DEL ORIGEN
}

DEL ORIGEN


DE LAS SOCIEDADES.


TOMO PRIMERO.


.do-be ,Ider(ozta y kfrhyd.
DONDE SE VERÁ


4
El origen cierto de las desigualdades , de las propiedades,
de los derechos , de las autoridades , de los poderes , de las
soberanías, de las ciudades, de las leyes, de las constituciones,


de la vida pomada , de la vida salvage , &c. &c.


Y SE PROBARÁ. INVENCIBLEMENTE


1.° Que los hombres jamas fueron iguales en derechos.
2.° Que jamas hubo pactos sociales.
3.° Que jamas residió la soberanía en los pueblos.
4.° Que los soberanos la reciben de Dios, en toda propiedad,


por derecho de nuestros padres primitivos.


POR EL ABATE THOREL.


TERCERA EDICION.
Traducida al español por el inisnzo que tradujo y pu-
blicó en 18.f3 la segunda edicion que dió á luz su res-
petable autor en 1809 con el titulo di e Voz de la Natu-


sv31-10T.''s„,,,raleza sobrKI origen de los gobiernos.


.,•• •


.MADRID 1823.
IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS.




NOTA,


Se ha manifestado una grande admira-
cion á la vista de las cuatro aserciones pre-
cedentes, que contrarían el espíritu público:
se ha hecho lo que parece imposible para
que no fuesen conocidas, anunciadas, ni
publicadas, y para obstruirnos todos los
medios de hacerlo; y se ha creido que no
pasarían dos chas sin que fuesen rebatidas
hasta reducirlas á la nada; pero damos ya
la tercera edicion, y ni aun han sido ata-
cadas.


A vista principalmente de la cuarta á
saber: que nuestros soberanos son nuestros
padres, se ha gritado á novedad, y se ha
querido condenarnos al silencio; pero ha-
biendo fundado esta doctrina en los libros
sagrados, leldola en todas las historias,
visto que todos los pueblos primitivos como
los Asirios, Ismaelitas, Cananeos, &c. lleva-
ban el nombre de sus padres, y que (segun
Bossuet) llamaban á sus soberanos Abitneleck,
que quiere decir mi padre el rey ; hemos
respondido con los apóstoles: ¿no es mas
justo obedecer á Dios que á los hombres?


Date rnagnificentiam Deo nostro.
Cantic. mois.




Hemos observado que la moral Ryan.,
gótica que parecia nueva en tiempo de los
apóstoles , era tan antigua como el mundo ,
que esta paternidad soberana que nos parece
extraña porque habia sido olvidada, no dejó
de existir antes de todas nuestras fábulas
convencionales; que despues de tantas cala-
midades y revoluciones era en fin preciso
que supiesen los pueblos que se la habian
hecho perder de vista: que sus soberanos
no son sus encargados sino sus padres, no
solo de nombre, sino en eje. cto ; no solo en
figura, sino investidos en realidad por .suce-
sion y constitucion de la autoridad paterna
de los padres primitivos; que nos . es muy
desagradable contrariar el espíritu público;
pero es imposible dejar de publicar lo que
nos afirman todas las historias, y testifican
los buenos autores; y por último que esta.
nueva, que desagradará acaso á algunos, ha-
rá las delicias del universo cuando se vea
confirmada por todas las pruebas posibles.


Non possuinus qum vidrios, et audivimus non locjui.


Á LOS LECTORES.


Aunque las doctrinas homicidas hayan dirigido mas
especialmente su puñal contra la persona sagrada de los
Soberanos , es sin embargo cierto que. no han perdonado
á estado alguno ; y así tenemos el mayor interes en co-
nocerlas.


¡Cuál será la sorpresa de los que viven en el error cuan-
do sepan que estas doctrinas son precisamente las que se
quieren establecer en nuestros dias por todas partes; á sa-
ber: las de la igualdad , de los pactos sociales, y de la so-
beranía del pueblo ! Cuando colocándose (letras del velo
en que se ocultan vean claramente que ellas son las que
tienen en sus manos el cabo de las escenas sangrientas que
pasan á nuestra vista ; las que sin manifestarse háeen. 'ha-
blar y mover á todos los actores , dirigen sus puñales y de-
güellan todas las víctimas; cuando conozcan que nos pre-
sentan á lo lejos una fantasma ilusoria de felicidad para
hacernos caer en los abismos de calamidades que nos .han
abierto ; que como las pasiones que las han engendrado no
nos embelesan por la dulce melodía de sus cantos sino pa-
ra devorarnos en sus rocas ; y en fin , cuando lleguen &es-
tar bien seguros que en lugar de hablarlas es preciso huir-
las; en vez de escucharlas , es preciso cerrar hermética.
mente los nidos ; que en lugar de procurar establecerlas, 'es
preciso trabajar por destruirlas prontamente , sin lo cual
caminaríamos á pasos acelerados hácia la disolucion del
mundo, precipitándonos todos , aun los que viven en el
error, bajo sus ruinas.




¿Cuáles, por fin, son las doctrinas homicidas que ar-
ruinan al universo ? su nombre, sus principios, sus ca-
racteres distintivos, y sus progresos espantosos ; su perfi-
dia, su perversidad , y los verdaderos principios á que es
urgentísimo volver?...... Si se lee con imparcialidad esta
obra , se hallará claramente en ella esta manifestacion. Co-
mo en Francia. no ha sido conocida aun , porque ha-
biendo sido compuesta en la emigracion, la segunda edi-
cion se consumió enteramente en pais extrangero mucho
tiempo antes de la caida del usurpador será acaso oportu-
no que se sepa lo que han pensado. de ella sus primeros
lectores: Nos contentaremos con citar solo dos cartas cuyos
autores son bien conocidos ; el uno magistrado, y el otro-
eclesiástico en estado de poder juzgare.


3
be hasta el origen primero de toda autoridad, y corriendo
desde este origen sagrado, sigue todos sus ramos y todas
sus divisiones. Así como la filosofia se ha empeñado en bus-
car los medios de degradar al hombre , comparándole á las
bestias que habitan en las selvas, el autor le destina un
gar honroso en la sociedad , de la que le hace Monarca y
Legislador.


Lo que sucede en todos los pueblos, de que nos dan co-
nocimiento la historia y los viageros , sucederia en los que
podrían formarse en lo sucesivo por colonias establecidas
bajo las órdenes de un gefe. El plan de la obra es simple
y claro. Establecido ya , se hace de él una demostracion , y se
sigue perfectamente un raciocinio. Se acomoda á todos los ra-
mos, á todos los pueblos y á todos los paises : y es de la ;rayor
importancia el que se generalice y sea conocida esta obra. Con ra-
zon la dedica el autor á los gobiernos y á los pueblos , porque
defiende á unos y á otros. Por seductor que parezca su tí-
tulo , nada anuncia ni promete que no se halle justificado
en los motivos ; en la exposicion , en las pruebas ó la apli-
cacion de esta obra : y los hombres sistemáticos que lleguen
á leerla sin prevencion , se avergonzarán justamente de sus
errores.


CARTA de un célebre Magistrada escrita al editor en
Viena cuando dió su primera edicion de 2 8o7.


Desde que se empieza la- lectura de este tratado , se ad-
mira que no se haya presentado antes al espíritu de todos
los hombres una concepcion que con razOn puede mirarse
tomo nueva. Se siente aun mas cuando se consideran los
excesos y las extravagancias á que han dado ocasion las teo-
rías imposibles, y por consiguiente las quimeras de la sobe-
ranía del pueblo y del contrato social. Los principios que se
establecen en esta obra destruyen con igual suceso el siste-
ma de Hobbes , y el estado pretendido de naturaleza que con-
duce al contrato social , y no es otra cosa que la guerra de
cada individuo- contra todos. Se hace ver aquí que los me-


jores publicistas , como. Pzffindorf, no han: estado libres de
estos sueños sistemáticos ,. y que los grandes políticos como
Bossuet y 4guesseau no atacaron positivamente estos princi-
pios , aunque combatieron sus consecuencias infaustas. El
autor de esta obra , muy católico en todos los puntos, su-


OTRA CARTA fecha en Londres en 5 de julio de 1809
cuando dió el autor su segunda edicion.


Debo felicitaros M. por el suceso que debe coronar vues-
tros trabajos. El primer volumen dió en todas partes un vi-
vo deseo de ver el segundo. A nadie oigo que le haya lei-
do que no esté perfectamente satisfecho. El objeto es de una
utilidad general. Vuestro modo de tratarle le pone al al-
cance de todos. Vuestras pruebas sol demostraciones que
se repiten, finjo todas las formas , sin hacerse pesadas. Se in-
culcan en ellas las verdades que de,senvuels en ; y habeis ha-
llado el secreto de dar interes y calor á unas materias que
debian creerse áridas y secas.


Yo me debeis gracias por las penas que me be tomado;




4
y no dudo .que si las merezco , se en cargarán del recono-


cimiento los mismos suscriptores despues que hayan leido




vuestra obra


NoTe. Como solo la verdad merece elogios, toca á cada
uno el ver hasta qué punto son merecidos. Pero como esta
Historia será una simple exposicion de las obras de Dios , si
se la deben elogios , será á nosotros, sino al que tan per-
fectamente ha subordinado las sociedades. Date magnificen-
tiain Deo nostro. Dei perfecta sunt opera. Lo cierto es , que
cuantos han leido las dos primeras ediciones , las dan los mis-
mos testimonios , ya de palabra y ya por escrito.


5


CUESTION PRELIMINAR.


¿ Es cierto que frieron los pueblos los que se
dieron gobiernos ; y que antes fueron los
hombres iguales en derechos?


RAZON DE DUDAR.


1 fa primera razon dé dudar es que una infini-
dad de graves autores como Aristóteles , Platon , Bos-
suet , Fezzelon, y otros infinitos que citaremos en el cuerpo
de la obra, pretenden que es el Autor mismo de la natu-
raleza el que subordinó el orden social por la sucesion sola.
del nacimiento. Luego si es Dios , no somos nosotros. Si
fue él, no frieron los pueblos : y siendo él, es preciso ado-
rarle como autor y ordenador de las sociedades. Trans-
ferir á las criaturas los homenages que son debidos al Cria-
dor , es una sublevacion impía que merece el enojo del
Todo-poderoso. Date nzagnificentiam Deo nostro.
II La segunda razon de dudar es que todos aquellos


á cuyas manos pudieron llegar nuestras dos primeras edi-
ciones durante la revolucion , se han unido á los autores
que hemos citado para proclamar al Todo-poderoso como
verdadero ordenador de las sociedades; y estarnos seguros
que todos los que lleguen á leer sin parcialidad esta terce-
ra, le harán los mismos homenages. Date magnificentiam
Deo nostro.


iii La tercera razon de dudar es la obscuridad de es-
ta opinion. Se dice en nuestros días que no se halla ya en




6 CUESTION PIVELIMINATI.
nuestras buenas obras aquella noble simplicidad que hizo
el caracter distintivo de la bella .edad de nuestra literatura;
y se pregunta ¿ cuál es la •zon de esto ? Pero es muy
sencilla ; á saber, porque es .falso y esencialmente obscuro;
pues que si Dios es .el que ha arreglado el orden social , to-
do el universo debe volver sobre este .punto á las tinieblas
de una afrentosa idolatría. ¿Cuál es el origen que damos
hoy á las :sociedades? Guerreros, conquistadores, soldados
felices; ,grandes asambleas, llamadas pactos sociales, en las
que xeunidos los pueblos despues .de haberse dado :gestes,
sciberanos y legisladores, distribuyeron á cada uno plazas,
bienes y honores , con condicion de que se .emplearian en
hacernos felices , sin lo cual se anularia el pacto social. Po-
nemos por testigo de esto á todo el universo. Y ve aquí
lo que hemos puesto en la plaza del grande Ordenador, y
los sistemas que casi hemos adoptado generalmente. Pero
si todos estos sistemas son falsos, si son .absurdos é imposi.
bles, y si se hallan generalmente desmentidos por todas las
historias, todos los hechos y todos los monumentos, ¿no
tendremos .razones poderosas para examinar si nos habre-
mos engañado?......


IV La cuarta razon de dudar son los absurdos in.
separables de este sistema ; porque para poder atribuir á
los pueblos el arreglo del orden social , sería preciso que
Dios .hubiese creado á los hombres absolutamente iguales
en derechos. Por pocas desigualdades .que hubiese , serian
los que tuviesen derechos, los que hubieran constituido, y
el resto del pueblo hubiera sido excluido. Hombres absolu-
tamente iguales en derechos hubieran sido hombres sin
padres ni madres. Porque todo el mundo sabe perfecta-
mente que los padres y las madres tienen derechos natu-
rales de' autoridad .sobre los que les deben la existencia.
Luego la igualdad absoluta de derechos parece una quimera.


Hombres absolutamente iguales en derechos hubieran
sido hombres sin cuerpos Porque ¿qué es la propie-
dad?....... Lo que me pertenece peculiarmente. Mi propia-


CUESTION PI ELIMINáL
7


míesdad cuerpo, mi alma, mis facultades, tanto espirsit:
males corno corporales, y los bienes que yo gano por
medio. La autoridad que tengo sobre mis hijos es mi
propiedad, porque soy yo el que los ha engendrado. Los
derechos que tengo sobre mis producciones son mis propie-
dades, porque son el fruto de mis habajos,.Luego la igual-
dad absoluta de derechos. es una quimera.


Hombres absolutamente iguales en derechos, hubieran
sido hombres sin ganados, porque si los criaban, hubieran
sido propietarios.... No- hubieran tenido tiendas, cabañas ni
casas , porque si las hubiesen tenido, cleberian ser propie-
dad de los que las construyeron; hombres sin pasiones,
porque con ellas hubieran sido necesarias leyes para conte-
ner á los malos; hombres sin necesidades, porque ¿qué me-
dio hay para satisfacerlas sin reunirse?..... Hombres que vi-
viesen en pais donde no hubiese bestias feroces , porque
¿qué media podrian hallar para anclar vagando en los bos.
ques con sus hijos- sin ser devorados ? &c. &c. Segun esta
multitud de absurdos , y otros infinitos que se presentan
por sí mismos al espíritu, se han burlado Volter, Bu on
y otros muchos de este estado primitivo de igualdad , que
justamente han impugnado los buenos autores como una
fábula absurda que no existió jamas. Ut commentum philo'
soficum..


-V La quinta razon de dudar son las dificultades in-
concebibles de los pactos sociales ; porque despues de ha-
ber dispersado á los hombres en los bosques, fue preciso
al fin reunirlos para. que se diesen gobiernos. ¿Pero dónde
se celebró esta inmensa asamblea ? ¿ Quién la convocó?.....
¿quién la presidió y recogió los votos? ¿dónde estan, como
dice M. Bossuct , sus actas y sus monumentos?...... Si todos
los hombres se convinieron desde luego en d ispersarse, ¿por
qué delirio inconcebible se convinieron despues en
? Si fueron


reunir-se
libres y tan-felices en los bosques,¿por qué no permanecieron l.cieron en este estado delicioso?




¿Có-
mo hombres que se habian separado por inclinacion para




8 CUESTION"
ser libres, se decidieron despucs á reunirse para someterse
á leyes y castizos que hubieran querido evitar?...


Aun no basta esto. Cuando fué preciso darse gefes, ¿có-
mo tantos millones de salvages se determinaron á ello?.
¿Cómo estos millones de voluntades se pusieron de acuer-
do?.... ¿Cómo se les dieron después poderes universales so-
bre todos ellos? Segun esta serie inconcebible de impo-
sibilidades se han convenido todos los buenos autores en
despreciar los pactos sociales, sosteniendo que ]os hom-
bres no estuvieron jamas sin gefes y sin gobiernos.


VI La sexta razon de dudar es, que esta opinion es
absolutamente contraria á la fc ; porque es de fe, que por
solo la serie de generaciones, es Dios el que ha ciado un
gefe universal al género humano; uno á cada rama de él,
y uno á cada familia, y segun esta opinion, no pudieron
los hombres tener gefes antes de los pactos sociales.


Es de je que Dios nos ha dado todos los bienes:
quo bona cuneta procedunt, y por aquella opinion hubie-
ra sido el pueblo el distribuidor de todo en los pactos so-
ciales. Es de fe que no hay un solo poder que no venga de
Dios. Non est potestas nisi ¿t. Deo; y en esta opinion no
hay uno solo que no venga de los pueblos. Para admitir
los pactos sociales, sería preciso renunciar á un mismo tiem-
po á la razon y á la fe.


VII Añádase á todo que estos sistemas no nos han dado
jamas sino promesas falsas , luces falsas, é ideas falsas.


Promesas falsas. ¿Dónde está en efecto esta felicidad
indecible, y esta edad de oro que se prometió á los pue-
blos luego que se diesen á sí mismos gobiernos?... Van pa-
sados ya treinta aíios que se los estan dando y el] cabo son
mas miserables , y estan mas oprimidos de impuestos , y
se ven mas perseguidos.....


Luces falsas. En lugar de las producciones luminosas,
de los bellos siglos de nuestra literatura ¿qué se nos ha
dado en el nuestro ? Obras sofísticas , embrolladas é im-
perceptibles, tales coma el libro del Espíritu, el Contrato


.CtJESTION PRELIMINAR,
9


expresiones gigantescas, términos pomposos,Social y otros; d
efrases


s
es estudiadas, en las que es preciso detenersegracias


para hallar su sentido; la pérdida .de la verdad, la de la
simplicidad y del buen gusto ; juegos de palabras, chispas
de espíritu que se extinguen en el aire, y aumentan las ti-
nieblas cuando se apagan ; fuegos fatuos que despucs de pa-
searnos de ilosion en ilusiou nos conducen á los abismos de
la inmoralidad, de las calamidades y de las desgracias.


VIII Ideas falsas sobre el pueblo, porque ¿qué se en-
tiende por esta palabra pueblo que se da gobiernos?... ¿Es
la universalidad? Es imposible, porque la universalidad
de un pueblo no se ha reunido jamas. ¿Será la mayo-
ría?


Pero la mayoría de un pueblo es un tropel innu•
merable de pobres, de mendigos, de bandidos, de obreros,
y de individuos que no respiran sino el saqueo y la muer•
te de los que tienen ; y por consiguiente se ocupan solo
del trastorno de los gobiernos. Así es como bajo la palabra
Yaga de pueblo se entrega á los pueblos mismos á lo que
hay de mas terrible en los estados ; al furor del pueblo ba-
jo , que siendo el roas numeroso, pedirá siempre represen-
taciones en razon del gran número.


IX _Ideas falsas sobre la libertad. Porque ¿cuál es la
libertad que nos ha dado Dios en el estado en que nos ha.
liamos de merecer ? Es simplemente la facultad de hacer
el bien ó el mal. Para hacer el bien es preciso domar las
pasiones. Para hacer el mal basta seguirlas. La primera es
-muy dificil , y la segunda muy facil : la primera merece
recompensas, y la segunda castigos: la primera es el origen
de todos los bienes, y la segunda de todos los males. Por
desgracia esta última es la que /lucremos, y sobre todo la
que desea el pueblo bajo porque nos entrega á nuestras in-
clinaciones. Y he aquí como bajo el nombre vago de liber-
tad se entrega á los pueblos mismos á todas las pasiones
del bajo pueblo.


X Ideas falsas sobre la soberanía. La soberanía ¿es
propiedad particular de los soberanos ?


cuestion que




CUESTION !PRELIMINAR.


1 1
tado por la fiebre ardiente de la igualdad de derechos.: Vi-
dit Habia mucho tiempo que veía el proyec-
to insensato qúe-habíamos concebido -de darnos á nosotros
mismos los gobiernos: Vidit Dominas... Mucho tiempo
que veía nuestras.•asambleas secretas y los execrables ju-
ramentos que hacíamos en ellas de asesinar á todas las
autoridades que él 'labia constituido, para darnos otras
nuevas de nuestra propia cleccion; y conocía perfectamente
todos los males que debian seguirse de aquí: Vidit Domi-
nus...Nol lo hizo advertir por sus ministros, y no qui-
simos oirle. Nos repitió por muchos siglos seguirlos sus ter-
ribles advertencias, y no . le quisimos oir. Irritarle, entonces
de una tan obstinada resistencia se enfureció: Vidit Domi-
nas, et ad iracundiarn concitatus est; y dijo en el exce-
so de su eólera:_ ¡Ingratos! Yo me alejaré de ellos y veré lo
que quieren hacer: Abscondain facicm ab eis, et comide-
rabo novissinza coruni: lo hizo. Con una mano indignada
nos entregó á nuestras pasiones. ¿Y qué vió?... Reyes de-
gollados, Pontífices- asesinados, cetros rotos, templos des-
truidos, altares derrocados, cadalsos en actividad dia y no-
che; inundada la tierra desangre; en agitacion.todo el uni.
verso; sublevadas, las naciones contra sí mismas; horrori-
zados los- pueblos cayendo á millones bajo la guadaña le-
gislativa de los crueles tiranos que ellos se , habian dado...
Ha dicho en su cólera :. : Hombres insensatos, habeis ahondo.
nodo al Dios -que os crió. Detoz..g ld te genuii,dcrpliquisti.
Yo fuí quien os dió Soberanos ; yo quien


.
,-ossobernaba


por mis representantes,. y erais. felices. ¡Pero habeis que-
rido ser gobernados por los,,representantes;-4 los pue-
blos!... Hoy el pueblo lo es te49„ y yo no soy nada. Os he,
hecho oe ira?vertir de.vuestras desgracias, y no me habeis que-r


y á pesar de la experiencia
. ¿ no me creereis aun?¡ G


cneraciotz perversa! Generatio prava, atque perversa!
Levantaré -mis manos al cielo Levaba ad ccduin manum
meam. Lo juro: Vivo ego.
flechas de mi cólera


Agotaré sobre vosotros todas las
os entregaré,


á vuestros nuevos señores
B :


10 CUESTION PRELIMINAR.
examinaremos en esta primera parte. Cuando se supo que '11
no admitíamos los pactos sociales, se nos preguntó ¿qué es
lo que poníamos en su .lugar ? ..... Y respondimos que .una
cosa mucho mas sólida y mas cierta, pues : que sería el Todo.
poderoso. ¿Puede creerse que no pueda Dios dar la sobe-
ranía? ¿Y qué podria resultar si hubiese juzgado apro-
pósito darla desde luego á los Soberanos? Que estos hubie-
ran podido desde el origen darla por sí mismos , ó des,-
pues por sus sucesores, á uno ó á muchos, á veinte ó á cin-
cuenta, á Cámaras ó á Senados, &c.: y traeríamos de aquí
todas las formas de gobiernos que existen en el mundo;
y en esta suposicion podrian ser legitimadas facilmente por
la cesion de los antiguos ó primeros Soberanos.


Por esta razon, donde quiera que pudieron llegar las
dos primeras ediciones de esta obra durante la revolucion,
como en España, Portugal, Inglaterra y otras partes.,
ha sido acogida perfectamente, pues que en lugar de ata-
car á ninguna especie de constitucion, las consolida todas,
asegurando los derechos soberanos de los que gobiernan
aun en las democracias; y si se dejasen á la disposicion de
los pueblos, todos los que gobiernan podrian ser arrojados
á cada instante por el ba jo pueblo corno miserables en-
cargados. ¿Y qué diremos de una opinion que arrastra
tras sí tan multiplicados inconvenientes...?


XI Pero lo que depone mas poderosamente contra la
opinion que por desgracia hemos abrazado, son los males
afrentosos que ha producido, y con los que nada hay com-
parable desde el principio del mundo. M. M. de Bonald,
de Chateaubriand, de la Monnais, y otros escritores dis-
tinguidos de nuestro tiempo, los han representado con
todos sus colores, y hecho sentir tan cruel y generalmente,
que es preciso ya procurar conocer . su verdadera causa.
Moyses en su sublime cántico, parece indicárnosla del
modo mas conciso por estas dos palabras enérgicas: Vidit
Dominas; porque el que gobierna el mundo no es un ser
ciego. Babia mucho tiempo que veía al universo atormen-




I2


CUESTION PRELIMINAR.


hasta rine os canseis enteramente de ellos: Complcbo Sa-
gittas meas.


Si estos castigos no hacen una clemostracion , son por lo
menos tina fuerte presunción de que:es detestable el partido
que hemos tomado de darnos gobiernos.


XII Otra razon muy póderosa que debe conducirnos á
examinar el partido que hemos tomado, son los riesgos
incalculables de las opiniones falsas... Pero se dice que son
solo opiniones.... Es verdad; pero hay •nn principio cier-
to confirmado por la experiencia de todos los siglos, á
saber,-.que la opinion -dirige los espíritus, y estos hacen
mover á los cuerpos; de modo que al. fin la. opinion es
la que gobierna al mundo. Si es buena, todo irá bien:
si es mala, todo irá mal; y las consecuencias de las opi•
niones falsas, son siempre terribles. El Iiaganismo, la ido-
latría, los cismas, las heregías, y todos los errores civiles
y religiosos, se han empapado en sangre, y todos han sido
producidos por las opiniones falsas.


¿Por qué los paganos han ejercido tantas crueldades
contra los primeros cristianos? Porque creían c inc era un
deber el adorar á sus ídolos. ¿Por qué Roberspier conei
bió el 'proyecto execrable de asesinar á todos los :gran,
des?... Porque creyó que los hombres eran por natural'
leza iguales en derechos. ¿Por qué se ha visto inundada-la
tierra de sangre en nuestras últimas revoluciones?... Por-
que se creía que son los pueblos los que se han dado siem-
pre los gobiernos.


Mientras que subsista este principio sedicioso, se cla-
mará en vano contra las 'consecuencias: en vano los hom-
bres' elocuentes pintarán con expresiones de fuego los es-
pantosos males que deben resultar de él; ' y en vano quer-
remos apoyarnos en la experiencia de lo pasado, porque
nada'querremos oir. Si verdaderamente es este el derecho
del pueblo, aunque tenga que perecer el universo, se cla-
mará: siempre el principio, y nunca las consecuencias.


Mientras que subsista este principio falso que lleva con-


CITESTION PRELIMINAit; 13
sigo sus terribles y necesarias consecuencias, las vom -Yta
rá sobre la tierra, con todas las plagas que son inseparables
de él. Mientras que subsista se enseñará en los colegios, -se
profesará en las universidades, y se fundarán en él las ba-
ses de nuestros tratados, y dé nuestras escuelas de derecho
público. Dominará en las conversaciones, llegará á ser la
regla de nuestras leyes, de todos nuestros escritos, y de to-
dos nuestros discursos. El contagio se extenderá á todos los
estados, á todos los espíritus, y todos los corazones. Pasará á
nuestro pesar de un hemisferio á otro, sin que los cordo-
nes; las flotas y los ejércitos puedan detenerle, porque
pervertirá á todas las flotas y á todos los ejércitos.


XIII Se nos objeta la inmensa extension de esta opinion,
y precisamente esta es la razon mas poderosa para exami-
narla á fondo. Es bien sabido que esta doctrina, que los
pueblos se han dado gobiernos no es nueva , porque desde
los tiempos mas remotos se ha extendido sobre la tierra con
la rapidez de un torrente, y ha cubie rto en nuestros Bias
su superficie con la universalidad de un diluvio. Conveni-
mos en su extension. ¿Pero cómo una doctrina que estable-
ce en principio que todos los hombres son naturalmente
independientes, no labia de hacer progresos rápidos? ¿Cós-=
mo untr opinion que provoca á todas las pasiones al saqueo
no habia-


• de ser producida por las pasiones mismas desde
el momento que tuviesen ocasión de hacerlo? Es bien sa-
bido que este origen tuvo en todos tiempos numerosos
sectarios.


Pero al fin, si bien considerado todo se hallase que este
origen es falso; que los autores TI


.* dudan de él tienen ra-
zon, y que los que le han adoptado se engallan, ¿qué con-
eluiremoS


• de sus progresos multiplicados, sino que el mal
es contagioso; de su extension espantosa , sino que la pes-
te se propaga; del número'prodigioso de hombres estima-


beol elisuclou?¿yle
clituaén


por .ú' lltimo de su generalidad, sino que el
, sino que el mal ha llegado á su


c
ontagio se ha extendido á todos los estados; que los hom-




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1 6
CUESTION PRELIMINAR.


razon, los hechos y los monumentos mas incontestables.
Pero como la naturaleza de Dios y la del hombre son inse•
parables, y lo que es sobrenatural con relaciona noso-
tros, es muy natural con respecto á Dios, será esta obra
de mas extension que lo que se piensa. Como cuando la
falsa filosofia ataca á las sociedades, lo ataca todo, á Dios,
al hombre, á la moral y á la religion, á lo espiritual y
á lo civil, al sacerdocio y al estado, á la vida presente y
á la futura, y todos los principios se tocan unos á otros,
debemos prevenir que todo esto se comprenderá en esta
obra, y formará una coleccion completa de todas las ver-
dades que pueden contribuir á hacernos felices.


XVII Para abrazar esta vasta colcccion, dividiremos la
obra en tres partes. La primera, sobre el origen de las so-
ciedades, despues Je haber combatido los monstruos espan-
tosos de la igualdad y de los pactos sociales, marchando
enmedio de abismos y contemplando con espanto las
simas enormes que consumen las generaciones, los gobier-
nos y las costumbres; subiremos con nuestros lectores ad-
mirados hasta aquellas fuentes antiguas de las que han des-
cendido succesivamente los pueblos, las autoridades y to-
das las formas de gobierno. Siguiendo la corriente de estas
aguas saludables al través de todas las revoluciones de los
siglos, seria oportuno ver cómo la autoridad soberana,
siempre la misma y siempre invariable, ha llegado por en-
medio de todos estos obstáculos sobre las cabezas de los so-
beranos actuales bajo todas las formas posibles de gobierno.
Seria bien sacar al paso bajo las ruinas estos principios eter-
nos que el error 'labia sepultado trastornando el mundo; y
esto hará el dilatado objeto de la primera parte.


En la segunda sobre la firmacion .
de los pueblos, su-


biendo al punto de donde cada uno de ellos se ha se-
parado del tronco, seguiremos succesivamen te el desenlace
magnífico de los órdenes y de los estados de que cada uno
se compone. Cuando llegue á co n templarse con nosotros
el origen antiguo del sacerdocio, de la nobleza, del tercer


CUESTION PRELIMINAR. 1'7


estado y de los denlas cuerpos; su distinelon natural, su
subordinacion , su necesidad, sus ventajas


conesion, y su
y su utilidad, no podrá dejar de exclamarse: ¡estribamos se-
pultados en las tinieblas mas espesas! y se conocerá eviden-


temente todo lo que hemos perdido destruyéndole, y cuál
es la causa manifiesta de la extincion de la moral, de la
religion, de la probidad, del honor, y de todas las virtu-
des; y los medios de que podemos usar para volver á ad-
quirirlas.


En la tercera parte sobre la libertad y la cornbinacion
de los poderes, despues de haber -expuesto sus límites, sus
términos, y el modo admirable con que los ha encadenado
Dios para contener el fuego impetuoso de las pasiones,
descubriremos todo lo que es necesario para ser verdadera-
mente libres, á saber: el equilibrio de las voluntades, la
balanza de los gobiernos, el concierto de los dos poderes,
y la armonía de lo natural y de lo sobrenatural. Demos-
traremos que no solamente es necesaria la reunion de estos
grandes motivos, sino que es necesario que se halle pre-
cisamente en cada una de nuestras acciones, sin lo cual,
conducidos por el ímpetu de nuestras pasiones, correremos
de abismo en abismo, sin poder llegar á una constitucion
estable. De la union admirable de estas tres partes se levan-
tará una voz fuerte que nos gritará en alta voz, que el ar-
reglo maravilloso de las sociedades no es obra del hombre
sino del Criador, y que restableciendo los verdaderos princi-
pios en los corazones, hará renacer todos los sentimientos
de amor, de adoracion, de admiracion y de reconocimien-
to para con el Ser supremo, quilos principios falsos ha-
bian apagado enteramente. Esta voz poderosa que necesa-
riamente debe nacer de esta contemplacion,
mamos


XVIII ¿Cuál ha s" 1 la


es la que Ila-
V oz de la Naturaleza y de su Autor.


sa? una idea feliz é inesperada, comoesta grande empre-puede verse en el
principio V.° de esta primera parte. Para ejer Litarle nece-
sitábamos tiempo, y la Providencia nos le ha dado fe-


o




1
I <> CUESTION PRELIMINAR.


lizmente en la duracion de toda nuestra ernigracion. Li-
bros, bibliotecas soberbias, hombres sabios de todas clases,
emigrados que nos acompañaban y podian ayudarnos con
sus observaciones; nada nos ha faltado; de modo que esta
obra, que no hubiera existido sin la revolucion, será debi-
da á la desgracia de la revolucion misma. Se conviene ge-
neralmente en nuestros (Ras que en el trastorno univer-
sal de este siglo, no solo se han perdido los principios
verdaderos, sino que se han substituido los principios fal-
sos. Pero estos últimos son otros tantos volcanes que se-
ría preciso apagar, y los principios verdaderos otros tantos
tesoros perdidos que era necesario buscar, lo que no podía
hacerse sin trabajos empeñados, ni aun acertar así, sino por
el concierto unánime de rectitud, de aplicacion, de esfuer-
zos y de medios con que poder hacer frente á la resistencia
inevitable de las preocupaciones dominantes. Componer
buenas obras, corregirlas, extenderlas, ennoblecerlas, mul-
tiplicarlas por nuestras prensas, ayudar á difundirlas , aso-
ciarnos todos para el bien , como se han unida nuestros
contrarios para el mal ; he aquí el verdadero interes de to-
dos , y esperamos. que al fin llegaremos á tomar el partido
de abrir los ojos sobre nuestros verdaderos intereses.


XIX Desearíamos que no se hiciesen juicios anticipa-
dos antes de leernos , porque verdaderamente no hemos
escrito contra los soberanos , contra los pueblos, ni contra
los filósofos mismos , sino contra los principios falsos. Ni
se hallarán en nuestros escritos amargura , invectivas ni
personalidades , porque tenemos mucho que poder decir
sin necesidad de recurrir á estos medios. Orden , claridad y
franqueza ; pruebas simples y naturales, pero sólidas é ir-
resistibles , fundadas sobre hechos y monumentos; esto es
lo que se ha visto en nuestras dos primeras ediciones , y lo
que.. se verá aun mejor en esta tercera. La gloria de Dios,
la reparacion del espíritu público , la utilidad de los pue-
blos , la felad de aquellos mismos que se han eitravia-


rdo; por último, el triunfo de la verdad y la refutacion de


CUESTION PRELIMINAR
.
19


los errores, harán el objeto principal de nuestros trabajos,
y el earacter generalmente reconocido de esta obra.


La primera parte comprenderá seis cuestionesXX
muy importantes. 1.° La igualdad. a.° El contrato social.
3.° El origen de las autoridades. 4.° El origen de las ciu-
dades. 5.° Sus variaciones. 6.° Los soberanos actuales, y de
quién reciben sus poderes en todas las formas posibles de
gobiernos.


Estoy muy seguro que vivimos en un error sobre el
origen. de las sociedades, y que éste es el manantial fecun-
do de todos nuestros males. Segun esto , aunque deba con-
trariar al espíritu público , levantaré la voz , gritaré y per-
sistiré hasta que se me oiga : »Oh hombre, quien quiera que
»tú seas, y cualesquiera que scan tus opiniones, escucha;
»aquí hallarás tu historia , no como la he leido yo en los
»libros de tus semejantes, que se engañan , sino cual la he
»visto en el libro de la naturaleza, que no miente jamas."
Así es como termina su prefacio J. Rousseau sobre el
origen de las desigualdades ; y así terminaremos el nues-
tro ; y como él daremos principio sobre la gran cuestion
de la igualdad. ¿ Quién se engañará ? el público será juez
de ello.


C:




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1


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PRIMERA CUESTION.


LA IGUALDAD DE DERECHOS


¿Existió jamas?
s. 1.° IGUALDAD DE DERECHOS, imposible segun la na.


turaleza.
S. 2.° — Imposible segun la razon.
§.3.° — Imposible segun el mérito solo.
1 4.0 - Imposible segun la experiencia. Hecho decisivo.


ESTADO DE LA CUESTION.


I Si las sociedades fueron en su origen obra de los pue-
blos , fué absolutamente preciso esperar que hubiese pue-
blos antes de proceder al establecimiento de las socieda-
des, y por consecuencia fue preciso esperar mucho tiempo,
porque la marcha de la naturaleza es progresiva : I.° La
familia. 2.° Muchas familias. 3.° La multiplicacion de
las familias. Mas de quinientos ó seiscientos años despues
de la primera época, fue cuando el género humano se mul-
tiplicó prodigiosamente , y cuando comenzó, en fin , á go-
zarse del beneficio de los gobiernos : Conditione multipli-
eati generis expensó, como dice muy bien Pufendorf


II Pero ¿qué hacer de los hombres ya existentes en
un espacio de tiempo tan considerable ?




Todos los que
colocan el origen de los gobiernos en las convenciones de
los pueblos, ó les envían á correr por los bosques, ó supo-
nen las familias en un estado tal de anarquía , que fatiga-
dos de tantas miserias , se determinan al fin á darse go-




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IGUALDAD DE DERECHOS IMPOSIBLE
sin duda el verdadero origen de las cosas , porque es im-
posible remontarnos mas alto ; v contemplaremos al hom-
bre en este estado primitivo , anterior en mucho á la exis-
tencia de los pueblos. Puesto que esta familia tenia un pa-
dre que existió esencialmente antes que ella, nadie porfia
dudar que tenia en este padre un gefe , un superior y un.
protector , investido de autoridad , con un derecho de go-
bernarla por solo ser su padre. Este primer hecho es de
una evidencia tal, y se halla reconocido tan solemnemente
por todo el universo , que el exponerle simplemente hace
su demostracion, y parece inútil atormentarnos en probar
lo que no se duda.


Luego segun el orden de la naturaleza , habia desde la
primera generacion que pareció en el mundo desigualdad
en los derechos. El padre era el gefe de la familia, los hijos
los miembros: el padre era el superior, y los hijos los súb-
ditos: el padre tenia autoridad , y los hijos no la tenian:
el padre tenia derecho de gobernar , y los hijos no le te-
nían. Lo que decimos del primer padre, lo diremos de ca-
da primer propagador ; y lo que decimos de la primera
familia que-pareció en el mundo, lo diremos de la prime-
ra familia que pueda haber parecido en cada pais , porque
la naturaleza es la misma en todas partes. Esto mismo di-
remos de todas las familias que existen á nuestra vista, pues
que no hay una sola que no tenga su gefe constituido en
autoridad por el solo título de padre de la familia. Este pri- á
mer título, por lo menos , exige que glorifiquemos á Dios;
y que convengamos que fue él y no el pueblo el que dió
un gefe á cada familia, y el que por sola la generacion dió
á este gefe autoridad universal sobre sus hijos; y si algu-
nos de estos llegasen á sublevarse contra su padre, dispu-
tándole la autoridad paterna para hacerse iguales á él en,


derechos , diríamos que trastornaban el orden de la na-
turaleza.


II Ni se diga que desde que hubo muchas generacio-
nes en cada pais , perdió el primer padre su autoridad,


SEGUN EL ORDEN DE LA NATURALEZA. 23
cesaren las desigualdades naturales: porque si por confe-


sion de los adversarios los derechos naturales de un pueblo -
no se pierden jamas , los derechos naturales de un padre
no son menos inamisibles. ¿Quién ha oido hablar de uni
tal prodigio , dice el elocuente Bossuet en su quinta ad-
vertencia , que un padre pierda su derecho paterno aun
por el abuso ? Es tan imposible que pueda suceder, como
lo es el que deje de ser padre. Inmediatamente que llega
á tener bajo de sí muchas generaciones , es evidente que
tiene bajo de sí .muchos padres particulares , y desde que
está sobre muchos padres particulares , se hace esencial-
mente su padre universal. Desde que este primer padre
tiene bajo de sí muchas generaciones , es evidente que está
sobre muchos padres subalternos , y desde que tiene bajo
de sí estos padres subalternos , se hace esencialmente su
padre soberano: del mismo modo que desde que está sobre
muchos padres subalternos, es tambien evidente que tiene
bajo de sí muchas autoridades , y que desde entonces se
hace la suya esencialmente soberana. La voz de la natura-
leza nos grita altamente, que desde que hubo en cada pa' s
muchos padres y muchas generaciones subalternas , el pri-
mer padre se hizo el gefe, el soberano y el legislador nato
de todas aquellas familias, teniendo el derecho de gober-
narlas mientras que permanecieron en el mismo pais ; y
esto mismo que nos grita la naturaleza, nos ha sido repe-
tido constantemente, y con tanta unanimidad por todos
los que han hablado de estos tiempos primitivos, que sería


podérsenos imputar el haber in terpretado mal su
lenguage. He aquí los términos en que se explican todos
estos autores:


III »En aquellos prim1ros tiempos (dice N. Rollin al»principio de su Historia antigua) cada padre era el gefe»soberano
de su familia , el árbitro y el juez de las discor-


»dias , y el legislador nato de la pequeña sociedad que le»habia sido encom
endada. A medida que se aumentaba ca-


»da familia por el n
acimiento de los hijos , y la tullid.




26 IGUALDAD DE DERECHOS IMPOSInLE
Iplicacion de las.alianzas, se extendía su corto dominio, y
»al cabo llevaron á formarse ciudades y villas. Hechas muy
»numerosas estas sociedades .por el transcurso de los tiem-
pos, se dividieron las familias en . distintas ramas, pero con


»sus gefes,eada una de ellas." Véase aquí un soberano mu-
cho tiempo antes de la existencia de los pueblos.


IV "En aquella época (dice el célebre Pope) cada pa-
dre de familias, coronado por la naturaleza, se hacía rey,


»sacerdote y padre de su estado naciente: sus súbditos po-
»nian en él todas sus esperanzas como en una segunda
»Providencia; y sus miradas eran su ley, y sus órdenes
»su oráculo."


Platon en su República, dice expresamente, que en el
origen los padres gobernaban soberanamente su familia y
se hicieron insensiblemente reyes: ex patribus familias
paulatina tactos reyes. Aristóteles en su Politica lo dice
aun mas expresamente que Platon.


Nos guardaremos muy • bien de citar aquí todos los
autores que sostienen esta opinion, porque no bastarían
los límites de este discurso á citas tan numerosas, que por
otra parte tendremos ocasion de reproducir con. algu-
na extension. Grocio, Titio, Hornio, y N. Bufan, to-
dos los buenos autores ea general, cstan perfectamente de
acuerdo sobre este imperio Paterno; y es evidente que por
este padre soberano no entienden un padre particular, por-
que todos hablan de villas, de sociedades, y de un gran-
número de familias, que formaban ya pueblos viviendo.
juntos, bajo el gobierno de un solo gran padre; ni admiten)
entre estos padres una igualdad de autoridades, pues quel
atribuyen al primero la legislacion, la soberanía y la ¡tris•)
diccion universal sobre la sociedad que se le ha sometido.
No exponen el estado primitivo- de un solo pueblo: ha-
blan de todos los que cubren la superficie de la tierra: son
sus propias expresiones: desenvuelven el estado primitivo
no solo de los pueblos antiguos, sino el de los que se han.
formado á nuestra vista, porque la naturaleza es la misma


SEGUN EL ORDEN DE *LA NATURALEZA. 27
en todos los tiempos y en -


e
todos los pai


ali.ateys:mas conforme (se dice en .,os principios de
sen


s "Nada l
p


,,Fenelon) que esta idea de lo que vemos cada dia en
»todos los paises del mundo, en los cuales las diferen-
tes tara ilias ó tribus hacen subir su origen hasta un


»padre coman." Y ciertamente nada hay mas positivo
que esta unanimidad sobre la desigualdad primitiva de las
autoridades.


VI ¿Pero qué se dirá cuando se oiga á los contrarios,
al mismo Pu fr-endor f, el apóstol mas célebre de la inde-
pendencia primitiva, afirmar en los mismos términos que
Aristóteles, que en el estado primitivo, los padres en cuali-
dad de gefes ejercian un imperio.... semejante al imperio real,
no solo sobre una familia, sino sobre las familias que ha-
bian engendrado quatenus capita familiarum stwrum:
imperio mas antiguo que el estado civil, y que precedió con
mucho á la existencia de los pueblos: imperio que (segun
añade el mismo Puffcndorf) no se formó de las desigual-
dades civiles, sino que al contrario éstas se formaron de
él, porque los padres las llevaron consigo á las ciudades?
¿Qué cosa mas positiva que esta confesion sobre la preexis-
tencia de la desigualdad de las autoridades? Circa potesta-
tem quam quis exercet in alium, sciendum est , partem
istius incequalitalis provenire á statu paulan familias
vitatem ante gresso: in quo isti potestatem in uxores, /i-
beros ac servos quirsitam simulignuccunivitcaltecs iyinittautliebruusn ot , sic
ut ist inirquulitas haud quic


f
nem duxerit, sed istis sit antiquior,


, adeoque illa patribus
amilias non data sit ¿t civitatibus, sed relicta. Puffendorf,de Jure nat. lib. 3 cap. 2, et lib. 6 cap. 21


VII Esto es lo que han dicho y pensado todos los .au-
tores


sobre la desiguatad primitiva de los hombres, ó
mas bien lo que todo el universo ha depuesto sobre este
punto; y cuando no lo depusiese el universo entero,


ojos para ver claramente que el Autor de la
ra


ía
leza


tener


no arregló á los hombres de d


bnaasttua:r


desde el origen sobre una
D




IGUALDAD DE DERECHOS IMPOSIBLE


línea paralela, sino sobre una línea ascendente y deseen-


sino succesivamente los unos de los otros. Este es instante,ostarr:lteen'
dente: ni quiso que naciesen todos en un mismo


constante (le la naturaleza; y segun él los hombres nacen
progresivamente los unos de los otros, las autoridades están
subordinadas las unas á las otras; los gefes de familia se ha-
llan esencialmente constituidos los unos bajo de los otros,
y por consiguiente á la cabeza de todos los gefes debe ha-
llarse un gefe esencialmente soberano, que (como lo dicen
todos estos autores) fue necesariamente en cada pais el le-
gislador nato de todas las familias subalternas, mucho
tiempo antes de la existencia de los pueblos.


VIII Queda probado, ó no hay cosa que pueda serlo,
que en el estado primitivo, antes de la for-macion de los
cuerpos civiles, tenian los hombres en lo que se llama es-
tado de la naturaleza, gefes y superiores constituidos por el
orden solo de la generacion. ¿Y quién les constituyó ge-
fes? Es preciso que glorifiquemos tambien aquí á Dios; y
que convengamos á pesar nuestro, cine no fueron /os pue-
blos, porque no existían aun; que el cine constituyó al
padre primitivo de cada pais gefe de la primera familia, le
constituyó por este solo hecho gefe de su ramo, y que el
que le (lió por la generacion autoridad universal sobre sus
hijos le dió igualmente , por consecuencia de la generacion
autoridad universal y soberana sobre sus descendientes:
y todo lo que podría concluirse de una reunion posterior,
que sin consideracion á los derechos del gefe universal se
hubiese dado otro que el que habla recibido del Sobe-
rano del Universo, sería que esta misma reunion habia
trastornado el orden de la naturaleza.


IX El segundo hecho que se alega en favor de la
(igualdad de los derechos, es que en el origen no habia
aun propiedades, y que todos los bienes eran comunes en.
tre lbs hombres. Este segundo hecho nos parece tambien
de-?mentido por el orden (le la naturaleza; y el autor cele-
:bre qué Se ha in,lignado contra el primero que exclamó, ¿.


sEGt:5 EL ORDEN' DE LA 'SATI71;ALF,ZA


2 9
esto es mio, se ha indignado evidentemente contra el pri•


primer propagador de cada pais . Pues en


efecto,de los otros por medio de la generacion, es ineontes-rn r
P,addeescre e losique sabemos que los hombres descienden


que en cada pais existía el primer propagador antes


que sus
sus q


hijos; que tenía un cuerpo, brazos y facultades
antes que sus hijos pudiesen tenerlas; y que lo que él pro-
ducía con su cuerpo y ganaba con sus brazos, era suyo en


propiedad, y no del pueblo; por consecuencia palia muy
bien decir esto es mio antes de la existencia de sus propios
hijos. Y si el primer propagador podía decir esto es mio an-
tes que existiesen sus hijos, la primera generacion podía
decir lo mismo antes de la existencia de la segunda, la se-
gunda antes de la tercera, y así de las denlas; de suerte que
es claro como la luz del sol, que habia ya propiedades en
todo pais desde la aparicion del primer propagador, y mu-
cho tiempo antes de la existencia de los pueblos.


X ¿Y de dónde puede haber venido esta opinion , que
en el origen no había propiedades, y que todos los bienes
eran comunes entre los hombres? No lo sabemos; pero lo
que hay de cierto, por acreditada que se halle, es, que evi-
dentemente es falsa. Se sabe muy bien que en todas partes
en donde hay aun pocos habitantes, hay pastos comunes,
grandes selvas, é inmensos desiertos, porque la tierra no ha
sido ocupada ni desmontada en un dia. No son estos vas-
tos desiertos, los que llamamos la propiedad del primer
ocupante: ni lo es aquello que ha sido allanado ó desmon-
tado poir sus rapor




Y
auotros, sino que uno propio desmonta ó ga-n
aun cuando este hombre haya sido


un salvage, cuando haya vivido de la caza, ó de la pesca,
y aun cuando haya estado rodeado de desiertos inmensos;
diremos siempre, que ffabiendo vivido el




•primero, tuvo


lamente la propiedad antes que los pue-
:1<noe epor lo mismo ha


e


bienes esencialmente
ment el primero, y


bxloisst,i(ckoinoecer.leahre• rá haber sucedido desde que vivió el pri-
mer hombre, y en todas partes en donde ha habido hom-





3o IGUALDAD DE DERECHOS IMPOSIBLE
bres, aun entre los pueblos mas salvages que habitan en
medio de los desiertos.


XI No hay salvage por feroz que sea (dice M. Volney
en sus Ilustraciones sobre los salvages), que no posea ex-
clusivamente sus armas, sus vestidos, sus muebles, sus jo..




yas Los que han edificado cabaíías ó casas, son propie-
tarios de ellas, y los que han cultivado un jardin son
propietarios de este jardin; y como este género de propie-
dad se &t'iba evidentemente de la propiedad que cada
hombre tiene de su cuerpo y su persona, esta propiedad
es natural y sagrada entre ellos. "La idea de los naturales del
Brasil (dice el caballero Pinto) es que si alguno ha culti-
vado un campo, él solo debe gozar de su producto, sin
que pueda otro pretenderle." Todo lo que un indivi-
duo ó una familia toma en la caza ó en la pesca, perte-
nece por derecho á este individuo ó á esta familia, sin
que tenga obligacion de dar parte á otro mas que al Cazi-
que por el impuesto público. Es -verdad que cuando los
salvages cazan en comían, el producto de la caza (como se
vé en Robertson) es consignado en un depósito coman.
Pero sucede en este depósito lo que en todas las comunida-
des que han parecido desde el principio del mundo, que
se considera como un compuesto de propiedades particu-
lares; y así es, que al tiempo que se presenta cada salvage,
se le entrega lo que se le debe en razon de sus ingresos
y trabajos, que es lo mismo que adjudicar á cada uno
su propiedad. Lo que costó mas á los Jesuitas hacer gus•
tar á los indios del Paraguay (añade Robertson , ton). 2.°
pág. 582) ['Lié el goce cornil') de los bienes que introdujeron
en sus misiones, contrario á las ideas anteriores de los in-
dios. Conocian estos los derechos de una propiedad priva-
da y exclusiva, y se sometieron con pena á ideas opuestas
á ella. Entre los salvages mas feroces (segun Volney) no so-
lo hay propiedades, sino que se ha fijado por el uso la su•
cesion de estas propiedades. Entre los unos las heredan
los padres, y entré otros se sortean en la tribu; de modo


SEGUN EL ORDEN DE LA. NATURALEZA. 3i
que por última consecuencia, en cualquiera pais, desde que
se supone haber en él hombres, hay esencialmen te pro-


.edades, como en donde hay propiedades hay esencial.
relente desigualdades; porque no todos tienen derechos
iguales á los bienes de la tierra, cuya igualdad es física y
radicalmente imposible segun la i -nspeccion sola de la na
turaleza.


Se ha creido hallar la igualdad en lo que se llama es-
tado de la naturaleza (dice el autor de El orden natural de
las sociedades cap. 16). La primera contracliccion que se
halla en esto, es que la ley de la propiedad, esta ley fun•
&mental de las sociedades, que es la razon primitiva de to-
do, se halla necesariamente exclusiva de la igualdad. Esta
igualdad quimérica es de una imposibilidad física en cual-
quiera estado que se suponga á los hombres, pues antes de
la institucion de las sociedades convencionales todos los
hombres tenian derechos, que en el hecho eran desiguales;
Pufenclorf mismo, á pesar de su furor por la igualdad,
dice que es falso que no hubiese propiedades ames de la
institucion del estarlo civil: fa lsuni est extra quitares
non esse proprietatem rerum.... ante institutos civitates do•
minium rerum non fuisse gratis -negatur (lib. 3. cap. 1).
• XII Sería pues preciso decidirse á negar la evidencia pa-
ra contestar esta verdad; y cuando se oye á T. J. Rousseau
transportarse con tanta indecencia contra el que exclamó
primero, esto es mio, no hay quien deje de tener el de-
recho de preguntarle á él, con la misma cólera: que ¿á
quién pertenecía el campo del primer hombre cuando


traba jo
jsote aba


al
las


esolo? t aAs
P


su caza, su pesca, su
que, ]labia t ecnreiiarlo?lo ¿A quién? ¿sería ásus descendientes que aun no existian?...


XIII Es
pues indudIble, que desde el origen, en todos


los tiempos y en todos lospaises, antes de la posibilidad
de los pueblos, en lo que se llama estado de la naturaleza,
rabia propiedades, y no tenia ') los hombres derechos igua-les . á


los bienes, á los honores y á las dignidades de la tier-




a
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sus ap insdaniun anind gag Dubaod outs imadris oi!dpill ns
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‘soutsuu 503406011 ap sa ou anb sotudsuaAuna Á :o pa ZW)72
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-Ii i,d isod op sanan une oub oneptipm al uotn iedi Sa


souoanaci sa a Va'IVnei




1
34 IGUALDAD DE DERECHOS IMPOSIBLE


Cuando se decretase por el mismo espacio de tiempo la des.;
truccion de todas las , distinciones, hay distinciones inde.¿
pendientes de los decretos humanos imposibles de dcsn;uir,
como son las distinciones establecidas por el Autor de la na•
íuraleza. El hombre solo puede destruir lo que es de su ins-
tiMeion, y éstas distinciones no lo son. Cuando todo el uni
Valp junto se conviniese en no querer reconocer otra dis-
tineion que la del mérito personal, es preciso que reeo•
nozca á pesar suyo la verdad, y que ademas de la distin-
cion del mérito personal, y aun antes de la distincion del
mérito mismo personal, existían otras dos distinciones evi-
dentes é indestructibles, anteriores á todos nuestros decret
tos, cuales son la de la fortuna y del nacimiento, y la das
las autoridades y de las propiedades.


XVII Aun hay mas; que en cada una de estas distin-
ciones ; todos los hombres son esencialmente desiguales, y
desiguales-bajo todas las relaciones: de la desigualdad tutti,
ral de -las disposiciones; en que convienen todos, nace esen
cialmente la desigualdad de los trabajos; de ésta la de las
propiedades; de la de las propiedades, la de las fortunas;
de la desigualdad da nacimiento, nace la de las fatnilias
de la de las familias-nace esencialmente la de los gefes;
la de los gefes, la ele la' subordinacion de las autoridades:,
y de ésta, la existencia de , una autoridad soberana. Es ab-
solutamente imposible que la desigualdad de los gefes de fa-
milia no suponga . un gefe soberano, corno el que la desigual-
dad de las autoridades deje de. suponer una autoridad so.
berana•..• 'Y ¿quién es el que ha establecido éstas desigual-
dades en cada una de nuestras distinciones? Una voluntad
superior á la nuestra,. cuyos decretos no podrán mudar ja-
mas los decretos de los hombres.


XVIII Se sabe que antes dé nacer somos todos indife,
rentes' á los bienes,. á la autoridad y á la soberanía; pero en
virtud de una voluntad superior, desde que nacemos que;
darnos subordinados á un. gefe soberano. Despues de nacer,
ó tenemos descendientes ó no, trabajamos ó no trabajarlos;.


siTeuN 'LA rtisZÓN. •• 35
tenemos•autorídad sobre otros, ó no la tenernos; v de licpin't


nacen otras tantas distinciones, desigualdades y derechos


personales que existían evidentemente antes que hubiese
ciudades, y de consiguiente antes que hubiese pueblos. A


statu civitatem ante-gres:so. Hombres insensatos: alabad
á Dios, y convenid que segun la inspeccion sola de la na-
turaleza, las desigualdades sociales han sido obra suya
y no de los pueblos, Date magnifieentiam Peo nostro.


s. II.


IGUALDAD imposible segun la razon.


I La naturaleza nos grita que no fueron los hombres
iguales en derechos jamas; y la razon nos, dice en su apoyo
que jamas pudieron serlo. Porque ¿qué es el derecho? Cuan-
do le define Burlamaqi la regla que conduce al bien, no
dice lo bastante; porque verdaderamente es el poder que se
adquiere segun esta regla. Poder de autoridad sobre las
personas siguiendo la regla de las costumbres; poder de
propiedad sobre las cosas, siguiendo la regla del trabajo.


II ¿Cuál es la ley elemental que Dios dió antes de la
existencia misma del hombre? La del bien y del mal,
El que ha elegido el mal, debe sentir el bien: y éste es el
derecho. Y el que'ha:elegido el bien debe sentir el mal: y
éste es el deber. He aquí como lo veremos en la tercera par-
te, los dos pesos opuestos del libre arbitrio, que estando
unidos por la ley dan al ser moral la facultad de querer
y no querer en un mismo instante: facultad sin la cual ar-
rastrados necesariamente de nuestras pasiones dejaríamos de
ser libres.


Podemos pues decir anticipadamente que la libertaddel ser moral no fue jamas la facultad de hacer lo que sequiere, sino lo que quiere la ley, y de consiguiente
iente lo quequiere un Señor. Y en efecto no se hallará jri solo filósofoque quisiese dar á sus hijos, á sus domésticos, ó á sus tra-
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soístt 'aefequal tus sauatq uUtual anb ja ua 0 ?aeul9etut Tea.
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oun .se licluepplop sol.patu sem eqet i tnt osoruocilut setu ia<4
A 'spÁns set op optuod aofatu uquaus oa lsaap suca ja SeK40"
set ua seas uqemetapn al ionj seas la `seas eraioa oAla setws
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-olaacins IBS ‘sabi uss sr l?,,ai tus sellad ausixa opnd ou 717.1
-OW das ly .sorecinn sousanu aod soz pa d p aautabpu ap pn)
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1S aula ap adtat ua ‘sotquana sou] so' s02usea outs sauatu
5.11S 10d 1000.1011I 119p011d 011 souoised sus aod sopense.t


-au anb ‘saja.9 tus soictand Á 'nagua tus sodaana orpaq staq
-tati `Salen saaquiott sol y aaaeq opuoraanó . wacro 11fS 13)
-adflati laa `o.usou 00a- 2.11371LID01f1IMIl drna- '51130110d 1109
Se,“:10 50S suma anb tso ply19:1.000 A cosoaapod-opoI la calma
attuaiselq op sand pefap ‘sopuaapIsuoasu sontuoll


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42 IGUALD 4D riviPosIBLE
lentos con que los he ganado; ¿y se exijirá..9P.109 el mun-
do jure que.estos bienesno-rne son originariamente perso,
nades? Por mi trabajo y mis talentos los he recibido inme-
qiatamente. de Ja naturaleza ;- ¡ y •se;querrá que jure que los
recibí de las instituciones humanas!.


• •


XV .Se por. último, que desde, el prineipio.Jel mundo
como ahora, he podido producir una larga sueesion que.
como los ramos Je un árbol fecundo, .sc-dividen bajo de
mí en innumerables. familias., que se multiplican mas y
mas. Nadie: dudará. que estos:descendientes:son realmente
mis. descendientes; que me pertenecen tansubstancialmen-.
te como. mi. propia persona mi. sangre,„ de : la que hank.
sido extraidos, y que por lo mismo soy: tan esencialmente.
su gefe , como : el.•tronco del, árbol es el principio del tronco
de las. ramas: que han salido de el„ Tengo en consecuencia;
sobre- ellos derecho. personal, y una autoridad de. sobera...
nía que es mia sola, y puedo. transmitir á quien. quiera; ¡y
se exijirá que todo el mundo jure que mis descendientes
me son iguales en derechos!..,. Mis. bienes,: nn .,autoridad,.
mis . derechds ; toda es mio propio, y 3Q he recibido, todo. de'


institucion misma de la naturaleza; ¡y se; querrá .que yd
jure que lo be recibido de mano ele los hombres! Si yo Id.
tuviese todo de ellos, los hornbres podrían destituirme; y las
personas, los derechos, las propiedades y la autoridad . , toda,,,
sería entregado al libre arbitrio. .


XVI Estos principios son radicalmente-falsos á los ojos;`
de la razon, y si hay aun quien pueda .adherirse á ellos, no
se hallará uno que, despreocupado, deje de conocer, cine el,
jurar esta infausta igualdad de derechos, es jurar la pérdid•_
de los pueblos, el saqueo de las propiedades,. la violacion de
todos los derechos,. la usurpacion de todos. los bienes,
trastorno de todos los estados, la disolucion de todas las -
ciedades, la destruccion de todos los tronos, aun el ele
mismo, y la ruina de todas las distinciones que habia
Mecido la naturaleza por la constitncion esencial del orden
social: ni puede concebirse juramento mas infausto, mas ab


stirat,; ajas abominable para todas las formas.de gobierno.
sotnedéndose So-


43sEGUN LA Razox:.


XVII • Si; es el hombre un ser moral;
luntadaffiente á' la ley "del trabajo :; debió adqáirir siempre
derechos de a utoridad,-ádbrp'


las: personas; fyi derechos de


propiedad sobre-las cosas :! deréchqs.
que-soló á 'él le pe r te,


dice quelés hombres fueron siempre
necen: • la razon nos,
Seres morales; y- ella' misma nos dice que.fue siempre


posible ,.qUe loS'hombres ,bayanl . sido 'pár dr solo instante


iguales en derechos. Hemos probaderademas nue- esia igual-


dad fue siempre imposible segun la naturaleza y la suce
sion , del nacimiento: probáremos ahora:que , es igualmente
imposible segun:' distincion del méritdsolo.;- ,y do.Yeremos




.1,1:


ku A.. imposible segun el•-nzéritolo.


Los facciosos que piden la extincion delas distincio-
nYs que 'ellos no' tienen se -guardan bien de 'reclainar la
supresittm .d'e.la que presumen tener , la .del mérito: perso-
nal,: 'Al --&nitt:ario l; pretenden. qué ella sola es de la natura=


la única qüe .
erxistió: én: ei estado primitivo; la única


por la que sean distribuidos á. rada uno los bienes , las-dig-
nidades ,las . plazas, los ,


empleos 'y los honores; v la única
A: la que .' se debe ,


tener consideracion, aun enrnuestros dias,
para esta clase' de distribuciones;


1.0 El mérito personal!...., Diremos á los partidarios
de- la igualdad ' ¿Qué 'entencleis por el.mérito personal?


, S(in-- las disposiciones :y los talentos?
Pero aun cuando


no hubiese entre• los hombres otra distincion que ésta ¿ po•


'en la sección siguiente


d
trá,dedirse que, todos los -hombres nacen i'ut ales en dispo-z,


sicioneS?..- .1( ¿qué importa, sé les pódrá decir,. cine no ex-
cluyais al resto del pueblo- de•las plazas y las dignidades,
por' una •distineion cualquiera , si por esta sola se halla
excluido?




2..°'
• Los talentos.....


Pero no todos los tienen ;
á se.F:




4 solosm,nains ap ufo') anb apsap anbtod o sa,(01 sef
ap asnuedas51111114


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• d UO3 soun9tirp Á 't'oían


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• mstA ns e- 3, (op anb so)lpqns sol


anua sotopuáÁnci t a lsip Á 'euxaiqo2 anb ouew tía sop
-o sopa-lo(' ap opuefop °upan-lo-b eq so l


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• apeppolne se[ anos soinuod no otta
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sotiatq sol tg salos19latuos yxpod ontoo? olsa uts anbiod
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-11011113 Jaual OST30.1d SR —¿S'IV U18 ue.tei9ai OS ouloa? anb


`so a l se t sestao.td uos --¿uvaumaina soj 0(1119 ? s°113 uls
onb.iod so.usactu udua) anb ostaajd sa 531a1upsap ap sal


num sol e asielteaua eapod onb? sauom
•uy- ¿mo tel. ap san
LII5 o n bnd lo ostooid sa onb ooiequia U1S annuo


tisap eied ostaaJd so anb 01)0)oqap soniatel sol aeu..
'sud) eraecteae oaolues, 11 1




-n3L1111)T11319p JEDUCIXO 053 . •
•sotioaaap tia


Un e dan(en9r 5011.13[1:1 1.103 1111S31111191 uos ou saninort sol sal ttu!
:aourgiu (ta tuo Un .31.3 soluatel sol 9E1b souatu amatuep


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-sotiaa.tap ua soi1n9i t 'os sopo) 011 020131 •se1,1


o iiatiap opas 0111)Ásoitauw 'eauaead ue'Lluol onb s000d
,Átnu Áell • etietuol ocies raaual Liana un (liad ‘sezeid set
jepts op alte la anos SUD1.31, 111313 Sa10101:1113ST 33E11 Jopepot
e-stxt un t...sernAt. i tna nes aopeige t uang un Á SUITD14 Set op
en-utna el anos S31101.33n sena(' •ep oauxiapeou oiqes un Pep
-uopaWca et Jod sopenst-qt O 4 uot3ti3npa ej lod sope:11119a
nos seiluotur 1103310111 0[OS solsa 010d soluDini 507


-sateult sottooiop uauai l sopo) ou oanq •sonturnsoa ¿(
elonpuoo ue9uoJ onb s000d Átun Á saunsed set ap ojunli$
te soittai tu sns a ttoos uoorq anb-somanut .i(ell •salue[itlq
SULLI 1105 mena 6 sa ttpia3) seto olum pos G sauotsed se t .ap
"sanstuttif e sot las e n19311 soplarme sol opueng .osouep .131
un so '1,s4notattiqau1 sns o tos mimosa pub 4 optn.usut out
-tuort antuott un sa 4 ságannsoa aualy anb openeuti
ontuoti urysantutusoo seuonq set ap set9'.0.1 set uan2ts as
quena ukonis 11330.10111 bu so1s9 aloa soluam sol


•sairtdt soilaa.tap
nauau santuoti so [ sopor ou oeoni •solto op U3031113 anb
sol soqattui Á soidiautid tiatja-n • anb sol sóátl . Áturt Uos aula
ouoiou uarq so Á it-Itrn.d un uos `sos tet sordioutad uoa 9
450IdIDULId UTS t olosal un itoss llamad 1103 SO1110121 sop
áttel9 soZ •seno sns aiduzais eiapiad 'sol-dip utad uns oaupJe
un se.usautu seno aortt -‘sotcliatuad sol nulos deepin aula
°aguan un •soaollas sotdt:)u ticl e opr i2aue 14ege11'as oineria
uta ows oudie olgotu op uos ou atad sannivi sol .


inekqual oalanb Ásti solurna-
: upfecien anb soaod Árq, :ap santuoti soE


a.ntia •sappym uos 1á tus Á olecteu la opesaaan so 1:103OI
solos'Is :tad solually , sor oaaa so;itiaiin 607


¿sottaatap :ua saien9c uos saxpuom sol sopo
anb Á ouriaciós la sa mond top peptiesiamun anb `oid


iod iojamelsa uoAape ,as 011103? IETDOS
uatlio


top satiouunt 6111 e oqoa.top top sopeAtid ueiTem as soniam
110(131) 01 ánb sol sopor. . sot.ieptlied sol op• etualsis 1,;)


J1-0:godui Aavaivaoi




46 IGUALDAD IMPOSIIIE
estos instrumentos preciosos hechos para dar vie-
nen infaliblemente á ser instrumento de muerte; y cuanto
mayores son; -serkrínas terribles.


Y ¡Grandes talentos!.... ¿Pero los que han hecho nues-
tras últimas revoluciones carecian de ellos? Todos los que
lian'hecho revoluciones desde el .Prinelpio &VII-ni-indo ¿no
tenian talentos?... Sobresalian particularmente ,erp arte de
la guerra ; ¿y queban hecho? han quemado casasj-saqnea-
do ciudades, degollado propietarios, é inundadala: tierra de
sangre.; ¿y por qué?... Porque se pusieron los talentos .sobre
el nacimiento, y se trastornó el orden de la naturaleza.


VI Se pregunta en nuestros chas; ¿de qué sirve _el na-
ciniiento entre los hombres? Y Verdaderamente esta preguni,
ta no indica que Vivimos en my siglo de luces, :'¿&eS;ttn
hecho tan claro como el sol , que los . hombres deseiendenl
sucesiOrimente los-Tinos de los ,otros, y que han 'cleseenclido
siempre ? Por esto es bien sencilla la respuesta:. ¿.Qué'1P1
ce' el nacimiento entre los hónibreS? • • Hace kinos
Vivan antes que otrós: 2.° qtie:a que nace primero' vivo
cuándo otros no viven; que uno tiene ya hijos, cuando otro
no' los tiene; que unos trabajen; Cuando Otros no-pueden
trabajar; que aquellos tengan grandes; bienes, grandes .. pd,
deres y numerosas , 'grandek'..derechOsi, grandes do-
minios gráneles' propiedades, cuando los otros nada poseen;
ganados, grandes' erencias, y grandes habitaciones, 'cuan.
d'o otros nada tienen. Y véase aquí lo que .haces el .primádo
del nacimientó;-lo que hizo desdeel inundo;
y 'Id que bar hasta' la consumación de los siglos.:Elyima
do: cicl nacinzieniO será siempre la 1.3ritnera de todas las (lis
tinviories en 'todo S' los dempog yen todos los paises.


(coMo dice M. : de Fenelon en sus principio
4eáp 4) todos los hombres-traciesenennna misma hOra,- t
»;atiesen todos • tlIMS como los compañeros de
beadino, con toda la' estatnray• toda la fuerza del hoinbr
»perfecta, podría decirse muyl.)ien, , que nacían , iguales e
ii.derechos," Pero • mientras, que dese,iCtidaiz lOs.arrosi-de


SEGUN EL r4 ERITO 47


doscientos
otros„importará mucho esta sucesiondel nacimiento. cuan-


a derechosgef dmo
i tr
qne


ibu
yo exino


stialace
pOdi?


mil
tener.;


y


ely cuando


fadu5on°e(slia'tlptoernirniite:e; cada pueblo edificaba su .cindad , tenia ya
muchos,derechos de dominio y de autoridad que no podia
tener su pueblo, porque no existia aun en el mundo.


VIII ¿A quién .confitió Dios, en el origen, las primeras
plazas de los gobiernos? ¿fue á los grandes .talentos ? No,


sino •á hombres del primer nacimiento. Y era imposible
que hiciese otra cosa, porque solo existian ellos. En el pri-
mado:del nacimiento:. fijó las grandes . fortunas., los grane
des bienes , las grandes' autoridades y las grandes propie-
dades. Por medio de estos bienes el padre hizo trabajar
desde luego á sus hijos; la primera generacion á la se-
gunda ; 'ésta á la tercera , &c. Y por estos medios hicieron
útiles los grandes- talentos que se vieron obligados á tra-
bajar bajo sus órdenes. Si á ejemplo del Ser . supremo pone-
mos á la. cabeza de los estados. hombres de un gran naci-
miento, tendremos con seguridad en todas partes talentos
útiles, porque- serán: presididos por hombres que tendrán
todos los medios de recompensarles y castigarles. Pero si al
contrario ponemos en snlugar hombres. de' baja extraccion,
en vez de ser útiles los talentos, se harán dañosos, porque
no tendrán. á su cabeza sino señores interesados en el
saqueo.


IX - No desaprobamos la distincion de los talentos, y
nos guardaremos mucho de hacerlo. Sometiéndolos á hom-
bres de una grande autoridad, el soberano, en todo su
imperio, se aplicará á vivificarlos, despues de haber ere-
gido en todos los puntos colegios , universidades , y exce-
lentes casas:de instruccion en todos los ramos; podrá saber,
por el.t


estimonio de los conocedores y de los maestros,
cuáles son-en


cada ramo los educandos que prometen mas;
y les colocará- segun ,su mérito,.teniendo consideracion


. .algrado de su. nacimien to ;. los confiará una porcion de suautoridad; los pro
moverá á- los honores y al mando de sus




48 IGUALDAD IMPOSIBIS
ejércitos ; los llamará cerca de su persona , y los admitirá
en su ministerio ; y por último , sin perder jamas de vista::
las demas distinciones de la naturaleza , distribuirá los emss„,
picos públicos en razon del mérito personal. -1


X Sometiéndoles, como lo ha hecho Dios á hombres
de una grande autoridad , convenimos que se • debe tener
mucha consideracion á la distincion de los talentos. Cada
padre subalterno en su familia, y cada superior en su enes.-
po, deben procurar animarles. Cada uno en la porcion d
gobierno que se le haya confiado, debe admitir solo en las
plazas, y promover á los diversos empleos, á los que halla-
re mas capaces , mas útiles, y que se distinguen mas po
sus talentos. Estos talentos superiores son instrumento
muy apropósito para trabajar y ejecutar las mayores ernpre;
sas, bajo las órdenes de la autoridad encargada de presidir7


1 en sus operaciones y en sus trabajos. Todo esto es incoas
testable.


XI Pero por delicados que sean estos instrumentos'
'pretendemos que no son la .autoridad ; que son distinto
de ella esencialmente; que por estimables que puedan pa
recer, no los ha colocado Dios sobre la autoridad y el na •
cimiento; que donde quiera que "los ha hallado, los ha so4
metido á ella, y que nosotros mismos debemos someternos:
Pretendemos que querer ponerlos sobre todo, como se hace
en nuestros días, es trastornar las sociedades , y llevar el
delirio hasta su colmo. Por muchos talemos que tengan]!
los hijos, Dios los ha sometido á su padre; los jornalero
á'su señor ; los súbditos á su soberano, los soldados á sti.
oficiales, v éstos á su general. Por todas partes domina
autoridad; y no en los talentos, sino en el nacimiento, fi•
jó Dios las autoridades. ¿Por qué un padre tiene autorij
dad sobre sus hi jos? ¿Será por sus talentos ? no, sino pot
la anterioridad-de su nacimiento. Querer colocar los. ta"
lentos sobre las demas distinciones, produciria el trastorn&
absoluto de todos los principios de la naturaleza. Desde 0°1-
se oree que el mérito supone esencialmente recompensas=


O.SOLMERITOEL


os, debe
49


castig s,
con toda evidencia :que tiene sos


SEGUR


bre sí señores, soberanos, jueces y superiores. susNo ha
por la regla ab.bordinado Dios los súbditos á sus señores


sorda del número y de los, talentos.
NI en la subordinacion


que ha establecido en los bienes , las fortunas , los dere-
chos , las autoridades y en las propiedades, ha seguido otra
regla que la de la sucesion invariable del nacimiento; de
modo que esta distincion será siempre la primera de todas
las distinciones , en todos los tiempos , y en todos los pai-
ses , porque lleva consigo la de las autoridades y de las
propiedades.


XII ¿A. quién dejaban nuestros padres desde el origen
los bienes que habian adquirido por sus trabajos ? ¿A los
grandes talentos?.... No, sino d sus hijos, y de consiguien-
te al orden de la naturaleza. ¿Qué regla. siguieron en la
transmision de sus sucesiones? ¿A quién legaron sus do-
dominios, su soberanía y sus poderes? ¿fue á los grandes
talentos? no, sino á sus hijos, y por consecuencia, al or-
den del nacimiento. ¿Qué regla se ha seguido para las su-
cesiones en todos los pueblos de la tierra, sean salvages ó
civilizados? ¿La de los talentos? no, sino la del nacimiento.
Los ladrones cuando roban bienes agenos, y no se les obli-
ga á la restitueion, ¿los dejan á los grandes talentos ? Los
usurpadores, cuando no llega á despojárseles de su usurpa-
cion, ¿á quién dejan el trono, los dominios y los poderes
que han usurpado? ¿á los grandes talentos?.... No, sino á
sus familias, y por consecuencia al orden del nacimiento.
Pues ¿por qué quieren en las revoluciones que se coloque
el mérito sobre todas las otras distinciones? para poder con
este subterfugio destruir á todos los ricos, y todos los re-
yes, y saquear todas las sucesiones y todas las antiguas pro.
piedades. Pero nunca será posible que lo consigan jamas,
porque estas reglas monstruosas del número, del mérito yde los talentos ,


no podrán producir sino revoluciones,guerras, disensiones y
duirse la regla indestructible
hasta que vuelva á se-g


e e la legitimidad del
i-, y nac.




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CIVCCIVROL


os




J2 IGUALDAD IMPOSIBLE
témplese á los facciosos cuando marchan á la devastacion; y
se verá escrito con letras de sangre en lo alto de sus estan-
dartes esta sentencia terrible: que todos los hombres son
naturalmente iguales en derechos; que es decir, que todo
el mundo tiene derecho igual para destruir los tronos, de-
gollar á todos los propietarios, y saquear todas sus propie-
dades.


IV La falsa filosofia, admitido este principio detestable,
es una furia infernal que levantándose en los aires, con la
tea en una mano, y el puñal en otra, grita al mundo hor-
rorizado: igualdad de derechos: libertad entera de pasio-
nes : guerra á-los palacios, paz á las chozas; y todos sus adep-
tos repiten á porfia estas horribles voces. Escúchense todas
las proclamas de sus fogosos partidarios, y se verá que publis.
can siempre la igualdad de derechos. »Dejad vuestras ciu-
»dades y villas (exclama Weishaupt ci Zwach); quemadlas.
»En la vida patriarcal los hombres no tenian villas ni ciu-
»dades; y. eran felices, y siempre iguales en derechos. Que-
»madlas; el nacimiento de las propiedades, y la cultura de
»los campos, son., un golpe mortal para la libertad y la
»igualdad." ¡Qué delirio! En tiempo de los patriarcas, la
tierra de Canaan sola (como observa M. F leztri ) estaba ya
llena. de ciudades, villas y propiedades de toda especie. En
Egipto ,.y en todos los paises , habia ya Reyes por todas
partes , y grandes y pequeños reinos. Esta igualdad es. la
mas insigne de todas las falsedades.


V Sin embargo Rousseazz y todos les filósofos modernos,
no se detienen en afirmar, que los hombres no fueron jamas
felices sino cuando se alimentaban de bellotas en los bos-
ques. Si hubiera tenido yo el honor de ser soberano mand
empezaron á publicarse estos escritos extravagantes, me hu-
biera contentado con desterrar de las sociedades á sus auto
res, prohibiendo absolutamente á todos recibirles en sus ca'
sas; y estoy bien . seguro que no hubieran pasado ocho dias
sin que viniesen á pedir gracia á mis puertas. Las raices
salvages les hubieran acomodado., tanto menos ., cuanto se


stGUN LA E:XPERItNerA.
5$


manifiestan mas ansiosos de nuestras mesas, y de los boca-
sirven en ellas. Pero con el cebo de tina felici-ddoasdqii s


ilusoria que no existirá jamas, supo la falsa filosofía
fascinar los ojos de todos los hombres, y de los soberanos
mismos. Pintándoles las consecuencias felices de la igual-
dad, hizo admitir su principio fatal, y ya admitido, no se
supieron sacar todas sus consecuencias.


VI En efecto, si ( malo se cree casi generalmente en
nuestros dias) los hombres son naturalmente iguales en de-
rechgs, ¿por qué estos Reyes, estos soberanos, estos sacerdo-
tes y obispos, estas leyes divinas y humanas, estos grandes
y estos ricos, estas prisiones y estos cadalsos? ¿por qué todas
estas desigualdades sociales establecidas en todos los pai-
ses? En vano los amigos del orden desplegan todos los re-
cursos de su elocuencia para probar sus ventajas, porque la
falsa filosofía acierta aun mucho mejor á probar á los liber-
tinos cuán contrarias son aquellas ventajas á sus pasiones:
á los trabajadores, cuánto mas felices serían haciéndose se-
ñores; y á los pobres, partiendo entre sí los bienes de los
ricos. Y pues que todo el mundo conviene que éste fue el
estado natural del hombre, ¿por qué no se ha de volver á
él? ¿por qué no asesinar á todas las autoridades existentes
para ciarnos otras mas conformes á nuestro deseo? Si nos
pertenece ciarnos gobiernos ¿podrá no permitírsenos volver
á tornar nuestros derechos?


VII De aquí nacen las cuestiones sediciosas de Weishaupt:
»¿Si el hombre de-la naturaleza tiene necesidad de que se le
»den gobiernos?..... ¿si no ha sido hecho para gobernarse á
»sí mismo?..... ¿si cada hombre, cada paisano, y cada padre
»de f


amilias, no es naturalmente soberano?" ¿y por conse-
cuencia libre de dar á quien quiera sus poderes? De allí na-
cen las proclamas i ncendiarias de los apóstoles mas fogososde la igualdad. »Pueblos de la tierra, pues que sois veinte
»millones contra uno, y estais sometidos á niños


»cetros.


Sed esclavos si
. os de .


pequeños báculos


que se Ila-»man Reyes armad


quereis; pero no vengais á que-
que se llaman




54 IGUALDAD IMPOSIBLE-


jaros: sois indignos de ser libres, &c." De allí estas propo-
siciones diabólicas, tan bien ejecutadas por Roberspierre,
»de hacer pasar sobre el género humano una espada parale.


que haga caer todas las cabezas que se levantan sobre el
»nivel...." De allí estos votos frenéticos, y cuya relacion hor-
roriza ; á saber, que estos monstruos , sedientos de sangre,
no estarán contentos hasta que vean el último de los Re-
yes ahorcado con las tripas del último clérigo. De allí,
en fin , estas sentencias sediciosas, pregonadas por todas
partes , impresas en todos los libros ,. y repaidas en todas
las reuniones : derechos de los pueblos, reformas parla-.
n2entarias , á la muertes: que es preciso regenerar el mur-;,.
do, derribar y destruirlo todo , no perdonar ni sangre,
carnicería , ni muertes, ni puñales, ni asesinatos, ni revo-
luciones, ni trastornos para obtener representaciones en
razon del gran número ; que es preciso, arrostrando todos
los riesgos y peligros, vencer todos los obstáculos que pue-
dan oponerse al éxito de la grande obra; marchar siem-
pre adelante sin retrogradar jamas, procurando hacernos •
señores, aunque sea preciso para ello hacer perecer á todo
el universo.


VIII He aqui las consecuencias necesarias del mon
truoso principio de la igualdad natural de los derechos;
y una vez admitido, no cs posible evitarlas. He aqui los
afrentosos excesos que ha producido en nuestros á
nuestra propia vista, y los que produjo en todos los tiem-
pos y en todos los paises desde el principio del mundo,
Ábrase la historia de todos los siglos, y se verá que han pre-
dicado la igualdad de los derechos los Wiclefitas, los Ma-
nicheos, los Pastorales, los Anabaptistas, los Sectarios,'
los Jacobinos, los Iluminados, los Liberales, y todos los
revolucionarios antiguos y modernos. ¿Y qué ha resultado
de aquí? Guerras, muertes, asesinatos, matanzas, saqueos,
devastaciones, crímenes y males inauditos, como aquellos
mismos de que hemos sido tristes víctimas. Y despues de
tantos desórdenes y tantos crímenes, ¿se ha visto aparecer en


SEGUN LA EXPERIENCIA.
55


fin ésta feliz igualdad, que debía hacer el bienestar -del
..


¿Los gefes de los ladrones dividen igualmente
los pueblos el fruto de sus latrocinios? no, porque des-


pues


nlountido? .


de sus devastaciones prohiben á los pueblos tocar á
ellos, bajo pena de muerte.. Tierras, dominios, oro y


los


pla-


,
gefes;.riesgos, peligros, la miseria y lata todo es para os


la de los pueblos..mugir te, es
IX ¿Dónde está pues esta brillante igualdad , con que


se nos entretiene hace tanto tiempo? ¿se ha visto ni verá ja-
mas? es imposible, porque su principio es radicalmente l'al.
so; porque segun la sucesion sola del nacimiento, los que
nacieron primero en cada pais, tuvieron esencialmente
grandes bienes, grandes fortunas y grandes derechos de
autoridad y de propiedad, antes que viniesen al mundo
las últimas familias; y últimamente porque es Dios solo el
que nos ha dado gobiernes,


X ¿En dónde está, pues, esta dichosa libertad que se
nos promete en todas las revoluciones? Los pueblos ¿se
han hecho mas felices que ántcs?... al contrario, cuanto
mas se han desencadenado las pasiones, mas han devorado;
y cuanto los bienes han sido mas devorarlos, los pueblos
se han visto mas destruidos. Para hacer libres á los hombres,
en vez de desencadenar los monstruos de las pas ; one js,o sept1u'í¿.
preciso tenerlas sujetas por instituciones de las que i
diesen ellas ser señoras.,


XI ¿Dónde existe esta edad de Oro por la que se nos
obliga á sacrificarlo todo en nuestras revoluciones? Los
pueblos ¿se han hecho mas ricos en ellas?... Todo lo contra-
rio, porque la igualdad de las particiones, disminuyen-
do el número de las riquezas, aumenta el de los po-
bres, que no hallando grandes fortunas con que hacer em-
presas grandes, les deja sin trabajo, y en la necesidad devivir en . los desórdenes de la mendicidad del saquéo y dellatrocinio. •


XII ¿Dónde está esta felicidad que se nos prometíadespues de todas las revoluciones? ¿han sido los hombres




56 IGUALDAD IMPOSIBLE
mas felices?... Lejos de esto, se han hecho mas miserables.
Cuando las pasiones lo han destruido todo, abatido todo y
nivelado todo, templos, palacios, instituciones soberbias de
tantos siglos; sin sacerdotes, sin costumbres, sin moral y
sin religion; sin autoridades divinas ni humanas; habien-
do desaparecido el Orden, la paz, la subordinacion, la pro-
bidad y la seguridad; con la guerra en lo exterior y con la
turbacion en lo interior, no se oye hablar mas que de crí-
menes, de delitos, de asesinatos y de latrocinios; y cuanto
mas se desencadenan las pasiones, tanto mas desgraciados
vienen'á ser los hombres.


XIII Despues de las mas grandes revoluciones, habrá
siempre señores y súbditos, oficiales y soldados, grandes y
pequefios, ricos y pobres; ¿habrá pues desigualdades?... Sí
por cierto, y muchas mas que antes: porque lejos de dis-
minuirse su número, las multiplicará la revolucion, pues
que en cada propiedad, en vez de un señor, pondrá mu-
chos, los unos de hecho y los otros de derecho. Unos que
se batirán hasta perecer por retener lo que han adquirido,
y otros para recobrarlo. Guerras sangrientas, animadas é im-
placables que no cesarán hasta que se llegue á tratar de ar.
regios con los antiguos propietarios, como que aunque du-
rase el desórden muchos siglos, no pueden éstos perder ja-
mas sus derechos á pesar suyo: Id quod nostrum est, sine
facto nostro ad aliurn transferri non potest.


XIV Pero si la desigualdad de derechos es el estadio
natural del hombre, ¿por qué tantas ligas, asociaciones, ju-
ramentos execrables y asesinatos? ¿por qué obstinarse por
mas tiempo en empresas insensatas que hacen la desgracia
del mundo? ¿por qué engallar tan cruelmente á los pueblos,
y engañarnos á nosotros mismos? ¿para qué sacar á los hom-
bres del estado de subordinacion en que les ha colocado,
Dios, para hacerles correr tras de una igualdad detestable
é imposible que no existirá jamas?... ¿Qué puede resultar
de este tormento continuo, y qué ha resultado verdadera«,
mente en todos los tiempos, sino un encadenamiento in-


SGUInT LA ExPrsrExciA,
muertes, de violencias, de injusticias, dee rnris lonnaebs 1e de


de guerras y de carnicería?
proscripciones,


i


c ri
de rapifias y atrocidades, de_ cismas y di-


XV Háganse los trastornos que se quieran, hallaremos
sieroore sobre nuestras cabezas seííores, grandes y superio-
res, que nos impedirán seguir el fuego de nuestras pasio-


de- la igualdad de derechos, serán los hombres tan fu-
y por donde quiera que se predique la rábula absurdanes;


riosos como frenéticos, y tan movibles como las olas del
mar, que elevándose y abatiéndose, vienen al fin á estre-
llarse contra las rocas. Para adquirir estas plazas, estos bie-
nes, estas autoridades y estas propiedades, á las que todos
creen tener derecho, se matará, se degollará, se asesinará
y se precipitará alternativamente á todos los que adquieran
alguna superioridad; y nada habrá estable para los que go-
biernan ni para los que son gobernados. Despues de tantas
agitaciones y trastornos ¿ podrá al fin lograrse la igualdad?
mucho menos, porque los hombres descenderán siempre
los unos de los otros,. y aunque. quedasen solo en el mundo
un padre y un hijo, habría en él un superior, y uno que
estuviese bajo de sus órdenes; uno que tuviese autoridad, y
otro que no la tuviese; uno con bienes, y otro sin ellos.


XVI "Un veneciano llamado Balbi, dice IV IJIon-
»tesquicu, (Espíritu de las leyes, lib. 19., cap. 2.) es-


tando en el Perú fue introducido á la presencia del rey,
»Cuando éste supo que riahabia rey en Venecia, dió una
»carcajada tan grande de risa, que le acometió una tos fuer-
»te, y tuvo grande trabajo en poder hablar á sus corte-
»sanos." Si la idea de un estado sin rey pareció tan extra-fia en


gefes, sin
regiones ¿qué se hubiera pensado de un estado


autoridades y sin desigualdades? 'y




• . de to-equé ldos los que hacen el juramento execrable de ac'ab


-
ar con todo para restablecerle?... Concluyamos pues.XVII Hemos proba 1


la igualdadProbarlo que a t ua c de derechoses un hecho falso; que cuando no h ubiesen
• •


. dis tinciones que las del


u iesen existido otras
talento,


ento, no hubieran los hombres




¿,-09jp.roux sewiloop smso op aennsoi oqop olió?, —¿son.
d s'01 Pl, otps solCI op cacto anj ou onb tan os onb In


.artilsose Á niolap anb 70i 1l setu Ám l esoo ouó? -..¿3op
'-' I r oplqop so onb 0 1 camela° el y .unc i tur 'nadan eun,


;) oN ? •••¿santuoq so l 0w90101 11 oí onb :non ap sowoq oub
d? salopos sapopinn.liyap sol oaao anb lo sota anj 1s


op aShcti aS uoqop.atlb sapepnueleo ser Á SalOna so.usanu
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ap n jo.id owssi4e sompcinasap .y.aacpp anb epPuWolua,sowoacciald.anb,o1
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S010A SOE 919o;)al uomó? ¿oiplsoid el u91nó ? ....¿ eolqwese
cso:Townwmsa °napa os-aelnvonb ma? -


¿0w90 Á opuyna
'opuop? wad safal opnp voy as somand soy


Uu .10d oppl opet1,101SC4 9Pb ,40,0,,¿,sewe uy.ipuol
tu opm0,3 uyq ou anb soqoalop so loorid sol P .pinralu onb\ ,
aod ?Ao ph JS, x ¿so xi. anj anb ..iooja,ap os ou 9n13


• • : .
J . Jod?-at . saja.,9 opvp (14py as anb sol , so/(2957d- 5'01 7,108


sapepatoos set 9uumoqns anb p oros
sola anj onb Á ‘suatuf 9usixo ou soqoaiop ap prpien.9!
onb 'altionasuoa aod ólxaJO souotu ru . opurnu uoso!urit
sewpin ser anb sowy priP ayrodd ap JG pvpmoinv ap sota
-Dan sapueag UOIGIAM SLUOIXITid Stz[ OniapniaCil
lop ríos uotsoons ei aod onb olJoto souaw :saropadns U19
.Á tus ‘so.koi tus sotpoiop LITS Owelstu OJOS un am
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66 DEL COMTBATO SOCIAL
un otro segundo, y es preciso ver si la universalidad de vo.,i
luntades ha quedado de parte de la nacion para obede-
cer, porque sin esto aun no tendremos las dos partes del
gobierno.


VII Para formar un gobierno de un pueblo de hom.
bres iguales, no basta nombrar un gefe; el grande embara-
zo está en hacer soberano, en darle poderes univesales , y
en asegurarle esta voluntad universal constante y perpe-
tua, sin la cual no hay soberanía. La gran dificultad no está
en nombrar, sino en .formar la persona pública de todas
las personas particulares, sin causar en estas ninguna alte-
racion , y en componer la voluntad general de todas las
voluntades individuales, dejando á cada uno su voluntad.
individual.. Por último, la gran dificultad está en poner laT
un iversalidad de una parte, y la universalidad de la otra,
y en separar la voluntad de cada asociado en dos partes, de,
tal modo, que cada voluntad esté al mismo tiempo en ca-
da acto público toda entera de parte del soberano, y toda
entera de parte del súbdito. He aquí la separacion que exi-
gen Potencia' y Rousseau, y la razon por sí sola. Si es-
ta separacion es posible, podrá muy bien concebirse cé,
tilo pueblos compuestos de hombres iguales pudieron an-
tes darse gobiernos, y cómo podrían aun dárselos en mies
Cros dias. Pero si es imposible, debemos creer que no pu,
dieron dárselos jamas , ni podrán dárselos en lo sucesivo;
porque sin esta separacion jamas podrá componerse la so
beranía , ni darse derechos. Todas las comparaciones qu
se leen en Puffendorf , como la del sol que seca, da cal
lor y endurece•un terreno: la mezcla que producen muchas
voces en un concierto,. lejos de probar la posiblidad de la
persona moral, prueban su imposiblidad. En el concierte
cada individuo no produce dos voces á la vez; y el sol e4
todas sus modificaciones tampoco causa dos efectos di
tintos. Lo mismo sucede en el alma, y en cualquiera oto
causa general. El alma no puede producir en cada in-
dividuo dos voluntades y dos modificaciones perfectainen-


ExTBAVAC-ANTE El'S EL CONTRATO. 67


fe
distintas. Todo es imposible física y moralmente.
VIII Esto supuesto, toda la operacion del contrato so-


cial se reduce á un punto muy simple, á saber: si esta sepa-


raccria personas que ha sido adoptada tan ge.n
es posible


la
no lo es: y he aquí lo que hubie-


rmennlotera,l


todos los gobiernos,
ra sido importantísimo profundizar antes de todo. Porque
al fin, si despues de haber destruido to o
se llegaba á descubrir la imposibilidad absoluta de dividir
las almas y las voluntades en dos, y por consiguiente la im-
posibilidad absoluta de componer la persona moral, y con- •
ferir la soberanía á quien se quisiese; y la imposibilidad
absoluta de formar nuevos gobiernos sin una soberanía pre-
existente; y por último, si se llegaba á descubrir que los
mas ardientes defensores del contrato social estan conveni-
dos en esta imposibilidad, ¿qué hubiera sucedido? el uni-
verso se vería cubierto de ruinas sin esperanza alguna de
poder volverle á formar segun los nuevos planes: qué de-
sastres, y qué ex trAvna neins Pero J. T. Rousseau, des-
pues de haber demostrado invenciblemente la indispensa-
ble necesidad de las dos personas morales, acaba por esta-


r
qvtifeassieunadlomaeleial


reesecnoiclioacle-


blecer su imposibilidad; y despues de haber exigido vigoro-
sfoat:Ineltalltme ecinutee cetoatsio. igro°


lugar
mente indivisible, y una -esencialmente la voluntad , n©
puede ser dividida, enagenada, del dega a, ni representa-
da; diciendo por último, que la voluntad es la misma, á
no lo es, y que en esto no Ilay medio. Se sabe bien que su-
cesivamente, y con relacion


áon a diversos objetos, -muda y va-
ría; pero varía toda entera cuando sucede, y es inseparable
con referencia á la misma accion. Cuando quiere la ley, la
quiere toda entera, y no es la mitad ni l
nuestra alma la tercera parte dela que quiere ó no'
cómo cada




quiele. Y es inconcebible
a particular podrá poner una


ra hacer la le


parte e su alma pa-
ley, y otra para obede


mayor número


cella; una parte por el
, y otra por el mello'.


cl medio de formar


menor: ni puede percibirse
con la misma voluntadta la voluntad de




68 DEL CIOXTII ATO SOCIAL
la persona pública y la de la persona privada, :id
tad del súbdito y la : del soberano, la voluntad del hoMbre




y la del •citidadano, opuesta enteramente á la voluntad 'da,.
hombre (lib. 3. cap. 15.).


IX Se muy bien, que para facilitar los pactos ha
quien hace juntar solo los,gefes de


familia,
y acaso se. quer


rá que estos sean únicamente los gefes principales.. Peró
(como dice muy bien Rousseau) si : tódos no asisten, ¿er.
mo será universal, la persona moral ? 2.° si la voluntad cs.,
esencialmente indivisible, ¿ . cómo podrán los gefes mismos
de familia dividir su voluntad en dos partes, y formar un'
persona moral aun incompleta? La formaeion de esta , p
sopa es tan imposible para los gefes como para los puebla


Una reflexion muy facil cine destruye este absurdo sit.
tema por• el pie es .


que la voluntad no puede ser considera'
da sino como unir simple del alma que quie-
re. Con mi voluntad podr&darynis bienes á otro, y le dar'
entonces alguna-cosa. -Pero es imposible ciar mi voluntad.:
De aquí nace la imposibilidad absoluta de la persona uzo-.
mi, y de la voluntad general, distintas de las voluntades
particulares. De aquí la imposibilidad absoluta de una sobe-
ranía, compuesta de la voluntad universal de los súbditos.
Si un soberano no tiene la soberanía por derecho de
raleza, jamas podrá dársele toda una nacion entera por
vcihmtades. Cuando nada se tiene que dar, nada da la ye--
Imita& Y de aquí por último la imposibilidad absoluta de''
los gobiernos representativos de los pueblos. Reflexiónese
cuanto se quijera, y se hallará siempre que .ningun gobier-
'•no puede traer la sOberania dé la universalidad de las yo-
Anutades; y esto es precisamente lo que sería necesario para
formar un gobierno representativo de los pueblos.


"I Hay aun mas; pues como no solo se trata de un so-
berano espiritual, sino de un soberano corporal y civil giré
•tenga accion corporal sobre cada uno d e los asociados,


se quisiese componer una verdadera persona pública,. de
no bastará dividir Su al-quesea ii-Ijlernbro' cada particular,




r. 7.0 T la Vil G A DI TE .
EN EL cOrZTW,7 090.


ma , sino que será necesario dividir su cuerpo en (los partes,
estando una al lado del legislador, y la otra al del


, puedan formar, no solo
una voluntad general,para que


general,
bajó cuya direccion queden some-


ss1::nbodlutn° cuerpo gei
tilas las otras partes del cuerp


o....


Aun no es esto todo,


porque coirt.O . el sóberano debe


derechos universales,


no solo sobre las personas sino sobre los bienes, sería igual-
no de nuestros derechos en


-mente preciso dividir cada u
&s'yutes para dar la una al cuerpo general


-
, y la otra al


cuernoual, sin lo cual no tendvia el soberano Din-
gnu derecho sobre -cada parte de nuestros bienes para impo-


ner contribueloneá
XI lid


aquí sin embargo la série de extrav.agancias á
'que se verán conducidos á .pesar suyo todos los que hagan
derivar el orden social de las convenciones del pueblo. Des-




de que el soberano convencional no tiene •derecho alguno
sobre sus asociados, es absolutamente preciso que le tome
en cada persona particular, colocando á cada uno , parte
queriendo la ley con el soberano, ,y parte obedeciendo co-
mo súbditos. Pufendorf y Rousseau habían reflexionado


- s se quiere proceder á la eSeencion del. contrató•, es ábso,-
perfectamente sobre esto ; porque admitido el* principió,


Internet lecesario dividir cada individuo en' dos partes.
almas,las


„ las personas , y cada uno dePero ¿como separar a a
nuestros derechos ? ' Es visible que jamas se hizo, ni se
hará esta operacion: otra imposibilidad, d dc , y de consiguiente
otra nulidad del contrato social. Pero ' i si es nulo desde el
primer paso ,- segun parece, no puede haber contrato ,iii,
pueblo'álkuno darse soberano.


ne iLXII' go los que gobiernan no podrán
presentantes de los pueblos. Sin embargo,


ia jamas ser re-
-


aun en las de-
moeracias poseen la soberanía los
no la tienen de los


que gobiernan. Luego
pueblos. ¿De quien la -•a tienen pues?




DEL CONTRÁTO SOCIAL


S. 1."
Imposible en la legislacion.


Si esta separacion individual es imposible, se neCe,
sita tambien en la legislacion que los unos esten entera-
mente de un lado, y los otros enteramente del otro; hq,
riendo los unos la ley, y recibiéndola los otros ; los unos
siendo enteramente miembros del Soberano , y los Otr4i
enteramente miembros del estado. Habiéndose de proce-
der á una operacion cualquiera, necesariamente deberá su.
ceder esto , y es lo que en efecto sucede en todos los es-
tados en que se da al pueblo el título de soberano. Aun en
la suposicion que se pueda llegar á juntar un pueblo entero
para darse leyes, se verá siempre en el resultado dividirse
en dos partes muy distintas y opuestas, la mayoría de uno
parte, y la minoría de la otra; y en cada una de esta;
dos partes habrá hombres que se hallarán con toda su
rna, todo su cuerpo, y toda su voluntad entera; de modo,
que por consecuencia inevitable de esta grande asociacion,
cada individuo se hallará enteramente sometido á la decí.
sion del mayor número, que le obligará á obedecer oua
cuando no quiera.


II Por último, despues de un volumen de sofismas, y
todo el embrollo imperceptible de la enagenacion total
de cada individuo bajo la suprema direccion de la vo-
luntad general, se hallará que, supuesta la asamblea ge.,
peral de la nacion, se reducirá esta voluntad general á quef'-
cada uno debe obedecer á la voluntad del mayor número;
que la ley que resultase de semejante asociacion, será sim-
plemente la decision del mayor número ; que el señor que
cada individuo se diese , será difinitivanmente el mayor,.
número; y que esta enagenacion total de cada


iindivduo a
toda la comunidad, tendrá por último resultado la sujecion
otal de cada individuo á la voluntad del mayor número.


"Tr


IMPOSIBLE ir,IN LA LEGISLACION. 71
prevenir á cada individuo del pueblo


d
Lo que pu


No me atrevo á


puedo decir por ahora será que no consiste en esto
del resultado terrible que puede tener semejante asociacion.


el


social, ni el gobierno representativ o de los pue-
blos , y que con palabras equívocas se burlan manifiesta-1 contrato soc


mente los convencionales de todo el universo. Porque si al


fin se hallase que la voluntad general
no es la voluntad ge-


neral, sino sola la voluntad del mayor número;
tendremos


que muchas voluntades son excluidas, y que un número
considerable de individuos de entre el pueblo no son de
la lep-„i, slacion, ni hacen parte del soberano. En consecuen-
cia, la ley no será la expresion de la voluntad general,
y cuando mas podrá decirse la voluntad del mayor número.


III Ahora pues, ¿qué derecho tiene el mayor número
sobre el menor? ¿y dónde adquirió el poder de hacer la
ley? ¡Un pueblo legislador! »¿y qué derecho tiene para
»ella•dice Weishaupt? ¿Es acaso por derecho de la natura-
»leza?" Porque es imposible reunir la universalidad de los
votos para cada ley, decis que las leyes pasarán por la plu-
ralidad..... Está muy bien ; pero pues que la ley en vuestro
sistema no puede ser sino- 1a NO untad general de los


que la pluralidadde
-


ciados, ¿de dónde viene la posibilidad
baga las leyes, cuando cerca de 1e la mitad no las quieren?
Y pues que en vuestro sistema 11a el legislador no tiene poder
legislativo por sí mismo ¿por dónde quereis que él le ad-
quiera sino de la universalidada


de las voluntad P Q yat


y los mejores defensores del contrato social y no se hae


__


liará.
IV Rousseau reduce todo su sistema de los pactos so-


ciales á la voluntad general; y segun él, es la voluntad
general dividida en dos partes la que hace el contrato, la
que constituye la soberanía, la que hace la ley, y la que
lo hace todo; y tiene razon, porque con una sola voluntad
de menos nada habrá, como que todo se compone de la
universalidad de voluntades. Pero ¿por qué se interpreta




A
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sadopod op tioiSIAip empualadde lso aQ


•aie ina9ded SapininnoA se( r awdojnoa °tus uelel
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San' uta 9cleti sepeaonuoa UUID aub setusuu sasep ser 9.11U3


uopw[isuoa e / dod,somniaxa sogatuu eiqm pp
pepuesaamun ei JUJO-AtiO3 wed otptuu eqynsaaau as vuloy
Inudir ua oopewdtp solualumb 9 sowapodieua solsa S0Á


daaedi ap les:tasa-1 aapoci p di:unbpu ompod urti apu9p?
°dad soluatoinb 9 soluataouena sol ap 9 SetIl optima
o ()los oun ap pinunioa al eldInuap y asaamosad ospadd
-as yo.1aua.9 pmunioá.vi Áa1 9 audtjap a l) de0111 ida saauol
.ua Á 'otos oun ap peumps e t dod osen sopt.111,up solualu


-mí) o sowataauena áp penraps 9 y sounmpur ap sauoli
ap SEL11 ap ?maza pnlunioo, eppnpat meg as


'etnamodd p olaaja e de,Aail Z131111) os so i gand sol ap so/1/4914
•uasaddad soduarqd 90[ ua opueua 'esintngip U0 oub áde.n.tu
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-naafa 9 y opualpoaodd G mbe aseoA solos op pepuennd


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op osTaadd SO oiatuuu doÁew pp peumpÁ cE aaaoiloa
Vit3c1 anbiod pana mi tos aub oaaded oNT. ¿odatunu doÁeui
¡ap pedun ion, daaouoa ap (»paila p y..tos inda x? A


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attb aod?


•sosozeamtua hui uos set-masas soaso sopor anb
ap canta manad


•oaatonu aufp a la peptsaaau ÁCq ou `olgand
p s -mond la >'los ou `oaatunu ufg as Tg ¿olsa opon aeigai
-ae OCU00? orad -„vmaap anb opnuas le alap as anb seulape
aaa!nó ...0.1DUI7211 pa afy as anb ala !nb pepumIsodurt C j


aa
-0UO3 ornan ‘diegula zus • aÁa l se [ deti otos onand p anb
(nambsaluopi -p- aatp) selaeaaotuap s9 ap teluatuepuni
Áat eun s .j„ -somand so l ap soApeluasoadaa soulano2 so'
ap aluainffisuoa aod Á iepos (alud pp ennosqu pepuyEs
-odun 9 uaTel ealsantuap `salied sop sej ap znuuof oluanu
• 711951-1C0 p so oso 'so:iranio° setuop sof soma U9 Á oro
-otutaleux p ua oTaesaaau sa onb o7 •onand un ap sapeaunE
•OA sepol ICIII3U00 Tu ael insuoa aeluní p aicpsodun sa
anbaod tSDLIOMIMSCIOD Á SaÁ9l 4 503C4U00 nonti mur( yip
-od tu opipod eq ou mand un anb aod !libe atj x •opu
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•os. 9 Ene! 1.9 • elsout.uern Ántu Á upeTounuoad Árnu 'ealsr.;
Ácula eaalua epol peaunton eun ouls ‘se lpatu y peaunion eun
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0.110 sa anbaod t salunluasa.idad sns DÁMI1SUOD sol 'sopeara


o[ciand p opuenwou anb ‘ouen ua Vi lputm °S IX
-sa t uanuma sor


sopo] tramum opuanua G oÁ drp opuena :ualqwea eaaTtab
al oÁ anb gas as `olanap -un ra ► a") opeandip p anbaod


• e!en 9 -upa opanb oÁ Á 'pompis. ns U00 opetnd n p Itu
•aud `uopeurtuou Tuse,' -noassnoy- uaiq Ántu -aalp otuoa
`epeua9eua aipsodun sa Á `aaamb ruge p anb ta l


.onb uso)
Luo sa ou einturueu ns aod pnlunioa v7 -opniscie un cuas
anbaod `sopeaun ion sns sepa) soneto sns ua eua9eua sop


4::candi [) mond p opueaqmou anb . y.up as oueA
x


•ealquie.se eun ua selamnsuoa ospaad sa
'sepoaouoa ene! Á tasaeasanueiu caed asaaactuoa uaqap anb
59 sapentn ion sns _aelsapurui ap arapod p ()tus sopelodtp
sns y aup oiciand p aparad ou opas ou raed


-oAelasa epanb
uoTaeuttuou 9 epused anbaod 'euelua as Á ‘otteaaqos p aas
11001a ( noassnoy a3tp) sopelndp sus olqand un opuen
plum


•akuusuoa Á eloaaap anb anb ewstut u 1
sa ou eaq


ILIOU anb pelunioA 9 Á t uoloe ist9ai 9 ua outs uolocuswou
ua elueanos 9 alstsuoa ou anbaod 4 .10:1,) °u°


sa otsa
%dell


sop anb sab i
ser sepa) aluatnepedual l ue opentlea


CLI anb Á saaapod sus soma opep er j
sa l sopeanclip so l


oin
«and p opueaquiou anb 'apap yalattb os MICA ua


-o i ciand lap pepsimn iel e l ap olox p
ru inuaua3 pnlunicn
ou Á <:sopepose sol ap peneanid


el opeue9 uevi anb so[ ap petunioA e i p ‘sea l qunse se( ap
pemn i oA sa Áal anb lamía aadtua!s yaas 'saleqop sol
sopo ) ap sandsap 'eznaA onb oppaed p ras anb elasnbiena


petutipx etdoad os aaaeq aod yaeqeae anb la sotpaut
sets, Á sosinaai sem dual anb ¡a aadwais suas 'olsa un9ag


Orna ualq onand yaced anb ‘sauoss!Asp Á sa4eqop`san
'NIDOS OIVILLUOD IUCL 172,




111~1•11.


76 DEL CONTBATO SOCIAL


euencias son invencibles cuando se le pasa un prin cipt.
falso.


XIII ¿Estableceréis por principio que la ley es la va
Matad general? Para que entonces sea una ley el decreto
no basta que sea dado por las cám..ras. Se necesita tambiet
que lo sea por el pací)/ o en cuerpo. Ni basta que pase por toda
las cámaras, es preciso que sea ratificado por el pueblo et
cuerpo. Toda ley que no ha silo ratificada por el pueblo et
cuerpo, es una ley nula, y deja de ser una ley. En vano s
publicará en los mercados y en todo el reyno; y en van
se hará registrar en todas las municipalidades. Rousseau,
ce, que todo esto no basta, y tiene razona Es necesario qu e
sean contadas todas las voces ( lib. 2, cap. 2: lib. 3, cap
314 ). Para que pueda conocerse la pluralidad, es preciso
de toda necesidad, que el pueblo se halle reunirlo, que sea
libre, y que se le pregunte en cuerpo, sin lo cual el decre-
to será el voto de los diputados y no el del pueblo..Es im-
posible conocer el voto de la pluralidad de la nacion sin
juntar la nacion toda entera. Todos estos raciocinios de Roas-
seau . son evidentes, invencibles, y se deducen naturalmen-
te del principio de que son tornados.


XIV Segun esto, he aqui el argumento que resulta
contra Rousseau y contra todos los .partidarios de los pac..'
tos sociales, y de los gobiernos representativos de los pue-




.blos. •
1.° Que jamas existió gobierno en el que haya votadó


la universalidad del pueblo sobre cada ley -á pluralidad de:.
votos.




ESIPIi.SCTICABLE EN LA CONSTITUCION, 77


Impracticable en la constitucion.


I Si jamas nacion alguna pudo darse leyes, menos po-
drá asociarse para convenir toda entera en una Constitucion.
Porque, si para la formacion de las leyes tiene á bien Rous-


seau contentarse con la pluralidad de
votos, para la aso-


ciacion exige la unanimidad.
Y no podemos dejar de convenir en que todo esto es


una consecuencia necesaria, deducida de los mismos prin-
cipios, que nadie podrá disputar, admitido el principio.


II Porque si es cierto, corno se supone, que antes del
pacto, social no .habia aun autoridades. ni soberanía de de-
recho; que la libertad primitiva fue una libertad de inde-
pendencia, y que los hombres no fueron subordinados los
unos á los otros por institueion de la naturaleza, es claro
como la luz. del dia, que antes del pacto social eran todos
los hombres perfectamente independientes, y que si se han
decidido á.asociarse y á subordinarse, es por un acto libre
y espontáneo de su voluntad, en virtud de su consenti-
miento .y de su voto. Segun esto, es claro que ninguno en-
tra en la asociacion sino por su consentiniienuo y sus votos;
que si yo hago parte de la asociacion, si me hallo compren-
dido en la asociacion, si contribuyo á la soberanía, si el so-
berano y la sociedad tienen derecho sobre mí es por mi
consentimiento y mis . votos:, pues con mi voto se hace todo,
y sin él nada puede haber.


IlI Segunc, esto, es claro que habiendo nacido libre e in-dependiente,
arme á ello nisi sujetarme


no quiero asociarme, nadie podrá obli-g
tu; y sería una injoestatiermj el intentarlo,


ni voto bajo ningun pretex-
entarlo, porque mi voto ese


sencialmente libre. Mientras que yo no consiento en aso-
ciarme, soy perfectamente independiente ( lib. 1, cap. 4).


Es tambien claro .segun esto, que si yo no me asocio,


Que cuando pueda haber tenido esta facultad lo
pluralidad, no itivo jamas poder legislativo sobre los
denles.... Luego ninguna nacion ha podido darse leyes,


15 Luego jamas diputado alguno pudo recibir de
pueblos el pudor legislativo. Sin embargo todos le tienei
ea el gobierno republicano. Luego no le tienen de los pu(
blos. ¿ De quién le tienen pues?




e


78 DEL CONTRATO SOCIAL
nadie es mi soberano, ni nadie tiene derechos sobre mí;
porque habiendo nacido libre é independiente nadie pue-
de tenerlos sino en cuanto yo se los doy por mi consenti-
miento y mi aprobacion.


Por último, es claro segun esto, que para que los po-
deres y los derechos de la asociacion se extiendan á todos,
se necesita que todos se asocien; y si hay uno solo que no
dé su consentimiento, la soberanía no se extenderá sobre
todos los individuos; ó, lo que es lo mismo, no habrá so-
Urania porque es de su esencia el ser universal.


IV Todos estos raciocinios de Rousseau son cla-
ros, evidentes, y están perfectamente encadenados. Para que
haya asociacion, es preciso que todas las partes contratan-
tes estén de acuerdo; por eso es preciso que todos los
miembros de una sociedad estén conformes si se quiere
que la sociedad sea una asociacion. Por lo que correspono
de á la constitucion, es de absoluta necesidad (como lo
exige Rousseau) la unanimidad, y unanimidad rigurosa,
sin la cual no habrá asociacion. Todo esto está muy bien
dicho, es muy justo y concluyente.


V Resta ahora una pequeña dificultad, y es, que en-
tre estos hombres acostumbrados á la independencia habrá
muchos que no quieran sujetarse, ó no parezcan en la asam-
blea, y que entre los que parezcan habrá muchos que no
estén de acuerdo sobre la forma de gobierno.... Pero si hay
division en los votos, lo que no dejará de suceder, ¿cómo
conducirse para la ejecucion?


VI ¿Todos los que no quieren reunirse a la asociacion,
deben dejar el pais.... Pero ¿con qué .


derecho podrá obli-
gárseme á dejar mis tierras, mis bienes y mis propiedades,
puesto que segun el principio mismo de los convenciona-
les , ni ellos son mis soberanos ni podrán serlo?... Si no sal-
go, ¿qué me harán? Me obligarán á ello ó me matarán....
Y ¿con qué derecho, por qué ley? ¡Porque son los mas
fuertes!...


He aquí para proceder á la ejecucion de esta parte em-


ImpBACTICABLE EN L. cossmucroN. 79
pleada la fuerza , la violencia, la injusticia , la atrocidad ó la
emiaracion mas terrible... Y ¿qué se adelantará con esta emi-
aracion? Nada, porque mientras se trate de plazas lucrativas
tó de leyes incómodas, de dominar ó de servir; y mientras
que se trata de una ventaja á que puede aspirar todo el
mando, habrá divisiones, y cada uno votará siempre con
puEerencia, por sí ó por sus amigos.... Cuando pudiese lle-
garse á juntar todo un pueblo; y cuando á fuerza de emi-
graciones y de deportaciones, no quedase en el pais sino
ttn pequeño número de cien individuos, si se pone en vo-
tos la forma de gobierno no se conseguirá jamas la unani-
midad. Por esto mismo nunca podrá efectuarse el contra-
to social, ni un gobierno representativo.


VII En vano se dirá que aceptando nuestros padres
la primera constitucion la crearon para siempre, y ha
quedado creada.— Si fuese esta la cuestion , diría yo que la
constitucion que se nos propone ahora, es enteramente di-
versa de la que han aceptado nuestros padres, y que se ha-
lla totalmente mudada. Añadiría que pues toda constitucion
es un resultado de los votos, la constitucion de nuestros pa-
dres murió con sus votos, como sus votos han muerto con
ellos; go? el resultado de estos votos, aunque hubiesen si-
do unánimes,. no ha podido subsistir despues de ellos si-
no por el voto unánime y siempre sostenido de sus suce-
sores; y por último que un solo disidente hubiera podido
destruir su obra, porque no se trata aqui de los lenes y
derechos personales de nuestros, padres, sino de los dere-
chos de que no eran ellos señores, cuales son nuestros pro-
pios votos; y (como di jo muy bien Rousseazt) si soy yo in-
dependiente por naturaleza, nadie podrá sujetarme sin mi
aprob,Lcion. Sobre esta materia repetiré siempre lo que he
dicho ya.


VEIL Debo notar que esta objecion supone lo mismo
que se trata: porque no hablo aqui de la gcneracion pre-
sentí , sino principalmente de nuestros padres cuando
fue preciso que procediesen al pacto social. Y si nos es-




8 o DEL CONTRATO SOCIAL
tremecemos cuando se piensa en someternos despues de es,
tar acostumbrados á llevar el yugo hace mas de cuatro mil
años, ¿cuál debió ser la repugnancia de nuestros padres (co-
mo pretende Rou.sscatc) la primera vez que se les habló'
de dependencia? Sin duda patearían berizados como los ca-
ballos fogosos la primera vez que se quiere ponerles el fre;
'no. Si nosotros no acertaríamos á convenirnos sobre una
constitucion ¿cuál debió ser la ambicion de estos primeros
hombres, libres é independientes, cuando se trató de subor,
dinar las plazas del orden social, y de • dominar ó servir
por la primera vez? Sí hay division entre nosotros, habrá
habido mas entre nuestros padres. Porque en todas partes
en donde domine el interes personal , es imposible que'
haya unanimidad, y nada puede mover tan vivamente es-
te interés como ufla constitucion en la que deban domi.
nar los unos con exclusion de los otros, disponiendo de to-
do por las leyes. Que se proscriba, que se destierre cuanto
se quiera: mientras queden en una naeion dos que delibe-
ren, átnbos querrán dominar y ninguno servir.


IX Ved á los franceses cuando quisieron constituir por
sufragios; el uno quería rey absoluto, otro rey constitucio-
nal, aquel una república, este una asamblea, y cual dos
cámaras. ¿Ilubo jamas unanimidad en el pueblo; la hubo
entre los diputados? Que se corran todas las naciones, aun
las mas sabias, las que tienen mejores constituciones; y que
se pregunte á todos sus individuos sobre la forma de go-
bienio;.... ¿se hallará en ellos unanimidad? Si no se que-
jan, será porque saben bien que les será inútil y acaso da-
ñoso hablar. Pero ábrase una libre carrera á su ambicion,
y consúlteseles; ¿estarán de acuerdo? Es muy imposible.
Porque los que gobiernan, bajo cualquiera forma de gobier-
no que sea, pesan esencialmente sobre las cabezas de los
que son gobernados, y ocupan las plazas que cada uno
querría tener. Mientras que se trate de una constitucion;
en la que sea preciso de toda necesidad dominar ó servir;
dar la ley ó recibirla, es imposible que haya unanimidad;


IMPRACTICABLE EN LA CONSTITUCION. 81
porque divididos los intereses es necesario absolutamente
que se dividan los votos.


X Segun esto, repito, que para convenir en una cons-
titucion , es preciso que las partes contratantes esten de
acuerdo, y que haya unanimidad. Y si jamas los miem-
bros de una sociedad cualquiera han podido estar de acuer-
do, jamas habrá habido unanimidad sobre las constitucio-
nes. Luego ningunos diputados han podido recibir de los.
pueblos el poder de hacer constituciones; sin embargo , la
tienen los de todos los gobiernos republicanos. Luego no la
reciben de los pueblos. ¿Pues de quién la reciben?


S . 4°


Terrible en sus efectos.


I Si es Dios mismo el que ha dado á cada uno sucesi-
va y alternativamente derechos, segun el orden de la na-
turaleza, de dominio, de autoridad, de propiedad y de
soberanía , debe cada uno ser absolutamente señor de su
propio derecho, y aunque fuera yo el -último de los hom-
bres, ninguno en el mundo podrá, á pesar mio, despojar-
me de ellos , ni á mí ni á -mis herederos


Pero si al con-
trario es el pueblo quien lo ha distribuido todo en los pac-
tos sociales en razon del mérito personal , podrá este mis-
mo pueblo volver á tomar todo lo que nos ha dado, si juz-
ga que no lo merecemos ya. He aquí los efectos de los pac-
tos sociales, y como los representantes de los pueblos se
hacen sellares de todo, aun de sus mismos soberanos.


II • Aunque los pactos sociales sean radicalmente impo-
sibles en la ejecucion, los facciosos estan infinitamente in-
teresados en predicar su posibilidad, y .aun mas en hacer-
la creer. ¿Cómo han podido acertar á persuadir á los que
tienen derechos que era bien que los pusiesen á disposi-
eion de los pueblos? no es concebible. Pero el hecho es que
el suceso ha excedido su esperanza, pues que hoy domina




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so,usonn y opuuop mutual os anb sosuawut souoiq sor anb
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84 DEL CONTRATO SOCIAL
grandes fortunas. En consecuencia de este nuevo decreto, los
grandes son despojados, encarcelados y degollados: sus bienes
vendido;, repartidos, dispersados y dilapidados, y sus pala-cios destruidos. Cuarto efecto inevitable de las representado
nes en razon-del gran número: la ruina de los grandes.;


VII[ Por último, despues de la ruina de los grandel
se procede contra los pecincilos propietarios, y en seguid
contra los pobres, y son ellos los que pagan á mas preei
las revoluciones; porque á falta de bienes, se les pide su
propia sangre, porque al fin tan repetidos trastornos ocasio
non guerras crueles. Para sostenerlas se decreta que se n
cesitan sesenta mil hombres para el ejército ; el decreto
es llevado á efecto bajo pena de muerte; y los pueblos se
ven degollados á millares por orden ele sus representantes.
Tales son los efectos terribles de la opinion de los pactos
sociales; efectos cuya historia hacernos con toda fidelida
el Todo .poderoso despojado de sus derechos; todos los art-
tigttas soberanos derribados: hechas pedazos todas las an-
tiguas constituciones: destruidas todas las grandes fortu-
nas: arruinados todos los propietarios, y sacrificados to
dos los pobres. De este modo, en nombre del pueblo sobe-
rano, nuestros representantes se hacen absolutamente seto,.
res de todo, aun de los pueblos mismos.


IX ¡Un pueblo soberano! ¡qué delirio! y ¿dónde ha
recibido este pueblo su soberanía? ¿en la universalidad de
los individuos? es fisi


•amente imposible, porque, como he‘
m0S probarlo, la universalidad de un pueblo no ha podido
reunirse jamas, ni ponerse de acuerdo la universalidad de
voluntades; ni- una universalidad separarse en dos univerrl
salidades. ¿Dónde pues la ha recibido? ¿en una parte de los
individuos? es igualmente imposible, porque una parte, no
puede tener derecho alguno de soberanía sobre la otra.


X ¡Un pueblo soberano!


famas pudo esta sobera-
nía ser admitida sino por los que se interesan en el en-
gaño. Porque para el que sabe reflexionar es una gran
necedad.


TEIURIBLE EN 'sus EFECTOS. 85
blo soberano ! ¡Qué locura! Este término ó¡Viz significa esencialmente el que es-


saPértelni: república es la parte que gobier-
tá en


na. I colocar 1 obvania
en la universalidad de los súb.


Véase según esto la ridícula ceguedad de los que pro.


tenc.en t s


voz, stlujznzaittios, y


ditos. Una escalera cuyos escalones fuesen
todos soberanos


ó últimos , dejaria de ser una escalera. Si la
universali-


dad fuese soberano, ¿de quien lo sería? El pueblo
romano


porfia por su senado ser el Soberano de los pueblos venci-
dos. Pero un pueblo soberano de sí mismo (dice el abate


Duvy) es lenguage de las casas de locos.
XI ¡Un pueblo soberano!..... ¿Cuál debe ser la indig-


nacion de un pueblo que, viéndose arrancado de sus boga-
res,,,y conducido al matadero como una vil bestia cargado
-de cadenas, agoviado de golpes , condenado á la horca , y
ejecutado en nombre de sus representantes, si no marcha,
oyese que se le trataba con una cruel burla de pueblo


soberano?
XII Es sabido- que semejante indignidad acaba gene-


ralmente por conmover al bajo pueblo Mismo.. Pero en el
contrato social, el. desenlace de todas las dificultades , es
siempre igual. »Cualquiera que rehusase obedecer (dice J. 5.


-»Rousseau), será obligado por todo el cuerpo Esta con-
»dicion tácita es la que hace todo el artificio , y el juego
»de la máquina política. Sin esto el pacto social no sería
»mas que un vano formulario." (lib. 1.0 cap. 7.) ¿Por to-
da el cuerpo?... ¡Berdugo! (exclamaremos conW 1 f )l


qt -ue esta teen un empeño tan importante, debéis confesar
es Imp.,


taincej
tlieciiaábnoals'


esl elalodiairaiicileal.iv I .Qutioélquae entess de vuestro contrato
iba á empeñar solo


consigo mismo; y concluido el contrato, se halla e ► pella-
do tácitamente con el cuerpo entero de la nacion; que so-
lo dependerá de sí mismo , y se halla que debe depender
tácitamente de la nacion toda entera; que quedará tan l i -
bre cOmo era antes, y se halla esclavizado tácitamente á
la nacion toda entera; que como antes no tendrá señores




86 DEL CONTRATO SOCIAL
y se ve sometido al mas terrible de todos los señores, ed
-cuerpo de la nacion toda entera.


XIII ¡ Por todo el cuerpo!
¡Qué! antes de vuestro


contrato, mis bienes, mi casa, mis posesiones, todo era
mio, y era absolutamente señor de ello, sin que hubiese en
el mundo quien tuviese derecho de quitármelo; ¡y luego
que he adoptado vuestro contrato, todo el mundo es señor
de poderlo hacer! Dado el poder legislativo á los represen.
tantes del pueblo, si rehuso obedecer, me castigará todo el
cuerpo de la nacion, ¡y podrá obligarme todo el cuerpo
de la nacion!.... ¿Qué soberano podeis darme mas gravo.
so?... Que, si nuestros representantes decretan que sean ven.
dilos mis bienes, deberán marchar contra mí, y proceder
á la ejecucion de sus decretos las tropas, los ejércitos, los
soldados, los tribunales; ¿y llamais aun á esto hacerme li-
bre? Cuando hablo de mí, hablo tarnbien de cada propie-
tario , y de. todo particular cualquiera que sea




Si me
opongo á vuestras dilapidaciones , será la nacion toda en,
Cera mi parte, y la nacion toda entera mi juez. He aquí
lo que se llama en nuestros Bias un gobierno representati.
yo. ¿Le hubo nunca mas formidable?.... Aun cuando pusié-
seis sobre mí solo la mitad de la nacion , ó trescientos di-
putados, ¿qué podria yo hacer solo contra las fuerzas pú•
blicas de la nacion toda entera ?


XIV Esta pretendida soberanía del pueblo es pues
tejido de embustes, de perfidias y de abominaciones. No se
constituye al pueblo señor de todo, sino para agoviar
pueblo mismo con el nombre vago de un pueblo soberano,
que no pudo serlo ni lo será jamas. Los Wiclefitas , los Ilta.
niqueos , los Pastorales , Albigenses, Anabaptistas , Frac.
masones , Iluminados , Sectarios , autores de las revolti•
ciones antiguas y modernas, todos se han anunciado en
favor de los pueblos. ¿Y qué han hecho




Han- saqueado
las propiedades, y degollado á los propietarios. Lo han pues'
to todo á sangre y fuego como los facciosos de nuestros dial
Y eran verdaderamente enviados ele los pueblos?..... rue'


TIEMBLE EN SUS EF ECTOS. 87
hablad: ¿eneargásteis vosotros á estos la-


tilos
qdrones


yeplerou-sl;iileulacier


degollase


una atroz cal u m nia


llasen á vuestrosreyes, que devastasen vues.
y arruinasen al universo?... En verdad que


en creerlo. Lejos <le
reconocer


la parte sana del pueblo los


detesta. Cuando
á estos Faccioso


is:recer , los huye con espanto , se


'
cierra en sus casas, é invoca contra ellos el apoyo de la
fuerza. Pero eu lugar de tomar al pueblo en cuerpo, haced-
lo por individuos, y preguntad á cada propietario si quiso
dar á sus representantes el derecho de despojarle de sus
propiedades; y no hallareis uno solo que haya querido dar-
les iguales poderes. Luego en nuestros pretendidos gobier-
nos representativos el poder legislativo no viene de la
universalidad, como es facil demostrarlo. Estoy muy segu-
ro que la nueva ley no viene del pueblo entero , cuando
yo no la quiero ; y lo que digo de mí , lo digo de todos los
que corno yo no quieren la ley , y de consiguiente la mas
sana parte del pueblo.


XV ¿Cúal es la parte del pueblo que sigue á los faccio-
sos en todas las revoluciones? La hez del pueblo. Esta inu-
meráble multitud de mendigos, de vandidos, de jornaleros,
y de individuos que nada tienen, y no respiran sino el ro-
bo y el saqueo. He aquí á donde nos conduce la opinion ter-
rible de los pactos sociales: á las manos del bajo pueblo, y
de consiguiente al trastorno absoluto del mundo. Porque
basta tener ojos para ver que por la sucesion del nacimien-
to colocó Dios al padre sobre sus hijos, al soberano sobre
sus súbditos, á los grandes sobre los pequeños, y que por
todas partes sujetó el grande número al mas pequeño. Y
en nuestras nuevas constituciones, hacemos todo lo contra-
rio, sujetando el menor número al mayor. Constituyendo
en razon del número en nuestros gobiernos re
vos, es claro que constituimos señor




prese ita ti-
al bajo pueblo, y que


él se hace soberano absoluto de todo en razon del mayor
número.


XVI ¿Y qué podremos decir de un sistema en el que




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y oun
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‘solueuaagoll soAanu sansan K -sewalsrs sor sopoa ap atcpaaal
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opai ap vawnsai 2177 SOUIVSZW
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soturain sor 1.1900.10(11 anb Á t esansesop SI3W ES03 eun
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I? savicluasaicha sus ap (nom aod 9 ' !s aod sanosoA ap
oun epeo ap aouas vas anb ra olgand ofnq p Áat 9 yarp
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¿sicasap anb ol sanes? 'salas anb eaartab uornb ‘soganb


-ad Á sapurd soarperus 9 soneaaq
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a !ovo] rlanap 01 Á `opon eui3nio2 o' 'opol etutuop or ' o.rona


-nu 1.1E11 pp uozex ua 'mond. din la onb p aod utuaisrs
illl t E1.101131 OU 9 dii3C1D4 4 SCH11.1193S ou o sa.la i sus arnOos


l'op0n-1- ns y oun epuo 01.1931:9 t acaope ou 9 auaope opacT os
anb la aod touviamiaid. los ap ogoolop auan ou sapvpayl-
-lid sviisanu souncpooa uomb op ranbe anb jo aod t peprrea
•odtual etusnu Casa Pagos ounte, otpaaap anon ou 'mol) r[
ap reaoduroa Oj up sou anb (augur ro onb p aod t sousrurua
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sus op sopriaa soj G oaped ns ap soÍiq sor 'osoaapod-opoi
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3lletIOTICI9c9
umpscie epuapuadap ua eurtj as otiia apeoPulDrutu run ap
riVIOOS OIVILLX00 '12.C1


88




90 DEL CONTRATO SOCIAL
respira el latrocinio. Vengamos pues al hecho decisivo que
destru ye . i rrevocablemente estos errores absurdos, y las con..
secuencias sanguinarias que se deducen de ellos.


XX ¡lecho decisivo.


Si es Dios mismo el que nos dió á cada uno derechos,
en razon del nacimiento, ¡cuánta no debe ser nuestra atro-
cidad en querer degollar, matar y asesinar basta que se
crea que es el pueblo el señor de todo ! ¡Qué! ¡Señor del
trono, de Tos príncipes, y de los soberanos: señor de mis
bienes, de mis dominios, de mi casa, de mis ganados, y
de todo lo que adquirieron mis mayores por el trabajo de
sus manos!.... ¡Qué! ¡el pueblo, esta inmensa coleccion de
pobres, de mendigos, de facciosos, y de vandidos; hom-
bres que no respiran sino por saqueos y robos, por muertes y.
asesinatos!... Sin embargo, estos son á quienes proclamamos
señores de todo en razon del gran número. Pero si lo son,.
querrán gozar de sus derechos, despedazar las constitucio-
nes, mudar las leyes, ,


degollar á sus soberanos, pedir la, -
particion de las tierras, vender, saquear, devastar y asesi:
nar, tener profesores y predicadores que enseñen sus der
chos para gozar de su libertad toda entera.... Si se quisie
ponerles obstáculos, se nos dirá que se les hace una injusti-
cia cruel, y se les ti-ata con la mas afrentosa tiranía. De.
aquí tienen principio las revoluciones, los motines, las ma-41
tanzas de los príncipes, de los soberanos, y de los indivi•
duos, las *sediciones y las sublevaciones, y todos los desár•.
denes'que experimentamos hace treinta años. Pero repito
.que asesinar no es responder.


Si al contrario todos estos derechos son falsos, absurdos
é imposibles, ¿por qué tenerlos por verdaderos?..... ¿por
qué enseñar que hay pactos sociales si no los hubo jamas?;.,:,
¿Que san los pueblos los que lo han dado todo, cuando no se...!,
habian reunido aun; que se dieron leves y constituciones{
cuando no tuvieron jamas el poder de hacerlo?..... ¿Por (1",


TERRIBLE EN SUS ErECTOS. 91
doctrinas tan detestables, tan ruinosas y tan sub..


vPeurbsiil:aasr, habiendo manifestado ellas
d 2adlseafsumismas


son falsas ¿qué pondremos en su lugar? si no


fueron losss i pueblos los que hicieron el arreglo de las socie-
dades, ¿quién le hizo? y si la autoridad universal no vie-


ne de la universalidad de los súbditos,
¿de dónde viene?...


Despues de haber refutado el error, será preciso restablecer
la verdad, y lo haremos en la cuestion siguiente, subiendo
al origen verdadero de las autoridades, y de todos los
derechos.


1f:




1


CUESTION TERCERA.


ORIGEN DE LA AUTORIDAD(


Que la autoridad universal y .soberana no ha-
tenido origen sino" en el autor universal de
cada


_pueblo.


Se demuestra, S. 1.° Por la razon.
S. 2.° Falsedad de todo otro origen.


3.0— Por la historia.
S. 4.° — Por la historia romana.
S. 5.° — Por la de los francos.
S. 6.° — Por la de los hebreos.
S. 7. 0


— Por la de los macabeos.
S. 8.° — Ojecioncs. Hecho decisivo , &c. &e,


ESTADO DE LA CUESTION.


I
A


A\


sí corno el caminante fatigado de haber andad
largo tiempo entre precipicios y abismos, ve con gusto apa.
rever los primeros rayos del dia , así nosotros despees de,
haber atravesado las espantosas regiones del error, por me-1
dio de las ruinas que los falsos sistemas han causado, verel


,
anos tambien con placer reproducirse aquellas antiguas vffik,
dades de tanto tiempo á esta parte obscurecidas , que ro-
deadas de toda su luz, no podrán menos de producir L1
conviccion en nuestros entendimientos, y la seguridad en
nuestros corazones.


II La primera y mas importante de todas es la del ori-


PRUEBAS DE BAZON. 93
gen primitivo de todas las autoridades y. de todos los de-


rechos.
Consúltese la naturaleza toda, pregúntese á esa mul-


titud de
generaciones que desde el principio del• mundo


se han sucedido unas á otras, y examhilaentsieersrian, eyxcleapciaiostna


todos los seres que pueblan d cielo,
emension de los mares sobre esta .lcuestiotii)orqtaunettlay


todos responderán con una voz unánime y acorde
especie de autoridad viene de autor, que la autoridad


v iene del autor universal de cada pueblo, y queuniversal
la autoridad en su esencia es el derecho que un


autor ó


hacedor tiene sobre los seres que ha creado ó engendrado
por el solo hecho de ser su autor.


III Esta definicion no puede ser mas sencilla : basta
enunciarla para que se suscriba á ella ; porque tomada de
la naturaleza misma, cautiva el asenso de la razon, llena
de luz nuestro entendimiento, y parece grabada en el fon-
do de todos los corazones: ella reune caracteres de eviden-
cia tan palpables; la vemos tan constantemente repetida de
edad en edad por la reprocluccion perpetua de los seres,
que con solo presentarla se cree tener la autoridad perso-
nalizada. La verdad sonrie á su aspecto , el error desapare.
ce; y todas las fantasmas imaginadas por la falsa filosofia
se turban y se desvanecen.


IV Ahora, si nosotros llegamos á probar por la razon,
por la historia, por los mejores autores, por la tradicion
constante de todos los pueblos, y por todos los monumen-
tos del universo, que el Autor de la naturaleza ha colocado
el origen de todas las autoridades en la palabra autor ; que
todas las <lemas fuentes que se le han supuesto son falsa&
que la autoridad, cualquiera que ella sea, no ha podido ve-
nir jamas ni de los pueblos ni


. de los inferiores ,


serva -dores, de que


los b


y que obes


' á todos


Imposible que tenga tal procedencia; creernos que esta ver-
dad, una vez probada, convencerá a


haber puesto la fuente de la autoridad
soberana en los pueblos, fue lo mismo que colocar el ori-
gen de un rio en su embocadura, ó colocarnos á nosotros




9•
ORIGEN DE LA. AUTORIDAD.


mismos en los antípodas de la naturaleza. Empecemos pueh
por las pruebas de razon.


S. Le


Pruebas de razon.


Para demostrar en regla la legitimidad de nuestra dei
finicion , es menester hacer ver, como todo el inundo sa•
be, que no conviene sino á la autoridad , y que puede..
aplicarse á todas las autoridades. Probemos primero que nos
conviene sino á la autoridad.


II Por la simple luz de la razon es claro que si yo soy
el primer propagador ó poblador de un pais ;


las tierras que
haya roto, los bienes que haya adquirirlo y los animales:
que haya criado serán bien ciertamente mios. Por mi trabai,
jo y mis cuidados se me han hecho tan personales como el'
trabajo y cuidado que he puesto en ellos ó de que soy el
autor. Los derechos que sobre ellos he adquirido son invio•
lables; y ninguno en el mundo podrá privarme de ellos ni
á mí ni á mis herederos sin trastornar los fundamentos del
mundo moral. Sin embargo, estos derechos, por incontes-
tables que sean, no son todavía derechos de autoridad,
antes les son infinitamente inferiores, porque aunque yo
haya sido el autor del trabajo, no he producido con todo
los objetos á que lo he aplicado. Reúnanse pues todos los
objetos que yo no he engendrado, pero que he adquirida.
de cualquiera otra manera : muger, criados, muebles, anil
males, estatuas, pinturas, y todas las producciones de la
inteligencia y de las manos: estos objetos pueden ser innu•
merables; y sobre ellos tengo derechos verdaderos; mas
puesto que no los he engendrado, los derechos que sobre
ellos he adquirido, no son derechos de autoridad, sino de
propiedad ó de dominio: jus donzini , ó jus douzinii. Lue-
go nuestra definicion no conviene á todos los derechos.


III Pero sobre mis hijos, mis descendientes, sobre todos


PRUEBAS DE RázoN. 95
los que he engendrado y de quienes soy substancialmente


no
solo tengo derechos de dominio: la simple razon


ind ica
a otros infinitamente superiores, que son los de la au-


toridad; porque ademas
.demos de haberlos sustentado con el pro


dueto de mi trabajo, los he extraido, digámoslo así, de mi
formado de mi propia substancia; y segun


lapro. 1)iéargsaicnagere%e,
ypresion de Aristóteles, yo soy cl principio y


fuente de su existencia, y física y substancialmen te su autor:


Pater auctor est existendi. •Me deben amor, sumision „ res-
peto y obediencia, porque me deben la vida y todas sus fa,
cultades corporales: pater auctor est subsistendi. Segun el
célebre Fenelon, este orden de propagacion tan admirable
cs el que hace que los padres miren á sus hijos como á par-
tes de sí mismos, y que los hijos miren á sus padres como
á los autores de su existencia. Esta es la razon que los lune-
ve á prestarse mútuamente todos los oficios de ternura, de
amor, de gratitud y de respeto. Y de aquí es, añade, que
anteriormente á todo contrato, cada padre de familia tiene
derecho de gobernar á sus hijos : derecho que deriva de su
título de autor, por solo la razon de ser padre: pater auc-
tor est existendi. Hornero, Aristóteles, • Platon , Fenelon,
el ilustre Bossuet, la Enciclopedia misma, como lo hemos
visto ya, todos los autores en fin, sin excepcion alguna,
dan á la autoridad paternal el mismo origen que nosotros.
Si un padre tiene derecho de gobernar su familia ;


todo el
mundo conviene en que es por virtud de su título de (tu-
ntoerg. aNdouessitrenunciar advers ios


al misbueinlimos
sentido.
io lo niegan,


lo Luego segun
segn oui np errinll teas.


timonio de todos los autores, nuestra definicion conviene
perfectamente á la autoridad paternal.
• IV Mas si como padre de familia ten


toridad sobre mis hijos,


te go derecho de oil.-
jos, por la única razon de ser su padre,


es
evidente que tendré el 'mismo derecho sobre todos aque-


llos que procediendo de mi sangre me deben originalmen'
te la vida. Y si únicamen te porque soy


hijos tengo


el autor particularde mis
sobre ellos una autoridad particular,




INT


_Grita popmamp ?ut anb antsodun so Á iesxaman acune nsaluatualquoo,taaa !
¿(os oti : etaue4sn 9


Ttu op sepeuecua (mamaaeaamsuoa uaqap as
SUCIT1) STOS sena, 6 opIaeu uet i


sofn j
smssial anb apsap


51,3s arapuolia uaqap zax ns
–y anbc softq sps opeapua.,9ua aq oí( 1s :oasa rlatq sond asasiascl0•sopeulaqoQ0 aadtua19 temas ella aod h 'sol io otnoo eximanonni 0,110 etipspia poprioino ns 'sone jira sis ansixa ap


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LI aub sand 'so lía anos logno4un pop7.roinv eun atonal


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-ra Gsooup sapueal ‘saaalkuu . Á saiquioq I sounnj


Á Ramas
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ns ap oultpurid IO apsap onb. ':otusuu ual.ao ns apsap p's
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anb y IpeplaA


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stalsauant So anb ap pepaa. ∎ T313.19 C1 plbE Otr A 'onand un
IGUJJOJ uzsorpnd sa luarynaasop sns anb sane aluatueund
erasod anb /6 'enana apea ap insialspin Jo2no p no pruttt
-atd ns epoi uoa onsrxa anb psiacqun popyomr-


-ofecteu Á souty sns aod osoaapod-opoj, pp op9 Tubpe ► eg
anb sotpamp setuap sol soma otuoa ‘pomtrodd vpoi 11J
01;050(1 Qu') 77EdarflUi7 poRdoino to2!a u010enua9 anb
saaaqap sol sopo] y aulatueraelunion asopu9natuos 'soma


sns sopo) t'ea otusuu som a ta oadtuoa pub 7vsaaTun
popuomv : °luan:tupen tap Á u0n0e1ana9 el ap napa() la aod
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-al rounu uyipod Tu ()plum ueq scutuf anb 01 acp uutapod
ou somand sol anbaod `souwagos son9taue sol ap owalyet
14110Si-100 la uts -cruuagqos etaqcq ou ‘ezaqua ns ua asola


• 1131 uasatpud sapeumpA set supo] alcusoclun aod Á ' cnoíns
un uasenwou cagad el ap somand sol sopo) onsodwl aod
opuena uny T(110 Tea 2p psiamun .101 710 la aod sora ap


alUgA apand °los anb ' offillsod" Át 719D.I Jol1Jago5 ap Japod
Un. OillS


` SOIMUCII0A 01.) IlOIDDOIOD M'In SO 011
vivvdagos el


anbaod tomodanb,anaulsuq sa ou aub `721.2PSS110Y •.f -1. u°3


66
•Nozvu aa svaanua


di.




loo ORIGEN. DE LA. AUTORIDAD.
XIII Ciertamente cuando Aristóteles habla del rey, un


es como de un padre particular, sino como de un soberana.
No obstante, segun este gran filósofo, su autoridad no se de.
riva del pueblo, sino de su título de autor universal. La
naturaleza (dice este hombre célebre) nos enseria que hay
una gran diferencia entre un rey y sus vasallos: natura re.
getn ¿t subditis discrepare docct. ¿Y en qué consiste esta
diferencia?... en el derecho natural de autoridad que un
padre tiene sobre los que ha procreado, qtiod sane haber
qui proe' reavit erga naturam ex sé (Polít. lib. 1, c. - 9). Aho-
ra el derecho, tanto de un padre particular, corno del pa-
dre comun, no viene ciertamente de sus hijos, sino de su
cualidad de autor. Cuando Platon habla del gobierno real,
es bien cierto que quiere hablar de su soberanía. No obs-
tante esta .autoridad soberana, segun él, es de la misma es-
pecie que todas las autoridades paternales; tanto que no
quiere se ponga la menor diferencia entre ellas, ya sea por
razon de su origen., ya sea por su naturaleza. Hanc, seu re-
ajara quis, sea civilem, seu fanziliurcra norninet discipli-
nara, nihil interesse putamus.... ut untan idcznque orania
componenzus, añade despues (Pat. rep. lib. 1). Luego todos
estos autores hacen provenir la autoridad soberana, como
todas las denlas, no de los súbditos, sino de la cualidad de
autor.


XIV En fin, cuando Bossuet, Fenelon , Rollin y to-
dos los sensatos escritores nos presentan á los pueblos
nacientes gobernados por su padre comun, es bien cier-
to que hablan de un padre soberano. No obstante, lo mis-
mo que Platon y que Aristóteles, nos los presentan gober-
nando, no á título de elec•ion, sino de padres comunes; y
la autoridad soberana que les atribuyen, no es otra cine la
de todos los padres: ut 11171117i ideraque onznia conzponemus.
Demos pues á Dios la gloria que le es debida, date mag-
nificentiam Deo; y resumamos este importante punto.


XV Apesar de la conjuracion general de nuestro siglo,
falta mucho para que los gefes primitivos que Dios pos ha


PRUEBAS DE IIA7.0x. • TOI
perdido sus poderes. A los ojos de la sana ra•


ciado haYan P


rata,


cad
C0


a


11


uno


toda desu
ellos ha


autoridad,per sin alteracion alguna;
permanecido á la cabeza de su


Ta
zon, or-


q
lres que descienden de mí siendo los autores de


ue los pac
n


me constituyen á mi autor comun de


todos


ellos pues ., me deben amor, sumision,


respeto,"dolsksecile°;:sni Todos ello
como cada hijo á su pa-


dre;. y puesto que cada padre subalterno tiene su
autoridad


particular de su cualidad de autor; es imposible que yo


no tenga una:autoridad universal sobre ellos todos en cua-


lidad de su autor universal. Esta es en último resultado


aquella persona pública que en vano J. J. Rousseau ha
pretendido componer de la mitad de -cada individuo. No
hay necesidad de componerla, pues existía antes de su ra
aria; ni de conferirle la soberanía, porque la posée por na-
turaleza. No, Dios no ha criado á los hombres en un 'esta-
do de anarquía: el que da una cabeza á cada cuerpo, un
gefe á cada familia, habia ya dado antes un soberano á ca-
da tribu. Si el uno es necesario parabernar cada fami-gobernar
Ea, el otro es mas necesario aun para gobernarlas á todas.


XVI Este es, como. dicen muy bien Bossuet y Fenelon,
el primer origen de los gobiernos; y por eso en todas las
lenguas . se han llamado los reyes padres. Segun las luces
pues de la razon, y el testimonio de todos los buenos auto-
res, nuestra ,definicion no conviene solamente á las autori-
Jades su


,
b primer origen


isi
sino


de
ri


todas
al


las autoridades
á
i
la autoridad,i ad so-


berana, particulares
de cada pais. Hanc, seu rcgiam quis, sea familiarem no-
mitzer disdplinanz, nihil interesse putamus.
d e fiXVIn


l


i y


autor


se puedeuede restringir la generalidad de nuestra
Npo' r la distincion prematura de autoridad na


-


ron


,t
mos


ura


de la


civil. En la siguiente
que pertenece á las ciudades


cuestion tratare-
saber que la autoridad civil no es ra


a es: entre tanto baste
colsa


otra.


c
ad soberana; y que habiendo indicado el origen l d


cae


Cualquier
la


tcituoirei
una,hemos indicado


igualmente:


d v
en el origen de


<Y
ua,rn




°a ORIGEN DE LA AUTORIDAD.
epíteto que se la dé, y bajo cualquier aspecto que se la
considere, natural ó civil, coman ó particular, subal.
terna 6 soberana, sostenemos siempre que toda autori.
ciad , cualquiera que sea se deriva de la cualidad de
autor. La autoridad subalterna deriva de un padre subalter-
no, la autoridad civil del autor universal de toda una
ciudad; y esta es toda la diferencia. Pero ambas á dos se
adquieren por la gencracion, y toman su origen de la cuali-
dad de autor. Luego.:nuestra definicion conviene igualmen-
te á todas las autoridades humanas. Mane, seu. regiam , 6c.


XVIII Si yo adquiero por la generacion sola derecho
de autoridad sobre todos aquellos de quienes soy autor; es
claro que el Autor supremo de la naturaleza tiene sobre
todos los seres que ha criado derechos infinitamente mas
fuertes y mas extensos. Y si por la razon sola de ser yo el
autor soberano de mis descendientes puedo disponer como
duea.o de mis derechos de soberanía sobre ellos; el Autor


•supremo de la naturaleza, que es el autor y criador de todo,
puede cuando quiera quitarme á mí mismo, constituir otro
en mi lugar, y disponer á su gusto de la autoridad supre-
ma que tiene sobre todas sus obras. Dios solo por el hecho
de la creacion es incontestablemente el primer princi-
pio de donde derivan originariamente todas las autorida-
des, todos los derechos y todos los poderes. Pero si tiene
derecho de autoridad sobre todas sus obras, es siempre por
razon de ser su autor: asi nuestra definicion no conviene
solamente á las autoridades humanas, sino tambien á la
autoridad del Ser supremo.


XIX Mas hay todavía: nuestra definicion es tan gene-
ral, que no se limita á solo el orden de la naturaleza, se
extiende al orden sobrenatural igualmente que á todos los
lemas. Cuando el águila de la elocuencia moderna, el ilus-
tre Bossuet , en su sexta amonestacion obligado á seguir á
su adversario en sus numerosos extravíos, se remonta has-
ta la generador' sobrenatural del Verbo, dice formalmente
y del modo mas expreso: que el hijo es una persona dis-


PRUEBAS DE R.Azons
103


tinta, una persona enviada, que todo lo recibe e su pa-
dre, en el cual reside el principio de la autoridad, por-
que cs en efecto el principio y el autor de su palabra, de
donde viene tambien la voz de autoridad. Pasage en el
cual se encuentra no solo nuestra clefinicion entera, sino el
término mismo Je que nos hemos servicio. Serial cierta de
que tal es el sentido de la palabra autoridad en todas las
suposiciones posibles.


Pero de que este gran hombre baya colocado el origen
de la autoridad sobrenatural en el Autor eterno del Ver-
bo, ¿se concluirá que en esta generacion del Verbo ha co-
locado tambien el origen de todas las autoridades huma-
nas?.. De ningun modo: todos los autores que como M. Bos-
suet hacen descender de la divinidad los poderes sobera-
nos, los sacan de Dios puramente como autor de la natu-
raleza. ¿Pero no es esta una prueba mas de que estos gran-
des hombres dan á la palabra autoridad el mismo sentido
que nosotros, haciéndola derivar siempre de la de autor?
Derivan la autoridad sobrenatural de Dios como autor so-
brenatural de las personas divinas, la natural de Dios tam-
bien, mas como autor de la naturaleza: luego nuestra defi-
nicion es general , y conviene sin excepcion alguna á to-
das las autoridades.


XX Tenemos pues, muchos y graves testimonios en
apoyo de nuestra definicion. Todos los que colocan la fuen-
te de la autoridad en los padres de los pueblos la derivan
como nosotros de la cualidad de autor; todos los que la
colocan en el autor de la naturaleza, la hacen depender
igualmente de la misma cualidad. Y sin disputa estos dos
partidos comprenden los hombres mas sábios y mas estima-
dos de todas las edades. Que de este gran número de sábios
unos coloquen el origen de la autoridad en Dios y otros
lo coloquen en los padres , lejos de sernos contraria esta
diferencia de opinion, no hace mas cine confirmar la gran
verdad que acabamos de establecer, y que va á derramar
una gran luz sobre todo lo que concierne á los gobiernos.




04. ORIGEN DE z,.4 AUTORIDAD.
XXI ¿Y cuál es esta gran verdad? Que pudiendo la au-


toridad, como lo dicta la razon, adquirirse de dos .maneras,
puede tener dos fuentes subordinadas pero muy distintas de
donde derivarse: una en el cielo, otra en la tierra: una en
la creacion, otra en la generacion. Por la creacion Dios es
autor de todo, y sobre todo tiene-autoridad; por la genera-
cion un padre es autor de sus hijos, y tiene autóridad sobre
todos ellos: por la creacion Dios es autor supremo de to-
do el universo; por la generacion el hombre.,es el autor su-
premo de sus descendientes, y en consecuencia de todos,
los trabajos y bienes que producen. Es bajo de Dios un.


erd ad ero autócrata; contiene en sí mismo un principio
real de autoridad, que le dá derechos sobre todos los seres.
que ha producido y á quienes hace producir; y de esta.,


pe.
fuente subalterna colocada en la generacion, es de donde
Dios mismo hace derivar los poderes soberanos.


XXII Pero si á la sola luz de la razon la autoridad pue-
de derivarse de dos fuentes , es evidente que puede tener
tambien dos dueños, que aunque el uno esté subordinado
al otro, no son menos cada uno de por sí dueños supremos
de sus respectivos derechos; el uno en el cielo, el otro en
la tierra; el uno en virtud de la creacion, el otro en vir-
tud de la generacion. En virtud de la creacion Dios es el
dueño supremo de todo, puede regir, gobernar, constituir,
destituir y disponer á su arbitrio de todas las autoridades
y de todas las soberanías; este es el amo que está en el cie-
lo._ Bajo de Dios, y segun las leyes que Dios le impone,
en virtud de la generacion sola , un autor soberano es due•).
ño de su soberanía: puede regir, gobernar, constituir, de4.




tituir y disponer soberanamente de los derechos de auto •
ridad que tiene sobre todos sus descendientes. He aqui
otro amo en la tierra, el otro amo constituido á quien Di
en virtud de la generacion dejó el cuidado de perpetu
los gobiernos.


XXIII Entre las diversas autoridades de que hemos he-
cho enumeradora, hay pues ciertamente una que solo pus-'




PRUEBAS DE RAZON. i o5


Di


cuerpos, quiso que


Dios. Dios solo ha podido crear el universo;


él solo
emana


puede crear los espíritus: por tanto la autoridad es-


piritual y la autoridad sobrenatura
l nunca podrán depen-(e e m


l sengendrar
jer sino del Ser supremo. Pero habiendo dado Dios al hom-


a le cr


bre la facultad de producir ó engera
el hombre adquiriese una verdadera autoridad sobre todos




los cuerpos que le deben originalmente -Imente la existencia ; co


locando así en esta generadora de los cuerpos el origen de
todas las autoridades humanas. De aquí esta magnífica fi.
liacion ; esta admirable cadena de autoridades que detiene
las miradas de todo observador atento, unas divinas , otras
humanas; unas naturales, otras sobrenaturales; unas subal-
ternas, otras soberanas; unas que tienen su raiz en la crea-
cion, otras en la generacion ; unas en Dios, otras en el
hombre. Hay pues sin disputa autoridad de diferentes es-
pecies; pero cualesquiera que ellas sean, de cualquier ori-
gen que nazcan, y de cualquier modo que se puedan ad-
quirir, es evidente que siempre derivan de la cualidad de
autor. ¿Por qué tiene Dios sobre el universo una autoridad
universal? Porque es su autor. ¿Por qué un padre tiene
una autoridad universal sobre sus hijos? Porque es su au-
tor. ¿Por qué la madre en segundo lugar participa tambien
de esta autoridad? Porque ha contribuido á darles la exis•
tencia. ¿Por qué el gefe de una rama del género humano
tiene una autoridad universal sobre sus descendientes? Por-
que es su autor universal. Luego


esta es la acepc
l
.o


n nral de la palabra autoridad. Luego nuestra definicion caotnti :
viene igualmente á todas las autoridades, y no conviene si-
no á la autoridad sola. Esta es en resumen nuestra con,
clus


i°Xn.XXIV Por la verdadera definieron de la autoridad
se ve claramente , no solo que la autoridad universal ha
venido del autor universal de cada pueblo, si
puede haber venido de otra parte. La


naturaleza de la
su origen ,l


sino que no


se encuentra
°entra en nuestra un


iversalidad
definieron,


. , todo
b


Trátase adteriiii-n ut odsa ; 1 ¿ti
o




ICG ORIGEN DE LA AUTORIDUD.


de poner otra en su lugar, se volverá al caos , y no se en-
contrarán mas que definiciones imposibles , falsas é inad-
misibles.


S. 2.e


falsedad de otros orígenes.


1 Segun los maestros en el arte de discurrir, nada hay
mas raro que una buena definicion ; nada mas comuu que
definicionés falsas; y por cierto que jamas este axioma se
ha verificado mas completamente que en la materia que
tratamos.


Si alguno, pretendiendo componer la autoridad divina
de todas las voluntades humanas , y la autoridad paterna
de las voluntades de todos los hijos, difiniese estas dos au-
toridades, la voluntad general de los súbditos, sublevaría
á todo el universo contra esta definicion. Y el que (Une
la autoridad soberana, voluntad general del pueblo, no
comete el mismo absurdo?.... He aquí pues á nuestros ad-
versarios convencidos de falsedad desde el primer paso.
Puesto que semejante definicion no conviene ni á la auto-
ridad de Dios , ni á la de los padres de familia , que en ca-
da pais se cuentan por millares ó millones, no puede con-
venir á las (lemas autoridades; y aun es facil probar que
no conviene á ninguna.


II Es evidente que por naturaleza el niño que acaba
de nacer no tiene aun súbditos ni autoridad , y que millo-
nes de individuos no la tienen tampoco hasta que llegan á
ser padres. Sin embargo, la razon nos dice que todos estos
individuos tienen una voluntad, y que la tienen desde su
mismo nacimiento. De aquí es facil concluir, por poco que
se razone, que por naturaleza, y en su esencia constitutiva,
la autoridad no es una voluntad , sino una cosa entera-
mente distinta. La autoridad da esencialmente el derecho
de gobernar , la voluntad no lo da. La autoridad no em-
pieza desde el momento en que tenernos voluntad, sino




FALSEDAD DE OTROS ORIGENES.


507


en que somos padres. Léanse todos los autores


que sdeacabamos




de citar , y se verá que si dan elal padre
derecho de gobernar, no es porque tenga una voluntad, si-


desd


i
no por razon de ser padre; no es desde el instante en que
tiene una voluntad , sino desde aquel en que se hace pa-


dre. La autoridad tiene su origen en el derecho de pater-
nidad, ó mas bien , es este derecho mismo.


III De aquí es facil concluir que por su naturaleza , y
en su esencia constitutiva, la autoridad no se puede difinir,
ni una voluntad general, ni una voluntad particular, ni


tampoco un concurso de voluntades ó sufragios. Se puede
querer con autoridad, y se puede querer sin autoridad: es-
tas dos cosas pueden existir separadamente, y son por con-
siguiente distintas: así, aunque por imposible, se llegasen
á reunir todas las voluntades de una sociedad, y se consi-
guiese hacer votar unánimemente á todos los individuos
de un pueblo sobre la elcccion de un soberano , esta una-
nimidad de voluntades no le conferiria la menor autoridad:
sería siempre preciso para dársela recurrir ó al padre co.
mun del pueblo, ó al Soberano del universo, Luego la vo-
luntad es un falso origen de autoridad:luego la célebre de-
finicion con que se ha logrado trastornar el mundo, des-
truir todas las constituciones, y derrocar todos los gobier-
nes existentes, es tan absurda como desastrosa para el or-
den social. La voluntad de un pueblo, aun siendo general,
no podrá hacer nunca mas que intrusos y usurpadores , y
por consiguiente falsas constituciones.


IV ¿Se cree actualmente que un padre de familia ten-
ga autoridad sobre ella porque sea fuerte, entendido , rico,
poderoso , gran conquistador , ó porque tenga grandes
bienes y dominios?.... ¿No vemos á cada paso y cada dia
padres de familia muy pobres, muy débiles, muy poco fa-
vorecidos de la fortuna en fuerzas, bienes y talentos, y que
no por eso tienen menos autoridad sobre su familia?


V Luego á la simple luz de la razon la atitoridid por
su naturaleza, y en su esencia constitutiva, no es ni la


o:




• 108 ORIGEN DE LA. AUTORIDAD.
fuerza, ni la riqueza, ni el talento, ni el mérito, ni la A.
treza, ni la proteccion, ni la victoria, ni la conquista , ni
el derecho. de dominio de propiedad : ni nada de esto:
es esencialn2ense el derecho que tiene un autor sobre los
seres. que ha producido, únicamente por razon de ser su
autor; y aun concedido, lo que es imposible; que el hom-
bre mas fuerte, mas diestro, mas rico, mas poderoso, mas
intrépido , mas aventajado en estatura y talento hubiera
podido en un principio hacerse seguir por una nacion en-
tera , y proclamarse rey, estas cualidades solas na le hubie-
ran dado la menor autoridad. Sería siempre un intruso
un usurpador, y consiguientemente una constitucion falsa.


3I •
¿Se, cree que Dios .tenga autoridad sobre los hom-


bres, y un padre sobre sus hijos , porque ellos sean sumi-
sos, dóciles, reconocidos, afectos y respetuosos? Aun cuan,
do todo el universo se rebelase contra su autor , y toda:
una familia contra su padre ¿dejaría de existir la autoridad?'


3il Luego por la simple luz de la razon la.autcridad
en su naturaleza y en su esencia constitutiva no resulta ni
de la sumision, ni del respeto, ni del amor, ni del reco-
nocimiento, ni del consentimiento, ni de' la adhesion de
los súbditos. Todas estas fuentes de autoridad son falsas. No
es la sumision la que da la autoridad, ni la rebelion la que
la quita. No proviene de nada de esto, reside esencialmen-
te en la cualidad de Mor. No porque el universo está su-
jeto á Dios, tiene Dios autoridad sobre él ; ni porque los
hijos esten sumisos á su padre tiene el padre autoridad so-
bre ellos, sino porque son sus- autores. Y aun enancl o por
imposible un individuo intrigante y ambicioso hubiese po-
dido reunir en un principio todos los votos de una socie-
dad ; aun cuando todos hubiesen jurado obedecerle, y per-
manecerle sumisos; estas sumisiones por sí solas no le hu-
bieran dado la menor autoridad. Siempre hubiera sido un
usurpador ó un intruso, y por' Consiguienteuna constitu-
cion falsa.


VIII ¿Se ha reflexionado nunca bastante sobre un cuar-


FALSED AD DE OTROS ORIGENES. 1C9
to hecho tan sencillo como todos las ciernas? ¿Que el 2111i•
verso no se ha creado él mismo , ni nosotros á nosotros


mi smos?.... Luego en .cualquier grado del orden d
e la pro-


pagacion en que nos coloquemos, el origen de la autoridad


no
está en nosotros mismos, que está esencialmente sobre


nosotros, en el autor que nos ha procreado. Nosotros po-
demos ser origen de la autoridad respecto á nuestros des-
cendientes, pero no respecto á nosotros mismos. Tenemos
por derecho de naturaleza autoridad sobre nuestros des-
cendientes, pero no podernos tener autoridad sobre noso-
tros mismos.


IX Luego (dice muy bien Al. de Fenelon) »nada es
mas falso que la idea de los amantes de la independencia,
de que toda autoridad reside originariamente en el pueblo,
y que proviene de la cesion que cada uno hace á uno ó
muchos magistrados de su derecho inherente de gober-
narse á sí mismo." Luego nada es mas absurdo que colo-
car el origen ele la autoridad en los pactos, en las eleccio-
nes , y las constituciones de los súbditos. Dios no ha reci-
bido su autoridad del consentimiento de los hombres , ni
un padre del de sus hijos; ímo y otro la tienen de su cua-
lidad de autores. Nadie puede ceder á otro lo que no tie-
ne; y ninguno ha tenido jamas autoridad. sobre sí mismo.
Segun las luces pues de la sana razon, es fisicamente impo-
sible que la autoridad provenga de los súbditos. Es de toda
necesidad que venga de mas arriba, pues que todo autor
es esencialmente superior á su propia obra. Del Autor de
la naturaleza es de donde los primeros pueblos derivan su
autoridali, no de sus descendientes: no de sus hijos, sino
de sus abuelos, es de donde saca la suya todo padre de fa-
milia; y aun cuando por imposible toda una sociedad pu-
diese convenirest ir unánimemente en la eleccion de un gefe, no
pgefe derivar de esta eleccion unánime la menor
autoridad. Hasta obtener el consentimiento del gefe natu-
ral hubiera sido siempre un intruso y un usurpador , y
por consiguiente una constitucion falsa.




1I0 ORIGEN DE LA AUTORIDAD.
X Mas para que nuestros adversarios no pongan algu.


na dificultad en aplicar á la autoridad soberana lo que de."'
cirros de las demas autoridades; terminaremos nuestras
observaciones con otros dos hechos muy notables que ne
dejan el menor subterfugio.


¿No es evidente que entre los hombres hay millones
de ellos que no tienen autoridad , puesto que todos loa
hijos que no han llegado á casarse no tienen todavía algu.
na? Luego Dios no puede sacar su autoridad de la univcr.
salidad de los hombres. Luego un padre no puede sacar su
autoridad de la universalidad de sus hijos. Luego un sobe-
rano no puede sacar la suya de la universalidad de sus va-
sallos. Si la soberanía procediese de los súbditos, sería me-
nester cine residiese en todos, y que viniese de todos. Uno
solo que faltase , la autoridad río sería universal , ni por
consiguiente soberana. Luego todos estos orígenes son fal-
sos, tanto respecto á la autoridad suprema corno á las de-
mas autoridades. Luego no pueden hacer mas que intrusos
y usurpadores, y por consiguiente constituciones falsas.


XI Añadamos por último otro hecho que viene al apo-
yo de este, y es aun mas decisivo. ¿No es evidente que por
institucion de la naturaleza ha habido esencialmente un
autor universal á la cabeza del género humano , otro á la
cabeza de cada rama, otro á la cabeza de cada familia, sin
lo que los hombres actuales no exístirian? Este hecho o
incontestable.


XII Luego por iristitucion de la naturaleza, y en vir-
tud del orden solo de la propagacion ha habido una autori.
dad universal á la cabeza del género humano, otra á la ca-
beza de cada rama, otra á la cabeza de cada familia , y esta
autoridad universal es esencialmente soberana siempre que
es sola en un pais. Luego la autoridad universal no toma su
origen de la universalidad de los súbditos. No es ni de la
universalidad de su familia de donde un padre saca so
toridad, ni de la universalidad de sus criaturas de donde
Dios saca su soberanía, ni de la universalidad de sus desea.


XIII Luego por la simple luz de la razon la soberanía


zs
o


ha sido conferida á los soberanos por la presentacion de
ni procede de la sumiston, de la eleccion , nipueblos;


oniconstituclade
d que ellos; ha si,


general de los pueblos: exIstia runcho an-
tes sido criada inmediatamente por Dios mis-


mo ,
mucho antes que todos los votos, todas las elecciones


y todas las proclamaciones de los pueblos. Su origen, aun
sobre la tierra, se halla colocado irrevocablemente muy ar-
riba de ellos, y ajado en la cualidad de autor universal por
el mismo Autor de la naturaleza. Luego (corno nos enseña
el ilustre Ros.suct en su quinta amonestacion) la soberanía
no deriva su fuerza obligatoria de un pacto social, sino de
la ley superior del Ser supremo. Ella existia mucho antes
que todos los pactos y todos los contratos, y antes. de la po-
sibilidad misma de las instituciones. Su origen aun sobre la
tierra ha sido colocado muy arriba de todos los sistemas, de
todas las revoluciones, y de todos los trastornos: ha sido
consignado en la cualidad de autor universal por el mismo
Autor de la naturaleza.


XIV Luego por su naturaleza, y en su esencia constitu-
tiva, la soberanía no es ni una entidad facticia, ni una cua-
lidad de atribucion, ni una modificacion versátil de sufra-
gios; sino una cualidad muy natural. muy real, muy perso-
nal, un derecho inherente á la persona misma del autor
universal, un derecho cuya propiedad le pertenece esencial-
mente. En razon de ser autor universal de sus descendien-
tes tiene autoridad sobre ellas; y tiene autoridad sobre
ellos solo por razon de ser su autor universal; este es su
título. Luego á la simple luz de la razon se ve que


sobera-
u no de los hijos; de los soberanos,


no de los pueblos; dela
lidad de los.snhditos:


y tordauniversal( ri v aioc , no de la universa.
n que no venga ori-gi nariamente de la


cualidad de autor, es ciertamente falca,
no pudiendo resultar de cualesquiera que sean sino consti


ALSEDAD DE OTROS ORIGENES.


j I I
( donde el gefe de una rama saca la su ya. To-


do la ietreisv, le su cualidad de autor soberano y universal.cenclien




112 ORIGEN DE LA AUTORIDAD.
tuciones falsas, que hasta ser legitimadas no pueden ser
ellas mismas mas que manantiales inagotables de calamida.
des, revoluciones y desgracias.


XV ¿Qué podrá objetarse á todo esto? Se dirá que
es imposible que la autoridad universal venga de un solo
individuo.....


Pero vosotros los que os dejais alucinar por tan fútiles
apariencias, abrid una vez los ojos, y pronunciad vosotros
mismos. Ciertamente el Todo-poderoso es de todos los seres
el mas simple: ¿y de dónde sin embargo saca su autoridad?
¿Acaso de la universalidad de sus criaturas? ¿De dónde
saca un padre la suya? ¿De la universalidad de sus hijos?"
¿La sacó .dan de la universalidad de los hombres? ¿El ge
fe da un pueblo de la universalidad de él? ¿El de una tri-
bu de la universalidad de su tribu? ¿Un filósofo, si es ca--.1.
beza de su casa, la saca de la universalidad de su familia?
Un pastor (disimúlensenos estas trivialidades) ¿de dónde
saca sus poderes? ¿Es por ventura de la universalidad de
sus carneros? ¿La saca la reyna de una colmena de la uni-
versalidad de sus abejas? ¿La cabeza del cuerpo humano,
de la universalidad de sus miembros? &c. &c. No obstante,
todos estos gefes son únicos, y tienen poderes universales.
¿De dónde los sacan pues?


XVI Verdaderamente hacer derivar los poderes de loss
súbditos, es no haber reflexionado nunca sobre su natura-.
leza. ¿Por qué desde el principio del mundo hubo necesi-
dad de superiores? Porque un ser moral supone esencial.
mente recompensas y castigos. Ahora para poder proponer
recompensas y castigos es menester no depender de los súb-
ditos. Si Dios tuviese de los hombres su poder, no bocberna-
ría mucho tiempo: si un soberano los tuviese de sus pueblos
le sucedería lo mismo. Si un padre tuviese de sus hijos su
poder, un artífice de sus obreros, un obispo de sus diocesa-
nos, luego cesaría todo gobierno. Entonces, arrastrados los
hombres por sus pasiones, cometerían desórdenes espanto-
sos, tendrian el poder terrible de hacer siempre el mal, y


yu;SEDAD DE OTROS orucrY<Es.


113
nunca el bien. Las pasiones una vez desencadenadas serían
libres, pero no lo serían los hombres; porque un ser moral


jamas lo podrá ser sin recompensas y castigos,XVII Si, por imposible, pudiese la soberanía existir
en las manos de los súbditos, no solamente los soberanos
serían perdidos., sino tambien los pueblos. No habría liber-
tad en ninguna parte, porque las pasiones solo por un po-
der superior se pueden contener. Así en las mismas repú-
blicas, luego que los diputados entran en ejercicio, tienen
buen cuidado de declararse inviolables; porque en efecto
ningun gobierno es compatible con la independencia.


XVIII Por fortuna el intento de hacer derivar el pa•
der de la universalidad es el mas impracticable de todos
los proyectos. Hagamos sitió la prueba por un momento.
¿Cuándo por e jemplo podrá Dios recibir poderes universa-
les de todos los hombres? Será sin duda en el dia del juicio
final en que todos nos hallaremos reunidos en su presen-
cia. ¿Pero los réprobos querrán darle el poder de . eastigar-
los? ¿cuándo un soberano podrá recibir poderes univer-
sales de sus súbditos? será sin duda cuando la universali-
dad de sus súbditos esté reunida. Pero ¿cuándo podrá estar-
lo? ¿Cuándo estarán de acuerdo todas las voluntades? Y si
se han de consultar todos los miembros ¿cuándo podrá la
cabeza dar sus órdenes?


XIX A la verdad esta doctrina, que hace venir el po-
der de los inferiores, es tan ridícula, tan insensata y tan
contraria á las primeras nociones de gobierno, que entre
los mismos •que la propagan no hay, permítansenos repe-
tirlo, un solo faccioso que la sufriese en su casa; ni un dó-
mine de aldea en su escuela, ni un simple cómitre en una
casa de locos. Y nosotros no solo la proclamamos en nues-
tros discursos, sino que jurarnos guerra á muerte á los que
no la admitan. ¡Qué delirio!


XX Mas se preguntará todavía: ¿De dónde pues viene
este poder universal?.... Del 'gefe, no de los súbditos; del
superior, no de losinferiores. Ahora el efe universal be mi




I4
ORIGEN DE LA AUTORIDAD.


pueblo existia esencialmente antes de todas las guerras, de
todas las conquistas, sediciones, revoluciones, pactos socia-
les, y aun antes que los pueblos mismos; luego todas estas
fuentes de poder son falsas, y no pueden producir sino in-
trusos, usurpadores, y falsas constituciones. Concluyamos.


XXI Dios colocó desde un principio la soberanía pura
y simplemente en el gefé universal de cada pueblo, desde•
donde procede de soberano en soberano, hasta el último,
quien solo,


por una cesion voluntaria puede transmitirla á
otro: sin esto no hay legitimidad.


Con esta autoridad universal y soberana es con la que,
desde un principio los gefcs primitivos gobernaron á sus
descendientes, y sus sucesores gobernarán á los pueblos,
hasta la consumacion de los siglos; sin que jamas pueda ha-
ber otra: de manera que los que gobiernen no podrán jamas
recibirla de los pueblos, sino de los geles primitivos que
existian mas de Soo alios antes de ellos, He aquí lo que he-
mos probado completamente por la simple luz de la razon;
veamos -si está de acuerdo con lo que nos dice la historia,


S. 3.`)
ORIGEN DE LA AUTOMDAD segun la historia.


I Empecemos por la mitología. Regístrese este monu-
mento memorable de la antigüedad pagana. Desde el pri-
mer




,-


capítulo, y acaso desde la primera palabra, se verá bri-,
llar la importante verdad que acabamos de establecer.


Ese viejo Saturno, que reparte á sus tres hijos el go-T
bierno del universo, ciertamente no Labia recibido de ellosi
su poder: obra en virtud de su título de autor universal;'
y sus hijos cada uno en la parte de gobierno que le ha to-
cado en suerte, son, en virtud de la autoridad que han re-
cibido de su padre, soberanos bien absolutos de sus súbdi-
tos: jamas hubo mas completos soberanos.


II Pero todos los demas -dioses, .héroes y-semi-dioses


SEGIMAL A HISTORIA.. r 1 5
propiamente dioses? No por cierto: esto es lo que hay


de fabuloso. No eran mas que los dioses de la tierra , los


leve,, los geles de las primeras naciones, los fundadores de
lo; primeros imperios. Se sealan hasta los imperios que
han fundado , los pueblos que han engendrado , las nacio-
nes que se glorían de tenerlos por sus padres; y las nacio-
nes mismas que estaban acostumbradas á temblar delante
de ellos en vida, fueron las que los divinizaron á su muer-
te. Recórranse todos los pueblos de la antigüedad, á excep-
cion del .escogido; y será muy raro el que se encuentre
que no haga descender á su fundador de algun dios ó semi-
dios de la fábula. En esto tenias ellos un interes infinito;
porque cuanto mas cercano estuviese el amor de quien
descendian al Autor del género humano, mas extension
debía tener su autoridad gubernativa, mas súbditos á quien
mandar, mas fuerzas de que poder disponer.


III Dígannos ahora los partidarios de la soberanía del
pueblo: estos famosos fundadores , á quienes las primeras
naciones reconocian deber su origen, ¿habian derivado de"
ellas su autoridad y su poder? Respóndannos á esta pre-
gunta que les hacemos con el ilustre Possuet: Todos aque-
llos reyes que la antigüedad miraba como dioses, ó que
mas bien ni aun se atrevia á mirar, ¿no serían mas que
unos mandatarios de los pueblos, mas que unos ejecutores
pasivos de las voluntades de sus súbditos ? Lo que hay
de cierto es, que ateniéndonos á la letra de la historia, to-
dos estos dioses y semi-dioses no eran unos simples parti-
culares, que no reinaban sobre una sola casa, sino sobre
estados ó imperios. Ni eran los pueblos los que se los ha•
bian dado; era el Padre de los dioses segun la hermosa ex-
presion de


.Plomero, el que los 1-labia constituido pastores
de los pueblos: lo que hay de cierto es , . que aunque todo
lo que les pertenece y su misma existencia fuese fabulosa,
no resultaría menos, que la mitología, lo mismo que no so


-tros, ha colocado el principio de la autoridad en los padres;
y que no sería menos un indeleble testimonio de lo que


P:




x 16 ORIGEN Dr LA. 7AMOBIDAD
todo el universo creía entonces; 'clne la autoridad viene de
autor; que la autoridad soberana no tiene otro. origen orvic
]as clemas autoridades; y que desde un principio la auto.
ridad universal se ha derivado del autor Universal, y no
de la monstruosa universalidad de los individuos.


1V Si se .
quieren hechos desnudos de todo lo que sea


maravilloso, ábrase la historia antigua: súbase primero al
punto de donde han salido todos los pueblos, y á los gefes
de las, ramas que han producido los pueblos particulares
T se verá la verdad que .


sostenemos, consignada en ello:
aun mas claramente que en la mitología. Aquel venerable
patriarca, que constituido dueño supremo del universo por
el Autor mismo de la naturaleza, dividió la tierra entre
sus tres hijos, no habla recibido ciertamente su poder de
sus descendientes. J l obraba muy positivamente en. virtud
de su autoridad universal; y sus hijos, cada uno en la parte
que le fue asignada, en virtud de la autoridad que habían
recibido de su padre. Los Sem, los Cham, los japhet , los
Ássur, , los Nembrot, los Teut, los fabam, y los. Cecrops;
todos los primeros deseminadores- del género humano; to.-›
dos los geles y fundadores de los imperios. de donde han
salido los Judíos, los Ismaelitas , los Fenicios, los Griegos,
los Germanos, y todos los pueblos conocidos en. general,
se hallaban antes del incremento sucesivo de sus deseen-,
dientes, investidos de una autoridad bien visible, pueso
que segun todos los buenos críticos. japhet fue el padre de
todas las naciones de la Europa, y por consiguiente de este"
famoso Japhet es de quien la fábula hace descender tantos
dioses y semi. dioses._


V - »Teut, Titan de quien Tácito hace descender
todos los pueblos Teutones ó Germanos (dice Leibnitz) sig.
inificaba baron ó príncipe. Cuando la fábula nos cuenta
qué susdescendientes los Titanes hicieron la guerra á Jú-
piter y á los demas dioses., quiere decir en realidad . que los
primeros Germanos, bajo la conducta de su gefe Breruzusb
iiicierodla•guerra á los príncipes de. la Grecia y del- Asia


SEGUN LA HISTORIA. I 7


:, „Los
Griegos en sus historias y tradiciones (obser-


menor




ist
enor


Fericion) nos clan la misma idea del origen de los


ionlos- Berri i daspa,vos. Los
pelasgos, segun ellos, descendian Pelasgo;


lo


de Hércules. Toc
gran m-jroiaeclleorD'esei(leaañIade'esti hohelenos de


leolslelorzsosh,ishtoi


te corno nosotros decimos en un autory consiguientemente
colocan el origen de cada 'incivil en un padre comun,"


Universa l '5
su cualidad de padre. (Fenel. ch.. i,


" rsal que era príncipe, óy Theodic. de Leibat.
gefe , virtud de


u .° 14.).
VI Ahora, volvemos á preguntar, ¿todos estos gefes,


príncipes ó barones solo eran padres particulares? ¿No ejer-
cian su autoridad sino sobre una familia? ¿O estos pri-
meros fundadores de los pueblos babian sido elegidos por
ellos.? Cítesenos uno solo que haya sido establecido de este
modo. Concederemos que por . una de las mas extraíías ex-
cepciones pueda la. autoridad soberana tener otro origen
que las demas; que por una inaudita combinacion haya po-
dido. resultar de la extravagante universalidad de Los indi-
viduos.— Pero si . en toda la historia profana es imposible ci-
tar un solo hecho Favorable á esta opinion; si por todas
partes se ve al padre coman de cada pueblo ejercer el po-
der de gobernar, anteriormente á todos los pactos posibles,
es menester' forzosamente volver á la naturaleza, convenir
en que la historia profana, perfectamente de acuerdo con
la rama, nos grita á cadapágina, que la autoridad univer.
'Sal, lo mismo que todas las ciernas, trae esencialmente su
origen del autor universal; y que no difiere de las demas
entoridades, sino en ser la :fuente universal de donde ori-
ginariamente han dimanado. las demas. Léanse Tosepho,


cv Herodoto.
, Beroso, Strabon,Bocha«, Hesi


MO- Altleto„ y todos los autores que han
escrito del worigen. de los pueblos,- y no se hallará ea ellos


establecido en. virtud de un
Léanse todas las historias
todas las elecci


un solo fundador -
los pueblos salvages: antes de


l iones


pacto social.


_posibles se encont
s


ue
- •


raran ancianos, serio




ORIGEN DE LA AUTORIDAD
res, ó señores, que no hablan sido -elegidos, • Y


— por que' se


blo? ¿Sería por la razon de ser único? Nosotros hemos oh,
servado que es de la esencia de todo autor el ser


rehusaría el título de soberano al padre universal deunuinvepz


relativamente á los seres que produce, Dios tiene una auto-
ridad universal sobre todos los seres, y sin embargo es tini,
co; un padre tiene autoridad universal sobre sus hijos, y ei
solo. ¿Cómo pues el padre universal de un pueblo, por ra,
zon de sér solo, dejaría de tener una autoridad universal so,
bre sus descendientes?


VII ¿Se quiere aun un testimonio de mas peso? Léase
la historia mas antigua, la mas auténtica y mas célebre que
jamas ha existido, la que sube mas arriba de todas las
torias: búsquese en ella el origen de las cosas, y se verá á
todos los pueblos primitivos salir primero de un padre co-
mun, separarse despues los unos ele los otros tan natural-
mente como el tronco de un arbol se divide primero en
brazos, y despues cada brazo subdividirse en una infinidad
de ramas. Sígase su progresion , y se verán todas las nacio.
nes partiendo primero de un solo gefe, y de un solo punto,
extenderse poco á poco, pasar á diversos paises, y presen-
tarse á donde quiera que llegan con gefes preexistentes , que
levantan ciudades desde sus cimientos, y despues las rigen
y gobiernan sin ninguna eleccion preliminar. En ella se ve•
rá desde el principio formarse ciudades al rededor de Adata,
otras al rededor de Cain , cada una bajo la di




eccion de su
padre; se verán despues del diluvio duques y reyes salir (le
Noe y de Abraham, y de otros Patriarcas, con los nombres
de los pueblos procedentes de aquellos duques y de aquellos
reyes. Estúdiese cada recapitulacion, y se verá en ella el re.
sumen de. todos los gefes primitivos claramente designados
;por sus nombres, así como los pueblos que han descendido
de ellos, las regiones en que mandaron, las ciudades
que reinaron, regiones ubi imperabant , urbes ubi regia'
bant '.5r-esto sin elecciones ni nombramientos, en virtud 5°''
lo de la autoridad que habian recibido del 'Autor ano.er4


SEGUN LA FIlnORIA. 119


de
quien descendian ellos mismos. Luego este origen


sal , por los padres, es de je, eexplícitamenteseña-
ldade ala autoridad p


ser en


la Escritura. Léase lo que Dios dice á Abraham, no
de Isaac, sino aun de binad mismo. Por


solamente acerca le dice Dios, le constituiré gefe de


una gran nacion:
illum in gentem magnanz. ¿Pero


Será a


de vuestra sangre,
qué inoadco r : fa ciamacaso por la eleccion de sus deseen-


de
¿ erc decigeneracion: generabit duoin


Ngoe'n ds erraár f odocer la gefes de las doce tribus de quedientes?duces: enduques, que vendrán á ser ellos
mismos por la generacion
se compondrá la nacion de los ismael itas. Luego esta doctri-
na que derriba por su base la fábula absurda de los pactos


sociales, es de fé explícita, establecida por la boca de Dios
mismo. (Genes. cap. so, 36 y otros. ).


VIII Ahora ¿por qué todos los historiadores sagrados y
profanos, de cualquiera secta y de cualquiera opinion que
sean, cuando se trata de estos hechos primitivos, convie-
nen todos en colocar el origen de los pueblos en sus gefes
y fundadores, sin hacer la menor mencion de elecciones?
¿Por qué? Porque cuando se trata de estos hechos primiti-
vos los escritores que los han referido los primeros han se-
guido la filiacion de la autoridad segun el curso ele la natu-
raleza, que es independiente de todo sistema.


IX ¿Se quiere juzgar de estos historiadores por sus in•
tArpretes y sus comentadores? Consúltense todos, sagrados,
profanos, realistas, democratas, de cualquiera secta, y de
cualquier partido que sean, aun los mas declarados por las
convenciones sociales. Tratando de estos hechosprimitivos,
pregúnteseles si los Cananeos no dese i .m tan de Canaan,


maelitas


n


de I .s' rn, los 1sIlos mael, los Idumeos de Edo 1 - A-
idas de Arsaces


. sa-


c , os Amphitriones de Amphitrion, los Tin-1
o, los Argivos de Argos, los o Troyanos declaros de Tid


Tros, los Darn - clat as de Dardano ? P - ','rdano? tebunteseles ¿ quiénes
eran estos gefes; si no eran mas que unos simples particula-
res que solo gobernaban su casa, ó si fueron1 'de egt os por
sus propios deseen i .( Lentes? A esta pregunta t t responderán




91-
I 2 st ORIGEN DE LA. AUTORIDAD


unánimemente y de concierto con los .primeros 'historiado-
res, que eran los padres de los pueblos, hombres célebres,'
fundadores de ciudades y colonias, de quienes tomaron sus
nombres, no solo los ríos y los montes sino los mismos pai.
ses; hombres famosos entre sus descendientes, y nombra._
dos en todos los pueblos.


X Mas de que estos célebres fundadores diesen su nom.
bre á los montes y á los ríos, y fuesen famosos entre sin
descendientes ¿se sigue que desde el momento de la funda-1
cion sus ciudades fuesen tan pobladas como Pelan, tan"
opulentas como Roma, y las capitales actuales? No segura,
mente, como ya lo ha observado Calniet: estas ciudades ea
su principio no se construían sino con lienzo, no consistian:
mas que en una pequeña reunion de tiendas, ó de mal
construidas cabañas, rodeadas de empalizadas ó de fosos
para defenderse de las bestias feroces. La historia de aque-
llos tiempos hace mencion de ciudades cien veces destrui-
das y quemadas por los enemigos, y tan pronto restableci-
das; y bien sabemos que los palacios no se edifican en po-
cos dios. Generalmente hablando los mayores pueblos han
salido de un solo hombre, y las magníficas ciudades han
tenido los mas pequeños principios. De aquí tantas dispu-
tas entre los críticos y los sabios sobre la cronología y la
geografia, sobre el tiempo, sobre el lugar preciso, la mag-
nitud y la situacion de ciertas ciudades; sobre el nombre,
la calidad, la época del arribo de su fundador ó restaurador
verdadero. Esto es sobre lo que los comentadores disputan
amenudo. Pero sobre si estas ciudades han tenido funda-
dores que han gobernado primero quizá cinco casas, lue-
go cincuenta; sobre si todos estos pueblos han tenido pa-
dres y gefes naturales , independientes de su eleccion, y
aun anteriores á su existencia ; he aquí sobre lo que antes
de nuestro siglo de tinieblas ningun historiador, ni din.
gun comentador ha puesto duda jamas„ y sobre lo que 03'
die disputará sin chocar al buen sentido, y desmenti r toda


la antigüedad.


¿Por qué"P'


( lisen do ser


os historiadores


les todos los intérpretes, así como todos


l
,


aun pudiendo han escrito sobre estos hechos primi-


tivos


SEGUN LA HISTORIA. 2


los mas democratas y mas inclina-


1


dos Ja absurda soberanía
del pueblo, se reunen todos en


convienen todos en colocar el origen


del
punto? ¿Por qué co


este
gobierno en los gefes primitivos? ¿Por qué? Porque en


los hechos primitivos es fuerza obedecer al orden de las
cosas, tomar la naturaleza como es, y dejar á un lado to•
dos los sistemas.


XI He aquí pues, toda la antigüedad, todos los hechos,
todas las historias , todos los intérpretes y comentadores,
concurrir con la .naturaleza , la razon y el buen sentido, á
dar el grito unánime de que la autoridad soberana viene
como todas las lemas de la palabra. autor; y que en un
principio fueron los gefes los, que procrearon los pueblos,
y no los pueblos los que crearon los gefes. MM. Bossuet,
Fenclon, y en general todos los buenos autores, atestiguan
que el nombre de Padre estaba entre los antiguos en la
mayor veneracion. Los griegos llevaban el nombre de sus
padres y lo ponían en todos los escritos; y lo mismo ha-
cían los romanos. Padres llamaban á-sus reyes, y lo eran en
efecto. De aqui la antigua costumbre de .


llamar al Rey ba-
se, fundamento, y origen del pueblo Basilco; porque el
padre comun habia sido el principio, la fuente y el autor
universal de todo. De aqui la fuerza del derecho de autori-
dad, y principalmente de la ciutoridüd soberana.


A esta suma de hechos, de autoridades y de testimo-
nios, se querrá oponer el de los Romanos, el de los Fran.
ros, el de los Tedios, y el de otros pueblos citados en la
historia como habiéndose dado gefes y reyes á sí mismos.
Empecemos pe •


el mas famoso de todos estos pueblos: ana-
licemos su historia




'lapioamente; y dudo que se pueda en-
contrar en ella nada favorable á la opinion de que la so-beranía ha sido


creada por los pueblos.





J22
ORIGEN DE LA AUTORIDAD


S. IV.


Origen de la autoridad entre los romanos.


I Muchas causas se han asignado á la grandeza y á la
decadencia del pueblo romano: pero no se ha pensado eti
una ( ►ie á mi entender debe ponerse á la cabeza de todas
las (lemas; y es la grandeza y decadencia de su witori,
dad.


Si alguna ciudad ha estado destinada á dominar el uni.
verso, ha sido Roma. Fundada por un poblador que po;
sus antepasados y por


.Eneas se suponía descendiente de
los dioses, y que el Senado despues de su muerte tuvo d
arte de colocar entre ellos, esta ciudad se presentó des
de luego con un origen y una autoridad que ponía á set
reyes sobre todos los otros reyes, á su pueblo sobre todo;
los otros pueblos, y hacía á su gefe infinitamente superior
á todos los vagamundos que venían á reunirse bajo sus es
tandartes. Las leyes, las ordenanzas, los establecimiento;
de un fundador semejante, llevaban ya consigo un carac•
ter de grandeza, al cual los de los demas pueblos vecinos
no podían llegar. ¿Pero de dónde éste fundador sacaba él
mismo su grandeza y su autoridad? De sus padres y de
sus antepasados. Constat initio civitatis reges omnem po•
testatem habuissc, inquit Pomponius, Romulus nobis
libitum imperaverat , inquit Tacitas.


II El senado que Rómulo se asoció para gobernar,
sacarlo de las primeras familias, compuesto de los pa'
tires del pueblo, y por consiguiente de las primeras an•
toridades despues de la • soberana, apareció desde su ori.
gen con un derecho adquirido al respeto de sus súb"
ditos, :y al de los pueblos vecinos. A esta gran auto.
ridad que el senado derivaba de sus padres, los reyes
posteriores añadieron otra aun mucha mayor. Porque P L -
lio Ilostilio en su proyecto de república, le trasladaba wd°


ENTRE LOS ROILANOs. 123
proyecto fue puesto
ej-


xypeusl tseion de los Tarquinos.
en


Por ecuestacl poder
dcelersidweelsosdree'Sllaes


i°J;laolbaraaudteoridad fue depositada en el orden de
un rey, todos los empleos, todos los


cmoantsutliott::


los pcautrai
ndo
c


i°s'el pueblo veía á sus cónsules sentados á la ca•
beza de este orden, respetaba en ellos la autoridad paterna
revestida ademas de la autoridad de los reyes. Cuando los
soldados veían llegar á sus gefes miraban en ellos á su3 pa-
dres revestidos ademas de la autoridad soberana á quienes
tenían obligacion de obedecer. Cuando los jueces pronuncia-
ban sus sentencias, el pueblo creía oir la voz y reconocía el
acento de sus padres: y asi es como aun en las repúblicas,
segun ya lo hemos observado, cuando los legisladores lle-
gan al poder supremo, se hacen los representantes, no del
pueblo ciertamente, sino de los soberanos. Aquella augus-
ta asamblea que desde su origen llevó el nombre de Pa-
dres conscriptos, se conducía con tal cordura y juzgaba con
tanta equidad desde el tiempo mismo de los reyes, que los
pueblos vecinos sujetaron muchas veces á su decision sus
diferencias. Asi Roma cuidadosa siempre de su grandeza no
compuso nunca su senado de los diputados de otras ciuda-
des. No eran, como en nuestras modernas instituciones, to-
das las provincias del universo las que enviaban legislado-
res á Roma, sino Roma la que por sus padres y sus ancia-
nos dictaba leyes á todo el universo. Roma era la que por
medio de sus padres conscriptos mandaba todos los ejér-
citos y gobernaba todas las provincias.


111 He aquí la causa de aquel vigor en su disciplina,
de aquella nobleza en su conducta, (le aquella elevacion en
sus sentimientos; este es el origen de aquel respeto del pue-
blo y de todos los extrangcros al senado , de aquel vehe-
mente deseo de pertenecer á Roma, de ser agregado al nú•
mero de sus ciudadanos, y en fin de aquel amor ardiente
é indestructible de la patria que los animaba. Roma por
medio de sus padres conscriptos, investidos de la soberanía


Q




124 ORIGEN DE LA AUTORIDAD.
de su fundador, era como la madre de todas las demas ciu-
dades, de todos los ciernas pueblos, y de todos los demas
reyes que se honraban de pertenecerla y reposaban á su
sombra. Este augusto título de padre sobre el cual descan-
saba toda la constitucion romana, presentaba á todos los
individuos una idea tan justa, tan natural y tan magestuo-
sa de la autoridad, y de todos los respetos que la son de-
bidos, que el solo nombre de patria bastaba para eneen•
dcr en el corazon la llama de todas las virtudes. Los pa.
ares conscriptos miraban á todos los soldados como á sus
hijos, no como á sds iguales. Los soldados que comba-
tían á las órdenes de los padres conscriptos eran inven•
diles, y siempre se les encontraba prontos á derramar por
la patria la última gota de su sangre.


IV No fue pues la forma republicana, como algunos
creen, la que elevó á Roma al mas alto grado de gloria,
puesto que jamas fue tan grande como bajo el gobierno dell
los Cesares. Al contrario, la autoridad confiada por la Cons-
titucion á los padres concriptos, fue la que sostuvo largo
tiempo el bajel del estado comedio de las agitaciones inse-
parables de las formas upublicanas, impidiéndole perecer
infinitas veces. "Aquella facultad preciosa (dice M. de
Montesquieu) que tenía el Senado de sacar de las manos
del pueblo la república por la crcacion de un dictador, la
veneracion del mismo pueblo á las familias distinuuidas
Aquel Rómulo su Rey y después su Dios, aquel capitolio
tan eterno como la ciudad, y aquella ciudad tau eterna co-.
mo su fundador; todas estas ideas de inmortalidad dieron á'


/
los romanos un caracter fuertemente pronunciado de gra-
vedad, (le altivez, de confianza en sí mismos y en sus Dio-
ses, que contribuyó á subyugar á los (lemas pueblos tanto
como sus victorias, y que al fin llegó á imponer al univer-
so un respeto á todo lo que tenía algo de romano, que el
tiempo no ha podido aun destruir". "La dictadura (dice
11. de Ronald ) que en tiempos de crisis lo volvía todo á la
unidad: esta dictadura frecuente en tiempos de division,


ExTnr LOS nomANos 12,5


perpétua bajo Syla y Cesar, hereditaria bajo Augusto sal-


vi á


Roma
de la anarquía : y ella fue la que por su natu.


monárquica sostuvo largo tiempo la república roma.


na, a
lle,zcomo vino á ser despues el primer título de sus empe.


radores".
He aquí una de las primeras causas, y acaso la princi-


pal, de la grandeza de Roma, la grandeza de autoridad de
su fundador, de que se vieron sucesivamente revestidos to-
dos los que la gobernaron ya como reyes, ya como cónsu-
les, ya como cesares. Veamos ahora cuál fue la principal
causa de su decadencia.


El método de elecciones, lejos de fortalecer la auto-
ridad, la debilita entregándola á las intrigas, al espíritu de
partido, y á toda la efervescencia las pasiones. Introducirlo
fue abrir una brecha en la constitucion de la naturaleza,
que había fi jado la autoridad en la cualidad de autor; y
luego que las leyes de la naturaleza se alteran, la constitu-
cion se debilita. Esta fue la primera llaga que los reyes hi-
cieron á la gran autoridad que habían recibido de sus fun-
dadoras. Si (como dice Al. de Montesquieu) la facultad que
tenia el senado de sacar la república de las manos del pue-
blo, era necesaria para salvarla, el poder del pueblo era
muy propio para perderla.


VI Cuando las elecciones pasaron de las primeras cen•
turias á las centurias inferiores, el nial no hizo mas que au-
mentarse. Para obtener los primeros puestos del gobierno,
los que los ambicionaban se vieron obligados á hacer la cor-
te al pueblo que no se rendía sino á est is adulaciones Vi-
niendo á hacerse á sí como el amo de sus amos se miró bien
pronto como sl)berano, y sus cortesanos no se descuidaron
en acabárselo de persuadir. Olvidando que de sus soberanos
era de quien tenia el derecho de elegir, se sirvió de este
derecho para ir usurpando por grados todos los poderes, no
para él, sino para los revoltosos.


Primero pretendió el derecho de apelacion á sus asam-
bleas,y con él logró participar del poder judicial. Luego




126 ORIGEN DE LA A UTORID A D
á fuerza de intrigas y sediciones obtuvo tribunos con un re-
to absoluto, y de este modo llegó á tener parte en el poder
legislativo. Alentado con estos sucesos, consiguió tener tri-
bunos militares, y por este medio entró en el mando de
los ejércitos. Bien pronto logró taminen el consulado para.
sus hechuras, - y con esto se apoderó de parte del poder
ejecutivo.


VII Cuanto mas obtenía tanto mas exigía ; y cuan-
to mas exigía, mas se resistía el orden de los patricios
á soltar . el corto resto de autoridad que aun conservaba. De
aqui las intrigas, las disensiones, los partidos y las guerras
civiles que nunca cesaron mientras Roma fue república. El
senado, que quería reasumir toda su autoridad, oprimía al
pueblo para contenerlo; el pueblo, que pretendía adquirirla
toda, se esforzaba para subyugar al senado. Cada partido
llegó á tener su ejército, sus oficiales y sus generales. Los
Calcos, los Manlios, los Césares se pusieron de parte del
pueblo; los Silas, los Pompeyos sostuvieron el partido del
senado. En fin, despues de muchos combates y mucha san-
gre vertida, Pompeya fue vencido, y César entró trinnfan-
te en Roma.... Mas por ventura ¿quedó el pueblo siendo so-
berano? Nó ciertamente. César fué el que sirviéndose há-
bilmente del pueblo para subyugar al pueblo y al senado á
un tiempo, reunió en su cabeza toda la autoridad de los
fundadores. Hecho Augusto dueño absoluto con el título de
emperador, el pueblo y el senado hicieron en las manos de
Tiberio cesion voluntaria de sus derechos respectivos, re-
nunciando, á pesar de su tiranía, á la forma del gobierno
republicano para no volver á él jamas.


VIII Este cambio hubiera sido muy feliz, si los Césares
hubieran podido al mismo tiempo restituir á la soberanía-
toda su independencia. Mas como ellos no habían llegado)


o
al imperio sino con el auxilio del ejército; todos los queY
llegaban á mandarlos pretendieron despues subir á él
por los mismos medios. En vano los primeros Césares cui-
daron de designar sus sucesores: estas voluntades arbitrarias


ENTRE LOS ROMANOS. 127
no ten ía n el caracter de leyes. Apesar de la voz de la natu-


y de los consejos de la experiencia, la autoridad se
raleza


nuevo entregada no solo á la merced de los sUbdt-


vtoisó, Iesino al capricho de los soldados; método de proclama-
eion terrible, que no encontrando contradicion de parte
del senado, ni desaprobacion por parte de los emperadores,
llegó desgraciadamente á hacerse legítimo, y debia producir
la ruina del imperio. Ya cada ejército hacía su emperador,
cada emperador sus cesares, y cada oficial la corte á sus
soldados. De aqui la poca fuerza de las leyes, la relajacion
de la disciplina, las intrigas, las divisiones, el asesinato, el
pillage, las guerras civiles y la tiranía. ¡Cuántas veces el im-
perio, en el momento (digámoslo así) del parto, se encon-
traba con dos ó tres emperadores en el vientre, que todos
con las armas en la mano destrozaban sus entrañas al nacer,
y se degollaban unos á otros despues de haber nacido! "El
»imperio de occidente (dice el elocuente Bossuet) ya no po-
»dia subsistir: Este monstruoso edificio flaqueaba por sus
»cimientos. Desde que la fuerza militar empezó á dar duc-
»fros al universo, las leyes no pudieron afianzar el orden de
»la sucesion." He aqui, segun este gran hombre, la causa de
su decadencia. Despues que la autoridad se habia puesto á la
merced de la fuerza militar, se Libia hecho mas precaria,
mas vacilante, mas incierta que lo habia sido nunca. Asi
los gefes de los pueblos bárbaros investidos de una autori-
dad mas firme, aprovechándose de estas divisiones, ca ye-
ron por todas partes sobre este hermoso imperio , tomando
cada uno su parte para reinar sobre ella, despues de haberla
conquistado. El poder del imperio romano (dice M. de
Montesquieu) debia ceder al poder de la naturaleza; y
en esto todos convienen: pero este poder de la naturaleza
en los bárbaros y germanos, no consistía ni en la materia,
ni en el clima, ni en la independencia, ni en la dureza de
las fibras de su cuerpo: residía en el vigor de la autoridad
por una parte, y en la subordinacion por otra. Entre los
germanos la autoridad con toda su fuerza primitiva estaba





128 ORIGEN DE LA AUTORIDAD.


enteramente en manos de los gefes : entre los romanos ha_
Uia caido en poder del pueblo primero, y despues en el de
los soldados. Entre aquellos era fuerte, poderosa, heredita.
ria, natural, arreglada por las leves; entre estos precaria,
electiva, dividida, dependiente de los ejércitos y de los in.
feriores. He aqui por qué era indispensable que cayese. En
la flaqueza, degradacion y envilecimiento de la autoridad,
y en su fuerza, dignidad y cxaltacion, es donde se debe
buscar la causa del progreso y de la decadencia de los
imperios; y no en el frío ó el calor, ni en la mayor ó
menor tension de los órganos materiales. El clima de Ro-
ma fue el mismo durante su decadencia que durante su ele-
vacion.


IX Asi acabó este gran imperio, y en su historia se
puede ver la de todos los pueblos de la tierra. Recórrase la
de Atenas, la de Lacedemonia y la de todos los demas
estados de la Grecia: todos desde su principio aparecen con
gefes y reyes á su cabeza; y todos vienen á perecer por las
pretensiones del pueblo. Léase la historia de Cartago, de
aquella famosa émula de Roma. Por la descendencia de los
reyes de Tyro, los que la gobernaron desde luego estaban.
investidos de una autoridad cuyo origen muy superior al
voto de los pueblos iba á perderse en la oscuridad del tiem-
po. Mientras el senado mandó á Cartago co2servó toda
su grandeza; pero á medida que la soberanía fue cayen-
do en la dependencia , aquella república fue declinando
también y perdiendo de su fuerza. Hablando de ella Aris-
tóteles, predijo mucho tiempo antes de su ruina, que pe-
recería por el aumento de poder que su constitucion da-
ba al pueblo.


En efecto, cien arios despues . Cartago caminaba ya á
su decadencia; y Polibio la atribuye á la autoridad que el
pueblo 'labia usurpado.


X No se pueden , pues, citar las elecciones hechas
en Roma, al principio por el pueblo, despues por. los
soldados, ni las que se hacian en las tiernas repúblicas an-


ENTRE LOS ROMANOS. 129
tiguas corno un origen de soberanía. Ni lo podían ser,
porque (como observa muy bien M. Bossuet) antes que re_
públicas hubo reyes. ¿De quién los senadores romanos ha-
bian recibido su soberanía sino de los reyes que ]a trans-
mitieron al senado, como despues el senado por su silencio
y por su cesion la transmitió á los cesares? pero los cesares,
el senado y. los reyes la tenian originalmente del fundador,
-que la habia recibido él mismo de sus padres. Luego entre
los romanos, entre los griegos, y entre los cartagineses, co-
mo entre •todos los demas pueblos, la autoridad soberana
-no procedia de la absurda universalidad de los individuos;
provenia de los padres, de los autores, y de los fundado-
res. Pasemos á la historia de los francos.


§. 5.°


Origen de la autoridad entre los Francos.


• I . Despees de las elecciones de los romanos, y demas
pueblos de la antigüedad, se citan las de los francos, y de


-otras naciones menos civilizadas. Pero todas estas eleccio-
nes, aun cuando se nos presentasen á millares, no proba-
rian sino lo contrario de la que se quiere establecer. Por-
que ¿cómo se hacian estas elecciones si hemos de dar cré-
dito á los historiadores? Se hacian siempre á presencia de
das gefes, con consentimiento de los gefes, y aun á instiga-
cion de los principales para terminar las diferencias que á
cada paso se suscitaban entre ellos : ob procerum discor-
dias. No á otro efecto sino al de terminar estas diferencias
dañosas á la. causa coman, les aconsejó lllarco,niro, uno de
los principales, eligiesen alguno de ellos á quien todos los
demas se obligasen á obedecer.


»Como Marconliro (dice el historiador) conocía per-
fectamente que los francos, á causa de las perpetuas divi-
siones que entre los gefes reinaban, nunca podrian hacer
frente á los romanos, mientras no se reuniesen en forma


1:1




:


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0 I




132 ORIGEN DE LA AUTORIDAD
pone géfe, de una eleccion que se hace con consentimien.
to de estos gefes , y que se propone para terminar las dife-
rencias de estos mismos gefes; de una eleccion que recae
efectivamente sobre el hijo. de uno de los principales; de
una eleccion que por consiguiente no es sitio un reconoci-


. miento público. del principio que establecemos, que toda
autoridad viene de autor; que antes de cualquiera clec•
clon que se quiera citar, así los francos como todos los de-
mas pueblos, han tenido necesariamente fundadores y ge-
fes naturales, cuya autoridad existía esencialmente antes de
ellos; puesto que, cotizo dice Tácito, entre los francos, co-
mo entre los demas pueblos nacientes cada tribu tenia su
gefe: quot pagos, tot fere -d'ices.?


S. 6.°


Origen de la autoridad entre los Hebreos..


En fin para probar que á los pueblos- pertenece dar-
se reyes, se cita el ejemplo de Dios mismo, que dejó (dicen)
al arbitrio de su pueblo Pa eleccion de sus primeros reyes,
sin consideracion alguna al nacimiento. Como todas las
elecciones del pueblo judío están perfectamente tratadas en
la 5.a


amonestacion de
_H. Bossuet , no hablaremos aquí


sino de lo que dice relacion con el origen de estas au-
toridades.


Por -decontado es cierto que este pueblo habiendo teni-
do aun:antes de su existencia un autor universal en la per-


j
sona de facob, y presidiendo á: las doce tribus los doce hi,
os de-este célebre Patriarca, cada una de ellas tenia natu-


ralmente- sus príncipes y sus gefes. Cuando Dios enviaba
á Moises á declarar sus órdenes á su pueblo, le mandaba
siempre dirigirse a los príncipes y á los ancianos; congrega
príncipes et seniores. Así•, mientras este- pueblo se man un
vo en el régimen ordinario,.tuvo evidentemente ..efes yb 5
-mucho tiempo antes de las elecciones de que sé habla.


cEltsieTellsEtosLpOrsínIcliEpTrn°os. pudiesen dividirse 3irsePero á fin de


ejerciendo separa
da y soberanamente sus poderes , Dios,


e habla reservado el cuidado de gobernarlos, los so-
metió al gobierno de un príncipe extrangero viviendo aunque s


el mismo Jacob: de modo que desde su origen el gobierno
de este pueblo fue absolutamente extraordinario en su espe-
ele. Dios mismo fue el que antes que pudiese multiplicarse
le puso bajo el dominio de Faraon por la exaltaeion mila-
grosa de José. Luego que este pueblo se hubo multiplicado,
Dios fue quien le sacó del poder de Faraon haciéndole pa-
sar el mar Rojo, y desplegando á vista de todo el Egipto la
omnipotencia de su brazo por los mas singulares prodigios.


Él fue el que, queriendo conservar la unidad de los prínci-
pes y de las doce tribus, les dió un gefe único en .Moisés,
y el que despues de la salida de Egipto le dictó sus leyes,
no solamente para lo espiritual sino tan-bien para lo civil:
y estas leyes eran tan perfectas, todos los casos estaban en
ellas tan bien previstos, que (como dice Bossuet) su legis-
lacion quedó completa y no tuvo alteracion despues del


tiempo de Illoisés. He aquí por qué despucs de él todos los
que gobernaron el pueblo de Dios no fueron en el hecho


mas que jueces. Todos los gefes extraordin.arios . que Dios
les suscitaba en la necesidad, no eran mas que jueces: los
sacerdotes y los reyes mismos no eran mas que jueces. Solo
Dios era el verdadero Rey de- Israel, porque él solo era el
Legislador: su gobierno no era una monarquía ordinaria,


sino una teocracia.
Il Dios no tenia pues necesidad para gobernar á Is-


rael de escoger sus ministros entre- los príncipes y los gefes
de cada tribu: su autoridad era infinitamente superior á la
de todos- los príncipes y soberanos de la tierra. Cuando estar
ba descontento de su pueblo, él era quien le castigaba, y
quien le castigaba como Dios; cuando los mismos príncipes
le &odian, hacia marchar contra ellos los reyes extrange-
ros; y cuando los reyes extrangeros los atacaban contra


. sus


órdenes, hacia salir de su pueblo hombres extraordinarios,




f


i 34 ORIGEN DE LA AUTORIDAD
que con ciento hacian huir á diez mil, ó bien enviaba de
noche algun ban crel que exterminaba ejércitos enteros. Para
hacer respetar su autoridad no necesitaba Dios dar á su pue.
blo gefes que ostentasen la grandeza y magnificencia de
los reyes; así cuando se determinó á concedérselos, no fue
sino por pura condescendencia.


III Es cierto que despues de revestidos de esta autori.
dad, aquellos de sus reyes que permanecieron fieles al Se.
flor, no tardaron en llegar al mas alto grado de gloria. Pero
corno todos los sucesores de David no hacían mas que ser-
virse del poder para hacer prevaricar á sus vasallos, des-
pues de la cautividad de Babilonia determinó abolir la mo.
narquía , y no restablecerla mas, continuando en gobernar
al pueblo por medio de los príncipes de los sacerdotes, que
estaban mas particularmente encargados del depósito de las
leyes.


Lo cine hay de cierto sobre todo es, que el pueblo jndío
en todas partes y en todos tiempos, y aun se pudiera decir
durante su dispersion misma, ha sido siempre un pueblo
extraordinario. En la forma teocrática de su gobierno, la
ley no traía su origen de Jacob, sino de Dios mismo. La so-
beranía no venia de Jacob; no descendía como en las otras
naciones del autor universal del pueblo, sino inmediata.
mente del Autor universal de la naturaleza que se 'labia
reservado la soberanía sobre él. Si Dies hubiera dado la
tierra prometida á Jacob mientras vivia, Jacob la hubiera
repartido entre sus hijos, y hubiera sido el legislador de
Israel. Mas para que no ejerciese ningun acto de soberanía,
le puso bajo el poder de faraon á él y á los doce gefes de
las tribus, y no sacó de allí á su pueblo hasta que estuvo
formado. Dios se reservó pules especialmente la soberanía de
Israel, y este es el único pueblo en que se la haya reserva-
do. En todos los ciernas en que no ha tenido á bien hacer
esta reserva, el soberano y el legislador es el autor univer-
sal; en este lo fue el mismo Dios. En todos los denlas Ja
autoridad proviene del autor universal del pueblo; en este


ENTRE LOS HEBREOS.
I 3 5


del Autor universal de la naturaleza; pero nunca ha veni-
do ni vendrá de la universalidad del pueblo.


IV Así, aun cuando fuese cierto que Dios hubiese i-perm
tido á su pueblo elegir al primero de sus reyes; no se podria
concluir que el origen de la autoridad está en el pueblo.
Porque si el pueblo de Dios, como todos los denlas, no te-
nia derecho para darse un rey por sí mismo, y fue preciso
que antes de dárselo obtuviese el permiso de su legislador;
resulta que en este gobierno, como en todos los demas, el
pueblo no tiene derecho de elegir ni aun de presentar; y si
lo hace, no puede ser sino en virtud de una concesion an.
terror, de un permiso expreso de su soberano Ahora es
cierto que el pueblo de Dios no se atrevió á darse un rey
por Sí mismo, ó que no se creyó con derecho para dárselo;
que cuando deseó tenerlo, se dirigió á Samuel que era el
Gran Sacerdote, y por consiguiente el representante del Ser
supremo. Es cierto que Samuel fue el que, conforme á las
órdenes: de Dios, convocó al pueblo en Maspha, y allí echó
suertes primera entre las familias, despues•entre los indivi-
duos. Así este rasgo de historia, aun cuando estuviese bien
presentado, no probaria sino lo contrario de lo que se ha
querido probar, es á Saber: que el pueblo sin un permiso
expresa del soberano, no tiene ni aun derecho de reunirse,
mucho menos de elegir al que desea.


Y Pero aun hay mas; y es, que este pasage de lahis-
toria de donde se quiere deducir en favor del pueblo el de-
recho de elegir sus reyes independientemente del permiso
de su soberano, ni aun prueba que Dios haya concedido al-
guna vez á su pueblo este permiso. La razon es sencilla;
porque la suerte que se echó en Maspha no fue de modo
alguno una eleccion. La suerte en aquel pueblo, no era
mas que el modo usado y de costumbre de conocer la vo-
luntad del Ser supremo.t . Por medio de él se Iii7o constar pú-
blica y .solemnemente que Saul era el que Dios [labia esco-
gido, y en quien habia depositado su poder civil : cerré vi-
detis quien ele ait Dominus. Cuando la suerte se echó eno




X36
ORIGEN DE LA AUTORIDAD


Masplz, ya habia mucho tiempo que Dios tenia escogido
á Saul, y le habia hecho consagrar por Samuel. Así Dios
en todo este suceso, lejos de consultar al pueblo, no hace
mas que anunciarle sus voluntades. Cuando despues, des-
contento de Saul , le substituye á David, ni aun le hace re.
conocer públicamente por el medio acostumbrado de la
suerte: se contenta con conducirle al trono, despues de ha-
berle hecho consagrar por su profeta, por un • camino que
Solo dependia de él; y en fin, David escoge él mismo su
sucesor, y le constituye sin consentimiento del pueblo.


VI De donde se sigue aun este otro razonamiento bien
sencillo. Entre los hebreos jamas el pueblo se creyó con
derecho de elegir á sus soberanos. Cuando se trató de dar-
les una forma de gobierno ó de variársela, solo Dios, inde-
pendientemente del pueblo, fue el que constituyó sobre
ellos á Moisés, á los jueces, á los reyes, y á todos los que
los gobernaron tanto en lo espiritual como en lo civil. Lue-
go la historia de los judíos prueba, aun mas evidentemen-
te que todas las ciernas, que la autoridad soberana „como
todas, viene de la cualidad de autor; y que dondequiera
que los gefes no han sido instituidos naturalmente, fue Dios
quien los constituyó. Asíque en toda constitucion, sea la
que fuere, la autoridad universal; -soberana viene siem-
pre de Dios por los gefes, y Jamas por la absurda universa-
lidad de los pueblos.


S. 7.°
Autoridad de los Macabeos.


1 ¿A qué se recurrirá pues? ¿Qué eleccion se nos opon-
drá de nuevo? ¿Será la de Jonathds y la de S'inzon su her•
mano en el libro de los Macabeos? Bien sé que estas,elec-
ciones se han citado como un argumento invencible : mas
con qué fundamento, no lo Veo. Toda la cuestion .se re-
duce á saber si antes de ellas habia una autoridad en Is-
rael. Si la había, claro es que no fue creada en estas elee•


ENTRE LOS MA C A REOS. 137
cíones. Pero todo el mundo sabe que antes de tales eleccio-
nes los Hebreos tenían un gobierno político ;que ademas
de los gefes extraordinarios de que hemos hablado, y que
Dios de cuando en cuando suscitaba , tenian un consejo
ordinario que los gobernaba bajo las órdenes de Dios , en
todos tiempos y en todas circunstancias. Este consejo ordi-
nario, cuyo gefe supremo era el Gran Sacerdote, compues-
to de los príncipes, de los sacerdotes, y de los ancianos, in-
vestidos de una autoridad hereditaria y siempre subsisten-
te, estaba encargado de la custodia y de la defensa de las
leyes, y hacia las funciones de autoridad soberana en todos
casos. Este consejo fue el que , fijada su residencia en Jeru-
salem, y estando por consiguiente á la cabeza de la tribu
de Judá , gobernó en toda soberanía hasta el reinado de
Herodes, y desde entonces empezó á declinar hasta la rui-
na total de aquella célebre ciudad. Sáquese la consecuencia.
Ademas de los príncipes descendientes de Jacob, el pueblo
hebreo tenia desde el tiempo de Aaron y de .11.foises ge-
fes hereditarios y perpetuos constituidos en autoridad por
Dios mismo. Luego la autoridad no fue creada en la elec-
cion de fozuítluís.


II La segunda cuestion es saber si los Macabeos no
eran tal vez del número•de los príncipes y de los gefes del
pueblo hebreo. Porque si ya estaban constituidos en digni-
dad en virtud de su nacimiento, no recibian del pueblo su
poder. Ahora esta cuestion se ve claramente decidida por
los mismos enviados de Antioco , que en el momento de
querer que Matathías, padre de los Macabeos, sacrificase
á los ídolos, le dicen: Princcps et clarissimus, et magnus,
et in ista civitate , et ornatus filiis et fratribu,s : ergo ac-
cede prior. Sobre lo cual se puede hacer este razonamiento.
Los judíos, por confesion de sus mismos enemigos, tenian
príncipes y gefes ; y el padre de los Macabeos era uno de
los principales y mas ilustres de estos príncipes : luego los
Macabeos no tenían su autoridad del pueblo. En efecto,
corno príncipes de la tribu de Leyi, la derivaban en virtud


S




x 38 ORIGEN DE LA. AUTORIDAD
de su nacimiento de los primeros gefes que Rabian sido
constituidos por Dios mismo. (Machab. cap. 2.)


III Así llegado el caso de tomar la defensa de la ley,5 e,'
Matathías no aguarda la eleccion del pueblo. En virtud
de una inspiracion especial de Dios, y de la autoridad que
ha recibido de sus padres, degüella al que trata de insultar
al Todopoderoso, derriba el altar, y manda con imperio á
todos los fieles á la ley que obedeciéndole le sigan, porque
obra en nombre des Dios y no del pueblo. Así cuando se
trata de tomar las armas, no aguarda Matathias la elec-
cion del pueblo ; sino que en virtud de una inspiracion es-
pecial de Dios, y de la autoridad que al nacer ha recibido,
auxiliado de su familia y de sus amigos, levanta un ejérci-
to, se pone á su frente, y obra sin reclamacion alguna de
parte de los demas príncipes, que se reunen á él corno al
gefe del pueblo de Dios, y de los defensores de sus leyes.


Así tambien, cuando este ilustre caudillo se ve próximo
á la muerte, no convoca la asamblea del pueblo para nom-
brar sucesor: rodeado de sus hijos y de sus amigos sola.
mente, en virtud de la mision de Dios, y de la autoridad
que le pertenecia por nacimiento, les deja á Simon por con-
sejero y por padre, encargando á Judas, su segundo hijo,
de la conducta de la guerra; quien en efecto, á consecuen-
cia de este nombramiento, se pone á la cabeza del ejército..
(Machab. lib. t. cap. 2.)


IV Así igualmente, despues de la muerte de Judas,
no fue todo el pueblo, como se nos ha querido hacer creer,
sino sus hermanos y amigos, y por consiguiente los prínci-.
pes de la nacion, los que se reunieron alrededor de Jona-
ihás , y le dirijieron estas memorables palabras : »Hemos'
perdido á vuestro hermano Júdas, y no tenemos otro que
se le parezca para conducirnos contra nuestros enemigos.....
Así os escogemos hoy para ocupar su lugar, y ser nuestro
príncipe y nuestro gefe." Et congrcgati sunt omnes anzici
Tudce, et dixerunt Tonathce: Ex quo frater tuus Judas de-
Pactas est, vir similis el non est qui exeat contra


ENTRE LOS MACABEOS.
139


cos nostros ..... N'une itaque te hodié elegimus esse pro eo
nobis ira principem et ducenz, &c. Ahora el consentimien-
to de los príncipes y de los amigos de Jonathas no es el
consentimiento del pueblo : luego Ionathas ha sido cons-
tituido por sus amigos , y no por el pueblo. (Lib. x
cap. 9.)


V Así cuando, despues de la muerte de sus hermanos,
convocó Simon al pueblo, y á todos los príncipes , no los
convocó para proponerles elegir entre los individuos del
pueblo, sino entre los príncipes. He aquí lo que les dice:
Vos scitis quanta ego et fratres mei, et domus patris nzei,
fcciMUS pro legibus et pro sanctis llorum gra-
tiá perieruizt fratres nzei omnes propter Israel, et relictus
sum ego solas. Et nunc non mihi contingat parcere ani-
nur mece in oinni tempore tribulationis. Non eninz melior
sum fratribus meis




Et accensus est spiritus populi si -
Et responderunt vote magna dicentes : Tu es dux


noster loco Iudee et Ionathce fratris tui
Et factus est


S1117177ZUS Sacerdos. Tudei ct sacerdotes consenserunt eum es-
se ducem et sacerdotenz suminum in ceternum donec yeniat
Propheta fidelis. »Vosotros sabeis cuantos combates , yo,
mis hermanos, y toda la casa de mi padre, hemos sosteni-
do en defensa de nuestras leyes y de nuestra santa reli-
gion. Todos mis hermanos han muerto peleando por Israel;
y yo solo he quedado de todos ellos. Si yo recelase tener
la misma suerte , no vendria á ofreceros exponerme á igua-
les peligros; pero no quiera Dios que yo os abandone ja-
mas en la tribulacion, no valiendo mas que mis hermanos.
Entonces, inflamado de entusiasmo todo el pueblo, empezó
á gritar en alta voz: Vos sereis nuestro gefe en lugar de
vuestros hermanos, y lo sereis perpetuamente vos y vues-
tros d


escendientes hasta que aparezca el Profeta fiel que es-peramos." En esta asamblea Simon se propone á sí mismo
solamente, y él es e] proclamado de comun consentimien-
to; lo que ciertamente no es proponer una eleccion general
e
ntre todos los individuos del pueblo. (Lib. 1. cap. 13.)


S:




1 40 ORIGEN DE LA. AUTORIDAD
VI Así finalmente cuando llegó el caso de designar sus


sucesores, Sinzon no convocó la asamblea 1 1ee_ pueblo; puso
á sus dos hijos Juan y Tonathás á la cabeza del gobierno y
del ejército con la misma autoridad con elle lo habia hecho
su padre Matathías.


En la Política sagrada del ilustre Bossuet , lib. a se
lee, que el acta que transmitió la autoridad á S:mon fue
extendida en nombre de los sacerdotes, de todo el pueblo,
de los grandes, y de los senadores que concurrieron á ha-
cerle príncipe. Pere en semejantes asambleas, aun cuando
todo, el pueblo proclame, solo el consentimiento del sobe-
rano es el que confiere la soberanía. Ahora el consejo de
príncipes que gobernaba á los judíos bajo las órdenes de
Dios, era, como ya lo hemos dicho, un verdadero sobera-
no: y los Macabeos, por derecho de nacimiento, é inde-
pendientemente de toda eleccion, eran de los primeros de
estos príncipes, y por consiguiente los principales órganos
de este soberano.


VII ¿Mas por qué el pueblo decia nuestro gefe, nues-
tra guerra, nuestros combates, prceliare prcelia nostra?
tenia razon: aquella guerra era guerra del pueblo, como
pueblo; era guerra de los príncipes, corno príncipes; era
guerra de los gefes, como gefes. Todos estaban interesados
en ella; pero no todos eran príncipes, no todos estaban
constituidos en autoridad: solo el consejo de príncipes lo
estaba, y este consejo hereditario tenia su poder de Dios
mismo que en todos tiempos fue el legislador de su pueblo.


VIII ¿Qué se puede pues concluir de una eleccion
hecha á presencia de los príncipes del pueblo, con su con-
sentimiento, ó mas bien por estos príncipes solos?.... Tal es
sin embargo la eleccion de Jonatheis que tanto se vocifera...
¿Qué sc puede concluir de la aclamacion universal de un
pueblo, que encantado de la franqueza y valor con que Si-
mon se proponia á sí mismo en lugar de sus hermanos,
le dijo: tu es dux noster? ¿Es esta por ventura una elec-
cion? Y cuando lo fuese ¿no estaban allí los príncipes de- '


ENTRE LOS MACAnEOS.
141


¿Qué se podria concluir de una eleccion
hecha


ace


trescientostos afros despees de Moises y de Aaron en
las sacerdotes?


presencia de sus sucesores? ¿Sería esta una creacion de au-


toridad?
IX Cuando en otro tiempo, segun la disciplina anti-


gua de la iglesia el clero consultaba al pueblo para la elec-
cion de un obispo, ¿quién conferia la autoridad? ¿Era el
pueblo? ¿Era él el que la tenia ó la creaba?..,.... Nunca se
debe confundir un pueblo que obra contra el consenti-
miento de sus gefes , con un pueblo que procede con su
acuerdo. Un pueblo sin el beneplácito de sus gefes, ni aun.
puede hacer lo que se llama un nombramiento : su elec-
clon por el vicio de no-autorizacion. es radicalmente nula.
Ahora un pueblo que obra en concierto con sus gefes, pue-
de sin duda hacer muy buenas elecciones; pero entonces
no es él quien confiere la autoridad : son los gefes solos los
que la confieren por su sátisfaccion y sus sufragios; v así
es como todos los buenos autores entienden el voto del
pueblo.


X Ademas de los príncipes naturales que cada tribu
tenia ya en Egipto, es evidente que el pueblo hebreo te-
nia gefes hereditarios constituidos extraordinariamente por
Dios mismo desde el tiempo de Moises y de Aaron; y
los Macabeos eran del número de estos gefes. Luego la
historia de los Macabeos prueba tan manifiestamente co
mo todas las demas , que nunca los pueblos han creado á
sus primeros soberanos; que por todas partes el origen de
la autoridad ha existido siempre en la cualidad de autor
universal , anterior á los pueblos mismos.


XI Por importante que sea entrar en estos pormeno-
res, yo no me he propuesto escribir una historia universal.
Y para acabar de una vez, quiero suponer que tenemos
reunidos delante de nosotros á todos los pueblos del mun-
do. Solo haré una pregunta. ¿ Han consentido los gefes de
estos pueblos-su reunion? Si no la han consentido, la elec-
cion es nula. Si la han consentido, no es el pueblo el que




x ORIGEN DE LA AUTORIDAD
confiere la autoridad, sino los gefes. Ahora en todos los
pasages de historia que se han citado, ó los gefes estaban
presentes , ó habian consentido su reunion antes de las
elecciones. Luego aun en las mismas democracias la auto-
ridad y el poder legislativo viene solo de los gefes.


XII ¿Qué prueban pues todos los pasages de historia
que se citan, y que se pueden citar desde aquí al fin del
mundo? Lejos de probar que fueron los pueblos los que al
principio crearon los primeros gefes, prueban al contrario,
que antes de todas las elecciones y proclamaciones posibles
habia ya geles preexistentes que convocaban el pueblo , y
presidian las asaínbleas. Los habia entre los Griegos , los
liabia entre los Romanos, entre los Francos y entre los He-
breos ; los habia en todos los pueblos, y era físicamente
imposible que no los hubiese antes de todas las elecciones
y todas las proclamaciones. Los que gobernaban extraordi-
nariamente como Moises, Aaron, y sus sucesores , no de-
rivaban su poder del pueblo sino del Autor universal de la
naturaleza. Los que gobernaban á sus descendientes en vir-
tud de su cualidad de autor universal, como Nembrod, Ca-
naain, y todos los fundadores de las primeras ciudades, me-
nos lo podian derivar de sus descendientes que todavía no
existian, y solo lo tenian de su cualidad de autor universal.
Luego es imposible citar un solo hecho en la historia,


,.1 0
que muestre á los primeros soberanos como criaturas de los
pueblos; luego todas las historias y todos los monumentos,
de acuerdo con la naturaleza y con la razon, nos gritan al-
tamente , que la autoridad soberana deriva esencialmen-
te del autor universal, y no de la absurda universalidad
de los individuos; luego todas las historias y todos los mo-
numentos, de acuerdo con la naturaleza y con la razon, nos
gritan altamente que nuestra difinicion es exacta: que la
autoridad soberana t'ene su origen en la cualidad de au-
tor como todas las dei las autoridades; y esto , tanto en las
repúblicas y las democracias mismas, como en todos los
denlas gobiernos. Luego todo concurre á probar


ENTRE LOS IslACABEsos. I43
ni puede haber gobiernos representativos


ha los pueblos.


S. 8.° .


Objeciones.


I ¿Y qué dirán á esto los partidarios de la soberanía
del pueblo? ¿Dirán que antes de las asambleas, que tan
gratuitamente suponen, los pueblos no tenian aun padres,
ni por consiguiente quien ejerciese autoridad sobre ellos?
No lo creo.


II ¿Qué dirán pues ? Dicen que un padre tiene cier-
tamente autoridad sobre sus hijos mientras que son peque-
ños; pero que esta autoridad desaparece cuando se han
emancipado! Habuit potestatem patriam in filios , guam-
düt non fuerunt. Suarez, de Legibus, lib. 3.
cap. a. Puffendorf, de patria potcst., &c.


III ¡Pero qué! gritaremos nosotros de nuevo con el
gran Bossuet: ¡cuando mis hijos se hayan emancipado de-
jaré yo de ser su padre, dejarán de ser mis hijos ellos!
¿Quién ha oído hablar jamas de semejante prodigio? Con-
venimos (y aquí está tal vez el equívoco que engaña á estos
escritores), convenimos en que un padre particular no
tiene autoridad sobre sus hijos mas que basta la emancipa-
eion. Una vez emancipados, esta proteccion les es inútil,
porque hay un padre soberano que vela sobre todas las
familias para hacerlas observar las leyes; y porque desde
que hay uno no se necesita mas. Pero porque este pa-
dre particular cese de ejercer su autoridad • se sigue que
deje de tenerla? ni de que cese de ejercer su autoridad par-
ticular, ¿se sigue tampoco que el soberano cese en el ejerci-
cio de la suya? Este es un cúmulo de paradoras, que la ab-
surda opinion de los pactos sociales 'n -; flil. e profundizar, izat,
mas que no por eso son menos absurdas.


IV Cuando los hombres preocupados de la soberaníaque 110




Ir


1 44 ORIGEN DE LA AUTORIDAD
del pueblo tratan de la patria potestad , no consideran
nunca sino los padres particulares ; pero estos padres par-
ticulares tienen necesariamente un padre soberano. Nunca
hablan sino de la potestad de que puede haber emancipa-
cion ; pero hay otra en que esta emancipacion no puede
tener jamas lugar, y es la potestad soberana. Es cierto que
cuando los gefes de cada rama principal llegaban á tener
una numerosa posteridad, el padre los enviaba á establecer-
se á otros paises, donde iban á ser soberanos á su vez; pe-
ro esta gran separaeion no se hacía en el momento de la
emancipacion, faltaba mucho. Y mientras que permanecian
en el pais del padre dependian de su autoridad soberana,
aun despues de haber sido emancipados. Eneas fue soberano
desde que se vió sobre sus bajeles; pero no lo fue mien-
tras vivió con Priamo. facob fue soberano de su familia
luego que dejó á Laban : no lo fue mientras estuvo en su
servicio , y dejó de serlo cuando entró bajo el poder de Fa-
raon. Esta observacion es bien sencilla , pero no poco im-
portante para hacer ver donde empieza la soberanía. Esta
cuenta siempre su fecha desde la independencia , no des-
de la emancipacion.


V Decir pues que un padre particular no gobierna á
sus hijos sino mientras no los ha emancipado, es cambiar
totalmente el estado de la cuestion. No se trata de un padre
subalterno, sino de un padre soberano ; y en este sentido
sostenemos que la emancipacion que hace libre de la auto-
ridad doméstica, no exime de la autoridad soberana. Yo
que fuese príncipe, y aun gefe de una tribu , emancipado
despues de mucho tiempo, mientras viviese con mi padre
estaria bajo su dominio , porque su autoridad es primero
que la mia. Sostenemos que desde el principio los gefes
primitivos tenían en su dependencia muchos hijos eman-
cipados; que Enos , Henoc antes del diluvio, v ATOe antes
de la gran dispersion tenian á sus órdenes muchos hi-
jos emancipados; que Cham cuando partió para el Africa,
todos los gefes de colonias, y todos los fundadores de pu e -


ENTRE LOS MAC AREOS.
gobernaban ya :4u5nablos cuando edificaron sus ciudades,


prodigiosa de hijos emancipados.
multitud[Pero en la imposibilidad d 11e resistir la -eviden


da,
y 'cuando las razones faltan , se echa mano de las


abstracciones. Se conviene en que los geles primitivos te-
nian efectivamente potestad económica sobre sus hijos ca,


mas no potestad politica. Potentiam ceconomicatn,sados,
non autora politicani. (Suar.


Cuando una causa es realmente mala , las sutilezas
la cambian , y ésta está muy distante de mejorar la posi-
don de nuestros adversarios. Porque si los gefes primiti-
vos tenían potestad económica sobre sus hijos, aun des-
pues de casados, es evidente que estos no de jaban á sus
padres desde pequeños, ni aun cuando llegaban á ser gran-
des : luego todas las dispersiones primitivas , y las asam-
bleas populares que se suponen las han seguido, son cuen-
tos. Comenta philosophorim


¡Tenían potestad económica! ¿Y qué, esta potes-
tad económica no era nada? ¡En virtud de esta potestad,
casado y todo permanecería yo en el servicio de mi padre,
dependería de sus órdenes, guardaría sus rebaños, le daría
cuenta de todo, no podría disponer de nada; mi muger, mis
hijos, mis nietos, mis criados, todo estaría rigurosamente
sujeto al padre cometa ; y él no tendría autoridad sobre este
hijo casado! ¿Cuáles son pues los soberanos del día que
ungan otra tanta?


VII Por consiguiente no tenian autoridad politica.
Ilny mala consecuencia Esto es como si yo di jese (per-
mitaseme la comparacion ) que no puedo tener capa por-
que ya tengo vestido. Sabernos que no todos los padres
subalternos de un reino que tienen poder económico en su'
casa, tienen un poder político. Pero no sucede así con los
soberanos que pueden- tener Uno y otro , y tal era cierta-
mente el caso de los gefes primitivos. Como al principio
no tenian al rededor de sí mas que cinco ó seis hi tos ca-
sados; y como estos hijos hasta estar en estado de poder




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348
ORIGEN DE LA. AUTORIDAD


Esta asercion es evidentemente falsa. Los Judíos, losIsmaelitas , los Asyrios, los Idumeos, los de SidoT3 , yen •11 general todos los pueblos primitivos conoeian perfecta•
mente á sus progenitores, pues que llevaban sus nombres.
Pero aun dado que no los hubiesen conocido, ¿qué resul-
tarla? Cuando no se.conocen derechos ya se procuran bus-
car; y tratándose de gobierno no es necesario mucho tiem-
po para hallarlos. Los que pueden tener pretensiones al go-
bierno, no se descuidan en presentarse ellos mismos, y rei-
vendicar sus derechos,


XII Dirán algunos en fin , que, segun esta doctrina,
no habría habido en el mundo mas-que un solo sobera-
no; ;y éste habria sido el pritner hombre!


Y aun cuando esto fuese cierto ¿se seguiría de aquí que
la soberanía venia del pueblo , ó del primer hombre? Pe-
ro este es un debil argumento. Palnziro puebla-un pais por
medio de sus descendientes ; en calidad de autor univer-
sal es evidente que tiene derecho de gobernarlos, y que es
la fuente universal de todas las autoridades: Pirro, uno de
sus hijos , sobrecargando el pais de poblacion por medio de
los suyos, recibe orden de su padre de retirarse á otro con
ellos. Pirro pues, aunque inferior á Palnziro, queda hecho
desde entonces•el soberano natural del nuevo pais, y pue-
de á su vez enviar colonias á otros. En general: cada rama
de la especie humana debió tener esencialmente su au-
tor universal, que aunque subalterno mientras perrnaneció
con su padre, se hizo soberano desde el momento•de


su
separacion. Considérese ahora cuantos soberanos., fundado-
res y beles universales pudo haber desde el principio, que
tuviesen derecho de gobernar en virtud de


su-título de au-
tor universal , puesto que desde el principio cada tribu tu.
yo el suyo.


XIII ¿A qué se reducen pues, todas las objeciones de
los adversarios? A proposiciones vagas, equívocas é ilusio-
nes. Porque un padre subalterno no tiene autoridad sobera-
na, se nos dice que no la. tiene tampoco un padre soberano:


ENTRE LOS i 49
porque un padre. particular no gobierna á sus Lijes mas que
hasta la emancipacion, se nos asegura que los fundadores
de los pueblos, despues de la emancipacion no gobernaban.


Nada hay mas
fkil que adelantar proposiciones; ¿pero dón-


de está la prueba? ¡Será menester extinguir la luz de la ra-
zon, quemar todas las historias, destruir todos los morm-
alientos! Léanse sin embargo las obras modernas de los par-
tidarios dé la soberanía del pueblo, y no se encontrará en
ellas otra cosa. Nosotros hemos extractado de ellas las razones
que nos han parecido de mas peso: y el lector habrá visto
que siempre se concluye de lo particular á lo general , de un
padre subalterno al padre universal , y por consiguiente
de una autoridad subordinada á la autoridad superior.


XIV Pero nosotros oponemos á las aserciones vagas de
algunos autores apreciables que han adoptado esta opinion,
la voz invencible de la naturaleza, el grito de todo el uni-
verso; el respetable testimonio de esa multitud de escritores
que viviendo cerca de los tiempos primitivos han explica-
do el origen de los pueblos y el poder ',de sus gefes, segun
lo habían alcanzado; á saber, de sus mayores, testigos
oculares de los hechos; y apoyados en esta inmensa masa de
pruebas, de hechos y de autoridades, nos atrevemos, á pe-
sar de la ceguedad casi universal de los pueblos, del extra-
vío casi general de los escritores, de la extension verdade-
ramente espantosa de las preocupaciones, y no obstante todo
lo que se pueda pensar y decir en contrario; nos atrevemos,
decimos, á sostener, que es falsa la opinion general acer-
ca del origen de la autoridad soberana , que jamas ha
procedido ni puede proceder de la universalidad de los súb-
ditos, sino del autor universal solamente: que todos los
que gobiernan aun en las repúblicas no pueden derivarla
sino de aqui; y que es imposible citar un solo rasgo de his-
toria, ni hacer una sola. objecion que pueda debilitar la
verdad que establecemos. Vamos sin embargo á confirmar
este resultado por un hecho decisivo que no dejará lugar á
mas dificultades..




r So ORIGEN DE LA AUTORIDAD


XV Hecho decisivo.


Si Dios mismo fue quien colocó el origen de la autori.
dad universal en el universal autor de cada pueblo l qué
aborninacion no será de nuestra parte querer asesinar, de-
gollar, exterminar , hasta hacerla venir de la universalidad
de los súbditos!... Será preciso pues, degollar tambien y ex-
terminar, hasta que la autoridad de Dios venga de la uni-
versalidad de sus criaturas; la de un padre de la universa-
Edad de sus hijos; la de un maestro de la universalidad de
sus discípulos; la de un general de la universalidad de sus
soldados. ¿Qué podía resultar de esta asoladora doctrina si-
no delitos y mas delitos, atentados y mas atentados?


Pero nosotros preguntaremos siempre: ¿asesinar es res-
ponder? ¿La gran obra se reduce á exterminar? En éste
como en otros puntos, la dificultad no consiste en asesinar
príncipes, degollar soberanos, levantar para ellos cadalsos
en todas partes; no consiste en aniquilar sus derechos, y en
despojarlos de la autoridad que Dios les ha concedido
para transportarla á manos del pueblo, á fin de que éste
pueda revestir con ella á sus representantes.... ¿Y qué no
sería menester para esta última operacion? 1.° sería necesa-
rio reunir la universalidad de los individuos: 2.° reunir la
universalidad de voluntades : 3.° dividir cada alma en dos,
para poner la mitad de un lado y la otra mitad de otro &c.&c.
¿Y es esto acaso posible?... Su imposibilidad ha sido victo-
riosamente demostrada en el contrato social. Luego tan
imposible es dar la soberanía al pueblo, como que el pue-
blo la dé á sus diputados. Luego la gran obra no se efec-
tuará jamas.


Ahora, pues, preguntamos á todos los que están en el
error, y se lo preguntamos sin acrimonia, sin invectivas,
sin personalidades: ¿á qué vienen tantos degüellos, tantos
regicidios, tantos crímenes, tantos ejércitos sacrificados, tan-
tos pueblos devastados, tanta sangre derramada, si e


i 51
jamas?, t Aunque"eposible que semejEaNntTeRpEroLyOe:tollsleACYeArlirp_lse n


hasta el fin del mundo se estuviese degollando,
e


degüe-
llo no impediría jamas que Dios hubiese colocado desde un
pr.;ncipio la autoridad universal


en el autor universal de


cada pueblo: no impediría que lo hubiese constituido su
primer propietario, ni que á él solo hubiese concedido la
facultad de transmitirla á todos los denlas; ó que de él solo
la hubiesen de derivar todos los que en lo sucesivo fuesen
gobernando hasta la consumacion de los siglos. No impedi-
ría que la sobcrani a hubiese sido desde el principio el pa-
trimonio de los soberanos; ni haría que pudiese ser jamas
el de los pueblos; y por consiguiente que alguno en el
mundo pudiese dársela, ni recibirla de ellos. Asi que todas
las revoluciones, todos los pactos, todos los atentados serán
vanos para llevar al cabo la gran obra.


Mas ¿cómo esta autoridad universal que Dios colocó


desde un principio en un solo individuo, se extendió des-
pues á todos los individuos, á todos los descendientes
á todas las familias y á todas las ciudades? Si la auto-
ridad natural ha venido de los padres, la autoridad civil
¿no puede venir de los pueblos? Esto es lo que vamos á exa-
minar en la siguiente cuestion, donde nos proponernos ciar
la historia mas verosimil del origen de las ciudades.




CUESTION CUARTA.


DE LAS CIUDADES.


Que la ciudad lu yo igualmente su origen en el
autor universal.


S. 1.° Origen de las ciudades.
S. 2.° De las leyes.
S. 3.° De las constituciones.
S. 4.° ¿Que es una Constitucion?
S. ..5.° De la autoridad natural, y de la autori-


dad civil.
S. 6.° Objeciones: hecho decisivo.


ESTADO DE LA CUESTION.


I d Cuál fué el origen de las ciudades; y en dón-
de nacieron? He aquí la cuestion que se presenta natural-
mente despues de la del origen de ]as autoridades, y la
que hace el objeto de esta importante discusion.


¿Ln dónde nacieron las ciudades? En el mismo lu-
,3 r donde se hicieron las primeras particiones. La palabra
civil viene de ciudad con la misma evidencia que la pala-
bra autoridad viene de autor. Apenas el primer pa-
dre del género humano tuvo algunos hijos casados, que


.formaron al rededor de él una pequeña ciudad, se vió pa-
recer en el mundo un gobierno civil que se hizo mas gran-
de al paso que se multiplicaban las familias; y la autoridad


DE LA5 CI-1711ADES.


del primer padre, que fue solo natural rnientra'tsq:u5"32q e
se hizo civil cuando hubo orofue el único padre,


och
paf?: e sa.II utoridad civil es aquella autoridad universal


que se extiende sobre todos los padres, sobre todas las ca-
sas y sobre todas las autoridades subalternas de una socie-
dad cualquiera. La autoridad de cada padre subalterno, de
donde procede inmediatamente cada generacion , conserva
el nombre de autoridad natural: la del gefe universal , de
la que descienden originariamente todas las generaciones
de la ciudad , toma el nombre de autoridad civil. Mientras
que cada padre subalterno hace parte de la ciudad, tiene
solo una autoridad doméstica, cuyo uso cesa á la emanci-
pacion de sus hijos; pero el gefe universal tiene autoridad
general, cuyo ejercicio no puede cesar .ni cesará jamas, por-
que será siempre necesaria.


III De este modo (dice Aristóteles) se han visto for-
mar en la historia villas y ciudades que fueron desde su
origen gobernadas por reyes. Ex natura videtar pagus co
lonja d0772US essc , quos vocant nonnulli natosque ac nato•
torum natus. Quapropter et initio b. regibus gubernaban-
tur vitales. (Arist. Polit. cap. i.) Segun el testimonio uná-
nime de los buenos autores se han formado de este modo
todas las ciudades; y no puede dudarse que fue el primer
padre el que en cada pais estableció primero á sus hijos.
De este modo (segun dice Malva) los grandes geles de fa-
India se hicieron insensiblemente reyes: ex patribus


paulatim (actos reyes: El padre universal (segun Ro-
-


llin) se hizo legislador nato de todas las familias El pri-
mero de todos los imperios fue el paterno, segun el ilustre
Bossuet; y segun Fenelon, un grande número de fl•milias
vivía bajo la autoridad de un solo padre. Buffo. n, y: los
lemas autores que hemos citado antes, se explican del mis-
mo modo sobre la formacion de las primeras ciudades , y
de•consiguiente sobre el origen de los cuerpos civiles.


IV La autoridad universal ¿reside en el Autor tini.
Y




154. ORIGEN
versal, ó viene de la universalidad de los súbditos? He
aquí nuevamente á lo que se reduce la importante erres-
tion que examinamos. Si viene de la universalidad de
los súbditos, fue necesario en el origen esperar á que na-
ciesen los súbditos antes de tener gobiernos , y no pue-
de concebirse bien la obra del criador. Si al contrario
la autoridad universal reside en el autor universal , todo
será magnífico, y se hallará enlazado en la formacion de
los gobiernos ; y todo será digno desde entonces del gran-
de obrero que preside á la organizacion de este vasto uni-
verso. Apenas se presenta el autor universal empieza á exis-
tir la autoridad universal, y queda fundado para siempre
el gobierno civil. Pero es preciso que salga éste inmedia-
tamente riel gobierno paterno, ó mas bien que exista con
él: porque si yo soy inmediatamente el padre universal de
una sociedad cualquiera, es evidente, como ya hemos di-,
cho, que mi familia inmediata se habrá completado esen-
cialmente viviendo yo; y completada mi familia lo será
tambien mi autoridad , pues que llega á ser todo lo que de-41
be ser, y cuanto podria ser hasta la consumacion de los si- -
glos. Si ini familia emana inmediatamente de mí, es indu-
dable que toda mi posteridad emana tambien fisica y subs•
tancialmente. Y cuando lla gasen á salir de mí en lo succe-
sivo millares de naciones, no tendria vo necesidad de es-
perar su existencia, porque soy ya en vida, fisica y sustan•
cialmente su autor universal.


Para crear pues autoridades civiles no se necesita es-
perar la existencia de los pueblos, porque anteriormente á
su multiplicacion existe esencialmente una autoridad tini-
v2.rsal en el gefc del género humano relativa á todos los
hombres, y una autoridad en el primer propagador de ca•
da pais relativa á los habitantes del mismo país. Siendo
duefio cada uno de los primeros gefes civiles de transmitir
sus derechos soberanos, podemos cubrir el universo de au-
toridades civiles sin necesidad de asambleas.


Y No sucede con el Sector de la naturaleza lo que con


DE LAS CIUDADES. 1 55
aquellos artistas impotentes, que se ven obligados á volver
perpetuamente sobre sus producciones sin poderlas perfec-
cionar jamas. Las obras del Criador son tan perfectas cuan-
do salen de su mano, como pueden serlo; y si para pare•
cerio tienen necesidad de desenvolverse , llevan consigo
todos los principios de su desenvolvimiento. Date mogni-


ficentianz Deo postro , Dei perfecta sunt opera. Apenas
ha sido formada la primera familia de una nacion, por una
absoluta necesidad debe separarse pronto por familias, que
(como dice Bossuet en su Politica sagrada) produzcan in-
sensiblemente ciudades, y de éstas nazcan reinos. De modo
que (segun el pensamiento de este autor célebre, tantas ve-
ces repetido) la familia fue el principio de donde nacie-
ron inmediatamente todos los gobiernos.


VI Los partidarios de las convenciones suponen antes
de la creacion de las ciudades siglos de dispersiones , de
barbarie , de independencia y de disensiones ; pero Aris-
tóteles, Platon, Bossuet, Fenelon y todos los buenos au-
tores pretenden al contrario, que la ciudad nació inme-
diatamente de la familia primitiva de cada pais, sin disper-
siones, divisiones ni convenciones; y este dictamen es el
que sostenemos, como el único que puede hacerse compa-
tible con la marcha de la naturaleza.


VII Despues de haber contemplado con estos mismos
autores la familia fundamental de cada pais en su estado de
simple familia, probaremos por la razon, por la historia,
por todos los monumentos del universo, y por la grande
autoridad del padre la dependencia en que estan los hijos
por las relaciones diversas que les unen, y por el plan in-
destructible del Criador, segun el cual, no solo no pudo
dispersarse esta familia primitiva, sino que la fue imposible
hacerlo; y que los hijos se vieron obligados á permanecer


cerca rededor


mientras fueron pequcfios, y á establecer-
se al de él cuando fueron grandes, para recibir de
su mano las particiones de lo c i ne poseía; y de aquí nacie-
ron las leyes, las constituciones, los contratos, y todas las


v:




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.ap anb o1 opo l A •sol uy asaeledas ou y sopell llgo uoaa:qap
`asatunaa 9 uoaczaoj sal naaip anb ‘saaolaj suttsaq set 0111)
saaoad 'sgacituoti so l ap uloi luua c1 A souoised se¡ ap aoanj
`sgpeinsaaou se f 'lomat la .asacsaadsip a f gasocluai onj sa l anb
aluatuarpougAut aganaci ou anb upas can e ticg as ou sala
-ozca soasa supo] auno 0.10d sosaadsap aupaub uoaatpnd ou
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x 58
ORIGEN


ton, no nos dicen que el orden civil viniese despues de las
dispersiones, sino inmediatamente despues de la familia: ex
natura videtur pagas colonia domas esse. Ni pretenden
que la ciudad fuese obra de los pueblos sino de la naturale.
za: natura civitatem esse. Tampoco nos dicen, segun el
lenguage miserable de nuestros dias, que el hombre sea na.
turalmente sociable; pero sostienen formalmente con Aris-
tóteles, que es por naturaleza un animal civil y asociado:
hominem natura animal civile esse. Y si estos grandes filó,
sofos hubieran previsto que llegaría un tiempo en que el
término societas de que se sirven en todas partes sería tra-
ducido casi generalmente por sociabilidad, no hubieran
tenido de nuestros últimos siglos la idea brillante que nos
formamos nosotros de él. Fac nos singulos, ¿quid stunus?
Séneca dice: prada animalium et victinue, hominem imbe-
editas cingit. Non unguium vis, non dentium axteris
terribilem facie.... nuclum et in firmum societas minuit




socictatem talle et unitatem generis humani ande vita sus-
tinetur scindes. Todos estos testos anuncian seguramente
una sociedad completa, y no una asociacion futura que no
debia verificarse hasta despues de quinientos ó seiscientos
años de la primera ocupacion de cada pais.


VI Porque en los tiempos primitivos se vivia solo de
los productos de la agricultura y de las bestias, pretende
Puifendorf que no tenia entonces el padre razones para
tener á los hijos despues de casados: curra pristis illis tem-
poribus sola agricultura et pecuaria fere viveretur,


, milla ,
erat ratio pare pater filios uxoratos dif,aiús penes se vel-
let retinere. Pero habia entonces una muy fuerte, que era
la imposibilidad de establecerles; y los hijos tenian otra mu-
cho mas para quedar con su padre, cual era la imposibili-
dad de poder vivir en otra parte. Hoy, si no se halla pan en
casa del padre, puede irse á buscar en casa de otro; pero an-
tes no porfia elegirse ni habia sino un solo señor, y todo el
universo era un vasto desierto fuera del campo del primer
padre. El trigo, la leche, los ganados, los muebles y las pro.


uno solo. Pan ó be-
DE LAS CIUDADES. 159


rmoavilsotas (ó1e-selYas es idevlliostiaosne,su,latohdaobi
rte el padre que todo lo ofrece á su hijo , de la


estalla en
benienlasp


una pa P
otra bestias feroces que amenazaron devorarle ! ¿Adónde
irás, filósofo estúpido? Si partes ¿cúal es el hijo imbécil
que querrá seguirte?..... ¡Que, en el mundo ó en un vasto
pais aun no hay sino un solo lugar en donde se halla reu-
nido todo lo que puede satisfacer mis deseos y proveer á
mis necesidades, no hallándose por cualquiera otra parte sino
la esterilidad, la miseria y el horror! ¿y habré de arrancarme
de los brazos de la vida para correr contigo á los de la
muerte?...... ¡Ah! cuando esta absurda dispersion no hubiera
sido desmentida por la historia, se hallarla reprobada por el
buen sentido. Y si fue alguna vez imposible á los hijos de-
jar á su padre, sería sobre todo en el estado primitivo, por-
que todo les atraía y les arrojaba en sus brazos.


VII Diré aun mas. Aunque los hijos hubieran podido
separarse, lo hubiera impedido el padre, y no porfia dejar
de impedirlo. Si hasta que se hallaba en estado de estable-
cerles, los hijos tenian una indispensable necesidad del pa-
dre, éste tenia igualmente necesidad de sus hijos hasta po-
der juntar con que establecerlos en otra parte. A medida
que crecia la familia se aumentaban las necesidades, se mul-
tiplicaban los ganados, y era preciso extender los desmon-
tes. Apenas se halló Cain en estalló de hablar, le entregó
Adan el arado; y desde que Abel se halló en estado cíe cor-
rer, se le confió el cuidado de los rebaños. El acrecentamien-
to del consumo exigia un acrecentamiento de trabajo. Cada
hijo al tiempo de su matrimonio debia á la comunidad los
gastos de su infancia, y daba contra sí un derecho á poder,
le obligar.


VIII Es pues preciso que los hijos quedasen cerca del
padre, no solo por necesidad , sino por deber; no solo por
interes, sino por fuerza. Y aun cuando, lo que no es posi-
ble, deseasen dejar la comunidad , les retendria el padre, y
les diría, »;qué, vuestra infancia me ha costado cuidados




160 ORIGEN
»infinitos!,... ¡Hace quince años que subsistís soló del pro..
»dueto de mis penas, y del fruto de mis sudores ; y
»ahora que os hallais en estado de trabajar me decís que
»vais á correr en los bosques! Comenzad por pagar vuestras
»deudas." Sus hermanos, indignados despucs de haberles
ayudado igualmente á vivir con sus trabajos comunes, ten-
drían el mismo lenguage.


1X Entre los salvages el gefc de la ciudad, mas lacóni•
co en sus expresiones, le daría veinte palos, y le hubiera
mandado á trabajar. Acaso daría otros tantos á todos los so-
fistas que enseñan que los hijos nada deben á su padre
cuando se hallan en estado de andar solos, é impediría el
trastorno del mundo. Por desgracia en nuestros crías ignoro
quién podría aplicar la correccion, porque todos, hasta los
soberanos, creen en estas dispersiones primitivas.


X La indisolubilidad de la familia primitiva queda
probada.completamente por la razon; pero como acostum-
bramos á sostener las pruebas de razon por el decisivo ar-
gumento de la experiencia, emplazamos á los partidarios
de las dispersiones para que nos citen un solo hecho de la
historia que esté en su favor. ¿Qué podrán en efecto citar?'
¿Los autores antiguos que dijeron que sus padres fueron.
antes independientes , y vivieron en medio de los bos-
ques?


Pero precisamente esto confirma lo que nosotros
decimos; porque uu primer habitante cine llega á un pais
cubierto de bosques, se ve precisado á establecerse en me-
dio de ellos. Tal fue el origen de los Griegos y los Germa--
nos, como se verá en la cuestion siguiente




Este primer
padre debe vivir sin leyes, porque no tenia señor : debe
ser independiente, porque estaba sin superiores; y todos los
gefes de las ciudades vecinas se habrán hallado en el Mis-
mo estado. ¿No es esto lo mismo que hemos dicho de los
primeros padres ? Pero porque estas familias nacientes
esten en medio de los bosques ¿se seguirá que los indivi•
duos de que se componen vivirán dispersos? Lo mismo que
los habitantes de París, de quienes no puede decirse que


DE LAS CIUDADES.


161
viven dispersos en los bosques de Boloña, ó las ciudades
vecinas de la Selva Negra, que tampoco se consideran dis-
persas en aquella Selva. Porque las ciudades primitivas es-


abai por bosques , ¿se sigue que estarían sepa.i separarla
Y porque fuesen independientes unas


rdt e, (.)


otras,


itr sus lassie,


¿se seguirá que los hijos eran independientes de
su padre ? Léanse atentemente aquellos autores, y se ha-
llará que todos, hasta los Ciclopes , vivian en familia en me-
dio de los bosques. Luego todos estos autores están en nues-
tro favor.


XI ¿Qué citarán pues los contrarios? El destier-
ro de Cain, ó la célebre dispersion de Babilonia ! Pe-
ro estos dos hechos prueban aun mas claramente que to-
dos los otros la imposibilidad de la dispersion de los hijos.
Porque prueban; 1.° Que hasta entonces los hijos no }ra-
bian dejado á su padre universal: 2.° Que lejos de que qui.
siesen dejarle siendo pequeños, ni aun querían hacerlo de
grandes.


Cuando desterró Dios á Cain de la ciudad paterna, fue
para él un rayo este decreto; y cuando Noé tuvo orden
de anunciar á sus descendientes que debían separarse, se
hizo general la consternacion, y fue para ellos el dolor mas
cruel. En Vano significó el gefe la partida, pues todos se
detenían ; y cuando llegaron á separarse del gefe, se pre-
sentó una nueva dificultad al tiempo de dividirse en gran-
des familias. En lugar de obedecer se pusieron á edificar
aquella soberbia torre, que debía servir de señal para con-
servarse reunidos. Son tan fuertes los vínculos naturales
que unen á los hombres, que para separar esta gran socie-
dad, no digo por individuos, sino por colonias, fue preci-
so que hubiese un poder infinitamente superior al del pa-
dre. Si no hubiera Dios confundido las lenguas, jamas se
hubieran separado aquellos gefes, sino des 1 )ues de haber
vertido arroyos de sangre, porque todos hubieran querido
permanecer cerca de sus habitaciones primitivas. Aun á
pesar de estos golpes de autoridad, no todos partieron, pues


X




-~"16 2 ORIGEN
quedó Nernrod con su familia en Babilonia, como instiga


-


dor principal de la empresa. Léase sobre esta division fa-
mosa á Epifanio , Josefo, Bochan, y á todos los historia-dores y comentadores, y se hallará que están todos de acuer.
do sobre la dificultad de efectuar esta separacion, como lo
está con ellos perfectamente la voz de la naturaleza. ¿Que
no cuesta cuando se trata de dejar á un padre, sus campos,
su patria, una habitacion rica y bien provista para ir á des-
montar bosques y vastos desiertos? Lo mismo que cues-
tan las separaciones forzadas , confirma la imposibilidad de
las separaciones libres; y la dificultad de dividirse por po-
blaciones ó colonias, demuestra que no se verificó la dis-
persion por individuos.


XII Segun esto, no sorprenderá que Bufan y todos
los buenos observadores de la naturaleza traten este esta-
do de dispersion de estado ideal; y que Ticio, Hornio y
otros le desechen corno un cuento absurdo: velud com.
merztum explodendunz. Tampoco debe sorprender el que
Bossuct, Fenelon, Rollin, y cuantos hemos citado antes
nos manifiesten todas las sociedades nacientes viviendo
bajo la autoridad de un solo gran padre; ni el que el
autor de la Ciencia de la legislacion trate de sofistas misan•
tropos á todos los que suponen antes del estado civil un
estado de naturaleza, semejante al de los salvages. Tam-
poco debe admirar el oir á Voltaire asegurar que nunca se
hallaron hombres errando á la aventura al modo de los
animales; ni el que el autor del Catecismo filosófico sos-
tenga que los primeros hombres jamas tuvieron necesidad.
de reunirse porque nunca estuvieron dispersos, y que
vian todos juntos como una grande familia á la vista del
primer padre.


XIII La separacion domiciliaria de los hijos no produ-
jo pues la-disolucion de la sociedad civil; al contrario, ful
ella la que le dió su origen. A medida que se casaba n log
primeros hijos, se les formaba una tienda aparte, y se sel).3"
raban de habitacion; pero esta habitacion nueva dependía,


DE LAS CIUDADES.


al
los hijosde la primera p


los víncu los
o


jasnposiblesi


dad, de


por todos


propaga; en cualquiera. país llegar al estado
justicia y del interes. Y


del primer Pr°P
•̀ En la infancia les era imposible vivirle independencia.


la jusn


gin socorros: cuando se hallaban criados, ademas de las


deudas
recíprocas, debian á su padre quince anos de traba-


jos; y cuando querian casarse, ni tenian con qué estable-
cerse, ni podia establecerlos su mismo padre. Una tienda,
paja y algunos muebles groseros, era su primer ajuar, y la
promesa de alimentarles á ellos y á sus hijos por un tiem-
po convenido, en compensacion de su trabajo, añadiéndo-
se á veces el salario de algunos ganados, eran las primeras
condiciones. Estaban muy distantes de tener todos los per-
trechos indispensables para establecer y aumentar un corti-
jo ó alquería. El padre, la madre, la muger y los hijos de-
bian necesariamente servir mucho tiempo. ¿Y bajo qué se-
ñor? No habia en que elegir, porque no hubo sino uno so-
lo en el universo, y despues uno solo en cada pais.


XIV Es verdad que al paso que habia fondos, emanci-
paba el padre á sus primeros hijos, y que para poder hacer
desmontes les daba hombres, ganados é instrumentos, asig-
nándoles vastos terrenos; pero hasta que se hallaba cultiva-
do el pais, se entendian cedidos como 'á título de foro, bajo
la condicion formal, que la nueva habitacion proveería á
los gastos comunes, lo que era muy




-
necesario, porque ha


bia prccision de mantener las divisiones ó particiones. Me,
jorado el nuevo terreno se hicieron aun mas fuertes los
vínculos civiles, pues no se convenian facilmente en dejar
una tierra fertil para ir á establecerse á los bosques. Bajo
de la tienda, corno en el cortijo, era el padre universal el
verdadero señor, el que hacía las particiones, v el que dic-
taba las condiciones, que eran rigurosamente leyes. De


alacitioiremlf acion de
de as leyes civiles, anteriores en mucho áorio.en d


los pueblos.


X :




164. ORIGEN


S . 2.°
Origen de las leyes.


1 El derecho de propiedad tiene tanta fuerza en opi.
niori de todos los publicistas, que puede transferirse á otro
por sola la voluntad del señor: ea vis est dominii at votan-
tate domini in atizan transferri possit; tanta fuerza que
para efectuar su traslacion, basta la voluntad interpretativa:
si quin voluntatis sute nullan2 edidit testationem cjus esse
bona intelliguntur, cujus ea esse voluisse difunctum, ma-
xime est probabile ; tanta fuerza, que desde que llega á
presumirse la voluntad del Señor, se sabe á quien pertene-
ce el derecho: defunctorum, çaluntatem intellexisse pro ju-
re est; tanta fuerza, que no la destruye la muerte; y que 101
en virtud de la voluntad formal ó probable del Señor
se tiene por cierto é incontestable en el derecho que el
heredero hace una misma persona con el difunto, aunque
los bienes que deja lleguen á subsistir diez mil años des.,
pues de él: hceredis personam quoad dominii tam publici
cuam privati, continuationem pro eadem censeri persona,
certi est juris. (Grotius de jure nutrirte.)


II La voluntad del Señor es la que lo hace todo en la
disposicion civil de los derechos: sin ella puede pasar la co-
sa á otras manos , pero no el derecho. Desde que yo soy se-
ñor exclusivo de unos bienes, puedo darlos á quien quiera;
prestarlos ó venderlos; transmitirlos con condiciones ó sin
ellas; y se poseerán porque yo lo quiero, y por sola la ra-
zon de que soy su señor. Ea vis est dominii ut voluntate
domini in &juin transferri possit.


III La propiedad no es pues como i nmoralmente se
ha querido definir, el derecho de usar y de abusar. Dios
es el origen primitivo de todos nuestros bienes, y no ha
podido dárnoslos sino para hacer de ellos un buen uso;
de modo que por el abuso no podremos dejar de meres
eer castigo. El caracter distintivo de la propiedad es el de


su privilegio el de que
DE LAS LEYES.


nuestro consentim.


165
•erti.calensenlilaitzanáloosterofisorsi;nypnoodeprued,iisaposen,


ue en su verdadera definicion es un derecho
to; de mol) cl
de tal modo peculiar del propietario que no puede ir ade-
lante sin su voluntad.


IV Desde que Ismael cultivó un campo en los desier-


tos fué señor de el por derecho natural ,
y desde que es.


tableció sus doce hijos en diversas porciones de estos de-
siertos se hicieron igualmente estos hijos señores absolutos
cada uno de la porcion que cultivó. Lo que decimos de Is-


mael debe entenderse tambien de los gefes de los Cana-


neos , de los de los Francos, y de todos los que se establecie-
ron el rededor de Adam ó de Cain desde el principio del
mundo, asi como de todos los primeros duques de Ilreta-
ña, Borgoña, Normandia, y de todos los paises en gene-
ral. En los principios cuando la tierra aun no habla sido
cultivada, cada uno de sus pequeños soberanos fué dueño
absoluto de dividir sus dominios como le pareció á propó-
sito: y tal fué en cada pais el poder supremo del primer
propietario.,


V Bajo el imperio de Dios solo, sin leyes, sin límites y
sin concurrentes, nadie pocha disputarle sus poderes: Due-
ño absoluto y señor universal, todo dependia enteramente
de sus voluntades. Esta tienda, estos frutos, estos ganados,
este terreno, y esta joven que deseais por esposa, todo es
rujo; para poderlo adquirir es preciso que yo os lo dé , y
cuando lo hayais obtenido , lo tendreis por sola mi vo-
¿untad. Este será el título único de vuestras propiedades
civiles. Estableciendo el fundador á sus hijos en sus propios
dominios, dirá á cada uno de ellos en el momento mismo
de establecerlos: si alguno os pregunta por qué ocupais este
terreno, podreis responderle, que porque yo lo he querido;
y si alguno os perturba en vuestras posesiones, le declararé
la guerra en el mismo instante, y le condenaré á muerte
si persiste. Y de aquí ha nacido el derecho de guerra y de
paz, y el de vida y . de muerte que poseyó el autor uni-




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691


•2Z.:.5.217 S vi aa




I 70 ORIGEN
derecho inseparable de la libertad, pues que consiste pre.
cisamente en poder salvarse de los abusos del poder. Don.
de quiera que no hay representacion nacional separa 'a
del legislador, los propietarios se verán abandonados, y los
pueblos no serán por eso libres.


XIV En nuestros grandes estados actuales, en los que
se ven reunidas sucesivamente muchas provincias bajo de
un solo soberano ¿ podrá ser ventajoso reducir todas las
costumbres particulares á una sola,costurnbregeneral ?.... El
célebre d' Agueseau que concibió este proyecto, le aban-
donó al fin, porque llegó ,á conocerquepqdrian seguirse de
él graves. inconvenientes. Y en efecto, ademas de las dife-
rencias indestructibles del suelo, del clima y de las produe-
ciones, vemos que los diferentes fundadores de estos du-
cados fijaron el estado de las diversas fámulas que Rabia
en él, haciendo las primeras. particiones. Por eso :si fuese
yo de uno de estos antiguos ducados, y poseyese en este
pais la tercera parte ó la mitad del patrimonio de mis ma-
yores, lo deberia todo al fundador,, porque lo quiso así y y
si se. tocase á sus voluntades, perdcria ani título y queda-
rian arruinados los antiguos propietarios.: ¿Qué ha resulta.
do de treinta años á esta parte de la violacion de todas
las transacciones y de todas. las mudanzas de las leyes ft•
damentales de cada pais? Rios de sangre. , y disgustos in-
terminables; y:hasta que haya nuevas transacciones con las
provincias, y arreglos con los antiguos propietarios, subsis-
tirá la revolucion, sin que pueda ser posible jamas reco-
brar el .reposo, porque todas las fuerzas de la. tierra no pa-
drán jamas destruir /os. derechos. Y vé aquí por qué los con-
quistadores sabios no quisieron tocar . jamas á las leyes fun-
damentales de los paises conquistados.


XV De las leyes fundamentales dice el elocuente Ps'
suet »que, si se violan, se trastornan todos los funda'
›ymentos de la tierra, y se seguirá necesariamente la caida
»de los imperios Parece entonces que vacilan las na


-ciones corno perturbadas y en embriaguez. Las posee


DE LAS LEYES; 171
t, y es inevitable su caida, porque los


»espiritt"le vértigo
, violar las leyes y á mudar el derecho


público n las naciones en el mismo estado que
»


Se hal a


eto, que no sabe qué movimiento dar-
»pueblos llegaro n 13-


»un enfermo hipo-iempre que las leyes son variables y sin
i»consistenca.


»se... Sucede esto
(,


_rolit. so gr. )
Dejan de tener consistencia


desde que su bas e no es la voluntad del fundador.
lo que es una ley fundamental, y no losXVI He aquí


decretos generales de la me:ion, como se pretende en nues-
es imposible, ni la mayoría del pueblo,tros días: porque


porque los que na la tienen forman en todas partes el ma-
u -t la de los inferiores, porque es hecha paravor número;


contrariar sus voltztnacles. La ley del combate disgusta esen-
cialmente á los soldados; la del trabajo á los obreros, y la de
las propiedades á les que no las poseen. No hay una sola ley
que pueda ser dada por una voluntad subalterna. A branse los
libros de derecho , y se hallará que los autores mas recomen-
dables no han definido jamas la ley de Díos la voluntad gen
neral de los hombres, ni la ley civil la voluntad general de
los súbditos: Tam poco dicen que. ninguna de las dos tome su
fuerza de la aceptacion de los inferiores. En el universo, en la
iglesia, como en la ciudad y en todas partes, es definida la
ley : »el mandato justo, estable y legal de un superior que
»obliga por su voluntad á la comunidad que le está sorne-
»ticla:"proecepturn principis justum estabde. Este mandato
no es legal sino en cuanto es testamentario; y vé aquí por
qué Dios mismo klió el nombre de testamento á todas sus le-
yes, y por qué urz legislador es general en todas partes con-
tra la voluntad general. Prceeepturn justumet estabile. ¿Qué
es la ley? (dice M. de la Mennais, pag. 5oo) es una volun-
ta


e d quién
u¿p¿pero


es desta
quién? ¿de los súbditos?... es imposible; ¿pues


XVII


-voluntad? del legislador.
Pero esta voluntad del legislador no es arbitra-rieab,debe porque


conformarse
hay leyes primitivas y fundamentales á las que


para serlo reglas para ser justo. Prceceptum justum: tiene
y debe tenerlas.


Y:




172,
ORIGEN


e treinta
Porta qué á


nuestras leyes han perdido su
consistenciad


esta parte? ¿Por qué los decretos de la vis.pera son re
formados por los del dia siguiente? ¿or qué


santos volúmenes enormes de disputas, de variacione
s yde d iscursos para cada decreto, sino porque (como
diceL'ossuet) han sido destruidas nuestras leyes fundamentales ,y no tenemos ya reglas fijas en nuestra legislacion?


Aunque tuviéramos seis cámaras legislativas jamas po-drán todos sus decretos tener fuera de ley si no estan con-formes con las reglas de la justicia. De aquí nace la indis-
pensable necesidad de que las leyes sean


examinadas: de
aquí el interés del legislador en que lo sean; y de aquí por
último aquella hermosa máxima del mas juicioso de nues=
tros escritores, el presidente Hanault: que la autoridad nodebe dar las nuevas leyes sino como emanaciones, de lasantiguas.


XVIII De aquí en fin la i mportancia de trabajar sin
tesar en reformar las leyes en todo lo que se halle en ellas
contrario al derecho natural. »Sería un absurdo (dice .8/./r-
»lamaqui) pretender que las leyes una vez hechas deban
»subsistir siempre ,- aunque sobrevenga el inconveniente
»que se quiera." Los Licurgos, los Solones y los Carlomag-
nos , que trabajaron en perfeccionar .las leyes, fueron casi
divinizados por' los pueblos. Pero cuanto es ventajoso per=
feccionar las leyes, otro tanto es dañoso destruir sus funda-
mentos, pues que con ellos se trastorna el estado de las fa-
milias. »No mudamos vuestras costumbres(decia Carlomag-


j
no á sus súbditos), sino que las mejoramos...." En estas me-
oras jamas procedió sin su acuerdo, porque lo que intere-


sa á las propiedades no puede ser mudado jamas sino con
el consentimien to de los antiguos propietarios.


Véase aquí en dos palabras conformes á todos los mo-.
numentos la historia natural de la legislacion primitiva de
los pueblos. Fue el padre primitivo de cada uno de ellos el


primer legislador; y así es facil concluir que somos en to-
das partes los antípodas de la naturaleza.


DE LAS LEYES.


Luego


-173


fue ere o explicarlas,
fundador declaro' sus voluntades


f
que


Interpretarlasr t rl s y defenderlas con las


armas




en


c


ote viviendo el padre, y que desde.este momento fue


seega


-


a


omano.




De allí


este


el gobierno civil que nació precia


'snde4tructible, porque sin esta gran rueda no hubieran


o


po-
did marchar juntos los gobiernos particulares.


Como estas voluntades eran universales, fue preciso cuan-
do hubo muchas ciudades nombrar jueces, ma gistrados y
filmares para hacerlas observar; y como eran perpetuas,
(elfies tambien preciso .constituir sucesores para perpetuadasl


pues de la muerte. El mantenimiento de las leyes pro-
dujo ;indispensablemente la necesidad de las constitucio-
nes.- ¿y quién constituyó ? El que tenia la soberanía. ¿A
quién constituyó? A quien quiso, porque la soberanía
le perteneeia aun mas particularmente que todos los de-
nlas derechos.


S. 3.°
Origen de las constituciones civiles,


I Si en cualidad de fundador puedo transferir mis dere-
chos de dominio á quien yo quiera, porque soy señor de
ellos; podré transferir con mas razon mi soberana autori-
dad á quien me agrade, porque soy aun mas completamen.
te el propietario de ella. No he creado las tierras ni los gana-
dos, pero he engendrado á los hombres, que han sido ex-
traiclos de mi sangre, y formados de mi propia substancia;
de m odo que no hay propiedad igual á esta. Si el nacimien-
to. ó el primado del nacimiento no dan derechos al domi-
l' io , lo dan mucho menos á la autoridad.; pero si yo soy
el autor soberano de una ciudad, la soberanía será mia , y
mia sol


amente; y ni aun mi primogénito podrá poseerla porderecho de naturaleza , porque si puede tenerla , como
enalquiera


otro, será en virtud de mi voluntad. En la dis-posicion
ce esta propiedad principalmente soy absoluta y


erchlsivamente
el señor soberano.


yl




1 74 ORIGEN
II Pero si el fundador de cada pueblo fue dueño de


conferir su soberanía á quien quiso-¿qué se diría de un
hombre que raciocinase de esta suerte ? Los gefes pri


,tiVos del género humano no han legado su soberanía á los
que han descendido de ellos en linea recta, y por prinzo..




gcnitura: luego no eran soberanos


¿Qué se dirá cuando
se sepa que este raciocinio es de Juan Jacobo Rousseau;
y que, aun extravagante como es, ha seducido casi á todo
el universo, acabado de desnaturalizar la idea (le la sobera-
fía , y de precipitar todas las constituciones en el abismo
revolucionario ?


III Parecerán extrañas estas aserciones; pero no por
eso dejan de ser fundadas. Ábrase el Contrato social


•, y se
verá en el capitulo 2.° que Rousseau, no solo rehusa la so.
beranía de los primeros gefes, sino que se burla como de
una inepcia, desdeñándose de hablar de ella. »Nada he di-
»cho del rey Adam ni del emperador Nue, padre de los
»tres grandes monarcas que se dividieron el universo ( di-


ce este autor) ; y creo que se llevará á bien mi modera-
»eion ; porque descendiendo en línea recta de uno de es-
»tos príncipes, y acaso de la rama primogénita, ¿quién
»sabe si por la verificacion de los títulos me hallaré el rey
»legítimo del género humano?"


Se convendrá que en esta ironía el rey Rousseau es mas
risible que el rey Adam. En punto de extraccion, los gefes
primitivos se hallan colocados con préferencia; y cuando,
lo que no es posible , la autoridad universal de que fueron
revestidos se hubiese debido al nacimiento, podríamos siem-
pre reirnos de ver al autor del Contrato social reclamar es-
ta herencia al derecho de sus abuelos. Pero como tenemos
contra los errores de Rousseau otras armas que la rechifla,
admitiremos, con confusion suya, su propia hipótesi , y le
.proclamaremos generosamente descendiente en linea recta
y por primogenitura de los primeros gefes del género ha-
Inano. ¿Qué concluirá él de esto?


Pues que pretendemos que estos primeros gefes eran


DE LAS CONSTITUC IONES CIVILES. 175
soberanos por derecho natural , conclui4cque les ea: de,.
bida la soberania. Muchas gentes lo creerán con se-
gun esta idea superficial, se unirán á Rousseau para mudar
de su fuente las autoridades, y transportarlas á la, Universa-


lidad de los inferiores. Pero precisamente, porque estos pri-
meros gefes eran soberanos por derecho natural, sostene-
mos nosotros que eran dueños absolutos de su soberanía, ,y
que no la clebian ni aun á los primogénitos.


Para,-restablecer un punto de derecho tan importante al
orden social, pero que ha sido desconoc.ido..,generalmente,
demostraremos á Rousseau , que aunque?0L de laalpri
meras familias de Ginebra, y de las primeras easas,,idel
inundo, descendiente en linea recta y por los primogeni-,
tos de los primeros soberanos de la : tierra, no sería; por ,eso
el rey legitimo del géneroMmanoique i esta pne,41;iloula,
con vergüenza suya y oprobio de . los que se. hmIdejado
ofuscar de ella ; no prueba sino que el autor del Corwato,so-
cial no supo jamas lo que era la soberanía ;- , que los , parti-
darios de las convenciones tampoco lo saben u que á pe-
sar de la alta opinion que tenemos de nuestros conocimien-
tos, vivimos casi todos, en la ceguedad mas profunda sobre
los principios elementales de los gobiernos. Sígasenos en
nuestrasdiscsiones.
, IV ,Hay derechos de tal modo propios y personales,


que no debiéndose á otros, pueden transmitirse á quien se
quiera ,, sin que ninguno pueda. (pelarse de ello. Tales fue-
ron en el origen todos los derechos del primer propagador
de cada pais, y mas que alguno otro el de paternidad:
Pueden los hijos, por sus ,trabajos . y cuidados „ . adqnirir de-
rechos á una poreion de bienes del padre; pero es impo-


..


sible que los adquieran á la partieron de la autoridad pa-
terna, porque el acto que la da es evidentemente anterior
á su existencia.


V Pneden muy bien los hijos;engendrar y hacerse au-
tores de sus descendientes ; pero. todas estas autoridades
parciales dejan sobre sí la autoridad suprema del padre