y asi en él to-
do es original , hasta los errores : á lo
menos tiene la gran ventaja de que no se
empeña en defenderlos. Nosotros no edu-
cariamos nuestros hijos, como él á Emilio;
pero ciertamente aquel que estudie bien
esta obra, encontrará en ella reglas para
educar con acierto á los suyos, de modo que
lleguen á ser ascelentes ciudadanos y hom-
bres de probidad.


No hallamos, ni con. mucho mas, en
esta traduccion el valor que quiso darla
el señor Marchena ; pero sabemos, que de-
seoso de hacerla bien , tuvo la poco co-
mun docilidad de sujetarla á la correccion
de varios sabios españoles, los cuales le
ayudaron á que correspondiese en lo posi-
ble al mérito del original. Puede leerse con
aprovechamiento por los que no posean
la lengua francesa.




16o
.dforismos políticos escritos en una de


las lenguas del norte de la Europa por
un filósofo, y traducidos al español por
D. JUAN ANTONIO LLORENTE : se hallarán en
esta corte en la libreria de los señores viu-
da de Alonso y Antoran , enfrente de las
gradas de san Felipe.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° Sr.
S A 13 ADO 16 DE FEBRERO DE 1 8 2 2.


Cwtas de Mr. Juan Bautista SAY
Mr. MALTHDS sobre varios puntos de eco-
nomia política. Se venden en las librerias de
Sojo, calle de las Carretas, de Paz y viu-
da de Alonso y Antoran , enfrente de las


NI gradas de san Felipe, á lo. rs.


ECONOMIA PUBLICA.


Balanza del comercio.


Habiendo hablado tan largamente en
los m'uneros anteriores sobre el sistema
prohibitivo , quedarla sin embargo incom-
pleto el tratado, si no dijesernos algo acer-
ca de la gran cuestion de la llamada Balan-
za del comercio. Ya el mismo opúsculo que
impugna bamos nos suministró ocasion pa-
ra tocar este punto ; pero como pide una
discusion particular y algo prolija que nos
hubiera distraido y alejado. del asunto
principal, le reservamos para un artículo
separado.


Todas las.naciones, por muy poco mer.
TOMO" xxv, 1 I




162
cantiles que sean , han vuelto su atencion
alguna vez hacia este negocio nada indife-
rente como se verá : y todos los economis-
tas han algo en la materia desde
que la riqueza pública ha sido objeto de
estudio y meditacion ; pero la cuetion es-
tá envuelta todavía entre tinieblas , porque
los autores no han sabido ó no han que-
rido fijarla con preeision. Los- gobiernos
por instinto y los primeros escritores por
razones muy poderosas que ellos columbra-
ban , pero no acertaron á esplicar con to-
da la claridad necesaria , habian dado por
supuesto que el comercio de una nacion
con otra puede ser mas ventajoso á la pri-
mera que á la segunda , ó al revés ; pero los
-últimos y mas: célebres economistas , exami-
nando el punto muy filosóficamente al pa-
recer, han concluido que •no hay ni pue-
de haber tal balanza de comercio que se
incline mas á un lado que á otro; y
en efecto 'presentando la cuestion como
ellos la presentan , lo demuestran matemá-
ticamente. Dicen , y dicen bien, el comer-
cio de una nacion con todas las restantes
no es otra cosa que el cambio de unas mer-
cancias por otras á valores iguales, con tan
vigorosa exactitud, que si las que recibe


163
valen ciento, las que dé no valdrán Segu-
ramente, segun la estimacion en que se
convienen ambas partes , ni un solo ma-
ravedí mas. Esto es evidente , es un he-
cho materiiiP innegable que estamos vien-


. do y palpando á cada instante en toda com-
pra y venta. Sanas el comprador paga al
vendedor .mas precio que aquel en que se


- han convenido, ni el comprador recibe mas
de lo que supuesto el convenid vale la co-
sa que entrega : luego es imposible que
los comerciantes de una nacion que son
otros tantos compradores particulares , cu-
ya suma forma lo que se llama 'su comercio,
den á los comerciantes de la otra , que son
sus respectivos vendedores , ni un óbolo
mas de valor que el que por su propio jui-
cio tienen las mercaneias que compran:
luego si la nacion A recibe de todas las
„otras ciertos objetos que á juicio de ambas
partes valen cien millones de pesos, dará
en pago otras mercancias que valgan a jui-
cio tainhien de ambas partes otros cien
millones de pesos y nada mas; porque d á
qué asunto, por qué, ni cómo, ha de dar
á los estrangeros por su linda cara un so-
lo maravedí mas? Luego la balanza del co-
mercio está siempre igual entre una deter-




minada nacion y cualquiera otra que se
señale, y lo está igualmente entre ella so-
la y la suma de todas las otras con las cua-
les comercie. ,Y no solo está siempre igual,
sino que no puede menos de estarlo ; por-
que es imposible que jamas cié mas de lo
que recibe , ni reciba mas de lo que da.
Esta, dicen, es una demostracion. Y tan-
`1O como lo es : es una verdad de Pero-
grullo. Pero no es esta la cuestion : la ver-
dadera es la siguiente. Cuando una nacion
recibe de las otras valor de cien millones
en cbjetos que no sean metales preciosos;
y ella los paga parte en estos metales y par-
te en otros objetos que no lo sean ; esta
salida contínua y constante de una mer-
cancia que es el vehículo de los cambios,
<S el signo representativo de todas las otras
(llamesela como se quiera) , ¿será favora-
ble ó adversa á. los progresos de su indus-
tria , de su agricultura y de su comercio
interior? En otros términos. Enviar todos
los años fuera de un pais una cantidad con-
siderable de los metales preciosos que tie-
ne sin recibirlos por otro conducto , ¿se-
rá un medio eficaz de aumentar los tres
manantiales de su riqueza? O al contrario,
¿no será este el camino seguro de obs-


165
truirtos y aun desecarlos al cabo de cier-
to número de años ? Y si asi sucediese,
no se pedria decir que •el comercio que


hacia con las otras naciones le era desven-
tajoso, aun cuando por supuesto el valor
de ' los objetos que diese fuera abstracta y
materialmente el mismo que el de los que
recibia ? llé aqui la verdadera cuestion:
procuremos resolverla de buena fe.


Para esto es menester recordar una co-
sa que todos saben ; pero que no todos los
escritores tienen ó quieren tener presente
cuando tratan estas materias, y es que los
metales precio sos no son indígenas sino de
los paises en que hay minas, que no es-
tá en nuestra mano reproducirlos , que la
naturaleza sola es quien los forma sin la
ayuda é intervencion del hombre, y que
tarda muchos siglos en elaborarlos en las
entrañas de la tierra. Esta observacion es
necesaria al resolver la cuestion propues-
ta para distinguir entre naciones que tie-
nen minas de oro y plata , y las que no las
tienen. Respecto de las primeras , si las mi-
nas se benefician, y si un año con otro
dan de si una cantidad de metales igual á
lo menos á la que se estrae por el co-
mercio', ya labrada ya reducida á dinero,




''ctrpaad as setruu S1 01) SIC d ja 9 ceappuiv
•soue sol sopor equaes seila ap anb


sosolaaad samatu soi 1100 Á / S1T10103 sns
ap S01111J UO9 olsa., pa ecieled 9 nivana
ns egemes robe elsell •oadoana opoi!,ual
ns 9 epranpai saTa;-4dsa• saienfh ua ap
-and anb el anb soiaejalae ap Á seaatupd
set.taien! ap ‘saigesogeía ou sorna,; ap aoÁ
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'eariatuir.re aluatuesolou uolaedatunua eun
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rlsrq anbune iraatn)2 tia aluelsmo sa 'en
-echa ensanu 9 osen ja socue.lÁe.nuoD


•saprlaul
soaso uoa somaaq SOI Jod efelnan inn.gt
UO3 sopezeidtuaaJ JGS uapand ou sosco soga
-nut anb Á ‘sopenngeg uuyelsa osn 6£
-no y eleid Á OJO ap soysua/n soi sopol ap
sope/m(1 uasepanb !s sonp!A!put sol r urja


anb sgir2.1 sapernpotuoaul sei ap
sowypinosaid ¿o.no i ae.lni un ap ael.rod
-StICJ1 ap pauzp á epotuoau! uolian al) epau
-otu vi e ¿C atoadsa ua somono sope omonp
-oigand aval:famas e!adaii ou uoprigod
-sap e!aasnu ezanod ap olund ánb y?
.¿Inpu uoponpoad el yl Á eioaja.,9e umaanp.
-o3daar oniatanoadloiHa alsa erarolp


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aub ua 11013V11 can ua ooljp.n ¡o tniaoad
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uámb? 'ioisann Oj ua °tus 'ao!salsa Oi ua
Ojos ou ' somuico sol ap ()ploman platica
-.19111 CI soso!oaad sale:tau so' opuo!s •sopea
-atunua Fun! sa anb soutgo tan uos sird
ameramos u uwevinsaa visa ap anb sale:u
sol uam n.10LIV •olgelauu! so , oasj •osop
-aad ounlum ie/aut .UOTaüll Lel ni yo oprp
-anb nactnti ou aub 'non sa !oJao 9 pnb9!
roas yr peppuea el sone nata ap ogro ir
anb aluarnAo sa awadsa calo ap solafcio
-IS andan-10a U aub 11,110 eunluni acpaaa


od anb opualuodns Á 52:2- ou oloaatuoo ia
!cal! sonionni pepuxqa aoÁrtu mard anb


'Q ‘natui can SOUC SÓI sopor ri rs risa ap
anb opnaniódus 'y sotuárecueil anb imatu
Oj) pepilnea/run °flap opeunuaalap oue
ua anb opugtuodns •owsun oi sa ou ep
-unasua oaad 1 tngell.


salce anb
ni aldulats epanb ' !se obiraap aod 'et.ra
as aluoulenue anb souam 9 SCUI 000d pep
-nuera nuaube 11.1Ánalso as aubune Á Isego
-asga sns ap run 'opus ns ap sauopoup
-o.id set


ap eun uos nield in Á (no ja el
m.auurad Tia •seuload seuuu 4ual ou aub
ralo raed aub saluaTuoAuoonj sowsitu sor
‘09au, oisaadus ¡a tia ella caed upaellnsaa


991




i68
y es tiempo' que entre en cuentas consigo
misma, y haga este cálculo. Yo recibo de
las otras naciones . una gran parte de la
lenceria que consumo , la quincalleria y
joycria casi toda , muchos paños y sedas,
una multitud innumerable de bagatelas cos-
tosas, los géneros coloniales todos , á es-
ccpciun de un poco de azocar, las drogas
medicinales, algunas materias primeras, y
otros varios objetos que sería prolijo enu-
merar: en cambio doy varios frutos, co-
mo vinos y aceytes, lanas, barrilla y al-
guna otra cosa; y no equivaliendo su va-
lor al de las cosas que compro, tengo que
pagar el resto en metales preciosos: an-
tes los sacaba de mis minas de América,
eran una de mis cosechas ; pero de aqui
adelante aun cuando haya en mi suelo
peninsular algunas otras, minas , su pro-
ducto no puede igualar ni con mucho
al de las riquisimas que he perdido. Ten-
dré pues que ir dando anualmente una
parte del 'oro y plata que hay poseo;
y suponiendo que aquella no sea sino
la milésima parte del todo, es claro que al
cabo de mil anos, si por otra parte no
recibo alguna porcion de aquellos metales,
cosa que en la suposicion hecha no pue-


169
de verificarse , no quedará en mi seno una
sola onza de oro ó de plata. Esta diminu-
cion anual de los metales ricos será al
principio y por bastante tiempo casi
perceptible; pero poco á poco se irá sin-
tiendo, y llegará una época en que la fal-
ta sea tan notable que el tráfico interior,
la industria y la agricultura se resientan
notablemente , la poblacion se disminuya
y á la despoblacion se siga la mas espan-
tosa miseria y la mas Completa nulidad
política. Es pues necesario que desde, aho-
ra empiece yo á tomar prudentes precau-
ciones para impedir que los metales pre-
ciosos acunados ó no acunados salgan ,de
mi seno en tanta cantidad anual corno an-
tes salian. ¿Y cuáles serán estas precau-
ciones ? Una muy sencilla : no recibir de
los estrangeros tantos objetos manufactu-
rados como recibia antes. Y qué medio
para que no entren á lo menos en tanta
abundancia ? Prohibir su introduccion , y
fomentar por• todos íos medios posibles su
elaboración en el pais. De este modo no
recibiendo sino frutos y materias primeras,
acaso podré saldar mi cuenta con solas mis
producciones no elaborables y con los ar-
tefactos' que perfeccionados cada dia mas




170
por esta misma necesidad, podrán dentro
de algun tiemp




sostener en los mercados
comunes la concurrencia con los de otros,
paises. Y hé aqui otra razon decisiva pa-
ra nosotros de adoptar el sistema prohi-
bitivo. No hay que engañarnos : la Amé-
rica se perdió, y esta pérdida nos obliga
á variar el sistema seguido mientras oramos
dueños de aquellas riquisimas posesiones y
iiciamos con ellas un comercio esclusivo.
Este es punto interesante que pide algu-
na esplicacion.


Cuál ha'sido nuectra situacion comer-
cial desde que nos establecimos en Amé-
rica y empezamos á traer á Europa los pre-
ciosos frutos de aquel pais , hasta este tris-
te dia en que ya debemos decir, aun-
que con voz dolorosa :'.perdimos las. Amó.
ricas (tal vez sucederá lo mismo con las Fi-
lipinas), y estamos reducidos á la penínsu-
la ? La sipriente. Habiendonos reservarlo .o
el comercio directo con las inmensas po-
sesiones que t cababamos de . adquirir, nos
constituimos en la obligacion de surtirlas
de cuanto necesitasen. Prescindamos aho-
ra de si debió adoptarse este sistema de
monopolio; y aun adoptado, si debieron to-
marse otras providencias que por desgra-


171
cia no se tomaron; y atengamonos al he-
cho. En virtud de esta obligacion, noso-
tros Ilevabarnos á América no solo nues-
tros caldos sino ademas en general (no to-
mando en cuenta el poco de contrabando
que hacian directamente los estrangeros)
todos los tejidos de lino , alg,odon, seda
,y lana y una gran variedad de otros obje-
tos ; pero como por razones que ahora
no es del caso dar, nuestras fábricas pe-
ninsulares no podían abastecer 'con) pletanien-.
te tan inmenso mercado, fue preciso que to-
masemos una parte de los estrangeros; de suer-
te que nuestros cargamentos para América
constaban : 1.° de nuestros frutos que allá no
Labia: 2.° de frutos estrangeros : 3.° de arte-
factos nuestros ;y 4.° de artefactos estraños.
En cambio recibiamos de América : t.° los
preciosos frutos de aquel clima , como la
grana , el mili , el azucar , el cacao, la qui-
na , la jalapa , las maderas finas , el palo
cl e tinte , y otros objetos no metálicos ; y
2.° los metales preciosos. Traidos á Espa-
ña estos ricos cargamentos pagabamos con
ellos no solo cuanto tomabarnos de los es-
trangeros para abastecer nuestros mercados
coloniales, sino parte de lo que necesita-
bamos .


para el consumo de la península




1,2
misma ; porque con la parte de frutos pe-
ninsulares que.sacabau directamente de ella
los cstrangcros , no podiamos saldar entera-
mente la cuenta ; y en cuanto á manufac-
turas dicho se está que ninguna podria-
mos darles no teniendo las suficientes pa-
ra el consumo de la poblacion europea,
y mucho menos pava el de la americana.
Se perdieron las colonias , ¿ qué sucederá?
¿cuáles serán los resultados infalibles? Los
siguientes : siendo libres los america-
nos y estando abiertos sus mercados á to-
das las naciones, pocos frutos peninsula-
res podremos llevarles , porque siendo ca-
si los únicos que podemos ofrecerles los
aceytes , aguardientes y vinos ,es claro que
cultivando ellos la vid y el olivo no los ne-
cesitarán ; y que aun cuando lo¿ necesiten,
los aceytes y aguardientes de Francia ob-
tendrán por algun tiempo la preferencia por
estar mejor hechos : de suerte que solo
podremos llevar nuestros algunos vinos ge-
nerosos : 2.° que por algun tiempo tambien
será muy corta la cantidad de artefactos pe-
ninsulares que podamos despachar, tenien-
do que concurrir libremente con los in-
gleses , franceses, anglo-americanos y otros,
que los darán mejores y mas baratos, por


173
lo mismo que su industria está mas ade...
lantada que la nuestra en todos sentidos.
3.° que ya no podremos llevarles artefac
tos estraugeros sino cargandolos directa-
mente en los puertos mismos de las na-
ciones que los fabrican ; porque si hubie-
sen de venir primero á Espaiia saldrian con
este rodeo mucho mas caros que los que
los estrangeros lleven directamente y 4.°
que en consecuencia será muy escasa la can-
tidad de frutos coloniales que traygamos en
retorno.


¿Cuál será pues nuestra situacion co-
mercial de aqui adelante ? La de quedar
reducidos á los frutos peninsulares para
pagar cuanto recibamos de la América que
fue nuestra y de las otras ilaciones. Esto
es evidente. Pregunto ahora : con solo nues-
tros caldos y otros frutos de menos valor
y aun con las lanas ( aunque estas no de-
berian darse ) ¿podremos pagar: z.° los fru-
tos coloniales que el hábito nos? ( ha he-
cho necesarios como el azucar y el ca-
cao , cafe, té, ect.: 2.° las plantas y dro-
gas medicinales que nos son indispensables:
3.° los objetos de tinte como grana y
añil , sin los cuales no puede haber fá-
bricas : 4.° varias materias primeras como


S'




174
algodones y linos que tí no tenernos ab-
solutamente, 6 no tenemos en tanta abun-
dancia como necesitarnos ; y 5.° esa in-
mensa cantidad de objetos elaborados de
todas especies que hasta aqui reeibia.,
mos para solo el consumo de la penínsu-
la ? Creo que nadie dirá que podemos pa-
gar tan escesiva imnortacion con solo mies-t
tros frutos. Ahora bien, siendo estos los
étnicos que podemos dar en cambio, ha-
bremos de vagar en metales preciosos el
resto que ellos no cubran. Con que si con-
tinuamos recibiendo tanto como antes, la
cantidad de metales que salga anualmente
será muy considerable', y continuada por
una larga serie de años llegaria á hacer-
los mas y mas raros hasta el punto de que
desapareciesen enteramente. Es pues nece-
sario y urgente que desde ahora al, instan-
te •entablemos un sistema bien combinado
de ahorros ó economía; con respecto á los
objetos que antes recibiamos de los estran-
geros. Es preciso que hagamos lo que ha-
ce una familia particular cuando se dis-
minuyen sus rentas, que es estrecharse y
cercenar superfluidades.


Se dirá quizá, y ya lo han dicho al-
gunos pedantes, que con perder las Amó-


ricas nada hemos perdido . : antes bien hemos
ganado mucho. Ya ine lo dirán dentro de po-
co, y ya se lo está diciendo el comercio de Ca-
diz y demas plazas principales; pero aunque
nadie lo dijese, y prescindiendo de la in-
fluencia política que nos ciaba la posesion
de tan vastas y ricas colonias , limitemo-
nos á la utilidad comercial y respondan
á estas preguntas. ¿Es cierto que llevaba-


.1210S á América parte de nuestros paños,
lienzos, tejidos de algodon y otros ob-
jetos ? ¿ Es cierto que llevaba mos igual-
mente palios , lenceria , telas de seda y
algodon y otros mil artículos tornados á los
estrangeros ? ¿ Es cierto que por el mono-
polio justo ó injusto que ejerciamoá en
aquellos mercados ventilamos nuestros gé-
neros y revendiamos los agenos mas ca-
ros de lo que vallan en realidad , y mas
caros por consiguiente que lo que se ven-
derán de aqui adelante en mercado libre?
¿Es cierto por consiguiente que en cambio 6
de retorno traíamos mas porcion de gé-
neros coloniales que la que podemos
traer éti adelante con igual cantidad nu-
mérica de mercancías ? Y bien, ¿qué re-
sulta de estos hechos incontestables? Que
antes con mil varas de paño , por ejem-
plo , coMprabamos cincuenta zurrones de




176
grana, y en adelante solo comprarémos
25 : y como con los cincuenta pagabarnos
una parte de los objetos tornados á los es-
trangeros , ahora no pagarémos ya mas que
la mitad de esta parte. Hagase el mismo
cálculo en todos los objetos que llevaba-
mos á América, y ya ó no podremos lle-
varlos ó tendremos que darlos mas bara-
tos , porque no podremos imponer la ley á
los compradores; y se verá cuanto perde-
mos perdiendo el monopolio colonial ,
cuán necesario es por consiguiente que re-
duzcamos nuestro consumo , pues dismi-
nuyen nuestras rentas ; no hablo de las del
erario , aunque á este tambien le toca su
parte, sino de las de la nacion ; es decir,
las ganancias que haciamos eo • América y
saldaban en parte la cuenta anual con los
mercados de Europa.


Concluyo de todo lo dicho . que ha-
biendose acabado para siempre la cosecha,
por decirló asi , de oro y plata , es nece-
sario que arreglemos nuestro comercio de
manera que en adelante no recibamos
de los estrangeros mas de lo que po-
demos pagar con efectos que no sean me-
tales preciosos , es decir, con produccio-
nes indígenas no elaborables y artefactos,


algun dia llegamos á tener en este gé.


577
neto cosas que los estrangeros apetezcan ó
necesiten ; porque si continuamos saldan-
do en dinero una parte de nuestra cuen-
ta , los metales preciosos irán poco á po-
co escaseando, se harán luego en estremo
raros , llegarán acaso á faltar enteramen-
te, y aun sin llegar á este término su es-
casez perjudicará inmensamente al trá-
fico interior , á la agricultura , á la indus-
tria y al comercio mismo-coi-13os estran-
geros. Y hé aqui otra prueba de que es-
te, puede ser mas ó menos ventajoso á
la nacion que le hace, y por consiguien-
te que en el sentido en que debe enten-
derse la palabra hay una verdadera ba-
lanza de comercio entre las naciones que
se inclina mas á favor de unas que de otras.
Vamos á demostrarlo bajo este solo as-
pecto de la escasez de metales preciosos,
escasez que• nadie negará existir de hecho
en algunas absoluta y relativamente.


Todos saben y confiesan que cuando
abundan en un pais los metales preciosos,
los cuales siendo el vehículo de. los cam-
bios, facilitan y aumentar, la carculacion,
suben de precio ó se encarecen todos los
géneros, y que al contrario estos se en-
vilecen ,


ó abaratan cuando escasea aque.
TO.N10 XLV. 1-2




178
lla mercancía universal. Veamos pues cua-
les son las consecuencias que la escasez
y rareza del oro y la plata acarrea con
respecto al comercio esterior. 'Supongr.-
mos que atendida la cantidad de oró y pla.:
ta que hay ahora en España y á circuns-
tancias iglules en las lemas causas que li-


j an el precio de las cosas, valga hoy roo
rs. una arroba de vino de Málaga, y que
una libra de canela, por ejemplo, valga 5o
en los mercados comunes. Es claro que
dando una arroba de. vino se pueden com-
prar dos libras de, canela. Supongamos que
permaneciendo igual todo lo dermis, el me-
tálico de España se reduce á la mitad; ¿ qué
resultará? que la arroba de vino inalague-
fio- valdrá solo rs. ; y de consiguiente,
que continuando la libra de canela en va-
ler los mismos 5o rs. que antes, porque
en efecto su estimacion depende de/los
mercados comunes no del nuestro , no se


Podrá comprar mas que una sola libra con
w cantidad de vino con que antes- le com-
praban dos. Pregunto : ¿ y no será mas ven-
tajoso trocar por dos que trocar por uno
una misma idéntica cantidad de mercan-


? Pareceme que no habrá en el num-
do un hombre que diga que es indiferen-


/79
te cuando se da un determinado objeto
recibir en cambio uno ú dos de los que
buscamos para satisfacer nuestras necesi,
dades. Hagamos todavia Mas perceptible
la demostracion. En España, por ejemplo,
despues de satisfacer al consumo interior
sobran tantas mil arrobas de vino , tan-
tas de aceyte etc. ; pero á su vez faltan


- tantas mil de azucar,
, tantas de cacao etc.


En el estado actual podemos comprar con
las primeras las segundas: se pregunta, si
disminuido el metálico disminuyesen los
precios de nuestros frutos, de suerte que
con ellos no pudiesemos adquirir ya mas
que la mitad de los coloniales que nos fal-
tan , ¿seria igualmente ventajosa nuestra
situacion ? Claro es que no , porque con
todo nuestro trabajo no podíamos ya sa-
tisfacer mas que la mitad de nuestras ne-
cesidades, cuando antes con aquel las sa-
tisfacíamos completamente. Es menester no
olvidar que una nacion no es mas que
una gran funilia, y que en esta gran ft-
rrrilia exactamente lo que en cada
una de las familias particulares de que se
compone. Si una de estas tiene una co-
secha anual de trigo , del cual deducida
la parte. necesaria para su consumo y para




x So
la reproduccion de la semilla, vende el res-
to y con su valor se procura los otros ob-
jetos necesarios á su existencia y como-
didad, esta familia aun cuando no pros-
pere, no atrasa. Pero si suponemos que ade-
mas de vender el trigo sobrante tiene que
añadir todos los años para surtirse de lo
necesario una parte del capital que tiene
en metales preciosos , es evidente que al
fin se acabarán estos , y vendrá un año en
que con su trigo no podrá ya adquirir toda
la subsistencia ; y será menos feliz , y pro-
gresivamente menos , basta que al fin se
arruine, se disuelva y aun perezcan sus
individuos si la caridad pública no los ali-
menta. Pero una nacion ni aun este so-
corro tiene, porque unas á otras no se dan
limosna.


Respondese á todo esto que el caso de
que los metales preciosos lleguen á faltar
en una nacion es ilusorio y quimérico , y
que jamas llegará á verifiearse ; porque
cuando vaya escaseando, los estrangeros le
traerán corno hablan de traer otra mercan-
cia , por la sencillisima razon de que tenien-
do entonces mas valor, y siendo la mas bus-
cada, será la que podrán despachar con
mas ventaja. A esta respuesta ¡hay tanto


8 r
qne oponer ! Naciones han existido y
existen que no tenian ni tienen oro ni pla-
ta. ¡ Asi fueron y son respectivamente tan
pobres y miserables ! Conque en rigor lo
que sucedió y sucede á aquellas por no te-
ner minas, puede suceder á las que hallan-
dose en este caso, vayan perdiendo sucesiva-
mente la porcion de ambos metales que ha-
biaa antes adquirido. z.° Es menester no ol-
vidar que el oro y la plata no se comen, ni
con ellos se abriga el hombre contra la in-
temperie, y que si se buscan y apetecen am-
bos metales es en cuanto pueden ser tro-
cados por el alimento y el vestido. Esta
quiere decir, que la nacion que necesita com-
prar á otra frutos para comer, y materias
primeras para hacer sus tejidos, pedirá y
recibirá estos objetos antes que los meta-
les, por raros que se hayan hecho ; pues
con estos no satisfaria sus primeras y mas
urgentes necesidades. Este es un punto muy
delicado que solo se hará perceptible con
un ejemplo material. Supóngase que en efec-
to han desaparecido de España los metales
-preciosos, que no hay tampoco un gra-
•no de trigo, y que el comerciante 4 llega
con un cargamento de granos, y el comer-
ciante B con otro de igual valor en barras




182
de oro ó de plata : ¿ cuál se tomará pri-
mero á cambio de los otros frutos que te-
nemos? El trigo, ó el oro? Es evidente
que el trigo , porque este sirve inmediata-
mente para satisfacer una necesidad de la
naturaleza, y el otro solo podria servir pa-
ra lo mismo cuando le hubiesefnos trocado
por trigo: cosa imposible en el supuesto
que se hace.. Infierese de'aqui que cuando
una nacion no tiene en su seno , y no hay
ninguna que los tenga, todos los objetos
de primera necesidad , da para tenerlos el
sobrante de sus frutos; y si estos no alcan-
zan , paga el resto con metales preciosos;
y que si estos llegasen á faltarla no los com-
praria tampoco, porque con ellos no re-
mediaba su necesidad: lo que baria sería
ir reduciendo y estrechando sus consu-
mos hasta que los frutos que vendiese igua-
lasen los que recibia de fuera. Y como los
suyos estarian á vilísimo precio, seria muy
pequeña la cantidad de los estrangeros que
pudiese recibir, y ella se iria empobrecien-
do, aniquilando y consumiendo hasta que-
dar reducida á una tribu miserable , poco
numerosa , esparcida en un vasto territo-
rio, y casi reducida al estado primitivo.
3.? Concediendo que la falta absoluta de


183
metales no Llegue nunca á verificarse en
los paises en que ya los hubo, es cierto á
lo menos que por la contínua salida pue-
den disminuirse, considerablemente; y esto
ha sucedido ya á varias naciones : ha suce-
dido en España. ¿ Hay quien ignore cual
era la escasez de numerario bajo Carlos II?
¿ No se sabe que á poco de concluida la
guerra de sucesion fue necesario que el go-
bierno enviase materialmente algunas can-
tidades de plata á Castilla la vieja, porque
en esta provincia no circulaba mas que cal7.
derilla ; y la falta de plata tenia paraliza-
do enteramente su tráfico, envilecidos sus
frutos, aniquilada su industria, y Babia dis-
minuido notablemente el número de sus ha-
bitantes ? ¿ No es sabido que una de las
causas de la deSpoblacion y miseria de al-
gunas provincias nuestras es la falta de
metales ? No nos alucine pues esa falsa
teoria de que en el mundo económico co-
mo en el mundo físico, todo tiende al equi-
librio; y que asi cuando á nosotros nos fal-
te el oro y la plata, vendrá á llenar este
vacio lo que haya denlas en otros paises.
No por cierto , no vendrá, á no ser que no-
sotros creando anualmente una gran .can ti-
tidad de valores en objetos agrícolas y fa-




184
briles, paguemos con una parte de estos
objetos todos los frutos estrangeros que po-
demos necesitar, y con el resto les com-
premos los metales preciosos, faltennos tam-
bien ó no nos falten. Mientras que cuanto
nosotros podamos darles no alcance ni aun
á pagar los comestibles y materias prime-
ras de absoluta y primera necesidad, no
hay que esperar que el oro inglés se nos
venga como por ensalmo á nuestras gabe-
tas. En las de los comerciantes de Londres
andará rodando, y en las de los nuestros
no .se verá una onza por un ojo de la cara.
Esta es la verdadera teoria que puede de-
mostrarse basta la evidencia matemática.
Pero ¿ qué hablarnos de teorias ni demos-
traciones? Es •un hecho material consigna..
do en cien mil páginas de la historia, que
cuando una nacion ha adquirido una suma
de riquezas metálicas, si una -vez llega á
perderlas por cualquier causa que sea, no
vuelven á ella , sino que pasan á otras y
otras manos, menos á las de sus antiguos
dueños. Riquísimas fueron Tiro y Cartago;
pero una vez que sus tesoros pasaron á ma-
nos de los macedonios y de los romanos,
ojos que los vieron ir. Se dirá que esta es-
poliacio n fue por conquista. I .1 Cuando uno


185
pierde su dinero es muy indiferente que
sea porque se le cayó en el mar, ó por-
que lo perdió en la calle, ó porque se lo
quitó un ladron. 2.° No recurramos á con-
quistas. Riquisimas fueron Venecia y Géno-
va en la edad media ; pero cuando una vez
sus riquezas metálicas pasaron á manos (le
holandeses é ingleses; porque la balanza, la
balanza, esa balanza del comercio 'que se
quiere desconocer, dejó de serles tan ven-


t tajosa como antes, por causas que son
notorias, y que dejando de ganar, fueron
progresivamente perdiendo ; á fe mia que
el oro y la plata que se les fue escapando
de las manos á los señores genoveses y ve-
necianos, no ha vuelto á ellas, ni volverá
ya jamas. Pues .


las ciudades alli estan , no
han sido saqueadas ni arruinadas como Tiro
y Cartago: su situacion geográfica es la mis-
ma: los puertos de Venecia y Génova son
los mismos : los campos y el clima idénti-
cos; y los habitantes no han sido trasla-
dados á otras regiones. Pues ¿por !qué no se
enriquecen ahora por el comercio corno se
enriquecian en otro tiempo? Porque el que
hacen no les deja tantas utilidades, no es
tan vasto, ni les es tan ventajoso. ¡ Ola!
responderán todos á una voz, ¿ conque el




x86
comercio de una nacion puede ser mas ó
menos vasto, dejar mas ó menos utilida-
des, y ser mas ó menos ventajoso? Pues
esto es lo que los antiguos economistas y
los gabinetes llamaban Balanza del comercio.
Y pues ustedes, señores economistas mo-
dernos, convienen en el hecho , el nombre
que se le dé es muy indiferente : llamese
ventaja y desventaja , ó como se quiera: los
nombres no hacen nada como se convenga
en la idea.


1 87


Des moyens de gouvernement et d'opposition
dans l'état actual de la France. Pa,
F. Guizot. Paris 1821.


El año pasada dió á luz este ilustre
publicista una obra que analizamos en
nuestro periódico , acerca del gobierno Eran-
ces. En ella estableció como un principio
que la revolucion francesa había sido una
lucha de la libertad contra el privilegio, que
este fue vencido , que se le aseguraron á la
libertad los despojos de la victoria en el
tratado de paz que se llama la carta ; en
fin, que los intereses creados por la revo-
lucion son en el dia intereses nacionales,
y constituyen la Francia nueva ó la Fran-
cia (le la revolucion.


Mr. Guizot en la obra que ahora ana-
lizamos, dejando sentado este principio,
raciocina asi : el régimen constitucional es-
tablecido en la carta hubiera satisfecho
todos los intereses, si el privilegio , empe-
ñado en restituir el antiguo régimen, no
hubiera continuado la guerra despues de
firmada.la paz. Se ha emprendido de nuevo




188
la lid : unos pelean por conservar lo con
quistado, otros por adquirir lo perdido. Es-
ta renovacion de hostilidades hace. que en
Francia no esten bien afirmados el poder
ni la libertad.


El poder constitucional creado por la
carta es justo , es moderado, es necesario
para contener las pasiones, es el suficien-
te para una nacion en que no haya un
partido empeñado en hacerla retrogradar:
pero hay una guerra; y unos y otros se nie-
gan á darle al poder toda su latitud cons-
titucional , temiendo el uso que harán de
él sus enemigos , si algun dia lo consiguen.
Los mismos ultras se niegan á favorecer al
gobierno, como el gobierno no se compro-.
meta á retrogradar. Asi se esplica el escán-
dalo de las leyes de escepcion. Los hom-
bres de partido quieren mas bien obede-
cer á un gobierno de circunstancias , que á
un gobierno cimentado ya y por consi-
guiente inespugn able.


La libertad tampoco está fija; porque
la libertad es un arma , y cada uno la te-
me en las manos de su enemigo.


No hay pues en Francia poder esta-
ble , no hay libertad asegurada. Se sufren
todos los inconvenientes que trae consigo


189
la incertidumbre de lo porvenir. El mi-
nisterio frances ha creído remediar los ma-
los efectos de esta incertidumbre, con una
cierta inmobilidad que impida á la Fran-
cia seguir adelante ó retroceder; y dejando
la carta sin cumplimiento y burlandose de
las esperanzas del privilegio , al mismo
tiempo que las halagaba, ha querido cimen-
tar el despotismo administrativo de Bona-
parte sobre las libertades públicas y las
pretensiones de la aristocracia.


Esta inercia del ministerio frances se
reconoce en todas las actas de 1821. En
la sesion legislativa el lado derecho era su-
yo: por no disgustarlo, no creó ninguna
institucion favorable ¿; la libertad : porque
le temia se contentó con satisfacer los in-
tereses privados de aquel partido, sin hacer
caso de su interes general. Le dió parte
en el gobierno ; mas con la condicion de
que estuviese sometido al ministerio. La
misma inmobilidad, la misma incapacidad
de crear, el mismo principio de retardar
lo que hada ser, se advierte en todas las ope-
raciones administrativas. Pero en nada se
ha conocido mas su nulidad que en la po-
lítica esterior. Ni las naciones que sus-
piran por lá libertad, ni la santa-alianza




I90
tienen nada que agradecer al ministerio fran-
ces. Ha sido el obscuro aliado de los monar-
cas absolutos; y sin obtener ni aun la triste
gloria del triunfo , ha incurrido en el odio
de los pueblos que tenian derecho 4 su pro-
teccion. La Francia debió salvar la Italia,
Y no lo hizo ; y cometió en esto no solo
tina falta contra su dignidad como monar-
quia constitucional , sino un yerro quizá
irremediable contra su independencia como
potencia europea.


Antes de concluir esta parte del libro,
no podemos menos de copiar las siguientes
expresiones de Guizot , no solo porque en-
cierran proposiciones muy notables, sino
porque tenemos el placer de ver que este
sabio escritor ha formado el mismo juicio
que nosotros de los imprecaciones del lord
Biron contra los napolitanos.


»No quiera Dios que yo una mi voz
á la de aquellos hombres que injurian
muy á su salvo á una infeliz nacion , é
imputan á la cobardia el mal éxito de sus
tentativas. La nota de cobarde se emplea
con mucho riesgo , porque se aplica indis-
tintamente á todos los partidos. Cuántas
almas nobles, cuántos corazones generosos
gimen en Italia, contemplando su misera-


19r
rabie estado! Yo participo de su dolor,
aunque esperaba mas de sus esfuerzos. Yo
formo ardientes votos porque la España
mas fuerte sea tambien mas prudente y
mas feliz : hay en ella facciones que se
mantienen reciprocamente ; y quizá fomen-
tadas todas por los estrangeros : los ami-
gos de la verdadera libertad deben temer-
las, deben.reprimirlas á todas : deben per-
seguir el real, bajo cualquier bandera que
se encuentre alistado : nada se gana con las
contemplaciones ; y si los jacobinos triun-
fan en Espaíia, no le serian menos funestos
que á la Francia. Nosotros estamos pa-
gando todavia sus delirios.»


Los ministros franceses para disculpar
el sistema de imnobilidad que han adopta-
do, sostienen que la contra-revolucion que
quieren los ultras , es itupOsible ; y que la
Francia nueva, es decir, las opiniones de
la revolucion son anárquicas, y no ofre-
cen medios ni elementos de gobierno.


Mr. Guizot entra en una larga y sabia
discusion• acerca (le las opiniones y princi-
pios políticos que creó la revolucion, y al
valor que tienen en el dia las doctrinas
revolucionarias. Las reduce á tres artículos
capitales, que son: la soberania del pue-




7.92
blo , la igualdad, y la sumision del gobier-
no á la nacion. Por mas grandes:que sean
los escesos á que haya dado lugar la exa-
geracion de estos principios en los dias acia-
gos de la revolucion , en la actualidad lo que
se entiende en Francia por aquellos aftícu-
los es lo siguiente: el pueblo debe ser go-
bernado segun sus intereses á nadie se le de-
ben impedir los medios de elevarse: el mz-
nisterio ha de ser responsable , y no se ha de
gastar un franco mas de lo necesario. Re-
ducidas aquellas doctrinas á estos principios
moderados , lejos de ser indóciles al go-
bierno, serán su mejor apoyo , siempre que
este se ponga en la situacion que le corres-
ponde; es decir, siempre que se retina á los
intereses de la Francia nueva, en lugar de
reunirse :á los debla emigracion , y siempre•
que coloque al frente del régimen social, no
la aristocracia antigua ya envejecida, sino
los hombres superiores de la Francia nue-
va que entienden á su siglo , y que su si-
glo los entiende. (-‘


El sistema constitucional es el mas á
propósito de todos para que un gobierno se
apoye en los hombres mas ilustres del
tiempo actual, y renuncie al auxilio de los
que solo tienen que ofrecerles nombres r


193
vanidad.» El gobierno representativo tiene
por objeto establecer entre el poder y la so-
ciedad su natural y legítima relacion , impi-
diendo que el poder legal exista donde
no está el moral, y colocando constante-
mente la autoridad en manos de hombres
verdaderamente superiores y capaces de
ejercerla segun el destino para que fue
creada. Las cámaras , la publicidad de los
debates, las elecciones, la libertad de la
imprenta , los jurados, todas las formas
constitucionales, todas las instituciones que
se consideran como consecuencias necesa-
rias de este sistema , tienen por objeto y
por resultado buscar y entresacar de la so-


. ciedad los hombres mas distinguidos en to-
dos géneros, colocarlos al frente del poder,
y obligarlos á merecer su elevacion so pe-
na de perderla , obligandolos 'á ejercer la
autoridad pública é imparcialmente. Siste-:
ma admirable, porque es conforme á la na-
turaleza de las cosas y resuelve el proble-
ma de la union del poder con la libertad,
no concediendo el poder físico sino á la
verdadera superioridad, é imponiendo á
la superioridad la obligacion de j ustificar-
se á sí misma y de merecer constantemen-
te la aprobacion pública.


T03.10 XIV.
x 3




ux94
Del examen de las opiniones de la Fran-


cia nueva pasa (1 autor al de sus intereses;
y de estos solo analiza particularmente el
de los prorieta nos de. bienes : nacionales y la


libertad de conciencia , que son los mas in-
teresantes de todi,s.


Los intereses nuevos deben ser el apo-
yo natural del poder, I.° porque son
los mas fuertes y 'generales: 2.° porque
la carta los ha consagrado : 3.° porqu e
son los mas conformes á la razori y á la
Justicia.


poder, dice, se engaña notablemente
cuando se coloca fuera del campo de los
vencedores : se hace traycion á sí mismo, y
desmiente su esencia propia que es la su-


perioridad. Se separa de los que quieren
y deben poseer el imperio para reunirse con
los que solo tienen derecho á reclamar la li-
bertad. Los intereses nuevos fueron los que
dieron el despotismo á Bonaparte. A todo


gobierno que se apoye en el antiguo ré-gimen, le contestarán sus derechos mas na-
turales y sus prerogativas mas necesarias.
A su gefe le concederian mucho y le pedi-
rian poco : al gefe (le sus contrarios le pe-
dirán mucho y 'no se contentarán con nada.
¿Es esta la situacion que conviene al poder?»


195



»Que el gobierno no sepa reconocer don-
está la fuerza, cuando todavia no se


tia manifestado ;' que dude en reunirse á
ella, cuando solo destruye y arruina, es
fácil de concebir. Luis XVI pudo creer que
1.) revolucion era imposible de gobernar,
y .que aspiraba á destruir la monarquia;
pero en el dia todo se ha mudado. Los que
eran agresores porque tenian que conquistar,
ahora estan sobre la defensiva', porque po-
seen. La carta lel_litituó los interesesnue-
ves, porque los encontró defendidos.»


»El gobierno está obligado por su na-
turaleza 4 separarse de los'qUe no tienen
nada mas pie la esperanza "dé conquistar,.
y á unirse con los que tienen iiitekses que
defender.' El 'poder existe igualmente que
la sociedad; está ;có/ócado eii el centro de ella;:
tiene necesidad del orden , y sti fiie•za con-
siste en los defensores del orden 'estable-
cido. Un monarca' tiene ya hecha su for-
ttiña : le basta conservarla : 'deje correr los
riesgos de la lid llos que tienen que vivir
de'casualidades.,Una esperanza incierta es
e1' írnico patrimonio" del antigno régimen:
SU álternatIvael'o rchignataon, ó una osa-
dia peligrola. pálVe ` entregarse el gobierno
esta alternativa, perseguirlos y1.11voreeerlos?..




Le


196
De estas reflexiones se infiere que el


gobierno actual que pudiera haber sacado.
tantos recursos y medios de .pod er de las opi-i
niones é intereses modernos que compren-
den la inmensa maYoria de la Francia,
se ha colocado en una posicion falsa, y
pugna por traer á ella toda la nacion por
su alianza con' los intereses antiguos, débi-
les porque han sido vencidos; ilegítimos,:
porque son contrarios á la constitucion;
enemigos del orden, porque tienen que
conquistar ; injustos, porque se fundan en
privilegios ; y antipatrióticos, porque han
invocado é invocan la fuerza estrangera y
el despotismo universal para que auxilie su
orgullosa impotencia.
. Despues de haber probado que las opi-


niones é intereses creados por la revolu-
cion pueden convertirse en apoyos del po-
der bajo . un gobierno habil que se pu-
siera al frente de ellas , en lugar de desa-
creditar los 'unos y descuidar los otros,
examina Mr. Guizot el partido que se po-
dría sacar de las pasiones que tuvieron su
origen en la misma fuente , y que aterran
tanto el gobierno actual. Estas se reducen
á tres, el odio á la aristocracia, la aversion
0.:clero y el bonapartismo.


197
En cuanto á la primera , prueba el au-


tor que los franceses no aborrecen la aris-
torracia verdadera, la superioridad real de
luces, talentos y virtudes, sino la vanidad
y la arrogancia que se fundan en preocu-
paciones. Cuando Bonaparte tomó el man-
do, la Francia estaba ya cansada de aque-
llas sediciones brutales , de aquellos triun-.
fos subalternos, de aquellos insultos gro-
seros contra todo lo que era superior ó lo
parecia. Los emigrados volvieron. La an-
tigua aristocracia se presentó en la escena;
pero sin privilegios, sin riquezas , sin dig-
nidades. Bonaparte la ayudó á recobrar
parte de su antiguo esplendor: no se cre-
yó sobre el trono hasta que se vió rodea,-
do de sus antiguos señores; en pocos años
la antigua nobleza llegó á ser el adorno
favorito del palacio imperial , Y el pueblo
frances lo llevó á bien , porque la revolu-
cion , cansada ya de sí misma, y renun-
ciando á sus mas nobles derechos , estaba
segura en cuanto á sus intereses y conser-
vaba la realidad del poder. Conocia por
instinto que lo que le importaba era ad-
quirir consistencia en el interior, y pre-
sentarse á la Europa como una sociedad
tranquila y poderosa, Los hombres supe,




19
riores que habia producido , no les pesa-
ha de acercarse á las clases que los habian
precedido en la elevaciou social. Tal era
en 1814 la situacion respectiva del orgullo
antiguo y moderno. Vivian juntos sin ,es-
cluirse ni humillarse. Algunos meses des.
pues. „todu se había trocado. Apesar de la
carta , sea por los yerros del ministerio,
sea por un efecto de la libertad , el anti-
guo régimen renovó sus antiguas pretensio-
nes , y la revolucion empezó á temer y
por consiguiente á abdrreeer. No podrá
pues calmarla sino un gobierno. constitu-
cional; es decir, un ministerio que asegu-
re legalmente á la Francia nueva io que go-
za de hecho: ella tiene la fuerza 5 haced
que tenga el poder, y entonces su animo-,
sidad contra el régimen antiguo será la ga-
rantia mas firme de la estabilidad del go-
bierno.


El espíritu de irreligion no puede ser
en ningunas circunstancias un agente polí-
tico. Ya se ha visto que es perseguidor co-
mo el fanatismo. En un pais como Fran-
cia , dice Mr. Guizot , es necesario que el
gobierno llame á su favor las ideas religio-
sas, y por consiuiente que haga efec-
tiva y no ilusoria la libertad de concien-


199
• cia establecida en la caria : esta libertad
es el pensamiento dominante de los &mi-
ceses en materia de religion. Pero las mi-
siones, las pequeñas persecuciones que pro-
ceden del clero, las esperanzas que este
ha concebido • de recobrar su antigua in-
fluencia , irritan los animos, exaltan las
pasiones, y hacen que muchos se arrojen
en brazos de la incredulidad. huyendo de
la inquisicion.


El capítulo mejor de toda la obra es
aquel el que examina el caracter del partido
de l os, onapailistas y de la adm_inistracion
de Napoleon. El resultado es que el go-
bierno debe 'apoderarse de este partido,
en lugar ele perseguirle: que debe adoptar
los medios administrativos de Bonaparte
sin proponerse sus fines: en fin, que el
napoleonismo es la revolucion uzo/ ijeracla
y dispuesta á recibir el yugo de un go-
bierno constitucional que la consolide.


Hasta aqui ha hablado Mr. Gnizot de
las cosas: ahora viene. á las personas, y
dice paladinamente que el gobierno debe
apoyarse en los hombres superiores de la
revolucion, cuyo deseo es conservar lo que
tienen, mas bien que en los hombres del
,antiguo régimen que aspiran á recobrai.-




200
el privilegio; resultado imposible de obte-
ner, y cuya pretension, un poco mani-
fiesta, bastaria para armar contra el go-
bierno todas las fuerzas de la Francia
nueva.


Se ha visto el efectó que produciria en
los hombres de la Francia nueva un go-
bierno verdaderamente constitucional que
aceptase é hiciese aceptar á la nacion la
carta con todas sus condiciones : veamos
ahora el que produciria sobre los hombres
del antiguo régimen.


El fuerte está tranquilo , si está seguro:
¿ le inspi•ais terror y desconfianza' se irri-
ta y acomete. El mismo efecto que pro-
duce el temor en el fuerte , produce la es-
peranza en e! debil. Se resignaria con la
idea del vencimiento, y se someteria á su
suerte. ¿Le dais esperanzas? renuncia á la paz
y ataca S sus contrarios. Si el gobierno
frances se asociase á los intereses nuevos
nada temeriarilos hombres de la revolucion,
nada esperaria el antiguo régimen. Los pri-
meros serian un apoyo del poder : los 'se-
guodos renunciarian _á sus pretensiones in-
sensatas, como hici&on en tiempo de Bo-
na parte, y resignandose á ser ciudadanos de
la Francia nueva ; no pensarian en se): sus


20X
señores. En efecto, no tendrian entonces
de que quejarse ; porque no puede ofrecer-
se mejor partido á los vencidos que el de
participar con los vencedores de los frutos
de la victoria.


Despues de haber probado que el go-
bierno cncontraria en la Francia de la revo-
lucion , en sus intereses y opiniones , en sus
personas y hasta en sus pasiones , todos los
medios de poder que le faltan en el dia pa-
ra consolidar el sistema constitucional, em-
prende el autor demostrar lo que falta en
Francia para establecer la libertad.


Su primera rellexion es, que en Fran-
cia no hay oposicion al ministerio de hecho
sino de palabra, y aun esta incompleta é
incapaz de producir grandes efectos á favor
de la nacion y del gobierno mismo. Limi-
tada la libertad de los periódicos por le-
yes represivas, solo queda la tribuna na-
cional: aquel es el único sitio donde el
ministerio puede conocer que hay volun-
tades y opiniones contrarias á la suya. La
administracion municipal , las de distrito y
departamento estar) de tal manera organi-
zadas, que el gobierno no puede encon-
trar en ninguna parte lo que tantas veces
encontraron los reyes de Francia en los par..


(:*





1


202
lamentos, reclamaciones y advertencias. No
existen en Francia oposiciones parciales que
puedan ilustrar al poder acerca del modo
de pensar de la nacion. La oposicion de la
minoría en la cámara se desprecia , porque
se cuenta con la Mayoría: y sucede que un
ministerio se cree omnipotente poco antes
de ser destronado (1). Este inconveniente,
que es grande para el poder y para la liber-
tad, se evitarla si las elecciones municipar.
les fuesen nacionales: estas obedecerian al
gobierno , mas no le adularian. No creerian
que debian resistirle en el uso de sus atri-
buciones legítimas ; pero niirarian corno
un deber no ocultarles la verdad. No es
bueno que el gobierno encuentre resisten-
cias ; pero es indispensable para su mis-
ma conservaeion que halle oposiciones ; es
decir, quien le advierta los defectos de su
sistema en hechos particulares ; porque de
estos se forma Casi siempre el juicio en ge..
neral, cuya esposicion pertenece al cuerpo
representativo.


(i) Estas palabras de
féticas. La ley de censor
nisterio , que acaba
punto se creia estable y;


203
La teoría de Mr. Guizot acerca de la


oposicion en el cuerpo iegilativo es ver-
dadera y luminosa; y ;ojalá la siguiesen tó-
dos los que en los gobiernos libres se de-
claran contra el ministerio


«¿Qué objeto debe proponerse en las
cámaras el partido de la oposicion ? Impe-
dir que triunfe el sistema Je los ministros,
y hacer que prevalezca el suyo propio."


«¿Por qué a caca á los ministros ? Porque
cree que gobiernan mal y que se podria
gobernar mejor. En todos los tiempos y
en todos los paises hay algunos hombres
que aunque descontentos del ministerio,
continuan sostenietlole porque no hallan
otro mejor.


«Hay personas que saben ó creen saber
como se ha de gobernar: . hay otras que,
mitan su ambicion á ser bien go
El sistema representativo abre la liza po a
los primeros, y nombra á los.segundos. por
jueces del combate. Este es el mérito prin-
cipal del gobierno constitucional. Forma
los partidos mas no les abandona el impe-
rio. Coloca entre ellos á la nacion y les
obliga á acercarse á ella, á estudiarla..y
buscar y proponer lo que


conviene,
-


á no Iiunfar sino con su aprobacion y


111r. Guizet han sido pro-
a, popucsta por el mi-
caer. , =prueba hasta qué
duradero.




204
para utilidad "suya. Por esta razon se ven
obligados los partidos, aunque muy ene-
migos entre sí, á modificarse, á abjurar la
acerbidad y los eccesos, á consagrarse al
servicio de la patria y no á la satisfaccion
esclusiva de sus intereses personales.»


La oposicion no ha de contentarse con
censurar (S criticar las actas del ministerio (S
las operaciones de la mayoria : debe aspi-
rar al gobierno. ¿ Qué se necesita para es-
to ? Que demuestre no solo que el sistema
ministerial es erróneo, sino tambien que
ellos tienen otro bueno que substituir, y
que lo substituirán infaliblemente si llegan á
mandar. Que haga conocer que aunque en
la cámara Son la minoria , en la nacion
constituyen la pluralidad : en fin, que per-
suadan al rey y á la nacían que poseen mas
medios de poder, es decir, mas talento,
mas instruccion , mejores intenciones y
mas popularidad que sus adversarios.


Pero guardese muy bien toda oposicion
de dar á entender que su triunfo seria ir-
remediablemente seguido de proscripcio-
nes , alborotos , ruinas y venganzas ; por,.
- que solo en eso manifiestan que no poseen
elementos • de gobierno. La oposicion aspi-
ra á apoderarse de la fortaleza del poder:


205
que no la destruya pues; porque si la re-
duce á escombros, d qué medios de gober-
nar le quedan ? Son insensatos los que
aconsejan la inobediencia al ,


ministerio que
quieren derribar, y en vez de atacar un
plan de gobierno atacan la esencia misma
del poder. Si aniquilais la fuerza necesaria
para sostener el orden social, ¿ qué garan-
tía os queda á vosotros mismos cuando lle-
gue el dia de vuestro, triunfo ? Ser bzen
gobernado es un derecho: ser gobernado es
una necesidad de todo pueblo: y no hay
dislate . mayor que predicar la inobedien-
cia los que aspiran al mando. El partido
liberal se desacredita cuando propende á
la anarquia : y en el estado actual de las
sociedades nada es mas temible para un
partido que el descrédito


La juventud actual de Francia, en la
cual encontrará algun dia el actual sistema
del ministerio la mas vigorosa y decisiva
oposicion , no tanto busca la libertad en
las doctrinas exageradas y en las pasiones
de la reyolucion, cuyos errores y peli-
gros se han revelado ya á las naciones, co-
mo en la esencia misma del gobierno re-
presentativo. Mr. Guizot aconseja á los
liberales de Francia no volver los ojos ni




1ed
á las cosas, ni fl las personas pasadas , si-
no á lo futuro :.que no miren la revolu-
cion como un segundo régimen antiguo,
cuyo restablecimiento soliciten, sino que
estudien las doctrinas de la constitudon , y
se dirijan por ella.


En efecto (y esta es la conclusion de su
obra) la Francia ni cree en el derecho
divino de los reyes, ni gusta de aristocra-
cia privilegiada ni de régimen absoluto,
por mas dulce y paternal que sea: la Fran:.
cia 'quiere la libertad. Tampoco se fin ni
de las doctrinas ni de los hombres de la
revolucion , despees de haber sido enga-
ñada por Bonaparte , el mas




grande de to-
dos ellos. La Francia quiere ser libre, sin
que se destruya él orden. Por cuanto quie-
re ser libre, opone una fuerza de inercia
invencible á las pretensiones de los ultras
y al despotismo ministerial : por cuanto
quiere el orden , sufre á unos y otros ,
tras sus hostilidades no sean declaradas;
Porque si se atreviesen á quitarse la másca-
ra, ¡ cuán en breve desaparecerían! El ré-
gimen constitucional, que ni es el antiguo
ni es la revolucion, es el único que pue-
de resolver el problema, y dar á la Fran-
cia lo que necesita ; Y el actual gobierno


9.o7
apoyándose en pretensiones


.
envejecidas en


lugar de intereses reales y existentes , dejan-
do /a carta sin vida ni accion, y despre-
dando la fuerza visible que ha dejado la
revolucion por la fuerza imaginaria de las
antiguas preocupaciones , retarda mas y
mas cada dia la consolidacion del orden
y de la libertad.


ÁS'




208


Idea rápida y sucinta de la legislatura da
los años 20 y 2I.


Una vez que ya se concluyó la legis-
latura de los años 20 y 21 la cual ha po-
dido llamarse el ejército de vanguardia que
ha desmontado el terreno y limpiado la bro-
za y lás malezas que obstruian el cami-
no de una libertad racional , parece tiem-
po de que nosotros espongamos en gene-
ral nuestro juicio sobre la utilidad de sus
trabajos, haciendo una especie de avanzo
de la mayor ó menor cantidad de bienes
que han resultado ya ó son de esperar de
sus disposiciones legales. Pero como esta
empresa no solo es dificil sino teme-
raria y prematura , por faltarles á casi to-
das ellas, la verdadera sancion -que es la
que dan el:tiempo y la esperiencia , ha-
bremos de limitarnos á decir que en nues-
tro concepto no solo han trabajado mu-
cho, sino demasiado tal vez para la prospe-
ridad comun.


Si fueramos capaces de imitar la pe-
tulancia de algunos escritores periodistas


209
ó en caso de imitarla pudiesemos contar
con la impunidad de que ellos han goza-
do y gozan actualmente, poco trabajo nos
costara calificar , no solo las resoluciones
tomadas por el congreso , mas tambien el
espíritu y los discursos de cada uno de
los oradores que- las han defendido ó im-
pugnado. Pero como por una parte luego
que recae la resolucion ó se adopta una
ley, desaparece ó debe desaparecer la dis-
cusion ; y por otra no importa que fue-
sen sólidas ó débiles las razones que de-
terminaron á tomarla , si por eso no de-
ja de subsistir- la ley misma, todo vendria
naturalmente á reducirse á una cuestion•
puramente personal.


Bien conocernos que estas son las 'úni-
cas que agradan y divierten al público, y
es muy probable que no dejen de salir
retratos exagerados de todos los que han
trabajado por el sostenimiento del orden


. constitucional , cifrandole en una libertad
moderada, que es la verdadera libertad.
Pero bien pueden estos gozarse con lá idea
de que sus nombres serán nidos con agra-
do mientras dure la memoria de la re-
generador)


española, asi corno serian des-
de ahora odiados y quedarian envilecidos


TOMO xrv.




210
los de aquellos que prefirieran el soplo del
aura que creyeron popular á lo que les dic-
taba su razon y su propia conciencia.


Muy difíciles han sido de resolver va-
rias cuestiones que se han sometido á la
decision de las últimas Cortes , no porque
la mayor parte de ellas no estuviese ya
resuelta por los principios del derecho
público, por los ,de una economia racio-
nal ó por los usos adoptados en las na-
ciones mas civilizadas, sino porque habien-
do de aplicarse á la nuestra. que estaba
poco preparada á recibir ciertas reformas,
era necesario consultar ademas de la jus-
ticia la posibilidad y la oportunidad. ¿Quién
de los señores diputados ignora por ejem-
plo que la contribucion decimal es rui-
nosa :para la agricultura , y que era in-
dispensable abolirla ó modificarla ? ¿ Pero
á quién de ellos se le oculta tampoco la
necesidad de substituir otra eontribucion
suficiente para reponer el deficzt que la fal-
ta de aquella habria de ocasionar al era-
rio público, la justa prccision de mante-
ner el culto y los ministros necesarios y
la de subvenir á los gastos de beneficen-
cia y enseñanza pública que e s taban con-
signados sobre el producto de aquella cou-


21I
tribucion No bastaba pues estar confor-
mes en los principios económicos que de-
bian decidir la principal cuestion , sino
pesar con gran tino y sabiduría ven-
tajas y los inconvenientes que habian de
resuLar de la supresion ó continuacion de
los diezmos.


Estas mismas ú otras semejantes difi-
cultades se han ofrecido naturalmente pa-
ra la formacion de muchas leyes que aca-
so se censurarán Con amargura, sin acorte
darse de que á veces se ve• precisado el
legislador á transigir con los principios
admitidos por


r consultar á la conveniencia
pública, ó por mejor decir, que hay algunos
principios tenidos por seguros en algunas na-
ciones que ni son seguros ni principios cuan-
do se quieren aplicar á otra. Tal vez se re-
sentirán de este defecto todas ó casi to-
das las leyes que se han promulgado en
materias de adrninistracion civil y econó-
mica, ó sobre negocios eclesiásticos ; pe-
ro las siguientes legislaturas estarán en
el caso •de calcular las reformas ó modi-
ficaciones que deban hacerse en ellas; por-
que en electo hubiera convenido aca-
so , particularmente en los últimos, no
dejarse llevar tanto del celo , y dar alga-




2x2
na mas importancia á la política.


Es una verdad demostrada por la espe-
riencia que el principal tropiezo de los cuer-
pos legislativos nuevos es la mafia de ha-
cer muchas leyes; y cierta propension á de-
rogar las antiguas. Mas aun cuando la pri-
mera pudiese ser mas disculpable en Es-
paña que en otras partes, por la necesi-
dad de modificar una multitud de la mul-
titud que ya teníamos , lo cual en substancia
es hacer una nueva ley, tambien es doble-
mente necesaria la segunda por la cir-
cunstancia de renovarse integramente entre
nosotros los diputados cada dos años. Ca-
da legislatura es un -muevo ser moral, dis-
tinto y separado del anterior , con quien
no conserva ninguna otra relacion ni en-
lace que el de las leyes y resoluciones es-
critas, y por lo mismo debe tenerse tan-
ta mayor desconfianza del acierto al de-
rogar una ley vigente, cuantos menos datos y
noticias tenga de los motivos y razones
particulares que dictaron su promulgacion.


Otro de los grandes riesgos que sue-
len acompañar á los cuerpos legislativos,
es la vanagloria que suele apoderarse de
sus miembros, por dejar telininados to-
dos los negocios en el tiempo prescrito;


213
lo cual contribuye no pocas Veces á que
los precipiten con gran menoscabo de la
seguridad del acierto. Es de temer que
la formacion del código penal adolez-
ca de esta plecipitacion, á pesar de las
grandes luces y reetisimas intenciones de
los individuos de la comision de este ra-
mo, y no obstante los auxilios que


.
recla-


mó y la fueron suministrados por los trii-
bunales y cuerpos literarios del reyno. Una
empresa tan vasta y tan importante no es
ni puede ser obra .


de una sola legislatura,
ni mucho menos de un corto espacio de
ella, so poma de esponerse á que sea una
perenne ocupacion para las siguientes. Cual-
quiera que haya seguido atentamente la
discusion de él, no habrá podido menos
de admirarse .de la facilidad con que se
han aprobado algunas docenas de artícu-
los, casi sin debates precedentes; y esto
siempre les echa un sello de ligereza que
no sienta muy bien cuando se trata de fi-
jar las reglas que han de decidir sobre
la vida• y libertad de los hombres.


Entre los diferentes informes y repa-
ros que se han publicado, ya espontánea-
mente, ya por escitacion de la comision,
liemos visto espuestas muchas y graves




t


214
dificultades que no se han tenido presen-
tes en la discusion , y que probabilisima-
mente se tocarán en la práctica. Quisiera-
mos que se persuadiesen nuestros legisla-
dores de que el ensayo de un código pe-
nal es infinitamente mas expuesto que el
ensayo que se hizo de la ley sobre la li-
bertad de imprenta, que acabó por destruir-
la del todo ' con harta pesadumbre de los
mismos que redactaron la ley. No basta,
repetimos, el deseo del acierto , y una gran
cantidad de luces y de instruccion para for-
mar las leyes con que han de ser juzga-
dos los hombres. Si esto solo bastase na-
da dejaria que desear el nuevo proyecto
de código ; pero se necesita ademas lar-
ga experiencia y la exacta comparación de
los bienes y de los males que ciertos usos
y. doctrinas hayan producido en otros pai-
ses y en otras épocas ; se necesita el con-
junto de muchos estudios y conocimien-
tos que basta ahora se han tenido por
agenos O por superfluos en la ciencia de
la legislacion ; pero sobre todo se necesita
estar exento de todo género de preocupa-
ciones,


Una de las que mas se oponen al acier-
to en materias legislativas es el empeño de


2 1 5
imitar lo que pasa en otros pueblos que
gozan del concepto de ser mas ilustrados,
sin acercarse antes á ver con detencion
las diferencias que pueden influir mas ó
menos en que esta ó la otra ley, 'esta ó
la otra insutucion sean útiles en nna par-
te y puedan ser perjudiciales en otra.
Muévenos á hacer esta reflexion el obser-
var la facilidad con que se ha adoptado
la basa de- que los juicios eh materias cri-
minales hayan de hacerse por jurados, re-
servandose para despues la asignacion del
método con pie se les ha de elegir. NO
es ahora de,., nuestro própósito estenderii61
sobre esta enestion ni defender ó
pugnar la institución en sí misma: solo'
nuisieramos hacer presente fide agites
haber aprobado aquella basa, no hubiera
estado por denlas detenerse á investigar:
x.° si esta institucion de ser juzgado por
sus pares es, copio piensan algunos, una
invencion propia de los paises libres, ó
si debe su origen al tiempo y á los usos
de la feudalidad; porque aunque para no-
sotros es muy •indiferente que su origen
sea este ó eI otro, con tal que esté de-
mostrada su -utilidad, no dudamos que
hay algunas personas tan celosas de la




216
libertad, que con solo saber que e] jura-:
do era un invento que pertenecia al tiempo
de los feudos, acaso le hubieran proscri-
to: •,tanto es el temor de algunos de que
no los tengan por ortódoxos del liberalis7
mo! 2° Si el método actual de ser juzga-
do por jueces letrados se opone en la
menor cosa á la lisonjera idea de ser juz-
gado, por sis pares; es decir, si bajo el
actual régimen constitucional en que vivi-
mos, y despues de declarado solemnemente
por la Constitucion , que todos los espa-
ñoles son iguales delante de la ley, el que
fuere juzgado por cualquiera de las audien-
cias ha sido juzgado ó no por sus pares
ó por hombres iguales suyos. 3.° y
último: si aun dado caso que estas menú°•
nes se resolviesen por la negativa, estaba


...bastante generalizada la educacion entre
nosotros para poder confiar á jueces legos
las calificaciones (le la criminalidad de los.
hechos.


Estas y otras varias cuestiones pueden
aclararse para algunos en corto tiempo; pe-
ro no quedarán bien ilustradas para todos,
sino cuando se miren bajo todos sus aspec-
tos y con la mayor pausa y circunspeccion.
Mas ya que la urgente necesidad de un có-


217
digo, y el acendrado celo de los encarga-
dos de redactarle no hayan permitido dar
mas treguas á su discusion , es de esperar
á lo menos que la sancion de él no esta-
rá- sujeta al estrecho término que señala el
artículo 145 de la Constitucion, ni mucho
menos al que se espresa en el 15o de la
misma; porque une y otro hablan de una.
sola ley, y no de un catálogo de leyes, y
tan numeroso como es el de un código pe-
nal. Y como por otra parte seria no menos
absurdo que el término (le treinta dias cor-
riese para cada uno de los artículos, por
poder considerarse cada uno de ellos como
una nueva ley , parece que estamos en el
caso de que las nuevas Cortes ilustren el ar-
tículo 37 5, .sin que se contravenga á sus
sabias disposiciones. Reducense estas á de-
cir, que «hasta pasados ocho años despues
de hallarse puesta en práctica la Constitu-
cion en todas sus partes , no se podrá pro-
poner alteracion , adicion na reforma en nin-
guno (le sus artículos»; pero ciertamente
no prohibe que se aclare la inteligencia de
ellos, cuando se presente un caso tan sin-
gular y estraordinario corno es la sancion de
un código.


En fin la cosa no es del todo clara , y




218
el peligro de la precipitacion evidente y
sin comparacion mucho mas grave que el
que podría resultar de la variacion de un
artículo , con tal que esta la hiciese el mis-
mo congreso, que es á quien esclusiva-
mente corresponde decidir en tales ma-
terias.


Por lo , demas , nadie disputará á los se-
ñores ex-diputados la gloria de haber sos-
tenido en tiempos tan difíciles las justas
libertades del pueblo, conciliandolas en
cuanto les ha sido posible con el respeto,
decoro y autoridad que la Constitucion se-
ñala al monarca. Han estado prontisimos
á dictar leyes capaces de reprimir los esce-
sos de las diferentes facciones que han in-
tentado turbar la tranquilidad pública: lo han
estado igualmente á reconocer la insuficien-
cia de algunas de sus disposiciones, cuyo mé-
rito solamente saben apreciar y reconocer
aquellos que sienten cual es la verdadera
grandeza de alma, nn s los que piensan que
todo retroceso en la opinion es un signo
de debilidad. Nunca se les vió mas impá-
vidos que cuando algunas grandes poten-
cias de Europa parece que se preparaban
-á sofocar en ella los esfuerzos de la liber-
tad, como en efecto los sofocaron en dos


21.9
monarquias de Italia: han procurado en-
frenar al Monstruo de la licencia cerran-
dolo sus guaridas ó sujetandelas á la severa
inspeccion de las autoridades locales: han
procurado aligerar las cargas y contribu-
ciones del pueblo, si bien no ha sido to-
davia posible que ,


este esperimente todo el.
alivio que algun dia esperimen tara: han crea-
do y reglamentado la milicia nacional local
y activa, que con el tiempo será la mejor
salvaguardia de la libertad, de la vida y
las propiedades de los ciudadanos; y final-
mente han hecho tantas cosas buenas , 'que
sobra la 'lleno/Tarte para obscurecer 7 bor-
rar cualquier otro defecto en que hayan po-
dido incurrir.


• Nosotros que hemos usado de la justa
libertad de hacer algunas observaciones so-
bre varias providencias emanadas del con-
greso , nos lisonjeamos de ser los prime-
ros á tributarle esta muestra de gratitud;
y -ya que hemos sido acaso los únicos á
quienes se ha calumniado y perseguido
indignamente , por suponernos autores de
lo que nunca se nos pasó por la imagi-
nacion, sepan los ser


-lores ex-diputados, aho-
ra que ya están reducidos á la clase de
particulares, que no han tenido otros ami-




f


(


22.0


gos mas verdaderos que los editores del
Censor, y que el autor (le este artículo no
es hombre capaz de presentarles al públi-
co cota otras semblanzas que las que él
mismo da de sí.


Otras plumas mas sabias acertarán me-
j or á formar los fastos de la pasada legis-
latura; pero nosotros indicando rápida é
incompletamente los principales de ellos,
dejamos abierto el camino para que otros
le recorran con estension protestando que
no liemos tenido otro objeto que ceder
á nuestras propias sensaciones. Cuando se
lea este libro , sin acordarse ni pregun-.
tar quienes fueron sus autores, entonces
se hará la debida justicia á las doctrinas
que hemos procurado difundir en él.


221


Oracion Ainebre del filantropzeo Clara-rosa,
editor del Diario gaditano.


Qui curavit gentenz suain et liberal*
cata it perdilione.
El que curó á su nacion y la libró
de su perdicion.


EcLEsiAsw. cap. 5o, ver. 4


Antiquisima es por cierto la costumbre
de celebrar á aquellos varones que vivien-
do tuvieron grandes virtudes, é hicieron
acciones heroycas y gloriosas en defensa ó
para la ilustracion de su patria. Grecia, Ro-
ma y basta el mismo Getafe comprueban
con su práctica la verdad de mi asercíon ; y
si el sabio Bossuet predicó los elogios después
(le la muerte de Miguel Tellier,


, canciller de
Francia, y de Luis de BOrbon , príncipe de
Conde , á .quienes acaso no tuvo la dicha
de elogiar durante su vida, ¿ por qué no
me ha de ser permitido á mí, que no soy
sabio, publicar los altos dichos del P. Clara-
rosa, nó menos apreciables que los altos lie.




222
ellos de otros que murieron altamente, sin
que acaso hubiesen resultado á la sociedad
tan altos y tan consecuentes servicios?


Verdad es que no pocas veces el vil in-
teres , la baja adulacion, ó las necias preo-
cupaciones llegaron á viciar tan util y lau-
dable institucion ; pero no tendrán cierta-
mente lugar estos bajos y despreciables
motivos en las alabanzas que debo tributar
hoy á la memoria y virtudes del limo. P.
fray Juan Antonio O lavarrieta, conocido por
otro nombre Con el del ciudadano don Jo-
sé Joaquin de Clara-rosa , editor á secas
del Diario gaditano de la libertad é inde-
pendencia nacional, político , mercantil, eco-
nómico y literario. Aqui quisiera yo que
resucitaran, no mas que para esto solo,
aquellos oradores esclarecidos don Demós-
tenes y don Marco Tulio, que aunque no
se dice que hubiesen sido editores de cosas
económicas ni mercantiles, sabe Dios y
todo el mundo que les daba el naype pa-
ra esto de hacer elogios á los vivos y á los
muertos. Y hablando con propiedad, por
qué se ha de decir que el P. Clara-rosa es-
tá rigorosamente vivo. ni muerto, siendo
asi„ que no es absolutamente cierto que es-
té ni lo uno ni lo otro En cuanto á que


223
no está vivo, es facilísimo probarlo; por-
que segun todas las cartas contestes, es in-
disputable que le enterraron. Mas no por
eso se debe inferir en buena lógica que es-
té lo que se llama muerto; porque nunca
mueren ni pueden morir aquellos hombres
cuya fama sobrevive á las futuras genera-
ciones, ni mucho menos aquellos cuya exis-
tencia mas bien debe llamarse moral que
no puramente física.


La vida política del P. Clara-rosa se
debe considerar bajo el mismo aspecto que
los antiguos mayorazgos; porque si bien
morian los poseedores de ellos, quedaba
siempre en pie la casa y la vinculacion , aun-
que variasen de nombre sus respectivos su-
cesores. No hay duda en que los ha teni-
do este virtuoso difunto, los cuales por
mas que se resistan á pagar las deudas que
reclaman impiamente los libreros, papele-
ros é impresores, no por eso dejarán de
continuar con aquel mismo espíritu y aquel
fuego patriótico que forman la verdadera
herencia de 'con célebre escritor.


Muchas son , señores , y muy variadas
las versiones que se han hecho acerca del
género, causa y motivo de su tránsito á
las regiones etéreas, sin que en mi concep-




1


24
to haya dado nadie en el punto, 6 digamos
mas bien, en el busilis de la dificultad.
Unos dicen que se murió de puro viejo;
proposicion que no podemos menos de con-
siderar como aventurada, puesto que los
inmortales no envejecen, y hasta ahora na-
die le ha disputado al P. Clara-rosa su bien
merecido título de inmortal. Pretenden otros
que murió de rabieta ó berrenchin , nacido
de ingratitudes y malas pasadas que le han
hecho aquellos mismos que le habian ofre-
cido el oro y el moro para cuando se ve-
rificase y consumase del todo aquella santa
rebelion , que tantos malos ratos ha causado
y causa á sus disfrazados amigos y protecto-
res. Ni falta tampoco quien susurre que una
bebida alevosa ha prestado sus auxilios á la
soñada vejez, y al bien inventado ber-
renchin.


Era sin duda Clara-rosa fiel depá..tário
de los mas hondos secretos y planes que
prepararon; acompañaron y debieron suce-
lcr á la jaranita que ha divertido á la An-
dalueia durante estos últimos meses, si en
lugar de haberse espachurrado la susodi-
cha jarana, hubiera podido conducirse á
su debido cumplimiento. Pero habiendo
empezado á espachurrarse por


225
y mezquinos rumores que se esparcieron
del saqueo y otras bagatelas, que debian
entrar como ingredientes de la funcion, di-
cen que fue necesario para que algunos se
tapasen de bolillo , que nuestro reverendo
hiciese como que se moría, á lo menos por
una temporada. Mas todas estas y otras espe-
cies, por mas probables y verosímiles que
parezcan, no son ni pueden mirarse si-
no como unas meras sospechas , cuya ave,
riguacion toca á la historia, y acaso acaso
zdgun dia á ciertos martirologios. Mi opi-
nion es muy diferente de las anteriores,
porque habiendo, ya demostrado á mi ma-
nera que no es del todo seguro si al es-
presado difunto se le debe considerar co-
-nio vivo ó C01110 muerto, me parece .


que
habremos dado en el justo medio, consi-
derandole meramente como evaporado 6
espiritualizado í impulsos del fuego pa-
triótico que abrasaba sus entrañas.


No otra suerte que cuando algun
hombre honrado se entrega con demasía
al aguardiente, que á fuerza de embaular
cuartillos llega á encenderse . su sangre, á
-alterarse- sus tejidos y á corroerse sus vís-
-ceras, hasta que el dia menos pensado pe-
ga un estallido como un trique-traque : asi


TOMO XIV. 7 5
esos vanos




a26
ni mas ni menos este imaginado difunto,
á fuerza de alimentarse con disparates y
con proyectos aéreos logró que sus par-
tes líquidas y sólidas se fuesen redticien-
do á un vapor sutil, que escapandose de
la cama donde yacía , se dirigió casual-
mente al cementerio. Doleo super te, mi
frater Tonata : me compadezco de tí, her-
mano Clara-rosa, no porque te halles en
aquel sitio , adonde mas tarde ó mas tem-
prano todos te hemos de ir á acompañar,
sino porque faltando tú, no queda nadie
digno de cantar tu gloria y tus hazañas
liberalescas. lograste obscurecer los
nombres 'de los Curcios , de los Torqua-
tos, de los Publícolas y de los Brutos;
y al paso que llevabas, hubieras tam-
bien obscurecido la misma libertad que
fué su ídolo,


¿Quién pudiera enumerar los servicios
que en pocos meses has hecho con tu pe-
riódico á. los amantes de otras novísimas
instituciones ? ¿Quién se atreveria á saltar
'por encima de tantos principios, corno tú
has saltado, aunque te motejaban de viejo?
¿Quién supo poner epígrafes mas-inocen,
teniente malignos, que los que tú planta-:
bas al frente de cada uno de tus núme-


227.
ros? Noramala para el Menságero , el Zur-
riago, el Espectador y denlas acólitos en-
cargados, como tú, de hacerla guerra al or-
den y á todo cuanto tenga visos deConstitu-
cional , que no merecen ni siquiera ser leidos
como preámbulo de tus discursos. ¿Y seria
posible que nos conformasemos con la idea
de que te habias muerto los que tanto te
hemos admirado estando vivo ? Los montes
en mi concepto se do/crian con semejante
pérdida: videhult me montes et doluerunt,
como decía el prpfeta.


Pero demos de barato que en efecto te
hubieses quedado muerto de veras , y que
cual cisne, enamorado de lo que tá sabes
se te hubiera puesto en la mollera morir-
te en tu propio nido , que era la cartel:
¿ quién nos quitará la esperanza de que re-
nazcas de tus mismas cenizas?
Meo moriar, et sicut pheenix Multiplicabo
dies msos. Alegrémonos pues y gláriernonos,


. del felicisimo fin de nuestro ínclito Clara-
rosa , no tanto porque se haya muerto;
cuanto por la seguridad (le que ha de resu-
citar con doble gloria á esfuerzos de sus al-
baceas periodísticos- t.-gaudeamurí-elileetissi-:
mi. de inclati vis


¿fine: gloriemur;
porque no tardarémos en decir con mucha




emayor alegria: su rrexerunt filie ejus , et beaL
tissbnum pra.diCavei unt.


La historia está llena de estos casos de
resurrecciones verificadas por los herede-
ros , y no es posible que la historia deje
de tener s:rs complacencias en aumentar es-
te caso mas, que sin disputa será uno de
los mas ciertos que contenga, á pesar de,
haber sido anunciado en profecia. •
(piense enhorabuena Censores y Univer-
sales, Imparciales y Amoladores (1), cuyo
objeto sea hacer la guerra á la anarquia y
desenmascarar á los que la promueven : es-
pliquese el congreso en el sentido que se
le antoje centra los rebeldes y alborotado-
res : obre el gobierno con la energía que
puedk contra todo género de facciosos:
muestre el pueblo su indignacion contra
toda clase de exaltados ó exageradores de
principios ; porque mientras exista el Dia-
rio gadikano en nombre y representacion
del padre Clara-rosa, él solo basta para ha-
cer frente4 todos ellos y para meterlos, co-
mo dijo el sabio, en mi zapato : tu unas pro
decein millibus computaris. Tú solo bastas


'F011eto semi-periódico que.,49 tiene naga ma-
lo mas que:11, título.


29
para dar al traste con cuanto dejó ordena-
do la Constitucion , y por último tú solo
serias capaz dé hacerme ensartar latines.
Pero ya es tiempo de que acabemos, por


-que se va haciendo cansadilla la tal oracion
fúnebre; é imitando á los locos, de quie-
nes se dice que solo recobran su juicio cuan-
do se acerca su fin, asi nosotras dejemos la
chanza y - la ironia para decir y desear de,
veras : qué Dios haya llerrdo íz descansar
en paz el alma del padre Olavarrieta , y
las de los que le preacipitaron en tantos y tan
peligrosos estravios , cuando les llegue la ho-
ra fatal, que acaso han acelerado ti aquel




23o


Sobre un artículo del Espectador.


El Espectador del 12 del corriente que
como hemos dicho muchas veces, nunca
disparata , mas que cuando se le figura que
va á pasmar á sus lectores con las que él
llama reflexiones , estampa un artículo, que
para ser cierta,. evidente y persuasivo, no
se necesita mas que cambiar algunas vo-
ces : queda con esto solo un discurso he-
cho y derecho. Dice asi : »hemos observa-
do que cuantas veces ha estallado alguna
maquinacion para provocar el desorden y
la licencia en las provincias, bien haya si-
do local, bien simultánea en varios pun-
tos , ha sido constantemente precedida ó
acompañada de alguno ó de muchos elo-
gios nuestros incendiarios y subversivos, que
no parece sino que se han forjado en esas
malditas imprentas de mano que Díos co-
honda , y que quisieramos ver prohibidas
hasta con pena de galeras.


Ahora mismo tenemos á la vista uno de
estos irrefragables testimonios de la mas su-
pina estupidez, que han echado por deba-
jo de la puerta de uno de nuestros amigos


23r
probablemente con el piadoso objeto de
tentar su conversion ; y no es facil reu-
nir en el corto espacio de una llana de
pliego regular tanta sandez , tanto paralo-
gismo ridículo ni tanta prueba irrecusa-
ble de la bárbara ignorancia de su autor,
(y eso que estamos nosotros de poi medio),
y de la rabiosa impotencia de nuestros
enemigos. Se repite mucho, segun costum-
bre, en este . asqueroso papel aquello de pa-
tria afligida , Fernando el amado en la escla-
vitud , religzon perdida (sin duda porque no
levantamos un nuevo empréstito para socor-
rer álla pobrecita corte de Roma y á los ca-
nónigos sedicioso que por acá tenemos), y
todos los denlas absurdos con que nos es''
tan majando los sentidos hace 20 meses.


«Esta proclama aparece impresa en la
imprenta real de Zaragoza, y firmada por
la junta directora de la lealtad española
En nuestra opinion , la junta directora de
la ruina de la nacion española se halla en
Madrid, en donde se reciben las instruccio-
nes dé un gabinete enemigo de hecho, en
donde se disponen y combinan todos los
ataques contra la libertad (lcase licencia pre-
cursora d(5 la anarquia que nosotros predi
tamos incesantemente por mas , que la, ora-




232
batan á nuestro despeelw el Censor y el Im-
parcial) , y en donde por último se hacen
verbalmente promesas , que aunque jamas
han de ser cumplidas , deslumbran mas que
las escritas y hechas por tercero.


»De Madrid han salido los que lleva-
ban dinero , órdenes é instrucciones á los
conspiradores de las provincias (san Pra-
ha/go de que cuando estos desórdenes eran


• de nuestro gusto ; y hablan llegado á repri-
mirse, daríamos que se pagaban por los de
Leybach); desde Madrid se dirigen los' pla-
nes , y en Madrid ha establecido su cuar-
tel general la gavilla numerosa de intri-
gantes y atentadores de diversas especies
contra el sistema constitucional. A nues-
tro despecho el heroyco pueblo, guarni-
cion y milicia de Madrid han opuesto has-
ta ahora , y tememos opondrán en lo su-
cesivo un patriotismo eminente,- y una
lealtad constitucional, que jamas podrá ser
bastan teniente detestada por nosotros, á tan-
ta maquinacion , tanta intriga y tanto
perjurio.


»Sin embargo, á pesar de los esfuerzos
de todos los amantes del sistema , nuestros
infames y 'rateros enemigos (que son todos
los que no quieren sistema sino Consta-.


233
clon) han lograda estra'iar la opinion has-
ta tal punto, que Cuando el espíritu pú-
blico debiera hallarse en el estado que era'
de esperar de nuestras predicaciones , en el
segundo año de nuestra regeneracion po-
lítica le vemos tan decaido, que no se ma-
tan los hombres unos á otros ; y si hubiera-
mos de calcular por este termómetro,
pezariamos desde ahora mismo á temer
que se afianzase el orden y la seguí idad del
vecindario. No se oyen ya canciones inde-
centes y provocativas ni en las calles, ni
en las plazas, ni en los teatros el fuego
santo de la iebelion, de la licencia y de la
guerra civil, que reanimaban esas sociedades
anti-patriotieas , se ve amortiguado : em-
pieza á aparecer la tristeza en los sem-
blantes de los enemigos mas enearizzzados -
del Verdadero liberalismo. Se observa de
algunos días á esta parte que ciertas gen-
tes conocidas por su notorio amor á la li-
bertad constitucional empiezan á erguir la
frente: todos los secuaces del jacobinismo se
lamentan' de los pasos que visiblemente se
estas dando por el poder ejecutivo para
impedir que los ciudadanos se degüellen unos
á otros : ven con escándalo y asombro que
despues de haber éludido que recayese el nom-




234
branziento de ministros en unos cuantos hom-
bres perdidos que designaba nuestra faccion,
deTues de haber ejecutado en cuanto ha
sido posible las disposiciones del congreso,
de haber trasladado 'legalmente á un co-
mandante de un batallan de la guardia real
á otro destino mas rail y .


de igual conside-
racion que el que antes tenia, se eleva por otro
acto igualnzente justo desde el mando del
segundo regimiento de la misma guardia
real al de la provincia de Cataluña al digno
coronel y distinguidisirno patriota marques
de Castell-dorrius, y que le substituye el
marques de Castelar á quien la opinion
pública designa como adicto á la Consti-
tucion y poco amigo de sistemas, como lo tie-
ne muy bien probado , y de que dió un tes-
t-lno/izo 'irrefragable cuando sostuvo la dis-
ciiria militar con el lance que ocurrió con
el capitan don Gaspar de Agnzlera , segun
lo declaro el tribunal competente , cuyas
decisiones son. harto mas respetables que
nuestras continuas charlatanerias é insolen-
tes badajadas.. Pero en .otro artículo las
diremos mucho mas fuertes r escandalosa s •
cuando volvanzos á tratar esta materia. Vol-
vamos á nuestra cuestion.


»Yernos que el espíritu público
os vea


235
rectificando de `dia en dia , y que el go-
bierno se ha empeñado en que no ha de
triunfar la, demagogia ni el servilismo.
¿Estamos Condenados á obedecer ¿a Coas-
titucion y á vivir sin convulsiones? ¿ No
habria un saludable temperamento entro
arrastrar á los presos que nos cid la gana,
é insultar con palabras y con hechos á. los
diputados mas distinguidos y beneméritos?
Si le hay; pero no se quiere encontrar:
lo que se quiere es que obedezcamos las
leyes,- y en los últimos ruidos parciales
sofocados, como hemos visto, por los es-
fuerzos y contínua vigilancia de 1 as pri-
meras autoridades ,locales que te ajan pre-
parada la fuerza armada en defensa de los
individuos del congreso ( que sino sabe
Dios donde hubiera llegado la tentativa),
se ha encontrado 1111: plausible pretesto,
asi como en otros actos atroces y sangra-
nanas (que nosotros aplaudirnos en su
po) para irnos acostumbrando á respetar la
vida de los damas hombres, que es una vir7
tud comen á todos los gobiernos segun . el
célebre Montesquieu , r haeeruo s. hombro. de'
bien el cija menos pensado.


«Sin embargo se equivocan groseramen7
te y como bestias est4p,Was 1.01;, que han.




236
creido y creen todavia que esto es facil:
todos los buenos españoles saben qu' no-
sotros somos en esta parte incorregibles, y
conocen claramente cual es el objeto que
llevamos en nuestros inicuos escritos, en los
cuales á pretexto de inspirar temores por un
despotismo que ya no puede existir, predi-
camos la necesidad de la anarquía, que ya
rabia empezado á desarrollarse con la ma-
yor impudencia. Todo el mundo sabe ya
la negra combinacion que hay contra la li-
bertad entre el Espectador que se Iza en-
cargado de elogiar todos los crímenes y de
llaman en este mismo artículo actos indifg


-rentes y que nada significan las tentativas
de asesinar diputados á Cortes, y un Zur-
riago que confiesa que tambien él es anar-
quista, y un gobierno, que conociendo que
tan infame es uzz . papel como otro, toma
sus precauciones para que el mando dela
fuerza armada, asi en la capital como en
las pi (»jamas , esté confiado á los verdade-.
ros ameg-os de las ley-es, y-que tienen dadas
mil garantias de que.se saciyficai .án por sos-
tenerlas. Esta es la' clave de que usa para
evitar la contrarevolucion: y á fe que la
acierta bien á pesar nuestro, porque de otro
modo no habría cosa mas facil que volver-.


237:
nos á uncir á la Coyun ,la del .despotismo:
Si la cordura y sen satez del pu'blo espa-
ñol abomina la auarquia, no se crea por
eso que seria facil hacerle mirar con indi-
ferencia los pasos demasiado marcados pa-
ra volverle á cargar de cadenas. Constitu-
cion ha jurado el pnebto„ y Constitucion
se empeña en tener; pero quiere que 'sea
cumplida en su testo y en su espíritu, sin
a elastichlad que nosotros deseariamos para
ejercer á su sombra la mas horrible tira-
nía. No faltan tres' semanas cabales pa-
ra que se reuna la próxima legislatura ; y
á pcszr de todos los estuerzos que hacemos
por desacreditarla, hemos de tener el dis-
gusto de ver reunidos á nuestros represen-
tantes, haciendo ejecutar las sabias medi-
das de sus predecesores, y dictando otras
que urgentemente reclama el bien de la
patria y la consolidacion del sistema cons-
titucional.


Hombres eminentes, conocidos en la na-
cion por su sublime patriotismo, luces y
virtudes . dejan asientos que van á ocupar
otros no menos sabios , patriotas y virt uo-
os. Tenemos un ejército entusiasmado por


las libertadespatrias, é interesado por to-
dos títulos en su cons'ervacion: tenemos




238
una brillante y numerosa milicia nacional,
compuesta de los ciudadanos mas decididos
por la causa de la patria, que tienen una
palabra de concordia y reunion en la voz
de viva nuestro sagrado código (aunque
nosotros solemos añadir otros vivas que no
vienen al caso) ; las luces estan mucho me-
nos difundidas que en el ano J9, y la
llama del patriotismo que aparece vivamen-
te encendida, 'procuraremos que vuelva á
amortiguarse si lograrnos influir en el próxi-
mo congreso. ¿ De qué servirán entonces
los esfiterzos del Censor y del Imparcial,
que se han empeñado en sostener la libertad
de la patria? De que se presente nueva-
mente el terrorismo con toda la fuerza y
vigor de que hemos intentado armarle desde
que escribirnos para amedrentar á todos los
hombres de bien. Mientras llega este suspi-
j'ab momento , nos da- mucha rabia que
todos los patriotas se mantengan vigilantes
y alerta contra las tentativas del desenfreno
y contra nuestra perpetua hipocresia, que
no se dirige mas que á entronizarle por me-
dios opuestos, al parecer, pero que en rea-
lidad no tienden á otro fin.»


Solo de este modo es cierto é inteligi-
ble el artículo de variedades inserto en el


número 3o4 del Espectador, correspondien-'
te al martes FA de febrero de 112'.1 so-
bre lo cual pueden verse y aplicarse las
doctrinas enunciadas en las sesiones del con_
preso relativas ít las ocurrencias de Cadíz
y Sevilla, y las que han tenido lugar con
ocasion de los tres últimos proyectos de
ley remitidos por el gobierno.




ANUNCIO.


Lecciones de historia natural esplicadas en
el colegio nacional de jarmacza de Barce-
lona por el doctor don Agustim Yañez ca-
tedrático de dicha asignatura etc.


Esta obrita dada á luz en el año 1820
reune en poco mas de 5oo páginas en
4. 0 los conocimientos elementales de Zoo-
logia , Botánica y Mineralogía. La claridad,
sencillez y orden con que el autor trata
las materias, unido á la circunstancia de
ser el primer escrito que de esta especie
se ha publicado en idioma español, la ha-
cen muy interesante. á cuantos emprendan
el estudio de la historia natural , y la dan
por lo mismo una recomendacion facil de
apreciar.


Se vende en la libreria de Perez, calle
de Carretas, á 4o rs. vn. en rústica..


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 82.
SABADO 23 DE FEBRERO DE 1822,


Cuestiones sobre la palabra policia.


La cotnision especial° nombrada por las
Cortes, á consecuencia de una proposición
del señor Sancho, para esponer lo conve-
niente acerca de los sucesos del 4, ha in-
cluido entre otras providencias la de »que
se establezca en todos los pueblos y prin-
cipalmente en Madrid una policía compa-
tible con nuestras znstauciones liberales:» la
idea no puede ser mas util ; pero la gran
dificultad está en el modo de realizarla.
Creemos pues hacer un gran servicio á la
libertad , y dar alguna luz á las próximas
Cortes ordinarias que deben tratar de esta
materia , si logramos con nuestras obser-


TOMO XIV. • /6




242
vaciones fijar con claridad las varias cues-
tiones que envuelve una proposicion al
parecer tan sencilla, y si acertamos á resol-
verlas de un modo satisfactorio conciliando
dos estremos tan opuestos como son la li-
bertad y la sujecion.


Cuestion La ¿Qué se entiende por po-
licia ? Este es el punto cardinal : definir
Líen la palabra y el objeto que significa;
porque si no se hace con exactitud, todo
será divagacion cuanto después se diser-
te. Y si esto es necesario en todas las discusio-
nes, lo es mucho mas en una cuino la pre-
sente , en la cual se interesan la libertad
del ciudadano per una parte, y su vida, sus
bienes, su seguridad por otra. La palabra
policia segun su valor etimológico y el uso
constante que Labia tenido quizá basta en-
trado el último siglo, no significa otra cosa
que gobierno de la ciudad, ilo la repóblica,
del estado; porque la voz griega de que
se deriva, aunque literaltnento no significa
mas que ciudad, poniq en la antigua Cure-.
oil cada una de estas con sus aldeas .ó _pu?,
Nos dependientes formaba un estado., pa-
só á significar lo que ahora llamamos una
nacion , un pueblo , una sociedad soberana
é independiente que se gobierna pop isus


.243
propias leyes : una república ;tomada esta
voz en su acepcion . general. 'Pero-debe sa-
berse que esta misma espresion gobierno
de un estado no tenia én lo antiguo
una acepcion 'tan 'limitada coinó ahora ; y
abrazaba cuanto es relativo á -su 'Manera
de existir : ley 'fundamental , constitucion
ti arregle y di stribucion del poder, sistema
administrativo, económico 'y militar ,
digos , instituciones , todo en "ctiaritó
contribuye á su conservador: y régimen.
Asi la voz policia fue empleada por l'Os .att:.
tiguos para designar la idea coMpleja de
gobierno de una sociedad, aun cuando
esta no forme un estado , un pueblo pro-
piamente dicho , ó una naciOn, 'sino una
reunión de hombres de cualquier clase que
fuese ; y én esté sentido se dice 'hoy úiis-
mo la l'o/lela de la iglesia; es ¿heir, el
Conjunto de leyes, reglas ó cánones, usos,
costumbres, disciplina , ritos ,eet. que ri-
gen en la sociedad cristiana, atinque los
socios pertenezcan al mucha y diversas
naciones. De esta acepción general pasó la
palabra policia á significar mas particular-
mente aquella serie de leyes, ordenanzas,
precauciones y providencias que emplean
sol gobiernos de los pueblos ya constitui-




244
dos para mantener el orden , proteger la
vida y los bienes de los ciudadanos, y
cuidar (le su alimento , salud , comodidad
y recreo. Pero como la policia aun cir-
cunscrita á estos objetos forma todavia
un ramo tan vasto y complicado , ha sido
preciso subdividirla en varias especies ;:-Y
se ha llamado policia urbana á la coleccion
de reglamentos y estatutos relativos á la
subsistencia, sanidad y recreo de los ha-
bitantes de un pueblo : policia judicial á las
ordenanzas que tienen por objeto prote-
ger la vida y los bienes de los particula-
res persiguiendo y aprendiendo los malhe-
chores ; y policia de seguridad ó política la
que se dirige á mantener el orden públi-
co. Y como este puede ser turbado, ya por
ligeros trastornos locales , ya con altos
crímenes que trastornen la sociedad en-
tera, se subdivide la policia de seguridad
en alta y laja : la primera trata de evi-
tar los grandes atentados politicos , y la se-
gunda los pecr eiios; ó mas claro, la pri-
mera tiene por objeto mantener la tran-
quilidad del estado , y la segunda la de
cada pueblo particular. Ademas como las
precauciones que se pueden tomar para
evitar los desórdenes parciales, y las gran,


245
des• conspiraciones, pueden ser públicas
secretas ; (le alu es que la policia misma de
seguridad se subdivide Cambien en públicay
secreta. Todas estas diferentes acepciones de
la palabra policia deben tenerse presentes
para resolver las . demas cuestiones relativas
.á este punto.


Cuestion 2. a ¿Debe haber policza en las
naciones? Facil será responder , supuestas
las divisiones indicadas. t.' Claro es que
entendiendose por policia buen gobierno
en general, no solo debe haberle en toda
sociedad, sino que sin ella será imposible
que subsista y se conserve. 2. 9 Es igual-
mente claro que en todas debe haber un
buen sistema de policía urbatza ; porque
en todas es indispensable que la comuni-
dad cuide de la subsistencia, salud, como-.
didad y aun diversion de los individuos.
3.° No es menos evidente que debiendo
proteger su vida y sus bienes , debe por
consiguiente tomar providencias y precau-
ciones para que no sean nunca ofendidos
en sus personas ni privados violentamente
de sus bienes; y si por desgracia lo fue-
sen para aprehender y castigar á los ofenso-
res; ó lo que es lo mismo que eh toda
nacion bien gobernada debe haber un buen




246
sistema de policía judicial. 4. 0 Tampoco es
dudoso que toda sociedad si ha de conservar-
se necesita impedir, que se cometan aten-
tados que . , turben el orden público, alte-
ren la tranquilidad y trastornen el gobier-
no establecido; y .


por consiguiente que ne-
cesita de un sistema bien entendido de pe-
'ida política ó de seguridad tanto alta co-
mo Laja, ó en otros .


términos, tanto local
como general. 5• 9 Es innegable finalmente
que entre las varias precauciones que pue-
den tomar los gobiernos para prevenir los
crímenes señaladamente políticos, hay al-
gunas que por su naturaleza son y deben
ser reservadas ; porque. con solo hacerse
públicas seria nulo su efecto. Hasta aqui
todo el mundo está de acuerdo; pero la di-
ficultad está en el modo de aplicar á la
práctica estos principios generales y teóri-
cos. Procuraremos hacerlo con la. posible
c),:actitud.


Cuestion-„3, Cuál ,es el mejor sistema
de pada, tomada esta palabra en la acep-
cion general, de buen gobierno? Problema
que. está por.,resolver y acaso lo estará to-
davialuengos siglos: á lo menos hay mit-,
chas cuestiones subalternas contenidas en
lá;gene'tal,indicada que no todos resuelven


d4 7
de uff'»iiiikriitl) POtqlie .riiVirl'crée citie
habla ndó lák}ébilltiléabli lid 'él' lolit;TO
tííó .sistiriid dé' gErP0f11,- 021e friiviia; cid g1.30


.Éti c u a 'riel á atk; 0541:=
tracto . qué la- plíTétt14 1Wri4e0 ,;- 6
si sé . quiere la nidnról
Mala es : la fornia 1t5110
dides' los p ddress«; 015 a dIfsegi.I dItlit
j o r Manera de' chn-tflen'ell<1,44', 111 Din'a-frdS
equilibra 11 Os 1- el51%9
dejarles rffillin!f tfUlapollffitr&' y e'Ietlitl
su Efartar siVrìMitl . (re dpitriVift—§;


tatPdádbUstf tate poníl' 1.111. 41911
qt ?se lían héCh'6, 10. tieda'thaálta' tánY87qu'e
apretder , qii sin ei:rg, eráffoll4 p'ufekle'"akel
gidaYle. guié Oglfati aun' Ifieclidl'siglog.a.Vil
tét 01 e PVP élti) htini al; olvásvátiwtre! tlq-4310.
plét nilMlef' grán pralSYMKIP
M'e1M° sMICI` pzsible— de' 01.111/11/. 'Álfft
considera"Al niá ?r; pth'ty0 1 P'siíi
aplicátIOWt hIgW álcada . naliónI'd-all'inin a-
da nal'clIF k yt ! ríuévaMITieültitkIPA
501ó ; rógipetátít.


el4C1c~ks'óeiál, sé creén"-fit
en estádÓ" de gebaillVel MitHól; plikaZIV
iniaginarso que estas dificillsiias'CitéSr-ffót
nes quedan reSiteltas'clri
las palabras' dé gobicrOO:' repreáenkáTiM,




248
sistema liberal, division y equilibrio de:
poder,• responsabilidad, soberania del pue-
blo etc. ¡Cuán embarazados se verían todos
ellos para responder, sí se les obligase á
definir bien estas espresiones , y sobre to-
de si se les mandase formar un proyecto
de Constitucion en el cual quedasen los po-
deres tan exactamente divididos y tan per-
fectamente equilibrados, que jamas pudiese
la balanza inclinarse al uno mas que al otro!
Mas ya que esta primera cuestion es tan
complicada y dificil que serian , necesarios
volúmenes para ilustrarla completamente,:
y que cuando se habla de policía, no se
toma ya esta voz en su acepciou primiti-
va y general como sinónima de buen go-
bierno , omitirémos lo mucho que podria-
reos indicar sobre ella , y pasaremos á las
otras á que dan lugar las acepciones mas
circunscritas de la palabra policia.


Cuestion 4.a d Cuál. es el mejor sistema
de policia urbana' Otro problema no tan
dificil de resolver como el anterior ; pero
que consta de tantos elementos, es tan ge-
neral y se descompone en tantos otros par-
ticulares, que para ilustrarlos completamen-
te se necesitaria escribir un gran número
de volúmenes. Considerese cuantos son los


249
objetos que tienen relacion con la existen-
cia física del hombre , con su comodidad,
su salud, su recreo y su bien estar, y se
conocerá cuantos y cuan vastos ramos com-
prende un sistema completo de policía ur-
bana. Abundancia y salubridad de los ali-
mentos, situacion favorable, construccion,
limpieza y alumbrado de las poblaciones,
establecimientos de beneficencia de toda
especie, régimen de casas públicas de
todo género, diversiones de cualquiera na-
turaleza etc. etc. ¡ Cuántos tomos pedirian
todos estos objetos para ser.. tratados dig-
namente y con la estension necesaria! ¡ Y
cuánta instruccion en el que se propusiese
formaran sistema completo que nada deja-
se que desear! Asi esta obra no puede ser
hecha por uno ,.solo, ni de una vez : ha de
ser el compendio y resultado de otras mu-
chas , y ha de formarse gradual y sucesiva-
. mente segun las circunstancias lo per-
mitan.


Cuestion 5.a c Cuál es el mejor sistema
de policia judicial i > Varios pueden formar-
se en teoría , y variamente modificados; pe-
ro siempre vendrán á parar en el buen em-
pleo de la fuerza pública, la única que
tiene por instituto proteger y defender


n




a50
la vida y los bienes de los ciudadanos. Lo
mejor que hasta ahora se ha hecho, y /o.
que habrá que hacer al• cabo en todas par-
tes, es formar un cuerpo escogido de tro-
pas encargadas ésclusiv a mente de- perseguir
y prender los maihechores,y de vigile
cha y noche


• dentroy • fuera de poblado pa`--
ra prevenir sus asechanzas , yevitar sus•aten-
tidos. Que este cuerpo se' llame-gendar-
ineria, ó escuadrones de policin , ó de otro
cualquier modo, es indiferente: lo que in:-
porta es que le haya:• Sin él cuantas pro,-
videncias selomen para estinguir los rate-
ros y ladrones' en los pueblos-, y los sal,
teadores''en los caminos, serán insufitierF-
tes., E's necesario- que haya un cuerpo de
tropas de, infariteria y caballeria , cuyo 'tíni--
co servicio' sea este; y' que :


esten obliga-
das á él pWr ordenanza; militar, r sujetas:
á la mas Tigorosadisciplina. Confiarle á los'
milicianosvoluntariosó forzados,. es aven-
turarse á que no se desempene ó se• des,.
empeñe mal, ó á -lo menos'im se• haga con
igual celojeW :Ito•das partés- Ademas' tiene.
el 'inconveniente de ti 'lo's • padres.
de familia á riesgos y • peligros de que'. la
sociedad debe preservarlos; -lejos de po-
nerlos en precision de Velos arrostren:


251
Perseguir salteadores y malvados de toda
especie se ha de hacer por oficio y por
obligacion , y sino nunca se hará bien. No
es propio de un escrito como este entrar
en los pormenores á que el legislador debe
atender para la creacion y composicion de
un cuerpo de tropas destinado á perseguir
malhechores, tanto en poblado como en los
caminos : baste decir que lo mejor que se
conoce en este género , es la gendarmeria
francesa , y que aquel establecimiento debe
imitarse con las modificaciones en su re-
glamento que parezcan oportunas , atendí-
olas nuestras localidades y circunstancias.


Cuestion 6.a ¿Cuál es el mejor sistema
de policia política. local? Quedando dicho
que esta es la que cuida, de evitar que el
orden público sea turbado, ó la tranqui-
lidad alterada por medio de conmociones
locales , y estando comprendidas estas en
el número de los .delitos que la policiaju-
dicial debe evitar ó perseguir, es claro que
un. buen sistema de policia judicial entra
ya -como parte del de policia civil. Pero
ademas son necesarias todavia otras pro-
videncias y precauciones. Es innegable que
tanto los delitos leves como los graves,.
tanto los comunes corno los políticos, tan.7




252
to los desórdenes parciales y de poca mon-
ta como las conmociones populares, y tan-
to estas como las vastas conspiraciones tie-
nen por autores ó cómplices á las gentes
de mal vivir; es deeir, , á los ociosos y va-
gos, á los jugadores de todos grados,
los viciosos de todos géneros y á los mal-
vados de todos colores. Es pues necesario
evitar en cuanto sea posible que en ningu-
na poblacion se'aniden y oculten hombres
dispuestos siempre á cometer delitos, ó á
prestarse corno auxiliares de los alborota-
dores. Para esto. es necesario establecer le-


;yes severas y ejecutarlas con puntualidad,
•á fin de que nadie entre ni salga, ni se alo-
je ó avecinde en los pueblos sin que el
magistrado local sepa quien es, cual su
conducta, cual su género de vida, y cuales
su profesion y medios de subsistir. Aqui
entran necesariamente las formalidades de
los pasaportes, los avisos de los caseros
sobre alquilos y desalquilos , las motas
diarias de los posaderos , y las de los
vecinos que' reciben en su casa algun
forastero por amistad ó por interes : aqui
las matriculas generales, exactas y conti-
nuamente rectificadas de todos los habitan-
tes de los pueblos : aqui las listas ó matri-


253
culas particulares por clases y profesiones;
y aqui las notas ó informes que deben to-
marse sobre todos los habitantes para co-
nocer los que no presenten suficiente ga-
rantia de su moralidad. Pero és necesario
penetrarse de una verdad ; y es que este
ramo nunca estará bien servido en las
grandes poblaciones mientras no esten en-
cargados de él empleados que tengan suel-
do, sean responsables, amovibles y elegi-
dos por el gobierno mediata ó inmediata-
mente segun sus clases. De consiguiente
no debe añadirse esta nueva y grave ocu-
pacion á los regidores , y mucho menos
obligarlos á servir gratuitamente unas co--.
misiones tan penosas y que necesariamen-
te les han de ocupar mucho tiempo , qui-
tándoles el que. necesitan para el desenipe
rio de sus obligaciones adtninistrativas, y
para atender á los vastos ramos de la po-
licia urbana que estan y deben estar á su
cuidado. Creemos pues que en todo pue-
blo que llegue á mil vecinos debe haber
ya un comisario nombrado por el- gefe po-
lítico de la provincia dependiente de él,
responsable y amovible , el cual esté en-
cargado de. reconocer los pasaportes de los
viageros y ejecutar en todas sus partes el




254
reglamento general de policia que las Cor-
tes decreten. En los pueblos que no lle-
guen á mil vecinos puede hacer de comi-
sario uno de los regidores , asignándosele al-
guna corta reinuneracion por este trabajo
estraordinario ; pero segun que el ',Uniera
de vecinos , pasando de mil, vaya siendo
mas y mas considerable, se deberá ir au-
mentando proporcionalmente el de los co-
misarios, y en las ciudades populosas ne-
cesitarán estos tener á sus órdenes algu-
nos dependientes que las ejecuten , y les
ayuden á .desempeliar su encargo. Que pro-
porcion haya de guardar el número de co-
misarios y subalternos con el de la pobla-
cion , cuales hayan de ser sus dotaciones
respectivas, cuales los requisitos con que
hayan de estar adornadas, cual la manera
de elegirlos y deponerlos, y cuales las re-
glas á que ha de estar sujeta esta institu-
cion para que sea util, son pormenores á
que no es posible descender en un escri-
to como este. Solo haré una indicacion
importante , y es que confiando las plazas
de subalternos á veteranos honrados que
disfruten sueldo de retiro , y las de comi-
sarios ú oficiales reformados desde alferez
hasta capitan , no seria mucho el gravánien


255
que este estableenniento podria aludir al
.erario :; porque solp bab,ria .que satisfacer
el esceso .,de la datae;ion que se les asigna-


. se $ol>re el ,reliro nue yá gozaban. Ade-
mas este aumento de gastos se podria cu-
brir con el producto de los pasaportes, li-
cencias de residir y otros documentos que es-
pédirien los mismos comisarios, y con las
multas .que .ejecucion del reglamento se
exigiesen á las mazososeu dar -los avisos pre.
venidos en él, y á los que de cualquier otro
modo contraviniesen á sus disposiciones.


Cuestion 7.a d Cuál es el mejor sistema
de alta policia política ? En el sentido que
ordinariamente se da á estapalabra ,
gimo. Digo francamente lo que siento : en-
tendiendose por alta policia la de espío-


` nage doméstico. , la tengo por incompati-
ble con todo gobierno constitucional; y di-
go mas, aun- cuando fuese compatible; nun-
ca puede ser necesaria. Si el gobierno es-


« tá bien arreglado en todas sus partes, si
las leyes prohiben, como deben , las aso-
ciaciones .y juntas clandestinas de los ciu-
dadanos, y si estas leyes se ejecutan con
puntualidad, yo no veo que ia y


tal policia.
de espionage pueda ser buena para nada.




256
¿ Cuál es su objeto ? ¿impedir que se .tra-
men y realizen conspiraciones contra el go-
bierno existente , la Constitucion jurada y
el orden de cosas establecido? Pues corno
DO haya conciliábulos secretos es imposi-
ble que llegue á formarse ninguna que pue-
da dar cuidado ; y aun cuando en el
to de una casa particular y á protesto de
una tertulia ó reunían inocente se juntasen
diez, doce, quince ó veinte personas que
maquinasen alguna trama, esta se descu-
briria infaliblemente asi que empezasen á
realizar el proyecto los conjurados, siempre
que la policia ordinaria cumpliese con su
obligacion ; porque al punto que una cons-
piracion sale del obscuro recinto en que se.
trama y empieza á ramificarse, es impo-
sible de toda imposibilidad que alguno de
los iniciados en ella no dé pasos ostensi-
bles que esciten la atencion de la policia
ordinaria, si esta vigila corno debe. Asi he-
mos visto que la tan decantada policia
francesa jamas ha descubierto Conspira-
dor) ninguna hasta que el plan Babia em-
pezado á ejecutarse y estaba ya bastante
adelantado; y aun algunas, como la de Ba-
llet, no las ha sabido hasta el momento


257
mismo en que estallaron. No siendo pues
necesario, ni util siquiera, saber lo que al-
gunos cuantos individuos maquinan en
secreto mientras no empiezan á poner
eh ejecucion su plan ; y pudiendose y
debiendose saber asi que dan los pri-
meros pasos „; para qué se quiere ese
espionage tan costoso como inutil ? ¿ Pa-
ra saber simplemente lo que se habla ó
se dice en el sagrado é inviolable asilo de
las casas particulares? Y semejante in-
quisicion puede ser compatible con el ré-
gimen liberal? ¿ Se dirá en un artículo de
la Constitucion que la casa del ciudadano
es un sagrado en el cual no es dado pe-
netrar ni aun á los magistrados, sino á cier-
tas horas, y con tales ó cuales requisitos y
formalidades , y habrá de estar abier-
ta legalmente al soplon del gobierno que
viene á escuchar y saber cuanto en la efu-
sion de la amistad y el desahogo de la mu-
tua confianza se dice en la plena seguri-
dad de que no ha de salir de las paredes
afuera? Ni la tan detestada inquisicion ha-
cia otro tanto, á lo menos en estos ulti-
mas tiempos : recibia sí las delaciones
voluntarias que los ilusos ó malvados ha-
cian de lo que habian nido ó presenciado;


TOMO XIV.
17




258
pero ella no pagaba ni enviaba espías pa-
ra escuchar las coreveisaciones privadas.
Pero , y ¿ cómo sabrá, él, gobierno si se
conspira ó no Contra la Constitucion del
estado? Ya queda dicho que cuando está
todavia en puro' proyecto , le es muy in-
diferente saberle : sin que nadie se lo di-
ga puede dar por supuesto que' habrá siem-
pre descontentes que fortiten torres en el
ayre; pero si el proyecto no se queda en
pura conversacion, -al . punto• lo sabrá por
su policia ordinaria, Cómo esto se verifi-
que, se entenderá mejor por lo que se di-
rá sobre la siguiente


7.a cuestion. ¿Debe -haber policía se-
•creta? Para las casas particulares y las .a.e
ciones- privadas de los ciudadanos ya está
dicho que , para las casad y acciones
públicas es otra cosa. No solo no hay in-
-conveniente .en que se celen 'por el gobier-
no sigilosamente , sine 'cine es necesario
que asi se haga si so quiere conservar el
orden. Esto . pide esplicacion. Casas parti-
culares ya Se sabe que són las 'habitacio-
nes cerradas de los ciudadanos , y accio-
nes privadas cuantas se ejecutan dentro do
su- recinto. Estas queremos que sean siem-
pre ignoradas del gobierno, cuya accion


259
y vigilancia no deben estenderse mas allá
del umbral de aquel asilo que la Consti-
tucion ha declarado. inviolable, á no ser
que por signos' sensibles que se observen
desde fuera, se presuma fundadamente que
en lo interior de una casa se está come-
tiendo un delito ó ejecutando una accion
de .las prohibidas por la ley. Por ejem-
plo , si la vigilancia pública oye gritos den-
tro de una casa que indican que se está
asesinando ó maltratando á una persona,
claro es que debe acudir á su defensa : si
á deshoras de la noche se escuchan gol-
pes parecidos á los de un volante de acu-
ñar moneda , nadie dirá que no debe sor-
prenderse y registrarse aquella casa. Si pro-
hibidas por la ley las reuniones clandesti-
nas se observa que periodicaznente y á cier-
ta hora concurren á una habitacion per-
sonas que por su clase , número y otras
circunstancias se sospecha fundadamente que
su reunion no es inocente y para objetos
permitidos , no habrá inconveniente en re-
conocer la tal habitacion ect. ect. Por ca-
sa pública ya se sabe que se entienden
todas las -


que á determinadas horas estar
abiertas para servicio del público, como
tiendas , cates , l'asterias, fondas villares,




9,60
tabernas y otras. Semejantes puntos de reuj
nion es tan necesario que sean vigilados,
que sin esta vigilancia jamas habrá en las
grandes poblaciones lo que se llama bue-
na policia. En estos parages es donde los.
magistrados locales deben conocer á las
personas de mal vivir , y alli únicamente es
donde pueden adquirir las noticias que nece-
sitan para prevenir los desórdenes y los crí-
menes de todas clases. No es esto decir que
por los avisos que' recibiesen hayan de pro-
ceder al arresto de las personas sospecho-
sas : ningun hombre debe ser privado (le
su libertad sino cuando ha cometido ya un
delito de los que penan las leyes ó está
en el acto mismo de cometerle. Los avi-
sos que una policia activa y vigilante dé
al magistrado, deben servir á este para to-
mar precauciones y estorbar que las mal-
dades y escesos de toda especie lleguen á
verificarse', cometerle y consumarse; pero
no le autorizan para perseguir á nadie á
pretesto de que intenta cometerlos. De aqui
se infiere que á nadie debe incomodar por
nada de cuanto haya dicho , á no haber da
do gritos subversivos ó sediciosos de los
prohibidos por la ley : en lo denlas las con-


.
versaciones , discursos y disputas tenidas


u6r
en parage público y de que la policia le
dé cuenta, solo deben servirle de gobier-
no para conocer las personas, el espíritu
público, y el estado tranquilo ó agitado de
los animas, y acordar en consecuencia las
providencias generales que exija la conser-
vacion del orden , pero nunca para moles-
tar á las personas ; y ni aun siquiera de-
be darse por entendido. Acciones públi-
cas son todas las que se ejecutan fuera del
recinto cerrado en que habitan los vecinos;
y como estas son las que generalmente pue-
den ser criminales , es innegable que la
policia debe tener fija- su atencion para
impedir que lo sean , ó si no consigue es-
torbarlo ,. arrestar inmediatamente á los
delincuentes. En cuanto lo primero, si por
ejemplo la policia encuentra á deshoras de
la noche un hombre parado á una puer-
ta en ademan de violentarla , si ve á otro
que sube á un balcon, debe arrestarlos en
el acto sin esperar á que consumen el cri-
men. En cuanto á lo segundo nada hay
que añadir á lo dicho. Claro es que
si no logró impedir que se cometiese, de-
be perseguir y arrestar al criminal. asi
para que no repita el atentado, como pa-




26 a


ra que su castigo sirva de escarmiento
otros.


Hay otra clase de policia secreta, tan-
to local como general , y consiste en las
noticias reservadas que los ministros deben
procurarse sobre la conducta pública y pri-
vada de los empleados en su ramo, y las
que los gefes políticos deben transmitir al
ministro de la gobernacion sobre el esta-
do de la opinion en el distrito de su man-
do, causas que la estravian ó rectifican, y
medios de evitar las primeras y fomentar
las segundas. El ministro de estado debe
ta mbien procurarse anticipadamente noti-
cias secretas sobre la política y proyectos
de los gabinetes estrangeros aun de los
que parecen mas amigos ; porque bueno an-
daria el gobierno que aguardase á saber las
resoluciones de los otros cuando las anun-
cien de oficio los papeles públicos. Aun
mas : respecto de los agentes diplomáticos
y aun simples transeuntes estrangeros, pue-
de permitirse el elpionage doméstico que


',-


reprobarnos respecto de los ciudadanos y
habitantes fijos del pais : 1.° porque muchas
veces puede convenir saber con que per-
sonas tratan, y si ser pudiese hasta lo que


A6Z,
hablan en sus conversaciones privadas; y
a.° porque es muy seguro que lo mismo es-
tará haciendose con los nuestros en los
paises estrangeros ; y esta no es mas que
una especie de represalia permitida en la
guerra diplomática.


Muchas mas observaciones pudieramos
hacer sobre la policia politica y sobre el
modo de establecerla ; pero para que fue-
sen útiles seria menester entrar en porme-
nores incompatibles con la brevedad de es-
te artículo. Seria menester en rigor formar
el reglamento pedido pór la comision, co-
sa imposible no teniendo á la vista el es-
pediente formado con este objeto. El que
nosotros presentásemos sin datos circuns-
tanciados y locales seria demasiado vago,
general y puramente teorico : y no es es-
to lo que se desea. Cuando la comision
á quien se encargue presente su obra, ha-
remos las observaciones que se nos ofrez-
can sobre todas y cada una de sus dis-
posiciones.' Entre tanto basten los princi-
pios que dejarnos espuestos , cuya ligera
indicacion servirá á lo menos para que se
conozca cuan árdua, dificil , vasta y deli-
cada es la empresa; y cuanto encierra en




264
sí la corta • proposicion de que se esta-
blezca en todos ios pueblos una policia
compatible con nuestras instituciones li-
berales.


265


Proyecto de contrarevolucien para dester-
rar el uso de ciertas palabras nuevas.


'Va está visto que cada uno es patrio-
ta á su manera, y que cada cual escoge
el género de patriotismo que mas se avie-
ne con sus disposiciones , sus ideas , sus
facultades, sus deseos y acaso acaso con
sus vicios. Mas entretanto que ocho ó diez
millones de ,personas velan dia y no-
che por conservar el triunfo de nuestra
Constitucion , y que unos cuantos cen-
tenares se afanan por destruirla ó cstraviar-
la , yo quiero dedicarme por ahora á cui-
dar de la constitucion y las leyes de nues-
tro idioma, al cual veo amenazado de una
revolucion funesta y que puede llegar á ser
mortal. No tengo la dicha ni la desgracia
de ser • purista; pero me agrada á fe mia
ver esplicar las ideas con voces castizas y
propias del habla castellana, asi como me
disgusta sobre manera el estravagante abu-
so de los modismos. Lejos de mí la ne-
cia presuncion de presentar como mode-
los de buen. jeoguage mis propios escritos,




266
aunque no esté en mi mano dejar de ri-
diculizar los vicios que noto en la mayor
parte de los que se publican en el dia.


Mas corno esta es materia tan traquea-
da ya y tan repetida por hombres , cuyo
juicio ha pasado á ser una autoridad , ha-
bré de limitarme á hacer mencion de las
voces mas modernamente introducidas en
el lenguage político ; pues aunque simple
é ignorante , bien se me alcanza el influ-
jo que tienen las voces en el giro y di-e
reccion de las ideas.


Yo .confieso que soy uno de los que
tienen mas miedo á embarcarse, y con-
fieso tambien que las pocas veces que me
he visto precisado á hacerlo , he abordado
con estraordinario placer el muelle ó el
desembarcadero ; pero por todo el oro del
mundo no .me atreveria á abordar-ningu-
na de estas cuestiones .que traen -tan ocu-
pados y entretenidos llantos ,mentecatos.


Me sucede de cuando .en cuando dar
un tropezon y caer «uno se caen muchos
'buenos , y .procuro levantarme y ponerme
de pie cuanto antes ,;


• segUn el uso y cos-
tumbre recibida en semejantes casos; pe-
-ro no puedo. contener la risa cuando leo
,en ciertos periódicos de .anárquica memo-


267
Aria , que se puso en pze la Constitucion,
que estan en pie las nuevas instituciones,
y que si no se ejecutan tódos los dispa-
rates que ellos proponen, se pondrá toda
la nacion en pie, cosa que seria muy fa-
tal para los pobres silleros.


He visto muchas veces tirar líneas ha-
cia un centro, y muchas mas aproximarse
las partes á su centro ; pero ahora todo se
centraliza, y yo me tapo los oidos solo por
no oir el infinitivo centralizar.


Antiguamente se desarrollaban muy bien
las piezas de lienzo de Santiago 4 de la
Coruña, se desarrollaba un lienzo de Mu-
rillo , <le Rafael 'ó del Ticiano que ha-
bia costado un dineral; pero en el dia ya
no se desarrollan mas que ideas , energias,
fuerzas , caracteres , y una cosa que lla-
man medios; de modo„ que entre tanto co-
mo se desarrolla diariamente, solo miro
como util y :necesario el desarrollo de la
vegetacion.


Pocas cosas hay mas admirables para el
hombre que la 'organizacion de un animal,
-de una planta ó de una hoja por sencilla que
sea ; pero confieso de mí que no me es
posible admirar la organizacion de pues-
tras leyes, zi sé como se organizan los :ejér-




268
cí tos, ni quisiera que se organizasen conspi-
raciones, porque en efecto sola la natura-
leza es la que sabe organiza/ óforrnar ór-
ganos.


Era muy raro en otro tiempo el que
se comprendiesen dos cosas diferentes de-
bajo de una misma idea , lo cual solian
llamar identificarse ; y asi solo muy pocos
lograron, identificar su alma con Dios ó
con la virtud ; pero ahora todos se identi-
fican con lo primero que se les pone en
la 'cabeza. Verdad es que en esto no pe-
can rigurosamente contra el idioma 'caste-
llano ; pero sí contra el sentido coman , y
lo que es peor contra la verdad ; porque
hay tanto bribonazo que quiere hacerse pa-
sar por identificado con cosas muy bue-
nas , que á no saberse Por notoriedad- que
en esto mienten como unos bellaeos_, fue-
ra cosa de .aborrecer el bien por- no dejar
de aborrecer á los que le profanan con su
identificacion.


Gozaron en su tiempo de gran cele-
bridad los sistemas de . Ptolomeo y de Ti-
kobrahe hasta que demostraron' su false-
dad los de Gassendi y Copernico, que aca-
so serán reemplazados por otros en todo
lo que hasta ahora no está sujeto á un


269
cálculo matemático. Se abusaba tan poco
de esta voz que casi no tenia otra apli-
cacion mas que al sistema celeste, como que
se respetaba la inmensa dificultad de en-
lazar una multitud de proposiciones y prin-
cipios verdaderos ó falsos juntamente con
las consecuencias que se derivan de ellos;
pues todo se necesita para formar un sis-
tema. Pero ahora' no hay un entreteni-
do de tesoreria que no forme su sistema
de hacienda , ni sastre ni zapatero que no
sea un sistemático en esto del sisar y del
mentir , ni escritorzuelo que no se propon-
ga por sistema ilustrar á su ignorante pa-
tria , ni pretendiente hambriento que no
ofrezca derramar su sangre por la defen-
sa del sistema : hasta los jugadores se pro-
ponen un sistema para que el banquero
los deje sin camisa segun reglas.


Todo se podria tolerar con tal que na-
die se Metiese á sistematizar : mas ¡ ay Dios
mio , que apenas hay alguacil que no pre-
suma de haber sistematizado la policia , ni
escolar ramplon que no se sienta con fuer-
zas para sistematizar una nueva ortogra-
fia ad usura pedantorum!


La tendencia era un término propio de
la estática y de la dinámica , porque sig.-




270
nificaba la fuerza con que un cuerpo pro-
pende á moverse hácia un lado, ó á em-
pujar á otro cuerpo que le opone algun
obstáculo ; mas para todo lo demas nadie
se acordaba de tal voz sino las lavande-
ras para tender la ropa mojada ,. y todos
los animales para tenderse á la larga.
Fue preciso que naciera ese santo , divino
é incomparable tribunal de la inqmsicion,
para quo cualquier verdad se resintiese de
tendencia á la hernia, y desde entonces acá
todo tiende al lado opuesto á lo que se
inclina ; de modo que el que predica el
orden tiende al servilismo, el que ama la
verdadera libertad se dice que tiende á la
esclavitud , y al que recomienda el respe-
to á las autoridades se le condena por
tendente á la sedicion. ¡ Oh qué tendencia
tan decidida tenernos los hombres á ser
'locos y perversos !


Nadie negará que eran -nruchisimas las
funciones particularmente eclesiásticas que
se celebraban antes , y á fe que en todas
ellas se consumia mucha cera, amen de los
bodigos y propinas. Solia acontecer varias
veces que el beneficiado hacia las veces del
cura , y el monaguillo las del sacristan;
pero nunca se verificó que el pertiguero


271
desempeñase las funciones del organista , ni
que dejase de entrar en sus funciones el que
estaba encargado de dar la paz á los fun-
cionarios públicos que estaban ejerciendo
sus atribuciones.


¡ Qué poco iniJiados debian estar los
autores del diccionario de la academia es-
pañola cuando definieron el verbo recípro-
co iniciarse diciendo que era recibir las
primeras órdenes ó órdenes menores co-
mo si despues de ser uno subdiácono,
diácono y aun presbítero no pudiera ini-
ciarse é iniciar á los demas en cuantos
secretos y misterios humanos lleguen á su
noticia! Usted que está iniciado en los altos
misterios de palacio , le decian unos curiosos.
á un palaciego, ¿no querria decirnos á quien
se nombra para , el ministerio ó ministerios;
vacan tes ? d •Cómo quieren ustedes que yo les
inicie , cuando ustedes no me inician á mí
en los secretos de la reunion de tal parte,
y mucho mas cuando me consta que no
han tenido reparo en iniciar á la señorita
doña fulana que es capaz de propalar lo
suyo y lo apeno? Yo, amigo nao, bien me
opuse por mi parte, respondió uno de ellos,


que se generalizasen las iniciaciones, sobre
todo entre el sexo ; pero corno por otro,




9.72
lado tengo bastante filosofia para recon-
centrarme dentro de mis atribuciones, no
tuve reparo en que á vista de las espre-
sivas prevenciones que nos hizo en masa,
so descubriese el velo con que se oculta
el prestigio de nuestra sociedad filanti ()pi-
ca por evitar un ataque directo á su co-
nocida sensibilidad, desayrando ó sospe-
chando su discrecion.


Seria cosa de no acabar en mucho tiem-
po si hubiese de recordar todas las ino-
vaciones gramaticales que se van introdu-
ciendo en el lenguage político ; pero está
ya tan fastidiado , ó por mejor decir , tan
irritado mi patriotismo que desde luego me
declaro contrarevolucionano en este pun-
to, y me' sujeto gustoso al odio y á los
atentados que puedan cometer contra mí
todas esas nuevas voces, por no disimular
la risa con que las oygo pronunciar. Mas
porque no me desprecien los señores ino-
vadores creyendo que me presento soto
en la palestra, sepan que tengo ya reunido
un partido considerable, á cuya frente está
un hombre de gran fama y reputa cion ; como
que habra muy pocos ó ninguno que entien•
da mas en todo género de revoluciones : en
una palabra, sepan que cuento con el mis-


2,-3
mo Cesar. , sí, señores gramáticos re-
volucionar ios


. ; :el mismo Cesar es el que se
declara contra los disparates que ustedes
insertan á cada paso, y el que sale á la
campaña para defender la legitimidad de
nuestro idioma que se va cargando de mas
deudas y préstamos que el mismo crédi- '
to público. ¿ Piensan ustedes acaso que la
cabeza de Cesar no estaba llena mas que
de pontificados , consulados , dictaduras,
guerras , batallas, triunfos é intrigas? Pues
creanme que se equivocan en mas de la
mitad ; porque de aquélla misma mismi-
sima cabeza , si no miente la íarna, salió
tambien un libro de anglo/fi«, asi poco mas
ó menos como el (pie escribió nuestro Lo-
pez de la Huerta de los sinónimos, en el
cual dictó la siguiente ley :


Habe senzper in memoria atque in pectore,
ut tanquanz scapulum sic /upas insolens
verbuni.


Y cuidado , caballeros, con traducir la
palabra insolens por la de inusitado o' in-
sólito ; porque á mi entender lo que se
propuso Cesar fue llamar insolentes á to-
das_esas palabras y frases nuevas asi co-




TOMO XIV,
/8




276
mo yo de su orden les doy á ustedes , á los
que las usan con afectacion , el bien mere-
cido, título de majaderos.


275


LITERATURA.


La n'enriada en verso castellano, por don
Joaquin de Virués y Espínola. Madrid
1821.


Si el objeto de una buena traduccion
es dar tí conocer el original, no solo ver-.
tiendo sus pensamientos, sino conserva.nda
el giro de su estilo- y el sabor de su clic-
cion , podemos asegurar que la presente
ha cumplido exactamente con esta obliga-
cion. La Henriada no es un poema épico
en la parte de la elocucion , que es. la que
establece la diferencia esencial de los gé-
neros., sino.un'tratado histórico; de política,
adornado con, cuadro s , retratos y reflexio-
nes morales , hermoseado con las brillan-
tes ideas de un espíritu tan fino, tan cul-
tivada, tan sabio como el de Voltaire , y
regado muy frugalmente con las flores pro-
pias del Parnaso. En él se notan-todas las
cualidades del estilo, la, claridad , la dulzu-
ra , la escelente invencion , la graciosa es-
presión: de los pensamientos; pero en nin-
zuna parte se encuentra el os magna sona-


4




a76
tutum de Horado; y sin decidir ahora la
cuestion de si es posible que lo haya en
la lengua francesa, lo cierto es que la Hem
riada posee todas las calidades de un buen
escrito, menos el estro épico. Son muy ra-
ros en ella los grandes periodos poéticos:
abundan demasiado las máximas generales
y los retratos políticos; y el tono de las
narraciones no se eleva nunca sobre el de
la tragedia, género el mas perfecto de la
literatura francesa, y al cual propenden sus
poetas hasta en la epopeya y en la lírica.
El poema de Voltaire se acerca mucho mas
al de Lucano que al de Virgilio : evitó la
hiochazon del primero porque su gusto era
esquisito: mas ni se igualó con su fuerza
en lo filosófico; ni pudo imitar la subli-
me ternura de Virgilio que desespera á to-
dos los que se consagran á la. poesia.


Nuestro traductor debió pues sufrir la
ley de su •criginal. De aqui la escasez de
periodos poéticos en la traduccion , las fre-
cuentes cortaduras de la frase, y la dificul-
tad muchas veces vencida de someter á
las leyes de la armonía española pensa-
mientos que en su forma primitiva y ori-
ginal no estaban concebidos poéticamente.
Pero . la fidelidad de la traduccion, no solo


277
en cuanto á la sentencia, sino tambien en
cuan to al giro y corte, la propiedad , pu-
reza y dignidad de la frase castellana no
adulterada con modismos de la lengua ori-
ginal, la versificacion sonora y rotunda
cuanto lo permite la obligacion de tradu-
cir á Voltaire, y en fin el escogimiento de
las formas mas propias para ajustar á ellas
los periodos franceses que no tienen nin-
guna medida cornun con los españoles, ha-
rail' que esta traduccion se mire como la
mas clásica que tenemos de la poesia de
nuestros vecinos; y exhortamos á todos los
amantes de la literatura francesa á estudiar
su original con ella en la mano.


En cuanto á los cultivadores de la poe-
sia, no deben admirarse sino encuentran en
ella la grandilocuencia que se admira en
nuestros buenos poetas , y á la cual muchas
veces ae eleva el rudo é incorrecto Hernan-
dez de Velasco en su imperfectisima tra-
duccion de Virgilio. Velasco traducia la
Eneida, y el señor Virués ha traducido la
Henriada. Al primero le enardecia el Ori-
ginal casi á su pesar: el segundo ha caini-
nado oprimido con . cien cadenas, y por un
sendero escabroso. En el primero se ve co-
mo una sombra mal diseñada de las cua-




278
Edades poéticas de Virgilio : el segundo pin-
ta con bastante verdad la delicadeza é in-
geniosidad de los pensamientos de Vol-
taire.


Cuando el estilo del original se acerca
mas á la poesía comun á todas las lenguas,
como sucede en las comparaciones, enton-
ces se ve que nuestro traductor conoce muy
bien las riquezas de la castellana, y sabe
emplearlas con oportunidad. Las compara-
ciones siguientes pueden servir de ejemplo.


«Cual azucena por el beso blando
del céfiro y el llanto de la aurora
criada para honor del verde prado,
á quien de pronto el golpe de la esteva
ó el ímpetu del noto rompe el tallo.»


«Tal del erguido Cáucaso ó del A thos,
de cuya cima apenas ver podemos
como un leve celage mar y tierra,
suele lanzarse el buytre carnicero


arrebataren los etéreos golfos
las aves ó en el prado los corderos,
cuyos despojos en la fuerte garra
laten aun vivos, cuando en raudo vuelo
torna, dando graznidos •que replica
su cóncava mansion con ronco estruendo.»


«No de otra suerte el uracan violento,


/79
usurpador del cetro de Neptuno ,
cuando turba del Sena et curso ledo,
arranca y sube de sus hondas grutas
á la faz confundido hediondo el cieno.»


',Cual desde el alto Pirineo
torrente baja hasta el profundo valle,
ahuyentando las ninfas, sorprendiendo
rebano y mayoral , arrebatando
débiles chozas, robles corpulentos,
que al lado ruedan. de ínclitos peñones
en su corriente estrepitosa envueltos.»


Hay otros muchos pasages traducidos
muy poéticamente. Lo mismo decimos de
3a descripcion del fanatismo , la sedicion
de, los diez y seis , la enumeración de los
descendientes de Henrique , en la que
Voltaire fue mas Virgiliano que en todo lo
(lemas del poema, y otros cuadros poéti-
cos en los cuales el traductor lucha con
gloria contra el genio del original.


Los pensamientos políticos y morales es-
tan traducidos con brevedad y encrgia,
igualmente que los retratos de los caracte-
res. Entre estos se distingue ti de Henri-
que 111, hecho 'por su sucesor: las reflexio-
nes últimas son tan verdaderas como opor-
tunas.




2 8 o
«Resuelvese á reynar, y dar..un,'paso


hacia su antigua _autoridad. perdida:
pero ;era tarde! estaban 'ya borrados
en. los pechos el miedo y .el..carifio:
y el pueblo sedicioso, acostuinbrado
al desenfreno, apenas ve que, trata
de ser rey, le moteja de tirano.»


Hé aqui ejemplos de traducciones con-
cisas y enérgicas.-


«Si la patria os necesita ,
Morir es desertar.»


Ibblando de los guerreros de Henrique,
cuando. estaba enamorado de la hermosa
Gabriela :


',Todos temen el riesgo .de su vida:
¡Ah! ninguno sospecha el de su honra,»


Y Mornai despees dice:


«Amor, que inmortaliza al que lo vence
y solo hace feliz al que lo ignora.»


El razonamiento de Daumal al princi-
• pro del último canto es -un modelo


. en el
-género dramático, cuyo tono adoptó Vol-
. taire pava su poema, y nos parece muy


281
bien vertido pesar de algunas incorreccio-
nes en cuanto á la fuerza y energia de los
sentimientos.
¿ Decuándo acá aprendimos á escondernos?
¿Qué es de nuestro valor \ flojos amigos?
¿ Qué nos busca. Borbon ? pues que nes


halle:
Marchemos : si tardamos, sucumbimos.
Y&) conozco los ánimos franceses :
antes nulos sus ímpetus que tibios,
•á la sombra de un muro se adormecen:
atacado el frances, casi es vencido.
¿ Qué de victorias 710 alcanzó el despecho?
La fortuna protege al atrevido.
Yo nada espero de un cobarde muro:
lo espero todo de nosotros mismos.
Héroes, la gloria al campo os llama: pueblos,
vuestras almenas son vuestros caudillos.»


Debieramos aqui enumerar los defectos
que encontraivos en esta traduccion : mas
corno todos ellos se reducen á las expresio-
nes y giros prosaycos que hemos notado al
leerla, nos parece mas conveniente subir
á su origen , que está en el prólogo del
traductor. En efecto, seria incómodo y fas-
tidioso copiar los versos en que hay locu-
cionesno poéticas, como mejor dicho,' en




282
un todo, en suma; cuando podemos com-
batir la máxima que las ha producido, y
que se lee en la página zo del citado
prólogo.


En ella dice el traductor : “ la importan-
cia ó la oportunidad de la idea, ó ambas
cosas juntas, constituyen la sublimidad y
por consiguiente la poesia : la espresiou mas
simple, honesta, sonora y breve es la mas
sublime, y por tanto la mas poética.» Sea-
nos lícito separarnos de esta doctrina, cu-
ya tendencia es nada menos que á conver-
tir la poesia en prosa rimada.


Y decimos en primer lugar, que la su-
blimidad no es la cualidad permanente del
estilo . poético. Muchos géneros hay que no
la admiten como la égloga, el idilio y la
comedia ; y aun en los géneros que la ne-
cesitan, corno la epopeya y la lírica , no
tocha es igualmente sublime. Se distinguen
muy bien los rasgos llamados sublimes, del
estilo grandioso, cuya magestad debe ser
sostenida, aunque en las últimas lineas de
la elevacion. La narracion del cuarto libro
de la Eneida es grandiosa en su totalidad,
y solo es sublime en algunos pwzages, cuan-
do los afectos llegan á la mayor exaltado!).
Ni puede ser de otra manera: los rasgos su-


283 .
Mimes son raros, porque no puede ser fre -
cuente la fuerza necesaria para producirlos.


En segundo lugar, inferiremos de este
principio , que si la sencillez de la espre-
sion es una condicion necesaria para los
rasgos sublimes que se debilitarian bajo
el peso de los adornos, no lo es para el


• s-


tilo grandioso: al contrario este se alimen-
ta con la pompa del lenguage , con el pres-
tigio de la armonía , con todas las gracias
de la elocucion, con todas las licencias de
la poesia. Este ejemplo nos han dejado •
Hornero y Virgílio que sacaron de sus res-
pectivos idiomas bellezas que eran antes
desconocidas para hermosear •sus poemas.


En tercer lugar, la concision ó breve-
dad de la espresion no es una cualidad
permanente del estilo poético, ni aun del
prosayco en ninguno de sus géneros. Hay
casos en que la concision es un mérito co-
mo en los rasgos sublimes y én las sen-
tencias morales. Otras veces se exige la
amplificacion como en las descripciones de
cualquier género que sean.. El estilo de
Tácito_ no seria muy agradable en poesia.


De aqui se infiere , que de todas las,
cualidades propias de la diccion poética,
el traductor no hace caso sino de una sola.




2S4
que es la armonía en el párrafo que aca-
bamos de citar ; pues la se,nedlez. y breve-
dad solo pertenecen á ciertos géneros y á
casos particulares. La konestuláírés comun
á la poesia y á la prosa.


Pero escluye, pues no las nombra , las.
siguientes calidades que son generales á
todos :os géneros de poesia : el esco-
gimiento de las palabras gráficas; es decir,
que pinten á la fantasía los objetos que
Significan : 2. la formacion de un lenguage
distinto del de la prosa, usando de voces
no comunes ni familiares, sobre las cuales
le ha de ser lícito ejercer las figuras de dic-
cion admitidas en la gramática de la lengua
y en el uso de los buenos poetas: 3.a la
trasposicion ó co/ocacion, de las voces
segun el grado ,


de interes que se quiere
que inspiren los, objetos significados por ellas:
inversion que debe estar sometida al tino del
buen gusto y al uso de los buenos poetas:
4.a el corte de la versificador, , acomodado
al del pensamiento , de modo que


.
el oido y


la imaginacion del lector reciban impresio-
nes analoga.s.


Se ve pues de cuantas y cuan diferen-
tes partes se compone la buena elocución
poética. Todos los que profesan, :este arte


285
saben que ningun pensamiento ocurre ais-
lado en el calor de la composicion; sino re-
vestido de todos los prestigios que lo cons-
tituyen en la clase de poético.


Se nos objetará que segun nuestra doc-
trina el lenguage poético se distingue esen-
cialmente del prosayco. A los que nos ha-
gan esta objecion , no daremos otra repues-
ta , sino suplicarles que lean sucesivamente
á Virgilio y Ciceron , á Humero y Tucídides,
á Leon y Mariana, á Maquiavelo y Taso,
á Pope y Ilume ; y si no observan la di-
ferencia, no ya de los dos estilos sino tam-
bien dé las dos dicciones, desesperarnos de
que comprendan nuestra doctrina.


Toda nacion que tiene poesia, ha des-
tinado para los versos un idioma particu7
lar, que aunque compuesto de voces y
construcciones propias de la lengua conato,
se distingue visiblemente ,_ya por la elec-
cion esclusiva de las voces, ya por la osa-
dia de las construcciones: Nosotros tenemos,
asi cómo los italianos , un idioma poético:
los ingleses lo tienen tambien. Si á los fran-
ceses no les ha sido posible formarlo , y tie-
nen que buscar en la correccion y delicade-
za el mérito que les falta en la fuerza y ra-
pidez, no por eso nos despojaremos nosotros




286
•de las ventajas que el clima ó el estu-
dio han prorporcionado á nuestra poesia.


El autor ataca á ciertos versistas espa-
ñoles modernos que llaman diccion poéti-
ca á una gerzgonza de que usan. En efec-
to , es menester no equivocar con el len-
guage ni con las licencias poéticas las cons-
trucciones enmarañadas é ininteligibhis ,
el uso de las voces desconocidas en el len-
guage. El poeta ha de darse á entender; pero
no -por esa razon debemos negar la existen-
cia de la diccion poética, no por eso he-
mos de proscribir el uso moderado de las
espresiones anticuadas y de los arcaismos,
que desterrados de la prosa por la mez-
quina influencia del uso, se acojen á la
poesia, • y se conservan en ella, como ti-
pos primitivos del lenguage, quizá mas ar-
moniosos y gráficos que las palabras subs-
tituidas por el 1130. El gusto es quien ha de
decidir sobre la eleccion de los arcaismos.
Mucho costarla no reirse del poeta que en
lugar de porque dijese. ca; mas sea lícito á
cuantos cultivan la hermosa lengua de los
Garcilasos y Leones decir riente ,
ya, y usar de todas las voces anticuadas, reci-
bidas ya en nuestro diccionario poético. No
desdeñemos nuestras riquezas : nó nos vista-


287
mos de andrajos, pudiendo de seda y oro.


Tampoco concederemos al traductor,
que en España no hay otra diccion poética
que la de los drgensolas , Garczlaso y Lope.
¿Cómo asi ? ¿Quién ha destronado al sen-
cillo en su mismo artificio, al riquisiIno
y fecundisimo Lean ? ¿ Quién ha desterrado
de nuestro Parnaso á Jáuregui , Rioja y
Arguijo? ¿Por cuál decreto de la inquisi-
eion apolínea se han prohibido los roman-
ces y algunas canciones de Góngora? Y enk
fin, ¿quién puede condenar al olvido á
Fernando de Herrera, el que hizo propias
de la lengua castellana las bellezas de la
poesia oriental ?


Pero se dirá: «todos esos tienen la mis-
ma diccion que los tres . citados por el
traductor. » nuestro entender no es




asi: Leon es muy diferente de ellos :
regui , Rioja y Arguijo pertenecen á una
escuela mas correcta de elocucion poética:
Góngora no se parece á nadie , ni cuando es
bueno nizuandoes malo; y Herrera manifies-
ta demasiado el proyecto de crear una len-
gua poética , para poderse confundir con los
demas. Entre los poetas que hemos nombra-
do, hay por lo menos seis escuelas muydie.-
rente¿ en cuanto. á la elocucion.




283
Garcilaso, padre inmortal de nuestra


poesia, le dió no solo la armonia , mas
tambien el giro italiano. Pero como creó,
no sola la égloga española; sino tainbien
la oda, cómo Jo prueba la flor de Gnido, le
dió á esta cierto sabor latino, porque sus
modelos en este género eran latinos.


Fr. Luis de Leon que proyectó latini-
zar nuestra prosa, trató de enriquecer nues-
tra poesia con giros latinos, y en esto fue
mas feliz. Los ArgensOlas pertenecen á su
escuela, quizá con mas saber, pero segu-
ramente c..ni menos genio.


Lope creó la poesia propiamente es-
pañola; porque tenia un ingenio sobresa-
liente, y halló la lengua formada. Sin
embargo , algunas veces inimitable , las
mas incorrecto y siempre fluido , nada
ha dejado que imitar de su diccion,
sino la versificacion , casi siempre llena y
sonora.


Rioja, Jáuregni y Arguijo cultivaron
esta escuela ; pero dandole correccion. Su
diccion es siempre pura ; y la de . Rioja un
modelo de gracia y armonia.


Góngora fue el mejor y mas robusto
versificador de su siglo. Su :diccion se dis-
tingue por la osadía ; .pero es correcta


280
aun cuando sú estilo es perverso.


En fin , Herrera es entre todos nuestros
poetas el que puso.


mayor distancia entre
el verso y la prosa. Modismos tomados del
latin , giros hebreos y árabes, transposicio-
nes, figuras de palabras, cuantos medios
se pueden • permitir á un poeta para crear-
se un idioma, todos los puso en práctica,
y Según demuestran sus obras, con
cidad.


No son pues Garcilaso, Lope y Argen-
sola los únicos modelos que poseernos


• de
diccion poética, y aun Lope no seria bue-
no para ejemplar. En Leon , en Herrera y
eri Góngora podemos aprender nuevos y
desusados giros que estan admitidos en
nuestra poesia , que constituyen nuestro
lenguage poético , y que en vano buscariah
mos en los tres que menciona el prólogo.


Debemos decir algo acerca del metro
de la traduccion. Todos los poetas españo-
les que se han dedicado con vocacion
sin ella á la poesia épica , han hecho uso de
la octava rima italiana , que en nuestro
entender es el periodo poético mas sono-
ro; mas rotundo 3emas facil de variar que
conocemos en las lenguas modernas. El ro-
manee endecasílabo no tiene uso en tules,


TOMO XIV.


4




290
tra 'poesia sino en la tragedia. La razon es
muy clara. La vuelta continuada de un
mismo asonante acaba por fastidiarnos. En
el teatro no es asi; porque los cortes y las
interrupciones de los personages debilitan
aquel martilleo, y queda reducido á mar-
ear solamente los versos.


Como ninguno de nuestros grandes poe-
tas antiguos ha cultivado este metro', no
se conoce todavia su índole ni las ven-
tajas ó dificultades que ofrece, ni los me-.
dios de cortarlo , variarlo , doblegarlo á
las diferentes exigencias poéticas. El tra-,
ductor al ensayarle para la epopeya, debió
decir, como .Voltaire, cuando publicó su
Henriada:


«incedo per ignes
suppositos cineri doloso.»


No censurarnos nosotros que el traduc-
tor haya preferido el romance endecasíla-
bo á la octava. Quien ha de traducir á
Voltaire rio puede perder el derecho de
elegir entre todos los metros el que mas
le acomode , ni se le debe gravar con mas
dificultades que las que su empresa lle-


.va consigo icisíria. Mas no quisieramos que


hubiera recordado la ya sepultada traduc-
cion de los primeros libres de la Eneida,
hecha por Iriarte , de prosayca memoria , que
ni era delicado, ni poeta , ni aun versifica-
dor. Solo son tolerables sus fábulas y co-
medias; pero si Virgilio hubiera sabido
que habia de caer en sus manos heladas,
hubiera quemado en vida su poema. Feliz:-
mente el señor Virués tiene mas fuego. de
espresion que el traductor de Virgilio; pe-
ro no puede haber una maldicion mas fu-
nesta para un poeta, ya escriba original-
mente, ya traduzca , que ser comparado
con Iriarte.


Tambieri quisieramos, ya que se adop-
tase el:romance endecasílabo para la traduc-
cion de la Henriada, que no se hubiera di-
cho que la cadencia , de este metro era 'la
única propia para una obra larga , grave,
narrativa, escénica y variada. Nosotros te-
nemos el verso libre, la octava y las infi-
tas combinaciones de la silva; cualquiera
de estos metros es muy preferible para la
epopeya al .romance endecasílabo; porque
cualquiera de ellos admite periodos poéti-
cos mas llenos, sonoros y variados, y en
todos se evita el perpétuo martilleo del aso-
nante. La facilidad del romance endecasí-


Y




292
labo no es aparente , sino real y verdade-
ra : ó si no , que lo decidan los versificado-
res. En todo metro es dificil ha'éer buenos
versos ; pero en la hipótesi de que hayan
de ser buenos , es mucho mas facil la dis-
tribucion del cuadro poético en versos de
asonancia binaria , que en la octava, silva,
y ' aun en versos libres, que si han de so-
nar bien son los mas difíciles de todos. No-
sotros respetamos la opinion del traduc-
tor de la Henriada ; mas no hemos debi-
do omitir nuestras reflexiones, porque pue-
den servir para aclarar este punto de lite-
ratura poética.


293.


Sobre un artículo de don Miguel de Burgos,
juez de hecho en esta capital, inserto en
los números 306 y 3o7 del Espectador.


Deseabamos hace mucho tiempo cine
alguno de los caballeros jurados de la ca-
pital saliese á la defensa de una corpora-
cíon que siendo como es bastante nume-
rosa , no puede menos de tener dentro de
su seno muchos hombres respetables y vir-
tuosos , aunque tampoco falten entre ellos
algunos 'que prefieran á su deber la sa-
tisfaccion de sus pasiones. Ha sido tan uni-
forme el tono con que se han explicado
hasta ahora todos los que han tocado es-
te punto, asi dentro del congreso como
fuera de él, 'que cualquiera que haya se-
guido el hilo de las discusiones podría
creer que habla habido en el jurado una
perpétua conspiracion para hacer aborreci.
ble la libertad de la imprenta.


Deciamos que deseabamos que alguno
de sus individuos intentase la defensa, no
cierto para combatirle en nada de lo que




294
pueda tener relacion personal . con sus
compañeros , pues los que en odio nues-
tro cometieron las injusticias que son
notorias , bastante castigados estan con
haberse infamado 'a sí mismos , sin que
nosotros aumentemos su confuson. Oja-
la que el daño que nos hicieron , no hu-
biera pasado de nosotros solos, ni hubie-
se abierto tal brecha en el baluarte prin-
cipal de la libertad] Pero no hablemos ya
de 19 pasado, y limiteinonoá á hacer algu-
nas reflexiones sobre un artículo de don
Miguel de Burgos , inserto en los núme-
ros 3o6 "y 3o 7


del Espectador.
Empieza este señor jurado esponiendo


las razones de pundonor que le obligan á
tomar la defensa de su comunidad injuria-
da, y protestando, lo que es mucha verdad,
la rectitud, buena intencion y acierto con
que pronunció su fallo en los diferentes
juicios que le deparó la suerte. Tenemos
la mayor complacencia en añadir nuestro
propio testimonio á las pruebas que el se-
ñor Burgos tiene dadas de su ilustracion.
y buen comportamiento ; y para corrobo-
rar aquella bastaria la máxima que esta-
blece al principio del párrafo 2.° en que
dice ; « por casualidad y fortuna rnia• los


orí
juicios , cuya calificacion me deparó la
suerte , fueron todos sobre asuntos triviá-
les y de no dificil resolucion : alguno es
taba denunciado equivocadamente , y por
consiguiente aunque bajo distinto concepto
pudiera ser censurable , no lo era por el
que esponja la denuncia , podia recaer
calificacion etc.


Sentimos sobre manera que el señor
Burgos no hubiese asistido á todos los
juicios que se han celebrado por jurados
en esta corte , á fin de que hubiese sa
bid° evitar la mancha que recayó sobé
alguno de ellos en que no solo se pres-
cindió del tenor de la denuncia, sino que
se violentaron las leyes de la lógica, y aun
las de la gramática , para aplicar una
pena grave á aquel á quien la ley y la
conciencia de los jueces declaraba inocen-
te. Facil es dé conocer que 'hablamos de
la que recayó 'Sobre el autor de la carta
13 del Madrileño , denunciada equtvoca
damente, y con nias celó que buen senti-
do , como tendente, á la sediciori bajo el ve-
lo del prestigio. La simple leCtára de aque-
lla carta que en el dia pareceria mucho mas
insignificante, bastó para convencer el ani-
mo de los jueces de que en manera algu-




296
na podia corresponderla la calificacion que
señalaba el denunciador, y en semejante
caso era consiguiente , corno dicle el señor
Burgos , que aunque bajo distinto concepto
pudiera ser censurable, no lo era por el que
esponia la denuncia, iu podia recaer cali-
ficacion. Mas como entre aquellos señores
jurados habia alguno que deseaba con mas
ardor satisfacer pueriles celos literarios que
el espíritu y la letra de la ley, logró per-
suadir á sus dóciles compañeros , que el
tribunal de jurados no tenia obligacion de
sujetarse á la denuncia.


Si esta impertinente discusion hubiera
podido tenerse en presencia del defensor
del presunto reo, dcon cuánta facilidad no
hubiera deshecho un argumento tan absur-
do y contrario á los principios de la legis-
lacion universal ? Pero no habia alli ni po-
dia haber mas que jueées de hecho, y no
era cosa de contradecir una máxima de de-
recho que se les -vendia como inconcusa
en Inglaterra por quien habia frecuentado
algunos cafés de la eP pital de aquel reyno.
Se resolvió pues buscar otra calificacion y
figurar otra -denuncia, para que no se di-
jese que salió absuelto el que habia desá-
probado la negligencia de algunas autori-


997
dales en no contener los desórdenes par-
ciales que afligian á todo Madrid. ¡Oh si
el señor de Burgos se hubiese presentado
entonces con la • máxima , que ahora espone
en su artículo, y cómo hubiera sido teni-
do por servil , b lo que es peor por in-
adicto! Pero sigamos la historia.


Convenidos ya los señores jurados , en
admitir este medio término, unos por no
desayrar la peregrina erudicion de su cele-
bérrimo compañero , y otros (sea dicha la
verdad) por conjurar de cualquier modo la
borrasca que él traia preparada contra el
autor, se pusieron á discurrir muy seria-
mente sobre cual calificacion podria aco-
modarse al caso de las contenidas en la ley,
á fin de que ni pareciese que adoptaban
todo el rigor de la denuncia, ni que rehu-
saban complacer al celoso interpretador.
Cerca de tres horas duró aquel graciosisi-
mo debate ; y ya una vez violentada la ló-
gica y la iegislacion , hubiera sido injusto
no violentar tambien las leyes de la gra-
mática. Pero todo esto y aun Inas se apren-
de en Inglaterra ctiando los que por alli via-
jan son hombres de buena chola, y dejan ya
dadas pruebas en su patria de que tanto se les
da por lo que va como por lo que viene, con




298
tal que ellos se lleven la palma de la gracia y
de la travesura. Propusieron pues algunos de
aquellos señores, que corno era indispensa-


; lile ya que recayese condena , ninguna pa-
recia mas á propósito que la de incitador
á la desobediencia en segundo grado; ; pues
se trataba de sátiras, i5 invectivas.
no, dijo al instante el moto-gracioso, ¿pues
no ven ustedes que el parrafo denuncia-.
do está escrito en serio y el artículo habla
de sátiras? Bien sabido es; añadió, que no
es posible escribir sátiras serias, ni se en-
contrará una siquiera en Juvenal , en Ho-
lució , én Boleau ni en nadie , en que no
se castiguen los vicios con tono irónico y
burlod'Esta juiciosa advertencia poética
bastó para que se eligiese el primer gra-
do del artículo , con lo cual se dió por
servido aquel nnpasible juez, y todo el
mundo conoció la importancia de los viales.


Nos hemos detenido algun tanto en es-
te asunto, ya por lo exactamente que le
cuadra la máxima estampada por el señor
Burgos en su juiciosisimio artículo, y ya por-
que el caso dé que hemos hablado fue el
primer barreno que se dió á la ley que acaj
baba de publicarse. Mas habiendose Contra-
venido á la justicia y al sentido cornuri de


299
un modo tan solemne, no era dificil que se
siguiesen otras contravenciones no menos
escandalosas y repugnantes. Pero no seria
justo atribuirlas todas á la parcialidad de
los jurados, ni confundir tampoco la la-
titud, acaso escesivá , que han dado algu-
nas veces á la indulgencia, con el abando-
no de que se les ha acusado y acusa tan
frecuen temente.


Ésa parcialidad no es peculiar y esclu-
siva del cuerpo de jurados, como dice muy
bien el artículo, sino que es un achaque
de que adolece toda la nacion , y que en
efecto se manifestó por aquel tiempo aun
en el mismo congreso ; siendo lo peor el.
haberse hecho un merito de semejante par-
cialidad, por lo mismo que era tan injus-
ta y estaban indefensos los injuriados. Re-
cuerdense las sesiones con motivo de la
mudanza del ministerio á principios de
marzo , á que hace alusion el señor Bur-
Os, y se podrá inferir si los que entonces
se esplicaban en aquellos términos hubie-
ran sido mas indulgentes que los jurados. -
¡Pluguiera á Dios que solo entonces hubie-
se sido escuchado el lenguage de la pasion!


En todo esto estamos muy conformes
con el s eiíór Burgos; y le envidiamos cier-




3oo
omento la noble entereza con que se re-
siente en honor de su corporacion de las
invectivas con que se la ha ultrajado, cual
si fuera ella sola -la culpable. Mas en lo que
disentimos es en que estas invectivas ofen-
dan á los ayuntamientos constitucionales,
ni á las juntas electorales, ni á las Cortes,
ni mucho menos á la nacion entera. Las
elecciones de jurados se han hecho del mis-
mo modo que se harán siempre que esté
encargado ,


el acto de elegir á una corpo-
racion , cualquiera que ella sea. Querer que
todos sus individuos esten acordes en de-
signar los sugetos mas á proposito para es,
te ó el otro destino ó comision , es bueno
para deseada ; pero no se logrará nunca ó
rarisima vez.


Acaso hubiera sido mejor no precipi-
tarse á hacer un ensayo tan aventurado,
ni desatender las fuertes razones con que


,hizo ver el riesgo un ilustre diputado y al-
gunos escritores de buena intencion ; pero
aun en esta nueva reforma se han cerrado
los ojos y el inconveniente se queda en
pie. Ya hemos dicho repetidisimas veces
que interin que no se acabe de entender
que los jueces de hecho no deben resolver
mas que cuestiones de hecho , no harémos


3oz
mas que variar de nombres ; pero las in-
justicias serán las mismas. En una palabra,
el defecto está en las cosas, en las circuns-
tancias y en los sucesos , mucho mas que
en los hombres, sin embargo de que si es-
tos se hubieran parecido al señor Burgos,
habrian contribuido por su parte á que
fuese mucho menas sensible. Permitanos
con todo eso que le digamos que nunca
será buena disculpa de un crimen ó de
una falta el ejemplo de los demas, aunque
estos demas sean los primeros hombres de
la nacion. Suponiendo que fuese cierto lo
que asegura de que las Cortes habian teni-
do la debilidad de declarar sin pruebas
ales, ) acaso con perjuicio, que el minis-


terio pasado Babia perdido la confianza de
la nacion solo por seguir el torrente de la
opinion que podia ser injusta, todavia no
seria este un motivo admisible para que
uria: corporacion judicial pronunciase sus
fallos dejandose llevar del espíritu de par-
tido. Nadie duda que en la formacion de
algunas leyes tienen y deben tener un
grande influjo las circunstancias; pero la
administracion de justicia está sujeta siem-
pre á unas mismas reglas , eternas é inva-
riables, como las de la naturaleza.




3o 2
No debió pues mirarse en ningun ca-


so hácia qué estremo propendia el peso de
la opinion para dejar correr impunemente,
asi en la capital como en las provincias,
los escritos que han corrido en una y
otras, no solo por ser opuestos á lo que'
mandaba la ley, sino tambien porque com-
prometían la decencia y el decoro público.
No debieron mirarse las injurias y los ato-
cines calumniosos como dirigidos á este ó
al otro particular, cuyas opiniones fuesen.
gratas ó desagradables al poder, sino corno
injuriad á persona determinada, que es lo
que prohibe la ley, Y por último no .de-
bió el jurado en ningun caso suplir la equi-
vocación de las:d.entincias, constituyendose
en el mismo hecho juez y acusador ; y de
este modo es posible que hubiera evitado
las duras recriminacionesd . -que se le han he-
cho en el congreso, y las que• le hacen y
harán todos-los que se interesen en




que se
conserve la 'libertad.


.3o3


TEATROS.


El Alba y el Sol: comedia nueva en
tres actos.


OSGMLIII7f.3,1[19~;73,11,58


Aunque se haya impreso esta comedia
con el epiteto de nueva , su estilo y su ver-
sificacion pertenecen á otro siglo .; porque tie-
ne todos los defectos y calidades propias de
la época de Lope y Calderon. La hinchazon
armoniosa de la frase, lagraciosa aplica-
cion de los modisiños asturianos, la ma-
nía de citar, el uso de los equívocos , y
en fin toda la contestara , todas las inten-
ciones del 'Meta indican que esta. pieza,
por mala que sea , no puede atribuirse á
ninguno de los comicastros que plagaron
la escena espafiola á fines del siglo pasado.


Si nos atrevierarnos á conjeturar por
los caracteres del estilo el nombre de su
autor, diríamos que nos parece de tope,
escrita en alguno de sus dios aciagos, aun-
que viciada con supresiones é interpolacio-
nes por algun obscuro editor de los tiem-
pos modernos. Lope escribió una comedia




304
intitulada las Asturianas: quizá sea la mis.,
ma que el Alba y el Sol. Esta carece de
los chistes propios del diálogo de aquel
célebre poeta ; pero se debe advertir que
en las comedias históricas es Lope muy
inferior á sí mismo : ademas que el pa-
pel de Alba no carece de donayres to-
mados del dialecto asturiano, lo que for-
tifica nuestra conjetura ; pues se sabe que
Lope gustaba; mucho de introducir en sus
comedias personages que hablasen ya viz-
caino , ya asturiano, ya portugués.


Sea quien fuere el autor de esta pie-
za , lo cierto es que es una de las mas
horrendamente malas de nuestro teatro. No
solo atormenta su representacion el buen
gusto de los espectadores, sino ofende al
decoro y á la dignidad nacional. El primer
triunfo- de las armas cristianas contra las
agarenas en las montaiias de Asturias es
un asunto muy español : tenemos una co-
media antigua ' de Diamante, intitulada la
Restauracion de Asturias, muy bien verifica".
da y escrita con nobleza é interes : tene-
mos una tragedia moderna , la mejor de
nuestro teatro trágico , cuyo efecto es
grande y seguro, siempre que se repre-
senta: ¿por qué nos han de dar en carlea-


305
tura al héroe de nuestros tiempos- fabulo-
sos? ¿Se cree que iremos al teatro con gus-
to :í oir decir en mal asturiano , que la
caba lo lizo degrado, y


Que la inugcr que no quiere
En carne el mismo dimohu
Enquillotrada izo puede?


y á oir contar en mal castellano, que á
D. Opas se lo tragó. latierra, y el origen
del apellido Sandoval? ¿Hasta cuándo ha de
durar la barbarie de nuestra escena? En el
dia es voluntaria, porque el auditorio tie-
ne gusto ; y la prueba es que huye como
de una serpiente de las malas comedias.


El valiente justiciero y rico-hombre de Al-
calá: comedia de don Agustin Moreto.


En esta se representa con bastante pro-
piedad la lucha de la antigua prepotencia
feudal contra la autoridad del monarca, de-


•fensor en aquellos tiempos de tos derechos
comunes del pueblo. El rico-hombre de
Alcalá, despues de haber bollado el honor
de las doncellas y casadas, despues de ha-
ber cometido todo género (le arbitrarieda-,


Tomo XIV.
20




áó.h
déá eh los babita'Oes de sül clófillniós3 se
burla del poder y de la. autorid'a'd 'del rey
don. Pedro. Sta o'rgulió es abatido, 'Sus de-
litos castigados: y cuando par ra sü
amor proPSO ófeirdido, dice gire cuerpo á
cuerpo y depairá, Zá iiik‘estad, el rey no
se atreveria con 'él, clob Pedro 'diSpOne las
cosa's dé manera, Itt'ie lidia eón el rico-
beniWe Y le Vende sin qtié este leebnoz-
ca escena del género eaballerescó propio
de aquellos siglós , éñ los Cuides lá priMér
Virtud del iton arca era el


gerthen de esta tí:Miela ése .en El
nzejcir alcalde el rey', dé :Lepe•; péroel plan
y la distribucion de la fábula estan mejor
dispuestos en la de Moreto,; lo que no es
de estrañar, atendida la época en que es-
cribi•. Las leSt eilas Inas dramáticas soh la del
priffier 'acto, lit -kfuee1 rey 'disfrazado habla
al rico-hombre y sufre todo el desden orgu-
lloso de iin señor feudal , y las del segundo
acto en que le humilla y condena. Las
cabezadas lile le da -Contra la pateas no
son muy draináticasi pero píti ltat V.;bh ver-
dad. él caraetyr feroz de 'don Pedid 'y las
costumbres áróábras de su siglo.


Ya heinós notado en otra`parre '<lúa
nuestrYs historiaddres han hablado muy mal


de aquel rey, y nuestros autores eómicót
lédiSculpan. El título de jasticieh) que le
da Moreto, se deriva sin duda de alguna \
tradicion oral conservada eii el pueblo es=
pañol, á pesar de las crónicas 3 cuyos auto-
res fueron serviles lisonjeros de la familia
de Enrique II. Pedro murió en les cam-
pos de Motvtlel á mailos de su hermano que
usurpó el tronó; es natural que sus ami-
gos eÑageraserilás frialdades dei rey Muer-
to, le atribuyesen falsanieute otras, y del,
figurasen los sucesos para agradar á la di-
nastia rey nante.


A pesar de ser tuuy dittitátta y poco
losófiea la historia de aquellos tienipos 3 hay
sin embargo dds hechos conocidos é ificon.-
testables que dán Mucha luz pira juzgar
con justicia á aquel monarca. El primero
es que su padre don Alonso el bravo tu-
vo que luchar durante todo su réynado con-
tra la prepotencia de la aristocracia espa-
ñola, que Babia invadido el Poder desde
.los últimos años de Alonso el sabio. El
segundo es, que su herrna'no bastardo En-
rique, apenas subió á tronó, tuvo que re-
partir grandes mercedes á los nobles, des-
ktiarneció el tronó y Pa autorichid real, que
no volVieron á ser algo en España hasta




Fernando el católico, el cual hizo esta
autoridad mas grande de lo que convenia.


Parece pues que la lucha que tuvo que
sostener don Pedro, y en la cual sucum-
bió, fue solamente una - prolongacion de
la que su padre habia sostenido contra la
aristocracia. El resultado de la lid lo de-
muestra. ¿Quién gozó los despojos de la
victoria? Los grandes: ellos fueron pues
los interesados en la guerra ; y la gran mal-
dad del rey don Pedro fue haber querido
reynar.


Sin embargo, no debernos olvidar que
su indomable valor degeneraba en feroci-
dad: su justicia en crueldad, y que sus
aventuras amorosas, señaladamente su pa-
sion á la Padilla , le hicieron cometer des-
aciertos muy trascendentales que le ena-


. genaron el afecto de la Francia , entonces
su aliada, y le hicieron despreciable á los
ojos de su , nacion. Su padre era tan valien-
te y enamorado como él, pero mas cauto
y advertido. •


La impetuosidad de las pasiones de don
Pedro, su valor heroyco , sus aventuras y
sus desastres le constituyen eriNla ciase de
p ersonage trágico , el mas trágico acaso de
cuantos presenta la historia de nuestra na-


399
cion. Asi es que en todas las comedias an-
tiguas donde entra este rey, se eleva el
tono del autor, se encuentran rasgos pro-
pios de la tragedia, y se emplean los artifi-
cios propios dela Melpomene de aquel siglo.
Ya se le a parec g


un muerto, como en El va-
liente justiciero : ya un clérigo, como en Yo
me entiendo y Dios me entie.nde: ya h pesar
de su intrepidez tiembla de un puñal que
ve en manos de su hermano, como en El
médico de su honra: en ;n, en todas' se le
representan anuncios y presagios de su des-
astrada muerte.


El diálogo de Moreto es siempre vivo
y animado, su elocucion graciosa, su sen-
tencia grave, su versificacion facil. El diá-
logo entre el rey y don Rodrigo, que-se que-
ja de que el rico-hombre le ha robado su
esposa, es notable, porque caracteriza las
costumbres del siglo:


D. Rodrigo.
A mi esposa me robó
del modo que ya supisteis.


• Rey.
Si vos se lo consentisteis,
tambien le consiento yo.




D. Rodrigo.
Quitórne la espada, y ciego
me atajó accion tan honrada.


Rey.
¿Y os gritó tarnbien la espada.


• que pudistels.tomar luego ?
Rodrigo.


'Vro de: su • poder rto•puedo,
SOM' )


P4i. 4gPAY». y=,w,
Rey.


Luego se viene á quejar ,
no la injur-ia sino 0,1:.


D. Rodrigo.
Esto, le:fior, no es temer
sino el poder 4: su nombre.


-Rey.
¿Y ckkArth está solo ese: 11QI1091'1,
riiíe con, él ,


el po.de0
„D, zpdrio,


¿ Pues cuando justicia es pido
que riña con él mandais ?


11ey,
Yo no quiero que
Sin -e:T.4Q hubierais reino.


D. Rodrigo.
No quise, aunque_ filena ayrosa
acciou9


dula.


kl<


4


'114


311
ReY


No, va, contra la justicia.
El que defiende á su. esposa;
$119 hubierais intentado ,
De no haberlo conseguido
Quedabais mas ofendido ,
Mas veniais mas honrado :
Que ya, atento á la razon,
Podré mandarle volver
A ese hombre vuestra muger
Pero no á vos la opinion.»


Este diálogo seria absurdo en una épo-
ca en que el imperio de la justicia es-
tuviese espedito, y abolido el derecho de
la venganza. No sucedia asi , ni en el rey-
nado de don Pedro, ni mucho tiempo des -
pues ; ni aun en dia mira la ley con
ceño al que defiende ó venga su honor sin
acudir á los tribunales.


Los siguientes versos contienen una
sentencia muy verdadera y muy bien
espresada.


peticion que no es buena ,
Nunca ofende la razon :
Que una injusta peticion
Negándola se condena.
Y aunque la vuestra haya sido




312 3:S


Himno ao Sol: de Francisco . Javier Mon -
teird de Barros ,. Lisboa 1805.


El plan de esta composicion lírica que
pertenece al género mas sublime , llama-
do pmdtirzeo entre los literatos, es tan mag-
nífico como sencillo. Despues . de ,haber
alabado al astro del dia como el mas po-
deroso y benéfico agente del mundo físi-
co , pasa con una transicion habil á con-
siderarlo simbólicamente como el padre de
las artes y ciencias, , lo que da ocasion al
poeta para recorrer con rapidez los siglos
de la sabiduria griega y romana , y los
progresos de las letras y de la filosofia en
la Europa moderna:Concluye anunciando
y deseando el triunfo definitivo de la ra-
zon contra la ígnmiancia y los errores.


La ejecucion de este plan nos parece
muy buena, el estilo digno del asunto , la
versificacion sonora, los objetos espresados ,
con la fuerza y rapidez propia de la lírica
arrebatada , y los pensamientos filosóficos
presentados de manera , que hieren la Mía-


acion. Pero no tenemos bastante cono-
cimiento de la prosodia portuguesa, para
decidir si el metro que ha eligido el au-


No justa, escucharla és ley
Que á una y otra debe el rey
Tener igual el oido;
Que él por sí nada resuelve;
Mas con cuerda distincion
Deja entrar á la razon,
Y á la . sinrazon la vuelve.»




314
tor, es á proposito para este género de poe-
sia. Cada estancia consta de siete versos,
cuatro endecasílabos y tres de siete síla-
bas, todos libres sin consonante alguno.
La estrofa comienza por dos versos de sie-
te sílabas lo que produce muy bue,n efecto,
continúa con tres endecasílabos, y •termina.
por un eptasílabo y un endecasílabo; dis-
posicion de versos , que si hemos de juz-
gar por lo que suena á nuestro oido , de-
bilita la armonía y la fuerza del pc,isamien-
to. Repetirnos que ignoramos si el idioma
portugues tiene la .nnelodía suficiente para
no necesitar de la rima ; pero si hemos
de juzgar por el español , con el cual tiene
tanta semejanza , hay muy popas combina-
ciones de versos en las estancias líricas qtyp.
suenen bien sin consonante. Los s4fioos y
la medida adoptada por el bachiller Fran-
cisco de la TOITC en la oda cí Tirsi , son quizá
las únicas tentativas felices que se han hecho
en el Parnaso castellano para librar la poe-
sía lírica de Ja tiranía del consonante.


Copiaréxnos algunas estancias de las que
nos han parecido mejores, con la traduc,
cion castellana al pie en el mismo metro:
nuestros lectores decidirán por sí mismos si
son ó 40 exactas las observaciones anteriores..


315
teu claraon brillante


Os vegetaes feridos
Deixan de respirar o impuro azote ,
E dos orgaons das tenras folhaS
Comezarn d'exhalar • um gaz mais puro
Ten benéfico ralo
Os gorros desinvolve é adoza os &netos.«


De tu brillante lumbre
El vegetal herido ,


No ya el azoe letal triste respira:
Que un aura deliciosa, circulando
Por los canales de las tiernas hojas
Tu benéfico rayo
Funde sus gomas y alimerzta el fruto.


»Tu das altas sciencias
Tu das artes, mais belhas


Poste siempre julgado pae e o numen:
D'aqui „ tta Arisca idade os sabios vate,,
te fingiram baixar do Ainphryso as margens
E aos thessalos pastores
Os dedos ajustar nas flautas de ouro.»


Tú de las altas ciencias,
Tú de las bellas artes


El padre y la deydad fuiste creído:
De aqui la gloria del Aql; iso , honrado
Con tu luz: cuando 4 tésalos pastores
El inopero 4e41.0




3i6
Enseñaste á regir las flautas de oro.


,;contra Os hornens iroso
As artes é as scifenclas


Como as mezas crucis de Atreu malvado,.
Longo espazo depois , á luz negaste
Te que novas portentos dando ao mondo
Ao divino Ariosto


" Dictaste ó longo e variado canto.
Te que ao Luso preclaro
O peito esclarecendo ,


Na mente affeita á pensasnentos grandes ,.
O desmedido Adamastor lh' ergueste:
Y os pinceis atrevidos lh' eznprestaste.,
Que os feítos do Pacheco,
E á injusta recompensa retrataram..


Ayrado contra el hombre,
A las artes y ciencias,


Como á las mesas del malvado Átreo,
Siglos enteros tu fulgor negaste:
Mas de nuevos prodigios ya fecundo,
Al divino Ariosto
.Dictaste el vario é incansable acento,


Y al lusitano ilustre
Enardeciste. el pecho ,


Y en su elevado espíritu erigiste
Del desmedido ddanzastor la imagen ;
Y le diste el pincel, con que atrevido


317
La glória ele Pacheco
Describió 7 la no justa recompensa.


«De Gahlen insigne
Com o auxilio das lentes


'A debil vista perspicaz tornando,
-Tu khe ficeste ver nos oeos patentes
Satellites á Jove, en Venus fazes,
E espantosas verdades,
Que a intolerancia pretniou con forros..


Tá al Florentin ilustre
Con la encorvada lente


Le hiciste ver en el abi"rto cielo
De Jupiter las lunas , las mudanzas
De Venus, y un recóndito 'tesoro
De admirables verdades,
Que con hierros premió la intolerancia.




318


ANUNCIOS.


La Gitana, ó memorias egipcias. Esta
novela está escrita por el género de la ce-
lebrada del inmortal Cervantes , titulada
Persíles y Sigismunda; y en ella siendo
muy complicados y enredosos los lances,
estan 'tan bien enlazados, que naturalmen-
te se derivan unos de otro-s Son muy ori-
ginales los personages que representa, en es-
pecial la gitana, por su sagacidad y por su
animo noble y desembarazado : los carac-
teres de los tres binaleses no son menos ori-
ginales y forman muy gracioso contraste
con el de la gitana. Lleva al frente una
muy bonita lámina. Dos tomos en 8. 1) que
se hallarán de. venta á 28 reales en pasta
y 22 en rústica en la libreria de Escriba-
no calle 'de las Carretas, y en la de Cruz
y Miyar , calle Mayor, frente á las gradas
de san Felipe el real.


(Orina ó la Italia, sacada de la que es-
cribió en franees madama de Staél : 4 tomos


319
én '8.° 'con tina Minina , 4'8 rs. en pasta


, y 44 en rústica. Esta novela /t'entre el inte-
tes de ni) 'viage al placer de la itnaginacion
en la bien urdida fábula de los amores de
Cerina con el lord Nelvil. Se trata pues
de la literatura italiana, de las estatuas,
de los cuadros y de las fiestas populares:
se da la descripcion de las principales
dadéS cié Italia¿, y se comparan las costum-
bres de este pais con las inglesas. Se ha-
llará eh la librería de Escribano calle de


CarrááS , y en la de Cruz y Miyar, ca-
llt Mayor, frente á• las gradas de san Fe-
lipe el real.


Proyecto dé oi-gánita &sanidad pú-
blica dé la Mona•quia espafi'ela , formado
por la comision nombrada por el gobier-
no. Un tomo en 4. Q : se vende á 16 rs.
á la rústica. en la librería de la. viuda de
Quiroga , calle de las Carretas.


Nueva descripcion de la Tierra santa,
formada sobre el itinerario del viage eje-


fl




sy


32o
cutado por A. Chateaubriand- de Paris,. •
á Jerusalen y de Jerusalen á Paris , yen-
do por la Grecia y volviendo por el Egip--
to , la Berberia y la España. Las catorce
•ediciones que esta obra ha tenido en po-
co tiempo en su original prueban la gran-
de aceptacion que ha merecido á la Europa
ilustrada ; y en efecto forma la mas nue-
va, completa y agradable descripcion no
solo de Jerusalen y santos lugares , sino de
la Grecia, jiela Asia menor y de la cos-
twmediterranéa del Africa, adornada con,
muy selecta erudicion sagrada y profana,
con reflexiones morales y filosóficas, y con
las mas varias y vivas descripciones de
los paises que el viagero recorre, y la&
épocas y sucesos á que se refiere. Se halla-
rá á 24" rs. en la libreria de Escribano ca-
lle de las Carretas, y en la de Cruz y Mi-
ya r, calle Mayor , frente á las gradas de
san Felipe el real.




CENSOp


PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.;


N.° 83.
SA.11ADO 2 pt MARZO DE 1822.


De la autoridad del rey de Francia ante-
rior á la Carta.


in la. ruidosa cuestion sobre el arregloF—
& periódicos que se está ventilando en las
cámaras de Francia, se ha suscitado una
cuestion , incidente de la m¿yor importan-
cia , ya se la considere por ella misma, ya
porque ha dado lugar á que los diversos
partidos revelen sus segundas i•ntenciones
y sus temores y esperanzas futuras.


Un artículo bel proyecto de ley impone
cierta pena á los que escriban contra la au-
toridad del rey. La ley de 8 t9 deoia :con-
tra la autoridad constitucional del rey; y
la cuestion se ha versado sobre la conser-


TOMO XIV.




322
vacion ó supresion del epíteto constitudoned.


Es evidente que en pais donde esté ya
en su fuerza y vigor el sistema represen-*
tativo, donde sea ya un axioma práctico
que no hay mas autoridad pública que la
que se deriva-del pacto fundamental, la es-
presion autotidad constitucional del rey, ó
dbl congreso, ó de los tribunales, será un
pleonasmo que no deberá sufrirse en el tes-
to de las leyes; pues supondria la existen-
cia, ya en el hecho, ya en el derecho, de
alguna autoridad no constitucional, es de-
cir , no derivada de la Constitucion.


Pero en un pais donde hay un par-
tido poderoso enemigo de las libertades
públicas y elogiador y promovedor del ré-
gimen absoluto , al cual camina con un
ardor solo comparable á su insensatez, aquel
pleonasmo es necesario, porque lija y li-
mita la significacion de la palabra autori-
dad, que no tiene la misma significaciou
para todos. Unos la restringen á los límites
que le da la Carta : estos son los liberales.
Otros la estienden á muchos actos indepen-
dientes de la Carta : estos son los ultras.
Es justo pues , que el testo de la ley de-
termine exactamente de qué autoridad se
habla, y nada es. mas á propósito para es_


323
ta determinacion, que la adicion del epi-
to constitucional.


Estas reflexiones bastan pata decidir
á la luz de la razon y la justicia la caes-
tion ; mas no es esa la lógica de los par-
tidos. Entre los oradores del lado derecho
que han proscrito aquel desventurado ad-
jetivo, solamente hubo uno que se fundó
en su inutilidad: los dermis han pretendi-
do probar que era insuficiente. Basta leer
las discusiones para conocer el objeto de
los ultras en la citada supresion.


Su gran argumento es este : «los dere-
chos de la actual dinastia se pierden en la
noche de los siglos: la usurpacion revolu-
cionaria no los destruyó: Luis XVIII los
ejerció en el infortunio y el destierro, ne-


idose desde Mittau á reconocer á Bona-
parte: los ejerció otorgando la Carta. En
el dador de la Carta hubo autoridad para
darla, y esta autoridad no fue constitu-
cional, pues produjo la ConstituciDn. Esta
autoridad se derivaba de los antiguos y le-
gítimos derechos de su dinastia. Esta auto-
ridad es anterior á la Carta, es sobre la
Carta : puede retirarla y modificarla corno
pudo darla. Esta autoridad es la soberania
residente en el rey, y de que el rey mis-


oi




Sal
mo no puede despojarse aunque quiera; y
no es licito escribir contra esta soberania.
Tales son las doctrinas del lado derecho
de la cámara : sus oradores las proclaman y
fortifican con mas ó menos osadia, segun
tienen mas ó menos talento; pero con la
claridad necesaria para que no pueda equi-
vocarse la nacion acerca de las máximas é
intenciones de aquel partido. Asi se espli-
ca la admiracion del ministro Peyronnet,
cuando oyó decir á Mr. Girardin : yo no
reconozco en el rey mas autoridad que la
constitucional. Quieren los ultras que esta
máxima sea mirada corno una blasfemia, y la
doctrina del derecho divino como un dogma.


El otorgamiento de la Carta ni fue un
derecho ni un ejercicio de la autoridad real,
conservada en Luis XVIII, ni una deriva-
cion de la monarquia de los Capetos: no
fue mas que un hecho histórico. Luis XVIII
dijo á los franceses: tornad esta prenda de
paz interim y europea. Los franceses dijeron:
la aceptamos. Si la fecha y los términos del
preámbulo indican otra cosa , esa otra co-
sa no es una ley fundamental: es solo un
monumento de las pretensiones del tro-
no : ni aun es una doctrina ; porque las
doctrinas se prueban por lo menos, y el


3 2 5
preámbulo no contiene argumentos. Si los
franceses no hubieran querido aceptar la Car
ta, si hubiese seguidó la guerra , y la victoria
hubiera sido infiel á los aliados,d dónde bus-
carian los ultras esa autoridad real otorga-
dora de. la Carta, é independiente de ella?


Pero aun cuando concedamos en el da-
dor de la Constitucion prerogativas. y de-
rechos. anteriores , todos. quedaron cance-
lados en el momento que se aceptó la Car-
ta y se celebró el gran pacto entre el po-
der y la libertad. Suponer que en .el rey
quedó autoridad para retirarr, ó modificar
la Constitucion , suponer que esta autori-
dad soberana es ivagenable , es introducir
la doctrina, de dos poderes contradictorios
en una misma persona real : es atribuirle
al rey el poder de destruir lo mismo que
ha edificado : es atribuirle la facultad de,
negar los beneficios que ha concedido: es.
autorizarle para que falte á su palabra so-
lemne: es. en fin sobreponerle á toda ley,
inclusa la, del honor. Pues ese poder ni
Dios, á quien deben imitar los reyes, lo
tiene ni lo puede tener. Dios no puede fal-
tar á las leyes eternas de la virtud iden-
tificadas con su esencia: Dios no puede
dejar de cumplir sus promesas,,


Li




326
¿ Qué estabilidad puede haber en las


instituciones, qué confianza en las leyes,
qué orden en los, negocios, qué fe en las
operaciones sociales, donde se tiene por
maxima política que reside en la voluntad
de un hombre solo la facultad de trastor-
nar los quiciales de la Constitucion; es de-
cir, lo mas eterno que hay en el mundo
político? ¿ Por qué se quiere convertir la
Carta• en una mentira? ¿Para qué es esa
autoridad independiente dela Constitucion,
sino para decir en su dia á los pueblos: re-
tiro la Carta? Declaramos que no nos pa-
sa siquiera por el pensamiento, que el au-
gusto autor de la Constitucion francesa pue-
da tener semejante intencion son bien co-
nocidas en toda Europa sus prendas per-
sonales: es bien sabido que el mejor título
de gloria que posee para la posteridad, es
aquel célebre tratado de alianza entre el
trono y el pueblo : entre la Francia y las
naciones europeas. Pero si es indudable
que Luis XVIII perecerá mas bien que con-
sentir la ruina de la Carta; ¿ por qué sus
ministros, por qué el partido en que sus
ministros se apoyan, obran y hablan de
una manera que da lugar á las mas sinies-
tros é infundadas sospechas ? ¿Creen favo-


327
recer el trono danclole una autoridad mas
lata? ¿ No ven que es una escrescencia per-
niciosa que adultera , afea y corrompe la
autoridad constitucional y legítima , mas
bien que un aumento de poder?


O sino, comparese la autoridad consti-
tucional de un monarca con esa otra que
quieren deducir del derecho divino , ó de
la usurpacion ó del transcurso de los siglos.
La primera es exacta , determinada; reco-
nocida, inviolable: la segunda vaga, varia-
ble , poco conocida , espuesta á respon-
sabilidad.


Nada es mas importante para el que ha'
de ejercer el poder , que conocer con exac-.
titud cuales son sus atribuciones; porque
con este cónocimiento se preserva de errar,.
y por consiguiente de desacreditarse. Na-
die ignora que el descrédito es la muerte
moral del poder, á la cual se sigue en bre-
ve la física. Una autoridad cuya estension
no tiene límites conocidos, por lo mismo
que su poder alcanza á muchas cosas, no
obra con energia sóbre.ninguna; y de aqui
nace que los monarcas constitucionales
mandan mas y son mejor obedecidos que
los despóticos, porque tienen una esfera de
actividad , dentro de la cual es imposxbig




328
substraerse á su poderio: cuando la auto
ridad de un déspota , eludida constante-
mente por el, deseo innato que tienen los
hombres de la libertad , no alcanza mas
que adonde alcanzan sus luces ó las de su
visir, que Ordinariamente no son- grandes.
Lanaturaleza del hombre es limitada : d por
qué ha de ser ilimitado su Oder P Impon-
gamos al mundo político la ley inevitable
de la limitacion, á lo cual estan sometidos
todos los seres creados.


La autoridad cuyo ejercicio no está
determinado por leyes, está espuesta
todas las variaciones que nacen del capricho
y de la veleidad humana. Es un hecho
constante en la. historia que los pueblos
gobernados por el poder absoluto han te-
nido muy cortos momentos de gloria este-
rior. El poderio y la domivacion se han
radicado en los pueblos libres. La razon es
clara. El gobierno despótico obra por ca-
pricho : el 'moderado por razon. El prime-
ro no reconoce mas ley que la voluntad
necesariamente variable de un hombre : el
segundo estudia los intereses permanentes
de la nacion y obra segun ellos. El prime-
ro no tiene política fija: el segundo se crea
máximas y reglas de conducta, porque se


329
propone resultados ciertos. Por eso Roma
dominó el universo. y Persia no pudo apo-
derarse de la Grecia. Los que convidan á
los reyes con un poder ilimitado, les hacen
un regalo funestisimo; porque forzosamen-
te han deubusar de él, como todo hombre
abusa de lo que posee sin reglas ni con-
diciones. Ademas que este poder sometido
al capricho no es poder sino debilidad.


expers mole ruit suá.»


Ultimamente , la autoridad constitu
cional del monarca es inviolable en el sis-
tema representativo. Mientras el rey no
ejerce mas poder que el que le concede
el pacto fundamental , este mismo pacto
ha querido poner su persona y su digni-
dad en una esfera adonde no pueden lle-
gar los tiros de las pasiones políticas. Su
autoridad en este caso es nacional; y la na-
cion ha de defender todo lo que ella mis-
ma ha creado. La responsabilidad de los
actos particulares gravita toda entera so-
bre los agentes del poder. Pero suponga--
mos en el rey una autoridad extra- cons
tituelonal que no dependa de la nacion, que
sea superior á las leyes: en este caso cesa




33o
de hecho la inviolabilidad; y pues se apro-
pia un poder superior, )a no está en ma-
nos. de la nacion el defenderlo contra los
ataques á que pueda dar lugar el abuso de
este poder. Que él se defiendaá sí ndátrzo,
dicen todos. Y lo mas singular es, que en
este segundo caso lis ministros, escudados
con la autoridad del rey, se hacen invio-
lables por el ucrecho. Asi se esplica , por
qué es tan coman en los validos y corte-
sanos inculcar á los reyes la doctrina del
poder absoluto porque con este quedan
sin responsabilidad los agentes, y todo el
odio público gravita sobre la autoridad su-
prema. ¡Y luego•'dírán que son los defen-
sores .natos del trono ! ¡ los verdaderos ami-
gos del rey! Ningun particular 'amará ami-
go suyo al que se aprovecha sin peligro de
su caudal. Que ningun mynarca honre con
aquel título al que exalta su prerogativa
para abusar de ella impunemente, sino al
que le defina sus justos límites, y se es-


. ponga á la responsabilidad para evharseta
al gene supremo del estado.


No ignoramos la respuesta que dan á
esto los partidarios del poder absoluto. Es
cierto, dicen , que el rey constitucional es
inviolable; pero su voluntad es nula, pues


33s
tiene que transigir con la de sus ministros,
que siendo responsables han de tomar sus


_ seguridades para no caer en manos de la
ley : llamais rey lar no cumplir nunca la
voluntad propza ?


Sí: á eso precisamente, solo á eso lla-
marnos reynar. Satisfacer la voluntad pri-
vada es vivir: esa es la herencia de todos
los hombres. Tener una voluntad pública
superior á la privada, y ordenar segun ella
los actos de la autoridad, eso es ey-nar.
Ei hombre debe ser muy diferente del rey.
Un monarca, considerado como hombre,
tiene voluntades particulares que cumple
y satisface mucho mejor que los denlas hom-
bres, porque tiene mas medios para ello:
hasta aqui no hace mas que. vivir. Pero


no es mas que esto lo que exigen su dig-
nidad y su gloria, y la dignidad y la glo-
ria de la nacion á cuya frente está? ¡Ay
del monarca que lleve á la adrninistracion
de los negocios sus debilidades , pasiones
y voluntades particulares! Cuando se halla
en el seno de su familia y entre sus ami-
gos, le es permitido ser hombre : cuando
aparece al frente de su nacion, entonces


-no es un individuo; es un ser moral se-
mejante á la Constztuclon , á la ley , á la




332
justicia , á estos seres abstractos que ha
creado la sociedad para impedir la in-
tervencion de los intereses particulares en
los negocios públicos. El rey no es una
persona , es una institucion ; y los parti-
darios del despotismo la degradan redu-
ciendola á la mera voluntad personal.


Pero aun.bajo el gobierno absoluto ha
sido muy reconocida esta distincion entre la
voluntad privada y la públzca en el su-
premo gobernante. Leanse las obras de
Antonio Perez , instrumento y despues
víctima de la tirania ; y á cada página se
encontrará explicada la diferencia entre la
persona y el oficio , y . Córno el oficio obli-
ga á hacer lo que no quiere la persona.
Lease el Esclavo en grillos de oro, come-
dia de Cándamo , disparatadisima si se
quiere ; pero escrita bajo el despotismo
de la casa de Austria, y que hasta en su.
título anuncia los . sacrificios que tiene que
hacer el príncipe' de su voluntad priva-
da á su dignidad. é Qué mas ? <; No vemos
á los monarcas mas absolutos recibir el
yugo de la conveniencia y de la política
en los contratos matrimoniales, que son
operaciones domésticas, en las .cuales pa-
rece quo debia tener mas influencia la


333
voluntad privada ? Son muchos los reyes
que encuentran en el seno de su familia
los placeres de la ilusion ó al menos los
de la .amistad?


Pues lo que el interes del trono exi-
ge en los gobiernos absolutos , eso mis-
mo exigen el interes del trono y el de
la naden reunidos en los representativos.
La voluntad del rey debe ser pública; es
decir , ilustrada por los órganos de la
•opinion general, dirigida siempre al inte-
res nacional y ejercida por ministros que
se conformen con ella. Importa poco que
el rey se la haya inspirado á sus agentes,
ó ellos á él: la nacion ni entra ni debe
entrar en estas averiguaciones : lo que la
importa es queda administracion sea bue-
na , ó por lo menos obligarla á que lo
sea por medio de la responsabilidad mi-
n isterial.


Vemos pues que toda autoridad no cons-
titucional es inutil y aun perniciosa al
monarca y funesta á la nacion. Solo pue-,
de ser util á los .


que intentan aprovechar-
se de ella sin curarse de la dignidad del
trono ni de'. bien de la nacion. Los adula-
dores de los reyes y los de los pueblos se
parecen en es'o. Les dicen: sed poderosos;




334
ro ejerceré vuestro poder. Los sacerdotes
del gentilismo recibian las víctimas y las
riquezas que se ofrecian á las falsas di-
vinidades, y se curaban muy poco de que
estas se desacreditasen con mentirosos
oráculos.


Cuál es la intencion de los que su,-
primiendo la palabra constitucional han
dotado al rey gratuitamente de uná au-
toridad inútil ? Hacerla util -para ellos mis-
mos. Los liberales de Francia temen que
ha llegado ya la época de volar el ba-
luarte de las libertades públicas minado
en las dos sesiones pasadas. Pero los
ultras se engañan mucho si creen que
la esplosion será parcial : está mas ar-
raygado al suelo frances de lo que ellos
creen : si llegan á pegar fuego á la mi-
na , se convertirá en un volean que los
d atore.


Los ,efectos naturales é inmediatos de
la citada supresion son fáciles de cono-
cer. d Habla un periodista contra las doc-
trinas serviles que derivan del cielo la
autoridad de los reyes , ó contra el de-
secho de conquista , ó contra la política
tortuosa de los palacios ? Es delincuente;
habla contra la autoridad del rey; quie-


335
re destruir las preocupaciones del vulgo
'favorables al poder. Habla contra las
perfidias de Luis XI, las debilidades de
Luis XLII , los errores de Luis XIV ó la
usurpacion de Hugo Cafeto ? Es delin-
cuente; mina los derechos de la dinastia;
desentierra nombres y sucesos antiguos pa-
ra deslustrar el esplendor del trono. Ven-
tila alguna de las cuestiones políticas que
suponen límites para la autoridad real?
Quiere restringirla. Hablan contra las ac-
tas del ministerio ? Censuran el gobierno
del rey , y por consiguiente ofenden su
autoridad. i Pobres periodistas sino tuvie-
ran á la nacion que les guardase las es-
paldas, intimidando á los nitras y al go-
bierno , y obligándoles á conceder en el
hecho la libertad .que destruyen por el
derecho !


En el momento que la ley sobre pe-
riódicos se adopte, deja de existir legal-
mente en Francia el gobierno represen-
tativo.


1H




336


TEATROS.


El perro del hortelano: comedia de Lope
de Vega.


En esta comedia se acercó Lope de Vega,
mas que en otra alguna , al género de
Tirso de Molina. La malignidad del diá-
logo, lo picante de las sales , el caracter
inconstante y poco amable de Diana , y
el amor interesado del secretario Teodoro,
se desvian mucho de la ternura sincera y
natural que Lope atribuye generalmente
á sus damas , y se acerca á la liviandad,
al amor propio y á los furores afrodisia-
cos que describe su competidor.


No es este sin embargo el mayor de-
fecto de esta pieza. Diana que es la pro-
tagonista , carece de afabilidad, es intrata-
ble con sus criados, dura y cruel con sus
criadas, emplea el artificio y la violen-
cia para hacerse amar , y se respeta tan po-
co á si misma , que da un bofeton- á su
Teodoro, escarmentado ya de su incons-
tancia y un si es no es recalcitrante. Lila-


337
rnatnente, como para presentar el último
rasgo de su caracter, no solo dominante,
sino tambien feroz é inhumano , forma el
proyecto de dar muerte al criado que con




su embuste le habia proporcionado los me-
dios de casarse con su amado para en-
terrar con él un secreto que la deshonra.
Faltó pues el autor á la primer regla de
la poesia dramática, que es hacer amable,
15 á lo menos interesante , el héroe de
-la pieza.


Tampoco es muy apreciable Teodoro',
que enamorado de Marcela , apenas ve
probabilidad de conseguir á ¡Diana , se
muda, entregandose al sueño de una am-
bicion sumamente innoble. La escena mas
agradable de la pieza es en la que recibe
el castigo de mudanza con los desdenes
de Diana, que como buen perro delbor-
telano se contentó al principio con sepa-
rarlo de su primera laMante. Tampoco es
muy noble el engaño , 'con que se finge
hijo del conde Ludovico, personage que
no aparece hasta er tercer acto , -y de cuya
historia y de la de la pérdida de su.hijo no
se habla una palabra en los dos primeros.
Pero este defecto pertenece á la dispOsi-
cion de la fábula, y en esta parte estarnos


Tono XIV, 2 2




338
ya convenidos en ser muy indulgentes con
„Cope de Vega ; pues si no tendriamos que
proscribir la mayor parte de sus piezas.


Hay tambien dos amantes de Diana,
que celosos de Teodoro trazan su muerte;
y para ello tienen la sagacidad de sobor-
nar á su criado Tristán que, los roba y
se burla de ellos. Nada de esto es acr lada-
Jale ni dramático.


Esta comedia no se sostiene, sino por
las gracias del lenguage y de la .Versifica-
cien., y. por la situacion eónliea. 4e .Teo-
doro .en los primeros actos , que vacila on-
tre el temor y 11 .w-1414.0°n, •,,A se atreve
á aspirar á Diana, ya se retira, se le inci-
ta cuando huye y se le .amed.renta cuan-
do ataca. En estos juegos que. desenvuel-
ven el caracter .de DiAná, i lo mas dramh-
tico que hay es el castigo ;de la ambicion y
de la inconstancia de Toodoro.


La escena episódica del primer- acto,
en que Diana hace .pesquisa entre sus
criados .acerca del hombre que halló en su
aposento , tiene zuncha yisseza y sal en el
diálogo. Los consejos de Tristán fí su. amo
para que olvide, son tomados-en gran par-
te de O vidio ; perú lo que es original de
Lepe ,:hablando del adorno es,1


339
Que á los sastres sP 510ja


La mitad cle la hermosura.»


En los siguientes versos describe Teo-
doro el peligro que hay en saber mas que
los poderosos.:


De cierto rey se con»,
Que le dijo á .:tAtt gran privado:
«Un papel .me;da cuidado, •
Y si bien le he escrito So,
Quiero ver otro . .de vos,
Y el mejor escoger quiero:
Escribiólo con esmero ,
Llevó,le luego
dos:,


Como vió que el rey decia ,
Que era su papel maejor, -
Fuese v dijo,le al mayor
Hijo de tres que tenia:
Vamonos del reyno luego,
Que en gran peligro estoy yo,
El mozole preguntó •.
La causa turbado y ciego :
Y respondióle : 41a sabid
El rey, que yo sé . mas que él. »


Esto se escribia representaba en tiem-
po de Felipe /II, á pesar del servilismo,
las mas veces afectado, de nuestros poe-
tas cómicos.




1


• 34o
Hablando despues de cuán peligrosos


son los amoríos desiguales, dice Teodoro:


Pintaron á Faetonte
Y á Icaro despeñados,
Uno en caballos dorados
Precipitado en un monte,
Y otro con alas de cera
Derretido en el crisol
Del sol.


Diana.


No lo hiciera el sol
Si corno es sol, muger fuera.


Dudoso Teodoro si las espresiones tur-
badas de Diana eran burlas ó veras , dice
cuando se queda solo:


Pero en vano se recela
Mi temor; porque jamas
Burlando salen colores:
Y al decir con mil temores
Que se puede perder mas;
¿ Qué rosa, al llorar la aurora,
Hizo de las hojas ojos ,
Abriendo los labios rojos
Con risa á ver corno llora ,


34r
Corno ella los puso en mí ,
Bañada en púrpura y grana ?
¿ O qué pálida manzana
Se esmaltó de carmesí?


Comparense estos cuatro versos últimos,
señaladamente los '.dos hermosisimos del
final, con las hojas olós de mas arriba , y
nos \admirarémos de ver reunidos en un
mismo periodo lo mas abominable del mal
gustó en poesia con una felicisima cern-
paracio n gallardamente es presada. Es ver-
dad que aun estos buenos -versos no
son de comedia sino de idilio. Mas . pro-
pios del género dramático son los si-
guientes:


«Que bien sabes , que con lengua
De escorpion pintan la envidia,;
Y que si Ovidio (i) supiera
Qué ,era servir, en palacios
Y no en montafias desiertas
Pintará su escura casa:
Que aqui habita y aqui reyna.»


(1) El furor de citar era una de las pasiones
4e Lope.




342
O estos tercetos con qué finalii rá el pri.,


mer acto:


«Mas dejar á Maréela lel caso i/usto:
Que las mugeres no es razon que/esperen
De iniestrá obligacion (2) tantó •digguto.


Pero si. ellas nos dejan cuando quieren
Por *cualquier intéres 6 nuevo gusto,
Mueran tambien con ó los hombres rnnérén.


so y producirá siempre un
ble en el teatro', aunque no
dia tan interesante corno
mo poeta.


343
efecto agrada.
sea esta come-
otras del mis-


No deja tambien de peiteriecer al 0..
nero cómico la siguiente cei4araciort de
los que se casan viejos:


En un viejo una niuger
Es. en un olmo una yedra,
Que aunque con tan variosjlazos
Lo cubre con sus abraió's–,
El se seca' y ella medra.


La depedvdá: de Teodoro cuando qiie-
ria partirse para España está llena de aque-
lla ingeniosa ternura. qué Lope supo des-
cribir tan bien .; y en general la comedia
está bien versificada , el diálogo es gracio-


(t) Está por honradez.




344


Sobre un pasage de la vida de Arístides.


Al ver la mala correspondencia que sue-
le darse á todos los que hablan la ver-
dad, y singularmente á los que se condu-
cen segun sus eternos principios, casi no
se puede dejar de aborrecer la generaeion
actual y ceñirse á .restablecer el trato y la
comunicacion con los personages de la an-
tigüedad. Por lo menos , ya que a muchos
de los grandes hombres antiguos no se les
halle tan grandes en la historia como se
les pinta en los poemas ó en los panegí-
ricos , nunca puede resultar el menor per-
juicio de su conversacion , como con la de
los que viven actualmente. Hubo sin duda
en la antigüedad insignes criminales, hom-
bres viciosos y corrompidos que se deja-
ban dominar de sus pasiones, y tambien
varones de singular virtud en quienes el
amor de la patria absorbia todas las facul-
tades del alma. Los primeros perecieron del
todo , sin que haya quedado otra memoria
suya que el efecto de males que hicieron ó
provocaron ; mientras que los segundos pa-


345
rece que viven todavía para nuestro re-
creo y enseñanza. Sus acciones se parecian
muy poco á las que vernos en el dia ; pe-
ro sus desgracias y persecuciones se seme-
jan mucho á las que en todas épocas han
esperimentado los que sirven á su patria
sin atildar á los principes ni á la multitud.


Ya hemos dicho muchas veces que tan
detestable es una adulacion corno otra;
pero la segunda tiene un caracter de baje-
za tan chocante y tan grosero , que el que
se resuelve á valerse de ella para sus fi-
nes, necesita ademas de la degradacien de
su alma, degradar, tambien su lenguage,
sus modales y hasta su adorno esterior. Asi
es que los que se dedican á este vergonzo-
so tráfico procuran acomodarse en todo á
los hábitos , modales y porte de la multi-
tud conocida con el nombre de pueblo
bajo, en quien reside la fuerza, para ele-
varse con su apoyo y por medio de una
asquerosa hipocresia á los puestos mas úti-
les y lucrativos. ¿ Qué comparacicn tienen
los hipócritas de religion con estos he-
diondos' tartufos de politica? Aquellos á
lo menos dan alguna limosna - en públi-
co , y el que la recibe . queda socorrido, y
disfruta aquel ligero. bien ; pero ¿qué uti-




Ilté
lidad producen nunca los amaños y las in-
trigas dé égeS pó ar s que teniendd
siempre en lá boca la alud y les intereses
del pueblo, Son sus iiias eilearnizadós ene;
migoá?.


Véaseles siempre rodeados de gentes de
mal vivir, prontos á tomar la defensa de
las más descabelladas pretensiones , capi-
taneando las empresas mas criminales y
clainbatiendó las verdades mas densóstra-;
das, soló por ostentar un celo qué les
pugna y envilece. Si domina el populacho,
Son por algun tiempo sus héroes; y si
el gobierno es tíniidó tiene que colocarlos
dé Mielo 3 hasta que puestos al frente dé
algún ramo de la administración dan ál
traste con lo 'qué tienen á 'sti 'cargó séá
de la clase que ftiere. Éntonces suele des-
engañarse la multitud del valer de las
virtudes qué ostentaba aquel 'corifeo , y
pasa á ser engkliada de nuevo por otro
• .igualmente anibieioso é hip'Ótiitá. Esté és
él resumen de lá historia de 'todas-las de-
Mocraciás , aún de muchas inoriarquias
Cuando por medió de tumultos populares
se prepara su decadencia.


Nos ha éscitado eátas reflexiones la lec.
otra de Un pasage de Plutáreó en la vida


347
dé Aristides, que nos parece si no del to-
do á pliúable á varios objetos pie conoce-
mos , á lo Menos muy digno de conservar-
sé en la meníbria, para no entregarse cié-
ganiente á la poco espe•itnentada virtud de
1-nimbos qúe han emprendido entre nosotros
la dificil carrera del tdbureacIó.


Nadie ignora que ¿inri én las repúbli-
cas mas Severas Babia, co pio entre noSó-'
troS, una ambicion pública dirigida al en-
grandecimiento del estado, y nitiellas
biciones privadas que sé escóndian detras
dé aquella sin otró objetó que el de ati;:
mentar los caudales particulares. Aumén-
tábanse algurids dé estos hasta un gradó el--
cándaloso como 'entre riosotrós, y tainbien
e'óitib entre nosotros 'estabá dada á la trani:
pa y'en un completó desorden lá hacie,n-
da pública.


«SUcedió pues ¿pie en Atenas nombra-
ron téSüléro general á Arístides, él jitsu);t'apenas Se li"e'co cargo de un empleo' de
tanta confianza, co.ando conoció, y lo que
es peor, publicó la •inúltitud de estafas que
habian estado haciendo los tesoreros sus
antecesores, manifestando las enormes su-
mas que tenian tisurpádas los que:ha. bian
ocupado en : SU tiempo aquel destiiilv, y




348
con particularidad Temístocles. Este Te-
místocles no se puede negar que era un
grande hombre, corno pocos; pero no
pasa por el mas limpio de manos, como
muchos. Plr eso cuando llegó la época de
que Arístides se empeñase en rendir sus
cuentas, formó una intriga Ternístocles,
(que tambien las filman los Uroes ) , le
acusó de haber robado la hacienda públi.
ca, y logró que el pueblo le condenase á pa-
gar una multa cuantiosa.


«No bien se publicó aquella injusta
condenacion , cuando se declararon contra
ella los principales y mas honrados ha-
bitantes de la ciudad , los cuales no solo


.consiguieron que se le perdonase la múlta,
sino tambien que se le reeligiese por teso-
rero en el siguiente año : cosa bien digna
de admiracion.


«Entonces hizo Arístides como que se
arrepentia de su primera administracion y
que intentaba corregirse, mostrandose el
hombre mas tratable y accesible de la re-
pública, con lo cual logró 'captarse la vo-
luntad de todos los que estaban en \pose-
sion de saquearla (aqui pudiera abrirle un
larguisimo parentesis de nombres propiós).
Nos solo no les reprendia, mas ni siquiéra


349
inspeccionaba sus cuentas; de suerte, que
aquellos empresarios y rentistas no sabian
donde ponei'-el noinbre del ciudadano Arís-
tides; y sin que natlie se lo rogase, ellos
mismos intrigaban á cual mas porfia para
que se le nombrase por tercera vez tesore-
ro general de la república. Oh fuerza del
patriotismo que siempre y en todas partes te
muestras de la misma manera y por el mis-
mo rumbo!)


«Pero llegó el ella de la eleccion , y
cuando ya iban a.nombrarle por unanimi-
dad de votos , levantandose Arístides pro-
rumpió en las mas ásperas reprensiones
contra los atenienses, diciendoles: «mien-
tras que administré vuestra hacienda con la
mayor pureza, cual debe -Iiiicerlo todo el
que se precia de hombre de bien , me es-
'carnecisteis y tratasteis como á un infame;
y hoy que me presento á vosotros despues
de haberla abandonado á los estafadores
públicos , me mirais corno un hombre ad-
mirable, y como al, mejor de los ciudada-
nos; pero yo os declaro que mas vergüen-
za me causan las honras que hoy me dis-
pensais, que la sentencia de condenacion
que el año pasado pronunciasteis contra
mí. Estoy verdaderamente indignado al




35o
ver que entre vosotros está reservada la
gloria para los perversos que labran vues-
tra ruina, y la persecution y las injurias.
para los que se toman el peligroso trabajo
de conservar los bienes de la república.»


Dichas estas palabras se retiró, y el
pueblo quedó .confuso y avergonzado pero


fe atte si cono este .pasage sucedió pu
Atenas hace cosa .de dos npil años , hoW9-
ra sucedido actualmente. en otras partes del
mundo , .no juiliieran faltado oradores que
dijesen, que Arístides era un grandisimo
embustero, y que se calumniaba á sí mis-
mo por obscurecer la gloria , las virtudes
y el, patriotismo de los que. sin ser Arístir
desni parecersele . en nada , hauiau dado 051
pruebas de que estaban prontos á derruphar
lá zytima gota de su sangre. , y /4 no te
los calabozos ni los presidios por sostener
las libertades patrias , estando , como esta-
ban, iclen,fficados con el sistema. .Por con7,
secuenesia. se declararia que Arístides tenia
una nótatele tendencia al , y se
nombrarla :tesorero al que hubiese presenr
tad° las • cuentas mas galanas, alcanzan
la repablica en una multitud de millon




buen Arístides se hubiera quedado (.1e
cesante, e ,hubieran abierto media


351
na de empréstitos, el ajuste de las cuentas
Se hubiera reservado para mejor ocasioP,
y se hubieran cebado todas las cargas al
gobierno, porque no empleaba esclusiva-
mente á los adictos. Los papeles públicos
destinados á la defensa de los patriotas ne-
tos hubieran escrito las mas horribles yer-
ripas contra los que han formado empeño
en :desenmascarar á los que no lo son mas
que en el nombre, y los desórdenes hu-
biera, . :s uiclp con tanto .ó mayor escan-
da/o ,que anteriormente. ¡ Triste suerte la


-pueblos, rAilAW:91-9qe haya 99:f?
„meche de ,captarse el sera popular que 9,1
de ;los servicios reales y ,efectiyes hp,chos
cpn 41.11?!lerPs y •51,é p114110-
t110 .0 In:IAR19 que 1 01 ,11119


a




35 2


Sobre una palabrita que está de moda y qué
sé yo qué mas.


Grandes son las ventajas que traen con-
sigo los acontechnien tos políticos, porque
si bien algunas veces trastornan las fortu-
nas públicas y ponen á las naciones en un
riesgo inminente de perderse, y aun de-des-
aparecer de las cartas geográficas, por lo
menos son fecundisimos en 'anécdotas pri-
vadas, y se distinguen por la creacion de
voces favoritas que con el tiempo aamen-
tan la riqueza de los idiomas respectivos.
Ya en el número anterior hicimos mencion
de muchas palabras y espresiones que ha-
bian adquirido gran boga en nuestro len-
guage actual ; pero se nos quedó por men-
cionar una que en estos últimos dias ha
adquirido tal crédito, que apenas ise\ pro-
nuncia un periodo en que no la veamos
repetida diez ó doce veces, siempre con
igual propiedad.


Hablamos del epiteto esti,nab'e que con
tanta frecuencia vemos aplicar á los hom-
bres y á las cosas, asi en los discursos pú-


353
blieos , como en las conversaciones partí-


. culares. Dicese .comun mente que la conduc-
ta de tal ó cual individuo ha sido muy es-
timable durante la crisis que ha afligido á
esta ó á la otra provincia; que es muy es-
timable la obra que ha publicado el es-
timable ciudadano don fulano de tal ; que
ha sido nombrado para este ó aquel desti-
no el estimable patriota don zutano; quo
robaron la otra noche en tal calle un re-
lox muy estimable; que representó linda-
mente su papel el estimable artista que tan-
tas otras veces ha tenido el honor de di-
vertir al estimable público de Madrid; y
finalmente son tantas las cosas y los hom-
bres estimables que tenemos -en el dia, que
por necesidad se ha de ir disminuyendo la
estima de unos y otras, á fuerza de tanto
estimar lo que ni por asomo merece una
verdadera estimacion.


Entretanto no hay que desanimarse por
el abuso de una palabra mas ó menos, por
que de ser estimable á ser estimado, no hay
mas que un paso muy corto, y puede
que llegue el dia en que se diga con jus-
ticia de cada español, que es un hombre
estimado de todos, porque ha sabido me-
recer la estimacion general. Por ejemplo


,.


TOMO XLV. 23




354
¡ cuán estimable no seria que á las medi-
das necesarias dé policia que propusimos
út, el número anterior se añadiese por de


aprontó la de recoger esa multitud de mo-
indas que infestan los sitios mas concur-
rídos y las tércanias de los cuarteles! Es-
condikal 'durante el cija en sus inmundas
guardillas donde las devoran la miseria,
las enfermedades y el oprobrio , salen ape-
nas llega la noche á inundar las calles,
como una bandada de Arpías para cor-
romper todo lo que tocan.


Ya que por un estravio de las ideas
que han dominado en los últimos siglos no
se piense en reglamentar este ramo de la
higiene palea, en utilidad de los habi-
tantes de las grandes poblaciones, cuide-
se á lo menos de la salud de los milita-
res , de quienes , hablando con la debida
franqueza, nunca se ha cuidado menos que
en el día con respecto á este vicio des-
tructér. leo hay cuartel alguno que no es-
té rodeado dé una porcion de desdichadas
que van á festejar á los soldados , envile;•
ciendo hasta en sus vergonzosos avances
el privilegio de su sexo; y en verdad que
no puede mirarse con indiferencia seme-
jante abuso. Los soldados son unos how-


355
tres que sus familias confían á la patria,
y la patria es responsable de la salud de
ellos á sus familias. Mientras estan alis-
tados en las banderas nacionales , la pa-
tria adquiere sobre ellos una autoridad
paternal , contra la cual no deben orlo-
ner la mas ligera resistencia. Pero al mis-
mo tiempo está obligada la nacion á mi-
rar por ellos con el interes propio de un
padre, y á no permitir que sus hijos ten-
gan unas compaiiias tan peligrosas para
su salud y robustez.


Debiera reflexionarse que estos mismos
soldados , cuya vida se arriesga tan fre-
cuentemente por. la defensa (le la patria,
estan destinados por la naturaleza á dar-
la otros valientes que la defiendan á su
vez , y si no se procura por todos los
medios posibles desterrar el veneno que
les ocasiona tantas y tan graves en-
fermedades , no solo se destruirá el ejér-
cito actual sino tambien los venideros. Sir-
vanos en esta parte de ejemplo la severi--
dad de la disciplina de los romanos, quie-
nes , asi durante la paz corno en tiempo de
guerra, tenian encerrados á los soldados en
su campo; ¡ y triste de la rnuger pública
que se atreviese á penetrar en él! Es de




riF


356
advertir que entonces no se habla descu-;
bierto el nuevo mundo, ni era conocida
esa peste mortífera que hace mas estra-
gos en los ejércitos que el fuego del ene-
migo ; pero temian los efectos de la mo-
licie y del libertinage, y por eso conce-
dian iguales ó mayores recompensas á las
buenas costumbres que á la bizarria y al
valor. Esa clase de mugeres no solo de-
ben ser castigadas, sino que Cambien pue-
den ser corregidas, y ciertamente seria muy
estimable el magistrado que tal empren-
diera y lograra.


En el número 47 deeeste periódico, ha-
blando de los duelos y desafios , espusi-
mos nuestra opinion un si es no es exalta-
da, disculpando, y aun casi casi aproban-
do los desafios, singularmente entre los mi-
litares, por parecernos que solían servir de
freno á la demasiada libertad en esplicarse,
y que contribuian á imponer el respeto ne-
cesario entre los hombres que por su edn-
cacion no aprendieron á tenerla. Mas ha-
biendo tenido noticia Bias pasados de
cierta ocurrencia desagradable entre dos
caballeros de armas tomar, éuya relacion
haremos copiando en cuanto nos sea posi-
ble el diálogo que tuvieron entre sí , he-
mos quedado convencidos de que jamas y
en ningun casó puede haber lugar á que se
verifique materialmente un desafio. Cuando
nombramos la palabra duelo ó desafio, que-
remos dar á entender aquel penoso lance
en que dos ó mas sugetos enconados unos
contra otros salen de comun acuerdo al
campo ó algun otro sitio solitario á batit:-


3 57


Una palabrita sobre desafios.




353
se cuerpo á cuerpo, ya con espada, ya
con sable, ó ya con pistola , que son las
armas proilias de los caballeros en el estado
actual de las costumbres de Europa : mas no
queremos dar este nombre á las cachetinas,
por fieras y prolonjadas que sean, que con
tanta frecuencia se verifican entre aguado-
res , mugercillas ó licenciados, porque como
en estas no suele preceder cita anterior,
ni nombramiento de padrinos, ni otras ce-
remonias que las solemnicen , mas bien
pueden llamarse desahogos y arrebatos de
la cólera , que no verdaderos duelos. Por
eso cuando en el sobredicho artículo hi-
cimos mencion de las leyes y pragmáticas
que de




r5 siglos á esta parte se han pro-
mulgado contra los que provocan ó acep-
tan los desafios , no hablamos ni podiamos
hablar, por falta de noticias, de ninguna
que prohibiese darse cuatro pescozones ó
tirarse de las greñas , porque este y otros
lancecillos semejantes estar'


encomendados
á la prudencia de los alguaciles.


Hablamos pues de los desafíos ut sic,
esto es, de aquellos de que habla la real
pragmática del señor Felipe V, y de ella
decimos ahora, que ademas de lo inutii
que es por las razones que es pus_mos en-,


3:íg
tonces, puede tambien inutilizarse luego.
que se llegue á generalizar entre los hm?,
ores el buen uso de la lógiea,_ que eu.n. su-
mo placer y consuelo de nuestras almas
hemos visto empezar á practicarse en esta
primer semana de cuaresma. Mas para que.
todos puedan formar una justa idea ge IQ
facil que es desarmar á sus enemigos y evier
tar lances pesados , cnyo término suele ser•
no menos nocivo para el alma que para el
cuerpo , copiaremos una eouversaciou que
segun nos han contado, hace. muy pocos
dial que se verificó en cierto parage de es-r,
ta corte. Ignoramos los nombres de los
interlocutores ., y aun cuarulo lo siY.piege
mos, no los espresariamos por no ofender
su modestia.


Parece ser que de resultas de.esta rnalT
(lita divergencia de opiniones que tv,44
temprano vendrá á acabar con la libertad,


á lo menos estrechará mucho sus límites,
estaban un poco enconarlos des, caballeros
ex-militares ó militares retirados ., pues todo
viene á ser una misma cosa, Pero no por
haber dejado el servicio hay. perdiclo
uno pi otro el carácter con que se .414tip7
guien cuando estaban en él, porque este
es tan indeleble en los cuerpos milita-




-7


3 6o
res , que el que se adquiere siendo cade-
te suele conservarse aunque se llegue á ge-
neral. Era pues tenido el uno de ellos por
fogoso y acalorado en demasia , aunque
bonachon en el fondo; y el otro por hom-
bre de mas espera en lo que toca á la parte
rigorosamente militar; pero vivo é insi-
nuante para adquirir conocimientos que
á veces suelen servir para adelantar en
ella.


Hubo sin duda de esplicarse este últi-
mo con bastante fuego, ya sobre asuntos
políticos, ya acerca de algunas personas
entre las cuales debió de contarse aquel
otro ex-militar, de quien dijimos que ado-
lecía de un esceso de fogosidad y viveza.


Este pues encontrando casualmente al
otro señor en uno de los párao'es mas luí-
Micos de la corte, parece que le\


empezó
á. apostrofar en estos ó semejantes tér-
minos.


A. é Sabe usted, señor don fulano, que
tener() resuelto dar á usted de palos en cual,
quier parte donde le encuentre, si no tra-
ta de corregir esa lengua maldiciente, con
la cual está usted haciendo mas daño á
las instituciones liberales que todos los ser-
viles juntos?


36z
B. Usted lo será sin duda , cuando tie-


ne valer para insultarme sabiendo que es-
toy identificado con el sistema, y que no be
de parar hasta que no desacredite á cuan-
tos moderados haya en la nacion , los cua-
les no tratan mas que de emplastarlo todo
impidiendo que el torrente de la revolu-
cion siga la ilustre carrera que ha empren-
dido para nuestra completa regeneracion.


A. Pues entre tanto que esa regenera-
cion se verifica, trato yo de regenerarle á
usted y á otros bribones con quienes se
acompaña, y asi le advierto que si en cual-
quiera parte donde usted me vea no se re-
tira inmediatamente, ó tiene la osadia (le
mirarme , serán tamos los latigazos que
caygan sobre sus costillas, que le quitaré la
gana de politiquear y mucho mas de-ca-
lumniar á ningun hombre de bien.


B. Parece que •se ha propuesto usted
insultarme, señor mio; y yo no estoy acos-
tumbrado á sufrir insultos de nadie, y si
no fuera porque estamos en un público, yo
le Baria á usted á entender....


A. Por lo mismo que estamos en un pú-
blico le digo á usted que es un bribon-
zuelo ., un fatua y un cobarde , y que si
conservase usted siquiera un resto de pun-




36
donor, vendria conmigo adonde nos en.
tendiesemos á solas, y . no le quedaria
gana de continuar estraviando la opinion
pública con sus indecentes escritos y con
sus manejos tortuosos , evitando acaso por
este medio dar ocupacion al verdugo lue-
go que se consolide el imperio de la ley.


B. Eso no es mas que salirse de la enes-
tion , y llenarme de insultos sin venir al
caso; porque yo soy un constitucional á
toda prueba, y lo tengo bien manifestado
en cuantas ocasiones han ocurrido, asi en
la Fontana como en otras partes, donde
he dicho mil veces que derramaria la úl-
tima gota de mi sangre cuando llegara la
ocasion ; pero ahora no estamos en ese ca-
so, y usted siga su camino sin perturbar
en sus derechas á un hombre de bien.


Si usted fuera hombre de bien, ó tu-
viese siquiera un rayo de vergüenza, no se
presentaria jamas donde hubiese quien pu-
diera sacarle los colores á la cara ; porque no
solo no está usted ni ha estado nunca pron-
t o á derramar la sangre de sus venas por
el bien de la patria, sino que está traba-
jando cuanto puede para sumirla en todo
género de desgracias ; y por último estoy
cansado de sufrir las pedanterías de usted


363
y .de sus indecentes compalieros; y ya que
son tan ruines que no se atrevan á presen-
tarse cara á cara con ningun hombre de
honor, sabré yo calentarles á ustedes las
costillas para que aprendan á tener decoro
y verdadero patriotismo.


B. Usted divaga y se sale del argumen•
to, y aunque por ahora no estoy en dispo-
sicion de contestar á las amenazas de usted
por hallarme solo, estoy muy pronto á probar
de palabra y por escrito que soy un exal-
tado patriota , idolatra de la libertad , como
lo haré ver en la primera conmocion que
ocurra.


4. Quitese usted de mi presencia, gran-
disimo cobarde, porque sino vive Dios (pe
le he de bajar los calzones en este mismo
sitioy.....


En aquel instante echó á correr por la
calle ari iba el prudentisimo don .8., sin que
al otro le- quedase gana de seguirle, y sin
que fuese necesasio gratificar á cirujanos,
médicos ni practicantes, como era de te-
mer, en caso de haber tenido menos res-


. peto á las leyes. Vease por este ejemplo
como sin mas que reclamar el uso de la
lógica, supo dejar sin fuerza alguna aque-
llos ridículos argumentos, y desarmar una




364
cólera que pudo haber sido funesta á cual-
quiera de los dos contrincantes. Por ,eso
hemos dicho y diremos ahora con mas
razon, que cuando alguno se vea maltra-
tado de palabra y conminado á salir en
duelo, no hay cosa como llamar al otro
á la cuestion, ó como si dijesemos al or-
den; y en caso de que fuese tal la pertina-
cia ó la torpeza del agresor que todavia
insista en sus denuestos, se ponen pies en
polvorosa y se le deja con la boca abierta..


quiera Dios que asi terminen siempre
todos los lances para que sean absoluta-
mente inútiles las negras leyes sobre
desafios.


365


Ligeras indicaciones sobre lo que debe lla-
mar con preferencia la atencion de los
nuevos señores diputados.


Ya que ha dado principio hoy mismo
S sus trabajos el cuerpo legislativo, y que
por consecuencia no puede haberse hecho
acreedor á elogios ni á recriminaciones,
estamos precisamente en el caso de poder
dirigirle la palabra con la misma franque-
za y buena intencion con que la dirigimos
á sus respetables antecesores. En todas
épocas y circunstancias es dificilísimo de
desempeiiar el cargo de legislador; pero
nunca nos parece tan arduo como cuando
tiene que emprender su marcha por entre
dos . partidos , que aunque igualmente in-
listos se mueven por principios diferentes,
y ambos estan nt5, prontos á censurar sus
hechos con amargura. Cuando hablamos de
dos partidos, no nos proponemos desme-
nuzar las diferentes gradaciones y nomen-
claturas con que se designan unas á otras
las mezqUinas faccioncillas que agitan sin
cesar el espíritu público, sino que solo




366
tenemos presentes á los que quieren que
todo se reforme y renueve de un golpe, y
á los que miran como un atentado la mas
indispensable mutacion. Estamos persuadi-
dos de que la inmensa mayoria de unos y
otros solo se propone el acierto y el bien
de la nacion ; pero esto no les impide el
que sean, como hemos dicho, injustos, ni
deja de haber entre ellos quienes censuren
sin otro cl.)jeto que el de desacreditar todas
las resoluciones, sean de la naturaleza que
fueren.


Si como es de esperar, la nuva legis-
latura se propone marchar con firmeza por
la linea trazada en la Constitucion , y si
proclamando los grandes principios de la
moral y de la justicia universal intenta
consolidar el triunfo de las leyes impidin-
do que los particulares se arroguen el de-
recho de perseguir á los que no son de
su opinion, estarnos muy seguros (le que
no tardará en ser motejada de servilismo.
Mas si por el contrario, recelando que
puedan ser invadidas las libertades del
pueblo, procura darles alguna anchura ma-
yor para que sirva de contrapeso al abuso
del poder, se la creerá protectora de la
licencia. Algunos la acusarán de pusiláni-


367
me , si en sus resoluciones no sigue el
impulso de la imaginacion ardiente de los
que quisieran que todo se ejecutase á gus-
to de sus deseos ; pero no consideran es- -
tos importunos censuradores lo lento, di-
ficil y aun arriesgado 'que suele ser hacer
el bien. Un solo instante basta para des-.
truir , y suelen necesitarse anos enteros
para reparar y edificar de nuevo. En po-
cas cosas suele ser mas exacta la compai
racion de lo que sucede en el orden fí-
sico ni su aplicaciNvl orden moral. Ob-
serves: é la lentitud con que procede la na-
turaleza para producir, y la facilidad con
que un temblor de tierra , un uracan ó
un incendio destruyen el trabajo de mu-
chos años , O acaso de muchos siglos.


Esto mismo sucede en la sociedad ci-
vil : las revoluciones suelen ser los volca-
nes,. y los productos raros y tardios son
las buenas leyes, y el imperio de la ra-s
ZOil y de la justicia. Querran algunos que
los nuevos diputados tomen sobre sí el
resolver de pronto las cuestiones mas
difíciles que no se han determinado á re-
solver sus antecesores ; pero, esos mismos
que tanto empeño forman en que se pre-
cipite lo que ellos desean , serán luego los
primeros á culparlos de los malos efectos


5




'ff


1.


363
de su precípitacion. No hay que dejar
se lisonjear con la idea de que los pe-
riodistas aplauden esta ó la otra providen-
cia emanada del nuevo congreso, porque los
periodistasse equivocan muy frecuentemen-
te , y todavia mas frecuentemente adulan
al poder en cualquiera parte donde se en..
cuentre. Hay épocas en que este reside en
el ministerio, y todos ó los mas se de-
claran ministeriales; otras veces no pue-
den nada los ministros, y entonces se in-
titulan periodistas de la. oposicion; y -si el
poder llegase á recaer en los vandoleres,
no faltarian periódicos que ensalzaran
el robo como una accion eminentemei
heroyca.


Una de las• manias mas peligrosas de
que es indispensable huir, es la de con-


.


siderarse en un estado de guerra habitual
con el poder ejecutivo ; pues no son me-
nos fatales ni menos ciertas las resultas
de esta' perpetua Jueha que las que se se-
guirian de una condescendencia habitual
con todas sus peticiones. La Constitucion
ha demarcado perfectisimaniente las an i-
bueiones de los poderes del estado ; pero
guardese ninguno de ellos de creerse mas
indispensable que el otro, porque toda la
fuerza de que despoje á cualquiera de ellos


36g
no se la agrega á sí mismo, sino, que se
pierde para,


todos tres. El poder legislati-
vo puede auxiliar poderosisiumniente al
ejecutivo y al judicial; pero si se ponen
trabas injustas al uno y al otro, estas mis-
mas trabas derribarán al primero. Este es
un principio demostrado por la razon y
por la historia.
• Hay otro4axiorna• todavia mas seguro,
y es, que ninguno de los tres poderls_pue-
de existir par mucho tiempo sin hacienda,
porque la falta de esta es la llaga mas
cruel y mortal que • puede afligir á un es-
tado. Dos años hace que asi las Cortes co-
mo el gobierno estan indicando el mal y
procurando buscar el remedio; pero has-
ta ahora solo se ha conseguido agravar-
le con la misma publicidad. Se observa cier-
tamente una inercia poco menos destruc-
tora que si hubiese una resistencia manifies-
ta; y de este modo ha llegado á paralizar-
se el crédito , á aumentarse la desconfian-
za de los infelices acreedores del estado',
y á producir sumo descontento entre di-
ferentes clases de los ciudadanos. Discur-
r ►nos pues que lo que antes llamará la
atencion de los señores representantes,
será la cura ó siquiera el alivio de esta he-


romo xiv. 24




£70
t'ida profunda que debilita cuando no acta
ha con la causa pública. No hay negocio
ninguno , por mas que se le quiera pintar
con los colores mas vivos, que tenga tanta
importancia como la hacienda ; y la hacienda.
sola facilitará el medio de terminar con mas
acierto y prontitud todos los lemas asun-
tos que ocurran en los diferentes ramos.
Si llegarnos á tener hacienda , no solo re-
nacerá la confianza en las autoridades y
'empleados públicos, sirio que se aumen-
tará eI amor del pueblo á las nuevas
instituciones, al paso mismo que se in-
utilizarán los proleCtos de nuestros ene-
inigos. Cuando la hacienda está bien mon-
tada , se "disminuye el número de los
descontentos , reyna la . paz interior, y se
impone respeto á los *e...traños. Donde hay
hacienda pública no son frecuentes las
piraeiones, y el congreso puede estar se-
guro de que. evitará muchas de ellas con
solo anunciar en sus primeras deliberacio-
nes que su objeto es el de dedicarse prin-
cipalisimamente á. ponerla en el camino de
que prospere y florezca.


No hay que desanimarse porque hayan
salido fallidós los primeros ensayos; pues
estos se irán rectificando con el tiempo y


371
•con el auxilio de la esperiencia. Debe con-
tentarse 'el.. congreso con Mirar este nego-
cio en grande y .


de un modo verdaderamen-
te legislativo; esto es, sentando las prin-.
cipales bases y los principios generales con


, que debe regirse la admiaistracion, y aban-
donando al cuidado kiel poder ejecutivo to.
'dos los pormenores accesorios y reglamen-
tarios que . tan frecuentemente complican y
lle gan á inutilizar Lis mas sabias rosolu-bi
¿ludes.


leo se crea equ.ivocadaniente que esto
es aunienta: el infinjú ni la autoridad dél
poder . :ejeentivo, sino.


'que al contrario es
aumentarle el trabajo y buscar acaló . el uni-
co medio seguro para que no se queden
sin ejecucion las previdenbias benéficas de


Corcel. Tiempo F yv de (pie nos eofis
venzamos .de que el 'crédito nacional no se


-mejora ni se consolida con teorias'brillan-
ies, sino con resultados ciertos y seguros.


Esperemos pues qué el congreso em-
prenderá : la marcha' niageáinosa que con-
vierre'álbs representantes de una gran na-
cionU ni . cual solo ha perdido algún tanto
de str poder y de su gloria por haber-se
mirado con tan criminal abandono los ne-
gocios de la hacienda' pública.




37 2


Espíritu, doctrinas y principios del ,
Espectador.


El público entero es buen testigo de
que el Censor jamas ha entrado en lid con
otros periodistas, sino provocado por ellos.
El público sabe que ha despreciado cons-
tantemente los dicterios con que desde su
publicacion le han estado regalando todos
aquellos á quienes era incómodo que hu-
biese en la capital un periódico consagrado
á combatir la anarquia , á impedir que
la libertad degenerase en licencia , y á
consignar en .todas sus páginas los prin-
cipios tutelares del orden. El público sa-
be tambien que cuando se ha visto preci-
sado á rebatir las calumniosas imputacio-
nes con que sus enemigos procuraban des-
acreditarle , lo ha hecho prescindiendo
siempre de las personas de los acusadores:
ha vindicado sus doctrinas y ha comba-
tido las opuestas, pero respetando la con-
ducta pública y privada de sus adversa-
rios. El público sabe finalmente que siem-
pre ha entrado con repugnancia en estas


373
contiendas , porque sus redactores estan
muy convencidos de que no sirven ge-.
neralinente para ilustrar á los lectores sino
para injuriarse los combatientes. Y de es-
tos hechos deberá inferir el público que
si el Censor entra hoy en guerra abierta
con el Espectador, es porque este con sus
provocaciones le pone en la desagradable
precision de decirle verdades amargas con
que , hubiera podido confundirle desde que
empezó á publicarse esa jacobínica rapso-
dia , cuyo objeto no se ocultó á ningun
hombre de buena fe desde que se publi-
caron los primeros números. El Censor sin
embargo habia tenido la prudencia de di-
simular, y contentandose con predicar por
su parte doctrinas puras, sanas, filosóficas
y verdaderamente liberales, se Babia abs-
tenido de ir notando uno por uno todos
los principios subversivos que el Especta-
dor ha ido insinuando cautelosamente pa-
ra estraviar y corromper la opinion y pro-
porcionar el triunfo de la faccion que le
sostiene. Alguna vez en sus respuestas ha
hecho alguna ligera indicacion ; pero por
amor . á "la - paz ha omitido siempre lo mu-
cho: qué en cada ocasión: se le ofreció so-
bre el espíritu y tendencia de ese . minen-




374
(bario papel. Mas ya que sus editores se
han empeibdo en apurar la paciencia de
los del Censor , se hace indispensable.pre-
sentar al público no la serie entera de_sus
perversas doctrinas, sino una ligera mues-
tra, para que cotejando!as con las con-
signadas en el Censor, decida su incorrup-
tible opinion quién es de ambos periódi-
cos el que le ha dicho la verdad, y quién
ha procurado inspirarle los mas peligro-
sos errores. Sin embargo, aun puestos en
esta penosa obligacion , no imitaremos á
nuestros adversarios : hablarémos del es-
crito, pero no de sus autores. Damos por
supuesto , reconocemos , confesamos, y en
caso necesario juraremos , que son, pues
ellos lo dicen , militares valientes, cinda-
danos virtuosos , liberales de primer' or-
den y aiíadiremos para mayor satifac-
cien, aunque su modestia lo reune , que
son sabios consumados en materias de
política y de legislacion ; pero sostenemos
y afirmamos, y vamos á probarlo, que en
su periódico se han enseñado principios
subversivos y doctrinas anárquicas; que
en él se ha eseitado al pueblo á que se
levante contra .1a. autoridad legítima, y se
tome la justicia por su mano-- que, se, ha


37
• defendido y preconizado la inobediencia
á las órdenes constitucionalmente espedi-
das por el gobierno; que se ,han presen-
tado como heroycas las resistencias que las
Cortes han condenado ; que se han pro-
curado cohonestar los motines , los desór-
denes y atentados de toda especie, atribu-
yendo siempre al pueblo lo pie era obra de
un pilado de facciosos, y que se han hecho
á la causa de la libertad otros muchos da-
i)os que resultarán de las citas. Para
probar estas aserciones no necesitarnos ir
examinando uno por uno todos los nú-
meros de tal periódico : esta obra seria in-
terminable , porque fuera de las sesiones
de Cartas y noticias de oficie , acaso no
hay un párrafo eñ que no se pudiera cri-
ticar alguna espresion : nos limitaremos á
entresacar alguno que otro pasage segun
que la casualidad nos los presente al re-
correr taxi preciosa coleccion. Pero antes
en obsequio de los lectores que no lo se-
pan, indicaremos el motivo 'que nos obli-


.


«a á entrar en esta Odiosa contesta-
cion.


Nuestros lectores no habrán olvidado
que nese tresheMos combatido impertcrrita4
mente contra les fautores de la anarquía; que




376
hemos desaprobado las


-conmociones po-
pulares con que se ha turbado ó procu-
rado turbar el . orden en varios pueblos,
en varias ocasiones, y con diversos pretes-
tos; que hemos tronado á su tiempo con-
tra la desobediencia de Cadiz , Sevilla y
Murcia; y que por el contrario el Espec-
tador ha sido el defensor de cuanto no-
sotros impugna bamos. Nuestros lectores han
visto que las Cortes, el consejo de esta-
do y el gobieno han anatematizado en ter-
mines espresos las doctrinas anárquicas
del Espectador y demas papeles de su
clase, y que al contrario se han procla-
mado altamente en la tribuna nacional los
principios consignados en el Censor, de
este periódico tan odiado de los jacobi-
nos , porque es el que ha preservado á
la España de la anarquia revolucionaria, y
el ónico ó á lo ,menos el primero que
anunció. la existencia de una faccion ul-
tra-liberal, quitó la máscara á sus agen-
tes y auxilió í,d gobierno para combatirla
y desarmarla. Nuestros lectores habrán ob-
servado tambien que conten tos nosotros eón
que hubiese triunfado la causa de la razon y
del orden, nos hemos abstenido de recriminar
á nuestros contrarios para que nunca pudiesen


377
decir que atizabamos el fuego de la dis-
cordia. Pero como el odio que engendran
la vergüenza , la confusion, la derrota y
la vanidad humillada no se estinguen
facilmente , esta generosidad , prudencia
y delicadeza nuestra no han servido mas
que para irritar el orgullo de los Espec-
tado res , y á la primera ocasion que se les
ha presentado, ó ellos han traido por los
cabellos, han vuelto , como dicen , á la
carga; y ya que no pueden recoger tan-
tas prendas de jacobinismo como tienen
soltadas, procuran distraer la atencion del
público, tergiversar las cuestiones y ha-
cernos odiosos, á ver si por lo menos con-
siguen aburrirnos ó intimidamos para que
dejemos de escribir, y quede el campo por
suyo. A este fin hablando en el número
3o4 ( dia 1 2 de febrero) de una procla-
ma servil, y queriendo probar que existe
en Madrid una Junta directora de la rui-
na de la nación española , añaden: « que
en Madrid es donde se ha preparado es-
ta ruina, dividiendo la opinion por me-
dio de dos periódicos intitulados Censor é
Inzparcial;:» y citando en nota el dictamen
de una comision de Cortes, cuyas pala-
bras convienen mejor al Espectador y de-




378
mas periódicos de su laya , pues él ha
sido en efecto , como se verá , el que ha
reproducido ó inventado toda semilla de desor-
den y anarqui a , concluye con esta abso-
luta : « Todo el mundo sabe ya la negra
combinacion que hay contra la libertad en-
tre un Censor y un Imparcial que dicen:
toda la España está llena de anarquistas;
y un Zurriago que contesta : nosotros per-
tenecemos á esos anarquistas.» Esto dice muy
gravemente el gravisimo Espectador; y aun-
que semejante sandez no merecia mas res-
puesta que soltar una carcajada ; ya que
cl Imparcial se ha dado por entendido,
diremos tambien en cuanto al Censor que
este periódico, no lo negará ningun hom-
bre de buena fe, no solo no ha dividido
la opínion, sino que ha formado la que
después ha sido proclamada como la opi-
nion del congreso , la opinion nacional,
la opínion de la sabiduria ; y que lejos de
coligarse con nadie para destruir. liber-
tad, es el que ha reconciliado con ella á
mucl_os de los serviles , haciendoles ver
que la libertad no es la licencia, no es.
el desorden , no es la desobediencia , no es
ja rebelion : cosas que el Espectador ha
estado llamando patriotismo , heroycidad


379
y gloriosa resistencia , hasta que la deei-
sioe de las Cortes le hizo ennudecer. Ade-
mas el Censor no ha dicho nunca , y sino
cítense sus palabras testuales : toda la
España está llena de anarquistas :» al con-
trario, ha dicho y repetido michas veces
que su 71 t¿InC1 .0 era corto, pero temible por
su audacia y que estaba reducido á la
k'aceion que. en todos tiempos y en todas
partes forman siempre la inmoralidad , la
corrupcion , el vicio , la pobreza , la ma-
la educacion , en suma la hez de la so-
ciedad y la canalla hambrienta r de riquezas
contra todo sistema de orden , respeto a
la.autorldad y sumision á la ley, y ,contra
todo lo que sea virtud, decoro , honra-
dez, riqueza, talento y saber. Y ahora aña-
de , que si el Espectador toma la defensa
de semejante faccion , él verá qué título
habrá de merecer en el concepto de los
hombres virtuosos y verdaderamente pa-
triotas.—Esta sencilla esplicacion bastaria
si el Espectador no hubiese repetido sus
acusaciones ; pero como en los dial si-
guientes ha estado vomitando las mas atro-
ces injurias contra los redactores del Cen-
sor y del. Imparcial , y ha tenido . la irri?.
prudente osadia de provocar al examen'




.1••n11,-


38o
de sus doctrinas y principios, nos ha pues-
to en precision de aceptar el desafio. Ven-
ciendo pues la repugnancia que teniamos
á revelar al mundo su vergüenza, y á cu-
brirle de ignominia , daremos la ligera
muestra que hemos prometido de sus má-
ximas desorganizadoras y antisociales con-
vidandole á que haga otro tanto con el
Censor , para que se vea de qué parte
estan el juicio, la sensatez y el verdade-
ro liberalismo , y de cuál el furor revo-
lucionario, la imprudencia y el mas des-
carado jacobinismo. Volvemos á protestar
que no lo hariamos, si no se nos hubie-
se puesto en esta triste necesidad. — Em-
pecemos.


Número 4 , pág. 14, lín. 2, hablando-
se de si hay bueno ó mal espíritu en el
clero, se concluye con esta bellisima após-
trofe: ¡Ministros del altar ! ¿ qíié es esto?
¿Qué demencia y estravios son los vuestros?
¿A dónde vais con tanto arnés? Teneos y es-
cuchadnos. ¿ Os armais en defensa de la re-
ligion Aprendedla antes. ¿Es por vuestra
011a? Creednos: la vuestra está segura na-
die la codicia. ¿ Es porque no sois iban res-
petados, tan mimados como antaño? Tened
paciencia: ya no hay tantas tinieblas co,.


381
mo entonces. ,;Os empeñais á todo trance
en conseguir la palma del martIrzo ? En es-
te caso nada respondernos: tal vez la en-
contrareis , tal vez.. .. ¿Quién Sabe?» Pre-
guntamos ahora nosotros: ¿ se amenazaba en
Francia en 5792 al clero con la persecucion
en términos mas positivos? ¿Y es buen mo-
do de hacer amables las nuevas institucio-
nes á la clase mas respetable , mas podero-
sa y mas temible del estado, amenazarla
con los cadalsos y hablarla de la palma del
martirio en un sarcasmo tan feroz, bárba-
ro y sanguinario ? Pues asi es como el Es-
pectador empezó á reunir la opinion que el
Censor estaba dividiendo.


Mismo número, pag. 15, colum. La «Los
grandes nos parecen grandes ; porque es-
tamos delante de ellos de rodillas.... Pues
bien, levanternonos.» Hé aqui fielmente tra-
ducida la divisa de los niveladores france-
ses : hé aqui el epígrafe de los periódi-
cos revolucionarios: hé aqui la voz á la
cual se levantó el populacho de Francia
contra todo lo que en aquella nacion labia
(le grande, de augusto, de respetable y de
sagrado. ¿ Se quiere que haga lo mismo el
populacho español? La invitacion ó provo-


_ cacion no puede ser mas terminante y




e


1


'38a
enérgica. Tiagamos otra rellexion. Conceda-
mos que en Francia fuese disculpable y aun
necesario este levantamiento para hacer la
'revolueion; pero si entre nosotros está ya
hecha, si no hay grandes ni miteilos , si
'somos todos iguales, ¿contra quiénes nos
liemos de levantar ? Ah! jacobinismo , ja-
cobinismo! eres como el lobo de la fábu-
la. Por mas que te cubras con piel de ove-
ja , tus ahullidos dan á conocer quien eres.
Mucho habria que decir sobre el artículo
á que sirve de exordio el citado epígrafe;
yero ya hemos insinuado que si hubiesentos
de copiar y comentar todos los pasages sus-
ceptibles de observaciones, seria menester
escribir muchos volúmenes.


Número pag. 59 , col. 2. a Se habla al
parecer, de que los periódicos deben ha-
blar la verdad é ilustrar la opinioii , y se
dice entre otra, lindezas: “el .gobierno , las
Cortes, los liberales estamos. en el caso
de no perder de vista los medios (de
consolidar el sistema) por' fuertes y singu-
lares que parezcan t se acabó la lenidad :
esta virtud ha de remplazar un espíritu pú-
blico que hasta ahora no hemos-conocido.»
¡Bravisimo! ¿Conque se acabó la lenidad, y
no una lenidad tal vez reprensible, sino la


383
lenidad virtud? ¿Lo quieren ustedes mas
claro? ¿Se puede predicar el terrorismo en
términos mas espresos? ¿ Y puede haber
un medio mas eficaz de consolidar el sis-
tema,: reunir la opinion , y ganarse las vo-
luntades ?


Numero 7.°, pag. 2 7 , col. 2. a En esta y
parte de la siguiente hay un artículo sobre
el espíritu público que parece está escrito
por Marat. Todo él es una serie de absur-
dos , ;le errores capitales, de contradiccio-
nes.pahnarias y de principios jacobínicos;
peto para muestra basten estas cuantas fra-
ses: Para que un , pueblo ame sus ins-
tituciones, no necesita ni bajeles, ni cana-
les , ni .


riquezas, ni los preciosos metales
que produce el nuevo mundo.» Qué duda
tiene! Lós . eafres y los Iroqueses aman sus
instituciones aunque no: tienen ninguna de
esas bagatelas. Y á la verdad ¿ para qué se
necesitan ? En habiendo .


espíritu público...»
¡Pero' desdichado Espectador! ¿Qué espíritu
público quiere que haya en una naeion civili-
zada, si no tiene ni bajeles , ni canales, ni ti-


.


piezas metales preciosos P Cómo ha de
amar ningunas instituciones en semejante eS-
tado de pobreza y nulidad PPara que nadie
dude de la identidad de estacláusula con las




384
vociferaciones anárquicas de los jacobinos
franceses, recordarémos un dicho del jaco-
binísimo Cambon en la convencion nacional.
Se trataba de una de las muchas creaciones
de'nuevos asignados ; y quejandose el orador
de que la gente no los recibiese á la par,
y declarando por un acto de servilismo el
preferir el oro y la plata á un pedazo de
papel desacreditado, añadió en el tono de
aquel tiempo : «ya luego haremos una ley
para que esos metales, origen de corrup-
cion y de vicios, vuelvan al seno de la tier-
ra de donde nunca debieron salir: tenga-
MOshiez ro y patriotismo, y nada necesitamos.»
Hubo sin embargo la fortuna de que la ley
no se dió, y los franceses , aunque escon-
dieron y enterraron su oro y su plata pa-
ra mejor ocasion , no los volvieron á las
minas de donde habian salido ; que si lo
hubieran hecho, hace ya tiempo que su
nacion hubiera sido borrada del mapa po-
lítico de Europa. Y por fortuna lo mismo
sucederá entre nosotros; porque S pesar
del Espectador , los españoles amarán mas
y mas sus instituciones á medida que estas
les proporcionen mas bajeles , mas cana-
les, mas riquezas y mas metales del nue-
vo mundo. 2.a «Los temores de un abuso


385
ron :mas funestos que el abuso mismo. Mas
vale en esta crisis ( < 1


qué crisis? d que,nue,
va. crisis es esta ? Nuestra crisis política la
creiamos ya pasada) que los españoles ne-
cesiten de freno que de espuela ; y cien
grados de esceso de la línea de la libertad
son preferibles á uno sólo de timidet ; de
irresolucion y. -de apatía.» Hasta aqui' se
Babia creido que un solo grado que se pa-.
sase de la línea de la..


.libertad , slentraba ya
en el pais .de la licencia ; pero nuestro Es,
pectador no se contenta con que el esceso
sea de un grado; aunque llegue á ciento,
estos cien grados de licenciason rara él
una bagatela. Y luego dirá que no es ultra-
liberal. 3.a «Los sistemas mas sabios de ha-
cienda, de legislacion , de marina , de ejér,
cito, de industria no la salvan (á la patria).
Las.luces son muy útiles: las virtudes, el
valor, el desprecio de la muerte son mas
necesarios. Mas voluntad y menos ciencia.
Mas fueg, o en el corazon y menos discursos,
de academia.» Quién al leer estas cláusu,'
las no se figurará que está oyendo uno de
los vandálicos discursos con que resonaba
la , tribuna de la convencion en 1793? Con.
que los sistemas sabios de hacienda, de le-
gislacion, de marina, de ejército, de indas-


TOMO nv. 25




1'86
tria etc. no salvan á las naciones? Pues
lqué las salva ? ¿Conque «mas voluntad y
tnenos ciencia, mas fuego y menos discur-
sos de academia?» He aqui precisamente lo
que respondió Robespierre á los que inter-
cedian por el desgraciado Laboissiere: «la
república no necesita de químicos.» Hé
aqui lo que se articuló para proscribir á
Condorcet , que no se querian sabios - aca-
démicos ,- sino virtuosos sansculotes , ó sean
descamisados: voz, entre paren tesis , que
el Espectador usó•el . primero en su m'ne.,
ro a95, hablando de los cincuenta que gri-
taron ..el 'dia de san Rafael'; aunque des-
pués el mismo Espectador y los otros dia-
ribs tiagalistas han querido atribuirsela al
Censor y al Imparcial. Registrense estos
dos últimos periódicos , y no se hallará
dado semejante epiteto á: nuestros sanscu-
lotes hasta pasado el 26 de octubre , •en
que se •tornó del Espectador. 'Lo mismo de-
cirnos de la espresion gorros colorados, cu-
ya . invencion. nos achacan. No fuimos no-
sotros ni 'fue el Imparcial los que primero
la:usamos ; fue el.CoiTco constitucional: ae-
cuetdese el Espectador de lo 'que lé dijo
con este motivo. Volvamos á nuestras citas.


Numero 15, pag• 59, col. r.a Se habla


387
de los jueces que entiendan en causas de
conspiracion; y aludiendo á la espada de
la justicia, se dice: «desnuda se la entrega
la nacion, desnuda y afilada para vengar
los ultrages que reciba. ¡Ay si temerosos
de correr los riesgos personales que trae
consigo la severidad , contemporizan con
los Malvados/ ¡Ay si creyendo columbrar
en el porvenir la fantasma de una reaccion
completa, acarician cobardemente al servi-
lismo y ostigan á la inocencia! Alzariase
tremenda la venganza popular á romper en
sus mismas manos la espada que no debió
nunca honrarlas , y armada del puñal siem-
pre horroroso , estraviada tal vez por la
indignacion , tal vez impelida por el temor
de inutilizar sus golpes si izo los generalzza-
ba , precipitariase, como acostumbra, á mad
nera de torrente que todo lo atropella, y
al son de las pasiones encontradas recorre-
ria con lastimosa rapidez todos los térmi-
nos del . .furor.» Aqui se amenaza á los jue-
ces con la venganza popular, es decir , del
populacho, porque la parte sana del pue-
blo .nunca ha ejercido por sí misma seme-
jantes venganzas, aunque vea una injusticia
manifiesta. En este caso clama contra ella
y recurre á quien puede remediarla; pero




388
jamas se precipita armada del puñal ni so-
bre el juez ni sobre nadie. Y aunque el Es-
pectador desapruebe la venganza -4d.e ma-
lamente llama popular, todo el mundo co-
nocerá que fue por lo menos mucha im-
prudencia tocar esta tecla , hacer esta atne
naza y escitar en el populacho ni siquiera
la idea en un dia (era el 20 de abril) en
que se estaba viendo é iba á sentenciarse.
la causa del desgraciado Vinuesa-Hacemos
á los redactores del Espectador la justicia
de creer, que mas de una vez se habrán ar-
repentido de haber escrito estas cláusulas
en tan críticas circunstancias; pero. no po-
demos menos de notar la coincidencia pa-
ra que se vea cuán peligroso es recordar
al populacho, y aun si se quiere al pueblo,
que puede abusar de su fuerza y tomarse
la justicia por su mano. A los cinco dias
de hecha esta amenaza se realizó:en un reo,.
y estuvo para realizarse eu un juez. Esta
reflexion adquiere mas fuerza con la si-
guíente.


Notorios son á todo el mundo los albo-
rotos que hubo á fines de la última pri-
mavera en varias ciudades , en las cuales
pidieron y obtuvieron los alborotadores
la _deportacion arbitraria, ó el _destierro


380
ilegal de varios ciudadanos á pretesto de
que no eran adictos al sistema. Y bien : es-
ta providencia que luego han desaprobado
el gobierno , las Cortes , y lo que es mas
la indignacion universal, fue propuesta é
indicada por el Espectador en su núm.
pag. 67, col. 2. a


(dia de mayo). Se ha-
bla de los medios de sostener el régimen
actual contra los esfuerzos de sus enemigos,
y despues de otras expresiones sobre las
cuales no faltaría que decir, se añade:
»Jesucristo , vivo ejemplo de virtud , de
paciencia y moderacion, arrojó del templo,
ardiendo en santa cólera, -


á los que le pro-
fanaban haciendole servir de teatro - á su
intereá. La sociedad es un templo elevado
á la tranquilidad y seguridad de los hom-
bres : infames publicanos profanan su san-
tidad, huellan sus leyes, atentan á su li-
bertad ; y no contentos con arnenazarnos
con el puñal y los suplicios , descarada-
mente alternan con nosotros, provocan nues-
tra paciencia, insultan nuestra modestia
y pretenden optar á las gracias destinadas
á.:los defensores de la patria. ¿Y habrá quien
sostenga todavia que es faltar á la justa-
eia que miramos como nuestra mejor
divisa , que evitando males de que_ al




396
Francia nos ha :ofrecido tan terribles ejem-
plos , precavamos seguir sus huellas se-
parando á hombres cuya enemistad es ir-
reconciliable y que jamas . pueden tran-
sigir con los que han arrancado de sus
manos el cetró de hierro que nos opri-
mía. » Y para qué no se dude de qué cla-
se de separacion se habla , y no se piense
acaso que se trata de una separacion le-
gal por medio de sentencias judiciales, se
dice mas abajo: « energia en las Cortes....
y espurgacion de los malvados que como ta-
les designa la opinion publica, son. sufi-
cientes medios para desvanecer cualquie-
ra tormenta ect.» El pasage es tal que me•-•
rece algunas observaciones. . a El ejemplo
de Jesucristo no puede estar mejor apli-
cado, ni ser mas convincente. Ya se ve:
si el señor echó del templo á latigazos á los
que le profanaban, ¿ por qué nosotros los
adietos no hemos de echar tambien dela- so-
ciedad sin forma de juicio á los que se
nos antoje que son profanos ? 2.a En dee-


. to el remedio de las espurgaciones y ,de-
portaciones es . el mas eficaz de precaver
los males que afligieron á la Francia s por-
que ya se sabe que en esta no hubo es-
purgaciones ni deportaciones , y aun eva-


391:
coadones abundantes, que si las hubiera.
habido, otro gallo la cantara. ¡ Ilusos ! esas
arbitrariedades , esas proscripciones , esos
castigos atroces , ese terrorismo , ese ri-
gor que echais de menos fueron precisa-
mente la principal causa de los males de
la Francia. 3.a « los malvados que como ta-
les designe la opinion pública.» ¿ No nos
baria usted, señor Espectador, la gracia de
decirnos cuándo los gritos de los vOcea-
dores que pidan la espurgacion de este
ó aquel individuo, será la espresion fiel
de la opinion pública ? No pudieran sus
Voces ser el eco de la venganza , de la en-
vidia ú de otra pasion ? Y prescindiendo
:del motivo, ¿cuántos han de ser en eadá
pueblo los que pidan la espurgacion pa-
ra que su clamor pueda tenerse por la
opinion general ? Y aun cuando los que
-pidiesen aquella fuesen la mayoria de los
habitantes de un pueblo, ¿ seria justa la de-
portacion decretada sin formacion de cau-
sa ni tlecision judicial'? ¿ Son estas doc-
trinas constitucionales ?


Número 21 5 pág. 84 , col. 2:a • Hé aqui
los términos en que el Espectador anun-
ció al público el asesinato de Vinuesa.
« Hoy como á • las tres y media de la ,tar-




á


de , mientras estabamos momeando , esti-
ba el señor Vinuesa ¡alma de Dios ! su-
friendo un soponcio bárbaro que le tras-
ladó repentinamente al barrio de la ver-
dad , sin saber leer ni escribir. La mili-
cia buen fuego hizo contra los soponci-
facientes,; pero cuando ha de llover de
todos vientos llueve. Ahora que está el
buen hombre descansando en el señor , el
señor cuidará de enviarle á cumplir los
diez años que le decretó el señor Arias;
porque en el otro mundo diz que hacen
justicia seca sin las contemplaciones que en
este nos hacen cambiar la veleta segun el
viento que corre. Por eso sus amigos han
tratado de apelar á la audiencia del ter-
ritorio celestial. Buena moza llevas , Pe-
'dro : ella lo dirá.» Esto no necesita de
comentario, y nosotros ni aun recorda-
riamos esta bufonada de caribe , en que
á la par se ultraja á la humanidad y á la
religion: bufonada de que sin duda se ha-
Irán horrorizado despues los redactores
del Espectador, en cuya insercion acaso
no tendrian parte varios de ellos, si des-
pues no hubiesen dicho que ellos desa-
probaron el horroroso atentado de que se
trata, y que este fue obra de los serviles;


393
porque sobre estos dos puntos es menes-
ter que se conozca la verdad.


Es cierto que habiendo sabido el Es-
pectador el horror con que habian leído
las personas sensibles su in,9ertinente y
bárbara bufonada, insertó al dia siguien-
te un articulo en que desaprobó aquel he-
cho ; y si se hubiera quedado aqui , noso-
%ros no le echariamos en cara el anterior;
pero como añadió otros dos párrafos,
por mejor decir tres, en que quiso to-
davía disculpar aquel horrendo crimen ,
á lo menos atenuar algun tanto su gra-
vedad, y con este motivo se sentaron prin-
cipios que no pueden pasar , y se confesó
francamente lo que despues se ha queri-
do negar, á saber , que los matadores de
Vinuesa fueron liberales y de los que se
llaman exaltados , se hace preciso copiar
aqui dichos tres preciosisimos parrafitos.
Dicen asi :


«Clave mímica grave del 5, que no se
puso por falta de lugar.


«Si la opinion del mayor nUmero es la
reyna del mundo ; si esta da la ley á todas
las naciones , y si esta ley es justa por
provenir de un origen que lo es., noso-
tros que tenemos una opinion dominan,




394
te y una ley dada por ella, debemos afir-
mar que esta ley es justa, porque la opi-
nion lo es; y no puede dejar de serlo, ten-


diendo corno tiende á la conservacion de
los derechos que aseguran nuestra liber-
tad, nuestra independencia, nuestra segu-
ridad y nuestro engrandecimiento.


.Ahora bien: esta opinion de la mayo-
ría que es la base de la justicia , ha con-
denado desde un principio al presbítero
Vinuesa, como trastornador de nuestra ley
fundamental, y de consiguiente, como per-
turbador del orden público y enemigo de-
clarado de su patria y aun de la especie
humana. Esta opinion pues le forma cau-
sa, le condena á muerte ignominiosa , le
mata , y le sepultaria en el Leteo si posi-
ble fuese , para que pereciese hasta su odio-
sa memoria. Sin embargo el señor Arias,
juez de primera instancia en esta capital,
le aplica (no sé por qué) la pena de diez
años de presidio " " 1 " 11 " ! ¿Se insultará
despees al pueblo si toma la justicia por
su mano? Y ¿se quiere que deje de to-
marla? ¡Jueces! consultad la opinion
bre ella estriban las leyes: estas


. nunca


pueden ser mas que la espresion de aque-
lla. Si faltais á la opinion , ya no obser-


395
vais las leyes; y si no observais las leyes,
¿cómo llenan; vuestro deber sagrado?... Y
¿sois imparciales?... ¿considerais á todos co-
rno iguales ante la ley?... ¡Jueces! obrad
como querais; más cuando caygatin rayo
sobre vuestras cabezas , ved á quien de-
beis culpar Y ¿quién saldrkresponsa-
ble de las resultas de esa sentencia tan
inesperada, tan sorprendente, tan inaudita,
tan P No seré yo. ¡Av! este no es el ca-
mino para salvar la patria. No lo es, no.
El poder judicial se- ha empeñado en per-
dernos por la mayor parte. Algunos ma-
gistrados de la última época se han colo-
cado en loe. cimientos del edificio social
para sostenerle; pero ¿cuántos se han co-
locado en el alero para derribarle?... ¡Con-


* sejo de estado! ¡Córtes! ¡fijad sobre ellos
vuestros ojos!


(ddicion del 6.)
«¡Bendito sea el señor , siempre justo,


siempre inexorable!!! Al acabar de escri-
bir estas líneas, recibimos la noticia de
que una gvan porcion. de ciudadanos, ins-
trumentos sin duda del juez supremo de
los jueces , se ha presentado ante la car-
ee' de corona, donde estaba arrestado el',
infeliz Vinuesa. Esta reunion de hombres




3g6
libres, de hombres entusiastas por sus de:.
re.chos , parece ha penetrado hasta la ha-
bitacion del malhadado presbítero, á pe-
sar del fuego repetido y graneado de la
milicia nacional que le custodiaba, y que
ardiendo en santo fuego (acaso escesiva-
mente activo), sacrificaron en un momen-
to aquella víctima, debida de rigorosa jus-
ticia á la vindicta pública. Y ¿ qué se
ha de hacer?


Yo lloro amargamente
este medio de desagraviar , á la justicia;
pero la justicia estaba agraviada , y sus
ministros en nada menos pensaban que en
satisfacerla: ¿quién lo 'labia pues de ha-
cer?




o iJueces! vuelvo con nuevo ardor á con-
juraros. Vosotros sois los ministros de la jus-
ticia ultrajada : si vosotros no la vindicais,
¿quién quereis que lo haga? El pueblo. El
pueblo que siempre es justo en su objeto,
aunque no siempre lo sea en los medios de
llevarle á efecto. Pero ¿es el pueblo ó sois
vosotros los responsables de tales esce-
sos?.... Responded de buena fe, y conven-
ceos de que mientras no seais una ima-
gen del tinos y Radamanto que los anti-
guos nos presentaron , el pueblo tomará
de su cuenta la satisfaccion de la justicia,


397
.


y tal vez sereis vosotros mismos una par-
te integral del saciificio. Ahorrad al pue-
blo esta necesidad : ved que lo es ; pero
que puede traer tras sí consecuencias de-
masiado funestas. ¡Alerta, jueces , alerta!!!!
E. 11.
• • «Nota de nota. Sabemos que ha habi-


do gentes tan azucar-en-punto en esto (le
cempasion y de piedad, que se han escan-
dalizado de la nota que con el título de
rnómica se puso en. nuestro número ante-
rior, sobre •la desgraciada muerte del malo-
grado don Matias Vinuesa. Sentimos haber
dado lugar 2i este escándalo, por la condes-
cendencia de admitir- , una nota remitida,
que por su título se creyó siu duda parto
de; los editores sin tener nada con ellos.
Pero no podemos menos de advertir que
la:.idea del autor no fuela de burlarse de
la agena desgracia que siente acaso mas
que • esos beatos escandalizados, sino la de
avergonzar á los ejecutores de la ley que
en su aplicacion se consultan mas bien.ksf
mismos que á la opmion dominante 'de
mayoria. Si no acertó.á esplicar su concepto
culpese á su cabeza „mas no á su corazon,
y sobre todo á la premura (lel tiempo que
no le permitió siquiera recordar que toda=




3gg
via en España no estabamos libres de fari-
seos y párvulos que por malicia ó ignorancia
estan dispuestos á levantar polvaredas con-
tra los limpios de corazon , por si pueden em-
panar su brillo. El autor de la nota no mi-
ró á Vinuesa como sacerdote ni como. ciu-
dadano en aquel acto, le consideró solo co-
nm.un rro de estarlo, cuyo crimen, indul-
tado en todo ó en parte, era preciso que
produjese accion popular en el triste senti--
do que la produjo. Que se templen pues esos
señores : que se echen al coleto dos vase-
tes .de orchata ó de•limon; y crean en-
tretanto que el i'cotistki es tan español, tan
constitucional, tan blando de corazon,; . tan
amante .


del orden , tan católico-apostó.-
lico.;/;omano como todos ellos juntos ; y
maldita la gracia que se le :hace.=–..A.


Cuanto pudieramos decir sobre un 'pa-
sme tan termiriantel i, Qué larga filípica
pudieramos escribir!.Perobasten unas cuan-
tas relleiones.—Aq.ul, tenemos probado en
rcegla:n,A,,, el asesinato de Vinuesa fue jus-
to, porque al asesinado le condenaba- la
opinion••públical esta opinlon pública da
la ley- á las naciones:, y.-elta: ley es Justa.
Aqui tenemds dicho en, términos precisos
que nadie puede insultan-al pueblo por*


399
que le matase : aqui el eterno sofisma y
la suposicion jacobínica de que cuanto ha-
cen un paliado de facciosos lo hace el
pueblo : aqui la injuria ademas al pueblo
de Madrid de suponer que él fue el que
mató á .Vinuesa : aqui la distincion mas que
jesuítica de que el que aprobó su muerte
en la indecente bufonada del dia anterior,
no le miró como á sacerdote , ni como á
ciudadano, sino como á reo de estado:
aqui el suponer que á los reos de esta-
do se les puede asesinar indefensos den-
tro de la prision ; porque sino la distin-
cion jesuítica nada probarla. Aqui ame-
nazar de nuevo á los jueces si no fallan las
causas segun la que los furiosos llaman
opinion pública : aqui en pocas líneas se
hallan recopilados horrores que los mis-
mos jacobinos de Francia no se atrevie-
ron jamas á proferir y menos á sostener.
Degollaban á millares las víctimas en la
plaza , precedido • un simulacro ele juicio;
pero no aprobaban que se las asesinase
en las cárceles, ni escribian apologias de
estos asesinatos: aqui en fin se dice que
una rcunion de hombres libres , de hom-
bres entusiastas por sus derechos , ardien-
do en -un fuego, al cual -fuego ( aunque




4no
acaso escesivamente activo ) se le llama san-
to, sacrificaron una víctima debida de ligo.
rosa justicia á la vindicta pública. Ahora si el
periódico en el cual se han estampado se-


" mejantes atrocidades , ha hablado siempre
el lenguage de la verdad, de la razon y
de la filosofía ; si no ha insultado jamas á
la moral pública y á la humanidad, y ha
.inspirado siempre al pueblo ideas sanas,
juzguelo el público mismo y decidanlo sus
mismos apasionados.


(Se concluirá •)


ANUNCIO.
Algunos reparos á las Observaciones


sobre el sistema restrictivo y prohibitorio
de comercio, especialmente con referen-
cia al decreto de las Cortes de España de
z82o: opúsculo estractado por Juan Bowring
de los manuscritos del caballero Jeremias Ben-
thain , impreso en Londres en 1821 : tra-
ducido al castellano por uno de „los redac-
tores del Censor , é inserto testualmente
los números 74, 75 y 76 de dicho periódico.


Se hallará de venta en esta corte en
las librerias de Paz y de Antoran , frente
de las gradas de San Felipe, y en Bar-
celona, en la de Brusi, á 5 rs. vn.


EL CENSOR,
PERIODICO POLITICO Y LITERARIA


N.° 84.
oSABADO 9 DE MARZO DI: 022..


Rellexioneslsobre el crédito p tíbli,c,O; en
171T42, (I).


. J«0 es p.nAortó In mero, 40 papilAii.sts
4 , que especula aetualmen;xe;›5»,re el cré-
¿tito .de .la Francil.;;;todala.,gumpl, colo-
ca sus fondos: ,en „f.:1 ¡banco .0e <aquel ; „pais.
yl porque las..Fentas 4t eFranciazson
más.. baratas que ,lasódei. I ► glateria : el ho-
lanclés,„,,por! uso ,y.,pestAmbre antigua: el


que
se publicó 4 #aikó. iúa§ádo en 'étilYr:i'ciotivo de la
.venta de '11 ',-xnillones y medio: de floeos dé renr
tas


'
celebrada r pyesexioiEt de tódos. los Ministres.-


TOMO xiv. n6




4oa
italiano , por temor de las convulsiones
que. amenazan su patria, realiza sus ca-
pitales y los envía á Paris..El griego bus-
ca un asilo donde. conservar las reliquias
de su , fortuna ; y el,aleman , acostumbrado
á seguir el impulso general, pone su di-


. nero en Francia . por imitacion.
Sin embargo, los franceses mismos, des-


confi.u) do de los recursos de su país, no
juzgan del crédito y valor de las rentas,
sino por el concurso de los estrange-
ros. Esceptuatido la capital 'y las ciuda-
des de comercio,. en "lbs denlas pueblos
hay una preocupacion bastante general con-
tra las acciones del haleel y es muy difi-
cil encontrar en las poblaciones mediterrá-
neas quién las cambie, ó presté sobre.ellas.
Cuán dominante sea 'esta • preocupaciOn leo
-prueba 'el siguiente hecha: ¡5 por xoo
consolidado da caiHini .


AT'POrloo de
interes , y, las mejores- tierras no prOdu-
"Cen mas que un 3 por toó."Esta diferen-
cia 'Muestra- la aversion de la' clase 'agrí-
cola- á—los:-e-fectos. públicos.;._ pues. aunque
es necesario,. que estos produzcan -un in-
teres superior: al de las tierras , atendido
-al riesgw :de:


la baja que inipediria alipro-
Petarid qeéinhfolSár todo su "'Capital ;' sin


4o3
embargo esta diferencia no puede llegar
á ser el doble del interes.


Otro motivo , hay para aquella ayer.
sion ; y es la ignorancia casi general acer-
ca de la naturale7a y usos de las rentas
públicas. En las ciudades pequeñas no se
conocen mas riquezas que las tierras, las
casas , las producciones de industria agrí-
cola y fabril : no se sabe que el 5
por xoo es la renta de un préstamo hi-
potecado con todo el capital de la Francia.


No se debe pues estrafiar que el valor.
de los efectos públicos sea menor en Fran,
cia que en Inglaterra ó. los Estados-unidos.
En estos paises la ínscripcion•es una verdades-
ra moneda corriente y preferible al oro
á la plata, porque gana un.interes por so
lo el trabajo de poseerla;:; en Francia:, as:
acciones circulan entre un corito ,número de
personas.


Y sin embargo, el crédito real, es de-.
cir, , la .confianza que los :comerciantes há-
biles y ricos tienen en' as acciones de ban.
co , es tal, como lo manifiesta la renta de
los 12 millones y medio .en agosto pasado;:
Todos los ministros estaban presentes : el
de hacienda dejó sobre la mesa un pliego
cerrado que contenía el precio mínimo, ha-




404-
jando del cual, no se admitian sumisiones,¿
Despues llegaron los gefes y representan-
tes de cuatro compaiiias, y pusieron sobre
la mesa. en pliegos cerrados sus respecti-
vas sumisiones. Cuando el ministro iba á
abrir su pliego para „anunciar el.mbzimo,


Rotschitd y compañia pidie,
ron que no se. leyese , sino despues de vis-
tas las sumisiones, y solo. en el caso de
que el ministro declarase que no las ad-
initia. Las (lemas compañias pidieron lo
mismo. Sus ofertas variaron desde 85 fr. y
55 c. hasta 84 f. 2 c. +; es decir, la mayor
diferencia fue de.r. fr. y 52 c. ÷. Adjudica-


,


ronse las rentas al ;mayor postor, y el mi-
nistro vendió sin Amber tenido necesidad
de .-inanifestar.el precio que él quería dar
á las acciones ; es..decir, que la compañia
compradora crió . mas precio, y por tanto
tuvo mas confianza en el crédito público
que la que exigió el: gobierno.
• Algunos dicen : « quién nos asegura
que las rentas contra el estado no sufri-
rán otra reduccion como la 4,1 797 , que
fue de dos tercios?» Estos temores son hi-
jos de la ignorancia. Una bancarrota de es-
ta especie no puede verificarse , sino don-
de la hacienda pública está dilapidada y


lto5
desordenada, y 'es imposible donde la ca-
ja de amortizacion estingue progresivamen-
te las rentas.


Todas las circunstancias son favorables
al crédito de los efectos públicos. Las obli-
gaciones de España que se negocian so-
bre Paris, serán muy estimadas cuando
adquiramos la .fuerza- que nos prometen
nuestras instituciones. Las de Nápoles son
un efecto muy espuestO , por el estado de
oscilacion á que se ha reducido el reyno
de los dos Sicilías.


En todas las grandes ciudades de Fran-
cia se abren en la actualidad bancos de
economia, donde las gentes trabajadoras
depositan sus pequeños y sucesivos ahor-
ros, lo que les trae tres utilidades incal-
culables. 1. a La de encontrarse en breve
tiempo con un capital aglomerado., que les
sirve para ocurrir á desgracias ó gastos im-
previstos , ópara establecer alguna especie
de industria mas lucrativa que sus, bra-
zos , : 2. a la de proporcionarles un interes
que aunque pequeño al principio se ha-
ce considerable en progresion geométrica:
3.a y en nuestro entender mas principal,
acostumbrarlos á la esperanza de mejorar
de suerte algun dia y apartarlos de los vi-




4o6


rtcios en , que los trabajadores COTISUMe
por lo comun los días de fiesta el resi-
duo de su trabajo por no tener medios de
emplearlo con utilidad, ni aun de guar-
darlo.


¿Cuándo veremos establecida en Espa-
ña una institucion tan preciosa Ella sola
bastaria para mejorar la existencia física y
moral de los jornaleros.


407


Un dia de tin jugador.


Es tanto lo que ya se ha escrito acer-
ca del juego, que bien pudiera pasar por
una materia absolutamente agotada, si ago-
tarse pudieran los asuntos relativos á des-
cribir pasiones. No ha habido clase algu-
na de escritores que no haya procurado
combatir este vicio egn • mas ó menos ve-
he menda , apoyan do sus razones en los prin-
cipios de la religion , de la moral, de las
leyes , de la filosofa y aun Elel cálculo;
pero todo ha sido basta ahora completa-
inente y probablemente lo será en
lo sucesivo mientras el dinero sirva para
tantas cosas en este miserable 'mundo.


¿ De qué valdrá que un teólogo predi-
que un largo y elocuente discurso en que
haga ver con testos y razones oportuniái-
mas, que es enteramente ilícita la ganan-
cia adquirida por el juego , y que los ju-
gadores felices estan obligados á restituir-
la, mientras estos ven que nadie les res-
tituye nada. á los desgraciados que por ju-
gar se quedaron sin camisa? . ¿ Qué efec7.




4o8
to ha de producir un drama en donde se
pinte con los mas horribles colores la si-
tuacion de una familia inocente, reduci-
da á la miseria por el frenesí de un pa-
dre vicioso , ni la desesperacion de este
luego que se le acaban todos los recursos,
ni las acciones ruines y criminales á que
le conduce su pasion; rnientras que al vol-
ver la cabeza se ven aquel y el otro pal-
co ocupados por damas, á quienes sostie-
ne un jugador de oficio , se oye el ruido
de los vasos y bandejas en que se sirven
los helados, y mientras que los asientos
mas cómodos de-las lunetas han sido pa-
fiados con ci dinero del juego ? Á ¿ quién
podrá convencer una sátira , sea en pro-
sa ó en verso, en que se describan con pmar-
ga indignacion la vida (le un jugador de
oficio, los tormentos que padece su alma
á la vuelta de un dado ó por la antici-
pacion de un naype, y el desastrado fin
á que le conduce un revés de la suerte,
mientras que u; las tres horas despues de
mediodía , se le ve á aquel mismo poe-
ta dirigirse apresurado á casa del banne,
ro á disfrutar (le la mesa espléndida y de
los delicados vinos con que regala ti sus
'víctimas y á los cómplices de su infame


409
especulacion ? ¿Qué fruto pueden produ-
cir las leyes por justas y sevcias que
muestren contra esta plaga <le las costum-
bres , cuando perseguida y acosada en los
garitos y las guardillas se refugia á /o3'
palacios y á los magníficos salones de los
seiiores? Ypor último, ¿cómo pueden con•i• .
vencer los ingeniosos cálculos de Buffon
y _otros insignes matemáticos dirigidos á
probar que .


aun en una partida igual de
juego son muly superiores las pérdidas á
las ganancias, cuando apenas hay concur-
rencia pública donde no se encuentren
diferentes individuos que sin tener otro
oficio , renta ni propiedad que el juego,
obscurecen con su lujo á los mas ricos pro-
pietarios , y dan en rostro á los que solo
se aplicaron á una carrera honrada ?


No nos cansemos : el- decantado vicio
del juego ha sido malamente perseguido
é injustamente calumniado por todos los
que mas bien que describirle parece aue
se han propuesto hacerle odioso. ¿ Á quién
le ocurre tomar solo por ~del() á los que
han perdido su dinero , sin hablar siquie-
ra una palabra dé los que han ganado y
ganan el de los domas? Por ese mismo prin-
cipio deberia tambien .


declamarse contra




4(o
la navegacion y contra otras muchas em-
presas en que por lo general son mas los
que se pierden que los que adelantan. Na-
die duda que es triste cosa quedarse por
el juego sin un cuarto; que- lo es mucho
mas sacrificar á la satisfaccion- de este vi-
ció la dote de su muger y la legítima de
sus hijos ; peor todavía sonsacar por via
de préstamo el dinero de sus amigos, é
infinitamente .. peor robar lo primero ,.que
se encuentra para ir á esponerlo inme-
diatamente sobre una mesa, que á esto y
á mas conduce :el furor de esta pasion.
Pero apartense los ojos de este espectácu-
lo, y tornense las miradas hacia un juga-
dor afortunado. Alli es el ver. á un hom-
bre en toda la plenitud de su alegria , y
digamoslo asi , en el apogeo de su ama-
bilidad : alli el verle recoger con cierto
ayre de desden los rollos de onzas y de
doblones de oro: alli el mirar con una es-
pecie de repugnancia , que se acerca mu-
Teho al asco , los pesos duros y otras mo-
nedas de plata : alli el atribuir su buena
suerte á la destreza con que supo obser-
var las indicaciones del juego: alli el ofre-
cer su dinero á los compinches que han
perdido el suyo , por solo tener derecha


411
á exigir el mismo servicio en igual caso;
mas sin ,que medie póliza ó recibo , como
suelen hacer esos mezquinos de comercian-
tes : alli el verse adulado y sonreido de las
mugeres que rodean la mesa , y que al
par que su destreza le aplauden por su
inaudita generosidad ; alli por fin el au-
sentarse de la sala con envidia y pesadum-
bre de los que permanecen en el com-
bate.


Apenas llega á la antesala cuando se
precipitan los criados para servirle y aga-
sajarle de mil maneras, el uno le pone la
capa, el otro le da el sombrero, y todos
le abruman á cortesias y reverencias. Sale
de la casa, y por sereno y templado que
esté el dia necesita un coche, van cor-
riendo á buscarle, entra en él y no sa-
be él mismo donde quiere que le conduz-
can ; pero al fin echa á andar á la ventu-'
ra , y lo primero que hace es sacar del
bolsillo sus medallas, contarlas, repasar-
las, contemplarlas y gozarse en separar
las mas nuevas y •elucientes, destinando
las otras para la partida de por la noche.
No le aqueja el apetito; pero da orden
al cochero de que le lleve á la fonda mas
acreditada, aunque oon la precisa condi-




412
cion de pasar antes por la Puerta del sol.
Alli se apea con lentitud mirando hacia to-
dos lados, con el objeto único de que
le miren : entra 'en la primera tienda que
encuentra , y pregunta por relojes , por
sellos , por alfileres del pecho :- todo le
parece barato y hace que le presenten otros
mas ricos: elige el que mas le agrada sin
reparar en °nya mas ó menos . , porque
todo se reduce á aumentar algo mas la
primera contrajudia que se presente, y el
objeto le saldrá de valde.


Como por lo general aquellas tiendas
estan llenas de ocioso? , prontos siempre
á dar su voto sobre lo- que se está ajus-
tando , sin duda habrá encontrado quien
le aplauda su gusto fino y delicado : es-
te habrá estado mil veces para comprar
aquel mismo juguete ; pero la suerte
que se le ha declarado contraria , du-
rante ,alguri. tiempo , le ha impedido ha-
cerse con él, aunque no pierde las espe-
ranzas de tomar otro igual ó por lo me-
nos muy parecido. Pues ha hecho usted
muy mal, responderá el nuevo Creso, por-
que yo llevo dinero en el bolsillo y no
permitiré que usted se prive de una
cosa que le. agrada: guarde usted innie-


413
latamente esa bagatela y vamos á beber
unas botellas de Burdeos á la fonda de tal
parte , porque me seca el comer solo.


Ya se hará cargo el lector de que se
necesita un corazon de piedra para no ad-
mitir una oferta tan generosa y espontánea,
y que el menor sacrificio con que puede
corresponderse á ella es el de ir á disfru-
tar una buena comida: Ola, mozo, dirá
nuestro hombre al entrar, procura darnos
bien de comer y no te pares en el pre-
cio, porque ya sabes que yo .gratifico con
esplendidez. Al minuto, señor; y desde lue-
go abandonará la mesa ó mesas que es-
taba sirviendo para ocuparse esclusivamen•
te de los recienllegados. La comida será
bastante buena, pero no el apetito; por-
que este nunca se despierta bien cuando
todavia está '-agitado el movimiento de la
sangre. La conversación no puede ni debe
de ser otra.que del estado en que se ha-
llan las partidas, de las ganancias que se
han hecho en la ruleta de tal calle, y del
golpe que dió fulano á Ja banca de tal par-
te. Se hace mencion de aquel atrevido co-.


-po que hizo tal embozado en tal época,
de que resultaron arruinados aquellos cé,
lebres jugadores que todavia son mirados




414
con veneracion por los aficionados actua-
les. De pasage en pasage, y de botella en
botella, toma la conversacion otro giro di-
ferente, pero que no deja de tener bas-
tante analogia. Cuando abunda el dinero,
las horas no son nunca inoportunas, y to-
das las puertas optan abiertas.... El café al
instante , los licores , el puro, y que ar-
rime el coche para ir á tener un rati-
to de • jarana. —"La cuenta. — Seis du-
ros. —Toma esa media onza y guardate lo
lemas , -pero dame un palillo: á Dios:
obligatisimo.


Montan los dos en el coche y se diri-
gen Pero yo no quiero acompañarlos á
esta espediCion, porque supongo que la
desempeñarán á las mil maravillas, y que la
doña Piadosa habrá movido cielo y tierra
para presentarles lo mas bonito y acaba-
do en. ,su. género. Bien saben que no me
engaño los que acostumbran á pagar en
Oro. Quiero dejarles toda la tarde que go-
cen de su buena suerte, que vayan lue-
go al prado, á la botilleria y al teatro, pa-
ra incorporarme con ellos á la entrada de
la tertulia. Mas antes no puedo menos de
advertir, que el compañero ha manifesta-
do deseos de irse á casa á tomar dinero.


.411.5
para tentar, la suerte .; mas


• consolidada ya.
la amistad con toda uria tarde de íntimas
confianzas; el otro le ofrece media doce-.
na de' onias para empezar, encargandole
con empeño que observe la carta
en qu'e: ase fija, y que procure imitar PU
serenidad :y 'sangre fria.


Entramos juntos :en la casa del juego;
y en verdad que seria muy injusto el que
creyese que en ellas no se reunen mas qué
dos clases de concurrentes, á saber, los
tantos y los bribones ; porque yo priedO
decir -gire vi reunidos 'en nue


.


les del primer rango, alternando con los
que pertenecen á la clásé riáis humilde' de
la:•Sociedad. Vi militares 'instruidos y va-
lientes ; mezclados con clérigos de misa y
olla: vi publicistas ydiploinátPeos entrar en.
disetision-'eon hombres que


. jamas" tabian
abierto otro libro qué 1 .6:i- eátaban so-
bre la mesa: Vi 'á la 'veje.i. átvstera y arrw
gacWcómoetir 'en- viveza .y cedtellea de


la juventud masanimada y atar-
• Vi• grandes digfilladá 'confundidos


con los Vagálitindo há mbriln tos : vi
á' la inocencia mezclada


• con el viéio; y pot
último vi tal 'rriezentliza ..


y confusion
• al


rediedOr de una gran mesa, que me pa-




410-
reció el espectáculo mas agradable y se-,
ductor.


¡Qué diferencia ¿le esta reunion á otras
que he presenciado en mi vida! En esta
no tenia entrada la vil murmuracion ni
la secatora política; el.juego y solo el jue-
go ocupaba todos los animos y absorvia
la atencion general. ¡Cuán lejos estaba de
alli la mortificante etiqueta, y qué imagen tan
viva presentaba aquella sociedad de. una.
verdadera democracia! Todos eran alli igua-
lel; delante de la suerte, y todos podian as-
pirar á las primeras,pagistraturas4ne con-.
sistian en hacer las mayores ganancias. Tal
babiaentre aquellos:.concurrentes que du-
rante• un, largo rato no llamaba :la aten-
cion . de nadie ,.ó mas bien escitaba la com-
Polen ,de todos, que, 'de repente , e in Reza-
ba; ,,k .atraer l asrazias „ a d ira eio n y. la
envidia, dp , los lemas. Ni -aun el-.banque,
r9 1.39,israg•,, ,q99, „disputa es especie
éíe dictador.,) &-gefe,.supremo de, aquel pe-
queño estado., puede considerarse seguro
d6 :terminar felizmente su. carrera sin .que
vengan á ', destronarle. los mismos á quie,
nes miraba como súbditos; pero.,mientras
ejerce las altas funciones de su empleo, go-


. --za de la consideracion/ y respeto; debidos


4, 7
al que paga ; -y nadie se atreve á con-
tradecirle sino con la mayor atencion y
mesura. .


Dije que alli no
• se daba


• pábulo á la
murmuracion , y ahora añado que tampo-
co suele ser admitido el amor, sino cuan-
do mas, interin duran los preparativos y
la reunion de las gentes; porque un ju-
gador legítimo no es hombre que se dis-
trae con niñerias, ni le agracian , ni le
divierten ;'pues que todos sus amores han
de ser sonantes , debidos á casuali-
lidad. Por eso aunque en aquella tertulia
habia algunas cristianas que merecían !la-
mar la


• atencion mucho mas que las ja-
dias.s. y las contra-jadias , estas eran !as
que se buscaban con ansia, y aquellas
eontribuian á hacerlas la corte ellas mis-
mas , ó se entregaban al sueño ó al fas-
tidio.


Luego que los dos nuevos amigos en-
traron en la sala, fue saludado y agasa-
jado el rico como un hombre á quien
se esperaba para dar principio á la se-
sion , y el otro con aquel tono de con-
fianza de un antiguo concurrente de la ca-
sa. Tomaron asiento los banqueros con
aquel ayre silencioso y meditabundo , pro-


Tomo xív,
2,7




4i8
peo de su dignidad, y presentaron sobre
la mesa aquellos dorados anzuelos en don-
de se prenden tantos infelices bolsillos.
Estuvo durante algun tiempo bastante in-
decisa la suerte, y no era de esperar
que fuese muy sangriento el combate ; pe-
'ro una maldita sota, que sin duda por ser
hembra debia de ser caprichosa , se culpe-
fió en negarse durante de unas cuantas ta-


- llas ; y como su presentacion no era
tan facil como la de las sotas de aquella
tarde, nuestro hombre se empaló cambien
en que la habia de vencer, como él de-
eia. Verdaderamente, si no fuera una. te-
meridad creer que en un negocio tan sa-
grado como el del juego podian caber en-
juagues, fuera cosa de sospechar que no
todo dependia del capricho de la pobre so-
ta; pero lo cierto es que ella fue quien
tuvo la culpa de que se vaciasen las fal-
triqueras del opulento caballero..
- Su ahijado que le miraba sin quitar
ojo , olvidado del precepto que le habia
impuesto de seguirle, solo apuntaba á las
cartas contrarias, y despues de haberle de:-:
vuelto las seis onzas y vueltolas á ganar en
el golpe inmediato , tomó callandito su
sombrero y .desapareenS' como un yelám-


4t9
Pago. Quedóse el otro solo y sin un cuar-
to, pidiendo á este y .al otro cantidades
que apenas recibidas pasaban á aumentar.
los fondos de la banca ; y en esté triste es-
tado saltó una de las viejas con la impor-
tuna pregunta de c qué hora es? Ya se
sabe que esta pregunta es ominosa en el
juego para los que estan perdiendo , y que
siempre lleva tras sí una multitud de mal-
diciones ; pero estas no impidieron que
los


• banqueros doblasen , segun uso, la
baraja ,• doblandose al mismo tiempo las
alas del cOrazon al que durante un dia
entero habia sido el mas feliz de los mor-
tales.


A todo esto el paciente cochero no se
habia apartado de la puerta sino para vi-
sitar de cuando en cuando la taberna in-
mediata , y nadie se habia acordado de 'él
ni de las mulas hasta aquel aciago instan-
te. Cual fuese la vergonzosa y apurada si-
tuacion del que alli le tenia, mas es pa-
ra imaginado que para referido á tales
horas: baste saber que fue preciso dejar-
le la capa en prendas; porque sino hu-
bieran llegado los gritos hasta el cielo. ¿Quién
habia de pensar que terminase -de tal mo-
do un dia que habia principiado con tan




411


"420
faustos auspicios ? ¡Maldita sea la primera
'sota que vino al mundo, que ellas y no
el vicio del juego son las que tienen
la culpa de semejantes fracasos!


421


De la onint»otencia parlamentaria:


El parlamento , es decir, la reunion del
rey con el cuerpo legislativo (.; tiene la auto-
ridad soberana? Esta- es la cuestion que


, varaos á ventilar en este discurso. Nues-
tra respuesta es que no.


Esta cuestion es de la mas alta im-
portancia en el gobierno representativo,
y en el cija es muy interesante , porque
la naayoria de las cámaras de Francia , que
es aristecrática , proclama muy á las cla-
ras el dogma de la omnipotencia parla-
mentaria; y dicen que en conviniendose
el gobierno con las cámaras , tienen auto-
ridad para alterar ó anular la constitucion,
substituirle otra, saltar por encima de las le-
yes no arrogadas, concederles un efecto re-
troactivo ; en una palabra , disponer de la
nacion como únicos soberanos de ella : que
la soberania está necesariamente incluida. en
la idea de la omnipotencia.


Nosotros nos proponemos impugnar
este dogma y probar que la omnipotencia
parlamentaria es perniciosa, adoptese el prin-




422
cipio social que se quiera ; és decir, adop-


-, tese la soberania nacional , la del trono
la de la aristocracia como principio del or-
den social.


Si se adopta la soberania del trono á
la de la aristrocracia , corno en Turquia
ó en. el antiguo feudalismo , la omnipo-
tencia del parlamento es una contradiccion
política. Porque si la voluntad del monar-
ca debe ser la única regla del estado , á él
se le concede la omnipotencia : ¿ por qué
ó. cómo la ha de repartir entre los- pró-
ceres y los diputados del pueblo ? El voto de
unos y otros, si es oido , será solamente
como una consulta , no como una deli-
beracion. La omnipotencia de .-un sultan
pasa enteramente á su visir: á los denlas
solo les queda el derecho de una obe-
diencia ilimitada. ¿Con qué derecho aspiran
á tener parte de aquella omnipotencia los ul-
tras de 'Francia que reconocen la sobe-
rania del trono? ¿No la reconocen sino ba-
jo la condicion de que la reparta con el.
privilegio ? Asi es : un gobierno despóti-
co se desmembrará en pequeñas sobera-
nías , siempre que establezca el principio
(le la omnipotencia parlamentaria. Tal fue
el origen de las instituciones feudales.


4a3
Si se establece como un principio que


la nobleza es todo y el pueblo nada, la
omnipotencia parlamentaria producirá un
efecto contrario al anterior. El rey se uni-
rá con el pueblo para dominar á la noble-
za ; después con esta, mas docil ya y ma-
nejable para oprimir al pueblo, y el go-
bierno se hará despótico. Tal es la histo-
ria de las monarquias de Europa en los
siglos XV y XVI.


Las naciones modernas de Europa han
corrido todos los intermedios que hay des-
de el despotismo á la anarquia feudal ,
desde esta al despotismo por haber adopta'',
do el falsisimo dogma de que la réu-
nion del rey con los próceres y los pro-
curadores del pueblo constítuian el poder
soberano.


Hagamos ahora la hipótesi,inas con-
forme á las ideas del siglo y á los pro-
grecos (le la razon humana ; esto es , que
se adopte el principio altamente procla-
mado en nuestra Constitucion , que la so-
berania reside en la nacion; y veamos los
frutos que 'producirá bajo un gobierno
cimentado sobre este principio social, la
omnipotencia parlamentaria.


La mayoria del parlamento (porque es-




424
ta es la que ha de ejercer definitivamen-
te el poder ) trastornará inmediatamente
el. gobierno del estado , fundado sobre loa
intereses generales y por el consentimien-
to general de la nacion para substituirle
otro , fundado sobre sus pasiones é in-
tereses particulares. ¿Es la mayoria rea-
lista ? Echará abajo todas las garantias ci-
viles ; negará al pueblo toda interven-
cion en el gobierno; privará á los'ciuda-
danos de la lbertad , á los hombres . ilustres
de su justa influencia, y en . lugar de la
constitucion dejará solamente un trono y
esclavos atados á él con cien cadenas.


¿Es amante del. privilegio la mayoria?
Destruirán todas las libertades públicas y
aumentarán las privadas: darán al rey mu-
cha autoridad sobre el pueblo y ninguna
sobre sí mismos, ó mas bien , solo le de-
jarán la autoridad necesaria para obligar
al pueblo á sufrir elyugo de la aristocra-
cia, esperando el momento en que esta
tenga bastantes fuerzas para oprimir por
sí sola y sin necesidad del rey, - á quien
pondrán y depondrán á su arbitrio, ó lo
enviarán á un monasterio, ó harán electi-
va la corona y la .oprimirán como 'rue-
da ya inutil en la máquina del gobierno.


425
¿Domina en la mayoria el fanatismo


republicano ? Caerán sucesivamente todos
los apoyos que la Constitucion bá: dado
al poder para sostener el orden: caerá des-
pues el poder : la sociedad disolverá,
porque no hay vinculos que la liguen ; pe-
ro se conservará unida en la apariencia con
la cadena del terrorismo. La nacion ten-
derá la vista á todas partes, buscando so-
corro ; y en encontrando á un hombre ha.'
bil y enérgico, le dirá : sácanos de este
abismo , y seremos tus esclavos.


¿ Domina- el finatismo religioso en el
parlamento ? se. tratará - de constitucion
ni de leyes : sino solo de obedecer y de
'vengar al cielo; es decir, de obedecer á
sus ministros y de satisfacer su odio y su
ambicion : los reyes perecerán á puñaladas:
los ciudadanos en las hogueras encendidas
por el furor de la intolerancia. El Pensa-
miento morirá y con él todo lo que es
grande , útil y sublime en el hombre. • •


No nos hubieramos atrevido á descri-
bir con tan negros colores los efectos de
la omnipotencia parlamentaria , si la his-
toria no nos diera tan funestos y frecuen-
tes ejemplos de esta verdad. Los campos
de mayo y marzo en la declinacion de la




426
primera dinastia francesa , los estados ge-
nerales de la misma nacion en la época de
sus guerras religiosas, el parlamento largo
de Inglaterra , la convencion de Francia y
casi todas las cortes del reynado de En-
rique IV en España son monumentos tris-
tes , pero maestros de esta gran má-
xima: en toda sociedad civilizada debe ha-
ber una institucion , á la cual no puedan
tocar los que gobiernan. Si se nos pregun-
ta cual debe ser esta institucion, responde-
remos sin rebozo' : el código constitucional,
producto inmediato de la soberania de la na -
don. Los pueblos modernos <le Europa han
sufrido todas las vicisitudes de las pasiones,
todas las oscilaciones del poder, todos los
furores del fanatismo religioso y pOlítico,
porque ó no han tenido código fundamen-
tal , ó si lo han tenido no han sabido res-
petarlo.


Hasta aqui hemos hablado de la om-
nipotencia parlamentaria , considerandola
en sus efectos : veamosla ya en su origen,
y probemos que es injusta y usurpadora:
siempre • bajo el principio de la soberania
nacional.


El rey y el cuerpo 'legislativo son aul
toridades instituidas por la constitucion.


417
Esta no ha atribuido ni á una ni á otra
la omnipotencia. No al rey, pues su poder
admite restricciones . : no al congreso, pues
sus decretos no son leyes sin la sancion
real, ni puede sentenciar pleytos , juzgar
criminales, nombrar para empleos ect. ect.


.Ninguno de ellos es omnipotente : veamos
si lo serán reunidos


Entre los dos abrazan todos los artí-
culos ordinarios del gobierno, leyes, nom-
bramientos, administracion , guerra, paz,
etc. Mas ni ejercen el poder judicial, ni
pueden tocar á la constitucion.


La razon de esta segunda parte es bien
clara : la constitucion es el resultado. de la
voluntad nacional, ó espresa por medio de
firmas depositadas en las municipalidades,
ó tácita por la aceptacion y aquiescencia.
Ahora bien , si la soberania reside en la
nacion, ¿ cómo puede haber ninguna vo-
luntad particular que se oponga á la so-
berana del pueblo que aceptó la cons-
titucion ?


Se nos dirá : pero «el rey y el congre-
so representan la nacion ; y esta comuni-
ca íi sus delegados la soberania.» No es
así : la soberania es intransmitible: solo
les da poderes . limitados que no pue-




428
den traspasar. No abusemos de las pa-
labras : un representante del pueblo no re-
presenta toda su soberania, toda su omni-
potencia : solo representa aquella parte del
poder que el pueblo ha querido delegar
en sus manos; si• la traspasa, usurpa. El
apoderado no tiene poderes para mas que
para lo que comprenda su mandato ; y la
constitucion , derivada de la libre volun-
tad del pueblo, designa con toda exactitud
los limites •de la autoridad del diputado.
¿Cómo pues se creen los ultras autoriza-
dos para destruir la carta, cuando el pue-
blo francés aceptandola y Luis XVIII con-
cediendola , reunieron todos los poderes de
las dos soberanias , disputadas entre los
partidos políticos, la de la nacion y los
del trono? d Por ventura es el delegado
sobre el delegante, el embajador sobre el
estado , y el representante sobre la nacion
soberana que le envía? •


No sabemos qué se puede responder
á estas reflexiones ; porque la inviolabili-
dad del representante en el ejercicio de
sus atribuciones solo prueba su ilimita-
da libertad en proponer, discutir y deli-
berar: libertad, sin la cual no puede exis-
tir un verdadero legislador: mas no el de-


499
recho de trastornar la misma constitucion
que ha jurado solemnemente sostener; y
lo ha jurado, no como ciudadano partí-
ticular, sino como diputado y represen=
tante de la nacion.


Nosotros creemos -que toda institucion,
cuya existencia pende del arbitrio de los
gobeinantes , está espuesta por lo mismo
á la versatilidad de las pasiones. Las na-
ciones no , pueden existir , si sus institu-
ciones fundamentales no tienen cierto gra-
do de consistencia que las eternice con-
tra los ataques, ya del poder, ya de la am
bicion , ya de los partidos; ¿ y qué cosa
mas fundamental hay en un estado que
la constitucion? Haeed omnipotente al par-
lamento, y tendreis mas constituciones que
sesiones legislativas. Si no lo quereis creer,
leed la historia de Francia desde 'la cen-
vencion hasta el imperio.


No debemos pasar adelante, sin pagar
el tributo de nuestro elogio y gratitud á
los redactores de la Constitucion española.
Deseosos por una parte de que adquiriese
toda la perfeccion que pudiesen darle la
esperiencia y los progresos de las luces, y
por otra queriendo sobreponerla al impe-
rio de la versatilidad humana, exigieron




43o
tales términos y formalidades para su re-
vision, que las modificaciones que se le
hagan en lo sucesivo, no serán efecto de
las pasiones momentáneas, sino de la sa-
biduria del siglo; no de doctrinas pasa-
geras é hijas de las circunstancias, sino
de la íntima conviccion y de la necesidad
de las mudanzas. Asi hicieron compatibles
la eternidad de las instituciones con la
forzosa versatilidad de las cosas humanas;
é introdujeron el principio de la duracion
hasta en las alteraciones mismas á que es-
tan necesariamente sujetas las obras de
los hombres.


La legislatura de 1820 y 1821, á pe-
sar dé ser la primera despues de restau-
rada la Constitucion , á pesar de los re-
cuerdos amargos que podian haber deja-
do en .algunos de sus individuos el infor-
tunio y las persecuciones, y á pesar de
las circunstancias extraordinarias y difíci-
les •en que .se han visto , han observa-
do tan cuidadosamente los límite1'.cons-
titueionales, que su conducta puede pro-
ponerse como un modelo á todas las le-
gislaturas venideras. Pocos parlamentos nue-
vos podrán decir corito nuestro congreso:
fiemo.; conservado, hemos dejado el poder


431
y la libertad en la misma situacion que
lo recibimos. Esperamos que este mereci-
do elogio de su moderacion será creido
sincero e hijo de nuestra conviccion ; por-
que los elogios dictados por el interes
la esperanza no se dirigen nunca al sol
que se pone.


liemos probado ya que la omnipoten-
cia parlamentaria es contraria d. todos los
principios y á la esencia misma del gobier-
no representativo: que la autoridad de los
representantes no se estiende ni se puede
estender á mas que á los límites de su
mandato, y que su inviolabilidad solo prue-
ba la plena libertad de deliberar, mas no
la facultad de abrogar la Constitucion. Pa-
semos á destruir las objeciones de la par-
te contraria.


La primera es tomada de la práctica
de Atenas y Roma , que á cada momen-
to alteraban su" constitucion, creaban (S'
abolian dignidades, destruian prerogati-
vas antiguas , concedian otras nuevas, en
fin variaban con mucha frecuencia la dis-
tribucion de los poderes. «Alli había om-
.nipotencia pailamentariá, dicen nuestros
adversarios: cuando contra la ley de la


-dictadura mandó el. pueblo romano que




432
se dividiese el mando del ejército entre
el dictador. Fabio Máximo y el general de
la caballeria Minucio Tufo, usó sin duda
de esta 'omnipotencia. "


Nosotros no entramos por ahora en el
examen de la conveniencia ó perjuicios de
aquella versatilidad en materia de consti-1
tucion , y mucho menos por qué causas
Roma ganaba y Atenas perdia cada vez
que alteraban su forma de gobierno : estas
cuestiones son propias de la historia políti-
ca, y aqui discutimos una cuestion cons-
titucional.


¿ Quién hacia aquellas alteraciones? ¿Era
por ventura algar) parlamento , algun cuer-
po representativo, á quien el pueblo , tran-
quilo en sus hogares, dió sus mandatos
para hacer leyes? No : era el mismo pue-
blo, la misma nacion soberana, la uni-
versalidad de los ciudadanos reunida en el
foro, la que decretaba aquellas modifica-
ciones: tal vez juzgaba, tal administraba,
y en fin, tal vez formaba los planes de
campala y la distribucion de los ejércitos.
Pues fueran estas operaciones prudentes
o disparatadas , útiles ó perniciosas, eran he-
chas con autoridad legítima ; porque residien-
do la soberania en el pueblo , y estando este


433
habitualmente reunido, es sobre todas las
leyes é instituciones; es decir, puede abro-
gar las que guste y dictar otras á su arbi-
trio. Cuando todo el pueblo romano 'al-
canzó con súplicas del dictador Lucio Pa-
pirio el perdon de su general Quinto Fa=
bio, no hizo mas que rendir un borne-
nage á la santidad de las leyes y á las su-
blimes cualidades del dictador. Pudo como
en otras ocasiones perdonar por sí mis-
mo al reo : pudo hasta anular la dignidad
dictatorial; pero aquel pueblo estraordina-
rio , cuya política era la moral, no quiso
que el favor de un ciudadano fuese mas
poderoso que las leyes; dió un gran ejem-
plo á todos los pueblos libres, desconfió
de sí mismo, y se arrojó á los pies de su
magistrado para impetrar la vida del hé-
roe que adoraba. Pero no ignoraban ni
el pueblo ni el dictador que residia
el pueblo la autoridad necesaria para ejer-
cer todos los actos de la soberanía.


Mas ¿es esta la posicion de nuestros
parlamentos actuales, de nuestras democra-
cias ficticias y representativas? No: y ¡des-
graciado del pais cuyos representantes se
creyesen con los mismos derechos que
las tribus romanas congregadas en el foro!


TOMO XIV. 28




434Alti estaba todo el pueblo, aqui los dele-
gados del pueblo: alli podian alterar le-
cyitimamente en un solo instante la forma
entera del gobierno, aqui estan ligados por
la Constitucion y por los mandatos de sus
comitentes: alli no reconocian superior
alguno, aqui juran guardar y hacer guar-
dar la Constitucion. ¿ Cómo pues han de
tener esa decantada omnipotencia, si no
les es lícito alterar una sola letra del pac-
to fundamental, á no ser que reciban man-
datos especiales para ello ?


Vengamos ya á la objecion mas fuer-
te de los ultras, y que puede reproducirse
en otros paises, porque nunca faltan pre-
testos para ella. «En tiempo de opiniones
políticas encontradas es necesario que haya
un poder diserecionario ó dictatorial que
comprima las facciones, que restablezca
el orden y que evite la disolucion del vín-
culo social: y ¿ en dónde estará mejor co-
locado este poder que en el parlamento?"


No desconocemos la fuerza de esta ob-
jecion; y aunque enemigos declarados de
todas las leyes de escepcion , no negaré-
mos que en algunas circunstancias pueden
producir buen efecto. Nuestra Constitu-
cion concede el derecho de suspender par-


435iantentariamente, es decir, por un' acuer-
do de las Cortes y del Rey, el ejercicio
de la ley 'constitucional en una provincia
ti territorio determinado ,


cuando circuns-
tancias imperiosas lo exijan. Pero de una
medida aislada y momentánea al trastorno
entero del pacto fundamental, á la supre-
sion ó modificacion de los poderes que
él establece, 'á la creacion de otros nue-
vos, hay una enorme diferencia. Lo pri-
mero es una alteracion casi 'imperceptible


un grande edilicio: lo segundo es echar-
abajo con el objeto de reconstruirle.
Desengáñense los ultras: podrán opri-


miendo la imprenta, ahogando la libertad
de la tribuna, y pidiendo á todos momen-
tos que se cierre la dicusion , anular la
carta que conocernos, y substituirle otra
constitucion oculta , en que la aristocra-
cia y el privilegio dominen desde los co-
legios electorales hasta el santuario de las
leyes; podrán .usurpar la soberania del pue•
blo, y la que afectan creer que existe en
el rey para apoderarse de ella; mas ya el
lado izquierdo de la cámara ha dado un
ejemplo que debe aterrarlos : se ha nega-
do á votar la ley de periódicos, porque es
opuesta á la curta. Esta conducta valoro-


en


le




436
sa y parlamentaria debe ser un modelo pa-:
ra todas las minorias que se hallen opri-
midas por una; mayoría anticonstitucional.


Todo el que dice: ,< quiero ejercer un
poder superior á las leyes," medita la ti-
rania. Todo el que dice: n tengo un poder
superior á las leyes.," es un impostor, co-
mo 'no haya recibido mandatos especiales
del pueblo para alterar la constitucion. Pa-
só ya el tiempo de las dictaduras: la Eu-
ropa...civilizada no quiere mas que gozar
del d6ecito comun. Este es conocido ; es-
tá escrito, promulgado; son manifiestos los.
derechos que -da ..y las obligaciones que
impone Pero parlamento es oinni-
potente, si no Nty seguridad en los princi-
pios funda'Mentales del gobierno, ningun
interes está seguro, ninguna existencia tran-
qui,14:y á cada nueva' legislatura será pre-
cisó estudiar las doctrinas y las pasiones
de la mayoria , prever los sucesos, adi-
vinar las catástrofes, y leer en las frentes
de los representantes, qué leyes constitu-
cionales regirán durante su mision. Esto
es lo que ha sucedido en Francia desde
la restauracion hasta nuestros chas ; y es-
to mismo sucederá en todo pais en don-
de á la reunion de los poderes se atri-


437
huya hasta la facultad de arruinar el mis-
mo código que los creó.


Lo repetirnos: toda omnipotencia hu-
mana es tiránica y mentirosa. En los go-
biernos representativos no debe haber om-
nipotentes; y si alguno lo ha de ser, sealo
el pacto fundamental aceptado por el pue-
blo soberano.


l" \ •




438


Concluye el artículo del número último so-
bre el espíritu , doctrinas y principios
del Espectador.


Número 23, pág. 95, col. 2.a .E
dis-


,
curso que empieza en el número anterior
sobre la lucha de la razon y de las pasio-
nes , discurso sobre el cual se pudiera ha-
cer un largo y bonito comentario, se vuel-
ve todavia á amenazar á los jueces si no
fallan á gusto de lo que malamente se
llama mayoria de la nacion, y se dice: « no
se ponga á los pueblos en la necesidad de
atropellar esta ( la ley) Para asegurar su
conservacion y bien estar. Eljue<x..,,o yel hierro
son indispensables para enderezar un arbol
por tantos siglos torcido ; mas establezca
un medio la voluntad general para lograr


. este objeto sin que padezca el gran cuer-
po de operarios. ¿Se quiere sino que se repira
la sangrienta escena del desgraciado Vinuesa?
Pues esto sucederá cuantas veces se desoyga
la voz augusta de la mayoria: de la nacion,
cuantas se desatienda la ley suprema de
la conservacion , cuantas se juzgue ( pa-


439
rece error de imprenta ; sin duda el au-
tor diria no se juzgue) en el genuino tes-
to de la ley positiva que favorece á aque-
lla, y cuantas los jueces no se eleven so-
bre la esfera de las humanas pasiones y
no miren .á la salud pública como á su
objeto, y al torrente de la opinion como
á su guia.» Vamos por partes. 1.° Hierro
y juego. ¡Siempre sangre , siempre ter-
rorismo! 2.° Voz augusta de la mayoria
de la. nacion. Espresionaza que en este ca-
so nada significa. z Cuál es la voz augus-
ta de la mayoria de la nacion sobre un
hecho particular, sobre una causa criminal?
Se prende á uno en Madrid por conspi-
rador, y se le forma causa: é cómo antes.
de verse esta y hacerse pública . ha de sa-
ber la mayoria de la nacion si el pre-
sunto reo lo es ó no, si se ha probado
legalmente el eximen , si en este hay ó
no circunstancias atenuantes que le exi.
man de la pena capital ect.? 3.° Cómo y
por qué medio sabrá el juez cuál es la
opinion de la mayoria de la .nacion sobre
la causa que tiene que sentenciar? 4.° Aun
cuando le fuese posible saberlo , ¿debe juz-
gar con arreglo á esa voz augusta ó con-
forme á la mas augusta todavia que es el




44o
testo de la ley ? 5.° ¿No puede suceder
que la mayoria de una nacion se engañe
sobre un hecho particular? Naciones en-
tetas ¿ no se han engañado y se enga-
ñan en efecto sobre las acciones humanas,
y mas todavía sobre la pena con que de-
ben castigarse ciertos crímenes verdaderos
ó supuestos ? La voz de la mayoria de la
nacion española ¿no aprobaba y aun pe-
dia hace siglo y medio que se quemase á
los indios y á los bereges? ¿Y sostendrá el
Espectador que se hacia bien en escuchar
esta voz' de la mayoria ? 6.° El torrente de
la opinion. ¿Cuál es esa opinion , cómo se
forma , cuál es el conducto legal por donde
se emite y publica ? 7 .° Ley suprema de la
conservacion, ¿ Cuál es esa ley ? ¿ en qué có-
digo se halla ? Y el instinto ó derecho de
la conservacion que metafóricamente se
llama ley, ¿es en efecto la ley por donde
los jueces han de fallar las causas parti-
culares ? 8 ° «Cuantas veces los jueces no
se eleven' sobre la esfera de las pasiones
humanas » (otras tantas sucederá lo de
Vinuesa ). ¡ QUé principios! ¡qué doctrina!
¿Y quién decidirá legal y competentemen-
te que tal j'itz en tal causa no se ha ele-
vado sobre la esfera de las pasiones ? ¿Serán


441
los furiosos que armados de ptfiales vio-
lan el sagrado de su casa y le buscan pa-
ra matarle ? 9 .° « Que no tomen por guia
al torrente de la opinion....» ¡Bella cosa!
Hasta ahora se habia creido y dicho lo
contrario, á saber : que los jueces no so-
lo no deben dejarse arrastrar por el tor-
rente-de la opinion, sino que deben re-.
sistirla con firmeza cuando no es confor-
me á lo que resulta de autos. Pero ¿pa-
ra qué nos cansamos ? Imposible parecia
-reunir en tan pocas líneas tantas heregias
políticas y morales : ésto solo es dado á
mi periódico como el Espectador. Con-
tinuemos.


Numero 28 , pág. III, col. L a Se in-
serta sin nota , comentario , correctivo , ni
indicio siquiera de desaprobacion el si-
guiente párrafo de una carta de Valencia.
« Querido amigo : ¡ Con cuánto placer se ha
recibido aqui la vigurizacion de Vinuesa!
r.Buen ejemplo para les jueces ! Aqui se'
reforzó inmediatamente la ciudadela con
Go hombres; pero intempestivamente, per-
que la causa de Elio tiene buen estado:
y si la audiencia á quien debe pasar á
su tiempo, imitase la debilidad de Arias,
ella y él sufarán la misma suerte que Fi-




442
nucsa. Ya la señora audiencia ha querido
precaverse representando al gobierno , que
debiendo entender luego en la causa de
Elio, vacila en el temperamento que de-
berá adoptar, por si -el pueblo, exaltado con.
tra aquel , no la deja en la libertad
que necesita para obrar, y que se la diga
cómo deberá conducirse. — Muchas re-
flexiones ofrece esta consulta. Los ser-
viles han bajado de tono , pero no de-
jan de gallear, en sus clubs.» ¡ Con cuán-
to pacer la vigurizacion de Finuesa! Ul-
trajada humanidad ! lié aqui las lecciones
de ~rol que dan al inocente pueblo es-
pañol los que tornan la pluma para ins-
truirle en sus, obligaciones , los que se lla-
man á sí:mismos maestros y directores de
la opinion ! Es verdad que al dia siguiente
se insertó en tono burlon uno como cor-
rectivo de la carta'precedente ; pero primero,
lo más prudente era no publicar un docu-
mento de que se horrorizarian los caribes
mismos; y segundo , el correctivo es todavia
peor, si cabe, que la carta misma. Dice asi:


«¡Qué pulso tan alterado tiene el que
escribió la carta de Valencia del 8 del que
rige, inserta en nuestro número de ayer!
Ayer mismo le .hubiera yo administrado al-


443
gun laxante para templar la rigidez de su
fibra , si hubiera habido tiempo y lugar;
pero entonces ni lo uno ni lo otro. Hoy
que tengo lo otro y lo uno , alta va ello:
recipe pues , señor epistolero, esa tipsana , y
buen provecho le haga corno yo se lo deseo.


»La vigurtzaczon de un infeliz que tio-
ne la ley sobre su cuello, no debe ser pla-
to de gustó ni para 'Valencia ni para
pueblo alguno que se precie de serlo : allá
entre los catres y caribes se dice que esas
tragedias pasan plaza de sopletes ; pero los
caribes y los catres no eonstituyen pue-
blos, sino hordas; y nosotros estamos muy


. lejos de adoptar semejante constitucion.
Tenernos una que obra en sentido contra-
rio : esta hemos jurado observar; y no me


• parece que el recibir placcr de la nmene
ilegal ,de un reo , amenaza de repe-
tir tal escena 'con otro, y con el tribu-
nal que le juzgue, sino lo hace rectamen-
te , sea, un medio muy .derecho de cum-
plir el juramento prestado. Señor escritor
de epístolas , ó somos ó no somos consti-
tucionales . : si lo somos, es preciso mani,
festarlo de hecho : es preciso dejar libre
su accion á la ley, y no. usurpar sus atri-
buciones sino eu. poquisig195


casos; v. gr.ír




444
cuando de no hacerlo pudiera resultar el.
trastorno del estado ó un gravísimo da-
ño á una gran parte de la nacion ; si
no somos constitucionales Mas esta su-
posicion es insufrible entre españoles, y
no quiero sentarla aun como tal. Pero es
indispensable que nuestra constitucionalidad
se manifieste cogitattone,verbo et opere; pen-
sando como constitucionales, hablando del
mismo modo, y obrando de la misma ma-
nera. Nuestra Constitucion cierra las puer-
tas á la impunidad, y las abre á la sa-
tisfaccion de la vindicta pública. Si los jue-
ces encargados del desempeño de esta fun-
cion esencialisima" no 1 enan su deber sa-
grado , la • misma Consti , ucion declara el
derecho ' de reclamación \que tenemos to-
dos 'los ciudadanos. Beelmemos pues: re-


i.iaresentemos á las Cortes' •6 al gobierno en
su caso cualquiera inlacCion de ley, yla
ley será cumplida y satisfecha. Pero ¡ ha-
cernos nosotros jueces y ejecutores!!! ¿Adón-
de vamos á parar , si esto se repite...? Al
centro de la anarquia, de la matanza, del
aniquilamiento: dentro de pocos años cual-
quiera que atravesase nuestro suelo , po-


. dria decir con razon , aqui fue Espaiia; co-
mo hoy se dice en Frigia l agtaftte' Trora.


445
.No quiere decir esta, señor. mio, que


siempre tenga uno la paciencia en el pu-
ño. Bien conozco yo que muchas veces
los primeros movimientos no son en manos
del hombre: hay lances en que el celo por
la libertad y el temor de perder esta pre•
ciosa joya , sube los humos á la chime-
nea, y entre los humos va la llamarada
que abrasa de repente cuanto, encuentra.
Enhorabuena, en tales casos es disimula-
ble un chamuscon , corno el de Vinuesa
y algun otro que ]e haya precedido, pe-
ro solo en casos tales; casos que no se
han previsto , y -que por tanto no argu-
yen ferocidad ni espíritu de anarquia : ca-
sos que instan hasta sacar de quicio el ra-
ciocinio, y por tanto independientes del
corazón.; casos en fin que solo dejan lu-
gar para atender á lo justo del objeto, sin
permitirlo para considerar lo injusto de
bis medios. Esto, señor mio , lo disimulo
yo , y aun creo que alguna vez pueda ser
util ; pero alegrarse de eso, no lo tra-
go, y mucho menos el regodearse con la
pre ►editacion de otra escena . igual á
que no se sabe si habrá lugar todavia•
Esto no lo trago , digo , porque nos aleja
unto de españoles, como nus acerca á




446
tigres ó cosa parecida á ellos. Esperamos
que Dios y lós valencianos lo harán me-
jor. — A."


Ya lo oyes ¡pueblo sencillo! que en
ciertos casos es disimulable un chamuscan
como el de Vinuesa; y no solo disimula-
ble , sino util alguna vez. Esta es la doctri-
na que te se enseña en periódicos que se di-
cen escritos por filósofos. ¡ Detestable filo-
sofia! ¿ En qué caso puede ser disimula-
ble y util asesinar cobardemente á un hom-
bre indefenso, á un hombre cerrado entre
cuatro paredes , y á un hombre sobre to-
do que está bajo la prot.eccion de la ley
y confiado á la custodia de •la fuerza pú-
blica? ¿El hecho en sí mismo no es in-


- justo? ¿no es bárbaro ? ¿ no es atroz? Pues
bien : lo que en sí mismo es injusto, atroz
y bárbaro, nunca es disimulable , nunca
es util. Esta es la moral. No concluiré-


.


anos este capítulo (le acusacion , sin re-
cordar todavia otras indecentes bufona-
das que se leen en el mismo número, pá-
gina 116, col 2.a , en un comunicado di-
rigido á lamentarse con irónica eompasion
del gasto que se hizo en los estraordinarios
'que se enviaron á las provincias con motivo
del fatal suceso del cuatro. Leal.e quien ten-


447
ga paciencia para ver disertar en tono festi-
vo sobre un atentado que todo español de-
bió llorar con lágrimas de sangre , y tan-
to mas cuanto mas liberal fuese y mas
adicto á las nuevas instituciones. Todo hom-
bre verdaderamente amante de la libertad
gime y llora cuando ve que en su nombre se
cometen horrores que la deshonran y hacen
aborrecible ; pero los señores exaltados de
España parece que miraron con regocijo


• y como una especie de triunfo el primer
borron que cayó sobre las hermosas pá-
ginas de la restauracion constitucional. ¡Ne-
cios! no sabeis el daño que semejantes es-
cenas hacen á la buena causa.


Número , pág. 236, col. 1.a , Hay una
cancion de guerra para la música del trá-
gala contra los enemigos del sistema , en
la cual se leen las estrofas siguientes :


¿ Creeis, traidores,
Que si vinieran ( los rusos)
Auxilio os dieran ?
No, no os verán.
Antes , malvados,
Nuestros puñales
De desleales
Nos librarán.




Guerra y mas guerra ,
Guerra patriotas:
Viles idiotas
Turban la Union.
Si aun insensatos
La paz no admiten,
Mueran ó griten
Constitucion.


El estrivillo es: .


Amala ó muere,
Filservilon,
Ya no la arrancas
De la nacion.


lié aqui un bellisimo modo de atraer y
corregir á los serviles , reunir las opiniones,
estinguir los partides. ,Asi logró Mahoma
reducir á la unidad la creencia de los
pueblos á los que predicaba su ley polí-
tica y religiosa ; porque en efecto el al-
corán es uno y otro. Ademas ¡ Cuán mal
suena aquello de nuestros puilales ! ¡Pero
el puñal ! El puilal es arma vil , y arma
de cobardes. La espada de la ley contra
los reos pase.


Numero 7 4, pág. 294 , ,col. La Hay un


449
cuentecito ó fabulilia en verso muy gra-
ciosa sin duda ; pero cuya moralidad. hue-,.
le como todo á jacobinismo. Dice asir:


La criada y la araña.


Todos los dias barría
Mi criada el aposento :
Todos quitaba , y no es cuento,
Lo. que una araña tejia.
¡ Maldita tela ! decia:
¡Qué no he de poder con ella'?
Mas yo la dije: doncella
Cuánto tu zelo te engaña!


Como no mates la arana,
No acabará tu querella.


Nosotros no sabemos cual es la arana
de que se trata : lo que si vemos es que
se aconseja matarla.


Número zi3 , pág. Oix , 2.a «Re-
poso y libertad son incomlatibles.» ¡ Esee-
len te máxima para hacer amable el régimen
liberal! Pues '¿qué busca el hombre al reu-
nirse en sociedad ? ¿Qué pide en cual-
quier gobierno que viva ? Paz, ventura,
tranquilidad , reposo. Digasele que con la
libertad no ha de gozarle , y huirá de
ella como de una peste.


TOMO XIV. 29




45o
En esta inisiña idOlumna hay ün parrafitó


qué aunque nada tiene de jacobinistno ,
precioso para nuestra defensa. Une, de los
continuos gritos del Espectador contra no-
sotros es que 'desacreditamos á los consti-
tucionales. Ahora veremos quien los ha des.
acreditado, si nosotros ó el Espectador. Es-
tá enumerando las varias clases de perso-
nas de que se compone . Espaiía , considera-
das corno enemigas ó amigas del régimen
actual ; y despues de haber contado como
contrarios al sistema á todos los que vi-
cian de abusos antes de la Constitucion,
Continua así :


•Pasemos kí los que la aman : á
los que la aman por principios , por co-
meter y por sentimientos. Estos ,mismos
hombres no.,respiraron siempre el are de
la libertad, corno ya lo hemos insinuado :
tPéinta , cuarenta ó cincuenta arios de ar-
bitrariedad y ale wi,p res ion des tern plan de-
nla-494o iris libras 'del espíritu para que
adquieran -repentinamente el resorte que ne-
cesita esta total Inutocion de circunstan-
cias. El hábito 4e la servi.lunire se ar-
rayga como 'Cnalquiera otro , y la costura-
b•e-Me marchar por una senda influye
hasta en los que conocen sus absurdos y


..451
eStraVios. Un sibarita no se vuelve de re-,
pente en esparciata; y las virtudes que exi-
ge el régimen actual son muchas. El des-
empefio'de los cargos públicos reclama asi-
mismo mayor masa de luces y talentos.
Hombres famosos y brillantes cuando na-
die se atreve á censurarlos, se vuelven muy
vulgares bajo la férula del pYthlieo que
tiene libertad de someterlos á su' crítica.
En los gobiernos libres :as cosas son ca-
si siempre mas grandes que los hombres.
El tiempo y la neces idad harán los nuestros.


»Serviles por interes y por pasion : cons,:
tituciOnaleS por conviccion q sentimientos:
hé aqui los dos entremos. ¿Recorrerémos
clases intermedias? ilagarnoslo con rapi-
dez porque son muchas. Constitucionales
por necesidad ó por real 'orden, consti-
tucionales por comodidad , constitucionales
por interes, constitucionales por principios
y sin decision , constitucionales muy decidir
dos, pero sinpnincipios, constitucionales por
principios, pero aristocratas por caracter,
constitucionales que no sé atreven toda-
via á abrir su boca, constitucionales que
tieneit miedo de sí mismos




Cuántas
clases ! Y omitirnos muchas. Y si tras de
este gran número de clases y banderas ha-


.




452
cerros marchar el gran rebaño que en na-
da toma parte, -y que se ocupa lo mismo
de gobierno que del anillo de Saturno,
tendremos una idea de la gran familia que
vive actualmente bajo los auspicios de la
mas liberal de las instituciones. »


. Nosotros no diremos que esto no sea
exacto ; pero preguutarémos al Espectador:
cuántos son los constitucionales legítimos,


puros y netos que quedan en España des-
pues de tan larga elirninacion ? Y qué hu-
biera dicho de nosotros si hubiesemos pre-


/' sentado igual cuadro? ¡Cuánto hubiera gri-/
tado! ¡Con cuánto furor nos hubiera
sado de que procurabamos destruir el sis-
tema apocando el número de sus defen-
sores! ¡Lo que puede la pasion! lo mis-
mo que nos parece verdad en nuestra boca,
pretendemos que sea falsedad en la agena.


En el número 137, pág. 54 7 se con-
cluye un discurso sobre los reyes y sus pri-
vados , 'y se dice , hablando de los primeros:


«Si el distintivo del hombre es la ra-
zon , si cuanto tiende á estinguir esta an-
torcha celestial contribuye á aumentar la
masa de sus desgracias y miserias , se pue-
de decir que los reyes son los mas des-
dichados de los hombres. (No hablamos de
los reyes de Pitos y de Esparta , y sí de.


los de Prusia , de Francia ect. eet.
»El error rodea su cuna, el error los lle-


va hasta la adtaleseencia , en compañia del
error pasan á la edad madura, y en bra-
zos del error descienden al sepulcro. Los
que nacieron para gobernar hombres son
los que menos los conocen , y su• trono
que debiera ser eternamente un foco de
luz pura, es el' centro las mas veces del
error y las tinieblas.


»Apenas abren los ojos á. la luz cuan-
do ven á los hombres prosternados á sus
plantas. Unos le llaman hijo de Júpi-


. ter, otros hijo del sol y de la luna; es-
te que. las ninfas de tal rio presidieron á
su nacimiento, aquel que descendió Miner-
va y le miró con ojos de ternura, ect. ect.
¿No es este un feliz método para que el
niño comience á tener ideas exactas de las
cosas, y el conocimiento que le es tan ne-
cesario de los hombres?


»Crece la edad, y crece la adulacion , y
crece la falsía. Si desea, todo se apresu-
ra á conplacerle; si teme, todos se afanan
por tranquilizarle; si se impacienta, to-
do se le pliega y se le humilla; sus gus-
tos pasageros son todos aplaudidos, y sus
antojos pasan por una ley irrevocable. Es


453




454
estrario .que un hombre educado de es-
ta suerte Se tenga por formado de
distinta masa que el resto de los horn-.
Lres?


»En este estado tle. cosas sube al tro-
no donde le esperan nuevas tinieblas y
nuevas ilusiones. Aqui es donde redoblan
las adoraciones , los inciensos , cuanto
produce de un lado el Orgullo y el pres.,
tigio del poder, ay del otro la liumillacion ,
y la bajeza de los hombres. Alli es oir
las voces de soberano querer, soberana vo-
luntad , ambas magestades , emanaeion de
la autoridad del ser supremo , imagen de
la divinidad en la tierra, responsable sol)
á Dios de su administraewn y sus equiva7-
Mentes. Alli es presentarsele á porfia todas
las satisfacciones , todos los gustos, todos
los placeres; alai es dormirse en la embria-
guez de la ausion , y ver la máquina del
universo destinada toda á su servicio. .


»¿Qué hombre pudiera resistir á un al-
hago tan dulce y seductor ? ¿ Qué alma de
' bronce y corazon de marmol no se ablan,
-dan. á tan funestas inyresiones ? ¿Puede
Ver nada quien tiene sus ojos de esta suer,
te fascinados? ¿Puede sentir quien no ejer-
ció jamas este don peCuliar de nuestra esr.
j)ecie ?»


45
Vaya que escribiendo en un gobierno


monárqnico, aunque sea constitucional, la
pintura no puede ser mas á propósito pa-
ra hacer amable la nionarquia, é inspirar
á los ciudadanos respeto., veneracion y
amor á la persona del monarca. Y cgida-
do que no se habla. de los reyes de Pi-
los y de Esparta, sino de los ae Prusia,
Francia (este es constitucional), etc. etc.
¿ De qué otro modo se escribiria si se inten,
tase hacer odiosos todos, los reyes del mundo?


Hemos dicho que la táctica cons-
tante del Espectador es atribuir al pueblo
los desórdenes, desacatos y atentados que
cometen algunos pocos individuos para pre-
sentar semejantes actos corno una espre,
sion fiel de la opinion general. Ya lo he-
mos visto en el asesinato de Vinuesa: abo-
ra•veremos otra prueba en lo que dijo so-
bre la deposicion del gefe político de Ara,-
gon. Hoy ya nadie duda de que no fue
rl puebio de Zaragoza el que cometió aquel
escandaloso acto de rebelion y anarquia;
y todo hombre de buenos principios, sabe y
confiesa ademas que aun cuando todo el pue-
blo de Zaragoza hubiese tenido parte en
aquel atentado, no por eso seria este le-
gítimo ; constitucional y laudable; porque




46
donde las leyes mandan, ningun pueblo par-


.ticular tiene autoridad para deponer los
magistrados legitímamente nombrados por
el gobierno. Si no se conducen bien, pue-
de pedir su retnocion; pero no obligar-
los con un tumulto á que abandonen su
destino. Pues bien : el Espectador en su
numero 201 , despues de haber referi-
do con ayre de triunfo la violencia hecha
al señor • Moreda para que hiciese dímision
de su empleo, se empeñó en probar con
tra el Universal que era el pueblo de Za-
ragoza el que •habia conseguido tan seña-
lada victoria sobre la ley y sobre el or-
den constitucional, y discurre asi (pag. 819,
col- 2. a ) : « Es constante que la plaza de
la Constitucion y otros mas parages pú-
blicos estuvieron llenos de un gentio in-
menso mientras duró la sesion referida (la
del ayuntamiento), y que todos recibieron
con aclamaciones la cesacion en el mando
del señor Moreda. Este concurso de todas
clases y condiciones ¿ no era pueblo? ¿No
era pueblo la milicia nacional que acudió
á sus gefes para que fuesen órganos de sus
justas peticionesen el ayuntamiento? Hé
aqui un pueblo entero, decidido y pro-
nunciado , que se interesa en la deposicion


457
de un gefe político reputado por fatal á su
reposo." Por Dios, señor Espectador, ya
que no haya lógica , haya siquiera un po-
quito de gramática. El :gentio que acudió
á la novedad del caso, cómo acucie siem-
pre á cualquier acontecimiento estraordi-
nario , y que, entre paren tesis, no todo él
recibió con aclamaciones la noticia de la
cesacion de Moreda, era pueblo, pero no
era el pueblo : la parte de la milicia (por-
que es notorio que no fue toda ella) que
acudió á sus gefes era pueblo, es decir, una
fraccion pequeñisima del pueblo , pero
no era el pueblo. ¿ Conoce usted y siente
la diferencia que resulta de poner ó no
poner el articulo? Pues otra vez use us-
ted de mas buena fe. Pronto veremos que
el Espectador ha observado la misma tác-
tica respecto de las ocurrencias de Ca-
diz, Sevilla, Coruña y Murcia. Para él siem-
pre ha sido el pueblo el que no quería
obedecer á las órdenes del gobierno, el
que no dejaba salir á Jáuregui y á Mina,
el que deponia á Sebastian y elogia á Bar-
cena , el que daba el mando á Piquero cte.
etc. Si el Espectador lo niega cite los pasages
en que haya dicho con la debida distin-
cion que no todo el pueblo de Cadiz, Se-




458
villa , la Corufia y Murcia, sino una par-
te y muy pequeaa del verdadero pueblo
.de estas y domas ciudades, era la que des°,
bedecia al rey, insultaba á la magestad del .
trono é infringia la Constitucion. Esta dis,
tincion tan necesaria y tan honorífica pa-
ra la nacion, quien la ha hecho ha sido
el Censor. Este es el que ha tenido siem,
pre cuidado dé advertir, que no era todo
el pueblo ni aun • la parte sana de él, si,
no la chusma gritadora la que cometia
aquellos escasos. ¿Es esto calumniar á la
nacion ? Sigamos con nuestro examen.


Número pag. 679, col. 2.a Se ha,
blá de la oudinotada , y se añade: «En es-
ta farsa mal forjada hicieron de tramoyis-
tas muchas personas notables, y fueron
los azotados los hombres de buena volun,
tad que todo lo querian llevar por el ri- ,
gor de los principios, sin reflexionar que
el refórmador , si lo ha de ser con éxito,
debe llevar en la izquierda la ley, y en la
derecha c. alflinge.» ¡Qué amable filosofa!
¡qué máxima tan liberal! ¡qué doctrina tan


• digna del siglo XIX! ¿Conque los refor-
madores de las naciones han de llevar en
la izquierda la ley , y en la derecha el al-
finge? En efecto, asi lo hacia Mahoma,•
y asi reformo' la Arabia.


459
Número 577, pág. 707, col. 2.a (Ia


buena intencion , la marcha franca, los
procederes virtuosos jamas tuvieron en pulí-
tica la estimacion real que tienen y de-
ben tener en moral. El hombre que se em-
peña en hacer bien á la muchedumbre,
si no está desprovisto de esperiencia y de
conocimientos del corazon humano, ten-
drá que valerse de ardides y combinaciones
que indudablemente no apoya iian mengua-
dos moralistas.» Jamas se ha predicado tan
á las claras lo que se llama maquiavelismo.
Hasta ahora los escritores mas filósofos .y
mas liberales habian sostenido que la po
lítica no debia ser otra cosa que la mol
ral aplicada al gobierno de los pueblos ,
por consiguiente que jamas debia hacerse
en política cosa alguna reprobada por la
moral mas severa; pero ya el Espectador
ha dado mas ensanches á los hombres pú-
blicos, y les permite emplear ardides y
combinaciones no apoyadas por los men-
guados moralistas.


Notorio es á todo el mundo que las
Cortes despues de una larga y bien ilus-
trada discusion declararon solemnemente,
que los magistrados y empleados de ea,
diz que no habian obedecidó las órdenes




-46o
del gobierno relativas á los nombramien-
tos de Venegas y Andilia, habian infrin-
gido la Constitucion ; y que las mismas Cor-
tes aprobando el informe de una comision
especial , proclamaron la doctrina de que asi
los simples ciudadanos corno los empleados
deben obedecer y cumplir las órdenes del
gobierno, siempre que este al darlas no ha-
ya escedido el límite de sus facultades cons-
titucionales. Pues bien , esto mismo babia
dicho el Imparcial en las notas que puso
á la esposicion , en la cual el que se lla-
maba pueblo de Cadiz se negaba á reco-
nocer por comandante de aquella provin-
cia el general Venegas; y el desgraciado
Espectador, enemigo como hemos visto del
rigor de los principios, no previendo que las
Cortes sancionarían con su voto la obli-
gacion de obedecer á las órdenes legales
de la autoridad legítima, se propuso en su
número 210 , pag. 839 , col. 2. a impugnar
al Imparcial , y llamó antisocial é anida la
doctrina misma , mismisinaa que las Cor-
tes proclamaron poco despues como muy
constitucional y muy piadosa. Dice asi:


« La Constitucion concede al poder eje-
cutivo la facultad de nombrar todos los
funcionarios públicos ; pero. el ministerio


.461
y los impudentes escritores que estar: siem-
pre dispuestos á aplaudir todos los actos
del poder , se han empeñado en dogma-
tizar la antisocial doctrina de que no hay
un justo límite en el ejercicio de es-
ta facultad, y que ni el buen porte, ni la
fama, ni aun la utilidad de que perma-
nezca en su puesto el funcionario, sirven
de nada cuando el gobierno queriendo ha-
cer alarde de su autoridad, ha resuelto su
separacion.


»Como nosotros creemos con todo el
que tiene sentido comun , que esta doctri-
na es impia y capaz por sí sola de des-
truir la felicidad hé aqui por que no
vacilamos en asegurar que la esposícion
de la heroyca Cadiz es esencialmente pa-
triótica, pues que se reduce ti tomar la
defensa de unos funcionarios que en el des-
empeño de su autoridad han escudado las
libertades del ciudadano , y á rehusar otros
que ni merecen su confianza ni le presen-
tan las mismas garautias.»


Aqui no hay efugio servir Espectador.
Las Cortes han declarado que se infrin-
ge la Constitucion cuando en un pueblo
se continua obedeciendo y reconociendo
á un empleado que el gobierno ha remo-




462
violo, y se rehusa reconocer y obedecer al
que ha nombrado para sucederle , sie ► -
pre que en aquella remocion y este nom-
bramiento no se haya escedido el gobier-
no de sus facultades constitucionales : es
asi que usted ha llamado á esta doctri-
na antisocial é impia , y no ha vacila-
do en asegurar que era esencialmente
patriótica la esposicion en que parte del
vecindario de Cadiz , y si usted quiere to-
do Cadiz , declaraba que continuaria reco-
nociendo á un comandante militar y ge-
fe politico removido por el gobierno , y
rehusaba admitir al que este habia nom-
brado para sucederle ; luego usted y no
el Imparcial ni el Censor (que dijo luego
lo mismo que este ) es quien predicó una
doctrina antisocial , impia y contraria á
la declarada constitucional por las Cortes.


Número 230, pág. 922, col. 1. a y 2. a Hay
un largo discurso para defender y canoni-
zar la resistencia de Cadiz y Sevilla á las
órdenes del gobierno, No le .copiarémos
porque sena molestar inutilmente al lec-
tor. El que guste puede verle en el ori-
ginal; y ahora que ya recayó decision de
las Cortes sobre aquellos actos, conocerá
por sí mismo la constitucionalidad de los


.2163
prireipids en lue fundó el Espectador
la defensa de los inobedientes: solo le en-:
cargamos que á las palabras en que se
dice : « Persuadidos (los de Cadiz y Sevi-
L:-) de -que los actuales secretarios del des-
pacho llevan la nacion al precipicio, han
.mirado aquellos ciudadanos la resistencia
á sus órdenes como una medida eficaz pa-
r ►


salvarla ,, añadan esta nota : está bien;
pero las Cortes españolas han declarado
esta resistencia una infraccion de Consu-
lado:a y una inobediencia punible.


Nadie ignora hoy, ni lo ignoró nunca
-si procedió de buena fe, que no fue el
pueblo de Galicia y ni aun el pueblo de
la Coruña el que se negó á reconocer por
comandante interino al seilor Latre , y
se empeñó •en que el general Mina con-
tinuase en el mando. De esto nadie duda
ni puede dudar. Pues bien, el Espectaffl
dor (número 233., pág. 932 , col ) al
referir aquel desagradable acontecimien-
to procuró estraviar la opinion , y enga-
itar y alucinar .á los incautos hacien-
do creer qüe habia sido el pueblo el
que Labia cometido aquel atentado , y
dice asi en términos bien positivos. e< El
general Mina corno buen militar hizo in-




464
mediatamente dejacion (11, su mando ; pe4.
ro el pueblo , si señor, el pueblo lo volvió
á reponer en su empleo. » Que se lo pre-
gunten al señor Latre que ahí le tienen,.
Ademas los hechos siguientes dernostra-.
ron lo contrario. ¿Y qué dice usted aho-
ra ; señor Espectador? ¿ Es usted el que
rectifica la opinion , y el Censor el que la
cstravia ? Pero supongamos que en efecto
hubiese sido el pueblo de la Coruña, ¿ qué
sacabamos de aqui ? Que cl `pueblo de la
Coruña habia infringic/o la Constitucion.


Para demostrar de una sola vez que
en el Espectador no solo se han sembra-
do aqui y alli principios jacobinicos y doc-
trinas anárquicas , reuniremos dos pasa-
ges decisivos que se hallan en el núme-
ro aso ya citado, y en el 235, porque en
ellos no se suelta .asi como quiera una:al
otra prenda , sino que se redacta el cós
digo de la anarquia, y para que nadie du-
de en qué fuente se ha bebido una doctrina
tan pura, se cita un escritor jacobino de x792,
llaniandole á boca llena « uno de los mejo-
res publicistas de Europa.» El pasage del
número ato pág. 84o , col. 2. a dice asi:


«Los abusos introducidos insensiblemen-
te por el poder, hacen á veces necesarios


medios mas enérgicos y :eficaces que las
peticiones y la libertad


imprenta.
'Por lo mismo el legislador debe con-


siderar que no hay ricas rebeldes ó faccio-
sos: que los que lo son contra el pueblo
ó contra el poder legislativo encargado por
*91; y asi no hay' mas que insurrecciones
contra el poder ejecutivo.;.:


»Nunca se puede rebelar un pueblo li-
bre, como que es soberano (s). Lo que
puede hacer es insurreccionarse ó alz-irse
contra los agentes del poder ejecutivo)
cuando se convence de que estos agentes
quieren oprimirle.


»Si no tuviese el derecho de alzarse
contra sus opresores , presto le seria roba:
da su libertad. El alzamiento es la crisis
que le atrae la muerte ó le restablece su
salud. Al legislador toca prever el mal


.y
corregirle.


(1) Entre pueblo r nacion no ha}, mas diferen-i
cia que la '


de. que. aquel se entiende' la reunion de
todos los ciudadanos sin el rey, y esta la de los
mismos con él; pero en la clase de un mero in-
dividuo. Esto es tan sabido, que no hay mas que
consultar para ello el catecismo frances respc.'•
tivo á la constitucion del año de


(Vease
Lacroix).


womo my. 3o




A66
Criando los reyes 'tienen el poder le..


gislativd' hay 'rebeldes ; cuando 'no tienen
-lino el ejecutivo no puede haber sino
alzados.


»"En 'los peqúeiios estados popidares el
eltingue á veces en una sola jun-


'ta todos los agentes del poder ejecutivo
que les disgustan. Pero en una nacion gran-
-de no har'casi nunca sino alzamientos lo-
;Cales ; y entonces el poder legislativo debe
hacerse mediador entre el. poder ejecu-
ttivo y los insurgentes.


,Los'insurgentes nunca'ádt rebeldes, pe-
ro pueden ser culpables. Si se" alzan con-
Ira una corporation –cualquiera , si piden
lra reforina de .ciértos• abusos , la destit u-
ídi-on 6' castigó-de un magistrado, pueden
tener en ello raion, y se "les debe oir y
'suj'etar á iin • juicio el negocio.


»Mas si uniesen á sus reclamaciones
el robo y el pillage, si incendiasen las ca-
sas ,:atentased .á la vida de cualquier ciu-
dadano ó do Knetiesen otros escesos„ carian


'm'as' grave d'e • todos les./erlinenés,
el mayor 'gil' izl'í dé aquellos que *se llaman
,3!) t • "
crímenes de lesa nacion ect..»,


El segundo pasage que •e&tá en el nú-
mero 235 , pág. 942, col. La ,. y es-titix


467
mentario ó apologia del primero, contie-
ne entré' una serie de absurdos que la plu-
ma se resiste á transcribir, lo siguiente:


.Estos (los derechos del ciudadano) estan
garantidos en nuestra Constitucion , como lo
estan en todas las constituciones del mun-
do, por aquello de que la nación está obli-
gada por leyes sabias y justas etc. , sin qué
obste el otro artículo que dice que todo
español está obligado á respetar las autorz-
dudes establecidas, pues esto se entréáde ea-
Minando con la ley en la mano, y cuan-
aó . esta puede reclamarse de cualquier mo-
do ; pero no eh el Conflicto de obrar con
arbitrariedad el iiiiigistrado , y no darsele


indemnizacion al ofendide
. ''qUe.


en-
idriees puede el pueblo ó parte de él al-


4
iarse legitíniame


•té contra sus 6pi''esores,
n-i' es que viólan'el pacto social y alteran


él arden establecílo en los sistemas libres.
E's'te derecho que-la constitucion france-
sa del año de 91 Ilaiia reszstencza á la opre-
sion , es el mas sagrado, el mas" inheren-
te , él mas necesario para sostener los otros.
Sin él presto se acabaria la libertad; pero
.diélie . :hácerse solo en casos apuradas, ur-
gerfteS y (como sé ha dicho) cuando no
liá t lágar á otro recurso.»




468
Sin entrar en largos comentarios so.


bre todas estas doctrinas que la Gaceta
de Madrid calificó á su tiempo . de antiso-
ciales y nuevas en los gobiernos representa-
tivos, aqui tenemos reconocido y procla-
mado el derecho de insurreccion parcial;
derecho que si una vez llegase á introdu-
cirse en el código político, acabarian las so-
ciedades . humanas , porque si no solo el
pueblo todo, sino cada . fraccion de él pue-
de legítimamente no ya desobedecer á los
magistrados establecidos por la ley, sino
zarse abiertamente contra ellos, se acabó
todo gobierno entre los hombres. Cada
fraccion de la sociedad dirá cuando no
le acomode obedecer , ,. que está convenci-
da de que , los agentes , del poder quieren
oprimirla. ¿quién dejará de decirlo siempre
que lo que se le mande contraríe sus capri-
cho, sis preocupaciones y su interes?
2.° Todos estos sofismas de los anarquis-
tas están refutados por ellos mismos. ¿No
dicen .que el que se alza contra el pueblo
entero , contra la sociedad, es rebelde? Pues
bien, miserables, cuando una parte del pue-
blo , una ciudad , por ejemplo , se alza con,
tra el poder ejecutivo, ¿se, alza contra el hom-
bre llamado Juan 4 Diego , en cuyasima


. 469
nos está depositado, ó contra la sociedad
entera que le depositó en sus manos y
quiso y mandó que se obedeciese en
cuanto ordenase dentro del círculo de
sus facultades ? 3. 0


¿Conque cuando un
rey no tiene mas que el poder ejecu-
tivo, el que se alza contra este rey no es
rebelde ? ¿ Puede darse mayor absurdo ?
Si se dijese lo contrario, á saber, que cuan-
do un rey reune en su mano todos los
poderes, es decir, cuando es déspota , ab-
soluto y arbitrarlo , la insurreccion pue-
de alguna vez ser legítima , 'ya se podría
defender; pero sostener que cuando es rey
constitucional, esto es, cuando ejerce una
autoridad legal , legítima y nacional, es pre-
cisamente cuando los pueblos chicos y
grandes pueden alzarse legítima y santa-
mente contra 4, es el colmo del delirio,
y una prueba del estravio á que puede lle-
gar la razon humana. 4. 0 Si en una mo-
narquia constitucional no son rebeldes los
que se alzan contra el rey que solo tie-
ne el poder ejecutivo, ¿ por qué en varios
artículos de nuestra Constitucion se diári-
da á tales y cuales personas jurar que se-
rán 'fieles al rey? ¿ Rebelde no es lo con-
trario de fiel, cuando se trata de obe-




4.o
diencia ? Pues si no pueden ser rebeldes 5


para qué se les encarga que sean fieles?
No acabariamos si quisieramos indicar so-
Ltiente las mil y mil reflexiones que se nos
ocurren y se.occurriran á cualquiera con-
tra ese cúmulo de errores amontonados
en las pocas líneas que hemos copiado. Con-
cluiremos pues este punto con dos obser-
vaciones. i.a Jacobino es Gudin como he-
mos visto; pero lo es aun mucho mas el
Espectador. Aquel por , fin reconoce que
cuando en los motines que él llama al-
zamientos locales atentan .los amotinados
á la vida cualqwer cludadano , caen en
el mas grave de todos los crímenes; pero
nuestro Espectador sostiene como hemos
visto que un chamuscon como el de Pi-
nuesa es 4sbnulable y aun uta. ¡Qué dis,-
parates ! Qué. absurdos vergonzosos hacen
decir las pasiones ! 2.a Si el Espectador re-
conociendo que son anárquicos los prin-
cipios contenidos en los pasages citados,
se escusase con que se hallan en un artí-
;gulo comunicado, le responderemos. Bien;
_pero ó usted tiene por verdaderas y pro-
fesa esas doctrinas , ó no. Si las tiene por
verdaderas y las profesa, nada hay que
.-decir; es como si fuese suyo el artículo:


475


Respuesta del Censor al artículo comunica-
do , inserto en el suplemento del Univer-
sal del i de marzo de 1822.


z.° En el pleyto que se sigue entre los he.
rederos del marques de Branciforte y el señor
Marcó del Pont, acerca del pago de las le-
tras que giró este y que fueron Protesta-
das, consta que el banquero Baquenault de
Paris , á cuyo favor iba el último endoso,
las, devolvió despues del protesto , y el
marques tuvo que pagar los gastos de es-
ta operacion. ¿Quién es pues el tenedor
actual de la letra ? á quién se deben pagar
los caudales representados por ella ? á Ba-
quenault ó á los herederos de Branciforte?


2.° Aquellos caudales eran del marques,
no del intruso. Hubo una oferta de entre-
gar seis millones de reales para compra <le
bienes nacionales, no una cesion. Es l'al-
so que á aquella oferta se hubieran aña-
dido despues dos millones, como dice el
articulista. El señor Marcó no lo ha podi-
do probar, aunque lo ha dicho en juicio.
La compra no se verificó , porque las 107




476
tras fueron protestadas y devueltas á su
dueño , que no dejó de serio nunca el mar.
ques. 6i' hubiera sido una ceSion, el in-
truso hubiera hecho reclamacion contra el
marques: si se hubiera verificado la cesion
ó compra , no habria pleyto en el dia. El
marques y sus herederos hubieran perdido
los bienes °adóbales, y Marcó estuviera
libre de toda responsabilidad ; pues -habria
pagado.


El oficio del marques y el decreto del
intruso nada prueban, sino que este que-
ria dinero; y el marques que jamas ha-
bia empleado ni gustaba de emplear sus
caudales en bienes raices, se vió obliga-
do á darselo, como otros muchos en aque-
lla época calamitosa. Todo el contesto del
oficio del marqu es prueba que se esfor-
zaba á aparentar buen semblante en una
operacion que le disgustaba mucho; por-
que á nadie le gusta comprar por fuerza.


Débese advertir que ni el oficio ni
el decreto prueban nada contra la buena
memoria del difunto marques. El gobier-
no legítimo jamas le impuso tacha alguna;
ademas se sabe que murió al lado y go-
zando del favor de los reyes padres; y
su conducta durante la invasion .fue ejla-


477
minada y aprobada en juicio contradicto-
rio por el estinguido Consejo de Castilla.
Las frases del artículo no pueden nada
contra la declaracion de aquel tribunal,
que no era entonces muy indulgente en
las causas de esta especie.


3.° Aquellos bienes no fueron nunca
del intruso; y por tanto no fueron ocupa-
dos por el gobierno legítimo ni adjudica-
dos á la nacion. Adjudicados, no; pues
jamas hubo sentencia de confiseaciou.
Ocupados, tampoco ; pues el gobierno le-
gítimo no los encontró en ninguna parte.
El espediente gubernativo empezó en Ca-
diz sin .oir mas que á Marcó. Este, deu-
dor .de las letras, fue precisamente elegi,
do para • depositario de los caudales de
Branciforte, cuyo apoderado 'labia sido,
obteniendo su confianza. Mas no poda ser
depositario de los caudales pertenecientes
í las letro,; porque se }labia deshecho de
ellos ante la ley en el mismo acto de gi-
:radas.


4.° Yor mas que diga el artículo, el es-
pediente, es judicial; pues hay documento
que trae aparejada ejecucion , actor y de-
mandado. Podrá mezclarse la parte gu-
bernativa con respecto otros caudales de




47 8
. .


Branciforte depositados en Marcó ; pero
con respecto al valor de las letras, no;
porque á dicho valor, giradas ya las letras,
no alcanzaba el poder del gobierno legí-
timo. Las escepciones propuestas por el
señor Marcó han sido todas judiciales;
prueba de que el mismo demandado esti-
ma como judicial el expediente.


5.° La orden de 24 de diciembre últi-
mo no se limita á la declaracion de un he-
cho: confiere un derecho á Marcó cual es
el de no responder. por letras que él mis-
mo ha girado. ¿Cómo pues, dice el articu-
lista, que en dicha orden no se ha Mezcla-
do el gobierno en las funciones judiciales,
'en-ancló si se ha -de estar á su' declaración,
'se lb quita al reo su demandado ? • Esto no
lo puede hacer nadie en el régimen Cons-
titüciOnal, sino el tribunal competente.


- 6.° El Censor no sabe mas que los mi-
nistros y 'con'sejeros, ni sabe tanto ; pero no
es Menester saber Mucho para!saber que de-
he dejarse libre y espedita la accion 6 los
wibtinales. Tampoco tiene que defender
'en este negocio ningun partido, ni 'le' de.,
íiende. e:Ha visto el articulista á muchos
prtidarios que defiendan la independen-
'tiiaMel poder judicial?


479
7.° El Censor ha sentado osadamente


que «la influencia ministerial ha entorpe-
cido • la justicia , ha complicado los proce-
dimientos públicos y judiciales con los
tortuosos y secretos de lo 'que entonces
se llamaba via gubernativa, truncando y
y desfigurando los hechos, y oponiendose
á la entrega de documentos que hubieran
ilustrado la conciencia de los jueces." Sí,
señor articulista; el Censor , lo ha dicho
osadamente, porque osadamente debe de
cirse la verdad. En cuanto al entorpeci-
miento de la justicia, hable la orden que
suspendió la sentencia de ejecucion de la
auditoría de guerra. La complicacion • es
visible; pues los herederos de Brancifór-
te dicen : paguese esta letra ; y se les res-
ponde: hayunespedientegzibernatiffl sobre eso.
¡Con cuánta dificultad se ha hecho la en-
trega cielos documentos relativos al pléy-
to que obraban én la via reservada! El que
:tiene justicia, ¿por qué se friega á mani-
festar en juicio los documentos que la apo-
yan? En cuanto á hechos desfigurados,
hable pir todos la 'famosa'tesien üe los
Seis millones, que no fue cesión, ofer-
ta de compra;. y que fuese compra ó cesion
no se llegó á verificar. Pues sobre este hecho/




48o
falso gira todo el espediente de la via gu-
bernativa. ¿Quieren nuestros lectores una
prueba decisiva de que no hubo tal cesion?
Sabiendo el marques de Branciforte que
habia en Hamburgo fondos en marcos-
banco pertenecientes á Marcó, los recla-
mó como parte de la deuda de este; re-
presentada en las letras que ya se habian
protestado. Napoleon las reclamó tambien:
vióse la causa en el consejo de estado del
emperador, y se adjudicó la suma al mar-
ques. iY que luego vengan á decirnos que
cedió sus caudales al intruso, y que sus
herederos no son tenedores de las letras!


Ultimamente advertiremos al articulis-
ta que el Censor puede equivocarse; pero
ti() está acostumbrado á hablar sobre ma-
terias que no haya examinado con mucha
atencion. Mas aunque nada supiera de este
espediente, siempre será cierto que quien
"tiene la autoridad para absolver á Marcó
de la demanda, tio es el gobierno, sino
el tribunal; y á quien toca proponer las
escepciones no es al gobierno, sino á Mar-
có. es necesario que - el gobierno
declaré sobre hechos ante los tribunales,
estas declaraciones se hacen celo 'documen-
tos y oficios, no con órdenes. El rey no
puede ser testigo en ninguna causa ; por-
que el rey no es . una persona privada , si-
no una institucion social. Su nombre sa-
giudo no debe intervenir'én los juicios, so-
'Metidos á la decision de los tribunales.


INDICE.
481


de los artícrdos contenidos en el tomo XIV
tEL CENSOR.


Sobre las elecciones de Ciídiz y de
Sevilla. .


a


Teatros. La Villana de Ballecás: co-
media dé Tirso de Molina, refundi-
da en cinco actos
x3


Continuan• los reparos al opúsculo in-
titulado : Observaciones sobre el sis-
tema prohibitorio y restrictivo de co-
mercio


20
Sobre un discurso pronunciado por un


niño de diez años en el café del
4 Turco de Sevilla 5 z,


Descripcion del régimen 'de Francia
anterior d su revotucion




6 o
Sobre los tres proyectos de ley remi,


tidos por el gobierno á las Cortes,
y leidos en la sesiorz del 21 de ene-
ro último.
. .


Concluyen. los reparos al opúsculo
Observaciones sobre el siste-


xna restrictivo y prohibitorio de. eco?,




n


482
merejo 87.


N:oticia de tres obritas artísticas del
académico -don Juan Agustín Cena
Berniudez 104


Cuestion constitucional.
120


Sobre los nuevos liberalismos que se
han exigido en el año •e 20. . . . /40


Teatros. La posadera feliz, 6 el ene-
migo de; las 772VCI;OS comedia de
Carlos Goldoni


153
triunfo del Ave Maria : comedia


de un ingenio de esta córte


155
Anuncios


1 58 •
Economía pública. Balanza del co-


merció


x p r
Des moyeas de gouvernement et 'd'op-


posiaon dans l'etat actuel de la Fran-
ce. Par F. Gizizot. Paris x 82x.


. 187
Idea rápida y sucinta . de la legisla-


tura de' los años 20- y '21••
208


Oración fúnebre del filantrópico Clara-
. rosa editor del diario Gaditano. . . 221


Sobre un articulo del Espectador. .• . 230
Anuncio.


240
Cuestiones Sobre la palabra policía.


24 r
.Prbyecto de contrarevolucion para des-


terrar el uso de ciertas palabras


483


nuevas. 2 6 5
Literatura: La Henriada en verso cas-


tellano por D. Joaquin de Virués y
Espínola . 275


Sobre un artículo de D. Miguel de .
Burgos , juez de hecho en esta capi-
tal, inserto en los números 3o6 y 307
del Espectador 293


Teatros: El Alba y el Sol : comedia
nueva en tres actos 3o3
—El valiente justiciero y rico-hombre
de Alcalá • • . 3o 5


Hymno ao Sol: de Francisco Javier
Monteiro de Barros ...... • . . . 313


Anuncios ... 3 18
De la autoridad del rey de Francia


anterior á la Carta 32 r
Teatros. El perro del hortelano: come-


. dia de Lope de Vega 336
Sobre un pasase de vida de Arístides 344
Sobre una palabrita que está de mo-


da y qué sé yo qué mas 352
Una palabrita sobre desafíos
Ligeras indicaciones sobre lo que debe'


1'•llamar con preferencia la atencion de ,»
los nuevos señores diputados 365


Espíritu, doctrinas y principios del Es-




484
pectador
372


Anuncro.
400


Reflexiones sobre el crédito príblico en


Francia
4 dI


Un dia de un jugador
407


De Fla: omnipotencia parlamentaria. .
421


Concluye el artículo del número último
sobre el . espíritu doctrinas y principios
del Espectador


438
Respuesta del Censor al artículo comu-


nicado inserto en el suplemento del
Universal del x.? de marzo de 1822. 475