NOTICIA.
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NOTICIA.
DE LOS PRINCIPALES SUCESOS


OCURRIDOS EN EL GOBIERNO


DE ESPAÑA
Desde el momento de la insurrcccion en i8o8 ,


hasta la disolucion de las Córtes ordinarias
en 1814;


POR


UN ESPANOL RESIDENTE EN PARIS.


..Explorando est veritas senzper, priús
Quáni stultá grava judieetsententia.


PEDRO.


En la Imprenta de P. N. IIOUCERON, calle de l'Ili-
rondelle, n.° 22.


1820.


QO




n p .WIL40444661041171041~449 ..... ,Y41,101.00101,.00.A.N,G41,


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DE LOS PRINCIPALES SUCESOS


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OCURRIDOS EN EL GOBIERNO


DE ESPAÑA
Desde' el momento de la insurreccion en i8o8 ,


hasta la disolucion de las CÓRTES ordinarias
en 1814.


T 4A. &paria de 182o no es la Eyaiza de 1808.
Así se explican algunos al contemplar el impulso
universal y casi simultáneo de esta nacion para re-
vindicar su libertad perdida , el qual ha llenado
de asombro y ad ► iracion no solo á los extrange-
ros, que no tienen ni pueden tener en general otros
medios, para juzgar del estado de una nacion opri-
mida y sin lengua , que los actos y operaciones
de su gobierno; sino, lo que es mas notable , á
muchos hijos de la patria, para quienes este suceso
ha sido no menos extraordinario y maravilloso que
para los extrangeros. Pero aquellos, que así hablan,
tan bien conocen la España del año 8 , como co-
nocian la del 2o, antes de la revolucion que tanto


1




( 2 )


1 re TS ha sorprehendido. Bonaparte, si bien con mayor
disculpa , no la conoció mejor que ellos : de aquí
su fatal invasion, y todas las desgracias que la si-
guieron. El sentimiento de libertad estaba en todos
los corazones, las ideas liberales en toda la clase
ilustrada; y estos elementos concentrados como las
materias de un volean por la opresion de un go-
bierno despótico, solo aguardaban la accion de un
imprudente, que alucinado con las apariencias de
supersticion y goticismo que cubrian la superficie, se
lanzase atolondradamente en el terreno, y con su
movimiento los pusiese en fermentacion. Así suce-


t-dió en efecto, y la explosion se verificó inmediata-
mente. No fué la ignorancia, no fué la supersticion la
que resistió á Bonaparte, sino un sentimiento de in-
dependencia, un sentimiento de pundonor, aconi-
pañados de un sentimiento de libertad; ¿ni como
podia faltar este en donde estaban aquellos, mayor-
mente en una nacion que para regenerarse no fué
á buscar á otra parte ni hombres, auxilios ex-
trangeros ?


Para conocer la España del ario 8 era menester
conocer todo lo que esta Labia hecho desde el
punto de la invasion, los medios de que se Labia
valido, el espíritu quela Labia conducido, los obs-
táculos que 'labia encontrado, las dificultades que
Labia vencido. Seis años de una guerra de extermi-
nio ni abaten su ánimo, ni distrahen su a teneio n del


( 5 )
grande objeto de establecer y consolidar su liber-
tad. No es Cádiz, no es un puñado de facciosos ó
exáltados los que hacen la guerra al despotismo ,
y sientan las bases de la prosperidad nacional ; es
toda la nacion , que lo quiere así desde el princi-
pio ; son sus Córtes , son sus verdaderos y legíti-
mos representantes; los quales terminan la obra,
y fixan para siempre sus destinos. Esta verdad, que la
ignorancia de los sucesos, acaso mas que la malicia,
nos hubiera aun disputado hace quatro meses, es
hoy incontrastable. El tumulto y estrépito de las
armas, el desden con que los conquistadores de
aquella época miraban los esfuerzos de la libertad,
el interes de Napoleon y de su gobierno en desfi-.
guiar los sucesos de la Península , impidieron du-
rante la guerra que se tuviese noticia de su ver-
dadero estado; y la paz, que debió ser el momento
de su felicidad y de su gloria, no ofreció á los ojos
de la Europa sino un pueblo oprimido y castigado
por la mano de un principe engañado, á quien ha-
bia defendido. Los monumentos de su libertad á
tanta costa erigidos , fueron derribados ; quema-
dos , ó recogidos todos los testimonios de sus he-
chos ; perseguidas las personas que osasen conser-
varlos, y la nacion condenada al silencio, ó al len-
guage servil de la adulacion y de la infamia. Hasta
el espíritu de partido, para congraciarse, se coligó
tanibien con sus enemigos; y hombres que se de-


1.


.G*3




( 4 )
cian ilustrados, hablaron como Bonaparte , de
España , é interpretaron como él sus heroicos es-
fuerzos.


Que extraño á vista de esto que los extrangeros
tuviesen tan pobre idéa de una nacion que hoy ad-
miran ? Si la hubiesen conocido, si hubiesen sabi-
do á fondo todo lo ocurrido en ella desde su prime-
ra insurreccion , la España les hubiera merecido ,
sin duda alguna , otra consideracion ; no hubieran
ido á buscar por comparacion la Turquía ; y su
sorpresa , ya que no su admiracion , hubiera sido
menor en estos dias.


El deseo, pues , de dar á conocer estos hechos
que la ignorancia, la envidia y un mal encubierto
despecho han desfigurado basta ahora , nos hace
tomar la pluma, no para escribir una historia digna
de ellos , y qual corresponde á una nacion que ha
sabido executar cosas tan grandes, sino para expo-
ner sumariamente y con imparcialidad los sucesos
mas notables , y hacer ver que el pueblo español
no solo pertenece á la Europa, sino que á pesar
de la inquisicion y el despotismo de tres siglos,con-
servaba todavia al tiempo de la invasion aquel es-
píritu de libertad é independencia, que tan célebres
ha hecho en todas las naciones sus antiguas leyes y
fueros.


No es, pues, nuestro intento en esta breve expo-
sicion hablar de los sucesos militares, que si bien


( 5 )
han llenado de gloria á la nacion , en medio cielos
reveses que era necesario sufriese , son mas conoci-
dos en Europa , así porqué el interes en desfigu-
rarlos, pasado el momento , es siempre mucho me-
nor, como porqué el valor y el carácter de noble-
za y bizarría,que reyna generalmente entre los mi-
litares, no les permite jamas disimular ni rebaxar ,
el mérito del enemigo á quien combaten. Tampoco
nos detendrémos á repetir los sucesos de Bayona ,
conocidos bastante bien por los escritos de algu-
nas personas que tuvieron parte en ellos. Solamen-
te nos ceilirémos á lo que menos se conoce , que
es la revolucion interior que se obró en el reyno,
y que comenzando, como era indispensable, por
la anarquía de pocos momentos, fue siguiendo sus
periodos, hasta que la nacion junta en Cortes con-
cluyó la obra de su regeneracion , por que todos
suspiraban.


iNvAninA la nacion española por un exército
extrangero y numeroso , dueño de sus plazas é
internado en la capital, sola, sin su rei ni principe
alguno de su familia, y sin otro gobierno que una
junta débil, é incapaz de resistir á las ordenes y á
la fuerza del impetuoso Murat , se levantó espon-
táneamente para defender su independencia y re-
peler la invasion extrangera. Casi simultáneamente




( 6 )
4se pusieron en insurreccion todas las provincias, y


en todas se crearon, como por encanto, juntas que
diesen direccion á este movimiento.Tal fué el senti-
mien to grande y generoso de una nacion, irritada al
considerar que á pretexto de regenerarla y hacer-
la feliz, un falso amigo viniese á dictarle leyes,
atropellando los derechos mas sagrados, y des -
fruyendo el principio verdaderamente vital y con-
servador de todos los pueblos , la independencia
nacional.


Este movimiento simultáneo que se executó en
todas las provincias sin inteligencia entre ellas, ni
acuerdo anterior, rompió naturalmente el centro
que las unía á una sombra de gobierno sin fuerza
y sin energia. Las juntas que se erigieron respec-
tivamente en cada una de ellas, no teniendo autori-
dad para mandar á las otras, ni razon fundada para
estar sujetas á ellas, quedaron como las provincias
en un estado de independencia , y sin mas lazo
en tre sí que el sentimiento uniforme que las daba
impulso á todas, y la necesidad de su recíproca de-
fensa. De este modo, sin pensarlo y en un momento,
la indignacion general cambió el antiguo gobierno
en un verdadero sistema federal aunque imper-
fecto. Hijas de las circunstancias las Juntas Provin-
ciales, se erigieron por aclamacion en casi todas
partes , como era natural en la efervescencia gene-
ral. Esto las hizo mas populares; los pueblos se
sometiéron gustosos á su direccion y gobierno, y


( 7 )
con su voluntad y consentimiento libre legitimaron
la autoridad, que con menos orden y regularidad
se rabian creado.


Reasumido asi el poder supremo por estos cuer-
pos , en los quales se encontraban los hombres
mas distinguidos de cada provincia y los mas no-
tables por su zelo y patriotismo ; juraron antes
de todo fidelidad y obediencia al rey Fernando ,
entraron en correspondencia , juntaron exercitos ,
declararon la guerra , y emplearon todos los me-
dios de seguridad y defensa. Los sucesos glorio-
sos de Baylen , Zaragoza , Valencia , y la batalla ,
aunque desgraciada, de Rio-Seco fueron el primer
ensayo de sus heroicos esfuerzos ; y el - enemigo
acosado tubo que abandonar la capital , y que re-
tirarse al Ebro. Entonces las Juntas, considerando
que sus fuerzas serian mejor empleadas si obede-
ciesen á una sola direccion, y deseando por otra
parte como toda la nacion la reunion de las Cór-
tes, que se consideraban como el remedio mas efi-
caz para acudir á tantos males ; trataron inmedia-
temente de restablecer el centro de unidad que
el primer impulso habia rompido , y convinieron
en formar un gobierno central, compuesto de in-
dividuos . de todas ellas, el qual tomando la di-
reccion general y única de los negocios , prepa-
rase al mismo tiempo la convocacion de Córtcs.


Este desprendimiento voluntario de la autoridad




( 8 )
1/6e exercian , y á que accedieron todas sin resis-


tencia, en consideracion al bien publico , al paso
que muestra la pureza de intenciones con que to-
das se empeñaron en la lucha , prueba tambien la
sensatez y el buen juicio inherente á la nacion. A
él se debió en efecto que nunca faltase zi España
un centro de autoridad , un lazo de union , que
la diese ser y existencia en medio del laccramiento
y dispersion de casi todos sus miembros , y la sal-
vase del peligro , haciendola triunfar de todos sus
enemigos.


La Junta Central compuesta de 56 individuos,
se instaló en Aranjuez en el mes de septiembre de
1808 no sin algunos obstáculos nacidos de un
cuerpo de magistrados que ya no existe (1.) , y que
sin haber hecho nada por la-causa de la nacion ,
ó mas bien, habiéndose sometido á la voluntad del
usurpador, tenia sin saber por que, y á exemplo
de los parlamentos de Francia, la ridícula preten-
sion de representarla. Mas la opinion general se
declaró contra ellos, y la Junta Central, despues
de instalada , fue reconocida no solamente por
todas las provincias de la Península , sino tam-
bien por todas las de América y Asia.


Entretanto Bonaparte , reforzado su exereito ,
envistió de nuevo v entró en la capital. La Junta


(r) El Consejo de Castilla.


( 9 )
entonces se trasladó á Sevilla , y continuó sus fun-
ciones basta' el mes de febrero de 3.8.10.


Siendo la convócacion de Córtes uno de los ob-
jetos principales de esta corporacion , se ocupó en
ella particularmente , y para proceder con mas
acierto en asunto tan importante , consultó á las
juntas provinciales , tribunales superiores , uni-
versidades, prelados, cabildos ecclesiásticos, ay un-
tamientos V otras corporaciones, cuyos pareceres
se diferenciaron poco en la sustancia. Córies y
constitucion era el clamor de casi todos los Espa-
iloles Córtes con una reprcsentacion mas natu-
ral y mas propia que la de las antiguas; y consti-
tucion que desterrase para siempre el poder ar-
bitrario , y que asegurando la libertad civil y los
denlas derechos de la nacion , la preservase de re-
caer en el fatal régimen que la Labia conducido á
la orilla del precipicio. Tales eran los sentimientos
de la España de 1808 y tal su modo de pensar.
Mas las dificultades que se presentaban, á causa de
lo-s diversos usos y costumbres de la nacion; el
deseo de dar uniformidad á la representa cion na-
cional y de llamar nuevamente á ella diputados
de América ; la suerte varia de las armas , y las
atenciones de una guerra como la que Espafia sos-
atenia, retardaron la execucion hasta el 1.° de ene-
ro de 181o, en que fueron convocadas para el 1.°
de marzo siguiente expidiéndose á este efecto la




1


/fi ( lo )instruccion para las elecciones, en las quales se
daba á la nacion una parte , dual jamas haba te-
nido , y se comedia otra á la América con quien
nunca se habia contado.


El temor de las reformas rcunia ya á todos sus
enemigos ; los quales se encarnizaban contra la
Junta Central á proporcion que esta avanzaba en
la grande obra de establecer una rcpresentacion.
La arnbicion , enmascarada con el zclo , afectaba
temores de una democracía , y pretendia que se
estableciese una regencia, que frustrase 6 difiriese
la reunion de las Córtes. La desgraciada batalla de
()caria, y la invasion de los enemigos en la Anda-
lucía, favoreció á sus intentos , y la Junta Central
obligada á abandonar á Sevilla , para poner á cu-
bierto de toda disolucion el gobierno de la mo-
narquía , se trasladó á fines de Enero á la Isla de
Leon ; en donde para dar á las operaciones admi-
nistrativas toda la actividad que las circunstancias
exigian , resignó su poder en cinco individuos ,
que fueron reconocidos por toda la nacion con el
nombre de Regencia. La América reconoció asi
mismo este gobierno , excepto Venezuela y Bue-
nos-Ayres que formaron juntas particulares que
los gobernasen hasta la vuelta de Fernando VIL


Estos sucesos impidieron el efecto de la pri-
mera convocatoria para el 1.° de marzo. La nue-
va Regencia , no obstante el particular encargo ,


( 11 )
que al tiempo de recibir su juramento le habia
hecho la Junta Central, para que llevase á efecto
la reunion de las Córtes , lo dilató (-lanto pudo ,
hasta que al fin la fuerza maravillosa de la opinion
publica la determinó en el mes de junio á convo-
carlas definitivamente para el próximo septiembre.


Verificóse en efecto la instalacion solemne de
las Córtes generales y extraordinarias el 24 de
septiembre de 18io en la Isla de Leon y baxoel ca-
ñon del enemigo. Seria difícil pintar el entusias-
mo general del pueblo y del exército ; lágrimas
de alegría corrian en abundancia de los ojos de
todos , y parceia que un presentimiento secreto
anunciaba ya á los Esparioles que con esta reu-
nion se asegurarian para siempre su independencia
y libertad..


Este es el Congreso Espaíml que algunos han
afectado llamar las Córtes de Cadiz ; expresion
que aunque verdadera y general en Espaíia , don-
de se dice igualmente las Córtes de Valladolid ;
las de Burgos, etc ; el modo con que de ellas han
hablado, no nos dexa duda del sentido en que han
querido tomarla. Por esto, antes de pasar á hablar
de sus decretos y disposiciones, diremos algo así
acerca de la formacion de este cuerpo , como de
su legitimidad; puntos sobre los que mas ha des-
barrado la ignorancia y mala fé de sus enemigos.


Las Córtes generales y extraordinarias de Es-




/71/ parta é Indias , instaladas en la Isla de Leon y
trasladadas á Cadiz en febrero de 1811 . , se com-
ponían primeramente de los diputados de las pro-
vincias , nombrados por todos los ciudadanos con
arreglo al método de eleccion , determinado por
el gobierno ; y de los de América nombrados por
todos los ayuntamientos ; 2.° De los de las Juntas
superiores de las provincias ; 3.° De los de las ciu-
dades y villas de voto en Córtcs ; y 4.° de los su-
plentes por los payses ocupados, ó que no habian
podido aun enviar sus representantes , como al-
gunos de América.


La justicia , las luces del siglo y la voluntad de
los Españoles, expresada por el órgano de la opi-
nion pública , exigian en España ..una representa-
cion verdadera , y qual nunca la nacion habia te-
nido. No se trataba de las Córtes de Aragon , de
las de Navarra, ó de Castilla , se trataba de las
Córtes de toda la nacion con inclusion dela Amé-
rica. Ni aun guando se hubiese creido en el siglo
19 que la felicidad de los pueblos pudiese estar
consignada entre el polvo de los archivos , ó que
debiese consultarse mas á lo que se habia hecho
que á lo que convenia hacerse, mas á una rancia
erudicion que á una sana filosofía , era posible
acordar entre si tan diversas leyes , tanto capri-
cho, tan varios usos y costumbres. Permítasenos
un momento de digresion para hacer verlo.


( 1.3 )
Despues de la destruccion de la primera dinas-


tía Goda , los nuevos rcynos que se fundaron pro-
gresivamente en España , al paso que se iba re-
conquistando de los moros el terreno ; adoptaron
usos diversos, y sus fueros, ó constituciones, aun-
que generalmente representativas, no eran unas
mismas ; diferenciabanse en puntos esenciales, y
aun las de unos mismos reynos variaban en di-
versas épocas. Que diferencias tau notables no se
advie,';en entre las constituciones de Aragon y de
Castilla , los dos principales reynos de España ,
sin hablar de Navarra , las provincias Vasconga-
das , y de los fueros ó costumbres de algunos dis-
tritos y ciudades ? En Aragon las Córtes consta-
ban de quatro brazos, ó estamentos ; en Castilla
ó no hubo en muchas Córtes brazos separados ,
ó guando los hubo, nunca pasaron de tres, ¿ Quan-
do en Castilla se conoció una autoridad como la
del Justicia de Aragon ? Quando un privilegio
como el de la Union? Privilegio que consistia
en el derecho de las ciudades para unirse contra
el rey, si obraba contra fuero , y que llamaríamos
ahora derecho de insu•reccion (i)?


Que alteracion no padecieron los fueros de este


(i) O magnum vincultun ac libe •tatis fundamen-
tara ! exclama Geroninw de Blancas , hablando de este


( 1 2 )


1




1
( 14 )


72reyno , guando tal privilegio fué destruido por
Don Pedro 1V, llamado el del puñal por este
suceso (1) ? Que tenian de comun sus Córtes an-
teriores al siglo 14 con las que se celebraron des-
pues ? En aquellas no se veia el clero ; en estas
componia uno de sus estamentos. Finalmente ¿ en
que se parecía la constitucion de Aragon del si-
glo 16 y 17 á la que habia existido antes de esta
época, y con que acabó Felipe II, decapitando
á su Justicia el desgraciado é ilustre Juan de La-
miza? Y para hablar de Castilla, ¿ que tienen que
ver los Córtes primeras celebradas en Coyanca en
1020 con las posteriores de Valladolid, Burgos y
otras ciudades ? Y qué estas con las celebradas en
Toledo en 1539 baxo Carlos V, y desde las quales la
nobleza y el clero no volvieron á parecer en ellas ?
¿ Ni en que se parecen las celebradas desde esta
época , y á que solo han asistido un cortísimo nu-
mero de diputados de ciudades, á las de los siglos
14 y 15, y á que concurrieron un gran numero de
villas y ciudades, que no vuelven á verse en otras?


Si eran pues tan diversas las constituciones de
España; si tanto influxo habían tenido los circuns-
tancias 6 el capricho; si nunca se habian adop-


(1) Sobre la destruccion de este privilegio vease á
Blancas en sus comentarios y las relaciones de Antonio
Perez.


(15 )
talo unas bases generales de representacion para
toda la monarquía, pues guando todos sus reynos
se reunieron baxo una sola cabeza , el despotismo
empezó á pesar sobre sus desgraciados habitan-
tes ¿ que otro remedio habia sino adoptar un mé-
todo nuevo, conforme al interes nacional y á los
adelantamientos del siglo ?


No se convocaron separadamente el clero ni la
nobleza por considerarse dicha convocacion vi-
ciosa , y contraria á Jos verdaderos principios (1);
Las provincias, juntas , y ciudades fueron repre-
sentadas indistintamente por personas de todas
clases y estados, excepto los regulares, á quie-
nes se consideró como personas que han abando-
nado . el siglo. Y qualquiera que sepa lo que eran
anteriormente nuestras Córtes, reducidas á solos
procuradores nombrados por los ayuntamientos
de algunas ciudades y villas , cuyos regidores no
tenian sus oficios por eleccion popular, sino por
compra , ó merced del rey en clase de perpetuos ,
ellos y sus sucesores ; conocerá desde luego que


(i) No se trata aqui de una cámara alta : esta puede, ó
no ser conveniente ; pero ni es viciosa ni contraria á los
principios: solo se habla de la representacion del clero y
nobleza corno ordenes del estado, y sin que formasen
cámara separada ; que era lo que solia suceder en Cas-
tilla, y Aragon, deliberando á un tiempo con los represen-
tantes de las ciudades.




( )
7/jamas hubo en España Córtes con una represen-
tacion tan amplia , tan natural , y tan propia
como las Córtes de Cudiz.


El gobierno hubiera podido contentarse con los
diputados de las provincias y juntas libres de la
opresion del enemigo. Aun en este caso unidas ,
como la estaban, en sentimientos todas las pro-
vincias de España , el interes nacional hubiera sido
mejor representado por la voluntad verdadera y
expresa de los pueblos que estaban libres, que
lo habia sido anteriormente por la imaginaria y
ficticia de los procuradores de algunas ciudades
y villas:de voto en Córtes, en cuyo nombramien-
to , como hemos dicho, no tenian parte los pue-
blos; pero el deseo de dar una represemacion di-
recta á todas las provincias , huyendo del anti-
guo y absurdo sistema , movió al gobierno á su-
plir del modo que porfia la falta de la representa-
cion verdadera, de que estaban privados los pue-
blos occupados por el enemigo. No pudiendo ellos
nombrarse sus procuradores , se los nombró el
gobierno , proveyendo asi á su necesidad é impo-
tencia; bien seguro, como sucedió, de que los
pueblos se lo agradeccrian un dia. Este fue el ori-
gen de los diputados que se llamaron suplentes;
los quales elegidos con arreglo á la ley por la plu-
ralidad de individuos de cada una de las provin-
cias que se hallaban en Cadiz en no corto número,


representaron


( )
representaron si no con el rigor que todos
deseaban, á lo menos como se porfia , á sus com-
patriotas imposibilitados por la ocupacion enemi-
ga, y siempre mejor, atendidas las circunstancias,
que los habián representado en las antiguas Cór-
tes los procuradores de las ciudades. El medio fue
tan conforme al gusto de las provincias, que las
'mas eligieron por diputados, luego que pudie-
ron, á los mismos suplentes, y de este modo su
n úmero que nunca fué inui crecido se disminuyó
insensiblemente.
- Ocioso seria , dcspues de lo que dexamos di-
cho , detenernos á hablar de la legitimidad de
este congreso , si no fuera que algunos extran-
geros mal informados , y alguno que otro Es-
pañol no mas bien instruido , han procurado
extraviar la opinion con falsas é impertinentes
aserciones.


Quando se trata de legitimidad de un go-
bierno en general , basta exAminar si ha sido
reconocido por la nacion libre y espontánea-
mente , y sin fuerza de ninguna especie que la
comprima. Habiendo esta , ni el consentimiento
mas explícito , ni cl mas solemne juramento pro-
baran otra cosa que el temor de la fuerza. Si
se trata de una representacion nacional , talvez
se querrá caminar su nombramiento, y si real-
mente ha sido formada por la mayoria de sus


2




( 18
/individuos i os , Ú por la de aquellos á lo menos que


estan interesados en su verdadera conserva-
cion y prosperidad. Una y otra condicion las
liallarémos reunidas en la representacion espa-
ñola. Las Córtes fueron reconocidas por to7
das las provincias de España , y por todas
las de América y . Asia , excepto Venezuela
y Buenos - Ayres; y esto libremente y sin que
fuerza alguna hubiese obligado á sus habitan-
tes á este acto de reconocimiento. Al contra-
rio , el estado de agitacion en que se hallaba la
América, y la occupacion que á tiempos ocur-
ria en España de varias de sus provincias por el
exército enemigo ; hubiera podido facilitar la
oposicion , si tales sentimientos hubiesen existido
en ellas. Lejos de esto las provincias ocupadas
se apresuraban por los medios que podian á
recono cer las Córtes , y apenas un punto era
evacuado en qualqucria de ellas , piando llegaban
al congreso pruebas de reconocimiento y adhe-
sion. Los diarios de Córtes y las actas del go-
bierno de aquel tiempo dan testimonios repe-
tidos de esta asercion. Si algun distrito no ha-
bía podido nombrar todavia sus disputados á
causa de los extrangeros , no tardaba un mo-
mento en verificarlo al instante que se hallaba
libre , sin aguardar ninguna orden del go-
bierno. Estos hechos deben consignarse en la


)
historia de este tiempo , y al paso que confir-


legitimidad de las Córtes , honran el
carácter lat r español , y dan de él la mas alta idéa.
Que se cite otro gobierno que tenga pruebas
mas grandes de un reconocimiento libre y espon-
táneo que las Córtes de Esp aiia.


Si pasamos ahora á considerar la mayoría de
individuos que concurrieron á su nombramiento,
veremos que los diputados nombrados por todos
los Españoles en Europa , y en América por
todos los ayuntamientos , componian un cuerpo
en cuya formacion Labia intervenido un número
mayor de votos que el que Labia concurrido
hasta entonces á la formacion de un cuerpo re-
presentativo, no solo en España , sino en otras
muchas naciones. Desde los primeros meses
de la reunion de Córtes hubo una mayoría
considerable de diputados nombrados directa-
mente en las provincias á que pertenecian ;
y guando la aprobacion y firma de la consti-
tucion , uno de los actos mas solemnes de la
representacion , Labia mui pocas provincias de
la España de ambos mundos que no tuviesen
sus diputados nombrados por ellas ; viendose-
sentados al lado de los del Perú los diputa-
dos de Extremadura , y al lacio de los de Ca-
taluña los de Filipinas. Expectáculo grandioso
de una nacion que abrazando ambos emisfe-


2.




7»7
( 20 )


/ ríos , veia en el seno de sus Córtes diputados na-
cidos en las extremidades opuestas de la tierra.
En sus caras se distinguia al Europeo , al Ame-
ricano-, al Asiático , y tal vez es el primer con-
greso del mundo , en donde se hayan reunido
individuos , que hablando la misma lengua , te-
niendo las mismas costumbres, y perteneciendo
á la misma nacion hubiesen nacido en climas
tan distantes, y tuviesen por antepasados hombres
.de razas tan diversas.


Si la nacion , pues , abandonada á sí misma ,
tuvo razon y derecho , para mirar por su con-
servacion , y defender su independencia; si res-
tablecida por un efecto necessario de este aban
dono en el gozo y posesion de sus primitivos é
imprescriptibles derechos se did un gobierno
que ha sido reconocido y consentido .


por todos
los Esparmles de ambos mundos ; si todas las
providencias de este gobierno han sido aplau-
didas unánimemente, y confirmadas por la obe-
diencia y consentimiento general de todas las
provincias de la monarquía , pues hasta las ocu-
padas por el enemigo fueron sucesivamente nom-
brando sus diputados á las Córtes sin reclama-
cion alguna , y dando su asenso con este acto ,
y su aprobaciori general á todo lo hecho por
estas ; si enfin todas juraron libre y espontá-
neamente la constitucion, que aquellas dieron,


( 21 )
y nombraron asimismo , con arreglo á ella ,
los diputados para las ordinarias que se junta-
ron después ; ¿ quien podrá dudar de la legiti-
midad de este congreso ? ni ¿ que gobierno po-
dra citarse mas legítimo que el de las Córtes ,
va sean las generales y extraordinarias que se
reunieron en Cádiz , ya las ordinarias disueltas
en Madrid en 1814 ?


Congregada la nacion en las personas de sus
verdaderos y legítimos representantes con po-
deres amplísimos é ilimitados para resolver sobre
los puntos de la convocacion (1) y qualesquie-


(I) La carta convocatoria á las provincias fue confor-
me á las intenciones, que desde el principio 'labia anun-
ciado á la nacion la Junta Central, proponiendosc en ella
como la principal ocupacion de las Córtes la de formar
una constitucion digna de la nacion española, y elevar
este pueblo generoso :I la dignidad de un estado liberal-
mente constituido. Asi lo exigian también las circuns-
tancias de la nacion, y la opinion general de los Espafioles;
los (piales estaban tan persuadidos de que las Curtes ge-
nerales y extraordinarias debian tener par principal ob-
jeto la constitucion de la monarquía, que aun don Pedro
Cevallos, cuyo voto no se tendrá por sospechoso, las ins-
taba para ello desde Inglaterra. En el diario de la sesion
de 7 de diciembre de 1810 tom. 1 se lée lo siguiente:-
u Dióse cuenta del escrito de don Pedro Cevallos, dirigido
desde Londres , en que después del reconocimiento que
hace 11 las Córtes, manifiesta lo conducente que será for-
mar la constitucion del reuno. »




( 2 2 )
7 ra otros , sin restriccion alguna ; emprendieron


estos su carrera , y comenzaron sus sesiones á
vista del enemigo. Sus discusiones solian ser
acompañadas del estruendo del cañon , y las
bombas caian alguna vez al rededor del salon de
las sesiones. Mas no por eso la discusion era
interrumpida , y los Padres de la Patria daban
con su valor aliento á los mas tímidos. Exem-
plo notable y digno de admiracion , que da,
como en la mayor parte de las cosas de Es-
paña , á los acontecimientos de su historia , un
carácter particular de grandeza y originalidad.


Desde los primeros pasos dieron á conocer á
la nacion sus dignos representantes quánto de-
bia esperarse de ellos , y la confianza y alegría
renacieron en el corazon de todos los Españoles.
Uno de los muchos fenómenos que presenta la
revolucion de España son las providencias sabias
que en sus Córtes se acordaron, las quales dan
una idea de las luces y sabiduría de sus individuos.
En efecto como imaginarse que una nacion , en
que por espacio de trescientos años rabia estado
encadenado el pensamiento de un modo qual
quiza no lo Babia estado nunca en ningun otro
pais del mundo , abrigase hijos en su seno tan
adelantados en el conocimiento de los progresos
del entendimiento humano , como los sabios de
las naciones mas libres é ilustradas ? Como creer


( 25 )
que á pesar de la inquisicion y del despotismo
político, de la mala educacion , y peor método
de estudios , de la dificultad de comunicacion ,
y del aislamiento casi absoluto en que estaba Es-
paña de las lemas naciones de Europa , en el pri-
mer cuerpo nacional que se reunió , se echasen
las bases de una constitucion libre , se decretase
la libertad de imprenta, se aboliese la inquisicion,
se reformasen los frayles , se disminuyese la in-
fluencia del clero, se removiesen las trabas de la in-
dustria , de la agricultura , del comercio , y todo
esto votado á una mayoría considerabilísima, y en
medio de las zozobras y cuidados de una guerra
la mas desoladora ? Este suceso tan notable es el
elogio de la disposicion natural de los Españoles;
y al paso que hace ver qual debia ser , y qual era
la España de 1808 nos prueba evidentemente quin
inutiles son todas las trabas que se ponen á los
hombres para mantenerlos en la ignorancia, y como
á pesar de los obstáculos, la luz de la verdad pe-
netra y se difunde por todas partes. Nunca hu-
bo en efecto sistema mejor combinado que el de
España para embrutecer una nacion , y vemos que
es la tercera de las grandes naciones en Europa
que trata de constituirse libremente y antes de
otras muchas, cuyos gobiernos han sido en los ul-
timos tiempos incomparablemente masilustrados..


En 24 de septiembre, día de su reunion , dieron




1
( 24 )


las Córtes su primer decreto, en el qual conside-
rando el estado de España, y queriendo al mis-
mo tiempo manifestar el principio que mas radi-
cal ► ente destruia las pretensiones de Bonaparte
declararon , sin diferencia de dictámenes , residir
en ellas el exereicio de la soberanía nacional , y
dieron por nulas las renuncias y transacciones
de Bayona , no solo por la falta de libertad con
que habian sido hechas , sino principalmente por
faltarles cl consentimiento de la nacion. Fieles á
su juramento,reconocieron y proclamaron de nue-
vo por su único y legítimo rey á Fernando VII
de Borbon ; establecieron las bases mas justas y
desinteresadas, para el exercicio de la autoridad,
y reservandose el poder legislativo en toda su ex-
tension , dexaron el executivo al consejo de re-
gencia en representacion del rey , y el judicial á
los tribunales.


Este decreto es el que algunos enemigos de las
Córtes han querido pintar despues como un tras,
torno del gobierno monárquico, aunque se reco-
nocia de nuevo al monarca uí, pesar de su salida,
de. sus renuncias, y de las huestes enemigas; como
un atentado contra los derechos del rev , aunque
se le proclamaba de nuevo en calidad de tal , de
legítimo, de ¡Mico, y se anulaba el título que el
enemigo alegaba para despojarle de la corona;.
en fin como una contradiccion con el juramento


( 25 ) 0'%1
anterior , corno si hubiese oposicion entre la so-
beranía nacional, que cxercia el congreso , no di-
ferente de la que las juntas provinciales , la cen-
tral , y el consejo de regencia habian exercido ,
y la que exerceria en sn caso el rey nuevamente
jurado y vuelto á su trono con una constitucion
representativa qual la nacion tenia derecho de
darse.


De este modo se propusieron las Córtes afian-
zar mas los derechos del rey, prevenir las miras de
la aMbicion , destruir todo germen de federalismo,
é ispirar mas aliento y confianza en todos los
Esparioles. La deliberacion fue pública , las inten-
ciones (lelos diputados puras y rectas, manifiesto
el sentido y objeto de la declaracion , explicado
despues repetidas veces en las Córtes (1). Nadie
ha podido tener dudas sobre esto, sino algunos que
malcontentos con el nuevo orden establecido ,
las han afectado de propósito para hacerle la
guerra.


Desde los primeros Bias de sus sesiones decretó
el congreso la libertad de la imprenta á una grande
mayoría , creyendo ser este uno de los mejores
medios para ilustrar y conocer la opinion pública,


(i) Veasc el discurso preliminar de la constitucion ex-
tendido par el diputado Argiiellcs.




ley proceder con mas acierto en la formacion y
arreglo de la constitucion.


Esta discusion ademas de su importancia es no-
table tambien porqué de ella tuvo orígen la distin-
cion de dos partidos , cuyo nombre y clasi(icacion
se debió al público exclusivamente. Para compl e-
hender bien esto, no sera fuera del caso, antes de
pasar adelante, decir algo en general del carácter, y
naturaleza de los diversos elementos de que se com-
ponia el congreso.


En este, corno en todos los cuerpos represen-
tativos , dos grandes divisiones comprehendian
la mayor parte de sus individuos. Un partido por
las reformas; otro contra ellas. El número de cléri-
gos era excesivo con respecto al de diputados, y aun
que muchos de ellos eran ardientes partidarios
de las reformas, los mas estaban en oposicion con .
ellas , así como otros pertenecientes á clases privi-
legiadas, magistrados , dependientes, del antiguo
gobierno , bien hallados con los abusos, y enemi-
gos de toda novedad que pudiese perjudicar á sus
intereses. Al decreto sobrela libertad de imprenta
precedieron largos y empellados debates, en los
quales comenzaron ya á descubrirse las ideas y
modo particular de pensar delos que sostubieron
la discusio n en pro , ó en contra. El público que.
deseaba con ansia que la imprenta fuese libre, y que
asistió con el mas vivo interes á las sesiones, em-


( 2 7 )
pezó á elogiar come liberales las ideas de los dipu-
tados que llevaban la afirmativa, y á censurar co-
mo mezquinias y serviles las de los contrarios; y
pasando esta denominacion delas cosas á las per-
sonas, como sucede comunmente , distinguió des.
de entonces con el nombre de liberales á los ami-
gos de las reformas , y tachó con el de serviles á
los que las impugnaban. Otra division existia , que
pudiera llamarse tercer partido, y era el de los Ame-
ricanos , el qual unido generalmente con los libe-
rales, se separaba de ellos cn ciertas qüestiones re-
lativas á la América. Pero en todos los partidos
hubo unanimidad , guando la qüestion era sobre
repeler al extrangero , y los hombres mas opues-
tos en sus opiniones, no se acordaban sino de que
eran Españoles, guando se trataba de la indepen-
dencia de su patria (i). Debe hacerse á todos esta


(1) Esto se vió de un modo mui notable guando el de-
creto de 10. de enero de 1811 , por el ,qual declararon
las Córtes nulo qualquier acto O convenio, que el rey
hiciere baxo el poder de Bonaparte , ó sujeto á su in-
fluxo ; protestaron no reconocer al monarca cautivo ,
sino guando se hallase libre en medio de sus fieles súb-
ditos en el seno del congreso nacional, y juraron á nom-
bre de la nacion no dar oidos á proposicion alguna de
acomodamiento, ni dexar las armas de la mano hasta con-
seguir la restitucion del mismo rey, y la total evacuacion
de España y Portugal por los enemigos , dexando asegu-


( 26 )




M
( 28 )


justicia, no menos que la de las buenas intenciones
de que muchos aun dclos serviles estaban animados.
Así se vió, en prueba de esta verdad, que hombres
que por falta de luces necesarias eran en un principio
adictos á la inquisicion , y á otras instituciones per-
judiciales, llegaron á ser sus mayores impugnado-
res, ilustrados con el tiempo, y con la luz que di-
fundian las discusiones. Hubo en los tres partidos
hombres eloqüen tes que se distinguieron mucho,
(1) y entre los liberales especialmente , los hubo


rada la religiou , y la 'absoluta integridad é indepen-
dencia de la monarquía. Este decreto que sirvió de fun-
damento á el dado en 2 de febrero de 1814 par las Cór-
tes ordinarias :t conseqüencia del convenio, entre Fernan-
do VII y Bonaparte en Valengay , fué votado nominal-
mente y á la unanimidad ; y dos diputados, uno liberal
y otro servil (Garcia-llerreros , y Esteban) 'que no ha-
hian podido asistir el dia de la votado!) , pidieron en
el siguiente que se les tuviese por conformes , y no se les
privase de la satisfaccion de poner su nombre entre los
<lemas que contenia el acta, la qual fue firmada par to-
dos. Si 1‘1* de Pradt hubiese tenido presente este hecho,
no hubiera estampado en su obra sobre la revolucion de
España que las Córtcs juntas en Cádiz baldan enviado
diputados á José, los duales se detuvieron en Sevilla á
la nueva dela batalla dela Albuera.


(1) Tales fueron en el partido liberal don Agustín Ar-
Odies ; el Sr


_Muñoz Torrero ; el Conde de Toren° ;
Calatrava; García-llerrems; rillanueva j


Antillon, etc.


( 2 9 )
sabios y de una grande instruccion en materias
de gobierno; los qualessostenian la discusion con la
palabra (1), ó ilustraban las comisiones con sus dic-
támenes, profundidad y extension de conoci-
mientos.


Decretada por las Córtes la libertad de la im-
prenta, fue mirada siempre con el mayor respeto ,
ylos papeles serviles gozaron dela misma que los
liberales , y aun abusaron de ella mucho mas que
estos, com puede verse por sus periódicos, en es-
pecial el Procurador y el Atalaya de la Mancha
(2) ; los quales no parece que escribieron sino pa-


En el partido opuesto los SS. Y nguanzo , Cañedo , Va-
liente, Gutierrez de la Huerta etc. En el Americano ,


7'eran, Leyva, Ari spe, y otros varios.


( i )


La verdadera discusiou no admite bien la lectura
de largas discursos trabajados de antemano, y en que que-
dan sin resolver todas las objeciones, que no han previsto
sus autores al tiempo de componerlos. Este método esta
desterrado con razon del parlamento ingles. En el con-
greso espaliol fueron mui pocos los discursos leidos;
casi todos fueron improvisados ; asi se encuentra en ellos
todo el calor é interes que produce la discusion sin aque-
llas digresiones, que inútiles á la qüestion no tienen otro
objeto que el deseo de lucir.


(a) Estos subsistieron despues de la vuelta de Fer-
nando VII en que la libertad de la imprenta fué supri-
mida como todas las instituciones liberales; pero se des-
mandaron de tal manera , fueron tales las calumnias y




( 5o )
ra desmentir lo que han asegurado algunos, de
que no se escribia en Cádiz sino lo que acomodaba
al gobierno.


Las Córtes se ocuparon poco despues de este
decreto en la destruccion delos derechos feudales.
En España el feudalismo no habia tenido la fuer-
za que en otras partes, ni habia echado en ella tan
profundas raices. Los derechos de caza y pesca ,
de molinos privilegiados , y otros muchos gravo-
sos y perjudiciales para los pueblos, aunque cono-
cidos en España, no estaban tan generalmente ex-
tendidos , como en otros paises. Con todo en Va-
lencia habia muchos privilegios que pesaban sobre
los pueblos, como tambien en Galicia ; y en todas
partes habia señorios y restos del feudalismo que
era preciso abolir , como se hizo en efecto despues
de una detenida discusion , y casi unánime-
mente (i).


Entre tanto una comision compuesta de 15
miembros (2) preparaba el proyecto de constitu-


groserias con que ensuciaron sus páginas, que el gobierno
aunque parcial suyo , tuvo que prohibir su publi-
cacion.


(I) El digno Arzobispo, de Santiago Illuzquiz á quien
alcanzó este decreto , representó sobre él á las Córtes,
fundandose en que los señorios que poseia no eran suyos
sino del santo apostol.


(2) Estos fueron Muñoz-Torrero ,Argiielles ,Espiga ,


cion que por ultimo se presentó al congreso. La
discusion de cada uno de sus articulos fue larga y
mui detenida , qual convenia á la importancia del
objeto , uno de los mas principales de la reunion
de Córtes , y se conduxo con todo el lleno de
luces y conocimientos que debia esperarse de una
asamblea que encerraba en su seno un gran nu-
mero de personas ilustradas. No entraremos en el
examen de esta constitucion que ya todo el mun-
do conoce , y sobre que puede formar juicio. En
ella al lado de disposiciones que podran conside-
rarse por algunos como defectos, se encontraran
los principios y fundamentos de toda constitucion
libre. Sin embargo liaremos aquí una ú otra ob-
servacion sobre ciertos puntos de ella, que habran
acaso merecido la censura en el juicio de algunos
sabios. Tales son primeramente la falta de una cá-
mara alta , como la de Inglaterra ; el no ser los
ministros miembros de la representacion , y la
disposicion de que los diputados no puedan ser
reelegidos.


No hay sistema alguno por excelente que sea
se considere en sí mismo , que pueda ser aplicable,
ni convenir á todas las circunstancias. Estas impo-


Oliveros, Perez de Castro , Fernandes de Leyva „Arra-
les-Duarez , Gutierrez de la Huerta , Perez raliente,
Cañedo, Barcena , Ric , Jaáregui , y Atendida.




M
( 32 )


sibilitan á veces en la práctica las mejores teorías,
y aunque esto sea una desgracia , lo seria mayor
todavía el adoptar un sistema , qualquiera que
fuese , sin atencion ninguna á ellas. En efecto sí
se desciende á exáminar el estado de España , y
las circunstancias y motivos que obligaron á jun-
tar la representación nacional, se verá la imposi-
bilidad de obrar de otro modo , y los bienes que
resultaron de estas disposiciones. El estado infor-
me de la nobleza en España , la multitud de no-
bles en una provincia y la escasez de ellos en otra,
la variedad y confusion 'de clases en esta misma
nobleza , la oposicion que se hubiera encontrado
en la generalidad de ella , si se hubiese limitado la
composicion de una cámara alta á los Grandes de
España solamente; en fin el descrédito general de
la mayor parte de estos , y su disposicion , á cau-
sa de su ignorancia y sus preocupaciones, initslien
á destruir que á conservar toda constitucion nue-
va , por mas privilegios que les . hubiese conce-
dido (i) , hacia no solo impracticable , sino per-


(i) Toda la independencia , toda la dignidad de un
miembrde la alta cámara ó de un Par no equivale en


laimaginacion de uno de nuestros Grandes b la distiucion
de la Gran-Cruz , dela entrada en el quarto del rey y
de los empleos de la servidumbre. Acostumbrados á mi-
rar el palacio , como la cumbre del honor, del brillo , y
de la fortuna , y poseedores por otra parte de grandes


jtdicial


( 55 )
judicial una segunda cámara : el objeto del legis-
lador en su fortuacion estaba, pnes,contrariado por
las circunstancias , y era preciso diferirla, en caso
que la experiencia y nuevas luces lo contempla-
sen necesario, á tiempos mas felices en que los gran-
des proprietarios y hombres acaudalados del esta-
do, v̀erdaderamente interesados en la conservaciou
de una constitucion libre , así por su ilustracion ,
como por el modo con que hubiesen adquirido es-
tas propriedades, pudiesen formar un cuerpo ver-
daderamente conservador.


Por lo que toca al punto de los ministros y á la
no reeleccion de los diputados, sucedió lo que en
todos los paises, (iando por primera vez se abre el
camino de la libertad , saliendo de la opresion de
un gobierno despótico. El recelo y la desconfianza
con que se mira todo lo que emana de él, hace que
todos anhelen en los primeros momentos por es-
tablecer barreras sobre barreras , y á veces sin mu-
cho discernimiento. Lo mismo puede decirse to-
cante á la reeleccion de diputados ; una excesiva


mayorazgos , una magistratura hereditaria, por elevada
que sea , no tiene aprecio para ellos en comparador ' de
estos objetos predilectos de su arribicion. Deben excluirse
sin embargo de este nlimero algunos Grandes bien conoci-
dos en la nacion por sus luces y amor de la libertad co-
rno el duque de Frias el marques de Villafranca, y otros.


3
o O


4
1zP




( 51.k )
delicadaa conduxo las Córtes á esta decision, que
en qualquier otra circunstancia hubiera sido inex-
plicable. Algunos políticos podran reirsc quanto
quieran de las causas que movieron á los indivi-
duos de las Córtes á estas dos decisiones, como
miserables y de poco momento al lado del gran
bien que resulta de la union del gobierno con la
potestad legislativa por medio de sus ministros,
y de la invariabilidad, y solidez de un sistema re-
presentativo , (piando los diputados que le com-
ponen pueden ser reelegidos ; pero es menester
que consideren que en paises , donde la libertad.
comienza , y en que los medios de sostenerla no
son generalmente conocidos , se arriesga mucho
en querer adoptar estas ventajas , porqué se atri-
buyen á los promovedores de ellas, miras persona-
les y de ambicion ; con lo que sus esfuerzos por la
libertad se desacreditan , y este descrédito puede
perjudicar mucho á su establecimiento. En Espalla
estas pruebas de desinterés , y desprendimiento
que han dado los individuos de Córtes, les han ad-
quirido una reputacion bien merecida que no se-
rá perdida para el bien y la prosperidad de su
patria.


Otro de los defectos mas notables que algunos
encuentran en la constitucion española. es la into-
lerancia religiosa que en ella se establece. Esta
decision, que seria seguramente un mal gravísimo


( 55 )
para otras naciones, no lo era en aquel momento
para Espaília• En esta nacion no 'labia mas que una
creencia , y ninguna clase, á quien esta disposi-
don perj udicase. La exclusion, durante tres siglos,
de toda religion que no fuese la católica ,'labia
desterrado de ella todos los (lemas cultos, y con
dificultad se hallarian individuos de otra reli-
gion , excepto tal qual extrangero establecido
en los puertos de mar por razon de su comercio.
El único mal que podria haberse temido de una
providencia semejante, era el de alejará losextran-
geros , cuya concurrencia, y establecimiento seria
tan conveniente en España; pero como por la
disposicion de este artículo no se exclusa su en-
tracia y permanencia de qualquiera creencia , que
fuesen ,sino únicamente el culto público de su re-
ligion no podia resultar de modo alguno este in-
conveniente , y pocos se hubieran retrahido por
esta circunstancia de ir á establecerse á Espaila
contando con la segn ri dad de sus personas y bienes,
y el libre exercicio de su industria que la constitu-
cion les ofrecia. Con el tiempo, y piando por me-
dio de la imprenta , y de la libertad establecida se
hubiese en este punto generalizado el buen modo
de pensar, haciendosc entender á todos (ian justo
y necessario es respetar todos los cultos ; y que
por otra parte el numero de extrangeros fuese mas
considerable; entonces el Español católico podria




( 36 )
sin escandalizarse ver al lado de su iglesia el tem-
plo protestante , como sus padres habian visto la
mezquita y la sinagoga antes que se introduxese
la inquisicion. Mas establecer la tolerancia , des-
pues de tres siglos de esta, hubiera sido ligereza ,
y dar pretexto á los clérigos para que alzasen el
grito con mas fuerza contra las reformas : ¿ Como
hubieran apellidado entonces al partido liberal ,
á quien, con toda esta circunspeccion, han tratado
todavía de ateo y de jacobino ?


Tambien se ha mirado corno enunciacion de un
principio abstracto , inutil , y acaso perjudicial en
su aplicacion la declaracion de la soberanía nacio-
nal. Pero si esta declaracion se juzga ociosa en una
nacion que tranquilamente , y de acuerdo con sus
reyes reforma su constitucion ; en España , aban-
donada de estos , traspasada, sin consultarse con
ella , y como una propriedad, á otro dueño, y que
en virtud de la abdicacion de sus principcs, sin
otro título alguno , era tratada como rebelde por
su resistencia; no podia menos de hacerse á la faz
del universo la declaracion solemne del principio
verdadero , en que se funda el derecho de todo
pueblo para defenderse, y constituirse, como lo
tenia la España , aun quando sus reyes la hubie-
sen voluntariamente cedido. ¿ Que nacion no hu-
biera declarado este principio en circunstancias
semejantes. ? En Espaila mismo se habia ya pro-


( 37)
'nunciado en otras no tan apuradas. Vease sino
el famoso discurso del condestable Rui Lopez
Davalo.s en la minoridad de Don Juan el segundo,
en la que ofrece la corona á su tío el infante Don
Fernando (i). Discurso eloqiientísimo y digno por
sus principios atrevidos y liberales de competir
con los mas señalados, que en nuestros dias se han
dicho, ó se han publicado. En él reconoce este
derecho de la nacion, como una cosa recibida y
acomodada al interes de los pueblos. Si de la de-
claracion pasamos á su exercicio , veremos poco
tiempo despues en Aragon , á la muerte del rey
Don Martin , que los rcynos de Valencia , Cata-
luí a y Aragon nombraron una junta , que se
reunió en Caspe para elegir el rey que mas con-
viniese, y escogieron al infante Don Fernando de
Castilla (2). En tiempos mas remotos se ven aun
muchos exemplos de esto. Don Alonso el bata-
llador habia dexado por herederos de sus -reynos
á los templarios : las cortes de Aragon, juntas en
Monzon , no se conformaron con esta voluntad ,
y eligieron á Don Ramiro el Monge , y los Navar-
ros á Don Garcia Ramirez (3). ¿ Que constitucion
puede tener en el dia acerca de este punto prind-


(i)Vease Mariana lib. ig cap. 5.0
(a) Zurita , Anales de Aragon , lib. 1i.
(3) Zurita Anales, de Aragon, lib. 1. 0 cap. 52 y. 55..




( 38 )
pios mas liberales que el fuero de Sobrarve, en que
dieron principio los fueros de Aragon? Llegó á
punto que Migo Arista, á quien alzaron por rey,
reconoció que si quebrantaba los fueros , podrian
los Aragoneses elegir otro rey, fiel, ó pagano (i).
Es de notar que la declaracion de la soberanía na-
cional fué casi unánime en las Córtes. Tal fué la
persuasion en que todos estuvieron de su necesi-
dad y conveniencia.


Por lo domas, la .constitucion establecia las ba-
ses fundamentales de la libertad , y prosperidad
nacional. En ella se aseguraba la libertad indivi-
dual, la independencia de los jueces, la publicidad
de los juicios, y se facilitaba á los acusados todos
los medios de defensa. El jurado se establece por
uno de sus artículos; pero se difiere ponerle en
planta basta el momento en que las .Córtes con
sus disposiciones previas creyesen que debia rea-
lisarse. La representacion nacional estaba mejor
constituida en ella que lo Babia estado nunca, y
la mayoría de los Españoles concurria al nombra-


(1) Zurita, Anales , lib. 1. 0 En España no asustaban
tanto como ahora estos principios, aun bazo los prínci,
pes de la casa de Austria 3 pues se representaban come-
dias , en que se recordaban estos antiguos privile-
gios: vease parte del juramento que hizo Iñigo Arista
en la comedia de don Francisco de Villegas intitulada
La Znéas de la Firgen


( 39 )
miento de sus diputados. La libertad de la im-
prenta , elemento tan esencial de los gobiernos re-
presentativos, era tambien una ley fundamental é
invariable. La administracion de las provincias ,
y de los pueblos se dexaba al cuidado de sus habi-
tantes, los (piales elegian entre ellos , y renova-
ban en periodos fixos los miembros de sus ayun-
tamientos y diputaciones provinciales, sin inter-
vencion alguna del gobierno. En fin se providen-
ciaba para lo futuro, estableciendo con mucha pru-
dencia , y tino los medios legales para alterar con
el tiempo lo que el juicio y la experiencia juzga-
sen digno de reforma.


Tal es en substancia el contenido de la consti-
tucion española. Las Cúrtes tuvieron la satis-
faccion de ver el inexplicable regocijo, conque
fué recibida su obra por el pueblo español , y el
aprecio que mereció aun en las naciones extran-
geras (i); habiendo algunos soberanos reconocí-


i) La Infanta doña Carlota Joaquina, princesa enton-
ces del Brasil y ahora reyna de Portugal , en carta de 28
de junio de 1812, escrita á la regencia de España, y
comunicada por esta á las Córtes, se explica en estos ter-
minos : « Llena de regocijo voy á congratularme con vo-
sostros por la buena y sabia constitucion , que el augusto
congreso de las Córtes acaba de jurar y publicar con tan-
to aplauso de todos, y mui particularmente mio; pues la
juzgo como base fundamental de la felicidad d indepen-




ciencia de la nacion , y corno una prueba , que mis ama-
dos compatriotas dan á todo el inundo, delamor y fi-
delidad que profesan ii su legítimo soberano, y del va-
lor y constancia con que defienden sus derechos y los de
la nacion. »


(t) Articulo 2. 0
del tratado celebrado entre España ,


y Prussia en Basilea á ao de enero de 1814. — S. M. Pru-
siana reconoce á S, M. Fernando VII , como solo legiti-
mo rey de la nionarquia española culos dos emisferios ,
asi como á la regencia del reyno que durante su ausencia
y cautividad le representa, legithnamente elegida por
las Córtes generales y extraordinarias, segun la constitu-
cion sancionada por estas , y jurada por la nacion. »


Articulo 5.0 del tratado concluido entre España y Ru-
sia eu Weliki-Louki ao de julio de iSia


— S. 111. el
emperador de todas las Rusias reconoce por legitimas las
Córtes generales y extraordinarias reunidas actualmente
en Cádiz, corno tambien la constitucion que estas han de-
cretado y sancionado. »


Articulo 5. 0
del tratado cutre España y Suecia fecha


en Stockohno á 19 de Marzo de 1813. S. M. el rey
de Suecia reconoce por legítimas las Córtes generales y
extraordinarias reunidas en Cádiz, así como la constitn-
clon que ellas han decretado y sancionado, »


dola expresamente (i). Todo el vecindario de
Cádiz , y la Isla de Leon , todas las tropas que
allí habia , llevaron su júbilo hasta el entusiasmo;
las provincias todas , asi en la Península, como
en ultramar, todos los exércitos , aun aquellos
Españoles que resiclian en paises extrangeros ,


( 4o ) ( )
celebraron la constitucion como mi bien inesti-
mable, y juraron en medio de aclamaciones su
observancia. Los consejos, y demas autoridades de
primer orden , las chancillerías , los prelados y
cabildos eclesiásticos , casi todas las comunidades
religiosas , y los principales ayuntamientos , las
universidades y denlas corporaciones literarias ,
todos , ó casi todos los establecimientos públicos ,
los empleados , una infinidad de personas parti-
culares dirigian á porfía sus espontáneos parabie-
nes al congreso , manifestándole su gratitud coi)
las demostraciones mas expresivas. Estos sucesos
son mui recientes , existen millones ele hombres
que los han visto , millones de documentos pu-
blicados que los comprueban. Ninguna institucion
humana ha sido recibida con tanta aceptacion ;
ninguna ley civil tan solemnemente jurada y re-
conocida. La prueba de estos hechos esta consig-
nada, como acabamos de decir, en mil testigos
y documentos el grito universal de los pueblos
en 182o ha venido á confirmarla.


Las Córtes extraordinarias continuaron tra-
bajando en la importante obra del edificio social,
y despues de haber con la constitucion levantado,
por decirlo asi , sus paredes maestras, trataron de
acabarle, y perfeccionarle con sus trabajos poste-
riores. Uno de los mas notables fue la abolicion
del famoso tribunal de la inquisicion. Aunque in-


«.00tz




( 42 )
directamente abolido por la constitucion , pareció
digno de la nacion española que un tribunal como
este, único origen tal vez de todos sus males , lo
fuese de un modo expreso y solemne. Acaso con-
tribuyó tambien á esto el haberle Bonaparte abo-
lido en su quartcl-general de Chamartin por un
decreto. Muchos liberales creyeron que abolir un
extrangero tan militarmente una institucion no-
table , qualquiera que fuese, era tratar á la na-
cion con poco decoro y miramiento ; y no faltaron
serviles (i) que dedugeron de este mismo hecho
un argumento en su defensa. La inquisicion es-
taba como suspensa en sus funciones desde la in-
snrreccion en i8o8, aunque sus partidarios no
perdian ocasion de instar por su restablecimiento.
Por el contrario el partido liberal de las Cedes,
desde el principio de la instalacion de este cuerpo,
no perdió ocasion de preparar la opinion para con-
seguir ((espires un triunfo completo. Los extran-
geros han parado poco la atencion en el verdadero
y mas terrible mal que este tribunal ha producido.
Horrorizados con el gran número de desgraciados,
que ha quemado 6 procesado, se limitan á impre-
caciones sobre esto , sin advertir que los excesos
de la inquisicion , en quanto á quemar y perse-


(i) Vease el discurso del inquisidor Riesco, en la (lis-
cusion del proyecto de decreto sobre la inquisicion.


( )
guir, eran hace dos siglos comunes en todas par-
tes. En Alemania, en Inglaterra , en Francia se
quemaba como en España , y si allí se celebraban
sus autos de fe, en Francia se executaban la St.
Barthelemy , y las dragonadas. En tiempos pos-
teriores esta especie de furor se dulcificó como en
toda Europa , y con dificultad se podra citar de la
ínquisicion en el mismo tiempo un hecho tan atroz
como el del caballero de la Barre en Francia (i).
Pero estos procedimientos mas ó menos duros ,
mas6 menos horrorosos, tenian en todas partes un
término, por que una magistratura clerical, tan con-
traria al espíritu del evangelio, corno al interes de la
sociedad, no estaba armada como en España con la
cxcomunion, y los tormentos para sostener el fana-
tismo y la ignorancia, y eternizar por su naturaleza
tan fatal institucion. En efecto, es m ui probable que
estetribunal hubiera luego sucumbido en medio de
sus atentados, si sus ministros en vez de ser ecle-
siásticos , hubiesen sido jueces legos. Sus intereses
entonces no hubieran sido los mismos , ni los
mismos tampoco sus medios de coaccion , la cava
de la religion no hubiera cubierto tambien el ma-
quiavelismo de la política , ni al terror de sus exe-
cuciones se hubiera añadido el respeto y venera-
cion tributados á los ministros del santuario. He


(i) Vcase á Voltaire; Alfiires célébres : le cri du sang
innocent , et le précis de la procédure




( 44 )
'5Y :quí el verdadero mal que aquejaba á la nacion y


que le fué mas funesto que lo fueron para la Fran-
cia sus guerras de religion. En estas , aunque ter-
ribles , la sangre que se derramaba en el furor de
las fácciones y en los campos de batalla, dió por lo
menos tono y vigOr á las almas en vez de degra-
darlas , y ya que, como dice Yoltaire , no acede-
rase , no ataja el paso á los progresos de la razon;
mas el tremendo tribunal con un sistema cons-
tante de opresion , y comun á todas las partes de
la monarquia , ponia obstaculos casi insuperables
al ingenio, y á los adelantamientos. Escudriria-
dora la inquisicion de las mas ocultas acciones,
persiguiendo al hombre hasta en el asilo del pen-
samiento, adonde la tiranía misma no alcanza ,
'labia como encadenado la razon ; y vigilantísima
por otra parte en la introduccion de libros ex-
trangeros , y en evitar que se propagasen ideas
nuevas habia retardado los progresos de la civili-
zacion. De aquí la situacion estacionaria , en que
quedó respecto de las otras naciones , y su atraso
en ciencias y artes. La nacion española se mani-
festó opuesta constantemente á su establecimien-
to ; y léjos de que se aprobase en Córtes ; las ac-
tas de muchas de las que se celebraron en el si-
glo 16, estan llenas de peticiones para su refor-
ma. En fin no ha habido ocasion , en que los
Españoles habiendo podido manifestar libremente,


( 45)
su opinion , no hayan clamado por su abolicioh.
Tal fué una de las peticiones de los célebres Co-
muneros en el siglo i6 guando la desgraciada guer-
ra , en que acabó la libertad castellana (1). La
discusion sobre la abolido ') de este tribunal en las
Córtes fué una de las mas solemnes y luminosas ,
y su resultado un triunfo completísimo en favor dé
las luces y de la filosofía. La votacion se ganó á una
mayoría de dos terceras partes ; y los que se opu-
sieron , exceptuando seis ti ocho, tampoco defen-
dian la inquisicion en la forma que existia , sino


(i) Generalmente en Europa se tiene mui poca idea
de esta guerra. En ella no se trataba de un partido , ni
era una querella de los Grandes contra el rey, ni un cm-
peño de sostener el l ' iteres de algunas personas : se tra-
taba únicamente de defender las libertades de Castilla- ,
de darles mayor latitud , y conservarlas contra los ata-
ques dela potesdad real, y de los consejos del rey. Fué la
primera guerra de este género en Europa. Su gefe el des-
graciado Juan de Padilla , de una familia mui ilustre de
Toledo , fué uno de los caballeros mas cumplidos de su
tiempo. Ucase la pintura que hace de él en sus cartas
Guevara, aunque enemigo suyo. Como el poder real pesó
desde entonces con tanta fuerza en España, todos los es-
critores que pudieron hablar de este suceso, ó lo hicieron
con mucha circunspeccion , ó con parcialidad. Por tanto
sus aserciones en favor de los comuneros tienen mayor
fuerza. Las Córtcs habian acordado quese erigiese un
monumento á Juan de Padilla.




( 46 )
pte qucrian reformarla. Corno era posible, en
efecto, no desear esto al saber su modo de enjui-
ciar , su sigilo espantoso, la proteccion que se da-
ba al delator , y el abandono y soledad en que se
dexaba al acusado? Así este cuerpo compuesto de
Españoles criados bazo el terrible azote de la in-
quisicion , hizo ver pral era la opiiiion verdadera
en este punto , luego que pudo manifestarse li-
bremente. De todas partes se dieron gracias al
congreso por su abolicion, y en ninguna hubo opo-
sicion , ni reclarnacion la mas mínima.


Las Córtes extraordinarias se ocuparon igual-
mente en la reforma de los frayles , su reduccion
y en poner un limite á la admision de novicios.
Tambien trataron de disminuir los bienes del cle-
ro , aplicandolos á la extincion de la deuda públi-
ca ; pero para todo esto se.adoptarou medios sua-
ves, huyendo siempre de todo extremo violento.
A los frayles se les facilitaba el medio de la secula-
rizaeion, y soles:aseguraban pensiones; y en quanto
á los cabildos eclesiásticos se suspendió la provi-
sion de prebendas , que no fuesen de oficio, ó no
tuviesen anexa cura de almas.


En fin el ramo de hacienda llamó tambien , y
con particularidad la atencion de las mismas Cór-
tes. Este objeto tan importante se dividió en
dos partes principales, á saber : sistema de con-
tribucion , y extincion de la deuda pública. La


( 47)
primera ofrecia grandes dificultades : el trastorno
y confusion en que se hallaba la nacion , la viciosa
administracion del tiempo de Carlos IV, y la ne-
cesidad de imponer cargas extraordinarias para la
continuacion dela guerra, eran tres circunstancias
que hacían ardua , y extremamente difícil qual-
quiera resolucion en esta materia. Uno de los gra-
ves inconvenientes de toda contribucion, es sepa-
rar de sus conductos naturales una porcion de la
riqueza pública para emplearla estérilmente. En
este mal inevitable, todo el bien .que puede hacerse
consiste en adoptar medios para disminuirle, ó pa-
ra que la porcion que se separa sea la menor po-
sible. Por desgracia la gran fuerza armada que las
naciones de Europa mantienen de continuo en
pié, y que por su naturaleza es tan costosa, exige
que los pueblos sean gravados sobremanera. En•
España, al paso que el enemigo iba evacuando la
península , eran necesarios medios y recursos
prontos, y el establecimiento immediato de un
sistema de hacienda. Los estrangeros habian alte-
rado en las mas de las partes donde habian per-
manecido , el sistema antiguo, ó le babilla modi-
ficado conforme á la exigencia de las circunstan -
cias , sin contar con las muchas exácciones , y re-
partimientos violentos. Si el método antiguo de
contribuciones hubiese entonces existido, las Cór-
tes hubieran hecho mejor sin duda alguna en con-




( 48 )
bVZ.


servarte por algun tiempo, á pesar de sus gravísi-
mos inconvenientes, y haberle modificado sucesi-
vamente , atendidos los males que acarrea siem-
pre una alteracion repentina en Materias de ha-
cienda ; pero este no era el caso , pues todo esta-
ba trastornado. Por otra parte ;el establecimiento
de un nuevo sistema presentaba tambien grandes
dificultades. La falta de noticias estadísticas , lo
agobiados que estaban los pueblos, y la necesidad
que forzaba , sin dar treguas, á tornar una provi-
dencia ; no permitian establecer un sistema qual
se hubiera deseado, y como con el tiempo se hu-
biera sin duda alguna verificado. Así se adoptó
por el pronto un repartimiento general con el
nombre de contribucion directa que aunque sen-
sible á los pueblos por las desigualdades que en
ella se notaron, lo fué mas por lo subido de la
quota , que era indispensable para mantener el
numeroso exército que entonces existia. Con el
tiempo , y con la reunion constante de la repre-
sentacion nacional, todo se hubiera mejorado : la
quota , acabada la guerra , se hubiera disminuido ;
las desigualdades hubieran sido menores ó hubie-
ran desaparecido con mejores datos estadísticos ;
y en las grandes poblaciones se hubiera qniza
adoptado un nuevo orden de contribuciones in-
directas. Los pueblos se hubieran tranquilizado
con la qüenta pública de su inversion , y con la


perfeccion


( 49 ).
.5"--6H,7;


perfeccion de la qüenta y razon, que se iban mejo-
rando mucho. En medio del exceso y desigualdad
del repartimiento, la razon sana de los pueblos, co-
nociendo por una parte la necesidad, la urgencia ,
la imposibilidad, por falta de datos, de un mejor
repartimiento , y convencida por otra (lel deseo
del acierto , y confiada en el zelo y vigilancia de
sus diputaciones , se sometió dócil y pronta al
pago de la imposicion.


La segunda parte del ramo de hacienda , la ex-
tincion de la deuda pública, se executó con mu-
cho pulso. Las Córtes empezaron por reconocer
toda la deuda pública , qualquiera que fuese su
orígen y naturaleza, y crearon despues una co-
mision llamada del Crédito público , que debia
ser nombrada por las mismas Córtes , é indepen-
diente de la tesorería. Tenia á su cuidado la admi-
nistracion de los bienes del clero , y demas apli-
cados á la extincion de la deuda, trabajaba con
ardor en su liquidacion , y la confianza se resta-
bleció á punto que los vales reales adquirieron
inmediatamente un valor , que no habian tenido
hacia muchos anos.


Lo dicho hasta aqui basta á nuestro parecer pa-
ra dar una ligera idéa , de las grandes, é impor-
tantes tareas de las Córtes extraordinarias. Pero
antes de concluir esta materia , permítasenos pov
via de disgresion > decir algo acerca del grande in-


4




( 50 )
• fluxo , que algunos extrangeros ligeramente han
atribuido á los ingleses en las deliberaciones de
este cuerpo. Para desvanecer sus aserciones, no es
menester mas que leer el discurso pronunciado
en 1816 por Lord Castlercagh en el parlamento,
en el qual tan injustamente habló del espíritu que
reynaba en las Córtes, conformandose con el del
sistema , que habia adoptado su ministerio en
aquella época. Sin embargo afiadirémos en con-
firmacion de nuestro propósito ciertos hechos ,
que harán ver evidentemente la falsedad de este
aserto.


Tres negociaciones importantes entabló el mi-
nistro ingles cerca de las Córtes á saber ; el comer-
cio libre con las posesiones americanas espailo-
las; la mediacion de su gobierno para la pacifica-
cion de las provincias levantadas en aquellas re-
giones ; y el mando del exército español al duque
de Wellington. Nada consiguió en las dos prime-
ras, y la tercera se verificó , guando ninguna ins-
tancia hacia sobre ella. La concesion del comercio
libre se difirió por dos razones ; la primera por
que era preciso formar nuevos aranceles , y esta-
blecer un nuevo arreglo de aduanas , para que
el comercio de la Península padeciese menos de-
trimento con esta alteracion súbita de relaciones
con las provincias de América : la segunda por-
qué adoptando el principio justo de la libertad de


( 51 )
comercio, era preciso darle toda la latitud quer:-.4;
en sí encierra, concediendo la entyada libre de
todos los puertos de América á todos los extran-
geros. La complicacion de tantos intereses pedía
tiempo pa, a su resolucion , y las Córtes se ocu-
paban en llevar á efecto este sistema, que debia
ser general para todas las naciones.


Por lo que hace á la mediacion respecto delas
provincias levantadas , las Córtes se negaron re-
dondamente á acceder á esta propuesta, así por-
qué creyeron que no convenia permitir que na-
ciones extrangcras se mezclasen en nuestras disen-
siones ; como porqué dos de las bases presentadas
por el ministro británico, estaban concebidas en
términos , que parecian envolver el reconocimien-
to de la independencia de las provincias en qües-
tion. No decidiremos aquí si las Córtes hicieron
bien ó mal en esto ; basta que probemos con este
hecho que los ingleses no tuvieron en las Córtes
el influxo que ha querido suponerse.


Resta el mando dado al duque de Wellington ,
el qua]. no se verificó hasta. despues de la batalla
de Salamanca en 1812. Anteriormente hábia sido
solicitado por el embaxador británico ; pero las
Córtes no creyeron entonces conveniente conce-
dérsele. Quando lo hicieron despues fué espontá-
neamente y sin haber precedido ninguna otra in-
sinuacion. Esta resolucion de las Córtes, -que,




( 52 )
tanto han censurado algunos , fué sin duda una
de sus mas acertadas disposiciones. Dos grandes
objetos dekian estas proponerse en todas sus de-
terminaciones : uno la independencia de la na-
cion , y el desembarazarse planto antes del ene-
migo que la oprimia : otra la defensa y seguridad
de las libertades nacionales. Para conseguir con
prontitud el primero, era preciso union y confor-
midad en las operaciones militares, lo qual no po-
día verificarse, dividido el mando entre muchos
gefes. Despues de la victoria de Salamanca , nin-
gun otro general tenia en su favor tanta opinion,
ni conciliaba tan bien todos los intereses como el
duque de Wellington. Los generales españoles
habian hecho servicios mui importantes á la
patria ; mas la posicion particular en que cada
uno de ellosse habia encontrado por efecto de las
circunstancias , no habia permitido á ninguno
señalarse sobre todos. El duque de Wellington
al frente de un grande exército y vencedor en to-
das partes, quitaba rivalidades , y añadía a gran
ventaja de combinar las operaciones de los alia-
dos con las del exército español. El mando de las
tropas era menos peligroso para la libertad nacio-
nal en manos de un extrangero que hubiese que-
rido abusar, que en las de un Español, pie hu-
Mes estado animado de siniestras intenciones.
Así se vió que el mando dado á Wellington en


( 53 )
nada influyó para la ruina del sistema liberal y de
la constitucion : la fuerza armada que estaba in-


mediatamente á sus órdenes , era una parte de. las
mas constitucionales del exército español; y hubo
divisiones , que sin consultar con la opinion de
su ..efe se ofrecieron á sostener la regencia con-
tra las intenciones del rey. La division , que man-
daba Elio en Valencia , fué la única que se ofre-
ció á destruir el gobierno constitucional, y esta
no estaba á las órdenes inmediatas del general
ingles. Esta es la verdad, sean quales fueren las
voces que los mal intencionados hayan hecho cor-
rer. Los Ingleses, pues , volvemos á repetirlo , no
tuvieron influxo alguno en las Córtes , ni estas
conservaron con ellos sino las relaciones amisto-
sas, que exigían las circunstancias y el recíproco
interes de ambas naciones. Esto sucederá siempre
con qualquiera otra nacion que - pretenda tener en
España mas preponderancia que la justa , mien-
tras el régimen constitucional sea el que rija ; y
si lo mismo puede afirmarse de todas las nacio-
nes libres, con mas particularidad puede asegu-
rarse de España, donde con tanto horror se mira
toda dominacion extrangera. Pero volvamos á las
Córtes.


Después de publicada la constitucion expidieron
estas lo mas pronto que pudieron , y con arreglo
á ella, la convocataria á las Córtes ordinarias para
1.° de octubre de 1813 ; confundiendo de este mo-




• /VI ( 54 )
do las calumnias de sus enemigos , que las acusa-
ban de que querian perpetuarse. Dieron todavía
otra prueba de su desprendimiento , guando repi-
tiéndose las instancias de varias partes del reyno ,
'para que continuaran por algun tiempo basta
dexar concluidas todas las reformas que se habian
propuesto; mandaron que no se volviese á dar cuen-
ta de ninguna solicitud de aquella clase. En efecto,
sus principales encargos estaban ya desempeñados.
Ilabian formado una constitucion que toda la na-
cion habia aplaudido , y libre y espontáneamente
jurado , y que habian reconocido todos los alia-
dos de España; la habian puesto en planta, y es-
taba en execucion , habiendo organizado todos los
tribunales y juzgados , todos los establecimientos
relativos á ella ,ó los mas pri ncipales. Habian estre-
chado su alianza con la Inglaterra, celebrado otras
importantes con Rusia, Prusia, y Suecia (1), y velan
el nombre español respetado en toda Europa.Dexa-
ban libre la Península de aquellos mismos enemigos
que el año antes las bombardeaban en Cádiz; dexa-
lan en pié un brillante ex ército dei8o mil hombres,
y disciplinado á un punto que no se habia visto hasta
entonces ; dexaban casi pacificadas las provincias
de Venezuela , y considerablemente disminuida la
insurreccion de las otras partes de América : babian
aliviado á los pueblos de una infinidad de gabelas,


Vease la nota á la pag. 4o.


( 55 )
y facilitado los medios para su fomento ; extingui-
do los estancos , reformado la hacienda y asegura-
do el crédito público. En fin, habian conseguido
á costa de tres anos de desvelos y tareas salvar el
estado , que apenas existía (piando se instalaron á
fines de 181o; y sino dexaban acabada la grande
obra dela felicidad pública , dexaban por lo menos
echados los fundamentos, y abierto el camino pa-
ra que las Córtes sucesivas con mas luces y expe-
riencia pudiesen terminarla. Ya era , pues , tiem-
po de que cerrasen sus sesiones, como lo hicieron
el i4 de septiembre de 1815, entre las bendicio-
nes y lágrimas de . ternura del pueblo de Cádiz ,
que con las demostraciones de su amor en aquel
dia recompensó á los diputados todos sus alpes y
los disgustos que habian padecido. Congreso me-
morable! Congreso único por todas sus circunstan-
cias , y que la posteridad no podra menos de mi-
rar con admiracion y respeto , así por su lealtad ,
patriotismo y constancia en las mayores adversida-
des , como por el zelo infatigable, el noble desin-
teres é incesante anhelo con que procuraron el
bien público


En 1.0 de octobre de 1815, abrieron en Cádiz sus
sesiones las Córtes ordinarias , las quales con mo-
tivo dela epidemia que se manifestó en esta ciudad,
se trasladaron á la isla de Leon, y de allí á Madrid
en cuero de i 814.. El artículo de la constitucion


5XY




( 56 )
que impedia las reelecciones , y que un espíritu
menos bien considerado de delicadeza y desinteres
habia dictado, comenzó á producir sus inconve-
nientes. Los hombres que se habian adquirido en
la nacion una reputacion bien merecida por su
probidad , su instruccion y sus talentos, y que ha-
bian sido como el alma y fundamento de todo lo
grande que se habia hecho en el congreso , no
pudieron ser nombrados; y la confianza que la na-
cion tenia en ellos, y que es , y debe ser el princi-
pio y la base de todos sus nombramientos , se ha-
lló inutilizada con estoy fué preciso, teniendo hom-
bres conocidos , entregarse á la aventura á otros
nuevos. Por fortuna muchos de estos, correspon-
dieron en un todo á las esperanzas que la nacion 'la-
bia concebido de ellos, y se mostraron mui dignos
de haber ocupado un lugar en las Córtes anterio-
res. Pero el clero (i) sobresaltado con las noveda-


( I ) Quando nombramos el clero , solo designamos la
clase , mas no todos sus individuos. Seria esto una injus-
ticia manifiesta , guando Muñoz-Torrero , Oliveros ,
Villanueva , Ruiz-Padron , Serra , Larrazabal , Berna-
beu , Copero , y otros eclesiásticos , diputados ya en el
primero , ya en el segundo congreso, han sido las co-
lumnas mas firmes del partido liberal , y miembros los
dos primeros de la comision de constitucion,y unos de los
que mas han trabajado en ella. Ni se crea que estan
red ucidos á estos los dignos eclesiásticos que comprehen de
el clero de España. Muchos párrocos , algunos obispos ,


( 57 )
des, y reformas que bacian á sus intereses una guer-
ya mas terrible que la de Napoleon , intrigó quan-
to pudo en todas partes , y logró influir en las elec-
ciones , ayudado de la inmunda caterva de repti-
les que nacidos entre el lodo y cenagal de los
antiguos abusos , hierven y se agitan guando em-
pieza á removerse.


Eran estos muchos , y de mui diversas clases ,
todos enemigos de las Córtes, y del sistema liberal.
Contabanse entre ellos, ademas de los apasiona-
dos de un despotismo ilustrado, secta nueva que
los males de la Francia, y el interes de Napoleon
habian creado ; todos aquellos, que lloraban en su
interior la destruccion de aquel régimen que basta


8o8 'labia hecho su fortuna particular , en me-
dio delas desgracias y calamidades públicas; los que
habian llevado á mal el glorioso levantamiento de
la nacion, y miraban como ilusos, y alborotado-
res á los mas activos é infatigables patriotas ; va-


ciertos canónigos , y otras personas condecoradas de la
misma clase llenos de luces, y con todas las virtudes de
su estado, aman la libertad, detestan la intolerancia ,110-
ran la ambicion y la avaricia de los de su estado, y por
nada suspiran tanto, como por ver separados de todo lo
temporal á los ministros del santuario , conforme al es-
píritu del evangelio ; protegida la religion por sí misma,
y restituida la iglesia al brillo y esplendor de los quatro
primeros siglos.


<11,10




( 58 )
ey‘


rios de los antiguos poseedores de scilorios, que ha-
bian las Córtes suprimido; muchos regidores per-
petuos de antiguos ayuntamientos, cuyos oficios
habian dexado de ser hereditarios por la constan-
cion , y sujetadose á la eleccion libre de los pue-
blos; algunos prelados, cabildos, y otras personas
eclesiásticas, descontentos por la supresion de pre-
bendas y beneficios inútiles ; por haberse declara-
do en la con stitucion que todos los españoles esta-
ban obligados á contribuir á las cargas del estado,b
y por haberse abolido el santo tribunal , que en
son de proteger la rcligion , era la mejor salvaguar-
dia de sus intereses ; tambien muchos magistra-
dos y jueces , á quienes se 'labia impedido la ar-
bitrariedad de prender y proceder á su antojo , y
reducídoseles á sus funciones judiciales, (piando
ellos amaban tanto las gubernativ as; la turba multa
de curiales , y domas oficiales de justicia , que con•
los juicios de conciliacion habian visto disminuirse
en tres (radas partes los pleytos , y que en las can-
sas criminales no tenian ya la facultad ilimitada
de prender, embargar , y sacar dinero á costa de
vcxaciones. Enfin , contabansc entre ellos todos los
hombres resentidos por vanidad , por envidia, 6
por una censura merecida ; todos los egoistas , to-
dos los malos ciudadanos que no estar bien con
ningun gobierno , ni tienen mas patria que á sl
mismos.


( 59) ›y>
Todos estos y otros muchos que seria largo enu-


merar , reunidos con el clero , sorprehendieron la
buena fé de los pueblos al tiempo de las elecciones,
y lograron reunir un gran numero de hombres de
mucho menos talento en general y recursos que
los seniles de las Untes anterioresssi bien mas osa-
dos y mucho mas indiferentes así á la aprobacion
del publico como á su censura.


De este modo los dos partidos de liberales y
serviles se manifestaron de nuevo en las Córtes or-
dinarias ; y aun puede decirse que existieron ellos
solos, pues el tercer partido, ó el de los América-
nos casi desapareció enteramente, habiendose reu-
nido al partido liberal. Con todo la faccion servil
fué mucho mas numerosa en estas Córtes que lo
'labia sido en las primeras ; pero su descrédito fué
tanto , por un efecto natural de sus escandalosas
maniobras , que la mayoría estuvo siempre de
parte de los liberales. (1)


Así las Córtes siguieron el mismo rumbo que
las anteriores á pesar de los facciosos, que hacian
todo lo posible por embarazar su marcha. Sostu-
vieron la constitucion , y los decretos y disposicio-


(t) Entre estos se distinguieron particularmente los
SS. Martinez de la Posa, Lepero , Ysturiz, Canga-dr-
plenas ,- Quarero , etc. En el otro partido no hubo nin-
guu hombre notable.




( )
servido, hubiera reparado en breve no solo los ---‘)9
males de la guerra , sino los que la habian acar-


les contaban ya un ano de fecha , y en algunas provin-
cias mas de un año. Ademas , ¿ quien duda que en todas
partes fueron nombrados constitucionalmente los diputa-
dos para las Córtes ordinarias ? Asi la conjetura que el
ingenioso autor forma sobre este supuesto , se desvanece
por sí misma , no teniendo otro fundamento. A la ver-
dad, si el acto constitucional de Espaita hubiese sido des-
conocido de los pueblos , si como la constituciou de 93 en
Francia, no se hubiese realizado , ó hubiese quedado en
proyecto, la unanimidad , y anhelo , con que todas las
provincias le han pedido y proclamado, sin consultar unas
con otras, hubiera sido un verdadero milagro, ó un he-
cho imposible de explicar. Mas supuesto lo que hemos
dicho, y supuesto Cambien lo que no es menos cierto ,
el aplauso y aceptacion con que fué recibido en todas
partes ; el milagro de la unanimidad desaparece, y nada
hay de admirable en la explosion , sino es acaso el mu-
cho tiempo que ha tardado. Los desgraciados Porlier , y
Lacy conocian bien estos hechos , conocian su nacion ,
la habian recorrido toda, y nadie deberá creer que se
arrojasen á tamaña empresa sin gran probabilidad del
éxito. Si no consiguieron el fin que se proponia su no-
ble y heroico ardimiento, no fué por que los pueblos re-
sistiesen todavia , ó no estuviesen dispuestos ; sino por-
qué no dió tiempo para ello la desgracia que acompaña
tan f•equentemente á los mas gloriosos intentns. Lacy
no llegó á hacer la explosion, la de Porlier apenas duró
quatro dias. Si como le sucedió á este por la traicion de


1( 6o )
nes de las Córtes extraordinarias ; se ocuparon en
terminar todos los trabajos que habian dexado
pendientes , y prepararon otros que faltaban para
el complemento de todo el sistema constitucional.
El congreso y la regencia estaban en la mayor armo-
nía; el pueblo de Madrid manifestaba su afecto á
ambas autoridades; las provincias empezaban á res-
pirar delos males de la guerra ; las diputaciones ,
los ayuntamientos trabajaban en todas partes con
zelo y actividad : Gefes politicos instruidos y llenos
de emulacion dirigianel movimiento, ayudandose
recíprocamente con sus luces y conocimientos. Un
interes extraordinario , una nueva vida , por de-
cirlo así , animaba á toda la nacion , gozosa y co-
mo fuera de sí con el nuevo sentimiento de su
existencia. Jamas la Espaila habia conocido un es-
tado de sociedad semejante (1). Si le hubiese con-


(i) Mr. de Pradt en su obra queacaba de publicar so-
bre la revolucion actual de España se equivoca guando
dice que la constaucioh no estaba en execucion (n'y <5 talle
pas mis en vigucur) , y que era un acto á penas conocido
de los pueblos peu-prés inconn u). La constitucion esta-
ba en vigor en todas partes , antes de la entrada del rey,
quanto puede estarlo un sistema nuevo. Todas las auto-
ridades constitucionales estaban en exercicio ; y á excep-
cion del pais evacuado ultimamente por las tropas fran-
cesas , en que acababa de plantificarse; todo el resto es-
taba ya gobernado por las leyes constitucionales, las qua-




( 62 )
reado una época de ambicion , 6 si se quiere , de
gloria : , y tres siglos de despotismo. Mas esta fel
cidad , como la del primer hombre, dehia durar
poco tiempo. El genio del mal *suscitando la envi-
dia , el orgullo , el egoismo de ciertos hombres
nacidos por su desgracia y la de su patria , hizo
caer á esta nacion de tan feliz estado en el abismo
de males que por seis años ha sufiido.


Al paso , pues , que las Córtes trabajaban por
consolidar el órden establecido , los serviles de
dentro y fuera de ellas multiplicaban cada vez
mas sus esfuerzos para trastornarle, y desacredi-
tar el gobierno. Libelos, injurias, calumnias , ma-
niobras clandestinas, todo les era lícito, corno lo
juzgasen conveniente. Ni el carácter del sacerdo-
cio , ni la dignidad del empleo ó de la magistra-


un sargento, una intriga ó un puñal hubiese acabado con
el inmortal Quiroga en el largo espacio de casi dos me-
ses ,en que ha tenido que sostenerse solo, y sin mas auxi-
lio que la firmeza de su alma ; la España en vez de liber-
tad , no verja ahora sino cadalsos, sin que debiese por
eso deducirse que la nacion no estaba aun bien prepara-
da. Por lo domas, son discupables esta y otras equivoca-
ciones en un extrangero, que amigué de gran mérito y
talento no ha podido tener á mano suficientes documen-
tos, ni consultar memorias ó escritos de españoles sobre
estos acontecimentos : la nacion ha estado muda hasta
ahora , y nada ha podido decir de lo que ha hecho.


( 63 )
tura, ni la religion , ni los juramentos, nada los
contenia en sus detestables proyectos ; y perdida
la vergüenza, el furor los arrastraba á los parti-
dos mas extremos. No se trataba ya entre ellos
de resistir ó formarse un partido regular y com-
binado de oposicion ; sus talentos no alcanzaban
á esto , y por otra parte veían d uela opinion ge-
neral vendria á hacer inútiles sus esfuerzos. Tra-
taban, pues, de derribar el edificio constitucio-
nal, y destruirle por los cimientos y no solo el
edificio , sino hasta la vida y el honor de los di-
putados mas beneméritos (t). Mas todos estos


O; Tal fué el objeto dela célebre trama del general
.Audinot , urdida por los serviles , y que por ser poco
sabida , merece que se diga algo de ella. Conociendo
estos que el modo de hacer odiosos á la nacion los prin-
cipales liberales , era presentarlos como corresponsales de
Napoleon y unidos con él en sus proyectos , buscaron
para este efecto á un miserable aventurero , él qual se
dexó prender por un regidor de Baza á fines de )815 ,-
diciendo que era don Luis Audinot , teniente general
frances , casado con una señora de Burdeos , y enviado
á España por Napoleon y su consejo de estado, como
espía ó agente oculto para la execucion de sus miras, de
acuerdo con muchos partidarios. Despues de haber com-
plicado como tales á muchos honrados españoles de
aquellas inmediaciones , hizo otra manifestacion por es-
crito en que repetia su clase , y el objeto de su viage á




( 64 )
.91


conatos , todos sus depravados intentos se es-
trellaban felizmente así en la firmeza y sabiduría


( 65)
de la parte sana del congreso , como en el jui-
cioso y recto modo de pensar de todos los bue-


España , que era el proyecto de establecer una repúbli-
ca con el título de lberiana , y á cuya cabeza estaba el
principe de Talkyrand. Nombraba á una casa de co-
mercio de Zaragoza, como la caxa general de los cauda
les que trahia para la empresa , multiplicaba el número
de supuestos partidarios en diferentes puntos del reyno;
decia que habiendo llegado á Cádiz y tratado de ganar al
diputado Arguelles por el influxo que tenia enlas Córtes,
lo habia ganado en efecto , conferenciado con él varias
veces en su casa , y puéstose de acuerdo sobre el esta-
blecimiento de la república ; añadia que para esto con-
tribuian otros muchos diputados , y la nobleza, y clero
ó gran parte de estas clases, y luego trazaba por el ma-
pa de España ciertas lineas de correspondencia, que
aunque desatinadísimas, eran la puerta para ir acusando
en todas las provincias á quantos se quisiese perder. El
Procurador general, papel servil , corno se ha dicho , pu-
blicaba inmediatamente las deposiciones del Audinot á la
letra , las quales debiendo ser tan reservadas , asi por su
naturaleza, como por el estado de, sumario en que se ha-
llaba la causa , no dexaban duda de la inteligencia de los
jueces con los serviles. El pueblo de Madrid conoció la
iniquidad y nadie osó sospechar á aquel digno exdiputa-
do , el qual representó á la regencia , pidiendo que se le
tuviese por parte en aquel juicio, y que se prosiguiese
este con todo rigor, y con la mayor publicidad. Nadie.
creyó tampoco en las provincias una calumnia tan grose._
ra, y todos los hombres de bien en varias partes del rey-


de


no se consideraron interesados en confundirla. La di-
puiacion provincial de Murcia de su propio movimiento
publicó una prueba auténtica , é incontestable de que no
Babia ningun general &anees llamado Don Luis Audinot.
En Alava , en Valencia y en otras partes se publicaban
iguales descubrimientos de otras falsedades contenidas


impostor. Unos averiguaban queen la manifestaciou del
no se conocia á tal hombre en Burdeos , ni á la señora
Con quien se suponia casado; otros que no extstia, ni ha-
bia existido en Zaragoza tal casa de comercio, y todos e-
Dos coinpetian en dar al público nuevas pruebas dela im-
postura. La Regencia hizo que se prosiguiese en Madrid
la causa hasta determinarla , y que fuese remitido el
reo, como lo fué en efecto poco despues de la entrada del
rey. Confundido posteriormente y reducido al silencio
por Arguelles en un careo delante del juez; fuese por ha-
ber visto con que hombre tenia que lidiar en el juicio,
por temor de la pena ó por remordimiento, dixo de al Ii
poco que tenia que declarar, exigiendo an tes que se le per-
donase la vida. Habiéndosele concedido esta gracia, declaró
que no era tal Audinot, ni tal general , sino un criado 6
dependiente de la duquesa viuda de Osuna y que se le
habia señalado un salario de 8o reales diarios y dádosele
órden para que se presentase á recibir instrucciones de un
canónigo, ó dignidad de la catedral de Granada. Conti-
nuó este miserable sepultado en un encierro donde cayó
enfermo ; y desauciado por los médicos confesó con el Gu-


5


le




( 66 )
nos. La verdad , y la razon triunfaban ; el amor
de las C6rtes y de la libertad prevalecia , y la
tranquilidad reinaba en todas partes. Pero la
tempestad que habia de desolar la nacion , y
traer sobre ella todas las calamidades , comenzaba
ya á fraguarse. El rey y Napolcon "{labial] ajus-
tado en Valencay un tratado de paz ; su fecha
8 de diciembre de 1813. Por él se obligaba el
primero, entre otras cosas, á hacer salir de España
á los Ingleses , y á restituir á los partidarios del


ra dela carccl , y ic entregó un papel cerrado para que
luego que él hubiese fallecido, lo abriera y publicara , ú
reservase su contenido , segun quisiese. Tambien le ma-
nifestó en una de las conferencias que tuvieron, que su
verdadero nombre era Juan Barteau Frances de naci-
miento , que habia estado en la trapa en Francia y Es-
paña , y que en esta habia servido como soldado en un
regimiento de Suizos. Habiendo recobrado la salud y
vuéltosele al encierro, cansado ya de vivir, terminó sus
Bias por un suicidio. Se-dice que estuvo sentenciado en
el presidio del Peñon de Velez de la Gomera, donde se
daba el título de Conde de Cominges, y se embriagaba
con freqüenCia. De all i pasó á Málaga en donde se fingió
obispo, y el de la ciudad se compadeció de d y le vistió :
luego se trasladó á Cádiz, donde se dió á conocer como
Arzobispo de Cuba , hasta que habiéndole hecho sospe-
choso uno de los periódicos (El Conciso), no se volvió á
saber de él. Era aficionado á la lectura , de edad como
de 46 á 5o años, tii,o de cuerpo y enjuto de carnes. MI--


1'4


( 67)
intruso sus empleos , honores , bienes y derechos.
Qualquiera que considere imparcialmente lo que
es una guerra nacional , una guerra cruel hecha
con tanto tesou y á tanta costa, no podra menos
de reconocer , como un efecto necesario, la aver-
sion general que debian acarrearse todos aquellos,
que habian ayudado 6 simplemente seguido el
partido del enemigo ,• por mas sanas y disculpa-
bles que hubiesen sido sus intenciones , 6 por
mas fuertes y poderosas que hubiesen sido para
ellos las razones que los decidieron. Esto esta en
la naturaleza de las cosas , y es el terrible inconve-
niente que debe acompañar siempre á la adopcion
de un partido, que declarado por la causa que sos-
tiene el enemigo, es mirado corno tal por toda una
nacion. Esta aversion, pues , el odio que se tenia
á Bonaparte , el recelo de su perfidia , la mas in-
decente y descarada de que haya exemplo en la
historia de los pueblos civilizados; lo que se debia
á los que nos habian ayudado en nuestra terrible
lucha , y el estado brillante que presentaban en-
tonces las operaciones militares, así de nuestros
exércitos como de los aliados; hacia que fuese
mal recibido del público este convenio, y mirado
con disgusto su portador el duque de San Carlos,
que Babia sitio asimismo uno de los plenipoten-
ciarios que lo habian ajustado , y firmado. ¡ Que
novedad para este, guando llegó íi la capital ! Todo




( 68 )


3" estaba mudado : en vez de una junta suprema ,
como la que habia dexado , ó de un gobierno ab-
soluto, regido por el capricho, ó por los consejos
de un ministro favorito, en medio de una nacion
muda ; se halla con una regencia dirigida por la
ley , y un gobierno representativo, sujetos uno
como otro al impulso irresistible de la opinion
pública, expresada y sostenida por la libertad de
la imprenta. Así sucedió que no fué bien despa-
chado : las Córtes se negaron á ratificar el tratado
conforme al dictamen de la regencia ; y con plie-
gos de esta para el rey , y sin la ratificacion , tomó'
la vuelta de Valencay este antiguo cortesano, poco
satisfecho del recibimiento que habia tenido en
Madrid , y nada contento, como se dexa enten-
der , ni de lo que habia visto, ni de la censura pú-
blica que habia merecido en los papeles su comi-
sion diplomática.


Las Córtes y la regencia sospecharon con fun-
damento las tramas de Bonaparte : la firmeza ,
y teson con que se le habia resistido , debian te-
nerle irritado ; y la libertad de Espín hacer tem-
blar en su trono al opresor de la Francia : así no
podia esta libertad ser á sus ojos un objeto indi-
ferente, y era niui probable que hiciese todos sus
esfuerzos para destruirla , y con ella á todos los
hombres capaces de sostenerla, y á quienes , como
nuestros serviles, habia ya designado con los nom-


( 69 )
bres de facciosos, y jacobinos. Tenia en su po-
der al rey, y lo que era peor que todo, rodeado
de hombres ineptos : ¿ Como, pues, no temer, en
estas circunstancias, con Napoleon de una parte
y tales consejeros de otra ? Por esto teniendo pre-
sente las Córtes el decreto de las extraordinarias,
de 1.° de enero de 1811 , reprodugeron aquella
resolucion , conformándose en substancia á lo que
habian propuesto la regencia , y el consejo de es-
tado , y dieron su célebre decreto de 2 de fe-
brero de 1814 , por el qual ordenaban ((Que si
Napoleon dexaba al rey volver á Espaila , entrase
solo la familia real con su servidumbre de Espa-
iloles; que in mediatamente que se supiese su llegada,
saliese á recibir á S. M. el cardenal, presidente
de la regencia , y que el rey viniese á Madrid via
recta , sin exercer su autoridad hasta hallarse li-
bre en el seno del congreso, y jurar en él la cons-
titucion ; á cuyo fin se le presentaria un exemplar
de ella , instruyéndole de estas disposiciones.
luego que llegase á la frontera , y le entregaria
despues el cardenal una relacion de los principales
sucesos ocurridos en aquellos seis arios últimos.,
para su cabal conocimiento. »


Por este decreto , desechando el tratado de
Valencay , dieron las Córtes una prueba á los
aliados de la determinacion firme en que esta-
ban de no concluir nada sino de comun acuerdo.




/É/ ( 70 )
Esto era lo que extgian la justicia y el interes , y
la buena fé de la España, mas bien que servir á
los deseos del que tan mal la habia tratado , ha-
ciendo con él separadamente una paz , que debia
aguardarse con mas ventajas , mas seguridad y
honor de un congreso general. Esta paz precipi-
tada y de sorpresa , que pintaron al rey Fernando
sus consejeros diplomáticos como la mas ven-
tajosa que se pudiera haber obtenido , aun des-
pues de una larga serie de victorias sucesivas ,
no tenia realmente mas objeto de parte de Na-
poleon que separarnos de nuestros aliados , y sus
enemigos , con la esperanza acaso de convertir-
nos contra ellos , si con la entrada del monarca ,
á quien de nuevo engañaba, previniéndole contra
aquellos que mejor habian defendido su honor ,
su trono y su gloria , lograba hacer que la na cion
retrocediese de nuevo al estado de nulidad que
tema al tiempo de su invasion , y de que él tan
contra su intencion , como imprudentemente la
}labia sacado. Por lo demas, este decreto de las
Córtes , dado casi á la unanimidad , volvió á ofre-
cer el exemplo de la union íntima que reynaba
entre liberales y serviles , guando se trataba de
Bonaparte ó de prevenir sus asechanzas.


Este que á la sazon , y segun el aspecto que ha-
bian tomado los negocios , no tenia ya interes
ninguno en conservar por mas tiempo á Fernando,


( 71 )
dispuso inmediatamente que volviese á España
con la esperanza sin duda de que sus insinuacio-
nes y las de su ministro La Forest habriau hecho
en el ánimo del rey toda la impresion que de-
seaba , y sin temor por otra parte de que sus fata-
les consejeros , á quienes conocia bien , fuesen
capaces de disuadirle , ó hacerle tomar una de-
ter minacion acertada (1).


(i) El canónigo Don Juan Escoiquiz , uno de estos
consejeros y el mas intimo entonces en la confianza del
rey, en la obra que público en Madrid á su llegada con
el titulo de Idea sencilla, etc. nos ha descubierto con un
candor admirable mil particularidades que no dexan du-
da de esto. Por él sabemos el contenido precioso de la
carta de Napoleon á Fernando con fecha de 12 de septiem-
bre de 1813 , en la qual le dice ; « Que la Inglaterra fo-
mentaba en España la anarquía y el jacobinismo, y pro-
curaba aniquilar la monarquía , y destruir la nobleza ,
para establecer una república ; añadiendo que no po-
dia menos de sentir la destruccion de una nacion tan ve-
cina , y que deseaba quitar h la influencia inglesa qua l-
quicr pretexto , y restablecer los 'antiguos vínculos de
amistad; para lo qual enviaba al conde La Foresr. » —
Por 61 sabemos tambien que este enviado confirmó Io
mismo de palabra, diciendo al rey que los Ingleses lo
habían destruido todo , introduciendo la anarquía y el
jacobinismo en España.... que no querian otra cosa que
erigir la monarquía en república , y que sin embarga
para engañar . al pueblo, en todos los actos públicos po-




( 7 2 )
El rey fué recibido en la frontera de Cataluila ,


por Don Francisco Copons general en gefe de
aquel exército ; habiéndosele instruido de todo
segun las órdenes de la regencia. Pareció es-
tar conforme , y aun gustoso con la constitu-
cion , y los decretos de las Córtes , mientras per-
maneció en esta provincia , y se abstuvo de exer-
cer ningun acto de autoridad en ella : desde aquí
en vez de pasar directamente á Valencia , se di-
rigió á Zaragoza , y aunque esto era ya contra el
decreto de las Córtes, no se extrarió porqué se
dixo que el rey deseaba ver las gloriosas ruinas
de aquella ciudad heroica. Llegó en fin á Valencia,


nian al rey á la cabeza, etc,Todo esto hizo impresion en
el rey , pues guando envió á San Carlos con el tratado ,
le encargó (son palabras de Escoiquiz) que examinase el
espíritu de la regencia y las Córtes, pues ya sospechaba
que era el de la infidelidad)"jacobinismo. Si sospechaba
ya el rey guando envió á San Carlos, guamo no se confir-
maria en sus sospechas , guando llegó este de vuelta ,
resentidisimo, como era natural, de su mal recibimiento
y despacho ? Qualquiera podra inferir por otra par te que
clase de personas rodearian á este cortesano , mientras
estuvo en Madrid ; que informes daria al rey su amo ;
quanto no se fortificaria en este su primera prevencion ;
qual seria en lin á la entrada en Cataluña la disposicion
de los ánimos de toda la comitiva , haciendo en ella pa,
pel tan principal los mismos San Carlos y Escoiquiz ?


( 73 ) .5:97
en donde encontró al cal .. denal presidente : allí ,
no tardó en hacer sospechar la aversion cori que
le hacian mirar el gobierno establecido. Inmedia-
tamente acudieron á Valencia los serviles de todas
clases , de que hemos hablado , los descontentos,
los que por su anterior conducta en los principa-
les cargos que habian mal desempeñado , ó por
sus escritos sediciosos , se habian atrahido el odio
y animadversion pública; en fin muchos hombres
ya exécrables en la opinion general , que todos
conocen , y que nos abstendrémos de nombrar.
Estos llamaron á otros , y apoderandose entre to-
dos, por decirlo así, de la persona del monarca,
le engañaron, le intimidaron de nuevo , le hicieron
creer que la nacion estaba opuesta á aquel gobier-
no , y levantando de este modo un muro de se-
paracion entre él y su pueblo, realizaron el plan
que 15apoleon se habia propuesto.


Pero lo que apenas podria creerse, á no ser
tan positivo, es que diputados nombrados por las
provincias en virtud de la constitucion y confor-
me á ella , encargados por los pueblos de obser-
varla y sostenerla , y que habian jurado previa,
y solemnemente á la faz de las Córtes y del pú-
blico , guardarla y hacerla guardar ; olvidando
despues el origen de su reprcsentacion , el tenor
de sus poderes, su encargo y sus juramentos , re-
presentasen al rey, para que no la jurase, y para




( 74 )
que disolviese el congreso. Esta representacion,
monumento eterno de oprobio y abominacion
para los que la firmaron, fué entregada clandes-
tinamente al rey por uno de ellos , que se dirigió
para este efecto á Valencia , mientras que sus com-
pañeros continuaban en las Córtes, representando
el papel de diputados constitucionales (3).


En este estado , habiendo el general Elio, no
menos perjuro y prevaricador que estos malos di-
putados, puesto á disposicion del rey la division
que mandaba en la provincia; creyeron los con-
sejeros de Fernando que era llegado el momento
de executar lo que habian premeditado, é hicieron
firmar al rey su fatal y deplorable decreto de 4 de
mayo ; en el qual ofreciéndose á la nacion lo


(t) Esta es la célebre representacion conocida en toda
España con el título de represemacion de los Persas
por comenzar por esta palabra, ó por una alusion á estos,
su ridícula introdurcion , ó exordio. Publicóse en Ma-
drid , despues de disueltas las Córtes , firmada de (ig di-
putados (la tercera parte del congreso); mas el mayor nu-
mero de estos no lo hizo probablemente hasta despues
de la entrada del rey, guando todo estaba destruido, vic-
toriosa la faccion servil , y presos la regencia y un gran
número de diputados. La insinuacion y el temor tuvieron
sin duda gran parte en ello , y aun se dice que á los pre-
tendientes de mitras , togas y otros empleos se les exigia
antes de todo que firmasen el manifiesto.


( 7 5 )
mismo que ya tenia;se empieza por destruirlo to-
do, remitiendo el cumplimiento de estas ilusorias
promesas á una época indefinida : se disuelve la
representacion nacional , y se amenaza con la
muerte á qualquiera que hable de ella, ó la de-
fienda : declárase nula la constitucion jurada por
todos los pueblos, por todas las autoridades,
por el clero, y por el exército ; y se da en tierra
Por otro decreto del mismo dia con la libertad de
la imprenta. El mas profundo misterio acompaña á
estas providencias, y se dan en secreto órdenes
para la disolucion de las Córtes y ocupacion de pa-
peles, y para el arresto asi de los regentes y de los
secretarios de gracia y justicia, y de la goberna-
cion de la Península; como de todos aquellos
diputados de unas y otras Córtes, que mas se ha-
han distinguido por sus luces, su probidad, y su
patriotismo.


Entretanto la detencion del rey en Valencia
tenia á todos con el mayor cuidado : los facciosos
comenzaban ya á agitarse en todas partes; un
periódico servil con el título de Lueindo , ó Fer-
nandino (i), á la sombra de la faccion de Valen-
cia vomitaba injurias y calumnias contra las Cór-


(i) El autor de este periódico acababa de fugarse de
Madrid , donde habia estado oculto, huyendo del cas-
tigo , de que estaba amenazado por sus excesos.




,731


( 76 )
tes , la regencia y los liberales ; acercábanse á la
capital con aparato hostil algunas tropas de Elio
y sucediéndose unas á otras las malas noticias so-
bre la disposicion del rey ; la incertidumbre, la
inquietud y la ansiedad se }labia ') apoderado de
los ánimos.


Mas las Córtes y la regencia se propusieron ob-
servar una conducta enteramente pasiva, y hu ye-
ron de tratar en público de estos puntos , así por
evitar que el pueblo conmovido con las noticias
de Valencia , y la aprosimacion de las tropas, e
precipitase á algun exceso , como por no causar
un alarma en las provincias , inquietas va con la
detencion del rey que no sabian ir que causa atri-
buir. Creyeron que la moderacion y confianza
eran los medios mas seguros para convencer á
Fernando de sus intenciones: rectas; y tranquilos
por otra parte con el testimonio interior de su
conciencia , se resolvieron á no tornar providen-
cia alguna , que pudiese indicar un recelo inju
riese acia el monarca , cuyo trona habian defen-
dido con tanto ardor y patriotismo. Las Córtes , .
pues, se limitaron únicamente á dirigirle dos car-
tas , exponiéndole respetuosamente el estado de
duda y agitacion , en que su tardanza tenia á todos
los Esparmles , y pidiéndole que abreviase su viage
para tranquilizar los ánimos , y empezar quanta
antes á exercer su autoridad, El rey se contentó.


( 77)
con responder de palabra quelo baria, y no entró
en explicacion ninguna con el cardenal regente.


En fin, dispuestas todas las cosas para la execu-
cion , salió el rey de Valencia con direccion á Ma-
drid , mientras las Córtes le enviaban una dipu-
tacion de algunos de sus individuos á los quales no
quiso recibir ; desterró al cardenal regente desde
la mitad del camino, y al secretario interino de
estado que le acompañaba ; y casi al mismo tiem-
po , rodeada la capital de algunas tropas , el ge-
neral Eguia con otros quatro jueces comisionados
para ello, executaron de improviso en la noche
del ro á i i de Mayo la prision de los regentes ,
de los dos secretarios del despacho y de todos los
diputados de unas y otras Córtes , inclusos en la
lista fatal, que el odio y el deseo de venganza ha-
bian formado. Ocupárouseles en el mismo acto
todos los papeles sin distincion , y fueron pues-
tos en encierros y calabozos con la incomunica-
cion mas rigurosa todos estos individuos, muchos
de los (piales habian exercido en la mañana de
aquel dia sus augustas funciones de representan-
tes de la nacion en el congreso.


Así terminó su carrera aquel gobierno , que
había con un esfuerzo heroico sostenido la inde-
pendencia nacional , defendido los derechos de
Fernando VII al trono, arrancádole de la cauti-
vidad , y establecido las bases de la libertad con




( 78 )
una constitucion liberal , y un sistema represen-
tativo; un gobierno, que reconocido por la nacion
y por las primeras potencias de Europa , en re-
lacion con ellas , y respetado en lo interior no
por la violencia sino por la fuerza de la opinion,
tenia á su disposicion todos los medios de resis-
tencia , todas las luces , toda la virtud y patrio-
tismo de los hombrea de bien y de los verdade-
ros Españoles , y que lejos de usar de ellos ,
de llamará nadie en su auxilio , no da una tarden,
D o toma una providencia para oponerse á Fer-
nando , y lleno de confianza , así cn la bondad
y justicia de su causa , como en las virtudes y re-
conocimiento de su soberano, cierra los ojos á todo
y se pone por decirlo así, entre sus manos. Cierto
que si la posteridad puede acusar á este gobierno de
DO haber salvado el estarlo; por lo menos no le hará-
la injuria de tacharle con la nota de faccioso ó ja-
cobino , como hap hecho sus enemigos."


Nada hablaremos del modo atroz con que los
diputados' de unas y otras Córtes, y todos los •
hombres que se habian distinguido en la nacion
por sus servicios, fueron tratados desde este punto
y perseguidos. Todo el furor de las pasiones , todo
el encono y deseo de venganza de sus enemigos se
conjuró contra ellos, y acaso no deben su vida ,
sino á la opinion ,• ó por mejor decir, al conven-
cimiento general, de una virtud á toda prueba ,


( 79 )
qUe ha aterrado á sus contrarios. Mas el estado
de España nos obliga á echar un velo sobre el por-
menor de una persecucion que no se parece á nin-
guna otra. Siguiendo el glorioso exemplo de ge-
nerosidad qué la España ha dado hasta ahora,
como una regla que la nacion nos prescribe , no
enconaremos las llagas , todavia abiertas , con la
relacion circunstanciada de tamaños atentados :
solo diremos en testimonio de la inocencia , de los
perseguidos, y para prueba tambien del buen es-
píritu y la rectitud de juicio que reynaba en la
nacion ; que de tres comisiones escogidas á pro-
pósito para condenarlos , y formadas de sus ene-
migos, y aun de sus mismos delatores, no osó nin-
guna hacerlo , y que la última, no atreviendose
absolverlos por no desagradar al gobierno, per-
suadió á este que les impusiese penas á su arbitrio,
como se hizo en efecto sin sentencia , y sin expre-
sion siquiera del motivo.


No pasaremos adelante: Hemos dicho lo que las
Córtes hicieron en medio de una guerra desolado-
ra , y toda la Europa sabe y ha visto con escán-
dalo lo que en medio de la paz ha hecho la faccion
que por espacio de seis años ha dominado la Es-
paña. Corno el objeto de esta no era tanto el poder
y las facultades ilimitadas del monarca , como la
permanencia de los antiguos abusos que esperaba
resucitar á su sombra ; la proscripcion no se ciñó




o e e.


Tr.:t11,


(8i)
y de un desórden espantoso han convencido S
la nacion que nunca el despotismo se ha moderado
él de suyo ; y compadeciendo al desgraciado mo-
narca entregado incáutamente , y arrastrado por
la ineptitud y perversidad de una faccion destruc-
tora , ha restablecido el trono constitucional, y
le ha salvado á él mismo. Ojala que este exemplo
pueda servir de leccion á los facciosos, haciéndo-
les ver que sus triunfos son y serán siempre efí-
meros por mas brillantes que parezcan; que la
razon como la naturaleza (i) no pierde jamas sus
derechos ; y que guando una nacion ilustrada
conoce el bien , y le desea , no hay fuerza que
la resista.


(t) Naturain expellas finca, lamen usque recurret.
Hor.


FIN.


( 8o )
iínicamente á la constitucion, sino que se extendió
á todos los decretos y resoluciones de las Córtes
que los habian desterrado. Así se abrid de nuevo la
puerta á todos los males que habian aquejado á la
antigua monarquía ; los quales se hicieron mas ter-
ribles, recayendo sobre un cuerpo fatigado de los
esfuerzos de la lucha antecedente. Mirada con des
precio la España, y aun con lastima hasta por los
apasionados del poder arbitrario, apenas podia
imaginarse que fuese aquella nacion que ha-
bia hecho cosas tan 'grandes. Sin exército ) ,
sin marina, en víspera de perder todas sus posesio-
nes de ultra-mar, sin hacienda, sin crédito, sin
industria , sin commercio , con trabas, con privi-
legios, con inquisicion , con jesuitas (-2) ; cami-
naba el estado precipitadamente á su ruina. La vo-
luntad nacional (3), no las bayonetas, ni los es-
fuerzos de un partido , han detenido al gobierno en
su fatal y desatinada carrera. Seis anos de miseria


(i) Un extlrcito desnudo y sin paga es exército de
nombre y equivale á no tenerle.


(2) Y hay quien llame á esto todavía restaura-
doi!


(3) 0 no la hay en el mundo , ú no se ha manifestado
jamas , ni es posible que se manifieste de un modo mas
claro y terminante. Solo se parece á esta la que el mismo
pueblo español mostró guando la invasion.


Y




ERRATAS.
Page 1 4 , lin. 12, coyanca; léase coyanza.


— 25 , lin. 12 , ispirar ; léase inspirar.
— 27


, lin. 3, mezquinias; léase mezquinas.


27, en la nota , lin. 4, hiciere; léase hiciese.


57 , lin. 8, en El reconoce; léase en él se reconoce.
— 45, lin. 25, tambien ; léase tan bien.
— 44 , lin. 2 1, quedó respecto, léase quedó la Penín-


sula respecto.
— 46 , lin. 24 , y con ; léase con.
— 52, lin. 6, otra ; léase otro.