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DEL SIGLO XIX.


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UNO QUE NO LO ES.


La biografía es c¡ arte de reu -
nir el personal de la h is tor ia , de


-Oj las c ienc ias , de las l e tras , de las


MADRID,
IMPRENTA DE D. FERNANDO SUAÜEZ,


PrA/.IIF.I.V DE GF.I.F.NQIJE, 3.


18-13.








celebres ]?} ; v h yjy




EL PAPA PIÓ VII.


n Independiente la Iglesia en su ca-
beza de todo poder terrenal , se halla
en estado de ejercer con mas libertad
y para el bien común la celestial ma-
gistratura de gobernar las almas, man-
teniendo igual la balanza enmedio de
tantos imperios muchas veces enemi-
gos , y conservando asi la unidad en
todo el cuerpo social , ya por sus de-
cretos inf lexibles , ya también por sá ;
blas condescendencias. « nXt


BOSSUET. i .«v
f


Las vicisitudes políticas de la Francia, com-
pletamente sumerjida en los furores de la anar-
quía, después de la muerte de Luis X V I ; el es-
píritu irrelijioso de los filósofos del siglo XVIII,
que por todas partes había invadido la Europa,
y el lastimoso destierro en que había muerto




2 PEIISONAJES (IEI.EISRF.S.


Pió VI , dieron á conocer cuan importante era
colocar en la títedra pontificia un hombre an-
ticipada y ventajosamente conocido por su capa-
cidad , por su mansedumbre y por !a santidad
de su vida. Por esta razón estaba sumamente
ajitado, é incierto el Cónclave de Cardenales
reunido en Venecia, sin acertar á decidir quién
podría con mas tino y seguridad dirijir la nave
de S. Pedro. Pero después de una larga delibe-
ración de tres meses, y gracias á la elocuencia
de Monseñor Consalvi, y al crédito de que goza-
ba como profundo conocedor de los hombres,
quedó elejido Papa el Cardenal Gregorio-Luis-
Barnaba Chiaramonti , hecho Principe de la San-
ta Iglesia (*) en el año de 1785, por el difunto
Pontífice Pió VI, á quien le unian relaciones de
parentesco.


Tristísima era por aquel tiempo la situación de
liorna, como que se encontraba sin gefe algu-
no , devorada por las facciones y amenazaba por
todas partes por tropas estrangeras.. Manifestá-
banse contrarios á la tiara algunos partidarios
de las reformas francesas; otros mas prudentes
y entendidos, querían mantenerla y respetarla


(,*) Titulo ([ii<> sp ilú. f in Koma ¡i los Cardenales.




PKi Y IT. 3


no tanto por un espíritu religioso, cuanto por-
que consideraban , no sin razón, que la salva-
ción de la Italia en tan difíciles y lamentables cir-
cunstancias, dependía en gran parte de la existen-
cia de un sabio Pontílice, que reasumiendo en
sí el poder espiritual y temporal, pudiese crear
una autoridad respetable, asi para los Monarcas
como para los pueblos de la cristiandad. Solo
de esta manera juzgaban hacedera la obra de re-
frenar la ambición de los Príncipes, y protejer
la debilidad de los subditos, como efectivamen-
te sucedió muchas veces en la edad media, cuan-
do apenas existían mas leyes que el capricho y
la fuerza. Entonces los soberanos Pontífices le-
vantaban con su poder los cimientos del derecho
público de Europa, arreglando por sí mismos las
disensiones que nacian entre los pueblos y los
Reyes. (*) La elección de Pió Vil dio nuevo alien-
to á esperanzas tan lisonjeras, porque el nuevo
Pontífice disfrutaba tan alto concepto por su ta-
lento como por su virtud. Nacido en Cesena el
año de 1742, vistió en edad muy tierna el hábi-
to de S. Benito, y profesó solemnemente el año
de 1758 en el convento de Santa Maria de la


r ) Yéasp de Maistre en su obra Del Papa.




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


misma ciudad. Comenzó sus estudios teológicos
en Pádua, y habiéndolos concluido después en
Roma, en el colejio de S. Anselmo, enseñó en
él teología por espacio de nueve años y con gran
reputación, hasta que fue nombrado Abad de
su Orden por el Pontífice Pió VI. Entonces fue
cuando el nuevo Prelado principió á señalarse
muy ventajosamente entre los religiosos, por la
caridad y dulzura d e s ú s costumbres, virtudes
que resaltaron en él con mas brillantez desde
que fue á ocupar el Obispado de Tívoli, y des-
pués cuando pasó á el de Imola al recibir la
púrpura cardenalicia. Habiendo sido elegido Papa
el 14 de Marzo de 1800, y tomado el nombre
de Pió VII , en memoria de la protección con
que siempre le distinguió su ilustre predecesor,
fue consagrado en la Iglesia de S. Jorge en Ve-
necia, y dos meses después se encaminó á Ro-
ma. I'.l 21 de Junio entró en Ancona, y fue
recibido con salvas de artillería, haciendo la es-
cuadra rusa , estancionada á la sazón en el puer-
t o , el saludo imperial; porque el Czar Pablo I
habia mandado espresamente que se tributasen
al Papa los mismos honores que á su persona-
Un gran número de habitantes de aquella ciu-




PIÓ VII. 5
dad desengancharon los caballos del coche del
Papa, y atando unas cuerdas guarnecidas de cin-
tas de colores, le condujeron al palacio del Car-
denal fiauuzzi, que esperaba con impaciencia al
nuevo gefe de la Iglesia. Al dia siguiente celebró
misa Fio VII en el altar de la Virgen de San
Ciríaco, y marchó á Loreto. Entonces un Comi-
sario austríaco declaró al Pontífice que Su Ma-
gestad el Emperador de Austria había recobrado
los Estados del Santo Padre, con el único objeto
de restituírselos. Finalmente el Papa apresurando
su marcha entró en Roma el dia 3 de Julio, re-
cibiendo las mas señaladas muestras de contento
y adhesión. Los Romanos en la plaza del pueblo
y en el mismo sitio en que presentaron una co-
rona al general francés Berthier, dispusieron un
magnifico arco triunfal, bajo del cual paso S. S.
antes de entrar en la calle del Corso • recibie-
ron con la mayor alegría al nuevo Pastor como
que de él aguardaban el remedio de sus males. No
les engañó esta esperanza.


Campeaba por la ciudad entonces una desen-
frenada soldadesca de Napolitanos y Tudescos,
que se permitían toda clase de vejaciones y desa-
fueros. Pió Vil apoyado en su autoridad y con-




6 PEKSOlNAJJiS CüLEIiUKí.


duciéndose con gran tino y prudencia, logró re-
primir la militar licencia y restablecer el orden
público. No bastándole con esto , promulgó el 30
de Noviembre de 1800 la bula Post díuturnas,
en la cual establecía sabios reglamentos en bene-
ficio de la industria agrícola y comercial, que li-
bres desde entonces de trabas perjudiciales , co-
menzaron á progresar como nunca.


Vencedor y henchido-de gloria Napoleón en el
campo de Marcngo , y calculando ya acaso el
gran proyecto de ceñir á su frente una corona,
no se le ocultó que podría llegar á tener necesi-
dad del Supremo Pontífice, para llevar á efecto el
plan que meditaba. Por lo cual se dirigió á
Pió VII por conducto del Cardenal Spina, solici-
tando un Concordato con la Francia, del que espera-
ba felices resultados, no solo porque ya era conoci-
da la moderación y tolerancia del Sumo Pontífi-
ce , sino también porque el mismo Napoleón ha-
bia recibido pruebas de e l las , cuando por el tra-
tado de Tolentino en 1797 , fué incorporada a l a
república Cisalpina la diócesis de Imola, de que
era entonces obispo Pió VII. En aquella ocasión
se condujo este, no como un fraile fanático, sino
como un verdadero sucesor de los apóstoles. Por




l'IO VII. 7


este tiempo dio á luz una famosa Homilía, en
la cual á los sentimientos de la religión mas pu-
ra, unia los de la mas digna tolerancia; pues
claramente decia , que el único objeto de la reli-
gión es abrir las puertas del Cielo, sin que ten-
ga nada que ver con el gobierno temporal , cual-
quiera que sea , monárquico ó democrático. Hé
aqui las mismas palabras de la Homilía : Que-
ridos hermanos, la forma de gobierno demo-
crática adoptada entre nosotros, no se opone á
las máximas espuestas arriba, ni repugna al
Evangelio ; al contrario, exige todas las virtudes
sublimes, que únicamente se aprenden en la es-
cuelas de Jesucristo, y que religiosamente prac-
ticadas por vosotros formarán vuestra felicidad
la gloria y el espíritu de vuestra república.
Sea el sólido fundamento de vuestra democra-
cia la virtud sola, y fortificada con los pre-
ceptos del Evangelio, esa virtud que perfecciona
al hombre y le dirije al supremo fin, el mejor
de todos, etc. (*) Esta Homilía cuya aparición
causó mucho ru ido , se tradujo al francés , al
alemán, al inglés y al español. Algunos faná-


C) V i d a , reinado, peregrinación y muerte de Pió VII^
por Artaud, Iradiiccion de Justino Manluano, l . I, pág. til-




8 PE11S0NAJES CE1EMIES.


ticos aduladores del despotismo lian acusado por
ella al obispo de Imola •, otros creyendo favore-
cer lo , dicen que no salió toda de su pluma ¡Mi-
serias de unos y de otros! la Homilía fué entera,
mente obra del obispo de Imola , no solo porque asi
lo han asegurado personas de autoridad, sino
porque los sentimientos que contiene, dignos de
la mayor alabanza , están llenos de aquella san-
tidad y tolerancia que Pió VII no desmintió ja-
más. Pero volvamos al punto de donde parti-
mos.


Las primeras noticias de un Concordato entre la
República francesa y el Pontífice, causaron un
vivo sentimiento al Austr ia , á la Rusia y á la
Inglaterra , que interesó á la Corte de Ñapóles
para impedir que se verificara. Dirigía entoüces
los destinos de aquella el ministro inglés Acton,
que debia el alto puesto que ocupaba á la influen-
cia que ejercía en aquel tiempo la Gran Bretaña
en los negocios de Ñapóles, y á sus amores con
la Archiduquesa de Austr ia , Maria Carolina,
muger de Fernando IV , á la sazón Rey de Ñapó-
les. Pero el ministro Acton, á pesar de sus in-
trigas, no pudo conseguir nada , y el nuevo Con-
cordato se firmó en el palacio del mismo Napoleón,




PÍO VII . 9
entonces Cónsul, por el Cardenal Consalvi, mi-
nistro de Pió VII.


Antes que se conociese exactamente el conte-
nido de aquel Concordato, los Romanos se irrita-
ron sobremanera, porque se habia ya esparcido
la voz de que habían sido muchas la concesiones
del Pontífice á la Francia; que Napoleón habia
conseguido arrancarle un Concordato para la
república de Italia•, y que finalmente le habia
obligado á crear cierto número de Cardenales
franceses. Pero se apaciguaron las i ras , y no fal-
tó quien alabase al Papa, cuando se supo que en
virtud del nuevo Concordato, Benevento, y Ponte-
corvo volvían á poder de la Iglesia.


Verificado el Concordato con la Francia , para
manisfestar Napoleón el profundo respeto y apre-
cio que profesaba al Pontífice, envióle de regalo
dos bergantines de guerra. En esta ocasión recibió
Pió VII á los oficiales de la marina francesa que
se le presentaron, con una distinción y dulzu-
r a , que revelaban el fondo de su eorazon hasta
tal pun to , que no creemos será enojoso para
nuestros lectores el referir las circunstancias de
aquel suceso.


Los dos bergantines llevaban por nombres San




10 l'KKSONAJES UELEllKES.


Pedro y S. Pablo , y los condujo a Civita-Yec-
chia el Comandante Dornaldcgny. Su entrega se
verificó con las mayores formalidades; iban ente-
ramente armados y pertechados. El Papa envió
algunos coches al puerto para que trajesen á
Roma la oficialidad de aquella comisión, y man-
dó que se les obsequiase con la mayor de-
licadeza. Era natural que los que componían el
estado mayor de los barcos, que escoltaban los
bergantines regalados y los de estos, pidiesen,
como lo hicieron, una audiencia de Su Santidad
antes de marchar. Para ello se escribió á Mon-
señor Odescalqui, maestro di cámara, primer
gentil-hombre ó sumiller , que hiciese presente al
Papa este deseo de los marinos franceses. Aquel
Prelado inmediatamente contestó, que evacuado
su encargo , el Santo Padre habia señalado el dia
siguiente para recibir con el mayor placer á los
oficiales. Por la mañana no solo todo el estado
mayor de la marina francesa, sino también los
que tenían á bordo algún cargo ó empleo, pasaron
á Monte-Caballo. Llegados á la antecámara del
Sumo Pontífice, hallaron un Monseñor, quien á
la vista de tanta gente quedó admirado, y desha-
ciéndose en demostraciones de amistad y cortesía,




PÍO vil . 11
dio á los oficiales el parabién y las gracias por el
regalo de los buques; y les manifestó gran compla-
cencia, asegurándoles que S. B. tendría la misma al
recibir aquella brillante oficialidad. Dispuso en
seguida que todos, menos el comandante Dor-
naldegny, dejasen las espadas, asi como los som-
breros , antes de entrar en la cámara del Papa ,
conforme establece la etiqueta de la Corte de
Roma. Después abrió el Prelado la puerta de la
habitación de Su Santidad, se hincó de rodillas,
y anunció la visita de los oficiales de la mari-
na francesa, los cuales inmediatamente se ade-
lantaron. Entonces el Papa, levantándose de su
silla, saludó al comandante y después mirando
á los demás oficiales repitió algunas veces estas
espresiones: « ¡bella juventud ! Creo que tendrán
gusto en aceptar unos rosarios para llevarlos á
sus madres ó á sus hermanas.» El Santo Padre
entró solo en otra sala, y pasados algunos mi-
nutos volvió, trayendo en las manos un papel
lleno de rosarios, que iba distribuyendo á los
militares , conforme se le iban acercando. En se-
guida alabó el valor délos franceses en las bata-
llas , y con tono mas tierno é interesante discur-
rió sobre sus viajes científicos, y el servicio que




12 PERSONAJES CELEBRES.


la marina francesa prestaba en la conducción de
los misioneros de la India ; finalmente con una
risa angélica, y saludándoles con las dos manos
cariñosamente despidió los oficiales, que se que-
daron admirados de la mansedumbre y gracia
que brillaban en todas las palabras del Santo
Padre.


Algún tiempo después de lo que hemos refe-
r i d o , fiado Pío VII en las muestras de grande
respeto y estimación, que habia recibido de
parte de Napoleón, y conociendo que era muy
grande á la sazón la influencia del Cónsul en los
negocios de la Germania, le pidió ayuda para
establecer el culto católico y la gerarquia ecle-
siástica en aquellos paises tudescos, gobernados
entonces por Príncipes protestantes, aunque habi-
tados por un gran número de católicos. Con tal
objeto escribió el Pontífice á Napoleón una car-
ta que insertamos á continuación, como un tes-
timonio de su celo por el bien de la Iglesia, y
de su piedad para con los Heles.


«Nuestro querido hijo en Jesucristo; salud
» y bendición apostólica. Tantas pruebas nos te-
» neis dadas de celo y afecto, que no dudamos
» dirijirnos a vos con toda confianza en todas




n o V1T. 13


las circunstancias en que tenemos necesidad


de socorro.
» Las Iglesias de Alemania han sufrido en los


tiempos inmediatos pérdidas inmensas. Han sido
despojadas, con sentimiento nues t ro , de casi
todos sus bienes temporales, y naturalmente po-
déis concebir cuan profundo será nuestro dolor,
cuando las hemos visto momentáneamente priva-
das de un número tan considerable de sólidos
apoyos, en que se afianzaba su perpetuidad, y ci-
fraba su esplendor. Mas nos aflije el sentimiento
de que á la pérdida de bienes temporales no siga
la mayor de las espirituales , y no la fundamos
solo en débiles conjeturas. Si no tomamos pron-
tamente eficaces medidas para mantener en aque-
llos paises la religión católica, conservar sus igle-
sias y asegurar la salvación de los fieles, es de te-
mer que ¡os.grandes desórdenes que han podido
arruinar los bienes eclesiásticos , consuman y
anonaden los mas importantes y eternos. Hemos
resuelto implorar como lo hacemos vuestro so-
corro en esta empresa, á que nos impele el cum-
plimiento de nuestro ministerio, para cortar de
raíz los males designados, é impedir se veri-
fiquen tanto en el culto como en las cosas mas




14 PF.riSOlNAJES CÉLEBRES.


» necesarias é inherentes á él. Como nos habéis
» auxiliado con tanto celo y eficacia para su es-
» tablecimiento en Francia , asegurando su futu-
» ra tranquilidad y permanencia, no podemos
» dudar continuéis lo mismo para otro pais limí-
»trofe, bien privilegiado y favorecido por nuestra
» santa religión, cada día mas perseguida; tam-
> bien os proporcionamos esta ocasión de acredi-
» tar vuestra adhesión á ella , y adquirir nuevos
»> títulos de gloria.


> Bien persuadido, según las continuas prue-
a bas que nos habéis dado de afecto y estimación,
» que no os negareis á nuestra instancia en apoyo
» de la verdadera religión , antes bien que em-
•» pleareis para ella todo vuestro poder; os conce-
» demos afectuosamente nuestra apostólica beudi-
» cion. Dado en Roma en Santa Maria la Mayor,
» sellado con el anillo del Pescador, á 4 de Tuuio de
i' 1803 , y el cuarto de nuestro pontificado.—Pío
» PAPA VII .»


Habiendo el Pontífice conseguido restaurar la
religión en Francia, esperaba mas favorable ocasión
para volverla á su primitivo lustre; y por lo tan-
to, sin faltar á su decoro, evitaba todos los mo-
tivos que pudiesen disgustar á Napoleón , el cual




PIÓ VII. l i i


guindo por sus particulares intereses, aparentaba
huena amistad á la Corte de Roma. Por lo que,
cuando fue proclamado Emperador, suplicó al
Pontífice fuese á coronarle, dirijiéndole esta famo-
sa carta que insértanos como un precioso docu-
mento histórico. «Santísimo Padre: los felices
» resultados que ha producido en las costumbres
» y el carácter de mi pueblo el restablecimiento
«de la religión cristiana, me induce á rogar
» á V. Beatitud , que me dé otra nueva prueba
» del interés que toma en mi suerte , y en la de
» esta grande nación, en una de las mas impor-
» tantes circunstancias, que ofrecen los analps
» del mundo. Ruego á V. S. se sirva venir á dar
»el carácter eminente de la religión á la cere-
» monia augusta de la consagración y coronación
» del primer Emperador de los franceses. Esta
«ceremonia adquirirá el mayor brillo posible
» cuando se practique personalmente por V. S . ;
» atraerá hacia mí y en favor de mis pueblos la
» bendición de Dios, cuyos decretos arreglan á
» su voluntad la suerte de los Imperios y de las
» familias.


» Vuestra Santidad conoce el afecto que hace
» mucho tiempo profeso a su augusta persona;




16 PERSONAJES CELEBRES.


» y de ahí inferirá el placer que esta ocasión me
» produce, dándole nuevas pruebas de él.


» Rogamos á Dios, Santísimo Padre , conserve
»su vida muchos años , para el régimen y go-
» bierno de nuestra Santa Madre la Iglesia.


» Vuestro devoto hijo—NAPOLEÓN—Colonia ló
» de Setiembre de 1 8 0 4 . » (*)


Pió Vil aecedió á los ruegos de Napoleón, juz-
gando que era esta una buena ocasión para pro-
tejer á la Iglesia en Francia, merced al patroci-
nio que podia esperar del nuevo Emperador, el
cual deseando ser consagrado por la cabeza de
nuestra santa religión, daba claramente á enten-
der en su carta, el alto respeto en que tenia á la
dignidad pontificia , y por esto Pió VII accedió á
los deseos de Napoleón, trasladándose á Paris para
coronarle.


Muchos criticaron la conducta del Pontífice, y
las gacetas inglesas de aquel tiempo le ultraja-
ron , acusándole de haber prostituido la tiara á
las exigencias de un usurpador. No es este el lu-
gar mas á propósito para discutir la legitimidad
de los Reyes, ni abatir á los enemigos de Napoleón;
pero nos contentaremos solo con hacer observar


{») Vida de Pió VII por Artaud, ya c i tada, 1 .1 , pág. 348.




PIÓ VII 17


á nuestros lectores, que aquel gran Capitán no
arrojó del trono de Francia á los Borbones, ni se
conjuró contra ellos, sino que fué debilitando po-
co á poco el gobierno republicano, hasta que los
franceses le proclamaron Emperador. Por lo cual
pudo con razón decir en su destierro de Santa
Elena: «No usurpé la corona de Francia , sino que.
la recogí del fango. » (*)


Con motivo de aquella coronación, llegó Pío Vil
á entender que tenia pensamiento el Emperador
de obligarle á fijar su residencia en Paris, y á es-
ta indicación respondió con la mayor serenidad:
« Ya lo he previsto, y con este objeto he dejado
» en Palermo una renuncia de mi dignidad en
» manos de Monseñor Pignatelli ; si el Emperador
» no me deja salir , aquel documento se publicará
" y de esta manera quedará solo en su poder un po '
" bre fraile y no el Papa •> Pero fueron vanos sus
temores, Pió VII volvió pacificamente á Roma.


Algún tiempo después, corriendo el año
de 1805, se disputaba acaloradamente en Lon-
dres sobre láemancipación de los Católicos, que
apoyaba el Papa. En esta conyuntura los mas


C) V. AntOrnarchi—Memorie sopra Napohone in Sania
Elena.




18 PERSONAJES CELEBRES.


exaltados protestantes no dejaron de vituperarle,
tanto que uno de ellos habló asi en el Parla-
mento: «Señores, opino y aun estoy cierto de
» que el Papa es un mísero juguete del usurpador
» del trono de los Borbones, y que no se atreve
» á moverse sin que aquel se lo mande; seria ca
» paz de escitar á los Sacerdotes de Irlanda á
»sublevar su propio rebaño, si Napoleón se lo
» ordenase, primero que dejar de obedecerle.»(*)


Mas ya se acercaba el tiempo en que Pió VII
se debia mostrar al mundo adornado de todas las
virtudes cristianas, y cómo un raro ejemplo de
firmeza. Pocos dias habían trascurrido desde aquel
en que se calumnió públicamente al Pontífice con
las palabras indicadas, cuando se supo en Lon-
dres que habia rehusado aliarse con Napoleón
en contra de los Ingleses, respondiendo á sus
instigaciones: » Como Padre común de todos los
«Cristianos, no reconozco mis enemigos entre
» eUos. » desde este momento empezaron Jas per-


(*) I am certain tliat t h e Pope is the miserable pupper
of the Usurper oí the "throne ot Ihe Bourbons , that he
dare not move biit by Napoleari' s comantl; aud should he
ordec him to influence the Irisb priests lo roset heir docks
to rebell ion, he coultt not retase to oliey the rlespol.
I'nrlinmentnry debates vól. IV. London 1 8 0 5 , ¡n S 1 .




PIO VII . 1 9


secuciones y calamidades contra el Santo Pontífi-
ce , el cual supo sufrirlas y triunfar de ellas
con una paciencia evanjélica.


irritado Napoleón con la negativa del Papa,
después de haber ocupado a Ancona con el pre-
testo de <que como protector de la Santa Sede
queria defenderla contra los ataques de los In-
gleses y de los Turcos , arrojando fi nel niente Ja
máscara, pidió al ; . Pontífice por conducto del
Cardenal Fescli, su tío y Embajador en Roma,
que fuesen espulsados de los Estados pontificios
los Ingleses, Rusos , Suecos y Sardos. Desenten.
díase Pio VII de estas instancias, mientras que Na-
poleón cada vez mas encolerezido, destituía á su
Embajador Fesch, creyendo que por ser Carde-
nal no resistía á la voluntad del Papa, y en su
lugar encargaba los negocios de Francia á Mr.
Alquier. Este pedia de parte del Emperador la
dimisión del Cardenal Consalvi, ministro de Su
Santidad, reclamaba el reconocimiento de José
Bonaparte como Rey de Ñapóles, y despojaba ¡í
la Santa Sede de los Principados de Benevento y
Ponte-Corvo, que repartía Napoleón entre Talley-
rand y Bernadotte. Hallándose las cosas en esta
situación, y corriendo el mes de Febrero de 1808




20 PERSONAJES CELEBRES.


fué ocupada Roma por el general Miolly, que
se estacionó en ella sin hacer ningún caso de las
protestas de Pió VII , que encerrado en Monte-Ca-
valló hábia dado á entender claramente i que no
saldría hasta que evacuasen su capital las t ro-
pas estrangeras. En este mismo tiempo protestó
el Pontífice contra la ocupación de las provincias
dé Urbino, Anconá y Macerata que , por un de-
creto imperial , habían sido encorporadas al reino
de Italia. Pero todas estas reclamaciones fueron
inútiles, pues no produjeron el menor efecto
en el ánimo de Napoleón, ni fueron capaces de
detenerle en la ejecución de sus proyectos. Hacia
ya algún tiempo que habia declarado Napoleón
que se reputaba verdadero Enperador de Roma;
cuando para confirmar plenamente esta declara-
ción, el 17 de Mayo del 1809, por un decreto
dado en Viena reunió los Estados del Papa al
Imperio francés. Impotente Pío VII para resistir
con las armas, siguió en esta ocasión el ejemplo
de sus antecesores, fulminando las censuras ecle-
siásticas (no nos toca decidir aqui si oportúua ó
inconvenientemente) contra el Emperador, porque
le habia despojado del poder temporal. Pero en
esta misma circunstancia se hizo admirar el Su-




PIÓ VII. 21


mo Pontífice por su moderación, pues en la
bula de eseomunion que se conoce por quan
memoranda, no se nombra directamente á Na-
poleón , aunque está comprendido como uno de
los promotores de todos los despojos que sufrió
la Santa Sede.


La resistencia del Poutílice, su firmeza en no
querer abdicar sus dominios, y la aparición de la
bula , escitaron á Miolly á cometer la violencia de
hacerle sacar de su cama en la noche del 4 de
Julio. Sitiado el palacio del Papa oon las tropas
francesas, subió el general Hade t , y habiendo
abierto la puerta del cuarto de Su Santidad se
presentó con varios oficiales, la mayor parte de
gendarmería, y tres traidores Romanos. Última-
mente el general, con semblante pálido y voz al-
terada , dijo al Papa que tenia una comisión des-
agradable y dolorosa; pero que no podia esquivar,
habiendo hecho juramento de fidelidad y obedien-
cia al Emperador; y que por tanto le notificaba
en su nombre renunciase la soberanía temporal de
Roma y demás Estados ; y que en caso de negar-
se á ello, tenia orden de conducir á S. B. á casa
del gobernador Miolly, quien le anunciaría el des-
tino que le esperaba. El Papa contestó con la ma-




22 PERSONAJES CELEBRES.


yor serenidad: «que si el general creia desuobli-
» gacion ejecutar semejantes órdenes del Empera-
»> dor, porque le había prestado juramento de fide-
»lidad y obediencia, S. S. estaba mucho mas obli-
» gado á sostener los derechos de la Sta. Sede, á lo
« que se habia ligado por muchos juramentos. Nos
« no podemos, no debemos, ni queremos ceder ni
» abandonar lo que no es nuestro: porque del do-
> minio temporal, propio déla Iglesia, no somos
» mas que un administrador. Podrá el Emperador
«hacernos pedazos, pero nunca logfará esto de
» Nos; y después de lo que hemos hecho para él,
» otro mejor reconocimiento esperábamos. »El ge-
neral Radet añadió: «Santo Padre, yo sé de cierto
que el Emperador debe áV. B. muchos favores;»
y el Papa esforzando la voz, le dijo:«muchos mas
que vos no sabéis.» Después de haber pronun-
ciado estas palabras, el Papa se puso á arreglar
algunas cosas en su cuarto, cuando el general le
dijo: « Vuestra Santidad no tenga cuidado, que
nadie tocará á nada. « El Papa contestó:«El que
no hace caso alguno de su vida, menos impor-
tancia dará á las cosas de este mundo. »


Fuera ya Pió VII de su palacio, el general
Mioily le condujo á las cuatro de la mañana fuera




VIO VII. 23


de liorna. Entonces le llevaron á la Cartuja de Flo-
rencia , después á Alejandría en el P iamonte , á
Grenoble, á Aviñon, y finalmente á Niza y á Sa-
boya.


Habiendo por este tiempo Napoleon ganado la
batalla de W a g r a m , Mr. Chabrol, prefecto d< I
departamento d6 Montenotte, el cual veia muchas
veces al Papa, }e aseguró que después de aquella
vietoria, se esperaba con fundamento por largo
tiempo la pa i y el reposo de la cristiandad ; y aña-
dió que estaba persuadido que con esta ocasión Su
Santidad contribuiría por su parte á hacer desa-
parecer los obstáculos que á ello pudieran oponer-
se , cediendo por último á los deseos del Empe-
rador, cuya intención era separar totalmente lo es-
piritual de lo temporal , y que era imposible que
cediese sobre este p u n t o , el cual no alcanzaba
á la santidrd del catolicismo. El Papa siempre fir-
me tn sus resoluciones, y pronto á arrostrar los
mas grandes peligros ; casi despreciando los nue-
vos laureles con que Napoleon orlaba su frente,
respondió á Mr. Chabrol.- « Hemos jurado defen-
der el temporal usque ad e/fusionem sanguinis; y
si S. M. el Emperador BO puede ceder nada de sus
pretensiones , es seguro que las cosas permanece-




21 PEBSONAJES CELEBBES.


ráu por largo tiempo en este estado. Pero largo
tiempo, es demasiado decir, porque yo ya soy vie-
j o ; quizá nuestro sucesor podrá componerlas, y
asi le dejaremos este cuidado. Después pronunció
con voz muy alterada estas memorables palabras:
« Los Sacerdotes del Paganismo jamás ni en na-
ción alguna fueron tan dependientes del gobier-
do civil como los Ministros católicos de nuestro
t iempo, y del Papa mismo se quiere hacer el Pa-
pa de los franceses; mas en medio de estas atre-
vidas tentativas, solo Dios puede salvar su Igle-
sia. Clemente Vil tuvo que sufrir las persecu-
ciones del Emperador Carlos V, pero se arregla-
ron en pocos meses, cuando nuestra persecu-
ción cuenta ya algunos años y todavía dura. Se
ha dispersado todo el Sacro ColejiO y se nos ha
arrebotado de nuestro palacio; estas violencias
no son tolerables, y exijen una reparación á la
Santa Sede. »


Las persecuciones injustas contra el Pontífice,
y su paciencia, lo hacian cada vez mas digno de
veneración y conmovían la opinión general contra
el Emperador de los franceses. Desde el lugar de
su destierro dirigía Pió VII con ánimo tranquilo
los negocios de la Iglesia, en cuanto se lo per^




PÍO V I I . 25


mitia la triste situación en que se hallaba. De
esté modo la cabeza de la cristiandad imita-
ba en nuestros tiempos el bello ejemplo de San
Atanasio, Patriarca de Alejandría, el cual, perse-
guido por los Emperadores de Costantinopla y
arrojado de su silla, exortaba desde el fondo de
su destierro á su grey á la observancia de la re-
ligión, y la guiaba por el sendero d é l a piedad.
Pero se acercaba el momento en que Napoleón
debía sufrir una grande afrenta, que le diese á
entender cómo los hombres religiosos siguen á
toda costa los estímulos de su propia conciencia,
despreciando las amenazas de los potentados.
Aquel Emperador anulaba contra toda ley canóni-
ca su matrimonio con su Emperatriz Josefina, y
pedia por muger á la Archiduquesa de Austria,
María Luisa. El Emperador Francisco, cerrando
d corazón á las voces de su conciencia, y abrién-
dolo á las miras ambiciosas, concedía la mano de
su hija á Napoleón. Llega la nueva esposa á Pa-
rís : grandes son las fiestas é inmensos los rego-
cijos : derrama Napoleón á manos llenas gracias
y honores á sus cortesanos. Aprobar aquella bo-
da podia traer sumas ventajas á Pío V I I ; librarle
de su destierro, y acaso devolverle parte de sus




26 PEKSONAJES CELEBRES.


Estados: pero n o , el Pontífice la reprueba alta-
mente; y de 13 Cardenales, que á la sazón esta-
ban en Par í s , ninguno quiere asistir á la ceremo-
nia religiosa del segundo matrimonio del Empe-
rador. Este se irritó con tanto desprecio y des-
terró á los Cardenales, destinándolos á puntos se-
parados ; pero estos Príncipes de la Santa Igle-
sia , sujetándose con resignación al injusto casti-
g o , repusieron que se habían abstenido de presen-
tarse en la ceremonia, porque el Papa no había
intervenido en la disolución del primer matrimo-
nio. De esta manera aquellos Cardenales declara-
ban solemnemente su reverencia al Sumo Pontí-
fice.


Entre tanto Napoleón prohibe á Pío VII que
comunique con los Obispos del Imperio; ' reúne un
Sínodo en París , y llega hasta amenazar al Papa
con una deposición; pero el virtuoso Pontífice lo
escuchó todo con serenidad; esperó de Dios solo
su libertad , y no esperó en vano.


Antes de partir Napoleón para la campaña de
Moscou, hizo trasladar al Papa á Fontainebleau.
Entonces fue cuando Pió VII debilitado su cuerpo,
abatido por las penas del destierro, y vencido por
las instancias de algunos Cardenales, que desea-




PIÓ VII . 27
bao volver n ver la Italia , [firmó un nuevo Con-
cordato con la Francia el 25 de Enero de 1813,
que lo despojaba de parte de su autoridad espiri-
tual. Pero si se plegó á tanta debilidad, bien
pronto lo volvieron en sí los Cardenales Consalvi y
Pacca, los Guales le aconsejaron verificase una re-
tractación , que tuvo efecto, y se comunicó al
Emperador el dia 24 de Marzo. Irritóle tanto este
paso, que al momento prohibió á los Obispos y
Cardenales visitasen al Pontífice, tratándolo co»
mo un verdadero prisionero de Estado, hasta la
derrota de los franceses en Rusia. Ej mal éxito
de aquella batalla aplacó á Napoleón, y le hizo
conocer que contra todo derecho y sabia políti-
ca, tenia prisionero á un anciano venerable por
su carácter de Sumo Sacerdote y por la santi-
dad de sus costumbres. Por lo cual cuando me-
nos lo esperaba, fue el Papa puesto en libertad,
con facultad de volver á sus Estados, por decreto
de 23 de Enero de 1814. Poco tiempo después
se encaminaba el Pontífice hacia Roma, y era
su marcha un verdadero triunfo. Por donde quie-
ra que pasaba, postrábanse todos á su vista, con-
templándolo, no solamente como á un hombre
digno de veneración y respeto por su alta dig-




2S PERSONAJES CELEBRES.


nidad, sino también coreo á un verdadero Ada-
lid de la cristiandad, según la enerjia que ha-
bía desplegado en su infortunio. Finalmente, por
una de aquellas misteriosas coincidencias que
no se pueden esplicar, entraba Pió VII en su
capital el 24 de Mayo, dia en que Napoleón des-
embarcaba en la Isla de Elba, mas como cau-
tivo que como monarca.


Pero aun no habian terminado los trabajos
del Pontífice; á poco de su vuelta á R o m a , ha-
biendo penetrado de nuevo Napoleón en Fran-
cia , y avanzado Murat hacia la alta Italia, se
vio obligado el Santo Padre á apelar á la fuga
y se fue á Genova, donde llegó el 15 de Abril,
y de donde tuvo la satisfacción de salir y diri-
jirse otra vez á Roma en el mes siguiente, á
consecuencia déla derrota de Murat.


Verificada la restauración borbónica en Fran-
cia , tue anulado el Concordato que había teni-
do lugar en 1801 , y se renovó el habido por
la Santa Sede en tiempo de Francisco I. En
otras circunstancias no hubiera accedido á tanto
Pió VII, pero veíase entonces en la necesidad
de usar toda la moderación posible, y de conceder
cuanto decorosamente estuviera de su parte pa-




P I Ó V I I . 29
ra no alterar sus buenas relaciones con la Fran-
cia. Pero este mismo Concordato sufrió algunas
reformas por las Cámaras francesas, que no
quisieron enteramente adoptarlo.


Antes de concluir estos apuntes , debemos
referir un acontecimiento de gran importancia,
acaecido el 7 de Agosto de 1814. Pió VII res-
tableció, poruña bula de esta fecha, la Compa-
ñía de Jesús, abolida por el Papa Clemente XIV.
El Emperador de Rusia y el Rey de Ñapóles
fueron los que mas empeño mostraron por
esta disposición, creyendo que los Jesuítas eran
el mas fuerte baluarte de la monarquía absolu-
ta , como que siempre se habian manifestado
enemigos de los filósofos del siglo X V I I I , á quie-
nes se atribuía la revolución francesa > que habia
conmovido la Europa. Por tanto los Jesuítas, que
habían sido espulsados como reos de graves
crímenes y hasta de regicidio, volvieron enton-
ces solicitados para apoyar la monarquía abso-
luta.


En este mismo tiempo fulminó el. Papa gra-
ves escomunioues contra todas las sectas secre-
tas, y entre ellas contra los fracmasones, cuyos
principios se juzgaban impregnados de ideas li-




3 0 PERSONAJES CELEBRES.


bres; pero ni los Jesuítas ni las escomunioues
podrán jamás enfrenar las revoluciones 4 cuando
en vez de la imparcialidad de la just icia , ejerzan
los gobienos el despotismo y la tiran/a.


Agoviado el Pontífice por la edad, y debili-
tado por sus pasados disgustos ¿ caminaba rá-
pidamente á sií f in , Cuando en tina terrible ca i j


da que dio la noche del 6 de Junio de 1823, se
rompió el cuello del hueso del muslo, de cuyas
resultas murió el día 20 de Agosto á los 18
años de edad, después de 23 años , 5 meses y
6 días de Pontificado.


A pesar de las vicisitudes políticas que agita-
ron su-Vida , contribuyó Pió VII al embellecimien-
to de Roma ; y protegió las artes, la3 ciencias y
las letras. Esta capital del mundo cristiano, es-
te salón de la Europa, como la llama Madama
de Stael, presenta á cada paso los vestigios de lá
munificencia de este Soberano , y de la elevada
inteligencia de su ministro Consalvi. Bajo el rei-
nado de Pió VII fue cuando se emprendieron las
escavaciones de Ostia, que hicieron conocer la
verdadera situación de aquella ciudad. Bajo es-
te reinado se allanó el suelo del arco de Cos-
lantino, y el del arcó de Séptimo Severo. Se sa-




n o VII . 31


carón los escomí) ros y se limpió el Forum roma-
no ; se construyó la fuente de Montecavallo,


después de haber dado á los dos colosos una po-
sición muy pintoresca; se levantó el obelisco de
Monte-Pincius ; se destruyeron las paredes anti-
guas que afeaban la plaza de S. Pedro ; se
hermoseó la plaza del pueblo ; se hizo salir de
entre sus ruinas el Forun de Trajano, cuyos
cimientos habían hallado hábilmente los france-
ses. Pió VII construyó nuevos salones en el Mu-
seo del Vaticano, y edificó la parte llamada
Braccio nuovo. Finalmente, bajo el reinado de
este gran Pontífice vino á Roma el célebre Mon-
señor Mai, descubridor de los libros de la Repú-
blica de Cicerón, que se consideraban perdidos.


El cenotafio que erigió Towalsend á Pió VII,
está adornado con una estatua, emblema ue la
moderación , y otra que representa la fuerza,
dotes eminentes que resplandecieron en aquel Pon-
tífice , cuyos recuerdos no pueden menos de pre-
sentarse á la imaginación con una aureola pláci-
da y gloriosa.










EL C. D E TOREJVO.


« El Conde de Torcno, por su histo-
ria , será citado en los sigios venideros
como uno de los maestros del decir
bueno y cas t izo , en la generación pre-
sente. Y asociado su nombre con el
de una época gloriosísima, no será es-
t r a ñ o q u e . s i bien no en igual grado,
quede en lá alta estima y profundo res-
peto de nuestros descendientes, deposi-
tados juntos los timbres de España en
su alzamiento y defensa, y la elocuen-
te obra que dignamente los espone á la
consideración del mundo en todas sus
edades .»


Á L C A L I G A L I A N O — J u i c i o de la His-
toria de la guerra de la Independen-
cia.


R E V I S T A D E M A D R I D , 2 ." Ser ie , to-
m o I I I .


Nada mas común, en los grandes trastornos
que agitan ¡i los listados, que el ver destruidos


i




2 PERSONAJES CELEBRES.


ú olvidados los servicios prestados al pais, y los
talentos que ostentaran los hombres que, en el
torbellino de aquellos acontecimientos, han dado
inequívocas y relevantes muestras de su patrio-
tismo y elevado saber. Agitada la España por
continuas revoluciones y bárbaras y espantosas
reacciones en lo que llevarnos de este siglo, im-
posible seria que el que empezó desde los pri-
meros años á figurar en la escena política, no
hubiera esperimentado los odios y los favores,
los encomios y persecuciones á que han dado
lugar los acontecimientos que, en opuesto senti-
do y sin intermisión, se han sucedido. El perso-
naje de que vamos á ocuparnos ha pasado por to-
das las vicisitudes, á que condenan á los hom-
bres públicos las revoluciones. Escritor, orador,
rentístico, hombre de Estado, el Conde de To-
reno ha seguido una carrera tan esclarecida, que
bien pudiera contentar á la ambición mas exi-
gente. En su existencia política se encuentran
alternativamente los estremados bazares de la
fortuna y de la desgracia; mezcladas las satis-
facciones del poder y los disgustos de la pros
cripcion, las comodidades que dan las riquezas y
la satisfacción de la gloria en el seno de la pa-




T 0 R E N 0 . 3


fria, con los disgustos del destierro; levantado
un cadalso por una mano real , que prodiga des-
pués sus liberalidades, cual si pidiera gracia á
su victima; y por úl t imo, los encontrados afec-
tos del entusiasmo y del furor de los partidos.
Y en medio de tantas vicisitudes, la ilustre per-
sona de quien uos ocupamos ha sabido conquis-
tar un lugar en Europa, que no perecerá, es-
cribiendo la historia del periodo mas glorioso
para su pais , al cual ha consagrado siempre con
mas ó menos fortuna, con buen ó mal éxito,
todos sus servicios y todo su talento.


No pretendemos seguramente que una carre-
ra política tan dilatada, esté exenta de la críti-
ca ; pero á buen seguro que, por muy severa qué
esta sea, ni aun hecha por sus mayores enemi-
gos, que no dá pocos el saber , quedará ofusca-
da con las relevantes prendas que no podrán me-
nos de reconocer en el hombre cuya vida vamos
á bosquejar rápidamente.


B . José María Queipo de Llano, Ruiz de Sa-
ravia, nació el 26 de Noviembre de 1786, en la
ciudad de Oviedo. Su padre llevaba entonces el
título de Vizconde de Matarrosa, como primogéni-
to que era de la casa de Toreno, una de las mas




•I PERSONAJES CELEBRES.


ricas, antiguas é ilustres del Principado de As-
turias; siendo su madre Doña Dominga Ruiz de
Saravia, Dávila, Enriquez de Cabrera, de una
autigua familia de Cuenca. Señora de cultivado
entendimiento, que sin duda contribuyo' con su es-
poso y su suegro el Conde, que pasaba por hombre
ilustrado, á inculcar en el ánimo de su hijo los
nobles sentimientos que todos poseian.


A la edad de cuatro años pasó sucesivamente
el Conde de Toreno cou sus padres á Madrid,
Toledo y Cuenca, en cuya última ciudad adqui-
rió las primeras nociones de su educación lite-
raria, principiadas, según costumbre de enton-
ces, por el estudio de la lengua latina. Aunque
siempre se mostró muy aventajado; habiéndose
establecido sus padres en Madrid en 1797, se
perfeccionó bajo la dirección de Su preceptor y
paisano D. Juan Valdés, hombre de notable ca-
pacidad, y que dado al liberalismo, es probable
contribuyese á despertar en el tierno ánimo de
su alumno los mismos sentimientos.


Jifls poco comunes disposiciones del joven y
la circunstancia de ser hijo único (*), fueron sin


(*) El Conde de Toreno solo tuvo cuatro hermanas , que
ya han m u e r t o , y una de ellas fué la esposa del desgra-
ciado general D. Juan Díaz. Portier.




TORERO. íí


iluda causa de que se le diese una educación
mas completa, pues después de instruido en Hu-
manidades, aprendió Jas Matemáticas y la Física
esperimenlal, y siguió con aprovechamiento y
distinción los cursos de Química, Mineralogía
y Botánica. Aprendió después con fruto las Letras
Griegas y los idiomas Francés, Inglés é Italia-
n o , y algo del Alemán, ejercitándose sin inter
misión en la lengua patria , que tan relevantes
pruebas ha dado de poseer con corrección y ele-
gancia. De notar es , que á pesar de sus aven-
tajadas disposiciones y su grande capacidad in-
telectual, jamás tuvo afición á las obras d é m e
ro ingenio, ni se dedicó á la Poesía, como acón
tece por lo general á las inteligencias precoces.
Asi es que el Conde de Toreno, aunque inteli-
gente en. esta clase de li teratura, jamás ha com-
puesto versos; y si hemos de dar crédito á lo
que otros biógrafos suyos han escrito, los úni-
cos que de él se conocen son unas hermosas r¡uin~
t i l las, escritas para el álbum de la esposa del
Conde de Latour-Maubourg, Embajador que fue
de Francia en Madrid.


Habiendo regresado los padres del Conde ¡i
Asturias en 1H03, volvió este á la Corte, y: pa-




(i PERSONAJES CELEBRES.


só en ella largas temporadas, perfeccionándose
en sus estudios, conociendo entonces y tratando
mucho á D. Agustín Arguelles, D . José Fer-
nandez Queipo y D. Ramón Gil de la Cuadra,
personas que profesaban los principios políticos
mas avanzados, y dos de las cuales, la prime-
ra y la últ ima, enemigos políticos después del
Conde de Toreno, han permanecido aferrados á
sus ideas, y estacionarios en el progresivo ade-
lanto que desde aquella época han tenido los
principios de gobierno. Por entonces se cree que
hizo una traducción de Eutropio {*) que no se
ha impreso, y cuya elección anunciaba su afi-
ción decidida á los serios estudios históricos.


Llegó la época de la invasión de España por
los Franceses, y con ella el dia 2 de Mayo de
1808. El joven Toreno se hallaba á la sazón en
Madrid, y corrió bastante peligro por su noble
resolución de salvar á su amigo D. Antonio Ovie-
do de la muerte que le amenazaba. (**) Aquel
espantoso dia fue la señal también para que la
Nación indignada diese el grito de independencia,


(*) Escritor latino del siglo IV", autor de un Compendio
de Historia Romana, en diez libros.


(**) Historia del levantamiento, guerra y revolución de
Es-paña , l ib. II.




TOBEN O. 7


y entre las provincias todas de España, tuvo As-
turias la gloria de ser la primera eu levantarse
contra la dominación estrangera. Toreno, que
llevaba á la sazón el título de Vizconde de Ma-
tarrosa, dejó á Madrid pocos dias después del
2 de Mayo, y llegó á Oviedo en el momento en
que el pueblo daba muestras de una próxima su-
blevación , á la cual contribuyó no poco, ya con
la influencia que su familia disfrutaba, y ya con
la enardecida relación de los atentados y horro-
res de que acababa de ser testigo. Contribuyó
dichosamente á regularizar el noble y generoso
movimiento del pueblo, el hallarse congregada la
Junta General del Principado, de la que eran
individuos natos los Condes de ToreDO , por pri-
vilegio de familia, como Alféreces mayores he-
reditarios del Principado. Nombrada el joven
Toreno individuo de la Junta , á pesar de su cor-
ta edad, fue elegido para pasar á Inglaterra en
compañía de D. Andrés Ángel de la Vega , para
pedir auxilios, y asentar las bases de una alian-
za. Mucho debió lisongearle el verse nombrado,
á la edad de poco mas de 2 0 a ñ o s , para repre-
sentar en Londres y en misión tan importante á
la Junta Suprema de Asturias. El éxito manifes-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


tó lo acertado de la elección. El 30 de Mayo sa-
lieron de Jijón los comisionados, en un corsario
de Jersey , que apareció casualmente sobre el Ca
bo de Peñas ; arribaron el 6 de Junio á Falmouth,
y por la mañana del siguiente dia estaban en
Londres y en el Almirantazgo.


Avistáronse poco después con Mr. Canning,
ministro entonces de relaciones estrangeras (*),
quien conoció al momento la grande importancia
que podia tener en la suerte de Europa el levan-
tamiento de España. Los enviados asturianos fue-
ron obsequiados en Londres por todas las clases,
basta el punto de no poder presentarse en públi-
co sin ser acompañados de entusiasmadas acla-
maciones.


Los honrosos auspicios con que habia princi-
piado su carrera política , y la feliz situación en
que se hallaba en Londres el Vizconde de Matar-
rosa , ' le proporcionaron el contraer amistad con
muchos personajes ingleses de gran nombradla,
como Castlereahg, VVellington, Lord Holland etc.,
y el insigne literato y orador Scheridan , con cu-
ya irónica é incisiva elocuencia tiene no poca se-
mejanza la del Conde. También estrechó alli su


(*) Véase su biografía.




TORENO. 9


amistad con D. Agustín Arguelles, comisionado
en aquella capital por el Príncipe de la Paz para
entablar una negociación delicada con el gabine-
te británico.


En Diciembre del mismo año regresó el Viz-
conde de Matarrosa á Oviedo ; y habiendo falle-
cido su padre, cambió su título por el de Conde
de Toreno. Permaneció en aquella ciudad hasta
Mayo del siguiente a ñ o , ocupado en los negocios
de su casa , y sin asistir á las sesiones de la Jun-
ta, á causa de leves disensiones CQQ algunos de
sus individuos, hasta que llegó á Oviedo el Mar-
qués de la Romana, que acababa de venir del
Norte. «Dando este con sobrada facilidad oídos
á las quejas y censuras de ciertas personas des-
contentas con las enérgicas providencias de aquella
Junta, (dice D. Leopoldo Augusto de Cueto) (*)
y acervamente exasperado su ánimo con las res-
puestas de esta Corporación que se negaba con
altivez á subordinar sus propias atribuciones á la
autpridad meramente militar del general , se re-
solvió á disolver la Junta con la fuerza de las
bayonetas, parodiando ridiculamente el 18 Bru-


(*) Galería de Españoles Célebres Contemporáneos, Bio-
grafía del Conde de Toreno.




10 PERSONAJES CELEBRES.


mario de Napoleón, y formó otra, de la cual sa-
biendo su desvio hacia aquella , nombró miembro
á Toreno. A pesar de hallarse este, como hemos
indicado, algún tanto quejoso de la disuelta Jun-
t a , y conocer ademas que habia ella incurrido
en merecida censura por unas medidas arbitrarias
contra determinadas personas, olvidó agravios,
y atendiendo únicamente á lo que era justo y le-
gítimo , no solo nó aceptó el nombramiento del
Marqués de la Romana , sino que como diputado
nato dé la Junta General, le echó en cara la
ilegalidad y violencia de su proceder, calificándo-
le dé arbitrario y de muy pernicioso á la causa
pública : firme y generosa resistencia, que hubie-
ra podido acarrearle algún sinsabor de p&rte del
general en gefe, á no haber sido repentinamente
invadido el Principado por el Mariscal Ney y el
General Kellermann. » El Marqués de la Romana
se embarcó , y el Conde continuó en Asturias, ya
andando por las breñas, ya unido á las tropas
españolas refugiadas en las célebres montañas de
Covadonga, mientras duró la ocupación. Termina-
da esta, pasó Toreno á Andalucía por mar en
Setiembre de 1809 , y llegó á Sevilla, donde se
hallaba la Junta Central, de la que eran indivi-




TOREN0. 11


dúos el Marqués de Campo Sagrado, su t i o , y el
ilustre Jo?ellanos, á quien el Conde habia cono-
cido en Madrid, y á quien trató entonces mucho,
debiendo á su mediación que se le habilitase para
administrar sus bienes, á pesar de su corta
edad.


Invadida la Andalucía por las tropas france-
sas , se trasladó la Junta Central á la Isla de León,
y Torenopasó á Cádiz, donde á poco de haber
llegado recibió poderes de la Junta de León para
que la representase cerca del Gobierno, desem-
peñado entonces por la Regencia ; y poco después
los recibió también para el mismo efecto del Prin-
cipado de Asturias. Hallábanse en Cádiz también
iguales representantes de otras provincias, y en
sus frecuentes reuniones en que se ocupaban de
los intereses públicos, convencido el Conde de
Toreno de la urgencia d é l a s circunstancias, y
con el ardor natural á sus pocos años, exortó á
sus compañeros á pedir á la Regencia que congre-
gase sin demora las Cortes. Accedieron aquellos
á su propuesta, y le dieron el encargo de redac-
tar la esposicion , que apareció en términos un
tanto imperiosos, y de cuya presentación á la
Regencia, en compañía de D. Guillermo Hualde,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Diputado por Cuenca, dignidad de Chantre en
su Iglesia catedral, y grande apostólico, estuvo
igualmente encargado. Verificáronlo el 16 de Ju-
lio de aquel año (1810), leyendo el Conde el ci-
tado escrito, que sin duda debió parecer demasiado
imperativo al Obispo de Orense, uno de los Re-
gentes , pues contestó á los Diputados con notable
destemplanza. Replicaron estos con entereza, y
aplacados todos por iuterveneion del General Cas-
taños , fue tan inmediato y eficaz el resultado,
que al dia siguiente se promulgó el decreto con
vocando á Cortes.


Hechos públicos estos incidentes, atrajeron
al Conde fama y popularidad por parte de unos,
y alejamientos y aun odios por la de otros. Fi-
jada la instalación de las Cortes para el 24 de Se-
tiembre , veíanse tatisfechos los deseos del Conde
de Toreno, que consideraba aquel dia como prin-
cipio de una era de regeneración y de gloria, sin
que preveyeran su juventud y buen deseo, las fu-
nestas consecuencias que habia de acarrear al pais
la aclimatación en nuestro sue lo , sin estar de an-
temano preparado el terreno, de una planta exó-
tica y nial cultivada.


La nueva invasión del Principado de Asturias




TORERO. 13


retardó alli las elecciones, que se verificaron lue-
go que quedó libre, resultando nombrado unáni-
memente el Conde de Toreno por uno de sus Di-
putados á Cortes. Faltábale cerca de un año para
cumplir los 25 que se requerían ; pero no sin aca-
lorados debates, se le dispensó la edad por el Con-
greso en la sesión del 16 de Marzo de 1811, en-
trando á jurar y tomar asiento como Diputado
propietario, dos dias después. Prueba inequívoca
de las relevantes prendas que le adornaban , y de
la gran reputación y concepto de que disfrutaba
ya en aquella época, y en tan corta edad.


Pasó el Conde bastante tiempo sin tomar parte
en las discusiones del Congreso, verificándolo por
primera vez en la que se suscitó sobre señoríos
y derechos jurisdiccionales, en la que habló el
Conde con calor, con un desprendimiento que hon-
raba mucho á su carácter y á sus sentimientos pa-
trióticos, siendo como era dueño y poseedor de
algunos de los privilegios que se trataba de abolir.
Pío le seguiremos en los varios debates en que
tomó parte y eu que siempre lució su talento,
por no permitírnoslo el espacio á que debemos
reducirnos ; baste decir que mientras duraron las
Cortes generales y estraordinarias, dio constantes




1 4 PERSONAJES CELEBRES.


muestras de su capacidad, en especial en las cues-
tiones de guerra y hacienda.


Llegado el término de las Cortes estraordi-
narias y constituyentes, y estableciéndose en el
Código de 1812 el equivocado principio de que no
pudieran ser reelegidos los Diputados, quedó el
Conde de simple particular, aunque colocado ya,-
por la fama que habia adquirido, entre los per-
sonajes políticos mas notables. Trasladadas las Cor-
tes á Madrid, pasó también a la capital el Conde
de Toreno, donde permaneció hasta el dia 5 dé
Mayo de 1814 en que sal/ó para Asturias. No des-
conocía seguramente la mala situación de las co-
sas , pero no podía prever que el dia antes, de su
salida de Madrid, firmase el Rey en Valencia el
odioso decreto, violento y lleno de falacia, en el
cual aboliendo el sistema constitucional, declara-
ba rebeldes y facciosos, á los que, sino exentos
de error, dignos eran de alabanza y galardón por
su lealtad al mismo que tan cruelmente les tra-
taba , y por su no desmentido patriotismo. Apenas
llegado el Conde á Asturias, recibió la noticia
de la disolución de las Cortes, de la prisión de
los Regentes, de los Ministros y de varios Dipu-
tados amigos suyos, y el aviso de que se intenta-




T0REN0. 15


ba prenderle. Resolvió pues abandonar á España,
y embarcándose en Rivadeo se dirigió por mar á
Lisboa ; pero obligado por los vientos contrarios
á recalar en Vivero, continuó su marcha por
tierra á aquella capital , adonde llegó á mediados
de Junio, no sin algunas dificultades. Pensaba el
Conde permanecer algún tiempo en Portugal, pero
convencido al fin de que nada bueno ppdia espe-
rarse de la espantosa reacción que el Rey y su
Gobierno dirigían, y temiendo por otra parte la
vigilancia de la policía portuguesa, dio á la vela
para Inglaterra en los primeros dias de Ju l io .


Llegó á Londres á los pocos d ias , y perma-
neció alli hasta el mes de Diciembre en que pasó
á Paris ; pero el desembarco de Napoleón en Fran-
cia le obligó á regresar á Londres. Allí recibió la
noticia de estar confiscados sus bienes, y de ha-
ber sido condenado á muerte por tres de los cin-
co jueces que componían la comisión nombrada
por el Rey para este objeto especial. Ningún de-
lito podía achacarse á los Diputados, á quienes solo
se perseguía por sus opiniones; pero á falta de
cargos, se inventaron tan groseras y absurdas ca-
lumnias, que solo sirvieron para baldón é infa-
mia de los que las empleaban.




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Después de la batalla de Waterlóo, y resta-
blecido en el trono Luis XVIII , volvió Toreno á
Francia , á principios de Agosto de 1815, obli-
gado poi las circunstancias críticas de su situa-
ción , y confiando én que su calidad de estran-
gero y su conducta, bastarían á preservarle de to-
do riesgo. Pero por aquel tiempo su cuñado el
General D. Juan Diaz Porlier, preso eutonces en
la Coruña por su adhesión al gobierno constitu-
cional, se levantó en favor de la restauración del
sistema abolido en 1814, apoderándose de aquella
plaza. Aquel suceso alarmó á los ligi ti mistas de
Francia, y sospechando que Toreno y demás es-
pañoles liberales que residían en Francia no ig-
noraban la conspiración, se les vigiló atenta-
mente, hasta que en Abril de 1816, á pretesto
de supuestas inteligencias de algunos liberales
españoles que estaban en Bayona, con otros de
Navarra, fue preso el Conde de Toreno, junto
con el General Mina y otros. Recogiéronle sus
papeles, y entre las estrañas preguntas del inter-
rogatorio que se le hizo sufrir, era una de
ellas, si tenia noticia de un plan concertado para
acabar con los Borbones de Francia, Ñapóles y
España; y otra si era cierto que concurría con




T0T1ENO. 17


frecuencia á la casa del Duque de Wellmgron y
del General español D. Miguel Ricardo de Ala-
va. Respondió el Conde con dignidad y entere-
za á todas las preguntas, y no resultando nada
contra él ni sus compañeros, fue el término d«
tan injusto é irregular procedimiento el ponerlos
en libertad, después de dos meses de prisión.
Permaneció el Conde en Paris todo el tiempo que
duró aquella primera emigración, pobre y oscu-
recido, pero apreciado cual merecia , conten-
to con el testimonio de su conciencia, y dedi-
cándose el estudio y á la observación. Por en-
tonces escribió un opúsculo que tuvo gran acep-
tación y fue traducido en varios idiomas, titu-
lado Nvticia de los principales sucesos ocurri-
dos en el gobierno de España desde 1808 hasta
la disolución, de /as Cértes en 1814. Durante
todo aquel largo y penoso periodo, no cometió el
Gonde ningún acto de humillación, ni se retrac-
tó , ni hizo demanda alguna para mejorar la si-
tuación en que se hallaba, esperando confiado
que llegarían mejores dias.


Sabidos son los acontecimientos de la Isla de
León en 1820, y el restablecimiento del sistema
constitucional en España, consecuencia precisa


5




18 PERSONAJES CELEBRES.


de la éspcutosa reacción que sufriera en 1814,
y del desgobierno que á ella habia seguido. Re-
cibió Toreno con júbilo la noticia de aquellas
mudanzas, y abiertas á los proscritos las puer-
tas de la patr ia , se vio el Rey en la necesidad
de colmar de mercedes á los mismos á quienes
antes habia condenado á muerte; el Conde, res-
tituido al goce de sus bienes y prerrogativas,
fue nombrado ademas Enviado estraordinario y
Ministro plenipotenciario en la Corte de Berlín;
honroso encargo que se negó á aceptar, espe-
rando sin duda ser elejido Diputado por su pro-
vencia para las Cortes que se hallaban convoca-
das. Fuelo en efecto, y se trasladó inmediata-
mente á Madrid, donde fue recibido con gran
entusiasmo del público, y mucha afección de
sus amigos y •compañeros de infortunio.


Nombrado para redactar la contestación al
discurso del Rey , leído en la apertura de las
Cortes, práctica propuesta por el Conde y no usa-
da hasta entonces, manifestaba ya aquel escrito
la variación que se habia realizado en sus opi-
niones , por efecto de sus mayores años, de su
mayor instrucción, y de las meditaciones de la
desgracia. Amaba todavía ardientemente la 1¡-




TORENO. 19


bertad, pero ñ o l a comprendía ya como en sus
primeros años, y conocía que reposando esta en
el orden público, no era posible con los princi-
pios y concesiones que hasta entonces habian
dominado. Pero era difícil que triunfaran en
aquellas Cortes y con aquella Constitución las ideas
de gobierno, familiarizadas en el continente des-
de la restauración de los Borbones en Francia,
y tan contrarias á las que en España domina-
ban, por buena fé en unos , por miras menos
nobles en o t ros , y por falta de conocimientos
en la generalidad. El Conde deToreno, apoyando
siempre el orden, en medio del desorden en que
estaba sumida la sociedad por efecto natural de
la reacción, y por los manejos de las sociedades
secretas en ellas establecidas, luchaba en vano;
y en especial en la célebre sesión del 7 de Se-
tiembre, llamada de las páginas, pedia que se
hiciese efectiva la responsablidad del gabinete,
del que era individuo su amigo entonces el Señor
Arguelles, si pudiendo impedirlo permitía que se
alterase las tranquilidad pública.


Al paso que aquellos escesos iban disipando
mas y mas las ilusiones del Conde, su oposición
á ias doctrinas desorganizadoras le atraían el




20 PEBSONAJES CELEISRES.


odio de los alborotadores ; pero no por eso ma>
nifestaba menos tesón, ni mostró menor energía
en la interpelación que dirigió al Gobierno el dia
después del asesinato del Cura Vinuesa , hacién-
dole cargo de no haber tomado todas las provi-
dencias necesarias para impedir aquel atentado.
Entonces empezó á darse el dictado de pasteleros
á los liberales de opiniones templadas, que conde-
naban los escesos de la exaltación, y con el cual
honraban al Conde los promovedores de los albo-
rotos. Escogieron estos el 4 de Febrero de 1822,
en que se discutía la ley adicional sobre la liber-
tad de imprenta , para tomar venganza de los Di-
putados que se opouian á su desenfreno. Habló
el Conde en aquella sesión con notable energía,
y al salir del Congreso vio amenazada su vida,
lo mismo que su amigo D. Francisco Martínez
de la Rosa (*), por una turba de alborotadores, y
hubieran sin duda perecido sin la vigilancia de
las autoridades y su admirable serenidad. El ge-
neral Morillo llevó al Conde á su casa, y di-
rigiéndoselas turbas á la del Conde, sin respeto
á que en ella habitaba su hermana la Viuda del
general Portier , muerto en un patíbulo por la


(*) Véase su Biografía. T. lt .




T 0 R E 1 N 0 . 21


libertad, la allanaron é hirieron á algunos de sus
criados.


Pero se engañaban los anarquistas si creiau
amedrentar á aquellas dos almas de elevado tem-
ple. Presentáronse al dia siguiente en el Congreso
con impavidez, á denunciar la odiosa tropelía
cometida con dos Diputados de la Naciou, y pi-
diendo al mismo tiempo que no se tomase pro-
videncia alguna con respecto á los acontecimien-
tos del dia anterior ; generosidad laudable como
hombres particulares, pero que admite poca es-
cusa en quienes no debían mirar en aquel aten-
tado el agravio personal, sino el crimen cometi-
do contra los representantes de la Nación , y con-
tra la libertad que profanaban.


Varios fueron los discursos pronunciados é
informes dados por el Conde de Toreno durante
aquellas Cortes, y en especial en materias de Ha-
cienda. Los apuros del erario obligaron al Go-
bierno á hacer uso de su crédi to , contratando
un empréstito •, y no habiéndose podido realizar
eillamado nacional, fue preciso acudir al estran-
gero. Comprendió Toreno que era para ello for-
zoso asentar antes el crédito con el reconocimien-
to déla deuda de Holauda, contraída con par-




22 PERSONAJES CELEBRES.


ticulares y bajo el gobierno legitimo de Carlos IV,
y sostuvo por lo tanto el reconocimiento de aquel
crédito. Aprobaron las Cortes el empréstito y re-
conociéronla deuda holandesa, siendo de adver-
tir , que nombrado Toreno Presidente de las Co'r-
tes el 9 de Setiembre de 1820, no fué de la co-
misión nombrada para examinarle, Achacáronse
sin embargo al Conde grandes faltas, y el espí-
ritu de facción acogió las sospechas propagadas
por la envidia y la necedad. El Conde de Toreno
fué el primero que proclamó y sostuvo en aquellas
Cortes los verdaderos principios del crédito , y no
es culpa suya si algunos abusaron después y se
desviaron de ellos.


Terminadas las Cortes estraordinarias á media-
dos de Febrero de 1822, volvió Toreno á la vida
privada, y renunció definitivamente el cargo de
Ministro plenipotenciario en Berlín. Temeroso el
Rey del espíritu de las Cortes ordinarias que se
iban á reunir , y deseando formar un gobierno de
resistencia y firmeza, hizo proponer al Conde que
nombrase un ministerio , poniéndose él á su fren-
te. Negóse Toreno, considerando lo grave de las
circunstancias , y que se preparaba una lucha per-
manente y á'todo trance entre el Gobierno y la




TOfiENO. 23


revolución, en que esta forzosamente había de
triunfar, con los elementos que le daba el Código
de 1812 y la mala voluntad del Rey , convertido
en conspirador, y falto de la autoridad necesaria.
Insistiendo sin embargo, el Rey en su propósito,
mandó al Conde que le indicase por lo menos
los sugetos que debían formar el nuevo ministe-
r io ; y habiéndolo verificado, siendo una de las
personas indicadas el Sr. Martínez de la Rosa
que fue nombrado después, salió para París apre-
suradamente la misma noche en que entregó, la
lista , temeroso de que se le obligase á aceptar el
ministerio si permanecía en Madrid.


No son de este lugar , y sí demasiado sabidos,
los acontecimientos del mes de J u l i o , y los re-
sultados de la invasión francesa, consecuencia de
los acuerdos del Congreso de Verona ; la destruc-
ción del gobierno constitucional, y la reacción es-
pantosa á que dio lugar el abuso y los desórdenes
que á su sombra se habiau cometido.


Entonces principió para el Conde una nueva
proscripción ; y aunque no es de creer tuviese el
Rey coutra él tanto encono como contra otros de
sus compañeros de espatriacion , no dio paso algu-
no para que cesasen sus persecuciones, y se le




2 4 PERSONAJES CELEBRES.


permitiese la libre administración de sus bienes,
pues su carácter no es de los que fácilmente se
doblegan ni á los caprichos de un déspota , ni á
las tumultuosas exigencias del populacho. En los
diez años de aquella segunda emigración, viajó
por varios países de Europa, mereciendo en todas
partes señaladas muestras de aprecio. Aunque emi-
grado y l iberal , no tomaba parte activa en las
tentativas de conspiración, ni en los sueños y de-
lirios que alimentaban las esperanzas de otros que
sufrían igual suerte. Tachaban algunos de desvio
aquella indiferencia , que no era efecto sino de la
creencia en que estaba el Conde de que solo por
acontecimientos estraordinarios, y una gran mo-
dificación en el espíritu públleo de la península
podría verificarse un cambio en su gobierno. Asi
pues, se dedicaba á estudios serios cual convenían
á su carácter y distinguido talento; sin olvidar
en medio de la penuria en que debia tenerle el
secuestro de sus bienes, el auxiliar á algunos com-
pañeros de desgracia, aunque discordes en doc-
trinas y opiniones. Uno de ellos fue D. Agustín
Arguelles, según él mismo lo declaró públicamen-
te en las Cortes con una sinceridad espontánea
que le honra , á pesar de que en otras circunü




T 0 R E N 0 . 25


tancias ha olvidado las consideraciones a que le
ligaban los vínculos de una antigua amistad, y
los beneficios recibidos. ¡ Hay hombres cuya di-
visa parece ser la ingratitud !


Cultivó Toreno durante aquel tiempo la amis
tad de personajos políticos de diferentes opinio-
n e s , como Villele, Manuel, Foy, Benjamín Cons-
tant ,Lafayet te , Guizot, Thiers, el Duque de Bro-
glie y oíros insignes liberales de aquel país. De-
dicóse á escribir la historia de los grandes aconte-
cimientos de la Guerra de la Independencia,
principiando á fines de 1827, y después de haber
reunido los infinitos conocimientos y noticias que
tan complicada obra hacia necesarias. A veces fue
interrumpida la obra comenzado por diferentes
ocupaciones, y sin embargo en menos de tres años
concluyó el libro décimo, en la noche misma del
28 de Julio de 1830, en medio del levantamiento
de París. Hasta Setiembre de 1831 solo pudo es-
cribir los libros undécimo y duodécimo, y después,
durante un año que estuvo viajando por Ingla-
terra , Bélgica, Alemania y Suiza, escribió sin
embargo hasta la conclusión de los cuatro pri-
meros tomos de su historia.


La revolución de Julio en París había de pro-




20 PERSONAJES CELEMÍES.


ducir necesariamente una variación notable en el
espíritu público de España ; y aunque el Gobierno
desde 1827 habia dejado de ser tan reaccionario y
tiránico como en los años anteriores, los princi-
pios de libertad que en el país vecino se procla-
maban debían encontrar eco en España, donde
se babian olvidado ya en gran parte los desacier-
tos de anteriores épocas. Los acontecimientos de
Portugal dieron mayor impulso y nuevas esperan-
zas al partido liberal; los sucesos de la Granja en
Setiembre de 1832, variaron la marcha del Go-
bierno, y con la cuestión dinástica, precipitaron
el desenlace de la política. Los que poco antes eran
considerados y perseguidos como enemigos del Tro-
no , se creyeron, y con razón , los mas firmes
defensores de la legitimidad, y en ellos creyó
debia apoyarse el Gobierno para combatir á la
facción carlista que se ostentaba sin disfraz. La
escelsa Reina Gobernadora acogió con júbilo le
pensamiento de olvido y generosidad que tanto
se hermanaba con los impulsos de su magnáni-
mo corazón, y el 15 de Octubre de 1832 se publi-
có el decreto de la primera amnistía.


Regresó Toreno á l'aris en Diciembre de aquel
a ñ o , y después de permanecer algunos meses cu




T0RENO. 27


aquella capital , se restituyó á España en Julio de
1833, y á poco de haber llegado á Madrid, le
mandó salir sin miramiento alguno el ministerio
Zea Bermudez, á pesar de hallarse enfermo, y con-
tra lo dispuesto en el decreto de amnistía.


Pasó el Conde á Asturias, donde permaneció
hasta la muerte del Rey , y al suscitarse la cues-
tión dinástica, proclamó en aquella provincia, se-
gún de derecho le correspondía como Alférez ma-
yor de ella , á la nueva Reina Isabel I I , y volvió
á Madrid comisionado por la Diputación General de
Asturias para felitará la Reina Gobernadora. Per-
maneció en la Corte como particular, hasta que
promulgado el Estatuto Real , fue nombrado por
S. M. Ministro de Hacienda en el mes de Junio de
1834.


Al encargase de aquella dependencia tuvo que
dedicarse sin demora á los trabajos de su ramo,
que debian presentase á las Cortes , y los presen-
tó en efecto, ocupándose aquella legislatura casi
esclusivainente de discusiones en materias de Ha^
cienda , que sostuvo con saber y elocuencia el mi-
nistro del ramo. Verificóse durante su ministerio
el empréstito de 400 millones, cuya necesidad era
generalmente reconocida, precediendo antes el




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


arreglo de la deuda estrangera (*), arreglo que
hacían indispensable razones de política y de
conveniencia propia. El empréstito se realizó á
mas de sesenta, é indudablemente se hubiera
terminado á setenta , á no ser por la lentitud con
que se debatió en el Estamento de Procurado-
res. De todos modos se realizó con mas venta-
ja que ninguno de los contraidos desde 1820 , y
no podemos convenir con otros biógrafos que di-
cen que erró el Conde de Toreno en hacerlo con
la casa de Ardoin de preferencia á la de Rotschild,
por la influencia que esta última hubiera podido
tener con los gabinetes del Norte para el recono-
cimiento dé l a Reina Doña Isabel I I ; suponien-
do ademas que lo hizo llevado de un rigorismo
estremado de principios, por no querer acceder
á la preferencia á su favor, que en igualdad de
condiciones, reclamaba para cualquier otro em-
préstito que pudiera negociar el gobierno español,
la casa de Rotschild. Indudablemente tan irritante
é indecorosa condición imposibilitaba al ministro
para aceptar el contrato, y tenia ademas sobrado
conocimiento del estado político de Europa para


(*) Véase el Proyecto de Ley presentado al Estamento
de Procuradores en la sesión del 7 de Agosto de IS34.




TÜRENO. 29


ignorar , que los compromisos en que pudieran
verse los intereses de aquella respetable casa , en
nada babian de inlluir para que los gabinetes del
Norte variasen de conducta con respecto al reco-
nocimiento de la Reina. (*)


Dos grandes acontecimientos en estremo es-
candalosos tuvieron lugar por aquel tiempo en
1« Corte: el asesinato de los frailes en Julio de
1834, y la sublevación de la Casa de Correos en
Enero de 35. Ambos atentados quedaron impu-
nes, y aunque nos consta que el Presidente del
ministerio, el Sr. Martínez de la Rosa, hizo para
su castigo esfuerzos que se estrellaron en la iner-
cia ó mala voluntad de autoridades subalternas;


(*) No es cierta la preferencia que se supone, ni pudo en
realidad haberla. La casa de Rotschild no hizo proposición
alguna para el empréstito, ni al parecer quería hacerla.
Impreso está, y por disposición del Sr. Mendizabal, el es-
pediente del referido empréstito, y en él no aparece pro-
posición alguna de la citada casa entre las diversas que
en él se mencionan. Lo que si pretendía por entonces la
casa de Rotschild , era obligar al gobierno español por me-
dio de un tratado, á que pasasen á su examen las pro
posiciones de empréstito que recibiese, y á que no con-
tratase ninguno sin su intervención ni anuencia.


El Conde de Toreno ni pasó, ni podía de modo al-
guno pasar por t-alado tan inconducente, y tan impropio
del régimen de publicidad y de libre concurrencia, que
pensaba adoptar y se adoptó en efecto en el real de-
creto de a de Octahrc de 1 8 3 4 ; condurta que lejos de




30 PERSONAJES CELEBRES.


y aunque es sabido también que ocupado Torero
principalmente de los asuntos de hacienda toma-
ba poca parte en los actos generales de la go-
bernación, siempre resultará que de allí tomó
principio la carrera de impunidades que hemos
recorrido, y alguna culpa resultará siempre á
los encargados del gobierno que no tuvieron ener-
gía bastante para castigar egemplarmente á los
subalternos que no cumplían cual era debido sus
obligaciones.


La impunidad del motin militar de que aca-
bamos de hablar; el aumento progresivo de los
principios anárquicos; el mal estado de la guer-
ra de Norte, y en especial después de la der-


censura , merecerá mas bien los elogios de cuantos aprc
cien el decoro nacional y la recta administración de los
intereses del Estado. Tampoco hay exactitud en la pre-
ferencia que se supone dada á la casa de Ardoin; pues en-
tre las diez y nueve proporciones presentadas, la que ver •
daderamenle obtuvo la preferencia como mas ventajosa,
fue la hecha con D. Vicente Bertrán de Lis; y solo cuan-
do este licitador hizo presente que por las circunstancias
que alegaba, le era imposible realizar su empeño y que
retiraba *u proposición, fue cuando el Conde de Toreno,
de acuerdo con lo manifestado por la comisión de em-
préstito y por el Consejo de gobierno , otorgó con la
casa de Ardoin el tratado relativo al empréstito, por
ser sus proposiciones las mas ventajosas entre las catorce
restantes.




TOBENO. 3 1


rota de las Amezcuas, todo contribuía á hacer
impopular aquel ministerio, á quien se achacaban
culpas y reveses que no eran seguramente su-
yas. Sabido es que pidieron entonces los gene-
rales del ejercito la intervención francesa, y que
el Gobierno se dicidió á reclamarla, á pesar de
la oposición de su Presidente el Sr. Martínez de
la Rosa que conocía lo inútil de aquel paso,
y que renunció su puesto al ver realizados sus
pronósticos. No ha faltado quien haya atribuido
á Toreno una parte en acelerar aquella separa-
ción, y aun algunos le han censurado por no
haberse retirado en aquella ocasión.


Por la salida del S. Martínez de la Rosa del
gabinete fue el Conde de Toreno nombrado su
Presidente en 7 de Junio de 1835, conservan-
do el ministerio de Hacienda y desempeñando in -
terinamente el de Estado. Indudablemente aquel
nombramiento y la organización del ministerio
que se verificó á los pocos dias, reanimó un
tanto el espíritu público. Inconcebible es sin em-
bargo para nosotros cómo pudo el Conde llamar
para que le reemplazase en el ministerio de Ha-
cienda a D. Juan Alvarez y Mendizabal, y solo
podemos atribuirlo á que creyendo tenerlo bajo




3 2 PERSONAJES CELEliBES.


su inmediata dependencia, le serviría solo para
ciertas operaciones de arbitraje, sin mezclarse en
el arreglo general de la Hacienda, ni muclio me-
nos en la Gobernación del pais. Este seguramen-
te no le estará muy agradecido por el regalo que
le hizo, pues si ha manifestado travesura y ac-
tividad para ciertas operaciones, ha demostrado
también que sus ideas revolucionarias y sus de
sorganizadores principios, no le colocarán jamás
entre los hombres de Estado. Otros hombres en-
traron también en aquel ministerio, que si dis-
frutaron prestigio de saber en otra época, nadie
duda ya en el dia de su nulidad. El partido exal-
tado veía en aquel ministerio á representantes
del antiguo partido nacional, y los había también
de ideas moderadas y conservadoras; pero el
carro de la revolución iba á desbocarse, y á pesar
de las concesiones hechas por Toreno á la opo-
sición , y de elegir para cargos de la mayor impor-
tancia á personas que han manifestado después
ser de ideas muy contrarias á las suyas , sin em-
bargo , de su inflexilidad en las cuestiones de
orden público, no pudo detenerle.


Durante su ministerio, se ocupó principal-
mente en terminar la guerra civil por todos me-




TORENO. 33


dios, y en su tiempo envió ya á las provincias
del Norte á Muñagorri , que tan desgraciada
muerte tuvo después. Las atenciones públicas se
hallaban cubiertas, y dejó á su salida del mi-
nisterio setenta millones para pagar un semestre
de la deuda ; la suerte de las armas le había si-
do también favorable, no solo por la muerte del
principal caudillo faccioso Zumalacarregui, sino
por el levantamiento del sitio de Bilbao, y la
vietoria alcanzada por el general Cordova en Men-
digorria. Nada mas podra pedírsele como minis-
tro de Hacienda en medio de una desastrosa
guerra civil , ni ningún motivo plausible habia
para el pronunciamiento, que con singular incon-
secuencia , estalló en varias Capitales de pro-
vincia y en Madrid mismo el dia 15 de Agos-
t o , sublevándose una parte de la Milicia, y ha-
ciéndose fuerte en la Plaza Mayor. Apaciguado
ei tumulto en Madrid, aun duró un mes el po-
der en manos del Conde de Toreno; pero iba
cundiendo la sublevación en las provincias, y el
Gobierno sin tropas de que disponer, y no pu-
diendo tampoco contar con la Milicia, tuvo al
fin que sucumbir, no contribuyendo poco á la
caida del Conde de Toreno el haberse retraído




3 4 PERSONAJES CELEBRES.


de encargarse del ministerio de Hacienda el Sr.
Mendizabal, que había llegado á Madrid, y que
de este modo se atrajo las simpatías de los per-
turbadores.


Rehusaba la Reina Gobernadora el admitir
la renuncia que hacia Toreno; pero habiéndola
convencido este de la necesidad, y llamado al
Pardo en la noche del 14 de Setiembre de 1835,
estendio allí los decretos de su dimisión y nom-
bramiento de nuevos ministros, siendo de ad-
vertir que el que á él se referia está escrito en
términos mas severos. {*)


Restituido Toreno á la vida privada, volvió á
ocuparse con afán de la conclusión de su Historia.
Durante su ministerio había contraído matrimo-
nio con Doña Maria del Pilar Gayoso, Tellez
Girón, hija de los Sres. Marqueses de Camarasa.


A pesar de los consejos de muchos amigos,
no solo se presentó en las Cortes, abiertas en
Noviembre de 1835, sino que tomó parte en las
mas arduas discusiones, y especialmente en la


(*) Parece que reparando con estrañeza la Reina Gober-
nadora en los términos del decre to , preguntó al Conde la
causa de tanta sequedad; á lo cual contestó que le bastaba
saber que poseía el aprecio de S. M . , y que convenia no
dar nuevos pretestos para encender mas las pasiones.




T O J 1 E L \ 0 . 35


del famoso voto de confianza con que el Señor
Mendizabal logró embaucar á algunos, y que solo
contribuyó al aumento de nuestra deuda y á la
completa dislocación de nuestra Hacienda.


Siguió después la discusión sobre la ley elec-
toral , en la que tomó el Conde una parte muy
notable , y que dio lugar á la disolución de aque-
llas Cortes. Convocadas otras, que se abrieron el
22 de Marzo bajo el influjo revolucionario, no
fue elegido para ellas el Conde de Toreno , ni otros
de los principales oradores de su comunión polí-
tica , al paso que lo era por siete provincias el Se-
ñor Mendizabal, lo que dio lugar á agudos chis-
tes en aquella ocasión. Pero ni aquella mentida
popularidad pudo sostener en el ministerio al Se-
ñor Mendizabal, al cual sustituyó el Sr. Isturiz.
Sobrevinieron entonces los sabidos acontecimien-
tos de la Granja, cuya escandalosa narración
haremos en otro lugar. Restablecióse la Consti-
tución de 1812, y creyéndose Toreno poco se-
guro en España, se trasladó de nuevo á París
y Londres, donde al paso que en Madrid se decre-
taba el secuestro de sus bienes y la pérdida de
sus honores, daba él la última mano á la his-
toria de las glorias de su patria.




36 PERSONAJES CELEBRES.


Formada la Constitución de 1837, derribado
el ministerio Calatrava á consecuencia de los su-
cesos de Pozuelo de Aravaca, y disuelto el Con-
greso constituyente, procedióse á nuevas eleccio-
nes , en las que triunfó la opinión moderada; y
nombrado Toreno Diputado por su provincia, se
trasladó desde Paris á Madrid para ejercer su
encargo.


Sin duda alguna reunidas las Cortes en 1837,
cuando se trató de reemplazar al ministerio de
transición que entonces existía, debian ocupar un
lugar en el nuevo los gefes del partido vencedor.
No se hizo así sin embargo, y aunque se conce-
dió la presidencia del nuevo gabinete al Sr. Con-
de Ofalia , persona en todos conceptos muy dig-
na , así como los demás individuos que compu-
sieron el gabinete, faltóse no obstante en nuestro
concepio á lo que exigían las circunstancias, y á
la práctica observada en otros países. El Conde de
Toreno apoyó aquel ministerio, y en aquella le-
gislatura fué cuando con notable valentía pronun-
ció estas palabras. « Las guerras civiles nunca ter-
minan por el esterminio de un partido....Si con
transacción y olvido se concluyese la nuestra,
concluyase en buen hora , con tal que triunfen, el




TORENO. 37


trono de Isabel II y la causa de la libertad. » (*)
Diez y ocho meses después el convenio de Verga
ra probaba la exactitud de las nobles espresiones
del Conde, oidas antes con escándalo por los
revolucionarios.


Terminada la primera legislatura de aquellas
Cortes, volvió el Conde á Pa r í s , donde había de-
jado á su esposa , é hizo un viage á Italia.
Abierta la segunda legislatura, tachó su ausen-
cia el General Seoane, anunciando en contra de
su pasado ministerio una terrible acusación. Nom-
brado el Conde en aquel intermedio Grande de
España de primera clase, creía que tal vez se le
consideraría sugeto á reelección y esta era la cau-
sa verdadera de su permanencia en el estrangero.
Determinado afirmativamente por el Congreso
permaneció el Conde en Francia, basta que en
las elecciones verificadas para las Cortes de 1840,
elejido nuevamente por su provincia, regresó á
Madrid á fines de 1839.


Principiaron aquellas Cortes sus deliberaciones
el 19 de Febrero , y sabidos son los escandalosos
sucesos del dia 2 4 , en que los representantes de


(*) Sesiones del Congreso de diputados de los dias 8 y ier
de Enero de 1838.




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Nación fueron insultados y amenazada su exis-
tencia en el lugar mismo de sus sesiones , y con
mengua del Gobierno que lo permitía y no supo
castigarlo. El Conde de 'foreuo dio en aquel dia
muestras de su valor y serenidad, á pesar de ser
uno de los mas insultados por aquellas turbas.


El Conde de Toreno tomó poca parte en las
discusiones de aquellas Cortes , á pesar de ser en
nuestro concepto las en que con mayor detención
y copia de luces se discutieron varias cuestiones.
Resucitada la acusación del General Seoane, ha-
bló el Conde con templanza y cordura, defendien-
do la contrata de azogues celebrada durante su
ministerio con la casa de Rotschíld. en que
hizo subir el precio á cincuenta y cuatro pesos
y cuartillo el quintal, desde veinte y siete pesos
y cuartillo á que se había contratado en 1830,
á pesar de la diferencia en las dos épocas, y de
la hazarosa situación en que ponía al Gobierno,
en la última, la guerra civil. Las Cortes casi por
unanimidad declararon no había lugar ni funda-
mento para la acusación.


Sabidos son los acontecimientos posteriores, el
viaje de las Reinas á Barcelona, y los trastornos
á que los sucesos de aquella capital y el levan-




TORFJNO. 39


tamieiito de Setiembre lian dado lugar. El Conde
de Toreno se espatrio' voluntariamente, y reside
desde entonces en Par i s , ocupándose, según te-
nemos entendido, en reunir materiales para escri-
bir la historia de la dominación de la Casa de
Austria en España.


Hemos bosquejado rápidamente la vida política
del Conde de Toreno , y nos falta espacio para
hablar cual desearíamos de su grande obra litera-
ria , la Historia del levantamiento, Guerra y
Revolución de España, que le ha atraído felicita-
ciones de todos los países y de todos los sabios
del Mundo. Nos contentaremos con citar una,
trascribiendo la que le dirigió últimamente Mr.
Alejandro Humboldt , por cuya mediación había
regalado su libro á la Biblioteca Real de Berlín:
« Vuestro magnífico regalo, Sr. Conde, dice el
sabio de ambos Mundos, marchará esta semana y
admirará á todos los literatos de mi patria. La
edición hace honor al arte tipográfico en España,
que se creia haber desmerecido desde las obras
maestras de Ibarra , y el Salustio del Infante,
Vuestra grande y clásica Historia ha escitado nue-
vamente mi mas viva curiosidad. Casualmente ja-


.más habia visto el último tomo, y he encontrado




40 PERSONAJES CELEBRES.


en él el estenso índice de materias, en el cual lie
podido escoger. Me ha admirado de nuevo la pin-
tura tan animada y llena de talento de los asun-
tos del Escorial ( T . I. pág. 2 1 ) , el carácter del
que en el Palacio del Rey ha recordado á D. Bel-
tran de la Cueva (T. I. pág. 8 5 ) , los esfuerzos lie-
dlos por restablecer la Iuquisicion (T. V. pág. 69)
etc. etc. He tenido también la perspicacia de en-
contrar en ella mi nombre (T. III. pág. 435) , y
me ha lisongeado tan amable recuerdo. He estado
leyendo hasta las tres déla mañana sin cansarme.»


Hemos concluido nuestra imperfecta tarea; el
recorrer la vida y examinar la obra del persona-
je que nos ha ocupado, exije mas estension, y se-
guramente mas capacidad. Esperemos á que cal-
madas las pasiones y podiendo los hombres apre-
ciar en su justo valor el mérito del Conde de To-
reno , haya quien se ocupe de tan importante tra-
bajo ; entonces no dudamos que será del núme-
ro de aquellos que como dice el festivo Beranger:


On les persecute, on les tue ;
sauf aprés un lent examen
á leur dresser une statue
pour la gloíre du genre humain.






Teisonaöes célebres del Siglo XIX.




SIR ROBERTO PEEL.


•i Puede contarse como uno de los
fenómenos de 'nuestras costumbres
aristocráticas, la existencia de un
hombre que por su nacimiento y su
posicion'deberia ser el gefe del parti-
do popular, y es el defensor del parti-
do oligárquico. Salido del pueblo, se
identilica con los patricios.. . . Unido á
una causa que exige pasión en los que
ta abrazan , es mirado con desconfian-
za por sus a l iados , porque defiende


su causa con moderación. »
i


La Inglaterra y los > Ingleses por
F.DW. BULWER , t. I I , pág. 274.


Sir Roberto Pee l , es sin disputa
uno de los hombres de Estado: más
consumados que ha tenido la Inglater-
ra , uno de los mas dignos de diri- .
gir los negocios de un gran pais.


Í H J W E F C I E R BK H A I I I U N N E — R e v i s t a
de los dos Mundos. Agosto de 1 8 4 1 .


Al principiar el año de 1810, se presentaba
por primera vez con cierto bri l lo, en la Cámara


i




2 PERSONAJES CELEBRES.


de los Comunes, un orador de 22 años , y las
sesiones se abrian bajo auspicios poco favorables
para la Inglaterra , que parecía agotarse al fin con
su prolongada lucha contra Napoleón. El ! astro
imperial , que tan aprisa habia de palidecer y
estinguirse , estaba entonces en su apogeo ; la gran
victoria de Wagram acababa de destruir la espe-
ranza de una nueva coalición ; Massena y Soult
tenían á Wellington en jaque en la Península ; el
desastre de la espedieion, dirigida sobre el Es-
calda por Lord Casttereagh, habia cubierto de
luto á toda la Inglaterra, y añadido veinte mi-
llones de libras esterlinas á su deuda pública ; las
arenas de Walcheren habian visto diezmada por
el contagio y sacrificada inútilmente á la imperi-
cia de Lord Chathain, la flor de la población britá-
nica ; agitábase la Irlanda en su miseria ; parecía
inminente una guerra con la América ; Jorge III
acababa de volverse loco ; el papel moneda esta-
ba eada dia mas desacreditado, y se levantaba á
lo íejos el repugnante espectro de la bancarrota.


En tal situación , el partido w i h g , separado
del poder desde mucho tiempo , redoblaba sus es-
fuerzos para reconquistarle. El partido to ry , con
la tenacidad que le dis t ingue, luchaba contra la




adversidad; pero el ministerio era débil y se ba-
ilaba desunido: Canning, no pudiendo obtener
del Rey la destitución de Castlereagh, babia deja-
do el ministerio después de haber tenido un desa-
fio con su fogoso colega. (*) La discusión del Dis-
curso de la Corona fue tempestuosa ; todos los
oradores de la oposición se sucedían en la tribu-
n a , para reconvenir violentamente al ministerio
por la fatal espedicion Walcheren; Canning,
ostentando generosidad, al paso que se mostraba
estraño á aquella medida, la defendía débilmen-
te ; los torys, que ya se fiaban poco de él por sus
opiniones liberales sobre la I r landa, vieron con
placer que se levantaba del banco ministerial un
joven desconocido todavía, quien sin oponerse
precisamente á una averiguación {etiquete) sobre
la espedicion de Walcheren , hizo una feliz de-
fensa del discurso, y contribuyó no poco á obte-
nerle la mayoría. La aristocracia inglesa tiene la
buena cualidad , aunque altiva y hasta insolente,
de no haber sido dominada jamás por el espíritu
mezquinamente envidioso, mohíno y esclusivo de
las demás aristocracias : cualquiera aliado que se
presente, salga de donde saliere , con tal que


(') Véase la Biografía de Canning. T. 111.




4 PERSONAJES CELEBRES.


tenga fuerza y talento, es siempre bien recibido y
adoptado por ella. Conoció á primera vista el par-
tido que podría sacar del campeón pleveyo , que
rompía en su favor su primer lanza; le tendió
la mano , y dos años después, á los 24 de edad,
Roberto Peel era llamado ya á Ocupar el puesto
de Secretario de Estado para la Irlanda. Desde
aquel momento sú posición política se ha agran-
dado sin cesar, lo mismo que su talento; y en
el d i a , en la tenaz lucha que hay en Inglaterra
entre las ideas antiguas y las nuevas , el torys-
mo entero t bastantemente dividido é indisciplina-
do antes ó después de la victoria, en los momen-
tos de peligróse apiña alrededor de Roberto Peel,
y obedece á su voz.


Este ilustre hombre de Estado es el hijo pri-
mogénito de un rico fabricante del Lascashire;
nació en 1788, en Tamworth , si no nos equivo-
camos, en el Staffordshire, donde su padre ha-
bía establecido el centro de sus negocios. Este
ú l t imo, procedente de una familia pobre y oscura,
supo aprovechar los descubrimientos de la indus-
tria moderna para los hilados del algodón; cons-
truyó en Tamworth grandes fábricas de hilados
donde se ocupaban hasta 15,000 jornaleros, y murió




PliEL. 5


en 1830, dejando una fortuua valuada en mas de
240 millones de reales. Lejos de negar su origen,
Sir Roberto Peel, que conoce el profundo respeto
que inspira la riqueza en un pais donde el ser pobre
es mas que uua desgracia y casi un cr imen, se
vanagloria de ello en todas circunstancias , con
eierta ostentación que no deja de ser de mal gus-
to. El digno fabricante de hilados de Tamworth
hizo también su ensayo en la carrera parlamenta-
r i a , que le salió peor que sus empresas indus-
triales. Su pequeño burgo le envió á la Cámara
délos Comunes, en la cual manifestó, á falta de
grandes talentos, un ardor patriótico escesivo con-
tra la Francia , y un gran celo ministerial, del
que le recompensó P i t t , confiriéndole en 1800 él
título de Baronnet. Era por lo demás un esce-
lente hombre, que ha muerto rodeado del afecto
público.


Destinado el joven Peel desde la infancia á
la vida política, reeibió una educación esmerada.
Estudió en el Colegio de Harrow , con el petu-
lante Byron , de quien fue el amigo, el protegi-
do y algunas veces el mártir , y el que habla de él
en sus memorias como de un muchacho estudio-
so y dócil, poco digno de atención en la ciencia




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


del boxingt, pero que por otra parte daba las me-
jores esperanzas.


Roberto Peel al salir del Colegio pasó á la
universidad de Oxford , el arca santa donde se
eonserva intacto el precioso depósito de las tra-
diciones de intolerancia religiosa y política: don-
de los edificios, los profesores y doctrinas, todo
es viejo; y donde ningún alumno puede recibir el
maná de la enseñanza espiritual y temporal, si
de antemano no ha hecho profesión de fé pro-
testante, firmando los 39 artículos. La enseñan-
za de Oxford, mas bien teológica que mundana,
es insuficiente para formar un hombre de Esta-
d o ; pero Peel supo desde luego ensanchar por
sí mismo el círculo de sus estudios escolásticos,
para llegar á ser lo que es en el dia,. uno de
los hombres de Europa que mas variados y pro-
fundos conocimientos posee. Sus inclinaciones se-
rias y la moderación de su carácter, le preserva-
ron de ios estravios de la juventud á que le es-
ponja su inmensa fortuna, y con los cuales han
señalado sus primeros pasos en el mundo mu-
chos de sus contemporáneos, que como él han
llegado á ser célebres. La vida privada de Ro-
berto Peel fue siempre grave, pura é intachable,




PJiEC. 7


sin que la crónica escandalosa pudiera herirle
jamás. Acostumbrado por su padre á la idea
de que estaba llamado á recorrer uua gran-
de carrera, no tuvo , por deeirlo a s i , juven-
tud , ó fue solo mas bien una larga preparación
para los trabajos y los combates que han ilus-
trado su edad madura. A los 21 años, se pre-
sentó en la^.arena parlamentaria, arojaáo de todas
armas, con un entendimiento frió y reflexivo,
una memoria prodigios;), una gran cantidad de
conocimientos adquiridos, y con opiniones en-
teramente formadas, recogidas como una heren-
cia de familia, corroboradas por las relaciones
aristocráticas de su padre, y la influencia de los
rígidos tutores de Oxford, que sin duda con-
tribuyeron á desenvolver en éi ese erpíritu de
conservación, ese religioso respeto á las antiguas
instituciones del pais , del cual no se ha apar-
tado jamás. Si, mas adelante las circunstancias,
la elevación de su inteligencia, y el conocimien-
to de los hombres y de las cosas, le han lleva-
do á hacer notables concesiones á las necesida-
des de su t iempo, es seguro que casi nunca ha
aceptado una innovaciou cualquiera sino como un
nial necesario. Entiéndase esto cou respecto á su




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


pais ; pues con respecto al estrangero, y en par-
ticular al nuestro, ha incurrido en notables con-
tradiciones, si bien no se ha separado nunca
del principio que forma la principal base de la
política de los hombres de Estado de Inglaterra,
la de sacrificarlo todo á los intereses materiales
de su pais. Asi le hemos visto, ministro tory,
decir en pleno Parlamento que el ministerio es-
pañol, producto de la revolución de Setiembre
de 1840, que destruyó un trono y trastornó la na>-
cion, era el mejor que habia existido en Espa-
ña desde la muerte del Rey. Búsquese otra cau-
sa á semejante contradicion de principios que la
que hemos enunciado.


Cuando en 1812, después de la disolución
del ministerio Perseval, tomó parte Roberto Peel
por primera vez en los negocios, durante el mi-
nisterio de Lord Liverpool, la cuestión de Irlanda
habia quedado estacionaria, á pesar de los su-
cesivos esfuerzos de P i t t , de Fox y de Canning;
la Irlanda solo disfrutaba de igualdad en los cam-
pos de batalla, donde vertía su sangre por la
causa de la Inglaterra; lejos de allí no era ya
para el partido dominante mas que una raza de
ilotas, á la que se podia oprimir á su antojo.




PEF.L. 9


El joven Secretario de Estado llamado á poner
la mano á aquella l laga, siempre abierta, se
ocupó mas en impedir su desarrollo que en cu-
rarla. Mas tory en este punto que el mismo Pitt,
principió por pronunciarse contra toda clase de
concesiones, y su administración , que duró has-
ta 1818, apenas se señaló mas que por medidas
de rigor. Muchos bilis de represión á cual mas
severos, envíos de tropas y de artillería, y la crea-
ción de un cuerpo especial de gendarmes , á quie-
nes la gente del pueblo irlandesa dá aun en el
dia el apodo de peelers, tales fueron poco mas ó
menos los únicos recuerdos que Roberto Peel de-
jó á la Irlanda de su primer ministerio.


Cuando por motivos personales, mas bien que
políticos, dejó Peel su puesto en 1818 , la Univer-
sidad de Oxford , que tiene como la de Cambrid-
ge el privilegio de enviar dos Diputados al Par-
lamento, quiso dar á su antiguo discípulo una
muestra de simpatía , por sus esfuerzos contra los
papistas de Irlanda , y le concedió espontáneamen-
te el favor solicitado de representarla, uniéndolo
asi con lazos mas estrechos á los intereses de la
aristocracia y de la Iglesia.


Individuo y relator al año siguiente de una




10 PERSONAJES CELEBRES.


comisión creada para remediar el estado rentís-
tico del Re ino , tornó Roberto Peel una parte
activa en las graves discusiones á que el asunto
dio lugar , y unió su nombre á un bilí importan-
te. El objeto del bill-Peel fue restringir la emisión
del papel moneda, y atraer á la Inglaterra la
vuelta gradual del metálico, revocando el acta
que desde 1797 autorizaba al Banco á no hacer
pagos en oro.


En los disturbios interiores que hubo el año
1819 , apoyó Peel vivamente todos los bilis repre-
sivos presentados por el ministerio. Al año si-
guiente , después de la muerte de Jorge III ,
cuando la esposa de Jorge IV, que llegaba re-
pentinamente de Italia para reclamar su título de
Reina y el puesto que la correspondía en Ja cere-
monia de la coronación, dio lugar al famoso
proceso que apasionó á toda la Inglaterra , y
dividió todos los espír i tus, hasta en las clases
mas elevadas , Sir Roberto Peel se mantuvo indi-
ferente , y á pesar de las instancias ministeriales,
se negó á intervenir personalmente en aquel es-
candaloso asunto.


Disipada la tempestad , en 1822 , consintió en
reemplazar á Lord Sidmouth en el ministerio del




PEEL. 11


Interior , y fue de este modo el orador principal
del gabinete. Como tal, tardó poco en tener que
sostener una lucha directa contra Canning. Este
último movido siempre por ideas de tolerancia
religiosa , habia propuesto que se concediese a los
Pares católicos romanos el derecho de tomar asien-
to y de votar en el Parlamento ; Sir Roberto Peel
combatió aquella moción , como contraria á la
seguridad de la Iglesia dominante. A pesar de sus
esfuerzos, la proposición de Canning fue aproba-
da por la Cámara de los Comunes por una ma-
yoría de cinco votos, pero fue rechazada por la
de los Lores. Tres meses después, un suceso
imprevisto, el suicidio de Castlereagh , daba lu-
gar á la dislocación del ministerio , y á pesar
dé la repugnancia personal del Rey por un par-
tidario declarado de la Reina, Canning sucedía
á Castlereagh en el cargo de Ministro de Nego-
cios estrangeros. Sir Roberto Peel conservó su
ministerio. « Entonces pudieron verse en é l , di-
ce Mr. Duvergier de Hauranne, dos tendencias
muy distintas. En todo lo relativo al sistema
político, asi interior como esterior, Sir Rober~
to Peel se mostró fiel á las antiguas tradiciones
lorys, y enemigo decidido de toda reforma. En




12 PERSONAJES CELEBRES.


todo lo relativo á la administración y á la le-
gislación criminal, dio pruebas de un espíritu
grande, ilustrado y hasta algunas veces atrevi-
do. Asi pues, se le vio sostener vivamente el alien
bilí (ley sobre losestrangeros), combatir la eman-
cipación católica, elogiar la Santa Alianza, por
un lado j y por olro dulcificar las penas, refor-
mar el jurado y limitar la jurisdicción de los
jueces de paz. Merced á este doble carácter tuvo
Roberto Peel también la doble ventaja de conser-
var el favor de los viejos torys, y grangearse
hasta cierto punto el de los reformadores.»


El nuevo ministerio, tory en el fondo, pe-
ro que encerraba en su seno todos los partidos
y se hallaba dividido en las cuestiones mas im-
portantes, duró cinco años, por el ascendiente
personal de su presidente Lord Liverpool. Se ha-
bía convenido en que en la cuestión del dia, la
de Irlanda , el Gabinete permanecería neutral; y
sin embargo, mas de una vez obligó la oposición
á Canning y á Peel á subir ú la tribuna á ha-
blar sobre el asunto en sentido contrario. Muer-
to Lord Liverpool en 1822, nombró el Rey á
Canning Presidente del Consejo; y Peel y cua-
tro de sus colegas hicieron dimisión; Canning




PEEL. 1 3


lo reemplazó con wihgs moderados, y tardó poco
en encontrarse frente á frente con casi todo el
partido tory, y una fracción del partido wihg.
Peel vaciló algún tiempo en ponerse en hostili-
dad directa con su antiguo colega; pero su opo-
sición, llena en un principio de templanza y li-
mitada á un solo punto , la emancipación irlan-
desa, se estendió poco á poco, fue mas ofensi-
va ; y por úl t imo, estrechado en sus últimos
reductos por Canning, que le acusaba de falta
de franqueza, se declaró decididamente el gefe
de Ja oposición tory. Después de la muerte de
Canning y del aborto del ministerio Goderich,
Sir Roberto Peel volvió á los negocios con Lord
WelIingtoD , en 1828: el nuevo ministerio princi-
pió por un descalabro. Lord John Russell pro-
puso la abolición del Test and corporations acts,
dos leyes antiguas que estaban en desuso, y que
incapacitaban para ciertos empleos á los miem-
bros de las sectas disidentes. Peel combatió con
fuerza la moción del orador wihg, que fue sin
embargo aprobada por una mayoria de 44 vo-
tos. Los torys puros se admiraron algún tanto
de ver á sus dos gefes permanecer en el minis -
terio, á pesar de aquella derrota. Pero fue mu-




14 PERSONAJES CELEBRES.


cho mayor la admiración al ver á los dos cam­
peones mas intrépidos de la supremacía protes­
tante , á los dos hombres que dos años antes
declaraban que toda concesión á la Irlanda era
peligrosa al bien del Estado, proponer ellos mis­
mos la famosa ley de emancipación, que lla­
maba á la Irlanda á la igualdad civil y políti­
ca. Cuando Sír Roberto Peel, después de haber
devuelto de antemano á la Universidad de Ox­
ford el mandato que de ella recibiera, se pre­
sentó en la Cámara de los Comunes á esplicar
con muchas precauciones oratorias, por qué ha­
bia creído deber ceder á la actitud cada dia mas
amenazadora de la Ir landa, su declaración fue
recibida en todos los bancos de la aristocracia y
del clero, y aun del pueblo, con una esplosion
de clamores y de injurias. Los dos ídolos de los
torys se convirtieron de repente en objetos de
horror, en monstruos, traidores, judas, re­
negados y papistas. Lord Wellington hizo fren­
te á la tempestad con la flema silenciosa de un
viejo soldado. (*) Sir Roberto Peel , menos in­
diferente que él á simpatías de las cuales saca­
ba una parte de su fuerza, y que había vacila­


C) Véase su Biografía. Т. 1.




PEEL. 15


do mucho tiempo antes de desafiar la tormenta,
hizo prodigios de elocuencia para justificar aque-
lla honrosa palinodia, aquel grande acto de jus-
ticia política, con el argumento de la necesidad.
Toda la contestación de los torys fue redoblar
sus invectivas. Peel encontró, hasta en su mis-
ma familia, voces que le acusaban; y los bone-
tes cuadrados de Oxford renegaron de su discí-
pulo querido, y le reemplazaron con un tory
rabioso, Sir Roberto Inglis, Algunos torys, mas
furiosos todavía, entre otros el Marqués de Bland-
fort , se volvieron radicales de despecho. Los
Irlandeses mismos, poco agradecidos á un acto
de justicia obtenido por la fuerza, proclamaron
por la voz de O' Connel l«que Sir Roberto Peel,
traidor ¡í su partido, no podia ser fiel á nin-
guno. » Ante aquella reprobación universal, el
ilustre tory, en vez de ceder, se mantuvo firme;
durante mas de un año luchó con admirable va-
lor contra una formidable coalición, formada
de los opuestos bancos del Parlamento. Iba á
sucumbir, cuando la revolución de Julio en Fran-
cia dio de repente mas vivo impulso á los es-
píritus, y ensanchó el terreno del combate.


Kl grito de reforma , trasmitido por el pueblo




16 PERSONAJES CELEBRES.


á los wihgs , resonó pronto de uno á otro estre-
mo de Inglaterra, y los dos ministros torys res-
pondieron á aquel grito con su dimisión. Al fin
llegaron los vvhigs al poder, y Sir Roberto Peel
vuelto á la oposición , tardó poco en ver aquella
aristocracia y aquel clero que tanto le liabian
maldecido, acorrer á él suplicándole que les de-
fendiese contra las rugientes olas de la democracia.


Generoso por carácter y por ambición, olvidán-
dolo pasado, y mas fuerte que nunca, volvió Peel
á ocupar su puesto de mando, y entonces prin-
cipió con motivo del bilí de reforma, aquella
larga y memorable lucha de los Comunes contra
los Lores, que duró diez y ochos meses ; lucha
encarnizada , en que R,oberto Peel defendió una
mala causa con un talento magnífico, un valor
y una constancia incansables; fue preciso ceder
sin embargo al uúmero, á la fuerza, y al derecho.
Los burgos podridos fueron tomados por asalto,
y desaparecieron las viejas ficciones electorales, y
prevaleció el principio de la representación verda-
dera y leal; el reform bilí fue ley del Estado ; que-
dó disuelto el Par lamento, verificáronse nuevas
elecciones, en virtud de la nueva ley de 29 de
Enero de 1833 ; y el gefe del partido tory , al vol-




l'EEL. 1 '


ver á entrar en el Parlamento reformado, advir-
tió con dolor , pero sin espanto , que dos terce-
ras partes de su ejército habían quedado sobre el
campo de batalla.


El partido tory estaba reducido á cierno ochen-
ta miembros. Sir Roberto Peel no desmayó; ¡ir-
me y moderado á un tiempo , aceptó sin vacilar
los hechos consumados, y solo pensó en hacerlos
servir para el triunfo de sus opiniones. « Enton-
ces se le vio, dice el autor antes citado , aprove-
chándose de la reacción que sigue naturalmente á
todo grande esfuerzo político , tender por un lado
la mano á aquellos que principiaban á espantarse
con el pogreso de las ideas reformistas, contener
por otro los restos temblorosos del viejo partido
tory, y asentar de este modo las bases del gran
partido, que bajo un nombre nuevo, le reconoce con
razón por su gefe. » No es de este lugar el referir
las crisis interiores que "spe^ dentó el ministe-
rio wihg. Peel supo con g r ; a sagacidad aprove-
char las faltas, las alianzas forzadas de sus ad-
versarios, y las exigencias de s-us aliados. Merced
á él , el partido tory tranquilo , contenido, disci-
plinado y convertido en partido conservador,
principiaba á reponerse un poco de s u de -To la ,




18 PERSONAJES CELEBRES.


cuando á fines de 1834 , un capricho del Rey Gui-
llermo desbarató de repente las pacientes combi-
naciones de P e e l , obligándole á formar antes de
tiempo un ministerio tory imposible, y á pro-
longar de este modo por algunos años todavía la
vida del ministerio wihg.


Sir Roberto Peel habia ido á pasar el invierno
á Roma , cuando recibió, en N oviembre de 1834,
un mensage del Rey , que ac ababa de despedir
bruscamente el ministerio Melbourne , en el que
le invitaba á trasladarse inmediatamente á Lon-
dres para componer y presidir un nuevo ministe-
rio con el auxilio de Lord Wellington. Llego
Sir Roberto Peel á Londres el 9 de Diciembre, y
formó con trabajo una nueva administración, en
la que muchos de sus amigos se negaron á tomar
par te , desconfiados de su estabilidad. El Parla-
mento fue disuelto; el resultado de las nuevas
elecciones pareció dudoso al principio, pero no
tardó en declararse la victoria. Derrotado por
primera vez en la cuestión de la presidencia de
la Cámara, vuelto á derrotar en la de la con-
testación al Discurso de la Corona, derrotado
por tercera vez en Ja cuestión de la apropiación,
es decir en la proposición hecha por los wihgs




PEEL. 19


de apropiar el escedente de las rentas de la Iglesia
anglicana en Irlanda á las necesidades de la ins-
trucción pública en aquel pais; derrotado siem-
pre y en todas partes á pesar de notables esfuer-
zos de elocuencia, Sir Roberto Peel se decidió
al fin á retirarse: el gabinete tory fue disueito
á los cuatro meses de formado, y Lord Melbour-
ne volvió á los negocios, un tanto robustecido
con la tentativa abortada de los torys.


Desde 1835 á 1 8 3 9 , el ministerio Melbour-
n e , rechazado por la Cámara de ios Lores, se
sostuvo con una mayoría reducida y movible en
la Cámara de los Comunes ; mayoría debida tan
pronto á los radicales, cono á los votos irlan-
deses de que dispone O' Connell. Sir Roberto
Peel no le dejó un momento de descanso; di-
rigiendo siempre su plan de ataque ai flanco
débil de su enemigo le combatió, sobre todo en
sus aliados. Anunció á las clases medias que el
ministerio se dejaba sobrepujar por los radica •
les, y ponia en peligro sus mas caros intereses;
á la Inglaterra entera, en cuyo seno se abrigan
siempre, aun entre los hombres mas ilustrados,
un odio y un desprecio inventerados hacia la
Irlanda, le señaló á Lord Melbourne como el




20 I>!;RSO!\T/UF,S CEI.EBRKS.


protegido, el humilde servidor de O' Connell,
y cada concesión hecha á la ir landa, aun la
mas jus ta , como una aproximación á la supre-
macía del papismo. Este hábil manejo le salió
muy bien; cada lección parcial daba un voto
mas al partido conservador y uno menos al par-
tido wihg ; de modo que un dia , á principios
de 1839, cuando la presentación del bilí de la
Jamaica, faltándole á Lord Melbourne el apoyo
de los radicales, sufrió un descalabro que juzgó
bastante significativo para dar su dimisión, y Sir
Roberto Pee), llamado para formar un nuevo
gabinete, estaba á punto de principiar de nuevo
eon mas probabilidades de buen éxito la empre
sa abortada en 1835, cuando un estraño inci
dente le obligó á diferir aun su triunfo.


La joven Reina Victoria, ya sea porque Lord
Melbourne es mas amable que Sir Roberto Peel,
y ya por que Lord Palmerston es mas apuesto
que Lord Wellington, ó bien por cualquier otra
causa, la joven Reina Victoria no gusta de los
torys. Sir Roberto Peel, creyendo tal vez que
desaparecería aquella repugnancia con la de cier-
tas personas que la rodeaban, y á las cuales la
atribuía , exigió , como verdadero ministro cons-




PEEL. 21


titucional, que antes de todo despidiese la l iei-
na á dos Damas de su corte, cuyos semblantes
no le gustaban sin duda. La Reina, dispuesta
á soportar los torys, pero no á sacrificarles las
Damas de su c o r t e a s e negó abiertamente. Al
dia siguiente Sir Roberto Peel devolvía sus po-
deres, Lord Melbourne volvía á tomar los suyos,
y en medio de una polémica de periódicos bas-
tante burlesca y digna del asunto, volvía á prin-
cipiar mas viva que nunca la lucha entre los dos
grandes partidos en que se halla dividida la In-
glaterra. Sabido es cómo terminó; sabido es que
durante cerca de dos años el ministerio wihg ha
arrastrado una vida lánguida, señalada por una
larga serie de derrotas; que la calaverada de
Lord Palmerston (*) en Oriente solo sirvió para
debilitarle mas, enagenándole á los radicales; que
después de haber agotado todos los medios de
existencia y recurrido á la medida estrema, l.i
disolución de la Cámara, se ha visto obligado á
retirarse ante la mayoría mas imponente que ha
existido desde el bilí de reforma; por último
que Sir Roberto Peel, á fuerza de perseverancia
y de talento, combinando hábilmente la e n e r


(*) Víase su Biografía. T. II.




22 PERSONAJES CELEBRES.


gía con la moderación, en ocho años ha sabi-
do realzar y reconstituir su partido, que pare-
cía destruido para siempre, y reconquistar el
poder, apoyado por las simpatías evidentes del
pais, por la Cámara de los Lores , y por 368 vo-
tos de la Cámara de los Comunes.


¿Cómo gobernará ahora estos discordes ele-
mentos ? ¿ Cómo enfrenará á esos viejos torys obs-
t inados, que nada han aprendido ni olvidado?
¿ Cómo soportará la protección comprometida , las
exigencias y los enojos de los Inglis, los Pringle,
los Plumplree etc. etc. ¿ Cómo se arreglará con la
Irlanda el sanguinario Peel , valiéndonos de la es-
presion del hiperbólico O' Connell ? ¿ Cómo sal-
drá de los embarazos rentísticos, y de los tres
delicados problemas de economía política que le
legaron sus predecesores ? Todo esto combinado
con la oposición wihg, la oposición radical, la
confesada antipatía de la Reina , y sin contar las
cuestiones esteriores, forma una situación bastan-
te embarazosa , que dificulta formar un juicio
sobre el porvenir. Todo lo que puede decirse es,
que si el ilustre gefe del ministerio actual des-
plega en el ejercicio del poder la habilidad que
desplegó para conquistarle, triunlará sin duda




P E E t . 23


de todos los obstáculos. Ya hemos indicado an-
tes que por los intereses de su pais sacrifica Sir
Roberto Peel la consecuencia de sus principios en
su política esterior; y si esta conducta puede
atraerle entre los ingleses el aprecio , la historia y
el Mundo , no apreciarán igualmente su probidad
política.


Ya hemos dicho, que Sir Roberto Peel , de un
espíritu demasiado elevado y un carácter dema-
siado moderado, que no sabe ceder á tiempo y á
necesidades bien probadas, era sin embargo esen-
cialmente conservador en toda la estension de la
palabra; es decir, que para él la ventaja de in-
novar jamás equivalía al peligro de destruir. Pero
nos parece no haber dicho bastante, que este amor
del statu quo era esclusivamente sobre las cues-
tiones política y religiosas. Fuera de esto y en
cuanto se refiere á las reformas judiciales y ad-
ministrativas , se ha mostrado siempre tan progre-
sista, como wigh, y bajo este punto la Inglater-
ra le debe mucho. El ha sido el primero que ha
introducido un poco de claridad y orden en el
caos de leyes contradictorias, aglomeradas desde
muchos siglos , que se llama el Código penal in-
glés ; él es el que se ha permitido, con grande




24 PERSONAJES CELEBRES.


escándalo de los attorneys de su pais, el poner
una mano profana en el confuso laberinto de los
procedimientos ingleses; se ha calculado que su
método de codificación simplificada habia reduci-
do por término medio 13.162 lineas á 2,877.
Sir Roberto Peel es ademas quien ha introducido
en la organización municipal y en la gerarquía
administrativa , cuanta centralización consiente el
espíritu inglés: él es en fin el que en 1829creo
un cuerpo especial para la policía de Londres,
confiada hasta entonces á una especie de guardia
cívica, organizada por las parroquias, y que
obraba con una lentitud perjudicial á la seguri-
dad pública.


Los asuntos de Irlanda han tomado última-
mente , y tienen en el dia un carácter tal de gra-
vedad , que es difícil presagiar cuál sera el resul-
tado de la lucha, de aquel pueblo agitado por
O' Connell , y que reclama la revocación del acta
de un ión , reuniéndose en mec-tings á los que con-
curren centenares de miles de inuividuos, conte-
nidos hasta ahora por el grande agitador, pero que
la menor circunstancia puede convertir en enemi-
gos declarados, y dar principio á una lucha, para
la cual se prepara el gobierno .inglés enviando




l 'EEL. 2 5


fuerzas y pertrechos á aquel pais, Peel indudable-
mente tiene que pelear con un enemigo poderoso;
y cuando el diablo atormentaba á Lutero en sus
sueños, y argúiaeon él, diciéudole: «Yo también
soy lógico, » no era menos embarazoso que O'
Connell turbando el sueño del primer ministro,
y diciéndole: « También yo conozco mi derecho »
Nada mas curioso, mas interesante que presen-
ciar la lucha de estos dos hombres , ambos muy
esperimentados, muy diestros, muy astutos. O'
Connell está siempre, si es dado espresarse asi,
á caballo sobre la ley. Se ha dicho de él que con-
duciría unearruagede cuatro caballos por encima
de la Constitución sin tocarla.


«Declaro, decia pocos días hace, declaro á Sir
Roberto Peel y al Duque de Wellington que ob-
servaré la letra de la ley , y su espíritu. Me
mantendré en los mas estrictos límites de la le-
galidad ; mientras se me deje un punto en la
Constitución donde pueda colocar mi pie, como
sobre el punto de Archimedes, allí sostendré la
libertad de mi pais. Estamos prontos á perma-
necer en el terreno constitucional; pero si se
nos obliga á salir de él, entonces vx victis. »(*) ¿La


'*) Re\ista de los Jos Mundos de v> Junio 1813.




26 PERSONAJES CELEBRES.


independencia de la Irlanda seria para ella un
bien ó un mal ? ¿ podría conservarse y ser feliz
con un Parlamento nacional ? Difícil es dar so-
lución cumplida á estas preguntas; pero la Ir-
landa es un pueblo oprimido, vejado, y despre-
ciado ; y poco dispuesto el gobierno inglés á va-
riar de sistema , es posible que dé lugar á un
rompimiemto, del que si puede tener probabili-
dad de quedar vencedor , no dejará de sacar
nuevos y mayores embarazos.


Quédanos ahora , para completar nuestro tra-
bajo, bosquejar al hombre y al orador. Pero no
habiéndole visto ni oido jamás, en vez de hacer
un retrato de capricho, lleno de antitesis y de
rasgos que gustarían á los lectores, preferimos re-
producir aqui diferentes retratos hechos ya, y que
se parecen bastante poco unos á otros, para pre-
sentar el interés de la variedad.


(i Sir Roberto Peel , dice un escritor anóni-
mo (*), es alto y bien formado; tiene el color
claro y los cabellos un poco rojos; todo su as-
pecto es joven para su edad , y hay en su fiso-
nomía una marcada espresion de talento y agu-
deza. Sin embargo, en su mirar , en su frente


(*) Hevtstii de tos das Mundos , Mayo de I S 3 7 .




PEEL. 27


y en la compresión de sus labios, se descubre
cierta desconfianza, y la inspira desde luego.
Sus maneras son elegantes, pero un poco facti-
cias y desprovistas de la gracia indefinible que da
una educación aristocrática ; recibe el bomenage
y ios aplausos de su partido cou cierto aire de
forzada cordialidad, y á los que quieren aproxi-
marse mas á é l , con una reserva glacial. Sus
enemigos le tachan de avaro, sin otro motivo
aparente que el orden con que sabe gastar una
fortuna de Príncipe. Gusta del lujo, y hasta de la
magnificencia en algunos objetos, particularmen-
te en su espléndida Galería de cuadros, de que
se envanece con razón. Es personalmente activo y
enérgico; le gustan los placeres del campo, los
ejercicios violentos, y conserva una constitución
robusta en medio de fatigas poco comunes. En-
tiende la vida doméstica como la entienden los
ingleses ; la mayor parte del tiempo que le de-
jan libre sus funciones públicas, lo pasa en el se-
DO de su familia , ó en el estudio, pues lo que no
es general en los hombres que han sentido por
mucho tiempo la escitacion de la vida pública,
tiene un sincero afecto á los trabajos literarios...
Cuando se levanta en la Camera de los Comunes,




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


aun antes de que hable, se vé al hombre que
atrae con una fuerza irresistible todo el interés de
aquella poderosa asamblea ; su voz es singular-
mente imponente , clara y sonora , de modo que
no se pierde una palabra, y su entonación es
admirable... Uno de sus movimientos favoritos,
cuando se anima, es dar fuertes golpes con el
puño sobre una caja de papeles que tiene delan-
te , sobre la mesa del Presidente , y los sonidos
de aquel tambor de madera, unidos á las fuer-
tes entonaciones de su voz, producen algunas
veces un ruido verdaderamente espantoso. »


Veamos ahora á Sir Roberto Peel, pintado por
uno de sus colegas, el Diputado y escritor radical
Bulwer.


« Las buenas cualidades físicas son de la ma-
yor importancia para formar un grande orador.
Sir Roberto Peel las posee; tiene un órgano sin-
gularmente templado, una estatura elevada y
magestuosa , y habla naturalmente bien; y aunque
no deja de tener algo de desagradable, impone
y persuade. He hablado de una combinación de
efectos teatrales, y Sir Roberto Peel sabe em-
plearlos con destreza. Con un movimiento de la
mano , con un saludo , con una espresion de la




P E E L . '29


boca con cierto aire de franqueza , sabe dar fuer-
za y energía , agudeza ó dignidad á la cosa mas
insignificante. La elocuencia es un arte , y él es
indudablemente un artista consumado ; es ademas
un hombre muy notable por las cualidades mas
elevadas del entendimiento; reúne á muchos co-
notimientos agradables una inmensa instrucción
práctica ; y es á un tiempo hombre de letras y
hobre de negocios... Reúne á su talento de ora-
dor ciertas cualidades raras , como director de
partido. Tiene, es verdad, poca osadía, pero un
tacto admirable; jamás compromete á su parti-
do con espresiones vertidas imprudentemente, y
está libre de la indiscreción que es común á los
oradores. La exactitud es también una señal ca-
racterística de su talento: y no recuerdo haberle
oido jamás citar con inexactitud un hecho, cosa
muy frecuente á los demás oradores. Esta cali-
dad de su espíritu es probablemente la que le
hace tan apto para los negocios.»


Véase ahora otro retrato de Roberto Peel , tra-
zado en 1835 por un escritor mas radical todavía
que Mr. Bulwer, y que se firma O' Donnor.


« Sir Roberto Peel es de mediana estatura , y
seria elegante su figura á no ser por la obesidad




30 PERSONAJES CELEBRES,


que principia á serle pesada ; viste con elegancia
y sin exageración ; no indica estar cerca de los
50 años ; sus facciones regulares tienen cierta
espresion de causticidad desdeñosa; parece que
se ocupa demasiado en sus maneras, pues la dis-
tinción natural tiene mas soltura y abandono.
Ademas , la afectación estudiada es también el
carácter dominante de su talento oratorio. Gestos
y lenguaje, todo indica en él estudiadas preten-
siones ; tiene mas parte cómica de la que necesi-
ta un orador. Fatiga el ver cómo se agita , y no
me gusta que un hombre de Estado sepa tantas
posturas graciosas. Tal vez cerca de una chime-
n e a , en familia , podrá parecer bien cruzar las
piernas y hacer sonar el dinero en el bolsillo del
pantalón; jugar con el forro de la casaca , ó le-
vantar por detrás los faldones de la levita ; pero
en público, y sobre todo en el sitio donde se
discuten las leyes de una nación , no sientan bien
estas inocentes coqueterias. Sir Roberto Peel abu-
sa demasiado de sus manos y de sus brazos, y
casi se pierden sus palabras con el continuo mo-
vimiento de su persona. Por otra par te , confieso
que su locución es viva, fácil y espiritual. y dá
placer el oirle. Su retórica aplicada á los negó-




PEEL. 31


eios me gusta mucho, y posee cuanto puede dar
el arte del decir ; psro el calor que le anima es
facticio , carece de aquel que se comunica , por-
que no tiene convicción.»


«Sir Roberto Peel, dice Mr. Duvergier da
Hauranne, no es un orador de primer orden, y
sus discursos no pasarán probablemente á la pos-
teridad como modelos de elocuencia clásica ; pe.
re tiene un modo de hablar sencillo, claro, me-
tódico , que sin querer produce muchas veces
efecto. Tiene ademas un mérito muy precioso
para un gefe de gabinete ó de oposición, el de
tratar todos los asuntos con igual facilidad. Po-
lítica, hacienda, economía 'polí t ica, legislación
civil y criminal, administración , guerra, de to-
do trata Sir Roberto Peel , en todo manifies-
ta los mas sólidos conocimientos, el mejor jui-
cio y la mas notable lucidez. Asi e s , que cuan-
do después de una larga discusión, los oradores,
perdiendo de vista el punto principal, se han
estraviado por mil diversos caminos, y trasfor-
mado el combate en un torneo, causa un pla-
cer infinito ver levantarse á Sir Roberto Peel, y
con algunas palabras graves y firmes llamar la
atención sobre el verdadero punto del debate.




32 PERSONAJES CELEBRES.


í f ¡ > -


(*) Chateaubriand-Congreso de Ferona, T. I. pág 308.


Al escucharle, se conoce que está presente no
un literato ó un abogado, sino un hombre po-
lítico,* para quien un discurso es una acción,
y que prefiere la utilidad á la brillantez.»


Véase por últ imo, un pequeño cuadro, como
sabe hacerlos Mr. de Chateaubriand.


«Sir Roberto Peel nos ofreció en su mesa la
hospitalidad diplomática; la persona del minis-
tro de lo Interior era agradable, y la armonía
de su voz hacia olvidar la costumbre original
de uno de sus gestos. Lady Peel, nacida, según
creemos, bajo el cielo de la India, tenia una de
licadeza que no hemos visto en muger alguna:
podia decirse que era trasparente, y de repente
aquella Mobe de alabastro se cubrió del color
encarnado pálido de una rosa de Bengala: tenia
unos hijos que parecían verdaderos angelitos:
Mr. Peel usaba de sus riquezas con cierta dulzura
y moderación , y aquel espíritu de templanza le
acompañaba en la tribuna (*)






Personajes célebres ael Siglo XIX.




C H A T E A U B R I A N D . ^


« Chateaubriand ha recibido de la
naturaleza el fuego sagrado, como lo
atestiguan sus obras. S u estilo no es
el de Racine , sino el de un profeta.
Si alguna vez llega á dirigir los negó •
c i o s , es posible que Chateaubriand se
estravie; pero lo cierto es, que todo lo
grande y nacional es á propósito pa-
ra su genio. »


N A P O L E Ó N . — M e m o r i a s de Mr. de
Montholon. T . IV, pág. 248.


En los tiempos borrascosos, cuando rugen las
revoluciones, y cuando los pueblos, valiéndonos
del lenguaje de Lamartine, vagan en la pen-
diente de los abismos como rebaño sin pastor,
la Providencia, que vela sobre los destinos de
la humanidad, hace algunas veces que se levan-




'1 PERSONAJES CELEBRES.


ten del suelo dos genios : el uno armado de una po-
derosa espada, reconquista el derecho por la
fuerza, y sobre las ruinas de un monumento
derruido echa los cimientos de un nuevo edifi-
cio; el o t ro , nuncio de paz, de fé y de poesia,
cuando están disueltos todos los lazos morales,
cuando el sentimiento de lo bello se ha empa-
ñado con el contacto impuro de la incredulidad
y del egoismo, cual la paloma después del di-
luvio, trae á la tierra el ramo de oliva, y enla-
za nuevamente la cadena de las tradiciones reli-
giosas y literarias. Los pueblos deben al pri-
mero la vida política y social, y al segundo la
vida del corazón y los delicados goces del alma.
F.n el mismo año nacieron Napoleón y Chateau-
briand.


Nunca hemos conocido tan bien como al es-
cribir estas lineas la utilidad real de las biogra-
fías ; ni lo bueno que es el trazar con grandes
rasgos, para el bien de todos, las principales
peripecias de una noble y hermosa existencia; ni
cuan útil era manifestar á todos cuanta sangre
pura han introducido las producciones del genio
en las debilitadas venas del cuerpo social, cuán-
tos sentimientos generosos han dispertado en las




CHATEAUBRIAND. 3


almas, cómo lian consolado muchas veces al
desdichado, sostenido al débil , contenido al poder
en sus estravios, y vivificado la fe vacilante. Si
las épocas y los hombres forman los libros , los
libros á su vez forman las épocas y los hombres.


. Francisco Augusto de Chateaubriand, hijo de
una de las mas antiguas familias de la Bretaña,
nació en S. Malo en 1769. Pasó los primeros años
de su vida en el castillo de Combourg, antiguo
solar paternal de estilo severo , y rodeado de gran-
des encinas y verdes matorrales. El niño desde la
torre en que descansaba, oia á lo lejos rugir el
mar al estrellarse en las playas, y ya se deleita-
ban sus ojos con el centelleante brillo de las estre-
llas , sus oidos con el ruido de los vientos y con
los tristes gritos de las gaviotas , y su alma con to-
das las armonías de la naturaleza armórica. Si
hemos de dar crédito á algunas páginas sustraí-
das a las Memorias de después de la tumba, le-
gado fúnebre del genio, cuya aparición desea y
teme á un mismo tiempo la Francia , el interior
de la familia era triste y frió; no habia en ella
franqueza ni amistosas comunicaciones en el ho-
gar. El padre de Mr. de Chateaubriand, impasi-
ble y altivo como un antiguo caballero de la




4 PERSONAJES CELEBRES.


edad inedia , era una de esas naturalezas de velo
y de hierro, para quienes las emociones suaves son
cosas fútiles y desconocidas.


Aquella existencia, principiada en el seno de
una naturaleza salvaje, privada de los goces del
corazón, y replegada sobre sí misma , imprimió
pronto en la imaginación de Mr. de Chateaubriand,
ese sello de grave y profunda meditación que no
se borra jamás , y que influye en el resto de la
vida. Asi pues, niño aun , era poeta; una herma-
na mas joven , á la que amaba y cuya alma pura
y delicada comprendía todas las bellezas de la
suya, dio al parecer á la uniformidad de sus
dias solitarios, un baño de melancólica dulzura,
de gracia y de ternura


Destinado en un principio al estado eclesiásti-
co, por ser el menor de su familia, el joven Cha-
teaubriand hizo sólidos y profundos estudios, que
principiaron en el Colegio de Dol, y terminaron
en Rennes, donde tuvo por condiscípulo á Moreau.
A los 20 años habia entrado el joven en el pe-
riodo de los pesares ínt imos, de los deseos sin
nombre y de las agitaciones sin objeto. Era Re-
ne con ese germen de tristeza que le provenia
de Dios ó de su Madre. Causábanle horror las




CHATEAUBRIAND. 5


trabas de la vida eclesiástica, y por un momento
concibió el proyecto de suicidarse; á los pocos dias
se preparaba á embarcarse para las Indias orienta-
les, y poco después también llegaba á París con un
despacho de Subteniente del regimiente de Navar-
ra. Su hermano primogénito acababa de casarse
con la nieta de Mr. de Malesherbes. El joven ofi-
cial bretón fue presentado á la corte y admitido á
los besamanos, y á las cacerías reales , cosas todas
de mediano interés para él.


Había otra corte pequeña a la cual se dirigían
con mas ardor sus miradas ; estaba prohibida ia
entrada en ella al vulgo y solo el talento la tenia.
Allí dominaban los últimos discípulos de la escueta
enciclopédica: el descriptivo Delille , Laharpeque
después... .pero entonces no era virtuoso, el in-
cisivo Champfort, el voluptuoso Parny, el aca-
démico Fontanes etc. Estos débiles sucesores de
Voltaire componían madrigales, en medio de ios
gritos del juramento del Juego de Pelota y de la
toma dé la Bastilla , cuando resonaba la poderosa
voz de Mirabeau como la trompeta del arcángel
en el dia del juicio, fil futuro monarca literario
llamó tímidamente á la puerta del temible San-
hedrin , que consignaba sus fallos en el Mercurio




(i PERSONAJES CELEBRES.


de Francia y en el Almanaque de las Musas. A
fuerza de pasos y de protección consiguió que se
insertase en el último de dichos periódicos un
idilio bastante insípido, y escrito según el gusto
de entonces , titulado El amor del campo , cuya
aparición le causó , según él d i ce , mucho temor
y esperanza.


Pronto tomarou los sucesos un aspecto mas
sombrío , y el trono vaciló sobre sus cimientos.
El arroyo revolucionario se convirtió en torrente,
y la nobleza, en vez de seguir su corriente ó de
oponerse con valor como un dique á las olas po-
pulares , abandonó el puesto y se alejó de Fran-
cia , para no volverla á ver, sino transformada lo
de arriba abajo. Sediento de gloria y de peligros,
no pudiendo permanecer en Francia, á menos de
recibir la rueca que distribuían los héroes de Co-
blenza ; y siéndole por otra parte repugnante la
deserción en masa cuyo principio y objeto no apro-
baba en el fondo, se decidió Mr. de Chateau-
briand á solicitar una comisión peligrosa; á los
20 años de edad iba á intentar el descubrir el paso
á las Indias por el Nord-Oeste de la América, dis-
puesto , como dice él mismo, á dirigirse en dere-
chura al Polo, como se vd de París á Saint-Cloud




CHATEAUBRIAND. 7


A los dos meses, el intrépido viagero se em"
barco en San Malo en la primavera de 1791; lle-
gó á Filadelfla, y entró en la modesta casa de
Wasington, el Cincinato americano. El presidente
de los Estados-Unidos no estaba rodeado de guar-
dias ni aun de criados; una sirvienta abrió la
puerta y puso frente á frente á esta gloria futura
y aquella presente gloria. Mr. de Chateaubriand
provisto de una carta de recomendación, espuso
su proyecto ; Washington le escuchó , se admiró y
le habló de las dificultades de la empresa; « pero
le contestó el viagero con viveza, es menos di-
fícil descubrir el paso polar , que crear un pueblo
como vos lo habéis hecho. —¡Bien , joven, muy
bien ! >> contestó el héroe tendiéndole la mano.


A los pocos d i a s , penetraba Mr. de Chateau-
briand en los desiertos americanos. Su iniciación
á la vida salvage es muy estraña; es preciso leer
su encuentro con su compatriota Mr. Violet, an-
tiguo pinche de cocina del general Rochambeau,
y convertido en maestro de baile de aquellos Se-
ñores y Damas salvages. Aquel francés, con un
vestido verde y pelo rizado y empolvado, enseñaba
el arte de Terps/core á una tribu de Iroqueses,
que le pagaban con pieles de castor y jamones de




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


oso.« Elogiaba mucho , dice Mr. de Chateaubriand
la ligereza de sus discípulos : y en efecto , jamás
habia yo visto hacer semejantes cabriolas. »


Pronto ocupo' el poeta el lugar del viagero, y
se olvidó casi enteramente del paso Nord-Este. Mr.
de Chateaubriand, se fue de un bosque á otro,
de una á otra tribu , admirando como artista los
efectos de la Luna y del Sol, escuchando la ar-
monía de los vientos y de las aguas en la pro-
fundidad de los bosques, esponiendo su vida para
ver de mas cerca la catarata de Niágara , bogan-
do sobre los grandes lagos, subiendo por el Ohio,
reconociendo las gigantescas ruinas que cubren sus
riberas, inspirándose con aquella hermosa natu-
raleza , con aquellas costumbres primitivas, con
aquel lenguaje pintoresco, con aquella vida nó-
mada y poética, y deteniéndose en f inene lpa i s
de los Natchez para meditar R e n e , escribir la
Átala, y aquella primera época de la juventud á
que dio el nombre de sus huéspedes.


Habiéndose acercado un dia á los terrenos
que desmontaban los americanos, y pedido la
hospitalidad en una granja , fue á parar á sus ma-
nos un pedazo de un periódico inglés; leyólo á
la luz de la lumbre , y supo por él la fuga de




C H A T E A l i B B I A I S D . 9


Luis X V I , su arresto e i Vareimes , los progresos
de la emigración , y que todos acudían á alistarse
bajo las banderas de los Principes franceses. El no-
ble bretón creyó escuchar la voz del honor , aban-
donó sus queridas soledades , atravesó nuevamente
el Occeano y se reunió al ejército de Conde. En-
contraron que llegaba muy tarde , y en vano les
advertía que venia adrede desde la catarata de
Niágara. « Estuve , dice, él mismo , á punto de
tener un desafio por conseguir el honor de llevar
una mochila.» Admitido al fin como guardia
noble, hizo la campaña de 1792, con un fusil
viejo sin gatil lo, y con el morral al hombro. En
él iba Átala felizmente, pues aquella tierna hija
del poeta recibió, según dicen , y amortiguó una
bala que iba dirigida á su padre. Herido en un
muslo en el sitio de Thionville, atacado á un
tiempo por una enfermedad contagiosa y por las
viruelas , le dejaron por muerto en un foso. Los
soldados del Príncipe de Ligne le echaron en un
furgón, donde fue conducido moribundo á Osten-
d e , y le tendieron en la cala de un barqui-
chuelo que dio la vela para Jersey. En una re-
calada en Guernecey , estando el desdichado pró-
ximo á espirar, le bajaron á tierra, y a l l í , sen-




10 PERSONAJES CELEBRES.


tado contra una pared , con la cara vuelta al Sol,
cubierto de llagas y abandonado de todos, debió
Mr. de Chateaubriand la vida a la piedad de una
pobre muger de un pescador, que le ¡levó á su
cabana y le cuidó.


En la primavera de 1793 el infeliz emigrado
pasó á Londres , y alli principió, con toda su as-
pereza, una carrera de dolores y de miserias. En-
cerrado en un granero , en un arrabal estraviado,
sin amigos, sin recursos, sentenciado por los
médicos, á morir dentro algunos meses, y pre-
cisado sin embargo á sostener con el trabajo su
débil existencia, Mr. de Chateaubriand traducía
para los l ibreros, enseñaba el francés, y descan-
saba de noche de la monotonía de sus horas
vendidas, componiendo una obra, cuyo vasto
cuadro indica una fuerza singular en aquella ca-
beza de 25 años , surcada ya por tantas desgra-
cias. Hablamos del Ensayo sobre las revolucio-
nes , que le costó dos años de estudios, y que
se publicó en Londres en 1796. El objeto de este
l ibro, enteramente desconocido en Francia en un
principio , es establecer que nada hay nuevo ba-
jo el sol i y que en las revoluciones antiguas y
modernas se encuentran los personajes y los prin-




CHATEAUBRIAND. 11


cipales caracteres de la revolución francesa. Este
pensamiento dá lugar á muchas comparaciones
forzadas algunas veces, ciertas otras , curiosas
siempre, y que denotan estudios muy profundos.
Respiran aquellas páginas tristeza, misantropía,
escepticismo y hasta incredulidad; no tenia aun
el joven la fé que alijera el peso de las desgra-
cias. Oigámosle contará él mismo por qué súbita
transformación dejó de ser filósofo y se encon-
tró cristiano , y cómo escribió El Genio del cris-
tianismo en espiacion del Ensayo sobre las re-
voluciones.


« Mi madre después de haber sido encerrada
en los calabozos á la edad de 60 años , espiró so-
bre un mal jergón, donde la tenian sepultada
sus desgracias ; el recuerdo de mis estravíos amar-
gaba sus últimos instantes ; al morir encargó á
una de mis hermanas que me volviera á la reli-
gión en que habia sido educado; cuando recibí
la carta de mi hermana en el lado allá de los ma-
res , ya no existia ella, pues habia muerto de
las consecuencias de su prisión. Aquellas dos vo-
ces salidas de la tumba, aquella muerte que ser-
via de intérprete á la muerte, me conmovieron;
me volví cristiano; convengo en que no he ce-




12 PERSONAJES CELEBRES.


dido á grandes luces sobrenaturales ; mi convic-
ción salió del corazón: lloré, y creí. »


Bonaparte abria á los emigrados las puertas
de la patria, y Mr. de Chateaubriand dejó á
Londres. La ciudad donde arrastró sus miserias
y sus tristezas, no volverá á verle sino 20 años
después cubierto de gloria y de honores; y el
brillante palacio Ponzomby, a cuya puerta tal
vez se había apoyado moribundo el pobre y oscu-
ro desterrado, resonará con el bullicio de las
espléndidas funciones dadas á lo mas escogido de
la aristocracia inglesa , por el ilustre embajador
de S. M. Cma.


De regreso á Francia, en 1800, Mr. de Cha-
teaubriand obtuvo el privilegio de el Mercurio,
en unión con su amigo Mr. de Fontanes : se
decidió entonces, para sondear el público, á arran-
car de su grande obra , fruto de su destierro, el
episodio de Átala. Aquella flor deliciosa del de-
sierto, aquel hijo gracioso de la soledad, en-
cantó á la vieja Kuropa; era una especie de len-
gua nueva, cuya pura melodía heria deliciosa-
mente oidos embotados. A pesar de los sarcasmos
de Ginguené y los epigramas de Chenier, el éxi-
to de Átala fue prodigioso. Sigue á la Aurora




CHATEAUBRIAND. 13


el Sol, y después de Átala apareció el Genio
del Cristianismo. Si la historia de los hechos
es rica en aquella época, tal vez no hay un
acontecimiento mas grande para el historiador de
las ideas, que la aparición de este libro.


Dios todo lo hace bien, y el hombre y el li-
bro llegaron á tiempo. La sociedad agitada por
muchos años por la tempestad, volvía al orden
material. Una mano poderosa reconstruía las cla-
ses; pero las inteligencias, cansadas de la duda>
espantadas del ateísmo y de sus consecuencias,
flotaban indecisas, buscando una luz, un puerto,
un abrigo; el Genio del Cristianismo fue todo
esto. Había sed de fé, de poesía y de amor; y se
tuvo amor , poesía y fé; y la Francia, viejo Eson
rejuvenecido en la caldera revolucionaria, creyó,
y lloró sorprendida, como en los bellos dias de
su adolescencia. Imposible seria analizar aquí el
Genio del Cristianismo; para enumerar las be-
llezas de este libro, se necesitaría escribir olro
libro.


¿Qué habíamos de decir también de Rene,
el hermano de Werther , de Obermann y de Ja-
cobo Or t iz , el mas hermoso, el mas seductor
de todos estos hijos de un siglo grave y pensa-




14 PERSONAJES CELEBRES.


dor, que presiente por instinto la obra inmensa
de reedificación que se le impone?


Pronto una atracciou natural lleva al restaurador
del edificio social hacia el nuevo Orfeo, que con su
lira venia también á reconstruir el edificio reli-
gioso y moral. Chateaubriand había dedicado su
libro al primer Cónsul; el primer Cónsul le ten-
dió la mano , y por un efecto de su esquisito
tacto, lo envió á Roma en clase de primer secre-
tario de embajada. Nada mas en el orden que
el autor del Genio del Cristianismo en el seno
de la capital del mundo cristiano. En medio de
las ruinas de la Ciudad eterna, bajo los pórti-
cos del Coliseo, sentado sobre algunos restos del
Circo, salpicados tal vez con la sangre de los
primeros cristianos, alli concibió Chateaubriand
su obra maestra Los Mártires. Desde aquel mo-
mento, sintió un vivo deseo de visitar la Grecia,
cuna de Roma pagana, y la Judea, cuna de Ro-
ma cristiana , doble teatro donde debe girar la
grande epopeya.


Mr. de Chateaubriand, vuelto á París á poco
tiempo , fue nombrado ministro plenipotenciario
en el Valais. Era la víspera del dia de siniestra re-
cordación, en que el último de los Condes fue




CHATEAUBRIAND. 1


fusilado en los fosos de Vincennes, d cuatro paso*
de la encina bajo la cual S. Luis administraba
justicia. (*) Aquella misma noche , cuando todos
enmudecían de estupor y de espanto, Mr. de
Chateaubriand envió su dimisión ; y aquella pro-
testa , tanto mas fuerte cuanto era sola, irritó pro-
fundamente á Bonaparte. Sin embargo , ya fuese
que él mismo sintiese la muerte de la víctima (pues
la historia no lia levantado aun completamente
el velo que cubre el drama de Vincennes) ó ya
que comprendiese la nobleza de aquel solitario
reproche, el primer Cónsul se contuvo, y hasta
quiso, pero en vano , atraerse al tránsfuga, ha-
ciéndole nombrar mas adelante miembro del Ins-
tituto , como sucesor de José Chenier. Sabida es
la historia del discurso que pronunció. Aquel dis-
curso , refutación viva pero elocuente de los prin-
cipios políticos de Chenier y de la doctrina del
regicidio , escrito en el momento en que acababa
de verterse la sangre Rea l , cuando los jueces de
Luis XVI ocupaban los primeros puestos del Es-
tado, separó para siempre ó Napoleón y á Chateau-
briand.


Antes de este último hecho, que tuvo lugar


i") Espresiottes de Mr. de Chateaubriand.




1G PERSONAJES CELEBRES.


en 1801, y al cual siguió de cerca la supresión del
privilegio del Mercurio, se habia decidido el poeta
á llevar adelante su proyecto de peregrinación á
los Santos Lugares,


Salió el 14 de Julio de 1806, volvió á ver la
Italia , se detuvo un momento en Venecia , se
embarcó para la Grecia, corrió á Esparta donde
hizo resonar los ecos solitarios con el gran nom-
bre Leónidas, fue á meditar sobre el Agora de
Atenas , tocó en Smirna , echó una mirada á Cons-
taninopla, pasó á Chipre, saludó al Carmelo, y se
arrodilló ante la ciudad de las desolaciones. Allí
siguió paso á paso las huellas del Hombre Dios
sobre el camino del dolor, recorrió el Valle de
Cedrón, rezándolas lamentaciones del profeta; y
después de haber saciado su alma con un grande
alimento de fé , de recuerdos y tristeza , de ha-
berse calzado la espuela de oro de Godofredo de
Buillon , de recibir la acolada con su espada, y el
título de Caballero del Santo Sepulcro y de haber-
se arrodillado sobre la tumba de Cristo, dio el
peregrino la vela para Egipto, atravesó la ciudad
délos Ptolomeos, subió el Mío hasta el Cairo, con-
templó las Pirámides y á Menfis, pasó á África,
visitó á Túnez, y preguntó á las ruinas de Car-




CHATEAUBRIAND. 1 7


tago si han conservado recuerdos de las medi-
taciones de Mario y de las últimas palabras de
S. Luis. Embarcóse en seguida para España, lle-
gó al monte Padul, y recorriendo con la vista
la rica vega de Granada, comprendió los pesa-
res de Boabdil; bajo los pórticos de la Alham-
bra, en los jardines del Generalife tuvo ensueños
de amor, de encantamiento y de infortunio, y
nació de una lágrima El último Ábencerrage,
esa perla de tan dulces reflejos. Vuelto á Fran-
cia el 5 de Mayo de 1807, después de diez me-
ses de poéticos viages, se retiró Mr. de Chateau-
briand á su graciosa ermita del Valle de los
Lobos, cerca de Aulnay; allí reunió sus recuer-
dos, escribió el Itinerario , obra de tan notable
importancia histórica y filosófica; y por último,
reuniendo toda la riqueza de imágenes y de pen-
samientos que ha aglomerado en su viage, creó
Los Mártires.


Digamos una palabra de este libro en que to-
do es bello, pero con aquella belleza de Platón,
esplendor de lo verdadero. En el poema de
Fenelon, Calipso y sus ninfas son almivaradas
Damas de la corte de Luis XIV; la isla de la
Diosa, es un jardín de Versalles; Telémaco un




1 8 PERSONAJES CELEBRES.


Duque de Borgoña, y Mentor un Arzobispo de
Cambray. En el poema de Mr. de Chateaubriand,
ios cuadros reflejan fielmente los lugares, el pen-
samiento y el estilo de la época. Es mas que una
hermosa ficción: es una magnifica evocación his-
tórica. Parece que bajo la vara del mago, vemos
desfilar sucesivamente á nuestra vista con sus
vestimentas, su postura, su lenguaje y sus ideas
de entonces, á los Emperadores de la decaden-
cia romana, á los B.eyes de las hordas francas,
á las Profetisas Calas, las hermosas Vírgenes de
la Mecenia, les Sofistas griegos, los Sacerdotes
del paganismo, y los entusiastas Confesores de
la fé. Víctor Hugo encuentra que una iglesia gó-
tica es un libro sublime; Goethe llama á la ar-
quitectura una música solidificada; en nuestro
concepto puede decirse que Los Mártires es un
monumento de los tiempos ant iguos, exhuma-
do con toda su frescura de los abismos del pa-
sado, como Pompeya ó Herculano.


Mientras el poeta se entregaba de este modo
á todos los encantos de su musa, marchaba la
historia alrededor de él con pasos agigantados.
Los acontecimientos del año de 1814 amenaza-
ban trastornar la Francia, y Mr. de Chateau-




CHATEAUBRIAND. 19


hriand dejó su retiro y fue a tomar parte en el
conflicto.


Al principiar á tratar ahora de la carrera po-
lítica de Mr. de Chateaubriand, fuerza será va-
riar de estilo. Las hermosas páginas del poeta
son cosas de sentido y de gusto; los pensamien-
tos del hombre de Estado y del publicista lo son
de controversia; hemos admirado los unos y re-
feriremos tranquila é imparcialmente los otros.


El primer acto político de Mr. de Chateau-
briand, es su demasiado famoso folleto de Bona-
patte y los Iiorbones. Luis XVIII deeia que aquel
opúsculo le habia valido un ejército. Le hemos
leido muchas veces antes de escribir estas lineas,
y no podemos menos de deplorar que una alma
grande, haya podido descender por un instante
hasta prestar su elocuencia para encubrir el odio,
y dar colorido á la calumnia ; la verdad está mu-
tilada con ul t rage , y en cada página completa-
mente desfiguradas las personas y las cosas; es el
libelo mas virulento que jamás se ha escrito, una
prostitución del genio. Sin duda está él pesaroso
de haberlo escrito ; la generación actual le ha ol-
vidado, y la posteridad, estraña á las pasiones que
lo engendraron , rehusará atribuirlo al caballero-




20 P E B S O r U J E S CELEBRES.


so cortesano de las grandezas caidas, al hombre
compañero siempre de la desgracia. (*) Tampoco
citaremos las amargas palabras del prisionero de
Santa Elena contra su ilustre enemigo. En aquel
cambio de insultos , aquellos dos sublimes artífices
de una misma obra se engañaban á sí mismos. El
epígrafe que hemos puesto al principio, y mu-
chas páginas mas recientes y mas bellas de Mr.
de Chateaubriand (**), prueban que al fin se hi-
cieron justicia.


Durante los Cien Dias , Mr. de Chateaubriand
acompañó á Luis XVIII á Gante , donde formó
parte de su Consejo , como Ministro de Estado.
Allí redactó su informe al Rey sobre el estado
de la Francia , demasiado poético para ser ver-
dadero. Después de la batalla de Water loo, Mr.
de Chateaubriand conservó su título , pero se ne-
gó á ser ministro en compañía de Fouché. Desde
aquella época principia á manifestarse su poder
político como miembro de la Cámara de los Pa-
res , y sobre todo como publicista.


Para comprender la posición perpleja y estra-


(*) Espreslones de Mr. de Chateaubriand.
(**) Principalmente el paralelo de Bonaparte y de Was-


hington y muchos pasajes del Congreso de Verona.




CHATEAUBRIAND. 21


ña del autor de Los Mártires, es preciso trasla-
darse con el pensamiento al periodo de irritación
y de lucha que siguió á los Cien Dias. Tres par-
tidos se disputaban el terreno. Los ultra-realis-
tas querian al Rey sin la Carta; los liberales la
Carta sin el Rey, y los moderados uno y otro.
Mr. de Chateaubriand por sus simpatías , sus
convicciones y los instintos de su genio, era esen-
cialmente de este último partido ; y sin embargo
arrastrado por su odio al régimen imperial, por
la violencia misma desús últimos escritos, ó por
no sabemos qué simpatías de personas, se en-
contró alistado en un principio en las banderas
de los mas fogosos partidarios del Altar y del Tro-
no. Con todo, en aquella posición equívoca, no
hizo Mr. de Chateaubriand completa abdicación
de sí mismo. Dos grandes principios han brilla-
do siempre, como dos antorchas, en su vida polí-
tica , y le han grangeado una popularidad que no
perecerá. Mr. de Chateaubriand ha defendido siem-
pre y en todas partes, con su palabra y con su
pluma , la integridad del gobierno representativo,
y la libertad de la imprenta. Llevado de un pen^
Sarniento poético , se le había puesto entonces en
la cabeza el formar !a educación constitucional




22 PERSONAJES CELEBRES.


de los hombres de la emigración, y hacerlos
adictos á la Carta. La empresa era difícil, los
discípulos flnjieron estar convencidos, y el por-
venir probó que solo el maestro estaba de buena fé.


Desgraciadamente, con la esperanza de arran-
car concesiones á espíritus recelosos y poco fa-
vorables á las nuevas instituciones, Mr. de Cha-
teaubriand cedió mucho por su parte; de ahí
provinieron muchas inconsecuencias que se le
han echado en cara; de alli el apoyo que pres-
t ó , en nombre de las libertades públicas, á la
Cámara reaccionaria de 1815, enemiga de todas
las libertades; de all i , ese singular mosaico de
doctrinas constitucionales y de sistemas decrépi-
tos, que se encuentra en su obra de la Monar-
quía según la Carta. Después de haber estable-
cido con claridad los principios del gobierno re-
presentativo, de haber roto definitivamente con
el antiguo régimen, y traslucido milagrosamente
la revolución de Julio en el articulo 14 de la
Carta, procede Mr. de Chateaubriand, por via
de esclusion absoluta, contra los hombres de la
República y del Imperio; se irr i ta , en el capi-
tulo 4 2 , de que se coloque en la misma línea al
soldado muerto por el Rey en los campos de la




CHATEAUBRIAND. 2 S


Vandéa y al soldado muerto en Waterloo por la
patria; en el capítulo 52 , acepta como buenas
las cosas de la revolución, y rechaza sin distin-
ción los principios y los hombres que las hicie-
ron; pide á voz en grito una propiedad particu-
lar para el clero, una constitución civil, que lle-
ve los registros del estado civil, y tenga el mo-
nopolio de la instrucción pública en todos los
grados.


Trabada una vez la lucha, Mr. de Chateaubriand
la sostuvo con el estilo fuerte y marcado que le
es propio. El periodismo fue en sus manos una
arma poderosa, y el ministerio Decazes vaciló?
los golpes que le daba el Conservador; el asesi-
nato del Duque de Berry determinó su caida. En
el momento mismo en que un Diputado acusa-
ba al Ministro de complicidad con el asesino,
Mr. de Chateaubriand, llevado de la fogosidad
de su política, se olvidó de sí mismo hasta el
punto de escribir la famosa frase: le ¿tan resva-
lado los pies en la sangre. El real amigo de
Mr. Decazes no se la perdonó jamás.


El poder volvió á manos de los reaccionarios,
se restableció la censura y suspendió la libertad
individual; Mr. de Chateaubriand , vuelto , aun-




24 PERSONAJES CELEBRES.


que un poco tarde á sus repugnancias instinti-
vas, negó su voto á sus peligrosos amigos. Cuan-
do la formación del ministerio Villele, Mr. de
Chateaubriand, fue nombrado embajador en Ber-
l ín , después en Londres, y en Setiembre de 1822
pasó los Alpes para representar en el Congreso
de Verona.


En aquella asamblea de Reyes, Mr. de Cha-
teaubriand abogó con calor, pero en vano, por
la causa de los Helenos; defendió los intereses
de la Francia con motivo de la guerra de Espa-
ña, y volvió luego á' reemplazar en el ministerio
de Negocios Estrangeros á Mr. de Montmorency.
Este es el punto mas brillante de su carrera
política. Se ha escrito por todas partes que el Con-
greso de Verona habia impuesto la guerra de Es-
paña á Mr. de Villele, y que este lo habia hecho
á su colega; pero Mr. de Chateaubriand publicó
hace dos años un libro, para probar al contra-
rio, que el Congreso jamás quiso la guerra, que
Mr. de Villele se curaba poco de ella, y que solo
él la habia deseado y decidido. ¿ Con qué objeto ?
Oigámosle á él mismo.


«Imagínese cualquiera á Fernanda reinando
de un modo conveniente en Madrid, bajo la in-




CHATEAUBRIAND. 25


fluencia de la Francia , seguras nuestras fronte-
ras del Mediodía, y á la Iberia no pudiendo ya
arrojar sobre nosotros al Austria y á la Inglater-
r a ; figúrense dos ó tres monarquías borbónicas
en América, sirviendo, en provecho nuestro, de
contrapeso á la influencia del comercio de los
Estados-Unidos y de la Gran Bretaña; considé-
rese á nuestro gabinete vuelto poderoso hasta el
punto de exigir una modificación en los tratados
de Viena; recobrada nuestra antigua frontera, en-
sanchada, estendida en los Países Bajos y en nues-
tros antiguos departamentos germánicos, y díga-
se si para tales resultados no merecía empren-
derse la guerra de España. » (*) Tal vez se encon-
trará mucha poesía en este plan, pero nadie le
negará por lo menos patriotismo y grandeza.


Apenas habian trascurrido ocho meses, desde
la rendición de Cádiz y la libertad de Fernando,
el hombre á quien la restauración debía aquel
poco de gloria, de repente fue echado como un
criado que hubiera robado un reló del Rey de
encima de la chimenea (**) Mr. de Villele tenia
celos de é l , y Luis XVIII no le queria: se habia


C) Congreso de Verona. T. II, pág. 425.
í " ) Espresiones de Mr. de Chateaubriand.




26 PERSONAJES CELEBRES.


negado á sostener la conversión de los intereses
que desaprobaba ; no habia querido la renovación
septenal sino cambiando la edad; era popular y
Mr. de Villele nó ; los Monarcas estrangeros le
enviaban grandes cruces, y Mr. de Villele no las
recibía; era tenaz y altivo como un bretón, y Mr.
de Villele dúctil y astuto como un hijo de la Gas-
cona. Fue despedido descortesmente.


La injuria era grande y la venganza la igualó.
Coriolano se pasó á los Volscos ; Mr. de Chateau-
briand se armó de su pluma y plantó su real en
el Diario de los Debates. El g?fe de la falange
realista de 1818 conoce mejor que radie el lado
débil de sus antiguos soldados. Reducción de los
intereses, censura, ley sobre el sacrilegio, diso-
lución de la Guardia Nacional , todas las medi-
das ministeriales son fuertemente combatidas. En
vano llama Mr. de Villele en su ayuda todos los
recursos de un espíritu sutil , y en vano se afer-
ró á su cartera con la rabia de la desesperación:
después de tres años de encarnizada lucha, su
formidable enemigo le derribó del ministerio.
Mr. de Chateaubriand no habia previsto todas las
consecuencias del combate ; rompiendo lanzas con
un ministro de la restauración , hacia la guerra




CHATEAUBRIAND. 27


al hombre y no á las cosas ; pero sucedió que la
juventud ardiente que le seguia confundió al hom-
bre y á las cosas en un odio común. El minis-
terio Martignac fue para Mr. de Chateaubriand
un momento de descanso, del que se aprovechó
para ir áRoma á celebrar corte de gentes ilustra-
das , y meditar sobre la destrucción de los gran-
dezas humanas. Guando el advenimiento del mi-
nisterio Polignac, envió su dimisión de Embajador,
empezó de nuevo la lucha , y sabido es cómo
terminó.


Estando en Dieppe supo Mr. de Chateaubriand
los fatales decretos, corrió apresuramente pero
llegaba tarde. Cuando atravesaba las barricadas
para ir á la Cámara de los Pares, le conocieron,
le rodearon, y los mismos hombres que acababan
de arrojar á los Borbones llevaron en triunfo al
antiguo servidor, demasiado vengado y a , que
iba á hacer en favor de ellos un último é inútil
esfuerzo. Desde la revolución de Julio, Mr. de
Chateaubriand se ha dedicado á la defensa de la
dinastía caida, y cada uno de sus folletos ha sido
un acontecimiento. Ha espiado su oposición de
otro tiempo con los procesos y la cárcel; y se ha
visto al autor de Los Mártires, arrancado de su




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


poético santuario, sentado entre dos gendarmes
en los bancos del tribunal de Asises.


Ademas de los escritos de circunstancias ha
publicado Mr. de Chateaubriand los Estudios his-
tóricos, cuyo prefacio es por sí solo una obra
maestra de estudio y de erudición ; Moisés, her-
mosa evocación de la tragedia antigua ; el Ensayo
sobre la poesía inglesa y la Traducción de Mil-
ton, empresa dificil, que solo él era capaz de lle-
var á cabo; y por último El Congreso de Vera-
na, obra destinada á rectificar muchos errores re-
lativos á la guerra de España.


Fácil es que los que hayan permanecido algún
tiempo en Par ís , hayan visto y seguido en el
anden Voltaire, á un personage de poca estatura,
que anda con lentitud y absorvido en sí mis-
mo, como Rene, en medio de la multitud, vas-
to desierto de hombres. Su rostro es pro-
longado , un poco huesoso y pálido; sus fac-
ciones muy pronunciadas, y bajo sus preemi-
nentes cejas, brilla una mirada de singular be-
lleza , mezclada de dulzura , de melancolía , de
energía y de grandeza; su frente es ancha, sus
sienes salientes; y cubierta la cabeza de espeso
pelo, la inclina sobre el hombro, como oprimí-




CHATEAUBRIAND. 2 9


da por el peso del pensamiento. Pero aquel vie-
jo de corta estatura, viste con elegancia y estre-
mado aseo.


Seguramente para aquellos que saben la rigu-
rosa soledad en que gusta estar el cantor de los
Mártires, es una gran fortuna al poderle seguir
durante una hora , y sin embargo irrita ver á la
multitud estúpida, pasar descuidada y dar em-
pujones á aquel hombre cuyo nombre es grande
como el mundo, y ver que gentes que asisten á
las grandes sociedades, que deberían por su po-
sición saber casi de memoria las obras del au-
tor de Átala , dominados por el espíritu material
del siglo, apenas las conocen, formando chocan-
te contraste con el último de los gondoleros de
Venecia que canta los versos del Tasso, y el mas
infeliz zapatero de Alemania que recita las baladas
de Burger, y descansa de los trabajos del dia,
leyendo por la noche arrimado á su estufa, las
poesías de Goethe ó de Schiller.


Ya que hemos recorrido la vida pública y po-
lítica de Mr. de Chateaubriand, diremos ahora
que el hombre privado, que la mas elevada per-
sonalidad literaria de estos tiempos, posee los atri-
butos inseparables del verdadero genio, la sen-




30 PERSONAJES CELEBRES.


cillez, la modestia y la benevolencia. Sinite pár-
vulos vertiré ad me decia Jesucristo; el Homero
del cristianismo, tan firme, tan imponente, tan dig-
no ante los grandes de la t ierra, como el divi-
no maestro, tiene una deliciosa inclinación á los
pegueñitos. Seria imposible pintar su esquisita
urbanidad, su agradable t ra to , su sublime hu-
mildad, porque no son fingidos. Al oir hablar
sencillamente de sí y de sus obras , como habla-
ría cualquiera de su ínfima persona y de su úl-
timo folletín; al ver aquella gloria cubierta de
canas, aquel Rey de la poesía rodeado algunas ve-
ces de doctores imberbes, escuchándoles con aten-
ción y emitiendo casi con timidez un gran pen-
samiento, diriase, á no ser por la brillantez de es-
te , que él es la ignorancia y la oscuridad, y que
el genio, el nombre inmortal, la hermosa repu-
tación literaria del siglo, es otro cualquiera.


Ahora Mr. de Chateaubriand rodeado de un
denso velo de soledad y de silencio, estraño al
ruido que suena á sus pies, compone su canto del
cisne, acaba las memorias de su vida al borde
de su tumba: ha rogado á la muerte que esperase
á que concluyera, y la muerte espera por com-
placerle. Las Memorias de después de la tumba




CHATEAUBRIAND. 31


están en el dia terminadas, y al parecer si Mr.
Thiers publica su Historia del Consulado, Mr.
de Chateaubriand, cediendo á la impaciencia del
público, se resolverá á dar á luz durante su vi-
da , una parte á lo menos de aquella obra maes-
tra, en diez volúmenes.


Parece que Mr. de Chateaubriand, en este su-
premo y último l ibro , haya querido reasumirse á
sí mismo, y dejar á la posteridad la imagen en
relieve de un géuio múltiple, adornado de todos
sus esplendores, y presentado bajo todos sus
aspectos.


Por úl t imo, si se desea saber nuestra opi-
nión acerca de la carrera política de Mr. de
Chateaubriand, nos parece que puede reasumir-
se de este modo.


Desde 1814 á 1825, combatió por el pasado
contra el porvenir; desde 1825 á 1830, se pasó
á las filas del porvenir y rompió lo pasado; des-
pués de 1830 procura soldar á su modo el pasa-
do por el porvenir, un vastago borbónico con
tronco democrático. ¿Es posible la soldadura?
Nosotros contestaremos como Cujacio Nihil hoc
ad ediclum prxtoris, que traducido libremente
quiere decir; Esto no pertenece al biógrafo. •








¡ j i i 4 0 5 i fiebres del Щ1а XIX




31. A. DE HUMBOLDT.


« Los siglos en los cuales se revela
la vivacidad de un movimiento inte-
lectual , presentan el carácter dis-
t intivo de una tendencia invariable
hacia un objeto determinado: la ac-
tiva energía de esta tendencia es la
que les dá grandeza y brillo. »


Examen crítico de la Historia de
la Geografía del Píuevo Continente.
Introducción.


Estas palabras que Mr. de Humboldt aplica al
siglo X V , pueden aplicarse también al X I X . En-
tre cuantas tendencias intelectuales se dividen y
disputan nuestra época, hay una que domina , y
en cierto modo abraza á todas las demás, y por
la cual este siglo, inferior tal vez al pasado en
algunos puntos, parece llamado á manifestar el




'2 PERSONAJES CELEBRES.


poder del entendimiento humano en proporciones
desconocidas de los siglos precedentes.


Esta tendencia, que formará nuestra opinión
en el concepto del porvenir , el carácter distinti-
vo de los tiempos presentes, es la que empuja
con una energía siempre en aumento al género
humano hacia el estudio práctico de las ciencias
naturales. Jamás se prosiguieron con tan estraor-
dinario ardor y tan prodigiosos resultados, el co-
nocimiento científico de la naturaleza y de sus pro-
ductos tan variados, el estudio de sus leyes
tan misteriosas, la aplicación de sus fuerzas tan
gigautescas.


Aprovechándose nuestro siglo de todos los tra-
bajos y descubrimientos de los anteriores, aspira
á hacer marchar con paso igual todas las catego-
rías de la ciencia, á unirlas en una síntesis po-
derosa, dé la cual se sirve como de una palanca
para remover el mundo. Pues si bien es un objeto
determinado, no es precisamente especial el que
se propone; no es, como en el siglo X V , por ejem-
plo, el apresurar y preparar el descubrimiento de
regiones desconocidas; es mas que esto: es la su-
jeción completa de la materia, es la esploracion,
la esplotacion, la posesión del globo entero; en




IIUMliOLDT. Z


cierto modo la destrucción del espacio y del tiem-
po, el dominio de los aires, de la tierra y de los
mares , lo que al parecer es el objeto de sus atre-
vidos esfuerzos. Jamás pudo aplicarse mejor el
gran dicho de Colon á Isabel la Católica: el mun-
do es poco. En vano irritada la naturaleza se
agita oprimida por este nuevo Titán ; en vano le
quema con sus fuegos; en vano le sumerge en
sus aguas; en vano le ahoga con sus poderosos
brazos; destruye á los hombres, pero el hombre
le escapa siempre , y siempre mas ardiente, mas
incansable, mas tenaz , sacando de una lucha eter-
n a , una fuerza nueva siempre, el entendimiento
humano se encarniza con su gran presa.


Épocas de tan pronunciada actividad científica,
y cuyos variados esfuerzos convergen hacia un
grande objeto, necesitan entendimientos vastos
para abarcar de una sola mirada todo el conjunto
del movimiento , coordinar, comparar, fecundizar
los resultados obtenidos, y obrar á su vez sobre ca-
da punto con una fuerza propia, aumentada con
las de todos. La ciencia contemporánea cuenta mu-
chos de esos hombres universales, de esas cabe-
zas enciclopédicas de la familia de los Cuvier, y
Mr. Alejandro de Humboldt es sin disputa una




4 PERSONAJES CELEBRES.


de las organizaciones mas estraordinarias de esta
clase, de que puede gloriarse nuestro siglo. Si no
tiene tat vez toda la profundidad y todo el poder
del genio de Cuvier, tiene toda su fecundidad,
toda su variedad y toda su estensiou.


Difícil es enumerar todo lo que es Mr. de
Humboldt , pero mas difícil todavía esplicar lo que
no es. Seguramente , no podríamos decir qué parte,
de los conocimientos humanos es estraña á las
investigaciones del ilustre sabio prusiano: geógra-
f o , geólogo, físico, químico, as trónomo, botá-
nico , filósofo, moralista , economista, hombre de
Es tado , cuando es preciso, hombre de mundo
siempre, y hasta poeta, pues ha escrito dos vo-
lúmenes de prosa puramente descriptiva , en la
que brillan los sentimientos poéticos mas notables;
conociendo literalmente como su casa nuestro
miserable y pequeño planeta , habiéndolo estudia-
do y esplorado eíi todos sentidos , por arriba y
por abajo, de Levante á Poniente, desde el Ecua-
dor á los Polos , en sus mas profundas cavernas,
y sobre sus montañas mas elevadas , en sus mas
terribles volcanes, v sobre sus mas tempestuosos
mares , en sus innumerables productos del reino
mineral , vejetal y an ima l , en sus habitantes de




1 L U H U L 0 D T . í


todas especies y colores , en la historia, las cos-
tumbres , la organización social y política de es
tos mismos habitantes; poseyendo ademas un
conocimiento tan estenso de los fenómenos del cie-
l o , como de los de la tierra ; no teniendo quien
le iguale en determinar una longitud y una lati-
tud ; observar , describir una estrella , un eclipse,
un cometa, y abarcar en su conjunto el movi-
miento general de los astros; capaz de salir del
paso, solo en un barquichuelo en medio del Oc-
céano , con una vela , un t imón, una brújula y un
telescopio ; sabiendo, en una palabra , de memo-
ria su Zodiaco, su globo terrestre y su huma-
nidad , de la cual habla todas las lenguas, Mr. Ale-
jandro de Humboldt ha tenido aun lugar de hacer
entrar en su prodigiosa inteligencia , todas las fa-
cultades que constituyen un perfecto Chambelam:
el conocimiento del m u n d o , de las sociedades, de
las intrigas , de las farsas políticas y diplomá-
ticas.


En cuanto á esto, Mr. de Ilumboldt podria dar
de mano á la cortesana mas verbosa, mas espi-
ritual , mas cáustica y maldiciente. Temen tanto
los ausentes su célebre conversación, como la apre-
cian los que le escuchau. Sin duda al salir de una




(i PERSONAJES CELEBRES.


conversación con é l , previendo la suerte que le
esperaba, encontró un escritor esta hermosa fra-
se: «Mr. de l lumbold t acostumbra no perdonar
mas que á la persona con quien habla. Al escu-
charle, se tienen siempre deseos de oír le, y temor
de dejarle. « (*)


No teniendo ni t iempo, ni lugar , ni el saber
necesario para apreciar ¡ qui dogmática y detalla-
damente todos los trabajos de nuestro sabio, nos
contentaremos- con enumerarlos sucintamente , y
lo mejor que podamos, según su orden cronoló-
gico.


Federico Enrique Alejandro, Barón de Ilum-
bold t , originario de una familia rica y distingui-
da de Prusia , pertenece también á ese año famo-
so y productivo, que con tanta frecuencia hemos
encontrado. Nació en Berliu el 14 de Setiembre
de 1769, y es el hermano menor del Barón Car-
los Guillermo de Humbold t , muerto en Abril de
1835 , después de haber inscrito su nombre en la
historia, como Filólogo , con sus sabias investiga-
ciones sobre la lengua y la poesía de los Griegos,
su traducción de Píndaro , la del Jgamemnon,
de Eschilo, sus Investigaciones acerca de los


(*) Lerminier. Del laclo allá del Sin. T. I I , pág. '2ii.




HUMBOLDT. 7


habitantes primitivos de la España, por medio
de la lengua vascongada; su Carla á Mr. Abel
de Remusat, sobre la naturaleza de las formas
gramaticales en general, ij sobre el genio de
la lengua china en particular ; pero sobre todo,
como hombre de Estado, por su activa cooperación
en todos los grandes negocios de su pais y de su
tiempo , ya como Embajador prusiano durante el
Imperio , y ya después de la caida de Napoleón,
como Ministro del Interior y de Instrucción pú-
blica en Prusia.


Los dos hermanos recibieron una educación
brillante. Confiado el joven Alejandro por su pa-
dre al cuidado del distinguido sabio Mr. Kun th ,
manifestó una precoz y rara inteligencia. Fre-
cuentó sucesivamente las Universidades de Berlin,
de Goettingue, de Francfort sobre el Oder; es-
tudió también durante algún tiempo en la Escue-
la especial de comercio de Busching, estableci-
da en Hamburgo. Concluidos sus estudios univer-
sitarios, su familia deseaba hacerle seguir la car-
rera de los empleos públicos, pero tenia él in -
clinaciones distintas; amaba con pasión las cien-
cias , especialmente la Física y la Historia Natu-
ral ; pronto clasificó en su cabeza todas las no-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


menclaturas en que se hallaban distribuidos los
conocimientos adquiridos , y entonces se apoderó
de él un ardiente deseo de estudiar la naturaleza
en su gran libro.


«Habia esperimentado , dice él misino , desde
mi juventud el ardiente deseo de hacer un viaje
á regiones lejanas, y poco frecuentadas por los
Europeos. Este deseo caracteriza una época de
nuestra existencia , en que la vida se nos presenta
como un horizonte sin límites, y en que nada
tiene para nosotros atractivos sino las fuertes agi-
taciones del alma y la imagen de peligros físicos.
Criado en un pais que ninguna comunicación di-
recta tiene con las Colonias de las dos Indias;
habitando después montañas distantes de las cos-
tas , sentí que se desarrollaba en mí progresiva-
mente una viva pasión por el mar y por largas
navegaciones. La afición á herborizar , el estudio
déla Geología, un rápido viaje hecho en Holan-
da , Inglaterra y Francia , con un hombre célebre,
Mr. Jorge Forster , que habia tenido la dicha de
acompañar al Capitán Cook en su segunda nave-
gación al rededor del globo , contribuyeron á dar
una dirección determinada á los planes de viaje
que habia formado á la edad de 18 años. No era




HUMBOLDT. 9


ya el deseo de agitación y de una vida errante; éra-
lo sí de ver de cerca una naturaleza salvage,
magestuosa y variada en sus producciones; era la
esperanza de investigar algunos hechos útiles á las
ciencias, loque sin cesar atraia mis deseos hacia
las hermosas regiones situadas bajo la zona tór-
rida. No permitiéndome mi posición individual
ejecutar entonces los proyectos que preocupaban
tan vivamente mi espíritu , tuve tiempo de pre-
pararme durante seis años para las observaciones
que debia hacer en el Nuevo continente, y para
recorrer diversas partes de Europa. » (*)


Durante aquellos seis años de preparación, y
después de un viage emprendido con Forster, fue
cuando el joven Humboldt publicó, á los 21
años, su primera obra , bajo el título de Ob-
servaciones sobre los basaltos del Rin (t790.)
Este l ibro, notado por el mundo sabio, no hi-
zo mas que escitar en el autor la afición á es-
tudios mas estensos y profundos. Con este obje-
to , pasó á la célebre Escuela de minas de Frey-
berg, que dirigía entonces el sabio mineralogis-
ta Werner. Sepultado durante dos años en aque-


(*) Finja n las regiones eqiiiuociales del Aucvo Conti-
nente. ,




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


Has estensas galenas subterráneas, que el poeta
Kceruer ha cantado después, Mr. de Humboldl,
al paso que estudiaba los fósiles, concibió la
nueva y feliz idea de someter á la observación
de su entendimiento, á un tiempo analítico y
generalizador, la vegetación que se verifica en
las cavidades donde no penetra la luz del di;<; y
el resultado de aquel estudio fue otra obra pu-
blicada en 1793, en latin, con el título de: Spe-
cimen Floree Subterranx Freibergensis (Flora
Subterránea de Freiber) , que causó mucha ma-
yor sensación que la primera, pues aclaraba una
parte curiosa déla Botánica, que no había fijado
aun la atención de los sabios. A consecuencia
de esta obra fue nombrado Mr. de Humboldt
sucesivamente Asesor del Consejo de Minas de
Berlin, y después Director general de las de los
Principados de Anspach y de Bayreuth. A los
dos años , conociendo que su empleo le impedia
entregarse á su ardor, siempre en aumento, por
el estudio de las ciencias, lo renunció.


Galvani acababa de enriquecer al mundo con
su hermoso descubrimiento sobre la electricidad
por contacto, y Mr. de Humboldt fue uno de
los primeros que se apasionó por el estudio de




H I J M B O L D T . 1 i


aquellos fenómenos, entonces disputados; no con-
tento con repetir los esperimentos del inventor,
hizo otros nuevos en su pesona para mayor se-
guridad y con tal energía, que se deterioró el
sistema nervioso, y adquirió contraciones ner-
viosas de que se resiente aun en el dia. Por en-
tonces publicó en alemán (1796), los esperimen-
tos .Sobre el Galvanismo, y en general sobre la
Irritación nerviosa y muscular de los anima'
les. En aquella misma época seguía Mr. de Hum-
boldt con ardor , en J e n a , el curso de anato-
mía práctica del célebre Loder.


Cuando hubo adquirido bastantes conocimien-
tos teóricos, quiso prepararse para el gran viaje
que proyectaba, esplorando minuciosamente la
Italia, que recorrió dos veces; la Sicilia y la
Suiza, cuyos fenómenos geológicos examinó de
cerca en 1797; permaneció bastante tiempo en
Viena, donde le fueron muy útiles para sus es-
tudios preparatorios hermosas colecciones de plan-
tas exóticas ; recorrió con un sabio geólogo,
Mr. Leopoldo de Buch, los cantones montaño-
sos y agrestes del país de Saltzburgo y de la
Stiria, c iba á pasar los Alpes del Tirol, cuan-
do la guerra , que ardia por entonces en Ita-




12 PERSONAJES CEr.EBHES


l ia, le obligó á retroceder y á abandonar su pro
yecto.


Por aquella época , habiéndole propuesto un
personage eminente un viaje á el alto Egipto,
lo aceptó, y ya habia dado á sus estudios una
dirección conforme á este nuevo plan, cuando
la espedicion de Eonaparte lo frustró. Mr. de
Humboldt pasó entonces á Paris (*), donde mas
adelante debian llevarle con tanta frecuencia su afi-
cion y sus relaciones de amistad y de estudios.
Sabia que el Gobierno francés preparaba una
grande espedicion de circumnavegaciones, á las ór-
denes del capitán Baudin, é iba á solicitar per-
miso para ir en ella. Habíalo conseguido, pero
la guerra que se encendió de repente en Ale-
mania y en I tal ia , obligó al Gobierno á diferir
aquella espedicion.


Burladas cruelmente sus esperanzas, y desean-
do mas que nunca realizarlas, Mr. de Humboldt


(*) Mr. de Humboldt habia ya ido :i aquella capital en
1799, y seguu el biógrafo francés, de quien tomamos estas
not ic ias , le obligaron á trabajar en el Campo de Marte
para la ceremonia de la Federación, á lo que se prestó
ademas de buen grado, siendo entonces ardiente constitu-
cional, y enviando á Alemania piedras de la Bastilla á ma
riera de reliquias.




TIUMTWMJT. 13


resolvió emprender á sus espensas el viaje al
Nuevo Mundo, acompañado de un joven botáni-
co francés con el cual habia contraído estrecha
amistad en Paris, Mr. Aimé Bonpland, tan cono-
cido después por el largo cautiverio que le hizo
sufrir el Dictador del Paraguay, el famoso doc-
tor Francia. Con este objeto pasó á España, so-
licitó una audiencia del Rey, espuso su proyecto,
y obtuvo un pasaporte y cartas de recomendación
para las autoridades del Nuevo Mundo; provisto
de buenos instrumentos de Física y de Astrono-
mía, se embarcó con su amigo el 5 de Junio de
1799 , y llegó á las Islas Canarias el 19 del mismo
mes, después de haber corrido muchas veces el
peligro de ser apresado por los buques ingleses.


Aqui principia la escursion de cinco años y
de 9,000 leguas, atravesando la parte menos cono-
cida del Nuevo Mundo ; escursion en la que Mr. de
Humbold t , en cierto modo, ha principado de nue-
vo y completado el descubrimiento de Cristoval
Colon , trayendo á Europa un cuadro completo de
la situación de la América , en lo relativo á la To-
pografía, la Física, la Geología, la Botánica, la
Astronomía , la Zoología y el estado mora l , social
y político de las poblaciones.




14 PERSONAJES CELEBRES.


Dejando al lector que busque mas detalles en
la hermosa colección, fruto de este viaje, nos li-
mitaremos á bosquejar la marcha de los dos vi?je-
ros. Después de una corta permanencia en las Cana-
rias , durante la cual escalaron el Pico de Tenerife
para reconocer el interior y el esterior del volcan,
pasaron Mr. de Humbold ty su compañero á Cu-
maná , en la América del Sur , empleando muchos
meses en recorrer la costa de Paria , las misiones
de los Indios Chaymas, las provincias de la Nueva
Andalucía, de la Nueva Barcelona, de Venezuela,
y la Guayana española. Después de haber recogi-
do muchos tesoros de Botánica, y determinado gran
número de posiciones geográficas y astronómicas,
se dirigieron los viajeros, en Febrero de 1800,
desde Caracas á los valles de Aragua. Habiendo
llegado á las costas del mar de las Antillas, fue-
ron desde Puerto Cabello hasta el Ecuador, atra-
vesando las esteusas llanuras de Calabozo, de Apu-
ra y de los Llanos ; en San Fernando de Apura
se embarcaron en una canoa y volvieron por el
Orinoco hacía Barcelona y Cumaná, atravesando
las Misiones de los Indios Caraíbes. Permanecie-
ron alli algunos meses, y pasaron después á la
Jamaica; siendo causa de dar aquella dirección á




HUMlíOLDT. 15


su viaje, la falsa nueva trasmitida por los pe-
riódicos americanos, de que la espedicion diferi-
da del capitán Baudin habia salido del Havre
para dar la vuelta al globo desde el Este al Oeste.
Con objeto de reunirse á ella, bien fuese en Chile,
en Lima , ó en cualquier otro punto de las Colo-
nias españolas, fletaron los viajeros una pequeña
embarcación para ir desde Batábano, en la isla
de Cuba, á Puerto Bello, y desde all i , atravesan-
do el Istmo de Panamá, á las costas del mar del
Sur. Solo en Quito, donde llegaron después de
cinco meses de peligros y fatigas de toda especie,
supieron por una carta de Mr. Delambre, Secre-
tario perpetuo de la primera clase del Inti tuto,
que el capitán Baudin tomaba la ruta del Cabo
de Buena Esperanza, sin tocar en las costas orien-
tales ú occidentales de América. Asi pues , una
equivacacion del periodista, les hizo andar , en
la estación de las lluvias, y atravesando espan-
tosas regiones, mas de 800 leguas, por un pais
que no tenian ánimo de recorrer.


Por ú l t imo, en Enero de 1802 llegaron ren-
didos á Quito, donde fueron recibidos con la mas
noble hospitalidad en casa del Marqués de Selva-
Alegre. Dedicaron muchos meses á reponerse de




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


sus fatigas, esplorando la provincia de Quito,
tan notable por sus colosales montañas , sus vol-
canes , su vegetación , sus monumentos antiguos
y las costumbres de los indígenas. Dos veces ba-
jaron al cráter del volcan de Pichincha , y subie-
ron las nevadas cumbres de la Antisana y del Co-
topaxi. Decidiéronse por fin á intentar subir al
pico mas elevado del Nuevo Mundo, del temi.
ble y no alcanzado Chimborazo. El hijo del Mar-
qués de Selva-Alegre, animado por su audacia, qui-
so asociarse á la empresa. Después de increíbles
esfuerzos y de inauditas fatigas , subieron ios tres
viajeros hasta el punto llamado el Nevado del
Chimborazo, desde donde veian delante de sí el fa-
moso pico, el rey de todos aquellos montes gi-
gantes. Aquella vista reanimó su valor; arreci-
dos de frió, privados de la cantidad de aire ne-
cesaria para respirar, rodeados de hielos eternos
en los cuales el menor desliz puede hacerlos ro-
dar á espantosos abismos, anduvieron y subie-
ron siempre, hasta que de repente se abrió ante
ellos, cual si quisiera tragarlos, una ancha y pro-
funda raja Paráronse desesperados; pero vien-
do á su izquierda una enorme mole de póríiro.
que se estiende á lo lejos sobre los montes in-




HUMBOLDT. 17


feriores, y forma el Pico Oriental mas elevado, lo
escalaron trabajosamente; el 23 de Junio de 1802
se establecieron allí medio muertos, con sus ins-
trumentos, ú diez y nueve mil quinientos pies
sobre el nivel del mar, á tres mil cuatrocientos
ochenta y cinco pies sobre el punto á que ha-
bía llegado en 1745 el célebre La Condamine, en
fin, á una altura á que aun no se habia elevado
ningún hombre. Dirigieron entonces sus instru-
mentos hacia la inaccesible cumbre situada al
Occidente, y aquel gigantesco Pico, objeto desús
vanos esfuerzos, les dominaba aun con una
altura de dos mil ciento cuarenta pies. Sin em-
bargo, el aire habia perdido la mitad de su den-
sidad ordinaria, y los pulmones apenas recibían
á cada aspiración el necesario para retener la
vitalidad próxima á escaparse; brotaba sangre de
sus ojos, de sus labios y de sus encías. Después
de haber completado sus cálculos escrupulosamen-
te , viéronse los tres descubridores obligados á
abandonar aquellas regiones mortales.


De vuelta á Quito , se dirigieron al rio de las
Amazonas , bajaron al Perú por la espalda de los
Andes; y llegaron á Lima; MM. de Humboldt
y Bonpland separándose allí del Marqués de Selva-


2




18 PERSONAJES CELEBRES


Alegre, partieron para Mégico, llegaron á diclia
capital, esploraron en todos sentidos y bajo todos
aspectos lp patria de Motezu¡na, arreglaron sus
inmensas colecciones, regresaron á la Haba-
na, pasaron desde allí á Filadeliia, recorrieron
la América Septentrional, y por úl t imo, des-
pués de cinco años de ausencia, llegaron al
Havre de Gracia , á unes de 1804, trayendo á la
Europa el fruto precios* d« sus «lagaíficos tra-
bajas.


La vasta colección que encierra todas aquellas
riquezas se compone de siete partes, publicadas
sucesivsmente por Mr. de Humboldt.


La primera contiene la relación histórica del
mencionado viaje, con ua Atlas geográfico , geoló-
gico y físico ; la segunda se titula i Atlas pintores-
co ó vistas de las cordilleras y monumentos de
los pueblos indígenas del Muevo. Continente; la
tercera, jgoológia ó Anatomía ¿amparada ; la
cuarta , Ensayo político sobre Nueva España.
Esta última ofrece, en seis partes, consideraciones
sobre- la ístension y el aspecto físico de Mégico,
sobra la población , las costu«nbres de los habi-
tantes y su antigua civilización ; abraza á un
tiempo la agricultura , la riquezas minerales , las




arjMBOLDT. 19


manufacturas, el comercio, la hacienda y la de-
fensa militar de aquellos países.


La quinta parte de la colección, titulada:
Astronomia ó Colección de observaciones astro-
nómicas, comprende todas las hechas por Mr. de
Humboldt desde el 12° de latitud austral, hasta
el 41° de latitud boreal; y ademas 'un cuadro de
cerca de 700 posiciones geográficas, de las cuales
235 han sido determinadas por primera vez por
Mr. de Humboldt.


La sesta parte titulada : Física general y Geo-
grafía de las plantas , creemos que solo ha si
do publicada en parte bajo' el título de Ensayo
sobre la geografía de las plantas. En él ha
reunido Mr. de Humboldt los elementos de una
nueva ciencia, la Geografía botánica: cada re-
gión del imperio vegetal está dividida y clasifica-
da por leyes fijas, basadas en la comparación de
los fenómenos que presenta la vegetación en los
dos continentes.


Por último , la séptima, conteniendo muchas
subdivisiones, bajo el título general de Botánica, y
publicada por Mr. de Bonpland , en unión con
MM. de Humboldt y K un th , encierra mas de
6,000 especies de plantas nuevas, con que los dos




20 PERSONAJES CELEBRES


viagères han enriquecido el campo de la Bota-
nica.


La coordinación, redacción y publicación de
todos estos materiales, ha detenido á Mr. de Hum-
boldten Paris durante gran parte do su vida.
Enlazado por amistad con todos los sabios de
aquella capital , especialmente con MM. Arago y
Gay-Lussac, emprendió con este último un nue-
vo viaje científico en Italia ; hicieron juntos un
gran número de esperimentos magnéticos , y ve-
rificaron la teoría de Mr. Biot sobre la posición
del ecuador magnético. Ln 1817 , presentó Mr.
de Humboldt á la Academia de ciencias una pre-
ciosa carta sobre el curso del Orinoco ; en 1818,
pasó á Londres llamado por los plenipotenciarios
de las potencias , que querían saber su opinion
sobre el estado político de los pueblos de la
América del Sur. Por aquel tiempo habia proyec-
tado un viaje á la India Oriental y al Tliibet,
para el cual le ofreció el Rey de Prusia en Aix-la-
C ha pelle un subsidio anual de 12,000 thalers
pero el proyecto no se realizó. Regresó á Paris,
donde publicó en 1822 su Ensayo Geognóstico so-
bre la situación de las Rocas de los dos hemis-
ferios. F,n el mismo año , cuando el Congreso de




HUMliOLDT. 21


Verona , el difunto Rey de Prusia , que le ama-
ba con pasión, quiso recorrer la Italia bajo su
dirección. En 1826 , cediendo á las repetidas ius_
tancias de sus compatriotas , pasó de Paris á Rerlin,
donde durante el invierno de 1827 dio leccio-
nes sobre la Geografía física del Globo, á las
que concurría un inmenso auditorio, y que hu-
bo de repetir después en otro local, para el Rey,
la Familia Real y el cuerpo diplomático. En 1828
hizo numerosos esperimentos sobre la tempera-
tura del aire en las minas de Prusia.


Finalmente, á principios de 1829, y á la edad
de 60 años, animado de un nuevo ardor, em-
prendió bajo los auspicios del Gobierno ruso un
gran viaje digno del primero. Acompañado de
MM. Rose y Elirenberg , se dirigió á la Siberia y
al mar Caspio, atravesó el Oural , visitó sucesi-
vamente Tobolsk, el pais de los Mogoles , las
Estepas de los Kirghiz , de los Kalmukos y As-
t r akan ; regresó á Moscou por el territorio de los
Cosacos del Don, y desde alli á Petersburgo el 13
de Noviembre de 1829, después de haber realiza-
do en menos de un año un viaje de 2,142 leguas,
cuyos resultados ha espuesto sumariamente en la
obra publicada en París en 1831 con el título de:




T¿ PEHSOUAJES CÉLEBRES.


Fragmentos de Geología y de Climatología Asea-
tica. Dícese que debe acompañar á esta obra otra
mas considerable, que los viajeros publican en co-
mún , y cuyo primer tomo lia aparecido en Ber-
lín én alemán, bajo el título de Viaje en el
Oural.


Este inmenso viage ha aclarado mucho la dis-
tribución geográfica del Asia central; y los in-
formes recogidos directamente por Mr. de Hum-
boldt, y que se enlazan con los que sacaron MM.
Abel-Remusat y Klaproth de los trabajos estadís-
ticos de los Chinos y de los Manchus, han faci-
litado el rectificar innumerables errores que ha-
bían introducido datos incompletos en la geogra
fia del Asia. En fin Mr. de Humboldt ha podido
hacer un mapa que indica la dirección de los
cuatro grandes sistemas de montañas que dividen
el Asia centra!, y el terreno volcánico que se
estiende desde la bajada meridional de los mon
tes celestes, hasta el lago Darlai.


Sin hablar de un gran número de Memorias
dirigidas al Instituto sobre diversas cuestiones,
nos detendremos en la última y una de las mas
importantes obras de Mr. de Humboldt publica-
da recientemente con el título de: Examen criti-




HUMBOLDT. 23


co de la Historia de la Geografía del Nueoo
Continente, y de los Progresos de la Astrono-
mía náutica en los siglos XV y XFI. En esta
obra , compuesta de cuatro volúmenes, y dedi-
cada á Mr. Arago, el autor registrando los ar-
chivos españoles, y uniendo al estudio de docu-
mentos nuevos la crítica de los muchos publica-
dos hasta el d i a , recorre las causas que prepara-
ron el descubrimiento del Nuevo Mundo. Después
de referir todas las tentativas aisladas que prece-
dieron á aquel grande acontecimiento, lo espone en
todos sus detalles, lo examina en todos sus resulta-
dos con relación al movimiento general que impri-
mió al entendimiento humano, y le prosigue hasta
en sus mas lejanas consecuencias sobre la civiliza-
ción de los pueblos del Occidente, elevados por él á
una universalidad de acción que determina la pre-
ponderancia de su poder en el globo. En la sabia
obra de Mr. de Humboldt, aparece Colon no solo
ya como un genio de inspiración, un profeta fe.
l iz , sino como un hombre tan grande por la ra-
zón como per la imaginación, tan prudente Como
atrevido, tan diestro en la ejecución de su obra
como poderoso en sn concepción; participando
de su siglo por ciertos erroíes, preocupaciones eseo-




24 PERSONAJES CELEBRES.


lásticas y creencias místicas , pero eminentemente
superior á su siglo por la penetración y la estrema-
da delicadeza con que se apoderaba de los feno%
menos del mundo esterior; tan notable observa-:
dor de la naturaleza , como intrépido navegante;
y elevándose con frecuencia con un atrevimiento
admirable , y único en aquella época , desde el
examen de un hecho aislado al descubrimiento de
las leyes generales que rigen el mundo físico. A
él pertenece sin duda , según Mr. de Humboldt , el
importante descubrimiento déla declinación mag-
nét ica, y el mas difícil todavía de las variacio-
nes que esperi menta esta declinación , cuando se
pasa de un lugar á o t ro ; descubrimientos de los
cuales sacó deducciones de grande importancia y
de una perfecta exactitud.


Esta obra tan notable de Mr. de Humboldt, lo
seria aun mas , en nuestro concepto , si el autor
en su composición no hubiese adoptado una for-
ma que hace un poco penosa su lectura. Hace
mucho tiempo que Mina, de Stael dijo con razón de
los alemanes que saben pensar y escribir, pero
no componer un libro. Deseoso Mr. de Humboldt
de probarlo todo, y no contento con mezclar en
su obra muchos apéndices, apenas escribe una




H U M B O L D T . 25


línea, una palabra algunas veces, sin remitir ai
lector á una nota mas ó menos detallada al pie
de la página, y que distrae lá atención; de tal
modo que muchas veces cada página está dividi-
da por la mitad entre el testo en un lado, y en
el otro una serie de notas esplicativas y justifi-
cativas. De todos modos , esta hermosa obra es
digna , tanto por la facilidad de la forma como
por la importancia del fondo, de la buena aco-
gida que ha obtenido, no solo en el mundo es-
pecial de los sabios sino también entre todos los
lectores que gustan de trabajos sustanciales. (*)


Ya hemos hecho notar que la ciencia no ha
quitado nada á Mr. de Humboldt, en cuanto á la
seducción del lenguage, gusto del mundo y agu-
deza del espíritu; añadamos ademas que no le
ha cristalizado el corazón. A pesar de la prover-
bial causticidad del ilustre sabio , se citan de él
mil rasgos de filantropía y de bondad que le hon-


(*) Hemos hablado de una obra de prosa descriptiva, que
descubre en el ilustre sabio prusiano todas las cualidades de
de un poeta. Esta obra publicada en alemán en 1808, con el
título d e : Ansichten der Naiur (Cuadros de la Naturaleza)
ha sido traducida al francés por Mr. Eyriés, y en la serie de
cuadros inspirados por el aspecto grandioso de la Naturaleza,
en el Nuevo M u n d o , hay páginas dignas de Chateaubriand'




26 PERSONAJES CELEBRES.


ran. Prusiano por nacimiento y por las afeccio-
nes , pero cosmopolita por sus estudios, sus via-
ges, sus facultades y sus gustos; estraño á los
odios y á las preocupaciones nacionales, se le
ha visto en circunstancias graves hacer útil uso
de su elevada inlluencia, tanto en favor de su
pais vencido y sometido á Napoleón, como en
favor de la Francia oprimida por la coalición.
Si hemos de dar crédito á un escritor (*), á su
activa intervención se debió principalmente la con-
servación del Puente de.Jena en Paris, amena-
zado por la brutalidad de Blucber; á él también,
á sus reiteradas instancias, á su favor con el Rey
de Prusia, debió Paris que no se llevase á cabo
el proyecto formado por los Reyes coaligados, en
1815, de exigir á aquella ciudad una contribución
de guerra, prendiendo como rehenes á los princi-
pales banqueros hasta realizar el pago. Mr. de
Humboldt que al parecer debería tener tantos
libros, tantas colecciones de minerales y de yer-
bas , tantos objetos de artes de gran precio, que
gastó tantas y 1an fuertes cantidades para pro-
porcionárselas, nada tiene en su poder, todo lo
ha distribuido á sus amigos, y parece que no po-


O Mr. Rabbe.




HUMBOLDT. 27


see sino lo que dá. En desquite, todos los ga-
binetes, todos los laboratorios, todas las biblio-
tecas de Europa están abiertas para él. Cuando
está en Par is , se encierra con frecuencia sema-
nas enteras en casa de sus amigos, que se apre-
suran á recibirle; allí ha egecutado aquellos tra-
bajos que exigían instrumentos ó aparatos cien-
tíficos, lo que dio lugar á que se creyera por
mucho tiempo que tenia varios domicilios en la
misma ciudad. Fácil es imaginarse, conociendo
su carácter, los cuidados que tuvo y los pasos
que dio para socorrer á su amigo Bonpland, lue-
go que supo su desgracia. Pudo remover todos
los gobiernos civilizados del antiguo mundo en
favor del naturalista francés, pero no romper sus
cadenas. {*)


No hay necesidad de decir que Mr. de Hum-
boldt es miembro de todas las sociedades cien-
tíficas, y está condecorado con todas las órdenes


C) Mr. Bonpland después de haber regresado á Europa
con Mr. de Humboldt, emprendió nn nuevo viaje en Améri-
c a , y habiendo penetrado en el territorio sagrado del doc-
tor Francia , fue preso por aquel dictador original , quien
después de haberlo tenido prisionero nueve años, apesar de
las reclamaciones de todas las potencias europeas, le dejó a l
fin libre un dia de buen h u m o r , en Noviembre de 1820.
Mr. Bonpland murió después.




28 PERSONAJES CELEBRES.


de Europa. Mr. de Humboldt es soltero, y ha-
biéndole preguntado un dia una hermosa dama
de París si habia estado alguna vez enamorado,
contestó que jamás habia amado mas que á la
ciencia. No juraríamos sin embargo que el ilus-
tre sabio no le haya hecho ninguna infidelidad.


Después de la ciencia, lo que mas aprecia
Mr. de Humboldt es tal vez la vida de Paris;
asi es que va con frecuencia á aquella capital , y
él fue quien llevó en 1830 el reconocimento ofi-
cial del Rey de Prusia del Gobierno de Julio.


Hemos hablado de la conservación de Mr. de
Humboldt., y es tan famosa y curiosa que vale
la pena de describirla. Entrase en un salón y se
ve á un anciano de mediana estatura con la fren-
te calva y rodeada de canas; en su conjunto , su
figura venerable presenta el doble carácter de
la inteligencia y de bondad. Sin embargo al acer-
carse á él se descubren sus ojos brillantes , cuya
mirada tiene cierta malignidad. El anciano no
habla todavía ó lo hace vagamente de lugares
comunes, como la lluvia ó el buen tiempo. Pero
la dueña de la casa que le conoce y quiere sa-
car partido de é l , toca el registro, promovien-
do una cuestión de viajes, de política, de astro-




HUMBOLDT. 29


íiomia ú otra cualquiera; el fuego prende al mo-
mento; la palabra de Mr. de Humboldt parte como
un relámpago, y su luz dura media, una, dos
horas según la disposición del ilustre hablador.
En general dura siempre por lo menos media ho-
ra, y lo singular es que cuanto mas se prolon-
ga el monólogo, mas se teme verle acabar; tan
increíble es su interés y variedad ; y se esperi-
menta un placer que siempre va en aumento, en
seguir las inesperadas evoluciones de aquella pa-
labra incansable, que se pasea caprichosamente
al través de todas las partes del mundo y de
todos los asuntos imaginables; sembrando por el
camino la ciencia, las miras políticas, las mas
originales observaciones literarias ó artisticas, las
descripciones mas curiosas, los mas fantásticos
relatos; las anécdotas mas picantes, los sarcas-
mos mas acerados, las bromas y las agudezas
que hacen morir de. risa.


Asi es que Mr. de Humboldt después de ha-
ber hablado délos geroglíficos, pasará de repen-
te á las desgracias conyugales de Mr. A***, dejará
la cuestión de Oriente para hablar de los tempes-
tuosos amores de Mma. D***, abandonará la
Siberia, bajará del Cimborazo, atravesará el Occea-




30 PEKSONAJES CELEBRES.


no ó saldrá de las minas de Freiberg, para arro-
jarse bruscamente sobre algún asunto ridículo del
dia; todo es bueno para él , y uada se le esca-
pa; ni el poeta lleno de importancia, ni el filó-
sofo nebuloso , ni la muger no comprendida,
ui el hombre de Estado, ni los periódicos pa-
triotas, ni los periódicos conservadores, ni el
público que paga la música, á nadie perdona;
y sus agudezas, sin ser precisamente dañosas son
siu embargo mortíferas.


Añádase que Mr. de Humboldt hace este potage
con un tono paternal, con la cabeza inclinada,
los ojos fijos en el suelo y con impertubablc tran-
quilidad, y un poco de acento alemán que hace
mas cómicas sus chanzas, con una palabra rápida,
inagotable y variada , que habla siempre sin pun-
tos ni comqs, engarzando una frase con la que
preceda, y cuyo conjunto pareee movido por moa
máquina de vapor.


.Cuando se ha oído á Mr. de Humboldt pasar
de fls|e modo revista á los hombres y á las cpsas,
os preciso recordar que el ilustre y malicioso sa-
bio, tjepe el natural mas esceleute, «l carácter
lijas .desinteresado y generoso; que su vida no ha
sido mas qu^ un continuado sacrificio al amor




HUMBOLDT. 3f


de la ciencia; que en Berlín, donde disfruta toda
la confianza del Rey, de quien es Chambelán , no
queriendo ser otra cosa, ha hecho siempre un no-
ble uso de su influencia en favor de las letras, de
las ciencias y de las artes; en una palabra, que
ha encontrado el secreto de hacer mucho bien y
de que le amen mucho, burlándose de todo el
mundo.








Personajes celebres ¿el Siflo Ш.




D. L. F. DE MOR ATIIY.


« Moratin aparece tanto mas grande,
cuanto mayores fueron los desaciertos
de sus predecesores, puesto que no lo-
graron pervertir su gusto. »


R B V I L L * . — Semanario Pintoresco
Español de 1 5 de Setiembre de 18


9 '


En todas las épocas de transición, asi en el or-
den político, como en el moral y literario, hay
hombres que las dis t inguen; nombres á cuyo alre-
dedor se agolpan precipitadamente cuantos sienten
su ánimo dispuesto á ensayar aquellos sacudí-
míen tos sociales, aquellas reacciones que mas in-
mediatamente nacen del incansable deseo de dar
nueva dirección á nuestras sensaciones, que no
de la ausencia de los goces que estas nos pro-
porcionan.




2 PERSONAJES CELEBRES.


La literatura no está por cierto exenta de sus-
vaivenes, que son como esenciales á todas las
obras humanas ; antes al contrario, precede ó
sigue muy de cerca á las varias modificaciones
sociales, vistiendo sus mismos disfraces, y pre-
conizando sus aciertos ó sus desvarios. Tan exacto
es , que la humanidad, colocada entre el error
y el acierto, con igual facilidad adopta el uno
como el o t ro , y con la misma los funde, for-
mando de su amalgama un nuevo orden de co-
sas, un nuevo sistema, no siempre conforme con
la razón y la verdad. De aqui el no haber un
mismo sistema acreditado en todas sus partes,
porque todos participan de esa liga funesta de
er ror , que es la divisa de las obras humanas.


Fácil es inferir por lo dicho, contrayéndonos
á la república de las letras, que el nombre de
Moratin representa una época de transición lite-
rar ia , por lo mismo que se veia muy cercana
otra de transición política, preparada en una na-
ción vecina hacia la mitad del siglo último , y
llevada á cabo en la misma, poco antes de co-
menzar el presente. No hay pues que considerar
solamente ni en Moratin ni en sus obras , al crí-
tico y al poeta que censura y ejecuta, con su-




D. L. F. DE MORA.TIN. * 3


gecion á principios dados no establecidos por él
mismo; sino al hombre de un siglo de reacción
literaria, en pugna con otra literatura desgastada
y moribunda, que iba cediendo el campo á nue-
vas exigencias de una sociedad igualmente nueva.


Si Moratin hubiese nacido en el siglo de Lo-
pe y Calderón, Moratin dominado por aquel gus-
to , por aquella tendencia especial de la poesía,
preponderante á la sazón en una nación belico-
sa , galante, ardiente, rodeada por todas partes
de visibles testimonios de su gloria, aun no amor-
tiguada, precisado á seguir la reacción literaria
que en aquel momento resolvía destruir la paro-
dia del teatro greco-latino, verificada en las pie-
zas dramáticas de Lope de Rueda, Torres Na-
harro, Castillejo y otros varios, hubiera contri-
buido como aquellos creadores del teatro nacional
á su crecimiento y preponderancia, aun cuando
como Lope de Vega hubiera conocido los erro-
res ó sean los estreñios á que forzosamente con-
duce toda reacción, sea cual fuere el objeto a
que se dirija. Entonces hubiera conocido otra so-
ciedad , otras costumbres, otras inclinaciones,
otros deseos, en armonía con la vida, el calor y el
movimiento que percibimos en nuestro antiguo




i 1'ERSONA.IES CELEBRES.


teatro: Moratin entonces no hubiera sido el au-
tor de El Café y de El Si de las Niñas. Pero nues-
tro teatro comenzó á degenerar desde mediados
del siglo XVII , y degeneraba con la misma ra-
pidez que la nación en donde vio la luz prime-
ra. Las costumbres variaban de índole y de ob-
jeto; y verificándose lentamente la reacción so-
cial , comenzaba á realizarse igualmente la lite-
raria: una ocasión faltaba, y esa la proporciona-
ron los franceses. Su teatro, imperfecto en todos
t iempos, hasta aparecer la época memorable de
Luis X I V , necesitó acudir á la matriz de todos
los teatros europeos, á fin de reproducir bajo sus
formas lo que hasta entonces habia vanamente
intentado por sus propios medios. Mas ese tipo
de la sociedad greco-romana no podía servir sin
notables alteraciones para otia sociedad, que, aun
cuando presumía alguna vez asemejarse á ella,
no por eso evitaba el irse colocando á mayor
distancia de la misma. Remedáronse ciertas fór-
mulas como cosa mas hacedera en lo literario ; y
nuestra nación, asociada á la mas vecina por in-
tereses mercantiles y vínculos de familia , sino
pudo seguirla por el escabroso camino de la reac-
ción política, coadyuvó con lodas sus escasas




V). L. F DE M0UAT1N. 5


fuerzas á la reacción literaria. Interpretáronse los
preceptos de Aristóteles y de Horacio, sirviendo
de comentadores los mismos que propagaban la
nueva doctrina, considerada como canónica en la
poética de Boileau ; y nuestro Luzan , eco fiel de
la escuela de París , asentó las bases de ¡a nueva
te l i teraria, en medio del marchito campo dé la
literatura espafiola.


Desde ese momento fue condenado sin apela
cion, no tan solo aquel teatro nutrido de un sen-
timentalismo monótono y llorón, que importado
de Alemania habia invadido y acabado de des-
virtuar y corromper nuestra poesía dramática, si-
no que igualmente lo fue, con inaudita injusticia,
nuestro antiguo teatro, no por otra causa sino
por no hallarse ajustado al marco poético, pres-
crito en los cánones del crítico francés.


Comenzábanse pues á presentar como ofren-
da debida á la nueva escuela, los nuevos frutos
de los ingenios españoles; y no faltaba quien ca-
lificase de verdaderas tragedias los yertos diálogos
que con tal nombre publicó Montiano, y de bue-
nas comedias, las que sin ingenio, calor ni mo-
unnento pudo escribir á fuerza de arte y de lima
vi aprobabilísimo autor de nuestras fábulas litera-




6 PEBSONAJES CÉLEBRES.


rias; pero, la reacción comenzaba, y sabido es
que en sus principios los mayores desaciertos me-
recen los aplausos del vulgo.


Nuestro teatro en fin cayó de su elevada al-
tu ra , mas no á impulsos del nuevo, que de mo-
do alguno podia competir con é l , ni en situacio-
nes ni en poesia; cayó porque una nueva socie,
dad reemplazaba á la antigua, porque se habían
modificado las costumbres, los hábitos, las in-
clinaciones, y por consiguiente el gusto; porque
á la poesía de imágenes habia sucedido la filosó-
fica y discursiva; porque á las generaciones
festivas, galantes, embelesadas con el idealismo
de su siglo, habían seguido otras tétricas, ma-
teriales, especulativas, para las cuales la árida
lisonja de lo pqsitivo ahuyentaba la idea del pen-
samiento y de la espresion.


En medio de esta crisis apareció en la pales-
tra literaria el personaje cuya biografía vamos á
trazar. (*)


(*) Hemos copiado Ia< consideraciones que preceden de un
trabajo biográfioo sobre el mismo personaje, hecho por
nuestro apreciable amigo y distinguido literato el Sr. Don
José de l a ' S e v i l l a , ' n o ' s o l o porque convenimos perfecta-
mente con- ' sus ideas , s ino porquenos hubiera sido difícil
•apresarlas mejor.




D. L. F . DE MOBATIN. 7


D. Leandro Fernandez dé Moratin, descen-
diente de una familia noble de Asturias, nació
eB Madrid á ÍÓ de Marzo de 1760, siendo su
padre D. Nicolás, literato también, y á quien de-
bió casi toda su educación, asi moral como lite-
raria. Dotado por la naturaleza de excelentes dis-
posiciones; é inclinado á la poesía, á los seis años
de edad componía versos, y á los diez y ocho
pudo aspirar al premió y obtener el accésit que
le concedió'la! Real Academia Española, en el
concurso de 1779, por su romance histórico de La
toma de Granada: Su padre, que para asegu-
rarse mejor su mantenimiento habia aplicado al
hijo al ofidio de joyero, apartándole de la carre-
ra de las-letras, supo cotí sorpresa el triunfo
de la composición de su hijo, hecha á hurtadi-
llas y presentada con fingido nombre. Tuvo la
desgracia D. Leandro de perder' á su padre al
año siguiente, y pobre de fortuna aunque rico de
eMendirríiénto, por cumplir con la sagrada óbli-'
gacion dé mantener á su madre, continuó t ra-
bajando en su oficio, pero sin abandonar el estu-
dio de las letras. Habiendo esta fallecido también
pocos años después, pasó á vivir con un tio suyo,
que trabajaba en la joyería del Rey, y siempre con-




8 PERSONAJES CELEBRES.


tiuuú en sus ocupaciones literarias, fomentadas
con el trato y amistad de los humanistas distin-
guidos, D. Juan Antonio Melón y los PP. Esco-
lapios Estala y Navarret.


En 1782 volvió á obtener el accésit de la Real
Academia Española, por la sátira contra los vi-
cios introducidos en la poesía castellana, que pre-
sentó con el título de Lsccion Poética, y bajo
el nombre de D. Meliton Fernandez.


Cruel era la situación de Moratin, al verse
precisado á ejercer un arte mecánico que apenas
le proporcionaba sustento, y esto le indujo á so-
licitar un destino que le dejase tiempo suficiente
para el comercio de las Musas. Siendo ya cono-
cido su mérito, con la intervención del Sr. Jove-
llanos, cansiguióque el Conde de Cabarrús le lle-
vase en clase de secretario a Francia, adonde
pasó comisionado por el Gobierno en 1787. Pron-
to adquirió la confianza de su gefe, con el que fue
á París y regresó á España, conociendo y tra-
tando en aquella capital al famoso poeta cómico
ilaliauo Goldoni, y siguiendo correspondencia
durante su viaje con los mas célebres literatos
que residían en Madrid. Por entonces habia prin-
cipiado va sus ensayos en la poesía dramática




I). L. F. DE MORAllüt . 9


y dado dos veces al teatro , y retirado otras tan-
tas , la comedia de El viejo y la Niña, en la que
se propuso demostrar los inconvenientes de ma-
trimonios entre personas de edad muy desigual.
Pero el público no le couocia todavía sino por
Jas composiciones citadas, y por Ja Derrota de
los Pedantes, folleto en prosa y anónimo , que
publicó en 1789, para ridiculizar á los malos
poetas de aquel t iempo, siguiendo un plan bas-
tante conforme al del Viaje al Parnaso, del in-
mortal Cervantes. Habiendo compuesto por aquel
tiempo su oda á la proclamación de Carlos IV,
obtuvo en recompensa una prestarnera de 300 du-
cados en el arzobispado de Burgos, á cuyo títu-
lo se. ordenó de tonsura en aquel mismo año.


Con tan poca renta no podia remediar Mora-
tin su mala fortuna ; pero cambió esta de repente
porque habiéndole conocido D. Manuel Godoy
por-medio de su hermano D. Luis , y D . Francis-
co Bernabeu, le alcanzó aquel un beneficio en
Montoro de 3,000 ducados, y una pensión de 600
sobre la mitra de Oviedo. Mas tranquilo ya sobre
los medios de existencia, principió en 1790 á dar
sus coinedias al teatro y á la imprenta , siendo
la primera El Viejo y la Niña, y la segunda,




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


en 1792 , la Comedia Nueva vulgarmente El Café,
obra no menos ingeniosa que o r ig ina l , y fuerte
censura de los grandes defectos que afeaban nues-
tra escena. Seguramente, atendido el buen éxi tode
ambas piezas , no hubiera interrumpido entonces
su carrera dramática, á no ser por el deseo de
observar los teatros estrangeros, que le determinó
á pedir licencia para viajar. Hízolo por Francia,
Inglaterra, Flandes , Alemania , Suiza é Italia,
recorriendo sus principales ciudades , y fijando su
residencia en Bolonia , observando y estudiando
cuanto notable habia advertido en, sus viajes , y
escribiendo una relación de ellos que no sabemos
se haya publicado.


En 1796 regresó á España, y después de una
penosa y larga navegación desembarcó en Alge-
ciras , donde tuvo la agradable noticia de haber
sido nombrado Secretario de la Interpretación de
lenguas , cuyo destino desempeñó alternando sus
ocupaciones con sus tareas l i terarias, asistiendo
con frecuencia á una tertulia de diversas'perso-
nas aficionadas á los estudios amenos , y á la
que llamaba Moratin por zumba Sociedad de
los JealófUos, y pasando algunas temporadas en
Pastraua , donde había comprado una casa. En




D. L . F. DE MORATIfl. 11


1798 imprimió su traducción del Hamlet de
Shakspeare, con notas, en que le juzga según
los severos principios de crítica clásica que profe-
saba. Aquella traducción, débil aunque exacta, no
podía proporcionarle un lugar tan distinguido en
la república de las letras, como el eminente talen-
to dramático, que manifestó en sus piezas origi-
nales.


El Gobierno le nombró individuo de una jun-
ta creada para la reforma de los teatros, y des-
pués único director de los mismos ; destinos que
renunció á poco Moratin, no habiendo admitido
el segundo acertadamente, pues su índole y su
genio eran mas á propósito para corregir las ri-
diculeces de los hombres en la escena, que para
dar providencias que la mejorasen. Continuó es-
cribiendo para el teatro y adquiriendo nueva glo-
ria, En, Í803 se representó en el coliseo de la Cruz
notablemente,corregida, fomentada y reducida á
forma mas regular, la comedia de El Barón, com-
puesta á modo de zarzuela en 1787, figurando los
embustes y trápalas de los petardistas metidos á
grandes Señores. Ofendidos los cómicos de los
Caños del Peral de la preferencia que habia da-
do para la representación en el teatro de la Cruz,




\'J PERSONAJES CÉLEBRES.


y sabiendo que sobre el mismo argumento se ha-
biá compuesto otra comedia con el título de La
Lugareña orgullosa , se apresuraron á representar-
la y á pagar gente que silvase la de Moratin. Inú-
tiles fueron semejantes arterías ; triunfó el ver
dadero mérito : La Lugareña cayó al instante en
olvido, y El Barón sobrevivió á los esfuerzos con
que habían pretendido desacreditarle.


Al año siguiente se represento también en la
Cruz La Mogigata, escrita muchos años antes , y
cuyo nombre indica que el autor acometió en ella
á la hipócrita gazmoñería. Fue recibida con aplau-
so , no sin que se publicasen sobre ella algunas
críticas moderadas. En 1806 se representó El Si
de las Niñas, cuyo fin moral es demostrar la in-
fluencia de la educación en la elección de estado,
y los riesgos que se siguen de no dirigir aquella
con suma prudencia. Fue recibida esta comedia
con estraordinario aplauso, duraron sus prime-
ras representaciones veinte y seis dias consecuti-
vos, y en un momento se despacharon las cua-
tro ediciones de la pieza que se hicieron en
aquel mismo año.


Los que miraban con envidia su gloria, ape-
laro'ú para derribarle á otro arbitrio tan bajo co-




D. L . F. DE MORATIN. 13


mo odioso, que si bien no logró su efecto por
el influjo de Godoy, bastó para que Moratin, de
genio tímido y receloso, abandonase el teatro,
inutilizando los apuntes que había hecho sobre
otras cuatro ó cinco comedias , cuyos planes tenía
trazados. Hizo una vida retirada , entreteniéndose,
ademas de los cuidados de su secretaria, con el
cultivo de un pequeño jardín que Ivabia compra-
do, y recojiendo entretanto materiales para su obra
sobre los Orígenes del teatro español. Colniados
estaban entonces los deseos de un hombre sobrio,
frugal, que no tenia ambición ni pretensiones, ni
mas inclinación que al ocio de las Musas; pero
la suerte le preparaba grandes sinsabores y amar-
guras.


Llegó el año de 1808, cayó el valido de la cum-
bre del poder, subió al trono Fernando, alzóse la
España para vengar el ultrage y defender su in-
dependencia, venció al enemigo en Bailen, ante
ios muros de Zaragoza y de Valencia, y los Fran-
ceses huyeron de Madrid al Ebro. Moratin, qué
como acabamos de decir era de carácter suma-
mente medroso, creyéndose espuesto por el fa-
vor que habia debido á Godoy, salió de la Corte
luego que los Franceses la evacuaron-, y se dirigió




14 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


á Vitoria. Volvió con ellos á Madrid á fines de
aquel año, y con ellos se retiró á Valencia en
1812, desde donde por último se refugió á Pe-
ñiscola. Debe decirse en honor de Moratin que
no tuvo entrada en su pecho ningún género de
traición contra su patria: siguió maquinalmente
el camino por donde le arrastraba la suerte, y no
solo no tomó parte activa contra los que defen-
dían los derechos de Fernando VII, ni admitió
del gobierno intruso otro cargo que el de Biblio-
tecario mayor que se le confirió sin solicitarlo,
sino que favoreció en cuanto pudo á los que por
desgracia caian en poder de los Franceses.


En medio de tantas calamidades no era posible
que continuase componiendo para el teatro ; así es
que apesar délas repetidas instancias que para ello
le hicieron, solo se pudo conseguir que se represen-
tase é imprimiese La Escuela de los Maridos,
concluida ya en 1808, y traducción de la que con
el mismo título habia escrito el célebre Moliere.
Disminuida notablemente su fortuna, y mas
quebrantadas aun su salud y su espíritu con tan
deshechas borrascas, pensó retirarse á un rincón
donde acabara tranquilamente sus dias. Así pues,
en lugar de¡ seguir á los Franceses, luego que se




D . L . F . D E M O R A T I N . 15


riudió Peñíscola á nuestra armas , huyó de ella;
fué á Valencia ocupada ya por las tropas españolas,
y no acusándole su conciencia de ningún delito se
presentó al general en gefe. No viendo este en
Mora ti n masque á un partidario de los Franceses,
le trató con rigor; y después de otras providencias,
mandó embarcarle en un falucho que le condujo á
Barcelona , donde fue favorablemente acojido
á su vez por los Capitanes Generales D. Fran-
cisco Javier Castaños, y el Marqués de Campo
Sagrado, y por todas las personas de distinción y
saber.


Restituido al trono Fernando VII, la tranqui-
lidad que de nuevo empezaba á disfrutarse, d io
ocasión á Moratin para que agradecido á los favo-
res del actor Felipe Blanco , hiciese para su bene-
ficio afines de 1814 la traducción de la comedia
de Moliere El Medico d palos. Su situación era
sin embargo muy deplorable; y el Rey empezó
desde luego á dispensarle su generosa protección,
mandando que se le admitiese al juicio de purifi-
cación, declarando que no estaba comprendido en
el artículo primero del decreto de 30 de Mayo, y
disponiendo que se le devolvieran los bienes que
se le habían secuestrado. Mas adelante trató de




1G PERSONAJES CELEBRES.


darle un destino honorífico con buena asignación;
pero Moratin , cuyo ánimo habían exasperado los
trabajos padecidos. lo rehusó abiertamente , figu-
rándose peligros por todas partes ; y llevado por
este sentimiento en 1817 , salió de Barcelona don-
de vivía protejido, estimado y honrado, y no
regresó allí hasta 1820, después de haber pasado
algún tiempo en París y en Bolonia. Acometida
Barcelona por la fiebre amarilla, pasó á Bayona,
y fijó su estancia en Burdeos. Desde entonces
ocupóse solo en concluir y perfeccionar la obra
de los Orígenes del Teatro Español, que dejó
manuscrita á D . Manuel Sílbela, y que compró á
este el R.ey, deseoso de que bajosus auspicios vie-
se cuanto antes la luz pública. En 1825 D. Vi-
cente González Arnao hizo en Paris una edición
de las obras de Moratin , única reconocida por el
autor.


En 1827 se trasladó á Par is , y allí permane-
ció con bastante quebranto en su salud, hasta que
murió en 2t de Junio de 1828, conservando todo
su conocimiento hasta poco antes de espirar, ha-
biendo hecho mandas muy piadosas, y entre ellas
á la Inclusa de esta Corte , de la casa y huerto de
Pastrana.




D . L . F . D E Í10RAT1N. 17


¡ Triste fatalidad l ade los escritores españoles!
Por efecto de nuestras largas guerras y disensio-
nes civiles muchos de ellos, como los Islas , los
Jovellanos , ios Cien/uegos , los Melendez , los Mo-
ratines han muerto envueltos en la desgracia,
vilipendiados y proscritos, pobres y ancianos los
mas de ellos , y lejos de una patria á quien habían
ilustrado con su saber. El inmortal Cervantes,
pobre y cautivo, enjeudró en una cárcel el libro
sublime que habia de ser el primer título de
gloria literaria de su pais. Quevedo , Mariana y
Luis de Leon fueron victimas de mas terribles
persecuciones; y gracias á la incuria de su siglo,
hoy ignoramos donde reposan los restos mortales
de Lope de Vega, de Tirso y de Moreto. El si-
glo XIX , apellidado de las luces , llevando mas
allá su intolerancia política , ha visto inclinar
su venerable cabeza en tierra estraña á Melendez
y Moratin.


En el cementerio principal de París, llamado
del P. Lachaisse, existen varios monumentos se-
pulcrales erigidos á varios Españoles i lus t r e s , en
un pequeño recinto que los encargados del cerneo,
terio apellidan la Isla de los Españoles. Pero
otro monumento colocado en distinto sitio del


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


j a rd in , entre las sombrías calles que se elevan
sobre la derecha de la capilla, llama principal-
mente la atención del viagero español , por el
hombre ilustre á quien está dedicado, y por su
oportuna colocación, inmediata á las dos tumbas
de Moliere y de Lafontaine. Redúcese su sen-
cilla forma á un gran pedestal que sostiene un
segundo cuerpo arquitectónico mas proporciona-
do, sobre el cual se eleva una pequeña urna de
forma antigua. En el frente del segundo cuerpo
se lee la siguiente inscripción española.


AQUÍ YACE


D. LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN,


INSIGNE POETA CÓMICO Y LÍRICO,


DELICIAS DEL TEATRO ESPAÑOL,


DE INOCENTES COSTUMBRES


Y DE AMENÍSIMO INGENIO,


MURIÓ EL 21 DE JUNIO DE 1828.


Ya que hemos recorrido la vida pública de
Moratin, reducida como lo son generalmente las
de los hombres que dedicados al estudio de las
le tras , ni toman parte en las especulaciones de
la política, ni intervienen directamente en los ne-
gocios del Estado, hablaremos ahora del poeta.
Las poesías líricas de Moratin, si bien merecen




D. L. F . DE M0HATIN. I >


buena acogida en nuestro Parnaso, no son el
timbre principal de su reputación literaria.


Adornado Moratin de los varios conocimentos
de su época, estudió y apreció como era justo
nuestro antiguo teatro: de otro modo hubiera de-
jado en duda su criterio y buen juicio . Pero
habia oido tan repetidas veces los sarcasmos y
diatrivas lanzados por los críticos franceses con-
tra aquel mismo teatro, que tanta parte tuvo en
la reforma del suyo; repetíase con tanta frecuen-
cia la consabida cantinela sobre el desarreglo de
Lope de Vega, los embrollos de Calderón, las
metáforas descabelladas, los equívocos, los re-
truécanos y la afectación oriental de nuestros dra-
máticos, que ya le costaba trabajo á Moratin, asi
como á los demás críticos de su tiempo, alabar
algunas de las muchas bellezas de todas especies
de nuestras antiguas comedias; bellezas que has-
ta tolerables hacían los desaciertos de imagina-
ciones lozanas, fomentados por el gusto de una
sociedad especial, que gozaba con ellos en igual
grado que la italiana con Arlequín y Pantalón,
y la francesa con Les Diableries en épocas coe-
táneas. Y con tanta precaución se tributaban las
debidas alabanzas á aquellas bellezas, que s£




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


procuraban al mismo tiempo hacer resaltar con
sumo cuidado los errores en que nuestros poetas
incurrieron, para no ponerse en contradicción con
el fallo irrecusable de los dictadores de la nueva
escuela: fallo que recusaba como blasfemias aque-
llos elogios, asi como en la actualidad será para
algunos una heregia lireraria el oir ensalzar á
Moratin, como uno de nuestros mejores poetas
dramáticos.


Moratin, fiel á los principios de la nueva doc-
trina , y admirador de Moliere y de Racine, aun
mas que de Calderón y de Moreto, llegó á persua-
dirse que la rigorosa observancia de las famosas
unidades, piedra de escándalo de la moderna es-
cuela: la sencillez, rayando en pobreza de la in-
triga dramática, y la espresion prosaica en reem-
plazo de la abundancia poética de nuestro anti-
guo teatro, eran las prendas mas recomendables
en una buena comedia. Asi lo creyó y lo practi-
có en sus composiciones, llenas por otra parte
de bellezas cómicas de un orden superior , á ve-
ces inimitables.


La reacción literaria condujo á Moratin á co-
meter un error por condenar otro error: si lo fue
en los antiguos dramáticos infringir sin motivo




B . L. F. Olí MORATIN. 2 1


justo los preceptos de la buena crítica, y llevar
á veces mas allá de lo conveniente y necesario
la intriga , las situaciones y su espresion poética,
confundiendo todos los géneros sin tener cuenta
con aquellas, no es de menor cuantía limitar las
dimensiones de la fábula y la complicación de la
intriga dramática á la reducida estension de tiem-
po y de lugar determinados, violentando y enco-
giendo la acción hasta encajonarla en un marco,
á despecho de la verosimilitud que se desea con-
servar intacta , y con notable perjuicio del inte-
rés cómico , que no estriba esclusivamente en los
caracteres y en la dicción. Pero como escuela reac-
cionaria , la de Moratin llenó completamente su
encargo; en contraposición de la antigua, puesto
que tocó en un cstremo contrario , que es el tér-
mino de todas las reacciones.


Ahora estamos presenciando otra nueva , que
con obras y doctrinas ha declarado guerra al cla-
sicismo francés, sostenido por Moratin y sus coe-
táneos. En esa reacción no hay principios fijos,
ni otras guias que la imaginación entregada á sí
misma: el pirronismo literario ha sucedido á la
creencia supersticiosa en los preceptos: hemos to-
cado en un estremo por huir del estremo opties-




22 PERSONAJES CELEBRES.


to; lo que antes se reducía á los estrechos lími-
tes de un corto periodo, se estiende ahora á me-
ses y años; á la unidad de lugar que rigorosa-
mente se obserbaba se ha sustituido la diversidad
de sitios y acciones, muy distantes entre s í ; y
si por acaso se alzase otra bandera literaria,
nunca dejaría la exageración de principios , por
que nunca dejaría de ser esclusiva. Este es el
orden invariable de las cosas; y nada debe sor-
prendernos , por ser bien sabido que el sistema
de las reacciones es el sistema universal de la
naturaleza: aserción comprobada por la historia
científica , mora l , política y literaria de todos
los pueblos. La especie humatia sigue el mismo
impulso, en lo cual no hace otra cosa que obe-
decer , sin conocerlo , á una ley superior á su vo-
lun tad , cuyos efectos ciertamente no causan sor-
presa al hombre observador, acostumbrado á ver
á los demás , y aun á veces á sí mismo, no de-
tenerse nunca en la mitad de la carrera á tomar
de los sistemas opuestos lo esencialmente bueao
de cada uno de el los, sino que apenas llegan al
estremo retroceden por no poder caminar mas ade-
lante, y vuelven á emprender de nuevo su carrera.


Mas apartándonos de estas consideraciones ge-




» . L. F. DE MORATIN. 23


nerales : ¿ podríamos en materia de buen gusto
llegar á conocer el delicado y esquisito , sin el
auxilio de los contrastes que ofrece la versatilidad
del gusto mismo? Siendo la comparación el fun-
damento de nuestros juicios , así como el gradua-
dor de nuestras sensaciones ; ¿ habría alguno ca-
paz de saborear las bellezas cómicas de Moratin,
antes de conocer los desvarios de Cornelia ?


Tales el juicio que forma de Moratin, como
poeta, el distiguido literato de quien antes hemos
hablado. Oigamos ahora el de otro no menos dig-
no de aprecio, el Sr. Martínez de la Rosa. (*)


« Habiéndonos propuesto , por razones fáciles
de adivinar, no hablar en ninguno de los ramos de
literatura de las obras de autores vivos , dejaremos
interrumpido en este lugar el bosquejo de nues-
tro teatro ; pero nombraremos sin embargo , El
Café de D. Leandro Fernandez de Moratin, no
como d r a m a , sino como documento histórico,
que por una parte prueba el desarreglo en que
se hallaba la escuela española , á principios del
reinado de Carlos IV, y por otra los laudables es-
fuerzos que desde entonces empezaron á hacerse


C) Apéndice sobre la Comedia. Obras literarias (le I).


Francisco Martínez" de la R o s a , T . I I .




24 PERSONAJES CELEBRES.


para contener la licencia, y someter el teatro es-
pañola las reglas de la razón y del buen gusto.
En una palabra : ponemos la citada comedia por
término en la historia de nuestra dramática , co-
mo una de esas piedras que suelen colocarse en
los caminos, las cuales señalan á un tiempo la
distancia que falta por anda r , é indican la sen-
da que debe seguirse.»


No concluiremos esta ligera noticia , sin tras-
ladar aqui también lo que dice la Academia Es-
pañola en el prologo de las obras de Moratiu , pu-
blicadas como hemos dicho por orden de el Sr.
D. Fernando VII. « Tenia Moratin prendas re-
comendables , y era uno de los escritores que mas
honran el Parnaso español; pero estando su muerte
tan reciente (*) no queremos anticipar el juicio de
la posteridad , y solo diremos que jamás olvidarán
su nombre cuantos amen la bella literatura. Fue
igual en ingenio y superior en buen gusto á su
padre D. Nicolás , cuya memoria cuidó de per-
petuar como buen hijo, en el prólogo y vida, que
con las poesías del mismo, publicó en 1821 en
Barcelona. »


'•""(.*) La edición se hizo en i sao








EL MARISCAL SOI LT,


DUQUE DE DALMACIA.


/ yft " ' > « Cuando supe en Dresde ia derrota
i.* -i de Vitoria y la pérdida de toda la Es-


paña, debida á ese pobre José.. . bus -
qué alguno capaz de reparar tantos
desastres, y me fijé en Soult.


N A P O L E Ó N — M e m o r i a l de Sla. Elena.


Cuenta el buen Plutarco , que el padre de Te-
místocles, para alejarle de los negocios públicos
le iba enseñando , al recorrer las orillas del mar,
los esqueletos de las viejas galeras arrojados en las
playas, sin que se hiciera caso de ellas , diciéndo-
le que lo mismo hacia el pueblo con los gobernan-
tes cuando ya no podían servir.


Los Atenienses de Francia son muy prontos
en declarar fuera de servicio: si la gloria, por bri-




2 PERSONAJES CEI.K11UES.


liante que haya sido en tiempos pasados, no cs-
perimenta una continua y siempre ascendente
metamorfosis, la echan sin reparo á un lado ; de
modo que tal vez no será inútil recordar aquí que
el Mariscal Soult ocupa uno de los primeros lu-
gares en nuestras biografías, porque nos parece que
está bastante reasumida en 61 la noble personifica-
ción de la Francia mil i tar ; porque es uno de los
mas ilustres representantes de una grande y her-
mosa época; y por último, porque no somos ya tan
ricos en especialidades de esta clase que desprecie-
mos lo que queda.


Nicolás Juan de Dios Soult, hijo de un nota-
rio campesino, nació en la pequeña ciudad de Saint
Amans (departamento del Tarn), en 29 de Marzo
de 1769. El muchacho era turbulento, reacio, po-
co aficionado á leer, y enteramente fastidiado de
los viejos pergaminos de su señor padre. A falta
de otra cosa mejor , hicieron de él un soldado, y
á los 16 años entró Soult como voluntario en el
regimiento real de infantería. Sucesivamente sar-
gento , subteniente , ayudante mayor , capitán,
comandante de batallón , coronel, pasó Soult por
todos los grados, y sirvió con los generales Luck-
ner , Custine, Hoche, Lefebvre y Jourdan. Agre-




SOULT. 3


gado al E. M. del ejército de la Mosela, hizo las
campañas de los años II y I I I , y tomó una parte
gloriosa en casi todas las batallas dadas en la fron-
tera por sostener la independencia de la Francia.


En la célebre de F leurus , la división de los
Ardennes huia desordenadamente, dejando des-
cubierta la derecha del ejército. El general Mar-
ceau perdía el tino y buscaba la muerte ; el coro-
nel Soult se arrojó delante de los fugitivos, los
reunió y condujo nuevamente al combate.


Nombrado general de brigada el 11 de Noviem-
bre de 1794, se distinguió en los diversos pasos
del R i n , y en las batallas de Altenkirchen , de la
Lahn, de Friedberg , e tc . , etc. Destacado un dia
con tres batallones y 150 caballos para cubrir y
despejar la izquierda en Herbon , de repente se
encontró Soult rodeado por 4,000 ginetes enemi-
gos , sostuvo durante cinco horas un encarnizado
combate, rechazó victoriosamente siete cargas con-
secutivas , y prosiguió su camino sin dejar un solo
hombre en poder de los enemigos.


La paz de Campo-Formio dio al ejército del
Rin algunos instantes de reposo, pero bien pron-
to el odioso asesinato de los plenipotenciarios fran-
ceses rompió las negociaciones de Rastadt , y prin-




4 PERSONAJES CELEBRES.


ripiaron nuevamente las hostilidades. En 22 de
Marzo de 1799, en la aldea de Ostrach, el Ar-
chiduque Carlos, al frente de 25,000 austríacos,
atacó la vanguardia mandada por Soult y com-
puesta de 6.000 franceses; la acción fue de las mas
sangrientas; un batallón de infantería principia-
ba á cejar; Soult tomó una bandera , se arrojó en
medio de los enemigos, y reanimó con su auda-
cia el valor de los soldados.


Nombrado general de división en Abril de
1798, hizo la campaña de Suiza á las órdenes de
Massena, sometió á los insurgentes de los peque-
ños cantones, dio los eombates de Altorff, de San
Gotardo , de AVinterthur , y contribuyó poderosa-
mente al buen éxito de la gran batalla de Zurich,
que duró tres dias. Encargado de impedir la
reunión del ejército Austríaco, con el Ruso
que llegaba por la parte de Italia mandado por
Souwarow, Soult marchó primero contra los
Austríacos. El enemigo estaba acampado sobre
el Linth, entre los lagos de Zurich y de Wallens-
tadt en una posición formidable. Para abrir pa-
so á su artillería , el general Soult hizo rellenar
150 toesas de marismas, y en seguida, por una
de aquellas inspiraciones felices que abundan en




SOULT. 5


I


su carrera militar, invento un nuevo proceder es-
tratégico , empleado muchas veces después con
buen éxito ; organizó un batallón de nadadores, que
atravesó armado el r io , y el enemigo sorpren-
dido y atacado durante la noche , huyó hasta el
R in , dejando en el campo de batalla á su ge-
neral en gefe y 4,000 hombres muertos ó heri-
dos.


Conseguida aquella victoria sobre los Austría-
cos , corre Soult coutra los Rusos , los alcanza
en Schwitz , los vence , los dispersa , y limpia de
enemigos toda la orilla izquierda del R i o , desde
su nacimiento hasta el lago de Costanza.


Por aquella época, regresaba Bonaparte de
Ejipto y destruía el Directorio. El ejército de Italia,
descuidado por aquel gobierno inhábi l , estaba
en un completo desorden ; el Primer Cónsul envió á
Massena para reorganizarle, y este pidió con instan-
cia que le acompañase Soult, el cual en 1800 pasó
los Alpes con título de Teniente General, Princi-
pió por abastecer á Savona , y dio un combate en
las alturas de Montenotte, en que mostró el mayor
valor; encerrado y sitiado en Genova por fuerzas
muy superiores , hizo una primera salida , el ó de
Abr i l , con .">,000 hombres , atravesó el ejército-




6 PERSONAJES CELEBRES.


enemigo, se dirigió sobre Sassello , batió y dis-
persó dos divisiones Austríacas , y volvió á entrar
en Genova á los pocos dias con 8,000 prisioneros.
El 10 de Mayo hizo otra salida al frente de 3,000
hombres , atravesó también el ejercito Austríaco,
le atacó por la espalda en Monte-Facio, y le hizo
prisionera una división de 4,000 hombres.


Soult siempre infatigable , dio al enemigo un
tercer combate en Monte-Creto. Una lluvia violen-
ta habia puesto resbaladizo el camino, y el com-
bate fue cuerpo á cuerpo y al arma blanca, El
general recibió un balazo que le fracturó la pier-
na, y sus soldados viéndole caer , le creyeron muer-
to y le dejaron en poder del enemigo, c o n s u her-
mano el gefo de Escuadrón Soul t , que no le
abandonó. Hecho prisionero, fue trasportado á
Alejandría, y pronto, desde su lecho de dolor,
oyó el cañón de Marengo que le anunciaba su
libertad.


Después de esta batalla , presentado y reco-
mendado por Massena á Bonaparte como un oficial
general de las mejores esperanzas , fué nombra-
do Soult Comandante superior en el Piamonte,
donde disipó la insurrección del valle de Aoste ; so-
metió aquellas hordas de vaudidos conocidos por




S O U L 1 . 7


«I nombre de Barbets , los organizó en compa-
ñ í a s , y los hizo ser útiles para el servicio.


Vuelto á Francia cuando la paz de Amieus,
Bonaparte lo conservó á su lado en clase de Co-
ronel General dé la Guardia Consular, y le d i o
el mando del campamento de Saint-Omer; por
úl t imo, el 21 de Mayo de 1804 después del adve-
nimiento de Napoleón al trono imperial, fue Soult
promovido al grado de Mariscal del Imperio.


Después del funesto combate de Trafalgar y
de la pérdida total de la escuadra franco-españo-
la , el ejército destinado primero á invadir la
Iuglaterra, fué dirigido á Alemania. Soult á la
cabeza de un cuerpo de vanguardia, pasó el Rin
en Spira el 28 de Octubre de 1805, penetró en
la Suabia, pasó el Damubio en Donawerth, mar 7 -


ehó sobre Augsburgo apoderándose de aquel pun-
to, y se dirigió sobre Ulm, y desde allí sobre
Memmingen.


Pronto llegó el gran dia de Austerlitz; 80,000
Rusos y 30,000 Austríacos estaban en linea
delante de 00,000 Franceses; la batalla iba á ser
decisiva; el F,mperador lo había dicho y era pre-
ciso vencer á toda costa. Soult mandaba la de-
recha del ejercito , y á los primeros cañonazos se




8 PERSONAJES CELEBRES.


dirigió rápidamente con dos divisiones sobre las
alturas de la aldea de Pratzen coronadas de tro-
pas rusas y de una formidable artillería. Después
de tres horas de un encarnizado combate, Soult,
por uno de aquellos esfuerzos de tenacidad que
le distinguen, acabó por apoderarse de ellas. Sor-
prendidas las lineas rusas en su huida por una
marcha de flanco, se encontraron cortadas, y el
Mariscal precipitó dos tercios de ellas sobre el
lago de Monitz. El lago estaba helado, Soult hizo
adelantar la artillería; y roto el hielo en un ins-
tante, toda aquella masa de hombres y caballos
desapareció en las olas. Aquel vigoroso movi-
miento decidió en gran parte la suerte del com-
bate, y en aquella misma tarde, en el campo de
batalla dirigiéndose Napoleón á Soult le dijo:« Ma-.
rical sois el primer maniobrero de Europa.»


En Jena, el 14 de Octubre de 1806, Soult
se distingió también por la energía de su ataque
sobre el centro del ejército enemigo, apoderán-
dose de un bosque cuya toma contribuyó en gran
manera á que se ganara la batalla. En seguida
persiguió á los fugitivos hasta Lubeck, y ayuda-
do de Bernadotte, derribó las puertas de la
Ciudad, destruyendo asi los últimos restos de las




SOULT. 9
fuerzas Prusianas. En Eylau, Soult contuvo el
cuerpo de ejército del General ruso Beningsen, y
mas adelante se apoderó de Koenigsberg; después
de haber desplegado durante aquellas tres glorio-
sas campañas los mayores conocimientos milita-
res, recibió Soult después de la paz de Tilsit
el titulo de Duque de Dalmacia.


Hecha la paz con el Austria, la Prusia y la
Rusia, enciéndese de nuevo la guerra en España
con mayor furor. El ejército inglés desembarca
en la Península; la famosa batalla de Bailen des-
truye el prestigio de los ejércitos franceses, y el
Rey José se vé obligado á dejar á Madrid. Soult
llegó á Bayona con el Emperador, recibió el man-
do del segundo cuerpo, se apoderó de Burgos,
ocupó á Santander, desbarató cerca de Reinosa el
ejército español de Estremadura, y dirigiéndose
después sobre los ingleses, los persiguió de cerca
hasta la Coruña, les obligó á embarcarse preci-
pitadamente dejando un número considerable de
muertos y prisioneros.


Obtenido este resultado, el Mariscal recibió la
orden de entrar en Portugal. Rodeado de ene-
migos invisibles, en un pais casi desconocido , con
un tiempo y caminos espantosos, llegó Soult de-




10 l 'EKSONAJES CELEBRES.


lante de Oporto, con tropas rendidas de fatiga.
En vano quiso parlamentar, y tuvo precisión de
dar el asalto; la plaza fue tomada, y cerca do
10,000 portugueses perecieron en la acción. En-
cerrado en Oporto con 21,000 franceses, espe-
rando refuerzos para internarse mas en el pais,
supo el general que el ejército inglés arrojado de
España habia desembarcado en Por tuga l ; pero
los nacionales se levantaban por todas partes, y
pronto iba á verse rodeado por fuerzas supe-
riores ; en efecto, la vanguardia de Wellesley (W'e-
llington) llegó hasta Oporto , é intentó un golpe
de mano sobre la ciudad. La situación era críti-
ca, y la estación de las peores. El Mariscal no
yaciló ; hizo quemar todos los equipajes del ejér-
c i to , principiando por los suyos, y mandó que los
soldados vaciasen sus mochilas para llenarlas de
municiones. Púsose en marcha atravesando las
montañas y rechazando los ataques, y volvió á
entrar en España con muy poca pérdida. Según los
estratégicos, aquella atrevida retirada es una deles
mas bellas operaciones militares de Soult.


Se ha querido suponer, que durante su per-
manencia en Oporto, el Mariscal, invitado por los
principales habitantes, concibió el proyecto de




SOULT. 11


hacerse proclamar Rey de Portugal bajo el nom-
bre de Nicolás I. Este hecho, que solo se funda
en el aserto de un autor inglés (*) nos parece por
lo menos dudoso. De todos modos, en una época
en que los Principes y los Reyes se improvisaban
de un dia para otro , nos parece que Soult hu-
biera hecho tan buena figura sobre el t rono, como
por ejemplo el glorioso acuchillador Mura t , ó el
primer llegado de los individuos de la familia
Imperial, á quienes Napoleón arrojaba coronas,
cuidándose poco de averiguar si su cabeza era
bastante fuerte para poder llevarlas.


Después de la retirada de Oporto fue cuando,
para poner un término á las rivalidades de los
diversos generales franceses que se disputaban el
mando en perjuicio del conjunto de las operacio-
n e s , dio el Emperador un decreto nombrando
al Mariscal Soult mayor general de los ejérci-
tos franceses en España , con autorización for-
mal de tomar el mando en gefe en cualquier
parte donde se encontrase. Téngase en cuenta que
los concurrentes eran hombres como Ney, Suchet,
Victor y Mortier, y se verá que aquel decreto es
por sí solo una respuesta categórica á lo que han


I ' ) Rob. Southcy. Historia de la guerra de la Península.




12 PERSONAJES CELEBRES.


dicho ciertos biógrafos, que han querido presentar
á Soult como un general inferior á ellos, ejecutan-
do maquinalmente las órdenes que recibía, é in-
capaz de elevadas concepciones personales.


La brillante victoria de Ocaña, 10 de Noviem-
bre de 1809 , justificó pronto la elección del Empe-
rador, y abrió á los franceses las puertas de An-
dalucía. Al tiempo que el Mariscal permaneció en
aquellas provincias, se refieren las acusaciones que
se le han hecho de exacciones, de concusión y
de pillaje, renovadas con mayor fuerza desde que
principió su vida política. No nos toca á nosotros
discutir sobre imputaciones desnudas de pruebas
positivas; solo diremos .que cuando Napoleón en
Sta. Elena pasa revista á los depredadores de su
E. M. jamás pronuncia el nombre de Soult en este
sentido.


Principiaba ya á establecer una administración
sabia y previsora en Andalucía, cuando la derro-
ta de Marmont en los Arapiles abrió á los in-
gleses el camino de Madrid. Soult evacuó la An-
dalucía, se dirigió por los reinos de Granada y
Murcia al de Valencia , alli reunió el ejército del
centro, marchó al encuentro de los ingleses, los
alcanzó en Salamanca, los dispersó y rechazó á




SOULT. 13


Portugal. Estas marchas del Mariscal en España,
son consideradas por muchos como modelos de
táctica.


En el año 1813 la desgraciada campaña de Ru-
sia acababa de devorar á cerca de 600,000 fran-
ceses; el Emperador llamó á Soult á su lado; le
dio el mando en gefe de su guardia , y el Maris-
cal se distinguió en las sangrientas batallas de
I/Utzen ydeBautzen. Ausente Soul t , los aconteci-
mientos variaron de aspecto en España ; Welling-
ton ganó la batalla de Vitoria y se aproximó á
las fronteras de Francia. Napoleón estaba en
Dresde; espantado de los progresos que los In-
gleses hacian, mandó á Soult que partiera al ins-
tante para España. En ocho dias, llegó á Ba-
yona desde el fondo de la Alemania; alli, aunque
no pudo reunir mas que 50,000 hombres, forti-
ficó aquella Ciudad y tuvo en jaque á los 120,000
de Wellington. Combatió noblemente en Saint-
Palays , en Gauveterre, en Orthez, en Aire, en
Tarbes, y fué á meterse en Tolosa. Quedábanle
26,000 hombres con los cuales debia hacer fren-
te á 86,000 Ingleses. Era en 10 de Abril de 1714,
la Francia estaba invadida por todas partes, Pa-'
ris habia capitulado hacia ya 10 d ias , el Empe-




14 PERSONAJES CELEBRES.


rador había abdicado, y los Borbones habían vuel-
to á subir al trono. En medio de tantas calami-
dades, el Mariscal Soult fué el que disparó el
último cañonazo, el último que dejó el campo de
batalla, el que bajo los muros de Tolosa consiguió
la última victoria. Los movimientos militares de
Soult en aquella época han sido juzgados diver-
samente: no pretendemos apreciarlos; permítase-
nos solamente que nos apoyemos en la opinión
de un hombre, que era seguramente un poco
conocedor, el mismo Napoleón que decía enSta .
Helena, que la campaña de Soult en el medio dia
de la Francia era muy hermosa (*). Se ha discu-
tido también mucho en estos últimos tiempos si
el Mariscal habia ganado ó perdido la batalla
de Tolosa. Los unos han dicho que siempre es
vencido el que abandona sus posiciones; los otros
que Soult de ningún modo hubiera podido per-
manecer en Tolosa; que los Ingleses con fuerzas
dos veces superiores sufrieron enormes pérdidas,
que el Mariscal conservó el campo de batalla,
que hasta durmió en él, que el enemigo no se
atrevió á penetrar en la Ciudad sino después de
haber él renunciado á ocuparla.


(*) Memorial de Santa Helena. T . III, pág. 280.




S O U I . T . 15


Hemos llegado casi al término de la carrera
militar de Soult, y para describirla tal cual es,
es decir gloriosa y bella, nos ha bastado recor-
rer el Monitor. Su vida política nos pres3nta ba-
jo todos aspectos el mismo carácter de tersura;
entreramos en ella con igual frauqueza.


Después de la restauración, Soult se unió al
gobierno, y recibió en Junio de 1814 el mando
de la 13 . a división militar.


Nombrado Ministro de la Guerra el 3 de Di-
ciembre, provocó el secuestro de los bienes de
la familia Bonaparte; hizo acusar ante un con-
sejo de guerra á uno de sus compañeros de ar-
mas, al General Excelmans, cuyo delito era
haber escrito á Murat, Bey de Ñapóles, una car-
ta de adhesión demasiado ardiente.


El consejo de guerra le absolvió. Napo-
león tardó poco en escaparse de la Isla de Elba;
á la primer noticia del desembarco, publicó Soult
su famosa orden del dia de 8 Marzo de 1815
contra el aventurero que voivia d apoderarse de
un poder usurpado; y sin embargo, Luis XVIII
desconfiando del Mariscal le quitó el Ministerio.
A los pocos dias, los Borbones salían para Gan-
te, y Napoleón entraba en Paris. Soult se le pre-




l ( i PERSONAJES CELEBRES.


sentó el 25 Marzo; un biógrafo hostil, dice que se
ignora lo que pasó en aquella entrevista; pero
Napoleón mismo se ha encargado de manifestár-
noslo: « Soult está inocente de toda traición, dice
él en Sta. Helena; él mismo me ha confesado
que habia tomado una verdadera inclinación por
el Rey. La autoridad de que disfrutaba con él,
decia, tan diferente de la de mis Ministros, era
una cosa muy dulce, y le habia subyugado de
repente.»(*)


Pronto volvió á parecer el enemigo en el ter-
ritorio francés : nombrado Soult Mayor General
después de haber publicado una nueva orden del
dia, en la que el aventurero era aun el grande
hombre, marchó donde le llamaba su deber de
Francés, superior á todas las simpatías de per-
sonas, es decir, á la frontera, á Waterloo. Allí,
se batió como un valiente; desesperado Napoleón
quería arrojarse en medio de las bayonetas ene-
migas; Soult cojió la brida de su caballo, y le
arrastró al camino de Charleroy.


Algún tiempo después, el Emperador iba á
buscar la odiosa hospitalidad del Belerofonte, y
Soult retirado á sus hogares, y amenazado de ser


(*) Memorial de Santa Elena. T. I I pog. 418.




SOÜLT. 17


puesto en juicio, publicaba una memoria justifi-
cativa en la que hay algunas lineas empapadas
de una especie de odio y de desden contra aquel
hombre:, y aquel hombre es el grande hombre de
poco antes, es su héroe, su Dios de otro tiéiii-
po; es Napoleón vencido, separado de cuanto
ama, y condenado á morir sobre una roca abra-
sadora á í,000 leguas de Europa. El biógrafo no
necesita censurar semejantes palabras, llevan en
si mismas su propia condenación.


Comprendido en el decreto de 24 de Julio,
Soult es condenado á destierro, y se retira con
su familia á Dusseldorf, en Alemania. En 1819
se le permite Volver á Francia; el 9 de Enero
dé 1820 Luis XVIlI le devuelve el bastón, de Ma-
riscal. El 5 de Noviembre dé 1829 Carlos X le
confiere el collar de la orden del Espíritu Santo,
y le nombra Par de Francia. Mucho se tiá sati-
rizado su fervor religioso en aquella época; no
nos detendremos en ello, ignoramos hasta que
plinto estaba ó nó el Mariscal de buena f é , y
ademas semejantes puerilidades no nos parecen
del dominio de lá historia.


Después de la revolución de Julio, la Francia
no tenia mas fuerza que el entusiasmo de sus




1 8 PERSONAJES CELEBRES.


hijos; el ejército era numéricamente débil, y una
nueva invasión podía volver á imponer á los
Franceses las humillaciones de 1814 y 1815. El
Ministerio Laffitte COAOCÍÓ la necesidad de poner
una fuerte caneza de organización en e\ depar-
tamento m i l i t a r y e» Noviembre de 1830 el
Mariscal Spult fué llainado aJ, Ministerio, de la
Guerra. Aquel Ministerio de coacesio» era poco
conveniente para la naturaleza enérgica del Mar
riscal, nutrido de tradiciones imjjeriales^ asi fué
que se limitó en lo posible al circulo, de sus
funciones, absorviendose en sus trabajos, de reor-
ganización militar; pronto, 410,00p hogares ar-
mados, equipados, instruidos y dispuestos á re-
chazar á los estra^geros, probaron á, la Europa
que el viejo soldado nada había perdido de su
actividad.


El advenimiento <jel, Mjnistew Casimiro Pe-
ri,er, Ministerio de, represión sj ta hubo, tuvo
por consecuencia crear al .Mariscal.- tina, a fondad
poderosa, y abrirle el camino de la presidencia.
No tenemos que dar aquí muestra opinión sobre
la aplicación del sistema militar, sobre los es-
tados de sitio, los consejos de guerra permaneu-
tes, etc. etc. Durante todo aquel periodo hubo




SOULT. 19


(*) Véase la biografía de Mr. Thiers .


lucha, lucha fatal entre el poder y los partidos;
corrtó la sangre por las calles de París, y en los
dias 5 y 6 de Junio la guerra civil se levantó
sobre la tumba del pacificador de la Vandé.


Muerto Perier sin haber terminado la crisis,
el Duque de Dalmacia quedaba el hombre de la
situación, y en 11 de Octubre de 1882 pasó á
la presidencia del Consejó. El arresto de la Du-
quesa áüt Berry, la espedicion de Amberes, el
proyecto de ley acerca dé los fuertes destacados,
la ley sobre las asociaciones, el sangriento y de-
cisivo combate dado al partido republicano en
Abril de 1834, en Lion y en París, son actos co-
lectivos én que el Duque de Dalmacia no desem-
peñó siempre él principal papel. (*)


Después de los sucesos de Abril, no siendo
ya Una necesidad él sistema represivo y militar
representado por el Mariscal, precisamente debia
modificarse. En el momento del peligro, la Cá-
mara le habla sostenido casi por unanimidad, pe-
ro después de la victoria ya no gustaba de él. Asi
fué que al acabar la legislatura de 1834, prin-
cipió á manifestarse una fracción indecisa hasta




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


entonces, conocida mas adelante con el nombre
de tercer partido. Ante aquella nueva oposición,
compuesta de hombres monárquicos, pero enemi-
gos de los medios estreñios, Mr. de Broglie su-
cumbe primero en la cuestión importante del
crédito de los Estados Unidos; después llega el
turno del Duque de Dalmacia : creando un ejér-
cito , peleando contra las facciones, el Mariscal
habia usado con largueza del presupuesto de su
departamento; el tercer partido, representado por
Mr. Dupin, el Abogado mas tenaz de la Cámara,
le pidió imperiosamente cuenta de su adminis-
tración.


Al orador que iba rebuscando Minuciosamen-
te los francos y los céntimos, gustoso le hubie-
ra respondido el Mariscal, imitando á Escipion:
»he levantado 400,000 hombres, vamos al Capi-
tolio á dar gracias á los Dioses» pero como el
argumento hubiera tenido poco valor para nues-
tros modernos Senadores, se prefirió apelar á
una disolución. Aquella medida no llenó su ob-
jeto: el tercer partido volvió mas poderoso que
nunca, la mayoría se pronunció fuertemente
contra el Mariscal, y Mr. Thiers se deshizo hábil-
mente de su colega, que volvió á la vida pri-




S 0 U L T . 21


vada, hasta el 12 de Mayo de 1839 en que fué
nuevamente llamado á la presidencia.


Al término de su carrera, el Duque de Dal-
inacia debia esperimentar una de aquellas satis-
facciones que consuelan de muchos errores; lle-
gaba la hora de su popularidad, y cosa singular,
inaudita en los anales de Francia, una nación
estrangera y por mucho tiempo enemiga, es la que
se levanta toda entera para mostrarle cuánto se
aprecian allí sus viejos monumentos de gloria que
ella parece casi desdeñar.


Entonces Ja Francia se conmueve á su vez; la
imprenta de la oposición tan hostil en otro tiem-
po al Mariscal Ministro, le cubre con su ejida.
Ya no es el renegado de todos los partidos, el
hombre sanguinario del 13 de Marzo y del 11 de
Octubre, el gefe militar incapaz, el vencido en
Tolosa, etc.; es el noble símbolo de la democra-
cia, es el soldado salido del pueblo, dominan-
do con todo el brillo de su gloria sobre hijos
de Reyes, de Príncipes, y sobre los vastagos
mas ilustres de las familias mas antiguas de Eu-
ropa, es el viejo Mayor General, es el brazo de-
recho de Napoleón; ¡oprobio al que sostuviese que
no fue vencedor en Tolosa! Desgraciadamente du-




23 PERSONAJES CELEBRES.


ra poco el entusiasmo en Francia, y al paso que
la Inglaterra recuerda aún con placer la mar-
cha triunfal del ilustre estrangero por sus Conda-
dos , por entre casas empavesadas como para una
fiesta nacional, en medio de aquellas nmgeres
agitando sus pañuelos desde las ventanas, de
aquellos hombres precipitándose en la calle sobre
su caballo para verlo de mas cerca, de aquel
ejército cuya mitad peleó tal vez en España y en
Waterloo, que le acoje con estrepitosos vivas, con
alegría, con admiración , con un entusiasmo que
raya en delirio; mientras la Inglaterra recuerda to-
do esto, la Francia , á lo menos en cuanto la repre-
senta la mayoría de la imprenta periódica, lo ha ol-
vidado ya ; y el día en que el glorioso triunfador de
Londres quiso poner la mano en la cartera de los
negocios estrangeros , volvió á ser lo que era él
18 de Marzo y el 11 de Octubre, esto es un pe-
sado y grosero soldado, una faustuosa nuli-
dad, e tc . , etc. En medio de tan mezquinas con-
tradicciones, ¿ qué debe hacer el biógrafo ? ¿ Que-
mará cada seis meses, como el periodismo y el Rey
Clodoveo lo que ha adorado y adorará lo que ha
quemado? en nuestra opinión no debe quemar ni
adorar; creemos por ejemplo que en manera al-




SOULT. 23


guna debe afirmar, que el Mariscal maneja tan
bien la pluma como la espada, que sabe de me-
moria á Grotio, BurlaiOiaquj,, y Puffendorf, que
tiene tanta capacidad como Mr. Thiers para agru-
par cifras ó redactar una nota diplomática ; por ul-
timo que está perfecta monte, en su lugar, al; frente
de un departamento que exige muclw sutileza,
mucha suavidad, no poc* locuacidad, un taat#
de tunantería (permítasenos la palabra), y. en, don?
de jamás debe olvidarse aquel divino, piecepjto
del o>aestro: « la palabra Ua sido concedida, al
hombre para disfrazar su pensamiento »


Pero creemos también que en medio de to-
dos esos cambios , que tan rápidamente se han
verificado en la escena política desde 1789, el
hombre ha podido tener sus vacilaciones , sus erro-
res y aun sus debilidades, sin que por eso sea
permitido al biógrafo, desde lo alto de su gran-
deza, borrar de una plumada cincuenta años de
gloria.


Creemos que en ciertas épocas la vida públi-
ca es un mar tempestuoso en el que es preciso
bordear, para no estrellarse contra los escollos, y
que se puede servir bien á su pais bajo todos los
gobiernos ; que los poderes que caen se suicidan




24 PERSONAJES CELEBRES.


siempre, que el que intenta en vano detenerlos en
una pendiente peligrosa no tiene obligación de
precipitarse con ellos en el abismo; que cuando se
ha derramado su sangre por la patria en todos
los campos de batalla de la Europa, cuando se
han dedicado esclusivamente al servicio de esa
misma patria facultades eminentes, cuando se ha
tenido siempre en él corazón y en los labios el
sentimiento del honor nacional, se es digno dé
poseer una hermosa parte de las simpatías del
pueblo Francés1. En él fondo no le faltan al
Mariscal Soult; el porvenir será para él mas ge-
neroso aun que el presente, y será justo.






Personages Celebes ¿el Siglo X I X .




JOAQUIN ROSSINI.


•< Una cosa muy triste , y tal ve/,
una verdad, es que el BELLO IDEAL en


la música cambia cada treinta años.
Y IDA Dt KoSSJNI, por Mr. Sten-


dhal, T. I. pág. 12 .


YA libro, del cual tomamos la idea que nos
sirve de epígrafe, es él mismo una prueba de la
exactiud de esta idea. Esta obra, que á pesar de
tener dos volúmenes, está enteramente dedieada
á Rossini, es ya antigua, pues se publicó en
1823. Para manifestar cómo se escribía en aquel
tiempo sobre Rossini, copiamos el exordio de
Mr. de Stendhal: «Desde la muerte de Napoleón
ha habido otro hombre, del cual se habla siem-
pre asi en Moscou como en Ñapóles, lo mismo
en Londres que en Viena, asi en Paris como en




2 PERSONAJES CELEBRES.


Calcuta; la gloria de este hombre no conoce
otros limites que los de la civilización, y ape-
nas cuenta 32 años.»


En el dia Rossini ha pasado de los 50. Es un
gran compositor que ya no compone, y si hu-
biéramos dado como de propia cosecha las lineas
que acabamos de citar, es probable que el lec-
tor se hubiera admirado un poco; y que este
paralelo con Napoleón , que en 1823 y enmedio
de los mayores triunfos del maestro no carecía de
verosimilitud, hubiera parecido por lo menos
muy exagerado en 1843. ¿Diremos por eso que
el genio de Rossini ha declinado desde 1823 ?
No seguramente, pues su obra maestra, Guiller-
mo Tell es de 1329; sino que desde aquella com-
posición Rossini se retiró. Al dia siguiente de la
la primera representación de Guillermo Tell, el
cisne de Pésaro se dijo á si mismo: «mi fama
solo puede disminuir ya , y no cantaré mas.» Y
lia cumplido su palabra; en vano ha llamado la
Francia al artista ingrato, que en el momento
eu que su gloria, desconocida siempre en el nor-
te de la Alemauia, principiaba á decaer en.Italia,
le bahía acogido en su seno para reanimarle con
el contacto de su admiración. En vano mas ade




BOSSINI. 3


lante, la voz de Duprez, digno intérprete de ios
pensamientos de Iíossini, circuía su nombre con
una aureola mas que nunca bri l lante, y arran-
caba al público gritos de entusiasmo, que debie-
ron resonar del lado allá de los Alpes; nada pu-
do despertar al dormido cisne, nada conmover
aquel genio saciado y debilitado por un largo
reposo.


Nos equivocamos: JAossini acaba de hacer un
rebusco entre sus papeles, y ha sacado de ellos
un Stabat á grande orquesta, anunciado dos años
antes y compuesto muy anteriormente (*) ; y
mientras sus amigos se esfuerzan eu elogiar aque-
lla composición, el maestro vuelto á su apatía,
se ocupa en buscar un nuevo modo de matar
«1 tiempo que le mata; lleva su fastidio de su
casa de campo á su palacio de Bolonia; siem-
bra , planta, edifica, acumula, especula y hasta
pretenden muchos {horresco referens) que el au-
tor de Guillermo Tell para distraerse se ha vuel-
to mercader de pescados en grande (**). ¡ Vanos es-


(*) Este Stabctt, que ha dado lugar á un pleito entre dos
editores que se decían propietarios de ia o b r a , fue compues-
to en 1832 por encargo, si no nos equivocamos, del Comisa-
rio general de Cruzada, el Sr. Várela.


(**) Para ser justos diremos aquí , que la reputación de




4 PERSONAJES CELEBRES.


fuerzos! Detrás de su libro de caja sedet ultra
cura; en medio del lujo que le rodea, echa de me-
nos el tiempo en que rico, con un grande porvenir
que ya no es nías que pasado, el pequeño Joaquín
llevaba alegre á su padre algunos paoli, ganados
cantando en las iglesias de la Romana. Privado de
los goces de familia, que ayudan á bajar dulcemen -
te la pendiente de la vida, y corroído por un escep-
ticismo universal, dícese que el gran maestro se
muere de fastidio. Cuántas ilustraciones de este
siglo conocemos que se hallan en el mismo caso!
¿Y qué hombre tiene mayor derecho para fastidiar-
se que Rossini ? ¿ Cuál ha tenido una vida mas ale-
gre, mas loca, mas descuidada, mas tumultuosa?
¿Quién ha abusado más que él de las admirables
facultades con que la naturaleza le habia dota-
do? ¿Qué hombre ha mirado con menos serie-
dad que é l , al arte y al artista? ¿Qué hombre
ha buscado menos la gloria que iba siempre en
pos de él? ¿Quién se ha cuidado menos de la
posteridad que Rossini? Y en resumen ¿qué es


rapacidad que se ha dado á Rossini , confirmada por mu-
chos escritores, especialmente por Mr. Fetis en su Biogra-
fía Univeríal de los músicos, acaba de ser rebatida por el
mismo Mr. F e l i s , en una carta escrita desde Florencia al
Director de la Caceta Musical.'




ROSSINI. 5


la postedarid para un compositor? ¿Dónde prin-
cipia ? ¿ Dónde acaba ? ¿ Hasta qué punto el bello
absoluto en la música, se puede separar del bello
relativo, que depende de los gustos particulares de
cada generación, y que desaparece con ella ? ¿ Qué
compositor puede lisongearse de vivir, no diremos
entre los eruditos sino entre las masas, cien años
mas que el cantor cuya voz popularizó sus inspira-
ciones? Muerto Taima, aun se lee á Racine, y es
todavía bello aunque despojado de una parte de su
prestigio; el gondolero que cauta los versos del
Tasso sabe que son los versos del Tasso; ¿quién
lee en ei dia á Tancredo, que hace 20 años electri-
zaba á todo el mundo? Cuantas gentes van tara-
reando el famoso Di tanti palpiti sin acordarse que
salió un dia fresco y puro de la imaginación de
Rossini, en cinco minutos, en el tiempo de cocer
el arroz 0) . De las cuarenta y ocho obras de
Rossini, entre ellas treinta y siete óperas, ¿cuán-


(*) En Yeneci a llamaban á aquella aria V Aria dei rizi
Aria del arroz. Ross in i , precisado á sufrir los caprichos
de una cantatriz que no gustaba del aria compuesta pri-
mero para la entrada de Tancredo , se había visto precisado
á improvisar otra , pocas horas antes de la representación,
al t iempo de c o m e r , y mientras se preparaba un pialo de
arroz á medio cocer, con que principian siempre todas las c o -
midas en Lombardia.




6 PERSONAJES CELEBRES.


tas quedan en el dia en la escena y cuántas que-
darán dentro de cincuenta sños? Y sin embargo,
ningún hombre lia conmovido mas á sus con-
temporáneos; ninguno ha obtenido mayores y
mas legítimos triunfos; pero el tiempo, que tan-
tas glorias devora, es insaciable de glorias mu-
sicales; en ellas la fragilidad está en proporción
del brillo. Limitándonos á hablar solo de Italia,
de esa tierra donde fiorece el arte con el amor
y el naranjo, donde se comprende tan bien esa
cosa tan conmovedora y fugitiva que se llama el
canto, véase cuantos antecesores hay de Rossini,
de quienes solo queda el nombre en el dia, y que
hace un siglo á los ojos de sus contemporáneos
pasaron por haber llegado á los últimos limites
de lo bello. ¿ Qué se han hecho Pórpora, Duran-
t e , Leo , Galuppi, Pergolesi, Vinci, Hasse, Jo-
melli , Legroscino, Guglielmi, Piccini, Sacchini,
Sa r t i , Paisiello , Anfossi, Traet ta , Zingarelli,
Mayer, Mosca, Paer, Pavesi, Generali? ¿ Y el -
mismo Cimarosa, cuyo canto era tan dulce como
su nombre, no ha sufrido también la inevitable
ley del tiempo?


Véase, pues , porqué el autor de Guillermo
Tell no es tal vez censurable por haberse cuidado




ROSSINI. • 7
poco de su gloria; ha descontado mucho del por^
venir, y vive en el dia de lo pasado. Acabar á
tiempo es de un hombre de talento, y vale mas
dejar al público, que verse abandonado por él ;
¿ quién sabe si el maestro volvería á encontrar en
el dia la frescura délas melodías de su juventud,
y el vigor de las inspiraciones de su edad madura ?
Entiéndase esto sin que pretendamos decidir entre
los que sostienen que el Stabat tan carareado cons-
tituye una nueva transformación en el talento del
autor , un tercer método ; y los que afirman, al
contrario, que marchando por las huellas del fer-
viente Palestrina, el Voltaire da la música , se ha
descarriado. Que Rossini tenga ó no razón en
dormir sobre sus laureles , ó en acabar como el
diablo cuando se vuelve viejo, con música religio-
sa , no es de este lugar; dejemos estas graves cues-
tiones para otros mas entendidos, y contentémonos
con recorrer rápidamente el curso de la existencia
mas brillante que jamás ha tenido artista alguno.


A fines del siglo último había en Pésaro , her-
mosa y pequeña ciudad del Estado del Papa , edi-
ficada en anfiteatro-sobre el Golfo de Venecia , un
pobre y honrado tocador de trompa de tercer
orden, llamado José Rossini, casado con la joven




8 PERSONAJES CEI.EBHES.


Ana Guidarini, que no tenia mas bienes de for-
tuna que una voz mediana y una herniosa figura.
Cuando llegaba el tiempo de las ferias, la pareja
abandonaba á Pésaro , y recorría las ciudades de
la Romana, tocando el marido en las orquestas
improvisadas, de óperas foráneas improvisadas
también, y la muger cantaba medianamente en
la escena los papeles de scconda donna ; en el
Otoño , marido y muger regresaban agarrados
del brazo á Pésaro, donde subsistían lo restante
del año con el escaso producto de su industria
nómada. Aunque pobres eran felices, y se cuida-
ban poco del porvenir , cuando el 29 de Febrero
de 1792 les nació un hermoso niño , á quien
llamaron Joaquín Rossiní, sin pensar en el rui-
do que este nombre debia hacer algún día en el
mundo.


Según Mr. de Stendhal , Joaquin no principió
á estudiar la música hasta los 12 años , y según
Mr. Fetis acompañaba ya á los 10 años á sus pa-
dres en sus escursiones , y tocaba de cualquier
modo acompañando á su padre. A los 12 años
notaron sus padres que tenia una hermosa voz, le
llevaron á Bolonia y le presentaron al profesor
Angelo Tesei , que se aficionó á él , le enseñó el




IlOSSISI. 9


canto y el piano , y en muy poco tiempo !e puso en
situación de ganar algún dinero, cantando solos
de soprano en las iglesias de Bolonia. A los dos
años estaba ya muy adelantada su educación musi-
cal , leia y cantaba de repente las composiciones
mas difíciles ; y como era bien formado y her-
moso, el honrado José Rossini principiaba á creer
que su hijo seria algún dia un tenor bastante dis-
tinguido ; entre tanto , hizo que se uniera , en ca-
lidad de director de los coristas , á una compañía
ambulante, con la cual recorrió el joven Joaquín
Lugo , Ferrara , Forl i , Sinigaglia y otras peque-
ñas ciudades de la Romana ; volvió' á Bolonia , fue
admitido en el Liceo de aquella ciudad el 20 de
Marzo de 1807 , y el P. Estanislao Matteí , sabio
profesor de contrapunto , se encargó de iniciarle
en los misterios de la composición musical. Rossi-
ni no quería saber mas que lo que necesitaba para
ser un gran genio, y apenas había transcurrido
un año de estudios, ya habia dejado al P. Mattei,
quien después de haber inculcado á su petulante
alumno el conocimiento del contrapunto simple,
y cuando iba á introducirle en el mas complicado
laberinto del contrapunto doble, tuvo la ocurren-
cia de confesarle que sabia ya bastante para com-




10 PERSONAJES CELEBRES.


poner música libre , pero que la música religiosa
exigía muchos mas conocimientos. «¡Por vida!
maestro , esclamó Rossini que no pensaba entonces
que acabaría algún dia componiendo un Stabat,
precisamente lo que quiero componer son óperas,
y me permitiréis que no siga adelante. » A los po-
cos dias , y á la edad de 16 a ñ o s , principiaba
Rossini á darse al público con una sinfonía á
grande orquesta, y una cantata intitulada: 11
pianto aV armonía , que fue ejecutada en Bolonia
el 11 de Agosto de 1808 , y dio lugar á que le eli-
jieran director de la Academia de los Concordi,
reunión musical formada en el seno mismo del
Liceo de Bolonia.


Desde la edad de 16 á 18 años , compensó Ros-
sini lo que había de superficial en sus estudios teó-
ricos, con otros prácticos que se avenían mejor con
su naturaleza , y que consistían en poner en par •
t i turas , cuartetos y sinfonías de Ilaydn y de Mo-
za r t , cuya ejecución dirigía en Bolonia. A los 18
años hizo un viaje á Pésaro , y la famiiia Perti-
car i . una de las mas distinguidas del país , se in-
teresó por él y le ayudó para que se admitiese en
el teatro San Mosé , en Venecia, una opereta t i -
tulada La Cambíale di Matrimonio, lista obra,




BOSSINI. 11


tuvo un mediano éxito, y á ella se siguió in-
mediatamente U Equivoco stravaganie, ópera
bufa , representada en Bolonia en el Otoño de
1811, que no gustó; realzóse en 1812, haciendo
representar en Boma con buen éxito la opera de
Demetrio é Polibio, que según Mr. de Stendhal
compuso en 1809, y que de consiguiente era su
primera ópera, retocada sin embargo para el
teatro falle de Roma. En el mismo año de


1812, compuso Rossini, una tras de o t r a , L'
Inganno felice,representada ourante el carnaval
en Venecia; Ciro in Babilonia , ejecutada en
Ferrara durante la Cuaresma; en la Primavera,
La Scala di seta, ópera bufa representada en
Venecia en el teatro San Mosé; en el Otoño,
La Pietra del Paragone, representada en la Sca-
la de Milán; y durante la misma estación en
Venecia V Ocasione fa il ladro. Estas tres til-
timas óperas bufas, escritas cálamo cúrrente,
distaban mucho de ser perfectas; pero ciertas
partes notables llamaron la atención del público
hacia el joven compositor, que debía tardar poco
en concentrar sobre sí todas las miradas.


Según Mr. de Stendhal á la Scala di Seta,
y según Mr. Fctis a una ópera olvidada y mala,




12 PERSONAJES CELEBRES.


titulada Sigismondo, se refiere una anécdota bas-
tante conocida, v que dá ya una idea del carác-
ter original de Iiossini. Seguimos la versión de
Mr. Fetis como mas reciente y verosímil. Un
empresario de Vcnecia llevó á Rossini un libret-
to absurdo, para ponerlo en música; hecho el
spartito y en el momento de representarse, el
empresario se disculpó con el joven maestro por
haberle dado un libretto tan malo. « Tranquili-
zaos, contestó Rossini riéndose, lo he advertido
y he compuesto la música mas mala todavía. >
El empresario creyó que era una chanza y olvi-
dó el dicho. Al acercársela representación, Ros-
sini que realmente habia formado empeño en
componer una música detestable, principió á te-
mer , no por la obra, sino por su reputación, é
imaginó corno un medio ingenioso, para que no
fuera oida su música, el mandar á los víolines
de la orquesta que se interrumpiesen á cada com-
pás, para dar con el arco en la pantalla de hoja
de lata que cubría la luz de las lámparas que
los alumbraban. Tan singular acompañamiento
admiró al principio al público, y se contentó con
silvar ligeramente; pero luego viendo que con-
tinuaba aquel desorden, y que evidentemente se




ROSSINI. 13


burlaban de él, se levantó furioso, rompió los
bancos, destruyó las arañas, y estuvo en poco
que no apalease á Rossini, que se escapó riendo
como un loco de su picaresca invención.


Después de otra ópera bufa, Il Figlio per
azzardo, representada en Venecia durante el Car-
naval de 1813, Rossini que apenas contaba 21
años, reveló de repente su genio en una obra que
hizo tal furor en Italia, que en un instante,
en los salones, en las calles, en las iglesias, en
el mismo recinto de los tribunales y á las bar-
bas de los jueces, el público italiano, cual si le
hubiera picado la tarántula, en vez de bailar no
tuvo mas que una voz para cantar en todas par-
tes y á todas horas Ti rivedrò, mi rivedrai; ó
Tu che accendi, y las otras melodías deliciosas
de la obra mágica que acababa de encantarle.
Tancredo, representado por primera vez en el
teatro Della Fenice en Venecia, tuvo uno de
esos éxitos prodigiosos que elevan de un solo gol-
pe á un hombrea la cumbre déla gloria; y no
se olvide que Rossini era hermoso , joven, ardien-
te, impetuoso, que vivía en un pais donde todas las
pasiones están prohibidas, menos una que reem-
plaza á todas las demás, para juzgar de los




1 4 PERSONAJES CELEBRES.


triunfos, de los lionores y de las rail locuras del
autor de Tancredo, Las grandes Señoras se lo
disputaban, la Ma... cantatriz bufa, entonces en
la flor de su juventud, de su talento y de su
hermosura, se lo quitó á las grandes Señoras, y
en compensación, seguii se dice, le sacrificó es-
toicamente al Príncipe Luciano Bonaparte, hasta
que la mas hermosa, y hasta entonces la mas
virtuosa muger de la Lombardia, le arrebató á su
vez á la Ma... hasta que.. . . No acabaríamos si
quisiéramos recorrer la larga serie de triunfos que
se subsiguieron hasta el casamiento. Hasta la
conscripción, la implacable conscripción , arrió
bandera ante Rossini. El Príncipe Eugenio, Vi rey
entonces, tuvo escrúpulo de esponer tan hermo-
so talento á una bala rusa ó prusiana.


El buen éxito del Tancredo convirtió á Rossi-
ni en el compositor mas querido d é l a Italia, y
todas las ciudades se disputaron su presencia.
Después de haber compuesto en el mismo año
de 1813, para la deliciosa voz de la Marcolini, y
hecho representar en Venecia V Italiana in Al-
gieri, su obra maestra en el genio bufo, y da-
do el año siguiente en Milán V Aureliano in
Palmira y / / Turco in Italia, volvió á Pésaro




KOSSINI. 15


á ver á su familia, á la cual la gloria jamás le
ha hecho olvidar. «No ha escrito, decia Mr. de
Stendhal en 1823 mas que á una sola persona en
toda su vida, á su madre; y sin reparo le diri-
gía sus cartas AW ornatlsima Signora Rossini,
madre del célebre maestro, in flologna.»


El buen éxito en Italia dá mucha celebridad
pero poco dinero; Rossini estaba entonces por la
primera, y mas adelante le ha llegado la afición
al segundo, después de sus viages á Inglaterra
y á Francia. Mr. de Stendhal nos lo pinta en
aquella hermosa época de su vida, yendo ale-
gremente de ciudad en ciudad, sin pensar en
mañana, dichoso con algunos cequines arranca-
dos á los empresarios. Aquel cuadro de la juven-
tud de Rossini nos recuerda que veinte años des-
pués, Paris le vio millonario, y ya fasl¡diado
alojándose en una miserable boardilla del teatro
Favart , por no tener que pagar alquiler, y reci-
bir alli a todas las ilustraciones de Europa, dis-
culpándose con lo malo de los tiempos y la he-
cesidad de economía; lo que prueba que comiendo
se abre el apetito. El Rossini de 1814, el de Mr.
de Stendhal, es mas divertido; dejemos hablar
al pintor-




16 PERSONAJES CELEBRES.


« Desc'e 1810 á 1814 , Rossiui recorrió sucesi-
vamente todas las ciudades de Italia , pasando dos
ó tres meses en cada una. IMI todas erarecibido,
festejado y encomiado por los dilettanti del lugar,
pasándose ios quince ó veinte primeros dias en
admitir convites y en encogerse de hombros sobre
la tontería del llbretto. Rossini , ademas de te-
ner mucho fuego de imaginación , ha sido educa
do por su primera querida (la Condesa P . . . de
Pésaro) con la lectura del Ariosto, con las come-
dias de Maquinvelo , y los poemas de Burati (es-
eelente educación!) y comprende muy bien las
tonterías de un libretto. Tu mi hai dato versi,
ma non situazioni, le he oído decir muchas veces
al poeta mugriento qu; se deshacía en escusas, y
dos horas después le llevaba un soneto Humiliato
alia gloria del piu grand maestro a" Italia é
del mondo. Después de quince dias de tan disipada
vida, principia Rossini á no aceptar las comidas
y las reuniones musicales , y supone ocuparse con
seriedad en estudiar la voz de sus autores. »


«Por último, veinte diasantes de la representa-
ción , conociendo bien la voz de sus cantores se
pone á escribir. Se levanta tarde y compone en me-
dio de la conversación de sus amigos, que no le




R0SSINI. 17


dejan un instante en todo el dia. Va á comer con
ellos á la hostería , y muchas veces á cenar ; se re-
tira muy tarde, y sus amigos le acompañan hasta la
puerta , cantando la música que él improvisa, un
Miserere algunas veces , con grande escándalo de
Jos devotos del barrio. Entra en su casa, y en aque-
lla hora del dia , á las tres de la mañana, es cuan-
do ha tenido las mas brillantes inspiraciones. Las
escribe apresuradamente sin piano , en pedacitos
de papel, y al dia siguiente las arregla , las ins-
trumenta, como dice él mismo, hablando con sus
amigos. Figúrese el lector una imaginación viva,
ardiente, en la que todo causa impresión, que
saca partido de todo y nada le embaraza. Asi es,
que estando componiendo su Moisés, le dijo uno:
hacéis cantar á los Hebreos ; ¿liareis que gangueen
como en la Sinagoga ? Chocóle aquella idea , y al
momento compuso un magnífico coro que princi-
pia en efecto con ciertas combinaciones de sonidos,
querecuerdan un poco la Sinagoga judia....


«Un dia muy frió en el invierno de 1813, esta-
ba como acampado en un miserable cuarto de uua
posada de Venecia, y componía en la cama por
no encender fuego. Concluido el dúo (componía
entonces la partitura áe II Figlio per azzardo)


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


se le cayó el papel y fue á parar debajo de la ca-
ma. No pudiendo alcanzarlo con el brazo y sin-
tiendo frió, se envolvió en su manta diciendo:
«Lo volveré á escribir ; nada mas fácil, pues me
acordaré de él: » pero no recordaba ningún pen-
samiento , y después de impacientarse mas de
un cuarto de hora , esclamó riendo : « Qué necio
soy , lo volveré á hacer de nuevo : tengan los com-
positores ricos lumbre en sus cuartos ; yo no me
tomo el trabajo de recoger los dúos que caen : es
ademas de mal agüero. » Al acabar el segundo dúo
llegó uno dé sus amigos: «Podéis alcanzarme, le
di jo, un dúo que se ha caido debajo de la cama?
El amigo lo alcanzó con el bastón y se lo dio.»
"« Ahora, dijo Rossini, voy á cantaros los dos dúos;
decidme cual os gusta mas.» El amigo dio la
preferencia al primero , y Rossini sin perder tiem-
po hizo con el otro un terzeto para la misma ópera.
El sugeto que me lo ha contado asegura que nin-
guna semejanza habia entre los dos dúos.


Tal era Rossini desde 20 á 30 años, vivo, es-
piritual, perezoso en su actividad , burlándose de
sí y de los demás , verdadero italiano , cantando
de instinto y sin cuidarse de lo mejor.


Hasta 1814 llevó Rossini esta vida nómada, tra-




ROSSINI. 19


bajando para el d i a , muchas veces en los teatros
de tercer orden; sometiendo su talento a las exi-
gencias de los empresarios, de los cantores y del
público; silvado algunas veces sin misericordia;
aplaudido casi siempre con furc r ; sentado en el
piano de la orquesta durante las tres primeras re -
presentaciones , haciendo los tres saludos de rigo-
rosa costumbre; recibiendo después sus treinta.
sequines (3,200 rs.) cuyos dos tercios enviaba ca-
si siempre á sus ancianos padres; asistiendo a
un gran convite de despedida que le daban los
düettanti del lugar, y saliendo en un calesín con
una maleta mas llena de papeles de música que
dé fopa, para ir a principiar de nuevo el mismo
oficio en otra ciudad inmediata.


Sin embargo, Rossini no había escrito aun
para Ñapóles, y no hay gloria musical en Italia
que, para ser consagrada, no necesite tomar pose-
sión del teatro de S. Carlos. El famoso Barbaja,
mozo de café que á fuerza de tallar en la banca
había adquirido una fortuna de muchos millo-


,nes y dirigía los teatros de Ñapóles, de Milán,
el de la ópera italiana de Viena, creyó hacer un
buen negocio esplotando á Rossini. Tomó la pos-
ta , corrió á Bolonia á buscar al joven maestro,




20 TERSC-NAJES CELEBRES.


le ofreció 12,000 francos al año, y un interés
en los juegos que tenia arrendados, con la con-
dición de componerle dos óperas nuevas al año, y
de arreglarla música de todas las óperas antiguas
que él quisiese hacer representar. Rossini deslum-
hrado y poco acostumbrado á tales beneficios, se
apresuró á aceptar aquel contrato, que se esten-
dió después á muchos años, y cuya primera parte
le impuso muchas veces un trabajo capaz de agotar
un talento menos dúctil y vivaz que el suyo.


Cuando Rossini llegó á Ñapóles, Mlle. Col-
brand, cuya voz se gastó tan pronto, estaba en-
tonces en todo su brillo. Rossini principió bri-
llantemente en Ñapóles, á fines de 1815, con la
ópera de Elisabetta Regina a" Inghiltera; en la
que Mlle. Colbrand estuvo admirable.


Desde 1815 á 1822 escribió sucesivamente pa-
ra Mlle. Colbrand, Othello (1816;, Armida (1817),
Mosé in Egitto (1818), Ricciardo ó Zoraide
(1818) , Ermione ( '810), La Donna del Lago
(1819), Mahomeltosecando (1820), Zelmira (1822).
No todas estas obras tuvieron igual éxito, y al-
gunas se debieron resentir de la voz yá vaci-
lante de Mlle. Colbrand.


La fecundidad increíble de Rossini se aumen-




B 0 S S I K I . 2 1


t a ta con su fama. Sin privarse de ninguna dis-
tracción, de ningún placer, al paso que compo-
nía en Rapóles estas ocho óperas , escribía para
la misma ciudad una ópera bufa, titulada: La
Gazzetta. Corria'despues á Roma donde hacia
representar en "el carnaval de 1 8 1 0 una ópera
semi-séria, titulada: Torbaldo é Dorlisca. En el
mismo año y en la misma ciudad, el empresario
del teatro Argentina le llevó el libretto de / /
Barbiere di Seviglia, puesto ya -interiormente en
música porPaisiello, pidiéndole un spartito; Ros-
sini aceptó la difícil tarea de hacer olvidar al
antiguo maestro napolitano. Los Romanos toma-
ron á mal aquel atrevimiento, y deliberadamente
silvaron en la primera representación; al dia si-
guiente advirtieron que habían silvado una obra
maestra de alegría, de sutileza y verbosidad có-
mica , en una palabra, una de las mas bellas
composiciones de Rossini; se sublevaron contra
su propia injusticia, la obra silvada fué exaltada
hasta las estrellas {alie stelle), y Rossini fué lle-
vado en triunfo. El Barbero de Sevilla se paseó
brillantemente por la Italia, y ha dado la vuel-
ta al Mundo.


Aquel triunfo lisongeó á Rossini, quien recom-




22 PERSONAJES CELEBRES.


pensó de él á los Romanos dándoles en 1817 La Ce-
nerentola, que fue ejecutada en Roma por artistas
de segundo orden , y muy mal apreciada. En el
mismo año de 1817 escribió para el teatro de la
Scala de Milán La Gazza Ladra ; en 1818 escribió
ademas Adelaide di Borgogna, representada en
Roma; ¿7 Califa di Bagdad, enviada á Lisboa en
1819; Eduardo é Cristina, representada en Ve-
necia en 1820; Blanca é Fallero, en Milán en l821 ;
Matilde di Sabrán, en Roma; estas cinco parti-
turas se consideran las mas medianas de Rossini.


Asi pues, Rossini en siete años, ademas de mu-
chas cantatas de circunstancias, produjo él solo lo
que era bastante para doce compositores ordina-
rios. Los anales de la música no presentan ejem-
plo de una facilidad tan prodigiosa. Sin embargo,
este don tan raro , y que tanto ha contribuido á
hacer pupular á Rossini, no ha dejado de tener
desagradables resultados sobre el conjunto y el
porvenir de sus obras. Ademas de que el indolente
maestro, al paso que adornaba librettos hasta e\
¡nfinito, no ha reparado en servir al público el
mismo plato tres ó cuatro veces, y algunas sin
tomarse siquiera el trabajo de variar la salsa ; es
cierto que una gran parte de las producciones del




HOSSIM. 23


célebre compositor, sin hablar ahora del cuidado,
muchas veces escesívo del efecto material por me-
dio de una orquesta exagerada, presentan en la
trabazón, el encadenamiento, la concepción y el
engendro de las ideas musicales, algo de atrope-
llado , confuso , superficial é inacabado , que indi-
can la precipitación con que se han hecho. Esto no
se percibe á primera vista, merced á la inagotable
fecundidad que domina el todo; pero á la segunda
representación , cuando llega el momento de anali-
zar con frialdad y reflexión, aparecen aquellos de-


fectos y causan una desagradable impresión. La
perfección completa y absoluta no fue jamás el ob-
jeto que se propuso Rossini; y si mas feliz que
todos los músicos de su tiempo lo ha alcanzado
casi en Guillermo Tell, ha sido seguramente sin
pensarlo.


El compromiso contraído con Barbaja acabó en
1822 , y el empresario habia usado ampliamente de
sus derechos, obligando al compositor , ademas de
las obras origínales que le daba, á trasportar y
ajustar según la voz de los cantores , una enorme
cantidad de música antigua. Rossini tuvo tiempo,
paciencia y buen humor para llevar á cabo tan fas-
tidioso trabajo , burlándose ademas de Barbaja, y




24 PERSONAJES CELEBRES.


vengándose completamente de él haciéndose amar,
en sus barbas , por Mlle. Colbrand , con quien se
casó en el mismo año de 1822. Esta célebre can-
tatriz le llevó una soberbia dote.


A principios de 1823 pasó Rossini deNápoIes
á Venecia para hacer representar Semiramide. El
éxito de esta hermosa obra fue en un principio
inferior á su mérito. A medida que Rossini iba en-
trando en edad , perdía un tanto de la sencillez,
de la frescura, de la gracia descuidada y fácil del
autor de Tancredo; por otro lado ganaba mas y
mas en elevación de estilo, en profundidad de pen-
samientos; se germanizaba un poco, y llegaba á lo
que llamaría pedantería un Rossinista de 1813, y
que uno del segundo método llama sublime. Los
venecianos, embriagados aun con las suaves melo-
días de Tancredo , gustaron poco de la orquesta y
estilo algo complicado y estrepitoso de la Semira-
mide; el gusto italiano no había esperimenlado
aun la trasformacion que le han impuesto después
los exagerados imitadores del segundo Rossini; en
Venecia se decia que la orquesta era insolente, si
cubríala voz, y se exigia del acompañamiento que
se mantuviese con el canto en los límites de una
conversación respetuosa {fanno col canto con-




BOSSTNI. 25


versazione rispetosa). En el día gustan en Vénc-
ela casi tanto como en Berlín los trompones y
timbales. De todos modos, resentido Rossini de
aquella frialdad , que le pareció con razón una in-
justicia , dio oídos d los brillantes ofrecimientos
que le hacia la Inglaterra. Abandonó la Italia , pa-
só por Paris , permaneció cinco meses en Londres,
ocupado eu conciertos y en lecciones , que le valie-
ron la friolera de un millón de reales , y volvió
en Octubre del mismo año de 1823 á establecerse
en Par í s , donde Mr. de Larochefoucauld , que le
amaba con pasión , le esperaba para ofrecerle la
dirección del treatro i ta l iano, con proposiciones
muy ventajosas, y con la condición de escribir
cierto número de spartitos.


Rossini en los primeros tiempos de sus t r iun-
fos en Italia solo había gustado medianamente en
Francia, merced á la mala disposición en que es-
taban contra él las diversas administraciones del
teatro italiano, y en consecuencia la mala ege-
cucion de sus obras. Mas adelante la vozdeMlle .
Mainvielle Fodor , en el papel de Rosina en el
Barbero de Sevilla, habia escitado un entusiasmo
general, que se aumentó mas y mas con el triun-
fo de Mme. Pasta en Tancredo; y cuando Rossini




26 PERSONAJES CELEBRES.


llegó á París disfrutaba ya una inmensa popula-
ridad.


El artista fecundo, y perezoso como siempre,
no aguijoneado ya por la necesidad , y encontran-
do en Mr. de Larochefoucauld un acreedor mas
compasivo que Barbaja , se hizo mucho de rogar
para componer algo bueno. Su primera obra , / /
Viaggio d Rheims fue una opereta de circuns-
tancias , compuesta en 1826 para la consagración
de Carlos X ; al año siguiente volvió á emprender
su Mahometto secondo, arreglándola y enrique-
ciéndola con la admirable escena de la Bendición
de las banderas , y representada bajo el título de
V asedio di Corinto. Hizo una refundición pare-
pida y mas completa de su Mosé, representada con
magnífico éxito en 1827. El año siguiente escribió
II Conté Ory, spartito gracioso y ligero, en el cual
mezcló algunos pedazos ya conocidos, pero com-
puesto en general de música nueva.


Sin embargo, estas pocas gotas de armonía ser-
vían solo para quitar la sed de los dilettanti y del
público ; se murmuraba de la pereza del maestro,
y se le pedia á grandes voces una producción mas
l a t a , mas completa, mas digna de su hermosa
genio. Rossiai acosado se puso en contribución en




B0SSINI. 27


el raes de Agosto de 1829, é hizo b ien , pues por
poco que ame la gloria postuma , de todos sus
cantos , el último es seguramente el que resonará
por mas tiempo en la posteridad. Guillermo Tell
es considerado por muchos intelgantes , no solo
como la mejor obra de Rossini , sino como la me-
jor de la música contenporánea. « El genio del
grande artista, dice Mr. Fetis , había esperimen-
tado en ella una última y completa trasformacion.
Vuelto compositor francés por la inteligencia una
y profunda de la acción dramática , por el senti-
miento de las conveniencias , y por una escelente
declamación en los recitados, habia conservado to-
do su fuego , toda su elegancia , toda su abundan-
cia italiana de motivos felices, y habia adquirido,
mas acabado en los detalles, mas habilidad en
la factura, mas de esas cualidades en fin cuyo
conjunto forma lo que se llama el estilo. »


Desgraciadamente el libretto de esta hermosa
ópera era uno de los mas absurdos de todos los
de Mr. Scribe, que no es poco decir ; el público,
francés, que aun no sabe hacer abstracción del


* sentido literario de una ópera , para ocuparse del
musical , hizo reponsable á aquel de las tonterías
del libretto, y no manifestó en un principio todo,




28 PERSONAJES CELEBRES.


el entusiasmo que era debido por Guillermo Tell;
Rossini se incomodó con razón, y según se dice,
debe atribuirse á esta circunstancia la fatal reso-
lución del maestro de no escribir mas para la
escena francesa.


Llegó en esto la Revolución de Julio. Rossini
habia dirigido dos años el teatro italiano; pero
tan á propósito para la administración como para
ser Papa , habia administrado en consecuencia,
y el pobre teatro exaiaba el último suspiro, cuan-
do se lo arrancaron de las manos, creando para
indemnizarle la faustuosa siue cura de Intenden-
te general de la música del Rey y de Inspec-
tor general del canto en Francia, que obligaba
á Rossini á recibir 20,000 francos anuales, con-
vertibles en 6,000 francos de pensión, si, como
decia el acta, por circunstancias imprevistas lle-
gaban á cesar sus funciones. Cuando sobrevino
la circunstancia imprevista de la marcha forza-
da de Carlos X ; los liquidadores de la lista ci-
vil se imaginaron que el opulento Rossini se re-
signaría fácilmente á ver su suerte corriendo pa-
reja con la de tantos infelices, á quienes dejaba
reducidos á la miseria la privación de sus em-
pleos. No fue asi por cierto: Rossini se insurrec-




R O S S I N I . 29


cionó, se declaró frustrado, robado, asesinado,
se lamentó de sus desgracias y de la pérdida de
sus rentas , y presentó su contrato, el cual por
un refinamiento de prevision y bajo preteslo de
honor, habia hecho firmar por el mismo Carlos X ;
de modo que por esta circunstancia el acta que-
dó asimilada á las obligaciones personales del
ex-Rey. Los liquidadores resistieron con firmeza,
y la disputa duró cerca de seis años: Rossini
se mantuvo firme, movió todos los resortes, se
alojó en un granero, se empobreció durante este
intervalo con dos ó tres escelentes especula-
ciones, hechas bajo los auspicios de MM. Rots-
child y Aguado; hizo con este último un via-
je á Madrid , adonde llegó el 12 de Febrero de
1831, asistiendo al dia siguiente al teatro de
la Cruz, en el que cantaba la Tossi LaSlranie-
ra, deBell iui , y siendo muy obsequiado duran-
te su permanencia en la capital; obtuvo por fin
su pension de 6,000 francos, y abandonó á Pa-
ris en Febrero de 1837, adonde ha vuelto en
Junio de 1843, no para componer como lo creían
muchos de sus admiradores, pensando que el
cantor melodioso se habia cansado de hacer el
mudo , sino para curarse de una gastritis.




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


Veamos ahora algunos fragmentos de la car-
ta en que Mr. Fetis cuenta una visita hecha al
ilustre compositor, pocos meses antes:


«Me afectó dolorosamente cuando al entrar
en su casa vi su cuerpo enflaquecido, envejecidas
sus facciones, y no sé qué debilidad en sus mo-
vimientos. Una enfermedad de las vias urinarias,
cuyo origen data de los últimos tiempos de la
residencia de TAossini en Par is , es la principal
causa de su desfallecimiento. La muerte de su
padre ha agravado mucho su mal, sumergiéndole
en vivo pesar, pues el amor filial es una de las
principales señales del carácter de Rossini. Es-
te hombre, cuyo egoísmo afectado y aparente
indiferencia por todo, han llegado á ser prover-
biales, fue siempre un hijo afectuoso. A la pri-
mer noticia de la enfermedad de su padre, corrió
de Milán á Bolonia, y cuando el anciano cesó
de vivir, su hijo no quiso volver á entrar en el
palacio en que habia muerto, y lo vendió á pe-
sar de los grandes gastos hechos para su embe-
llecimiento. La consecuencia de aquella desgracia
fue para Rossini una larga y dolorosa enferme-
dad , que puso en peligro sus dias , y cuyos re-
sultados se notan todavía....»




ROSSIM. 31


« TMo sé si la inconstancia del gusto del público
con respecto á la música dramática, que él no
habia previsto ó que le habia hecho olvidar su
costumbre de una dominación universal, ha tras-
formado en aversión la indiferencia que siempre
habia manifestado por el arte , y por los triunfos
de que le era deudor...


» De vez en cuando se escapan todavía á Rossini
espresiones de mal humor , que darían una falsa
idea de su carácter, á otros que no fuesen sus
amigos. Dice , por ejemplo, con seriedad, que su
perro es el úuico ser á quien quiere en el mundo;
pero sus amigos y la adhesión que le profesan, des-
mienten completamente sus palabras.


» Ya lo he dicho en otras partes: este grande
artista está acometido del mal mas grave que
puede afectar una elevada inteligencia , pues ca-
rece de fe en la realidad de todo. El temor de que
se le tenga por engañado, le preocupa sin cesar.
Su filosofía no es solo la de la duda , sino la de
la negación: filosofía tanto mas deplorable , que
ni siquiera le dá una forma seria , y que con-
virtiéndola en ligera y burlona, la sustrae á los
ataques del raciocinio. Creo sin embargo que está
mas inmediato de lo que piensa, del momento en




32 PERSONAJES CELEBRES.


que su espíritu se libertará del yugo fatal de esta
desastrosa filosofía. A despecho de él mismo se
vuelve serio y se manifiesta su bondad. Cuando
llegue el momento en que se atreva á mostrarse
tal cual es en realidad , no dejará de admirar al
mundo que un hombre ilustre se haya tomado
tanto trabajo para rebajarse.»






Personajes célela-es del Si§lo XIX.




FERNANDO I,


BEY DE ÑAPÓLES..


« La vida de los Reyes forma parte de
la historia del derecho público univers
s a l , que n a t e de las relaciones del g o -
bierno con los gobernados. »


í \ E I . O S BOTTA.


La ;yida de un Rey, como sabiamente dice
Plutarco, forma parte de la historia de una na-
ción, puesto que las mas tristes calamidades ó
afortunados sucesos que han tenido lugar en
ella, no dejan de referirse mas ó menos á la per-
sona, que como cabeza ha dirijido sus destinos.
Asi será tanto mas difícil bosquejar la vida de
un Monarca, cuanto mayores hayan sido las vi-
cisitudes por que ha pasado en sus tiempos el




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


pueblo que gobernó, lista gran verdad^ muy clara
de por sí, se revela mejor en la biografía que
vamos á escribir.


Llamado Carlos III, Rey de Ñapóles, al trono
de las Españas, transfirió aquella corona á su
hijo Fernando, que apenas contaba á la sazón
ocho años de edad. El dia 6 de Octubre del año
de 1759, hallándose Carlos rodeado de su mu-
ger é hijos, y estando presentes todos los Em-
bajadores dé las Potencias estraugeras, los Mi-
nistros destinados á la rejeneia de Ñapóles du-
rante la menor edad del nuevo Rey, los gefes
de la municipalidad y las personas mas notables
del reino, declaró solemnemente, que dehieudo
según los tratados de las Potencias europeas, per-
manecer siempre divididos los Reinos de Ñapóles
y' España, renunciaba la córórta del primevo en
beneficio de su tercer hijo Fernando, destinando
al trono de España á su hijo segundo D. Car-
los Antonio, pues la enfermedad de cuerpo y al-
ma del Infante D. Felipe, heredero presiietivo
dé la corona; le hacia inhábil para el gobierno,


Hecha esta solemne rerhincia, se volvió Carlos
ál nuevo Monarca, le bendijo, y le exhortó á amar
á sus subditos, á conservar' la Té''de" la religión,




FERNANDO 1. 3


y ¡i practicar la justicia y la mansedumbre. Des-
pués, desenvainando la espada que Luis XJVen-
tregó á Felipe V cuando salió para ocupar el
trono de España, la puso en manos de Fernan-
d o , y dándole por primera vez el tratamiento
de Majestad, le dijo : «tómala para la defensa de
tu religión y de tus subditos.»


En el mismo dia 6 de Octubre sé embarcaba
íiárlos para España, bendecido y llorado por
todos. Los grandes edificios públicos que sé ha-
bían' levantado, las sabias leyes promulgadas du-
rante su gobierno, la buena administración de
las rentas del Estado, y los honores y empleos
concedidos al mérito, todo dejaba una grata me-
moria de Carlos, y hacia temblar por el nuevo
reinado, porque donde domina un Rey niño, cam-
pean casi siempre la arbitrariedad, la violencia,
la intriga, la concusión y otros mil vicios, com-
pañeros inseparables de una rejencia.-


El nuevo Rey tuvo por título Fernando TV (*),


<") Este Monarca cuando subió al trono llevó el t í tulo efe
Fernando I V , Rey de las Dos-Sicilias. Después en jel. Con-
greso de Víena de 1815 se estableció que se le diese el n o m -
bre de I , bajo el cual ha sido desde' entonces generalmente
conocido. Añadiremos también que, aunque, s u verdadero
titulo es Rey de las Dos-Sici l ias , muchas veces se le dá el
de Fernando I de Nápbles.




4 PERSONAJES CELEBRES.


Rey de las Dos-Sicilias y de Jerusalen , Infante de
España , Duque de Parma , de Plasencia y de Cas-
tro, Gran Príncipe heredero de Toscana. Fueron
nombrados para la'rejencia, durante la minoría del
Monarca , establecida por Carlos hasta los 16años,
Domenico Cutaneo, Príncipe de San Nicandro,
Giuseppe Pappacoda , Príncipe de Centola , Pie-
tro Bologna , Príncipe de Campo Real, Michele
Reggio, Bailío de Malta y General de la Ar-
mada , Domenico Sangro., Capitan General del
ejército, Jacobo Milano, Príncipe de Ardore,
Lelio Carraffa, Capitan de las Guardias, y Ber-
nardo Tanucci, Abogado de Pisa.


Entre todos estos ministros de la rej encía, solo
Tauucci era notable por su talento y por sus vas-
tos conocimientos en los negocios del Estado. A
este se sometían todos, no solo por su superiori-
dad, siuo porque sabían que gozaba de la confianza
de Carlos III, con quien mantenía una correspon-
dencia directa, dándole continuamente noticias
de su hijo y do los negocios del Estado ; pues Car-
los III, aunque había renunciado plenamente á la
corona de las Dos-Sicilias, teniendo en considera-
ción la minoría' de Fernando , no dejaba secreta-
mente de tener parte en los negocios de aquel reino




FERNANDO I. S


Asi es que la historia de la mi noria de Fernando
no es otra cosa que la historia de la rejeneia de
Tanucci, el cual es digno de alabanzas por muchos
de sus hechos, y por otros de severas críticas, co-
mo vamos á demostrar.


Sabido es de todos ios que han leido la historia,
que los Sumos Pontífices , desde los tiempos mas
remotos hasta fines del siglo pasado, han hecho
siempre alarde de una especie de señorío sobre el
Reino de las Dos-Sicilias , dando formalmente la
investidura á todos los Monarcas que subían á
aquel trono. Tanucci, no queriendo al principio de
su rejeneia promover una disputa entre su propio
Soberano y la Santa Sede, hizo que Fernando, si-
guiendo el ejemplo de sus antecesores, pidiese al
Sumo Pontífice la investidura del reino de las Dos-
Sicilias , prestando el nuevo Soberano el dia 4 de
Febrero de 1760,por escrito y deviva voz, juramen-
to de vasallaje, ante el Cardenal Orsini , legado
apostólico. Pero estas apariencias de sumisión no
duraron mucho, porque conociendo Tanucci que
los abusos de la corte de Roma y de su influencia
pesaban estraordínariamente sobre el reino, em-
pleó todo su saber en libertar al Monarca de aquella
servidumbre, devolviéndole todas las regalías pro-




6 PERSONAJES CELEBRES.


pias de la «orona. Asi, no permitiendoTamicci que
la curia romana tuviese parte en las herencias y
bienes de los Obispos , abades y beneficiados, dis-
puso libremente, á pesar de las reclamaciones de
Roma , de la rentas de las sedes vacantes . y las
destinó religiosamenteá obras de utilidad pública;
después abolió un gran número de conventos , en-
tre los que se. contaban dos de la Calabria que ser-
vían de abrigo á los ladrones, é incorporó sus h ie-
nas á las rentas del Estado. No contento Tanucei
con estas providencias, comenzó por disminuir los
diezmos eclesiásticos, luego los disputó a la Corte
dé Roma, y concluyó por anularlos. Prohibió el
derecho-de nuevas adquisiciones á manos muertas,
comprendiendo en este número las Iglesias , con-
ventosj obras pias, hermandadesy¡ colejios; y pro-
hibiendo espresamente a los escribanos que auto-
rizasen testamentos en favor de maños muertas,
abolidas completamente por las nuevas leyes.


Estas disposiciones, superiores á la civilización
de los tiempos en que se promulgaron, valieron
un crédito inmenso al ministro Tanucci , le die-
ron á conocer como uno de los hombres mas ade-
lantados en la política europea, é hicieron conce-
bir fundadas esperanzas de que el reinado de




FERNANDO I . 7


Fernando señalaría una nueva era de regeneración
para las Dos-Sicilias.


Después de haber disminuido considerable-
mente con las leyes enunciadas los bienes de la
Iglesia, trató Tanucci de ensanchar lajurisdiccion
secular y restringir la eclesiástica; para esto abolió
los tribunales llamados mistos, y que se compo-
nían de. seglares y sacerdotes, disminuyó el nú-
mero, de estos ú l t imos , que habiéndose hecho
escesivo no producía ninguna utilidad al cuito,
y gravaba á la nación, y aun deshonraba al mis-
mo sacerdocio; porque muchos sacerdotes sin
destino ó sin patrimonio, ó se mantenían de li-
mosna, ó llevaban una vida escandalosa, empleando
los medios mas viles para subsistir. Se dio tata-
bien. una ley declarando nula en el reino de las
Dos-Sicilias toda carta ó bula pontificia, que no
fuese acompañada del consentimiento real, llama-
do comunmente exequátur regio.


Tanucci introdujo también útiles reformas en
las leyes civiles y administrativas, refrenó mu-
chos abusos jurisdicionales que habían prevaleci-
do en el foro, y mostró empeño en protejer las
letras y los sabios. Asi pues aquel ministro, que
era el alma de la regencia, el confidente íntimo




8 PERSONAJES CELEBHES.


de Carlos I I I , el mas amado del joven Monar-
c a , y el mas respetado de sus colegas y mi-
nistros, gozaba de gran crédito en la Corte de
Ñapóles.


Pero mientras Tanücci levantaba tan impor-
tante edificio con la promulgación de buenas le-
yes y la ejecución de útiles reformas, en seguida
lo minaba por su misma base de tal manera, que
mas pronto ó mas tarde era inevitable su ruina.
La educación que daba al nuevo Rey estaba muy
lejos de dirijirse á penetrarle de que su principal
interés consistía en no descuidar los negocios del
Es tado, y cultivar su propio talento con la ad-
quisición de suficientes conocimientos, de modo
que llegase un dia en que por si solo y sin ayu-
da agena pudiese conocer, juzgar y resolver en
los altos negocios del pais. Muy al contrario-, pro-
porcionaba Tanucci á su Real pupilo todos los
medios posibles de disipaciones, hacíale perder
dias enteros sin mas ocupación que la caza , la
pesca, partidas de campo y toda clase de fútiles
pasatiempos: y no hacia esto el ministro Tanucci
por incuria ó abandono, sino muy de intento,
porque creiasin género alguno de duda que con-
venía mejor al Monarca de un Estado reducido»




F E R N A N D O I . 9


pasar la vida entre las muelles delicias que le
facilitaba su clase, que aspirar á grandes hechos
para los cuales se necesitan gran talento, muchos
conocimientos, y especial aptitud para los nego-
cios públicos. Asi pues, abandonado el Rey Fer-
nando, según el plan de su ministro, esclusiva-
mente al placer y al ocio, concluida su minoría
á los diez y seis años , se encontró tan incapaz
de manejar el timón del Es tado , como cuando
subió al trono en su niñez. No obstante, los pri-
meros años de su mando transcurrieron mas bo-
nancibles que tristes, puesto que el grande im-
pulso dado por Tanucci á la prosperidad pública,
su influencia todavía preponderante, y la utili-
dad de las nuevas reformas, aumentaban cada vez
mas las luces y el progreso de las Dos-Sicilias.
Fue el primer acto importante de Fernando la
espulsion de los Jesuítas .verificada el 3 de No-
viembre del 1767. Creemos inútil reproducir aqui
las causas de aquel gran acontecimiento, hoy
conocidas por todo el mundo: pero observaremos
que aquella soberana disposición, tan rápidamen-
te y con tanto acierto llevada á efecto, no fue
obra ni de F'ernando ni de Tanucci , sino de la
Corle de Madrid, rejida á la sazón por C á i y




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


los III, cuyas instrucciones decidieron en Ñapóles
aquel gran golpe de Estado. Sin embargo, en esle
punto merece algún elojio el Rey Fernando, n&
por haber concebido y ejecutado por sí la espul-
sion de los Jesuítas, sino por haber seguido el
parecer de sus ministros, cumpliendo relijiesa-
mente la palabra que dio á sus vasallos, de que
el producto de los bienes de la abolida Compa-
ñía habia de emplearse todo entero en obras de
utilidad pública. Cumple ahora á la buena fé de
escritores imparciales, insertar las siguientes pa-
labras de un edicto promulgado en aquella oca-
sión y que honra mucho al gobierno de Ñapóles.


n Después de la justa y necesaria espu.lsion
« de la Compañía llamada de Jesús, fuera de nues-
» tros dominios, Interpretando, y combinando con
» el podar soberano, que directamente hemosre-
»cibido,de Dios, la voluntad de aquellos que al
» legar sus bienes á la susodicha Compañía tu-
» vieron por objeto destinarlos á la utilidad es-
" piritual de sus conciudadanos por medio de aque-
» Has obras, que la misma según su instituto
» practicaba, hemos establecido ya escuelas pú-
» blicas y colegios gratuitos para educar á la ju-
v e n t u d pobre, piadosa é instructivamente ; con-




FERNANDO I . 11


servalorios para alimentar y enseñar toda clase
de oficios á los huérfanos y huérfanas de los
pobres; y casas de reclusión y refugio para los
desvalidos y vagabundos, arrancando á estos
últimos de la sociedad en que tan perjudiciales
eran ai Estado, y enseñándoles las artes necesa-
rias para que sean útiles á la sociedad. Hemos
aliviado también á las comunidades con la abo-
lición de las prestaciones anuales que hacían á
los Jesuítas para sostener la enseñanza. Hemos
favorecido á los labradores con la división délas
vastas posesiones de ios Jesuítas, dándoselos á
pequeños censos; hemos socorrido á personas
honradas y necesitadas con limosnas fijas y dia-
rias ; y hemos acordado varias obras públicas, de
las cuales unas están ya hechas y otras: sé van
á hacer: Por lo cual habiéndose proveído abun-
dantemente á lá piedad pública cóh los bienes
de la es-pulsada Compañía ; y siendo indudable
por lo i que toca á la Iglesia , que nunca ha sido
mas aplicable que ahora , la advertencia que
hizo inspirado por Dios Moisés cuando guiaba
al pueblo hebreo , de que no hiciese mas dona-
tivos al arca de la Alianza ; por esta razón aten-
diendo Nos al bien de las familias. dé> nuestros




12 PERSONAJES CELEBRES.


« subditos y á la tranquila posesión de sus bíe-
» nes , hemos venido con el presente edicto en re-
» solver y declarar nulas todas las sustituciones,
" aun no verificadas á favor de los espulsados Jesui-
» tas, siendo nuestra Real voluntad que los bienes
» comprendidos en aquellas sustituciones, queden
» á la libre disposición del último poseedor seglar,
)) después del cual hubieran sido llamados á he-
» redarlos Jesuitas.—Ñapóles 58 de Julio de 1769.


FERNANDO R E Y . »


Habiendo salido el Rey de la menor edad se
trataba de darle esposa, y muchos Soberanos de
Europa alimentaron el deseo de contraer un nuevo
parentesco, colocando una de sus hijas en el trono
de Ñapóles; pero el Austria consiguió que se ajus-
tase el matrimonio del Rey Fernando con la Ar-
chiduquesa María Josefa, hija del Emperador Fran-
cisco I. Ajustada ya la boda , cambiados los pre-
sentes, prefijada la partida de la joven esposa,
y preparadas las fiestas del viaje, enfermó esta y
murió. Entonces se cambiaron en luto lodas las
demostraciones de alegría del reino de Ñapóles,
y de la corte Imperial. Pero á poco tiempo em-
pezaron dé rasevo las negociaciones de matnmo-




FERNANDO I. 13


n i o , casándose Fernando con la Princesa María
Carolina, hermana de la difunta. La nueva espo-
sa se vio honrada en el viaje por los Príncipes de
Italia , particularmente en Florencia donde reina-
ba su hermano Pedro Leopoldo. Habiendo llega-
do el 12 de Mayo á Portella de Ñapóles , fue reci-
bida por su esposo bajo un pabellón magnífico,
donde se dieron recíprocas muestras de afección
y respeto. Acogió primeramente á los nuevos es-
posos el palacio de Caserta ; pasaron después á
Ñapóles privadamente; hasta que se mostraron
con pompa real al público el 22 del mismo mes.
Numerosas fueron las gracias que concedió el Rey
á sus subditos en esta ocasión, durando muchos
meses las fiestas á que Fernando se inclinaba por
índole, y la Reina por amor al fausto. Pero descri-
bamos ahora el carácter de aquella Soberana, pues-
to que el matrimonio de Fernando causó grandes
cambios en el gobierno de las Dos-Sicilias.


Era la nueva Reina una muger de gran talen-
t o , mas que medianamente instruida, dominada
por un grande orgullo, ambiciosa de mando,
celosa del trono , cruel en el fondo de su corazón,
pero guiada mas por un espírittv de cálculo que de
capricho. Al subir al trono 'dé"'"Ñapóles se halló




14 PERSON A.I ES.CELEBRES.


con un marido que era Monarca mas bien de nom-
bre que de hecho, porque estando desmedida-
mente entregado á ia caza, á la pesca , á las mu-
geres, y á toda especie de disipaciones, confiaba ni
cuidado de su reino al primer advenediza. Maria
Carolina, conociendo bien el carácter de su ma-
rido , dio pávulo á sus inclinaciones á los pla-
ceres, por hacerse de esta manera dueña: de los
negocios del Estado. Apenas llevaba algunos me-
ses en la corte de Ñapóles , cuando impetró de su
esposo ser admitida en los consejos de. Estado, ale-
gando que como Soberana tenia un interés en
todos los negocios que pertenecían á su reino.
Fernando , aunque deseaba complacerla , antes de
resolverse preguntó á Tanucci si juzgaba oportu-
no acceder á los deseos de la nueva Reina. Este,
conociendo su carácter ambicioso, y que si llega-
ba á conseguir sus intentos le arrebatada toda su
preponderancia, y no queriendo que la política
del Austria prevaleciese en Ñapóles sobre la po-
lítica del gabinete de Madrid, dijo á Fernando
que l a ; nueva Reina no tenia ningún dereclw
para intervenir en los consejos de Estado, hasta
dar un heredero al trono.


Informada María Carolina de cuanto habió'




FERNANDO I . 15


respondido Tanucci , y habiéndole negado su ma-
rido cuanto pedia , se irritó sobremanera y juró
desde entonces eterna enemistad á aquel minis-
tro. Entretanto habiendo llegado á ser madre,
consiguió cuanto había pedido con humildes ins-
tancias. Los sucesos posteriores probaron con
demasiada evidencia que las sospechas de Tanucci
habían sido fundadas. Admitida la Reina en el
Consejo, tuvo gran preponderancia en los nego-
cios dé Ñapóles el gabinete austr íaco; la vbluni-
tad de María Carolina era una orden, y su opinión
era mas respetada que la del mismo Monarca. Sin
embargo, el reino de las Dos-Sicilias adelantaba
cada dia en prosperidad , porque la Reina , si-
guiendo el ejemplo de sus hermanos José II, Em-
perador de Austria, y "Leopoldo I , Gran Duque
de : Tostíatia, favorecía las reformas út i les , proteo
gía á los li teratos, animaba la industria y'afectéba
sentimientos 1 llenos de benevolencia para con sus
subditos. Este estado de felicidad ptrblica hubie-
ra durado quizás mucho t iempo, s i no hubiese
sobrevenido la revolución francesa de 1789v la
cual hiífo Creer á los Soberanos de Europa ; y
principalmente á los Borbones de Ñapóles, que
el único medio de que no penetrase'en sus' pro-




16 PERSONAJES CELEBRES.


pios Estados ó de sofocarla , era el rigor y la ti-
ranía.


Ocupado Ñapóles en 1799 por las armas fran-
cesas, y proclamada la República Partenopea, el
Rey Fernando con su mujer y toda la familia
Real se vio obligado á huir de sus dominios de
tierra firme, y acojerse á la Isla de Sicilia.


Llegados los Monarcas á Palermo, apenas de-
sembarcaron , se vieron rodeados de una multi-
tud inmensa del pueblo, que hacia resonar el
aire con sus repetidos vivas. Entonces fue cuan-
do la Reina, con un ademan lleno de modestia,
y afectando mansedumbre, dirigió al pueblo es-
tas palabras: «Sicilianos; el Rey Fernando y yo,
arrojados del fono por la invasión estranjera,
venimos á refugiarnos entre vosotros si nos que-
réis. » Estas breves palabras llenas de finjido
afecto y de aparente modestia, entusiasmaron
tanto al pueblo, que redoblando todos sus vivas
á los Soberanos, juraron defenderlos y verter su
sangre y la de sus hijos, primero que abando-
narlos á sus enemigos los franceses, si trataban
estos de llevar su persecución hasta la Sicilia.
Desenganchando después los caballos del coche
que debia conducir.á palacio las personas reales,




FERNANDO I . 17


una gran multitud se puso á tirar, haciendo re-
sonar continuamente el aire con los gritos de
vivan nuestros Soberanos. Pero tan sinceros como
eran estos aplausos, habían sido engañosas las
palabras de Maria Carolina á los Sicilianos; pala-
bras proferidas con el único objeto de probar si
podia sondear los votos de aquel pueblo, y saber
si los Sicilianos estaban mas inclinados á seguir
las novedades francesas ó á conservarse fieles á
sus antiguos Señores. En efecto, aquella Sobera-
na, á poco, tiempo de su llegado á Palermo, de-
jando de mostrarse afable, humana , protectora de
su pueblo, empezó á obrar como Señora cruel y
suspicaz, esparciendo un gran número de espías
asalariados por toda la Isla, con el objeto de
descubrir entre los habitantes quienes eran jaco-
binos (bajo este título se designaban en Sicilia los
partidarios de la revolución francesa); y después
según las delaciones de esta gente vil y asalariada,
sin averiguar si era verdadero ó falso cuanto la
decían , se dedicaba á perseguir los mas honrados
ciudadanos. Fernando de ánimo débil y entrega-
do á la delicias de la caza y de la pesca , dejaba
rienda suelta al poder de la Reiua, juzgando que
esta conducta no disgustada á la corte de Vieua,


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


coa cuya protección coataba para reconquistar sus
perdidos dominios.


Sin embargo, por esta vez no duraron mucho
las calamidades de los Sicilianos, porque á los
nueve meses de haber ocupado los franceses á
Ñapóles, no pudiendo resistir á las armas napo-
litanas é inglesas, se vieron obligados á partir,
disipándose como niebla impelida por el viento
la república Partenopea.


En esta coyuntura, considerando los france-
ses que muchos Napolitanos se habían declarado
abiertamente por el nuevo orden de cosas, y que
serian perseguidos de muerte á la caida de Ja re-
pública, en la capitulación que hicieron con el
Almirante Nelson para evacuar á Ñapóles, inclu-
yeron un artículo, en que el inglés prometía es-
presamente a todos los Napolitanos que se creye-
sen comprometidos contra sus antiguos Monar-
cas , facilitarles los medios para emigrar á Fran-
cia , antes de que volviesen los Borbones á Ñapó-
les. Apenas se habia firmado este tratado, y co-
municado á Fernando y María Carolina, que resi-
dían á la sazón en Palermo, cuando estos, an-
siosos de venganza,¡enviaron á Ñapóles áMilady
Amilton, llamada Emtna Leona, favorita de Nel-




FEHNANDO I . 19


son, para hacer anular contra el derecho de gen-
tes el artículo del tratado ajustado con los repu-
blicanos franceses en favor de los emigrados Na-
politanos , haciendo prender á todos aquellos que
no habían tenido tiempo de salir para Francia.


Al recibir Nelson las órdenes de los Borbo-
nes, se negó enérgicamente á darles cumplimien-
to; pero vencido después por las ardientes caricias'
é infernales seducciones de Emma Leona, se de-
cidió á complacerla, é hizo prender gran número
de napolitanos, que en vitud del tratado esta-
blecido se habían refugiado á las naves fracesas,
que se hallaban todavía detenidas en el puerto
de Ñapóles, por tener el viento contrario.


Habiéndose participado en Sicilia á los Bor-
bones, que ya estaban satisfechos sus malvados
designios, y que podían disponer de las vidas de
millares de víctimas, la Reina, de acuerdo con
Fernando, mandó establecer en Ñapóles una co-
misión llamada de Estado, compuesta de tres in-
dividuos, á quienes se previno que cerrasen el
corazón á las voces de la humanidad , y procedie-
sen tiránicamente contra todos aquellos que se
habian declarado partidarios de la nueva repúbli-
ca, ya destruida.




20 PERSONAJES CELEBRES.


Seria fuera de propósito referir aquí todos
los estragos que en esta ocasión se cometieron en
la infeliz Ñapóles ; pero quien quiera leerlos po-
drá hojear la historia de aquel reino, escrita por
Pietro Colletta, autor verídico, imparcial y lle-
no de energía. Nosotros nos contentaremos con re-
ferir, como eosa digna de notarse, que de los tres
jueces que compusieron aquella horrible comisión,
ninguno, terminado su encargo, gozó las deli-
cias dé una vida tranquila, sino que todos acaba-
ron tristemente su carrera, como heridos de ra-
yos invisibles, lanzados por una divinidad ven-
gadora. Uno de ellos, no pudiendo resistir á los
remordimientos que le ajitaban, se ahorcó ; otro
murió casi mendigando el pan; y el tercero llama-
do Nicolás Spéciale (cuyo nombre es inútil ca-
llar , pues se ha hecho célebre por su atroi in-
famia) se volvió loco , y murió mostrándose hasta
el último1 estremo de su vida como agitado por
mil furias.


Tantas crueldades , aunque ejecutadas á nom-
bre de Fernando de Borbon , eran mas bien obra
de su muger, cruel por naturaleza, que de Fer-
nando, que aunque acostumbrado á condescen-
der con las depravadas inclinaciones de la Reina,




FERNANDO I . 31


s o había cerrado enteramente el corazón á los
sentimientos de humanidad, como puede demos-
trarlo el suceso que vamos á referir.


Destruida la República francesa, y pocos días
antes de salir Fernando de Palermo para volver á
sentarse en el trono de Ñapóles, el Almirante
Nelson hizo colgar de la entena de un navio al
célebre Almirante napolitano, Príncipe de Carac-
cioli , bajo el pretesto de que habia servido á los
republicanos franceses. No contento con esto el
bárbaro inglés, privando de sepultura al cadáver
de Caraccioli, le hizo arrojar al mar con una grue-
sa piedra atada al cuello ; pero aunque al pron-
to aquel cuerpo muerto se sumergió y desapare-
c ió , al cabo de algunos días, vomitado por las
olas y sobrenadando á flor de agua , fue á chocar
con el bajel que llevaba de Sicilia á Ñapóles á Fer-
nando, quien habiéndole visto preguntó á su ca-
pellán, que se hallaba á su lado, qué significaba
aquel terrible espectáculo; á lo que el capellán
respondió: « Señor, es el cuerpo del Príncipe Ca-
raccioli. i) Fernando á esta respuesta, estraor^
dinariamente conmovido, respondió: « ¿Y qué
quiere de mí Caraccioli?» como queriendo sin-
cerarse de que no había tenido parte en aquel




22 PERSONAJES CELEBRES.


asesinato, digno solamente de un pirata inglés.
Espulsados los republicanos, Fernando de Bor-


bon quedó Señor de Ñapóles por algunos años'
hasta que el Emperador Napoleón dispuso de
aquel reino en favor de su familia , dándolo pri-
mero á José y después á Murat.


Durante la ocupación francesa, la familia Real
de Borbon se retiró nuevamente á Sicilia, y es-
tableció su corte en Palermo; pero aqui debemos
detenernos un poco, porque en aquella época fue
la Sicilia teatro de grandes sucesos.


Habiendo establecido Fernando el centro de su
gobierno en Palermo, concibió serios temores de
que avanzando las armas victoriosas de los fran-
ceses llegasen á arrojarlo de la Isla de Sicilia;
por lo que se alió con la Inglaterra acérrima ene-
miga de Napoleón. Entonces fue cuando, cor-
riendo el año de 1811 , se vieron llegar á la Isla
algunos miles de soldados ingleses, á quienes
fueron confiadas todas las fortalezas. En aquella
época la Gran Bretaña consideraba como suma-
mente ventajoso á sus intereses tener influencia
en las cosas de Sicilia, y poseer todos los puer-
tos de aquella Isla, donde podia encontrar mer-
cados para su estenso comercio, que se le había




FERNANDO I. 23


prohibido en casi todos los demás países de Eu-
ropa, en virtud del famoso sistema continental
establecido por Napoleón, y cuyo primer objeto
era cerrar la salida en el Mediterráneo á las mer-
cancías inglesas.


En los principios de la alianza con la Inglater-
ra, esta potencia fingió convenir con los deseos
de los Borbones; pero de allí á poco cambiaron
las cosas de aspecto, hasta que apercibiéndose la
Gran Bretaña poruña parte de que el Rey Fer-
nando por debilidad, y su muger por malignidad y
ambición, procuraban ocultamente emanciparse
de la Inglaterra, y aun si era posible coligarse con
el Emperador de los franceses , emparentado ya
con la casa de Austria ; y viendo por otra parte el
descontento de los sicilianos tiranizados por sus
Monarcas; viendo todo esto el gobierno de Lon-
dres, dejando de tratar como aliado al Rey Fer-
nando , se mostró cual nuevo Señor de la Isla de
Sicilia, y dando á los sicilianos la constitución in-
glesa, estableciendo un Parlamento, introducien-
do varias reformas en las leyes , llegó hasta el pupT
to de desterrar fuera de la Isla á la Reina, por-
que intolerante con el dominio inglés, maquinaba
secretamente en contra suya.




24 PERSONAJES CELEBRES.


En esta época, viendo Fernando que solo era
Rey en el nombre, se retiró á una casa de campo
llamada la Favorita, donde pasaba el tiempo de-
dicado á la caza y á las mugeres ; placeres que no
supo abandonar jamás ni aun en las mas críticas
circunstancias. Los ingleses promulgando enton-
ces que Fernando se habia alejado de los negocios
por hallarse atacado de una enfermedad, elijie-
ron por Vicario General del reino á Francisco, Du-
que de Calabria, hijo de Fernando y heredero
presuntivo de la corona, el cual con suma perfi-
dia se mostraba adicto al partido inglés, porque
conocía muy bien que solo por este medio podia
conseguir el trono.


Espulsada la Reina de la Isla, no se puede
negar que en Sicilia, bajo el régimen inglés, se
gozaron todas las ventajas que lleva consigo un
gobierno representativo; las cuestiones políti-
cas se discutían libremente, habia libertad de
imprenta, los abusos se habían disminuido en gran
parte, y todo marchaba mejor; pero este estado
duró muy poco , porque habiendo caido el Em-
perador de los franceses en 1814, evacuaron los
ingleses la Sicilia y olvidaron cuanto habían pro-
metido á los sicilianos, pues lejos de mantener-




FEENAKDO I . 25*


los en los goces de un gobierno representativo,
los abandonaron al poder absoluto del Rey Fer-
nando, quien destruyó la Constitución estableci-
da por los ingleses, y abolió la anterior Consti-
tución que habia regido en la Isla, desde los re-
motos tiempos de los Normandos.


Conquistados también por Fernando en esta
época sus dominios de Tierra Firme, se transfi-
rió á Ñapóles, donde estableció la capital de su
gobierno, tomando el nombre de Fernando I,
Rey de las Dos-Sicilias, y dejando el título de IV
que habia tenido en Ñapóles, y el de III que
tenia en Sicilia. Este cambio de nombre se esta-
bleció en el Congreso de Monarcas, celebrado
en Viena el año de 1815, inmediatamente después
de la caida de Napoleón.


En esta época fue cuando Fernando de Bor-
bon cometió el hecho, si no injusto al menos
poco generoso y aun cruel, de hacer fusilar á
Joaquín Murat, que habia sido Rey de los Napo-
litanos bajo el imperio francés. Fue una impru-
dencia de aquel desventurado Monarca desem-
barcar en la Calabria, sentado ya el Rey Fer-
nando en el trono; fue una loca temeridad que-
rer promover una revolución en todo el reino, para




" 26 PERSONAJES CELEBRES.


volver á ponerse la corona en la cabeza; pero una
vez caído Murat en las manos de Fernando ¿no
podía este obtener por medio de los Reyes sus
aliados que se custodiase al antiguo Monarca,
de modo que le fuese imposible dañarle, en lu-
gar de sacrificarle á su ira ? La noticia de la muer-
te de Murat, indignó á sus partidarios y aun á
sus mismos enemigos.


"Vuelto Fernando al trono de Ñapóles, lleno
de sospechas por los pasados sucesos, y de des-
confianza contra sus antiguos subditos, creyó
consolidar su poder alejando á algunos indivi-
duos de los empleos públicos, persiguiendo á otros,
y estableciendo un yugo de hierro á que hacia mu-
cho tiempo no estaban acostumbrados los Napo-
litanos ; pues aunque el gobierno de Murat habia
sido absoluto, no era ni abusivo, ni perseguidor,
sino lleno de amor para con sus subditos.


El espíritu de descontento en Ñapóles y en la
vecina Isla de Sicilia , bajo el nuevo régimen de
Fernando, aumentaba de diaendia, y la secta de
los Carbonarios, muy conocida en toda Europa y
que tenia su centro principal en Ñapóles, no tra-
taba ya sino de destruir el despotismo, y estable-
cer un gobierno representativo , promoviendo una




FEBNANDO I . 27


gran revolución que tuvo lugar en Julio de 1820.
Estaban al frente de los revoltosos el general Gui-
llermo Pepe, el abate Minichini, el abogado Pue-
r io , y muchos otros personajes de gran categoría.
Hecha la revolución, y no teniendo por el mo-
mento Fernando otro remedio, se decidió á jurar
sobre los Evangelios la observancia de aquella nue-
va forma de gobierno, y fingió con inaudita per-
fidia , que quería interceder cerca del Emperador
de Austria y los demás Monarcas del Norte, que
estaban á la sazón reunidos enTroppau, para que
no enviasen sus tropas á Ñapóles con el fin de
destruir la revolución. Los Napolitanos, á pesar
de los reiterados ejemplos de falta de fé de este
Rey, consintieron en su" partida, creyendo que
trataba sinceramente de influir por consolidar un
gobierno que estaba contra sus intereses. Pero
Fernando, apenas llegó al Congreso de los Mo-
narcas, les rogó á todos, y particularmente al
Emperador, que se diesen prisa á acudir con sus
tropas á sofocar la revolución de Ñapóles, vol-
viendo las cosas al ser que tenían. Efectivamen-
te , adelantaron las tropas tudescas, y viéndose
Fernando en su poder absoluto, mandó como dés-
pota irritado prender, desterrar ó fusilar á to-




28 PERSONAJES CELEBRES.


dos los principales partidarios, de la reforma.
Al mismo tiempo que estaba él arreglando sus
negocios fuera de Ñapóles, habia quedado á la
cabeza del gobierno su hijo Francisco, el cual fin-
jiéndose con hipocresía gefe de los Carbonarios,
se entendía secretamente con su padre, le infor-
maba del estado de las cosas, y proporcionaba
los medios de entrar á las tropas tudescas, sem-
brando la discordia entre los miembros del nue-
vo Parlamento napolitano.


Fernando , ya viejo , empezaba á sentir el pe-
so de sus pasadas culpas, y no sabiendo cómo
calmar mejor los remordimientos de su concien-
cia, dirigió su ánimo á actos de piedad esterior.
Se dedicó con este objeto á fundar un nuevo con-
vento llamado de S. Francisco de Paula, ador-
nándolo con una iglesia de noble y linda arqui-
tectura , y dotándolo con buenas rentas. Deseaba
tan ardientemente ver concluida esta nueva fábri-
ca, que casi todos los dias preguntaba por ella,
y dos ó tres veces en la semana iba á visitarla,
no dejando de instigar á los maestros y darles pri-
sa. Viendo después que la obra duraba mucho,
dijo mas de una vez «me parece que estando
cargado de años, no veré, concluido este conven-




FERNANDO I . 29


to.» Sus temores se vieron efectivamente rea-
lizados , porque Fernando murió antes de que la
fábrica estuviese concluida. Este acto de peregri-
na devoción del Rey Fernando de fundar con-
ventos y establecer nuevos monges para aliviar su
conciencia de remordimientos, ni lo aprobamos,
ni lo criticamos, porque realmente es una cosa,
si no útil, al menos poco perjudicial á la socie-
dad ; pero lo que debemos desaprobar altamente
es lo que sigue.


Fernando I en los últimos años de su vida
formó un nuevo Concordato entre la Santa Sede y
la corte de Ñapóles, que por ventajoso que se ha-
ya creído para el Papa, todavía era mas per-
nicioso para los subditos del reino de lasDos-Si-
cilias. Seria fuera de propósito referir aquí todos
los artículos de este nuevo Concordato; pero pa-
ra dar una idea de ellos á nuestros lectores, bas-
te decir, que en virtud de dicho tratado fueron
derogadas todas las útiles reformas introducidas
por Tanucci en las cosas eclesiásticas, y llegaron
á renovarse gran parte de los abusos abolidos. Asi
fue establecido por parte del Cardenal Corsale,
Encargado de la Corte de Roma, y del ministro
Médicis que representada los intereses del Rey de




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ñapóles,«que las manos muertas, como cofradías,
conventos, monasterios, pudiesen hacer nuevas
adquisiciones , •> lo que había estado prohibido
hacia mucho tiempo. Se estableció que los parti-
culares pudiesen testar en favor de los estable-
cimientos pios y casas conventuales; que en el
nombramiento de los Obispos fuese enteramente
devuelto á la Santa Sede el derecho de aprobar
la elección, y otras cosas, todas en favor de la
Corte de Roma. Asi estaba mal gobernado, parte
por tiranía, parte por debilidad del Rey Fernando,
el reino de las Dos-Sicilias, cuando á fines del año
de 1824 enfermó, pero tan levemente que no le
impidió volver á los teatros y á Ja caza. En la no-
che de l3 de Enero de 1825, después de haber ju-
gado , hecha su última oración, se acostó. Acos-
tumbraba á llamar todas las mañanas á las ocho
á un criado, pero el dia 4 llegó esta hora sin
que lo hiciese. Esperaron ,' y el que velaba en su
custodia en la estancia vecina, dijo que le parecía
haber oido toser dos veces al Rey á las seis de la
mañana. El tiempo se pasaba, y por mas que
aplicaban todos el oido á la puerta de la alcoba
del Rey nada se oia ; tuvieron una consulta l o s
amillares y médicos (presentes al acto dedesper-




FERNANDO I . 31


tar el Rey, según costumbre de aquella corte)
y decidieron- entrar por ser ya las diez sin qué
hubiese llamado. Se aumentaron sobremanera las
sospechas de su triste fin, cuando abierta la puer-
ta de la alcoba se vieron las sábanas desordenadas
y envuelto en ellas el cuerpo del Rey, de un mo-
do tan estraordinario, que parecía habia lucha-
do largo rato; pues estaba con la cabeza envuel,
ta en una sábana, debajo de la almohada, con las
piernas y brazos dislocados; tenia la boca abierta
como para pedir auxilio ó para recoger el aliento
vital; el rostro se hallaba negro y lívido , los ojos
abiertos y terribles. Se esparce esta noticia por el
Palacio, se apresura á verlo la familia: llegan
nuevos médicos; y no queda duda de que el Rey
habia muerto de apoplegía, como se vio después
mas claramente al abrir el cadáver. Asi perdió
la vida Fernando, á los 76 años de edad y 65
de reinado, el 4 de Enero de 1825. Desapareció
de la escena del mundo el mismo dia en que cua-
tro años aates, cumpliendo el perjurio de com-
batir la Constitución que habia jurado en Ñapóles,
preparó la guerra á. su pueblo. Tal fue el desastro-
so fin de este personaje.


Fernando I fue creado Rey bajo el titulo de




33 PERSONAJES CELEBRES.


IV por Ñapóles y III por Sicilia, siendo todavia ni-
ño; pero su minoría, lejos de ser perniciosa álós^
pueblos les proporcionó la felicidad, pues fueron
dirijidos los negocios del Estado por Tanucci,
hombre de gran talento y de buena índole. Era
este Monarca agudo de ingenio, lleno de viveza,
y algo inclinado á la vir tud; pero todas estas
bellas cualidades quedaron sin germinar y se
cambiaron en otros tantos vicios con el transcurso
de los años. El nuevo Rey, sea por la maldad
ó incapacidad de sus ministros ó por falsas preo-
cupaciones, no viéndose nunca estimulado á cul-
tivar su espíri tu, se abandonó cada dia mas á
sus diversiones de la caza, de la pesca, de las
mugeres y á todo género de placeres plebeyos y
groseros. Casado con María Carolina, Archidu-
quesa de Austria, fue cruel con sus subditos en
1799, por acceder á sus depravados deseos. Co-
metió después un perjurio en 1820 anulando una
Constitución que habia jurado sobre los Santos
Evanjelios; y finalmente, envejecido y ajitado de
mil remordimientos, creyó aplacar la divinidad
fundando iglesias y conventos. Concluyó su rei-
nado odiado por los pueblos, y despreciado por
los sabios.






T tramases célebres it i Sido X I X .




: <s>>


D. PEDRO A. GIRÓN,


DUQUE DE AHUMADA.


« N o le hemos contemplado solícito
y bondadoso en el hogar doméstico,
urbano y cortés en la sociedad, como
un dechado de caballeros, y en el tra-
to con sus amigos á la par ameno y afa-
ble : hemos procurado meramente pre-
sentarle al público , s irviendo real-
mente á su patria con la espada y con
el consejo , y terminando una carrera
tan larga y azarosa sin mancil la y sin
remordimientos .»


M A R T Í N E Z D E L A R O S A . — R e v i s t a de
Madrid, tercera serie, t . I I I .


Entre los Generales que mas se han distin-
guido durante la gloriosa lucha que la Nación
sostuvo para defender su independencia , tendrá
siempre un lugar preferente aquel de cuya bio-




2 PERSONAJES CELEBRES


grafía vamos á ocupamos. Sus conocimientos y
el justo prestigio de que disfrutaba, le han he-
cho figurar también como hombre político, du-
rante los tempestuosos periodos que el país ha
atravesado ; y en ellos ha manifestado siempre
la elevación de sus sentimientos, la profundidad
de su instrucción, y el ardiente patriotismo de
que se hallaba animado. Tan relevantes prendas,
unidas á su afable y caballeroso t ra to , á la ri-
gidez de su carácter, le hicieron siempre apre-
ciar de cuantos le conocían, y hasta de los que
hallándose ó sus órdenes tenían que sufrir mas
de la estricta y rígida observancia de sus obli-
gaciones, sobre cuyo cumplmiento era inexorable.


La guerra de la Independencia fue el princi-
pal teatro de sus glorias, y en ella tardó poco
eu proporcionársele la ocasión de manifestar su
grande amor á la libertad y á la independencia
de la patria, y de dar á conocer las aventajadas
cualidades que habían de proporcionarle mas ade-
lante el merecido y doble concepto de militar
esclarecido y de hombre de gobierno ; y si du-
rante su carrera no se ha hecho la justicia que
era debida á su eminente mérito, ha tenido sin
embargo la dicha de terminarla salvando ilesa su




GIROJX. 3
reputación, entre las acusaciones que respecti-
vamente se dirigen los partidos, en medio de las
revueltas y civiles discordias.


D. Pedro Agustín Girón nació en la ciudad
de San Sebastian, provincia de Guipúzcoa, el dia
2 de Enero de 1778. Fueron sus padres el Tenien-
te General D. Gerónimo Girón y Motezuma, Mar-
qués de las Amarillas, natural de Ronda, y Doña
Isabel de Las Casas y Aragorri, natural de San
Sebastian. Dedicáronse estos con empeño á dar
libre curso y acertado rumbo á sus nobles incli-
naciones y enérgicas facultades, cuyo producto
fue ia agilidad, la intrepidez, la delicadeza y
generosidad • de sentimientos, el amor á la patria,
el apego al estudio, la variedad y estensiou de
conocimientos, la honrosa ambición de gloria;
prendas todas que le colocaron en lo sucesivo en
los puestos y circunstancias que referiremos.


A la edad de 16 años, por los de 1793 y 1794,
militaba ya en clase de simple aventurero á las
órdenes de su veterano padre, en las campañas
del Rosellon y de Cataluña. Concluidas estas fue
propuesto por tres veces distintas para Coronel
de un regimiento de provinciales; pero él limitó
su deseo á la gracia de Capitán, la obtuvo en




4 PERSONAJES CELEBRES.


13 de Mayo de 1798, confiriéndosele el mando
de la sesta compañía del Regimiento Provincial
de Sevilla, con agregación al de Soria que guar-
necía á Pamplona, por no estar aquel scbre las
armas. F.u Agosto de 1801), solicitó yobtuvoser
destinado al cuerpo espedicionario que se reunía
cnMallorca, al parecer contra Mahon. Desde allí
pasó con su tio el ¡lustre general D. Francisco
Javier Castaños, y en clase de Ayudante de cam-
po, al ejército que se formaba en Galicia, y al
cual cupo la gloria de rechazar a los Ingleses
cuando desembarcaron cerca del Ferrol. Rompié-
ronse en 1801 las hostilidades contra el Portu-
gal, y deseoso Girón de participar de los peligros
de la guerra, obtuvo á su ruego el maudo de la
compañía de cazadores de Avila, que formaba
parte de la columna ó division de granaderos
provinciales de Castilla la Vieja, con la cual se
encontró en las operaciones militares del Alen-
tejo, asi sobre la plaza de Campo Mayor como
en la acción de Arronches, y los demás acon-
tecimientos de aquella campaña; por la cual se
le confirió en Agosto de 1802 el empleo de Te-
niente coronel, con destino á la division de gra-
naderos provinciales de Andalucía.




GIRÓN. 5


Bloqueada por los Ingleses la plaza de Cádiz,
en Junio de 1805 , entró con su batallón en ella,
donde á la sazón se padecia la fiebre amarilla;
aprovechándose con este motivo de los campos de
instrucción que dirigía por los años de 1805 y 1806,
el malogrado general Marqués del Socorro, testi-
go de los progresos hechos en la teoría y la prác-
tica de la guerra, en las recientes y brillantes cam-
pañas del centro de Europa.


Cuando en 1807 principió la Península á ser-
vir de teatro de operacionos militares, precurso-
ras de la sangrienta lid que las habia de seguir,
Girón á las órdenes del mismo Marqués del So-
corro , entró al frente de su batallón en Portu-
gal, en unión con otro ejército francés: estuvo
encargado de apoderarse de los puntos fortificados
déla izquierda del Tajo, enfrente de Lisboa, que-
dando nombrado Comandante general de aquella
linea. Desempeñó otras comisiones delicadas, y
entre ellas la trascendental de negociar con Junot,
General en gefe del ejército francés, el regreso
á España de nuestras tropas, en las difíciles cir-
cunstancias délos primeros meses de 1808.


Hallábase Girón en Badajoz con el grado de
Coronel, que se le habia conferido en Diciembre




6 PERSONAJES CELEBRES.


de 1807, cuando el 4 de Mayo de 1808 se supie-
ron en aquella plaza los memorables acontecimien-
tos de Madrid del 2 ; y en tan crítico momento
contribuyó eficazmente á la resolución de las
tropas y del pais en fcvor de la causa nacional.
Girón se hallaba entonces en el vigor y lozanía
de la edad vi r i l , y quien como él abrigaba en su
pecho sentimientos hidalgos y generosos, y ce-
nia una espada, no podía dejar de desnudarla
cuando la Nación en masa se levantaba contra
la usurpación estrangera. Destinado con su bata-
llón á Andalucía, y encontrándose en Ronda el
2 de Junio , bastó una ligera escitacion de ¡a Jun-
ta de Sevilla para que volase á Córdoba, y guar-
neciese el 6 el pueblo de Alcolea , el cual defen-
dió valerosamente al día siguiente con solos sus
granaderos y 300 hombres de Campo Mayor. La
resistencia denodada que hicieron en Alcolea
aquellas visoñas tropas, si no fue bastante para
contener el impulso de las mas aguerridas del si-
g lo , produjo por lo menos el que Dupont sede-
tuviese en Córdoba , y diese lugar a Castaños
para reunir y organizar con la ayuda, entre otros
gefes, de Girón , que ejercía las funciones de Ins-
pector general de infantería y Milicias, las fuerzas




girón. 7


con las cuales tomando á poco tiempo la inicia-
tiva , marchó sobre el general francés, de euro-
pea reputación, y obtuvo la memorable victoria
de Bailen: gloriosa jornada que señaló el primer
grado de declinación del vencedor de cien pue-
blos, quien se vio obligado en consecuencia á acu-
dir personalmente al socorro de sus tropas en
España.


Alli hizo frente con tropas visoñas á las aguer-
ridas que mandaba Dupont, quien lo elogió en
su parte oficial, siendo aquel suceso clásico el
primer hecho de armas de tan célebre guerra. Co-
mo Mayor General de infantería contribuyó, como
hemos dicho, en gran manera á la organización
del ejército vencedor en Bailen , y enviado desde
el campo de batalla á llevar la noticia de tan me-
morable acontecimiento á la Junta de Sevilla, ne-
góse á admitir el empleo de General que esta le
concediera, aceptando solo el de Brigadier. Pre-
cedió al ejército de Andalucía en su llegada á Ma-
drid , encargado de misiones importantes; mar-
chó con el mismo ejército al Ebro, ejerciéndolas
funciones de Mayor General, y se distinguió en
la batalla de Tudela el 23 de Noviembre, y en la
hábil retirada que á ella se siguió.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Colocado de nuevo á petición suya al frente-
de su batallón de granaderos provinciales, y man-
dando una de las columnas de vanguardia del
ejército del cent ro , tuvo parte en la gloriosa
acción de Tarancon, en la noche del 24 de Di-
ciembre. Túvola también en la del 13 de Enero
siguiente sobre Uclés, donde á la cabeza de las
tropas de su mando se abrió paso á la bayoneta
por medio de los enemigos, después de haber per-
dido su caballo. Mandando una división de infan-
tería en el ejército reunido sobre Sierra Morena,
ocurrieron las acciones de Mora, de Consue-
gra y Ciudad-Real , sobresaliendo de tal modo
en la ú l t ima , el 26 de Marzo de 1809, que se
grangeó los aplausos del ejército , los del General
en Gefe, y una carta de gracias muy lisongera
del Gobierno.


Confiósele después el mando de la vanguar-
d i a , y posteriormente el de la tercera división,
reuniendo á sus órdenes 8,000 infantes, 1,000
caballos y 8 piezas de artillería. Con estas fuer-
zas y las divisiones de los Brigadieres Vigodet y
Lacy, ganó la batalla de Aranjuez, en 5 de Agos-
to de 1809, por la cual fue promovido á Maris-
cal de Campo. En 11 del mismo mes sostuvo con




GIRÓN. 9


su división los puntos mas empeñados de la de
Almonacid. En la de Ocaña, ocurrida el 19 de
Noviembre del mismo año , perdió un caballo de
bala de cañón, estuvo al frente de dos divisio-
nes , atacó á los enemigos, y consiguió salvar
parte de sus fuerzas y artillería.


Al invadir los franceses las Andalucías, el 20
de Enero de 1810, le tocó defender contra fuer-
zas escesivamente superiores los principales pun-
tos de la línea de Sierra Morena , verificándolo con
habilidad y bizarría. Deshecho nuestro ejército por
el impulso de la invasión enemiga, se dirigió ve-
lozmente á Cádiz, donde el Gobierno le nombró
primer Vocal de la Juota Superior Militar, y en
7 de Marzo siguiente General en Gefe interino
de las tropas reunidas en aquella Isla. Desde allí
pasó en clase de segundo General en gefe al quin-
to ejército de operaciones, mandando nuestras
fuerzas en el segundo sitio de Badajoz.


Su notorio mérito militar le llevó, en clase
de Gefe del Estado Mayor general, del quinto al
sesto ejército, y de este al sétimo, y le propor-
cionó la gloria de acaudillar las tropas españolas
el 28 de Octubre 1811, en la feliz y brillante ac-
ción de Arroyo-Molinos Desde alli pasó á Cas-,




10 PERSONAJES CELEBRES.


tilla y Galicia, y rendida la plaza de Astorga, ere
Agosto de 1812, á lo que contribuyó eficazmente,
siguió al enemigo, y uniéndose el 14, de Setiem-
bre con el ejército aliado á las órdenes de We-
lüugton, continuó con él hasta Burgos, encon-
trándose en el sitio de aquel fuerte, en su le-
vantamiento, y en la penosa retirada del ejército
aliado á la frontera de Portugal, terminada el
15 de Noviembre del propio año.


Resuelta la reunión en un ejército, bajo el ti-
tulo de cuarto de operaciones, de los que habian
llevado los nombres de quinto, sesto y sétimo,
se le confió tan delicado encargo, que desempeñó
dignamente, pues su mérito no se limitaba á di-
rigir hábilmente las operaciones de la campaña,
ni á manejar las tropas en los combates, sino
que se estendia á la difícil, tarea de organizar y
constituir los ejércitos, para lo cual le ayudaban
grandemente sus principios y aspecto caballeres-
cos, su saber y esperiencia, su vigor para el sos-
ten de la disciplina, y el espíritu marcial y los
sentimientos de pundonor y deseo de gloria que
le distinguían. Puesto al frente de una parte de
las fuerzas del citado cuarto ejército, emprendió
en 1813, en combinación con el ejército aliado,




GIRÓN. 11


llevando su izquierda y venciendo mil dificultades,
la gran campaña del Duero y del Ebro, que llevó
á los Franceses desde las fronteras de Portugal
hasta su propio pais. Tocóle por tanto flanquear
todas las posiciones que hubieron de tomar es-
tos sucesivamente , hasta la que ocuparon en
los campos de Vitoria el 21 de Junio de 1813,
donde el movimiento del cuarto ejército sobre el
camino real, que por Guipúzcoa conduce á Fran-
cia , contribuyó á convertir la batalla perdida en
completa derrota, obligando al enemigo á reti-
rarse á Navarra.


Adelantándose luego el mismo ejército sobre
el Vidasoa, tomó parte en los peligros y progresos
de la campaña, y arrojando á los enemigos de
las posiciones que sucesivamente ocupaban, con-
currió con los Ingleses á desalojarlos de Tolosa;
y continuando en su seguimiento tuvo la suerte
y la gloria de espéler á los Franceses del terri-
torio español, al dia 29 del mismo mes.


Destinado posteriormente por el Gobierno al
primer ejército de operaciones, fue nombrado por
Lord Wellington, Generalísimo de las fuerzas alia-
das , para el mando interino del ejército de re-
serva , por enfermedad de su General en Gefe el




12 PEBSONAJES CELEBBES.


Conde del Abisbal; y puesto á su cabeza el t8
de Agosto, le condujo á la victoria en las reñi-
das batallas de 7, 8 y 13 de Octubre sobre la
margen derecha del Vidasoa, y posteriormente
en la de 10 de Noviembre sobre los Pirineos, en
cuyos puntos mas importantes le tocó maniobrar
bajo la inmediata dirección del mismo Welling-
ton. Forzados asi los Franceses á internarse en
su pais, y acantonado en territorio español el ejér-
cito de reserva, entregó Girón el mando de él, en
5 de Diciembre, al General en Gefe propietario,
restablecido ya de sus dolencias.


Ascendido Girón á Teniente General en Mar-
zo de 1814, fue comisionado por el Gobierno el
28 del mismo mes, en calidad de Inspector ge-
neral, para revistar en todos sus ramos los ejér-
citos de operaciones, con cuyo motivo le alcanzó
la paz en Tolosa de Francia. Pasó en seguida de
cuartel á Andalucía; pero con la vuelta de Na-
poleón á Francia, marchó en Marzo de 1815 al
ejército formado en Aragón, con el carácter
de segundo General en Gefe, desde donde regre-
só á su antiguo cuartel á ñnes del propio año,
habiéndose utilizado su laboriosidad al pasar por
Madrid en varios trabajos relativos á la ordenan-




( V I R Ó N . 1 3


za de Milicias y á la orden militar de S. Fernan-
d o , como miembro de las ¡untas que entendían
en estos negocios.


Apoderado desgraciadamente de la voluntad
del Monarca un partido , que hacia gala de fana-
tismo y de ignorancia , no pudo menos de contar
en el número de sus enemigos al ilustre general
Girón, sobradamente pundonoroso y entendido
para alistarse en las banderas de la facción pre-
dominante. Su ilustre cuna , su esmerada educa,
cion, y hasta su noble porte y caballerosos modales,
parecían alejarle de una Corte, en que por lo co-
mún solo hallaban cabida la oscura medianía y la
servil lisonja ; no ostentando siquiera el despotis-
mo de aquella época cierta elevación y grandeza
que le diese brillo y realce , sino mostrándose
bajo todos conceptos ruin y villano. Vióse pues
el general Girón, ya que no crudamente perse-
guido , sujeto á una especie de ostracismo polí-
tico , como otros muchos Españoles de valía. Li-
bre del mando, se dedicó al estudio por vía de
solaz y esparcimiento , cultivando con especial es-
mero las ciencias naturales y las letras humanas,
á que era muy aficionado.


Hallábase en aquel retiro cuando sobrevino la




1 4 P E B S 0 N A J E 8 CK7EBRES.


revolución de 1820, siendo una relevante prueba
del general concepto que merecía, el designarle
la opinión pública para desempeñar el Ministe-
rio de la Guerra , en unos momentos en que en
medio de la alegría del triunfo, y con la falta de
esperiencia , solo se aspiraba de buena fe á con-
ciliar las libertades de la Nación, con los derechos
y prerrogativas del Trono. Fue en efecto nombra-
do Ministro de la Guerra, el 16 de Marzo de 1820,
el general Girón , Marqués ya de las Amarillas,
por fallecimieuto de su padre. Pero poco tarda-
ron en desvanecerse las lisongeras esperanzas que
se habian concebido : ni era posible que el Mo-
narca se sometiese gustoso á las trabas que le im-
ponía una ley proscrita poco antes , y que se le
había presentado para que la jurase clavada en
la punta de una espada ; ni era tampoco probable
que la revolución conservase por mucho tiempo su
primitiva inocencia. « Para colmo de desventu-
ra (*), el impulso lo habia dado el ejército; si
bien la nación toda lo siguió con buena voluntad,
cansada de opresión y mal gobierno, y esperando


(*) Asi se espresa el Sr. D . Francisco Martínez (lela Rosa
en un artículo biográfico sobre el general Girón, publicado
en el t. III de la tercera serie de la Revista de Madrid.




G1K0N. 15


mejorar de suerte bajo unas instituciones que
apenas conocía, pero que se le presentaban co-
mo las mas adecuadas para labrar su futura di-
cha. »


« Fue pues aquella revolución de la peor es-
pecie posible; manifestando desde luego en su
índole y tendencia el origen de que procedía : y
si esta circunstancia agravaba la situación en que
se veia el Gobierno, con escasa defensa en leyes
importantes, aun mayor hubo de ser el conflic-
to y apuro del que estaba especialmente encarga-
do del ramo de la guerra. Acababa de triunfarla
revolución, y tenia en la mano las armas: si se
le quitaban, se creia amenazada; si se le dejaban,
amenazaba el la: no podía desatarse el nudo ; y
fue necesario cortarlo. El ejército de la Isla, tal
como á la sazón se encontraba , emblema á la
par y bandera de revolución , fuerza escéntrica y
perturbadora, era incompatible con todo gobierno:
habia que disolverlo ó declarar permanente á la
rebelión, y dejar desmantelado el trono. El peso
mismo de las cosas, mas fuerte y poderoso que la
voluntad de los hombres, produjo desde luego
aquella crisis, anuncio ya y presagio de las que
habían de sucederse ; por entonces no se entabló




l f i P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


la lucha; pero ya se amagaron de cerca la re -
volución y la monarquía. »


« La entereza que hahia demostrado el gene-
ral Girón, al dictar la orden para la disolución de
aquel ejército, concitó contra él gran número de
enemigos: resentidos unos, quejosos otros , des-
confiados aquellos ; no faltando quien creyese de
buena fé que se habia destruido el postrer baluar-
te de la libertad á que pudiera acogerse en el dia
del peligro; ¡como si en tan flaco y mal seguro apo-
yo pudiera descansar la suerte de un Estado ! » De
todos modos el 18 de Agosto del mismo año de
1820 fue admitida la renuncia que del Ministerio
hizo el Marqués de las Amarillas, conservándolos
honores del Consejo de Estado. El 25 del mis-
mo mes fue nombrado Ingeniero general, y
luego Presidente de la Junta de Inspectores , en
cuyo destino cesó á solicitud suya en 9 de Julio
de 1822. Después de los célebres sucesos de aque-
llos d ias , fue el General Girón una de las víc-
timas perseguidas entonces con mas furia y en-
carnizamiento, sin que sin embargo se atrevieran
á imputarle que estuviese de acuerdo con los que
intentaron en aquel trance restablecer el Gobier-
no absoluto ; sino que le achacaron, sin mas prue-




GIRÓN. 17


has que un rumor vago (*), « que había aconseja-
do al Monarca que se prevaliese del esperado triun-
fo para reformar la Constitución , robusteciendo
la potestad regia, y estableciendo cierto contrape-
so y equilibrio con la formación de dos Cámaras.
Desde entonces acá han trascurrido años ; se han
amontonado sucesos; hánse atropellado los hom-
bres á impulsos de la revolución; su curso mismo
ha aclarado hechos inciertos al principio ó du-
dosos; y de cuantas acusaciones y calumnias se
forjaron en aquella época, apenas habrá una que
no se halle desvanecida. Ni los tiempos ni las cir-
cunstancias consentían por entonces un partido
conciliador, que se interpusiese como tal entre
los dos partidos estreñios, tan enconados y tan
ciegos, que le hubieran oprimido hasta ahogarle.
Ks natural que ya hubiese quien estuviera ínti-
mamente convencido de que aquella Constitución
era impracticable; pero no apareció la menor prue-
ba ni indicio de que un partido político, digno
de este nombre , abrigase el pensamiento de re-
formarla, y se mezclase en la trama con este de-
signio. Y cuenta que, si lo hubiera intentado y


C ) lil mismo Sr. Martínez de la Rosa en el artículo an-
tes citado.




18 PERSONAJES CELEBRES.


conseguido, habría hecho un servicio señalado a
su patr ia , evitando al Monarca muchos peligros
y zozobras, y á la revolución muchos sustos y
mengua.»


El general Girón esperimentó en aquella época
mil vejaciones por medios distintos, y ninguno
de ellos noble ; ya se le trasladaba de una provin-
cia á o t ra , y ya se le mandaba ir a residir á una
de las Islas adyacentes; de modo que señalado
como sospechoso por la mano misma del Gobierno,
y después de verse mas de una vez amenazado en
los inquietos pueblos, tuvo que refugiarse á Gi-
braltar , buscando un asilo mientras pasaba lo mas
recio de la tormenta.


A poco tiempo espiraba la revolución en la
Isla gaditana, después de haber desafiado á la
Europa. El partido que entonces triunfó con el
apoyo poco honroso de armas estraugeras, se mos-
tró desde luego mas intolerante y perseguidor que
el que acababa de ser vencido; persiguió á los
mismos á quienes había perseguido la revolución
como afectos al Monarca y á un régimen templado.


Al general Girón se le obligó á salir de Sevilla,
al propio tiempo que entraba en ella Fernando VII,
de modo que se halló proscrito á nombre del Rey




Ü 1 U 0 S . 19


cuando se apellidaba ya libre, asi contó lo había
estado pocos meses antes cuando aquel Príncipe
se suponía cautivo. Habiendo regresado á Sevilla
pudo dedicarse nuevamente al estudio , y en Di-
ciembre de 1826 fue declarado protector de la
Compañía del Guadalquivir, y del camino que de
Sanlucar debia conducir al Puerto de Santa Maria.


Asi pasaba tranquilamente sus dias , aumen-
tándose el aprecio del público hacia é l , en propor-
ción al estraño desvio que la Corte le mostraba,
hasta que en Octubre de 1832 fue nombrado Ca-
pitán General de Granada , y de Andalucía en 6
de Diciembre siguiente. Habia ya en aquella época
lucido para la Nación una nueva era, desde el
momento en que apareció en el suelo español la
augusta Esppsa del Rey , Doña Cristina de Bor-
bon. El nacimiento de la heredera de la Corona,
la grave enfermedad del Rey , y el benéfico in-
flujo de su escelsa Esposa desde el momento en
que empuñó interinamente el timón del Estado.!
cambiaron como por encanto la faz política de la
monarquía. No fue Girón de los qu,e menos con-
tribuyeron á aquel saludable cambio, y es cosa
digna de notarse, que el mismo Fernando VH,
que mantenía á un subdito ta.n fiel separado de




20 P E R S O N A J E S CELEBRES.


la Corte y en una especie de honroso destierro, al
ver aproximarse el fin de sus días , vio ilumina-
da su mente como Rey , por los afectos de su
corazón como padre, y dispuso en su testamen-
to que fuese uno de los que debían componer el
Consejo de Gobierna, durante la menor edad de
su Hija, y la crisis que preveía, el mismo gene-
ral Girón, el cual en Octubre de 1833, con mo-
tivo de la muerte del Monarca , fue llamado á
Madrid para ocupar el puesto por él designado
en el Consejo de Gobierno. En sus arduas tareas
mostró el General Girón suma lealtad y celo, y
dio solemnes testimonios de su instrucción eu
materias políticas y administrativas.


Publicado el Estatuto Real, fue elegido Girón
Procer del Reino, y Presidente después de aquel
Estamento, mereciendo en 6 de Junio de 1835 ser
elevado á la dignidad de Grande de España de
primera clase, con el titulo de Duque de Ahu-
mada. Durante la primera época de la guerra
civil prestó el Duque señalados servicios, así en
el Consejo eomo en el Estamento de Proceres;
y en Junio de 1835 volvió á desempeñar por un
momento el ministerio de la Guerra, menos eomo
quien sube por ambición á una dignidad encnm-




GIRÓN. 21


hrada, que como aquel que acepta por pundonor
un puesto de peligro. La revolacion habia toma-
do ya tal empuje, que era cada dia mas difícil
contenerla, y en uno de sus agitados vaivenes
dio en tierra con aquél ministerio, principiando
entonces la no interrumpida cadena de rebeliones
y atentados, qué tantos y tan graves males han
causado ; á la KacKm.


Destruida después en una noche, y por una
soldadesca subtevafla, en la Granja,* la ley polí-
tiea vigente, y con ella el Consejo de Gobierno
y uno y otro Estamento, volvió el Duque á la
vida privada; y deseoso de alejarse del bullieio
dé la revolución, aprovechó aquella tregua para
pasar al reino de Franeia , con intento no solo
de espaciar su ánimo, tan afectado por los males
en que te ta envuelta su patria, sino también
para acrecentar el caudal de sus conocimientos.
Permaneció allí poco t iempo, procurando resta-
blecer Su Salud ya quebrantada, mas por los pe-
sares del alma que por los padecimientos del cuer-
po; de tal modo, que al restituirse á su pa t r i a rá
duras penas llegó á avistar los muros de Cádiz
poco mébos que muerto.


Terminada por decirlo asi la vida pública del




22 PERSONAJES CELEBRES.


Duque de Ahumada, anhelaba permanecer en
Cádiz el resto de su vida, y el Gobierno le otor-
gó en efecto amplio permiso para que pudiese sa-
tisfacer tan modesto deseo. Pero tardó poco en
predominar en España un poder suspicaz y re-
celoso, que no consentia émulos ni rivales, y se
intimó al Duque la orden de trasladarse inme-
diatamente á la Corte. Ni su gerarquia, ni su
edad, ni sus prendas y dilatados servicios, ni el
triste estado de su salud, fueron bastantes para
mitigar el acerbo mandato, ó retardar por lo me-
nos su cumplimiento; y repetido una vez y otra
con rigoroso apremio, hubo al fin de ponerse en
camino el venerable anciano, en medio del in-
vierno, y afligido por una tenacísima dolencia.


Entregado á la vida privada, y como si no fue-
sen bastantes para perpetuar su memoria sus emi-
nentes cualidades de soldado, general y hombre
de Estado; como sino bastaran á la ilustración
de su nombre los títulos de Duque de Ahumada,
Grande de España de primera clase, Teniente
General de los ejércitos, Gran Cruz de la Real
y distinguida orden española de'Carlos III , y de
las militares de S. Fernando y S. Hermene-
gildo , y condecorado con varias de distinción




GIRÓN. 23


Consejero de Estado, individuo de la Maestranza
de caballería de Ronda, de la Academia de No-
bles Artes de S. Fernando, de la de Buenas Le-
tras de Sevilla, y de varias Sociedades de Amigos
del Pais; cual si no bastaran, repetimos, al lustre
de su nombre tantos títulos distinguidos, añadía
á ellos las inestimables cualidades de su vida
interior, y su constante anhelo y amor al saber.


Aprovechóse de los conocimientos clásicos que
podían adquirirse en España con solidez, y al
propio tiempo de los progresos que fuera de ella
hacían la mayor parte do los conocimientos hu-
manos , y señaladamente los de mas inmediata
aplicación. Asi fue que cultivó ellatin y el grie-
g o , y poseyó el francés y el inglés; siendo tal
su afición á la literatura que con ella gozó algu-
nos placeres en medio de sus contratiempos y de
los últimos años de su penosa existencia. Fue
también muy aplicado á las ciencias naturales,
asistiendo con la puntualidad de un alumno á
las cátedras de Mineralogía, Zoología, Botánica,
Agricultura etc., asi en España como en el es-
trangero. Los varios manuscritos que sobre estas
ciencias ha dejado, á la par de otros mas graves
relativos, á las ciencias de la guerra, á la


O
/




2 4 PERSONAJES CELEBRES.


historia de la de nuestra independencia, y á la
economía pública, prueban claramente lo vasto
de su instrucción, y el partido que supo sacar
tanto de la ociosidad á que le condenó en varias
ocasiones el influjo de la política, como de la
esperiencia costosamente adquirida en la agita-
ción de los negocios. ,


El último periodo de su vida fue solo un con-
tinuo padecimiento. Si tendía la vista sobre su
pais no veia mas que males públicos y privados,
esperanzas desvanecidas , desengaños amargos,
perjurios, alevosías, traiciones y escándalos; y si
se limitaba á su propia persona, veia corroída su
vida por el agudísimo tormento de un cáncer
voraz en la lengua. Solo la Religión podía inspi-
rarle serenidad y firmeza para sobrellevar la ter-
rible operación á que se sujetó, y de la cual
salió aliviado por algún tiempo. Pero reproduci-
do después aquel mal devorador, y siendo ya
inútiles todos los recursos del ar te , terminó su
carrera el 17 de Mayo de 1842, á los 64 años
cumplidos de edad, dejando un profundo dolor
en el rovazon de cuantos conocían sus virtudes,
y apreciaban en él las nobles cualidades de ca-
ballero que tanto le distinguían.








C A R L O S X,
REY DE FRANCIA.


ft fri


« Si no condeno su vida como Rey,
cargo con el enojo de todos los adver-
sarios de los Reyes ; si encuentro la
causa de su caída en los estravios de
sus consejeros, soy el blanco de la
enemistad de sus partidarios ; si el
a b i s m ó s e abrió al rededor del Trono
por manos enemigas, los hombres no
me perdonarán el revelar el mal que
h i c i eron; y si lodos precipitaron su
i 'uina, todos serán mis contrarios.»


P . I . P A C E S (de L'Arriege) Diccio-
nario de la Conversación.


«Fácil es juzgar á Carlos X como Príncipe
ó eomo ciudadano; pero presenta mas graves di-
ficultades Carlos Rey, por que es el hombre del
trono y del destierro, y con él se han de juzgar
la púrpura y las miserias de los Reyes. Encamí-
nase hacia la primera proscripción, cuando los
Borbones suben al cadalso ; y vuelve á la segunda,




2 PERSONAJES CELEBRES.


cuando otros Borbones suben al trono. Con él es
preciso juzgar también á las revoluciones de 1789 y
1830; y el fallo se ha de pronunciar en presencia
de todos los amigos de la libertad, poco dispuestos
á tomar en cuenta los embarazos del poder : y se
ha de pronunciar el fallo en presencia de los
amigos del poder coronado, que por una funesta
previsión parece que exijen la injusticia contra
el Rey cuya corona rompieron : y debe pronun-
ciarse el fallo en presencia de una familia real
que bebs en la amarga copa del destierro » Asi se
espresa el ilustrado escritor que firma el epígrafe
que hemos adoptado; sus mismas pa'abras ma-
nifiestan cuan difícil es al biógrafo, reducido á la
sencilla narración de los hechos , el formar y ma-
nifestar un juicio sobre ellos; juicio que pertenece
mas bien á la historia, y que cualquiera que fuese,
no podria circunscribirse á los estrechos límites
en que debemos encerrarnos.


Carlos Felipe nació en Versailles, el 9 de Oc-
tubre de 1757. Casóse en 16 de Noviembre dé
1773 con María Teresa de Sajonia , que murió en
Inglaterra en 2 de Junio de 1805 , y tuvo de ella
al Duque de Angulema y al de Berri. Eutró en el
mundo cuando subió al trono Luis XVI; educa-




CABLOS X. 3


do este según los principios religiosos de la se-
nectud de Luis XIV , el Conde de Provenza
(Luis XVIII) se había dejado seducir por la filoso-
fía innovadora del siglo X V I I I ; y el Conde de
Artois, mas desgraciado, habia sido avezado por
sus maestros á las brillantes orgias de la regencia,
y al oscuro libertinage de la vejez de Luis XV.
Sus nobles modales , su porte de Príncipe, su ga-
lantería con todas las mugeres , hacían revivir en
él al anciano Rey; y el joven Príncipe, esclavo de
la educación primera, que pesa como una fatali-
dad sobre toda la vida del hombre , presentaba el
espectáculo de una corrupción que contrastaba
con la regularidad religiosa del Rey, el filosófico
retiro de Monsieur, y la hipocresía de una par-
te de la Corte. Su ligereza , embellecida con sus
gracias, su amenidad, sus triunfos sobre los cor-
rompidos despojos de la Corte de Luis X V , eger-
cieron una influencia funesta en el espíritu dé la
joven Re ina , cuya crédula bondad consideraba
sin peligro la ligereza, y para quien era una ne-
cesidad esclusiva el deseo de agradar.


El Príncipe que representaba una época añeja,
no halló simpatías en la nación; ni disculpaba su
juventud el perpetuar una corrupción vergonzosa




4 PERSONAJES CELEBRES.


para la Francia , que perjudicaba á la dignidad
del trono, y servia de pretesto para las declama-
ciones que los agitadores del pueblo fulminaban
contra la Corte. Pero aquellos escándalos dura-
ron poco: sobrevino la revolución, sonó la se-
ñal de alarma para el pueblo , se asombró el tro-
no ; y preciso es decirlo , aunque la vida privada
del Conde de Artois le hacia poco á propósito
para la pública , hubo sin embargo valor en el
joven Príncipe en declararse enemigo de toda
innovación , en medio de una conflagración ge-
neral. Elegido presidente de la Comisión de la
Asamblea de los Notables, que se atrevió á lla-
marse Comisión de los Francos, se encontró
frente á frente desde el principio de la lucha , con
Lafayette, que era era uno de sus individuos, y
ambos los dos hombres que habían de defender con
mas constancia y honor los dos principios opues-
tos de la revolución. |Estraiio misterio de la provi-
dencia! Cuarenta años después, Carlos X salió
para su destierro, sin (¡uese desenvainase una es-
pada aristocrática para proteger al mas antiguo
y augusto defensor de la aristocracia ; y Lafayet-
te murió en el retiro , sin que el ilustre protec-
tor del pueblo espítase una honrosa simpatía en




CARLOS X . 5


tos plebeyos á quienes acababa de entregar al po-
der. La religiosa estabilidad de principios , tan
poco común en las revoluciones, habia inspira-
do á estos dos hombres un reciproco aprecio.
Lafayette hablaba con suma moderación de Car-
los X , y este deciade él «Es preciso respetarle;
solo conozco á dos hombres de bien políticos,
el Marqués de Lafayette y yo. Siempre opues-
tos el uno al o t r o , hemos sido siempre fieles
á nuestra conciencia y á nuestros principios »
Por desgracia el Príncipe habia dado prendas á
la impopularidad , que se aumentó cuando tuvo
el imprudente valor de defender la administración
de Calonne , se convirtió en conmoción cuando
hizo registrar el edicto del timbre y del impuesto
territorial, y amenazó su existencia cuando sa-
lió del tribunal des Aides. Solo se presentó en
la Asamblea de los Estados Generales el 14 de
Julio, y su aire de tristeza y aflicción promovió ¡os
clamores de los agitadores del pueblo.


El Conde de Artoís y los Príncipes de la casa
de Conde, irritados por el peligro, y seducidos
por la caballeresca idea de restituir todo su poder
al trouo , resolvieron abandonar á su patria. lu-
ciéronse los preparativos para su partida , y la




6 PERSONAJES CELEBRES.


familia de los Borbones se reunió en la noche del
16 de Ju l io , para no volverse á ver Creia el
Conde de Artois que la emigración reuniría en
la frontera la nobleza francesa , la cual iría pron-
to á apaciguar con mano armada los tumultos y
revueltas de la Francia; no preveyendo que lo que
ellos llamaban una conmoción, era una revolución.
Desde aquel momento se proclamó la necesidad
caballeresca de la emigración. El Conde de Artois
pasó á Mantua á implorar el auxilio del Emperador
Leopoldo; á Worms para promover la deserción
de los oficiales franceses; á Bruselas para unir
á su causa la de la Archiduquesa Mar/a Cristina;
y después de un viage á Viena, se reunió con el
Emperador y el Rey de Prusia en Pilni tz, donde
se convino en la primera coalición. La Asamblea
nacional mandó, y el Rey ordenó después de acep-
tada la Constitución, que el Conde de Artois regresa-
se á Francia; pero este contestó: «Fiel á mi deber
y á las leyes del honor , no obedeceré á órdenes
arrancadas evidentemente por la violencia. He
manifestado á V. M. los sentimientos y los prin-
cipios, de los cuales jamás me apar taré , y rnli-
fico ahora mi juramento. » Semejantes resolucio-
nes pueden desaprobarse por anti-populares ; pero




CARLOS X. 7


cuando las inspira la conciencia, cuando se ma-
nifiestan con tal lealtad, aun la misma crítica
no puede menos de admirarlas.


Aumentábanse la emigración , y los preparati-
vos de guerra , y la Asamblea legislativa decretó
la acusación del Principe y la confiscación de sus
bienes. Cuando la invasión en la Champagne, tu-
vo el Priucipe la desgracia de mandar una parte
de los emigrados contra los Franceses. Después
del triste fin de Luis XVI, el Conde de Provenza
se atribuyó la regencia, y nombró á su hermano
el Conde de Artois , Lugar Teniente General del
reino. Marchó entonces el Principe á Petersbur-
go: Catalina II le ofreció tropas; pero el Minis-
terio inglés incierto de la mayoría , y temiendo los
tempestuosos debates del Parlamento , se negó á
trasportarlas á la Vandea. Insurreccionado com-
pletamente aquel pais, el Príncipe, protegido por
una escuadra inglesa, arribó á la isla Dieu: reani-
mó el ardor de los Vandeanos, y el Comodoro
inglés no le comunicó la orden que habia recibido
de retirarse con su escuadra, sino para dejarle
que fuese espectador del desastre de Quiberon.


Proclamado el Imperio, apagada la guerra
civil, restablecido el orden, y habiendo sucumbido




8 PEBSONAJES CELEBRES.


la Vandea, fue aquella la época de reconciliación
del Conde de Artois con el Duque deOrleans (*).
Parecía que la desgracia estrechaba los vínculos de
familia que había debilitado la Regencia, y que la
revolución habia roto. Presentáronse juntos en la
Corte de San James , y el Príncipe permaneció
hasta 1813 con el Conde de Provenza en el retiro
de Hartwell, dejándolo solo para hacer un viaje
á Suecia, desde donde publicó su protesta contra
el establecimiento del Imperio; desmintiendo la
legitimidad , la conquista confesada por la gloria
y por la Europa.


Llegaron al fin Ja guerra y los desastres de
Moscou : llegó la hora fatal del Imperio, amane-
ció el dia de los Borbones, dia que ellos consi-
deraron feliz sin duda. Llegó el Conde de Artois
á Basilea y siguió hasta Vasoul; pero en vista de
las representaciones de Francisco I I , los Soberanos
aliados detuvieron su marcha. Solo cuando la polí-
tica del Emperador de Austria creyó deber aban"
donar el Rey de Roma á los aliados , como habia
abandonado á los verdugos á María Antonia , solo
entonces fue sino evidente, á lo menos posible y


i*) Véase la biografía de Luis Felipe 1 .1. ni.




CARLOS X . 9


probable, el restablecimiento de los Bcrbones. En-
tonces penetró en Francia el Conde de Artois, y
llegó á París , donde fue acogido con aclamacio-
nes que nada prueban , ya fuese por el cansancio
de un gobierno militar, ó ya por la esperanza de
un porvenir mas dichoso. El Príncipe en medio
de aquel entusiasmo esclamó: «i No baya mas
disensiones, la paz y la Francia: nada se ha mu-
dado, solo hay m francés mas!» El Senado con-
firió el gobierno provisional á Monsieur , mien-
tras Luis XVIII aceptaba la Constitución. Mon-
sieur eludió la imposición de una Carta que le
presentaba un Senado envilecido por su larga ser-
vilidad, y se limitó á contestar: «El Rey reconoce
el Gobierno representativo; la concesión de los
impuestos será l ibre , la libertad política é indivi-
dual quedarán aseguradas, se respetará la de la
imprenta, se garantirá la libertad de cul tos , las
propiedades serán inviolables, los ministros res-
ponsables, los jueces inamovibles, la deuda pú-
blica garautida , las pensiones, grados y honores
militares serán conservados, así como la anti-
gua y la nueva nobleza; subsistirá la Legión de
Honor , y todos los Franceses podran aspirar á
todos los empleos: » prometió por úl t imo: «el




10 PEBSONAJES CELEBHES.


olvido délos votos y opiniones, y la irrevoeabi-
lidad de la venta de los bienes nacionales. » Des-
pués de dar gracias á la Cámara de los Diputados
por su valor en protestar contra la opresión que
pesaba sobre la Francia, creyó que debia ceder
á consejos siniestros, y nombrar comisarios que
fuerana los Departamentos para recordar la exis-
tencia de los Borbones, y reanimar el celo realis-
ta. En vano les habia dicho estas notables pa-
labras : «Llevad al pueblo la esperanza y traed
al Rey la verdad. » Aquellos ministros de paz se
convirtieron en campeones de todas las pasiones
rencorosas é interesadas, y tuvo que mandarlos
retirar.


Por una desgracia, hija déla conquista y an-
teriores compromisos, firmó el tratado que encer-
raba la Francia en sus límites de 1792 ; redujo el
número de buques de guerra; licenció el ejército,
é hizo enarbolar la escarapela blanca del realismo,
sin pensar que los tres colores adoptados por la na-
ción francesa , habían sido la bandera de su glo-
ria, y podían llegar á ser la enseña de la rebe-
lión.


El Conde de Artois no era ya entonces el hom-
bre de una juventud tempestuosa y de voluptuosas




CARLOS X. I t


pasiones; tenia ya los hábitos de la vejez, y su
razou, poco ejercitada, se había dejado conducir
por algunos sacerdotes, á una superstición sin lu-
ces, pero sin hipocresía también; creía con toda la
sinceridad de su alma ; creia cuanto le decian que
debia creer ; y su vida, que principió como la ju-
ventud de Luis X V , debia concluir como la vejez
de Luis XIV.


Presentóse entonces Luis XVI I I ; tomaron las
cosas un carácter político, y principió la restau-
ración , sin que hubiera concluido la revolución.
Después de la restauración de la dinastía, se ensaya-
ba ya el restablecimiento del antiguo régimen , y
solo se vacilaba en el camino que se debia seguir.
Pero Napoleón desde la Isla de Elba vio el disgusto
que causaba en muchos el reinado de los Borbones,
y realizó la atrevida empresa de desembarcar en
Cannes con algunos centenares de soldados, para
destronar á un Rey de treinta millones de almas.
¡ Lo que la Euroqa entera no pudo conseguir con-*
tra é l , sino después de quince años de lucha , lo
ejecutó él contra los Borbones en diez y nueve días,
sin que se presentase un solo regimiento para re-
chazarle ! Monsieur partió apresuradamente para
Lion , pero se vio precisado á regresar á París,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


acompañado de un solo gendarme , á quien Napo-
león, que sabia que su oficio de Rey le comprometía
á remunerar los servicios hechos á los Reyes, hizo
dar la cruz de la Legión de Honor.


Impotentes los Borbones para resistir, salieron
de París para Gante, la noche del 20 de Marzo, y
siendo el Conde de Artois el último en verificarlo á
la cabeza de la servidumbre militar del Rey , tuvo
el pesar de ser testigo de las muchas defecciones
que hubo durante el camino. Después de la batalla
de Waterloo volvió el Principe á Par ís , presidió el
Colegio Electoral del Departamento del Sena, y la
primera comisión de la Cámara de los Pares. Ha-
biéndose propuesto en dicha Cámara por el Duque
de Fitz-James un voto de gracias al Duque de An-
gulema , por su conducta en el Mediodía, se opuso
el Conde de Artois al honor que quería hacerse á
su hi jo , diciendo: « ¡Príncipe francés, el Duque
de Angulema puede acaso olvidar que tuvo que


comba t i r contra franceses ! ¡Cuan sensible ha sido
para su corazón esta cruel necesidad ! Permitidme,
Señores, que rehuse para mi hijo una acción de gra-
cias adquirida por este título. « Lección sublime
que deberían tener muy presente cuantos en las
guerras civiles hacen servir para su particular pro-




CARLOS X. 13


veclio, los triunfos adquiridos á costa de la sangre
de sus hermanos.


Desde aquel momento abandonó el Conde de
Artois la escena política, y basta la muerte de
Luis XVIII, vivió en medio de su corte solitaria del
pavellon Marsan. Alli renovó , bajo muchos aspec-
tos , la cabala de Jacobo II , que perturbó el reina-
do de su hermano, y acabó por perderle á el mismo.
Era un sistema religioso que separándose de las
libertades de la iglesia galicana , parecía querer
restablecer la autocracia papal ;era un sistema po-
lítico , que separándose de las libertades del reino,
parecía querer restablecer el absolutismo monár-
quico. Los Jesuítas espantaban la conciencia del
Príncipe, y turbaban el reino con misiones políticas
bajo un disfraz religioso. El poder sacerdotal ame-
nazaba el orden social. Era un sistema monárqui-
co , compuesto de añejas tradiciones, soñado por
aquellos cortesanos viejos , que desdeñados por
todos los partidos, se vanagloriaban de una fidelidad
que nadie había intentado corromper. LuisXVIII,
espantado de aquella tendencia , decia á sus
amigos; « Mi hermano no morirá en el trono.»
Sin embargo , al advenimiento de Carlos X parecía
que el Rey habia olvidado al pretendiente ; parecía




14 PERSONAJES CELEBRES.


que lo había olvidado todo, desde el cadalso de su
hermano , hasta el asesinato de su hijo el Duque de
Berri : « No mas bayonetas, » decia al entregarse
á las oleadas del pueblo que se agolpaba en la Bar-
rera de la Estrella : « No mas censura, » decia al
romper las trabas de la imprenta; cual si estuviera
sediento de la popularidad real, que se apresura á
conocer las quejas y los deseos del pais. Pero al mo-
mento apareció al lado del Rey popular el cristiano
timorato. Así fue, que desde entonces se formaron
en la corte dos partidos ; el uno quería dominar al
Rey por la conciencia , y al Estado por el Rey ; y el
otro quería al Rey por la Carta, y á las Cámaras por
la corrupción. Igual división se manifestó en el
sacerdocio y la nobleza. Establecióse una oposi-
ción donde no debia es tar , y los hombres que de
este modo hostilizaban , se veian colmados de cari-
cias, de condecoraciones, de empleos y con mil mi-
llones de indemnización. Iguales disensiones estalla-
ron entre el clero, y todo fue entonces oposición.


Los partidos que atacan no firman un contrato
de unión ; ausiliaresuuos de otros, combaten jun-
tos durante el peligro, y luchan entre si después
de la victoria. Aquella liga obligó á Carlos X á
cometer cuantas faltas cometió ; y si sin duda por




CABLOS X. 15


su propia voluntad hubiera cometido otras , no hu-
bieran sido aquellas. Cuando Carlos X fue consa-
g rado , habia jurado la Carta á pesar de las conti-
nuas , sordas y violentas intrigas de que se veia
acosado. Por desgracia, no tardó el Rey en verse
entre dos escollos; los unos que querian destruir
la libertad en provecho de la monarquía, y los otros
que intentaban derribar á esta en beneficio de la
libertad. El mal empeoraba cada dia , y la corte
precisada á faltar á sus principios, buscaba un mi-
nisterio nuevo. Si el Rey hubiera tomado á sus mi-
nistros de la verdadera oposición parlamentaria, se
salvaba; pero faltaban las miras elevadas y el valor,
y se tomó un ministerio de transición. Aquella du-
dosa medida nada aprovechó al Rey de quien se
desconfiaba , y asi fue que el ministerio Martignac,
al caer , dejó al trono mas debilitado y mas recelo-
so de la libertad. ?ero subsistía la Carta , y contra
aquel escollo debían estrellarse las tentativas minis-
teriales, y todas las intrigas y ambiciones. Allí de-
bían naufragar igualmente los escesos de la opi-
nión absolutista, y la violencia de la opinión ra-
dical. El Rey debió haber visto, que el horror á la
contra-revolución daba mas amigos á la libertad,
que adversarios le habian suscitado los horrores de




16 PERSONAJES CELEBRES.


la revolución. La Carla era inatacable, y solo ei
R e y , abusando del artículo 14, por una teme-
raria obcecación, podía romper con sus propias
manos la única tabla de su salvación.


Preciso es hacer justicia al ministerio Polignac;
él mismo retrocedió ante el abismo que estaba
abriendo á la libertad, y en el que fue á perderse la
monarquía. No prescindió de las ideas parlamenta-
rias, sino cuando no podia contar ya con la corrup-
ción del Parlamento. Solo entonces fue cuando
ensayó el matar la Carta con la Carta; espantábase
de los doscientos veinte y uno , pero á quien debia
temer era al sistema representativo en sí mismo.
Las elecciones volvieron á la Cámara á los hombres
que el ministerio quería alejar. Entonces hubo
riesgo para el ministerio, pero no para el trono;
pues si bien deseaban el mando los doscientos vein-
te y u n o , respetaban á la corona. Mr. de Polignac,
que temia á las Cámaras , habia querido colocar el
poder fuera de el las; quiso rodear de gloria al tro-
no, y resolvió la toma de Argel. La conquista era
difícil, pero el mariscal Bourmont se apoderó de
aquella capital y de los dominios de la Regencia.
La empresa no se limitaba á un acto de orgullosa
justicia, en cuyo caso los Berberiscos estaban humi-




CARLOS X. 17


l iados, y la Francia no soportaba los gastos de la
guerra, cubiertos con los tesoros de la Casamba;
pero Carlos X teDia mas estensas miras, y su pensa-
miento fue conservar la conquista. Ya no era sufi-
ciente en el actual estado de la civilización, el pe-
dir cuenta á unos piratas de un robo ó de una
insolencia ; era preciso para la seguridad del co •
mercio, arruinar la mas antigua y temible gua-
rida de la piratería. Apenas se traslució el in-
tento de conservar la Regencia , apresuróse la
Inglaterra á pedir esplicaciones por medio de una
nota altanera , que encubría mal su temor y su
embarazo: Carlos X escribió al margen de aque-
lla nota . « La Francia ha tomado á Argel, no con-
sultando mas que su dignidad ; para conservarlo ó
devolverlo, no consultaré mas que su interés. »


El golpe que derribó al Bey de Argel debia per-
der también al Rey de Francia. El vencedor iba á
seguir al vencido. Kl orgullo de la victoria engrió
de tal modo al ministerio , que creyó vencida
la libertad en las playas africanas, y desde enton-
ces pareció posible- y aun fácil eL éxito de los de-
cretos. La tentativa contra-revolucionaria tenia á
su favor á todas las potencias de Europa. El con-
tinente entero, menos los wighs de Inglaterra, los


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


liberales de Francia, y los patriotas diseminados
en los diversos imperios, aplaudió la medida de
rigor que debia acabar con la libertad , y dar á
todas las aristocracias la seguridad de la servi-
dumbre. Los partidos no acabarán nunca de com-
prender, que jamás se hace sino lo que quieren los
pueblos, pues nadie puede hacer lo que todos
rehusan. Así fue que el ejército con el que se con-
taba , se negóá servir al poder contra la libertad;
los Reyes rehusaron servir al trono contra la revo-
lución , y Carlos X se encontró solo y desaperci-
bido. Nada diremos del sofisma que se servia del
artículo 14 para destruir toda la Carta. El golpe
de Estado del 26 de Julio debia perderlo todo ,
porque era un atentado del trono contra la Fran-
cia. El suceso sin embargo sorprendió á todos, pues
no había una sola cabeza que concibiese aquella
audacia y semejante peligro. Los fatales decretos
íueron como un rayo , y el pueblo resonó también
como el trueno en las plazas públicas. El descon-
tento promovió una sublevación , la sublevación
un motín , y el motín una revolución. Pesaba la
fatalidad sobre los Borbones. Polignac no tenia
cabeza paragolpes de Es tado, y Marmont no era
un brazo para la guerra civil ; con el retumbar




GARLOS X. 19


del cañón de Argel, creían hacer lo que eran in-
capaces de hacer por si mismos. Y mientras el
estampido del cañón anunciaba aquel triunfo á
la tierra, y el Te Deum al cielo , el pueblo tuvo
valor para batirse , habilidad para vencer, y ge-
nerosidad para ceder la victoria á los que no
habian combatido. ¡ Todos victoreaban la Carta!
¡ Todos sentían igual necesidad de las garantías que
dá una Constitución ! y cuando los hombres que
nada tienen que perder sienten la universal ne-
cesidad de aquellas leyes, por las cuales todo, se
conserva, puede asegurarse que el pais ha llegado
á un alto grado de civilización.


é Habian rehusado en efecto los ministros el
firmar los decretos ? ¡ Qué importa ! Un ministro
ó aprueba ó se retira, y á los que se atreven á
comprometer á su Rey y á su pais por conser-
var su cartera, no encontramos epítetos con que
calificarlos. No faltan por desgracia entre nos-
otros ejemplos de tan criminal proceder.


Los miembros de la Real Familia ignoraban
completamente el golpe de Estado , y Carlos X,
fascinado hacia mucho tiempo por los absolutistas,
creia fácil el golpe y seguro el éxito. Nada se alteró
en Saint Cloud , y siguieron invariables durante t :


O




20 PERSONAJES CELEBRES.


la batalla que decidía de un reino, las reglas
de la etiqueta y la distribución de horas. Preciso
es añadir, para no faltar á la verdad, q u e M r . d e
Polignac, al dar cuenta al Rey de la entre-
vista que acababa de tener el Mariscal Marmont
con MM. Mauguin, Laf'íitte, (*) y Berard, insis-
tía en la necesidad , pero no en la urgencia de
entrar en tratos con la insurrección. Indicaba
como base preliminar el re t i rar los decretos, la
deposición del minister io, y la cesación de las
hostilidades. El Mariscal aprobó las medidas pro-
puestas por el Ministro ; pero tuvo la impruden-
cia de añadir que no corrian prisa, que ocupaba
puntos inespugnables, que confiaba en la victo-
r i a , y que respondía de la resistencia. Aquella
esperanza decidió de la suerte de los Borbones,
pues se adormecieron con tan funesta seguridad.


Al día siguiente todo había empeorado , todo
se habia perdido para ellos , y cuando quisieron
volver á entablar las proposiciones de la noche
anterior, se les contestó : «Ya es tarde.» Los Bor-
bones no se presentaron al frente del ejército.
Carlos se retiró á Rambouillet con su serviduui-


(*) Véase su biografía , t. II.




GARLOS X . 21


bre militar y los soldados que le quedaban. Los
cortesanos no acudieron á aquel palacio , á cuyas
puertas habia llamado la desgracia , y cuyos um-
brales habían ellos abandonado. Allí podía el Rey
defenderse a u n , reunir sus parciales, espantar á
sus enemigos públicos, é imponer á los ocultos. El
pueblo de París , exaltado con la victoria, le per.
siguió en su retirada con tal precipitación y desor-
den , que hubiera bastado la artillería y la caba-
llería para esterminar aquellas masas informes. El
Príncipe podía tal vez vencer, y no supo ó no
quiso pelear; si lo últ imo, luvo sin duda la vir-
tuosa mira de no envolver á su reino en una guer-
ra civil; ejemplo seguido después con notable dig-
nidad por la Reina Gobernadora de España ; ejem -
píos sublimes que solo pueden dejar de imitar los
que habiendo usurpado el poder, por medio de la
traición, á su conservación y á su orgullo sacri-
fican los intereses del pueblo y la tranquilidad de
las Naciones. Nosotros acabamos de ver una mani-
fiesta prueba del diferente proceder y sentimientos
que existen entre la legitimidad y la usurpación.
Aquella lo sacrifica todo por no causar disturbios y
nuevas desgracias á sus pueblos, y esta los destru-
ye por conservar un poder que la Nación rechaza.




22 PERSONAJES CELEBRES


De todos modos, el ejército abandonó á Car-
los X , el cual habiéndose quedado solo, apareció
con aquella virtud que ha distinguido siempre á
los Borbones, y con una resignación realzada y
embellecida por la religión. El Bey abdicó ; abdicó
el Delfín , y el Duque de Burdeos tomó el título de
Enrique V. Las Cámaras ni leyeron siquiera aque-
llas tardías abdicaciones, y declararon vacante
el trono. Carlos fue acompañado hasta la fronte-
ra por los comisionados al efecto , y por do quie-
ra se le guardaron las mayores consideraciones:
pero el desdichado no halló simpatías en parte al-
guna. Napoleón en su viaje á la Isla de Elba
vio á lo menos de vez en cuando, brillar una la-
grima de despedida en los ojos de un soldado.


Asi principió la tercer vida de destierro de Car-
los X : retiróse á Inglaterra , y habitó el pala-
cio de Holyrood, célebre también por las des-
gracias de otra testa coronada. Olvidó el cetro
sin olvidar la Francia, y reconcentró sus afectos
en su familia. ¡La superstición le había estravia-
do cuando reinaba , la Religión le consoló en
su desgracia!


Desde Inglaterra se trasladó Carlos X á Praga,
aconpañado del Duque y de la Duquesa de An-




C A R L O S X . 23


gulema, del Duque de Burdeos y su Hermana,
donde permanecieron hasta fines del mes de Oc-
tubre de 1836, que se trasladaron a Goritz, en Es-
tiria, sin que la salud del ex-Rey hubiese sufrido
el menor quebranto, á pesar de lo avanzado de su
edad y de todas las vicisitudes de su fortuna. Alli
recorría Carlos X casi diariamente la ciudad y sus
cercanías, solo, á pie , y á distancias considera-
bles. Pero repentinamente cambió la temperatura,
el invierno hizo sentir todos sus rigores, y Carlos
esperimentó el 1.° de Noviembre un desarreglo en
los intestinos, ligero en la apariencia , y que disi-
muló sin cambiar en nada sus habitudes.


El dia 4 eran sus dias , y á pesar de haber pro-
gresado el m a l , recibió á los Franceses que se ha-
llaban en Gori tz , y á varías personas de la ciudad.
Después de aquella audiencia sintió mayores dolo-
res , y sorprendió á todos por la noche el repenti-
no cambio que en él se habia verificado: su voz
apagada parecia salir de una caverna, y su fisono-
mía y facciones cual si estuvieran acometidas de
una súbita caducidad. Reconociéronse entonces
los síntomas del cólera , á pesar de no haber su-
frido aquel azote la ciudad de Gori tz , y el Real
Enfermo padeció mucho , sucediéndose activamen-




24 PERSONAJES CELEBRES.


te los accidentes, y renovándose á cada momento
los calambres. No pudiendo recibir el Viático por
el estado en que le tenia la enfermedad, admi-
nistrósele la Santa Unción, exhortándole con dul-
ce y conmovedora elocuencia el Obispo de Her-
mópolis. Calmáronse sin embargo los accidentes,
y se manifestó la reacción ordinaria en los casos
del cólera ; pero no pudo resistirla la edad del
paciente , y á la una y media de la mañana del
dia 6 de Noviembre de 1836, espiró Carlos X , en
presencia de su Hijo el Duque de Angulema, y
de su Esposa, con calma y resignación, sin ternu-
ra , sin angustias ni murmullos. Contaba al tiem-
po de morir 84 años, edad á que no habia alcan-
zado ninguno de los Reyes sus predecesores.


Reconociéronse por sus compañeros de destier-
ro los papeles del difunto Rey, para ver si se halla-
ba entre ellos alguna disposición relativa á sus
funerales ; pero solo se encontraron cartas de di-
versas épocas, notas y documentos de poca im-
portancia, y un testamento otorgado en Inglater-
ra en 1804, que con los demás papeles se encer-
ró en una caja, cuya llave fue entregada al Duque
de Angulema. El cuerpo de Carlos X , después
de los honores fúnebres á que asistieron la guar-




CARLOS X . 25


nicion y las autoridades de Goritz, se depositó
en una bóbeda del convento de franciscanos, si-
tuado á corta distancia de la ciudad.


La muerte de Carlos X acabó de desconcertar
á los legitimistas franceses que se hallaban divi-
didos en dos fracciones , una de las cuales daba
el título de Rey al Duque de Burdeos, al paso que
la otra lo conservaba á Carlos X . Sabido son los
esfuerzos que hicieron los legitimistas para que se
celebrasen públicamente los oficios divinos en su-
fragio del difunto R e y , y las resoluciones del Go-
bierno francés sobre el particular. Tampoco se
llevó luto en la Corte de Francia , á pesar de ha-
berlo usado con mayor ó menor presteza todas
las familias reinantes de Europa ; siendo una de
las razones que para ello se alegaron , la de que
los Soberanos no usan el luto , sino á consecuen-
cia de la notificación déla muerte, hecha por uno
de los miembros de la familia; notificación que no
hicieron ni el Duque de Angulema ni el de Bur-
deos, y que en caso afirmativo solo hubieran envia-
do áLuis Felipe cerno Duque de Orleans , el cual
reconocido como Rey de Francia por su nación y
por la Europa entera , ni siquiera hubiera abierto
una comunicación dirigida de aquel modo.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Asi terminó su carrera Carlos X . Los Reyes
están mas dispuestos á reconocer las faltas que per-
virtieron ó retardaron la marcha progresiva del
género humano, que á enmendarlas, pues son los
esclavos necesarios del reinado , tal cual lo han he-
cho el tiempo y los hombres. Es imposible conce-
bir á los Borbones, separados del sacerdocio y de
la nobleza, que crearon en otro tiempo su reinado,
y le dieron todo su brillo ; como lo es concebir
a Napoleón'separado desús soldados hechos Prín-
cipes, que fundaron su imperio , y el gran monu-
mento de gloria que su genio concibió. ¿Dominado
Carlos X por las ideas del feudelismo y del sacer-
docio, cómo era posible impedir que el señor y
el sacerdote se encontrasen frente afrente con la
Francia , con esa Francia que sufría impaciente
todo privilegio, celosa de toda superioridad, que
lo hizo todo y exigía que todo fuese para ella ; de
esa Francia dividida en par t idos , que oponían
Reyes á Reyes, y la república al reinado ?


Hay un punto en que el poder, degenerando
en tiranía toca en la libertad, y en que la libertad
convertida en licencia toca en la monarquía; en-
tonces es la hora prefijada para las revoluciones.
El atreverse á adelantarla hace infructuosa la ca-




CARLOS X . 27


tástrofe , porque es prematura ; y el dejarla pres-
cr ibi r , es amontonar las enemistades , amasar las
venganzas y encender los odios. Hay para seme-
jantes renovaciones una época precisa de madurez,
que pueden prevser los entendimientos claros , y
que los grandes ciudadanos saben aprovechar. Los
hombres de cortos alcances, se figuran que unos
cuantos intrigantes y algunos libros trastornan á
los pueblos: si así fuera, seria muy estúpido el
poder que no reprimiera tan mezquinas hostilida-
des. Pero para apreciar una época histórica se la
personifica , y cada revolución está representada
por un hombre : la reforma es Lutero : la prime-
ra revolución inglesa Cromwel; la segunda Gui-
l lermo; el reinado del terror Robespierre ; el im-
perio Napoleón; y el espíritu constitucional de
la época, algunos diputados y escritores de la opo-
sición.


Hemos indicado someramente las causas que
dieron lugar al destronamiento de Carlos X ,
y á la espulsion de Francia de la rama primogé-
nita de los Borbones; á la historia toca juzgar
aquellos sucesos, y decidir de parte de quien es-
tuvo la razón.


Eueuéntrase mas fácil apreciar á los hombres




28 PERSONAJES CELEBRES.


3


que á las cosas, y cuando se ha insultado á aque-
llos, se cree haher juzgado de estas. I.os entendi-
mientos que tienen algunas nociones de los hechos,
se remontan del efecto á la causa.


La Francia en medio de sus revoluciones ha
tenido la singular protección de la Providencia,
de encontrar hombres dotados de eminentes cua-
lidades , que acudiesen con tiempo á su salvación.
La Revolución halló un término á sus desórdenes,
en ettiombre del s iglo, en Napoleón, que reor-
ganizó el Estado, acabó la anarquía , y llenó
de gloria á la Francia. El Imperio tuvo por su-
cesor á Luis XVII I , que con su ilustración su-
po conciliar los deseos de libertad de los france-
ses , con el orden y la grandeza; y cuando la
revolución de 1330 arrojó del trono á Carlos X ,
se encontró para colocar en él con Luis Felipe,
cuyo glorioso reinado aprecia la Francia con jus-
ticia y gratitud, y cuyas relevantes cualidades ocu-
parán un lugar muy distinguido en las páginas
de su historia contemporánea.






ïersomjts celebres del Siòlo XIX.




/ a


i ' .


MARIA CRISTINA
DE BORBON.


«La cadutac i 'un regnante
Tutto un regno opprimerà.»


METASTASIO. Didone. A et . I l i esc. II.


«He llevado mi infortunio de c iudad
en c iudad . recogiendo la befa y el ba l -
dón por el c a m i n o , porgue Dios por
uno de sus decretos , que son para los
hombres un arcano , había permitido
que la iniquidad y la ingratitud p r e -
valecieran."


MANIFIESTO DE LA REINA CRISTINA,
dado en Marsella el B de Noviembre
de 1840.


Al bosquejar la vida de la persona augusta de
la Reina Cristina, emprendemos tal vez la obra
mas difícil, en tiempos en que agitadas las pa-
siones y ofuscados los entendimientos, con difi-




2 PERSONAJES CELEBRES.


cuitad dan tregua al vértigo que les domina , pa-
ra entregarse tranquila y desapasionadamente al
examen de los sucesos. Pero sin desconocer la di-
ficultad de nuestra empresa , nos alienta en ella
la seguridad de que en la sencilla relación de los
sucesos, sino agradamos á todos los partidos,
ninguno de ellos por lo menos podrá contrade-
cirlos con exactitud. Examinaremos hechos que
existen en ¡a memoria de todos, sin temor de que
se nos acuse de lisonja hacia una persona , que
arrojó la revolución del puesto eminente que ocu-
paba , y que en su desgracia ha llevado en pos de
sí el afecto de todos los Españoles leales, de cu-
yos pechos no han desaparecido todavía los no-
bles sentimientos de gratitud. Diremos de la Reina
de España en su destierro , lo que. no hubiéra-
mos dicho cuando ocupaba el trono. Las almas
generosas sabrán apreciarlo.


Calmada un tanto la espantosa reacción á que
dio lugar la caída del sistema constitucional, iba
estableciéndose en España, por los años de 1828
y 29, un gobierno, si bien absoluto y poco con-
forme con las ideas que dominan en el siglo , mas
templado y tolerante que el que le habia prece-
dido. A fines del año de 1829 se dirigía á Espa-




MARÍA CRISTINA. 3


ña una joven Princesa, acompañada de los Reyes
de Ñapóles sus Padres , y de numeroso séquito,
destinada para Esposa de Fernando V I I , viudo
por tercera vez. Atravesando por R o m a , Turin,


•Grenoble, Nimes, Montpellíer y Perpiñan , entró
en España, y llegó á Rarcelona la real comitiva,
en medio de las aclamaciones de un pueblo entu-
siasmado. Aquella Princesa era María Cristina de
Borbon, nacida en Palermo el 27 de Abril de
1807, é hija de Francisco I Rey de las Dos Sici-
l ias, y de María Isabel su Esposa , hermana de
Fernando VII. Nosotros tuvimos la dicha de ver
muy de cerca durante su permanencia en Barce-
lona á la Augusta Princesa , y su amabilidad y
gentileza despertaron en nuestro corazón , como
en el de todos los Españoles, la lisongera espe-
ranza de un porvenir mas dichoso.


El viage de María Cristina desde Barcelona á
Aranjuez, por Valencia , fue una verdadera mar-
cha triunfal, acogiéndola por do quiera los pue-
blos con el entusiasmo y respeto que siempre han
manifestado por sus Reyes, y con la alegría que
les inspirábanlas esperanzas concebidas. En 9 de
Diciembre de 1829 llegó Maria Cristina a Aran-
juez, y contrajo esponsales, por poderes del Rey




4 PERSONAJES CELEBRES.


con el Infante D. Carlos su hermano , que pron-
to se habia de convertir en su mortal enemigo.
Dos dias después hacia su solemne entrada en
Madrid , en medio de los públicos regocijos y
aclamaciones ; y en aquella misma noche se cele-
braron en Palacio las últimas ceremonias del ma-
trimonio.


Contaba entonces Maria Cristina 23 años de
edad ; bella, graciosa y llena de talento, colmó
los deseos de su Esposo, y el año de 1830 princi-
pió para España en medio de danzas y de fiestas,
y la corte, muda por mucho tiempo, tomó cierta
animación y alegría , que por desgracia debía ser
poco duradera.


La Esposa del Infante D. Carlos y su Hermana
la Princesa de Beira , muger altiva y ambiciosa,
que después ha sido Esposa de aquel Príncipe,
vieron con mortal disgusto el ascendiente que ad-
quiría la joven Reina en el ánimo del Rey. Aque-
llas dos Princesas estaban al frente del partido
apostólico , cuya bandera era D, Carlos ; pues
aunque el Rey Fernando gustaba del absolutismo
era todavía demasiado liberal para los apostólicos.
Confiaban pues en la sucesión al trono de Don
Carlos, pero pronto se desvanecieron sus esperan-




MARI* CRISTINA. ¿


zas con la preñez de la Reina, y el restablecimien-
to de la ley llamando á la sucesión al troco á las
hembras á falta de descendientes varones de la
línea directa, publicada el 29 de Marzo de 1830,
y que derogaba la dada por Felipe V. ¡Singular
pues , y nacional ley la de Felipe V (*) pues solo
era conocida de los hombres de estudio, y per-
maneció siempre ignorada de la nación hasta los
acontecimientos de 1830! ¡Notable y aprecíable
circunstancia en una ley de sucesión, que debe
ser la mas vulgar , lamas popular dé la monar-
quía! Indudablemente nadie creia en España que
pudiese haber duda en la sucesión de las hembras
al trono á falta de varón , y si el temor de ver en-
tregado el gobierno del Estado á las débiles ma-
nos de una muger podia inspirar recelos , queda-
ba disipado completamente con el recuerdo de la
grande Isabel de Castilla, y de otras Reinas es-
pañolas, aun sin recurrir á los egemplos de Isa-
bel de Inglaterra , de María Teresa de Austria , de
Cristina de Suecia, y de Catalina II de Rusia,
cuyos reinados no fueron menos gloriosos que los
de otros ilustres Reyes.


C) Historia de la Regencia de la Reina Crisl ina> por
D, Joaquín Francisco r a d í c e o : loiu. i." pág 1 7 0 .




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


Pero D. Carlos y el partido apostólico, desco-
nociendo el derecho, y animados por su pasión,
se declararon contra aquella l ey , y principiaron
á maquinar desde entonces. El 10 de Octubre
de 1830 dio á luz la Reina Cristina á una Prin-
cesa , que tres años después habia de ser declarada
Reina de España, bajo el nombre de Isabel II.
No nos detendremos en referir , porque es cono-
cido de todos, el entusiasmo y la ansiedad con
que en Madrid y en todo el Reino era esperado el
real alumbramiento, que podia poner un término
á los males que se presajiaban. La Providencia lo
dispuso de otro modo, y justo es acatar sus de-
cretos.


El 20 de Enero de 1832 dio a luz la Reina
Cristina á la Infanta Doña María Luisa, y este
suceso contribuyó también á fortalecer las espe-
ranzas qua inspiraba la Reina.


En Setiembre del mismo año , atacado el Rey
fuertemente de la gota, en el palacio de la Gran-
ja donde se hallaba , puestos de acuerdo el Con-
de de Alcudia, Ministro de Estado , y el Plenipo-
tenciario de la corte de Ñapóles, para obtener del
Rey enfermo la revocación de la ley de 29 de
Marzo, era su principal objeto lograr que la jó-




MA1UA CRISTINA. 7


vea Reina no se opusiera á sus designios. Al efec-
to se atrajeron á su confesor D. Francisco Gon-
zález , quien nada descuidó por persuadir á Ma-
ría Cristina que el interés bien entendido de sus
bijas y aun de la monarquía hacían precisa la re-
vocación de la pragmática de 29 de Marzo. «Va
en ello , Señora, le decía , no solo una sangrien-
ta guerra civil, sino también la vida de las dos
Princesas , Hijas de V. M.» Sin duda logró do-
minar el espíritu de la Reina, puesto que nada
hizo cuando se propuso al Rey firmar el decre-
to de revocación. Ocupada adamas aquella Augus-
ta Princesa eu el cuidado de su Esposo con su-
blime resignación cristiana, y con una humildad
que no describiremos, porque el buril lo ha tras-
mitido á la posteridad , no es estraño que el do-
lor presente, y el temor que la habian inspira-
do por sus tiernas Hi jas , prevalecieran en su co-
razón.


Pero apenas se habia arrancado aquel acto al
real moribundo, y esparcidosela voz de su muer-
te , no sin gran alegría del partido apostólico,
contra toda esperanza volvió Fernando a l a vida,
y todo varió de aspecto. Cambióse el ministerio
y se confirió la Regencia del Reino á la Reina,




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


durante todo el tiempo de la enfermedad del Rey.
No tuvo poca parte en aquella mudanza , su Her-
mana Doña Luisa Carlota, que con estraordina-
ria velocidad se trasladó desde Andalucía , don-
de se hallaba, al real Sitio de San Ildefonso.


El partido apostólico quedaba nuevamente ven-
cido , y la Reina triunfante. No se descuidó esta
y supo aprovechar hábilmente la victoria. Conven-
cida de que para asegurar la sucesión al trono de
sus Hijas debia apoyarse en un partido interesa-
do en frustrar las intrigas de los carlistas, pu-
blicó el 15 de Octubre un decreto de amnistía para
todos los delitos políticos, esceptuando solo á las
personas que habian votado la incapacidad del Rey
en Sevilla, y alas que habian mandado fuerzas
armadas contra su Soberano; siendo de notar que
al dia siguiente se hizo reimprimir el decreto pa-
ra añadir después de las palabras «esceptuando
solo» las de « con gran pesar nuestro.» Al paso
que abria aquel decreto las puertas de la patria
á gran número de sus hijos, principiábanse en Es-
paña las reformas, abríanse de nuevo las Univer-
sidades , que el recelo del Gobierno anterior habia
mandado cerrar, arreglábase la Hacienda, y se
creaba el nuevo Ministerio de Fomento. Por de-




MARÍA CRISTINA. 9


creto de 31 de Octubre se devolvieron sus bienes
y títulos á cuantos regresaban á España , y se man-
dó sobreseer en las causas políticas.


Encargado de la dirección de los negocios el
Sr. Zea Bermudezá su vuelta de Londres, donde
estaba de Embajador; poco amigo del régimen
constitucional, y partidario d é l o que él llamaba
el despotismo ilustrado , cometió en nuestro con
cepto el grave error de publicarlo , manifestando
que se seguiría el mismo sistema anteriormente
observado, enagenándosede este modo las simpatías
del partido absolutista, que le acusaba de de-
masiada lenidad, y el apoyo del partido l iberal ,
cuyas esperanzas quedaban burladas: así fue que
dispuesto á resistir con igual firmeza á las exi-
gencias de los absolutistas y á las de los libera-
les, se encontró solo en el momento de la lucha.
Tales sistemas cuando quieren plantearse se esta-
blecen paulatinamente y sin decirlo , sin escitar
odios ni burlar esperanzas , cuando no se cuenta
con medios suficientes para tener á raya á todos.
Repetimos que, en nuestros concepto, pudo haber
buena intención en aquella declaración , pero hu-
bo poco tacto y oportunidad.


Restablecida la salud del Rey á principios de '




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


1833, aprobó el Monarca lo hecho durante su en-
fermedad , y continuó la Reina asistiendo al Con-
sejo. Convocáronse algunos meses después las Cor-
tes para jurar como Princesa de Asturias á la h e :


redera del trono , verificándose aquel solemne* ac-
to el 20 de Junio de 1833 , en la Iglesia de San Ge-
rónimo, en presencia de los Reyes y de todo el
cuerpo diplomático; los Infantes de España,
(escepto D, Carlos que se habia retirado ya á Por-
tugal , desde donde protestó de todo lo que se ha-
bia hecho en contra de lo que él llamaba su dere-
cho) , los Grandes y Prelados del reino , y los Pro-
curadores de las ciudades y provincias reunidos en
Cortes, prestaron juramento de fidelidad á la Prin-
cesa de Asturias , observándose las mismas forma-
lidades y ceremonias que en la jura del Príncipe
D. Baltasar Carlos, Hijo de Felipe IV , que se
celebró en la misma Iglesia en 1632. Celebróse en
Madrid y en otra capitales del reino aquella solem-
nidad con fiestas reales y públicos regocijos ; pero
no fue acogida con entusiasmo ni por los absolu-
t is tas , que no perdonaban la ausencia de un
Príncipe á quien creían legítimo heredero del tro-
n o , ni por los liberales , que no veían aun reali-
zadas sus ilusiones de libertad. ¡Se habían olvidado




MARÍA CRISTINA. 11


( ' i Véase su Giogralia tom. II,


os males pasados, y no podían preveerse los que
en pos de ella habían de venir!


Tres meses después murió el Rey Fernando VII ;
saludóse á su hija como Reina de España, y su
madre la Reina Cristina fue proclamada , en virtud
del testamento del Rey , tutora de sus dos Hijas,
y Regente del reino durante la menor edad de
]a joven Reina.


Levantado en Navarra el estandarte de la re-
velion en favor de D. Carlos, obligada la Reina
por manifestaciones de a lgunos generales á variar
de sis tema, y precisada á buscar un apoyo en
el partido liberal, dándole algunas prendas ; na-
turalmente inclinada á satisfacer los deseos de sus
pueblos y á guiarlos por la senda del ilustrado
progreso del siglo , despidió al ministerio Zea , y
llamó para reemplazarle al Sr. Martínez de la
Rosa(*) persona que reunía á sus eminentes vir-
tudes el general aprecio del partido liberal.


Publicóse por aquel tiempo el Estatuto Real,
y convocadas las Cortes cou arreglo á é l , en me-
dio del terror y espanto que reinaba en la capital
á causa del cólera que la afligía, el pueblo de




12 PERSONAJES CELEBRES.


Madrid vio, trasportado de alegría, á la Augusta
Princesa, que desafiando á los riesgos, llena de
magestad y rebosando satisfacción , se trasladó
desde el Real Sitio á Madrid, para la solemne
apertura de las Cortes. Dia de júbilo y de esperan-
za fue aquel para los españoles, que al paso que
veian establecido un gobierno representativo, veían
también afianzado el triunfo de la causa de su
Reina con el tratado de la cuádruple alianza , ce-
lebrado en aquellos días (Abril de 1834). Pero el
edificio levantado con el Estatuto Real habia de
ser pronto combatido ; y arrojado de Portugal el
Pretendiente por nuestras tropas, debia volver
pronto, burlando, no sin estrañeza, la vigilancia
de los Ingleses y de los Franceses, á dar pávulo
y nueva actividad á la guerra de la Península.


Apenas abiertas aquellas primeras Cortes del
Estatuto, manifestóse ya una viva oposición al mi-
nisterio , con peticiones que mostraban el deseo
de que se diera mas estension á las libertades pú-
blicas , de parte de los que creían que el Esta-
tuto no llenaba los deseos y necesidades de la época;
sin advertir que con aquel sistema de gobierno
pudiera haberse preparado el terreno, para conse-
guir después con mejor éxito y sin trastornos lo




MARÍA CRISTINA. 13


(*) Véanse las Biografías de estos dos Señores.


que se apetecía. El ministerio logró con su calma
y firmeza una mayoría en aquellas Cortes, y hu-
biera indudablemente triunfado de Ja oposición,
si los progresos de la guerra civil no hubieran com-
plicado mas y mas la situación. A mediados de
1835 , y según el parecer de los generales del Ejér-
cito , se resolvió el Gobierno á pedir la interven-
ción francesa; y opuesto á aquella medida el pre-
sidente del Gabinete Sr. Martínez de la Rosa, ce-
dió su puesto al Conde deToreno (1). Derribado
el ministerio que presidia el Conde por la insur-
rección que estalló en las provincias y en la ca-
pital en los meses de Agosto y Setiembre de 1835,
confió S. M. el encargo de formar un nuevo ga-
bin£te al Sr. D. Juan Alvarez y Mendizabal, que
nombrado para Ministro de Hacienda por el mi-
nisterio anterior, habia rehusado encargarse de él.


De este modo seguía la Reina Cristina atempe-
rándose á las necesidades de la época, y según las
circunstancias lo exigían. El ministerio Mendi-
zabal , que dio al principio muestras de conocer
el verdadero estado del pais, y procuró conciliar
los ánimos, dominado poco después por el par-




14 PERSONAJES CELEBRES.


tido mas exaltado, ni consiguió lo que se habia
propuesto , ni hizo mas que agravar el mal estado
de la Nación, y sobre todo el de la Hacienda.


Los desengaños del pais , que no habia visto
realizadas las pomposas promesas que se le habian
hecho , á pesar de los inmensos sacrificios de to-
das clases que se le exigieran ; el mal estado de
los negocios de la guerra, todo contribuyó á la
reacción que se manifestó en la opinión pública,
y que dio lugar á la caida del ministerio Mendi-
zabal, sustituyéndole el Sr. Isturiz , el cual des-
pués de disueltas las Cortes que le eran hostiles,
y satisfaciendo á las exigencias de la situación,
mandó formar un proyecto de Constitución que
debia presentarse á las Cortes nuevamente convo-
cadas, y que según el resultado de las elecciones
hubieran sostenido el Gobierno, y contribuido con
él á mantener el orden y á reprimir con mano
fuerte á los alborotadores. Pero no contenta la re-
volución con aquellos ofrecimientos, acudió á sus
acostumbrados medios de subvertir el orden, pro-
clamando en varios puntos el restablecimiento de
la Constitución de 1812 , asesinando en Málaga á
las autoridades política y militar; proclamando
en Zaragoza aquel código el Capitán general Don




MARÍA. CRISTINA. 15


Evaristo San Miguel , por sí solo y sin escitacion
alguna de parte del pueblo , como manifestó él
mismo después en una sesión de las Cortes , y a
pesar de haber sido ascendido á Mariscal de Cam-
po por el ministerio á quien pretendía derribar,
y de haber publicado poco antes un folleto, cuyos
principios estaban en opuesta contradicción con
los que entonces proclamaba. Cádiz, Córdoba,
Badajoz y otros puntos se sublevaban igualmente,
al paso que en la Capital contenia á los revolto-
sos el ilustre general Quesada , su víctima poco
después; y que los facciosos, validos de nuestras
discordias intestinas, progresaban y se aproxima-
ban á la Capital por la parte de Castilla.


En medio de tan difíciles circunstancias, per-
manecía la Reina Cristina en el Real Sitio de la
Granja con sus Augustas Hijas, sitio que habia
de ser poco después teatro de las escandalosas
escenas y vergonzosa i n s u r r e c c i ó n militar q u e va-
mos á describir. Seguramente si algún cargo pue-
de hacerse al ministerio Isturiz, es el de haber
consentido en la permanencia de S. M. á cator-
ce leguas de la Capital en momentos tan críticos,
y después de la alarma causada en el Real Sitio
por la aproximación de Zariategui. Si la Reina




16 PERSONAJES CELEBRES.


hubiera estado en Madrid , es muy posible que el
trono no se hubiera visto ajado y vilipendiado por
una soldadesca desenfrenada y ebria, como lo fue
en San Ildefonso.


Frustrados los proyectos de los revolucionarios
en Madrid, el dia 12 de Agosto de 1836, como á
cosa de las ocho y media de la noche, después de
darse descompuestas voces de vivas á la Constitu-
ción y á la libertad, en el cuartel de granaderos
de la Guardia Provincial, situado fuera de la
puerta llamada de Segovia, se agolparon algunos
soldados armados á dicha puerta, exigiendo que
se les abriese para entrar en la población y llegar
hasta el Real Palacio. Indudablemente si los gefes
militares hubiesen acudido de pronto, hubieran
podido cortar en su origen aquel grave desacato;
pero no fue así por desgracia , y á las nueve y
media de aquella noche era ya un horroroso vol-
can, lo que poco antes una ligera chispa. Habiendo
conseguido que les abriesen la puerta, los soldados
del 4 o Regimiento de la Guardia Real de infantería,
cuyo cuartel estaba dentro de la población, pe-
netraron todos en medio de alarmantes voces, con
ademanes descompuestos y disparando tiros en
todas direcciones hasta las puertas del Real Pala-




MARÍA CRISTINA. I T


ció, que se hallaban cerradas. Alternaba aquella
confusa gritería con las músicas de ambos cuer-
pos, tocando himnos patrióticos, y solo cesaba
aquel espantoso ruido, para dejar oír las voces de
los amotinados, que pedían cien cosas distintas á
la vez, como calzado, vestuario, licencias absolu-
tas, y la Constitución del año 12; exigiendo con
amenazas que en aquella misma hora se colocase
la lápida en la plaza, y acompañando aquellas pe-
ticiones con gritos de muera contra varias perso-
nas residentes en el Sitio, ó que estaban en la
Capital. Hallábanse desde las nueve de la noche
reunidos en Palacio, y al lado de S. M. la Reina
Gobernadora, su Ministro de Gracia y Justicia
D. Manuel Barrio Ayuso, el Conde de San Román,
el Caballerizo mayor Marqués de Cerralvo , algu-
nos délos gefesy oficiales délas tropas subleva-
das , el Capitán de Guardias, el Comandante de
armas de Segovia, y otros varios, los cuales en jun-
ta presidida por S. M. trataron de adoptar las me-
didas necesarias para calmar la irritación de los
soldados. En vano bajaron varios oficiales á ofre-
cerles en nombre de S. M. el indulto por todo lo
acaecido si se retiraban á sus cuarteles, y la con-
cesión de algunas de sus demandas; en vano tam-


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


bien, y no sin grave riesgo de su vida, se introdu-
jo entre los amotinados el Conde de San Román,
exhortándoles y ofreciendo atender á sus quejas;
iban en aumento sus amenazas, dirigidas ya hasta
la sagrada persona de S. M. la Reina Gobernadora.
Fijaban los amotinados el término de una hora pa-
ra que se les otorgase cuanto pedían, amenazan-
do escalar el Palacio, operación que empezaron á
ensayar, y que les hubiera sido fácil estando con-
fabulados con la guardia interior del mismo. En
tal conflicto , de orden de S. M. se trató de entrar
en conferencias con algunos de los sublevados, y
al efecto, y para satisfacción de los mismos, se
mandó comparecer á la presencia de S. M, una
comisión de los que entre ellos hicieran cabeza.
Negáronse ellos diciendo que todos eran iguales,
y que subirian un sargento , un cabo y un solda-
do por compañía: otorgóseles así, y se presenta-
ron á poco rato veinte ó treinta hombres, que
entraron armados en el Palacio, y que no con
poco trabajo consintieron el dejar los fusiles, y en
entrar desarmados en el regio salón. Imposible
seria, y repugna ademas el consignarle'aquí, des-
cribir lo degradante de aquella esoena, y las san-
deces é impertinencias de los sublevados; pero des-




MA.BIA CBISTINA.. 19


collabaudos sargentos, uno de granaderos Pro-
vinciales y otro déla Guardia, pidiendo á S. M.
con imprudente altanería que se publicara la Cons-
titución, la colocación de la lápida en aquella no-
che, y el otorgamiento de la mas completa liber-
tad , según ellos la entendían, sobre lo cual les
hizo la Reina, con admirable serenidad, reflexio-
nes y bien oportunos cargos, después de los que
les dirigió el Ministro de Gracia y Justicia, al
oirles pedir con ahinco la Constitución del año
12, y no la del año 2 0 , diciendo con notable igno-
rancia , que esta última contenia algunos artícu-
los que no debían pasar, ni á ellos les acomodaba.
Bastaría este solo hecho, á falta de otros, para
probar que aquellos soldados, ebrios en gran
parte, pues se vio subir a la plaza en aquella no-
che fatal, y sin saber de donde, gran cantidad de
vino y aguardiente que se les distribuía, eran so-
lo instrumentos ciegos délos que los manejaban.
Grecia la sedición y se aumentaba el peligro; se
propaso á los sargentos y á los que los acompa-
ñaban se les comunicaría inmediatamente la or-
den d«S. M. para publicar y jurar la Constitución;
y aunque de mala gana manifestaron aquietarse
con aquella resolución de S. M., indicando que




20 PERSONAJES CELEBRES.


probablemente no se conformarían los compañeros
de la plaza Bajaron efectivamente á ella, y lejos de
aquietarse los sublevados, llegó al colmo el desor-
den , intentaron nuevamente escalar las rejas y
balcones del Palacio, repitióse un horroroso fuego
por toda la plaza y población , haciendo los dis-
paros con bala, como se acreditó con los dirigi-
dos á la casa en que se hallaba gravemente en-
fermo el Embajador de Francia , Conde de Rayne-
val , que murió á los dos d i a s , y aun al Palacio
mi smo; habiendo sido preciso trasladar á la ino-
cente Reina Isabel, desde la cama en que dormía,
á otra habitación donde no corriera peligro su in-
teresante vida. Ya no podia resister mas el con-
movido corazón y el ánimo sereno de S. M. , quien
para evitar mayores desgracias, mandó al Conde
de San R o m á n , que bajando acompañado de los
oíiciales existentes de los cuerpos sublevados, pu-
blicase é hiciese jurar de cualquier modo la Cons-
titución ; pero no fue aquello bastante; la desen-
frenada soldadesca, y el populacho que á ella se
habia un ido , vieron que la orden iba solo rubr i '
cada de S. M. , y principiaron á decir, con descom-
puestos gritos, que la orden habia de ir firmada con
todo el nombre de S. M. , que ellos mismo habían




MARÍA CRISTINA. 21


de verla firmar, y que ademas debía darles la
Reina un testimonio de su puno para que se pu-
siese la lápida en la Granja y en todas partes. Su-
bió de nuevo la comisión á Palacio, y á presen-
cia délos sublevados, que descaradamente insul-
taban á S. M. , se dictó por el Ministro de Gracia
y Justicia en alta voz, y de orden y en presencia
de S. M., uu decreto q u e , en medio de la sala y á
la vista de la referida comisión, firmó S. M . , po-
niendo la firma entera « Yo la Reina Gobernado-
ra.» Mandábase en él la publicación de la Cons-
titución del año 12 , y el juramento á la misma,


iüterin las Cortes reunidas dispusiesen lo conve-


niente, según las necesidades déla nación. El de-
creto referido lleva en si mismo defectos ú omi-
siones bien visibles, que marcan lo violento y vi-
cioso de su origen y otorgamiento, tales como el
no hacerse en él mención de que la Reina Gober-
nadora mandaba en nombre de su Augusta Hija, y
el no estar autorizado por su Ministro allí presen-
te. Bajó en seguida la comisión con el referido
Real Decreto, que leyó en alta voz á los sedicio-
sos , y aunque repararon en el Ínterin que contie-
ne dicho documento, y pretendían neciamente que
debía llevar la estampilla ademas de la real firma,




22 PERSONAJES CELEBRES.


te aquietaron por fin y principiaron á celebrar su
triunfo con nuevo tiroteo y alboroto, á pesar de lo
intempestivo de la hora délas dos de la mañana,
continuando en él hasta después de pasadas las
t res , que se retiraron á sus cuarteles.


Amaneció el dia 1 3 , y los sediciosos, cono-
ciendo ya el horrible atentado que habían come-
t ido , amenazaban con nuevos t ras tornos ,que se
calmaron sin embargo con la colocación solemne,
de la Lápida á las tres d é l a tarde , con toda la
guarnición del Sitio ; sin embargo, hubo por la
noche grandes grupos á la puerta de Palacio , con
nuevos gr i tos , peticiones y exigencias, que se
calmaron con mayor facilidad, porque se les otor-
gaba cuanto exigian. Mandóse ir al Sitio al Mi-
nistro de la Guerra D. Santiago Méndez Vigo,
y habiendo llegado por la tarde del 1 4 , quiso
reprender á los sublevados, pero tuvo que desis-
tir al ver el estado en que la soldadesca se en-
contraba. En el mismo dia 14 mandaron los
sublevados alguna fuerza á Segovia para hacer
publicar allí la Constitución , y regresando después
con tres pequeñas piezas de artillería pertene-
cientes al Colegio, las pasearon en triunfo y á ma-
nera de insulto por delante del Real Palacio , para




HARÍA CRISTINA. 23


intimidar mas y mas el ánimo sereno de S. M,
En la tarde de aquel mismo dia, de orden
de S. M. , se convocó una junta , á la que asis-
tieron el Embajador de Inglaterra Mr. Williers,
y el Enviado estraordinario de Francia Mr Boix
Le-Conte, los Ministros de Gracia y Justicia y de
Guerra, y otras varias pesonas notables que se
hallaban en el Sitio. Espúsose en aquella reunión,
presidida por S. M., lo crítico de las circunstan-
cias , las concesiones á que habían obligado , ha-
ciendo á los Ministros estraugeros las oportunas
reflexiones sobre la absoluta inculpabilidad de
parte de S. M. y de su Gobierno , y de los desa-
catos cometidos para arrancar aquellas concesiones.
Aprobaron ambos Enviados estrangeros lo hecho,
no sin notable placer del de Inglaterra, acon-
sejando se otorgase á las tropas sublevadas cuanto
pidiesen, á fin de que las mismas permitiesen
regresar á SS. MM. á Madrid.


En aquella misma tarde se presentó á S. M. por
la comisión de los sublevados, un papel que en
cinco artículos contenia una porción de peticiones,
todas de la mayor entidad; papel que por su regular
redacción manifestaba no haber sido esteudido por
ignorantes sargentos, y miserables músicos y sol-




24 PERSONAJES CELEBRES.


dados sublevados. Exigíase que quedase todo hecho
y firmado para las doce de la noche ; al efecto se
estableció en Palacio mismo una oficina, donde se
estendíeron multitud de decretos y órdenes, en
presencia del sargento García y sus compañeros,
que hicieron salir á S. M. para verla rubricar y fir-
mar las mencionadas órdenes y decretos; siendo de
no ta r , que desde la primer entrada de los sedicio-
sos en la noche del 12 al 13, soldados , músicos y
sargentos subían , bajaban , en t raban , salían y
hollaban sin decoro ni permiso el augusto recinto
y la habitación misma de S. M. Firmados todos
aquellos decretos á las dos dé la mañana , Irató de
salir para Madrid el Ministro de la Guerra, obteni-
do el permiso de los sublevados que no dejaban
salir á nadie, y con la condición espresa de ir acom-
pañado de dos ó tres de ellos; pero los demás amo-
tinados que se hallaban en la puerta, obligáronle á
volver á Palacio á satisfacer nuevas exigencias. Con
aquel pretesto , y á la hora de las dos de la mañana,
se introdujeron de nuevo en Palacio los amotinados,
insultaron con indecentes ademanes á S. M., la
amenazaron , y no con poco trabajo , y después de
satisfechas en lo posible sus nuevas demandas , se
consiguió lanzarlos del regio Alcázar; volvió el Mi-




MARÍA CRISTINA. 25


nistrode la Guerra á intentar su salida y la consi-
guió al fin, trasladándose á Madrid con los sargen-
tos que le acompañaban , para poner en egecucion
las órdenes espedidas, pues no de otro modo se
permitía la salida de SS. MM. para la Corte.
Grande fue la ansiedad durante la noche del 14 al
15, aumentada con el recelo de que si se mandaban
tropas de Madrid, que el dia 13 hubieran podido
sofocar la rebelión , el 15 solo tal vez hubieran po-
dido servir como una sentencia de muerte para
SS. MM. y cuantos las acompañaban. Sabidos son
los acontecimientos de Madrid en aquellos días. En
la mañana del 16 se presentaron en el Sitio el gene-
ral Rodil y D. José María Calatrava, nombrado
Presidente del Consejo de Ministros en aquella
crisis, y vieron por si mismos, no sin asombro,
á pesar de la parte que la opinión les imputaba en
aquellos sucesos, el impudente descaro y la osada
insubordinación de los sublevados, quienes, apenas
se habían apeado en la posada, acudieron con nuevas
y estrepitosas demandas. No con poca dificultad se
logró librar del furor de los amotinados al general
Conde de San Román, á quien querían dar muerte
como habían asesinado en Madrid al general Que-
sada. Para contentar á los sublevados se les hicie-




26 PERSONAJES CELEBRES


ron grandes ofrecimientos ; ¡qué escenas tan de-
gradantes se presenciaron en aquellos momentos,
al ver á militares de elevada posieion rogar , prome-
ter , suplicar y adular á una soldadesca insubordi-
nada y sediciosa ! Pero apartemos la vista de tan
horrible cuadro , y demos pronto cima á la penosa
tarea de bosquejarlo.


El dia 16 se pasó en acordar algunas medidas
para la traslación deSS. MM. á Madrid , la que ve-
rificaron el 17 al mediodía, encontrándose en el
camino con los batallones que habían salido el
anterior , lo que puso en peligro á algunos de los de
la comitiva; caminábala tropa en el mayor desor-
den, que hacia ya temer las funestas ocurrencias
que tuvieron lugar en Madrid á los pocos dias; de
este modo llegaron SS. MM. á Madrid. Tales fueron
los horribles acontecimientos que después de haber
hollado la magestad del trono y destruido la Cons-
titución del Estado , abrieron la ancha sima de
males que á ellos siguieron.


Publicada la Constitución del año 1812, y con-
vocadas Cortes constituyentes para revisarla , iban
entretanto en aumento las fuerzas carlistas, apro-
vechándose del efecto que aquellos sucesos habían
causado en nuestros ejércitos , cuyo mando prin-




MARÍA CRISTINA. 27


cipal había recaído, en el general Espartero, por ha -
berlo dejado el general Córdova. Reunidas las Cor-
tes constituyentes, y formada la Constitución de
1837, el 18 de Junio del mismo año pasó la Reina
Cristina, acompañada de su Augusta Hija, á prestar
el juramento ante las Cortes. El pueblo de Madrid
acogió á las dos Reinas con el mas vivo entusiasmo,
y la nación entera creyó por un momento que, satis-
faciendo la nueva Constitución á todas las exigen-
gencias, iba á principiar con ella una era de mas
tranquilidad y bonanza. ¡Quien habia de decir
entonces que tres años después aquella misma Rei-
na porsosteuer la Constitución que acababa dejurar,
habia de abdicar la Regencia y abandonar el suelo
español! Pero no adelantemos la narración de los
sucesos.


Hemos dichoque habían tomado incremento las
facciones, al paso que nuestros ejércitos, resintién-
dose de los acontecimientos políticos, obraban sin
conjunto y las trQpas seguían desatendidas.


Habiánse reunido los dos ejércitos carlistas, y
después de haber sufrido un descalabro en Chiva,
se adelantó Zariategui hasta Segovia y San Ilde-
fonso, al paso que el Pretendiente se presentaba de-
lante de Madrid. La capital vio en aquellos dias á




28 PERSONAJES CELEBRES.


la Reina Cristina acompañada de su Augusta Hija,
recorrer los puestos avanzados, llenando con su
presencia de entusiasmo á las tropas, á la milicia y
al vecindario, animados todos del mayor ardor para
la común defensa. Aquellos acontecimientos dieron
sin embargo lugar á la caida del ministerio Cala-
trava. El general Espartero vino con su ejército al
socorro de la capital: entonces no había contraído
aun la fatal alianza que celebró después con el par-
tido revolucionario. La mala disposición del gene-
ral trascendía á los oficiales de su ejército , y sabi-
dos son lossucesos de Pozuelo de Aravaca, que obli-
garon al ministerio á presentar su dimisión, que fue
aceptada por la Reina Gobernadora. Así cayó por
una demostración militar el Gabinete á quien otra
sublevación militar habia hecho subir al poder.
Pero lo que no es sabido y que algún dia reve-
lará la historia , son los ofrecimientos hechos para
destruir la Constitución, sin que se le pidiera tal
cosa , por el general Espartero á quien se ofrecía la
presidencia del ministerio que no quiso aceptar.
Siguió el general al alcance de los enemigos, y du-
rante este tiempo tuvieron lugar los horribles asesi-
natos de los generales Cevallos Escalera, y Sarsfield,
castigados luego de una manera egemplar por el




MARÍA CRISTINA. 29


General en Gefe, que prestó entonces un gran servi-
cio, con el restablecimiento de la disciplina mU
litar.


Les carlistas no supieron aprovechar aquellos
momentos de desorden ; Cabrera perseguido por el
general Oráa, volvió á refugiarse á sus guaridas del
Bajo Aragón , y D. Carlos volvió á pasar el Ebro, y
se acantonó en Estella y Peñacerrada.


Vuelta la influencia al partido moderado , aba-
tido desde los sucesos de la Granja, nombró la
Reina Gobernadora un ministerio presidido por el
Conde de Ofalia , en armonía con la mayoría del
nuevo Congreso de Diputados. Desde aquel momen-
to trató ia revolución de apoderarse del general Es-
parlero , y no le fue difícil, escitando su ambición
y despertando sus zelos, con motivo del ejército de
reserva mandado formar con tanta previsión en la
Mancha á las órdenes del general Narvaez. Desde
entonces principiaron las quejas del general Espar-
tero contra aquel ministerio , sus infundadas exN
gencias , su desobediencia á las órdenes que se le
comunicaban, ypor último su escandalosa orden del
dia y su representación al Congreso , déla que por
una fatalidad no se dio cuenta. El gobierno podia
fácilmente pulverizar las falsas acusaciones del Ge-




80 PERSONAJES CÉLEBRES.


neral en Gefe, y estaba dispuesto a ello. No se hizo
sin embargo, y algunos lo han atribuido á oposición
de parte de la Reina Gobernadora á que se quitase
al general Espartero, que al paso que hacia imposi-
ble todo Gobierno , le aseguraba con fingida segu-
ridad de su decisión y respeto. Indudablemente la
ciega confianza de la Reina Cristina en el general
Espartero, ha dado lugar á los trastornos sucesivos
de que ella fue la primer víctima. Tanta ceguedad
no tiene mas que una disculpa, pero solemne,
honrosa ; ningún corazón noble puede concebir
siquiera tanta ingratitud , tanta villanía y mal-
dad.


La lucha del General en Gefe contra el ministe-
rio Ofalia, y la retirada del general Oráa de frente
de Morella, á quien no habia querido reforzar Es-
partero , á pesar de las órdenes terminantes del
Gobierno, y de su notable inacción, determinaron la
caida de aquel gabinete. Siguióle otro presidido por
él Sr. Duque de Frías, al cual siguió pocos meses
después otro presidido por el Sr. Pérez de Castro,
que se hallaba de Embajador en Lisboa , formado '
de un modo singular; y que si bien recibió el apoyo
de las Cortes, que en nuestro concepto , no obraron
bien no manifestando su sentimiento por la caida




MAMA CRISTINA. 31


de un, ministerio que merecía toda su confianza, y
sacrificado solo alas exigencias del cuartel general,
se vieron precisadas á prestarleapoyo, a' pesar de la
marcada influencia que tenia en aquel gabinete el
poder militar, desempeñando el Ministerio de la
Guerra el general Alaix, hechura de Espartero.


Preciso es confesar que con la negación á acep-
tar el ministerio varios personages influyentes del
partido moderado, tuvo la corona que apelar al nom-
bramiento de insignificantes medianías, que no po-
dían estar á la altura de las circunstancias. Una de
las primeras medidas del nuevo gabinete fue la in-
tempestiva disolución de las Cortes; los aconteci-
mientos de Sevilla que causaron el destierro de los
generales Cordova y Narvaez, y cuya historia no es
de este lugar, acabaron de complicar la situación.
Llegó por fin el grande acontecimiento del conve-
nio de Vergara , que parecía que al paso que termi-
naba la guerra civil , debia poner fin también á la
revolución. Pero no fue asi por desgracia; antes al
contrario, parece que solo sirvió para dispertar mas
y mas la ambición de quien desde mucho tiempo
acechada á su presa, y tenia mareada su vícti-
ma.


En el momento en que se verificaba aquel




32 PERSONAJES CELEBRES.


suceso, abría la Reina Gobernadora las Cortes
nuevamente convocadas, y que compuestas en su
mayoría de la opinión exaltada, se mostraron poco
favorables al ministerio Pérez de Castro. Vióse
este obligado á disolver aquellas Cortes, y la
Reina Gobernadora aceptó la dimisión hecha por
el general Alaix del Ministerio de la Guerra, reem-
plazándole el general D. Francisco Narvaez, y
entrando en el Gabinete como Ministro de Ma-
rina, el Sr. Montes de Oca, que tan triste fin ha-
bía de tener después. Reuniéronse las Cortes nue-
vamente convocadas, y la mayoría del Congreso
pertenecía á la opinión moderada. A aquellas Cor-
tes presentó el Gobierno varios proyectos de ley,
entre otras la de Ayuntamientos, que fue discu-
tida amplía y solemnemente. Pero ya entonces
eran mas descubiertas la tendencia de la revo-
lución , y la alianza con ella del gefe de la fuer-
za armada. El general Espartero se dirigió al fin
hacia el Aragón, y después déla toma de Caste-
llote, entre los innumerables premios que pedia
para el ejército , proponía para Mariscal de Cam-
po á su Secretario el Brigadier Linage, autor de
los diversos papeles publicados en contra del Go-
bierno. Algunos Ministros se opusieron ó la con-




MARÍA CRISTINA. 33


cesión de aquella gracia, pero no habiendo coin-
cidido los demás, se retiraron del Ministerio los
Sres. Montes de Oca y Narvaez , reemplazándoles
los Sres Conde de Clonard y Sotelo. Indudable-
mente si todo el Ministerio se hubiese opuesto á
las exigencias del General en Gefe , la Reina Go-
bernadora no hubiera accedido á ellas. Pero el
sistema fatal de tira y afloja , adoptado por el mi-
nisterio Arrazola , habia de dar pronto lugar á los
tristes acontecimientos que siguieron.


Asilas cosas, los asuntos de la guerra toma-
ban un favorable aspecto en Aragón ; el desgracia-
do general León ocupaba á Alora de Ebro, O' Don-
iip.ll tomaba Jos fuertes de Alcalá de la Selva y
Cantavieja,y el general Aspirozel castillo de Al-
puente. Mientras tanto el general Espartero asedia-
ba á Morella , que cayó luego en su poder , lle-
vando la guerra á Cataluña donde debia ter-
minar.


En esta situación comenzó á susurrarse el via-
gede la Real Familia á Barcelona, verificado sin
duda conelobgeto de destruir la funesta y ya no
disimulada alianza del Gefe de la fuerza armada
con la revolución. Salieron SS. MM. y A. para
Barcelona , dirigiéndose por Zaragoza, y habiendo,




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


según se dijo , variado su ruta señalada antes por
Valencia , por exigirlo asi el general Espartero,
que sin duda quería alejará la Reina Gobernado-
ra de la influencia del general O' Donnell que
mandaba en aquella provincia. En Zaragoza, y
después en Lérida , pudo conocer ya la Reina Go-
bernadora el lazo que se le habia tendido, y los
funestos resultados que para el pais y para ella
habia de tener su viage á Barcelona. Sabidos son
los acontecimientos de aquella ciudad en los me-
ses de Junio y Julio de 1840 , para que los repro-
duzcamos aqui. Sabidos son los insultos que alli
recibió la Magestad R e a l , los motines promovi-
dos por los mismos que debian contenerlos, y la
oposición del General en Gefe á que S. M. san-
cionara la ley de Ayuntamientos. Sabido es que
llamado el general Espartero para contener aque-
llos desórdenes, hizo su dimisión ; y sabidos son
por último todos los escandalosos sucesos que die-
ron lugar á la caida del Ministerio Pérez de Cas-
tro , y al nombramiento délos que le subsigieron
hasta el viage de la Reina Gobernadora y sus Au-
gustas Hijas á la ciudad de Valencia , á donde lle-
gó el 26 de Agosto , sufriendo desde el momento
de su llegada marcadas faltas de atención por




MARÍA CRISTIS A. 35


parte de la Municipalidad, desacatos que hubie-
ran sido mayores sin la actitud firme del general
O' Donnell.


AI dia siguiente de su llegada á Valencia , se
encontró la Reina nuevamente sin Ministerio,
por no^ haber condescendido con las exigencias
del que pretendía una autorización para declarar
que no se llevaría á egecucion la ley de Ayunta-
mientos , antes de ser revisada por otras Cortes.
Nombró entonces para presidente del nuevo Mi-
nisterio al Sr. Cortázar; pero en medio de estas
circunstancias, estalló el movimiento de 1.° de
Setiembre en Madrid , y cuando la noticia de él
llegó á Valencia , no se hallaban aliado déla Re-
gente los Ministros nuevamente nombrados, de-
sempeñando los ministerios interinamente algu-
nos oficiales de las respectivas Secretarias. La
Reina Gobernadora, por medio de sus Ministros
reprobó en los términos mas esplícitos y termi-
nantes la insurrección contra los poderes consti-
tucionales ; pero para reprimir los alzamientos era
preciso acudir á la fuerza pública, y la Reina Go-
bernadora no dudó en dirigirse al general Espar-
tero , reclamando de é l , en una carta confiden -
cial y autógrafa, su franca cooperación y ausilio.




36 PERSONAJES CELEBRES,


A aquella comunicación confidencial, no tuvo
reparo el general Espartero, en dar y publicar con
escándalo, una contestación fechada en Barcelo-
na en 7 de Setiembre, que la historia calificará
á su tiempo cual merece, y que nosotros senti-
mos no poder reproducir. Aquella manifestación
circuló con sorprendente rapidez por toda la Na-
ción , y estendiój el movimiento insurreccional en
casi todas las provincias, siendo de notar que
según el mismo general dice en ella, solo sabia
la sublevación verificada en Madrid y algún otro
punto.


En vista de tales sucesos, nombró la Reina
Gobernadora un Ministerio presidido por el Señor
Sancho, que debió satisfacer las exigencias de la
junta de Madrid; pero entonces se aspiraba ya á
mas , y la Augusta Princesa, decidida á agotar
todos los medios d̂ e concordia compatibles con la
justicia y la dignidad del t rono, nombró Presiden-
te del Ministerio al general Espartero, encargán-
dole que eligiese las demás personas que debieran
componerle. Aceptó Espartero aquel encargo, y
pidió permiso para pasar antes á Madrid á con-
ferenciar con los que habia de proponer para mi-
nistros. Asi se presentaba tan sencillo y natura!




MAMA CRISTINA. 37


el paso mas grave y trascendental de Ja revolución.
El general Espartero yendo de Madrid á Valencia,
aparecia como investido con los poderes de la in-
surrección, al paso que si hubiera tomado un
camino inverso, todo hubiera parecido emanar
de la legítima autoridad de la Corona. lia &eina
Gobernadora, a pesar de que no podían ocultár-
sele ya las consecuencias de semejante conducta,
concedió el permiso pedido, y Espartero pasó á
Madrid, donde fue festejado por el partido á quien
acababa de dar el triunfo. Desde su llegada se
principió á pedir nueva Regencia, cosa en que
la misma junta de Madrid no habia pensado antes,
y que procuró castigar á los que publicaron seme-
jante idea. Nombró para Ministros á los Sres. Be-
cerra , Gamboa, Cortina, Frias y Chacón, y apro-
bados por S. M . , pasaron a Valencia. En aquel
conflicto manifestó la Reina Cristina un carácter
tan noble, tan firme, tan desprendido y elevado,
que con dificultad se podrá hallar otro igual en la
historia de las mas ilustres y distiguidas Prince-
sas. No queriendo hacer al trono instrumento de
lo que en su ilustrada conciencia creia ser la rui-
na y la calamidad de la patria ; no queriendo in-
fringir la Constitución del Estado y el juramento




38 PERSONAJES CELEBRES.


que habia hecho de guardarla-, y no adhiriéndose
tampoco á degradar el esplendor de la diadema,
renunció á¡ ella antes que consentir en lo que sus
Ministros exigían. (*) ¡Ejemplo sublime de magná-
nimo desprendimiento! Véanse los documentos pu
blícados en la Gaceta estraordinaria de 15 de Oc-
tubre de 184.0, donde se halla consignada la con-
ducta de la ilustre Gristina como Reina, en aque-
llos aciagos momentos, en que á trueque de ahor-
rar la sangre desús subditos, no aceptó los ge-
nerosos ofrecimientos que le hiciera la lealtad ; y
no solo renunció al brillo de la corona, tan pe-
sado para ella, sino á los afectos mas tiernos de
su corazón, separándose de las prendas de su
cariño que dejaba encomendadas, si con confian-
za á la lealtad déla Nación, no sin recelos á los
que con tanta ingratitud habían pagado sus be-
neficios. La historia juzgará los hechos, y ella de-


(*) Instábale, según se d i ce , uno de los Ministros para
que suscribiese el manifiesto en que se condenaba la con-
ducta de anteriores gabinetes, haciendo recaer sobre ellos-
las inculpaciones de la época , y le esponia al efecto los pe-
ligros que habia en no ceder , citándole el lastimoso ejem-
plo de los Reyes de Inglaterra y Francia. « No hay que ha-
blarme de e s o , contestó la R e i n a , , á aquellos Reyes se les
hizo victimas, pero de mi se exige más, se me quiere hacer
verdugo.»




MARÍA CRISTINA. 39=


cidirá si mas conveniente que aquel desprendi-
miento, hubiera sido apelar á la hidalguía y
lealtad de los Españoles desde otro punto, á don-
de fácilmente pudiera haberse trasladado acom-
pañada de sus Augustas Hijas.


Decidida ¿abandonar el Reino, y terminados
sus deberes como Reina, tristes eran los que le
quedaban que l lenar, y grande el dolor que debia
esperimentar como Madre el separarse de sus tier-
nas Hijas. En la noche del 16 de Octubre, las
llamó a sí antes de acostarse, y les dijo que se
marchaba al dia siguiente, y que no las volvería
á ver en algún t iempo; cogió entre sus brazos á
la tierna Isabel, y la aconsejó que fuese justa y
generosa con los Españoles, pues nunca podría
pagarles los sacrificios que habían hecho por sos-
tener su causa. En vano seria describir aquella
tierna escena que comprenderán fácilmente cuan-
tos sientan alguna ternura en su corazón. Diólas
por lin el último adiós , y abrazada á ellas cayó
aletargada en el suelo, hasta que vuelta en sí pasó
llorando toda la noche. Al dia siguiente, antes
de marcharse, las contempló, sin atreverse á to-
carlas, entregadas al sueño de la inocencia, y
abandonó las playas españolas, donde dejaba en




40 PEllSONA.il> CELEBRES.


el corazón de los leales tantos recuerdos de grati-
tud y de bondad.


Dirigio'se á Marsella, y desde aqu»;i punto dio
un manifiesto á la Nación, del cual hemos estrae-
tado las palabras que nos sirven de epígrafe, y
que como documento histórico, harto conocido
y célebre, nos abstenemos de reproducir. Docu-
mento que conmovió hondamente el corazón de
todos los Españoles, que no habían olvidado los
sentimientos de lealtad que les fueron en otro tiem-
po proverbiales.


Desde Marsella se trasladó la Reina Cristina á
Roma, y desde allí pasó á París, donde reside
actualmente. Recibida allí por el Rey de los Fran-
ceses y toda su real familia, con las muestras de
afecto y distinción, á que la hacen acreedora , los
lazos del parentesco, la elevada consideración de
su clase, sus desgracias, y su magnánima con-
ducta en los últimos momentos de su Regencia,
ha sido admirada por cuantos han tenido lugar
de observar su constante afecto á los Españoles,
y su amabilidad con cuantos llevados allí por la
tormenta revolucionaria, hallaban un consuelo
en las marcadas señales de aprecio de una Prin-
cesa, que como ellos se veia privada de su pa-




MARÍA CRISTINA. 41


t r ia , y alejada de los tiernos objetos de su amor.
Faltábale en su destierro otra amargura que


sufrir, y la revolución le arrancó la tutela desús
Augustas Hijas, que le correspondía por el tes-
tamento de su Esposo, y por todas las leyes ci-
viles y políticas, confiando tan sagrado depósito
al cuidado de un enemigo personal del difunto
Rey su padre. Muchos españoles leales, valientes é
ilustres generales, quisieron volver á la Madre
sus Hijas, y librar á la patria del usurpador que
la dominaba , previendo ya las tendencias de
un poder tan ambicioso como inepto. Sabidos
son los acotecimientos de las Provincias Vascon-
gadas y Navarra, los sucesos del 7 de Octubre
en Madrid , y el lazo que en Paris quiso tender-
se á la Augusta Princesa , haciéndola aparecer
como instigadora de aquellos sucesos. La prensa
publicó en aquel tiempo las contestaciones que
mediaron con el Sr. Olozaga, y los españoles
saben ya de parte de quien estaba la razón. El
valiente y cumplido caballero el General León,
Montes de Oca , Borso y otros leales, sellaron
con su sangre aquella época que hemos descrito
ya en la Biografía del ilustre Conde de Belas-
coain.




42 P E B S O N A J E S CÉLEBRES.


Los sucesos ocurridos últimamente, la destruc-
ción del poder que le usurpara sus derechos, y
la próxima declaración de la mayor edad de la
Reina Doña Isabel I I , todo hace esperar que rea-
lizado aquel fausto y anhelado suceso, tendrá la
Madre el placer de estrechar en sus brazos á sus
queridas Hijas, y los Españoles la satisfacción de
ver entre ellos á la que les dio la l ibertad, y les
sirvió de bandera y consuelo en el largo periodo
de una guerra civil y dinástica, durante la cual
supo, con mas talento que fortuna, conservar el
posible equilibrio entre las diversas vicisitudes de
las opiniones y los partidos. Si la revolución se
mostró ingrata y la obligó á abandonar el suelo
español, la severa é imparcial historia revindica-
rá algún dia , cuando estén aplacadas las pasio-
nes , los fueros y el honor d é l a Nación.




3ití)tcf fce las biografías coixtentaae


EN E L


TOMO CUARTO.


Pío VII.
EL CONDE DE T O R E N O .


M R . P E E L .


M R . DE CHATEAUBRIAND.


MR. DE HUMBOLD.


D . LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN.


E L MARISCAL SOULT.


ROSSINI.


FERNANDO I , R E V DE Ñ A P Ó L E S .


D . P . A . GIRÓN , DUQUE DE AHUMADA.


CARLOS X , R E Y DE FRANCIA.


DOÑA MARTA CRISTINA DE BORBON.