EL CE
}

MADRID, 111/4 :




En la briprenta del Censor , por D. L o 7N"
AMAR/ T 'A,


EL CE S


PERIÓDICO POLITICO
LITIMAllia


TOMO IX.


9
e#01/41:7(il•


DEL 4
DE TOT.,




Pi 11 C -EiN SO 111
PE/Ud/ECO POISTICO Y LITERARIO.


N.° 49.


43),,BADO , 7 1)2 JULIO ny, 1821.


Discours deMr. Basterreche , député des
Basses-Pyrénées , prononcé en Comité se-
cret , (Luis La séance du 23 fivrier
182(.


El proyecto de organizacion municipal,
presentado por el ministerio francés á la
cámara de los diputados en la sesion de
este aló, ha merecido la animadversion de
todos los hombres instruidos y amantes de
la patria. El plan de someter á la in-,
fluencia de la aristocracia y del ministe-
rio hasta las operaciones mas oscuras del
poder municipal, ha escitado la indigna-
eion general. Se puede decir que el pro-
yecto fue pulverizado antes que discutido,




4
El discurso que analizamos, escrito con
la moderacion propia de un diputado vir-
tuoso, ó con aquella elocuencia atractiva
y suave que acompaña siempre á la ra-
zon, contiene ideas nuevas y luminosas
que le hacen digno de un examen par-
ticular.


Primeramente describe -el estado de
los comunes en tiempo de los antiguos
reyes de Francia. Las ciudades y aldeas
tenian el derecho de elegir directamente
todos sus administradores; derecho que en
todos tiempos se consideró como sagrado
é inviolable. La eleccion era anual, y la
mayor dura.cion de estas magistraturas fue
de x4 gases: sus atribuciones eran juzgar
en lo civil y en lo criminal, formar los
cánones (le las contribuciones, recibir el
juramento de los nuevos vecinos y pre-
sidir la asamblea en quo se nombraban
sus sucesores. "


Las ordenanzas de los reyes protegie-
ron el derecho de eleccion. Se encuentra
con fiNecuencia en ellas esta cláusula : que.
remos que las elecciones de prebostes, al-
caldes , regidores, jurados y consejeros se
12.agan libremente, sin mtrigas ni monopokos.
I.Ja edicto de Luis XV de x 764, aseguró


5
de nuevo á. las ciudades de Francia aquel
derecho, atacado en parte por algunos ac-
tos legislativos anteriores á aquella época,
y cuando otro edictb de x7 5-1 hizo ve-
nales los empleos mas altos de munici-
palidad , la mayor parte de las ciudades
conservaron su derecho de eleccion, ya
porque ellas mismas pagaron la tarifa, de
aquellos empleos, ya. porque no se pre-
sentaron compradores. para aquel tráfico


Tal .era la situacion de las munici-
palidades, cuando. la asamblea constitu-
yente restableció la antigua libertad bajo
un plan uniforme y sistemático. Todas
las constituciones que sucedieron con in-
mediacion á la (le 1 79)( , por mas contra-
rias que hayan sido á las disposiciones
fundamentales de la primera, conservaron
respetuosamente, como. una cosa sagrada
aun para el mismo legislador, el sistema
esencial-Mente francés: de la eleccion mu-
nicipal. En él ario VIII fue cuando las ciu-
dades y villas se vieron desheredadas de
su antiguo derecho y sustraidas de una
autoridad. conocida , ilustrada y modesta,
para sufrir el yugo. estrane.-ero de los pre-
fectos y subprefectos del gobierno central,




6
y el de los amigas de los prefectos y sub-
prefectos, condecorados con el falso título
de consejeros municipales."


Los amigos de la centralizacion opo-
nen, que en una monarquía todo debe ha-
cerse en nombre del rey y por el rey.
La justicia, dicen, se administra en nom-
bre del rey ; la administran jueces nom_
brados por él: lo mismo debe suceder en
los ciernas ramos del gobierno. La respues-
ta de Basterreche á este argumento es
admirable y sin réplica.


«No hay paridad, ni se puede estender
un mismo principio á dos poderes tan
esencialmente diversos entre sí. El jaez
obra por abstraccion: desconoce los indiví-


..duos ,y solo ve los hechos T las leyes." Pala-
bras que debieran tener gravadas en su co-
razón todos los jueces, principalmente en
tiempo de partidos políticos. Como la ley,
prosigue,'es la misma para todos, su inflexi-
bilidad no cede á ninguna consideracion
local; su imperio es absoluto, y el juez no
es mas que un órgano impasible de sus
decisiones. La autoridad administrativa no
está circunscrita á límites tan estrechos y
rigorosos: su accion se diversifica , se con-
centra, ó se estiende segun la exigencia de


7
las localidades: abraza una multitud de


si algunos estan sometidos áintereses, y
otros quedan confiados


ráelgalsanl uecnetsosy á las virtudes de los adminis-
tradores. De ellos depende en , esta parte
la prosperidad ó la desgracia de un pais:
todos los que viajan observan la enorme
diferencia que hay entre territorios favo-
recidos con igualdad por la naturaleza. En
el uno se notan desórdenes físicos y mo-
rales: en el otro todo lo contrario. Tal
es la influencia de la administracion; sus
efectos se ven en la tierra, en las costura-


, bres , en la instruccion, en la disposicion
de los espíritus , en la tranquilidad ó efer-
vescencia de los corazones. No hay incon-
veniente en trasplantar un juez del norte
al mediodia : puede vivir desconocido co-
mo aquellas divinidades que solo se daban
'á conocer por sus oráculos. El adminis-
trador por el contrario, debe penetrar en
el seno .


de las familias, conocer todos los
individuos, inspirarles amor y veneracion
para dirigir mas facihriente sus pasiones
al bien coman, y proteger con eficacia to-
dos los intereses. La felicidad de la ad-
ministracion interior depende en gran par-
te de las relaciones íntimas del magistra-




8
do con los súbditos; y lo mejor que hay
que hacer para asegurarla, es confiar á los
pueblos la eleccion de sus administradores?'


«Esto no impide que se administre en
nombre del rey. En ninguna época se ha
pensado en gobernar de otro modo, que en
nombre del gobierno existente, ni aun en
los tiempos mas tumultuosos. Antes de la
nevolucion las municipalidades eran elegidas
por los ciudadanos sin que los reyes le, lle-
vasen á mal. En Bayona y otras ciudades
donde el cuerpo municipal administraba
tambien la justicia y pronunciaba la muer-
te, habia un fiscal de S. M. nombrado de
la misma manera que los regidores ; y es-
to no impedia que la justicia se adminis-
trase en nombre del rey."


Hablando de laigualdad política y ad-
ministrativa que se estableció en todo el
territorio francés en la época de la revo-
lucion , dice : fue -facil nivelarlo todo, cuan-
do solo Se trataba de destruir : el grande
impulso que allanó todas las cosas , de-
jaba poco lugar á la reflexion. Sucedióle
la anarquía, y á esta el régimen de sable
que con solo un revés sabia tambien cor-
tar las dificultades. Ya hemos vuelto á
entrar en el dominio de la equidad y de.


9
la reflexion : nada se debe hacer revolu-
,cionariazrzente: I» seria facil revolucionar
con impunidad,. y se puede dudar si la
perfecta igualdad administrativa conviene
á un pais como la Francia , colocado ba-
jo zonas tate ,\diferentes en todo lo que
se refiere á la- cultura, caracteres y-natu-
raleza de las producciones. Yo creo que esta
reflexion demuestra con evidencia que se
debe dejar á cada distrito la eleccion de
sus administradores : porque el gobierno
no podrá establecer un buen sistema ge-
neral, si no establece una comunicacion di-
recta con lós prohombres de cada país.


La monarquía francesa se componia de
las diversas naciones en que el régimen feu-
dal 'labia dividido su territorio : cadw una
conservaba sus costumbres y sus liberta-
des, ya concedidas por los reyes, ya esti-
puladas espresa y solemnemente en el acto
de union con la monarquía. «La revolu.-
cion destpuyó aquellas diferencias. Los v es-
tidos de nuestros abuelos 110 vunian ya á
la generacion presente; pero haciendo to-
dos los sacrificios posibles á las nuevas
doctrinas é intereses del siglo, ninguno
pudo consentir en empeorar su suerte. Si
las cartas ó las constituciones se interpre-




70
tan de tal modo que se aumente el nú-
mero y la intensidad de los males, cada
ciudadano se acordará de la situacion en
que se hallaba cuando aceptó la nueva
ley. Muchos departamentos, entre ellos el
mio, han perdido en la revolucion : no re-
pudiaremos lo que aquel suceso ha tenido
de glorioso -y rk inevitable ; pero no po-
demos contentarnos con una condicion so-
cial inferior á la que destruyó Bonaparte.
Mis comitentes claman al pie del Pirineo:
nuestros príncipes de Bearne, nuestros an-
tiguos reyes de Navarra no nos trataban
asi: entonces tenianzos cartas quizá mas
estensas en sus efectos que la que hemos
aceptado con la esperanza de que será in-
terpretada dignamente. Pero si se nos trata,
en cuanto á nuestras necesidades dianas li-
gadas esencialmente á nuestra paz y exis-
tencia, como nos trató aquel hombre sin fre-
no que se erigió á gran preboste de la
Francia, entonces pedirémos .,as libertades de
nuestros antepasados , y nuestros antiguos
Estados, que aunque imperfectos, nos permi-
tian administrar por nuestras manos nues-
tros intereses esclusivos. Nosotros pagaremos
nuestras contribuciones :á la masa general;
pero permitidnos nombrar sujetos de nuestra


z


nuestros negocios in..confianza para dirigir
terior es.


Estas reflexiones deben estar siempre
presentes en la memoria de los que diri-
gen los negocios de una nacion que ha
reformado sus instituciones políticas. Pres-
cindiendo .de la inquietud natural que pro-


" duce siempre la variacion de sistema de
gobierno, es imposible que no tengan que
hacer algunos sacrificios muchos individuos,
corporaciones y aun provincias. ¿Qué me-
dio hay para impedir sus quejas, ó á lo
menos para neutralizar su efecto? El gran
principio de Bentham : combinar de tal
manera los sacrificios necesarios con las
consecuencias ventajosas de la reforma, que
todos, aun los mismos que pierden, que-
den convencidos de que la sima del bi'n
general es muy superior á la de los males
particulares , producidos por la alteracion
del sistema. ¿Hay que sacrificar privilegios?
Obrar de manera que se vea claramente
la influencia de aquel sacrificio en el pro-
greso de la industria. ¿ Es. fuerza aumen-
tar la cuota de las 'contribuciones? Hacer
al mismo tiempo respetable la nacion para
con los estrangeros y consolidar el crédito
público. ¿Es fuerza castigar á algunos cons-




1 2
piradores? Hacer que su suplicio sea egem-
plo exigido por la justicia, y no venganza
solicitada por un partido. La libertad de
imprenta permite censurar los desórdenes
y las iniquidades de la tiranía anterior?
Pues que permita al mismo tiempo reve-
lar las imprudencias de la exageracion
las pretensiones de la hipocresía. Nada es
mas dañoso á un nuevo sistema que la par-
cialidad. Las operaciones inicuas del régi-
men anterior tenian por lo menos á su
favor la antiguedad que hace respetables
á los ojos del vulgo hasta. los mas des-
atinados abusos : un sistema nuevo no
puede sostenerse sino por la razon y la
equidad. Los que no nos crean, que lean
la revoluciou de Francia : los que nos creen
y afectan no creernos, no necesitan de leer
nada."


Procede nuestro autor á refutar la gran-
de y ,general objecion que opone el mi-
nisterio actual, siempre que se trata de ci-
mentar las libertades nacionales. «Dicen los
ministros que hay demasiada division en
los ánimos, para que el gobierno renun-
cie á arreglar esclusivamente todas las ac-
ciones é intereses. Es facil de entender por
-qué el ministerio proclama esta doctrina,


3
y por qué la aplauden los que tambien
se creen esclusivamente destinados á po-
nerla en práctica; mas no se piensa así en
las provincias. No se pueden acostumbrar
á la idea de depender en sus urgentes ne-
cesidades, y hasta .eh los menores negocios,
de la acción lejana y por consiguiente tar-
da del gobierno; y con el auxilio de ad-
ministradores inhábiles, mal escogidos, li-
mitados en sus atribuciones y dependientes
de un gobierno central demasiado distan-
te y absoluto, es imposible hacer el bien
y evitar el mal eón presteza y perfeccion.ü


« Pero el mayor inconveniente de esta
situaeion es, que aumenta y perpetúa los
gérmenes de discordia que se desean so-
focar, cuando al contrario, (no temo


• ase-
gurarlo ) el medio mas pronto y seguro
de hacer la reconciliacion, es conceder á
cada departamento y á cada villa la parte
que le pertenece en el manejo de sus ne-
gocios , y




-el derecho de • elegir sus admi-
nistradores."


Algunos pronunciarán con espanto el.
nombre de república, al oir que se trata
de municipales y administradores elegidos
por sus conciudadanos; pero ya las pala-
bras no son fantasmas para los hombres




z 4
sensatos. Nuestra educacion política nos ha
costado demasiado cara, para que los hom-
bres ilustrados que moran y gobiernan en la
Francia, caygan despues de tan infaustas
esperiencias en el delirio de las Utopias."


« Si se quieren llamar republicanos á
todos los que aman la cosa pública, se
puede decir que hay muchos; pero si se
trata de los que quieren una forma de go-
bierno diferente de la actual , el terror
es vano, y solo sirve de pretesto para jus-
tificar la ampliacion desmesurada del po-
der. El gobierno hace mucho que está es-
elusivamente rodeado y aconsejado de cier-
tos hombres, que enviados primitivamente
por el pueblo para defender y sostener su-
intereses , se introdugeron en todos los ra-
mos de la administracion. Estos hombres
no pertenecen á la Francia, sino á París,
y quieren que esta ciudad sea toda la Fran-
cia, que todo se le someta, que todos los
intereses le sean tributarios; y que en nin,
guna parte del reyno, ni aun en el me-
nor casorio se pueda reparar un edificio
público, egercer el empleo mas oscuro, ni
disponer de una peseta, sin haber recor-
rido veinte grados de revision , sin haber
esufrido los impulsos y rechazos de veinte


5
secretarías : quieren por la fuerza mágica
de la centralizacion que no se decida el me-
nor negoció de las provincias sin la in-
tervencion de los escribientes de París."


«El inventor - de este sistema no tuvo
otro objeto que el de apoderarse á su sal-
vo de todo el gobierno. Uno de nuestros
reyes tuvo la debilidad de repetir la espre-
sion de un palaciego, y dijo: yo soy el es-
tado. Bonaparte mas astuto se guardó de
pronunciar aquella blasfemia; pero hizo mas,
la puso en práctica : sus prefectos eran
eides , cuya mision esclusiva era la de


ejecutar sus órdenes: y los sabia escoger
muy bien para llenar -este objeto. Yo he
Visto un prefecto, admirador acalorado de
su amo, responder á un cuerpo entero ad-
ministrativo, que reclamaba la supresion de
ciertas travas fáciles de suprimir: Señores,
yo no soy mas que w oficial de bandera.
Rabia llegado con grande ostentacion; pe-
ro solopara arrebatar jóvenes, aumentar el
contingente y merecer gratificaciones y ho-
mores que en .efecto se le concedieron. Hom-
bres de esta especie entregados a' proyectos
mas ó menos ambiciosos, propenden natu-
áralinente á servir al poder á costa de sus ad-
nuxustratlos„ con los cuales tienen relacio-




x6
nes muy débiles y pasageras. Cuando se
colma la medida.. de los mides y de la
paciencia ; cuando de todas part es se le-
vanta el grito de la acusacion, estos fun-
cionarios hallan facilmente un abrigo•con-
tra la tempestad, ó en un retiro lejano, ó
en una nueva prefectura, y su quimérica
responsabilidad desaparece con ellos."


«La de los administradores locales es
mas real, aun cuando prescindamos de
la que pueden imponer las leyes. La prin-
cipal está en el corazon de sus conciu-
dadanos, cuya presencia contínua los acu-
sa ó los absuelve, los castiga ó, los recom-
pensa. Tienen que vivir en medio de los
bienes ó de los males que han hecho, y
nadie renuncia fácilmente á la benevolen-
cia general que es el premio de los be-
neficios y el primer beneficio de la vida
social."


Esplica .despues con tanto ingenio co-
mo amargura , por qué habiéndose derra-
mado á manos llenas la ignominia y la exe-
cracion sobre el nombre y las acciones de
Bonaparte , se perpetúan sin embargo las
instituciones inventadas por él para esta-
blecer la omnipotencia de las. secretarías.


Cosa estraiía ! se •habla contra los milita-


t•7-
'tares que se cubrieron de gloria, peleando
bajo sus banderas que eran entonces las
de la patria, y se deja en su estado de vi-
gor la administracion despótica que él in-
trodujo, y se prodigan honores y destinos
á los que le ayudaron á cimentar la tira-
nía civil."


Despues de haber analizado el plan ad-
ministrativo de Bonaparte, dirigido á ase-
gurar las conscripciones y á organizar la
alta policía, y despues'de haber demostra-


5trado los riesgos de esta segunda parte de
las atribuciones de los prefectos, conclu-
ye: «No debemos disimular que Bonapar-
te fue uno de aquellos hombres portento,
sos, cuyas acciones-sirven para animar las
páginas de la historia ,; pero felicitémonos
de hallarnos reducidos á admirarle sin te
ner que concurrir por nuestra parte á sus
infaustos proyectos de vanagloria; y no
permitamos, despues de haber „perdido to-
do lo que hubo de grande en. su época,
que los miserables discípulos de un héroe
sin humanidad, se atrevan á perpétuar en.
la Francia una •parte de los males que nos
causó su caracter tiránico y ambicioso."


El diputado concluye que se deben su-
primir los empleos de prefectos y subpre-


T0910 IX.
2




a8
fectos, restituyendo á los pueblos el dere-
cho de administrarse por magistrados nom-
brados por ellos mismos. Nosotros cree-
anos que la supresion de aquellos empleos
seria una innovacion demasiado notable y
peligrosa en el estado actual de la Francia;
mucho mas cuando la ley de la recluta
del egército ha destruido los antiguos abu-
sos de la conscripcion. En nuestro modo
de pensar bastaria por ahora organizar la
administracion municipal segun los prin-
cipios liberales qne ha establecido el autor,,
de, esta memoria , y' dejar únicamente
los prefectos las atribuciones administrati-
vas que basten para ligar el territorio que
gobiernan con el resto de la Francia, pri-
vándoles al mismo tiempo (le la inspec-
clon llamada alta policía ; porque bajo el
sistema constitucional no debe haber otra
que no sea la judicial. Ya es tiempo de
consumir hasta las mas pequeñas raices
del espionage y de la inquisicion.


El autor quiere que la direccion ad-
ministrativa de los departamentos se confie
á los consejos generales, que podrán dele-
garle en el intervalo de sus sesiones á una
comision: que los nombramientos munici-
pales se hagan por escrutinio secreto y á


la absoluta pluralidad; y en fin que en cada;
eanton haya una sola municipalidad, com-
puesta de tantos oficiales como. pueblos
haya en el can ton: á cada uno se deberá
seíialar un pueblo para hacer en él las
funciones de corregidor. Esta última idea
merece estudiarse muy detenidamente por-
que se dirige á dar una grande consisten-
cia á las administraciones é intereses can-
tonales; y ,


por consiguiente á aumentar el
esplendor de las capitales de canton, á
costa quizá de los pueblos que lo com-
ponen: asi no debe admitirse sino despues
de examinada con mucha madurez.






Reynar despues de morir, comedia dé
Luis Vélez de Guevara.


6Z,~alíZSI=a1.~..


-.


Guevara és un poeta cómico que participa


de .4a escuela primitiva de Lope de Rue-
da y de Cervantes, en cuanto á la ;Jaro-
duccron de las rapariencias y decoraciones
teatrales, y de la de LOpe de Vega y
i'irso de .Molina , por la intencion
mática y la eonstruccion poética. Sin `ern-
bargo es muy inferior á estos dos : pare-
ce que en él se verificó el tránsito de la
comedia antigua á la que creó el genió
de Lope de Vega. Su lenguage es á ve-
ces trivial y bajo, como en el de nuestros
primeros poetas cómicos.


D ej ad in e
3N:o me hableis, que estoy cansado
De ver vuestros disparates'',


Dice el rey de Portugal á su hijo re-
prendiéndole sus amoríos. Seguramen-
te está tomado muy á la letra el s(xmo


pedestris de Horacio.


21
Mas no siempre habla as': tal vez se


eleva el lenguage á la dignidad dei
la si-


tuacion : tal vez degenera en el vicio
opuesto de la hinchazon , y tal vez me-
rece ser contado entre los poetas líricos.


De todas sus comedias no sabemos
que se represente en nuestros teatros mas
que la Ines de Castro, ó Reynar despues de
morir, aunque compuso muchas. Atila,
azote de Dios , es la mas desatinada rap-
sodia que se puede imaginar : los Empe-
ños de un plumatsw es tambien disparata-
dísirna.; pero en estas, corno en las demás
chi mismo• autor, se dejan ver centellas
del genio poético entre los desvaríos de
una imaginacion sin freno.


Reynar después de morir no se ha con-
servado en el teatro, sino por el inte-
res que . inspira la misma fábula. Los
amores de Pedro é bes, la crueldad atroz
con que fueron castigados, la hermosura
sumergida en la tumba por solo el, de-
lito de amar ,' Jos estremos de dolor y
venganza en su amante que le sobrevi-
ve, y un rey bárbaro por debilidad., em-
plazado ante el tribunal de la-justicia-4i-
vina , son objetos capaces - de llevar- al
mas alto grado el terror y la compasion.




Esta fábula es sumamente popular en Es-
paña ; y el desgraciado fin de Ines ha si-
do tan llorado por nuestros antiguos can-
cioneros , como los infortunios de Edipo y
de Tiestes, mas horribles en verdad, y menos
interesantes, por los rapsodistas de la Grecia.


Pero los recursos dramáticos de Gue-
vara eran sumamente mezquinos. La in-
fanta de Navarra , cuya presencia mueve
al rey á enfurecerse contra su rival, es
un caracter tan odios. ° como desagrada-
ble. Ninguna amante despreciada es inte-
resante en el teatro, á escepcion de Her-
mione, y los furores del amor engañado
sone,verdaderamente trágicos : no asi las
pretensiones de la vanidad ofendida.


¿Y qué diremos del caracter del rey
don Alonso , que condena á muerte á la
esposa de su hijo, solo porque se solici-
tó dispensa del sumo pontífice para su ma-
trimonio? ¿Cuál es el interés que tie-
nen Alvar Gonzalez y Egas Coello en la
muerte de Ines? Solo se sabe de ellos lo
que dice el príncipe , que son dos traydo,
res encubiertos. Prescindimos de la mezcla
de lo burlesco con lo serio que hay en
toda la pieza, porque este defecto es mas
bien del siglo que del autor.


n3
Describe á la verdad los amores de


Pedro é _loes; pero mas bien en el esti-
lo de la égloga, que en el de la trage-
dia. Sin embargo, los presentimientos y
temores que se mezclan con sus caricias,
anuncian ya alguna intencion trágica en
el autor, y esto era mucho para su si-
glo. El caracter de Ines cuando teme,
cuando pide á su esposo que no la deje
espuesta á la severidad de su padre, cuan-
do rodeada de sus hijos reclama come
pasion en nombre (le la naturaleza y la
humanidad á un rey imbécil , y cuando
entregada en manos de sus mortales ene-
migos . emplaza á su tirano ante el tri-
bunal' de Dios , es verdaderamente trá-
gico, y al hombre instruido y sensible
sorprenderá ver lágrunas en sus ojos, á pe-
sar de los disparates de toda especie que
anteceden y se siguen á aquellas escenas.
La mas interesante de todas es la final
del segundo acto, en que Ines atemori-
zada dice á su amante:


« Y puesto que no es posible
Que seas mio, ni que logre
Mis finezas en tus brazos.;
Será fuerza que me otorgues,




9. 4
Pedro, dueño de mi alma,
Piadosas intercesiones ,
Para -que el rey en mi sangre
No bañe el ayrado estoque.
Con tus hijos viviré
En lo áspero de los, montes,
Compañera de las fieras;
Y con lamentables voces
Pediré justicia al cielo,


••-Pues que no la hallé en los hombres,
De quien de tal dulce nudo
Aparta dos corazones. "


El principio del segundo • período tic,
nc ya la dignidad de la elocucion trá-


ci a.
Parece que esta comedia se escribió


para acomodar al gusto del auditorio la
antigua tragedia de Aise laureada ; á lo
menos asi lo indica el verso :


Esta es la. mes laureada,
eón 'que uno los• espectadores se des-
pide del público.


Guevara mezcló entre sus versos al-
gunos de los romances antiguos, en que


-A e cantaba el infortunio de doña hes de
Castro. Adviértese ladiferencia en cierto
sabor Cl.- tiguedad del lenguage y en el


estilo menos artificioso, que el del autor.
Tales son los siguientes versos.


«Por los campos del Mondego
Caballeros vi asomar.
Armada gente los sigue.
Válgame Dios! ¿qué será P etc.


¿ Donde vas, el caballero P
¿Dónde vas, triste de tí P'
Que la tu querida esposa
Muerta es , que yo la ví.
Las señas que ella tenia ,
Bien te las sabré decir:
Su garganta es de alabastro ,
Y sus manos de marfil."


En la comedia dei Cande de Saldaña
y en otras del siglo XVII, vernos repetido
este egemplo : siendo muy de notar, que
Shakespear hizo lo mismo, introducien-
do en alpinas de sus piezas canciones po-
pulares. Sin duda creyeron conmover los
ánimos de los oyentes, recordándoles ver-•
sos que ya les • eran conocidos, y qutp
por tradicion estaban ligados á los afec-
tos propios de la- fábula.


Darémos una muestra del estilo poé-
tico de Guevara en la descripcion que ha-
ce de Irles despertando entre sus hijos, y




t6
sin pararnos á notar los defectos meno-
res del estilo, solo observarémos la riqueza
de la diccion y la verdad del cuadro.


En el dorado tálamo . , que ha sido
Teatro venturoso
Mas de tu amor que del comun reposo,
Amaneciendo entonces ,
Y enamorando mármoles y bronces,
Los ojos en estrellas,
En nieve y nacar las megillas bellas,
En claveles la boca ,
La frente y manos en cristal de roca ,.
En rayos los cabellos,
Entre Alonso y Dionís, tus hijos bellos,
Asidos á porfia
Del cuello de alabastro ,
Deidad admiro á doña loes de Castro:
Alba en belleza humana,
Abril florido, cándida mañana,
Todo un cielo abreviado,
Y al sol de dos luceros abrazado.
Quedé tierno y dudoso :
Que como de aquel arbol generoso
Tan hermosos pendían,
Racimos de diamante parecian.
Mas encendida aurora
Sobre las almohadas se incorpora,


27
Y ya como embarazos,
Deja á Dionis y Alonso de los brazos,
Que de sentido agenos
Cariños y ternezas no echan menos." etc.


Sería muy facil corregir los defectos de
estilo : mas no imitar la riqueza de ima-
ginacion , que fue necesaria para formar
este cuadro,




2 8


Carta sobre la Grecia y la Turquia.


En el número anterior dimos una idea
sucinta , pero á nuestro parecer bastante
clara, de la importancia política con que
las potencias de Europa deben mirar la
insurreccion de la Grecia ; de las li,on-
geras esperanzas que ofrece para el pro-
greso de la civilizacion del mundo, y de
la necesidad de que los gabinetes cristia-
nos, no solo la auxilien para lograr un
éxito venturoso , sino tanabien para plan-
tear y consolidar las nuevas monarquías
constitucionales que deben suceder al bár-
baro gobierno con que han sido regidas
durante tantos siglos.


Habiendo leido este artículo un- anti-
guo amigo nuestro , oficial de mucho


Mr. de Galabert, ha tenido la bon-
dad de comunicarnos algunos apuntes que
tiene hechos para la historia de sus di-
latados viages por América, Asia, y Euro-
pa, y nos ha instado á que publiquemos
una de sus cartas, escrita á un amigo su-
yo desde el lazareto de Otranto, el 16 de


29
diciembre de 1807. Nosotros en justa cor-
respondencia de su fina atencion , y
yendo que


cre-


podrán ser agradables é inte-
resante al público los pormenores que da
de la triste situacion de los griegos y de
la dureza de la dorninacion turca, nos he-
mos decidido á traducir rápidamente su
manuscrito , á pesar de que la premura
del tiempo nos da motivos de temer que
no hayamos acertado á trasladar sus ideas
con la viveza y gracia del estilo que
reynan en el original. El autor era en-
tonces 'demasiado »ven , y aunque su ra-
zon . estaba ya perfectamente formada, no
deja de advertirse cuanto era el fuego de
sr imaginacion , al ver por sus propios ojos.
aquel vasto cuadro de la degradacion
mana.




3o


Los turcos , los griegos y la Turquía.


Mi querido amigo : acabo de recorrer
algunas provincias de un grande impe-
rio, célebres en la historia del género hu-
mano por haber sido la cuna de las cien-
cias , de las bellas artes y de la políti-
ea. Pero estos lugares clásicos, en donde
un tiempo se elevaron altares al ingenio
y á la virtud, son hoy el centro de la
ignorancia y del fanatismo, y la mo.
rada de 16s crímenes y de la infamia.
Este imperio fundado por la fuerza , y
compuesto de los despojos de tantos re•
yes vencidos por los bárbaros otoma-
nos, no presenta por todas partes mas que
ruinas y desolacion. El genio de la des-
truceion sentado en un trono rodeado
de sangre y de víctimas, ha llegado á es-
tender y multiplicar sus estragos en pro-
porcion del número de los caudillos, que
bajo diferentes nombres no cesan de ca-
var el sepulcro de los pueblos vencidos y
humillados.


Las llanuras estan enteramente desier,
tas , y los campos carecen de cultivo; so-
lo se ven algunos rebaños como perdidos
en medio de aquellas soledades, que son
la única señal de poblacion. Los mas pre-


.
ciosos monumentos de las artes han sido
enteramente destruidos, y si todavía sub-.
sisten algunos restos enterrados en el pol-
vo, solo se debe á la imposibilidad de
anonadarlos. Los héroes y los semidioses
de aquellas comarcas, cuyos altos hechos


. y sabiduría preconiza la fama; aquellos
vencedores del Asia , y preceptores del
mundo no existen ya mas que en la me-
moria de los hombres : su triste posteri-
dad encorvada bajo el yugo de la mas
horrible esclavitud ignora cual fue la glo-
ria de sus antiguos, y cual el esplendor
de su pais. Yo he visto á esos griegos á


5
esos macedonios, á esos valientes hijos
de la Tesalia y de la Tracia sufrir todos los
males, y poseer . todos los vicios de la
servidumbre. Es tal su degradación , que
llega uno á creerles dignos de su desgra-
cia ; tan cierto es que el oprobio envile-
ce el alma, y amortigua el valor.


La ignominia de sus cadenas , su po-
breza y su miseria se han ido aumen-




á 2


tando de generacion en generacion;-peró
en medio de ella se descubre la nobleza
de su origen , al ver el fuego de sus
miradas, y su firme continente. En todas
partes aborrecen á sus tiranos,. invocan
á un libertador, claman por venganza, y
piden `armas. Esclavos de otros esclavos,
su existencial) está amenazada sin cesar,
y el primer turco, á quien encuentran
en la- calle, puede quitarles la vida im-
punemente. ( x ) Todos los aiins pagan un
tributo , que es el rescate de su cabe-
za , porque esta pertetenece á los ven-
cedores... ¡Y es posible que las leyes y
la religion de los otomanos justifiquen
semejante horror fl Un grigo es indigno
de montar un caballo; no puede ador:-
nar sus vestidos con colores brillantes,
y le está prohibido el uso de las armas;
mientras que un musulinan no sale jamas


(i) El turco queda impune, con tal que
pague al gobierno una suma muy moderada,
para indemnizarle de la pérdida de la capita-
don que debia haber pagado el muerto , y
si no me- engaño , es cosa de ciento y veinte


réales.


33
de su casa sin estar armado de un sable;
un puñal y un par de pistolas. En cual-
quier parte que se presente el último de
entre ellos , un griego no es nada en su \
presencia , aun cuando hubiese sido prín;-
cipe de Moldavia ó ele Valáquia (x). ¿Quién
seria el griego ; el julio, ó el armenio;
que se atreviese á ser rico en Turquía?
Digo mas ; ¿quién es el turco, aun iticlu
so el mismo sultan , que pueda gozar con
tranquilidad de


• las riquezas que le hu-
biere deparado "la suerte ? El fuerte no


.mantiene su poder, sino por medio de
violencias, y el ambicioso débil no puede
aspirar á la grandeza , sino á fuerza de
crímenes. Si necesitara citar egemplos, no
tendria mas que leerle á usted cualquier
página de los anales de este pueblo feroz,
de quien dice Montesquieu, después de
haber trazado en una de sus cartas per-
sianas el cuadro de la situacion y del
gobierno de aquel pais, estas proféticas
palabras." He aqui, querido Rustan, una
idea exacta de este imperio, que antes de


ir) Deben esceptuarse de esta regla los
agentes y protegidos de las potencias estran-
geras.


TOMO Ir.,




34
dos siglos servirá de teatro para los triun-
fos de algun conquistador. •


• Mas de ochenta aiíos se han pasado
desde que fueron pronunciadas estas pa-
labras ; si hasta ahora no se lía pre-
sentado ningun conquistador estrangero,
qúizás está reservada al espíritu de la fi-
losofía y de las luces la gloria de redi
unir á doce millones de hombres , víctimas
del alfange de tres millones de vergudos.


Todo se puede esperar del espíritu y
de las disposiciones que animan los
.pueblos subyugados por los turcos. Los
griegos se hubieran entregado á los rusos,
sin saber ni aun hácia qué parte está
situada la Rusia , ni que paises, ni qué
chinas están sometidos á aquel imperio. Es-
to lo ignoran casi todos , y solo algunos
tienen una idea imperfecta de los puertos
donde tienen relaciones comerciales, sin
embargo de que á los resortes de una
política astuta se juntaban los vínculos de
la superstición religiosa de ambos pueblos.
A pesar de eso , son muy escasas las comu-
nicaciones entre los griegos y los rusos , ya
por estar separados de ellos por medio de
mares, montañas y •desiertos,ya por haber


desdeñad o 6 temido estos una conquista tan


importante. No la •desdeñó por cierto
35


el
mismo Alejandro vencedor de los escitas.


Los males de los griegos han;
llegado


á su colmo, y solo esperan y claman pqr
un libertador : que se presente este, y no
tardarán sus


•guerreras falanges en rivalizar
con las mejores tropas de Europa. Toda-
Vía espero que coronarán su frente vic-
toriosa los laureles de Marathowl ,del Gra-
nico y del Indus ; y esos tártaros opresores
serán rechazados hácia sus bárbaros climas,
volviendo á resonar cánticos de ;triunfo
en la patria de los héroes:


Permítame usted que le recuerde al-
gunas espresiones de la carta que.fya
citado (i)." Desde Tokad hasta Esmirna
no se encuentra ningun pueblo que me-
rezca ser nombrado . ; las plazas . estan des-
manteladas , las ciudades desiertas, las
campiñas asoladas, y él.cultivo de las tier.g
ras igualmente que el comercio, entera-
mente abandonados." Lo que Mr. de Mon-
tesquieu decia entonces de la-Turquía del
Asia , lo mismo he visto yo en todos
los paises que he recorrido de la Tur-
quía de Europa,


• y al leer usted mi dia-


(x) Es la carta x g.
3.


4




•á6
rio desde Cónstantinopla hasta las riberas
del Adriático , verá confirmada la 'verdad'
de este aserto. Porque si se esceptuan La-
risa , Salónica , y lanilla, todas las demas
ciudades y aldeas por donde he pasado,
no se reducen á otra cosa que á un anion.
tonamiento de casas sin orden , Con las
paredes de barro , y esas arruinadas lá
mayor parte, viendosel" las vigas y las ta:
Mas podridas que dan indicios de la po
brezal descuido de sus moradores. Solo
se enctientra un palacio llamado Sérai, que
carece de plan y de arquitectu •a, donde
habita el bajá ó bey que manda en aquel
distrito. es el que dispone de todo
absolutamente; y repito á usted que des.:-


gradado el turco que se atreviese á ser
rico , si no habia recibido su fortuna de
mano del déspota, quien por solo su
capricho se la: arrebata cuando se le an-
toja, como dueño que es de los bienes y
de la vida de sus súbditos.


A veinte - leguas de Constantinopla na;
die hace el menor caso. de .las Ordenes
del sultan 5 y él. primero que soonydlen
-era Con fuerzas para resistirle, :enarbola
el--estandarte" de la. rebelion y _mantiene
su independencia con las armas en la ma


37
no. Los servios han pasado el Drina , y
tanto la ciudad de Serel,,, como una gran
parte de la Macedonia, no reconocen otM
Soberano mas que á Ismael-Bey: la ()be,-
diencia del bajá de Salonica es bastante
Equívoca: la de Mustaphá Bairaktar, Ajan
de Rudschnek, es mas que dudosa :"
Tesália—,,y. la Morea pertenecen á Aly-
Bajá y 4.


.“ su hijo Vely-Bajá; y una gran
parte del Epiro no reconoce gefe algu-
no.. Los arnautas ó albaneses, particular-
mente los .


las riveras del mar
y .las faldas de las montañas , nunca han
reconocido ningun (Indio, y viven en una
absoluta independencia. Nadie ignora-r
disposidon en.lne se encuentran los va-
lacos y los m oldavos;;Llinalmente.-en Asia
lo misnio_twonocen los bajaes de Damas
co , ele Erierum , y de Bagdad la auto-
ridad del gran-Senor, que los beyes de


Los - genízaros que tan orgullosos y tan
fieros sota.- ,:en Constantinopla por haber
destronado aL sufran Selim y estinguido
el ,Nizain•,gerid, no siguen otra regla mas
que. el impulso: do sus gefes, el de sus
caprichos y el ck,la •rapífia. Entre la mul-
titud dé incendios...41w ellos promueven,




111
en la ciudad, he visto algunos repetirse
dos veces en veinte y cuatro horas (i); y
el gran señor, testigo pacífico de estas es-


cenas de horror, se contenta con mandar
'.cortar las cabezas que alcanza con la ma-
mo.; y tanto los inocentes como los cul-
pables caen bajo la sangrienta cuchilla,
siempre pronta á emplearse asi contra el
'dueño, como contra los esclavas y los ver-
dugos.


El ramo de hacienda se halla en un
estado deplorable, y el pago de los tri-
butos casi no tiene otra regla -Mas que


mandan en las pro-
liada tienen que te-


solo ' envian aque-
abandenarla , y úl,


(i,) Los frecuentes incendios dé Constan-
tinopla, siempre son una prueba del desconten-
to de los genízaros, los cuales no tienen otro
modo de hacer sus reverentes súplicas al sul-


tan á . quien • no pueden ver jamas, sino cuan-
. do va 'los viernes á la 'Mezquita. Pero como
la ley le obliga al monarca á presentarse en


persona luego que báy im incendio , ellos no


dejan de proporcionar este medio sencillo de
dar sus•quejas al soberano.


39
timamente el desorden no tiene límites,
Aun cuando no contribuya ninguna can'
sa estrangera á acelerar la caida de este
imperio , bastan los principios destructo,
res de las leyes y (le la administracion
para anunciar que ha llegado la época
de que se destruya por sí mismo.


Los genízaros, que en el dia son mas
numerosos que nunca , solo oprimen á los
débiles, y ensayan su valor contra los
miserables griegos desarmados, ó contra
Algunos de sus propios gefes que carecen
de las cualidades necesarias para sugetar-
los. En todas partes en que han sido ata- -
cados, han huido cobardemente; pero me
acuerdo (le haberle hablado á usted con
mas estension en otra carta , dándole una.
idea de la organizacion y el, origen de
esta milicia. Los privilegios que tienen,
el sueldo que disfrutan y los derechos que
les conceden sus estatutos, han sido otros
tantos estímulos para que casi toda la
poblacíon turca se aliste en las ciento y
tantas Ortos en que está distribuido este
inmenso cuerpo. So!o en la 18.a ó 2 o.a se
cuentan mas de treinta mil hombres, en
cuyo número está el sultan Mustafa; pero
á pesar de eso es muy dudoso que de to-


la'Avaricia de los que
vincias. Como estos
.rn'er • de la Puerta ,
,11ó'-clite se les antoja




40
(ja esta multitud se pudieran nunca reni
Lir tres mil en el campo de batalla, no
obstante el. .anatema religioso y política,
que está fulminado contra todo musulman
que no se presente en las filas, cuando
s.1 ve amenazado el imperio.


Estos célebres genízaros tan terribles
en otro tiempo; conservan todavía un
resto de. aquel valor feroz que les hace
manchar sus victorias con horrores y atro-
cidades. Pero como ya no tienen que ha,
berlas con manes, ni con mugeres tími-
das , ha empezado á desaparecer aquel fal-
so.brillo, que les hablan dado estos fá,
ciles triunfos, y ceder casi sin oposicion
á la táctica y á la serenidad de las tro-


•pas europeas. Solo son peligrosos para los
habitantes del pais mismo que estan en-
cargados • de defender ; y las empresas
que les distinguen son los estragos , la
violencia, el robo y la desolacion, con,
viniendo en desiertos las mas ricas y de-
liciosas campiñas. ¡ Qué triste es el aspec,
to de estas hermosas comarcas! En vano.
un sol benéfico, la fertilidad de las tier,
ras y la abundancia de las aguas convi-
dan á la agricultura; el labrador está oció,
so, y solo se escuchan los graznidos de


4r
16s cuervos en las mismas llanuras en que
un tiempo resonaron los cánticos del pas-
tor (1).


El egército turco no forma cuerpo, sino
que cada bey se lleva tras de sí una mul-
titud de vandidos sin disciplina , y dispo,
ne de ellos sin reconocer las órdenes de
la Puerta, ni las de los generales que ella
nombra. Asi es (pié Ismaél-Bey, quejoso
del gran Señor, ó cansado de la guerra,
se retiró del egército con los veinte mil
hombres que habia traido consigo, y este
Mismo egemplo siguieron otros gefes me-
nos poderosos. Nos ay nada que sea ca,
paz de obligar á estas ilicias bárbaras á
formar un todo uniforme en sus reunio-
nes, en sus marchas, y so)ye todo en sus
empresas.


La dilatada enfermedad:4 penosa con,
valecencia 'que he tenido que sufrir duran-
te mi pennanencia en Constantinopla, riie
han impedido dedicarme á leer manuscri,


(t) Es esto tan á la letra, que á pesar de
que por la religion brama está prohibida la
destruccion de los animales, en ninguna par-
te he visto mayOres tropas de cuervos que en
los campos del Indostan.




42
tos, y consultar con algunas personas ins-
truidas que hubieran podido dirigir mis
observaciones. Entonces podría esta carta
ser mas digna de la atencion de Vm., aun-
que en verdad tendria que repetir los mis-
mos pormenores que se encuentran en una
multitud de relaciones de viageros ; y co-
mo por otra parte mis recursos pecunia-
rios se habian disminuido notablemente
con la prolongacion de mis males, me -vf
precisado á viajar sin criado y sin drago-
man. Conténtese. Vd., pues, con lo que pude
ir anotando con el lapiz , sin que me viese
el tatar que me acompañaba al correr la
posta desde Constantinopla. Pero antes de-
bo decir á Vd., que desde que salí de Zara
no observé nada de particular, sino -que la
Bosnia es un pais muy montañoso, cuyos
inmensos bosques, que por algunos sitios
tienen hasta veinte leguas (le estension, de-
jan muy poco espacio para el cultivo (le
las tierras. En los -valles que se eneuenr
tran, solo se ven algunos rebañas , porque
los habitantes de aquella deliciosa provin-
cia ocupan las alturas, y solo han desmon-
tado una parte de sus laderas, á muy corta
distancia de sus habitaciones.


43


Itinerario de mi <nage.


Salí de Constantinopla tan débil y tan
enfermo que no se me quitó la calentu-
ra hasta que llegué á Silibry, que dista
doce horas de aquella capital. ( i) A la
mañana siguiente , despues de otras doce
horas« de camino -finí á dormir á Rodcsto
que está situado en la pendiente de una
colina, y podrá tener como unos 5000 ha-
•itantes. Todo aquel pais es bastante
conocido; pero la enfermedad, el cansan-
cio -y mi estrena-debilidad me 'impidie-
ron ir anotando lo que observaba al paso, y
solo me acuerdo de haber atravesado un
terreno bastante desigual cubierto (le car-
dos, de praderas bastante áridas, y sobre
todo de zarzas, sin encontrar ningun cam-
po cultivado hasta las inmediaciones de Ro-
desto. Alli ya se ven algunas tierras me-
dianamente- trabajadas, y particularmente


( ) En • toda la Turquía solo se miden par.
horas las distancias, y como yo ignoro cuál es
-exactamente la estension de pais que se re-
corre- en aquel tiempo , me -valdré siempre de
esta designacion.




44
muchas :viñas. El camino me parece pro-
pio para carruages.


Desde Rodesto á. la posta de Magara
hay doce horas de camino, y dos leguas
al rededor de la-ciudad hay trinchas viñas;
pero todo lo restante son zarzales y ma-
lezas. Cuatro horas enteras estuve cami-
nando por un terreno muy desigual hasta
que entrarnos en la llanura , de la cual ape-
nas está desmontada la quinta parte.


Luego se pasa por. Ignajek , Keralia,
Feré , Neré y Gumergina, habiendo atrave,
sado el Merich, que es el Ebro de los an,
tiguos. Acorta distancia de nurnergina se
encuentra un desfiladero profundo y muy
estrecho, formado por un torrente, el cual
conduce á unos niontecillos que dominan
la, hermosa y difatada,llanura de Philippes>
llamada por los turcos Sare..chaban-ova•
En estan situadas Jenizzar, Barout-
calé,' donde hay algunos restos de torres an-
tiguas, y Poura-Ouista ; pero no por eso es.
tá el cultivo en- mejór estado, sino en el
terreno que media entre las montañas y el
mar, exu,-doncle se encuentran plantios de
viñas, trigo, maíz y tabaco. Alli esta el:
pueblo de Sare-chaban que toma el nom,.
bre de la llanura, y á corta distancia está


45
Pa cadena de los montes que forman la ri-
bera del mar. En sus faldas y laderas se
ven bastantes aldeas y casas esparcidas, ro-
deadas de tierras fértiles y bien culti-
vadas.


Desde allí entramos en tiii pequeño va-
lle, y despues de haber atravesado las gar-
gantas de los montes por un camino em-
pedrado, llegamos á otro valle de tres cuar-
tos de legua de diámetro , y siguiendo la
orilla del mar llegarnos á Cavala. Esta ciu-
dad está fundada sobre una roca que tie-
ne la figura de un caballo, y tiene un
puerto poco seguro y frecuentado, donde
se conierc;a en granos y en tabaco : dista
8o leguas de Constantinopla. Hay en ella
un castillejo antiguo que es toda su de-
fensa, y las cercánias estau cultivadas en
Cuánto lo permite la naturaleza del ter-
reno.


Dejamos luego á la derecha la llanura.
magnífica de ITCenal-ova, y siguiendo por
el camino inmediato á las montañas, llega-,
mos á Orfano, y quince horas despues á


Alli empieza á ensancharse la
playa, y el cultivo presenta un aspecto mas
continuado y risueño. Dos montañas de
mármol muy escarpadas y cortadas abren




46
el paso á un pequeíio valle, donde me pa-,,
reció que se hallaba en escelente estado
el cultivo del algodon , y 1A cabo de po-
cas horas de un camino ancho y hermoso;
que se dice haber sido construido pór los
romanos , llegamos á la ciudad de Sa-
kí:lea.


Esta grande y populosa ciudad que es
la antigua Thema , capital del bajalato de
su- nombre, está fundada en el centro de
una gran bahía, y podrá tener una legua
de circunferencia. Las murallas son de la-
drillo bastante antiguas, y los turcos
han reparado y blanqueado; tiene cinco
fortalezas, de las cuales tres estan situadas
á la orilla del mar, y dos en lo alto de la
ciudad. Las primeras tienen cañones de
grueso calibre colocados á flor de agua
pero por el lado de tierra está dominada
de alturas. Hay un arzobispo griego y mu-
chas iglesias de este rito, corno igualmen-
te muchas mezquitas y sinagogas. Se con
servan varios 'restos de antiguedades , como
el arco de Constantino, la Rotunda y otros;
y asciende su poblacion á 70,00o habi-
tantes de los cuales 3o,000 son turcos,
25,000 judios y s5,000 griegos. De doce
:mil genízaros que hay en la ciudad se pa-


47
gan mil y doscientos para la gnarnicion
de la plaza. Cerca de Lángara á las orillas
de un lago hay un escelente edificio des-
tinado á los enfermos que van á tomar los
baños y los lodos que pasan por muy sa-
ludables.


Desde Salónica hasta Larisa no se en-
cuentra ninguna poblacion notable sino


- Catarina, situada en una llanura á la orilla
del mar, cuya poblacion podrá ascender á
xc,000 almas. Dista 16 horas de Larisa, y
á cosa de la tercera parte del camino nos
acercarnos al famoso monte Olimpo sepa-
rado del monte Osa por el valle de Tem-
pe,. cuya altura pasa de mil toesas y cuya
rima está siempre cubierta de nieve. El
terreno se va elevando por grados desde
-el mar hasta este monte, y par lo menos
dejamos y volvimos á tomar diez veces
antiguos caminos griegos ó romanos ( x ).


) No hay cosa mas comun en la T•á-,.
cia, la Macedonia y la Tesália que estos frag-
Mentos :


de Caminos antiguos. Todos ellos estan
abandonados y perdidos por los campos sin con-
ducir a ninguit lugar habitado en nuestros dias.
Es tan considerable su /Minero, que no me to-
iné el trabajo de anotarlo.




48
Alli se estraVió nuestró gtiia , y tuvithols
que bajar á la llanura hasta el mar, por
cuya playa seguimos caminando por espacio
de tres horas, hasta que llegamos á una al-
dea construida sobre una roca pelada. Sus
habitantes nos indicaron la direccion , y
al cabo de cuatro horas de marcha nos
hallamos á las orillas del Peneo, cuyas cris J


-talinas aguas han sitio tantas veces cantadas
por los poetas. Pasamos este rio por un
hermoso puente de piedra, y á dos millas
de él está la entrada del valle de Tempé, del
cual á pesar de los elogios antiguos, solo
puedo decir á Vd. que :mi° es sensible no
poder tributarselos. Hasta la misma natura-
leza parece que está de duelo bajo la do-
minacion de los turcos, y ciertamente que
ni la arena, 'ni las espinas, ni los zarzales,-
ni las casas de tierra que estan esparci-
das en él, presentan aquel aspecto risue.•
flo y seductor que en otro tiempo dieron
tanta celebridad en la Grecia á las delicio-
sas márgenes del Penco.


Atravesamos el valle en dos horas y
media, y cuatro horas despues entrarnos en
la capital de Aquiles. Larisa á quien los
turcos dan el nombre de fenissety, tiene
cerca' de 3o,000 habitantes, cuya mitad son


49
son griegos, yen ella se fabrican telas grose-
ras de lana de que hacen algun comer-


: hay un arzobispo griego y bastantes
iglesias y mezquitas.


Saliendo de Larisa para Tricala se en-
cuentra á pocas horas la célebre llanura.
de Pliarsália, donde se disputó el dominio
del orbe' entre dos ilmAres ambiciosos.
Por ella caminamos seis horas viendo mu-
chos rebaños de bueyes , de caballos y
de carneros, y a una legua de la ciudad
se encuentran viñas y tierras cultivadas.


.Pa'sadas las colinas, en• cuya estreriiidad
está situada Tricala, se entra en un pais
llano que es una continuacion del de Pilar-
sália, y á poca distancia estan los Meteoros
que son .unas rocas de forma particular,
cuyas alturas estan habitadas por monges,
y en su falda hay una ;aldea de griegos.
Al dia siguiente subimos á la cima de
Pindo, y despees de haber atravesado otros
varios montes, entramos en la calzada nue-
va que nos condujo á Janina.


Inmediatamente que llegué fui á pre-
sentarme á nuestro consul general, Mr. de
Pouqueville; pero sabiendo que se halla-
ba en Prevesa con Aly-Bajá, hube de po.,
verme otra vez en camino, y llegué allá


4TO eo IX.




1


5o
en diez y ocho horas. A media legua de
la ciudad, que esta edificada en la estre-
midad de la llanura que yo habia corri-
do víspera, al pie de unas montabas
bastante elevadas, se encuentra un lago de
una milla de diámetro, y á corta distan-
cia estan las colinas que dominan á la an-
tigua Nzctipolis.


Esta ciudad edificada por Augusto des-
pues de la victoria de Actúan, presenta
una inmensa multitud de ruinas. El pala-
cio de aquel emperador es tan grande co-
mo una ciudad: las murallas estan toda-
vía en pie, y de distancia en distancia se ven
los huecos que ocigaban los arcos de triun-
fo. Mas adelante estan los pilares de un acue-
ducto y los restos de un amphiteatro y de un
circo, que sin duda debieron ser magnífi-
cos :. no dejan de estar bastante bien con-
servados; pero los mármoles y las colunas
que adornaban esta hermosa ciudad, fue-
ron arrebatados hace mucho' tiempo. Los
turcos y los huhos son los únicos habitan-
tes de estos escombros, que sirven de mo-
numento de la barbarie de los feroces con-
quistadores , que destruyeron .el imperio
romano.


Despues de haber visitado estas ruinas


5t
/legué á Prevesa la nueva, que es la anti-
gua ciudad de Albania, situada á las orillas
del célebre golfo en que sé dió la batalla
de Actium, que dejó sin rivales á Augusto.
Presenté á nuestro consta los pliegos de
que estaba encargado, y él mismo me con-
dujo al palacio de Aly-Bajá.


Cada dia que se añade á la existencia
de este vandido, aumenta el horrible ca-
tálogo de sus crímenes. Media hora antes
que me presentasen á él, acababan de ar-
rojar cuarenta y seis cabezas en un agu-
jero, cerca 'de. la escalera por donde yo su-
bia: .habia mandado cortar ochenta, y es-
peraban las restantes para adornar con
ellas la puerta y el patio principal de su
palacio. Su caracter es el mas falso, mas
perverso y mas atroz que ha producido
la naturaleza. Su mirar incierto y la as-
pereza de su fisonomia anuncian el hábi-
to de los crímenes. Con el mismo tono
manda á un eunuco que le trayga una mu-
ger, que á sus verdugos que atormenten
una víctima. Ninguna emocion le causan
los suspiros del amor ni los acentos de
la pena ; no sé con 'qué pretexto mandó
un dia á treinta griegos , cuyas esposas
eran hermosísimas, que se las llevasen in,


4-




52
mediatamente, por que tengo gusto, les
dijo, en mandarlas ahogar en mi presen
cia.» No puedo esplicar á Vin., cual fue
lo eme me causó mas horror, si la cruel«
dad de semejante orden, ó la indignidad
de aquellos -viles esclavos, que tuvieron al-
ma para presentar ellos mismos delante
de aquel mónstruo •á sus •compañeras,
las madres de sus hijos. En aquulla mis-
ma tarde fue cosida cada una de ellas en
un saco donde habian metido algunas pie-


. dras, y las arrojaron al mar.
El dueño de la casa que habita en Ja-


nina Mr. de Pouqueville, que era un grie-
go bastante rico y sin hijos, fue convi-
dado. un dia á un banquete en casa de Aly,
y antes del fin de la comida, le mandó dar
de puñaladas en su presencia, y se apode-
ró de sus bienes. Quince dias despues de
esta catástrofe, vi á la desdichada viuda
de aquel griego mendigar por las calles el
sustento.


El joven Aly empezó la carrera dé sus
crímenes asociándose á una banda de la-
drones que infestaban el paso del Pindo
y la llanura de Pharsalia: se enriqueció
con los robos, y tuvo mafia para deshacer-


.
se de sus compañeros, haciendo que se de-


53
bollasen unos á otros. Dueño ya de las
riquezas ,de todos ellos, corrompió á los
ministros de la Puerta y compró el baja-
lato de Janina. A fuerza de astucia y de
crímenes ha conseguido la soberanía de
aquel desgraciado pais, á quien está sacri-
ficando hace mas de diez y ocho anos;
Valiéndose de toda clase de intrigas y del
terror que inspira al gobierno pusilánime
de ConStantinopla, ha logrado la Morea pa-
ra su hijo Veli-Bajá.


A pesar de eso me parece que no es
nada temible , porque ademas de ser per-
sonalmente el hombre mas cobarde que
se conoce, he visto formadas sus tropas'
que se reducen á un peloton de vandidos
y de miserables de toda edad, arrancados
por fuerza de sus tristes moradas, mal'
armados, sin orden y sin disciplina, y- to-
davía mas despreciables que los genízaros.


Queda de Vin. afectísimo amigo.— G.




54


Del
fana tismo , y de la intolerancia su


compañera inseparable.


Se ha dicho y con razon que las vo-
ces mas comunes y usuales,' si son de aque-
llas que representan ideas de cosas inma-
teriales, tienen por lo comun una signifi-
cacion tan vaga é indeterminada, que cada
uno las entiende á su manera, y las apli-
ca á objetos absolutamente distintos. Es-
ta observacion general puede comprobar-
se con miles y miles de egemplos, recor-
riendo todas las palabras que designan
acciones y cualidades intelectuales ó mo-
rales; pero acaso no se hallará una en
que se verifique mejor que la palabra fa-
natismo. Es voz favorita , se .ha hecho de
moda, y á cada paso la repiten aun las
personas poco instruidas; pero entre cuan-
tos la emplean , no habrá dos acaso que
la entiendan del mismo modo y la apli-
quen á los mismos objetos. El hombre frio
é inerte llama fanático al que dotado de
un temperamento fogoso se muestra acti-T


55
yo y emprendedor ; el espíritu fuerte lla-
ma


fanático á todo el que conserva sen-
timientos religiosos, aun cuando los pro-
fese Con la• mayor moderacion ; el cobar-
de llama loco, voz sinónima de la de fa-
nático, al que arrostra con firmeza los pe-
ligros: y en general todo hombre cuan-
do ve que otro da á un objeto mas im-
portancia de la que á juicio suyo mere-
ce, le tiene por loco, le compadece
le desprecia , y á Veces le aborrece ó le
persigue. Pero cuando mas se prodiga el
.epiteto de fanático, es en tiempos de re-
formas, sean estas políticas ó religiosas.
Todo el que no abraza con ardor las nue-
vas doctrinas, que no participa de la exal-
tacion general , que recuerda los princi-
pios de la justicia y del orden, que predi-
ca moderacion y cordura, pasa por fa-
nático á los ojos de los furiosos: y al
contrario, el hombre mas templado y jui-
cioso, si ,aprueba el nuevo sistema, es te-
nido por loco y furibundo por los de-
fensores del antiguo. Si estas denomina-
ciones que se dan mútuamente los parti-.


•dos, se quedasen en meros apodos y dicta.-
dos , no seria el daño muy. grave; pero
es la desgracia que de. las calificaciones




56
injuriosas se pasa despues á los odios re-
cíprocos , del odio á la persecticion, y de
esta á todos los horrores de tina guerra
civil ó de una proscripcion arbitraria. En
tiempos de agitación, y en materias de re-
ligion y de política, las palabras tienen.iina
influencia demasiado real y demasiado fu-
nesta, y mas de una vez se han degolla-
do los hombres por una sílaba, ó sin
otro pretesto que el de darse mútuamen-
te nombres que respectivamente miraban
corno títulos de reprobacion. Cuanta san-
gre no han hecho derramar-y cuantos ma-
les no han causado las palabras de Arrianos
Pelagianos, Yconoclastas, Luteranos, Jan-
senistas, etc. por una parte, y las de Guel-
fos y Gibelinos, Wights y Torys, aristo-
cratas y liberales, moderados y jacobinos
por otra! Es, pues, mas importante de lo
que á primera vista parece, procurar des-
terrar de las sociedades todas las palabras
ominosas que pueden dar , ocasion á per-
secuciones, y por lo menos alteran la
paz y la conc2rdia entre los ciudadanos.
Y como entre todas la que mas general-
mente autoriza las. acusaciones y rencores,
pues designa el crimen que todos los par-
tidos achacan á sus contrarios, sea la de


57
f„na l ismo, y esta disposicion del ánimo,
cuando existe en realidad , es la madre
de la intolerancia, á la cual mas pronto
ó mas tarde sigue infaliblemente la per-


,


sécucion ; no será inutil que fijemos bien
el significado de esta palabra mágica, para
que se vea cuan indebidamente se aplica
por lo general , y que de ordinario los
que acusan á otros de fanáticos, son los
que verdaderamente merecerian tan odio-
sa calificacion.


-Ya queda indicado que las voces fa-
. natico y loco, fanatismo y locura, son
en el fondo sinónimas, aunque en el uso
no se apliquen indistintamente ; porque
la de fanatismo está como consagrada á
las materias religiosas y políticas, y la de
locura á los otros objetos en que puede
haber tamb.ien exageracion y demasía.
Queda insinuado igualmente, que el fana-
tismo bien entendido consiste en dar á
las cosas mas importancia de la que en
justicia merecen á los ojos de la sana ra-
zon ; en apasionarse desmedidamente por
un objeto , y hacer para obtenerle sacri-
ficios que su posesion no puede compen-
sar de modo alguno. En esto consiste
realmente el fanatismo, y por esto se ve




1


58
cómo esta disposicion del ánimo es un
cierto ramo de locura; y el motivo por
el cual ha sido designada con una voz
casi sinónima de la que significa la ena


b


-


o-enacion mental. En efecto el hombre sen-
sato, tranquilo é imparcial, que ve á o tro
dar á un objeto, sea el que fuere, una
importancia que no tiene , entusiasmarse
por él mas de lo que merece ., y arries-
gar por conseguirle los bienes mas pre-
ciosos dé la vida, y cuya pérdida no que-
daria suficientemente compensada por la
adqu' isicion de lo que busca ; concluye,
y si su cálculo es exacto, no andará cierta-
mente muy errado , que el hombre á
quien ve en semejante estado de exalta-
cion , tiene en aquel momento y rela-
tivamente á la 'idea predilecta algo alte-
radas sus facultades mentales.


Supuesta, pues, esta definicion del fa-
natismo en general; y contrayéndonos á
las materias en que esta voz se emplea
con mas propiedad, que son, como queda
dicho, las de religion y de gobierno ; no
será dificil determinar los casos en que
el hombre puede merecer el título de
fanático. Empezando por la religion, la


. cual por su naturaleza es la que mas fá-


5g
cilmente suele exaltar la imaginacion y
trastornar las cabezas mejor organizadas;
será un verdadero fanático toda el que
dé á prácticas fútiles, á devociones insig-
nificantes y á cuestiones escolásticas, la
misma importancia que á las virtudes sólidas,
á la pureza del corazon , y ti los principios
•de la moral. Asi el filósofo llama con
razon fanático al bonzo que se despeda-
za la carne con dolorosas sajaduras, al bra-
Min que se agarra para morir ti la cola
de una baca , y al dervis que anatemati-
za corno impio á todo el que no cree
que' las hojas del alcoran fueron escritas
en el cielo. Será fanático sobre todo el
que aborrezca , deteste y persiga á los
que no piensan corno él en estas cuestio-
nes indiferentes, ó desprecian las frivoli-
dades que él mira con tanta veneracion,
y sobre todo el que aun en materias im-
portantes quiere sujetar á los demas á que
piensen como él, •y obedezcan ciegamente
á su, voluntad ó á su capricho. Este gra-
do (le fanatismo es propiamente lo que se
llama intolerancia ; y si del primero no
se. pasase nunca á este segundo, el fanatismo
seria á lo mas una ridícula debilidad , ob-
jeto solamente del desprecio ó de. la com-




6o
pasion; pero el verdadero fanático jamas
se contenta con dar importancia á. lo que
no la merece; quiere que los otros amen,
veneren y respeten al objeto de su culto;
se enfurece si no lo hacen ; y si por des-
gracia tiene en su mano poder bastante
para compelerlos , amenaza con todo el
peso de su ira, y ¡1,3, de aquel que des-
precie las amenazas del poderoso fanati-
zado! Por eso hemos dicho que la into-
lerancia, y la persecucion son las compa-
ñeras inseparables del fanatismo , y las
que hacen de este estravio de la razon
un niónstruo abominable; autor de gran-
des estragos y de terribles calamidades, en
todos los paises en que se le permite
entregarse libremente á sus furores.


Si de la religion pasamos á la política,
se verá igualmente cómo el fanatismo em-
pieza por dar una importancia desmedida
y exagerada á ciertas fórmulas, ciertas
palabras, ciertas esterioridades, que en rea-
lidad nada ó poco influyen en la refor-,
ma del gobierno y en la felicidad de las
sociedades ; cómo de darles esta importan-
cia excesiva se pasa á mirar con ojeriza
á los que no observan aquellas fórmulas,
no repiten aquellas palabras, y no adop-


6t
tan aquellos signos; cómo por esta sola
razon se les dan epitetos que los desig-
nen como á enemigos del gobierno esta-
blecido ; y cómo reputándolos tales sobre
tan livianas pruebas, se acaba por perse-
guirlos; y si llega el dia de una conmó-
clon popular, por asesinarlos en medio
de la' calle ó dentro de sus habitaciones.
Asi en nuestros dias hemos visto que
aquellos mismos que anunciaban refor-
mas els nombre de la filosofía , que de-
clamaban contra el fanatismo , que ofre-
•cian perseguirle por todas partes hasta des--
terrarle del mundo ; hacian consistir el
patriotismo , la filosofía y todas las vir-
tudes cívicas en tutearse unos á otros, en
llamar ciudadanos útiles á los criados, en
cantar el c.4 iha, en no echarse polvos en
el pelo y en llevar un gorro colorado.
Hemos visto cómo se dió el título de aristo-
crata á todo el que miraba con el des-
precio que se- merecen tan insignificantes
modas ó absurdas innovaciones, y al que
tenia bastante juicio para conocer que los
signos esteriores , las fórtsmlas del trato
finniliar, y las canciones que hoy se can-
tan y se olvidarán mañana, son objetos
muy indiferentes para la reforma del esta-.




-41


62
do : que el conformarse esteriormente en
estos puntos con la moda del dia, es muy
compatible con las' ideas mas equivoca-
das en política y hasta con los proyectos mas
criminales; y que ordinariamente los que
hacen consistir el patriotismo en seme-
jantes esterioridades, no son ni los mas
útiles, ni los mas virtuosos de. todos los
ciudadanos.-'Hemos visto por fin cómo
calificados ya de aristocratas sobre tan dé-
biles pruebas, fueron sacrificados sin for-
ma de juicio, ó por tribunales compuestos
de la canallk mas vil los patriotas mas
celosos , los filósofos mas ilustres , y los
escritores lúe mas habian contribuido á
preparar y acelerar las útiles reformas que
se estaban haciendo en todos los ramos de
la administracion.


Y no se crea que estos fatales efectos
del fanatismo político se han visto por la
vez primera en la revolucion francesa. Es
verdad que en esta gran conmocion se
han acumulado en pocos meses cuantos
horrores tiene registrados én sus páginas
la historia del fanatismo ; y que en la na-
cion filósofa que tanto habia abominado
de la Inquisicion, la intolerancia política
Sacrificó en dos aíios mas víctimas que las


63
que en dos siglos habia inmolado la in-
tolerancia religiósa en la patria de Tor-
quemada pero tambien es cierto que el
fanatismo , la intolerancia y la persecu-
cion son males muy antiguos en el mun-
do. El que lea con atencion la historia,
verá que en todos tiempos y en todos
los paises, siempre que. se ha tratado, de
objetos capaces de exaltar la imaginacion,
los hombres han sido fanáticos, intoleran-
tes y perseguidores ; y lo han sido en tanto
mayor grado, cuanto eran mas ignorantes.


.Asi no es de esperar que el ' fanatismo y
la intolerancia desaparezcan de sobre la
haz de la tierra, hasta que la civilizacion
y la cultora de la especie humana lleguen
al último periodo, del cual estamos toda-
vía muy distantes. No es, pues, nuestro ob-
jeto curar con palabras una dolencia tan
antigua y arraygada, ni somos tan necios
que nos lisongeemos de conseguirlo con
nuestros discursos: nuestro ánimo es fijar
con exactitud la significacion de la pala-
bra fanatismo, y hacer sentir cuan funes-
tas son las consecuencias de esta especie
de delirio. Tal vez templarémos en una
s'ola cabeza el ardor de esta fiebre, y si somos




64
tau dichosos, daremos por bien empleado
nuestro trabajo.


Hasta aqui hemos hablado de los he-
chos: veamos ahora si esta 'nimia de abor-
recer , y de perseguir á los que no miran
con el mismo interes que nosotros los


objetos de nuestro cara), tiene algun fun-
damento racional ; y esta investigaciOn
servirá tambien para que se entienda lo
que significan las palabras tolerancia é into-
lerancia , voces que todos repiten y pocos
entienden. Hemos dicho ya con otro mo-
tivo, que las opiniones de los hombres son
el resultado necesario de sus ideas , y que
es imposible que depongan aquellas sin
que se varien estas. Añadimos ahora que
las ideas mismas y el modo de combinar-
las, son consecuencias necesarias de la par-
ticular organizacion que cada hombre ha
recibido dela naturaleza, de su educacion y
de las situaciones en que le •ha colocado
la casualidad : y que en estos dos hechos
se funda el derecho incontestable que to-
dos tienen á que se respeten sus opinio-
nes, y á que nadie pretenda obligarlos
por la fuerza á pensar de otra manera que
la que ellos creen acertada. Si por la par-
ticular modificacion del órgano del gusto


65
hiciesen en el , paladar de alguna


una impresion
perso-


na desagradable los mi-
mos alimentos que para otra son muy
gratos y aun deliciosos; ¿ tendria derecho
esta segunda á exigir: de la primera que
apeteciese y buscase los manjares que la
repugnan ? Seria justo ni razonable que
emplease la .fuerza para obligarla á comer
lo que su paladar y su estómago
ten ? Pues este es el caso de todos los
intolerantes: pretenden quedos (lemas aprue-
ben lo que ellos tienen por bueno, y
desaprueben lo que les parece malo; lo


' cual es lo mismo que empeñarse en que
todos los individuos de la ,


especie huma-
na tengan un . mismo gusto, y vean los
objetos desde el mismo punto de vista.
Y si este empeño parece necio, absurdo,
temerario, ridículo é injusto ; ¿no lo se-
ra igualmente el de obstinarse en que to-
dos tengan las mismas opiniones políti-
cas ó religiosas? ¿Y no será el colmo de la bar-
barie esterminar á los que tienen la des-
gracia de no pensar como nosotros, aun
suponiendo que nuestras opiniones sean
verdaderas, y las suyas sean falsas ? El er-
ror involuntario' no es un crimen : al que
yerra es menester compadecerle, ‘desen-


TOMO IX. 5




66
ganarle, y demostrarle su equivocacion;
pero nunca degollarle á nombre de la
verdad. Si lo errado de las opiniones fue-
se título justo para perseguir, atormentar
y destruir á los hombres, todas las pros-
cripciones y persecuciones decretadas y
egecutadas por los católicos contra los be-
regcs , quédarian justificadas ; porque sien-
do la religion católica la única verdade-
ra , es claro que los sectarios van -er-
rados en aquellos puntos de doctrina en
que se separan de la ensehanza romana.
Sin embargo , ¿hay un solo hombre sen-
sato, justo y de buena fé; hay un cris-
tiano ilustrado, que apruebe hoy y jus-
tifique la guerra hecha á los Albigenses,
la noche de san Bartolome, las dragona-
das y las hogueras de la Inquisicion ?
Los intolerantes deberian tener siempre á
la vista que cuando fulminan anatemas, y
pronuncian fallos de muerte contra los
que no piensan como ellos en cualquier
materia que sea ; se hacen en aquel mis-
mo punto los apologistas de la Inquisi-
cion. En efecto si fue justo, santo y lau-
dable colgar del fatal reverbero al aris-
tocrata que no pensaba como los jacobi-
nos de París , cuando quizá lo que le


hacia aborrecible la revolucion eran los
exagerados principios que estos profesaban,
y tenia sobrada razon para detestar sus
máximas; ¿ cuanto mas justo, santo, y lau-
dable será quemar á los hereges , de los
cuales no pueden dudar los inquisidores
que se oponen á la sana doctrina de la
Iglesia ?


Pero ¿ qué la tolerancia se estende-
rá hasta dejar tranquilos á los que se pre-
sumen enemigos secretos del gobierno es-
tablecido, ó que no profesan la religion del
Estado ? Esta es la gran cuestion que pro-
curarémos ilustrar con toda claridad , por-
que es la que mas facaa y co munmente
embrollan y obscurecen los perseguido-
res. Entre estos no hay ninguno que diga
abiertamente que


.es justo perseguir por
• opiniones : todos se escudan con el bien
público , con el interés general , con la
conservacion del orden, con la pureza de
la fe , con los derechos del trono y del
altar; en suma, si persiguen es protestando
que no son crueles gratuitamen te y por el bár-
baro placer 1de hacer mal á sus semejantes,
sino que los obliga á ello la triste necesidad
de evitar grandes males á la sociedad en-
tera sacrificando algunos individuos. Vea-


, 5,




68
mos, pues, hasta qué punto son fundados
ó especiosos estos pretestos, y hasta qué
grado estan autorizados los depositarios
del poder para comprimir la libertad de
las opiniones, asi políticas , como religio-
sas.


En la parte política es mas facil de
de resolver la cuestion. Las leyes, si sonj ustas, no deben prohibir mas que las PC-
dones esternas contrarias al objeto de la
asociar:ion , es decir, á la pública felici-
dad; y de consiguiente todo el que no
egecute acciones prohibidas por las leyes,
debe estar á cubierto de toda persecucion
en un pais bien gobernado. Paga el ciu-
dadano las contribuciones , obedece á los
magistrados , cumple con las obligaciones
de su estado y su. destino ; no hace mal
á nadie, respeta la propiedad agena; no
insulta á los demas, no conspira ni maqui-
na contra el gobierno, no turba en ma-
nera alguna el orden público ? Pues sea
por su parte respetado y protegido, cuales-
quiera que sean sus opiniones políticas.
Esta es la regla; y si se quiere ver de-
mostrado prácticamente que su observan-
cia, lejos de ser funesta á la libertad , es
precisamente la que- mas asegura este ines-


6g


timable beneficio ; véanse los Estados-uni-
dos de América, y véase la Inglaterra, dos,
paises verdaderamente libres. En ambos- el
ciudadano que no quebranta ninguna de
las leyes positivas, vive tranquilo y seguro
<le que nadie le incomodará de modo al-
guno. Que sea federalista ó unitario, re-
publicano ó realista, radical ó parlamen-
[ario, amigo ó enemigo de la nobleza, mi-
nisterial ó de la oposicion ; y que esto
lo diga en medio de la plaza mas públi-
ca de Londres ó de Wassington , con tal
que no escite á los demas á sublevarse
contra el gobierno eitablecido , nadie le
designa por sus opiniones como un hom-
bre peligroso , y mucho menos como una
bestia dañina que es menester esterminar
á toda costa. Este principio constante de
conducta ha hecho


• ya contraer en aque-
llos paises á toda la nacion un hábito
general de sabia y filosófica tolerancia, en
virtud del cual los ciudadanos todos pres-
cinden en su trato recíproco de cuanto
tiene relacion con la política. Con tal que
uno sea hombre honrado, veraz y exacto
en el cumplimiento de sus palabras y con-
tratos, nadie pasa mas adelante, ni se cura
de saber si está por la reforma parlamen-




taria , si prefiere la monarquía á la repú-
blica, ó la república á la monarquía, etc. etc.;
y no hay cosa mas comun que ver en una
misma sociedad mercantil, en una empre-
sa de industria, en una misma , dos
socios, dos empresarios, dos hermanos que
viven en la mejor inteligencia y en la mas
estrecha amistad, sin embargo de que el
uno profesa principios políticos enteramen-
te opuestos á los del otro.


En la parte religiosa el punto es mas
delicado en aquellas naciones, en que no
se permite profesar publicamente otra re-
ligion que la del Gobierno ; porque como
la creencia del dogma forma una parte
esencial de la religion misma, el Estado
tiene derecho á exigir de todos los que
quieran ser miembros suyos y vivir bajo
de sus leyes, que en público no enun-
cien opiniones, ni profesen doctrinas con-
trarias á la fe teológica de la comunidad.
En cuanto á la creencia interior de cada
uno no solo el Gobierno, pero ni aun
la potestad eclesiástica tienen derecho á
violentar su conciencia , y hasta entre los
mismos teólogos está recibido el axioma «de
occultis raon judicat Ecclesia.» Esto se en-
tiende del foro esterno , porque en el tri-


bunal de la penitencia entre los católi-
cos, el que se presenta en él, puede' ser
examinado hasta de sus mas secretos pen-
samientos, y juzgado •con arreglo á las leyes
á que en aquel acto se sugeta ; pero ya
se sabe que las penas que se le impon-
gan, si ha delinquido en punto de creen-
cia, han de ser puramente espirituales.


Teniendo el Estado derecho á exigir de
sus individuos que profesen en público la
religion que él ha declarado esclusiva, y
pudiendo en consecuencia proceder con-
tra los que la impugnen públicamente; pue-
de todavía preguntarse, si á los que lo
hicieren , se les deberán imponer penas
corp. oris aflictivas, hasta la de muerte.
Nosotros respetando la opinion afirmativa,
somos de parecer que para esta clase de
delitos la única pena proporcionada es
la del estrariamiento. Cuando un indi-
viduo de la sociedad está- mal avenido
con la única religion que esta permite, lo
enuncia asi paladinamente; y no se con-
tenta con decirlo y con despreciarla él,
sino que escribe ó predica contra ella para
que otros la desprecien y la descrean : el
medio mas sencillo de evitar que lo con-
siga, es espelerle de la sociedad que ha




72
escandalizado, y que vaya á predicar su
doctrina á otro pais en que sea bien re-
cibida. Esta pena 'es bastante grave para
que sirva de escarmiento, y tiene la ven-
taja de que con ella se evita la repeticion
del crímen por parte del mismo indiví-
duo ; cosa que no se conseguiria siempre
con las penas corporales, á no ser la ca-
pital ; pero esta en ningun caso nos pare-
rece justa por delitos, cuyo origen está
mas bien en un error del entendimiento
que en la depravacion de la voluntad; y
tales son todos los relativos á la creencia
religiosa. El hombre de mas probidad hu-
mana , y el mejor de los ciudadanos pue-
den tener la desgracia de profesar otros
principios; y aun cuando cometan la im-
prudencia de manifestarlo asi, y de con-
signar en alguna obra sus erradas opi-
niones, nos parece que seria tratarlos con
demasiada dureza condenarlos á la misma
pena que á los asesinos y á los saltea-
dores de caminos. Aun suponiendo que
Socrates se hubiese burlado de la religion
de Atenas, que la hubiese ridiculizado en
público y que hubiese inspirarlo á sus dis-
cípulos




opiniones contrarias á la creencia
popular, ¿quién aprobará que se hiciese


73
beber la cicuta al mayor sabio de la Gre-
cia, y á un ciudadano tan benemérito de
la patria ? Pero se dirá que la religion que
combada era falsa, absurda y monstruosa;
y que la doctrina que el predicaba era
verdadera, y si no revelada, .conforme por
lo menos á la razon. Asi es, sin duda; pero
esto en nada debilita la fuerza del argu-
mento. Cuando examinamos si un Estado
que tiene una religion esclusiva, puede cas-
tigar con pena de muerte á los que la im-
pugnan'ó desacreditan, prescindimos de que
esta religion sea verdadera ó falsa, exami-
nada en sí misma: la consideramos como un
elemento de la Constitucion política ; y si
bien reconocemos que todos los ciudada-
nos deben respetarla y conformarse con
sus prácticas esteriores , y que se hacen
reos los que atentan contra ella ; insisti-
mos sin embargo en que á esta clase de,
reos no se debe confundir con los mal-
hechores ordinarios , y que las penas opor-
tunas para estos no son aplicables á aque-
llos.


Nuestra observacion adquiere todavía
mas fuerza si nos contraemos á la re-
ligion verdadera. Su divino fundador no
enseñó en parte alguna de su evangelio




75
imponerse á otros delitos análogos ; pero
la facultad de- hablar y escribir, sobre ma-
terias religiosas, es, y debe ser infinitamen-
te mas estensa que en aquellas naciones
que tienen una religion esclusiva. Cuan-
do la ley fundamental permite y protege
igualmente la comunion romana, las sectas
reformadas y la sinagoga; es una conse-
cuencia forzosa que permita al católico
enseñar su doctrina , al protestante defen-
der la suya y al israelita comentar, si quie-
re, los delirios de sus rabinos. Ni la reli-




.gion verdadera tiene por qué temer esta
concurrencia de sus rivales. No siendo obra
de dos hombres, no podrán destruirla so-
los los esfuerzos humanos : su fundador
.la dicho que el error no prevalecerá con-
tra ella. Al contrario, del choque mismo de
la controversia deberá salir mas pura y


ate, asi corno el roce de los cuerpos
ásperos pulimenta los metales finos, les da
nuevo brillo y aumenta su estimacion.


74
que á los que impugnasen su doctrina se
les respondiese con hogueras y • cadalsos:
la Iglesia en sus dias mas felices y en los
tiempos de su mayor esplendor, no pretendió
jamas que la potestad civil castigase con
pena de muerte el delito de heregia; y
si luego que empezó a eotiviarse el pri-
mitivo fervor y alterarse la pureza evan-
gélica, los emperadores ya cristianos pro-
mulgaron leyes sanguinarias contra los he-
reges ; la Iglesia ilustrada desaprobó un
rigor tan contrario a: su verdadero espiritu,
y lloró en secreto, al vtor que los que poco
antes reclamaban para sí la tolerancia, se
hubiesen hecho intolerantes y persegui-
dores.


En cuanto á aquellos Estados que per-
miten el egercicio público de varias ó de
todas las religiones, la cuestion propues-
ta ofrece pocas dificultades. No burlarse
en público de ninguno de los cultos re-
cibidos, no insultar á sus ministros , no
turbar el orden en las ceremonias, solem-
nidades y concurrencias religiosas: he aqui
las obligaciones comunes á todos los ciu-
dadanos. El que falte á. ellas podrá ser
castigado con aquellas penas correcciona-
les que en una buena legislacion deben




76


Apuntes para servir á la historia del ori-
gen y alzamiento del egército destinado
á Ultramar, en t.° de enero de 1820, i»or
el ciudadano Antonio Maria Alcalá Ga-
liano. Se hallara á 4 rs. en la libreria
de Paz y Dávila, calle mayor, frente á
las gradas de San Felipe.


La lectura de este opúsculo es no me-
nos util que agradable á las personas que
desean conocer los resortes, que han con-
tribuido á la grande obra de la regenera-
cion de la amada patria, y no puede me-
nos de interesar sobre manera á los bue-
nos patriotas el considerar cuanta es la
fuerza del amor á la libertad, pues con
débiles medios, contando solo con la fir-
me resolucion, la constancia. y el valor de
pocos, pero decididos patriotas, lograron
la heróyca empresa de derribar la mole
de opresion que nos abrumaba.


Esta revelacion puede ahora parecer á
alguno prematura y arriesgada; pero tiene


as


77
las formas de franca y verídica. Dando su
autor tanta publicidad á la parte que tomó
en la empresa, demuestra con arrogancia
que prefiere la muerte al retroceso de sus
resultas. En cualquier otro que no tuviera
dadas tantas pruebas de valor como el se-
ñor Galiano y los seis indivíduos mas que
se reunieron en Cadiz, el dia 13 de julio
de 181 9 , para discurrir los medios de res-


.


tablecer la conspiracion destruida por el
conde del Abisbal, podria repararse que
no fuese mas cátito. Nada admira que el
gefe de un egército descontento concibie-
ra el proyecto de reformar el gobierno im-
bécil que sin ninguna garantía habia puesto
en manos de él la masa principal de sus
-fuerzas: aquel tenia reunidos todos los
medios necesarios para lograr su fin, y á
cualquier trance estaba seguro de la impu.
nidad : pero que en el instante inmediato á
su incomprensible desmayo; cuando el au-
tor de la trama se hallaba tan empeñado
en romperla por su seguridad propia, cua-
tro indivíduos particulares, sin autoridad,
sin fuerzas, sin recursos precuniarios, sin
plan ninguno, y con el escarmiento á la
vista de Madrid, de Santiago, de Barce-
lona; de Bilbao, de Valencia - etc., se ar-




98rojaran al sepulcro para buscar y recoger
las pocas semillas que solas


todavía estuvieran


vivas, y que con ellas formaran la
esperanza de replantar el jardín de la
bertad; es proyecto asombroso que parece
propio de la temeridad juvenil , aunque
bien conducido y coronado de un suceso
próspero, merezca toda la gloria que jus-
tamente se le tributa.


Lean el opúsenlo del señor Galiano y
mediten atentamente los hechos que espo-
ne, todos los hombres de Estado :


nsaque


de él lecciones útiles y saludables los cie-
gos partidarios, del despotismo ; aprendan
por la esperiencia los nuevos misioneros
dogmáticos de la legitimidad, que por sa-
grado que sea el título con que un prín-
cipe domine á


los hombres de cualquier
pais, es menester que no solo él sino es-
tos tambien hallen en el gobierno su con-
veniencia propia , pues de otro modo nin-
gun apoyo encontraria el poder absoluto
en su doctrina; consideren los ministros


,bajos, é
ineptos para el manejo de los ne-


gocios, que no hay monarca tan amado
de quien se pueda sufrir un número in-
definido de agravios; que la nave se es-
trella tarde ó temprano cuando se suelta''-.


la mano del tirnon y se la deja ir al acaso;
que en vez de temible puede hacerse cada
dia mas despreciable el pr:ncipe que con
multiplicados actos de crueldad quiere sos-
tener una administracion indolente y ar-
bitraria ; que no hay tropas tan mercena-
rias ' que sean dóciles y obedientes tenien-
dolas desnudas, y sin pagarlas con pun-
tualidad su escasa merced; y que no por
ser tropas se desnudan de la naturaleza de
hombres que tienen apego á la vida, y
antes de esponerla quieren saber si hay
probabilidad de salvarla. Ültimamente vean
los paneginistas franceses y alemanes de la
conducta política de los ministros de nues-
tro siempre amado soberano, que siendo
este monarca el ídolo de los españoles, no
solo por sus buenas prendas, sino por la
inmensidad de los sacrificios que les ha
costado su rescate y la posesion de su go-
bierno, habia llegado á estar sin autori-
dad, sin consideracion dentro y fuera de
sus Estados, sin un amigo ilustrado y ce-
loso defensor de las prerogativas de su co-
rona, y lo que debia ser amargo mas que
todo para su paternal corazon , sin el uni-
versal aplauso de sus súbditos.




Cuál es la esencia .del gobierno représátt.,
iativo.0


Muérenos,- á escribir : este artículo u pa-
raWslaTo del Monitor de París, por el-cual
trata de ;persuadir que no hay gobierno al-
guno que no sea representativo, inclusos,
el del gran seilor y el del sunio pontífice. He
aqui su manera " . raciocinar, En toda socie-
dad existe cierta fuerza que pertenece á la
masa de. la. comunidad: luego el gobierno
que la: posee no la .egerce , sino porque re-
presenta d la comunidad ,que, la poseia ori-
ginariamente; es asi que no hay gobierno
que no posea la fuerza pública, luego:, no


.har gobierno que no sea:. representativo. Es..
TO 6


8o


Reflexiones sobre el mejor sistema de de-
fensa nacional. Papel en 4.° que se ven-
de en la librería de Sanz, calle de las
Carretas, á real.


CENSO]).
PERIÓDICO POLITICO tY LITERARIO,


N.° 50.


SÁBADO j /4 DI JULIO
182 1.


Hemos leido con gusto este discurso,
en que el autor muestra ser un militar
instruido, juicioso y culto. Trata de ma-
nifestar la necesidad de las tropas de línea
para la defensa de un Estado, y .da
entender que la .guardia urbana ó na-
cional, aunque utilísima para la seguridad
interior de los ciudadanos y para economi-
zar el número y coste de las primeras, no
podrá nunca escusarlas enteramente.


La pureza del lenguage y la corree,
clon del estilo de este militar son muy
poco comunes entre los escritores espa-
ñoles de su misma profesion.




te raciocinio es digno de los que han abo-
lido la carta -desfigurándola, de los que han
querido confundir las cámaras representa-
thas con• los antiguos estados generales,
en fin , de los que han pretendido hacer
problemática "la representacion de los di
putados elegidos por el pueblo. Seme-
jantes doctrinas tan exóticas como peli-
grosas, no se han nido en la r.liinara de
Francia basta la presente sesión ; los fa-


náticos realistas \A
"'
e 1815 eran á lo me-


nos mas francos: decian abiertamente al


rey, romped la carta.
La táctica del dia es


diferente: quieren degollar á la libertad
con sus mismas armas.


En efecto, - no hay un principio mas


liberal . que el que reconoce que la
, Tuer-


la pública es originariamente de la nacion;
y no sabemos por qué los que confiesan
esto, sé horrorizan al oir el principio de
la soberanía nacional: porque el soberano
es el dueño de la fuerza ; y si en el prin-
cipio de la asociacion pertenecía la fuerza
al pueblo, á él pertenecia tambi'en la so.
beranía. Tambien es un principio que se
debe reconocer, que todo gobernante, sea
cual fuere la forma de gobierno, no obra
sino en representacion del pueblo. Scriz


bueno que semejante máxima se hiciese
familiar en Turquía y en Persia ; porque;
bien pronto acabaría el despotismo, el cual
no es tan funesto por los males que pro-
ducen sus yerros y sus furores, como por
las máximas desatinadas y absurdas que
infunde en los pueblos en materias mo-
rales, políticas y religiosas. En efecto, de-
ben saber las naciones, que sea cual fue-
se la manera con que se las gobierna, los
títulos del gobernante no han bajado
rectamente del cielo, ni han brotado del
campo de, batalla que ensangrentó su al-


. fange, sino que penden del consentimien-
to ya espreso, ya tácito de los pueblos
sometidos. Este consentimiento es el que
ha legitimado las usurpaciones, el que ha
establecido los derechos de las dinastías,
el que ha influido hasta cierto punto en
las formas de los gobiernos; porque los
sultanes de Constantinopla no dominarian
despóticamente, si los turcos no estuvie-
sen persuadidos por sus principios religio-
sos de que la voluntad de su gefe es una
revelacion de la voluntad de su Díos.


A esto se reduce todo lo que hay de
razonable y verdadero en el raciocinio del
Monitor. Su paralogismo está cn el abuso


6.




de la palabra i'epresentacion, que,itunqtte
sea comun á todos los .gobiernos, signifi-
ca en cada uno diferentes cosas; y es un
absurdo querer hacerlos á 'todos iguales;
porque se les pueda aplicar una misma voz
en la •nomenclatura política. El gobierno
turco representa la fuerza pública, y no tie-
ne mas que un representante; pero no repre-
senta ni la voluntad, ni las opiniones, pi
los intereses de los gobernados. El -gobier-
no. austriaco representa . mas-; porque los
estados generales de Austria y las dietas
de Hungría representan los intereses de las
clases privilegiadas; mas no estan represen.
tallos ni los intereses ni las opiniones del
pueblo. Ultimamente el gobierno de In-
glaterra representa verdaderamente la na
cion ; porque el rey es administrador
de la fuerza pública, y la cámara de los
comunes posee et voto nacional en todo
lo que interesa á la nacion en general.
Obsérvese que un gobierno se aparta del
despotismo y se acerca á la libertad, cuan'
to mas estensa y amplia es la represen-
tacion que. en él se establece; y • no lle-
ga á merecer el nombre de representat


i -


vo, hasta que las opiniones y doctrinas na-
cionales que forman el poder supremo


81
las naciones cultas, no tengan diputados
que las representen , elegidos por la mis-
ma nacion, ó lo menos por aquella par,
te , cuyos. intereses son mas generales y
populares. Si se quiere llamar represen-
tativos á los demas gobiernos , no dispu-
•arémos sobre la Palabra, con- tal que se les
distinga esencialmente del que todos los
publicistas reconocen bajo el nombre de
gobierno representativo.


Sil esencia consiste en la eleccion po
pular de. l'os legisladores; por ella se dis-
tinque de los gobiernos absolutos y pri-
vilegiados., én los cuales el poder legislati-
vo no. se egerce por el nombramiento del
pueblo, sino por clases ó por indivíduos
en.quienes la ley, la costumbre ó el abuso
le depositó : por la eleccion popular de
los legisladores se distingue tambien el go-
bierno representativo de todos los que fue-
ron conocidos en la antíguedad; porque en
las repúblicas mas libres el pueblo soberano
estaba -en permanencia, y él era realmente
el que daba leyes, juzgaba y administraba:
no asi en el régimen. representativo, en el
cual el pueblo no egerce la soberanía sino
por delegacion y con arreglo á las condicio-
nes establecidas por la ley fundamental.




$6
De este caracter distintivo resulta que


la voluntad de la nacion está representa-
da en este gobierno, no vaga y genéri-
camente, como en todos los demas , sino
espresamente y con aplicacion individual
á todos los casos posibles, en que se trata
de la confeccion de la ley y se ventilan
los intereses públicos. Los diputados al
congreso nacional , al recibir los manda-
tos de sus comitentes no representan solo
el deseo general de tener un gobierno,
que es á todo lo mas que llega la repre-
sentacion en los gobiernos absolutos: son
ademas delegados para espresar especial-
mente el voto del pueblo en cada una de
las cuestiones legislativas que se discutan.
Por eso la libertad de la imprenta es una
condicion esencial en esta clase de go-
bierno ; y lo es tanto 'que sin ella seria
ilusoria aquella representacion; porque tan
poco informados estarian los legisladores
del voto y de la opinion nacional , co-
mo el sofí de Persia lo está de las ne-
cesidades de sus: súbditos. Poner trabas


la libertad del pensamiento es corrom-
per en su mismo origen el gobierno cons-
titucional.


El supremo depositario del poder ege-


37
cativo es tambien representante de la na-
cion; perpétuo y hereditario, si el gobier-
no es monárquico; y vitalicio 6 temp o_
ral, si es republicano. En el primer caso
el acta de nombramiento es ley




-fUnda
mental del estado : en el segundo no, por-
que es una simple eleccion que se repite
en épocas determinadas por la Constitu-
cion.


La intervencion de la voluntad gene,
ral en todos los negocios es consiguiente
á la verdadera representacion. nacional. El
rey no puede gobernar -sino con, arreglo
á leyes; porque, sea cual fuere su invio-
labilidad, no encontrará ministros que se
sacrifiquen á la anímadversion pública; y
las leyes discutidas y deliberadas por los
mandatarios del pueblo, no pueden dejar
de tener el caracter de imparcialidad que
es el que las sanciona verdaderamente.
Veamos ahora si se encuentra en otros go-
biernos la influencia de la voluntad pú,
blica en la administracion.


Si es cierto que es propio de los hom-
bres abusar de todo, y mucho mas del
der donde quiera que se establezca 6 el des-
potismo ó el privilegio, estos invadirán to-
da la soberanía, 'y no dejarán á los in-




tereses populares >ninguna parte en cría.,


Pero aun no bérá esto lo peor que harán:-
convencidos de•que las naciones no son es-
clavas, sino 'porque aman la esclavitud,
trabajarán . por añadir al yugo delaftterza
que. tarde ó temprano, destrozan los pue-
blos, el de la , preocupacioniT--el del fa-
natismo. inventarán oráculos 'celestiales pa-
ra santificar la tiranía y el hombre de-
gradadb por el error, y envilecida la par-
'te mas noble de su ser, pasará. desde los
pies del mufti -á los pies del sultan. Te-
nemos un egemplo , notable de _esta degra-
dacion "en el imperio turco; su historia
está llena de conspiraciones contra los dés-
potas; y no halehabido ninguna contra el
despotismo. Las pasiones dan á los ánimos
una energía pasagera que es funesta al
depositario del poder absoluto: para abo-
li• la tiranía se, necesita mas que, pasiones:
solo ;a razon puede luchar contra las pre-
ocupaciones envejecidas que la sostienen.


Véase, pues, la diferencia que hay en-
tre representar la fuerza nacional:, y re-
presentar la voluntad nacional. En este ¿e.;
gundo caso la soberanía está, como debe
estar, dividida en los diferentes ramales
del poder legislativo : en el segundo pue-


Sg
de estar concentrada en una sola mano,
y por consiguiente ser instrumento del
mal, en vez de serlo de la felicidad comun.
En el sistema constitucional ningun indi-
viduo, ninguna corporacion es soberano
esclusivamente ; y aunque las formas de
este gobierno pueden variar casi al infini-
to, no es posible concentrar la soberanía
y permanecer el sistema representativo. Asi
nos hemos admirado mucho de haber vis-
to impresas algunas esposiciones á las Cor-
tes, en las cuales se da al congreso na-
cional el epiteto de soberano. Esta espre-
sion- es peligrosa y es: falsa, es peligrosa,
porque en un pueblo libre nadie egerce
la soberanía, sino la ley ; es falsa, porque
segun el tenor de nuestra constitucion la
soberanía actual no reside en el congreso,
pues sus deliberaciones no obtienen fuer-
za de ley, sino .-por la sancion real, ó des-
pues de dos legislaturas. Ahora bien, no
egerce el poder soberano el que necesita
de otro poder para hacer efectiva su
voluntad.


Ya en otro número de
.
este periódico


remos definido la palabra soberanía, ira-
ando de los derechos que el pueblo se
eserva en la monarquía constitucional; y




yo
no lovolvemos á repetir aquí, porque es muy
facil abusar de esta voz, y deducir con-
secnencias muy funestas, si se yerran los
principios. En el gobierno representativo
hay dos principios reconocidos : el 1.°.
que la soberanía reside en la nacion: el
.2.° que no la egerce, sino por delegacion.
Cuando la delega sin dividirla , lo que
solo sucede en casos muy estraordinarios,
entonces crea un gobierno dictatorial, in-
terino y provisional por su naturaleza;
pero segun la marcha natural debe divi-
dir los poderes al tiempo de delegarlos.
De aqui se infiere que en el sistema cons-
titucional ningun magistrado es soberano:
solamente lo es la ley , y si se nos pre-
gunta en quien reside visiblemente la so,
beranía, no titubearémos en responder que


. en la reunion de los magistrados, á quie-
nes el pueblo ha delegado sus pode-
res: es decir, en cada uno existe la parte
de soberanía que le asigna la ley. No es ne-
cesario; mas diremos, seria muy malo que
hubiese un poder soberano sobre los de
mas; porque este poder los tiranizaria á
todos, y acabaria...por oprimir la constan-
cion y la nacion. Basta que se sepa á cual
fuente de poder se debe recurrir para la


decision de los negocios.. d
Qué precrsion


hay de un magistrado visiblemente supe-
rior á demas


El congreso nacional puede llamarse
soberano en su ramo , es decir, en cuan-
to le pertenecen esclusivamente la de-
liberacion de la ley: 2.° la facultad de regla-
mentarse: 3.° el nombramjento del tribu:,
nal de cortes. Pero como en la acepeion
comun la palabra soberano supone una
supremacia independiente y general, no
.creemos que se le pueda aplicar antes de
que se haya modificado el . valor. de este
epiteto ; de modo, que se pueda llamar
soberano al supremo tribunal de justicia,
porque juzga sin apelacion; y se puede
tanibien llamar soberano al monarca, por-
que dispone esclusivamente de los em-
pleos, de las comisiones, de la fuerza
macla, etc. En general es prudencia abste,
nerse de aquellas denominaciones que pa-
ra ser verdaderas, deben perder ó en es-
tension ó en intensidad una parte del va-
lor que estamos acostumbrados á darles.
En materias políticas- es (le absoluta ne-
cesidad esta máxima , si se quiere impe-
dir las usurpaciones ó las restricciones
ilegales. de la autoridad.'_ Se ha dicho que




las palabras golnernan el inundo , y se
puede añadir que porque. el inundo las
corrompe encerrando en ellas las ideas
que no existian antes, ó robandoles parte
de las que poseian.


Volvamos á la materia de que trata-
mos, y de la cual nos ha separado esta
digresion que no hemos querido omitir
por lo importante que es determinar en
todas materias y principalmente en las de
gobierno , fijar un. verdadero valor de las
voces. :Asi como la palabra soberano pue-
de ocasionar, y ha ocasionado efectiva-
mente en muchas épocas, gravísimos des-
órdenes por su. mala. aplicacion asi la
palabra representacion, tomada en el sen-
tido en que la ,. usa.el puede traer
consecuencias muy perjudiciales. Sin em-
bargo , es muy de notar que !os favore-
cedores del poder arbitrario lo califican
en el dia Como una autoridad . represen-
tatima de la fuerza pública. No era asi
como se expresaban en el siglo pasa-
do; entonces deeian que , un monarca era
representante de Dios, y que como tal de-
bia obrar y gobernar á su arbitrio ; que
su voluntad era la ley; que podian clero-
garlas y restablecerlas , cuando y coma


93
cuisiesen etc. Mucho-ha bajado ya el despo-
tismo ; antes era hijo del 'cielo: ya se con-
tenta con tener su cuna en la tierra ; y
esta confesantes una de las grandes con-
quisias que se deben á las ideas liberales.
Debemos esperar que no tardará Mucho
mi la en que todos reconozcan que su
verdadera patria es el abismo. Aquel cha
será lanzado para siempre,de la tierra.


Al mismo tiempo que el Monztor,:en-
galana á su maiiera al gobierno absoluto
con joyas que pertenecen al liberal, los aris-
tocratas de las pequeñas soberanías ale-
manas confiesan públicamente que 110 Son
la percladera tw'presentacion nacional y van
cediendo el lugar, que por tantos siglos
han ocupado, á los diputados del pueblo.
Es admirable la uniforme tranquilidad,
con -que se recibe en todos aquellos esta,-
dos el régimen constitucional. Sin duda los
ánimos estaban muy preparados para esta
innovaeion , pues se verifica sin t umultos
ni alborotos. Es verdad que en las pe-
queñas monarquías estan los gobernantes
mas cerca de los gobernados, y mas dis-
puestos á obedecer á la opinion pública.
El principe de Schwarzbourg—Rudolstadt
ha declarado ejecutoria la constitucion




94
que dió á- . sus estados db. 1816. El


28 de'


marzo último se abrió Aa primera sesion
representativa, y concluyó en 22 de abril.


El príncipe, al promulgar las leyes que ere '1
ella se hicieron, deCiarÓ - que aquel acto
constitucional era obligatorio tanto para
él como para sus sucesores, que no po-
drian revocarlo, suprimirlo, ni' alterarlo
sin ;el consentimiento de la re.presentacion
nacional. La constitucion de aquel pais
ha. tomado de la española una institucion
muy util y favorable á la libertad, cual es


la
diputacion permanente, que está encar-


gada en el intervalo de las sesiones de so.
brevigilar el poder ejecuto, y de presen-ejecuta ,
tar sus quejas al príncipe , en el caso de
ser la achninistracion vejatoria.


El duque de Sajonia-Gotha ha nombra-
do ya una junta encargada de redactar la
constitucion de sus estados: y es muy
admirar, que esta patriótica resolucion ha di°
Manado de los estados feudales del ducado
de Altemburgo• El baron de Lindenaui
ministro del duque, y vire-director de aque-
llós estados provinciales, fue el que hizo
`en - ellos la primer propuesta. Para que se
vea hasta qué punto triunfan las luces del
siglo ole-todas las preocupaciones, copiaré-


95
mos algunas palabras Je su discurso, y nos
admiraremos de Oir á un 'ministro" aristocrata
y tefe de aristocratas, proclamar los princi-•
pios mas sabios del liberalismo: " Si 'en to-
dos tiempos ha sido sumamente benéfica
la influencia de los estados provinciales,
nunca mas qlte en el dia. Ya 'es forzorso
dar mas estension al principio represen-
tativo. Todas las naciones 'civilizadas bus:-
Can la base de su' poder en constituciones
representativas bien organizadas. El gobier-
no, para tener crédito y fuerza, y estable..
;cer el principio moral que consolida su
existencia, ha de entrar en el círculo de
accion que trazan los deseos é intereses del
estado, manifestados por la voz pública y por
los diputados de la nacion. Nosotros no
podernos ser los verdaderos representantes de
pais; porque no somos elegidos libremente,
y- porque nuestra reunion no es efecto de
la libre voluntad de nuestros conciudadanbs.
Esto dice en un pequeño rincon de Ale-
mania un gobernante oligarca; 'y en Pa-
rís, en el centro del mundo Civilizado
en el pueblo que mas ha usado y abusa-,
do de la libertad; ¡ se proclama en un pe-
riódico ministerial que todo gobierno es


:representativo ! Los aristocratas alemanes




9P
no se creen verdadera representacion nao
cional: pues que lo sean los ministros del
gabinete francés.


A este contra-principio pudieramos
añadir otros muchos que han querido in-z. _
sinuar, ya los ministros en las cámaras, ya
sus periódicos en el público; pero entre ellos
el mas notable es la pretension de hacer
proporcional el número de ministros al
de diputados ; de modo que aumentando
el número de los representantes del pueblo,
se ha de aumentar forzosamente el número
de agentes del poder.


Este año se visto en Francia un
fenómeno muy singular en política, y es
ministros sin ministerio. Esta innovacion,
cuya verdadera causa no puede ser otra
que aumentar el número de agraciados del
poder á costa de la nacion, necesitaba de
un pretesto, y se ha tomado el ridículo del
'aumento de los diputados. La culpa es de
la Carta que olvidó fijar el número de los
ministerios; descuido que no tuvieron los
redactores de la Coustitucion española, en
la cual ademas de fijarse dicho número
con sus nombres respectivos indicantes de
sus atribuciones, se reserva á la nacion
junta en Cortes el derecho de aumentar


97
las secretarías del despacho , si lo creyese
conveniente. Y en efecto es cosa cruel que
la nacion haya de pagar tin ministerio
sin examinar antes si aquel ministerio es
necesario : qué será pagar un ministro,
cuya inutilidad está testificada por su mis-


' ma inaccion ?
Los burlones de París se han diverti-


do mucho á costa de aquellos ministros
llamándolos ministros nominales, ministros
de anillo, ministros in partibus etc. Pero no
es justo que una nacion entera pague la
diversion y la risa dé' algunos ociosos.


• Parece que se han Considerado. al mi-
nisterio y á la representacion nacional co-
mo dos egércitos enemigos, cuyas.fuerzas
se valtian numéricainente, y cuyos gene-
rales aumentan respectivamente las suyas.
El ministerio se ha creido obligado á ad-
mitir reclutas' por el refuerzo numérico
que ha recibido el cuerpo representativo.'
Pero se engaña mucho si cree que el po-
der egecutivo aumenta de


. intensidad en
la razon de la multitud de sus agentes:
al contrario , es un principio bastante co-
nocido que la autoridad es ta nto mas fuer-
te y vigorosa, Cuanto mas concentrada.


.Es
verdad que no se les ha dado poder á los


TOMO 7


ri




fi


98
nuevos ministros. ¿Qué ha ganado, pues,
el gobierno con su nombramie nto ? Tener
en la cámara quienes reclamen con mas
autorizacion el cierre de las discusiones:
por lo cual entre todos los nombres ri-
dículos que se les han dado, el mas ridí-
culo es el que les impuso el diputado
Chauvelin , cuando los llamó ministros del
cierre._


¿Pero es cierto que el ministerio se
debe considerar en estado de guerra con
respecto- á la cámara? Asi lo cree por lo
menos el minisierio francés cuando permi-
te, imprimir en un papel ministerial, que
el poder debe aumentar el número. de sus
agentes, pues la nacion aumenta el nú-
mero de sus diputados. Pero ¿no sabe que la
existencia del ministerio está ligada á la
representacion -misma y á la pluralidad que
obtenga en ella ? Los diputados mas há-
biles de la oposicion han pronosticado
la caída próxima de los ministros actuales; y
se puede creer este pronóstico , aten-
didos no solamente los falsos principios
que han adoptado en su política, sino las
disparatadas máximas , con que quieren
justificar los errores de su administra.cion.


byssus abrssum inPocat.


99


La Celosa de st misma: comedia en
tres actos , de Tirso de Molina.


Para formar idea de los progresos del
arte dramático en el siglo XVII, basta
comparar esta comedia con la de Caldo-
ron , Mañana será otro dia. La fábula es
casi idéntica en ambas, aunque en la de
Calderon no se supone á la protagonista
celosa de sí misma, sino interesada en
Volver ó por Su honor ó por su vanidad.
La manera con que está conducida la ac-
cion en una y otra, manifiesta el diferen-
te genio de ambos poetas, y el grado
de perfeccion de sus combinaciones tea-
trales.


La pieza de Tirso de Molina tiene
situaciones mas dramáticas y caracteriza-
das que la de Calderon; pero sus me-
dios y artificios son pobrisimos. Don Mel-
chor viene de Leon á Madrid á casarse
con la hija de un antiguo amigo de su
padre. Oyendo misa en la Vitoria, se ena-
mora de una tapada, cuya lindísima mano


7.




100
que sirve de enlace , de desenlace y de
episódios á la comedia , le robó el cora-
zon hasta tal punto, que despreció por
ella á su prometida esposa, doña Magda-
lena. Es de saber que doña Magdalena
es la misma dama que vió tapada, y por
consiguiente es la celosa de sí misma.
Esta vuelve á verle á la puerta de la mis-
ma iglesia, acompañada de un escudero
alquilado , el cual por sacarle dinero
Ventura , lacayo de don Melchor , le di-
ce que aquella dama es la condesa de
Cirinola , señora napolitana. Don Melchor
entregado enteramente á su nueva pasion,
vuelve á casa de su futuro suegro, se des-
pide con pretesto de un viage, y todos
se burlan de él, porque ya todos saben
que galantea á una condesa. Esta escena que
termina el segundo acto , es muy cómi-
ca ; pero está muy mal preparada. Don
Melchor no debe los insultos que en ella
recibe, sino á la traycion, sumamente in-
verosimil , de Ventura. Tambien es muy
dramática la escena del tercer acto , en
que don Melchor, en lugar de una con-
desa encuentra dos , sin saber cual es la
verdadera: esta escena es igualmente in-
werosimil; pues ni la perfidia de Quiño-


icor
nes, criada de doña Magdalena , ni la osa-
dia de su vecina doña Angela, que se fin-
ge ser la condesa , bastan á prepararla.


En fin, doña Magdalena engaña cuan-
tas veces quiere á su amante , hasta que
el poeta ha cumplido sus tres actos bien
largos, y se determina á descansar. En-
tonces se desenlaza la comedia por la con-
fesion espontánea de la Celosa de sí 772is-


No es asi como Calderon prepara su
fábula. Don Fernando viene da Barcelona
á casarse con doña Beatriz de Leiba, á
quien apenas llega á Madrid, socorre sin
verle el rostro ni conocerla, en dos hin,
ces muy peligrosos ; pero sin ser culpada
'en ninguno de ellos mas que de dema-
siada condescendencia con una amiga su-
ya. Cuando don Fernando se presenta en
su casa, quedan ambos recíprocamente
prendados ; pero los siniestros informes,
que el novio recibe y que son resultados
de los lances anteriores , le obligan .á re-


. nunciar á ella , y pretesta un viage como
don Melchor: doña Beatriz, por vengar
ó su honor sospechado ó su vanidad ofen-
dida, ó su amor burlado, finge sucesiva-
mente el papel de las dos clamas liberta-




ro3
componen, debe el efecto que produce
en la representacion , mas bien que al
mérito de la combinacion dramática. Por
otra parte el lenguage de Tirso , siempre
castizo, siempre lleno de sales, tiene una
cierta mezcla de sencillo é ingenioso que
causa tanto placer en la representacion
como en la lectura. Su. locucion es ani-
mada , sus pinturas vivas, principalmente
cuando son de pasiones amorosas : su có-
mico ni es cáustico ni profundo, pero es
original y agradable. El caracter de la
celosa es muy dramático , y carece de las
indecencias con que Tirso ha manchado
la mayor parte de sus comedias. En esta
hay muchas descripciones de costumbres
antiguas. El galan que en lugar de oir
misa se deja prendar en el templo , y el
ratero que corta en él una bolsa , eran
frutos de aquel siglo ; y no sabemos por
qué los ha de producir tambien el nues-
tro. Tambien lo eran los engaños y artifi-
cios de que Se valia cierta clase de mu-
geres para atraer á sus lazos los jóvenes
forasteros y noveles que llegaban á Ma-
drid. Es muy animada la descripcion que
hace de ellas Ventura , cuando viendo ena-
morado á don Melchor, le dice:


102
'das ( porque don Fernando creia que ha-
blan sido dos), y le detiene en Madrid
hasta que averigua el motivo de su in-
diferencia háciá ella., y entonces le pre-
para .el desengaño que sirve de desenla-
ce á la pieza. El desengaño es tambien
muy teatral y muy preparado; porque los
Malos informes que le hablan dado de
ella procedian de dos damas celosas de
doña Beatriz , por creerla amante de don
Juan de Ayala, que las engañaba á en-
trambas, y que era hermano de la heroi-
na, aunque llevaba diferente apellido por
un pleyto que seguía con su padre.


La comedia de Calderon tiene mucha
mas accion é incidentes, que la de 'lir-
so : sin embargo, la subcrdinacion que hay
entre los lances y la manera con que los-
unos dependen de los otros y todos de:
una equivocacion primitiva, hace que la
fábula sea perceptible y verosimil. Allegase
á esto el lenguage caballeroso,. el cómico
profundo y el diálogo superior de Cal-


deron.
La celosa de sí 7711.5112a


está tambien
dialogada con mucha gracia. A ella y al ca-
racter locuaz, y divertido de Ventura , y á
las escenas originales é interesantes tilue la




cill
« Al primer tapon zurrapas ?; -
¿Perdido á.Ja primer treta ?


En tierra al primero golpe,
Y al primer lance babera?
¿Mas qué has visto alguna
Marginada de guedejas;
Que el soliman albañil
I-Ii•.o blanca siendo negra?
Manto soplon', con mas puntas


Que grada de recoletas ,
Chapin con visa de . plata,
Crujiendo á ropa de seda,
La camándula en la mano..."


Aunque están muy lejos de nosotros.
aquellos trapes y costumbres , la verdad,
y viveza de la descripcion los presenta- de
bulto. Obsérvese el uso original que ha-
ce Tirso de las palabras: marginado de


guedejas, albañil y la. grada de recoletas,.
comparacion rápida que puede pasar por
metáfora: estas son espresiones gráficas que
manifiestan la destreza con que el poe-
ta sabia manejar el idioma.


No es menor la cortesania con que
bace espresar su pasion á clon Melchor,
cuando la tapada le manda retirarse:


«Y yo quiero obedeceros ,


1o5
Sin esperanza de veros ,
Sin remedio de olvidaros.


La construccimi del último verso pa-
rece viciosa ; pero está fundada en aquel
verso del romance antiguo:


«El remedio del Olvido
No le conocí janias; "


Y aunque hay diferencia del nombre al
infinitivo , sin embargo la licencia poéti-
ca puede estenderse á sustan tivar un
verbo.


Ya antes había dicho don Melchor:
«Cesó con esto la misa ,
Que me holgara yo que fuera
De pasion."


Esta es una de las muchas profanacio•
nes de las cosas sagradas que se permí•
flan nuestros antiguos cómicos ; pero á lo
menos en la exageracion del amante se co-
noce que los jóvenes de aquel siglo se
parecian ¿í los del nuestro en no gustar
de las Misas largas.


En el examen del bolsillo robado á la
tapada , y recobrado por don Melchor, hay
tambien alusiones á los errores médicos
del siglo. Encuentran una piedra azul os-
cura con un papel que dice :


cara




lo6
«Esta piedra es por estrerno
Buena para el mal de lijada."


Celebrando daña Magdalena la gene-
rosidad de don Melchor, dice á su criada:


«De tanta eficacia es
Conmigo no el interés,
La accion si , que te confieso
Que hechizo para mí ha sido.


Quiñones.
Es grande hechicero' el dar.
Inmenso y rico es el mar ,
Y recibe agradecido
El tributo sucesivo
Del arroyuelo menor:
Que en los estudios de amor
Solo hay libros de recibo."


Estos dos últimos versos, ademas de
echar á perder la comparacion anterior,
son, ya del gusto de Jacinto Polo -, y solo


debieran encontrarse en su Universidad de


amor.Tal vez forma Tirso voces nuevas,


como gatieinante mano ,
por mano de :0.:


,


gato ; mano, que nos melindró el bolsillo:
es decir, que tomó el bolsillo, aunque.
al principio lo rehusó. Casi todo el cO-


107
mico de este autor consiste en la forma-
cion y aplicacion feliz de estas palabras.


Doña Magdalena manifiesta los celas
que tiene de sí misma _en. los versos si-
guientes:


Hombre que á darme la mano
Viene aqui desde Leon ,
Y es tan mudable y liviano,
Que en la primera ocasion
Liberal y cortesano
A un manto rinde despojos,
Y á una mano el alma ofrece,
¿No quieres que me dé enojos?
Quien asi se desvanece,
Y sin penetrar sus ojos
Lo que por no ver ignora,
Se suspende y enamora,
Exagera, sutiliza,
Y palalvas autoriza ,
Pues en palabras adóra,
¿ Qué satisfaccion dará,
A quien por dueño le espera?
O ¿ quien me asegurará
De voluntad tan ligera,
Que desposado no hará
Lo mismo con cuantas mire?


• Estas reflexiones justifican el caracter




io8
de la Celosa de sí misma y le hacen


ve-


rosimil. Concluirémos con el-siguiente diá-
logo, que muestra qué especie de inge-
nio se empleaba entonces en las conver-
saciones amatorias. Doña Magdalena, vi-
niendo á devolver el bolsillo que se ha-
bia llevado el dia anterior, dice:.


«Tambien á venir me obliga'
La hacienda que usurpo agena,.
Que es justo restituirla.


D. Melchor.
Si lo decis por un alma,.
Que desde ayer fugitiva
En su casa la echan menos,
Yo la doy por bien perdida.


D.a. Magdalena.
Es vuestra ?


D. Melchor.
Sí, mi señora.


D.a Magdalena.


¡Qué traviesa es! (pié atrevida!
No me ha dejado dormir
Toda esta noche; registra
Curiosa cuantas potencias
El pensamiento egercita ,
Y siendo huespeda , se hace


Mandona en mi casa misma.


109


Prométoos, que á no venir
Esta mañana una amiga ,
Que es su señora. por ella,
Me diera muy triste vida.


D. Melchor.
Señora suya, y no vos !


.d Quien os dijo tal mentira? .
D.a Magdalena.


Una doña -Magdalena
Noble, cuerda, hermosa y rica; etc.




I0


Sobre la adulacion.


‘t.


Es tanto lo que se declama en el mun-
do contra la adulacion y los adulado-
res, que no podernos menos de persua-
dirnos á que en ello tiene ya mas par-
te la costumbre ó la mafia, que no la
reflexion y el convencimiento de la feal-
dad de este vicio. Nosotros, que tanto
en esta como en otras 'muchas cosas no
sabemos resolvernos á mirar á los hom-I


bres con la maligna prevencion con quc
los miran otros, creemos que la mayor
parte de esos á quienes llaman adulado
res, no lo son en electo, ó que -en caso
de serlo ellos , no hay un solo indiví
dato que se pueda eximir de la nota de
adulador'._ Adular no es otra cosa mas que
decirles á los <lemas aquello que cree-
rnos que ha de agradarles, y callar lo
que nos parece que ha de causarles dis-
gusto. Siendo esta una definicion como
lo es, quisiéraMos que se nos digese don-


III
de estar' esos grandes males y perjuicios
que se siguen á la humanidad de que se
procure evitar h los <lemas hombres cuan-
tos malos ratos se pueda. Bueno andarla
por cierto el mundo si cada vez que nos
encontraremos hubieramos de decirnos lo
que realmente sentirnos unos de otros.


Malditos chas tenga usted , seria nues-
tro saludo ordinario , y lejos de besarle
á usted la mano , deseo que se la corten
cuanto antes, y el brazo ni mas ni menos.
Respecto de las se loras nmgeres, (liga el
'hombre mas 'galan si en lugar de besar
los pies á las mas de eila3, no quisiera
que se los lavasen mas á menudo , y que
lavados y todo las condugesen á la re-
gion de las viejas y de las feas á donde
nunca penetrará sin duda la adulacion.
Por cierto que seria gracioso entrar en
una concurrencia y empezar indistinta-
Mente á llamar al tonto , tonto, al pre-
sumido presumido, al avaro avaro, y al
cobarde gallina. Figurémonos que entra-
se en ella un personage corno verbi gra-
tia un ministro, y que en lugar. de aque-
llas profundas cortesias y arrastramientos
.de pies que exige el buen tono y que


• han dado en llamar adulacion, entonasen




112
un coro los concurrentes diciéndole: «ser
«ñor simplicisimo, ó • señor perversísimo,
«. sepa vuestra ignorancia que desde que
«los negocios públicos estan dirigidos por
«su mano, no se han hecho mas que
«continuos disparates en la administra-
« cion , y que la gente está rabiando por-
« que le hechen cuanto antes de un
«puesto que no merece, y que nunca se
«le debió confiar." El ministro contesta-
ria probablemente estas ó semejantes pa-
labras : « ya. les entiendo á ustedes, gran-
«disirnos bribones, y sé lo que significa
« ese interes que manifiestan F. o r las co-
sas públicas : lo que ustedes quisieran


« es que yo las mirase con tanta incide-
«rencia, que fuese dando á cada uno el
«empleo y la renta que me pidiese : yo
«seré tenido por malo en el concepto de
«ustedes hasta que me decida á serlo real-
« mente , porque todo ese celo que dicen
«que les anima, no es á mis oidor otra
«cosa sino los ecos del hambre, de la en-
« vidia , de la pereza , y de la incapaci-
«dad."


Apenas concluidas estas flores, podria
presentarse un eclesiástico muy gordo con
sus hábitos de seda , y el primero que la


113
atisbase le dirigiria sin variar de postura,
el siguiente cumplimiento: «¿ á qué vie-
<, nes aqui, grandísimo holgazanazo , záriga-
« no de la república , tragan eterno y sem-
«-piterno de- cuantas Perdices., pollos y
« capones llegan á esa plaza; por qué no
«repartes entre los necesitados esa escan-
«dalosa renta que disfrutas? ¿ No sa-
« bes que ni vida debe estar consagrada
»al estudio, á la oracion, y al alivio
«y consuelo de tus prógimos ? ¿Ignoras
« que esa enorme cuota de que se des-
'« prende. el labrador, quiera él y quiere la
«saña razon que se 'destine y reparta en-
tre los que le suministran el alimento


«espiritual que apetece y necesita? ¿Te
• «has olvidado....


No señores, responderia el eclesiásti-
co, ni me olvido tampoco de .que no
«hay uno entre todos ustedes que no hi-
«ciese igual cí peor uso de mis rentas,


• « que el que yo estoy haciendo. Sé que
«ninguno de ustedes , que tanto gritan y
«vocinglean contra mí y contra los de-
«lilas que estan en igual caso; no con-
tribuyen con cuota chica ni grande, ni


«para los clerigos ni para ninguna otra
clase del estado , sino que malgastan


IX.
8




«cuanto tienen y cuanto pueden sonsa-
car á este y al otro en las tabernas, enSé


«los cafés, en los teatros, y en las....
« que ni por el pensamiento se les pasa
« á ustedes el compadecer la suerte del
«labrador, sino que todo el busilis está
« en que ustedes estan hechos unos pio-
«josos , porque no quieren dedicarse á
«ninguna ocupacion honrada, y les neo-
« moda macho venirse á la tertulia á fu-
«ruar , á estarse ociosos , y á quitar el pe-


m
« llejo á cuartos tienen camisa limpia. Yo
« sé lo que hay de verdad en el asun-
« to, y ya que me tocó este terno


á


«la loteria, pienso disfrutarle lo mas que
«pueda, porque si á mí me diera la ten-
«tacion de dejarle, se darian ustedes de
« cachetes .sobre quien habia de ser


mi


«sucesor:'¿ « A qué diablos trae usted esa faja
«ni' esos bigotes, grandísimo cobarde, le
dirian los contertulios á aloun militar
graduaeion que entrase entonces por las
puertas, «cuales son los servicios que ha
« prestado usted á la patria? ¿Piensa que
«no sabemos los medios de que se valió
»desde el principio (le su carrera para
» ganarse la voluntad de •


sus ;efes in meí,


15
«diatos ; á fin de que le incluyesen en las
«propuestas, prefiriendole á los mas anti-
guos y aplicados? ¿Se imagina que nos


«otros no sabemos distinguir los servi-
cios que se hacen en una antesala, de


«los que se sellan con su sangre en un
« campo de batalla ? Juzga que ignora-
« mos los obsequios indecorosos y bajos
« que hizo á su coronel, sirviéndole de
« confidente en sus amores estrados , ó


' «acaso sustituyéndole en los propios ?
«¿ Cree que no ha llegado á nuestra no


• «ticia que la mayor parte de sus grados
•de sus insignias han sido ganadas á


« fuer de buen postillón y de robustas
« asentaderas'?


«Será lo que ustedes quieran , señores,
«pero lo que sé decir es que á lo me-
« nos he procurado siempre estar debajo
«de mis estandartes aprovechando las oca-
siones que se me han proporcionado para


« adelantar. Acaso habré sido demasiado
« obediente ó complaciente, como ustedes
« dicen, pero estoy persuadido á que en la
« estrecha carrera militar no son tan gran-
« des los males que resultan del esceso
« de la obediencia , corno los que se si-
guen del espíritu de insubordinacion que


s.




ir 17
«sa, señor hidalgo serVilon , diría uno de


los tertulianos, cuando sabe que aqui no nos
«reunimos sino los liberales rifas acérrimos
.« y acrisolados, que somos parientes inmedia-
« res de la Constitucion y que por consignien-
« te disponemos de ella en la forma y ma-
« riera que se nos antoja? ¿Le parece que
«no sabemos aqui que usted y todos los
« cortesanos son unos enemigos secretos
«de las nuevas instituciones, y que todo
lo que no es adular á los príncipes y


«á sti.s ministros lo creen indigno de su
.« alcurnia, y que no merece mas que, su
«:desden y su desprecio' ¿Piensa que
« puede engallar nuestra fina suspicácia
« con esa modestia fingida, con esa


.obe-
« diencia aparente , y con ese respeto
« ostensible con que se esencia para bar-
renar mas ú su salvo nuestras sabias ins-
tituciones'


? ¡Oh y cuán mal se cubre
« el cuervo con las alas."...!


« ¡Oh y cuán mal se disfraza el harn-
«bre y la gana de-


pescar á rio revuelto,
responderia el hidalgo, « con el velo de un
«falso patriotismo ! ¿Cuándo ni por don-
«de se han figurado ustedes que les he-
« mos de tener por liberales, ni por ami-


•«gos de esta ni de ninguna otra cons-.


1/6
«bajo el especioso título de libertad, van
«ustedes introduciendo y autorizando con


«su egemplo. Yo procuré ganarme la yo-
«]untad de mis gefes para que resultase
«en mi provecho ,


pero nunca me vali
'« d'el indigno y vilísimo medio de des-
«acreditarles en los papeles pítblicos, ni
«mucho menos de sacará colacion sus
«opiniones políticas. Este seria un recur-


so ruin y malvado en toda clase de gen-
«tes ; pero cuando es cometido por mi-


litares ., y mas si son de aquellos que
« siempre tienen en la beca la palabra
«honor, semejante accion no tiene nom-
« bre , en el diccionario de la indecencia.
«Un militar puede tener algunas quejas
«de sus gefes., y aun quejas muy fun-
« dadas , y por 'consiguiente puede y de-


«be acudir con noble franqueza á la au-
toridad superior solicitando el remedio;


«Pero salir diariamente pintándolos á te-
«dos 6 á la mayor parte, como á unos
«enemigos del régimen actual, solo es
« propio de almas viles que tienen cerca-
dos todos los caminos para medrar, me -401


nos
los del desorden y los de la caluin-




',,
«ma.


«¿Pero por qué viene usted á esta cal




118
titucion ? El verdadero liberal, que aqui


«y en todas partes no es sino el hombre
«de bien y . el amigo de las leyes, lejos
«de andar olisqueando los pensamientos y
«_opiniones de los denlas , procura diri-
gir las suyas por los principios de una


'« tolerancia ilustrada y filosófica. Odia y
« persigue los crímenes; pero no los crea
«á fuerza de prevencion y de calumnias.
«Detesta el servilismo en todos , pero en
« nadie le aborrece mas que en los que le
« ocultan bajo el grosero manto de la exal-
« tacion. Hay serviles en España que por
« ignorancia ó por interes quisieran adu-
lar al poder absoluto ; pero es tan re-


« (lucido su número y tan despreciable su
«poder, que no inspiran el mas leve re-
« celo á ningun hombre sensato. Lo que
«inquieta. y tiene llenos de s .asto á los
«Verdaderos liberales, es ese número pro-
«.digioso de serviles aliberalados , que creen
«adular al pueblo excitando las pasio-


nes de la multitud, y predicando el des-
orden. Ustedes, que sin duda alguna


«son• de este número, se equivocan gro-
« seramente si piensan que á fuerza de gri-
«tos y de contorsiones les hemos de tener


• «por patriotas y por desinteresados : al


«,contrario , les tenemos por unos adula-.
«dores mas bajos y mas inmundos que
dos que adulaban á los ministros abso-
« lutos ;• porque á lo menos aquellos se re-
« cataban en el silencio como avergonzar'-
« dose de ser conocidos, y ustedes adu-
«lan á grito pelado, y se muestran orgu-
«liosos con su propia ignominia."


Estas, al poco mas ó menos, serian las
salutaciones que, nos hariamos unos á
otros, si diera en introducirse esa grosera.
sinceridad que con tanto énfasis contra-
ponen algunos á lo que llaman adulacion.
Harto mas exacta nos parece, aunque.
tampoco lo es del todo, la idea que de
ella da una ley de Partida llamándola men-
tira á sabiendas ; porque aunque es so-
brado cierto que se puede mentir á sa-
biendas sin adular, no se puede adular
sin saber que se miente. No hay quien
ignore el pasage de aquel cardenal que
concluida la eleccion de papa, se acercó
callandito al nuevo santo padre, y le di-
jo: « ya es usted papa, y por consiguiente
«esta será la última vez que llegue á sus
« oidos la santa verdad , porque no me
«cabe duda de que antes de mucho tiem-
po le van á hacer creer los aduladores




120
«y los cortesanos que es algun grande
«hombre; pero' yo solo le pido que se
«Acuerde de que mientras fue cardenal,
« fue un grandísimo ignorante y un so-
«letnne majadero. Ea, quedes() usted con
« Dios, que voy á prosternarme ante vues-
« tra beatitud."


Pocos cortesanos hay que tengan el
talento y valor que se necesitan para ha-
cer un discurso semejante; pero hay muy
pocos que no se alegren de que otros se
espliquen asi, porque esta libertad,
mese desvergüenza , les sirve como de
venganza de sus continuas y forzadas hu-
millaciones. Los cortesanos del pueblo, que
son con corta diferencia de la misma ca-
laña que los (le los príncipes, no se con-
tentan con mentir á sabiendas,. segun la
espreSion de la ley , sino que alteran ade-
mas los principios , á fin de que se se-
pare ó se revuelva contra las leves. No
ensalzan ordinariamente en el pueblo si-
no aquellas virtudes de que está mas pró-
ximo á separarse ó á abusar; y por el
contrario, le motejan las prendas ó calida-
des en que suele distinguirse. Siempre afec-
tan mirarle con comnasion, y ponderan
los abusos qqe otros hacen de su con,-


121
fianza, al mismo tiempo que ellos estan
abusando atrozmente de su credulidad. Si
por desgracia el pueblo llega á creerlos,
y ellos consiguen á su sombra el destino
cí la importancia que se proponen , el pue-
blo es generoso, magnánimo , sabio y fi-
losófico; pero si afortunadamente llega el


. pueblo á conocer que el objeto de los
tales cortesanos es el de hacerse temibles
al gobierno , para arrancar algun em-
pleito, como hemos visto con sobrada
frecuencia , ó el de armar algun alboroto
•para saciar ruines venganzas, y permane-
ce tranquilo el los silva ; entonces el pue-
blo es un idiota, un ignorante, un apáti-
co , que no merece la libertad , ni sabe
apreciar las luces de los que se desvelan
por su bien.


Los príncipes y los pueblos son mas
ó menos adulados, segun son mas ó me-
nos poderosos; y todos los hombres nos
adulamos recíprocamente unos á otros por
la parte de fuerza física ó moral que te-
nemos, ó que se nos supone. Tan adula-
dor es el que llama imparcial á un perio-
dista de partido, como el que colina de


belo,ios á un ministro ignorante ó mali-
cioso. No hay mas diferencia sino que el




123


522
uno anda alampándose por un empleo, y
el otro solicita que le estampen un arn


mi


tí-


culo comunicado en que suelen ir reui-
(las la calumnia y la estupidez. Si el -
nistro ó el periodista acceden á la deman-
da , el servicio queda pagado con los elo-
gios , y á otra Conio maestro de armas: si
sucede lo contrario


, se acude con la im-
parcialidad á otro periódico que suele me-
recerla lo mismo que el anterior, y se di-
ce que el ministro es un pícaro, un ve-
nal, un majadero .y un servil. Con esto
queda todo el inundo pagado y contento,,
y nadie se habrá arruinado por el .


gasto


que haya hecho de adulacion. Finalmen-
te, supuesto que eso de ser justos y be-
néficos, olo es bueno para que esté es-
crito ene la Constitucion , y supuesto tanr
bien que tan amargas son las verdades
cuando se concretan á las personas , es in-
finitamente preferible que abunden los
aduladores, que no el que hormigueen los
desvergonzados.


Esposzczori que hace al Gobierno y al pú-
blico la Sociedad denominada de Cataluña
que ha tomado á su cargo la empresa de
establecer Coches-Diligencias en varias
carreras del rayrio.— Madrid, 1821.


Nadie ignora cuán grande es• la utili-
dad de*multiplicr las comunicaciones ,y
los medios de viajar para el aumento. de
la ilustracion y de la industria; pero no
todos se hacen cargo de los inmensos arle-
lantos• y de las gravísimas dificultades que
debe costar en su principio una "empresa
de esta naturaleza. En una nacion, donde
no hay costumbre de viajar, es necesario
que se hagan muchos gastos anticipados,
antes que el námero de los ipasageros lle-
gue á , cubrir los costos de la empresa.


La Sociedad catalana, convencida de
esta verdad, trató desde sus principios de
ad•irir un pasagero que per el gran pre-
cio del transporte y por la continuacion
periódica de sus viages , cubriese parte de
sus adelantos y le diese esperanzas fun-
dadas de llevar á perfeccion su ..empresa




1,4
basta el momento que pudiese subsistir
con la concurrencia celos -viajantes. Este
pasagero lucrativo y periódico es la coire,s-


pondencia pública. Ocurrió, pues , al go-
bierno; y este deseoso de•favorecer una em-
presa tan util , le concedió el transporte
del correo en las carreras donde la Socie-
dad deseaba establecer la Diligencia.


Débese observar que el gobierno en
esta transacion obra como un In4. ro par-
ticular. Su deber con respecto á la nacion
en esta materia, es que el público esté bien
servido : y con toda la exactitud y pronti-
tud posible; pero tiene toda la libertad ima-
ginable para adoptar los medios mas con-
venientes .ó mas económicos de transpor-
tar el correo, mucho.mas cuando esta es la
única operacion que se encomienda á la
Sociedad en la contrata, y no se le cort,
cede la menor tervencion en el servicio in-


.terior de la correspondencia. El gobierno
informado por la direccion de correos, co-
noció que sin aumentar , los gastos de es-
te ramo podia hacer un servicio muy se-
iblado ít la nacion , eligiendo á la Socie-
dad por conductor, pues de este modo fo-
mentaba una empresa tau importante para
la comunicacion y la industria. Bajo este


125
punto de vista debe considerarse la enes-
don, si se quiere resolver con acierto. Es
justo preferir en todo servicio al que se
ha de valer de su prodlicto para llevar
al cabo una empiesa necesaria.


En la carrera de Madrid á Yrun , don-
de acaba de establecerse la Diligencia• Cor,-
reo, espe•imentó esta empresa grandes
obstáculos dimanados del interés de los
antiguos conductores del Correo y de al-
gunos maestros de postas, que estaban uni-
dos con ellos:'La Sociedad, á fuel za de ge-
nerosidad y perseverancia, ha vencido estos
Obstáculos; y la .presente esposicion se di-
rige á destruir las falsas impresiones que
hayan podido causar en el público y . en
el gobierno las invectivas de sus ene-
migos.


De esta esposicion resulta: z.ó que el
servicio actual del ramo de correos en
aquella carrera es tau completo como ha
sido hasta aqui ó mas, pues puede aumen-
tar las horas de parada en Burgos•y en


lVitoria : 2.0 que de nada pueden quejarseos maestros de postas, pues todos han
sido admitidos á contratar con la Socie-
dad; y en efecto, todos han contratado con
ella escepto cuatro, que se han negado en,




I26
teramente á ello : 3. o que la Sociedad ha
hecho todo lo posible para conciliar los
intereses de los conductores antiguos con
los suyos propios : (le modo que su en-
trada en este ramo del servicio ni ha des_
tr.uido familias, ni ha trastornado intere-


ses legítimos:
4.0 que la Sociedad promete


esta ► lece:1' muy en breve la Diligencia-correo
de Madrid á Sevilla, encargándose de la
conduccion del correo desde Sevilla á Ca-
diz, y estender el mismo beneficio á las
carreras de Badajoz y la Coruña , siempre
que el gobierno la auxilie en la composi-
cion de algunos trozos del camino que
estan malos.


Estas ventajas son de la mayor impor-
tancia. El espíritu que dirige á la Sociedad
es el de la honradez y la moderacion. Ni
ha solicitado del gobierno privilegio esclusi-
vo, por haber introducido la primera en Es-
paña el us-, de las Diligencias, ni ha que-
rido establecerla desde Sevilla á Cadiz,
por no perjudicar á la empresa del barco
de vapor, por el cual se comunican aque-
llas dos ciudades, y que está á cargo de la
compañía del Guadalquivir. Ultiniamente
la garantía que ofrecen al gobierno y á la
nacion 26 capitalistas acreditados, es mas


que suficiente para cubrir la responsabili-
dad de la empresa. Parece, pues, que debe
ser p'aotegida contra todos los ataques del
interes individual, que opone injurias á ra-
:zonamientos, y cavilaciones á la utilidad
pública.


Es menester ademas acostumbrar la
-nacion espafiola á empresas hechas por
compañías. Una triste esperiencia ha en-
señado que en vano decretan las Cortes
obras necesarias para fomentar la indos-


• tria. (1 0, :u5 se ha hecho en materia de ca-
nales desde la legislatura de 1820 ? Nada:
sea por los apuros de la hacienda públi-
ca, sea por la poca importancia que dan
á estas empresas hombres que se creen
grandes publicistas, el hecho es que habrá


.-que encomendar á asociaciones particulares
las obras de esta especie, si se quiere que
las tengamos. 1.,e,ro para tener compaidas,
es necesario protegerlas, favorecerlas en
cuanto alcancen las fuerzas del erario, y
sostenerlas en sus justas reclamaciones. Esa
es la grande distincion del sistema liberal
al absoluto. En este ninguna asociacion
está segura, si choca con los intereses de
personas favorecidas ó poderosas : en aquel'
trozan las con/caí-lbs de la proteccion




28
1,Yobierno, porque el gobierno represen-
tativo no está instituido sino para pro-
teger los intereses justos, y favorecer cori
especialidad aquellos, á los cuales estad
ligados objetos de utilidad pública.


Ni=21161.21:GUSZZ3.151


Sobre las conspiraciones contra el sistema
constitucional.


En estos últimos dias se ha hablado
de algunas prisiones que se han hecho
en esta capital, y segun parece,. se ha co-
gido una proclama sediciosa, necia, tonta,
y mal escrita. Nosotros no la hemos vis-
to, ni sabemos si las personas arrestadas
son las autoras ó espendedoras de tan ri-
dículo papelucho ; si tenian, corno se dice,
una imprenta para imprimir en ella fur-
tivamente papeles subversivos; si este pri.,
mer paso estaba enlazado con un plan de
conspiraeion; si esta tenia muchas ó pocas
ramificaciones; si los conjurados contaban
con medios proporcionados á tan desca-
bellada empresa , y si ha podido decirse
Con verdad que la patria está en peligro.
Todos estos hechos se.hallan cubiertos to-
davía con el impenetrable y necesario ve-
,


lo de la averiguacion Asi nues-
tro ánimo no es dar sobre• estos puntos
noticias mas exactasy circunstanciadas,
que las que han dado ya los periódicos


TOM J ix. 9




1


diarios: nuestro Objeto és presentar algunas
Observaciones sobre lo criminal que es
querer destruir la forma actual de gobier-
no; sobre lo inutil que es distribuir á este
fin 'proclamas, pasquines y otros escritos
incendiarios , y sobre las funestas conse-
cuencias que pueden tener pasos tan in-
considerados.


Todo particular y aun toda fraccion
dé la sociedad que conspira en secreto pa-
ra trastornar el gobierno establecido por


voluntad general , es delincuente y tray-
dor en todo el rigor de la ley. Este es
el principio tutelar de las sociedades lu-
manas. Si con el especioso pretesto de
-que el gobierno que se intenta derribar
es injusto y opresor, y de que el 'otro que
se quiere resucitar .(5 introducir de nuevo
será mas juste y suave, fuese permitido
á cualquier individuo de la comunidad 'n'a-


baj ar en secreto para destruir la obra de
todos, nada habriá estable entre los hom
bres, y uingun derecho tendrian los gobier
nos'•establecidos para proceder contra los
conspiradores. Estos dirian siempre que el
gobierno actual es tiránico, violento é injus-
to, y que ellos no son facciosos sino liberta_
dores; pues que solo


31
c onciudadanos de la esclavitud en que yacen,
¡Ha habido hasta ahora una sola conspira-
cion en que los conjurados no hayan protes-
tado que el objeto de sus maquinaciones es
arrancar el poder de la mano de los malos pa-
ra trasladarle á la de los buenos; destruir
el imperio de la iniquidad para erigir
el trono de la justicia , reformar abusos, é
introducir innovaciones saludables? Léase


d
el discurso que Salustio pone en beca de


atilina , y bagase cuenta que se está oyen-
do hablar á los conspiradores de todos los
siglos y de todas las naciones. No se ha de
juzgar, pues, por sus protestas de la legitimi-
dad de sus acciones: es preciso estable-
cer una regla fija para calificar los movi,:
mientos revolucionarios , y esta regla es
la que dejamos indicada. e- Existe un go-
bierno qué tiene en favor Suyo la volun-.
tad general ? Pues todo el que conspira
para destruirle, es enemigo de la socie
dad , perturbador del orden público, y reo
de alta traycion. El alzamiento contra lo
autoridad existente solo puede ser legíti
in°, cuando es el resultado de un gene
val;


aunque sordo y secreto descontento,
cuando una vez que se hace público, es
sostenido, auxiliarlo y favorecido por los


9


la


Pretenden sacar á sus




1t2
esfuerzas reunidos de la mayor parte de
los haUtantes del pais en que se verifica.
La prueba la tenemos entre nosotros. ¿Por
qué el alzamientó de la Isla ha sido legi-
timo , patriótico y sobremanera glorioso?
Parque fue la espresion de la voluntad
general', ó si se quiere, el efecto inevita-
ble del universal descontento, que ya mu-
cho antes se advertia en todas partes, pro-


ducido' por el mal sistema de adminis-
tracion qu'e desde la vuelta del Rey ha


:- •


bien adoptado sus ministros : porque al
grito de Constitucion que resonó en San
-Fernando, fueron respondiendo sucesivam en


-


te las d.emas - provincias; porque luego que


el
Rey accedió al voto general, y Mandó pía-


clamar la ConStitucion del ario 12, la ale-
gria y el entusiasmo se manifestaren si-
multáneamente, desde Vuenterabia hasta
Cadiz, y desde Finisterre hasta Figueras:
en fiñ , porque se vi?) que lo qué se llama
la


nacion estaba mal hallada -con el régi-
men anterior, y deseaba el nuevo orden


cosas con las mejoras y reformas que
anunciaba y prometía. Pero supongamos
que al Movimiento de la Isla no se hu-
biese seguido el de ninguna otra ciudad
ni provincia; que al saberse, hubiese sida


133
generalmente desaprobado; que abandona-.
dos á sí mismos los campeones del egér-


• Cito espedicionario, y combatidos por sus
cornpaneros de armas hubieran tenido al
fin que capitular ó huir; en este caso el
mayor favor que se les porfia hacer, era
suponer que ignorando el estado de la
opinion, sus intenciones podían haber sido
puras ; pero esto nunca hubiera justifica-
do un movimiento que no era conforme
á los deseos de la nacion. Los particula-
res los hubleramos compadecido; pero e,I.
gobierno los hubiera considerada como re-
beldes y sediciosos. Y si esto es asi cuan-


,


d ) las conspiraciones se dirijen á destruir
tri mal sistema y establecer otro bueno, ¿qué
será cuando adoptado, reconocido y jura-
do el que la mayoria ha creida á propó-
sito para labrar la felicidad de todos, se
conjuran unos cuantos indivíduos para der7
ribarle , y sustituir en su lugar otro
que solo tiene la aprobacion de ciertas cla-
ses privilegiadas? Sabemos lo que alegan
eu semejantes casos los conspiradores. Nie-
gan que el gobierno existente sea obra de
la mayoria ; dicen que al contrario, una
faecion es la que le ha_ establecido y sos-
tiene, que el pueblo en general está in-




134
dolente y apático; deja obrar, pero no arrue,
ba ; y que si se contasen individualmente
los votos, seria mayor el número de los ene-
migos que el de los defensores de : las ins-
tituciones actuales: y por consiguiente, que
ellos son los verdaderos intérpretes de la




voluntad general. No será dificil rebatir el
sofisma en que se funda esta especiosa y
tan estudiada respuesta. La voluntad legal
de una naeion no se compone de la su-
ma numérica de los votos de sus indivi-
duos, ni estos pueden ser consultados ca-
beza por cabeza, y contados sus parece-
res. La voluntad general se enuncia por los
actos públicos que se hacen á nombre (le
la comunidad; y siempre que estos actos
públicos y solemnes apoyen el gobierno exis.-
tente, se supone y' presume justamente que
tiene á su favor -la opio ion de la mayoria.
¿Se han hecho en una nacion con re-
gularidad las elecciones de Diputados ?
han reunido estos constitucionalmente ?
¿Han decretado leyes ? ¿ Han sido estas
sancionadas, promulgadas y circuladas? E 1
gobierno ¿ha nombrado los agentes del po•
der en todos los ramos ? ¿Han aceptado y
jurado sus destinos ? ¿Son obedecidas sus
'órdenes sin oposicion efectiva, y sin que en


3 5
la mayor parte de los pueblos haya que
recurrir á la fuerza para hacerlas ejecu-
tar? ¿ Si ? Pues mientras esta disposición
de los ánimos subsista, el gobierno es le-
gítimo y nacional ; y todo el que conspi.:
re contra él, es un sedicioso, un enemigo del


•'orden, y un verdadero delincuente. Aun
concediendo, suposicion imposible de veri-
ficarse, que llamados uno á uno todos los.
individuos del Estado, y preguntados se-
paradamente si estan ó no contentos con
el actual orden de cosas, fuese aritmética.,
mente mayor el número de los desafec-
tos que el de los aprobantes ; todavía pre-
guntariamos á esos obscuros conspirado-
res: ¿Y cómo sin haberse hecho esta enu-
neracion de votos saben Vms. que su opi-
non es la de la mayoría ? Y aun cuando;
Vms, lo presuman con algun fundamento,
¿ quién les ha constituido agentes de la
comunidad ? ¿ qnién les ha dado poderes
para trastornar el orden que ella recono-
ce y aprueba tácitamente, pues no se le-
vanta contra él ? ¿ Qué,


mision han recibi •
do Vms., y de quien, para contitnirse en
reformadores y meterse á desfacedores de
tuertos ? Vms. son unos individuos par-
ticulares sin ningun caracter público, y




no les toca mas que obedecer. El único
derecho que Vms. y todos los hombres tie-
nen, es el de abandonar el pais, si se ha-
llan mal avenidos con sus instituciones y
su gobierno actual; pero mientras que vi-
van en esta tierra , es menester que res-
peten aquellas, y obedezcan á este en lo
que legítimamente mandare. Y tampoco
son Vms. los que han de • decidir si lo
que se manda es justo : esto lo han de


. decir otros. ¿ Ven Vms. que los denlas
obedecen ? ¿ No hay una reclamacion pú-
blica, legal y solemne contra lo mandado?
Pues esto es reputado por justo , aunque
uno ú otro murmuren y se quejen en se-
creto.


• Todavía estrecharémos mas á los cons-
piradores. Concedámosles gratuitamente que
no la mayoria numérica del pueblo, sino
una parte es la que sostiene el gobierno:
pero ellos tendrán que concedernos tam-
bien que , pues esta fraccion es tan po-
derosa que comprime y hace callar la
voz (le -la mayoría, no será posible derro-
carla sino por medio de una guerra, mien-
tras tenga en su mano la autoridad, el pa-
der, la administracion , la fuerza pública . y
el tesoro. Y bien , será buen ciudadano,


37
amará á su patria el que trabaja para em-
pajada en una lucha, cuyo éxito seria muy
dudoso por lo menos, y que infaliblemen-
te nos despeñada en todos los horrores de
las discordias civiles, cuya decision se re-
mite al fallo de las bayonetas? Cuando
un Estado se halla en la cruel alternativa
de sufrir un gobierno que pudiera ser me-
jor (supongámoslo asi), ó de recurrir á las
armas para destruirle; ¿ cuál es la obligacion


. de los 'buenos ciudadanos ? Procurar ir
formando la opinion por medios suaves,


• y allanar el camino para que las reformas
. se verifiquen algun dia espontánea y fa-




cilmente, y sin efusion de sangre ; y entre
tanto no conspirar, ni formar planes des-
cabellados. Esto dicta la prudencia , y es-
to mandan las leyes y hasta la religion
misma , cuyo nombre invocan, ó .por me-
jor decir, profanan los conspiradores. Si, la
religion lo manda. El caracter peculiar
del cristianismo es el . de acomodarse á to-
das las formas de gobierno, y el de orde-
nar positivamente á los que le profesan'
que obedezcan á la autoridad civil, exis-
tente de hecho en _ el pais donde residen,
sea ó no legítima, mientras no les mande
negar los artículos de la fé ó quebrantar.




138
los mandamientos de Dios. Bien injusto,
arbitrario, tiránico, usurpado é ilegítimo
en su origen era el poder . de los empe-
radores romanos ; y sin embargo los cris-
tianos no solo obedecian y respetaban sus
órdenes, sino que se gloriaban de no ha-
ber tornado parte en ninguna de las re-
beliones y conspiraciones que frecuente-
mente se formaban en el imperio contra
el emperador reynante.


Pasemos mas adelante, y concedamos
todavía á nuestros conspiradores, que sus
proyectos sean ótiles y su celo muy lau-
dable, y de que para. la beróyca empresa
de reponer al trono y_ al altar en toda
la plenitud de autoridad que tuvieron en
siglos de ignorancia y de opresion , no
deba arredrarles la triste perspectiva de
una guerra civil , con todo el cámulo de
estragos, ruinas sangre , devastacion, que
seria su inevitable consecuencia. ¿Esperan
conseguirlo con distribuir clandestinamen-
te miserables y ridículos libelos , con se-
ducir á algunos infelices para que formen
una cuadrilla de salteadores , y con for-
mar planes imaginarios y listas de pros-
cripcion ? Pues ¿qué ? Un gobierno que
tiene á su disposieion todas las fuerzas


139
de mar y tierra, á quien obedecen todas
las autoridades , que administra el erario,
y que por mas que ellos quieran desco-
nocerla, tiene numerosísinios y podero-
sos partidarios en todas las clases del es-
tado: en suma , un gobierno establecido
ya y consolidado, se derriba acaso con
Papeluchos? ¿ Qué virtud mágica atribu-
yen á sus palabras, que se imaginan que
á solo su impulso han de abrir sus puer-
tas las plazas, han de caerse de las ma-
nos de los guerreros las armas, que ellos
han jurado emplear en defensa de la Cons-
titucion ; y han de huir despavoridos to-
tos los amantes de las nuevas institucio-
nes, ó se han de dejar degollar corno tí-
midos corderos sin oponer resistencia ?
¿Con qué •medios cuentan esos ilusos?
¿ Dónde estan sus campeones, sus huestes,
sus plazas, sus arsenales, sus municiones y
su caja militar ? Desengáñense: cuando un
sistema de gobierno ha sido abolido una
vez con casi general aprohacion, y con
tanta facilidad como lo fue el de los seis
años del interregno constitucional, no se
le vuelve á restablecer por encantamien-
to, y por medios tan débiles corno son
esas proclamas, que ni aun circular pue-




14.0
den libremente ; que leerán poquísimos, y
despreciara la tuayor parte de los que
por acaso las leyeren. Es menester que
los enemigos de la libertad lleguen á per7
suadirse de una verdad, que aunque amar-
ga para ellos, no es por eso menos cier-
ta. Cualesquiera que sean las ni odifica-


dones que pueda recibir Con el tiempo,
nuestra actual forma de gobierno es im-
posible ya que la Espuria del siglo XIX sea
la España del siglo X, y ni aun la Espa-
ña del siglo XVII. La distribucion de


los poderes políticos, su combinacion y
mútuas. relaciones pueden variarse de
s
mil maneras diferentes , y alterarse, no en
la sustancia, sino en el modo la organi-
zacion actual; pero en ninguna bipóte-
si volverán los derechos feudales , los pri-
legios eschisivo s


, la amortizacion cié it , y
las antiguas trabas de la industria. inqui-
sicion ; riquezas escesivas del clero , nú-
mero desproporcionado de sus indivíd-uos,
institutes inútiles de regulares , y mil otras
cosas que nuestros abuelos miraban con
estúpida veneracion , acabaron apar sieestám-


pre. No hay arbitrio : el impulso
dacio : desgraciadas casualidades pueden
comprimirle momentanelmente; pero es-


tas pasarán , y el movimiento impreso á
la generador] actual continuará con mas
fuerza bajó las •generaciones venideras. El
género humano camina hácia su perfee-
cion, y solo un trastorno físico del globo
ó una inundacion de bárbaros pudieran
hacerle retroceder al punto de dónde par-
tió. Si los tunóvlles confiar '


en algun di-
luvio que acabe con la especie humana,
muy necios son 'si esperan salvarse ellos
solos en la - ruina universal; y eh cuánto
á' venidas de estrangeros, se engañan mu-
cho tambien .; si creen que ha de haber en
Europa nuevos Milas y nuevas invasio-
nes de bárbaros. Los paises de donde pudie-
ran venir, estar, ya en parte civilizados;


ann cuando Jos rusos llegasen á domi-
nar toda la .Europa, lo único que po-
drian hacer sería impedir por algun tiem-
po, que el movimiento progresivo fuese
tan uniformemente acelerado, como debe
serlo, supuesto el impulso recibido y la
direccion que lleva ; pero aniquilarle del
todo , no es dado ya á ningun poder hu-
mano. Asi todO lo que los enemigos de
la filosofía, de la razon y de la luz, tie-
nen que hacer, es procurar coordinarse con
el estado actual , ceder al torrente que




s42
los arrastra , y no obstinarse en resistir"
á una fuerza superio r


, en comparacion de
la cual todos sus esfuerzos reunidos serian
Como los del insecto, que preteudia detener
el carrocuando con mas rapidez volaba.


Añada
c
mos S. estas consideraciones ge-


nerales algunas otras que puedan hacer
mas impresion en el ánimo de los que
por mal nombre se intitulan defensores
del trono y del altar. Concedámosles cuan-
to pretenden ; supongamos que la auto-
ridad de los reyes viene de Dios, y que.
los pueblos no tienen derecho para udic-


-


tar las condiciones del pacto social. S
pongamos que los diezmos y propiedades
del clero son cosas tan sagradas, que la
potestad civil no puede tocar á ellas sin
cometer un sacrilegio; que la curia ro-
mana tiene el dominio directo sobre todii
el orbe de la tierra ; que los monacales,
desconocidos en la Iglesia durante los tres
primeros siglos, los mendicantes fundados
en el XII, y-


hasta los jesuitas aparecidos
en el XVI, son otras tantas instituciones
divinas que deben durar hasta la consu-


maciot de ,los siglos. Supongamos que la
nobleza feudal con todos sus privilegios,
si no bajó del cielo, es por lo menos una


í 43
blicísima y utilísima invencion de los bár-
baros septentrionales, la cual es necesario
conservar como al mas sólido apoyo de los
tronos. Supongamos en fin , que el d ia Ig de
marzo dé i8o8 nos halla hamos en la mejor
de las sociedades posIles: que en ella todo
era perfecto; que nada porfia mejorarse; y
que en consecuencia cuantas nevedades se
hicieron. en Cadiz, y se han reproducido
despees, y cuentas referinas puedan ha-
cer las cortes actuales y las venideras, son
otros tantos atentados contra Dios , con=
tra la religion y contra la autoridad real,
y otras tantas innovaciones perjudiciales,
tundas á este catoliAsinm, lealísimo y fe-
licísimo reyno por esas malditas ciencias
.poli'ticas, que de una isla de pobres pes-
cadores han hecho en dos siglos el pue-
blo mas rieo, mas sabio y mas pode-
coso del mundo. Sea así , les diremos:
pero, carísimos . hermanos , en Cuanto á
la religion no son los hombres sus venga-
dores: el que la fundó y en su eterna sabie
diaria permite á los novadores atnaricillar
'sarpureza, ya sabrá tamhien levantarse pa-
ra esterminarlos, cuando llegue el tiempo
,ielijado en sus insondables decretos. En,.


tanto limítense ustedes á implorar su




144
miseridordia , cubran sus cabezas de ce>


piza, y:sus carnes de cilicio : o en y ayu-
nen para templar la cólera divina , y no
den lugar con sus intempestivas gestiones


que se sospeche, .que no es el celo de
la casa de Dios el que los devora, sine
la sed de las riquezas y la hambre del
poder. En cuanto al trono reflexionen us-
tedes que los impotentes esfuerzos que
hacen para restituirle lo que ustedes lla-
man su antiguo.esplendor, pueden tal vez
ocasionar su ruina. Piensen ustedes bien,
que si. los revolucionarios que al fin,
sean lo que fueren, tienen el poder en
sus manos, se cansan de ver que cada
dia salta por una parte ó por otra algun
chispazo de lo que ellos llaman servilis-
mo ;. puede suceder en España ( no lo
permita el cielo) lo que sucedió en la.


desgr
aciada Francia. Piensen Ustedes que


las imprudentes y reiteradas maquinacio-
nes de los emigrados de Coblenza, y de
los realistas absolutos que se hah


ian que
es


-


dado en lo interior
, y las predica.cion


de clero ultramontano, dirigidas aquellas
y estas á desacreditar y destruir la obra


de la rev
o


olucio n , fueron las que precipita-
on del trno al infeliz, cuanto boudadw
r


z 45
so y sencillo Luis XVI. Piensen ustedes
bien en todas las escenas de horror que
se siguieron á este primer atentado : pín-
tenselas con toda la viveza posible en su
írnaginacion : tiemblen -ustedes , horrorí-
cense , y no den pretesto con sus dispa-
ratadas conspiraciones á que nuestros exal-
tados digan, como los -de Francia, que la
existencia del trono y de la libertad son
incompatibles, y caygan sobre nosotros
todos los males que por espacio de dos
años afligieron á nuestros vecinos. Pien-
sen ustedes y reconozcan que no es pru-
dente irritar al leon por mas generoso
que le supongamos, y que es inutil opo-
ner diques de Immo al torrente impetuo.
so que se precipita de lo alto de los mon-
tes. Piensen ustedes que asi como á las
primitivas y sencillas formas republica-
nas sucedió la monarquía perpétua , ab-
soluta y hereditaria , puede suceder á es-
ta una magistratura temporal , limitada y
electiva : que hay ya en Europa cierta
tendencia hacia esta fOrma de gobierno;
y que ustedes, por no contentarse con la
monarquía moderada, aceleran sin saber-
lo la gran revolucion de que desaparez-
can las dinastías actuales, Piensen ustedes


TONO 3x.
IQ




i46
que con cada paso que dan , empeoran la
causa misma que se proponen defender.
Piensen ustedes que los verdaderos ami-




gos los reyes rió son


que toman
su nombre para empresas-temerarias, inú-
tiles y criminales, sino los que les acon-


sejan que se
se


conformen con el votó de \•


sus pueblos, que uniformen con el es-
píritu de su siglo, que no se expongan
á perder la autoridad que la voluntad ge-
peral ha depositado en sus ruanos , por
obstinarse en querer ser vicedioses en la
tierra ; y que lejos de sentir que su po-
der no sea ilimitado y absoluto, debian
ellos pedir y proponer que sus funciones
se redugesen , como' Aelably por el de
Suecia , á las de una mera estampilla,
es decir,á autorizar con su fama lo


que


sus cámaras, senados y consejos hubie-
sen decretado y ordenado. •A los prínci,
pes acostumbrados al gobierno absoluto,
les parecerá una paradoja; pero es una
verdad demostrable, que el individuo mas,
feliz que puede haber sobre la tierra, se-
ria un rey que conservando las riquezas,
honores y preeminencias anejas á este tí-
tulo , no tuviese en los negocios mas in,
tervencion , que la de que las actas se


espidiesen en su nombre. Semejante en-
tonces á la divinidad de Epicuro, ningun
cuidado turbaria su celestial bienaven-
tura. ¿No hay dinero ? A. la representa-
cion nacional que lo busque. ¿ Hay guer-
ras? Ella verá cómo hacerlas y terminar-
las ? ¿Hay que dar un empleo? Que el
consejo de Estado , el senado ó á quien
toque, me proponga el mas benemérito
y mas idóneo ? Los agentes del poder,
cualesquiera que sean, ¿se conducen mal?
Que se les haga causa y se les castigue.
¿No desempeiian bien su comision los
diputados? Las leyes que hacen ¿no son
buenas ? ¿ El sistema de rentas que esta-.
blecen no está bien entendido? Cúlpen-
se á sí mismos los pueblos, que no han
sabido elegir sus representantes. En Suma,
yo no tengo otro encargo en la sociedad,
que el de imponer al pueblo cierto respe-
to, ser un centro de unidad para todas
las operaciones del gobierno, é inutilizar
ó estinguir las ambiciones personales que
pudieran disputarse la primera magistra-
tura.


Y no se crea que organizado un ,go-
bierno bajo estos principios, fuese el tro-
no una rueda inutil en la máquina. Al


xo.




a48
contrario, nunca sería mas util que cuan-
do destinado á regularizar y centralizar el
movimiento general , no se rozase con
ninguna parte, y ni aun pudiese entor-
pecer con el roce ó debilitar su accion.
Entonces fuera cuando la persona del mo-
narca sería completamente inviolable y
verdaderamente sagrada de hecho y de
derecho: entonces sería una especie de di-
vinidad benéfica, incapaz de hacer real, que
en todos los instantes estaria haciendo el
inestimable bien de mantener el orden,
y de impedir, las agitaciones , convulsio-


nes y trastornos que diariamente amena,-


zan al estado; cuando la primera magis-
tratura es temporal , electiva y responsa-
ble. Nos parece que los publicistas no se
han elevado todavía á toda la altura con-
veniente en esta parte de la teoría social,
ni han llegado á simplificar, cuanto ella
permite, la idea de :la monarquía -consti-
tucional. Nosotros creemos • que el sistema
representativo no llegará á toda la perfec-
cion , sencillez 'y estabilidad de que es
susceptible, hasta que 'se haya combinado
la delegacion, del poder con tal precision,
que no haya una sola accion publica de
la cual no deba responder algun agente;


149
para la cual es preciso que la voluntad
privada del monarca no intervenga ni in-
fluya r en ningun acto público , y que ha-
ciéndose- todo en su nombre , no se vea
jamas su mano, sino en la accion mate-
rial de firmar y ciar audiencia á 'lacio,
nales y estrangeros. Esta delicadísima teo,
ría pide esplicaciones é_iluitraciones que
no son de este lugar. Tal vez otro dia
tratarémos de intento este punto con to,
da la estension que merece.


Prescindiendo •cle l por ahora y vol,
viendo á nuestros conspiradores, todo cuan-
te les hemos dicho en este artículo, se
reduce á que miren bien lo que hacen;


que conozcan que mientras sus proyee,
tos no tengan en su apoyo •el voto y co7
operacion de la mayor y mas sana parte• do
los Españoles, no se eximirán de la nom
de sediciosos, ni evitarán el castigo que
las leyes designan á los reos de' esta chi,-
se , por ruál que invoquen los nombro,
siempre respetables , de religon , patria y
rey ; y sobre todo que se persuadan de
una verdad importantísima, y es que la
situacion de la:Europa es sumamente crí-
tica ; y cualquier paso imprudente., 'intem-
pestivo , y mal calculado que den los .par,




150
tidarios de la arbitrariedad y de los pri-
vilegios, puede tener consecuencias muy
fatales á los mismos monarcas , en cuyo
fátor aparentan ellos que trabajan , cuan-
do nadie ignora que el secreto y verda-
dero móvil que los hace obrar, es su in-
terés personal, ó á lo menos el de su cla-
se. Miren que la juventud que se ha cria-
do en Europa despues de la revolucion
de .Francia, está en general imbuida en
doctrinas que no son en religion las ul-
tramontanas, en filosofía las del peripato,
y en política las del poder absoluto: que
las cabezas de los jóvenes se fanatizan con
facilidad, y que si el fanatismo ,religioso
produjo los Damiens , los Ravaillacs y los
Clementes , el fanatismo político ha pro-
ducido ya los Sanes y los Louveles: con-
vénzanse de que una vez disipado el pres-
tigio que hacia respetar, como obra de la
divinidad, lo que en realidad es la obra
de los hombres; todos cuantos esfuerzos
se hagan para renovar la ilusion, son inú-
tiles ; y que empeñarse en que la especie
humana retroceda al ser y estado en que
se hallaba hace siete siglos, es lo mismo
que querer que los ríos retrocedan hácia
su origen. El tiempo que una vez pasó


15 t
no vuelve: los papas, los emperadores,
los reyes, los obispos, los clérigos, los
soldados, los sabios; en suma, los hombres del
siglo XIX no son ni pueden ser los mis-
mos que los del XII, aunque conserven
los mismos nombres sus dignidades, des-
tinos y profesiones. Este es un error gro-
sero, pero muy comun. Porque los empleos
no mudan de nombre, se cree que tam-
poco se alteran ni mudan las circunstancias
en que se ejercen. Porque el obispo de Ro-
ma continua llamándose papa, se imagi-
nan algunos queTio Viles el mismo que
Hildebrando, y que puede hacer todo lo
que aquel hacia. Pero se engañan mucho:
á.
. otros tiempos otras costumbres,




152


Contestacion al nzanAsto del brigadier
D. Joaquín Clarebout, uno de los desterra-
dos de Sevilla, por la eonmocion pa-
triótica del 14 de abril último.


•• • • • • - •


Por el último correo de Andalucia nos
hemos hallado con un cartapelon bastan-
te grueso, y que no contenia dentro de
sí mas que un cuaderno de 9. 4 páginas
con el título de el Brigadier D. foaquiu
Clarebout á sus conciudadanos. Manifiesto
tenernos , elige yo al punto , y asi entre-
°mese sin remision al brazo secular de la
chimenea ó de la cocina, porque en ha-
biendo visto uno, ya se deben dar por
vistos y por pasados en autoridad de co-
sa juzgada todos cuantos salieren á luz,
desde ahora hasta el . fin de los siglos. Ha-
biendo luego observado uno de nosotros,
que en primer lugar venia franco de por-
te, cosa harto rara en los repartidores de
folletos, y en segundo, que ese tal D. Joa-
quin era uno de los que salieron dester -
rados de Sevilla por altos juicios de Dios ,
comunicados al café del Turco de aque-,


153
lla ciudad , no pudimos menos de hojear-
le rápidamente, esperando encontrar en él
una humildísima confesion de sus peca-
dos públicos y secretos, y un propósito
firme de acomodarse en lo sucesivo al Sol
que mas caliente. Verdad es que por la


'idea, que tenemos de su caracter y de
los principios que han dirigido siempre
Su conducta, no nos prometiamos toda
aquella dul zura y humildad que se exigen
de los caidos, y mas cuando son inocen-
tes; pero tamhien lo es que nunca se nos
pasó por la iniaginacion, que llegase á tan-
to su orgullo y su contumacia.


Para que se vea que nosotros, aun-
que un tantico acalorados por la santa cau-
sa de la griteria, no por eso carecemos de
la imparcialidad necesaria para juzgar es-
ta clase de travesuras, convendrémos des-
de luego en los hechos que da por sen-
tados este caballero brigadier, aunque sea-
mos de diferente sentir en cuanto á las
consecuencias que de ellos, se propone de-
ducir. Confesamos francamente que D. Joa-
quin Clarebout, no solo ha gozado cons-
tantemente en Sevilla de la estimacion ge-
neral debida á su nacimiento, á sus pren-
das personales y á una conducta franca




154
y popular, sino que adquirió nuevos tí-
tulos al reconocimiento de su pais con
los notorios sacrificios que hizo de su per-
sona y bienes en favor de la causa de la
independencia. Pero es menester hacerse
cargo de que en aquellos tiempos no era
tan dificil dar pruebas de adhesion, como
en los presentes; porque entonces no se
necesitaba 'mas que valor y generosidad, y
en el dia s.e necesitan pulmones y cierta
soltura para el canto.


No negaremos que la violencia de que
se queja, fue arrancada - sí las autoridades
contra la voluntad de ellas y con pesadum-
bre del pueblo ; pero siempre seremos de
opinion que esta voz no significa la masa
de los vecinos de una ciudad ni el con-
junto de una poblacion, sino la flor, la
nata y la espuma, representadas por unas
cuantas docenas de gente de buen hu-
mor.


Convendremos, si se quiere, en que
escitadas ó no escitadas las tales autori-
dades, no solo infringieron la Constitu-
cion actual de la monarquía, sirio todos
cuantos pactos sirven de basa para la so-
ciedad_ de los salvages mas estúpidos de
la costa de A.frica ; pero eso . seria bue-


7 55
he cuando se probase que el oficio
de que se queja Clarebout, era una ver-
dadera orden de destierro; mas ni siquie-
ra por descuido se nombra en él seme-
jante palabra, sino que únicamente se le
mandó tomar pipa para otra parte dentro
del término de 24 horas; y claro es que
no es lo mismo uno que otro.


No negamos la certeza (le lo que lé
pasó el año de 18x5, cuando tambien por
altos juicios de Dios, comunicados al fa-
moso Negrete, le tuvieron encerrado en
los calabozos por espacio de 105 días;
pero tampoco nos negará este interesado, que
aquel ligero sacrificio era 'igualmente ne-
cesario «para la conservacion de latran-
quilidad pública y la seguridad misma


«de la persona de
-
su Seiioria." Entonces


el intérprete de la voluntad general era
el Negrete (le 1 815 , y ahora 'lo son otros
Negretes de 1821 : con que lo que úni-
camente falta es, que asi como entonces
por remate de fiesta le dieron el grado
de brigadier (justo y acomodado premio
para un encarcelamiento), ahora le den
elle mariscal de campo, y vengan cuantos
Negretes ha producido toda la Nigrícia,
desde Can hasta el siglo


,At




x 56
Desde luego le concedemos que ha usa-


do de su derecho y de su libertad natu-
ral en representar hasta1cuarta vez, para
ser oído y juzgado en , tribunal competen-
te; pero tamblen nos concederá él por su
parte, que las autoridades han usado igual-
mente de su derecho en decir, que no las
da la gana de oirle. ¿Miren á qué orques-
ta ó á qué concierto las viene convidan-
do? ¿Sabe el sector brigadier lo dificil
que es presentarse en clase de acusador en.
un tribunal constitucional? ¿Ha estudiado
las penas á que se sujeta un falso denun-
ciador? ¿tiene noticia de la rastra que trae
consigo la responsabilidad de los jueces? .
¿Ha formado idea del amarguísimo trago
que es para un gefe político, ó para un
capitán general de provincia, el tener que
declarar paladinamente que lo que mandó
en tal fecha fue una solemne injusticia,
nacida del error, de la debilidad ó de la
violencia que le hicieron? ¿ Está bien pe.
netrado de que semejante paso, ademas de




la vergüenza y desayre que ocasiona, no so-
lo lleva tras de sí la pérdida del empleo,
sino Cambien la del sueldo y obvenciones?
Pues si ha reflexionado todas estas cosas,
¿cómo no se le parte el corazon de dolor
antes de pedir que le oygan? Cállese por
vida suya, y no dé lugar á que le tengan




por un Neron ó por un Herodes aquellos
mismos que tuvieron • la caridad de enviarle
á tomar ayres por 'esas .haciendas y cOrti-


jos. Mire que no es lo mismo andar viajan-.
do por fuerza en la deliciosa estacion de la
primavera, que quedarse sin destino y por
puertas en lo mas riguroso del estío,. Reflexio-
ne que aunque todo ó casi todo el pueblo
de Sevilla tendría una gran - ,satisfaccion en
volver á ver á su señoría triunfante de la
persecucion, podria haber su media docena
de aficionados que no le mirasen con los
mismos ojos; y hay ocasiones en el mundo
en que el afecto de todo un pueblo no
aprovecha para nada, y sobran seis indiví-
duos para quitarle á uno la gana de co-
mer.


Ya por su parte ha cumplido usia con
lo que manda el ritual de la libertad de
imprenta,' que es publicar un manifiesto: lodomas de pedir juicio, constituirse en ar-
resto y purificarse en un tribunal, es cosa de
puro lujo, y casi podria llamarse un pleo-
nasmo. ¿ Qué mas claro lo quiere usia que
lo que dice el oficie, proclama, circular
ó aviso espontáneo, que con fecha de 8
de junio último, le ha hecho el honor de
dirigirle el señor gefe superior político de
esa provincia ? En él se dice, y se dice
muy bien , que cuando varios interesados
de los que por la connzocion del dia
de abril , fue forzoso saliesen de esta ciu-
dad (esto de los interesados lo ha de
entender usia, no.de los que salieron, porque
estos maldito el interes que tenian en salir,
sino de los que quedaban que eran los que le




158
tenían. en que saliesen los otros),


acudie-


ron á este gobierno político pidiendo se les
designase puesto cls' residencia, respecto no.
haberlos addo en la provincia de Cadiz,
peticion sobrado necia , porque á no los


admtian Cadiz debieron irse á Filipi-


nas,
i
y asi hubieran complacido á los que


los echaron ) á donde parece
:se les' dirigió


en aquel día., (no eche usia en saco roto
ese presente de indicativo, porque en
efecto él solo manifiesta bien a las cla-
ras la dificultad que le cuesta al actual ge-
fe político creer un acontecimiento seme-.


jante )
el gobierno político acordó pudie-


ran vivir en donde mejor tuviesen por con-
veniente, sin esceptuar pueblo alguno ; y de
aqui debe irlferirse que no les ha impedido
su uelta á esta 'capital. (Esto acordaria sin
duda el gobierno político; pero fo que es el ge-
fe


ó gobernador interino acordó todo lo con-
trario, como que le mandó residir en


pueblo
que distase de Sevilla poco toas ó menos tan-
to como el puerto de Santa Maria ; y fue
una providencia muy sabia: pero vamos á
decir ).« La cordura y prudencia de este y de-
« mas interesados les ha aconsejado que no


debian presentarse en ella , por los bustos
« temores de que pudiera renovarse la es


-


-


« cena.
del 14." Quien no se deja deste


rar, y si es menester, hacerse pedazos con tú:
que luego le llamen cuerdo y prudente? ),
« Si ene ya otros motivos de creer que la
ti


« opinion pueda haberse rectificad o y puesto


159
• en su favor, y si por consiguiente les pare-
« ce que podrán vivir en la capital, seguros
« de que no han de servir de escándalo
« político," (a ve usia cómo la opinion no es-
taba entonces rectificada, y aun por eso
no causó escándalo político su destierro ó
corno se llame?


), « causar alteracion
« en la tranqnilidad , ni ser insultados , el
« gobierno político no se opondrá á su vuel.
« ta á ella ; (d qué mas ha de hacer en fa-
« vor de usia ese buen político gobierno? )


Pero tampoco se lo mandará, respecto á
« que no le consta, ni puede constarle , que
« merezcan ya la' confianza de sus conciu-
«dadanos, ni que por consiguiente la opi-
« nion haya mejorada- con respecto á sus
• personas." ( ¡Ah, pues si esto le consta-
ra al señor gefe político, ya, ya vería usia
maravillas.) « Asi, que este interesado y los
« (lemas que se hallan en su caso pueden
« venir ó no á esta ciudad, segun les acon-


seje .su prudencia y discrecion, en el
« concepto de que si volvieren , el gobier-
« no político les dispensará la proteccion
« que prescriben las. leyes." .( Menos la de
ser oidos en justicia, porque entonces ha,-
bria aquello del escándalo y la falta de
discrecion y prudencia.)


En vista , pues , de una resolucion tan
vigorosa y tan constitucional coma esta,
¿-qué mas puede usia pedir ni apetecer para
considerarse mas seguro que en los desier-
tos de Arabia? Escriba inmediatamente-una
humilde carta de gracias á ese senior, y




16o
aprovéchese de esa especie de amnistia, por
que si usia se empeña en recordar los de-
rechos y relaciones, sociales , libertad civil,
y confianza en la proteccion de la cons-
titucion , son capaces de apedrearle por
blasfemo.Fuera aparte de lo dicho , nosotros
quisieranios poder dar - á usia un consue-
lo de sustancia en esa pequeñísima tri,
bulacion; pero ya que no está en nuestra ma-
no otra cosa,le rogamos que en el caso de
insistir en la mafia de ser oido en. jui-
cio, lo difiera por algunos años hasta tan-
to que se hayan arreglado un poco las pe-
nas con los delitos. Y para que no pien-
se usia que este consejo carece de fun-
damento, no tiene mas que pasar la vista
por el número 498 de la Miscelánea,
y en ella ver la lista de los presos que
han salido de esta corte para sus respec-
tivos destinos, en la mañana del 8 del cor-
riente. En ella verá usia cuánto mas atroz
es el crimen de sospechoso, que el de la-


dron y el de homicida; y por eso sabia-
mente se destina á los primeros á lo años
de Ceuta, y á los segundos y terceros á
4 arios de presidio en el de Málaga. Ten-
ga pues uso, gran cuidado de no ceder
á las frecuentes tentaciones del demonio;.
pero en caso de pecar en estos tiempos
aciagos , mas vale que robe ó mate á quien
se le ponga en la cabeza, que no el que
se haga sospechoso á sus conciudadanos.


EL CEASOR
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO,


N.° 5 x .


SAIS.1.00 1 2 1,.11. 41, Jimio Dr. x821.


Nueva Constitución y jesuitas en Nápoles.


« irtNt ti ntOrti!'


AtFunt:'


Cuando
do supimos la desgraciada catástrofe,


de la revolucion de Nápoles, y la vuelta
del rey á su capital al frente de las tro-
pas austriacas, no dudabamos que serian
anuladas las instituciones liberales, que po-
cos meses antes habia jurado el monarca, y
por cuya defensa emprendió ostensible-
mente al viage de Laybach. Sabiamos que
no estaba tan libre entre las bayonetas
de su augusto aliado, corno el gabinete
de Viena había dado á entender á la Eu-


TOMO IX.
I I




x62
ropa entera ; y la Constitucion de Cadiz,
prenda de independencia , no podia sos-
tenerse bajo la influencia de los egércitos
estrangeros. Pero creimos que,


'


por lo me-
nos el ministerio del rey de Nhpoles tran-
sigiria con el espíritu de su "nacion y de
su siglo, dando á aquel pueblo desgracia-
do una Constitucion, sino tan liberal co-
mo la española, á lo menos que pusiese
en salvo las garantías individuales, que ter-
minase la lid de los partidos y que cimentase
los derechos de la familia real sobre los
intereses nacionales. El cgemplo dado por
muchos príncipes de Alemania , y por el
mismo emperador de Rusia en la Polonia,
el honor del trono , ligado al cumplimien-
to de tantas y tan solemnes promesas, la
necesidad de mostrar que el rey de Ná-
poles está libre en medio de los egérci-


. tos austriacos, y en fin, su seguridad mis-
ma y la de su familia, exigian imperiosa-
mente una Constitucion.


En valle hubiera levantado el grito
el gabinete austríaco: el rey de Nápoles
podia responderle: digisteis que no era la-
bre cuando juré la Constitucion de España:
digisteis que no son buenas la institucio-
ms: que no dimanan del trono. Probad que


163
soy libre ahora permitiendome transigir con
mi pueblo cuando ninguna fuerza me obli-
ga á transigir. ¿Cómo pudiera la corté 'de
Viena negarse á que se estableciese en Ná-
poles el mismo régimen que vé y permi-
te á las puertas de su casa en Baviera y
Würtemberg? Y si entonces se hubiera ne-
gado á ello, el rey 'labia cumplido con su
pueblo, con sus aliados y con su honor,.
y la Europa hubiera conocido que el Aus-
tria no se habia armado para libertar al
trono, sino para ,


oprimir la nacion. En-
tonces quizá los napolitanos hubieran en-
contrado en la Rusia; tan parcial con el'
Austria, en la Francia, tan indiferente á


d
su propia gloria y en la opinion pública
e los gabinetes europeos, defensorés nu-


merosos de su independencia.
Y en fin , si las formas constituciona-


les, sean de !la especie que fueren , ater-
raron al ministerio napolitano, ¿ quién l&
impidió establecer los antiguos parlamentos
del reyno de las Dos-Sicilias, que aunque
imperfectos y aristocráticos tenia ' , en aquel
momento la ventaja de no tener escepcion
alguna que temer' de parte de los austria-
cos, que se gobiernan por estados gene-
rales de la misma especie? El pueblo ven-


. x z .




164
cido hubiera pensado que esto era lo mas
que se le porfia conceder en aquellas cir-
cunstancias, á causa de la inEuencia estran-
gera , y con esperanza de otros tiempos
se hubiera Contentado con los escasos fru-
tos que ofrecian las presentes circunsta n


-cias. Cualquiera de estas determinaciones
hubiera probado á los napolitanos, que su
monarca atendia en cuanto le era posible
á los votos y deseos de su pueblo.


Mas no tardó el ministerio napolitano


en desengala r á la Enrola, que la tirania
y el servilismo son incorregibles. Horren-
das proscripciones, castigos bárbaros é ig-
nominiosos, deportaciones al Austria, tan
dolorosas para los que las sufren,, COMO


vergonzosas para el que las manda, pues
ellas prueban que. Nápoles es un apén-
dice de la corte de Viena, los terrores del
gobierno militar y estrangero, fueron las
primeras medidas que anunciaron en las
provincias la llegada del rey á su palacio:
y despues para aaadir la irrision á la cruel-


dad, se ha publicado un
pacto de union


que separa á Nápoles de Sicilia, y que,.
crea en cada reyno una consulta de Esta-
do nombrada por el rey y encargada de
deliberar acerca de las leyes. Esto es lo


165
que se ha sustituido al pacto constitucio-
nal: esto es lo que se llama, sin duda por
escarnio, constitucion concedida por el rey
de las Dos-Sicilias. Es verdad que para
templar tanta amargura y consolar á la
Dador' en su vilipendio , se le concede al
mismo tiempo la institucion mas liberal
y mas conforme á las luces del siglo, á
saber, el restablecimiento de los jesuitas.


«Itene ó odi."


Todo os es favorable, ú er(emígos de
la libertad. Poned sobre el trono el poder
arbitrario : envileced vuestra nacion entre-
gándola en masa y por indivíduos á un
gabinete estrangero lry ambicioso: emplead
las fuerzas y brazos de vuestros verdugos
en destrozar las espaldas de vuestros con-
ciudadanos : embruteced, si podeis, todas
las clases encargando la educacion de la
juventud á unos maestros hábiles en el
arte de apoderarse de los ánimos y de fa-
natizarlos á su arbitrio : oprimid el pen-
samiento y las personas : arrancad hasta
el último óbolo á los infelices pueblos; pero
temed el dia de las venganzas. Haheis si-
do perseguidores, sereis perseguidos: El
pueblo se hubiera contentado con la libertad




66
constitucional: vuestras reacciones insensatas
harán que no se sacien ni aun con mares de
sangre. Caminais sobre un volean pronto á
devoraros : ¡ y os crceis los seaores de la
naturaleza!


¿Qué vertigo funesto se ha apoderado
en Europa de los hombres que estan al
frente do los partidos y dirigen sus ope-
raciones? ¿Qué furor es este de proscri-
bir por masa sin forma de juicio, ó lo que
es peor, con leyes parciales y mas bien
fundidas en la fragua de una atroz polí-
tica, que pesadas en la balanza de Temis?
Un decreto general de proscripcion pesa
sobre los carboneros en Italia, Austria y
en todos los paises adonde llega el látigo
de Viena. ¿Creen estinguirlos de este mo-
do? ¿Creen acabar de esa manera con las
opiniones que aquella secta propaga ?


Nosotros no liaremos ni el elogio, n í
la censura de sus dogmas, porque no los
conocemos. Si son amigos de la libertad
constitucional, tambien lo serán del or-
den , sin el cual no existe ni puede exis-
tir aquella ; y por consiguiente sus opinio-
nes son las nuestras. Si el sistema de los
carboneros es ultra-liberal, y se dirige á com-
batir las prerogativas legítimas y constitu-


567
cionales de los gobiernos con el pretesto
de una libertad mal entendida y e \ag,e.
rada, confesaremos que no somos de su
opinion , y que la impugnaremos con las
armas del raciocinio: pourtant il ne. faat
pas les bade/ . , como decia Voltaire, ha-
blando de una secta religiosa. Sea libre á.
todo ciudadano europeo opinar, como gus-
te, en materia de política y de gobier-
no. ¿Cuándo hemos de entender que las
ideas no son crímenes, y que el delito tio
empieza, sino donde empieza la acczon
contra el gobierno establecido? Pero ¿ qué
estraí'ia!nos que los fautores del servilismo
no entiendan estas maximas, cuando ve-
mos la dificultad que cuesta hacérselas en-
tender á los que llevan el nombre de li-
berales ? Todo




partido proscrito se propa-
ga por la misma proscripcion. La natu-
raleza ha mostrado el yerro de los perse-
guidores en la inutilidad misma de sus
atroces tentativas. Los carboneros se pro-
pagarán donde quiera que sean persegui-
dos; y si sus principios son erróneos, la
tolerancia y la libertad de la prensa aca-
barán con ellos. Este es uno de los mas
grandes males del poder absoluto. Aun
cuando tiene razon , aun cuando persigue




168
errores son tan desatinados los medios de
que se vale, que solo sirven para estender
y preconizar las falsas doctrinas. El hom-
bre no es tan malo, como creen algunos
filósofos. La compasion le habla á favor
de los oprimidos. Nos lastima un ladron y
asesino, cuando sube al cadalso de or-
den de la ley: ¿qué sucederá con las vícti-
timas del poder, perseguidas por opinio-
nes Por otra parte el mayor número de los
hombres juzga muy poderosos los argu-.
mentos de una doctrina que espone á per-
secuciones; é incapaz de discutirla en sus
principios, no valúa sus pruebas sino por
el peligro que se corre en sostenerla: mu-
cho mas cuando estamos acostumbrados
por una funesta esperiencia á que los de-
positarios del poder sean casi siempre ene-.
migos de la justicia y de la razon.


Pero si las doctrinas de los carbone-
ros son puras y constitucionales, y por
consiguiente conformes á las ideas gene-
rales del siglo y las luces de Europa ; ¡cuán-
ta responsabilidad no atesoran sobre su ca-
beza los perseguidores! El reynado del ro-.
der absoluto no puede ser largo; y cuando
llegue su fin, ¡cuántos males causará la
proscripcion actual en los infelices pue-


16g
blos de Italia! .! Piensan que los que en-
tonces se apoderen del poder serán hom-
bres tan virtuosos, tan impasibles, tan
agenos de sentimientos personales, que ni
mediten su venganza, ni la pongan en ege-
cuciori ? ¿ Qué garantía les parecerá bas-


, tante grande para libertarse de las reac-
ciones futuras ? Trataron ahora bárbara-


' mente, aprenderán á ser bárbaros criando
se apoderen del poder; y una serie inde-
finida de proscripciones recíprocas abri-
rán en Italia el sepulcro mal cerrado toda-
vía donde los Guelfos y Gibelinos, los Paz-
zis- y los Medicis abismaron las genera-
ciones de cuatro siglos. ¡ Y los que se lla-
man por escelencia amigos del orden social.
son los que provocan tan horrendas ca-


' lamidades!
Pero, lo repetimos, el servilismo es in-


corregible. Vencido no sabe mas que cons-
pirar: vencedor no sabe mas 'que pros-
cribir. Mas decimos: conspira, no tanto
para apoderarse de la fuerza , como para
egercer venganzas. Este es su caracter esen-
cial: no hay conspira.cion servil sin lista
de proscritos. Como su sistema no tie-
ne sostenimiento en la opinion pública
ni en las ideas de los hombres, necesita •




170
del terror, que es la única arma que aco-
moda á la tiranía ; porque es la única
que sabe manejar. La diplomacia no le
gusta : las astucias políticas su ponen • por
lo menos cierto miramiento hacia la víctima


de la perfidia. No I•ly cosa para un sultan
como el alfange.


En efecto, con él en la mano' se pue-
de por algunos instantes arrostrar la opi-
nion de un pueblo entero, arrancarle sus
mas preciosas libertades, comprimir, la in-
dignaciart, egercitar venganzasn l'ames, bur-
larse del sigro y de la Europa , y añadir
á tantos insulsos la mofa y el ludibrio.
Esto es lo que han hecho los ministros
del rey de Nápoles. A menos costa hu-
bieran podido establecer una constitucion
moderada ; pero entonces C cómo hubieran
ciado un testimonio público de su adhesion
á las miras del Austria?


Y. ¿por qué han separado el reyno de
Sicilia del de Nápoles ? A la verdad nos-
otros no somos enemigos del sistema fede-
rativo, considerado en sí mismo con en-
tera abstraccion de las circunstanci as ; y
una de las instituciones que mas dignas
de elogio nos parecen en la Constitucion
española, es la independencia del régimen


171
municipal en las provincias y en las po-
blaeion2s. Pero atendidas las actuales cir-
cunstancias de Europa, no estarémos nun-
ca por la division de unpueblo en pro-
vincias federadas, Mientras la Rusia , el
Austria y la Francia sean tan extensas y
poderosas. La independencia de un gobier-
no federativo junto á grandes potencias, es
siempre precaria , por no decir ilusoria.
Dígalo la Holanda, que si pudo defender-'h
se contra el poder de España lejano y po-
co unido , ha sido sucesivamente insulta-
da por la Francia, por la Prusia y por
la Inglaterra. Dígalo la Suiza que en los
siglos feudales afirmó su independencia
contra el Austria ; pero que en el día tie-
ne que abrir sus fronteras al primero que
llega. Dígalo en fin , el imperio germáni•
co tantas veces invadido por los france-
ses, Os cueros y los prusianos, ya aliados,
ya enemigos.


La prueba mas convincente de que el
sistema federativo no acomoda en la
tnalidad á los pueblos, es ver que acomoda
al gabinete de Viena, el cual ha hecho
Su primer ensayo en esta materia sepa-
rando á Nápoles de Sicilia; porque aun-
que es verdad que los sicilianos llevaban


ac-




172.
impacientemente el yugo de la corte de
Nápoles, tambien lo es que el ministerio
napolitan o no está dispuesto h complacer
á los pueblos, y que todas sus operacio-
nes actuales no tienen. otro móvil que la
voluntad del Austria, en cuyo nombre y
con cuyas bayonetas reyna y triunfa tan
gloriosamente.


Es preciso que aquellos ministros ha-
yan perdido todo sentimiento de lealtad
y fidelidad hácia su rey para comprometer
tan vergonzosamente su honor y su trono.
El monarca estaba obligado por lo que
hay mas sagrado entre los hombres á sos-
tener la Constitucion de Nápoles; pero ya
que esto no ha sido posible, no ha po-
dido, sin deshonor de su persona y de su
dignidad, dejar de conceder á sus pueblos
alguna parte de tanto como 'labia jurado.
Hubo un tiempo en que los reyes volvían
voluntariamente al poder de sus enemigos,
por no quebrantar las promesas hechas en
la esclavitud: hubo un tiempo en que un
rey decia que si 'se perdiera la verdad,
deberia encontrarse junto al solio de los
monarcas: hubo un tiempo- en que los re-
yes se preciaban de caballeros. Dos siglos
de ministerios despóticos han enseñado.


173
los gobiernos que la buena fe no es la vir-
tud esencial de los monarcas. ¡Y estraijan
los serviles despues de esto que los pue-
blos hayan perdido aquel sentimiento de
respeto y venerador) que profesaban en-
tes 5. la suprema magistratura ! Un rey
sin palabra , sin sin honor, es un rey
peor que destronado : es un rey envileci-
do. Es el. Sultán de 'Milton en las mar-•
«enes del infierno.


Y qué seguridad puede tener el tro-
no ,, cuando el ministerio solo se emplea
en deshonrar al que lo ocupa Los mi-
nistros napolitanos han hecho el nombre
de rey no solo odioso (t aquella nacion,
sino tambien despreciable; porque nada
desprecian tanto los hombres, como al
que egerce sobre ellos una tirania subal-
terna. Cuantas fuerzas morales puso la na-
turaleza en la cabeza y en el corazon de
los humanos , todas se dirigen en el dia
en aquella infeliz nacion contra el trono
y contra el monarca. La indignacion , la
venganza , el amor de la libertad, el odio
á la dominacion estrangera, los afectos
propios del hombre , los del ciudadano,
todo es alli contrario al nombre y á la
dignidad real , en, cuyo nombre. se co-




174
meten tan insensatas atrocidades. Porque
nosotros fieles al principio constitucional
y de eterna razon , proclamado en nues-
tro sagrado código, jamas atribuiremos á
las personas de los monarcas los yerros y
las maldades de sus ministros. En efecto,
por mas absoluto que sea un rey , por
mas deseos que se le supongan de ha-
cer mal , por mas talentos que tenga para
llevar al cabo sus proyectos, muy poco
podrá oprimir, si no encuentra almas
débiles 6 desmoralizadas, que tomen de
su mano el rayo para lanzarlo sobre las
naciones.


Y ¿qué diremos de ese nuevo insulto
hecho á la opinion pública en el resta-\
blechniento de los jesuitas ? Es verdad,
que si el nuevo plantel prospera, la cul-
pa no será del ministerio, sino de la na-
cion : porque :órdenes religiosas no puede
haber sin novicios , ni maestros sin discí-
pulos.' Ahora bien , la nacion es la que
ha de dar discípulos y novicios; pues el
gobierno harto hace con ceder los con-
veníos.


Nosotros no reprodUciremos aqui le
que ya hemos dicho acerca de los jesui-
tas , con motivo de su suprcsion en Es-1


175
paria. Entewes demostrarnos la incompa-
tibilidad de su sistema de educacion con
un régimen liberal, y conforme á las ideas
y al espíritu del siglo. Por ahora baste
decir, que su restablecimiento es un ver-
dadero insulto á las naciones; porque es
decirles: quereis que vuestros hijos apren-
dan nira la épOca en que viven ; pero nos:-
otros querernos que no aprendan sino pa-
ra la *época , á la cual tenemos intencion
de laceros retrogradar. Quereis que ad-
quieran conocimientos Utiles á su patria;
pero nosotros queremos que se les imbu-
ya en preocupaciones l';tileS á la autori-
dad absoluta que meditamos restablece i..
Quereis que sean buenos ciudadanos; nos-
otros queremos que sean esclavos sumisos
y silenciosos. Ya les permitiremos que lean
algunos poetas; pero se guardarán muy
bien de manejar los políticos é ideologis-.
tas. Cuando á fuerza de arte y de traba-
jo hayamos conseguido convertirlos en
mármoles, venid, si podeis , sacad de -la
piedra fria é impasible el hombre y el chi<
dadano."


Tales son las ideas , tales son los pla-
nes del servilismo. Asi obra cuando triun-
fa: asi medita, cuando conspira. Al cabo




176
de algunas generaciones parecerá imposible
á los que lean la historia de la época ac-
tual, que haya habido hombres , tan dé-
biles en sus recursos, tan vanos en sus
pretensiones, tan ridículos é insensatos en
sus proyectos. Cuatro fanáticos ignorantes
presumen parar su siglo; y no solo pa-
rarlo, sino hacerle retrogradar; y lo que no
fue concedido al genio de Napoleon, au-
xiliado de una inmensa fuerza física y mo-
ral, creen poderlo conseguir con furores y
atrocidades. Su locura es digna de lástima á
los ojos del filósofo ; pero el magistrado
debe encadenarlos, para evitar los males
que su urania de conspirar puede traer á
los .ciudadanos honrados, si se deja im-
pune.


Todo anuncia que ha de triunfar la
causa de la libertad. ¡Plegue al cielo que
los furores de sus enemigos no obli-
guen á ensangrenta r el triunfo! Este debe
ser el voto de todos los partidos : por-
que todos son interesados en que se res-•
peten por lo menw los derechos de la
humanidad.


177
TE.dTROS.


.rambien hay secreto en la
dia en tres actos. Esta
(.1e Bien vengas, mal, si
Calderon, refundida.


Cuando vimos por la primera vez anun-
ciada esta pieza de Calderon sin su título
antiguo , creimos que era Tambien hay
duelo en las damas, del mismo autor,
mejor distribuida y versificada, que Bien
venas, mal. En efecto, la intriga de
aquella comedia consiste en el secreto in-,
violable, que guarda Violante acerca de
los amores de su primo don Juan con
Leonor, hermana de su amante don Fe-
lix; secreto que le cuesta muy caro , por-
que todos los incidentes se vuelven con-.
tra ella , escitando los celos de su amado;
pero secreto que debe guardar, por evi-
tar los desastres y ruinas que hubieran.
resultado entre su familia y la de don
Felix, si este llegaba á saber el paradero
de su hermana. Calderon escribió aquella


TOMO


muger: come-
comedia es la
vienes solo, de




a 78pieza cuando ya había llevado á su per-j.
feccion el género dramático , á que se de-
dicaba; así, para establecer sólidamente su
fábula, dió al secreto de Violante todos
los motivos, que sugerían el honor, la


prude
ncia y el amor ; pues no quiso dar á


entender á su ama .te que le era conoci-
da su deshonra, hasta que estuviese re-.
mediada.


La intriga de Bien vengas, mal,
no es-


tá fundada con tanta solidez , ni tan bien
conducida. Doña Ana, encargada de guar-
dar los papeles amorosos de su amiga doña
María y el retrato de su amante, se en-
tretiene en verle con su criada. Llega á


este tiempo clon Diego, amante de doña
Ana, vé el retrato, arde en celos, y desea
saber quien es la amiga quo se lo con-.
fió. Doña Ana guarda su secreto , no tan-
to quizá por guardarlo , como por tener
el placer de recoiarse con suncil amante,
sin darse por vencida, como efectivame n


-te sucede. Ya se nota que el secreto en,
cargado á doña Ana, no la obligaba coti
tanta rigidez , que se espusiese á perder-
su


amante por guardarlo. Asi el enlace
de esta pieza no es tan firme, como el de
la que hemos citado anteriormente,


179El arte principal del poeta dramá-
tico consiste en proporcionar los medios
á los efectos. Para que un actor se es-
ponga á grandes peligros , es necesario
dar grandes y poderosos motivos á su
-conducta: de este modo colocado entre
su deber y su interés , entre peligros con-
tarlos , entre la pasion y la razon , se ha-
cen verosímiles todos los contrastes que
un poeta habil puede inventar en las di-
versas situaciones del drama. ' Pero si los
motivos de obrar son débiles, las situa-:
ciones posteriores , por mas teatrales que
sean-, no inspirarán interés, porque el es,
pectador podrá decir: todo eso. se pudie-
ra haber remediado , habiéndose conducido
de • otro modo. Muy pocás mugeres
fan callado en el caso de doña Ana:


,«No aspires, doña Ana, á sér
El prodigio de estos tiempos;"


le dice clon Diego; pero ninguna hubiera
hablado en el caso de Violante.


Si los amores de doña Ana y don Die.
go constituyen la accion de esta pieza, es
preciso confesar que la comedia de, Cal-:
deroittiene dos enlaces, y la refundida


...


312k




180
tres , si se han de contar las veces que
don Diego, satisfecho de sus celos, vuel«
ve á ellos. Este es un defecto considera-
ble, pero que se puede , perdonar por la


hermosísima escena de reconciliacion en
el acto segundo; escena que perpetuará
esta pieza en nuestro teatro , mientras
agraden el buen lenguage, los buenos ver.
sos y la verdad de las pasiones.


Debemos agradecer al literato que la
ha refundido, la permanencia del-lugar de
la accion. Para ello ha suprimid o dos es-
cenas, una de ellas muy ridícula y sin re-
sultados dramáticos. Espinel , criado de
don Juan, guarda la calle con un mosque-
te fingido. Parece que Calderon era to-
davía poeta novel, cuando dió esta co-
media, pues implora la proteccion -de los


silvadores.
«Mosqueteros de la paz,
Árbitros de la comedia,
Todos somos de la carda,
A todos pido clemencia."


Tambien le debemos agradecer la su-
presion del conceptuoso soneto , en que
estaba envuelto el retrato , al cual se ha
substituido otro mas corriente é inteligi


113r
ble. Nosotros no copiarémos el soneto de
Calderon, que es del género dzscreta y de
pésimo oscuro ; pero sí el juicio que for-
ma de él don Diego, sorprendiéndolo
en poder de doña Ana; porque en mies-


- tro entender su crítica en una escena de
celos es dramática, y no debió haberse su-
primida.


«El castellano epigrama
Es docto, elegante y cuerdo
Y de conceptos y voces
Florido, copioso y crespo.
Abrió con llave de plata
Para cerrar el concepto
Con llave de oro (2.1: advertido
Guardó rigor y precepto.
En retrato y en papel
Iguales se compitieron
Pincel y pluma: retrata
El pincel gala en el cuerpo,
Brillo y perfeccion : la pluma
Pinta en el alma el ingenio."


Estas alabanzas forman un contraste con


(i) Todo menos eso.
(a) Frase de estampilla para elogiar sone-


tos, muy usada en aquel tiempo.




la situacion interior del celoso. Ademas.'
hemos copiado estos versos, para dar á
conocer á nuestros lectores la nomencla-.
tura de que. usaban los críticos de mina
tiempo, cuando juzgaban las obras poé•
ticas.


Tambien querriamos que no se hu-
biera suprimido el monólogo de don Die-
go, cuando vencido de su pasion vuelve
A. que le desenoje doña Ana : porque
ta muy bien la lucha entre el amor y,
el enojo.


«Amante que ha' de volver
Con mas sentimiento y quejas
A pedir satisfacciones,
¿Para qué se Vá sin ellas ?
¿Para qué quien ha de verse
Humilde tiene soberbia ?
¿Quién ba . de buscar, se esconde?'
¿Quién ha de rogar, desprecia?
¿Para qué en estos umbrales
Juré con 'lítjituas tiernas
De no volver á pisarlos ,
Si apenas i ay triste! apenas
Lo pronuncié cuando al punto..
El juramento quisiera
Quebrantar? Y es la verdad ;.


r.83
Pues al tiempo que la lengua
Dice que no ha de volver
A esta calle y á estas rejas,
Sin saber quien me ha traído,
Me vuelvo á mirar en ellas."


Hay tanta verdad en estos versos, que
se les perdona facilmente la impropiedad
del monólogo. No es menos dramático el
necio empeño con que busca un pretes-.
to que cohoneste su vuelta.


¿ Con "qua ocasion entraré
A hablarla, porque no vea
En mí tanto rendimiento?
Diré que vengo á dar 'quejas
De que... pero no; que amante,
Que llega á quejarse , muestra
Sentimientos. Pues ¿diré
No mas de que vengo á verla?
Sí: que en,


hombres como yo,
Y en mugeres de sus prendas,
La correspondencia es bien
Que viva aunque el gusto muera.
Pero es achaque á lo antiguo:
Que nadie hay ya que no sepa
Las amistades que tienen
En pie las correspondencias. (i)


1) En otra paxte llama Calderon á la


aa




1g4
Mas ella viene: yo quiera
Hablarla aquí , sin que entienda
(Ocw•ion me da el retrato)
Que siento tanto la ausencia.
Corazon, esto se' llama
Sacar fuerzas de fiaqueza."


No es menos dranuiiico el empeño de
encubrir á doña Ana , muger hábil y aman•
te, la pasion que le arrastra á su. pre-
sencia. Este monólogo prepara la escena
siguiente, que en su género es quizá la
mejor de nuestro antiguo teatro. Los es-
fuerzos de don Diego para no quejarse,
y las quejas que da al mismo tiempo, la
seriedad burlona doña Ana , la digni•
dad con que esta da sus saisfacciones,
la alegria de su. amante al recibirlas , y
la sal _y urbanidad del diálogo, hacen es-
ta escena comparable á las mejores de Mo-
liere, cuando este profundo descritor de
caracteres se complace en pintar las ni-
ñerías del amor.


cortesía : la estrema-uncion del amor. i Qué
nacion , la que trasladaba las voces de una
religion severa á la teórica de las pasiones!
Y Calderon fue quizá el poeta que se abs-,


tuvo mas de esta profanacion.


185.
Las respuestas de doña Ana estan


nas de la mas refinada malicia.
« De haberes visto


Alguna vez se me acuerda."
D. Diego


Si habeis visto; -y no me espanto,
Que no conozcais las señas;
Porque me visteis dichoso,
Y ya los favores truecan
Las desdichas.


D.a Ana.


De eso mismo
He visto yo una comedia."


La altivez de una muger ofendida con
inj Gstas sospechas está perfectamente pin-
tada en los versos siguientes:


«Mas dama que satisface,
Y ofendida no se queja,
Agraviada no se enoja,
Baldonada no se ve n Iga,
Esa adora y esa estima,
Esa quiere y esa precia (i):


(1) El climax no está bien graduado. En
general , la versificacion de esta pieza no es
comparable con la de otras comedias suyas.
Por eso creemos que fue una de sus prime-
ras composiciones.




/86 Que es vil mugen la que á un hombre
Descubiertamente ruega."


En este molde vació Calderon todos sus
Caracteres mugeriles; mas ya hemos dicho
que en cuanto á los caracteres es infe-
rior á Lope y á Moreto.


187


Sobre el egoísmo.


atioffloc90~5m9sral


Procura hacer bien, porque la vida es
corta, dice un precepto de Zoroastro; y
aunque algunos se quedarán muy 'satis-
fechos con el testimonio de este gran fi-
lósofo , yo sé que hay otros muchos á
quienes una larga y funesta esperiencia
ha demostrado, que nunca es tan limita--
da la vida que no dé lugar á arrepentir-
se de casi todo el bien que se ha he-
cho en ella. Yo , y luego yo , y siempre


-yo es el refran de balden con que acos-
tumbramos á distinguir á los egoístas sin
considerar que con estas tres palabras ha-
cemos el retrato de todos los hombres,
empezando por nosotros mismos, y sin
escluir & los que mas esentos se creen de
semejante nota.


Las palabras egoista y egoísmo deben
ser ó muy modernas ó enteramente bas-
tardas al idioma castellano, supuesto que
ni una ni otra se: encuentran en el Die,
eionario de la real Academia espaDola,




188
Pero estan tan consagradas por el uso, que
ya es tiempo de asignarlas una
cacion fija , determinando su sentido, de
modo que la idea que representen,


no puee


da confundirse con ninguna otra. Dire-
mos, pues, que el egoísmo es


el amor


propio, que consiste en referir todas las co-
sas á su propia utilidad, ó en hablar nut-
cho de sí: y el egoista es


aquel ó aque-.


¿la gire sigue la doctrina del egoísmo.
En cuanto á la segunda parte de es-


ta definicion , es decir, en cuanto al vi-
cio de moler á les denlas con lo que
solo le interesa á uno mismo , es una ma-


ña
tan general y tan antigua, que difi-


cilmente se podrá remediar ni aun cor-
regir, por mas que se la ataque con las


armas, del ridículo ; porque primero verol
deja-


-


vérnos de ser lo que somos, que res
nos á no darnos la primera importancia
en la sociedad. Cuantos hasta ahora han
intentado retratar en la escena á los egoís-
tas, se han contentado con dar alguna
que otra pincelada, sin atreverse á formar
de ellos un verdadero cuadro; y es lás-
tima por cierto, que haya tal escasez,


de pintores- 2 teniendo tanta abundancia de.


modelos.


189
El que los hombres solo se alegren


'6 se entristezcan de los sucesos, en cuan-
to dicen relacion 'con su conveniencia ó
disconveniencia propia, es una cosa tan
natural, que pretender lo contrario no es
mas que provocar la hipocresia política,
no menos detestable que la hipocresia re-
ligiosa. El hombre se ama, y se debe
amar á sí mismo infinitamente mas que


los demas ; y cuantas protestas y jura-
mentos se hagan de lo contrario , son otras
tantas palabras vanas, que suenan bastan-
te bien en boca de un enamorado 1S de
un parásito ; pero que escitan la risa cuan-
do se oyen pronunciar á sangre fria. Muy
bellas son, sin duda, esas frases en que
se pinta el deseo de sacrificarse por la
patria ó por el servicio del príncipe; pe-
ro ya hace algun tiempo que se sabe lo
que eso significa , y lo que hay que con-
tar con semejantes decisiones.


Los egoistas son una fruta que abun-
da en todos-los tiempos y estaciones; pe-•
ro regularmente nunca menudea mas que
en los de revolucion. Esta es verdadera
mente la época de su cosecha, y cuando
mas á su salvo se encubren con cuantos
disfraces les vienen á cuento, Entre -todos




190
el que mas generahnenre vernos que se
adopta, es el disfraz del patriostismo, por
lo mismo que es la virtud que mas se
opone al escesivo amor de sí propio. ¡Oh
qué enjambre de egoistas de todos tra-
bes y colores veo aparecer como llovi-
dos en deredor de esta pobre patria, bus-
candó el modo de hincarla el diente y
de sacarla una triza á fuerza de requie-
bros y de amorios! El uno se presenta
en trage-marcial y guerrero con dos char-
reteras en los hombros, ofreciendo sacri-
ficarse por la patria en clase de coronel.
Otro viene ponderando sus conocimientos
económicos , y ofrece hacer maravillas por
la bagatela de ochenta ó cien mil reales
al año. Aquel está tan prendado de la
patria, que se resigna á ser ministro per-
pétuo, á pesar de sus achaques. Este se in-
digna de haber podido aguantar durante
tantos años una canongia , y se resuelve
á admitir un obispado para servir á la pa-
tria á lo divino. Pedro se desgañita, gri-
tando co ntra los egoistas, y dice que él
y solo él se ha olvidado de sí propio , y
por eso, y no mas , se ve precisado á
'pretender. Antonio que está cercado de
trampas y de acreedores , temiendo pop,


'91
instantes que le echen - mano y le zarn.-
pen en chirona, se ve inflamado de re-
pente con la llama del patriotismo , y
echa á correr en pos del gobierno hu-
yendo de los pícaros egoistas. Anselmo el
abandonado, el de la muger fea y fecun-
da , el que desde joven hizo voto de no
trabajar ni siquiera una hora cada dia;
apenas huele que hay patria en un ángu-
lo de la península , cuando arrehatado•de
una santa holgazaneria huye de sus hijos
y de su muger, y sale á caza de emple-
os. Dionisio el murmurador , el grosero
maldiciente de cuantos no le tienen por
literato y estudioso, abre un almacen
blico de calumnias, zahiere á los hom-
bres modestos, aplaude una atrocidad, y
arrebata un destino cómodo, insignifican-
te, y descansado.


Ninguno de estos deja de. clamar in-
cesantemente contra los egoistls , y al oir-
los no habria nadie que no los tuviese
por unos patriotas acrisolados, que se
vician enteramente ,de su propia existencia,
para no pensar mas que en la utilidad co-
mun. Pero míreseles despacio , sigase pa-
so á paso sn carrera pública , y se verá
que no hay uno siquiera entre toda eza




1.9.2
turba, que no haya sabido ó procura-
do formarse un mayorazgo de su amor á


la patria.
Proponecualquiera de ellos un plan


utilísimo, al parecer , filantrópic o , y dri-
'pido á la prosperidad nacional : ensalzase
la idea hasta las nubes ; sus camaradas se .1
encargan de publicarle y preconizarle; la
gente los escucha con la boca abierta. Si
algun hombre de juicio y de preision es-
pone modestamente algunas dificultades,
que no son mas que invencibles, se des-
atan contra él, le llenan de injurias y
de baldones, concitan contra su inrresis-
tibie lógica las armas de los dicterios, se
vuelve á la carga , el plan no se ejecuta;
pero se pescan los destinos , y se echa ,
una arenga contra el egoismo.


Al dia siguente sale otro perillan pre,
sentando un' proyecto de econcmias: ¡ qué
bueno! Este si que es patriota, este si que
es enemigo de los egoistas: ahora se verá
lo que puede el an.cr de su pais en las
almas bien nacidas; ¡ qué lástima que este
pozo de saber haya estado oscurecido
tanto tiempo ! ¡pobrecito por eso le per-
seguian y le tenian arrinconado: que se lea
el plan, que se imprima, que se discuta,


r931,-i tie Se üge'eute...; pero' eso no es posible,
porque todo el-proyecto consistia en ju-
bilar- á cuatro empleados para crear ocho,
y ponerse el proyectista de gefe de todas
ellos.


Otro mas disimulado logra encubrir
por- algun- tiempo su nulidad con cuatro
frases' brillantes, y -consigue que le ten-
gan por hombre 'de provecho y que le pon-
gan allrente de la administracion. Empie-
za 'per echar abajo cuanto habia en ella,
gin sustituir recurso alguno á los medios
malos ó buenos -con que habia marchado
hasta aquella época. Se sienten los ma-
les: no importa , luego vendrán los bie-
nes : escasea el dinero, no hay cuidado,
luego entrará todo junto : los acreedores
claman , izo hay que escucharlos, porque.
son unos egoistas : se desploma el edifi-
cio , y eso qué le hace P Lo esencial es
que el señorito no se quede á pedir li-
mosna , porque aunque haya hecho ver
que es un estúpido, en señalándole un
buen sueldo puede que se le despierten
las potencias , y á lo menos ayudará á
clamar contra el egoismo.


Sin embargo, no se crea que ninguno
dé' estos. se tiene por egoista ; antes bien


Tomo i x.




194 ..
por el contrario


, es cosa de alquilar bal
cones, cuando elles empiezan á mofarse dé
este vicio. Unos lo toman por lo serio,


y
hacen tantas esclamaciones, que es cosa de
estremecerse al ver lo que sufren sus pa-


trióticas almas no
por la falta de virtudes


que echan de mes en los demos. Otros
de humor mas festivo, escriben) y
epigramas contra otro bando dé egoistas,
que si no son sus hermanos mellizos, se


les
parecen á lo menos como 'un huevo


á otro huevo. Cantan con noble orgullo
su independencia ; pero pierden el color
y (se • ponen trémulos, con solo imaginar •
que pueden disgustar, aunque i


nvolunta-


riamente, á los criados de los criados de
sus dignísimospatronos. Todo lo sufren
con semblante sereno, menos el que les
disminuyan las pesetas, ó


los llamen egois-


tas ; porque el cija que la gente se de-
sengañe de que todo ese amor á la patria.
no es mas que,un purísimo embrollo y un
egoismo refinado , será cosá de que todo
el mundo les escupa á la cara y les en-
vie á espulgar un- galgo.


Lo que hemos dicho hasta aqui per-
tenece eselusivamente á los egoístas de
oficio, 'que hacen un verdadero tráfico


11de su ridículo y falso amor á la patri ;y es tanto io que ha cundido de algunos
años á esta parte esta numerosa éofradia,
que ya se puede ofrecer un 'riquísimo pre-
mio al que señale con el dedo un solo
individuo que no haya dado pruebas cla-
ras y positivas de, un acendrado egoismo.
Pero hay otros egoistas que lo son por
temperamento y educacion.


Por de contado deben contarse en es-,
te número todos los que tienen el genio
áspero y desabrido, que dicen ellos que
no gustan de cumplimientos ni de mo-
nadas ; y de lo que realmente no gastan
es de los denlas hombres , sino de sí mis,
mos. Deben contarse igualmente todos los
que al oír que otro está enfermo, inter-
rumpen al que habla diciendo que ellos
tambien han pasado muy mala noche, y
que sienten este y el otro dolor, sobre el
cual nadie les preguntaba una palabra:
todos los que al servir' una mesa se re-
servan para los .trozos mas apetitosos:
todos 6 casi todos los que dicen que no
.se puede constar con'3os amigos, porque
en efecto ellos no los tienen ni los ten-
drán. jamas , como que nadie los puede
tener por tales: todos los que se ;duela.,


13.




nan en lós asientos de la plaza de toros
ó en los palcos de los teatros : todos los
qtie se apoderan, de. las aceras , ponién-
dose como una especie de mamparas,
que no hay quien pueda desalojarlos de
ellas :


todos los que cuando van en co-
che , se. irritan contra los que van á pie'
porque les impiden ir tan de priesa como
ellos quisieran : todos los que á cada pa-
so estan sacando S colacion sus propios
ashn.t9s , como si nadie tuviera derecho.


ocUpárse sino de lo cine á ellos les in-
teresa :'•tódos los. que se ,ponen delante
de una chimenea., .6 --se abren de pier-
nas- sabre un brasero , cuando hay otras
gentes•en la habitaci 031 j y ultimarnente to-


dos los que "se. persuaden que cuando


llueve ó nieva, :6; se ,leiranta. algun viento
fuerte, no ha sido„ con otro objeto que
con el de impedirles: á ellos él viage
el paseo, ó esta ó la otra diversion.


Yo seria dificil hacer de cada uno de
estos una caricatura , dándoles el verda.,


dera, colorido que les conviene; pero ca-
da cual se los pinta en su imaginacion
con mucha mayor viveza, que la que pue-
de darse con la pluma; y asi no hay ne-
cesidad. de dilatar demasiado esté articulo.


'197
número de los egOiStás z


es con-poquí„
sima diferencia igual 'al de los hombres
en lodos 'los paises, y particularmente en
todos los gobiernos en que el bien-estar
individual no está íntimamente 'libado con
el interes público. Por consiguiente el
aumento ó disminucion del imperio del
egoismo. estará siempre en razon- inversa
de los progresos ó del atraso citie -haga
la ciencia del gobierno. En vano se-ele-
girán los colores mas odiosos para pin-
tar á los egoistas ; en vano se escitará
contra ellos la animadversion general., y
en vano se intentará dar semejante deno-
minacion á esta ó la otra clase, á este
al otra partido, porque todo será


mientras que todos los ciudadanos no
palpen su utilidad propia en la prospe-
ridad general. En una palabra, la únk&a


••ri ta que puede destruir al egoistno es'el
espíritu público, que es su enemigo nati;'-
ra! y ya hemos dicho en otros varios
arríenlos que para que este sé forme,
se necesita mas que buenas leyes é im-
parcialidad en el gobierno. Peró
tras que para premiar,


el- inérito4iterarY:
se. exija , como circunstancia indispensa:
ble, que haya estado el pretendiente algunos


5




1


198
años en las cárceles ó en los presidios; mien,
tras que la disidencia en materias políticas
sea con fundida con el crimen; mientras que
Se señalen premios á los que hayan arruina-
do la hacienda pública ; mientras que los
ciudadanos pacíficos no seany dueños de
permanecer en sus casas . y en los pue-
blos de su domicilio ; mientras que á
los jueces no se les deje espedita la fa-
cultad de juzgar segun las leyes; mien-
tras que estos apliquen impunemente pe-
nas severísimas y horrorosas por meras
sospechas de crimen ; mientras la liber-
tad de la imprenta sea el privilegio es-
elusivo de una faccion ; y finalmente,
mientras que la Constitucion actual de
la monarquía no sea una prenda popu-
lar, , sino el patrimonio de unas cuantas
docenas de indivíduos , que disfrutan es-,
clusivamente sus ventajas , estaremos tan
distantes de aniquilar el egoismo, que an-
tes bien llegará á consagrarse, como una
máxima precisa y saludable. Ay del dia
en que llegue la gente á convencerse de
que el llamar egoista á los denlas, no e
mas que otro nuevo género de egoismo!!!


199


Mapa de la historia universal, arreglado
á la carta geo„;"ráfica de Fedenco Strads,
profesor de historia en Berlin; publica-
do por don 'José Herrera Dávila. —Ma-
drid 1821.


El estudio completo de la historia con-
tiene tres partes. La primera pertenece
Al. conocimiento de los hechos de las
épocas y de los lugares. Esta es la mas ári-
da y dificil ; porque consta esclusivamete
de una nomenclatura árida y dificil de.
retener en la memoria. La segunda, que con-
sidera los 'resultados morales y políticos,
y la tercera ,. que examina '


los progresos
del espíritu humano y de la civilizacion,
son objetos filosóficos , ligados con las
ciencias ideológicas.


El Mapa de la historia universal que
anunciamos, tiene la ventaja de evitar' el
trabajo material de la memoria á los que
ya estan instruidos en la historia univer-
al ; y á los que se dediquen á este ramo,
es facilita el estudio , presentando á la vis-
ta los nombres, las fechas y los sincro-
nismos,




Zoo
Una de las cosas mas dificiles en el -


estudio de la historiad señalaárnente—de
la ruoderrili, es el cortOeliniento-de los he-
chos y de los personages simultáneos de
un personage ó de , un hecho determinado.
Esta dificultad está vencida en el mapa,'eu-
yas líneas horizontales demuestran todos
los acontecimientos pertenecientes á una
misma época.


Este mapa , aunque bastante estenso,
solo apunta los nombres delos geles de
las naciones, sus :adquisiciones y pérdidas,
sus revoluciones; y en línea separada
progresos de las artes y ciencias. Es el
mapa-mundo de la historia , donde solo es-
tan notados los puntos principales. Al maes-
tro pertenece despues llenar !os huecos;
y no seria dificil construir mapas particu-
lares históricos, cuyo módulo fuese mayor
y abrazase mas objetos, asi corno se han
construido mapas particulares geográficos
de los reynos y provincias.


Acompaña al mapa un cuadernito que
no deja nada que desear para su inteligen-
cia. Cada pacion está representada por
un rito de un determinado color , y.
sus pérdidas ó adquisiciones por arro-
yuelos que entran en el rio priucipl


2or
e, salen de él. En esta parte es • tan nom,
pleto el mapa, que habiendole examinado


.


con sumo cuidado, nos parece que no se
ha omitido ninguna de las alteraciones


• considerables' que han sufrido los imeblos,
en su territorio, y aun se han incluido
algunas de las que parecen menos
portantes en la historia.


«Es cierto , dice el autor, que con so-
lo el estudio de este mapa no puede saber-
se la historia universal.' En efecto, este
ramo, para ser completo, debe abrazar los


'conocimientos ideológicos, políticos y mo-
rales. La noticia de los hechos, datas y
lugares, es como la , de.das esperiencias y
observaciones para la medicina y la física.
Sin hechos no hay ciencia ; pero tam-
poco la hay sin• reflexiones. La historia
bien estudiada es el tesoro del ideólogo,
del político y del moralista.


Permítasenos hacer una reflexion so-
bre este ramo importante del saber. Sien,
do la historia el cimiento de todas las
ciencias morales, no podemos entender
cómo ha habido y hay en España tantas
cátedras de metafísica, ética y jurispru-
dencia, sin haber una sola, á lo menos que
Iloscitros conozcamos, de historia. Asi




202
que nuestra instruccion filosófica flaqueaba
por los cimientos ; y la revolucion nos ha
sorprendido sin que sepamos todavía los
egemplares y los documento s de esta gran-
de enseñadora. No negamos que hay en
España personas sumamente instruidas en
la historia; pero tampoco se nos nega-
rá que esta instruccio u es muy poco co-
mun, aun en los que se dedican á las ciencias: .
y cuando el régimen constituciona l permite
á todos los ciudadanos espresar su oninion
sobre los negocios públicos, se echan de
menos á cada instante los conocimientos
fundamentales de la política ; es decir,
la esperiencia histórica. é Quién se fiará


. de un médico que no haya visto nunca
enfermos ? Pues la historia es la pasantía
de la política ; y quien aspire á curar los
pueblos, debe haber estudiado en los egem-.
plus históricos las enfermedades, los sín-
tomas , y los métodos ¿curativos ó preser-
vativos.


No podemos manifestar un voto mas
patriótico que el de ver á los españoles
dedicarse al estudio de la historia, que has-
ta ahora les ha cerrado la negligencia y la
malicia del despotismo, y ver al gobier-
no proteger esta instruccion , erigiendo cá-.


2 O 3
tedras de historia, que puedan serlaal mis-
mo tiempo de 'derecho político y de di-
plomacia.


Es cosa que causa lástima ver á muchos
jóvenes emprender el estudio del derecho
.natural é 'internacional , sin haber saluda-
do la historia. Aun para la economía po-
lítica es necesaria ; porque la suerte del
hombre es tal, que no llega á la•verdad,
sin pasar por muchos errores; y el estu-
dio de estos es necesario, como el de los
escollos para el navegante.




2o4


Empréstito naczonal de 34o millones.


Al leer este epígrafe no esperen nues-
tros lectores que les hablemos de las ba-
ses y condiCiones, bajo las cuales se ha de,
cretado y se está ttegoltiando elte emprés-
tito: los periódicos diarios las han antiYV-
ciado ya, y en ellos las pueden ver -todos'•Ios
que tengan interes en'tenO'cerlas, Nuestro
objeto es dar el parabien á la patria, elo-
gios al Gobierno, y las gracias á los ae-.
cionistas que se han presentado los pri-
meros á ofrecer generosamente sus cau-
dales, y á escitar con .su ejemplo á todos
los capitalistas del reyno para que concur-
ran á . tan patriótica empresa. La nacion
puede en efecto mirar, como un feii acon-
tecimiento, el verse libre de la dependen-
cia estringera para encontrar fondos con
que cubrir el deficit de sus rentas: Y des-
de hoy puede. ya decir que tiene crédito.
El Gobierno es acreedor tambien á que
se elogie su atinada conducta, por que So-
licitado por ávidos especuladores estrangeros,
que le hubieran sacado de sus, apuros por


2Oti
medios mas espeditns aunque mas gravo-
sos, ha tenido bastante buena opin ion de
los capitalistas nacionales, y se ha dirigido
á ellos coi, una confianza que, como el su-
ceso lo ha demostrado, no era irracional
ni infundada. Y estos mismos capitalistas
que con tanta franqueza y buena fé han"
respondido al llamamiento t!el Gobierno,
son igualmente acreedores á la gratitud
pública, porque haciendose superiores 4.4,
las ,prIcicupaciAnes. que liaSta• aqui hablan
hecho imposibles los préstamos nacionales?.


1, se desprenden de sus caudales para
correr á la patria en sus necesidades, fin:-
pedir que se empobrezca y arruine to-
rna•do empréstitos estrangeros, y consoli-
depor este solo acto el régimen constituL
cional. Sí, el hecho solo de abrirse un
préstamo tan crecido, .5; de llenarse en el
dia mismo en que se anuncia, por pres-
tamistas nacionales (por que aunque no es-
té ya materialmente completo el número
de las acciones, se puede asegurar que no
tardará en estarlo mas tiempo que el pre-
ciso para que vengan las ordenes (le las
provincias ): semejante fenómeno que na-
die á la verdad esperaba, es la prueba
Mas irrefragable de que el sistema actual


1




tío6
tiene en su favor. el voto de la mayoría
de la nacion, é inspira mas confianza que
él antiguo Gobierno que contaba por si-
glos su duracion. No hay que dudarlo:
cuando los individuos ricos de un Esta-
do prestan voluntariamente al Gobierno,
Se flan en su palabra , y estipulan con él
rara plazos tan largos, como lo es el de
iez años, es una demostracion de que


estan íntimamente persuadidos y seguros
de su 'estabilidad. A esta demostracion es
menester que ceda y se rinda la incre-
dulidad mas obstinada: y no la desconoce-
ron ciertamente los gobiernos estrangeros.
Bien saben ellos que si en España hu-
biese una oposicion á las nuevas institu-
ciones, tan grande y poderosa como al-
gunos intentan persuadirles; no encontra-
ria el Gobierno una sola peseta en sus
apuros.. Las arcas y los bolsillos estan siem- 41
pise cerrados para todos aquellos cuya exis-
tencia y dúracion son dudosas, y nadie
prestó jamas á un moribundo, si teme que
el sucesor puede negarse á satisfacer • el
crédito; que es el caso de todo sistema
de gobierno que no esté bien - asegurado.
Todo el mundo teme que si llega á tras-
tornarse, no querrá . el que le sucediere


207
.i•econocer sus obligaciones ; y nadie se aven-
tura á comprometerse con el que •amena-
za ruina, asi como nadie honra la firma
del comerciante de quien con razon sos-
pecha que está en vísperas de quebrar.
. Nosotros, pues, que al hablar del em-
préstito que el ministerio anterior negoció
con/ verjas casas francesas , nos lamenta-
Mos tan sentidamente de los males que
semejantes operaciones acarrean necesaria-
mente á las naciones ; d cómo no inani-
festaréitios ahora nuestro júbilo al ver que
por fin y para siempre hemes salido de
la tutela • estrangera en esta clase de ne-
.gocios ? Para siempre sin duda, si el Go-
bierno, como no debe dudarse, cumple
religiosamente lo pactado, por que las gen-
tes acaudaladas que ahora tal vez no se
atreveran á interesarse en el empréstito de
este año, no dejarán de hacerlo en los
siguientes, si .


ven que los primeros que
hoy se aventuran, no quedan burlados en
sus esperanzas , y sacan de su dinero un
interes que les seria imposible hallar en
otra especulacion. Los mismos prestamis-
tas actuales, saliendoles bien, como supo-
nemos, esta primera operacion, no dejarán
de repetirla, siempre que la ocasion se pre-




Zoo
sente. Las ventajas que se les ofrecen, dé
admitirles la mitad de la cuota' en papel;
de reembolsarles el todo en metálico, y
de pagarles entre tanto un interes igual
por ambas mitadeS; son sin duda consi-
derables , y es menester que lo sean para
vencer la natural repugnancia que tiene
todo hombre á desprenderse de su dine-
ro á plazos muy dilatados, y con algun
peligro de perderle ; porque este siempre
le hay en toda negociacion con un
bierno , sea el' que fuere. Mas estas ven-
tajas, y aunque fuesen mayores todavía, no
Son funestas á las naciones, cuando se dis-
pensan á. naturales y vecinos del pais; por-
que si bien es necesario aumentar las con-
tribuciones en' la cantidad necesaria para
pagar los intereses del préstamo, tambien
por medio de este se ponen en circula-
cion y hacen productivos muchos capita-
les, que sin este estímulo quedarian estan-
cados y ociosos. i Cuántas monedas sal-
drán ahora á luz que encerradas' en las
arcas de sus dueños, no la hubieran vis-
to quizá hasta que algun heredero ga's..=
tador hubiese venido á sacarlas de sus obs-
curos calabozos! El dinero que directa-
indirectainente se Saca á los individuos de


1:)9
lel Estado, nunca le empobrece; sino cuan-
do sale fuera del pais para no volver ja-
mas, como sucede con los intereses que
se pagan por los empréstitos estrangeros.
Por. eso la Inglaterra' no se atrasa ni se
arruina tomando todos los años prestados
dos, tres, ó cuatro mil millones. Los que
los dar, son Ingleses, los que reciben el
interes son Ingleses; todo se queda •en ca=
sai, por decirlo así, y la operacion se reduce
á que el dinero pase de las manos de un in-
divíduo de la familia á las de otro, que in-
mediatamente l erestituye .de.este de aquel
modo al caudal comun en que todos tie-
nen parte. Otra cosa seria si la Inglater-
ra , desde que está tomando prestado, lo
hubiese recibido de los estrangeros. ¿Don-
de estaria ya su poder, si teniendo que


'enviar fuera los réditos de su deuda, se
hubiese desprendido' 'p rogresivamente' en
cada un año de 1O, 2o, 3o 4o-,, roo
roo° , 2000; 3000, y actualmente de cua-
tro mil millones de reales? Montés de oro
no hubieran bastado para esta emiSion
.anual de su numerario ; y en el supues-
to hecho ya no habria hoy en ella una
sola onza de oro ni de plata, y de con-
siguiente ni tendría industria, ni comercio,


TOMO IX.
14




211
sas , y' de que la España cuando


está
g


-


bien gobernada ,
no necesita de mendiar socorros agenos


para ocurrir ágastos. sus


1
2"O
ni ejército, ni marina, ni caminos, ni can A-
nales, ni pueblo:, ni ciudades, y lo que es
mas, ni . habitantes; porque creciendo la
pobreza en una progTésien constante, y a
hubiera acabado mi todos los medios de
subsistir, y el pais lmbiera quedado in-
culto, desierto y abandonado. Estas no son
teorías metafísicas: son verdades matemá
ticas, demostrables por el calculo. Y noi•
otros no nos cansarémos de repetirlas, por
que de no olvidarlas depende nada me-
nos que la-felicidad de las naciones. Entre
estas, la que por un error de su gobier-
no adopte - el siempre ruinoso sistema de
empréstitos estrangeros , y le continúe por
algun tiempo, se arruinará infaliblemen-
te, al cabo de aquel número de años que
sea necesario para su total empobreci
miento, segun sean las cantidades que
reciba del que vencidos los plazos se ha
de llevar esta misma suma, y ademas la
que compongan los intereses.' Repitamos
pues gracias al ministerio, por haberse
dirigido para el préstamo de este año al
patriotismo de los capitalistas españoles
y á estos por haber dado al inundo
una prueba tan pública y brillante (le
Que conlian en el actual orden de co-




2 12


Escandalosa discusion en la cámara de di-
putados de Francia sobre el sistema de
enseñanza llamado de Lancaster.


El que reflexione sobre lo mucho que
influyen las pasiones en nuestros juicios,
en nuestros dIseos, en nuestras resoluciones,
y en suma, 'en nuestro modo de•ver,
pensar y de conducirnos ; no cstraibrá
que las personas y clases interesadas en
el error, aborrezcan interiormente la ver-
dad, huyan de la luz y sean enemigas de
la instrUccion y del saber. Pero se admi-
rará sí de que se atrevan á decirlo frán-
camente, y á sostener en público- que los
gobiernos deben embrutecer á los pueblos
para hacerlos felices por tan singular ca-
mino. ¿Quién no se pasmará, pues, y se
escandalizará, al leer en los papeles públicos
la discusion acalorada á que (lió lugar últi-
mamente en la cámara de diputados de Fran-
cia un articulo del presupuesto de gastos ?
¿ Pudiera creerse que en la nacion mas
culta del mundo, y que por mil razones
puede considerarse como el centro de la


r 3
civilizacion europea ; en la nacion que
produjo en los (los últimos siglos tantos
lombres eminentes en todos los ramos
del saber humano, y en que ahora mismo
florecen tantos ingenios y se cultivan con
tanto ardor las Ciencias las letras y las
artes ; pidiendo el Gobierno 200 mil rea-
les para fonienibr la ,


instruccion primaria,
se hayan opuesto un gran número de di-
putados del pueblo ;í que se le conceda tan
módica y despreciable Suma , solo porque
temen que una pegual] parte de esta canti-
dad sea'.


d•Jstinada á fomentar la ense-
fianza mútila? ¿ Qué mas claro pueden ha-
ber dicho estos apóstoles del obscurantis-
mo; que sus esfuerzos todos se 'dirigen á ,
impedir que los ciudadanos se instruyan,
y que han sido enviados á la cámara por
un partido para trabajar en la santa obra
de volver el mundo , si pudiesen , á su
primitiva barbarie? El celo y talento de
algunos amigos de la humanidad rabian
I,grado simplificar el. modo de aprender
las primeras letras, hasta el punto de que
un solo maestro pueda enseiiar eu menos
tiempo , y con menor coste, un número •
de niiuís duplo 6 triple del que puede ha-
•' mi una. escuela dirijida por el mete,-




214
do comun: este nuevo sistema se intro-
duce sucesivamente, y se propaga con
rapidez en varias naciones : una de ellas
es la Francia: su gobierno, al que sin em-
bargo no se puede acusar de que procure.
difundir ilimitadamente las luces, reco-
noce la necesidad de fomentar este modo




de enseñanza, para economizar gastos en
la que se llama primaria , y poder asi
proporcionarsela á algunos de los veinte y
cinco mil comunes que : no tienen es-
cuelas de primeras letras: pide para ello
una cantidad casi inapreciable en el in-
menso presupuesto de tres mil y seiscien-
tos millones de reales; ¡ y esta se le dis-
puta! ; ¡y se le hubiera negado efectiva-
mente si la numerosa clientela que el
ministerio tiene en la cámara no se hu-
biera unido en este solo punto con los
amigos de la ilustracion! ¡ Y se dice toda-
vía que esta es demasiada ! y ¡hay quien
se queje de que los pueblos no son tau
estúpidos é ignorantes, como los quisieran
ciertas gentes para gobernarlos con mas
facilidad! Y hay en Francia en este mis-
mo instante veinte y cinco mil lugares
aldeas, que no tienen un maestro que en-
señe á leer y escribir! ¡Y el total de eti-


215
munes ó pueblos de aquel reyno no pasa
de euaarenta y cuatro tnil! ¡ Y se dirá
toda vía que la filosofía fue la causa de
los horrendos crímenes que.


mancharon la
•evolu•ion ! Muy al contrario : la falta de
instruccion en un gran número de las. gen-
tes del pueblo fue la que produjo todos
los horrores revolucionarios, que las per-
sonas instruidas lloraban las primeras, y
de los cuales fueron vktimas tantos sa-
bios de primer orden. Estos ',libias) pre-
parado las reformas saludables que debian
hacer de la Francia la nacion mas feliz del


orbe; las habian promovido con ardor;
aprovecharon para-


.
ponerlas en' planta la


feliz ocasion que les presentaron los apu-
ros del gobierno y la convocacion de los
estados generales : diriieron por algun
tiempo el Movimiento regenerador, y du-
rante aquella época la humanidad, la ra-
zon y la filosofía no tuvieron que gemir sino
sobre algunos desórdenes pasageros, y ca-
si inevitables en la conmocion universal
de una nacion tan populosa. 141as al fin
los malos y los ignorantes, que en todos
los paises son siempre mas numerosos que
los buenos y los sabios, se apoderaron del
tinten del Estado; sedujeron a4 indocto y




t>16
embrutecido populacho; la virtud y el sa-
ber tuvieron que huir ó esconderse , ó su-
bieron al cadalso: y la hez del género hu-
mano, la mas vil canalla, los hombres mas
groseros derramaron sobre el suelo de una
nacion culta y sabia en general, cuantos
atentados y crímenes pueden producir la
ferocidad y la barbarie, armadas con la es-
pada de la ley. ¿ Y quienes eran los au-
tores y egecutores de tan horrorosa pros-
cripCion ? ¿Eran los sabios modestos, que
habian pasado su vida en el estudio? ¿Eran
los filósofos cuyas obras se Han con ad-
miracion en todo el-orbe literario ? ¿ Eran
en suma las personas instruidas, y las que
hablan recibido una fina educacion .3 No
por cierto: eran hombres obscuros , in-
doctos y ocupados hasta entonces los mas
de- ellos en aquellos egercicios, que si bien
son necesarios en la sociedad , son por
su misma naturaleza incompatibTés con la
cultura y con el trato de las musas. Los
carniceros, los curtidores, los marmitones
de cocina, los menestrales de los mas su-
cios y groseros oficios ,, fueron los que ít
pretesto ele una mal entendida' igualdad,
se pusieron al frente de las municipalida-
des, invadieron hasta los tribunales de jus-


217
ticia , y ayudados de un populacho com-
puesto de ignorantes,- malvados, viciosos
y delincuentes , saciaron su natural fe.j
rocidad en aquellos ciudadanos que te-
nia!) la desgracia de pertenecer á una clase
Mas culta y mejor educada. Recorda-
rnos este hecho notorio é incontestable,,


pa-
ra que se vea cuanto mienten á su mis-
ma conciencia los aristocratas de Francia,
cuando atribuyen ¿í la demasiada ilustra-
cion del pueblo los males de la revolu-
cion. Ni ¿cómo un pueblo, la mitad del
cual no tiene ahora mismo escuelas de
primeras 'letras , podia esar entonces ex-
cesivamente ilustrado?


Volviendo ya al método de etiseilanza
intí tua, no podria creerse , si n6 se viese
impreso, que sus enemigos le hayan com-
batido por lo mismo que es el mas ven-
tajoso que se conoce. Confiesan , y no po-
drian negarlo , que una vez adoptado, en-
sefiara un solo maestro á quinientos ni-
íios en un año , la que por el método
ordimirio.no enseñarla otro ít ciento en el


• espacio 'de tres; y que el coste anual que
tendria la enseñanza de los quinientos se-
ria menor que el que corresponderla en
igual tiernpO á la de los ciento: y sin




918
embargo infieren (le esto mismo, que no
debe adoptarse un método que ahorra
tiempo,} y maestros , y entiende la
enseñanza á mayor número <le alumnos.
Y la razon, segun ellos, es concluyente . Si
ahora carece de escuelas primarias la mi-
tad riel reyno, es porque con los fondos
que pueden destinarse á este objeto, y el
número de personas que se dedican á en-
señar las primeras letras, no se puede
proporcionar su aprendizas mas que á la
mitad de la poblacion: luego • si con es-
tos mismos fundos, y aun menos, y con el
mismo número de maestros, y aun menor,
se puede entender á todos los niños de
la nacion el beneficio de la enseñanza;
todos labran leer y escribir : y sabiendo ,
leer, todos ellos serán con el tiempo mas
instruidos de lo que son ahora: Es asi
que lejos de instruir al pueblo, se le debe
embrutecer para que asi nosotros, los
que sabemos algo y pertenecemos á la cas-
ta, otro tiempo privilegiada, podamos go-
bernarle con la exclusiva autoridad con
que le gobernabarnos en los felices tiempos
en que solo sabian mal leer las gentes de
Igleáia, por lo cual tcdavía llamamos nos-
otros clérigos (clercs) á los eseribienti-


2I9
llos de los procuradores, escribanos y
abogados : luego es menester perseguir,
calumniar , y proscribir esa maldita in-
vencion que nos ha venido de una tier-
ra descomulgada. Y por el mismo prin-
cipio no seria malo destruir tambien to-
das las máquinas que se han inventado
para facilitar las operaciones de la agri-
cultura , de las fábricas y de los oficios
todos: porque es claro que cuantas me-
nos máquinas haya, tantos mas brazos se-
ra necesario emplear para producir la mis-
ma obra, que ahora se, ejecuta con el art.•
xilio (le aquellas. Y como el hombre que
está ocupado todo el día en labores ma-
nuale', no tiene tiempo para ,dedicarse á
la lectura é instruirse ; cuantos mas de
ellos tengan que emplearse en ocupacio-
nes mecánicas , Menos serán los letrados,
y nimios nos darán en qué entender á
nosotros los señores de la sanare azul, que
nos hemos tornado el trabajo de gober-
narlos. Para este santo fin de hacer rara.,
y muy rara , la instrucion entre los hom-
bres, no seria malo tambien prohibir por
ley, que se domesticasen los animales que
ahora ayudan al hombre en sus trabajos
rústicos, y en el acarreo de los comestibles,


4




220
y denlas -géneros ; porque al fin el buey
que ara y el caballo que acarrea, son en
rigor unas nniciainaS vivientes que el hom-
bre emplea para ahorrar tiempo y traba-
jo ; y seria .mejor que de aqui .adelante
cuatro robustos jóvenes uncidos arrastrasen
el corvo arado, .otros trasportasen á lo-
mo los granos hasta nuestras trojes y
otros .diesen vuelta á la rueda de la ta-
hona, como los antiguos esclavos; y asi se
lograrla que las novecientas noventa y
nueve milesimas de la especie i!ainana sir-
viesen de bestias de carga y tráfago á la
otro milesima privilegiada, con lo cual muy
en breve desaparecerian de :.obre la haz
de la tierra esas malditas letras que tan-
to nos incomodan.


Pareceran acaso absurdas 6 burlescas
estas ilaciones ; sin embargo son conse
cuencias . legítimas y bien deducidas del
plineipio sentado por los ultras,' de que
no conviene facilitar al pueblo los medios
de hacerse mas instruido: y por eso <:on
tanta razon y gracia los comparó el ge-
neral Foy con 'el califa Omar ó su lugar
teniente Minan. Y aun por eso. ellos aco-
metidos con tan poderosas armas, recur-
rieron á otro argumento, ó por mejor de-


221
cir, á otro sofisma no menos ridículo, aun-
que al parecer menos absurdo. Confesa-
ron que el método de enseñanza mátua pro-
pagaba con mas rapidez que los otros mé-
todos, empleados hasta aqui, el beneficio de
la instmccion; 'y dando á entender que es-
to no lo llevaban ellos á mal, negaron que
proporcionase el de la educacion, que es
mas esencial para el Estado. Imposible pa-
rece que hombres de talento, como lo son
muchos del lado derecho , y hombres pú-
blicos y representantes del pueblo, insul-
ten asi á la razon y al sentido comun,
hablando á la faz del mundo entero, que
se puede decir que los escucha; porque
en efecto, gracias á lo estendida y genera-
lizada que está ya la lengua francesa, los
discursos que se pronuncian en la tribu-
na nacional de Francia, se leen en los pai-
ses civilizados de las cuatro partes del
orbe. En las escuelas de primeras letras
en que•se adopta .


el método lancasteriano.,
se enseña, como en todas, á leer,. escribir
y contar, los principios de la,religion, de
la moral y algunas reglas de buena crian-
za: y la diferencia está en que por el
método coinun un maestro no puede en-
señar todó esto .en menos de tres ó cual




X22
tro años, ni puede tener en su escuela ar-
riba de 8o, ó roo niños; y por el nue-
vo puede atender con menos trabajo á Soo
alumnos, y estos aprender en , un año lo
que de otro modo no aprenderian en cua-
tro. ¿ Cómo, pues, se dice que la enseñan-
za mátua proporciona sí , y facilita la
instruccion ; pero la educacton no Si por
esta palabra entienden los mismos que la .411,
usan, el conocimiento de la doctrina cris-
tiana, y esta se enseña en las escuelas lan-
casterianas lo mismo, y acaso mejor, que
en las antiguas; ¿ cómo hay quien se atre-
va á decir que en ellas se instruye, pero
no se educa ? Si lo que en unas y otras
se enseña es idéntico, y solo hay diferen-
cia en el tiempo que se gasta en aprem.
derlo, en el número de los que asisten
y en el coste que tienen al Estado las
escuelas, é qué otra diferencia puede ha-
ber en los efectos y resultados de ambas en-
señanzas, sino la de que en la nrútua se
aprenda mas pronto y facilmente, á me-
nos coste, y por mas número de niños, lo
mismo que en las escuelas dirigidas por
otros métodos ? Si la N.rariacion que se ha.
hecho no recae sobre la cosa enseñada
sino sobre el modo de enseñarla; el que


2%3
haya aprendido aquella por cualquier mé-
todo que sea , no Libra re ibiclo lD (pie
se llama educacion primaria ? Pero no in-
sistamos mas sobre una cosa tau eviden-
te : pasemos á otras observaciones que
:nos tocan mas de cerca.


Los estraordinarios acOntecimien tos,
verificados en España desde


.18o8, contra
todas las reglas de las probabilidades hu-
manas , han dado lugar á que los es-
tranáeros, y señaladamente los franceses,
gan de nosotros que no nos parecernos á na-
die, y que liemos nacido para realizar im-
posibles. Esto que ha sido comprobado
de una manera tan gloriosa en la obsti-
nada resistencia, opuesta á un conquista-
tador, ante el cual la Europa entera ha-
bia enmudecido , y mas todavía en la ca.;i
milagrosa revolución del año 20; se halla
realizado tambien basta en un objeto tan
subalterno, como es el de la enseñanza
antítua. Mientras que en Francia, esa na-
cion tan filosófica y tan curada de añejas
preocupaciones, encontraba en la introduc-
don del método lancasteriano dificultades y
obstáculos que al cabo de seis años no estan
allanados todavía,, y una oposicion tan vi-
gorosa como lo acredita la discusion mis-




224
ma (le que estamos tratando ; el muevo
método se introducia en España sin resis-
tencia ninguna: el Gobierno le acogia con
favor, el ley le dispensaba la proteccion
mas generosa ; y lo que es aun mas ad-
mirable, sus mas ardientes promovedores
(eran los próceres de la- nacion, aquellos
mismos que por su interes personal pa-
rece que debian profesar los.mismos prin-
cipios que los llamados nitras en Francia,
y aborrecer, como estos, cuanto puede con-
tribuir á la ilustracion de las clases Útiles 41/411v
de la sociedad, que la nobleza francesa mira
con tanto desprec,io y aversion. Sin em-
bargo en España, para que en todo sea-
mos singulares(y originales , son los gran-
des los pimeros, hasta ahora casi los úni-
cos , que han favorecido con un celo y
una constancia supe,riores á todo elogio, la
introduccion del aiétodolancasteriano. Ape-
nas este empezó á difundirse por Euro-
pa, la Junta de señores fundó en Madrid
una escuela para niños, y la de señoras
estableció luego otra para niñas; y ambas
han demcistrado prácticamente las ventajas
del nuevo sistema. No C011tC311.05 los se-
ñores y las señoras con este ensayo, han
formado de coman acuerdo , y de orden


225
del gobierno, el plan y presupuesto de
una escuela que deberá establecerse en esta
corte para que sea, como la norma y el
modelo á que hayan de arreglarse las de-
mas que sucesivamente se establecieren en
todo el reyno, y en la cuál se formen los
maestros que hayan de propagar el nue-
vo Método. Este plan ha. sido presentado
al Gobierno, y es de desear que cuanto
antes obtenga la necesaria aprohacion, y
se ponga en 'planta tan util y benéfico
pensamiento. Para que en un solo hecho
se vean las inmensas ventajas del siste-
ma lancasteriano , bastará saber que en
la escuela normal proyectada , un solo maes-
tro enseñará á quinientos niños h leer,
escribir, y contar, y la doctrina cristia-
na, juntamente con la Constitucion de la
monarquía y un pequeño catecismo polí-
tico: que una sola maestra dará la misma
instruccion á cuatrocientas niñas, las cua-
les aprenderan ademas las labores de agu-
ja propias de su sexo, y que el coste anu-
al que tendrá la enseñanza de


. estos no-
vecientos alumnos, no pasará de treinta y
seis mil reales, es decir , que cada uno
costará al año cuarenta reales vellon, fran-
sueando el Gobierno uno de los edificios


vox() u,
16




12.6
nacionales, y los fondos necesarios para los
primeros gastos. Y es de notar que de los
treinta y seis mil reales anuales, aun po-
drá economizarse alguna pequeña canti-
dad, la cual sir, embargo unida con las
ganancias que deje la venta de las labo-
res que se hagan en la escuela de niñas,
podrá servir para mantener por cuenta del
estaLlecimiento tres ó cuatro niños y otras
tantas niñas , pobres: cuyos alumnos re-
emplazarán respectivamente al maestro y á
la maestra en caso de enfermedad, y po-
drán tambien ser enviados á las provin-
cias para organizar en ellas las escuelas
que se vayan formando por el modelo de
la normal. Supongamos ahora que el nue
vo método no tuviese otra ventaja que la
de que por él un solo maestro pueda ha,


, cer á menos costa lo que antes bacian
tres, cuatro , ó mas , y con mayores dis.
pendios : d quién puede negar el benefi-
cio que de aqui resultará á la :educacion
primera de la juventud? Las dos grandes
causas de que esté tan atrasada, son la
escasez de maestros y la falta de fondos.
Es pues evidente que el método que dis-
minuya la necesidad de estos , y no exi-
ja tanto 121:Linero de aquellos, debe ser


n27
preferido á otro cualquiera en igualdad
de circunstancias. Qué será, pues, si ade-
mas ahorra tambien tiempo, y suministra
una enseñanza mas metódica y de consi-
guiente una instruccion mas sólida ; y si
tambien se logra por su medio que los
niños guarden en la escuela el mayor si-.
leneio, que se habituen á la .precision y
regularidad en ,


todos sus movimientos; que
no se fastidien de! estudio , que le miren
como una diversion,


- y . que una emuladora
bien manejada mantenga en ellos su aten.
cion siempre despierta? Pues .tales son
las ventajas accesorias del método lancas-
teriano. Este, corno todos los adelanta-
mientos que se hacen, no es una inven- •
cion absolutamente nueva : es la perfec-
cion y el complemento de los antiguos
métodos. Ya antes de ahora, y hace tal
vez muchos siglos , existia en el fondo la
enseñanza mútua , es decir, que los mas
adelantados repasaban 'á. • los que sabian
menos, y los ayudaban 11. vencer las pri-
meras dificultades. Acordémonos todos de
los tomadores, decuriones y pasantes de
nuestras escuelas de leer y de gramática;
pero el mérito de Lancaster consiste en
haber regularizado y reducido á sistema


1' 0




X28
una- práctica arbitraria y desordenada. El
uso de tablas fijas en la pared para que 4
en ellas se vean las letras , las átalas y
las palabras, no es tampoco nuevo entre
nosotros; ya se introdujo hace años en las ..Á
escuelas que dirigió el señor Anduaga en ."4


tiempo de Carlos III: lo que en esta par-
te añade el nuevo método es la inven-
cion de los semi-círculos, y la regularidad
con que en ellos se hacen los egercicios.
La arena y la pizarra para empezar á es-
cribir antes de usar el papel, tambien ha-
bian sido adoptadas por Pestalozzi y otros:
pero en esta parte, como en todas, nin,
guno hasta Lancaster ( ó sea el francés
que le:disputa el mérito de la invencion),
hacia ideado una disposicion mecánica de
las escuelas, y una combinacion de eger-
cicios que resolviese tan cumplidamente el
problema de enseñar- una cosa en menos
tiempo, mejor , con menos gasto y á mas
número de discípulos, que lo que antes se
hacia.


Despreciemos pues á los detractores de
tan útil innovacion : dejemos á los obs-
curanteS ultras de París perseguirla con
todo el encarnizamiento de . que es capaz
su malic ia; y manifestemos nosotros un


22k)
vivo reconocimiento á los señores y seño-
ras que con tanto celo trabajan entre nos-
otros para estender y generalizar el nue-
vo Método de enseñanza. • Roguemos al
Gobierno que favorezca tan patriótica em-
presa con cuantos auxilios le permita des-
tina •


á este objeto la situacion del era-
rio, y á las Cortes que en la próxima le-
gislatura tomen en consideraeion un asunto
tan importante , y decreten los fondos ne-
cesarios para el establecimiento de la es-
cuela normal de Madrid, y de las centra-
les de las .


provincias que se proponen en
el plan de las Juntas reunidas de señores
y señoras: y animemos con nuestros aplau-
sos á tan beneméritos ciudadanos, á que
no desmayen en su filantrópica empresa,
ni la abandonen basta verla enteramente
realizada. Muchó sentimos que su mode.5-
tia no nos permita nombrarlos aqui á to-


g
dos, y tributarles individualmente los elo-
ios á que se han hecho acreedores ; pero


no podemos consentir tampoco que igno-
re el público cuanto debe la escuela lan-
casteriana de niñas á la maternal solici-
tud de la marquesa viuda de Villafiánca,su
curadora. Esta ilustrada señora fue la que
propuso 'á la Junta su fundacion2


y la que.




.93o
superando obstáculos logró al fin verla es,.
tablecida , y coger á pocos meses el fru-
to de sus desvelos, viendo los. rápidos é
increibles progresos que en tan corto tiem


osl-po habian hecho las discípulas, y de
cuales han dado ya repetidas pruebas en


varios exámenes á que han concurrido mu-
chas personas inteligentes, las cuales han
salido admiradas, al ver los prodigios que
el método, el orden, y la bien calcula-
da distribucion del tiempo y del trabajo,
pueden hacer aun en niñas de muy cor-


ta
edad, y de muy desiguales disposiciones..


2 3x


:1'ribunales.


1,.....011•nnnnn


Ya que otros varios periódicos de ese
ta capital cuidan de instruir al publico del
estado en que se hallan diferentes causas
criminales, dando un estracto de las sen-
tencias y reflexionando alguna vez sobre
el mayor ó menor acierto con que estas
han sido pronunciadas, tamblen los edito-
res del Censor se proponen publicar algu-
nos trozos de >elocuencia forense, singu-
larmente aquellos que se* señalen por al-,
gun triunfo de las ideas constitucionales
sobre la vieja rutina, y sobre la opresion
del despotismo. Empezarnos con tanto ma-
yor placer esta nueva tarea , cuanto el
primer ejemplo que vamos á presentar á
nuestros lectores, nos le suministra uno
de nuestros virtuosos < compañeros (le des-
gracia, quien como todos los denlas con-
sagra sus luces y prolongados estudios á
defender la santa causa de la libertad cons-
títucional: ipluguieria á Dios que entre
tantos detractores gratnitos como tienen,
hubiese algunos mas que supieran imitarlos'




2J29
El clia 2 de Junio -último se


vi


supremo tribunal "de justicia un ar-
tículo sobre admitir tres documentos pa-


-


ra la determinacion de un grado de se
gunda suplicacion, ó de mil y quinientas,
propuesto en el año de 1808 por el con-
de de Robres contra el Marques deAyer-
jhe, en un pleyto sobre la siicesion y pro-piedad de la villa de Macón , y denlas
derechos perteneciente s á ella.


El licenciado clon Laureano Julo, de-
fensor de la casa de Robres, se valió en
esta ocasion de los medios y recursos que
le suministraba su distinguido talento, pa-
ra que el tribuna l decidiese por sí solo


la
adrnision de aquellos documentos sin ne•
cesidad de consultar al Rey sobre ella,
como. se hacia. en otros tiempos,y como
estaba mandado desde el., año de t8o8 para
este mismo pleyto.


Con este motivo espuso el señor Jado
con energía y firmeza lo que se hacia an-
tiguamente, y lo que.debe hacerse hoy por
consecuencia de las nuevas formas , y ga-
rantías tutelares que hasta el dia ha re-.
cibido la administracion de justicia.


Cuando empezó á hablar del nuevo
orden de cosas , dijo :


« Hoy, señor, es otra y mucho mas
« ventajosa nuestra situacion. El sistema
« actual de la administracion de justicia.
« nos favorece y disipa todas las dudas
« en este punto."


233
« Nuestra regeneracion política


« necesariamente producir, si no una re..
volucion judicial, a lo menos una alte-


a racion notable en las bases principales
« de la administracion de justicia. Todas
•« nuestra> leyes deben mirar nuestra Cons-
•« titucion , como á su verdadero norte, y
« partir de ella corno de un centro, para for-
« mar la posible armonía de todos los ramos
« de la administracion pública. Podemos de-
« cir, señor, que la Constitucion es y debe
« ser la ley de la ley.


« Conforme á 'esta necesaria verdad, la
« adnunistracion de justicia ha debido sa-
« lir del callos en que se hallaba para apa-
« rece? brillante, facil é igual en todas


las clases del Estado.
« No hay una que no tenga señaladas


« todas las garantías tutelares en la Cons-
« titucion, y en las leyes que han emana-
« do de ella , para pedir y obtener jus,
«ticia en los tribunales."


Despues sde haber ocupado algunos mo-
mentos en desenvolver estas verdades y
aplicarlas á la causa que defendia , mani-
festó con valor los principios mas lumi_
nosos sobre la independencia de los tribu-
nales. Pero no pudiendo trasladar aqui to-
da la defensa de este abogado , que sin
duda oyeron con mucho agrado y bon-
dad los nueve magistrados que asistieron
á la vista, recordaré:nos á lo menos las
siguientes ideas que espuso con la mayor


debia




P. 3 4
dignidad, á. fin de que el tribunal dlei,
diese por sí solo la admision de los do
cumentos, sin consultar sobre este punto
al Rey, corno estaba mandado al estingui,
do consejo de Castilla, desde el año de
i X08.


« El bien publico, dijo el . defensor, el
a respeto y la primera consideracion de los
« tribunales consisten, señor, en que estos
« no dependan jamas de ninguno de los


otros poderes del Estado, en todos los
a puntos que pueden ser de su compe
« tencia para la administracion de justicia
a Esta es la primera necesidad de los pue
a tilos, - y el poder judicial la debe satis
a facer solo por sí y plenamente. Para su
« exacto desempeño son indispensables to


das las providencias que conducen á de
« mostrarla. La que hoy se reclama por
a el conde de Robres es una de ellas; y •
•« si en otros tiempos de fatal memoria
« apenas habia dia ni tribunal alguno que
a no esperimentase ohstáculos'y restriccio
« nes de todo género en su marcha y aun
« en sus decisiones, hoy es libre é infle-
« pendiente la administracion de justicia
a para todo cuanto fuere necesario para
« ella; y si no lo es, debe serlo."


.« Lejos de nosotros todo lo que no sea
« obrar por sí.-,los los tribunales. No haya
« consultas jamas para decidir negocios Ari-
a vados en materias conocidas. Este nom-
a bre de consultas es inconstitucional, y


235
« yo invoco las leyes, y pido su aplica.:
« cion á quien esclusivamente pertenece y
« debe pertenecer. Respetemos al poder eje.


cutivo y al legislativo en 'todas sus atri-
« buciones constitucionales; pero no permi-
« tamos que ninguno de ellos haga la me-
« nor invasion en el templo de la justicia,
« El conde de Robres se ha acogido á
a él, y no puede violarsele este asilo tan
a sagrado, como que es el que mas se viene-
n ra en la tierra. El es el que solo debe
a admitirle estos nuevos documentos, y dic-
« tar la tercera sentencia. Estos son unos
a puntos claros y- decididos mas si se
a consultase sobre la admision de ellos,
« pasaria á ser incierto lo que aqui no lo
a puede ser. La conciencia del mejor de
» los príncipes, y la justificacion del mi , -
« nistro mas recto, han estado espuertas
a en todos tiempos á los insidiosos ata..
« (íes del poder y de la ambicion que
a rodean . siempre á los tronos. El Rey no
« debe ser consultado por los tribunales
« de justicia en los gobiernos eonstitucio-


miles, sino para que sus labios pronun-
« cien el perdon, conforme al artículo 171
« de nuestra Constitucion. Su interes, su
« seguridad y su gloria dependen de que
« esta santa verdad se oyga y se observe
a siempre en el palacio y fuera de él. No
« hay gobierno alguno en toda la Europa,
« con mas ó menos formas constituciona-
. les, que no haya consagrado en sus ele,




- 236
« mentos orgánicos esta independencia ju-
« dicial."


Despues de ilustrar y de demostrar la
justicia del conde de Robres por los do-
cumentos que quena se admitiesen y tu-
vieran en consideracion para la determi-
nacion del grado de mil y quinientas, el
defensor Jado pasó, á convencer al tribu-
nal de la vinculacion de aquella villa, de
Alacón en favor de la familia del conde
de Robres, para destruir el derecho que
pretende tener á ella la casa de Ayerbe.


« En 1478, continuó, en que se .hizo
« la vinculacion del lugar de Alacón, es-
« taban dominantes y en su mayor fuerza
« todas las ideas de amortizacion. El lu-
« gat de Alacón , con sus derechos sao-
« riales y dominicales, todo lo que recor-


daba el feudo y el señor , eran, y de-
« bian ser, CR aquel tiempo de una co-
« nocida preferencia para vincularse."


« Fernando V dominaba en Aragon en
« aquel año de la tundacion de este ma-
« yorazgo , que era el de 1478:


« Dos ailos. antes habia venido á unir
« sus destinos en Castilla con la virtuo-


,,« sa Isabel , é inmortalizar su reynado. con
« las conquistas del reyno y del nuevo
« mundo.


« Un torrente de leyes amortizacloras
« inundó la nacion en las cortes del To-
« ro de 1505, que se celebraron bajo su


influjo ; y una invasion de instituciones


a37
tenebrosas alejaba de España en aquel.


« reynado las libertades, los intereses , y
« el -genio. Tudo pues conspiraba á que
« se fundasen mayorazgos, y mas con pue-
« blos y derechos trasmisibles, etc. etc.


Habiendo probado la vinculacion y los
derechos consiguientes á ella, el abogado
Jacto discurrió sobre el todo de la defensa
con la misma elocuencia y _exactitud 3 y
este negocio ha hecho ver que aun en
las materias mas áridaS,puede oirse en el
foro un lenguage correcto y aun brillan-
te. Con efecto se vo y oye este mismo
lenguage todos los Bias en los escritos y
defensas verbales de nuestros abogados,
singularmente desde que nuestras nacien-
tes instituciones liberales han dado otra
elevacion á los pensamientos, é inspira-
do otro gusto á las letras.


El tribunal pronunció por último su
fallo, declarando no haber lugar á la con-
sulta, con lo cual ha salvado principal-
mente la parte constitucional de este ar-
tículo, y colocado el negocio bajo el pun-
to de vista que debe tener en el nuevo
orden de cosas.


Esta providencia presenta un nuevo tes-
timonio de la inalterable justificacion del
tribunal y de la ilustracion de sus dignos
indivíduos.- Nosotros esperamos que el-abo-
gado lado Con tinue su marcha en la car-
rera que ha vuelto á emprender con- la
misma energia y aplicacion que le distin-




23:13
guían en otros tierUpos• Confiarnos en quá
auxiliado por los esfuerzos y las luces de
sus compaáeros en el colegio de Madrid)
que siempre ha sido el centro de la verda-
dera y sana jurisprudedda y del saber pro-
fundo en las leyes, probarán que á pesar
de su penosa su•rte en un país estrangero,
por espacio de , de siete alos , su con-
tínua aplicacion en él, y el trato frecuen-
-te con magistrados y otras personas ins-
truidas, no han si ;lo tiempo perdido para
la patria.


Tampoco debernos omitir que este abo-
gado del conde de Robres empezó su de-
Tensa con aquella respetuosa timidez que
debieron ,inspirarle el lugar y la presencia
dé tan ilüstres magistrados; pero ademas
de ser honrosa y casi necesaria esta timi-
dez y turbacion en su estado y circunstan-
cias , no era facil que se le borrase en
aquel momento el recuerdo de haber ocu-
pado otro puesto en aquel mismo santua-
rio de la .J usticia, en tiempos diferentes
del presente.


Por último, aprovechamos esta ocasion
de manifestar que nuestro periódico. esta-
rá siempre dispuesto á recibir y consignar
en él todos aquellos juicios en que se es-
pongan iguales doctrinas , y principios oza
útiles al Rey corno á la Nacion, .


2391)LAIN de un monumento en honra de las
víctunas de Madrid del Dos DE MAYO.


Una columna de marmol , de orden .16.
Frico , y de la mayor base posible: .Encima
de ella , adelantada hácia el ángulo de la
derecha, estará la magnífica urna cineraria
de los primeros mártires del honor y de la
independencia nacional. A la izquierda de
la urna, y retrasado sobre la Misma diago-
nal, campeará el Leon de Espada, de ta-
maño colosal; dirigiendo la vista á Madrid,
y puesta la mano derecha sobre el ángulo
posterior izquierdo de la urna, como cus-
todio de ella.


En el frente principal de la basa, se'
leeran estas palabras:


ESPAÑA
LIBRE Y GRATA


AL DOS DE MAYO.


A la espalda estas otras:


LA. LIBERALIDAD PUBLICA.
INVOCADA


.IR EL AYUNTAMIENTO DE MADRID
COSTEÓ ESTE MONUMENTO


ASO x821,
Este no es ya un monumento fúnebre




34o
y espiatorio, dice el autor, sino fausto.,
triunfal , de noble y patriótica gratitud.
España solemniza , no llora el Dos de Ma-
yo, sin el cual no seria hoy libre é in-
dependiente. La urna cineraria de las víc-
timas encierra un legado universal á la sa..,
lud de las sociedades políticas de la tierra.


El plan y las ideas que le han sugerido,
son nobles, la egecueion facil , y las ins-
cripciones de muy buen gusto.


N OT A.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N. o 52.


Sitn.s.no, 28 nv, Jumo nr, 1821.


—...„—


Guéirá'de la independencia.


Estando para concluirse el primer año dé
la publicacion del Censor, sus editores quie-
ren facilitar al público la adquisidor) de los
ocho tomos qua han salido á luz, rebajando su
precio actaal hasta el de x8 reales vellon
por torno á los que esten suscritos, ó los, pi-
dan suscribiéndose de nuevo , y el de s x reales .:
vellon para, todós los demas. Á los mismos
precios, y con igual distincion de suscriptores


no suscriptores, se darán en las provincias,
añadiendo el coste del porte.


ERRATA.


En la página x 7 8, línea 2 x las letras, de
tres palabras que se encuentran inconexas, de-
ben. decir: reconciliarse con su.


odo el pueblo griego se-- ha levantado
en masa contra sus opresores, deSde


. el pro-
montorio Ténaro ,haSta las orillas' ; &lei Da-


La guerra Tes: 'á muerte. La
.
- cues-


Ion que :¿e: ventila en aquella gran lu-
cha, es sobre quienes quedarán vivos; los
turcos ó los griegos. Todos los elementos
de furor estan presentes elr el mayore


gra-
'de exáltacionl(Isa , dilerenciá 'de opi-


I12nel .religios'ailletic):~bas naciones,nominia de ser ¿vencidos por'' sus es-élavos en
. los un" I áridtir de la ven-


rosco IX,




11"


/42ganza y el temor del castigo en los otros:
vienen á añadir fuego á las pasiones po-
líticas y generales de dominacion y liber-
tad. La lid no acabará hasta que


1111 de


los dos pueblos sea esterminado•
Esta gran tragedia que la Grecia re-


naciendo de sus cenizas da al universo,
tendrá escenas tan interesantes, como la


mas
que representó en los tiempos de Milcia-
des y de Temistocles. Ya un 'luevo y
dichoso Leonidas ha peleado y vencido
en el desfiladero de las Termópilas. Las
casas de madera que aconsejó Tetnistocles
vuelven á sér la salvacion de la Grecia,
convencida de que por su posicion triunfará
siempre que consiga ser superior en ma.
Fina á sus enemigos. Todos los pueblos que


libres ó tributarios se conservaban
dependientes del gran selor , ya en las
playas de la Laconia, ya en las cercanías
del líenlo, ya sobre el Adriático , sé han
reunido al pueblo sometido que reclama
su libertad. Ipsariotas, Mainotas, lses , todos son ya griegos. El ilustre no
bre de Cantacuceno vuelve á llenar


esperanzas la la nacsriega.


esord
Un deScen-


hasediente de sus antiguos .empera
puesto al frente de sus egércitos en el


343
occidente de la Turquía , mientras -Te o-
doro é Ipsilaná hacen en el norte una
diversion poderosa.


Los griegos actuales son muy dife-
rentes de lo que eran en el tiempo de
Mahomet II. Todos los conocimientos se
reducian entonces á una teología sutil, -ori-
gen de disputas tan eternas como peli-
grosas: ignoraban el arte militar, ni tenían
costumbres ni valor : en una palabra, se
hallaban en la misma situacion que los
godos de España, cuando fueron acome-
tidos por los árabes. La adversidad ha me-
jorado sus costumbres: las luces del siglo
han penetrado hasta ellos. Ya por el co,
mereio con los pueblos del occidente, ya


;,por el gran número de jóvenes que sa-
lian á estudiar á Italia, son comunes en-
tre ellos nuestros conocimientos en lite-
ratura y política. La emancipacion de las
islas jónicas, la invasion del Egipto por
los franceses, la espedicion de Orlof en


410011 mediterráneo, y mas que todo el gran-
" de impulso que la revolucion de Francia


comunicó á todo el género humano , ge-
neralizaron entre los griegos las ideas y
los sentimientos del liberalismo, tanto mas
vehementes en ellos, cuan to mas .pug-


r 7 .




345
dad , aunque muy ténue de la victoria.


Todos los anuncios son de que la lucha,
adernasde ser larga, será sangrienta y atroz;
pero en el dia no presenta la Europa un
espectáculo mas interesante en política. El
congreso de Leybaeh y las cámaras de
París haít perdido su importancia á la vis-
ta de un pueblo europeo, que forcegea por
romper las antiguas cadenas con que le
oprimió otro pueblo tártaro. La Europa
( ó mengua!) ha estado sorda á sus cla-
mores durante cuatro siglos. Al fin la Gre-
cia conoció que no debía esperar su sal-
vacion sino de sí misma, y hoy se lanza
en la carrera de la libertad. La Europa
¿será hoy lo que ha sido siempre? La fal-
sa política ¿ abandonará á aquel pueblo á.
quien debemos todo, porque l '


debemos
las ciencias? ¿ ó bien no le auxiliará sino
para privarle de la independencia que le
ha puesto las armas en la mano ?


La esperiencia ha enseriado á los pro-
fetas políticos á ser muy cautos. Hemos
visto tantos cálculos desmentidos , á pesar
de ser casi evidentes, hemos admirado tan-
tos sucesos que nadie adivinaba; en fin,
hemos conocido tan profundamente la de-
bilidad de la prudencia humana en los


544
naban con la cruel esclavitud que sufran
y con la barbarie de sus tiranos. Su dispo-
sicion para los conocimientos militares se
deja ver en las victorias que han conse-
guidos ya , y hasta en las derrotas que han
sufrido. Para adquirir el espíritu guerrero,
les basta mirar los objetos que los rodean
y el suelo que pisan. Se sabe que nin-
gun pueblo conoce su propia historia me-


jor que los griegos. Su número es supe-
rior al de los turcos.


Mas sabios que sus enemigos, mas nu-
merosos:peleando por una causa mejor, pro-
poniendose un objeto mas capaz de inflamar
con mas conocimiento del arte militar, y .
próximos á organizar un gobierno civil, -11h1


parece que tienen mas elementos de vic-
toria que los turcos. Pero á favor de es-
tos, que han degenerado mucho de sus an-
pasados, pelean cuatro siglos de triunfos,
de Terror y de despotismo. Estas arrriOs.
morales son siempre . muy poderosas
tra pueblos acostumbrados á la esclavitud:
Es verdad que los turcos las inutilizarán
reduciendo á sus contrarios á la desespera-
cion'; porque el que no tiene que elegir
mas que la muerte, busca siempre la mas
gloriosa que le promete allguna probabili.




346
acontecimientos morales, que no nos atre-
vemos á presentar las reflexiones que si-
guen, sino como conjeturas, á la verdad muy
probables, pero no infalibles. Muévenos á
publicarlas el deseo de que se adopten: pues
si los gabinetes europeos se dirigieran por
los principios que vamos á esponer, la lu-
cha de los griegos contra. los turcos se-
ria mas gloriosa para el siglo presente, y
menos costosa para la humanidad.


Si suponemos por un momento que
ninguna potencia européa tome parte en
la lid , todas las probabilidades son á fa-
vor del pueblo griego. Al frente de sus
tropas está ya un individuo de la anti-
gua familia imperial, que puede fundar un
gobierno civil semejante á los de Europa:
el entusiasmo (le la nacion es graríde : el
occidente y el norte están en paz: los
perseguidos en Italia y en algunos paises
de Alemania por sus opiniones liberales,
iran í buscar alli una nueva patria: los
militares franceses que pelearon por la
independencia de Polonia, y mas afortuna-
damente por la de América, ofrecerán á
aquel pueblo nuevo sus espadas y sus co-
nocimientos. Parece muy fácil que los grie-
gos formen en breve un egército disciplina-


347
do contra el !cual no podrá luchar la in-
trépida ferocidad de los turcos. Por otra
parte las potencias marítimas de Europa
auxilian á les griegos, que son marinos por
su posicion geográfica ; y cierto pavellon
misterioso se ha dejado ver en los mares
de Creta. A la verdad no pelea contra la
media luna ; pero á lo menos acoge y fa-
vorece á los griegos fugitivos de los si-
tios donde son mas poderosos los musul-
manes.


Podemos comparar la situacion actual
de los griegos con la de los españoles
peleando contra los árabes. Hay en Gre-
cia algunos estados que sostienen su in-
dependencia, tres siglos hace, contra el po-
der de la puerta otomana. Tales son
habitantes del Masna en la Laconia, los
Ipsariotas en las costas de Albania, los
hospodares tributarios , y en Asia los Dru-
sos del monte Líbano. Estos pueblos que
conservan su libertad por la fragosidad de
sus montañas y por el valor á toda prue-
ba á que los obliga su posicion, pueden
compararse á los pequeños estados que fun-
daron nuestros mayores en los montes de
Asturias y en las vertientes del Pirineo.
Tres siglos pasaron antes que aquellos in-




348
trépidos montañeses se atreviesen á for-
mar establecimientos y fronteras en las ri-
beras del Ebro y del Duero. Los prín-
eipes leoneses, aragoneses y navarros, te-
nian por máxima política no estender
territorio mas de lo que alcanzaba á defen-
der la poblacion ; y aun despues de reconquis-
tada Toledo siguieron esta misma máxima.
No hay otra manera de esplicar en nues-
tra historia, porqué despues de grandes y
sangrientas victorias el territorio español
no se aumentaba.


Una circunstancia hubo que favoreció
mocho á nuestros reyes ; y fue la su-
cesiva division y suhdivision del impe-
rio árabe en España, despues que se
emancipó de los califas. Parece que es de
la esencia del gobierno musulman esta
desmembracion, que es muy parecida á la
feudal, aunque se deriva de diferente prin-
cipio. Sin embargo , por desgracia de los
griegos', el imperio otomano es una es-
cepcion de esta regla general; y cuando
todas las monarquías , fundadas por los
árabes han perecido por la division, la de.
los turcos , se conserva íntegra, á pesar
de la ambicion de los bajaes, y de sus
frecuentes sublevaciones, Por esta razon


349
no hal,' podido crecer los pequeños esta-
dos independientes de la Grecia, como
crecieron los de España.


Pero la sublevacion de Mí-bajá , la
del Hospodar de Valaquia y la debilidad
respectiva del gobierno turco , presentan
en el clia á los griegos libres una opor-
tunidad favorable para estender su terri-
torio, muy semejante á aquella de que se •
aprovecharon en España Alonso VI y su
yerno, para apoderarse de Toledo y de
Zaragoza. La manera actual de guerrear
hará que los progresos de los griegos se.
an mas rápidos, mucho mas cuando su
fuerza_ militar se acrecentará con la ca-
si totalidad de cada provincia que con- •
quisten.


Puede tambien compararse la siulacion
actual de la Grecia á la de España, aco-
metida por Napoleon ; pero en esta cern-
paracion todas las probabilidades estan á
favor <le los griegos.,


En uno y en otro
casi el territorio y las plazas fuertes es-
taban en poder de los enemigos: pues
.cuando empezó la guerra de nuestra. in-
surreccion , ya los egércitos franceses se
hallaban dueños de casi todo el territo-
ria. Pero ¡dé qué diferente especie eran




los enemigos , que combatió la España!
Las tropas mas aguerridas de Europa y


vence
doras de toda ella, é qué comparacion


admiten con el valor indisciplinado de los
turcos, tantas veces vencidos por los aus-
triacos , rusos y franceses ? qué son los
generales. del divan comparados con los
de Bonaparte ? ¿y la flojedad y apatía del
gobierno (le Constantinopla con la activi-
dad y t'ilion del hombre , que adminis-
traba el imperio francés ? Los españoles
estaban tan desprovistos de recursos mili-
tares, corno lo estan ahora los griegos; y aun-
que estos no Conozcan el arte militar tan
bien corno los españoles, tampoco tienen ene-
migos tan temibles que combatir. Cuanto


los griegos su entusiasmo es mucho mayor.
En efecto, no ya la suerte que se ,


les reserva, pero la que esperimentaban


bajo los turcos, es mucho mas insufribleque la me teinian los españoles de Na-
poleon. Este quema agregar la España á
su sistema federativo , y segun se cono-
ció despues , á su imperio : es decir, que
á todo lo mas que pocha llegar nuestra
desgracia, si él' hubiera logrado sus pro-
yectos pacíficamente, era á ser ciudad a


-nos del grande imperio de Occidente , que


35t
pretendia fundar.- Hubieramos perdido la
libertad y la independencia política : bu-
bieramos perdido el nombre y la gloria
nacional; pero no hubierarnos cuido en
la esclavitud doméstica. ¿ Qué han sido los
griegos bajo el imperio de los turcos ? Ni
aun hombres. Tratados perpétuamente co-
mo bestias de carga , sometidos al palo
del mas despreciable genízaro, eran los
esclavos de los esclavos del gran señor.
Si se les permite conservar su religion,
es porque los nombramientos de patriar-
ca y obispos valen crecidas sumas al era-
rio otomano ; y si no se permite á los tur-
cos darles muerte, es por defraudar al
gran señor del tributo personal que de-,
be pagar cada griego. Es imposible una
suerte mas infeliz: lo es mas que las
matanzas egecutadas últimamente por los
turcos ; porque con la vida acaban los in-
fortunios: pero bajo la cruel esclavitud
que sufria aquel infeliz pueblo, cada ins-
tante de su existencia, no solo era una.
ignominia, sino un peligro ó un tormento.


¿Por qué á cada mes que duraba la
guerra de la insurrecion en España, Gre-
cia en los pueblos subyugados el odio,.
contra los vencedores? Porque el mal tra--




352
tarniento de éstos exasperaba todos los áni-
mos. La victoria pudo hacer callar los


justísimos motivos políticos, que incitaroná la guerra ; pero el abuso de la victo-
ria creó nuevos estímulos morales , que
son mas fuertes; porque hieren mas de
cerca los intereses privados del individuo.
Pues lo que fue un resultado momentá7
neo del estado de guerra en España , ha
sido por cuatro siglos la situacion per-
petua y habitual de la nacion griega. De
modo que ya se consideren los males que
han sufrido, ya la terrible muerte que les
espera , si son vencidos, tienen los grie-
gos muchos mas estímulos que pudieron
tener los españoles , para aspirar á mo-
rir é) vencer. Añádase á esto la diferen-
dia de las religiones , la intolerancia del
gobierno mahometano que niega la .ciuda-
danía á todo el que no cree en el aleo-
ran ; y la barbárie invencible de aquella
nacion.


Otra ventaja tienen en la guerra actual
los griegos comparados con los españoles.
Durante la mayor parte de la guerra con-
tra Napoleon , tuvimos que pelear con-
tra las fuerzas de un enemigo, auxiliado
va en sus empresas políticas, ya en sus


353
eperaclonel militares por toda la Europa
continental. Asi por esta razon fue aque-
lla lid tan larga y peligrosa. Pero los grie-
gos estan seguros de que no tendrán mas
enemigos que los turcos, y que las poten-
cias de la Europa, si se arman, no _será
á favor del imperio otomano. Ellos reci-
birán muchos reclutas y militares de Ale-
mania , Francia é Italia ; pero qué euro-
peo irá de su 'propia voluntad á servir en-
tre los genízaros,


Todas estas consideraciones nos mue-
ven á creer que la guerra de la Grecia no
puede dejar de tener un éxito favorable
á la libertad de aquel pais , aun cuando
ninguna potencia europea se declare á su
favor. Los turcos mismos lo conocen : de
aquí la atrocidad de los castigos que eger-
cen contra los griegos, sometidos á su
poder. Pero esta misma atrocidad aumen-
ta las fuerzas de sus enemigos, quitán-
doles toda esperanza de reconciliacion; y
cuando no puede haber tratado entre un
corto número de tiranos y una gran po-
blacion de esclavos, no se puede dudar
cual será el resultado de la lid.


Esta será mas breve, menos
bsanoTien-


`ta y maa gloriosa á la Europa, si las por-




tencias, que pueden egercer en la Tur-
quía su influencia militar por mar ó por
tierra, auxilian á los griegos: porque en
este caso se puede asegurar que la guer-
ra no duraria (los campañas. Importa al
mundo civilizado, importa á los progre-
sos de las luces , importa á la humani-
dad , que aquel pueblo cruel y feroz, que
ha llenado de sangre y de ruinas desde
el Nilo hasta el Danubio, y á quien la
tierra debe tantas calamidades sin ningun
bien que las compense , vuelva á encer-
rarse en las montañas del Imao , donde
tuvo su nacimiento. Ya es verguenza de
las naciones europeas, que siga tremo-
lando sobre las ruinas de Atenas y en
las murallas de Bizancio la infausta me-
dia luna, signo de barbarie y de des-
potismo. Por otra parte el imperio turco
ni ha sido, ni es , ni puede ser una po-
tencia europea: no puede entrar en el plan
de nuestro equilibrio , las fronteras de la
Europa civilizada están en el Adriático-
y en el Danubio; y la patria de Aristó-
teles, de Sófocles , de Xenofonte y de Ho-
rnero pertenece al mundo bárbaro. La
emancipación de la Grecia es una em-
presa verdaderamente europea , mas fácil


355
y mas util que las


- antiguas cruzadas.
Los celos y la mezquina envidia de


las potencias cristianas fueron las únicas
causas del engrandecimiento de los turcos,
que no crecieron sino á favor de las guerras
de ambicion que ensangrentaban la Euro-
pa. Hace siglo y medio que no existe aquel
imperio , sino por la dificultad de seña-7
lar su vencedor. La Francia y. la


.
Ingla-


terra no han querido que sea conquista-
do ó por el Austria ó por la Rusia. La
Morea , la isla de Creta y las posesiones
venecianas del Archipiélago, fueron á fines
del siglo XVII y principios del XVIII las
víctimas de esta política suspicaz; y fue-
ron en vano los prodigios de valor y las
victorias marítimas de aquellos valerosos
republicanos: la Europa peleó para que
los turcos los desalojasen de sus mares.


Ahora si se procede de buena fe, se
puede hacer sin inconveniente la opera-
ción de desterrar los turcos al Asia. Los
griegos empezaron la guerra : que los grie-
gos sean la principal potencia; y que los
demas europeos no se consideren- sino co-
mo auxiliares en aquella santa lid. Los lími-
tes naturales del pais, cuya posesion se
disputa, no dan lugar á cavilaciones : la




356
nacion griega ha ocupado, sometida y es-
clava , el pais comprendido entre el Danu-
bio, el Adriático, el Jonio , Archipiela.;o
y el mar negro : ocupa, pues, libre, glo-
riosa é independiente estos mismos paises:
ocúpelos con un gobierno liberal, mo-
derado, fundado sobre basas europeas y
propias de una nacion Existen
los elementos de este gobierno ; porque
existen príncipes de la familia imperial:
los pueblos independientes tienen sus gefes;
de modo, que se puede restablecer bajo nue-
vas bases el antiguo imperio de oriente, ó
formar una confederacion de estados re-
publicanos, semejante á la de las islas jó-
sicas; pero en cualquier hipótesi, es fuer-
za que el poder que allí se establezca, sea
grande, respetable y capaz de hacer con-
trapeso en la balanza europea.


Pero ¿ debemos esperar tan sublimes y
generosos pensamientos (le las potencias
que mas directamente influyen en la Tur-
quía? Los papeles públicos anuncian como
próxima una ruptura entre la Puerta Oto-
mana y el gabinete de Petersburgo. ¿Pe-
leará la Rusia sin otro objeto, que el de
libertar á los Griegos ? ¿ renunciará á la
loosesion de un establecimien to en el me-i


diterráneo? ¿Se contentará con ser mera-
mente auxiliar? ¿Dejará escapar de entre
sus manos la preciosa prenda de Cons-
tantinopla , objeto hace mas de un siglo
de la anibicion de los Czares ? Parece im-
posible: nosotros harérnos toda la justi-
cia necesaria al carácter noble y liberal
del emperador Alexandro ; pero es muy
dificil que los gabinetes renuncien á pre-
tensiones envegecidas.


Por otra parte, la influencia política que
ha permitido al Austria én Italia, mere-
ce un resarcimiento, y ninguno es mas na-
tural ni mal 'Obvio que el que le ofrece
la guerra de la Grecia. El poder de la corte
de Viena en el medio-dia de Italia es
precario : se debe á la compresion , á la
violencia y á las proscripciones. Aun que-,
dan en el Apenino sitios inaccesibles á
las falanges austriacas: los combustibles es-
tán.. allí: la menor chispa


,
renovará el in-


cendio. No asi en Grecia el principal ob-
jeto, y quizá el objeto exclusivo de


• aque-
lla nacion, es sacudir el yugo (le los turcos:
su libertad civil y aun su independencia
política son objetos muy secundarios para
los griegos. Los riisos harán de ellos lo
que quieran, con tal que arrojen á los tur-


z'omo ix
z7





358
cos al otro lado del Gránico.


Pero esta cornbinacion de cosas ofrece
un «ravisimo inconveniente contra la in-


tdependencia griega. La Francia y la In-
Otero. no pueden permitir' á los rusos
dominando en el archipiélago: los intere-
ses de su comercie y su seguridad po-
lítica lo impiden. La Rusia con su terri-
torio actual es un coloso que amenaza al
,occi ;ente : ¿ qué será cuando .dominadora
del Báltico y del Egeo, y señora del ter-
ritorio intermedio, estienda inmediatamen-
te sus relaciones mercantiles y políticas
desde la China hasta la Italia,' y abrace
y comprima con sus fronteras las tres
partes del mundo antiguo, al mismo tient-
y) que amenaza desde la Tartaria el oc-
cidente de la América? Cuando el señor de
_Petersburgo y Constantinopla diga: ro quie-


ro , el orbe t
endrá que callar y obedecer.


En cuanto á la Prusia y la Suecia, estas
potencias sufrirán el engrandecimiento de la
Rusia; pero será porque no puedan impe-
dirlo. El Austria misma no tardará en con
cer que la eompensacio n que se le permite
en Italia, es ilusoria. En efecto, los grie.
«os mirarán á los rusos como á sus liber-
tadores, y les ebncederán en su pais cuan-


359
do hayan sido lanzados los turcos, toda
la influencia física y moral que puede desear
su emperador Alejandro para su gloria y
sus intereses. Los austriacos son los tiranos
de la Italia, que solo espera una ocasion
para sacudir el yugo ; de modo , que en
las concesiones mútuas que se hayan h


,e-
cho los dos gabinetes , el de Rusia habrá
adquirido un vasto territorio , habitado
por una oaciou agradecida, dispuesta á sa-
crificarse por sus libertadores ; y el Aus-
tria, un pais mas fertil á la verdad, pe-


. ro dispuesto siempre á volverse contra sus
opresores, y donde será necesario que em-
plee gente y dinero, si. quiere conservar-
le. El Austria verá :que no es igual el
partido: querrá compensaciones


.
de otra


especie en el territorio griego; compen-
saciones que la Rusia no querrá dar.


Los diplomáticos no pueden dejar de
hacer en el dia todas estas reflexiones ; y
la Grecia representa hoy ‘


la realidad de la
t)antiona fábula de la manzana de la dis-


cordia. A pesar de las ventajas que trae-
rá al inundo civilizado la grande opera-
cion .•.1e arrojar los turcos al Asia , los
gabinetes de Francia y de Inglaterra quer-
ran mas bien ver la Grecia en poder de




26o


los' otomanos , de quienes nada tienen que
temer , que en poder del Austria ó de la
Rusia, cuya potencia es ya tan conside-
rable ; y en esta parte es preciso que la
filosofía disculpe los cálculos de • la di-
plomacia.




En efecto, ¿ cuál es la principa
l obli-


gacion de un gobierno? Conservarle á su
nacion el lugar que le pertenece entre las
denlas, no permitiendo que otras se en-
grandezcan desmesiiradamente , y ame-
nacen con el peso de un escesivo poder
la seguridad ó la gloria de su patria. Este
es el primer objeto de la política. Un mi-
nistro finales no ha sido llamado al go-
bierno para civilizar la Turquía , sino para
velar por los intereses de la gran Breta-
ña. Trabaje enhorabuena por el bien y
por la independencia de los griegos; pero
¿quién le podrá culpar, de que se oponga
con todas sus fuerzas al engrandecim ien-


to ulterior de la Rusia? Y si ve que los
griegos no tienen otro medio de ser li-
bres, que entregarse á los rusos , ¿no de-
berá impedir, en cuanto pueda, la nihil


rdel, imperio turco? A los que le acusa
de que favorece la barbarie, responderá
responderá muy bien, queremos que los griegor.


26r
se liberten de los turcos ; pero el interés de
mi patria exige que el poder de la Rusia no
crezca con los despojos de los otomanos.


Todo esto quiere decir que la eman-
cipacion de la Grecia esperimeniará di-
ficultades, acaso insuperables si la Euro-
pa prevé, que el objeto de la lid no es
la libertad de los griegos, sino el. acre-
centamiento de una ó de dos potencias.
¡Cosa estrafía ! Los griegos abandonados •
á sí mismos , triunfarían á a larga de
los turcos:- los gi iegos auxiliados por' la
Rusia se csponen á volver al antiguo cau-
tiverio. Esta asercion no es rvoluntaria:
los habitantes de la Motea deben acordar-
se de los infortunios que recayeron sobre
ellos despues de la espedicion de Orlof.


El único medio de• evitar este resul-
tado funesto es contemplar la operacion
de lanzamiento de los turcos, como una
empresa no rusa ó austriaca, sino euro-


-


pea; asi como lo fue el destronamiento
de Napoleon. Esta si que


•es ocasion para
reunir un congreso , mas digna y mas
gloriosa que las que produjeron los de Aqu is-
gran y de Leybach. Solo en un congre-
so se puede asegurar la suerte futura de





362
congreso puede recibir la Francia, la In-
glaterra y las-potencias de segundo orden,
la suficiente garantía de que la Rusia y
el Austria no aumentarán ni su influencia,
ni su territorio. Las basas de la negocia-
cion deberán ser: el lanzamiento de los
turcos al Asia v la ereccion de un gebier-


. no griego independiente, ya monárquico
constitucional, ya republicano confedera-
do. En el mismo congreso sé podrán de-
terminar las fuerzas de tierra y mar , y
los caudales con que cada potencia deba
contribuir para llevar al cabo esta santa
empresa con la menor efusión de sangre,
que sea posible. Todas las potencias tie-
nen interés directo en que la cuna de
las ciencias y de las artes, hollada tantos
siglos hace por la barbarie y el despotis-
mo , vuelva á recibir sus antiguas hijas,
ya crecidas y adultas con los descubri-
mientos y luces de los pueblos moder-
nos. Toda la Europa se interesa en que la
Grecia recobre su antigua industria , su
antiguo comercio y su antigua opulencia.
Ya está .conocida en Europa la mezquin-
dad del monopolio, y ya está demostra-
do que mientras mayor es el m'llero de
las naciones 'ricas, y mientras mas rica es


363
cada una , tienen, las otras mas recursos
para enriquecerse. Ademas , estamos en
un siglo en que se saben hacer sacrifi-
cios por el bien de la humanidad. La li-
bertad de los griegos es una empresa de
la misma especie que la abolicion del co-
mercio de los negros.


Antes de acabar este artículo, nos ha
parecido á propósito hacer algunas refle-
xiones sobre la causa principal de la rui-
na del imperio griego. Quizá nuestra de-
bit voz podrá ser pida de los actuales ha-
bitantes- de la Grecia; quizá se convence-
rán de que su perdicion no tuvo otro
origen sino la intolerancia supersticiosa,
y pensarán en cortar de raiz este tronco
funesto y fecundo de calamidades. Solo
á este precio podrán conservar la libertad.
si son tan dichosos que logran recobrarla.


El cristianismo conservó su primitiva
sencillez , su candor divino y celestial has-
ta que los griegos, por decirlo,


así, se apo-
deraron de él, y le obligaron á figurar
en el cuadro de las disputas filosóficas.'La
escuela platónica de Alejandría revistió el
Evangelio de toda la nomenclatura que
la sabiduría ó el error de los hombres
hablan inventado; y obsérvese que desde




Ils


264
san Pablo, que condena la introduccíon
de voces nuevas y profanas hasta el cisma
de Constantinopla , el cuidado constante
de la Iglesia ha sido conservar la pureza
del lenguage evangélico contra las nuevas
voces que introducía continuamente la
gárrula sutileza de los monges griegos.
Pero tomado el sabor á las disputas teo-
lógicas no fue posible estirparlo: mucho
mas cuando hubo emperadores que á la
verdad no sabian gobernar, ni hacer la
guerra ; pero sabian dar decretos en ma-
terias de religion, y perseguir á los que no
se sometian á sus decisiones. Claro es que
un imperio tan esclusivamente levítico (le-
bia descaecer gradualmente. La ambieion
de un patriarca de Constantinopla separó
para siempre el cristianismo en dos creen-
cias, á la verdad muy semejantes ; pero
que no ha sido posible uniformar toda-
vía : y esta insensata operacion, en la cual
solo ganaba un frayle, privó á los grie-
gos de los auxilios que podian esperar del
occidente contra los mahometanos del Asia.
Es verdad que, las cruzadas , la espedicion
de los catalanes en levante y la Coopera-


- clon de genoveses y venecianos, retardaron
la ruina del imperio de Constantinopla;


265
pero el peligro era perpétuo, y el reme-
dio era precario, por dos razones: la una
porque la intolerancia de los griegos no
les permitia confiar en los que rendian
obediencia al pontífice de Roma , y la
Otra, porque los occidentales que eran
entonces tan bárbaros como valientes, mi-
raban con tanto horror á los griegos cis-
máticos como á los musulmanes. De aquí
procedió la toma de Constantinopla por
los latinos, las conquistas que las repúbli-
cas marítimas de Italia y los catalanes hi-
cieron en el imperio griego.


Cuando el poder de los turcos llegó
á hacerse irresistible á los emperadores,
quisieron estos reconciliarse con los lati-
nos; mas ya no era tiempo. En vano el em-
perador Paleólogo recorrió la Italia, asis-
tió al concilio de Florencia ,


y propuso los
medios de restablecer la union entre am-


i* bus iglesias. Los monges griegos, cuyos in-
tereses eran muy diversos de los del impe-
rio y de la patria, se opusieron á una tren-
saccion que hubiera quitado á su patriar-
ca el ridículo título de universa/: y esta
palabra costó á la Grecia su libertad. Los
occidentales miraron con la mayor indi-
ferencia la esclavitud de un pueblo, que




366
aborrecian, y que en efecto era muy
no de ser despreciado.


El clero griego ni se ha correjido, ni
se ha hecho mas sabio entre\ las cadenas
de los turcos ; y causa indignaeion y min.
sea el ver á un patriarca nombrado por
el gran sultan á costa de sumas inmensas,
y sometido corno el re.sto de su pueblo
á una esclavitud vergonzosa,. anatemati-,
zar periódicamente á todas las denlas na-
ciones cristianas. Pero la ilustracion ha
cundido entre los griegos: ya es tiempo
que aprendan á discernir los intereses de
la religion y de !a patria, de las preten-
siones tan ridiculas como egoistas de un
corto número (le monges. Ya es tiempo
de que se reunan á la gran hollina euro-
péa , de la cual los separó la intoleran-
cia. Ya es tiempo de que aprendan á tra-
tar como hermanos suyos á los que son
de diferente creencia. Ya es tiempo en fin
de que renuncien á esas cuestiones teo-
lógieas, que tan caras les han costado.


Pero si continúan formando un pue-
blo aparte, si quieren parecerse Mas bien
á los mahometanos esclavos que- á los eu-
ropeos libres, si descuidan por un orgullo
mal entendido elevarse á la altura eti que


367
se hallan- las naciones occidentales en las
ciencias naturales y políticas: en fin, si
no renuncian á sus odios religiosos . , y á•
la obediencia ilimitada á sus monges, in-
capaces de darles sino consejos de- perdi-
cion, es inútil cuanta sangre derramen: que
se vuelvan á sus cadenas. La supersticion
no puede producir mas que esclavos; el
hombre que somete á otro la parte mas
noble. de su ser, que es el pensamiento,
podrá asesinar , podrá vencer; pero no
podrá adquirir la libertad. Meras sana in
corpore sano. En vano gozarémos libres
las manos y los pies, si el ánimo está
encadenado.




265


TEATROS.,


Cecilia :y Dorsan: comedia en tres,
actos, por don Vicente Rodriguez de


Arellano.


Esta pieza es 14 caricatura del género
sentimental. En ella está derramada la sen-
sibilidad á manos llenas. Cecilia , su ri-
val, su amante, los viejos, el loñador del
bosque , en fin, basta el perseguidor de
la heroina , todos estar dotados de una
sensibilidad esquinita.


A pesar de la debilidad de los medios
dramáticos, de la pobreza de los caracte-
res •y de la inverosimilitud de la fábula,
es tal el interes que inspiran las pasiones
suaves, que el papel de Cecilia, amante
abandonada y perseguida, luchando con
el infortunio , es sumamente teatral. La
escena del segundo acto , en que les cria-
dos quieren aparentar severidad con ella,
y una sola palabra basta á desarmarlos,


está bien concebida y egecutada; y cre-
emos que sin esta escena, ya se hubie-
ra desterrado del teatro una rapsodia se-
inejtani


tes:largues Leopoldo, que ama mu-
cho á su hijo, y que es bueno segun di-
cen sus criados, no tiene sin embargo di-
ficultad en calumniar á la pobre Cecilia , y
en urdir, para hacer verosimil la impos-
tura, una intriga vilísima. La sentimental
Cecilia tampoco habia tenido dificultad en
abandonar á su pobre .y anciano padre, y
en entregarle á todas las calamidades de
la horfandad , por seguir á su amante
Dorsan, lujo del marques que la puso ca-
sa en un pueblo cercano. Dorsan, cuyo
amor se supone tan vehemente, que quie-
re casarse con la que abandonó á su ho-
nor y su padre por complacerle, cede
sin embargo al engaño de su padre, pro-
mete casarse con Adela, no procura ver-
se con Cecilia para examinar su supuesta
infidelidad, y aun, segun se dice en la
comedia, la dej/ sin socorro alguno: cosa
muy indecente en el hombre que arran-
ca á una joven de su casa. Es verdad que
Leopoldo hizo que diese:, un bolsillo de
dinero á Cecilia; pero esta tuvo la pre-




ayo
caucion de conservarle entero , para te-
ner el gusto de tirarselo á su futuro sue-


gro , y se vino á pie á buscar á su Dor-
san , cuando supo que se • casaba con


Adela.
Esta rival generosa torna por su cuen-


ta desengañar á los clrs. amantes. Fírganse
de noche ; el padre los sigue; cae del
caballo, pierde el sentido, y nuestros dos
amantes le llevan en sus hombros por el,
espacio de media legua, •á una casita del
bosque, donde le prodigan, los mas tier-
nos cuidados, socorridos por el humilde
dueño de la choza , que tambien es un
hombre sentimenta l á su manera. El mar-
ques vuelve en sí, reconoce lo que 'debe
á Cecilia y consiente su casamiento.


Para premiar este sacrificio , el autor
sorprende agradablemente al marques, ha-
ciéndole saber allí mismo infraganti que la
sangre de su nuera es tan ilustre corno


.1a suya, con lo cual quedan muy con-
tentos él y los espectadores.


No hay que hablar de la versificador'.
El autor tiene alguna mas fuerza que


n


Co-
I a •; y au tal cual vez se parecen sus
mol
versos á los de nuestro .antiguo teatro;
pero en lo general son malísimos, lo mis-


371
mo que el estilo y la construccion de la
frase.


lo— Esta pieza es tomada de la comedia
francésa Adule et Dorsan de Marsollier;
la cual no está en el repertorio del tea-
tro francos, y probablemente no se ha-
brá representado nunca sino en las Va-
riedades.


A nosotras nos parece insufrible la
estupidez con• que se quiere interesar
el ánimo de los espectadores con dispa-
rates, contrarios no solo á las buenas cos-
tumbres, sino tambien á la decencia. To-
da la disculpa de Cecilia está en su es-
cesivo amor ; pero casi ningun síntoma
de arrepentimiento se ve en ella por los
yerros que ha cometido. Y lo mas gra-
cioso es , que su perseguidor Leopoldo
no la reprende, ni por haber dejado la
casa paterna , ni por haberse entregado
á discrecion de su hijo : la . reprende por
su falsa infidelidad , por la infidelidad
que él mismo babia fingido. Todo esto
es bajo, indecente , imperdonable en el
teatro.


El resultado moral de esta comedia
es de pésimo egemplo para la juventud
de ambos sexos. En vez de mostrarles los




140


272
peligros de las pasiones desenfrenadas, el
éxito feliz que corona la de Cecilia, in-
cita á imitada ; asi como el tono nove-
lesco y sentimental estimula á reprodu-
cir situaciones que tan agradables son á
la imaginaeion de los jóvenes. Ni se di-
ga que el teatro no influye sobre las cos-
tumbres. En esta parte hay un grande
error , nacido de no distinguir bien en-
tre la influencia de las máximas y la de
los sentimientos. A la verdad son muy
pocos los que ponen en egecucion las má-
ximas virtuosas de que estan llenas las
comedias y las tragedias ; pero pocos son
los que no se dejan penetrar de los senti-
mientos , buenos ó malos , que inspira
la accion teatral ; mucho mas cuando es-
tos sentimientos estan en harmonia con
los afectos mas dominantes del corazon
humano. Aquellas virtudes ó vicios que
egereitamos con mas frecuencia , reciben
un nuevo grado de energia , cuando los
vemos apludidos en el teatro, en las no-
velas, en los libros 6 en • la sociedad. Por
eso deben tener gran cuidado los auto-
res dramáticos en no hacer plausibles en sus
piezas , sino los sentimientos virtuosos.
El amor desbocado que olvida la auto-


v 273idad paternal , que desconoce Por' freno
del honor, y que es coronado or a fe
licidad , es un espectáculo que aumen -


-ta los peligros de la juventud.




.274
• Sóbre el proyecto de regalar k-tl'dügue


d$
Burdeos el palacio de Chalizbord.


Cada vez que oygo á los periodistas
liberales hacer esclamaciones sobre la im-
prudencia y feroz estupidez de ciertas pro-
posiciones que se oyen en las cámaras de
'Francia , siempre que se renueva la cues-
tion de la previa censura de los diarios ú
otras producciones literarias; me parece
que estoy oyendo á unos mozalvetes
pertos que se admiran de que en una con-
currencia numerosa les hayan robado el
relox, cí á los cabalistas que se pasman de
no haber acertado los números de la lote-
ría. ¿Por dónde se les ha de figurar á los
liberales , los cuales en lo general no tienen
una peseta , que han de esplicarse en los
mismos términos que ellos, los que no so-
lo las tienen, sino que á mas á mas no


les ha costado ningun trabajo el ganarlas?
¿Se imaginan esos pobres hombres que
porque á ellos les divierta el sonsonete dilt
rio de la igualdad de derechos , y la in,
flexibilidad de las leyes, y toda esa pan-


275
termina con que suelen embadurnar un
pliego de papel cada mañana, les ha de
divertir igualmente á los que tienen °en,
nado su entendimiento en cosas de más
sustancia P ¿ Estrañan que se incomoden• y
que lleguen á salir de sus casillas , cuando
en el momento mismo eir que ellos se es-
tan devanando los sesos para mostrarse gá-
'antes y obsequiosos , sin que les cueste
un maravedí, sale de repente un descono-
cido revelando, no solo' el proyecto, sino
tambien los medios y )os fines con qué le
proponen realizarle ?


Yo quisiera ver al Mas
-
pintado de íós


que tanto clamorean en 'favor de la libe=.
bertad de la imprenta caso en que
se encuentran ahora MiSin'Of


varios honra-
dísinnoS 'oi:irtesaeos de Fran'á sobre cierta
donacion , llámese •ohlec.fiiib 'amoroso y
leal , que Se' proponedliaCer en honra .y
gloria del heredero presuntivo de aquel
trono. El lance no es secreto para los que
acostumbran á leer los papeles públicos
franceses; pero como este'es él menor nú-
mero, y sea 'muy conveniente que se di-
fundan estos rasgos generosos para que)noz
sirvan de' egeniplo en lo SneeSiVo, habré
de contar el' heáo sencillaffiénte, para que


r 8.


41»





.296
se vea cuán injustas son las murmuraciones
y hablillas á que ha dado, si no motivo,
ocasion.


Ninguno ignora que unos cuantos me-
ses despues del inicuo asesinato, cometido
en la persona del señor duque de Ber•y,
dio á luz- su augusta viuda un príncipe , á
quien S. M. Luis XVIII concedió el título
-de duque de Burdeos. Destinado por la Pro-
videncia á continuar la ilustre . rai •a primo-
génita ele los Borbones , está muy en el.
orden que no,le escasée el eratio público
de aquella generosa nacton, todos los me-
dios necesarios, no ,solo. para sostener el
brillo y decoro , de su auguesta cuna, sino
tambien lá magestad del trono que sus al-
tos destinAs le . llaman á ocupar.


Es de advertir, que en tierna edad
en que se encuentra, no deben ser escesi-
vos los bustos de su mesa, caballeriza y li-
mosnería , porque aunque no cabe duda
en lo humano de que andando el tiempo
su corazoti ... será , como el de todos los
príncipes , propenso á socorrer á todos los
desgraciados,. todavía no puede distinguir
el mérito y el grado de las necesidades,
para socorrerlas con la magnanimidad y
discrecion debidas. So hay duda , pues,


277de que por ahora y durante algunos años
tiene S. A. S. ,todo cuanto le basta , y
muchísimo de lo que le sobra , para
cliarse, robustecerse y hacerse un prín-
cipe digno de sus gloriosos ascendientes.
Pero bien se ve que este mi modo 'de dis-
currir, acerca de las necesidades de un nie-
to de tantos reyes , se resiente alguna cosa
de aquella grosera economía ó ruindad que
distingue á la clase vulgar, y que no se
parece en nada á la grandeza y esplendi-
dez con que saben esplicarse en estes ma-
terias los señores cortesanos. Tan cierta es
esta diferencia, y tan pocos los auxilios que
nos concede la gracia para acertar á po-
nernos en el verdadero punto de estas su-
blimes cuestiones, que cuando nosotros
pensábamos que no era posible que le fal.
tase nada al tierno duque de Burdeos, en
aquel mismo momento estaba Dios inspi-
rando en el corazon de algunos cortesanos
de Francia, que era de absoluta necesidad
abrir una suscripcion para regalarle á
su alteza el palacio de rhambord, con to-
das sus tierras y posesiones adyacentes. Fs-
te palw . io , edificado por Francisco I , dis-
ta cuatro leguas de Blois,• comprende unas
doce mil fanegas de tierra, y es el mas




278
hermoso edificio gótico que hay en aquel
rey no.


Ahora bien, quién pudiera imaginarse
que una inspiracion tan santa , tan bené-
fica, tan desinteresada y tan justa , pro-
puesta por una persona tan imparcial, co.
mo es un, ministro del interior, y reali-
zable por. un medio en que no cabe nin-
guna violencia moral , como lo es una sus-
cripeion en favor de un miembro de la
familia reynante; quien creyera, digo, que
basca en esto haya encontrado que mor-
der la vigilante libertad de la imprenta?
Pues, señores, me alegrara poder copiar
al pie de la letra la multitud de vacieda-
des con que ha salido un n:iserable
dor de aquellas inmediaciones, impugnanAllb
do, y lo que es peor, ridiculizando este
leal proyecto , y hasta la clase misma de las
personas que le concibieron. Mezquino,
ruin y cicatero, como todos los de su ca-
laña, empieza por llamar la atencion so-
bre la multitud (le pobres que hay en el
lugar, las muchas deudas que tiene el pue-
blo , el mal estado de los caminos , la
falta de un puente para pasar el rio Loi-
ra, y ahorrarse por este medio el rodeo
que tienen que hacer para llegar- Tours,


a79y hasta el estado de ruina en que se ha-
lla la iglesia de muchos años acá, solo pa_
ra deducir. la ridícula y falsa consecuencia
de. que sería mucho mejor emplear el im-
porte de la suscripcion en remediar todos'
estos males, que no en hacer un regalo á
quien ni puede agradecerle ni le necesita
para nada.


Bien se ve que aun cuando todas es
tas reflexiones tuviesen alguna fuerza, nin-
guna necesidad habia de esponerlas con
ese tono l'urlon, que es capar de quemar
la sangre al ministro mas flemático; y que
si conforme lo imprimió en Francia , le hu-
biera tentado el diablo de publicarlo en
cierto pais que yo me sé , puede que no
se le olvidase la chanza á dos tirones. Por
ni leho menos que esa se bubieran atrope-
llado las leyes , y se hubiera hecho una


" higa á la libertad y al pundonor público, á.
trueque de que quedasen en pie cuatro ó
seis cortesanos de la anarquía y del desor-
den ; pero volvamos al viñador de Cham
bord.


Una de las cosas con que á él se le
figura que hace mas fuerza de vela , es
con decir que los príncipes no san ricos,
sino con el amor de sus súbditos; pero




y






28e
bien se echa de ver que esto no es roas
que un sofisma, porque si se les pregun-
ta á los cortesanos de todos los paises,
que son los que mas entienden • de rique-
zas y de amores; se verá mas claro que
la luz, que no hay otra riqueza que la
contante y sonante , ni amor mas fino y
mas permanente, que el que se alimenta
con regalos.


¿ Qué al caso vendrá decir que á buen
« seguro que los que inventan estos ob-
« sequios no tienen cabeza para inventar
«el barco de vapor, ni la sembradera de
«Fehlemberg ? Señor mio, en esto de in,
venciones cada uno se maneja como Dios
le da á entender, y puede que el inven-
tor de la suseripcion, la saque mas jugo
en un clia , que el que le sacará en mu-
chos años cualquiera de los que siembren


la antigua ó á la moderna. En buen ho-
ra que e1 tal palacio sirviese un tiempo
de recompensa de la victoria de Fonte-
noi; pero eso no quita que ahora sirva
de premio para el triunfo de las ideas
ministeriales sobre el bolsillo popular, que
no cuesta una sola batallIrrsilt-e.
y casi diarios combates.


Pero lo que es . imperdonable y del to.


28 i
do inoportuno es el elogio que hace de
la estravagancia del duque de Orleáns, de
haber enviado á su hijo primogénito , el
duque de Chartres, al colegio de París á
que aprenda y estudie al lado de•los de-
Mas muchachos. ¿Qué conexion tiene lo
que necesitan aprender las gentes vulga-
res, con lo que conviene que sepa el hi-
jo de un señor? ¡Bueno andaría el ajo,
si llegara el caso no esperado de unos
exámenes públicos, y saliesemos con qué
mmrecia el primer premio el hijo de un
cualquiera , y se obstinaba en no ce-
der la primacia á S. A. S. ! A bien que
no tienen bastante exaltado el amor pro-
pio los estudiantuelos, que lo mismo les
importaria á ellos desagradar 11 un du-
que , que comerse dos docenas de bu-
ñuelos. ¿Si pretenderán tambien esos es-
critores .mercenarios, que el heredero del
trono 'vaya á confundirse con toda la ga-
villa de sus súbditos,' espuesto á que al-
guna vez le falten al tratarniento,.ó le de-
muestren que es posible tener mas enten-
dimiento que un monarca futuro ? Por
cierto cine seria gracioso, que el mejor cha
del año saliese el hijo de un procurador
ó de un abogado diciendo , «mi candis-




282
cípulo el príncipe, mi contemporáneo el
infante, y otras deevergüenzas de esta jaez.
Un personage real , ó principal, ducal,
debe tener un ayo y veinte maestros que
le enseñen lo que él quiera aprender; y


todo se '
lo deben dar sabido, desde el


momento en que se despida á la nodriza,
porque lo domas, despues de ser muy
poco ayroso, destruye enteramente el pres-
tigio, que es el alma del negocio.


Uno de los mas grandes inconvenien-


tes que veo yo, y que verá todo el mon•
do en esto del escribir sin previa censu,
ra , es que jamas se contentan con decir
lo puramente necesario al asunto que se
proponen tratar, sino que lo -visten y lo
adornan de manera, que siempre ó casi
siempre se salen fuera del cuadro. Si. eá
te labrador, ó lo que sea, tiene la des-•
gracia de no mirar con buenos ojos esta
obra piadosa de la suscripeion, ¿tenia mas
que decir lisa y llanamente que no po-
día ó no le daba la gana de soltar el di-. •


pero, con lo cual ya sabriantos que re-
nunciaba al derecho de citar este mérito
en sus ulteriores pretensiones, segun está
autorizado por la costumbre?,Y qué ne-
cesidad laabia para eso de declamar con


2.83
tra los perjuicios físicos y morales que él
se empeña en que ocasiona á los lugave-
iños la inmediacion á la Corte ? Pero
para que se vea la mala fé con que se
esplica , asi sobre esto como sobre tOdo
lo demas, le concedo de barato que al-
guna que otra vez entren los señores cor-
tesanos á cazar por sus trigos y .


garban-
zafes , con los caballos, los perros, los
morteros y demas ministros precisos
para esta generosa diversion: concedo tam-
bien que si alguno que otro vecino, á
quien Dios á el angel de la Guardia hu-
biesen dejado de su mano , cometiese la
atrocidad de matar alguna peediz , cone-
jo, liebre, ó gallineta , podria suceder
que se le pusiera en un presidio; y por
último concedo que no es del todo im-
posible, que algun marido celoso , ú al-
gun padre ó hermano de estos que sue-
ñan con un falso pundonor, reciba de
cuando en cuando una justísima paliza
para enseñarle á que tenga crianza: ¿pe-
ro qué importan en el mundo semejantes
miserias, comparadas con la probabilidad
d'e colocarse de lacayos, de barrenderos,
y acaso, acaso de mayordomos de las ca-
las de aquellos señores? ¿ Quién no se




284
deja con gusto dar cuatro pescozones , 'por
obtener una capeilania ó un beneficio sim-
ple? ¿ Quién no tiene á mucho honor al-
gunas visitillas nocturnas, cuando con ellas
se obtiene la proteccion ele un persomige,
ó á lo menos una sonrisa. suya, siempre que
no lo ve la servidumbre?


Casi me causa verguenza detenerme á
refutar semejantes impertinencia s , y ya me
hubiera resuelto á abandonarle en su error,
si no viera el empeño que ha tornado de
ridiculizar las santas costumbres de algu-
nos reynados anteriores. Entre ellos los. que
mas le dan en cara, son precisamen te aque-
llos que ahora y siempre seran <le
ciosa memoria para los que signen lo
dificil carrera de cortesanos. ¿Qué ideas
tendrá formadas de la dignidad y grande-
za de los palaciegos, cuando afecta mirar
con horror los inocentes pasati, , mpos de
Luis'XIV con la MonteSpan , Lavalliere y
denlas señoras de modo , que logra]>,: dis-
traerle aquellos ratos que le dejaba libes
su confesor? ¿ Cómo pueden oirse sin .cici -
ta alegria de espíritu, y no menor edifi-
cacion, los nombres de una Diana, una Cha-
teaubriant y tantas otras cortesaPas, é


lo


que es lo mismo, hijas y •mugeres de cur


185
Césanos ? ¿ A dónde hubieran ido á parar
tan respetables memorias, si en lugar de
conservarse el palacio de Chambord para
estos y otros fines semejantes, se hubiera
seguido el dictamen del tal fonetista , sub-
dividiendo sus tierras y sus bosques entre
una inullitud de viles colonos , y destinan-
do S obgetoJ


de industria aquellas ha-
bitaciones que un tiempo ,i.:


.vieron de.
templo á tantos y tan ilustres sacrifica-
dores?


Miren qué. fe merecerá un hombre que
se atreve á -decir, que los cortesanos son


luna especie de nzéneltkos en coche, mas hu-
mildes ó por lo menos mas humillados, que
los que andan pordioseando por las calles,
hostigados de la pereza ó de la necesidad.
Verdad es que solicitan de cuando en
cuando para ellos, ó para sus parientes, ó
para sus amigos, ó para los amigos de sus
amigas; pero siempre son gracias peladas,
mondas y lirondas, sin mezclarse para na-
da con la justicia. Tienen sin duda mu-
cho arte, mucha paciencia, muchisima per-
severancia, y reciben con buen talante los
so:iones y desay res que se les hacen fre-
cuentemente; pero esto solo lo sufren pa-
ra dar cgemplo á tanto orgulloso y alta-




-286
nexo, corno se presenta pidiendo con des4
coco nada menos que justicia, sin hacers1
cuenta de que los encargados .de mandarla
distribuir, tienen sus ratos de mal humor,


De las señoras de corte es cosa que da


sabia el °irle, porque no parece sino que
en ellas está concentrada la desenvoltura
el desenfado , la coquetería y el espíritu
de intriga; de suerte que ya no falta sino
que las llame feas, para que fuese comple-
to el cuadró. ahora véase que conexion.
tiene todo esto con el palacio de Cham.. 1.."1


bora ., y sino se está viendo una tentacion
del demonio de escribir sobre:ti:ido lo que
ocurre. Pero á bien que segun noticias, ya
se sabe quien es el autor de estas bufona•
das, y no tardará en recibir una prueba
de lo que les luce á los escritores el uso
de la libertad de la imprenta, cuando no
tienen el palo en la mano.


.Ya se ve que todo esto habla con los
-cortesanos de Francia y de otros paises,.
-porque lo que es actualmente en España
mo tenemos noticia de que haya semejan-
tes cortesanos , y los que han querido me


terso á parecerlo, han quedado tan lucidos
-como madama Garnerin, cuando intentó su-


bits en un globo en el iketiro.


.287


Mérito, fortuna, errores, crímenes; y des-
gracias de Napoleon 13uonaparte.


Murió Buonapaste. Ya no existe el
hombre ante el cual se postraron en oteo
tiempo las naciones, y cuya voz hacia es-
tremecer sobre sus tronos á todos los mo-
narcas del continente de Europa. Preci-
pitado de la cumbre del poder y de la
gloria, encerrado en un peñasco en me-
dio del océano, secuestrado del mundo, y
sobreviviendose á sí mismo por espacio de
seis años , pagó por fin á la naturaleza
el último tributo. El gran general, el bata..


afortunado, el profundo político, el
legislador (le un gran pueblo, el déspota
tan temido, el conquistador ambicioso,
el que en la embriaguez de su fortuna
pudo olvidarse con mas razon que Ale.


:japulro, de' que habia nacido mortal, ha
pasado sus últimos dias en una prision
y ha fallecido lejos de su patria, separa,
do de su esposa y de su hijo, apartado




988
de todos sus parientes y amigos; y lo que
ha debido serle mas doloroso todavía, car-
gado con , la execracion de la Europa, á
la cual quiso esclavizar, pudiendo haberla
dado la libertad , y á la cual hizo mucho
mal , pudiendo hacerla] feliz. Leccion ter-
rible para los poderosos de la tierra, para
los árbitros del mundo ! En ella pueden
aprender que no es sólido y estable el
poder que no se funda en la justicia , y
que la verdadera gloria de los príncipes
no consiste en mandar grandes egércitos, en
ganar grandes batallas, en conquistar provin-
cias y en hacerse temer de sus rivales; sino
en hacer mucho-bien á sus pueblos, y si pue-
de ser, á todo el género humano.


Al hablar nosotros del célebre persa-
nage cuya muerte es el asunto de todas
las conversaciones , no nos proponemos
dar la historia de su vida: harto cono-
cida 'es de todos. Queremos únicamente
fijar la opinion sobre el hombre estraor-
dinario que ha dejado de existir sobre la
tierra ; pero cuyo nombre pasará á la mas
remota posteridad, por la gran parte que
tuvo en los importantes sucesos de que'
han sido testigos los , últimos años del si-
glo XVIII, y los primeros del XIX: suee-


.2blos que tanto han de influir en la suerte
las generaciones venideras. Queremos se-
parar lo que hubo en él de bueno y de
malo, de, justo y de injusto, de grande


Q
y de pequeño, de heróyco y de burlesco.


uerernos que no se confunda su mérito
con su fortuna, sus errores con sus crí-
menes, sus faltas con sus desgracias. Que-
remos finalmente anticipar el juicio de la
posteridad y juzgarle, aunque somos sus
contemporáneos, con la misma imparciali-
dad con que le ha de juzgar la historia;
y nos parece que tenemos derecho á ha-
cerlo, porque si nadie admiró con


.ma-


4
yor entusiasmo que noso tros lo que hizo
e verdaderamente grande y util , nadie


tampoco conoció mejor y sintió mas viva-
mente sus yerros, y ft pocos habrán sido


-


mas funestas sus locuras.
Cuando un hombre es por mucho tiem-


po el objeto de las mas exajeradas ala-
'balizas, y el blanco de las mas virulentas


hi
i4Vectivas cuando unos le ensalzan hasta


cer de él un ente superior á la huma,
tadad , y otros le deprimen hasta negarle
las prendas y cualidades que se conceden
á los hombres mas comunes; cuando los
tttos le pintan Como un Dios, y los otros


'mato z.x..
tg




como un monstruo ; es una prueba irte-ago


cusable de que en él hay cierto mérito
no vulgar , que deslumbra y fascina á sus
admiradores, y escita el odio y la envidia
de sus enemigos. El hombre que no sale
de la esfera ordinaria y que no tiene nin-
guna cualidad sobresaliente, ni escita la ad-
miracion, aun cuando llegue á estar re-
vestido del poder supremo, ni se atrae
un odio vehemente y encarnizado: le adu-
lan unos y le desprecian otros ; pero ni
aquellos abrazan con calor su causa, ni
estos experimentan otro sentimiento, que


el
de la justa indignacion que siempre


causa ver premiada y ensalzada la nulidad
-6 la mediania. Esta sola reflexion hará
confesar á toda persona de buena fé, que
--Napoleon Buonaparte ha sido uno de aque-
llos hombres que el mundo ha llamado
'siempre grandes; porque en ellos se- re-
conocen ciertas cualidades eminentes, que
no es faca hallar reunidas en un solo in-
dividuo de lá especie humana , y porque
en ellos hasta los crímenes tienen algo de
grandioso y heróyco:, como que nacen no
de pasiones viles y rateras ,1 sino desque.
has que solo se escitan en almas gndes
y en corazones generosos. Por otra parte,


29/
el hombre que desde la clase de simple
oficial de artillería se eleva al primer tro-
no de Europa, que humilla á sus pies á
los monarcas mas poderosos de su tiem-
po, que se hace el árbitro de su siglo, que
invicto siempre .


.por espacio de 20 años
desbarata cuantos egércitos se le oponen,
triunfa de los generales mas hábiles y es-
perimentados , da y quita cetros, llena el
Inundo con la gloria de su nombre , da
leyes á su patria, termina en ella la mas
espantosa revoiucion que jamas vieron los
hombres; y que para caer del solio , es
preciso que él mismo escita contra sf el
odio general de los pueblos, y que


estos
se reunan todos contra un individuo solo;
semejante hombre, decimos, puede muy
.bien haber sido ayudado:y, ,favorecido por
lo que se llama fortuna, es decir, por ciertas
casualidades favorables á sus designios;
pero es imposible que no haya tenido


• mucho talento, mucha habilidad, mucha
destreza, mucha prevision , mucha firmeza
deearacter, mucha constancia, mucho valor,
Mucha presencia de ánimo, mucho conoci-
miento del mundo yttiel corazon humano,


.una instruccion muy superior en todas
las partes del-- ;dificil y complicado arte de




29'2
la guerra. Y el


hombre que reuna tantas,
tan relevantes y tan poco vulgares cua-
lidades, ¿será un hombre eomun , des-
preciable, y del número de aquellos que
se encuentran á cada paso ? Inexplicable
fenómeno seria por cierto el de que con
pequeños medios y mezquinos recursos hu o-


biese hecho constantemente y por spa de
dci


de veinte años tantas cosas, cada una
las cuales pareció al tiempo de verificar- IP


se una especie de prodigio. Pero ya se
sabe que estos no existen en el curso éor-


dinario de las cosas; que los efectos n
todas lineas son siempre proporcionalls
S sus causas, y que estas no podrían prodU-
cirios, si no fuesen adecuadas a su tamaño
y grandeza. Por consiguiente cuando se
yen grandes hechos, grandes sucesos, gran-
des resultados y sobre todo cuando estos
seynultiplican y repiten en muchos y muy
diferentes géneros; es imposible que sea
pequefza, estrecha y vulgar la cabeza que
los prepara , combina, dirige y crea á su
arbitrio y voluntad.


En la parte militar, las dos primeras
campañas de Italia, y las célebresbatallas


?Jde 'arengo , Austerlitz , Jena , Friedlandy Wagrarn, serán monumentos eternos de


293
su pericia militar, sin que el revés de san
Juan de Acre, el desastre en Rusia, la
derrota de Leipsic, y la catástrofe final
de Waterloo„inenoscaben un punto la glo-
ria del general, á quien los mas hábiles,
entre amigos y enemigos, reconocían unáni-
memente por el primer capitan de su siglo.
Háyasele deprimido cuanto sugerian el odio
y la envidia, cuando llegó á ser general-
memen te aborrecido por el abuso que hacia
de su poder ; pero recordemos ahora que
ya no existe, cuál fue la admiracion que
excitó en todas partes su primera campa-
ña de Italia, ,cuales los elogios que aun
las musas espailblas le trihntaian , cualtel
entusiasmo con que de él se hablaba en
todos los paises; y dígase 'de buena fé,
si el hombre que al salir por primera vez
al teatro de la gloria derrotó sucesivamen-


ille
te cinco egércitos mas numerosos que el


isuyo, conquistó la Italia, y obligó al Aus-
tria á firmar una paz poco ventajosa para
ella, á humillar su altivez reconociendo la
república francesa ; si el veedor► de Mori-


r tenotte, de Milesimo, de Lodí, de Areola,
de Rivoli; si el primero que ensefió á hacer


;prisioneros - egércitos enteros de enemigos,
ha sido un general adocenado é imperito.


Tri




1.111
n


ti


294
Recordemos larribien el paso de los Al-


pes, la batalla de Marengo, y la impre-
sion que hizo en toda Europa el ver
al Austria cediendo en un solo dia dos
provincias y 23 plazas fuertes, y al pri-
mer consul reparando en una accion sola
los muchos desastres ocasionados por su
ausencia; y por mas que opongamos á tan
brillantes triunfos las reveses de sus úl-
timas campañas, todavía se inclinará mu-
cho la balarli en su favor.


Si de la parte militar pasamos á la ci-
vil y administrativa, bastará recordar que
habiendo hallado la Francia á su vuelta
de Egepto en la mas completa desorgani-
zacion y anarquía, la mitad de los depar-
tamentos sublevados , el erario exausto, las
fronteras invadidas, el egército desnudo y
desalentado, las facciones combatiendose
encarnizadamente y sucediendose unas á
otras 'en el mando para empeorar cada vez
mas el estado de las cosas; apenas tomó
el primer consul las riendas de la admi-
nistracion, todo mudó de semblante. hubo
égércitó, hubo dinero , hubo orden, hubo
gobierno, cesó la guerra civil , los partidos
se reconciliaron ó confundieron , renació
la confianza , se abrieron los, manantiales


295
de la riqueza pública, desapareció la plaga
del papel moneda, floreció la agricultura,
hizo la industria rápidos y estraordinarios
progresos ; y en pocos años llegó la Fran-
cia a un punto de poder, dé riquezay de
prosperidad , á que no habia llegado en el
tan célebre re.


ynado de Luis XIV. Siste-
ma completo de gobierno , de administra-
cion y de rentas, organizacion judiciaria,
restablecimiento de la religion, y leyes or-
gánicas de todos los cultos. reconocidos;
creacion de inmensos egércitos , obras pú-
blicas emprendidas y concluidas en pocos
meses, canales abiertos, caminos reparados,
monumentos elevados á la gloria nacional,
nuevos puertos, fortificaciones de plazas,
elementos de una gran marina militar ; to-
do esto hecho simultaneamente y como
por ensalmo y encantamento, y hecho en
medio de contínitas, sangrientas y costosí-
simas guerras, suponen en el gefe supre-
mo que á todo atendia y de todo cuidaba, co-
mo si cada ramo fuese el único en que tu-
viera que ocuparse, una cabeza, un ardor,
una actividad y una aplicacion al trabajo,
cuales jamas quiza se vieron reunidas en
ningun otro caudillo. Alejandro solo pen-
saba en conquistas, Cesar descuidó la ad-




296
ministracion' mientras estuvo guerreando.'
Anibal mandaba egércitós, pero no gober-
naba á Cártago ; y entre los modernos guer-
reros, solo Pedro el Grande civilizaba sus
pueblos al mismo tiempo qne combatia con
los suecos: los ciernas príncipes algo céle-
bres de la historia moderna no tenian otra
ocupacion que la de mantener y conservar
el orden establecido, pero no eran llama-
dos á crearlo todo de nuevo. Se dirá que
Buonaparte se valió para todo lo pertene-
ciente á la administracion interior, de mu-
chas otras personas instruidas en los res-
pectivos ramos del gobierno de un Estado;
y que estas fueron las que todo lo arre-
glaron y dirigieron. Asi es sin duda, y era
imposible que fuese de otra manera; por-
que un solo y mismo hombre no puede á
un tiempo mismo escribir códigos de le-
aislacion organizar sistemas de hacienda_
dirigir los negocios de gabinete, pasar re-
vistas y dar batallas; pero ademas del mé-
rito que tiene el gefe de un estado en so-
lo elegir personas hábiles para que le ayu-
den, y en estará la mira de sus operaciones,
es menaster saber que Napoleon veia y


• examinaba por sí mismo cuanto se hacia
de su orden, y daba su voto con mucho


297
tino y acierte) aun en las materias mas
inconexas con su profesion principal y con
sus estudios favoritos. Inuresas estan las
sesiones del consejo de Estado, en que se
discutió el proyecto del código civil, y
en ellas puede. verse cómo el primer consul
que ordinariamente presidia, tomaba par-
te en las discusiones, y cuantas veces hi-
zo preguntas y objecciones que dieron en
qué pensar á íos grandes jurisconsultos
que ventilaban aquellas áridas 'cuestiones'.
Este es á nuestro juicio el gran mérito
de Buonaparte, el de la aplicacion al tra-
bajo del gabinete, y la constante laborio-
sidad:


con que por espacio de i4 años ha
vigilado todas las partes de una admi
nistracion tan vasta. Parecerá exageracion,
pero nos consta que nc lo es: durante
su gobierno no se despachó en Francia
un solo espediente , no se (lió una sola
orden por los ministerios , no se hizo un
solo nombramiento para un empleo de al-
guna importancia, sin que él tuviese no-
ticia, sin que se instruyese del asunto y
resolviese por sí mismo, si la materia lo
requería ; y cuando el negocio era relati-
vo á la guerra ó á la política esterior,
descendia él tí los últimos pormenores,




.298
dictaba materialmente las órdenes, é ins-
trucciones que se espedian por los minis-
tros. En esta parte ninguno de los prín-
cipes antigilos ni modernos puede serle
comparado, sino Federico II; pero este, ade-
mas de que su administracion era mucho
menos vasta, no llegó tampoco h la infa-
tigable y casi prodigiosa laboriosidad de
Buonaparte. Baste -decir que este último
en los i4 años qué ha gobernado la Fran-
cia, acaso no habra dormido ningun dia
arriba de cuatro horas, y que en los pri-
meros tiempos del consulado pasó largas
temporadas sin descansar mas que hora y
media ó dos horas, vestido y reclinado
sobre el hombro de su esposa, que le ve-
laba, por decirlo asi, en aquel corto rato de
reposo.


Mérito es tambien en un hombre que
vívia en la esfera de los placeres y de
las delicias , el haber conservado la regu-
laridad de costumbres á que se .Babia
habituado en los campamentos militares.
Siempre fue parco y sobrio en la co-
Mida ; y aunque no tan insensible á los
encantos del bello sexo , como algunos
han creido , conservó siempre bastante
imperio sobre sus pasiones para no de-


299
jarse dominar ppr inuger alguna, y ni aun
permitirlas que


• tcmasen el tono de favo-
ritas. En su • trato particular supo combi-
nar en tal grado la afabilidad y la ma-
gestuosa gravedad que pedian su caracter
y el puesto que ocupaba; que quizá no
hubo jamas un príncipe mas amado


., mas
respetado y mas tenido de cuantos le
rodeaban : y la prueba se ha visto en su
desgracia. Guando abdicó el imperio la
vez primera, y salió para la isla de Elba,
todos los ayudantes de campo-, los gen-
tiles, hombres y denlas empleados de su
casa que se hallaban cerca de su persona;
todos querian acompañarle en su destier-
ro, y todos envidiaban el honor de los po-


,


cos que, fueron escogidos. La misma esce-
na se repitió en su última salida de Fran-
cia y en su vine á Santa Helena; y en
cuanto al amor sincero de los que le ha-
bian tratado y servido de cerca, buena
prueba son las ' lágrimas que el general
Rapp ha derramadó- cuando ha sabido su
muerte: lágrimas que, digan cuanto quieran
las almas frias é insensibles, honran al que
las derrama y al que las hace derramar.
En cuanto al amor, ó por mejor decir, á
la especie de idolatría con que le adoraban




3oo
cuantos soldados habian militado bajo sus
órdenes, ya se vieron los efectos á su
vuelta de la isla de Elba : y hov mismo,
si no hubiese muerto y . se presentase en
una frontera de Francia , los generales y
oricialidad superior no harian ya lo que
hicieron el año de 5, porque su interés
se lo estorbaria ; pero lo que es la oficia-
lidad subalterna y les simples veteranos,
todos se dejarián matar á su lado si vol-
viese á mandarlos otra vez. No hubo ja-
mas un general mas idolatrado de sus tro-
pas y asi es que en tantas campañas, ja-
mas se le reveló ó desobedeció sus órdenes
una sola compañía. Aunque, supiesen evi-
dentemente que caminaban á una muerte
inevitable, corno él lo mandase, genera-
les , oficiales y soldados, todos iban resig.
nados al sacrificio.


En cuanto á la habilidad con que su-
po aprovecharse de las circunstancias, y
manejar los hombres y las cosas ; la me-
jor prueba es su primera elevacion á la




dignidad imperial. El hombre que no so-
lo se hace superior á sus iguales, sino á
los que antes le mandaban, y los hace con-
currir á su engrandecimiento; aquel á quien
sirven luego todos, como clociles instru-




301
mentos para la egecucion de sus planes,
y que va obteniendo por grados esta su-
mision voluntaria, sin usar de violencia ni
fuerza alguna; és preciso que tuviese so-
bre todos aquel ascendiente que da un
mérito extraordinario. Si Bonaparte, como
Cesar y tantos otros usurpadores , se hu-
biera apoderado de la autoridad suprema,
estando al frente (le un egercito que con
dádivas ú otros medios hubiese puesto á
au entera devocion ; nada tendria de ad-
mirable su elevacion al trono de la Fran-
cia ; pero lo que en él hubo de singular,
es que dejandose su egército en Egipto, vi-
no á Francia, derribó el gobierno existente
y se alzó con la suprema dignidad, sin mas
auxiliares que su fama y las pocas tropas
de la guarnicion de París, las cuales no
habian servido bajo sus órdenes, y acaso
no le habian visto jamas hasta que tomó
su mando para marchar á san Cloud. Su
atrevida operacion en aquella célebre se-
sion de los consejos legislativos , no es
de un alma formada en los moldes or-
dinarios ; y atendidas las circunstancias de
tiempos y lugares, no fue menos arries-
gada que el paso del Rubicon. Prescindi-
mos por ahora de la justicia y legalidad




30 2
con que fue hecha : hablamos solo del va-
lor y firmeza que supone en el que se
encargó de egecutarla.


Resumiendo ya todo lo dicho acerca del
mérito de Buonaparte , nos parece que
sin injusticia no pueden negarsele las cua-
lidades personales que constituyen los hom-
bres estraordinarios: gran talento , prodi-
glosa memoria, valor cívico y guerrero,
firmeza de caracter , constancia en sus em-
presas, amor al trabajo, cabeza infatiga-
ble, conocimiento del mundo, habilidad
para escoger los hombres y hacerlos con-
currir á sus ideas, pericia militar, instruc-
cion mas que superficial en muchos otros
ramos, pensamientos elevados, grandiosi-
dad en los proyectos, un tenor de vida
generalmente arreglado, y nungun vicio
sórdido de. aquellos que envilecen y de-
gradan: todo esto junto con una ambicion
desmesurada y con úna completa inmorali-
dad política, fundada en el principio de que
todo le era lícito para dar,cima á. sus gi-
gantescas empresas : tal nos parece que se-
rá el retrato que algun dia trazará la his-
toria, cuando llegue á pintar el hombre
que tanto ha dado que hablar á sus con-
temporáneos.. Veamos ahora el uso que hi-


• 303


zo de tan brillantes cualidades, tan subli-
mes talentos y tan felices disposiciones.


Mientras fue simple general á las ór-
denes del directorio, poco tenemos que re-
prender en su conducta, porque supone.
.mos que fue mero egecutor de los man-
datos del gobierno, y que obraba en todo
con arreglo á las instrucciones que este le da-
ba , y siempre de acuerdo con los comisarios
que le acompañaban y tenian voto. en todas
las operaciones que no eran puramente
militares; como los tratados de tregua, re-
quisiciones para el egército, contribuciones
impuestas á los pueblos invadidos, y otros
negocios semejantes. Sin embargo , si co-
ano han dicho algunos, fue él quien pro-
puso al directorio la conquista de VeneL
cia , y la cesion al Austria de éste pais in-
dependiente , esta seria su primera injus-


- ticia, que nadie aprobó entonces, ni pue-
de aprobar la sana polítiCa.


- Lo mismo
decirnos de la ocupacion de Malta sin
.elaracion previa de guerra, y sin otro mo-


. tivo que el de convenir á la Francia para
la egecucion de sus proyectos sobre el
Egipto, la posesion de aquella isla, con
la cual se han quedado despues


•los ingle:-
ses , por la misma y muy poderosa razon




3o4
de que pueden y de que quieren. La es.
pedic:on de Egipto fue otra solemne in-


j usticia ; pero en ella no tuvo mas parteNaooleon, que la de encargarse de tan ar-
riesgada, dificil y temeraria empresa ; la
cual sin embargo , pasando por encima de
la injusticia, hubiera tenido consecuencias
muy ventajosas para la civilizacion del mun-
do, si la Inglaterra, para la cual lo prime-
ro es su comercio , no se hubiera apre-
surado á inutilizarla y á destruir en su ori-
gen la colonia militar que solo unas ca-
bezas tan acaloradas y ligeras, como las
de los directores franceses, pudieron en-
viar al otro lado del mar, no teniendo ma-
rina con que sostenerla, defenderla , y re-
forzarla de continuo.


En cuanto á la memorable jornada de •
Saint-Cloud , si la disolucion del gobierno
directoria) hubiese sido un atentado par-
ticular de Buónaparte, ó de cualquier otro
individuo, nunca sería escusable; sino por
la adquiescencía posterior de la nacion, por-
que aquel era un gobierno nacional que
ningun ciudadano tenia derecho á destruir
por sola su autoridad. Pero se sabe que
aquella resolucion fue acordada por la
alas sana parte del Co-zsejo de los ancia-


3n5
nos, Yde otros Muelles ciudadanos, i ntér-
pretes de la opinion general , la cual es-
taba convencida de que aquella forma de
gobierno conducia la Francia á su perdicion
y ruina y no podia tii debia tolerarse
por mas tiempo. La constitucion consular,


• y. la dictadura que esta confirió á Buona-.
parte, no fueron tampoco obra esclusiva de
sus manos; fue el único remedio que :los
hombres juiciosos hallaron á los >males que
pa decian , ó les amenazaban, y una invencion
feliz para terminar la revolucion, y estable-
cer por fin un gobierno despues de ocho
años de anarquía revolucionaria y consti,
tucional. El que Napoleon aceptase y eger-
dese aquella dictadura, tampoco ofrece
un capítulo de justa acusacion contra él.
Por el contrario, las :


mas bellas páginas de
su historia son las de los dos primeros años'
de su consulado, en los cuales hizo mucho.
bien . á la Francia, y ningun mal á la Eu-
ropa. Si peleó, fue para arrojar del suelo
de su patria á los enemigos que la inva,
dian ; sí triunfó de _ellos y los obligó á
la paz, dictó las condiciones • pie exigia
el interes de su pais y el de la Italia, cuya
futura independencia preparó con e] res-
tablecimiento de la república cisalpina: y


Tosr. XX
20




3o6
si en lo interior gobernó con una autora,
dad verdaderamente absoluta y arbitraría,
aunque al parecer constitucional y limita-
da, no abusó de este poder estraordinario,
ni le empleó mas que, en reparar las rui-
nas de la revolucion, reconstruyendo en
todas sus partes el edificio social. Asi es
que sus mayores enemigos nada han teni-
do que decir contra su gobierno, hasta que
firmada la paz de Amiens, con la cual cep
ró como Augusto el templo de l'ano abiet,
to hacia tantos años, envió á santo DO'
mingo la malograda espedicion de Leclerc,
se hizo dar el consulado vitalicio, y pre
paró la creacion del imperio. Aqui empie
zan sus grandes errores en política, sus


injus ticias, sus crímenes de todas clasesy sus atentados contra la independencia
de las '<lemas naciones : errores, injusticias,
crímenes y atentados que sus mayores ada
miradores no pueden aprobar, y que noso--
tros no disimularemos tampoco.


Su primera falta fue la citada espedi,
clon á santo Domingo; porque presciti-'
dienclo de la cuestion de derecho sobre
si las metrópolis le tienen á no para su-
getar con las armas las colonias que de
ellas se separan y se declaran indepen-


307
dientes; Euonaparte debió prever lo que
sucedió, que la resistencia 'de los negros
y lo mal sano del clima disminuirían Mu-
cho el egército -que enviaba, que la In-
glaterra para impedir que la Francia re-
cuperase aquella importante posesion,
novaria Lis hostilidades, y que no pudien-
do él entonces reforzar la espedicion, el
resultado de la ertipresa seria no reconn
quistar la colonia y , perder. Un egército
numeroso. Y si la espedicion fue la pri-.
-ner falta política y militar del que la dis-.
puso, la prision, la traída .á Europa y la
muerte del caudillo dé los negros, fue tam-
bien el primer del consul per-
petuo de Francia ; crimen tanto menos
escusable, cuanto era Más inutil y gra-.
tuito.


Otro gratide eialkir, y al mismo tiem-
po otro pecado imperdonable contra la-
filosofía, fue el proyecto que ya desde en-
tonces formó y empezó á egecutar,


, de
hacer retrogradar la revolucion mas allá
de lo justo, de desacreditar las ideas li-
berales, y de restablecer hasta donde pu-
diese él imperio dé las preocupaciones y de
la ignorancia. El creer que este paso re-
trógrado hacia los siglos bárbaros era con-


20.




3o3
veniente y posible , fue un error Inespli-
cable en un hombre que conocia su tiem-
po; y el empeñarse en verificarle, si bien
fue un gran servicio hecho al despotismo,
fue una especie de impiedad en un hom-
bre que todo lo debía á la revolueion, y
á las luces que la habian preparado. Para
evitar repeticiones, reuniremos en un so-
lo cuadro cuanto la filosofía puede echar
en cara á Napoleon en esta parte. El de-
creto, que acaso no hubiera dado el mis-
mo Torquemada; para suprimir en el Ins-
tituto la 'clase de ciencias políticas y mo-
rales, la incorporacio n de la Decada con
el Mercurio, la creacion de la Universi-
dad imperial, el restablecimiento de los
antiguos colegios, la censura de los pe-
riódicos, la esclavitud de la imprenta, la
declarada ojeriza é inconcebible aversion
á la inocente ideologia, y la última y mas
que vandálica ley disminuyend o y fijando
el número de las imprentas en Francia:,
todo esto en la parte literaria; y en
civil, la inquisitorial institucion de la po»
licía, la creacion de la nobleza, el restable‘
cimiento de los mayorazgos , y algunas
otras leyes menos conocidas, que seria pro-
lijo enumerar : todos estos actos de su ad-


309Mini 'stracion son otros tantos cargos gra-
vísimos, á los cuales no le seria posible res-
ponder, si viviese y fuese citado ante el
tribunal de la filósofía , ó de la sana l'a-
zon , que es lo mismo.


El segundo crimen , el que 'empezó
á desacreditarle y que él mismo no se ha
atrevido á escusar, fue el asesinato del du-
que de Enguien. Violacion del derecho
de gentes, atrocidad inaudita, fría


— é „inutil
crueldad , insulto á la justicia universal
aparentando una forma -de juicio y un
simulacro de tribUnal: todo se reunió en
aquel atentado, el cual aun cuando fuese
único, bastaria para mancillar la gloria del
mayor héroe del mundo. En el negocio
de Pichegru y de Moreau, no nos parece
tan culpable como han querido hacerlo
creer sus enemigos; porque si bien pudo
la rivalidad de gloria tener alguna parte
en el destierro del último , hoy ya no
puede dudarse de que Pichegru y demas
personas comprendidas en aquella causa
ruidosa, conspiraban de acuerdo con los
enemigos de la Francia para trastornar el


^gobierno entonces existente, y para desha-
~,


,t7erse por cualquier medio de la persona
del primer consul; y C5t0 de conspirar á.


I




3 x o
nombre de otro- y de hacerse emisarios de
los enemigos de afuera es siempre feo, aun-
que se pretexte n las mas rectas intenciones,
y mas cuando en el plan de conspiracion
entra, como primer


bi
paso, el asesinato del


que ocupa en el goerno la primera ma-
gistratura. El tiranicidio pudo pasar por
una aceion heróyca y virtuosa- entre los
antiguos republicanos; pero en la moral
de los pueblos modernos no hay muerte
justa, sino la que se egecuta en virtud de
una sentencia legal, pronunciada justamen-
te , y con legítima autoridad.


En las dos guerras que terminó tan glo
riosamente con las batallas de Austerliz
Friedtland, no se le puede culpar mas qu a
de haber estipulado en los tratados dé-,
Presburgo y Tilsit, no los intereses de la
Francia y de la Europa, sino los mal entendi-
dos de su familia.. Las guerras no pudo evirz.
tarlas: una y otra le fueron suscitadas por
las intrigas y guineas del gabinete de San.
James; pero al hacer la paz, debió sacar
sólidas y ventajosas garantías para lo futu-
ro , y no contentarse con la pueril vanidad
de coronar á un hermano en Holanda, y á •
otro en Westfalia : coronas que debian
caerseles de las sienes el cli p, en que la Eran-:


3Ir
cía no las sostuviese con todo su poder.
Desde la batalla de Austerliz puede 4..
cirse que empezó á perder la cabeza : pues
:todo cuanto hizo desde entonces hasta su
caida, fue un tejido de errores, ole dispa-
rates, de absurdos y de atrocidades, que
le condujeron, como era necesario, al pre-
cipicio.


La guerra de Nápoles que siguió á la
paz de Presbusgo , pudo ser justa en cier-
to modo; por que el gobierno napolitano
aparentando conservar la paz, se entendia
secretamente con, el Austria, y [labia come-
'tido actos de verdadera hostilidad; pero la
cesion del pais conquistado, hecha en fa-
vor de su hermano José, fue: uno de los
errores mas capitales de su política. Ya
que se le presentaba tan bella ocasio.0 pa-
ra fijar la suerte de la Italia y preparar la
confederacion de. todo -el Mediodia de En,
;ropa, tan necesaria para sostener el equili-
lrio contra el coloso del Norte; lo que de,
bió hacer, fue reunir en un solo estado
independiente la península italiana ; cosa
que, entonees pudo verificar su omnipe,
teneia., y que ya no podrá! lograrse quiza
en rnuchos. siglos. La. ocupacion del Esta,.
do romano y de la Toscana, que ejecuta..




ara
mas adelante sin /litigan título justo,
biera sido entonces legitimada por el in-
teres general. En la paz de Tilsit no debió
tampoco pedir la Westfalia para su herma-
no Gerónimo , si no el restablecimiento
'del reyno de Polonia ; operacion . tan itlr -
portante en el sistema europeo , corno ya
se está viendo y se sentirá mas cada dia.
Los que intentan disculparle en todos es-
tos errores políticos, dicen que el enviará
sus hermanos Luis, José y Gerónimo á Ho-
landa, Nápoles y.Westfalia, y el haber que-
rido trasladar luego el segundo á España,
no eran mas que operaciones provisiona-
les, dirigidas á' preparar la ejecucion del
gran proyecto de restablecer el imperio
romano, reuniendo en un solo cuerpo de
nacion la península española, la Francia,
la Holanda, una gran parte de Alemania,
la Italia toda, y la Turquía europea has-
ta el Danubio; á cuyo gran imperio se irian
agregando sucesivamente el Asia-menor, el
Egipto, la Libia, la Mauritania y la Tingi-
tania de los antiguos. Tenemos motivos para
creer que en efecto este gigantesco proyecto
era la grande obra de que él habló varias
veces, y para cuya ejecucion pedia treinta
años de vida; pero dejando á parte lo qui-.


313
mérito, lo imposible de tan ..disparatado
plan, como es el de amalgamar en una
tantas naciones, tan diferentes por su len-
gua, (que es el mayor obstáculo para fun-
dirlas en una) sus costumbres , su grado de
cultura, su caracter, y hasta su religion mis-
•ma, nos parece que es mal medio de pre-
parar la union de dos naciones , proclamar
su respectiva independencia y hacerlas con-
sentir en que esta será siempre respetada.


Sea de esto lo que fuere , y aun con-
cediendo 4 sus apologistas que para la for-
macion del grande imperio, permitiese el
interes general del mundo que se hicie-
se descender de sus tronos á los monar,
cas que ocupaban los de las naciones que
hasta entonces habian sido independien-
tes; todavía es inescusable el medio que
adoptó para destronar á la dinastía espa-
ñola. Aqui todo se reune para acriminar
la conducta 'del agresor. Injusticia en el
hecho : dolo, perfidia ymala eleccion
en los medios. Parece que el angel tute-
lar de la España cegó en aquellos mo-
mentos á un hombre tan perspicaz como
Bonaparte, para que proponiéndose come-
ter una maldad, no viese que el camino
que escogia para llegar á sus fines, era




3.14
precisamente opuesto al que le hubiera
conducido al término de sus deseos. No
se entiende á la verdad cómo un hombre
que tenia á sus órdenes setecientos mil
infantes y ochenta mil caballos; tropas to p
das las mas aguerridas y entusiasmadas, no
declaró francamente la guerra al Gobier -
no español, que le habia ciado plausible
pretestos con la famosa proclama de 5 de
octubre de 1806. Venciendo entonces en
batallas campales, como era casi infalible
en una guerra no nacional , sino de ga-
binete, provocada y dirigida por un favo
rito odiado de todos, hubiera obligado
la familia reynante á buscar un asilo en
las posesiones de Ultramar, y hubiera dis.
puesto á su arbitrio de toda la penín
sula ; la cual en esta suposicion , con po
co que hubiera mejorado sus instituciones,
le hubiera recibido como á un libertados,
y le hubiera mirado como á un angel tu-
telar. Este era el camino mas corto, seri,'
cilio y facil; pero la fortuna de la Es-
paña , la suerte ó la Providencia quiso
que empezando por una capciosa y falaz
negociador); que introduciendo sus tropas
con una mal disimulada perfidia, y apode-
ra adose por 'engaños.


fios. y sorpresa de las. plazas


315
fuertes de la frontera, excitase desde luego
la desconfianza de la(nacion , é irritando_
la despues con . el atentado cometido en las
personas de sus- príncipes, y ofendiéndola
vivamente en su honor, la sacase él mis-
mo del letargo en que yacía, la infun-
diese el arrojo de la desesperacion , é hi-
cie.se, del pueblo que menos temía, el ins-
trumento de su ruina. En efecto, la serie
de los hechos ha mostrado que la firme
resistencia de la España ha sido como
piedra, que cayendo de la montaña arrni,
nó, aunque pequeña, el coloso de su poder;
y el que abrace de una ojeada todos los
acontecimientos ocurridos en Europa, des-
de 1808 hasta ' hit , no podrá negar que
en rigor, aunque Buonaparte abdicó el in],
perio en Fontainehlau, habia sido destro-
nado hacia seis añal en Baylen. Sí :
Baylen empezó' su ruina ; pero era tan
grande la mole (le su poder , que fueron
necesarios seis años para que se comple-.
tase del todo.


Al grande crimen cometido en España,
siguió muy de perca otro muy semejante,
y no menos funesto jara su autor , cual.
fue la agregacion de Roma á la Francia, y.
la prision del pontífice. Se cree general•.




316
mente que Napoleon era aborrecido en
Francia por lo duro y tiránico (le su go-
bierno , y por la ley de la conscripcion;
pero este es un error. La administracion
de Buonaparte era arbitraria y opresora de
la nacion , de cuyas libertades se desen-
tendia él, cuando no se conformaban con'
su voluntad , pero no respecto de los par-
ticulares; y la conscripcion con las excep-
ciones y reemplazos que la hacian menos
dura, solo escitaba el descontento en un
pequeño número de personas ; desconten-
to que la brillantez de los triunfos , el or-
gullo nacional envanecido con ellos , y las
riquezas reales que las conquistas atraian
á Francia, hacian casi nulo en sus efec-
tos. Asi Buonaparte, con todo su despotis-
mo y con sus numerosas conscripciones,
hubiera continuado largo tiempo siendo el
Molo de los franceses , si la guerra de Es-
paña yla prision del papa no le hubieran
despopularizado en los términos que lo hi-
cieron. La injusticia fue en ambos casos tan
atroz y tan visible, que no hubo un solo
Trances que se atreviese á disculparle; y
este amor á la justicia que se encuentra
aun en los malos , escitó la indignacion
general, y le enagenó los corazones del


317
pueblo. En el asunto del papa, ademas de
la compasion que inspiraba su persona , se
mezclaron tambien las ideas religiosas , las
cuales no estan en Francia tan borradas
como suponen los que juzgan á las nacio-
nes por los escritos de algunos particula-
res: y de esto recibió luego Napoleon una
buena prueba, cuando negándose el papa á
confirmar los obispos que él nombraba,
convocó el concilio de París con el obje-
to de restablecer la antigua disciplina. Es-
te paso no fue crimen ; pero fue una gran
falta en política. Semejantes pasos nunca
deben darse sino cuando el éxito es segu-
ro : de otro modo la autoridad civil se com-
promete , tiene que retroceder ,• .y se de-.
grada y envilece ; y el egemplo de Btiona-
parte debe hacer muy circunspectos ír los
gobiernos en estas materias delicadas. Si
el hombre á cuya voluntad nada resistia,
tuvo que ceder delante de la oposicion
clerical, quién será el príncipe que se
atreva á chocar de frente con opiniones y
preocupaciones arraygadas en los pueblos?
Para combatirlas, es necesario preparar an-:.
tes el terreno , y conducirse con mucha
destreza , habilidad , y prudencia. Deci-
mos esto, porque estarnos muy espuestos á




3 18
vernos en una situacion semejante á la de
la Francia, cuando el papa se negó á dar
las bulas de los obispos.


Volviendo á Buonaparte, "otro de sus des-
aciertos , ya que no merezca el título de
injusticia, fue la última guerra de Rusia,
y el temerario empeño de querer "termi-
narla en una sola campana. La guerra fue
impolítica, no necesaria y mal conducida:
y el internarse hasta Móscórk estando ya
tan cercana la estaciori de los frios i un arro-
jo imprudente que nada pudo disculpar.
Se ha dicho que el frio se anticipó ; pero
aunque se hubiera retardado en lugar de
anticiparse, siempre hubiera sorprendido
en su retirada á un egército que en 20 de
octubre se ponia en marcha desde Mos-
cou


para el Wístula. Padecido ya el gran
descalabro de Rusia , fue otra gran falta
la de escoger para teatro de la campana
siguiente el corazon de la Alemania , y
dejar tantas fuerzas esparcidas é
zadas en Dautzick en Hamburgo y en
las plazas fuertes de Prusia. Si en di-
ciembre de x 812 hubiera Buonaparte reti-
rado al Rin todas las tropas que le que
daban , y con las nuevas levas se hubiese
puesta á la defensiva sobre sus fronteras;


319
'esta es la hora en que un solo ruso ni aus-
triaco no hubiera pisado el territorio que
entonces era del imperio francés. Pero
'estaba escrito que cayese el hombre que
tanto habia abusado de su fortuna y su


.poder, y que fuese él mismo quien apre-
surase y facilitase sir ruina.


Nada diremos de su venida de la isla
de Liba , y de su última campaña , sino
que aquel fue un- acto de .desesperacion,
y que tuvo el éxito que tiene ordinaria-
2nente todo lo que no es calculado por la
prudencia y el consejo.


concluirá.)




320
ANUNCIO.
EL CENSOR,


Contradictamen al proyecto de la
mision especial de ' Hacienda de las Cor-
tes sobre Correos. Por el ciudadano don
Francisco Manuel de Revilla.


Se vende en las librerías de BaUN, en
frente de las gracias de san Felipe; de Soso,
calle de Carretas , y de ConnAno, calle de
la Montera, á 12 reales.


NOTA.


Estando para concluirse el primer ario de
la publicacion del Censor, sus editores quie-
ren facilitar al público la adquisicion de los
ocho tomos que han salido á luz, rebajando su
precio actual hasta el de x8 reales vellon
por tomo á los que esten suscritos, 6 los pi-
dan suscribiéndose de, nuevo , y el de 21 reales
vellon para todos los demas. A los mismos
precios, y con igual distincion de suscriptores
ó ño suscriptores , se darán en las provincias,
añadiendo el coste del porte.


rERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO,


N.° 53.


S/LIUDÓ, 4 DE ÁGOSTO DP. 1821.


Aniversario del CENSOR.


Válgame Dios, lector amibo, como se
va el tiempo , y con cuanta rapidez pa-
san los días, las semanas y los meses,
cuando uno se constituye en la volunta-
ri obligacion de dar al público un cua-
derno de ochenta páginas cada sábado, de
letra bien metida, y sin otro auxilio mas
rara llenarlas que el caudal propio so-


d amen te pobre y escaso.
Un año entero hace ya que sale á luz


el CENson , y comprende basta ahora nue-
ve volúmeneá de á 48o Oginas cada uno.


TOMO IX.




322
Si merecen ó no la aceptaeion • del' rúbli-: •
co, no es cosa que nos toque á nosotros
decidirlo ; y lo único que podemos ase-
gurar es, que hemos hecho cuanto ha es-
tado á nuestro alcance para merecerla.
Perseguidos y calumniados desde el pri-
mer número , hemos tenido que conquis-
tar la opinion letra á letra,. y como si
digeramos á punta de •azon , hasta que
por último han tenido que enmudecer
nuestros detractores; y gracias á su ma-
lignidad se ha aumentado prodigiosamen-
te el número de nuestros apasionados, y
en proporcion el de nuestros suscriptores.
Resueltos á defender á todo trance los
principios de la moderacion y de la to-
lerancia, sin cuyas virtudes, ni en España,.
ni en ningun -pais del mundo se puede
consolidar el régimen constitucional, no
podiamos menos de provocar la animad-
version de aquellos, que.aunque igualmen-
te deseen el bien de la .patria, no cre-
en posible obtenerle, sino por medio de
venganzas y persecuciones. Asi es que
identificadas nuestras máximas con las del
juicioso editor de la Miscelanea , he-
mos tenido la honra de' participar de los
mismos dicterios, y hemos sabido prefe,


323
cirios , COMO él , á las estúpidas alabanzas
f.W aquellos que nunca hacen una injuria
mayor que cuando tributa un elogio.


Si, seguramente, los editores del CENSOR
renuncian de buena voluntad al aplauso de
los exaltados de todos los partidos , y so,
lo aspiran á merecer la aprobacion de los
hombres juiciosos y la gratitud (le los
desgraciados. Por eso han sido los prime-
ros que se han presentado á defender á
todos los que mas bien por error de en-
tendimiento, que porperversion de la yo,
'tintad, se han atr. aido el odio, en parte
justo, y . en parte muy-injusto , de sus con-
ciudadanos. Deciamos entonces , y repe-
timos ahora, que jamas se cerrarán las
heridas que -tienen enferma á la patria,
mientras no se perdone el error, se tran-
sija con la debilidad , y se castigue el
crimen.


Verdaderos amigos de la libertad del
pueblo, hemos combatido tanto en esti-
le serio, como con las armas de-la ironia,
los escesos de la licencia , y no hemos,
omitido ninguna ocasion de dar una ver.,
dadera idea de lo que significa la sobera-
nia del pueblo , tan mal encelda de'
muchos, que por ignorancia-,ó por


mali-
2I.




rs


• -


324
cia, la trastornan de modo que necesa-
riamente llegue á ser un medio de es-
clavitud.


Hemos indicado á los ministros del
despacho cual es su verdadera esfera de
actividad en un gobierno representativo;
y ya hablando directamente con los de
España , ya dirigiéndonos á los de otros
paises , les advertirnos en tiempo oportu-
no una gran parte de los errores que co-
metían, y que al paso que hicieron nece-
saria. su caida, ocasionaron males que exi-
gen muchos años para su remedio. No
eramos nosotros los únicos que palpaba-
mos sus errores, sino que tambien los llo-
raban cuantos hombres sensatos veían es-
trellarse el buque constitucional, no cierta-
mente por malicia, sino por falta de tino
de sus pilotos.


Hemos seguido constantemente el cur-
so de las sesiones de las Cortes, y aunque
hemos tributado aplausos á la mayor par-
te de las resoluciones emanadas de. aquel
sabio Congreso , no por eso hemos de-
jado de decir nuestra opiniou , cuando
hemos creido que podian ser mas acer-
tadas; porque hallándonos convencidos de
que el único objeto de los señores -dipu,-


325
tados , es lá utilidad del pueblo, poco ó
nada podian lisongearles nuestros elogios,
y acaso po(lrian serles útiles nuestras dé-
biles observaciones.


No ha habido cuestion alguna impor-
tante sobre la cual no hayamos espuesto
modestamente nuestro parecer , y basta
ahora por lo menos tenemos la triste glo-
ria de que en el corto término de las dos
legislaturas, ha habido el suficiente para
conocer, que no sin motivo señalábamos
algunos inconvenientes en cosas que otros
miraban como el último esfuerzo de la
razon humana. Digalo el plan de hacien-
dadel año anterior, el empréstito estrangero,
la libertad de imprenta, las sociedades patrió-
ticas, el informe de la comision eclesiástica
sobre que no se exporte dinero á Roma
por impetracion de bulas , estincion de
la deuda pública, y algunas otras en que
nos tomamos la libertad de esponer al-
gunos ,


reparos, y lo mismo lo dirá den-
tro de algun tiempo el plan de enseñan-
za, que cali'icamos entonces de fanfarro-
nada legzslativa, 'y que dudamos mucho
de que se pueda realizar jamas. Estamos
bien convencidos de que mientras dure
la exaltacion de las pasiones , nuestro gran




3.2b
pecado será el haber tenido razon y el
no haber medio de rebatirla, y 'que por'
consecuencia seguirán apostrofándonos los
mismos y en los mismos términos que
lo han hecho hasta ahora; pero sabemos
también que. llegará dia en que se ha-
ga la debida justicia á nuestra firmeza y
recta intencion , conociendo que - sirven
mucho mejor á la causa pública los que
denuncian los errores del gobielno y del
cuerpo legislativo y judicial , que no esos
elogiadores perpetuos de todo cuanto ema-
ne del poder que fuere actual.


Esta idea nos consuela en nuestro
trabajos y nos envanece en nuestras per-,
secuciones ; porque seria un prodigio muy
estraordinario qué agradase la -censura á
los que son objeto 'dé -ella , y mucho ma-
yor prodigio el que nos perdonasen aque-;
líos á quienes hemos arrancado la másca-
ra pero no hay que cansarse, porque
mientras manejemos la pluma, no cesaré-
Mes un instante de predicar el orden ., el
juicio y la inoderacion en todos, sin cinc
sirva de mejor disculpa para quebrantarle,
llamarse á sí mismos liberales, que cl hacer
profesion de serviles.


Hemos recorrido ya rápidamente la vi-
da pública del héroe indicando sus accio-
nes mas gloriosas en la carrera militar y
en la gubernativa, y hemos señalado sus
faltas capitales en ambaS: ahora deseen-
derémos al pormenor de las cosas que le
favorecieron en su elevacion, y de las que
haciéndole ridículo, le fueron desconcep-
tuando insensiblemente y prepararon su
caida, privándole gradualmente del apoyo
de la opittion , sin el cual no podia sos-
tenerse en el alto puesto en que la for-
tuna y su habilidad le habian 'colocado
Añadiremos tambien otras causas acciden-:.
tales de su ruina, independientes de su vo-
luntad, y en que él no tuvo 'por consi-
guiente culpa alguna; con lo cual acaba-
rémos de hacer ver completamente cual
fue el mérito del hombre, cuales sus er-
rores y crímenes, cual su fortunai-cuales


„7


Concluye el artículo del número anterior
sobre el mérito y fortuna de Buonaparte.




328
sus desgracias, y cuales sus faltas, debili-
dades y ridiculeces.


No nos detendremos á probar que lá
causa primera de la fortuna de Buonapar-
te, independiente de su mérito, fue la épo-
ea en que le cupo. nacer. Cualquiera ve,
sin que nosotros se lo advirtamos, que sin
la revolucion , en la cual no tuvo él ni
pudo tener la menor influencia por su edad
y situacion, todo su mérito no le hubiera
conducido mas que á distinguirse en su
carrera, y á ser tal vez un general de alguna
reputacion, en el caso de que en su tiem-
po hubiese habido guerras, y él hubiese ser-
vido en ellas. Pero ademas de esta oca-
sion feliz que le deparó la suerte para
darse á conocer, desplegar su gran ta-
lento , y descollar entre sus iguales; hu-
be tambien circunstancias particulares, que
aun supuesta la revolucion, pudieron . no
verificarse, y sin las cuales hubiera sitio
un general ilustre y afamado pero no
emperador de los franceses. La primera
fue la de ser destinado al egército.de Italia,
en la época precisa en que se puso á su
frente. Si como el Directorio le confió el
mando de este cgército, cuando . habia sido
xelorz,ado por el de los Pirineos:orienta,.


32p
/es, á consecuencia - de la paz de Basilea,
y cuando ya hasta el mismo Scherer, tan
desgraciado y obscurecido despees, habia
obtenido en la campaña anterior una ven-
taja considerable sobre los Austro,Sardos,
le hubiese destinado á los egércitos del
Ruin e) del Oeste, ó si hubiese sido envia-
do al de Italia- un año antes, nada hu-
biera podido hacer de lo que hizo en su
primera y mas gloriosa campaña. Por mas
que el hombre haga, su fortuna ó su des-
gracia son en el último analisis el resul-
tado de cierta combinacion de circunstan-
cias, que no está en su mano hacer ó es,
torbar que se verifiquen, porque son con-
secuencias necesarias de causas anteceden-
tes á su voluntad y á sus designios. Cesar
sin el mando de las Galias, no hubiera sido
Dictador perpetuo, y Buonaparte sin el
egército de Italia , no hubiera ?legado á
la grandeza y elevacion en que le vimos.
Preguntará alguno,' ¿y por qué lo debió
todo á la casualidad de ser destinado al
egército de los Alpes, mas bien que á
otro cualquiera de los once ó Goce que
contaba entonces la Francia ? Porque el


. de los Alpes, llamado despees del Italia,
aunque desnudo y falto de todo cuando,




330
Buonaparte tomó el mando, era el mal,
aguerrido, nado y valiente.que te-
n ia entonces la ::'pública, porque esta-
ba ya acostumbrado á vencer, y porque
habia sido formado por nn general como.
Dugoumier, cuya muerte fue otra casuali-
dad favorable á Buonaparte , pues si el
vencedor de Tolon hubiera vivido, él 'bu-\
hiera mandado en Italia , hubiera hecho
tanto ó mas que su discípulo y sucesor,
y éste se hubiera contentado con servir
bajo sus órdenes, y ser un buen general


division. La muerte de Hoche , la
circunspeccion, ó si se quiere, la modes-
tia de D'orean, con el cual se contó pri-
tuero para la revolucion de 'brumaire, y
otras varias casualidades menos conocidas,
favorecieron tambien á Napoleon, y acaso
le inspiraron proyectos de engrandecimien-
to personal, de los cuales en otras
cunstáncias hubiera estado muy distante.
Boche está ya casi. 'olvidado , porque mu-
rió muy temprano; pero si hubiera vivido,
hubiera tenido Buonaparte en. él un rival
Mas poderoso y temible que Moreau: pue-
de que este fuese mas hábil,- pero el al-
ma de aquel era mas grande, franca, gene-,
rosa y patriota, y su reputacion está 'pu'


33r
en lugar que la condircta de D'orean


fue en varias Ocasiones obscura, tortuo-
sa y equívoca. No hablaremos de la for-
tuna que tuvo Napoleon de encontrar ya
formados tantos y tan hábiles generales,
Cuando empezó u disponer de todas las
fuerzas de la Francia, y cuanto contri-
buyeron á su gloria hombres como Masse-
na, Davoust , Soult , Ney, Victor, Lannesl.
Ondinot , Marmont , Suchet , Bessieres, y
tantos otros ; porque los hechos han de.
mostrado, que si bajo su direccion haciari
prodigios , no era lo mismo cuando. no
estaban inspirados por su genio; y todos
ellos han repetido mil veces que si bien
podian mandar un egército de cien mil
hombres, solo Napoleon era capaz de ma-
niobrar con quinientos ó seiscientOs:'mil
combatientes. Asi en esta parte su .ha-
bilidad, y la dicha de tener buenos subal-
ternos, se equilibran entre sí.


Si á estas felices casualidades Oponemos
ahora las desgracias y acasos en que no
tuvo parte alguna , y que contribuye-
ron rio pico á su última ruina, resaltará
Mas todavía su mérito personal : las re-
correremos sumariamente. Empezando por
él revés de ►san Juan dé Acre, sabido


que




33,1
tras portando por mar la artillería de si-
tio, fue cogida por los ingleses; y sin ar-
tillería gruesa ¿cómo derribar solidísimos
aunque antiguos murallones ? Pasando á
los negocios de España, causa primordial
de sus ulteriores desgracias, publico es
que la revolucion de Aranjuez, suceso que
no podia debia entrar en su cálculo,
trastdrnó enteramente sus proyectos , y
desconcertó sus planes, y que metido ya
en el paso, le fue preciso acudir al deses-
perado recurso de las renuncias; violen-
cia tan notoria y escandalosa, y tan repug-
nante á la lealtad española, que debió produ-
cir corno produjo la sublevacion general
de toda la nacion , ofendida contra un
hombre que tan descaradamente hollaba
la fe, la palabra, el honor , y cuanto hay
de mas sagrado én la humana sociedad.
Pero ¿quién sabe bajo qué aspecto hubie-:
ran visto las provincias la retirada de la
corte á Andalucía, si hubiera llegado á ve-
rificarse , y qué giro hubieran tornado las
cosas en otra cualquiera hipótesis que la
que (116 por resultado el 1 9 de marzo?
Si la batalla de Baylen fue la que en ri-
gor rompió las -cadenas con que el Rey
acababa de ser aprisionado, tambien pue•


333
de decirse 'con verdad b


que los aconteci-
inientos de Aranjuez, aunque por el pron-
to pusieron á la familia real en manos
de Buonaparte, salvaron la independencia
nacional. Sin ellos es muy probable que
la nacion, 'abandonada voluntariamente por
sus príncipes; no hubiera hecho nada por
ellos, y hubiera transigido. con el que en-
tonces hubiese dicho que venia á lldher-
tarla de la tiranía de Godoy; y darla un
gobierno mas enérgico y liberal. En
cuanto á la batalla misma de Baylen, el
primer descalabro que recibieron sus tro-
pas, destruyendo el prestigio que las re-


..: 4-
• presentaba como invencibles , fue, co-
mo se ha (lidio; la que realniente le des-


. trenó: público es que se dió sin su no-
i ocia, y que contribuyeron á que se per-


diese mil circunstancias, ninguna de las
cuales fue obra soya, sino acaso la de ha-
ber mandado adelantar á Andalucía aquel
cuerpo de egército, sin conocer exactamen-
te :el estado de la opinion en el pais, y
los recursos de que se podia echar mano
para oponerse á su interuacion, y aun des-
truirle. En el gran desastre de Moscon,.
•aunque la culpa principal fue la del te-
merario general que se internó tanto en


o




334
desiertos casi inhabitables, y en tan rigi,
dos climas, sin embargo contribuyó á él
tambien en mucha parte la pronta paz,
que la Inglaterra proporcionó á la -ansia
con Turquía ; la cual permitió S. aquella
disponer. de los egércitos de Valaquia y
Aloldavia , y hacerlos caer sobre el flanco
y espalda del egército invasor. Agréguese
tambien debil cooperacion del Austria
y de' la .Prusia, cuyos contingentes, 'que.
formaban las dos alas del grande, egércite,
no marcharon paralelos con el cintro, sino-
czue le dejaron descubierto; y añádase por
fin el inceudio de Moscon, acto sublime
de patriótica desesperacion, con que no de-
bió 'contar éi Againenon moderno. En la
batalla de Leipsic, ¿qué mas pudo hacer
que salvar las reliquias de su el,Yéncito


- general, á quien en medio de la accion
se le pasan al enemigo divisiones enteras
de tropas y vuelven contra él las mismas ar-.
mas con que_contaba para su defensa? En
la campaña de 18: 4, aunque su si tuacion era.
ya muy apurada, todavía hubiera podido
hacer una diverSion muy poderosa por la.
parte dé Italia, si Murat no le hubiera
abandonado y hecho la paz. con los aus-
triacos. Tal vez estos no se hubieran in-


335
ternado - en Francia, si 4o mil napolitanos
unidos á los 7 0 mil franceses y cisalpinos
que mandaba Eugenio, hubieran hecho. una
invasion en los estados hereditarios. En.
Waterloo, sin tratar de rebajar el mérito
del gm.eral inglés, ni menoscabar su glo-
ria, no. puede negarse que si Grouehi hu-
biera estado. en el..-campo de batalla á
la hora en que se le -esperaba y debia es-
tar, segun las repetidas órdenes que se le
corimnicaron, otro hubiera sido el resol-
tado final de aquella accion decisiva. No
hablemos de la descrcion que hubo al


•-•eampo enemigo de oliciales'de graduador?,
asi como. en Alemania babia -sucedido dos


„aiios antes con el general
. .Jornini , que


*siendo gere de estado 'mayor, se pasó á.,
los aliados, en la víspera de una batalla,
y les comunicó los planes de los fran-
ceses , y cuantas noticias podían intere.-.
sanies en orden á su situacion , fuerzas
y recursos. Estos son sucesos casuales con
que no debe contar un general;. y sin
.embargo ellos deciden muchas veces de
la suerte de las batallas, y. aun de los
imperios.


Entre las faltas que unidas con los aca-
.


sos involuntarios que. acabamos de indi-




336
ca•, contribuyeron á su ruina, y la prepá.
raron aunque de muy lejos, fue la pri.;
mera la de no haberse contentado con el
título de consul, y haber tornado el de
emperador con el tratamiento y etiqueta
de los antiguo; reyes. Desde el dia en
que se hizo dar Magestad, y empezó á
hablar de su pueblo r de su buena
dad de París ; el perSonage hasta enton-
ces heróyco se convirtió en un personage
de farsa. Tal es el hombre. Habituado á
unir la idea de príncipe soberano con la
ele la transinision por herencia de la au-
toridad real y de los títulos y honores
anejos á ella; no le repugna ni le parece
ridículo dar el tituló de alteza á un niño
reciennaeido y el de magestad al que aca-
ba de heredar la corona de sus mayores;
pero se le resiste tanto llamar sine desde
hoy al que ayer llamaba ciudadano con-
vil, y dar magestad á aquel á quien ha-
blaba' ayer sin mas tratamiento que el de
vos ; que por mas que se empeñe en ha;.
cerse ilusion á sí mismo, no puede me-
nos de mirar aquella repentina mudanza
como una transformacion de teatro.
dase á esta primera ridiculez la de haber
querido imitar en todo la etiqueta, los


337
usos y hasta las diversiones de los
giros reyes, y se verá como por los mis.
mos medios que empleaba e! nuevo eui-
pelador para imponer respeto á los que
ya llamaba sus súbditos, y antes sus' con-
ciudadanos , lo único que consegoia era
hacer despreciable su persona. ¿Cómo po-
drian dejar de reirse los mariscales y de-


'mas altos persona jes que le habian visto
en los grados inferiores de la milicia, sien-
do ellos ya generales ó empleados de pri-
mera gerarquia, cuando en las cartas de
oficio que recibian, se veian tratar de
mos por un hombre con el cual no te-
nían la : menor relacion de parentesco, y
guando entre ellos Babia muchos, como
un Talleyrand , que pertenecían á la an-
dgua y alta nobleza ? ¿De donde :e vie-
ne á este villano, se dirían, la insolen-
cia- de Mamarse primo nuestro? ¿Qué tic-'


nth


ne de coman. el hijo de un obscuro ve-
cino de Ajaccio con la familia de los
Montinorenci, los 11.0eliefotican! t


y tantas
otras de la mas raneia-grandcza ? El pue-


-ido mismo, ¿cómo podia no reirse y bur.
larse (le su-trágico emperadvr, al ver que
no siendo-por gusto a licitmatli> á la caza,
y no .habiéndose acordado


.
de, cazar mien-


TO510




338
tras fue consul, no bien btibo


mudado
de nombre , cuando ya creyó necesario á
su decoro y dignidad tener un montero
mayor y cotos vedados, hacer traer cier-


vos
y javalies de Alemania , y señalar


hasta el trape con que debiau asistir á
sus caceria las personas á las cuales dis-
pensaba e l altoao honor de conYidarlas? Se-
mejantes puerilidades y pequeñeces en un
hombre levantado de la nada , y que afec-
tando por otra parte modestia y sencillez
en el vestido, quería hacer el papel de
filósofo y de héroe, cuando en realidad
estaba haciendo el de Arlequin; no po,
(han menos de irle desconceptuando in-
sensiblemente y haciendo ver á todo el
mundo, que el hombre á quien por sus
victorias se había dacio no- sin razon el
título de grande, abrigaba en su corazon
una vanidad pueril que le hacia pequeño
y muy' pequeño á los ojos de los verda,
cleros filósofos.


Lo mismo decimos de la farsa de la.
coronacion. ¿Ignoraba Buonaparte que un
poco de aceyte aplicado sobre su frente
por quien quiera que fuese , no le daba
derecho alguno al trono de la Francia; y
que el l'inico titulo legítimo que podia


339
presentar era la libre y voluntaria clec..
Cion del pueblo sobre que pretendía rey-
Dar ? Si .tenia esta, para qué unturas ni
escenas teatrales? Y si no la tenia, »cómo
pensaba legitimar por la intervencion de
un soberano estrangero la usurpacion real
de un trono que no le pertenecia por he-
rencia, y al cual en la suposicion hecha,
'no era llamado tampoco por la voluntad
de sus conciudadanos ? Ya vió él mismo
pn el día de su desgracia, que la uncion
que porfia conservarle sobre el trono, eran
las bayonetas de sus soldados y el amor
de la Francia, y que cuando aquellas y
este le faltaron, ungido y muy ungido y
consagrado por el papa, fue derribado del
solio y sacado de su imperio. Cómo pudo
.ocultarsele á un hombre de su talento
é instruccion , y sobre todo á un hombre
que siempre había reconocido y procla-
mado el principio de la soberania nacio-
nal , que en un siglo y en una nacion
en que-se enseña esta doctrina, el ungi-


7.miento no da derecho alguno , ni sirve
para otra cosa que para ,


hacer ridículo
al que quiera renovar usos y ceremonias
del tiempo de Carlo-Magno ?. Ademas, en
sl coneurria otra rzon para . no .haber


A2,




340permitido esta solemnidad religiosa, aun
cuando sus aduladores se la hubiesen in-


,dicado ; y es que si esta puede fascinar


al pueblo é
imponerle respeto cuando re-


cae sobre un ,príncipe de cuya religiosi-
dad no puede dudarse, produce el efec-
to contrario cuando se trata


de un hom-
bre que tenia soltadas tantas prendas de
que ni creía en la virtud mística del san-
to óleo, ni en el papa que se le apli-
caba. El hombre que siendo general en
Italia, despojaba el templo de Loreto y
enviaba Ir París la imagen de aquel ce-:
lebre santuario con la carta burlona y nada
piadosa que puede verse en los periódi-
cos de aquel tiempo y de que los &ata,


Ceses
no se habían olvidado; el hombre


que habia enviado á Botna á su lugar-
teniente Bertbier para destronar á Pio VI
y conducirle prisionero á Francia; el hom,
bre que en Egipto habia 'asistido á la
mezquita con pelliza musulmana á cele-
brar el nacimiento de Mahoma; y en fin
el hombre -que hasta ser primerconsu l se
babia conducido y esplicado siempre cc),
ini.5..trá.espiritu fuerte, acudía ya muy tar-
de á tomar la máscara de la religion para


éa elibvir con ella • lo que pudiese haber


34 t
de ilegitimo en su elevacion al trono. Asi
fue que con todas sus rnomerias de pie-
dad cristiana, no consiguió persuadir á los
católicos que lo era en su corazori, y se
hizo despreciable á los incrédulos que le
miraban como un hipócrita. Por mas que
fuese á misa con mucho séquito y comi-
tiva, por mas que lo hiciese an noria r asi en
los papeles públicos, por roas que man-
dase cantar el Te Dewn y hacer rogati-
Vas, por mas que hiciese decir en la misa
el Donzine salwan fac ImpePatorenz, y por
mas que escogiese para. leyenda de las mo-
nedas el Dios proteje á la Francia-; no
habia un solo francés que le tuviese, no
ya por devoto, pero ni aun por creyente.
Asi es que el clero , aunque le debla su
restablecimiento y existencia, siempre le
miró como á un impio , le a borrecia de
muerte, trabajó cuanto pudo para derri-
barle del trono, y se regocijó altamente
'en su caida. No queremos decir con esto
que colocado al frente del gobierno de-
biese hacer alarde de su incredulidad ; sa-
bemos que todo hombre visible, y aun too!o
ciudadano debe conformarse en público con
las prácticas esteriores de la religion del pais,
.yasi no reprendernos que él. yese misa ni hi-




342
ciese otros actos estemos de piedad eri
circunstancias que lo exigiese su situacion
y su destino : lo que vituperamos es la
afectacion con que lo hacia, y la no ne-
cesaria ceremonia de la consagracion; por
que todos sus esfuerzos para pasar por
piadoso, produjeron un efecto contrario al
qiie deseaba; y esto no debla ocultarse-
le Asi 'reconocemos tambien que debió
hacer efectiva la libertad de cultos que
las diversas constituciones hechas desde
r 7gr, hablan ,


asegurado á los franceses, y
que siendo la católica la de la mayor par-
te de ellos, debió entenderse Con el papa
para arreglar su policía eStericw; pero cre-
ernos que en el cóncordato debió no hablar
de su persona, dar por stipuestO que era ca-
tólico, y cumplir en público con


- las obli-
gaciones de tal; pero sin afectacion y sin
permitir siquiera que se hablase en los
papeles de que hacia asistido á la misa.
El mandar que se anunciase, hacia sospe-
chosa la sinceridad y buena fe del que
lo mandaba, tanto mas cuanto en tiempo
de los antiguos reyes no se hacia. Ahora
sin embargo continúa la moda que él in-
introdujo ; pero esta, aunque n .o necesaria,
-no tiene respecto del monarca actual el


343
'mismo inconveniente, por que nadie duda
de su religiosidad.


Peor fue todavía que la farsa de la
consiigracion , y mas daño le hizo en la
opinión general de Europa y en la par-
ticular de los franceses, la escena del di-
vorcio y el- nuevo matrimonio contraido
viviendo aun su primera muger. Este
acto que algunos miraron corno una ope-
racion de la mas fina política, le enage-
rió de un solo golpe el afecto de todas
las mugeres de Francia , cuya influencia
en. los negocios ha sido mas grande de lo
que él se imaginaba; le acabó de descon-
ceptuar en la opinión de los católicos, y
como se ha visto luego, de nada le sir-
vió para conservar la corona y perpetuar
su dinastia, que eran los objetos que se
proponia en un paso tan aventurado é
imprud en te.


Se deseará tal vez que pues hemos censu-
rado en varios puntos la conducta pública
de Napoleon, indiquemos cual era la que
debia haber observado para conservarse en
su puesto, y para que su nombre pasara.,
á la pósteridad con una gloria pura y
no manchada con tantos borrones: y va-
mos á hacerlo, por que visto el éxito de


4




344
todas SU3 operaciones, no será dificil sl-.'•
fíalar el camino que debiera haber segui-
do para inmortalizarse. Primerainente aeep-
tmla la especie de dictadura decenal cine
el voto mitianime de la mayor y mas sana
parte de nacion le hábta conferido, y he-
Cho en favor de su patria cuanto hizo hal-
tá la pi de Amieri• , en cayo periodo
ya dejarnos dicho que se condujo
héroe, come sabio administrador ,
político, y en una palabra, como un linin-
bre grande, est•aordinario y admirable
bajo todos aspectos; debió continuar has-
ta cumplir los diez anos de su consulado
sin variar de título ni admitir la perpe,
tuidad, aun cuando se la hubieran ofre-
cido.: examinar entre tanto, consultar nuty
detenidamente, y de buena fe con los hom-
bres mas ilustrados sobré la constitncion
política que dama darse definitivamente
á la Francia, hacerla muy despacio, dis-
cutirla largamente en el consejo de Esta-
do, en el tribunal), en el cuerpo legis-
lativo y en cl senado , y establecer la pie
resultase de tan prolijo y maduro examen.
Si la parte ilustrada de la naeion conve
nia en que .


era indispensable restablecer
la monarquía hereditalia, y colotar en él


34'.1
trono una nueva dinastía, y que él fuese
su fundador; debió subir al trono modesta-
mente, sin consagraciones nifar sas, y go-
bernar á los franceses paternalmente sin
mezclarse en los negocios de las otras na-
ciones, sino en cuanto lo exijiese el in-
teres de la suya, y el de la Europa:


[la-
bierudo dado ya 4 !a Francia por el tra-
tado de Ltineville sus limites naturales, que
son Ruin , Alpes y Pirineos, su atencion
toda debió convertirse á fomentar la fe-
licidad y riqueza inferior de la Francia, y
4 crear una marina pod€rosa que con el
tiempo libertáse.a I mar de la dominaeion
inglesa y le restituyese al patrimonio co-
¡non de las naciones. Si corno debemos
suponerlo el gabinete de san James le
suscitaba guerras continentales para irri
pedirle acrecentar .


su ¡Harina; y si en ellas
obtenia los triunfos que su pericia y el
tener la justicia de su parte hubieran he-
cho infalibles; el fruto de sus victorias de-
bió ser, segun las circunstancias lo fuesen
pexinitiendo, y." la rettnion de toda la Ita-
lia en un solo estado independiente, en
cuyo caso nada importaba que coronase
en él á su hijastro 6 á uno de sus her-
¡liarlos ;
él restablecimiento del rer-


como


buen




'3 46
km de Polonia engrandeciéndole cuanta'
fuese posible para impedir que la


Ensia


llegase nunca á ponerle en inmediato con-
tacto con la Alemania : 3..0 no haber per-


Initido • que la Suecia. perdiese la Finlan-
dia, y antes bien haberla facilitado la ad-
quisicion de la Noruega ,indemnizando con
ventajas á la Dinamarca en el continente
germánico: 4.6 lejos de debilitar y des-
membrar la Prusia , hubiera debido ce-
derla






el estado de Hanover , y no con-
sentir que la Inglaterra tuviese un soló
palmo de tierra en el continente, ni fac-
tortas, como la de Portugal : 5.0 por corf.
'siguiente unir este reyno al de España, y
á toda costa quitar á :los ingleses el pun-
to importantísimo de Gibraltar: 66.° lavo=
recer la emancipacion de la Turquía Ett-
ropea y su ereccion en estado -indepen-
diente, sin consenti r que la Rusia pasase
mas acá del Danubio: 7 » reprimir la pi-
rateria de los berberiscos y cooperar con
la España y la Italia á la fundacion de
colonias libres en toda la costa septen-
trional de Africa, y preparar por este m&,
dio la civilizacion de esta vastísima regio",
casi perdida ahora para el resto de los'
hombres. En suma, su política deberia


34
Lerse pi-opuesto3


como prinipalísimos ob-
jetos, abatir la prepotencia marítima de
la Inglaterra, y hacer imposible que la
Rusia invada un dia la Europa y llegue


'con el tiempo á enseñorearse de ella. La
importancia de estos dos estremos no se le
ocultó á Buonaparte, ni puede • ocultarse
á nadie; pero los medios que


.
adóptó para


obtenerles, han producido el
.
efecto con-


trario. La Inglaterra es hoy mas poderosa
que nunca, ha adquirido á Malta y las
islas Jónicas en el mediterráneo ; el Cabo
de Buena Esperanza, inmensas pósesiones


el indostan , parte de las colonias ho-
, landesas y francesas en los mares de
india, y la isla de la Trinidad en los d&
América : y la Rusia ha añadido á sus
vastos dominios, la Finlandia ; casi toda la
antigua Polonia , una parte de las pro-
vincias turcas de mas allá del Danubio;
y amenaza en el dia tragarse todo el res
to del imperio turco en EtarOPa , ó repar-
tirsele con el Austria : prueba evidente de
que Napoleon no 'sacó de sus grandes vic-
torias el fruto que pedía el interes gene-
ral. Se dirá que es por que ha caldo, y
que si no él hubiera contenido á la Rusia
y acabado 'con el poder marítimo de la




348
Inglaterra; pero ya queda probado que si
cayó del trono fue por lo disparatado de
su plan, y por lo errado de las operacio-
nes parciales con que iba preparando su
egecticion. No hay arbitrio: eXitas acta
probant. Buonaparte tuvo en sus manos
un poder inmenso : hilo uso de él para
engrandecer á la Francia y debilitar á sus
enemigos; y ehresultado ha sido que aque.
Ba ha perdido todas sus conquistas, al
gunas de sus colonias, y aun parte de su
antiguo territorio , y que sus enemigos to-
dos, menos la Espaiia, se han hecho mas
poderosos : luego el uso que su gefe hizo •
de los inmensos recursos de que podia
disponer y dispuso, fue descabellado. Esta
es una demostracion de hecho:


Hemos supuesto que la parte ilustrada
de la nacion francesa hubiese reconocido
la necesidad de restablecer la abolida mo.
narqiifa y colocar bajo el solio una dinas:-
tía nueva ; pero ya que la república exis-
tia de hecho, si se hubiera podido hallar
una combinacion tal de los poderes socia-
les , que con un magistrado temporal y
electivo el orden público, la paz interior,
y la estabilidad de las instituciones que-
dasen igualmente aseguradas quo en la inb.


349
-parquía; en este caso el papel de Wassin-
gton representado en Europa por Buona-
parte, hubiera completado su gloria y
hubiera hecho de él el primer hombre de


' todos los paises y de todas las edades.
Si despues de vencer á los primeros
generales 'de su .siglo , de desarmar á los
enemigos de la revolueion , de librar á su
patria de la anarquía , de darla leyes y
de . organizar el mejor sistema posible de
gobierno , hubiese vuelto modestamente
á la clase de simple particular, ¿quién.
podria serle comparado ? Solo Timoleon
y Wassington. Pero ¿ qué teatro el de la
pequeña república de Siracusa comparado
con el de la Francia? Y ¿ qué son las vic-
torias de Wassington al lado de las de
Buonaparte ? Y ¿qué tiene que ver el mé-
rito del primero, considerado como ma-
gistrado , con el del segundo en la supo-
sicion en que hablamos ? No afirmarémos
que en el estado actual de las sociedades
europeas , pueda pasarse la Francia sin
la monarquía hereditaria ; pero creemos
que Napoleou era el único que pudo ha-
cer el ensayo ; tanto mas que haciendo la
primera magistratura .quinquenal y reeli-
gible por una sola vez al que la obttivie-




350
se, porfia él haber continuado gobernandq
otros diez años despues de concluida la
dictadura ; y en un periodo de veinte,
las nuevas instituciones p.odian estar ya
bastantemente consolidadas para que al dar-
le sucesor no hubiese ya que temer nue-
vas convulsiones ni peligrosos trastornos.
De todos modos lo que indudablemente
pudo hacer el emperador de los france-
ses, concediéndole que la corona heredi-
taria fuese necesaria para la estabilidad
del gobierno, fue dar á la Francia una
constitucion monárquico-liberal, que fuese
el modelo por el cual pudiesen los de-
nlas pueblos arreglar la suya, cuando las
circunstancias se lo hubieran permitido.
En esta parte se halló él en una situa-
cion única en que jamas se halló ni ha-
llará ningun otro legislador. En Francia
todo habia sido destruido, y todo debia
ser reconstruido de nueva planta : pero en
los denlas paises lo que se hace y pue-
de hacer es reparar viejos edificios. ¡Por
qué fatalidad funesta , un hombre en cu-
yas manos habia depositado el cielo la
omnipotencia , que vivia en el siglo mas
ilustrado, y que tenia •á su lado tantos
sabios de primer orden; no escuchó su


351
troz , no tomó sus consejos, no se apro-
veché de sus talentos para dar al mundo
el mejor código político, asi como dió á
la Francia el mejor cócligd civil que se
conoce! . ¡Y por qué una cabeza tan bien
organizada , como la suya, que estaba á to-
da la altura de los grandes principios, y
exenta de preocupaciones, se hizo hasta
cierto punto el protector de los errores
y redujo á calculado sistema el arte de
gobernar despóticamente! Este, corno que-
:da dicho, será su gran crimen á los ojos
de la posteridad. Sus (lemas faltas y sus
.otras injusticias han sido individuales, lo-
-cales, por decirlo asi ; pero el haber com7
primido la libertad y las luces , en lugar
de estenderlas y difundirlas , fue un pe-
cado transcendental á las generaciones fu-
turas.


Sin embargo, tal es el estado á que
habia ya llegado la ilustracion en su tiem-
po, y tal el impulso que la revolucion
'labia dado á la Europa para que cami-
ne en direccion progresiva hácia la feli-
eidad social, y hacia la reforma de las gó-
ticas instituciones que antes la reglan; que
el mismo Bonaparte, queriendo moderar
y disminuir este impulso en la nacion que




352
habla beelio el primer es cuerzo, ha eony
tribuido poderosamente á que se propa,
gue por todo el continente europeo, y
que ha va penetrado hasta en el hemisfe-
rio americano. Este es un hecho impor-
tante que pide alguna ilustra•ion. De tres
maneras ha contribuido Napoleon á di-,
fundir las ideas liberales, y á sacará los
palos del letargo en que yacian: 1.° con
la marcha de sus egércitos por todos los
otros estados y su larga permanencia en
muchos de ellos: 2.° con la ;numerable
multitud de prisioneros de todas naciones
une sus victoi ias llevaron Francia : y
3.° con las constituciones que por miras
polípciis y por necesidad, si se guiare, (114
á varios de los estados invadidos. En cuan-
tO á lo I.° es innegable, que siendo los
egércitos con que Bnonaparte iniindó la
Europa desde Chielana hasta M•scou, y
desde Hamburgo basta Regio, los egérei.i
tos de la revolucion, á lo Menos en la
parte culta de ellos que es la oficialidad.
Subalterna y superior; cada uno de estos
revoluciiMariosera un apostol de libertad
que iba .sembrando po9 (londe pasaba las
doctrinas filosóficas mas 6 menos bien en.
tendidas , ya con juiciosa moderacion ya


335
aon el mas exaltado jacobinismo. Estas
semillas han fructificado, y á ellas se de-
be en gran parte esto espíritu de constitu-
cionalismo que hoy es ya el dominante
aun en los paises que al principio se mos-
traron mas encarnizados contra la revo-
lucion francesa. Por la misma razon el
gran número de prisioneros que han pi-
sado el suelo de la Francia. y han per-
manecido en ella mas ó menos tiempo,
ha salido de aquella tierra clásica de la
libertad con opiniones muy distintas de
las que profesaban cuando entraron en
ella. Bien sabido es que los emperadores
de Austria y Rusia se apresuraron á sa-
car, sus tropas de Francia, despees de las.
dos invasiones; porque observaban que sus
soldados, máquinas, aprendian alli. mas de
lo que á ellos les convenia. En orden á
las constituciones dadas al rey.no de Italia,
al de Holanda y al de Westfalia , y á la
ptoyectada en Bayona para España , es
tambien innegable , que aunque modela-
das 'por la del imperio y de consiguiente
informes, imperfectas y favorables al poder
absoluto , al fin en todas ellas se consig-
naba el principio de la soberanía nacio-
Da/ , se hablaba de las garantías sociales,


TOMO. IN.
23




354
se dividian y se equilibraban, bien ó mal,
lós poderes políticos, se establecia una
representacio n nacional9nas ó menos in-
dependiente del poder ejecutivo, se sepa.
raba el tesoro del príncipe del erario pú-
blico, y aunque fuese de pura fórmula
se hablaba de libertad de imprenta, de
juicio por jurados y de otras institucio-
nes liberales: y esto por lo .menos fami-
liarizaba al pueblo con unas ideas y un
lenguage que hasta alli le habian sido
desconocidos. Nosotros,' los españoles so-
bre todo, aunque nos haya causado gran-


.


des males su invasion , no podernos des-
conocer que á ella debemos la libertad de'
que hoy gozamos: que sin_ella no hubie-
ra habido ni habría ahora eonstitneion de
Cadiz: que en Rayona resonó por la vez
primera la palabra constitucion : y que
Buonaparte fue el primero que abolió en
España la Inquisición y los derechos feu-
dales, echó por tierra la monstruosa au-
toridad del consejo de Castilla , prohibió
dar hábitos y redujo los frayles á las dos
terceras partes , que su hermano acabó
luego de extinguir. Su obra y la de Ca-
diz fue destruida en 18r/i.: todo volvió
al estallo antiguo; y en su restauracion


355
die ha tenido parte sino los valientes de
la Isla ; pero al fin estos son frutos de
aquellas .semillas.


Hasta las mismas constituciones con-
,sular é imperial, aunque tan favorables
por otra parte al gefe del Estado, han ofre-
cido algo que imitar: y nadie puede des-
conocer que los gefes políticos de la hiles-
tra son la copia de los prefectos de Francia.


• 23.




. . • 357
artistas que las prostitúyen. Vemos con
dolor alistarse los mas grandes y respetables
nombres entre los enemigos de las Musas;
y no nos queda , vencidos de su autori-
dad, otro recurso que apelar á ellos mis-
nos mejor informados. En efecto,


sencilla reilexion . bastal.á. á hacernos ver
el motivo de sus acusaciones. Observemos
que aunque á todas las artes han decla-
rado la guerra, mas facilmente perdonan
á la Pintura , la Música, la Escultura y la
Elocuencia , que á la Poesía. Esta infeliz
arte demasiado maltratada Ya por sus in-
morales ó necios 'altunnOS,'es mas constante-
mente objeto de la virtuosa indignacion.
La razon de este odio particular no es
dificil de descubrir. Las otras artes, mas
frecuentemente espuestas á la vista del pú-
blico, traen consigo mismas su disculpa.
Se le ve á la Escultura figurar los héroes
del–cristianismo y de la patria, y presen-
tarlos como objetos de la admiracion pú-


1
blica á los ojos de la posteridad. La Pin-
tura nos ofrece cada cha en cuadros ani-
mados y sublimes objetos nobles y gran-
diosos: la Música en los templos escita
diariamente en nuestros corazones, sentí-
mientos '_de piedad y religion. Asi á to,


356


LITERATURA.


Del, objeto moral de la tragedia.


Ha sido muy comun acusar á las be-
llas artes de corruptoras de las costum-
bres. Ciertos genios severos y que por su
virtud y autoridad deben ser respetados,
aunque no seguidos hasta en sus escesos,
no las han querido representar como un
veneno agradable, del cual es necesario apar-
tar los labios de la juventud inexperta.
Han sido movidos sin duda de un celo
laudable por la conservacion de la buena
moral, y arrebatados de su severidad á
vista de los escesos y corruptelas que se
han, introducido en las artes de imitacion;
pero en nuestra opinion otros estudios mas
útiles les quitaron el tiempo y oportuni-
dad de investigar á fondo su naturaleza:
por lo que viendo la facilidad y frecuen-
cia con que se ahusaba de ellas, las cul-
paron sin mas examen , de un crímen cuya
verguenza debe enteramente recaer sobre los.


una




35 8
dos les es fácil observar cuán inocentes,
cuán útiles son estas artes. No asila Poe-


\
sía , que siendo menos popular y .


conoci-
da, segun nuestras costumbres, solo se em-
plea en el recreo ó entretenimientd de al-
gunos ; y estos la dan comunmente un des-
tino poco honorífico. Los que no conocen
los principios de esta arte encantadora, la
creen solo apta para los fines que le dán
algunos poetas; y así deciden sin piedad
contra ella , por falta, como ya he dicho,
de la instruccion necesaria acerca de su
esencia. Si la examinasen á fondo, verian
que no hay mas diferencia entre ella y la
Pintura y Música , que la del instrumen-
to de que usan ; que asi corno estas imi-
tan con colores y sonidos, aquellas se
valen del razonamiento medido : que unas
y otras pueden ser dañosas ó útiles, se-
gun las impresiones morales que preten-
da causar el arista; y en fin que la suer-
te dé la Poesía que condenan, debe ser la
misma que la de aquellas artes, que dis-
culpan como inocentes , ó aprecian como
útiles.


Mas entre, todos los géneros de poe-
sía ninguno hay mas cruelmente acusado
que la dramática. La razon es, porque nin-


359
guno esta mas espuesto á la vista del públi-
co; ninguno produce mas rápidamente los
perniciosos efectos que estos celosos cen-
sores emprenden impedir , ni en ninguno.
ha llegado á mas criminales excesos la
prostitucion del arte. No pretendemos ha-
blar del teatro, ni acusarle , ni defender-
le; y mucho menos tratar de su reforma,
á lo menos entre nosotros. Todos saben
que un teatro bien constituido pudiera
ser la escuela de las costumbres; pero
igualmente saben todos que el teatro se-
rá pernicioso á estas misnías costumbres
que debiera cultivar, mientras su mante-
nimiento y conservacion pendan del ar-
bitrio y concurrencia de un pueblo igno-
rante y corrompido , como 5011 general-
mente todos les vulgos del universo. Se-
paremos la causa de la poesía dramática
de la del teatro , y examinemos si el ar-
te, que describe las acciones y afectos de
los humanos, abstraida* de los abusos que
pueden introducirse eri su representador],
puede tener un efecto favorable S las cos-
tumbres, y si los poetas dramáticos pue-
den proponerse un objeto útil y moral
en sus composiciones.


Dejando aparte la comedia, cuya uti-





36o
lidad es manifiesta, presentando el aspec-
to ridículo del vicio y sometiéndolo al
juicio inexorable del entendimiento, nos.
liui itarémos al objeto moral del poema
trágico , que por la grandiosidad de su
materia , la nobleza de los personages. que
introduce, y la sublimidad de los afectos
que describe y excita, es de la mayor
consecuencia para las costumbres y la ins-
truccion.


La tragedia, segun la idea que los li-
teratos han . dado de ella en todas las nacio
nes cultas, desde Sófocles hasta nuestros
dias , es la representacion de un hecho
grande é interesante, y del cual pende la
suerte de un personage ilustre. No cuen-
ta como la Epopeya, sino introduce á los
mismos héroes hablando exponiendo sus
pasiones y manejando sus intereses: deben
pues observarse las leyes de la verosimi-
litud á los ojos de los espectadores. De
aqui nacen las unidades de tiempo y de lu-
gar. El hecho debe ser grande : debe pues
tomarse de la - historia , donde estamos
acostumbrados a conocer los hombres mas
ilustres de todos los siglos, y donde ve-
'mos las consecuencias que la suerte de un
héroe trae á. pueblos enteros. Debe ser


36i
interesante: de aquí resulta la necesidad de
que la accion sea una, para que no se debilite
el interés con la diversidad de los objetos.
La suene de un personage ilustre debe de-


, pender de la accion: por tanto deben intere-
sarse en ella grandes pasiones, caractéres no-
bles, en fin, todo cuanto pueda contribuir
á darnos una alta idea de los personages in-
troducidos y de la accion representada. Las
demas reglas del enlace, conducta y catás-
trofe de la accion , constancia de los ca-
ractéres, nobleza de estilo, expresion ve-
hemente de las pasiones, y escogimiento
de lenguage y versificacion, se derivan del
principio de imitacion , transcendental á los
(lemas géneros de poesias. Es comun pre-
cepto de la tragedia evitar la máquina ó
intervencion de las deidades en el desen-
lace , sin embargo de que algunos, como
Sófocles en su Philoctetes , la han usado;
pero esto ha sido en acciones (linches de
desatar de otro modo : y la misma faci-
lidad y vulgaridad de este linage de ca-
tástrofes, las hace despreciables. La trage-
dia , pues , no está destinada, como la epo-
peya, á escitar la admiracion en los espec-
tadores. Veamos pites qué clase de pasio-
nes debe mover.




362
Si el fin (5 catástrofe de la tragedia Ita


de decidir de la suerte de un personage
ilustre, á cuyo favor nos interesamos, es
necesario que toda ella sea un tejido de
peligros para este personage: estas situa-
ciones deben excitar la compasion hácia él;
y por un efecto del amor propio que nos
coloca en la situacion del que compade-
cemos , debemos . sentir á la vista de sus
peligros y desgracias el terror que es con-
siguiente á una situacion peligrosa. De es-
te modo, si la epopeya nos presenta á los
héroes por la parte que tienen de sobre-
naturales y divinos, y que los hace acree-
dores á nuestra admiracion; la tragedia es-
tá consagrada á describir sus desgracias y de-
bilidades, y á presentarnoslos por la parte
que tienen de humanos y que mas se acer-
can á nosotros. Asi los hace objetos de
nuestra ternura y sensibilidad, y tributamos
á sus males, como si fueran propios nues-
tros, el terror y la compasion.


De estos principios inconcusos entré to-
dos los maestros de poetica, y dictados por
la naturaleza, se infiere una consecuencia
que ha sido negada por algunos, y des-
mentida por otros en la práctica : y es
que el éxito debe ser infeliz en la trage-


363
dia. Efectivamente si los afectos que'debe
inspirarnos esta clase de composiciones son
el terror y la compasion, por mas terri-
bles que sean los males de que hemos vis-
to amenazado al Protagonista, por gran-
des que hayan sido sus peligros , toda la
compasion, todo el temor cesa al punto
que le vemos feliz. Aun se puede añadir
mas: no tenemos verdadero terror y com-
pasion , sino incertidumbre mezclada de
temor y esperanza, durante toda la pieza;
y si vencidos los peligros, le vemos lle-
gar á un estado de felicidad, la única pa-


„sien que.
queda reynando en nuestro áni-


mo, es una alegria tanto mas viva y agra-
dable, cuanto de mas fieros peligros ha
escapado nuestro héroe. Por tanto tan
esencial es á la tragedia tener un éxito
funesto, como al poema épico la máqui-
na : pues quitado uno ú otro , desapare-
cen los afectos que cada uno de estos
géneros debe inspirar. Se nos objetarán
muchas composiciones dramáticas, algunas
que se aprecian, y jiistamente, como pro-
digios del arte, cuyos autores las han da-
do el nombre de tragedias , y que .no lo
son por la regla que acabamos de esta-
blecer. Tales son entre otras el Cinna




364
de Corneille, la Atalía y la Ester de Rad'
ne, y casi todos los dramas de Metastasio
Mas la respuesta es fácil á quien consi-
dere, que asi en el arte como en la natu-
raleza, pueden mezclarse con facilidad los
géneros : que los antiguos entre quienes
no se conocieron mas que dos clases de
poesía dramática,- á saber, la tragedia y
la comedia , las dieron definiciones y ca-
racteres determinados. En efecto , no se
encontrará ninguna tragedia en la anti-
guedad cuyo éxito sea feliz, esceptuado
acaso el Philoctetes ¿le Sófocles, á quien
la intervencion de la deidad y el apara-
to épico da el caracter de la verdadera
epopeya. Mas los modernos que 'conocen
ciertas clases de poesía dramática ignora-
das en la antiguedad, las han impuesto
aquellos mismos nombres, queriendo más
bien abusar de ellos que crear una nueva
nomenclatura. Asi el drama pastoral, la co-
media beróyea , la comedia patética , la
tragi-comedia y la opera, son especies dra-
máticas que todas se hallan en la natu-
raleza ; .pues á esta pertenece cualquier'
imitaciou de las 'acciones y costumbres
humanas: pero queriendo expresarlas con
los nombres antiguos que eran propios de


365
solos dos géneros, se ha introducido en la
nomenclatura de las nuevas especies cier-
ta confusion y variedad, capaz de produ-
cir el error contrario al principio que he-
mos establecido. Corneille , Racine y los
demas trágicos que han compuesto dramas
cuyo éxito es feliz, bien supieron que
sus composiciones no eran del género lla-
mado tragedia entre los antiguos; mas no-
tando que convenía con él en la natura-
leza de los personages, costumbres é inte-
reses que representa é imita, no dificul-
taron darle el mismo nombre.


Pero tales composiciones, se dirá, de-
berán mirarse como defectuosas y faltas á
las reglas. De ningun modo. : no siendo •co.,
mo no lo son, verdaderas tragedias, seria
injusticia quererlas medir por su. norma.
Son perfectas en su género; pues imitan la
naturaleza del modo que se han propuesto,
y cumplen con el fin que se propusieron,
que es manifestar el triunfo ¿le la virtud.
Pero séanos lícito, dando á estas piezas
todas las alabanzas que se merecen, deci-
dir que no son del género que examina-
mos en este discurso ; aunque por el gran
número que hay en su género y la
semejanza que tienen con el trágico




366
dirémos algo sobre su moralidad.


Otra objeccion aparentemente mas fun-
dada es la que se torna del objeto moral
de la tragedia. Si el Protagonista, opondrá
alguno, debe interesarnos, ha de ser virtuo-
so ; y aunque se noten en él aquellos de-
fectos y debilidades 'indispensables, aun en
los hombres mas ilustres


Quas humana parum cavet natura,
debe manifestar un ánimo recto ; y esto es
tan sentado entre los trágicos, que jamás un
malvado sirvió de Protagonista á una trage-
dia. Siendo esto así, su infelicidad es la ruina
de la virtud y el triunfo del vicio. Nadie
querrá ponerse en el lugar del inocente
oprimido ; y nuestra naturaleza propensa y
deleznable inicia la maldad por sí misma ,
encontrará en el triunfo del malvado un
nuevo aliciente para el vicio.


Esta objecion bastante coman contra la
tragedia , nace de haber observado con
poca filosfía los movimientos del corazon
humano. Nunca el triunfo del injusto opre-
sor sobre la inocencia produjo otro efecto
que la indignacion contra el crimen y el
criminal. El movimiento que produce en
cualquier sociedad la narracion de una


367
opresion injusta, es la detestacion y el gri-
to de la naturaleza contra el impío que
huella la humanidad. El hombre es pro-
penso al vicio , no hay duda : pero hay
ciertos crítnines que traen manifiesto el
caracter de destruccion y de inhumanidad;
y estos no 'bien se descubren, cuando la
naturaleza clama en el fondo de nuestro
corazon á favor de la débil virtud : y rea-
nimando sus casi desmayadas reliquias, se
opone al vicio insolente y triunfador.
¿Q . ,uien no siente arderse en justa y legí-
tima cólera al leer los rasgos de tiranía é
inhumanidad que caracterizaron la pretu -
ra de Yerres? ¿Qué pudo inspirar sino indig-
nacion la insolente y adúltera Clitemnes-
tra , cuando se presentó en el teatro de Ate-
nas, manchadas aun las manos con la san-
gre del incauto marido, y manifestando en
sus expresiones el infernal placer de que la
habia llenado su crimen ? Por otra parte,
la opresion de la virtud nos interesa mas
á su favor : el principio que hace mover
tí lástima todo un pueblo en el suplicio de
un malhechor, de quien solo ha.recibido in-
jurias , y cuyos atentados pocos dias antes
habían excitado la ira pública, es el mis-
mo que nos hace condolernos de la estre-




363
ma desgracia de cualquier hombre: ¿ qué


• será de un hombre virtuoso
Mas, responderán , ¿quien querrá imi-


tar una virtud que conduce á la última
de las desgracias i> Ved aqui , la nece-
sidad de suponer algunos . defectos en él
Protagonista. Es necesario atrilmir su rui-
na, no á la virtud que profesa , sino á
ciertos defectos, á ciertas debilidades pro-
pias de las grandes pasiones que se han re-
presentado en su caracter. El espectador
enternecido y aterrado detestará al* Malva-
do que le hizo perecer : llorará su suerte
al Contemplarla indigna de su virtud ; mas
al mismo tiempo dirá melancólico y silen-
cioso: su virtud no mereció tal fin : mas
das grandes pasiones atraen aun sobre .los


virtuosos las mas funestas desgracias.
Estos son los principios de la .poesia


trágica expuestos con la posible brevedad;
pero presentados bajo el aspecto que de-
ben verse, para decidir la importante cues-
tion de que tratamos. Todo poema en que
se representen las acciones y costumbres hu-
manas ha de interesar forzosamente á la
moral.Un poema, pues, en que se represen-
tan las mas grandes acciones de los héroes,
y las pasiones que dieron ocasicn á ellas


39
7 que por el desgraciado fin del principal per-
13onage, deja en nuestros ánimos sensaciones
agudas y dolorosas de terror y de cotnpasion,
claro es que ha depródneir alguna revolucion
en nuestros sentimientos morales. El princi-
pal de ellos:lo designa Aristóteles y es la pur.
gacion cle estos dos afectos en el corazon
mano. Estas palabras han a tormentado á los
intérpretes del Estagirita y á los maestros de
poética, á mí ver, con poca razón. El mo-
tivo habrá sido él deseo de estudiar mas
bien este precepto én las obras de aquel
-filósofo, pleon la naturaleza; conducta que
les ha costado inúmerables errores, asi en
*ésta como en otras materias, á sus intér-
pretes y sectarios. Pero consultemos el co-
raion del hombre y el carácter particular
del: terror y la (.:Ompasio ► , pasiones que Ila-
lijaremos trágicas, y eh ellas eimontraré-
Mos la verdadera eXposicion de Aristóteles.


'• Entre cuantas pasiones sé" ánidan en el.
corazon humano, ninguna produce efectos


.vivos •- que
.
el dolo1'1


*Y `
él terror,


El-sentimiento que tributarriós á nuestras
desgracias, y á lag


dé las p .é' i';;.onas (pie nos
sOiMildas lle á IV reprimido á


.
degene-


rar en aquella funesta tristeza',' que ava-
sallando nuestra
nos hace enemigos.


24




37o
de nosotros mismos y es madre de la des-
esperacion. El terror siembra de escollos
y peligros todos los pasos que damos en el
camino de la vida, nos sumerge en la in-
certidumbre, nos llena de preocupaciones;
y previniendo el uso de la recta razon,
nos hace casi siempre posponer los dic-
támenes de la virtud al deseo de nuestra
conservacion. Estas dos pasiones necesitan.*.
pues , de ser corregidas y moderadas. La
razon impugnandolas al descubierto, poco
ó nada adelantaria ; pues el primer efecto
de ellas es entorpecer nuestro juicio. Por.
tanto debieron los hombres valerse de. un
medio muy apto para hacerlas escla-
vas de la misma razon, sin destruirlas. Este
medio consiste en escitarlas con frecuen-
cia en nuestros pechos por medio de las
representaciones trágicas. Habituados .á los




movimientos fuertes y vivos de terror y
ternura , ; sentimos menos su impresion en
las desgracias verdaderas. Han perdido ya
estas. aquel primer aturdimiento
y" preocupacion imprimen , aquella.
energia maquinal quel laS caracteriza, y
solo dejan sentimientos mas delicados y
sometidos al juicio. El , hombre acostuno,
orado á' senti r la adversidad, la sentirá:


3,1
Siempre que acontezca; mas no se aturdirá
su ánimo á vista de sucesos que la esoe-
riencia le ha enseñado ser comunes. Te-
merá si los finales; mas su temor irá acon
pagado de la prudencia necesaria para evi-
tarlos ó sufrirlos ani mosamente.•Esta es la
suerte de todas las pasiones : si nos acos-
tumbramos á sus efectos, se embotan nues<•
tros órganos, y domina solo la parte es-
piritual de los afectos.


• Esta costumbre, pues, esta familiari-
dad con las pasiones, que sin renunciar á
toda moral no puede solicitarse en elanior,
la: ira ,•la avaricia, etc., es utilísima en el ter-
ror y la .


piedad ; y esto es lo que consigue
maravillosamente la tragedia.emos en.




ella representadas vivamente las desgracias
de los héroes ; admiramos las mudanzas de
la suerte y el vario destino de los hu-
manos; vemos adversidades de todas clases
y en todo género de • personas. Nos com-
padecemos, nos aterramos, es verdad ; pero
entre los movimientos que ha producido
una falsa represen tacion , conserva la ra-
zon






su imperio y :dama sin cesar: «Esta
es la suerte del hombre sobre la tierra. Es
necio quien se ' imagina verdaderamente


Asilos afectos de compasion y de
24.




371
terror quedan purgados del aturdimiento
que naturalmente- ocasionan , y la razon
tiene menos fuertes enemigos que com-
batir en el tiempo de la adversidad. Asi
es corno se deben entender, segun nues-
tro parecer, las palabras de Aristóteles.


Pero. aun hay -mas : esta misma repre-
sentacion de las desgracias de otros horn
bres eminentes sobre el vulgo de los hu-
manos por su carácter y virtud, al mis-
mo tiempo que nos hace percibir prac-
tícamente cual es la suerte de la humani-
dad que no perdona ni á los grandes ni
á los virtuosos •, y nos fortalece. para su-
frir con ánimo esforzado las que nos pue-
dan sobrevenir ; nos hace naturalísima
mente reflexionar sobre la ninguna razon
que tendremos para sufrir impacientemente
nuestras desgracias • cuando la Providen4
cia las hace caer igualmente sobre los po-
derosos. La tragedia es el teatro donde
brilla de un modo terrible el poder del
cielo sobre lo que los hombres llaman
.grande en la tierra. d Quién, de.spues de
esto, osará .quejarse de la Providencia y
entregarse por sus 'desgracias privadas,
acaso menores que las que- ha visto re-
presentar, á lana desesperacion que ultraja


373
igualmente al, árbitro de nuestros destinos
y á la razon soberana del hombre ? Nos
parece evidente que el objeto moral del
teatro griego fue inspirar esta fortaleza de
ánimo, efecto natural de la pur ► licacion de
los afectos trágicos. Habiendo nacido la
tragedia entre. los cantos arrebatados y
las danzas (lelos vendimiadores que cele-
braban la fiesta de Baco, conservó siempre
el objeto religioso que tuvo en su origen.




Prueba
de ello es el ara erigida á este


dios junto á los teatros trágicos, y el coro
que á pesar de las inverisimilitudes é in-
consecuencias que ocasionaba en la repre-
sentacion dramática, se conservó siempre-
en la tragedia antigua.


En los principios era una. mezcla de bay-,
le , música y canciones en que reynaba el
furor y entusiasmo ditirámbico. Se cono-
ció que este espectáculo tan del gusto del
pueblo griego , acostumbrado á mezclar
los placeres aun en las ceremonias mas
augustas de su religion , podia admitir va-
rias diferencias que le hiciesen aun mas
interesante. Insertaron para impedir la mo-
n.otonia del bayle y del canto varias rap-
sodias de Romero, Hesiodo y otros poetas
primitivos , que declamaba un actor ador-




374
nado á la heióyca. Se introdujo cierta es-
pecie de gusto en la eleccion de estas
rapsodias , tomando aquellas en que se
narrase un hecho entero, completo é in-
teresante. Véase ya la introduccion de.
los héroes. Pero este chaos de las artes
estaba aun muy lejos de ser un drama.
El coro interrumpia casi siumpt e al ac-
tor edil himnos religiosos, estrangeros á la
accion que contaba : y habiendo solo un
etor , este no pocha hacer mas papel


que el del poeta épico. Eschilo fue el pri-
mero que introdujo mas de un actor en
la escena , dictó leyes al coro , hacien-
do que solo cantase lo que e/ poeta pu-.
siese en su boca , é hizo dramática la
representacion , señalando caracteres é
intereses á los personages. Sófocles y
Euripides llevaron despues este arte á
su perfeccion. Los magistrados conocie-
ron que estas. representaciones podian
tener consecuencia para las costumbres de
un pueblo sensible , y que se guiaba
mas que otro alguno del universo por
las primeras impresiones : asi la tragedia
llegó á ser un objeto de la mayor atoen,
don para el gobierno.


No podemos persuadirnos 4 que la


375
tragedia tuviese por objeto inspirar abor-
recimiento á los monarcas y á la monar-
quía , como pretende el señor. Estala en
su discurso sobre la tragedia griega que
antecede á la traduccion del Edipo. Las
empresas de los monarcas persianos sobre
la libertad de la Grecia y la educacion
pública de este pais, eran agentes mas po-
derosos que todos los espectáculos posi-
bles para hacerles odiosa la tirania. Ade-
mas siendo una de las reglas de la trage-
dia, constantemente observada por los grie-
gos, la de hacer interesante al personage
principal, ¿cómo podrian hacer aborreci-
bles á los reyes que casi siempre eran los
protagonistas?" Por las desdichas con que
los Dioses les cargaban, dice el señor Es-
tala : « asi Edipo en la tragedia de Sófo-
« eles, el mas perfecto drama de t'oda la
«la antigüedad, es justo, es valeroso, es
« prudente; mas cae oprimido, de desdi-
« chas, para dar á entender al pueblo
« cuan odiosa es la monarquía : pues los
« dioses la castigan aun en los hombres
« virtuosos." Mas esta es una reflexion
muy despegada de las impresiones que cau-
sa la representacion trágica, y no facil de
que el pueblo la dedugera , pues necesi-




376
ta de un largo y falso raciocinio.é No es.
mas facil que la desgracia de un hombre
virtuoso interesara al pueblo á su favor,
aun mas por su adversidad que por sus
virtudes ,P Seguramente no es buen medio
de hacer odiosa la monarquía presentar
monarcas virtuosos y amables sobre la es-
cena. El efecto que Estala atribuye a. Edi-
po , es ser rey; pero es defecto reynar
por la . aclamacion de todo un pueblo que
en premio de sus, servicios le condecora
con la suprema, dignidad.?.


Aun menos creemos que tuviese la tra-
gedia por objeto persuadir la horrible má-
xima del fatalismo. Este dogma era des-
conocido en un pueblo que 'confesaba la
existencia de la virtud y el vicio, y que
profesaba la creencia de bienes y castigos
eternos. El fatalismo no existió sino en
el cerebro de algunos filósofos. El pueblo.
guiado por el instinto de la conciencia,
creia de 'buena fe una Providencia que
velaba sobre los destinos, dejando ilesos
los derechos de la humana libertad.


Ademas nada es mas. contrario á los..
intereses de un gobierno ilustrado , que
-propagar el dogma del fatalismo.


:Nro, es necesario mas que cotejar las,


377
palabras de Aristóteles con el estado de
la» Grecia en tiempo de sus mejores trá-
gicos, para conocer el fruto que el go-
bierno quería deducir de las representacio-
nes trágicas. Las guerras contínuas, ya de
la Grecia con los persas, ya de las repú-
blicas griegas unas , con otras, el modo
desolador con que se hacia, y el bárba-
ro derecho de la esclavitud , admitido en-
tonces, daba lugar á las mas -funestas y
tristes revoluciones. Ciudades florentísimas
antes, se velan reducidas á un monton de
escombros. Los ciudadanos que gozaban
los favores de la opulencia y dé la am -
bicion, estaban siempre expuestos á verse
oprimidos con el peso de- una horrible es-
clavitud : familias felices eran reducidas
á la indigencia; y la espada del enemi-
go enviaba aUsepulcro las esperanzas de
toda una república. En esté estado de co-
sas, siendo insufribles las desgracias cuan-
do obran con toda su fuerza, era nece-
sario usar de un correctivo que quitase
al dolor y al terror lo que tienen de ex-
cesiva, y que solo sirve de agravar nues-
tros *males . ; y esto es lo que hacia la tra-
gedia. El mismo Edipo que cita el señor
Estala en confirmacion de sus dos opi.,




378
niones, parece no haber sido compuesto.
sino para avisar á los mortales de que
no hay felicidad segura sobre la tierra.
He aqui los versos del coro al concluir la.
tragedia , en la traducción española.


« Ciudadanos de Tebas , ved la suerte
Del infeliz Edipo aquel famoso
Que el intrincado enigma de la Esfinge:
EspItcó: aquel varon tan excelente,
A quien ni el gran favor ni, las riquezas
De los hombres movieron de lo justo:
Mirad en cuanto abismo de desgracias
Se vé precipitado. Esto os avisa,
Mortales, que la mira tengais siempre.
En el dia postrero, y venturoso
A ninguno. llameis , hasta que pase
Los términos fatales de la vida
Sin desgracia que turve su reposo-'
Es tan fuerte la impresion que estos ver•,


sos produce á favor de nuestra opinion,
tanto por decirlos el coro á quien atribw.
ye el poeta los sentimientos y reflexio-
nes






que quiere inspirar á los espectado r
res, como por ser los últimos y ¿orno el
resultado moral de toda la tragedia, que
el señor Estala no pudo desentenderse de
ellos: y asi dice , preocupado siempre a


37P
favor de su opinion ., que esta máxima de
Solon con que Sófocles concluye su Edi-
po, es solo una consecuencia 'indirecta,
traida para disimular la amarga doctrina
del fatalismo , y que la natural es que
el hombre es juguete de los hados y que
su determinacion es inevitable.


¿Mas cómo puede tenerse por conse-
cuencia indirecta la que á los ojos de cual-
quier hombre que sepa raciocinar, se- está
presentando como de bulto, la que se de-
duce de todo el contesto de la pieza, y


.que Sófocles mismo repite no una vez al
fin, sino muchas, insistiendo en. ella corno
en la principal verdad de que pretende
convencer á los espeetadores




Desde.que la
suerte de Edipo se decide hasta concluir
la tragedia , el coro que representa el pue-
blo, y á quien , como hemos dicho , atri-
buye los afectos de compasion y de terror
que pretende inspirar ,. no cesa de incul-
car dicha máxima , siendo asi que la del
fatalismo mi una sola vez se halla indica-
da. Cuando sabedor Edipo de su destino
entra lamentándose en su casa, el coro no
canta otra cosa que las miserias de la bu-
ruanidad, y el egemplo que presenta Edi-




181
Y un mérito tan alto '
Tus sienes adornó con la diadema.;


¿ Quién mas que tó felice?
Quién tu suerte alhagiiefia


No envidió ? ?das Aura,
Quién, iav triste! máslleno de miserias?


Quién puede compararse
A. tu suerte funesta ?


En qué abismo de males
Te ha sumergido tu desdicha estrenta


El nrensagero que vuelve á darles noti-
ia á los Tebanos de la infeliz y 'desesue.
.ada muerte de Jocasta y de haberse
Edipo arrancado los ojos con sus Koprias
nanos, concluye asi su razonamiento :


Su fortuna, que envidia á todos era,
Se ha convertido en luto, en llanto, en muerte,
En'-oprobio, en un cúmulo de males.


Y–él mismo Edipo , cuando ya ciego
ale á la vista dé los Tebanos y se queja
le su desgracia , entro otros lamentos,
lice :


3


ISP
po de la instabilidad de los bienes de h
tierra. Veánse sus palabras.


Infelices mortales,
Todas vuestras grandezas,
Vuestras mayores dichas
¡Cuán despreciables son , y cuán inciertas


Toda la dicha humana
Es cual sombra ligera;..
En la opinion se funda
Y súbito se cambia en suerte. adversa..


Quién mas feliz que Edipo
Se hallaria en la tierra?


Mas qué es de su fortuna ?
La desgracia le oprime mas funesta.


Príncipe malltada,10,
Tu triste egemplo enseña,
Que mortal venturoso,
No se halla en todo el orbe de la tierra.


Te elevó la fortuna
A la mayor grandeza :
Nadie, cual tú , ha gozado
De suerte mas feliz y lisongera.


¡Ay! cuando victorioso
De aquella Esfinge fiera,
Que con su oscuro enigma
En congoja tenia á 'toda Tebas


Cuando el pais libraste.
De las muertes sangrientas,


d Dó te has ido, fortuna ?
ITI.4favor qué se ha hecho ?




382
A lo que responde lloroso el pueblo:


Convirtióse en desdicha
Y se desvaneció cual sutil viento.


Este contraste tan repetido entre la fe=
licidad de que gozaba Edipo y su última
desgracia , no puede haber tenido otro ob-
jeto que inspirar desconfianza en medro
de la buena fortuna , y fortaleza para d
tiempo de la adversidad.


Mas otro de los principales efectos de
la tragedia es• inspirar temor de las gran-
des pasiones. Estas son por lo comun el
único !i olivo de las desgracias de los lié,
roes. Desde que el hombre abandona aque-
Ila prudente moderacion en sus deseos y
afectos que caracteriza la tranquila virtud,
puede contarse en el número de los mor-
tales desgraciados. Es muy interesante en
materia de costumbres inspirar esta Apode-
racion de pasiones ; y ¿cuánto no con-
tribuirá á este fin presentar •á la vista de
todo un pueblo las desgracias que se han
atraido, por no haber sabido moderar sus
pasiones los hombres mas ilustres, y de mas
grandes prendas que celebra la historia?
Cada tragedia enseña mudamente á temer
le. poderío de las pasiones que precipitan


383
los mas grandes héroes en un .abismo17- de
males. Este es, á nuestro entender, el prin-
cipal objeto que las representaciones trá-
gicas podrian tener entre nosotros. La re-
ligión 'nos enseiía á no considerar los ma-
les físicos como verdaderas.desgracias : asi
el terror y la compasión mas bien se cor-
rigen por el consuelo interior que inspiran
las verdades del cristianismo, que por las
ficciones del teatro. Mas para aquellos á
quienes los sentimientos religiosos no bas-
tan á apartar de las pasiones desenfrena-
das , sería sin duda un gran remedio con-
vencerlos practicamem tey por los egemplos
trágicos, de que las pasiones en las cuales .
esperan hallar una felicidad , no son ca-
paces de producir sino males.


_Hemos demostrado , pues, de un modo
que„á nuestro parecer no admite réplica,
41,,.0 , las representaciones trágicas deben
necesariamente producir sobre el ánimo de
los hombres tres importantes efectos. Pri-
mero purgar las 'dos pasiones de terror
y compasion de sus escesos, y fortalecer-
nos contra.la desgracia desde el seno .do.
la prosperidad. Segundo, ;aprender á no
quelarnos de la Provindencia en nuestras:
adversidades., cuando vemos que nadie, ni




384
aun los más grandes hombres, estan eseti-;
tos de .ellas. Tercero y último , inspirar-;
nos terror hacia las pasiones insolentes, des-
cribiendonos al vivo sus funestísimas con-
secuencias. Estos efectos se deducen natu
ralmente de la esennia del poema trágico,
independientemente de cuantos abusos pue-
da nintroducirse.


Mas qué diremos de los dramas cuyo
éxito ' es feliz, y que por consiguiente no
dejan grabadas las pasiones de terror y
lástima? Primeramente respondemos que
tanto estos dramas, como las verdaderas
tragedias, tienen, por objeto hacer amable
la virtud y odioso el vicio. Esta es la obli-
gacion de todo poeta, y el que no pro-
fese estas máximas , quebrantará .las reglas
esenciales de la belleza que son la decen-
cia y el orden. Asi las• máximas y senti-
mientos que esparza en sus composiciones,
deben todas dirigirse al fin de presentar
la virtud amable y detestable la maldad.


En segundo lugar-,. los dramas ,que no
producen pasiones- trágicas , pueden estar '•
destinados á producir diversos efectos Ind.
cales que todos cedan en favor de la vit.-
tUd. Asi la .Atalia y la Ester de Racine,


el* Malicio-veo de nuestro Salazar : estar:


385
consagradas It demostrar el cuidado Pater-
nal de la Providencia sobre los justos, y
los terribles castigos que prepara al mal-
vado. El Cinna demuestra los efectos de
la clemencia de un príncipe despues• de
largas y sangrientas revoluciones: el Fiera.
clio de Conmine, la suerte infausta de los
.usurpadores : la Rodoguna del mismo, el.
castigo de los parricidas : en fin, no se
hallará pieza de este género en que no se


' vean representados los grandes sucesos que
tos refiere la historia, de un modo que
nos instruye y mejora.


Solo resta hacernos cargo de -algunas
de las principales obgeciones que los ene-
migos del teatro oponen contra la tra-


e gedia. La primera es.la in troduccion del amor.
Esta pasion que no puede describirse sin
que se inspire, arroja desde la escena un
fuego devorador al seno de los especta-
dores. Su •espresion viva d puede dejar de


:encender en ella á los que asisten al es-
.;pectáculo ? Respondemos que sí, y que si
la tragedia está escrita segun las verda-
deras reglas de su género, no puede ser
'contagioso el amor teatral. Es falso que
toda pasion representada escite otra del
mismo género en los espectadores. La cruel-


TOMO 25




336
dad, el orgullo, la ambicion de los per,
sonages trágicos nos inflama en aque-
llas pasiones ? Nada menos. La indigna.
cion es el efecto natural de la crueldad
representada. Las pasiones que sienten los
espectadores no corresponden á las que
se ven- fingidas por los actores, sino al
aspecto por donde el poeta las presenta. Si -
este pinta al amor voluptuoso é indecen-
te, no hay duda en que sus imágenes se-
rán perniciosas para las costumbres ; mas
si le pinta, como debe, trágico, terrible
y causador de las desgracias de aquellos
que se entregan á él, como el de Fedra
en Racine 6 el de Orestes en Andromaca, no
será el amor la pasion que salga dominando
-en nosotros, sino antes bien.el terror hácia los
males que le hemos visto causar. El gran Cor,
neille ‘que se propuso corregir la indecencia
del teatro francés, siguió constantemente la
máxima de pintar infeliz el amor. Ademas no


preciso que sea esta la pasion favorita
de la escena trágica. Confesamos que los
dramáticos modernos acomodandose al gus-
tó depravado del público, han degradado los
héroes de la antiguedad, supohiendolos tan
sometidos al amor como el mas almiva-
rado petimetre de nuestro siglo. Mas aca.


387
so ¿ deben atribuirse á la tragedia los de-.
feetos de los malos poetas P


Estas reflexiones prueban que el obje-
to moral de la tragedia es hacer temibles
las pasiones. El mismo objeto tienen la
historia y la moral. En un pueblo libre,
donde el imperio de la razon debe ser
mayor, porque es mas necesario , todos
los medios de instruccion. pública deben
reuniese para inspirar aquella máxima.


25.




383


Sobre las Gaitas críticas del Compadre del


Aunque en uno de nuestros números
anterior& -pusimos una advertencia al pú-
blico, diciendo que n' o nos encargariamos
de hacer anuncios de folletos ó de obras
voluminosas , que no mereciera hacerse de
ellos algun analisis, para quedar en liber-
tad de decir nuestra opinion sobre los que
fuesen dandose á luz en lo sucesivo; esta
misma libertad nos escita á recomendar la
lectura de las Cartas del Compadre del Hol-
gazan , de las cuales se han publicado
diez y seis hasta el día de hoy.


Poco tendriamos que decir de las tre-
ce primeras, porque si bien en todas ellas
se combaten con la fuerza (le la , ironía
aquellos abusos mas nocivos á la sociedad,
son por la. mayor parte de aquellos que
han sido igualmente denunciados por otras
plumas mas ó menos felices. No sucede así
con los que forman el objeto de las Cartas


389
15 y z6 relativas á la profesion de


las monjas y á la calificacion de los votos
religiosos. La novela ó historia de la sobri-o
na sobornada. para el claustro por el pa,
dre vicario del convento de Sta. Clara, es
digna de la imagi.nacion de un Moliere,
y formaría un escelente argumento para
una comedia de costumbres: Solo quien
tenga una larga esperiencia de l99 .


interio-
ridades de . tsas prisiones espirituales. , y (le
las arterías y manejos interesados de los
que tenian á su .cuidado hacer mas infe-
liz aquella grey ;' pudiera haber pintado
con tanta verdad el lenguage y las accio-
nes de los unos y de las otras.


Para tratar estas cuestiones con la gra-
cia. y, solidez con que las' trata este -escri,
tor, no basta el fuego .(k . la i.maginacion,
si no que se necesita la meditacion y el es-
tudio de las ciencias eclesiásticas. Uno y
otro se echa mas de ver en la Carta 16,
donde se analizan filosóficamente los votos.
religiosos sin apartarse . en nada de la doc-
trina de la fé ni de las prácticas de la pri-
mitiva Iglesia. El voto de castidad, á pe-.
sar de ser una materia tan delicada y en
que es tan fácil resbalarse hácia la truha-
nería, está tratado de un modo y con cs.?.




390
presiones tan escogidas, que puede leerse
hasta por las personas mas - pusilánimes y
timoratas. En cuanto al de pobreza, dis-
iingue con singular maestría aquella que
consiste en _el desprendimiento de las ri-
quezas y en la verdadera grandeza del al--
ni a , de esa otra que se quiere hacer con-
sistir en vivir á costa agena, sirviendo de
gravamen y de despr ecio á los demas hom-
bres. Aquella puede hermanarse muy bien
hasta con las riquezas de los príncipes, y
esta, siendo voluntaria, dificilinente será
compatible con la hombria de bien.


Por lo que hace al voto de obedien-
cia, tal corno se practica entre los frayles
y monjas, demuestra el autor que es ab-
solutamente superfluo y aun contrario á la
buena razon y á, la sana moral, supuesta
que nada añade al precepto del mismo Dios
que nos manda á todos que obedezcamos.


nuestros superiores. Se hace cargo de los
-principales argumentos en que se suelen
apoyar estas doctrinas , y los desata con
aquel14 facilidad y maestría que dan de sí
los buenos y dilatados estudios teológicos
y canónicos. Finalmente, aunque estas car-.
tas parecen á primera vista una cosa muy
facil de hacer, esta misma facilidad apa-


39 st
rente es su mérito principal , y cualquie-
ra que se ponga á escribirlas , conocerá
que este género, no solo supone una lec-
tura vasta y escogida, si no' que exige ne-
cesariamente una disposicion natural que
no es dada á todos los hombres.


Se venden en la librería de Castillo en.
frente de las gradas de San Felipe:




392


Diccionario militar': por D. ,Federico Moret-.
ti y Cascone, brigadier de los egércitos
nacionales, etc.


Gramática razonada musical: por el mismo,
autor.


Nunca hacen las artes mayores progre-,
sos que cuando en ello tienen un interés
directli los mismos que las egercen. Mien-
tras los monarcas , sin querer abandonar
el círculo de sus cortesanos, confian
otros la direccion de las operaciones mi-
litares, encuentran tal vez generales fieles,
é inteligentes que saben cumplir con lo
que manda el honor; pero son muy raros.
los que en tal caso introducen algunas me-
joras en el arte de la guerra. Federico II,
puesto al frente de sus propios egércitos,
escitado su gran talento por la necesidad
y la experiencia, hizo él soio mas adelan.
tamientos . en este arte , que los que
se habian hecho en _des siglos antes. •
En las guerras de la revolucion frau-.


393
cesa , cada: -Olerá de aquella nacion
se creía 'interesado en el buen éxito
de sus operaciones , porque peleaba por
sostener la independencia de su patria. Es-
te interés unido á la ilustracion del pais ,
en donde parece que las ciencias han fi-
jado sn domicilio de un siglo á esta par-
te, sugirió ideas tan nuevas, recursos tan
desconocidos, que el arte ha padecido una
transformacion completa en la táctica, en
la disciplina , en la administracion , hasta
en las partes mas menudas de un ramo
tan complicado del gobierno de las nacio-
nes. En casi .todas las lenguas de Euro-
pa se han publicado tratados elementales
del arte de la guerra en general, y de muchos
de sus ramos en particular, diccionarios y
disertaciones que le dan á conocertal corno
se halla actualmente con estas novedades.
En España solo se han escrito algunos opús-
culos, que no todos son dignos de la es-
timacion pública; y sobre todo se nota,
que corno hay que recurrir á los li-
bros estrangeros, cada uno traduce los tér-
minos nuevos de diferente modo; porque
no todos conocen las reglas que deben ob-.
servarse . cuando hay que naturalizar una
palabra estrangera. Por esta razon • es.




394
gentísimamente necesario fijar la nueva no.:
menclatura militar entre nosotros, al mis-
mo tiempo que definiendo las palabras se
dé á conocer el estado actual del arte, á
lo menos en compendio.


Este es el objeto que se ha propuesto
el autor del diccionario, cuya subscripcion
anunciamos. El señor Moretti es uno de los
pocos militares nuestros que reunen á la
práctica ‘de la guerra el talento- de buen
escritor: y así nos alegramos de que le ha-
ya ocurrido una idea tan feliz ; porque
siendo esta obra tan necesaria, como acaba-
rnos de probar , tenemos la mayor confian-
za en que será bien ejecutada. Para que
sea mas rail, se pondrá en cada palabra:
su correspondencia francesa, con lo cual
saldrán mas uniformes en la nomenclatu-
ra las obras que se traduzcan en lo sute--.
sivo. Y aunque el principal objeto es fijar
la nomenclatura moderna , se incluirán
tambien las voces antiguas, con las diver-;
sas acepciones que han tenido en épocas
diferen tes.


Constará este - diccionario de dos tomos
en 4.° (le unas 5oo páginas cada uno, Se
suscribe en la Imprenta nacional, sin pa-
/ar nada adelantado hasta recibir el pri.


395
mer tomo, ,en cuyo caso se pagará el im.
porte de los dos.


Al mismo tiempo que el autor ha pu.,
Micado el prospecto de este diccionario,
ha dado á luz unos elementos de música,
con el título ( impropio al parecer) de Gra-
mática razonada musical, en donde sa echa
de ver que ha cultivado este divino arte
algo mas profundamente que lo que po-
dria esperarse de un aficionado. Esta par-
te de la buena educacion que tiene mas
trascendencia en lo moral y en lo físico de
lo que vulgarmente se piensa, ha estado.
sumamente descuidada hasta ahora entre
nosotros, y es digno de toda nuestra gra-
titud, quien ha empleado en. facilitar su
estudio los ratos destinados al descanso de
sus principales ocupaciones, No acertamos
á esplicar como algunas personas reprue-
ban este género de distraccion , tan ino--
cente como util , á no mirarlo corno un
despique de ver humillado su amor propio,
conociéndose incapaces de hacer otro tan,
to. De otro modo pensarian, si su educa-
cion hubiera sido mejor dirigida y mas
completa. Pero volviendo á la Gramatica


Señor Moretti, no podemos menos de




396
confesar, que aunque bien concebida y eje.
entalla por lo general , deseariamos que
el autor al escribirla no hubiese tenido su
atencion ocupada en objetos mucho mas im-
portantes; porque asi no hubiera caido en
algunos descuidos, fáciles de corregir, de
los cuales, notarémos algunos con la fran-
queza que ac4stumbramos , á fin de que
si al autor le parecen tales, pueda corre-
girlos al hacer otra edicion.


Dice en la pág. i que los signos de la
música son cinco: notas , claves , figuras,
compases, .accidentes; pero resulta despues
que las notas son 7 , las claves 3, las figu-
ras 7 , los compases 17, los accidentes o,
que vienen á ser 44 signos en lugar de 5.
Esto estaba remediado con decir que las
especies de signos son cinco.


Los nombres propios de los sonidos
han variado en diversas épocas, segun los
sistemas -que se han ido introduciendo en
la música. En tiempos no muy antiguos,
se nombraban con las siete primeras letras
del alfabeto A, B, C, D , E, F, G , á las
cuales se agregaron despues las silabas
del hexacordo de Guido Aretino ut , re,
mi, fa, sol , , combinadas segun sus
tres propiedades, que comienzan en C, ea


397
F, y en G, de donde resultan los nom-
bras G sol re rit, A la mi re, etc, • á los
cuales se da en la pág. 3 la cualidad de
propios ; pero no son mas propios que las
siete sílabas do, re, mi, fa , sol, la, si, con
que hoy dia se nombran los sonidos en to-
da la Europa.


Es falso decir, pág. 20, que el sosteni-
do aumenta un semitono á la nota, y que
el 1) mol le disminuye. No se puede au-
mentar ni disminuir sino cuando hay una
cantidad existente, y en una nota sola no
puede existir cantidad de tonos y semito-
nos, pues esto sucede solamente cuando se
comparan dos sonidos, uno mas alto que
otro. Ademas de que se verifica en mu-
chas ocasiones un efecto contrario. Por
égemplo : • la tercera do ¡ni contiene dos
tonos , la tercera do sost. mi no conten-
drá mas que un tono y un semitono; don-
de se ve que el sostenido disminuye en lu-
gar de ;aumentar: la tercera mi sol, tiene
tono y medio, y en mi h sol hay dos to-
nos; esto es, el b mol ha dado aumento
en lugar de disminuir. En una palabra, el
verdadero efecto que produce el sosteni,-
do, es hacer subir un semitono á la nota,
y el b mol hacerla bajar lo mismo.




398
.


Ignoramós que el nombre de cromáti
:co. que se dá al doble sostenido, y al do-;
ble bmol (pág. 23) , haya sido usado por
ningun autor ; antes por el contrario to-
dos llaman cromático al sostenido, y al
b mol simples, como puede verse en el
diccionario de Rousseau, y en los diversos
métodos publicados por los conservatorios
de París y de Nápoles.


En la pág. 38 se dice que las notas
A, D, E y G, son tonos ; C y F semi-
tonos. El señor Moretti no ignora que las
notas por sí solas no s,on tonos ni semi-
tonos , sino las distancias de unas á otras,
De modo que AB, CD, DE, FG , GA, son
tonos; BC, EF , son semitonos.


Un descuido semejante ha padecido en
la pag. 43, donde dice que los doce se-
mitonos de la octava pueden servir de tó-
nicas para los modos ; pues sin duda qui-
so hablar de los doce sonidos en que se divi-
de la octava, con el temperamento mo-
derno, y que van subiendo de semitono
en semitono.


La espresion (le trastrocar los interva-
los (pag.. 5z ), no nos parece tan propia
ni tan culta como la de invertir, y es la
que usan generalmente los autores; y de


399
aqui, intervalos mversos, inversion de in-
tervalos, etc.


Modos relativos sJ llaman hoy dia los
dos modos,: uno mayor y otro menor, que
corresponden á una misma escala, como
do mayor y la menor, en la escala na-
tural; sol mayor y mi menor, en la escala
de un sostenido ; fa mayor y re menor en
la escala de un b mol ; etc. Pero el señor
Moretti, copiando á Rousseau, define esta
palabra de otro modo muy diverso.


En cuanto al orden de las materias sa-
bemos que todo autor tiene absoluta li-
bertad para escoger el que mejor le pa-
rezca ; pero debe cuidar de ir graduando
sus esplicaciones de modo, que no tenga
que emplear palabras técnicas, sin estar
definidas anteriormente. El señor Moretti
habla de los signos con que se representan
los sonidos , antes de hablar (le estos mis-
mos sonidos y delas relaciones que hay entre
ellos. De aqui ha resultado el inconveniente
de hablar en la pag. 7 de terceras, las cuales
no se explican hasta la pag. 45 y siguien-
tes. Al hablar de los sostenidos y b moles
(pag. 20), hay que nombrar los semitonos,
de los cuales no se trata hasta la pag. 39
Y á este tenor se encuentran algunas




400
otras palabras usadas antes que definidas
Pero estos pequeños lunares no pueden obs-
curecer el mérito intrínseco de la obra, en
la cual reyna una claridad poco coman, que
es la cualidad mas importante en los trata-
dos elementales. La mayor prueba que po-
demos . dar de nuestro aprecio, es el cui-
dado con que la hemos leydo : y si hemos
notado algunas pequeñas faltas, repetimos
que es con el fin de que al hacer una se-
gunda ediccion, el autor las haga desapa-
recer, con lo cual nos parece que resul-
tará una de las mejores obras que se han
escrito sobre la materia. (i)


Véndese en la libreria de Sancha, calle
de la Concepcion Gerónima.


(1) Advertimos de paso, que en,la pág. 2 5 hay
unas erratas, que pueden dar falsas ideas á
quien no lo entienda. Línea 14 , donde dice
octava parte, debe decir cuarta. Línea 18 una
mínima con doble. pinto vale tres seminimas,
debe añadirse y una. corchea. Una semínima seis
corcheas, debe decir siete semicorcheas.


ERRATA.
En la página 261 del número 52 fal-


tó el último renglon que dice asi:
aquel interesante pais; porque solo en tul


. Por otro descuido de la imprenta es-
tan equivocadas las páginas .desde la pri-
mera del mismo número hasta la 26o,


EL CEASOR
PERIdDICO POLITICO Y LITERARIO,


N.° 54.


SÁBADO, I I DE AGOSTO DE 1821.


carta del general Berton al señor baron Mou-
nier director general de la policía de
Francia.


1.51" O T .


_Publicamos traducido este folleto que
hemos recibido entre otros relativos á
la muerte del prisionero de santa Elena.,
no porque el fondo sea interesante
para nosotros, sino para que se vea co-
mo se habla impunemente á los minis-
tros en un pais en que la libertad de im-
prenta está bastante coartada. ¿Qué de-
berá ser , pues , en aquellos en que la li_
bre publicacion del pensamiento goce de la
gran latitud que debe estarla asegurada en
'todo gobierno verdaderamente liberal? Le


TOMO. IX
26




"402.
publicamos para que los cosquillosos oido‘ú,
de nuestros gobernantes pasados, presen-
tes y futuros, se vayan acostumbrando 1
oir verdades duras, y á que se les diga
cada cosa por su nombre : le publicarnos
para que los jueces de hecho de esta ca-
pital y de las provincias :vean, que decir
amargas verdades á los depositarios del
poder y revelar sus misterios de iniquidad,
no es incitar directa ni indirectamente á.
desobedecer las leyes ó á los magistrados.
E hecho que ha dado lugar á que el ge-
neral Berton haya escrito y publicado su
carta, parece haber sido, segun se infiere de
su contesto, que la policía, para debilitar
la impresion que habia cansado en los áni-
mos de los parisienses la noticia de la muerte
de Napoleon, mandó fabricar un absurdo
papelucho que hiciese odiosa su memoría;
hizo que se anunciase por las calles, y
encargó á sus agentes que estuviesen á la
mira de los distribuidores, 'tanto para pro-
tejerlos si alguno indignado se le arranca-
ba de las manos, como para observar el
despacho que tenia , y el efecto que ha-
cian en el público las necedades de que
estaba lleno el tal escrito, cuyo título era:
Confesion de Buonaparte. Dice, pues, asi la


403
terrible carta que la indignacion dictó á
un antiguo y valiente militar, al ver de qué
medios tan viles se valla el ministerio ac-
tual para denigrar la memoria del hom-
bre á quien la Francia toda llamaba no hace
mucho su Emperador, y del cual habia re-
cibido en otro tiempo honores, sueldos y
condecoraciones el mismo que ahora permi-
te que se insulte á sus cenizas:


«szis'oR BARON.
« Por espacio de cuatro dias se ha es-


tado publicando á gritos por todo París
la COnfeS1012. de Bonaparte con una perse-
verancia tanto mas admirable, cuanto que
se ha observado generalmente el poco des-
pacho que tenia esa farsa impia, tan ver-
gonzosa como ridícula, la cual sin em-
bargo no puede haber sido representada
sin permiso'


de la policía, de la cual es
Vm. director general. Los fondos que saca
de las fuentes impuras (r) el ramo de alta
administracion de que Vm. está encarga _
do , habran pasado sin duda generosamen-
te á esos miserables ahulladores que no
perderian el tiempo sino se les recomPen-


(x) Las contribuciones sobre casas de jue-
go y la capitacion de las cortesanas.


26.




4o4
sasa el envilecimiento lí que los condenan
hombres mas despreciables que ellos toda-
vía. Se ha notado tambien que muchos
agentes secretos andaban cerca de los ven=
dedores de la CcTleszon para protejerlos, y
poder dar. cuenta del efecto que hacia en
el pueblo esta necia y sacrílega invencion.
Y ya le habrán dicho á Vin. que ha
sido recibida con el mas alto desprecio; que
solo ha servido para aumentar el llanto
público y el universal dolor de que está-
penetrada el alma de los franceses que
conservan sentimientos de honor y toman
interes por la gloria nacional ; y que es-
tos nobles afectos estan profundamente
gravados en el corazon de este pueblo
que ustedes y los suyos en vano procuran
corromper.


Permitir tan escandalosa publicacion,
es cometer una vileza; mandarla , es cu-
brirse de infamia. ¿Cuál es pues de estos
dos papeles el que usted ha hecho, se-
51or baron , en esa escena hipócrita rbur-
lescaP Escoja usted el que guste : lo der-


. to es que el director general de policía
nó puede menos de haber representado
uno ú otro. Sé que para obtener el pues-
to que usted ocupa, es preciso cargarse,


105
como por via de legado oneroso, con la
obligacion de ,


servir á las pasiones de los
potentados del dia, y hacerse el minis-
tro de sus odios y el ejecutor de sus
venganzas ; y sé que es mas natural que
un director de policia herede de sus pre-
decesores esta vergonzosa comision , que
el que uno herede de su padre 117Z can-
eer en el estómago ; pero ha podido us-
ted olvidar que fue sustentado largo
tiempo á la mesa de Napoleon á quien lla-
maba entonces su. emperador ?


«No hablo de la mesa á que se senta-
ba aquel grande hombre , que por tal
le reconoce el mundo entero; era dema-
siado alta para un hombre de tan baja
estatura como usted. Y aunque desde que
él salió de Francia usted ha trabajado tan-
to para. crecer, dudo mucho que jamas lle-
gue usted á


• sentarse á la mesa de los
reyes.


«d No se acuerda usted ya de que el
emperador Napoleón fue el que le did el
título de baron , y el que colocó en su
pecho el distintivo del honor ?
Es verdad que él quería recompensar en
usted las virtudes de un padre digno de
respeto , el cual había ilustrado el ape-




4o6
luido de Mounier lo bastante para que
ya no fuese necesario que le precediese
un vano titulo que usted sin embargo
guerra transmitir á su hijo.


« En la China el padre no es el que hace
noble al hijo : al contrario este cuando se
distingue por su talento y sus virtudes, y ha-
ce grandes servicios á su patria, es el que ob-
tiene distinciones para el padre que tuvo la
dicha de darle el ser. Su padre de Ven. ya
no existe, señor bacon,. y tuvo la desgracia
de morir plebeyo ; pero no se yo si el
filósofo Confucio, cuya memoria es tan hon-
rada en la China, hubiera juzgado que Viu.
por medio de sus altas obras (i) dehia
obtener títulos de nobleza para el au-
tor de su vida. Quizá hubiera fallado mas
bien, sirviéndome de sus propias palabras,
que habia Vm. obscurecido y alterado en.
sí misma la claridad primitiva de la facuk•
tad racional.


«La filosofía moral y política de los
Chinos , la cual por ser antigua no deja -
de valer tanto como otra cualquiera, en-
carga á todos, y particularmente á los ni-
••••••••n•n•••


( ) Tengase presente que en Francia lla-
man al verdugo egecutor de altas obras.


407
saos, que se abstengan de cinca vicios, que
pueden,mirarse como el principio del tras-
torno de las familias, y como fuentes de.
desgracia y deshonor : el quinto de los
cuales es desear ardicutemente los hono-
res, empleos y cargos, y hacerse para ob-
tenerlos, esclavos de los hombres que go-
zan de favor en la corte ,• ó tienen en
ella crédito y autoridad. Y Vm. ha man-
dado ó permitido publicar em la capital
las blasfemias de la ingratitud, aplaudien-
do asi á los insensatos clamores de los
enemigos de Napoleon , por que estos son
poderosos.


«Se habia dicho , señor bacon , que us-
ted era hombre de talento ; pero usted y
otros muchos nos han probado ahora que
los hombres, que han vuelto casaca, han
perdido con esto todo el lustre que les
daba algun valor.


« Compadecido yo de sus hijos de us
ted , señor Mounier, le ruego á nombre
de estas inocentes criaturas , que mande
recoger ese tabernario' escrito, que toda-
vía se esta vendiendo furtivamente en las
esquinas, y es un modelo de estupidez é
indecencia. El pueblo francés tiene so-
brada instruccion para que pueda dar




4o8
crélito á semejantes estravagancias , quo
en suma vienen á ser la coz del asno.


« Que aquellos que se postraron ante el
poder del ilustre personase que acaba de
fallecer, crecieron á la sombra de su ge-
nio, y deben su eievacion y su fortuna.
al emperador Napoleon , se regocijen de
la muerte de Bonaparte , porque se han•
puesto en el caso de temer una sola que
fuese de sus fulminantes miradas, ema-
naciones de su grande alma ; no hay co-


' sa mas natural. Pero veinte millones de
franceses querrian poder regar su tumba
con sus lágrimas ; y yo deseo, como mi va-
liente camarada Alejandro Goujon (1), que
sus cenizas sean depositadas bajo la co-
liunna de . la plaza de Vandema á fin de
que estera alli como oprimidas por el pe-
so de sus victorias. La dignidad de la.
Francia reclama sus restos inanimados: la
estimacion del universo será la recom-
pensa de' una accion tan generosa, y la
posteridad la aplaudira.


(i) Capitan retirado, que ha propuesto
la idea de colocar los huesos de Napoleon
debajo de la gran columna que él mismo hl-
zo erigir en la plaza de Vandorna.


4og
• « Aqui tiene usted , señor barón, la es-


presion de los sentimientos que profesa
un militar . y un ciudadano que se alaba-
rá siempre de haber servido lealmente
bajo aquel Gran-capitan =- El general
Berton. = París 15 de julio de 1821Y


Adverteacia. No damos esta carta co-
mo un modelo del estilo y tono que con-
viene emplear cuando se habla de los go-
bernantes: algunas expresiones son dema-
siado fuertes , otras tocan en la raya de
injuriosas , y en el tbdo del escrito hay
personalidades que debieron omitirse. Pre-
sentamos este curioso monumento como
un egemplo del valor con que en los go-
bienios libres deben los ciudadanos ehar
en cara á los depositarios del poder el
ahuso que hagan de .su autoridad, y co-
nio una prueba 44 que en Francia, eón
todos sus ultras y su censura se permite
á los ciudadanos criticar, aunque sea con
acrimonia, la conducta del ministerio y
denlas agentes de la autoridad. En esta
carta pueden ver 19 que es la libertad de
imprenta .


aquellos que solo la quisieran
para sí y los de su partido , sin advertir
que echimdola de filósofos y liberales ha-
cen exactamente lo que los ministros de




4r0
Marruecos, y ef visir de Constantinopla.
Estos señores dejan cambien á todo el
mundo que los colme de elogios , y en
salce hasta las nubes su paternal y filo
sófico gobierno , y solo cortan la cabeza
al que se atreve á decir que son ineptos
é injustos ; que bajo su administracion
todo va mal; que paramantenerse en sus
empleos no perdonan medio alguno por
reprobado y criminal que sea , y que pa
ra intimidar á sus amos, les amenzan con
la rebelion de los genízaros. Estas y otras
verdades que son las que mas importa que-
lleguen á los oidos del príncipe, y se
prediquen sobre los techos para ilustrar
la opinion, y hacer que caygan de un pues
to que no merecen aquellas despreciables-
criaturas, son las que deben decirse abier-
ta y francamente en los gobiernos libres,
aunque no fuera mas que por la podero-
sa razon de que -no pueden publicarse en
los paises despóticos. Sin embargo, nacio-
nes hay en que se habla mucho de li-
bertad, y en que los corifeos del libera-
lismo , la flor y nata de la filosofía, per- 1/4
siguen y condenan á ciudadanos mas li.
berales y mas filósofos que ellos, solo por
haber dicho de los gobernantes que son


41E
Causa de los males que se padecen y de
los mas terribles que amenazan. ¡ Qué hu-
bieran hecho con el general Berton esos
liberalisimos perseguidores , si hubieran
sido directores generales de policía ! ¡Y
no se avergonzarán de que hasta la po-
licía de París les dé lecciones de tole-
rando !




412


De la hospitalidad.


Es un principio de derecho público,
derivado inmediatamente del derecho na-
tural, que una nacion egerza la hospita-
lidad con respecto á los estrangeros fu-
gitivos de otros paises eslepto en los ca-
sos espresamente comprehendidos en los
tratados de alianza. El desgraciado que
busca un asilo en un gobierno estraño,
por mas grandes que-sean los delitos que
le han obligado á huir de su patria,- en
nada ha ofendido á la sociedad, á cuyo
seno se acoge: por consiguiente tiene el
derecho de exigir de ella la proteccion
de su persona, de sus bienes y de su in-
dustria. Es hombre: busca un asilo entre
hombres. No le ha desmerecido y debe
encontrarlo. Si su delito es de aquellos,
que segun los pactos anteriores celebra-
dos entre los gobiernos , debe escluirle
del refugio que busca, de nadie puede
quejarse, sino de sí mismo. Conocia la


ley; conoeia las consecuencias de su cri-
men • y se 'espiase á todas ellas , cuando
lo cometió. Pero en los demas casos la
humanidad ha colocado en el corazon de
todos los hombres la máxima que debe
aplicarse siempre: socorre al infeliz.


Este principio es mas sagrado toda-
vía cuando ,e1 delito que obligó á la emi-
gracion, es político. Los crímenes de esta
especie proceden en gran parte, no de
la perversidad del corazon , sino de las
opiniones que se han adoptado. Es im-
posible ser ladron ó • asesino, sin tenor
'un alma corrompida; pero no hay cosa
mas comun que ver á personas , cuyas cos-
tumbres son inocentes, caer en desvaríos
políticos que les acarrean grandes y pe-
ligrosas persecuciones. En tiempo de re-
volucion hay en todos los partidos hom-
bres de estricta y reconocida probidad,
asi como •en tiempo del cisma de la Igle-
sia todos los pontífices que se disputa-
ban •el báculo de Roma , tenían santos
entre sus súbditos. Es verdad que aque-
llas facciones religiosas se anatematizaban
'mutuamente, asi como los partidos polí-
ticos se proscriben. Pero los tiempos de
ilusion y de venganza se


• acaban , y la




414
verdadera virtud, independiente siempre
de la opinion, recobra sus derechos á la
estituacion de los hombres. Los mismos
que se aborrecian mortalmente, vuelven
á amarse cuando ha pasado la tempestad
revolucionaria ; pero el hombre no abor-
rece perpetuamente sino al que por la
perversidad de sus costumbres civil/es, se
ha puesto en guerra abierta con toda la
sociedad. Pues si el sagrado derecho de
la hospitalidad debe ser respetado en-
tre las naciones, con cuanta mas razon
se debe ofrecer un asilo inviolable á aquel
delincuente, cuyo crimen fue el resulta-
do de la opinion y no de la malicia , y
cuyes errores políticos, por irlas grandes
que se supongan , son siempre compati-
bles con. los sentimientos mas virtuosos
y con las costumbres maá puras ?


Estas máximas tan conformes con la
humanidad, como con la sana política, aca-
ban de ser violadas de una manera cruel
por el gobierno de un pueblo libre y repu-
blicano , cual es la Suiza. El directorio
helbético ha dirigido á los cantones fron-
terizos invitaciones concebidas en los térmi-
nos mas fuertes para alejar de sus fronteras
á los estrangeros sospechados.de estar proseri-.


415
tos en su pais , ó simplemente fugitivos. Una
requisicion de esta especie traspasa los
poderes concedidos al gobierno federal:
porque no hay duda que esta denegacion
de asilo es un acto propiamente legisla-
tivo; pero muchos cantones se han visto


..obligados por las circunstancias á obe-
decer.


El gobierno de los grisones ha esclui-
do de su territorio á los refugiados pia-
monteses ; y si esta medida arbitraria é
injusta ha parecido muy estraordinaria en
un gobierno casi patriarcal , no lo son
menos las razones en que la funda. «La
Suiza, dice, goza de una tranquilidad per-
fecta y de los beneficios de la libertad,
civil. Debe en gran parte esta felicidad á
la benevolencia de los soberanos de Eu-
ropa, que han salido por garantes de su
neutralidad é indeltrulencia : por tanto
debe tener con respecto á ellos considera-
ciones particulares, de que no puede dis-
pensarse con el pretesto de egercer la hos-
pitalidad ó de dar asilo á estrangeros. La
benevolencia hacia estos debe estar su-
bordinada á la obligacion de no dar mo-
tivos de queja á los gobiernos estrangeros.
La peticion que han hecho á la Suiza las




316
tres grandes potencias aliadas, es de la
misma especie que la que hizo el gobier-
no de Milan en 18o9; y corno entonces
se accedió á ella, en el dia no puede el
gobierno suizo dispensarse de hacer lo
mismo:"


Esto es confesar paladinamente que los
grandes gabinetes europeos, en la lucha
contra Napoleon, no solo •tuvieron•,por
objeto abatir su prepotencia, sino tambien
sucederle en ella,._ Lo doloroso es 'que los
efectos de este gran poder que pasó del
gabinete de Francia á los de Viena, Pe-
tersburgo y Berlin, se haya de emplear
todo entero contra las desgraciadas víc-
timas de las opiniones políticas y de las
disensiones civiles. Causa indignacion el
ver los rayos del poder perseguir á sus
víctimas hasta en el asilo que no se le
niega á las bestias feroces. Si esto sigue,
las costumbres-dulces y humanas de Eu-
ropa se cambiarán dentro de algunos años;
y sucediendo el fanatismo y las proscrip-
nes políticas al fanatismo y proscripciones
religiosas, que por tantos siglos han afli-
gido la humanidad , se abrirá una nueva
Era de mártires que nos hará retrogradar
cuatro siglos. Los monarcas se llaman hita-


417
lenes de Dios, sus vicarios en la tierra :
pues que sus ministros imiten su bondad
infinita, y renuncien á esos rencores per-
13.ttios , á esa sed de sangre y de supli-
cios, que quieren saciar en los que han
tenido la infelicidad de desagradarles.


«¿Tanta nc aninús coelestibus ir?"


En cuanto á los suizos , deben con-
siderar que no hay independencia sin po-
der , ni libertad sin virtudes. Demasiado
caros compran los que llaman beneficios




de los soberanos europeos , si han de re-
nunciar á la soberanía social , cuyo prin-
cinal atributo es el socorro de los desgra-
ciados , y á la hospitalidad, por la cual
e han hecho célebres en Europa los habi


tantes de la Helvecia. Un estado deja
de serlo en el momento que se constitu-
ye dependiente (le otro.


Durante todo el siglo XVIII, fue la
Suiza el asilo de los que eran proscritos
por los gobiernos absolutos á causa de sus
ideas liberales; y en cuanto á opiniones
religiosas , apenas pasó la efervescencia
primitiva de la reforma , y las proscrip-
ciones cometidas por Zuiriglio y Calvin°,
fue la Suiza el. primer pais de Europa,


'roma loc.
27




418
en que se arboló el estandarte de la 'tole-
rancia. Todos los hombres cuyas opinio-
nes contrariaban las de los tiranos polí-
ticos y sacerdotales buscaban un asilo
en la Helvecia, en los siglos mas próximos
á la barbarie ; ¡y en el siglo de las luces
y (le filosofía se les cierra este asilo; y
se les cierra por orden de las potencias
que en su alianza prometieron á la Enn.
ropa la paz, la felicidad y la independen-
cia! ¡ Buena independencia por 'cierto la de
un estado, en donde no pueden vivir segu-.
ros los fugitivos de la tiranía aristócrá-
tica!


Porque no nos engañemos : ¿ cuál es
el delito de los desgraciados italianos, cu-
ya suerte en Suiza es peor en el dia que
la de los bandoleros y asesinos ? Ni han
conspirado contra el trono ni contra el or-
den social: no se Oyeron ni en Nápoles
ni en 'Piamonte Mas que palabras de res-
peto y veneracion á las dinastías rcynan-
tes. Pidieron y obtuvieron un modo libe-
ral de ser gobernados : pidieron y obtu-
vieron las garantías que ya implora en
todas partes la ilustracion del siglo á fa-
vor de las personas y de las propiedades.
Si queremos saber de qué especie es su


419
delito, basta observar que para castigarle
se ha armado de todos sus rayos 14i di-
plomacia europea : basca observar que
son partícipes del mismo crimen todos los
pueblos civilizados qué piden á una voz
aquellas instituciones tutelares, y que se-
guramente las obtendrán. En una palabra,
su crimen es haber dicho la verdad. Este
fue el que llevó á Sócrates al suplicio y
á la inmortalidad. Mas asi va el mundo.
La posteridad agradecida eleva á la clase
de los grandes hombres á los mismos que
cayeron Víctimas de la injusticia y (le la
tiranía.


Ese encarnizamiento con que la aris-
tocracia persigue á sus rebeldes, esa inter-•
diccion del fuego y del agua, cuya pro-
clamaúion se encarga al pueblo mas dul-
ce y humano de la Europa, ese rencor
insaciable, esa sed de venganzas, ese
so de la prepotencia, manifiestan con la Ma=
yor claridad Ja inocencia de las víctimas
y la injusticia de los perseguidores. Los
crímenes reales y verdaderos se castigan
á sangre fria : para los crímenes de opi-
nion es para los que se guarda todo el fu-
ror de las pasiones , toda la energia de
la venganza.




114,


4n
Tambien se mezcla en esta medida


opresora un ludibrio inaguantable de las
doctrinas liberales, haciendo cómplice de
ella á un pueblo que hace machos si-
glos que es libre, que ha proclamado
los principios de la igualdad y de la jus-
ticia cuando el resto de Europa yacia
en la esclavitud , y que ha podido ser-
vir de norma y de estímulo á las nacio-
nes que sneesivamente han aspirado a
la libertad. Los habitantes de la Jlelve7
cia cierran sus puertas á los italianos que
quieren ser libres : los sucesores de Gui-
llermo Tell niegan un asilo á los que
pelearon por la independencia de sti . pw-
tria : ¡qué triunfo para los enemigos del
liberalismo ! ¡ Qué oprobio para los des,-
cendientes de aquellos heróycos monta.-
iíeses del Alpe, que por tantos ailOS
con tan feliz éxito lucharon contra la tira7
Jifa de la corte de Viena!


Pero :en valde demostrariamos la in-
justicia de semejantes medidas ; ya se sa-
be que la injusticia no detiene í los di-
plomáticos. Lo que es menester demos-
-trales es su inutilidad. No podrán los li-
berales italianos ir á Suiza : pues, bien,
irán á Esparia, á Francia, á Inglaterra


1.21
d la Grecia ‘;‘ donde quiera que va-
yan prestarán un apoyo invencible con-
tra la tiranía. Pero «no podrán emigrar
á paises tan lejanos: caeran én nuestro
poder y los castigarémos." •, Insensatos
¿Ignorais , que cada nueva víctima que
sacrificais, es un nuevo tesoro de ven-
ganzas, que acumulais para el dia de la
ira? ¿Ignorais que cada injusticia del po-
der es un nuevo depósito de pólvora, des-
tinado á minarlo? ¿cuándo han de apren-
der los gobiernos, que las proscripcio-
nes son inútiles ? (:Cuando conocerán que
el único medio que tienen para sostener-
se es hacerse nacionales , gobernando se-
gun las • luces de la nacion, y para la
felicidad de la nacion ? ¿Está escrito que
no es posible reunir en un solo hombre
l poder* y la prudencia?


Somos testigos en la época actual
de las contradicciones mas notables en
Materia de política. Vemos á los mo-
narcas absolutos permitir el régimen cons-
titucional en sus estados y proscribirlo
én los agehos : vemos á las repúblicas
negar un asilo á hombres liberales en ob-
sequio de los gobiernos á que no per-
tenecen. ¿ Quién produce estas inconse-


opm




42
cuencias absurdas ? El abuse, del poder.
¿Hasta cuando habrá en Europa un Poi
der del cual sea lícito abusar ?


423.


_Wlexiones sobre la. csortacion de D. Juan
Olavarría á los milicianos voluntarios
de kan , inserta en el número 77 del
Espectador.


Esta exortacion , aunque breve, está
llena de verdadero patriotismo y de los
principios mas sanos. Tomaremos por tex-
to para nuestras reflexiones algunas de sus
espresiones mas notables.


Ni la exageracion de los principios, ni
las sugestiones de los parricidas deben tener
cabida en vuestros pechos. . . .siempre es ft-
berticida el fanatismo político.


En confirmacion de esta importante
verdad que quisieramos que estuviese grá-
vada en todas las cabezas, y que la re-
pitiesen á todas horas todos los labios, ci-
taremos un hecho muy conocido en los
anales de la historia moderna. El fanatis-
mo religioso ha sido siempre el mayor ene-
migo de la religion. Las hogueras que en-
cendia , los furores que animaba, y los
puñales que reparta entre sus prosélitos,
solo sirvieron para desacreditar la santa




causa que aparentaba defender. Asi una grato
parte de la Europa se separó del greiniO
de la Iglesia ; la fe se entibió en los paises
que le permanecieron sumisos, y fue preci-
so que el fanatismo se extinguiese para que
la religion se conservase. Pues el fanatis-
mo político es una pasion de la misma
especie que el religioso: produce los mis•
mos efectos y ha de acarrear las mismas
consecuencias. Decimos Mas: el fanatismo
político es menos disculpable que el religio-
so. Las materias pertenecientes al muunido
invisible y á la vida futura no estan some-
tidas á los cálculos de la razon : hay en
ellas cierta oscuridad misteriosa, y la creen-
cia pende por la mayor parte de las dis-
posiciones y afectos del corazon hunianb,
y de las inspiraciones (le la divinidad: asi
el asenso que damos á las verdades reli-
giosas y los sentimientos de piedad que
se derivan de ellas, pueden degenerar fa-
cilmente en pasiones funestas , ya tierna¿,
P or poco que se les deje mezclarse con
los intereses mundanos. Hay inmensa di-
ferencia, pero muy poca distancia del vei'-
dadero cristiano que funda su moral sdi
bre las máximas evangélicas , al eremita
iinbécil (pie se cree llamado por Dios miS::


2i2d
irlo ti la sublime ociosidad •de la eófitern-
placion, y al impetuoso fanático que cree
haber recibido corvó buces la mision de
exterminar los enemigos del cielo:


Pero en la política no tiene el fana-
tismo ninguna disculpa. Los principios de
este ciencia, sus consecuencias y sus apli-
caciones estan sometidos á una alía lisis casi
inateinática ; porque se reduce á la suma
de los bienes y de los males que /es ca-
paz de producir una ley. Asi cuando se
trata de las medidas que se han de to-
rnar para lograr la felicidad pública, es tina
Cuestion de aritmética la que se ventiló.
Se engañan mucho los que creen que las
Materias políticas deben inspirar pasiones
y afectos. Este error nace, como otros hin-
dios, dé Una verdad mal entendida. El
amor de la patria es el afecto mas vir-
tiloso; y al mismo tiempo el mas enérgico
en una nacion libre. El celo por el bien
público que se deriva de aquella fuente.,
es también una pasion en las almas pa-
trióticas; y por cuanto estos afectos son
laudables , generosos y heróycós , se ha
Creado que. en todos los negocios
éos debe entrar lá eferverscenCia de las
pasiones, como un elemento necesario




426
Pero debe advertirse que cuando los.


hombres se apasionan en materia de poi
lítica, el objeto de sus pasiones no es
patria ó el bien público , sino cierto par-


' tido, y ciertas personas á las cuales creen
ligada la felicidad pública. Los nombres
y máximas abstractas no escitan pasiones.
El fanático religioso . ama á ciertas y de-
terminadas personas, y aborrece á otras.
Lo mismo sucede en el fanatismo políti-
co ; y en esta lucha de venganzas , de.
reacciones, de temores y de peligros , se
pierde de vista el principal objeto, que es . •
la salud de la patria. Nosotros queremos_
energía en los gobernantes y en los go...
bernados para sostener la libertad y el
orden; queremos celo y sacrificios para ege-
evitar las medidas que dictó la pruden-
cia política; pero no querernos ni amores
ni ochos personales: no queremos que el
enernigó de la ley perezca á manos del
fanatismo, sino que su castigo


« Sea egemplo , y no venganza" (i ):
queremos sobre todo que la ley , esa ima-
gen visible de la divinidad, sea hija de
la razon, y .)no de las pasiones, siempre
parciales é injustas. En una palabra, que-.


(d) Calderon.


427
remos la mayor prudencia y tranquilidad
de ánimo para deliberar, y la mayor ener-
gía para egecutar. La eferverseencia, aun
cuando su causa es justa, no sirve mas que
para echar á perder los planes mas .bien
combinados. La tolerancia de las opiniones
y la sumision al sistema establecido , son
los caracteres esenciales del gobierno libre.,


Orden y libertad son las divinidades tu-
telares del régimen constitucional. El autor
de esta proclama manifiesta conocer bien á
fondo la esencia de estos dos elementos
necesarios en todo buen gobierno, cuando
los pone bajo la salva-guardia de lós ciuda-
danos. Se ha calumniado á los defensores
del orden llamándoles partidarios del poder,
y se ha abusado del valor de las voces pira
justificar esta calumnia. En efecto , toda
asociacion supone la existencia de un po-
der que la gobierne, y sin el cual ,no po-
dría subsistir. Este poder es la autoridad
pública; ilimitada . en sus prerogativas
pretensiones, si el sistema del góbierno es
arbitrario , y sometida á ciertas reglas.
dictadas por la ley, si el gobierno es re
presentativo. Por consiguiente el partida-
rio del poder, es decir, el que defienda las
atribuciones que la ley constitucional con




428
cede al poder, es un'eScelente ciudadands
porque defiende el Orden público bajó las
bases liberales. El que quiera dará la au-


, toridad pública atribuciones
desconocidas por la Constitucion y aun
anatematizadas en ella; ex un verdadero
servil; y tan servil es el que pugna Por
concentrar en el trono todos los poderes
del Estado, como el que quiere entregar
a un hombre ó á una corporacion cual.
quiera mas atribuciones que las que cons-
titucionalmente le competen. Ambos obran
ó por interés, ó por pasion; y siempre que
la ley fundamental es violada Hay ser-
vilismo.


En efecto, el nombre sagrado de fa li-
ISertad nó debe servir de velo para serne-
Pintes conspiraciones; porque la libertad
no es Otra cosa sino el imperio de la ley,
y es hollada siempre que se le substitit-
ya el imperio de las personas; escepto el
caso rarísimo de la dictadura, en el cual
se suspende interinamente el poder de la
ley para consolidarlo mejor. Los que vio-
lan ó aConsejan violar la Constitución, son
amigos suyos, de la misma manera cine es
amante de una doncella el que la desflora
violentamente. En ambos casos el amor es


429
salo un pretexto, y el verdadero fin del
violador es satisfacer el delirio de una pa-
sion feroz é interesada.


¿Y. quién no ve que toda tentativa pa-
ra perturbar e! orden público es Malició-
sa por» mismo que es superflua ? El sis-
tema constitucional tiene por sí mismo
bastante vigor para remediar sin convul-
siones ni estrépitos todos los yerros que
se Cometan en la administracion. Tres son
los poderes que establece la Constitución
española , de tal manera combinados que
se vigilan y corrigen mutuamente. ¿Creer
nos que hay motivo para quejarnos de
la sentencia dada por un juez de primera
instancia ? ¿ Pues por qué no recurrimos á
la audiencia 'territorial, y en caso de que
esta no satisfaga nuestros deseos, al supre-
mo tribunal de justicia? ¿Una operacion
gubernativa nos parece errada cí peligro-
sa? Que las cortes pidan al ministerio la
responsabilidad. ¿ El congreso legislativo
decreta una ley que puede traer malas
consecuencias ? El rey puede negarle la
sanción, y otras dos legislaturas son lla-
madas á decidir la '\cuestion. Todo esto es
constitucional , legítimo,'y al mismo tiem-


,


po esento de' riesgos y de convulsiones.




43>o
A piádase á estos medios el derecho de pe.;
ticion, la libertad de la imprenta, la opil
nion pública que se forma en conversa-
ciones libres y dignas de hombres libres,
-y á la cual no es fácil que se atrevan á
contrariar los funcionarios públicos; y se
verá que en el régimen representativo so-
bran medios para pedir y obtener la com-
petente reparacion de los errores ó de las
injusticias, sin recurrir á la violacion del
orden. Esta es la diferencia esencial entre
el régimen arbitrario y el constitucional. Ba-
jo el despotismo no hay medio para ob-
tener justicia, sino el trastorno del orden;
porque el poder todo entero está emplea-
do en sostener sus yerros, y es necesario
derribarle para corregirle: bajo el imperio
de la ley , como ninguna autoridad es ili-
mitada , lleva en sí misma el principio
moderador que la llama á la razon cuan-


.


do se estravía.
Exortamos, pues, ahincadamente á to-


dos nuestros conciudadanos, á no emplear
mas medios que los constitucionales para
lograr la enmienda ó la reforma de los
actos gubernativos ó judiciales que les pa-
rezcan erróneos. Estos medios son inocen-
tes, son justos , son sin peligro, y bastan


431
"para poner eri salvo los intereses de la
?azon y de la justicia. La perturbacion del
orden público, aunque sea con un fin lau.,
dable, es -un mal mucho mayor que los
que se quieren remediar; porque no hay
'calamidad mayor en un gobierno repre-
sentativo que el desacato cometido con_
'tra la ley, que es realmente la soberana
'de- los hombres libres.


Nosotros no podemos menos que
songearnos al notar la coincidencia de
nuestros principios políticos, con los que
profesa á la faz dé la nacion el señor Ola-
varría. Su liberalismo á toda prueba y los
sacrificios dolorosos que le ha costado, son
bastante conocidos en la nacion, y mucho
ricas en las provincias bascongadas; y cuan_
do un ciudadano reune talento , conoci-


.mientos políticos y virtudes „ patrióticas en
el grado que el señor Olavarría, las má-
ximas que proclama, tienen á favor suyo
una presuncion poderosísima y muy difi-
cil de vencer. Seanos lícito tributarle el
-elogio que le es debido : es dictado por
la amistad , y no lo rechazará la mo-
-destia.


Desde que la promalgacion del código
constitucional permitió á este beneméri-




43a
to patrióta volver á su pais , no ha cesa?
do de trabajar para ilustrar la opinion pú-
blica. Su escrito á los electores de la pro-
vincia de rizcara está lleno •de ideas lu-
minosas, principalmente en la materia de-
licada de elecciones, y de observaciones
muy exactas sobre la diferencia entre el
fuero antiguo de aquella provincia y el
sistema constitucional. Estas observacior
nes tienen un interes local en un pais cu-
ya libertad era un privilegio, segun el de,
recho público que regia en España.


Las consideraciones sobre las guardias
nacionales, en la época en que iban á or-
ganizarse las de Bilbao, ademas de expli-
car la esencia de esta saludable instan,
don, tuvieron la utilidad de hacer cono-
cer á sus conciudadanos la diferencia en-
tre la Milicia nacional y lA tropa activa;
cosas que era preciso distinguir muy cui-
dadosamente en un pais que siempre abor-
reció el servicio militar, como no fuese
en defensa de su territorio.


El respeto debido á los tribunales nos
impide hablar de sus reflexiones á las coy,
tes, papel que no halló ante la junta de
pepsura de Bilbao la misma gracia que
.s,u autor. Nosotros creernos que la deci-


433
'ion de aquella junta no tanto recae so-


bre los principios políticos de la obra que
son eminentemente liberales, como sobre
la osadía de algunas espresiones y la °pá•.:.
tunidad de fa publicacion ; cosas que
suelen perdonarse al escritor, si es un ce-
loso pan:II:Sta; pero no al escrito. Las Re-
flexiones dieron motivo á dos ó tres es-`
critos polémicos, en que el autor niani
festó sus principios con mas estension.


El Ensayo sobra la propiedad conside-
rada políticamente es, en nuestro entender,.
el mejor escrito del señor Olavarría ; y
observamos con satisfaccion nuestra en.
calidad de españoles, que los principios .
que profesa el autor, son los mismos que
casi con sus mismas espresiones han pro-
clamado despues los Keratrv, los La.njni-
nais, los Guizot en sus opúsculos contra
el proyecto de organizacion municipal, pre-
sentado por el ministerio francés á la cá 7




mara de diputados en la sesion actual. Esto
prueba por lo menos que tenemos pu-
blicistas capaces de adivinar las ideas de
los mejores poli ticos est•angeros.


Antes de concluir este artículo, no que-
rernos pasar en silencio un hecho que nos
dará á entender cuál es el estado de 4a


Tomo




434
censura de los periódicos en Francia. El


Constitucional, al dar cuenta de la procla-
ma del señor Olavarría , y de las salvas que
se siguieron, omite las espresiones siguien-
tes : por los gloriosos defensores de los
derechos de los pueblos en el lado izquier-
do de las cámaras de Francia, y .en el
partido de la oposicion en el parlamento
británico. Por la l'CSIOTCC'el.011 de la liber-
tad en Nápoles y • el Piamonte. Por la re-
dencion política del género humano. Todo
esto fue rayado sin piedad por la CCI1514,
ra. ¡ Qué necedad! ¡qué pobreza!


435
T E A lin os


Blanca y Illontcasin , ó los Venecianos,
tragedia de Arnault en cinco actos, tra7
ducida al castellano por don Teodoro
de la Calle.


Y solo á Montctsin le dan garrote?
¿Pues qué el autor no tiene su gañote?"




• .


Estos dos versos son de una crítica ivié-
dita hasta ahora de la tragedia que ana-
lizamos, y que si hubiera visto la luz
pública, nos escusaria el examen que va-
mos á hacer. La delicadeza nos impide
nombrar al autor vivo de dicha critica:
porque no tenemos- su beneplácito para
citarle.


La fábula (le esta tragedia se compo-
ne de pedazos tan separados de la histo-
ria veneciana , corno fueron los del cuer-
po de Romulo destrozado y divinizado
por sus senadores. El asesinato jurídico
que cometió el senado de Venecia en la
persona del ilustre marques Carmagnola;
que aunque estranc,ero les habia cons


2 8,




436
guido muchos laureles, .es bajo otro 'nom,
bre el objeto de la catástrofe. Se cita co-
mo proyecto de un ministro aleman la
célebre conspiracion de los españoles, cuya
falsedad ha demostrado últimamente Mr.
Daru en su escelerte historia de, la re-
pública de Venecia. El nombre de Mora,
casin, á quien el autor pinta como un hé-
roe, es propio de un delatar infame, y
de un espía imbécil, instrumento y vícti-
ma de la atroz política de los venecianos,
que fingieron la falsa eonjuracion del mar-
ques de Bedmar, para probar al rey de
España que no habian tomado parte algu-
na en la conspiracion verdadera del vi-
rey de Nápoles, á quien habian prometi-
do su auxilio para que se levantase con
aquel reyno.


Por tanto la accion de esta . tragedia
carece de fundamentos históricos, y falta.
á una de las leyes esenciales del género.
No hay grandes acontecimientos, ni per-
sooages célebres en la historia.cuyo nom-
bre solo inspire al espectador admiracion,
respeto é l 'iteres. El egemplo de la Jaira
y del Otelo no pueden salvar á Blanca y
lilontcasin; porque en cuanto al Otelo, sea
cual fuere la maestría con. que nuestro


43')
ilticjilez. - y su maestro T alma han . perfec-
eionado el caracter creado por Shakes-
pear,


, los hombres de gusto jamas mira-
rán ni al Otelo inglés ni al francés, como
un modelo digno de imitado]]; y en cuan-
to á la Jaira, el nombre solo del ilustre
y desgraciado LusiUn basta para inspi-
rar el interes histórico que se ;


necesita en
!á tragedia. Acléiiu aunque concedamos
que la accion de la Jaira es esclusivamen-
te novelesca podremos decir á los que quie-
ran inventar fábulas trágicas: parézcanse
,1 la Jaira


-las tragedias que escribais, y to-
Mad la accion de donde quisiereis: En Blan-
ca y Montcasin no hay un solo nombre
histórico; y es fuerza confesar que hay po-
cas acciones mas desatinadamente condu-
Cidas que la de ésta tragedia.


Su enlace está fundado en una con-
;iersacion casual entre Contarini VHCapelo
ál salir del senado. Capelo, que -aunque


aunque
es inquisidor, no tiene un corazon insen-
lible, enamorado de Blanca, hija de Con-
taríni, se vale de las quejas de ene.,
fundadas en las antiguas enemistades de
ambas familias para pedirle que lé dé á
su hija por &Osa,. como él medio mas
decente de -que Vuelvan á su casa los




438
nes que, segun II, le tenia usurpados
Capelo. Contarini aprueba el enlace, no por
ofrecer á su hija una boda ilustre, sino
por valerse . de la influencia de su futura
yerno para sus proyectes ambiciosos. Esta
escena es digna del saYriete de Juanito
Juanita; y sin embargó es la mas inte-
resante de la tragedia; pues en ella se for
Hila la tempestad que va á descargar sobre
los dos amantes. Es inutil decir que Blan-
ca ama con todas las fuerzas de su co-;
razon al joven y heróyce Montcasin, qu e
acaba de sallar á Venecia y que en pre-
mio de sus servicios, aunque estrangero, es
admitido en la clase de los patricios. En
esto se falta al colorido histórico: los ve.,
necianos no admítian jamas en sus asam-
bleas aristocráticas les estiangeros que-
estaban en sil serviCio: ni EsforCia , ni ÁlL
biani fueron nobles de Venecia, amigué
Mandaron muchos años los égercitos de la
república. Es verdad que solian apuntar
en el libro de oro á -.algunos soberanos de
Europa; pero en esté case él título de ciu-
dadanos:de Venecia era no frias que una
Señal de benevolencia de la :señoría, y no
concedia ningunos derechos. Mas • bien se
le perinitia la insertion en aquel libro á


439
los mercadores ó pescadores de Venecia,
que á las familias mas ilustres de otros
paises.


Tenemos, pues , los amores de Blanca
y Montcasin contrariados por la preten-
sion de Capelo y la ambicion de Conta-
rini. Pero el autor previendo que esta lu-
cha entre la autoridad paternal y las pa-
siones juveniles no bastaba para llenar los
cuatro actos que faltaban hasta la ca-
tástrofe, recurrió á les artificios dramáti
cos. El primero de todos que llena el se-


gundo acto, consiste en una equivocacion
de Blanca. Su padre le anuncia su pró-
ximo enlace con un héroe ilustre; y Blan-
ca que _no cree que pueda haber en el
Mundo mas héroes que su Montcasin, casi
interrumpe á su padre , para dar su con-
sentimiento y manifestarle su inclinacion,
persuadida de que su amante era el esposo
elegido. No es esto lo peor, sino que Con-
tarini, llamado con premura para ir al
senado, declara á Capelo las escelentes dis-
posiciones de Blanca. Nuestro inquisidor
viene á darla las gracias, y se las da efec-
tivamente en presencia de Montcasin, que
pone muy mala cara , porque su amante
k habia hecho concebir otras esperanzas.


Í




44°




•Capelo se va;
• Mentcas•in riñe, nianea


disculpa con el delirio de su amor qm.;
no la pe


•mitia pensar en ningun otro hem-
bre sino en él, y el acto acaba pidiendo
Montcasin perdon, y jurándose ambos
eterno amor. Todo esto es cómico; y tan
ageno de la dignidad, corno de la vero-
similitud trágica.


En efecto, ni es noble, ni es verosi-
mil que Blanca , aun cuando su padre
le hubiese propuesto por esposo á
easin , le interrumpa con viveza , corno sé
manda en lá acotacion.


Si señor: ya os entiendo, ( I ) pdre tnio:
Prometo oiledearros y humillarme (a).
Nunca ine ha 'sido adversa la fortuna:
Mas confieso, señor; que en este instante
La gloriosa (3) eleccion de tal esp4o,


Ya os entiendo á un padre que pro-
pone una boda, es la respuesta mas ridícula
que puede dar una hija..


(2) .
i Qué entiende Blanca por humillar-


ae Micho mas cuando la cleccion es .lortósa.
(3) L7eccion gloriosa de tal esposo reu-


ne la impropiedad y la trivialidad. Pero no es
nuestro ánimo criticar ni la .clocution , ni la
tersificacion castellana de esta tragedia. Bastl


44i
todos sus favor adniirahles


-Es sin dtida el mayor . . Vos impedisteis
Que mi ardiente pasion os declarase,
Disponed de mi suerte . . . Mas mi esposo
¿ Cómo no os acompaña á estos lugares?"


¡Terrible prisa! Y ¿donde , se ha viste
que una joven declare á su padre una pa-.
sion amorosa , antes de estar autorizada
para ello por la declaracion de su amari-
le y el consentimiento del autor de sus
dios? No hay medio • de disculpar este
episodio que durante un acto fatiga á log
espectadores; mucho mas cuando se pre-
vee que no tendrá resultados dramáticos.


Las escenas del tercer acto entre Con-
tarini y su hija, y entre Contarini y Mont-
casin, presentan una situacion escesivamen-
te vulgarizada en el teatro: Ya estarnos fas-
tidiados de la lucha entre la prepotencia
paternal y la constante é indomable pasion
de una joven. Pero la última escena dO


decir que su traductor es el mismo que tro-
e :6 los bellísimos versos del Otelo de duces
km una. prosa desmayada y sin construccion.
Tampoco hablarémos de la pobreza con que
en un mismo acto y ha sta ene 'una misma
cena se varia el asonante.




T


esté acto entre Capelo- y tóntarini.es
guísima adormecedora‹. Contarini disco!.
pa las dilaciones de su bija y trata de
calmar las sospechas qué IVIontcasin ha ins-
pirado á Capelo. Estas sospechas no tie-
nen tampoco resultado drámatico.


En fin llegamos al acto cuarto. Des-
pues de una larga é imita contestacion
entre Blanca y Constanza , su. confidentas..
acerca de si han


• de llamar ó no, á 14Iont-
1..asin, las quejas de la amante triunfan de
la resistencia de su amiga, y Montcasin
viene no mas que á hincarse de rodillas
y á hacer una fervorosa st'iplica al cielo..
La venida de Contarini y Capelo le obli-
ga á huir por la .


casa del embajador dé
Alemania, donde es preso y conducido
al tribunal de la inquisicion de estado.
Su delito es de muerte que sufre con'
resignacion , porque un ministro inferior'
de aquel tribunal le asegura que Blanj
ca se há casado aquella misma noche con
Ca pelo.


El quinto acto contiene el jucio y con=
denacion de Montcasin. No están mal des-
critos en él el secreto terrible del tribu-
nal , y la severidad atroz de la ley qué


-asesinaba eh silencio y sin reclamacionesi•


Pero el autor comete un gravísimo yerro
en hacer á Capelo firmar la muerte de
Montcasin. Aquel inquisidor es el perso-
nage cuyas opiniones son las del autor:
se le supone lleno de patriotismo , de
humanidad y de virtudes. ¿Cóino , pues,
le atreve Contarini para inclinarle á la
severidad á revelarle el amor de Montea-
lin y á escitar sus celos? Esta conducta
de parte del presidente de aquel horren-
do tribunal es baja y atroz ; y debia mo-
ver á Capelo á no firmar, antes de ha-
ber hecho pesquisas muy exactas. El 'a-
racter, que torna en esta escena res muy
diferente de lo que debia esperarse de él.
Cuando Contarini le descubre la pasiori
de Blanca y Montcasiii le dice:


A qué fin tal secreto descubrirme?
¿Por qué, debiendo ser su juez benigno;
Me convertís en irritado amante?"


Esta refiexion es indigna de un hom-
bre pítblico, aun cuando no hiera tan
Virtuoso corno se supone á Capelo. La
cualidad de rival suyo no debia
para nada en la sentencia qué lba á pro
nunciar.
Aun peor es decir:




44L
«Una sola palabra al triste re+)
Conducir puede al bárbaro suplicio."


¿Qué importa que Capelo rens& Cori-.
demir á muerte, y busque todos lós me-
dios de salvar al reo ? El ,presidente
hace una insinuacion pérfida que le re-
Cuerda sus celos, y se vé claramentente
que á pesar de la virtud que celebra en'
él Contarini, el 'amor ultrajado es quien.
firma la sentencia. Todo esto esatrói, digj,
no á la verdad del tribitnal que se repre.:
lenta; pero indigno del Caracter q4.se-
ha atribuido á Capelo. ¿Pero por qué el
autor pintó un inquisidor virtuosó y hu-
mano? Sin duda para que dijese lós úl-
timos versos de la tragedia , que son uná
ímitacion del (le Virgilio:
.Exoriare aliguis tiostris ex. ossi.Sus


«A denunciar tales horrores
A todo el universo voy volando:
Y si la edad presente no me atiende,
O no procura pronto remediarlos,
Mi voz hasta los siglos venideros
Vuestra negra perfidia eternizando,
Suscite uti fiero vengador, etc."


Este vengador , fiero ó no fiero,
Napoleon. La historia observará, que to-


445
da la Europa, vencedora de aquel hombre
estraordinario, aprobó la ruina de las aris-
tocracias veneciano y genovesa : pues no.
se han restablecido , cuando los demos
estados recobrados por él, han vuelto á
su antigua independencia.


En toda la pieza solo hay En verso
qué merezca quedarse en la memoria :


.«¡ Feliz quien reconoce sus delitos!
'Mas feliz quien perdona."


Todo lo demas es malo ó trivial. No
sabernos por qué se representa esta tra-
gedia, como no sea por dar á los espec-
tadores el placer de ver á Montcasin en
el garrote. Ese medio (le producir el terror
está ya desterrado de la buena tragedia.'
Está demostrado en medicina, que la vis..
ta de los suplicios no produce terror,
sino hasco.




44P.


Sobre un folleto comunicado por la
Miscelanea acerca de un juicio de


jurados.


Muy sensible nos es vernos tan fre-
cuentemente en la precision de disentir
del dictamen de nuestro estimabilísimo
amigo el editor de la Miscelanea: no
á la verdad en sus máximas y doctrinas
propias, porque de estas ya digimos en
el número anterior que eran las mismas
que á nosotros nos dirigen , sino de esa
facil condescendencia que tiene en admi-
tir artículos y aun folletos comunicados,
que sin este auxilio quedarla') probable-
mente • sepultados en un eterno olvido.


De este género es el que se sirve
incluirnos en su número 523, reducido á
la Defensa que ante el tribunal de jurados
de la Habana hizo el 12 de mayo úl-
timo el ciudadano don José .Árango , acu-
sado de subversivo en primor • grado de la
Constitucion política de la. Monarquía es-


447
paliola, por su papel intitulado : Soberanía,
y de cura acusacion fue absuelto por una-
nimzdad. Muchas son las reflexiones que
se nos agolpan, tanto contra el contenido
ele semejante papel , como contra la co-
nocida intencion del periodista que nos
le remite. Mas como este es el que nos
hace inmediatamente el dacio, justo es que
contra él descarguemos nuestra bien fun-
,dada .cólera.


Prescindiendo por un instante de la
4nconsideracion y aturdimiento que sie ► -
pre se echa de ver en un periodista por
.el hecho solo de publicar una sentencia
de absolucion, d quién no prevee inmedia-
tamente el pernicioso .egemplo que se va
á dar al público manifestando la posibili
dad de que se reunan en un mismo in-
divídun las dos calidades al parecer-tan
opuestas, como son las de acusado é ino-
cente.? ¿ Ignora el editor de la Miscela-
nea el voto que tenemos hecho los que
nos llamamos enderezadores de la opinion
pública, de pintar á todo acusado como
un criminal, y á todos los jueces que ab-
suelven como á otros tantos Herodes cor-
rompidos , venales y servilones ? Ni qué
pos importa á nosotros que se llevasen dos




448
mil demonios 4 Arango y á su folleto parí
venir con ese pretesto á enmendarnos la
plana sobre la verdadera significacion de
la palabra soberanía ?


Que se hubiera limitado á decir en
pocas líneas y con cierto ayre de impor-
tancia y de misterio la primera parte del
juicio, esto es , la declaracion de los sie-
te ilustradisimos jurados que fallaron ha-
ber lugar á la fórmacion de causa, nada
hubiera tenido de particular, y aún seria
muy pausible, porque con eso ya se pone
al público en espectacion, que es lo que
á todos nos interesa. Pero salir luego con
la pamplina, ó por mejor decir, con la
frialdad de que los tales siete no supie-
ron lo que se fallaban, y que 'labia un
subversor de menos cuando nosotros nos
estamos alampando por sUbversores , es
cosa que quita el juicio y escita nuestra
justa indignacion. Pero ya se ve se en-
contró con la ocasion de impugnar la sig-
nificacion que nosotros queremos dar á
la palabra soberanía del pueblo, y asi es-
tarla en su mano dejar de asirla por los
cabellos , como lo está en la nuestra el
dejar de dar una carda á cuantos no la
entiendan como nosotros. Apuradamente


459
esta es nuestra idea favorita , y mas qui-
sieramos que nos arrancaran un ojo de
la cara, que el que ni por un minuto se
le dejase á este que nosotros llamamos
pueblo sin su soberanía al canto. ¿En pul
diablos quiere ese . hombre que pase el
pueblo los ratos ociosos sino en sobera-
near á su placer, y qué otro servicio po-
demos nosotros hacerle en toda nuestra
vida mas que el de llamarle á boca llena
soberano arriba. y soberano abajo ? Y de7
Sengaliernonos que esto á todo el mundo


, .le gusta , aunque se le diga de mentiri7
alas; por que eso de estarse uno encen-
diendo los faroles de Madrid , ó acaballa-
do en su cuba desde las once de la no-
che en adelante con su soberanía y todo,
es cosa capaz de alegrar el alma á la misma
necesidad.
. En vano se nos dira que eso de que


la soberanía reside esencialmente en la na-
cion, no solo es cierto, porque asi lo ase-
gura nuestra ley fundamental, sino .porque
en analisis es una verdad de Pe-
dro grullo; mas que de aqui no se infie-
re que el pueblo deba tener el egercicio
de la soberanía : pero ahi está la dificul-
tad, es que en primer lugar nosotros pre.-


ri «remo


ti




46o
tendemos hacer creer que somos los des-
cubridores de este arcano, y en segundo
que queremos, y está muy en el orden
que queramos , ejercer la soberanía en
nombre del pueblo. ¿Sabe acaso el señor
editor de la Miscelánea, ni mucho menos
el seiíor Arango, cuantas y cuantas cosas
puede decir un predicador y escribir un
periodista cuando se le suben á las nari,
ces los humos de la soberanía ? Pues ha-
ga un dia la prueba, y verá lo bien que
se halla, y con qué facilidad se le vienen
á la boca hasta los mas solemnes dispara-
tes, sin que nada se le ponga. por delan-
te. Decimos disparates, no porque ellos
lo sean en la realidad, sino porque al,
guna vez suele no tener conexión el es-
tar un soberano con la boca abierta oyen-
do predicar á otro sobe,ano , y venir por


detras otro soberano y quitarle el relox


el pañuelo , como pudiera hacerlo el súb-
dito mas desgarrapado. Por eso decimos
que se notan algunos disparates, es de-
cir, inconexiones entre lo sublime de las
ideas que se escuchan, y algunas acciones
ruines que se ven , se sufren , y se ca-
llan.


Nosotros\ estamos tan encalabrinados


401
Con eso de la soberanía actual, cine á fuer-.
/a de pensar en ella, no sahé1nos verda-
deramente á quién liemos de llamar sáb.
dito; porque al fin en el mundo todo es
relativo ; y asi corno no puede haber guar-
dian sin que haya frayles en el convento,
tampoco puede estar ayroso un soberano.
sino tiene á quien mandar. Es cosa muy
singular y muy fuera del estilo que se ese .
tila en todas partes, que haya entre noso-
tros gentes que reusen la soberanía y se
hagan de pencas para engalanarse con ella,'
no costandoles mas trabajo que el que nos
ha costado á nosotros, ,que es absolutamente
ninguno. Bien sabe Dios que si hace al-
gun tiempo nos hubieran dado en 'llamar
soberanos á los habaneros ó á los del
barrio del Avapics, lo 'habíamos de haber
tenido por mote y por una especie de bur-
la ó de desprecio; Oró ahora sin saber
cómo y asi de bóbilis bóbilis nos encon-
tramos tan condecorados que casi da risa;
y par diez que seriamos muy tontos en des_
prendernos del egercicio de la soberanía,
supuesto que nos la dejan tener y nadie
se mete con nosotras.


Por estas Y otras muchas razones no
se puede comprender cómo han podido


1?.9.




46 2.
resolverse los jurados de la Habana á dais
por libre y absuelto de.culpa y pena á ese
reniinciador <le soberanías; porque una de
dos , ó en la Habana son unos tontos que
preSeren obedecer i mandar, ó aqui so-
mos unos canallas que estamos usurpan
pando un título y unas funciones que de
ningun modo nos corresponden. ¡Qué Va-
lientes calzonazos serian aquellos doce se-
llores en dejarse salir asi libre y sin cos-
tas á un escritor, que por lo menos menos
no puede negar que chocó con la opinion de
los buenos! ¡Oh quien hubiera podido de-
cirle dos palabritas al elido al honrado de-
lator, que á fe que no hubiera cometido
la indiscrecjon de denunciarle en un tri-
bunal de provincia, sino aqui agni en la
metrópoli, donde se miran y se pesan los
asuntos con mucha más madnrez y pro-
sopopeya! Ya ya le bubieramos dado aqui
el uso legitzmo de la libertad de imprenta
con que ha sabido engatusar á aquella po-
bre gente. buen seguro que no
habia entre aquellos jurados ningun licen-
ciado, ni aun siquiera bachiller, que hu-
biese estado en Lóndres, y hubiese estu-
diado alli landamentis todo eso del jury-
y del pilori , que él hubiera llevado.


bandera y hubiera hecho triunfar, como
siempre, la causa del delator. El hubiera
sostenido como en otras partes, que no
hay acto mas sublime de moralidad que
una buena paliza, y que los palos de los
jurados Consisten en una lógica peeidiar
suya, por la cual son árbitros de calificar
del modo que quieran y sobre lo que
quieran, sin atenerse á tenores ni á calaba-
zas. Y por último él hubiera conseguido
de sus docilfsimos compafierós, que ya que
no pudiesen resistir a los gritos de su
conciencia sobre la no subversión.. del
escrito, á lo menos le aplicasen la pena
de los estupradores 6 de los monede-
ros falsos.


En estos casos es .cuando se conoce la
irreparable falta de no tener én : estas Cor-
poradOnes uno 'que por lo menos se fi-
gure ,: que es literato, y á quien los
mas tengan una especie de temor y de
noble deferencia, como la que se tenia en
otros tiempos á los alguaciles. Ya se pue-
de apostar que entonces no hubiera pa-
sado aquello de. la Soberano-manía , porque
amen de la burleta, el hecho solo de po-
ner un- guion antes de que salga- á luz
ci Duxionarío de los guiones, se hu-




rr


101


:hiera calificado dé rebeldia manifiestd.
• Miren y qué bello modo de mover


al ánimo de los jueces dieiendbles, que
tuvo en mucho riesgo de ser Aro•cadd
én tiempo de los -franceses por defender
no sé qué de patria y . de independencia!
Por esa sola razon no hubiera faltado aqui
quien le condenase á doscientas horca en
lugar de una, porque si él' hubiese en-
tendido de achaque de patrias, se habriá
plantado en Cadiz antes y con tiempo, y
alli nadie estuvo á pique de ser ahorca,
do por los franceses.


Las citas de -1Ovellanos .tampoco vie-
nen al caso en matei'ia de soberanías, por-
que fuera de que no era hombre que
palmoteaba á los omniscios ( que somos
unos cuantos y no mas ), acá para en-,,
tre los dos, sepa el Señor Arango que
nia sus puntas y collares de servil , y co-
mo á tal le tratamos en los latimos me=
5CS de su vida. En cuanto al seilor Mar-
tinez de la Rosa vaya, bien se conoce
que e3 habitante de„hr Habana; y que ig-
nora á cuantos estarnos por acá de re-
rataciones.. ; Apostemos • á que alli no
han hecho mas que leer sus discursos;
y como ven que eh todos ellos. tiene


465
i'aiotr, piensan que este basta y sobra
para que aqui se la demos. ¡ Pobrecillos ha-
baneros, y que atrasados estan de noticias!...


Pero lo que sobre todo no podem,os
perdonarle, es 'que tuviese osadia para ci-
tar al Ced,zsor, porque esto es comprome-
ternos alla en la otra banda mas aun de
lo que estamo3 en nuestra tierra. No ne-
gamos que hubo un tiempo un que nos
tuvieron engaytados con esas falsas teorías


''dé amor al orden , respeto y venera-
cion al rey constitucional, y sumision á
las leyes; pero ya hace algunos meses que
hemos vuelto casaca , y tambien nos he,
mos metido á soberanos populares. Ver-
dad es que tenia alguna disculpa mies,
tro error, porque corno entonces no es '
tabamos en el secreto, caimos natural-
Mente en la torpeza de decir, que el amor
á la patria se pocha manifestar de otro
modo que abalanzándose á los sueldos;
que el bien de los pueblos consistia mas
bien que en frases, en beneficios efectivos;
que se pocha ser buen patriota sin ser ni
muy feo ni muy grosero; que podia con-
solidarse el régimen constitucional sin en-
trarse en esa tesoreria cómo en real de
enemigo; que la libertad y las leyes de-


464




4¿6


lian ser iguales para todos; que no sé
• debian conceder premios á los que des-
pues de haber desorganizado la hacienda
pública y encendido las mas ruines pa-
siones, habian puesto á la nacion al bor-
de del precipicio ; y finalmente que se


odia ser verdaderamente libre sin cubrir-
se de crímenes á cada instante: periS lue-
go que nos han hecho ver que todo Psto
era moda inconcusa en las revoluciones,
y que no párecerm que estabamos en re-
volucion sino se pasaban por' alto estas
frioleras, y que lo primero era echarla
de muy traviesos y de m. ity acalorados„y
por último que nosotros eranios anos so-
lemnes majaderos, al momento hemos va-
riado de ópiniorí , de lenguage y de Colorí-
do, como se puede echar de ver por este
y otros artículos:


Pero ve aqiii lo Malo qtie tiene el nd
saberse decidir á tiempo; mientras que no-
sotros seguimos la torpe senda de la 1210:-
deracion, todos los nuevos soberanos y so-
beranillos se fueron repartiendo sobera=
naMente los empleos grandes y pequeños,
y ahora que -Dios nos ha llamado á ver-
Uadero conocimiento y que nos qiiere;
iliós echar de bruces en la soberanía


;•1407.
popular , sale r los jurados• habaneros.
con decir que la tal soberanía nó tie-
ne sentido cernun: ¿ Y dirán luego ¿Ii_te
no hay fortuna en los hombres y en las
cosas?


Basta ya de Arango , de jurados y de
Miscelánea, y reservemos el último trozó
para ese oficioso amigo que ha costeado
la reimpresion de la defensa. En ahora
buena que en calidad de tal 'se prestase
gustoso á evacuar este ó cualqüiera otro
encargo que se sirviesen hacerle; pero ha-
1.)rá de perdonarnos si no le creemos una
Palabra de eso que dice dé que el pue-
blo alborozado le colmó de aplausos y le
llevó con música hasta su casa ; porqué
de la relacion niistná se infiere, que no es
posible que el auditorio que allí habia^
mereciese semejante nombre en el verda-
dero- sentido que por acá le damos. ¿No
ve que hasta el mismo reo se admira del
silencio que alli reynaba y del respeto con
que estaban esperando la decision de los
jueces? ¿Pues cómo se nos intenta per-
suadir que los que callan y respetan han
de hacer parte del pueblo ? Repetimos
'otra -vez, que nos perdone por ahora y
que procure en adelante no ebilftuadir




468
los veciuo3 de la Habana con el pue-
blo gritador , que es el que verdadera-
riiente esta erí ejercició de la soberanía¿


46


De la independencia de la tb tcs ta d
judicial en los gobiernos representativos.


La dignidad mas augusta , la mas mi-
ble prer og,ativa, y la comision mas deli
Cada que puede haber entre los hombres
en cualquier gobierno que vivan; es la
de ser uno el árbitro entre sus iguales;
terminar sus diferencias, y poder despo
¡arios con una palabra suya de los bie-
nes, del honor y aun de la vida. Por es-
ta razon en los primeros periodos de la
civilizacion de las naciones y en la infan-
cia de las sociedades, era el gefe supremo
del estado quien desempeñaba tan hon-
roso encargo, y administraba á los pue-
blos la justicia; y aun cuando compli-
cada ya la máquina del giibierno , y dis-
trabida á muchos objetos la aténcion dé
los gobernantes, fue preciso desmembrar
este ramo de la autoridad soberana , y
confiar la judicatura á rina clase particu-
lar de magistrados; siempre se reservó
;al príncipe su eleccion , el cuidado dé




47d
vigilarlos, la facultad de castigar sus pi•e.1
varicacioneS, y él benéfico derecho de t:Irri.
'piar el rigor de los fallos judiciales. Sin em-
bargo, habiéndose observado que' Siendo
el Gobierno el que elegia los jueces y el
que premiaba su celo ó castigaba sus des-
cuidos, é interviniendo directamente en
los negocios judiciales para deshacer er-
.róres 6 mitigar la severidad . de las sari.:.
tencias , egercia .demasiada infltiencia so-
bre los jueces y pocha abusar de ella
para oprimir/ la: inocencia, ó hacer que
se inclinaseia balanza del lado de la pa-
sión ; se ha procurado en todo buen sis--
tlíi de gobierno, rodear al urden judi-
ciario de tales garantías que deba supo,,
nerse fundadamente que los jueces, libren
de toda dependencia., no escucharán otra
-voz que la de su conciencia; ni tendrán
otro regulador de sus Operaciones que la
ley , de la cual son órganos y ministros.
Asi en las monarquías constitucionales,
aunque se deja al príncipe la faculta.clde
elegir y nombrar todos los jueces, y sede
encarga que esté á la mira de su conduc-
ta, lío se le permite deponerlos arbit •a-
riamente, y en la eleccio•misma, nuestra
COnstitucion le sujeta muy sabiamente


t


47 x
.1a propuesta del consejo de Estado; y 0.
este se le fijan tambien algunas de las
cualidades y circunstancias que lían de
tener las personas para que pueda propo-
nerlas , y con estas 6 semejantes precau-
ciones se asegura en todo pais, que no sea
Constantinopla ó Marruecos, lo que los
publicistas llaman independencia de la po!.
testad judicial. Esta independencia es una
de las primeras y mas importantes garan-
tías que la ley fundamental puede y debe
dar al ciudadano para que su persona y
sus propiedades sean siempre respetadas;
porque de poco le sirve al simple parti-
cular que haya un cuerpo legislativo muy
bien organizado y que haga.


muy buenas
leyes, ni que al poder ejecutivo se le La-
van coartado mucho sus facultades, si
puede temer con razon , que cuando á él
se .le ofrezca defender sus intereses pecu-
niarios ante los tribunales civiles , ó su
inocencia delante de los jueces criminales,
no sea la ley sino la voluntad, el capri-
cho ó la pasion de los hombres quien de-
cida de su suerte, y ó le absuelva 6 le
.condene en sus demandas. • ¿Qué le im-
portan al indivíduo dp una sociedad todas
ts teorias de los publicistas sobre la di-




472
vision y equilibrio de los poderes políti-
cos, si en estas utopias es despojado in-
justamente de sus bienes ó de su vida?.
La vida y los medios de conservarla y
de pasarla de una manera agradable, he
aqui todo el hombre : he aqui todo lo que
él pide y lo único que le interesa; y he
aqui porque el mayor beneficio que la so-
ciedad puede hacerle, es el de que nunca
sea privado ni de la existencia ni de las
cosas que pueden hacersela grata, sino cuan,
do él se ha hecho indigno voluntariamen-
te de la vida ó de las comodidades que
la hacen apetecible. Pero este benefi-,
cio no puede existir, si la Constitucion,
las leyes, y sobre todo la energia del gobier-
no supremo, no hacen imposible, en cuan-
to es dado á la humana prudencia, la par-
cialidad en los juicios ó sentencias de los
juzgados y tribunales. La Constitucion ase-
gura la rectitud é imparcialidad en los
jueces cuando por las cualidades que exi-
ge para serlo y por el modo de su elec-
don, se puede esperar que esta recaerá
generalmente en personas de instruccion
y probidad : y cuando por la inamovili-
dad que les concede mientras sean justos
é imparciales, los pone . á cubierto de ar-


473
.bitrarias remociones, cuyo temor ptidiera
hacerlos instrumentos de las interesadas
miral.


del Gobierno. Las leyes aumentan
estas garantías asegurandoks dotaciones con
que puedanvivir, sin tener que vender la
justicia ,


para acallar la voz de la pobreza;
tentacion tan poderosa que pocos resis-
ten á ella , conminandoles con gravísi-
mas penas si prostituyen su augusto mi-
nisterio , y especificando con mucha cla-
ridad los casos y modos de exigirles la
responsabilidad en caso de prevaricacion.
Fl Gobierno finalmente completa este sis-
tema de garantía, é independencias hacien-
do respetar las personas de los jueces, que
son mas que sagradas mientras ejercen la
magistatura , y protegiéndolos contra toda
violencia , insulto , ó amenaza con qz:e se
intente arrancarles una sentencia injusta
en cualquier materia que sea.


He isqui la doctrina general y corrien-
te en que convienen todos los publicistas,
sin que uno solo haya emitido hasta alio-
,ra una opinion contraria, haya puesto
la menor duda en uno solo de estos prin-
cipios tutelares; y lo que es mas, he aqui
unas ideas que en cierto modo pueden de-
,.cirse innatas en Ml


• corazon del hombre:,




474
por que en efecto en él las ha grabado con
indelebles caracteres el instinto de la con-
servacion. ¿Quién es el hombre que con-
ducido á la presencia del juez por sus crí-
menes, ó acaso por la sola apariencia de
crimen, quisiera que una multitud tumul-
tuaria se presentase en la audiencia, y con
el puñal levantado gritase al intérprete de
la ley : «condena á ese desgraciado que tie-
nes á tu vista y sino él y tú vais á mo.
rir á nuestras manos „ ? Y si nadie qui-
siera que siendo el reo ó acusado se ame-
nazara de éste modo al fine iba á pronun-
ciar el terrible fallo del cual depende su.
yida, ¿ habrá quién se atreva á intimidar
en iguales términos á los jueces cuando
vais á pronunciar en causa agena ? Y ¿se-
rán amantes de la Constitucion , amigos de
las leyes y partidarios de la libertad los
que en un gobierno liberal se atreven á
hacer lo cine no se tolera, pi se permite,
ni se ha visto jaulas bajo el régimen ar-
bitrario ? Y si semejantes violencias se di-
simulan, se dejan impunes, y se repiten?
ri qué 'es del orden ? ¿ qué se ha hecho del
imperio de la ley ? ¿ Para qué se habla de
libertad , de ilustracion y de filosofía ? No
se está repitiendo á cada paso , y es sin


465
duda muy cierto, que el objeto de las cons-
tituciones políticas , y el resultado de las
luces y de la filosofía es que los ciuda-
danos vivan sujetos á la ley únicamente,
y no á los caprichos ó pasiones de los
hombres-? Pues ¿ cómo pueden ser constitu-
cionales, liberales y filósofos los que subs-
tituyen su voluntad á la ley, y dictan con
amenazas los oráculos que han de pronun-
ciarse en el santuario /de TernisP Estamos
muy persuadidos de que los que s'e per-
miten tan sacrílegos atentados, lo hacen
llevados de un celo muy laudable en sí
mismo, pero muy funesto en sus conse-
cuencias , muy indiscreto y reprensible:
y por eso mismo nos dirigimos á ellos
con la confianza de que conocido el er-
ror, serán los primeros que le detesten,
se arrepientan y se horroricen. Les pre-
guntarémos , -pues, lo primero ¿cuando pi-
den ustedes á los jueces que condenen á
muerte á un acusado, estan ustedes se-
guros de que es reo de pena capital ? ¿ Han
visto ustedes el proceso ? ¿ Han examinado
bien la accion de que se le acusa? ¿ Está
probado legalmente que él es el autor de
aquel crimen? ¿ Han reconocido ustedes, y
pesado bien todas las circunstancias del


TOtW ix.




466
becho? ¿Estan plenamente 'convencidos
de que no hay ninguna que le disculpe
ó atenúe á lo menos la malicia? Es claro
como el sol que la ley le condena á muer-
te?: .¿ Su caso particular está previsto y
bien definido en el código? Nosotros
nada sabemos ni queremos saber de todas
estas quisquillas de abogados: el rumor
público dice, que el acusado ha cometido
un delito que nosotros calificarnos de ca-
pital, y queremos que se le ahorque, esté.
ó no probado el hecho, y haya 6 no ley
espresa que le condene.—¿Hay un solo
hombre no ya liberal y humano é ilus-
trado, pero que conserve en su alma al-
gun amor, algun respeto á la justicia, que
no se avergonzase de hacer semejante de'
manda, y de dar una respuesta que no
caria el mas cruel y bárbaro de los Iro-
queses ? Pues esta es en suma, la conduc-
ta de los que piden la cabeza de un reo,
sin haber examinado su causa, y la res-
puesta que dan tácitamente al terrible car-
go que se les hace, cuando se les dice que
no dándoles á ellos la Constitucion el de-
recho de aplicar las leyes sino á los jue-
ces nombrados por el Gobierno, deben
dejar á estos en plena libertad para que


467
Juzguen, segun su conciencia y el resul-
tado de los autos; y que intimidar á- un
juez con amenazas para que pronuncie la
sentencia que se le dicta, es el mayor aten-
tado que puede cometerse contra la Cons-
titucion ; pues derriba y destruye de un
solo golpe la distribucion , division , equi-
librio é independencia de las potestades
que ella ha establecido tan sabiamente en
beneficio de todos. Y si el juez ha sido
sobornado para absolver á un delincuente,
O imponerle una pena mas suave que la
que en rigor merecia ? — La suposicion es
falsa, y calumniosa en el caso particular
á que se refiere; pero concediendo que
no lo fuese, el remedio es muy sencillo.
Denunciar al gobierno y á las cortes tan
escandalosa y criminal prevaricacion, per-
seguir jui.licialmente al juez ó jueces que
hayan vendido la justicia, y obtener por
medios legales que se' haga con ellos un
egemplar que retray,ga á sus compaiieros
de imitar su iniquidad. Pero tomarse
la justicia por su mano, empezar por
querer asesinar al reo, bajo pretexto
que el juez le ha tratado con demasiada be-
nignidad, y amenazar de muerte al
bunal que no falló segun nuestro ea«;


T3o.




pricho, sobre ser el mayor ultrage, el ma-
yor insulto que se puede hacer á la hu-
manidad, á la razon y á la justicia, es
el camino mas seguro de acabar con el
-régimen constitucional , y el medio mas
infalible para hacer odioso hasta el nom-
bre de libertad. En primer lugar si se-
mejantes atentados se repitiesen, no ha-
bria un solo hombre de bien que quisie-
se ser juez en un pais en el cual asesta-
dos los puñales contra su pecho , se le dic-
tasen las sentencias que hubiese de pro-
nunciar ; porque no hay ningun hombre
de alguna probidad que quisiese verse re-
ducido á la dura alternativa de cometer
una injusticia ó de morir. En segundo lu-
gar ¿ qué hombre sensato querria vivir ba,
jo un gobierno en el cual, si tenia la,des-
gracia de ser acusado justa ó injustamen-
te de ciertos delitos, no pudiese evitar su
conderiacion , aun cuando los jueces re-
conociesen su inocencia? ¿ Quién no se
apresuraria , decimos, á huir de tal pais
de iniquidad? ¿ Quién no detestaria de una
libertad tan mal entendida ? ¿Quién no
blasfemaria de las llamadas ideas libera-
les, si veia que con este nombre se co-
honestaban el trastorno de la sociedad, la


469
subversion de todos los principios, la vio-
lacion de los derechos mas sagrados ? En-
tre todas las injusticias la mas odiosa, la
menos soportable, es la que se comete con
formas judiciales, á nombre. de la justi,
cia, y por los magistrados mismos que
debían administrarla. Y si esto , es asi cuan-
do la injusticia es efecto del error ó de la
malicia del juez , ¿ cuánto mas horrorosa
y terrible será la atrocidad, cuando
hija (le la violencia? Contra los errores \
ó arbitrariedades personales de los jueces
nos han provisto de remedio la Constitucion
y las leyes, autorizando las apelaciones,
y si estas no alcanzan, los recursos al tri,
bunal supremo; pero contra la violencia
á mano armada, ¿qué arbitrio tendrá el
desgraciado sobre cuya cabeza se descar-
gue el espantable martillo, ó cuyo pecho
sea traspasado por el acero que no de-
beria nunca mancharse sino en la sangre
de los enemigos esteriores ? Los que ó
aplaudieron, ó alabaron, Cdisculparon a lo
menos el primer atentado de esta especie,
cometido entre nosotros, ya pueden ver
el fruto que .se ha. sacado de aquella ac-
cion inconsiderada , y como ella sirve de
testo para que en las naciones estrange,-




470
ras, se desacredite y calumnie nuestra glo-
riosa revolucion hasta entonces pura y sin
mancha. Por esto rogamos á los que se
dicen sus defensores, que consideren bien
que violar la justicia , atropellar la auto-
ridad tan respetable de los tribunales, in-
timidar y amenazar á sus individuos,
no son buenos medios para acreditar y
hacer amables las nuevas instituciones.
Consideren que de nada habrá servido
quitar al poder y al favor el debil influ-
jo que antes podian tener en las decisio-
nes sobre negocios civiles, que eran las
únicas qué alguna vez querrian dirijir se-
gun sus miras ; si ahora se da á una
fraccion del pueblo un influjo mucho mas
directo , poderoso y terrible en las sen-
tencias criminales, harto mas importantes
que una declaracion de tenuta. Conside-
ren que, ninguna buena intencion, ningun
motivó por noble que se suponga, pue-
de justificar el asesinato, la violacion de
las formas, el , trastorno del orden, la des-
obediencia á las autoridades legítimas.
Consideren que á no ser en campaña ó
en defensa propia contra quien nos aco-
mete , nunca es lícito matar á un hom-
bre sino en egecucion de una sentencia


471
legal debidamente pronunciada. Conside-
yen que en este punto estan de acuerdo
la moral religiosa, la moral natural, la
Constitucion y las leyes. Consideren que
todo buen sistema de gobierno se funda
en el eterno principio de no hagas á otro
lo que para tí no quisieras. Y bien ¿quisie-
ran ellos que encerrados en una estrecha
prision, indefensos, sin tener ni aun
el recurso de la fuga, fuesen sacrificados
de una manera bárbara y atroz, solo por
que su juez no }labia encontrado bastan-
tes méritos en su causa para condenarlos
á muerte? Y si ellos no quisieran ser tra-
tados de este modo ¿cómo pueden tener
por legítima y heróyca una accion re-
probada por la moral del universo?


No recordariamos la escena horrorosa
á que aluden estas reflexiones , si á pe-
sar de la desaprobacion general que re-
cayó sobre tan negro crimen , no se hit,-
biera querido repetir en estos últimos dias.
Nosotros ignoramos , quienes hayan sido
los desgraciados á quienes un mal en-
tendido patriostismo ha podido cegar has-
ta el punto de erigir en heroicidad el
asesinato , y en acto sublime de libera,
lisino el desprecio de las leyes y la. de-,




472
sobediencia de los magistrados constittrzi.
cionales ; pero las precauciones tomadas
por el gobierno y el bando del señor ge-
fe político demuestran que hay todavía
algunos ilusos que quieren establecer el
imperio de la ley empezando por violar-
la , consolidar con crímenes espantasos el
régimen constitucional , y bañar en san-
gre la cuna de nuestra libertad. A estos,
pues, es a los que deseamos desengañar : á
estos es á los que queremos convertir.
Para ello sin insistir mas sobre las incon-
testables verdades que acabamos de incul-
car, les haremos una sola , observacion.
Dicen ellos , y nosotros lo creemos, que
son constitucionales , patriotas, y libera-
rales : y siéndolo debemos suponer que
desean ver establecido el juicio por ju-
rados en las causas criminales. Y noso-
tros les preguntamos : qué harán cuando
los jueces del hecho absuelvan , ,•como
sucederá muchas veces, á uno ó mas reos
acusados por delitos .políticos ? lran á
buscar á los jueces para matarlos, porque,
no hayan fallado á su gusto ? Y quién
acePtaria entonces el honroso cargo de ju-
rado ? Y qué seria de la libertad é inde-
pendencia que la ley asegura á estos en sus,


v


473
deliberaciones y juicios sino han de obrar
segun su conciencia, sino á gusto de los
que quieren que se ab.orque á todo el que
ellos suponen digno del último suplicio?
Decimos que de los acusados por delitos
políticos serán absueltos plenamente mu-
chos que en el sistema actual serian -con-
denados, sino á Muerte,. á gravísimas pe-
nas. estraordinarias ;. porque los jueces eger-
cen ahora un poder discrecional , por el
.cual aun cuando el caso de que conocen
no esté espreso literalmente en la ley, le
aplican por analogia otra que se refiera a;
los que tienen alguna semejanza con él:
y esta lógica forense va á desaparecen
el dia en que se establezcan los jurados.
Estos , si saben su obligacion y cumplen
con ella, no pueden salirse del caso ma-
terial que esté previsto en la ley por la
cual es acusado el reo, y no siendo ab-
solutamente idéntico , tienen que declarar
que no es reo del delito que se le imputa.
Y como es muy dificil que las leyes pre-
vean y definan exactamente todos los he-
chos, ocurrirán algunos en los cuales, por
no ser de íos especificados en el código,
será preciso absolver á los acusados. Esto
está pasando diariamente en Inglaterra, y




474
se verá en todo pais en que se proceda
por juicio de jurados en las causas cri-
minales. Asi el único argumento que se
hace contra este establecimiento benéfico,
es el de que con él quedan impunes muchas
acciones verdaderamente criminales que
serian castigadas, si se dejase á la arbi-
trariedad de los jueces suplir á la insu-
ficiencia de las leyes. Este argumento que
nada prueba contra la institucion de los
jurados, porque á él se responde y se res-
ponde muy bien, que vale mas dejar im-
punes noventa criminales que condenar á
un solo inocente , y que de esto hay mu-
cho peligro cuando el juez puede acomo-
dar leyes análogas, interpretarlas á su ar-
bitrio, violentar su sentido , y hacer de
ellas el hecho de Procustes ; es sin 'em-
bargo muy poderoso contra los que aho-
ra se quejan de que no se ahorca bastante;
porque ,pidiendo ellos mismos juicio por
jurados, piden un sistema en el cual- ha
de ser necesariamente menor el número
de los ahorcados. ¿Y qué? ¿ será un gran
mal para la sociedad que el verdugo ten
ga menos ocasiones de egercer su odioso
y terrible ministerio? Cuando la dulce fi-
losofía, esta hija del cielo, quisiera que se


475
pudiese abolir para siempre la pena capi-
tal , set lin los filósofos los que pidan
cadalsos para delitos que, aunque graves
pueden ser reprimidos y cast i gados con
otras penas, que sin acabar con . el indivi-
duo, le pongan en la feliz impotencia de
dañar, le corrijan , hagan de él un ciuda-
dano útil :y escarmienten á los denlas ?
Prescindiendo de estos efectos , y consi-
derado en sí mismo el castigo que se
subtituye á la horca , ¿ diez anos de pre-
sidio son acaso una pena ligera para de-
litos proyectados y no llevados á egecu-
cion? Si al que solo empieza á maquinar
y conspirar en secreto , si al que quiso
arrancar la piedra de la Constitucion , y
no pudo egecutarlo porque la vigilancia
de la autoridad le impidió llevar á efec-
to su criminal intento.: si al que habien-
do trazado un plan de contra-revolucion
no ha empezado todavía á ponerle en ege•
cucion ; si á estos, decimos, y á otros se-
mejantes reos se les condena á muerte,
¿qué otra pena mayor podrá imponerse
al que pasando del proyecto á la realidad,
hubiese degollado á los representantes de
la nacion , hubiese sublevado provincias,
y hubiese hecho la guerra al Gobierno es-
tablecido? ¿Qué código hay que no haga.




476
alguna diferencia entre el crimen inten,
tentado, el crimen empezado á cometer,
y el crimen plenamente consumado? De-
be tenerse presente tambien que los de
estos políticos, cuando felizmente no han
tenido el resultado que esperaban los de,
lincuentes, son de aquellos en que cabe
alguna indulgencia, porque ordinariamen-
te nacen de un error del,entendimiento,
y no de aquella incorregible malignidad,
de corazon, á la cual cuando un hombre
ha llegado ya por una serie de crímenes
atroces, se hace casi preciso esterminarle
como á . un a fiera de la cual la sociedad


L isio puede esperar ya mas que daño. Tal
'individuo es hoy enemigo de la Consti,
tucion y trabaja por destruirla, que cor•
regido y escarmentado con una prision
mas ó menos larga , no volverá nunca
á meterse en empresas d contrarevolu-
cion : porque no se contrae el hábito
de conspirar como el de robar ó matar.
El que se ha costumbrado á ser ladron,
no deja facilmente el hábito contraido ;
pero el que sale mal en una tentativa
revolucionaria , queda por lo comun es-
carmentado para siempre. Esta regla pue,
de tener excepciones ,. pero es bastante
general.


477


INDICE


de los artículos contenidos en el tomó IX
DEL CENSOR.


cc -


Discours de Af. Basterreche , député , pro-
noncé dans la séance de 2 3 février,I 8 2 r 3


Reynar despues de morir, comedia de Luis
Yelez de Guevara .


2 0
Carta sobre la Grecia y la Turquía . .




2 8
Del fanatismo y de la intolerancia , su com-


pañera inseparable


54
Apuntes para servir á la historia del 07i-


gen y alzamiento del egército destina-
do á ultramar , por el ciudadano An-
tonio María Alcalá Galiano




76
Reflexiones sobre el mejor sistema de de-


fensa nacional


8o
c• Cuál es la esencia del gobierno repre-


sentativo ?


Teatros. La Celosa de sí misma, comedia
ea tres actos, de Tiro, de Molina . . . 99.




1


1


478
Sobre la adulaciotz ''O
Esposicion que hace al gobierno la Socie-


dad titulada de Cataluña , sobre la em-
presa• que ha tomado á su caigo de los
coches-diligencias - 123


Sobre las conspiraciones contra el sistema
constitucional. 129


Contestacion al manifiesto del brigadier D
Joaquin Clarebout , uno de los desterra-
dos de Sevilla por la conmocion patrióti-
ca dcl 14 de abril último 2 44


Nueva constitucion y jesuitas en Nápoles 16 x
Teatros. Tambien hay secreto en la muger,


comedia en tres actos, de Calderon. . I 77
Sobre el egoísmo 187
Mapa de la Historia Universal, por don


José Herrera Dávila
199


Empréstito nacional de 3 4 o millones . . • 204
Discusion en la cámara de diputados de


Francia, sobre el sistema de enseñanza
nzátua


2 12
Tribunales 2 3 r
4nuncio 239
Guerra de la independencia 2 4
Teatros. Cecilia y Dorsan , comedia en tres


actos, por don Vicente Rodriguez de
Áfrellano. 268


479
Sobre el proyecto de regalar al duque de


Burdeos el palacio de Chambord . . 274
Mérito , fortuna , errores, crímenes y des-


gracias de Napoleon Buonaparle.
287


Nota
32o


.Aniversario del Censor


321
Concluye el articulo del número anterior


sobre el mérito y fortuna de Buona-
parte


327
Literatura. Del objeto moral de la tra-


gedia. . . .
3 56


Sobre las Cartas críticas del Compadre del
Holgazan
3 g


3$9
Diccionario militar: por don Federico Mo-


retti y Cascone , brigadier de los egér-
eitos nacionales, etc
J 392


Gramática razonada musical, por el
mis-


mo autor id
Carta del general Berton al señor baron


Mounier,
, director general de la po-


licía de Francia


402
De la hospitalidad


452
Reflexiones sobre la exortacion de don


Juan Olavarría á los miliciano; de
Irun , inserta en e! número 77 del
Espectador


423
Teatros. Blanca y Montcasizz , tilos T'ene-


1




/


cíanos, tragedia en Cinco actos, tra-
ducida al castellano por don Teodoro
de la . Calle. , 433


De la independencia de la potestad ju-
dicial en los gobiernos representativos. 469