EL CENSOR,
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TOMO VI.


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En la Imprenta del Censor, por».
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r'\' EL CENSOR,


PERIÓDICO POLITICO
LITER ARIO.




EL CENSO
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 31.
SÁBADO, 3 DE MARZO DE 1821.


Conclusion de las Aventuras de la hya de un
rey, referidas por ella misma.


Honraba á aquellos escritores- alentados,
que en el tiempo de mis primeras des-
gracias tomaron noblemente mi defen-
so, y con varios de ellos entablé correspon-
dencia. El uno ( i) me dirigía todas las
semanas cartas picantes é ingeniosisimas so-
bre cuanto ocurría en . la capital del reyno;
el otro (2) , no menos constante y que ha
sido tenido en el mundo por mi benjamin,
me daba consejos , sábliós con el grave y va-
ronil acento de la verdad , porque yo per-
mitia que se me dijera ó escribiera cual-
quier cosa, no dejandome fascirlar por las


r ) Mr. Etienne. (a)
Benjamin Constant.


1.




4
alabanzas, y despreciando las injurias. Ha-
ba contraido particular amistad con una
muger de admirable talento ( ), cuyo tra-
to formaba ya una reputacion en la repú-
blica literaria. No ha existido jamas 'un es-
critor.de nuestro sexo de estilo tan brillan-
te , de una elocuencia tan sublime y de una
imaginacion tan poética : sú florida conver-


" sacion , unas veces estaba sembrada de ras-
gos de ingenio , y otras tomaba el caracter
elevado de la inspiracion : entonces su tono
parecia profético, y cualquiera la hubiera
tenido por una sacerdotisa de Apolo. Las
consideraciones, que me presentó sobre las
verdaderas causas de las desgracias que ha-


. han sobrevenido á la familia de tni padre,
hicieron en mi alma muy honda impresion:
escuchaba


_


á esta noble amiga con religioso
encanto ; pero no tardó la muerte en arre-
batarsela á mi amor. Su lecho se vió rodea-
do de todos sus amigos y de los mios, que
eran Jos mismos, y espiró entre sus brazos,
regada de sus lágrimas ( 2).


.(x) Madama de Stael.
) NO profanará la indiferencia el asilo consa-


grado por sus últimos suspiros : una muger á quien:
distinguen tanto las gracias personales como las del
ngenio , y dignísima de haber sido amada por Ma-


5
Mucho me afligió esta pérdida ; pero


otros muchos pesares me estaban prepara-
dos. Luego principié á notar que mi predi-


uelecto se hacia receloso ; que empleaba
nos confianza en nuestros coloquios ; se po-
nia de mal humor con facilidad y frecuen-
cia : le rogué al instante que me descubriese
su corazas , y por las medias palabras que
le pude hacer . soltar, discurrí que tenia ce-
los de algunos de los que me manifestaban
mayor afecto, ó que seguian corresponden-
cia conmigo : " La familiaridad que tienen
« algunas veces con Y., me decia , no me
« agrada : usan de expresiones demasiado li-
« bres , y V. las atiende y recibe con - Eon-
« risa. Antes de mucho tiempo no se val-
« dra V. para ver de otros ojos que de los
« de ellos , ni de otra boca de la suya
« para hablar. No quisiera ocultar á V. que
« tanta llaneza me tiene descontento. " Con-
fieso sinceramente que me picó un poco es-
te ayrecillo de reconvencion, y que por. ins-
tinto propio de mi sexo me alegré de dejar
dama
• de Stael, piensa mandar levantar una co-
lumna en memoria suya. Todos los amigos de las le-
tras , de la gloria y de la libertad , estarán prontos
á presentar una religiosa ofrenda para esta empresa.


( Nota del editor frances.)




6
sembrada en su alma una corta dosis de ce,
los ; sin embargo previne á algunos ami-
gos mios que en adelante moderaran sus
expresiones , que se sirviesen de un tono
menos familiar , y fuesen mas comedidos
en sus acciones y modales ; porque no hay
duda de que algunos usaban un lenguage
go áspero y á veces poco decente. Mi fa-
vorito leia todas las cartas que me escri7




bian , pues nada le ocultaba ; pero no qui,
se hacer en obsequio suyo el sacrificio de
todos aquellos apasionados mios que le in-
comodaban , y por 'este motivo principió
á retirarse de mi cuarto. Venia siempre á
ver á mi padre , aunque se pasaban los
dias enteros sin entrar á visitarme : últi-
/pa:Tiente volvió á dejarse ver en las salas
de mis enemigos. No Obstante que estos lo
eran suyos tambien disimularon ; y sa-
-hiendo que podia disponer de mi suerte ,
porque tenia mucho favor cerca de mi pa-
dre y era el confidente de sus secretos, apar
rentaron tanto agasajo y solicitud en sureci-
bimiento , que sin dificultad abusaron de su
candor. Mas nunca pudo obtenerse de su bue-
na índole una ingratitud completa : le acon-
sejaban que me perdiese, y él solo se pres-
tó á mortificarme persiguiendo á mis amigos.


7
Él celo de estos últimos por mi prospe-


ridad les habia escitado á fundar 'una aca-
demia que empleaba sus sesiones en recono-
cer todos los escritos en que se hablaba de
mí , sostenia aquella libertad amable que
reynaba en mis tertulias, aplaudia los ob-
sequios y alabanzas que me dirigian de to-
das partes , y consolaba á los amigos des-
dichados que eran castigados por sus erro-
res ó por su temeridad cuando me pedian
cosas indiscretas. Esta academia ofendía á la
vista de mi amigo, ó por mejor decir, ex-
citaba la envidia de aquellos sugetos cuyo
influjo habia buscado últimamente. , Se pro-
puso destruirla , y para: lá egecucion de este
proyecto se valió de un joven que habia yo
distinguido entre la muchedumbre que se-
guia mis pasos (1). Habia este tomado sus
principios en una excelente cáchela, y pro-
metia ser digno de la noble y rica herencia
de recuerdos y ejemplos que le habia deja-
do con su propia hija mi mas ilustre ami,
ga. Los vapores de la vanidad trastornaron
un instante su cabeza juvenil , y algunas
ráfagas de resplandor deslumbraron sus ojos:


. (i) M. de Broglie , casad o , con la hija de Mad.
de Stael.




8
negó haber sido admitido en mi cuarto , y
el haber concurrido á la academia institui-
da bajo mis favorables auspicios. Esta re-
tractacion extraordinaria perjudicó mucho
á su estimacion ; pero he sabido despues que
se hallaba muy pesaroso y arrepentido : en
un alma bella pronto se convierte en virtud
el arrepentimiento.


Aquella era la época del año en que vol-
vian á empezar mis roughts (i): estos se ce-
lebran al mediodia , y es costumbre que
concurran á ellos las personas mas notables •
de todas las provincias del reyno. Alli se
habla de lo que se ofrece, y se discute con
libertad, bien que no permito nunca que
se hable de mi padre sin la profunda ve-
neracion que me inspira á mí misma su per,
sona sagrada.:. respecto á mí soy mas in,
dulgente ; no hallo reparo en que se ex-
pliquen con entera franqueza sobre lo que
me toca mas de cerca ; correspondo con
una' sonrisa á los que me dicen flores , y
no me enfado contra los que sueltan epi-
gramas. Siempre se nota en estas reuniones
cierto número de individuos inseparables de
la chimenea, que nada dicen ; que se menean


(T) Palabra inglesa, que puede traducirse reunio-
nes, alusiva á las sesiones de las cámaras.


9
maquinalmente algunas veces sin saber por
qué 5 recelan de que les quiten sus asien-
tos , aunque no sean los mas distinguidos,
porque los encuentran cómodos ; se calien-
tan tranquilamente ; no hacen alto de lo que
dirán á derecha ó á izquierda , ni aun des-
de el canapé (1) ; tienen siempre los ojos
clavados en el reloj, y al instante que el mi-
nutero toca en la hora de comer , exhalan,
como por instinto , unos gritos brutales y
desentonados, se levantan desordenadamen-
te y corren á sentarse á la mesa. No vienen
á mi casa ; porque yo soy sencilla y frugal :
no me sientan bien los excesos que al cabo
alterarian mi constitucion ; pero mis ayos
tienen excelentes cocineros , y sus razones
para tenerlos.


Una ciudad principal del reyno en que
la discordia habia hecho correr sangre, me
pidió permiso para introducir en mi casa
á un anciano que en su juventud se /labia
hecho célebre por un lustre infausto (a): vi-
gorosamente yo no tenia derecho para des-
echarle ; pero hay un linage de pudor que
pudiera advertir tácitamente á ciertas per-


(i) El banco de los ministros.
(a) M. Grégoire.




Io
sonas que deben abstenerse de frecuentar
ciertas casas. Convengo en que se use en
la mia de una suave libertad; pero no to-
lero los abusos. Reprendia seriamente á
mis amigos que hubiesen tenido esta falta
de consideracion, cuando me escribió uno
de ellos que habían influido en ella mis
mas fogosos antagonistas, pensando de es-
te modo sembrarla cizaña en mi tertulia.
Decian unos que no era digno de presen-
tarse en casa; yo sabia por otra parte que
su presencia causaria mucha afliccion á mi
padre: al cabo él mismo me sacó de este
apuro no presentandose, y todos mis ver-
daderos amigos lo celebraron.


Pero i quién lo creeria ! mi favorito,
quejoso de que no hubiese impedido esta
ocurrencia penosa para mi familia, quiso
echarme la culpa, y supuso que por mi pro-
pio consejo se habia propuesto esta pre-
sentacion hostil ; que yo quería ser mas
soberana que el rey mi padre : últimamen-
te que mi conducta ocasionaba por todas
partes una inquietud vaga. Representé mi
inocencia ; supliqué que no se formara ligera-7
mente juicio (le mí por una eleccion que
haba dictado una esperanza culpable, no
viendo mas bien una desesperacion ciega ó


11


mal aconsejada. Mi favorito se ensordeció á


do


seis
ruegos ; hizo que mi padre me repren-


diese publicamente; y por asusta-
ó celoso de la gente que concurría -á mis


roughts., empleó toda su atencion for-
mallos de personas mas favorables á tus
Miras , y mas dóciles á su voluntad.


Al paso que se aumentaba su indife-
rencia hácia mí , estrechaba cada vez mas
sus relaciones con mis enemigos : en las
tertulias de estos concibió ideas de vanidad,
y mi libertador se hizo al cabo cortesano..
Una noche qué volvía 'sin duda de alguna
de aquellas regiones elevadas, cuya atmós-
fera causa siempre una embriaguez peligro-
sa, entró en mi casa, vestido de corte y
con poco- comedimiento : ciertamente no
me pareció • tan bien como antes; pero mi
condescendencia para con él era tanta, que
la reprension 'merecida espiró entre mis la-
bios. Lejos de reconvenirle, le mostré todo
el fondo de mi ternura ; quise darle nuevas
pruebas de ella, manifestandole los peli-
gros á que le llevaban sus pasos, la vani-
dad de las caricias que le prodigaban y los
pesares que le asaltarian en el -abismo,
donde iba' á precipitarle-su ceguedad.No •
tardé en conocer que -mi voz habia' per-




12
dído ya aquel imperio que egercia antes
en su alma : me oía en ademan de distrai-
do , y se sonreia con, un ayre de desden.
Justamente ofendida de tanta


.
ligereza, le


hize cargo entonces de su ingratitud ; y
picandose nuevamente de esto , tachó con
amargura ciertas conexiones mias, se burló
de mi supuesto voto de virginidad, y fuera
delirio, ó fuese necesidad de cumplir algu-
na promesa secreta de ofrecer mi honor y
mi gloria, como holocausto, á mis enemi-
gos, se atrevió á levantar contra mí una
mano osada, y quiso asociarme á la des-
honra de Lucrecia




«Acuérdate del des-
tierro de Tarquino''-, le dije; y se retiró,
dejandome atónita y penetrada de dolor.


Yo hubiera querido callar esta afrenta;
pero no tardó en divulgarse la voz, que
por desgracia confirmaba demasiado el es-
tado de languidez en que luego se me vió
caer. Desde aquel instante los corazones que
se me hablan mantenido fieles, se despe-
garon de mí, aun á pesar de mi antiguo
libertador; y tan duramente le echaron á este
en cara su ingratitud, que llegaron á con-
vertir en odio el amor que me tenia. ¡ Me
habia querido tanto! Y ahora mi presencia
sola le incomodaba; el sonido de mi voz


destemplaba sus sentidos; y le irritaban mis
cartas. ¡ Cruel! Se propasó hasta querer que
se me encarcelara, y dejó encargado á otros
este horrible triunfo. Mas á pesar de todo
el mal que. intentaba hacerme, siento que
le quiero todavía, y le hago con mucho gus-
to la justicia de reconocer que el dia en que
hizo esta proposicion tan dura, se hallaba
turbada su razon por una gran calamidad,
y se veia arrastrado, como por el impulso
de un hado ciego , hacia el altar en que ha-
bia de ser inmolado.


La juventud cayó en los lazos de la vie-
ja experiencia de las cortes. En medio del
duelo público se levanta una voz del cam-
po de sus nuevos aliados, imputandole un
delito execrable : repite este ultrage un in-
fame eco, y su alma despierta excitada por
la indignacion ; pero ya se hallaba agovia-
do del peso de una fuerza oculta que le pre-
cipitó de la cumbre de las grandezas. De-
sásese de los brazos de mi padre , llega á mi
cuarto para dejar su targeta de despedida ,
y no se atreve á entrar á verme ; huye, cu-
bierto de un manto de corte hacía las pla-
yas en que fuí concebida , y en donde le
afligirá la presencia de mi madre, la cual cada
dia le hará llorar mas amargamente los ul-




trages que ha hecho á su hija, habiendo
podido hacerla tan feliz.


Es linly propio de la debilidad del co-
razon de los mug,eres el que á pesar de su
Mal proceder no pudiera verle partir sin do-
lor y espanto teniendole presente me li-
songeaba de que podria vencer su incons,
tanda , atraerle á mí y volver í disfrutar de
mis mas hermosos dias ; pero estando
sente , recelaba 'que seria mas desdichada.
Dícese que por muestra de su última aten-
cion- quiso intervenir en la eleceion de los
ayos á quienes iba á confiarse mi suerte;
mas no le engañó tambien en estas cir-
cunstancias la Virtud harto comun de las
almas generosas P- d. Puede fundarse una es-
peranza razonable en la movediza arena de
la ambicion ? Creia que .despues de haber
cogido con mano osada la antorcha de la
Verdad para descubrir los horribles miste-
rios que habian manchado la cuchilla de la
justicia..... ; creia que despues de haber
sido sesenta años virtuoso.: ; oreja que la
flexibilidad humana tenia límites; que la amis-
tad no los tenia ; creia ademas otras muchas
Cosas, de que ya estará hoy desengañado:
no era yo tan confiada ; veia al rededor de
mí á varios sujetos que se habian separado


5
del servicio ó de la familia doméstica del
grande enemigo de mi padre 3 sabia cuanto
trabajo les costaría hacerlo olvidar, y temia
mas sus rembrdimien tos que la franqueza
del odio de mis adversarios. ¡ Ah! no eran
fantásticos aquellos temores. El legado de
amarguras que me habia dejado mi anti-
guo predilecto, ¡ harto me lo hicieron re-
coger sus succesores! Me encerraron en
una torre, donde nadie puede verme, y es-
toy guardada por diez celadores ricamente
vestidos; me sugetaron á todo género de
privaciones; me negaron hasta los consue-
los ordinarios de los presos ; plumas, tinta,
papel y libros ; se prohibió á mis amigos
entrar á verme y hablarme ; tuvieron la
crueldad de noticiarme que, daba motivo á
un cisma, y que á ciertas personas les pa-
recia una blasfemia pronunciar mi nombre:
unos querian separarme por fuerza de mi
padre ; otros , que deseaban vernos siempre
reunidos, fueron maltratados públicamente•
sin considerácion á la bdianidad de su carác-
ter acudieron á sostenerlos sus parciales,
.y oí entonces resonar por él are mi nom-
bre mil veces repetido entre varios grupos
de gente : oí el ruido de los caballos, y
un tiro de fusil; vi luego pasar un entierro




1$
acompañado de muchos jovenes, vestido:1'
de luto ; mas corno estaba privada de toda
comunicacion esterior,


, no podia entender
la significacion de este triste espectáculo, y
la ignorancia aumentaba mis inquietudes..
Un dia , que pensativa me acerqué á los
hierros de mi ventana , divisé á un hombre
de cierta edad ( ) , que se 1146 á dejar al
pié de mi torre un librito de memorias.:
Pensaba haberle reconocido por sus medias
moradas ; y habiendo alcanzado lo que de-
jó , valiendome- de una cinta larga , ví con
efecto la letra de un abate, que ya otras ve-
ces me habia dirigido cartas deliciosas. Cre-
yendome todavía mas enferma de lo que lo
estaba realmente , me suplicaba que para
aquella misma noche le citase á hora opor-
tuna en que me traeria los auxilios de su re.
ligion. Yo le quería mucho y tenia vivos de,
seos de volverle á ver , para lo cual nos sir-
vió maravillosamente la casualidad. Et ce-
lador, :


que estaba aquel dia de guardia, me
Babia ofrecido en otro tiempo sus respetos,
y por la amistad que le unía con mi antiguo
favorito , mitigaba algunas veces el ordina-
rio rigor con que era tratada su encarcelada.


M. de Pradt.


17
Siendo por otra parte hombre 'alegre y di-
vertido , se ha hia ido de tertulia á casa de
una amable viuda, á la cual parece que ha-
bia consagrado los ócios de una vida muy
vária. Me aproveché de, su ausencia, y reci-
bí al abate : este halló mi rostro muy mu-
dado : " Pero con una constitucion como
la vuestra, me dijo , siempre hay recursos,
y quedan esperanzas. " Hablaba con un to-
no mas enérgico que otras veces " ¿Qué
quiere V. ? añadió ; tengo mi corazon y mi
cabeza como si los estuvieran tenaceando.
Ya ha principiado á correr la sangre ; ¿ en
-qué parará esta horrible libacion ?.... Fuera
de aquí todos esos decrépitos hazañeros y
enconosos , que no nos dejan ver libremen-
te el trono. Es preciso hacer una mudanza
completa de los sugetos encargados de vues-
tra persona ; despedir immediatamente ,
para siempre, y sin dejar uno, á todos los
que nos han acercado á este abismo con
una obcecacion de que no creeria capaz á
la humanidad, si no los conociera." Habla-
ba tan alto el abate y con tanto acalora-
miento , que estando ya de vuelta en casa
mi celador, le oyó; y entrando súbitamente
en mi cuarto, no- solo le encontró á solas
conmigo, sino que le cogió entre las manos


TOMO
21




una memoria en que referia él mismo los
últimos acontecimientos que tanto me ha-
bian sobresaltado. Metió mucho ruido la
aventura, y no dejaron mis enemigos de ca-
lificarla de escandalosa, dando campo á la
malicia el espíritu de galanteria del prelado;
pero •en esta ocasion no se contentaron con
reir: los grandes intérpretes del reyno fue-
ron congregados, y con el auxilio de su cien-
cia hicieron manar de aquella memoria mil
atentadillos en que ni siquiera habia pensa-
do el autor: no fue poca fortuna que me
quedasen todavía algunos amigos entre los
jueces , que pronunciando de acuerdo con
Su corazon, sacaron á salvo de tan penoso
trance al hombre de la verdad.


Su triunfo me causó alegria ; pero esta
fue demasiado pasagera para templar mis
penas. Siempre estaba sola , tristísima y
privada de noticias de toda especie: con to-
do eso, como á miembro de la familia, me
dirigieron de dos reynos vecinos unas car-
tas en que me daban parte del nacimiento
de dos primas , ( ) cuya inesperada apa-
ricion habia causado pesar á sus padres, que
no las aguardaban tan pronto; me decian


( ) Las Constituciones de España y de Nápoles.


rg
en la postdata de ellas, que sin embargo
estos las habian reconocido, y sus pueblos


• habian asistido con gran júbilo al bautizo.
Luego he oido decir que estas dos princesas,
nacidas en los campos de Marte, podrian
ocasionar con el tiempo grandes debates ; y
que otros príncipes las querian ahogar en
su propia cuna por temor de que se hicie_
sen grandes, y les viniera luego el capricho
de viajar por los estados de ellos : última-
mente aseguran que los parientes principa-
les deben congregarse en una ciudad del
norte para decidir si han de ser legítimadas
y admitidas en la familia. Ojalá se libren de
las tribulaciones que yo padezco , y puedan
hacer felices á sus padres adoptivos y á todos
los súbditos de estos!


La violencia que padecia, las pesadum-
bres de mis amigos , el silencio á que me
veía sujeta , y que al cabo viene á ser un,
linage de martirio para nuestro sexo, iban
obrando en mi salud siniestramente , y al-
terando los principios de la vida : por úl-
timo llegué á postrarme enferma de grave-
dad. Una noche, que hacia un tiern
malo , y soplaba con violencia el viento del


po muy


norte, tuve un sueño a
b
o.itadísimo ; mil fan-


tasmas funestos habian agitado nli
bimaaina-




20
clon, cuando se me aparece un genio, de
venerable semblante y con unas barbas muy
largas que le llegaban hasta el pecho : su
mirar vivísimo parecia capaz de penetrar lo
futuro , ,traia en los ombros alas y en la
mano una - guadaña. "- Joven desdichada,
me dijo , sosiégate : no sabes que la Santa
de tu nombre fue tambien muy probada en
las desgracias ? Ya la he visto soberana y
floreciente ; ya proscrita, mutilada y carga-
da de cadenas. Ella es la que en otro tiem-
po hizo de la muerte una virtud para tres-
cientos guerreros que reunió su voz ( ) ;
ella es la que bajo otro cielo inspiró una de-
mencia sublime al gran ciudadano que ha-
bla de salvarla á costa de la sangre de su
propio hijo ( ; ella es la que poco ha entre
los pueblos montañosos guió la flecha im-
mortal de un padre y de un héroe (3); ella
es la que plantó sus pendones en el suelo
del mundo selvage (4) ; ella es la que tan
fiera y tan terrible se levantó en los esta-
dos de tu padre ; se levantó para repeler
las amenazas y el yugo del dominio estran-
gero ; y en fin, ella es la que con su antor-


(x) En Esparta. (s) Bruto. (3) Guillermo Tell.
(4) La América:


• 91


cha en la mano acaba de rejuvenecer á la
antigua tierra del fanatismo. Piensas que,
por medio de tantos. siglos y de tantas re-.
voluciones no ha costado su triunfo llantos
y sangre ? Ella ha tenido sus verdugos ,


ha tenido sus mártires ; pero impávida
. é inalterable en el banco de los tormentos;
cantando en los calabozos y sonriendose
bajo la cuchilla mortífera , se ha sentado
luego tranquilamente entre las ruinas y las
cenizas. Y tú murmuras de algun corto ul-
trage , de alguna ratería experimentada en
tus derechos ! tú te lamentas de la pérdi-
da momentánea de tu libertad. ! Sosiégate ,
vuelvo á decir : tu augusto padre no te dió.
la vida para dejarte abandonada en tan fiel.,
na edad.: confía en su bondad y cuenta con,
su poder. " Dicho esto el genio agitó sus
alas y desapareció.


A la turbacion que de pronto me cau-
só este sueño, sucedió aquella calma que le
da al espíritu una esperanza suave ; pero
aun cuando se realizase- esta, no por eso se
mejorarla, el estado de mi salud, hallandome
muy enferma. Sin embargo debo confesar
que era general el interes que se tomaba por
mi conservacion , y que parecia crecer á
proporcion de mis males mi popularidad.




2 2
Rabian sacado un retrato mio, muy pare-
cido, en bronce, poniendo al pié de él aque-
llas palabras que mi padre, aludiendo á mis
antiguas dolencias, pronunció estando en
el bayle que dió en mi obsequio mi último
favorito: no te mudarás. Sacaron mis ami-
gos copias á millares, y las repartieren entre
todas las clases del pueblo: el uno, por te-
ner el gusto de verme todas las mañanas
habia mandado grabar mi imagen en su
pipa de fumar.; y el otro , por ver mi ros-
tro á cada instante , le llevaba pintado en
su caja de tabaco :, gracias al celo de un pin-
tor que vendia estos retratos á un precio
tan ínfimo , que todos podian comprarlos.
Quisieron mis enemigos ridiculizar este nue-
vo culto que se me tributaba ; pero como si
su odio me hubiese hermoseado mas, cada
uno, quedando por esto mas acostumbrado
á considerar mis facciones y á apreciar las
gracias, de que estaba dotada, me mostraba
mas viva aficion. No pudo mi padre de-
jar do complacerse al ver los nuevos home-
nages que se rendian á su hija; vivificaron
estos su amor, y aquel mismo empeño ge-
neral que .se tenia por poseer mi retrato
acompañado de clamores continuamente
exhalados á favor mio, le sugirió la sospecha


23
de que mis celadores no le hubiesen tal vez
dado noticias exactas del estado de mi salud.
Otra. circunstancia inesperada contribuyó
despues á aumentar sus' recelos.


Conforme al uso solemne se habia re-
novado mi familia...., ¡no obstante mi au-
sencia ! Habiendo visto mi padre restable-
cidos en el servicio de mi cuarto muchos
de aquellos sugetos que los adversarios de
mi libertador habian buscado por todas
partes desde algunos años, y que habian
creido in/tallables, sospechó la verdad de
todo lo que pasaba ; y movido del mismo
amor que me tenia, vino á visitarme. Lue-
go que le ví entrar, le abracé con ansia,
diciendole : "asi quisiera estar siempre es-
trechada con vos, para ser feliz." Despues
le hablé de los trabajos que pasaba en mi
cautiverio, y de que no tenia cabal noti-
cia ,'concluyendo por contarle mi sueño y
la aparicion del genio que traia las gran-
des alas. "1-lija mia, me respondió con un
tono, aunque grave, afectuoso, tus sufri-
mientos angustian mi corazon paternal; pe-
ro si tienes enemigos exagerados y prontos
á sospechar de tí, tarnbien tienes amigos
imprudentes en su celo : los primeros me
quieren tal vez mas de lo que solicito , y




_24
los otros se olvidan á veces de mí , cuanto
en tí fijan sus esperanzas. A pesar de es-
tas reliquias de un espíritu perturbador,
que altamente detestan mis servidores lea-
les , quiero que permanezcan siempre uni-
dos nuestros dos nombres ; quiero que ba-
jo tus auspicios renazcan para mi reyno
los dias de su prosperidad. Pero no sea-
mos precipitados: considera que la pacien-
cia y la inoderacion son potencias tambien.


• No dejan á veces de ser los sueños adverten-
cias del cielo ; confia en el genio que te
se 'ha aparecido. Ciertamente para lograr
el fin de todos nuestros deseos, se necesi-
ta la concurrencia de dos condiciones, el
tiempo y la tranquilidad."


Padre mio, ¡ qué suaves y consoladoras
son vuestras palabras ! No hay duda en
que el tiempo es un médico habil: pero
se conocen recetas todavia mas prontas y
eficaces que las suyas. Una de estas . me
salvó, cuatro arios ha , del peligro de mi'
primera enfermedad : ¡ ah! si sometida otra
vez á aquel antiguo régimen que me pu-
so á las puertas de la muerte, y que in-
evitablemente me hubiera privadQ de la, vi-
da... considerad, padre mío, que vuestras
recetas solas pueden restituirme la salud."


Mi padre me estrechó otra vez en
seno, y se volvió á su palacio.
• La grande alegría produce á las veces
el mismo efecto que el gran dolor: la de-
bilidad q̀ue experimentaba no me permi-
tió sostener esta interesante conferencia sin
una emocion vivísima. Me siento en este
instante demasiado agitada para continuar
mi relacion: luego que esté mejor, y que
haya recobrado el libre uso de todas mis
facultades, volveré á tomar el hilo de mis
aventuras.


FIN DEL CAPITULO PRIMERO.


2.)
SU




:26


MODAS.


Ya que, segun parece , no ha disgus-
tado del todo el articulo de Modas que
insertarnos en el n.o 26 de este periódico,
habremos de continuar nuestras observa-
ciones sobre un obgeto en que no solo in-
teresa el buen gusto de nuestros elegan-
tes y petimetras, sino tambien el honor-
cilio nacional que no estará nunca bien
puesto basta que no veamos á todo el
mundo con sus veinte y cinco alfileres.
Yo de mí sé decir , que miro con tal fiasco
y desden á todo el que no va vestido á la
rigorosa, que no puedo resolverme á creer
que sean hombres y mugeres los que no
pagan un justo tributo á la moda. Sobre
todo, con quienes yo me relamo y deleyto
es con esos muchachitos de Go á 7 o años
que con el anteojito al pecho, y su pe-
luca bien rubia y bien atusada , se andan
de tertulia en tertulia luciendo sus años
y sus arrugas. Bien sabe Dios que respecto
de algunos buenos señores, á quienes miro
con particular inclinacion , seria yo hom-
bre que ofreceria dos duros porque no


27
enseñasen esas tremendas patillas de


p e nevado , ni mucho menos aquellas
:íos


enormes cejas todas churrientas y espol-
voreadas con no sé , qué unto que se ase-
meja al hollín. Verdad es que tambien hay
otros que para no incurrir en esta especie
de anacronismo, toman la sabia precau-
cion de llevar la peluca y las patillas de una
sola pieza , de modo que con dos cuartos
de cola , quedan tan disimulados. que no
es posible „humanamente que nadie se lo
conozca. Entonces sí que parecen unos
perfectos cupidillos , capaces de trastornar
la cabeza á la joven. mas virtuosa y reca-
tada. El diablo parece que lo enreda de
modo, que jamas atravieso la Puerta del
sol sin encontrarme á unos cuantos de
estos matusalenes atisvando á las mozuelas,
y creyéndose ellos mismos que las apete-
cen y necesitan.


Esta moda es general en todos los pay-
ses del mundo ; pero la que me parece
que es peculiar á nuestra España , es esa
feliz disposicion que tienen los hombres
de todas clases y condiciones para es-
tarse cuatro ó seis horas parados á la
puerta de una tienda , ó acaso en medio
del lodo sin mas - obgeto ni ocupacion




28
que mantenerse de pié derecho. Esta cos-
tumbre es tan propia y peculiar de nuestros
usos, que aun cuando no hubiera garbanzos
ni chocolate en el mundo , bastariá ella
sola para distinguirnos de todas las na-
ciones del universo.


Pero yá que casualmente he nombrado
el chocolate , no me es posible pasar en
silencio la multitud de perjuicios que ha
ocasionado á la España la introduccion de
esta bebida. Son ellos tales en mi concep-
to, que miro como perdidas todas cuantas
ventajas nos ofrece la constitucion y el ré-
gimen representativo , si por un medio ú
por otro no se lógra desterrar esta maldita
costumbre de entre nosotros. En vano se
publicarán leyes protectoras de la libertad
y de la propiedad civil ; en vano se sub-
dividirán las riquezas territoriales; en vano
se removerán todos los obstáculos de la
agricultura y de la industria , y filialmente
en vano se acabará con toda la semilla
monjil y fraylesca , si al mismo tiempo no
nos resolvemos á dar al traste con. esta
pícara golosina. Yo bien sé que voy á
atraerme con este artículo el odio irrecon-
ciliable de todos cuantos devotos y devo-
tas hay en la península. Sé que no hay


29
vieja, ni frayle, ni muger de procurador,
ni de oficinista , ni calesero patilludo,
ni arriero motilon , ni. fregona madrileña
que no digan que les sienta perfectamente
la jicarita. Tampoco ignoro las raras vir-
tudes que se atribuyen al cacao revuelto
con azucar , y desleído en agua ó en le-
che : todo eso lo sé muy bien , y no
trato de rebajarle nada de su mérito ; pe-
ro con todo y con eso digo , que el tal
chocolate ha hecho mas daño á la nacion,
que todas las guerras , pestes, hambres,
inundaciones y calamidades han podido
acometerla desde el descubrimiento de las
Américas hasta nuestros dial. Porque
¿quién no se llena de indignacion al ver
que en una familia que conste de cinco
seis individuos , ha de consumir cada uno
por lo menos real y medio en una cosa que
ni es almuerzo, ni desayuno, ni alimento, ni
bebida, ni cosa que contribuya al buen or-
den y régimen económico de las casas?
¿ Pues qué diremos de aquellas en que se
repite por la tarde la misma operacioh?
Creo que no será exagerado calcular en
trescientos ducados anuales este consumo
ridículo; y cualquiera conocerá que son
poquísimas las familias que estar' en estado




3o
de soportarle. En buen hora que los ricos
se atraquen de chocolate á todas horas,
y ojalá que á cada minuto tuviesen otro
capricho semejante, porque este seria el
medio de que su riqueza circulase entre
los medianos y los pobres; pero ver que
un desdichado ha de consumir el todo ó
la mayor parte de su sueldo en una lam-
broneria, que no evita el refuerzo de las
once, ni preserva del guisado nocturno,
es cosa que quita el juicio., y que es ca-
paz de inutilizar las mas acertadas provi-
dencias. ¡ Que mal haya el primero que in-
trodujo entre nosotros este pábulo de la
golosina y de la vanidad, que tanto ha con-
tribuido á desterrar de entre nosotros los
nutritivos torreznos, y que absorbe y se-
pulta en una chocolatera el fruto de los
sudores de tantos padres de familia!


Despues de haber hablado de una Moda
tan ruinosa, casi me da vergüenza de ha-
cer mencion de la siesta, que es otra de
las más escrupulosamente seguidas entre
nosotros. Verdad es que en el estio hay al-
gunas horas del dia en que apenas es posi-
ble moverse , cuanto mas dedicarse á cier-
tos , géneros de trabajo; pero prescindien-
do de que este escesivo calor solo esliro-


3 x
pio de ciertas y determinadas provincias,
¿ por qué ha de haberse extendido esa cos-
tumbre á todos los pueblos, á todas las
estaciones, á todos los climas, y á todos
los géneros de ocupacion ? La razon es
bien clara; porque el dormir la-siesta es
.una moda fraylesca, y casi casi teológica,
la cual es para nosotros una especie de
precepto evangélico. ¿ Qué se diría de un
ortera que no cerrase las puertas de su
tienda á cal y canto para echar cuatro
ronquidos vespertinos, á imitacion del pa-
dre «uardian de cualquier convento? Se
diría que era un miserable avaro , y que
no podía menos de hacer quiebra de un
dia á otro. ¿Pues qué de los señores sas-
tres, zapateros y albeiSiles , que primero
perderán ellos la mitad de los parroquia-
nos que dejar de echar su siesta , á no
ser en caía de toros? Que duerman enho-
rabuena los pingües beneficiados, los ro-
llizos canónigos y beatísimos frayles, ya
que tuvieron la dicha de haber venido al
mundo solo para eso; pero por Dios y por
la Virgen que se acabe esta moda entre
las clases útiles, porque no es mas que
una purísima holgazaneria que se nos ha
pegado, ni mas ni menos que la mafia de




32
hablar mal á las gentes, y faltarnos al
respeto unos á otros.


Esta moda de que voy á hablar ahora,
es acaso la mas general y vergonzosa de
cuantas se han introducido en el honrado
pueblo español. Verdad es que sobre este
punto es infinitamente mas culpable ese
que comunmente se llama el bajo pueblo,
que no las ciases distinguidas y mejor edu-
cadas , sin -embargo de que en unas y en
otras hay muchísimo que corregir y sa-
car á la pública vergüenza. Por de contado


quién hay que pueda resistir el tono tan
altivo corno grosero de todas esas muge-
rotas y hombrones, cuya ocupacion es la
de revender los obgetos de primera nece-
sidad ? Apenas se acerca á sus puestos al-
guna persona decente, y que por su trage
y sus modales no dé idea de haberlas de
contestar en su mismo tono, cuando se
apresuran á insultarla pidiéndola un precio
doble O triple por la mercancía , y llenándola
de denuestos y de injurias á la primera
palabra que indique alguna rebaja de su es-
candalosa peticion. Alli apuran ellas y ellos
todo el asqueroso diccionario de su inmun-
da bellaqueria, quedándose muy satisfechos
de haber dado una prueba irrefragable de


valentonada y de guapeza. Sus gritos des-
compasados y sus palabras descompuestas
al paso que sirven de reclamo para sus
compañeros y compañeras, aumentan la
confusion del vergonzoso comprador, el cual
no tiene otro arbitrio que retirarse en si-
lencio y alejarse de semejantes furias. Es-
tos pasages se renuevan todos los dias, y
son peculiarísimos de la heroica plebe de
Madrid, como podrá convencerse todo el
que se quiera acercar á cualquier plaza ó
plazuela donde se venden obgetos de con-
sumo.


¿ Más qué mucho que asi se verifique
entre las gentes ínfimas del pueblo, cuando
al poco 'mas ó menos se observa igual
groseria y desatencion en la mayor parte
de las tiendas y almacenes que adornan
esta populosa capital ? ¿ Quién hay que no:
se admire al ver que unas personas, cuyo
único y verdadero interés consiste en
atraerse parroquianos que les compren sus
mercadurias, no solo les reciben con des-
den y aun con aspereza, sino que les con-
testan muy frecuentemente con desagrado
y grosería manifiesta ? En lugar de aque-
llas prevenciones y agasajo que se acos-
tumbran en otras partes, y aquella


Tomo vi:




34
terahle dulzura con que se esmeran en
complacer la curiosidad, á veces importu-
na, de los, eompradores, apenas se halla
en Madrid un mercader que no dé mues-
tras de impaciencia ó de descontento si
le compran los obgetos que una vez pre,
sentó en el mostrador. Eso de revolver pa-
quetes 6:bajar , las piezas de los anaqueles,
es un trabajo insoportable para los, mance-
bos de cualquier tienda, que rara, vez dejan
de manifestar su disgusto con acciones
palabras de mala educacion. ¡Válgazne•Dlos,
y qué necesidad tan urgente tienen Mies,-
tros•


• comerciantes .de hacer viajar algun
tiempo por Londres ó por Paris á. todos
los que destinan para regentear sus tiendas!
La misma, poco mas ó menos, que se echa
de ver en nuestros seiioritos cuando se
observa el tono de sus. tertulias y con-
versaciones.


• Aqui es donde no acaba uno de admi,
rarse al considerar la falta de respeto y
las modales indignas .


con que se tratan
recíprocamente los ~tertulies, los carnal
radas, y aun los que se llaman Amigos
íntimos y compaiieros. Dejo aparte la lla-
neza con que se prodigan el tú por tú á las
primeras conversaciones, creyendo, que én.


35
esto solo consiste la intimidad y la con-
fianza ni,me detengo tampoco en la ex-
traordinaria y ridícula facilidad con que
se presentan unos á otros en las casas que
respectivamente frecuentan , aunque sean
las mas distinguidas y respetables. Con so-
lo acercarse á la señora y decirla, tengo el
honor de presentar á usted á mi amigo don
fulano el. don fulano se_•cree con igual
derecho para presentar el dia siguiente á
otros tres ó cuatro don cluanos , los cua-,
les al cabo de ocho chas haz inundado la
casa de fulanicos y citranicos , al quienes
nadie cotroce•ni sabe del pié que copean.
De este modo se consigue reunir, en poco
tiempo una tertulia numerosa ; ¡ pero qué
tertulia, gran Dios! mejor pudiera llamar -
se jabardillo que tertulia, y mejores mo-
dales se suelen guardar .en algunas taber-
nas que en ciertas tertulias de la corte.


¿Pero quién no se muere de verguenza
al ver la delicadeza con que se prodigan
unos á otros los adjetivos mas indecentes
y humillantes? Miente usted, aunque usted
perdone, señor don fulano; esa es una ma-
jaderea, serio/ don eitrano; desengañese usted
que esa es una gran simpleza; valiente bor-i
ricadw acaba usted de decir, y . perdone' US'.,


3.




36
ted que se lo diga; ¿qué entiende usted de
eso , ni qué sabe usted lo que se dice ? Es
menester no tener sentido comun para decir
un disparate .semejante. Estas y otras chan-
zas igualmente ligeras se dicen todos los
días , y se oyen con gran serenidad por
muchos jóvenes que pretenden pasar por li-
nos y por,hombres del gran mundo. ¿Pero
qué tiene de extraño que se aguanten el -
resuello á tamañas desvergüenzas , cuando
no se tiene apenas idea del respeto que
los hombres se deben unos á otros ? Yo
aseguro que con solo que unos cuantos se
propusiesen corregir estos descuidos del
modo que se corrigen en otras partes , no
duraria muchos meses esta vergonzosa cos-
tumbre.


Estoy, cierto, muy distante de aprobar
la frecuencia de los desafios , ni dejo de
respetar la ley que los prohibe entre noso-
tros, y las razones en que se fundar; pero
no dejo de conocer al mismo tiempo que
no hay otro medio en el actual estado de
la sociedad para introducir en ella el de-
coro de que tanto necesita. La opinion en
esta parte está en perpetua con tradiccion
con las leyes, y asi como no ha bastado
el grandísimo rigor con que .ellas se ex-


37
plican para desarraigar esta costumbre á lo
menos entre los militares , asi tampoco
bastaria ningun reglamento para que los
hombres mal educados se abstuviesen (le
explicarse con groseria. No ignoro que para
muchos será un verdadero escándalo el oir
proponer . corno remedio de un abuso el
quebrantamiento de las leyes: yo tampoco
le propongo, pero cuando considero los
males que se ocasionan de la groseria ge-
neral de nuestro trato , y el triste pa-
pel que hacen las personas que se dejan
injuriar impunemente, confieso que no me
faltan dos dedos para desear que prefirie-
sen uua estocada.


Verdad es que si estas se pusiesen en
moda no seria la mas linda, ni elegante; pero
ya podemos estar tranquilos y sin temor
de que cunda tanto como la de pedir pres-
tado; porque sobre este punto ha cuidado
la naturaleza de dotar á cada individuo
Con su respectiva dosis de miedo , y esta
ley será siempre mejor observada que to-
das las que se promulgan en cortes. En-
tretanto seria de desear que al mismo
tiempo que se les prohibió á los maestros
de primeras letras el vapular á sus discípu-
los , se les hubiese encargado bajo graves


4




1"-


38
penas que no ultrajasen, ni permitiesen
ultrajar de palabra á sus tiernos alumnos,
porque el que se acostumbra á tolerar que
le digan cualquier clase de dicterios cí de
injurias, ya se puede asegurar que no está
lejos tic merecerlas. Basta por hoy de mo-
das que otro dia recorrerémos las restantes.


39
CORTES.


LEGISLAT'GIIA »13 x821.


j'unta prepdiett¿fria teñida á hó de febrero.
Importantes oétri'renCiaá ha habido en


ésta ' Capital, y éri otlel ptiiitoá del reyno,
desde qué 1aSCottes concluyeren Su
inorable ~ir dé 82ó , hasta qué las he-
Évó§visto reunidas dé-hilé-ve para 'effipéiar
la dé esté .afie , que no sera menos inte-
resante. La iranqüilitlad dé esté
pueblo ha estado Siatia1 VeCél púrité
ser alterada y o•nyipli•óitiétida éonnilikeitiég.
mas , 16' ffiehóá ftiertéb ha habido én tiki-Mi
citidade§; papeles inetúdiarid§ hato
clandeStinánientél'ntimeresáS prisiónés sé
han vérilfiCádo ; tina vasta conspiración Sé
ha deSeübiertO 1


á Id lúe pai.ece;
eioneS voces y gi'itóS sé han eichl de tal
natliiráleza l• qué ni kifi;


repétirlos nós és
dadó'l el terrier , la (Meta, la desconfianza
han sitéedide á la esperanza, á la Certéia
y á la seguridad córi que se contaba en
el mes de julio último, y una penosa in-
quietud se ha apoderado de todos los co-


-1#




40
razones. Al mismo tiempo dos Solemnes , y
hasta ahora misteriosos congresos se han ce-
lebrado por los soberanos mas poderosos de
Europa ; formidables egércitos se preparan
á castigar á los napolitanos por haber imi-
tado nuestro egemplo , y aunque de lejos,
amenazan tal vez á la península que le-
vantó la primera el perdon de la liberad:
una secreta agitacion parecida al ruido
sordo que anuncia la erupcion de los vol-
canes , se percibe . en toda la extension de
la Francia , y la Alemania misma no está
acaso muy lejos de conmoverse. ¡ Y en si-
tuacíon tan crítica y delicada se reunen
por segunda vez las Cortes españolas! ¡Qué
prudencia, qué circunspeccion , qué sabi-
duría, qué prevision no deberán manifes-
tar en todas sus operaciones ! ¡ Cuánta fir-
meza y constancia les son necesarias para
salvar la patria sin exponerla á las con-
vulsiones de la anarquía ! No se engañará
el que afirme que jamas se reunieron en
España las Cortes, exceptuando las extraor-
dinarias de Cádiz, en tan árduas y dificiles
circunstancias, ni para obgetos mas impor-
tantes. Mantener la constitucion sin violen-
tar el tenor literal (le sus artículos ; con-
servar el orden sin oprimir la libertad; ha-


41
cer,


.que se castigue á les culpados, sin fal-
tar á los principios tutelares de la inocen-
cia ; atender á la seguridad exterior , sin
medidas tumultuarias ; contener á los ene-
migos del sistema constitucional, sin alentar
á los fautores de la licencia; fomentar el
verdadero liberalismo sin debilitar el res-
peto debido á los depositarios del poder;
'en suma , caminar por la senda constitu-
cional , sin extraviarse á derecha ni á izquier..
da ; ser fieles á los principios , sin exage.-
rallos ; no escuchar mas voz que la: de
la razon ; hacerse superiores á todos los
intereses particulares para no consultar
mas que . al interés general , y sacrificar,
si fuere necesario , hasta sus mismas opi-
niones á la conveniencia pública ; lié aqui
las terribles obligaciones que la nacion
impone á sus representantes en la crisis
actual : obligaciones tanto mas dificiles de
de cumplir, cuanto que en algunos pun-
tos la. línea que separa los dos extremos
es casi .


imperceptible, y muchas veces pue-
den ser arrastrados fuera de ella por un
celo muy puro y patriótico ; pero muy
funesto á la causa misma que se proponen
defender.


Bien penetrado de estas verdades el




42 .
señor presidente de la eóiniáihn permánen
te de Cortes , no ha disimulado en él sen-
cillo., pero enérgico discurso que .en la
primera 31.1iitá preparatOriá ha dirigido á
sus ilustres compañeros , ni el cuidado
que deben inspirar las pasadas é inespera,,
das agitaciones , ni lo espinoso de la nue-
va carrera que van á empezar las Cortes.
« Medidas enérgicas , fuertes y vigórosas,
ha dicho .


;- 'exigen imperiosamente de noso-
tros las circunstancias en l .que se encuen-
tra la naden y la Europa étIera." Nosotros
pensantos45 mismo,; pero 'desearnos tam-i
bien qué, rie se confunda le enérgico con
lo Violento lo fuerte con le terrible,
vigóróáb' eón lo injusto. Val:incoé sabernos
bien que la sabiduría. del congreso no equis::
votará nunca la ,energía , la fuerza y
vigor con la violencia, él' terror y • la Ar4.
bitrariedad ; gin embargo 'Cómo, no escri-
bimos para dar lecciones á quien Sabe Más'
que-nosotreS .,. sino para ilustrará los qüe-
acáIo sépálí ítieubs- , indicavélues á éstos-
últimos Una regla infalible,


,Vara
dan distinguir lo que en las circunstancias
en que nos hallamos puede ser útil, justo y
aun necesario , de todo aquello que ahora y
siempre será perjudicial,jnjusto y superfluo. -


43
Esta regla es muy sencilla y clara , á


saber, que será justo, bueno útil , santo
y conveniente todo lo que sea literalmente
conforme con lo dispuesto en la consti-
tucion , y que carecerá de aquellas cir-
cunstancias cuanto se aparte de los prin-
cipios consignados y proclamados (In la ley
que se llama fundamental , porque es el
fundamento , la pauta, la norma de todas.
la otras , y el texto que debe consultarse
para juzgar de su justicia y conveniencia.
Esta regla propuesta en estos términos gene-
rales ensefiaria poco , sino descendiesemos
á dar un egemplo en que se vea práctica-
mente aplicada. Hemos oido con dolor qué
algunas personas animadas de un celo mas
ardiente que ilustrado, esperan , desean, y
aun piden que las Cortes establezcan tribu-
nales extraordinarios para los delitos peli-
tos , y formen un código particular para
solo estos tiempos de agitacion. Estamos
muy distantes hasta de sospechar que las
Cortes accedan á tan insensata demanda;
pero para que los menos instruidos. no -se
quejen- tal vez de que no son atendidos
sus votos , les haremos presente que pór
los artículos 262 y 274 de la Constitución
toca á los jueces de partido conocer en,1




44
primera instancia de las causas criminales
y á las audiencias , en segunda , segun lo
determinen las leyes. Estas podrán deter-
minar todo lo accesorio y reglamentario;
pero no pueden yá señalar á los ciudada-
nos otros jueces que los designados por la
Constitucion. El juzgado de partido para
la primera instancia , •y la audiencia terri-
torial para la apelacion ; lié aqui los jueces
naturales de todos los españoles en materias
criminales, excepto los casos de fuero para
los eclesiásticos y militares , con arreglo á
los artículos 249 y 25o. Todo otro tribunal.
que se establezca , cualquiera que sea la
denominacion con que se le instituya,
siempre será una verdadera C07721Si011 ; y la
ley fundamental del Estado tiene ya dicte
artículo 247 , que «ningun español podrá.'
ser juzgado en causas civiles , ni criminales
por ninguna comision , sino por el tribu-.
nal competente determinado con anteriori-.
dad por la ley :'' lo cual debe entenderse
de tribunales ordinarios y perpétuos ; por-
que si en algun 'caso se pudiese crear un
tribunal extraordinario y temporal para
una determinada clase de delitos , este
sería en sustancia una verdadera comision,
sino especial para determinadas personas,


45
general para todas las que se hallasen du-
rante cierto tiempo en determinados casos.
Que estos juzgados temporales no se llamen
comisiones, sino tribunales extraordinarios
ó especiales , ó como se quiera , los
nombres no hacen nada : siempre serán
unos -


juzgados que conozcan de cierto
y determinado número de crímenes bajo
formas que les son propias , y por un có-
digo particular desconocido en los tribu-
nales ordinarios. Y ¿cómo podria conci-
liarse esto con el art. 244 de la Coiisti-
tucion , en el cual se dice expresamente
que « las leyes señalarán el orden y las
formalidades del proceso que será uniforme
en todos los tribuñales , y ni las cortes, ni
el rey podrán dispensarlas"? Este argumento
es concluyente. Las Cortes tienen ya prez
parados, y van á discutir entre otros el
código criminal , y el relativo al modo
de enjuiciar ; y mientras no se sancionan
las nuevas leyes estan vigentes las antiguas..
Pues ahora bien, ó el orden y formas que
hayan de seguirse en los tribunales extraor-
dinarios que se piden , han de,ser los mis-
mos que estan prescritos, ó se prescriban en
los códigos 'generales , ó no. Si lo han de
ser, c para qué se quieren juzgados extraor-




46
dinarios y temporales ? estar los or-
dinarios y perpetuos que procederán con
arreglo á las leyes, eoniunes."Y . si no lo han
de ser , ¿cómo se pide á las Cortes que
dispensa en el orden y las formalidades
señaladas por las leyes , cuando la fuinda-
mental les prohibe conceder semejantes
dispensas ? Ni se crea que favorece á los
que piden tribunales de circunstancias el
articulo . 278 , en el cual se dice .<s las
leyes decidirán si ha dehaber tribunales es-
peciales para determinados negocios;'" por-
que aqui se habla de tribunales ordinarios
y perpetuos que conozcan no de ciertos de-


laos , sino de ciertos negocios
que piden


una instruccion particular, como los relati-
vos á materias de comercio (á estos se re-
fiere directaMente), agricultura , minería y •
otros. Apelamos á los mismos que forma-
ron la Constitucion : ellos dirán si fue otra
su mente


Pero en tiempos dificiles son necesarias -
medidas.extraordinarias ; y los males gra--
ves piden remedios heróicos. Ademas, los{
enemigos de la Constitucion la combaten.
con furor y enournizamiem to : ¿ la defende,,
remos nosotros con tibieza y flogedad?'
¿permitiremos que invoquen en su auxilio


47
los artículos de la eonstitucion aquellos
mismos que trabajan .en destruirla ? Vamos
por partes , y veamos lo que hay de olido
en estos acalorados, razonamientos. •Pan
casos extraordinarios , recursos extraordi-
narios. Sin duda; pero justos, legítimos
y constitucionales. Ninguna situacion , por
apurada y dificil que se suponga ., legiti-
mó jamas las. injusticias y las tropelías;
y si una vez se pretende excusar estas
con el pretexto. de las circunstancias, nup..,
ca faltarán razones especiosas : .siempre
habrá temores y peligros que alegar; por-
que muchos años han de pasar .antes que
nuestra seguridad interior y exterior sea.
completa. Dolencias peligrosas exigen- re,
medios activos. Sí ; pero nunca. tanto; que>
maten al enfermo en lugar de sanarle. Los
enemigos de la Constitucion emplean cuan-
tos medios les sugiere..swmalici .a para com-
batirla y aniquilarla : luego nosotros debe-
mos Cambien echar mano de


. cuan tos esten
á nuestro alcance para defended& y con-
servarla. Sin disputa, siempre que sean
conformes con los principios eternos de
justicia que ella ha consagrado. De otra
manera si socolor de sostenerla , nos per-
mitimos violarla, nosotros somos, les que.




r48
ayudamos á derribarla , los que socaba-
mos el edificio por los cimientos. Pero qué,
¿ aplicarémos los principios liberales á los
enemigos del liberalismo? ¿Y por qué no,
si son hombres y ciudadanos? Pero son
altamente delincuentes. Enhorabuena: para
los delincuentes precisamente ha prefijado
la Constitucion las reglas generales que
han de observarse para proceder á su cas-
tigo, y cuando dice que las causas crimi-
nales hayan de seguirse en primera instancia
ante los jueces de partido, y en segunda
ante las audiencias , no exceptua los deli-
tos políticos, y donde la ley no distingue,
tampoco debemos distinguir nosotros. Lo
único que la Constitucion permite por
el artículo 3o8 es que «si en circunstan-
cias extraordinarias la seguridad del estado
exigiese en toda la monarquia, ó en parte
de ella , la suspension de alguna de las
formalidades prescritas para el arresto de
los delincuentes, podrán las Cortes decre-
tarla por un tiempo determinado." Hé
aquí lo único que la Constitucion permite
en circunstancias extraordinarias: hé aqui
el único • remedio que indica y autoriza
para las mas peligrosas dolencias, y el úni-
co que los amantes . de la libertad pueden


4E,.
aconsejar y proponer en el dia. •Suspén-
&ose en buen hora mientras dure la cri-
sis las formalidades que en tiempos ordi-
narios se requieren para arrestar á un ciu-
dadano; pero una, vez arrestado, sígasele
la causa, por el juzgado que la Constitu-
ciou misma le señala para todos tiempos.
Hay mas: el artículo 286 dice: «Las leyes
arreglarán :la. administracion de justicia en
lo criminal , de manera que el proceso sea
formado con brevedad y sin vicios, á fin
de que los delitos sean prontamente casti-
gados." Háganse, pues, estas leyes, abré-
viense los términos, evítense las dilaciones
-maliciosas, y rio habrá ni aun pretexto
para pedir tribunales extraordinarios. En
una palabra, refórmese cuanto convenga
la legislacion criminal ; pero no se subs-.
traigan los ciudadanos á la jurisdiccion
ordinaria: castiguense los delitos con toda
la prontitud que sea compatible con la ne-


-cesaria averiguacion del primen , para.que
acaso .no hiera al inocente la espada de la


-jústicia; pero no se hagan leyes de excep-
• cion. Si una .


vez se .abre la puerta á las
excepciones, siempre habrá pretextos para
continuarlas y aumentar su número.


Obsérvese Cambien 'que pedir
• tribuna-


Tomo vi.
4




5o
les extraordinarios., es tachar de insufi-
ciente y defectuosa la constitucion; es tan-
to como decir que sus autores, ó no pre-
vieron que podria haber tiempos de con-
tradieion y resistencia, y aun de serias
conspiraciones, ó habiéndolo previsto, no
proveyeron de remedio para los males que
presagiaban. Lo primero es acusarlos de
crasiSima ignorancia , y lo segundo supo-
nerles mucha indolencia ó muy- culpable
malicia. Sin embargo, quién ha de imagi-
nar siquiera que á los legisladores de Ca-
diz se les ocultó que el nuevo orden de
cosas tendria muchos y muy poderosos
enemigos, sobre todo en los primeros tiem-
pos y hasta que los interesados en el anti-
guo desorden se fuesen convenciendo de
que llegado el reyno de la ley era forzoso
someterse á su imperio?¿Podían esperar
los constituyentes que las clases enteras
que vivian de abusivos privilegios se los
verian arrancar, y no harían ningun es-
fuerzo , ninguna tentativa para conservar-
los? Pues si no pudieron tener tan infun-
dadas y vanas esperanzas, ¿ dudaremos de
que consignaron en su código los medios
legales de conjurar la tempestad que in-
evitablemente debia levantarse contra las


5 r
nuevas instituciones? Pero ¿cuáles Son 'es-
tos? Ya está dicho: hacer un buen código
penal, simplificar el modo de enjuiciar en
materias criminales á lo mas suspender
por algun tiempo las formalidades reque-
ridas en los delitos ordinarios para el ar-
resto de los ciudadanos. Nosotros , por lo
menos , no vemos otros en toda la consti-
tucion. De consiguiente buscarlos fuera de
ella , es confesar que no los tiene, y esta
confesion no honra mucho á sus autores.


Pasemos todavía mas adelante , y con-
cedamos que legalmente pueden crearse
esos juzgados extraconstit.ucionales: qué
utilidad puede traer tan peligrosa insti-
tucion? Una de -dos, ó en ellos se han de


• practicar todas las diligencias necesarias
para averiguar el crimen , y convencer al
criminal, ó se podrán omitir algunas. Si,
se. han de practicar . cuantas la ley y
la prudencia dictan para que sea tan claro
como la luz , que el llamado reo, ' lo es
en efecto del crimen que se le imputa, eso
mismo y en igual número de minutos pue-
de hacerse en los tribunales ordinarios.


..Y
Si el juez puede omitir arbitrariamente al-
guna , ¿ qué garautia tendrá la inocencia
cuando el espiran de faccion ó una de las


4.




r52'
mil combinaciones casuales, que es impo-
sible preveer ,•la presenten tal vez con las
apariencias del crimen? ¿Bastará que digan
los jueces, como los jurados de Fouquier,
que estan convencidos en su conciencia
de que tal persona es delincuente , aun
citando no resulte. de los autos ? Los . que
tanto .se impacientan porque no ven sacar
al cadalialso algunos ó muchos de los pre-
sos. por maquinaciones subversivas, deben
considerar que los delitos de esta clase son
mucho mas Melles de comprobar que los
delitos ordinarios. Una muerte, una heri-
da ,• un robo , son hechos materiales que
estan á la vista , por decirlo asi ; y no es
dificil: buscar , conocer y convencer á sus
autores por el rastro Mismo que dejan sus
accidnes. Al contrario las obscuras tramas
de . los conspiradore s se envuelven en su
mismo silencio , y las precauciones con que
aquellos dan todos sus pasos hacen muy
dificil, larga y complicada la averiguacion,
y casi imposible el convencimiento . Ademas


en
los delitos comunes , cogido y conven-


cido el reo , se puede proceder inmediata-
mente á su castigo ; pero cuando se trata
de una conjuracion , nada se adelanta con
poner al instante en la horca al primero


53
qtie.se coge: lo que importa es conocer to-
das las ramificaciones del plan , y esto á
veces puede ser obra de mucho tiempo. En
la conspiracion de 1 9


de agosto , en Fran-
cia, la formacion sola del sumario para ex-
tender el acta de acusacion , ha consumido
cinco meses, y la causa no será terminada
tal vez en el espacio de un


O iras muchas reflexiones pudieratnos alia-
dir; pero para no molestará nuestros lectores,
concluiremos recordándoles los eternos prin-
cipios y de incontestable verdad, tanto
histórica, como -metafísica, de que los :ca-
dahalsos nunca fueron buenos argumentos;
que la persecucion hace prosélitos ; que la
sangre de les mártires de cualquiera espe-
cie que estos sean, ha sidó siempre fecunda;
que el terror es mal apoyo del poder , y
que la blas femia jacobínica de que el ár-
bol de la libertad quiere ser regado con


.
san-


gre , es tan atroz como impía , y tan impía
COMO falsa. Si las egecuciones sangrientas
asegurasen la libertad social , no


.
habria en


el mundo un imperio mas libre que el de
Constantinopla yel de Marruecos. La sangre


..derramada por Sila y los ultimos triunvi-
ros lejos de fecundar el árbol de la liber-
tad romana, le secó y esterilizó-para siem-




ÍI


54
pre : los patíbulos de Zaragoza acabaron la
Constitucion aragonesa , y la guillotina de
Francia erigió el trono de Bonaparte.


Zxplicaczon que da el autor de • las cartas
del Madrileño sobre el verdadero sentido
de la carta i3.a


Han sido tan ruidosas las diferentes -
denuncias hechas contra la carta I3a del
Madrileño inserta en • el número :;t8 del
Censoi , que ya seria reparable no dar al
público una idea franca y sencilla del ver-
dadero espíritu de su contexto, para que
no se 'orca que por haber desagradado .á
algunos sugetos, hay en ella expresiones
que merezcan la censura pública ni pri-
vada.


Las birlas del Madrileño son una con-
tinua y severa crítica de todas las faltas
y extravios que se advierten en el sistema
constitucional, tanto de parte de sus ene-.
migos declarados, como de los que socolor
de amarle con exceso , sacan de quició las
sólidas y verdaderas bases en que se fundó::
Persuadido el autor á que no son menos


55
temibles para la marcha de la Constitucion
las exaltaciones /le un liberalismo afecta-.
do, que .las ruines y obscuras tramas del,
desacreditado servilismo, ha procurado
dirigir con mas frecuencia sus ataques
contra el espíritu de aquel partido que se
desplega con cierto ayre de triunfo, que.
no contra el que carece de medios tan
plausibles , seduccion. Apenas se dejó oir
el primer grito de libertad entre los espa
ñoles, se. apresuró el Madrileño á formar
una galeria de cuadros bajo el título de
Lamentos políticos de un pobrecito kolgazan,
en donde se vieron pintados con alguna
exactitud los principales errores (le los an-
teriores gobiernos, y los males mas funestos
con que zos habia agoviado


. el abuso del
poder aibitrario.


Luego que se reunieron las Cortes, y
que estas manifestaron el espíritu de sabi-
duría y de ilustracion que ,an


-Unciaba las
grandes reformas promulgadas despucs en
diferentes leyes y decretos, creyó el mis-
mo autor que no seria inoportuno publicar
unas cartas bajo el nombre de don Justo
Balanza, en las cuales, al mismo tiempo
que aparentaba impugnar las anteriores,
amplificaba en estilo serio las mismas ideas1




1


56
y principios que habia intentado difundir
con el velo de la ironia. Unas y otras .han
sido recibidas del pUblico con sobrada in-
dulgencia, y nadie advirtió jamas en ellas
la menor especie que pudiera _parecer ni
aun remotamente sospechosa de desafecto
á los que profesan la buenalcausa.


Entretanto se fue desplegando una mul-
titud 'de vicios y desórdenes, n (ie aunque
directamente no tendiesen á la destruc-
cion del sistema , lo iban desacreditando
con tal priesa, que hasta las personas mas
vulgares percibian su notoria decadencia.
La ambicion sobre todo se presentó bajo
mil formas diferentes, y fue cundiendo de
tal modo entre los mas acreditados libera-
les, que ella sola hubiera bastado para
hacer retroceder el espíritu de la nacion,
si el servilismo nó hubiese •dejado unos
recuerdos tan funestos en todos los espa-
ñoles. Acompañaron-á la ambicion la.ruin
venganza y la feroz maledicencia, disfraza-
das una y otra con la máscara del bien
público, y al paso que lograron despo-
jar , de sus destinos á muchos ciudadanos
beneméritos , introdujeron el odio en
muchos pechos indiferentes , la frial-
dad en otros, la desesperacion en alga-


nos, • y la desconfianza en todos.
Entonces fue cuando el autor se pro-


puso publicar las Cartas del Madrileño que
sucesivamente se han ido insertando en el
Censor. Consiguiente en. codas ellas á los
mismos principios que siempre han diri-
gido su conducta política, no se hallará
una línea en que no se inculque la nece-
eidad de no separarse en nada de lo que
previene la Constitución; y si alguna vez
ha empleado los colores mas .fuertes de la
sátira, ha sido siemprecon oeasion..de cor-
regir grandes yerros, ó para evitarefaltas
de primer orden que se pudieran :cometer:
No ignoraba el auter que su lenguage pa-\
receria excesivamente amarg9 á todos los que
cierta ó equivocadamente creyesen haber
servido de modelo para el cuadro. ; pero
en el primer caso esta era su verdaderain-
tencion, y en .el segundo, claro es que no
se le deben imputar semejanzas involun-
tarias.


Animado de tales principios , y pene-
trado siempre de la necesidad de reco-
mendar el orden , no solo á, la masa de
ciudadanos que debe obedecer, sino tam-
bien á los que tienen la desgracia de man-
dar, ¡cuál seria su sorpresa al ver denun-




58
ciada una de sus cartas como ,subversiva
de este mismo orden , que es el ídolo de
su culto político, ó como tendente á pro-
mover sediciones , cuando todos sus cona-
tos se dirige:1 , d evitarlas y hacerlas parecer
odiosas ! Muy envilecido se creeria el au-
tor si se pusiera en el caso de dar expli-
caciones sobre cargos semejantes, que no
tienen la menor sombra de sentido coman,
y le parece mucho mas noble remitirse
al dictamen é ilustracion de los jurados.
Estos han pronunciado ya favorablemente
en ur o de ellos, y es de esperar que su
justicia no aparezca menos imparcial en
el otro.


Ninguna de estas dos denuncias alteró,
ni por un instante, el ánimo tranquilo del
autor; porque su misma inconveniencia las
daba la calificacion correspondiente; pero
no le sucedió asi con otra , que aunque
menos importante en sus resultados pena-
les , lo era runcho mas por el caracter de
las personas que se habian mostrado ofen-
didas. El Ayuntamiento constitucional de
Madrid 'tuvo por injuriosas las expresiones
de la carta x3.a del Madrileño, en que
expresa el autor su opinion de que los cuer-
pos municipales son cuerpos puramente


59
administrativos, y que como á tales no , les
compete el derecho de representacion , sino
sobre ,los obgetos propios y dependientes
de sus atribuciones. Seria ahora fuera del
caso insistir en aclarar esta cuestion, que
mirada en su fondo, nunca podria pasar
de ser una cuestion polémica , en que el
autor pudo muy bien equivocarse ; mas el
Aytmtamiento de Madrid es demasiado ilus-
trado para mirar las equivocaciones como
injurias.


No fue, pues , la cuestion en sí misma
la que pudo ofender al excelentísimo Ayun-
tamiento , sino el tono de ironía y chan-
zoneta con que se ponia en duda de si se
habia excedido ó no en el uso de sus atri-
buciones. Para aclarar esta idea publicó el
autor la carta x4.a , inserta en el núme-
ro 29 del mismo periódico, manifestando
que aun en el caso de haberlo hecho asi,
no era por culpa del Ayuntamiento , sino
por la fatalidad de las circunstancias que
le pusieron en el caso de adoptar los votos
del pueblo , y presentarlos á S. M. segun
se expresa en la misma' 'representacion.
é Quién hay que •ignore que el excelentísi-
mo Ayuntamiento no podia tener otras mi-
ras que las de autorizar con su respetable


1




6o
nombre una peticion que las circunstan-
cias le hacian parecer entonces sobrada-
mente justa ? Pero d quién hay que no mire
como una desgracia el que se repitan
ocasiones semejantes'? El Ayuntamiento de
Madrid ha dado diariamente repetidas
pruebas de su celo v amor por el bien
público, y aun en este mismo incidente
particular las ha dado. de su dignidad y .
grandeza de alma. Lejos de obstinarse con
empeño y tenacidad pueril en exigir satis-
facciones humillantes ( tan agenas de su
modo de pensar como imposibles de ob-
tener de parte. dé]. Madrileño), ha tenido
á bien dejar al arbitrio de este el dar una
explicacion franca de sus'sentiniientos acer-
ca del contenido de su carta.


Ya se deja discurrir .que cuando una
corporaeion poderla que se cree ofendida,
da este bello egemplo de moderacion en
un juicio conciliatorio , no es posible que
encuentre un escritor sensato que se reuse
á 'satisfacerla ; y asi el Madrileño se com-
place en' decir. que como jamas fue su
intencion ofender.:al exeelentisimo Ayun-
tamiento á quien•respeta, no tiene el me.
nor inconveniente en manifestar esto mismo
al público. Añade Cambien que nunca ere-


6t
yó ue aquel ilustre cuerpo quisiese exce-
deLse de las atribuciones que le señala la
.Jey fundamental , sino que procura por to-
dos los medios posibles la. conservacion de
la tranquilidad pública en la parte que le
está •encargada , aunque tal vez pudo creer
equivocadamente que S. E. fuese movido
á dar ciertos pasos por circunstancias im-
periosas.


La verdadera intencion del Madrileño',
era llamar 1k atencion del público y def
las autoridades , sobre lo peligrosos qúe -
son esos agolpamientos de ciudadanos,
quienes si bien se presentan alguna vez
reclamando cosas muy justas, pueden tam-
bien servir de instrumento á los malévolos
para exigir condescendencias perjúdiciales,
ó acaso dictar órdenes contrarias á las Pa-
trióticas miras de los Ayuntamientos. ¡Ojalá
que este temor no pasase de ser una ni-
miedad escrupulosa de la imaginacion;
pero no hay nadie que ignore los desgra-
ciados recuerdos históricos en que está
fundado ! Concluyamos, pues ,•este artículo
repitiendo , que el autor no tiene ninguna
culpa de que el vulgo de los lectores haya
dado una interpretacion equivocada al sen-
tido de su carta, porque siendo tan claro




62
y tan terminante su verdadero espitu,
solo se puede inferir que el lector iba sitim-
tituyendo á lo que leían sus ojos, lo/que'
realmente pasaba en su imaginacion.


CARTAS DEL MADRILEÑO.


63


16.a
El autor de las cartas del


Madrileño. Madrid 2 de marzo de 1821.


Mi querido amigo: despues de dos car-
tas bien largas en que no hemos tratado
de otra cosa que de la libertad de escribir,
aqui me tiene usted todavía sin atreverme
á principiar esta, por ignorar el tono en
que debo hacerlo , y las materias en que
debo ocuparme. Quisiera por una parte no
separarme en nada de la gravedad especifica
que algunos han dado en llamar nacional,
y por otra no exponerme á que usted se
durmiese á la mitad de su lectura , como
suele acontecerle con algun otro periódico.
Si yo pudiera persuadirme á que usted
gustaba de entretenerse con fruslerias, ya
tendria tela cortada para escribirle un pro-
ceso- entero describiendole los bayles 'de
las tertulias patrióticas, las máscaras, las
las comidas de fonda, las canciones favo-
ritas, y hasta los chismecillos amorosos mas
ridículos é insignificantes. Le enteraria




64
usted puntualmente de la hora, del
to y aun del instante preci.Ki en que se
principió el valts de Poniatouski y la con-
tradanza du Meunier. Le hablarla del bello
sexo en general, de sus caprichos, de sus
gracias, de la elegancia de su ingenio. oes-
cribiria pomposamente las varias caricatu-
ras de los disfraces, las agudezas siempre
originales de algunos enmascarados, las
intrigadlas, los chascos, y hasta los deseri-
gañas evidentes qua resultan para algunos
maridos y no pocos chichisbeos.


Descenderia luego al café , y baria una
è acta: de las bebidas y comi-
'das restaurantes de que estaba surtido, la
calidad y el precio de los platos , la pron-,
titud de los sirvientes , la limpieza de las
mesas, y las diferentes cenas en grupo ó
en tete á téte que se hubiesen verificado.
Copiarla luego, sin omitir una, sílaba, las
ingeniosas Canciones que se hubiesen en-
tonado,, sin olvidarme del trágala , del
lairon, y de otras dignísimas producciones


'músicas . y poéticas. Y últimamente con-
cluirla . con-poner á 'usted al corriente del
estado en que se hallan los amores de
don Agapito: • y . doña Sinforesa;- del rom-
pimiento casi escandaloso de doña Juanita


65
con el capitan don Facundo; del encuen-
tro poco agradable que tuvo don Hilarion
con el alferez de guardias en el gabinete
de su esposa ; y de la pelotera que tuvie-
ron doña Eduvigis y daña Cándida sobre
á quién de • las dos daba la preferencia el
capellan de las monjas de su calle. Yo bien
sé que de este modo no me costaría el me-
nor trabajo llenar Cuatro ó cinco pliegos,
al cabo (le los cuales usted habria leido
mucho y sacado una utilidad portentosa.
Pero hablando francamente, es ya tan vie-
jo y tan baboseado este medio de llenar
cartas y artículos para los diarios, que has-
ta verguenza me causa haber dado Kin"-
ripio á la presente con un trozo tan vul-
gar, que no parece sino que lo he copia-
do de algun libro.


Mas veo por otra parte que 'si á usted
le disgustan mucho semejantes frioleras, no
le desagradan menos los retazos áridos de
política laudatoria, y las exclamaciones fas-
tidiosas de una moral repetidísima


. y can-
sada. ¿ Habré yo de ponerme ahora á in-
vectivar á los hipócritas atreviéndome á
retocar con mis torpes manos un cuadró
concluido por el divino Moliere? ¿Qué gra-
cia podría tener al lado de su tartuffe


Tomo vi.
111.,




66
nuestr,,, moderno ermitaño, el cual mien-
tras que cobra diez mil reales- mensuales
de sueldo , pide prestado un uniforme á
alguno de su propia ropa, para manifestar
la indiferencia y desapego con que mira
las pompas y atavios mundanos ? Asi se
presenta en la corte, y para que nadie du-
de de su humildad y llaneza , va diciendo-
les á todos en confianza, que no extraiicn
. que el vestido esté una miagita largo, por-
que ha tenido que pedírsele á don fulano
por habérsele olvidado mandar al sastre
que le hiciese el suyo. Cada cual le ruega
entonces que no sea tan distraido en los
negocios propios , y que ya que tenemos
la dicha de verle absorto en procurar la
utilidad comun , no se abandone tan del
todo á su trabajo , que ni siquera piense
en adornarse con el trage correspondiente
á su dignidad. El se sonríe entonces con
dulzura, y busca 'con los ojos algun Otro
personage á quien hacer la misma ..re-
lacion.


¿Ni qué le ha divertir á usted tampoco
la historia de algunos torpes nadadores,
los cuales viéndose ya próximos á ser se-
pultados por las aguas , se asen de lo pri-
mero que encuentran, y á riesgo de abra-


67
sárse las manos no tienen reparo alguno
en agarrarse de una ascua ardiendo ? i Oh
tiempos venturosos los que estamos alcan-
zando, pites cada dia nos ofrecen un egem-
plo nuevo de la vicisitud de las cosas
manas! Aquellos que no hace mucho tiem-
po eran mirados corno ,


un obgeto de per-
secucion ó de escarnio, son considerados en
el dia como el único y postrer asilo contra
una bdesaracia tan merecida como inevita-
ble; y los que apenas se dignaban volver
los ojos hacia el templo de la virtud, tien-
-den ahora los brazos en actitud suplicato-
ria, y piden, y ruegan, y solicitan el auxi-
lio de aquellos mismos á quienes burlaron
y escarnecieron.


Todos .estos y otros muchos pasages
pertenecientes á 'la moral universal, no
son asuntos propios para llenar una carta,
ni pueden hacer amena nuestra correspon-
dencia, antes al contrario podrían dar ori-
gen á que algun malicioso se encargara de
ir colocando personages conocidos en aque-
llos mismos huecos que nosotros vamos
dejando unicamente destinados para la
reílexion. ¿ Quién le ha dicho á usted que
si yo no temiera las interpretaciones ma-
lignas, no le hubiera dado.


- mienta ya del
5.




68
último esfuerzo á que ha podido llegar la
industria y el: manejo en el arte de la ce.
santeria? Habiamos tenido hasta ahora la
debilidad de escandalizarnos por ver que
se.jubilaba sin razon y aun sin pretexto á
muchos .empleados útiles y beneméritos,
solo para colocar á otros que ni siquiera
tenia') idea de la clase de ocupacion á que
estaban destinados. Pero aquello era una
nada, una friolera, un escrúpulo que no
moreda que nadie fijase•en ello lwatencion;
en el dia es ya muy distinto, y se van ha-
ciendo en esta línea progresos maravillo-
sos,. Llega :á parecer . inutil una oficina ,
porque sus trabajos se pueden desempeñar
en otra, ó porque nos disgusta su gefe,
que es lo mas comun ; se le jubila con to-
do su sueldo, porque no. es posible-,otra
cosa , se trasladan. los libros y los expe,
dientes á otro -departamento, se dispersan
los oficiales, y para coronar la • •fiesta se
nombra Otro gefe nuevo con 40,000 rea-
les para que presida á la oficina supri-
mida, dejándole un solo encarguito con
el doble fin de que no parezca ocioso y
de que no se fatigue la cabeza. Confiese
usted que este. golpe es superior 'á cuantos
pudiera sugerirle su imaginacion.


69
Entretanto, yo estoy charlando de cosas


inútiles, y no me apresuro, como debiera,
á hablar á usted de la deseada reunion de
las - Cortes , que se verificó ayer con la
pompa y magestad acostumbrada. Creo que
usted se acordará de lo que le decia yo en:


\la carta que le escribí con fecha del ro denoviembre último, que es la 6.a del
drilerio , á la época precisa en que se cerró
le primera legislatura. Decia á usted enton-
ces que seria mísera y precaria la existen-
Cia de la constitucion, mientras estuviese
ligada á la fortuna de algunos particulares
por mas ilustres y beneméritos que ellos cre-
yesen ser. Que la constitucion es el patrimo.-
nio de todo el pueblo , y que solo el pueblo,
y el pueblo todo entero , es quien ha de sos-,
tener y difflittar esta preciosa herencia. Decia
tambien que la idea de hacer creer al rey
y al congreso. que no puede marchar la,
constitucion sin que todos los destinos de.
primer orden recaigan en ciertas . gentes, era
equivalente á la de hacerla depender de 'un.,
número determinado de nombres. Decia que.
los verdaderos enemigos de la constitucion no
envz los nobles , ni el clero, ni los Jrayles,
ni los serviles, ni los cesantes ni los persan •
sino esa multitud de pretendientes ambiciosos




de empleos; ese enjambre de aspirantes á
premios ; esa gavilla de acaparadores de des
tinos que han sabido repartirse las plazas
mas lucrativas, sin •dar el mas le ve indicio
de pudor, y esa malhadada sed de venganza
que transpira por medio de las voces de
conzpasion , de olvido y de beneficencia.


Concluía últimamente con decir que yo
no alcanzaba á ver otro remedio, sino e!
de una conducta enterawente contraria de
parte del gobierno: que la época mas oportu-
na para ensayarle era el intervalo de sus-
rension de las Cortes, pues mientras tanto
que los señores diputados se dedicaban rí.
reconocer el estado de la opinion y de las
necesidades de las provincias , no lerda el
gobierno que vencer otros obstáculos, pie
los de conocer á fondo los vicios y las virtu-
des de los individuos que le circundan.


Estas eran las precisas y terminantes
palabras con que me explicaba yo enton-
ces, pareciendome que no era posible que
dejasen de hacer alguna fuerza á los que
tenian en su mano corregir alguna parte
de los males ya causados , y evitar los que
estaban por venir. Pero quién podía ima-
ginarse que en lugar de poner término á
los abusos que tan dilacerada dejaban ya á


la triste. patria, habian estos de ir crecien-
do hasta el punto de casi no percibirse que
viviamos bajo úii régimen constitucional!
¡Qué descrédito tani enorme ha experimen-.
tacto la hacienda pública en el momento
mismo en que estarnos recibiendo las pri-
meras entradas de un préstamo pactado
con el extrangero! ¡ Qué 'aumento tan no-
taLle no ce ha hecho en la lista fatal' de
los cesantes, cuyas súeldos van á gravitar
sobre la exhausta tesorería,. sin que la pa-
tria reciba en cambio el mas ligero ser-
vicio! ¡Qué disturbios no 'han trabajado
la opinion pública en estos 'cuatro- meses
durante los cuales parece , que no debia
haber otro obgeto mas importante que el
de sostenerla y rectificarla ¡ Qué de• mu-
danzas inmotivadas no se han hecho en
los gobiernos políticos y militares de las
provincias , sin dar apenas lugar á que
las respectivas autoridades tomasen ningun
conocimiento de las personas , ni de los
negocios encomendados á su gobierno!
¡ Qué atraso tan culpable en el despacho
de expedientes en alguna de las secreta-
rías ! Y finalmente ¡ qué apatía en todo lo
que concierne á vivificar la industria inte-
rior, la agricultura , las artes , las comuni-




72
cationes , y todo lo que en último análi-
.sis debe constituir la felicidad de la patria•


Las Cortes se han reunido , repito , y
no posible que dejen de pedir cuenta
á los agentes del poder , de todo lo que
hayan dejado de egecutar , ó egecutado
malamente. Muchos de los individuos que
las componen , han recorrido sus provin-
cias , y • vuelven admirados de ver el poco
fruto que hasta ahora han producido sus
tareas. En lugar de la union y fraternidad,
cuyas bases procuraron sentar con provi-
dencias suaves y generosas, encuentran los
diferentes partidos mucho mas enconados
unos contra otros , porque en lugar de
hermanarlos y dirigirlos hácia el bien de
la patria , solo se ha tratado, de exasperar-
los con preferencias ó con vejámenes gra-
túitos. Encuentran esas cárceles atestadas
de presos , sin que hasta ahora sepamos
legalmente si hay alguno verdaderamente
culpable. Encuentran al monarca ofendido
en su dignidad , reclamando la energía de
las Cortes para atajar los granWes males
de que se ve amenazada la naczon, cuyos
males debieran haberse prevenido en tiem-
po , sin mas que seguir rectamente la sen-
da trazada por la Constitucion y por las


73
Cortes mismas. Encuentran en fin tanto
que corregir y tan poco que aprobar, que
se verán precisados á rever muchas cosas,
sobre las cuales creían haber dado ya la
illtima mano.


Mucha era la premura con que todos
esperabamos la llegada del t.° de marzo,
no solo por los gravísimos motivos que
acabo de enumerar , sino mas todavía por
la esperanza que tenemos de que no se
disolverá el congreso sin dejarnos asegu-
rada la prenda de que con mas urgencia
necesitamos. Ya puede usted discurrir que
esta prenda de que yo hablo no es otra
que la publicacion de los códigos , porque
en vano trabajaremos por, seguir adelante
con el sistema constitucional, sino conta-
mos con leyes fijas , claras, uniformes y
adecuadas al siglo en que vivimos. Hartos
egemplos tenemos de que los pueblos pue-
den existir muchos siglos sin libertad. y sin
garantía individual; pero no se citará nin-
guno en . que los hombres puedan existir
juntos sin leyes, ó lo que es casi lo mis-
mo , sin que las leyes sean acomodadas á
la forma de su gobierno. Lo primero antes
de todo es la seguridad de las personas y
de las propiedades , y despues vienen muy




74
lindamente todos los tiernas derechos y li-
bertades de que ha de gozar la nacion. La
nuestra porfortuna se presta , con mucha
mas docilidad que lo que podiamos pro-
meternos , á recibir las saludables mudan-
zas que ya se han hecho , y que se prepa-
ran para lo sucesivo ; pero no hay que
contar con que se generalice el convenci-
miento hasta que se , empiecen á ver los
efectos de una sabia legislacion.


He procurado promediar esta carta es-
cribiendo á usted una parte en estilo se-
rio , y otra en estilo jocoso , para que en
caso de que la publique , podamos con-
tentar á las personas que tienen diferentes
gustos; pero mucho me terno que desagra-
de á unas y á otras por carecer de la pro-
fundidad que necesita el primero , y de
la ligereza que debe ser inseparable del
segundo. En todo caso usted me dirá si
le acomoda dedicarse á las graves medi-
taciones de la política, ó seguir entrete-
niéndose á costa de los vicios y de las
debilidades de los hombres ; porque para
lo uno ó para lo otro le ofrecería suficien-


:té su afectísimo amigo


El Madrileño.


75
TEATROS.


La esclava de su galan.,


Esta comedia es una de las mas inge-
niosas y mejor dialogadas de nuestro cé-
lebre Lope de Vega. En la rcpresentacion
agrada sobremanera , á pesar de las fre-
cuentes mutaciones de escena , que cuando
se verifican en medio de los actos,produ-
cen siempre un efecto malísimo. No seria
dificil refundirla , corno se ha hecho con la
Moza de cántaro, suprimiendo algunos tro-
zos, no necesarios para la inteligencia de
la fábula, distribuyendo toda la pieza en
cinco actos , y estableciendo las mutaciones
al principio de cada uno.


Pero á pesar de este defecto y del gran-
de intervalo de tiempo que pasa entre el
primero y segundo acto , la situarion de
Helena es sumamente dramática é intere-
sante. Su amante don Juan habia incurrido
en la indignacion de su padre, por haber
hecho diligencias para efectuar su matri-
monio con doña Helena. Arrojado de la ca-
sa 'paterna, se vió obligado á ausentarse.
Su padre juró en un momento de cólera
comprar un esclavo, y hacerle heredero de
su hacienda. Compra una esclava, y esta
esclava es Helena, que con aquel'
se introdujo en casa de su ar
el obgeto de reconciliarle co ,.siocbgit;'


. .' •


Hasta aquí la fábula está bieri
; •




76
y los medios dispuestos para preparar el
enlace de la pieza son suficientes en bue-
na dramática. Juan y Helena se aman con
una pasion estraordinaria : el amante habia
sacrificado á esta pasion la (pulencia de la
casa paterna, y la ternura del autor de
sus chas : vagaba pobre , abandonado é
infeliz. Era, pues, muy conforme con las
costumbres dramáticas , que Helena pagase
aquel sacrificio introduciéndose en casa de
su padre don Fernando. con el único dis-
fraz que la suerte le proporcionaba para
terminar los infortunios de su querido. Lope
fue el primer inventor de esta combinacion
teatral, que consiste en que la amante del
hijo se presente al padre , irritado contra
sus amores , sin ser conocida de él. Algu-
nos dramáticos franceses la han imitado, y
debemos confesar que han sacado mas par-
tido de ella que su mismo inventor, ha-
ciendo en unas comedias que el padre se
enamore de la desconocida , y quiera ha-
cer lo que tanto censuraba en su hijo (1),
efecto cómico y de una moralidad profun-
da ; y en otras , escitando la estimacion del
padre por las prendas y virtudes. que des-
cubre en la que aspira á ser su hija. Lope,
cuyo ingenio inventó una disposicion dra-
mática tan fecunda , ó no vió el partido
que se porfia sacar de ella, ó mas bien


(x) Como en el , Consentement forcé de Guyot de
Merville.


se dejó arrebatar de su facilidad para
el diálogo y la versificacion , y no vió en
su fa bula mas que el tegido necesario para
escribir dos actos. Entonces estaba el arte
en su infancia , y raras veces sucedió que.


. el autor estudiase todas las consecuencias
de la fábula. Calderon fue el primero que
enseñó á conocer todos los efectos teatra-
les que podían derivarse de un enlate de
accion ya establecido ; y siendo en esta
parte superior á todos nuestros dramáticos
antiguos , fue el que llevó este género de
poesía al mayor grado de perfeccion que
tuvo antes del siglo' XVIII. %




•Así es que la introducción de Helena
en casa de su amante no tiene ninguno
de los efectos que ella se propuso. El eno-
jo de don Fernando estaba ya aplacado, y
él mismo es quien propone á la esclava
cuidar del regalo de su hijo , y dar pasos
para la reconciliacion que se hace en el
intermedio del segundó al tercer acto. Pero
tope necesitaba de un incidente para llenar
el acto terceró , y escribir -versos y escenas
hasta la catástrofe. Por consiguiente muy
cerca del fin del segundo acto, introduce
otro nuevo enlace de la pieza.


Don Juan -era amado de Serafina , con
cuyo hermano se habia criado , y á la cual
á pesar de su amor á Helena , habia pro-
digadoalgunas galanterías. Por otra parte
don Fernando, perdiendo la esperanza de
que su• hijo se dedicase á la iglesia, quería




78
casarle con aquella dama que era principal
y de mucho dote. La esclava fingida, sabe-
dora de sus celos, los exhala en varias
escenas, que son las de mas interés de la
comedia por la rapidez y sal del diálogo.
Jura irse con otro amante que se habla
antes enamorado de ella , siendo esclava,
y que viene á reclamarla en el mismo mo-
mento qué enagenada de su pasion descu-
bre á don Fernando y á Serafina su cali-
dad é infortunios. La admiracion que ins-
piró á todos su hazaña amorosa , les obli-
gó á dar el consentimiento para que se
casase con su amante.


Esta duplicidad de enlaces, esta mul-
titud de personages é intereses indican su-
ficientemente , que el arte estaba entonces
en sus principios , y que nuestro Lope
quería mas bien excitar la admiracion por
la variedad de las situaciones que agradar
con una accion única , ceñida y fecunda de
todos los incidentes posteriores. En efecto,
lo primero era mas facil á su viva y loza-
na imaginacion : lo segundo era mas difi-
cil , y quizá no seria agradable , atendida
la desenfrenada licencia á que estaban
acostumbrados los espectadores desde el
nacimiento del teatro español.


,‹La • cólera
De un español sentado no se templa,
Sino le representan en un acto
Hasta el final juicio desde el Génesis:


Dice el mismo Lope en su arte nuevo
de hacer comedias. De aquí la manía de


aglomerar incidentes y lances ; y como no
se conoció hasta Calderon el arte de deri-
var los lances é incidentes de la misma ac-
cion , no es mucho que se note en las co-
medias de Lope de Vega la inconexion de
acontecimientos y de escenas que hacen
desagradable su representacion.


Pero todos los defectos se le perdonan por
la creacion del caracter de la Esclava fingi-
da. ¡Cuánto brilla la pasion en el designio
de venderse por esclava para ser util á su
amante! ¡Cuánta verdad hay en su alegria al
saber que don Fernando quiere reconciliar-
se con su hijo, y al ver que ella misma es
el instrumento de la reconciliacion! ¡Cuán-
to fuego en sus quejas celosas! ¡Cuánta
ternura en el perdon que concede -á su
amante! ¡Cuánta vehemencia y rabia cuan-
do sabe que va don Juan á casarse con Se-
rafina! En fin, cuánto abandono en stl de-
terminacion de no volverse á Triana has-
ta haber sido testigo de su infortunio!
¡ , Qué lástima que echen. á perder tan lindas
escenas las truanerías de Pedro y el mal-
hadado cuento del canónigo y de la mala!
Pero los demasiado escrupulosos deben ad-
vertir que la decencia teatral no era cono-
cida, ó lo era muy poco, en tiempo de
Lope ; y que defecto por defecto mas vale
faltar á la decencia de convencion que á
la verdad de los caracteres.
' Los siguientes versos de Helena, que
contienen una ironia finísima, manifiestan




So
la situacion de su alma y la fuerza de su
caracter. Los dice en el momento, en qué
cree que don Juan se casará con su rival.


«Poco Me debes, don Juan ;
Pues solo pasar el rio
Por esa puente me debes
Con este hierro fingido,
Por quien vendida he sufrido
Penas y trabajos leves :
Que ni á Lima fui por tí (1)1
Ni por vastos horizontes
Pasé mares , subí montes ,
Ni hacienda, ni honor perdí,
Vuelvo con manos y pies.:
Qué hay perdido?"


Las escenas mas interesantes son las que
sirven para • desenvolver el caracter de la. .
esclava fingida. La del primer acto en qué
don Juan- no puede obtener ni el perdoli
ni la bendicion de su padre , está llena de
verdad y ternura. Seria perfecta , si el cria-
do Pedro se desterrase de ella: en ninguna.
parte de la comedia son de peor gusto sus.
chocarrerias. -


(u) El movimiento poético de estos versos , im-
propios de la comedia , recuerda aquellos de Vir-
gilio á otro propósito :


« Non ego. cum dánais troyanain excindere gentem
Aulide juravi , etc."


Nuestros poetas cómicos no tenian escrúpulo ea
mezclar todo género de tonos en sus Comedias.


EL CENSOR,
PERIÓDICO poLinco Y LITERARIO.


N.° 32.
SAEADO , 10 DE MARZO DE 1821.


Estado de las ideas constitú4nales en Eu-
ropa en febrero de 1821.


El impulso comunicado al espíritu pú-
blico de las naciones por el mcdiodia de
Europa continúa propagándose, si no con
los efectos ostensibles que seria de desear,
á lo menos con toda la rapidez que le per-
mite la resistencia aristocrática, auxiliada
con todas las fuerzas del poder. Dos esta-
dos de Alemania han entrado nuevamente
en la carrera constitucional; y sus sobera-
nos mismos son los que han egercido la
iniciativa para conceder á. sus pueblos este
inmenso beneficio. Los duques de Sajonia
Cobourg y de Sajonia Gotha se han hecho
acreedores á las bendiciones eternas de sus


Tomo vio
6




8z
súbditos; y la ilustre familia de Cobourg
ha adquirido por la felicidad que dispensa
á sus pueblos , una gloria superior á la
que logró un héroe de la misma casa , pe-
leando con varia fortuna contra una nacion
libre bajo los estandartes del despotismo.
En ambos ducados se estan ventilando las
basas del pacto social que les ha de regir
en lo sucesivo. Entretanto el duque de
Mecklenhurg prepara sus pueblos -á la ad-
mision del régimen constitucional , abo-
liendo enteramente la servidumbre en las
orillas del Báltico. La aristocracia va per-
diendo terreno cada día, y su derrota es
segura por la condescendencia de los so-
beranos ilustrados y bondadosos con los
votos de sus pueblos, y con las doctrinas
luminosas del liberalismo.


Uno de los triunfos mas ilustres que
han logrado las buenas ideas es el esta-
blecimiento de la nueva constitucion en el
gran ducado de Hesse-Darmstad. A la ver-
dad el gran duque habia dado un edicto
constitucional en marzo del año pasado;
pero aquel edicto ni.' establecia todas las
garantias políticas, ni quitaba todos los
abusos antiguos, ni daba al pueblo mas que
una influencia precaria é imperfecta en la


83
administracion: pues ni abolia enteramen-
te la servidumbre, ni concedía la libertad
de la imprenta, ni establecia el derecho
electoral sobre sus basas verdaderas. Era
mas bien una organizacion de estados ge-
rales en que todas las clases estaban repre-
sentadas, que una verdadera representa-
cion nacional. En la nueva constitucion
que ahora se ha dado á aquel pays , hay
mas áproximacion á los principios mas se-
guros de la política, aunque no podemos
dejar de confesar que transigiendo con la
aristocracia, ha conservado esta algunas de
sus antiguas usurpaciones.


En primer lugar queda abolido para
siempre el escándalo de la servidumbre,
cuyo nombre solo será en las edades futu-
ras la ignominia del siglo que la vió nacer
y de los siglos que la sufrieron. Las rela-
ciones de señor y vasallo, de opresores y
siervos, de. trabajo y goce, de opulencia y
miseria quedarán sepultadas para siempre,
y ¡ojalá se sumiese en las sombras del eter-
no olvido ese paclron de infamia que alzó
la tirania contra la naturaleza humana! El
hombre, libre ya y protegido por la ley,
conocerá la alta dignidad que le dió la
naturaleza y que le sancionó la religion.


6.




84
Y ya que hemos interpuesto este nom-


bre augusto en la cuestion de que tratamos,
permítasenos preguntar á la aristocracia
francesa, austriaca y rusa, permítasenos
tambien preguntar á aquellos españoles
ilusos que se atreven á invocar el Dios de
la justicia á favor del despotismo, ¿con qué
título se proclaman defensores de una re-
ligion (le libertad y de igualdad que les
condena? ¿En qué libro (le las sagradas
escrituras, en qué dogma, en qué máxima
moral del cristianismo han encontrado esos
derechos infames, esos privilegios inferna-
les que condenan á un gran número de
seres formados á imagen y semejanza de
Dios, á ser los instrumentos miserables
del orgullo , de los. placeres y aun de los
crímenes de un tirano feudal? ¡Ah! una de
las mayores alabanzas de la religion evan-
gélica cuando llegó á ser la religion do-
minante fue la abolicion de la esclavitud:
al espíritu de mansedumbre, á la máxima
de igualdad ante Dios de los primeros fie-
les se debió el que se disminuyese y aun
casi se extirpase el uso de la servidumbre
doméstica. Estaba reservado á los tiempos
de la barbarie corrompida que degradaba
cuanto tocaba, el haber sustituido á la es-


SS• ,
clavitud doméstica , la política , tanto mas
injusta,




cuanto para establecerla carecia de
pretextos la tirania.


En efecto en los antiguos pueblos se
miraba el estado de servidumbre corno una
compensacion que daba el vencido al vence-
dor en pago de la vida que este le perdo-
naba; y alumno semejante compensacion
era absurda, pues el vencedor no tiene de-
recho alguno sobre la vida de su enemigo,
cuando ha dejado de serlo rindiéndole las
armas, sin embargo es fuerza confesar que
aquella razon podía servir de pretexto en
la infancia del derecho de gentes. Pero en
payses cristianos ya, y gobernados por
leyes mas suaves , qué pretexto pudo ha-
ber para someter tan vilmente casi toda la
poblacion á la voluntad de un corto nú-
mero de señores, y para hacer todo el
género humano la propiedad y el patri-
monio de los que mas podan La España
no ha sentido en toda su extension las
calamidades del régimen feudal. La guerra
perpetua con los moros obligaba sin duda
á los señores á tratar con mas benignidad
al pueblo, del cual tenian siempre necesi-
dad. El estableciuiento de colonias en las
fronteras de los sarracenos no podia hacer-




86
se sino dando fueros á hombres libres para
que tuviesen una patria que defender : úl-
timamente, las montañas cántabras, cuna
de la monarquía española , no eran una
escena á próposíto para que en ellas desple-
gase sus furores la tiranía. Pero abranse los
anales y los archivos del feudalismo, y se
verá que ninguna virtud respetaron sus le-
gisladores; y que si la justicia fue ofendi-
da á cada paso , la castidad, virtud respeta-
da aun entre los pueblos . mas bárbaros,
vió sus ofensas sancionadas por la misma
ley. ¿ Qué mas? Los ministros del santua-
rio, los monasterios, asilo en otro tiempo
del trabajo y de la austeridad, adquirieron
tambien derechos feudales : tuvieron por
siervos á los mismos que dirigian ó debian
dirigir por el camino. de la salvacion : los
altares del Redentor del mundo tuvieron
esclavos asignados :por la ley ó por los
privilegios concedidos á las iglesias ; y pa-
ra mayor escándalo los obispos y abades,
consagrados por su estado á la continencia,
adquirian privilegios y derechos que no
podian egercer sin violar la moral pública
de que eran , maestros , y los votos que
babian emitido ante el cielo y la tierra.


¿Y son estos tiempos, los que llora la


87
aristocracia europea? ¿Y quiere retener los
restos preciosos de aquel siglo de oro es-
perando del tiempo y de la astucia su
gloriosa resurreccion? Y ¿ esperan que los
pueblos de Europa sean tan bárbaros, tan
ignorantes que consientan volver á las ca-
denas que ya una vez rompió el espíritu
ilustrado del siglo ? Podrán quererlo, po-
dran esperarlo; pero no esperen., ni quie-
ran que el mundo los mire como los ven-
gadores de una religion que detesta la tí-
rania y los vicios, sus inseparables compa-
ñeros. Nosotros diremos á los ilusos que
confian en las fuerzas de la aristocracia ex-
trangera : esa aristo tracia, cuyo auxilio im-
ploráis, es enemiga nata de la religion que
tanto prbclamais; porque 720 existe si no escla-
viza: y la religion, proclamando la igualdad
ante Dios, lazo al hombre libre del hombre,
y esclavo solamente de la ley.


.Ni solo la esclavitud feudal es',opro-
bio de los pueblos: lo es tambien de los
soberanos. Un tirano encastillado en sus
estados , se mira corno libre de toda obli-
gacion á su rey. La historia de la edad
media está llena de sus rebeliones y cruel-
dades, de su ambicion insensata, de sus
conjuraciones y guerras contra el monarca;




88
de su orgullo cuando vencedores; de su
bajeza y viles adulaciones cuando vencidos.
Honor y gloria eterna á los soberanos ger-
mánicos, que declarando libres á todos sus
subditos, y rompiendo las cadenas forjadas
entre las tinieblas de la barbarie por la
prepotencia de los guerreros, harán nacer
del sepulcro de la feudal y gótica Mema-
rnania un nuevo orden social que coloque


aquella nación virtuosa y guerrera en el
lugar que la pertenece. Hasta ahora su
fuerza pública, dividida y subdividida en
un inmenso número de raudales, ha teni-
do que ceder á la influencia „ya del Aus-
tria, ya de la Prusia. Tal vez ha buscado
costosos libertadores en los Napoleones y
y los Gustavos. El sistema constitucio-
nal concentrando sus fuerz-s, le dará la
consistencia necesaria para defenderse á sí
misma.


Otros dos artículos de la nueva consti-
tucion de I-Iesse-Darmstadt son la libertad
de culto, tan necesaria en un pays donde hay
diferentes religiones, y la abolicion del
fuero eclesiástico. Nosotros no negamos los
justos motivos que pudieron haber tenido
los príncipes civiles para conceder á los
ministros del altar un tribunal particular


89
donde se viesen sus pleytos y se juzgasen
sus delitos. Añadiremos mas, y es que
atendidas las circunstancias de los tiempos
en que se verificó esta institueion , nos
parece que fue justa y política.


Nunca debemos olvidar que en la inva-
sion de los pueblos septentrionales sobre
las provincias del imperio romano , • eran
célebres los obispos por sus virtudes y por
sus talentos. Asi se hicieron respetar de los
mismos bárbaros vencedores: asi los obli-
garon á entrar en el rebaño de la iglesia:
asi fueron los protectores de los pueblos, ,
y hubo mas de un Leon que contuviese la
marcha de un Atila. Los fieles en los siglos
primitivos de la iglesia tenian tanta con-
fianza en sus pastores, que los tomaban por
Jueces en sus desavenencias, no á la verdad
como jueces armados de la potestad civil,
sino como jueces compromisarios , cuya
autoridad pendia enteramente de la acquies-
cencía tácita ó esplícita de las partes , y de
la veneracion que justamente se les tribu-
taba.


Acostumbrados los obispos á egercer el
oficio de jueces , no es mucho que los prín-
cipes bárbaros , convertidos á la religion,
les dejasen el egercicio de aquella autori-




1,


90
dad , á. Io menos con respecto á los ecle-
siásticos; mucho mas cuando las formas de
la jurisprudencia septentrional eran entera-
mente incomPatibles, con el estado y las
costumbres • del clero ; señaladamente la
prueba por el duelo que era una de las
mas importantes en aquella bárbara legis-
lacion. De estos principios , pues , nació la
jurisdiccion temporal eclesiástica, que pa-
sando de ser uso y costumbre á ser ley,
llegó á su mayor grado en la época en
que los obispos, pastores á un tiempo y
señores de los pueblos , admitidos en el
santuario de la religion y en el de la ley,
favorecidos por la ignorancia del siglo y
por las pretensiones temporales de la cu-
ria romana, dejando el modesto nombre
de jueces compromisarios , estendieron sus.
usurpaciones '. á todos los ramos de la justi-.
cia , con el pretesto de que en todos se ver-
saba algun pecado y en toda accion in-
tervenia juramento ; presidieron á las úl-
timas voluntades de los fieles , y aspirando
á la monarquía teocrática, hicieron temblar
ton el rayo de sus censuras los pueblos y
los reyes. Estos abusos á la verdad fueron
muy graves ; mas no se puede poner en
duda que en aquella época fue.un bien para


91
los pueblos la existencia de los tribunale s
eclesiásticos.


En efecto, consideremos que las justi-
cias civiles, sometidas á los señores terri-
toriales, ademas de las formas bárbaras que
se hacian introducido en su modo de en.
juiciar , tenian que egercer su jurisdiccion
en nombre de los barones , que no co-
nociendo mas derecho que el de la fuerza,
hacian que las sentencias fuesen acomoda-
das á sus intereses, casi perpétuamente en
pugna con los de sus vasallos , como sucede
en las tiranías pequeñas. Al contrario , en
el tribunal eclesiástico se observaban las
formas legales del código romano, que con
el transcurso del tiempo pasaron en gran
parte á los tribunales civiles : los obispos
no egercian mas fuerza que la de la opi-
nion. De' modo que cualquier litigante
deseaba en aquella época, que su causa
tuviese algun viso de eclesiástica para que
fuese avocada al tribunal del obispo , del
cual esperaban mas justicia y menos veja-
ciones , ó á lo menos no tantos peligros.
A estas disposiciones del pueblo debió el
clero en gran parte la facilidad que tuvo
para sus usurpaciones ulteriores. Añádase
á esto que los mismos reyes las favore-




92
cian para debilitar en cuanto les era posible.
la influencia y el poder de los grandes
feudatarios de la corona.


Nos parece que no se nos podrá culpar
ni de un respeto ciego á la autoridad
temporal de los tribunales eclesiásticos,
ni de un liberalismo exagerado y decla-
mador en la esposicion que hemos he-cho
del origen y progresos de aquella jurisdic-
cion. Hemos procurado evitar ambos es -
collos : porque es muy comun , cuando se
habla de instituciones que existen desde
antiguo, y que pugnan en e] dia con las
costumbres ó con las ideas del siglo , ya
tributarles un respeto supersticioso , ya re-
prehenderlas en un todo , sin advertir que
no hay cosa por mala que parezca ahora,
que no haya tenido una razon suficiente
en su origen ; cí sino, dígalo la inquisicion.
Sus fundadores no fueron ningunos tigres,
sedientos de sangre y de suplicios. Su ob-
jeto político fue libertar la España de las
convulsiones que en otros payses y en un
siglo intolerante y supersticioso , producia
la divergencia de opiniones religiosas , y
que en : el pueblo español, piadoso por
educacion , vehemente por el clima debian
causar catástrofes mas sangrientas que en


93
otro alguno. Este objeto era bueno en sí
mismo : la desgracia estuvo en que aten-
dieron al mal, y no calcularon el remedio.
Para preservar la nacion de una enferme-
dad , le administraron una cantidad exor-
bitante de opio que la mató en 20 años.
Con este cuidado y detenimiento, es me-
nester estudiar la historia, si se quiere
que los yerros de nuestros antepasados no
nos sean inútiles.


Volviendo á los tribunales eclesiásticos,
si tuvieron , cómo todas las cosas humanas,
un origen justo y laudable, progresos de-
bidos á las circunstancias y abusos, nacidos
de sus mismos progresos ; • habiéndose lle-
gado ya á un siglo calculador , en que se
sabe valuar perfectamente el bien y el mal
de las instituciones , nos parece que son
dignos de elogio los monarcas, que tomo
el gran duque de Hesse-Darmstadt, recono-
cen por iguales á todos los ciudadanos ante la
ley, y llaman al eclesiástico y al seglar á una
misma jurisdiccion. Ninguna de las razones
que han podido justificar aquella autoridad
privilegiada , existe en el dia. Los tribunales
civiles tienen formas legales : la justicia se
administra en ellos con imparcialidad: nada
conceden á la fuerza , y pocas veces con-




94
ceden algo á la opinion. El siglo no ad-
mite , ni debe admitir privilegios ; y nadie
duda que lo es, y muy grande, tener un
tribunal propio, á que recurrir y contra
el cual existe necesariamente el prejuicio
de parcialidad. Libértese eri fin á los obis-
pos de ese grávamen temporal , que nó
está en mucha armonía con el &plum
nzeum non est de hoc mundo , y queden
desembarazados para egercer esClusivamente
la jurisdiccion espiritual que les ha • sido
dada para el bien y salvacion de las almas.


Debemos advertir ( porque quizá será
menester todo para los que no saben leer,
aunque sepan denunciar) que no ha sido
nuestro obgeto en lo que llevamos dicho cen-
surar el artículo de nuestra constitucion que
conserva la jurisdiccion y fuero eclesiástico.
Podemos•alabar la de Hesse-Darmsttadt por
una disposicion consignada en ella•; sin
censurar que por eso se infiera que desapro-
bamos la nuestra : porque una misma ley
puede ser -útil en un gays é intempestiva en
otro. Y eso es precisamente lo que sucede
en la materia de que tratamos. Las tareas de
nuestros actuales legisladores•,. relativas á
la formacion de códigos , prueban que
nuestros tribunales. no elan en el estado


95
de perfección que se desea ; y siendo esto
así ,. hicieron muy bien los autores de
nuestra constitucion en reservar la materia
de la jurisdiccion eclesiástica para la época
en que se revisase aquel código ; época en
la cual planteado ya el nuevo sistema de
administracion de justicia , no tendrá el
clero queja alguna de que se le juzgue
segun las leyes que la nacion representada
en cortes, ha estimado ser las mejores.
Pero hasta entonces mejor es que se pre-
senten á los tribunales á que estan habi-
tuados , que someterlos á una administra-
cion de justicia que se reconoce ser im-
perfecta.


La libertad de la imprenta y la publi-
cidad de las discusiones estan consignadas
en la constitucion de Hesse•Darmsttadt,
sin ninguna limitacion. Poco tendremos
que decir sobre estas disposiciones tutelares,
pues ya hemos hablado largamente de una
y de otra en nuestros números anteriores,
y no en una sola parte. Mas no podemos
pasar en silencio dos leyes fundamentales
de aquella constitucion que moderan mu-
cho la alegría que nos ha causado la eman-
cipacion de los heseses. Estas son la inicia-
tiva esclusiva. del gran duque, y la intro-




96
duccion de un fermento aristocrático en
la cámara de los diputados. En el número
28 de este periódico describimos muy á
la larga los inconvenientes que resultan de
negar á la representacion nacional la inicia-
tiva de la ley, y reconcentrarla en el mi-
nisterio; y cuando hablamos de la célebre
cuestion sobre la ley de elecciones en
Francia, , en nuestros números 3.0 y 6. 0 ,
manifestamos cuán impolítica é iliberal es
la combinacion que introduce en un mismo
congreso representantes del pueblo , y re-
presentantes de una parte escogida del
pueblo , ya sea la mas opulenta , como su-
cede en. Francia , ya sea la noble y privi-
legiada , como sucede en el ducado de
Hesse-Darmsttadt. Por consiguiente solo
añadiremos aqui , que la combinacion de
este gran ducado es mas • perniciosa que
la del aquel reyno: pues aunque algunos
escritores han dicho que nada es tan a,is-
tocrático como una onza de oro, no podemos
dar nuestro asenso á esta máxima politica,
por mas que se disfrace con el vestido de
Arlequin. El dinero á la verdad es suma-
mente aristocrático, cuando representa la
sucesion de mayorazgos , los derechos se-
ñoriales, las contribuciones eclesiásticas


97
de derecho divino, etc., etc.; pero cuando no
representa mas que el trabajo, la industria
y el saber , es eminentemente democrático
y popular ; tales eran los grandes capitales
de Atenas; tales son los de la América sep-
tentrional , y las inmensas riquezas :rde los
comerciantes de Inglaterra. Todo ese oro
es 'villano , pues se ha adquirido con el
trabajo : el dinero verdaderamente noble
es el que se adquiere con solo nacer.


De estas reflexiones se infiere , que si
se ha de violar el gran principio de que
no debe haber representantes sino de la
nacion , menos mal será violarle en favor de
la clase opulenta, cuyos intereses son na-
cionales , que en favor de la clase privile-
giada , cuyas pretensiones son siempre
opuestas al bien público. Nosotros , cen-
surando este articulo de la constitucion de
Ilesse-Darmsttadt , no tenernos mas obgeto
que el de proclamar los verdaderos prin-
cipios. Conocemos que-habrá sido necesaria,
esa transaccion con la aristocracia ; pero
deseamos que llegue una época en que no
sea considerada como una potencia con
quien es forzoso transigir.


-


Para que se conozca.cuán fuerte es to-
davía en Alemania , basta observar lo que


Temo vi. 7




/48
actualmente está pasando en el reyno de
Wurtemberg, donde el caracter del monarca
y el liberalismo de la constitucion debian
haber ya destruido las esperanzas de la
clase privilegiada. En la época de la reunion
de las cámaras , la nobleza que llaman
mediatizada, hizo una representacion al
rey , pidiendo la resurreccion de' sus ano
tiguos privilegios, abolidos por el pacto
constitucional ; y al mismo tiempo dejó
de concurrir á la cámara de los pares , de
modo que esta se halló á la apertura de
las sesiones sin el minero de individuos
que exige la constitucion para deliberar.
El rey, cuya bondad es generalmente co-
nocida . , queriendo evitar el escándalo de
que deliberase la cámara de diputados sin
la de los Pares , permitió á la primera
algunos dias de vacaciones con motivo de
la Pascua de Navidad, por ganar tiempo para
que los Pares se decidiesen á cumplir con sus
obligaciones. Todo fue en vano: ni las bonda-
des ni las reconvenciones del rey fueron aten-
didas ; los diputados volvieron á reunirse,
sin que los nobles se dignasen de asistir
á su puesto ; de modo que á principios
de febrero la cámara representativa habia
ya muchos chas que deliberaba, yatodavía


99
senado de Wurtemberg carecia del :nú-


mero de miembros necesario para tomar
parte en las deliberaciones.


Este acontecimiento puede servir para
abrir los ojos á los monarcas y hacerles
conocer que las pretensiones de los aris-
tocratas no se dirigen , como quieren dar
á entender en Francia y Alemania, á Soste-
ner los tronos, sino antes bien á envite-
cerlos y arruinarlos : pues no dudan en
desobedecer -á la ley y al monarca para
dar vigor sus solicitudes ambiciosas.
Quieren ser un estado en el seno mismo
del estado: quieren tratar con sus reyes
como de soberano á soberano : en una pa-
labra ,` quieren dominar. ; Por qué reusan
ahora en Wurtemberg la autoridad salu-
dable y legítima que les concede el có-
digo ' Porque esperan una autoridad ile-
gítima y funesta , ya de su ostinacion , ya
de la diplomacia austriaca : esperan que
las potencias de la santa alianza , pues
intervienen en los negocios de Nápoles,
intervengan tambien y con mas razon ,
á lo menos con mejores pretextos , en los
negocios de Alemania ; y saben que los
ministros de los .


gobiernos absolutos son
muy favorables á las pretensiones de los


7.




loo
privilegiados. Felizmente los wurtemberge-
ses aman á su rey como á un padre , y
los diputados de aquel pueblo no necesitan
de un poder intermedio y moderador, para
respetar la prerogativa de la corona : por
tanto, no hay que temer • que abusen de
circunstancias tan estraordinarias , ni de un
suceso tan inaudito , como es que la aris-
tocria renuncie al poder que los defensores
natos del trono, como ellos se preconizan,
lo dejen á la merced del pueblo. Mas no
hacen mal : el pueblo es la mejor defensa
de aquellos monarcas, á quienes debe la
prosperidad y el quebrantamiento de sus
cadenas.


La dieta de Sajonia pide á su rey la
designacion constitucional de sus poderes
y la perfeccion de sus instituciones. Sin
duda la influencia de la diplomacia prusiana.
ha impedido hasta ahora la concesion (le
tan grandes beneficios. Muévenos á creer
esto el ver que el ministe ► io de Berlin no
pudo contenerse al saber la nueva consti-
tucion de Hesse-Darmsttadt , y dió señales
públicas de su disgusto : mas estas no pro-
dugeron consecuencias, y hay motivo para
creer que en el dia existen relaciones mas
íntimas que antes entre el gabinete de


YO!
Berlin y los payses constitucionales de
Alemania. No nos cansaremos de repetirlo:
la gloria y la independencia de la Prusia
está cifrada en sostener los pueblos libres
de Alemania contra la influencia despótica
del gabinete de Viena. Su connivencia con
las miras de este gabinete podrá valerle
algunas cesiones insignificantes de territorio
que se les quitaria á los estados pequeños;
pero le costará certísimamente la indepen-
dencia y el honor : la primera está ya
amenazada, y el segundo se perderá si no
sostiene á sus aliados naturales , es decir,
á los príncipes del imperio..


Parece que el gabinete de Berlin no
desconoce estas verdades , si hemos de
juzgar por su conducta en el congreso de
Laybach. Ni el manara prusiano ha asisti-
do á él, como se esperaba , ni sus ple-
nipotenciarios habrán tomado una parte muy
activa en las operaciones diplomáticas. To-
dos los reyes deben temblar cuando ven
á un monarca citado por la provocacion
del Austria á comparecer ante el tribunal
de lá diplomacia, y obligado á permanecer
contra sus deseos en un clima contrario á
su salud. Y luego dirán que el obgeto de
la santa alianza es mirar por el bien de los




102 .
reyes legítimos. ¿De dónde nacen los in-
fortunios y los temores actuales de la Ita-
lia ; de dónde las esperanzas ridiculas de
los fanáticos de España, tan funestas para
los reyes , como para los pueblos , sino
de esa altanera intervencion que quiere
egercer en toda Europa el gabinete de
Viena ? A no ser por él , las revoluciones
de. España y Nápoles no serian mas que
un hecho histórico , los pueblos estarian
tranquilos , y los monarcas contentos. Los
congresos de Troppau y de Laybach son
los que han esparcido los gérmenes de la
discordia , inspirando temores á los amigos
del bien público , y esperanzas á los ado-
radores del privilegio.


La gran cuestion de Nápoles está in-
decisa todavía. Si es cierto que la Ingla-
terra ha protestado contra las pretensiones
del Austria , y que la corte de Turin obra
eficazmente á favor de la independencia
italiana , aun se puede esperar que no se
romperán las hostilidades. De cualquier
modo que se decida esta gran querella,
las ideas liberales progresarán. Estamos en
un siglo en que es imposible ahogar el
pensamiento. Nápoles puede ser . conquis-
tada ; pero no se conquistará su libertad:


r o3
porque el trono de esta se asienta en lo
interior de los corazones ; y allí no al-
canza ni la espada del guerrero, ni el
cetro de los déspotas.




LETTRES DE SAI NT-JAMES , eoncernant etat


présent de l' Europe (1): 2. partie. Genéve
et París, chez J. J. Paschoud , 1821.


CA R T A XXIII.


Despues (le arraigarse en Francia la re-
volucion durante treinta anos de guerra,
súbitamente ha pasado á España, quebran-
tando su destierro , y dando desde allí el
primer golpe fatal al acta federativa de la
Europa.


( ) Estas cartas anónimas , cuyo título mani-
fiesta que el autor las escribió en el barrio de Lon-
dres en que se aloja la corte, han metido mucho
ruido en Francia. Aqui son aun muy poco cono-
cidas , y por dar una muestra del espíritu con que
han sido dictadas., insertamos las tres que tratan
particularmente de nuestra última revolucion , y
de las de Portugal y Nápoles. En el 'modo que
tiene de presentarlas , y aun en los consejos que
da á los napolitanos , muestra este escritor ser aris-
tocrata , pero tolerante , humano y sagaz político:
por estos motivos ha merecido el aprecio y la con-
sideracion d'. todos los liberales juiciosos de Euro-
pa , y nosotros no hemos hallado reparo en dar


lo 5
La revolucion de España trae su origen


de una conspiracion (x) : no ha sido como
fue en 'Francia el producto de un movi-
miento espontáneo del pueblo. Esta cons-
piracion se urdió entre las autoridades ci.
viles y militares del pays (2) , y el gobier-
no abandonado por la desercion de sus


á conocer su opúsculo á nuestros lectores. Sin em-
bargo, prevenimos á algunos que por desgracia se
muestran ahora en Espada .tan fanáticos por las
ideas liberales como lo eran poco há por la inqui-
sicion y los jesuitas, que ni profesamos ni reco-
mendamos las opiniones del autor , al mismo tiem-
po que nos parece conveniente darlas á conocer;
y si gustan tacharnos por esto de serviles, hágan-
lo muy enhorabuena: nos denunciarán , nos con-
denarán , si se les antoja ; pero nosotros habremos
servido utihnente á nuestra patria , haciendo un
uso discreto de la libertad de la imprenta.


(Notas del traductor).
( ) Conspirado,/ en que entraban todas las per-


sonas sensatas del estado: conspiracion, que á pesar
de los que no conspiran , se siente mas ó menos
en todos los demas pueblos de Europa; que cada
dia va haciendo mayores progresos , y que ya es
imposible atajar.


( 2 ) ¿Y ninguna parte tomaron en ellas las
autoridades ecksiasticas ? Pregúntese al gran nú-
mero de diputados clérigos que honran nuestro
Congreso nacional.




xo(5
propios agentes cayó sin ninguna resis-
tencia.


Puedese inferir de esto que en España
la revolucion , no tanto ha sido provocada
por la necesidad de variar el orden social,
corno por la de proporcionar al estado otro
mejor sistema político. No trastornaron
aquel gobierno los clamores del pueblo (i),
que ni se sentia sobajado por el pacto social,
ni falto de empleo y de existencia: el gobier-
no mismo es el que en fuerza de tanta in-
capacidad provocó su propia ruina.


Falta de armas y desnuda la infantería,
la caballeria sin caballos, la marina sin
navíos, los tesoros sin dinero, los minis-
terios sin ministros, las provincias levan-
tadas ó sueltas ; todo este desorden debia
hacer inaguantable la tiranía. Su ruina
mostró lo que era antes, manifestando por
la centésima vez á los gobiernos absolutos
que no pueden subsistir , sino mostran-
dose capaces de sostener la pública res-
ponsabilidad de que son ellos los únicos
depositarios.


(i) No hubiera sido mato añadir á este subs-
tantivo el adjetivo bajo, para no exponerse á faltar
enteramente á la verdad.


07
Gran parte de la aristocracia de Espaiia


habia reconocido por sí misma, mucho
antes que el pueblo (r), la necesidad de
adoptar otro sistema político que la sacara
del mas absurdo cle los gobiernos, no «In,-
prometiera la dignidad de la nacion , y la
pusiese al nivel de las demas naciones de
la Europa.


Jamas hubiera podido efectuarse de
parte á parte esta rehabilitacion nacional,
porque no hubieran condescendido á ha-
cerla aquellos que tenian el poder en su
mano , ni hubiera bastado esta forma para
dar al cuerpo social el impulso que necesi-
taba. Necesitabase conmover toda la masa
para ponerla en la carrera que le abre la
revol ucion.


Atinadamente buscaron (2) los gefes de
la conspiracion la fuerza que necesitaban
mas bien en el egército que en el pueblo;
porque es mucho mas facil contener á al-
gunos batallones en los límites de su de-
ber, que á una muchedumbre desenfrenada
sobre quien no puede egercerse otra autori-


(a) , Semi-salvage , por culpa del mismo poder
Absoluto.


(a) ¿Quién se lo ha contado al autor ?


E




zo8
dad que la de tina popularidad incierta y
pasagera. Las esperanzas de los soldados
son mas fáciles de contentar, ciñéndose á
las veces á la obtencion de una paga ex-
traordinaria, al paso que las de los pueblos
suelen no tener límites.


Mas por esto mismo tambien los egér-
citos no perseveran sosteniendo las revo-
luciones que provocan, estas se transmiten
á las naciones, por ser concernientes á sus
intereses. Asi es como el pueblo español
ha abrazado ya de corazon la que le ha
facilitado su egéreito. De su mano vino el
primer impulso que manifestó á la nacion
no solo lo que era, sino lo que podia ser.
Mas sea el que fuere este término, no po-
drá ciertamente alcanzarse de un golpe ; y
seria grave error creer que la España lo
habia obtenido todo habiéndose jurado la
consti Lucio».


Sus nuevas instituciones buenas ó ma-
las, necesariamente tendrh que luchar con
todos los que destituyen y con todos los
que atemorizan. Al principio habrá pare-
cido nula esta resistencia, por la razon (le
que dispersó sus fuerzas la misma sorpresa;
pero tanto'alli como en otra parte no po -
(han tardar en reunirse para volver al


109
ataque contra el nuevo sistema político.


Los parciales moderados de este sis-
tema, es decir, aquellos á quienes hacen
tímidos sus intereses particulares y su coá--
sideracion personal, se imposibilitarán de
oponerse á la reaccion de sus adversarios,
en la proporcion de su moderacion propia;
como efectivamente no han podido obte-
ter aun que se sentencie á los autores de
la carniCeria de Cadiz.


Por necesidad tendran que pedir auxi-
lio á los individuos mas violentos de su
propio partido : los parciales de Riego rem-
plazarán á los de Quiroga; y una vez em-
peñados aquellos en la lucha contra los
enemigos de la revolucion , no tendran
cuenta con estos últimos. Es facil de pre-
veer una indefinida série de reacciones, y
no tan facil calcular su violencia , aunque
nos parecen muy temibles, considerando
que han de efectuarse en un pueblo á quien
hasta ahora no ha distinguido la historia
sino por su valerosa ferocidad (1).


Mas estas mismas desgracias, que tal
vez exagero yo , no interesan mucho mas


(r) Y por su juicio , y por su perseverancia y por
su templanza.




4


4


x ro
á la Europa que si pasaran en el Africa; y en
realidad asi es corno hasta ahora han sido
consideradas.


No solamente separa á la España su
posicion geográfica de todos los estados
cultos de Europa, sino que la Francia, ve-
cina única, no puede temer el contagio ha-
biendo apurado todo su veneno. Por otra
parte el pueblo español no es conocido de
los demas , ni su revolucion es de aquellas
que pudieran excitar la esperanza ó el
frenesí de estos últimos, ofreciéndoles los
despojos del orden social.


La revolucion de España es mas bien
política que social : el pueblo no la recla-
maba. Aceptará la parte favorable que le
proporcionen. las nuevas instituciones, sin
ser por sí mismo bastante numeroso, ni
estar bastante exasperado para trastornar
el presente orden. Esta revolucion ha pro-
ducido efecto fuera del pays , picando el
pundonor de los portugueses y napolitanos,
únicos pueblos con quienes la España tuvo
relaciones en otro tiempo ; y no pudiera
traer consecuencias graves á los dernas el
abandono de este pays á su propia suerte;
cuando si por el contrario se quisiera tras-
tornar su revolucion por medios violentos,


zr
resultarian probablemente consecuencias
fatalisimas.


Desde luego seria necesario que las
fuerzas del norte, no habiéndolas disponi-
bles en otra parte , se trasladasen á España
atravesando la Francia ; porque los navíos
no alcanzarian para conducir todas las
tropas que seria preciso emplear. ¿ Y qué
suerte podria prometerse este egército ? Ya
la sabria él anticipadamente, y por consi-
guiente llegaria allá resignado ; es decir,
vencido. La presencia de este egército á la
parte de acá, ó á la de allá de los Pirineos,
podria ocasionar en el mediodia de la Euro-
pa una reaccion tan funesta en lo inte-
rior, corno en lo exterior de estos estados:
reaccion que conviene evitar, aun cuando
no hubiera otro motivo que el de no po-
derse calcular el número ni la calidad de
las víctimas.


Un ataque provocado contra la revolu-
cion de España con fuerzas correspondien-
tes, seria en las circunstancias que la acom-
pañan mucho mas que impolítico, seria im-
posible.




1X2


CARTA XXIV..


La revolucion de Portugal pudiera ata-
jarse con mas facilidad ; pero el provecho )
no equivaldria al trabajo.


Todavía no se descubre en esta .revo-
lucion mucho fervor píiblico , ni un ca-
racter político bastante pronunciado : solo
se ve hasta ahora en Portugal un pays
desdichado que dejó su soberano abando-
nado al influjo de un estrangero , y que
ofendido de este desayre ha querido ma7
nifestar que no lo merecia.


Portugal se ha aprovechado de la re-
volucion de España, su vecina , para sa-
cudir el yugo de sus protectores , no con
ánimo de unirse á esta, sino con el de
encontrar en ella un punto de apoyo en
caso de necesidad.


La revolucion de Portugal no tiene
otro principio que el instinto sagrado do
la nacionalidad. Las mudanzas políticas que
ha ocasionado , eran el movil necesario
para realizar la soltura del pays ; pues no
la hubiera alcanzado de su gobierno , ni
de sus propias instituciones.


En medio de su revolucion los por-


x
tugueses no han manifestado animosidad
contra la dinastía , la religion y las cos-
tumbres , ni contra el orden social. Por
lo mismo es de presumir que encontrarán
poca resistencia , tanto de parte de la so-
ciedad , á cuyas opiniones é intereses no
hacen. ofensa , como de la de un gobierno
que ha puesto el Océano de por medio
entre él y ellos.


Mas debe temer el reyno de Portugal
las reacciones que pueden ocasionar' en él
los estrangeros que• las que dimanen de sus
propios habitantes.


Al servirme de la voz estrarzgero , Claro
está que solo puedo tener presente á la
Inglaterra, siendo la única que tiene in-
terés directo en los negocios de Portugal,
al mismo tiempo que ella sola • posée los
navíos necesarios para transportar un egér-
cito á aquel pays.
. Mas esta guerra no encontraria en la
Gran Bretaña el crédito productivo de di-
nero que seria preciso emplear en ella;
porque el éxito fuera demasiado, fati! .-de
preveer. Atacado Portugal, se uniriaforzo-
samente con la España , y.


haciéndose en-
tonces general la guerra con toda .la
península , .tendria . las resultas que lle-


Tomo vi. 8




11,


y o indicadas en mi carta anterior..
La mejor indemnizacion <irle en tales


circunstancias puede encontrar la Inglater-
ra se sacaría declarándose mediadora de
la revolucion de Portugal. Regulándola,
precaveria los excesos, y ningun obstáculo
hallara para mantener con aquel reyno,
bajo la forma nueva qué hubiese tomado,
las mismas relaciones mercantiles , esen-
ciales entre los dós estados.


CARTA XXV.


La revolucion de Nápoles tiene Otros
trióvileh que las de España y Portugal j y
sus resultas serán mas importantes, porque
lis posicion geográfica de este pays toca
de mas cerca á los otros pueblos de la
Europa : por lo mismo tarnbien se le ame-
naza con un escarmiento mucho mayor.
Esta revolucion se presenta con ciertos
caracteres propios para interesar en ella
y seducir á los pueblos> comarcanos : tales
son la energía y la temeridad. Producto,
como la de España de una conjurador),
trae su primitivo origen de una sociedad se-
creta. Sus miembros descendientes de los
Guelfos , promueven á un mismo tiempo


.rr1J
él amor de la independencia nacional y
el de la libertad pública, Estas` dos fuerzas
se sirven de mútua garantía, tanto en la
opinion , como en la realidad ; y la aliari-lit
que estos nuevos Guelfos han contraido;
enlaza su causa con la: que sostuvieron en
Otro tiempo con tanta gloria los Suizos y
los habitantes de la Holanda.


La asociacion secreta que ha producido
la revolucion de Nápoles, no,- amenaza al
orden social: solo aspira á vivificar 1l ea-
raeter nacional, dándole otras instituciones
y otra escuela moral mejor , de que tenia
con efecto necesidad urgente; Quiere alcan-
zar el fin propio de todas las sociedades
que no es precisamente el, de


• crear Lazza-
ronis , sino hombres capaces de sentir la in-
fluencia del bien y de la' virtud.


¿ Sabe usted , amigo , lo que son en
realidad esos Carbonaron que de tan distin-
tos modos le han pintado ?. Su secta es el
Tugend•band , que el cardenal Ruffo hába
instituido para salvarla Italia del yugo de.
los franceses : entonces la coalicion les din
las monas que han conservado, y con las
cuales se les moverá ahora tal vez á corra..:
batirla.


Todas las clases de la sociedad - son;
8. \




116
responsables -al órden público de los dé:.
cretos de la revolucion que esta secta ha
producido ; porque en ella han sido admi-
lislas con igualdad todas aquellas clases:
La nobleza ,• el clero , el pueblo , los habi-
tantes del campo , todos han • prestado
iguales juramentos. Sus gefes -pueden mejor
que otros llevar adelante sus planes sin ex.--
cederse ; porque la confianza de. que están
revestidos .no dimana de una popularidad
dudosa - y 'transeunte, sino de la fe de la
secta , que de todos los vínculos es el que
mas puede mover el corazon humano.
. Por esta razon aun cuando una 'fuerza
muy grande pueda interrumpir revolu-
cionde -Nápoles , jamas podrá estinguirlas
respecto á que se apoya en un poder mis-
terioso, que como todos los de su clase
crece en la misma oscuridad, -y no cede á
los contratiempos.


Los móviles . de esta revolucion tienen
cierto caracter local y particular , cuyo
egemplo no debe inspirar inquietud, sino
con respecto á los estados en que los pue-
blos tienen con el de Nápoles las mismas
analogías de situacion , de lengua y de
sentimientos políticos ; es decir, respecto
á los estados que estan ceñidos por los Alpes.


1t7
El Austria toma vivo interés en• atajar


los progresos de está revolucion, por Con-
sideracion á las provincias que posee en
Italia ; y asi me parece que • hubiera con-


• venido -
á su política ahogarla , por medio


de la fuerza militar, en 'el acto de mani-
festarse , y mientras no tenia otro carácter:
que el de una sedicion de facciosos.


Pero el Austria dejó-perder, como tiene
de costumbre, aquel momento oportuno;


. •


convocó á- consejo á sus aliados , y ha
concluido poniendo delante de Nápoles á
toda la Europa. De este Modo el presente
negocio se ha hecho tan grave y general,
que va á decidir de una vez todas las
cuestiones que hasta ahora habian estado
como indecisas , y á dar á esta -misma
Europa el equilibrio que estaba esperando.


No sabemos si de todo esto resultará un
bien „un




mal ; la ,
casualidad hace un pa-


pel tan grande en los 'negocios actuales
que casi • á• ella sola pueden referirse las
esperanzas.


Lo que vemos es que por estas dila-
ciones y por estas consultas , la revolución
se ha hecho, no solo nacional en Nápoles,
sino que se ha revestido de un_ cometer.
legal por ,


la sancion solemne Sr patética que




JIS
ha. recibido de parte del monarca en unta
de los mas nobles y mas dignos discursos
que jamas salieron de la boca de un rey.


Despues de babel, traido delante -de.
Nápoles á la coalicion , ¿qué es lo que.
esta se Propone hacer en aquel pays ?
¿La guerra? Era necesario haberla
piado antes; y no haber convocado á tantos
auxiliares, á fin de evitar esa especie de
duelo, que siempre parece ridículo , entre
un gigante y un pigméo..Y si se declara
la guerra á aquel gays , ¿no. habrá funda-:
mentos para quejarse de la eleccion de los
Aliados , queriendo hacer en-0 un escar-
miento tan .grande , al misnio tiempo que.
-guardan el silencio mas profundo acerca
de . 1a, España • y .el :Portugal? ¿ No será
vergonzosa en sí misma.esta eleccion „pues-
to que parecerá- no 'haberse hecho , sino
porque el reynócle Nápoles es el mas pe-
queño, y el que >está mas al alcance de los
aliados entre los re,ynos levantados.?


Por estas razones debemos presumir
que la intencion de atacar á Nápoles no
ha existido jamas :sino en la cabeza del
Observador austriaco. Muy al contrario pa-
rece -que ya se ha sentado por base el dar,
una constitucion al reyno de Nápoles; de


Zig
modo que solo se trata ya del mas , ó del
menos; y cuando se llega á este punto,
seria muy insensata. cualquiera de las dos
partes que emprendiese una guerra por
sostener tal ó cual redaccion de artículos
constitucionales (t).


El amor p'opio de los .napolitanos está
exento de todON ultrag,e por la ,Mmensidad
misma de las -fuerzas que les amenaza. 4
presencia de ,


un aparato tan agigantado el
Sentimiento nacional puede ceder sin tan.
dan'ia y sin verguenza ; y la _gloria cle.-los
soberanos quedará á cubierto igualmente
por medio de este arbitrage, no :pudiénctolo
quedar por otro.


Los napolitanos harían mal tambien el
esponerse á una ruina casi segura.-por.terter
una constitucion mas bien que Otrt:E: .pues
nada le deben todavía á la constitucion
espaiiMa que adoptaron casi por un puro
efecto de casualidad. Esta no .les ha hecho.
hasta ahora ní bien ni mal, y no la deben.
otro reconocimierlo .. . que , el de can- ean
sagrado su revolucion ;, mas una constan-


(t) Sin embargo , de esta redaccion pende que la
constitucion sea buena 6 mala , y que scan lo
pueblos dichosos 6 desdichados.


8





120
cion


• distinta la sancionaria igualmente , y
si filos soberanos no requieren otro precio
por. su consentimiento, la salvacion de la
patria prescribe á los habitantes de Nápoles
la obligacion de tomarla.


Fuera de esto se sabe tan poco lo que
hay que esperar de una constitucion que
no se conoce ; tiene un pueblo tan cortas
probabilidades de que no necesitará hacer
grandes mudanzas en aquella sobre que
recae su primera eleccion , que rara vez
podrá sostenerse la suma importancia que
á cualquiera de ellas le dé al principio la
i maginacion pública.


Antes de haber fijado las institucio-
nes • de un pueblo , se necesita siempre
retocarlas muchas veces ; porque no ha
habido nunca un legislador, si se esceptua
aquel de quien recibió Moyses las tablas
de la ley, que haya podido abrazar de
una vez todo cuanto requieren sus costum:.
bres é intereses.


El tiempo y la esperiencia mudarán lá
constitucion que se ofrece á los napolita7
nos , asi como mudarán tambien aquella
misma que les ha inspirado confianza , y
es probable que á la vuelta de t o artos


hayan ambas esperimentado grandes vici-
situdes (i).


De este modo , amigo mio , el asunto
de Nápoles presentará aclaradas dos cues-
tiones muy importantes : la primera, di-
rectamente relativa á la revolucion que se
ha efectuado en aquel pays , y que por su
solucion 'nos manifestará la suerte que la
alianza federativa de la Europa tiene re-
servada á las revoluciones ; y la segunda
nos indicará lo que realmente ocurre en
esta alianza por la parte activa que sus
diferentes estados tomen en el susodicho
negocio.


Ya vemos de un modo indudable que
tres soberanos solos han tomado sobre sí
la responsabilidad. Los otros observan una
neutralidad silenciosa , y esta misma divi-
sion indica contener ya el germen de una
nueva balanza . política que no tardarán
mucho en revelarnos los sucesos.


(i) Sea enhorabuena , si nuestros derechos per-
manecen ilesos y nuestras instituciones se mejoran.




I22


CORTES.


-•S SONES DEL I.° Y 41.9 DE MAZO,


Discurso del Rey y respuesta del presidente
del Congreso , y exoneracion de los'
ni 1121.Stros.


La sesion de apertura del cuerpo legis-
lativó en los gobiernos constitucionales es
la mas importante de todas ; porque en
ella el discurso pronunciado por el gefe
del poder egecutivo da á conocer su-
mariamente el estado de la nacion , la
naturaleza de sus relaciones diplomáticas en
aquel momento, las necesidades á que será
necesario atender 'en aquel año y los peli-
gros de toda especie que pueden amenazar,
al estado. Asi es que al llegar la época de
la sesion legislativa en Inglaterra, Francia,
América libre , y demas payses de gobierno
representativo, todo el público espera con
ansia el discurso del primer magistrado,
para conocer qué es lo que debe esperar ó
temer , qué direccior tomarán los riego-


23
Cies públicos, en suma cuál es bajo te,
dos aspectos la situácion del pays. Sucede
sin embargo muchas veces que la pública
curiosidad no queda satisfecha completa-
mente , porque la política ministerial en-
vuelve entre vagas , obscuras y misteriosas
frases el pensamiento del gobierno, y
nadl dice de los obgetos 23:0,5 importantes,
6,eseoge para hablar de .elles expresiones
tan insignificantes, genéricas y ambiguas,
que el lector mas inteligente nada puede


4 sacar lexi iljm p i o. De esta aeus acion que mar
de Una vei„ha podido hacerse contra
discurso de la corona en otros payses, está
libre la parte ministerial del que última,
mente ha pronunciado el rey,: al abrir las
sesiones de las Cortes el dia 1.° de este
mes. Nada falta ..en .punto im-
portante se ha omitido, y en todos se ha
explicado el monarca con la clarídsd y
franqueza, propias del gefe constitucional
de un estado libre.


El rey después de recordareljoramento
solemne que prestó en el año último á
la constitucion de la monarquia, y de re-
petir con muy claras y enérgicas ..expresio-
nes lo que ya habia enunciado anteriormen-
te, á saber, que el nuevo sistema reclama-




I24
do por el voto general de la nacion y
por las luces, del siglo, ha consolidado su
trono, y dado nuevo realce y explendor
á su corona, elogia como es justo las acer-
tadas y juiciosas providencias que en la
pasada legislatura tomaron las Cortes para
dar espíritu y vida á la nacion , aligerar
sus cargas, reanimar su crédito, y hacer
que florezca la industria; y de aqui toma
ocasion para exponer el estado actual de
la administracion..en todas sus partes.


En cuanto á la hacienda pública, con-
fiesa francamente que el desorden y tras-
torno general que ocasionó la guerra, los
desastres que Ta acompañaron , la ruina de
muchos é inmensos capitales, la confusion
que producen los diversos usos y costum-
bres de las provincias, la falta de datos
necesarios , y la viciosa y complicada ad-
ministracion , junto con la necesidad de
ocurrir sin dilacion á los gastos y urgencias
del estado ; no han permitido todavia esta-
blecer un sistema uniforme de hacienda, y
análogo á los nuevos principios que nos
rigen." Acerca de los importantes ramos
de Guerra y Marina indica S. M. «la nece-
sidad de realizar el reemplazo del egército
segun el estado que debe tener ,en las cir-


a 25
cunstancias presentes, y la 'mejora que te7
claman ,


imperiosamente la decadencia y
atraso de la armada nacional. Relativamen-
te á las provincias de Ultramar, se ve que
si el estado actual de las disidentes no ha
variado con relacion á nosotros , la guerra
por lo menos ha suspendido sus estragos;
y esta cesacion de las hostilidades añadida
al efecto que deben producir en aquellas
regiones los notables acaecimientos de la
península, promete que todavía volveremos
á verlas reunidas de nuevo á la madre pa-
tria corno partes integrantes de un mismo
imperio. En orden al fomento interior del
reyno y á su administracion gubernativa,
al paso que el rey se complace en contem-
plar la actividad general que empieza á
notarse en todas las provincias de la mo-
narquia, y que anuncia el mas próspero es-
tado para lo futuro en todo lo relativo á
agricultura , artes y comercio; y al mismo
.tiempo que reconoce que nuestro crédito
empieza ya á afianzarse entre los extran-
geros, y que sucederá lo mismo en lo inte-
rior luego que. puedan manifestarse los


• poderosos medios que tiene en su mano
una nacion gobernada por una sabia cons-
titucion, no disimula S. M. que en medio




??i


1 2 6
de la satisfaccion que deben causarnos,
los saludables efectos que va . produciendo
el régiinen constitucional, las tentativas de
algunos descontentos apoyadas' en las ilu-
siones de los que en todos . tiempos se ali-




mentan de esperanzas quiméricas y crinii-
,nales; no han dejado de alterar momentá-
neamente la quietud de algunas provincias
y de la capital, é invita á las 'Cortes á que
tomen prontas providencias para refrenar
la audacia de los qué osen perturbar de
nuevo el orden. Respecto de las relaciones
diplomáticas vemos con placer que al mis-
mo tiempo que los gobiernos de Inglaterra
y de Francia se han explicado con-estudia-
das generalidades acerca de la guerra con-
tra Nápoles, y de los convenios ajustados
en TroPpau y en Laibach ;el rey de Espa-
un con firmeza que no re-
conocerá nada que sea contrario á los prin-
Cipio's del derecho positivo de gentes en
que estriban la libertad la -independencia
y la prosperidad de lasHpaciones, y que
S. M. tiene la satisfaccion de poder co-
municar á las Cortes que lós soberanos
aliadOs han estado y estan 4 .0 tcuerdo en
reconocer estos principios eón respecto á
España."


27
Liasta aqui el bosquejo de la situacion


actual de la monarquia, tanto en lo inte-
rior como en sus relaciones exteriores:
exposicion sobre la cual omitiremos al-
gunas reflexiones que pudiéramos hacer,
porque seran mas oportunas cuando se
publiquen_ las memorias de los ministros
relativas al estado de la nacion.- Vengamos
ya á la.' última parte del discurso, á la cual
quisiéramos que no hubiesen dado lugar los
desagradables acontecimientos de que ha sido
testigo esta capital, acontecimientos sobre los.
-cuales hace ya das que hubiéramos hablado
extensa y claramente ; pero pareciéndonos
que la prudencia y el interés mismo de la
nadón exigían que lejos de darles dema-
siada publicidad; se procurase cubrirlos, si
posible: fuese, eón n velo impenetrable
á los- ojos cle los extrangeros; nes- hechos
abstenido de hablar de ellas directamente,
y nos hemos contentado con hacer algunas
ligeras y obscuras indica-ojones: Mas ya que
el rey mismo se ha visto obligado 4, des,-:
ahogar, por 'decirlo así, su corazona en el
seno del Congreso, y le ha dicho- en tér,-
minos precisos que han sido palitos los
ultrages y desacates de todas clases hechos
á su dignidad: y decoros que estos insi&




128
tos no se hubieran repetido segunda vez
si




el poder egecutivo tuviese toda la eller,-
gia y vigor que la constitucion. previene
y las Cortes desean ; que la poca entereza
y actividad de muchas de las autoridades
ha dado lugar á que se renueven tamaños
excesos; y que si siguen no Será extraño
que la nacion española se vea envuelta en
un sinnúmero de males y desgracias; seria
ya reparable nuestro silencio, y faltariamos
gravemente á las severas obligaciones que
nos impone nuestra cualidad de escritores
públicos , sino uniésemos nuestra debil voz
á la poderosa del monarca ó mas bien al
grito de la bindiouacion general para de-
nunciar á la execracion de todos los bue-
rlos españoles acciones tan criminales, y
para manifestar nuestro deseo de que ja-
mas se repitan. Sin embargo, pues ya no
estan á la frente de los negocios los hom-
bres que lo estaban cuando se verificaron
los pasados desórdenes, nos abstendremos de
acriminar su conducta. Mientras tuvieron
en su mano el poder, hemos censurado
algunos actos de su. administracion con
una franqueza que nos ha ocasionado no
pocos disgustos , y ha sido harto perjudi-
cial á nuestros intereses ; ahora que han.


129
vuelto á la clase de simples ciudadanos
seria vileza insultarlos en su retiro. Ademas
si estamos persuadidos de que se han co-
metido grandes desaciertos en la adminis-
tracion pública, lo e,,ainos tambien de que
en ellos ha tenido mas parte la'inexperien-
cia que la malicia. No es lo mismo cono-
cer en teoria los- principios del arte dificil
del . gobierno , -que tomar en la mano las
riendas del estado y manejarlas con habi-
lidad. Nuestra opinion respecto del último
ministerio es que sus miembros son hom.
bres amantes de la libertad, y • celosos pa,
triotas que reunen á una " incontestable
probidad no vulgares • talentos y una mas
que mediana instruccion; pero que no co-
noCiendó_ bastante ni el mundo , ni los ne-
gocios, y faltandoles algunas de las cuali-
dádes . que constituyen al hombre público,
ni han visto toda la extension de sus
obligaciones , Whan sabido formarse el
plan de conducta que pedia su situacion
ni han' caminado con paso firme por la
senda misma que se-habian propuesto se-
guir. Su grande error ha sido á nuestro,
juicio, el de no haber conocido que los
años 20 y 21 no son los de I I , 12 y 13;
que .


Madrid no es Cadiz ; • que no es lo
Tomo vi. 9




tfs •s ole ¿ prpEaolueap •olatilEsodap
otitgadts fe 'peaisal?etu aguryd/aqop
anb oiadsga ió aaprad y zláll olgand ro Es
comisa un anual °panel- oustargo.1 gnb
Tu Tiapaó OliZO d ottatindod otuguI ro aod
t'ami epetzujoad sa o.10n1 rs •‘ cauciona /9p
uetosagd eirepeales aatipap risa-y,TEA


anb 0(1? -troiartipsuoa t t ap soltuaua
sbaaptipaan sol nos soisa yEOluativeloairp
ucEinful al sOisatinap Á slilia2 saáoA uoa
anb sol ups.titrót van Á 4 ettOliad ns uanalEA
-as Á utinpatátisap Salen:pula° lútur.U£ anb
sol trólaraaugii: no» anterón fi§ Utilaunu
-oad ou anb lb' 0,itittotu top •peppoinu


InTiadlas L naábutoai ott érttialtlo.9 ap
ettr.roj eisa uclEat-ti i t aod upeiartOre iaA run
'anb so'j •enoEaniTistioa eTtibienoul cut' ua
119A.TA anb ap souozeabá -§by tia onTs
coapaid set ua ojos ou ‘sopeA.tial uas0TA
-nasa soEdiautad sapitual soisa anb sosias
-oisEnb : Ts ,,•eFteisealuoa ap zudea tos anb
agpod ÁurE ou Á salogedta sor sopor ap
insauall ptiunlo& el ouetu TIR ira ariart anb
-aod : etusnu ¿Cal ni so EpeaTETEnd 9p sandsap
marainnd ap saiue éat uj ap ami sá
•TA-E •A •eiseq trpeafiu los EX] ti enered run
cok anb I' 1 uÁns uageled tilos eun inseq
"Iv •A ap urpuadap aub soaso sor agauan.


ried : Á0E ej apaauoá lái anb p-eilnauftI
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Tiegap anbso,1» :aatp 0E


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stis n'oírla.' 9 'letiotartipsuoa uatitE10.1 lap
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sersattolSaxeixa seaapepaaA otuoa


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lel Tia snagiátata samalapuE uoa ttosegeaS
os anb sotuTTE,Teasap boa jap te oEptiodSal
sllaog set ap 92(1'0:Esa:Id iouas ja 'ni) uoa os
TattásEp opettEEúe Ojtad 'aAé1q te uapao


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uprenua ej uoitei'mbij 'sal anb Sri y uaagied
as upen anb setatruisnitdita üá oTaaisunui
xta soiagithsos uTapod `eaáltrexixa
el atutanp pupEagnaa saDietá ópfid anb


anb Oplaaa ueÁrti anb L Iseloa seI ou
sasquvaii§bl'oPói no faisEA uukeTt anb Isaput
- °sao(' stnánaaanb S'enhile sus y saamaad
-lis asaaauxi opmes ueÁtiti óti anb Jena:n-51g
op sa ou sy 'Oftdía-nlusUáá rEnbaeuóiu
eun T1a o.golenaap ap la uóá anledittógix!
§5 Oalsiunix ap ladud ja anb I 1 opei 'I
sattapao sns ore(' awas anb '0AnTIVIO ti álilág
-fe Áaa un ap ,ICIT11011 t aeuano.5 otusnu


óEi




132
que este no puede hacerse obedecer sino
por la fuerza moral que le sostiene ? ¿ Y
qué fuerza moral puede tener un hombre
insultado y escarnecido por los mismos que
han de egecutar y obedecer sus órdenes?
Por eso se ha dicho con tanta verdad, que
un rey envilecido y degradado á los ojos
de sus súbditos , está destronado en reali-
dad , aunque en apariencia reyne. Ya pre-
vemos que los anarquistas, aduladores de
la plebe , dirán que somos realistas ; pero
si esta fuere la denominacion con que se
intente denigrarnos , la aceptamos gustosos
como un título de honor. Sí : cuando la na-
cion ha querido y jurado una constitucion
que establece la monarquía moderada he-
reditaria, todo buen ciudadano debe ser
realista constitucional; asi como si la nacion
hubiese proclamado la república , todo el
que quisiese vivir • bajo aquella forma de
gobierno,, deberia . ser -republicano. El que
bajo la monarquía predica al pueblo prin,
cipios democráticos, es un faccioso : así
como lo seria el que predicase el realis-
mo, aun constitucional, en una deinocracia.
Decimos el que predica al pueblo princi-
pios contrarios á los sancionados por la
constitucion del pays en que vive ; porque


133
en obras científicas sobre el derecho público
constitucional , puede- cualquiera examinar
las ventajas respectivas de todas las formas
de gobierno, y preferir en teoría la que le
parezca mejor; pero en la practica, y cuan-
do se habla á la muchedumbre, es menes-
ter conformarse con la naturaleza del go-
bierno que la comunidad ha adoptado. So-
bre todo, cualesquiera que sean las opi-
niones privadas del individuo , debe res-
petar las personas que la ley quiere que
sean respetadas. Puede sí censurar las ope-
raciones del gobierno ; pero no infamar y
deshonrar al magistrado inviolable que las
dirige. Y si aun respecto de los funciona-
rios responsables , no es permitido injuriar-
los ni insultarlos, ¿cuánto mas grave será este
crímen respecto al gefe supremo, á quien la
constitucion exime de toda responsabilidad,
y á quien deifica en cierto modo declarando
sagrada su persona ? Ya hemos dicho antes
de ahora que el rey en una monarquía
.constitucional es un ser moral, impecable
é impasible , es la ley misma , como ha
dicho muy felizmente el señor presidente
del Congreso; y que detras de esta imagen
sagrada ..se ocultan las debilidades , insepa-
rables de la humana flaqueza, que acaso




X34
pueda tener el individuo fisico, revestido
de tan augültá dignidad. Este privilegió le
es concedida por la ..Coristitucion , no en
provechd suyo , Sitió en favor • de toda la
nacion. La española : há preferido entre te-
das las formas de gobierno, ha elegido, la
de una monarquía moderada , porque está
convencida de que un estado tan vasto con
inmensas provincias y posesiones en am-
bos hemisferios, y contiguo en Europa á
poderosas monarquías no puede gobernarse
bajó la forma republicana sin caer muy
pronto en la mas horrorosa anarquía. Es
preciso , pues , que todo buen ciudadano,
todo español que amé su patria , y todo
hombre que abrigue eirsti . t'ornen senti-
mientos de humanidad , - cualesquiera que
sean por otra parte sus opiniones teóri-
cas , se reuna al trono constitucional para
combatir y lanzar de entré-nosotros un ne-
cio republicanismo, qué halagando al sen-
cillo , pero ignorante vulgo, con vanas es-
peranzas, pudiera- precipitarnos en todos
los horrores á que el jacobinismo arrastró
á la desgraciada nacion francesa , y cuyo
resultado fue sugetarla á la tiranía de un
soldado. A. este obgeto se dirigen nuestras
reflexiones, y mientras escribamos para el


135
público , no dejaremos de clamar, sin que
nos intimiden las vociferaciones y los
denuestos de los enemigos del orden. Si la
nacion al constituirse en Cádiz se hubiera
declarado república, suponiendo que esto
fuese posible y conveniente, atendida nues-
tra situacion política, moral y geográfica;
nosotros seriamos los primeros y mas ar-
dientes republicanos ; pero pues la patria
quiso un trono , y estamos convencidos de
que este es necesariO para niatitener el or-
den , nosotros y tódos buenos ciuda-
danos debemos ser sus defensores. Esto
hemos jurado, y esto debernos cumplir.


Acerca de la agitacion que ha ocasio-
nado la separacion de los anteriores mi-
nistros , nosotros no entraremos á examinar
si esta resolucion ha sido necesaria, opor-
tuna y prudente , ni los motivos que el
rey haya podido tener para tomarla. Los
ignoramos, y todas las congeturas que pro-
pusiesemos serian aventuradas. Queremos
únicamente llamar la atencion de nuestros
lectores liácia dos obgetos , uno de los
cuales interesa á todo el público , y otro
á una cierta clase de ciudadanos que no
llamaremos ni viejos ni nuevos , porque la
ley no reconoce semejante distincion. El x.9.




136
es hacer observar lo importante que es en
el gobierno representativo un cuerpo con-
servador intermedio entre el poder legis•
lativo y el ejecutivo. Ya tenemos dicho en
uno de los primeros números de este


. pe-
riódico, que si bien no se hace menci.,n
en el código constitucional de un cuerpo
que. tenga precisamente esta denominacion
y todas las facultades que le son esencia-
les ; lo es en la sustancia el consejo ..


de
Estado. Las circunstancias que se exijen -en
sus individuos, la parte que las Cortes to-
man en su nombramiento por medio de la
propuesta, y la intervencion que se le da
en los actos mas importantes del gobierno,
todo concurre á formar de él una especie
de inaoinratura destinada á conciliar en
sus desavenencias á los poderes legislativo y
egecudvo. Esto que entonces indicamos, se
ha verificado en el ruidoso, acontecimiento
de la deposicion simultánea del antiguo
ministerio. Una providencia de esta clase
debió excitar . alguna inquietud en las Cor-
tes, cuyo principal cuidado es el -de ob-
servar los pases y movimientos del poder
real, para contener su natural tendencia
á acrecentar y extender su prerogativa. La
peticion del rey para que el Congreso le


137
designase un nuevo ministerio, ponia ade-
mas á la representacion nacional en- un
terrible compromiso ; porque si aceedia á
la demanda, se mezclaba notoriamente en
las atribuciones de la potestad eí,,-5cutiva;
y si no accedia, porfia temerse que el mo-
narca eligiese algunas personas que no me-
reciesen la confianza pública, cosa que en
las circunstancias actuales -podia tener fa-
tales consecuencias. ¿Qué medio , pues,
habia para evitar este inconveniente sin
que las Cortes saliesen un punto de sus
facultades constitucionales? Indicar al rey
que se dirigiese para tan importante elec-
cion al ilustrado patriotismo del consejo
de Estado. Asi se ha hecho, y este paso
nos ha sacado en pocas horas de unzo ,crísis
que ha podido ser decisiva. El consejo de
Estado ha buscado entre los sugetos
mes á quienes las Cortes tenian ciado un
testimonio público de su confianza aquellos,
que atendidas togas las circunstancias , po-
dian ser Mas á propósito para ocupar las
sillas ministeriales, y los ha presentado al
nombramien/o del rey : .este ha elegido
entre los propuestos los que ha creido de-
signados mas claramente por la voz pú-
blica; todos han reconocido lo acertado




1'38
de la eleccion. ; las Cortes han salido de
sus temores, la agitgéión ha cesado, se
ha restablecido la: mútua Confianza y- to-
do vueltó al anteridt 'estado de calma.
Preguratmos ahora, si la - cdriStitucion no
hubiese creado un cuerpo que en semejan..
tes cases pudiese mediar entre los dos po-
deres, y (lile tuviese bastante imperio
bre la opinion para que su voto fueSe.
respetado , qué hubiera sido de la pública
tranquilidad? d quién hubiera sido el itil
de. paz en la tempestad de que estribar-n:01
amenazados ? Negándose las Gnus; como
debian negarse; á designar /OS rinevdS


; si el rey hubiera elegido por ,
sí,


cualésqtriera que hubiesen: sido los electos,
sienipre hubiera tenido protestos lá malig-
nidad pata tachar de poco -aeértada lá elec-
ción: Más ahora-, I titié puede decir cuando
ve, que un_ étierytI tán: respetable y fati
eriiinenteinérite- • patriota és quien ha for-
mado éá realidad el núeyó nntiisterib


El segundo obgeto que heMdl indicado
es el dé vindicar á la clase malamente a-
lnada- de los afrancesados de las cátliliiiíiias
con :que se ha procurado excitar contra'
elles el Odio público, y hasta la


. .persecu-
cion. La defensa que hacernos de ellos es


139
muy sencilla. Negamos 'qué uno solo de
ellos se haya mezclado en ninguna de las
intrigas secretas del palacio, si es ;que las:
ha habido negamos que hayan solicitado::
directa ni indirectamente la destitucion de
los ministros: llegamos que se les haya
pasado ni aun por la imagina :don el ocupar
su lugar: negarnos que hayan escrito pár-
rafo': ninguno- del discurso de la corona:
negamos que se hallen complicados en
ninguna de las tramas que ha habido para
trastornar el sistema constitucional : nega-
mos que tengan ni aun la intencion de
destruirle: negamos qué tengan la menor
relacion- con los enemigos de la libertad
en los payses -extrangeros : desmentimos
pública y solemnemente á la faz del uni-
verso á cualquiera que afirme una ó mas
de las proposiciones contradictorias á las
que acabamos de enuneiátiz le desafiamos
á que las pruebe en juicio; y no lo hacien-
do, le denunciamos desde ahora al desprecio
público corno injurioso calumniador. Afir-
mamos por el. contrarío que los refugiados
en Francia (este es el único-título que pue-
de convenirles) que han vuelto á España,
reconbéeri que sin la mutacion hecha en
el sistema de gobierno, tarde ó. nunca hu-




o


4o
hieran vuelito á pisar el suelo patrio; que
han recibido con la debida gratitud el de-
creto de las Cortes que les restituyó sus
bienes y los derechos de ciudadanos, sin
embargo de que en él se les .impuso toda-
vía una pena que no han merecido; que
aunque tratados con el mas alto desprecio
y mirados•con una especie dé horror por
el último , serian los primeros
á pedir su reinstalacion si asi lo exigiese'
el bien público; que pobres, desatendidos,
y casi- extrangeros en su patria ,-observan
sin embargo una conducta tan prudente y
morijerada, que á su vista debieran aver-
gonzarse sus perseguidores : que amantes
por principios de una libertad justa y mo-
derada adoran en su obscuro retiro 'esta
divinidad tutelar sin pertenecer á ningun
partido , y sin tener otra divisa política
que la de constitucion, patria y rey : y
finalmente que escudados con su inocencia
caeran tranquilos !ajo el puñal que la
rabiosa envidia procura afilar y dirigir
contra sus pechos, -deseando únicamente
que su sangre sea la sola que se derrame.
Añadimos tambien que si corno parece es
la guerra de empleos la que • todavia se les
hace, pueden estar seguros los aspirantes


141
exclusivos de que ninguno de los que pu-
dieran obtener un dia las sillas cundes,
dará un solo paso por alcanzarlas , y que
siendo posible, aun llamados á ocuparlas,
las renunciarian gustosos, si este pequeño
sacrificio pudiese ser util á la causa pú-
blica.




142


CARTAS DEL MADRILEÑO.


17.5


Madrid 9 de marzo de 18 2 1.


Pesadumbres no pagan trampas , mi
querido amigo, ni jamas he visto que se
adelante un palmo de terreno con lamen-
tarse de lo que pasó el dia anterior. Digo
esto, porque asi como me ha visto usted
escribirle de buen humor cuando estaba
en una cama sufriendo agudísimos dolores,
tambien ahora me ve continuar en el mis-
mo tono á pesar de hallarse calificada mi
carta 13 del Madrileño de incitativa en pri-
mer grado á la desobediencia , á no sé qué
leyes ni á qué autoridades. Ya yo me ima-
gino la sorpresa y adanracion que va á
causar, á usted esta noticia , y aun el modo
tan poco usado de comunicarsela; pero
guárdese usted la sorpresa y la admiracion
para sí, y no me venga por Dios con re-
flexiones tardías, porque ademas de ser
completamente inútiles , llevan envuelta
consigo una cierta pesadez, que las hace


m43
insoportables para todo el que no tiene la
sangre parecida á la de, las chinches. El'
único que puede reflexionar detenidamente
sobre mis cosas propias soy yo mismo,
porque segun el tenor de la ley de im-
prentas , se me concede un ario entero para
reflexionar á mi sabor.


A
Mas corno todas las reflexiones que


generalmente ocurren .
á los que pierden un


pleito , vienen -á reducirse á murmurar de
la ley ó de los jueces que se la aplicaron,
Yo que ni por caracter propio ni por encargo
ageno soy apasionado á la mumuracion,
me guardaré muy hien de seguir en esta
parte el egemplo de mis camaradas. Usted
dirá sin embargo que c cómo ha podido
ser calificada de incitadora á 4 desobedien-
cia cuando estaba denunciada. de tendente
á sedicion? Pero la respuesta es facilísima,
porque si el denunciador pudo equivocarse
al enunciar la sensacion que á él ó á otros
habia . heeho la lectura de mi carta, no
era, justo ,tij aun decente que por esta
friolera de nonada quedase inutilizada una
denuncia. Parécele á usted regular ni
juicioso, que porque un ciudadano que ha-
ya sido acusado de ladron pruebe su ino-
cencia en este punto, se le haya de dejar




1-44
castigo cuándo 'sabemos que da mi:1y


mala vida •á su muger? ¡Bueno" andarla el
mundo si se llegara á introducir ese purís-
mo de lógica hasta en las decisiones
diciales! •


'Las leyes no han de entenderse asi tan
materialmente qué nos hayamos de ligar
á su texto literal Y preciso , como si sus
palabras fuesen términos sacramentales,
sino que se las debe interpretar segun el
espíritu que mas nos cuadre , y suplir por
este medio al- error ó á la falta de prevision
que siempre debe suponerse en los •legis-
ladores. ¿Cómo .,quiere usted que ájelloS
les ocurriera-•el caso de que porfia haber
un denunciador que no -se conformara eri
su denuncia- á los precisos términos de la
ley' Ya ve usted que este fenómeno excede
y sobrepuja los límites de la ,previsióii
humana, y que debe ser mirado como un
caso.- fortuito del cua`t no hay obligacion
de responder en ningun contrato. En
buenhora que haya un juez de estos que
llaman del derecho, el cual esté encapri-
chado en que la ley ha de seguirse al
pie de la letra , y que nunca es permitido
separarse ni un punto de sus precisas pa-
labras ; esto -no debe importar nada cuando


145
hay entre los jurados alguno que sostenga
lo contrario, á lo menos siempre que medien
personas del mismo oficio. Yo entiendo
que esto es muy bueno, porque aun cuan-
do en otros tiempos se hubiera podido
llamar arbitrariedad, tropelia, ó cosa que
lo valga, en el dia no es lo mismo sino
que merece el nombre de,uty medio térinir
no . prudente y acomodable á todas las cir-
cunstancias. De este modo se irá generali-
zando mas el afecto á la constitucion , por-
rine se desengañarán las gentes de que no
es tan pántillosa en la . 0gecucion de las.
leyes, que no tolere de cuando en cuando
el que á su propia .


vista, se hagan estas ú
otras interpretaciones.


Yo confieso de- mí .que toda •iui :
xida,


he sido inclinado á eso del poco mas
menos, y no quisiera que nadie la echara
de rigorista en materias civiles ni en cri-
minales, porque asi como cuando alguno
reclama una deuda de mil pesos de otro
que apenas se acuerda de cuando la reci-
bió, queda la cosa corriente con que el
deudor afloge la mitad de la suma; asi
tambien cuando á alguno se le quiere tener
encerrado dos años, aunque en justicia no
merezca estar ni un dia, se echa un corte


Tomo V14




r


1
1
I
1


146
de compadre,4y.fcíiieda la cósá iéctáidaft,
doee'Artéseá, ett• Ifórirá y glói4á: gle1161:7116Ce"
apóstoles, 6 ,de kiásí doCé jurados•• que es lo
Iniáitib. Vie, • (rxii. buen amigo, no hay
411-&-iornperSe la cabeza.liv ;diseirrtir eóirth'


iriatliV ha ido" la déritinciá:pOíj
un -lado "Y l lá SItiteriela4j6'x -áltb ,por que
de nOI hizó;,I5i6gf1 = y-
nada2OóniParado§(JcIri.'la eternidad: f bah:
breiVióá , sie otra ett5V,




SnOngo quo`-liabii usted leida los
papeles' públicos -:las . ICalOradas d iscusion el


que 'ita prodneidó fürudailiá .del
teriWanterier, y"Víó 31' habrá quedado duda
de 'que no es ló ." niisiiie-ser ministeriales
que amigos de los niinitíról. Esta iniána
diferencia se ha notado trainbien én el inó-
do411 eXplicatlé dé los F'ícieriodistas dé lá
tapild>,-I Y la répétlYánlpthbáblemente
pi'brith , l ie'l de' I& ptóViiidia's1 ; pero no por
éló "iiebe itifeVitleVie cada uiio de:Ir.11;4tIO
di'v'étgert "ilihde' • de :Veti"sár háyá
ser fre¿ihainetite lrr córilpir/adór
ilrdireeto ,Cóntra IttasnWidad dei litabv-


ÉS : rnerieSter cdrifelaV : xte ISueria'P qu'e,lrá
habido'liná htr peqttelia-dótis Idé 'exagera--
cion, de parto-dél los elogiadores de los
ministros 7 como de parte de: . lo qüe. les


1.47
han intontado deprimir. Los unos háti
querido. lacerles pasar-por: impecableh1
los otrós, le'' han pintadó, cómo ineapaces,'
de acierte. Ninguna de '


estas dos ideal'
deja de ser exagerada, y ya le he dicha
usted muchas 'voces que la exageraciow
un consejero malísimo:"boa, que pretenden
persuadir al público que no, és posible qüe
marche á cisterna constitución-al sin que
tales y determinadas personas,estenál fren- •
te del poder, tienen pobrísirria idea de lo ,
que es un Slterna represen tátivó , ó muy
estrecho el circulo de los sitgetosi laenemé-i
ritos quo ellos .conocen. Pará . lOS


que asi
se explican, no hay otro rtn taldi'de-desen-
gaño que la 'experiencia y" el tiérnpo, ya
que por ahora es inutil hacerles' ningún&
reflexion ; pero no por eso dejarán siempre
de hacer comparaciones .entre los nuevos
y los antiguos, las cuales ensulnaginacion
cederán en ventaja de estos-'tíltirriol. Podrá
ser que acierten 'en algunal


Sus • calidá.-
des y virtudes; pero nunca


.


. persuadiráda
tiingun horiabte sensato que estáSikéridas
estuviesen 'vinculadas eri un número tan
reducido de hombres..


Igual motivo de reflexión bfreeen'aque-
llos que por haber visto algunos desacier-


ZO.




148
tos de parte de alguno que otro ministre,
los califican á todos de nulos, cié incapaces


de malignos, atribuyendo á su voluntad
los yerros 'de su entendimiento. Este modo
de discurrir es siempre un indicio de pasión
er de mania, ton el cual lejos de inspirar
el convencimiento que se proponen, alejan
la confianza de parte de quien los escucha
ó los lee. Nadie duda de la absoluta nece-
sidad que hay de publicar las faltas de
los que gobiernan, y este sí que es t'in re-
quisito indispensable para sostener el siste-
ma constitucional ; pero -por ,muy frecuen
tes y repetidas que sean estas faltas , no por
eso deben atribuirse á la negra intencion
de destruirle , pudiendo depender de otras
diferentes causas agenas de la mala ' vo-
luntad.


Entretanto lo que hay de cierto en el
asunto , es haberse variado los ministros
poniendo siete nuevos en lugar de los siete
antiguos; y no hay que darle vueltas sobre
si estos serán mejores ó peores que aquellos,
porque esto .no lo, sabe nadie hasta que
nos lo digan la experienci /a y el tiempo.
Mas lo que sí le puedo asegurar á usted
como verdad inconcusa, es que han anclado
todos estos dias los, pretendientes como


/49
tontos en vísperas. En otro tiempo ya usted
sabe que cada mudanzade ministro que
ocurria , solia insertarse en el mismo decre-
to el nombramiento del sucesor, con' cuyo
aviso ya sabia todo pretendiente, que
aun cuando le cogiera la noticia en la Mitad
de la escalera , no tenia mas que volverla
á bajar un paso tras de otro y encaminarse
derechito á casa del .nuevo señor. Pero
como en esta mudanza se han pasado &á
ó Ares dias sin saberse quienes serian los
sucesores, figóre.s: e ' usted* el. apuro en que
se labran visto mis buenos pretendientes
para no dar un paso en falso , y destruir
acaso en un dia el trabajo de muchos me-
ses. Aqui los veria usted hacer profundas
reverencias á todos los que pasábandelanté
de ellos , imaginando encontrar un ministro
en cada particular decente que vejan. Vie7
ralos usted sin atreverse á hablar ni bien
ni mal 'de los pasados,' y : aun abstenerse
por la Primera vez de s'u' vida de proferir
las acostumbradas quejas de los retardos y
de las injusticias notorias. En lugar de
aquel tono petulante pie suele ser pecu-
liar á todos los que concurren á las tertu-
lias ministeriales ró que tienen alguna es=
perancilla medio fundada de- salir pronto




r5o
colocados, parece que todos ellos se habían


_


confabulado para tratar • á. todo el -mundo
con el-mayor respeto, porque ignoraban si
á aquel ,á quien estaban hablando de usted


tú. por tú, habria que. darle de alli 4
dos horas" una excelencia coino un plato.
Unos tomaron -el partido de fingir un
constipado -par-a• no presentarse ,aquellos'l
dilas en láskicasas :qué 'tenian de costumbre.
Otros' por--el contrario no cesaban-de y
?venir á la galeria de -las Cortes, para llevar




noticias frescas del estado de la discusion-,
equivocando el sentido' de los diferentes
discUrsos-de . los diputados. Dada usted,-que
cada,pretendiente :se 'rabia mulpficado era
cuatro á cinco., al ver los diferentes sitios
en Tie ise les hallaba la multitud de
escenas y de anécdotas de-que se daban
ilOr 'testigos:




Pero -U5d4: 1 0sta-,:prisa y züonfusion era
nada- 5 si la . -eornparon 0:1,.eon; .que todos
ellos tuvieron al saber-de-positivo los.nue-
vcís nombramientos. Alli era de ver la, 'fa-
tiga de alguneas,:ipor haber -suspendido


.
:la


concurrencia tal casa donde iba diaria.
mente el nuevo, anipistio ; allí el ¡aromen.:
iar su -Memoria- para 'recordar •y enlazar,
de Inievo :


antiguas amistades y relaciones


perdWas;- alli el. susto, ó la.-alegría kotrs414
oir que se habian , hecho renuncias,•,ppy


algunos senores.,, y ,la s:duda de si serian
admitidas ó no,. i'sQu.é de tarjetas y ers5v,e,
litas de enhorabuena se repartieron ,eyk.sla
mañana, de lúnes , y cuántos y cu4,granT
des elogios se tributaron á las • pro.T1119110,41
futuras ; que deben esperarse, :,n407
Yarnente nombrados .! ponla rert•
ferir este ó. paságe ,gracioso • ecur-
¡ido en tal ario y con tal ocasion , en que
quedó con el mayor lucimiento el nuevo
excelentísimo; quien procuraba darse im-
portancia entre los Oyentes pondera-1110,19-
estrecha conflInzl• y arnistad ,que habla , F9y7.'
nado entre a- y su excelencia , y aun Or
ha sus pinceladas „leerla de ,los ; muchos fa-
vores que le, sali,eron luz oras
proezas, que cuantas se 4, efip,rerl del Cid
y del Gran Caspitan mas rasgos patrióti-
cos oque lOs ., que pidiera alegar el , mismo ,
Caton, y •rsnas pruebas de benefieencia que
cuantas pUdierosu, dar Tito y, Trajam,..,


Afortunadau7LP-9,tÇ;:lnP .1:11.19t9
mas generalmente usado,,era s tN.les. CA:59' 1. 1 411e •
es él de `desatarse • sini ¡pieda, d centra todos
y cada les - • iVtás
at.rixbuya ;11,„ed.z1,11.1pfleracion ni, á.cor.O.salt,.





132
nía, sino al estado de la opinion pública,
que como tan divergente en esta 'materia,
podria ocasionarles contextaciones nada
gustosas. De lo contrario, ya puede usted
contar con que se habria agotado el dic-
cionario de los sarcasmos y de las calum-
nias , las cuales, segun parece, no disgus-
tan á nadie cuando se dirigen contra toda
clase de desgraciados ; pero son irresisti-
bles, aun las chanzas Más ligeras' cuando
se asestan contra' los que ',son felices y
poderosos.


Esta es , amigo mio , la pintura fiel
de lo que ha 'pasado estos dias, y de lo que
pasará', siempre que haya alteraciones y
mudanzas- de ministerios aqui y en cual-
quiera otra parte del mundo ; porque pen-
áar que los hombres han de" variar sus
acciones y su lenguage , solo porque se
mude la forma de su gobierno, es pensar
en lo escusado , y poner puertas al cam-
po. Los pretendientes serán siempre los
mismos , y los gobernantes los propios , es
decir , que adularán aquellos, y serán adu-
lados estos. El que lograre un destino, pro-
cure por todos Medios conservarse en él,
porque el dia que se le quiten, se quedará
Convertido en cero, por mas que le hayan


153
querido persuadir á que con sil calda se
ha de venir rodando toda la maquina ter-
restre. La popularidad es bella cosa y me-
rece que se hagan por obtenerla algunos
sacrificios ; pero no hay que olvidarse nun-
ca de que la popularidad es tan movible
corno las aguas del océano , las cuales con
la misma facilidad sostienen y conducen
at"que navega viento en popa, que con-
funden ó estrellan al que caniina con vien-
to contrario. La comparacion no es _nada
nueva ; pero por mas que se repita, nunca
estará de mas para todos los que se en-
tregan á los vientos.


Supongo del todo inutil participar á
usted que en estos dias de trastorno y de
confusion el pueblo ha estado tan quieto y
tan sosegado como siempre ; y no lo atri-
buya usted á indiferencia ni apatía como
se imaginan algunos , sino á su buena ra-
zon , que le dicta que estas cosas no influ-
yen sino muy remotamente en su bien ó
mal estar. El juego de estas pasionciilas
exaltadas no desciende hasta las clases in-
feriores, sino que se queda entre las altas
y las :medianas', para las cuales suele tener
mas importancia la mudanza de un minis-




154
tro , que una declaracion de guerra' ó la
pérdiT4 de dos ó tres prov'ineiás t-lor eso
entre ellas solas se han procurado renovar
todos los- odios , se ,ha echpdo mano de
las calumnias mas indignas, se han forjado
cúentos los mas absurdos , se.han inven-
tado peligros y conspiraciones, ,jplkigidas
por quienes ni tienen ~51W Fki..deseos
de que Jos haya, y finalmepte, .s9 ha pro-
curado que recaigan todas:las sospechas y
toda <la malevolencia sobre aquellos jp,fe-
lices que no tienen: n-ias defensa ;que su
propia moderacion. Es verdad que hay
ocasiones en que esta pa' s.a, por ~delito
horrendo , y que cuando ,T-ro se esenChart
sino las instigaciones del odio, se mira co-
mo crimen el cine las personas odiadas no
sean criminales. Triste cosa será para .los,
que están ,siendo el Maneo de estas in"-
fundadas. sospechas , si el tiempo y los
resultados judiciales no dan igual publici-
dad:á su ;inocencia , quela que se ha que-
rido dar á su soñada culpabilidad. Pero
aun cuando esto Se verifique , nunca pro-
ducirá tantos bienes el desengaño , ,com o
males ha ocasionado:1a calumnia ,á los que
han sido ob,g,eto de ella: 41 fortuna 'es ha-


155
her 'dado ,eón un pueblo .tan..generoso ,y
sensato corno el de Madrid, porque.M.,ku-
bieran .neca. idp en. otro, tales „y tantas pro:-
Vocaciones como las que se le dirigen:dia-
riamente , ¡quién sabe el término que hu-
bieran podido tener sus furores!


Llegará sin duda el dia en que estas
cosas se vean á la luz de la T'azor ' , y en
que se haga el debido aprecio de la con-
ducta de tantos hombres , de quienes no
hay hasta ahora uno siquiera que no haya
sabido resistir las tentaciones de la pobre-
za y de la persecucion reunidas. Enton-
ces acaso habrá quien sienta en su cora-
zon el haber dado crédito á tantas habli-
llas absurdas , sin tornarse la molestia de
pedir alguna prueba á los que se com-
placen en proferirlas. ¡Pero cuál deberá
ser el remordimiento de aquellos que sa-
biendo de positivo la falsedad de seme-
jantes imputaciones , no solo las dejan
correr impunemente, sino que afectan estar
persuadidosde mismo error ! Esos sí queea •
son verdaderamente desgraciados , porque
aunque no llegue nunca el caso de que
les alcance el cuchillo de la ley , su pro-
pia infamia y la cobardía de , su crímen




156
les servirán de verdugo perpétuo é irri7
placable.


.A Dios, amigo ; queda de usted afectí-
simo


El Madrileño,


1 57


MORAL.


Breve resumen de la obra francesa intitu-
lada: La moral universal. Se recoM lerda
su lectura.


Si la moral es, como no puede dudar-
se, la primera de las ciencias y la mas
un]. .y necesaria al hombre , pues que en
suma no es otra cosa que la ciencia de
la vida ó el arte de ser fe/ir; cuánto, no
será el mérito de la mejor obra 'que se ha
escrito sobre tan interesante objeto? Pues
tal es la obra francesa intitulada: la moral
universal, obra atribuida comunmente al
baron de Holbach, porque fue su recia&
tor ; pero compuesta , á lo que se cree,
por una reunion de filósofos, los mas dis-
tinguidos entre los que han ilustrado y
honrado la Francia á 'mediados del último
siglo. Todo cuanto se encuentra esparcido
en los mas célebres moralistas antiguos y
modernos , reunido, ordenado, reducido
á 'un -cuerpo metódico y sistemático de
doctrina, y expuesto con suma claridad y
exactitud: he aqui el contenido de esta
abra verdaderamente clásica y magistral.




15 8
Explicada primero la parte teórica á


Cientifica de la moral, se aplican luego
los principios generales á la práctica; es
decir que despues (le haber enseñado lar-
gamente; y quizá YiiejOr tate-en tinguti
otro libro, lo que significan las'' palabras'
moral, obligaciones, hombre y su natura
lela, sensibilidad , facultades intelectuales,
plaCer, doldr, felicidad, pasábWei ; deseos,
necesidades , interes personal; '6 amor pro-
pio , 'acciones, ekpúriend a5, Ver-,
dad, hábito,. ediwacián,
y couciehdia :: •désp nes de 'haber tratatto
ektensainente bien itiOrli ,&''de' las vir-
tiides, 7'del Ó 4 kis vicios, y
ciado á teitibeá;' lag iras riüitioipalos''de las
primeiasjique llbridültitia, humanidad, com-
pa,i o o 6. TiIdái,• .beriefielneia;' modestia,
templaida'; ti dbil prudencia,
fortálaa, Magnanimidad, paciencia, vetiá-
cidad ,'actividad ó amabilidad;
iridiilgeriesa;'° tolerancia, n pl a ce n'éia e;'.
urbálitlad ll ; y ;11:/g ., itiaá colatiiles de
tiiiiós, 'sabh'i'lá'ii'ij:usti'dii-Chtiyos efééia§•
sóW el-horiiieidio; el hurto y lá crtieldady


VakVánidad,. el lújó, la ira, la
venganza, genio, la misantropia,
la aVaillea; la lz:Itódigalidád'; .-Ta ingratitud,


159
r:'lá envidia, los zelos, la murmuración, la
Mentira, lá adulacion, la hipocreüii; lá
calüninia, la pereza, la ociosidad; el' tedio


-ális 'efectos, la
li , disolución , lá 'destemplanza
'gula, los defectos', las iiutierfeccióries; y
lal-iidiculeces; se' lái:iecifitin, defi '''''' , y


recomiendan las ObligaCiOnel 'prácticas
cori' jljue' `e1 'lìóiíibité


debe CitaOír tanto
'eti .gli'Vídá pública cOrnó en la privada.
Ei'trbLrrál' primeras


e enentáli'
de las


sí, ras de sus ge és á '10
Ids slbditos; e los


tes, Cic'''los nolile's, de '1(ís maillre's., 'de
lo'S




jueces y
de los mihiStriO's 'dé


Ackiá'.., de ids'Pares,
y 'd'e


, 'arí'ésanos y
lab'rádores; y entré las é,gundas ras de los
Esposos, los padres','' 11S' níláres, los 1iijos,
los parientes, los amigos, los amos, los
`criados; y se concluye con algunas obser-
vaciones filosóficas sobre lo que se llama
conducta en el mundo, urbanidad, deco-
ro, talento, alegria, gusto, sobre la feli-
cidad , y últimamente sobre la muerte,
término de nuestra existencia..


Por solo esta enmeeracion de las ma-




z6o
urjas de que trata la obra, puede conocW
cualquiera que estando , corno está, , per-
fectamente desempeñada, no puede haber
otra ninguna ni mas interesante ni mas
util. Recomendarnos pues su lectura 4
cuantas personas puedan procurarsela , ya
en su original, ya traducida, porque no hay
un solo individuo de la especie humana
que no pueda sacar de ella algun fruto.


Acaba de publicarse una segunda edi-
cion de la traduccion castellana, hecha en
el ario ra por don Manuel Diaz Moreno,
en tres tomos en 4.°, que se vendeén la
librería de Quiroga. La hemos visto, y e
general nos ha parecido bastante fiel y
nial escrita:, tambien se han publicado an-
teriormente tres traducciones del compen.,
dio de dicha obra, intitulado : PrMei-
pios de moral universal: la mejor es la de
D. M. L. G. impresa en Valladolid: se vende
en varias librerías de esta corte.


EL CENSOR-
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 33.
SABADO , 17 DE ISIAnzo DÉ 1821.


«In su la tomba
S'alzó Camilo, é freme sal destina
De la mísera Italia....


P1ONOTI.


La patria de Camilo y Julio II no es en
el siglo XIX otra cosa mas que el punto
por donde tienen que pasar tropas extran-
geras para castigar á italianos libres. La re-
pública dominadora del orbe que no des-
cendió toda entera al sepulcro, cuando
dejó por sus sucesores á la teocracia y á la
política, no conserva ya en Roma ni aun
la memoria de su antigua grandeza. En un
siglo de luces, cuando todos los pueblos
caminan Inicia la libertad con pasos aCele-,


Tomo vx.
x x




162
rados; cuando la independencia nacional
cuenta tan ilustres y numerosas víctimas;
cuando la caida del imperio de Napoleon
ha anunciado al mundo que no se 'ultraja
impunemente la dignidad de los pueblos,
el gobierno de Roma se somete espontá-
neamente al yugo extrangero , da paso por
sus estados á las falanges austriacas , y per-
mite que se desplome sobre los hermosos
vergeles de la Campania todo el poder de
los monarcas absolutos. Es verdad que este
caso no es nuevo: la nulidad de la curia
romana hace muchos años que está reco-
nocida én toda Europa. Los franceses sin
estar en guerra con el sumo pontífice ara.
vesaron dos veces sus estados, una para
llevar la paz, y otra para llevar un rey al
mediodia de Italia. Losegércitos que ahora
atraviesan el ífiber, tienen un obgeto mu-
cho mas injusto que el que se propuso el
gobierno Trances en aquellas invasiones.
Porque en fin, lícito es castigar á los ene-
migos ocultos ó declarados. En el dia los
napolitanos no son enemigos del Austria:
no la han ofendido con ninguna


• provoca-
cion: la guerra no tiene otro obgeto que
el de combatir contra las luces del siglo;
y destruir todas las garantias que aseguran


.1.63
la independencia de las naciones y de los
gobiernos.


Todos los gabinetes que tengan con-
ciencia política, confesarán que el tránsito
de las tropas austriacas por Toseana y por
los estados pontificios, no puede disculparse
sino por una raion y es el estado de ene-
mistad entre estos dos gobiernos italianos
y el reino de Nápoles. Mas dicha enemis-
tad no existe; ni er sumo Pontífice, ni el
gran duque de Toscana , por íntirriol que
sean los vínculos que le unen al Austria,
pueden complacerse en ver. los campos del
Amo y del Tiber inundados de tropas ex-
trangeras, y mucho menos en la guerra
que va á devastar el mediodia de la pe-
nínsula , y qué probablemente volwrá
tus furores .0 Spptentrion. Es claro que
esta guerra, sean los que fueren sus resul-
tados, va á conmover iodos los tronos de
Italia y á comprometer su independencia.
Es fuerza confesar que aquellos soberanos
no ceden el paso á los austriacos, sino obli-
gados• por la ley del mas poderoso. Pues
si la Italia ha de recibir esta ley, en vano
son los congresos; en vano los manifiestos,
en • vano las notas diplomáticas: diga el
Austria de una vez, que ella es la que ha




64
de mandar .en aquella desgraciada peninJ.
sula , y la sinceridad de esta confesion. dará
á sus determinaciones arbitrarias cierto
ayre (le franqueza y generosidad: á lo me-
nos no ignorarán los soberanos; ni los pue-
blosel yugo que se les destina, y se prepa-
rarán ó á la defensa ó á la sUmision con co-
nocimiento de causa.


Ahora conocerá la Europa el obgeto
político (le aquella gran declaracion que
hicieron las potencias de la santa alianza
en 1815 á favor de la Legitimidad. Este
principio que volvió á desmembrar la Ita-
lia y la Alemania en pequeños estados de-
pendientes de los poderosos soberanos •á
quienes debían su resurreccion política, ha
dado al Austria una influencia funesta á la
independencia de entrambos payses ; pero
principalmente á la de Italia , sobre la cual
gravita sin tener rival que pueda enfrenar
su ambicion. Claro es que el establecimien-
to de un gran poder en Italia, ya por la in-


. corporacion de sus estados en una sola
monarquía, ya por el vínculo de una con-


,


federacion bien constituida , hubiere pues-
to un gran contrapeso que supliese á la
debilidad de la vencida Francia en la ba-
lanza política de Europa. Mas no eran esas


. 165
las intenciones de las grandes potencias. Se
domina mejor sobre un pays cuando está
divinlo en (tracciones imperceptibles, que
cuando presenta- un poder firme y respeta
ble. lie aquí la verdadera causa de ha-
ber dado tanta importancia y exten-
sión al principio de la Legitimidad, hollado
tan frecuentemente por las mismas poten-
cias en los años anteriores. ,Murat cayó


.Víctima del deseo de dominacion del
Austria, contra la cual quería erigir un
baluarte sobre los.


Alpes ,; y aunque él fuese
un usurpador, se puede asegurar que la
justicia de los gabinetes no fue la verda-
dera causa de su ruina.


La Italia que despues 'de. haber sub-
yugado el. mundo , ha sido el obgeto de
la ambición de todas, las naciones , y -el
teatro de sus «tierras, ha tenido en tres
épocas diferentes, y bastante lejanas, ocasion
de libertarse para siempre del yugo extrart.
gero , y en,


todas tres ha perdido esta: Oca,-
sien, porque no ha sabido aprovecharse ni
de sus prosperidades, ni de sus infortu.
nios: La primera fue cuando las ciudades -
septentrionales de Italia sacudieron el yugo
de los emperadores de la casa de Suavia,
se erigieron en repúblicas libres, y cerra.7




166 • /
ron. á los alemanes el paso de los Alpes: sí
entonces hubieran formado una confedera-
cion itálica, semejante á la que un siglo des-
pues formaron los cantones helvéticos, hu-
biera quedado asegurada para Mucho tiempo
la independencia de laltalia. Las ambiciones
pequeñas , y por consiguiente ridículas,
y las rivalidades mas ridículas todavía
impidieron aprovecharse de aquellas cir-
cunstancias, y dejaron libertad á la corte
ele; Roma para invocar los socorros de la
casa de Anjou en Francia contra Manire-
do, usurpador del trono de las Dos Si-
cilias.


:Mas de un siglo lucharon franceses y
aragoneses en .el mediodia de Italia, rnien-
tras su parte septentrional se archa en
guerras civiles por la ambicion de los du-
ques de Milan y por el esfuerzo que hicie-
ron entonces los venecianos para adquirir
posesiones en 'el continente. Otra oportu-
nidad muy favorable á la .Italia fue la
elevacion del valiente Francisco Esforcia
al solio de Milan. Este príncipe ilustrado y
patriota , ademas de haber concedido el
beneficio de . una paz que duró 3o años,
emprendió confederar todos los estados de
Italia para cerrar á los extrangeros la en-


167
tracia de la península. En vano : la corte
de Bona volvió á cometer el mismo yerro,
y llamó á los franceses para destronar al
heredero de nuestro Alfonso de Aragon el
magnánimo , como antes los Labia llamadó
para destruir al bastardo de Suavia. Asi las
pasiones de la curia romana, cuya política
ha sido tan aplaudida, causaron por dos
ocasiones la ruina de la Italia.


Ascendió Julio II al trono pontificio; •
cuyas cualidades eran mas bien las de un
monarca guerrero que las de un pacífico.
sacerdote. Deseoso de libertar la Italia de
los extrangeros, quizá para someterla á su
yugo, tuvo por norte . constante de su po-
lítica arrojar á los franceses , de quienes
temia mas que á los españoles y á los ale-
manes del septentrion de la península. A
este fin separó habilmente á los venecianos
de la alianza con Francia por medio de
la liga de Cambray: volvió todas las fuer-
zas de la liga , aumentadas con la coope-
racion de los suizos, contra la Francia,/
Principal potencia dejas coligadas contra.
Venecia ; y el egércitó francés arruinado
por sus mismas victorias, tüv'o que volver •
á pasar los Alpes.


'


Esta fue la última «alioli que se ofre-




168
ció á la Italia para ser independiente. Ju-
lio, ardiente é impetuoso en sus deseos y
en sus rencores, no advirtió que la expur-
sion de los franceses dejaba dueños del
pays, no á sus habitantes, sino á la España,
potencia formidable y señora va del me-
diodia de Europa. Haber ocultado esta
consecuencia á los ojos de aquel pontífice,
es en nuestro entender la obra maestra de
la política de Fernando el católico , á quien
debió nuestra nacion el dominio no con.
testado de la Italia durante dos siglos.


Desde entonces aquel bello pays ha
.


sido el teatro, de la ainhicion extrangera,
y las espadas de que se han servido sus.
Labitanteá no eran suyas, como les echa
en cara Allieri. En este siglo en que el
espíritu europeo se dirige á conciliar los
intereses de los pueblos con los de los
tronos, favoreciendo la prosperidad de las
naciones y enfrenando la ambi .cion de los
monarcas , la independencia italiana tiene
á su favor los votos de todas las personas
ilustradas , sea cual fuere la nacion á que
pertenezcan. No hay mas que vencer que
la prepotencia de los gabinetes. Un es-
fuerzo sublime y combinado de todos los
estados italianos hubiera salvado aquel pays


569
de una invasion, en la cual todos han de
sufrir forzosamente, porque será muy ne-
cio el que crea que, las miras del Austria
se limitan á comprimir, el liberalismo de
Nápoles. No es eso: lo que se quiere es
dominar en toda la extension de la penín-
sula , en unas partes apoderándose del ter-
ritorio , en otras mandando con la misma
autoridad que en Viena, ya en virtud de
los vínculos del parentesco, como sucede
en Toscana, ya amedrentando á un gobier-
no pusilánime, como se ha hecho cíen Ro-


• ma, para conseguir el tránsito de las n'O-
pas austriacas por los estados pontificios.


La situacion actual de la corte de Roma
es absolutamente idéntica á la de la repú-
blica veneciana en X796 y 1 797 , durante la
guerra entre el Austria y la Francia. Los
venecianos temian mas á los austriacos,
odiaban mas á los franceses. Los primeros
amenazaban su independencia mas de cerca:
los segundos proclánaban principios muy
desagradables á aquella señoría indefinible.
Por otra parte la enervacion de los patri-
cios , el descontento del pueblo con el go-
bierno inquisitorial, la falta de hombres y
de dinero, y mas que todo, la absoluta
nulidad diplomática de Venecia, hacían que




170
se mirase la guerra como el mayor de los
males : decidiéronse, pues, por la neutra-
lidad.


Es cierto que no hay voces suficientes
para elogiar aquel gobierno que proporcio-
na a sus pueblos d beneficio de la paz,
cuando las calamidades de la guerra afligen
los payses circunvecinos. Pero no basta
pronunciar la palabra neutralidad , para
conseguir aquel beneficio : es necesario
ademas observarla inviolablemente y ha-
cerla respetar por las potencias beligeran-
tes. Ni uno ni otro hicieron los venecianos.
No armaron las fuerzas suficientes para
impedir el tránsito por sus estados á los
egércitos austriacos, á quienes temian 'mas
por mas cercanos. Detestaban á los fran-
ceses , y no tenian dificultad , ni los go-'
bernantes ni el pueblo, en manifestar su
odio contra los que estaban léjos, ni en
favorecer las empresas de sus enemigos.
¿ Qué sucedió? La victoria llevó á los
franceses á las fronteras de Venecia. Ya
era tarde para reclamar la neutralidad
imaginaria, que. la señoría .habia..,procla..
mado. Los vencedores se hicieron temer
á su vez , pasaron el Adige con , el mismo
derecho que habian tenido los austriacos


171
para atrincherarse en sus riberas , y los
venecianos sufrieron todos los males de
la guerra , sin haber tenido ni aun la
gloria de haber peleado, que honra siempre
la tumba de los pueblos vencidos. Sufrie-
ron el castigo de su pusilanimidad con
respecto al Austria , de su rencor contra
los franceses , de sus tentativas ya ocultas,
ya declaradas para libertarse de estos úl-
timos ; y para mayor ignominia , ademas
de perder su independencia , fueron la
compcnsacion que el vencedor aborrecido
dió id kustria , por cuyo impulso é in-
fluencia habian venido sobre la señoría
tantas calamidades.


Roma se halla en la misma situacion..
Teme á los austriacos, como á enemigos
natos de la independencia de la Italia; pero
aborrece á los napolitanos por los principios
liberales que han proclamado. Quiere la
neutralidad , porque ni tiene voluntad , ni
fuerias para hacer la guerra; pero la po-
tencia que se condena á la. neutralidad
por falta de recursos , no podrá conser-
varla. Hoy atraviesan los austriacos el
territorio de la Iglesia; pero si la victoria
vuelve á ser fiel ,á los estandartes de la.
libertad; si el pueblo napolitano , alcor!




r
122
dándose de que pelea por sus hogares y
por la independencia de toda Italia , re-
nueva los prodigios de las Terinópilas y
de Fleurus , ¿ qué será entonces de Roma?
¿ Implorará la . neutralidad ? ¿ invocará el
auxilio' de los soberanos de la santa alianza?
¿Qué responderá á los napolitanos ,cuando
estos le reprehendan su indiferencia por
la suerte de la Italia , madre comun de.
unos y-otros ?


Pero ‹,vencerán los austriacos." Y ¿ cuál
será en este caso la suerte del estado ro-
mano? ¿ Piensan que se verán libres de


'las tinas alemanas ? Aunque no sea mas
que para tener un punto de conumication
entre Napoles vencida y Ja Lombardía, el
territorio de la Iglesia será asolado por el
Continuo tránsito de los egércitos. Ademas,
¿ quién puede preveer hasta dónde llegarán
las pretensiones del Austria vencedora y
dictando leves • á la Italia sometida ? El
gabinete de Viena en premio de la influen-
cia que adquirirá en la península, tendrá'
que dar compensaciones á sus aliados en
Polonia y en Alemania. ¿Bastará el reyno
de Nápoles á balancear estas compensado-
nesn aunque bastasen, ¿no serán necesarias
conitnicacio nes entre el Abruzzb y el ns?


x73
Ya se podrian dar los romanos por felices,
si el gabinete de Viena se contentaba con.
las legaciones y el Piceno.


Un gran publicista ha dicho que el
Austria no se olvida de nada. Bien conoci-
dks son en la historia las pretensiones de
los emperadores de Alemania al dominio de
la capital del universo, ya como sucesores
de Cárlo-magno, ya como herederos del
antiguo imperio de , Occidente. ¿ Quién im-
pedirá al gabinete de Viena que las renueve
ahora, en el caso de adquirir por la fuerza
de las armas una omnipotencia no contes-
tada ? Un estado ha perdido en la realidad
su independencia, cuando se pone á mer-
ced de la fuerza armada estrangera. Na-
poleon agregó los estados pontificios al
territorio del imperio francés;


Los títulos
buenos ó malos del Austria son mas anti-
guos que los de Napoleon, y la voluntad
de apoderarse de lo ageno, es la enfermedad
endémica dé los gabinetes.


Nada podrá salvar á Roma del yugo
que la amenaza , sino el espíritu del siglo,
qúe puede ser comprimido por la fuerza
de las armas , pero no aniquilado. Las!
luces que se han hecho generales en casi
'tecla Europa , el odio de los privilegios;




V"


'74
el desprecio en que han caido los gobier,
nos despóticos,, son los grandes ostáculos
que tiene que vencer el Austria. Los go-
biernos absolutos se asustan de su propia
• sombra , y ¡aparentan tanto denuedo contra
naciones libres (t)! Pero el pueblo que los
terna, doblará sus fuerzas : el pueblo que
los espere á pie firme , las reducirá á la
mitad.


La conducta que` el patriotismo y el
estado actual de la Europa dictan al go-
bierno de Roma, es impedir por todos los
medios posibles la ocupacion del centro y
del reediodia de la península. Para esto
le bastaba oponerse á que pasasen por sus
estados tropas estrangeras; derecho que ni
Troppau ni Laybach han quitado todavía á
los gobiernos de segundo orden. Pero si
las grandes potencias á pesar de la opo-
sicion del sumo Pontífice , se hubieran


(1) Breves observaciones sobre la nota pasada á
varios gabinetes por los de Austria , Rusia y Prusia
de ,resultas del congreso de Troppau. Por don Fran-


cisco Martinez de la Rosa, 1811. Imprenta del uni-
,versal , calle del Arenal. Este precioso opúsculo
contiene una 'impugnacion enérgica de las preten-
siones de la santa alianza , y reune al mérito de los
buenos principios y doctrinas sanas , el de la
clon constantemente pura , animada y vigorosa.


175
ostinado en romper por sus fronteras, está
nueva injusticia hubiera acabado de de.po_
polarizar en Europa la santa alianza, y ya.
se sabe que en el estado actual de las so-
ciedades la fuerza moral ,es superior á
todas las denlas. ,; Quién ha estorbado á
los romands que aumenten inmensamente
esta fuerza moral por la adopcion del ré-
gimen representativo, que como ya hemos
demostrado en Otra parte , no es incom-
patible con el caracter sacerdotal de su
monarca ?


Pero los gobiernos no miran mas giste
á pasiones del momento , y á intereses
mal calculados. La irresistible necesidad
de las cosas fundará el sistema constan-
tional en Roma y en Austria: y ¡sin em-
bargo vemos que el Austria enciende la
antorcha de la guerra, y Roma compromete
la independencia de la Italia, con él fin
de destruir el mismo sistema al cual no
tardarán en someterse!


¡'O cocas lzon'nunz mentes"!..<




r76


Noticio de las lebinas portátiles é inodoras.


El remedio menos malo que se ha bia
enco-ktrado hasta ahora , para quitar de la
vista ol desagradable espectáculo de las
Materias fecales amontonadas en las calles
y plazas de las grandes poblaciones , y


- evitar los perniciosos efectos producidos
por los Miasmas inefíticos que de ellas se
exhalan , ha sido la construccion de las
letrinas. Pero estas ofrecen todavía graví-
simos inconvenientes , que muchos hom-
bres sabios y celosos , amantes del bien
público, han procurado remediar, propo-
niendo varias reformas , ya en el modo
de construirlas ,/ya en las precanciones que


• deben tomarse al tiempo de limpiarlas •
Sus propuestas no han tenido el buen
éxito que merecian fan benéficos esfuerzos;
pues por una parte el exceso de gastos,
y por otra la pereza y mala mata de los
operarios , han sido obstáculos mas que
suficientes para inutilizarlos Asi _es -que
la construccion y gobierno de las letrinas,
ramo de policía algo mas importante, . de
lo que muchos - se imaginan , subsiste to-
davía con las mismas imperfecciones , y los


1.77
mismos inconvenientes que tenia en su prin-
cipio.


Su construcción y composturas son
demasiado costosas; y mucho mas si se
hacen con las precauciones debidas.


2.° La mezcla de las materias fecales
con la parte líquida urinaria , pasando á
fermentacion con el contacto del ayre, des-
pide gases mortíferos, que ocasionan mu-
chas veces accidentes funestos.


3.° Por• mas bien construidas que es-
ten , siempre se-filtran á las inmediaciones
las materias líquidas que


.
infestan las cuevas


y las aguas de los pozos , prestan al ter-
reno los principios de la nitrificacion , y
esta • nitrificacion , atrayendo y conservando
la humedad, penetrando hasta ef corazon


• de las piedras, acelera prodigiosamente la
degradación y la ruina de los edificios.


4.° La operacion de la limpia , hacién-
dose de noche , es contraria al órden pú-
blico y á! la tranquilidad de una buena
parte del vecindario; sin contar otros mo-
tivos de policía general que exigirian su
abolición , si una necesidad tan absoluta
no la hiciese tolerar.


5.° Las noches de limpia en una casa
son perjudiciales y peligrosas á los mora-
Tomo v r 2


1,




Y-


n;


178
dores de ella y de su vecindad: perjua
diciales, porque los gases que se desprenden
abundantemente, deslucen y aun corroen
la plata , los dorados , y casi todos, los
metales : peligrosas, porque estos mismos


„gases pueden introducir en un barrio el
germen de algunas enfermedades pútridas.


.6.0 El, oficio de pozero ó limpia-letri-
nas es sucio , asqueroso y nocivo : como
los infelices que le egercen tienen que tra-
bajar de noche , apuran sus fuerzas , y
para sostenerlas emplean medios violentos
que , reunidos al ayre infecto que res-
piran ,- destruyen su salud y abrevian su
vida.


Todos estos males desaparecen con el
uso de las letrinas móvibles é inodoras,
inventadas, por Cazeneope én París. Son
económicas en su construccion , fáciles de
manejar , cómodas y seguras : las hemos
Visto establecidas en algunos cuarteles mi-
litares, en casas grandes y pequeilas ; y
todos los que las. usan, estar bien conven-
cidos de su incontestable utilidad.


Se componen de dos toneles., cuya dis.
po'sicion y comunicacion son tales , que
el ayre no puede entrar en ellos : la ma_
teria líquida se 'filtra y pasa al tonel in-


179
ferior , quedando la materia sólida en el
superior : estas dos condiciones destruyen
la fermentacion , y por consiguiente la
formacion y desprendimiento de gases
infectos.


Se desarman con suma falicidad , sin
que en esta operacion despidan ningun
mal olor : y por lo mismo se pueden tras-
portar de• dia_ al sitio donde 'se hayan de
desocupar , sin la menor incomódidad del
vecindario.
• Se pueden colocar en cualquier sitio
de la casa , alto ó bajo , ó en los mismos
pozos ó cisternas que ahora sirven de le_
trinas, despues de bien limpios, revocados
de nuevo y blanqueados :• y como los nue-
vos aparatos ocupan tan poco lugar , po-
drán dichos pozos quedar útiles para otros
usos.


Con esta breve idea , podrá cualquiera
inferir que con las letrinas de Cazeneuve
desaparecen todos los inconvenientes que
traen consigo las: comunes, y que dejamos
anotados mas arriba. El coste de costruccion
no llega á la cuarta parte , á lo menos en
Paris : las infiltraciones cesan totalmente
y por consiguiente la nitrificacion del ter-
reno y de los cimientos de los edificios


12.




18o
se escusa la operacion d'e la limpia , .pues
basta , como hemos dicho, desunir los to-
neles y trasportados al vaciadero , y esto
en medio del dia ; sin que los pozeros ten,
gan que pasar malas noches , ni respirar
un ayre incómodo y mal sano.


Una invencion de esta especie debe
mirarse como un regalo inapreciable hecho
á la humanidad, especialmente á los ha-
bitantes de las grandes poblaciones. Asi es
que los ingleses . , cuyo discernimiento en
materia de invenciones puede tomarse por
modelo , adoptaron esta luego que la cc:1.,
nocieron , y se ha propagado su uso en
Lóndres con mas rapidez que én París. En
varias ciudades de Alemania :, Payses-bajos
é Italia se va introduciendo igualmente,
con harta satisfaccion de los que disfrutan
de sus inapreciables ventajas.


Sabemos que existe una compañía que
trata de fabricar estas nuevas letrinas é in-
troducir su uso -en Madrid y demas ciuda-
des populosas de España , lo cual nos ha
movido á prevenir al público en su favor,
y dar á estos hombres benéficos , que ni
siquiera conocemos de nombre, , este sin.‘
cero testimonio de agradecimiento).b


i8r


Sobre la -verdadera aplicación de la
palabra tontos.


Todo el mundo se ha


empeñado
decir que hay un gran número de tontos,
y vive Dios que todo el inundo padece
una equivocacion muy grosera sobre este
punto. Si no fuera ya tan traqueteada la
cuestion sobre el abuso frecuente que se
hace-de las palabras, este era el caso de
escribir una disertación larguísima y llena
de noticias históricas sobre los desastres y
calamidades que ha ocasionado á los hom.
ores- la diferente significacion que han
querido dar á ciertas voces. ¿Quién hay que
ignore los torrentes de sangre que costó
la inteligencia de la voz substancial y las
naturalezas plásticas ? Cuántas guerras y
persecuciones no han ocasionado las dis-
putas acerca de la libertad? Unos. aecian.
.que consistia en el poder ó facultad de
obrar, otros en la ocultad de querer, y


• otros en la facultad de egeeutar. Cada uno
se figuraba que la razon estaba de su parte,
y que los que pensaban de i diferente modo,
no solo cometian • un error de entendi,




782
miento, sino tambien de voluntad. Estaba
muy en yoga la aficion á las disputas; pero
á nadie le ocurria la necesidad de definir
lós términos antes de acalorarse en la . cues-
tion. Gritaban,_ se perseguian , se extermi-
naban unos á otros ; pero no se entendian
jamas.


No era' facil que nosotros , á pesar de
los progresos que sé han hecho en el arte
de pensar, dejásemos de resentimos de esta
mania hereditaria, la cual hubiera ya per-
dido gran parte de su fuerza si no se hu-
biese sostenido con la edueacion. Desde
la primera infancia se nos acostumbra á.
pronunciar palabras cuyo sentido no en-
tendemos, y esta y otras muchas costum-
bres que se maman, por decirlo asi , cori
la leche, no se pierden ni se desarraygan
jamas. De aqui nace la extraordinaria faci-
lidad con que, sin mas examen que la
impresion del momento, calificamos las
cosas y las personas sin fijar una idea cier-
ta en las palabras que usamos con mas fre-
cuencia.


Una de ellas es sin disputa la de tonto,
con la cual queremos designar , no asi
como quiera un hombre de corto enten-
dimiento, sino generalmente á lodo aquel


183
que ve las cosas ó sé maneja en sus asun-
tos de diferenoi manera que nosotros.


. •


¡Qué tonto es don Anacleto , decimos
á cada instante , si piensa que por llevar
aquella levita de moda y Jos cabellos tan
rizados, ha de lograr suplantar á don Eu-
sebio en el corazon de doña Elvira! ¡ Oh
cuán poco conoce hasta dónde llega la
constancia y fidelidad de esta tierna aman-
te, que seria capaz de dejarse hacer pedazos
antes que dar el menor disgusto á su due-
ño idolatrado! Fuera de que ella seria un
monstruo de ingratitud si fuese capaz. de
faltar á don Eusebio, porque no es posible
hallar tus hombre mas cuidadoso de que
no la falte nada , ni que menos se separe
de órdenes que le comunica diariamen-
te. Apenas se levanta de la cama cuando
la envia un billete apasionadísimo, contan-
dola los sueños que ha tmaido, y de los
cuales siempre resulta qne la imagen de
doña Elvira no. se ha separado ún punto
de su imaginacion enamorada. La 'cartita
va siempre acompañada de un ramillete de
escogidas flores atadas con una rica cinta,
ó colocadas en nn vaso precioso que vale
mas que un jardin entero. Luego que se
viste y se asea, va á presentarse á su ado-




184
rada prenda, y rara vez deja de acompañar
la visita con algun regalito decente, com-
prado, corno por casualidad, y ofrecido
corno una bagatela que apenas merece la
pena de ser admitida.


Doña Elvira se sonrie luego que le ve
entrar, le pregunta con mucha intension,
qué tal ha pasado la noche; si se acostó
luego que llegó á su casa, si ha hecho
alguna otra visita antes de. venir á_ verla,
,si le continuó aquella tos que le incomo-
daba en la tertulia la noche anterior, y
por último si ha visto á don Anacleto.
Don Eusebio se apresura á tranquilizar á
su amante acerca de la salud y del sueño,
y por lo que hace á don. Anacleto dice
que en aquel instante acaba ti de separár-
sele -para entrar en una perfumeria. Ella
no puede disimular su enfado de que los
hombres se conviertan en maricas, y aun
cuando clon Anacleto no tuviera otro de-
fecto que ese, bastarili para que en toda
suMda no pudiera vencer la repugnancia
de su corazon. Eso se llama pensar con
juicio, dice don Eusebio, y cada dia se fe-
licita mas de haber encontrado una muger
que sabe distinguir el verdadero mérito.


Entretanto el diablo que todo lo en,


185
rada „ hace que don 'Anacleto se presente
un dia en el prado con un trage perfecta-
mente hecho y acabada() de llegar de París.
Al dia siguiente Doña Elvira está con un
fuerte dolor de cabeza que la impide recibir á
don Eusebio; y el tonto de don Anacleto es
el único que tiene gracia para consolarla.


Habrá un tonto mas insigne que mi
vecino Pan taleon...? ¿Pues no se le ha figu-
rado que con ir y venir á la secretaria los
dias de audiencia, y con llevar su targeta
corriente , los dias de cumpleaños de los
ministros y de sus esposas , le han de hacer •
archipámpano por lo menos? Vaya que
yo no he visto un majadero semejante....
Vea usted qué meritos puede, él alegar,


ni qué conocimientos literarios puede ex-
poner para que le colóquen en ninguna
parte! Preciso es que los ministros esten
ya fastidiados de verle hacer tantas corte-
sías y reverencias siempre que atraviesan
los pasillos, y harto será que algun dia no
den orden á los porteros para darle con
la mampara en los hocicos. ;Qué poco que
conoce el bueno del hombre los muelles
servicios que necesita probar un preten-
diente, y la multitud de empeños que ha
de reunir para lograr siquiera que empie?




186
cen á hacerle caso! Ahi está don Antonino
el capitan retirado, que despues de cuatro
años de muletas, y á pesar del empeño
y de los informes de sus gefes, todavia no
ha podido lograr que le acomoden en nin-
guri ramo, ¡y piensa el otro zampatortas
que no hay mas de venirse con sus ma-
nos lavadas y aspirar á destinos cómodos
y de buena renta! Vaya que no parece sino
que el tal bobitonto no ha parado su
atencion en la enorme diferencia que hay
de este tiempo' á los anteriores. Antigua-
mente ya sainamos que á fuerza <le seguir
la partida de tresillo ó de mediatos en casa
de algun camarista , ó con tener la pa-
ciencia de traer y llevar á la tertulia á la
sobrina de un ministro, ó finalmente con
imprimir un mal soneto en elogio de
algun animalito predilecto de algún señor,
stdian lograrse destinos , rentas y 'conde-
coraciones„ Pero despues del dichoso trán-
sito que hemos hecho desde el despotismo
al sistema constitucional, nadie podrá de-
cir con verdad que se haya dado colocacion
alguna ni á los amigas, ni á los parientes,
ni á los acompañantes, sino que se ha ido
escogiendo lo mas exquisito y primoroso
para cada ramo.


87
Por eso no puedo' menos de reirme á


carcajadas cada vez que le veo á mi vecino
ponerse de punta en blanco , y


vaya no
hay que retire tanto, sino pasar inmedia
mente á casa de don. Pantaleon y darle la
enhorabuena por el excelente empleo que
acaban de conferirle , entretanto que el
capitan de las muletas sigue presentando
memoriales , y acostumbrándose á hacer
cortesias con gracia.


Para tonto don Fabricio, ese si que
no tiene compañero en su 'línea, y que
debe excitar la - compasion de s cuantos le
conocen. Todo el mundo se rie' de él en la
tertulia al verle sacar su dinero, y perder
las onzas como agua, siempre que se acerca
á la mesa del monte. Ya se ve, él no co-
noce todavia la ventaja 'que tiene un ban-
.quero , y se le figura que todo el busilis
consiste en el modo de cortar el naipe:
por eso tiene la mania (le pedir el alce á
cada instante , y lo que resulta es que
no solo él pierde su regalado dinero , sino
que es causa tambien de que los demas
pierdan el suyo. Mil veces se le está di-
ciendo que se retire , que no sea obstina-
do, y que no acabe de arruinarse en una
partida en que ya se sabe que' los puntos




188
tienen una desventaja inmensa; pero él
está tan emperrado contra el banquero
por otras desazones anteriores, que dice
que no ha de parar hasta darle * un golpe
decisivo. Todos los concurrentes le com-
padecernos, y aun procuramos ayudarle
cua,ndo copa la banca ; pero siempre quiere
el diablo que la caria que él elige es la
ultima que se presenta, y ya se ve, pierde
él y perdernos todos, no mas de por seguir
á un tonto de capirote.


Este' es el concepto que toda la ter-
tulia tiene formado del famoso don Fa-
brieio ; pero el pobrecito tonto reparte to-
dos los meses las ganancias con su enemi-
go el banquero, y pasa una vida regalada
á costa de la estúpida compasion, y de la
simplicidad y avaricia de loktertulianos.


¿A quién presumirá engañar en estos
tiempos ese tonto de don Julianito con su
cabeza inclinada sobre el hombro izquierdo,
ese mirar humilde, ese ayre entre com-
pungido y risueño', ese vestido desaliñado,
y esa flexibilidad perpétua para decir que,
sí ó que no , segun la voluntad de los
que le dirigen la yalabra ? ¿ Piensa que es-
tamos todavia en aquellos tiempos en que
bastaba un , poco de hipocresía y de apa-


189
riencia de humildad para engatusar á los
superiores y apoderarse


. de los mejores
bocados ? ¿O se • le figura acaso que los
que mandan en el dia se dejan llevar de
exterioridades engañosas, ni de humilla-
ciones ridículas? La carrera eclesiástica no
es ya mirada en España sino corno la car-
rera de la verdadera virtud , en lugar de
que antes lo era ponla mayor parte del favor
y de la zalameria. Mal conoce D. Julianito
el verdadero modo de agradar á los que pro-
veen los beneficios eclesiásticos, porque en
echando de ver que debajo de aquellos
ábitos ramplones se oculta un urgullo in-
fernal , y una ambiciou insaciable, le en,.
viarán á paseo , y no accederán á ninguna
de sus pretensiones. Pero el tal don Julian
se ha empeñado en perder el tiempo , y
dar que reir á su costa á los demas pre-
tendientes , que sin ser unos gazmoños
ni llevar el cuellecito con ribete almido-
nado , son hombres de saber y de virtud.
Mas valiera que alguna alma caritativa le
desengañase, para que no diera la ida por
la venida , y supiera que no hay nadie
que no le conozca á fondo.


Sin embargo, apenas pasan ocho dial
cuando el señor don Julianitó es provisto




r
go


para una pieza eclesiástica de mas de dos
mil ducados de renta anual, y aun se mues-
tra. descontento porque no ha logrado ser el
interventor de cierta augusta conciencia.
¡ Pobre tonto!


Quien lo es completo y cabal de los
pies á la cabeza sin que nadie lo dispute,
es aquel caballerete á quien llaman el
tramposo. No hay persona alguna que le
haya hablado una sola vez, que no quede
convencida de la incapacidad natural que
le ha cabido en suerte , y lo que todavía
es mas de agradecer , él mismo estaba ),a
consentido en pasar por un solemne ma,
jadero , tanto en su propia casa como en
las apenas. Nunca se le habían notado otras
inclinaciones que las de pedir prestado á
todo el mundo , y aspirar -á alguna librea
honrada en el palacio de cualquiera rey.
Orgulloso como todo simple , y sin opinion
propia como todo ignorante , se chupaba
los dedos tras de un colgajo que no pudo
obtener jamas , ó tras de una vengatiza
arbitraria que consiguió mas de una vez..
Hubiera él dado en aquel tiempo la mitad
de sus rentas por una señal de aprecio
del soberano, aunque fuese un puntapié ó
un estiron de orejas ; pero tuvo la des-


19x
gracia de presentarse siempre tan en tonto,
que hasta en la corte lo parecia.


Entretanto , •, quién difiera ! De la noche
á la mañana se le ha metido en la cabeza
que es liberal , y no hay diablos que le
persuadan á que el liberalismo no es para
tontos. El se ha empeñado en probar que
no solo pueden reunirse estas dos ideas, si-
no que ha de amalgamar en su cabeza las
de constitucion y privilegios. Ya se ve, to-
d9 el mundo se rie de él , y nadie se per-
suade á, que pueda mirar este sistema sino
como otro medio de engalanarse con algun
título vano y pomposo que le cueste que-
darse sin camisa. Fuera de que seria harto
ridículo , que en un tiempo en que todo
se dirige á nivelar las clases, hubiera quien
pretendiese salir de la suya, sin que pre-
cedieran servicios eminentes á la patria ; y
asi no hay que dudar de que el tal ca-
ballerete adelantará lo mismo en el actual
régimen que lo que logró en el anterior...
Pero C qué es lo que oygo? por liberal le
tienen ? d y le premian solo porque él lo
dice ? ¡ Ay , ay, ay , qué bueno anda el
ajo!


He aqui al poco mas ó menos cómo
discurrimos generalmente los hombres,




192
prodigando epítetos humillantes á los qué
acaso los merecen menos que nosotros
mismos. Acabemos una vez de conocer que
el número de los ignorantes es mucho ma-
yor de lo que se cree generalmente; pero
que es mucho menor el número de los tontos
de lo que piensan los discretos. Vivamos
persuadidos á que por mas extravagante y
desusado. • que nos parezca el camino por
donde los denlas hombres se dirigen al
templo de la fortuna , no debemos presu-
mir que sea mas largo ni acaso menos se-
guro que el que seguimos los denlas. Yo,
por lo que á mí hace , todavía no _he
encontrado otros hombres á quienes poder
llamar verdaderamente tontos , sino á los
que prestan su dinero por pura amistad;
que es la tonteria por excelencia.


PA1US.


V
licc &rent , si testiculi .


vena olla paterni
iveret in nubis ?"


PERSIO.


Es un fenómeno bastante raro que la
historia no dejara, de consignar en sus ana-
les, el ver á un mismo pueblo en el inter-
valo de 3o años convidar á toda la Europa
á la libertad que él se habla. adquirido , y
hacer causa coman con los gobiernos ab-
solutos para oprimir los principios consti-
tucionales en los payses que han seguido
su egemplo. La Francia de . 1 793 queria,
revolucionar toda la Europa: la Francia,
de 1821 quiere esclavizada, y no bajo su
yugo, sino-bajo el de las potencias á que
mas debe temer ella misma ; de modo que
ni aun tiene la miserable disculpa (le los
ambiciosos consignada en -la máxima de
Cesar: Si peccandum est,


•egnandi causa
pec


candum est. Si Napoleon comprimió los
principios liberales en todos los payses de
Europa á donde alcanzó, ó su dominacion
ó su influencia, á lo menos lo biza con


TOMO vr. 13




194
miras de utilidad prOpia: su crimen fue
el abuso de la fuerza, no la confesion de
la debilidad. El gobierno actual' de Fran-


' cia es mas generoso: renuncia la libertad;
ataca la libertad ; pero no por sus intere-
ses privados, sino para el bien y prospe-
ridad de los gabinetes absolutos de Viena,
Berlin y Petersburgo. ¡ Quiera el cielo que
estos gabinetes no le paguen tanto desin-
terés y desprendimiento en la moneda cor-
riente en diplomacia! Y decimos quiera el
cielo, porque estamos convencidos de que
el equilibrio europeo, ya sumamente des-
concertado , cesará de existir en el mo-
mento que la Francia deje de ser una gran
potencia.


Pero ¿lo es en el dia.? Vemos en el ma-
pa un gran • territorio: admiramos en la
estadística inmensas riquezas industriales.
y mercantiles, inmensa y vigorosa pobla-
cion: leemos con asombro en los libros
la profunda sabiduria, el exquisito gusto,
los portentosos progresos en artes y cien-
cias ; oimos de los viageros todos los go-
ces de la vida, todos los placeres de la
civilizacion , todas las -Virtudes de la hu-
manidad residen alli como en su centro.
publicistas, literatos, poetas, aun de las na•


195
Cienes que mas rivalizan eón la Francia,
repiten á cada paso que París es el cen-
tro del mundo social, y que la Francia es
el primer pueblo del universo. El filósofo
desea conocer y estudiar este pueblo ; le
examina bajo todas sus relaciones, y halla
que no le han mentido los que le han in-
formado; pero el político estudia su di-
plomacia, y ve con espanto que esa nacion
tan sabia, tan humana, tan valerosa, tan
extensa y tan poblada-, está en el quinto
grado de la escala europea, inferior al ruso
semicivilizado, al austriaco' mediterráneo,
al prusiano cuya monarquia recien forma-
da se compone de elementos heterogéneos
todavia, y al altivo ingles que separado del
continente, debe á su libertad la influen-
cia que jamas pudiera deber á la extension
de su territorio. Ve que la Francia accede
á las determinaciones' de las tres primeras
potencias contra la libertad que ella misina
ha consignado en su constitucion , contra
la independencia de Italia, eterno obgeto
de rivalidad entre el Austria y la Francia
contra el reyno de Nápoles, unido á la
Francia con todo género de vinculos: ve
en fin que la Inglaterra cúyos intereses
políticos no pueden recibir grande altera--


r3.




196
cion por las revoluciones y guerras de Ita-
lia , ha manifestado mas denuedo contra
la ambicion poco encubierta de las gran-
des potencias, que la misma Francia, á la
cual se le va á abrir en Italia, perpetuo
teatro de sus triunfos, la tumba de su
gloria y tal vez de su independencia.


Pero conforme se vaya examinando mas
cuidadosamente el estado actual de la Fran-
cia , se verá que no debe atribuirse á la
nacion la debilidad en que ha caido. Si ha
dado pasos atras, cuando el impulso co-
municado por ella á la Europa continúa
Marchando victoriosamente , no es culpa
suya , sino de aquella faccion insensata
que ensangrentando la revolucion-,, pasó
mas adelante de los límites que la libertad
se impone á sí misma. Nosotros empezar


oréms á contar todas las desgracias de la
Fra‘ricia , desde aquel momento en que se
sustituyó , at régimen constitucional el re-
volucionario, á las formas legales de la
justicia las leyes y los tribunales de excep-
cion , yen fin , á la verdadera libertad la
tiranía de los anarquistas. Entonces el es-
píritu del .pueblo francés, comprimido por
el terrorismo , 'cometió el abismo en el
cual iba á precipitarse y nada le pareció


197
peor que el sanguinario gobierne de Ro-
berspierre. Por esta razon sufrió paciente-
mente el gobierno tan insolente como dé-
bil del directorio , la irrisoria, república
consular , el despotismo militar bajo ,


el
nombre de imperio , el orgullo y los ren-
cores de los - emigrados restituidos , y la
cámara de 18i5.


• El pueblo francés ama
las instituciones liberales , es idólatra de
la gloria nacional ; y si una funesta espe-
riencia no le .hubiera enseñado cuánto "
cuestan las revoluciones, tiene vigor so-
brado para obligar á su gobierno á colo-
carse en el lugar que le pertenece entre
las potencias de Europa. Mas teme , no al
Austria , no á la Rusia , no á la Inglaterra,
no á su ministerio , sino á la exageracion
de los principios, á la exaltacion de las
pasiones, á la facilidad que adquieren los
malvados en tiempo de convulsiones para
calumniar, perseguir y degollar impune-
mente. Se acuerdan de las proscripciones
de 9. y 93, y no quieren dar á la ju-
ventud actual los espectáculos funestos que
horrorizaron á sus padres.


Oh, cuánto es de desear que aquella
terrible leccion sirva de escarmiento á los
pueblos que entran de nuevo bajo el im°




198
perio de la libertad! La senda constitucio-
nal, aunque estrecha, aunque escabrosa en
algunos puntos , es sin embargo manifiesta
é imperdible. ¿Cuál es la marcha que debe
seguir un pueblo que quiere ser libre
constitucionalmente ? Castigar con la misma
vara de la opinion pública á los que le
aconsejen caer ruin é infamemente á los
pies de un monarca absoluto y de una
aristocracia privilegiada .;'y á los que le
inciten á quebrantar el freno de la autori-
dad constituida, y á atacar la dignidad
real ; herir con la misma segur de la
justicia á los que conspiren contra el sis-
tema representativo , só color de fidelidad
al rey , y á los que conspiren contra la
autoridad real , só color de amor á la li-
bertad. Es muy dificil, lo sabemos, con-
servar el justo medio entre estos extremos;
pero el peligro que hay en ellos , ya de
la esclavitud, ya de la anarquía , debe
empellar á las naciones en estudiar y adop-
tar con sumo cuidado todos los recursos
imaginables para no declinar á derecha ni
á izquierda. Todos los exaltados, ya á favor
de la licencia , ya á favor de la tiranía , no
tienen mas que un entusiasmo facticio que
sirve de capa á sus intereses particulares


199
y á sus pretensiones Ambiciosas. Toda exa-
geracion es hipócrita, ya sea en virtudes
políticas , ya en religiosas.- El ansia de
destinos, de riquezas ó de venganzas, es
la verdadera causa de los furores que ob-
servamos en los apóstoles del servilismo y
en los fautores de la tirania popular. Per-


.


donesenos esta digresion .en favor de la
importancia de su objeto.


No censuramos á da' nacion francesa
por la indiferencia con que su ministerio
mira la suerte de la Italia : censuramos al
ministerio mismo. Hasta ahora no se sabe
con certeza hasta qué punto se estiende su
adhesion á las medidas que se han adopta-
do en el congreso de Laybach contra el
reyno de Nápoles ; pero nos basta el ver
tranquila á 'la Francia , cuando el Austria
ocupa la península con numerosos escua-
drones , para que tengamos derecho .de
acusar al gobierno francés , aun cuando
este no hubiese cooperado á la agresion.
Las circunstancias actuales son las mismas
que lasque se verificaron antes del repar-
timiento del antiguo reyno de Polonia.
Las mismas potencias se armaron , y la
Francia parece que está dispuesta á tener
con ellas la misma connivencia. ¡Con cuánta




ROO
aspereza ha sido reprehendida por los pu-
blicistas la , indolencia del ministerio fran-
cés, que dejó entonces á los polacos entre-
gados á su infortunio y al arbitrio de los
gabinetes que codiciaban sus despojos ! Se
ha llegado á decir que de aquella indolencia
han procedido casi todos los males de la re--
volucion francesa ; y en electo , ni las coali-
ciones hubieran sido tan terribles ni tan,
numerosas , si la Francia hubiera tenido
por centinela avanzada hácia la frontera
oriental de Europa á la república de Po-
lonia. La destruccion de este estado facilitó
á la Rusia , ademas de todas las comuni-
caciones necesarias con la Alemania , la
transposicion de sus fronteras primero al
.Vistula, y despues al Oder. Los escuadro-
nes rusos no hubieran insultado las orillas
del Pó , ni las del Sena , si el gobierno
francés hubiese roto valerosamente la in-
comprehensible alianza que el cardenal de
Bernis le hizo jurar con la casa de Austria,
su eterna é irreconciable enemiga.


Y ¿se repetirá ahora el mismo yerro?
y ¿la Italia sufrirá el mismo destino que
P olonia ? ¿ y los ministros de Luis XVIII
caerán en las mismas necedades que des-
acreditaron á los de Luis XV y Luis XVI ?


20Z
,


La Francia 'conoce ya sus fuerzas ; conoce
las fuerzas de la. libertad.: dos grandes
naciones le brindan con las suyas , para
que se empleen todas reunidas , no en
fundar el orgulloso imperio de un con-
quistador ambicioso , sino en asegurar los
derechos de los hombres libres , y la in-
dependencia de los estados y el equilibrio
de Europa. Y por complacer á una faecion
insensata , que no tiene nias patria que sus
privilegios , ni mas ambicion que la de
servir altivamente en el palacio del prín-
cipe, ¿dejará pasar el ministerio la ocasion,
quizá única-, de restituir á su nacion el
esplendor que le es debido , y levantarla
del estado de humillacion á que la han
reducido sus últimas calamidades ? Que no
tema la guerra : la manera de evitarla es
ostentarse siempre dispuesto á sostener el
honor propio y los intereses mas sagrados
de las..naciones.


En la terrible lucha que va á empe.:
zarse , se trata nada menos que de crear
un triunvirato européo , no menos -temible
que el fastuoso imperio de Napoleon; por-
que en el momento que la fuerza de las
bayonetas haya establecido por principio,
que nadie es dueño de su casa sin el con,,




T202
sentimiento de las grandes potencias, queda
erigida indispensablemente la tiranía triun-
viral, y se abre el camino para una série
interminable de guerras. Hoy incomoda que
Nápoles haya adoptado la constitucion . de
España : mañana se pondrá en combustion
la Alemania para que la nobleza de Wur-
temberg recobre sus antiguos privilegios:
otro dia se indi gnarán de que en Francia,o
haya quedado un asilo á las ideas libe-
rales en la tribuna nacional ; y i oh ! si
pudiesen poner un yugo á esa desenfrena-
da libertad de imprenta; que atormenta


• á
los ingleses , y que ha sido la verdadera
causa del movimiento general á favor de
los gobiernos representativos'. Las bayo-
netas austriacas y rusas correrian de na,
cion en nacion , constituyéndolas á todas,
y haciéndolas felices bajo el azote del ven-
gado despotismo. Este no es cuadro ima-
ginario; si se les deja , harán todo esto y
mucho mas•, para no permitir que decayga


• el orden social , y para castigar á los pue-
blos y á los individuos, que no reco'nozcan
que la omnipotencia de los monarcas y la
dominacion de los aristocratas han sido
concedidas por el cielo á los miserables
'humanos para su bien y consolacion.


203
Las , grandes potencias sc apresuran á


emplear los argumentos y la lógica propios
del poder absoluto, es decir, los cationes
y los soldados, y hacen bien. Si tardan,
podria llegar el caso, segun son contagio-
sas las ideas liberales, en que no encontra-
rían tropas que quisiesen guerrear contra
la libertad. La actual cruzada que es la
segunda contra los derechos de los pue-
blos, encuentra á la Europa en un estado
muy diferente que la primera. En 1709
el amor al poder absoluto era un fana-
tismo: en el dia no es mas que una espe-
culacion. El servilismo ha perdido ya á
los ojos de los pueblos todos los prestigios
de que por tantos siglos le hahian rodea-
do el error y la supersticion. La generacion
actual ve en la monarquia una magistra-
tura, no un derecho independiente de las
instituciones humanas ; en el privilegio,
un abuso creado en los siglos bárbaros; en
los ministros del altar, los anunciadores
de la divina palabra y de la moral evangé-
lica, no los árbitros absolutos de las nacio-
nes y de los gobernantes. Esta es la dis-
posicion actual de los ánimos ; y no es ya
posible armar las naciones en nombre del
cielo contra un estado que defiende sus




o4
derechos; no es ya posible organizar una
coalicion de pueblos: mucho,


haran si con-
siguen formar una alianza de gabinetes.


El ministerio frances, y aun la faccion
ultra-realista deben considerar que si está
en sus principios oponerse á los progresos
de la libertad, es contra sus mismos intere-
ses favorecer á los opresores de la inde-
pendencia ; y pues que son tan sagrados,
para ellos los principios políticos de su
antigua monarquía, acuérdense que Cata-
lina de Medicas y Enrique IV favorecieron
la independencia de la Holanda ; Luis XIII
la de los príncipes protestantes de Alemania;
y Luis XVI la de la América. ¡Con cuánta
mas razon deberá Luis XVIII favorecer
la de Italia, sin la cual será precaria la de.
la Francia misma!


2t5
CORTES.


SESIONES DESDE EL 3 HASTA EL 12 DE MAItZO.


Observaciones sobre la "leían actual.


Decir la verdad, la verdad toda, y nada
mas que la verdad, es á lo que se obligan
con juramento los testigos en los procesos
judiciales; y esto mismo es lo que deben
hacer ins escritores públicos , sobre todo
los periodiStas:\aunque no lo hayan jurado.
Muchos sinsabores , grandes peligros y
terribles persecuciones les acarreará mas
de una vez el decir animosamente la ver-
dad, porque esta fue siempre amarga á
los poderosos de la tierra; pero á esta dura
ley se sujetaron el dia que tornaron la
pluma para ilustrar á sus contemporáneos
y á la poster4dad. En su mano está no es-
cribir ; si lo hacen, esten prevenidos y re,.




signados de antemano para la suerte que
les espera. Decimos estoy porque si cuando
hemos tratado cuestiones abstractas é in-
diferentes , hemos recibido en respuesta
de nuestras doctrinas y opiniones , injurias




206
y dicterios, ¿ qué no debernos temer cuan-
do tenernos que anunciar verdades de
hecho, que necesariamente han de chocar
con los intereses y las pasiones? Sin em-
barao no nos hará callar este temor : lab 7
fortaleza es la primera virtud del hombre
público, y bien merecen este título los
escritores aunque no tengan ningun em-
pleo; porque si bien no se llaman magis-1
trados , lo son en la realidad. Hasta
ahora no se ha conocido la dignidad
de los escritores, ha dicho con razon el
señor presidente de las Cortes en la sesion
del 3; ellos son á la vez legisladores, jue-
ces y ejecutores"; lo cual quiere decir que'
por el derecho de censurar las operaciones
de los funcionarios públicos, egercen uná
corno magistratura de vigilancia sobre los
tres poderes políticos.


Teniendo, pues, que hablar de las se-
siones de las Cortes celebradas desde el
hasta el r2 de este mes, ya conocerán nues-
tros lectores que no es de nuestro insti-
tuto entrar en el pormenor de las peticin-
nes de que en ellas se ha dado cuenta, ni
de las resoluciones que se han tornado
sobre negocios particulares. Tampoco vol-
veremos á' hablar de la separacion de los


207
ministros, ni diremos . nada de su compa-
recencia, obgetos que ocuparon la aten-
cion del Congreso en los dias 3 y 4: nues-
tro ánimo en este artículo es examinar y
ventilar completamente la gran cuestion
que resulta de las indicaciones contenidas
en el discurso de la corona, y sobre la
cual se han explicado ya con Mas ó menos'
extension y claridad algunos señores di-
putados. Esta .cuestion bien analizada es,
á nuestro parecer, la siguiente: ¿cuáles
son en la situaczon actual los peligros de
que se ve amenazado el sistema constitu-
cional?


Puede presentarse bajo muchos aspectos
diferentes : puede esponerse de variós mo-
dos; pero siempre vendrá á parar en la que
hemos enunciado. Vamos , pues, á resol-
verla con la imparcialidad con que siem-
pre hemos espuesto nuestro dictamen, so-
bre todas las materias de que hasta ahora
hemos tratado. Para esto no repetiremos
lo que tantos otros han dicho, y nosotros
mismos indicamos sumariamente en nues-
tro primer número acerca de las causas
remotas y próximas, necesarias y fortuitas,
que han producido nuestra última y ad-
mirable revolucion. Esta es ya un hecho,




208
y cualquiera que sea su 'origen , lo que
importa es sacar de ella el partido mas
ventajoso á esta tan heróyca, como des-
venturada nacion.


Las revoluciones que ha habido en Amé-
rica y en Europa de cincuenta afiós á esta
parte, han tenido, como era de esperar, el
caracter filosófico del siglo en que se han
verificado. No han tenido por objeto, co-,
ni° las de los tiempos anteriores, destronar
á un príncipe para colocar á . otro en su
lugar, ó derribar una faccion para sustituir
otra, ni mudar ó alterar la antigua religión
de los payses revolucionados, ni corregir
vicios parciales de los gobiernos: El fin
á que todas ellas se han encaminado , ha
sido la reforma total de los abusos , la .
regeneracion política de, las naciones. Y
como esta no ha podido verificarse sin
choear con la prepotencia de los gober-
nantes 3 con los intereses de muchos par-
ticulares , y 'con la ignorancia , el error y
las preocupaciones que por tantos siglos
habian tiranizado al género humano , y
cuyo pesado yugo no habian podido sa-
cudir sino un corto número de hombres
privilegiados; el nuevo orden de cosas que
estos querian introducir, ha debido eneon-


,


2.0g
trar grandes obstáculos que vencer , y
enemigos formidables que combatir , y de,
los cuales ha triunfado con mas ó monos
facilidad , segun la predisposicion es de los
pueblos que se "debían regenerar. Asi en
la América inglesa, cuyos habitantes te-
nian la dicha de pertenecer ya , aunque
como colonias , á Una nacion libre é ilus-
trada, las reformas se hicieron sin oposi-
cion de parte de los habitantes , y no
hubo otra resistencia que la del gobierno
de la metrópoli. En Francia , al contrario:
las numerosas y poderosísimas clases , in-
teresadas en , la conservacion del antiguo
régimen, opusieron en lo interior una
resistencia qne hubiera inutilizado quizá
la primera tentativa, si la impolítica guerra
que los gobiernos estrangeros hicieron á
la revolucion , no hubiese hecho callar la
voz del interés privado , y reunido los
ánimos para la defensa coman. En Polonia
no pudo hacer este milagro la guerra es-
trangera ; porque los intereses de la no-
bleza y del pueblo eran tan opuestos, que
la reconciliacion fue imposible, y la revo-
lucion fue vencida. En Nápoles puede es-
perarse que suceda lo contrario ; pero no
nos atrevemos á asegurarlo , porque igno_


Tomo vr.




210
ramos si el amor á la libertad es allí tan
general como se necesita , para resistir á
las. formidables fuerzas que el Austria pue-
de emplear contra su constitucion , y á
los, enemigos ocultos:que esta tendrá nece-
sariamente entre los mismos napolitanos.
Portugal nada. tiene que temer de parte
de los estrangeros, mientras la España
manteng,a su constitucion actual.: .en cuan-
to á las resistencias interiores , no tenemos
todavía, suficientes datos para calcularlas.
Vengamos , pues , -á esta misma España,
que es la que novinteresa mas de cerca;
porque siendo nuestra patria , nuesta suer-
te individual está identificarla con la que
el cielo tenga reservada á su revolución.
Esta no podrá ya ni• ser destruida, ni pa-.
sar mas allá del término- que se propuso,
sin-una guerra civil, y sin mucho .derra-
mamiento de sangre. Y ¿quién és el pa-
sagero que se promete salvarse en el nau-
fragio universal? Anunciemos , pues , la
tempestad antes que llegue ; mostremos el
escollo antes que la nave se estrelle.


Que una reforma general no puede
hacerse á gusto de todos ; que los que
pierden en ella no han de estar contentos;
y que estos , ayudados' de los estrangeros,


211


á los cuales no les gusta tampoco que sus
vecinos sean ricos y poderosos , han de
contrariar, en cuanto puedan , el nuevo
sistema ; es tan evidente , y debió darse
por tan sentado el dia en que se pronunció
la palabra Libertad, que no acabamos de
admirarnos al ver como se enfurecen al-
gunos cuando oyen que los enemigos de
la revolucion han dado este , ó aquel paso
para .desacreditarla, estraviarla y aun des-
truirla. Pues qué esperaban qué el uno
perdiese su empleo, el otro , su pingue
renta, éste sus privilegios , aquel su au-
toridad , sin que ninguno de ellos se diese
por sentido ? ¿ Se les ha figurado que en
un dia y á un mismo tiempo se inoculan
en todas las cabezas nuevas opiniones' po-
líticas ; y que estas aun admitidas , son
mas poderosas que el interés' personal ?
¿Han visto hasta ahora una reforma, chica
ni ,grande, que se haya verificado sin hallar
contradicciones ? Es, pues, necesario su.
poner como un hecho , que las nuevas
instituciones han formado un cierto nú-
mero de descontentos , los cuales no de'.
jarian de arruinarlas , si pudiesen. Asi no
es esto lo que debe examinarse : lo qué
importa es averiguar los medios que tienen




212
á su disposicion para conseguirlo , y cal-
cular hasta qué punto pueden ser peligro-
sas sus tentativas. La primera clase que
comunmente se designa como enemiga del
sistema liberal, es la de los privilegiados,
de cualquier género que sean ; y hasta
cierto punto la designacion no es infunda-
da ; porque aunque muchos de sus indi-
viduos hayan entrado de buena fe en la
carrera constitucional , no puede negarse>
que en general pierden, ó en intereses, ó en
autoridad , ó en ambas cosas : y son muy
contados )os hombres que sacrifican gusto-
sos en favor de la comunidad su riqueza,
ó su poder. Añadamos á estas dos clases
otra bastante numerosa que es la de los
ignorantes, que no siendo capaces de co-
nocer y sentir desde ahora las ventajas de
un régimen liberal , oponen á este la
fuerza de su aversion á toda novedad y
la inercia que maquinalmente los retie-
ne en la postura que han tenido toda su
vida. Juntemos todavía cierto número de
gentes sencillas que pueden ser arrastra-
das por el egemplo , la autoridad , las
promesas, y el celo de la religion mal
entendida ; y supongamos que el número
de los enemigos de la libertad es igual, y


213
si se quiere, superior al de sus defensores.
Comparemos ahora los medios que pueden
aquellos emplear para combatirla con los
que estos tienen para defenderla.


Nuestro obgeto al hacer este cotejo,
no es adormecer al gobierno en una en-
gañosa seguridad ; queremos, al contrario,
que vigile ; porque no es prudente despre-
ciar al enemigo . , por pequeño que parezca;
pero deseamos tranquilizar á ciertas perso-
nas pusilánimes y asustadizas , que al me-
nor ruido creen ya que el edificio cons-
titucional se arruina, que la inquisicion en-
ciende sus hogueras , y que los presidios
vuelven á llenarse por segunda vez de bene-
méritos patriotas. En todas las cosas hay un
medio, y ordinariamente los . estremos son vi-
ciosos. No hay que despreciarlo todo , ni dar
demasiada importancia á lo que no la me-
rece. Los enemigos de la libertad tienen sin
duda en favor suyo poderosos auxiliares:
la ignorancia , las preocupaciones, la su-
persticion , el hábito , la rutina , el egois
nio , el interés personal, el resentimiento
y otras pasiones : no debemos suponerlos
tan estúpidos, ni desmañados , que no se-
pan poner en movimiento todos estos resor-
tes ; y no les faltará tampoco dinero, suyo ó




214
ageno ,• para comprar almas venales que
cooperen á sus inicuas maquinaciones. To-
do esto es muy cierto ; pero al fin todo
lo que pueden hacer , es conspirar en se-
creto , luchando con invencibles, dificulta-
des, temiendo encontrar en cada persona
á quien intenten ganar , un patriota celoso
que los delate , y descubra toda la trama.
Esto que ya les ha sucedido en varias de sus
tentativas, debe hacerlos mas tímidos y
desconfiados cada dia , é imposibilitar el
buen éxito de sus oscuros manejos. Ade-
mas, aunque sus intrigas fuesen conduci-
das con tal habilidad, que lograsen burlar
por algun tiempo la vigilancia del gobier-
no , ¿ qué podrian hacer en el momento
de egecutarlas , no. pudiendo organizar,
armar , equipar,' mantener y, reunir una
fuerza armada considerable , porque esto
no puede hacerse sin que se sepa ? ¿ qué
han hecho hasta ahora ? Imprimir furtiva-
mente unos absurdos papeles , que llevan
en sí mismos el sello de . 1a. falsedad ;
tar una partida de siete ú ocho miserables,
comprar alguna docena de caballos, y acaso
algunas escopetas viejas. Seguimos 'en esto
el rumor público; pero no salimos garan-
tes de la verdad. ¿Y se teme que con se-


215
.mejantes medios trastornen, sin ser sen-
tidos, el sistema constitucional? ¿ pueden
dar un solo paso público para la ejecución.
de sus designios, sin que•lal instante lo
sepan las autoridades,locales? Reconozca-
mos , pues , que podráwformar en la os-
curidad 'proyectos liberticidas, y entregarse
á criminales esperanzas ; , pero que al llegar
al hecho , aquellos quedarán desvanecidos,
y estas , disipadas comollas ilusiones de
los sueños. Por el contrario, ¿ cuántos mo-
tivos de confianza deben -tener los amigos
de la constitucion ? Todo' 10 que es poder
real y efectivo está en favor suyo. Cortes,
ministros , secretarías- del- despacho , gefes
políticos, diputaciones provinciales , al-
caldes y ayuntamientos, tribunales , jueces
de partido capitanes generales de las pro-
vincias , gobernadores, eVégéréito de línea,
las milicias provinciales y locales, el erario
público las plazas fuertes, la marina 1 - los
arsenales las armas, las ! municiones ., las
fábricas de unas y-otras , los correos , las
postas :. todo está á su disposicion ; todo
está por lacausa que defienden. ¿Y temerán
ser vencidos ? ¿Lo hubieran sido el año
de 14 , si no les hubiesen faltado algunos
de estos instrumentos ? é Qué , no hay mas




2 16
que trastornar un gobierno establecido,
que tiene en su mano la fuerza pública,
y todos los auxilios necesarios para hacerse
obedecer ? Sin los batallones armados de
la Isla , hubiera sido derrocado el anterior
sistema ? Desengáñense los conspiradores:
mientras que el egércho , las milicias y el
gobierno esten unidos para defender la
constitucion ; todas sus ridículas .eonjura-
ciones soto servirán, para llevar al patíbulo
algunos miserables seductores ó seducidos.
Acaben de persuadirse que una conwire-
volucion hecha por solas las fuerzas inte
riores del partido servil , es imposible ,
los liberales tienen juicio, no se desnnen,
y no se estravian de la senda constitucio-
nal. Hablando francamente , esto es lo •
que nosotros tememos.. Está en la naturaleza
misma del corazon humano , y la . historia
lo prueba con hechos constantes é induda-
bles , que los primeros partidarios de una
reforma ; ya civil, ya religiosa,
dientes y exagerados en
arrebatados de un celo


t
glo XVI, los cuales empezaron por puntos
de disciplina, y acabaron por negar ar-
tículos del dogma ; y , en materia mas aná-
loga y mas cercana á nuestros Bias , en
los patriotas de Francia. Los primeros que
proclamaron la libertad, no querian mas
que reconstruir el edificio social sobre la
base de la monarquía hereditaria ; pero
no tardaron en dar el salto peligroso de la
república, y todavía está llorando el mundo
los males sin número que ocasionó una
transicion tan intempestiva, y tan poco
preparada. No creemos que este peligro
sea entre nosotros inmimente , y estamos
persuadidos de que serán muy pocas las
cabezas exaltadas que piensen seriamente
en planes imposibles de realizar ; pero
deseamos, sin embargo, que las Cortes y
el gobierno esten muy alerta contra todo
lo que sea exageracion de principios: t.° por-
que no hay enfermedad política mas con-
tagiosa ; como que anunciándose con• los
engañosos síntomas de la risa y de la ale-
gría , nadie se precave contra ella ; y asi
se insinúa facilmente y se propaga con
rapidez : 2.° porque una vez que ha logrado
introducirse y se ha estendido hasta la mul-
titud , es imposible destruirla : 3.0 por-


sean ar-


sus deseos ; y que
muy laudable en


su orígen , pero. por lo comun muy in-
discreto, traspasen frecuenteznen te en su
carrera la línea en que deberian pararse.
Esto se vió, en los reformadores del si-




2 1 8
que es la que mas pronto gangrena el
cuerpo político, y aniquila su principio
vital, es decir, la verdaaera libertad. Que-
reinos decir sin alegorías, que el fanatismo
político , aunque cohonestado con espe-
ciosos pretestos, es , como todo fanatismo,
un terrible azote de las humanas socieda-
des : que reclamando al principio en su
favor la tolerancia , luego se hace intole-
rante y perseguidor ; y que llegad á este
estremo, hace aborrecible la causa misma
en cuyo favor aparenta combatir; porque


cómo ha de amar nadie una institucion,
por buena que sea , cuando la ve rodeada
(le cadahalsos , de . víctimas, de lágrimas y
de sangre ¡Representantes de la naeion
espaijola! Pensad que de vuestra prudencia"
pende en este momento la , suerte de
veinte y cinco millones, de hombres: que
lo mejor es muchas veces lo enemigo de
lo bueno: que el .apoyo Mas, firme de los
gobiernos es el amor de los gobernados:
que este amor se adquiere con beneficios
positivos : que ningun- sistema político
puede consolidarse sin la -union y concor-
dia de los ciudadanos: -que nada puede
haber mas contrario á esta deseada union
que las denominaciones, injuriosas , y la


219


predileccion esclusiva en favor (le una cla-
se, aunque sea la mas benemérita ; y creed
que el hombre oscuro ; que con la inten-
cion mas pura se toma la libertad de di-
rigiros estas ligeras indicaciones , no es
un enemigo de la libertad.




220


CARTAS DEL MADRILEÑO.


18. a y última.


Madrid 16 de marzo de 1821.


Mi querido amigo: cada vez que recibo
alguna carta de usted, no puedo menos
de comparar su voluntario retiro de la
corte á la renuncia, voluntaria tambien,
que creen algunos religiosos haber hecho
del mundo y de sus pompas y. vanidades,
mientras que su corazon y pensamientos.
•no se separan un punto de las ilusiones
y de los placeres del siglo. Usted se es-
fuerza por persuadirme de su contento in-
terior, de la calma de sus pasiones, de la
indiferencia y casi desprecio con que mira


' los sucesos mas importantes de la políti-
ca, y despues de discurrir dos horas sobre
lo poco que valen las grandiosas bagatelas
de los cortesanos, acaba por suplicarme
que le cuente todo cuanto llegue á mi no-
ticia. Nada extrafiaria yo la impaciente cu-
riosidad de usted, si viera que solo se li-


221
mitaba á saber aquellas novedades que
tienen una relacion inmediata con la fe-
licidad nacional ; porque - lejos de parecer•
me impropia semejante curiosid2td, aun en
los hombres mas abstraidos y retirados,
entiendo que es inseparable del verdadero
patriotismo, asi como la indiferencia afec-
tada acerca de las cosas públicas, juzgo
que es una señal de desafecto hacia su
pays. Son de tanta importancia las altera-
ciones que se han 'hecho en la forma de
nuestro gobierno, y es tan grande el influ-
jo de las nuevas leyes y métodos admi-
nistrativos sobre la prosperidad ó la ruina
de la nacion, que no hay un individuo en
toda ella á quien no alcancen poco ó mu-
cho sus efectos, y por consiguiente no
hay nadie que no tenga un interés directo
en averiguar el giro y la direccion que
llevan estas disposiciones.


Pero no porque yo aplauda este pa-
triótico deseo de parte de usted y de otros
muchos que viven distantes y retirados de
la corte , entienda que dejo de vituperar
esa perpétua mania con que cada correo
nos vienen exigiendo noticias y pormenores
de todos los sucesos chicos ó grandes que
se verifican en Madrid. Ya van tres cor-




--.17p1101


222
reos seguidos que no cesa usted de mo-
lerme acerca de la caida de los minis-
tros, como si este fuera un asunto que
debiese absorber toda la atencion. Pero
no- considera que en las grandes pobla-
ciones no hacen igual impresion las va-
riaciones de fortuna de los individuos,
que en los pueblos pequeños donde todo
el mundo se conoce y se trata. Ahí la tras-
lacion de un cura es un acontecimiento
capaz de formar época ,, y da que hablar
un mes entero á todas las viejas del lugar;
mas aquí no hay nadie que vuelva á ha-
blar una palabra de los caidos al dia si-
guiente de ser •reemplazados por otros.
Esta consideracion deberia ser suficiente
para rebajar el orgullo de los que mandan
dándoles á conocer cuán poco precio me-
recen los elogios eon que les abruman los
aduladores mientras que tienen en su mano
la provision de los destinos. ¿Quién al oir
la firmeza con que aseguraban algunos
que no porfia marchar el sistema consti-
titucional si se variaban los ministros de
entonces, no habia de creer que ahora es-
tarían por lo menos afligidos y apesadum-
brados con el temor de la próxima catás-
trofe? ¿ Y quién no se admira y se llena


223
de indignacion al verles preparar sus len-
guas y sus plumas para dirigir iguales en-
comios á los nuevamente


. nombrados?


Pero fuera ; desatino exigir que. los
hombres y particularmente los cortesanos
fuesen distintos, hoy de lo que • han sitió
en todos tiempos, y es sobrada necedad
esperar que se corrijan del vicio de la
adulacion aquellos para quienes no , es
nada el envilecimiento propio con tal que
les conduzca á los l'ulnores y á las riquiezas.
Yo he invectivado repetidas veces, algunas
providencias delos, ministros mientras que
lo .fueron, y me:lisónjeo de no haber ,de-
nunciado á la opinion pública sino 'faltas
notorias y errores evidentes acerca de los
cuales nadie pone hoy la mas, ligera dada.
Pero ya que fueron removidos de sus em-
pleos, y que por .consecuencia no- tienen en
su mano el remedio de aquellos 'males,
seria, sobre inutil, indecoroso recriminar
su administracion y mucho menos sus
personas. Cébense enhorabuena sobre,su
reputacion aquellos mismos que procura-
ron embriagarlos con el incienso de la li-
sonja , y guarde yo mi propio decoro en
medio de las persecuciones que me ha
ocasionado el amor á la verdad. •Tran-




224
quilo con el testimonio de mi conciencia,
tengo el orgullo de creer que envidian
mi suerte mis propios enemigos , y que
tanto el denunciador como alguno de los
jueces que me condenaron , quisieran par-
ticipar del concepto del reo.
‘ L . Ya vería usted en la gaceta del r2 de
este mes la copia de la sentencia que
recayó sobre una de mis anteriores car-
tas , y aunque esta sentencia suena pro-
nunciada contra mí, debe usted tener en-.
tendido que sus resultas seran las de aca-
bar de destruir la libertad de la imprenta.
No en vano me ha oido usted clamar de
continuo contra los que por defecto ó por
exceso se apartan de la senda constitucio-
nal, porque veia clarísimamente que los.
unos y los otros acabarian por trastornar
las ideas mas sencillas del régimen repre-
sentativo. Hoy se estrellan. conmigo atroz-
mente, porque suponen que quise atribuir
á los que •eran ministros algunas culpas
que otros les han echado en cara abierta-
mente, y mañana perseguirán acaso con
igual crueldad á los que alaben las pro-
videncias de los actuales. Nada he Insi-
nuado yo que no haya sido dicho y fir-
mado anteriormente por una multitud de


225
ciudadanos, y que no haya sido confirma-
do luego por el testimonio mas sagrado
que se puede citar en la actualidad. Pero
yo so,y solo, y pertenezco á una • clase des-
graciada , y aquellos eran


.
muchos y no


fáciles de aprisionar. Su representacion se
presenta en juicio y sale declarada absuelta,
y mi carta en que :


solo • se- copiaban algu-
nós de sus periodos, sale condenada como
gravemente criminal. Suscitase la duda en-
tre .


lós jurados que deliran calificar la
representacion, sobre si la declararán á lo
menos como injuriosa á los ministros,, y se
decide que no, solo por estar .denun.ciada
de subversiva: suscítase igual duda acerca
de mi carta , que estaba denunciada; por
'tendente á la sedicion, y se resuelve que se
la condene como incitatoria á la tOsobe-


-


diencia en primer grado.
Esta es, amigo mio, la balanza ,


con
que se pesan las acciones, aun én los payses,
que blasonan de ,tener una constitucion
sabia y eminentemente liberal, cuando la
exaltacion de las pasiones hace que se fije
mas la atencion en las personas que en los
principios legales. Tan convencido como
estoy de que la constitucion española repug-
na todo género de parcialidades, asi lo


TOMO vr.




226
estoy igualmente de que llegará un dila
que mis propios jueces se abochornen de
haber pronunciado un juicio que hoy les
ha parecido justo, y mañana les parecerá.
'an injusto como atroz. Pero entretanto
qué llega 'este dia, quién nos' puede' li-
bertar de qUI•no se repitan semejantes
áténiadosP La. ley que actualmente rige
14're. abusos . de ' la. imprenta, ofrece
tía auxilio contra esta clase de
equivocaciones, y hasta que el tiempo
llegue á desengañar á los legisladores de
16 aventurada que és la prueba que se está
Tildado del juicio por jurados 'en está
iiiateria tan dificil, el infeliz á quien to=
pié la desgracia de ser víctima de un error;
h'15' teldrá mas consuelo en su infortunio
q1.1 . el' de haberle prónosticado
cipacion.


Este-consuelo, ya , nsted sabe que no
es . de 1-ó1 qué turaii`Uss' dolencias ni las
priSiürleS , y así aunque Té dige á usted di
mi anterior pie las pesadumbres no
g-an trampas, ahora le digo con toda se:-
riedad, que las pesadumbres ataban por.
"destruir lá salud, y la mia está piebran-
tada para mucho tiempo. Asi pót esta
azon qué és la principal , corvó porque


no conceptuo qne estamos todavía en
tiempo de decir la verdad, ni aun á los
amigos, determino suspender nuestra cor-
respondencia por algun tiempo , y en el
entretanto haga usted por contener su.
curiosidad , ó diríjase para satisfacerla


otro que no sea
El iladrilet-io.


5.




228
TEATROS.


El traydor contra. su sangre y siete infantes
de Lara.


«¡Cómo me gustan ó mí las bomeclias en que
hay traydor !"


MORATIN.


No analizarémos esta comedia de nueS
tro antiguo Matos Fragoso. Basta saber qué
la escena y los actores van y vuelven desde
Castilla á Córdoba con - mucha frecuencia,
y que Arlaja , hermana del rey moro de
Córdoba, se enamora de Gonzalo Bustos
en el primer acto, está en 'cinta de Mu-
darra en el segiirido, y le envia ya jóven
-en el tercero para que vengue la traycion
de Ruy Velazquez y el esterminio de su
familia. Es verdad que los sentimientos pa-
ternales de Gonzalo, ya en su decrepitud,
son interesantes; pero estan mezclados con
tantas heregías dramáticas , que ni aun hu-
biéramos hablado de esta pieza , sino nos
obligase á ello la necesidad de desterrarla
de nuestro teatro.


Todos los preceptores del arte teatral


129
convienen en pie no deben presentarse en
la tragedia personages viles y desprecia-
bles; porque' si la poesía debe pintar la
naturaleza en su estado de perfeccion , seria
pecar contra esta regla fundamental,' intro-
ducir interlocutores que espresasen pasio-
nes infames y obrasen segun ellas. Haya
enhorabuena én la tragedia pasiones fuertes,
enérgicas, peligrosas, haya maldades, delitos,
horrores ; pero no haya vilezas ni traycio-
nes. El arte del poeta trágico consiste en
traer los actores á tal situacion , que á:
pesar de sus. virtudes y prendas personales,
edt'netan, arrebatados por sus pasiones, los"
crímenes que les atribuye la historia ; y
este es el gran resultado moral de la tra-
gedia: inspirar el temor á las pasiones que
hacen criminales é infelices aún á los hé-
roes mas apreciables. Introducir en el teatro
á traydores alevosos y cobardes, á calum-
niadores pérfidos, á asesinos viles, es con-
vertir el templo de Melpomene en el ca-
dahalso de Temis. La tragedia no tiene
por obget.o corregir á los malvados de co-
razon , sino á los hombres dominados de
pasiones nobles y fuertes que les pudieran, '
estraviar sino se enfrenasen.


Ruy Velazquez , protagonista de esta




230
• comedia , es adulador , bajo , traydor á su
patria, á su familia , parricida . , y última-.
mente , lo que es peor que todo en la es-.
cena , cobarde y vil, cuando pide á 111u-
(lana que no le mate. i No son estos títulos,
mas que suficientes para desterrarle de la
escena


Si es cierto lo que, se nos ha referido.
de Mayquez , ya hace mucho. tiempo que
el Rpseio eapa habia proscrito esta come-
dia. Én una representacion las cabezas cor-
tadas de los siete infantes , empezaron á
estornudar y á huir de la mesa, mientras,
su padre les dirigia las mas tiernas y dolo-
rosas expresiones. Mayquez habia prepara-
do este efecto cómico, sembrando por la
mesa una buena dósis de flor de la Habana
de superior calidad.


23
LEGISLAçION.


Memoria sobre señorios territoriales y sola-
riegos, por DON MARIANO AMADORI.


Habiendo dado las Cortes extraordina7
lelas en 6 de agosto de 'Sil , un decreto
por el cual se incorporaron 4


. la nacion.
los derechos jurisdiccionales, y e,abolieron,
los privilegios llamados exclusivos, priva-
tivos y prohibitivos; se suscitaron inme7
diatamente sobre. su, inteligencia algunas
dudas que dieron lugar á la formacion de
un expediente, de que se dió cuenta en,
setiembre de 1813 , y quedó por entonces
sin resolucion. Restablecida la eonstitucion
el afio último, se pidió en la anterior le-
gislatura á propuesta de. un señor diputado;
y aunque tampoco se tomó ,providencia,
se mandó poner sobre la mesa. , y sin duda.
será examinado en la presente. Esto ha
movido al autor de la memoria de que
tratamos, á dar su voto sobre las dos cuesz,,
tiones que tendrá que resolver el Con-
greso, y que no ,son ciertamente de pe-
queña importancia y trascendencia.




2 3 2
La 1. a es, si en el citado decreto de 6


de agosto se comprende la abolicion de
los señoríos territoriales y solariegos, ó si
seria justo que estos nesen abolidos é in-
corporados á la nacion..


La 2.a , si por el artículo 5.° de dicho
decreto se resuelve que para que los lla-
mados señores puedan continuar en su
posesion, y se consideren sus señorios como
elevados á la clase de propiedad particu«;
lar, deben acreditar previamente, exhi-
biendo los títulos de adquisicion , que sus
señoríos-no son por su naturaleZa'incor-
porables, ni reversibles , ni han dejado de
Cumplirse las condiciones con que se con-


.


cedieron ; quedando los pueblos, interin
se pruebe y declare asi exentos de pagar
á los dueños las rentas y-frutos territoria
les á que por los respectivos contratos
estan obligados.


El autor, antes de tratarlas directamente,
establece primero los siguientes principios
generales: s.° que la propiedad origina-
riamente es un hecho corno otro cualquie-
ra de la vida , y no un derecho creado por
la ley : 2.° que la obra de esta es tInica-.
mente la seguridad: 3.0 que la posesion


-inmemorial és el mejor de todos les tiro.,


233
los, los comprende todos, y prescribe has-
ta contra la nacion: 4.0 que las leyes de
excepcion son la ruina de la sociedad:
5.0 que la nobleza es propietaria de los
bienes territoriales que posee, sin que sus
adquisiciones legítimas y contra las cuales
no haya ninguno de los juicios declarados
en las antiguas leyes, sean otra cosa que
el empleo natural de las fuerzas intelec-
tuales y físicas de sus causantes en los
trabajos autorizados y reconocidos por la
civilizacion y las necesidades de su siglo.


De estos incontestables principios de-
duce é ilustra largamente estas cuatro con-
clusiones:


j.a Siguiendo los eternos principios de
justicia que fueron los que dirigieron á
las Cortes extraordinarias en su importante
decreto sobre señoríos, y atendiendose al
genuino y literal sentido de las palabras
en que está concebido este, se ve con to-
da claridad que por él quedaron abolidos
todos los títulos, prerogativas , prestaciones,
aprovechamientos , usos y regalias de los
señoríos feudales y jurisdiccionales; pero que
de ningun modo se abolieron los señoríos
territoriales y solariegos, los cuales desde el
mismo momento quedaron elevados á la




234
clase de propiedad . particular ; y por con
siguiente se conservaron y protegieron los,
derechos territoriales y solariegos, y las,
prestaciones aprovechamientos , yentas,
censos, frutos y denlas intereses nacidos.
de la propiedad del suelo, y derivados de
contratos libres en uso de este sagrado de-
recho.


2..a . En el mencionado,
decreto de . .6 de


agosto de, i 8 r r , no se mandó expresa ,
virtualmente que para elevarse a propiedad.
particular los seiiorios territoriales 'y sola-
riegos, hubiesen de presentar previamente
sus poseedores los títulos de adquisición,
quedando despojados, entretanto que estos.,
se calificaban, de los frutos y rentas terri-
toriales; y tampoco derogó las leyes genera-
les establecidas para los juicios, ordinarios.,
y los de reversion á la ,corona,


3.a Que una ley que aboliese los se-.
iriorios territoriales y solariegos , ó lo que,
es lo mismo, que atentase .4 la propiedad
particular 1 que han sib.eleyabs ., seria
notoriamente :injusta.


4.a Que aun considerado. obgeto.
bajo sus relaciones políticas , los niale:s.que
Labia de producir semejante . ley , serian
superiores en muchos grados, á los bie-


235


nes que de ella, pudiesen resultar.
Hasta aqui el autor. Nosotros damos


este breve resumen de su memoria para
llamar la atenciori de los j,nriconsultos
hácia este punto, que nos parece impor-
tantísimo, á fin de que bien dilucidado se
.evite una resolucion precipitada que pu,
diera tener fatalísimas consecuencias,
aumentar considerablemente el número de
los enemigos de las nuevas institucion es.,




4


236


1, TEMPLO DE GIVIDO,


poema de Montesquieu, traducido en espaí1;ol.


A pesar de lo mucho que se declama
contra la excesiva abundancia de traduc-
ciones, estarnos persuadidos á que nunca
tendremos todas las que necesitamos,- sin-,
gularmente si han de tener las. calidades
propias de una verdadera version. Ya hacia
mucho tiempo que los amantes de la pro-
pagacion de las luces deseaban ver tradu-
cidas al castellano todas las obras del céle-.
bre presidente Montesquieu, las cuales si
bien eran conocidas de todos los literatos
españoles, carecian sin embargo de aque-
lla publicidad y circulacion necesaria que.
solo puede lograrse con los libros que se.
imprimen en el idioma nacional. Dichosa-
mente acaba de darse á luz la traduccion
del Espíritu de las leyes , que es la obra.
mas util y profunda de cuantas escribió
aquel insigne magistrado ; pero no por eso..
dejará de ser muy apreciable tambien la
correcta version que posteriormente ha pu-
blicado don Gandido Amador del poema
del Templo de Gnido. Aunque esta obrita


237
no puede ser mirada sine como un des-
ahogo del autor, y corno un recreo nece-
sario en las continuas tareas de su austero
destino, se echa de ver sin embargo la
gran fecundidad de su ingenio y las gracias
del estilo, qué rara vez suelen herrnanarse
con la severidad á que se acostumbran los
escritores políticos y los historiadores filó-
sofos. Montesquieu fue eminente en estos
dos ramos , y no hay duda de que hubie-
ra sobresalido . igualmente en la poesia, si
hubiese querido dar suelta á su fecunda
aroalmamon.


La pintura que hace de la taberna de
los celos es un cuadro magnífico digno de
los poetas de primer orden , y tanto este
como los que hace del templo de Venus,
de las delicias que disfrutaban los habitan-
tes de la ciudad, de los desórdenes de los
sibaritas, y finalmente toda la . relacion que
se ,1.1acen losados enamorados amigos, de
lulsyiages y .de las diferentes costumbres
de los pueblos que habian visitado , prue-
ban la gran facilidad del autor en el géne
ro descriptivo. El traductor se ha esme-
rado en acomodar su lenguage al verda-
dero tono de la poesia; y ya que no pre-
senta un modelo acabado de traducciones,




<


238
por lo menos es una de las que mas se
acercan á la perfección.


El diálogo entre Sila y Eucrates nos da
una idea de lo bien que conocia Montes-
quieu no solóla histeria de aquellos tiempos
de turbulencias, sino tarnbien los mas de
licados res<Ottes del corazon humano. Al
leerlo se figura el lector hallarse en la pre-
sencia de aquel grande hombre, y experi-
menta un sentimiento de respeto y de ad-
miracion por una especie de virtudes que
le hOrrorizan, y que le hacen olvidar los
crímenes que las acompañaron , y hasta los
torrentes de sangre derramada pop orden
de aquel, no sé si le llamemos héroe ó
Monstruo. El traductor ha desempeñado
igualmente 'bien esta parte de su trabajo
y se ha hecho digno del reconocimiento
de sus compatriotas.


Se hallará en la librería de Sojo , calle
de las Carretas, y en la de Paz, frente á las
gradas de San Felipe el Real, á 4 reales.


239
Sulla crociata cóntro Napoli , etc.


Napoli , 1820.
En' 'este opúsculd se manifiestan con


mucha energía y franqueza la injusticia y
la inconsecuencia de los potentados ,que
pensaran declarar la guerra á los nápoli-
tanos y á sit rey , por haber tomado una
constitución acomodada á sus luces y á sus
necesidades. El autor recuerda los princi-
pios y las promesas de que hacian alarde
poco ha los príncipes confederados contra
'el opresor de la Europa: examina las rela-
ciones diplomáticas de sus Estados , y los
peligrós presentes y poi- venir á que podria
.. exponerles el proyecto de invasion del
reyno de Nápoles : pinta la conducta noble
y egemplar del pueblo de este reyno que
inspira esperanzas muy favorables para lo
futuro : calcula las fuerzas nacionales que
púdiera suministrar una poblacion de siete
millones de habitantes , los cuales espon-
tánéatnente acuden de todas partes ofre-
ciéndose á la defensa de sus hogares , de
su constitucion y de su rey: últimamente
acaba eón una arenga elocuente y bastante
enérgica , dirigida á los augustos príncipes
que formaran miras hostiles contra el reyno
de' Nápoles. Supone que el rey en persona,




24o
hallándose en el congreso de los soberanos.,
defiende la justicia y santidad de la causa de
su pueblo; que es la suya propia , de un
modo capaz de hacerle todavía mas respe-
table y mas digno del amor de su nacion y
de la admiración de los estrangeros. Asi con-
cluye: «Respetad la independencia de mi rey-
no; respetad esta corona que ennoblecen mis
venerables canas. La guerra que se hace á las
naciones para privarlas de su libertad , es
tan absurda corno ominosa ; y si la traeis á
mis estados, me hallaréis siempre en medio
de mi pueblo, decidido á defenderle mien-
tras circule por mis venas una gota de san-
gre. Para arrancar el pendon nacional que
ondea sobre mi palacio , tendrei g que atra-
vesar por medio de mi cuerpo ; y no con-
teis mucho tiempo con el triunfo que conj.
sigais , porque los reyes mueren , y las na-
ciones En fin , si 'está señalado por el
destino que ciudadanos libres defendiéndose
de soldados Mercenarios hayan de sucumbir,
mis súbditos huirán lejos _de una tierra pro-
fanada por el pié de un conquistador ; y co-
mo los virtuosos prófugos de Parga, llevando
sobre sus hombros los huesos de sus padres,
se irán á buscar otra patria entre los fvora-
bles americanos."


PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 34.
JABADO, 24 DE MARZO DE 1821.


De los ministros en el régimen conStitacional.


Es de esencia del gobierno abselitto,'
ha dicho un sabio publicista, transmi
tirse enteramente de las manes dé ún sul-
tan indolente que ite'debe hacer mas que
gozar á las de un Visir, Atte debe tener
todo el trabajo , toda la'glOria y td<Wel
poder del gobierno i 'de modo que solo le
quede al déspota el


• derecho de elegir su
ministro. Esta es la cumbre de todas las
monarquias orientales , eIceptó- el corto
número de casos extraordinarios en que
el monarca , adornado de grandes
des, se sirve á sí mismo de ministro . , rej.
nuncia á los placeres delliaren y se nelóca.


Tomo vi., 16




242
al frente de la administracion. En seme-
jantes gobiernos la primera obligacion de
un ministro es sostenerse, porque su caida
esta comunmente acompañada del cordon
fatal, enfermedad particular y endémica
de los paises despóticos, como decia inge-
niosamente un embajador turco en París,
y que solo ataca. á los muy ricos , ó á los
muy ambiciosos,. Para sostenerse un Visir,
tiene que buscar los medios de agradar á
su amo, de confundir á sus rivales, de
desenredar todas las intrigas del serrallo;
y estos medios casi siempre son indepen-
dientes de la administracion del estado,
obgeto de que se ocupa muy poco el Sultan.
Sus esclavas, sus eunucos y sus genízaros son
los que es preciso tener contentos, y poco
importará que el Visir y sus agentes ator-
menten el estado de todas las maneras
posibles, si tiene mafia para separar del
oido del amo las personas -que le aborre-
cen , y sabe rodearlo de confidentes y
afectos.


Debemos confesar • que en las inonar-
quias absolutas de:Europa no se han seguido
estos principios en toda su latitud. La re-
ligion cristiana, estableciendo por dogma
la igualdad religiosa de todos los hombres,


243 -
ha hecho que los reyes :y sus ministros•
conserven cierto respetó á los derechos
de.


la .humanidad ,
no miren á sus.


dios, como esclavos .
'entregados -á Su- ca-


pricho. El feudalismo en medio de sus, fu-
rores. , ya despóticos, ya anárquicos,;




no
llegóknunca :á establecer la opresion como
un principio de derecho natural, y Iw•ia-
yor parte de las vejaciones que egercianSobre
sus vasallos .


eran mas bien abusos 'de la fuer-
za qué principios de administracion.. • El
evangelio impidió siempre-. en los pueblos
europeos el olvido total de los desechos
del hombre : y cuando los grandes , de • la
tierra los desconocían , la .voz del cielo • se
lost


. -recordaba.. Quien quiera ver el poder
absoluto en toda su pureza y fealdad es'
preciso que vaya á los payses donde es
un.,,legma religioso el fatalismo y la 4nis'
celeste ..de los soberanos. Por otra


•Íp
las- monarquías modernas de Europa té
-han formado de los poderes' que los mo-
narcas, auxiliados por los pueblos , han
arrancado sucesivamente de manos- de la
tiranía feudal : por consiguiente se- 'estable-
ció desde muy temprano en la administra-
cion de dichas monarquías el principio de
que era preciso:áTíléma.í .


pa;',2 el bien de
16.




r
244
los pueblos; y el hábito de respetar este
principio, impidió los funestos efectos que
el despotismo causa en el oriente , aun
cuando los reyes, sometido ya el feudalis-
mo, concentradas en el trono todas las
facultades de la soberanía y despojados
los pueblos de todos sus derechos, gober-
naron con cetro absoluto las naciones.


De aqui es, que en las monarquias
despóticas de Europa no basta á los minis-
tros para sostenerse el ser agradables-al
amo: es necesario ademas que gobiernen
los pueblos de manera que por lo menos
no se quejen; porque sus quejas que no
son fáciles de reprimir en Europa , como
lo son en Asia, producirian la caida del
ministro. Es verdad tambien que la caida
de la silla ministerial no produce efectos
tan funestos en Viena como en Constaati-
wi' pla. Todas estas reflexiones prueban que


:nuestras monarquías absolutas, teniendo
ministro mas necesidad de atender al


bien públicó y no arriesgando tanto en:su
deposicion , puede hacer mejor uso del
poder que se le ha confiado. Pero siempre
será cierto que estando ligada su gloria y
su existencia política á la conservacion de
su destino, el primero de sus deberes es


/45
agradar al amo ; y est.° no se consigue ge-
neralmente hablando, sino por medio de
la chismografía palaciega. Este es un mal
irremediable en toda monarquía absoluta,
por mas que la religion ó las costumbres,
ó las luces del siglo contribuyan á mitigar
el despotismo.


Otro mal de mas transcendencia es la
reunion de todos los poderes en manos del
monarca , administrador, legislador y juez
al mismo tiempo. Si estos poderes pasan
reunidos tambien á manos del ministro,
como sucede en las monarquías orientales,
ademas del inconveniente que resulta del
exceso de trabajo, hay el de la facilidad
que encuentra el déspota subalterno para
sustituir su voluntad en lugar de la razon
y de la justicia: pues él da la ley, la ege-
cuta y juzga segun ella. Asi nos parece
que se estableció con muy buen consejo
en los gobiernos absolutos la separacion de
los ministerios : pues ella es la única divi-
sion de poderes que admite el despotismo.
Es verdad que comunmente esta division
es tambien ilusoria por la influencia que
adquiere casi siempre sobre el monarca el
mas adulador ó el mas astuto de sus mi-
nistros, á cuyas decisiones tienen pie ac-




246


ceder todos: Pero á lo• menos se conserva
cierta rivalidad que sebrevigilando al fa-
vorito, le obliga « á no abusar de su peder
lin muchas precauciones. Todo lo que
contribuya á disminiiir la influencia de las
malas instituciones, debe mirarse corno un
bien.


En los .gobiernos representativos des-
aparecen todos esos inconvenientes. Las
basas del poder ministerial son muy distin-
tas, sus peligros son de otra naturaleza y
su posicion habitual., aunque menos tran-,
quita, es mas segura y gloriosa. Una de
las excelencias mas notables del gobierno
constitucional es, que obliga á transmitir
el único poder que•es transmisible por su
naturaleza, á 'saber, el poder egecutivo.


La facultad de- hacer la ley, que no
debe ser otra cosa- sino el producto de la
razon , ó cuando menos, de las opiniones
y doctrinas adoptadas por la nacion , no
puede transmitirse sin riesgo conocido de
la libertad; porque ¿ quién asegurará que
el agente á quien se le transmita, se abs-
tendrá de sustituir su voluntad particular
á la universal del pueblo? Lo mismadeci-
mos del poder judicial: nombrados 'sus
egecutores segun "las formas que ha esta,


blecido la , ley, estos • deben ";ser inamobi-
bles, so pena de quitarle á la justicia
dependencia que le es necesaria. El iiiez
que tiene que temer ó esp'eÑt`g atenderá •en
sus decisiones mas bien :VbS•sugestiones
del poder de quien depende''Su Suerte, que
á las inspiraciones de la' razón - y de la
equidad. Pero el poder


• egeentivo no puede
ser puesto en egercieio por el mismo mo-
narca en quien reside si lin> la transmite.
Es una felicidad para la especie huniana
que no pueda mandarle iodo un honre
solo : si no, hace ya tiempo que el despo-
tismo estaria arraigado definitivamente:eir
el mundo político. Obsérvete en la hi'stó-
ria que las monarquías despóticas han :de-
bido su origen á hombres de talento ex-
traordinario, que excediendo los límites
vulgares de la actividadbumana, hanienida
capacidad para maridar mucho por s4
mismos. Desgraciada de la libertad en
aquel pays en donde se succediesen los
Alejandros , Césares y Napoleones.


Pero 'esta' transmisión no es una. dele,
gacion. El- rey queda siempre dueño del
poder egecutivo, no solo par la- facultad
que siempre re,:ide en él de',mudar el minis-
terio, sino tambien porque en el egerci-


-41




E.


T
248
cio de dicho poder;; puede aprobar 'des-;
cebar los planes del ministro. Pero en esta
parte -una . cornbinacion muy importante
del sistema constitucional establece 'dere-
chos y concesiones recíprocas entre el monar-
ca y el ministerio. :La ley constitucional
declara inviolable, la persona del rey , y
hace- responsables á los ministros de todos
los,,errores ó crímenes de la administra-
cion. Lo primero es absolutamente necesa-
rio para la consolidacion del poder y para
enfrenar la ambicion. de los particulares:
lo segundo no es menos indispensable para
la conservacion de la libertad. Por consi-
guiente es fuerza que le quede al ministro
un recurso para negarse á la voluntad real,
cuando es contraria, á la ley ó á la .razon;
y este recurso -exi,sie .


en las garantías indi-
viduales que el régimen constitucional con-
cede 1, todos los. ciudadanos. En una . mo-
narq.uía absoluta seria muy peligroso para
un ministro el que se negase á firmar
cualquier determinacion justa ó injusta del
monarca : en el gobierno representativo el
ministro puede oponerse. á autorizar con
su firma las decisiones de la voluntad real;
y se le abre un amplísimo y- glorioso ca-
mino para el aprecio de sus conciudada-


249
nos abdicando el ministerio. Estas,caidas
son muy gloriosas para los ministros en los
gobiernos libres; y • es preciso confesar que
no les queda otro medio cuando no pue-
den triunfar de la voluntad del monarca.
Pero este medio que es honroso , porque
manifiesta al público que han preferido su
conciencia á su ,ambicion, carece al mismo
tiempo de peligro. Volviendo á entrar en
la clase de simples ciudadanos, la ley les
protege contra los rencores del poder.


Cuéntase en los anales de la China
que un emperador hizo morir sucesivamente
muchos ministros suyos, porque se negaron
á cometer una injusticia que él exigia, hasta
que la virtud y la constancia de aquellas
«venerables víctimas triunfaron de la fero-
cidad del monarca. Tal debe ser , aunque
no á tanto riesgo, la conducta de los mi-
nistros constitucionales. Abandonen sus
sillas primero que asentir á las voluntades
perversas del gefe del poder. Los sacrifi-
cios . de la ambicion no deben ser muy
sensibles en aquella forma de gobierno, en
que la gloria es el primer elemento de la
existencia para los hombres públicos.
•-


Pero se debe observar al mismo tiempo
que. el recurso de la abdicacion debe solo




250
emplearse en los casos extremos. La pri-
mera obligacion de los ministros es ganar
la confianza y el aprecio del- monarca , no
por los,


medios- viles y rateros que se- em-
plean en los palacios de los déspotas , sino
por la superioridad de sus luces, por el
brillo de sus virtudes públicas y privadas
por la elocuencia firme y respetuosa, pe-
ro patética y persuasiva que gana al
mismo tiempo el corazon y el entendi-
miento; y en fin por el arte del trato hu-
mano: , que enseña á hacer concesiones
poco importantes para sacar partidos ven-
tajosos. No ignoramos Hque todo esto es á
veces .muy dificil : no hay diplomacia mas
escabrosa que- la que' establecen los miste-
rios:del poder entre el monarca y sus agén-
'tes inmediatos; pero esta dificultad proba-
rá que- no hay miraos hombres capaces


'Clel ministerio, Mas
que-no sea nece-


sario vencerla para ser-buen ministro.
• Aun hay otras reglas que observar,


quizá mas severas que las anteriores. En
medio de los sinsabores que debe producir
esta ltreha oculta, bastante comun entre
los palacios las' secretarías , es obligacion
indeclinable del ministro que nada tras-
cienda de ella á los oidos del público, y


r


mucho menas lo 'quié ptiedálferir', atinqüe
solo sea levemente, la reputacion ó •
nidad del monarca, ó robarle alguna parte
del afecto y : veneración: de sus pueblos. De
la boca de un ministro no pueden salir sino
palabras de respeto y de amor .ál gefe
supi•erno , que tienen la honra de . repre-
sentar , y de quien son la guardia mas
poderosa. Ni se crea que la inviolabilidad
se limita al cuerpo dél monarca-: la palabra
persona indica su honor , su gloria , su
dignidad, el amor de sus súbditos, el res-
peto de los estrangeros: todas estas ideas
estan asociadas y enlazadas íntimamente
con lá nocioil' dé rey constitucional...0nál-
quiera que contribuya á destruirlas, ó


contribuye -á destruir ó debilitar
el sistema constitucional de la monarquía
moderada , que no puede existir sin ellas:


Divulgar las opiniones particulares del
rey , verdaderas ó supuestas, propalar he-
chos que le pertenezcan personalmente, y
que comprometan su reputacion ; revelar
sus debilidades como hombre privarlo, ajar
sü prerogativa con denuestos, ó esclavizarla
con terrores ; en firi',..arrancarle de la region
superior, donde la nacion ha colocado el
trono constitucional, y traerle á -la escena




252
de las pasiones populares, -sería un error
y un crimen intolerable en un representan-
te de la nacion : d qué será en un ministro,
á quien se le ha confiado :la custodia y
el egercicio de su .dignidad?


Por lo que llevarnos dicho , se ve cuán
estrechas son las obligaciones. del ministerio
con respecto al monarca. Casi todas son
aparentemente contradictorias , es decir,
que no dejan sino un camino de cortísirna.
latitud , en que poder obrar. Han de con-
descender con • sus voluntades , y han de
luchar contra ellas. Han de respetar las
libertades públicas, y han de consolidar el
poder. Han de cubrir su responsabilidad
propia, y han, de sostener el honor y la
dignidad real. La nacion los acusará á ellos,
y ellos no podrán disculparse con su obe-
diencia al monarca. .En una palabra , el
ministerio es el verdadero .ege de la má-
quina constitucional, y toda gravita sobre
él. El que desee ser ministro , que aspiré á
serlo. No es culpa nuestra que sus deberes
sean tan estensos y dificiles.


Vengamos ya á los que tienen que
cumplir en sus transacciones con el cuerpo
legislativo. El sistema constitucional no es
otra cosa mas que el equilibrio entre el


253
poder y la libertad , establecido por la
igualdad de las fuerzas que se contrarestan
inutuamente. Si vence la fuerza monárquica
ó adquiere ventajas considerables , el go-
bierno propende al despotismo ; si al con-
trario, prepondera en las liberaciones le-
gislativas , que son las más importantes de
todas las que ocurren en una nacion civi-
lizada el principio democrático, el estado
propende al republicanismo. La ley cons-
titucional señala las condiciones de los
combates tribunicios. A los diputados del
pueblo toca defender los intereses de la li-
bertad : sus. armas son la confianza na-
cional, las doctrinas liberales , sostenidas
pór los escritores de mas nota , y acredi-
tadas por la opinion pública. A los minis.,
tros pertenece la defensa del poder : sus
armas son la influencia que el mismo poder
le da sobre los ánimos de los, hombres,
la magestad del trono constitucional , fun-
dado. sobre el consentimiento de la nacion,
y la necesidad de conservar el orden, que
es la primera en un pueblo civilizado, y
finalmente la superioridad que les propor-
cionan sus talentos y virtudes personales,
los servicios que han hecho á la patria, y
el hábito de la táctica representativa,




254
Antes de pasar adelante, no queremos


omitir una rellexion , que es propia de
este sitio por muchos títulos. El régimen
constitucional deja al monarca la libertad.
de elegir sus ministros ;. pero la naturaleza
de esta especie de gobierno exige que el.
rey no nombre para destinos tan impor-
tantes, sino á personas en quienes con-
curran muchas calidades. Primeramente
deben .ser hombres dotados de saber, de
elocuencia , de conocimiento de los nego-
cios y de virtudes patrióticas. Nadie pone:
en duda la necesidad de que concurran
estas calidades en los agentes inmediatos.
del gobierno. Pero no bastan ellas solas
si son ignoradas ó desconocidas del público.
Un hombre nuevo y de quien la nacion
oye hablar por la primera . vez , cuand.ta
asciende al ministerio , se sostendrá con
mucha dificultad ; porque carece de aquel
prestigio de gloria popular que tanto agra-
da en los que gobiernan. No basta que los
ministros merezcan la confianza de la na-
cion : es necesario que la posean ; y :esto
no sucede sino á los hombres que han
hecho señalados servicios á la patria ,
que habiendo sido nombrados para la re-
presentacion, , ,nacional y . desempefiadó. él


155
encargo de legislador á satisfaccion del
pueblo , han adquirido aquella reputacion
gloriosa , que es el premio mas lisongero
que puede conseguir un buen ciudadano.
Mérito y fama: he aqui las dos condiciones
necesarias én el que asciende á la silla
ministerial.


La razon de este principio es bien
clara. El ministro tiene que combatir en
la tribuna contra el partido democrático:.
tiene que sostener los tiros de la envidia,
las maquinaciones de la ambicion , y tiene
que chocar con todas las pasiones políti.il
cas : por tanto, si es buen ministro , es
fuerza que cada dia pierda algo de la


-popularidad que obtenia. Es necesaria,. pues,
que esta sea muy notable , cuando sube al
ministerio, para que, auxiliada por los re-
sul tados ventajosos de su buena adminis-,
tracion , pueda conservarse en el grado
suficiente para no perder la confianza pú-
blica.


Nada seria mejor que las perfecta hal?...
monía entre el poder egecutivo y el legis-
lativo ; pero esto es mas de desear que
de esperar. Debemos bendecir al cielo cuan-
do suceda ; mas como sucede raras veces,
debemos.' estar preparados para el caso




2 5 6
contrario- que es el mas comun. La guerra
entre el ministerio y el partido popular es
el estado habitual, de las tribunas nacio-
nales, asi como la guerra entre los sena-


_ dores y lbs tribunos era en el foro de
Roma el espectáculo diario. Esta guerra
es la que conserva la paz interior: ¡infeliz
del estado, en que no encuentren oposicion
las doctrinas ministeriales ó las exageracio-
nes democráticas !


Se ha l observado en Inglaterra que los
grandes hombres de estado , demócratas
furibundos en la cámara de los comunes,
se convertian en monárquicos, apenas eran
ensalzados al ministerio. Esta variacion de
conducta se ha censurado mucho ; pero
nosotros creemos que. es muy naturah Un
representante del púeblo no tiene mas que
atender que á la defensa de sus libertades:
no teme tas consecuencias de los principios
exagerados , que el calor de la disputa le
obligue tal vez á sentar en las discusiones;
porque sabe que estaban allí para impugnarle
los agentes del poder , apoyados en un
partido que siempre es numeroso : en fin,
nd se le puede culpar en calidad de di-
putado , de que quiera aprovecharse de las
ventajas de su posicion á favor de sus -co-.


.257
mitentes. Pero este mismo representante
popular, si llega á ser ministro , considera
los negocios políticos bajo un punto de
vista muy diferente, y sus obligaciones
son ya de otro género. No se le permite
que deje dé ser liberal ; porque la respon-
sabilidad ministerial le obliga á respetar
las garantías nacionales; pero tampoco le
es lícito ser exaltado : porque la exagera-
cion de los principios liberales que no
tiene inconveniente en el diputado del
pueblo, vigilado siempre por el poder,
seria muy perniciosa en, el. agente mismo
de la autoridad, que puede convertir contra
ella las mismas armas que ha, recibido para,
defenderla. Asi, diputados que




pasan á ser ministros ; sin mudar de prin-
cipios , mudan de obligaciones: en el re,»
presentante es glorioso el ardor de la elo.-
cuencia , la vehemencia en defender los
intereses populares : la gloria del ministro..
consiste en la circunspeccion que le asegure
el triunfo.


Hemos dicho que el ministro debe
asegurar su triunfo en el congreso nacio-
nal; porque en el momento que pierda
una votacion de alguna importancia,,,/,se
puede mirar como que se . le ha exonerado


Tomo yr.




258
del ministerio. La superioridad es necesaria
en el que gobierna ; y la superioridad no
'es compatible con las derrotas. Los medios
de obtenerla s'on : t.' La constancia en


principios 'de adininistraCion : 'un mi-
nisterío versatirieS nulo, y su caida fecha
desdeaquel : dia en que cambió de Máximas
gubernativas. El célebre ministro Decazes
dejó de sedó -déSde el momento que com-
batió la ley de elecciones de 5 de febrero
de 181.7 , que antes 'había provocado y
sostenido. La perseverancia de los ministros
ingleses en sus sistenas políticos, es el
;principal motivo de su gloria, y de' la que
-la adquirido su pays. Pasar de un partido
á otro , transigir eón los que antes han-
sido vencidos y humillados , humillar á los
que antes se ha favorecido , ligarse y reñir
-sucesivamente con hombres de diferentes


',principios, es - el canino de la pérdicion.
'La conciencia política es necesaria hasta
en un escritor 'público: para el ministro
es una condicion esencial. ,


2 .0 Jamas formen , ni propongan pro-
yectos que comprometan ó puedan com-
prometer la dignidad del gobierno; porque
-nadie los respetará , si ellos no se respetan
<á- sí mismos, Los esfuerzos del actual mi-


zrv


nisterio inglés para condenar á la reyná.
de Inglaterra, han destronado al gobierno
de aquella nacion del puesto preeminente
que obtenia entre las autoridades pa4i,
cas. Antes de aquella escandalosa persecu-
cion , dice. el sabio , aunque aristócrata,
autor de las -cartas de S. James, el orden de
las autoridades en Inglaterra era estei:
gobierno, la: ,cámara de los Pares, la c4--
mara de los comunes ; pero en el diahel
inverso y se suceden. casi : la cámara doytkts
comunes, la cámara de los tares r
Nemo. Elyte es siempre un grande .,incoá-
veniente; porque en el sistema liberal4a
superioridad del gobierno es necesaria, - aun
para asegurar la libertad ; porque no hay
libertad,sin orden. Pero en Inglaterra, don:-
de el cuerpo intermedio es tan poderosPs,
no puede tener este inconveniente tan:ifm-
nestos efectos como en los,payses , dende
el principio aristocrático del gobierno ten-
ga menos influencia.


3.0 Guárdense de tocar á las libertades
nacionales. Este principio merece por su
importancia una esplicacion detenida. No-
sotros distinguimos .,entre la.


libertad . po-
lítica y la civil. La libertad política se com-
pone de aquellos derechos que aseguran




.2.6o
la parte de autoridad pública que la cons-
ttitucion concede á cada ciudadano : la li-
:bertad civil consta de las garantías que ase-
guran la propiedad individual, ya de la
persona , ya de los bienes-, ya del pen-
.sarniento. Puede haber algunos casos en
que para impedir los efectos de las mil-


' :biciones particulares , pida el ministerio
justamente la coartacion de , la libertad po-
lítica ; y estos casos pueden ocurrir en las
-épocas en que se propongan leyes orgáni-.
.cas, ó se revise la constitucien. Nadie cul-
•pará al ministerio, mientras respete las 6m-
,7;antías individuales ; que cuando se trate
de la renta necesaria para ser diputado en:
cortes , proponga una cantidad tal , que
ella sola asegure á la nacion y al gobierno
de que el congreso nacional mirará con
amor las instituciones favorables al orden:
--nadie le culpará tampoco si en la época
en que se revise la constitucion, exige tany-
bien una garantía semejante, aunque me-
-nos cuantiosa de los que han de egercer„
:la autoridad electoral.
- • Mas serán sumamente culpables, siem-
pre que propongan leyes de escepcion,
que destruyan el efecto del código cons-
litucional ) y que bajo la forma de . una


26 t.
dictadura temporal, organicen ó el depos-
tismo momírquico ó el despotismo revo-,
lucionario. La compresion de la libertad.
del pensamiento , la creacion de tribunales.
especiales y estraordinarios que hagan
Soria la seguridad personal , los arrestos•
arbitrarios y secretos , la depravacion del
cuerpo legislativo, introduciendo desigual-;
dades en el santuario mismo de la igual-'
dad; son operaciones que conducirán al
ministerio á una cierta ruina, aun cuando
consigan en el congreso nacional una .ma-
yoría aritmética : porque esa mayoría, no
puede representar en semejantes casos la:
mayoría de la opinion pública. Una sola
hipótesi puede hacer legítimas semejantes
proposiciones, y es la.de la rebelion abierta,.
en alguna parte de la monarquía ; „ pero.
todas las constituciones designan las for,-
malidades con que en dicha hipótesi debe
proclamarse la ley marcial , y han .dejado
muy poco que hacer al ministerio.


La violacion de las garantías individua-
les supone siempre que el ministerio está
vendido á .


una faccion enemiga de la li-
bertad , y esta suposicion por sí sola basta
para desacreditarle. y privarle para siempre
de toda popularidad, Un. ministerio súbdito




262


de otros hombres , es el círculo cuadrado
de la política. Pueden y deberiJOs minis-
tros tener un partido , y muy superior en
el congreso nacional; mas este partido lo
han de deber, no á su deferencia con res-
pecto á ciertas opiniones ó á hombres de-
terminados , sino á' la superioridad que su
anérito y su destino les proporciona , y 4
la moderacion Wy justicia de sus pretensio-
nes. Un ministro que pide la fuerza nece-
saria para sostener el poder sin atacar las
libertades públicas, será siempre bien visto
del congreso y de la nacion. Un ministró
que pide la violacion de los derechos mas
caros al pueblo para complacer la ambicion
ó la venganza de un partido político , aun
cuando- consiga sus pretensiones , será abor-
recido de la nacion y despreciado del
mismo partido, por el cual sacrifica su
conciencia , y que le sacrificará la primera
vez que se oponga ó eluda sus imperiosas
pretensiones.


Tal ha sido la suerte del actual minis-
terio de Francia. La faccion retrógada no
agradece sus complacencias ; le parece que
If0 va tan aprisa como ellos quisieran : le
acusan de que aspira al despotismo mbuste,
rial, en lugar de organizar la tiranía aris••


263
tocrátiea quo los ultras solicitan : dicen-,
que trabajan por su cuenta, en lugar de
trabajar por la de los realistas , es decir,
de los aristócratas : últimamente, despues
de haberle' cubierto del desprecio O-.
blico que ya ha merecido., y de las inju-
rias propias del espíritu de partido , rom-
perán el instrumento docil que se prestó
á favorecer su ambicion, cuando calculen.
que ya no necesitan de él.


Solo nos resta que hablar de la con-
ducta del ministerio con respecto á la
nacion que gobierna. Su deber en esta
Parte se reduce á esta sola máxima , que
se pongan al frente del pueblo y no al de
un partido. El ministerio que falte á ella,
no puede obtener ni gloria, ni duracion.


. Los ministros son deudores á todos y á
cada uno de sus administrados. Deben aho-
gar todas las pasiones de hombre , y todas
las pretensiones de escritor , todos los
afectos que sus anteriores doctrinas les
hayan inspirado. Son egecutores de la ley:
deben ser tan impasibles C0. 1130 ella misma.
El espíritu de partido y las pasiones po-
líticas deben agitarse álos pies del trono;
pero nunca subir á él , ni colocarse junto
á. él. Ni el temor ni la venganza deben•




264
influir en sus determinaciones : renunciaron'
tácitamente á estas pasiones ruines desde
que el príncipe les asoció á la gloria de
gobernar hombres libres. Si en el nombra_
miento de los destinos atienden á otra cosa
que á la capacidad y á la honradez , si
la vara de la justicia hiere ya fuerte, ya
suave, segun las opiniones políticas del reo
sobre quien cae ; si el curso de los negocios
es dirigido por los hombres que se temen,
ó por los hombres que se aman ; en fin,
si no tienen los ministros la firmeza de al-
ma necesaria para despreciar las calumnias,
perdonar las injurias , contener á los
gos , ganar á los contrarios , reunir todos
los partidos al rededor del trono , y res-
ponder á las .acusaciones con los bienes
que proporciona á la patria su buena ad-
ministracion, con su vigilancia en los pe-'
ligros , con su autoridad en el congreso y,
con su influencia en las naciones estran-
geras, mas vale que dejen el destino que
ocupan ; porque ¿ de qué sirve ser ministro
al quien no puede hacer el bien? ¿Y cómo
puede hacer el bien, quien no estiende su
vista mas allá de los límites. estrechos que
señala el mezquino espíritu de partido ?


Los ministros deben ser fieles y celosos -


265
defensores de la dignidad real, cuya auto-
ridad se les ha confiado: deben respetar las
libertades públicas : deben obtener en el
congreso una mayoría de votos , debida,
no á manejos indecentes ni á las pasiones
de un partido , sino á . la justicia de sus
proposiciones y á la superioridad de sus
prendas personales: deben, en fin , gober-
nar la nacion , no como agentes de un par-
tido, sino agentes de la autoridad pública,
que como el sol distribuye á todos sus
rayos- con igualdad. Tales son las obliga-
ciones políticas del ministerio que hemos
desenvuelto en este artículo.
. No hablarémos de sus obligaciones ad-


ministrativas en los diferentes ramos del
gobierno ; porque estas son sumamente
estensas , aunque no menos importantes.
Solo haremos aqui una observacion , y es,
que cuando la posicion del ministerio es
falsa .é insegura en política, es casi impo-
sible que . no desatienda á la administracion,
ó á lo menos que no se resienta esta de las
pasiones que dirigen á los gobernantes. Sin
embargo , ella es el único título que les
queda á la popularidad; porque ninguna
Cosa es menos' popular que el gobier-
no : este no puede hacerse amar sino por




266
los beneficios de su administracion.


Volvemos á repetirlo : si la senda de
los ministros es tan estrecha , tan resvala.
diza , tan constantemente dificil , culpa es
de la. naturaleza que por cierto • principio
de compensacion general al mundo moral
y al fisico, ha colocado el mal junto al
bien, el dolor junto al placer y el peligro
junto al esplendor. Estas dificultades arre-
drarán al hombre mezquinamente ambicio-
so que aspira `al poder solo para satisfacer
pasiones pequeñas; pero no intimidarán al
que solo mira en la autoridad un instru-
mento de adquirir gloria inmortal , ha-
ciendo bien á sus conciudadanos. Asi vo-
laron á la inmortalidad los Suger , los
Sully, los Pitt. El que no reconozca en sí
ni las luces, ni los sentimientos de aquellos
grandes hombres , que no aspire al minis
terio de una monarquía constitucional. Bas-,
tárale el. visiriato , para el cual bastan. las
cualidades, ya buenas, ya malas que cons.
tituyen un favorito.


CORTES.


267


SESION DEL z6.


CU ESTION CURIOSA.


iPebe permitirse que asistan las ilingere:,- á
las galenas de las Con-es?


Tratándose en la sesión del 16 del re-
glamento interior de las Cortes, y dicién-
dose en el artículo 7.° que «á las mugeres
no se les permitirá la entrada en las gale-
rias ," el señor Robira presentó una indi-
cacion en la que proponia que no se
diese á las mugeres asistir á las sesiones de
Cortes, teniendo la debida separacion de
los hombres: los señores Moscoso, Romero
Alpuente y Florez Estrada la apoyaron;
pero habiéndola combatido el señor Sancho,
y habiendose votado el punto nominalmen-
te, fue desechada , y pasó el artículo tal
como le proponia la comision, por 85 votos
contra 57 . Nosotros, sin embargo de que
la cuestion está ya decidida, COMO prevé-
nos que habrá en el público la misma




268
contrariedad de opiniones que hubo en el
Congreso, y que muchos tacharán de injusta
la resolucion tomada; creemos que no será
del todo inutil hacer ver á nuestros lectores
los fundamentos en que se apoya el dic-
tamen de la moyoria. Todo cuanto tiene
alguna relacion con esa hermosa mitad
del género humano que tanto influye en la
comun felicidad, no puede ser. indiferente
ni al legislador, ni al filósofo. Una resolu-
cion equivocada en que se ofendan los
derechos legítimos del. bello. - sexo, puede
acarrear males gravísimos , y quizá oca-,
sionar el trastorno , general. Demostremos,
pites., que el Congreso nacional los ha res-
petado, y que su decision no da á, las
mugeres ningun . motivo justo para quejarse.


El célebre jurisconsulto inglés Jeremias
J3entham, en su Táctica de las asambleas le-
gislativas (cap. 33) , propone en estos tér-
minos la,


misma cuestion que se .ventiló en
las Cortes. Se debe admitir á las mugeres?
(en las galerías). y. responde, no. Cópia-
yernos las razones en que funda su. res-
puesta , y afiadiremos algunas. otras refle-
xiones que la corroboran , y que él omitió
por evitar prolijidad. «Largo tiempo, dice, he
estado indeciso sobre esta cuestion, he pe-


269
salo las razones que hay por una y otra
parte , y he sentido cierta repugnancia en
votar por una exclusion que parece un
acto de injusticia 'y de desprecio; pero temer
á las mugeres, no es despreciarlas. Excluir-
las de una teunion en que la tranquila y
fría razon debe reynar sola,•es reconocer y
confesar el influjo que pueden tener en
ella , y esta confesion no puede serles
desagradable. Las seducciones de la elo-
cuencia y el uso de lo ridículo son
medios peligrosos en una junta polí-
tica; y si en esta se admiten las muge-
res, se dará mayor grado de fuerza á unas
armas tan temibles : porque delante do esto
tribUnal, dramático y apasionado, en una
discusion cuyo principal mérito consista en
la exactitud lógica y en la profundidad, un
orador juicioso . y verdaderamente sabio,
pasará por un fastidioso disertador., Todas
las pasiones estan contiguas, y se inflaman
recíprocamente. El derecho de liarengar no
Sera muchas veces mas, que un medio de
agradar, y el medio mas seguro de agradar
á la sensibilidad de las mugeres, es mos-
Iraise conmovido y entusiasmado. Todo
tomará, pues, un tono exaltado, brillante
ó trágico : en todo se buscarán imágenes y




270
movimientos oratorios: será preciso hablar
de la libertad en estilo lírico , y componer
himnos sobre los acontecimientos que re-
quieran 'uncir calma; y solo se apreciarán las
cosas fuertes y atrevidas, es decir, los pare-
ceres imprudentes y las medidas extrema-
das. En Inglaterra, en donde las mugeres
tienen tan poca influencia en los negocios
políticos, en donde ni aun aspiran á mez-
clarse en ellos, yen donde acostumbran á
separarse de los hombres y retirarse á otra
sala despues de la comida; no se permite
que asistan á los debates del parlamento,
y se las ha excluido de la cámara de los
comunes, aprovechando las lecciones.de la
experiencia y con conocimiento de causa.
Porque se hacia observado que su presen-
cia hacia que las deliberaciones tomasen
un giro particular, que el amor propio hacia
en ellas un papel mas importante de lo que
convenia, que las personalidades eran mas
vivas, y •que se sacrificaba la solidez de los
raciocinios á la pueril vanidad de mostrar-
se el orador hombre ingenioso y .agudo."


Hasta aqui Bentham , cuya autoridad
por sí sola seria ya muy respetable; y el
egemplo pie cita, convincente. Porque si á
pesar del caracter taciturno y flemático


27 r
de las inglesas y de su poca curiosidad en
materias de política, se conoció por repe-
tidos hechos que su presencia en las ga-
lerías de la cámara hacia perder á los
diputados aquel tono de impasible gravedad
con que deben hablar en todas las discu-
siones , qué no debería temerse en payses
en que la natural viveza y ardiente cu-
riosidad del bello sexo les impusiese la
necesidad de hablar constantemente en
tono declamatorio y patético ? Ya el señor
Sancho observó que habiéndose permitido
en la Isla que las mugeres asistiesen á las
sesiones , hubo muy pronto motivos para
revocar el permiso. En materias prácticas
es menester no proceder por simples teorías.
Considerada en abstraCto la cuestion que
examinamos , parece que debiera adoptarse
la solucion afirmativa ; pero concretada á
determinadas circunstancias , todo hombre
de buena fe estará por la negativa. Teori-
camente , es cierto que tratándose solo
de estar sentado en un asiento para oir
en silencio lo que dicen ciertos oradores
en una sala, debe parecer muy indiferente
que los que escuchan sean hombres ó mu-
geres; pero cuando se sabe que la presencia
de estos testigos tiene no poca influencia




272
en el voto que luego han de emitir los,
mismos harengadores , particularmente si
la votacion fuese nominal ; y cuando á
pesar de todas las precauciones es inevi-
table que en asuntos de mucho interés
manifieste el auditorio de un modo ú de
otro su aprobacion ó descontento , aun
estando compuesto de hombres solos,
¿ cuánto mas temible es que la impetuo-
sidad genial de las mugeres no las permita
observar el respetuoso silencio que encar-
gan los reglamentos de-todos los cuerpos
que deliberan en público? Pero supongamos
que le observasen , y que por esta parte
DO hubiese inconveniente en permitir que
asistan á sus sesiones: le hay siempre y
muy grave en autorizarlas por ley para que
distrayéndose de las ocupaciones propias de
su sexo, y faltando acaso á las obligaciones
mas sagradas, vengan á malgastar en el salon
de cortes cuatro horas que pudieran y
debieran emplear mas útilmente. Por-
que en suma , ¿ qué tienen que hacer
la honrada matrona, y la pudibunda don-
cella en las galerías de un cuerpo legislativo?
¿No estarian mejor recogidas en su habi-
tacion cuidando aquella de su casa , y
aprendiendo esta á ser un dia buena madre


273
de familia ? Si quieren.sáber qué es lo que
alli se trata, qué ley se ha propuesto,
quien la ha impugnado ó defendido, y
que resolucion se ha tomado ; ademas de
qué ni de esto deben curarse, y de que
generalmente carecen de los conocimientos
necesarios para juzgar de estás materias;
dentro de pocas horas pueden saberlo por los
papeles públicos con mas puntualidad que si
ellas hubiesen asistido personalmente á la
deliberacion. Las leyes, lejos de fomentar
en el bello sexo las distracciones , la di-
sipacion y la curiosidad en materias que
no son de su competencia , deberian pro-
ponerse inspirarle el amor al retiro y al
recogimiento , y alejarle de todos aquellos
obgetos que no tengan relacion con los
oficies • á que le destinó la naturaleza. En
esta parte, como en otras muchas, deberia
imitarse la conducta de los pueblos mas
sabios de la antiguedad. Ni en Esparta,
ni en Atenas, ni en Roma se permitió
jamás que las mugeres asistiesen á las
asambleas políticas, sin embargo de que
estas se celebraban en medio de una gran
plaza. Y la sola curiosidad de saber lo que.
en ellas se ventilaba, era mirada en las
matronas como un indicio de disipacion.


Tomo vi.
z8




274
Asi vemos que aun tratándose de asuntos
que concernian directamente á las muge-
res , se llevaba muy á mal que se mezcla-
sen en los negocios públicos ; como se
verificó en Roma cuando tratándose de
revocar una ley, dada durante la segunda
guerra púnica contra el lujo de las ma•
tronas , recorrieron estas las calles rogando
á todos los ciudadanos que encontraban
que votasen por la revocacion de la ley.
Caton el mayor que era. consul aquel alio,
observó este desorden al atravesar las calles
para ir al foro , y habiendo subido -á la
tribuna, declamó indignado contra el tu-
multo femenil, y les dijo entre otras estas
señaladas palabras. « ¿Qué abuso es este
y de presentarse asi en público, de ocupar
»las calles, y de plerarse á hablar con hom.-
»bres que no son vuestros maridos ? No
»pudo cada una hacer esta súplica al suyo
„allá en lo interior de su casa? Aunque si
» las matronas se contuviesen dentro de los
» límites que les prescribe el pudor, ni aun
» dentro de vuestras casas debisteis curaros
»de saber qué leyes iban á establecerse
»aqui ó á derogarse," Es verdad que nues-
tras costumbres no son en este punto las
de los romanos , y que la civilidad ó mas


275
bien la- galantería moderna, permiten á las
mugeres ciertas libértacles que en Roma
hubieran parecido escandalosas ; pero tam-
bien lo es que entonces, ahora y siempre
parecerá mal que se mezclen en asuntos
que sean exclusivamente propios de los
hombres:y tales son los de gobierno. Dígase
cuanto se quiera, una mnger que politiquea,
es un personage tan digno de la censura
cómica , como las que se. precian de mari-
sabidillas en materias de erudicion Y de
ciencias. Está bien que cultiven su,:enten-
dimiento , y que se instruyan ; pero sea
en materias análogas á las ocupaciones
propias de su sexo. La música , el dibujo,
la pintura , las labores de manos; lecturas
agradables y entretenidas , la ciencia de
la moral , el arte dificil de la educacion
de los hijos ; bastante campo les ofrecen
para ejercitar su talento, y ocupar su cu-
riosidad ; pero dejen á los. hombres los
.áridos estudios de la legislacion y de la
política..


Los que quisieran que se franquease á
las nmgeres la entrada á las galerías, ale-
gan que no se les cierra la del templo ni
del teatro, ni so les prohibe concurrir á los
mismos paseos y tertulias que los hombres;


8.




2 6
pero é qué prueban estos egemplos ? La asis-
tencia al templo es una obligacion comun
á los dos sexos; el paseo y las recreaciones
honestas les son tambien igualmente nece-
sarios, y por eso no se hace ni debe ha-
cerse distincion alguna entre sus individuos:
no asi la concurrencia á las galerías. Esta
ni es obligatoria, ni necesaria, ni aun util
para las mugeres. Se cita tambien el egem-
plo de la Francia, en donde asisten mezcla-
das con los hombres á las tribunas de la
cámara de los diputados ; pero ademas de
que, el hábito y la costumbre hacen alli in-
diferentes y tolerables acciones que repug-
nan á la gravedad de nuestro caracter, , y de
que nada ganariamos con imitar en todo las
modas de aquella evaporada capital ; no se
advierte que en la tribuna de Paris se en-
tra por medio de billetes, y en nuestra ga-
lería por el orden con que se llega. Esta
diferencia que á primera vista parecerá po-
co importante, evita sin embargo una gran
parte de los inconvenientes indicados , y
si aqui se adoptase el método de los bille-
tes, casi no tendriamos reparo en que dan-
dose á cada uno de los señores diputados
un cierto número de ellos, pudiesen dis-
tribuir una tercera ó cuarta parte á seña-


277
ras , de cuya modestia y compostura res-
pondiesen su clase y educacion. Sin este
requisito, estamos muy persuadidos de que
si se abre indistintamente la .puerta de la
galería á las primeras que lleguen, no se-
ran todas las que se anticipen á tomar
puesto, recogidas y virtuosas .matronas:
y si en efecto no lo fuesen , cómo evitar
los desórdenes que serian consiguientes?
Ni estos se ímpedirian todos con separar
los hombres de las mugeres y señalar á
estas una galería particular. Si las asisten-
tes no eran todas escogidas y de finaedu-
cacion , vendría á ser la tal tribuna una
cazuela de teatro; y ya se sabe el silencio
y compostura que en esta observan gene-
ralmente las que la ocupan. Mucho sentimos
que el interes público no nos permita en
este punto seguir la opinion mas agradable
al sexo hermoso que respetamos ; pero pue-
de mas con nosotros el amor de la verdad,
que las consi,deraciones personales.




278


Reflexiones sobre la educacion literaria.


Los libros y las doctrinas gobiernan el
mundo: de aqui nace que en cada especie
de gobierno se procura dar una educacion
literaria conforme al caracter que predo-
mina en su constitucion. Bajo el poder
absoluto lo primero que se hace, es rodear
de tinieblas la inteligencia humana , y
sustituir á la ignorancia , en que todos
nacemos, el error que nos separa de la
sabiduria aun mas que la ignorancia.


La filosofía se enseria en sutilezas inin-
teligibles, la poesía en logogrifos, y la elo-
cuencia en sofismas l' armoniosos y simé-
tricos. Las ciencias matemáticas y físicas
ocupan un lugar muy subalterno en los
planes del •despotismo: basta que se sepa
de ellas lo necesario, para que haya buenos
artilleros, ingenieros y marinos. En cuanto
á la legisladori los esclavos deben conten-
tarse con saber cuál es el derecho positi-
vo, á que deben obedecer ; pero no ten-
gan la osadia de penetrar en el espíritu
de las leyes, y mucho menos discutir


279
la legitimidad ó ilegitimidad de su origen.


Tal es el sistema literario del gobierno
despótico : si el gusto se introduce poco
á poco en las artes, si la 'filosofía ratio-,
nal y física hacen rápidos progresos, en
fin, si hay manos bastante atrevidas para
levantar el velo que eneubria á los pue-
blos el verdadero origen de la 'soberanía,
atribuyase á la petulante curiosidad del
entendimiento humano, que no puede que-
darse estacionario, cuando una vez ha en-
trado en la carrera de la sabiduria ó de
error ; mas no al poder absoluto , que ha
hecho cuanto ha estado en su manó para
esclavizar la mente, y obligarla á no sa-
ber mas de lo ;:que él querria que supiese,
y á conservar los errores, y las preocupacio-
nes útiles al despotismo ; y para eso ha
creado las inquisiciones, las censuras pre-
vias, y las leyes de escepcion , represivas
de la libertad de la imprenta. El pensa-
miento en su:. rápido vuelo ha salvado to-
dos estos obstáculos , y esclavo fugitivo
vuelve auxiliado de la opinioz pública,
ilustrada por él, á derribar los ya indefen-
sos altares de la tiranía.


¿ Cuál es el sistema de enseñanza que
conviene á un gobierno liberal? Aquel en




2 S o
que la razon obtenga todos los derechos
que naturalmente le competen: en que no
se conceda nada ni á las preocupaciones,
ni á las sutilezas: en que el pensamiento
no esté ligado por la autoridad de los ma-
estros ni de los libros : en que el enten-
dimiento del hombre goce de cierta espe-
cie de ciudadanía. Pero asi como la ver-
dadera libercad del ciudadano es la obe-
diencia á la ley, tambien la verdadera
libertad del espíritu es la docilidad á la
razon. Las ciencias matemáticas, físicas é
ideológicas deben obtener en este sistema
el primer lugar; porque ellas forman , di-
gamoslo asi, el código de leyes, á que debe
someterse la inteligencia humana, si quie-
re ser libre , y no licenciosa.


Pero la ímaginacion del hombre recla-
ma tambien sus derechos. La verdad ha
de ser siempre lo .primero que debe bus-
car; pero el amor de la belleza nos es
tan natural , que seria condenar la mente
á cierta especie de infelicidad , sino se per-
mitiesen á la imaginacion sus desahogos
y recreos. AIiádase , que si las ciencias han
contribuido á la perfeccion de la razon
humana , las bellas artes han preparado
su triunfo, inspirando sentimientos suaves


281
y dulces, y haciendo gozar al hombre una
série de placeres debidos á su inteligen-
cia , que recreandole sin fastidio y ameni-
zando sus trabajos, le han conducido gra-
dualmente al estado de civilizacion en
que hoy se halla. Para que Tales calculase
los eclipses y Aristóteles crease las cien-
cias , fue necesario que las liras de Orfeo y
Anfion arrancasen antes á los griegos del
seno de la barbarie.


Alas los placeres de la imaginacion de-
ben ser arreglados por' la razon. El buen
gusto, que es el hábito de la razon mis-
ma aplicada .á las bellas letras , es el que
liga el estudio de las humanidades con el
de las ciencias abstractas. La misma razon
que juzga y analiza las bellezas de una
oda de Horacio ó de una tragedia de Ra-
cine, es la que resuelve los' problemas
mas abstrusos de la geometría , ó calcula
la fuerza que contiene al planeta en su
órbita. Así en la república literaria debe
suceder lo mismo que en la civil: los pla-
ceres del ciudadano están arreglados por
la ley.


Las disciplinas que hasta aquí hemos
enumerado, sork propias para cultivar el
entendimiento y embellecer la imaginacion;




282
pero la edueacion literaria seria incompleta,
si no se instruyese á la juventud en aque-
llas ciencias que desenvolviendo las ideas
de la justioia, dirigen la voluntad. Tales
son la moral, la historia, la legislacion y
por apéndice, la economía política á la
cual, no sin razon , ha colocado el primer
ideologista de nuestros dias, entre los ra-
mos de la filosofía racional.- Estas ciencias
forman el vestíbulo del gran templo de
la jurisprudencia. Los principios del de-
recho natural, derivados de las necesida-
des y facultades del hombre ; los elementos
necesarios de la sociedad ; los límites á
que debe circunscribirse en ella el impe-
rio de las pasiones humanas; los egempla-
res de la historia que es, propiamente
hablando, el observatorio de la moral , y
las máximas filosóficas de donde mana.
el derecho cotistatucional y la ciencia eco-
nómica, forman el plan de esta enseñanza.


Hemos distinguido, pues, tres especies
de estudios, que todos tienen por obgeto
la verdad , pues sin ella no hay estudio, que
no conduzca al error. Verdades que nos dan
á conocer el inundo , fisico, verdades que
nos manifiestan las bellezas del mundo ideal,
y verdades que nos enseiían las combinaeio-


283
nes del mundo moral. Las primeras perte-
necen casi esclusivatuente al entedimiento:
las segundas se dirigen con preferencia á
la fantasia ; las terceras á la voluntad. Es-
ta es la clasifieacion menos . inexacta que
puede hacerse de _las ciencias. Decimos me-
nos inexacta, porque no hay que esperar
que se distingan enteramente unos conoci-
mientos de otros. No hay géneros, ni es-
pecies en las verdades , asi como no los
hay en la naturaleza. Las clasificaciones no
son mas que métodos de que se ha valido
el hombre para estudiar mas facilmente; y
entre estos métodos debe elegir aquel, en
que los ramos del saber se distinguen de
una manera mas conocida. Nos parece
que la distinción de las ciencias , deri-
vada de las facultades humanas que
ilustran . 6 dirigen , es la mas clara y
precisa que puede hacerse: Asi se po-
drá distinguir la enseñanza en ciencias ma-
temáticas y físicas-, estudios de humanida-
des y bellas artes, y ciencias morales y polí-
ticas. El joven que emplee los felices años
de la adolescencia en adquirir los conoci-
mientos que hemos enumerado , podrá
servir á la patria con utilidad y gloria en
cualquiera de las carreras que el sistema




984
liberal abre á la honrada ambicion de los
ciudadanos.


Con el fin de lograr tan importantes re-
.


sultados, se abrirá en esta capital el f.° de
abril próximo una casa de educacion, en
la cual se instruya á los alumnos en los
ramos ya mencionados. Para hacer mas
general su utilidad , se ha añadido una
clase de instruccion primaria, en la cual
se enseriará todo lo que vulgarmente se
conoce con el nombre de primeras letras.
Habrá tambien clase de dibujo , delinea-
cion y música, artes ornamentales que en
el estado actual de la sociedad casi no es
lícito ignororar.


El plan general de los estudios en di-
cha casa será el siguiente : despues de las
primeras letras, entrará el alumno á estu--
liar la lengua 'latina, que ya por ser el
origen de la nuestra, ya por los excelen-
tes modelos que sus escritores, nos han
dejado, debe anteceder á la enseñanza (le-
las letras humanas. 'Despues de ella , se-
guirá la francesa, que á la utilidad de ser
idioma vivo y casi universal , reune el de
poseer un tesoro inapreciable de bellezas
en la oratoria sagrada , en el género dra
friático, y en las ciencias filosóficas y po-


a.85
líticas. Seguirá el idioma griego , archivo
original del saber, del genio y del buen
gusto, y el mejor construido y mas armo-
nioso de todos los idiomas conocidos. Al
mismo tiempo se instruirá á- los jóvenes
en la historia , geografía y mitología, y se
concluirá el estudio de las humanidades con
los principios filosóficos • de elocuencia y
poética. Esta enseñanza completa debe durar


• de 8á 9 años.
Pero como estos estudios son mas bien


de recreo que de trabajo, (si se exceptuan
los dos primeros años de latinidad) podran
los alumnos al mismo tiempo estudiar las
ciencias matemáticas, que se enseñarán con
toda la extension y profundidad que tienen
en el dia ; la física, química, zoologia , mi-
neralogia é higiene; la ideologia , lógica,
gramática general y ética, concluyendo
con los estudios políticos que abrazarán la
historia considerada filosóficamente, el de.
recho natural y de gentes , la economía y
la teoría constitucional. Los últimos años
de esta eneseñanza coincidirán con la de
elocuencia y poética en el ramo de huma-
nidades.


. Asi alternados en la asistencia á las
Gimes los estudios agradables con los se-




286
veros y dificiles , se conseguirá impedir el
fastidio de los alumnos; tambien se conse-
guirá interpolandolos de esta manera, que
se auxilien mutuamen ten los diversos ramos
de .enseñanza. Por egemplo , los conoci•
mientos que hayan adquirido de la lengua
latina, cuando lleguen á estudiar matemá-
ticas, les servirán para penetrar facilmente
muchas voces de las ciencias exactas que
de otro modo necesitarian de explicacion.
Tambien cuando entre los ramos de hurna...
nidades estudien la geografia nantioua ha-
brán ya estudiado en tre los de matemáticas la
geografia astronómica , cuyo conocimiento
preliminar hace casi ninguno el trabajo de
aprender la antigua, pie se reduce entonces
á conocer la correspondencia entre los
nombres antiguos y modernos.


Podrá suceder que los interesados de
un alumno no deseen que se le dé toda la
instruccion que el plan comprende. En este
caso se le enseñarán solamente los ramos
que designen dichos interesados ; pero ó
deberán traer ya adquiridos los conoci-
mientos preliminares para aquellos ramos,
ó tendran que aprenderlos en el estable-
cimiento. La gramática castellana se consi-
dera como estudio "preliminar para todos


287
los denlas. La lengua latina ó la francesa
lo es para la poética y elocuencia , y para
las ciencias físicas .y políticas. El primer
año de . matemáticas es preliminar para las
ciencias físicas, y la geografia para los ele-
mentos de historia y mitologia..


Tambien puede suceder que los padres
del alumno deseen que se le enseñen algu-
nos ramos que no estan comprendidos en
el plan de. establecimiento, como son la
música instrumental, lengua italiana, in-
glesa ó alemana. Para satisfacer en esta par-
te los deseos ó necesidades de las fami-
lias , el establecimiento se compromete á
proporcionar buenos maestros en estos
ramos, bien


• que el coste de esta insulte.
cion adicional debe correr por cuenta de
los padres ó tutores.


Nos hemos limitado en este artículo á
hablar de la educacion literaria que este
establecimiento promete. En cuanto á la
educacion religiosa, moral, urbana y física,
el público podrá leer el prospecto, que se
incluyó en nuestro número anterior , y
juzgará por los principios que allí se sien-
tan, de los resultados que deben esperarse.


Solo haremos una observacion en cuan-
to á la Moral, y es , que en un colegio




288
donde se profesarán incesantemente los
sentimientos de la humanidad y las ver-
daderas ideas de honor ; donde los casti-
gos serán moderados y dirigidos á corre-
gir el mal; donde habrá numerosos medios
para premiar y distinguir la virtud y la
aplicacion , es imposible que no se forme
entre los alumnos cierto espíritu de noble
emulacion que desenvuelva sus facultades
intelectuales y las dirija hacia los grandes
objetos de utilidad pública: mucho mas
cuando por medio de las instituciones po-
pulares, anunciadas en dicho prospecto,
sientan aquellos espíritus juveniles , que
aunque tienen deberes que cumplir en la
pequeña sociedad á que pertenecen, tie-
nen tambien derechos que reclamar. El
consejo de disciplina y la parte concedida
á los alumnos en la adjudicacion de los
premios, nos parecen muy á propósito para
despertar en sus ánimos los primeros sen-
timientos de la gloria política. En nuestros
antiguos planes de educacion los discípulos
eran esclavos: en este se ha procurado con-
vertirlos en ciudadanos, sometidos á la ma-
gistratura y á la ley.


289
TEATROS.


Todo es enredos amor.


Esta comedia no tiene mas mérito que
el de la intriga; pero se debe confesar que
su artificio es muy ingenioso, y digno de
que el autor de Gil Blas se haya valido
de ella para Formar uno (le los mas agra-
dables episodios de su novela. Aunque
no creamos que Mr. Lesage tomó su obra
de manuscritos españoles; sin embargo no
podemos dejar de reconocer que siendo
su ánimo describir las costumbres de nues-
tra nacion en el siglo XVII, copió muchas
narraciones y retratos de' nuestros escrito-
res de aquel siglo. Hemos visto algunos
egemplares impresos de esta comedia, eu
los cuales se atribuye á nuestro célebre
Moreto; pero no podemos creer que sea
de él; porque la versificacion es lánguida,
y el diálogo carece de aquella vivacidad,
y sobre todo de aquella sal que caracteriza
al autor del Desden con el desden. En el.
egemplar que tenemos á la- vista, se atri-
buye á don Diego de Córdoba y Figueroa,
versificador debil, aunque hablista puro.
No sabemos en qué época floreció ; mas


Tomo vr.
19




el giro de su elocucion y sus frases habi-•
tuales son del tiempo de Cañizares; (le mo-
do que la invención de la fábula que ha
servido para esta comedia y para el episo-
dio de Loar, es incontestablemente opa-


La decencia riQ está rigorosamente
servada en la comedia ;. porque aunque to-
leremos :á determinacion de doña Helena
que emplea todo género de artificios para
robarle á. su rival la mano y el amor de
don Felix, no podemos sufrir' los, equívo-
cos obscenos de que está sembrada toda
la pieza ., de los cuales muchos desaparecen
,en la representacion, aunque 'algunos han
conservado los actores, no sabemos por
qué; Ya o. tiempo de que empecemos á
purgar nuestro teatro de semejantes im-
purezas. Enlioyabnena sea la castidad de
las espresiones un signo cierto de la cor-
rupcion de las costumbres, ; pero ¿quién ha
de tolerar que siendo corrompidas las cos-
tumbres, no paguemos homenage á la vir-
tud siquiera con lel habla, y hagamos in.-
sufrible la sociedad, añadiendo á la per-
versidad del vici.o




la groseria de la. inde-
cencia? Ni se crol, que el comedimiento de
la, espresion es hipoeresia no. La


29 t
tresia consiste en afectar las virtudes que
no se poseen ; pero ocultar las deformida-
des morales que nos plagan , no es hipo-
cresia; es respeto á la virtud y á la socie-
dad. ¿No ocultarnos cuidadosamente á la
vista de los hombres nuestras deformidades
físicas?


Doña Helena, enamorada de don Felix,
desde la primera vez que le vió en Madrid
desde su reja sin ser conocida de él , le
sigue á Salamanca, y se




le presenta ya
disfrazada de estudiante , ya de criada , ya:
en fin declarada por quien ella es. Este
es el enlace de la pieza , á la verdad poco
decoroso á una dama y muy agerio de la
altivez mugeril que tanto exageraron en
sus comedias Candamo y Calderon. Mas
en fin, tal Como es, debemos admitir este
enlace si queremos seguir la pieza que
toda hierve en intrigas y artificios que
justifican su título. Las combinaciones dra-
máticas que mas sobresalen en ella, estan
tomadas del caracter de don Felix, cuya
coqucteria que está bien expresada en la
pieza con el nombre de variedad, da visos
de verdad á las calumnias con que la fin-
gida madre Cristina le denigra ante su
amante; hace menos inmoral el proyecto


19.




292
de doña Elena que solo roba á su compe-
tidora la Immo y no el corazon de don
Felix , y alimenta las esperanzas de la in-
trigante que espera fija' el corazon que
conquista, probándole su autor por el sa-
crificio de la decencia.. La escena en que
don Felix se enamora de dona Elena, aun-
que preparada por sus requiebros á Da-
miana que era la misma , y por su amistad
al fingido don Lope , es sumamente débil:
el espectador no ve los motivos del súbito
ardor que se apodera del . inconstante , del
burlador don Felix, y adopta facilmente la
opinion de Tronera, que no cree el re-'
pentino enamoramiento de su amo. Asi
esta escena que es la mas importante de
la pieza , porque es la que asegura el triun-
fo de la protagonista , casi • no produce
efecto alguno.


La catástrofe es miserable. Dos criados
para acercar sillas á las visitas con mas
comodidad , apartan una mesa , bajo la
cual se habia ocultado Tronera. Este cuenta
á la tertulia las transformaciones que ha
visto desde •su escondrijo, y don Felix se
casa con doña Helena.


Y aqui acaba la comedia :
Perdonad sus muchas faltas."


293
A.la verdad no sabemos cómo hubiera


podido desenredarse el autor , que ya es-
taba preso en los mismos lazos que él ha-
bla inventado , si una sobremesa y un
criado no hubieran ventilo á socorro. EL
fin de la tercera jornada es la parte mas
'débil de la comedia.


Hay dos personages episódicos ; uno es
el hermano de dolía Manada , cuyo amor
á la fingida Damiana solo sirve para decir
estos versos, mas propios .del romance de
Gazul que de la comedia :


« Tus ojos,
THla Damiana , envian
Mas plácidoS esplendores,
Que el Alba , cuando ilumina,
Fiel precursora de Apolo,
Estas campiñas floridas,
Que ayroso el abril bosqueja
Y diestro el mayo matiza
De nieve en las azucenas;
De grana en las clavellinas;
Pues á tu beldad robaron
Para brotar mas lucidas
El aliento de tu boca
Y el color de tus megillas.


Este furor de Urízar fue' comun á todos
nuestros poetas cómicos hasta el último
tercio del siglo XVIII, en que Coniella,
Zavala y conapaília desterraron de nuestra.




294
teatro , no solo á Clio y Erato, sino tam-
bien á Talla y Melpomene. Defecto por
defecto , á lo menos oygamos buenos ver-
sos , aunque merezcan la eondenacion de
Horacio: Sed nunc non erat Iris locas ; y
si no hemos de oir ó la Mogigata , ó el
Sí de las niñas , mas bien queremos los
versos pastorales ó elegiacos de nuestros
antiguos cómicos, que la arrastrada prosa
de los modernos diamáticos por antifrasis-


El otro caracter episódico es el de do-
ña Paula : ;este á lo menos sirve para dar
al fingido estudiante un alojamiento, tal
como era necesario para sus proyectos.
Ademas que la descripcion (le una viuda
gazmoña , algo entrada en años y que
se , enamora de una dama , disfrazada de
joven , es Muy cómica , y se hace todavía
mas por el dialogo picaresco y pullas picantes
del fingido Mendrugo.


Lo que .agrada sobremanera en esta
pieza, y hace que se asista siempre con
placer á su representacion , es la multitud
de intrigas y de ardides que se suceden y
menudean casi sin interrupcion , y que
estan combinadas de tal manera , que
aunque falte la fábula á las leyes de la.
verosimilitud histórica, observa sin cm-


. 295
bargo- las de la verositrilítud dramática


convencional. El criado de don Felix,
sospechando por la • semejanza admirable
de don Lope y doña Helena su prima,
que ambos eran un solo personage , se
decide en el tercer acto á ir á buscar
á don Lope á su casa en el mismo mo-
mento que deja á Doña Helena en la
suya, rendida á un desmayo ; y cuando
va á salir para verificar sus sospechas , ve
entrar al estudiante que viene á visitar á
su prima. Este es un golpe teatral de
mucho efecto , y que prepara la mejor
eScenade toda la comedia.


El interes que inspiran todos los per-
sonages , es muy mediano. Sin embargo
los espectadores toman facilmente partido
á favor de doña Helena , tanto porque
una amante está siempre


de agra
dar . , como por la curiosidad que excita
la- osadía de su plan , y la dificultad de
su egecucion. Ademas, no es facil explicar
por qué principio se aficionan los ,


espec-
tadores á los proyectos atrevidos Citando
se conducen con ardid,. señaladamente en
la guerra y el amor. El hecho es que en
las composiciones dramáticas, en ciiya
fábula se describen conspiraciones, él prin-




296
cipal interes de los espectadores es á favor
del conspirador.


Hay en esta comedia bastantes pinturas
de las costumbres españolas de aquel tiem-
po. Entonces se cubrían las arterías del
amor con el velo de la piedad ; y asi no
debemos estrañar que doña Helena, deter,
minada á seguirá su amante desde Madrid
á Salamanca , dejase su casa de la corte,'


Y echase voz de que viene
A cumplir una novena,
Que en una dolencia grave
Ofreció á la imagen bella
De la Virgen soberana,
A quien llaman de la Pella,
De Francia."


No sabemos que el estinguido tribunal de
la Inquisicion se hubiese ocupado en refre-
nar esta escandalosa mistura de las pasiones
profanas y de las prácticas religiosas, que
es bastante comun en nuestras comedias an-
tiguas. Peró aquel tribunal se espantaba
mas de una idea nueva y filosófica, que
de b hipocresía, á que él mismo habia con-
denado á la nacion. Ademas hubiera sido in-
justo privar á Ics autores cómicos del de-
recho de pintar las costumbres ; y si en
la sociedad existian esas mogigaterias , no


297
se debía estrañar que. se representasen en,
el teatro.


He aqui cuales eran en aquel tiempo,
por ccnfesion de doña Helena, los 'lícitos pa-
satiempos de las doncellas nobles.


.‹ Ponerse á una reja,
Salir un dia á paseo, .
Tal vez ver una comedia,
Y visitar una amiga."


A la verdad , la suerte del bello sexo
ha mejorado mucho desde entonces acá, á
lo menos en materia de diversiones y
placeres. En cuanto á las costumbres , es
un problema muy dificil de resolver cuales
eran mejores , las actuales ó las del si-
glo XVII. Lo que únicamente podemos
afirmar, es que la austeridad y retiro de
aquel siglo obligaba á mas decencia , es
decir, á tomar mas precauciones para encu-
brir los desórdenes; pero si hemos de creer
á los poetas dramáticos de aquella época,
la reja , el manto y las criadas encubrian
costumbres poco mejores que las que ac-
tualmente se manifiestan con franqueza.
Solo hay un medio para inspirar á en-
trambos sexos el respeto que se merece la
castidad , y es hacer amar á las mugeres
las obligaciones domésticas, y dar en la




ag8
discucion de los negocios públicos un pá-
bulo á la actividad del sexo varonil: uno
y otro se consigue bajo un gobierno li-
ra!. Asi es una observacion constante , que
en los pases libres hay mejores costum-
bres que en los despóticos. En estos el
hombre no tiene en qué emplear la inútil
sobre-abundancia de su actividad , sino en
corromper al otro sexo : por otra parte
la degradacion de la dignidad humana y
la diferencia de fortunas, aumentan el nú-•
mero de las víctimas compradas por la
incontinencia pública. Pero en las nacio-
nes libres el hombre tiene pensamientos
y proyectos mas nobles que la ridícula
vanidad de triunfar de un sexo débil ; y
las mugeres , conociendo la importancia y
dignidad de sus obligaciones domésticas,
se destinan esclusivamente á cumplirlas,


299


Un egemplo digno de inzitacion.


Ya que tan frecuentemente se procura
calumniar y perseguir á personas benemé-
ritas, inventa ndo crímenes ó atribuyéndolas
designios que jaulas entraron en su
nacion; limitéinonos á referir hechos cier-
tos é indisputables, no con el objeto de
neutralizar tan malignos conceptos que
despreciamos altamente, sino con el ánimo
sincero de que sirvan para modelo y edifica-
cion de nuestros compatriotas.


Uno de los consuelos mas sólidos que
la divina Providencia nos dispensa en me.
dio de las tribulaciones ele la vida , es el
egernplo de algun hombre justo , cuya be-
néfica conducta nos alienta y edifica. Ni
los destierros mas prolongados é injustos,
ni las' calumnias mas atroces, ni la soledad
mas triste, ni la pobreza mas angustiada
tienen bastante fuerza para que su corazon
se aparte de la senda de la virtud y deje
de ser util á sus prógimos. Por mas ter-
ribles que sean las vicisitudes de una lar-
ga y penosa vida, jamas se desmiente á sí




30o
mismo, sino que conforme siempre con
la voluntad del Ser eterno, nada se descu-
bre en él que no vaya dirigido á su gloria.
Muévenos á hacer estas útiles reflexiones
un acto ilustre, pero poco conocido, cuya
relacion si bien agradará á la mayor parte
de las personas que !a lean, tampoco fal-
tarán algunas que la oirán con enfado; sin-
tiendo en su corazon no poder interpretar
el caso siniestramente ó desmentirle: ¡ tal
es la funesta disposicion en que se encuen-
tra el ánimo de unos pocos!


Uno de los españoles que se refugiaron
en Francia , á quien nos abstendremos de
nombrar, porque sabemos que le ocasiona ria-
Mos un disgusto, despues de haber sido
perseguido , robado , puesta á precio su ino-
cente y venerable cabeza en España, quiso
dejar una prueba de grat i tud y reconoci-
miento al reducido pueblo donde fijó su
morada en la falda de los . Pirineos, orde-
nando una pobre fumlacion que tanto por
su objeto como por las circunstancias del
fundador, hará alli eterna y agradable su
memoria. Habiéndose puesto antes de acuer-
do con el cura, con el alcalde y con los
maestros y maestras de la infancia, institu-
yó 'una fiesta anual, dedicada á la Virtud,


3oi
con el objeto de excitar la aplicacion de
los niños y de las niñas en las escuelas, la
vigilancia y buen egeuiplo en sns padres,
y la reforma general de las costumbres.
Piara ello depositó algun dinero (muy poco
por cierto para el. fin ; pero el único de
que po.lia disponer), el cual admitió- benig\,
namente el rey de Francia Luis XVIII,
mandó inscribir la suma en el libro vrandef
de la deuda pública, y consintió que de sus •
intereses anuales se hiciese el uso que de-
seaba el fundador . en beneficio ríelos habi-
tantes de Pouzac, nombre del lugarcito fa-
vorecido.




Esta orden firmada por S. M. en 8 de
diciembre de 181 9 , refrendada por el mi-
nistro de relaciones esteriores, comunicada
al prefecto de los Altos Pírineos y recibi-
da por el alcalde del pueblo , ha princi-
piado á egecutarse con alegria y edificacion
de todos. Reduciase el establecimiento, á
que en un dia determinado del año serian
examinados los niños, y en otro las niñas,
en leer, escribir, contar, doctrina cristia-
na y buenas costumbres; y aquellos ó aque-
llas que hubiesen dado pruebas de mayor
aplicacion y adelantamiento , á juicio de
los señores cura, alcalde, y maestros res-




302
pectivos , serian premiados en la forma
siguiente.


El niño mas sobresaliente recibiría una
medalla de plata , y los cinco que nnts
se le hubiesen acercado , algun libro -.5
libros útiles para su ilustracion y ense-
ñanza. La distribucion de estos premios se
hace públicamente por el párroco en la
Iglesia, antes de celebrar la misa, teniendo
á los niños reunidos y despues de haberle
oído una corta exortacion á la virtud y al
trabajo.


Concluida la misa, salen los señores
cura , alcalde, y maestros acompañando á
los cinco premiados, y se dirigen á casa
de- los padres del niño sobresaliente , el
cual poniendose de rodillas y tomando en
sus manos la medalla, se la ofrecerá' á sus
padres , diciendo : « Padres mios , nuestro
« puebla acaba de honrarme con este dis-
« tintivo, y vuestro hijo os lo ofrece como
« debido mas justamente á vuestros cuida-
« dos y egemplo que á su aplicaeion:" El
padre le responderá con esta fórmula:
« Agradece , hijo mic , á la bondad de tu
« patria el honor que te dispensa hazte
« digno con tus costumbres virtuosas de
«jus ificar esta eleccion, y lleva pública-


3o3 .
« mente en este cija ese distintivo en mues-


tra tu agradecimiento , y recibe al mismo
« tiempo esta bendicion que te da tu afee-
« tuoso padre en nombre de Jesu-Cristo.


Acabada esta ceremonia , van los niños
acompañando á sus respectivas casas á los
señores cura , alcalde, y maestros, los cua-
les pronuncian al despedirse otro corto
discurso dirigido á los mismos fines que
el del señor cura, y despues se reunen
todos á celebrar un banquete modesto y
abundante, costeado igualmente que la me-
dalla y los libios con la mitad de los
intereses del capital de la fundacion.


La otra mitad se reserva para el día en
que las niñas reciben tambien su premio,
el cual se reduce á una corona de flores
naturales para la mas sobresaliente, y cin-
co ramilletes atados con ricas cintas para
las cinco que se hubieren aproximado mas
á la primera: Hácese esta funcion con igua-
les ceremonias que las referidas para los
niños, y se termina igualmente con un
banquete fraternal.


Cuanto exciten la emulacion de los ni-
ños y de las niñas estas pequeñas, pero
públicas distinciones; cuanto gozo reciban
sus padres por premio de sus buenos ejeni.




3o4
plos, y cuanto influya semejante institucion
en la mejoría de las costumbres, solo pue
de conocerse viendolo y experimentando-
lo. Por no molestar á nuestros lectores, nos
abstenemos de copiar el discurso pronun-
ciado por el alcaide de Pouzac en los últi-
mos exámenes , aunque le tenernos á la
-vista; pero no podemos menos 'de sentir
una especie de orgullo, al ver el tierno
lenguage de gratitud y de admiracion de
que usa hablando de nuestro desgraciado
y virtuoso compatriota, el cual ha sabido
hasta en el infortunio dar este lustre mas
á la heróyca patria que tanto le honró .y
distinguió en otro tiempo.


Quiera el cielo que este egemplo sea
'imitarlo por algunos españoles amantes de
.su nacion , convenciendose de que para
ello no se necesitan grandes sumas , sino
un sincero deseo dé edificar verdaderos
templos á la Virtud.


3o5


Noticia de las Lanas
.


de España : por
DON BALTASAR ANTONIO ZAPATA , en 4.0
82 páginas, Madrid 182o.


El desprecio con que los romanos tra-
taron á la industria , mirándola como una
ocupacion digna solamente de los esclavos,
hizo que se perdiesen muchas artes


utilí-
simas , y que se olvidasen las propiedades
de muchas sustancias naturales, hasta el
punto de tener por fabulosas las relacio-
nes que nos hacen los naturalistas anti-
guos. En España, no solamente se conser-
vó este desprecio , recibido de aquella
metrópoli , sino que se arraygó y se au-
mentó mucho mas con la dominacion de
los árabes ; pues los cristianos se figuraban
que la industria y el tragino eran ocupa-
ciones propias de los sectarios de Mahoma:
y acaso creian que faltaban en algo á la
religion , si seguian en esto el egemplo de
los moros. Lo cierto es que á la hora de
esta no se miran todavía los fabricantes
y artesanos , por beneméritos que sean
sino como una clase inferior de la socie_


Tomo vr. 20




3o6
dad ; y ninguno de los que se llaman no-
bles, se atreve á emplear sus caudales y
talento en especulaciones industriales, por
no decaer en la estimacion de sus iguales.
Asi es que abandonada la industria á las
personas que no tienen luces ni posibles
para mejorarla , ni aun sostenerla , pasan
las primeras materias que produce nuestro
rico ..suelo á ser elaboradas por manos ex-
trangeras , de las cuales tenemos gafe reci-
birlas ya manufacturadas.
• Mucho se ha declamado contra este des-
cuido, que es sin duda alguna la princP-
pal causa •de nuestra pobreza ; pero aun
hay otro, del cual no , se ha hecho tanto
caso, aunque no es' menos funesto, y tal
vez ya• no estarnos á tiempo •de-reinediar
le. La lana merina era . tina produedon 'pe-
culiar de España ; y aunque la mayor par-
te se ~dia en . rama á los extrangeros,
era, su producto uno de nuestros 'mayores
recursos. Pero la extraccion de ganado me-
rino á otros, paises, ya con permiso del
gobierno, y ya de contrabando ,• laa'hecho
disminuir este produccto sensiblemente;
de modo que la Francia, teniendo' ahora
mas fábricas de paños, no consume , ya de
nuestras lanas la tercera parte, de lo que


307
consumía treinta años ha : y en los denlas
paises fabricantes se ha reducido este con-
sumo á las tres cuartas partes, y aun á la
mitad.


Esto es lo que se propone demostrar
el autor de la•obrita que anunciamos. De
los datos que contiene resulta,. que aunque
nuestras. merinas: no .han prevalecido en
algunos paises ettrangeros.,,ya poi• la •na‘,
turaleza del -clima y de los pastos-, ya
principalmente••por ' el mal modo de. cui-r.
darlas, el..constante estudio'• la •observa,
cion de algunos hombres. beneméritos de
aquellos paises


. , han llegado á descubrir
los medios de connaturalizarlas, y de criii
zar sus castas. demodo que hoy dia
nen .sus lanas mas estimacion que las nues4
tras ; especialmente las de Sajonia ,
ravia , y Francia. La historia que -nos Ira,-
ce del origen, progresos


. , y estado de es
-tas ganaderias, nos manifiesta que


gobierno; español hubiera sido Mas ,cauto.,
podria, haber evitado que ahora nos halla,.
sernos privad-S/ de un ramo tan importan-
te de nuestra .


-riqueza • territorial.:
Sin contar con las' inntimerables cabe-


zas de ganado que han•pasado á Francia:,
ya ostensiblemente y cow permiso, ya de


20.




3o8
contrabando ; consta qué en 1775 se con-
cedieron 3oo cabezas á la emperatriz Mg..
ria Teresa de Austria, que hasta 1 790 no
dejó de extraer todos los arios algunas
reses mas ; de modo que de su ganaderia
de Mercopail en Hungria se han ido dis-
tribuyendo á los propietarios particulares,
y con esto han logrado mejorar sus lanas
prodigiosamente. En 1776 se permitieron
sacar roo carneros y 2oo ovejas, y otro
tanto en 1778, para el elector de Sajonia
el cual confió su direccion á personas tan
inteligentes, que han logrado Mejorar la
casta á punto de hacer sus lanas preferi-
bles á las españolas. En 1782 salieron 400
cabezas para el Cabo de Buena Esperanza,
en donde la lana se ha mejorado por la
influencia del clima. En 1 786 se enviaron
200 ovejas y roo carneros á Federico II
de Prusia, y otros tantos al duque de
Wurternberg, . En 1793 se concedieron 15o
cabezas al conde de Granevia, piamontés,
con las cuales se han mejorado notable-
mente las lanas de aquel pays, En 1797
se permitió que saliesen para Dinamarca
3oo cabezas. Y por fin , en la paz de
Basilea se concedió al directorio francés
la facultad de extraer cinco -mil cabezas


309
de ganado merino en el espacio de cinco
años.


Si á esta facilidad con que el gobierna
•1-ia dejado pasar á otras manos una de las fu-
entes mas abundantes de nuestra riqueza, se
agrega el haber. confiado la direccion de
la Mesta á personas faltas de conocimientos
en la materia el haber abandonado en
nuestros lavaderos aquel esmero que ha
servido de modelo á los extrangeros , y en
.el apartado. de. las suertes aquella buena
fe tan propia de la. honradez española;
no es de. estrañar que las lanas de Sajo-
nia ,- de Moravia y de Francia -sean me-
jor pagadas en los mercados que las de
.España. Pero quizá podriainos remediar
aun estos males , á lo menos en. gran
parte, haciendo ahora lo que se debió
hacer en otro tiempo ; esto es , prohibir
la salida del ganado merino fuera del
reyno., porque hay algunos fundamentos
para creer que la casta degenera en los
payses extrangeros , si no se cubren sus
ovejas con los moruecos españoles ; vigilar
sobre los lavaderos , y mejorar sus operar
cion es segun. los conoci mien tos actuales ; ha-
cer conocer á los propietarios cuánto .


impon.,
ta para el buen despacho que las suertes




3 lo
estera bien escogidas , sin mezclas de unas
con otras.


Por lo que toca á la priinerá parte, ya
las Cortes han puesto remedio, decretando
la prohibicion absoluta de la extraccion (le
ganado , en setiembre de : á cuyo
decreto dió motivo la memoria de que va-
mos hablando. Lo ciernas depende absolu-
tamente de los mismos propietarios.


Ademas de estas noticias, ins.erta el au-
tor un discurso en• que da á conocer la
historia de la cabaña real de ganado tras-
humante. Acerca del origen 'de las merinas,
confiesa que nada sabemos de cierto : y se
inclina á creer que provienen de la casta
mestiza que. logró, Columela , con los car-
neros bravos de.Africa y las ovejas naturales
de España ; cruzando. despues. los carnéros
de esta casta con las ovejas de Tarento.
Quizá se mejorarian aun nuestras lanas,
hacienda venir carneros padres berberiscos


de la India, y eruzandolos despues con
las ovejas segovianas y leonesas.


Conjetura que habrá en España dos
millones y medio de cabezas merinas que
producen cerca de 2 oo,000 arrobas de lana
lavada; pero no se atreve á fijar el beneficio
qúe rinde anualmente. cada cabeza. Echa de



.ver solamente que debe' haber disminuido
mucho en estos últimos tiempos, porque
no hay ganadero que pueda guardar la la-
na de un año para otro, antes tienen que
venderla prontamente, y aun toman dine-
ro adelantado.


Se ha disputado mucho sobre si la
trashumacion es necesaria á la finura de
las lanas ;• pero esta cuestion está decidida
siglos hace puesto, que en tiempo de
los .romanos no trashumaban los ganados,
y la lana era superiormente fina. Es ver--
dad que los de. las sierras no- podran per-
manecer alli durante el invierno ; pero
en Andalucía y Extremadura , no parece
necesario que abandonen, estas provincias
en. el verano. Sin embargo de que los
aebaños actuales no podrian ya . prospe-
rar sin la trashumacion , por el hábito.
que tienen contraido; pero si á las nuevas.
crias se las fuese acostumbrando á la es-
tada , no hay duda que volveriaa á su
primitivo modo de vivir. Para esto seria
menester. mejorar el método de tratarlos,
poniendo mas cuidado en su limpieza,
haciendo prados ,artificiales , dando ali-
mentos mas adecuados y abundantes, cru-
zando ademas las castas,,. Y reduciendo hal




3 r 2
grandes rebaños á manadas mas maneja-
bles,


No se puede negar que el sistema de
trashumacion ha causado grandes perjui,
cios á la agricultura , y por consiguiente
á la poblacion rústica que tanta falta nos
hace. Y si pudiera lograrse la misma fi-
nura de lana , sin que viajasen los reba-
ños, se evitarian estos perjuicios , se dis-.-
Tninuirian los gastos , y se acabarian las
contiendas interminables que se han sus-
citado entre los estantes y trashumantes,
los riberiegos y serranos, los labradores y
ganaderos.


313


Insurreccion del Piamonte.


Muy distantes estábamos nosotros de
pensar que dentro de tan corto tiempo ha-
bian de realizarse nuestras esperanzas cuart7
do en el número 29 del Censor publicarnos
nuestras ideas relativas al estado del Pia-
monte. Deciamos entonces que «la corte (le
Turin , aunque enemiga de las ideas libe-
rales, es la única que se hace cargo de su
posicion, y comprende sus verdaderos in-
tereses. Terne mucho' las constituciones;
pero teme mucho mas 'al Austria , y sabe
que esta no se creerá bien segura mientras
que la corte de "Turín no se vea reducida
á la misma nulidad que el Papa."


A pesar de la exactitud política que
tenia para nosotros este raciocinio, erripe-


,aábarrios ya á temer que la decision de los
piamonteses fuese por desgracia demasiado
tardía para salvar á Nápoles de la injusta,
cuanto funesta agresion que le amenazaba.
Afortunadamente ha venido á tranquilizar-
nos la importante noticia del alzamiento
de aquel heróico pueblo., y /a no tememos




'314
asegurar que la Italia será libre, y que se
consolidarán de . uti modo irrevocable los
gobiern.os liberales en toda Europa. Con-
curriendo los piamonteses á la salvacion de
los napolitanos , se salvan á sí mismos, y
solo de este modo podian evitar su vili-
pendio y su ruina. Ya los augustos jueces de
Leibach tienen dos millones mas de .reos
á quienes sujetar de Un modo irrevocable á
sus benéficas resoluciones. (x) Sin embargo,.
es muy de temer que la multitud. de
causas que se van acumulando, dilate por
algun tiempo el castigo proyectado contra
todos los que aspiran á obtener gobiernos
representativos. ¡Quién sabe si á estas ht»
ras tendrán necesidad los jueces de llevar
su átencion á otros puntos que les interesen
mas de cerca! En vano se repetirán contra
el Piamonte las mismas injurias que se han
vomitado contra Nápoles, - contra el,Portu-
gal y contra España. Sabemos muy . bien
que no dejará de atribuirseel movimiento á
alguna secta:tenebrosa , cuyos geles secretos
izo cesaban de meditar la destruccion de todos
los gobiernos: ó acaso se dirá que una sol,
dadesca desenfrenada ha' tiranizado la •opi-


(I) Palabras de que usa el inánifiesto délieibaek.


315
nion de los' buenos, coMprometiendo la dig.
nidad del soberano y los destinos del pueblo.
Sabemos anticipadamente que este será el
lenguage del Observador austriaco y el de
algunos otros periódicos de Europa. Pero
entre tanto el Piamonte, Nápoles, Espada
y Portugal serán libres; y sucesivamente lo
serán tambien , no hay que dudarlo, todos
los pueblos de Italia, y. acaso, acaso los de
Ale 92 ama.


Acabemos de conocer que las. calum-
nias, ya se dirijan contra los pueblos ó
contra los individuos, llegan á embotarse
á fuerza de repetirse, y producen un efecto
contrario al que se deseaba. Estamos muy
distantes de admitir el principio de que
los egércitos sean los que dispongan á su
gusto de las constituciones de los imperios,
porque entonces no seria posible tener nin-
gun gobierno . ,durable ; pero reflexiónese
que en las cuatro revolücciones, que suce-


. siva ► ente se. •han verificado en, el espacio
de un año, las tropas no han sido mas
que el órgano de la voluntad de pueblos
justamente descontentos, y que estos han
establecido en todas partes el gobierno
monárquico representativo , que era el ob-
jeto,•:de sus . vivos y antiquísimos deseos,




3z6
Los reyes y los príncipes se han apresu«
vado á sancionar con los mas solemnes
juramentos la voluntad de Sus súbditos,
apenas les ha sido declarada de un modo
tan enérgico como respetuoso. Los milita-
res en quienes se supone una ambicion
desmesurada y deseo insaciable de tirani-
zar á los pueblos, han sido los primeros
á sujetarse al régimen constitucional, hon-
randose con el título de fieles observado-
res de la constitucion , y sin aspirar al
dictado peligroso de protectores de ella.
Cuando el general Pepe tuvo la honra de
presentarse en el parlamento, lo primero
que hizo fue poner á los pies del- monar-
ca la espada de que se habia servido para
ponerse al frente de la revolucion , y este
ejemplo tan digno de su nóble patriotismo,
es una viva imágen de la conducta de los.
militares espaáoles , portugueses, napolita-.
nos y piamonteses.


Cesen pues los esclavos del poder ab-
soluto de calumniar á los egércitos y á los
pueblos; y ya que no tengan bastante fuer-
za de alma para atreverse á imitarlos, al
menos no disfracen. los sentimientos de ad,
miracion que,;' á pesar suyo se descubren en
los mismos argumentos de que se valen. El


317
pueblo y el egército piamontés no han
hecho mas •que ceder al impulso irresisti-
ble de las luces, las cuales tarde ó tempra-
no arrasrarán tambien á los mismos que,
ahora se presentan como opresores de la
libertad de la Europa. Acaso no se hubiera
acelerado tanto este movimiento espontá-
neo sin las imprudentes é injustas disposi-
ciones de los monarcas de Leybach, que
olvidandose del siglo en que yivian , y de.
la necesidad que tienen los hombres de que
á lo menos se guarden con ellos las apa-
riencias de justicia, han osado constituirse
tutores de teclas las potencias de segundo
orden. Su manifiesto relativo á los sucesos
de Nápoles, mas bien parece un ,acto sobe-
rano de aquellos tiempos en que la conquista
era el único código político de las naciones,
que un documento propio de esta edad
de luces , de razon y de libertad. Nadie
mejor que el Emperador de Austria debe
ria estar convencido de que la conquista
no establece ningun, derecho por sí mis-
ma , si no se .consolida con los tratados
subsiguientes. Pero aun cuando se ad-
mitiese que la conquista por sí sola fuese
un título justo de posesion , todavía se
exceptuarian aquellos casos en que una




318
mas potencias reunidas, valiéndose del


pretexto de protectoras de la legitimidad,
no solo invadiesen el territorio , sino que
tambien se declarasen enemigas de los de-
rechos de los otros pueblos.


Cuando la coalicion europea se preci-
pitaba sobre la Francia para derrocar el
poder del guerrero que la dominaba en-
tonces, no tuvieron los soberanos , segun
ellos decían, otro objeto que el de res
tablecer la legitimidad de todos los tronos.
Entretanto el Austria no se• desdeñó en-:
tonces mismo de firmar un tratado con
Murat , el cual , en cuanto á lo legítimo,
estaba en la misma categoría que Napo-‘
leon. Murat no dejó de. ser legítimo en
el concepto del Austria , hasta el momen-
to en que. dejó de ser necesario para las
miras de la coalicion ; pero apenas acabó
de ser temible , cuando: desapareció.•e un
golpe toda su legitimidad Y la. cual se-tras,' •
latió, como era justo , al antiguo rey de
las Dos-Sicilias. Volvió. Fernando á ocupar
el trono por los esfuerzos del Austria y
de los domas. soberanos aliados ; pero para
legitimarse del todo , fue preciso que fir-
mase un tratado secreto , por el cual se
obligaba á no permitir la •mas


319
alteracion en el gobierno interior de sus
estados.


Si este vergonzoso tratado hubiese sido
reconocido y confirmado por el pueblo,
no estrafiariamos entonces que su infrac-
cion se citase por protesto para una decla-
racion de guerra. Pero querer que un tra-
do secreto, firmado en Viena por el mi-
nistro de un soberano que le acepta'como
condicion indispensable para subkal tro-
no, oblioue á todo un pueblo á permane-
cer en una eterna servidumbre , no es
burlarse abiertamente de la razon huma-
na? Pues tal es el lenguage de los sobe-
ranos deLeybach en su manifiesto ó de-
claracion sobre los sucesos de Nápoles- , y
tal es la idea que quieren estender por
toda la Italia sobre la inteligencia que dan
á la palabra legitimidad.


Los piamonteses han comprendido perfec-
tamente el espíritu del Austria , y su nuevo
soberano, el príncipe de Carignan,prefiere sin
duda alguna ser mas bien tenido por legí-
timo en el concepto de 'sus pueblos, que
no en el de los soberanos de la santa alian-
za; y es de creer que segun las ideas libe-
rales que se sabe que abrigaba hace mucho
tiempo, no se tendrá por menos rey, go-




N.° 35.
SAB.A.no , 3I DE MARZO. DE i82 I.


aigen del liberalismo europeo.


320
bernando á los millones de ciudadanos
bres, que mandando á su arbitrio sobre
otros tantos esclavos. Congratulémonos,
pues, de haber adquirido estos nuevos her.,
manos y auxiliares de la libertad europea,
y ya que empiezan á disiparse los temores
que nos inspiraba la crítica situacion de
nuestros amigos los napolitanos, con-
tentémonos con desear á los piamonteses
el mismo espíritu de moderacion y de ge-
nerosidad que tanto ha distinguido á
aquellos en las actuales circunstancias. Se-
pan que no son las armas extrangeras el
enemigo mas temible para los gobiernos
liberales, sino la ambicion la ruin. ven-
ganza , el espíritu de partido , la falsa
generosidad , y la frenética exaltacion de
los principios: esto es lo que introduce y
fomenta la desunion y el odio mátuo en-
tre los ciuda.daños de un mismo pueblo.


C U S O TI.
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


«La liberté est-elle par les niceurs
bien avant d'étre par les lois."


FIEVEE,


El liberalismo está ligado á la esencia de
las sociedades europeas , tales como existen
en la actualidad: es el resultado de toda
la historia antigua y moderna. Demostra-
rémos en primer lugar que es imposible es-
terminarlo ; y que' sus mismos enemigos
serán sus mas firmes apoyos en caso de
necesidad, mientras subsista como es,
haga mayores progresos el espíritu social;
y probaréme,s en segundo lugar que el es-
píritu actual de los pueblos de Europa no


Tono vi. 2I




4


322
puede retrogradar por ningun aconteci-
miento político. El liberalismo europeo solo
tiene que temer á una gran revolucion fí-
sica , semejante á la que sumergió la
Atlántida.


Los pueblos cazadores ó pastores no
pueden ser esclavos: porque ningun indi-
viduo puede hallar subsistencia, si no tiene
la libertad necesaria para buscarla. Por otra
parte la barbarie de la ignorancia es in-
compatible con el despotismo que supone
ya mucha corrupcion y muchos errores; y
los pueblos que viven separados en tribus
errantes, no pueden haber adoptado nin_
guna de las preocupaciones sociales (le
donde se deriva la tirania.


Cuando una nacion , que debia su sub-
sistencia á sus escursiones por los bosques
y las orillas de los ríos, comienza á fijarse,
es porque se acostumbra á buscar sus ali-
mentos en los productos de la agricultura.
Pero en esta primer época no habiendo
industria ni comercio , el sistema labrantil
de cada canton debe hallarse como aislado
y concentrado en sí mismo : las produccio-
nes de la tierra se consumen en el mismo
pais que les dió nacimiento ; y los habi-
tantes se reunirán naturalmente al rededor


323
de un tefe que indispensablemente ha de
ser el dueño de los denlas, yá por la fuer-
za de las armas, como los reyes visigodos
lo fueron de la España, ya por la necesi-
dad que tienen los pueblos agricultores de
que sus trabajos sean protegidos por un
monarca guerrero, como sucedió en las
antiguas monarquias de Grecia, cuyo ori-
gen se verificó en la época en que se fija-
ron las tribus antes errantes de los dorios,
jonios y pelasgos. Para convencerse de este
principio , á saber, que un pueblo mera-
mente agricultor es forzosamente esclavo;
basta advertir que los griegos no recobra'.
ron su libertad hasta que nacieron el co_
mercio y la industria ; -y el pueblo lacede-
/nonio , que nunca tuvo industria ni
mercio, no fue libre sino porque renunció
á la agricultura, cuyo egercicio confió á
los brazos de los ilotas esclavizados.


En estas monarquias primitivas y esclu-
sivamente agricultoras, todos los servicios
son personales , aun aquellos que la ley
manda tributar al monarca ; porque donde
se consume todo lo que se produce, no hay
signos generales que sirvan para el cam-
bio y que representen produccion y traba-
jo ; por esa razon el estado tiene que con-


2 1 ,




324
tentarse con lo que los súbditos puedan
dar, que son sus brazos y sus producciones.
La fuerza física será entonces la primera
cualidad del hombre: la mafia se estimará
en menos, 'y la industria y el talento en
nada. Las costumbres serán duras y crueles;
porque ni aun los reyes podrán gozar de
los placeres de la sociedad, cuyos elemen-
tos no existen todavía. Los obgetos de lujo
serán muy raros y por mucho tiempo forma-
rán un contraste ridículo con las costum-
bres públicas ; porque no siendo adquiri-
dos sino por guerras y expediciones lejanas,
no tienen relacion con ninguna idea ni há-
bito nacional. Entonces habrá muchos
Mummios que exijan de los conductores de
estatuas la reposicion de los modelos de-
gradados en el camino.


Si los reyes llegan á ser sumamente afe-
minados y no gustan de pasearse á caba-
llo, no tendran otro recurso para satisfacer
su pereza, que'una carreta tirada de cuatro
bneyes. No habrá artes ni ciencias ; y
aun para egercer la medicina, será preciso
valerse de los extrangeros, como sucedió
en los siglos del feudalismo en que se con-
fiaba esclusivamente la salud (le los pue-
blos y de los príncipes cristianos á medí-


325
cos judios que habian estudiado en el
oriente. No será posible que existan mas
que dos clases de hombres: la que posee
la tierra, protege á sus habitantes y manda
la nacion ; y la que cultiva, sirve y obe-
dece. No se puede concebir la existencia
de una clase intermedia entre estas dos.


En semejante estado de sociedad no
ocurrirá ninguna otra forma de gobierno
que la monarquía absoluta. Nosotros com-
prendemos tambien bajo esta denomina-
cion el régimen feudal, que no es otra
cosa mas que la reunión anárquica de mu-
chas tiranias pequeñas. El despotismo ocupa
naturalmente el lugar de la administracion;
y mientras mas absoluto sea el que manda,
mejor servido está el gobierno ; porque se
marca mas la línea que separa á los amos
de los esclavos.


No se crea que el cuadro que acaba-
mos de formar es puramente ideal: todas
las monarquias de Europa lo han visto
realizado en su seno. A la verdad cesó en
unas mas temprano , en otras mas tarde;
pero no está tan lejana de nosotros la
época en que existia, que no conservemos
de ella nociones muy claras y positivas. Si
fuera posible que durase semejante forma




326
de gobierno, hubiera llegado á su perfec-
cion , cual la . han concebido idealmente
los Chanteaubriand y los Coussergues, los
cuales prescindiendo en sus delirios políti-
cos del estado actual y de los progresos
de la civilizacion, no miran en la ciencia
del gobierno . mas resultado util que la
conservacimi del poder. Egemplo deplorable
que debe enseñarnos. á no seguir exclusi-
vamente una idea sola en política , sino á
considerar los hombres como son, con
todos sus vicios y virtudes, y al huir del
espíritu de sistema , que si es ridículo y
estravagante en las ciencias físicas, en las
políticas es mortífero. Hombres de talento
muy distinguido y de una erudicion pro-
funda, han cuido en los mayores absurdos
cuando se han abandonado 'á un principio
que aunque verdadero en 'sí mismo , desde
que se le sigue esclusivamente se hace
falso en la aplicacion.


El genio del hombre que puede triun-
far de los obstáculos contrarios á los pro-
gresos de la civilizacion, no puede contener
el impulso de un pueblo cuando le está
abierto él camino del bien. Al sistema pri-
mitivo y aislado de agricultura sucede,
poco á poco al principio y despues Con,


327
una rapidez incalculable, un nuevo sistema
agricultor fundado sobre la industria y el
comercio. Entonces lo que la tierra pro-
duce en . cada comarca , debe exceder y
excede efectivamente á lo que se consume
en ella: los cambios se establecen, se crea
el signo general que les sirve de interme-
dio, y este signo se multiplica á proporeion
de la necesidad que hay de él. Múdase en-
teramente la faz de la sociedad por . las
nuevas clases que se forman entre los que
mandan y los que obedecen : redúcense á
dinero los servicios personales que se deben
al estado, y el dinero mismo paga todos
los servicios que se hacen al público. Cuan-
do los hombres eran la única riqueza de
la nacion , esta contribuía en hombres , es
decir, en trabajo ; pero corno las cosas han
adquirido ya un valor, y se representa
con el dinero la fuerza que este valor
añade á las que antes tenia el estado , el
estado paga tambien en dinero las produc-
ciones que consume. En llegando á este
grado de civilizacion, ya no es posible re-
conocer ni aun los lineamentos de la anti-
gua sociedad. La mudanza se hace mas no-
table cuando el signo intermedio de los
cambios y de los servicios es superior á las




328
necesidades : entonces se abren nuevos
caminos para el consumo ; y el crédito
público multiplicando los deseos y las em-
presas, acelera estraordinariamente el mo-
vimiento social. Asi como el sobrante del
dinero dió origen al crédito público , el
sobrante de las producciones da origen al
comercio estrangero : cuanto toca la nacion
se convierte en riqueza ; y no hay deseo
ó capricho infructuoso , como el objeto
propio para satisfacerlo exista en algun
punto del universo. Las maderas que dos
siglos antes se reducian á estériles cenizas
en el triste hogar de un hidalgo de aldea,
tranformadas ahora en elegantes cómodas,
y conducidas por el activo comerciante de
la Provenza, sirven en Constantinopla para
guardar las joyas de una Odalisca; ó bien
convertidas en pipas, penderán del cinto de
un africano que ha venido espresamente á
buscarlas á la embocadura del Ródano.


La sociedad yacia aletargada en el sis-
tema de agricultura esclusiva : apenas na-
cieron la industria y el comercio , todo es
vida , todo es movimiento, todo es fuerza.
Las costumbres se suavizan por los place-
'res de la vida privada : los hábitos se mu-
dan : á la guitarra del trovador suceden


329
los conciertos magníficos : al triste ban-
quete de las sopas .de pan mojadas en vi-
no , con que se celebraba la creacion de
un conde , suceden la pompa cortesana,
los bayles brillantes y el lujo de los pala-
cios : al ridículo combate de los ciegos y
el cerdo con que se divertian nuestros
antepasados , cuando se casaban las hijas
de los reyes, suceden las iluminaciones
públicas y los espectáculos teatrales, de-
licia á un tiempo de la ímaginacion , de
la inteligencia y de los sentidos.


Si volviese á nacer entre nosotros ó
aquel Henrique III., de quien se cuenta que
tuvo que vender el gaban para cenar , ó
aquel Henrique II , que no pudo reynar
hasta que casi enagenó en dones y en mer-
cedes toda la corona, se puede creer que
desearian sus tiempos peligrosos y tristes
en comparacion de la época presente , en
que una nacion generosa paga á su supre-
mo magistrado una lista civil , mayor que
todas las rentas de los reyes de aquel tiem-
po ; rodea el trono de toda la magnificencia
del poder, y reune en su palacio todos los
placeres que las artes y la civilacion han
creado ? ¿ Querrian retrogradar ? Conside-
ren bien.esto los enemigos de la libertad;




ir
33o
y conocerán que los reyes serian, los pri-
meros que perderian , si las naciones re-
trogradasen al despotismo antiguo. La li7
bertad es el producto de la civilizacion:
para volver á hacernos esclavos , es fuerza
restituirnos á la barbarie.


¿Qué importa que se hayan demolido
los antiguos castillos que disputaban á las
aves de rapiña las cimas de los riscos , y
amenazaban desde ella á los infelices cul-
tivadores de sus faldas ? ¿ No son mucho
mejores las casas de placer que pueblan y
embellecen las llanuras , donde se gozan
á un mismo tiempo las delicias de la vida
urbana y de la campestre ? Nuestros bri-
llantes artesones , nuestras puertas vidrie-
ras , nuestros salones pintados y amuebla-
dos con el gusto mas esquisito , ¿ no son
muy preferibles á los antiguos bastiones y
fosos, á las murallas góticas, á los cuartos
tan oscuros como desnudos , y á las caber-
nas donde se •retiraban los antiguos tira-
nos del monarca y del pueblo , cargados
de . las maldiciones de la autoridad impo-
tente y de la humanidad oprimida? Los
amigos del derrocado. feudalismo tienen
en el dia las mismas ideas, el mismo
gusto , las mismas inclinaciones que los


33r
liberales. Tambien pertenecen al siglo en
que viven : tambien gustan de buenas
quintas, perfectamente pintadas, con bellas
luces , con esquisitos muebles, sin fortifica-
ciones , sin fosos, sin subidas ásperas.
Convengamos en que los que más Alaban
los tiempos antiguos, no son los menos
ardientes en gozar de los placeres moder-
nos. Gócenlos, pues; pero sepan que la
condicion de gozarlos, es la emancipacion
del pueblo; y que sin ese liberalismo que
tanto aborrecen, no existirian las delicias de
que gozan , ni para ellos , ni para nadie.
Sepan tambien que las condiciones del
estado actual de la civilizacion, no se han
de alterar por sus deseos particulares ; y
que nadie ha de renunciar á los bienes
de la actual época por satisfacer á sus
delirios ambiciosos, ó á los sueños de la
vanidad. La moda de todos los siglos pa-
sados y futuros fue y será gozar de los
placeres que se conocen. Los placeres de la
actual época son la propiedad del mundo
civilizado. ¿Quién se atreverá á quitarsela?


Mientras una nacion no pierda su exis-
tencia política , sus fuerzas no hacen mas
que mudar de situacion ; mas no perecen
nunca : muy al contrario 7 se aumentan in-




332
sensiblemente por las nuevas formas á .
que da lugar la multiplicacion de los pro-
ductos y de los consumos. Si existiese un
pueblo meramente agricultor entre las
actuales naciones de Europa tan indus-
triosas y civilizadas, este pueblo no tendria
fuerza para resistir á los ataques que se
dirigiesen contra él : lo que prueba que los
progresos de la industria y de la socia-
bilidad, no tanto se deben á los gobiernos,
como al instinto imperioso de la sociedad
que la impele á su conservacion. El error
de los escritores sistemáticos consiste en
atribuir al genio del hombre que go-
bierna, los progresos debidos á la necesi-
dad de hacerlos. Las naciones adelantan,
no por el sistema del gobierno , sino á
pesar del sistema del gobierno ; y en esta
materia se puede decir con toda verdad que
la naturaleza resiste á ; la enfermedad y á
los médicos.


Como el poder es una condicion ne-
cesaria de todo estado social , á proporcion
que la sociedad adelanta, adquiere nuevas
fuerzas el gobierno ; pero será forzoso que
las busque donde estan, y no donde estaban
en la época de la barbarie ; y esta sagaz
indagacion es, ó debe ser, el secreto de los


5'33
gobiernos actuales que no pueden usar
de las fuerzas de la sociedad industriosa,
sino dejándola en el estado de libertad,
que es tan necesario para la industria. Por
esta razon los gobiernos son los que in-,
teresan mas en el liberalismo, porque este
es el que pone á su disposicion la mayor,
suma posible de las fuerzas sociales.. Entre
los romanos el esclavo que hacia señalados
servicios, adquiria la libertad bajo ciertas
condiciones. Los servicios de la industria
aplicada á la agricultura, compraron la li-
bertad de las naciones, dehecho; y afiadinios,_
esta frase, porque jamas la esclavitud puede
ser de derecho. Toda nacion es libre de he-
cho desde el momento en que es industriosa,
y por consiguiente capaz de llenar las con-
diciones de su libertad. ¿ Por qué la Flan-
des, agrícola y mercantil cuando el resto
de Europa era solamente agrícola , luchó
tantos años contra el feudalismo ? ¿ Por qué
los payses bajos sacudieron el yugo de la
España ? ¿Por qué la libertad inglesa se
consolidaba á proporcion , que adelan-
taba el sistema de industria mas con-
veniente á su posicion? Sistema que
debió perfeccionarse antes que el de las
demas naciones, á las cuales el furor de




334
las conquistas y el deseo de las aglomera_
ciones territoriales separó del camino de'
la verdadera riqueza. II Por qué los Estados
Unidos de América prosperan mas desde
que son libres? Todas estas cuestiones que-
dan respondidas con este principio general:
cuando una nacion tiene las condiciones
necesarias para ser libre, no puede negársele
la libertad. Estas condiciones dependen de
los progresos de la industria, del comercio
y de las luces. Los amos dan libertad á sus
esclavos cuando ven que no lo pueden
evitar : ¿ y los gobiernos retendrán á los
pueblos encadenados cuando ya el espíritu
público es libre ? ¿ Son compatibles las pri-
siones de las manos con la libertad que
domina en las cabezas y los corazones ?


Los sistemas de leyes no crean la li-
bertad , no hacen mas que reglar sus mo-
vimientos. La libertad existe ya cuando
nacen las constituciones. ¡ Ay del gebierno
que no cuida de someterla al yugo salu-
dable de la ley constitucional ! Su actividad
es inevitable , y sino es legítima , será
convulsiva y funesta.


El partido aristocrático de Francia pro-
clama atrevidamente que quiere reducir la
monarquía francesa á sus -verdaderos prin-


335
cipios. En toda nacion el que llega á ad -•
quirir un caudal superior á sus necesidades,
tiene una garantía de su independencia:
esta garantía se estiende y serpea por toda
la sociedad , á proporcion que se multi-
plican los ciudadanos independientes. Cuan-
do la Francia era meramente agrícola, solo
gozaban (le semejante garantía los señores
territoriales : desde que hubo industria y
crédito público, participaron los capitalistas
del mismo beneficio. Ahora bien , los aris-
tócratas podrán encadenar con pésimas le-
yes la propiedad territorial y someterla. á
los caprichos reglamentarios del ministerio
per medio de los prefectos y subprefectos;
pero ni los subprefectos, ni los prefectos
ni el ministerio tienen poder contra los
barones de la lonja, que cuando se les
antoja, se ponen á juzgar sobre el crédito
del gobierno; y se tiene por muy dichoso
si á costa de cálculos y sacrificios puede
impedir que aqtrel juego no siembre el
alarma en la nacion y en la Europa en-
tera. Asi , pues, si los aristócratas quieren
renovar los siglos felices de Luis de Ul..
tramar y de Hugo Capeto, es fuerza que
proscriban la industria , el comercio , el
uso del dinero y los capitales. ¿Los auxi-


17




336
liará el gobierno en esta empresa ? No:
porque si fuera posible lograrla , no tarda-
ria la Francia en desaparecer de la lista de
las naciones. No sabemos si seria su con-
quistador el rey de los Payses-Bajos , ó el
gran duque de Baden; pero sabemos que
las fuerzas de cualquiera de ellos bastarian
para la conquista.


A prcporcion que se multiplican las
riquezas , se aumenta el número de los
ciudadanos independientes , y por tanto
se hacen mas semejantes las clases de la
sociedad; porque participan de los mismos
goces y placeres. La agricultura sola pro-
dujo la desigualdad política: la agricultura'
reunida á la industria y al comercio , pro-
duce la igualdad que jamas se borró en-
teramente en los corazones humanos. Todo
gobierno que establezca ó conserve privi-
legios en un pais industrioso y mercantil,
prepara su ruina y la de las clases privi-
legiadas.


Dos son los medios de que se vale el
-instinto social para producir la igualdad:
el abatimiento de unas clases, y la elevacion
de otras.


La gerarquía civil tuvo casi infinitas é
imperceptibles gradaciones en los dias bri-


l'antes del feudalismo. De aqUi las diversál
denominaciones de baron ó rico llonibré>
caballero ; escudero, doncel , infani,dt4
príncipe., etc. , etc. 'Pero - cuando los 'intij
p arcas, auxiliados por los comunes,
pojaron á la nobleza de la Mayor parte do3-,
sus atribuciones civiles reclamaron:46g
nobles aquella igualdad, que por tantos
siglos habian ultrajado y que aun entony
ces ultrajaban , pues solo la reclamaról
para separarse de la plebe. Establecieron,'
pues, la doctrina de que el nacimiento
iáloritnia cierto carácter, 'que era coman
á tódos lós nobles , desde el rey hasta el
Último y mas desconocido de su proVincia.
De aqui el proverbio español : primero jai
caballero que rey , y aquel dicho de tin rey
de Francia : el rey no es mas que el primer
caballero de la nacion. De-esta manera 're-
clamó la nobleza européá 'los principios de
la igualdad.


Pero es muy
-diferente de esta igualdad


ambiciosa, la que reclaman los progresos
de...la industria y del comercio, que se han
elevado sin mas fuerzas que las suyas pro_
pias á igualarse con lo mas grande y mas
sublime de las naciones. Para abatir la cla-
se industriosa , es fuerza debilitarla : para


TOM° v 22




338
debilitarla, es fuerza disminuir los recursos .
del estado. Los gobiernos reciben en di-
nero los servicios de los hombres y las
contribuciones de los productos. Disminuid
el precio de aquellos servicios y el valor
de estas contribuciones , y arruinaréis el
erario público.


¿ Por qué la aristocracia européa culpa
á los pueblos de la autoridad que le han
quitado los gobiernos ? Cisneros en España,


Richelieu en Francia destruyeron el peder
de los grandes señores; pero ¿fue para dar-
sele al pueblo ? ¿Dejan de pagar las nacio-
nes de Europa los derechos feudales ni el
diezmo ? No. Las leyes fiscales bajo otras
formas , bajo otras denominaciones, hacen
entrar en el erario cantidades mucho mayo-
res que las que antes se pagaban á los ba-
rones. ¿Por qué, mies, han de culpar al
pueblo de esas que ellos llaman usurpa-


ciones , cuando solamente los gobiernos go-
zan el fruto de ellas ? Es verdad que la
clase media se ha enriquecido ; pero lo de-
be á su industria, á su trabajo , á su saber,
y no á las conquistas que el poder ha
conseguido sobre las clases superiores. El
gobierno se ha quedado con todo , porque
asi lo exige su condicion ; asi como leo-


339
mete á todos, donde no hay libertades
públicas , que tengan Ja fuerza necesario
para impedírselo.


La industria produce dos efectos inevi-
tables : primeramente aumenta el valor de
la propiedad territorial, porque aumenta y
multiplica la Utilidad de sus producciones:
en segundo lugar crea una riqueza mil
veces .


mas independiente que la territorial.
El conquistador puede repartir la tierra
entre los feroces soldados que le han ayu-
dado á esterminar ó someter sus antiguos
propietarios . : el déspota puede confiscar
para sí, ó para dar á sus aduladores , la
heredad de una familia inocente del crí-
men ó de la desgracia de su padre ; mas
no se ha visto á los.


Richelieu y á los Cis-
neros confiscar, ni al ávido cortesano pedir
la industria del relogero , la firma del co-
merciante acreditado , el genio de Moliere
ni el pincel de Murillo. Estas riquezas no
pueden ser sino de los que las tienen ; y
donde haya quien las tenga, ha de haber
forzosamente independencia é igualdad.


En vano, pues, atribuyen los fautores
de la tiranía el liberalismo actual , que va
á ser dueño de la Europa , ni á los escritos
filosóficos, ni á la ambicion demagógica,


22.


1




34o
ni á la alucinacion popular : la libertad y
la igualdad son los productos necesarios
de la industria y del comercio ; y si el in-
teres de sus placeres les obliga á no pros-
cribir el comercio y la industria , es fuerza
que admitan sus consecuencias inevitables.
En este artículo consagrado esclusivamente
á convencer á los enemigos de la libertad,
nos hemos abstenido cuidadosamente de
todo raciocinio , de todo argumento dedu-
cido de los principios' del derecho natural,
y hemos descrito el liberalismo como un
hecho histórico , cuyas causas presenta-
rnos ; no corno un derecho imprescriptible
de los hombres, que quizá nos negarían
nuestros adversarios. Nuestro razonamiento
es este : sea lo que fuere acerca de la
legitimidad del liberalismo, es preciso admi-
tirlo como una -verdad de hecho ; porque
ya no tienen las naciones otra manera de
existir que el sistema liberal, 'á no ser
que se quieran proscribir los actuales ele-
mentos de la prosperidad pública , á saber,
la industria y el comercio.


En vano tambien son los temores que
manifiestan patriotas celosos , y por otra
parte ilustrados de que vuelva atras el sis-
tema constitucional. Es imposible que se


34t
realice este temor. El liberalismo es una
autoridad de hecho que se ha colocado
por sí misma en el lugar que le pertenece;
y no hay fuerza que baste á arrancarle de
su trono. Las conspiraciones tienen fuerza
contra el poder, no contra la sociedad. La
libertad es invulnerable, porque está de-
fendida por los intereses , los hábitos y los
placeres del cuerpo social que no querrá
sacrificarlos á los placeres , hábitos é inte-
reses esclusivos de una clase.


Solo hay un peligro para el liberalis-
mo, y es su degeneracion. Mientras proteja
las garantías y los intereses -sociales , nada
tiene que temer ; mas si degenera en licen-
cia, el instinto de la sociedad


-la obligará á
arrojarse hacia la parte opuesta, y á sacrifi-
car algunos intereses para conservar la
existencia. Esta es la terrible leccion que
nos•ha dado la revolucion de Francia. Es-
peremos quepo la habrá dado en vano.
Todo hombre público está obligado á leer
cada dia un capítulo por lo menos de,aque-
Ha desgraciada revolucion.




342
CORTES.'


SESIONES DEL 20 Y 22 DE MARZO:


Informe de la comision especial encargada
de examinar el estado político de la nacion.


Los desagradables acontecimientos ve-
rificados en esta capital y en otros pueblos
entre la legislatura de 182o y la de este
año; algunas indicaciones alusivas á ellos
insertadas en el discurso de la corona, la
exposicion hecha á las Cortes por su co-
mision permanente , y la repentina .y simul-
tánea separacion de los ministros ; todo
debió llamar la atencion del Congreso há-
cia la situacion interior del estado, y ex-
citar su vigilancia para conocer los peligros
de que parecia. estar amenazada la pública
tranquilidad. A este fin se nombró en una
de las primeras sesiones una comision es-
pecial, que recogiendo todas las noticias
que tuviese por convenientes, informase con
la posible brevedad sobre los males que
se temian, y propusiese las medidas que
juzgase oportunas para atajarlos y preca-


343
verlos. La comision desempeñó este encar-
go con todo el celo que era de esperar
de los dignísirnos individuos que la com-
ponian ; y la simple lectura de su informe
ha debido tranquilizar á todos los amigos
de la libertad. comision, se dice , no
tiene el menor recelo de que el estado
peligre. El espíritu público de la nacion no
puede ser mejor. Sí en algunos pueblos
pequeños , si en algunas ciudades han con-
seguido los descontentos seducir tal,u-
nos incautos, en ninguna han logrado
que presenten resistencia. En cambio de
eso los alborotadores han sido al instante
que se han presentado, perseguidos, dis-
persos ó presos por las autoridades mili-
tares y civiles." He aqui la misma idea y
casi hasta las mismas palabras empleadas
por nosotros en el penúltimo número, tra-
tando esta misma cuestion. Los enemigos
del sistema, digimos en sustancia, pueden
conspirar en aecreto y formar planes sub-
versivos que sean muy bellos en teoria;
pero al llegar á sri egecucion se estrellarán
siempre contra la firmeza de los magistra-
dos y funcionarios públicos de todas clases,
y contra el patriotismo del egército y las
milicias ; y mientras que la fuerza armada




344
esté decidida á sostener la Constitudonl
seran inútiles é impotentes cuantos esfuer-
zos: hagan los descontentos para des-
truirla. No hay que engañarse: en el estado
actual de las sociedades, ninguna revolu-
cion puede hacerse en bueno ni en mal
sentido, sino por medio de las bayonetas.
Estas han proporcionado las de España,
Portugal, Nápoles y el. Piamonte , y su
obra no puede . ser destruida sino con las
mismas armas. Tranquilos , pues, sobre
la situacion actual, y seguros de que esta
será mas satisfactoria cada dia, tanto por el
buen espíritu de que la nacion está animada,
como por los saludables efectos que deben
producir las medidas propuestas por la
comision y adoptadas casi todas por las
Cortes ; nos limitarémos á hacer algunas


'reflexiones sobre los hechos contenidos en
el informe, y sobre las providencias que la
comision reclama.


«La comision , dice el informe, divide
en tres épocas los alborotos y tramas que
hemos sufrido. La primera á fines de junio
y principios de julio del año pasado , tenia
por obgeto el estorbar la reunion de Cor-
tes, bien fuese llevándose á S. M. y á la
familia real, bien moviendo un alboroto


345
en Madrid. La segunda época fue en prin-
cipios de. noviembre , cuando las Cortes
iban á cerrar sus sesiones y S. M. se fue
al Escorial. Y en la tercera se propoman
estorbar la presente legislatura."


En cuanto á la 1. a, observa la comision
que cuando en marzo del año último se
resolvió el rey á jurar la Constitucion, ‹< los
perversos consejeros que le habian sedu-
cido en 1814, y habían continuado despues,
aunque suplantándose unos á otros, acor-
des todos en sostener la arbitrariedad ; en-
teramente desconcertados huyeron de su
lado, y abandonaron el reyno, se aislaron
en las provincias, ó se escondieron en sus
casas , segun fue mayor ó menor el miedo
que les sugirió su conciencia; porque los
oprimidos siguiendo el generoso egemplo
que les 'labia dado el egérciio de la Isla
y no hallando la menor resistencia en sus
opresores, olvidaron lo pasado y perdona-
ron ó despreciardn á sus enemigos. El temor,
se añade, contuvo á estos hasta los dias
inmediatos á la reunion de Cortes en qua
con el proyecto de sumirnos en la anarquía,
se principiaron á notar los primeros síntomas
de las tramas y maquinaciones que ensaya-
ban. A aquellos dias se refieren las conspira-




346
ciones de Zaragoza, las tentativas. , para
amedrentar al rey y á la familia real , y
persuadirla á que se fugase, las tramas de
la junta apostólica de Galicia y las ocur-
rencias en el cuartel de guardias de Corps?'


Pocas observaciones tendriamos que
hacer _sobre esta primera época ni sobre
las tramas que á. ella se refieren ; porque
sus autores, egecutores y cómplices son
bien . conocidos , y los mas de ellos estan
bajo la autoridad de los tribunales; pero
como inmediatamente se siguen estas pa-
labras.: «El peso de la opinion concentrada
en el Congreso reunido, la espectativa del
rumbo que tomaria con los delincuentes,
y la espedanza de los que hablan seguido al
invasor en la guerra de la independencia,
los tuvo contenidos á todos durante la le-
gislatura última; «y como pueden creer al-
gunos que de estos. todos que tuvo conte-
nidos el peso de la opinion , la espectativa
y la esperanza fueron los que siguieron al
invasor, sin embargo de que enla mente
de la comision y en buena gramática , el
pronombre los no .puede referirse sino á
los que deja mencionados, es decir, á los
que acobardados en marzo estuvieron con-
tenidos por el temor hasta la reuniort de las


347
Cortes, y entonces maquinaron para sumir-
nos en la anarquía; se hace indispensable
que hagamos\


ciertas preguntas á los que en
este último tiempo han procurado propa-
gar la opinion de que los afrancesados son
los autores de todas las tramas contra la
Constitucion ; y ¡ojalá que pudiésemos ha-
cérselas y confundirlos ante el Congreso
nacional! ¿Fueron afrancesados, les dina-
mos, los que en 1814 sedujeron al rey.
para que no aceptase la Constitucion ; los
que hicieron encarcelar y enviará presidio
á los liberales ? Al contrario , ¿ no fueron
tambien ellos víctima de la proscripcion?
¿Fueron afrancesados los perversos conse-
jeros que continuaron despues suplantándose
unos á otros, pero acordes todos en soste-
ner la arbitrariedad? Al contrario, ¿ no
fueron estos mismos consejeros los que por
espacio de seis años impidieron constante-
mente que la benignidad del rey abriese
las puertas de su patria á algunos miles de
desgraciados que gemian en pais estrange_
ro , por el solo crimen de haber hecho al-
gun bien á sus conciudadanos y haberles
evitado muchos males? ¿Fueron afrance-
sados los que enteramente desconcertados
al ver restablecida la Constitucion, huye-


y




348
ron del lado -del rey, y ó abandonaron el
reyno, ó Se aislaron en las provincias y se
escondieron en sus casas? Al contrario,
¿no fueron los afrancesados los primeros
que volaron á su Tatria, asi que la vieron
libre de la tiranía y del maligno influjo de
aquellos perversos consejeros? ¿ Fueron
afrancesados los que conspiraron en Zara-
goza , los que amedrentaron al rey y á la
familia real, é intentaron persuadirla á que
se fugase? ¿ Hay ó ha habido alguno de
ellos en la junta apostólica de Galicia?
¿Estuvo alguno en el cuartel de guardias
en la noche del 8 al 9 de julio' Luego
por lo que haCe á las conspiraciones de la
primera época no tuvieron , y lo que es
mas, ni aun pudieron tener parte en ellas;
pues antes. del nueve • de julio eran pocos
los que habian pasado de las provincias
bascongadas, y esos pocos ni supieron si-
quiera pie se conspiraba hasta que lo
leyeron en los papeles públicos. Pasemos
pues á las de la segunda.


Acerca de estas se explica asi la comí-
sion : «Cuando iban á cerrarse las sesiones,
vieron por segunda vez los malvados en la
sancion del decreto sobre regulares , en la
representacion del arzobispo de Valencia,


349
y sobre todo en la ida de S. M. al Escorial,
una ocasion favorable de renovar sus ata-
pies. Al mismo tiempo que S. M. retarda-
ba el volver á la capital se ponia al minis-
terio en la precision de renunciar, se con-
fiaba el mando de las armas á manos que
inspiraban poca confianza, se conferen-
ciaba con los descontentos audaces, y los
satelites de 1814 sanan ya de sus guaridas,
y aparecian en público llenos de confianza
y ansiosos de sangre. Este movimiento de
la capital se auxilió con la explosion de
las tramas que se urdían en las provin-
cias ; y á la rebelion del partidario Me-,
rales acompañaron los escándalos de Va-
lencia por su arzobispo, el robo de la
correspondencia junto á Vitoria , y otras
muchas señales de menos importancia, que
manifestaban la inteligencia que habia en-
tre los conspiradores." Sobre estas segun-
das tentativas nada tenemos que notar,
porque la comision no dice una sola pa-
labra que tenga relacion con afrancesados,
y no habrá un solo hombre de buena fe
que les pueda culpar ni de la representa-
cion del arzobispo de Valencia, ni de los
movimientos de aquella ciudad , ni de las
dificultades que haya podido haber para




1til


350
sancionar la ley de monacales, ni de la ida
del rey al Escorial, ni de su tardanza en
venir, ni del nombramiento de Carvajal,
ni •de la renuncia de los ministros , ni de
las conferencias que no sabemos quien haya
tenido con esos descontentos audaces que
no se nombran, ni del, robo del correo de
Vitoria , ni de la rebelión de Morales, ni
de las otras seriales de inteligencia entre
los conspiradores. Vengamos por fin á la
tercera época.


«Los maquinadores, dice la comision,
se animaron con el ensayo que habian he-
ello, y con la proteccion que se prornetian;
y á la aparicion de varias partidas armadas
en las inmediaciones de Burgos, y tambien
en Asturias , se siguió un alboroto en Za-
mora , reuniones de gente armada en las
cercanías de Orense, la aparicion de la
cuadrilla del Abuelo, la trama de Vinuesa,
la vergonzosa conducta de algunos de los
guardias de la persona del rey, una reunion
de descontentos en los partidos de Aranda y
Roa, la trama de don Ramon Valladolid , y
por fin el robo de la balija Aragon." Acerca
de todos estos hechos, bastará preguntar si
se halla complicado en alguno de ellos un
Solo afrancesado ; si pertenecen á esta clase


35 t
los guerrillos de Burgos y de Asturias,
los cogidos en las cercanías de Orense ,
los que formaron las reuniones de Aranda
y Roa , ó los que alborotaron á Zamora;
si fue afrancesado el Abuelo si Id fue
Vinuesa, si los guardias de Corps lo habian
sido tambien del instruso , si los que en
tiempo de este sirvieron empleos , han
robado la balija de Aragon, y finalmente
si se ha descubierto el menor punto de
contacto entre don Ramon de Valladolid,
y esos desgraciados á quienes la envidia
por una parte, y la ansia de los empleos
por otra, quisieran encontrar reos en cuan-
tas conspiraciones se han descubierto y se
descubran desde ahora hasta la consuma-
cion de los siglos. Pero desengáñense sus
perseguidores: jamas se hallará á los afran-
cesados complicados en ninguna conspira-
cion contra el sistema liberal , por la sen-
cillísima razon de que ni conspiran, ni quie-
ren conspirar. Lo único que quieren y pi-
den por gracia á sus enemigos, es que los
dejen en paz, y que ya que gocen del es-
pectáculo tan „delicioso para ellos, de ver-
los reducidos á la pobreza y alejados de
todos los destinos, á lo menos no los in-
sulten en su miseria, no los injurien ,




2 5 2
no los calumnien. El informe de la comí-


•sion de cortes es la ejecutoria mas comple-
ta de su inocencia. La comision ha tenido
presentes cuantos datos y documentos exis-
ten relativos á las tramas urdidas contra
la libertad ; y no dice que en las causas
pendientes ó fenecidas haya sido arrestado
un solo individuo de la desgraciada clase.
¿ Qué mas prueba se necesita , de que son
estrangeros á todas ellas? Si hubiesen te-
nido la menor parte, ¿ lo canaria la comi-
sion?¿ Faltaria en asunto tan grave á la
confianza del congreso? ¿Le ocultaria la
verdad? Dice que « hay una junta suprema
á quien las particulares jurán obediencia,
y la cual tiene ramificaciones dentro y fue-
ra de España, y principalmente en Fran-
cia ; y aunque no sean conocidos los indi-
viduos que la componen, es evidente que
no son ni pueden ser afrancesados, y seña-
ladamente los que la mas negra calumnia
ha designado por sus nombres. La prueba
es evidente. La comision dice que en su
sentir y por los antecedentes que se tie-
nen, esta junta existia ya antes de la aper-
tura de las cortes; pero en aquella época
la mayor parte de los afrancesados, y seña-
ladamente los individuos indicados, no ha-


353
bian -Venido á Madrid, y ni aun á España:
luego es imposible que fuesen de los esco-
gidos para formar la tal junta. Dice tam-
bien que en París hay una reunion para
.fomentar el descontento entre nosotros y
sublevar las provincias, que tiene su des-
pacho en la calle de Richelieu , y se sabe
el nombre del emigrado que la preside. Y
aunque no se revela este nombre , es claro
por el contesto que no es ningun refugia-
do joséfino, sino de los que han emigrado
desde marzo del año último. Añade bi(sual-
mente que «en Bayona hay otra junta con
el mismo obgeto, á cuya cabeza está Mozo
Rosales ; y no habrá nadie tan sandio que
quiera amalgamar á los afrancesados con
los Mata-floridas. Bien sabido es que son
elementos eterogéneos. Pero ¿ qué mas?¿Se
puede dudar de que 'el presbítero Vinuesa
estaba en el secreto de los conspiradores?
Y bien ¿contaba para su plan con los afran-
cesados ? Tan lejos de eso, que una de las
medidas principales que propone para des-
pues de dado el golpe , es la de que « sobre
los afrancesados se tornen las providencias
que se estimen oportunas," y aunque las
palabras solas dan á entender bien claro
q'ue .estas providencias no serian las de


Tomo vi.




354
darles empleos . , honores , ni pensiones;
vivo está todavía, y se le puede piegun-
tar qué gracias y mercedes les preparaba.
No insistiremos mas sobre verdades tan
evidentes; porque seria insultar á la ra-
zon. de nuestros lectores ; pero no oiniti-
rémos una sencilla y. convincente reflexion
que se deduce del informe, y que demues-
tra . hasta la evideheia que los afrancesados,
lejos (le haber desmerecido con su con-
ducta desde que entraron en España, han
dado la prueba mas auténtica de su adhesion
á las nuevas instituciones , , y que si la ca-
lidad de adictos, de que tanto se ha abu-
sado para colocar ahijados , ha de ser el
-único título á los empleos, ninguno los
merecia mejor que aquellos, á los cuales
se los ha negado tan Obstinadamente el
último ministerio.. Esta reflexion es la si-
guien te.


Es público y notorio que los, refugia-
dos que han vuelto á su patria tic un
arlo á esta parte, estan ,reducidos casi todos
á la miseria : sabidp es que en Vitoria y
Bilbao se les estuvo dando á muchos de
ellos una racion diaria en el hospicio , y
que en Burgos hubo que hacer una colecta
para que no pereciesen de hambre los


3.55
que iban llegando á aquella ciudad , y no
podian pasar adelante en virtud de la fi:
lantrópica y muy constitucional orden de
26 de abril. Resulta del informe de la co-
niision que desde junio último hasta el
presente mes , ha habido una multitud de
tramas y conspiraciones contra el sistema
constitucional , las cuales en algunas pro-
vincias han tenido efectos visibles que han
dado lugar á numerosas prisiones , y á la
formacion de varias causas voluminosas: re-
sulta tambien que para urdirlas y mante-
nerlas , no se ha escaseado el dinero ; y
nosotros preguntamos ahora. d En todas
esas tramas y sus dilatadas ramificaciones,
se encuentra comprometido y ni aun in-
dicado un solo individuo de la clase de
los refugiados P Ni uno siquiera. Y bien,


puede darse una prueba mas irrefragable
de su probidad politica y de su amor á la
libertad P c Qué estraiío seria que entre tan-
tos infelices , que no tienen pan que dar
á sus hijos, ni que llevar á su boca, hu-
biese habido uno á quien hubiese seducido
el oro , y le hubiese hecho tomar partido
con los enemigos de la constitucion ? Esto
aun cuando hubiese sucedido, no deberla,
perjudicar á los demas; porque un solo


23.




356
criminal entre muchos inocentes nada pro-
baria contra la generalidad de la clase.
Pero si aun ese solo réprobo no se ha
encontrado , ¿ por qué anatematizar en
masa á tantos miles de ciudadanos pobres
sí , abatidos y despreciados; pero en ge-
ral virtuosos ? Virtuosos, sí , podemos de-
cirlo con orgullo, porque hasta ahora nin-
guno de ellos ha sido preso ni procesado,
no solo por crímenes políticos ; pero que
sepamos, ni aun por delitos comunes. Añá-
dase que á la pobreza se han reunido los
desprecios y las humillaciones de toda es-
pecie ; que se ha procurado varias veces
amotinar el pueblo contra ellos; que se
ha pedido publicamente su exterminio, y
que ha habido momentos en que casi han
visto relucir los puñales asestados -contra
sus pechos : y dígase si ha sido menester
poca virtud para que no se hayan echado
en brazos de los adversarios de sus perse-
guidores. ¡ Qué imprudentes son estosl Ro-
deados todavía de enemigos hacen todo lo
posible por aumentar su número, redu-
ciendo á la desesperacion á una clase nu-
merosa, y mal que les pese, no despre-
ciable, aunque ellos afecten despreciarla.
Pero alortunadamente para la patria esta


357
clase es liberal por principios , y lo es
desinteresadamente, que es en lo que con-
siste su gran mérito ; porque, en efecto,
que en tina mudanza política lo sean los
que esclusiva mente se reparten los empleos,
los honores, las riquezas , las distinciones,
no es de estraliar ni hay mucho que agra-
decerles ; pero que lo sean aquellos á
T iienes no solo se ha despojado de los
cb,;tinos , honores y condecoraciones que
habian merecido y logrado antes de la
revolucion , sino que ni aun se les admi-
ta á contraer nuevos méritos, no es mny
comun en la historia de las revoluciones.
Perinítasenos hacer aqui una observacion
importante para el asunto de que tratamos.
Hemos aplaudido justamente á la revolucion
de Nápoles; alabamos sin cesar á su prínci-
pe , á su parlamento y á su gobierno consti-
tucional; y son ciertamente dignos de los
mas estraor.linarios encómios. ¿Porqué, pues/
no imitamos su conducta Pi por qué, como
ellos, no olvidamos,sineeramente lo pasado?
¿ por' qué, como ellos, no empleamos á los
sujetos, atendiendo solo á su capacidad y a
lo Infles que pueden ser en los destinos,
y' prescindiendo de sus opiniones anterio-
res? Se ignora que el general Filangierix




358
que actualmente manda en tefe uno de
los egércitos nacionales , fue edecan de
José ~aparte y vino con él á España,
y que si se volvió desde Burgos , fue á
consecuencia de un desafio que tuvo con
otro compañero , á quien mató en el bos-
que de la Cartuja ? ¿Se ignora que el cé-
lebre general Guillermo Pepé fue coronel
de uno de los regimientos que componian
la division Palombini que estuvo en Espa_
íia, y fue una de las que hicieron el si-
tio de Zaragoza ? ¿ Se ignora que varios
de los ministros actuales, y de los miem-
bros del parlamento y otros altos emplea-
dos, lo fueron en tiempo de José y de Mu-
rat ? Y bien, ¿ no era aquel tan intruso en
Nápoles como en España ? ¿ Pues por qué á
los que le sirvieron alli les ha de caber me-
jor suerte que á los que le sirvieron aquí ?
¿ Por qué los Josefinos de Nápoles han de
estar colocados en los primeros puestos,
y á los de España no se les ha de abrir
la puerta , ni aun para escribientes de se-
cretaría P Si estos no ayudaron á conquis-
tar la independencia , tampoco aquellos ; y
si haber servido bajo uno de los Bonapar-
tes fuera crimen, mas delincuentes serian
los napolitanos que los españoles. Porque


en fin el rey legítimo de España no rona...
ha de hecho , y el de Nápoles sí, y lo que
es mas, conservaba una parte de su'i-eyno,
y tenia egército , y estaba en un asilo im-
penetrable, y no estaba separado de los'
que servian al usurpador mas que por un
estrecho brazo de mar, y los llamaba .1.
convidaba continuamente para que fuesen
á unirse con él. Ellos sin eifibIrfgo no lo
hicieron ; pero esto no les sirve ahora de
obstáculo para que se les confien los des-
tinos roas honrosos é importantes, cuando
á los españoles que se hallaron en circuns-
tancias que los hacen mas disculpables, ha
faltado poco para que se les haya reducido
á la clase de los negros. ¿ Y , de qué nace
esta diferencia ? De que en Nápoles se con-
sulta la opinion pública, y en España ha
prevalecido hasta aqui la de un corto nú-
mero de individuos. Sí, los afrancesados de
España no se quejan ni tienen por qué que-
jarse de la casi totalidad de sus conciu-
dadanos : al contrario , cuando han vuelto
de su destierro han sido recibidos en to-
das partes con tiernas demostraciones de
cariño : se quejan, sí , de una faccion im-
placable que quiere hacerlos odiosos por-
que teme su concurrencia para los empleos




36o
y que no les perdonará jamas el horren-
do crímen de no ser absolutamente inep-
tos. Este es su verdadero y gran pecado. Pe-
ro volvamos al informe de la comision.


Esta despues de haber enumerado su-
mariamente todas las maquinaciones que ha
habido hasta ahora , dirigidas á trastornar
el sistema constitucional, dice que la fir-
meza de las Cortes y de la diputacion per-
manente, la vigilancia del ministerio y la
armonía entre unos y otros , fueron el es-
collo en que se estrellaron todas ellas :" que
ya lo han conocido asi los conspiradores:
que «el ministerio-removido tiene la doble
gloria de haber conservado el orden , y de
que los enemigos del actual sistema mi-
rasen como imposible todo trastorno, mien-
tras estuviesen á la cabeza del gobierno
personas de tanta confianza," y que aquellos
dicen expresamente en sus planes de cons-
piracion : « todas las tentativas seran inúti-
les mientras no se quite este ministerio,
y asi conviene trabajar en desacreditarlo,"
y concluye el pasage diciendo : « Asi lo
procuraban en efecto por todos los medios
hasta los mas repugnantes al caracter de
generosa lealtad de españoles. ¡ Qué pasio-
nes no halagaron ! ¡ qué ambiciones no tra-


3; z
taran de satisfacer ! Léanse los periódicos
en que influian , oiganse los oradores de
los cafés á quienes excitaban y véase la
lista de los ministros que nos tenian pre-
parados." Aqui hay reunidas ciertas indica-
ciones de las cuales pudiera la malignidad
deducir consecuencias perjudiciales á per-
sonas muy inocentes; y aunque estamos
seguros de que la comision no alude á
ellas en manera alguna; es preciso no obs-
tante aclarar los hechos para desvanecer
cualquiera imputacion que los malévolos
quisiesen hacerles. Estamos muy persuadi-
dos de que los enemigos del actual sistema.
habrán estado incomodados con el último
ministerio mientras ha durado, y que habrán
trabajado para derribarle; pero lo mismo su-
cederá con el actual y con cualquiera otro
compuesto'de hombres que profesen prin-
cipios liberales. Creemos tambien que en
los escritos que cladestinamente han hecho
circular por el pueblo, habrán procurado
desacreditar á aquel, y que acaso habran
influido tambien en algun periódico obscu-
ro de provincia; pero en cuánto á los de
esta corte, aseguramos sin temor de ser
desmentidos, que ninguno de los que han
censurado la conducta de ciertos ex-minis,




362
tros , lo ha hecho por influjo de los ene:
migos del sistema. Tampoco creemos que.
los oradores de los cafés hayan sido exci-
tados por ellos ; porque es Oblico que
los que han acostumbrado á hablar en los
dos cafés en que ha habido reuniones en la
época anterior, pueden tal vez ser acusados
de demasiado liberales , pero de serviles
no. Ya el señor diputado Cañedo ha ob-
servado muy bien en el artículo que ha
hecho insertar en el número 39 1 de la
Miscelánea, que la peticion que se hizo en
el café de Malta pidiendo al rey la remo-
cion de los ministros , -estaba firmada por
sugetos que indudablemente son enemigos
dél régimen absoluto. Finalmente, en cuan-
to á las listas de candidatos para el mi-
nisterio que 'hayan circulado y- que nece-
sariamente habrá formado la malignidad,
es menester que sepa el público que los
individuos designados en ellas, no han te-
nido la, menor parte en su formacion, y
ni aun noticia de su existencia;


Hasta aqui' la parte narrativa del infor-
me en la cual no solo se enumeran los
hechos, sino que se hace ver su conexion
y las causas que los han producid) , y
favorecido la egecucion de los planes. Entre


36'3
estas echamos de menos una que cierta-
mente no comprendernos cómo puede ha-
berse ocultado á la perspicacia de la co-
mision. Nosotros somos personas privadas,
muy retiradas de la esfera de las intrigas,
y muy estrangeras á los negiácios; y sil
embargo , nos parece que podernos se-
i'ialar con el dedo una de las funestas ocur-
rencias que enJa segunda época de las tres
que distingue la comision, animaron visi-
blemente á los enemigos del sistema y les
dieron esperanzas de que acaso podrían
trastornarle, viendo desunidos á sus de-
fensores. Hablamos de los fatales aconteei-
mientos de que esta capital y el 'reyno
todo fueron testigos en los primeros dias
de setiembre último ; y no dudamos en
afirmar que la disolucion del egército de
la isla, las famosas páginas y los desayres
hecEós al general Riego y otros militares,
fueron para el partido anticonstitucional
un triunfo mas importante que una batalla
ganada contra los liberales, y mucho mas
real que el que ahora se figuren haber
conseguido con la caida del ministerio.
Porque ahora, en suma, d qué han ganado?
Nada. Que á unos patriotas hayan sucedi-
do otros no menos decididos y celosos




364
Entonces al contrario, ¿cuál fue su jai-,
lo ? y ¿ con cuánta razon se alegraban ? Los
ministros , debió decir el pernio servil, se
han hecho enemigos á Riego y á los he-
róycos guerreros que los han elevado al
ministerio: los liberales se dividen ya en
partidos: los- del año de 12 persiguen á
los del año de. 20 ; pues esta es buena oca-
sion de acometerlos: divide ct impera. Bien
lo conocieron los ministros, y asi se apre-
suraron í reconciliarse con los ofendidos,
al punto que se vieron amenazados de una
caida; per-) este paso mismo reveló su de-
bilidad , y desde aquel clic debieron darse
por derribados de sus sillas : porque nin-
pm ministerio debil , incierto y vacilante
en sus planes, se sostiene en un gobierno
constitucional.


Ora'as varias observaciones pudiera ni
añadir relativas á la parte narrativa del
informe; pero nos ha prevenido el señor
Cañedo en' el citado artículo inserto en la
Miscelánea. Recomendamos mucho su lec-
tura, y deseamos sobre todo que se medite
bien aquella observacion suya, relativa á
que cuando los, partidarios <lel último mi-
nisterio presentaban la caida de esté como
el triunfo del servilismo, y el principio de
la reaccion antiliberal; se ha visto al con-


365
tarjo (< que la tranquilidad pública se ha
restablecido desde la caida del ministe-
rio.' Deseamos que el egeniplo del señor
Cañedo: sea imitado por otros señores di-
putados, y que cuando por cualquiera mo-
tivo no hayan podido exponer 'en el Con-
greso los fundamentos de su opinion , los
comuniquen al público por medio de la
imprenta. Nada de cuanto puede ilustrar
al pueblo sobre las grandes cuestiones que
se ventilan en .aquel santuario de las leyes,
debe escasearse en un gobierno liberal.


Viniendo va á las medidas propuestas
por la comision , tenernos el placer de
asegurar que todas las adoptadas por las
C.,rtes son oportunas si van reguladas,
como lo esperamos, por los principios cons-
tittíciónale.s , ó por mejor decir, por los
de la justaera universal, de los cu a les se
hecho en la Constitucion una aplicacinn
tan feliz. Que se active la venta de los
bienes nacionales, que so


. extinga Cuanto
mas se pueda de la deuda, que dentro de
un breve término se repartan y den á censo
los terrenos baldíos y de propios , que
se resuelva el punto capital de los diez-
mos, y que se facilite la secularizacibn de
los regulares que la deseen; no solo es




366
justo y conveniente, porque ha habido cons-
piraciones , sino aun cuando ni las hubiese
habido ni se temiesen. Que se den gracias
al egército y á la milicia local por sus bue-
nos servicios, nada mas justo y mas propio
de la gratitud nacional. Que se abrevien los
eternos trámites de los procesos judiciales,
y se simplifique el modo de enjuiciar ; es
mil á los mismos procesados, con tal que
al mismo tiempo se les proporcionen todos
los medios de defenderse hasta el punto
que sea moralmente imposible que el mas
leve castigo recaiga sobre un inocente. Que
el gobierno por los medios mas eficaces
estorbe las maquinaciones que se fraguan.
en Francia (ó en cualquiera otro pais ) por
los enemigos del sistema constitucional que
estan alli refugiados, (téngase. entendido
que no son estos los refugiados del año de i3)
es una de sus obligaciones, y creemos que
no la descuidaria, aun . sin el recuerdo que
se le hace por las Cortes. ¡Cuánto mas, si
estas le hacen tan especial encargo! Que
se aumente -y mejore el establecimiento de


milicia local, es consiguiente á las no-
torias ventajas que ya se han sacado de tan
patriótica institucion. Que el gobierno ob-
serve escrupulosamente la orden de las


367
Cortes extraordinarias de 12 de abril de 18 I 2,
es muy político y necesario en las circuns-
tancias actuales, con tal que por amantes
de la Constitucion y adictos á la indepen-
dencia nacional, no se cuenten exclusiva-
mente los ahijados de los ministros. ¿Está
bien averiguado que todos los que han sido
colocados de un año á esta parte, son conoci-
damente amantes de la Constitucion, de la
monarquía española , y han dado pruebas
positivas de adhesion. á la independencia de
lu nacion? ¿No hay entre ellos ninguno
que si hoy dama vive le roy, clamara
mañana Vive la Ligue, si el viento se mu-
dase por desgracia ? Finalmente, que se
establezca un buen sistema de policía para
que nadie viaje sin pasaporte, para que se


'sepa quien entra de nuevo en los pueblos,
y para conocer, si posible fuese, á todos
los habitantes , sus ocupaciones y su modo
de vivir; lo pide el buen orden y el in-
teres mismo de los ciudadanos honrados.
Pero cuidado con la policía de espionage,
con los agentes provocadores , con los gol-
pes de estado, y con las llamadas medidas
de alta policía ; porque en el dia en que con
la mejor intencion del mundo y para los
fines mas santos se autorice una providen-




363
cia arbitraria , eri aquél día acabó la li ber
tad. Si aun con el laudable obgeto de sos-
tener el sistema se da facultad al gobierno
para desterrar ó extrañar á un ciudadano,
es decir, para imponerle un gravísimo cas-
tigo , sin formacion de causa, sin oirle y
sin sentencia de tribunal ; no se hable
mas de Constitucion : lo mismo se hace en
lbs gobiernos despóticos. Asi la comision
al proponer que el gobierno presente á las
cortes con urgencia un reglamento de se-
guridad interior, alidemuy oportunamen-
te que este sea compatible con nuestras ins-
tituciones liberales; y mal podría serlo el
que atentase en lo mas mínimo á la se
guridad personal de los ciudadanos.


La misma comision desea que el gobier.i
bierno tenga presente en él, que la gene.;
rosidad que ha manifestado el congreso con
los que, cuando menos, no nos ayudaron á
conquistar nuestra independencia , no ha
sido darles armas para combatir nuestra li-
bertad." Y aunque no perteneciendo á esta
clase ninguno de los conspiradores, de que
va hecha mencion en el cuerpo del infor-
me , parece que no era muy necesario en-
cargar al gobierno que vigilase mas parti-
cularmente sobre estos individuos ; sin ení-


369
bargo estan ellos tanléjos de darse por ofen-
didos de esta distincion que se hace entre
ellos y los domas ciudadanos , que al con-
trario agradecen muy de veras á la comí-
sion . que haya hecho esta llamada hácia
ellos ; y desean y piden al gobierno que
haga celar su conducta con la mayor es-
crupulosidad , seguros de que cuanto mas
conocida le sea , tanto mas admirará su
honradez , su probidad y su civismo. Qui-
sieran mas, y es que se examinase y cono-
ciese bien su conducta durante la ocupa-
cion enemiga ; y se verja que en general,
si no ayudaron á conquistar la iudepen-
cia , contribuyeron no poco á que al con-
quistarla se encontrasen todavía en España,
pueblos y habitantes, y á que toda ella,
excepto Cádiz, Alicante y Cartagena no es-
tuviese reducida á montones de ruinas y.
á espantosas soledades.


Tomo vx.
24




37o
LEGISLACION.


Los principios de la Constitucion española y
los de la justicia universal , aplicados á la
legislacion de señoríos , ó sea concordia
entre los intereses y derechos del Estado,
y de los antiguos 'vasallos y señores. Pre-
cede un discurso histórico-legal sobre la
feudalidad y los señoríos en España. De-
dicado á las Cortes por un jurisconsulto
español.
Ya en uno de los números anteriores


hemos dado un ligero extracto de la Me-
moria del señor Amadori sobre señoríos
territoriales y solariegos: ahora anunciamos
una obra mas completa , nueva y entera-
mente original, sobre el propio asunto , sin-
tiendo que su mismo mérito no nos per-
mita extractarla. Pero siendo ella una com-
pendiosa coleceion de cuantas noticias úti-
les re , hallan esparcidas en muchos cente-
nares de 'volúmenes, relativas al estado que
tuvo la feudalidad en España en todas las
épocas de su existencia en los diferentes
reynos, en que otro tiempo estuvo dividida
la monarquía; d cómo es posible en este
corto artículo dar idea de la vastísima
erudicion de su autor y de la crítica fi-


371
losófica con que ha sabido entresacar de
entre el inmenso fárrago de cien volumi-
nosos escritores , los hechos que en ellos
se hallan consignados , capaces de ilustrar
una materia tan obscura y embrollada?
Esta clase de escritos no pueden ser ex-
tractados , es menester leerlos en el ori-
ginal. Asi leyendo el que anunciamos , se
verá como las primeras semillas de la
feudalidad sernbradsas , por decirlo asi , en
los bosques germánicos , fueron trasplanta-.
das á España por los conquistadores que
redujeron á monarquía independiente esta
antigua provincia romana. Se verá cómo de
estas semillas nació una nueva y mas segura
especie de feudalidad en las concesiones
de terrenos 'para unir á su cultura la obli-
gacion de prestaciones pecuniarias y perso-
nales, la del servicio militar especialmen
te. Se verá cómo de la potestad doméstica
sobre los siervos ó colonos, del completo
dominio territorial, y de ,


la imperfecta
constitucion civil y política, resultó el hoy
abolido poderío jurisdicional de los señores,
ya tolerado por la flaqueza de los príncipes,
ya autorizado en sus actos particulares y
en las leyes, ya convertido en una mina


24.




372
de recursos para las necesidades del Esta-
do , y ya finalmente reducido á la mera
y onerosa eleccion de los jueces.


Por lo que hace á la condicion de las
personas , se verá cómo los que eran sier-
vos, y ascriptos despues al solar por una
condicion solariega menos dura , pasaron
á villanos. y á labradores tributarios ó pe-
cheros ; cómo los tributos se fueron re-
duciendo desde la mitad de los fr utos á
cuotas mas benignas en naturaleza y mas
soportables en dinero ; cómo las cargas
personales fueron desapareciendo casi del
todo, y las que todavía quedaron , redu-
ciéndose á muy poco por transacciones 'ó
sentencias ; cómo los ingénitos ó hidalgos
que sujetaban al vasallage sus alódios por
obtener la proteccion de un poderoso , so-
lían obligarse al servicio militar solamente;
cómo despues cesaron todas estas obliga-
ciones ó se refundieron en la general de
concurrir al servicio de la patria; cómo
inventados y generalizados otros impues-
tos , se llegó á abolir por el monarca en
los pueblos de realengo el pecho de la
plebe ; cómo los propietarios á su vez tu-
vieron diferentes títulos en los repartimien-


373
tos primitivos ó de la reconquista, en las
adquisiciones particulares hechas con las
armas, en todos los contratos ó actos del
comercio , y en las mercedes y donaciones
de los príncipes que premiaban sus servi-
cios , que necesitaban de su ayuda y que
no creian abandonar lo que les daba siem-
pre el tributo mas importante, en brazos,
armas y caballos para la defensa del trono,
y la conservacion y extension de sus esta-
dos ; y cómo estos terrenos , lugares y
fortalezas, dados primero por el tiempo de
su voluntad; y despues por la vida de
uno ó mas poseedores , se hicieron final-
mente perpétuos , se adornaron con títulos
y dignidades, y se trasmitieron por heren-
cia á hijos y á parientes de ambos sexos.


Se verá finalmente cómo la imprenta,
el descubrimiento de un nuevo mundo,
la comunicacion de todos los pueblos , las
guerras en paises extraños y distantes, el
nuevo sistema de tropas nacionales á que
obligaron éstas mismas guerras , y mas
que todo el adelantamiento de las luces
y la filosofia que en todos sus ramos tra-
bajaba por la perfeceion _del hombre, pro-
dujeron nuevas ideas y nuevos aconteci-




374
mientes que al fin habían de aniquilar los
restos del gótico y desfalleciente feudalis-
mo, y fundar de nuevo sobre la igualdad
y sobre la propiedad de las personas y
los bienes , la felicidad de que son capa_ •
ces los estados.


Este breve resumen del discurso preli-
minar casi copiado del epílogo con que el
autor le termina, da si á conocer las ma-
terias que en él se tratan ; pero no puede
dar idea del modo tan magistral con que
estan desempeñadas. Recomendamos, pues,
á todos los inteligentes en este importante
ramo de nuestra historia civil, que lean
este erudito discurso , en el cual encon-
trarán noticias utilísimas , no solo para
examinar con fruto la cuestion de señoríos
que en estos últimos dias se ha ventilado
en el Congreso nacional, sino para entera_
der muchos otros puntos de nuestra antigua"
legislacion.


En cuanto al proyecto de ley que el
autor propone, COMO la mas equitativa y
oportuna para conciliar los intereses y
derechos del estado y los de los antiguos
vasallos y señores ; nos abstenemos de dar
nuestro voto, asi por el temor de equi-


375
votarnos en una materia en que vemos
perplejos y divididos á los mas sabios ju-
risconsultos, como porque para fundarle,
seria preciso dar á nuestras pruebas una
extension mucho mayor que la que con-
viene á un artículo de esta clase.


l►




376


Estado actual de Italia.


Libertas , quae sera "


VIRG.


La revolucion de Turin estaba muy in-
dicada hace algunos meses. Los estados
continentales del rey de Cerdeña, que fue-
ron por muchos años parte del territorio
frances, se habian acostumbrado ya á su
régimen constitucional, cine aunque imper_
fecto y oprimido por la fuerza militar á
lo menos establecia los principios de la
igualdad , y permitia que circulasen las
doctrinas liberales , ya que no las pusiese
en egecucion. En la restauracion de 1814
volvió el legítimo soberano á ocupar aque-
llos paises; pero sus habitantes eran ya
muy diferentes de los piamonteses de I795.
Todas las preocupaciones del servilismo
habian desaparecido: una nueva generacien
se habia levantado, que por lo mismo que
gemia bajo la usurpacion de Bonaparte y
suspiraba por su legítimo soberano , habia
aprendido entre las, cadenas á calcular los


derechos de los pueblos y los de los reyes
3"
con


la perseverancia que caracteriza las medita-
ciones de los italianos. Asi los piamonte-
ses, del mismo modo que los napolitanos,
se indignaron al ver que la restauracion de
sus antiguas dinastias les robaba hasta los
beneficios que habian debido á la escla.
vitud.


Esta disposicion de los ánimos se ma-
nifestó mucho' mas, luego que la revolu-
cion de Nápoles fundó el sistema repre-
sentativo en el mediodia de la península;
y debió llegar al último grado de exalta-
cion , desde que las pretensiones de la san-
ta alianza amenazaron no solo la libertad,
sino tambien la independencia de toda Ita-
lia. Entonces se vió á la municipalidad de
Turin suplicarle al rey que diese leyes mas
conformes á las ideas del siglo y á las ne-
cesidades de los pueblos: entonces se reco-
nocieron en el monarca y en sus ministros
algunas señales que anunciaban que la ini-
ciativa del nuev' sistema constitucional pro-
cederia del mismo trono ; pero la intriga,
separando del rey al conde de S. Marsan,
que suponian afecto á las ideas liberales,
con el pretesto de enviarle de plenipoten-
ciario á Leybach, obstruyó aquel camino




372
el más inocente y seguro para establecer un
gobierno liberal. Pero las falanges austria-
cas caminaban hacia el mediodía de Italia;
todas las fuerzas de la aristocracia iban á
caer sobre el valeroso pueblo de Nápoles;
todos los estados de la península eran ya
ó por su adhesion á la santa alianza, ó por
su connivencia criminal , cómplices de la
esclavitud de aquella hermosa porciun de
Europa, y los piamonteses sabian que en
la hipótesi de ser vencido Nápoles, no ha-
bria perdon para ellos; porque el despo-
tismo que se jacta de ser como Dios, es-
cudriña tambien lo mas secreto de los co-
razones. Hicieron, pues, resonar el grito
de la libertad en las cavernas del Alpe, en
el arranque del Apenino y en las riberas
ligústicas : el mar tirreno y las montañas
lo llevarán á Nápoles, y anunciarán á aquel
pueblo magnánimo que la independencia
de Italia tiene ya para su defensa un egér-
cito aguerrido, plazas muy fuertes, ríos y
montañas defensibles, y la numerosa y va-
liente poblacion, que llena los valles del
Doria, del Bórmida, del Tánaro y del na-
ciente Pó , y la ribera de. Génova , tan
célebre aun en los siglos de la barbarie por
su amor á la libertad. Dos millones de.va-


379
liates guerreros estan ya prontos á :atacar
los altares de la tiranía.


Este solo movimiento ha confederado
á los piamonteses y napolitanos con un
vínculo mas fuerte que todos los tratados;.
porque es el vínculo con que el roeligp
comun une á los pueblos amenazados. Es-
te será el principio de la grande confede-
racion italiana, de que ya hemos hablado
en este periódico, como del único medio
que hay para sostener la independencia de
Italia y el equilíbrio europeo. Es evidente
que si la victoria sigue, como esperamos,
las banderas de la libertad, la Toscana, el
Estado pontificio y las demas soberanías
pequeñas de Italia, entrarán naturalmente
en esta confederacion, aceptando el siste-
ma constitucional por el cual suspiran to-
dos los. pueblos de la península, ya por
que es la salvaguardia de las libertades pú-
blicas en cualquier pais, ya porque en las
circunstancias en .qué se halla la Italia
amenazada por el Austria, es la única ga-
rantía de la independencia comun de sus
pueblos.


En efecto, mientras existan en aquel
pais gobiernos absolutos, cada gobierno
seguirá el impulso que las ideas ó rela-




38o
ciones de parentesco de sus monarcas le
comunique: cada estado tendrá su política
particular, dirigida por las pasiones de su
soberano, y variable . segun ellas. En esta si-
tuacion de cosas será imposible la confe-
deracion ; porque los príncipes medrosos
no temerán menos la influencia de las na-
ciones. extrangeras , que las pretensiones de
los dos grandes estados de Italia; y los prín -
cipes ambiciosos no se contentarán con li-
brarse. de la prepotencia alemana, sino que
ademas querrán sucederle en el señorío
de la península. Estas pretensiones ambi-
ciosas y la rivalidad, mas acre entre los
mas vecinos, han impedido hasta ahora la
verdadera union- de los italianos. Los mas
débiles, no fiandose en la buena fe de los
mas fuertes , han buscado un apoyo, ya
en la Alemania, ya en la España, ya en
la rrancia ; y la célebre política italiana,
á cuya finura se han tributado mas elo-
gios de los que merece, no ha sido mas
que el arte de cometer grandes trayciones
diplomáticas con muy pequeños resultados.


La generalizacion del sistema represen-
tativo corta de. raíz todos los inconvenien-
tes. Los reyes constitucionales no pueden
hacer la guerra sin la voluntad de sus pue-


38x
blos ; y en el actual estarle de la ilustracion,
los pueblos no quieren derramar su sangre
para subyugar á otros pueblos, sino para
hacerlos libres, y preservarlos con su alian-
za de los peligros que amenaza siempre
la insaciable ambicion de los déspotas. Si
toda la Italia es constitucional, tan segura
.estará la independencia del pequeño ducado
de Luca, como la del reyno de las Dos Si-
cilias ; porque ni .el pueblo piamontes , ni
el romano, ni el napolitano tienen interés en
que el pueblo de Luca deje de ser una
nacion independiente. La pretension de sub-
yugar es propia de los gabinetes : la any


-bicion de los pueblos se limita á ser felices.
Es muy dificil calcular desde Madrid


cual será la influencia de la revolucion de
Turin en las operaciones ulteriores del
Austria. Nápoles puede contar con 8o,000
hombres de linea , el reyno. de' Cerdeña
con Go,000 valientes, aguerridos, acostum-
brados á triunfar ciare las falanges france-
sas ,• aunque por una causa muy diferente,
de esos mismos austriacos que se creen ya
señores de Italia. Es muy probable que les
suceda lo que al perro descrito por Virgilio:


«Similisque tenenti
Increpuit malis, morsuque elusus inani est."




38:1
En efecto, aunque supongamos en el


Austria fuerzas mas que suficientes para
vencer los dos egércitos ya mencionados,
y aun si se quiere, los que pudiera armar
toda la Italia conjurada contra el empera,
dor, no habria superado aun sino la mas peque_
ría parte de los obstáculos que se oponen
á su proyecto. No hablemos de la posicion
respectiva de Cerdeña y Nápoles , que co-
locadas la una en el septentrion y cercana
á las posesiones austriacas, la otra en el
mediodia y en el final de la Italia , no
puede ser atacada la segunda sin que se
emplee contra la primera un numeroso
egército de observacion , flanqueado por
otro no menas numeroso para guardar las
comunicaciones por la Toscana y los esta-
dos pontificios. No calculemos que una
derrota en el Pó deja sin retirada ni re-
curso el egército austriaco que haya aban-
zado hacia Nápoles , y que una derrota en
cl mediodia multiplicará las fuerzas de los
napolitanos. Prescindamos de las plazas
fuertes, de los ríos, de las montañas, tan
favorables á la guerra defensiva. Nosotros
concederemos, si se quiere, que los aus-
triacos tendrán tropas para atender á todo,
que marcharán de victoria en victoria: aun


383
no habrán hecho nada. La. —a que segue"
les vil á hacer, es nacional; y la esperien-
cia ha enseñado que los resultados de esta
especie de guerras no se miden por el nú-
mero de batallas campales. En una sola
que pierdan los austriacos (y este caso ha
de llegar por precision atendida la incons-
tancia de la suerte) , perderán el fruto de
sus victorias pasadas , y serán arrojados
definitivamente de Italia. Entonces no es-
peren que los auxilie la Rusia, la cual,
aunque ahora tan unida con el Austria, no
sentirá mucho el ver debilitada una de las
dos barferas que la separan de la Alemania;
y entre los gabinetes absolutos las pérdi-
das del uno son verdaderas ganancias para
el otro. Pues la Prusia, eterna rival del
Austria; . la Prusia que no puede tardar
mucho en someterse al régimen constitu-
cional , la Prusia qoe,.se .proclamará enton-
ces protectora de' la libertad alemana, no
puede tener grande ,empeño en que el
gabinete de Viena sea omnipotente en Ita-
lia. No hacemos este pronóstico sin fun-
damentos. El ducado de Lavernburgo aca-
ba de adoptar el gobierno representativo.
El rey de Dinamarca, como príncipe del
imperio , acaba de dar al ducado de Hols-




384
tein una constitticion. No pueden tardar
en hacer lo mismo el Meklemburgo y la
Sajonia. Si el rey de Prusia no da una
constitucion á sus súbditos, tendrá que
aceptarla de ellos.


Todas las probabilidades de la guerra
de Italia son contra el Austria. Si el
Austria se obstina en ella, se podrá ase-
gurar que está entregada al espíritu de pasion
y de error ,


«De la chute des rois funeste avant-coureur."
Permítasenos manifestar nuestra sincera


alegria por la adquisicion que ha hecho la
libertad de tan valerosos defensores , y
nuestra exultacion por haberse cumplido
ya el pronóstico qué no una sola vez he-
mos estampado en este periódico. Mas no
se crea que el amor propio, aunque tan
discupable en 'esta ocasion, es el que nos
inspira semejante alegria. No nos falta pru-
dencia para disimular las funciones <lel
amor propio ; pero habiendo sido muchas
veces atacados de una manera 'cruel ni-
y calumniosa , no podemos menos de ma-
festar á nuestros conciudadanos la injus-
ticia de aquellos ataques y la pureza (le
nuestras opiniones y sentimientos. No pue-
den ser sino muy amigos del sistema cons-


385
titucional los que estudiando sus progresos
en el mundo civilizado, anuncian sus triuu,
fos , mucho antes que sucedan, y -nila
fluencia benéfica de sus victorias en la suer-
te de los pueblos. Si á esto se llega que
nuestras doctrinas son liberales y sanas,
libres de exageracion, libres de todo géne-
ro de hipocresía, y que en cuanto á los
hechos jamas hemos faltado á la verdad, se
conocerá cuán gratuita es la crueldad, y
cuán ratera la sana con que se nos ha perse-
guido. Se ha injuriado al Censor; se le ha
acusado ; se le ha condenado.; pero todavía
no se le ha hecho la honra de impugnarle.
Solamente nos consuela el saber que los
lectores imparciales y juiciosos, que son los
únicos á quienes queremos agradar, conoce7
ran facilmente que el patriotismo mas puro
y las luces de la experiencia , adquiridas
quizá en la carrera del infortunio, dictan
todos los artículos del Censor.


Tomo vi. 25


a




386


Impugnacion del articulo del señor diputado
CASEDO inserto en el número 39x de la
Miscelánea.




Con harto dolor, ó por mejor decir,
con 'hartos dolores tomo la pluma para
impugnar un artículo que á fe de hombre
de bien , nunca crei que hubiese sido in-
sertado en ningnn periódico , por mas que
lo viniesen firmando todos los diputados de
'la tierra habidos y por haber. Pero ya que
sin reparo alguno se ha saltado la barra
para criticar algunas páginas del informe
de la comision especial , nombrada para
examinar el estado político de la nacion,
justo será tambien que los que no somos
mas que unos simples particulares , saque-
mos la cara , no para defender á la comi-
sion, porque esta no necesita de nuestro
debil auxilio , sino para patrocinar el con-
cepto de los antiguos ministros, á quienes
vemos que no se trata con todo aquel de-
licado miramiento que ellos y nosotros
quisiéramos.


Por de contado ya me empezó á dis-
gustar el orden con que el señor Cañedo


387
se proponia publicar sus opiniones en la
materia, porque eso de ir pellizcando las
páginas, y citatido la página tal y la pági-
na cual , mas bien parece cosa de pulla y
de cantaleta, que no una cita formal del
texto que se intenta combatir. Es cierto
que en otros tiempos nadie hubiera repa-
rado en semejante bagatela, porque la
palabra página no significaba otra cosa que
la escritura contenida en una plana , ó en
cada uno de los lados de una hoja ; pero
en esta desgraciada edad en que la lengua
española va siguiendo los mismos pasos
que la tesoreria, pues solo se mantiene de
empréstitos, ya la palabra páginas no es
una palabra inocente y usual , sino un ver-
dadero reproche con sus puntas y collares
de insulto. Y asi aunque doy por supuesto
el señor Cañedo no ha tenido ninguna Malá
intencion en preferir el método de las pá-,
ginas , permítame que con la misma le
haga yo esta piadosa advertencia, para que
otra vez no equivoquemos- esta voz con la
de embrollo , trapisonda , trampantojo, ó
cosa semejante. Nunca en casa del ahorca-
do se debe nombrar la soga ; pero vamos
al asunto.
• El primer reparo del señor Cañedo consis-


2J.




388
te en decir, que d dónde esta la doble gloria
del ministerio de haber conservado el orden,
como se dice en la página sexta, (dale•con
la página) y de que los enemigos del actual
sistema mirasen como imposible todo trastor-
no mientras estuviesen al frente dálgobzerno
personas de tanta confianza ¡ Ay que
lástima me da ver lo poco que al señor
Cañedo se le alcanza de achaque de glo-
rias! No solo una gloria doble, sino triple
y cuádrupla es la que ha conseguido el
antiguo ministerio con 'evitar y con no
evitar los escesos y las conspiraciones que
hubo y que ho hubo, y con emplear la
fuerza y con no emplearla, y con enseñar
los dientes y con estarse pasivo, y con
hacerlo todo y con no hacer nada: final-
mente, con ser y con no ser ministros
han adquirido por lo menos siete glorias,
para que cada uno tenga la suya y no
haya entre ellos envidias ni etiquetas. Por-
-que demos de barato que ninguno hubiese
dado la menor muestra de inteligencia en
su ramo, cosa que nadie se atreverá á
probar mientras tengamos á la vista la ha-
cienda y el egército , ¿ quién les podrá dis-


putar la resignacion con que estuvieron
sufriendo la carga del ministerio? No, pues


389
esto no es mentira; porque á pesar de los
medios que se emplearon de la prensa y de
Zas arengas de café, no 'solo permanecie-
ron firmes é- impertérritos, sino que. se
hubieran estado siendo ministros toda- su
vida, solo por dar esta prueba Más de adhe-
sion á su sistema. Y no se piense que ca-
rece de misterio esto'cle llamarle suyo y no
nuestro, porque, segun los mas sabios auto-
res, el sistema constitucional no es sistema,
ni nada en faltando aquellas siete columnas
que le sostenian.


¿ Qué español hay en España que se
halle bien con una constitucion monárqui-
ca, con la igualdad legal, con el: derecho
representativo , con la


..seguridaci- real y
personal, y con otras bagatelas semejantes,
cuando, sabe que todo esto va á desaparel
cer. como el humo con la mudanza del an-
tiguo ministerio ? Aun no hace un mes to-
davia que perdimos aquellas piedras pre-
ciosas del edificio constitucional, y ya es-
tamos todos convertidos en unos serviles
acérrimos, como que toscos los españoles
presentes, pasados y futuros no pueden
ser otra cosa en cuanto dejen de dirigirlos
aquellos siete de la fama. Y no tiene que
burlarse el •sellor Cañedo, porque no- sby.




solo yo el que se explica en estos térmi-
nos, sino gentes muy estiradas que saben
que con la falta de los ministros se les
acabó para siempre todo cuanto bueno te-
nia para ellos la Constitucion.


Bueno está tambien por cierto el reparó
(lel señor diputado, de que ¿por qué no se
anuncia el nombre del emigrado que preside
.la junta suprema de París? Toma, porque
no se sabe ; y si se sabe, no conviene de-
cirlo; y si conviene decirlo , es preciso
afianzar de calumnia ; y si se afianza de ca-
lumnia es menester presentar documentos;
y si se exigen documentos, hay que descubrir
páginas, y cuando se piden páginas, la cosa
se queda en conversacion y el que quiera
conversacion que se vaya á la caree'.


¿Y qué tendria de extraño que supiesen
al dedillo lo que podia pasar en París, é
ignorasen al mismo tiempo lo que no ha
pasado en España ? Todo el que ha estudia-
do un poco en materia de revoluciones,
sabe que lo primero que hay que hacer es
enterarse de las conspiraciones lejanas,
porque las que se tienen cerca, ó se des-
cubren ellas solas ó no las evita nadie.
¡Buena andaría nuestra revolucion si no tu-
viese el adorno de una -multitud de cons-


39r
piraciones! Apuradamente , aun cuando no
las hubiera, se deberían inventar, solo para
dar la debida importancia al negocio, y
tener la gloria de destruirlas. Pero gracias.
4 Dios que nosotros no necesitamos recur-
rir á este medio, porque ahi está cantan-.
do el plan del presbítero Vinulsa que no
me dejará mentir. ¿Es acaso una bagatela,
el proyecto de edificar una casa cómoda
'y capaz para los capellanes de honor en el
mismo mismísimo sitio que est4rdestinado,
á la' fábrica de un hermoso teatro? ¿Y la
travesura de 'hacer que se imprimiesen por
cuenta de la nacion las Cartas del padre
Rancio, la dpologia del Altar y del Trono,
y otros libritos igualmente seductores, no
es una prueba lamas terminante y peren-
toria de las grandes ramificaciones que te-
nia esta conspiracion? Solo Dios y los au
y.ilios de su divina Madre, por la intercesion
de' los siete ministros, han podido preser-
varnos de una red tan ,


delicadamente ten-


M
dida y. tan perfectamente manejada. Vayan,


uy enhoramala los Canteros y Garridos,
y cuantos en diferentes épocas y paises han
adquirido celebridad en esto de policia, por-
que ni merecen siquiera ser alumnos de nues
tros venerabundes y malogrados protectores.


390




392
Tampoco debe hacer fuerza el argu-


mento tomado de las palabras del señor
ministro de Ultramar, que se atrevió á decir
en las Cortes: no hay cuidado. Porque
aun cuando concedamos por un momento
que pueda lícitamente darse el título de
ministro á-alguno que se haya determinado
á ser sucesor de aquellos gigantes ministe-
riales, todavía se queda en mi concepto la
dificultad en pie. El miedo, el valor, la
alegria y la tristeza , ¿no son unos afectos
del ánimo, relativos al estado de cada
hombre sin que pueda establecerse sobre
ellos ninguna regla general? ¿ Pues por
qué no ha de decirse lo mismo de la pala-
bra cuidados Tan lejos estoy yo 'de persua-
dirme. que debe tranquilizar á los otros
la serenidad de S. E., que antes bien por
el contrario juzgo que semejante aforismo
ha sido un verdadero ataque dírecto contra
la propiedad. El cuidado es una cosa nues-
tra que podemos aplicarla libremente. á lo
que Se iaos antoje, sin que nadie tenga
autoridad para hacernos tenerle ó no te-
nerle , de noche ó de dia , con motivo ó
sin él, por esto ó por aquello. Cada uno
se forja á su manera el . cuidado que le
conviene, y lo que para unos es un monte,


393
para otros no es ni un grano de arena. A
los -señores inquisidores no les importaba
un _pepino todo el rigor y el aparato del
tribunal de la fe, y á mí me temblaban las
piernas con solo atisbar la venera de un
alguacil ó comisario: ¿ pon que, qué es lo
que nos prueba el señor Cañedo con su cita?


Lo mismo que queda dicha del cuidado
es aplicable tambien á la ciausulita aquella
de que , ¿. cómo es que la tranquilidad pú-
blica se ha restablecido desde la caida del
ministerio ? Muchas son las reflexiones que
me ocurren sobre esta , no se si temeraria,
proposicion ; porque en primer lugar ha
de tener entendido el señor Cañedo , que
el ministerio no ha dado caída ninguna,
sino los ministros , y asi si su señoría no
vió Mas que un juego de palabras sin sig-
nificado verdadero en - las últimas expresio-
nes de la pág.: lo del informe , yo tampo-
co encuentro la debida exactitud en la
referida frase. Ojalá que en lugar de haber
dado la caida los ministros , quedándose
sano y bueno. el ministerio, hubiese suce-
dido al contrarío, que entonces maldita la
importancia que hubieranios dado al asunto
los que nos honrarnos con el título de sus
apasionados! Pero ha dispuesto la suerte
que los verdaderamente caldos sean los mi-
nistros, y el ministerio quizás esté más le-
vantado que nunca.


La segunda reflexion que salta á los
ojos es lo bien que. ha sabido el señor




394 --
Cañedo aprovecharse de la inviolabilidad
de que justamente goza; porque á no ser
ella tal, yo le juro que, no hubiera pro-
nunciado impunemente ni aun la mitad de
lo que da de si la preguntilla. Per cosas
mas inocentes sé yo . , y saben todavía me-
jor sus excelencias , que no nos hubiera
faltado algun ciudadano honrado que to-
mase á su cargo el denunciar la proposi-
cion por subversiva, ni hubieran faltado
jurados que la calificasen de obscena ; pero
por eso se dijo aquello de allá van le-.
yes , etc.


Volviendo á la tal- pregunta, digo que.
es cosa muy rara, que porque el señor Ca-
ñedo y algunas cuantas docenas de cente-
nares de millares de ciudadanos piensen que
estan muy tranquilos desde que dieron en
tierra. con aquellas siete perlas , hemos de
decir. lo mismo los que sabemos que so-
mos la nata , la espuma y la quinta esen-
cia de lo cine' propiamente se llama la
nacion. Eso que para otras gentes es una
tranquilidad gustosa, que supone el orden
y la quietud en todas las clases del estado
y que deja expedito el reynado de las le-
yes, es para nosotros un infierno, un al-
boroto , una 'anarquía , un desorden y una
ruina inevitable de nuestras esperanzas.


Qué hombre de buenas ideas puede con-
formarse con.. ese sosegado silencio que se
observa por las noches ? c Quién no se im-
pacienta al ver que en cuatro semanas lie


9 p,J9J
se haya nadie acordado de publicar por las
calles alguna conspiracion ? Quién no se
irrita al ver con qué parsimonia continúan
los empleados desempeñando sus destinos,
sin ocurrirles siquiera que puedan ser su-
plantados sin causa? Todo esto podrá ser
muy gustoso y agradable para el señor Ca-
ñedo, y para los que tienen su' mismo
modo de pensar ; pero no as'i para mí y
para: otros amigos mios que estamos iden-
tificados con la gritería , y miramos la
tranquilidad como una señal de servilismo.


Muchas mas reflexiones se podrian ha-
cer sobre las consecuencias que se dedu-
cn del mencionado artículo ; pero las re-
iervo pa-a otra irnpugnaciott en el caso


'P
de que haya algun otro ciudadano que


onga en duda la enorme pérdida que
hemos hecho. Entretanto , me queda el
consuelo de haber correspondido á los
particulares favores que le debo á alguno
de los siete señores , y pienso tener el
Insto de verlos ocupar otras tantas Sillas
en aquel inamovible templo destinado á
servir de premio. para .sus eminentes ser-
vicios administrativos, políticos y militares.
Quiera Dios que aun esta miseria no se nos
vuelva agua de cerrajas, pórque si tal su,
cediera era cosa de perder el juicio , y
meterme á moderado , que es la última
desdicha .


que puede suceder á un hombre
en tiempos de revolucion.




396
Memorias para la historia de las constitu-


ciones españolas. Memoria primera sobre
la constituciongótico-española.Por D. JUAN,
SEMPERE. París 1829,


Esta primer, memoria hace parte, como
anuncia el título superior, de una obra muy
estensa , en que se examinan con separa-
don los caracteres de las diferentes cons-
tituciones que ha tenido nuestra , monar-
quía : obra utilísima y que hace mucha falta
para el conocimiento de nuestra literatu-
ra política, y que la Francia no poseyó
con respecto á su derecho constitucional,
hasta que Mably publicó sus Observaciones
sobre la historia de Francia, libro clásico,
y el mejor sin disputa de cuanto produjo
la pluma de aquel sábio y laborioso es-
critor. Por eso son tan apreciables los li-
teratos que nosotros se han dedi-
cado á investigaciones de este género , que
ademas de ser dificiles por la oscuridad de
los tiempos y de la historia antigua , han
sido peligrosas hasta ahora, porque el-des-
potismo no solo prohibia publicar la ver-
dades de la época actual-, sino tambien
desenterrar las de los siglos que han pa-
sado.


El señor Sempere trata de probar en
la presente memoria, que la monarquía de
los godos, anterior á la invasion de los
árabes , no presentó instituciones dignas


397
de un pueblo libre , y que el poder de
los monarcas, señaladamente desde Chin-
dasuinto, hubiera sido enteramente arbi-
trario , si la influencia del clero en el go-
bierno no hubiese enfrenado el despotismo
de los príncipes.


Con este obgeto , después de haber
descrito el primitivo gobierno de los pue-
blos germanos, y reconocido en él' , con
Tácito y Montesquieu , los tres ramales
de fa administracion monárquico , aristo-
crático y democrático , pasar á manifestar
la sítuacion del imperio romano en el si-
glo que le invadieron los bárbaros. Ya en-
tonces no existia casi ninguna de las ins-
tituciones de la antigua república. El con-
sulado no era mas que una, fecha , el se-
nado no era mas que un nombre : no ha-
ba verdadero poder, sino en las manos
del emperador que lo trasmitia á las em-
pleados palaciegos , cuyos honores y títulos
se multiplicaron al infinito. El gobierno
del imperio era entonces enteramente des-
pótico.


El autor manifiesta con mucha sagaci-
dad y filosofia las alteraciones que debie-
ron producir en la primitiva constitucion
germánica de los visígodps los aconteci-
mientos mas notables de aquellos si-
glos, como fueron, t.° el tránsito de una
manera errante de existir , propia de los
pueblos cazadores, al estado de nacion
agricultroa que tomaron los godos cuando




398
se 'fijaron en la Galia narbonense .° la
diferencia de derechos' políticos entre los
godos conquistadores y los romanos , an-
tiguos habitantes del pays: 3.° la adopcion
de los títulos de .dignidad, que imitaron
los reyes "godos de los emperadores: 4.° la
cOnversion de los godos al catolicismo, que
era la religíon de los naturales •del pais,
y 'que dando una grande influencia al
cuerpo sacerdotal , debió contribuir á
igualar lor derechos de ambas naciones: •
5.° las prendas y vicios personales de
Leovigildo , á quien se puede mirar como
el verdadero fundador de aquella- 'Donar-
quía..


Cuando habla de los concilios de To-
ledo , prueba á nuestro parecer sin ré-
plica que no fueron verdaderas juntas
nacionales, como han 'dicho algunos escri-
tores de mucha nota , sino sínodos ecle-.
siásticos, que ademas de tratar de los ne-
gocios pertenecientes, al dogma y á la dis-
ciplina , egereian el Únicó freno que pocha
entonces contener el despotismo de los re-
yes, que era el de la influencia sacerdotal-
Las juntas primitivas de las tribus germá-
nicas, compuestas de rey , nobleza y pue-
blo , dejaron de existir desde el momento
que se fijaron en los correspondientes ter-
ritorios..El pueblo perdió muy pronto el
derecho de elegir sus monarcas; los mag-
nates quedaron eschisivamente en posesion
de este derecho. Como en aquella época


389
era desconocido el artificio constitucional,
era imposible que se reuniese para deli,
berar un pueblo derramado por el inmen-
so territorio de España.


Mas los grandes fueron perdiendo suce-
sivamente sus facultades políticas. Los reyes.
por una parte , y los obispos por otra,
invadieron toda la autoridad. El principio
democrático habia desaparecido de la cons-
titucion casi desde los tiempos •de Ataulfo:
el régimen feudal no existia todavía)


asi
el gobierno de la monarquía goda puede
definirse : el despotismo templado por ld
teocracia. El autor describe circunstanciada•
mente los diferentes puntos de la legisla-
cion goda del fuero juzgo ; los medios de
que se 'valian los reyes y el clero para
aumentar sus poderes respectivos , y las
causas que contribuyeron á la ruina de aque-
lla extensa monarquía. Esta memoria supo-
ne un estudio profundo de nuestra historia
y de los antiguos códigos españoles, ade-
mas de mucha filosofa para abstenerse del
deseo de ensalzar nuestras cosas mas de
lo justo ; deseo que ha hecho caer en gra,
vísimos errores á sabios muy estimables y
laboriosos.


Hemos encontrado en una carta del
señor Sempere al editor de la gaceta de
Francia , <inserta -al fin de esta memoria,
una nueva prueba de la mala fe con que
proceden los escritores, que como dicho
editor estan vendidos al partido aristocrá-.




400
tico, y son enemigos declarados de los
progresos del liberalismo. El señor Sempere
se queja y con hasta razon de que en aquel
periódico se hayan desfigurado sus espre-
siones con tan poca delicadeza, que han
escrito la mayor parte de los diputados por un
gran número de diputados, y la mayor parte
de las ciudades por macizas ciudades, ha-
blando de los que se declararon en 1814
á favor del gobierno absoluto. Aun hay
mas: el señor Sempere dice que la monar-
quia moderada por leyes fundamentales está
mas en armonía con las luces y la civiliza-
cion de nuestro siglo. La gaceta de Francia
le hace decir: la monarquía moderada por
leyes qne se dice ser fundamentales, está mas
en armonía con lo que se llama la civiliza.,
don y las luces del siglo.


Hemos citado este egemplo de insigne
mala fe en un periódico aristocrata, para
consuelo de algunos de nuestros periodis-
tas, que tal vez suelen tomarse la libertad
de truncar y desfigurar las espresiones ape-
nas, no por malicia, sino con el obgeto
de calumniar á los autores. Los que hoy
hacen esto y los que lo hagan en lo suce-
cesivo, podrán disculparse con decir que
asi se estila en París. En cuanto al público
ilustrado le basta saber que los dicterios,
la mala fe y las calumnias son siempre las
armas favoritas de los escritores que no
tienen la razon de su parte.


CENSO 9
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO


N.° 36,
SÁBADO, 7 DE ABRIL


De los católicos de Inglaterra.


«Iliacos infra muros percatar et extra."


HoRAT.


La cuestion que en la actualidad se ventila
en la cámara de los, comunes de Inglatera,
acerca de la suerte futura de los católicos
ingleses , debe interesar sumamente no
solo á lompe profesan la religion católica
sino tanil;ien á todos los amantes de la
humanidad y del liberalismo, sea cual fue-
re su creencia, y señala`damente á los sec-
tarios de las diferentes iglesias protes-
tantes que hay en aquella isla. Es verosímil
que está próxima á terminarse para siem,
pre la gran querella que durante tres siglos


Tomo vi.
26


DE 182 r.




o


40
ensangrentado el, territorio de la Grau


Bretaña; y por censiguienté que el fana-
tismo religioso, tantos años ha proscrito
eir casi todo el occidente de Europa, va
á dar los últimos suspiros en aquel pais
donde á pesar de sus instituciones libera-
les, ha dominado' por tanto tiempo con
cetro de hierro. La línea de separacion
entre las obligaciones religiosas y los de-
rechos del ciudadano, va á señalarse con
toda exactittid; y "este sera uno de los ma-
yores triunfos de la ilustracion actual;
porque los pueblos no pueden distinguir
las cosas sagradas , de-las profanas, hasta que
conocen la esencia de la religion y la del
gobierno.


Antiguas' y profundísimas son las raices
del odio con que. los ingleses , miraron la
religion católica desde el ~mento que la
abjuraron; y es menester confesar, si he-
mos. de :pagar el: debido homemge á la
verdad, que la ~d'Ilota de los gobiernos
yde las naciones católicas hizo: keinel odio,
si uo lícito , á lo menos Inerelidn,- Hubo
un siglo en que toda la, Eurorkt profesaba
el catolieisma;: pero :al mismo tiempo pros
fesaba. la intolerancia civil!, y•la religiosa,
por- ; la monstruosa confederaciondell poder


403


sacerdotal. con
"el gubernativo: El fanatismo


reinaba .despóticainente auxiliado por
ignorancia supersticiosa. de los pueblos , y
por la espada de los príncipes, : no es extra-
iío que los nuevos reformadores del á•-,
glo XV. se valiesen de las láisrnas armas:
con que se les atacaba. rabia entonces lás
luces suficientes para investigar con la an-
torcha de la crítica las


• pretensiones
• civiles


del clero:católico; mas no habia ni la»
Inanidad, ni la filosofia necesarias
destronar la intolerancia. Todo • dogruatl-:
zante encendió hogueras, apenas tuvo.
der para encenderlas ; y . (;alvino, proseritO
en noma , quemaba en Ginebra,.


Quién fue el,
...primer malvado que se


atrevió á armar Co,'.. -rn- las garras de leon al•
inmaculado : cordero;


é invocó los suplicios;
y las matanzas como auxiliares de la
apostólica? El evangelio, predicado por
hombres humildes, domó con la -dulzura
y suavidad de su doctrina las nacionWfe•
roces y el orgullo de: los Cesares: . .e.k quién
debióPstüser el código Moral del n'unido ci-
vilizado entonces y de los pueblos bávltiares
que lo Conquistaron ? No á la fuerza de la
espada:, no al terror, no á los suplicios, no.
al fanatismo, sino á la irresistible,;Mánse,


a6.




404
lumbre de la cruz. Es verdad que la
-sia. católica rechazaba severamente de su
gremio á los que no profesaban su misma
creencia; pero los efectos-de la • escomunion
eran .pura y esclusivamente espirituales. La
pureza de la doctrina exigia la unidad de la
fe; pero los principios evangélicos detestaban.
la persecucion , tanto como la heregia ; y
San Ambrosio apartó de su comunion con
igual firmeza á 103 priscilianistas -, enemi-
gos del dogma, y á , los obispos españoles
Idacio y Valente , perseguidores de los
priscilianistas. Las únicas armas conocidas
entonces para asegurar el triunfo de la re-
ligión , eran las virtudes de los obispos,
sus escritos sembrados de buena doctrina,
la persuasion y la controversia. El castigo
impuesto á los disidentes se limitaba á la
privacion de los bienes espirituales, á que
ellos habian renunciado ya por solo el
hecho de haberse separado de la creencia
católica.


Pero tal es la miserable condicion de
los hombres, que aun cuando discuten los
intereses mas sagrados, no pueden olvidarse
de las miserables pretensiones del amor
propio. La intolerancia religiosa, necesaria
para conservar la unidad de creencia y la -


405
pureza de la moral, no pudo pónerse en
práctica_ sin que en los corazones se intro-
dugese, casi- sin ser sentida, la animosi=
dad. que produce la disputa y despues el
odio rnútuo entre católi¿Os y sectarios, y
el deseo de la venganza, que llegó á parecer
gusta y santísima ; porque se creia vengar
la injurias _hechas al cielo. De este modo
la:intolerancia religiosa produjo la intole-
rancia doméstica. Cuando los emperadores
abrazaron el cristianismo , corno el- que
incurre en el odio de los déspotas , es reo
de estado , la intolerancia del palacio fue
primero de hecho y: despues de.derecho,
la señal de las• proscripciones civiles. Este
nuevo caracter que tomó entonces la in-
tolerancia, merece ser estudiado paulen-.
larmente.


Los emperadores de Roma no tuvieron
jamas un poder legal afecto á este título.
Toda su.


autoridad dimanaba de las ma-
gistraturas creadas en .tiempo„de la antigua.
república , y que reunidas al-título de em-
perador, entregaba en sus manos toda., la.
soberania. Entre estas magistraturas la de
pontífice máximo, les eclisOtuyó en tiempo
del gen gefes suIllQi'nos de la reli-
gion. En esta. , calidad persiguieron..el. na.9




4o6
ciente cristianismo , 'que ademas de ser


irreconciliable r econ le de la religion do-
minante del imperio, lo era tainbien de
este ramo de la autoridad imperial: pues
el evangelio ordenando estrechamente el
respeto y la sumision á las autoridades ci-
viles, les negaba á.estas toda intervencion
la conciencia del cristiano, y proclamaba
la libertad del culto y de la creencia contra
todas bis potestades de la tierra. De este
modo la nueva religion combatia contra la
antigua y contra el despotismo teocrático
de los emperadores. La bicha del furor
contra la paciencia y la constancia, pobló.
el cielo de víctimas., é inundó el imperio
de sangre cristiana. La cruz triunfó; y
Constantino ,• dando la paz á la iglesia, ab-
dicó de hecho el supremo pontificado,


Pero Constantino era déspota, y los
déspotas -no sufren., ni que se contrarien
sus voluntades . , ni que setiimpugnen sus.
opiniones: Bajo :el título .de protector de
la iglesia, transmitió á sus sucesores , sino
el derecho de decidir en materias de dog-
ma y moral, et de intervenir en los nego-
cios eclesiásticos .de mas importancia; tales
eran la represion de las heregías y la ce-
lebraCion de'los concilios. Desde entonces.


4o7
tenia el palacio imperial


• ..una. influencia..
segura sobre el gobierno espiritual; y está
influencia se egercia, corno todo lo que.
proeedia del alcazar del despotismo, de
una manera tiránica y violenta. Asi gire
habiendo-triunfado la fé de la iglesia en el
concilio general de Nicea, en tiempo de
Constantino , el orbe se; admiró de verse tin
n'Uno en tiempo de Sulasija y sucesor Coas-.
tancio , pervertido por tlos obispost


.
que


Seguían la -doctrina de .Ario.
En mal hora aprendier`on los pastÓtel


della iglesia el
• caMino del-Palacio imperial?


Alli se. juntó á los
.motivos de


con tralos disidentes, aquella perversidad
máximas qtre inspira eati por itistintolá_
cercania ..del poder, Atli aprendieroná:iisal
Ele. la influencia .religioá reitatO de
dio para adquirirla -autoridad. Alli
dieron á sei-iimbicio,los * ; á adular al prii“
eipe, y .por ,consiguiente á p-ersegiiiissá Tos
que se separaban dé su „Oítencia; rió tanta
ya .por vengar las injurias hechas á la fe,
cómo por sostenerse en el crédito y favor
que obtenian , y apartar á sus rivales de la
presencia del emperador. Entonces dite
cuando se vieron Sucesivamente proseritós
los católicos y los arrianos, segun cis ne el




4o8
príncipe se inclinaba al error 6 . -á la verda-
dera creencia.


Estas proscripciones no fueron al
:principió mas que sentencia de destier-
ro ; y se debe. confesar en obsequio de


, verdad y de religion , que jamas
tuvieron parte en semejantes persecu-
ciones los santos prelados que goberna
ban la iglesia en aquellos siglos. Entre los
,proscriptores ó aconsejadores de, la pros-
cripcion, no cuenta la historia los nombres
venerables de Osió.; de. Atanasio, de Ireneo,
de: Ambrosio , de- - Agustin , aunque algunos
de, ellos fueron. proscritos. Debe. añadirse
Inas; los obispos. arrianos , cuyo. error • era
contrario á la„ creencia comun de. la iglesia,
.fueron los *tías:acérrimos atizadores de la
ilersecucicin ;porque el.débil es siempre cruel,
cuando • olytiotle • momentáneamente la auto-
ridad. embargo tambien es fuerza
decir que algunos obispos católicos , .pero
palaciegos, aconsejaron á su vez perseguir
á los arrianos. Estos obispos sin nombre ni
crédito enl • iglesia, podian mucho al lado
del emperador, á quien no se presentaban
sino para anunciarle verdades duras y úti,
les, como los sabios y virtuosos obispos de
Alejandria y de Milan, que preferian el cui,


409,.
dado de su rebaño á las vergonzosas adu-
laciones y á la injusta ambicion de los
palacios.


La intolerancia civil fue, pues , la obra
del despotismo imperial que miraba como
un delito la disidencia con respecto á él
en las opiniones religiosas. Es esto tán cier-
to, que aun en los siglos del fanatismo mas
bárbaro ., fue un principio en la iglesia que
el castigo temporal de los hereges proceclia
de la autoridad civil y no de la eclesiástica,
qua> abhorrat á sanguino. No ignoramos
que esta colusion hipócrita entre ambas
autoridades no disculpa á los ministros del
santuario que aconsejaban y dirigian las
mas terribles proscripciones.- Solo hemos
citado el principio para que se conozca el
origen del mal, y no se atribuya á la doc-
trina de la iglesia que condenaba la crnel-
dad, aun cuando sus mismos ministros la
. estaban egerciendo legalmente.
• El fanatismo de la corte imperial llegó


•á siiperfeccion por la ley bárbara é
inútil de Teodosio , que condenaba á muer-
te á los sacerdotes de los ídolos. La ley
era bárbara y anticristiana ;- era tambien
inútil : porque el imperio era casi todo
cristiano , y no habia necesidad de leyes




410
para acabar con la idolatría, desterrada
ya á las aldeas como anuncia el nombre
de páganos que se daba á los gentiles en
los últimos tiempos. Pero aquella ley, es-
tableciendo el 'principio de que es justo
castigar de muerte á los 9.ito 10 se someten
á la -verdadera creencia, 41,6 el cuchillo
de las proscripciones en las edades , futul.
.ras, y sancionó la degradacion y el. ent-
brutecimiento de la razon humana.


Los pueblos bárbaras del septentrion,
acostumbrados á sacrificios humanos en
la atroz réligion de las selvas germánicas,/
feroces por naturaleza y ,por costumbre de
conquistar, adoptaron con la religion del
imperio la intolerancia y el fanatismo que
la contaminaba. Las tinieblas de la igno-,
rancia , acabando con las escasas luces
que daba la .razon siglo V, la es-
clavitud .feudal , la prepotencia del clero.
en aquel gobierno anárquico , y las pre,
tensiones temporales de la curia »roana,
.aumentaron la ferocidad de las: costutn,
bres , abogaron la . .humanidad, y sentaron
el fanatismo en el solio de la autoridad



pública. Entonces se- -crió desplomarse la
Europa sobre el ,Asia para despoblarla:en
nombre del cielo : los ministros cjeja:zte-,


4
ligion „ los anunciadores de la paz,.eneen-
dian hogueras; y


. ,levantaban eadalialsos
para esterininm„ solo á los reos. de
delitos espirituales:, sino tambien de delitos
imposibles; el cuidado dé vengar á Dios
fue la primera obligacion del poder civ,i1;
y el espíritu intolerante, •de


. la ,teocracia
jildkiica fue el que dirigió la polltiea„y
legistacion de los
bárbaros.


Cuando las cruzadas y la.,eniigracion
de los griegos de,Qonstantinopla esparcie-
ron en Europa la.S.,,primeras vislumbres


, de
la -ilustracion , los,-hombres- mas pruden-
tes ,é instrAidos . conpeieron que era. jipa-
posible mejorar,el ‘rniserahle..estado de las
na.cion.s , mientras el clero ,egereiese la
prepotencia civil que le ,aseguraba, la-in-.
tolerancia. Xa .


desde el siglo W, se no-
tas los primeros ataques contra la supre-
Macía política de Roma : ya los reyes mis-
mos se iban .


poco ..á. poco emancipando de
la teocracia que antes habia ;. dado .y qui-
tado tronos. á su arbitrio...41...fin la re-
forma apareee,.• y ataca en.su .furor „ no.
solo las pretensiones,eiviles.Oel clero, sino.
tambien el mismo dogyx11 ,• fundamento.


cristianisrgo...IIlzosele b.wiprra con
intolerancia propia de un siglo , poco ilus,




412
trado todavía , y que habia sido habitual
en Europa por tantas edades. , La reforma
se defendió' con las mismas armas; y los
nuevos sectarios , mártires resignados en
París, eran perseguidores: sanguinarios en
Edimburgo.


El despotismo de Henrique VIII hu-
bierk hecho menos dolorosa la mudanza
de religion: en Inglaterra , si aquel rey
teólogo , deshonesto y cruel , no hubiese
tenido necesidad de sangre y de vengan-
zas. Sin H'embargo.., varios sucesos. concur-
rieron en , diferentes épocas...: á. empeorar la
suerte. de los católicos en aquel reyno.


El primero fue la enemistad personal
de Henrique VIII y de su hija Isabel
contra los sumos pontífices, originada, no
solo de, las pasiones que ocasionaron la
reforma de Inglaterra , sino tambien de
la reunion del poder, sacerdotal al civil,
declarándose el rey gefe de la iglesia an-
glicana. Entre todas las sectas protestantes
ninguna hay cine mas se acerque á la creen -
cia católica ; y sin embargo con ninguna
es mas dificil la reconciliacion : porque la
autoridad- Civil ,. no se desprenderá de las
facultades eclesiásticas de. que se ha apo-
derado, para cederlas á un príncipe es-


4 x 3
trangero. Los católicos disputan sobre el
dogma con las denlas iglesias : con la an-
glicana disputan una parte de la actual
prerogativa de la corona. La paz , por
consiguiente , es . mas dificil ,. y á propor-
cion de esta dificultad es la animosidad
entre católicos y anglicanos.


Ademas, el reynado de María, hija de
Henrique VIII y de Catalina de Aragon,
fue sumamente funesto á los católicos.
Aquella princesa fanática que odiaba á la
reforma'.con toda la vehemencia que pue-
den inspirar á un pecho femenil la piedad
filial, el amor conyugal y la conservacion de
los derechos al trono , no contenta con res-
tablecer la religion católica, egerció crueles
persecuciones contra los reformados. Nada
hizo mas daño á la verdadera religion que
la impiedad de los que la sostenian. Asi,
apenas concluyó su breve y cruel reynado,
la bija de Ana Bolena colocó definitivamen-
te la reforma en el solio de Inglaterra ; y
aunque la infelicidad de los tiempos la
obligó tal vez á encruelecerse contra algu-
nos católicos , evitó cuidadosamente aque-
lla muger estraordinaria las proscripciones
en masa, velando siempre el castigo de los
enemigos religiosos con el pretesto de re-


eat


1




heliones políticas , .-que por 'desgracia no
siempre eran un pretesto.


En el reynado de Isabel y en el de,
Jacobo I, hubo frecuentes 'conspiraciones;
en las cuales entraban católicos, libados
con los enemigos esteriorés de la Ingla-
terra. La célebre conjuracion de los bar-
riles de pólvora fue atribuida á los jesui-
tas, mtiy desacreditados, aun en el mundo
católicel, por su doctrina del regicidio y
por su adhesión á la teocracia. En el si-
glo XVII, á pesar de -las luces que iban
estableciendo en el continente la tolerancia
Civil , no pudo Inglaterra . gozar de. este
beneficio, como la. Holanda , la Francia y
la Austria: ya por la' ostinaeion del partido
menos. fuerte en conspirar contra la reli-
gión del Estado, ya porque en las guerras
civiles que privaron al infeliz Cárlos I del
trono- yde la vida , se,.añadió al volean
que aun arrclia de las pasiones religiOsas,
el de los furores civiles. La Irlanda , casi
toda católica , siguió la suerte del monar-
ca , bajo Croxnwel fue tratada: 'como
un pais de conquista.


Lag .restailtación de los Estuardos pare
ci.W muy favorable Oós católicos. El único
crimen de que : acusa la historia á 1.0: 1tqés-


4i1
de aquella desgraciada familia, es su per-
tinaz adhesion á las máximas del gobierno
absoluto; máximas que en aquella época
se miraban corno ligadas con la doctrina
católica, al mismo tiempo que los princi-
pios republicanos se creian esclusivamente
propios de Iná reformados. Este fue un
error común de aquel siglo, é hizo quelos católicos de Inglaterra se adhiriesen
oStihadamente á la familia Estilara. Cár-
les los trató con suavidad y conside-
racion , y Jacobo II., cuya futura conver-
Sion no era un secreto , los miró como á
Sus-mas fieles súbditos, y los amó como á


'apoyos mas seguros de -Sit autoridad.
ls no es estraño que la calda de aquella
desgraciada dinastía, la consolidacion de
las libertades inglesas, la subida al trono
de'la familia de Brunswick , y las esperan-
Zah tantas veces engañadas del príncipe
pretendiente , hayan sido tan fatales á los
católicos , que á pesar de las ludes disemi-
nadas en el siglo XVIII, y de la toleran.-
eia , reconocida ya por todas las naciones
t ~0'W t'ümieó medio de atajar las (l'Icor-


pr
Más<


religiosas, aun no han conseguido los
ofesores de la verdadera religion el ple-


n• y entero goce de los derechos de la




416
ciudadania en da Gran Bretaria.


Las circunstancias actuales son las mas
favorables á la causa de los católicos. Estos
ya no tienen las imprudentes pretensiones
que les hicieron aborrecibles á la nacioá
inglesa en los reynados inmediatos al de
Henrique VIII: ya no hay que temer que
se armen á favor de las pretensiones de
una dinastía proscrita : no hay , pues, nin-
guna razon política contra ellos, y todas
las de la humanidad y de la justicia mili-
tan en su favor. Sin embargo, un error
sumamente acreditado en todas partes y
mucho mas en Inglaterra , ha impedido
por largo tiempo que se haga entera justi-
cia á los católicos. Se ha creido por mu-
cho tiempo que la libertad y el catolicismo
son incoinpatibleS. Es preciso impugnar esta
paradoja, último atrincheramiento de los
que no quieren restituir á los católicos de
Inglaterra los derechos políticos.


Rousseau ha dicho que una sociedad.
-verdaderamente cristiana , seria destruida
por el primer enemigo que le acometiese;
y que los pueblos cristianos no se han
sostenido , sino por haberse conducido de
distinta manera que la que les dictaba su
creencia. Esta paradoja con ser tan grande,


17
es menos estravagante que la ,anterior
porque al fin tiene su fundamento en la
abnegacion de sí mismo, tan altamente reco-
mendada al criSVilno en el evan gelio. Elb
error de Rousseau , que toda su elocuen-
cia no ha podido encubrir , es creer que
en la hipótesi de un pueblo , perfectamen-
te cristiano en sus sentimientos , serian
menos enérgicas para gobernar ó defender
la patria las pasiones reíliosas


,que pre-
sentan el cielo abierto al que cumple exac-
tamente sus deberes, que lo son las pa-
siones humanas y políticas en el estado
actual de la sociedad. La historia nos pre-
senta un grande imperio , no solo espiri-


b-zr,tual , sino también temporal , cr wado por
las virtudes cristianas de los primeros si-
glos. Una nacion que practicase las virtu-
des evangélicas , seria la mas respetada, y
por consiguiente la mas poderosa del uni-
verso. El filósofo dItUra no debió
olvidarse del bárbaro y gentil AtTla, cau-
dillo del pueblo mas guerrero y feroz, que
perdonó á la,


Italia por los ruegos y sú-
plicas de un pontífice venerable.


Pero dejando aparte esta hipótesi de
B.ousseau , que por desgracia de la hu-
manidad no se verificará nunca , todavía


Tomo vr. 27


e




encontramos in'ág i iJixsta la'"éáumnia 'que
condena á la esclavitud á los pueblos ca-
tólicos. Quisiéramos saber, qué dogma re-
ligióso ó qué principio moral hay en nues-
tra creencia que merezca una cerisiara tan
acerba. Nuestros de separación' con
los protesialites iio son dé tal- riáitraleza
qiie establezcan eSa"diféreneia . pOlítica , de-
jándoles á ellos el liberalismo, y á nosotros
el despotismo., La moral privada de católi-
Cbs y reformados" es la misma : nuestro
.Códigki comun es el evangelio: reconocemos
las mismas obligaciones y lól'iiiismoS me-
dios para cumplirlas: Si disentimos acerca
de los efectos de` la gracia divina , necesa-
ria para justificarnos y salvarnos , esta di-
Sidencia nos es favorable: pues naótros
reconocemos la cooperacion de nuestro
libre alvedrio, cuando en el sistema de Cal-
-


III°, y mucho mas én el de Entero se tras-
InCe el fatalismo muy -Mal encubierto, dogma
tiné siempre se há tenido , y con razon, por


`
,enemigo de la libertad moral y de la po-
ltica. En cuantó á»los deberes públicos , el
'evangelio Manda, tanto á' ellos, como á
nosotros ; obedecer á los magistrados cons-


tituidos.
¿Qué dogma católico hay ( pie consagre


el poder absoluto , ó que prohiba. el régi
men liberal ? Hemos visto en el gremio
de la iglesia monarquías moderadas y re-
presentativas : tales eran todas las de Eu-


9.
ropa en el siglo mismo de los reformado-
res: hemos visto pertenecer al mismo gre-
mio repúblicas aristocráticas, como Venecia
y Génova ;yen fin , democracias puras , co-
mo las repúblicas de Florencia, Pisa, Mi-
lan y Padua en los siglos XII y XIII. La
república de San Marin , fdridada por un


ei
santo en el centro de Italia y del catoli:.


smo , era una democracia tan libre copio
la de Atenas. ¿Donde está, pues, esa in-
compatibilidad entre nuestra creencia y el
liberalismo ?


No ignoramos que por un concurso de
circunstancias accidentales, se vio en el si-
0-1O . de la reforma que los paises, en donde
se profesaba la vertála religion, se opri-
mia al mismo tiempo la libertad. ASi
cedió en España é Italia. Aun mas se hizo,
y fue reunir sacrilegamente la causa de la
tiranía con la de la verdadera religion, 'y
hacer creer á los pueblos engañados que
las cadenas, con que se les sugetaba , ha"-
bian sido forjadas en el cielo. La


, arpada del cetro de las leyes y de




420
la cSuChilla del poder, 'sé lo 'probó á la
España . y á la Italia. Richelieu denrostrÓ
á la -Francia , poblando los cadahalsos de
-víctimas ilustres, que -habia sido sancionada
or el 'mismo Dios lo que él llamaba la


union del trono y del altar. El Austria,
aunque no tan feliz en sus argumentos,
trató de persuadir 'lo mismo á la Alema-
nia.


Pero ¿ qué prueba todo esto? Que en los
gabinetes de muchos príncipes la religion
no es mas que un instrumento de tiranía.
Esa misma reforma , cuya esencia, segun




dicen , es tan liberal, ¿qué fue en las manos
de Henrique VIII , sino el medio para
egercer la arbitrariedad mas espantosa y
sanguinaria ? ¿ qué fue en las de su hija
Isabel , sino la mordaza eterna con que
enfrenaba la petulante locuacidad de la
cámara de los Comunes ? qué fue en las
de Crumwel, sino el cuchillo de que se sir-
vió para degollar á un rey y la llave con
que cerró el santuario de las leyes? Si la
reforma fuese tan esclusivamente liberal,
hace tres siglos cine hubiera acabado la
servidumbre en las riberas del Báltico , la
alta nobleza alemana no fuera tan prepo-
tente y orgullosa, la monarquía prusiana no


421
seria un despotismo militar, el rey de Di-


I
namarca no seria, absoluto., Cárlos XII no
mbiera,


amenazado á la Suecia con su
bota y en fin, Gustavo. III no. habria
destruido en una sola mañana todas las
instituciones liberales de su pais,.


Desengañémonos. Los pueblos son
berales. ó serviles en razon de su ilustra-
eion , no en. razon, de su creencia religiosa,
á no ser que esta contenga , como la re-
ligion de Mahoma, algun dogma político
incompatible con la libertad. El egemplo
de.España , Portugal, Nápoles y Cerdeña,


quienes en breve seguirá toda
.
la Italia,


probará al parlamento inglés, que los ea,-
tOlicos del siglo XIX han estudiado bien
su. religion , y han hallado, que. esta les.
manda ser. ciudadanos, nu esclavos: que
sabran tributar su fe al dogma, ,


su obe-
diencia á la moral , su respeto y proteccion
al culto, sin dejar por eso.de cumplir los
deberes que la. patria les ordena , antes
mas bien los principios religiosos servirán.
de estímulo para llenar las obligaciones ci-
viles : que miran á su monarca, no como
á un ídolo , levantado por el fanatismo
sobre el altar de la tiranía, y por consi-
guiente facil de derribar al primer golpe,.




1
.1"212


sino como ál ItiptLéin6 magistrado de' la
`república, elevado POI- 'sus votos é inVio-


Iáble como ella misma :yen fin'; que la
'obediencia al sumo pontífice, 'como gefe
visible de la iglesia y centro d'e la reli-


.


«ion no tiene sobre lóspuebbis , ni sóbre
.


'católicoslos 'gobiernos , aqUella estension
ál:OS ,'asuntos tIMPOrales dió la ig-
norancia universal' en los siglOS . de la bar'
barie.


La ilustracion ylá gloria de la bacion in-
VieSaestan COmpronietidaS en esta importante
cuestion : porque'sí niegan á los católicos
la justicia que pilen, y que ya es bastante


TY'
tardía, se conocerá quepo es tan tolerante,
y por consiguiente tan liberal , corno su
rival "la Francia , que sometida al poder
absoluto , concedió la ciudadania á los
protestantes en el reynado de Luis XVI.


42


TEATROS.


Pj.verg.onzoso en palacio.


El ineritadel.célebye poeta español que
,encubrió,,su„nombre bajo ,el del maestro .
Tirso de Molina, no consiste :en la combi7
_l'inicio dramática de Ja -accion,.,muy defec-
Ituo,sk,en,casi todas sus equredias, si se ex,
ceptuan!la „de .Pruebas .4anáor ,y, de anz.i.s..
.tad y la .de


• Celos con ,peips : se ..curan , que
fue en , .cierto imitado por
XoretQ eni,elp,06/02. con el desden.
de illoliAlyes.:superior . clsi,todos nuestros
.drAnnáltipes„ en, la originalidad y gracia'


v,iv.eza.del diálogo
iyerdad,, de los ;caracteres y en la pulidez


de laversAeacion, y en la pureza y_correcr
cion del leugUa,ge. Pero tantas riquezas .se
.hallan generalmente. engastadas en cuadros
muy groseros é informes.,La fábula es, casi
.siempre dilparatada', los incidentes inye-
yosímiles i y,e1 desenlace mal preparado.


1,0:,-490,04. del rewonzoso .en palacio ni
tiene 'Vendad ,M interés. Solo hay en ella
_un heohojnyortante , y es la introducion
del ereido,pastor,,Xireno,al lado delaeprin,




424
cesa doña Magdalena en calidad de secre-
tario suyo. Pero ¡ qué (le bellezas deduci-
cidas de esta situacion! ¡ qué escenas tan
verdaderas! ¡ qué dos caracteres tan sabia
y profundamente delineados, el de la prin-
cesa enamorada y el del secretario vergon-
zoso ! ¡qué versos, qué lenguage! y sobre
todo ¡ qué diálogo!


A pesar de estos elogios que tributa,
dios y el público tributa con nosotros á
aquel poeta ingenioso, el interes de la mo-
ral que siempre debe vencer al de la lite-
.Catura , nos obligará á proscribir esta pieza
como se proscriben los mejores cuadros
cuando presentan imágenes oscenas. Si su
mérito hace 'que se conserven para perfec-
'donar el gusto de los artistas y pintores, su


. .


indecencia l obliga -,á esconderlos de la vista
del público. En está• línea pocas comedias
conocemos en nuestro copiosísimo teatro,
que merezcan ser desterradas al gabinete
de los literatos con mas razon que la del
Vergonzoso en palacio. Parece que el amor
reveló al ingenio todos los recursos de su
malignidad para que escribiese esta pieza.


Nosotros no nos atrevemos á entrar en
la 'análisis de sus escenas , porque sus be-
llezas aunque grandes, son todas del gé-


425
pero desnudo , ó lo que es peor, del géne-
ro en que se encubren con leve gasa las
desnudeces. Sin embargo , para justificar
los elogios que hemos dado al autor, co-
piaremos aqui la descripcion que el mismo
Mireno hace del amor de la princesa y de
sus vergonzosos temores.


‹, La aficion,,
Con queme honra y favorece,
Las mercedes que me ofrece,
Su afable conversacion ,
El suspenderse, el mirar,
Las enigmas y rodeos,
Con que esplica sus deseos:
El fingir un tropezar,
(Si es que fue fingido) (1); el darme
La mano, con,•,a• razon (2),
Que me tiene en confusion,
Conspiran para animarme
Y entre esperanza y temor,
Como ya, Brito, me abraso,
Llego a. hablarla, tengo el paso,


(1) Este es un rasgo de caracter propio de un
.hábil dramático. El vergonzoso duda aun si el tro-
piezo fue fingido, cuando todo le dice que lo fue.


(s) Esta palabra significa aqui rspresion. Lo que
le dijo la princesa fue que


<‹ A un cortesano
Le dan , al darle la mano ,
Para muchas cosas pie."




426
Tira el miedo; impele amor:
Y cuándo mas me provoca,
Y á hablIrla el alma comienza,
'Enojada la vergüenza
Llega, y tápame la . loca.
¡ Cuanta verdad, : cuanta 'poesia hay en


esta descripcion, sefialadamente en los 'tíl-
timos versos!


« Ya, 'Brizo, conozco y veo
Que amor que es . mudo, • fió es cuerdo
Pero si por 'hablar Pierdo
Lo que callando poseo,
Y ahora con • mi .privanza
Y imaginar que me tiene
Amor, vive y se entretiene
Mi incierta y loca 'esperanza;'(x).
Y declarando mi amor,
Tengo de ver .en mi daño
El castigo . y 'desengaño ,
¿ Qué espero de su rigicn...?
¿No es mucho mas .acertado
Aunque la lengua sea 'muda,
Gozar iin amor en 'anda,.
.Que-un-desden averiguado? -


Estas reflexiones sumamente • nattkalesr enr
un amante 'tímido, estan espresada'S"bon
toda' la soltura que caracteriza la versifica-
cion del autor.


La comedia del Vergonzoso acaba como


(x) ¡Qué eléceion de epítetos.!


casi todas las de .Tirso de Molina. En las
piezas de Terencio pian los espectadores


jlos gritos de las que; d'Iban á •Inz sus hi-os entre los baltidtprey. En- .11N:léoniedias
de Tirso no hay algazara ; 'porque se
contenta con fingir.en;e1 svestuarió (ermo-
mento- de la acOneepeion. Lo ‘volvehiGswá
•repetir; es un icliáloi que Itafilaras:-:beliezas
-dramáticas se
perder por:la


.eertéia-de que'estan plagadas:'sus-)Cómedias.
Ertzélras el amor 119-161 átittei .. San titnien to
tierno. y moral !de. las:comedias: 'modernas,
ni. ;aquel en tusi a:sm o --1


.0oble y cabal leres Co
de: nuestros dranrátleos antigus:


..es- el




.'desn.udo
voluptuoso


constante, al cual!debe-su celebridad el• can,


q
tor• dé las


•meteirnd7fosis. El 'Unice, afecto de
ue está acómpañado: . .eii las comédias,:de


Moliika es la va:nidad.:Una mug,erybando--
nada dice en la comedia que analizamos:


-01 Presto V.étan fementido
Si te deiy. .riias de- un
Que nunca•'el hombre rogado .
Ama corno:.-aborrecido.


Tayso.


B no. (burlándose.)




428
• Melisa.


Veras lo que pasa:
Celos te dará un pastor:
Que cuando, se pierde amor
Ellos le vuelven á casa."


No disputamos acerca de la verdad de
sus ideas en esta materia : basta saber que
la moral pública y la del teatro no per-
•miten ciar al amor dramático semejante ca-
racter. No todo lo que es verdad, se ha de
describir. Lope de Vega es un modelo en
esta parte: los amores que. describe, son
tiernos, y constantes y decentes, sin dejar


-de ser verdaderos y sin tocar en da.exage-
_racion petrarquesca, á la. cual se abandonó
algunas veces nuestro Calderon.


Para justificar el elogio que. hemos
hecho de la versificacion de Tirso, citaré-
mos algunos pasages de esta, comedia en
diferentes metros:


«Amor ¿no es Dios?
Si señora. Pues hablad :.
Que.sus absolutas leyes,
Saben abatir monarcas,
E igualar con las abarcas
Las coronas de los reyes.


Miren°, al verse vestido del cortesano,
pronuncia el siguiente soneto,. segun la


429
loable costumbre de Lope de Vega, seguida
por los poetas que le sucedieron, hasta
Calderon que la ridiculizó, al mismo tiem-
po que la obedecia.


«Del castizo caballo descuidado
El hambre y apetito satisface
La verde yerba qué en él campo nace,
El duro freno del arzon colgado.


Mas luego qué el jaez, de oro esmaltado
Le pone el dueño, cuando fiestas hace,
Argenta espumas, céspedes deshace
Con el pretal sonoro alborozado.
Del mismo modo entre la encina y roble
Criado con el riístico lenguage
Y vistiendo sayal tosco he vivido:


Más despertó mi pensamiento noble ,
Como al caballo el cortesano trage:
Que aumenta la soberbia el buen vestido."
El último verso del segundo cuarteto,


ademas de la propiedad de la diccion y
del pensamiento, tiene el mérito de haber
ennoblecido una palabra nada poética, por
el epíteto que la acompaña y por la verdad
de la descripcion. Los epítetos castizo; des-
cuidado y duro , en el primer cuarteto, pin-
tan la idea del poeta y preparan el con-
traste de los cuatro versos siguientes. Los
actores suprimen en la representacion este
soneto y muchas escenas , y algunos per-




430
sonagcs de esta comedia , y hacen muy
bien.


Hay muchos versos.:eu toda la pieza,
relativos á las costumbres de aquel siglp,
corno son los siguientes.:


«Discreto eres , estodiado
Has con el pura....


« Que pardiez, que auuque el cura sabe tanto,
Que gnta up.parce mihi por do quiere,
No me. supo. vestir el di.a del Corpus
Para hacer. á David."


Cabellos que fueron lazos
De mi esperanza crueles,
Listones, rosas, papeles,
Baratijas y embarazos :
Todo el fuego lo•déshizo,
Porque hechizó mi sosiego:


• Que suele echarse en: el fuego ,
Porque no emjczca el hechizo.
Hasta el zurrón di á Ta brasa,


...be. guardé mis• dcsatinos :
Que por quemar; los vecinos
5e pega fuego á 1.1..easa.'.'


Tiro de Molina y Mira de Mescua imi-
taron á Lope de Vega en. el Uso de intro,
lucir algunos endecasílabos sueltos .eri el
diálogo ; ...pero generalmente son malos,.
Los .únicos versos sueltos que nos acordw-
mos :dé•haber leido de aquella época bri-
llanto .dernuestra poesía, dotados de ,fuerza


431
y armonía, son los de la célebre egloga de
Figueroa intitulada Dafne. Desde Calderon
ya no se halla egemplo en nuestros cómi-
cos de esta versificaCion. Tuvieron razon
para "abandonarla; porque no hay ninguna
menos á propósito para el género familiar,
que requiere ¡ñas negligencia que energía,
cuando los versos libres no suenan á na-
da., en no siendó muy vigorosos, y en no
estando las cesuras .Muy marcadas. El arte


.•r;.
nuevo de hacer comedias de Lope de Vega
prueba que él y sus imitadores creian aque-
lla versificación muy adaptada á.los asun-
tos poco elevados.


a




43$
432


Artículo. comunicado.


Groseros seriamos ademas los editores
del Censor, si no ' nos apresuraramos á de-
rogar en obsequio de la belleza el propó-
sito que habiamos hecho de no admitir
artículos comunicados. La naturaleza de
nuestro periódico, y la necesidad que hay
en el dia de no petdér de vista las prin-
cipales cuestiones políticas y gubernativas
que se agitan en el congreso , nos ha pues-
to en la precision de negarnos á recibir
varios artículos que hubieran hecho ho-
nor á nuestro papel, sin embargo cle.que
contenian ideas agenas de su principal ob-
geto. No es por cierto de esta clase el ar-
tículo ó carta que una de las mas lindas
sehoritas de esta corte nos hace la honra
de dirigirnos , y asi luego que insertemos
su apreciable carta , pondremos á conti-
nuacion nuestra respetuosa respuesta.


Señores redactores.


Muy señores .míos : he leido en el nú-
mero 34 del apreciable periódico de uste-
des un artículo sobre la cuestion debatida
en el Congreso, en la sesion del 16, sobre
si debia permitirse que asistiesen las rru_
..eres á las galerías de las cortes. Cierta-
mente que es grande atrevimiento en mí
el temar la pluma para contestar á dicho
artículo , perteneciendo á un sexo que en
el sentir de ustedes no deberia cuidarse
de semejantes cosas ; digo en el sentir de
ustedes , porque en la página 2 75 dicen,
« que una muger que politiquea es un
personage tan digno de la censura cómica,
corno las que se precian de marisabidillas
en materia de erudicion y de ciencias;''
y aunque no se necesita ninguna , ni es
indispensable una grande erudicion para
escribir unas cortas observaciones , con.
todo suplico á ustedes disimulen mi atre-
vimiento teniendo presente para ello que
la audacia es hija de la ignorancia, y que
por desgracia, ó por la voluntad: del sexo
fuerte, ambas cosas son parte de las atri-
buciones que han cabido en suerte al sexo


Tomo yx.
28




434
á que pertenezco. Como muger, doy gramo
das á los señores diputados que votaron
por nuestra entrada • en las galerías , sin
embargo de que creo que muchos lo hi-
cieron por una especie de galantería , y
porque de antemano estaban bien persua-
didos de la mayoría de la oposicion ; qui-
zás si todos hubieran hecho lo mismo, no
hubieran tardado mucho tiempo en arre-
pentirse de su amabilidad. En este dicho
pueden ustedes conocer que en cuanto á
que se nos prohiba la entrada en las tri.
bunas , soy del sentir de ustedes mucho
mas cuando la cita de Bentham le da ma-
yor fuerza. Pero , señores redactores, con
lo que no puedo conformarme es con la
opinion de ustedes, y con la del señor
Sancho, por la cual no nos creen capaces
de saber, ni gustar de otra cosa que no
sea Música, dibujo , pintura , y labores de
manos que se pueden sin gran.inconveniente
reducir -á hilar , hacer calcetas y otros
primores' de igual fuerza. Si el arte di-
ficil de enseñar á nuestros hijos , de darles
las primeras • ideas , de formarles para ma-
yores estudios , nos lo• reservan ustedes á
nosotras, clara cosa es que no podremos
desempeñarlo si antes no hemos recibido-


435
una educacion que pueda prepararnos á
tan justas y sagradas obligacione s ; y en
esto noto que las ideas de ustedes estala
en una visible contradiccion. No . hay du-
da, es indispensable que sepamos inspirar
y grabar en el tierno corazon de la
fancia el amor á nuestras instituciónes,
y que les hagamos conocer el beneficio
que nos resulta de ellas ; y cuán dignos
de aprecio son los hombres , cuyos talen-
tos puedan un cha ser el ornato y hacer
la felicidad de la patria. La voz dulce y
alhagüeña de una madre penetra mas fa-
cilmente en el corazon de un niño , y us-
tedes mismos confiesan esta verdad, reco-
nociendo el influjo tan poderoso que te-
nemos en el corazon del hombre; para mí
es un hecho constante que si no hubiera
mugeres que supieran y apreciaran las ven-
tajas de la constitucion que hoy nos rije,
no habria hombre constitucional ; y no
nos engañemos, no es hilando ni cantando
como se aprende á apreciar los gobier-
nos representativos. Que seamos pro-
pias para recibir una educacion mas es-
tensa que la que ustedes creen se nos
debe dar , es una verdad demasiado pro-
bada por la esperiencia, y contra la cual


28




436
todas las razones que se quieran dar,
ben estrellarse: en nuestros mismos dial
hemos tenido una muger , cuyos talentos
nos han proporcionado obras de un mérito
bien recomendable. Madame de Stael pue-
de probar á los que lo, duden , que para
poseer grandes talentos , solo nos falta el
recibir la educacion conveniente ; otras mu-
chas pudiera citar, mas me ciño á nuestros
Bias, y á la mas conocida. No hay duda
que es un ente fastidiosísimo. en la socie-
dad una marisabidilla , hablando y dando
su voto en todas materias, aun en aquellas
en que no debiera mezclarse ; pero no lo
es menos una ignorante bostezando sin in-
ter ► ision , cuando se encuentra en una
sociedad de personas sensatas que suelen
ocuparse de asuntos de la mayor impor-
tancia para la felicidad de su patria. Se-
pamos en buen hora callar cuando no nos
preguntan ; pero sepamos comprender los
asuntos que tan frecuentemente suelen tra-
tarse en la sociedad. Yo creo que tal vez
hubiera sido útil destinar una tribuna es-
clusivamente para las mugeres que entra-
sen en ella con billete ; pues no creo á
nuestros legisladores tan débiles, que la
presencia del bello sexo les pudiera dis-
traer hasta el punto de olvidarse de los de..


437
beres que habian contraído con la nacion
entera ; si esto pudiera ser ,... pero yo no
lo creo. Si, como ustedes nos dicen, Caton
reprendia en la tribuna á las matronas que
corrian por las calles suplicando á los
ciudadanos que revocasen la ley centra
el lujo , dada durante la segunda guerra
púnica ; creo que si- las romanas de aquel
tiempo hubieran sido mas ilustradas , nó
hubieran tenido aquella debilidad, y hubie-
ran reservado sus encantos para asántos mas
importantes. En este mismo hecho manifies-
tan ustedes claramente cuárilitil seria ocupar
nuestras imaginaciones de cosas de mas
entidad, que las futilezas que hasta ahora
han formado nuestra educacion. Está bien
que seamos excluidas por ahora de la tri,
bona del salen de Cortes; pero no se nos
acrimine porque cultivemos nuestro talento
y nos pongamos en estado de arreciar el
de los otros. Si ustedes y el señor Sancho
creen que no debemos ocuparnos mas que
de cosas domésticas , no nos reserven el arte
sumamente dificil de la educacion de nues-
tros hijos : no es posible seamos buenas
madres de familia, si no tenemos una mas
que comun instruccion. Sepárenlos de mies-
n'o lado desde el momento que empiezan




438
á tener uso de razon; pues no hay nada
peor que dar falsas ideas en los primeros
años de la juventud. Disimulen ustedes,
señores redactores, á una habladorcilla,
que segun su opinion de ustedes no debia
mezclarse en estos asuntos , y sí solo de
medir los garbanzos para la olla, y recoser
los puntos de las medias de su marido; y
créanme ustedes hasta la página 2 7 5 una
admiradora de su discurso.


Es de ustedes afectísima servidora.
Marisabidilla.


439


Contestacion de los redactores del CENSOR.


¡Cuánto dieramos ahora nosotros, ama-
ble señorita , per no haber ad-quicio el
adusto título de Censores , que ademas de
los fieros disgustos qu'e nos ha ocasionado
dé parte de los hombres ,. todavía nos
pone á la animadversion de un sexo , de
que sin, duda es usted uno de los principales
ornatos !Libres entonces de toda responsa-
bilidad política , hubieramos podido expre-
sar nuestro dictamen privado sin necesi-
dad de sujetarnos á la durísima ley de la
opinion páblica que hace que muchas
veces tengan algunos hombres que olvi-
darse de lo que les inspira la naturaleza,
por ostentar cierto estoicismo feroz , ó
acaso i'idículo. Una de estas veces ha sido
la memorable sesion del 16 de marzo úl-
timo , en la cual puede usted vivir segura
de que todos los señores diputados, incluso
el impertérrito señor Sancho , y los no
señores redactores del Censor, todos uni-
formemente hubieran deseado , no solo
que el bello sexo tuviese 'entrada en las




(


440
galerías de las cortes, sino que fuese Con-
sultado y preferido su voto para todas las
decisiones públicas y privadas. Todo aque-
llo que se dijo del bullicio y de la dis-
traccion que ocasionaria su presencia en
las discusiones, es una prueba clarísima
de que lo mas conveniente seria que las
mugeres ocupasen los bancos del salon, la
tribuna , y las poltronas , y que los hom-
bres fuesen admitidos alguna vez á las ga-
lerías.


Ni crea usted que carece de egemplo
y de autoridad una resolucion semejante;
pues sabemos que en muchas comarcas
de la costa de Guinea tienen las mugeres
voto deliberativo en las asambleas. Y si
esto se las concede á unas señoras que,
si no miente la fama, son mas negras que
la pez, y mas feas que una pesadumbre,
¿con cuánta mas razon debiera concederse
á una graciosa europea, con unos ojos mas
vivos que los rayos del sol, unos labios deli-
ciosos , un talle y una apostura capaces de
arrebatar á todos los diputados y censores
del mundo ? Cuando el gran Señor concede á
algun privado suyo la inapreciable gracia de
pernitirle que se case con alguna de sus hijas
ó hermanas , la fórmula de que se sirve


441
en , su discurso es la siguiente: • <, Ali te
» entrego ese hombre para que sea tu es-
» clavo en lo sucesivo, y si por desgracia
» le sucede que te ofenda ó te desobe-
dezca , córtale la cabezacon esta eimi-


»tarra."
No quisiéramos nosotros sin embargo


que se imitase al pie de la letra esto de
la cimitarra ; porque aunque por nuestro
estado no podemos aspirar á casarnos• con
ninguna princesa, tal podrian andar las
cosas , y tales princesas podria haber en
el mundo, que al fin y al cabo no fuera
imposible que nos recibiesen por esclavos
suyos. Mas volviendo á la preciosa carta
de usted, en que al parecer se resiente un
poco de lo que dijimos acerca de las ocu-
paciones mas propias de las mugeres , qui-
sieramos que nos sirviese de disculpa nues-.
tro sincero deseo de que no se fastidiasen
de seguir una carrera, que si bien alguna
vez abre las puertas del templo de la
.fama, suele cerrar casi siempre las del
placer y del amor.


Cuando la caballería empezó á decaer
de su dignidad primitiva , y los hombres


• apestados de torneos y de combates ,- se
entregaron á las letras y á las ocupaciones




442
pacíficas , no tardaron en imitarlos las
mulleres, y se dedicaron á la instruocion
y á la filosofia. Pero como sucede algunas
veces que las señoras mugeres son un poco.
exageradas en lo que emprenden , fue tal
el ardor con que se entregaron á la li-
teratura , que acabaron por alejar de sí
las gracias, y por esterilizar su natural in-
genio.


Posteriormente habiéndose dedicado los
hombres á la galantería, á la supersticion,
á la devocion y al libertinage , que eran
cuatro cosas muy compatibles, se eclipsó
enteramente la aficion á las letras , y hasta
las mugeres quisieron ser ig;norantísimas,
Ahora se van dedicando algunos hombres
á la política y no hay ninguna razon
para que las mugeres prescindan de seguir
esta moda lo mismo que cualquiera Otra.
Llegará dia tambien en que los hombres
empiecen tener juicio, y si las señoras
se proponen imitarles hasta en eso , que-
dará reducido el mundo á tal estado de
insipidez, que no habrá quien quiera aso-
marse á verle ni aun desde una ;alexia.


Nosotros por nuestra parte creemos
que para cuando llegue esa fatal época, ya
nuestros huesos, estarán convertidos en.


443
cualquier cosa. Entonces si nuestras almas
se encuentran en un mismo sitio , que no
será dificil , verá cuan poco se curan de
averiguar lo que pasó en las sesiones de
las Cortes, y cómo se torna toda su aten-
cion hacia la orden tercera de nuestro pa-
dre San Francisco, que es el verdadero con-
greso , y buenos congresos nos de Dios á
]a hora de nuestra muerte:


Quedan de usted con el debido respeto
afectísimos servidores


Los editores del Censor.




(


1


444


JNSTRUCCION PUBLICA.


Algunas observaciones sobre la enseñanza
privada.


En la sesion de i8 de marzo último,
hizo el señor diputado don Antonio García
una proposicion, la cual adoptada por las
Cortes, debe mirarse como uno de los mas
señalados beneficios que el Congreso puede
hacer á la nacion, y como el mas impor-
tante servicio que' se puede hacer á la fi-
losoíia , y el mejor modo de fomentar y
propagar la instruccion útil providencia,
para decirlo de paso , que todavía no se
Labia adoptado en ninguno de los paises
de Europa, aun de los que se tienen por
mas ilustrados. La proposicion está conce-
bida en estos términos: ‹<Pido que los es-


. tudios pertenecientes á la tercera enseñanza
puedan aprenderse en las escuelas privadas,
de modo que para recibir los grados y
facultades de egercerlos-, basten solamente
el examen y aprobacion." Esta proposicion
que suscribieron tambien los señores De-


445
prat y Couto, fue apoyada por los señores
Victorica , Gisbert, Vadillo , Martinez de
la Rosa y Romero Alpuente, los cuales
en sus respectivos discursos, expusieron
las poderosas razones de justicia y de
conveniencia pública en que se funda tan
saludable resolucion. Y aunque nada po-
dremos decir nosotros que no haya sido
indicado por tan célebres 'oradores; sin
embargo habiendo observado que el pú-
blico en general no está bien penetrado de
lo útil é importante que es semejante pro-
videncia; y notando tambien que una
indicacion del señor Martel hecha en la
sesion del 19, y mandada pasar á la comi=
sion de instruccion pública, coartaría en
gran parte, si se adoptase, los beneficios
que deben resultar de la disposicion gene-
ral decretada ya por las Cortes á propuesta
del señor Garcia; nos hemos determinado
á tratar con alguna estension esta materia,
fijando bien ante todas cosas las cuestiones
controvertidas, porque ya se sabe que en
todas materias este es el único medio de
entenderse.


La proposicion del señor Garcia ya que-
da copiada: añadiremos ahora la del señor
Martel, y del contesto de ambas se dedu•


kle




446
cirá cuáles son en realidad los puntos con-
trovertibles. Es la siguiente: « Aprobada la
adicion del señor diputado Garcia , por la
que se declaran válidos los estudios privados,
bajo la sujecion á examen, para la recepcion
de los grados y títulos que autoricen para el
egercicio de cualquiera profesion , propon-
go: que asi como se exige de los semina-
rios y colegios que se conformen y arre-
glen al plan aprobado por las Cortes en
todas sus partes, para que sus estudios
produzcan los efectos y habilitaciones lega-
les , se mande lo mismo en las escuelas
ó : estudios privados , para que surtan los
mismos efectos." Y como dejada la inch-
cacion en esta generalidad, podria dispu-
tarse todavia sobre el modo con que las
escuelas privadas deberian conformarse y
arreglarse al plan aprobado por las Cortes
en todas sus partes; pasó su autor á expli-
cado , y dijo entre otras cosas : «El minis-
terio pastoral, la magistratura y el egerci-
cio de la facultad de curar, no pueden
fiarse, sin una monstruosa contradiccion de
los principios de la sana política y de la
'pública utilidad, á hombres de cuya ins-
truccion , probidad y aptitud no esté satis,
fecha la autoridad. Para esto es indispensa-


447
lile que por la misma se fije la clase de
conocimient)s que cada uno debe poseer,
los libros, el orden y método con que debe
adquiri•los." Por esta esplicacion se ve que
en opinion del señor Ma•tel, los estudios
privados de teología, jurisprudencia y me-
dicina, no 'deben ser válidos aun supuesto
el examen, para recibir los grados, si no
se han hecho por los libros, orden y mé-
todo que la autoridad haya fijado; y se ve
tambien que las cuestiones que tenemos
que examinar, son las cinco siguientes :


x.a ¿Se permitirá ve los ciudadanos
que respectivamente deseen aprender teo-
logia, jurisprudencia y medicina , puedan
estudiar estas ciencias en escuelas privadas,
y aunque sea en su misma casa y con maes-
tros particulares.?


2.a Estos estudios privados ¿son prefe-
ribles á los públicos de las universidades
y los colegios?


3.a Se deberan dar los grados de estas
facultades, y autorizar para egercerlas
todo el que rigurosamente examinado por
los profesores que la autoridad pública de-
signe , resulte hallarse competentemente
instruido para egercerlas con provecho
del público, cualquiera que sea el garage




9




448
en que las haya estudiado ; - 6 no se permite
tira su egercicio sino al que las haya apren-
dido en los establecimientos públicos cos-
teados por la nacion?


4,a Suponiendo que los estudios priva-
dos sean admisibles para los grados, ¿se en-
tenderá esta concesion bajo la condicion pre.
sisa de que se haya hecho por los libros,
orden y método que fije la autoridad ; ó
será libre seguir en ,ellos el orden y mé-
todo que cada uno quiera, y estudiar por
los libros que mejor le parecieren, con tal
que para obtener el grado ó la licencia
de egercer públicamente aquella profesion
se sujete á examen ?


5.a Podrán los examinadores negar su
aprobacion al que esté debidamente ins-.
truido , aunque en materias opinables no
profese acaso la misma doctrina que ellos;
siempre que la del graduando no sea con-
traria á la religion, á la constitucion políti-
ca de la monarquía, ó conocidamente fu-
nesta á' la sociedad bajo cualquier respecte
que sea ? •


En cuanto á la primera, poco tenemos
que decir, porque no creemos que ningun
hombre racional pueda poner en duda que
á todo ciudadano y aun no ciudadano, debe;


441
sor permitido aprender privadamente la
ciencia ó ciencias á que su inclinacion le
llame, y adquirir toda clase de conoci-
mientos. Y no hubieramos propuestó seme-
jante cuestion , si no fuese necesario que
la ley declare p ositivamente que en conse-
cuencia es igualmente permitido establecer
escuelas privadas de todos los ramos del
saber humano , lo cual hasta ahora no se
halla espresamente declarado. El artículo 4.°
de la ley general de instrucción pública,'
cuyos primeros títulos estan ya decretados
por las Cortes, dice sí , que « la enseñanza
privada quedará absolutamente libre;" pero
como no se especifical si en esta enseñanza
privada se comprende tambien la de las
facultades llamadas mayores, nunca esta-
ria denlas que se esplicase • y se dijese que
cualquier ciudadano puede establecer es-
cuelas privadas de todas clases y ciencias;
porque hay muchos que creen que si bien
pueden establecerse privadamente las des-
tinadas á las enseñanzas primaria y se-
cundaria , no sucede lo mismo con la ter-
cera ó de facultad mayor.


• En cuanto á la segunda, ¿qué podemos
añadir á lo que tan oportunamente dijeron
varios señores de los que apoyaron la pro-


Tomo vi.
29




45o
sicion decretada? El señor Garcia se espli-
có asi para fundarla. «No bastaria decir
que podian seguirse al público algunos
perjuicios de conceder esta libertad ; pues
por el contrario, se sacarian notables ven-
tajas de que ademas de la instruccion pú-
blica se permitiese tambien la privada. Esto
se evidencia si se atiende á los catedráti-
cos que la hayan de dar, á los discípulos
y al adelantamiento de las mismas . ciencias.
Si se considera este asunto con respecto
á los, catedráticos de las tales escuelas' pri-
vadas, se notará (pie ellos tendrán mayor
interes en adquirir : Y conservar el buen
nombre de sus escuelas, 'que los de las
públicas que tienen seguros sus honores y
emolumentos. Si se mira con relacion -á
los. discípulos, tambien serán considerables
las ventajas, pues es bien sabido cuanto
interesa para el aprovechamiento en las
ciencias que el-estudiante se acomode al
•earacter, é inclinaciones del catedrático
que le enseña ; circunstancia que no se
puede verificar siempre en las cátedras pú-
blicas, y es muy facil se encuentre en las
privadas. Resultará en ;fin de esta libertad
;el fomento de las ciencias ; porque de este




-modo podrán dedicarse á ellas en sus


45x
casas muchos que no podrian Hacerlo te,
niendo que concurrir á las cátedras públi-
cas. El interés individual hará que los
maestros procuren adquirir


.
• cuantas no-


ciones les fueren posibles para el adelanta-
miento de las respectivas ciencias , domo
que este será su patrimonio y


el de su
familia. Esto que persuade la razon , lo
confirma tambien la experiencia ; pues
las célebres escuelas de Sócrates, Pitágoras,
Hipócrates, Aristóteles y demas sabios de
la Grecia, no fueron mas que-escuelas pri-
vadas. Lo mismo se ha observado en todas
las épocas, siguientes, y aun en esta, yo en
obsequio de la verdad debo decir, que he
visto estudiantes que no han asistido á las
cátedras públicas, sino para tomar las certifi-
caciones que son de estilo al fin de cada
año , y que han adquirido una instruccion
muy superior á la de sus compañeros."


Con mas fuerza se esplicó aun el señor
Romero Alpuente diciendo. « No se presen-
ta aqui aquella cuestion tan batallona de
qué educacion es preferible, si la pública ó
la doméstica... solo habremos de examinar
si esos estudios que hacen en sus casas
los jóvenes , serán suficientes para llenar
el obgeto de los cursos, actos y condeco-


29,




45a
raciones ó grados de las universidades. ¿Y
quién puede dudar que son suficientes ?
¿ quién puede dudar que no solo son su-
ficientes, sino infinitamente mayores y me-
jores ? La marcha que se dá á los cursos
y el número de ellos ó duracion , es pro-
porcionada, lo. mismo que las marchas de
un egército , á la fuerza menor de la mul-
titud , y esta multitud anda la mitad del
camino que los que no deben confundirse
con ella, aunque sus talentos y aplicacion
no. pasen á ser muy extraordinarios. 'Por
consiguiente los mas sobresalientes , los
mas distinguidos quedan ahogados , en-
torpecidos , y aun desesperados de esta
marcha tan insoportablemente pausada que
llevan en las universidades ; y si son de
padres pobres, aterrados con tantas dila-
ciones y gastos, se ven forzados á arrojar
los libros á que los llevaba la inclinacion,
y hé, aqui otros tantos hombres perdidos
para la sociedad."


Por estos dos pasages se ve que las
ventajas que llevan los estudios privados á
los de los establecimientos públicos cos-
teados por la nacion, pueden reducirse á
dos muy importantes. I. a A que los maes-
tros particulares pagados por los mismos


455
alumnos se esmeran mas que los dotados
por el gobierno; porque cuanto mas se
esmeren, adquirirán mas fama y reputacion,
y cuanto sean mas acreditados tendrán mas
discípulos, y cuantos: mas discípulos tu-
vieren, tanto mayores ;serán 'las utilidades
que les rinda su profesión ';•y ya se sabe
que cuando á la gloria y á la celebridad
se unen. tambien mayores emolumentos
pecuniarios, no hay cosa que el hombre
no haga para conseguir bienes tan apete-
cibles. La 2. a es el ahorro .


visible de tiem-
po que se .


obtiene en los estudios privados,
comparativamente eón el que se consume
en las universidades públicas para estudiar
las misma cosa. En los grandes estableci-
mientos nacionales es necesario acomodarse
á la capacidad v aplícacion del mayor nú-
mero, al paso que en estudios particulares
pueden los jóvenes aplicados y sobresalien-
tes correr , por decirlo asi, á la par de su
deseo. Otras varias pudiéramos añadir ; pero
las omitimos, porque se adivinarán fácil-
mente , y porque. algunas resultarán tam-
bien de lo que tenemos que decir sobre
las dos últimas




cuestiones.
. Pasemos á la tercera que es propiamente


la proposicion del señor García, la cual pue-




de decirse qutlue adoptada por las cortes ál•
unanimidad5 puesto .que directamente no fue
impugnada por ningtmo de los señores dipu-
tados; porque' aunque el señor Janer o-
puso al parecer alguna resistencia , su útil-
Mo no tanto fue -impugnar la proposición
del señor García,' corno sostener que la 'cía--
misil:in no ¿haba- sido' de este dittámen.
PeVó.:habietvdo asegurado el seño`••Córtés
qué ' cuando la comisión 'examinó el artieu-
lñ c44, señor :Jabek no asistió á ella,
qué -se decidió «que se dieran los grados,
no' `p haber estudiad() dos ó•<tres cursos
én 'tina universidad; sino por . la ciencia
del que se presentase al examen," titie «Sé
tuvo presente Itanibleii que cualquiera que
'en su estudio' privado adquiriese la .,Cien-
cia necesaria, fuese de teologia, ,de Jurispru-
dencia, 'etc., pudiera acudir á ctialquierá
tiniVersidad para kkeeibir el grado, y si fdli


éreditaba su stificiencia, fuese graduado;.
Sé 'elarainenté que la tóiriiáou opitió


que él García, aunque no laya
tdrisig,nado -expresamente su 'dictamen en
iin artículo separado. Esto mismo confir-
maron los señores Gisbert, Navas, y Mar-


de la Rosa. No nos detendremos,
pues , mas en este asunto , puesto que el


4.55
Congreso entero está de acuerdo sobre él;
y pasarémos á la cuestiona cuarta, ó á la
adicion hecha por el señor Martel , • sobre
la cual no vemos que sea uno. mismo el
dictamen de todos los diputados.


El señor Martel conviene en que la
instruccion adquirida en las escuelas pri-
vadas baste, luego que se acredite legal
mente. para obtener les grados acadérnlcos,-
ó la simple licencia para egercer la pro-
fesion en que se halle instruido el candi-
dato ; pero quiere que estas escuelas pri-
vadas «se conformen y arreglen al plan
aprobado por las Cortes en todas sus par-
tes;" lo cual en su opinion quiere decir
que la autoridad . fije la clase de conoci-.
mientos que Cada uno debe poseer , y
los libros, el orden, y método. con que de-
be adquirirlos." Esta adicion , ó por mejor
decir, esta nueva proposicion, no debe adop7
tarse en manera alguna , porque baria
nula é ilusoria la del señor García decre-
tada ya : 2.° porque es textualmente con-
traria al . artículo 4. 0 de la ley en que se
pretende ingerirla : 5.° porque. prescindien-
do de su oposicion con otros artículos ya
decretados, es .en sí misma tiránica, con-
traria á la libertad , y seria capaz ella




456
sola de mantenernos perpétuarnente en
la ignorancia •en que hasta ahora nos han
tenido las leyes reglamentarias. Demostra-
rémos primero estas aserciones, y despues
responderemos á los argumentos del señor
Marte!.


Que la proposicion de este señor dipu-
tado dejaria sin efecto la del señor García,
es tan evidente que no serán necesarios
largos discursos para probarlo. En efecto,
si en los estudios privados se han dé es-
tudiar los mismos ramos que en los pú-
blicos, si se han de estudiar por el mismo
orden si se han de aprender por los mis-
mos libros, y si en el modo (le enseñarlos
se ha de seguir el mismo método, ¿ quién
seria el que concurriese á los primeros ?
Nadie. La gran ventaja de las escuelas di-
rijidas por particulares, es la de no estar
sujetas •á los reglamentos generales estable-
cidos para las que costea la nacion : re-
glamentos que por perfectos que se supon-
gan, dejan siempre mucho que desear , y
sobre todo no son acomodables á todos
los casos particulares sin notables perjui-
cios de los alumnos. ¿Quién ignora que en
los planes generales se arreglan los estudios
y se calcula el tiempo, orden y sucesion


457
de las enseñanzas contando con un tér-
mino medio de aptitud y aplicacion en los
concurrentes, y que en los establecimien-
tos privados se atienda á las fuerzas indi-
viduales de cada uno , y que como ya se
dijo , esta es una de las grandes ventajas
que los últimos tienen sobre los primeros?
¿ Y quién puede negar que esta ventaja
desapareceria absolutamente si al estudio
privado se le sujetase en todas sus partes
al plan aprobado por las Cortes para las
universidades ? Y si se le priva. de la liber-
tad necesaria para seguir en la enseñanza
el . plan , orden y método- que sea mas
ventajoso atendidas todas las circunstan-
cias personales de los alumnos, ¿ cuántos
serian de estos los que asistiesen á•escue-
las particulares ? Poquísimos ó ninguno.
Si en tal establecimiento particular he de
tener que hacer lo mismo que en la uni-
versidad , se dirian todos á sí mismos , y
si siendo alumno de esta he de ser tratado
con mas benignidad en el examen para la
licencia ( esto sucederá necesariamente , y
el que lo niegue no conoce ni las univer-
sidades , ni los hombres) mas vale irnos
desde luego á la universidad. Apenas ha-
bria uno que no se hiciese esta cuenta. Y




.458
si en efecto se la hacian, ¿en qué -venian
á parar las utilidades que las Cortes se han
propuesto al autorizar el estudio privado
para la admision á los grados ? A nada
ó á poquísima cosa.


Pero supongamos que. todavía hubiese
muchos que aun con las trabas impuestas.
por el señor Martel á la enseñanza no
costeada por la nacion, la prefiriesen á la
(12 las universidades, ¿puede la ley mandar
que aquella se conforme , en el estudió
de las facultades mayores , con la totalidad
del plan adoptado por las Cortes; cuando
despues de haberse dicho en los articu-
los I.° y a.° de la misma ley, que. la
enseñanza costeada por el estado, ó dada
por cualquiera coiporacion con autorzzacion
del gobierno será pública y uniforme ; y
que en consecuencia será uno, mismo el
método de enseñanza , como tambien los
libros elementales que se destinan á ella;
se añade expresamente en el artículo 4.°:
«Los articulos anteriores no se entenderán
en manera alguna con la enseñanza pri-
vada, la cual quedará absolutamente libre,
sin egercer sobre ella el gobierno • otra au-
toridad que la necesaria para hacer ob,
servar las reglas de buena policía estable,.


cidas en otras profesiones , igualmente
4 i9


bres y para impedir qué se enseñen má-
ximas ó doctrinas contrarias á la religion
divina que profesa laynacion ó subversivas
de los principios sancionados , en la- Cons-
titucion política de la Monarquía?" ¿Puede
darse una proposicion mas contraria al es-
píritu y á la letra de la ley ya decretada,
que -la del señor Martel i La ley « la
enseñanza privada no está obligada á Con-
formarse con el método de enseñanza adop-
tado para la pública ;


ni .á hacer uso de
los mismos libros que en 'esta se estudien:
y 'el señor Martel dide:" La enseñanza pri-
vada ha de estar obligada á conformarse
con el método adoptado para la pública,
y ha de usar (le los .mismos libros . que
estar señalados para esta ¿No son contradic-
torias estas dos proposiciones ? Y no se
diga fique en esteartícido 4.° se habla fide
la enseñanza .:privada :en los gradovri:.°
y z:o , y no del 3.?., ó de las .facultarles
mayores ; porque el .mismo señor Martel,
cuando el señor García hizo su indiCation
para que el estudio privado 'de-las facultades
fuese válido como el público, le :contestó
en estos términos. «El señor preopinante
no habrá 'tenido presente sin duda ., cuan-




46o
do ha hecho su. indicacion , lo que se pre-
viene en el artículo 4.0 ." Aqui se ve que
en concepto del señor Martel este artículo
habla de la enseñanza privada de las fa-
cultades mayores: porque-si no, su respuesta
no era oportuna. Si, pues, habla de ella,
es terminante que sin contravenir á él no
se la puede obligar á que sea uniforme
con la pública , y á que sean unos mismos
los libros de que haga uso.


Pero prescindamos de cualquiera: ley
ya decretada , y suponiendo que no haya
ninguna que se oponga á que en el estu-
dio privado de facultad mayor se haya de
observar el plan general en cuanto á los
libros, orden y método ; veamos si seria
conveniente mandarlo asi. Mucho sentimos
que los estrechos límites á que nos reduce
la naturaleza de este escrito , no nos per-
mita tratar este punto con toda la esten-
sion de que es susceptible; porque es se-
guramente de mas importancia y trascen-
dencia que lo que muchos imaginan. Mas
ya que no sea posible decir cuanto sobre
él se nos ocurre , indicarémos á lo menos
las principales reflexiones que convencen
de eminentemente iliberal el sistema re-
glamentario en materia de instruccion. El


461
señor García apuntó ya una observacion
histórica que, cuando no• hubiese argu-
mento ninguno positivo bastaria para
demostrar cuán necesario es no reglamentar.
el método de enseñar, ni señalar los libros,
ni obligar á seguir m1 orden determinado.


Esta juiciosa y convincente observacion
es la de que <das mas 'célebres escuelas de
la antigüedad fueron privadas, y no estu-
vieron sujetas en punto * alguno á un plan
formado- y decretado por el gobierno de
los respectivos paises en que florecieron; y
sin embargo, salieron de ellas


.
los grandes


hombres que todavía veneramos hoy como
á los maestros del. género humano." Y nos-
otros añadiremos que una de las cosas que
mas contribuyeron á que la Grecia presen-
te en el espacio de un siglo escaso la mul-
titud de sabios que hoy admiramos, fue la
libertad que en ella tenia todo ciudadano
de estudiar lo que mas le agradaba, y de
estudiarlo del modo que quería. La liber-
tad en todos ramos es la que crea y fecun-
da los ingenios; la sujecion los destruye
y esteriliza. Si desde el feliz descubrimien-
to de la imprenta hasta el dia hubiera
habido libertad de estudios en todos los
paises ,civilizados; las ciencias todas ha-




462
brian hecho mas progresos en una genera-
cion que los que han hecho en tres siglos.
¡Guando se acabará en los gobiernos la manía
de reglamentar todas las acciones de los
gobernados ! Se clama sin cesar en los paises
representativos contra las instituciones gó-
ticas de los siglos bárbaros ; y no se advierte
que la mas gótica de todas ellas es la de los
planes de estudios. ¿No se les ocurre á los
que quisieran sujetar á ellos la ense-
ñanza privada, que. esto mismo fue lo que
hizo el astuto y refinado despotismo ? ¿Ig-
noran que los déspotas han • querido siem-
pre sujetar á sus esclavos á que no tengan
otra opin ion que la suya ; y que para esto
les señalaron y prescribieron lo que habian
de estudiar, los libros en que habian de
-aprenderlo , y hasta el tiempo que habian
de gastar en su aprendizage? Que un gol-
bierno imponga este yugo á aquellos á los
cuales les proporciona gratuitamente los
medios de instruirse, puede ser convenien-
te y aun necesario, hasta cierto punto ,y con
;ciertas condiciones ; pero que se le imponga
tambien á los que se costean su enseñanza,
es un .acto tan, opresivo y tiránico, como
seria el de prescribir á los ciudadanos lo
que han de comer y en cuantas veces han


463
de tomar el alimento. El gobierno no tie-
ne otro'derecho que el de exigir taló cual
género de instruceion en los que hayan de
obtener estos ó aquellos destinos, ó eger-
cer ciertas profesiones ; pero debe dejarlos
en absoluta libertad para que la adquieran
aqui ó alli , en mas 6 menos tiempo , y
leyendo estos ó aquellos libros. Su auto-
ridad sobre los que no asisten á sus uni-
versidades, se limita, como dice muy bien
el artículo 4." ya citado, á cuidar de que
no turben el orden , y á que en público
no profesen doctrínas contrarias á la reli-
gion y á la constitucion del estado. Todo
lo que sea pasar de aqui, es coartar la li-
bertad de los ciudadanos, no solo sin motivo •
justo, pero con conocido perjuicio de la ilus-
tracion general. Esta para estenderse y per-
feccionarse pide !a mayor latitud posible.


«Pero, dice el señor Martel, hay ciertas
profesiones, como la de eclesiástico mé-
dico y juez, que no pueden fiarse á hom-
bres de cuya instruccion , probidad y ap-
titud no esté satisfecha la autoridad, y
para esto es indispensable que por la mis-
ma se fije la clase de conocimientos que
respectivamente deben poseer, los libros, el
orden y método con que deben adquirirlos."




464
El señor 1Viartel nos permitirá que con todo
el respeto que se merece, le digamos que
la segunda proposición no se deduce legí-
timamente de la primera. Si no puede
fiarse el egercicio de ciertas profesiones
sino á hombres que tengan la necesaria
instruccion para egercerlas, se infiere muy
bien de aqui que antes de autorizarlos para
ello, deberá asegurarse de que poseen los •
conocimieetos necesarios ; pero no que ten-
ga derecho á prescribirles el modo de ad-
quirirlos. Con tal que los tengan, debe
serle indiferente que los hayan adquirido
de esta manera ó de aquella. Mas claro; el
gobierno tiene derecho para sujetar á exa-
men á los que hayan de • egercer ciertas pro-
fesiones; pero no á reglamentar el modo de
estudiarlas. ¿Quiere uno ser juez ? El go-
bierno no debe nombrarle sin que le cons-
te que sabe las leyes por las cuales ha de
juzgar; pero con tal que las sepa, ¿quién
le mete en averiguar en dónde ó cómo las ha
aprendido, ni el maestro que se las ha
enseñado ? Lo mismo decimos del ministe-
rio pastoral y de la medicina. Sean muy
sabios los ministros del altar y los médi-
cos; y que estudien donde y mejor les
convenga.


465
«La marcha de las lueeá, .continúa el


señor Martel , debe ir niveládá'con el sis-
tema -constitucional , y no Puesta en con'
tradiccion eón él. En él dia s.estamo
perimentando los males que .resultan del
choque de las opiniones•y de la divergen-
cia de los principios que han producido las
convulsiones de que actualmente se ocupa
el Congreso; y que no cesarán hasta que
á las opiniones falsas de la supersticion y
del error sucedan las de la doctrina sañá
de la verdadera religion y de la filosofia."


Decirnos lo mismo que 'á la reflexion
anterior ; á saber, que de estos principios no
se infiere que las escuelas privadas de nin-
guna clase deben estar sujetas á los regla-
mentes del gobierno. Al cortrarie : nos-
otros creemos que el 'camino mas corto.
y mas seguro para que á las opiniones fal-
sas en todo género sucedan las verdaderas,
es el de quitar toda traba á la instruccion
públia;Sr multiplicar los Maestros; lo cual se
conseguirá dejándolos en plena libertad para
que enseñen segun el método que estiMeri
por mas adecuado ; pues de la mútua enni-
la,cion de ellos resultará infaliblementoque
estos se mejoren y perfeccionen cada dia mas. •


Tomo vx.
3o




<IEsta verdad, añade el mismo señor
diputado, ha sido, reconocida por todas las
sociedades 9134/as„40. mundo. yoetpdos
los plapes,4e Mudos de 41emanián„-
99- Y eXIIIP.Y:t9 i up everá T19.


f°11?Wiclades.."
primera propolcion po es eterta
en toda Ilimgoad ; pties,.§opie4a.de§
cultas fueron .las antigua Grecia y la
4e Ti-.9M1 49 ninguna de .441• citará n
un plan de estudie con. el, que. loci,tida-
danos eltuyiesen olligados á, conformarse.
Suponemos , pues , qué el sehor llartel ha-
bla de las sociedades cultas modernas-' pero
el, argumento de que en , éstas los han
paró las e§91,319I1 privadas, 991!)--9edi0.4919.
por aborá, aunque no lo . Çénemot por qier;-
tu, solo probat4 que en ellas . ,na :11 ,tan
roto todayia las cadenas del imbip y , de,
la PreP9Ta9ienr Mi 101 ggeTyk:s de 1a.
V-Y,119i1 y {11. 11 Y4f19.Prueban-
.4511Y3191, 11.1 . :111111'ál R1.14RP d9t
1-11:1AV p .191.
ViRY,1911de hanle:Tase:0;1, que. Sta? 19s,41
las universidad.es son libres de, proffe§an.,0,7,


491
k;a3VP'ne.. 4e9Y1Ptl, effl1.5narl.k. :3115,4ei
- aut?re,s, p?r o4,*


ovales s9
ante5s luso-


Sil • f
I 1. .


'217fiaba; y asi
qüe üótitititiameiite


eStan formando nuevos SisteínaS dé fi/dm . ,
fia. En Francia sucede lo
aitritnando atto Sucediese, Solo fkititié aill es-tá reglamentada la enselan


•'14 debekkl
mos nosotros dejarla
Sabido 'es quela organizador/


multa d'e htzi grárklé ühl-
versidad, y la t3Intotidad que en algünól
puntos, qué no en él método ni la éléti
cion 'de libo egeree sobre- 1W eSetielah
privadas fueron obra del de'Spotiát-lo dé
Ron-aparte, y uno de los .


medios mas efita‘
ces que empleó para etioadetat eF pétaal
miento bajo el especioso preteStO de.:ttóilt•
formar • las- opiniones.


El señor Palarea á' las refletIO=
nes del señor Mattél, la de que si bien lías
ciencias motales1 y políticas puede* ense-
riarse fatilinente ert escuelas privarles, no
asi algunas de las.


naturales: y Égie-a§:?5" Coi-
venimosen ello; perol


de' aqul tío,
§e,


ligue
que; si se• establece alguna engeriatiia
nada para ellas, haya de" sujetarse


pláti
dé lás universidades:- Eit estas ' Sé. Veilál
citando` 161 altirtinoS .


;de I aquellas.
hayan


graduarse, si tienen; 6.'11k; toda' la ins•-truc;
cion' (p/0 supone requiét% el kétéidó


3o.




1


1


468
público de aquella profesion ; y si la
tienen ¿qué importa que la hayan adquiri-
do de esta ó de aquella manera?


Concluimos de todo lo expuesto que
el único derecho que la sociedad tiene so-
bre los que hayan de egercer pública-
mente ciertas profesiones, es el de sujetar-
los á un riguroso examen para asegurarse
de que son idóneos; pero tengan entendi-
do los examinadores (y es la última cues-
tion que propusimos), que siempre que lo
sea el candidato, no podrán negarle su voto
aun cuando en materias opinables sea de
distinta escuela. Decimos en materias opi-
nables, porque acerca de los dogmas reli-
giosos y los principios constitucionales; es
indispensable que todos los ciudadanos
profesen una misma doctrina. Pero en
respetando estas verdades primordiales,
les debe ser lícito y permitido abrazar en-
tre las varias opiniones que en todas ma-
terias tienen divididos á los sabios, aque-
lla que su juicio tenga mas grados de
probabilidad. Lo contrario seria estable-
cer .y autorizar el monopolio de las luces
y una intolerancia mas que inquisitorial;
porque en efecto, la inquisicion dejaba á los


469jteólogos que fuesen tornistal, escotistas,esuitas, ó agustinianos.
-naiexamlosY


dores de las universidades
ser tan tolerantes á lo menos


'


no deberán


los reverendos inquisidores? Como eran




47ct


Rqflexz0901. sobre wyt, indicacion hecito,pp
serígr dipulq.do. apero en I sesion.


CArtes, dia. A (Id corriente.


Como las sesiones de las Cortes son un
vasto y riquísimo almacen de ideas , de las
cuales puede tomar cada ciudadano aquellas
que mas le cuadren ; asi corno otros se
dirigen á las materias de hacienda, cuyo
género anda una miagita escaso, otros á
la de señoríos, de que hay actualmente un
surtido abundante y de. buena calidad,
otros á la parte militar, de la cual llegan
de cuando en cuando avisos de que se
esperan remesas, otros á los asuntos de
premios de que hay machos averiados, y
otros en fin á los de instruccion y segu-
ridad Pública que se acabaron hace mucho
tiempo ; yo me dirijo naturalmente á aque-
llos que tienen una conexion mas ó menos
inmediata con la libertad privada, que es
la única libertad que yo comprendo y
necesito. No pocas veces me he quebrado
la cabeza por averiguar y darme cuenta
á mí mismo de lo que quieren entender
algunos por libertad pública ; y no he po-


jdido hasta ahora desarrollar esta idea con


471
aquella claridad «1é yb coti empLo etue14
necesaria : rió me ha 4uédaa. iá
jor dádá 'Icecilea de lo pie'. é's ó debe s'étr;
1a libertad individual.


Cuán Sri. la relacióri de l Alli.8ft
del 2: dél 'Corrienít , leí la indicacion del
seriór CeVero s'ohie quien déle calificar
los escritos dA'ígidOs contra lid cuerpo' de
jnrados colectivamente, digé'Pára' rr'n,
to es hiteno. No necesitaba yo eS1
ha' ñus para iaber qUe'
t'ad& suele distinguirse mucho




olcir-
ttinidad y moderación de stis preP6Sició.


porqué lia dado muchos y repetidos
iéstimonios de que busca sinceramente el
bien 41 todos: los espaliOlá", sin que que=
¡mil t en sd.)"grande las' miserias
ruindades que suelen ciétipai• á' otras . m'UY'
Chiquitas y rary higo que ii{6'
pareció oporinria , porqUe YM.f'citras
chas veces me babia propueSiii' este caso,
y otro' den mil que'rio puedel' explicarse
Fiór la' ley dé libertad de imprénta.
ro dirá' sea dr motivó que ha podido enx:,


esta curiosidad' pero
séa el (le se fuere, es lo cierto que mieri
tras coinision de este ramo rió la
aclaré coi')." su' acostiiinbiudo tino, 1612 cá




472
Micros jurados serán unas personas tau
inviolables y s'agradas como los tribunos
de Roma. Porque demos por supuesto el
caso dificilísimo , pero no imposible, de que
un cuerpo de jurados , ó por malicia pro-
pia ó por influjo ageno , ó por incapaci-
dad absoluta ó respectiva, ó por temor
ó por adulacion , ó por despecho de que
hubiesen sido,


derrocados algunos ídolos
de la torpe ambicion, ó • porque.


en ellos
acostumbrase á prevalecer el voto de al-
gun malvado de los que suele haber, en
los pueblos, ó por el simple gustazo de
remedar á los antiguosinterrum-
piendo groseramente al defensor ó por la
mania de crear ellos mismos un nuevo erí-
men y sentenciarle, no hallando en el es-
crito denunciado nada que sentenciar ni
acriminar. , ó finalmente por,


espíritu de
partido, cometiesen la torpeza ó la in-
famia de condenar á un autor á alguna
pena aflictiva : qué extraño seria que es-
te, llevado de una justa; indignacion, se
procurara el consuelo de comunicarla y
suavizarla con el público ? ¿Cómo podria
dejar de echarles en cara su debilidad ó
su vileza , su e s tupidez ó su infamia , su
ferocidad ci su flaqueza ; y todos y cada


4-73
uno de los vicios ó nulidades. que hubie-
sen cometido en su juzgado.


.Claro,
es que apenas leyesen cualquiera


de estas verdades, .no solo, las tomarian
por injurias y desverguenzas , sino que
convirtiéndose ellos mismos en denuncia-
dores, irian luego muy frescos á tomar
asiento en el . tribunal en calidad de jue-
ces , y calificarian el citado escrito con la
imparcialidad y buenale propia de todo
hombre que se cree injuriado. En vano
se hallaria entre, ellos alguno ó algunos
hombres juiciosos que les habian ver el des-
crédito y la ignominia que iba á resultar-
les. en el público, por una conducta tan
agena 114 caracter de jueces del hecho. En
vano tambien les gritarla su propia con-
ciencia para que se abstuviesen .de cometer.
un absurdo, que lejos de servirles.


de mé-
rito con los que egercen el poder, no ha-
bia de surtir otro efecto. que aumentar el
desprecio con que habian de ser mirados
en lo sucesivo. Todo seria inútil, para la
mayor parte, porque siempre es la mayor
parte la que se deja dominar de las pa-
siones. Y en efecto, c qué reflexion ha de
ser poderosa para influir en aquel que
antes de presentarse en el tribunal tiene ya.




474
enipeñada su palabra'


á algún pederead
condenar infaliblemente al autor ¿Píe
biese publicado sus' arbitiráriedatles , sus
concusiones;


m o ,
Parealidad,


su ignorancia y su gi'óáéria? QuIestímidd
de' la conciencia puede liákér parlé]: obró,
comparable den el placer de p'ábonéiié é'
luego por esos corrillos.


y%.: liÚr'eriá's,' (Ud:
dosé el ayre importante'


tenido
bajo su féráfa á aqueD-ddtdr
se hubiera dignado' reiblrlb


min.(' Por
escribiente- supe ¿Pues' crii'é'rácih'cliiiiS'há,-.
brá que liaste Para aquel qué' desPités
haber escandalizado á tódó'elrey.


no con"li°
lieendia de sus escritos`, ocasionando cOnl
ellos
retretése visible á ta'




Maithá dé"
laS




idéás•se • enertiénOá'
voradó ' de-:oefes y de'


alkiineg)
aplausos tan insignificantes' cómo' los que
él' p•ddii • ?


Todas' estos estáné


dispuest'OS.
Para' égercer el augusto einpled


• de
eh' cansas' propias' .


ni agedas', que bien sé
ntoeátá 'qu'e- las . COrteS" aclaren
mente-esté: punitO. ' Pifies' illié seria
caso de rinet-ttivieSeii I 'lac-glOria • de 0,W
juzgar á alguñ' dipütátlo ` ii`áio5^`a1`?'A)1i s2
vera-
un'a's' partes


475
su despecho por si salió ó no salió á gusto
del ¡orado taló tal disposicion ó decretó
del Congreso. En otras, por el contrario , se
condenará, un- escrita, porque contenga: ex:-
presionen menos: decorosas á un, diputado,.
al mismo tiempo que se declarará absuelto
de culpa y pena al que contenga las- mas
atroces. injurias contra, otro . ciudadano res-
petldley.


No es:solo, pues, oportuna, sino absolu--,
tamente necesaria /a,indicacion del señor-Ce--
pero para.el caso-que-prop.one. Mas no:seria-
tampoco: que tuviese presenté la,comi- 3
sion. la conveniencia- de .estende • sus
racione* al casa que-se considerasen• in-
joriadosdes ayuntamientos. Segun el„ tenor.
del artículo 37 „ título- 7, de la- espresada
ley de imprentas,„ estos son los que á. plu-
ralidad.. absoluta de- votes, han de elegir el
número-, correspondienwae. jurados-, gesto
ha. sido= bar misnle, que, conceder á. estas,
corporaciones el privilegio de nombrar
sus-. prepios jueces.; wivilegio verdadera-
mente._ monstruose l y repugnante á toda•
buena. legislacion., Sabida•- cosa, es qp."0, el.
empleo. de jurados no,.es,-, de aquellos, que,
proporcionar!, grandes' sueldos ni cornodí
&des kles.que los. egerceri.;, pero,siempre.




476
son de aquellos que lisonjean al atnOr pro-
pio de los hombres, y para los cuales no
incomoda nada el ser reelegidos. Sucederá,
pues , y sucede, y ha sucedido que los
ayuntamientos se harán tan delicados y
puntillosos, que apenas un escritor se des.
cuide en hacerles ver con alguna entereza sus:
excesos ó negligencias', hormiguearán los,
jurados para hacer cuantas declaraciones
se quieran en contra de sus escritos. Sin
embargo , nadie pondrá la menor duda en
que por bien compuestos que esten los
ayuntamientos, al fin no son infalibles, y
darán alguna vez ocision á que haya que
recordarles diferentes excesos ti omisiones,
y no ocurrirá caso alguno en que se deje
de declarar injurioso todo escrito que las
denuncie á la páblica opinion.


Ni quién les quita tampoco á estas cor-
poraciones la facultad de nombrar por jue-
ces de !lecho á sus propios individuos?
Esta facultad no se la coarta de modo al-
guno el artículo 4o de la citada ley, con
lo que, y con sortear ellos mismos los nue-
ve ó los doce jurados que han de juzgar
del hecho , es mas que lo suficiente para
cometer un millon de nulidades que se de-
jen en mantillas á las que pasan'en mar-


477
tuecos. Ni creo que sea muy significante
la condicion espresada en el artículo 53
de la misma ley, que previene que los sor-
teos se verifiquen á puerta abierta, porque
en primer lugar que no lo estará nunca
sino en verano para que entre el fresco, y
en segundo porque aun cuando lo esté,
nunca será numeroso el concurso , sino
en algun lugarcillo en donde los soportales
del ayuntamiento suelen servir de suple-
aliento . á. la taberna.


Estas son las reflexiones mas óbvias que
me ha suscitado la indicacion del señor
Cepero, con respecto á las personas mismas
de los jurados ó á las corporaciones que
los eligen; pues si me hubiera de esten-
der á las que arroja de sí cada uno de
los títulos de la ley de 12 de noviembre,
baria ver que no era posible haber hecho
una prueba mas aventurada con la nacien-
te libertad de los españoles.




478


INDICE
de los artículos contenidos en el tomo VI.


del CENSOR.


Conclusion de las 3 venturas de la bífa
de un rey, etc


3
Modas 26
Cortes: legi;latura de 1821. Junta pre-


Explicacion que da el autor de las Car-
paratoria tenida el 2i de febrero.. . 39


tas del Madrile5o sobre el verdade-
ro sentido de la t 3.a


54
Cartas del Madrileño : 16ra




63'
Teatros. La Esclava de su galan. . .




75
Estado de las ideas constitucionales en


Europa en febrero de 1821
8z


Lettres de Saint-James: concernantl'é-
tat présent
l'Europe


xo4
Cortes. Sesiones del' z y 2 de marzo


Discurso del rey y respuesta del pre-
sidente del congreso , y exoneracion
de los ministros


122
cartas del Madrileño, 17.a 142
inuncio


157
Roma. Su situacion política




z6r
Noticia de las letrinas portátiles é in-


479
°doras. e •e•• •• • 176


Sobre la verdadera ‘stPl•gion de la pa-
labra tontos z 81


París. Su situacion política 193
Cortets? Sesz9?'s desde el 3 hasta el 12


de marzo. 9bserwzones sobre el es-
tado 205


Cartas del , 18.a y Illtima. 220
Teatros. Los siete infantes de ].arca... 228
Legislarlos, «Memorias sobre seli.príos ter-


ritoriales 23 1
El TIM.Pl9 11.9 61116,k, tr4~ al 0-


pala
olla crocciata coutro, Nápoli, etc. . . 23g


De los 7ninistros en el ré«itizen constitu-
cional


IArtes. Sesiondel 16, cuestion curioso;
¿. Debepertuitirsp que asistan las mu-
geres á las. , gákenías 4 las Cortes ? 947


41,141qq.cion literaria, 278
Teatros.. PÇ/o es enredos amor 289,
Un egemplp clignso,de imita ion 299
Noticia de. las Law/.1,f4/:qs 4e .4",‘„sparicz,


por don Baltasar Antonio Zapata :
en 4.° , 82 pág. Madrid 182o 3o5


Insurreccion del Piamonte
Origen del liberalismo europeo


236


313
322




480
Cortes. Sesion del 20 y 22 de marzo.


Informe de la comisión especial en-
cargada de examinar el estado políti-
co de la nacion


342
Legislacion. Los principios de la cons-


titucion española y to's de la justicia
universal , aplicados á la legislacion
.de señoríos , ó sea: concordia entre
los intereses y derechos del Estado ,
y de los antiguos vasallos y señores 37o


Estado actual de Italia •


376
Impugnacion del artículo del señor di-


putado Cañedo , inserto en el nú-
mero 391 de la Mistelanea




386.
Memorias para la historia 'de las cons-


tituciones españolas: . por don Juan
Senipei-e. Memoria primera




396>
De los católicos (le Inglaterra




4o z
Teatros. El Vergonzoso en palacio. . . 423
Carta á los redactores del Censor.. . 432
Contestación


439
Instruccion pública. Algunas observa-


ciones sobre la enseñanza privada
444


Reflexiones 47.0