MEMORIAS
}

MEMORIAS
TARA 51111VIR


. LA . Inr-nnIA


JACOBiENHISMO.


TOMO PRIMERO,




III S 1/1 111 II A 11
LA HISTORIA


DICVM 1111
SU AUTOR EL S. r BARRUEL;


TRADUCIDAS AL CASTELLANO , Y AUMENTADAS CON ALGUNAS NOTAS


RELATIVAS A LA. REVOLUCION 1)E ZSPA DEL A50 1808


POR EL 1E.~ Y nsv.m.


S. D. Fr.. RAYMUN1)O STRAUCH y VIDAL ,
oxasro QUE FUE DE VICyl , EN EL PRINCIPADO DE CATALESA.


NUEVA EDICION,


GORREE 1)


CON 1111:Y PARTICULAR iismF.n0 , Y COTEJADA CON EL ORICIYAL TRANCES.


TOMO PRIMERO.


1-5


PEPxPLIÑAN
EN LA IMPRENTA. DE 3. A I .


82 7..




e


D EL TRAD U C T OR.


EN


todos tiempos la religion y sus profesores han tenido
enemigos. El autor y consumador de nuestra fe, Jesucristo.
hijo de Dios y hombre verdadero , ya echó en rostro á los
incrédulos de su tiempo , que sus padres 'labial) perseguido
á los profetas y sabios que les habia enviado , y aseguró
mas de una vez á sus apóstoles , que serian perseguidos
por su santo nomIre. Sus enemigos le quitaron la vida
con los mas exquisitos tormentos en las afrentas de una
cruz , y dijo á sus discípulos , que si él 'labia sido perse-
guido, tambien ellos lo serian. En todos los siglos del Cris-
tianismo, desde aquella época , se han levantado hombres,
unos con el poder de las armas , otros con las astucias
del sofisma contra esta villa religion. Los anales eclesiás-
ticos nos recuerdan ya la tiranía de las potestades del siglo,
ya la sofistería de los sabios del mundo empeñados en aca-
bar con el Evangelio. Los Nerones, Dioelecianos , Maximia-
nos , Julianos, sus prefectos y satélites afilaron los cuchi-
llos, encendieron las hogueras, y abusaron del poder para
sacrificar los cristianos. Los Casos , los Porfirios y otros
sabios paganos, pretendieron con su falsa filosofía impug-
nar la religion. Los hereges conspiraron con los tiranos y
Usos filósofos al mismo fin y objeto.


Pero si la religion ha tenido tantos enemigos, esta, con-
tando con las promesas de su autor , ha arrostrado todas
las contradicciones , y ha triunfado siempre de todos sus
émulos. Jesucristo en todos tiempos ha enviado hombres
escogidos, que ya con la eficacia de sus palabras, ya con
la energía de sus escritos , han llenado de confusion y


Torno 1.-




vi PRÓLOGO
cubierto de vergüenza á los enemigos de su nombre. Los
Justinos, los Atenágoras , los Tertulianos , con sus apolo-
gías , contuvieron el furor de los tiranos. Los Gerónimos ,
los Agustinos , los Atanasios , los Gregarios confundieron la
idolatría y heregia. No se ha levantado persecucion con-
tra la iglesia , sin que esta haya contado con defensores
acérrimos de su unidad, santidad, universalidad y mision
apostólica. Jesucristo , amante y amado esposo de la igle-
sia , siempre la ha asistido, asiste y asistirá hasta la con-
sumacion de los siglos.


Pueden por la heregía é impiedad perderse muchos hom-
bres, perderse provincias , y aun perderse reinos enteros ;
podrá en algunas ocasiones el infierno extender sus domi-
nios , y ensanchar sus horrorosos senos ; pero la iglesia
no perecerá, ni el infierno prevalecerá. Infelices los que
se pierden l que , contando con su eterna desgracia , no,
pueden contar con la ruina de la religion. Los tiranos de
los primeros siglos , la rabia y furor de los Vándalos y
Godos, de los Arrianos , Maniqueos , Pelagianos, Albigen-
ses y lemas sectarios inundaron la tierra con la sangre
de los mártires. Esta , como préciosa semilla de la fe
aumentó el número de los ereyeátes; el cielo se pobló de
valientes atletas que celebran en el empireo sus triunfos ;
la iglesia subsiste llena de gloria, y aquellos tiranos y sec-
tarios perecieron.


Al Goliat de la impiedad, que empezó á dejarse ver
á mediados del pasado siglo 18 , le sucederá lo que al
incircunciso Filisteo , que insultaba los ejércitos del Dios
de Israill , y deberá el lin de su existencia á los filos de
su propia espada. Si es feroz la persecucion que en el dia
sufre la iglesia de parte del filosofismo, este quedará cu-
bierto de ignominia ,y aquella triunfará corno siempre.
Yo duerme , ni dormita el que guarda á Israél; y si se
complace el Señor en mirar como pelean sus escogidos
contra la incredulidad, prepara para aquellos las coronas
de honor y gloria , mientras que destina esta con los mal-
ditos homicidas, forniearios, hechiceros, idólatras y mea-


DEI, TRADVCT011. vij
tirosos al estanque ardiente , al fuego , al azufre , á la


b
seemnda muerte. Perecerá Con un horroroso estallido la
Memoria de los impíos, y el Señor y su iglesia perma-
necerán para siempre.


Mucho se ha escrito en estos últimos tiempos en defensa
de la religion contra los filosofistas. El célebre abate Ber-


de la catedral de Paris; el religioso Antoninogier , honor
Valseceld, lustre de la órden de Predicadores, sin contar
otros, han confundido el ateismo, materialismo , deismo,
espinosismo fatalismo , ceptieismo y cuanto puede com-
prender la palabra impiedad. Pero el abate Barruel , honor
del clero galicano , ha sabido valerse de las mismas armas
de los impíos conjurados , y ha hecho tan buen uso de
ellas , que al mismo tiempo que pone en descubierto sus
maquinaciones é impiedades, manifiesta la absoluta igno-
rancia, la incoherencia de principios, y la óontracliccion
eb las aserciones de los pretendidos filósofos del siglo XVIII.
Este digno eclesiástico es autor de muchos escritos que
hacen honor á la literatura eclesiástica. Ha compuesto los
siguientes tratados de que tengo noticia : « Del patriotis-
mo del clero. — De la conducta del Papa en las actuales cir-
cunstancias de la Prancia.— Del Papa y sus derechos religiosos,
con ocasion del concordato.—Pa •dnesis al selor obispo de Lidda.
— Preocupaciones legítimas sobre la constitucion civil, y sobre el
juramento exigido del clero. — Los verdaderos principios del ma-
trimonio, opuestos á la relacion de 111. Durand de Minarle, para
servir de continitacion á la carta sobre el divorcio. — Historia
del clero en tiempo de la revolucion. — Las cartas Helvianas, y
las Memorias para servir d la historia del Jacobinismo.


Emprendi la traduccion á nuestro español de estas Memo-
rias con tres fines distintos, que pueden reducirse á uno.
El primero : para que los católicos y patriotas españoles
tengan conocimiento de la impiedad , espíritu de rebelion
y de anarquía , barbarie y fiereza de los pretendido.s pfialia6-
sotos Voltaire,


•, sus cómplices y secuaces. El segundo
que los que solamente estan iniciados en los primeros mis-




PASC -ItSe
PRELIMINAR


DEI AUTDR,


D ESDE los primeros dias de la revolucion fran-
cesa, se manifestó , con el nombre fatal de Jacobi-
nos , una secta, que enseña y sostiene que todos
los hombres son iguales y libres. En nombre de
esta igualdad y libertad asoladoras, los Jacobinos
derribaron los altares y los tronos; y, proclamando
igualdad y libertad, excitaron la rebelion y preci-
pitaron los pueblos en la mas horrorosa anarquía.
En el instante que apareció, contó la secta con tre-
cientos mil iniciados y la sostenian dos millones
de brazos, que se movian á su voluntad en toda
la Francia, armados dé teas incendiarias, de picas,
de segures y de todos los rayos abrasadores de la
revolucion. Las atrocidades inauditas que se vie-
ron y cometieron, y la sangre de los pontífices,
sacerdotes, nobles y ricos, de ciudadanos de toda
clase, edad y sexo, que inundó aquel vasto impe-
rio, fue obra de los Jacobinos, que protegieron,
pusieron cn movimiento y dieron impulso y accion
á los asesinos. Estos, despues de haber ultrajado y
cubierto de ignominia en una larga prision al rey
Luis XVI, á la reina y ti la princesa Isabel su her-
mana , los asesinaron autorizadamente sobre un
cadalso, amenazando al mismo tiempo á todos los


Tomo I.
2


Vlll PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.
terios de esta secta desoladora, sepan los proyectos y fines
á que se destinan. El tercero : para que los corifeos de la
impiedad , rebelion y anarquía vean que estan descubiertos.
los arcanos de su iniquidad. Es decir , que el fin , que
me he propuesto , es que todos los españoles sepan lo que
es , lo que contiene , y el fin á que se ordena la decan-
tada filosofía de estos stibios del siglo ilustrado, enemigos
de la religion , de los reyes y de las sociedades. El que
por su estado 6 profesion no puede empuñar la espada
para combatir contra los enemigos de la religion y de la
nacion , y se halla con fuerzas para manejar la pluma
en defensa de lo mas sagrado que puede conocer el hom-
bre, debe no estar ocioso. La naturaleza , la religion y
la nacion , exigen que cada uno trabaje segun sus- talentos
y sus fuerzas para la conservacion de todos aquellos dere-
chos , que tan sacrílegamente vemos violados. Si eres cris-
tiano , la gracia del Señor te conserve en su santa religion;
y si eres impío la misma gracia del Señor haga que te
aproveches de estos documentos.


Esta traduccion solo tiene de libre lo que basta para que
no sea servil. lo me separo de la letra del autor, aun-
que en alguna ocasion le doy mayor extension , para que
sea mas inteligible ; pues asi me pareció que lo debla hacer,
escribiendo para todos. En cuanto á los documentos que en
ella se alegan , me he ceñido escrupulosamente á la letra,
sabiendo que estos ninguna libertad dan á los traductores.
Me . ha parecido insertar algunas notas, y estas van seña-
ladas con (e).


DISCURSO




!X 'DISCURSO 'FRE LES: 1 N Alk


soberanos de la tierra con el mismo destino. Ellos
han hecho de la revolucion francesa el azote de la
Europa y el terror de las potencias, que se coli-
:garon en vano para atajar los progresos de los ejér-
citos revolucionarios, mas numerosos y devastado-
res que los de los Vándalos.


Pero ¿Y que gente es esta , que parece ha vomi
tado el abismo enun momento , y se ha presentado
:con sus dogmas y aceros revolucionarios, con sus
proyectos y medios, -con sus planes y resoluciones
las mas feroces que han visto los siglos? Que secta
.es esta, y como tiene tantos Iniciados, que siguen
el sistema del frenesí y -de la rabia contra todos
los .altares y tronos, y contra todas las institucio-
nes y usos religiosos y-civiles de nuestros abuelos?
.Si -el nombre de Jacobinos se oyó por la primera
vez en los primeros dial de la revolucion, los sec-
tarios son anteriores al derramamiento de sangre.,
v los verdugos que la derramaron., ya tenian afila-
dos sus aceros. Estos fueron los primogénitos y los
hijos queridos de la igualdad y libertad. ¿Y en que
escuela cursaron ? quienes fueron sus maestros ?
cuales .sus proyectos ulteriores ? Y cuando la levo-
lucion francesa haya llegado -á su término ¿estarán
satisfechos los Jacobinos.? cesarán de afligir la tierra,
-de profanar los templos, -de asesinar los reyes, los
pontífices., .sacerdotes., y los ciudadanos de toda


edad :y :sexo ? cesarán de trastornar los go-
biernos y ..de seducir los pueblos.?


-Importancia de la historia del Jacobinismo..
Las naciones y los que cstan á su frente para


atender -á la conservacion y felicidad de las socie-
-dades., no pueden mirar con indiferencia -estas cues-
tones, que son muy importantes. creido que


:13 E T. •A 'T O 'Ft,.


no era imposible resolverlas , ,y me ha parecido
que idoebsiliebliaiscmairs -rnstai .sreeestoal,nciiinoriponen los ys


sistemas, manej os y medios.
'AprielsIctoipliions 'dpeld7ccco' ,t .oys, á este objeto consagro estas
Memorias. Aunque las miras y conspiraeion de los
Jacobinos se hubiesen limitado á las horribles esee,
nas., que .Ya se han representado; aunque .yo hu-
biese cristo, despues del uracán de la revolocion ,
-renacer la serenidad de la pública tranquilidad que
-nos asegurase el fin de los -horrores del jacobi-
nismo , no por 'eso creeria ser de menor interes
-rasgar el denso velo, que cubria los tenebrosos
manejos de los autores de la revolucion. Las épO
cas de las pestes, y la historia cle, las públicas cala-
midades, que en ciertos tiempos han afligido á la
humanidad y han desolado la tierra, no son obje.,-
tos de mera curiosidad , aun cuando los pueblos
-crean que respiran un aire puro. Por lo regular ,
el descubrimiento de los venenos indica los antí-
dotos que se deben propinar, y la historia de los
monstruos nos recuerda las armas con que fueron
vencidos. Cuando las calamidades pasadas vuelven
á aparecer, ó se teme que vuelvan á afligirnos,
es utilísimo saber las causas que atajaron sus estra-
gos , los medios que podian aplicarse para impedir
sus progresos, y los yerros que las pueden repro-
ducir. La generacion presente se instruye con las
desgracias pasadas, y en la historia del jacobinis-
mo hallará la posteridad instruccion para ser mas


sofocando la semilla de una revolucion que,
como la francesa, pueda conspirar contra los alta-
res .


, los tronos y las sociedades. No escribo sola-
mente para la posteridad.; la «eneracion presente
tiene mucho que aprender y mucho que temer




ipi
xij DISCURSO PRELIMINAR
tiene que disipar muchas ilusiones , que pueden
dar ocasion á que renazcan los estragos, en el mis-
mo momento en que se cree que han llegado á
su fin.
Primer error que se debe disipar sobre la causa


de la revolucion.
No nos- alucinemos. Conozco hombres, que se


han obcecado sobre las grandes causas de la revo-
lucion francesa. Los he visto empeñados en per-
suadir, que es desatino pensar el que antes de la
revolucion existiese alguna secta revolucionaria y
conspiradora. Para estos, cuanto ha acontecido en
Francia , las calamidades que la han afligido y
los horrores con que se ve amenazada la Europa ,
se suceden y eslabonan por el simple concurso de
circunstancias imprevistas é imposibles de pre-
verse. Les parece que perderian el tiempo, si bus-
casen conspiraciones y agentes que hayan urdido
la trama y eslabonado la cadena de los aconteci-
mientos. Los actores , dicen , que mandan hoy,
ignoran los proyectos de los que los precedieron,
y sus sucesores no podrán formarse idea del objeto
y miras de los presentes. Pero estos presumidos
observadores , preocupados en una opi n ion tan falsa ,
y alucinados con un error tan perjudicial, ten-
drán valor para decir á las naciones : «No hay que
temer ; no hay porque alarmarse en vista de la
revolucion francesa ; esta ha sido un -volcán , que se
ha abierto y ha hecho su erupcion , sin que se pue-
dan saber los materiales que le han preparado ;
pero solo arderán sus llamas en el pais de su naci-
miento, y en el mismo se apagarán. No hay que
temer; las causas que le han preparado no se ha-
llan en vuestros climas; los elementos en vuestros


»EL AUTOS.


paises estan menos expuestos á fermentar ; las leyes
que os gobiernan son mas análogas á vuestro carác-


,
ter; teneis la felicidad pública mejor establecida,


p
or lo mismo la suerte de la Francia no llegará


en taso que os haya de tocar,
,asta vosotros, y


será en vano cuanto practiqueis para impedirla,
pues que el concurso y fatalidad de las circuns-
tancias os arrastrarán, venciendo toda vuestra re-
pugnancia y resistencia; y no seria de admirar, que
las mismas diligencias que practicaréis para alejar
el mal, sirvan para acelerarle y aumentarle. »


Y habrá quien crea que este errror, capaz de
sacrificar á cuantos se entreguen á una fatal segu-
ridad , ha entorpecido hasta aquellas personas que
Luis XVI habia colocado junto á su trono , para
desviar ,los golpes que la revolucion descargaba
incesantemente ? Las conozco. Tengo entre mis ma-
nos una memoria de un ex-ministro, á quien pidie-
ron su parecer sobrelas causas de esta revolucion
y se le pedia en particular una lista de los prin-
cipales conjurados y una exposicion del plan do la
conspiracion. Pero él contestó , sin la menor per,
plejidad , que era inútil practicar diligencias para
encontrar hombres que hubiesen meditado la ruina
del altar y del trono , ó formado algun plan al
que se pudiese dar el nombre de conjuracion. ¡Infe-
liz monarca! Si los que deben desvelarse en la cus-
todia de vuestra persona, ignoran hasta el nombre
y existencia de vuestros enemiobs y de los de vues-


- b
tro pueblo, c nos admiraremos de que vos y vuestro
pueblo llegueis á ser sus víctimas?


R **




1
DISCURSO DBF,LIMISAR•


Verdades opuestas á este primer error,


Apoyado sobre los hechos y con lás pruebas mas.
incontrastables que desenvolveré en estas Memo-
rias, sostendré lo contrario. Diré y demostraré lo
que mas importa saber á los pueblos, y á lbs que
los presiden y gobiernan. Diré que,. en esta revo,
lucion francesa, todo hasta los: delitos mas atroces,
estaba previsto, meditado , combinado, resuelto y
establecido. Todo ha sido efecto de la mas refinada
malicia; pues todo lo prepararon y dirigieron. unos:
malvados., que mucho antes habian urdido, en sus.
juntas secretas, la trama de la conspiracion , y que
han sabido apresurar v aprovecharse del. momento
favorable á la conjuracion. Si en los acontecimien-
tos de esta ocurrieron algunas circunstancias , que.
parecen agenas de la conspiracion, no por eso deja-
ron de tener su causa y agentes. secretos, que Fas
hicieron. nacer y supierón valerse de ellas como de
resortes para dar mOvimiento á su. complicada má-
quina, á fin de que esta obrase conforme á sus
intentos. Es decir , que estas mismas circunstancias
pudieron servir de-pretexto y ocasión; pero la gran-
de causa de la revolucion, sus grandes delitos.
y atrocidades no dependió de ellos ; pues muchos
años antes se- habia ,


ya decretado en us maqui,
naciones.,


Cuando yo. llegue á manifestar el objeto y exten-
sion de esta conspiracion, me veré precisado á disi-
pareotro- error aun mas nocivo que el' antecedente.
Hay ciertos }sombres iilusos, que convienen-en que
la revolucion. francesa estaba premeditada; pero que,
la intencion de- sus autores solo tenia. por objeto:
la felicidad y regeneracion de los imperios. Dicen,.,
que si sucedieron, grandes ,


desgracias y si estas se


DEL AUTOR;.. xv


enlazaron con sus proyectos, fije porque hubo gran-
des obstáculos, y porque es imposible reengendrar
un gran pueblo- sin fuertes debates; pelo que al fin
lós uracanes no son eternos , las olas se aquietarán
y renacerá la. calma : cuando. esta se manifieste ,. se.
avergonzarán las naciones de haber resistido á la.
revolucion francesa; pero no tendrán mas que hacer
sino imitarla, ateniéndose á sus principios.
Segundo. error sobre la naturaleza de . la. revolución:


Este error es el que . principahnante intentan acre-
ditar y- propagar los corifeos del Jacobinismo. Este
les ha dado,. para que fuesen los primeros y prin-
cipales agentes é instrumentos. de , revolucion,.
aquel escuadron- de- Constitucionales, que aun estan
embelesados contemplando sus decretos sobre los
derechos del hombre, como si fuesen una obra-ma•
ob istral de derecho público ,. y que les dan la espe-
ranza de- ver- á todo el, universo reengendrado por
esta rapsodia- política. Este mismo- error les ha
agregado una prodigiosa multitud de secuaces, mas
ciegos que fúriosos,.. que se podrian tener por hoin-.
:ares de bien , si la virtud fuese capaz de combi.-
narse con los medios feroces de


dei
se valieron


lós conjurados, con el' pretexto- de mejorar: la na-
cion, El mismo error ha. atraido á muchos otros ,
cuya estúpida credulidad, á pesar- de las mejores
intenciones „no descubre en los horrores-del ro de
Agosto, en la. carnicería. del 2 de Setiembre „mas
que unas desgracias:. necesarias. Y este error , en
fin-, les ha- agregado- á los que en- el dia se- con-
suelan. con 1-a esperanza de- un mejor- órden de
cosas, á pesar de- tres ó cuatro- cientos.. mil-' asesi-
natos, de algunos millones de víctimas de la- guerra,
del, hambre ., de la guillotina, de- las convulsiones




vj tímelas° PBELIMINAR -
revolucionarias que ha perdido la Francia, y de la
inmensa despoblacion que esta experimenta.


Verdades opuestas á este segundo error.


Opondré á esta esperanza falaz, y tan imaginarias
buenas intenciones , los proyectos y resoluciones
de la secta revolucionaria y sus verdaderos proyec-
tos y conjuraciones, para llevarlos á ejecucion. Diré,
y debo decirlo , pues las pruebas lo demuestran ,
que la revolucion francesa ha sido lo que debia
ser , segun la intencion y espíritu de la secta ; cuan-
to mal ha hecho , debia hacerlo ; los enormes deli
tos y atrocidades que se han cometido , no son otra
cosa que unos consiguientes-necesarios de sus prin-
cipios y sistemas. Aliado , que la revolucion fran-
cesa, lejos de prepararnos un tarden mejor de cosas,
no es mas que un ensayo de la fuerza de la secta,
pues sus conspiraciones tienen por objeto á todo el
mundo. Si para lograr sus intentos, en cualquiera
parte del orbe, juzga necesarios los mismos críme-
nes, ella los ejecutará, será igualmente feroz, y
segun sus proyectos será lo mismo en todas partes,
si el progreso de sus errores le promete los mismos
resultados.


Consecuencia legitima de estas verdades.
Si entre mis lectores hubiese algunos que dije-


sen ; « si la secta es lo que dice este escritor, es pre-
ciso, ó acabar con los j acobinos, ó perecerán todas
las sociedades; pues en todas, sin excepcion, á los
gobiernos actuales sucederán las convulsiones , los
trastornos, los asesinatos y la infernal anarquía de
la Francia ; » responderé, que asi es; una de las dos
cosas ha de suceder, ó el universal desastre, ó el
aniquilamiento de la secta; pero debo añadir, que


DEL ACTOR. xvij
no se ha de aniquilar la secta imitando sus furores,
su rabia sanguinaria, y el entusiasmo homícida con
que embriaga á sus apóstoles. No ha de ser dego-
llando y sacrificando sus sectarios , ó clavándoles
en el pecho los cuchillos de que se armó. La secta
se ha de destruir asaltándola en sus mismas escue-
las , disipando sus ilusiones , manifestando lo absur-
do de sus principios, la atrocidad de sus medios,
y sobre todo la perversidad y malicia de sus maes-
tros. Sí; acabemos con los jacobinos; pero con-
servemos la vida á los hombres : destruyamos sus
opiniones , y conservemos las personas : la secta aca-
bará su existencia, si sus iniciados y- discípulos la
abandonan para someterse á los principios de la •
razona y de la sociedad. Es verdad que la secta es
monstruosa , pero no son monstruos todos sus
discípulos. La reserva con que ocultaba á mu-
chos sus últimos proyectos , las precauciones de
que se valia para revelar sus misterios solamente
á los escogidos, manifiestan , que temia verse sin
medios, sin fuerzas y abandonada de muchos, si
todos hubiesen sabido lo horroroso de sus secretos.
Yo asi lo creo; y, á pesar de la depravacion de los
jacobinos , la mayor parte habria abandonado la
secta , si hubiesen sabido prever el término á que
los conducia y los medios de que debia valerse.
Porque ¿ como es posible hubiesen sido tantos los
jacobinos, y como habrian podido sujetarse á tan
abominables gefes, si hubiese sido posible decirles
y hacerles entender : ¡ Ved los proyectos de vuestros
gefes; mirad hasta donde se extienden sus maqui-
naciones y conspiraciones !




xviij »iscunso PRELIMINAR'
Importa- á s los pueblos saber los proyectos de los-


Jacobinos,


Si la Francia, cerrada en el dia como el infierno
no puede oir otros gritos que los de los demonios
de la revolucion , nos hallamos en unas- circuns-
tancias en. que aun pueden preservarse de sus vora-
ces llamas las otras. naciones. Todas han oido hablara
de las atrocidades y desgracias, que se han come-
tido y sentido en Francia ; pero es menester que
sepan tambien la suerte que á ellas mismas les
espera, si los jacobinos triunfan. Es preciso que
sepan, que las revoluciones de sus propios paises
hacen parte del gran plan de conjuraeion , asi. como
la de la Francia, y que todos aquellos delitos, toda
aquella anarquía, todas las atrocidades que . se han-
seguido á la disolucion del imperio &anees ,. no son
mas que una parte de la disolucion que á todos se
les prepara. Es necesario que sepan, que tanto su
religion , corno sus ministros, templos, altares y
tronos no son menos objeto de esta conspiracion.
de los jacobinos, que la religion, los sacerdotes,
altares y trono de Francia..


lnteres de las Potencias:
Cuando parecia que ciertos simulacros de paz--


ponian fin á la guerra entre los jacobinos y las- •
potencias aliadas , debian estas saber hasta que'
punto podian contar con los tratados de aquellos.
Entonces, mas que nunca,. era necesario atender
al objeto de estas guerras que hace una secta, que;
envia sus legiones, no tanto para apoderarse de los
cetros, como para romperlos á todos ; que no pro-
metia á sus secuaces las coronas de los príncipes.-,-.


»EL Av TOS. xix


reyes y emperadores, sino que exigió de sus inicia-dos el juramento de quebrantar y destruir las mis-
mas coronas, príncipes, reyes y emperadores. y
entonces, mas que nunca ,.se debla reflexionar, que.


peligrosa con las sectas, no es la que.la guerra mas
se en los campos de Marte. Cuando la rebe-l y anarquía son los elementos de los sectarios,
se pueden desarmar los brazos; pero queda la opi-
nion y persevera la guerra en los corazones. Una
secta, aunque se vea precisada á ocultarse, ó á
aparentar cierta calma, no deja de ser secta; podrá
aparentar que duerme; pero su sueño será el reposo.
momentáneo de los volcanes ; estos cesan de vomi-
tar torrentes de llamas, pero sus fuegos subterrái-
neos estan en. movimiento ; se abren nuevas salidas
y preparan nuevos sacudimientos. No es, pues, el
objeto de estas Memorias la paz ó guerra que se
hace de potencia .á potencia. Sé que, aun cuando
subsiste todo el peligro, no siempre han de estar
desenvainados los aceros., ni siempre hay recursos
para sostener la guerra. Dejo á los gefes de los pue-
blos el: conocimiento de sus medios y fuerzas; pero
sé que hay una especie de guerra, cualesquiera que,
sean los tratados, en que la confianza en ellos pue-
de llegar á ser muy funesta á las naciones. Esta es
la de los conjurados, y principalmente la de ciertos
sectarios,. á quienes los tratados públicos no les
hacen olvidar sus votos y juramentos. ¡Desgraciada
la potencia que se allana á hacer la paz, sin saber
porque su enemigo le ha declarado la guerra! Lo
que, hicieron los jacobinos antes de estallar la pri:-
mera vez, lo volverán á hacer cuando quieran
volver á estallar; ellos, rodeados de- tinieblas, irán
en seguimiento del grande objeto de sus


a-
ciones,.y


los nuevos desastres enseñarán á los pue-




XX DISCURSO PlIELDI/NA.R


blos, que toda la revolucion francesa no ha sido
mas que el principio de la disolucion universal ,
que la secta medita.


Objeto de estas Memorias.
He aqui el objeto de mis investigaciones; dar á


conocer los designios secretos de los jacobinos, la
naturaleza de su secta, sus sistemas, sus marchas
ocultas y tenebrosas, y sus conspiraciones subter-
ráneas. Hemos visto el frenesí, rabia y ferocidad
de las legiones de la secta; se sabe muy bien que
son los instrumentos de todos los crímenes, devas-
taciones y atrocidades de la revolucion francesa
pero no todos saben que maestros , que escuelas ,
que instrucciones y que manejos los han hecho tan
feroces. No será fácil á la posteridad formar juicio
de las plagas por sus efectos, sino después de
mucho tiempo ; el que quiera pintar el cuadro lúgu-
bre de las calamidades que hemos padecido , que
mire sus alrededores ; los escombros v ruinas de
los templos, de los palacios, de las poblaciones ates-
tiguarán por mucho tiempo la barbárie de los mo-
dernos Vándalos. La espantosa lista del príncipe y
sus vasallos asesinados y proscritos, la despoblacion
y soledad de las provincias recordarán el reino de
las fatales linternas, de las voraces guillotinas, de
los bandidos asesinos , y de los legisladores ver-
dugos.


Estos pormenores , aunque humillan tanto la
naturaleza, como afligen el espíritu, no pueden ser
el objeto de estas Memorias. Lo que debo recordar,
con especialidad , no es lo que han hecho las legio-
nes infernales de Marat, Robespierre, Sieyes, y
Felipe de Orleans ; sino que debo manifestar las


DEL AUTOR. XXi


conspiracioness y sistemas, las escuelas y maestros.guieron los Sieyes, los Felipes , los
cuyas teorías silos Pedilones, y que preparan á losCondorcets
pueblos y nacion es nuevos Marats y Robespierres.


propongo , es que en adelante nadie seLo que me
admire, sabido el sistema y manejos de los jaco-
binos, de sus resultados y de lo que pueda aun
sobrevenir. Tan natural es á la secta el derrama-
miento de sangre , la impiedad contra los altares ,
el furor contra los tronos y las atrocidades come-
tidas, como á las pestes ser desoladoras ; si estas
llaman la vigilancia de los pueblos, para quemo se
introduzcan, la secta jacobina, no menos desola-
dora, exige que se tomen todas las precauciones
para preservar á los pueblos y naciones de sus
estragos. A este fin se dirigen mis desvelos é inves-
tigaciones sobre la secta , su origen , proyectos ,
manej os , medios , progresos y gefes.


Triple conspiracion que se ha de manifestar,
y plan de estas Memorias.


Su resultado , y el de las pruebas que me han
suministrado los archivos de los jacobinos y de sus
principales maestros, es que su secta y conspira-
ciones son el conjunto, ó coalicion de tres sectas
y tres conspiraciones, que muchos años antes de la
revolucion francesa se reunieron contra los altares ,
los tronos y las sociedades.


I.° Muchos años antes de la revolucion, ciertos.
personages, que se daban y hacian dar el trata-
miento de filós9M, conspiraron contra el Dios del
Evangelio , contra todo el Cristianismo, sin excep-
cion ni distincion entre católico ó protestante ,
anglicano ó presbiteriano. El objeto esencial de




xxij .insenso pr,EcraNA
esta conspiracion era destruir los altares de Jesu-
cristo, y esta conjuracion es la de los sofistas de
la incredulidad é impiedad.


A esta escuela de los sofistas impíos acudie-
ron, y presto se perficionaron en ella los sofistas de
la rebelion. Estos, añadiendo á la conspiracion de
la impiedad contra los altares de Jesucristo la cons-
piracion contra todos los tronos de los reyes, se
reunieron á la antigua secta, cuyas maquinaciones
componian todo el secreto de las últimas iógias de
la fianc-mazoneria , pero que de mucho tiempo acá
se burlaba de la honradez de los primeros iniciados,
reservando solo para los escogidos entre los esco-
gidos el secreto de su odio reconcentrado contra
Jesucristo y los monarcas.


3.° De los sofistas de la impiedad y rebelion na,
cieron los sofistas de la impiedad y anarquía, que
ya no conspiran solo contra el Cristianismo , sino
contra toda religion , hasta contra la misma reli-
gion natural; conspiran , no solo contra los reyes ,
sino tambien contra todo gobierno y sociedad civil,
y aun contra toda especie de propiedad. Esta ter-
cera secta, con el nombre de Iluminados, se unió
á los sofistas conjurados contra Jesucristo y á los
sofistas y mazones conjurados contra Jesucristo, y
los reyes. Esta coalicion de los iniciados (le la im-
piedad, de los iniciados de la rebelion, y (le los ini-
ciados de la anarquía., formó el club de los Jaco-
binos, y bajo de este nombre, que en el dia es'
comun á la triple secta, los iniciados reunidos con-
firman en tramar su triple conspiracion contra el
altar, el trono y la sociedad. Tal es el origen, pro-
gresos y conspiraciones de esta secta desoladora,
que se ha hecho tan famosa con el nombre de Jaco-
binos.


XXIIIDEL ALTOR.


pues ,.de estas Memorias., es manifestarEl objeto,
separadamente el carácter de cada una de las tres
.conspiraciones, sus autores, sectarios, medios, pro-
gresos y coaliciones. Sé que necesito de pruebas
para denunciar á las naciones unas conjuraciones
de esta naturaleza, y que tanto importa que se
descubran; prometo que lo probaré hasta la evi-
dencia, y por eso doy á este escrito el nombre de
Memorias. Pocha limitarme .á escribir la historia
de los jacobinos ; pero me .acomoda mas, que la
historia halle en estas Memorias una cornpilacion
de las pruebas de que necesita; pruebas deinostra-.
ticas, pruebas multiplicadas y extractadas particu-
larmente de las confidencias y archivos de los mis-
mos conjurados.


Consiguientes de estas conspiraciones.


Con estas pruebas no temo decir á las naciones
y pueblos : «Cualquiera que sea la religion que
.profesais, cualquiera el gobierno de que sois súb-
ditos, y á cualquiera clase de la sociedad que per-
tenezcais , sabed que si el Jacobinismo triunfa, si
los proyectos y juramentos de la secta se cumplen,
perderéis vuestra religion y sacerdocio , vuestro
gobierno y leyes , vuestras propiedades y magis-
trados. Vuestras riquezas, vuestros campos , vues-
tras casas, hasta vuestras chozas ; vosotros mismos
y vuestros hijos ya no serán , ni seréis vuestros.
Pensabais que la revolucion terminaria en Francia;
pero ella no ha sido mas que el primer ensayo de
los jacobinos. Los designios, juramentos y conspi-
raciones de estos sectarios se extienden y abrazan
la Inglaterra, la Alemania, la Italia, la España y
todas las naciones como la francesa. »




DISCURSO PRELIMINAR DEL AUTOR.


Los lectores no atribuyan á fanatismo ni á entú-
siasmo lo que digo ; lejos de mí y de mis lectores.
Pido se lean mis Memorias, y se examinen mis
pruebas á sangre fria; de esta he necesitado para
compilarlas y coordinarlas. Para manifestar las cons-
piraciones que denuncio, seguiré el mismo Orden
que ha observado la secta para tramarlas. Doy prin-
cipio por la que ha trazado y teje contra la reli-
gion de Jesucristo , á la que doy el nombre de
Coizspiracion anti-cristiana.


CONSPIRACION




11..1•••


CONSPIRACI01\
ANTICRISTIANA.


CAPITULO PRIMERO.


PRINCIPALES AUTORES DE LA CONSPIRACION.


A. mediados del siglo XV/II, se dieron á conocer tres
personages poseidos de un ocho el mas irreconciliable con-
tra la religion cristiana. Fueron estos Voltaire, d'Alembert
y Federieo rey de Prusia. Voltaire aborrecia el cristia-
nismo, porque tenia envidia de su autor y de los héroes que
son su gloria; d'Alembert le aborrecia, porque su insensible
eorazon era incapaz de amar ; y Federico le aborrecia
porque no le conociera sino por el trato con sus enemigos.
A estos tres se agregó Diderot , que aborreció la religion ,
porque amaba á la naturaleza como un loco, y porque,
entusiasmado del caos de sus ideas, le era mas grato forjarse
desatinos y quimeras, que someter su fe al Dios del Evan-
gelio. Un gran ' llanero de iniciados entró en esta conspira-
eion 3 pero los mas solo en calidad de admiradores esttípi-
dos , ó de agentes secundarios. Voltaire fue el patriarca ;
d'Alembert , el agente mas astuto ; Federico, el protector,
y á veces consejero ; y Diderot, el hijo perdido.




T cuto I
A




12 CONSPI5AC10
VOLTAIRE.


El primero de estos conspiradores, que antes se llamaba
Maria Francisco Arouet , nació en Paris á 20 de Febrero
de a6p4 , hijo de un antiguo notario de un tribunal y cor-
cel de Paris llamado Chdielet ; pero su vanidad hizo que
se mudase el apellido de Arouet en el de Voltaire , que le
pareció mas noble, mas sonoro y tras á propósito para sos-
tener la gloria á que aspiraba. Ningun hombre Babia visto
el mundo con tanto talento y tanta a mbicion para mandar
en la república literaria. Perola naturaleza no le habia do.
todo de gravedad de costumbres, de espíritu de meditacion,
ni deingenio para las discusionesé investigaciones profun-
das; y aun por desgracia bailó en su mismo corazon las se-
millas de aquellas pasiones que hacen nocivos los talentos.
Por el uso que de estos hizo desde su juventud, manifestó
que se valdria de ellos para conspirar contra la religion. Aun
era simple estudiante de retórica en el colegio de Luis el
Grande , cuando ya mereció oir de la boca de su maestro
el jesuita Le-Jay : Infeliz! tu serás el portaestandarte de la
impiedad (s). Ningun oráculo se ha cumplido con mayor
exactitud. Desde que salió del colegio no trató ni amó á
otros hombres que á los que podian fortalecer sus incli-
naciones á la impiedad por la corropcion de las costum-
bres. Se acom palió con Chaulicu, elAnacreonte del tiempo,
y poeta de los voluptuosos. Se asoció con algunos cpicu-
reos que tenian sus sesiones en el palacio de Vendorne.-
Sus primeros ensayos fueron unas sátiras que merecieron
la dcsaprobacion del gobierno, y algunas tragedias que no
hubieran anunciado sino al émulo de Corneille, de hacine
y Crebillon,si desde entonces no se hubiera ya dado á
conocer por el imitador de Celso y Porfirio, y de todos los
enemigos <le la religion.


(y) Vida de Voltanc, edicion de Rell, y Dice. histúr. de Feller.


cftri•vto annum,. 5
tiempos no estaba seguro en


Fan gli'l')eelrktiasdticelenlhablar en materias reli-
b


r cia, .‘ e.7 n°1
dtaiornedenla a


niosas hallaba muchos embarazos , como lo habia esperi-
mentado con sus sátiras , se resolvió pasar á Inglaterra ,
en donde se enlazó con ciertos literatos que estaban preo-
cupados de las máximas del deismo por los escritos de
Shaftsburv, comentados por Bol ingbrocke. Voltaire los tuvo
por filósofos , y aun se persuadió que los Ingleses ni cono-
cian , ni amaban sino á esta raza de filósofos ; pero si no
se engañó en aquella época , lo cierto es que los Ingleses
en el tila no son lo que eran. Los sofistas que celebra Vol-
taire como formando la gloria de Inglaterra , son mas
olvidados y despreciados en estos tiempos que leidos y se-
guidos. Los Collins y Hobbes estan en Londres al lado de
Tomas Payne , si es que se acuerdan de su nombre. El
carácter inglés,


no es muy á propósito para aborrecer la
religion y hacer gala de la impiedad ; porque estan
satisfechos con su tolerancia y prodigiosa multitud de
sectas, y nada les parece menos digno de un filósofo , que
la afectacion de los sofistas, el odio al cristianismo y las
conspiraciones para destruirle.


Se dice que el filosofismo nació en Inglaterra ; pero yo
no puedo ser de este parece!». El filosofismo , hablando ge-
neralmente , es el error de aquellos hombres que , su je-
tándolo todo á sus conocimientos , desechan, e, en


materia
de religion , toda autoridad , ateniéndose á sus luces na-
turales. Este error es de todos los que no creen los miste-
rios, porque la razon no los puede comprender; de los que
con el pretexto de conservar su libertad , los derechos de
la razon y la igualdad entre todos los hombres , desechan
la revelacion y se oponen á la religion cristiana , que es re.
velada. Este error puede formar secta , y la historia de los
antiguos jacobinos manifiesta que esta secta ya ha mucho
tiempo que existe ;pero 1 ia !ase escondido en los clubs


A 2




4 CONSPIRACION ANTICRISTIVSI.•
subterráneos á la época en que aparecio Voltaire.


Puede este ser el error de algunos particulares, de los
que se han visto muchos en los dos últimos siglos. De las
heregías de Lotero y Calvino, nació un prodigioso mí tuero
de sectas que negaron muchos dogmas del .cristianisino ;
y al fin hubo hombres que se opusieron á todos , no que-
riendo creer cosa alguna (4). A estos se les dió el nombre
de libertinos , que es el que mas les corresponde.


Voltaire en cualquiera parte podria hallar algunos de es-
tos ,-y principalmente en Paris , en tiempo de la regencia
del duque de Orleans , que fue un monstruoso libertino ;
aunque , conociendo que el estado necesita de una reli-
gion , no permitia que se atacase impunemente el cristia -
nismo en los escritos públicos. Es verdad que lés libertinos,
en Inglaterra , por sus Collins y sus Ilobbes , afectaron
cierto aire filosófico , y tenerse por entes pensadores , lo
que debieron á ciertas producciones impías, que en el res-
to <le la cristiandad no se habrian publicado impunemente;
pero también es verdad que Voltaire en cualquiera parte
babria sido lo mismo que en Inglaterra , á lo menos en
aquellos paises en donde las leyes no hubiesen reprimido


(*) El célebre Bergier cu su introdnecion al tratado de /a •erdadera
religion, teje la genealogía de la impiedad en esta forma : Los
protestantes dijeron : no debemos creer sino lo que está expresamente
revelado en la escritura , y solo pertenece á la razon determinar su
Terdadero sentido. Replicaron los Social:mos : luego no debemos creer
revelado , sirio lo que es conforme á la !azor,. De aqui infirieron los'
Deistas : luego la razon basta para conocer la Verdad sin la re; elacion.;


de aqui dedujeron ,pre toda revelacion es , y por lo mismo
falsa. Prosiguieron los Ateos : In que se dice de Dios y de los espíritus
es contrario á la rasan , luego no se ha de admitir sino materia.
Vinieron al fin los Pirrónicos á cerrar el escuadron , diciendo : el
materialismo con t iene mas absurdos y contradicciones que todos los
siste mas ,luego no se ha de admitir alguno de ellos. De este rondo,
despreciando la infalible autoridad de la iglesia, se llega al desesperado
escepticismo.


cLri.,rurm rnImurto. 5
la inclinacion que tenia á empuñar todos los cetros (le la
opin ion y de la gloria , en el imperio de las .ciencii4 y de las
letras. No pocha aspirar á la admiracion y respeto que tan-
to se merecieron los franceses l3ossuet y Pascal , y otros
apologistas de la religion ; Voltaire aborrecia la causa que


; pero émulo de su gloria , emprendió
sostuvieron


para conseguirla un camino del todo contrario. Se resol-
vió á destruir la religion , y cual otro Lucifer , asaltar el
trono de la misma Divinidad , que le era tan odiosa. Re-
suelto á declarar la guerra á todo culto , a s piró á ser el
patriarca de los filósofos , y lo consiguió ; pero para me-
recer y obtener esta dignidad , fue preciso desnaturalizar
la idea de la filosofía , y confundirla con la impiedad. Ele
aqui pues lo que inspiró á Voltaire el proyecto de destruir
la religion ; y le pareció que el pais mas á propósi!o para
la cjecucion de su plan era la Inglaterra. Condorcet que
se inició en los mistes ios de su impiedad , que se hizo su
confidente , historiador y panegirista , asegura que Vol-
¿aire en Inglaterra juró consagrar su vida al proyecto de
destruir la religion , y que cumplió su palabra (1).


De vuelta á Pari_ cerca del año 1730 , ya Voltaire ocul-
taba tan poco sus intentos , habia ya publicado tantos es-
critos contra la religion cristiana , y se lisonjeaba tanto de
poderla aniquilar , que M. lierault dándole en rostro un
cha con su impiedad , y añadiendo : mucho os queda que
hacer , y por mucho (17te escribais nn llegaréis al cabo de
destruir la religion cristiana , Voltaire sin parirse resnon-
dió : esto ló veremos (2). Esta remlucion de destruir la
religion se fortificaba en Voltaire por los mismos ObSiáLti-
los , y siempre se obstinó mas en el proyecto , creyendo
que si lo lograba , le seria de tanta gloria , que con nin-
guno la liabria querido repartir. Estoy cansado , decia ,


(i) Vida
Voltaire , edicion de Keit,(a) Al mismo.


A




7
coissinnAcurr ANTICnISTIANA.


de oír decir que doce benzbres kan bastado para establecer
el cristianmiso ; pero estoy resuelto á probar -que no es ne
cesario mas que uno solo para destruirle (1). Cuando
Voltaire decia esto , que Condorcet repite con tanta sa-
tisfaccion y complacencia , el odio le tenia tan ciego,
que no le permitia ver que el genio del mono
destructor , ó del malvado envidioso , aunque destruya
las obras grandes , los monumentos del arte , no
tiene comparacion con la gloria de babel los hecho ; que
el sofista , aunque levante tanto polvo , que parezca un
neblado y oculte el sol , no puede compararse con el
criador de la luz ; y que para alucinar y seducir á los
hombres no se necesita de la sabiduría , milagros y vir-
tudes de los apóstoles que propagaron la religion é ilu-
minaron y santificaron á los mortales.


Aunque Voltaire se habia propuesto destruir por si
solo la rcligicn cristiana , para reservarse toda la gloria ,
no obstante creyó despues que para esponerse menos ,
y lograr con mayor brevedad y estension sus intentos,
le convenia tener cooperadores. La multitud de discí-
pulos y admiradores que sus escritos inmorales é impíos
le habian hecho ; el embeleso con que los de corazon
corrompido frian las lecciones del patriarca ; el nombre de
filósofos con que eran celebrados por su odio á la reli-
gion , le proporcionaron elegir á los mas sobresalientes
para la ejeencion del proyecto ; pero dando una mirada
al rededor de su escuela distinguió á d'Alembert , que
fue su primer confidente , y á quien descubrió todo el
plan de guerra que se habia de seguir contra Jesucristo,


e
1TE L O P 111M E no.


D'AL EMBEll.T.


Si Voltaire era capaz de representa r en un ejército de
sofistas conjurados el papel de Agaroenon , d'Aletribert
poda representar el de Ulises .


Si la comparacion parece
demasiado noble , sustitt'Lyase la de la Zorra. D'Alem-
bert tenia las astucias , imitaba los rodeos y sabia aga-
zaparse como este animal ; él fue un sugeto que tenia
mas que otro alguno derecho á ser el primogénito ,
por lo mismo heredero de la inmoralidad é impiedades
del patriarca Voltaire . Nunca este tuvo tanto acierto en
sus elecciones como en esta de d'Alembert . Hijo iiegí-
gimo de Fontenelle, 6, segun otros , del médico Asule,


jamas
supo quien fue, su padre, La historia le puede dar


tantos padre, cuantos poclian suponer los escándalos de.
su madre. Clandina Alejandrina Guerin de Tencin , reli-
giosa del monasterio de Montllcuri en el Delfinado , can-
sada de las virtudes de su estado, y apóstata del mismo,


juntó un Paris una tertulia de ciertos literatos , á losque la buena señora llamaba sus bestias (i) ; y de su sa-
crílega ,comunicacion con alguna de estas bestias, nació
el digno primogénito del espíritu de Voltaire. Para
ocultar el crimen y la infamia de su nacimiento, tuv)
á bien su ex-religiosa madre desprenderse de él rele-
gándole á los expósitos. Al principio se llamó Juan-le -Bond,
nombre del oratorio en el umbral de cuya puerta le'
hallaron envuelto en mantillas, la noche del 17 al 113
de noviembre de 1717.


No tardó d'Alembert en castigar á la iglesia por el
cuidado que Labia tenido de su educacion ya desde su
niñez. Su juventud correspondió á lo que porfia -prome-
ter un tiempo en que Voltaire empezaba á reunir secua-
ces de la impiedad. A pesar del cuidado que se tuvo


(T) Alti mismo. (i) Dice. ki,Ljr. A4




8 COISMICIO'S d'N'llent5TIANA.
de su educaeion , su conducta fue como la de tantos Jó-
venes , que se deleitan con leer á escondidas los escritos
contra una religion de cuya verdad no quieren los diso-
lutos saber las pruebas. Con estas disposiciones de su co-.
razon y de su espíritu , tardó poco d'Alembert en ser
discípulo de- Voltaire ; la conformidad de inclinaciones
á la incredulidad, y su odio COIMID contra Cristo , com-
pensaron la diferencia de caracteres , y llenaron el m-
inen:30 intervalo de sus talentos. Voltaire era ardiente ,
colérico é impetuoso ; d'Alenibert reservado , frio , pru-
dente y astuto. Voltaire deseaba el brillo y lucimiento ;
pero d'Alembert se ocultaba , y estaba contento con que
se le apercibiese, Aquel no (lisio-rolaba sino muy á pesar
suyo , y en lugar de ocultar sus baterías , habria que-
rido , como él mismo dice , hacer á la religion una.
guerra abierta y morir sobre un monton de cristianos, que
él llama hipócritas, sacryicados á sus pies (1). Este era
disimulado por instinto ; la guerra que hacia á la reb-
gion era de un gafe secundario, que desde una emboscada
se está riendo , viendo caer á sus enemigos unos despues
de los otros (a). Voltaire con todos sus talentos y gusto
de las que llaman bellas letras , tenia muy pocos cono-
cimientos matemáticos. Al contrario , d'Alembort solo
mereció reputacion por esta facultad , pues sobre cual-
quiera otra es estéril , afectado, confuso y muchas veces
bajo y vulgar. Voltaire es fluido , noble , fácil , rico y
elegante cuando lo quiere ser ; y mientras d'Alernhert
meditaba una sátira ó epigrama , Voltaire llenaba libros
enteros. Voltaire, atrevido hasta ser insolente, con la mayor
intrepidez niega , afirma , inventa falsifica la Escritura,
los santos Padres , la historia ; le es indiferente decir
sí o' no descarga golpes á diestro y siniestro ; poco se


(I) Carta da Voltaire á d'Alembart , del 20 de Abril de 765.
(a) Carta zoo de d'Aiembett, del 4 Mayo de 176 a.


cAriTyLo rrantao.,
le da , mientras hiera y baga daño. D'Alembert al con-
trario , siempre está sobre sí , y para evitar una réplica
que le podria comprometer , anda siempre corno cubierto
de nieblas y nunca de frente , para que no se sepa adonde
va Si le impugnan , se retira , disimula toda refutacion
y le acomoda mas dar á entender que no ha entrado
en combate , que manifestar que ha sido derrotado y
vencido. No asi Voltaire, que solo desea conocer sus
enemigos para provocarlos ; aunque haya quedado ven-
cido cien veces , otras tantas vuelve á la carga ; en vano
se le refuta el error , él lo vuelve á decir , y lo repite
sin cesar , pues solo se avergüenza 'de retirarse, pero no
ele quedar vencido. Despues de una guerra de sesenta
anos , aun se está en el campo de batalla. D'Alembert se
contentó con los aplausos de un número reducido ; pero
Voltaire quitó que los clarines de la fama le celebrasen
desde Londres basta Petersburgo , y desde Boston bas-
ta Stokolmo , y aun esto le pareció poco. D'Alembert se
ocupó en reunir é instruir los iniciados de segundo Or-
den , en dirigir sus misiones y tener correspondencia
con ellos ; mientras que Voltaire convocaba, para hacer
la guerra á Cristo , á los emperadores , re yes , prínci-
pes , grandes y magistrados. Su palacio 'era la corte
del Sultan de la incredulidad. Entre los reyes que pres-
taron hornenage á Voltaire , y se confederaron con él ,
debe la historia nombrar á aquel Federico , que hasta
el presente no ha dado á conocer sino con los títulos
gloriosos de conquistador y administrador.




1 O COXSPIRACION ANT1CRIST1 AYA .


FEDERICO II.
En este Federico , á quien los sofistas llamaron "el


Salomon del Norte , Labia dos hombres. Uno era aquel
rey de Prusia, menos digno de admiracion por sus vic-
torias y táctica militar en el campo de Marte, que por
sus desvelos consagrados en dar á sus pueblos , á la
agricultura , al comercio y á las artes una nueva vida;
aunque con estos desvelos de la sabiduría y beneficen-
cia, de la administracion del interior de sus estados, no
parece compensó lo bastante las quiebras y daños que
causaron sus triunfos mas brillantes que justos. El otro
era un personage el que menos podia enlazarse con la
sabiduría y dignidad de un monarca. El era el filósofo
pedante, el aliado de los sofistas , el escritor impío, el
incrédulo conspirador , el verdadero Juliano del siglo
XVIII , menos cruel y mas astuto , pero igual en el
odio ; menos entusiasta , pero mas pérfido que Juliano,
tan famoso con el nombre ele apóstata. No es fácil que
la historia revele todos los misterios de iniquidad de es-
te impío coronado; pero es preciso que, especialmente
en esta parte, diga la verdad , para que los reyes sepan
la parte que este su colega tuvo en la conjuracion con-
tra los altares, y descubran el origen ele la conspiracion
contra sus tronos.


Federico tuvo la desgracia de nacer con unas incli-
naciones como las de Celso y de toda la escuela de los
sofistas, mas propias para ser impío que religioso. No
habiendo tenido por maestros ni Tertuliano, ni Justi-
nos , ni algunos que fuesen capaces ele aclararle las di-
ficultades en materias de religion , y rodeado siempre
de unos hombres que no sabian mas que calumniar-
la, se declaró enemigo de Jesucristo, y se coligó con 1
Voltaire y d'Alcmbert para destruir set religion. No •era


C.1 P ITI1L0 PRIMERO. 11


mas que príncipe cuando entabló corresponclecia con
Voltaire, y dió principio á sus disputas sobre la metafísica
y religion. Ya so consideraba tan gran filósofo, que es-
cribió á Voltaire : »Para hablaros con mi natural inge-
» nuidad , debo deciros que todo lo que dice relacion


al Hombre Dios no me acomoda en la boca de un ti-
» lósofo , que debe ser superior á los errores populares.
» Dejad para Corneille , ya viejo chocho y reducido á
» la infancia , la ocupacion insípida de poner en metro
» la imitacion de Jesucristo. Cuanto tengais que decirnos,
» sacadlo de vuestro propio fondo. Ello bien se puede
» hablar de fábulas pero solamente como ele fábulas ;
» aunque me parece lo mejor observar un profundo silen-
» cio sobre las fábulas cristianas, que vemos canonizadas
» por su antigiiedad y por la credulidad de gentes ab-
» surdas y estápidas. (1) «


Ya por sus primeras cartas , se descubre que al ridí-
culo orgullo de un rey pedante uniria toda la volubili-
dad y aun toda la hipocre:ía de los sofistas. Federico
pretende dar lecciones á Voltaire contra la libertad del
hombre, cuando este la sostiene (a); y cuando Voltaire no
descubre en el hombre mas que una máquina, Federico
no ve sino al hombre libre (3). Ahora sostiene que ha ele
haber precisamente una libertad, porque tiene idea clara
de la misma : y despues quiere que sea el hombre no mas
que materia, aunque no puede haber idea mas tenebrosa
que la de la materia libre, reflexiva y discursiva, cuando no
sea masque á la manera de Federico. (4) El reprende á Vol-
taire el disimulo con que alaba á Jesucristo , y no se aver-
guenza de escribirle tres años despues :


» Si es necesario
» alistarse bajo las banderas del fanatismo, poco seráloeue


) Carta 53 atto de 1738.
(2) Véanse sus cartas del ario 173r
(3) Carta del lel de Setiembre de 177.(4)Ca, la del 4 de Diciembre de 1775.




I 2 CoNspinÁCIOIN
" adelantaré ; pero no tendré inconveniente en Como-
» ner algunos salinos para que ole tengan por ortodoxo.
» Sócrates incensó los penales ; Ciceron , que no era cré-
» dolo, hizo otro tanto. Es necesario acomodarse al falla-
» tismo del pueblo frívolo , para evitar su persecncion y
» censura, pues lo Mas apetecible del mundo es la paz.
» Portémonos pues como tontos con los que lo son, para
» tener una situacion tranquila (r).« El mismo sofista co-
ronado , participando del odio que su maestro Voltaire
tenia á la religion de Jesucristo , escribió : que la reli-
gion cristiana solo producía yetbas venenosas (2). Voltaire
le dió el par:Wien porque excediendo á los demás prín-
cipes , tenia el espirita bastante ftterte , la vista perspicaz ,
y estaba instruido lo bastante para conocer que la secta
cristiana , despues de mil y siete cientos anos no había
hecho sino mal (3).


No es fija adivinar como este rey tan filósofo , que
con la perspicacia de su vista descubria las yerbas verte-.
liosas , impugnó á los enemigos del cristianismo. Es pre-
ciso que se vea lo que á estos opone cuando refuta el


-Sistema de la naturaleza. ,› Su autor (dice Federico) es
» muy estéril, y procede de muy mala fé, cuando para
» calumniar la religion cristiana le imputa defectos que
» no tiene. Corno se puede decir ( continua el mismo
» Federico), que esta religion tenga la culpa de !as desgracias
» del género humano ? Para proceder con equidad labia


de decir , que la ambicion y los intereses abusan de esta


religion para perturbar el mundo y satisfacer las pa-
» siones. Qué cosa hay que procediendo de buena fé ,
» se pueda reprender en la moral del Decálogo ? Aun-
» que en el Evangelio no hubiese mas que este solo pre-


(1.) Carta del 7 de Enero de 1740.
(2) Carta 143 á Voliaire año r7G6.
(3) Carta del 5 Abril de r764.


eirírvto rztmEno. 13


e
repto : no hagas á otro lo que no quieres que se te haga ,


» nos
veríamos obligados á reconocer en estas pocas pala_


»
oras toda la quinta esencia de la moral. Y el perdon de


»las injurias , la caridad y la humanidad ¿ no las predicó
» Jesus en su eseelente serMon de la montaña (1) 9» ¡Que
contradicciones tan manifiestas: ¿Y este es el Salomon del
Nor te ? Y es te príncipe tiene el espíritu fuerte , y la
vista perspicaz para descubrir que la religion cristiana,
de la que acaba de hacer la apología, solo, produce yerbas
venenosas! Pero con una con tradiceion aun mas estra-
fia , el mismo Federico despues de haber reconocido
la excelencia de la moral del Evangelio , y que no la
religion , sino las pasiones son la causa de los males ,
da á Voltaire la enhorabuena , porque es el azote de
la misma religion (a). 1n..l mismo le comunica sus pro-
yectos para destruirla (3), y pretende , que si esta mis-
ma religion se conserva y protege en Francia , se aca-
barán las bellas artes y ciencias , y el oria ele la supers-
ticion acabará de enmohecer un pueblo amable y nacido
por la sociedad (4).


Si este rey como fué sofista , hubiese sido profeta ,
habria vaticinado todo lo contrario. Habria dicho qua
este pueblo por otra parte tan amable y social ,
ria con sus atrocidades de horror y espanto al universo,
en el mismo momento en que abandonaria st1 religion
Pero Federico , no menos que Voltaire , debia ser el
juguete de su imaginaria sabiduría y de sus opiniones.
Aunque aficionad:á la filosofía , no dejó de manifes-
tar sus caprichos ya en pro ya contra ella. Ya apreció,


(r) Véase el examen del sis tema de la naturaleza , por Federico
rey de Prusia , Enero 1770.


(2) Carta del 12 de Agosto de 1773,(3) Carta del 2 9
de Julio de 177.5.


(4) Carta del 3a de Julio de 1777.




34 CONSPIP,ACION ANTICPISTIANA.


ya despreció á los sectarios , pero no cesó de conspirar
con ellos contra la religion de Jesucristo. La correspon-
dencia entre el rey iniciado, y su ídolo Voltaire se en-
tabló año de 1 7 36 , y á excepcion de algunos pocos años
de desgracia para Voltaire, continuó toda su vida. Esta
correspondencia da á conocer el carácter del incrédulo
y del impío. Federico para representar este papel , de-
pone casi siempre la magestad de rey. Mas apasionado
á la gloria de los que se llaman filósofos , que á la de
]os Césares, á fin de igualar á Voltaire , no se desde-
ñó de rernedarle Poeta menos que mediano , metafísico
subalterno, sobresalia en solo dos cosas : en la admiracion
con que miraba á Voltaire, y en su impiedad, muchas veces
peor que la de su maestro. Agradecido Voltaire á los born e-
nages , que le tribu tabael rey sofista y al zelo con que sostenía
su causa, creyó que debia olvidar los caprichos del mo-
narca, las desazones que le habia causado en Berlin, y hasta
los palos que el déspota le habia enviado á Francfort por
un mayor de su ejército : interesaba mucho á la secta
poder contar con un soberano que apoyase sus manejos.
Ya veremos el modo como Federico cooperó al éxito
de estos; y para que se conciba de algun modo el odio
que contra la religion tenian Federico y Voltaire, es in-
dispensable hacer presentes los obstáculos que ambos
tuvieron que vencer. El mismo Voltaire manifiesta lo
que tuvo que sufrir hallándose en Berlin.


Pocos aiios se hahian pasado cuando escribió á su so-
brina madama Dermis, que era la depositaria de sus se- ,
cretos , en esta forma : » La Métrie en sus prólogos ee-
» lebra su mayor felicidad , porque está junto á un gran
» rey que algunas veces le lec sus versos ; pero llora
» conmigo en secreto, y de buena gana se volvería á su
» tierra , aunque fuese á pié. Y yo ,! porque me estoy
» aquí ? mi respuesta os admirará. La Métrie es un hm-


CAPÍTULO PRIMERO.


"
bre sin consecuencia, que conversa familiarmente con


„ el rey despues de la lectura. Él me ha (lidio en con-
»


fianza y aun me ha asegurado con juramento , que
» pocos días ha habia hablado con el rey sobre mi ima-


que yo causaba envidia; que el
» ginario favor , con
» rey le habia respondido : Aun necesito de él , á lo
»


mas un año; exprimiré la naranja y arrojaré la corteza.
• yo (prosigue Voltaire ) me he hecho repetir estas es-
» presiones tan halagiieñas , he multiplicado mis pregun-
» tas , y La Métrie sus juramentos... He hecho cuanto
» he podido para no creerle; pero no sé á que atenerme.
» Leyendo las poesías del rey , he encontrado dos versos
» con que celebra á un pintor llamado Pére , hasta co-
» locarle en la clase de los dioses. Sé que el rey no se -


para á mirarle ; tal vez hace lo propio conmigo. Fácil
» os será imaginar el arrepentimiento , resentimiento y
» disgustos que me han causado las palabras de La Mé-
» trie (1). «


A esta carta se siguió otra concebida en estos términos:
Ya no pienso en otra cosa sino en desertar con honor,


» en cuidar de mi salud, en volveros á ver , y en olvi-
» dar los sueños y delirios de tres años. Ya veo que han
» esgrimido la naranja , y es hora de salvar la corteza. Pa-
» ra mi instruccion quiero ecmponerme un diccionario
« segun el uso de los reyes. En este di




zzz*
h
, Tc


ecionaii'i ,
,o, lsia gersi pi 1:ea-


» sion anzigo significa esclavo ; querido a
» me sois algo mas que indiferente. Cuando los reyes di-
» gan : os haré feliz , el sentido es : os suft•re mientras


,qo ,
» os haya menester. Si dicen quedaos á cenar c 0111221 •
» el significado es : 711C burlan:


de vos esta noche. El
cionario


die-
» puede ser muy rico , y podrá servir de artí-
» culo para la Enciclopedia. Lo digo con sinceridad : esto
» oprime el corazon. y, es posible sea verdad cuanto he


( I) Carta á Madama Denis , I3ei lin a Setiembre de




CONSPIBACIONIG
» visto ! ¡Complacerse en indisponer á los que viven en
» su componía! ¡ Tratar á un hombre con cariño, y pu-
» blicar libelos contra él ! Arrancar con las promesas
» mas sagradas á un hombre de su patria y tratarle con
» la malicia mas atroz ! ¡ Que contrastes ! ¡ Y es este el
» hombre que me ha escrito tantas cosas filosólicas, y al
» que he tenido por filósofo ! Y yo lo he llamado el


Salomon del norte! Os acordais de aquella bella carta,


que no ha sido ' capaz de aquietaros ? Sois filósofo,


me dijo el Rey , pero yo tambien lo soy. Se'Aor respon-
» deria yo , ni VOS ni yo somos filósofos (t). »


Voltaire en toda su vida dijo verdad como esta. Ni él
-ni Federico fueron filósofos segun el verdadero significa-
do de esta palabra ; pero ambos lo fueron en grado su-
premo conforme el sentido de los conjurados , en el de
una razon impía, cuya esencia es el odio al cristianis-
mo. Luego despues de esta última carta Voltaire dejó en
secreto la corte de su discípulo, y en seguida recibió ea
Francfort aquellos palos que tanto dieron que reir á la
Europa. Para olvidar este ultrage , no necesitó de mas
tiempo que del preciso para domiciliarse en Ferney.
Federico y Voltaire ya no se vieron mas , sin embargo,
el primero volvió á ser el Salornon del norte, y Voltaire
en recompensa fué condecorado con el título de primer


filósqfo del universo. Entre los dos ya no hubo vínculode amor : pero los unía el odio á Jesucristo ; y este lazo
nunca se rompió ni aflojó. La distancia no impidió que
con menos obstáculos se continuase la trama de la coas-
piracion , urdiéndola con mas arte por medio de la
correspondencia.


(r) Carta á la tuistua. Madama del 13 Dleieulbre de T752.
DIDEROT.


CAPITULO PRIMERO. 12


DIDEROZ


En cuanto á Dielerot, se sabe qué sin ser llamado ,
sino como buen voluntario voló al encuentro de los prin-
cipales conjurados. D'Alembert lo consideró _esencial al
objeto de la conspiración, pues descubrió en él uh crá-
neo enfático , un entusiasmo de pitonisa á favor del
filosofismo al que Voltaire Babia dado el tono, un desór-
den en sus ideas solo comparable al del caos , y una volubi-
lidad con la que su lengua y pluma segnian todos los ím-
petus y vaivenes de su fogoso cerebro. D'Alembert viendo á
Diderot con tales prendas , y tan extraordinarias por des-
gracia, le tornó por componer() para hacerle ó dejarle decir
lo que no se atrevia él mismo. Ambos estuvieron unidos ín-
timamente á Voltaire hasta la muerte , como Voltaire lo
estuvo á Federico. Si como los cuatro juraron de des-
truir la religion cristiana , se hubiesen resuelto á sus-
tituir otra religion , ó á fundar cualquiera escuela , es
cierto que no se habrian convenido , pues parece impo-
sible se reunan otros cuatro hombres menos conformes
y unánimes para una empresa de este género.


Incertidumbre y variedad en las opiniones filouyieas de
los geles de la conjaraeion.


Voltaire habria querido ser deista , y se portó como
tal mucho tiempo ; sus errores le arrastraron al espino-
sismo y acabó su vida sin saber que partido debia to-
mar : los remordimientos (si pueden llamarse asi las du •das é inquietudes sin arrepentimiento ) le atormentaron
hasta sus últimos anos. Ya se volvía l aria d'Alecribert
ya hacia Federico ; pero ni uno ni otro le pudieron sose-
gar. Ya era casi octogenario cuando se vió aun precisa-doá iaih, ifestar sus aeludas de .esta ,panera : » CuantoTm


1




1.8 COISPI£I.C105 AtalciusrutIA.,
» nos rodea es del imperio de la duda , y el estado de
» duda es muy desagradable. ¿ Existe un Dios tal como
» se dice , una alma como se imagina , y relaciones co-
» mo se suponen 9 ¿ Hay algo que esperar despues de es-
» ta vida ? ¿ Gilimer despojado de sus estados , tenia tilo-


tivos para reirse cuando le presentaron á Justiniano ?


¿ Tenia Caton motivo para matarse de miedo de ver á


Cesar? ¿ La gloria es algo mas que ilusion 9 ¿Mustafá
» ignorante, orgulloso, vencido, y haciendo mil obsceni-


dades en su serrallo, será mas feliz, si digiere , que el fi-
» lósofo que no digiere ¿ Todos los seres son iguales delante
» del gran Ser que anima la naturaleza ? ¿ En este ca-
» so el alma de Bavaillac será igual á la de Henrique
» IV ? ; O ninguno de los dos tendrá alma 9 Pido al hé- •
» roe de la filosofía que me desenrede esto , que yo no
» lo entiendo (t). »


D'Alembert y Federico , viéndose apurados con estas
preguntas , probaron de responder á ellas , cada uno á
su modo. El primero, no pudiendo fijarse él mismo, con-
fiesa francamente , que no sabe ni tiene que responder.
» Os concedo , dice , que el autor del Sistema de la na-


turaleza , tratando de la existencia de Dios, me parece en
» extremo duro y dogmático; no hallo cosa mas racional en
» esta materia , que el escepticismo. La mejor respuesta que
» se puede dar a casi todas las cuestiones metafísicas, es: ,'
» ¿Que sabemos de eso? añadiendo la refiexion de que : •
» pues que noria sabemos, señal es de que no importa saber
» nzas(2).»Esia reflex ion la añadió por temor de pie Voltaire,
atormentado é inquieto en sus dudas, no abandonase un •
filosofismo incapaz de resolverlas; tanto mas, que él pare-
eia inclinaba á creer no ser indiferente, sino muy impor-
tante su solneion para la felicidad de la criatura. Pero


(x') Carta 1 7 9 del 12 de octubre de 1770.
(3) Carta 3 alm 1770.


CÁPÍTOLO I


Voltaire 'Alembert no le respondió sino para
decirle ,


que si n on ole ePsatia.ecclaron'a,s es la;i«ngsyitsi e:)): d
en metafísica,


eel notz q zte t, ó


única respuesta racional casi para todo (i). »
Federico aborrecia tanto las dudas corno Voltaire ;


pero en fuerza de quererse libertar de ellas, le pareció
que lo habia conseguido , y asi respondió á Voltaire
▪ Un filósofo conocido mio , hombre bastante resuelto
» en sus opiniones , cree que tenemos grandes funda-
» mentos para pensar , que post mortem nihil est ; ó bien
» que la muerte no es mas que un sueño eterno. El.


mismo filósofo pretende que el hombre no es doble
o compuesto , pues no es mas que materia animada por
• el movimiento. Este hombre tan estraordinario dice ,•
» que ninguna relacion hay entre los animales y la in-
» teligencia suprema (a). » Este filósofo tan resuelto , es-
te hombre tan estupendo es el mismo Federico , pues
algunos años despues , sin atribuir ya a quellos delirios
á algun tercero anónimo , dice resueltamente : b'Estoy
• muy cierto , de que no soy doble, ó compuesto ; por
• lo mismo me considero como ente simple. Sé que
» soy un animal organizado que piensa, de lo que in-
» fiero que la materia puede pensar , del (3).mismo ya er-modo
• que tiene la propiedad de ser eléctrica 3
cano á la tumba , y con ánimo de inspirar confianza á
Voltaire , le volvió á escribir : » La gota se pasea su-
» cesivamente por todo mi cuerpo. Es preciso que el
» tiempo, que todo lo destruye,fundaacyanbeen tcoosn)l,aaferlgtaillInsláuqcauvirall
» de nuestro cuerpo ; s
• dos; pero todo esto me hace muy poca imnresion


r,


(t) Carta 19.
( ..1) Carta del To de Octubre de r770.
(3) Carta del 4 de Dic;end,re
14) Can» ckll de Abril de 1776.


33




20 ecrsoinictox A:`ZTICRISTIAXA.
El cuarto héroe de la conspiracion, el famoso Dide-


rot , es aquel cuyas decisiones contra Dios parecian á
d'Alembert demasiado fuertes y dogmáticas. Pero si
derothabia escrito contra los deistas , haciendo la causa
de los escépticos y ateos, tambien sacudió á estos , favo-
reciendo á aquellos : pero tanto si escribia en pro como
contra Dios , parece que no conoció dudas ni remordi-
mientos. Escribia con la mayor ingenuidad cuanto pen-
saba en el dia y hora en que tenia la pluma. En sus
pensamientos filosóficos, 11°. 20, oprime los ateos con el
peso del universo , y sostiene que el ojo de un arador
(insecto), y el ala de urna mariposa bastan para confun-
dirlos, En el código de la naturaleza, afirma que todo
el espectáculo de la naturaleza no le excitaba idea de
alguna cosa divina. En los citados pensamiento filosófi-
cos, n.° 21 , dice que este universo no es mas que el re-
sultado casual del movimiento y de la materia. En el
n°. 33 , dice que nada se puede asegurar sobre la exis-
tencia de Dios , y que el escepticismo en todo tiempo y lu-
gar es solamente lo que nos puede preservar de los dos
estreinos opuestos. Pero en el n°. 22. rogaba á Dios por
los escépticos , porque á todos les faltan luces ; y dice des.,
pues que para ser buen escéptico, es necesario tener la cabeza
tan bien organizada como el fildsofo illontaigne,. Jamas se
ha visto hombre pronunciar con un tono mas decidido,
el si ó el no, y que tuviese menos sujecion, temor, dudas,
remordimientos é inquietudes. Este humor gastaba, y con
el mismo escribió que entre él y su perro no labia mas
diferencia que el vestido (1).


Con estos desatinos en materias religiosas, Voltaire fué
un impío siempre inquieto á cansa de sus dudas y de su
ignorancia. D'Alembert fué un impío sosegado y quieto en
sus dudas é ignorancia. Federico un impío triunfante, ó que


(t) Vida de Séneca, pág. 377.


CAPÍTULO P11111r1l0. 21


á lo menos creyó haber triunfado de su ignorancia , y
que dejara á Dios en el cielo , con tal que no se
admitiesen almas sobre la tierra. Diderot alternativa-
mente ateo, materialista, deista y escéptico, pero siempre
impío y siempre frenético, fué muy á propósito para re,
presentar todos los papeles á que le destinaban. Tales
son los sugetes cuyo carácter y errores religiosos im-
portaba saber , para descubrir la trama de la oonspiracion
que urdieron , y cuya existencia vamos á probar indi-
cando su objeto primario y preciso , y desarrollando y
poniendo en claro sus medios y sus progresos.


113




22 coeseir,Áctue .i.."2<T1crasTI,un'A.
..11. W/sow.
n •n. n


CAPITULO II.


XXIEISISCIA, ÉPOCA, OBJETO Y VXTIINS1011 DE L.S.
CONJUDACION ANTICIUSWIANA.


Caractéres verdaderos de tina conspirador:.


CUANDO afirmo que ha existido una conspiracion an.
ticristiana , cuyos gefes y principales autores fueron Vol-
taire, d'Alenrhert, Federico II, rey de Prusia, y Diderot,
no me limito á decir únicamente que cada uno de es-
tos fué enemigo de Jesucristo , y que sus escritos se di-
rigen contra su religion. Antes y despees de estos cua-
tro impíos ha tenido la religion muchos enemigos que
con sus escritos intentaron propagar el veneno de la
incredulidad. La Francia ha tenido sus Bayles y Mon-
tesquieues. El primero escribió como sofista que no sabia
á que atenerte , pues siempre escribió en pro y en con-
tra con la misma facilidad , y no estuvo poseido
aquel odio característico de los conjurados , ni tuvo in-
tencion de hacer partido. Montesquieu cuando escribió
sus Cartas persianas era solo un jóven que nada habia re-
suelto contra los objetos de su fe, dando esperanzas de que
eorregiria sus yerros, como lo hizo, declarando que siempre
ha respetado la relision , y reconociendo que el Evangelio
cs el /nejo,- regalo que Dios ha hecho á los luvnbles
La Inglaterra ha tenido sus Hobbes , Collins , Woolstons
v Otros incrédulos de esta raza ; pero cada uno de es,


(i) Diccionnario de hombres , por Feller , art. .liontesquicz:.


cÁpITCLO SEGVIDO. 23


tos sofistas siguió su propio impulso , digan lo que quie-
ran Voltaire y Comlorcet ; pues en nada se manifiesta
que estos impíos obrasen de concierto. Cada cual lo es
á su modo , cada uno combate el cristianismo , pero sin
alianza entre sí , sin convenio, y sin que puedan llamar-


esto no basta para tenerlos por conju.se cómplices ; y
rados anticristianos.


Una conspiracion contra el cristianismo , para que ver-
daderamente lo sea , exige , no solo el deseo de des-
truirle , sino tambien un convenio é inteligencias secre-
tas en los medios para atacarle , combatirle y anonadar-
le. Afirmando pues que Voltaire, d'Alembert , Federico
y Diderot conspiraron contra la religion cristiana , sos-
tengo, no solo que fueron impíos , y que sus escritos se
ordenan á destruir la religion , sino que todos cuatro se
convinieron y formaron los planes para atacarla , com-
batirla y destruirla : que entre sí combinaron los me-
dios para realizar la conjuracion ; que nada omitieron.
de cuanto les sugerió su impía política ; que fuéron los
apoyos y móviles principales de los agentes secundarios
que entraron en la conspiracion ; y que con el fin de
que esta tuviese el efecto que deseaban , emplearon to-
dos sus talentos , todo el teson y constancia de verda-
deros conjurados. Para que se crea esta asercion se ne-
cesita de toda la evidencia de la demostracion ; prome-
to que el lector , habiendo leido las pruebas , quedará
convencido. Las pruebas evidentes y demostrativas de


que archivos
anticristiana , están registradas en


iaoci°anrc 'il
est
loss 'sojconura s ,. que son su,
correspondencia íntima , y por mucho tiempo secreta ,
sus propias declaraciones, y diversos escritos de los prirt-
cipaie3 iniciados de la conjumacion.




1


24 COSPITIAC105 A.DiTICRISTUSA.


Archivos verdaderos de los conjurados sofistas.
Cuando Beaumarchais publicó la edicion general de


los escritos de Voltaire con toda la pompa y lujo de los
caracteres de Baskerville , creo que el estado de los pro-
gresos de los iniciados les persuadia que la gloria de su gefe,
muy distante de quedar comprometida con la idea de una
conspiracion tan monstruosamente impía recibirla un
nuevo brillo con la manifestacion de sus designios. Tam-
bien creo que los redactores de estos archivos ( que for-
man la enorme compilacion de cuarenta tomos de cartas
á toda clase de personas, y sobre mil diferentes asuntos,
que se cruzan y entretejen ), ó no conocieron, ó á lo menos
pensaron que nadie podria facilmen te conocer y reunir los
hilos de una trama que ya tantos años Babia que se iba
urdiendo. Cualquiera haya sido su intencion , y aunque
hayan suprimido en parte esta correspondencia , lo cierto
es que no han tenido bastante destreza para imposibilitar
la reunion de los conocimientos y datos que exige la mate-
ria. Un trabajo corno este me habria sido fastidioso y en su-
mo grado repugnante, si no hubiese atendido á su utilidad
y á la importancia é interés de hacer constar con los monu-
mentos de los archivos de los mismos conjurados , la rea-
lidad y existencia de sus conspiraciones , y Manifestar á
las naciones , con las pruebas mas evidentes , las astu-
cias con que estos malvados intentaron seducirlas , y
derribar, sin cxcepcion, todos sus altares , sean de Ca-
tólicos ó Luteranos , de Calvinistas ó Zwinglianos ; sean
de Roma ó Madrid , de Paris ó Viena ; sean en fin de
Londres ó Ginebra, de Stokolmo ó Petersburgo. Me he to-
rnado el molesto trabajo de entresacar de estos que lla-
mo archivos de los conjurados , las demostraciones mas
evidentes , para poder decir sin exageracion á las na-
eiones : He aquí el orígen de los crímenes y atrocida-


25


(


S


sociedades
contra los


s r


cArl LIOIS


conspi raciones


S GO.


c ie dade
al-l-


des de la revolucion francesa : He aquí que segun los
principios y planes e
tares , los tronos , los magistrados y o
volucion y el trastorno han de ser universales. Sé lo que
es denzostraczon ; tambien sé que nunca es mas nece-
saria que cuando se trata de dar á conocer al mundo
sus mayores , mas malignos y mas irreconciliables ene-
migos. Prometo que lo demostraré hasta la evidencia.


Contraseila de estos conjurados.
Los conjurados tienen por lo ordinario su lenguage se-


creto, su contraseña y una cierta fórmula , que, no siendo
inteligible para el comun de las gentes , lo es- para los
conjurados , á quienes manifiesta y renueva sin cesar
el principal objeto de su conspiracion. La formula que
escogió Voltaire , para el fin que se propuso , la dictó
el mismo espíritu del odio , de la rabia y del frenesí.
Ella consistia en estas dos solas palabras: Ecrasez
es decir : destrozad, aniquilad, ó destruid al infame. Es-
ta fórmula y contraseña en la boca de Voltaire, de d'Alem-
bert, de Federico y de todos los iniciados, significa cons-
tantemente, destrozad, aniquilad, <5 destruid á Jesucris-
to.... la religion de Jesucristo. Este Jesucristo , esta re-
ligion de Jesucristo, en la boca de Voltaire y de los de-
nlas conjurados , es el irfatrze que se pretende aniqui-
lar. Pido por favor á los lectores , que repriman su
indignacion , aunque tan justa , hasta que hayan visto las
pruebas.
Pruebas del verdadero significado de la coutraseíía que


da Voltaire.


Cuando Voltaire se lamenta de que los iniciados no
se han reunido lo bastante para hacer la guerra al infa-
me ;


cuando quiere excitar su zelo con la esperanza de
un buen éxito en la misma guerra , no hace mas que




26
-COYSPUlAciorr Aynclus-rwri.


recordar con mas distincion y claridad el proyecto y .
la esperanza que halda concebido , cuando , cerca del
año 173o , respondiendo á Nr. Herault , teniente de po-
licía de Paris , sobre la dificultad que este le proponia
de destruir la religion cristiana , dijo : Esto lo veremos.
Así se lo participó el mismo Voltaire á d'Alembert (r)..
Cuando él mismo se da el parahien del buen éxito en la
guerra contra el infame , y de los progresos que la
conjuracion hace en sus alrededores , celebra singular-
mente á Ginebra , porque en la ciudad de Calvino no
hay sino algunos andrajosos que crean en el Consustan-
cial (2). Cuando declara á Federico que en la guerra
que hace al infame es mas tolerante con los Socinianos,
dice que lo es , porque Juliano apóstata los .babria favo-
recido , porque aborrecen lo mismo que él aborrecia y
menosprecian lo que él menospreciaba. (3). PUES , y
que odio y menosprecio es este , que es comun á Julia-
no apóstata y á los Socinianos, si no el odio y menospre-
cio de Jesucristo ? ¿ Quien es aquel Consustancial , de
cuyo imperio destruido en sus alrededores se regocija
Voltaire , si no es Jesucristo ? ¿ Quien puede en fin
ser aquel infame que se ha de destrozar , para un hom-
bre que ha dicho , » Que estaba cansado de oir que


doce hombres han bastado para establecer el cristia-
» nismo ; pero que él estaba resuelto á probar que no
» es necesario mas que un hombre solo para destruirlo
• (4)»; para un hombre que en sus cálculos y com-
binaciones contra el infame , no temió esclamar :« ¡Será
• posible que cinco ó seis hombres de mérito que se
» entendiesen , no lograsen su intento , despees del


( r) Carta 66 á d'Alembert del 10 Junio de 1760.
(2) Carta 7 u) del 18 Setiembre de 1763.
(3) Carta irederieo del 5 Noviembre de T771..
'4 Vida de Voltait e , por Coudoiert,


CA PíTVLO S • G:5 1)
10
0.


han logrado (t) !eejemplar de doce bribones q


l:


Puede ya dudarse que en la boca de este frenético
oros ;loca bribones son los apóstoles, y el infame su tic-


Parecerá tal .vez á alguno que ya insisto demasiado
en probar lo que ya está demostrado ; pero la mayor
evidencia no puede ser superflua en esta materia. Los
hombres que celebra Voltaire, como que se han distin-
guido por el entusiasmo y teson con que han persegui-
do al infame , son notoria y precisamente los mayores
impíos, y los que han tenido menos miramiento en la
guerra que han hecho al cristianismo. Los que Voltaire
celebra, son Diderot, Condorcet, Helvecio, Freret, Bou-
langer, , Du.marsais y otros impíos de esta ralea. ¿ .Y cuan-
do da cornision á d'Alembert para que reuna gente , pa-
ra hacer con mayores progresos la guerra al infame, á
quienes le, encarga que reuna ? A los ateos , á los deis-
tas , á los espinosistas (a). Pues y que coalicion es esta.
y contra quien pueden reunirse estos yentes ateos, deis-
tas y espinosistas sino contra el Dios del Evangelio ?


Por el contrario , los sugetos contra quienes mas so
irrita Voltaire, y que quiere que traten los conjurados
con el mayor desprecio , son los Santos Padres de la


, y los autores modernos que han escrito para de-
mostrar la verdad de la


b
rel on cristiana , y la divini-


dad de Jesucristo. » La victoria , dice escribiendo á sus
» sectarios , (3) en todas partes se declara á favor nues-
• tro. Os aseguro que en breve tiempo no habrá mas
» que la canalla bajo las banderas de nuestros enemigos;
» pero nosotros no queremos tal canalla , ni para parti-
▪ darios , ni para enemigos. .r. niosotros somos una corpo-


(t) Carta á d'Alember t
del a4 de Julio de 176o.(a) Carta 3 7


á d'Alembert , año
(3) Carta á


, año 176'5,




2S CONSPIRACION AYTICRismok.


racion de bravos caballeros , defensores de la verdad,
» que no admitimos á nuestro trato sino gentes que ha-
» yan tenido buena educacion. Vamos pues, valiente Di-
» derot , intrépido d'Alembert , uníos á mi querido Da-
» milaville ; echaos sobre los fanáticos y pícaros ; abatid
» á Blas Pascal, despreciad á Houteville y á Abadie coma
» si fuesen Padres de la Iglesia.» He aqui pues lo que
es para Voltaire destrozar al infaine : reducir á escom-
bros el edificio que han levantado los apóstoles ; abor-
recer lo mismo que aborreció juliano apóstata ; impug-
nar al mismo que han impugnado los ateos , los deis-
tas , los esoinosistas ; echarse sobre los Santos Padres y
sobre los apologistas de la religion de Jesucristo.


Pruebas que da Federico.


No se descubre menos el sentido de aquella sacrílega
contraseña en los escritos de Federico. Para el sofista
coronado, como para Voltaire , el imaginario infame no
produce sino verbas venenosas. El cristianismo, la secta
cristiana , la supersticion cristícola y el infame, son siem-
pre sinónimos. Los mejores escritos contra el infame son
precisamente los mas impíos; y si merecen de un modo
particular su aprecio , es porque despues de Celso , nada
se ha escrito que sea mas evidente ; es porque Jioulan-
ger (este autor, por desgracia, es mas conocido por
su impiedad , que por sus retractaciones ) es aun supe-
rior á Celso. (1)


Pruebas que da d'Alembert.


D'Alembert , aunque mas reservado en el uso de la
contraseña , siempre contesta á Voltaire en su sentido.
Lo demuestran todos los medios que sugiere , los escri-


(1) Cartas del Rey de Prusia 143, i45 , ,53 del ano 1767.


SE
etIuD


OLo
demues-


que aprueba
y p


99


tos
ea como los mápropdóesiitoeslil


c i 1 ; l)iT113 L o


ra aniquilar al imaginario infame , y arrancar
ritn del pueblo todo respeto á la religion.
tran las pruebas que alega de su zelo contra el infame 1
y de los progresos que hacen los conjurados, que siem-
pre manifiestan su entusiasmo en cooperar con Voltaire
sintiendo no poder hablar con tanta libertad , corno el
patriarca de los impíos contra el cristianismo: Las cartas


no dejan duda alguna sobre el sentidode d'Alembert (z)
en que tomaba la contraseña.




xtension de la conjuracion.
Los denlas sectarios no entendieron la contraseña de


otra manera. Condorcet, en lugar del ruramento de ani-
quilar al infame , pone llanamente en la boca de Vol-
taire el juramento de aniquilar al cristianismo (2) , y
Mercier el de aniquilar á Jesucristo (3). En la inten-
cion de los conjurados , la espresion , aniquilad á
Jesucristo y su religion , no era demasiado fuerte. La
extension que estos malvados daban á su conspiracion
era tal , que no debia quedar sobre la tierra rastro ni
vestigio del culto de Cristo. Es verdad que á los católi-
cos nos hacían el honor de aborrecernos mas que á los
otros cristianos ; pero todas las iglesias de Lutero , de
Calvino , de Ginebra , de Inglaterra ; todas las que , aun-
que separadas de Roma , conservan el artículo de fe en
Jesucristo , Dios y hombre verdadero, todas estaban com-
prendidas en el decreto de proscripcion , exterminio y
ruina con la misma Roma. Todo el evangelio de Calvino
no era para Voltaire otra cosa que las tonterías de JuanCalvino (4). Voltaire se jactaba con mucha satisfaccion y


(1) Véanse las cartas roo, 102 y r 5r de d'Alembert.(2) Vida de Voltaire.
(3) Carta 6o.
(4) Carta á Damilaville del r8 de Agosto de 1766.




50 C011$P1 R AC1011 AITICIOST1A-5A.


boato de haber librado á Ginebra de aquellas tonterzas.
Así lo escribió á d'Alembert : En la ciudad de Calvin,
ya no hay sino algunos miserables que crean en el con,
sustancial , esto es , en Jesucristo. El mismo Voltaire
rebosaba de alegría, cuando, celebrando las que llama
verdades inglesas , que son las impiedades de Hume ,
pensaba, que podia anunciar la próxima ruina de la igle•
sia anglicana (1) ; ó cuando creía que en Lóndres Jesu-
cristo era escarnecido (2).


Sus discípulos , que le rendían homenagc por su subli-
me filosofía, escribian como él. » Yo no amo á Calvino
» ( decia el Landgrave á Voltaire (3), porque era intole-
» rante y el pobre Servet fué su víctima ; por lo mismo no
» se habla mas de él en Ginebra , que si no hubiese ex-
» istido. En cuanto á Lutero , aunque no estuviese do-.


tado de mucho espíritu , como se ve en sus escritos
» no fue perseguidor , y no amaba sino el vino y las
» rnugeres. » Conviene se observe que el buen éxito
que los sofistas conjurados tuvieron en todas las iglesias
protestantes , fue por mucho tiempo la causa principal.
de su satisfaccion. Voltaire no podia contener su gozo,
cuando pensaba poder anunciar , que la Inglaterra y la
Suiza rebosaban en hombres de los que desprecian y
aborrecen el cristianismo como Juliano apóstata le des-
preciaba r aborrecía (4) ; que desde Ginebra á Berna no
habia actualmente un cristiano (5). Lo que gustaba mu-
cho á Federico , en el éxito de la conspiracion, era que
en les paises protestantes se va mas de prisa (6).


(a) Carta al marques d'Argens del 28 Abril de 176o.
(2) Carta á d'Alembert del 28 Setiembre de 1761
(3) Carta del q Setiembre de 1766.
(4) Carta al rey de Prusia del 15 Noviembre dc 1773.
(5) Carta á d'Alembert del 8 Febrero de 1776.
(6) Carta 143.




CAPITULO SUGUNDO. 31


Era tal la extension de la conspiracion , que no 'labia
todas las sectas que recono-


dceengte' ledDa iroisglceles lia car lignacristianismo se habian de abolir. Algun
historiador ha podido equivocarse al ver que los secta-
rios han solicitado mas de tina vez el regreso de los
protestantes á Francia ; pero se debe saber que Voltaire,
al mismo tiempo que escribia á sus prosélitos que sen-
tia mucho ver que la solicitud con que el ministro
Choiseul pedia el regreso de los calvinistas , hubiese si-
do desechada ; temiendo que sus iniciados no pensasen
que favorecía mas á los hugonotes que á los católicos, se
apresuró á decir: que estos, ó los calvinistas no eran me.
nos locos que los sorbónicos , ó que los católicos ; y aun
añadió : que eran locos de atar (1). Dijo tambien , que
no 'labia visto nada mas atrabiliario de" roz. que les hugo-
notes. (2) El exaltado zelo de los conjurados para cal. vi»
nizar la Francia, no tenia otro objeto que la esperanza
de que siendo los franceses calvinistas, irían mas de prisa,
y lo miraban como el primer paso que se 'labia de dar
para hacerla apostatar del cristianismo. .La gradacion de
este procedimiento se da muy bien á conocer por estas




espresiones de d'Alembert á Voltaire
Yo que en este


» momento lo veo todo de color de rosa, estoy miran lo
» que se establece la tolerancia , que los protestantes Izan
• sido llamados, que los sacerdotes se casan , que la con-
» fesion queda abolida y el fanatismo destruido,•enque


se advierta (3). » Esta palabra fanatismo, oca d
d'Alembert, y en esta misma carta , es sinónima de i vea-
me , y ambas equivalen á Jesucristo y su relzá


• ,ion destro-
zados , aniquilados ó destruidos (*).


(r) Carta á Marmontel del a r Agosto de


(3)
(a) Carta al marques d'Argens del a de Marzo de 1763.
(*)


Carta del de Mayo de 1761.
He aqui , segun la Harpa , que fué tanto tiempo :envio, lo plegigni licafunarissno en el diccionario de /03 (11030ff/A flansanted


: ti




32 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


Una excepcion que algunas veces hizo Voltaire,
dejado á Cristo algunos adoradores de lo ínfimo de la ple-
be. Parece que ansiaba poco esta conquista cuando escri-
bió á d'Alembert : » Damilaville debe estar muy contento,
» y tambien vos lo estaréis , viendo corno desprecian al
» infame (la religion cristiana ) todas las personas honra-
» das. Esto es cuanto queríamos , y lo que es necesario.
» Nunca hemos pretendido ilustrar á los zapateros y á las
» criadas ; estos son la parte y herencia de los apóstoles.
(1) » O bien, escribiendo á Diderot : » Cualquiera partido
» que tomeis , os recomiendo el 'irycanze (la religion de
» Cristo) : es preciso destruirle en las personas honradas,
» y dejarle á la canalla , para la cual se hizo (2)." 0
en fin , escribiendo á Damilaville : Os aseguro que den-
» tro poco tiempo no habrá mas que la canalla bajo las
» banderas de nuestros enemigos ; pero nosotros no que-
» remos tal canalla ni para partidarios , ni para contra-
» ríos (3).» Pero Voltaire, en los apuros y desesperando de
un mayor suceso, exceptuó tambien algunas veces el clero
y- la cámara grande del parlamento. En el discurso de
estas memorias veremos extenderse el zelo de los conju-
rados á esta misma canalla, y cine el juramento de ani-
quilar á Jesucristo, de propagar su& conspiraciones y ac-
tividad, tiene por objeto y abraza desde los palacios de los
reyes basta las humildes chozas.


sismo es la creencia religiosa, es el vínculo á la f de sus padres, es la-
conviccion de la necesidad de un culto público , la observancia de sus cere-
monias , el respeto á sus fdrmulas de fe ; en fin aquella deferencia recíproca ,
tan propia de todos los pueblos civilizados , y que los oblzka respectivamente
á no Violar en parte afgana los sinos exteriores de la religion.


La }zarpe. Da Fanatisme.§ i.
(a) Carta del a Setiembre . de x768.
(a) Carta del 25 Diciembre de 17.52
(3) Ano 1765.


CAPITUI.0


CÁPÍTVLO TERCERO. 33


CAPITUL O HL


SECRETO Y UNION DI: LOS CONJURADOS.


Nombre de guerra de los conjurados.


No se contentan ordinariamente los autores de una
conspiraeion , con ocultar el objeto general de su plan,
bajo fórmulas y contraseñas que solo ellos entienden y
sobre las cuales están convenidos ; tienen ademas su
modo especial de designarse unos á otros bajo nom-
bres diferentes de aquellos bajo los cuales pudiera
conocerles el público. Tienen gran cuidado en ocul-
tar su correspondencia, y cuando temen que sea in-
terceptada , usan de la precaucion de nombres fingidos
ó supuestos, para no comprometer los conjurados y ha-
cer abortar la conspiracion . Voltaire y d'Alembert no des-
preciaron alguno de e-tos medios. En su corresponden-
cia , Dulac es muchas veces el nombre de guerra de Fe-
derico Rey de Prusia (r). D'Alembert está señalado con el
nombre. de Protágoras (a) ; pero muchas veces el mismo
cambia este nombre por el de Bertrand (3). Ambos le ton-
venial, muy bien , aquel para señalar un impío, este para
describir los medios de su impiedad , y las astucias de Ber-
trand en la fábula de la mona y del gato. Cuando d'Alem-
bert es Bertrand , Voltaire se llama Raton (4). Diderot sellama algunas veces Platon , y otras Tomplat (5). El nom-


(a) Carta 77 de d'Aten-lert.


(3)
(a) Carta de Voltaire á Thiriot del 26 Enero de 2762.


Carta yo.
(4) Carta del 22 de Marzo de 1774.(5) Carta de Voltaire á Damilaville del 25 Agosto de 17 66.Tomo I.




1
54 COYSPOIA.C1011 ARTICRISTIAWA.
bre general de los conjurados es Cacouac ; es un buen
cacoaac , significa entre ellos , es uno de nuestros fieles (t).
Pero con mas frecuencia , Voltaire en particular los lla-
ma hermanos , como lo hacen entre sí los Masones. En
su idioma enigmático hay tambien frases enteras que tie-
nen un sentido particular en la secta ; por ejemplo, la viiia
de la verdad está bien, cultivada , significa : Hacemos
grandes progresos contra la religion (2).


Language enigmático de los conjurados.t
Los conjurados se vallan de este idioma secreto cuando


tercian que se interceptasen sus cartas. D'Alembert y Vol-
taire tuvieron algunos malos ratos por este motivo. Esta
fué la causa porque muchas veces se escribian bajo so.
brescritos fingidos , ya á un negociante, ya á un comisio-
nado ó secretario de oficina que era depositario del secreto
No sé que en alguna ocasion se valiesen de cifras ó gua ris-
mas en lugar de los caractéres ordinarios. Este método ha.
bria sido demasiadoprolijo para Voltaire, á causa de la mol
titud de cartas que recibia y á que contestaba. Era método_
reservado á conjurados que, aunque no menos malignos
eran mas encubiertos. Generalmente hablando ,Voltaire
d'Alembert , bien seguros con la precaucion de los sobres•
critos fingidos y de no firmar sus cartas, se hablaban con
muy poca reserva. Si hay alguna carta enigmática, se hace
fácil su inteligencia con las precedentes ó siguientes
Sus astucias por frecuentes no piden mucho estudio
ra penetrarlas; y pocas veces se corresponden de un mo
do tan misterioso , que no se revele el secreto.


Sin embargo hay algunas cartas que no son fáciles de
descifrar ; tal es la que escribió Voltaire á d'Alembert
n••••...


(5) Carta 7 (3 de d'Ah:111km
(6) Carta 35 á d'Alembert.


CAPÍTVLO TERCERO.
35


3o e)Cuero ea en de , que dice así : » Mi ilustre filósofo
6412carta de llippias B. Esta carta de B.


( m ncvi jo7


prueb
verse entre tire


que
hay cadenas




rr y
que la pobre literatura volverá á


de las que la libró Malesherbes•


» T.
Este


Quería
semisabio y semicindadano d'Aguesseau era un


r (u


impedir que la . nacion pensase. Yo quisie-
ra que hubieseis visto un animal llamado Illaboul. Es-


» te era un tonto encargado de la aduana de los pensa-
» mientes bajo el T. d'Aguesseau. Se siguen despues los
» T. subalternos, que son media docena de ruines,
» cuyo empleo es quitar cuanto bueno hay en los libros,
» por el salario de cuatro cientos francos al afio.. Ya se
ve que las letras T significan tiranos , y que de estos
pretensos tiranos , el principal es el canciller d'Aguesseau ,
el segundo es Alaben!, intendente de imprenta , y los seis
subalternos ó sotatiranos ton los censores públicos, cuya
pension era realmente de cuatrocientos francos. Pero no
es fácil adivinar quien sea aquel Hippias 13. Hay motivo
para pensar que seria algun otro tirano , que no quería
permitir la impresion y venta de aquellos libros cuyo
veneno inficionaba y preparaba los pueblos para destruir
los altares y los tronos. Y hay quien pueda contener
la justa indignaeion contra estos malvados que tienen
descaro para tratar de tirano , de seiniciudadano y de
semisabio al canciller d 'A ,uesseata , honor de la magis-
tratura ! Aun es de admirar •llar que Voltaire no le ultra-
jase mas ; pues es necesario contar que, en esta corres-
pondencia , ni él ni d'Alemb t economizan por cierto


juria
los títulos de Galopo , Canalla , Pillo,


, y otras in-
s con que condecoran á ca altos no


•piensan co-mo ellos , por sobresalien te que sea su mérito , y prin•
cipalmente si escriben
' 'n ucheuden la religion.


a




56 CONSPIRACION ANTICRISTIAY A.
Su secreto.


Aunque estos conjurados se correspondiesen ordinaria-
mente con bastante claridad sobre el objeto de sus cons-
piraciones , sin embargo , por lo relativo al público , era
el secreto reservado é inviolable. Voltaire , en particular ,
lo encomendaba á los iniciados , como asunto de la
mayor importancia. » Los misterios de Mitra ( decia por
« beca de d'Alembert) no se deben publicar... Es nece-
» sacio que haya cien manos invisibles que traspasen
» al monstruo (la rcligicn ), y que caiga bajo mil golpes


redoblados ( t ).» Sin embargo este secreto no debia ob-
servarse tanto por lo relativo al objeto de la conspira-
cion , como por lo relativo á los agentes y medios que se
tornaban para echar por tierra los altares ; pues era tal el
odio de Voltaire á estos , que era imposible ocultarle; pero
tenia que temer, por una parte , la oposicion de las leyes,
y por otra , el desprecio y afrenta con que él y sus secuaces '
iban á cubrirse, si se ponia en descubierto su desvergüen-
za , y si daban lugar á que se procediese contra ellos
por sus embustes , sus calumnias y sus intrigas. La bis-
toria no tiene culpa si se ve precisada , para decir la ver-
dad , á manifestar el carácter del patriarca y gefe de los
conjurados. Si Voltaire ha sido á un mismo tiempo , el
malvado mas astuto y mas obstinado en el odio á Jesu-
cristo , y el mas cobarde en ocultar sus ataques contra
la religion ¿ qué culpa tiene la historia? ¿Qué acaso esta,
para complacer á los impíos , sectarios de aquel perverso,
debe pasar en silencio su malicia con evidente perjuicio
de la rcligion y de los pueblos que la profesan P Voltaire,
conspirando en secreto y ocultando sus medios no es per-
sona distinta de Voltaire profanador sacrílego y sedicioso.
Es el mamo sofista que se ha declarado abiertamente
enemigo del culto de Jesucristo, y que en secreto y á la


(!) Carta á d'Aleinbert de 2 7 Abril de 1767.


CAPÍTULO TER CERO. 37


sordina socaba los templos y altares del Hombre Dios Po-
seido de rabia, manifiesta en sus arrebatos el mal espíritu
que le agita ; pero como conjurado clandestino hace mas
daño á las naciones, á la religion y al culto , que con
sus publicidades. Esta conspiracion secreta y subterránea
es la que principalmente intento manifestar en


Sus instrucciones sobre el arte de ocultarse.


En esta calidad de conjurado clandestino, los misterios
de Mitra y todos los artificios de los conjurados llamaban
toda su atencion. He aquí las instrucciones secretas que
daba en calidad de conjurado clandestino : » Confundid
• al infame lo mas que podais. Decid con intrepidez cuan-
» to os dicte el corazon. Pegad , pero ocultad la mano.
• Os conocerán, porque hay hombres de penetracion y
» de olfato fino ; pero no os podrán convencer (z). El
» rio Nilo, segun se dice, oculta su origen, pero cierra-
» rna sus aguas bienechoras. Haced otro tanto , y goza-
» réis en secreto del placer de vuestro triunfo. 03 reco-
• riendo el infame (2). Abrazo á nuestro digno caballero
» y le exhorto á que esconda la mano d los enemigos (3).


Ningun precepto inculcó tanto Voltaire como el de(lar el golpe y ocultar la mano. Vilísimo cobarde ! Si
alguna vez sucedió que algunos iniciados imprudentes le
diesen á conocer se quejaba amargamente de ver OesCLI -
hienas sus maniobras ; pero entonces desmentia con el
mayor descaro los escritos que indudablemente eran su-
yos.» No sé, decia, por que furor se obstinan en creer ve
» soy el autor del DiccionariofilosoPo. El. mayor servi-
a cio que me podais hacer es asegurar , sobre la parte


(2) Carta a Helveeio del ri Mayo de I
.76 I.(3) Carta á M. de Villevieille del 26 Abril de r767.


5


estas


(a) Carta á d'Alerobert , ]lavo de 1761.




CONS PIRACtON ANTICRTSTIA:NI.
» de paraiso que os toca , que ninguna parte tengo en
» esta obra infernal. Hay tres ó cuatro personas que han
» publicado que yo he sostenido la buena causa, y que
» combatiré hasta la muerte con las bestias feroces. Pero
» alabar tí sus hermanos en tales circunstancias es hacer-
» les traiciona. Estas buenas almas me bendicen , pero me
» pierden. Dicen que es su estilo y su modo de pro-
» lucirse. ¡ Ale hermanos , que discursos tan funestos ! Al
» contrario lo habeis de hacer , habeis de gritar en las
» encrucijadas , no es él. Ha de haber cien manos invisi-
» bles que traspasen el monstruo , paraque caiga bajo de
» mil golpes redoblados. » (r) sfY Alembert era excelente
en el arte del secreto y de ocular su marcha ; por lo
mismo Voltaire le recomendaba á los hermanos , le pro-
ponia por ej emplo á su imitacion y como la esperanza
de la grey. » Es atrevido , decia , pero no es temerario ;
» es capaz de hacer temblar á los hipócritas (las personas
» religiosas ), sin dar motivo á que le vituperen. » (a) Fe-
derico no solo aprobaba este secreto y estas astucias (3) ,
sino que le veremos aplicar todos los artificios de su te-
nebrosa política , como otros tantos medios para el buen
éxito de la conjuracion.


Union de los conjurados.
Como en toda conspiracion la union de los conjurados


sea tan esencial como el secreto , no cesaba Voltaire de
encargada con mucha eficacia. Léanse entre otras es-
tas instrucciones : ¡ O mis queridos filósofos ! es rece-
» sario marchar apiñados como la falange macedoniana ,
» que no fue vencida hasta despues de dispersada. Ha-
» gan los filósofos verdaderos una cofradía como los


(a) Cartas 152 y 219 á d'Alembert.
(a) Carta de Voltaire á Thiriot del 19 Noviembre 1760.
(3) Carta á Voltaire del i6 Mayo de r77a.




francmasones ; cque
rir


se


r Tracr.no. 50


f junten , que se sostengan y que
» sean fieles á la cofradía ; esta academia valdrá mas que
» la de Atenas , y que todas las deu I'adrís


o,


s.»l (r)
go


Si
Vo


sob
lta


re-


ircvenia alguna division entre los conjtm
les escribia para apaciguados y reunirlos. » ¡ Ah pobres
» hermanos ( esclarnaba )! los primeros fieles se portaron
» mejor que nosotros. Paciencia, que no por eso nos he-
» mos de desanimar. Dios . nos asistirá , si perseveramos
» juntos y unidos. » Para manifestar con mas claridad á
los iniciados la importancia y objeto de esta union , les
recordaba la respuesta que dió á Mr. Herault : ,Veremos
si es verdad que no se puede destruir la religion cristia-
na (a). La mayor parte de las desavenencias que hubo
entre los conjurados , se originaba de la variedad de
opiniones ; pues como se convenian poco en los sofismas
contra el cristianismo , se contrariaban y lastimaban los
unos á los otros. Voltaire advirtió las ventajas que de aque-
llas contradicciones sacada]) los apologistas de la religion,
y por eso dió á d'Alembert el encargo de reconciliar y
reunir los partidos de ateos , espinosistas y deistas. » Es
» preciso , le dice ,• que los partidos se reunan. Qui-
» siera que os encargaseis de esta reconciliacion , y que
» les dijeseis : Hacedme gracia por el emético , y ro os la
» haré por la sangría (3). »


Fervor y constancia en su maquinacion.


El gefe . de los conjurados no permitia que se entibia-
se su zelo, y , para reanimarle , escribia á los principales:
» Temo que no seais bastante zelosos : enterrais vuestros
» talentos , os contentais con despreciar á un monstruo


(o) Carta S3 de Voltaire á d'Alcanbert año de; a 76v, y carta 2 del
año 1769.


(a) Carta 66 á d'Alembert.
(3) Carta 37 á d'Alembert año 1170.


C 4




40 coyspinAcuys Ar,--rictusrmu.
» que es preciso aborrecer


. y destruir. c Que os costarla
» destrozarle con cuatro páginas , teniendo la modestia
» de dejarle ignorar que vuestra mano le da la muerte
• Está reservado á Meleagro matar el javalí : arrojad
» la flecha r esconded la mano. Dadme este consuelo
-* en mi vejez. » (I) Ocasion hubo en que para animar á
algun iniciado novicio , le hizo decir : Animo, r que no
se acobarde. (2) Y ocasion hubo, en fin, en que para obli-
gar mas á sus secuaces les proponia el interés del honor,
diciéndoles por d'Alembert » Es tal nuestra situacion ,


que si no logramos tener de nuestra parte á las perso-
nas de honor , seremos la exceracion del género puma-


» no. Es preciso pues ganarlas á todo precio Cultivad pues
» la viña. Aniquilad el infame , aniquilad el itzfame (3). »


Declaracion jornal de roltaire.
De este modo , cuanto tienen característico los con-


jurados, idioma enigmático , intencion comun y secreta,
union , fervor y constancia , debla reunirse en los autores
de esta guerra contra Cristo. Y así todo da derecho al
historiador para presentar esta coalicion de sofistas como
una verdadera conspiracion contra el altar. Voltaire no
lo ocultaba , y quería que sus secuaces supiesen que la
guerra que emprendia y de la que se hacia gefe, era una I
verdadera conspiracion , en la que cada uno hacia de
obrar segun sus talentos y Fuerzas. Cuando algun exceso
de' fervor csponia el secreto , Voltaire se cuidaba de ha-
cerles decir por d'Alernbert : » Que en la guerra que ha-
» bian emprendido , era preciso obrar en calidad de con-
» jurados, pero no de zeiosos (4). » Despues que el mismo


(i) Carta á d'Alembert del a8 de Setiembre de 1763.
(2) Carta á Damilaville.
(3) Carta del 13 Febrero de 1764.
(4) Carta 142 de Voltaire á d'Alembert,


4'cápírrto Tratcnao.
patriarca de los impíos ha declarado con tanta forma-
lidad, y ha dado órdenes tan precisas y claras para, obrar


no parece se puedan pedir otras
en calidad de conjurados ,
pruebas para demostrar la conjuracion. Tal vez ya las he
multiplicado tanto, que he cansado al lector; pero sobre
un


asunto tan importante, dcbia yo suponerle tan se-
vero como debia f o serlo en la demostracion. Ya nos
hallamos en el caso en que, sin resistir á la misma evi-
dencia, no se puede negar la coalicion de los sofistas de
la impiedad , ni nada de lo que la 'constituye una ver-
dadera conjuracion contra Jesucristo y su religion ; pero
no concluiré este capítulo sin decir alguna cosa para fi-
jar el origen y época de estas maquinaciones.


Época de la conjuracion.
Si el momento en que Voltaire juró de consagrar su


vida á la destruccion del cristianismo , puede mirarse
como la época primera de la conjuracion , será preciso
subir hasta el ario de 5 7 28 para descubrir su origen ;
pues en este mismo afilo volvió de Londres á Francia, y
sus mas fieles discípulos aseguran que su patriarca aun
se hallaba en Inglaterra cuando hizo aquel juramento (r).
Pero lo cierto es que Voltaire pasó muchos anos solo ,
ó casi solo, embriagado de odio contra Jesucristo. Es
verdad que ya en esta soledad era el principal campeen,
y que se declaró protector de todos los escritos impíos
que se dirigian a su objeto ; pero estos escritos no eran
mas que producciones de algunos sofistas aislados , que
escribian sin concierto , sin mutilas inteligencias , y sin
aquel conjunto que exige una verdadera conjuracion.
Yecesitó tiempo para hacer prosélitos é inspirarles su
mismo encono. Ya se hahian multiplicado sus discípulos,


(i) Vida de Voltaire, ediciou dr Keil.


4




1
42 CONSPIDICION ANTICRISTIANA.
cuando sus desgracias le hicieron salir de Francia,-
de 1750, y pasar á Berlin, como lo deseaba Federico. Los
mas sobresalientes y zelosos de cuantos sectarios dejó en
Paris fueron d'Alembert y Diderot , y á estos dos debe
con preferencia el filosofismo su coalicion contra Jesu-
cristo. Aunque esta tuviese pocas fuerzas , ya mereció el
nombre de conspiracion , cuando se formó el proyecto
de la Enciclopedia , que fue en el mismo alío en que
Voltaire salió de Paris para Berlín. Es verdad que Vol-
taire habia formado todos sus discípulos ; pero , estando
dispersos , d'Alembert y Diderot los reunieron para traba.
jar en la enorme compilacion á la que se dió el título de
Enciclopedia, siendo en la realidad el receptáculo univer-
sal , y en su modo el arsenal de todos los sofismas y de to-
das las armas de la impiedad contra la religion cristiana.


Voltaire , que solo valia por un ejército de impíos,
ocupado por su parte en la guerra contra Cristo, dejó por
algun tiempo que los enciclopedistas obrasen por sí solos
segun sus luces ; pero si estos tuvieron valor para em-
prender la coalicion, no lo tuvieron para sostenerla. Se
multiplicaron los obstáculos , y los emprendedores cono-
cieron que necesitaban de un espíritu fuerte que los sos-
tuviese y arrostrase los embarazos. No tuvieron mucho
que deliberar sobre la eleccion , ó para decirlo mejor,
con el historiador de la vida de Voltaire (s) , este se halló
naturalmente el gefe de los enciclopedistas por su edad ,


fama I.; ingenio. A su vuelta de Prusia, al fin del alío 1752,
ya estaba completa la conjuracion. Su único y principal
objeto era aniquilar á Jesucristo y su religion. El gefe
principal de esta conspirador '


fue el que :labia sido el
primero en hacer el juramento de derribar los altares de
Cristo. Sus gefes subalternos fueron d'Alembert, Diderot
y Federico , quien á pesar de las desavenencias con Vol-


(a) Alli mismo.


CAPITVLO TERCERO. 43


taire, siempre se avino con él en cuanto al objeto de la
maquinad" Y los iniciados fueron todos los que Vol-
taire ya contaba por discípulos. Desde el dia en que se
formó el partido entre el gefe principal , los gefes subal-
ternos y los iniciados actores y protectores ; desde el mo-
mento en que se decretó que el grande objeto de esta
coalicion fuese aniquilar el cristianismo , y, con el nom-
bre de infame, á Jesucristo , su culto , sus altares y sus
ministros, hasta la hora en que los decretos , las proscrip-
ciones y los asesinatos de los Jacobinos debian consumar
en Francia aquella grande obra , debian pasar muchos
anos. Los filósofos corruptores no necesitaron menos de
cuarenta años para armar los brazos de los filósofos ase-
sinos. No es posiblellegar al fin de este largo período , sin
ver la secta que se llama filosófica , y que ha jurado des-
truir la religion , unirse á la que destroza y asesina con
el nombre de Jacobinos.


Referencia de los conjurados sofistas á los conjurados
jacobinos.


En esta conjuracion de la que se llama filosofia de
Voltaire y de d'Alembert , en que descubrimos el propó-
sito , juramento y sistema de la impiedad , vemos con
anticipacion lo que la revolucion francesa debia consu-
mar algan dia. El Dios del cristianismo y aquella reli-
gion que Voltaire , d'Alembert , Federico y denlas inicia-
dos , con el nombre de filósofos, han jurado aniquilar, no
son un Dios ni una religion distintos de los de que los
sofistas jacobinos han incendiado los templos , destruido
l os altares y asesinado los sacerdotes. Es el mismo Dios
y la misma religion la que aquellos juraron destruir y
estos destruyeron. Aquellos fueron los mandones, y es-
tos los verdugos. El propósito , juramento y sistema de
Voltaire , si Babia de tener ejecutores , habian de ser los




44 CONSPIRACION AYTICRISTIANA.
Jacobinos. Antes que estos se dejasen ver, y antes de
revolucion francesa , los que eran depositarios del secre,
to de la conjuraeion contra Jesucristo debian prever
cuanto ha sucedido ; pues los Jacobinos nada han inven-
tado , solo luan sido unos fieles ejecutores de los planes
que delinearon los iniciados del filosofismo. En efecto
antes de la aparicion del jacobinismo se porfia pronosticar,.
que una secta enarbolaria bandera diciendo : todos los
hombres son libres , todos los hombres son iguales; que de
esta libertad d igualdad concluirian que los hombres solo.
deben atenerse á las luces de su razon ; que toda reli•
gion que sujeta la razon á misterios , ó á la autori-
dad de una revelacion que habla en nombre de Dios ,
no es mas que una religion de esclavos ; que por lo
mismo Babia de llegar el tiempo en que se resolverian
á destruirla para restablecer la libertad é igualdad de
derechos, y á creer ó no creer lo que la razon de•cada uno
aprueba (*); que este se llamaria el reino de la liber-
tad é igualdad, el imperio de la razon y de la filosofía.


Quien, teniendo conocimiento de los misterios del fi-
(*) El grande axioma de estos filósofos que se han levantado


contra la religion , consiste en que nada se debe admitir sino lo que
comprende la razon. Este ha sido siempre el argumento de los que han
impugnado los dogmas del cristianismo. Los Arrianos negaron la
divinidad de Jesucristo, los Sceínianos la Trinidad , los Sacramen-
tarios la real presencia de Jesucristo en la Encaristia , etc. ; porque
aquellos no podian comprender un Dios-hombre, los otros una
esencia con tres personas realmente distintas , y estos un mismo
cuerpo eh distintos lugares á un mismo tiempo. Si fuese de algua,
valor cl argumento, nada de cuanto existe se deberia admitir. L
materia es 6 no es siempre divisible ? ¿ el espacio es 6 no es criado?
¿ en que consiste que un movimiento sea mas 6 menos veloz? ¿ Cual
es la causa de la gravedad y ele la atraer:ion , etc. ? Sin embargo no
pueden negar que hay materia , espacio , movimiento , gravedad .
atraccion , etc. (1 Y porque , á título de razon, y de ci ne no se prmlen
comprender, niegan los dogmas de la religion ?


CAPÍTULO TERCERO. 45
dio. dejarop,osmfi de hacer este vaticinio ? La liber•


tad é igualdad de los Jacobinos son las mismas que pro-loso


clamaba Voltaire en su guerra contra Cristo. En esta
guerra los «efes é iniciados no tenian otro objeto que el
esta


Mecimiento del imperio de su pretendida filosofía y
razon sobre la libertad é igualdad eversivas de la reve-
lacion y sus misterios , y que están en contradiecion con
los derechos de Cristo y de su iglesia.


Si Voltaire detesta la iglesia y sus ministros , es por-
que nada le parece tan contrario á los derechos de igual-
dad, como no creer lo que parece ser verdadero ; es
tambien porque nada descubre tan pobre y miserable ,
como el que un hombre se sujete ci „otlo , paraque este di-
rija su fe , y saber de él lo que ha de creer (e). Razon,
libertad r filosofía son las sublimes expresiones que sín
cesar salian de los labios de Voltaire y d'Alembcrt :
asi como en los dias de la revolucion salian de la boca
de los Jacobinos para perseguir y destruir el Evangelio,
la religion y revelacion. No hay mas que leer su corres-
pondencia. Cuando los iniciados celebran y pretenden
exaltar hasta las nubes á sus maestros, nos los represen.
tan como unos héroes que jamas cesan de reclamar la


la-
dependenzcia de la razon , y que ansian con el mayor
ahinco los días en que el sol no iluminará sino á hombres


r que no reconocerán otros maestros, sino su rasan (9).
De estos principios se sigue con la mayor evidenciao
que cuando los Jacobinos colocaron sobre las ruinas de
los templos y altares de jesucristo , el ídolo de su razon,


) de su filosofía y de su libertad é igualdad , no
hi-


(i) Carta al Duque de Uses. del T9 Noviembre de T769.
(a) Condorcet , Esquissc d' un tablean des pros. épog. 9.
(*) Despues que los sofistas revolucionarios hubieron proscripto la


religion cristiana y sus ministros , despues de haber saqueado todos
los templos, incendiado y demolido sus altares , dedicaron cincuenta
mil templos á la razon. Esta dedicacion demuestra ya el frenesí, ya la




46 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


cieron mas que cumplir los deseos de Voltaire y de sus
iniciarlos, en su guerra para aniquilar el infame. Cuando
las segures de los jacobinos destrozaron igualmente los
altares de los protestantes que de los católicos y de
todos los que reconocian al Dios de los cristianos, no
se extendió mas la conjuracion que los deseos de
Voltaire, que igualmente maldecia los altares de Londres
y Ginebra que los de Roma. Cuando fueron admitidos'
y llenaron el gran Club de la revolucion francesa , los
atéos , los deistas , los escépticos , y los impíos <le toda
denominacion , y toda esta canalla se alió para hacer la
guerra á Cristo, no vimos otras legiones , que las que
Voltaire , exhortando á d'Alembert , quería para com-
poner sus ejércitos centra el Dios del Evangelio.


En fin , cuando las legiones del gran Club, ó de todas
las sectas de la impiedad , reunidas con el nombre de
Jacobinos, llevaron en triunfo al Panteon las cenizas de
Voltaire por las calles de Paris, se consumó la revolucion
anticristiana; pero ella no fue otra cosa que la revolucion
premeditada y ansiada por Voltaire. Puede haber habido


estupidez de los que á título de filósofos razonadores , se hablan
conjurado contra el cristianismo. Estaba reservada para los filósofos,
una idolatría ci ne no "labia tenido igual en el mundo. Los idólatras
mas bárbaros , al través de sus ídolos, siempre han adorado unos
seres que creían tenían poder para hacerles bien ó mal. Pero los
fundadores de los templos de la razono cuando han manifestado
que adorasen algun ser , bajo el símbolo de la razon ? En las fiestas
de la misma razon ¿se trató acaso de algun Dios verdadero 6 fingido?
en estas fiestas se expuso cl busto de Mutat á la pública adorador!. Es
las mismas , una infame meretriz, teniendo un crucifijo debajo sus
pies , representaba la diosa de la razon. En una fiesta que se ¿elebró.
en la iglesia de San Roque de Paris , un histrion sobre el púlpito,
despues de las mas furiosas maldiciones contra Dios, negó, con
aplausos, su existencia. Pues , y que adoraban bajo el nombre de
razon ¡Infeliz filosofía !


La Harpe , du Fanatisme. (j. 14.


CAPITULO TERCERO.
47


alguna variedad en los medios ; pero el objeto , los
pretextos y la extension que intentaron dar á la conju-
racion , son los mismos. Descubriremos en estas Memo-
rias, que los medios de que se ha valido la revolucion ,
derribando los al tares , proscribiendo y asesinando con
la segur jacobina á los ministros del culto, en todo se
avienen con los deseos y propósitos de los filósofos conju-
rados y sus principales sectarios. Toda la diferencia entre
los filósofos conspiradores y los Jacobinos revolucionarios
está , en que aquellos querian destruir , y estos des-
truyeron. Los medios de que se valieron unos y otros
fueron tan eficaces y ejecutivos como lo permitian las
épocas de la conjuracion. Vamos á descubrir de que
medios se valieron los filósofos para disponer los ánimos
á la revolucion que debia acabar con la religion de
Jesucristo.




CAPITULO CrAATO.
49


y lentos, pero que con toda su lentitud no fuesen menos
insidiosos y eficaces. Era necesario que la opinion
blica muriese de cierta gangrena antes que las segures
hiciesen astillas de los altares. Esto es lo que Federico
aconsejaba á Voltaire : minar á la sordina y sin estrépito
el edilicio , y asi se desplomaria por si mismo. (1). d'A-
lembert aun lo previó mejor: pues , viendo que Voltaire
se apresuraba, le escribió , que si el género humano se
ilustraba, era porque se tomaba la precaucion de ilustrarle
poco á poco (2).


Proyecto de la Enciclopedia.


La necesidad de esta precaucion inspiró á d'Alemhert
el proyecto de la Enciclopedia , como que seria el gran
medio de ilustrar poco á poco el género humano y des,
trozar el infame. D'Alembert concibió el proyecto, Di,
derot lo adoptó con entusiasmo, y Voltaire le sostuvo con
tanto teson , que si no hubiese sido por él, d'Alembert y
Diderot le habrían abandonado.


Objeto supuesto de la Enciclopedia.
Para comprender cuanto interesaba al designio del


gefe y sus cómplices el éxito de la empresa de los conju,
rados sobre la publicacion de este famoso diccionario ,
es preciso saber el plan sobre que lo formaron, y como
su ejecucion debia, segun sus cálculos, ser el principal y
mas infalible medio para alterar poco á poco la opinion
pública, insinuar todos los principios de la incredulidad,
y trastornar sucesivamente todos los del cristianismo.
Desde el principio se anunció la Enciclopedia como que
debia ser una compilacion y un tesoro el mas completo


(r) Carta del 29 de Julio de 1775.
(a) Carta del 3r de Julio de 17(jA,
'Pomo 1,


46
COt('I'IRACIOa AYrICLISTIAy'l.


CAPITULO IV.


PRIMER MEDIO DE LOS CONJURADOS.


La Enciclopedia.


PARA aniquilar el infame, en el sentido de Voltaire, y
para llegar á la ejecucion de destruir los altares y culto
del Dios que predicaron los apóstoles, era indispensable
mudar ú oprimir la opinion pública y la fe de los pueblos
que con el nombre de cristianos cubren la superficie de
la tierra. Cuando se formó la coalicion anticristiana no
era llosible ejecutar el proyecto á viva fuerza ; era preciso
precediese una revolucion ó trastorno en las ideas reli-
giosas, con tal órden y progresion que llegase al estado
en que las hallaron los legisladores jacobinos. Era nece-
sario que la incredulidad contase con tal número de
iniciados, que mandase en las cortes, en los senados, en
los ejércitos, y en las diversas clases de los pueblos. Para
llegar á esta corrupcion é impiedad , se suponian tantos
años, que Voltaire y Federico no se atrevieron á prome-
terse el gozo y complacencia de presenciarlas (z). Ya se
ve pues que . las deliberaciones de estos conjurados , en
aquella época , no tenian cotejo con las de los conquis-
tadores Carmaholes ; y por lo mismo no debo hablar aqui
de guillotinas , de requisiciones á viva fuerza y de
batallas que se dieron despues para derribar los altares
del cristianismo. Los primeros medios de los sofistas
debían ser menos tumultuosos, mas sordos, subterráneos


(r) Carta de Federico á Voltaire del 5 Mayo de 1767.




So CONspIRACION A'NTICRIST1ATIA.
de todos los conocimientos humanos. Religion , Teología,
Física , historia, Geografía , Astronomía , Comercio,
cuanto puede ser objeto de una ciencia; Poesía, Elocuen-
cia , Gramática, Pintura, Arquitectura, Mann facturas ,
todo lo que es objeto de las artes útiles y agradables ; en
una palabra, todo, basta las instrucciones y maniobras de
las artes mecánicas, debia hallarse reunido en aquella obra.
Debía ella equivaler a las mas copiosas bibliotecas y suplir
por todas. Ella debia ser el resultado de los desvelosy estu
dios de una sociedad de hombres escogidos entre cuantos
contenia la Francia de mas célebres en cada facultad. El pros-
pecto con que la anunció d'Alembert estaba formado con tal
arte, le había pesado y meditado tan bien , Babia enlazado
las ciencias y eslabonado los progresos del espíritu hu-
mano con tanto primor, supo con tal finura apropiarse
la liliacion de las ideas que analizaron Chambers y el
canciller Bacon , y revestirse este grajo plagiario de las
relucientes plumas de aquellos pavos , que el prospecto
de la Enciclopedia. se miró como una obra maestra, y su
autor como un hombre el mas digno del inundo de
figurar en la portada de una obra tan estupenda.


Objeto secreto de la Enciclopedia.
Pero fue promesa de impíos; promesa que no estaban


en ánimo de cumplir. La intencion era , y tambien la
ejecucion fue, hacer de la Enciclopedia un depósito ó
una asquerosa sentina de todos los errores , sofismas y
calumnias que desde la primera escuela de la impiedad
se habian inventado y escrito contra la re i l ion , basta el
momento en que se formó esta enorme compilacion ;
pero colocados con tal arte y ocultando tanto el veneno,
que se insinuase este insensiblemente en el espíritu de
los lectores, sin poderlo casi percibir. Para abusar de la
credulidad de los lectores, nunca se debia descubrir el


C 1.A1, 11'130 CUARTO. 51
error; este debia ocultarse con mucho artificio en los
artículos en que. se pudiese presumir que se lunaria.
Debia la religion aparecer respetada y aun defendida en
las discusiones que la miran mas directamente. Algunas
veces las objeciones debían refutarse de tal modo como
si la intencion fuese desvanecerlas; pero en la realidad
se babian de presentar con su mayor malignidad, aunque
con la apariencia de combatirlas. Aun hay algo mas ; los
autores que debian auxiliar á d'Alembcrt y Diderot en
esta inmensa compilacion no todos eran sospechosos ea
materia de religiort. La probidad de algunos, como, por
ejemplo, de Mr . de Jaucour ( sabio que ha atestado la Enci-
clopedia de artículos), era tan notoria, que parcela debia
servir de garante contra las asechanzas de la astucia y
perfidia. En fin se prometió que teólogos conocidos por
su sabiduría y ortodoxia discutirian los objetos religiosos.
Todo esto podia ser verdad sin dejar por esto la Enci-
clopedia de ser menos peifida y seductora, pues aun
quedaban á d'Alembert y Diderot tres recursos para llenar
el objeto de la conspiracion anticristiana.


Medios y artificios de la Enciclopedia.
El primer recurso consistió en el arte de insinuar el


error y la impiedad en aquellos artículos en donde
menos se podia buscar y esperar, como en las partes de
la historia, de la física, química y geografía, que se creia
poderse leer con menos peligro. El segundo consistió ea
el arte de remitir al lector á otro artículo, para que se
acabe de instruir. Este arte tan precioso es, en la Enci,
clopedia, al fin de los artículos religiosos , el arte de
seducir, pues envia los lectores á artículos impíos. Algu-
nas veces el mismo mote de la remision ya es una sátira
ó zumba ; y para esto bastaba poner al fin de un artículo
religioso este mote : léase el artículo Preocapacion ,


D




52 CONSPIAACION ANTICRISTIANA.


bien véase Supersticion, véase Fanatismo. En fin si el
sofista tercia que esta astucia no bastase, podia alterar las
discusiones y artículos de un cooperador honrado y reli-
gioso , y podia afiadir á los mismos artículos alguna
refutacion bajo el aspecto de prueba. Para decirlo en
compendio , el velo debia ser bastante transparente para
que se descubriese la impiedad , y no lo habia de ser
tanto, que no diese lugar á excusas y efugios.


Este era principalmente el arte del sofista zorro d'A-
lembert. Á Diderot, mas atrevido, se le permitia desplegar
toda su impiedad ; pero cuando á sangre fria se reflexio-
naban sus artículos y parecia conveniente retocarlos, á
el mismo se le daba el encargo, y cumplia añadiendo
alguna restriccion aparente á favor de la religion, que
consistia en algunas expresiones de respeto que no dis-
ntinuian la impiedad. Pero si Diderot se resistia, entonces
corría á cuenta de d'Alembert hacerla como revisor ge-
neral. En los primeros tomos de la Enciclopedia se debian
tratar las materias con prudencia y miramiento para no
alborotar al clero y á los que los conjurados llaman
hombres preocupados. A proporcion que se adelantase la
impresion , debia crecer el atrevimiento , y si las circuns-
tancias no permitian publicar con claridad las opiniones,
quedaba el recurso de los suplementos, ó el de nuevas
ediciones hechas en paises extrangeros , menos costosas
para que se hiciesen mas comunes, con lo que se comuni-
case el veneno á toda clase de personas, aun á las menos
acomodadas. La Enciclopedia, á fuerza de alabanzas y
recomendacion de parte de los iniciados, debia colocarse
en todas las bibliotecas , y con esta sola diligencia la
república literaria debia trasformarse en república
anticristiana. Este era el proyecto de los Enciclopedistas
impíos. No podian concebirlo mejor para llegar al término
de la conjuracion , y era casi imposible ejecutarlo con


CAPiTtL0 CUARTO.
53


mayor exactitud. La historia suministra pruebas de hecho
y pruebas de intencion que lo demuestran,


Pruebas de hecho.


En cuanto á las pruebas de hecho, basta pasar la vista
por varios artículos de la Enciclopedia y cotejar cuanto
se dice con precision en órden á los principales dogmas
del cristianismo y aun de la religion natural , cotejar,
digo, estos artículos con aquellos á los cuales los sofistas
envian los lectores. Se verá que se trata de la existencia
de Dios, de la espiritualidad del alma y de la libertad ,
con poca diferencia del mismo modo que tratan de estos
asuntos los filósofos religiosos; pero el lector cuando lea
los artículos Demostracion , Corrupcion , á los que le remi7
ten d'Alembert y Diderot, verá que desaparece cuanto se
Babia sentado ó establecido en los artículos religiosos.
Para destruir la doctrina religiosa, los dos sofistaft remiten
el lector á artículos escépticos, espinosistas , fatalistas y
materialistas.


Artificios de la Enciclopedia sobre el artículo Dios.
Que se lea el artículo Dieu (Dios ) en la Enciclopedia


de la edicion de Ginebra, y se hallarán en él ideas muy
sanas, y la demostracion directa física y metafísica de su
existencia. llabria sido muy ageno de este artículo mani-
festar la menor duda ó inclinacion al ateismo, espino-
sismo ó epicureismo ; pero al fin de este artículo, ve el
lector que lo remiten al artículo Démonstration(Demostra-
cion) , y en este desaparece cuanto le parecia incontrastable
en la demostracion física y metafísica de la existencia de
Dios. En este artículo, dicen al lector que todas las demos-
n'aciones directas suponen la idea. del ii!finito , y que
esta idea izo es int.v .


clara, sea para los físicos, sea para los
metafísicos. Con esta sola cláusula queda destruido todo


U3




54":" T'' ' ' COYSPIHACION ANTICRISTIANA.


lo que en órden á demostraciones se Babia sentado en el
artículo Dios. Alli mismo dicen que un solo insecto prueba
con mas evidencia á an .filós 3 e la existencia de Dios, que
todas las pruebas metafísicas; pero, pasando el lector al
artículo Comption (Corrupcion ) al que le remiten , lee :
Es preciso abstenerse de asegurar de un modo positivo
que la co


•rupoion nunca pueda engendrar cuerpos vivien-
tes ;. . que esta produccion de cuerpos animados por la
compelen , parece que está apoyada sobre experiencias
cotidianas; yestas imaginarias experiencias cotidianas sobre


generacion de los insectos, son precisamente el grande
argumento de los ateos, pues que de ellas infieren que no hay
necesidad de Dios para la creacion de los hombres y anima-
les. Seducido ya el lector, y preocupado de que las prue-
bas de la existencia de Dios no son demostracio-
nes , pasa á los artículos Encyclopédie , Epicurél.sme
(Enciclopedia, Epicureismo ) á los cuales le han remitido;
y en el primero lee : No hay aláun ser en la naturaleza
al que se le pueda dar el nombre de primero . á ultimo ; una
máquina infinita en todo sentido ocupará el lugar de la
divinidad ; y en el segundo, ve que el átomo es Dios.
Este átomo es la primera causa de todo ; por él existe todo
lo que existe, y tiene ser todo lo que tiene ser; es activo ; es
sencialmentepor sí mismo; solo éles inalterable, eterno,inmu-
table. Con esto el lector, en lugar del Dios del Evangelio, so-
lo puede escoger entre el Dios de Espinosa y el de Epieuro.


Sobre el artículo Alma.


Del mismo artificio seductor usan hablando del Alma.
Cuando los sofistas conjurados tratan directamente de su
esencia, proponen las pruebas ordinarias de su espiritua-
lidad é inmortalidad; y añaden que no se puede suponer
que el alma sea material ó reducir las bestias á la erra-


CAPÍTULO CITARTO. 55
lidad de máquinas , sin exponerse á hacer del hombre un
autómata . ( Art. &te. Bestia ). Dicen despues que si las
dOO:COlillaCi011O3 del hombre , y aun sus oscilaciones se
derivan de algun principio material que sea exterior á su
altea, no habrá bien ni vial, justo ni injusto, ni obli-
gacion de derecho. (Art. Droit natural. Derecho natural ).
Poda esta doctrina desaparece ( Art. Loke), cuando en
tono de pregunta , dicen : cr Que importa que la materia
piense ó no piense ? cr que tiene que ver esto con la justicia
é injusticia, con la inmortalidad .y deliras verdades del
sistema, sea político, sea religioso ? He aqui al lector, que,
en su cualidad de ser pensador, no hallando ya mas las
pruebas de un ser espiritual , no sabe si debe considerarse
(pie solo es materia ; pero para sacarle de esta perplejidad,
le dicen ( art. Animal), el ser viviente y animado no es'
rizas que una propiedad física de la materia. Temiendo
que el lector no se resienta al verse tan humillado, corno
ser semejante á la planta y al animal , le enseñarán á que
no se avergilenze , asegurándole que la sola difirencia
que hay entre ciertos vegetales y animales como nosotros ,
consiste en que aquellos duermen, r nosotros velamos ; que
nosotros somos animales que sentimos , y aquellos son ani-
males que no sienten ( art. Enciclopedia y A nimal);
bien le dirán , que la diferencia entre una teja y el hom-
bre consiste en que la teja siempre . cae, y el hombre no cae
de la misma manera ( art. /riman; y el lector , recor-
riendo de buena fe estos diversos artículos , se hallará al
fin de ellos el mas perfecto materialista.


Sobre el artículo Libertad.


Aun se valen de las mismas astucias y artificios ha-
blando de la Libertad. Cuando tratan directamente de
esta facultad del alma , permiten que sus apologistas
digan : Quitad la libertad , y toda la naturaleza humana


D4




56 CONSPIRACION ANTICniSTIANA.
quedará trastornada , y ya no habrá algun órden en la
sociedad..... Las recompensas son ridículas, los cas-
tigos injustos


T a ruina de la libertad trastorna
consigo todo órden, toda policía, y autoriza toda infamia
por monstruosa que sel I.:na doctrina tan mons-
truosa no debe examinarse en las escuelas; los magis-
trados la deben castigar ». O libertad! exclaman ellos


mismos , ¡ ó libertad , don del cielo ! ¡ Libertad de hacer-
de pensar! Tá sola eres capaz ele obrar grandes cosas. Asi
exclaman ( Art. ,lutorité (Autoridad) y en el Discurso pre-
liminar.) Pero en otra parte toda esta libertad de pensar y
obrar no es otra cosa que unpodersin ejercicio, y (peno pue-
de conocerse por el ejercicio. ( Art. Fortuit. Casual ). Mas
adelante , Diderot , aparentando que sostiene la libertad,
dice que todo este encadenamiento de causas y efectos
que han imaginado los filósofos para formarse ideas
representativas del mecanismo del universo, no tienen
mas realidad que los Tritones y Nayadas. (Art. Evidente.
Evidencia ). A pesar de esto, cuando d'Alernhert y Di-
derot hablan de este encadenamiento, ya son de otro
parecer. D'Alcmbert ( Art. Fortuit . Casual ) dice ,
que aunque este encadenamiento sea muchas veces im-
perceptible, no es menos real ; que todo lo ata en la
naturaleza ; que de él dependen todos los acontecimientos,
como todas las ruedas de un relox dependen las unas de
las otras; que despues del primer instante de nuestra exis-
tencia, en ninguna manera somos dueños de nuestros movi.
mientos ; que si mil mundos existiesen á un mismo tiempo,
todos semejantes á este y gobernados por las mismas leyes,
en lodos sucederia absolutamente lo mismo ; que los hom-
bres , en virtud de estas mismas leyes, harian al mismo
tiempo las mismas acciones en cada uno de los inundes.
Con esto se descubre que es imaginaria toda la libertad


pie puede usar el hombre en este mundo , pues en


CAPÍTT1L6 CUARTO.
57


manera alguna la puede ejercitar. Diderot, que en el art.
Evidencia tenia por fingido este encadenamiento como
los Tritones y Nayadas, cuando vuelve á hablar de él en
el art. Fatalité (Fatalidad) , prueba con mucha extension
la existencia de aquel encadenamiento , y dice que no
se puede disputar ni en el mundo lisien , ni en el mundo
moral é inteligible. Ello ya se ve que Diderot, tanto si
niega corno si sostiene el encadenamiento de las causas
y efectos, niega aquel don del cielo, la libertad de pensar
y hacer ; niega lo justo é injusto y la obligacion y el
derecho ; pero tambien es verdad que es muy contradic-
torio en sus principios.


Los ejemplos alegados, á los cuales se podrian afiadir
otros , bastarán para que se descubra el plan sobre el
cual se ha levantado el edificio de la Enciclopedia, y se
vea si corresponde á la idea que he dado de ella. Creo
que queda bien demostrado que sus célebres autores y
redactores se han esmerado en esparcir en ella las se-
millas del ateismo, materialismo, fatalismo, y de todos los
errores mas incompatibles con aquella religion que tanto
prometieron respetar. Estos artificios y astucias de los En-
ciclopedistas no se ocultaron á la penetracion y observa-
ciones de autores religiosos (t). Voltaire porsu parte tomó
á su cuenta vengar la Enciclopedia de las reclamaciones ,
representando los autores religiosos corno enemigos del
estado y malos ciudadanos (a). Ya se sabe que eran estas
sus armas ordinarias; y si Babia logrado alucinar á al-
guno , bastaba entrar en la correspondencia que tenia
con los autores de aquella compilacion para saber si se
le atribuían estas intenciones con bastante fundamento.


(T) La religion wengea Ganeltat Bergier, Lacres Ilelviennes.
(a) Carta 18 á d'Aleinbert.




58 CONSP1RACION ANTICRISTIANA.
Pruebas de la intencion.


Á las pruebas de hecho se siguen las de intencion de
los enciclopedistas. Voltaire, que se hallaba á cien leguas
de Paris, y lejos de los obstáculos que encontraba d'A-
lembert, hubiera querido que este hubiese manifestado
las intenciones de los redactores, por 'pecho de ataques
mas directos. El patriarca aborrecia ciertas restricciones
familiares á d'Alenibert , y en particular le reconvino por
la que puso en el artículo de Bayle. D'Alembert le res-
pondió : « Por una fruslería os emberrinchais como MI
» Tudesco , con motivo del diccionario de Bayle. En


primer lugar debeis advertir que yo no he dicho
» dichoso él, si hubiese respetado mas la religion y las
» costumbres; mi expresion es mas moderada. A mas de
» esto e- quien hay que ignore que en el maldito pais en


que escribimos, aquellas expresiones son de estilo de-
» notario y solo sirven de pasaporte á. las verdades que
X, se quieren establecer por otra parte? Ni siquiera has uno
» que se haya engañado (i) ». En este tiempo en que
Voltaire estaba tan ocupado en componer los artículos que
enviaba á d'Alembert para la Enciclopedia , no pu-
diendo ocultar mas sus deseos de que se atacase directa-
mente la religion , y que se dejasen á un lado todos estos
miramientos que se tenian aun por ella , le escribió tic
esta manera : « Me ha oprimido el corazon lo que me
» han dicho sobre los artículos de Teología y illetrIfisica.
» Es muy cruel e insoportable verse en la precision de
» imprimir lo contrario de lo que se piensa (2) ». Pero
d'Alembert mas astuto y mas fino conocía que era nece-
sario usar de aquella circunspeccion para no ser tratado
de loco por los mismos que se intentaba convertir ( es (leen'


( I ) Carta de d'Alembert del ro Octubre de 1764.
12) Carta del y Octubre de 1755.


CAPITULO CUARTO. 59
hacer apostatar ); pues preveia el tiempo en que podria
responder : Si el género humano está en el dia tan ilus-
trado , es porque se tuvo la precaucion ó la dicha de
ilustrarle poco á poco (1).


Voltaire estaba obstinado, y bajo el nombre de un
clérigo de Lausana , enviaba artículos tan insolentes, que
d'Alembert se vió aun precisado á decirle : « Recibi-
» remos con reconocimiento cuanto nos venga de la
» misma mano. Solo pedimos permiso á vuestro herege
» para llevar nosotros la mano blanda en aquellos parages


en que él manifiesta demasiado las uiias ; nos hallamos
en el caso de recular para saltar mejor (2) ». Este para


demostrar que no olvidaba el arte de recular para saltar
mejor, respondió á los cargos que Voltaire le hacia sobre
el Art. EieAr ( infierno ), en esta forma : « Tenemos sin
» duda, malos artículos de Teología y Metafísica; pero,
» ¿y que se puede hacer con censores teólogos, y un
» privilegio real ? Apuesto que no los haríais mejores.
» Sabed que hay otros artículos mas disimulados , en
» donde todo está reparado ( ) ». .V se puede
dudar de la intencion decidida de los enciclopedistas,
cuando se ve que Voltaire exhorta y escribe formalmente
á d'Alembert á que aproveche el tiempo en que, ocupadas
las autoridades en otros asuntos, atendian menos á los
progresos de los impíos? « Durante la guerra de los parla-
» mentos y obispos ( decía ) , los filósofos deben hacer su
» negocio. Ahora tendréis ocasion para atestar la Enci-
» clopedia de verdades que, veinte años ha, no habria
» habido valor para decir (4) ». Fácilmente se compren-
den todas estas s&icitudes é intrigas de Voltaire, aten-


(r) Carta del i6 de Julio de /762
(2) Carta de d'Alembert del 21 Julio de 1757.
(3) En la misma carta.
(4) Carta de Voltaire á d'Alembert del 13 Noviembre de 5756.




Go CONSPIRICION ANTICIUSTMA.
diendo al buen éxito que de la Enciplopedia esperaba en
su conspiracion. Mucho me intereso , escribia á Dami-
» laville (t), en una buena pieza de teatro; pero aprecia-
» ria aun mas un buen libro de filosofía que aplastase para
» siempre al infame, Pon‘ro todas mis esperanzas en la Enci-
» clopedia ». Quien hay que despues de una declaracion
como esta, pueda dudar que los impíos conjurados desti-
naban la Enciclopedia para que fuese el arsenal de todos
los sofismas contra la religion ?


Diderot, mucho menos reservado hasta en sus mismas
emboscadas, manifestaba lo que set-lúa verse precisado á
usar de astucias y disiniulos. Deseaba poder introducir
sus principios con menos reserva, y él mismo manifiesta
cuales eran estos principios, cuando dice : Todo el siglo
de Luis XIF. solo ha producido dos hombres dignos de
trabajar en la Enciclopedia. Estos dos hombres fueron
Perrault y l3oindin. No se sabe lo bastante porque el
primero hubiera sido digno de esta ocupacion ; el segundo
sí. Boindin, que 'labia nacido en 1676, acababa de morir
con tal fama de ateo que no se permitió enterrarle con
las ceremonias cristianas. Esta fama de ateo lo excluyó
de la academia francesa ; pero esta misma le daba derecho
para cooperar á la Enciclopedia, si hubiese vivido. Tal
era pues el objeto de esta obra, y tal la intencion de sus
autores conjurados. Segun su propia declaracion , lo
esencial de la Enciclopedia no era la reunion de lo que
pocha hacer de ella un tesoro de las ciencias , sino hacer
de ella un depósito de las pretendidas verdades , es decir,
de todas las impiedades que no se habrian atrevido á
decir, cuando la autoridad velaba sobre sus propios inte-
reses y sobre los de la religion ; de hacer pasar todas estas
impiedades bajo la mascarilla y pasaporte de la hipo-


(i) Carta del a3 Mayo de 1764.


CAPÍTULO CUARTO.
crecía; de decir con repugnancia algunas verdades reli-
giosas, ó, segun su expresion , de imprimir lo contrario de
lo que pensaban sobre el cristianismo, para aprovechar la
ocasion de imprimir todo lo que se pensaba contra él.


Obstáculos que se opusieron á la Enciclopedia.


Sin embargo , á pesar de todas las- astucias de los
conjurados, varias personas zelozas de la religion se le-
vantaron contra la Enciclopedia, principalmente el Del-
fin , que obtuvo por algun tiempo la suspension de su
publieacion y continuacion. Los autores y redactores im-
píos de esta compilacion tuvieron mucho que sentir en
varias ocasiones. Parecia que d'Alembert estaba tan can-
sado que quería abandonar la empresa. Pero Voltaire ,
que mas que otro alguno sabia cuanto importaba este
primer medio de los conjurados , tomó á su cuenta el
reanimarlos. No se satisfizo con esto : él mismo trabajaba,
pecha y enviaba sin cesar nuevos artículos. Les ponia
delante el grande honor que les resultaria de la perse-
verancia en una empresa tan gloriosa. En particular á
d'Alembert y Diderot les aseguraba que la resistencia
que se les oponia seria el mayor oprobio de sus enemi-
gos (1). No satisfecho aun con todo esto, les pedia con el
mayor encarecimiento , y aun qneria precisarles á título
de amistad, y en nombre de la filosofía , á que venciesen
los disgustos, y no se acobardasen en una carrera tan
bella (2). Al fin salió con la suya ; se concluyó la Enci-
clopedia y se manifestó al mundo con el sello de un
privilegio público. Este primer triunfo de los impíos les


(i) Véanse sus cartas de los anos 1 755 y 1756.
(2) Véanse sus cartas del 5 Setiembre de 1 752, del 13 Noviembre


de 1756, y principalmente la del 3 Enero de 1757.




Ú3 coNsrmAcioN VSTICRISTIANA.
VJ


pronosticó todos los otros resultados felices que se podian
prometer en su guerra contra la religion (*).


cooperadores de la Enciclopedia.


Pero aun debe saber mas el que quiera componer la
historia del jacobinismo. Debe apurar la intencion que
presidió á esta enorme compilacion , y adelantará mucho
sabiendo y observando que cooperadores clegieron d'A-
lembert y Diderot para trabajar en la parte religiosa. El
pr:mer teólogo de la Enciclopedia fue -Ura. Los Je-
suitas, que halan descubierto en él inclinaciones á la
impiedad , le expelieron de su compañía. Ele aqui el
brillante título , y la condecoracion mas honorífica para
que d'Alembert lo eligiese. Sabe todo el inundo como
llaynal , con sus atroces declamaciones contra la religion,
ha justificado la sentencia de expulsion que contra él
fulminaron los Jesuitas, y la cleccion que de el hizo
d'Alembert; pero no todos saben , y es bueno que sepan
la anecdota que borró á Raynal del catálogo de los
cooperadores de la Enciclopedia y eslabona su historia
con la del segundo teólogo de la misma , quien , sin ser
impío se dejó por un momento arrastrar y conducir por
las sociedades filosóficas.


Este segundo teólogo era el Abate Ivon , metafísico


) F. no obstante su perspicacia , conocimientos y
firmeza de carácter, tuve que ceder á las importunas pretensiones
del embajador de Francia , para que se imprimiese en Madrid el
extracto de todas las beregías y el aborto de todos los filósofos
franceses , la abominable Enciclopedia. El capuchino Villalpando ,
quien se dio á revisar , suplió la debilidad del seilor M...., resistió
constantemente su aprobaciun , se negó al plan propuesto por el
ministro para que aprobase su lectura é impresion con notas margi-
nales. Ni los agentes franceses , ni sus partidarios espidioles lograron
la anrobacion de este sabio.


Preservativo contra la irrele;Oon , impresion de Cadiz, pág. 70.


estriTt:LO Cre.RTo. 63
sobresaliente, pero muy bondadoso y cándido, quien
siendo sobremanera pobre se varia de su pluma , adentras
la podia tomar con honradez, para ganarse la vida. Con
su genial 'mena fe habia defendido al Abate de Prades ;
y yo mismo le ví desafiar á un teólogo á que no le
manifestarla error alguno en sus escritos; pero se dió por
concluido al momento. Al mismo le he oido referir con
la mayor sencillez el modo como que se dejó obligar
para trabajar en la Enciclopedia. « Yo tenia, me dijo,
» necesidad de <linero. Raynal rae encontró y exhortó á
» componer algunos artículos , afiadiendo que me los
▪ pagarian bien. Acepté la oferta , y Raynal envió mi
» trabajo á la oficina, y me dió veinte y cinco luises. Me
• tenia por bien pagado , cuando un librero de la Enci-
» clope.dia , á quien manifesté mi buena fortuna , se
» sorprendió al oir que los artículos que Raynal Rabia
» enviado a la oficina no eran de este. Se irritó sobre
» manera , y al cabo de algunos días me llamaron á la
• oficina en donde Raynal, que Labia recibido mil cscu-
» dos dando mi trabajo por suyo , salió condenado á
» restituirme los cien luises que habla embolsado. a Esta
anécdota no sorprenderá por cierto á los que saben los
plagios de Raynal, bien conocido por ellos. La oficina le
despidió y no quiso contar mas con él; pero su constante
adhesion la impiedad lo reconcilió con d'Alernbert y
Diderot. En honor del Abate Ivon debo decir que sus
artículos sobre Dios y el Alma, que se hallan en la Enci-
clopedia , son los que oprimieron mas el corazon de
Voltaire ; pero d'Alembert y Diderot suplieron super-
abundantemente esta falta , remitiendo los lectores á otros
artículos.


El tercer teólogo de la Enciclopedia ( el segundo en el
catálogo de d'Alembert, quien, en honor del buen Abate
Ivon , no se atreve á mentarle á Voltaire) es aquel famoso




CONSPIRACIOY ANTiCIOSTIKNA.


Abate Prades, que se vió obligado á refugiarse en Prusia,
por haber tenido la osadía de querer sorprender la Sor-
bona , sosteniendo y sustituyendo las conclusiones mas
impías á otras religiosas. El artificio de estas conclusiones
fue lo que engaitó al bondadoso boli. Lo descubrió el
parlamento y castigó á su autor; pero Voltaire y d'Alem-
bert lo recomendaron al Rey de Prusia (r). El honor
de este Prades exige que yo revele aqui lo que no se
halla en la correspondencia de sus protectores. Tres anos
despucs de esta su apostasía pública , Prades retractó
públicamente sus errores por una declaracion firmada de
su mano en 6 de Abril de 1754, detestando su enlace con
los sofistas, aiíadiendo que no le bastaba una vida para
llorar su pasada conducta. Murió en 1782 (2).


Otro teólogo ó lectoral de la Enciclopedia fue el Abate
Morellet, hombre muy querido de d'Alembert , y aun
mas de Voltaire quien le llamaba Mords-les (muérdelos),
porque, so pretexto de declamar contra la inquisicion ,
habia mordido rabiosamente la iglesia (3) (*).


(1) Correspondenc ia de Voltaire y d'Alembert , cartas a y 3.
(a) Diccionario histórico de Feller.
(3) Véase correspondencia de d'Alembert , carta 65 y g6 , y carta
Tiriot del 26 Enero de 1762.
(*) Lo mismo se puede decir de cuantos han escrito en España


contra la Inquisicion en estos últimos tiempos. Lo cierto es que
nada hemos visto producido todavía contra la Inquisiciou , en que
brille la verdad,la veracidad y el desinterés , la noble imparcialidad ,
y un ánimo recto de convencer sólidamente al entendimiento y mover
eficazmente el corazon Tal vez se escribirla menos contra este
tan censurado tribunal, si se leyera con una despreocupacion ve ' da-
deramente filosófica , la obra de un fraile franciscano , aquella obra
llena de una inmensa erudicion , la obra del grande Alfonso de Castro,
De lidia htereticoraut punitione. Alti aprenderian esos críticos fastidiosos
á escribir con solidez y con crítica. Pero allí verían igualmente que se
les quitaba la máscara , que se les descubrían sus ardides , que se


CAPÍTULO CUARTO.
65


La mayor parte de los escritores legos, coadjutores de
la Enciclopedia, era mucho peor. No haré mencion sino
da numarsais, impío famoso y tan mal reputado, que
la autoridad pública se rió precisada á destruir la escuela
que Babia ya abierto para inficionar á sus discípulos con
el veneno de la impiedad. Este infeliz retractó tambien
sus errores, pero en el lecho de la muerte. La eleccion
que d'Alembert hizo de su pluma , manifiesta la inten-
cien., de los Enciclopedistas y la impiedad de sus coope-
radores. El lector no debe confundir con estos impíos
á cuantos tuvieron parte en la Enciclopedia , en especial.
á M. Formey y á M. Jaucourt. Este último como he dicho
suministró muchos artículos, y solo se le puede recon-
venir por haber continuado en suministrarlos, cuando
advirtió como debia advertirlo , el abuso que se hacia de
su zelo , pues eslabonaron sus piadosas producciones con
los sofismas de la impiedad.


Juicio que de la Enciclopedia formo' Diderot.
A excepcion de los dos, que acabo de nombrar y de


algunos otros pocos, puede el historiador reunir á los
de mas Enciclopedistas en el cuadro que bosquejó el mismo
Diderot « Toda esta raza detestable de trabajadores, que


sin saber nada se jacta de saberlo todo, solo ha aspirado
» tí distinguirse por una especie de manía de parecer


universales, y que pretendiendo tratar de todo , todo
lo ha confundido, todo lo ha echado á perder , y ha
hecho de este imaginario depósito de las ciencias un
sumidero , ó mejor un cajon de sastre , en donde todo


daba completa solucion á los argumentos que hoy se intenta producir
Color) nuevos é irresistibles




Quítese la Inquisicion ,
y será todavía


mas dificil atajar el impetuoso torrente del libertinage.
A. II. y C.


Procurador general, 11 •111. s 3.
Tomo 1.




66 COISPIRICION A"NTICRISTI ÁNA.
» está mezclado, indigesto é insulso , bueno y malo, pero


siempre incoherente (1) ». Esta declarador, de Diderot
es preciosa en cuanto al mérito tO intrínseco de la Enci-
clopedia. He aqui á este pontífice de la impiedad , que
como Caifas dice la verdad, pero no segun su intencion.
En cuanto á esta , en el mismo lugar citado de sus escritos
se halla otro pasage aun cuas precioso, en donde mani-
fiesta el trabajo que le ha costado, y la molestia que ha
sufrido , para insinuar lo que no se pocha decir con
claridad, sin sublevar las preocupaciones, es decir, segun
su estilo, las ideas religiosas, y trastornarlas sin que se
advirtiese.


Tan sumidero, ó eajorz de sastre, como era la Enciclo-
pedia , fue muy útil á los conjurados. Se acinaban los
materiales , y apresuraban la publicacion de sus volúme-
nes. Voltaire , cl'Alcmbert y Diderot, por su parte , no
cesaban de insertar, á diestro y á siniestro, en cada
volómen , lo que se dirigia al grande objeto. Al fin, se
concluyó la Enciclopedia. Todos los periódicos y las cien
trompetas de la fama del partido de los conjurados la
celebraron en todo el mundo. Todo el mundo quería
tener la Enciclopedia ; pero la república literaria se
encontró bien burlada. Se hicieron ediciones de todos
tamaños y precios, y so pretexto de correg , r, , fue mayor
la insolencia. En el momento en que la revolucion de la
impiedad estaba ya casi completa , apareció la Enciclo-
pedia por órden de materias. Cuando se empezó, fue
preciso tener algun miramiento por lo tocante á la reli-
gion. Un hombre de muy gran mérito , M. Bergier,
canónigo de Paris, creyó que debia ceder á las urgentes
instancias que de todas partes se le l ' acial], para que se


(s) El texto de Diderot sobre los vicios de la Enciclopedia es mas
dilatado ; lo que aqui se produce es de su artículo en el diccionario
de los hombres ilustres de Feller , nueva edicion.


CAPÍTULO CUARTO.
encargase d.e la parte religiosa de la Enciclopedia, y no
permitiese la tratasen sus mayores enemigos. Sucedió lo
que era fácil preveerse. Los desvelos de este sabio tan
conocido por sus excelentes escritos contra Rousscau
Voltaire y demas impíos del tiempo, no sirvieron mas
que de pasaporte á esta nueva coleccion , llamada Enci-
clopedia metódica. Cuando se dió principio á esta , se
hallaba la revolucion francesa en el momento de hacer
su explosion• Con esto los impíos que se encargaron de
hacer la edicion , fueron de parecer; de que ya no habia
necesidad de respetar la religion , como lo habian hecho
sus predecesores. Á. pesar del elogio que se merecen los
desvelos de M. Bergier y sus cooperadores, la nueva
Enciclopedia no salió mejor, sino mucho peor que las
anteriores ; pues los sofistas posteriores consumaron lo
que emprendieron y no pudieron ejecutar los anteriores,
Voltaire, d'Alernbert , Diderot y sus cómplices , por lo
relativo á este primer medio de los conjurados anti-
cristianos.


E




CAPITULO Y.


SEGUNDO DJEDIO DE LOS CONJURADOS.


G8 CONSPDLICION ANTICEIsTIáNI.
•n••••••n nn •• •n••nn•n••••n•••


Extincion de los Tesuita.s.


L A hipocresía de d'Alembert y Voltaire habia triunfado
de todos los obstáculos. Tuvieron tal arte y mafia en
representar como bárbaros y fanáticos á los enemigos
de la Enciclopedia , y hallaron sucesivamente en los mi-
nistros d'Argenson , Choiseul y Malesherbes protectores
tan poderosos, que toda la oposición del gran Delfin ,
del clero y de los escritores religiosos no pudo estorbar
que aquel depósito de todas las impiedades se mirase
como una obra necesaria. Logró esta tal aceptacion , que
se tuvo en cierta manera por el fundamento de todas las
bibliotecas públicas y particulares, no solo en Francia,
sino también en todos los paises estrangeros. Para todo
se acula á la Enciclopedia. Al mismo tiempo que los
impíos tenian reunidas alli todas sus armas contra la reli-
gion , los sencillos , pensando instruirse, tragaban sin
advertirlo, el veneno -de la incredulidad. Los conjurados
se ciaban el parabien por el buen éxito de este su primer
medio; pero no podian disimular, y sabian que habia
hombres , cuyo zelo , ciencia , reputacion y autoridad
podian hacer abortar la conjuracion. La Iglesia tenia sus
defensores en los obispos y en el clero de segundo órdcn.
Babia , á mas de esto , un gran número de institutos
religiosos, á los que el clero secular pocha mirar corno
tropas auxiliares siempre ejercitadas y dispuestas á unirse


c,ArirrLo QUINTO.


69
á él para defender la causa del cristianismo. Antes de
manifestar los medios de que se valieron los conjurados
para quitar á la Iglesia todos sus defensores , debo hacer
presente el proyecto que formó Federico II , rey de
Prusia, para arruinar la misma iglesia , de donde veremos
originarse la resolucion de dar principio por la destruc-
Clon de los Jesuitas , para llegar sucesivamente á la de
los otros cuerpos religiosos, y luego á la de los obispos
y de todo el sacerdocio.


Mimar plan (la Federico para arruinar la Iglesia.
En el año de tj/1 3 fue comisionado Voltaire para una


negociacion secreta con el rey de Prusia. Entre las cartas,
que escribió en aquella época, desde Dedil], hay una
dirigida al ministro Atnelot, concebida en estos términos:


En la i'dtima conferencia que tuve con su magestad
» prusiana , le hablé de un impreso que ha seis semanas
» que corre en Holanda , en que se propone el medio
» de pacificar el imperio, secularizando los principados
» ecclesiásticos d favor del Emperador y de la reina de
» Hungria. Le dije, que yo desearia, de todo mi corazon
» la ejerucion del proyecto; que seria dar al César' lo
» que es del César ; que la iglesia no debia mas que rogar
» á Dios y á los príncipes ; que los Benedictinos no


habiarr sido instituidos para ser soberanos; y que esta
opinion , en que yo abundara siempre, me habla conci-


» liado muchos enemigos en el clero. Me confesó que él
» mismo habia hecho imprimir el proyecto. Me hizo
» entender , que no sentirla verse comprendido en las
» restituciones, que los eclesiásticos , en conciencia dijo,
» deben hacer á los reyes; y que él con mucho gusto,
» herrnosearia á Berlin con los bienes de la iglesia. Ello


(1) Correspondencia general , carta del 8 Octubre de / 'á3.
E3




CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


» es cierto que quiere llegar á este término., y no pro-
» curará la paz hasta que logre estas ventajas. Dejo á
» vuestra prudencia aprovecharon de este designio secreto
» que solo á mí ha confiado ».


Efecto de este plan en la corte de Yersalles
Al tiempo que se recibió esta carta , la corte de Luis


XV estaba llena de ministros que pensaban como Vol-
taire y Federico sobre la religion. No habia en Francia
electores eclesiásticos á quienes invadir y despojar ; pero
viéranse un gran número de religiosos, cuyas posesiones
podrian suministrar grandes riquezas. Concibieron los
ministros que si el plan de Federico no podia seguirse
por entonces, á lo menos, con el tiempo, no era impo-
sible sacar un buen partido para la Francia. El marques
d'Argerison, consejero de estado y ministro de negocios
extrangeros, era uno de los mayores protectores de Vol-
taire, y fue el primero en adoptar su proyecto de des-
pojar la iglesia; él trazó el plan que se debia seguir para
destruir á los religiosos.


Proyecto del ministro d' Igenson contra los Religiosos.


Los progresos de este plan debian ser lentos y suce-
sivos, para no alarmar los unirnos. Al principio no se
habian de secularizar y destruir sino las órdenes menos
numerosas. Poco á poco se Libia de hacer mas difícil el
ingreso en religion , no permitiendo la profesion hasta
una edad en que el hombre , por lo regular , ya ha
tomado otro estado. Los bienes de los conventos supri-
midos deberian al principio destinarse á obras frias ,
ó reunirlos á los obispados; pero tambien debia llegar
el tiempo en que, suprimidas todas las órdenes religiosas,
se habian de hacer valer los derechos del rey, como


CAPÍTULO QUINTO.
gran señor, y aplicar á su dominio todo lo que le }rabia
pertenecido, y aun todo lo que por el pronto se hubiese
reunido á los obispados. El ministerio en Francia se
muda y cambia á menudo, decia un Legado observador;
pero los proyectos , si una vez se han admitido por la
corte de Francia perseveran y se perpetuan hasta el
momento propicio á su ejecucion. El que habla formado
d'Argenson para destruir los cuerpos religiosos, ya estaba
extendido antes del año 1745. Aun estaba en el escri-
torio del primer ministro Maurepas, cuarenta aí'ios (les-
pues. Lo sé de un monge benedictino llamado Bevis ,
sabio distinguido , á quien estimaba M. de Maurepas,
y tanto, que lo solicitó varias veces á que saliese de su
órden para conferirle un beneficio secular. El bene-
dictino nunca admitió estas ofertas, y Maurepas para
precisarle, le dijo que tarde ó temprano se habria de
resolver; y á este fin le dió á leer el plan de d'Argenson ,
que estaba resuelto á seguir ya habia tiempo, y que debia
ejecutarse dentro de breves Bias.


Es evidente que la avaricia sola no dictó este plan ,
porque no solo comprendia las órdenes que tienen rentas,
sí tambien á las que no poseyendo cosa alguna, nada les
ofreci-a que robar con su destruceion. Acelerar la eje-
cucion de este proyecto , ó solo manifestarle antes que
los sofistas de la Enciclopedia hubiesen preparado los
ánimos para aceptarle, era exponerse á grandes dificul-
tades. Estuvo pues sepultado algunos años en la oficina de
Versalles , entre tanto que los ministros Foltairianos
cooperaban, bajo grano, i los progresos de la incredu-
lidad. De una parte parecia que perseguian á los filo-
sofistas, y de la otra los estimulaban. No permitian á
Voltaire que volviese á Paris ; pero Voltaire al mismo
tiempo estaba inundado de alegría, recibiendo una patente
del rey, con la que se le reintegraba la pension , desde


E 4




72


CONSPIIIA.CIOY ANTICRISTIANA.


doce míos suprimida (i). Algunos de los primeros secre-
tarios y ministros le permitian usar de sus nombres y
sellos para corresponderse con todos los impíos de Paris,
y para los manejos anti-religiosos , de los cuales ellos
sabian todos los secretos (2). Esta es aquella parte de la
conspiracion anticristiana , cuyas maniobras describe
Condorcet con estas palabras : e Muchas veces un go-


bierno recompensaba con una mano á los filósofos,
mientras que con la otra pagaba á sus calumniadores;
los desterraba , y se honraba con que la suerte los
hubiese hecho nacer en su distrito : los castigaba por
sus opiniones, y se habria avergonzado de que se du-
dase que era de su partido (3) ».


Choiseul se entiende con los filósofos.
Esta pérfida inteligencia de los ministros de un rey


cristianísimo con los conjurados anticristianos apresuraba
los progresos de la secta. En fin , el mas impío y déspota
de estos ministros creyó que habia llegado ya el tiempo ,
en que se podía dar el golpe decisivo para destruir los
cuerpos religiosos. Este ministro era el duque de Choiseul.
De cuantos protectores ha tenido la impiedad fue este
en todo el tiempo de su poder, con quien Voltaire contó
mas. Por esto Voltaire , escribiendo á d'Alembert , le
decia « No temais en algun modo que el duque de
» Choiseul se os oponga ; os lo repito , y no os engaño ;
» él tendrá á gran dicha serviros (4) ». « Nos hemos visto
» algo alarmados á causa de ciertos terrores pánicos,
» decia Voltaire á Marmontel (5); pero nunca temor fue


(1) Carta á Damilaville del 9 de Enero de 76u.
(2) Carta á Manumite' del 13 Agosto de 1760.
(3) Esquise tablean hislorigue , par Condorcet.


Epoque.
(4) Carta 68 del año 1760.
(5) Carta sí Marmontel del 13 Agosto de 1760.


C$.PITULO orusto. -3
» más infundado. El señor duque tic Choiseul y madama
» Pompadour saben el modo de pensar del Tio v de la
» Sobrina. Se nos puede enviar cualquiera cosa sin pe-
» litro ». Tal era la confianza que los sofistas tenias de
la proteecion del Duque contra la Sorbona y la Iglesia,
que Voltaire en sus arrebatos exclamó : Diva el minis-
terio de Francia , y viva mas que. todos el señor duque
de Choiseul (1).


Como hizo decretar la destruccion de los Jesuitas,
y porque empezó por ellos.


El ministro Choiseul merecía muy bien esta confianza
que de él tenia el patriarca de los conjurados, pues habia
adoptado el proyecto de d'Argenson. En este proyecto
creyeron los ministros hallar un manantial inagotable
de riquezas para el estado, Sin embargo , muchos estaban
distantes de buscar la destruccion de la religion por la
de los religiosos, y aun pensaron algunos que no podria
la nacion desprenderse de todos ; y por lo mismo al
principio exceptuaron de la proscripcion á los Jesuitas.
Pero precisamente por estos queria empezar Choiseul.
Su intencion se Babia manifestado por una anécdota
que sabian los Jesuitas. Les he oido referir, que un dia
Choiseul estando en conversacion con tres embajadores,
uno de estos le dijo : que si en alguna ocasion llegaba
á tener valimiento , que destruiria todos los cuerpos
religiosos , exceptuando únicamente á los Jesuitas, por-
que á lo menos son útiles para la educIeion, « Pero yo
» ( respondió Choiseul ) á la hora que pueda , solo cíes-
» uniré los Jesuitas ; porque suprimida su edueacion ,
» los demas cuerpos religiosos caerán por sí mismos ».
Esta política era profunda ; pues es constante que des-


(1) Carta del 2 Setiembre de 1767.




74 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


truyendo en Francia un cuerpo encargado de la mayor
parte de los colegios , era obstruir en un instante el
manantial de aquella edueacion cristiana que proporcio-
naba á las otras órdenes mayor número de individuos.


Á pesar de la excepcion del consejo á favor de los
Jesuitas, Choiseul no desesperó de inclinarle á su opinion.
Los Jesuitas ya estaban arraigados en Francia , y por lo
mismo no se porfia esperar que cooperasen á la desnate-
cion de los otros cuerpos religiosos : por el contrario,
estaban prontos á representar y sostener los derechos de
la iglesia , y á conservar aquellos cuerpos con todo el influjo
que tornan en la opinion del público, fuese por sus discur-
sos, ó fuere por sus escritos. Pero por lo mismo le fue fácil
á Choiseul hacer entender al consejo, que si este quería
aplicar al estado los socorros que deberian provenir de las
posesiones religiosas , era preciso empezar por los Jesuitas.
Aunque he sabido por ellos solos esta anécdota , los
resultados la han hecho muy verosiniil. Debo añadir que
mi objeto no es examinar si los Jesuitas merecieron ó no
la suerte que experimentaron , sino manifestar única-
mente la mano oculta y los sugetos que , segun la expre-
sion de d'Alernbert , hablan dado las órdenes conducentes
á la destruccion de esta sociedad. La respuesta á esta
pregunta : ¿ Es verdad que la destruccion de los Jesuitas
lile . concebida, meditada y dirigida por los conjurados,
y mirada como uno de los medios mas eficaces para llegar
al término de la destruccion del cristianismo ? es lo único
que debo averiguar como historiador por lo relativo á
esta conspiracion anticristiana. Para esto es necesario
saber el fin á que estaban destinados los Jesuitas , y que
el concepto que de ellos se tenia entonces los hacia
generalmente odiosos á los conjurados; y con toda parti-
cularidad es necesario saber de la boca de los mismos
conjurados la parte que tuvieron y el interes que tomaron
en la destruccion de esta sociedad.


CAPÍTULO


Que cosa era el cuerpo de los Jesuitas?
Los Jesuitas formaban un cuerpo de veinte mil reli-


giosos repartidos en todos los paises católicos. Estaban
especialmente dedicados á la instruecion de la juventud;
,e ocupaba n tambien en la direccion de las almas y en
la predicador) . Por un voto particular se obligaron á
hacer las funciones de misioneros en cualquiera parte á
dond e los Papas los enviasen á predicar el Evangelio.
Aplicados al estudio , habian producido un gran número
de autores, y sobre todo de teólogos, que sin cesar com-
banal) los errores contra la iglesia. En estos últimos
tiempos, principalmente en Francia, tenian por enemi-


gos a los Jansenistas , y á los que se llaman filósofos. Sulelo por la iglesia catolica era tan notorio y activo , que
el rey de Prusia los llamaba : Los guardias de corps del
Papa (t).


Parecer de los Obispos sobre los Jesuitas.


La junta del clero compuesta de cincuenta prelados,
cardenales, arzobispos y obispos franceses , consultados
por Luis <V, cuando se trataba de destruir esta sociedad,
respondió expresamente : « Los Jesuitas son muy útiles
» á nuestras diócesis para la predicador) , para la direc-
• cion de las almas, para establecer, conservar y renovar
» la fe y la piedad por medio de las misiones , congre-
» gaviones y ejercicios, que hacen con nuestra aproba-
» don, y bajo nuestra autoridad. Por estos motivos,
» Sefior, pensamos que prohibirles la instruccion seria.
» causar un notable perjuicio á nuestras diócesis, y que
• en cuanto á la instruccion de la juventud, seria muy


• difícil reemplazarlos con la misma utilidad. , princi-


(I) Carta i54 á Vultaire.




7 C> consrituctotT
palmente en las ciudades de las provincias en donde


» no hay universidades (i) »• Esta era la idea, en general,
que tenian los católicos de estos religiosos , y por IQ
mismo no se debe omitir, para que se vea, que la dese
truccion de esta sociedad debia naturalmente entrar en
el plan•que trazaban los conjurados anticristianos.


Tiempo hubo en que la destruccion de esta compañía
se atribuyó á los Jansenistas, y es cierto , que estos se
mostraban muy empeñados en ella. Pero el duque de
Choiseul , y aquella famosa cortesana la marquesa de
Pompadour, que entonces reinaban en Malicia, bajo el
nombre y sombra de Luis XV, no amaban mas á los
Jansenistas que á los Jesuitas. El duque y la marquesa
cortesana sabian todos los secretos de los conjurados, y
los sabian porque eran depositarios del secreto de Vol-
taire (2), y este , como él mismo se explica , baria
querido que á cada Jesuita le hubiesen precipitado en el


fondo del mar con un Jansenista al cuello (3). Los Janse-
nistas pues no fueron sino alanos lanzados y azuzados
por Choiseul, la Pompadour y los filosofistas contra los
Jesuitas. Pero á Choiseul y á la Pompadour r qué les
interesaba, ó que mano los empujaba ? El ministro de
entonces era uno de aquellos hombres, cuya conducta
descubria con evidencia su impiedad. La cortesana quería
vengarse del Jesuita Sacy , quien rehusaba administrarle
los sacramentos, si apartándose de la corte , no reparaba
los escándalos de su vida disoluta con Luis XV. Ambos,
segun las cartas de Voltaire (4) , habían sido siempre
grandes protectores de los nuevos sofistas; el ministro,
sobre todo favorecia , bajo mano , todos sus manejos, en


(r) Avis des Éve'.:vues an. 1 7 6 r.
(a) Carta de Voltaire á illannoutel del a3 Agosto de 176o.
(3) Carta á Chabanon.
(4) Carta á :N'anudad del al Agosto de 5767.


CAPITULO (?UNTO. 77
cua n t o las circunstancias lo pertn . tiart á su polí tica ,


Ile
pues el secreto de los conjurados por lo relativo á


1 „5 Jesuitas. No se necesita mas que oir á los unos des-


pu
.-


de los otros para descubrirle.s,t.
Leamos en primer lugar lo que d'Alembert escribia


á Voltaire , presintiendo su victoria sobre los Jesuitas,
s. las grandes ventajas , que cic sn caida , sacaria la con-
pira: , cion ( 1)• » Destruid el infame , me repetís sin cesar,

( que era decir , destruid la religion cristiana). Eh ,
Dios litio ! dejadla que se desplome por sí misma ;


.
ella corre con Inas prisa al precipicio , de lo que pen-


, sais. Sabeis lo que dice Astruc? No son los Jansenis-
tas los que matan a los Jesuitas ; es la Enciclopedia ,




voto a tal , es la Enciclopedia. Bien podria ser y el
» pícaro de Astruc es como Pasqnin , que habla algunas
»veces con bastante seso. Yo que en este momento lo
»veo todo de color de rosa , estoy mirando dedo aqui
» a los Jansenistas , que el año que viene tendrán una
<, buena muerte , despees de haber muerto en este año


violentamente á los Jesuitas. La tolerancia se estable-
» ce , los protestantes han sido llamados, los sacerdotes
»se casan , la confesion queda abolida y el fanatismo (6
• el infa me ) aniquilado , sin que se advierta.» Este es
el idioma de los conjurados , que manifiesta la parte
que tuvieron en la muerte de los Jesuitas. Esta es la
v erdadera causa, y estas las esperanzas que tenian. Ellos
inspiraron el odio y pronunciaron la sentencia de muer-
te. Los Jansenistas , despues de haber servido tan bien
a los conjurados , perecerán sin remedio. Los Calvinis-
tas, sí que volverán á Francia ; pero á su tiempo aca-
barán. Todo lo que los sofistas llaman fanatismo , toda
teligion cristiana ha de ser aniquilada , y solo quedarán
los de la conjttracion y sus iniciados.


( u ) Carta roo.




78 CoNSPIRACION ANTÚ:RISTI,VNA.,
'D'Alembert no descubria en los parlamentos sino unas


gistrados ciegos, quienes con la destruccion de los Je.
mitas, cooperaban sin advertirlo , á las intenciones (le
los filosofistas. En este sentido escribia á Voltaire


,




Los Jesuitas ya no tienen los burlones á su favor , des.
» de que estos se han enredado con la filosofía. Al pre,
» sente estan en guerra con los miembros del Parlamento
» que son de parecer que la sociedad de Jesus es con:
» traria á la sociedad humana , así • como los Jesuitas
» creen que el órden del Parlamento no es el órdeo


"» de los que piensan con rectitud ; y la filosofía juzgará
» que la sociedad de Jesus y el Parlamento tienen ra.


zon.» En este mismo sentido , comunicando su modo
de pensar á Voltaire , dijo (2) : La evacuacion riel o-
» legio de Luis el Grande ( colegio de Jesuitas en Paris)
» llama nuestra atencion mucho mas que . la de la Mar.
» única. A fe que es este un asunto muy serio , y que la
» salas del Parlamento no van de burlas. Ellos creen
» servir á la religion ; pero ellos sirven á la razon , sin
» que se pueda dudar. Ellos son los ejecutores de la al
» justicia á favor de la filosofia , de la cual reciben las
» órdenes sin que lo sepan. » Embelesado con esta idea;
cuando descubrió el momento en que las órdenes contra!:
Enciclopedia iban á ejecutarse , manifestó abiertamente
los motivos de su venganza ; acudió hasta al mismo Día
cuya existencia no creía , paraque no se le escapase la
presa de las garras. » La filosofía , dice (3) , parece titic
» llega al momento en que se vengará de los Jesuitas. Pero,


¿y quien la vengará de los otros fanáticos ? Roguemos
» á Dios , querido cofrade , paraque la l'azor ' , en nuestros


(L) Carta 98 del al) 176r.
Carta 200.


(3) Carta go del año 2761.


CRpfTtl,0 QUINTO.
79


• dias,
alcance es te triunfo, » Llegó el día de este triunfo,


y d'Alembert lo anunció como objeto el mas deseado.
• En fin , exclamó
, dia seis del mes que viene nos


» veremos libres de la canalla jesuítica : z pero la razon
» lo pasará mejor , y el infame lo pasará peor ?»




De este modo la abolicion de la religion cristiana ,
significada siempre por la sacrílega fórmula y bajo la ex-
presion del infa.


, en el idioma de los conjurados, anda
siempre unida á los deseos y al gozo que sienten en la
destruccion de los Jesuitas. 1)'Alembert estaba tan per-
suadido de la importancia de su triunfo sobre esta so-
ciedad , que , temiendo en cierta ocasion ( como se lo
habian dicho ) que Voltaire se manifestase agradecido á
los Jesuitas , que habian sido sus primeros maestros , se
apresuró á escribirle (2): « d


Sabeis lo que dijeron ayer ?
» que los Jesuitas os causaban lástima , y que estais casi
» tentado á escribir en su favor , si aun fuese posible
» hacer se tome interés por unas gentes que habeis ridi-
• culizado tanto. Creedme : nada de flaqueza humana ;
» permitid que la canalla jansenista nos deshaga de la ca-
» nalla jesuítica, y no impidais que estas arañas se devoren
» las unas á las otras.


Declaracion' de Voltaire.


Nada hacia menos fundado que este temor de la fla-
queza de Voltaire. Es verdad que él no componia las
acusaciones de los fiscales del parlamento, como se de-
cia haberlo hecho d'Alembert con Mr. de la Chalotais ,
el mas astuto y maligno de cuantos se dejaron ver con-
tra los Jesuitas ; pero Voltaire no trabajaba con menos
eficacia en su perdicion . El componía y hacia circular


(1) Carta 102.
(2) Carta del 15 Setiembre de 1792.




8o CONSPIRACION AISTICRISTIANA.
memorias contra ellos (1). Si entre los grandes conocia
á algunos protectores de los Jesuitas , hacia cuanto po-
cha para volverlos contra ellos. De este modo , por ejem-
pió , escribió al Duque de Richelieu (2): »Señor me han
» dicho que babeis favorecido á los Jesuitas en Burdeos.
» Procurad quitar todo el crédito á los Jesuitas.» Asi no
tuvo empacho de reconvenir al Rey de Prusia , porque
este Labia ofrecido un asilo á estas desgraciadas vícti-
mas de la conspiración (3). Su corazón tan lleno de ódio
como el de d'Alernbert manifestaba con las injurias mas
groseras todo su gozo, cuando tenia noticia de sus des-
gracias ; y por sus cartas se descubre con que sectarios le
comunicaba y partia , cuando escribió al Marqués de Vi-
llevielle (4) : »Me regocijo con mi bravo caballero sobre
» la expulsion de los Jesuitas. El Japon ha sido el pri-
» mero en sacar á estos bribones de Loyola. Los Chinos
» han imitado al Japon. Francia y España imitan á los
» Chinos. Pudiésemos exterminar á todos los frailes ,
» que no 'valen mas que estos picaws de Loyola ! 'Si se
» dejase subsistir la Sorbona , llegaria á ser peor que
» los Jesuitas. Estamos rodeados de monstruos. Abraza-
» mos á nuestro digno caballero y le exortamos á que
» oculte su marcha al enemigo. »


¡Que ejemplos cita aqui el filósofo de Ferney! El del
Japon, és decir, el de su feroz Taieofama, que no sacó,


no sacrificó á los misioneros Jesuitas, sin derramar en
su imperio la sangre de miles de mártires para acabar con
el cristianismo (5). El de la China, sin duda, mas mode-
rado; pero en donde la persecucion contra los mismos


( i) Carta al marques d'Argcns de Dirac , del a6 Febrero de 1762.
(a) Carta del 27 Noviembre de 1761.
(3) Carta del 5 Noviembre de r773.
(4) Carta del a7 Abril de 1767.
(5) historia del Japon por Charlevoix.


CAPITULO QUINTO.
81


misioneros ha sido siempre, ó precedida ó seguida de la
probibicion de predicar el Evangelio. El hombre que se
apoya sobre tales autoridades, no es evidente que ha
formado la misma resolucion? Merece notarse que Vol.
taire no se atreve aqui a citar el ejemplo de Portugal,
ó del tirano Carvalho. La verdadera causa de este silencio
es, que el mismo Voltaire, con toda la Europa , se veia
obligado á convenir en que la conducta de este ministro,
por lo relativo á Malagrida , y á la imaginaria conspi-
racion de los Jesuitas en Portugal , era el exceso de lo
ridículo unido al exceso del horror (1). He visto personas
instruidas, que piensan que la persecucion que se movió
en Portugal contra los Jesuitas , tenia relacion con la
conspiracion filosófica, y que no era mas que el primer
ensayo de lo que la secta podria intentar contra ellos en
otras partes. Esto muy bien puede ser ; la política é
influjo de Choisetd, el caracter de Carvalho son bastante
conocidos para no oponerse á este modo de pensar ;
pero no tengo pruebas sobre la inteligencia secreta de
estos ministros. Por otra parte la ferocidad y perversidad
de Carvalho se han manifestado tanto, hizo morir y
tuvo en un largo y cruel cautiverio tantas víctimas que
se han declarado inocentes por el decreto del 8 de Abril
de 177t , que no tenia necesidad sino de sí mismo para
todos los crímenes y tiranía que componen el tejido de
su abominable ministerio. ( Véanse las meritorias y anéc-
dotas de M. de Pomba', y los discursos sobre la historia,
por el conde de Albon ).


Conviene tambien se observe que habiendo los sofistas
conjurados, y sobre todos Damilavilie, hecho lo posible
para atribuir á los Jesuitas el asesinato de Luis XV ,
Voltaire respondió :


Hermanos, debiais haber obser-
» vado que en nada he reparado mientras sea contra los


(r) Siglo de Luis XV. Cap. 33.
Tomo


Pit


misioneros




82 COMPOIACI.011 A'NTICIOS•IAYA.
» Jesuitas; pero yo sublevaria toda la posteridad á su •
» favor, si se les acusase de un cielito del cual los ha jus-
» tificado la Europa y Damiens.... Yo no seriamos que
» un vil eco de los Jansenistas si hablase de otra ma-
» nora (1) ». A pesar de esta diferencia de pareceres en
las acusaciones contra los Jesuitas , d'Alembert , bien
asegurado de que Voltaire no estaba menos empeñado que
él en esta guerra , le envió su pretendida historia de
estos religiosos; obra sobre la cual es necesario oir sus
propias expresiones , para descubrir el arte con que la
atroz hipocresía se habia dedicado al grande objeto de
la conspiracion. Recomiendo este libro á vuestra pro-
» teccion ( escribia á Voltaire ); pues creo que en efecto
» podrá ser útil á la causa comun , y que la supersticion,
» con teclas las reverencias que aparentemente le hago,
» no lo pasará mejor. Si me hallase cuino vos, bastante
» lejos de Paris para darle buenos palos, aseguro que
» los claria de todo mi corazon , con toda mi alma y con


todas mis fuerzas, del mismo modo que se pretende
» que se ha cle amar á Dios; pero mi situacion no me
» permite darle mas que algunas papirotadas, pidiéndole
» al mismo tiempo perdon de mi gran libertad; y me
» parece que no lo he hecho mal (2) ». No es única-
mente la bajeza de las expresiones lo que irrita en esta
correspondencia; es principalmente la grandísima hipo-
cresía, traicion y artificio con que proceden , y que
mutuamente se comunican estos pretendidos filósofos.
Ello es cierto que si los artificios y astucias mas abomi-
•viables y cobardes son los grandes medios de los conju-•
ralos, con dificultad se hallarán ejemplos mas odiosos,
ni declaraciones" mas evidentes que estas.


(1) Carta á Damilaville, del 2 3iarzo de /7(i3.
12) Carta del 3 Efiei o de 1765.


CAPÍTULO QUINTO. 83


Conducta extraiga y declaracion de Federico .


Federico en esta guerra antijesuítica se portó de tal
modo, que nadie, sino él mismo, lo puede declarar.,
Vcia que los Jesuitas eran los guardias de corps del Papa,
los granaderos de la religion , y corno á tales los ahorre-
cia , y cooperaba á su destruccion. Se unía á los conju-
rados para que estos triunfasen; pero tambieri descubria
en esta misma sociedad un cuerpo muy útil y aun nece-
sario á sus estados , y como tales los conservó algunos
años , resistiendo á las solicitudes cle Voltaire y de todo
el filosofismo; y aun se podria decir que los queria y
amaba cuando contestó á Voltaire en estos términos (x)


En cuanto á mí no tengo motivo para quejarme de
• Ganganelli ; él me deja mis queridos Jesuitas, perse-


guidos en todas partes. Yo los conservaré para dar
semilla á los que quieran cultivar en sus tierras esta


» planta tan rara ». El mismo Federico se dignó entrar
en pormenores de mas expresion con Voltaire , como
para justificarse de la resistencia que oponia á los proyec-
tos y solicitudes de los conjurados. He conservado ,
» decia Federico (2) , este árdea bueno ó malo , tan
» herege como soy , y aun incrédulo. Y estos son los


motivos : en nuestros paises no se halla algun literato
católico sino entre los Jesuitas. No teníamospilets


•.e odneal
capaz para enseñar los cursos. Ni teníamos Padres
oratorio, ni de las escuelas pias. Era pues necesario,


conservar los Jesuitas , ó permitir que pereciesen
todas las escuelas. Debia pues subsistir este órden, para
proveer de profesores, á proporcion que se disminuyan
los Jesuitas. Ellos pueden subsistir con los productos


(/) Carta del 7 Julio de 177o.
(a) Carta del 8 Noviembre de z777.


F 2




84 COWS-PIRACIOF ANTICRISTik1U•


), de su fundacion ; pero estos mismos productos no 'has.
» tarjan para dotar profesores laicos. Á mas de
» esto , en la universidad de los Jesuitas es donde se
» instruyen los teólogos para los curatos. Si se hubiese su-
» primido este órden, no hatiria subsistido la universidad,
» y nos habríamos visto precisados á enviar los Silesianos
» á estudiar su teología en noernia , lo que habría sido
» contrario a los principios fun lamentales del gobierno ».


De este modo manifestaba Federico su modo de pensar,
cuando hablaba como rey, y cuando creia poder exponer
las razones políticas de su conducta ; y bien se deja ver
que }rabia escogido muy bien los motivos que le obli-
gaban á desistir, en este particular, del objeto de los con-
jurados : pero ya se ha dicho que en Federico }sabia dos
hombres; habla en él un hombre que era rey, y que por
lo mismo se crcia obligado á conservar los Jesuitas;habia
en él otro hombre que era sofista , y como tal cons-
piraba con Voltaire y deliras conjurados a la destruccion
de un órden , del cual, en su concepto , dependia la
religion. En esta calidad de impío se explicaba Federico
con mas libertad con sus aliados. Federico se daba el
parabien , lo mismo que d'Alembert , contemplando en
la abolicion de los Jesuitas un presagio , para él seguro ,
de la destruccion de todo el cristianismo. En tono de
zumba la mas insultante escribió (i) : « ¡ Que siglo tan


desgraciado para la corte de Roma! La atacan abierta.,
» mente 'en Polonia ; Francia y Portugal han expelido
,, sus guardias de corps; parece que se hará otro tanto
» en España. Los filósofos socaban abiertamente los fun-
» damentos del trono apostólico : se burlan del libro
» del mago ( el Evangelio ) ; disfaman al autor de la
» secta ; se predica la tolerancia ; todo está perdido. Es
» necesario un milagro para salvar la iglesia; la infeliz


(I) Carta x54 del año 1767.


CiPÍTV1.0 QUISITO. 85
» está herida de un ataque terrible de apoplexia.


vos,
» Voltaire, tendréis el consuelo de enterrarla y hacer su
» epitafio, como en otra ocasion lo hicisteis para la Sor-
" bon


incio Federico vió cumplido cuanto Labia previsto
¿le los Españoles, no pudo contener su alegría. « He aqui
» una nueva ventaja, decia á Voltaire (r) , que habernos
» logrado en España. Los Jesuitas han sido expelidos de
» aquel reino. Aun hay mas : las cortes de Versalles ,


Viena y Madrid han pedido al Papa la supresion de
» un gran número de conventos. Se dice que el Santo
» Padre se verá precisado á consentir, aunque rabiando :
» ¡ cruel revolucion ! ¡ Que no ha de esperar el siglo que
» seguirá al nuestro ! La segur está á la raiz del árbol. De
» una parte los filósofos se levantan contra los abusos de
» una supersticion reverenciada ; de otra parte los abusos
» de la disipacion , precisan á los príncipes á apoderarse
» de los bienes de los regulares, que son los apoyos y


trompetas del fanatismo. Este edilicio, zapado en sus
» fundamentos, va á desplomarse, y las naciones publi-


carán en sus anales, que Yoltaire fue el promotor de
» esta revolucion que se hizo en el espíritu humano en el
» siglo diez y nueve »


Declaraciones nuevas de Voltaire r
de d'A lembert.


Combatido Federico por mucho tiempo de la diver-
sidad de estas opiniones, ya corno sofista, ya corno rey,
aun no cocha á las instancias de los conjurados. Las de
dAlembert, en particular, eran vivas y frecuentes. De
ningun modo se puede formar juicio de lo importante
que le parecía el éxito , sino atendiendo á sus propias


(I) Carta del 5 Mayo de x767.


F3




CONSPIRACIÓN ANTICRISTIAN A.


palabras. ft Mi respetable patriarca, escrihia á Voltaire
» (1), no me acuseis de que no sirvo á la buena causa ;


tal vez ninguno le hace tan buenos servicios como ro.


¿Sabeis en que estoy ahora ocupado? En hacer sacar
» de Silesia la canalla jesuítica, de la que tiene muchas
» ganas de deshacerse vuestro antiguo discípulo, aten-
» diendo á las traiciones y perfidias, que como me ha
» dicho , ha experimentado en esta última guerra. No
» escribo carta á Berlina en la que no diga que los Ad-
» solos de Francia se admiran de que el rey dela; filósofos,


el protector ilustrado de la filosofía , tarde tanto en
» imitar d los.reyes de Francia y de Portugal. Estas cartas
» se leen al rey, y como es tan sensible á lo que los


verdaderos creyentes piensan de él, como lo sabeis ,
» esta semilla producirá sin duda su fruto, mediante la
» gracia de Dios , que , como dice la escritura , cierra y
» abre el corazón de los reyes corno una llave de fuente ».
Mucho me cuesta trasladar estas soezes bufonadas, con
que d'Alembert reviste la perversidad de su conspiracion,
y la sangre fria con que procede en sus maquinaciones
clandestinas contra una sociedad cuyo único crimen ,
por lo relativo al mismo d'Alembert no es otro que
no pensar corno él en materia de religion. Quiero evitar
á mis lectores la molestia que les causarian otras expre-
siones de este jaez, y aun mas indecentes. Ila sido pre-
ciso que á lo menos alguna vez se descubran estos grandes
hombres al natural, para que se vea cuan pequeños son,
y cuan viles y despreciables , á pesar de su altivez y
orgullo. Sin embargo , á despecho de todas las instancias,
Federico, contra las esperanzas de d'Alembert, conser-
vaba sus queridos Jesuitas quince años dcspues. Esta
expresion de Federico por una parte, y por otra el haberse


CAPITULO QUINTO.
87


dejado al lin vencer de las intrigas, callando absoluta-
mente las traiciones, de que se acusaba á estos religiosos,
prueban lo bastante que no le era mas dificil á d'Alem-
bert apoyarse sobre calumnias de imaginarios agenos
testimonios, que calumniar él por sí mismo; porque,
como él mismo dice (r) , Federico no era un hombre:
» que pudiese tener reservados en su corazon real los


motivos de queja que hubiese tenido contra ellos, »
como sc habia hecho en Espada, cuya conducta pareció
sobre este particular tan reprensible, aun á los mismos
conjurados (a).


Inquietud de los conjurados sobre la vuelta de los
Jesuitas.


Sea lo que fuere, no les bastó haber logrado de tantos
reyes la expulsion de los Jesuitas; se necesitaba aun algo
mas, y habiendo tenido sus conciliábulos, salieron (I' e
sus cavernas los desaforados gritos con que se pidió á
Bonn la extincion total de la compañía. Voltaire consi-
deraba que esta extincion era de tanta importancia , que
hasta que se logró fue el único objeto de sus ocupaciones.
Y se 10;0'6 1 a Francia descubrió entonces la pro-
funda herida que la falta de los Jesuitas haba hecho
á la pública educacion. Algunas personas poderosas, sin
manifestar que querian hacer un movimiento retrógrado,
se empeñaron en remediar el daño, creando una llueva
sociedad cuyo único objeto fuese la educacion de la
juventud, á la que se debian admitir con preferencia les
Ex-Jesuitas, como mas ejercitados en este servicio pú-
blico. A la primera noticia de este proyecto se sobresalta
d'Alembert, y le parece que está viendo á los Jesuitas
resucitados. Escribe y vuelve á escribir ti Voltaire, dán-


(i) Carta del 2 a Julio de /767.
(2) Carta de d'Alembert á Voltaire, del 4 Mayo de 1767.(i) Carta del 15 Diciembre dé 1763.




88 CONSPIR A CION ANTICRISTIANÁ.
dole hasta el terna para proceder contra el nuevo plan de
educacion. Quiere, con toda particularid, que se insista
en manifestar el peligro á que se expone el estado , el rey
y el duque de .dzkuillon , bajo cuyo ministerio se Labia
consumado la grande obra de la destruccion de los Je-
suitas. Todavía mas; es preciso insistir tambien, dice,
en manifestar el inconveniente que resultaria de fiar la
juventud para su instruccion á una comunidad de sacer-
dotes , cualquiera que sea. Que se represente que los
eclesiásticos son ultra-montanos y anti-ciudadanos por
principios. Bertrand ( d'Alembert ) concluye con decir a
Ratos ( Voltaire) : Esta castaña pide un fuego encubierto
y una pata tan diestra como la de Raton , y con esto beso
sus queridas patas (1).


Voltaire, tan sobresaltado como d'Alembert , empren-
de la obra , y pide nuevas instrucciones. Medita que
giro podrá dar á este negocio. Le parece sobradamente
serio para colocarle en la esfera de lo ridículo. D'Alem-
bert vuelve á la carga , y mientras que Voltaire escribe
desde Ferney contra el provecto , los conjurados no
omiten diligencia , ni en Paris , ni en la Corte. Los mi-
Mstros se corrompen de nuevo ; el plan se desecha ; la
juventud queda sin maestros , y Voltaire puede escribir
á d'Alembert : Querido amigo, no sé lo que me sucederá ;
» pero entretanto di lv riamos del placer de haber visto
» expeler á los Jesuitas. (i) . Este placer se ve aguado
de nuevo con falsas noticias , y d'Alembert se asusta.
• Se asegura , escribe á Voltaire (u), que la canalla je-


suítica va á restablecerse en Portugal á excepcion del
P hábito. Esta nueva reina me parece que es una supers-
• ticiosa magestad• Si el rey de Espafia llega á morir ,


(r) Véanse sus cartas del 26 Febrero , 5 y 22 Marzo de 1774,
(2) Carta del 2 7 Abril de 1771.
(3) Carta del 73 de Junio de 1777,


cAriTti.o QUINTO. fig
no puedo prometer que este reino no imite al Portu-
gal. La razon está perdida , si el ejército enemigo ga-


p na la batalla.
- A fin de demostrar el empeño de los conjurados en
la destruccion de los Jesuitas , que miraban como esen-
cial cuando formaron el proyecto de aniquilar al ima-
ginario infame, prometí valerme de los mismos archivos
y confesion de los impíos conjurados. Creo que he
cumplido mi palabra , y aunque omito otras muchas
cartas que podian aumentar la demostracion, no me pa-
rece deba omitir del todo la que escribió Voltaire quince
años desnues de la expulsion de los Jesuitas de Francia,
gloriándose de que por medio de la corte de Peters-
burgo baria expeler á los mismos de la China , alegando
por único motivo , que los Jesuitas que el emperador de
la China habia tenido la bondad de conservar en Pekin,
son rizas convertidores que matemáticos (i). Si los sofistas
hubiesen manifestado menos interés y actividad en la
expulsion de esta sociedad religiosa , yo babria insistido
menos en su demostracion.


Error de los conjurados sobre esta destruccion.
Creo deber advertir que esta guerra de los sofistas


contra los Jesuitas provenia de una idea , no solo falsa,
sino tambien injuriosa á la religion. Los conjurados se
persuadian que la iglesia cristiana es obra de hombres ;
y por lo mismo la mayor parte de ellos creia que ex-
pelidos los Jesuitas > se socababan los fundamentos de
la iglesia , y que por precision esta se habia de desplo-
mar. Pero si el infierno en alguna ocasion puede ex-
tender su imperio, no puede este prevalecer contra la
iglesia. El poder y los manejos de los ministros en


(t) Carta del 8 Diciembre de 1776.




90 CONSP1RACION ANTICRISTIANA.
Francia , los de Choiseul y de la Pompadour, ligados con
Voltaire, los de un Aranda en España , amigo público de
d'Alemhert y de todos los impíos , los de un Carvalho ,
el feroz perseguidor de los hombres de bien en Porta.:
gal , los de tantos otros ministros coligados con la im-
piedad , mas que con la política , pudieron amenazar al
Papa con un cisma universal si no extinguía esta com-
pañía. Estas amenazas pudieron contribuir á arrancar á
Ganganeli el decreto de extincion de una sociedad que
tantos otros Papas habian mirado con el mas alto apre-
cio; pero sabia este Sumo Pontífice , y lo saben todos
los cristianos , que el Evangelio no está fundado sobre
los Jesuitas , sino sobre las promesas de su divino au-
tor Jesucristo; que esta religion indefectible habia exis-
tido por el tiempo de mas de catorce siglos , antes de los
Jesuitas, y que puede existir sin los Jesuitas hasta la con-
sumacion de los siglos. No hay duda que este cuerpo
compuesto de veinte mil religiosos repartidos en el cris-
tianismo , aplicados á la educacion de la juventud , al
estudio de las humanidades y ciencias religiosas , era de
grande utilidad á la iglesia y á los estados; pero los mis-
mos impíos conjurados no tardaron en convencerse de
que la religion tenia otros recursos para subsistir. Tia-
bian hecho sobrado honor á los Jesuitas encarnizándose
de tal modo , corno si habiéndolos destruido hubiese ha-
bido de quedar destruida la Religion ; pero se desengaña•
ron y conocieron que era preciso emprender una nue-
va guerra de exterminio para acabar con los demás cuer-
pos religiosos.


CAPITULO SEXTO. 91


,•nn•n ••n••,n •n"•,,,,11,,,11.11.4,


CAPITULO VI.


TERCER MEDIO DE LOS CONJURADOS, EXTINCION DE TODAS LAS


ÓRDENES RELIGIOSAS.


Reconvenciones que se hacen á los Religiosos.


Los enemigos de los regulares han tomado á empeño
el representarlos como cuerpos del todo inútiles á la re-
ligion , y pi incipalmente al estado. No sé que derecho
pueda tener la Europa á quejarse de unas sociedades á
las cuales debe no ser lo que lo eran los antiguos Galos,
Tudescos y Bretones. En aquellos tiempos no tenian es-
tas regiones la tercera parte de las tierras cultivadas que
tienen en el dia. Las ciudades que habia eran bastante
reducidas , y mucho menor el número de las poblacio-
nes , porque las tierras producian menos para la subsis-
tencia con respecto á los muchos bosques , pantanos y
arenales incultos ; ni sé como el estado puede mirar co-
mo inútiles á unos hombres, que sin contradiecion son
los mejores cultivadores de las tierras que desmon-
taron sus fundadores, y que por lo mismo suministran
á la poblacion una gran parte de su subsistencia ; hom-
bres que deberían nombrar con reconocimiento y gra-
titud aquellos al menos que les deben hasta el nombre de
su patria, ciudad ó pueblo, y que sino hubiese habi-
do regulares , no habrian existido ; hombres en fin sin
los cuales , segun todas las historias, nos hallaríamos en
el estado de ignorancia de nuestros padres en los si-
glos bárbaros, hasta no saber leer. Y tal vez en esto los




92 CONSPIRÁCION ÁNTICBISTIANI.
regulares por desgracia se han excedido en los servicios
que han hecha. Ellos enseñaron á leer á nuestros padres,
pero nosotros hemos aprendido á leer mal. Les enseña-
ron el dogma y la moral; y nosotros nos olvidarnos de
lo uno y de lo otro. Abrieron el templo de las ciencias;
y nosotros con toda nuestra presunüion y boato no ha-
bernos entrado sino á medias. El hombre mas pernicio-
so en cualquiera facultad , no es el que no sabe ; es el
que sabe mal ; es principalmente el que sabiendo poco
pretende saberlo todo. Bajo de este aspecto deben mi-
rarse los que sin saber el origen , prógresos y servicios
de los regulares , los miran como inútiles y aun per-
niciosos.


Alegar por motivo de la aversion que se tiene á los
religiosos , la pretensa ignorancia de algunos, es valerse
de un pretexto insubsistente. Los frailes mas ignorantes
están á lo menos tan instruidos como. el comun de
los seglares , incluyendo en esta clase á muchos que
han tenido buena educacion. Esta acusacion es tan in-
fundada , corno seria poco decorosa si los religiosos la
hubiesen merecido. He tratado á muchos de los que se des-
preciaban como ignorantes, pero he visto que sabian cuan-
to debian saber ; y si eran ignorantes en las ciencias hu-
manas , principalmente en el filosofismo , tanto mejor
para ellos y para la sociedad , pues poseyendo la cien-
cia de su estado, son felices , é ignorando el filosofismo,
no causan daño á sus prójimos. He visto casi en to-
dos los claustros hombres dignos de toda estimacion ,
tanto por sus conocimientos como por su piedad , y es-
tos en mayor número , á proporcion , que en el siglo.
El hombre sensato no ha de tomar partirlo contra los
religiosos por las declamaciones , que se oyen y se leen
en los sofistas de estos tiempos. A estos se les ha con-
textado de modo que les es imposible impugnar la res-


Cfr. PIM° SEXTO. 95
puesta (). Pero Voltaire , aunque derrotado mil veces
en su guerra contra la religion , volvía á nuevos ataques
con su desmontada y clavada artillería. Lo propio han
hecho y harán los filosofistas herederos de su espíritu.
El que quiere proceder de buena fe , que lea las histo-
rias , mire los hechos de los regulares , y hallará otras
tantas pruebas auténticas de sus servicios. Al que con
esto no quede satisfecho , le diré , si aun tiene senti-
mientos de religion , que consulte, los anales y archi-
vos de los impíos conjurados contra Jesucristo y su Igle-
sia , y en la misma persecucion que por esta causa pa-
decen los regulares , hallará su apología , y descubrirá
su mérito y su mayor gloria.


Proyectos de Federico sobre los Reliliosos.


Ya los Jesuitas estaban , no solo expulsos sino tambien
extinguidos ;- pero veían los conjurados que el cristia-
nismo aun subsistia , y al verlo , dijeron : aun nos que-
da que destruir á los cenobitas , pues que mientras es-


(*) He visto muchos escritos de esta época contra frailes; pero me
veo en la precision de repetir , que nada he visto producido todavía
e contra estos institutos , en que brille la verdad , la veracidad , el
• desinteres, la noble imparcialidad , y un ánimo recto de convencer
n sólidamente al entendimiento y mover eficazmente el corazon. •
He visto , sí, que se han reproducido las antiguas calumnias y sofis-
mas de Joviniano , Vigilancio , Guillermo de Sancto Amore , Wiltleff, ,
Lutero y otros sectarios , que acallaron San Atanasio , San Basilio ,
San Gerónimo , San Agustin , San Juan Crisóstomo , Santo Tornas ,
San Bonaventura , los concilios, y Sumos Pontífices




Pero ya se
sabe , que los filósofos leen y estudian los argaientos contra la
religion y sus ministros risyrie ?id solvillitur argiTielita , exeltisiv?.




Snprimanse los frailes, y habrá menos ministros de la sagrada pala-
bra
Súprimanse los frailes, y se perderán las Américas


Súpri-
manse los frailes, y se realizarán los proyectos de Federico y de
Voltaire , que va á manifestar el autor de estas memorias.




ir


9• C oNSiInACION ASTICSISTIANA.
TOS existan , en vano pretendemos triunfar. Este proyecto
llamó seriamente las atenciones de Federico. Una carta
de Voltaire (a) le proporcionó ocasion para desenvol-
verle. »Hércules (escribia el sofista de Ferney ) comba-
» tió con los asesinos , y Belerofonte con las quimeras.
» No sentiría yo ver Hércules y Belerofontes , que pur-
» gasen la tierra de asesinos y de quimeras católicas.»
La respuesta de Federico está concebida en estos tér-
minos : (a) » No está reservado á las armas destruir al
» infame : él perecerá por el brazo de la verdad y por
» la seduccion del interés. Si quereis que yo desenvuel-
» va esta idea , he aqui lo que pienso. He reparado, y
» otros como yo , que en los lugares en donde hay mas
» conventos , está el pueblo mas ciegamente adicto á la
» supersticiosa. Ello es cierto que si se logra destruir
» estos asilos del fanatismo , el pueblo se volverá irsdi-
» ferente y tibio por lo relativo á estos objetos „que en
» el dia son de su veneracion. Se debe tratar de des-
» truir los conventos, á lo menos de minorar su mime/.o.
» Este momento ha llegado ya , porque el gobierno fran-
» cés y el de Austria están adeudados , y en tal modo ,
» que habiendo agotado los manantiales de la industria
» para pagar las deudas , aun no lo han podido eonse-
» guir. El cebo de las abadías ricas y de los conventos
» de muchas rentas es un poderoso atractivo Repre-


(1) Carta del 3 de Marzo ele 1767.
(a) Carta del 24 de Marzo de /767.
(") c Y corno que lo es ? Dos son los motivos principales que tiene


el filosofismo pa la exterminar los frailes. La predicacion , á la cual se
reducen todas las instrucciones religiosas. Por esto , en caso de que
no se pueda acabar con todos, sean todos legos. Y los bienes que
poseen , que la filosofia emplearla mejor , llenando su bolsillo : Auri
sacra j'iones !


Lo cierto es , que bajo de cualquier aspecto que se miren los
bienes de los regulares , es un manifiesto robo desposeerl os de ellos.


Si se consideran como consagrados á Dios , es IM robo sa• ?iiego, SI so


95
» sentando el darío que los Cenobitas hacen á la pobla-


cion de sus estados; el abuso del gran ni:ttnero de en-
» cepillados , que llenan las provincias , y al mismo
» tiempo la facilidad de pagar en parte sus deudas


aplicando los tesoros de las comunidades , que no tic-,
« nen sucesores (*) , creo que hará se resuelvan á empezar
• la reforma ; y es de presumir que despees de ha-
» ber disfrutado de la secularizacion de algunos conven-
» tos , su codicia tragará lo restante. Todo gobierno
» que se resuelva á esta obra , será amigo de los


,fildsofos y
» participará de todos los libros , que impugnarán las
» supersticiones populares, r el paso zelo que se le queda
» oponer. He aqui un pequeño proyecto , que sujeto al
» examen del patriarca de Ferney. A él toca , corno pa-
» dre de los fieles , rectificarle y ejecutarle. El patriar-


ea tal vez me objetará : d• Que se ha de hacer de los
• Obispos? Respondo , que aun no es hora de tocar este
» asunto. Es preciso empezar por la destruccion de los
o que atizan el fuego del fanatismo en el corazon del
» pueblo. Cuando este se haya enfriado , los Obispos que-
» darán reducidos iz unos niños, de los cuales con el tiempo,
» dispondrán los soberanos á su voluntad. a Estos con-
sejos eran muy del gusto de Voltaire , para que no los
consideran como propiedad de los mismos regulares , es una notoria
piolacion del .sagrado derecho de propiedad. Bajo de este aspecto, tan
señor propietario es una comunidad religiosa , corno cualquiera
duque, conde 6 marques , etc. e Y si una posesion tan antigua y
» pacífica , por tantos siglos ( prescindiendo de otras muchas razones ),
» no basta para librarla de cualquiera pretension


; nin-
» cuna posesion , ninguna propiedad , ningun derecho estará ya
» seguro y permanente entre los hombres. » Pio VIL En su ins-t ruccion del 2 2 de Mayo de 18o3.


(») Si las comunidades no tienen sucesores , tampoco los tiene
ningun cuerpo, tampoco los tiene la nacion. Si no tener sucesores
da derecil., á otro para robar , se seguirá lo que es muy fácil inferir.


CAPÍTULO SEXTO.




96 CONSPIRACION 4NTICIUSTIANÁ.
apreciase , y así respondió al rey de Prusia : (s) »Vues-


tra idea de atacar por los regulares la supersticion
» cristícola, es de un Tan capitan ; porque no hay duda
» que , destruidos los regulares, el error está expuesto al
» desprecio universal. Bastante se escribe ya en Francia


sobre esta materia , de la cual todo el mundo habla :
» pero no se cree que este negocio esté bastante maduro.
» En Francia no hay bastante atrevimiento; y los levo-
» tos aun tienen crédito. »


Cuando se hayan leido estas cartas , ya no habrá mo-
tivo para preguntar : (1 De que sirven los frailes á la igle-
sia católica ? Es verchld que muchos con el tiempo han
decaido de su primitivo fervor ; y que estado hay que
no cuente muchos indignos ? Pero Federico , que con
toda su política á buscando- las causas que retardan
los progresos de la conspiracion contra el cristianismo,
solo las halla en el zelo , en el ejemplo y en las instruc-
ciones de los Regulares, á pesar de su decadencia ; y.
cree imposible abatir el edificio de la iglesia antes de
derribar este muro. Y Voltaire en esta idea descubre un
gran capitan, que posee todo el arte de la guerra con-
tra la supersticion cristícola , como lo poseia en sus pro-
longadas guerras contra el Austria y la Francia.


Eran pues aun l'ailes para algo los cuerpos religio-
sos , acusados con tanta frecuencia de ignorantes y ocio-
sos, pues eran una barrera insuperable á la impiedad.
Federico estaba tan persuadido de esta verdad , que cin-
co meses despues insistió en que se derribase esta barrera
antes de atacar directamente á los Obispos y el cuer-
po de la plaza , aunque la incredulidad hubiese ya


El no tener sucesores no priva del derecho de propiedad. ¿ Quien es
el Sr. propietario del tesoro nacional, el de las escuadras nacionales,
de las fortalezas nacionales , etc ?


(r) Carla del 5 abril (l( 1767.


CAPITULO SEXTO. 97
entonces ocupado las avenidas del trono. Voltaire le
escribió (i) » Esperamos en Francia que la filosofía,
« que ya se halla cerca del trono, dentro de poco tiempo
» estará dentro. Pero esto no es mas que esperanza, y
» muchas veces engaña. Hay tantas personas interesadas
» en sostener el error y la necedad ; hay tantas dignidades
» y riquezas anexas 'á este oficio, que hay motivos
» para temer que los hipócritas triunfen de los sabios.
» d Vuestra Alemania no ha creado soberanos de-vuestros
» principales eclesiásticos? Pues y cual es el elector tí
» obispo entre vosotros, que tome el partido de la razon
» contra una secta que les rinde cuatro ó cinco millones
» de renta ? »


re
Á. Federico no le acomodaban aun estos ataques di-
ctos contra los obispos; pero insistiendo en la guerra-


á los regulares, respondió á Voltaire de esta manera (2) :
• Cuanto nos decís de nuestros obispos teutónicos es muy
» cierto : pero tambien sabéis que en el sacro imperio
» romano la práctica antigua , la bula de oro, y otras
» semejantes tonterías hacen respetar los abusos intro-
» (lucidos. Los vemos , encogemos los hombros, y las
» cosas siguen el mismo camino. Si se quiere disminuir
» el fanatismo, no se ha de empezar por los obispos :
» pero si se logra disminuir los regulares , sobre todo
» las órdenes mendicantes, el pueblo- se entibiará; este,
» menos supersticioso, permitirá á las potestades disponer
» de los obispos como mejor les parezca para el bien
» de sus estados. Este es el camino que se ha de seguir :
» socavar á la sordina el edificio de la ,sinrazon , y esto.
» lo precisará á que se desplome ». Si en esta correspon-
dencia de los impios no ve el lector demostrada, cuanto
permite la materia, la existencia y los medios (le una


(r) Carta del 2 9 Julio de 1775.
(a) Carta del 13 Agosto de 1775.
Tollo


entoncee




COICSP1RACIOS ANTICRISTIANA.


conspiracion contra el cristianismo, le preguntaré : ¿ que
cosa es conspiracion , -si esta no se descubre en este
camino que se ha de seguir para reducir á escombros
el edificio de la religion , que siempre va expresado bajo
los odiosos nombres de infame , supersticion cristicola ,
fanatismo , sinrazon, para llegar por aquel camino al
término propuesto de la destruccion de los obispos, y
separar lentamente los pueblos de su adhesion al Evan-
gelio? Que se me diga , pues, d que cosa es conspiracion,
si no la hay en estas consultas clandestinas, que no im-
pide la distancia de los lugares, pasando desde Ferney
á Berlin , y de Berlin á Paris por Ferney ? Muy cortos
son lbs alcances del que en el idioma, en el objeto, en
los medios , en los manejos y consultas de estos impíos
no vea que para establecer el imperio de su razon ,
conspiran los incrédulos á la destruccion del cristianismo..
Yo no puedo tener la menor duda sobre la conspiracion, ;
y me admiro de que los mismos conjurados hayan pro,
cedido con tan poca cautela.


Proyecto que se siguió en Francia sobre los religiosos.


Por lo {lemas , Voltaire tenia razon para escribir á
Federico que en Francia se trabajaba mucho en la des-
truccion de los regulares. Despues de la expulsion de
los Jesuitas , varios miembros del ministerio , amantes
y alnados de los conjurados , proseguian con teson el
proyecto. Se (lió principio á su ejecucion , fijando la
profesion religiosa á la edad de veinte y un años. Los
ministros la habian querido prorogar á los veinte y cinco.
Esta providencia debia producir el efecto que de cien
jóvenes con vocacion á este estado , apenas uno ó dos
podrian seguirla , pues ya se ve que á pocos padres
habria acomodado ver á sus hijos en esta edad, sin haber
ya tomado estado. Pero las reclamaciones de personas


CAPITULO SEXTO: 99piadosas obtuvieron que la edad fija para la
solemne fuese la de diez y ocho arios para religiosas, y la


profesion


(le veinte y uno para religiosos. Muchas personas miraron
este edicto como un atentado contra el derecho de ciu-
dadanos, quienes ciertamente le tienen para consagrarse
á Dios cuando se sienten llamados, y apartarse del peligro
en la edad, en que las pasiones se desenvuelven con mayor
energía. Se vió en este edicto ademas un atentado contra
Dios, que tiene derecho al sacrificio de los que quiere
que se le consagren en el tiempo de su beneplácito, para
que se formen con las virtudes religiosas. Fue un atentado
tambien contra los derechos de la iglesia, á la que solamente
toca lijar el tiempo para la profesion religiosa : pues que el
último Concilio general habla señalado la edad de diez y
seis años cumplidos, cuando ya la juventud tiene el co-
nocimiento y libertad que se requieren para contraer las
obligaciones de los votos, concediendo á mas de esto la
iglesia cinco años de tiempo para reclamar contra la
profesion , en caso de no haberse hecho esta con la
correspondiente libertad. ( Véase sobre esto el discurso
de Chapelain ). Hubiera sido muy ridículo en Francia
alegar que la profesion privaba al estado de sus súbditos;
porque segun las máximas de la religion , los hombres
que se consagran y dedican á las obras de piedad, de
edificacion é instruccion de los pueblos , son muy útiles
á las naciones.: Á mas de esto, era notorio que la Francia,
á pesar del gran número de conventos, tenia siempre
una poblacion mas considerable que la mayor parte de
los otros estados; y no se reparaba en que ]labia un gran
número de aquellos célibes mundanos


. , que son el escán-
dalo de los pueblos, y que deberian llamar las atenciones
del gobierno, antes de pararse en el celibato religioso (*).


(d
(*) Ya es decrépita esta cantinela iilosátioa , pues San Agnstin
e bono coning. cap. l o.) San Ambrosio (de -virg. cap. 7.) San Se/ (iiiim0


(..; 2




100 COINSPIRACION AYT1CRISTIANA.


Pero todo esto fue inútil , y no se podian ni debia esperar
menos de una junta; cuyo presidente era la impiedad y
esta , porque no pudo mas en aquellas circunstancias,
prorogó la profesion religiosa de los hombres á la edad
de veinte y un años:


De esta providencia necesariamente se habla de seguir
lo que los ministros dirigidos por los sofistas deseaban
que se siguiese. En muchos colegios los Jesuitas fueron
muy mal reemplazados; y los -jóvenes privados de una
educaciou cuidadosa , abandonados á las pasiones ,
pensando que perdían el tiempo en esperar el señalado
para la profesion , no se acordaron mas del estado á que
habian sido llamados. De los que aun entraban en reli-
gion , los unos lo lindan acosados de la miseria , mas
para asegurar su subsistencia que para servir á Dios; y
los otros con inclinaciones viciosas , no tenian disposi-
ciones para someterse al yugo de la religion. Aunque no
hubiese habido abusos en los claustros, se habrian así
introducido. A proporcion que se disminuia el número
de los religiosos ancianos, se aumentaban los desórdenes
con el ingreso de estos jóvenes , que rabian tenido
sobrado tiempo para corromperse en el siglo. Pero esto
era lo que querian los ministros para tener pretextos para
la supresion, y aun lo querian mas los soGstas, que eran


(contra Jovin. lib. ) hablan de esto. Lean los filósofos á Mirabean 9
el amigo de los hombres ( traité de pop. chap. , donde verán que el
celibato religioso no es el que perjudica á la poblacion. Lo que
verdaderamente dala á su progresion y aumento es , el libertinage ,
los divorcios , la intemperancia y el celibato criminal de los filósofos.
En el exterminio de este deberían ocuparse los que tanto declaman
contra el de los religiosos. Pero ya se sabe que este no es mas que un
pretexto para perseguidos. Los 5o,ouo monges de la Tebaida son
objeto de admirad:in y respeto para los mismos beregcs ; pero para
los filósofos célibes, de abominacion : no porque eran célibes , sino
porque eran célibes religiosos.


CAPÍTULO SEXTO. 101
las palancas que movian á los ministros. Antes que la
profesion se prorogase, podian los regulares aceptar para
el hábito jóvenes bien morigerados , el quienes aun no
Se habia pegado el contagio de la disolucion ; y por lo
mismo, los excesos ó desórdenes de los regulares eran
tan raros, que no podian servir de pretexto para la
supresion ; pero los impíos y los agentes querian pre-
textos, y para tenerlos cometieron un atentado contra
Dios, contra la Iglesia y contra la libertad que todo
hombre tiene para elegir y tomar estado. Introdujeron el
desórden y la relajacion en los claustros , y siendo la
misma relajacion y desórden efecto necesario de las
providencias de los agentes de los conjurados, la tornaron
por pretexto para proceder contra los regulares. Con esto
tuvieron los impíos bastantes materiales para publicar
una inmensa multitud de escritos cuyo objeto era hacer
ridículos á los regulares con sarcasmos y desprecios.


Brieraze continua el proyecto canoa los religiosos.


El que cooperó mas- que otro alguno á la intencion
de los conjurados, fue un personage que tuvo la fortuna
de que sus cofrades pensasen que tenia oigan talento
para el gobierno pero que concluyó su carrera con el
deshonor de haber merecido que le pusiesen en el catálogo
de aquellos ministros á quienes la ambicion hizo imbéciles.
Este personage era Brienne arzobispo de 'Peloso , despues
arzobispo de Sens, luego ministro principal , y última-
mente público .apóstata , que murió en tal desprecio y




execrador: , que á lo menos iguala á la de Ne,eker.
Brienne , aunque tan deshonrado y aborrecido, no lo es
tanto como merece. Se sabe .que fue amigo y confidente
de d'Alembert, y que, tanto en la iglesia como en la
asamblea de comisarios encargados de la refoima de los


G




I(-)1O1
CONSPIRACIOIN AYTICIUSTIA.Yd.


Tegulares, fue lo que habría sido d'Alembert arzobispo.
Pensó el clero que debia entender en esta reforma de
los regulares, para restablecer su primitivo fervor. La
corte aparentó que se conformaba con este modo de
pensar, pues nombró consejeros de estado , para que
deliberasen sobre este asunto con los obispos de la comi-
sion, llamada de regulares. Pero que sucedió ? Lo que
]labia de suceder por precision en una junta cuyos
miembros en sus consultas y deliberaciones tenian miras
enteramente opuestas, unos las del siglo, y otros las de
la iglesia. Las opiniones se cruzaron muchas veces; sin
embargo se convino , ó se creyó convenir en varios
artículos. Muchos obispos se disgustaron y renunciaron
á la comision. Formóse otra nueva, la que componian M.
de Dillon , arzobispo de Narbona ; M. de Boisgelin ,
arzobispo de Aix ; de Cicé, arzobispo de Burdeos,
y en fin erfamoso Brienne, arzobispo de Tolosa.


El primero de estos, DI de Dillon , atendiendo á la
nobleza de su porte y magestad de su elocuencia, era
mas á propósito para representar dignamente al rey en
los estados cle Languedoc, que á San Francisco ó á San
Benito en una comision religiosa. M. de Boisgelin con
los talentos que ha descubierto en la asamblea llamada
nacional , con el zelo que manifestó á favor de los dere-
chos de la Iglesia en el establecimiento y conservacion de
un estado consagrado á la perfeccion evangélica, tenia
en esta comision las intenciones del órden y las de dar
buenos consejos ; pero la corte no tenia intencion de
seguirlos. En cuanto á M. de Cicé , que despucs fue
guardasellos de la revolucion , debo decir que su arre-
pentimiento y retractacion manifiestan que pudo padecer
engaño firmando la sancion que se dic .) en aquella época,
é imprimiendo los sellos á los decretos constitucionales ;
y esto prueba que habria convenido menos en loa


CAPITEL° SEXTO.


i o5
proyectos destructores de los regulares, si los hubiese
conocido mejor.


Inteligencia de Brienne con d'Alembert.


En esta comision pues de regulares, los ministros solo
escuchaban á Brienne, quien sabia sus secretos como los
de d'Alembert. Este conocia tan á fondo lo que los conju-
rados podian esperar de los servicios del prelado filósofo,
que en el momento en que Brienne fue agregado á la
academia francesa , d'Alembert se apresuró á notificarlo


Voltaire en estos términos (1) : Tenemos en él un
socio muy bueno, que ciertamente será ótil á las letras


» y á la filosofía , Con tal que la filosofía no le ate las
» manos con algun exceso que corneta en lo que le
» permite, á que el clamor general no le precise á obrar
» contra su voluntad ». Era decir en términos equiva-
lentes : tenemos en Brienne un sugeto que piensa como
nosotros, y que será para nosotros y nuestros manejos
lo mismo que seria yo, ocultando mi intencion, si me
hallase ocupando su lugar. D'Alembert conccia muy bien
á los socios, y estaba tan seguro de Brienne, que en
cierta ocasion creyendo Voltaire que pocha quejarse de
este monstruoso prelado, d'Alembert no dudó en respon-
derle (2) : Os pido por favor que no precipiteis vuestro
» juicio


Yo apostaria ciento •ontra uno que os
» han informado mal, ó á lo menos que os han exagerado
» mucho sus defectos. Sé muy bien su modo de pensar,
» para estar seguro de que en esta ocasion ha hecho lo
» que no polia dejar de hacer ». Las quejas de Voltaire
provenian de una providencia, que rabia dado Brienne
contra el iniciado Audra , quien siendo público profesor,


.'1) Cartas del 20 Junio, del ]I Diciembre de 1770.
(a) Carta del 4 Diciembre de /77o.


G 4




104 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


daba en Tolosa lecciones de impiedad en lugar de darlas
de historia. Despues de haber practicado d'Alembert sus
diligencias, se supo que Brienne, á favor del citado Audra,
habia resistido un año cillero ci los- clamores del parla-
mento , de los obispos y de la asamblea del clero , y que
Brienne se vió precisado á impedir que la juventud de su
diócesis recibiese semejantes lecciones : por esto su apolo-
gista añade : Estad seguro , y os lo repito, que jamas la
razon ( sofista ) tendrá que quejarse de él ( ). Tal era el
malvado hipócrita mitrado, al que la intriga habia intro-
ducido en una junta encargada de la reforma de las
órdenes religiosas. De esta comision supo valerse para
desordenar y destruir.


Apoyado del ministerio y burlándose de los otros obis-
pos de la comision , se lo apropió todo , y él solo fue
quien dispuso y mandó en esta imaginaria reforma. Al
edicto que prorogaba la profesion religiosa , añadió
otro nuevo , con que mandó suprimir todos los con-
ventos de las ciudades que tuviesen menos de veinte re-
ligiosos , y en las otras partes á todos los que tenian
menos de diez , bajo el capcioso y especioso pretexto
de que la regla se observaba mejor con mayor número
de religiosos (*). Los Obispos , y mas que todos el Car-
denal de Luynes , se vieron precisados á representar los
servicios que los conventos pequeños Inician en las
campañas , ya para ayudar á los curas , ya para suplir
su falta. Pero á pesar de estas reclamaciones, el pretex-
to y decreto de Brienne subsistieron , y este se entendió .ur
tan bien con los sofistas , que antes de la revolucion ya 11'
habia en Francia mil y quinientos conventos suprimi-


(1) Carta del 21 Diciembre da 177o.
(A) Parece que muchos de los artículos que presentó el Exmo. vs:


Si. Ministro de Gracia y Justicia ci las Córtes sobre refirma de regu-
lares , se han vaciado en los moldes de Brienne.


C A PÍTVLO SnXTO. 105


dos , y mas de treinta mil religiosos menos. Su modo
de proceder era tal , que en breve no habria habido
necesidad de suprimir. Recogiendo , y aun solicitando
quejas y recursos de los jóvenes (que habian entrado des-
pues del decreto de próroga de la profesion ) contra los
ancianos , que querian contenerlos ; de los inferiores
contra los superiores ; resistiendo y coartando el mis-
mo Brienne las elecciones de los superiores , sembraba
y fomentaba la discordia , el desórden y la anarquía
en los claustros. Por otra parte sus aliados los conju-
rados inundaban el público con tantos libros contra
los religiosos , los hacian tan ridículos , que apenas se
presentaba algun jóven á pedir el habito para reempla-
zar los muertos. De los que quedaban , unos se aver-
gonzaban de vestir un hábito cubierto de oprobio (1), y
otros, seducidos con los artificios de Brienne, pedian la
stip resion.


Se introdujeron muchos desórdenes en los claustros.
Los buenos religiosos , sobre todo los ancianos , llo-


raban lágrimas de sangre , viendo esta persecucion de
Brienne. En pocos años él solo habria ejecutado en
Francia cuanto Federico y Voltaire habian proyectado
contra los religiosos. Su decadencia era á no poder mas
sensible en muchos conventos ; era un prodigio que
hubiese algunos fervorosos ; pero fué aun mayor el pro-
digio , cuando la fé del mayor número de estos reli-
giosos , de los mismos que antes habian pedido la supre-
sion , se reanimó en los chas de la revolucion. Sé de
cierto que el número de estos fué á lo menos tres
veces mayor que el de los que hicieron el juramento
constitucional. El momento de la apostasía les causó hor-


(1) Voltaire , carta 15 al 11. de P.




106 COYSPIRAC10:1 AtiTICRISTIÁNA.
ror , y aunque la persecucion subterránea de Brienne
los 'labia hecho titubear , la persecucion manifiesta de
la asamblea nacional los reanimó , manifestándoles el
fin á que se ordenaba la suprcsion de los regulares ,
meditada tanto tiempo habia como uno de los gran.
des medios filosóficos para destruir del todo el cristia.
nismo. Voltaire y Federico no vivieron lo bastante pa-
ra ver su proyecto consumado en Francia ; pero Brienne
lo vió , y cuando quería hacerse honor de haber sido
el ministro ejecutor ; no cogió mas que oprobios. Los
remordimientos y la infamia le condujeron á donde le
estaban esperando los que habian concebido el proyecto.


Medios inzítiles ele Brienne contra las religiosas.
<1n1


La impiedad y conspiracion de Brienne se extendió
tambien contra las vírgenes consagradas á la vida reli-
giosa ; pero este corsario se encalló dando caza á esta
preciosa porcion de la Iglesia. Como las religiosas la
mayor parte estaban sujetas á los Obispos , no pudo sem-
brar entre -ellas la discordia y anarquía , pues velaban
sobre ellas eclesiásticos escogidos , á quienes se había
encargado su direccion. Por otra parte, no se habia pro-
rogado tanto la edad para la profesion , que hubiese da-
do,tiempo á la pasiones para desplegarse. Su educacion se
consumara en lo interior de los monasterios , á cxcepcion
únicamente de las que estaban dedicadas al servicio de los
pobres y enfermos , cuya caridad y modestia eran , en
medio del mundo , un espectáculo digno de los mismos
ángeles. Las otras, retiradas en sus santas clausuras, tenian
en ellas un asilo inaccesible á la corrupcion de las cos-
tumbres y á la impiedad. Brienne se hilaba los sesos
para obstruir este manantial á la Iglesia ; pero hasta los
pretextos le faltaron. Para disminuir el número de las
verdaderas religiosas , 'pensó que tendrian menos novi-


CA piTuLo SEXTO. 107
cías , estableciendo y propagando otra especie de asilo 7
que quería hacer medio mundano y medio religioso.
A este fin multiplicó aquellas canonesas, cuya regla pa-
rece que exige menos fervor , porque las deja en liber-
tad para tratar con el mundo. Por una necedad inex-
plicable , sino hubiese tenido su objeto secreto , exigia
pruebas de nobleza para admitirlas á unos asilos á los
cuales se habian aplicado fundaciones que pertenecian
á todas las clases de los ciudadanos. Parecia que Brienne
con esto quería á un mismo tiempo hacer despreciables
las verdaderas religiosas á la nobleza , y á esta odiosa á
los (lemas ciudadanos, pues aplicaba exclusivamente á sus
canonesas rentas á las que todos tcnian derecho. Pero
estas reflexiones no las hacia la cabeza de Brienne. Es-
te solo tendia la red , mientras d'Alernbert se sonreia ,
prometiéndose que en breve tiempo ni habria canone-
sas ni religiosas. Pero aqui ambos se engañaron y per-
dieron el tino , pues las unas y las otras frustraron los
proyectos de los impíos , y fué necesario todo el despo-
tismo de los constituyentes para sacar de sus celdas y
monasterios á estas santas vírgenes , cuya piedad y colas,
tancia honran su sexo , y que entre los mártires de Se-
tiembre son la porcion mas hermosa de la revolucion.


Hasta la publicacion de estos decretos, dignos de Ne-
ron, ni el número ni el fervor de las religiosas habia
disminuido. Pero al fin la asamblea llamada nacional ,
envió sus decretos , sus satélites y basta sus cañones.
Treinta mil religiosas se arrancaron de sus monasterios ,
pesar de otro decreto de la misma asamblea que las
permitia acabar sus dias en sus retiros. Desde esta época
no ha habido en Francia mas conventos ni de religio-
sos , ni de religiosas. Ya habia mas de cuarenta años
que el provecto de su destruccion lo habia dictado el
filosofismo á los ministros de un rey cristianísimo. En




108 -CONSPITLICIO5 ANTICRISTIANA.'


el mismo momento de la consumacion del proyecto (
justos juicios del Altísimo !) acabaron los mismos minis-
tros del rey cristianísimo , y este rey cristianísimo esta-
ba preso en la torre del Temple de donde salió para el
cadalso. El objeto tan deseado del filosofismo , que se
Labia de lograr por medio de la expulsion y abolicion
de las órdenes religiosas , ya se conseguid.. La rcligion
sufría en sus ministros , profesores y templos la mas
atroz de las persecuciones ; pero para que el triunfo de
la impiedad fuese completo , había esta , en el transcur-
so de tantos arios , empleado otros medios que daré á
conocer.


CAPITULO SI:PTI MO.
109


CAPITULO VIL


CUARTO MEDIO DE LOS CONJURADOS, COLONIA DE VOLTAIRE.


Objeto de esta colonia.


Al IENTRAS que los conjurados se ocupaban tanto en
la destruccion de los Jesuitas y de las demas órdenes
religiosas , Voltaire meditaba un proyecto que habia de
dar á la impiedad sus apóstoles y propagandistas. Pa-
rece que fue en los años de.1 76o y 1761, cuando con-
cibió las primeras ideas de este nuevo medio para ex-
tirpar el cristianismo. «i Seria posible , ( escribió en esta
• ocasion á d'Alembert ) que cinco ó seis hombres de
» mérito que se entendiesen , no consiguiesen lo que se
» pretende , teniendo cl ejemplar de doce bribones que
» lo consiguieron (t)! » El objeto de esta reunion se ex-
plica y desenvuelve en otra carta que ya he citado , en
donde dice : » Hagan los filósofos verdaderos una cofra•
día , y yo me expondré al fuego por ellos. Esta acade-
» mia secreta valdrá mas que la de Atenas y que todas
» las de Paris. Pero la lástima está en que cada cual
» atiende solo á sus particulares conveniencias y se ol-
» vida de la primera obligacion , que es destrozar el in-
» faino;. (a)


Federico favorece el proyecto.
No habian los conjurados olvidado esta que era su


primera obligacion ; pero hallaban muchos obstáculos.
(t) Carta 69 del año 1760.
( 2 ) Carta 85 á d'Aleinbert, de 1761,




110 CONSPIRICIOY ANTICRISTIANA.


La religion tenia aun en Francia defensores zelosos , y
no parecia que París fuese entonces un asilo seguro pa-
ra semejante asociacion ; parece que hasta el mismo Vol-
taire , á lo menos por algun tiempo , lo creyó inasequi-
ble; sin embargo algunos años despues volvió á empren-
der su proyecto , y para ejecutarle acudió á Federico ,
proponiéndole lo que refiere el mismo editor de su cor-
respondencia : Establecer en Cléves una pequeña colonia
de filósofos franceses , desde donde podrian decir libre-
mente la verdad , sin temor de ministros , de clérigos ,
ni de parlamentos. A esta proposicion eontextó Federi-
co con todo aquel zelo que el fundador de la Colonia
podio esperar del sofista coronado. « Veo , le escribió ,
» que habeis tomado á pecho el establecimiento de la pe-
» queda colonia , de que me habeis hablado..... Creo que
» el mejor medio es que estas gentes (ó bien vuestros
» socios ) envien á Cléves á ver lo que les conviene ,


y de que puedo disponer en su favor (x).»
Es muy sensible que muchas cartas de Voltaire que


tratan de este establecimiento se hayan suprimido en
su correspondencia : pero bastan las de Federico para
manifestar la constancia de Voltaire, insistiendo con tal
teson en lo mismo , como lo manifiesta esta respuesta :


Me habíais de una colonia de filósofos , que se pro-
» ponen establecerse en Cléves. No me opongo , q to-
a do se lo puedo proporcionar.... pero con la condicion


de que respeten á los que se deben respetar, y de que


en el caso de imprimir , sean decentes sus escritos (2)»
Cuando descubramos la conspiracion antimonárquica , ve-
remos quienes son los que Federico quiere que se respe-
ten. En cuanto á la decencia en los escritos , debia esta
ser un medio mas para lograr el grande objeto que


(t) Carta del 24 Octubre de 1765.
(a) Carta 146 del año 1766.,


eipírtao S/PTI110,
111


se proponia la colonia , pues no acomodaban á Federico
aquellos arrebatos , que podian alarmar los pueblos , ex-
poner los conjurados, y llamar la atencion del gobierno
con su atrevimiento é imprudencia .


Mientras que Voltaire solicitaba los socorros y pro-
teccion del rey de Prusia , para que sus apóstoles pu-
diesen con toda seguridad hacer la guerra á la religion,
va se ocupaba en entresacar de sus discípulos 'a los mas
sobresalientes paraque se encargasen de esta mision , y
él mismo ya estaba pronto á sacrificar todas las delicias de
Ferney para ponerse al frente de estas tropas. a Vuestro
» amigo (escribió á Damilaville ) persiste en su idea. Es
» verdad lo que habeis dicho , que será necesario se-
» pararle de muchos objetos en que tiene su consuelo,
a y en cuya despedida tendrá mucho que sentir ; pero
» vale mas dejarlo todo por la filosofia , que por la muer-
• te. Lo que le causa admiracion es que muchos no
» hayan convenido en esta resolucion. Porque un cien-
» to baron filósofo no se agrega al trabajo del estable-
» cimiento de esta colonia


Y porque tantos otros no
• aprovechan una ocasion tan favorable ? » Vemos en es-
ta carta , que no era Federico el solo príncipe que
Voltaíre labia iniciado en sus misterios , pues añade :
» Vuestro amigo , poco ha que ha tenido visita de dos
» príncipes soberanos que en todo piensan como vos.
» Uno de ellos ofreceria una ciudad ( para colonia ) si
» la ya ofrecida no fuese á propósito á la grande em-
» presa (a). Voltaire escribió esta carta al mismo tiem-
po en que el Land-grave de Hesse-Cassel fué á rendir
homenage al ídolo de Ferney. La data del vine y la
conformidad de sentimientos no permiten se dude que
fué este el príncipe que ofreció una ciudad á la colonia
anticristiana, en caso que Cléves no fuese á propósito (2).


(I) Carta del 6 Agosto de 1766.
(2) Carta del Land-grave riel g Setiembre de 1766.


te




a


112 C0ISPII1ACION


Indiferencia de los conjurados hácia esta colonia.
Sin embargo, los apóstoles de este pseudo-mesias , á


pesar de su zelo por la grande obra , no estaban igual-
mente dispuestos á hacer los mismos sacrificios. D'Alem-
bert , que entre los filósofos de Paris hacia el princi-
pal papel , sabia que junto á Voltaire seria una deidad
subalterna. Damilaville , amigo de ambos, á quien cele-
bra Voltaire pór su odio á Dios, era un personage muy
interesante en París , para el secreto de la correspon-
dencia. Diderot, y aquel cierto baron filósofo y (lemas
iniciados tenian en Francia ciertos placeres atrayentes,
que no era fácil hallar en Alemania. Esta lentitud de los
iniciados ponia de muy mal humor al fervoroso Voltai-
re , quien para reanimar el zelo de los conjurados ape-
ló al punto de honra. » Seis ó siete cientos rail hugono-
» tes ( escribia ) abandonaron su patria por las neceda-
» des de Juan Cltauvin (así llamaba á Calvino por des-
» precio ), ¡ y no se hallarán doce sabios que hagan el


menor sacrificio en obsequio de la razon universal ul-
» trajada (i)! » No satisfecho con esto , les representó
que solo faltaba su consentimiento. <, Cuanto en el dia


os puedo decir , pues lo sé por conducto seguro, es
▪ que todo está á punto para el establecimiento de la
» manufactura. Mas de un príncipe se disputaria este
» nor ; y desde las orillas del Rin hasta las del Oby ,


Tomplat ( es el Platon Diderot) hallará seguridad , es-
tímulo y honor. » Temeroso de que esta esperanza aun


no bastara paraque se decidiesen los cdnjorados, Vol-
taire les recuerda el grande objeto de la conjuracion. En
esta ocasion fue cuando hubiese querido transfundir á
los corazones de sus secuaces todo el odio que tenia


(i) Carta á Damilavilie del 18 Agosto de 1766.


el


CAP1Tr LO 81:PTI310.
113


el suyo á Jesucristo. Gritaba , se desgañitaba y repetía ;
destrozad el infame , aniquilad el infame , aplastad el
infamo (1). O santo Dios! ¡ que odio tan desesperado y
rabioso !


Sentimiento y quejas de Voltaire sobre su Colonia.


A pesar de tantas solicitaciones , de instancias tan vivas
y eficaces , Voltaire no pudo lograr que sus sectarios de-
jasen Paris por su colonia de Cidros. El motivo mismo
que precisaba á Voltaire á sacrificarlo todo, hasta las de-
licias de Ferney, para trasladarse á Alemania y consagrar
sus escritos y sus dios á la extincion del cristianismo ,
dictaba á los iniciados la conveniencia de unir su
zelo á los placeres que el mundo , y particularmente
París , les ofrecian. La razon dictaba á Voltaire antepo-
ner su zelo á los placeres, y la razon dictaba á sus pro-
sélitos combinar el zelo con los placeres. Esta divergen-
cia de la razon de los filósofos obligó á su patriarca á
desesperar del éxito de expatriar á sus apóstoles ; ¡ pero
cuan sensible le fué ! Para comprenderlo de algun
modo , es preciso oir como se desahoga con Federico
tres ó cuatro años despees. No puedo negar , decilt ,
» que he sentido y me be corrido tanto del mal éxito
» de la transmigracion de Cléves „ que no he tenido va-
» lar desde entonces acá para presentar á V. Magestad
» alguna de mis ideas. Cuando considero que un loco
» é


, como lo fué S. Ignacio , halló doce pro-
» sélitos que le siguieron , y que yo no he podido ha-
» llar tres filósofos , he llegado. á pensar que la razon
» no varia para nada (2).» « Ya no hay consuelo para mí
» desde que no lie podido egeeutar este designio. ¡ Alli


(I) Carta á Damilaville del 25 Agosto de 1766.
(2) Carta de Noviembre de x769.
Tomo I. II




11 4 coIsruucurs ÁNTICAISTIANA.
dcbia yo acabar mi vejez ! » (s) Veremos en el discur-


so de estas memorias , que cuando Voltaire se quejaba
tan amargamente de la tibieza de los conjurados , estos
ro mereeian sus reconvenciones. En particular d'Alcm-
bert tenia otros muchos proyectos que ejecutar. En
lugar de expatriarse con sus cómplices y de exponerse
á perder su dictadura , se complacia proporcionándoles
en París los •honores del Paladion ( de la academia
francesa ), de los cuales se 'labia hecho el monopo-
lista. Ya le veremos suplir con los mas escogidos de
sus iniciados este proyecto. El modo como sc portó
d'A.lembert para hacer del liceo francés una verdadera
Colonia de conjurados , debia bastar para consolar al po-
bre viejo Voltaire.


(t) Carta del 11 Octubre ele 177o.


CÁPiTti1.0 OCTAVO. 115
WIN, V,. nn •nnn


••.1,10.1...1. •nnn.• %/N S..ra


CAPITULO VIII.


QUINTO MEDIO DE LOS CONEUIláDOS HONORES AC.4.DEMICOS.


Primer objeto de las Academias.


proteccion que concedian los reyes á las ciencias y
artes hacia muy estimados los literatos, mientras la supieron
merecer, conteniéndose en su esfera, sin abusar de los ta-
lentos .con tra la religion ni contra la política. La academia
francesa, en este particular, era la catedra del honor y el
grande objeto de la en, ulacion de los oradores y poetas, de
todos los escritores que se habian distinguido en la car-
rera de la historia y en cualquiera otro ramo de la lite-
ratura francesa. Corneille , i3ossuet . , Racine , Massillon
La fruyere , La Fontaine y cuantos ilustraron el siglo de
Luis XIV, tuvieron por grande honor concurrir á las
sesiones que sé tenian ea este santuario de las letras.
Las costumbres y las leyes parece que se habian conve-
nido, para que nunca llegasen á profanarle los impíos. Cual-
quiera nota píthlica de incred ulidad era un título de exclu-
sion , y lo fue aun por mucho tiempo en el reinado de Luis
XV. Hasta el célebre Montesquieu tuvo un tiempo la exclu-
siva , á causa de las sospechas que de su ortodoxia dieron
ciertos artículos de sus Cartas persianas. Fue necesario
para que le admitiesen abjurar la impiedad y manifes-
tar sentimientos mas religiosos. Voltaire pretende que
Montesquieu engañó al Cardenal de Fleury,


, para que es-
te consintiese a su achnision , y que le "labia presenta-
do una nueva edicion de sus Garras persianas, en la que


H. '2




I 15 ANTICRISTIAYA.


suprimió cuanto podia autorizar la oposicion de este pri-
mer ministro. Pero esta superchería es indigna de Mon-
tesquieu : parece que no se le exigió mas que el arre-
pentimiento , del que en lo sucesivo dió muestras sin-
ceras. Boindin , cuya incredulidad por notoria , no
daba lugar á examen, se vió absolutamente excluido por
esta academia, aunque fue miembro de otras (1). Tambien
Voltaire se vió por mucho tiempo excluido, y no habria
superado los obstáculos si no hubiese tenido grandes
protectores, y no se hubiese valido de los medios hipó-
critas que aconsejó á los otros. D'Alembert , que sabia
preveerlo todo, tuvo el miramiento de guardar secreto,
hasta que se vió admitido; pero en esta época los sectarios
que tenia la incredulidad en la coite y entre sus ministros
facilitaban la entrada.


Proyecto de d'Alembert sobre las academias.


Pensó d'Alembert que con el tiempo no seria imposible
cambiar los títulos de cxclusion , y que esta misma aca-
demia que excluía á los impíos, podria con intrigas no
admitir sino á estos, y ofrecer sus sillones y condecora-
ciones á aquellos solos iniciados que fuesen mas sobresa-
lientes en los manejos de la conjuraci011. Las intriguillas,
las que se puede dar el nombre de táctica que observaba
d'Alembert en estos campos de batalla, le proporcionaban
la admision de nuevos académicos. Tanto se habilitó en
estas intriguillas ó táctica, que cuando términó sus Bias,
se podia decir sin mucha impropiedad , que los títulos
de académico y de impío eran sinónimos. Es verdad que
mientras vivió, no tuvo siempre tan buen éxito en sus
empresas como deseaba ; pero la trama que urdió con


(r) Este Boindin es uuo de los únicos hombres del siglo de
Luis XIV, dignos, segun Diderot, de trabajar en la rsticiopedia.


CAPÍTVLO ocTAvo.
117


Voltaire para que fuese admitido Diderot á la academia,
basta para manifestar cuan interesantes crcian los conju-
rados estas condecoraciones para acreditar su impiedad.


Intrigas para la admision de Diderot.


la
D'Alembert hizo las primeras proposiciones ; Voltaire


s adoptó como quien conocia su importancia y con-
testó : Quereis que Diderot entre en la academia , r es
preciso conseguirlo. La aprobacion de la eleccion perte-
necia al rey , y d'Alembert temia la oposicion del minis-
terio. Voltaire , para que no desmayase , le manifestó
todo lo que el filosofismo podia esperar de Choisetd. Le
aseguró , no una sola vez, que esté ministro muy lejos
de oponerse á estos manejos, se baria un mérito de prote-
gerlos. « En una palabra (-dijo ), es preciso que Diderot




» entre en la academia ; esta será la mayor venganza que
se pueda tomar del chasco que se han llevado los
filósofos. La academia está indignada contra Le-Franc de
Pomp4oan, y con el mayor placer le dará un hofeton -
con toda su fuerza


Haré luminarias cuando tenga
» la gozosa noticia de que Diderot queda nombrado.


!
y que completo seria el placer , si á un tiempo me


» llegase la noticia de que Diderot y Helvecio estan admi-
» t:dos (a) !» Este triunfo habria sido de tanta satisfaccion
para d'Alembert, como lo podia ser para Voltaire; pero
d'Alembert estaba á la vista , y viendo las grandes di-
ficultades que se ofrecian en la corte , especialmente de
parte del Delfín , de la Reina y del Clero , respondió


Voltaire : » Tengo mas ganas que vos de que Diderot
• entre en la academia , y sé todo el bien que de al:1 re-
» saltada á la. causa coman ; pero esto es mas ituposi-
» Líe de lo que podeis imzginar (7.),»


(t) Carta del 9 Solio de x 760.
(s) Carta del r5 Julio de 176o.


11 3




8 COWSPM.S.C1011 ANTICRISTIANA.
Bien instruido Voltaire de que el ministro Choiseul


y la cortesana marquesa de Pompadour hablan ya ga-
nado otras victorias sobre el Delfín , animó á d'Alern-
bert para que no desesperase. El mismo se puso al fren-
te de la intriga , y esperó un buen éxito contando con
el favor de la cortesana. Aun hay algo mas : ( dice
Voltaire) posible es , que ella ( la Pompadour ) se ha-


ga un mérito y un honor de sostener á Diderot, que
• desengañe al rey sobre su palabra , y que se complaz-
» ca en confundir una cábala que ella desprecia (a).
Lo que d'Alembert no se atrevia á hacer acerca del mi •
nistro , Voltaire lo encargó á los cortesanos , y princi-
palmente al Conde d'Argental. «Mi divino angel, ( dice
» Voltaire á d'Argenta] ) introducid á Diderot en la aca
» demia ; esto es lo mejor que podeis hacer á favor del
» partido de la razon, que lucha con el fanatismo y la
» tontería : ( es decir del filosofismo que lucha con la
» religion y la piedad) imponed por penitencia al Du-
» que de Choiseul , el que haga entrar á Diderot en la
» academia (a). » Voltaire , no satisfecho aun con todo
esto , llamó en su socorro al (ecretario de la academia
y prescribió á Duelos el modo como se Rabia de por •
tar para que tuviese buen despacho el memorial que iba
á presentarse á favor de Diderot. ¿No podríais repre •
» `sentar (pregunta á Duelos) ó hacer representar lo nece-
» sacio que os es este hombre para perfeccionar una obra
» muy interesante ? Y no podríais, desertes de haber
» asestado á la sordina esta batería , congregaras siete u
» ocho escogidos , y hacer una dipntacion al rey para
» pedirle á Diderot, como sugeto el mas capaz para aytt-
» claros en vuestra empresa ? ¿ El señor Duque de Ni-
» vernois no os auxiliará en este proyecto ? ¿ No podrá


(i) Carta del a8 Julio de 1760.
(a) Carta 153 del año 1760.


CAPÍTI7L0 OCTAVO. 119
» encargarse de dirigir con vos la palabra ? Dirán los
» devotos ( los católicos ó cristianos ) que Diderot ha
» compuesto un tratado de metafísica , que ellos no en-
» tienden ; pero no hay mas que responder : que Dide-
» rot no le ha compuesto , y que es un buen católico ,
» pues le está tan bien el ser católico (a). »


Tal vez el lector é historiador se admirarán al ver á
Voltaire tau interesado en este negocio , valerse de tan-
ts intrigas , acudir a un mismo tiempo á los duques,
á los cortesanos y á sus cofrades , y sin avergonzarse
de aconsejar la hipocresía mas ruin y el mas vil di-
simulo , sin otro objeto que la admision de uno de
sus conjurados á la academia francesa : pero tanto el lec-
tor , como el historiador deben pesar estas palabras de
d'Alembert: sé todo el bien que de ahí resultaría á la cau-
sa coman ; es decir : lo útil que será en la guerra que
nosotros con nuestros iniciados hemos jurado al cristia-
nismo ; y con esto será facil comprender que Vol-
taire y los suyos no tenian por ociosa alguna maquina-
cion ni intriga , y que todo les era licito , disimulos ,
hipocresía , imposturas , mala fé y cuanto hay de mas
abominable entre los hombres, tanto les interesaba ser
miembros de aquella academia. Y en efecto , admitien-
do en esta á un hombre reconocido públicamente por el
mas insolento y atrevido de los incrédulos , ¿ no era
poner el sello 4 la desidia (6 algo peor) con que el go-
bierno se Babia dejado engañar con las demostraciones
hipócritas de d'Alembert y de Voltaire ? ¿ No era esto
abrir de par en par la puerta á los triunfos literarios de
la impiedad mas escandalosa ?¿ No era esto declara abier-
tamente que en adelante la profesion pública del ateis-
mo , lejos de mirarse corno tacha en la . sociedad ,
frut aria pacíficamente de los honores decretados para !as


(r) Carta del ti Agosto de 1780.
11 4




t 20 COISSPIRACION


ciencias y letras ?... d A lo menos no era esto una espe-
cie de proclama en favor de la indiferencia en materia
de religion ? Pero la política de Choiseul y de la Pom-
padour les manifestó que no era aun tiempo de con-
ceder. este triunfo á los conjurados. El mismo d'Alem-
bert temió los clamores que la admision de Diderot ha-
bria excitado , y este temor le hizo desistir. En esta oca-
sion se verifica singularmente lo que escribió d'Alem-
bert : que los ministros con una mano protegian á los mis-
mos que parecia rechazaban con la otra. Pero d'Alem-
bort no perdió del todo las esperanzas , y le pareció que
con ciertos manejos no seria imposible llegar al mismo
fin, y excluir de los honores académicos á cuantos es-
critores no hubiesen consagrado de algun modo sus plu-
mas á la filosofía anticristiana , y es cierto pie lo con-
siguió.


Éxito de los conjurados en .las academias, y lista de los
principales académicos .


A contar desde la época en que d'Alembert concibió
cuan útil seria á los conjurados transformar la acule-
tuja francesa en un verdadero club de sofistas irreligio-
sos , atienda el lector á los títulos de los que fueron
admitidos , y hallará á su frente á Marmontel , el mas
unido en opiniones y sentimientos con Voltaire , d'A-
lembert y Diderot. Verá que van á sentarse en los
sillones de la misma academia la Harpe (1) , iniciado
favorito de Voltaire; Champfort , iniciado coadjutor se-
manario de Marmontel y de la Harpe; Lemierre, á quien
Voltaire dá el título de un buen enemigo del infame
-t5 de Cristo (2); el abate Millot , acepto á d'Alembert,


(L) Se convirtió en la revolueion , y ha escrito á favor de la
religion.


(2) Carta á Darnilaville de £767.


CAPITULO OCTÁV O. 121
porque se habia olvidado del todo que era eclesiástico,
y conocido en el público, porque supo transformar la
historia de Francia en historia de antipapa (1); Brienne,
conocido mucho tiempo habia de d'Alembert como
un enemigo de la iglesia en el seno de la misma igle-
sia ; Suard , Gaillard , y en fin Condorcet , cuya aclmi-
sion por sí sola bastaria para demostrar la soberanía
con que el ateismo habia de mandar en la academia.
No sé porque motivo Turgot no obtuvo aquellos hono-
res , habiendo intrigado tanto en su favor , Voltaire y
d'Alembert. (2) Para formar idea del interés que te-
nian en llenar aquel Sanedrin filosófico de sus sectarios,
es preciso leer sus cartas. Hay mas de treinta en las
que se ven sus consultas , ya sobre aquellos prosélitos
cuya adtuision á la academia se habia de agenciar, ya
sobre los medios de que se habian de valer para ex-
cluir de este honor á los escritores religiosos. Sus ma-
nejos é intrigas en este negocio tuvieron un éxito tan
completo , como que al cabo de pocos años el título de
académico se confundia y equivocaba con el de deista
ó atéo. Si aun habia entre ellos algunos hombres , par-
ticularmente Obispos , de otro temple que Brienne ,
fue por una cierta deferencia al título de académico ,
en otros tiempos tan honorífico ; aunque les habria si-
do mas decoroso separarse del lado de d'Alembert ,
IsIartnontel , Condorcet y sus semejantes.


Sin embargo , en esta academia de los cuarenta habia
un seglar muy respetable por su piedad. Era este Mr.
Beauzée. Le pregunté en cierta ocasion,,:corno podia com-
ponerse que el nombre de un sugeto como él , se ha-
llase en la lista de tantos persona les tenidos por impíos ?


(i) Carta d'Aleinbett del 27 Diciembre de 1777.
(a) Carta de Yoltaire del 8 Febrero de 1776.




122 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


Me respondió : n La pregunta , que me haceis , la hice


yo mismo á d'Alembert. Viéndome en nuestras serio-
= nes casi solo creyente en Dios , le dije un dia como
» habeis podido pensar en mí , sabiendo que mi mo-
» do de pensar se aviene tan poco con el vuestro y de


los señores vuestros cofrades ? D'Alembert (añadió M.
» Beauzeé) no tardó en responderme: sé muy bien, dijo,


que esto os admira ; pero necesitábamos de un gra-
» mático ; entre nuestros iniciados no le }labia que tu-
» viese crédito en esta facultad. Sabíamos que creíais en
» Dios , pero sabiendo que erais un hombre muy bon-
» dadoso , pensamos en vos , porque nos faltaba un fi-
» lósofo que supliese vuestra falta. » De este modo el
cetro de los talentos y ciencias pasó á las manos de la
misma impiedad. Voltaire }labia qíierido poner los con-
jurados bajo la proteccion del sofista coronado Federi-
co de Prusia ; d'Alembert impidió su transmigracion y.
tuvo habilidad para hacerlos triunfar bajo la proteccion
de unos monarcas cuyo principal y mas honorífico tí-
tulo era el de Reyes Cristianísimos. Esta trama , que d'A-
lembert supo urdir mejor que su patriarca Voltaire ,
ponia en las cabezas de sus secuaces las coronas de la
literatura , mientras se condenaba al desprecio y á la zum-
ba á los escritores religiosos. La academia francesa , tras-
formada en club tic impiedad , era mas interesante á los
sofistas conjurados contra el cristianismo, que la tan sus-
pirada colonia de Voltaire. Ella corrompió á los lite-
ratos ; estos la opinion de la Francia , y esta
ha contagiado á la Europa comunicándola el pus viru-
lento por medio de tantos escritos antireligiosos que
debian disponer los pueblos á una apostasía universal
segun los proyectos y calculos <le aquellos gefes.


CAP íTt LO NONO. 125


CAPITULO IX.


SEXTO MEDIO DE LOS CONJURADOS , INUNDACION DE LIBROS


ANTICRISTIANOS.


Concierto de los gafes para sus producciones anticristianas.


po ser notorio no hay necesidad de pruebas para
demostrar que la Europa en el espacio de cuarenta
arios , y en particular en los l'iltimos veinte de la vida
de Voltaire , se ha visto inundada de una multitud de
producciones anticristianas en folletos, sistemas , roman-
ces , historias fingidas y bajo de todas formas. No di-
ré aun aqui todo lo que puedo sobre este asunto , y so-
lo manifestaré la liga y concierto de los capataces de
la conjuracion , en órdcn al rumbo que se habian pro-
puesto seguir con estas producciones anticristianas , y
su mutua inteligencia para multiplicarlas y hacerlas cir-
cular , á fin de inficionar la Europa con su impiedad.


Astucia particular de d'Alembert sobre los sistemas.


El método que se debla observar , le concertaron en
sus propios escritos entre sí , especialmente Voltaire,
d'Alembert y Federico. Su correspondencia nos los ma-
nifiesta atentos en darse noticia los unos á los otros de
los libelos que preparaban contra el cristianismo , de los
efectos que esperaban de su publicacion y de los me-
dios de que se habian de valer para asegurar el éxito.
Era tal esta coalicion y concierto , que en su íntima cor-
respondencia los hallamos muchas veces que se riel) de




12(1 cottspin.s.cloy álSTICIUSTIA114.
las asechanzas que ponían á la religion , particular-
mente en aquellos escritos y sistemas que pretendiart
se mirasen como indiferentes á la religion , ó mas co-
mo favorables que contrarios á la misma. En esto d'A.
lembert es muy sobresaliente. El historiador y el lector,
por el ejemplo que voy á proponerles , formarán con-
cepto de la astucia con que este sofista tiende sus lazos.


Se sabe cuanto se han ocupado los filósofos del si.
glo de Voltaire en sus imaginarios sistemas físicos sobre
la formacion del universo ; se sabe cuanto han trabaja-
do para darnos teorías y genealogías del globo terres-
tre. Los hemos visto andar á gatas por las minas , dise-
car los montes , taladrar su superficie para hallar con-
chas , delinear los viages del Océano y formar épocas.
El objeto de estas investigaciones y de tantos trabajos no
era mas , si se les da crédito, que hacer descubrimientos
interesantes á la historia natural y á las ciencias mera-
mente profanas. La religion en particular no debia ser
menos respetada por estos fabricantes de épocas , y aun
debemos creer que muchos naturalistas no tenian mala in.
tencion : por el contrario muchos de ellos, sabios verdade-
ros , ingenuos en sus investigaciones , grandes observadores
Y capaces de combinar y cotejar las observaciones con sus
viages , estudios, trabajos y descubrimientos nos han sumi-
nistrado armas para defender la religion de estos vanos sis-
temas. Pero no eran estos los intentos de d'Alernhert y sus
sectarios. Vió aquel que todos estos sistemas y sus épocas
llamaban la atencion de los teólogos , que deben sos-
tener la verdad de los hechos y la autenticidad de los
libros de Moises , que son el fundamento y principio
de la revelacion. Para vengarse de la Sorbona y de to-
dos los defensores de la sagrada Escritura , compuso Un
escrito con el título capcioso de Abusos de la eiltica,
que es una verdadera apología de aquellos sistemas que


CAPÍTULO 125
atribuyen á la tierra mas antigüedad que le da Mcises.
El grande objeto de este escrito , aparentando un gran
respeto á la religion , era probar que la revelacion y
honor de Moises en nada se comprornetian con aque-
llas teorías y épocas, y que los temores de los teoló-
logos no eran mas que alarmas falsas. Aun se atrevió á
mas ; llenó muchas páginas y produjo argumentos para
probar que 'estos sistemas son muy á propósito para
formar ideas grandes y sublimes , y que muy distan-
tes de oponerse al poder y sabiduría de Dios , servían
para descubrir mejor estos atributos del Ser supremo. En
fin pretendia , que atendido el objeto de estos siste-
mas , no tocaba á los teólogos sino á los físicos su de-
cision. A los primeros trató de espíritus angostos , pusilá-
nimes y enemigos de la raz,on , que se asustaban de un
objeto que en manera alguna les tocaba ; y escribien-
do contra estos imaginarios terrores pánicos, dijo , en-
tre otras cosas : « Han querido enlazar con el cristianis-
» mo los sistemas mas arbitrarios de la filosofía. En va-
» no la religion, que es tan sencilla y precisa en sus dog-
» mas, ha rechazado constantemente una liga que la des-
» figura. Muchos han creido que atacandd la liga se ha
» atacado la religion cuando menos lo ha sido (t). »


Quien no habria creido que d'Alernbert estaba per-
suadido de que todos estos sistemas pretensos físicos,
todas esas teorías y ese tiempo mas dilatado , en lugar
de derribar el cristianismo , servian para dar una idea
mas grande y sublime del Dios de los cristianos y de
l\Ioises ? Sin embargo el mismo d'Alembert es quien ,
esFerando descubrir las pruebas de un tiempo mas dila-
tado , celebraba anticipadamente á sus viageros iniciados
que tenían la comision de desmentirá Moises y á la


(i) Véase Abas de la critique , núm. 4 , 15 , 15 y 17.




126 COISP1BACION ANTIC/USTIAIIÁ.


revelacion. El mismo d • Alembert recomienda á Voltaire
como hombres preciosos á la filosofía , aquellos prosé-
litos que iban á correr los Alpes y el Apenino con
aquella intencion. Y él mismo es quien despues de ha-
ber hablado en público del modo que se expresa en sil
Abuso de la crítica , dice en secreto á Voltaire : « Esta
» carta , querido cofrade , os la entregará I)esmarests ,


hombre de mérito y buen filósofo , quien desea cum.
» plimentaros , mientras pasa á Italia con el fin de hacer
» observaciones de historia natural , que podrian muy bien
» desmentir á Moises. Nada dirá de esto al Maestro del
» Sacro Palacio ; pero si por casualidad llega ti descubrir
» que el inundo es mas antiguo de lo que pretenden los
» Setenta , él os comunicará el secreto (i).» t;•.


Escritos de Voltaire dirigidos por d'illembert.


He aquí á un asesino que esconde la mano , al mis-
tiempo que empuja á otro asesino para que descargue
el golpe, D'Alembert dirigia la pluma de Voltaire, para
que este desde Ferney disparase los tiros contra la re-
ligion , á lo que él no se atrevia desde Paris. Desde esta
capital aun cristiana enviaba el bosquejo , para que
Voltaire le diese el colorido y la última mano. Cuando
en el a fío 1773 publicó la Sorbona aquella famosa con-
clusion que vaticinaba á los reyes lo que la revolucion
ha manifestado y cumplido en órden á la destruecion de
los tronos que debia causar la filosofía moderna ,
lembert se apresuró á ponerlo en noticia de Voltaire,
manifestándole cuanto interesaba borrar la • impresion
que contra los conjurados habia causado aquella concht-
sion. Instruyó á Voltaire en el modo como se "labia
de gobernar para alucinar á los reyes, y hacer que las


(1) Carta 1 3 7 , del año 17153.


cári.ruLo NONO. 127
sospechas y temores que la Sorbona infundia contra la
filosofía de los impíos, recayesen contra la iglesia. Le dió
por tema lo que ya pocha llamarse obra magistral de la as-
tucia y artificio. Le sugirió que renovase aquellas contex-
taciones entre el imperio y el sacerdocio , que tanto ha-
bían indispuesto los ánimos, y que por fortuna ya habia
tiempo que habian cesado. Instruyóle en el arte dé hacer
al clero sospechoso y odioso ( ). Entre sus cartas se
hallan otros planes semejantes que trazó d'Alembert
al filósofo de Ferney , conforme las circunstancias
(2) , y en ellas vemos , segun su modo de producirse,
las =tafias que Bertrand ( d'Alembert ) ponia debajo el
rescoldo , y sacaba Baton (Voltaire) con sus patas de-
licadas.


Consejos y concierto de Voltaire en estas producciones.
Si d'Alembert instruia á Voltaire , este no dejaba de


darle parte y á los otros iniciados de los escritos que
producia ó de las diligencias que practicaba con los mi-
nistros , para que los apoyasen. Así sucedió , cuando, en-
sayando


con anticipacion los decretos espoliadores de la
revolucion, tuvo cuidado de hacer saber al Conde d'Ar-
gental el manifiesto que enviaba al Duque de Praslin,
para empalar el ministerio' á que privase al clero de su
subsistencia desposeyéndole de los diezmos (3 ). Todo
se obraba de concierto entre los conjurados, las anécdo-
tas verdaderas ó falsas (4) , las sonrisas , las agudezas
soezes , las sátiras, cuanto porfia ser útil á la conjura-
cion no salia al palie() , antes de haberse convenido


(i) Cartas de d'Alembert del r8 Enero y 9 Febrero de 1773.
(2) Véanse principalmente las cartas del 26 Febrero y 22 Marzo


de .1774.
(3) Cartaal Conded'Argental del 40 1764.
(1) Cartas á d'Alembert TS y 2o.




1 28 CONSPIRAC10/1 CIIISTI ANA.


Voltaire y d'Alembert. Sabiendo aquel mejor que cual-
quiera otro el ascendiente del ridículo, recomendaba á sus
sectarios el uso de esta arrua, fuese en las conversacio-
nes, fuese en los libros. Procurad conservar vuestro


buen humor ( escribia á d'Alembert) y procurad sien:-


pre destrozar el infame. No os pido mas que cinco ó
seis agudezas cada dia , y esto basta. Portaos como


» Democrito , reid , y hacedme reir , y triunfarán los


sabios (1).•
Sin embargo , este modo de atacar la religion no le


pareció siempre á Voltaire el mas á propósito para glo-
ria de los filósofos y destruccion del cristianismo. Cons-
tante en dirigir los ataques , manifestó los deseos que te-
nia de que saliese al público , despees de aquel diluvio
de majaderias y zumbas , alg,un escrito serio que mereciese
ser leido , con el cual quedasen justificados los filósofos
y confundido el izlfarne (2). Este es el solo escrito que
nunca ha visto el público , á pesar de las exhortaciones
de Voltaire y de su coalicion con los conjurados.


Exhortaciones para extender los escritos.


Pero la secta para llenar este vacío , daba á luz cada
dia folletos , con los que el deismo y muchas veces el
brutal ateismo destilaban contra la religion todo el ve-
neno de la calumnia y de la impiedad. Con toda par-
ticularidad en Holanda salia cada mes , y aun cada se-
mana , alguna de estas producciones de la pluma de los
impíos mas insolentes. Se :Ilejaron ver entre otras , el


fildsofr , las Dudas, la Impostura sacerdotal, la
Tunantería descubierta (3), producciones las mas mons-


(1) Carta 128 á d'Alembert.
(a) Carta 6; á d'Alembert.
(3) Le Blilitaire phiiosophe , les Doutes , l'imposture sacerclotale , le


Poiissonisine
truosas


CA PÍTVLO NONO.


129
truosas de la secta. Parecía que Voltaire era el presi-
dente de este comercio de la impiedad ; tal era su zelo
para que se propagasen estos escritos. Luego que tenia
aviso de las ediciones , avisaba á sus cofrades de. París,
exhortándoles á que se los procurasen y los hiciesen cir-
cular; por la menor omision los reprehendia , y él la
suplía repartiéndolos en sus alrededores (i). Para mas
obligar á que se procurasen estos escritos, les escribió,
que en ellos aprendía á leer toda la juventud de Álema-
nia que eran el catecismo universal desde Badea hasta
Noskow. (2)


Temiendo que no bastase la Holanda para inficio-
nar la Francia , entresacaba y remitía á d'Alembert
las producciones atas impías , para que se cuidase de ha-
cerlas reimprimir en Paris y


-repartir á miles sus ejem-
plares, corno sucedió entre otras con el pretenso Exa-
men de la religion por Dumarsais. a Me han enviado,
a escribia Voltaire á d'Alembert, la obra de Durnarsais


atribuida á St. Evremont; es una excelente obra (y era
a de las mas impías). Os exhorto, carísimo hermano , para
a que hagais que alguno de nuestros amados fieles la ha-
» ga reimprimir , pues puede hacer mucho bien (3).»
Las mismas exhortaciones , y aun mas urgentes, hizo pa-
ra que se reimprimiese y multiplicase el Testamento de.
Juan Meslier , famoso cura de Etrépigni , cuya apostasía
y blasfemias podian causar mayor impresion en los es,
píritus del populacho. Se lamentaba Voltaire de que en
Paris no hubiese á lo menos tantos ejemplares de este
testamento impío , como habia repartido y hecho cir-


(r) Vésuse las Cartas al Conde d'Argenta' , á madama de Deffan ,
á d'Alembert , y en particular la carta a del año 1769.


(2) Carta al Conde d'Argental del 26 Setiem. de r76.6.
•(3) Carta ra a á d'Alefilbert.


Tomo 1




73o COYSPIRACION ANTICLISTIANA.
cular por las cabañas de las montañas de la Suiza (r).


Excusas de d illenzbert.


Eran tantas las instancias é importunaciones de Voltaire,
que d'Alembert se vió precisado á responderle como si
hubiese procedido con tibieza , en particular por no ha-
berse atrevido á imprimir en Paris y repartir cuatro
cinco mil ejemplares del testamento de Juan ,?ileslier.


Su escusa fué la que puede dar un conj orado que
sabe esperar la ocasion y tomar sus precauciones para
lograr poco á poco el éxito que no se lograrla con la
precipitacion (2). El , que sabia tan bien como Voltaire
lo que se puede esperar del pueblo comunicándole á
tiempo las producciones impías , estaba aguardando el
momento que le pareciese mas á propósito para el éxito.
No solo esto , sino que- tambien sabia acomodar los es-
critos á las circunstancias y carácter de las personas. Se
descubre esto en el consejo que da á Voltaire sobre una
obra maestra de la impiedad , que tiene por título : El
buen sentido. Esta produccion, decia á Voltaire, es un
libro aun mas terrible que el sistema de la naturaleza.
Y tenia razon que lo era , pues con mas arte y menos
acaloramiento insinuaba el mas refinado ateismo. Pero
por lo mismo que d'Alembert conocia su importancia
para el logro de sus intentos , habria querido que se
redujese á menor volúmen , y ya era bastante reducido
para que no costase mas que diez sueldos , J le pudiesen
comprar y leer hasta las cocineras (3).


(I) Cartas de Voltaire á d'Alembert del 3 Jul. y del t5 Sep. de 1762.
(a) Carta toa á Voltaire.
(3) Carta 14o á Voltaire.


CAPÍTULO NONO. 331


tirculacion de estos escritos protegida por los ministros.


Los medios que tenian los conjurados para inundar
la Europa con estas producciones anticristianas , no se
reducian solo á estas intrigas clandestinas y al arte de eludir
la vigilancia de la ley. Ellos tenian en la misma corte
personages poderosos , ministros iniciados , que sabian
imponer silencio á la misma ley, ó que en algunas oca-
siones no la permitían hablar, sino para favorecer bajo
mano y con mayor eficacia el comercio de impiedad y
seduccion que proscribian los magistrados. El Duque de
Choiseul y Malesherbes eran con toda particularidad
los promotores de este medio tan eficaz para separar los
pueblos de su rcligion , é insinuarles todos los errores
del filosofismo. El primero con toda aquella confianza
que le daba el despotismo de su ministerio , amenazaba
á la Sorbona con su indignacion , cuando con sus pú-
blicas censuras prevenia los pueblos contra los escritos
del tiempo. Voltaire, viendo con complacencia este ex-
traordinario uso ( le llamaríamos abuso ) que hacia el
ministro de su autoridad , exclamaba : “ Viva el minis-
» terio de Francia, y viva sobre todos el Sector Duque
» de Choiseul (k).» Malesherbes, que con la superinten-
dencia de la imprenta , se hallaba con la mejor propor
cion para eludir á cada instante la ley , estaba muy acor
de con d'Alembert para permitir la introduccion y cir-
enlacian de los escritos impíos. Ambos , Choiseul y Ma-
lesherbes, habrian querido que los apologistas de la re-
ligion no hubiesen tenido libertad de hacer imprimir
sus respuestas á la legion de impíos que cada dia to•
araba mayor ascendiente en Francia. Pero aun no ha-
bia llegado este momento tan deseado de los conjura-


(a) Carta de Voltaire á Illarritontel , año de 1767.
I 2




132 COYSPIRÁCIOS
dos. Voltaire , que tanto suspiraba por la tolerancia ,
rabiaba al ver que, bajo un ministerio filosófico, tuvie-
sen los apologistas de la relig'ion libertad para levantar
la voz y declamar contra la impiedad. D'Alernbert , para.
calmar á Voltaire , le escribió que si Malesherbes per-
mitia se publicasen escritos contra los filósofos, era muy
á pesar suyo y de Orden superior , cuyo cumplimiento no
habia podido impedir. (r).
Convenio de Y-ataire con Federico sobre el mismo objeto.


No se sosegó con esto Voltaire , ni se dió por satis-
fecho con que á él y á los suyos les permitiesen pu-
blicar sus impiedades ; quería algo mas , y era , que la
pública potestad autorizase su zelo , y para esto acudió
á Federico. Estaba inconsolable contemplando el nin-
gun éxito que habia tenido en su tan deseada colonia
filosófica , de la cual corno de un volean habian de
salir las lavas incendiarias de la impiedad. Por esto es-
cribió al rey de los sofistas estas cspresiones tan lastime-
ras : Si'yo fuese menos viejo y gozase de salud , deja-
» ria sin sentimiento este palacio que he edificado , y
» estos árboles que he plantado , para ir á acabar mis
» días en el pais de Cleves con .dos ó tres filósofos , á
» fin de consagrar los restos de mi vida , bajo de vues-
» tra proteccion, á la publicacion de algunos libros úti-
» les. Pero , Señor no podeis sin comprometeros animar
» algunos impresores de Derlin, para que los impriman y
» estzendan por toda Europa, á un precio tan bajo que la-
» edite su venta (9.) ?» Esta propuesta de Voltaire , que
conferia á su Ilagestad Prusiana el distinguido empleo
de buhonero en lefé de todos los folletos anticristianos,


(r) Carta del 15 Enero de 1767.
(a) Carta del 5 Ablii dery67.


CA riruto ACnO.
1 33


no desagradó á la magestad protectora de la impiedad,
y así contextó á Voltaire : Podeis serviros de nuestros


impresores conforme vuestros deseos, pues gozan de una
» entera libertad ; y como tienen correspondencia con
» los impresores de Holanda , Francia y Alemania , no
» dudo que tendrán proporcion para hacer que lleguen
» los libros á donde juzguen á propósito




»


Hasta en Petersburgo tenia Voltaire cooperadores á
sus fervientes deseos de inundar la Europa con estas pro-
ducelones anticristianas. Con la proteccion é influjo del
Conde de Schouvalow, pidió la Rusia á Diderot permi-
so para honrarse con la impresion de la Enciclopedia.
Voltaire recibió el encargo de dar aviso de este triunfo


Diderot (2). El escrito mas impío y sedicioso de Hel-
vecio se reimprimió en la Haya , y el príncipe de Ga-
litzin tuvo valor para dedicarle á la emperatriz de Rusia.
Voltaire aunque deseaba tanto la propagacion de esta ca-
se de escritos , no dejó de admirarse al ver dedicado
cl de Helvecio á la potencia mas despótica del mundo;
pero al mismo tiempo que se burlaba de la impruden-
cia y tontería de su iniciarlo Galitzin , estaba inundado.
de gozo contemplando como la grey de los sabios se
aumentaba á la sordina , pues hasta los príncipes se ma-
nifestaban tan interesados como él en hacer circular las
producciones mas anticristianas. Tal era su satisfaccion,
que hasta tercera vez comunicó en sus cartas á d'Alelar-
bert esta tan plausible noticia , como medio el mas
eficaz para borrar en el público toda idea del cristiat.
nimio. Hasta el presente solo he manifestado los deseos
y medios que tuvieron y de que se valieron los capata-
ces de la conjuracion para inficionar ,


el público con el


(I) Carta del 5 Mayo de 1767.
(a) Carta de Voltaire á Diderot.


3




154 CONSPIRACION -ANTICRISTIANA,


veneno de sus escritos. Ira se proporcionará ocasion ( cap.
) para descubrir los medios de que se valió la secta para


introducir el contagio de la incredulidad hasta en las caba-
iias mas humildes , y seducir la ínfima clase del pueblo.


Doctrina de los escritos recomendados por los conjurados.
Para complemento de este capítulo, y satisfaccion de


aquellos lectores que solo quedan satisfechos con la mas
evidente dernostracion, quiero hacer algunas observaciones
sobre la doctrina de aquellos escritos, que sin ser produc-
ciones de los gefes de la conjurador ' , procuraron estos
propagar para seducir todas las clases de la sociedad. No han
faltado quienes hayan dicho que la conspirador ' de los
gefes solo tenia por objeto los abusos y no la religion; que
su odio á lo mas se extendia solo al catolicismo , pero
en ningun modo á las varias sectas de protestantes de
Ginebra , Alemania , Suecia é Inglaterra. Este alegato
de los que pretenden excusar á los gefes de la conjura-
cion , á mas de ser falso , se ve que es absurdo , si se
reflexiona el contenido de los mismos escritos que hi-
cieron circular. Sin duda , cuando extendian estas pro-
ducciones , su zelo no tenía otro objeto que extender
tambien las opiniones que en ellas se predicaban. Con-
sultémoslas pues , y veamos si hay una sola que se
dirija a la reforma de los abusos , ó solo á la destrue-
cion del catolicismo. Estos escritos tan celebrados y re-
comendados , en particular por Voltaire y d'Alembert ,
son los de Freret , Boulanger , lIelvecio , Juan Meslier,
Dumarsais y Maillet, cuyos nombres llevan ; y son tam-
bien el Militar filósofo , el Buen sentido , las Dudas ,
el Pirronismo del sabio , cuyos autores se ignoran. Quie-
ro poner al la vista del lector las varias opiniones de es-
tos escritos tan celebrados de los conjurados, para que
vea si con ellos no se destruyen hasta los primeros fun-


55CAPÍTULO NONO. 1
(lamentos del cristianismo , y de aqui inferirá ,


-obelsi
jeto de la conjuracion eran ó no los abusos , ó solo el
catolicismo.


Doctrina de estos escritos sobre Dios.


Todas las ramas del cristianismo ( doy el nombre de
ramas á las varias sectas ) suponen á lo menos la exis-
tencia de la divinidad. é Y cual es la doctrina de los
impíos tan celebrados y recomendados por los gefes de
la conjuracion 3 Freret dice expresamente : « La causa


universal, este Dios de los filósofos, de los judíos y de
» los cristianos, no es mas que una quimera y un fan-
» turnan. » El mismo autor insiste en lo dicho : « La
» imaginacion produce cada dia nuevas quimeras que


excitan los movimientos del terror, y tal es el fantasma
» de la divinidad (1). » — El autor del Buen sentido ( le
Bort seas ) ó de aquel escrito que d'Alembert habria
querido mas reducido para poderle vender á diez sueldos
á la clase del pueblo menos instruida y rica, no se de-
clara tanto como Freret, pero enseña al pueblo « Que
» los fe' nómenos de la naturaleza solo prueban la exis-
» tencia de Dios d alonas personas llenas de falsas preo-
» cupaciones . Que las maravillas de la naturaleza,
» lejos de anunciar á un Dios , no son mas que efectos
» necesarios de una materia prodigiosamente diversifi-
» cada (2). » — El Militar filósofo (le Militaire
sophe) no niega la existencia de Dios ; pero su primer
capítulo es una monstruosa comparacion de frípiter y del
Dios de los cristianos, y en esta comparacion se lleva la
ventaja el Daos del paganismo. — En el Cristianismo
descubierto ( Christianisme dévoik), que suena con el


(I). Carta de Trasibulo á Leucipo , pag. 164 y a34.
(a) Núm. 36 y con mucha frecuencia.


4




136 COWSP1111C10:1 ANTICAIST1A1SÁ.
nombre de Boulano-er, se lee : Es mas racional admitir
con Manés dos dioses que el Dios de los cristianos (1).—
El autor de las Dudas, ú del Pirronismo ( les Doutes,
le Pirronisme da sage), enseña que no es posible saber
si existe un Dios, ni si hay alguna diferencia entre el bien
y el mal, el vicio y la Virtud. "V á esto se reduce toda
su doctrina (2).


Sobre el "Ilma.


Asi como la doctrina de estos impíos, hablando de
Dios, se opone á la de todos los cristianos asi se opone
á la de estos la de aquellos sobre el alma. Freret- dice
que todo lo que se llama espíritu ó alma no tiene mas
realidad que los fantasmas, las quimeras y las oyinges
(3). — El sofista del imaginario Buen sentido hacia argu-
mentos para demostrar que el cuerpo es el que siente,
piensa y juzga, y que el alma no es mas que un ente
quimérico (4). — Ijelvecio nos dice, que es error hacer
del alma un ente espiritual, y que nada hay mas absurdo ;
que evta alma no es algun ser distinto del cuerpo (5). —
Doulanger decide que la inmortalidad del alma , lejos
de ser un motivo para practicar la virtud, no es mas
que un dogma bárbaro , funesto, desesperante y contrario
á toda legislacion (6).


Sobre la Moral.


Si de estos dogmas fundamentales y esenciales á toda
el cristianismo pasamos á la moral, hallaremos á Freret


(i) Christianisme dévoilé , ros.
(2) Veanse particularmente los núm. roo y rol.
(3) Carta de Trasíba lo.
(4) Veanse los mlm. 20 et roo:
(5) Extrait de r Esprit , et de iRomme ét de son éducation , ritíta


4 y 5.
(6) Antignité dévoi:óc , pag. i 5.


CAPÍTULO NO110. 137
que dice á los pueblos : las ideas de justicia é injusticia,
de virtud y de vicio, de gloria y de infamia, son pura-
mente arbitrarias y dependen de la habitad (r). — Hel-
vecio , en una ocasion , dice que la sola regla para
distinguir las acciones virtuosas de las viciosas es la ley
del príncipe y el interés páblico ; y en otra, asegura que
la virtud, la probidad, con respecto al particular, no es
otra cosa que la habitad de las acciones personalmente
útiles; que el interes personal es el cínico y universal
apreciador del mérito de las acciones de los hombres ; y
el; fin dice que si el hombre virtuoso no es feliz en este
mundo, puede exclamar : i ó virtud! tú no eres mas que
rzn stccho vano (2) ! El mismo sofista sostiene que elf•uto
de las pasiones, á las que se da el nombre de locura, son
la virtud sublime y la sabiduría ilustrada ; que el hom-
bre se .


vuelve estUpido luego que deja de ser apasionado;
que querer refrenar las pasiones, es la ruina de los estados
(3); que la conciencia y los remordimientos no son otra
cosa que la prevision de las penas físicas á las que nos


' expone el delito; que el hombre superior á lar leyes
comete sin remordimiento la accion viciosa que le es
útil (4) ; y que poco importa que los hombres sean vicio-
sos; basta que sean ilustrados (5). Al otro sexo le dice
que el pudor á honestidad izo es otra cosa que una inven-
cion de la sensualidad refinada ; que izada pierden las
costumbres por el amor ; y que esta pasion forma los
ingenios y personas virtuosas (6). Dice á los hijos que
el precepto de amar á sus padres mas es obra. de la


(i) Carta de Trasílmlo.
(a) lielvetius , de l'esprit , discours 2 et 4.
(3) Disc. 2 y 3 cap. G , 7 , 8 y T o.
(4) De l'homme , ton,. 1 SCC. 2 cap. 7.
(5) Alli mismo u. 9 cap. 6.
(6) De l'esprit , dise. a cap. 4, 15 etc.




138 CONSP11iACION ANT1CMST1ANA.


educacion que de la naturaleza (t). Y dice en fin á los
esposos que la ley que los precisa d vivir juntos es
bárbara y cruel, luego que acaban de amarse (a).


En los otros escritos que procuraron extender los gefes
de la conjuracion, no se hallan principios de una moral
mas cristiana. Dumarsais , como Helvecio , no conoce
mas virtud ni mas vicio que lo que es dril ó nocivo al
hombre sobre la tierra (3). — El Militar filósofo cree que
los hombres, lejos ele poder ofender á Dios , se ven for-
zados ú ejecutar sus leyes (4). El autor del Buen sentido,
tan estimado de los gefes de la conjuracion , dice que
creer que el hombre puede ofender tí Dios, es creer que es
mas fuerte que Dios (5). Instruye á los impíos para que
nos digan : si vuestro Dios da libertad tí los honzbres para
que se condenen ¿ que os importa ? Pretendeis acaso ser
mas sabios que este Dios, cuyos derechos quereis vindicar
(6) ? Boulang-er en aquel escrito tan celebrado por
Voltaire y Federico enseña que el temor de Dios , lejos
de ser. el principio de la sabiduría, seria el principio de
.la locura (y).


No hay necesidad de alegar mas citas. El que desee
verlas y muchas mas, quc.lea las cartas Ilelvianas (lettres
Belviennes). A decir la verdad, sobran las producidas
para demostrar que los conjurados que tanto se inte-
resaban en la circulacion de estos escritos, no se limi-
taban á la extirpador). de los abusos ó al solo exterminio
de la religion católica. El lector menos contentadizo ve


(a) De l'homme , cap. S.
(a) De I' homme , sec. 8.
(3) Essai sur les préjugés , ehap. S.
(4) Cap. no.
(5) Sect. 67.
(6) Le Bon seas, pág. 35.
(7) aristianisme dévoik, pág. 163 en la nota.


CAPÍTULO NONO. 139
que la conspiracion era contra el cristianismo, y no Solo
contra el catolicismo, aunque mas odiado de los gefes
de la conjuracion. Habria bastado recordar el proyecto
de hacer circular y distribuir cuatro ó cinco mil ejem-
plares del testamento de Juan Meslier , para que se
viese que el designio de los propagandistas era borrar
basta los últimos vestigios del cristianismo; pues este
testamento es una declarnacion la mas grosera contra
todos los dogmas del Evangelio. ¿Y no habria bastado
tener presente la contraseña de los conjurados : destrozad
el infame ?




140
coNsrinActo-s ANTICRISTIANA.


VVII.,n••• .....
n


•n••• 4•1..


CAPITULO X.


ExrowcioNEs , vtorxxcrAs PROYECTADAS POR LOS CONJY-
DADOS Y ENCUMERTIS CON EL NOMBRE DE TOLERANCIA.


Lo que era la Tolerancia para los conjurados.


-LiE cuantos medios • adoptaron los gafes de la conjura-
cion anticristiana , apenas hay alguno que les saliese
mejor que el de su afectacion en repetir incesante-
mente en sus escritos las palabras : tolerancia , razon ,
humanidad, que fueron , segun Condorcet, su nombre
de guerra (I). En efecto, era muy natural escuchar á
unos hombres que parccia estaban penetrados de los
sentimientos que expresan aquellas palabras, Pero é y
eran reales estos sentimientos ? Los solistas conjurados
se contentarian siempre con la verdadera tolerancia ?
Pidiéndola para sí y su partido estaban cn ánimo de
ser tolerantes con los otros , si lograban ellos ser mas
fuertes ? El que quiera resolver estas cuestiones no debe
atender á las palabras tolerancia , humanidad , razon ,
con que pretendian alucinar el público ; debe entrar en
el secreto de su correspondencia, y atender á la contra-
seíla , destrozad el infame , destruid la lleligion de Jesu-
cristo. En esta correspondencia verá que no hay dife-
rencia alguna entre los geles de la conjuracion y los ver-
dugos sus sucesores Pethian , Condorcet, Roberspierre y
sus cómplices , que hablaron mucho de tolerancia y hu-
manidad , inundando de sangre la Francia. Voltaire y


(a) Esquiase du Tablean Historique , époquc 9.


CAPÍTULO DÍLCIMO.
141


(lemas capataces de la conjuracion clamaban tolerancia, y
en secreto se decian , destrozad. Los Jacobinos ta m bien cla-
maban tolerancia, y las linternas, los puñales y las segures
revolucionarias son los testimonios que dieron de ella (*).


Expoliaciones meditadas por Voltaire.
En efecto , las expoliaciones , las violencias mas atro-


ces y la misma muerte fueron la tolerancia de los revo-
lucionarios. Ninguno de estos medios debe mirarse co-
mo extraño , si se atiende á los deseos y resolueion de
los primeros conjurados , cuyo lenguage adoptaron. En
cuanto á las expoliaciones , ya lie manifestado las que
combinaba Voltaire con el rey de Prusia en el año de
1713, para privar de sus posesiones á los príncipes ecle-
siásticos é institutos religiosos. Hemos visto que este
plan de expoliacion se extendió en el afilo de 1 764 á los
diezmos •


y que Voltaire envió al duque de Praslin una
memoria para su abolicion , á lin de privar al clero de
su subsistencia (1). En 17.o , no babia perdido de vista
estas expoliaciones, y manifestó á Federico sus ardientes
deseos de verlas ejecutadas. « ¡Pluguiese á Dios , decia ,
» que Ganganeli tuviese algun buen dominio en vues-
» tra vecindad , y que no estuvieseis tan distante de
» Loreto ! ¡ Y cuanto me gusta que les den un buen
» chasco á estos arlequines fabricantes de bulas ! Me aco-
» moda mucho ridiculizarlos ; pero estimarla mas despo.


jarlos (a). » Estas cartas nos instruyen sobre el xnoclo
(*) ¡ O blasfemia ridicula! Condecoran este sistema de opresion


con el dictado de república; al mismo tiempo que la nacion
está encadenada , entonan cánticos de liberdad ; el asesino pro-
nuncia con su boca ensangrentada la salutacion fraternal ; y el grato
nombre de igualdad se lee.


en la fachada del palacio de los déspotas
de la Francia.— Cement. de la Magdalena , tomo 3, noche undécima.


(i) Carta de Voltaire al Conde d'Argental ano de 1764.
(2) Ca, te del 5 Junio de r770.




142 CONSPIRACI015
con que el gefe de los conjurados preparaba los deere.
tos despojadores de los jacobinos , y dirigia las invasio-
nes que los egércitos revolucionarios debian hacer en
Loreto (*).


Estos proyectos ya desechados ya admitidos por
Federico.


Federico , contemplándose rey , manifestó que no le
acomodaban estas expoliaciones ; y aun parece que se
habia olvidado de que habia sido el primero en solici-
tarlas , pues contestó á Voltaire : « Si Loreto estuviese


al lado de mi nada le tocaria. Sus tesoros podrán
seducir á los Mandrin , Conflans , Turpin , Rich... y sus
semejantes. No es porque yo respete los donativos
que ha consagrado el embrutecimiento , sino porque


s se debe respetar lo que -venera el público , y no se
» ha de dar escándalo. Y suponiendo que uno se crea


mas sabio que los otros , debe por compasion y con-
miseracion de sus debilidades no contrariar sus preo-
cupaciones. Seria de desear que los pretensos filóso-


» fos de nuestros dias pensasen de este modo (a). » Pe-
ro olvidándose Federico de que era rey y acordándose
de que era sofista , no le pareció que debia estar reserva-
do solamente á los Mandria , Conflans , Turpin, y Rich...
despojar la iglesia. En el siguiente año , conformándose
con el parecer de Voltaire , le escribió: « Si el nuevo
» ministro de Francia es hombre de espíritu , no ten-
.


drá la debilidad ni imbecilidad de restituir Aviiion


al Papa (2..» Y acordándose de minar (1. la sordina el


( * ) Ya se ve que cuando el emperador de los Jacobinos,
Napoleon , invadió los estados del Sumo Pontífice, no hizo mas
que dar cumplimiento á los deseos de Voltaire.


(I) Carta del 7 Julio de 1770.
(a) Carta del a8 Julio de 1771.


C APÍTULO »le âto. 145
edificio , tuvo presente lo de despojar á los religiosos ,
para despojar despues á los Obispos (a),


Consejos de d'Alembert.
D'Alembert , antes de despojar al clero , habria que-


rido que se diese principio por quitarle la representacion
de que gozaba en el estado. Haciendo decir á Voltaire
lo que él no se atrevia , le escribió :« Es preciso no des-
» cuidarse , mientras se pueda hacer con finura , de unir
» á la primera parte un pequerio apéndice, ó sea post


-


« data , muy interesante , que consista en manifestar el
» peligro que amenaza á los estados y á los reyes , to-
» lerando que los eclesiásticos formen en el estado un
» cuerpo distinguido , y que tengan el privilegio de con-
« ,negarse regularmente (2). Ni los reyes ni el estado
habian reparado en tal peligro , pues hablan permitido
que el clero formase en la nacion un cuerpo distingui-
do , como el de los nobles y el del pueblo ; pero ello
es, que de este modo los conjurados con sus consejos
iban disponiendo á los jacobinos, para que diesen á su
tiempo los decretos expoliadores.


Votos de Voltaire por los medios violentos.


En cuanto á los decretos de destierro , violencia ,
sangre y muerte , que tanto han distinguido el impe-
rio del jacobinismo , descubrimos que han sido el cum-
plimiento de los deseos y consejos de los principales
geles de la conspiracion anticristiana. A pesar de la
afectacion con que Voltaire repetia las palabras tole.
rancia, humanidad , razon, no debe el lector ser tan sen-
cillo , que crea que el patriarca de los impíos no quería


(r)Carta del 1 3 Agosto de '775.
(a) Carta 9 3 del ario 1773.




1414 CONSPIRA C1ON ANTICRISTIANA.
valerse de otras armas para aniquilar el cristianismo.
Basta atender á las siguientes expresiones. Escribiendo
al conde d'Argenta! , dijo : Sido tuviese ¿e mi disposicion
cien mil hombres, sé muy bien lo que baria (1). Aun se
descubre mas escribiendo á Federico : Hércules combatió
con los bandidos, y Beleroló nte con las quimeras. No
sentiria ro ver otros Hércules r Belerofontes que librasen la
tierra de las quimeras -católicas. (2) Ya se ve que no era
la tolerancia la que le inspiraba estos deseos , y nos ve-
mos precisados á creer, que solo le faltó proporcion para
capitanear la matanza de sacerdotes que hicieron los
Hércules y Belerofontes de Setiembre (*). Bien manifies-
ta las intenciones de su tolerancia , cuando desea ver pre-
cipitados tí los Jesuitas en el fondo del mar con un Jan-
senista al cuello , ó cuando para vengar á Helveció y al
filosofismo , no se avergonzó de hacer esta pregunta :


Qué la propuesta decente y modesta de ahorcar el
mo Jesuita con los intestinos del dltinzo Jansenista , 710
podria llevar las cosas á alguna reconciliacion ? Cuando
el lector ve el modo con que Voltaire expresa los sen•
timientos de su tolerancia y humanidad , facilmente cre-
erá , que no habria padecido mucho su compasion y
clemencia al ver los sacerdotes católicos hacinados en
aquellos barcos que Lebon: hizo taladrar para sumergir-
los en el fondo del Océano ('*).


Votos de Federico por la fuerza mayor.
Parece que cuando Federico escribió : No está reser-


vado á las termas destruir el infame, ó la religion cris-
(1) Carta del 16 Febrero de 1761.
(a) Carta del 3 Marzo de 5764.
(*) En los primeros dias de Setiembre del año 7 7 9n fueron mas de •


3on los sacerdotes asesinados en Paris.
(") Véase la Harpe. Da Fanatisme. §. 7.


CAPÍTULO p lciato.
145


liana, él perecerá por el brazo de la verdad (r) , se acer-
caba mas que -Voltaire á la tolerancia. Sin embargo ,
creyó que el último golpe que ha de acabar con la
religion , estaba reservado á la fzerza mayor , y no solo
parece que le acomodaba, sino que si la ocasion le hu-
biese sido favorable , se habria valido de ella. Asi lo
escribió á Voltaire : » A Bayle vuestro precursor , y á.
» Vos se debe , sin duda , atribuir la gloria de esta re-


volucion que se hace en los espíritus. Pero digamos
» la verdad : esta revolucion no es completa ; los devo-
» tos tienen su partido , y no se acabará con él sino
» con una fuerza mayor; es el gobierno que debe pro-
» nunciar la sentencia que destrozará al iveanze. Mucho
» podrán contribuir los ministros ilustrados ; pero es
» preciso que se les una la voluntad del soberano. Esto
» sin duda se logrará con el tiempo ; pero ni vos ni yo
» seréutos espectadores de este momento tan deseado (2). h
No se puede dudar que este momento tan deseado por el
rey sofista, es aquel en que la impiedad sentada en el
trono se quitara la mascarilla de la tolerancia con que
antes se encubría. Si este momento tan deseado hubiese
llegado en los Bias de Federico, este, á irnitacion de
Juliano apóstata , habría recurrido á la fuerza ravor ;
habria pronunciado la sentencia de aniquilar la religion
de Jesucristo; babria unido á los sofismas de los iniciados
la voluntad de soberano ; habria fallado como seiior ab-
soluto, y entonces, bajo el imperio de Federico, como bajo
el deJulianoó Domiciano, no habrían tenido los cristianos
mas libertad que escoger entre la apostasía , la muerte


el destierro. A lo menos no es fácil combinar aquella
fuerza mayor y aquella sentencia del gobierno que aplasta,


(1) Carta del a5 Marzo de 7757.
(a) Carta 95 del ano 5775.
Poner L Ktiana ,




146 coNspnucioN ASTICIIISTtA/Ç 1.
con el juicio que d'Alembert forma del rey sofista , enanca
escribió á Voltaire « Le veo en el mayor apuro, y esto


me causa mucha lástima. No es ficil que la filosofa
• halle un príncipe tan tolerante 007110 el por indyerencia ,
» lo que es un buen modo de serle, y tan enemiga de la
» supersticion y del fiznatisozo »


Voto frenético de d'allembert.
Pero, segun d'Alembert, este modo de ser tolerante por


indiferencia no excluye las persecuciones encubiertas, y
aun puede combinarse con los deseos rabiosos y frené-
ticos que con tanta claridad manifiesta á Voltaire en sus
cartas, de ver perecer una nacion entera por su adhesion
al cristianismo. El tolerante por indiferencia no puede
escribir estas palabras : « Hablando de este rey de Prusia,
» hé allí que vuelve á levantar cabeza, y creo como vos,
» en calidad de francos y de ser pensador , que esta es una
» gran dicha para la Francia y para la filosofía. Estos Aus-
» triacos son 11.120.9 capuchinos insolentes que nos aborrecen
» y desprecian, y que yo quisiera ver aniquilados con la
» supersticion que protegen (2). » Se debe observar que
estos Austriacos que d'Aleinbert desea ver aniquilados,
eran aliados de la Francia, que estaba en guerra con el
rey de Prusia , cuyas victorias celebra. Estas circunstan-
cias manifiestan que los conjurados preferian el filoso-
fismo al amor de la patria , y que la tolerancia no les
habria impedido ser traidores al rey y á la nacion , si la
traicion les hubiese podido servir para destrozar el infame
(4 ). No obstante, estos deseos inhumanos mas eran desa-


(r) Carta L65 del año 1762.
(2) Carta de d'Alembert á Voltaire del 12 Euero de 1763.
(.) Creo que á unas causas muy análogas se puede atribuir la ,


mayor parte de las traiciones que hemos visto en España desde
el Momento de nuestra insurreccion.


CAPITULO Décimo,
147bogos de los corazones de los conjurados, que objetos de


su correspondencia y deliberaciones. Ellos preparabanlos caminos á los sediciosos y á las almas feroces quedebian ser los ejecutores de lo que los sofistas meditaban
y proyectaban. Aun no Babia llegado el tiempo para las
sediciones y atrocidades; y aunque los deseos eran los
mismos, las circunstancias no permitian representar el
mismo papel. Debo manifestar ahora la variedad de
los que representaron los capataces de la conjuracion , y
los varios servicios con que se distinguieron y mostraron
su zelo en la revolucion anticristiana, preparando el
reino de los nuevos iniciados.


K




AAA AA/L,A, YA, •
AASAA.A. SAA *Al "AA A".A. AA ASAN,. IAAAlAAAAAAAAAAAANAA,


CAPITULO XL
.•nnnA«.eL•03—


EEPTIESENTACION raistoy , SERVICIOS Y MEDIOS E AETIcu-


LA RES DE CADA 7_7;50 DE LOS GEEES DE LA COYJI3RACION


ANTICRISTIAN A .


Servicios de Voltaire.


1 Ali A llegar al término que se habian propuesto los
conjurados de destruir la religion de Jesucristo , contra
la cual habian concebido el odio mas irreconciliable ,
no les bastaron los medios generales en que se habian
convenido, y de los cuales he tratado hasta el presente.
Cada cual debla cooperar de un modo particular, valerse
de sus medios, hacer uso de sus respectivas facultades
segun su situacion personal, ó segun los destinos que le
señalaba su mision. Voltaite reunia en sí casi todos los
talentos que pueden distinguir á un hombre en la carrera
literaria , y luego que la conjuracion contra Jesucristo
estuvo formada , los dedicó todos á esta guerra. En los
últimos veinte y cinco años de su vida no atendió á otro
objeto , pues decia que lo único que le interesaba era
envilecer el infanze (a). Hasta entonces habia dividido sus
ocupaciones dedicándose ya á la poesía ya á la impiedad;
pero despues no fue mas que impío sin ocuparse en otra
cosa. Parece que }labia tomado á empeño de dar él solo
mas batallas, y vomitar mas blasfemias y calumnias que
todos los Porfirios y Celsos de todas las edades. En la
numerosa coleccion de sus escritos , hallamos mas de


C. 1) Cana á Datuilaville del 15 Junio de 1762.


CIPITELO v y pilcamo.
Éjg


cuarenta tomos en octavo , que cortienen novelas,
diccionarios, historias, cartas , memorias, comentarios
que dictó su rabia, su odio y la resolucion frenética de
aniquilar á Jesucristo. Prevengo al que quiera leer esta
enorme coleccion, á que no busque en ella el sistema
particular del deista, del materialista ó del escéptico.
Todos los hallará reunidos , pues como hemos visto ,
conspiró con d'Alembert á reconciliar entre sí á estos
sistemáticos , para que reunidos hiciesen la guerra á
Cristo; y esta reunion ya la habia él hecho en su mismo
corazon. No se para en mirar quien le suministra armas:
las toma de cualquiera mano que se las presenta , y
mientras que tenga que disparar contra el cristianismo,
su autor, sus altares y ministros, poco le importa aunque
se las den los atéos. Los escritores y apologistas de la
religion , y yo tambien , le representamos adoptando á
cada hora del dia una opinion nueva, y este retrato es
sacado de sus escritos (t). Parece que son veinte hom-
bres, pero igualmente llenos de odio. El fenómeno de
sus contradicciones se explica por el de su rabia , y el de
su hipocresía no se deriva de otro principio; pero como
este último fenómeno no es bastante conocido, -es preciso
consignarle en la historia ; y para que ninguno dude de
su singularidad, será el mismo Voltaire quien nos n S-
trui rá sobre su intencíon , extension y causas.


Hipocresía de Voltaire.


Durante esta„ inundacion de libros anticristianos, la
autoridad en Francia trató con algun rigor, aunque no
como debla á sus autores. El mismo Voltaire, á causa
de sus primeras producciones impías, salió condenado.
Cuando se vió capataz de los gefes • anticristianos , le


Veause les iielvieputes , especialmente las cá.t . tas 3.í y 42.
I( 3




150 CONSPIBACION ANTTCRIST1R1Ti.


pareció que era necesario usar de mas-precaucion para
evitar á lo menos toda prueba legal de su impiedad. Para
asestar sus tiros con mas seguridad y destruir el cristia-
nismo, se disfrazó de cristiano, frecuentó sus templos,
asistió á sus misterios, comulgó, recibiendo en su boca
al mismo Dios que él blasfemaba diré mejor : no
comulgó ni cumplió con el precepto de la iglesia , sino
para blasfemarle con mayor atrevimiento. Si le parece al
lector que la acusacion es monstruosa , le presento una
prueba que no admite réplica. En 15 Enero de 1761,
envió Voltaire á una hembra iniciada , aquella condesa
d'Argental á la que llamaba su ángel, no sé que escrito,
aunque su editor conjetura que es la carta á Clairon,
famosa actriz de estos últimos tiempos, el que es segu-
ramente una de sus producciones mas escandalosas , pues
Voltaire no se atreve á comunicarla sino á los escogidos
de entre los escogidos. Cualquiera que sea el objeto de
haberle enviado este papel , he aqui la carta con que le
acompañó : « ¿Quiere Vmd. divertirse leyendo este pa-
» pelujo ? ¿Quiere Vmd. leerle á la señorita Clairon ? Solo
» Vmd. y el señor duque de Choiseul tienen copia de
» él. Sé que Vind. me dirá que me vuelvo atrevido , y
» algo perverso en mi vejez. ¡ Que perverso ! No seíiora;
» soy un Mínos, que juzgo los perversos Esté Vmd.


sobre sí1 porque hay gentes que nada perdonan
• lo sé; yo soy tambien como ellos. Tengo sesenta y


siete 11110S y voy á la misa parroquia!, doy ejemplo al
» pueblo, comulgo, he edificado una Wesia, en la que.
» me haré enterrar, ¡ vive Dios! á despecho (le los hipó-
» critas. Creo en Jesucristo consustancial á Dios, y en
» la Virgen María su madre. Viles perseguidores ¿ que
» teneis contra uní' Pero vos , dicen, habeis hecho
» la Poncella t Pucelle) Y yo digo que no la he
» hecho; vosotros sois sus autores; vosotros habeis puesto,


carfreLo trtnilcimo.


z 5
» las orejas á la cabalgadura de Juana. Yo soy buen.
» cristiano, buen servidor del rey, buen señor de par-
» roquia , buen preceptor de doncellas. Hago temblar
• Jesuitas y Curas; hago lo que me da gana de mi pe-
» quena provincia grande como la palma de la mano (su
)3 hacienda tenia dos leguas derxtension ), y soy capaz de
» meter al Papa en mi manga, cuando roe dé la gana.
• ¿Pues bien, galopos, que teneis que decirme? He aqui,


queridos ángeles, lo que yo responderia á los Faniins,
á los Grisels, á los Guyons y al pequefio Mono negro. »
Las sefioras iniciadas podían reir con las chufletas de


esta carta ; pero atendiendo á su fondo ¿los lectores de
juicio descubren otra cosa que un viejo insolente, que
cuenta con sus protectores, y que está resuelto á mentir
sin pudor , á hacer la profesion de fe mas cristiana, si los
autores religiosos le acusan de impiedad , y a oponer á
las leyes sus negativas mentirosas , sus comuniones y
exterioridades religiosas? ¡ Y este impío tiene valor para
tratar á otros de hipócritas y galopos ! Parece que el
mismo conde d'Argental se irritó en vista de estos tan
odiosos artificios; pues vemos que Voltaire le escribe en
1(3 de Enero del siguiente .Tifo 1 7 62 en esta forma « Mis
» ángeles, si yo pudiese disponer de cien mil hombres,
» sé muy bien lo que haria ; pero corno no los tengo,
» comulgare por pascua , y me trataréis de hipócrita
» cuanto os dé la gana. Sí, ¡ vive Dios ! comulgaré con
» madama Denis y la seiiorita Corneille; y si une apurais,
» pondré en rimas consonantes el Tan aun ergo sacra-
» 77tentIG171 » Parece tambien que otros iniciados se aver-
gonzaban de esta cobardía de su gefe, pues se vió obli-
gado Voltaire á escribir á d'Alembert, diciéndole : « Sé,
» que hay personas que hablan mal de mis pascuas; es
» una penitencia que debo aceptar para satisfacer por mis
• pecados.... Si, he cumplido con la pascua , r lo que es


B. 4




(m) Veanse las ea: tas á Thiriot , á Saurio , á Daioilaviiie y á otros.


1 52 CONSMACIO'11 saTICRISTIANA.


» toas, yo en persona he ofrecido el pan bendito. Y des-
» pues de esto tengo valor para desafiar á Jansenistas y á
» Molinistas » Si estas (titiritas palabras aun no de-
muestran con toda evidencia los motivos que tenia el
impío hipócrita, se manifiestan estos sin duda alguna
en la carta que poco despees escribió al mismo d'Alem-
bert :« En vuestro concepto, preguntaba Voltaire„1 que
» han de hacer los sabios cuando se ven rodeados de
» bárbaros insensatos? Ocasiones hay en que es preciso


imitar sus contorsiones y hablar su lenguaje. Mutemus
» Clypeos ( cambiemos nuestros broqueles ); lo que he
» hecho en este agio, ra lo he hecho muchas veces , y si
» place á Dios, aun lo volveré á hacer (2). » En esta carta
encarga especialmente Voltaire que no se divulguen los
misterios de Mitra, y concluye esta misma carta con estos
votos contra el cristianismo : Es preciso que haya cien
manos invisibles que traspasen el monstruo , y que al fin
caiga herido por mil partes.


Si he de dar asenso á personas que conocieron á
Vohaire en los primeros años de sus triunfos literarios,
no era la hipocresía un nuevo artificio de su conducta.
He aqui á lo menos un hecho que sé por personas que
le tenian bien conocido. Voltaire tenia un hermano ,
el Abate Arouet , zeloso jansenista , quien observaba en
sus costumbres toda la austeridad que afectaba esta secta.
Este Abate , que era heredero de una fortuna conside-
rable, rehusaba ver á un hermano impío , y decia públi-
camente que no dispondria de alguna cosa de sus bie-
nes en su favor. El Abate Arcuet gozaba poca salud ,.
lo que anunciaba una próxima muerte , y Voltaire te-
nia ganas de ser su heredero. A este fin se fingió jan-
senista , y se puso á. representar el papel de devoto. En


(z) Carta á d'Alembert del 27 Abril de 1768.
. (2) Carta del a Mayo de 17;i8.


CAPÍTULO UNOLC1110. 153
un momento adoptó el trago rigorista, se presentó con
el gran sombrero de alas caídas, y se puso á frecuen-
tar las iglesias. Acudia con singular diligencia á las mis-
mas , y en las horas • que el Abate Arouet ; y allí con
toda la apariencia de la contricion y humildad del diá-
cono Paris , hincado de rodillas en medio de la nave,


bien inclinado con las manos juntas al pecho , fijos
los ojos sobre el altar, cí mirando con atencion al pre-
dicador , oraba ó escuchaba el sernion con todas las
apariencias de un pecador arrepentido. El Abate Arouet
creyó que su hermano so 'labia convertido , le exhortó
á la perseverancia , le hizo heredero de todos sus bie-
nes y murió. Pero Voltaire nada conservó de su con-
version sino los doblones de su hermano jansenista.


Exhortaciones urgentes á sus iniciados.


Con este profundo disimulo se combinó en Voltaire
toda la actividad clandestina que podia inspirar á este
capataz de la conjuracion , el juramento y deseos que La-
bia hecho y tenia de destrozar al Dios de los cristianos.
Poco satis'echo de lo que obraba contra Dios , instiga-
ba, animaba y estimulaba sin cesar aquellas legiones de
iniciados, que repartidos desde el oriente basta el oc-
cidente , hacian la misma guerra á Jesucristo. Presente
en todas partes, á causa ele su correspondencia , escri-
bia á unos : Inducid á lodos los hermanos á que persigan
al infa nze de palabra y por escrito , sin permitirle un
momento de sosiego. Si descubría iniciados menos acti-
vos de lo que él mismo ea-a , extendía á todos sus re-
convenciones; Se descuida , decia, que la principal ocu-
pacion es la de destruir al monstmo. Ya se sabe , que
en su boca tanto el monstruo como el infame era
siempre Jesucristo y su religion ( ). En la guerra que




154 CONSPIDACi011


emprendieron los demonios contra los cielos , Satanás.
no pudo inspirar á sus legiones mas rabia , corage y
furor contra el Verbo eterno , ni pudo valerse de tina
proclama mas enérgica que la de que se valió Voltaire:
O hemos de triunfar , dijo , ó serémos infames. A esto
equivalen sus expresiones escribiendo á d'Alembert :« Es.
» tal nuestra situacion , que serémos la execracien del
» género humano , si en esta guerra contra Cristo no
» tenemos á nuestro favor las personas honradas. Es pre-
» siso atraerlas á nuestro partido á toda costa. Aplas-.
» tad el infame , aplastad el infame , os digo (I).»


Su correspondencia.


Este zelo le hizo el ídolo del partido. Los iniciados
coneurrian de todas partes para tratarle , y se volvian
llenos del mismo corage , rabia y deseos de aplastar á
Jesucristo. Los que no se le podian acercar, le consultaban,
le exponian sus dudas, le preguntaban si Babia realmente.
un Dios, O si ellos tenian una alma. Voltaire que nada
sabia de esto, estaba gozosísimo , y aun haciendo zumba
de su propio imperio , solo con testaba que era preciso
destrozar el Dios de los cristianos. Cada ocho dias recibia
cartas de este tenor (2). El mismo escribia un prodi-
gioso número llenas de exhortaciones para exterminar el
infame. Es necesario haber visto la coleccion de sus
cartas para creer que el corazon y la rabia de un solo
hombre las haya podido dictar , ó que su pluma las
haya podido escribir, no comprendiendo en esta com-
pilacion tantos otros escritos llenos de blasfemias. Es
preciso que en so caverna de Ferney recibiese noticias
de todo , lo supiese y viese todo y dirigiese todo lo que.


( i) Carta I ag á d'Alembert.(a) Carta á :Madama Deffant del 22 Julio de 176x..


CAPÍTVLO rNni'cimo.


155
tenia relacion con la conjuracion. Reyes , príncipes ,
duques, marqueses , literatos , ciudadanos , siendo im-
píos , podian escribirle , y él á todos respondia y á
todos fortificaba y animaba. Su vida , hasta su última
deerepitez , fue la vida de cien demonios , todos siem-
pre ocupados en cumplir el juramento de aplastar á
Jesucristo y derribar sus altares.


Servicios de Federico.


El iniciado Federico II de Prusia, el Rey sofista , no
fue menos activo empuñando la espada que manejando
la pluma. Este hombre, que hacia por sus estados -y
por sí solo, cuanto pueden hacer los reyes, y aun mas.
que lo que suele hacer la mayor parte de aquellos por
medio de sus ministros , hizo tambien él solo contra
Cristo cuanto hacen los sofistas. En calidad de gefe de
los conjurados, su oficio, ó mejor su locura, era verlos
á todos, protegerlos á todos, é indemnizarlos de lo que
perdían por las que llamaba persecuciones del fanatis-
mo. El Abate de Prades para eludir las censuras de la
Sorbona y decretos del parlamento , se refugió á Berlin,
y el Iley sofista en recompensa le proveyó un canonicato
<le Breslaw (r). IJn jóven sin seso se escapó del poder de los
magistrados, que estaban resueltos á castigar los ultrages
que Babia hecho á los monumentos públicos de la religion,
y el mismo Rey sofista le acogió y le honró con el grado de
porta .estandarte en su ejército (2). En el mismo mornento
en que parccia que sus eralios estaban exhaustos á causa
de los grandes gastos que ocasionaban sus ejércitos, halló
recursos para los iniciados. En lo mas encendido de sus
guerras , las pensiones que les hacia , en especial á d'A-


(i) C,,rrespondencia de ri'AlellIbOrt
Voltaire , cartas 2 y 3.


(a) Allí mismo , carta 21 T.




156 COSSPIRACIOn


lembert , eran las mas sagradas de sus deudas. En algu-
nas ocasiones se acordó de que un monarca no debia
confundirse con tan viles sofistas, y aun pensó que estos
solo eran un hato de pícaros presumidos y visionarios (1).
Pero estos eran caprichos que le perdonaban los sofis-
tas : y en efecto , luego volvia á preocuparle el filoso-
fismo , y su odio contra Cristo le arrebataba. Volvia
reunirse á los conjurados, emprcndia de nuevo la ,guer-
ra contra la religion , y como si Voltaire no estuviese
poseido de bastante odio ni hubiese sido bastante ac-
tivo , Federico le excitaba y empujaba esperando con
impaciencia todos sus escritos anticristianos, y cuanto
mas impíos , mas los celebraba. Con esto llegó , como
Voltaire y d'Alembert á abatirse , hasta valerse de arti- JIP
ficios. Aprobó el método de tirar la piedra y escon-
der la mano, ó, para valerme de sus mismas expresiones,01
el método de dar papirotes á las narices del infame, col .: -
?Izándole de cortesías (2).


Vil adulador de Voltaire , hizo de este el Dios de la
filosofía , y le contempló inundado y harto de gloria , y
que vencedor del infame, subia al Olimpo sostenido por
los génios de Lucrecio , Sófocles, Virgilio y Loke, y co-
locado entre :Newton y Epicuro sobre un carro brillante
de resplandor (3). « Le rindió el homenage de la revo-


lución anticristiana que se iba preparando (4). ' No pu-
diéndose prometer de triunfar él mismo con todos estos
títulos, probó de tener el mérito de un laborioso impío.
Los escritos que en esta clase se publicaron en prosa y verso
con su nombre , no 5011 las solas producciones de este
sofista coronado ; pues hay muchas mas que salieron anó-


(1) Véanse sus diálogos de los muertos.
(a) Liarla del I n Marzo de 1771.
(3) Carta del 25 Noviembre de 1766.
(4) Carta. 154 del ano 1767.




C4PiTULO II RDLCIMO.
157


rimas , y que no se habrian creido de un hombre que
tenia tanto á que atender como rey. Tal es aquel extracto
de Bayle , aun mas impío que el mismo Bayle, en donde,
omite los artículos inútiles para condensar el veneno de
los otros. Tal es aquel Akakia y los discursos para servir
á la historia de la Iglesia , discursos y prólogo tan
celebrados por el corifeo de los impíos. Y tales son tarit-
bien otras muchas producciones en las que Voltaire
no halla otro defecto sino el de las suyas , esto es el
de repetir hasta el fastidio los mismos argumentos
contra la religion (1). Así es , que no le bastó á
Federico ser consejero de los conjurados , ú ofre-
cer asilo á los iniciadJs , sino que aspiró y llegó á ser
en efecto uno de los principales geles de la conjuracion
anticristiana , por su aplicacion y obstinacion en
cionar la Europa con sus impiedades. Si no igualó á
Voltaire , no fue por falta de odio sino de talentos , y
se debe decir, porque es verdad , que Voltaire no ha-
bria hecho tanto daño sino hubiese tenido en Federico un
excitado


•, un apoyo, un consejero y un cooperador. Fe-
derico , á pesar del secreto d conspiracion , habria
querido iniciar á todos los reyes C11 sus misterios ; pero
á lo menos él fue quien cooperó mas con los capataces.
Aun no fue tan útil á la conjuracion con su proteccion
y escritos , como lo fue por sus escándalos, pues mien-
tras reinó, fue siempre el impío coronado.


Servicios Diderot.


Diderot y d'Alembert , aunque colocados en una esfera
mas oscura, dieron principio á su mision y a representar
su papei por un juego, el cual desde luego ya mani-


(a) Véase la correspondencia del Rey de Prusia; y de Voltairc
y las cartas 133 , s151 15g etc.




158 CONSPIRACIONANTICRISTIANA.
festó el carácter de estos dos apóstoles. Ambos estaban ya
animados del mas ardiente zelo , pero no tenian aquella
reputacion que despues debieron mas á su impiedad
que á sus talentos. Los cafés de Paris fueron los pri,
meros teatros en donde representaron. Sin ser cono-
cidos, ya en un café , ya en otro, dirigian la conversa-
cion á asuntos religiosos. Diderot atacaba, y d'Alembert
sostenía. La objecion siempre se proponia con toda su
fuerza , y Diderot con su tono triunfante parecia que
la hacia insoluble. La respuesta que daba d'Alembert
era débil , pero aparentaba todo el aire de un buen
cristiano que desea sostener el honor y la verdad de
su religion. Los ociosos de Paris , para quienes los ca-
fés son el punto de reunion, eran espectadores de este
entren:és impío , y segun sus talentos é inclinaciones se
ingerían en la controversia, mientras que unos escucha-
ban y otros se admiraban. Diderot insistia , replicaba y
esforzaba el argumento ; d'Alembert concha con decir
que el argumento parcela insoluble , y se retiraba como
avergonzado y desesperado de que su teología y amor
á la religion no le ofreciesen respuestas mas satisfacto-
rias. Luego estos dos amigos volvian á verse, y se daban
el parabien de la impresion que su fingida disputa ha-
bia hecho en la multitud de los oyentes ignorantes y en-
(rabados con este charlatanismo. Volvían á convenirse ,
y seírialando punto de reunion se entablaba de nuevo la
disputa ; el abogado hipócrita de la religion manifes-
taba siempre el mismo zelo; pero siempre se dejaba ven-
cer del abogado del ateísmo. Cuando la policía, noticiosa
de este juego , quiso ponerle fin , llegó tarde : los sofis-
mas va nublan entrado en !a; tertulias, de donde nunca
salieron ; y ele aqui se originó en la juventud de Paris
esta manía , que se convirtió en moda , de disputar
contra la religion , y el delirio de tener por insolubles


CAP!TÚLO tI NDiZeilin
1 9


las objeciones que se desvanecen cuando se estudia
seriamente la verdad , principalmente si se desea co-
nocerla y seguirla , á pesar de cuanto contiene contra-
rio á las pasiones.


Mientras estas disputas de café , el teniente de policia
vituperó á Diderot el atrevimiento de predicar el ateis-
t'yo ; pero este insensato le respondió con altivez: es ven-
dad , soy ateo , y me glorio de serlo. A lo que replicó


ministro : si estuvieseis en mi lugar , seríais de pare-
cer que si no hubiese Dios , seria preciso inventarle.
Diderot con todo su entusiasmo de atén se vió en la pre-
cision ele renunciar á su apostolado de los cafés , por
temor de la Bastilla. El ministro habria hecho mejor si
le hubiese amenazado con la casa da locos, y puede verse
en la obra titulada cartas Helvianas los derechos que
tenia á ella (t). El fué -á la verdad el loco gracioso de
los conjurados. Estos necesitaban de un hombre de este
carácter para decir todas las impiedades mas absurdas


contradictorias, que pudieran pasarle por la cabeza. Con
estas atestó sus producciones ; tales son los pensamien-
tos que llama fllos<y7cos, tal es su carta sobre los ciegos,
y tal su código ó sistema de la naturaleza. Este escrito
por ciertos motivos que haré presentes cuando trataré
de la conspiracion contra los reyes , irritó á Federico
quien pensó que le debía refutar. Por eso d'Alembert
no quiso se supiese quien era su autor , aparentando
hasta al mismo Voltaire , que lo ignoraba , aunque este
despues lo llegó á saber con toda certeza como yo mis-
mo. Didero t


no -
hacia trabajado solo en este famoso sis-


tema ; para formar este caos de la naturaleza , que sin.
i'ztcligcacia ha hecho al hombre inteligente , se asoció
otros dos sofistas, que no me atrevo á nombrar, por mo-
tivo de que , cuando supe esta anécdota , no une interesé


(9 éanse /cures Ileiviennes Cartas 5 7 y 58.




160 CONSP1 ACION A'S'I'rerdsneall


bastante en saber los nombres de estos viles cooperadores,
para estar hoy seguro de que no los erraria. En cuanto
á Diderot estoy bien seguro , y yo ya lo sabia an.
tes. El fué quien vendió el manuscrito por cien
doblones; lo sé del mismo que los pagó , y este me lo
aseguró en ocasion en que ya compela mejor toda esta
sociedad de impíos.


A pesar de todos estos delirios, Diderot fue. para Vol-
taire el filósofo ilustre , el valiente Diderot , y uno de
los Caballeros roas útiles de la conjuracion (a). Los con-
j urados le proclamaban como si fuese algun grande hom.bre ; le enviaban á las córtes estrangeras como un perso.
nage admirable , aunque hubo ocasion en que á causa
de sus necedades no se atrevian á hablar de él , como
sucedió con toda particularidad con lo de la Empe-
ratriz de Rusia. En otros tiempos los príncipes en sus
córtes tenias_ locos para divertirse : pero era la moda en
el Norte tener filósofos franceses. Ya se vé que con esto
poco se habla ganado de parte del buen sentido. La
Emperatriz Catalina no tardó en descubrir el peligro
que con esta gente corría la pública tranquilidad. Ella
'labia enviado á llamar á Diderot, y desde el principio
le pareció de una imaginacion inagotable, y le colocó entre
los personages mas estraordina •ios que ¡amas hubiese ha-
bido (a). La Emperatriz tuvo razon ; pues que Diderot
se demostró tan extraordinario , que se rió precisada á
remitirle con toda brevedad al mismo lugar de donde
babia venido. Diderot se consoló en esta desgracia, con-
templando que los Rusos no estaban aun en sazon para
recibir la sublime filosofía-Se puso en camino de vuelta
hacia Paris , viajando con un gorro en la cabeza y en
bata. Su criado iba delante , y cuando habian de pasar


(I) Carta de Voltaire á Diderot del 25 ljiciembi e , y dci mismo á
Damilaville del año 1765.


(7) Véase su correspondencia con Voltaire , carta 734 del ziío 1774.
por


c ApÍTILLO riq uil;crxwo.
t


por alguna ciudad ó pueblo , decía á los que se admi-
raban de ver aquel figuron : Este que pasa , es el grande
hombre Didero t


( ). Con eg equipage, desde San
Petersburgo llegó á Paris. Aqui no dejó de ser el hombre
extraordinario , ya escribiendo en su oficina , ya espar-
ciendo en las tertulias todos sus desatinos filosóficos,
siendo siempre el grande amigo de d'Alembe•t y la ad-
miracion de los otros sofistas. Concluyó su apostolado.
por la vida de Séneca y sus nuevos pensamientos filosó-
ficos. En aquel escrito dice, que entre él y su perro no
halla otra diferencia que el vestido ; en este hace de Dios
el animal protótipo , y de los hombres otras tantas par-
tecillas del grande animal; partecilias que se transforman.
sucesivamente en toda especie de animales hasta la fin
de los siglos, en cuya época se reunirán todos en la sus-
tancia divina, de donde emanaron en su orígen (a).


Diderot en calidad de loca decía los mayores desatinos,
c m lomo los decía Voltaire en calidad de impío. Ninoa no
había que creyese ni uno de aquellos desatinos; pero
muchos dejaban de creer las verdades religiosas, contra
las cuales se dirigian aquellos absurdos adornados de
cierta elocuencia y con todo el aparato filosófico. Muchos
dejaban de creer la religion de Jesucristo, porque siem-pre la veían ultrajada en aquellas producciones; y esto
era lo que querian los conjurados. Por esto apreciaron
tanto la mision de Diderot, á pesar de sus absurdos. El
factor que explique como podrá este zelo anticristiano
de Diderot, zelo que siempre fue fervoroso y enfático,
cuando su imaginacion se exaltaba ; ello es cierto que
Diderot fue lo que he dicho, y lo demuestran sus escritos;


(r) Artículo , Diderot, del Diccionario de hombres iiustres porPeller.
(2) Véase YOuveiles pensées phiiosoph. , pág. 17 y a y LottresIleiviennes , carta 49.
7'ont o 1.




eMISPIVIACIOY
IGñ
pero tambien es verdd


a que este mismo hombre tenia
algunos momentos de ayiracion ingenua contemplando


el Evangelio. Beferiré
que he oido contar á en


i
uun afucae-


démico que fue testigo. Este es 11. Beauzée, q.
un dia á visitar á Didero t ,


le halló que explicaba á su


hija
un capítulo del Evangelio , con tanta seriedad é


interes como lo pueda hacer un padre verdaderamente
cristiano. Beauzée manifestó la sorpresa que le can-


saba aquella ocupacion
Diderot. Á lo que este res.


pondiO :
lo que 70e quereis decir ; pero hablando con


e,erdad ¿que mejores lecciones le puedo yo dar? é O en


donde las hallaré, mejores P
Servicios de d'Alernbert.


D'Membert no habria hecho esta declaracion de Pide-
rot. Aunque fue amigo constante de este en su mision
•filosófica, fueron siempre tan diferentes como lo babian
sido en sus princ ipios. Diderot siempre dijo lo que en el
momento de hahlar sentia en su interior ; pero d'Alembert
nunca dijo sino lo que queria decir. .Apuesto que
en ninguna parte manifiesta su modo de pensar sobre
Dios y el alma, sino en su íntima correspondencia con
los conjurados. Sus escritos tienen toda la astucla de la
impiedad; pero es zorra que inficiona con su hedor y
huye. Seria mas fácil seguir las vueltas del movimiento


tortuoso de la anguila ó
de la serpiente que se esconde


en la yerba, que las vueltas y revueltas que da su pluma
en los escrito s que reconoce como suyos. Segun el exa-
men que he hecho de sus obras en mis


Cartas Helvianas,


he aqui lo que resulta. D'Alembert nunca dijo que era
escéptico, que no sabia si hay 6 no hay Dios. Permó
que pensasen que oreja en Dios; pero impugnó desde el
principio ciertas pruebas de 14 divinidad; dijo que las
impugnó por amor á la misma divinidad, alegando que


CAPITULO tiy cxmo. 163
es necesario saber escoger entre las mismas pruebas; pero
concluyó impugnándolas todas; y ya con un sí sobre
un objeto , y ya con un no sobre el minio, embarazó
y enredó de tal modo el espíritu de los lectores , y
les hizo nacer tantas dudas, que riéndose los llevó, sin
que lo advirtiesen , al término que se ]labia propuesto.
-Nunca dijo á otros que impugnasen la religion ; pero
presentó un manojo de armas para combatirla (1). Se
guardó muy bien de declamar contra la moral de la
:Iglesia y de los mandamientos de la ley de Dios; pero
dijo que aun no hay un solo catecismo de moral para la
instruccion de la juventud, y que era de desear que
-viniese algun filósofo y nos hiciese este regalo (2). Pre-
tendió no hablar contra la felicidad de la virtud; pero
enseñó , que todos los filósofos habrian conocido mejor
nuestra naturaleza, si se hubiesen contentado con limitar
á la exencion del dolor el soberano bien de la vida pre-
sente (3). No puso á la vista descripciones obscenas; pero
dijo : los hombres estar: acordes sobre la naturaleza de la


felicidad; y- todos convienen en que es lo mismo que el
deleite, ó á lo menos que la felicidad debe al deleite lo
que tiene de mas deliciosa (4). De este modo su discí-
pulo, sin advertirlo, se transformaba en un pequeño
Epicuro.


Ninguno mejor que d'Aicmbert cumplió con el pre-
cepto de Voltaire, llerir r esconder-la ruano. La declara-
cion que él mismo hizo de sus reverencias á la religion, en
el mismo momento en que con mas ahinco la pretendia
destrozar (5), eximen al historiador de presentar todas


(r) "Watts:: sus Elétnens de Philosophie y les ilelvieJmes , carta 37,
(u) Ele',nens de Philosophie núm. 12.
(3) Prefacio de la Enciclopedia.
(4) Enciclopedia , Ariículo , Boilheur,
(5) Carta IGi á Voltaire.


La




164 CONSPIRÁCION ANTICIISTIA51.
las pruebas que sobre el particular se hallan en los escritos
de este sofista. Para indemnizarse de la violencia que
padecia por su disimulo en sus propios escritos, apeló al
arbitrio de expresar con mas libertad sus pensamientos
por boca de otros iniciados, ó de los discípulos jóvenes
de la secta. Haciendo el oficio de revisor de los escritos
de estos, insinuaba ya un artículo, ya un prólogo, con
lo que expuso alguna vez al seducido á un castigo, que
era tan sensible como el padecer no por culpa propia,
sino de su seductor. Morellet , que aun era jóven aunque
teólogo de la Enciclopedia', acababa de publicar su ensayo
filosófico , que es un escrito manual que embelesaba al
mismo Voltaire. Lo que mas apreciaba era su prólogo en
donde descubría el mejor mordiscos que habla dado Pro-
tágoras. El jóven iniciado Morellet estuvo preso en la
Bastilla , y Protágoras (d'Alernbert), que le habla enseñado
á morder, le. dejó padecer, y se guardó muy bien de
decir que el Labia dado el mordiscon (r).


Su mision especial para la juventud.
Si d'Alembert se hubiese atenido á su pluma, habria


hecho muy Pócos servicios á los conjurados. Á pesar de
su estilo quisquilloso y con todas sus zumbas, era muy
pesado y molesto, y esto era un cierto contra-veneno
para sus lectores. Voltaire, destinándole á otra mision,
acertó con su genio. Ya habla el Patriarca tomado por su
cuenta á los ministros, los duques, los príncipes y los reyes,
y aquella casta de iniciados que estaban mas adelantados
para entrar en los secretos de la conjuracion. Dió á
D'Alembert el encargo de formar los iniciados jóvenes,
y á este fin le escribió con toda formalidad : Procurad


(r) Véanse las cartas de d'Alernbert á Voltaire del aisio 1 760, y
de Voltaire á Tbiriot del 26 Enero de 1761.


cApPri7Lo vivnilcrxo.
165


de vuestra parte ilustrar la juventud, cuanto podais (1).•
Nunca misionero alguno ha cumplido sus funciones con
mas habilidad, zelo y actividad que d'Alembert. Se debe
observar, que habiendo guardado antes tanto secreto en
los servicios hechos á favor de la secta , en este de su
nueva mision no hizo caso de que se tuviese noticia de
su zelo. Se hizo el protector de cuantos jóvenes iban á
París que tenian talentos; á los que llegaban con algun
caudal, les enseñaba las coronas, los premios y los sillo-
nes académicos , de que disponia casi como soberano,
ya porque era secretario perpetuo, ya con sus in triguillas,
en las que era excelente. -1.a he dicho que era empello
de los conjurados , llenar con sus iniciados esta especie
de tribunal de los mandarines literarios de Europa. El
influjo y manejos de d'Alembert en esta materia no se
ceñian al recinto de París. Acabo ( escribió á Voltaire )
de hacer entrar en la academia de Berlin á Ilelvecio y al
caballero de Jaucourt (2).


Á los iniciados, de quienes se cuidaba mas d'Alembert,
los destinaba para formar otros iniciados, y llenar las
funciones de preceptores, maestros y profesores; á unos
para las casas públicas de educae.ion, y á otros para la
instruccion particular de los 'lirios ; poniendo singular
cuidado en los que por su nacimiento prometian á los
conjurados que tendrian en ellos unos protectores , y
cuya opulencia daba esperanzas al maestro iniciado de que
se le recompensarian con mas generosidad sus desvelos.
Era este un medio muy eficaz para insinuar en la misma
niñez todos los principios de la conjuracion. D'Alembert,
mejor que cualquier otro, sabia la importancia de este
servicio ; él lo hizo tan bien, que logró, segun los escri-
tores de su vida , derramar esta raza de preceptores y


(i) Carta del 15 Setiembre de upa.
(u) Carta del 8 Abril de 1763.


L 3




I'66
CONSPIP,ACIOS AITICRIST1ÁNA.


maestros por todas las provincias de Europa, mereciendo
por esto que el filosofismo le mirase como á uno de los
mas felices propagadores. Las pruebas que de sus pro-
greses alegaba el mismo d'Alembert, bastan para dar una
idea de la eleccion que habla sabido hacer. «


aquí
( escribió á Voltaire rebosando de gozo ), el discurso


» que un profesor de historia que he dado al Latid-
.» grave , ha pronunciado en Cassel, dia 8 de Abril, en
» presencia del Landgrave de He:',se-Cassel, de seis prín-
» cipes del imperio y del mas numeroso concurso. » El
discurso que aqui tanto celebra d'Alembert , era una
pieza llena de groseras invectivas contra la Iglesia y el
clero. Fanáticos oscuros, habladores afectados con bá-
culos c.; sin mitras, con capucha ó sin capucha, etc. Este
era el estilo dcl profesor dacio y celebrado por d'Alem-
hen ; perp tambien es una prueba que alega para de-
mostrar Tá victoria que sus favoritos lograban sobre las
ideas religiosas, y los sentimientos que inspiraban á la
juventud (r).


Lo que llamaba con preferencia la atencion de- los
conjurados, era destinar ayos ó preceptores iniciados para
la educación de los príncipes é infantes que con el tiempo
gobernarian los pueblos. Estaban persuadidos d'Alembert
y Voltaire de la importancia de este medio , y por lo
mismo, corno consta do su correspondencia , ninguna
diligencia omitieron que pudiese ser al intento. La corte
de parola buscaba hombres que fuesen dignos de pre-
sidir á la educación del jóven infante. Se creyó haber
acertado nombrando por directores de los ayos al Abate
Condillac y á Al. de Leire. Ya se ve que cuando se
eligieron á estos dos sugetos , en nada se pensaba menos
que en llenar la cabeza del príncipe jóven de todas las
ideas antireligiosas de los sofistas del tiempo. El concepto


(u) Carta 78 del. dio 1772,


CAPITULO 1311'DLCIMO. 117


que generalmente se tenia del Abate Condillac no era el
dé un filósofo enciclopedista tenaz; sin embargo ya fue
un poco tarde cuando se advirtió el error de tal clec-
cion , pues fue preciso para corregirle, destruir cuanto
habian edificado los dos directores. Nada de esto habria
sucedido si se hubiese previsto que Condillac singular-
mente era íntimo amigo de d'Alembert, quien le miraba
como á uno de los personages preciosos al partido 'que se.
llamaba filosófico, y que la eleccion de estos dos sugetos
era el fruto de un manejo, que celebraba Voltaire escri-
biendo á d'Alembert como se sigue : « Me parece que
» el infante parmesano estará bien rodeado. Tendrá un


Condillac y un de Leire. Si con esto es santurron , será
» necesario que la gracia de Dios sea bien eficaz (i). »


Estos votos y artificios de la secta se transmitieron
tambien á los conjurados, que, á pesar de la adbesion
de Luis XVI á la religion , nada omitieron para poner
nuevos Condillacs cerca del heredero de su corona. Con
varios pretextos lograron que ningun obispo cuidase de
la edueacion del jóven Delfin ; y aun habrian querido
separar de eild á todo eclesiástico. No pudiendo lograr
esto, se empalaron en que recayese la eleccion en. alguno
de aquellos eclesiásticos dispuestos, como Condillac, á
inspirar á su ilustre discípulo todos los principios de los
sofistas. Conozco á uno de estos hombres á quien tuvie-
ron el atrevimiento de tentar. Le propusieron el empleo de
ayo del Deifin, afirmando que estaban seguros de que so
le procurarian y que barian por esta carrera su fortuna;
pero con la condicion , de que cuando ensdiaria su cate-
cismo al jóven príncipe, tuviese cuidado de. insinuarle
que toda aquella doctrina religiosa y todos los misterios
del cristianismo eran preocupaciones y r•rores populares,


Carta 77 de Voltaire zi crAlei;;;;;,:rt
y 5. t de d'A le trebei


L 4




(r) Carta 83 del ailo 1773.
-11


368 COYSPIRACIOff ÁNTICRISTIA.Ná.
que un príncipe debe conocer, pero que no debe creer;
y de que.


le daria por doctrina verdadera en sus lecciones
secretas todo su filosofismo. Pero el eclesiástico, que era
piadoso, respondió que no sabia hacer su fortuna á costa
de su deber; y fue gran dicha que Luis XVI no patrocinase
esas intrigas. El señor duve de Harcourt nombrado pre-
sidente de la educacion del Delfin, consultó los obispos;
y para dar á su augusto discípulo lecciones religiosas,
eligió á un eclesiástico de los mas aptos para llenar estas
funciones, pues era entonces rector del colegio de la Fleche.
¡Que lástima! nos vernos en la precision de dar la enhora-
buena á este jóven príncipe por su prematura muerte.
Los sofistas de la incredulidad le preparaban sus venenos
para hacer de él un impío. ¡ Dichoso él , que murió !
Si cuando llegó la revolucion le hubiese esta hallado con
vida , habria podido librarse mas que su hermano menor
de los sofistas de la rebelion P


Con la migra actividad y zelo de colocar el filosofismo
sobre el trono , y de disponer los ánimos para la revolucion
anticristiana , obraban del mismo modo otros iniciados
en diversas córtes. Hasta en San-Petersburgo tenian si-
tiada á su emperatriz; pues habian logrado persuadirle
que debia fiar la educacion de su hijo á uno de los
conjurados «de primera clase, y d'Alembert fue nom-
brado. El señor conde de Schouvalow tuvo la cornision
de hacerle la propuesta de parte de su soberana. D'Alem-
bert se contentó al ver en estos ofrecimientos una prueba
de que Voltaire no debia estar malcontento de su mision ;
que la jilosoll empezaba ya muy sensiblemente d con-
quistar los tronos (1). Á pesar de lo que d'Alembe•t
podia prometerse con este nuevo empleo, tuvo la pru-
dencia de no aceptarle : el pequeño imperio que ejercia


..n•nn••n••


caríTrLo rilnLcumo. Itl9
en París corno gefe de los iniciados, ie pareció. preferible
al favor variable de las córtes, principalmente de aquella,
que, apartándole tanto del centro de los conjurados, no
le permitía representar entre ellos el mismo papel. Como
rey de los jóvenes iniciados , no se reducia su zelo á
proteger solamente á los que catequizaba en París. Los
acompañaba en sus progresos y destinos hasta el centro
de la Rusia , y cuando experimentaban algun revés ,
ensayaba de alargar su mano protectora para darles au-
xilio : si este no bastaba , recurria á la poderosa inter-
cesion de Voltaire , y le escribia de este modo ( valga
por ejemplo ) : « Este pobre Bertrand no es feliz : él ha


pedido á la bella Cateau ( Catalina emperatriz de
, Rusia ) que ponga en libertad á cinco ó seis pobres
• atronados de Welebes, y para lograrlo , la ha conju-
, ratio en nombre de la filosofía; él ha hecho en nombre
, de esta misma filosofía el mas elocuente informe que
, se haya hecho desde que se tiene noticia d las monas ;


pero Cateare hace corno que no lo entiende ( ). »
Esto era decir á Voltaire, probad si seréis mas feliz,
haciendo por ellos lo que ya habeis hecho por otros
iniciados cuyas desgracias os he notificado.


Como sirvió tí Voltaire por su espionage.


Esta inteligencia de Voltaire y de d'Aletnbert se ex-
tendia á todo lo que decia relacion al grande objeto de
la conjuracion. No satisfecho d'Alembert con apuntar
los escritos que segun su parecer se dehian impugnar, .


de suministrar la idea de alguna nueva impiedad que
se debia fraguar, era él eón toda verdad el espia contra
todo autor religioso. Causa admiracion hallar en Vol-
taire tantos pormenores relativos al estado y vida pri-


' (i) Cartas zo6 y roy dat ario r76a.




170 CONSP1IIÁCION AYTICAUSTIANA.
vada de las personas que pretende refutar. D'Alembert
era quien le suministraba tantas anécdotas, muchas veces
calumniosas , algunas veces ridículas y siempre agenas
de la cuestion. Verdaderas e) falsas , escogia las que po,
dian hacer ridículos á los autores , porque sabia muy
bien todo el partido que sacaba de ellas Voltaire para que
sirviesen de suplentes á la razon y á. la solidez de sus
pruebas. Las diligencias oficiosas del espionage de d'Alem-
hect se descubren con toda particularidad, en cuanto
Voltaire dice del P. Bertier y del abate Guenée hom-
bres de tan gran mérito que no pocha dejar de admi-
rarles el mismo Voltaire ; y se descubren tambien en lo
que este escribió de M. le Franc , Caveyrac , Sabbatier
y otros muchos , á quienes por lo ordinario , no res-
pondió sino con lo que le hala suministrado d'Alembert.


Voltaire de su parte , nada omitia para acreditar á
d'Alembert. Le recomendaba á sus amigos, era su in-
troductor en los corrillos y hasta en los pequeños clubs
filosóficos , que ya se formaban en Paris, para formarse
de ellos á su tiempo el gran club. Los Labia tambien
de los que la •evolucion llamó aristocratas. Este era el
punto de reunion semanal de los condes , marqueses.
y caballeros que ya se consideraban personages de tan
alta gerarquía , que no debían hincarse de rodillas de-
lante los altares. Alli se hablaba mucho de preocupa-
cion , supersticion y fanatismo ; se reían de Jesucristo,
de sus sacerdotes, y del bondadoso pueblo que tributaba
á aquel sus adoraciones. Tambien alli mismo se tra-
taba de sacudir el yugo de la religion , no dejando de
ella mas que lo muy preciso para contener á la canalla
en la sumision . Y alli en fin presidia entre otras una
hembra iniciada , llamada la condesa da Deffant , á la
que dirigió Voltaire en su curso filosófico , estudiando de
órden suya á , Bolimbroke , Humo , el Conde


CAPÍTULO UNDLICIMO.
de Tomeau y otros romances de esta ralea (x). D'Alembert
no se curaba de introducirse en estos clubs aristocratas,


por otra parte no tenia aficion á su presidenta la ini-
Joiada ; pero Voltaire que sabia lo que se podia prome-
ter de estas sociedades , franqueó con sus cartas sus
puertas á d'Alembert , en donde queria que ocupase
su lugar. No costó tanto introducirle en otros clubs ,
principalmente en el de la dama Necker , cuando esta
arrancó el cetro de la filosofía á todas las iniciadas de
su sexo (2).


Proyecto para reedificar el templo de Jerusalén.
Estos dos gefes , Voltaire y d'Alembert, se auxiliaban


mutuamente , comunicándose sus proyectos para separar
los pueblos de su religion . Hay uno entre otros , que
manifiesta muy bien el carácter del que le concibió ,
la extension de sus miras y de los otros conjurados , y
por lo mismo debe ocupar su lugar en estas Memorias.
D'Alembert no fue el primero que le concibió ; pero
conoció muy bien el partido que de él pocha sacar su
filosofía , y aunque le pareció muy extraño , se lisonjeó
de que se podria ejecutar. Es bien sabida la evidente
demostracion que , á favor de la religion cristiana , se
deduce del cumplimiento cíelas profecias , principalmente
de las de Daniel y del mismo Jesucristo tocante la suerte


el tem plo


judíos y de su templo: se sabe que Juliano Apóstata,
para desmentir á Jesucristo y á Daniel, ensayó de reedificar


de Jerusalén; que se lo impidieron las llamas que
varias v eces abrasa, en y consumieron á los trabajadores


(i) Véanseéa el
dlas cartas


á esta iniciada, en partieularla dde l
ir3 Octubre


(2) Véase la correspondencia de d'Alembert, carta
.77 y siguientes ;claeritaIntoVcd)itteáinh:Relia tt 1:Iza 31:,,ondtlildell 7780.Fehrero de 1 7." y




1
172 CO'SSPIRICION ANTICRISTIANA.


empleados en esta empresa : d'Alembert sabia muy bien
que una multitud de testigos oculares habian justilicadn
esta prueba de las venganzas del cielo ; á lo men os -n s la_
bia leido'este acontecimiento y sus pormenores en Are_
miano Marcelinó , autor irrecusable , amigo de Juliano
y pagano como él mismo ; sin embargo d'Alember t no
dejó de escribir á Voltaire la siguiente carta :


» Creo que sabeis que se halla actualmente en )3er_
» lin un incircunciso, que, mientras esperaba el paraiso
» de liahoma , ha ido á visitar á vuestro antiguo discí-
» pulo ( Fedcríco II. ) de parte del Sultan Mustafá. El
» otro dia escribí á aquel pais , que si el Rey quisiese
» decir una sola palabra , seria esta una buena ocasion
» para mandar reedificar el templo de Jerusalén (I).
Pero el antiguo discípulo no quiso decir al incircunciso
aquella palabra , y el motivo que tuvo para no decirla
lo expresa d'Alembert en estos términos: « No dudo que
» lograríamos hacer reedificar el templo de los judíos,


si vuestro antiguo discípulo no temiese perder en este
negocio algunos circuncisos acomodados ue sacarian5 uI


» de sus estados treinta ó cuarenta millones (2). » De
este modo los deseos de desmentir al Dios de los cris-
tianos y á sus profetas , todo , hasta el interes de los
mismos conjurados , ha servicio para confirmar la ver-
dad de aquellos oráculos. Ocho años despues Voltaire
aun no habia abandonado el provecto , ni perdido las
esperanzas de poderle ejecutar. Viendo que d'Alembert
nada 'labia logrado del Rey de Prusia , acudió á la Em-
peratriz de Rusia , y le escribió : « Si vuestra magestad
» mantiene una correspondencia seguida con Aly Bey,
» imploro vuestra mediacion para con él. Tengo que
» pedirle un pequeño favor , y es , hacer recalcar el


(r) Carta del r8 Diciembre de s-763.
(a) Carta del 2 9 Diciembre de i;63.


cáríTvLo rInaLcimo.
273




templo de Jerusalén y convocar á todos los judíos
le pagarán un gran tributo y harán de él un


• quienes
, gra n




ochenta años, y aun quería valerse


de este. medio para hacer ver á
los pueblos , que el


D i os de los cristianos y sus Profetas eran unos impostores,
Federico y d'Alemhert tambien estaban niuy adelanta-
dos en su carrera, y se les acercaba el tiempo en que


á la presencia resencia de aquel Dios á quiendebla') compa
habian tratado de infame , y contra cuya religion tan-
tos años habla que conspiraban. He manifestado los
medios de que se valieron , y el teson con que conti-
nuaron en el empeño de aniquilar su imperio , st fc',
sus sacerdotes y altares , y hacer que al culto del uni-
verso cristiano sucediese el odio y su ignominia. Tanto
por lo que toca al objeto de la conspiracion , como
por lo que mira á su extension y sus medios no me
he atenido á minores palicos ó á simples imputacio-
nes ; las pruebas que he alegado , las he sacado de los
archivos de los mismos conjurados, y no he hecho otra
cosa que entresacar y cotejar los documentos que he
presentado , copiándolos de sus propias confidencias. So-
bre todos estos objetos , no be prometido tanto una
historia como una demostracion. Me parece que he
cumplido mi palabra. Entre tanto mis lectores podrán
cotej ar esta conjuracion y sus medios con la revolucion
que han hecho los jacobinos del din ; y pueden ya ver
cionclhooestos, derribando los airares de Jesucristo, no han


mas que ejecutar el gran proyecto de los sofis-
tas sus primeros m l estros. Ya no queda un solo tetn-


iglesia
PI0 que destruir • n i




la
, una sola espoliacion que decretar


contra
, , cuyo plan de destruccion y decre-


tos de espoliacion no se bailen en los archivos de los
(r) Carta del 6 Julio de ;771.




174 CONSPIRACION ANTIeRtsmn.


sofistas. Los Roberspierres y los Marats son aquellos
coles y Belerofontes que tanto ansiaba Voltaire ; n o h
nacion alguna que destruir , en odio del cristianismo
que d'Alembert no haya querido ver aniquilada


. Toda'
nos demuestra que el odio de los padres se aumentó
y reconcentró en los hijos ; que las ma qu inaciones se
aumentaron y propagaron ; que de una generacion
pía habia de nacer una generacion brutal y feroz
cuando el poder y la fuerza pudiesen auxiliar la impie:
dad. Pero este poder y fuerza que habian de adquirir
los conjurados, suponia progresos sucesivos. Era necesario
para llegar á verla estallar, que los sucesos de la coup_
racion aumentasen el número de los iniciados y les ase-
gurase los brazos de la multitud. Quiero pues manifes-
tar cuales fueron progresivamente estos sucesos en las
diversas clases de la sociedad bajo el reinado de la cor.
rupeion , viviendo Voltaire y los otros gefes ; y con esto
el historiador concebirá y explicará mejor con el tiem-
po , cuales fueron bajo del reinado del terror y de los
desastres.


CAPiTIlL0 DTI OIHIC1110. 175


.....,nnnnn
••n•• nn


•n


CAPITULO XII.


PROGRESOS DE LA CONSPIRACION BAJO VOLTAIRE.


Clase primera. Discipulos protectores. Iniciados coronados.


grande objeto que se propuso Voltaire , fué separar
de Cristo é inspirar todo su odio al Dios del Evangelio
y su religion , á todas aquellas clases de personas que los
conjurados llaman honradas , y no dejar para Jesucristo
sino el populacho , en suposicion de que fuese imposi-
ble borrar en él toda idea del Evangelio. Estas clases
de personas honradas comprendian , ya á las que bri-
llan en el mundo por su poder , carácter y riquezas, y
ya á los literatos y ciudadanos decentes que son de una
{,Yerarqnía superior á la que Voltaire daba el nombre de
canalla , lacayos , cocineros cct. Debe observar el histo-
riador,que los progresos de la conjuracion anticristiana
comenzaron por la mas elevada de estas clases, por los
emperadores , reyes , príncipes y testas coronadas, mi-
nistros , magistrados y demás que podemos compren-
der bajo la expresion de grandes señores. Si el escritor
no tiene valor para decir estas verdades , que deje la
pluma , pues es muy cobarde y nada á propósito para
dar las lecciones mas interesantes de la historia. El que
teme decir á los reyes , Vuesas Nagestades han sido los
primeros que han entrado en la conjuracion contra
Jesucristo , y este mismo Jesucristo ha permitido que
los conjurados amenazasen , hiciesen balancear y so-




176 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


cavar á la sordina vuestros tronos y en seguida bur-
larse de vuestrt.: autoridad ; el que no tenga valor re-
pito, para decir estas verdades , dejará las potestades del
nutrido en una fatal ceguedad. Ellas continuarán en dar
oidos al impío , en proteger la impiedad , en permitir
que domine en sus alrededores , que circule , y se
extienda desde los palacios á las ciudades , de estas á
los pueblos y de los pueblos á la camparía ; en que
pase de los magistrados á los súbditos , de los nobles á
los plebeyos , de los ricos á los pobres , de los sabios
á los ignorantes , ele los amos á los criados y del señor
á sus vasallos. Muchos cielitos tendrá que castigar el cielo
en las naciones para no permitir el lujo, la discordia.,
la ambicion , las conspiraciones y otras plagas que las
destruyen.' Que pretenden acaso los monarcas poder
insultar impunemente en sus estados al Dios que los ha
hecho reyes , y que les ha dicho que serán castigados
por sus delitos y por los que por su culpa cometen
los pueblos , y que los crímenes del que manda no re-
caerian sobre sus súbditos, ni los de los príncipes sobré
el pueblo ? Repito , que si el historiador no tiene va-
lor para decir estas verdades, vale mas que calle.


Buscará las causas de la revolucion en sus agentes,
y hallará Nekers , Briennes , Felipes de Orleans , Mira-
beaus y Roberspierres ; hallará el desorden en tel consejo
de Hacienda, partidos entre los grandes , insubordina-
cion en los ejércitos . , inquietud , agitacion y seduccion
en el pueblo ; pero no verá ni hallará quien es el que
ha hecho y producido los Neckers, los liriennes , los Fe-
lipes de Orleans, los Mirabeaus y los Roberspierres ; no
verá ni hallará al que ha introducido el desórden en
la Hacienda , al que ha excitado el espíritu de ,opartid
que ha causado la in subordinacion y ha fomentad o la
inquietud , agitacion y seduccion del pueblo. Llegará


Basta


CAP1M0 DTIODÍZCIMO.
177


hasta el último hilo de la trama , y creerá haber desen-
redado la madeja ; presenciará la agonía de los impe-


riios


me; pero no manifestará la fiebre lenta que los con-
su , y que reserva la violencia de sus acciones y la


solucion para sus últimas críses. Hará la descripcion
de t al que todo el mundo ha visto ; pero pertni-


m


m
d


tirá que se ignore su remedio. Si teme revelar el secreto
de los señores de la tierra , que lo revele para el bien
de los mismos , y para librarles de una eonspiracion
que recae sobre ellos. Pero y que secreto P Somos
acaso nosotros los que le violamos P Yo le he hallado
en unos escritos públicos , en donde está registrado ha
mas de diez arios , que son su correspondencia con el
gefe de los conjurados ; va no pudiera acusársenos de
falsedad. Estas cartas y correspondencia se han impreso
y publicado para escándalo de los pueblos , y para ma-
nifestar que el impío gozaba de todo el favor de los
soberanos. Cuando manifestamos á los mismos sobera-
nos castigados por esta proteccion que han concedido
á los conjurados , no intentamos deshonrarlos por esta
condescendencia , sino manifestarles las causas verdaderas
de sus desgracias y (lelas de los pueblos, pata que el verda-
dero remedio á tantos males , y aun el preservativo de
otros mayores , se manifieste por sí mismo ; y este motivo
es superior á cuantos pudieran prescribirnos el silencio.


Primer iniciado, Tos


En la correspondencia de los conjurados, hay mas de
una carta que depone, con toda la evidencia que es
posible en esta clase de monumentos, que Federico II
inició a: l <cemperador Josef en los misterios de la con s-
piracion anticristiana. Voltaire en una de sus cartas dió
á d'Alembert la noticia de esta corrquista en estos tér-


omo I.
habcis dado un verdadero placer, redu-T




1;8 COWSPIIIA6MY ANTICRISTIANA.


» ciencia el infinito á su justo valor. Pero he aqui una


cosa mas interesante : Grimrn asegura que el E m pe_


redor es de los nuestros. Esta circunstancia es feb.,›


»
porque la Duquesa de Palma, su hermana, está com.;


»
nosotros (i).» En otra carta en que Voltaire se da á



mismo el parabien por una conquista tan ;un".


tante , dice á Federico » Un natural de Bohemia , fia_


»
mado Grimm , que tiene bastante espíritu y filosofía ,


»
me ha hecho saber , que vos me habíais iniciado al


»
emperador en nuestros santos misterios (2).» En fin.


en una tercera carta , despues de haber hecho Voltaire
una entuneracion de los príncipes y princesas que ya
cuenta en el catálogo de sus iniciados , prosigue de esta
manera : « Tambien me habéis lisonjeado mucho con
»


decirme que el emperador estaba en camino de perdi-


» cion. 1-10 aqui una excelente cosecha para lafilosofía (3).»
Mude esta carta á la que Voltaire }labia recibido ,


pocos meses antes, en la que le decia Federico : «Parto
»


para la Silesia y voy á verme con el emperador , que
»


me ha convidado para su campo de Moravia , no para


»
batirnos como otras veces , sino para vivir como bue-


y nos vecinos. Este príncipe es muy amable y lleno de
» mérito ; ama 'vuestros escritos , y tos lee


cuanto puede:


» Nada es menos que supersticioso.
En fin es un ernpera-


»
dor cual no le ha habido desde mucho tiempo ha en


»
Alemania ; ni el uno ni el otro amamos los ignorantes


»
ni los bárbaros ; bien que no sea esta una rajan


» suficiente para exterminarlos (4).»El que sabe lo que significa , segun el diccionario de
Federico , ser nada menos que supersticioso ; y qu


e lee


(I) Carta del 2.8 Octubre de 1769.
(g)C1rta , del mes de Noviembre de 1769.
(3) Carta del at Noviembre de t77o.
(4) Carta de Federico del t8 Agosto de x770,


CAPÍTtL0 DUOD1;C1110.


► 79
d p oltaire cuanto puede, fa eil in en tc entenderá el signi-
ficado de estos elogios. En efecto ellos manifiestan un
emperador, cual no le habia habido hacia mucho tiempo
en A !enlarda ; que es decir , un emperador tan irreligioso
cono el rey Federico.La fecha y últimas palabras con que
concluye esta carta , bien que no sea esta una razon su-
ficiente para exterminarlos, nos recuerdan aquel tiempo


le parecia á Federico, que los fildsofos iban muyen <1110
con aquella exhortacion quería contener la


ndi elpPiluisdae l'l e)ia de algunos conjurados , que podian tras-
tornar todo el sistema de los gobiernos políticos. Aun
no habia llegado el tiempo de emplear una jiterza ma-


ni de fulminar la última sentencia. De lo que seyor
infiere, que la guerra que declararon José y Federico á
Jesucristo , no fué por entonces una guerra de extermi-
nio, ó una guerra corno la de los Nerones y Diocie-
cianos ; pero fué una guerra de minar á la sordina y
poco á poco. Esta fué la de José , á la cual dió prin-
cipio , luego que la muerte de María Teresa le dejó en
libertad. Desde el principio fué una guerra de hipocre-
sía; porque José , aunque tan incrédulo como Federico,
continuó representando el papel de príncipe religioso,
y protestó que estaba muy distante de querer alterar cosa
alguna del verdadero cristianismo. Viajando por Euro-
pa , continuó en frecuentar los sacramentos con una
apariencia exterior de piedad , que no manifestaba el
que en Viena y :Napoles cumpliese con el precepto
comulgar por la pascua , cual lo hiciera Voltaire en
Fcrney. Supo ocultar tan bien sus sentimientos, que afta-
:e is; 1d1,0 la Francia , rehusó pasar .


por Ferney, de donde
distaba poco y en donde Voltaire esperara recibirle. Y
ami hay quien diga, que al alejarse de aquel camino, afectó
decir que no podía verá un hombre, que, calumniando la


había hecho tanto daño d la humanidad. No sé quo
M




18e CONSPIRAC1OY AwrimusTrf.rIA•
crédito merezcan estas palabras. Lo cierto, es que le
filósofos estaban bien seguros de José , y facilmente
perdonaron la desatencion de no haber rendido sus


_


menages á Voltaire , publicando al mismo tiempo que
no por eso dejaba el emperador de continuar aduá,
raudo al corifeo de la impiedad , y que si se abstuvo
de hacerle una visita como, lo deseaba , fué por respe to
su madre, que, á. instancias de los clérigos, le hizo pro -
meter que no pasarla. á verle en su viage (a).


A pesar de toda esta reserva y disimulo , la guerra
que José hizo á la religion , pasó dentro de poco tiempo
á ser guerra de autoridad , y aun de opresion , de
rapiña y de violencia , y poco faltó para que tambien lo
fuese de exterminio para sus vasallos. Dio principio por
la supresion de un gran número de monasterios ; y ya
se sabe que era este el plan de Federico , y aun su parte
mas esencial , para llegar al aniquilamiento del cristia-
nismo. Se apoderó de una gran parte de los bienes ecle-
siásticos, conforme á los deseos de Voltaire, que repetia,
Yo estimaria mas despojarlos. José 11 expelió de sus cel-
dillas hasta á aquellas Carmelitas, cuya pobreza no ofrecia
pretexto alguno á la avaricia, y cuyo fervor angélico no
daba lugar alguno á reformas. Él fue el primero que dió
á su siglo el espectáculo de precisar á estas santas vírge-
nes á ir errantes por los reinos estrangeros , para hallar
hasta en Portugal un asilo á su piedad. Trastornándolo todo
en la iglesia segun su voluntad , ensayó el primero aquella
famosa constitucion llamada civil por los legisladores




jacobinos, y que ha hecho en Francia todos los mártires
de los Carmelitas. El Sumo Pontífice se creyó obligado á
ausentarse (le lkoma, y á pasar al Austria para representar,
como padre coman de los fieles, al Emperador, ya la le,


(r) Véase la nota á la carta del Conde de Touraille del 6 Agosto
de 1777 , en la correspondencia general de Voltaire.


CAPÍTULO DUODiellg O. 18
los derechos de la iglesia. José II le recibió con


Yreaspeto, y permitió que le rindiesen todo agRel homenage
de pública veneracion , que igualmente exigian las vi•_
tucles la suprema dignidad de Pio VI ; pero José
continuónuó así mismo su guerra de opresion. No expelió
los obispos; pero los afligió erigiéndose él mismo , en
cierta manera, superior de los seminarios, pretendiendo
precisar á los eclesiásticos á tomar lecciones de maestros
que él mismo sdialó , y cuya doctrina como la de Camus
se dirigia á preparar los ánimos para la grande apostasía.


Sus persecuciones clandestinas y destrucciones hicie-
ron estallar los murmullos. El Brabante cansado se sub-


y despees le hemos visto llamar á los Jacobinoslevó;
franceses, que le prometian la libertad de su religion,
pero que, mas seductores aun que José, consumaron su
obra. Si el Brabante hubiese sido provincia del iniciado
Federico , ni habria padecido tanto por su religion , ni
habria sacudido su yugo, como lo hizo con la casa de
Austria. Si el emperador José no se hubiese demostrado
tan inexorable y hubiese sabido merecer su amor, las
virtudes de Francisco 11 , su sucesor , habrian podido
contar con aquella provincia , y esta habria opuesto
mayores obstáculos á la invasion que se extendió hasta
cl Danubio. Si la historia reconviene los manes de José,
que rernon te no menos al tiempo en que fue iniciado en los
misterios de Federico y de Voltaire, y el Emperador iniciado
no saldrá inocente de la guerra de exterminio , que ha
amenazado hasta su trono. Mas adelante veremos á José ,
que, descubriendo la guerra que le hacia el filosofismo como
á su trono, se arrepintió de la que hacia hecho á Cristo.
Probó 011:e corregir sus yerros , pero ya era demasiado
tarde y fue su triste víctima.


La correspondencia de los conjurados manifiesta que
Otros soberanos que entiaron Con la misma impru-


M 4


1




COYSPIRACIOS


deuda en todas estas maquinaciones contra Cristo. D'A_
lembert se lámentaba á Voltaire sobre los obstáculos
( que él llamaba persecuciones ) que la autoridad aun
poniade cuando en cuando á los progresos de la in,
piedad ; pero se consolaba diciendo : « Tenernos en
» nuestro favor á la E.rnperatriz Catalina , al Rey de
» Prusia, al Rey de Dinamarca, á la Reina de Suecia
• y su hijo, á muchos príncipes del imperio, y á toda
• la Inglaterra (1). » Pocos dias antes Voltaire escribió á
Federico :« No sé lo que piensa Mustafá ( sobre la in-
» mortalidad del alma ); yo pienso que él no piensa. En
» cuanto á la Emperatriz de Rusia, á la Reina de Suecia
• vuestia hermana, al Rey de Polonia, al príncipe Gus_
• taco, lujo de la Reina de Suecia, yo imagino que só
» lo que piensan (2). » En efecto Voltaire lo sabia. Las
cartas de estos reyes no le permitian ignorarlo : y aun
cuando no pudiésemos alegar estas cartas, ya descubri-
ríamos un emperador y una emperatriz , cuatro reyes y
una reina á quienes los conjurados anticristianos cuentan
entre sus iniciados.


Gaárdese el historiador, cuando revele este horrible
misterio de iniquidad, de dar lugar á falsas declama-
ciones y a consecuencias aun mas falsas. Guárdese de
decir al pueblo : Vuestros reyes han sacudido el yugo de
Jesucristo; justo es que vosotros sacudais el de su im-
perio. Estas consecuencias serian otras tantas blasfemias
contra el mismo Jesucristo, su doctrina y sus ejemplos.
Dios, para felicidad de los pueblos, para preservarlos de
revoluciones y de los desastres de la rebelion , se ha
reservado castigar á los apóstatas coronados. Resistan los
cristianos á la apostasía; pero esten sumisos á sus prín-
cipes. Añadir á la impiedad de estos la sublevacion , no


(a) Carta de a8 Noviembre de 1770.
(a) Carta de a l Noviembre de 177o.


cArIrvEo nronécumO. 313
seria evitar el azote religioso, sino que seria aliadir
es tela anarquía, que es el mas terrible azote político. Esto
es precisamente lo que experimentó el Brabante cuando
se sublevó contra José' 11. Pensaban que tenian dere-
cho para rechazar su legítimo soberano, y ahora se
hallan subyugados por los jacobinos. Ellos llamaron la
insurreccion en socorro de la religion, cuando la religion
proscribe toda insurreecion contra las legítimas potes-
tades. En el momento en que escribo , salen de la Con-
vencion los decretos fulminantes, con los que el culto
religioso , los privilegios y las iglesias del Brabante se
ponen al nivel de la revolucion 'francesa. Asi purgan
su error , y asi se observan las capitulaciones. (*)
Cuando pues el historiador revele los nombres de los-
soberanos que se conjuraron contra Cristo , ó fueron
admitidos al secreto de la conspiracion , sea toda su aten-
cion reducir los reyes á la , evitando con todo
cuidado las consecuencias falsas y perniciosas á la quietud
de las naciones. Y entonces mas que en cualquiera otra
ocasion, insista en los deberes que la seligion impone á
los pueblos en órden á los Césares y á toda pública
autoridad.


Ca'alina 11, Emperatriz de Rusia.


No todos los coronados protectores de Voltaire fueron
conjurados, como el patriarca de los impíos, Federico y
José. A tinque todos hahian bebido el veneno en la copa


(*) Dijo Buonaparte « que tenia su politica peculiar, de que no
debla dar cuenta h nadie ; que los intereses de las naciones nb tl,-1"en
decidirse en el tribunal de la justicia. » Estas han sido y serán siempre
las bases de todas las negociaciones jacobinas. lisa prometido,
sin pensamiento de cumplir su promesa ; han hecho solemnes
tratados, que al instante han rescindido : pare engallar á las partes
contratantes , han propuesto indemnizaciones, que nunca iban revi,
ficadO.


,82




184 COYSPIRACTOW ANTICIUSTIALL


de la incredulidad , no todos pretendieron inficionar con
él á sus pueblos. Era inmensa la diferencia entre Federico
y aquella Emperatriz de Rusia, de la que tanto confiaban
los conjurados. Seducida por los homenages y talentos
del primero de los impíos, Catalina halló en él el primer
móvil de su gusto por las letras. 'labia leido con el mayor
ahinco aquellos libros que ella creia que eran las obras
maestras de la historia y de la filosofía, sin saber que
eran la impiedad en realidad , disfrazada de historia ;
y ateniéndose al elogio seductor de los falsos sabios, pensó
que todos los milagros del inundo no eran capaces de
lavar la imaginaria mancha de haber impedido la im-
presion de la Enciclopedia (I). Pero nadie la ha visto,
que ofreciese á los sofistas aquel incienso grosero. Cata-
lina leia los escritos de los sofistas; Federico los hacia
circular, se ocupaba en componer otros, y habria que-
rido que el pueblo los hubiese leido. Federico proponia
medios para destruir la religion cristiana ; pero Catalina
desechaba los planes de destruccion que proponia Vol-
taire. Ella por carácter era tolerante; Federico solo lo
era por necesidad, y habria dejado de serlo, si hubiese
podido enlazar con la política su odio , para valerse de la


fiterza mayor á fin de destruir el cristianismo.
Los literatos al formar juicio de la correspondencia de


Catalina 11, hallarán mucha diferencia entre sus cartas y
las del rey de Prusia. Las primeras son de una muger de
talento, que con mucho donaire se burla algunas veces
de Voltaire , y sabe conservar la nobleza y dignidad de
su carácter ; á lo menos que nunca se abate á usar de
injurias y blasfemias. Las cartas de Federico son propias
de un solista pedante tan sin pudor en su impiedad,
como sin dignidad en sus elogios. Voltaire escribió á


(1) Véase su correspondencia con Vultaire, cartas 1 , a, 3 y 8•


CAPÍTULO DUODICI110. 1 85


atalina : s Somos tres, Diderot, d'Alembert y yo, que os
levantamos altares. » La contextacion de Catalina fue :


▪ Dejadme estar, si os place, sobre la tierra, pites asi estaréJ
etmejor disposicion para recibir vuestras cartas y las




de vuestros amigos (1). » No se hallará una expresion
tan bella en todos los escritos de Federico. So'o es sen-
sible que dirigiese esta respuesta á los impío;. Catalina
escribia con todo primor la lengua de Voltaire; pero
Federico seria un héroe muy diminuto, si no hubiese
manejado mejor su espada que su pluma. Sin embargo,
Catalina no por eso dejó. de ser una iniciada sobre el
trono. Ella sabia el secreto de Voltaire, y celebraba al mas
famoso de los impíos (o), y aun llegó al estado de querer
encargar á d'Alernbert la instruccion del heredero de su
etro. Los impíos siempre ponen su nombre en el catá-
ogo de las iniciadas protectoras , y el historiador no
puede borrarle de aquella lista.


Cristiano VII, Rey de Dinamarca.
Los derechos de Cristiano V1I , rey de Dinamarca , al


título de iniciado coronado se hallan tarnbien en sus
cartas á Voltaire, Entre los servicios que prestó d'Alembert
á la conjuracion , se pueden contar las diligencias que
practicó , para que los potentados y grandes señores se
suscribiesen á la ereccion de una estatua, en honor de
Voltaire. Yo habria podido manifestar al modesto so-
fista de Ferney instando á d'Alembert á que recogiese las
suscripciones, en particular la del rey de Prusia , que no
esperó estas solicitudes. Era muy interesante á los conjura-
dos este triunfo de su Gefe , y Cristiano VII se dió mucha
prisa en enviar su contingente. Su primera carta y algunos


(1) Cartas 8 y 9.
(2) Véaase las cartas del 26 Diciembre de 5 773 y la 134 del


aiio 1774.




(a) Carta de d'Alembert del 12 Noviembre de /76S.
(a) Carta del 6 Diciembre de 1768.


186 commucion
cumplimientos que hace á Voltaire no bastarian para te-
nerle por iniciado ; pero el mismo Voltaire ponia en esta
clase al rey de Dinamarca ; y he observado que , entre los
cumplimientos que este le hace, hay uno hecho á gusto
y vaciado en los moldes del estilo de Federico. os
» ocupais , dice á Voltaire , en libertar á un gran mi_
» mero de hombres del yugo de los eclesiásticos , que
» es el mas duro de todos ; porque solo la cabeza
» de estos señores conoce los deberes de la sociedad ,
» mas nunca lo siente su corazon.. Esto bien vale la
» pena de vengarse de los bárbaros (t).» ¡ Infelices mo-
narcas ! Tambieri fue este el lenguage de que usaban
los impíos con María Antonieta, en el tiempo de su pros-
peridad. Fue esta desgraciada , como todo el mundo sa-
be (*); pero vió , al tiempo de sus desgracias , la sensi-
bilidad y fidelidad de estos pretensos bárbaros , y le-
vantando la voz en las 'fullerías, exclamó: Ay! i que nos
habían engañado ! Ahora venlos como se distinguen los
sacerdotes entre los vasallos fieles riel Rey (2). ¡ Quiera
Dios que el Rey seducido por el filosofismo nunca
se vea en semejante apuro , y que se aproveche de las
lecciones que le ha dado una revolucion que ha demos-
trado lo bastante que hay otro yugo mas pesado y du-
ro que el de los eclesiásticos, á quienes su maestro Vol-
taire le ha enseñado á calumniar ! Pero es preciso decir
aquí , en honor de este príncipe y de tantos otros se-


(i) Carta á Voltaire del año 1770.
(») Reyna de Francia mnger de Luis XVI, que fue guillotinada


públicamente despues de haber estado presa con su marido , culada
é hijos en el Temple , y últimamente en la Conciergezie:


(a) Estas palabras de Maria Antonieta me las refirieron en lo
mas encendido de la revolucion. Necesitaba 's o de saberlas , para
creer que se Babia desprendido de las preocupaciones que le
liAbinn comunicado contra el clero , c que se habían aumentado


pues del segundo viage del Emperador su het mann.


CAPÍTULO 187
domas por los conjurados , que los sofistas se hicieron
due ños de él en su juventud. En esta edad, Voltaire y
,us escritos facilmente alucinaban á unos hombres , que
no por ser reyes saben mejor que los otros lo que
no han aprendido , y que no se hallan aun en estado
de discernir entre el error y la verdad , principalmente
cuando se trata de aquellos objetos en que la falta de
estudio no es tan temible , como lo son las inclinacio-
nes y pasiones.


Cristiano , cuando vino á Francia , no tenia mas que
57 años, y ya tuvo valor , como dice d'Alcmbert, para
decir en Fontainebleau , que Voltaire le ¡sabia enseñado
á pensar (r). Varias personas de la Corte de Luis XV,
que pensaban muy de otra manera , qucrian impedir
aquella jóven rnagestad de pensar al modo de Voltaire,
y de que tratase en Paris con los iniciados ó principa-
les discípulos ; pero estos supieron lograr audiencia , y
para que se vea su resultado, no hay mas que oir á d'A-
lembert escribiendo á Voltaire : Ví á este príncipe en
» su casa con otros muchos amigos vuestros ; me habló
» mucho de vos , de los servicios que vuestros escritos ha-
» bian ¡tedio , ele las preocupaciones que habíais desvane-
» ciclo , y de los enemigos que vuestra libertad de pensar
» os ¡sabia hecho. Supongo que pensais cuales sedan mis
» respuestas.» (2) D'Alembert vuelve á ver al príncipe ,
y escribe de nuevo á Voltaire : El rey de Dinamarca
» casi no me ha hablado sino de vos.... Os aseguro que
» mas le habria gustado veros en Paris , que todas las
» fiestas con que le han abrumado. « Esta conversaeion
fue corta , y d'Alenibert suplió su brevedad con un dis-
curso que pronunció en la academia sobre la filosofía ,
á p resencia del jóven monarca. Todos los iniciados , que




COMPIRXCIMI AlITICAISTIANAo


habian acudido de tropel le celebraron , y tambien le
celebró el jóven monarca (x). En fin, él se fné con tal
idea de esta imaginaria filosofía , gracias á las instruc_
ciones de d'Alembert , que á la primera noticia de que
se habia de erigir una estatua en honor del héroe de los
Impíos conjurados, envió una bella suscripcion , que
Voltaire reconoció , que se debia á las lecciones que el
iniciado académico habia dado al príncipe (2). No sé si
su ina,estad Cristiano VII habrá en el dia olvidado-
aquellas lecciones ; pero sé , , que desde que su magestad
danesa aprendió de Voltaire á pensar , han sucedido
muchos acontecimientos que le habrán instruido á mi-
rar con mucha indiferencia aquellos imaginarios servi-
cios , que los escritos de su maestro han hecho á los
imperios.


Gustavo III , Rey de Suecia.
Los mismos artificios y errores hicieron de Gustavo,


rey de Suecia, un iniciado protector. Este príncipe tam-
bien Labia venido á Paris á recibir los homenages y las
lecciones de. los que se llamaban filósofos. No era mas que
príncipe real , cuando , celebrándole ya como uno de
los iniciados cuya proteecion habia adquirido la secta ,
d'Alembert escribió á Váltaire « .Amais la razon y la
» libertad , querido cofrade , pues no es fácil amar la
» una sin la otra. Y bien' al teneis un digno filósofo
» republicano , que os presento , quien hablará con vos
» filosofa y libertad. Es INIr. Jennings , gentilhombre de
» cámara del rey de Suecia. Tiene á mas de esto que
» cumplimentaras de parte de la reina de Suecia t
» príncipe real , quienes en el Norte prote¿,,en la filosofía,


tan mal acogida por los príncipes del Mcdiodia. Mr.


(r) Carta del 1 7 Diciembre de 3768.
(2) Carta de Voltaire á d'Alamberl del 5 Noviembre 1770.


.CAPÍTULO DEODICIMO.


189


jennings os dirá los progresos que hace la razon en
Suecia bajo estos felices auspicios (a) » Cuando d'A-


lembert escribía esta carta , Gustavo no sabia que sus
principales favoritos fuesen filósofos republicanos , y que
con esta filosofía no solo perdería los derechos á la co-
rona , sino tambien su vida , muriendo víctima del fi-
losofismo . Si lo hubiese sabido cuando subió al trono ,
no es regular que escribiese á Voltaire : «Pido todos los


dias al Ser de los Seres , que prolongue vuestros dias
» preciosos á la humanidad , y tan útiles á los progre-,


sos de la razon y de la verdadera filosofía (a). » Parece
que la providencia escuchó esta oracion de Gustavo ,
pues se prolongaron los dias de Voltaire; pero el que
debia repentinamente cortar los dias del mismo Gustavo,
ya habia nacido , y dentro de poco Labia de salir con
la tras-escuela de Voltaire. Cuide el historiador , para
instruccion de los príncipes , de tejer aqui la genealogía
filosófica de este desgraciado rey , y la del iniciado
que fué su asesino .


Uldaríca de Brandeburgo fué iniciada en los misterios
de los sofistas conjurados por el mismo Voltaire. Ella
muy distante de desechar sus principios , ni aun se habia
ciado por ofendida , cuando Voltaire, en cierta ocasion ,
tuvo el atrevimiento de manifestarle su pasion (3). Ha-
biendo llegado á ser reina de Suecia, instó mas de una
vez al impío para que pasase á la corte á acabar allí
sus dias á su lado (4). Le pareció á esta reina que no
podia manifestar mejor su adhcsion á los principios
que le Labia enseñado Voltaire, cuando estaba de asien-


(i) Carta del 1 9 Enero de 1769.
(2) Carta del rey de Suecia á Voltaire de ro Enero 1772.
( de ,h3) Para , eteesta princesa compuso Voltaire el madrigal: Suuvent unp


(4)"%use sus cartas á Voltaire de los años 1743 y 175r.




;go CO5SP1RACIO4 AYT/C,R1STIISA.
to en Perlin , que comunicándolos con la leche al Rey
su hijo. Ella misma inició á Gustavo , y quiso tener,
la complacencia de ser madre de un sofista , como lo
era de un rey. Por eso vemos que siempre madre é
hijo se hallan juntos en el catálogo de los iniciados
de quienes confiaban mas los conjurados. Esta.fué pues
la genealogía filosófica de este desgraciado rey


-
de Sue


cia. Voltaire habia iniciado á la reina Li ldaríca , y 171_
arrea inició á Gustavr) su hijo. Por otra parte Voltaire
inició á Condorcet ; y Con lorcet , presidiendo en el club
de los jacobinos, inició á Ankastrom. Tildaríca discípula
de Voltaire enseñó á Gustavo á burlarse de los misterios
y altares de Cristo. Condorcet discípulo de Voltaire, en-
señó á Ankastrom á burlarse del trono y de la vida
de los reyes. Con que—de estos dos primos herma-
nos en la genealogía filosófica , el uno mató al otro.
¿Y cual fue el motivo P En el momento en que las


públicas anunciaron que Gustavo III debla man.noticias
dar en gefe los ejércitos coligados contra la revolucion
francesa , Condorcet . y Ankastrom eran miembros del
gran club , y en este gran club resonaban las voces
de librar la tierra de sus reyes. Señalaron á Gustavo
para que fuese la primera víctima , y Ankastrom se ofre-
ció para ser el primer verdugo. Salió este de Paris , y
Gustavo murió á sus manos (r). Los jacobinos acaba-
ban de celebrar la deificacion de Voltaire, y celebraron
tambien la (le Ankastrom. Voltaire habia enseriado á los
jacobinos, que el primer rey fue un soldado feliz, y los
jacobinos enseñaron á Ankastrom , que el primer héroe.
fue el asesino de los reyes , y colocaron su busto al lado
del de Bruto. Los reyes se habian suscrito para la esta-
tua de Voltaire , y los jacobinos se suscribieron para
la de Ankastrom.


(a) Vease el Diario de Fonteuar.


CiPiT131,0 D UODICIA10.
191


Poniatowski , Rey de Polonia.


F.o fin, la correspondencia secreta de Voltaire pone á
poniafowski rey de Polonia en el catálogo <le los pro-
tectores iniciados. En efecto , este rey, para quien . la


fi-


loso fía fué tan funesta , trató á los filósofos en Paris ,y
rindió homenage á su gefe, escribiéndole: » de, Vol_


taire , Todos los contemporáneos de un hombre como
„ sois vos que saben leer , que han viajado y que no


os han tratado, deben considerarse infelices. Estais auto-
» rizado para decir : Las naciones harán rogativas para que
p los reyes me lean (1). » Hoy que el rey Pon ia towFki ya las
ha habido con aquellos hombres que, como él , habian
leido á Voltaire y le celebraban , y que ensayaron en
Polonia la revolucion francesa ; hoy en que él es 'vícti-
ma de esta misma revolucion ; que ha visto rompérsele
el cetro entre sus manos á causa de los resultados de
la misma revolucion, es muy regular que haga rogativas
por otras cosas bien diferentes. No dudo que desearia
el que las naciones nunca hubiesen conocido á Voltaire,
y que los reyes , en especial , nunca le hubiesen leido.
Pero los tiempos que anunciaba d'Alembert , y que él
mismo habria querido ver , han llegado , sin que los
reyes protectores hayan sabido preverlos. Cuando las
ilitiai s.desgracias de la religion recaen sobre ellos , que, lean


veces estos votos de d'Alembert , que en su es-
tilo muchas veces bajo y vulo:ar , manifestó á Voltaire
» Vuestro ilustre y antiguo protector ( el rey de Prusia)
» ha empezado el vaiven ; el rey de Suecia le ha con-
> firmado ; Catalina imita á los dos y puede ser que haga
» algo mas. Yo reiria mucho si viese en mi vida , des-
• hilarse el rosario (a). En efecto, el rosario se deshiló:


( a ) Carta del ni Febrero de .17(i7.
(a) Carta del 6 Setiembre de 1761..




192 COIZSPIRACIOn AINT1CBISTIA:NA.


el rey Gustavo murió asesinado ; el rey Luis XVI ,
llotinado ; el rey Luis XVII, envenenado; el rey
towski se vé destronado ; el Statbouder expelido ; y les
iniciados hijos de d'Alembert y de su escuela se riera,
como él mismo lo babria hecho , de los reyes , que pro_
tegiendo la conspiracion del impío contra el altar no
supieron prever la conspiracion de los -hijos del impío
contra los tronos.


Estas reflexiones anticipan á pesar mio lo que
tengo que manifestar sobre esta segunda conspiracion
pero es tal la union entre los sofistas impíos y los sofistas
sediciosos , que casi es imposible exponer los progresos
de los unos sin hablar de los estragos y crímenes de
los otros. Son los mismos 'hechos, que intimamente en-
lazados , nos precisan á darles á los monarcas protec..
tores unas instrucciones que , son las mas interesantes
de cuantas han ciado las historias hasta nuestros tiem-
pos. No concluiré este capítulo sin observar que , en-
tre los reyes del Norte cuya proteccion 'Lié tan gloriosa
para los sofistas , nunca leemos se haga mencion del
rey de Inglaterra. Este silencio que guardan los conju-
rados , equivale á los mayores elogios. Si los sofistas
hubiesen tenido necesidad de un rey amado de sus va-
sallos y digno de serlo , de un rey bueno , justo, sen-
sible , bienhechor , zeloso de conservar la libertad de
las leyes y la felicidad de su imperio , Jorge III ha-
bria sido su Antonino , su Marco Aurelio ó su Salomon
del Norte. Pero descubrieron que era demasiado sa-
bio para confederarse con unos viles conjurados , que
no conocen mas méritos que la impiedad. Y he aquí la
'verdadera causa che su silencio. Es de mucho honor para
un príncipe no representar algun papel en la historia de
aquellas conspiraciones, cuando la de la revohicion le
representa tan activo para atajar los desastres, tan grandey


CAPITULO nuODI:cxxo.
195


generoso « r oso en la compasion y consuelo de sus victi-inas. En cuanto á los reyes del Mediodia ( España y




l )a , la
er




g historia les hará la justicia de hacer sa-bPortu
posteridad , que los sofistas, en lugar decontarles entre sus iniciados , se quejaban amargamente


á toda la


al contemplarles tan distantes del filosofismo.


Tono I.
N




194
CO`SsPlUiCIOY ANTICRISTIAn.


Av•


CAPITULO XIII.


SEGUND A CLASE DE PROTECTORES.


Príncipes y Princesas iniciados.


CLAN esta segunda clase de iniciados protectores compren-
deré á los que , sin hallarse sobre el trono , gozan
de un poder sobre •.7 pueblo , casi igual al de los re-
yes , y cuya autoridad y ejemplo, unidos á los medios
de los conjurados, les hacian confiar de que no habian
jurado en vatio destruir la religion cristiana.


Federico , Lavad-grave de Ilesse-Cassel.


La correspondencia de Voltaire nos manifiesta con
mucha particularidad en esta segunda clase de protec-
tores al Land-grave de Hesse-Cassel. El cuidado con
que d'Alembert 'labia buscado para este príncipe un
profesor de historia cual ya le he descrito , bastaria
para manifestar cuanto abusaron de su confianza. Esta
quedó bien engaitada , particularmente la que su Alteza 1hizo tic la filosofía y luces de Voltaire : pues tuvo que
sufrir en cierta manera que el gefe de los sofistas di-


rigiese sus estudios , y ya se ve que con dificultad po-
dia fiarse de un hombre mas pérfido. Una carta basta
para manifestarnos el manantial al cual envió Voltaire
á su augusto discípulo para tomar lecciones de sabiduría.
» Vuestra Alteza Serenísima , escribia este maestro se-
» doctor, me parece que tiene deseos de ver los libros
» modernos que son dignos de vuestra Alteza. Se ha de.


CAPiTTILO DÉ CIMOTERCIO
295


jado ver uno intitulado , le Recueil nécessaire (la ce-
» leccion necesaria ). Entre varias cosas contiene, una
» obra de milord Bolimbrocke, que me parece es lo mas
» fuerte que jamás se ha escrito contra la supersticion.


Creo que se halla en Francfort ; pero yo tengo un
» ejemplar á la rústica, y se le enviaré si desea verle».
( i ) Que lecciones presenta esta coleccion á un príncipe
que tiene verdaderos deseos de instruirse ! El solo
nombre de Bolimbrocke no manifiesta lo bastante quo
aquella coleccion se ordena á pervertir la religion , sa-
biendo por otra parte , que el mismo Voltaire publicó
bajo este nombre escritos aun mas impíos que los del
filósofo inglés , y que él mismo era el autor de muchos
que contenia la misma coleccion


El Land-grave reducirlo á sí solo para resolver las
dudas que le excitaban estos escritos , por desgracia
preocupado contra los que le habrian podido ayudar á
resolverlas , se entregó del todo á estas lecciones , que
le parecian de la verdad misma y de la mas sublime filoso-
fía. Cuando pocha recibirlas de la misma boca de Vol-
taire , era tal su ilusion , que su Alteza se jactaba y
creía ingenuamente que habia hallado el medio ver-
dadero de elevarse sobre el vulgo. Senda mucho una
ausencia que le privaba de las instrucciones de su ma-
estro ; creía que le debia muchas obligaciones , y por
esto le escribió : » Me he ido de Ferney con mucho sen-.
» timiento


estoy muy satisfecho de que esteis contento
» de mi modo de pensar; procuro desprenderme, cuan-
» to es posible , de preocupaciones ; y si con esto mi
» modo de pensar es diferelite del vulgo , lo debo tíni-
»• camente á las conferencias que con vos he tenido ,


(r) Carta de Voltaire del 25 Agosto de 1766.


N 2




106 Cp3SPIRACION ANTICRISTIANA..


» y á vuestros escritos (J), » Para dar algunas pruebas de
los progresos que hacia el ilustre iniciado en la escuela
de la filosofía , le pareció que debia dar noticia de sus
nuevos descubrimientos , los cuales él miraba como obje-
ciones muy serias contra la autenticidad de los libros
sagrados. « He hecho, decía á Voltaire , de algún tiem-
» po á esta parte algunas reflexiones sobre Moises y
» sobre algunos historiadores del nuevo Testamento , y
» me parece que son muy justas. No hay motivo para


pensar que Moises fué un bastardo de la hija de


Faraon , que esta princesa dió á criar? No es creible


que una hija del Rey hubiese tenido tanto cuidado
» de un niño Israelita , cuya nacion era tan aborrecida


de los Egipcios (2).»
Muy fácil le era á Voltaire disipar esta duda, hacien-


do observar á su discípulo , que calumniaba sin moti-
vo alguno á un sexo bienhechor , sensible é inclinado á
enternecerse , contemplando la suerte de un niño ex-
puesto á aquel peligro ; y que muchísimas otras muge-
res harian lo mismo que la bija de Faraon , y aun lo
harian por lo mismo y con mayor cuidado , si el odio
nacional aumentase la desgracia del expósito. Si Voltaire
hubiese tenido intencion de ilustrar á su discípulo y
darle reglas de una critica sana, le habria hecho observar
que en lugar de un hecho muy sencillo y natural, su
Alteza imaginaba otro que es verdaderamente increible.
Una princesa que quiere dar á su hijo una educacion
brillante , y que empieza con exponerle al peligro de
sumergirle, para tener el placer de irle á buscar y de
hallarle en el garage convenido á la orilla del Nilo; una
princesa egipcia que ama :á su hijo, que sabe el odio


(i) Carta del y Setiembre de 1266.
(a) Carta 66.


CAPiTIILO DíSeDIOTEP,CIO.
197


que tienen los de esta nacion á los Israelitas, y que le da
á criar á una Israelita, da á entender que cree que el
niño es de esta nacion que ella detesta, y así lo da á
entender á los mismos Egipcios para hacer odioso y de-
testable este p ifio: y lo que parece un misterio aun mas
incomprensible es, cine cuando este nulo llega á ser
hombre, es el mas terrible para los Egipcios , sin que haya
quien descubra su origen • toda la corte de Faraon seb
obstina en creer que es israelita, en un tiempo en que
habria bastado decir que Moises era egipcio , para qui-
tarle toda la confianza de los Israelitas y librar al Egipto.
He aqui muchas cosas que Voltaire habria podido res-
ponder á su Alteza el Land-grave, para manifestarle que
no es permitido á las reglas de la crítica oponer á un
hecho muy natural y sencillo suposiciones verdadera-
mente increibles. Pero estas mismas suposiciones ahuma-
tala] el odio que Voltaire tenia á Moises y á los libros
de los cristianos. Mas estimaba él ver los progresos que
sus discípulos hacino en la incredulidad, que explicarles
las reglas de una sana crítica.


Voltaire no satisfecho con dejar á su discípulo en sus
ilusiones, celebraba sus desvaríos. Esto se ve cuando su
Alteza iniciada pretendia que la serpiente de cobre colo-
cada sobre un monte izo se asemejaba poco al dios Escu”
lapio , cuando este tenia un palo en una mano y en la
otra una serpiente, con un perro á sus pies en el templo
de Epidauro ; que los querubines, estendiendo sus alas


leon a
cobre ,


sobre el arca , izo se Esenzejaban poco al ellínge, que tenia
cabeza de ninger, cuatro garras en su Cuerpo y cola de
n que los doce bueyes que estaban debajo el mar de


y sostenian aquella grande tina que tenia doce
codos de diámetro , cinco de elevacion , y llena de agua
servia para las abluciones de los israelitas, se pa•ecia
mucho al dios Avis , ó al buey puesto en un altar y


3




1 98 conpulácioN Awnerusms.NA.
mirando á todo el Egipto debajo sus pies (c). De estas
premisas inferia el iniciado de Hesse-Gassel, que Moises


'al parecer, habia dado á los judíos muchas ceremonias
que él habia tomado de los Egipcios (u). Si los conjuradas
hubiesen sido capaces de alguna sinceridad habrian
desengañado á este pobre príncipe, que en la realidad
deseaba instruirse. Mientras nos compadecemos de que el
príncipe iniciado tuviese la desgracia de tener tales maes-
tros, debemos Hacerle justicia, reconociendo la ingenui-
dad con que buscaba la verdad ; asi dijo á Voltaire


Por lo que toca al nuevo Testamento, hay en él historias
en las cuales desearia yo estar mejor instruido. La mor..


» tandad de los inocentes me parece incomprensible.
» Como el rey Herodes pudo hacer degollar aquellos
» niños, si no tenia derecho de vida y muerte, como lo


descubrimos por la historia de la pasion , en la que
» fue Poncio Pilatos gobernador de los Romanos quien
» condenó á Jesucristo a muerte (3) ? »


Si el príncipe iniciado hubiese ido á beber en los
manantiales de la historia, ó hubiese consultado cual-
quier otro historiador, menos el profesor que le señaló
d'Alembert, ó bien al.g.un 'maestro que no hubiese sido
vanoVano sofista, él que deseaba instruirse bien y era acree-
dor á este beneficio , habria visto que la dificultad que
proponia era de muy poco momento y fácil de desva-
necerse. Habria aprendido que Herodcs Ascalonita por
sobre nombre el grande y con mejor título el feroz, que
mandó la matanza de los inocentes y era rey de toda la
judea y Jerusalén, no era el mismo , sino distinto de
aquel Herodes de quien habla la historia de la pasion•
habria aprendido que este, llamado Herodes A /zapas , no


(i) allí mismo.
(2) Allí mismo.
(3) Allí mismo.


CAP ITOLO DLcimoTuacio.


199


rudo conseguir de los Romanos mas que la tercera parte
de los estados de aquel Ilerodes su padre; y que siendo
solamente tetrarca de Galilea , no pocha ejercer la misma
autoridad en las otras provincias ; y por lo mismo no
causa admiracion , que en Jerusalén no tuviese el derecho
de vida y muerte, aunque Pilatos le brindó á ejercerle,
enviándole á Jesucristo para que le juzgase, como ya
antes habia juzgado y mandado degollar á San Juan Balt-.
tista. En cuanto al feroz Herodes Ascalonita , habria
aprendido el príncipe iniciado, que este Neron anticipado
habia mandado matar los inocentes de Belén, como hizo
matar á Aristóbulo é Hircano , el uno hermano y el otro
a buelo octogenario de la reina ; como hizo matar á Ma-
riamne , su esposa, y á dos de sus hijos; á Sohemo su
confidente , y á muchos de sus amigos y grandes de la




corte, luego que empezó á disgustarse de ellos. Teniendo
noticia de tantos homicidios y de tanta tiranía, sabiendo
á mas de esto que el mismo Herodes dscnionita, estando
próximo á la muerte, y temiendo que el cija en que esta
sucediese lo fuese de regocijo público, mandó encerrar
en el circo ti todos los principales judíos, con órden de
que los matasen en el momento en que espirara. Te-
niendo noticia, repito, de todos estos hechos incontras-
tables, el ilustre iniciado habria aprendido el como y
porqué este .Herodes ejercia el derecho de vida y muerte;
y no le habria pasado por la cabeza que los Evangelistas
hubiesen sido capaces de inventar la matanza de los
inocentes; hecho , en aquella época en que le escri-
bieron, tan reciente, que clebia contar con muchos judíos
vivos que


que habian sido testigos. Y en fin habria reflexio-
nado,


que los impostores no se exponen á que se les
desmienta con tanta facilidad en público, y que todas
las dificultades sobre la mortandad de los inocentes no
son capaces de hacer bambolear la fe del Evangelio.


Di 4




200 CQNSPIIIACION ANTICI1TSTIAIVA.
Pero él se sustentaba de las mismas objeciones que su


maestro , y leia nuestros libros sagrados con la misma
intencion y espíritu; y Voltaire que }labia cometido mi-
llares de errores groseros sobre estos mismos libros , se
guardaba muy bien de enviar sus discípulos á las res-
puestas que le habian dado los apologistas religiosos (I),
Aunque insertamos estas ligeras discusiones en estas
Memorias , no insertaré en ellas la amargura de las
reconvenciones que en el dia se hacen á sí mismos
tantos principes , á quienes sedujo el gefe de los impíos;
no les dirémos para renovar su dolor : ¿ Que casta de


ceguedad es esta, que os ha privado del sentido que
se os dió para evitar los peligros? Vuestro deber era
leer nuestros libros religiosos , para aprender á ser
mejores, y hacer mas felices á vuestros vasallos ; ¿ pero


» que habeis hecho? Salir á la palestra con los sofistas,
maneomunaros con ellos, y disputar con Cristo y sus
profetas. Si os ocurrian dudas sobre la religion , ¿á qué
fin recurrir á unos hombres que' han jurado su perdi-


» cion ? Llegará tambien para vosotros el tiempo en
» que el Dios de los cristianos, cuyos derechos habeis
» disputado, permitirá se disputen los vuestros, y enviará
» vuestros pueblos para su resolucion y definitiva á los
» Jacobinos, cuyos precursores han sido vuestros maes-
» tros. Reíos ahí; ya los teneis en vuestros estados, en


vuestros palacios , dispuestos á celebrar con Voltaire
vuestros argumentos contra Cristo. Responded pues á
los puñales con que impugnan vuestros derechos, leyes
y propiedades » Dejemos estas reflexiones y liad..


témonos á decir con , la historia , cuan desgraciados han
sido estos príncipes , que deseando instruirse, acudieron


Véanse con toda particularidad; les Erreurs de roluzire ( los
errores de Voltaire ), les Lettres de quelques juifi portugais , (las
tartas de algunos judíos portugueses ).


CAPÍTULO níIcimorEncio. 201


á „ nos hombres que se valieron de ellos mismos para
derribar los altares , mientras esperaban el momento de


Duque de Brunswick , Luis Eugenio y Luis , Príncipes


volcar sus tronos !


de Wirtemberg.


El historiador se verá en la precision de colocar en
el catálogo de los iniciados protectores á muchos otros
príncipes , cuyos estados prueban en el dia los frutos
de la filosofía moderna. En el cómputo que d'Alembert
presentó á Voltaire de príncipes extrangeros que via-


j aron por Francia rindiendo sus homenages á los sofis-
tas conjurados , celebra al duque de Brunswick corno
que merecia ser festejado , debiéndosele este obsequio
principalmente por su oposicion al príncipe de Dos
Puentes, que no protegia sino á Frerón y otra canalla, que
es decir los escritores religiosos (r). El ejército de los
jacobinos demuestra en el dia, cual de estos dos prín-
cipes fue el que mas se engañó, en su proteccion. Aun
lo descubriremos mejor en estas Memorias , cuando lle-
guemos á descubrir la última y mas profunda conspi-
racion del jacobinismo.


A este duque de Brunswick , añadimos Luis Eugenio ,
duque de Wirtemberg, y Luis, príncipe de Wirtemberg.
Ambos celebraban igual mente las instrucciones de Voltaire.
El primero escribió al segundo : Desde que me hallo en
T'emey me contemplo mas filósofa. que Sócrates (2) . El


i
segundo añadia á los elogios del filósofo , la demanda
del libro mas licencioso é impío que Voltaire haya es-
e quene.es el poema de Juana de Are , ó Doncelladreto ,ri


(1) Carta del 2 l Junio de 1766.
(a ) Carta del t Febrero de 1 766.




!30 CONSP1RACI0N


Carlos Teodoro, Elector Palatino.


Ya pedia al gefe de los impíos la misma obra m aes-
tra de obscenidades , ya las mismas instrucciones filosó-
seas, y ya le rogaba encarecidamente que pasase á Man,
beim para tenerle en mejor situacion para oir sus nue.
vas lecciones (a).


Princesa de Anhalt Zerbst.


Las iniciadas debian cerrar los ojos á causa del pudor,
y cubrir sus rostros con el rubor de la vergüenza , solo
al oir nombrar la Poncela de O•leans : pero la princesa
de Anhalt Zerbst no solo no desechó , -sino que agra
deció á su autor la desvergüenza de hacerle un regalo
digno del Aretino (2). No es justo que el historiador
ignore las diligencias que las grandes iniciadas Fun•
caban para lograr un ejemplar de un escrito tan obsce-
no ; pues verá el atractivo que la corrupcion de cos-
tumbres comunicaba á las instrucciones de los conju-
rados. Sabiendo esto , ya no se admirará al ver el gran
número que los sofistas seducian ; pues ello es cierto,
que las instrucciones que empiezan por la corrupcion
y perversion del corazon , tienen mucho ascendiente
sobre el espíritu. Esta reflexion la presento muy á pe-
sar mio ; pero tiene sobrada conexion con la historia
del filosofismo , con la conspiracion anticristiana y con
las causas de sus progresos para omitirla. Sé respetar los
personages de una gerarquía elevada ; pero no sé sacr i


-ficarles la verdad. Si les parece mal recordar lo que los
cubre do igeominia , den la culpa á sus manejos y Cor


-respondencia con los conjurados , que se halla en los


(t) Carta del a Mayo de 1751 y la carta 38 del año 176a.
(2) Cartas 9 y 39 de la princesa de Anhalt á Voltair,


CAPITULO n• cimorrnCTO
203


res° .mp que lee toda la Europa. El mal esta ria en ocul-•s
1 ,, lo clac tanto interesa á sus pueblos, á sus tronos


y
á


los aliares


, Margrave de Bareith.


Su Alteza Guillermina , Margrave de Bareith, en la mis-
ma clase de iniciadas protectoras , ofrece al historiador
un nuevo motivo para desenvolver los progresos de los
sofistas anticristianos; pues fué una señora que aumentó
la vanidad de la escuela de los conjurados, y les dispensó


para distinguirse del vulgo con esta
tsou tplerisoli i.i ld' ar°dtedeeci.(Zes. Ello es cierto que no á todos
se ha concedido la facultad de discurrir con igual acier-
to sobre los objetos religiosos ó filosóficos. Sin faltar
al respeto que debemos á la preciosa mitad del género
humano , creo que podemos decir que por lo comun
las mugeres no son tan á propósito para ejercitar su es-
píritu sobre los mismos objetos , que el filósofo , el me-
tafísico y el teólogo. La naturaleza recompensa en ellas
la falta de profundidad en los conocimientos y medita-
ciones, con el arte de adornar la virtud, y con la dulzura
y vivacidad del sentimiento , que algunas veces es una
gula mas segura que los raciocinios. Ellas lo que deben
hacer lo hacen mejor que los hombres. Los. bogares y
sus hijos son su verdadero imperio, y las instrucciones
que clan acompañadas con el ejemplo valen mas M1A-
chas veces que nuestros silogismos. Pero una inue.er
ibiesni5ofian con la filosofía del hombre, es un prodigio , es un


Rolan 1".1°
muy raro. La hija de Necker , la mcruer de


:


como las señoras (le Deffant , las Lespinasse ,


derecho


sre


todas
frinpara muchas otras iniciadas de Paris , á pesar


d s sus pretensiones al bello espíritu , no tienen
paia que se les exceptúe de la regla general. Si


el lector se resiente al ver puesta al mismo nivel á Gui-




204 CONSPITUCION ANTICRISTIANA.


llermina , Margrave de Bareith , que dé la culpa al que
la inspiró las mismas pretensiones. Fórmese juicio sobre
sus maestros , por el tono con que les habla


y laque
captaban sus aprobaciones. q


He aqui un rasgo del estilo de esta ilustre iniciada ,
que remeda los principios y chanzas de Voltaire, para
merecer su voto y aprobacion , á costa de S. Pablo. Dice
así : » Sor Guillermina d Fray Voltaire , salud. He re-
» cibiclo vuestra carta consolatoria; os juro (lo que es
» en mí gran juramento ) que me ha edificado infinitas
» veces mas , que la de S. Pablo á la dama Electa. Esta


carta me causaba un cierto sopor , que equivalia al
, opio, y me impedía descubrir sus bellezas. La vuestra


ha causado un efecto contrario ; me ha sacado del le-
targo y ha vuelto á poner en movimiento mis espín¿-


, tus vitales (r).» No sabemos que haya carta alguna de
S. Pablo á la dama Electa. Sor Guillermina , traducien-
do á lo burlesco , como Voltaire , lo que no ha leido ,
quiere hablar de la carta de S. Juan á Electa. Pero esta
no contiene otra espresion de obsequio que la de un
Apostol que elogia la piedad de una madre que ins-
truye á sus hijos en las sendas de la salud , exhortándola
á la caridad , y advirtiéndola que evite los discursos y
escuela de los seductores. Es muy sensible que estas bis-
micciones de S. Juan hagan en Sor Guillermina los
efectos del opio. Tal vez Voltaire habria hallado una
buena dosis de este narcótico en la carta siguiente,
si hubiese venido de otra parte que de la fingida mon-
ja iniciada. Sin embargo la copiaremos, corno que hace
época en los anales filosóficos. En ella se verá á una
hembra iniciada que da lecciones de filosofía al mi s


-mo Voltaire , que se adelanta á Helvecio , y que á fuerza


CAPITULO DUIMOTErt010.
205


de ingen io , sin advertirlo , copia á Epicuro. Sor Gni-
antes de darle estas lecciones , le asegura la


'del Margrave, y le pide el espíritu de Bayle (s),amista(
pu en cierta oeasion pensó haber hallado todo


que ella este motivo escribió á fray Vatair e :
entero


Dios , decís vos en el poema de la ley natural, ha
.


(lado á todos los hombres la justicia y la conciencia,
manifestarles que les habia dado cuanto les era


• para


necesario. Habiendo dado Dios al hombre la justicia
,


v la conciencia, se sigue que estas dos virtudes son


innatas al hombre y por lo mismo un atributo de su
Se sigue pues necesariamente que el hombre haser


de obraren consecuencia , y que no es capaz de ser


justo , ni injusto , ni sentir remordimientos, no pu-
) diendo resistir á un instinto unido á su esencia. Pero


la experiencia demuestra lo contrario. Si la justicia
fuese un atributo de nuestro ser , no habria trampas




legales en los pleitos , y vuestros consejeros del-parla-
. mento no se entretendrian en inquietar la Francia por


un pedazo de pan concedido ó negado. Los Jesuitas
» y Jansenitas confesarian su ignorancia, tratando de
» doctrina.... Las virtudes solo son accidentales La
» aversion á las penas y el amor del placer han incli-
• nado el hombre á ser justo ; la inquietud no puede
» producir sino penas; el sosiego es la madre del placer.
• He-estudiado con mucho cuidado el corazon humano;
• formojuicio sobre lo sucedido por lo que veo (2). »


Hay una comedia que tiene por título : La teología
cola rueca; esta carta de su Alteza, Margrave de Bareith ,
transformada en Sor Guillermina, podrá ser que algun
día suministre la misma idea para la filosofía. Dejando
á los 'N'olieres del día el cuidado de divertirse á costa


(1) Carta del 19 Julio de 1759.(a ) Carta del a Noviembre de 1759.(1) Carta del 25 Diciembre de 1755.




de los Sócrates hembras, el historiador s '
errores de Guillermina de Bareith una instruccion


Descubrirá una nueva causa en los humillantes límites
del espíritu humano y en la vanidad de esta


para la humildad y modestia en la debilidad de su en.
den tanto como los motivos que r


tendimicnto. Sor Guillermina teme perder la libe rta d,


seria sobre los progresos de la filosofía ant's


siones , que, en ciertas iniciadas , ,parece que se extien


OWNSPIRACION ANTICRISTIANA. :ral


en e


car1:


teri..


1s


1.)re


_lenen


.


2,o6


ah


si es verdad que Dios ha puesto en el hombre la Con-
ciencia y el sentimiento necesario para distinguir en-
tre lo justo é injusto. No sabe esta iniciada que el hom-
bre , con los ojos que Dios le ha dado para ver y dis -
tinguir sus rumbos , no deja de ser libre para esco-
ger el que mas le acomode. Dice que ha hecho un
estudio particular del corazon humano ; y no ha leido
en este corazon , que el hombre vé muchas veces lo
mejor , y hace lo peor. Imagina hallarse en la escuela
de Sócrates ; y , á semejanza de Epicuro , no descubre
mas que la aversion á las penas y el amor del placer
por principio de la justicia y de las virtudes. Nos dice sin
que lo sepa y sin que lo advierta , que si aun hay tram-
pas legales , que si nuestros procuradores no aborrecen
como deben , la indigencia , y que si nuestras Vestales
no todas son castas , es porque tienen poco amor al pla-
cer ; y es preciso que á su presencia los parlamentos ,
los Jesuitas , los Jansenistas , y aun toda la Sorbona con
toda la teología confiesen su ignorancia, tratando de doc-
trina. Seria excesiva esta satisfaccion , si sor Guillemina
no fuese monja del instituto del Patriarca fray Feltai7e.


Federico Guillermo ; príncipe Real de Prusia.


Con la poca confianza en sus luces y con el conoci'
miento de no atenerse á las que podria suministrarle



.dpreeec


iVoltaire


(iiarei,, y
sc


CAPÍTULO Décimortncto.
207


su


Especie.


se nos representa como un iniciado de otra
es n .


natural ,
Infatigable en los campos de la victoria , no se


atrevía á responder por sí mismo ; sabia lo que quería
aunque °no sabia lo que debia creer , y temió


entre los raciocinios. Su alma , toda su alma le
clamaba que debia ser inmortal ; pero tercia


que esta voz le engatuse, y se vid precisado á acudir
para que le evitase el trabajo de decidirse


por sí mismo. Para coronarse con los laureles de Marte,
de nadie necesitaba , confiaba de sí mismo , y fué un
héroe en actividad : pero para resolverse sobre la suerte
que le esperaba en el otro mundo , usó de toda la mo-
destia y humildad de un discípulo, y aun se abandonó
á la dejadez de un escéptico. Necesitó de un maestro ,
que con su autoridad le excusase la molestia , que cau-
san las investigaciones; y este maestro fué Voltaire.« Ya
» que me he tomado la libertad ( escribia este iniciado)
» de entrar en conversacion con vos , permitidme que
a os pregunte , para mi instruccion , si adelantando en
» edad no os parece si tendréis algo que mudar en
» vuestras ideas sobre la naturaleza del alma




No me
a acomoda enredarme en raciocinios metafísicos ; pero
» desearia no morir del todo , y que un génio como d
» vuestro no fuese aniquilado. ( 1 ) » Voltaire que tenia
la habilidad de saber representar cualquier papel , res-
pondió : «La familia del rey de Prusia tiene razon para
» no querer , que su alma sea aniquilada. Es verdad
» que no se sabe muy bien lo que es el alma, y nadie
» jamas la ha visto. Lo que sabemos , es que el Señor
» eterno de la naturaleza nos ha dado la facultad de
» sentir y conocer la virtud. No está demostrado que
» esta facultad viva despues de nuestra muerte ; pero


(i) Carta del 12 de Noviembre de 1770.




1108


CONSPIRACION




tampoco lo contrario está mas demostrado, y solo los
» charlatanes blasonan de que están seguros. Nada sa-
» bemos de los primeros principios Es cierto que la
» duda es muy desagradable.; pero la seguridad es un es-
» tado ridículo (1).


No sé que impresion hizo esta carta en el serenísimo
y respetuoso díscipulo ; pero á lo menos se descubre
que el gefe de los conjurados sabia variar el mando
que ejercia sobre los príncipes iniciados , del mismo
modo que sobre los vecinos de Harlem. Cuando el
Rey Federico le escribió resueltamente que el hombre
muere, y que todo se acabó , se guardó muy bien Vol-
taire de decirle que la seguridad es un estado ridículo;
y que solo los charlatanes blasonan de estar seguros
pues Federico, Rey de Prusia , fué siempre el primero de
los reyes filósofos (2). Y cuando , pocos dias despues ,
el príncipe real le preguntó si podia estar seguro so-
bre la inmortalidad de su alma , acudió , á pesar de to-
das las inquietudes del escepticismo , á las dudas del mis-.
mo escepticismo , que proponia corno el solo estado ra-
cional de los verdaderos filósofos. Esto le bastó para
saber que su díscipulo no profesaba la religion cristiana;
á este estado le quería reducir , para asegurarse de su
conquista.


Voltaire, con la admiracion que causaba y los elogios
que prodigaba , disponia del rey materialista , aunque
este fuese tenaz en su opinion , y aquel no supiese á
que atenerse. Fue objeto de admiracion para Eugenio
de Wirtemberg , que en todo pensaba como su
maestro. Permitió á Guillermina de Barcah que dispu-
tase , porque la consideró mas atrevida que él. Con
Federico Guillermo hizo el grave , el resuelto , y le


cArírrso n*cinorEncio. 209
amenazó con tenerle por ridículo y chariatan, si creyese
que el alma es inmortal. A aquel le propuso ciertos
principios; y á este le dijo ; nada sabernos de los pri-
meros principios. Á. pesar de todo esto , Voltaire fue el
ídolo de estos príncipes, que se declaraban protectores
de su persona, escuela y conjuracion. Tal era la satis-
faccion de este impío con todas sus contradicciones y
desatinos, que escribió á su querido conde de d'Argenta':
En el dia no hay siquiera un príncipe aleman que no sea
filasgfi) (1). Ya se ve que hablaba de la filosofía de la
incredulidad. ,


Y aunque aquella proposicion no fuese
tan generalmente verdadera que no tuviese sus excep -
dones, á lo menos manifestó la satisfaccion que tenían
los corifeos de la impiedad , creyendo que podían cele-
brar sus progresos, contando con tantos príncipes y
soberanos, á quienes alg, un dia la conjuracion precipi-
taria de sus tronos.




(i) Carta del 26 Setiembre de 7766.


(r) Carta del 28 Noviembre de x77o.
(2) Cartas del 3o Octubre y as Noviembre de 1770.


amenazó Temo I,




210
consrinicurs ANTICRISTIAINI.


CAPITUL O XI'.


TERCEnA CLA.S • Dr, INICIADOS rnorncTonEs.


Ministros Grandes señores y Magistrados.


/N Francia fue en donde el filosofismo tomó todas las
formas de una verdadera eonspiracion. Tambien fue en
Francia en donde la clase de los ciudadanos ricos ó
poderosos , aumentando el buen suceso de la misma
conspiracion , pronosticó de un modo mas particular sus
triunfos y estragos. No pudieron gloriarse los conjurados
de ver á la impiedad sentada sobre el trono de los Bor-
borles, como lo estaba/ sobre muchos tronos del Norte;
pero ( no lo puede disimular la historia ) Luis XV , sin
ser impío y sin que se le pueda contar en el numero de
los iniciados , fue una de las grandes causas de los pro-
gresos de la conjuracion anticristiana. No tuvo la des-
gracia de perder la fe, y se debe decir que amó la
religion ; pero en los últimos treinta y cinco años de su
sida,


esta misma fe estaba tan muerta en su corazon y
era tan poco activa ; la disolucion de sus costumbres,
la


publicidad de sus escándalos, el triunfo de sus corte-
sanas correspondia tan poco al título de rey cristianísimo,
que casi habria sido lo mismo si hubiese profesado el
mahometismo . Los soberanos no saben lo bastante el
daño que les causa la apostasía en las costumbres. So
quieren perder la religion , que saben que es un freno
para sus vasallos. i Desgraciados los que no la ven bajo otro
punto de vista Aun pueden hacer algun bien, conservando


CAPÍTULO I> 1. CIMOCUÁRTO.
211


jos dogmas en el corazon; pero es el ejemplo el que ha
de mantener aquella. Despues del de los sacerdotes, es
principalmente el ejemplo de los reyes el que contiene á
íos pueblos. Cuando la religion no es para los reyes y go-
biernos mas qué un negocio de estado, presto lo conoce
así y la desprecia hasta el mas vil populacho ; pues mira la
reli ,sion como una arma , de que usa la potestad contra
los sábditos; y si la mira como una arma, tarde ó temprano
la rompe, y entonces el rey y el estado no son nada. Si el
que gobierna pretende vanamente creer en la rcligion
sin tener sus costumbres, el pueblo tambien creerá que
es religioso, aunque no tenga costumbres. ¿Y cuantas ve-
ces se ha dicho que nada son, y que de nada sirven las leyes
sin las costumbres? Por precision ha de llegar un tiempo,
en que el pueblo mas consiguiente que el gobierno aban-
donará las costumbres y el dogma, y cuando esto suceda
¿en que parará el gobierno?


Los oradores cristianos repitieron con mucha fre-
cuencia estas lecciones á Luis XV ; pero inMihnente.
Luis XV, sin costumbres, colocó á su lado ministros sin
fe, que le habrian engañado mucho menos , si su amor á.
la religion hubiera sostenido sido por la práctica. Aun des-
pues de la muerte del cardenal Fleury,


, tuvo sin que se
pueda dudar , algunos ministros buenos, corno el mariscal
de Belle-Isle ó M. de Benin, que no deben confundirse
con los de la clase de iniciados pero tuvo despees á
M. Amelot, ministro de negocios extrangeros, al conde
de ArgensonArgenson en el mismo ministerio, los duques de Chi-
sey de Praslin y á Malesherbes. Tuvo la marquesa


Pompadour mientras vivió, y todos aquellos tenian
relaciones íntimas con Voltaire y su conjuracion. Ya le
hemos visto dirigirse á M. Amelot, para que admitiese
sus proyectos, á fin de arruinar el clero. Este ministro
tuvo bastante confianza de Voltaire para darle una comi-


, 02




2 1 2 COMPIIIA C105 AYTICAISTIAICI.


sion importante acerca del rey de Prusia. Voltaire tenia
bastante conocimiento de su comitente, para manifestarle
que sabria valerse de la misma comision contra la iglesia.
No contaba menos con aquel duque de Praslin , á quien
dirigia sus memorias, que tenian por objeto privar al clero
de la mayor parte de su subsistencia con la abolicion de
los diezmos (i). Esta confianza del gefe de los conjurados
manifiesta lo bastante la conformidad de sus sentimientos
con los de aquellos hombres á quienes los manifestaba, y
á quienes los dirigia para la ejecucion de sus proyectos.


El marques d'Argenson , á quien hemos visto trazar
el plan que se debia seguir. para extinguir todos los
institutos religiosos, fue un ministro, que:, á causa de la
continuacion en su correspondencia con Voltaire, estaba
el mas acorde con todo su filosofismo. Él con la famosa
cortesana la marquesa de Pompadour, fueron los primeros
protectores de la conjuracion anticristiana, y aquel con
toda particularidad fue uno de los discípulos mas impíos
de Voltaire. He aqui el motivo porque este siempre le
escribió como á un iniciado, de quien mas confiaba, y
aun parece por su correspondencia, que M. d'Argenson
era mas resuelto y decidido en sus opiniones antircli-
giosas que el mismo Voltaire; que su filosofía se aseme-


j aba mas á la del rey de Prusia, quien estaba íntimamente
convencido de que no era doble ó compuesto,y que nada
tenia que temer ó esperar su alma, cuando se entregase
al sueiío eterno (2). .


El duque de Choiseul, aun mas zeloso y activo á favor
del reino de la impiedad que el mismo d'Argenson, co-
noció y cooperó con mas eficacia á los secretos de 'Vol-


(a) Carta al Conde d'Argental del aZio 1764.
(a) Véanse en la correspondencia geneyal las cartas de Mx. d'Ar-


genson ,


espirrt.o n/cistoctinlo. 2 i 3
taire. Ya hemos visto como este celebraba las victorias
que alcanzaba sobre la Sorbona , bajo los auspicios de
tau poderoso protector. Hemos visto el motivo porque
es te mismo Duque apresuró todos los proyectos de


b


d'Ar-
o.enson para destruir todos los institutos religiosos , co-
menzando por la expulsion de los Jesuitas. No quiero
pararme mas en este ministro. Es sobradamente conocidi,
por uno de los impíos mas resueltos que haya habido
jamas.


Malesherbes antes de la revolucion.


Esta sucesion de ministros impíos iba preparando la
ruina de los altares, y cada uno hacia algo en favor de
la impiedad, para que a la época de los Jacobinos halla-
sen estos menos estorbos, y tuviesen menos que hacer
en la revolucion. Esta á ninguno debió tanto como á
Malesberbes. Este fue el protector mas inmediato de la
conjuracion contra Jesucristo. Todos los impíos le pa-
garon el tributo de sus elogios; él fue el testigo de-todos
los horrores de la revolucion , y al fin él fue víctima de
la misma. Sé muy bien que el nombre de este sugeto
recuerda algunas virtudes morales; sé que se le puede
agradecer mucho lo que hizo para suavizar el rigor de
las prisiones , y para corregir el abuso de las órdenes
reservadas ; pero tambien sé que la Francia á ninguno
puede culpar tanto por la pérdida y ruina de sus templos
como a Malesherbes, y nunca hubo ministro que abu.
sase 111 aS de su poder para establecer en aquel imperio
el reino de la impiedad. D'Alembert, que le conocia muy
bien, asegura constantemente que nunca puso en ejecu-
cion las órdenes superiores favorables á fa religion , sino
muy á pesar suyo, y que hizo por el filosofismo todo lo
que le permitieron las circunstancias. ¡ Y como, porde


sgracia de la nacion , supo aprovecharse de las cir--
0 5




21 ♦ CONSPIRACION AZITICRISTIAIU.


cunstancias (1) ! Por su ministerio debia hacer observar lasleyes.
de imprenta , y se portó tan mal, que las derogó


todas, dando por motivo que todo libro, fuese impío,
fuese religioso, fuese sedicioso, no era otra cosa que u„
negocio de comercio.


Liberiad de imprenta, nociva especialmente en Francia.


Es de desear que los políticos discurran sobre esta
materia , no perdiendo de vista la experiencia que ha
demostrado los malos resultados de la libertad de im-
prenta. Es constante por los hechos, que el abuso de la
prensa ha inundado la Europa con un diluvio de libros,
al principio impíos, y despues impíos y sediciosos. Á
esta inundacion debe principalmente la Francia todas
las desgracias de su revolucion. Es verdad que en Francia
concurrieron otras causas; pero tambien es cierro que el
abuso de la prensa fue la proclama mas enérgica para
reunir los ánimos y los brazos contra los altares y tronos
(*). Sin que yo pretenda elevar ,los escritores franceses
sobre los de las otras naciones, se puede observar y lo
dicen los mismos extrangeros , que los franceses tienen
un cierto carácter de claridad , un cierto órden en las


(1) Véanse en la correspondencia de d'Alembert las cartas 21. 24.
121. 128. cte.


( 5 ) En los dos primeros dios de nuestra gloriosa revolucion , no
se manifestaron entre nosotros estos hombres instruidos , que desde
la libertad de imprenta se han hecho famosos por sus ideas liberales
y por sus escritos. se buscaron firmas por los cafés y tertulias ; y se
expuso, que la nacion aspiraba á una libertad que no conocía—. Nu-
estros liberales datan desde el so de Noviembre de ato, la époc a de
la libertad de España. Desde esta época no se ha cesado de ade-
lantar la obra en perjuicio de nuestra santa religion.... Los papeles
públicos llevaron el terror y la desolacion por todas las provincias
de Francia. Y este ejemplo tau criminal se. sigue en España.


P. relez. Preservativo contra la .


cáPiTuLo Déculocraure. 215
materias , y proceden con tal método , que ponen sus


libros mas á los alcances del coman de los lectores, los
hacen en cierta manera mas populares , y por lo mismo
son mas nocivos cuando son malos. La ligereza francesa
es un defecto ; pero este mismo defecto hacia que los


buscasen un libro con mas abinco, que, todosfranceses
con la profundidad de sus meditaciones.los ingleses


la verdad , ni el error ocultos gustan á los franceses ;
quieren ver:o todo claro , y aman las sátiras , las zumbas y
las agudezas. Hasta las mismas blasfemias revestidas con
gracias del idioma , como las prostitutas con sus


atractivos
las


, no desagradan á una nacion que tiene la
desgracia de burlarse de los objetos mas serios, y que
fácilmente todo lo perdona al que la divierte. A esto
deben su éxito las producciones impías que en tanto
número salieron de la pluma de Voltaire.


Sea cual fuere la causa , lo cierto es que los Ingleses
tienen libros contra la religion cristiana ; tienen sus
Collins , sus Hobbes , sus Woolstons y otros muchos,
que contienen en sustancia todo lo que los sofistas
franceses no han hecho mas que repetir tí su modo, es
decir , con el arte de hacerlo inteligible á los espíritus
mas vulgares. Pero los Collins y los Hobbes son tan poco
leidos en Inglaterra , que casi estan olvidados. Bohm-
brocke y los otros escritores de la misma raléa, aunque
tienen mas mérito literario en Londres , no son muy
conocidos del pueblo , que sabe ocuparse en otros ob-
jetos mas interesantes. Los impíos franceses , en parti-
cular Voltaire , son leidos en Francia por todos los es-
tados, desde el marques y la condesa ociosa , hasta los
amanuenses de los procuradores, los mozos de escritorio
de los comerciantes y aprendices de oficios , quie-
nes muy bien podrian ocuparse en otra cosa ; pero (litio-
ren manifestar que tienen conocimiento del libro de


o




216 OONSPIRAC1051 ANTICRISTIAnA.


moda , y quieren tener el placer de decir su P
atreenceiaea rs,


sobre 151. En Francia , por lo general , pueblo) es
o


leedor. El mas simple ciudadano tiene su bib lioteca
y por lo mismo , contando solo con Paris , todos los
libreros estaban seguros de despachar tantos ejemplares
del escrito mas miserable, cuantos se despachan en Lon-
dres de una utilidad comun , para toda la Inglaterra.
Los franceses se apasionan á sus escritores como á sus
modas ; los ingleses que se dignan leerlos , forman de
ellos su juicio , y se manifiestan insensibles. dEs eso
tener mas juicio i) c Será indiferencia P O será junta-'
mente lo uno y lo otro P A pesar de la beneficencia
inglesa , no me atrevo á decidir ; no puedo ser adulador
ni crítico , y me basta que el hecho sea verdadero.


Esto debia bastar á Malesherbes , para advertir que
en Francia, mas que en cualquiera otra parte del mundo,
un libro impío ó sedicioso no pocha mirarse como un
simple objeto de comercio. Cuanto el pueblo francés es
mas leedor , ligero y razonador, tanto debia el minis-
tro inspector de la imprenta observar y hacer observar
las leyes intimadas contra su abuso. Pero él hizo todo
lo contrario , y le protegió con todo su poder. La con-
denacion de su conducta se halla en los mismos elogios
que le prodigaban los conjurados, quienes, sabiendo apre-
ciar este servicio que les hacia , descubrian en él un
hombre que habla roto las cadenas de la lite,atura (a) .
En vano se dirá que el ministro concedia la misma li-
bertad á los escritores religiosos ; porque, á mas de que
esto no fué siempre verdad , pues Malesherbes solo de-
jaba imprimir las apologías de la religion que no podia
impedir (2) , un ministro no queda cubierto , permi-
tiendo se venda ,publicasneute el veneno , con el pre-


(a) Corres;ondencia de Voltaire y d'Aletubert. Carta 14 8.
(a) Allí misasp , Cartas 22 y 24.


CAPITULO nkelmoctuturo. 2,37
que no impide se venda tambien el antídoto.


testo 'e


A
o finas


están
por excelente que sea un libro religioso,


no
, y se neeesnita.


dvenunect1:0
b


-


el


á
que ,


favor las


lento superio r para hacer amable su lectlupersuadir al pueblo á que acuda á los es-
pec táculos; pero se necesitan Crisóstomos para retraerle.
Con igualdad de talentos , el que aboga en favor del li-
bertinage ó de la impiedad , seduce muchos mas • que
el orador elocuente y religioso convierte. Los apologis-
tas religiosos piden una lectura séria y reflexionada ,- y una
voluntad que desee conocer el bien. Este estudio es can-
sfiand no es necesario fatigarse para corromperse. En


,royas fácil es irritar y sublevar los pueblos , que so-
segarlos y pacificarlos.


Malesherbes al ver que la revolucion se consumaba
con la muerte de Luis XVI , manifestó una sensibilidad
tardía. Su zelo en este momento precisó á algunos que
no ignoraban su anterior conducta, á decirle : Oficioso
» defensor , ya no es tiempo de abogar pos' este rey
» á quien vos mismo habeis hecho traicion. Cesad de
» declamar contra esta legion cíe rigicidas que piden su
• cabeza. No es Roberspierre su primer verdugo ; sois
» vos quien preparasteis de lejos su cadalso , cuando
» permitiais se vendiesen públicamente , hasta en la en-
» tarda de su. palacio , todos los escritos que convi-
» daban al pueblo para destruir el altar y el trono. Este
• delaciado príncipe os habia honrado con su confi-
» atiza, Os había comunicado parte de su poder para
» reprimir los escritos impíos y sediciosos , y vos que
» lucisteis P En lugar de cumplir con estos deberes ,
» permitisteis que su pueblo se saborease con la blasfemia


y odio de los reyes en las producciones de nevlecio ,
de liaynal de Didprot • • qué no era tambien esto Mas


• que un negocio da consorcio? Hoy, cuando este mismo




21 S COYSPIRIC10:1 AYTICRISTIANA.


pueblo embriagado con el veneno que vos mismo
» habeis hecho circular , pide frenético la cabeza de
» Luis XVI, ya no es tiempo de honraros con su defensa
» y de resistir á los jacobinos.. Hombres reflexivos pre-
»ieron mucho antes estas reconvenciones que algun
dia la historia baria á Malesherbes. Nunca pasaron por
debajo la galeria del Louvre , sin que anticipadamente
se la hiciesen , diciendo con amargura de su corazon


Desgraciado Luis X V ! Mira como te venden en la
puerta• de tu palacio !


Habiendo sido separado Malesherbes del ministerio ,
sus sucesores, atendiendo á las reclamaciones de perso-
nas religiosas , quisieron , ó á lo menos aparentaron
que querian renovar las leyes en órdcn á la libertad de
imprenta : pero los sofistas acudieron luego , y bajo el
título de apólogos continuaron en derramar el veneno.
D'Alembert satisfecho del buen éxito que lograba por
este medio , escribió á Voltaire Lo mejor es , en que
» estos apólogos que son mucho mejores que los de
» Esopo, se venden aqui ( en Paris) con bastante liber-
» tad. Creo que la imprenta nada habrá perdido con el
» retiro de Mr. de Malesherbes (1). » En efecto perdió
tan poco la imprenta, como que solo los defensores del
altar y del trono fueron los que no tuvieron libertad
para publicar sus escritos. Me consta que libros muy
buenos , como por ejemplo , el Catecismo filosóico de
Féler, , no pudo lograr libre introduccion en Francia ,
y solo porque contenia una excelente refutacion de los
sistemas impíos. Sé que ha sucedido lo mismo á otros
escritores religiosos, y sobre el particular puedo citarme
á mí mismo , para quien se demostraron mas severos
que la misma ley , mientras que públicamente la viola-


(I) Carta 121.


CAPiT171,0 DÉCIMOCUARTO.
219


han en favor de los libros impíos. El censor de mis
cartas Helvianas tuvo que valerse de todo su tesón para
conservar sus derechos y los mios , á fin de que se pu-
blicase esta obra que los solistas pretendian suprimir
antes que se hubiese impreso la mitad del primer tomo.
Lo mas digno de reparo, es .


que el mismo censor , Mr.
Lourdet, profesor en el colegio real , reclamó en vano
todas las leyes para impedir la -publicacion de las obras
de Raynal. Este escritor sedicioso tuvo la desvergiienza
de someter á la censura su Historia llamada filosófica;
en lugar de aprobacion , tuvo que sufrir la repulsa de
la inas justa indignacion. Y qué sucedió ? Que á des-
pecho del censor y de las leyes , se dejó ver al dia si-
guiente la obra de Raynal , y se vendió públicamente.


Ministros de Luis XVI.
Entretanto los conjurados calculaban con mucha exac-


titud sus progresos bajo la proteccion del ministerio.
En el momento en que Luis XVI subió al trono, eran
ya tales los progresos , que Voltaire, escribiendo á Fede-
rico , le manifestó con estas palabras sus, esperanzas
» No sé si nuestros rey jóven seguirá vuestras huellas.
» Pero sé que luz nombradoAmó/os para ministros , á
» excepcion de uno , que tiene la desgracia de ser de-
» voto. Sobresale entre ellos Mr. Turgot , quien es digno
» de 'hablar_ con vuestra magestad. Los sacerdotes se
» desesperan ; y lié aquí el principio de una grande re-
» volueion (1). Esta


• última exprcsion de Voltaire era
verdadera en todo el rigor de su significado. Tengo
presente haber visto en aquel tiempo á sacerdotes ve-
nerables que lloraban la muerte de Luis XV, mientras
que toda lo Francia y nosotros mismos nos lisonjeá-
._


(u) Cuita del 3 Agosto de 1775.




220 CONSPIRACIMI


hamos con la esperanza de ver ibas mas serenos. Aque_
llos sacerdotes nos decian : El rey que acabarnos de per_
der , no se puede negar que tenia muchos defectos
de que purgarse ; pero el que ocupa su lugar es ntu,
jóven y está expuesto á muchos peligros. Tenian razon'i
y previendo esta revolucion que Voltaire pronosticaba
á Federico, lloraban amargamente. Pero el historiador'
DO debe dar la culpa á este príncipe jóven de una eles_
cion que tan satisfactoria fue para Voltaire. Luis XVI,
atendiendo á la cortedad de sus propios conocimientos,
para acertar hizo cuanto debia hacer en favor de la reli-
gion y de sus vasallos. La demostracion de esta su con-
ducta se descubre en la condescendencia á las últimas
instrucciones que le dió su padre , que fue aquel Luis
Delfin de Francia, cuyas virtudes habian sido el objeto
de la admiracion de todo el reino , y cuya muerte cubrió
de luto todos los corazones de los buenos. La prueba
de esto está en aquel conato con que Luis XVI se
apresuró á llamar para el ministerio á aquel hombre de
quien Voltaire nos dice que tenia la desgracia de ser
devoto. Este era el señor mariscal de Muy. El historiador,
despues de haber descubierto al rededor del trono á
tantos otros pérfidos agentes de la autoridad , debe
explayarse en los elogios de la piedad , intrépidez ,
fidelidad y <lemas virtudes de un ciudadano como fue
el Mariscal, tan digno de la memoria de los buenos. El
seiior de Muy fue el compañero y el amigo de corazon
del Delfin , padre de Luis XVI, y esta amistad le mereció
los desprecios y ultrages de Voltaire. El mariscal de
Sajonia pretendia para uno de sus favoritos el empleo
de menino del príncipe jóven : supo que para ocuparle
estaba nombrado el seiior de Muy , y respondi ó : 15'.9
» quiero causarle al seno,. Delfín el per juicio de ,nrwarle
» 'de la compah ía de un hombre tan virtuoso eollo


CAPITULO DÉCI MOCUARTO.


221
caballero de Muy, quien puede ser muy rítil á la Fran-


» Aprecie la posteridad este voto, y avergüénzense
los „ruines del sofista.


El señor de Muy fue el hombre que mas se asemejó
al Delfin su amigo. Se descubría en ambos la misma


hridad de costumbres, la misma humanidad ,regn la
wisrua beneficencia, la misma aplicacion al bien público


el mismo zelo de la religion. Él se hacia ojos por su
quien no pudiendo ver por sí mismo el estado


de las cosas, le enviaba á visitar las provincias, examinar
quejas y desgracias del pueblo para darle cuenta ylas


preparar juntos los medios para poner remedio; pero ¡y
que lástima ! una muerte prematura privó á la Francia
de un príncipe tan amable. Cuando la guerra precisaba
al señor de Muy á dar otras pruebas de su fidelidad en
Crevelt y Warbourg, el Delfin cada dia arrodillado hacia
esta súplica « Dios mio , defended con vuestra espada,
» y cubrid con vuestro escudo al conde Felix de Muy ,
» á fin de que si vuestra providencia quiere que en algun
» tiempo cargue con el peso de la corona , pueda él
» sostenerme con sus virtudes, instrucciones y ejemplos.»
Cuando Dios para vengarse de la Francia , extendió el
velo de la muerte sobre el Delfin , estaba el seiior de
Muy al lado de Luis moribundo derramando lágrimas,
efectos de su fiel amistad. El príncipe al mirarle le dijo
con una voz que rotnpia el corazon : « No os abandoneis
» al dolor ; conservad vuestra vida para servir á mis
» hijos; ellos tendrán necesidad de vuestras luces y de


vuestras virtudes; sed para ellos lo mismo que habríais
» sido para mí ; dad á mi memoria esta señal de vuestra


ternura , y principalmente en su juventud, en que es-
» pero de Dios les protegerá; no os aparteis de ellos. »


Luis XVI al subir al trono recordó estas palabras al
s" lor de Muy, obligándole á aceptar el ministerio. Muy




222 CONSPIRACIOI AISTICRISTIANA..


que lo habia rehusado en el reinado anterior, no pudo
resistir á las instancias del hijo de su amigo. En medio
de una corte sitiada por la impiedad , le enseñó que el
héroe cristiano no sabe av'ergonzarse de su Dios. Siendo
comandante de la Flandes, habia tenido el honor de
recibir al duque de Glocester, hermano del rey de In.
glaterra , en ocasion en- que la Iglesia prohibe comer
carne. Fiel á su obligacion , condujo al príncipe á su
mesa , diciéndole : « Mi ley se observa exactamente en


mi casa. Si yo hubiese tenido la desgracia de haberla
» quebrantado en alguna ocasion, la obscrvaria hoy de
» un modo muy particular, teniendo el honor de tener
» por testigo á un príncipe que seria censor de mi con-
» (lacta. Los ingleses observan fielmente su ley; yo por
» respeto á vos mismo, no daré el escándalo de ser un
» mal católico, que tiene el atrevimiento de violar la
» suya á vuestra presencia. » Si el filosofismo no tiene
otro nombre que dar á la religion de este Mariscal , sino
llamándola desgracia de ser devoto , que procure infor-
marse de los millares de infelices, á quienes consoló esta
misma religion por las manos del señor de Muy ; de los
soldados que comandaba, mas con el ejemplo que con
el rigor del precepto y de la disciplina; de la provincia que
gobernó, y en donde la revolucion , que parece haber sido
generalmente la escuela de la ingratitud, no ha sido capaz
de borrar el reconocimiento y las bendiciones (r).


Maurepas.


Una de las grandes desgracias de Luis XVI fue per-
der tan presto á aquel virtuoso ministro. Maurepas en
ningun modo era á propósito para reemplazarle en la


(a) Séanse les trii="reS de !Or. le 7'ourneur de Tressol, sobre este
Mariscal, y su az tículo en el diccionario de Feller.


CAPíTULO DÉCIMOCUARTO.


225
confianza del Rey jóven. La de su mismo padre , que
en su testamento le señaló como capaz de ayudarle
con sus consejos , habia padecido engaño ; pues creyó
que Matiropas era bueno porque habia manifestado ayer-
sion á la señora de Pompadour. Un prolongado destierro
de muchos años no Labia producido en este viejo los
efectos que el señor Delfin suponia. La docilidad del
Rey jóven á los consejos de su padre, manifestó que
deseaba rodearse de ministros capaces cle cooperar á
sus intentos para el bien de su pueblo. Pero habria sido
mejor servido , si hubiese podido saber lo que engató
al Delfin su padre. Maurepas era un viejo decrépito con
todos los defectos de la juventud. Voltaire le pone en
el catálogo de los filósofos ; pero lo fue solamente por
su ligereza é indolencia. Era incrédulo ; pero sin ódio
contra el altar , como sin amor á los sofistas. Con la
misma indiferencia habria dicho un chiste contra un
obispo , como contra d'Alembert. Ilabia hallado el
plan de d'Argenson para destruir los institutos reli-
giosos , y le siguió ; pero se habria deshecho de aquel
plan tan odioso , si hubiese conocido que conspiraba
contra la religion del estado. Fue siempre enemigo de
sacudimientos violentos, y careciendo de principios fijos
sobre el cristianismo , miraba como un procedimiento
impolítico cl deseo de destruirle. 10 era capaz de atajar
una revolucion ; pero tampoco era capaz de acelerarla;
permitia sí el mal que lo hacia , y por desgracia , el
mal que permitia era grande. En el tiempo de su mi-
nisterio hizo el filosofismo horrendos progresos , y nada
lo prueba tanto , como la eleccion de aquel Turgot ,
cuyo ministerio , corno dice Voltaire , fue; el principio
de una grande revolucion.




224


CONSPIRA.C1011 ANTICRISTIAZIA.


Turgot.


Mucho se ha hablarlo de la filantropía do este hom.
bre , siendo así que fue la de un hipócrita. Para formar
juicio de ella, basta oir á d'Alembert escribiendo á Vol-
taire : «Os hago saber que dentro de poco tiempo ten-
» dreis otra visita , que será de Mr. Turgot, relator en
» el consejo , lleno de fálosofia , de luces y conocimien-
» tos , y uno de mis mejores amigos , quien desea


veros á burtadilla. Digo á hurtadillas , porque prop.
ter metunz PIC1030171711, es preciso que no se jacte de


» ello , ni vos tampoco (i). » Si hay alguno que no en-
tienda el significado de este temor de los judíos ,
lembert se lo explicará, haciendo el retrato de su amigo.
» Este Mr. Turgot ( escribe á Voltaire) es un hombre
» de espíritu , muy instruido y muy virtuoso ; en una
» palabra , es un Cacouac muy honrado , pero que tiene
» motivos para no manifestarlo demasiado ; harta , expe-.
» riencia tengo yo para saber que la cacouaquería ( el
» filosofismo ) no quia á la fortuna, y él merece hacer
» la suya (a).» En efecto Voltaire vió á Turgot , y le
penetró tan 'bien , que centextó á d'Alembert : « Si te-
» neis muchos maestros de esta especie en vuestra secta ,
» temo por el ii.ziame (por la religion ) ; él . está perdido
» para la buena componía (3). » El que entiende estas
expresiones y elogios de d'eVernbert y Voltaire , sabe
que significan : Turgot es un iniciado secreto, ambiciosa,
hipócrita , perjuro , traidor á un mismo tiempo á la
religion , al rey y al estado ; pero que no por eso deja
de ser uno de aquellos hombres , á quienes damos el
nombre de nuestros muy 'virtuosos ; pues es uno de los


(t) Carta 164 del alu 176u.
(2) Carta 7G.
(3) Carta 77.


conjurados,


CAPíTÚLO likcimottunló.


ntiri
conjurados , tal cual le necesitamos, para que nos lison-jéenos de destruir cuanto antes el cristianismo. Si Vol-
taire y d'Alembert hubiesen habido de retratar un sa-
cerdote ó apologista de la religion , con todas estas
virtudes de Turgot , le habrian pintado como un mons-
truo. Sea el historiador mas imparcial que los sofistas
panegiristas , y diga : Turgot, rico mas que la mayor'
Marte de los ciudadanos , y aun aspirando á la fortuna y á
los empleos , no es por cierto uno de los hombres que se
pueden llamar filósofos. Turgot , iniciado ele los sofistas
conjurados y relator del Consejo, es ya un perjilro ; y
o será mas cuando llegue al ministerio : porque segun


las leyes que regian en aquel tiempo , no podio obtener
alguno de estos empleos sin atestiguar y ju rair su fidelidad
al rey y á la religion riel estado. Fue traidor á la reli-
gion , lo fue á las leyes , y lo será ( en el ministerio )
á su rey. Fue individuo de aquella secta de economis-
tas que , detestando la monarquía francesa , no quería
al rey sino para hacer de él lo mismo que hicieron
los primeros rebeldes de la revolucion.


Habiendo llegado al ministerio por medio de las
intrigas ele la secta , se valió de su reputacion para
inspirar al jóven monarca su aversion á la monarquía
y sus principios contra la autoridad de un trono que
Labia jurado sostener como ministro. Cuanto era ele su.
parte , quería hacer del rey jóven un jacobino ; pues
le iba preparando y. disponiendo á todos los errores
que ponen el cetro en Manos de la multitud , á fin dd
volcar en pocos anos el altar y el trono. Si estas son
las virtudes de un ministro digo que son las mismas
de nt, traidor ; si son errores de espíritu , digo que son
los mismos de un mentecato. Turgot siempre fue lo
uno y lo otro. La naturaleza le habia dado alguna
inclinacion para consolar á sus hermanos, y escuchando


Tomo 1.




2n6 COISNRACIOY AtMCRISTIM.
las declamaciones de los sofistas contra los restos del
antiguo feudalismo que pesaba sobre el pueblo , hizo
por sensibilidad sobre la suerte de este , lo M31110 que
en los sofistas no era mas que odio á los reyes. Vió lo
mismo que todos vejan en cuanto á las servidumbres
corporales y no vió que le decia la historia que los
monarcas hasta entonces no habian podido conseguir
librar al pueblo de tantos otros vestigios del feudalismo
sino con la sabiduría_ur.a y madurez de los consejos , que
previendo los inconvenientes , hicieron las supresiones
á proporcion de los medios para reemplazarlas. Todo
lo quiso apresurar , y lo echó todo á perder. Los
sofistas dijeron que habia sido despedido demasiado
presto ; pero ciertamente fue demasiado tarde. [labia
elevado hasta cl trono todas las insolencias de los clubs
relativas al pueblo soberano ; y no advirtiendo que
dando la soberanía al pueblo , le snjetaba á sus propios
caprichos , p'etendia hacerle feliz , entregándole las
armas de las cuales se valdria con el tiempo para
quitarse la vida. (*) C•eia que si daba á las leyes su
verdadero origen , no aprenderia el pueblo á sacudir el
yugo de las mismas , y abusando del candor de un
monarca demasiado jóven para desenredar los sofismas
de la secta , se valió de la bondad de su corazon para
engañarle. Luis XVI , en los imaginarios derechos del
pueblo, solo descubrió que habia de sacrificar sus propios
derechos , y he aqui el origen de sus desgracias. Las
instrucciones jacobinas de Turgot precisaron á este
desgraciado príncipe á reconocer que era deber su
facilidad , y obligacion su condescendencia. Su facilidad
y condescendencia tuvieron que coligarse con su pacien-
cia, viendo a un populacho que se habia hecho soberano,


(") Sobre el particular de la Sobenutía del pueblo , véase en el segun'
do tomo el Prólogo del traductor.


CAPÍTULO nt!;c1moctwuro.


y Cr le á él , srt nurger y hermana los llevaba al cadalso.
Turgot fue el primero que subiendo al ministerdti


llevó consigo el plan y resolucion ele una conspiracion.
anticristiana y antimonárquica juntamente. Choiseul y
Malesherbes fueron tan impíos como Turgot , y el pri-
mero tal vez fue peor ; pero aun no habia habido
nistro tan necio , que hubiese sido capaz de destruir en
el espíritu del mismo rey los principios de la autoridad
que ellos reciben. Se ha dicho que Turgot se arrepintió
cuando vió un tumulto del pueblo soberano que se
dirigia contra él ; cuando vió que el mismo pueblo
soberano que se lamentaba de la hambre , se echó
sobre los mercados y almacenes para arrojar el pan y
el trigo en el rio ; se ha dicho , repito , que en este
momento conoció al fin su necedad y manifestó á
Luis XVI los proyectos de los sofistas , y que por lo
mismo estos habian agenciado para abatir al mismo que
habian exaltado. Esta anécdota , que hace honor á
Turgot , por desgracia es falsa. El habia sido el ídolo
de los sofistas antes de su elevar:ion al ministerio y lo
fue hasta su muerte. Mereció que Condoreet se hiciese
su historiador y panegirista ; y es muy cierto que no
habria perdonado á su iniciado un arrepentimiento
como este.


Necker.


Las plagas se sucedian en Francia durante la revoltt...
cion , y se sucedian en el ministerio en el reinado de
Luis XVI antes de la revolucion. Necker apareció des-
unes de Turgot , y volvió á aparecer despites de Brienne.
Los sofistas hablaban tarnbien mucho de sus virtudes ,
y casi tanto como él mismo. Esta es también una de
aquellas reputaciones que el historiador conocerá por
los hechos , no á fin de darse el placer maligno de litt-


P




22S


coNsrtnActott xrzyciusrrAahrA.
millar los hipócritas conjurados , sino porque todas es,
tas reputaciones han sido un medio para lograr el éxito
de su conspiracion. Necker no era mas que mozo de es-
critorio de un banquero , cuando ciertos especuladores
le eligieron por su confidente y agente en un negocio
que en un instante debia aumentar mucho sus caudales.
Ellos tenian noticia secreta de la próxima paz, que darla
valor á los vales del Canadá. Una de las condiciones
de esta paz era el pago de los que habian quedado en
Inglaterra , y para esto confiaron su secreto á Necker,
y se convinieron en que , para su ganancia de compañía,
escribiria á Londres , :í fin de comprar todos aquellos
vales á un precio muy bajo , al cual la guerra los }labia
reducido. Necker se convino con la compañía, se valió
en Londres del crédito de su amo , é hizo comprar los
vales para hacer monopolio con ellos. Los dunas de la
compañía acudieron á Necker para saber en cine estado
se hallaba el negocio de la comision , y Necker les res-
pondió muy á lo concienzudo , que la especulacion le
parecia mala , y que por lo mismo habia desistido y
contramandado la compra. Llegó la paz , cuando ya
Necker tenia los vales en su arca , pues los 'labia com-
prado de su cuenta , y con esto se halló rico con tres mi-
llones de caudal (t). Tal era la virtud de Necker, cuando
no era mas que mozo de escritorio.


Este repentino milord franqueó su mesa á los filósofos, y
fue para estos uno de aquellos clubs semanarios , en donde
pagaban al Mecénas con elogios empalagosos las comi-
lonas que les daba. D'Aletubert y los principales sofistas
de Paris acudían todos los viernes á estas asambleas (a).


(1) Véanse los pormenores de este engaiio en Mi.. Meaulan , Causes
de la revolution.


(1) Véase en la correspondencia de Voltaire y d'Alembert la carta
31 del alio 1770.


CAPITULO DIIGI MOCUABTO.


919
Necker solo con oir el nombre de filosofía , se halló tan
repentinamente filósofo como milord. La intriga y los
elogios del partido hicieron de él un Sully protector. Luis
xin oyendo hablar tanto de los talentos de este hombre
para cl consejo de hacienda , le destinó á la contraloría
general. Uno de los medios mas eficaces é infalibles para
acelerar la revolucion meditada por los conjurados, era
destruir el tesoro publico. Necker lo logró, valiéndose de
empréstitos tan excesivos, que manifestaban su objeto, si
el publico no se hubiese dejado alucinar con los elogios
afectados que le tributaban los conjurados. Sea que Necker


icimbél no obrase sino por el impulso de las conju-como
rados, sin saber adonde le empujaban ; sea que él mismo
abriese el abismo sabiendo su profundidad , su imagi-
naria virtud no pudiera contrastar la deformidad del pro-
yecto. El que habiendo sido llamado al ministerio tuvo
el pensamiento de introducir la hambre en Francia en
medio de la misma abundancia, para precisarla á la revo-
lucion , pocha muy bieii ya en el principio tener la in-
tencion de destruir el tesoro publico, con el mismo
objeto de la revolucion. Su virtud pues se combinaba
con las maniobras de la mas profunda maldad.


En el tiempo en que Necker volvió al ministerio para
reemplazar á lirienne, publicaba y hacia publicar sus ima-
ginarios esfuerzos y generosidades para dar pan al pueblo ;
y al mismo tiempo tenia inteligencia con Felipe de Or-
leans para reducir el pueblo á todos los extremos de la
hambre, y con esto arrastrarle á la insurreecion contra el
rey, los nobles y el clero. El virtuoso asesino estancó el
trigo, le tenia encerrado en los pósitos ó le hacia pasear
de una parte á'otra en barcas, con prohihicion á los in-
tendentes de permitir su venta , hasta el momento qne
él mismo señala ria. Los pósitos permanecian cerrados,
los barcos continuaban en errar de un puerto á otro,


P




a3o CONSPIRACION AINTICRISTIANA.
el pueblo pedia pan á gritos, pero en vano. EL parla.
mento de Rnan , precisado de la extrema necesidad
en que se hallaba la Normandía , encargó á su presi.
dente escribiese al ministro Necker, para que permi-
tiese la venta de una grande cantidad de trigo que
habla en la provincia ; pero Necker no contestó. "Volvió
á escribir el presidente , insistiendo en hacer presente
la extrema necesidad del pueblo ; Necker le contestó ,
que ya tenia dadas sus órdenes al intendente. Este para
justificarse delante del parlamento, presentó las órdenes
que Babia recibido de Necker , y éstas, lejos de mandar
la venta del trigo , exhortaban á diferirla , á buscar
medios dilatorios , escusas y pretextos para eludir las
solicitudes de los magistrados y librar á Necker de sus
instancias.


Entre tanto los barcos cargados de trigo se paseaban
desde el Océano á les rios , de estos al Océano, y muchas
veces por el inteeior de las provincias. En el momento
en que Necker fué por segunda vez despedido de su
empleo , el pueblo aun estaba sin pan. El parlamento
'labia adquirido noticias ele que los mismos barcos car-
gados del mismo trigo , ya medio podrido , hablan ido
de luan á Paris , y de Paris á Ruan , reembarcado
en Ruan para el Havre , y del Havre vuelto á
Ruan. El Procurador general se valió del retiro de
Necker para escribir á todos sus sustitutos en la pro-
vincia , á fin de impedir aquellas maniobras y exporta-
ciones, y dar libertad al pueblo para comprar aquellos
granos. El populacho estúpido , soberano de Paris,
tomó á mal la deposicion de Necker , acudió á las
armas , pidió su restablecimiento , llevando por las
calles su busto y el de Felipe de Orleans. Jamas (los
asesinos merecieron tanto verse acoplados en su triunfo,
y j'O preciso devolver á aquel populacho sei verdugal


cAviTrim nilcielocratro.
(l ee él llamaba su padre ; y Necker lo hizo tan bien,
que á su restablecimiento hizo cuanto estuvo ele su parte
para matarle . aun de hambre. Apenas supo las órdenes que
Babia dado el procurador general del parlamento de
Normandía , cuando luego partió de Paris para Ruan
una compaiiía de bandidos , alarmaron al pueblo contra
el magistrado, robaron ó destruyeron todo lo de su casa,
y pregonaron su -cabeza. Tales fueron las virtudes de
Necker iniciado , cuando llegó á ser protector y mi-
nistro.


El historiador citará como testigos de estos hechos á
todos los magistrados del parlamento de Ruan. Si para
dar á conocer su autor me he visto precisado á
venir el órden ele los tiempos, es porque Necker fue
uno ele aquellos iniciados cuya conspiracion era á un
mismo tiempo contra el trono y el altar ; pues era un.
sugeto cual le necesitaban los sofistas para atraer á
su partido á los calvinistas. Dejando á estos que cre-
yesen que él pensaba como un natural de Ginebra ,
Necker realmente no tenia otra fe que un deista. Si no
hubiesen querido alucinarse al contemplar á este hombre,
facilmente lo habrian descubierto los calvinistas , no
solo por su coalicion con todos los impíos , sino tani-
bien por sus producciones , porque este ente no era
otra coa que un globo lleno de viento con preten-
siones de bueno para tollo. El fue mozo de escritorio,
contralor y sofista ; pensó que era teólogo , publicó
libro sobre las opiniones religiosas , y 110 contenia sino
el deismo , y aun -con esto se le hace merced , porque
se puede ver (fue Necker no tenia por demostrada la
existencia de Dios. Ir que religion puede ser la de
un hombre que permite dudar si Dios existe ? De este
'nodo , Necker, como autor, se vió premiado por el Sanhe-
drin académico , porque con este escrito }labia dado á


k4




5
232 CONSPIRACJON ANTICRISTIAI•


luz la mejor produccion del tiempo ; es decir , un ese
crito en que manifestando menos la impiedad , la
sinuaba mejor.


Brienne.


Despues de lo que tengo dicho de Brienne, el íntimo
confidente . de d'Alembcrt ; despues de que todo el
mundo sabe su perversidad, ya no bablaria mas de él,
si no tuviese que rasgar el velo que cubre una intriga,
de la cual por honor del género humano , no se hallará
un ejemplar sirio en los anales do los sofistas modernos.
Los filósofos conjurados (reunidos con el nombre de
economistas en una sociedad secreta, que luego daré
á conocer), esperaban con impaciencia la muerte de
Zir. de Beaumont Arzobispo de Paris, para darle un
sucesor capaz de cooperar á la conjurador). Este sucesor
debia, so pretexto de humanidad, de bondad y de
tolerancia, demostrarse tan paciente y suave á favor
del filosofismo, jansenismo y ,lemas .sectas, como Mr.
de l3eaumont se habia manifestado lleno de zelo y
fervor para conservar la religion. Este sucesor debia
principalmente manifestarse muy indulgente con los Me-
siásticos de las parroquias, á fin de que se relajase la
disciplina hasta dejarla perecer dentro de pocos aiíos•
y en favor del dogma no debia demostrarse mas severo.
Por el contrario , debia contener á los que parecieran
tener el zclo mas activo, suspenderlos, y aun privarlos
de sus beneficios, como hombres demasiado fogosos y
verdaderos perturbadores. Debia atender á todas las
acusaciones de esta especie, proveer las vacantes, prin,
cipalmente de las primeras dignidades, en sugetos re,
comendados y dispuestos al intento. Con arreglo á este
plan , las parroquias de Paris, que basta entonces las
babiau administráde eclesiásticos los mas edificantes,


cÁríTuLo 1.)¿:c1moetArkro. aZia
debian llenarse en breve tiempo de escándalos; el cate-
cismo, las pláticas, los sermones y todas las instruc-
ciones religiosas, siendo mas raras, y declinando poco
á poco á no tratar sino de una especie de moral filosófica;
multiplicándose sin oposicion los libros impíos ; no
viendo el pueblo en las funciones eclesiásticas sino sacer-
dotes despreciables por sus costumbres , y poco zelosos de
la doctrina , debia naturalmente separarse, y abandonar
por sí mismo las iglesias y su religion. La apostasía de la
capital llevaria tras sí la de la diócesis mas respetable, y
era muy natural que se estendiese á mayor distancia. 1)e
este modo , sin violencia y sin sacudimientos, la relieion
se venia destruida , á lo menos en Paris, por el disimulo
y tolerancia de su primer pastor, quien en el ínterin
pollria dar algunas pruebas exteriores de zelo, si las
circunstancias le precisaban en alguna oeasion á obrar
contra su voluntad (r).


Se necesitaba de toda la ambieion de Brienne, de toda
su perversidad y de todo el judaismo de su alma , para
hacerse arzobispo de Paris bajo de estas condiciones.
¿Pero qué? É! sc habria hecho Papa para hacer traidor) á
Jesucristo y su iglesia; aceptó el pacto y las condiciones,
y los sofistas pusieron en movimiento Iodos sus medios y
proteccion. La corte se viví sitiada ; un zorro con el
nombre de Vermon, que Brienne habia recomendado á
Cheiseul para que fuese el lector de la reina, se valió
de esta ocasion para pagar y corresponder á su primer
protector. La reina pensó hacer bien recomendando al
protector de Vermon, y el mismo rey creia que baria lo
mejor, nombrando para arzobispo de Paris á un hombre
de quien habia oido celebrar la prudencia, la modera-
don y el ingenio, y con esto Brienne llegó :í ser arzobispo.
de Paris; pelo extendiéndose la noticia, se horrorizaron


(i) "Véase mas abajo la declaracion do tJr. le




231 coNsrurAcime ANT1CRISTIANA.
cuantos tenian sentimientos cristianos en la corte y en
Paris; las tías del rey, y en particular madama la princesa
de Marsan , sintieron toda la inmensidad del escándalo
que este nombramiento iba á producir en Francia. El
rey precisado por sus súplicas, creyó que debia retractar
lo que acababa de hacer, y nombró para arzobispo á un
hombre cuya piedad ingenua , modestia , zelo y deán_
teres hacian el mayor constrastc con los vicios de Brienne.
Mas para desgracia de la Francia , no bastó esto al rey y
á la reina para desconfiar del todo de las imaginarias
virtudes de Brienne, y los conjurados no perdieron del
todo sus esperanzas de colocarle en lugar eminente. Se-
mejante al rayo que espera la tempestad para brillar ,
Brienne se mantuvo oculto hasta el uracan , en que salió
para primer ministro , en medio de los alborotos de la
primera asamblea de notables , convocada por M. de
Calonne. Para acelerar los servicios que había prometido
hacer á los conjurados , dió principio por el famoso
edicto que Voltaire veinte años antes solicitaba á favor
de los Hugonotes , á pesar de que los miraba á todos
como locos, r locos que merecian ser atados ( ). Este
edicto esperaba d'A!erubert para tener la satisfaccion de
ver los protestantes engaiados y todo el cristianismo des-
truido, sin advertirlo (2). Brienne, hijo de la tempestad,
sublevó contra sí mismo á cuantos reclamaron el resta-
blecimiento de Necker; este términó su carrera entre-
gando el rey, la nobleza y el clero en manos de toda
la impiedad de los sofistas y de todos los furores de los
gefes de las facciones populares. Brienne murió cubierto
de infamia, pero sin remordimientos : se mató de rabia,
viendo que no porfia causar mas daño.


(i) Carta á Marmontel del / Diciembre de 1767.
(a) Carta 1.90 del 4 Mayo de 1762.


CAPÍTULO DkCLMOCLI ARTO. 235


Lamoignon.


Con Brienne elevaron los sofistas al ministerio á un
hombre cuyo apellido habia sido en sus antepasados el
honor de la magistratura. M. de Lamoignon ocupó el
empleo de guarda sellos cuando Brienne fue primer mi-
nistro. Este Lamoignon no era simplemente un incré-
dulo, como lo eran otros seiiores en aquel tiempo ; era
algo mas, pues fue uno de los impíos conjurados. Ya
hallaréfnos su nombre en una de sus juntas mas secretas
de comisión. Este Lamoignon se mató á lo filósofo ,
despues de su desgracia que siguió de muy cerca á la
de Brienne. Dos hombres. de esta raléa ocupando los
primeros lugares del ministerio; ¡ con cuantas combina-
ciones infernales no podian ellos cooperar á las inten-
ciones de los conjurados anticristianos! No le será fácil
á la posteridad concebir que un príncipe tan religioso
corno Luis XVI estuviese siempre rodeado de estos mi-
nistros, que se llaman filósofos no siendo mas que im-
píos. Esto que parece enigma dejará de serlo cuando
el historiador reflexione que el grande objeto de los
conjurados desde el principio , era particularmente des-
truir la religion en las primeras clases de la sociedad ;
pues desde la fecha mas antigua de sus maquinaciones
habian dirigido todos sus esfuerzos hácia aquellas per-
sonas que por sus riquezas ó dignidades se distinguian
entre la multitud, y estaban mas cercanas al trono cle
los reyes ( ). Agregue el lector á todas las pasiones
propias de esta clase los medios y los deseos de satisfa-
cerlas , y luego concebirá con cuanta facilidad apren -
derian de Voltaire á burlarse de una religion que todas
las mortifica. Babia aun , sin que se pueda dudar ,


(1) Cartas de Voltaire á Diderot del a5 Diciembre de x'6 , á
, á llamilaville , y con mucha frecuencia.




236 CONSPIIIICION ANTICISISTIANA.


grandes virtudes y personas de una piedad edificante en
la nobleza, entre los grandes señores y en la misma corte,
y puedo decir, que de preferencia en la corte habla
virtudes eminentes Madama Isabel hermana del rey ,
las hijas de Luis XV, sus das, las princesas de Con ti y
Luisa de Condé:, el duque de Penthievre, la princesa de
Marsan , el mariscal de Moueld , el mariscal de firogho
y otros varios, eran de aquellos personages que en los
mejores siglos del cristianismo habrian honrado la reli-
«ion. Entre los mismos ministros tendrá el historiador
que exceptuar de la prevaricacion á Al de Vergenes , á
M. de Saint-Germain , y puede ser á algunos otros, que
la impiedad no puede contar por suyos.


En todas las clases de nobles y de ricos estas excep-
ciones serian tal vez mas numerosas de lo que se piensa;
pero á pesar de todo esto, es por desgracia verdad que
Voltaire pocha gloriarse de los progresos que hacia su
filosofismo entre los grandes del mundo , y estos pro-
gresos manifiestan el desacierto en las elecciones de
Luis. XVI. las virtudes desean estar ocultas, la piedad
no aspira al brillo de los empleos; y Luis XVI, no veia
en sus alrededores sirio ambiciosos que deseaban servirle
para dominar. Los sofistas conocian muy bien el carácter
de cada uno , sabian y toman medios para que lás elec-
ciones recayesen en los ambiciosos , que eran mas á
propósito , segun su política, á. los fines de la colija-
racion y estos eran los iniciados,. Hecha la cleccion
segun y conforme los deseos de la secta, preocupaba
esta la opinion pública hacia resonar las trompetas de
la fama á favor del iniciado quo iba á ocupar un lugar
tan inmediato al trono. No se limitaban á esto, pues
tenian otros agentes y amaños mas reservados que los de
los cortesanos. Ello ya se ve que no era sino muy obvio y
muy Licil que con tantos medios, con tanto influjo soba'


ÚA.PiTtir.0 DICIICOCÚ ARTO.
la voz pública y sobre la misma corte, le tuviesen
sobre el modo de pensar del mismo rey, quien ya des-
confiaba tanto de sus propias luces. Estos enredos del
filosofismo, aun mas que los de la ambicion, dieron á
Luis XVI los Turgot, los 1\7ecker, , los Lamoignon , los
Brienne, sin hacer mencion de los ministros subalternos
y oficiales de secretarías, con cuyos servicios contaban los
solistas conjurados.


Maupeoil.


Con estas protecciones, las leyes contra la impiedad se
vejan precisadas á callar , ó no hablaban sino muy bajo.
El clero solicitaba en vano á la autoridad , porque esta.
estaba en inteligencia con los conjurados. Los escritos
de estos circulaban , y sus autores nada tenían que temer.
Cuando Voltaire escribia á d'Alembert que, gracias á
un sacerdote de la corte , estaba perdido, si no hubiese
sido por el señor Canciller. , que en todos tiempos le
hacia rrionifesiado una extrema benevolencia (1), mani-
fiesta que todas las reclamaciones del clero eran inútiles
contra el gefe de los conjurados. Esta carta me recuerda
otro ministro , y este es Maupeott , que tambien
ocupa su lugar en el catálogo de los protectores de la
secta. Este es aquel que Babia sabido ocultar su ambi-
cion y enlace con los sofistas , bajo la capa y máscara
de muy zeloso de la religion. Los grandes servicios que
él hizo , no solo á Voltaire , sino tambien á todos sus
iniciados , se descubren en la carta que le escribió ,
hablando del duque (le Choiseul. « Le debo , decia ,
» grandes obligaciones ; y á él solo debo los privilegios
» de mi tierra. Cuantas gracias le he pedido para mis
» amigos , me las ha concedido (a).


(i) Calla 133 del aíslo '774.
(a) Carta lío del aiin 1762.




258 CONSPIRACION ANTICRIWÉIAI1A.


Duque de Usez.


Algunos de estos grandes protectores ([Llenan tambieti
tener la gloria de ser autores , y aunque no tuviesen los
talentos de Voltaire , ensayaban á veces á dar al pueblo
las mismas instrucciones. Entre los autores de ésta clase
hallo al duque de Usez , bien conocido por la nobleza
de su nombre. A este señor le dió tambien la gana de
hacerse escritor en favor de la libertad de la razon, y
de la igualdad de derechos á creer lo que á cada uno le
acomode en materia de religion , sin consultar doctores
ni iglesia. El escrito pareció •admirable á Voltaire , que
no deseaba sino verle perfeccionado para juzgarle tan
útil á los otros como al mismo señor duque (1). Pero
como este escrito se ha quedado sin título y no se
tiene noticia de él , no puedo decir que honor habria
hecho su publicacion al señor duque teólogo.


Otros señores.


Recorriendo las cartas de Voltaire, he visto que la
lista de los iniciados protectores se aumentaba con los
nombres de otros sugetos que ya por otros títulos te-
nian derecho á la fama. He hallado un descendiente de
Crillon puesto al lado de un príncipe de Salm. Estos
dos señores, en el concepto de Voltaite , eran dignos de
otro siglo. El lector se equivocaria si pensase que Vol-
taire los juzgaba dignos del siglo de los Bayards y de
los valientes caballeros. En la misma lista se halla un
príncipe, de Ligue en quien confiaba Voltaire para pro-
pagar las luces filosóficas en el Brabante , y un duque
de Braganza , igualmente celebrado por Voltaire porque
pensaba como él mismo.


(t) Carta de Voltaire al duque de Usez del ig Plovienlbre de
z76o.


CAPÍTULO DkCIMOCr iaTo.
2'59


En cuanto á marqueses , condes y caballeros , hay en
aquel catálogo un marqués d'Argence de Dirac , Briga-
dier del ejército , muy zeloso para descristianizar su
provincia de Angulema, y hacer de sus- compatriotas
otros tantos filósofos á la moderna. Hay un marqués de
Rochefort , coronel de un regimiento , quien por su
filosofismo fue grande amigo de d'Alembert y de Voltaire.
Hay el caballero de Chastellux , intrépido , pero mas
diestro en la guerra contra el cristianismo. En una
palabra , si hubiésemos de dar crédito á Voltaire , de-
beríamos tener por comprendidos en su lista casi á
todos los de la clase que el llamaba de personas hon-
radas. He aquí lo que él escrihia á Helvecio : a Estad


seguro de que la Europa está llena de hombres rucio-
» !lates que abren los ojos á la luz. En verdad , su nú-
o mero es prodigioso , y no he visto de diez años á esta
» parte á un solo hombre honrado de cualquier pais ó


de cualquiera. religion que haya sido, que absolutamente
3no piense como -vos » (r). Es muy verosimil que Vol-


taire exagerase los resultados y sucesos de su filosofismo,
y no es crcible que de aquella multitud de señores
que iban á Fe•ney á contemplar el Lanza de los sofistas,
no hubiese muchos que fuesen mas por curiosidad que
por impiedad. La regla mas segura para clasificar los ver-
daderos iniciados , es la mayor ó menor confianza con
que les manifestaba sus pensamientos , ó con que les
enviaba ya sus producciones , ya las de los otros im-
píos. La lista de los iniciados , atendiendo á esta regla,
aun seria muy larga. En ella hallaríamos duquesas y
marquesas protectoras , tan filósofas corno sor Guiller-
mina de Bareith. Abandonémoslas al olvido que se me
recen unas iniciadas mas engañadas que maliciosas , y


(i) Carta del año 1763.




240 CO7XSPISAtI011 eraTictusTiANI.
que nunca son mas dignas de lástima, que cuando ellas
creen _que lo son menos.


conde d'Aigental.
Uno de los protectores de quien con particularidad


se ha de hacer mencion , es el conde d'Argental , C011-
sejero honorario en el parlamento,, tan viejo como
Voltaire , de quien siempre fue cordial amigo. Cuanto
dice Mr. de la l'arpe de este amable conde , puede ser
muy cierto ; pero no lo es menos , que con todas sus
amables cualidades , el conde y condesa d'Argental fue-
ron unos ilusos por su admiracion y amistad con Vol-
taire , quien les exhortaba con la misma confianza á
aplastar el infame. Los llamaba sus dos ángeles, y se
valia del conde como de agente cuando necesitaba de
grande proteccion, y pudo contar con pocos amigos tan
apasionados y fieles ( es decir impíos) como él (1).


Duque de la Rock. efoucault.
-


Uno de los nombres mas importantes que deben
ponerse en la lista de los señores iniciados protectores,
es el duque de la Rochefoucault. El que. sepa cuanto
se engañó este desgraciado duque que se creía tan
diestro , no se admirará de que haga tan poca figura
en la correspondencia de Voltaire ; pero la publicidad
de sus hechos suple la falta de los escritos. Este señor
fue tan bondadoso , que se dejó persuadir que, para ser
algo , era necesario ser impío y tener crédito entre los
filósofos. Con esto protegió , y se manifestó liberal con
ellos , siéndolo con Condorcet. ¡ Dichoso él , si para
conocer lo que era su filosofía , no hubiese esperado a
que le instruyen sus asesinos , enviados por el mismo
Condorcet!


( i ) Véase la correspondencia general.


CAPITULO DISCIMO CUARTO.


Tít
En las cortes extrangeras, lo mismo que en Paris ,


los altos y poderosos señores pensaran , que
-dis


tinguirse del resto de los hombres , era necesario mani•
para


testar su afecto al filosofismo. El príncipe de Galitzin ,
cuando hizo imprimir la obra mas impía de Hclvecio,
teniendo cl atrevimiento de dedicarla á la emperatriz de
la Rusia , manifestó cuanta admiracion le causaba Vol-
taire (1). Sabia cuan del agrado era del Conde de Sebo-
wallow,


, protector tan poderoso de los sofistas en la mis-
ma corte , y de cuantos habian cooperado al nombra-
miento de d'Alembert para maestro del heredero de la
corona.


La Suecia, de donde hahia salido aquel ayuda de cá-
mara Jennings , que pasó á Fe•ney para relatar los pro-
gresos que en su pais hacia el filosofismo bajo la pro-
teccion de la reina y del príncipe real (a) , habia pro-
ducido un iniciado aun mas interesante á los conju-
rados. Este fue el Conde de Creutz , que primero fuá
embajador en Francia y despues en España. El Conde
de Creutz Babia sabido unir tan bien á. su embajada la
misión de un apóstol del filosofismo, y Voltaire estaba tan
satisfecho de su zelo , que no podia consolarse cuando
Creutz se ausentó de Paris. Por esto escribió á madama
Geofrin , reina de los filósofos, estas expresiones. » Si
» hubiese en el mundo un emperador Juliano , habría
» de ir á él por embajador el señor Conde de Creutz,
» y no enviarle á gentes que hacen autos de fi. Es
» preciso que la cabeza se le haya trastornado al senado
» de Suecia , para no dejar á un hombre como este en
» Francia. Aqui hahria hecho mucho bien , y es impo-
» sible que le haga en España (3).


(o) Carta 11 7 , á d'Alembert.
(2) Carta de d'Alembert del 12 F:nero de x769.
(3) Carta á madama Geofrin del ar Mayo de 17(14,
TOMO E.




242 cor;ster,Acmy. AYTICRISTIA.71A.
Entretanto , esta España tan desdeñada de Voltaire


tenia tambien su de A ..., al que llamaba el favorito de la
filosofía, y que cada noche iba á reanimar su zelo con d'A-
lembert , Marmoritel y otros iniciados mayores , en casa
(le la Señorita de 1'Espinasse , la mas querida de las hem-
bras iniciadas , y cuyo club casi equivalia á la acade-
mia francesa. La España contaba tambien otros duques,
marqueses y caballeros , grandes admiradores de los
sofistas. franceses. Sobre todo , ella tenia el Marqués de


y el duque de V.... II.... (r). En este mis-
mo pais que los conjurados miraban como poco á pro-
pósito para su filosofismo , d'Alembert distinguió de un
modo muy particular al duque de A.... ; sobre este
escribió éi á Voltaire : » Uno de los mas grandes señores
» de España , hombre de bastante espíritu , y el mismo
» que ha sido; embajador en Francia con el nombre
» de duque de H.... , acaba de enviarme veinte luises
» para vuestra estatua. Precisado, me dijo, á cultivar en
» secreto mi razon , me aprovecharé con entusiasmo
» de esta ocasion para dar un testimonio público de mi
» reconocimiento al grande hombre que ha sido el
» primero en enseñar el camino (a). »


Voltaire al leer estos nombres en la larga lista de sus
discípulos , exclamó : » La victoria se declara por no-
» sotros en todas partes. Os aseguro que dentro de
» peco , no habrá mas que la canalla bajo las banderas
» de nuestros enemigos (3). » Su prevision no se exten-
dia á. mucha distancia , pues esta misma canalla se de-
jaria alucinar algun cija como los grandes señores: pero
en este dia los grandes señores recibirian su merecido
de mano de la canalla. D'Alemhert tampoco podia con-


(1) Carta de Voltaire de a Mayo de 1768.
(a) Carta 14 del A() 1773.
(3) Carta á Damilaville.


CAPÍTULO DICIM OCUATITO.
245


tener su gozo ni su estilo , y atendiendo al concurso
de sugetos que admiraban á Yoltaire, escribió : n ¡Que
» diablos es esto ! Cuarenta convidados á vuestra mesa,
» dos de ellos relatores en el consejo del Rey y un con-
» sejero de la sala primera , sin contar los duques de
» Villar y compañía (a)! » Ello ya se vé que el conato
de asistir á la mesa de Voltaire no es una prueba infa-
lible del filosofismo de todos y cada uno de los con-
vidados ; pero este concurso no deja de indicar por lo
general , unos hombres que iban á contemplar al cori-
feo de una impiedad que con el tiempo los perderia.
No sin motivo d'Alembert hizo especial mencion del
consejero de la sala primera, pues sabia cuanto intere-
saba á los conjurados tener protectores ó admiradores
hasta en el seno de la primera magistratura. Voltaire lo
sabia tan bien como él cuando le escribió : » Es gran
» dicha que en este parlamento ( de Tolosa 1 , casi de
» diez años á esta parte se haya hecho una leva- de
» jóvenes que tienen bastante espíritu , que han leido
» bien , y piensan como vos (2).» Esta carta sola basta
para explicar la flojedad de los primeros tribunales, en
los años que precedieron á la revolucion. Ellos tenían
todo el poder necesario para proceder con rigor contra
los autores y repartidores de escritos impíos y sediciosos;
pero permitieron que se envileciese de tal modo su au-
toridad , que los decretos del parlamento publicados
en cumplimiento de su obligacion contra semejantes
producciones, no servian de otra cosa que de avisos de
su publicacion , y de un nuevo motivo para venderlas
mas caras.


No obstante , las conquistas que hacia el filosofis-
0.nn••n•nn


(i) Carta 76 del año1765.
(a) Carta Ti del ario 17(59.


y 2




2-14 COWSPIRACION ANTICRISTIÁLY.
mo en los primeros tribunales del reino , no correspon_
ilian de mucho á los deseos de Voltaire. Se le vé
muchas veces quejarse de estos cuerpos respetables.,
como que aun contenian muchos magistrados adictos
á la religion. En desquite celebraba de un modo par-
ticular á los que manifestaban su zelo en los parlamen-
tos del mcciiodia. « Allí ( escribia á d'Alembert ), de la
›. casa de Duché pasais á la de Mr. de Castillon.
» Grenoble blasona de tener á Mr. Servan. Es imposi_


ble que la razon y la tolerancia no hagan grandes
» progresos con tales maestros (a). » Esta esperanza pa-
rcela tanto mas fundada , como que los tres magistra-
dos que aqui nombra Voltaire , eran precisamente los
que por sus funciones de procuradores ó abogados
generales debian oponerse con mas tesón á los progre-
sos de esta imaginaria razon , que Voltaire siempre con-
funde con la impiedad ; debian delatar las produccio-
nes del tiempo , y demandar la ejecucion de las leyes
contra sus autores. De todos los abogarlos generales, el
que parece tuvo mas inteligencia con Voltaire , es lir.
de la Chalotais del parlamento de Bretaña. De las cartas
del filósofo de 1'erney ti este magistrado se puede cole-
gir la obligacion y reconocimiento que los conjurados
le manifestaban por lo relativo á su zelo contra los Je-
suitas , como la destruccion de este cuerpo religioso se
enlazaba , segun sus proyectos, con la destruccion de
los otros institutos religiosos , y la destruccion de todos
con la de toda autoridad eclesiástica (a).


A pesar de los progresos del filosofismo, hacia entre
los magistrados hombres venerables, cuyas virtudes eran
el honor de les primeros tribunales. Sobre todo , la


(r) Carta del 5 Noviembre de 177o.
(1) Véase principalmente la carta de Voltaire á la Chelotais de! 17


1iryo de 1 762. '


CAPITULO DICIMOCUARTO.
245


eran sala del parlamento de Paris le parea\ tí Voltaire
un cuerpo tan extraño á su impiedad , que desconfiaba
de poderle ver filósofo , le hacia el honor de ponerle
en la misma clase que á aquel populacho, á aquellas
juntas del clero, que desesperaba de poder hacer racio-
nales , es decir impíos (1). Y tiempo hubo en que
la indignacion de Voltaire contra los parlamentos se
expresó en estos términos en sus cartas á Ilelvecio
,> Creo que los franceses son descendientes de los cen-
,, tatuas , que eran medio hombres y medio caballos de
» litera. Estas dos mitades se han separado, y han quedado
3, algunos hombres como vos, por ejemplo, y algunos mas,


y han quedado otros caballos , que Izan comprado los
» caigas de consejero ( en el parlamento), ó que se han
,, recibido doctores en la Sorbona (a). » Me llago un
deber de citar estas pruebas del despecho de los sofis-
tas contra el primer cuerpo de la magistratura francesa;;
porque á lo menos demuestran que este cuerpo no
fue una conquista fácil á la impiedad. Es constante que
al acercarse la revaliden hacia en los parlamentos de
Francia muchos magistrados que , si hubiesen estado
mejor instruidos de los artificios de los conjurados ,.
habrian dado mas vigor á las leyes para conservar la
religinn. Pero hasta sobre los asientos de la sala pri-
mera habla intrusos de la impiedad ; y allí se hallaba
hasta aquel Teri'ai , ya bastante infame como ministro,
pero no bastante conocido como sofista.


Rasgo del Abate Terral.


Aunque en estas memorias ya he manifestado varias
veces los atroces disimulos de los conjurados , pocos hay


(r) Caria á d'Alemberl del 13 Diciembre de J7W.
(1) Carta de 12 julio de 126i.


Q 9




246 CONSPIRACION AXTICRISTIAIIA.


tan feos como el que voy á referir de este iniciado. Un
librero , llamado Leger, vcnclia publica mente en Paris
una de aquellas obras cuyo impío atrevimiento pre-
cisaba algunas veces al parlamento á proscribirla. La
que se vendia en la tienda de Leger fue condenada á
ser quemada , con órden de averiguar quien fuese su
autor y vendedores. Terrai se ofreció á practicar las di-
ligeucias ; fué comisionado al intento , con órden de
dar parte al parlamento. Envió á llamar al librero Leger
de quien sé todo lo que voy á referir , aunque no
me (lijo , ó se me ba olvidado el título de la obra.
a De órden de Mr. Terrai , consejero en el parlamento,
a pasé á su casa , me recibió con un semblante grave,
» se sentó en un sofá y me preguntó : ¿Sois vos, quien
» vendeis esta obra condenada por un decreto del par-
» lamento ? Respondí ; sí Señor. — ¿ Como os atreveis a
» vender un libro tan malo y pernicioso ? Respondí :
» así como se venden tantos otros. — ¿ Habeis ya ven-
» elido muchos ? Sí Señor.




¿ Os quedan aun muchos?
» Cerca de seiscientos ejemplares.— ¿ Conoecis al autor
» de una obra tan mala ? Sí señor.— ¿Quien es P Usted,
» Señor.— ¿ Qué , yo ! ¿ Como os atreveis á decirlo ?
» ¿ y de quien lo sabeis ? Señor , respondí , lo sé del
a mismo , de quien he comprado vuestro manuscrito.
» =-. Pues si lo sabeis todo está dicho ; retiraos , y sed
» prudente.» Fácilmente se cree que no se dió parte
al parlamento del proceso verbal de este interrogatorio.
El historiador deducirá los progresos que la conspiracion
anticristiana baria en un reino en donde 'labia tales
iniciados , hasta en el santuario de las leyes.


CAPÍTULO DkCIAIOQUINTO. 2/7
vvn %AB,.


CAPITULO X.V.


CLASE DE LITERATOS.


LAS pasiones y la facilidad de satisfacerlas, cuando se
ha sacudido el yugo de la rcligion , agregaron á los
conjurados casi todos aquellos personages , de que he
hablado hasta el presente , que brillan en el mundo
con las distinciones del poder , de los títulos y de las
riquezas. El humo de la reputacion les agregó presto
otros que pretcndian distinciones no menos lisonjeras
por la superioridad de sus luces , del espíritu é ingenio.
Los tglentos de Voltaire y sus resultados , tal vez su-
periores á sus talentos , lo confirieron el mando de un
imperio que nadie se atrevió á disputarle en la clase
de los literatos. El vió y tuvo la satisfaccion de ver,
que estos iban en su seguimiento con una docilidad
que nadie debia esperar de unos hombres que mas que
otros muchos blasonan de que piensan por sí mismos.
Casi no tuvo necesidad sino de entonar , y á semejanza
de lo que pasa en las naciones frívolas , en donde las
reinas de las Lais ( 4), solo con la eficacia de su ejemplo,
'hacen que pasen á ser moda hasta los trages de la desho-
nestidad, Voltaire , con manifestarse impío, 114o que el
imperio de las letras se poblase de escritores que ludan.
gala de la impiedad.


(*) Famosa meretriz de Corinto. Véase á Ambrosio. Calepiuo ►
á la yaz Luis.


Q 4




248
COMPIRACIO5 ANTICIIISTIÁNA.


liousseau.


Entre la muchedumbre de escritores iniciados h ay
uno que pudo disputar á Voltaire la gloria del ingenio,
y que tal vez le fue superior, y quien á lo menos no te-
nia necesidad de ser impío , para llegar á ser célebre;
este es Juan Jacobo Rousseau. Este famoso ciudadano
de Ginebra , sublime cuando quiere serlo, en la prosa,
corno Milton ó Corneille en la poesía, podio haber sido
para el cristianismo otro Bossuet ; pero la gloria con
que babria podido brillar padeció un continuo eclipse,
efecto de su conocimiento y trato con d'Alembert , Di-
derot y Voltaire. Fue por algun tiempo aliado de estos
geles de la conjuracion , y convino con ellos en valerse
de todos los medios para destruir la religion de Jesu-
cristo. En esta sinagoga de impíos , como en la de los
judíos , no se convinieron los pareceres , y se dividie-
ron los corazones. Aunque tan contradictorios en sus
opiniones y escritos , no por eso se acercaron mas á
Jesucristo , que siempre fue el objeto de su odio y
conspiracion. Lo - sentia mucho Voltaire, y por eso es-
cribió á d'Alembert: «Es muy sensible que Juan Jacobo,
» Diderot, Belvecio y vos, con otros hombres de vuestro
» carácter, no os hayais entendido para aplastar el infame.
» Mi mayor sentimiento es ver a los impostores unidos,
» y á los amigos de la verdad divididos (t). » Separándose
Rousseau del conciliábulo de los sofistas , no abandonó
los errores cle estos ni los suyos. Hizo su guerra aparte
y la admiracion de los iniciados se dividió; pero la impie-
dad en estas dos escuelas no hizo sino variar el uso de
sus armas , pues las opiniones no fueron menos incons-
tantes ni menos impías.


(2) Carta 155 á crAlembert del ario 1756.


CAPÍTULO DICIMOQUINTO.


249
Voltaire era ágil; pero los discípulos de Juan Jacobo


tenian á este por mas valiente, y si tuvo la fuerza de
Hércules, tambien tuvo sus delirios. Voltaire se burlaba
de las contradicciones , pues su pluma volaba segun
la direccion de los vientos ; Rousseau insistia en sus
paradojas conforme á su genio; agitando su clava, des-
cargaba golpes sobre lo verdadero y sobre lo falso. Vol-
taire fue la veleta de la opinion, y Rousseau el Protéo
del sofisma. Ambos querian poner los cimientos y pri-
meros principios de la filosofía, ambos abrazaron alter-
nativamente el sí y el no , y se vieron condenados á la
inconstancia mas humillante. Voltaire no sabiendo á que
atenerse sobre Dios y sobre el destino de la otra vida, acudió
á sofistas que estaban igualmente perplejos y extraviados,
y se quedaba en su inquietud. Rousseau aun en la edad
de las puerilidades se dijo á sí mismo : « Me voy á tirar
» esta piedra al árbol que está delante de mí; si lo acierto
» es señal do salud, si lo yerto es serial de condenacion. »
Rousseau acertó el árbol y con esto se aseguró de que se
salvaria; y esta prueba le bastó á este filósofo mucho
tiempo despues de la edad de las puerilidades, pues era
ya viejo cuando aiiadió : desde entonces acá no lee dudado
de mi salud (i).


Voltaire creyó un dia que tenia demostrada la exis-
tencia del autor de la naturaleza y creyó en un Dios
todo poderoso y remunerador de la virtud (2). Al dia
siguiente toda esta demostracion para Voltaire se redujó
á probabilidades y dudas, que le parecia ridículo que-
rer resolver (3). La misma verdad le pareció un dia
demostrada á Rousseau. En este dia no dudó de la
existencia de Dios, y despues de haberla él mismo demos-


(I) Véanse sus Conjsiones, libro 6..
(2) Voltaire, de eat.Visme.
(3) 'Véase el mismo artículo , y de l'Ame par Soranus.




25o CONSPIRACIO$ ANTICRISTIANA.
tracio, veia á Dios en su alrededor, le sentia dentro de
sí mismo, en toda la naturaleza y exclamó : Estor muy
cierto de que Dios existe por sí mismo (1). Al siguiente
dia se le desapareció toda esta demostracion y escribió
á Voltaire : Confieso ingenuamente, que ( sobre la exis-
tencia de Dios ) ni el pro ni el contra me parecen demos-
trados. Tanto para Rousseau como para Voltaire, el deista
y el atén solo fundaban su opinion sobre probabilidades
(2). Ambos, Voltaire y Rousseau, creyeron en una ocasion
que hala un solo principio ó un solo motor (3), y
ambos creyeron en otra ocasion que muy bien podian
existir dos principios ó dos causas (4). Voltaire despues
de haber escrito que el ateismo poblara la tierra de
bandidos, malvados y monstruos (5), absolvió á Espinosa
del ateismo, se le permitió al filósofo (6), y llegó al ex-
tremo de profesarle, escribiendo : No conozco sino á
Espinosa que haya discurrido bien (7), que es decir en
otros términos : No tengo por filósofo verdadero, sino
al que cree que no hay otro Dios sino este mundo y
toda la materia. Despues de haber asi aprobado todos
los partidos , instaba á d'Alembert para que formase una
sola legion de los atéos y deistas , para pelear contra
Cristo. Rousseau Labia escrito que los ateos merecian
castigo , que eran perturbadores de la pública tranqui-
lidad, y por lo mismo reos de muerte (8). Y él mismo


(1) , y carta al Al zobispo de Paris.
(a) Carta á Voltaire, tomo


, edicion en 4. 0 de Ginebra.
(3) Vol taire ,prineipe d'action; Rousseau, Emilio, tomo 3.° pág. r


y carta al arzobispo de Paris.
(4) Voltaire, Qztest. encyclopediqztes , tomo q ; Rousseau , Emilio,


tomo 3 , pág. 6r , y carta al arzobispo de Paris.
(5) Voltaire , de l'atizéistne.
(G) Axioma 3.
(7) Carta á cl'Alembert de 16 Junio de 1773.
(8) Emilio , tour. 4. 0 pág 68, Contrato social, cap. 8.


cAríTrLo DLCIMOQVINTO.


251


pensando en dar cumplimiento á los deseos de Voltaire,
escribió al ministro Vernier : «Declaro que mi objeto en
» la nueva Heloisa era hacer que se avinieran los dos par-
» t idos(ateos y deistas) en un amor recíproco, y con el fin
» de ensdiar á los filósofos que es posible creer en Dios
» sin ser hipócrita, y que es posible ser incrédulo ( ó no
» creer en Dios ) sin ser un pícaro (a). » Y aun el mismo
escribió á Voltaire , « que el ateo no puede ser culpable


delante de Dios ; que si la ley fulminaba pena de
» muerte contra los ateos , era necesario empezar con
» hacer quemar como tal á cualquiera .que denunciase á
» otro (2). »


Voltaire blasfemaba de la ley de Cristo y se retractaba,
comulgaba y exhortaba á los conjurados á aplastar el
infi une, ó á Jesucristo. Bousseau abandonaba y volvía á
abrazar el cristianismo de C avino ; hizo de Jesucristo el
mas sublime elogio que jamas ha formado la elocuencia
humana, y concluyó este elogio con la blasfemia de hacer
de Cristo un visionario (3); pero él mismo acucha á la
cena ó cornunion de los calvinistas,. por cuyo motivo
d'Alembert escribió á Voltaire : Le tengo lástima ; pero
» si para ser feliz necesita de acercarse á la santa mesa ,
» y de llamar santa una religion , como él lo hace ,
» despues de haberla vilipendiado , conozco que dismi-
IN fluye mucho su crédito ( 4). » Es muy cierto que




Alembert habría podido decir lo mismo de las comu-
niones de Voltaire; pero no tuvo valor para tanto. Bien
se ve que cuando escribió esto á Voltaire, era con el fin
de ponerle á cubierto de la censura que merecia su atroz


(1) Carta á M. Vernier.
(a) Carta á Voltaire tomo /2. y en la nueva Heloisa.
(3) Véanse sus Confrsiones y la profesion de fe del Vicario Sa-


bo) a l do.
(4) Carta rol; del año 1762,




25a CONSPIR ACION
hipocresía ; pero afiadiendo : « Tal vez no tengo razon;
» porque al fin sa beis mejor que yo los motivos que os
» han determinado á hacerlo. » Se guardó muy bien de
decirle como debla, que aquellas comnnionees 11 0 le
hacian honor, sino que disminuian su crédito; pero esto
poco le importaba , y Voltaire se quedó para d'Alembert
su querido é ilustre maestro. Si la revolucion anticristiana
debia llevar á Voltaire al Panteon , Rousseau Labia ad-
quirido el mismo derecho á la inauguracion de los sofistas
impíos; ya le vcrémos algun dia adquirirlos aun mayores
á la de los sofistas sediciosos. Si el uno , bajo mano
hacia solicitar las suscripciones de los reyes para su
estatua , el otro escribió p(iblicamente que en Esparta
hubiera él tambien tenido la suya.


Aunque estos dos héroes de los conjurados se convi-
niesen tanto en sus blasfemias y contradicciones , tuvo
cada uno su carácter propio. Voltaire aborrecia al Dios
de los cristianos , y Rousseau le admiraba al mismo
tiempo que blasfemaba de él. Lo que obraba la soberbia
en el espíritu de Rousseau lo obraba en el de Voltaire
la envidia y el odio. Pasará mucho tiempo hasta que se
pueda averiguar cual de - les dos hizo mas daiio al cris-
tianismo , Voltaire con sus sátiras atroces y veneno del
ridículo, ó Rousseau con sus sofismas revestidos con el
trago de la razon. Despues de sus divisiones , Voltaire
detestó á Rousseau, .1.e mofó de él , y habria querido
que le hubiesen atado como á un vil insensato (o); pero
se complacia en que toda la juventud aprendiese á leer
en el símbolo de este vil insensato ( Rousseau ), y en su
profesion de fe del Vicario Saboyardo (2). En la misma
época Rousseau detestó los gefes de los conjurados,
les quitó la máscara , y fue detestado por ellos. Conservó


(1) Carta á Daudlaville del 8 Mayo 17G1. v guerra de Ginebra.
(a) Carta al Conde d'Argental del aG Setiembre de 1766.


CA PiTIILO DleimuQuIN T0 . 255
y se atuvo á los mismos principios : solici tó de nuevo
su afecto y estimacion , en particular la de sil héroe (o).
Si es dificil hacer la definicion del sofista de Ferney,no
es mas fácil dibujar el retrato del de Ginebra. Rous-
seau amó las ciencias , y ganó el premio de los que
hablan mal de ellas ; escribió contra los espectáculos ,
y compuso lineras; buscó amigos, y se hizo famoso con
los rompimientos de la amistad; celebró la hermosura
de la honestidad, y puso sobre cl altar la prostituta de
Varens; creyó que era , y se dió el nombre del mas
virtuoso de los hombres , y bajo el título modesto de
Conle. siones, se complacia en su vejez con los recuerdos
de sus torpes conquistas; dió á las tiernas madres los mas
sensibles consejos de la naturaleza, y él mismo sofocó
en sí la voz de ella. Para olvidarse de que era padre
relegó sus hijos á la casa de los expósitos, que es el asilo
de los que nacen de padres no conocidos. El temor de
ver á sus hijos le hizo inexorable á las almas sensibles
que querian cuidarse de su educacion , y hacer menos
dura su suerte (2). Fue pródigo perpetuo de inconse-
cuencias hasta en sus últimos momentos. Escribió contra
el suicidio, y hay motivos para pensar que él mismo se
preparó el veneno que le mató 3 ). A pesar de tan
monstruosas inconsecuencias, el error del sofista de Gi-
nebra se remontó y tuvo acceptacion , en tanto, que
hizo apostatar á muchos que habrian resistido á otros
ataques. Para hacerse secuaz de Voltaire no se necesitaba
sino amar sus pasiones; pero para no seguir á Rousseau
era preciso analizar y descomponer el sofisma. Aquel
gustaba mas á la juventud, y este engañaba mas en la


(i) Véanse sus cartas y la vida de Senera por Diderot.
(a) Léanse sus Confesiones.
(.3) Véase su vida escrita por el Conde Barrucl de Beauvert.




154 CO'NRPIRACIOS ANTICIUSTiAla.


edad madura. Ambos hicieron inumerables iniciados que
les debieron su apostasía.


Biy`fon.


Tal vez los máries de Buffon se sublevarán al ver
escrito su nombre á continuacion del de Rousseau en el
catálogo de los iniciados conjurados. Sin embargo, no es
fácil que el historiador hable de los literatos que sedujo
Voltaire, sin compadecerse del Plinio frances. Es verdad
que Buffon mas fue víctima del filosofismo que aliado
de los enemigos del cristianismo; pero y corno se puede
ocultar el influjo que tuvo el filosofismo sobre sus es-
critos? La naturaleza le había entregado su pincel; pero
no se satisfizo con retratar los objetos que le ponía á la
vista , y pretendió remontarse hasta los tiempos miste-
riosos, criando el velo que los cubre solo le puede rasgar
la revelacion. Aspirando á la celebridad , le pareció que
aumentaba su gloria siguiendo ya los pasos de Maillet,
ya los de Boulanger. Trazando en su escuela el origen
de las cosas para darnos una historia de la naturaleza,
rasgó la historia de la religion. Se hizo el héroe de
aquellos hombres que d'Alembert enviaba á escudriñar
los montes ó las entrarlas de la tierra, para desmentir á
Moises y á las primeras páginas de la sagrada Escritura.
Tuvo que consolarse con los sofistas á causa de las
censuras de la Sorbona ; mas su castigo consistió en su
propia culpa . Desmintió su fama y la idea que el público •
habia concebirlo de sus conocimientos sobre las leyes
de la naturaleza. Parece que las habia olvidado todas,
cuando formó su tierra por las aguas y por el fuego en
sus eternas épocas. Para contradecir á la sagrada Escri-
tora, hizo de la naturaleza como de sí mismo el juguete
de las contradicciones. Su estilo siempi e elegante y noble
fue objeto de adruiracion; pero no impidió que los físicos


CAPÍTULO nl:ciltoorparo.
255


se burlasen y riesen de sus opiniones. Una gran parte de
su gloria se desvaneció como su cometa en los desvaríos
de la incredulidad. Dichoso él , si, retractando sus errores,
hubiese podido destruir la manía de los iniciados, á
quienes enseñó á estudiar la naturaleza en el espíritu de
d'Alernbert, aunque este con Voltaire se reia de todos
los vanos sistemas de Buffon y de Bailly sobre la imagi-
naria antigüedad del inundo y de su poblacion, dándoles
el nombre de tonterías, pobrezas, suplementos de ingenio,
ideas vacías , vanos y ridículos esfuelzos de charlatanes
( 1 ). Pero al mismo tiempo se guardó muy bien d'Alem-
bert de publicar su modo de pensar sobre estos sistemas.
Desacreditándolos, liabria temido acobardar á los inicia-
rlos que él mismo enviaba para forjar otros nuevos, y
buscar de este modo en las topineras del Apenino con
que desmentir á Moises, rasgar las primeras páginas de
la sagrada Escritura y destruir la religion.


Freret.


Despues de estos dos literatos , que se distinguieron
por la nobleza de su estilo , los demas iniciados no
tienen otro derecho á la fama , que una medianía de
talentos , pero exaltada por la audacia de la impiedad.
Sin embargo aun hay dos , que si su erudicion hubiese
sido mejor dirigida , habrian podido hacer honor á las
ciencias. lino es Freret que ejercitó su prodigiosa me-
moria estudiando á Bayle , cuyo Diccionario sabia casi
de memoria. Sus cartas á Trasíbulo , que son el fruto
de su. ateisino , manifiestan que aquel exceso de me-
nmrla fue abundantemente compensado con la falta de
j icio.


(1) Carta á Voltaire del 6 Marzo de 1777.




256 CONSPIRACION ANTÍCIIISTIANA.
Boa/ayer.


Fue el otro Boulanger, jóven que tenia la cabeza rellena
de latir, hebreo , griego , siríaco y árabe. Cayó tambien
en las extravagancias del ateismo , que abjuró en sns
últimos afros , detestando juntamente la secta que le
habia extraviado. Ya veremos que ninguna de las obras
póstumas que se han atribuido á estos dos eruditos
de la impiedad , salió de sus plumas.


El Marques d' rgens


El marques d'Argens salió tambien á representar papel
entre los sofistas eruditos. Bayle contribuyó con los gastos
para la ciencia que afectaba , y de que dió pruebas d'Ar-
gens en sus cartas chinescas y cabalísticas ( lettres chinoises
et cabalistiques) y en su filosofía del buen sentido (Philo.
sophie da boa sens ). Fue por mucho tiempo amigo de
Federico , y tuvo méritos para serlo como los lemas
impíos. Sé de la misma boca del presidente de Eguille
su hermano , que el marqués d'Argens , despues de
largas discusiones con hombres mas instruidos que Fe-
derico en la rcligion , se rindió á las luces del Evan-
gelio 5 y acabó su vida pidiendo encarecidamente al
sacerdote que habia enviado á llamar á que le ayudase
á enmendar los yerros de su pasada incredulidad con
actos de fé.


La Metrie


Este médico se dejó ver como el mas loco de los
ateos , porque fue el mas sincero de todos. Su Hombre
máquina. r su Hombre planta llenaron de oprobio la secta,
porque dijo sin rodeos, lo mismo que esta no se atre-
via á decir siempre, aunque lo ha dicho alguna vez con
espresiones no menos claras que aquel médico.


Marmontel.


CAPÍTULO DIC I MOQUINTO.


257


Marnzontel.


Los sofistas armados contra Jesucristo pudieron blaso-
nar de tener en su catálogo y á su disposicion les ta-
lentos de Marmontel, hasta el momento en que llegó la
revolucion francesa. No es justo aumentar el dolor de
un hombre , que parece que no necesitó sino de los
primeros Bias de la revolucion para avergonzarse de los
errores y conspiraciones que la baldan causado. De
cuantos solistas han sobrevivido á Voltaire, tal vez nin-
guno como Marmontel ha procurado separarse mas de
los impíos , y hecho que se olvidasen los enlaces que
con ellos tenia , siendo así que mas debe á estos su
fama , que á sus Incas , Belisario y cuentos salpimen-
tados de filosofismo. En vano desearia yo pasarle en
silencio , pues las cartas de Voltaire recuerdan al pue-
blo , que hubo tiempo, y largo , en que este iniciado
abochornado hizo otro papel entre los conjurados.
Voltaire en aquel tiempo conocia tan bien el zelo de
Mr. Marmontel, que pensando que le llegaba su última
hora , le recomendó la Harpe. El testamento estaba
concebido en estos términos : « Os recomiendo la Harpe


cuando ya no existiré. Él será una columna de nuestra
iglesia. Será necesario hacerle miembro de la acade-


» mia. Despues de haber costado tanto , justo es que
sea de algun provecho (1).»


La Harpe.


Con el gusto de la literatura y sus talentos , que á
pesar de sus críticas le distinguen entre los escritores
de este tiempo , habría podido ser muy útil ; pero
desde su juventud le echó á perder Voltaire. En esta


co Carta de Voltaire á Alarmante', del 2 1 Agosto de 1767,


Tomo 1.




258 COYSPITUCICCS ANTICIUSTIANA.
edad muchos piensan que son filósofos, solo porque no
creen lo que les enseña el catecismo. Aqui se hallaba
la Harpe , cuando emprendió y siguió la carrera pm
le señaló su maestro ; y sino llegó ser columna , á lo
menos llegó á ser el trompeta de aquella iglesia que es
una congregacion de conjurados impíos. La Harpe sirvió
de un modo muy particular á esta congregacion por
medio del Mercurio , periódico famoso en Francia ,
cuyos elogios ó críticas semanales decidian casi siempre
de la suerte de las producciones literarias. Los perió-
dicos del dia nos aseguran que 151r. la Harpe se ha
convertido en la cárcel, gracias á las instrucciones del Ilus-
trísimo Seiior Obispo de Saint-Brieux. No me causaria
esto mucho admiracion , porque por una parte la vida
ejemplar de este prelado , y por otra los resultados filo-
sóficos de la revolucion deben hacer mucha impresion
en un sugeto que tiene bastante juicio para cotejar las
instrucciones y promesas de sus antiguos maestros, con
lo que sus ojos han visto en estos últimos tiempos. Si
esta noticia fuese verdadera , me habria ocupado en re-
tratar á Mr. la ITarpe con la pluma en la mano , y que
se dedica á sostener la religion que le ha ilustrado (*).


Los elogios que Voltaire tributaba á aquel Mercurio
poriódico desde que la Harpe era su redactor principal,
(r) manifiestan que los gobiernos no se han hecho
bastante el cargo del influjo que tienen estos escritos
sobre la pública opinion. Contaba el Mercurio con mas
de diez mil suscriptores, y un número aun mas cre-
cido le leia. Suscritores y lectores recibian las int-


(*) En efecto , se convirtió Mr. la Harpe. Tengo en esta biblio-
teca su tratado de fmatisme , que es un excelente escrito contra
los jacobinos, y en favor de la religion. Le tengo traducido y
tal vez saldrá al público.


(r) Carta á d'illembert.


CAPITULO DtCIM OOrIN T o . 259
presiones del redactor, y poco á poco se transformaban
en filósofos ó en impíos que es 10 mismo , como el
sofista que los publicaba. Los conjurados anticristianos
conocieron el partido que podian sacar , si llegaban á
poderse valer de su publicaeion. La Harpe ejerció en
él su imperio por espacio de bastantes años ; Marmontel
y Chamfort le comunicaban sus luces , y Remí , que
no era mejor que los tres, le Babia compuesto antes.
Pregunté un cija á este , ¿como se había atrevido á
insertar en su periódico un prospecto tan perverso ,
pérfido y falso de una obra de simple literatura , cuando
él mismo la Babia alabado tanto ? Me respondió : Este
artículo le ha compuesto Un amigo de d'Alembert , y
á este debo yo mi periódico , que es decir mi fortuna.
El asunto no pasó de aquí. El escritor al verse tan injus-
tamente ultrajado, queria insertar en el mismo periódico
su defensa ; pero no le fué posible ("). De esto se puede
colegir el partido que sacaban los sofistas de estos
periódicos ; y ello es muy cierto , que se vallan de
estos medios para dirigir la opinion pública é inclinarla
Inicia el objeto de su conspiracion. Valiéndose del arte
de elogiar ó criticar segun y conforme sus intereses , la
secta daba ó quitaba el crédito y estitnacion á un escrito.
Sus periódicos les proporcionaban dos ventajas; una era
dar de comer á los escritores de su partido, pues publicando
estos sin economizar alabanzas, y no publicando los del
partido contrario, ó llenándolos de dicterios, precisaban
en cierta manera á la compra de aquellos , y ne de estos.


La otra ventaja era , que publicando solamente les es-
critos de sus partidarios , derramaban el veneno en
toda la sociedad. Ocasion hubo en que los conjurados
se valieron de su poderosa proteccion, para excluir las


("*) Esto mismo ha sucedido ya muchas veces en Espada ; lo
hemos visto con el Diario de DI:Morra , y con la Aurora.


n




2Go COIISpinAnio ANTICRISTIANA.


personas religiosas de tener parte en los periódicos.
Cuando se supo que Mr. Gement debia suceder en
este empleo á Mr. Freron , quien habla consagrado su
periódico á la defensa de la verdad , Voltaire no reparó
en acudir á d'Alemhert, á fin de que este recurriese
al canciller y prohibiese á Mr. Clement la continuacion
del periódico de Mr. Freron (1). Con este artificio los
la Harpes de este tiempo aceleraban la conjuracion, tanto
ó mas que los sofistas mas activos y escritores alas
impíos. El iniciado autor trituraba y condensaba el
veneno en su libro ; el iniciado diarista ó periodista le
proclamaba y distribuia por las esquinas de la capital
y hasta los confines de las provincias. El que habria
ignorado que hubiese en el inundo ial libro irreligioso
ó sedicioso, ó el que no se hallaba en estado de gastar
el tiempo ó el dinero comprándole , ya se tragaba una
buena dósis , solo con leer sus extractos en los diarios
<S periódicos que hacian los redactores sofistas.


Condorcet.


Fue un demonio que aborreció mas á Jesucristo ,
que todos los iniciados juntos, y aun mas que el mis-
mo Voltaire. Solo con oir nombrar la divinidad se
horrorizaba este monstruo , y porfia muy bien decirse,
que deseaba vengarse de los ciclos , porque le habian -
dado un corazon. Duro , ingrato , insensible , asesino á
sangre fria de la amistad y de sus bienhechores, si hubiese
podido habria tratado á Dios del mismo modo que
trató al desgraciado Rocbefoucault , á quien hizo asesi-
nar. El ateismo en la Metrie fué tontería, y locura en
Diderot; pero en Condorcet fue á un mismo tiempo
una fiebre habitual del odio , y el fruto de su orgullo.
Cuanto había en el inundo no era bastante, para que


(t) Carta del 12 Febrero de 1773.


cnrirri.o D1C1 MoorriNTn.


arst
Condorcet no creyese que el hombre que creia en Dios
fuese un bestia. Voltaire que le trató cuando aun era jóven,
no fué capaz de prometer á los conjurados la mitad
de los servicios que en algun tiempo les baria , aunque
ya esperaba mucho de él , cuando escribió á d'Alem-
bert : » El consuelo que tendré cuando yo muera , es


que sosteneis el honor de nuestros pobres Weiches ,
„ y que Condorcet os auxiliará muy bien (a). » Voltaire
no fundaba estas esperanzas sobre los talentos de Con-
dorcet , pues no fiaé capaz para aprender mas que la
geometría como se :a enseñó d'Alenibert , y no tuvo
luces para llegar á la segunda clase. Su estilo era
defectuoso como de un hombre que no sabia su pro-
pia lengua , y sus frases parecian sofismas , que es nece-
sario desenmadejar para entenderlas. El odio hizo en él,
lo que la naturaleza hace en otros. Á fuerza de ocultar
sus blasfemias , llegó á contraer el hábito de expresar-
las con mas claridad , y solo con esto se puede declarar
la notable diferencia entre sus primeros y últimos es-
critos ; diferencia que es aun mas sensible en su ensaya
póstumo sobre los progresos del espíritu humano. /a
DO se reconoce su pluma en este escrito , á excepcion
de muy pocas páginas. Alli se descubre que su espíritu
como toda su vida , estudios , escritos y conversacio-
nes , todo lo encaminaba al ateismo ; pues no tuvo otro
objeto que valerse de toda la historia para inspirar á
sus lectores todo su odio y frenesí contra Dios.


Ya Babia tiempo que esperaba la caida de los altares,
como que habia de ser el espectáculo mas agradable
para su corazon ; la vió, y la siguió de cerca ; pero le
sucedió lo que al impío errante y vagamundo , pues
sucumbió á las congojas, á la miseria y á los terrores


(.1) Carta zor del año 1773.
R 5




202 CONSPIRACIOI ArriCRISTIANA.


de Roberspierre. No reconoció la ruano que le habia
descargado el golpe, pues murió como vivió; y el primer
instante de sus remordientos fue cuando vió que los
demonios confesaban la existencia de aquel Dios que
él habia negado. Habria querido poderles hacer resis-
tencia y vencerlos, y en medio de las llamas vengadoras,
si le hubiese sido posible, habria gritado , No hay Dios;
pero no pudo, y este tormento fue ya para él un infierno.
Su odio contra Dios fue tal , que para libertar á los hom-
bres del temor de un Ser inmortal en los cielos, esperó
cine su filosofía los baria inmortales sobre la tierra.
Para desmentir á Moises y los profetas, se alzó profeta
de la demencia. Moises nos manifiesta que los Bias del
hombre se abreviaban insensiblemente hasta llegar al
término que Dios les ha prefijado , y este , nos dice
David, que es setenta años, á lo mas ochenta, y mas
allá todo es trabajo y dolor (*). r1 este oráculo del Es-
píritu Santo opone Condorcet el suyo, y calculando los
frutos de su revolucion filosófica, que tuvo su ejecucion
enviando millares de hombres al sepulcro , añade el
símbolo de su extravagancia, que dice así : « Debemos


creer que esta duracion de la vida del hombre se ha
de aumentar sin cesar, si las revoluciones físicas no
lo estorban : pero ignoramos cual sea el término que
nunca pasará ; tarnbien ignoramos si las leyes gene-
rales de la naturaleza han señalado algun término que
nunca pueda pasar. » Así se expresa (T) despues de


haber desfigurado la historia á su modo, para hacinar
todas las calumnias de su odio contra la religion, y
persuadir á que se busque la felicidad en el ateismo. De
sofista mentiroso se hizo profeta , y prometió estos re-


(*) Salino 8 9 jo
(e) Esquisse d'un tablean phdosophigne des progr¿s de l'esprit 1~47,


Jpome , pág. 382.


-CIPITVLO D cimoQuisTo.


2,7)
saltados cuando su filosofía llegase á triunfar. El mo-
mento en que esta volcó los altares de la divinidad, fue
el que escogió para decir á todos los hombres : aqui
en adelante, el hombre feliz verá crecer sus días, y
crecerán tanto, que no se podrá decir que la naturaleza
les haya puesto término ; en lugar de creer que hay un
Dios eterno en los cielos, el hombre por sí mismo lle-
gará á hacerse inmortal sobre la tierra. De este modo
al mismo tiempo en que el filosofismo celebraba sus
triunfos, debia el orgullo de la secta verse humillado
por la aberracion y extravagancia mas impía del mas
querido de los iniciados. La vida de Condorcct no fue
mas que un tejido de blasfemias, y debia acabar con
el delirio. Ya volverá á dejarse ver en estas Memorias,
y cuando esto suceda , verá el lector, que tanto abor-
reció á las leyes como á Jesucristo. Ya Helvecio y otros,
antes de Condorcet, habian experimentado que el arte
de la secta era muy conducente para inspirar este odio
compuesto en los corazones menos dispuestos para tales
empresas.


&bulo.


Este infeliz, hijo de un padre virtuoso, conservaba
aun los principios de su buena educacion , cuyos eran
frutos de una piedad ejemplar, cuando tuvo la des-
gracia de conocer á Voltaire. Al principio solo le
miró bajo el punto de vista de un excelente maestro
de poesía, á la que tenia mucha aficion, Este fue el
motivo de enlazarse con Voltaire; pero no podia tratar
con un maestro mas pérfido ; pues en lugar de lecciones
de poesía , se las dió de incredulidad, y se esmeró
tanto en sus progresos, que al cabo de un año le tuvo
impío consumado y ateo mas resuelto y decidido que
él mismo: Helvecio era rico, y por esto fue el


4




9.64 CONSPIla¿I AISTICRTSTIÁNÁ.
de la secta, siendo á un mismo tiempo actor y protector.
Cesando de creer al Evangelio , hizo lo que la mayor-
parte de los sofistas que se llaman espíritus fuertes ,
quienes para no dar fe á los misterios revelados, no
solo clan crédito á los misterios mas absurdos del ate-
ismo, sino que se hacen el juguete de una credulidad
pueril sobre todo lo que se pueda oponer á la religion.
Su libro del Espíritu, al que el mismo Voltaire daba el
nombre de la Materia , está atestado de cuentos ridí-
culos ó de fábulas, que Helvecio da como si fuesen
historias, y que suponen que no tenia cono-cimiento de
la crítica; á mas de que esta es obra de un sugeto que
pretendia reformar el mundo, valiéndose para el intento,
no tanto del absurdo de su materialismo, como de la
licenciosa obscenidad de su moral.


Escribió tarnbien Helvecio sobre la felicidad ; pero
parece que no supo hallarla, Toda su filosoíia se expuso
á la censura mas bien merecida ; con esto perdió el
sosiego, se puso á viajar, y tí su vuelta se ocupó en em-
polla• el odio que tenia al clero y á los reyes. Era de
natural honrado y de costumbres suaves; pero su obra
del hombre y de su educacion manifiesta que el filoso-
fismo habla mudado su caracter ; pues se abandonó á
las injurias mas groseras y á unas calumnias que exceden
toda verosimilitud , teniendo valor para desmentir los
hechos cotidianos y de notoriedad pública. Yo habria
querido poder aliviar á Helvecio de la carga de este es-
crito pósthurno, pues me parecía produccion de aquella
junta de comision de que hablaré en el capítulo 17,
que fue el origen de otras muchas impiedades que se
atribuyeron á difuntos : pero no me 1 sido posible ;
pues Voltaire habla de ella á los iniciados de Paris
corno de una obra que pocha no serles conocida, siendo
-así que si hubiese sido parto de aquella comision , por


ciri'rtto Di:011001'11TO. 265
precision la Rabian de conocer. Á mas de de que Voltaire
ea tres cartas consecutivas la atribuye constantemente
á Helvecio , haciéndole sobre la historia las mismas
reconvenciones que le hago ; y d'Alembert que debia
estar mejor instruido , no le desengaña. Me veo pues
en la precision de dejar para Helvecio toda la infamia
del citado escrito. Debo añadir que Helvecio escribió
en Paris , en donde el Arzobispo y los pastores eran
muy dignos de atencion por su cuidado y caridad con
los pobres. En esta misma ciudad estaban los curas
siempre rodeados de pobres y ocupados en distribuirles
socorros. Sin embargo en esta misma ciudad se atrevió
á escribir que los sacerdotes tenian el corazon tan
duro , que nunca se veia que los pobres les pidiesen
limosna. ( Del hombre y de su educacion ). No creo
que en alguna ocasion el odio á Jesucristo y sus sa-
cerdotes haya podido inspirar una calumnia mas atroz
y mas desmentida cada dia por los hechos , tanto en
Paris como en toda la Francia. Con mas verdad habria
dicho , que muchos pobres acuchan á los sacerdotes ó
á los conventos , porque no tenian la misma confianza
para pedir limosna á otros.


Otros literatos impíos.


Ya he hablado de Raynal ; no creo que deba resu-
citar á Del sle , ya tan sepultado en el olvido como su
Filosofía de la naturaleza; de Robinet y de su libro de
la naturaleza, ya no hay. quien se acuerde sino para
reir al ver que explica su entendimiento por las fibras
ovales , su memoria por las fibras ondeadas o' espirales,
su voluntad por las fibras torneadas , su placer y dolor
por manojos de sensibilidad , su erudicion por sus pro-
tuberancias de entendimiento, y otras mil inepcias aun




a66 CONSPILICION ANTICRISTIANA,
peores , si es posible (1). Diré una palabra de Toussaint,
porque la suerte de este iniciado manifiesta el estado á
que llegó el ateismo entre los conjurados. Toussaint se
habla encargado de corromper las costumbres , y afec-
tando un carácter de moderacion lo consiguió , ense-
ñando á la juventud que nada habla que temer del amor,
que esta pasion no pocha hacer otra cosa que perfeccio-
narlos; que ella sola basta para suplir el título de es-
posos en el comercio de los dos sexos ; (2) que los hijos
no deben mas reconocimiento á sus padres por el Lene/ario
del nacimiento , que por el vino de Champada que Izan
bebido , o' por los minuetes que han quejido bailar ; (3)
que no pudiendo Dios ser vengativo , los- hombres
mas malos nada tienen que temer de cuanto se dice
de los castigos del otro mundo (4). Con toda esta cloc-
trina Toussaint no fue para sus cofrades sino un iniciado
tímido , porque adinitia aun un Dios en el cielo , y
una alma en el hombre ; los sofistas le castigaron esta
cobardía con llamarle el filjsqló capuchino : pero Tous-
saint lo acertó mejor , pues despidiéndose de ellos ,
retractó sus errores (5).


En vano nombraria yo una muchedumbre de otros
escritores de la secta. Voltaire dió tanto despacho á sus
producciones anticristianas , que llegó este género de
literatura á ser un recurso ó suplemento á la fortuna
de aquellos miserables escritorcillos , que solo se susten-
tan de las ganancias que les rinden sus blasfemias. La Ho-
landa , aquel pantano cenagoso , fue el asilo para estos


(r) De la nature , tom. liv. 4. chau. tx.
(2) Les Akeurs , part. a. ct 3.
(3) Allí mismo part, 3. art. 4.
(4) Allí mismo part. 3. art. 4.


(l
(5) Véanse sus explicaciones sobre el libro citado , les Neeurs,


as costumbres) .


cerirreto nIcimoeritsTo. 267
impíos hambrientos. Allí el demonio de la avaricia
que poseía el corazon de algunos libreros , habria ven-
dido por un óbolo todas las almas y todas las religiones
al demonio de la impiedad. Entre los libreros que daban
de comer por sus blasfemias á estos hambrientos , el
mas notable era un tal Marcos Miguel Rey ; este tenia
á su sueldo á un otro tal Mathurin dULaurens , refugiado
en !Amsterdam , autor de una teología portátil y de tan-
tos otros libros recomendados muchas veces por Voltaire,
y autor tambicn del Complre Matthieu ( Compadre
Mateo ). Este Mathurin tenia otros asociados, á quienes
Marcos Miguel pagaba las infamias á tanto la hoja.
Voltaire es quien lo dice , y él mismo es quien encar-
gaba se repartiesen estas infames producciones como
otras tantas obras de filosofía , que comunicaban nuevas
luces al universo (t). Luego verémos que los conjurados
añadieron á las prensas de Holanda las de su cofradía
secreta , para inundar la Europa de todas las produc-
ciones de esta especie. Tanto las multiplicaron y acre-
ditaron , que muchos años antes de la revolucion, casi
ya no Babia versista ó romancero que no pagase su
tributo á la impiedad y filosofismo. Parecía que el arte
de escribir , ó de hacerse leer consistia en las sátiras y
zumbas contra la religion , y parea' tambien que las
ciencias que tienen menos enlace con las opiniones re-
ligiosas , habian conspirado contra Dios y su Cristo.


La historia de los hombres no era otra cosa que el
arte de trastornar los hechos para dirigirlos contra el
cristianismo , ó contra la primera de las revelaciones.
La física ó la historia natural tenia sus sistemas anti-
mosaicos. La medicina tenia su ateismo ; Petit le pro-


(r) Carta al conde d'Argental cid s(' Setiembre de 1 7 6r, á d'A-
lembert del t3 Enero de 1768 , y á Mr. Desb. del 4 Abril de 1768.




268 CONSPIRACIOF Aruciusrinva..
fesaba en las escuelas de cirugía. Lalande y Dupuis le
introdujeron en la astronomía , y hubo quien le llevase
á la escuela de gramática. Condorcet , proclamando los
progresos del fikisofismo , se jactaba de haberle visto
bajar de los tronos del norte á las universidades (1). Los
discípulos de e4ta nueva legislacion seguian á sus maes-
tros y llevaban despues al foro todos los principios
que la habladuría de los abogados debía desenvolver
en la asamblea constituyente. Los amanuenses de los
procuradores y notarios , los mozos de escritorio de
los mercaderes y arrendadores , cuando salian de los
colegios , precia que solo habian aprendido á leer
para farfullar Voltaire ó llousseau. De estas escuelas
salió aquella nueva generacion literaria , que despues
del buen éxito que tuvieron los sofistas con la cxpul-
sion de los antiguos maestros de la juventud , no solo
Labia de abrir las puertas á la revolucion , sino que
Labia de ser su principal apoyo , aliado y cooperador.
De allí mismo salieron los Mirabeau , los Brissot, los
Carra , los Garat , los Mercier , los Chenier y otros.
De la misma en fin , toda esa clase de literatos fran-
ceses , que abrazaron con entusiasmo la revolucion , y
dieron al través con lo mas precioso y amable que
tienen los hombres. Es cierto que una apostasía de
tanta extension no prueba que las ciencias y las letras
son nocivas por sí mismas : pero esta apostasía ba de-
mostrado que los literatos sin religion forman la clase
de ciudadanos mas perversa y daiiosa. Es verdad que
esta clase no sacó de su seno los Jourdan y los Ro-
berspierre : pero fueron suyos Pethion y Marat, y sus
principios , sus costumbres y sus sofismas concluyeron


CAPÍTULO DECIMOQUINTO.


269
con producir los Jourdan y los Roberspierre ; y cuando
estos devoraban los Bailly , encadenaban los la Harpe,
llenaban de espanto á Marmontel , no espantaban ,
encadenaban y devoraban sino á sus padres y maes-
tras.


(i) Véase su artifioiosa ediciou de Pascal, advertencia pág. 5.




370 CONSPIRACION ANTTCRISTIANA.


vIrlw V...1


CAPITULO XVI.


CONDUCTA DEL CLERO CON LOS CONJURADOS


A. N T IC RI T IA N 05.


ALENTRAS que los palacios de los grandes y los liceos
de las ciencias humanas abrian de par en par sus puer-
tas , para ciar entrada á la apostasía ; mientras que los
ciudadanos de todas clases , seducidos los unos por el
mal ejemplo y los 'otros por los sofistas, seseparaban del
culto , y corrian á alistarse bajo las banderas de la im-
piedad, no eran ni podian ser equívocos los deberes del
clero. A él le tocaba formar el muro que cerrase el paso
y entrada al torrente de la impiedad, que saliendo che
madre amenazaba inundado todo. Era de su obligacion
impedir con todas sus fuerzas, que el error y la corrup-
cion arrastrasen la multitud y los pueblos á un desórden,
que si bien se considera, es el mayor á que puede estar
expuesta la sociedad. Solo el nombre y carácter de ecle-
siásticos, mejor que el honor y los intereses, recuerdan
la estrecha obligacion de conciencia que tienen para
rechazar y resistir con todas sus fuerzas y valiendose
de todos los medios, la conjuracion contra el altar. La
menor omision y cobardía en los pastores, cuando se
ofrecen estos combates, equivalen á la traicion y á la
apostasía. El historiador que debe tener valor para decir
la verdad á los reyes, no ha de ser cobarde para de-
cirla al estado eclesiástico, aunque sea miembro suyo.
La verdad se debe decir, ya redunde en gloria del
ministerio, ya humille á algunos de sus individuos, pues


CAPITULO D L CIMOSE NTO.
271


de cualquier modo será útil á la posteridad. Esta verá
lo que se hizo y lo que se debia haber hecho : pues
ello es cierto que la conspiracion contra Jesucristo no
ha llegado á su fin : puede esta ocultarse, pero luego
que se le proporcione ocasion , volverá á cometer los
estragos que se vieron en los tiempos de la revolucion
francesa. Sepa pues la posteridad lo que puede contener,
y lo que puede fomentar esta conjuracion.


Distincion que se ha de hacer en el clero.


Si hubiésemos de comprender bajo el nombre y
estado del clero á cuantos en Francia se presentaban
en medio trape eclesiástico, y á todos aquellos á quienes
se daba en Paris y en otras ciudades grandes el trata-
miento de Abate , podria el historiador decir con mu-
cha verdad que desde el principio de la conjuracion
ya hubo en el clero traidores y conjurados. Hubo aquel
Abate Prades , que fue el primer apóstata , aunque
fue tambien el primer arrepentido. Hubo aquel Abate


, cuya infamia se descubre en los repetidos
elogios que de él hicieron d'Alembert y Voltaire (t).
Hubo aquel Abate de Condillac , que se encargó de
hacer de su príncipe un sofista. ¡Tubo sobre todos ,
aquel Abate Raynal , cuyo nombre equivale al de veinte
energúmenos de la secta. Babia tambien en Paris otra




multitud:de entes, llamados tambien Abates , del mismo
modo que hoy llaman Abate á Bartelemí y á Beau-
dcau , ó á Noel y á Sieyes : pero hasta el pueblo los
distinguia , y no conftindia á estos Abates con el clero;
pues sabia que eran unos intrusos de la avaricia , que
anhelando por los beneficios simples de la


, deja-
(1) Carta 65 de d'Aleinhert , ¿tito de 1 76o; de Voltaire á ni-


riot del 26 Enero de 1762.




272 CONSPIRACICY KsTieeierekee.
han á parte sus funciones , y que otros adoptando ,
precisamente por economía , unas apariencias de ecle-
siástico , deshonraban este estado con la corrupcion de
sus costumbres y libertad de sus escritos. El clero ,
sin que se pueda dudar , cometió la gran falta de per,
mitir que se multiplicasen tanto , particularmente en la
capital , estos entes anfibios. Á pesar de la gran dife-
rencia que Babia entre estos y el clero ocupado en las
funciones de su ministerio , es constante , que , sus es-
cándalos favoreciati á la conjuracion de los sofistas, y
daban cierto motivo á las sátiras , que recayendo sobre
el estado eclesiástico , desacreditaban á los verdaderos
ministros del santuario. -Muchos de estos Abates , que
ni siquiera creían en Dios , eran criaturas de los mis.
anos conjurados , quienes los habian ayudado para me-
terlos en la iglesia , habian solicitado beneficios pera
los mismos , á fin de que deshonrasen el clero con
sus escándalos é introdujesen en el santuario los prin-
cipios y máximas de la impiedad. Fueron estos la peste
que aquellos enviaron al campo enemigo ; pues viendo
que no podian batir este ejército del Señor , preten-
dian comunicarle el contagio.


Conducta del clero verdadero , y que reconvenciones se
le pueden hacer.


No contando pues como miembros del clero sino á
los que verdaderamente estaban consagrados al servicio
del altar , el hecho es , que la impiedad nada pudo
conseguir. He registrado los archivos de la secta ; he
practicado todas las diligencias , para ver si los conju-
rados contaban con algunos obispos , curas ó eclesiás-
ticos funcionarios , que fuesen iniciados de la secta ; y
el resultado ha sido , que antes de los tiempos de Pe-
rigord d'Autun , antes de la apostasía de Gobet , de


Gregoire


- CAríTOLO DtiCIMOSE X TO. ,75


Gregoire y de otros Constitucionales , no he hallado
mas que uno ; este es Brienne. Bastante es , pues fue
por espacio de treinta anos el Judas del colegio apos-
tólico. En la correspondencia de Voltaire se hallan al-
gunas cartas en que se lisonjea de que tiene en su
favor al cardenal de Bernis : pero este cardenal en
aquella época no era mas que el favorito de la Pom-
padour , ó el poeta jóven de las gracias. Estos desvíos
de un jóven no bastan para suponer que tuviese in-
teligencia con los conjurados, á quienes no prestó el
menor servicio , aunque cooperó á la destruccion de
los Jesuitas. Pero en cuanto á esto , se puede decir de
este cardenal lo que d'Alembert decia de los parlamen-
tos : Perdonadles , Señor, porque no saben lo que hacen
ni de quien reciben las órdenes. Las cartas de d'Alern-
bert hablando de Brienne , son de un carácter muy
distinto , pues suponen la mas entera connivencia de
parte de un traidor verdadero , que hace cuanto puede
á favor de los conjurados , no deseando otra cosa mas
que no ser conocido del clero -(s). He leido tambien
algunas cartas en que d'Alembert se gloria de que el
príncipe Luis de Rolan , de coadjutor que era de una
iglesia católica, consentia en hacerse coadjutor de la filoso-.
fía (2) : pero fue esto un error puramente material. El
caso es, que d'Alernbert se valió de la recomendacion de
este príncipe , para que la academia admitiese á Marmontel;
y si este príncipe, que era naturalmente noble y generoso,
se engañó solo pensando en proteger 510 mas las letras, en la
persona de un iniciado, esto no prueba que él• conociese, ni
menos que protegiese el secreto de los que, abusando de su
proteccion , acabaron con burlarse de su persona. Á


(t) Véanse entre otras , las cartas 4' y 21 de d'Alenibert á
Voltaire, afilo 1770.


(a) Carta de d'Alembert del 8 Diciembre de 1763.
Tonto I. S




274


CONSPI2ACION AWTICRISTIATIA.


Brienne se le podria aludir aquel Meslier , cura de
Etrepigni en Champaña , si no constase que los mismos
sofistas habian forjado el testamento impío que
le achacaron después de su muerte. En los tiempos
mas inmediatos á la revolucion francesa , empezó el
filosofismo á introducirse hasta en las comunidades
de monges, y se dejaron ver en aquella época el padre
Don Gerle y sus secuaces ó aliados ; pero estos fue-
ron obra de otri especie de conjurados , que daré á
conocer á continuacion de estas Memorias. En todos
tiempos conservó el clero su fe. Es cierto que se pocha


• dividir en eclesiásticos zelosos y edificantes , y en ecle-
siásticos relajados y aun escandalosos ; pero nunca se
pudo dividir en obispos ó sacerdotes creyentes , y en
obispos, curas y sacerdotes incrédulos, sofistas ó impíos.
Esta última clase nunca llegó á ser tan numerosa , que
diese motivo á los conjurados para jactarse. Si hubie-
sen visto que el clero percha su fe , no habrian dejado
de autorizarse con esta apostasía , como lo hicieron con
la de los ministros de Ginebra (t). Por el contrario ,
ninguna cosa se descubre mas en sus correspondencias,
que declamaciones contra el zelo del clero en la con-
servacion de los dogmas. Sus sátiras sobre este parti-
cular, son el mayor elogio de les pastores de la Iglesia.


Pero aunque el clero se haya mantenido en su fe ,
-no por eso dejará de merecer las mas justas reconven-
ciones por los progresos que hicieron los sofistas y su
conjura•ion. No les bastó á los Apóstoles conservar in-
tacto el depósito de las verdades religiosas ; mas influjo
tiene el ejemplo que nuestras instrucciones, para re-
chazar la impiedad. Es cierto que el pueblo recibia
buen ejemplo de un gran nómero de sus pastores ;
pero el ejemplo de la mayor parte no basta. Los que


(1) Véase en la Enciclopedia el art. Gerive (Ginebra) y la carta
de Voliaire á _lir. Verses.


cApirtrto DICIMOSEKTO. 275
observan la diferencia de ciertas impresiones , saben que
nn mal sacerdote hace mas mal que pueden hacer
bien cien sacerdotes virtuosos. Todos debilita ser bue
nos ; pero hubo muchos relajados. Entre los ministros
del altar habia hombres cuyas costumbres rio eran
dignas del santuario. labia muchos ambiciosos, y los
habia que, en lugar de ciar pasto á sus ovejas , estima-
ban mas dedicarse á la intriga y al fausto y lujo de
la capital , que á las funciones de sus diócesis. Sus
vicios no eran tales que hubieran merecido ser notados
en un seglar ; pero lo que es de poco momento en un
seglar , es muchas veces monstruoso en un eclesiástico.
Es cierto que en particular los impíos , con sus depra-
vadas costumbres , no tenian derecho para tachar en
el clero aquellas mismas que este condenaba en al-
gunos de sus miembros ; y el clero pocha muy bien decir
a los mundanos : ci Como es posible que no haya en el
santuario hombres cuya conducta nos hace derramar
lágrimas , si los enemigos de la Iglesia disponen de to-
das las protecciones cerca del trono , para traficar im-
punemente con las dignidades del santuario , y separar
de él á los que se harian respetables y temibles por su
santidad y doctrina ? Corno es posible que no los haya.
malos , si cuando algunos obispos pretendian repeler á
un indigno , Choiseul les respondió : Estos hombres son
los que querernos , y de estos necesitamos ; si muchos
señores irreligiosos miraban los bienes de la Iglesia co
tilo si fuesen el patrimonio de sus hijos, en quienes mu-
chas veces la misma Iglesia descubra los vicios de sus
padres ? Es muy cierto que el clero pocha dar esta res-
puesta -á sus enemigos ; y es tarnbien cierto que si
alguna cosa ofrece la historia que pueda causar admi-
i: clon es que con todas las intrigas de la ambicion,
de la avaricia y de la impiedad , eran muy pocos los


S u


4.4




276 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


pastores malos y muchos los buenos , verdaderamente
dignos del título y ministerio. Pero el crimen de
que introducian á los escandalosos en el clero , no excu-
saba el crimen de los que daban el escándalo. Es necesa-
rio que el clero vea esta declaracion en la historia , por-
que debe tener conocimiento de todas las causas que pro-
dujeron ó tuvieron ligain influjo en la revolucion anticris-
tiana , á fin de que , con el buen ejemplo , rechacen los
asaltos de la impiedad , y esta no tenga el menor pretexto
para seducir á los pueblos.


Su resistencia á la impiedad.


Pero tambien debe decir la historia, que si había
algunos pastores que con su relajacion favorecian los
progresos de la conjuracion , la mayor parte peleó con
constancia contra los conjurados. Si el cuerpo del
clero tenia sus manchas , tenia tambien su brillo
y resplandor en las virtudes sólidas , en la ciencia
y zelo de la religion , y en su inviolable adhesion
á los principios de la fe. El todo de este cuerpo fue
bueno , y debe á los beneficios de aquel Dios que él
anunciaba al pueblo , el haberlo sabido manifestar ,
cuando la impiedad insolente con sus progresos se quitó
la máscara. Entonces fue, cuando el clero se manifestó
mas valiente que la misma conjuracion. Supo morir sin
temor, y mirar sin sobresalto los rigores de un prolon-
gado destierro. Entonces fue , cuando los mismos sofistas
se avergonzaron de la calumnia que con tanta frecuen-
cia hahian repetido , que los prelados y pastores estaban
mas enlazados con las riquezas que con la fe de la Iglesia.
•Las riquezas se quedaron para los salteadores, y la fe
acompaiió.al convento del Cármen á los arzobispos, obis-
pos , curas y eclesiásticos de todas las órdenes hasta


CAPÍTULO D 1 1510813XTO.


927


morir bajo los cuchillos de los verdugos , y los nnont-
pafió en su destierro y emigracion á Inglaterra, Holanda,
Alemania , Italia, Suiza y España, perseguidos por los
ejércitos jacobinos , y proscritos por los decretos de
los carmagnolas . Pobres en todas partes, no tuvieron
otros recursos que la beneficencia de las naciones ex-
trangeras ; pero eran ricos con el tesoro de su fe y el
testimonio de su conciencia.


Para manifestar el clero su oposicion á los principios
de los conjurados y dar el testimonio mas auténtico de
su fe y religion , no esperó á que llegasen los Bias de la
revolucion , pues empezó la lucha con la misma cori-
juracion. Luego que la impiedad se dejó oir , ha-
blaron los congresos del clero para confundirla. No
habia llegado la Enciclopedia á la mitad de su impre-
sion , cuando ya .se vió proscrita por estos congresos ,•.
y ni siquiera ha tenido el clero una de estas juntas,
en el espacio de cincuenta años, que no haya hecho
presentes al rey y magistrados los progresos del filoso-
fismo ( ). Al frente de los prelados que se opusieron
al filosofismo , estaba el señor de Beaumont , aquel ar-
zobispo de Paris, que la historia no puede pasar en
silencio sin hacerle injusticia. Generoso como los Am-
brosios , tuvo su mismo zelo y teson contra los ene-
migos de la fe. Los jansenistas le desterraron, y los
conjurados volterianos habrían querido verle muerto :
pero si lo hubiesen atentado , babrian visto que los
habria arrostrado sobre el cadalso, del mismo modo
que lo hizo con los jansenistas en el tiempo de su des-
tierro, del que no volvió sino para tronar de nuevo
contra unos y otros. Á su ejemplo muchos otros obispos
añadieron .á sus costumbres pastorales las instrucciones


(i) Véanse las actas del clero, en especial desde el sato 1750.
S S




u 2 S COISPIRÁCION A5TICRISTIANA.
lliaS sabias y piadosas. El señor de Poinpignan , enton-
ces obispo de Pui , combatió los errores de Boussean
y de Voltaire; el cardenal de Luines precavió sus ovejas
contra el sistema de la naturaleza ; los obispos de Boloña ,
Amiens, Ana', y otros muchos , edificaban sus diócesis
mas con sus virtudes que con sus escritos. Se pasaron
muy pocos años en que de parte de los obispos no
saliesen algunas cartas pastorales, que todas se dirigian
contra la impiedad de los filósofos conjurados.


No se debe pues atribuir á otuision de los prelados
eclesiásticos, ni á negligencia de los escritores religiosos
la ilusion que causaban los sofismas de los conjurados.
La Sorbona les quitaba la máscara en sus censuras ; el
abate Bergier perseguía el deismo hasta en sus últimos
atrincheramientos, y hacia que se avergonzase de sus
contradicciones. Á la erudicion postiza y enmascarada
de los sofistas , oponia un estudio ingenuo y conoci-
mientes los mas verdaderos de la antigüedad y de las
armas que suministra á la religion ( ) . El abate
Guenée con toda su urbanidad y sal ática , precisaba
á Voltaire á humillarse por su impericia y crítica de
los libros sagrados (2). El abate Gerard santificaba hasta
las mismas novelas , y bajo las formas mas amables
retraía la juventud de sus desvíos y de los caminos
de la mentira , y les dió despues instrucciones de la
historia restablecida en su verdad primitiva. El abate
Pei reproducia la ciencia de los monumentos eclesiás-
ticos, para restituir á la iglesia sus verdaderos derechos.
El abate Feller , ó Flexier Durcval , reunió bajo la
simple forma de un catecismo tecla la eficacia de la
razon , y los recursos de la ciencia contra toda la es-
cuela de los sofistas. Antes de todos estos atletas el


(I) Véase le Désete relaté par.
, y la respuesta á 3...reret.


. (2) Cartas de algunos judíos Portugueses.


carlreto nécimostaao. 279
abate T)uguet habla manifestado hasta la evidencia los
principios de la fe cristiana , y el abate Houteville ha-
bla demostrado su verdad . con hechos de la historia.
Desde el mismo principio de la conspiracion ,,el diario
de Trevoux redactado por el padre Berthie,r y sus com-
pañeros , se dirigia contra todos los errores de los enci-
clopedistas. En una palabra , si 'labia muchos Celsos y
PorfiriOs , tenia tambien la religion sus Justinos , sus
Orígenes y sus Athemígoras. En estos últimos tiempos.
como en los primeros siglos de la iglesia , el que ver-.
daderamente deseaba hallar la verdad , no habria tar-
dado á hallarla en la solidez de las razones que los es-
critores religiosos oponian á los sofismas de los autores
conjurados ; y aun se podia decir que los nuevos apo-
logistas de la religion , manifestaron con mas claridad
muchas verdades de la religion que los apologistas
antiguos.


Los oradores evangélicos , cooperando á los esfuerzos
de los obispos y de los escritores religiosos, no cesaron
ya. desde el principio de la conjuracion de avisar á
los pueblos. La refutacion de los sofistas era el asunto
mas frecuente de sus instrucciones públicas. El Padre
Neuville , y despues de él de Senez , y mas que
todos el Padre Bcauregard , se distinguieron por su
intrepidez en esta ocupacion. Aun nos acordamos de
aquella especie de inspiracion , con que este último se
sintió arrebatarlo, predicando en la Catedral de Paris,.
y haciendo resonar las bóvedas de aquel templo, trece
años antes de la revolucion , manifestando en tono
profético los proyectos de la filosofía moderna , y que
con tanto sentimiento de la religion ha verificado la
revolucion francesa : Sí ( dijo este orador sagrado ).
» al rey , al rey y a la religion atentan los filósofos ; ya


tienen en sus manos la segur y el martillo ;. solo es-
4




a


28o coNsruk.s.clow ANTICRISTIANA.
peran el momento favorable para derribar el trono
y el altar. Sí ; vuestros templos , Señor, serán despo-
jados y destruidos , abolidas vuestras fiestas , blasfe-
mado vuestro nombre:, y vuestro culto proscrito.
¡ Pero que es lo que oigo , gran Dios ! ¡ Que es lo
que veo ! ¡ Á los cánticos inspirados, que inician reso-
nar estas bóvedas consagradas á vuestro honor , su-
ceden cánticos torpes y profanos ! ¡ Y tú, divinidad
infame del paganismo , deshonesta Vénus , vienes atrevi-
damente á ocupar el lugar del Diós vivo , á sentarte so-
bre el trono del santo de los santos , y recibir el abo-


» minable incienso de tus nuevos adoradores ! » Este
discurso le oyó un numeroso auditorio, que habia
atraido la piedad y elocuencia del orador ; le oyeron
tambien muchos iniciados, que habian acudido solo con
el fin de sorprender al predicador , y le oyeron mu-
chos doctores de la ley , que he conocido , y que me
le repitieron con toda fidelidad , ya antes que le le-
yese en los impresos. Los iniciados alzaron la voz y
gritaron sedicion y fanatismo , y los doctores de la ley
reprendieron el zelo exagerado del orador (*) : es verdad
que estos se retractaron ; pero cuando era ya demasiado
tarde , es decir despues del suceso.


Estas advertencias y la incesante guerra que hacia
el clero, retardaron los progresos de los solistas ; pero no
se logró triunfar de la conjuracion. Esta era ya dema-
siado profunda : el arte de seducir las naciones , de
propagar el odio contra Cristo y sus sacerdotes, desde
el palacio de los grandes hasta el humilde taller del
artesano , desde las capitales de los imperios hasta las


( A ) De semejantes expresiones han usado con sobrada frecuencia
los presumidos sábios de estos tiempos , viendo la vigorosa resis-
tencia , que desde los púlpitos han opuesto á sus doctrinas los
predicadores.


CAPÍTULO nír.ctmostvro. 281
aldeas y chozas de los campos , habia llegado á su mayor
perfeccion en las cavernas secretas de los conjurados.
Sus medios tenebrosos suponian unos misterios , que
debo desenvolver : y cuando yo haya descubierto estas
-últimas sendas de corrupcion que emprendieron los
sofistas, los lectores , en lugar de preguntar como la
Francia , con el zelo y luces de sus pontífices y pasto-
res , ha visto la destruccion de sus altares y la ruina
de sus templos , nos preguntarán , como han tardado
tanto los templos á desplomarse , y sus altares á hun:
dirse.





282 CONSPIIIACION ANTICRISTIANA.


CAPITULO XVII.


NUEVOS y MAS PROFUNDOS MEDIOS DE LOS CONJURADOS


PARA SEDUCIR HASTA LAS "éLTIMAS CLASES DE CIUDA-
DANOS.


CUANDO Voltaire hizo juramento de aniquilar la reli-
gion cristiana, no se lisonjeaba de arrastrar á su apos-
tasía la generalidad de las naciones. Su orgullo, aunque
grande, se satisfacia algunas veces plenamente con los
progresos que su filosofismo habia ya hecho entre los
hombres que , obierijan, tí que han nacido para gober.
nar, y entre los literatos (t). Por espacio de mucho
tiempo se mostró poco zeloso de separar del cristia-
nismo á todas las clases inferiores de la sociedad, que
él no coinprendia bajo la expresion de gente honrada.
Los hechos que voy á alegar, manifiestan , ya la nueva
extension que los sectarios conjurados dieron á su -
zelo, ya los artificios de que se valieron para no dejar
á Cristo ni un solo adorador , aun en las condiciones
Ibas oscuras.


Origen y proyectos de los Economistas.


Un médico conocido en Francia con el nombre de
Qucsnay,


, se habia insinuado tan bkn en la gracia y
estimacion de Luis XV, que este rey le llamaba su
pensador. En efecto, parece que Quesnay habia pro-
fundamente meditado todo lo que puede hacer felices


CAPÍTULO DICIMOSEPTIMO.


283


íí los pueblos; tambien puede ser que ingenuamente lo
descase ; pero con todo esto , él no fue mas que un
vano sistemático y fundador de aquella especie de so-
fis tas á quienes llamaban economistas , porque se ocu-
paban mucho, ó á lo menos hablaban mucho de la
economía y del orden que se habia de establecer para
la administracion y otros medios de aliviar al pue-
blo. Si algunos de estos economistas no extendieron
á mayor distancia sus especulaciones , á lo menos es
cierto que sus escritores ocultaron muy mal su Odio al
cr.oanismstii Estos escritos estan llenos de aquellos
proyectos que manifiestan la res olueion de que suceda
a la religion revelada, la religion puramente natural (t).
El rumbo que hablan tomado , hablando siempre de agri-
cultura , administracion y economía les hacia menos sos-
pechosos que los otros solistas, que no se ocupaban mas
que en su impiedad.


Su proyecto de escuelas para el pueblo.


Quesnay y sus iniciados se habian empeFiado en dar
á entender que los pueblos de la campaiia y los arte-
sanos de las ciudades no tenian la instruecion necesaria
á su profesion ; que las gentes de esta clase, en lugar
de aprender en los libros lo que les interesaba sa-
ber , se estaban atollados en una ignorancia fatal
para su felicidad y bien del estado ; que era ne-
cesario establecer y multiplicar , sobre todo en las
campañas , las escuelas gratuitas , en donde se irian
instruyendo los 'liaos en diferentes oficios, y principal-
mente en los principios de la agricultura. D'Alembert y
los otros iniciados volterianos , luego conocieron el buen


(i) Véase el análisis de estos escritos por Mr. (;ros , Preboste
de San Luis del Louvre.(1) Carta á d'Alembeit <id 13 Diciembre de x763.




284 CONSPIllÁCION AITTICRISTIANA.
partido que podrian sacar de estas escuelas. Se unie,.
ron á los economistas , y presentaron á Luis xy
varios memoriales en que exaltaban las ventajas ya
temporales, ya tambien espirituales que sacarla la clase
indigente de su reino. El Rey , que amaba verdadera-
mente al pueblo, abrazó el proyecto con fervor; ya estaba
pronto á costear de sus propios fondos la mayor parte
de lo necesario para el establecimiento de estas escuelas
gratuitas. Se descubrió á Mi .. Bertin , á quien honraba
con su confianza y á cuyo cargo corria la administracion
de st bolsillo secreto. Cuanto he dicho hasta aqui es
un extracto de lo que en varias conversaciones he oido
á este ministro , .y en lo que se sigue es él mismo
quien habla.


Bertin desengaTia á. Luis XV.


» Luis XV ( decia este ministro ), habiéndome con-
» fiado la direccion de su bolsillo , era muy natural
» que me hablase de un establecimiento , cuyos gastos
» habla de suplir. Habia mucho tiempo que yo ob-
» servaba las diversas sectas de nuestros filósofos ; aun-
»que yo tenia muchas reconvenciones que hacerme
» sobre la práctica de los deberes religiosos , á lo me-


nos- habla conservado los principios de la religion, no


dudando de los esfuerzos que hacian los filósofos para
» destruirla. Conocí que su objeto era tener ellos mis-
» aros la direccion de estas escuelas , apoderarse con


esto de la educacion del pueblo , so pretexto de que
» los obispos y sacerdotes, encargados hasta entonces de
» la inspeccion de los maestros , no podian entrar en
1> pormenores impropios de eclesiásticos. Concebí que
» se trataba mas de impedirles el recibir las instrucc io-
» nes continuas de su catecismo y de la religion , que
» de dar lecciones de agricultura , á los hijos de los


CA.P1TULO nIctmostprnto.
285




labradores y artesanos. .31e resolví pues á declarar al
Rey que las intenciones de los filósofos eran muy
diferentes de las suyas. Conozco, le dije, á estoscon-


,
j urados ; guardaos, Señor , de atenderles. En vuestro
remo no hay falta de escuelas gratuitas , las hay
en los pueblos mas pequeños y casi en todas las


„ aldeas ; tal vez ya se han multiplicado con de-
, masía. No son los libros los que hacen artesanos
, y labradores , es la práctica. Los libros y maestros
, que enviarán estos filósofos harán al paisano mas sis-
» temático que laborioso. Terno que no le vuelvan pe-
» rezoso , vano , envidioso , luego hablador , sedicioso ,
• y al fin rebelde. Temo que todo el fruto del gasto
• que quieren haceros snportar , no sea para borrar


poco á poco en el corazon del pueblo el amor á su


religion y a su Rey.
» Añadí á estas razones cuanto me ocurrió para di-


» suadir á su Nagestad. Le aconsejé , que en lugar de
» maestros elegidos y enviados por los filósofos , em-


please los mismos caudales en multiplicar los cate-
» quistas, en buscar hombres sábios y pacientes, que su
• Magestad podria mantener de concierto con los obis-
» pos , para enseñar á los pobres paisanos los principios
• de la religion , y que los aprendiesen de memoria ,
»como lo hacen los curas y vicarios con los niños ,
» que no saben leer. Parecia que mis razones gustaban
» á Luis XV , pero los filósofos volvieron á la carga.
• Tercian cerca del Rey hombres que no cesaban de
• instar con eficacia : por otra parte el Rey no se po-
» dia entonces persuadir , que su pensador Quesnay y


los otros filósofos tuviesen intenciones tan detestables,
y• se vió sitiado con tanta obstinacion por aquellos


» hombres, que en el tiempo de los veinte últimos años
de su reinado , en las conversaciones cotidianas con




286 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.
» que me honraba , casi siempre estuve ocupado en
» combatir la falsa opinion que le habian comunicado
» de sus economistas y asociados. »


Descubre el Ministro Bertin los medios de los conjurados
para seducir las gentes del campo:


» En fin , resuelto yo á dar al Rey una prueba cierta
a de que le engañaban, procuré ganarme la confianza


de estos mercaderes que corren las campañas, y ven_
» den sus mercaderías en los pueblos y en las puertas
» de los castillos. Yo tenia sospechas de que algunos
» que venden libros, eran agentes del filosofismo para
» con el pueblo sencillo. En mis viages á la campaña
» me adherí con particularidad á estos últimos. Cuando
» me ofrccian libros para que se los comprase, les decia
» yo , ¿y qué libros podeis tener ? Sin duda serán ca-
» tecismos ó libros de oraciones, pues no se leen otros


en los pueblos. Á éstas palabras ví algunos que se
» sonrcian. No , me respondieron, no negociamos con
» esos libros; hacemos mejor negocio con los de Vol-
» taire, Diderot y otros filósofos.— i Como, exclamaba
» yo, paisanos compran Voltaire y Diderot! ¿Y en donde
» hallan dinero para comprar unos libros tan caros?
» La respuesta á esta pregunta fue constantemente : Los
» tenemos á mejor cuenta que los libros de oraciones;
» podemos dar á diez sueldos el torno, y aun ganamos
» bonitamente. Despues de otras preguntas , llegaron á
» concederme que aquellos libros nada les costaban ;
» que recibian fardos enteros de ellos, sin saber de
» donde les venian, con sola la condicion de venderlos
» al precio mas ínfimo.


Esta es la relacion que muchas veces hizo Mr•
Bertin , particularmente en su retiro de Aix-la-Cbapelle.;
y cuanto referia de estos mercaderes, es exactamente


CAPÍTULO D •I MOSEPTIMO.


287
conforme á lo que he oi go decir á muchos curas de
villas y lugares pequeños, quienes , por lo comun , mi-
raban á estos libreros que corrian los campos, corno
si fuesen la peste de sus parroquias, y de quienes se
vallan los que se llaman filósofos para hacer circular
de una á otra parte el veneno de Su impiedad. Luis
XV , convencido con la relacion que le hizo el minis-
tro de su descubrimiento, llegó en fin á concebir que
el establecimiento de las escuelas, que con tanto ahinco
solicitaba la secta , no serviria de otra cosa que de un
medio mas para seducir al pueblo , y abandonó el
proyecto ; pero rodeado siempre de amigos y protecto-
res de los conjurados, no subió á descubrir el origen
del mal ; solo tomó medidas muy débiles para estorbar
los progresos, y los conjurados prosiguieron en valerse
de sus buhoneros. 'Todo esto no fue mas que el pri-
mer medio para suplir la falta de sus tan deseadas
escuelas de agricultura, cuya dilacion les cansaba gran-
de impaciencia. Nuevos sucesos manifestaron que los
conjurados sabian suplir aquella falta por otros medios
aun mas artificiosos y funestos.


Maestros de escuela en los pueblos.


Muchos años antes de la revolueion francesa ,
cura de la diócesis de Embrun tenia frecuentes con-
testaciones con el maestro de escuela de su pueblo ,
reconviniéndole con que era un vil corruptor de la
niñez , y que repartia libros los mas opuestos á las cos-
tumbres y á la religion. El señor del lugar iniciado
protector de la secta era el apoyo del tal maestro : el
buen cura fue á quejarse al arzobispado; Mr. Salabcrt
d'Auguin , vicario general encargado de verificar los
hechos , quiso ver la biblioteca del maestro, y la halló
llena de esta casta de libros. El maestro lejos de negar




288 CONSPIRA CIO'N AYTICRISTIni•


el uso que de ellos hacia afectó un tono de buena fe
y respondió que habia oido hacer grandes elogios de
aquellos libros , y que pensaba que no se los porfia
dar mejores á sus estudiantes ; y aun anadió como los
buhoneros , que nada habia gastado por ellos , que mu.
chas veces recibia . remesas considerables , sin saber de
donde venian. Á una legua de Lieja y en los pueblos
circunvecinos , habia maestros aun mas pérfidos , quie-
nes recibiendo las mismas instrucciones , aumentaban los
medios de la corrupcion. Estos en ciertos Bias y horas
señaladas reunian un cierto IMmero de artesanos y pai-
sanos pobres , que no habian aprendido á leer : en es-
tosconventículos, uno de los discípulos del maestro leia


en alta voz algunos de los libros , que ya le habian
pervertido. Al principio era algun romance de Voltaire,
despues el Sermon de los cincuenta , el imaginario Buen
sentido y otras obras de la secta , que el maestro tenia
cuidado de proporcionarle, en particular los que abun-
dan en declamaciones y calumnias contra el clero. Es-
tos conventículos , que eran los precursores de la revo-
]ucion de Lieja , estuvieron ocultos, hasta que al fin un
carpintero hombre honrado y religioso , descubrió al
seiior de un bosque , por quien trabajaba , el dolor
que le habia causado el sorprender á sus hijos en el
conventículo ocupados en leer á una docena de paisa-
nos los referidos libros. Con esta nóticia se hicieron
requisiciones por aquellas inmediaciones, y se hallaron
muchos maestros de escuela culpados de la misma in-
famia ; y se observó que estos pérfidos maestros eran
precisamente los que ibas afectaban cumplir los debe-
res exteriores de la religion , y por lo mismo eran los
menos sospechosos de estas maniobras infernales. Se
extendieron las requisiciones y las huellas condujeron
hasta d'Alember t


; y he aqui lo que resultó de estos
conochnientos,


13.AP DI CIELO slpTixe.


89
:conocimientos, que me ha notificado la misma persona
con -quien se desahogó el carpintero , la que no omitió
alguna de las diligencias que Tedia .un objeto tan
importante.


junta de comision de d'Alcmbert para la .educacion.
Se practicaron las correspondientes diligencias para


.averiguar quienes eran los que habian recomendado
aquellos corruptores de la juventud., y su resultado fue
que los protegian bajo mano ciertos personages ya
bien conocidos por sus enlaces con los impíos del
tiempo , y continuando las averiguaciones , se llegó
hasta d'Alembert y su oficina de institucien de .maes-
Cros. A esta oficina acudían todos los que ya he men-
cionado , y que necesitaban de recomendacion de los
sofistas :para obtener empleos de maestros .ó de ayos en
las casas ricas y de grandes sefiores. En este tiempo ya
no se limitaba -el zelo de d'Alernbert á estas institucio-
nes particulares, pues Labia entablado correspondencia
en todas las provincias., .y hasta fuera del reino.Cuando
en algun colegio ó pueblo vacaba el empleo de pre-
ceptor ó de simple maestro de escuela , los iniciados
repartidos en todas partes informaban á d'Alembert y
sus coadjutores de las vacantes , de los pretendientes que
se presentaban , de los que se debian admitir- ó desaten-
der, de las personas á quienes se habia . de recurrir, para
que se proveyesen las vacantes en iniciados pretendien-
tes, ó bien en los que destinase la oficina de Paris ,
instruyéndolos en el método que debian observar y
reglas que habian de seguir con mayor ó menor pre-
caucio.n , segun lo exigiesen las circunstancias locales,
y atendiendo á los progresos (pie en sus alrededores
hacia el filosofismo. De aquí se derivaba la insolencia
de aquel maestro de la ..diócesis de Embrun , y el disi-


T 07n0 L.




ago COSSPUACION ANTICIUSTIAIA.
mulo hipócrita de los del pais de Lieja , en donde te-
mian á un gobierno en todo eclesiástico , y en donde
la impiedad no habia hecho los mismos progresos que
en Francia.


De este modo d'Alembert, fiel á la niision que le ha-
bla dado Voltaire , cuando le encargó de ilustrar la
juventud cuanto pudiese (i) ,habia perfeccionado las ma-
niobras que se ordenaban á seducirla. Voltaire en aquel
tiempo ya no tenia motivos para suspirar por su colonia
de Cléves ; pues la manufactura de toda impiedad á
que destinaba aquella colonia , la cofá dria filosófica,
semejante á la de los mazones , la academia secreta
enfin , ocupada en destruirá Jesucristo y su religion,
mas que no todas las academias públicas en extender el.


. imperio de las artes y ciencias, ya se habia realizado
en Paris. Esta asociacion , la mas tenebrosa de los con-
jurados , que se habia establecido en medio de un im-
perio cristianísimo , y por unos medios que solo podia
inspirar la rabia contra Jesucristo , apresuraba una re-
volucion que habla de destruir en Francia , y si hubiese
podido en todo el mundo , todos los altares y dogmas
del cristianismo. Este es el último misterio de Mitra ,
y este es el manejo mas secreto de los conjurados.
Aun no le 'labia descubierto algun escritor que yo sepa,
y ni de este misterio se descubre algun vestigio en las
cartas de Voltaire que los editores iniciados tuvieron
á bien publicar , pues tuvieron muchos motivos para
suprimir las que trataban del asunto. En el primer
momento de la revolucion aun habrian bastado estas
cartas para excitar la indiguacion del pueblo , pues
habria descubierto en ellas la atrocidad de los medios
de que se habian valido para arrancarle su religion.


(r) Carta del t5 Septiembre de 1762.


C1P ¡T'UY. O DI.C1'510 PTIM 291


Ello es muy cierto que complaciéndose como los de-
monios en el mal que hacian en la oscuridad de sus
congresos , nunca habrian manifestado este misterio de
su iniquidad , y habria quedado siempre oculto, si la
providencia no se hubiese valido de los remordimientos
de un infeliz iniciarlo que le manifestó , como vamos
á ver.


Descubrimiento de la Academia secreta de los conjurados
y de sus medios.


Antes .de manifestar el secreto de esta academia, de-
bo decir á mis lectores , que me he valido de todas las
precauciones para que me constase la verdad dé los he-
chos. Me dió noticia de esta escena un sugeto , cuya
probidad me era bastante notoria paraque yo no du-
dase de la verdad de su relacion , y aunque me la dió
firmada de su mano , me pareció que yo debia hacer
algo mas. En esta relacion firmada se alegaba un testigo
que habia representado en esta misma escena un papel
muy semejante al de segundo actor ; era hombre de
valor , y por sus virtudes y servicios, Luis XVI le ha-
bia condecorado con la primera distincion de la no-
bleza francesa. Se hallaba *entonces en Londres, y aun
se halla aqui en el momento en que escribo. No dudé
pues en dirigirme á él , escuché con la posible atencion
la relacion que me hizo , y la hallé en todo conforme
á la relacion firmada que tenia en mi poder. Si el
lector no lee aqui el nombre de este serior , no es por-
que él tema que le aleguen , sino .porque no le acomoda
que le aleguen en un hecho que le aflige mucho sobre
la suerte de un amigo, cuyo error mas se debia á la
seduccion de los sofistas que á su corazon , y cuyo ar-
repentimiento ha expiado en algun modo su delito
delirio. He querido dar esta..ey.plicacion para suplir las


Ta




292
CONSP(RÁCION ANTICRISTIANA.


pruebas que hasta el presente he alegado de los mismos
escritos de los conjurados. He aqui el hecho.


DJelaracion y arrepentimiento del secretario de esta
.ricadenzia secreta.


A mediados del mes de septiembre de 175, es decir
unos quince días antes de las atrocidades del 5 y 6 de
octubre , en un tiempo en que ya se descubria que la
asamblea llamada nacional , habiendo precipitado al
pueblo en los horrores de la revolucion , no ponia ya
límites á sus pretensiones, Mr. d'Angevilliers convidó á
comer en su casa á Mr. Leroy , ayudante de cazas de
su Magestad , y académico. La conversacion fue , segun
las circunstancias del tiempo , sobre los desastres que
ya }labia cometido la revolucion, y sobre los que fácil-
mente se podian prever. Concluida la comida , el mis-
mo señor que me dió la noticia de este hecho , amigo
de Mr. Leroy , pero sentido de haberle visto mucho
tiempo aficionado á los sofistas del siglo, pensó en hacerle
algunas reconvenciones en estos términos tan expresivos:
¡ Y bien, esa es con todo la obra de la filosofía! Aterrado
Leroy con esta expresion : dy! respondió, ¿y á quien lo
decis lo s¿ demasiado ; pero moriré de dolor r de remor-
dimientos. Sobre esta palabra renzordimicntos , que repe-
tia acabando casi todas sus expresiones , el mismo señor
le preguntó : Qué acaso habeis cooperado á esta revo-
lucion , de modo que os veais precisado á }laceros estas
reconvenciones ? Sí, respondió Leroy, he cooperado, r
» mas de lo que quisiera. -Yo he sido ( prosiguió ) secre-
» tario de una junta de comision, á la que debeis la re-
» volucion : pero cito por testigos á los mismos cielos
» de que nunca creí que se llegase á este estado. Me
» haheis visto en el servicio del rey , y sabeis que amo


su persona , y no pensaba yo conducir sus vasallos á




C1FÍTI.11.0 DfiCiMO SliP TIMO. 1g5


lo que han llegado; pero moriré de dolor y de remor-
» dimientos.»


Precisado Leroy á manifestar que cosa era aquella
junta de comision , aquella sociedad secreta , cuya exis-
tencia ignoraba toda aquella comitiva , respondió :
» Esta sociedad era una especie de club que habíamos
» formado entre nosotros filósofos , y al que á nadie
» admitiamos sin que estuviésemos de ellos bien seguros.
» Nuestras juntas se tenian por lo regular en el palacio
» del bacon de Holbach. Temerosos de que alguno sospe-
» chase nuestro objeto , nos dimos el nombre de econo-
» mistas. Creamos presidente honorario y perpetuo de
» la sociedad á VoltEdre , aunque ausente. Nuestros prin-
» cipalcs miembros eran d'Alembert , Turgot , Diderot,
» La llarpe , y aquel Lamoignon , guarda-sellos , quien
• despues de su desgracia -se ha dado la muerte en su
y parque.»


Objeto de esta Academia.
Toda esta declaracion la interrumpian los suspiros y


sollozos ; el iniciado profundamente penitente, añadió :
» He aqui cuales eran nuestras ocupaciones ; la mayor
» parte de los libros contra la religion , las costumbres
» y el gobierno, que babeis visto salir de mucho tiempo
» á esta parte , eran obra nuestra ó de algunos autores


nuestros confidentes. Todos los componian ó los miem-
» bros de la sociedad, ú otros por órden suya. Nuestro


tribunal los recibia todos , antes de darlos á la im-
» prenta. Allí los revisábamos, añadíamos, quitábamos ,
» corregíamos, segun lo pedian las circunstancias. Cuan-
» do nuestra filosofía se descubria demasiado , segun el
» tiempo y objeto del libro , la cubríamos con el velo:


pero si pensábamos poder adelantar mas que el autor,
hablábamos con mas claridad ; en fin hacíamos decir


T3




294 c0np3BAcloy A5TtenISTIAtiA.
á estos escritores lo que nos daba la gana. Luego'


» salia al público el libro bajo un título ó nombre
» pico esogíamos, para ocultar la mano que le hacia


escrito. Las que creíais obras póstumas , como le
Ch


•istianisme devoilé (el cristianismo á descubierto )
y otras diferentes, atribuidas á Freret y á Boulanger
despues de su muerte , no tenian otro orígen que
nuestra sociedad. Cuando habíamos aprobado todos.
estos libros , hacíamos tirar al principio , en papel
fino ú ordinario un número suficiente para reembolsar
los gastos de impresion , y despues una cantidad in-


» mensa de ejemplares en papel menos caro. Estos los
• enviábamos á libreros ó buhoneros , quienes los


recibian de valde ó casi de valde , con obligacion
de repartirlos ó venderlos al pueblo al precio Inas
bajo. He aquí lo que ha pervertido al pueblo , y
le ha conducido al punto en que le veis en el dia.
Ya no lo veré mucho tiempo ; moriré de dolor y de
remordimientos. »
Esta relacion hacia estremecer de indignacion ; pero


-todos Se compadecian viendo el arrepentimiento y el
estado realmente cruel en que -se hallaba Mr. Leroy.
Lo que aumentó el 'horror á una filosofía que hacia
podido hallar y meditar con tanta constancia estos me-
dios para arrancar al pueblo su religion y sus costum-
bres , fue lo que ariadió el mismo, manifestandó el sen-
tido de estas palabras abreviadas , écr. ( écrasev
l'infame )', aplastad el infame , con que Voltaire con-
chip') tantas de sus cartas. Leroy les dió la misma ex-
plicacion que yo les he dado en estas Memorias , y que
flor otra parte el mismo contenido de estas cartas ma-
nifiesta con tanta evidencia. Añadió lo que yo no me
l'abrid atrevido asegurar aunque fuese tan verosimil ;
que todos los que recibian cartas de Voltaire con aquella


cáríTuto nIcimo sLrrimo. 295
horrible contrasefia , eran miembros de aquella junta
secreta ó iniciados de sus misterios. Manifestó también,
como ya he dicho , el proyecto de los conjurados para
que el infame Bricnne fuese arzobispo de Paris , y la
intencion que tenian en esto. Se extendió. en otros
muchos pormenores que habrian podido ser de grande
utilidad para la historia ; pero no los conservaba la me.:
lumia de los que habian asistido á esta relacion. No he
podido averiguar , en que arlo tuvo principio esta junta
secreta : pero parece cierto por la relacion del ministro
Benin, que ya la habian establecido muchos arios antes
de la muerte de Luis XV, pues desde entonces se des-
cubre su principal objeto , que era de hacer circular
todas aquellas producciones impías que recibian los mer-
caderes de una mano incógnita , para distribuirlas al
precio mas bajo en las campanas.


Creo que para el intento debo citar una carta de
Voltaire á Helvecio (r) que dice así : « c Porqué los


adoradores de la razon se paran en el silencio y en
el temor? . No conocen lo bastante sus fuerzas. ¿Quien




les impediría tener en su poder una pequeña imprenta
r dar escritos útiles y cortos , de los cuales solos los


» amigos serian depositarios? De este medio se han valido
» los que han impreso las últimas voluntades de aquel
» bueno y honrado cura (habla del testamento de Juan
» Meslier. ) Pis cierto que su deciaracion es de mucho
» peso. Es muy cierto , que vos y vuestros amigos po-
» driais hacer 1716101rS obras con la mayor facilidad ,


y hacerlas despachar sin comprometeros. » Otra carta
hay en la que Voltaire, á lo irónico y bajo el nombre
¿le Juan Patourel , ex jesuita , aparentando felicitar
á Helvccio por su imaginaria conversion , describe


(i) Carta del mes de Mario de )763.
T




agó conssrinActo.N AnTICIUSTIANi.
en estos términos el modo como procedian para hacer
circular los escritos y repartirlos en la clase menos ins-
truida , en lo que se manifestaba tan zeloso : «Oponen
» dice al Pedagogo cristiano y al Piénsalo bien ,
» que en otros tiempos hacian tantas conversiones, li-
» oros pequeños de filosofía , que se reparten por todo.
» con mucha destreza. Estos pequeños libros se suceden


unos á otros con mucha rapidez. No se venden, sino
• que se entregan á personas de confianza , quienes los
» distribuyen á los jóvenes r mugeres. Ya es el Sermon
» de los cincuenta , que se atribuye al rey de Prusia ,


ya es un estracto del testamento de aquel desgraciado
» cura Juan Meslier,


, que á la hora de su muerte pidió
» perdon á Dios de haber enseñado el cristianismo ,
» y ya es no sé que catecismo del hombre de bien ,
» compuesto por un cierto abate Durand ,» (debe decir
compuesto por el• mismo Voltaire ) (1). Estas dos cartas
nos manifiestan muchas cosas. En primer lugar nos
descubren á Voltaire trazando el plan de una sociedad
secreta , cuyo objeto es el mismo que el de aquella
cuyos misterios reveló el. iniciado Leroy ;• y nos descu-
bren una sociedad en todo semejante á aquella que se
ocupaba en el mismo objeto , que -usaba de los mismos
artificios , y que entonces tenia su asiento en Ferney.
Aros dicen, en fin , cine esti Academia secreta no tenia
sus sesiones en Paris, cuando se escribieron dichas cartas,
pues Voltaire deseaba su establecimiento. Pero, por otra
parte, las pretendidas obras de Freret y lloulanger que
el iniciado Leroy declaró haber salido de la academia
secreta residente en Paris , en el palacio de Holbach ,
se dejaron ver en los años 1766 y 1 767


(a). De lo que
(r) Carta á 1-lelvecio del 25 Agosto dé T7(>3.
(2) véase


.dévoilée, edicion de Amsterdan , aiio 176G,,
y -Examen des apoiosistes duchristismismc


, aiio 1767.


CAP1TtL0 1).CII110 StiPTIM 297
se sigue con evidencia , que esta academia secreta se
estableció en Paris entre los años 1763 y 1766. Es decir,
que cuando llegó la revolucion ya habia veinte y tres
años que trabajaba para seducir á los pueblos , valién-
dose de aquellos artificios que causaban tanta vergüenza
y arrepentimiento á Leroy , por haber hecho las fun-
ciones de secretario en esta academia de tantas manu-
facturas de la impiedad.


Se descubren otros iniciados miembros de la misma
Academia.


El infeliz iniciado Leroy que reveló aquel secreto ,
dijo verdad cuando repetia que mO riria de dolor r remor-
dimientos, pues que apenas sobrevivió tres meses á esta
confesion. Este mismo Leroy , como liemos visto , des-
pues de haber nombrado á los principales miembros de
aquella su monstruosa academia , añadió que debian
tambien comprenderse en ella todos aquellos iniciados
favoritos, con quienes Voltaire , en sus cartas , hacia uso
de la atroz fórmula aplastad el infame. Conforme á
esta regla el principal de estos iniciados , sin que se
rueda disputar , es aquel Damilaville , que se manifes-
taba tan contento oyendo decir que 2,a no había sino
la canalla que creyese en Jesucristo ; pues á este su-
gcto dirigia principalmente Voltaire las cartas que con-
cluia con estas palabras , aplastad el inAzme. Este Da-
mi/aville no era de una clase muy elevada Sobre la que
llamaba canalla ; habia hecho alguna fortuna siendo
empleado en la oficina de los 'veintenos , que le rendia,
entre salario y gages , tres ó cuatro mil libras. Su filo--
sefia no le habia enseñado á contentarse con esta me-
dianía , pues vemos que Voltaire se vio precisado á de-
cirle que no le porfia procurar un empleo mas lucrativo




n98 CONSPIBACIOI ANTICRISTIANA.
(i). El carácter particular que Voltaire descubrió en
Damilaville, fue aborrecer á Dios. Será por esto que
Voltaire le escribia con mas frecuencia y mayor hui.'
midad que á los otros iniciados ? Lo cierto es, que se
servia particularmente de él para que llegasen á los con-
jurados sus mas • íntimos secretos y producciones mas
impías. Aun ignoraríamos sus talentos literarios , si no
tuviésemos una carta de Voltaire al marques de Ville_
vieille , en que nos pinta maravillosamente la cobardía
de los conjurados , y lo poco que se asemeja su filosofía
á la de los sabios verdaderos , que estan prontos á sa-
crificarlo todo para que triunfe la verdad : No mi querido
» amigo ( dice Voltaire á su marques ), no , los Sócrates
» modernos no beberán la cicuta. El Sócrates de Atenas
» era, entre nosotros sea dicho, un hombre muy impru-
» dente y un ergotista dcsapiadado, que se "labia grangeado
» muchos enemigos, y que insultó muy intempestivamente
» á sus jueces. Nuestros filósofos del dia son mas diestros
» No tienen ellos la necia y peligrosa vanidad de po-
» ner su nombre á sus escritos : ellos son unas manos
» invisibles , que traspasan el fanatismo con las flechas
» de la verdad , desde un extremo á otro de la Europa.


Damilaville acaba de morir.; él era el autor del Cris-
» tianismo á descubierto (Christianisme dévoilé) , que se
» publicó bajo el nombre de Boulanger,


, 'y tambien ha
» sido autor de otros muchos escritos. Esto nunca se ha
» sabido ; sus amigos le han guardado secreto con una
» fidelidad diana de la filosofía. () »


Este pues fue el autor de este famoso escrito, que los
conjurados nos querian (lar por produccion de uno de
sus sabios. El pretenso Jloulanger fue este Damilaville,


(r) Véase la correspondencia general , carta á Damilaville del
a Diciembre de 1757.


(a) Carta del ao Diciembre de I7(38,.


csylvtsto Dte1;110 F3LPtimo. C99
que desde su oficina de publicano se transformó en un
<alinde hombre de la filosofia moderna, y tal era tam-
bien la intrepidez de este gran filósofo , que en todo
semejante á sus cofrades tcmia que su filosofía no le
costase demasiado cara , si la hubiese habido de soste-
ler delante los tribunales. Tetilla, sin duda , beber,
no en la copa de la cicuta sino en la de la vergüenza é
infamia, si le hubiesen conocido por autor de todas
las calumnias y errores que contenia este escrito , que
es uno de los mas atroces que se han publicado contra
el cristianismo. Este iniciado Damilaville, tan digno


1 de los cariños de d'Alembert y de Voltaire, murió ha-
biendo hecho bancarrota, mero dependiente de oficina,
y separado de su muger ya "labia . doce anos. Su panegí-
;ie.° le hace el mismo Voltaire en una carta á d'Alem-
bert: « Toda mi vida echaré menos á Damilaville. Yo


amaba la intrepidez de su alma , pues tenia el entu-
» siastuo de S. Pablo (que es decir, tanto zclo para
» destruir la religion , como S. Pablo para propagarla).


Era un hombre muy necesario (1).» La decencia no
permite que yo copie lo que falta del elogio.


Despues de este vil:sofista , cuyo mérito parece que
consistia únicamente en haber sido un ateo exaltado,
se presenta el conde d'Argental como uno de los mas
zelosos miembros de la academia secreta. Ya he habla-
do de este conde tan querido de Voltaire; no hago
aquí memoria de él por otro motivo, sino porque
tambien fue uno de los corresponsales con quien
Voltaire desahogaba libremente sus intentos de aplastar
á Jesucristo, y para conservarle sus derechos á la aca.
demia secreta (2).


Con el mismo derecho se debe dar lugar á no sé


(1) Cartas del 13 Diciembre de 1 769 , y del 13 Enero de 1770.
(a) Se pueden ver muchas cartas en la correspondencia general.




3oo CONSPIUCI017 AXTICIIISTIANA‘
que erudito llamado Thiriot, que ni fue mas rico tr¡
de una clase mas elevada que Damilaville. Este sub,
sistió mucho tiempo de los beneficios de Voltaire;
fue al principio su discípulo y acabó con ser su
agente. El hermano Thiriot se volvió muy impío
y fue tan ingrato que Voltaire se quejaba amargamente;
pero Thiriot, á pesar de su ingratitud , fue siempre
impío, y esta constancia le reconcilió con Voltaire
quien le conservó sus títulos entre los conjurados (I).


Es sensible que entré los sofistas conjurados ocupe
tambien su lugar Mr. Saurin de la academia francesa.
No son sus escritos lo que causa estos sentimientos,
porque si no fuese por su tragedia de Espartaco, no
se hablaria mucho ni de sus versos ni de su prosa ;
pero me han dicho que á pesar de su natural hon-
radez, se enlazó con los conjurados mas por falta de
fortuna, que por inclinacion y gusto á la impiedad.
l'de han asegurado que fue un hombre de una probidad
notoria ; pero que se dejó llevar á la sociedad secreta
por una pension de mil escudos que le hacia Helve-
cio. No basta esta escasa; pues ¿qué probidad puede
tener un hombre que sacrifica la velad al oro , y
que por una pension se une á los conjurados contra
el altar ? Lo que veo , es que Voltaire cuando escribe
á Saurin , le pone en la misma clase que á Helvecio
y demás iniciados, pues le cotilla los mismos secretos
y le exhorta á la misma guerra contra Jesucristo (2).
Es preciso que haya sufrido la vergüenza de la inicia-
cion , pues no hemos visto que se haya separado de
la sociedad de los impíos.


(t) Véase la correspondencia y una carta á d'Alembert , y otra
de la marquesa del Chatelet al rey de Prusia.


(2) Garta de Voltaire á Saurin de Octubre x761 , y á Damila-
ville del 28 Diciembre.


CAPÍTULO DIICIMO SÉPTIMO. 5o t
Debe tambien ponerse en la misma lista á Mr.


Grietan, aquel baron de Bohemia , que fue digno amigo
y cooperador de Diderot , que como este corrió de
Paris á Petersburgo para hacer iniciados, y que volvió
d Paris para tener parte en los desatinos de este. Fue
del mismo sentir de Diderot, Que entre él y su perro no
habla mas diferencia que el vestido. Este fue el que
tuvo la satisfaccion de dar la primera noticia á Voltaire,
de que el emperador José se hala iniciado en log
misterios de la secta.


Tambien se debe ailadir aquel aletean baron de
Tiolbach, quien no pudiendo hacer otra cosa mejor ,
franqueaba su casa á los socios de la academia secreta.
En Paris tenian mí este sugeto por un amante y protec-
tor de las artes ; bien que esto se debe á los conjurados,
que se interesaban mucho en que el público le tuviese
en este concepto, pues era un título para que se reu-
niesen en su casa sin dar sospechas. El baron no pu-
diendo aspirar á ser autor como otros conjurados, se
hizo su Mecénas. La fama con que le celebraba la secta,
la debia como otros á su dinero , y al uso que de
él hacia en favor de los impíos. Pero á pesar de los
pretextos con que se procuraban encubrir las frecuen-
tes juntas que se tenian en su casa, la voz pública
era que se entraba en ella como en el Japon , es decir
pisando un Crucifijo.


Este era el carácter de los miembros que componian
esta academia secreta , que con el pretexto de confe-
renciar , en beneficio del pueblo , sobre economía
publica ó sobre el adelantamiento 'de las artes , se
ocupaba en inventar medios para seducir al mismo
pueblo , y arrastrarle á una apostasía general. Á lo
menos podemos contar quince impíos, que eran miem-
bros de aquella academia : Voltaire, d'Alembert, Dide-




502 CONSPIRA C10 iarriciusmn.
rot , Helvecio, Turgot, Condorcet, la ¡Torpe, Lanioi..
gnon , el guarda-sellos, Damilaville, Thiriot, el Conde
d'Argental, Gritan', el baron de Holbacli y el infeliz Le,
roy, que. nntrió de dolor y remordimientos de haber sido
iniciado y secretario de una academia tan monstruosa.


El que desee saber quien fue el verdadero autor de
esta academia, es preciso que despues de haber leido la
carta que ya he alegado de Voltaire á Helvecio , atienda
á lo que escribió Voltaire á d'Alembert : « Que los filó-
sofos hagan cofradía corno los , •ancmazones , que se •
» reunan , que se sostengan , que sean fieles á la copra.


día , y entonces me dejaré quemar por ellos. Esta
» academia secreta valdrá mas que la academia de Ate.
» nas , y que todas las de Paris. Pero cada uno atiende
» á su bien estar y se olvida de que la primera obligacion
» es aplastar el infame » La fecha de esta carta es del
20 Abril del año 1 76r. Si se coteja esta carta con
la dcclaracion del iniciado Leroy , fácilmente se descu,
bre la exactitud con que los iniciados de Paris eje-
cutaron las órdenes de su primer maestro. Mucho
sintió Voltaire no poder presidir de mas cerca á las
tareas de esta sociedad , y pensó mucho tiempo que
la capital de un imperio cristianísimo no era sitio
muy favorable á sus designios , y que en ella no se
gozaria de toda la libertad que deseaba. Por esto ,
aun algunos años despues del establecimiento de la
academia secreta, insistia en el proyecto de su colonia
filosófica , que deseaba establecer en los estados de
Federico ó de algun otro .príncipe protector. Pero lle-
gó el tiempo en que los buenos resultados de esta
academia secreta le consolaron del ningun éxito de 5tt
colonia. Triunfando en Paris en medio de sus iniciados
debia recoger los frutos de su constancia en la guerra
que de medio siglo á esta parte hacia á Jesucristo.


CAPÍTULO rdetmo OCTAVO.


303
~lb 1.....,,,,,,..,...-11.•,11.1.1.9.1.11.1n 11."41,1,1110


CAPITULO XVIII.


PROGRESOS GENERALES DE LA CONJURACION EN TODA LA


EUROPA. rniuNro Y MUERTE DE LOS GEFES DE LA OO.Ni
JURACIOM.


Esperanzas de los conjurados.
proporcion que los sofistas de la impiedad perfec-


cionaban los medios de seduccion , correspondian los
funestos resultados que aumentaban sus esperanzas. Estos
ya eran tales , que pocos años despues de haberse de-
jado ver la Enciclopedia , d'Alembert escribió con con-
fianza á Voltaire « Dejad obrar á la filosofa, y dentro
» de veinte años la Sorbona , toda la Sorbona tal cual
» ella es, sobrepujará á Lausana (1). » El sentido de estas
palabras es que la misyna Sorbona , en el espacio de
veinte años , seria tan incrédula y anticristiana como un
cierto ministro de Lausana , que enviaba por medio de




Voltaire los artículos mas impíos para insertarlos en la
Enciclopedia. Poco tiempo despues Voltaire , atenién-
dose a la profecía de .d'Alembert, le contextó « De aqui
» á veinte años Dios tendrá bien en que entender (a) ; es
decir, de aqui á veinte años veréis que no queda un solo
altar al Dios de los cristianos.


Sus progresos en las provincias de Europa.


En efecto, todo en cada provincia de Europa pare-
cia que anunciaba la próxima llegada del reino (le la


nnnnn


(i) Carta del 28 Julio de 1757.
(n) Carta del 25 Febrero de 1758.




304 COWSPITIACION ANTICPISTIANI.


impiedad. mision de que principalmente se habia
encargado. Voltaire , hacia progresos tan visibles , que
aun no habian pasado los veinte años desde la profecía,
cuando escribió que no habia un solo cristiano desde
Ginebra hasta Berna (r). En todas las otras partes, se-
gun su modo de explicarse, el inundo se desengañaba
de tal modo, que anunciaba una grande revolucion en
los espíritus (2). En..particular, la Alemania le daba
sobre esto las mas lisonjeras esperanzas (3). Federico
que la observaba , no menos que Voltaire á los Suizos
sus vecinos, escribió : «La filosofía se ha introducido
» -hasta en la supersticiosa Bohemia, y en Austria que
» era la antigua morada de la superstieion (4). »


Los iniciados daban aun mejores esperanzas sobre la
Rusia y los Escitas que allí protegian el filosofismo , y
consolabais á Voltaire , cuando le veían perseguido
en otras partes (5). No cabia en sí de gozo, cuando
creyó poder asegurar á d'Alembert, que en Petersburgo
se favorecia mucho á sus hermanos, dándole por no-
ticia que los protectores Escitas, en un largo viage
que iban á emprender desde su corte, se habian re-
partido los capítulos de Belisario , para que, á modo de
pasatiempo, los tradujesen en su lengua ; que la Em-
peratriz tambien se habia encargado de traducir el
suyo, y que se habia tornado el trabajo de coordinar
toda la traduccion de una obra que la Sorbona en Paris
Labia censurado (6).


CAPÍTULO DLCI â10 OCTAVO.
5o5


En España, escribia tansSien d'Alembert (r), el filo-
sofismo penetra á la sordina, al rededor de la


; y Voltaire ya había dicho antes (2)„ que se
hacia ¡uta muy grande revolucion en los espíritus, lo
mismo que en Italia. Algunos años despues esta Italia,
segun la relacion que !sacian los conjurados, estaba llena
de gentes que pensaban como Voltaire y d'Alembert,
y que solo el interes estorbaba que se declarasen mani-
fiestamente impíos (3).


La Inglaterra era para los filósofos una conquista, para
la cual no practicaban diligencia alguna ; pues decian
que estaba llena de aquellos Socinianos que se mofan.
de Jesucristo , y le aborrecen y desprecian del mismo
modo que Juliano Apóstata le despreciaba y aborrecia ,
y que solo en el nombre se diferenciaban de la secta
filosófica (4).


En fin , segun los cálculos de los conjurados , la Ba-
viera y la casa de Austria ( mientras vivió Maria Teresa)
eran las solas potencias que sostenian á los teólogos y á
los apologistas de la religion. La emperatriz de ansia
no les terna consideracion alguna ; se acercaba su álti-
7110 din en Polonia, gracias al rey Poniatowski .; habla
Ta llegado en Prusia , gracias á Federico II.; y se canso.
lidaba cada dia rizas en la Alemania septentrional, gracias
-á los desvelos de los landgraves , ma•graves , duques y
príncipes iniciados protectores .(5).


(1) Carta á d'Alcmbert del 8 Febrero de 1,66.j
(a) Carta del a Febrero de 1765..
(3) Allí mismo.
(4) Carta 143 á Voltaire, del año 3766.
(5) Casta á Didcrot del n5 Diciembre de 176.3..
(6) Carta de Voltaire á d'Alembert, del 'unes .de Julio de a767.


Ydi


(3) Carta del 3 Mayo de 1773.
(a) Carta sí Mr. le lidie del 1 Marzo de 1768.
(3) Carta de Voltaire á d'Alembert del 36 Juuio de 1773.
(4) Carta al lley da Prusia (1,1 8 Noviembre de 1773.
(5) Carta de Voltaire .á d'A.leurbert del 4 Setiembre de 5767.


Tomo 1




COYSPIUACION ANTICRISTIANA.


Sus progresos en Francia.


Yo sucedió asi en Francia. Vemos muchas veces á
Voltaire y d'Alembert , que se quejan amargamente de
los obstáculos que hallaban en este reino , siendo asi
que este era el teatro favorito y el principal objeto de
su conjuracion. Las continuas reclamaciones del clero ,
los decretos y providencias de los parlamentos y la
autoridad de que inician uso los ministros , aunque mu-
chos eran amigos ocultos de los conjurados , no dejaban
de tener algun efecto. El cuerpo de la nacion conser-
vaba su adhesion á la fe. La clase de ciudadanos, que
llamamos pueblo , llenaba los templos en los dias fes-
tivos , á pesar de los artificios de la academia secreta.
En el mismo Paris, no todos los de las clases superiores
estaban contaminados. Irritado Voltaire de estos obstá-
culos y de tanta lentitud , .110 cesaba de provocar á sus
compatriotas , á quienes por desprecio llamaba enton-
ces sus pobres Welches; no obstante , en alguna ocasion
se manifestó satisfecho de estos Welches , y por eso es-
cribió á su querido marques de Villeviclle :« El pueblo
» es muy tonto , y sin embargo la filosofía penetra basta
» él. Estad bien seguro que en Ginebra ( poego por
» ejemplo) no hay veinte personas que no abjuren tanto
• de Calvino , como del Papa ; y que hay filósofos hasta
» en las tiendas de Paris (r).» Pero hablando en general,
sus quejas sobre la Francia sobresalen en su corres-
pondencia con los conjurados ; y ocasiones hubo , en
que parecia que desconfiaba del todo poderla sugetar
al imperio del filosofismo. lYAlembert que miraba las
cosas de mas cerca , pronosticaba de otro Modo , y aun-
que no le salia todo como deseaba , creyó que podía


(i) Carta del 20 Diciembre de 1768.


CAPITULO DECIMO OCTAVO.


507


asegurar á Voltaire, que la filosofía podia mur bien
padecer aun algun descalabro , pero que nunca seria
vencida. (1).


Cuando d'Alembert escribió estas cláusulas , es decir
hácia el fin del año 1776 , ya era muy cierto que el
filosofismo podia gloriarse de triunfar al fin de la ad-
hesion que la nacion francesa tenia á la religion. Diez
ó doce años despees, la impiedad habia redoblado sus
progresos ; una nueva generacion formada por los nue-
vos maestros habia pasado de los colegios á la sociedad.,
casi sin conocimientos, ni sentimientos de religion , ni
de piedad. Este en verdad era el tiempo en que, se-
gun la expresion de Condorcet , el filosofismo habla
bajado desde los tronos del Norte, hasta las universida-
des (2). La generacion religiosa se acababa ; las palabras
razon, filosofía, preocupaciones, iban ocupando el lugar
de las verdades reveladas ; las excepciones que se po-
dian hacer en la corte , en los tribunales y en todas
las clases superiores, se disminuían cada clla. La impie-
dad se pegó de la capital á las provincias, de los seño-
res y nobles á los ciudadanos, y de los amos á los cria-
dos : solo la impiedad se vela honrada con el nombre
de filosofía ; ya no se querian sino ministros ,filds(fos ,
magistrados , señores , militares y literatos filósofos. Un
cristiano para cumplir con sus deberes religiosos, tenia
que exponerse á las zumbas é irrisiones de una multi-
tud de estos que se Ilaman ,filósefos , y que los habia en
todas las clases. Entre los grandes principalmente , para
decir uno , que era cristiano , necesitaba casi ya de
tanto valor , como antes de la conjuracion habria nece-
sitado de temeridad y audacia para decir que era ateo
ó apóstata.


(i) Carta del 5 Noviembre b 1776.
(a) Véase el prólogo de su edicion des Pensées de Pascal.


Y 2


e 6JG




5o8 COYSPIRACI011 ANTICRISTIANA.


Triunfo de Voltaire.
Se hallaba ya Voltaire en la edad de ochenta y cuatro


aiíos. No pocha volver á Paris , despues de su largo
destierro , sino para justificarse de las impiedades que
habian motivado la sentencia que fulminó contra él
el, parlamento. D'Alembert y su academia secreta se re-
solvieron á vencer este obstáculo. Á pesar de algun mi-
ramiento que aun se tenia á la religion , les fue fácil
obtener que el primer autor de sus conjuraciones vi-
niese al fin á ponerse en medio de ellos, para gozar de
los resultados , y recibir los homenages que todos le
debian. Ministros que la mayor parte eran iniciados,
rodeaban el trono de Luis XVI. Este monarca , siempre
religioso , y que siempre se inclinaba á la parte de la
clemencia, se dejó persuadir de que un largo destierro ya
habia castigado bastante á Voltaire ; y no esperando
ver en este gefe de los impíos sino á un anciano octo-
genario , consintió en que volviese , perdonándole sus
extravíos , en atencion á sus antiguos trofeos literarios.
Se convino en que á su arribo callarian las leyes y
no se hablaria de la sentencia del parlamento :
pareció que los magistrados ya no se acordaban de que
la habian pronunciado. Esto era lo que querian los
conjurados ; y la llegada de Voltaire á Paris fue su
mayor triunfo. Este hombre , cuya vida no habia sido
sino una guerra continua , ya pública ya subterránea
contra el cristianismo , fue recibido en la capital de
un rey cristianísimo , con todas las aclamaciones que se
pueden dará los héroes de vuelta de sus victorias so-
bre los enemigos de la patria. Una innumerable multi-
tud de iniciados y curiosos , acucha á todas las partes
en que sabian se podría ver á Voltaire. Todas sus
academias celebraron su llegada , y la celebraron en el
Louvre , en aquel palacio de los reyes en donde bien


CAPÍTULO DÉCIMO OCTAVO. 509
presto, se habla de ver preso Luis XVI para ser víc-
tima de la conjuracion que ya estaba tan adelantada
contra su persona. Los teatros decretaron coronas al
gefe de los conjurados; las fiestas se sucedieron para
honrarle ; su orgullo , aunque embri , gado con el in-
cienso de sus iniciados temió que le llegase á sufocar.


Muerte de Voltaire.


En medio de tantas aclamaciones y coronaciones, ex-
clamó : i (fuereis pues, hacerme morir de gloria ! La re-
ligion , solo la religion estaba cubierta de luto en los
dias .le estos triunfos ; pero su Dios la supo vengar.
El impío que temia morir de gloria , habia de morir
de rabia y desesperacion , aun mas que de vejez. En
medio de sus triunfos le asaltó una violenta hemorragia ,
que llenó de temor á todos. D'Alembert , Diderot y Mar-
montel 4 ) acudieron para sostener su constancia en
estos últimos momentos , y solo lograron ser testigos de
la ignominia de su maestro y de la suya. No tenia el
historiador , que por mucho que diga no exagerará.
Cualquiera que sea el cuadro que diseñe de los furores ,
remordimientos, reconvenciones, gritos y blasfemias que
por el tiempo de una larga agonía se sucedian en el
lecho del impío moribundo , no tema que le destnientan
ni sus propios compañeros en la impiedad. El vergon-
zoso silencio á que se ven reducidos , los muchos testi-
gos y monumentos que deponen sobre esta muerte , la


(') Este dijo á Voltaire: Tn fu, étes-vous rassasié de gloire ? Ah
,non ami, s'écria-t-il , vous me pariez de gloire , ee ¡e seis en sapplice,
et ¡e minus daos des tou •wens agrenx En fin, ¿ estais harto de
gloria ? Ah amigo , exclamó , rne habíais de gloria, cuando me
veo en el suplicio, y cuando muero con tan terribles tormentos! »
Véanse las memorias que el mismo Marmontel , escribió de su.
vida para instruecion de sus hijos, tomo 3. lib. so. pág. 208.
edicion de Paris de 1304.


V 5




310 CONSPIAACIOY ANTICIIISTTANA•


mas horrible de cuantas han acometido á los impíos ,
por mejor decir , solo ese silencio de parte de unos


hombres que tienen tanto interes en desmentir á to-
dos aquellos , es la confirmacion mas auténtica. Ni si-
quiera uno de los sofistas se ha atrevido á decir , que
el gefe de su conspiracion ha manifestado la menor
firmeza ó gozado de un solo instante de sosiego , en.
el intervalo de mas de tres meses que se pasaron desde
su coror.acion en el teatro frances, hasta su muerte.
Este silencio manifiesta cuanto les humilla esta.


Al volver del teatro y emprendiendo nuevas tareas
para merecer nuevos aplausos , advirtió Voltaire que
llegaba al término de la dilatada carrera de su impie-
dad. Á pesar de que todos los impíos acudieron para ani-
marle en los primeros dias de sus dolores , manifestó
ya que quería restituirse a aquel Dios, que descargaba
sobre él su ¡ustísima indignacion. Envió á llamar sacer-
dotes de Jesucristo , de aquel que habia tratado de
infame y que tantas veces habia jurado aplastar. Se
aumentaron los peligros y escribió al abate Gualtier el
siguiente billete : « Señor , inc babeis prometido que
» vendriais á oírme ; Os suplico que os tomeis la moles-
» tia de venir tan pronto como os sea posible. Firmado
» = Voltaire. En Paris á 26 de febrero de 1775. =
Pocos dias despues , escribió en presencia del citado
eclesiástico Gaultier , del abate Blignot y del marques
de Villevieille la siguiente declaracion , que se ha co-
piado del proceso verbal que se depositó en poder de


Momet notario en Paris : « Yo el irdraeserito, declaro
» que estando cuatro chas ha enfermo con vómito de
» sangre , en edad de ochenta y cuatro años , y no ha-
» hiendo podido ir á la i lesia , el señor cura de San
» Sulpicio queriendo añadir á sus buenas obras la de
» enviarme el señor Gualtier sacerdote , me he confe-


CAPPICLO ntcirao OCTAVO. 311
» sacio con este , y que si Dios ha dispuesto que muera
» de esta enfermedad , muero en la santa Iglesia cató-
» lita , en qué he nacido, esperando de la divina mire-
» ricordia que se dignará perdonarme todos mis yerros ;
» y que si acaso he escandalizado á la Iglesia, pido per-
» don á Dios y á ella. 2 Marzo de 1778. Firmado
» = Voltaire , en presencia del señor abate Mignot mi
» sobrino y del señor marques de Villevielle mi amigo.»
Habiendo estos dos testigos firmado la declaracion . ,
Voltaire añadió estas palabras que se han copiado del
mismo proceso verbal : « Habiéndome advertido el señor
» abate Gualtier mi confesor , de que en cierta parte
» correa la voz de que yo protestaria contra todo lo
» que hubiese practicado á la hora de mi muerte , de-
» claro ; que nunca he estado en ánimo de hacer tal.
» cosa ; y que es una antigua impostura que ha mu-
» cho tiempo que se atribuye falsamente á otros sabios
» mas ilustrados que yo. »


Que fue tambien esta deelaracion un juego de' su
antigua hipocresía ? Esto es de lo que por desgracia
hay muchos motivos para sospechar, despues de lo que
hemos visto de sus comuniones y de otros actos exte-
riores de religion explicados por él mismo. Sea lo que
fuere, á lo menos es un homenage público que ha
prestado á esta misma religion , en la que declaró que
quería morir, y contra la cual habia conspirado con
tanta constancia durante su vida. El marques de Ville-
viene , que hubo de firmar la retractacion de su maes•
tro , es aquel mismo iniciado conjurado, á quien Vol-
taire once años antes , habia escrito exhortándole á. que
ocultase su marcha á los enemigos, cuando se esforzaba
en aplastar el infáMe (I). Yohaire permitió que llevasen.


(2) Carta del 27 Abril de 1767.




311
CONSPIRACION AlITICRIST1INA.


su declaracion al cura de San Sulpicio y al arzobispo
de Paris , para saber si era suficiente. Cuando Mr.


• Gaultier volvió con la respuesta , ya le fue imposible
acercarse al enfermo, pues los conjurados habían redo-
blado sus esfuerzos para impedir que su gefe consumase
su retractacion ; y lo lograron , pues todas las puertas
se cerraron al sacerdote, ¿í quien habia hecho llamar
Voltaire. De aqui adelante, solo los demonios tuvieron libre
acceso, y luego empezaron las escenas del furor y de
la rabia „ que se sucedieron hasta sus últimos dias. En-
tonces d'Alembert, Diderot y otros veinte conjurados,
que tenían sitiada su ante-camara , solo se le acercaron
para ser testigos de su propia humillacion viendo la de
su maestro, que muchas veces los desechaba con sus
maldiciones y reconvenciones. « Retiraos , les decia ,
» vosotros teneis la culpa de que me veo ten este estado.
» Retiraos : yo pocha pasar sin vosotros ; mas vosotros
» no podiais pasarlo sin mí; ¡ que desgraciada gloria me
» habeis proporcionado ! »


Á estas maldiciones que lanzaba contra sus iniciados,
se seguian los crueles recuerdos de•su conjuracion. Enton-
ces 1e oyeron, en medio de su turbacion y sobresaltos,
llamar , invocar y blasfemar alternativamente á aquel
Dios, que tanto tiempo habia que era el objeto de sus
maquinaciones y odio. Con los acentos prolongados
por los remordi mien tos , ya exclamaba : ¡.Jesucristo! ¡Je su-
cristo ! y ya se lamentaba de verse abandonado de Dios
y de los hombres. La mano que en otro tiempo escribió
la sentencia contra un rey impío en medio de sus festi-
nes (*), parece que escribia delante de los ojos de Voltaire
moribundo aquella antigua fórmula de sus blasfemias :
Aplasta pues el iVome. En vano procuraba él apartar


(*) Daniel , cep. 5. v. 25


CAPITULO DIC1110 OCLUYO. 313


de sí estos horribles recuerdos , porque ya habia llegado
el tiempo de verse él mismo aplastado por la mano (le
aquel á quien habia tratado de infame, y que le 'labia
de juzgar. Sus médicos, en especial Mr. Tronchin ,
iban para sosegarle ; pero salian horrorizados , asegu-
rando que nunca habian visto una imagen tan terrible
de un impío moribundo. En vano el orgullo de los
conjurados quería ocultar estas declaraciones : Mr. Tron-
chin dijo que los furores de Orestes (*) daban tina
idea muy débil en comparacion de los de Voltaire. El
mariscal de Riehelicu, testigo de este espectáculo, huyó
diciendo : En verdad , esto es muy fuerte, y no es
posible presenciarlo (i). Asi murió, clia 3o de Mayo del
año 1 77 8, el conjurado mas encarnizado contra los
altares de Jesucristo, que ha habido desde el tiempo
de los apóstoles. Murió consumido por sus propios furo-
res, mas que debilitado con el peso de sus años. Sus
persecuciones, mas dilatadas y pérfidas que las de los
Nerones y Dioclecianos , no babian hecho aun mas que
apóstatas; pero el número de estos, excedió al que hi-
cieron de mártires los antiguos perseguidores.


Carta de Mr. de Luc sobre la muerte de'roltairc(").
« Señor mio : Habiendo tenido ocasion de hablar de


» vuestras Memorias para servir á la historia del Jaco-


(*) Scd•ram Jiuüs agitatus ()restes.
(r) Véase , Circonstances de la vio ct de la mort de T'ataire , y


Citares Haviennes.
(") El autor trae esta carta al principio de su tercer tomo,


y me ha parecido que dehia insertarla aqui , que es el lugar
que le corresponde. Uió ocasion á esta carta, otra que el anónimo
D. J. envió á los reductores de un periódico inglés titulado :
Pritith Critic , en que pretende que es calumnia y rumor popular
cuanto se ha dicho sobre la muerte de Voltaire. A esta carta del
anónimo D. J. dió motivo Mr. Monke , oficial de marina inglés,




514 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


» binismo , se opuso que la pintura de Voltaire , funda.
» mental en esta obra , era tan diferente de lo que han
» publicado otras historias de su vida , que el público
» extrangero no sabia á que atenerse; se habló en par-
» ticular de la diferencia que hay entre vuestra reta-
» cion de su muerte, y la que se halla en la vida (le
» Voltaire traducida en inglés por Mr. Monke y pu-
» blicada en Londres ario 1787


, lo que me precisó á
» buscar esta obra.... Solo la juventud de Mr. Itionke
» y su falta de experiencia pueden disimular su em-
» presa; pues para hacer á sus compatriotas participantes
» de los progresos que hizo entonces en Paris , les pro-
» piró con esta traduccion todo el veneno que en
» aquella época se derramaba, para que produjese los
» efectos que experimentamos , y á los que , creo ,
» cobrará horror.


» Nada os diré de esta vida de Voltaire, cuyo origen
» sabeis muy bien , y que solo ha podido seducir á
» jóvenes que no teniendo conocimiento de nuestro
» siglo, son aun susceptibles de una especie de admi-
» racion por lo grande , aunque sea en el vicio y en
» el crímcn : pero como es un artificio de los impíos,
» representar á sus campeones muriendo en el lecho
» del honor y de la paz , me veo en la prccision de
» apoyar lo que ltabeis dicho sobre la muerte de Vol•,
» taire , en unas circunstancias que se enlazan con las •
» (lemas.


» 'Hallándome en Paris año de P781, traté varias veces


quien tradujo en esta lengua la vida de Voltaire, que compuso
Mr. Villete , que equivale á Condorcet. El Autor no tenia nece-
sidad de la carta de lir. de Luc para justificarse, despues de
haber presentado los documentos, que se acaban de alegar : pero
como el mérito de Mr. de Luc es tan notorio , no dejará de con-
firmar cuanto va expuesto.


CAPiTCLO IdelY10 OCT AV O. 315
• á una de aquellas personas que habéis citado como
9 testigo &Roes de la voz pública, quiero decir á Mr.


Tronchin , que ya conocia á Voltaire en Ginebra , de
» donde vino á Paris para primer médico del penúltimo
• duque de Orlcans : le llamaron en esta última enfer-
» medad de Voltaire, y sé de él cuanto se dijo entonces
» en Paris y en lugares distantes, sobre el estado hor-
» rible en que se hallaba el alma de este malvado en
» las cercanías de la muerte. Como médico , hizo el Sr.
» Tronchin cuanto pudo para sosegarle, porque sus vio-
» lentas agitaciones impedian todo efecto á los reme-
» dios ; pero no lo pudo lograr , y se vió precisado á
» abandonarle á causa del horror que le causaba el
» carácter de su frenesí.


a Un estado tan violento en un cuerpo queso deteriora,
4 no puede durar mucho tiempo ; el estupor , presagio
» de la disolucion de los órganos , se ha de seguir na-
» turalmente , como sigue de ordinario á los movimien-
» tos violentos ocasionados por el dolor ; y á este di-
» timo estado de Voltaire han decorado con el nombre
» de calma. Mr. Tronchin no permitió que en esto
• hubiese engaito , y por lo mismo luego publicó en
» calidad de testigo las circunstancias que habeis refe-
a ; y lo hizo como que era una leccion muy intere-
» sante para los que esperan el lecho de la muerte, para
» examinar las disposiciones con que les conviene morir.
» No es solamente el estado del cuerpo , es principal-
» mente el del alma , que puede frustrar la esperanza
» de hallarse en -disposicion de poder hacer aquel exá-
» men , porque Dios es justo y santo tanto como bueno ;
» y algunas veces para 4r á los hombres advertencias
» sensibles , permite que las penas que estan decretadas
» para los que se han hecho tan culpables , ya tengan
» principio antes de acabar su vida , con el tormento


de los remordimientos.




516 cowsrirucices ANTICIUSTIANA.
» El autor de la obra citada no es solo culpable de


• la infidelidad con que refiere las circunstancias de la
» muerte de Voltaire ; él ha suprimido otras muchas
» bien notorias sobre su primer movimiento para volver
» á la Iglesia , y las declaraciones á este efecto que
» habeis alegado , conformes á los documentos autén-
» ticos que se hicieron , y que precedieron sus angus-
» tias , las que han querido ocultar sus cooperadores y
» de lo cual probablemente tuvieron la culpa. Ellos le
» sitiaron , y de este modo le separaron de aquel que
» solo era capaz de sosegar su alma , dirigiéndola á que
» reparase , á lo menos en el poco tiempo que le que-
» daba de vida , el mal que labia hecho. Pero esta su-
» perchería no ha podido engaliar á los que sabian la
» historia de Voltaire ; porque, dejando á parte los actos
» de hipocresía que hacia algunas veces por temor de
» perder la vida , son bien sabidos los que le inspiraron
» los temores repentinos de la muerte y de la eternidad.
» Quiero citaras un ejemplo que en Gottinga en di-
» ciembre de 1776 me dió Mr. Dieze bibliotecario se-
» gurbio de esta universidad , del que haréis el uso que
» os parezca. Cuando Voltaire se hallaba en Sajonia ,
» siendo su secretario Mr. Dieze, cayó enfermo de pe-
» ligro. Luego que conoció su estado , envió á llamar
» á un sacerdote , se confesó y le instó á que le ad-
» ministrase el viático, que recibió en efecto con actos
» de penitencia , que solo duraron tanto como el peli-
» gro. Luego que se creyó libre , haciendo C01110 que
» se burlaba de lo que él llamaba su pequeiiez, dijo á


Mr. Dieze : migo , vos habeis visto la debilidad del
» hombre!


» Tambien los seguidores de este impío han atribuido
» á la debilidad humana aquellos temores que le agita-
» ron , y á otros cómplices suyos ; la enfermedad, dicen,


CAPITULO DLCIDIO OCTAVO. 3 t 7
s debilita el espíritu como el cuerpo , y causa muchas ve-
» ces la pusilanimidad. Es cierto que estos actos de arre-
» pentimiento de los impíos en las cercanías de la muer-
e te, son síntomas de una grande debilidad ; pero ;en
» donde se halla esta debilidad ? Se halla en su enten-
» dimiento ? No , porque entonces este se desprende
» de cuanto le 'labia ofuscado durante la vida ; toda


esta debilidad está y consiste en la propia persaasion
» de que han pecado. Estos hombres , arrastrados por
» la vanidad ó por otra pasion viciosa , intentan hacer
» sectarios ; las pasiones é ignorancia de otros hombres
» les proporcionan algun suceso ; en la embriaguez de
» su triunfo creen que son capaces de ser los legisla-
» dores del mundo ; lo prueban , y una multitud de
» ciegos los sigue. Llegando de este modo á la cumbre
» de la felicidad de las almas orgullosas , se abando-
» nan á la fogosidad de sur deseos y pensamientos : el
» mundo entonces , que está delante de ellos , les ofrece
» nuevos placeres , cuya legitimidad no tiene mas regla
» que sus inclinaciones , y se embriagan mas y mas con
» el incienso que les prodigan los mismos á quienes
» han eximido de toda regla positiva.


» Pero si una enfermedad peligrosa empieza con
» echarles á las espaldas todo aquel cortejo de sus ad-
» miradores , el apetito de los placeres y la esperanza
» de nuevos triunfos ; cuando contemplan , que adclan-
» tan solos y desnudos ácia lo venidero , que habian
» retratado segun su antojo , no solo para ellos , sino
» tambien para los que han seducido con sus ficciones ;
» si en este formidable momento , en que el orgullo
» ya no tiene cosa que le sostenga , reflexionan las ra-
» zones sobre que han apoyado los insultos que han
» hecho á la fe pública y á la revelacion , que la pro-
» videncia ha destinado para que sirva á los hombres de




CONSPIRACIMZ ANTICRISTIAllk.


» regla positiva y comun ; la debilidad de aquellas
razones , que ya no se representan revestidas del sofis-


» ma , los aterra , y nada (si conservan el juicio ) es
» entonces capaz de apartarles la idea congojosa de la
• cuenta que van á dar al autor de la misma revelacion,


» Esta es la debilidad real de los gefes anticristianos;
» es preciso descubrirla en la historia , para bien de los
». que sin examen se dejan seducir por unos hombres,
» que no son capaces de persuadirse lo que dicen y en-
» señan á los otros. Es preciso , digo , y esencial ma-
» nifestar que estos hombres no han tenido , y que sus
» imitadores y seguidores no tienen persuasion real ;- que
» sostienen las quimeras fatales , solo por un efecto
» narcótico que les causa el incienso de sus admira-
» dores. Por esto me he propuesto publicar con la
» posible brevedad , en confirmacion de lo que habeis'
» dicho de Voltaire, lo que bajo de este aspecto me han
» hecho conocer las relaciones, que en otro tiempo tuve
» con él. El tiempo en que nos hallamos precisa á
» cuantos han visto de cerca la trama que urdió la secta


wi#
» contra 1 4


revelacion , á rasgar el velo nue cubria la
» atrocidad , y manifestar las circunstancias infames
» que muchos voluntariamente ignoran. Esto es, Señor
» lo que me precisa á tributaros con todos los verda-


deros amigos de la humanidad , la adtuiracion y agra-
» &cimiento , que se os deben por vuestra noble oca-
» pacion en esta carrera tan caritativa. Soy etc. Windsor
» n3 Octubre de 1 797 . Vuestro muy humilde servidor
» = firmado = De Luc. » Despues ele este testigo, que
vengan aun á hablarnos de Voltaire que muere á lo
heróico.


Le sucede d.dlembert , y muere.
Los conjurados perdiendo á Voltaire , todo lo per-


dieron en cuanto á talentos : pero les quedaban sus


CÁPiTtL0 DICINS O OCTAVO. 519
armas en sus voluminosas impiedades. Las astucias y
artificios de d'Alembert servias por otra parte de algo
Inas que de suplemento del ingenio del fundador- de la
secta , y esta le confirió sus primeros honores. La aca-
demia secreta de Paris para la educacion , los conven-
tículos de las campañas y la correspondencia con los
maestros lugareños le debian su origen, y para propagar
la impiedad continuó en dirigir la misma academia
secreta , hasta que le llegó el plazo de comparecer , como
Voltaire , á la presencia del mismo Dios. Murió en Paris
cinco años despues de Voltaire, esto es : en Noviembre
del año 1782. Condorcet , temeroso de que los remor-
dimientos no acudiesen en sus últimos momentos para
dar á sus iniciados el espectáculo humillante de sus
retractaciones, se encargó de hacerle inaccesible , sino
al arrepentimiento , á lo menos á los que podian influir
con sus exhortaciones al la detestacion de sus delitos.


Cuando el cura de San German se prec,entó en cali-
dad de pastor para reducir á d'Alembert , corrió Con-
dorcet á la puerta, y no le permitió entrar en el cuarto
del enfermo. Era él el mismo demonio que velaba sobre
su presa ; pero apenas la hubo devorado , cuando el
orgullo de Condorcet publicó el secreto. D'Alembert en
efecto 'labia sentido los remordimientos que le habian
de atormentar tanto como á Voltaire ; •estaba ya resucito
á rendirse , y á recurrir al único medio que le que-
daba para su salvacion, que eran los ministros de Jesu-
cristo ; pero Condorcet tuvo la ferocidad de combatir
este último arrepentimiento del moribundo, y se glorió
de haber sabido forzar á d'Alembert para que espirase
impenitente. Toda la historia de este horroroso combate
entre d'Alembert que quiere ceder á sus remordimientos,


Condorcet que le precisa á morir como impío á
pesar de todos sus remordimientos, está comprendida




Sao CONSP111ACION ANTICRISTIANA.


en estas palabras que se le escaparon á Coudorcet ,
hablando de su horroroso triunfo. Dando este noticia
de la muerte de d'Alembert , y refiriendo sus circuns-
tancias, no reparó, vanagloriándose, en añadir : « Si no
» me hubiese hallado alli , se habria chapuzado (1). »
Verdad es que Condorcet , sonrojado de haber revelado
el secreto de los remordimientos de su cofrade probó á
destruir su efecto ; es verdad que , habiéndole pregun-
tado sobre las circunstancias de esta muerte, respondió
con su jerga filosófica : « que no había muerto á lo co-
» barde » : y es verdad en lin , que en su primera carta
al rey de Prusia (2", representa á d'Alembert que muere
con un ánimo tranquilo , con tanta intrepidez y pre-
sencia de espíritu , cual nunca habia tenido : pero ya
no era tiempo de engañar sobre esto á Federico , á
quien habia escrito el iniciado Grimm , diciéndole :
« Que la enfermedad , en sus ultimas tiempos , habia
» debilitado el espíritu de d'Alembert (3). »


Ya se habia dicho que el dia en que los primeros
gefes de la conjuracion contra Jesucristo se verian cita-
dos á comparecer delante del juez de vivos y muertos,
seria tambien el dia en que el desprecio que halan
hecho del infame baria lugar al terror de sus juicios ,
y solo se debe exceptuar á Federico que logró , ó á lo
menos dccia que habia logrado convencerse de que la
muerte seria para (';1 un sueño eterno.


Muerte de Diderot.


Diderot , el mismo Diderot, aquel héroe de los ateos,
aquel conjurado, que Labia tantos aflos que ejercitaba
su odio contra Dios y Jesucristo , que llegó á ser una


) Diccionario lkistórien , art. d'Aletnbert.
(2) Del 22 Noviembre de 1733.
(3) Véase la carta del rey de Prusia á Grinun •, de Ti de No*


siembre de 1783.


CAPHULO c ntt o O CTAVO. 321
verdadera locura , este fué , entre todos los impíos , el
que llegó mas de cerca á una verdadera expiacion
de sus blasfemias y de la prolongada guerra que ha-
bia hecho á Jesucristo. Este es otro de aquellos
misterios de iniquidad que es necesario sacar de las
densas tinieblas en que pretendieron sepultarle los
conjurado; anticristianos. La emperatriz -de Rusia
cuando compró la biblioteca de Diderot , le concedió
su uso por todo el tiempo de su vida. La generosidad
de la misma emperatriz le puso en estado de poder
tener á su lado á un jóven en calidad de Ilthliotecario,
pero que estaba muy distante de participar de la im-
piedad de sus sentimientos. Diderot le queria mucho,
y el buen jóven habia sabido merecerse este afecto con
los continuos servicios que le prestaba con ocasion de
su última enfermedad , pues &era el que por lo or-
dinario le curaba las llagas de sus piernas. Asus-
tado de los síntomas que observó en cierta ocasion ,
fue á ponerlo en noticia de un digna eclesiástico lla-
mado el abate Lemoine, que residia entonces en la casa
bancada de las Misiones extrangeras, calle del Bac, atrat al
de San German. Por consejo de este eclesiástico , pasó
el buen jóven á una iglesia y se puso en oracion ,
pidiendo á Dios con las mas humildes y eficaces ins-
tancias que le inspirase lo que habia de decir, y lo
que debia hacer para la salud de un hombre , cuyos
principios irreligiosos él detestaba , pero que no pocha
dejar de mirar como á su bienhechor. Concluida su
peticion , volvió á casa de Diderot; y en el mismo din,
con ocasion de curarle las llagas , le habló de esta
manera :


» Señor Diderot , hoy me veis mas conmovido sobre
a vuestra suerte que en ninguna otra ocasion , y no
» os admireis ; sé cuanto os debo , pues subsisto por
Tom


verdadera




522 COlISPIRACT011 ANTICIUSTLIWA.


» vuestros beneficios ; os dignais honrarme con una
» confianza que yo no debla esperar ; me es muy di-
» ficil ser ingrato , y lo seria , si permitiese que igno-
» raseis mas el peligro en que os hallais , segun lo ma-
» nifiesta el estado de vuestras llagas. Señor Diderot ,
» teneis ele que disponer , y sobre todo clebeis tomar
» vuestras precauciones en órden al mundo en el cual
» vais á entrar. Soy jóven , ya lo sé ; pero cstais se-
» guro con vuestra filosofía para no reconocer un alma
» que se deba salvar ? Yo n .o pienso así , y por lo
» mismo me es imposible pensar en la suerte que espera
» á mi bienhechor , y no aconsejarle el que evite una
» infelicidad eterna. Seiior,


, reparad que aun es tiempo:
» Perdonad este aviso que os doy y' que debo claros ,
» pues así lo exige el reconocimiento que debo á la
» amistad que me profesais. » Diderot escuchó este
lenguage con ternura , y dejó caer algunas lagrimas ;
agradeció al jóven bibliotecario su ingenuidad , y el
nIteres que le manifestaba por su suerte'; le prometió
que pensara muy bien lo que le babia dicho , y que
deliberara sobre el partido que habla de . tomar en un
ner,ocio de tanta importancia.


El jóven esperaba con impaciencia el resultado de
sus deliberaciones , y el primero fue conforme á sus
deseos. Pasó á dar aviso á Mr. Lemoine , diciéndole
que Diderot pecha un sacerdote para ponerse en estado
-de comparecer delante de Dios. Mr. Lemoine envió á


'Tersar cura de San Sulpieio. En efecto Diderot
trató no solo una , sino muchas veces con este eclesiás-
tico , y ya se preparaba á extender por escrito la re-
tractacion de sus errores , cuando , por su desgracia ,
advirtieron alguna cosa los iniciados que observaban á
su antiguo corifeo. La entrada ele un eclesiástico en la
:casa de Diderot .les causó horror, y pensaron que toda


cáptiorrm DlCTMO OCTAVO. 323
la secta quedaría deshonrada , si un gefe ele tanta im-
portancia se les escapaba. Acudieron luego á su casa ,
y le representaron que le engallaban; que no se hallaba
tan malo como le habian dicho , y. que no tenia nece-
sidad de otra cosa sino de mear los aires del campo
para restablecer su salud. Diderot resistió algun tiempo
á sus iinportunaciones, y á cuanto le proponian para
recordarle su filosofismo ; pero al fin se dejó persuadir
de probar á lo menos los aires del campo. Se puso mu.
cho cuidado en ocultar su partida : los malvados , que
se le llevaban casi arrastrando , sahino que no podia
vivir mucho tiempo. Los sofistas confidentes hacian co-
mo que aun vivia en su casa , y todo Paris lo creía por
las noticias que hacian correr del estado en que se ha-
llaba. Los que le acOmpahron al campo , no se apar-
taron ele él hasta que le vieron muerto , lo que sucedió
din 2 Julio de 1784. Aun continuaron en engañar al
público , y llevando los iniciados carceleros su cadáver
ocultamente á Paris , hicieron correr la voz , que la
muerte le habia sorprendido en la mesa. Publicaron
por todas partes que el ateo mas famoso había muerto
sosegadamente , y sin remordimientos en su ateismo.
El público lo creyó , y este ardid de la maldad , que
arrastró á Diderot á los infiernos con positiva repug-
nancia suya , fortificó la impiedad de aquellos á quienes
este arrepentimiento habria podido reducir C').


Véase pues, como en esta conspiracion, desde su orígen
mismo hasta la muerte de sus principales geles, todo
fue un juego y corn:Anacion de la astucia, del artificio,
de la seduccion y de los medios. mas tenebrosos, falsos
y escandalosos que podía conocer el arte horrendo


('s) Véase una obrita en S o . impresa en Madrid aiio 2 792. titu-
lada : éxito de la nincrte parrespondlente tí. la Vida de los eres su.
puestos héroes del sigo , Foltaire, ce dlembert r Diderot.


X a




324 coNsrmACIOlf eDinclosTIÁNÁ.
de seducir á los pueblos. Sobre este arte fundaron Vol-
taire , d'Alembert y Diderot su principal esperanza de
arrastrar á todo el mundo hacia la apostasía ; pero Dios
que iba á vengarse de estos impíos y de sus conjura-
ciones , permitió que los discípulos de la impiedad se
valiesen de las mismas armas para perder eternamente
á sus Maestros. Dios en aquel momento del cual pende
la eternidad , y en que ya llegaba á su fin la gloria de
los geles de la secta , y se desvanecía el humo del
aplauso adquirido con la mentira , permitió que los
discípulos seducidos dispusiesen de sus maestros seduc-
tores con arreglo á los principios y máximas que estos
les habian enseñado. En a l uel instante en que la razon
despejada levantaba el grito , á fin de que se aprove
citasen de sus luces para acudir á sn -único refugio y
consuelo Jesucristo , sacrificaron hasta sus propios remor-
dimientos , que serán eternos , al servil respeto de la
vanidad de sus ecsuelas. Se estremecian al contemplar
el mal que con su valor y esfuerzos habian hecho'con-
tra Dios , y habrian dado cuanto tenían para volver á
Dios ; pero no tuvieron mas que el temor , y la debi-
lidad de los esclavos. Demados por sus mismos prosélitos,
murieron en una impiedad que su mismo corazon
maldecia , y aprisionados con las cadenas que ellos
mismos habian forjado.


En el cija en que bajaron al sepulcro ya no era solo
la conjuracion contra el altar , y el odio que habian
jurado contra Jesucristo la heredad que dejaban á sus
discípulos. Voltaire, que se Babia erigido en patriarca
de los sofistas impíos, no habia aun salido del mundo
cuando ya se vió corifeo de los sofistas rebeldes. Dijo
á sus primeros iniciados : Destruyamos los altares , y
no dejemos al Dios de los cristianos ni un solo templo
ni un solo altar , ni un solo adorador ; y sus discípulos


CAPÍTrLO plcutio OCTAVO. 525
no tardaron en decir : Rompamos todos los cetros , der-
ribemos todos los tronos , y no les quede á los reyes
ni solo un vasallo. De la union de estos principios y
máximas habia de nacer aquella doble revolucion que
con las mismas segures habia de hacer astillas en Francia
los altares de la religion y el trono de sus. reyes , y
habla de derribar las cabezas de los pontífices y sacer-
dotes y la de Luis XVI, amenazando con el mismo
destino á todas las iglesias y sacerdotes y á todos los
príncipes de la Europa. Ya he manifestado la conspi-
racion y medios de los sofistas de la impiedad : pero
antes de pasar á manifestar la conspiraciun de los sofis-
tas de la rebelion , que será en el tomo siguiente séame
permitido hacer algunas reflexiones sobre la extraña ilu-
sion que ha causado el filosofismo en las naciones , á
la cual se deben la mayor parte de los resultados que.
han tenido la secta y sus maquinaciones.


"Á 5




J2no CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


snnvsnavv......, unnvn


CAPITULO XIX..


LA GRANDE ILUSION QUE DA CAUSADO EL ÉXITO DE LOS
SOFISTAS DE LA IMPIEDAD EN SU CONJURACLON CONTRA
EL ALTAR.


EN esta primera parte de las Memorias sobre el Jaco-
hinismo , debia yo demostrar la existencia, y poner en
descubierto los autores , medios y progresos de una con-
juracion ( que han formado unos hombres que se lla-
man filósofos) contra la religion cristiana , sin distin-
cion de católicos ó protestantes , y sin excepcion de
aquellas sectas tan numerosas, que se hallan ya en In-
glaterra , ya en Alemania , ya en otras partes del mundo
y que aunque separadas de Roma , conservan la fe al
Dios del cristianismo. Para rasgar el velo que cubria
este misterio de la impiedad , debia principalmente
sacar mis pruebas de los mismos archb,os de los conju-
rados, es decir de sus íntimas confidencias , de sus
cartas , de sus escritos y de sus declaraciones. Creo que
he cumplido mi palabra , y mas de lo que el lector
mas dificil de persuadir porfia exigir para tener una
verdadera demostracion histórica ; pues creo que he
elevado mis pruebas hasta la misma evidencia. Ahora
se me ha de permitir el que yo me pare un poco en
contemplar á los autores de esta conjuracion de la im-
piedad , y examine los títulos y derechos que tienen al
dictado de filósofo' s , sobre el cual , como hemos visto,
han fundado todas ses maquinaciones contra Jesucristo.,„
sus ministros y sus templos.


CAPITULO DLCI3I0 aoao.
52,7


ilusion y engaño sobre esta palabra Filosofa..


No fue el menos peligroso ,de los artificios de que
se valieron los conjurados , afectar un nombre ó dic-
tado que los elevaba al grado de maestros de la sabi-
duria , y de doctores de la razon. El comun de los
hombres se deja engañar de los títulos , y atiende mu-
chas veces mas á los nombres que á las cosas. Si Vol,
taire , d'Alembert y sus cómplices hubiesen tomado el
título de incrédulos ó de enemigos del cristianismo ,
labrian recibido su merecido ; pero ellos se dieron el
nombre de filósofos , y la lástima estuvo en que mu-
chos creyeron ser asi. Con este nombre de que se
decoraron, pasó á su secta la venerncion y -respeto de,'
bitios á la verdadera filosofía , y aun en este tiempo ,
á pesar de todas las maldades y desastres de la revolu
cion que se siguió y que naturalmente debia seguir á
aquella conjuracion ; aun á este mismo siglo de su im-
piedad y de sus maquinaciones se le da lioy el nombre
de siglo de la filosofía, y á cuantos piensan como ellos en
materias religiosas , se les da el tratamiento de filósgios.
Esta ilusion por sí sola les ha dado , y aun les da
tal vez , mas iniciados que todos los artificios de la
secta. Mucho interesa , y mas de lo que sc piensa, que
este prestigio, ilusion y fantasma se disipe. Mientras que
se mirará la escuela de los conjurados anticristianos como
si fuese la de la razon, habrá siempre una multitud de
insensatos que se creerán sabios solo con pensar como
Voltaire , Federico , d'Alembert, Diderot y Condoreet
sobre la religion cristiana , y conspirarán como estos
impíos contra Jesucristo. Las revoluciones contra Jc.,,su-,
cristo llevarán consigo los desastres y las atrocidades
contra los tronos y la sociedad. Dcspues de haber des,


x 4




328 CONSPIRACION ANTICEISTUNA.


cubierto los juramentos , las maquinaciones y demas
artificios de los conjurados, séanos permitido sin faltar
á las ob ligaciones de historiador , quitarles la mascara
de su pretendida sabiduría , desengañar á esta multitud
de iniciados que aun en el dia pretenden elevarse sobre
el vulgo , á causa de la adiniracion que este tributa á
la escuela de su pretendida filosofía.


Voltaire y sus secuaces pretendieron que eran sabios
y que los Otros los tuviesen por talts , solo por el des-precio con que miraron y el odio con que persiguie-
ron á Jesucristo ; pero es ya tiempo que sepa todo el
mundo que á pesar de su altive), y orgullo no fueron
mas que unos ignorantes. Es tiempo (pie sepa , que
vea y confiese a que punto ha llegado la ilusion y el
engaño de 'los que se han dejado seducir con !as mag-
nílitas expresiones de rnzon , filosofía , y sabiduría.
Dígnense por un momento los seguidores del filosofismo
de prestar atencion á las demostraciones que con tanta
claridad les hemos puesto delante los ojos, y que me-
recen se reflexionen. Sepan que ninguna exageracion
hay cuando les decirnos « Vosotros , en la escuela de
» los conjurados contra Jesucristo , pensabais escuchar
• los oráculos de la razon , pero no habeis oido mas
» que lecciones de un odio delirante ; la locura y extra-
» vagancia , cubiertas con el manto de la sabiduría, os
» han alucinado ; os ha engañado la ignorancia , porque
» se apropiaba el nombre ;te la ciencia, y estais pieocu-
» pados de todos los artificios de la maldad , porque
• sus agentes se presentaron á vuestros ojos afectando


'• Lelo por la filosofía » Para tener derecho de usar de
este lenguage con los iniciados , no disputaré los talentos
á su maestro , y solo diré , que si para ensalzarle me
presentan su ingenio poético , responderé , que sobre


CAPÍTULO Dr CIMO aoiO. Szo


el Pindo (*) ó á la orilla del Permeso (**) se le nermite
que use de la ficeion poética ; pero que no dé por ver-
dades , lo que solo son entusiasmos y quimeras de su
iniaginac ion. Cuanto mas son riel ingenio sus errores ,
tanto menos me admiro si se hunde y pierde , cuando
se desvia. La elupidez es un extremo , el medio es la
razon, y pasando al otro extremo, es delirio. El gigante,
en los accesos de una fiebre ardiente , aumentará sus
fuerzas mas que nunca ; pocha romper cadenas , y ar-
rojar peñascos ; pero estos furores no por esto dejan
de ser el espectáculo mas humillante de la razon. En
las conspiraciones de Voltaire contra Jesucristo, no pue-
do alegar en su favor Otra escusa , ni puedo prestarle
otro homenage. Los iniciados , que aun en los accesos
de frenesí de su maestro Voltaire , le contemplan filó-
sofo , no harán poco si hallan en sí mismos motivos
para admirarle , y harán mucho si nos alegan sus de-
rechos á la escuela de la razon.


Ilusion con que se pensó que era filosofa el delirio y odio.
En primer lugar, ¿que cosa es en Voltaire , que se


llama filósofo , aquel odio tan extraño que ha concebido
contra el Dios riel cristianismo ? Que un Neron haya
podido hacer el juramento de acabar con los cristianos
y su Dios , no causa dificultad; pues fácilmente se con-
cibe que esta resolucion puede tener cabida en el co-
razon de un monstruo , solo porque es furioso. Que
un Diocleciano haya podido jurar la misma guerra á
Cris to , no causa dificultad atendiendo á la idea que
tenia de sus dioses, y á los derechos que pensaba te-
ner un tirano idólatra para vengar sus glorias y apaei-


(*) Monte de Tesalia consagrarlo á Apolo N, á las Musas.
(") Rio de la Beocia consagrado á Febo y á las Musas.




5.3o CONSKRACION ANTICRISTIANA.
guar sus iras. Que un Juliano bastante loco para res-
tablecer el culto de los ídolos , jure tambien aniquilar
al Dios del cristianismo , es un delirio que se explica
por otro delirio. Pero que un pretendido sabio , que no
cree en los dioses del paganismo , ni en el Dios de los


jcristianos , que no sabe en que Dios ha de creer , esco-a á Jesucristo, pura hacerle objeto de su odio , de toda
su rabia y de todas sus maquinaciones , no lo entiendo.
El que pueda , explique este fenómeno de la filosofía
moderna ; en cuanto á mí , solo puedo decir que es
resolucion de un impío delirante.


Deseos' de los verdaderos filósofos.
leo pretendo qué todo hombre que no ha tenido


la dicha de creer en la religion cristiana , haya perdido
sus derechos á la escuela de la razon. Al mismo tiempo
que le compadezco de no haber conocido bastante las
pruebas demostrativas de la verdad de esta religion y
la plenitud de la divinidad de su autor, permitiré que
le señalen lugar despees de un Epitecto un Séneca ,
como lo hubo para los sabios antes del cristianismo
al lado de Sócrates ó de Platon. Pero yo veo en .la
escuela de esta filosofía de la razon , que sus verdaderos
discípulos desean que venga aquel mismo á quien Vol-
taire quiere destruir. Veo al mayor de los díscipulos
de Sócrates suspirar para que venga aquel hombre justo
que deberá disipar las tinieblas y dudas de los sabios. Les
oigo exclamar Que venga pues el que nos podrá en.
» soñar el modo como nos hemos de gobernar para con
» los dioses y para con los hombres. Que venga in-
» mediatamente , que estoy dispuesto á hacer cuanto,
» mc ordene , y espero que me hará mejor. » (r) len estos
deseos descubro y reconozco á un filósofo de la razon.


CAPÍTULO DfiCIMO 'NONO. 551


Aun le descubro y reconozco , cuando le oigo que
contemplando á este justo por quien suspira , prevee ,
penetrado de afliccion su corazon , que si este justo
llega á dejarse ver sobre la tierra , será denostado por
los malvados, herido, apaleado y tratado como el último
de los hombres (t). Pero este justo por quien suspiraba
tan ardientemente la filosofía de los paganos , se ha
dejado ver sobre la tierra ; Voltaire , d'Alembert y sus
cómplices le han denostado , han conspirado y cons-
piran contra él , le detestan y han jurado destruirle.
Y en vista de esto ; ¿ puedo yo reconocer que Voltaire,
d'Alembert y sus cómplices son los hombres de la razon
y de la filosofía ?


Deseos de Voltaire.


Que se presenten los iniciados de estos pretendidos
filósofos, y que respondan por su maestro ; nos limita-
remos á decirles como á Voltaire : Si el hijo de María
no es para vosotros el hijo del Eterno, reconocedle á lo
menos por el justo de Platos, y combinad despucs , si
podeis, vuestras conspiraciones con la voz de la razon.
Si Voltaire no quiere ver el sol, que se eclipsa en el
plenilunio, los muertos que resucitan, el velo del templo
que se rasga , que venga y mire al mas santo y justo
de los hombres , el prodigio de la dulzura, de la bon-
dad y de la beneficencia, el apóstol de todas las virtudes,
el milagro de la inocencia oprimida que pide perdon
por sus verdugos ; y si aun conserva algun rastro de
filosofía, que diga ¿ de donde se originan esas maqui-
naciones contra el Hijo del hombre' Qué, ¿ y Voltaire
es filósofo ? séalo: pero ni si quiera lo es como Jñdas;
pues no dirá, como este traidor , que la sangre de este'


(r) Platos, ea, el mismo cliálojo.(r) Platon en. SIL scsuulto de Alcibíades.




332 CONSPIIIA ClOY AISTICIUSTIATIA.


hombre- es la sangre del justo. El solamente es filósofo
como la sinagoga de los judíos y corno su vil popula-
cho , pues grita con aquella y con este, que sea cru,
cificado, que aplasten el irfrinze. Si , Voltaire es filósofo
como toda esa nacion proscrita y dispersada , pues al
cabo de cerca diez y ocho siglos, se encarniza corno
ella contra el Santo de los Santos; persigue su memo-
ria ; une sus silbidos á los silbidos de los judíos, sus
sátiras , dicterios, ultrages, conjuraciones y rabias á
las sátiras, dicterios, ultrajes , conjuraciones y rabias
de la nacion proscrita. No se diga que este odio de
-Voltaire solo recae sobre la religion de Jesucristo , y
no sobre el niismo Jesucristo; porque todas las sátiras
y blasfemias de Voltaire se dirigen á la persona de Jesu-
cristo ; su memoria es la que él persigue , y quiere
hacer infame ; quiere hacer de el un objeto de des-
precio , de burla y de escarnio. Cuando cornete la desver-
güenza de llamarse y de firmar sus cartas con esta sacrí-
lega expresion Christ-maque (barloo de Cristo), corno
firmaba, ("orasee ¿'infame ( aplastad el infame) (t) ¿de
quien se burla y á quien desprecia este frenético, sino
á Jesucristo, el Dios á lo menos de toda virtud , de
toda sabiduría y de toda bondad , cuando los sofistas
no le quisiesen reconocer como Dios de infinito poder?


mas de esto , ¿ y con que título la razon y la filo-
sofía han de hacer de la religion de Jesucristo, mas
que de su persona , el objeto de su conspiracion ? Ha
ocurrido á algun filósofo, despues de Cristo, la idea de
alguna virtud, que esta religion no mande, ó de la
cual no suministre ejemplares ? ¿Hay algun vicio, hay
algun delito que esta religion no condene? ¿ Por ven-
tura ha visto el mundo algun sabio que nos haya dado


t) Carta al Alargues d'Argens del 2 Marzo de x7133.


cÁpimo DÉCIMO "NONO. 333
preceptos mas santos con motivos mas eficaces ? Antes


despucs de Cristo, ¿ han gobernado en alguna parte
del mundo leyes mas propias para hacer felices las fa-
milias y los imperios ? ¿ Acaso las hay en donde los


prendan mejor á amarse? ¿ Ray alguna que
1 :s noillTi s abligue con mas rigor á auxiliarse mutuamente con


benelisencia ? Que se presente este filósofo que pre-
tenda poder aiiadir á la perfeccion de esta religion ; le
eseucharémos , y juzgarémos su doctrina ; pero si el
filósofo solo quiere destruirla , ya está juzgado como
Voltaire y sus iniciados ; no será otra cosa para noso-
tros que Un filósofo delirante , ó un enemigo del gé-
nero humano.


No excusa este delirio el que piensa que Voltaire y
sus iniciados, conspirando contra esta religion, solo las
habian contra sus altares y misterios , y no contra su
moral. En primer lugar, no es verdad que se limitan
á ir contra sus templos y blasfemar su memoria ; ya
hemos visto, y lo volveremos á ver, que tanto conspira-
ron contra la virtud y moral del Evangelio, corno contra
los altares y misterios. Pero aun suponiendo que Vol-
taire solo aborreciese nuestros misterios, ¿ qué cosa son,
ó que hay en estos misterios que merezca de parte de
un filósofo que discurre, el odio y las maquinaciones
contra la religion que los cree ? Entre todos estos mis-
terios ¿se halla acaso alguno, que fomente ó proteja
los delitos ó defectos del hombre ? ¿ Que le haga menos
bueno para sus semejantes, menos cuidadoso de sí mis-
mo, menos fiel á la amistad , al reconocimiento, a la
patria y á sus deberes? ¿ Hay alguno de estos misterios
de que no se valga la religion como de un poderoso
motivo ya de admirador' y agradecimiento á su Dios,
ya de interes de la propia felicidad de cada uno, y ya
del afecto á sus hermanos? Este hijo de Dios que expira




534 CONsruaCION ArrienisTIANÁ.
entre los mas exquisitos tormentos, para abrir las puertas
del cielo al hombre, á fin de enseñarle lo que ha de
temer, si sus delitos se las vuelven á cerrar ; aquel
pan de ángeles , que solo se ofrece al hombre purifi-
cado de todas sus manchas ; aquellas palabras de ben.
dicion , que solo se pronuncian sobre el pecador arre_
pen tido , y pronto á morir antes que cometer un nuevo
pecado ; aquel aparato y magestad con que se nos re.
presenta á un Dios que ha de venir á juzgar á los
hombres, y que destina para su gloria á los que han
amado , vestido , sustentando y socorrido á sus herma-
nos, y que condena á las llamas inextinguibles al ambi-
cioso, al traidor, al tirano , al rico avariento, al mal
siervo, al esposo infiel y ti todos los que no han amado
y socorrido á sus semejantes; ¿ todos estos misterios
merecen el odio de un filósofo ? ¿y justifican á los ojos
de la ,razon las maquinaciones contra la religion de
Jesucristo ?


Á mas de que, si Voltaire y sus iniciados rehusan
creer estos misterios, ¿ qué les importa si los otros hom-
bres los quieren creer ?- ¿ Que acaso lis soy mas temible,
porque creo que el Dios que me prohibe hacer daño
á mi prójimo, es el mismo Dios que me juzgará , y á
mi prójimo ? ¿ El Dios que yo adoro , deja de ser menos
terrible para el malo, y menos propicio para el junto,
porque yo creo, sobre su palabra, la unidad de su
esencia y trinidad de personas ? He aqui que el pretexto
de Voltaire y sus iniciados para conspirar contra la
religion cristiana á causa de sus misterios, es un ver-
dadero delirio del 111151310 odio. Estos pretensos filósofos,
detestan y aborrecen lo que, aunque fuese falso , no
podria ser para el incrédulo objeto digno de un odio
racional. Pero lo sumo del delirio de estos filósofos está,
en que de una parte exaltan sin cesar la filosofía to-


CAPITULO ní:cimo 110110. 535
lerante de los antiguos , quienes sin creer los misterios
del paganismo , se guardaban muy bien de quitar al
pueblo su religion , y de otra parte no cesan de cons-
pirar contra el cristianismo , so pretexto de que esta
religion tiene sus misterios (*). Procuren estos filósofos
que ru filosofía sea mas coherente , si quieren que sea
para nosotros la escuela de la razon.


ha revelacion es para estos filósofos otro pretexto , y
al mismo tiempo es para nosotros otra prueba del de-
lirio y extravagancia que preside á sus maquinaciones.
La religion cristiana , dicen, hace hablar al mismo Dios,
y cuando el hombre ha oido la revelacion , ya no le
queda libertad para sus opiniones religiosas ; el filósofo
que debe predicar á los hombres la libertad y la igual-
dad , está por consiguiente autorizado por toda razon
á armarse contra esta religion de Cristo y sus misterios.
He aqui su grande argumento ; y he aquí nuestra res-
puesta : Que se abran todas las puertas de la casa de
los locos á d'Alembert , á Diderot y á Voltaire, cada vez
que en nombre de esta libertad é igualdad convocan
á sus iniciados para destruir á Jesucristo y su religion.
Grande es preciso que sea la dósis de heléboro . para unos
hombres que siempre hablan de libertad y tolerancia
religiosa , jurando al mismo tiempo de aplastar la reli-
gion , arruinar los templos y volcar los altares del Dios
de los Católicos , de los Luteranos , ele los Calvinistas ;
de los Romanos , Españoles , Alemanes, Ingleses , Rusos
Suecos y de toda la Europa. ¿Y habrá quien crea que
conservan algun vestigio de razon , cuando á un mismo
tiempo exaltan y recomiendan la libertad de los cultos ,
y se ocupan en maquinar contra el culto mas universal


(*) Véanse en el Tomo a. De Vera Leii,yione del Abate Bergier,
cap. 7. art. I. § G. y 7, los símbolos, 6 profesiones de fe de los
materialistas y deistas.




536 COYSPIIIÁCION dlITTCRISTIARA.
de las naciones ? Hemos visto que Voltaire convocaba
Belerofontes y Hércules para aplastar el Dios de los
cristianos ; hemos visto á d'Aletnbert expresar formal-
mente sus deseos de ver á toda una nacion aniquilada,
solo porque persiste en la adhesion á este Dios y su
culto ; liemos visto en el largo espacio de med i o siglo
á estos hombres y sus iniciados valerse de todas las
asechanzas y artificios para separar el universo de su
religion ; ly cuan do pronuncian libertad, igualdad, tole


-


rancia, creeremos que oicnos á filósofos que hablan ? Que
se mude el significado que hasta el presente han tenido
aquellas expresiones. De aqui en adelante filosofía no
signifique sino locura , extravagancia , absurdo ; el sig-
nificado de esta palabra razon , sea demencia y delirio;
al oir libertad de cultos , entiéndase , Reniega, sino te
mato ; cuando dirán igualdad , sea entendido que
el filósofo siempre ha de subir , y el cristiano siempre
ha de bajar. Cuando aquellas palabras tengan estos sig-
nificados , tendré á Voltaire, á d'Alernbert y á sus ini-
ciados por filósofos.


Quisiera no verme en la precision d'e hablar aqui de
Federico, rey de Prusia ; pero si fue rey, fue rey sofista,
y como á tal le toca tener aqui lugar, para que se vea
que esta imaginaria filosofía de los impíos sabe abatir
los reyes hasta igualarlos con el último de sus inicia-
dos. Federico escribió mucho; ¿pero y á que fin escri-
bia ? No lo sé. é Escribia para engafiar al pueblo, ó para
engañarse á sí mismo ? Que lo resuelva quien pueda ,
aunque yo creo, que quería lo uno y lo otro ; y lo con-
siguió. Federico, como sus cómplices, escribió algunas
veces á favor de la tolerancia, y por esto hubo quien
creyó que era tolerante. Tengo á la vista un periódico
inglés, illonthly. Review (revista de mes ), de Octubre de
x794. pág. 154. y veo que propone á Federico como


uu


CA1 iTULO DLCIMO
337


un modelo de tolerancia , citando este rasgo de sus es-
critos : » Nunca causaré molestia á causa de las opinio-
» nes enemateria de religion ; temo mucho las guerras
» religiosas ; he sido bastante feliz , pues ninguna de las
» sectas que hay en mis estados , ha alterado en alguna
» ocasion el ¿inter, civil. Es preciso dejar al pueblo los
» objetos de su fe , formas de su culto , y hasta sus preo-
» en pacion ; por este motivo he tolerado los sacerdotes
» y monges , á despecho de Voltaire r de d'illembert ,
» que se me Izan quejado muchas veces. Respeto mucho
» á nuestros filósofos modernos ; pero, á decir verdad,
» reconozco que una tolerancia general no es la virtud
» dominante, de estos seriares. » Sobre esto los periodistas
ingleses hacen excelentes reflexiones , 'oponiendo esta
doctrina y sabiduría de Federico á la atroz intolerancia
y ferocidad de los sofistas de la revolucion francesa.
Pero yo , que me he visto en •la precision de alegar
_antas exortaciones de Federico para aplastar el itfatize
y destruir la religion cristiana ; yo, que me he visto obli-
gado á poner á la vista de los lectores el proyecto tra-
zado y recomendado . por Federico como el medio único
para aniquilar la religion , los sacerdotes , los frailes y
los obispos ; este proyecto , que empieza principalmente
con la destruccion de los religiosos y rnonges, para des,
Luir en seguida , y con menos estorbo , el resto de la
religion ;1 % yo, que he visto á Federico resolver que
nunca tendria fin la revolucion anticristiana que tanto
deseaba , sino por una fuerza mayor, que se necesitaba
de una sentencia del gobierno para acabar con ella ; y
yo en fin , que he visto al mismo Federico , que se
lainenzaba de que no seria. espectador de este momento
tan deseado (1) ; yo , que he victo todas estas pruebas


(*) Véase el cap. G.
(t) Carta. del a4 Marzo de 1 7 6 7 , y del 13 Agosto de 1775.
Torno 1.




5:513 COYS2IRACIGY KITICRISTIA541.


de su intolerancia celebradas por Voltaire como pro-
yectos de un gran capitan , que puedo pensar sobre la
pretendida sabiduría y tolerancia del rey sofista ? Lo
mismo que los periodistas ingleses dicen de los sofistas
carmañolas , digo del rey sofista : «Cuando vemos hom-
o bres de esta especie , nue nos presentan sus acciones
» ó su práctica para que aprendamos la perfeccion de su


teoría, no sabemos cual de los des sentimientos, si el asco


ó la indignacien ha de prevalecer. » Pero no; respete-
mos al rey , aunque sea sofista y recaiga nuestra justa
indignacion y desprecio sobre aquella filosofía insensata,
que iguala los iniciados coronados y sentados sobre sus
tronos hasta con los iniciados y maestros en la oscuri-
dad de stis clubs , ó en sus sanedrines y academias se-
cretas , sin que se halle en alguna de estas partes el
menor vestigio de un hombre que discurre.


Sí hay aun algo que añadir á la locura de estos
maestros , es el imbécil orgullo de los iniciados en oca-
sien que creian haber conseguido el objeto de sus ma-
quinaciones. Condorcet al ver destruidos en Francia los
altares de Jesucristo , celebrando el triunfo de Voltaire,
exclamó: « Al fin, aqui ya es permitido proclamar alta-
» mente el derecho , tanto tiempo ha desconocido ,
» de sujetar todas las opiniones á nuestra propia razon,


es decir , de emplear para seguir la verdad ,•el solo


instrumento que nos ha sido dado para reconocerla.


Todos los hombros aprenden con un cierto orgullo
que la naturaleza no los terna en manera alguna des-


» tinados para creer sobre la palabra de otro. La su-
« persticion de la antigüedad y el abatimiento de la


razon en el delirio de una fe sobrenatural , han lesa-
= parecido de la sociedad , como de la filosofía (t).»


CiPiTULO DíCIIVIO NONO.
5.39


Guando Condorcet escribia estas palabras, creía sin duda
que la razon habia triunfado de la revelacion y de
toda la religion cristiana. Los iniciados creyeron , y
celebraron tanabien este triunfo , como si lo hubiese
logrado la verdadera filosofía; pero esta no puna menos
que la religion en aquellas victorias. Y es verdad que
los sofistas fueron tan constantes en su conspiracion
contra la religion de Jesucristo , para restituir al hom-
bre sus derechos de someter todas sus opiniones á la
razon ? Y que entiende este sofista por someter todas
sus opiniones á la razon ? Si pretende decir con esto ,
que nada se ha de creer , sin que la razon satisfecha
se incline á creerlo , podria muy bien haber omitido
sus maquinaciones ; pues la religion de Jesucristo no
manda que el hombre crea, lo que su razon ilustrada
le enseña que no Ira de creer. Por esta razon se pre-
senta el cristianismo con todo el aparato de 511S pruebas
y demostraciones ; por esta misma razon Jesucristo y
sus Apóstoles obraron tantos prodigios , á fin de que
viese y juzgase lo que debia creer. Por este motivo la
misma razon distingue entre lo que se le ha probarlo y
lo que no se le ha probado. La religion en sus anales
conserva aquellos monumentos , y sus doctores con-
viran á todos para que los estudien y reflexionen. Para
que la fe sea racional , y no ignorante ó perezosa ,
exponen con sus discursos las grandes pruebas de esta
religion. ura palabra : el precepto de los Apóstoles
es , que la fi y el obsequio sean racionales (*) , cato
es , que la fe esté apoyada sobre las averiguaciones
que exige la razon para quedar convencida, Rationabile
obsequium vestrum. Y cree el sofista, que sean nece-
sarias sus maquinaciones para que la razon conserve


(t) Esquisse sur les progrés de l'esprit , ¿roque g. (*) Ad 'Romanos enp. 12.
y




340 CONSPIRACION ANTICRISTIANA.


todos sus derechos , cuando da asenso á la religion ?
Que estudie la religion , y esta le enseriará que su
Dios es el Dios de la razon ; la religion empieza por
confirmar todas las "verdades y todos /os derechos de
la razon ; y si á su conocimiento natural airade verda-
des que son de otro órden , sabe que al sabio .no le
convencen los sofismas é ilusiones, y que le convencen
y-deben convencer las pruebas multiplicadas del poder,
santidad , sabiduría y sublimidad del Dios que le ha-
bla , y de la autenticidad de su palabra.


Y si el sofista , por aquel derecho de someter todas
las opiniones á su razon , entiende que nada se ha de
creer , sino lo que concibe la razon , y deja de ser
misterioso para ella , el objeto de su conspiracion está
aun mas inmediato al delirio. Con este nuevo derecho
el : hambre no podrá creer que hay un sol que le -ilu-
mina y una noche que le rodea de tinieblas , hasta que
su razon comprenda la naturaleza de la luz , y que su
accion sobre el cuerpo y el espíritu/del hombre deje de
ser un misterio. No podrá creer que el arbol vegeta, que
la flor se abre y adquiere su colorido ; no podrá creer
que hay movimiento , entes que se reproducen y se
perpetuan de generador] en generador] ; nada podrá
creer de la naturaleza , ni siquiera su propia existencia;
porque toda la naturaleza , la existencia del hómbre ,
.su alma , su cuerpo , su mutua union y relaciones son
un abismo de misterios. Se sigue pues , que para tener
el placer y la gloria de ser incrédulo , es necesario em-
pezar por ser loco y delirante. ¡ Y de cuando acá la
medida de muestra inteligencia lo es de las cosas , de
sus naturalezas , de su posibilidad y de su realidad
La razon del sabio verdadero habla de otra manera.
Ella me dice , gire estando probada la existencia de los
objetos, por misteriosos que Sean , los debo creer , bajo


CAPIMO oler:no NONO. 51-11
pena de ser absurdo ; porque . entonces creeria que
existen , porque su existencia está demostrada , no
creeria que existen , porque no puedo concebir su natu-
raleza.


Pero Condorcet celebra aun otro triunfo no menos
extraño ; celebra el derecho de emplear, para escoger la
verdad , el solo instrumento que nos ha dado la natu-
raleza. Y si la naturaleza me ha dejado• entre tinieblas,
ó en la incertidumbre sobre los objetos que mas me
interesan sobre mi futura suerte , sobre lo que debo
hacer para evitar un destino- que temo, y para alcan-
zar - una felicidad que deseo que he de hacer ? El que
tenga la bondad de disipar las tinieblas de mi ignorancia
cí incertidumbre, violará mis derechos ? <: .Pues y por-
que no dice el imbécil sofista que el ciego tiene de-
recho á atenerse al solo instrumento que le ha dado
la naturaleza , y que nunca debe guiarse por el que tiene
ojos ¿ Porque no dice , que el ciego ha aprendido
con un cierto orgullo , que la naturaleza no le ha des-
tinado á creer bajo la palabra de otro que hay luz ?


Y es filósofico este orgullo del sofista I' Cree abatida
su razon por la fi sobrenatural , y cree que el cristia-
nismo deprime la razon elevándola sobre todo lo de
este mundo ; cree que el Dios de lo's cristianos envi-
lece y abate al hombre hablando de sus maravillas en
prueba de su palabra : i y esta pretension ha sido el
grande motivo que ha tenido para conspirar contra el
cristianismo ! Se atreve aun a invocar la razon ! ; Y
hay quien le haya creído filósofo ! ¡ Y aun hay quien
se deje seducir con este engaño 1 Pero volvamos á sus
maestros Voltaire , d'Alembert y Diderot. Es preciso
descubrir en sus iniciados á unos miserables seducidos
por la ignorancia mas crasa , decorada con el título
de filosofía_ ; para esto no necesito sino de atenerme á


Y3




J42, CO1\SPIRIC1011
las declaraciones mas formales y correspondencias mas
íntimas de estos pretensos filósofos.


llusion de la ',5,72orancia.
Hay un Dios , 6 le hay P e


• Tengo una alma
capaz de salvacion , ó no la tengo? Esta vida ,¡ la dl-bo
consagrar toda á los intereses presentes , ó si debo
pensar en una suerte ‘..0 tura ? Y este Dios , esta alma ,
este- destino son lo que oigo decir , ó es preciso que
yo crea otra cosa ? Lié aquí unas cuestiones que cicr-
temente son las elementales de la ciencia verdadera y
de la filosofía mas interesante al género humano , tanto
por lo que son en sí mismas, como por sus consecuen-
cias. Y que responden á todas estas cuestiones tan
interesantes los pretendidos sabios , al mismo tiempo
que agitan su conspiracion contra Jesucristo ? Estos hom-
bres que se dan por maestros de la sabiduría , de la
razon y de la ilustracion „I como se responden mutua-
mente ? Hemos leido sus cartas , y .hemos puesto á la
vista de los lectores sus mismas expresiones (t. y que han
visto? Á unos hombres , que pretenden gobernar y ense-
ñar á todo el mundo, y que se hacen mutuamente la dedo-
raeion formal y reiterada de que no han podido conse-
guir el formar una sola opinion fija sobre alguno de
estos objetos. Si los príncipes y ciudadanos consultan
sobre estas cuestiones á Voltaire , este acude á d'Alem-
bert para saber de él si debe creer que tiene una alma,
y si hay un Dios. Ambos concluyen la consulta con
decir , Non lignet, , no consta , no lo sé. Pues y que
filosofía es la de estos maestros tan peregrinos que no
saben resolver las cuestiones elementales de la filosofía ?


Con que derechos se leemaan á maestros del universo,
á oráculos de la razon , si su razon no ha llegado á
las puertas de la ciencia que enseña las costumbres ,
los principios , las bases de la sociedad , los deberes


CdPi'CULO DUIRIO 110;50. 543


del hombre , del padre de familias , del ciudadano ,
del príncipe , del vasallo y la conducta y felicidad de
todos ? Cual es pues en ciencia sobre el hombre , si
ni aun saben lo que es el hambre 9 Y que insiruccio-
nes pueden ellos dar á los hombres sobre sus deberes
y mayores intereses, si no saben el destino de los hom-
bres ? Y que filosofía es esta que enseña eneno sa
puede saber , lo que mas importa saber , cuando los
que no siguen su filosofía lo saben ?


D'Alemhert , para ocultar lo vergonzoso de su ignoran-
cia absoluta sobre estos objetos que deben ocupar las
primeras atenciones del sabio verdadero, responde : Poco
importa que el hombre no pueda resolver estas cuestiones
sobre su Dios , su alma y su propio destino (1). Voltaire
dice que nada se sabe de estos primeros principios ;
conviene en que esta perpletidad no es muy placentera,
pero se atrinchera en esta incertidumbre , aíSadiendo,
que la seguridad es un estado ridículo O de chariatan.
(a). He aquí á lo que se reduce toda la ciencia de es-
tos pretendidos maestros- de la razon y de la filosofía
el uno confiesa su ignorancia y pretende escusaria con
un absurdo ; el otro pretende que nada sabe , y trata de
charlatan al que pretende saberlo. ¡ Es pues absurdo y
ridículo que yo no me contente con una incertidumbre
que da tanto tormento Porque el filósofo d'Alembert
no sabe si hay ó no hay un Dios , si tiene cí no tiene
una alma , ¡ será preciso creer que poco le importa á
un hombre saber si todos sus .intereses se limitan á al-
gunos dias de esta vida mortal , á si ha de atender á
una suerte en lo por venir, que ha de durar tanto como
la eternidad misma ! Porque Voltaire atormentado de


(1) Cartas á Voltaire del 25 ;olio y del 4 Agosto de 7.77o.
(a) Carta á Federico Guillermo príncipe real de Prus i a, del


213 Noviembie de arjo.
Y4




1 14. CONMPIRACION ANTICWSTI ANA.
SO ignorancia no sabe que partido tomar , será pre-
ciso que yo desprecie y evite al que me puede comu-
nicar sus luces y libertarme del tormento de esta in-
quietud haLitual l ¡ Será preciso que yo aplaste á Jesu-
cristo y al Apóstol que vendrán á disipar estas inquie-
tudes y libertarme de dudas sobre mis mayores intere-
ses ! Aquí ya no es solo la ignorancia de estos preten-
didos maestros , es toda la soberbia y locura de la ma-
yor ignorancia que pretende detenerme en las tinie-
bias, porque aborrece la luz.


llusion de la convelan tomada por la virtud.


Hay muchos que no ]o quieren ver ; pero no por
eso deja de .ser muy cierto. Aborrecer , detestar ,


, destruir , aplastar , fié aquí toda la ciencia de
estos pretendidos sabios. Aborreced. el Evangelio , ea-
/tunniad á su autor , volcad sus altares , y ya sabréis
lo bastante para ser filósofo. Sed deista , ateo, escéptico,
espinosista, sed todo lo que quisier /eis ; negad ó afirmad,
tened un sistema de doctrina ó culto que oponer á la
doctrina y religion de Jesucristo , ó bien nada tengais
que oponerle, poco importa , pues la secta no lo exige,
y Voltaire no necesitaba de esto para gloriarse con el
nombre de filósofa . Cuando se le preguntó que era
lo que substitnia á la religion de 'Jesucristo , dijo que
lbs sacerdotes de esta refigion eran otros tantos médicos;
y despues de esta asercion le pareció que tenia deiecho
para pregtmtar : j Que es lo que quieren de mí ? Les he
quitado los médicos ,


rique otro servicio me piden (I) ?
En vano le responderíamos : Les habeis.quitado les mé-
dicos ; pero los dejais con todas sus pasiones : les habeis
comunicado la peste, que remedio dais para curarla ?


CAPITISLO DéCIMO NONO. 34•


En vano les hacemos objeciones , pues ni Voltaire ni
su panegirista Condorcet se tomarán el trabajo de res-
pondernos. Obrad pues como ellos , dad á todas las ver-
dades religiosas los odiosos nombres de errores , men-
tiras , preocupaciones populares, supersticion, fanatismo
(*) y despues jactaos de haber destruido ; no os to-
ineis el trabajo de sustituir á aquella imaginaria igno-
rancia alguna ciencia , á aquellas mentiras alguna ver-
dad ; contentaos con haber destruido , y ya mereceréis
el honroso título de filósofo.


Vendiendo estos honores á un precio tan bajo, ya
no me admiro si encuentro tantos filósofos de esta ralea
en todos los estados, edades y sexos ; pero tambien al
mismo precio se venden la estupidez y orgullo insensato
que caracterizan á aquella filosofía. Cesen Voltaire y
sus iniciados de vanagloriarse ; pues la ciencia , que
solo consiste en detestar y destruir, en burlarse y reirse,
y en blasfemar de los objetos religiosos , se adquiere
con mucha facilidad. No sé porque Voltaire al princi-
pio de su predicacion se limitó á enseñar y dar pre-
ceptos á los reyes, nobles y ricos , excluyendo á los
Mines y á la canalla. Un lacayo puede ser tan filósofo
corno su amo, solo con que sepa sonreirse al oir alguna
blasfemia. Fácilmente aprenderá á burlarse de su cura,
de los obispos , de los altares y del Evangelio. Aquel
bandido de Marsella que destrozaba los altares y ase-
sinaba los sacerdotes , luego blasonó como Condorcet
de que Babia sacudido las preocupaciones del vulgo ,
y como Voltaire , dió á la revolucion los nombres de
triunfo de la razon , de las luces y de la filostfia.
Arengad al mas vil populacho, y decidle que sus sacer-
dotes le engallan; que el infierno no es mas que una


•(n De este idiontl usan en el dia los sabios reibrmadores de que
tanto abunda nuestra Esinala.(s) "Véase su vida escrita por Ccuiloicct, edicion de Len.




546 CONSPIRACION ANTICIUSTIál.t.
invencion suya ; que ya es tiempo de sacudir el yugo
de la supersticion y del fanatismo ; de recobrar la li-
bertad de la razon ; y en tres ó cuatro minutos de tiem-
po esos zafios paisanos serán tan filósofos como vues-
tros iniciados coronados. El lenguage no será el mismo,
pero lo será su ciencia; aborrecerán lo que aborreceis;
destrozarán lo que destrozais, y cuanto mas ignorantes
y bárbaros , mas fácilmente adoptarán todo vuestro odio
y toda vuestra ciencia. Si dcseais tener iniciados del
otro sexo, fácilmente aumentaréis con las hembras d
número de vuestros sabios. La hija de Necker, sin aíja-
dir cosa alguna á su Ciencia, solo viendo á d'Alenibert,
y aprendiendo de este un dicharacho sacrílego contra
el Evangelio, hétela ahí tan filósofa como el que se la
ha enseñado. Sor Guillermina, (Guilierinina de Barcith)
con solo sacudir las preocupaciones religiosas, se trans-
forma en una iniciada de un mérito sobresaliente. No
sabíamos corno nuestros sabios modernos tenian tantas
iniciadas y tantos jóvenes tunantes filósofos , ya ántes
que pudiesen haber leido algun libro de filosofía; pero
hemos llegado á saber que se hicieron sabios y sabias ,
leyendo dos ó tres folletos impíos. Iré aquí que con
esto fácilmente se explican las copiosas luces filosóficas
del siglo ilustrado.


¿Con que tarnbien serán filósofos todos los jóvenes y
viejos, machos ó hembras, que despreciando la religion,
y afectando burlarse de sus dogmas. y preceptos, aun-
que nunca los hayan sabido, siguen las inclinaciones
del apetito? En efecto : todo marido ó muger que se
burla dé la fidelidad conyugal ; todo hijo rebelde , „que
pierde el respeto y sumision á sus padres ; todo corte-
sano sin costumbres... en una palabra todos y todas ,
une desraramcntc rompen el freno de las pasiones, tam-
bien son filósofos. Todos deben gloriarse de este título,


cAriTruo DáCIMO NONO. 347
pues Voltaire, es tan cortés, que á ninguno de estos des-
pide de su escuela, aunque pide una cpndicion; esto
es, que todos estos vicios y crímenes vayan acompaiIa-
des de la gloria de haber sacudido el yugo de la reli-
gion , de saberse burlar de los misterios, insultar á los
sacerdotes y despreciar al Dios del Evangelio; porque
si a:Incides vicios y desórdenes solo provienen del ardor
juvenil , de falta de reflexion ó de flaqueza humana,
no bastan para hacer á uno filósofo. En verdad, aquí
ya no se trata de los engaiíos de la ignorancia que
aparentan los conocimientos de la ciencia ; de las tinie-
blas que pretenden ocupar el lugar de la luz ni del
delirio del odio que pretende remedar la sabiduría de
la razon ; se trata de la escuela de la corrupcion, que
pretende serlo de la misma virtud. Si se pretende es-
cusar la locura, manía, fiebre y accesos de aquel odio
extravagante de Voltaire, cuando trama sus conjuracio-
nes contra Cristo , podré en algun modo disimularlo ;
porque cuando contemplo á Voltaire , que escribiendo


d'Alembert , de aquí á veinte años Dios tendrá mucho
en que entender, d Dios tendrá mal pleito, insulta á los
mismos ciclos; ó que escribiendo á Damilaville, aplastad
destruid, aniquilad al infame, vomita espumarajos de
rabia , me le represento como un frenético digno mas
de lástima que de indignacion. Si : que escusen cuanto
les dé la gana á Voltaire, y que escusen á sus inicia-
dos, á aquella multitud. de nobles, de ciudadanos y de
ministros, que, no teniendo idea de filosofía , sc creian
filósofos, solo porque una tropa de conjurados impíos
les deeia que lo eran. Mc prescindo por ahora de esto;
y así no insistiré en el título de filósofo, sabiendo que
este bastó á Federico y Voltaire para que sus secuaces
los tuviesen por maestros de una facultad, que consiste
en ignorar y despreciar. No diré á los iniciados que




348
co.issrnucurs'


si Federico ha podido ser maestro en el campo de Marte
y formar grandes guerreros; que si Voltaire ha podido
juzgar á Conmine , y dar instrucciones á los poetas,
no por esto deben ser oráculos en materia de religion ;"
pues esta ciencia , no menos que las otras, pide su es-
tudio. Ni diré que es muy absurdo en materia de reli-
gio , como en cualquiera otra facultad , elegir por
maestros y gulas á unos hombres que blasfeman de lo
que ignoran y que nunca han querido saber : hombres
que muchas veces se han hecho semejantes á aquellos
niños que farfullan pequeños sofismas , creyendo que
son dificultades insolubles , y que despedazan un relox,
porque no pueden descubrir su resorte. Sí ; quiero dejar
á parte todas estas reflexiones que puede hacer cual-
quiera, y que decian haber bastado á los iniciados para
que mirasen la escuela de sus sabios, sino corno absurda
y ridícula , á lo menos como sospechosa en los com-
bates de Federico contra la Sorbona, de Voltaire contra
Santo Tomas , de d'Alembert contra San Agustin , y
de Sor Guillermina contra San Pablo.


Quiero creer que cuando estos grandes maestros del
filosofismo hablaban de teología , religion ó dogma
sus iniciados los tuvieron por doctores verdaderos: pero
cuando estos mismos hombres , hablando de virtudes y
moral en su escuela , pretendían dar reglas de conducta
apoyadas sobre la ley natural, d corno han podido creer
que escuchaban lecciones de filosofía ? Aquí la ilnsion
pierde basta las apariencias de pretexto. So tenían mas
que hacer sino ciar una mirada á su escuela , y pregun-
tar si entre los iniciados labia alguno que hubiese
apostatado de la religion , con el fin de ser bajo la en-
señanza y conducta de Voltaire ó de d'Alembert, mejor
hijo , mejor padre, mejor esposo , mas hombre de bien
ó mas virtuoso. Bastaba reflexionar que esta pretendida


C/LL1TVLO DÉC010 Nono. 349
escuela de filosofía de la virtud fue habitualmente
el refugio , el ultimo asilo , y la mas poderosa es-
casa para todo hombre , que era conocido por el des-
precio descarado que hacia de todo lo que se llama
ubligacion y virtud. Cuando reconv,míainos á estos ini-
ciados y discípulos de aquellos maestros echándoles en
cara la perversidad de sus costumbres, la gran respuesta
era decir sonriéndose ; estas reconvenciones tienen lugar
y solo son buenas para hacerlas á los que no han sacu-
dido las preocupaciones de vuestro Evangelio ; somos
filósofos , y sabernos á lo que nos debemos atener. Los
hechos son tan públicos , que no es pOsible ocultarlos.
La esposa que se burlaba de la fidelidad conyugal „el
jóven que ya no conocia freno á sus pasiones , el que se •
valia igualmente de los medios lícitos é ilicitos para
lograr sus fines , hasta los libertinos tiras escandalosos y
mugeres mas infames, decian Somos fil(;solo. s ; esta era
su excusa ; y ni uno ha habido que se. haya atrevido
á justificar la menor falta , diciendo Soy cristiano, creo
en el Evangelio.


Los maestros no tienen que corregir aquí algun
error ó ignorancia de sus discípulos. Sabia muy
bien el iniciado que el nombre de virtud sonaba
aun en su escuela ; pero tainhien sabia el significado
que le daban sus maestros. Cuanto mas adelantaban
en su ciencia , tanto mas se apropiaban sus princi-
pios, y con estos despreciaban las reconvenciones del
hombre virtuoso y los remordimientos de su propia
conciencia. Sabian que sus maestros no juzgaban aun
fuese á propósito la desvergüenza de blasfemar sin re-
serva de la , moral del Evangelio : pero habian visto
que sus maestros habian borrado de su código todo lo
que el Evangelio llama virtud , y todas las que la reli-




350 CONSPIRÁCION .4.111ICRISTIANA.
gion hace bajar de los ciclos. Rabian oido leer en su
escuela la lista de aquellas virtudes que ella llama esté-
riles , imaginarias , virtudes de preocupacion , y en la
que habían suprimido la honestidad , la continencia , la
fidelidad conyugal , el amor filial , la ternura paternal,
el agradecimiento , el desprecio de las injurias , el de-
sinterés y hasta la probidad (r). En el lugar de estas
virtudes habia visto el discípulo , que habian puesto la
ambicion , el orgullo , el amor de la gloria , de los pla-
ceres, y todas las pasiones. Sabia que la virtud , segun
la moral de sus maestros, no es otra cosa que lo que
es útil ; que el vicio no es otra cosa que lo que es ho-
civo en este mundo ; y que la virtud no es mcis , que un
sueño , si el hombre virtuoso es despreciado (2). No
cesaban de repetirle , que el in teres personal es el único
principio de todas las virtudes filosóficas. Sabia que sus
maestros hablaban mucho de beneficencia ; pero sabia
tambien que esta beneficencia no conservaba entre ellos
el nombre de virtud , sino para eximirse de la obliga-
clon (le practicar las otras virtudes : Ámigo , háganos
bien r con esto le eximimos de todo lo demás. Esta era
instruccion expresa de Voltaire (3) ; pero no era la
única. Era preciso conducir los iniciados á un tal estado,
que no supiesen si era posible que hubiese virtud , ni
si Labia algun bien moral que se diferenciase del mal,
y esta fue una de aquellas cuestiones que propusieron
á Voltaire , á la que respondió, non liquet , no lo sé (4).
Aun fue necesario hacer algo mas , y decidir que todo


CiPiTC1.0 DLCI110 NONO. 551
lo que se llama pelle. ccion , imperfeccion , justicia ,
dad , bondad, falsedad , sabiduría , locura , no se dife-
rencia sino por las sensaciones del placer ó del dolor
( t); r que cuanto mas el fildsofO examina las cosas ,
tanto menos se atreve á decir, que dependa mas del hom-
bre ser pusilánime, colérico, voluptuoso y vicioso, que
ser bizco , giboso, j' cojo (2). Estas eran las lecciones
de los sofistas conjurados ¿ y los que las recibian podian
pensar aun que estudiaban en la escuela de la virtud
y de la filosofía?


El iniciado ¿que concepto podia formar sobre la vir-
tud y el vicio, cuando sus maestros le confandian sus
diferencias y enseñaban , que Babia nacido para la feli-
cidad y que ésta cousistia en el placer cr en la exeacion
del dolor (3) , ¿y cuando omitiendo toda solicitud por
su alma , le decian , que la divisa del sabio eta atender
á su cucipo (4)? ¿ ó cuando le aseguraban que Dios le
llama á la virtud por medio del placer (b)? Pues estas
eran las lecciones que le daban los ;efes de la conjura-


-cien d'Alembert, Diderot y Voltaire. ¿ Y qué motivos
para practicar la virtud ciaban estos mismos héroes de
la filosofía á sus iniciados? Les enseriaban que Dios no
atiende á sus virtudes ni á sus vicios ; que el temor de
este Dios no es mas que verdadera locura, y para sufo-
ear hasta los rernordientos, les decian que el hombre
sin temor es superior á las leyes ; que toda accion ,
aunque deshonesta, pero útil , se comete sin remordi-
mientos; que los remordimientos solo deben consistir
en el temor á otros hombres y á sus leyes. Llevando


(t) Véase el tomo 5
rán les -textos mismos
( ) De l'Esprit de


de la pa yare Morolo
(3) Fragments Sta' div
(4) DiCei011.


de las cartas Ilelvictnas , en dende se halla-
de los filósofos.


l'ilotrune
Essai sur les preynsés




Systé;ne
uniccrselle etc.
ers sujets , art. Yerta.
art. Tout est bicis.


(i) Gaita de Trasíbulo.
(2) Enciclopedia art. T'ice , edicien de Ginebra.
(3) Enciclopedia art. Bonheur, , y en el piólogo ,
(4) D'Aleinbert , Eclaircis. sur les élén t. de philos. mirra. 5.
(5) Voltaire, Disc. sur le bonheur.




352 COYSPIRAC 101(


adelante sus instrucciones hasta mas allá del absurdo ,
ya ensalzaban , sin cesar, la libertad de las opiniones,
para que escogiesen siempre la mas falsa , y ya !a aba-
tían tanto, que llegaron hasta negar que tuviesen poder
sobre las acciones , para de este modo quitarles los
remordimientos de las mas culpables (1). Esta era la
doctrina de todos estos conjurados, y ya no es posible
negarla, pues está registrada en casi todos los escritos
de la secta, principalmente en los que ella recomendaba
como obras maestras del filosofismo. ¿ Qué habian de
hacer mas estos grandes filésofos, y como se habian de
gobernar mejor para hacer de toda su moral el código
de la corrupcion y de la maldad? ¿ Y de que otra cosa
se necesita para demostrar que este pretendido siglo de
la filosofía y de la virtud , es el siglo de todos los
vicios y crímenes, erigidos en principios y preceptos
del malvado á quien pueden serre de provecho ?


Ilusion de la perversidad.


Lo que menos puede excusar el crimen de la ilusion
con que los gefes engaitaron á la multitud de iniciados,
que se llaman filósofos, es aquella constancia y artificios
de que tuvieron que valerse para lograr el éxito de las
maquinaciones. ¿Pero y .que es su filosofía con todas
estas maquinaciones y artificios ? Supongamos por un
momento que el mundo hubiese tenido conocimiento
de las in tenciones y medios de Voluire , Federico ,
d'Alcmbert y sus cómplices, mientras estos vivian
antes de que los corazones se hubiesen corrompido
hasta el exceso de blasonar de la misma corrupcion.
Supongamos tambien que se tema noticia de aquel aviso,


(r) Véar.se los textos de Voltaire , de d'Alembert y de Diderot
en el tomo. 3. de las castas llelrianas.


que


CAPÍTULO /Ami() t(Oao.
353


que mírtuamente y con tanta instancia, se daban los
conjurados de herir y esconder la mano ; y que los pue-
blos tenia') conocimiento de todas estas maniobras tene-
brosas de que se valian para seducirlos á la sordina ;
¿ habrian el mundo y los pueblos reconocido en estos
procederes los caractéres de la verdadera filosofía ?
¿Habria podido el filosofismo hacer progresos, si se hu-
biese conocido su hiprocresía en niel perpetuo disimulo,
como sus asechanzas y trampas á las cuales solamente
debieron el éxito de su conspiracion ?Si cuando d'Alem-
hect, Condorcet , Diderot, Federico, Turgot y demas
cómplices se reunian en aquel palacio de Holbach, con
el nombre de economistas, y so pretexto de atender á
los intereses del pueblo, hubiese este sabido que se
congregaban para combinar entre sí los medios de enga-
Ude y volverle tan impío como eran ellos mismos,
quitarle sus sacerdotes, derribarle sus altares y destruir
su religion ; si este mismo pueblo hubiese podido saber
que sus pretendidos maestros, encargados de instruir
á sus hijos , eran unos emisarios hipócritas de d'Alem-
bert enviados para corromper la niñez y la juventud ;
que todos aquellos buhoneros de la secta que ventlian
sus libros á precio tan bajo eran unos corruptores pa,
gados por la academia secreta , para hacer que circulase
el veneno de las ciudades á los pueblos , y hasta las
cabañas ; si todo esto se hubiese sabido , ¿ habria /30-
dido la secta atribuir á estos medios todo aquel respeto
y veneracion que habia ella usurpado ? ¿ Y descubierta
la perversidad de sus maquinaciones , habrian podido los
Conjurados presentarse como maestros sabios , y dar al
siglo en que vivieron el renombre de siglo ,filoso7ico ?
Es muy cierto que no ; el mas justo horror habria ocu-
pado el lugar que ocupó la admiracion ; y cuando las
leyes hubiesen callado , la indignacion pública habria


Tomo 1.




354 CONSPIIIACIOIti ANTICPaSTIANA.


bastado para vengar la filosofía misma de la infamia y
maquinaciones á que la hacian servir.


Humíllese este siglo tan orgulloso con su imaginaria
filosofía , averguencese , arrepiéntase y sacuda esta ilusion
y engaño con que los impíos le han preocupado; ilusion
y engaño que Jebe á sus vicios , á su corrupcion y á
sus propios deseos de dejarse alucinar , que tal vez han
influido mas que los artificios de que han usado los
impíos para engañarle. Ese pueblo sencillo , esa multitud
idiota, que confiesa su falta de luces y esperiencia en
los manejos de los sofistas , y que por un cierto ins-
tinto de virtud ha sido la áltima clase que ha pre-
varicado, ese pueblo, repito tiene escusa ; pero esos mi-
llares de- iniciados ., en las cortes, en los palacios de los
grandes , en los liceos de las ciencias , que entren en sí
mismos y que reflexionen. Pe-irisaban hacerse filósofos
haciéndose impíos. Renunciando á las leyes del Evan-
gelio y á sus virtudes , aun mas que á sus misterios ,
han tenido por razones convincentes y profundas las
palabras preocupacion y supersticion , que son el grande
argumento de que se valieron los sofistas para hacerlos
de su partido (*). Sin saber siquiera que preocupacion
es una opinion destituida de pruebas , se han hecho
unos viles esclavos de la preocupacion , desechando una
religion cuyas demostraciones ( como ellos mismos bla-
sonan) han estudiado tan poco , y que no han visto ni
leido , mientras que con el mayor ahinco frian las pro-
ducciones y calumnias de sus enemigos. — Si les parece
que no he hecho una exacta enumeracion de todos
sus títulos y derechos á la filosofía , que registren los


(*) ¿Y quien no sabe que este es tambien el grande argumento
de que se valen los sofistas Españoles .' .penas se llalla página de
estos sabios en donde no se lean las mismas expresiones, preo-
cupación, supersticion


CAPITULO DLC11110 MONO. 355
iniciados los senos de su corazon , el fin de sus inten-
ciones y el objeto de sus cálculos , y que presenten
otros títulos y derechos. Que se pregunten inenuamente
í sí mismos si no ha sido la relajacion y tedio á las
virtudes evangélicas lo que les ha sugerido aquella ad-
miracion estúpida hacia los conjurados contra el Evan-
gelio; si no es el amor y desahogo de sus pasiones mas
que los sofismas , las maquinaciones y asechanzas de los
impíos, lo que los ha hecho incrédulos. No puedo creer
que el que no era perverso hubiese podido mirar tanta
felicidad y gloria en el seguimiento de los perversos.
A lo menos es cierto que era muy poco filósofo el
que creyó que eran filósofos unos sugetos que sin eran
mas que una congregacion de trapaceros , cobardes y
conj tirados .


Cualesquiera que sean las causas , ya se habia dicho.
que un siglo engañado con los artificios y conjuracio-
nes de una escuela dedicada del todo á la impiedad,
pondria toda su gloria en llamarse el siglo de la filosofía.
Tambicn se habia dicho que este mismo siglo engañado
con el delirio y rabia de esta misma impiedad , la mi-
raria como si fuese la razon , y engañado con el voto
de destruir la religion miraria aquel juramento y este
voto como si fuesen el de la tolerancia , de la igualdad ,
y de la libertad religiosa. Las mas densas tinieblas le
han parecido luz , la ignorancia ciencia , y la que fue
escuela de todos los vicios le pareció que lo era de.
todas las virtudes. Se le engañó con los artificios y
maquinaciones , con todas las tramas de la perversidad,
que ha tomado por consejos y como medios de la mis-
ma sabiduría. Sí : ya se habia dicho que este siglo ,
qae se ha dejado seducir tan groseramente en materia
de religion , tambien se dejaria engañar en‹-nTaalia. de
subordinacion ; pues creerla que las mí iinaciones da




356 CONSPIRA CION ANTICRISTLANÁ.
la rebelion contra los tronos eran amor á la sociedad
y el establecimiento de la felicidad pública.


La conjuracion contra• el altar y el odio que los gefes
de los conjurados votaron contra Jesucristo, no fueron
la sola herencia que- los héroes de la pretendida filo-
sofía dejaban á su escuela. Voltaire, que se habia he-
cho Patriarca de los sofistas de la impiedad , aun no
habia rutierto , cuando se halló que tambien lo era de
los sofistas de la rebelion. Dijo á sus primeros iniciados :
Derribemos los altares , no quede un solo templo ,
ni adorador al Dios de los cristianos ; y su escuela no
tardó en aludir: Rompamos los cetros, y no quede sobre
la tierra un solo trono , ni un solo vasallo. De su en-
lace y combinacion viéramos salir esa multitud de ini-
ciados que la filosofía del siglo habia desgraciadamente
dispuesto y preparado á internarse y chapuzarse en las
cavernas masónicas , para aprender allí á repetir sus
sacrílegos votos y juramento' centra los altares y los
tronos. Ya ninguna otra cosa nos restará que hacer,
sino poner de manifiesto cuanto la secta de los Ilumi-
nados de Baviera hubo de añadir á los infames medios
y arterías de los sofistas de Holbach y de los hermanes
Kadosch.


FIN DEL PRIMER TOMO.


ri A 13 iJ A
DE LOS CA.P1TULOS DE ESTE PRIMER TOMO.


Pag.


CAP. I. PRINCIPALES Autores de la Conspiración:
CAP.


Existencia , época , objeto y extetzsion de
la conjuracion anticristiana 2 2


CAP. III. Secreto r union de los conjurados , 33
CAP. IV. Primer medio de los conjurados , la En-


ciclopedia 48
CAP. Y. Segundo medio de los conjurados , extin-


cion de los Jesuitas.. 68
CAP. VI. Tercer medio de los conjurados ,extincion


de todas las órdenes religiosas
91


CAP. VII. Cuarto medio de los conjurados, colonia
ele Voltaire 109


CAP. VIII. Quinto medio de los conjurados, honores
académicos 515


CAP. IX. Sexto medio ele los conjurados , inunda-
cion de libros anticristianos I23


CAP . X. Expoliaciones . Violencias proyectadas
por los conjurados y encubiertas con
el nombre de Tolerancia 14o


CAP. XI. Paepresentacion,mision , servicios y medios
particulares de cada uno de los geles
de la conjuracion anticristiana


148
CAP. XII. Progresos de la conspiracion bajo Voltaire


Clase primera. Discípulos protectores
175




Pa o
CAP. XIII. Segunda clase de protectores. Príncipes y


Princesas iniciados
194


CAP. XIV. Tercera clase de iniciados protectores. Mi-
nistros, Grandes señores y Magistrados. 210


CAP. XV. Clases cle literatos
247


CAP. XVI. Conducta del clero con los conjurados
anticristianos .... 270


CAP. XVII. Nuevos y mas profundos medios de los
conjurados para seducir hasta las id-
timas clases de ciudadanos 98'2


CA P. XVIII.Pro'resos generales de la conjuracion en
tecla la Europa. Triutzfo y muerte
de los gefis de la conjuracion 3o3


CAP, XIX. La grande ilusion que .Iza causado el
éxito de los sofistas de la impiedad
en su conjuracion contra el altar..,. 326


FI N.-.