OBRAS POLtTICAS DE LAMENNAIS. OBRAS POLITICAS DE MADRID: ...
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OBRAS POLtTICAS


DE


LAMENNAIS.






OBRAS POLITICAS


DE


MADRID:
IlIPRENTA DEL EDITOR.


1854.






" .~


Biografía del autor ,- -,- ;
Palabras de un creyente,
Del Absolutiswo y de la Libertad.
Ecos de un calabozo. • . • • •
Libro det PueDl.,., .' . • . • •
I.a Esclavitud .looderna. . .
Amschaspands y Darvands .•
Pasado y por,enir del Pueblo.
A Poloma. ¡, ••••


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Pájinas. ,
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ERRATAS PRINCIP AtEs.


Pájina&. Líneas. Dice. Ua&6.
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65 . ·~U contra él contra· ella
98 .f6 . tejas. quejas
» ~3 perfoctamente . perpet'UamenJe
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·'8 imajinable. . . ';':inajeitMle
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·2' senda de .. ,. st~a en . ~25 -última· .. R8quief •. . Begmtf', . '
1.28 . ·M . Como resulta . -como na restllta !
437 26 iluminara disipara
U~ 4- caritativo. equitativo
492 22 Asckeschinsg conlestacion de Ascheschinsg






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~1. DE LA~IENNAIS,


({No tengo que echarme eu cara ning'lIIlil de lllJl)
palabras en cuanto a sinceridad; pero me he c(¡ui-
vocado muchas vezes, y gravemente.»


L.,-nrE:-¡:\'.\IS •


• Es preciso no cxij ir de los hombres ni de los en-
tendimientos sinó lo quc qnc puedan dar eu cada
época .•


TUlEIIS.-Historia de la Revoltlcion {r('1Ic~sa


HE aquí como empezaba no ha mucho la biografía de este mismo autor
uno de los mejores escritores de la Franeia, no muy afecto a éL


(( Si la suerte te llevase alguna vez, amado leclor, a Paris, y a la ¡wrmo-
sa calle de Rívoli, formada con suntuosas casas tiradas a cordel, y te ruera
dado hallarte enfrente tle un hombre pequeño, snmido en uua cstel1S:l ¡I:d"
de cuadros azules; si vieras a este personaje de cuerpo cw]elile y ro~Lro púli-
do y flaco, marcado con el sello del sufrimiento y de la resignacion; si le
vieras turbarse casi atu presencia, levantar de vez (;[1 cnallll0 üaei" ti SllS mi-
radas tímidas, hablando con una voz tan Jébil que apellas llega a tu oido,
recojiénJose unas vezes en sí mismo, como sumido en una pl\lt'lllllla Il1ediLa-
cíon, mirando hacia dentro, ealzámlose y descalzándose su eltillela, o lo-
mando polvos sin cesar y a. puñados de una gran eaja; te .cosl.aríct algull tra-
bajo reconocer bajo aquella exigua. envoltura, a uno de los nmyorcs ajitatlü-
res de nuestra época, un saüerdole que conmueve las D1ílS;:¡S sin Ofm palan-
ca que su pluma, sin otro apoyo que su alma al'diente, y cnyas jlújinaE; espar-
cidas por el mundo, escitan tantas tempestades como en otro tiempo las hu-
las fulminantes de Gregorio VII, las tesis facciosas de Lutero,' o en nuestros
dias las arenga::; de O' Connell.


Jamás nos ha parecido mas difícil el ser biógrafos clue al pronum;iar este




'IlI BI()QBAFIA
nombre, en cuyo alrededol' luchan admiraciones afJa sionadas, y enemistades
candentes. ¿Con qué lazo unir a MI'. de LA-~IENNAIS, el Cll.tólico ultramonta-
no con Mr. de LA-~IENl'iAIS el heresiarca, el neo-cristiano? ¡, Cómo sondear
al Mr. de LA-1'1ENNAIS de los primeros tiempos, y a )Ir. LA-~fENNAIS el re-
publicano? ¿ Sería preciso esplicar tan radical transformacion por consi-
deraciones mezquinas de orgullo lastimauo ) de ambician burlada, de cólera
o de venganza? Para los que conocen la austera simplicidad de este hombre,
su despego de las cosas terrestres y la pureza ue su vida; para los (Iue sa-
ben que el autor del Ensayo sobre la indiferencia en relijion rehusó en otro
tiempo cambiar su sotana de cura por la púrpura de cardenal, una solucion
de esta clase parecería una mentira y una injuria al mismo tiempo.


SerIa, pues, preciso buscar en rejiones mas elevadas la causa de esta
revolucion intelectual, odiosa apostasía para los unos, sublime conversion Ila-
ra los otros, y que para nosotros no es mas que una demostracion grave y pro-
funda de la accion incesante de los grandes hechos esteriores sobre las ideas
preconcebidas.


Bajo el punto de vista psicolójico, la personalidad de MI'. LA-MENNAIS
presenta tres distintas fases: hay en ella el lado filosófico, el relijioso y el
politico. Ese triple pensamiento principió manifestándose al mundo bajo tre'l
sfmbolos: en filosofía, el dogma de la razon jeneral, la autoridad del jénero
humano; en relijion, la teocracia católica, la infalibilidad de la Iglesia; en
politica, la realeza de derecho divino, la lejitimidad. Entre estos tres sfmbo-
los, estrechados primero por un poderoso pensamiento en una reunion for-
zada, hay lucha, lucha tempestuosa y complicada de influencias estemas; la
lucha se prolonga diez y siete años, desde el Ensago sobre la in(h{erencia
hasta las Palabras de un creyente. El dogma filosófico vence por fin, ab-
sorbe en él sucesivamente los otros dos, y los trasforma del lodo; la reale-
za de derecho divino desaparece ante la soberanía del pueblo; la inamovili-
dad católica cede el puesto al dato de la progresion cristiana, y se cierne
sobre ambos, como una bandera, el gran principio de perfectibilidad indefi-
nida del jénero humano; ese jigante que, segun las hermosas palabras de
Mr. de Chateaubriand, « crece siempre, siempre, y cuya frente, remontán-
dose hasta los cielos, no se detendrá sinó a las alturas del trono del Eterno.))


Habria materia para grave enseñanza con el análisis de esos combates in-
teriores, con el bosquejo de ese choque de ideas, cuyo campo de batalla
es una vasta intelijencia, adolorida del gran malestar que ajita al mundo so-
cial; pero un trabajo de esta clase, además de espantar nuestra debilidad,
nos alejarla completamente del plan que nos hemos propuesto, y por otra
parte no es tiempo oportuno de emprenderlo. »


ROBERTO FELlZIllAD LA-MENl'iAIS nació en San Maló ,en junio de :L 782, de
una familia de armadores, ennoblecida por Luis XIV, Y en la misma calle
que trece años antes habia visto nacer al autor del J(mio del Cristianismo.
Perdió su madre muy jóven; y su padre, ocupado en cuidar de su comercio,
y arruinado por el empréstito forzoso y las presas de los españoles, (:1) le de-
jó casi abandonado a si mis&lo desde su tierna edad. Formado en la soledad,
privado de las caricias y cuidados maternales, que refrescan el alma y dulci-


(f) En la guerra.




DE LAMENNAIS. IX


fican el corazon, el jóven LA-MENNAIS manifestó desde un principio cierta
gravedad temprana, una sed ardiente e instintiva de saber, una grande enerjía
de carácter y un jenio indomable. Despnés de algunos unsayos inútiles, no pu-
dieron hacerle aceptar otro maestro qne una vieja ama de gobierno criada de su
madre, que a fuerza de paciencia pudo enseñarle a leer. A los nueve años le
fM su hermano mayor MI' .. Tuan las primeras nociones dc latin; pero pronto,
cansado del prer,eptor , o de los antiguos sistemas, se empeñó en hacer por
~í su educacíon y a lo!'> doce años leía ya a Plutarco y a Tito Lívio. Enton-
ces pasó al cuidado de 1m tio que vivía en el campo; y el buen hombre no sa-
hiendo oomo hacerlo, le encerraba de castigo días enteros en su biblioteca: pero
pronto se aficionó tanto a su prision el revoltoso escolar que no quería salir
ne ella. La biblioteca tenía dos divisiones: en la una estaban reunidos todos
los libros peligrosos, heterodoxos, filosófieos, etc, y la llamaban el infierno.
Prohibü~se la entrada en ella al jóven ROBEllro; mas por lo mismo se ar-
rojaba de cabeza en aquel infierno, leyendo todo ellanto le venía a la ma-
no, devorando con avidez a .T. J. Housseau a la edad en que se juega al
trompo, y olvidando su almuerzo para seguir en 5US escursiones místicas a
Mallebranche. En un entendimiento de temple vulgar, semejante lectura in-
dijest.a y sin eleccion hubiera produeido funestos resultados: en Mr. de L.\-
MENNAIS, al contrario, este flujo de sistemas contradictorios sirvió solo pa-
ra fortalczer la precoz madurez de su juicio, y para desarrollar poderosa-
mente una predisposicion instintiva hacia los fervores relijiosos , a las piado-
sas efusiones. Ciert.as intelijencias, concentradas y espansivas a la vez, tienen
el privilejio de recorrer desde quince años la escala de deducciones que con-
duee desde las cosas visibles a las invisibles, de las beIlezas de la naturaleza
a la grandeza de .nio~l.


Mas adelante cuando llegó la erlad crítica de las pasiones, todo hace
creer que aquella organizacion impresionable sufrió fuertes wAecimientos.
Después de aquel pasajero cntorpceimicnto, la fe relijiosa de Mr. de LA-
ME;o,NAIS se despertó mas viva y exijente; se apartó del mundo, se sumió con
nuevo ardor en el estudio, para sacar de él alimentos de creencia; y a los
yeinte y dos años, cnando hizo su primera comnnion, tenía ya una vocacioIl
deeidida por el sacerdocio. En vano su padre se esforzó, a pesar de sus des-
graeias , por inspirarle afie ion a las operaciones comerciales, pues el jóveIl se
conformó mientras llegaba el tiempo en que pudiera seguir sus instintos reli-
.Foso::;, y entró en clase de profesor de matemátieas en el colejio de San Maló.


Por aquella época, en i 807 , publicó una tradnccion llena de dulzura y
de gracia, el Guia espiritual, pequeño libro ascético de Luis mois.


Al año 8iguiente aparecieron las Reflexiones ~o{¡re el estado de la Iglesia;
primer grito de guerra dado por MI'. de LA-}IEXNAIS contra la indiferencia
relijiosa, que se distingue por el vigor del pesamiento y la acritud del lengua-
je. Trátase allí al materialismo filosúfico del último siglo con notable desden;
y aunque el color político del lihro no dañaba a los principios del imperio,
la policía se ularm(¡ por algunas iLleas atrevidas sobre la renovacíon del clero
en Francia, y se apoderó de la obra.


Poco después, en 1811, se tonsuró MI'. de LA-MENNAIS entrando en el se-
minario de San Maló. La obra titulada Tradicioll de la Iylesia sobre la ins-
tituoion de tos obispos, quc apareció en seguida, fue principiada allí en unioIl




x ' BlOGRAl'l.\
.on su hermano superior dél Seminario, y acabada bajó las sombras de Lu-
Cheais, pequeña posesion aislada, a la entrada de un bosque entre Dinan y
Rennes, donde mas adelante fue con frecuencia Mr. de LA-~lENNAJS 1.1 fo¡:jar
mejores armas para combatir lo que entonces defelldía. La obra de que se tra-
ta es principalmente recomendable por su grande erlldicion teolójica.


Después de la publicacion de esta obra MI'. de LA-MENNAIS pasó a Pa!'is a
principios de 1814 cuando el astro imperial se eclipsaba. Encerrado en un
mal cuarto de la calle de Santiago, el desconocido y oscuro diácono parecía
adivinar de antemano que iba a agrandarse su papel. El lJlemorial en dere-
cho que publicó contra el hombre sedienio dl~ crímenes, verdadero en el
fondo, en lo relativo a la organizacion de la universidad imperial, a la qUfl
mas especialmente atacaba, pero injusto en cuanto al emperador, merece ser
colocado enl!'e los rencorosos opúsoulos que aparecieron en afluella época de
trastorno y de pasiones, en que se euidaba mas de herir fuertemente que con
justicia. Cuando los Cien Dios, la llegada repentina de aquel a quien acaba-
ba de herir, le inspiró sérios temores, Y.iuzgó conveniente pasar a'Inglaterra.


A su llegada a Lóndres, el pobre breton se hallaba desprovisto de todo
recurso. Provisto de una carta de recomendaeion para lady Jerningham,
hermana de lord Straffort, el futuro tribuno sacerdotal fué a solici-
tar humildemente un empleo de preceptor; y la noble dama, después de ha-
berle mirado ele piés a cabeza, le despidió por el grave motivo de qlIe tenía un
aire demasiado t011tO. MI'. de LA-ME:'i:'iAIS se complacía después en contar
esa anécdota de su vida. Despedido de aquel modo, tuvo la felizidad de en-
contrar un asilo junto al abate Curan de Hennes, que erijía entonces un co-·
lejio de jóvenes emigrados, cerca de Lóndres, en el cual permaneció siete
meses.


A su vuelta a Paris, entró primero en el comento tIe monjas Fulenses,
que abandonó después por el seminario de San Sulpicio. No permaneció allí
mucho liempo, pues, incapaz de dolJleg'urse a la rijidez de la regla, se au-
sentó brüscamente de él y volvió a los Fulenses. Por último, en 1816, a \¡t
edad de treinta y cuatro años, fué a ordenarse de sacerdote él Rennes , y re-
gresó a 10sFulenses, donde concluyó el primer tomo del Ensayo sobre la in-
diferencia, que apareció en 1817.


Hemos llegado al primer punto luminoso ele la brillante carrera do
~fr. de LA-MEN;;AIS. Atravesó de repente con paso de ji gante el abismo
de iniciaciones dolorosas que separa la oscuridad de la gloria. Aquel je-
nio poderoso, como desparramado hasta entonces, acababa de concentrar
todos sus rayos; y en un solo dia, el humilde sacerdote se encontraba, corno
ha dicho uno de sus discípulos (1) revestirlo del poder de Bossllet. Su libro fué
como unlrueno: el antig'uo Vaticano tembló de alegría sobre su base y la Eu-
ropa se conmovió. Sin embargo aquel primel' tomo, esclusivamente polémico,
después de habol' taladrado los argulllentos d31a inc.:redulirlad, dejaba aun sin
solucion el gran problema ele la fe. ¿ Dónde estaba su oríjen? ¿ Cómo lograr
discel'lli rl o ?


Lnielo ya a las notalJilidades monárquieas Lle la época, y arrastra-
do tambien a la arena política, :\11'. de LA-MEX)!AIS, que defendía enton-


(1) Lacordaire-COD sidcracionrs sobre el sistema Iilosófico de Mr. de LamcDnais.




DE LAMENNAl~


~e~ en el Con~errado)' la alianza del trono y el altar, hizo esperar durante
dos años la contirlllacion de su ohra: al fin apareció el segundo volúmen, y
dividió violentamente los espíritus. MI". de LA-"\IE'íNAls, ',innovador atrevido,
intentaba reconciliar dos pOtencias ha~ta entonces enemigas: la filosona y la
relijion. Ilechazando el sistema de Dcsrartes , edifirado sohre la evidencia y
la razon individual, subía a la corriente de los siglos, seguía paso a paso la
trasmision de la vArdad al travl'S de cllos, y fundaba la certitud en la autori-
dad del jénero humano. nespllé~ analizaba la tnulicioll humana, la apro-
ximaba al dogma católico, establecía su perfecta concordancia, y llegaba a
concluir que la verdad católica se deduce, no solo de la revelacion, sinó tam-
bien de la autoridad tradicional del jé~nero humano.


Este sistema, al que llamaba Mr. de LA-"ME:>i:-<AIS la filosofía de sentido
comun, encontr(¡ fuertes antipatías, especialmente en el alto clero. Mezclar
de este macla la mosoDa con el catolicismo, cuando el catolicismo no gusta
rle la filosofía, y cuanclo la filosofía prrtcnrle absorber el catolicismo, era una
empresa atrevida y llena de pÁligTos: de temer era que la inflexiviliclad del
dogma revelado se sublevase contra el sospechoso auxiliar que se le prctcn-
dla unir, y que .MI'. dc L.\-ME:>iNAIS se viese precisado a optar entre dos
sistemas rivales. La Sorbona, l1cpositvria de las viejas traducciones, pensi'>
combatir esta nueva invasioll del razionalismo, al paso que !\Ir. de no-
llald escribía al antor del Ensayo: neja!! 'CU:::Nlf a todas e,as ranas; y
la parte viH\l'acha de la Jglesia acojía con trasportes de júbilo esta;
teoría billante, qlle le parecía destinada él J'ejmcnccer 1111 dogma envejecido.


MI'. de LA-~r E:-;;'¡,US puhlir;(¡ snCl'c.iVlllTIi2nte una defensa dc su sii!tema y
otros dos volúmenes destinados él cotToborarlo. En estos dos últimos libros
Jj() muestras de una espautosa erndiciol1: dcsellbridol" infatigable, acumuló
los testos, pasó revista a tOLlos l(j~ ~ig'los, a todos los puehlos, a todos los
lugarés; y reuniendo las OSpalT[lmar1~s trarlieioncs de rada fraccion de la
humanidad, fortWJ con ollas la ha!. ,'olosal de la t.radicion humrlna.


Concluida en 182,1, <l.ljnrlla grnntlr obra, el sacordote católico pasó a
Roma a depol1erla él los pio:; dci Santo Pwlrc. ltecibido con bastante
frialdad por los miembros del sanr\l i'olcjio, encontró ~Ir. do LA-31E;'¡NA1S en
el papa Lean XI! un admirador y Illl apoyo: el pontífíce, que tenía en su
ol·atorio el retrato 110 a(Inel a qnicn llamllha 01 líítimo padre de la lljl~sia,
ti' of'reciü el eü.pülo elfO cardonal; poro :lIr. de LA-l\rE:'i:'iAI~, pr('sintiendo tal
\'ez las flllllras tempestades, re l111SÚ aClllc!!a cle¡,\da dignidad. y solo emploó
~ll favor para llacl'r nombrar a la ll\1lli.:iatura alcllnlenal Lambruschini, con-
vertido despnt's en uno de sus mas cnClll'llizallos enemigos.


De vll8l!a a Francia public¡'¡ UlHl tradnceiclll sencillil de la lrnitacion
de JI'8HCfí.~{o, v en bnj\'c 1'0 m,u I i f¡'st (1 la l!l'imc]'(l, faz de esta evolu-
cion interior tIfO e qllc ya hemos itablaclo. El 'ministerio Yillelc, a cuyo
cllcubramieD t.o hahía 1"0ntt'ilJllidu ¡:(¡;1 100las sns fUel'ZllS, perdía su valor
11 sus ojos; repugnaban a Sil alma, que !lO poclia e<;ta1" posoida modera-
damente de un sistema, las peqllcñcze~ y sntilezas del gobierno; las
mezquinas exijencias de las lIawlillas polít.icits ihitll a chocar contra aquella
naturalezit indisoiplinable. 'Ir. dc L.\- '1IE"i:\'.\JS r:rey() escuchar la voz de Dios,
prineipiú pu!' deSjluj:lrsl) de la re' llIIJll;'lrl¡nica, y ,e alToj(¡ yjolüntlUIlenle en
el ultramontanismo. Su obra ;J(, la Rclljio!/ CO;i!;/,!eJ"u(la en sas relaciones




ll( l!IOGRAFIA
con el órden civil y político fue una dee1al'acion de gnerra a las liberta-
des de la iglesia g'alicana. Atacaba en ella fuertemente la declarudon de
f 682 que la consagra, y se esforzaba por de pronto, Asperando mejor oea.-
sion, en estahlecer la supremacia absoluta del papa en el órJen espiritual.
Acusado por este último libro ante el tribullal de policia correcional, fue
defendido MI'. de LA-MENNAIS por MI'. llerryer y condenado a 26 francos de
multa; con cuyo motivo pronunció sus famosas palabras: Ya sabreis lo que
es un wra.


En 1829 publicó los Proqresos de la rt?1:o11lCion y de la gUt!rra con-
tra la Iglesia; y cuando estalló la revolllcion de julio, la saludó como
la aurora de una república univer~al, en que sallaba ya, pero con 1" su-
premacia del papa y por las vias calólicas.


No contento con esto, se rodp() de una falanje lIe discipulos jóve-
nes ardientes y de0ididos: el abate Gerhit le llevó su pluma mojada en un-
don evúnjélica; el abate Lacorclaire su elocuencia Je grandes imájenes y de
colores vivos; )11'. de Moutalambert ~Il talento de un gnsto Jelieado y la in-
fluencia de su posicion: todos emprendieron illtrepidaIllenle la obra de re-
construccion social, y en los primeros de sctiemul'e de 'Í 830 se funlIó el perió-
dico 01 llonJenir, para que sirviera de órgano a los intereses católicos uui-
dos a los liberales. « Yuestro podor se pierde, y eon él la fe, deeia 01 l'orvmir
al poutificado. i. Quereis salvar uno y otra'? t'nidlos amuos a la humanidad,
tal 0ual la han hecho diez f:ig-los de cristianismo. Nada llay estacionaría en
este lllundo; reinasteis sobre los reyes, y deSl'lles los reyes os han sujetado.
Separaos de los reyes. tended la mano a los pllehlos, que ellos os sosten-
drán con su robusto brazo, y, lo que va le mas aun, con su amor. AballJo-
nad los restos terrenales de vuestra antigua grandeza arruinada, rechazáu-
dolos con el pie corno indignos de vos.» (1)


Este modo atrevido y nllevo de clevolYer al catolicismo Ulli.l. jlopulan-
lIad perdida, tuvo completo éxito enlre el bajo de ro y las clases iuferiores.
El pueblo veia por primera vez a j(¡yen¡;s levitas hablarle de libertad y de pro-
greso social; veíales tomar la ílliri,ltiva en las cuestiones mas espinosas,
aborJaL'ias SiLl recelo, proseguirlas ha~ta SLlS últimas consecuencias; veía do~
sacerdotes y un par de Francia constituirse maestros de escuela de su propia
autoridad, y revindícar la libertad de la enseüauza en la barra lIel tribunal
mas elevado del reino. El pueblo veía todo esto, y plaudía.


Bastaba esto para que los altos dignatarios de la Iglesia fran0esa fulmi-
nasen lIlandamientos contra aquella democra0ia de sotana, y solicitasen vi-
vamente de la santa sede una uula dn censura. En Homa no sahian corno ha-
bian de cerrar la boca a amigos fogosos, que querían absolutamente JoLar
al papa de un poder espantoso. OCllO siglos antes, el ambicioso lIilJebrando
se hubiera arrojado al cuello ele los reda0torcs lIel Porvenir; pero Gregorio
XVI hacía poco caso del ajitado papel del dietador republicano, y sin embar-
go, á pesar de su poca simpatía por aqnellas atrevidas doctriuils, retrocedía
ante una condenacioLl. Para salir de toJas sus it1l'ertitlllmllres, allUlwió LA-
~IENNAIS que suspendía su porióllicil, y 1/118 él mismo iba a buscar a Roma
una sallciol1 o UIla censura; pero este "iaje no tuvo al prineipio resultado


(f) Asuntos de Rom~ ..




DE LAMI!:NNAJS. XIII


alguno. Despúcs de muchas lenliva:3 inútiles para conseguir una decision
lormal) 1\'11'. de LA-ME:'iNAIS se ILabía deciuido a regresar a Francia) anun-
ciando su resOlllCiol1 de vol VOl' a printipiar sus trabajos, cuando, al pasar
por l\1unich 7 recibi6 la famosa carta encíclica de 1 i:) Je agosto de 1852, en
la cual el papa condenaba de la lIlanera mas clara y positiva, aunque sin
designarlas, las doctrinas del Puruenir. Do regreso en Paris, MI'. de LA-
l\lENNAIS declaró que el periódÍl.:o 110 saldría mas, y que (IUedaba disuelta la
Ajencia .ieneral para la defensa de la libertad relijiosa.


Hecho esto, el vigoroso atleta dejó un momento la arena, pero fue para
volver pronto a ella. 1.1;1 papa, poto 8atisfecllO con la precedente declaracion,
exijia ademas una adhesion absoluta a la encíclica; y como la encíclica lla-
maba a la libertad de conciencia una máxima aúsurda, un delirio; a la
lihertad de la imprenta, ttna libertad {WlMsta, a la cual no se podría tener
bastante horror; y a la resistencia al príncipe, un crimen; MI'. de LA-MEN-
MIS, poco convencido de la exactitud de aquellas calificaciones pontificias,
repugnó sancionarlas con su firma. Por último, despúes de muchas conte~­
tacione¡¡ y correspondencias, cuyos detalles serían demasiado largos; des-
pués de una primera adhesion Juzgada i1l1Jompleta, y de una segunda consi-
derada perversa, por sus resenas, MI'. de LA-MENNAIS se prestó a una
adhesion pura y simplemente, « convencido) decía al arzobispo de Paris,
Je qne, firmanuo alluella declaracion, firmaba implícitamente que el Papa
era Vios y dispuosto á tírmarlo esplícitamente solo por vivir en paz. »


1"1'. de LA-.MEJi~AlS, vencido en la a!Jariencia, robustecía misteriosamen-
te sus fuerzos en la soledad de la t:ltenaie, y se preparaba a dar el terrible
grito do guerra, que resonó do Ull es tremo al otro de Europa: Las Palabras
de un CTeycnte, que se publicaron eu mayo de 1~34. Al aparecer al/uel
manifiesto, arrojado bruscameute Cll nOlllbre de Dios a la cara tle los poderes
de la tierra, hubo on el mUllll0 una eS[l108io11 ig'ual de entusiasmo y de
anatemas. Al mismo tiem[lo que Gregorio X VI, en una llueva encíclica de 7
de julio, reprobaba aquel libro , peq ueño por sn volumen, pero grande por
su perversidad, el partido revoluciOuario tendía la IIlano al desertor de la
Iglesia, y el mismo Llwrmiuier le proclamaba animuso, nuevo, grande, su-
blime. el único.. sacerdote de Europa (1).
~i hay hombres l/ue dirijen y domillilll su pensiUIlíellLo, hay otros tam-


bien a quien C':i él domina e impele. MI'. de LA-.Y1ENNAIS es de estos últimos:
una vez despojado de su traje de sacerdote, se presentó tal corno era en su
pensamiento íntimo. Hombre de meditaeion y de soledad, cuando salió a luz,
por decirlo así, se entregó a ulla vida Je ajitacion y de combate; exlmlú gri-
tos de indignacion y üe g'uorra.; nuevo Pedro el ermitaho, fué por el
mundo prediúalldo en todas partes la gran cruzada de los pueblos contra los
reyes.


1.kJs años despues pullliM los Asuntos de Roma, en cuyo libro hay 11111-
ella acritud, pero hay tambien muoha Lristeza, mucha dulzura, mucho su-
frimiento.


El Libro del Pueblo, cIue 10 .siguió, OS una espenie do catocismo
popular, en el que MI'. de LA-JIENNAIS r>e esfuerza para elevar al pueblo a la


(tJ LIiB.!II1NIER, Revista. de 101 dos fIlun<¡ os, 18BI




XIV BIOGRAFLI


altura de la ffilSlOll ql:1e le llmm a desempeñar: al lado de algnnas pájinas
ardientes de justa indignacioll, hay otras en donde la mas consola.dora y pura
moral adopta las Illas graeiosas Jormas.


En Sil siguiente pl'oduecioll, titulada La Esclavitud Aladerna, MI'.
de LA-MEN:'lAIS se empeña en establecer, apelando tambien a la historia, que
el proletario del dia está mas snjeLo, mas incomodado, y es bajo cierto
punto de vista mas miserable que el esebvo antiguo y el siervo de la edad
media.


En 'P>40 dió á luz un folleto titulaJo El Pais y el GolJicrno, que le va-
lió un año de prision, durante el cual escribit'J los Ecos de un calabozo.


El golpe de estado del 2 de diciembre le obligó á enüelTasse en su retiro;
del cual no le permitió ya salir una enfermedad sinó para el cementerio.


Su muerte fué tranquila y modesta como la dc un verdadero sabio ; y
al dejar este mundo solo oneal'gó que se le enterrase pobremente y sin la in-
tervencion de la Iglosia.


Falta ahora señalar cllal era la ideJ. de l\Il'. ue LA-ME'lNAIS en relijion y
en polítiea. Después de haber pedido en un principio la separacion absoluta
dela iglesia y del estado, pareeo que :\11'. de L.\-JIEN:'lAIS deseó la fusion do
la iglesia en el estado. lIabiendo roto para siempre con el dogma católico;
declaró que «( el cristianismo ellVuelto en el dia bajo la capa material que le
cubrc como un slldari(i) , volverá a aparecer con el esplendor de su vida per-
petuamente jóven, y que el lllUlHlo no formar[L mas qne una sola ciudad, qne
saludará a Cristo como su supremo y ultimo leji31ador)) (1) Es on otl'OS tér-
minos el mismo pensamiento formulado por 1\11'. de Lamartine bajo el nom-
bre de Cristianismo lejisLaJo.


En política, MI'. de LA-l\lENNAIS era tal vez de los radicJ.les modernos mas
avanzado; pues llama al [lueLlo eOll alta o intelijible voz a ejercer directa-
mente su soberanía, a constituirse, con la igualdad absoluta por dogmu, !
por forma de gobierno la repúbliea.


Concluiremos trasladando tambien las últimas palabras del biógrafo que
nos ha prestaclo las primeras líneas {le este rápido bosquejo, porque tienen
en sus labios mas autoridad que en los nuestros. .


Por último, el! 1843 comnnzarOll á ver la luz sus Bosquejos de una fi-
losofía qne han continuado apareciendo en estos últimos años.


En cuanto al papel que ha desernpnñado LA-i\IENNAIS, despues do la 1'e-
volucion de febrero, no necesitamos mas que recordarlo aquí brevemente.
Enviado por la ciudad de París á la asamblea constituyente, elegido miem-
hro de la comision encargada de redaeLur un proyecto de Constitucion, na--
die ha olvidado ni sus votos ni sus elocuentes artíeulos en el Pueblo CO?ISti-
tnyente , que cesó ele publicarse despues do la ley del timbl'e. Heelegido pa-
ra la legislativa, fue durante alg'utl tiempo clireetor ele la Reforma.


«( Sin embargo, 1\11'. de L1-)IE!\"NAIS, a pesar de la extlJeracioll de sus
desoos, de sus tristezas y de sus cóleras, no deja de ser una .de las inteli-
jencias mas gTandes, y 1ll1O de los corazones mas nobles Jo estos tiempos.
Cuando la indiferoneia domina en todas las almas, cuando las individualidades
so aislan y onvuelven on un odioso manto de ogoismo, cuando prevalece la


(1) Libro del pueblo,




DF. L¡\"R~~AlS. xv


olliofla máxim:l de rada HilO para~í, gnstrr ver a nn homhre que padece con
lo;, padecimientos de los demas , 1[11e ':11 embebe en los dolores del pneblo, que
los agt'Ucla desmedidamfmte con el pensamiento, cllal si qnisiel'<l imponerse un
llesar mas vivo; que se est'nerza ann engañ:inrlose por remediarlos, y que
conserva casi solo, en medio de la jeneral apatía, el celo de la caridad, la
f'IleJ~jía de la voluntad y los tesoros de la fe. En 11 penosa y lenta marcha de
la humanidad hacia el pOrl'cnil', cste sacerdote ~e ha colocado cn la vanguar-
dia. Impetuoso, incansable, fija la vista en el punto luminoso que anhela al-
canzar, corre sin descanso, combatiendo los sistemas que le conducen hasta
que caen rendidos; y entonces variando de sistema, sin variar de ruta, proi1i-
guca flU rápida carrera. i Al jinete que tiene prisa de llegar, que le importan
los caballos qne deja muertos rletrás de sí 1 ))


Cuando se muerA dejando entre la enemiga falanje quien pronuncie esas
palabras al pie de la tllmba, bien se puede creer que el que ella guarda para
siempre era un gran filósofo y un gran lJorazon.




I
I




PALABRAS DE UN CREYENTE.


AL PUEBLO.


ESTE lihro ha sido escrito principalmente para vosotros: a yosotros, pues,
lo dedico. ¡Dicho,;o d, si, en medio de la miseria que os cUJlo heredar, y de las
amar¡.:mas que sin cesar os aflijen, logra sen'iros de consuelo y reanimnr
yuc,tro y al O!' !


j Oh, y(lsolros, que medi~ con nle~tro trahajo la dlll'i!tin]] del <1ia~; yo qni-
~icra que e~ta hlllllilde ofrenda fll('~e para nl('~lra pohre alma cansada lo que es
a llIedio día Prl el call1Jlo la sombra de un árbol, por llIezr¡::ina que sea, para Pl
I[ne ha trahajado toda la maüana a los rayos de un sol ahrasador.


Malos tiempos haheis alcanzado; p(']'o e~los tiempos pasarán.
ta Prmidencia quiere <luP, en pos de los ri"ore,; del imierno, nos YCllga


una eslacion /llenos cruda, y alegre el pajarillo bendice en ~lIS (':mlos la
!llallO hienheehora que le vue\\(~ ('1 calor y la ahundancia, :iU dulce cOlllpmlc·,
fa y casto nido,




'.l PAunn.\S
E~pnl'aJ y amad. Todo lo endulza la esperanza, j' todo Ji¡ alcanza el flmor.
Hombres hay (llIe estnn parlecinndo en rste IIl011H'lllo por lo 11lIIcllO qun os


han amado. 10, hl'rmallO SIJ~ o ('.ll el aliJar, he pscrito la lIarr¡wioll de cuanto
han hpc!Jo por vo~otros, y de cuanto han hecho contra ellos en YCllganza; y
cuando la violrncia Iwya gastado sus rle:;nudos resortes, rntol1('('S Jlodn\ Jluhli-
carla, entonces pndreis lel'l'Ia con lúgrimas JlJenos amargas, Jamareis [allJhiell
vosotros a rsos homhres que tanto os han ama(!o.


Si hoy me empeilase en hablaros de su alllor y (k SllS jla¡]ecilllienlo~, S(L
guramente me vería ~epllltado con ellos en los hondos calahozos.


10 hajaría lleno de gozo al mio, si en camhio pudiera allll('nO~ aliyiar Ylte~­
tfa miseria; pero de ello no recihirÍais aliyio alguno, ~ por e~o es fuerza (jl/(,
esperelllos, y que' roguemos a Dios ahrevie pi tiempo de la prlll'ha.


Hoy son los homhres quienes juzgan y ('tm¡]ellan: ell brm e juzgará él,
j Bienaventurados los que hayan de participar de su jllsticia!


Yo soy ya yiPjo: escuchad las pal,lhras tI() un ,lllCtano:
La tierra aparece l{lIIf!.:uirla y mustia; pero ella ]'()v('n]p(·('r¡l. El :lli()Il(o (li>!


malvado no pasar;í, no, COllstallkmente sohre l'lla CO!l\O UI! sl)plo abrasador.
Cuanto en el nllmdo sucpde', la Providencia ha di"put'sto ljllt' slIl:('da para


que os silTa de inslrnccion, para (jite así aprclltlais a :'l)J' justos ~ Illlellos cuan-
do lIl'glle vuestra hora.


Cuando hayais Yisto pm;ar, y p2sar para siempre, a J()~ homhres (¡ue alJU-
san del poder, COl1l0 pasa: se pierde flljitivo el ('ieno de los arroyos en un di"
de tormcnta, entonces cOIllprendcreis (Iue solo el hien es dura!ll'['o, ~ IClllerejs
empollzoftar con YÍcioso aliento el aire purificado por las amas del ciclo.


Ese tiempo no está lejos; preparad Ylll'stras ;:rImas, porqlle : a ~e accrca.
El Cristo, enclavado en la CJ'llZ por HlCstras culpas, ha jll'Illllctido rcdi-·


miros.
y pnra (Iue os H'nga ~u gracia ~in lanla:lZil, daos pri~a a J'1'f'1i1'lIlar (:lIilllto


en vosotros dcha reformarse; ejercitaos en pradicar Lis \ ¡rllld¡-:; [odas, ~ all\ao~
los unos a los otros como el Salvador del mundo os ha <1111,1 do , II.\STA L\
MlJEHTE.




IlE t~ CnEYE:"íTE. . "


EN el nomhre del Padrc, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen.
Cloria a j)ios cn las alturas, y paz e[1 la tierra a los hOllllJres de sana ill-


lenrion.
El que trn¡.;'a oidos, que eseu,che; el que tenga ojos, áhralos y mire, por-


que los tiempo~ se acerran.
El Padre ha enjendrado a su Hijo, su Palabra, su Verbo; y el Verho se ha


hecho carne. ha venido al mundo, ha habitarlo entre nosotros; ) el mundo no
le ha cOllocido,


El (lijo ha prometido enviarnos el Espíritu consolador, el Espíritu tIlle ema-
na del Padre y de ('1, J (lile es su mutuo amor. Y vendrá, y renoyará la fin
de la tierra eual si la Cf('a~e de nuevo.


Hace dir~. y ocho siglos, el Yerllo dqJositf¡ en la tierra la semilla di, ina, y
el Espíritu Santo la f'P('IIlUló, Los homllres la han visto llorecer; han comido de
:"llS frutos, frutos del árbol de la vida, plantado nuevamente en esta su pohre
morada.


En nrdad m; di;w: grande fué la alegria de los hombres cuando la luz lú-
rió sus ojos, y se ~iI\tieron penetrados del fllego celestial.


Pero de!'pues la tierra se ha tornaclo tenchro:;a v fria.
~uestros padn's ,ieroIl al sol declinar: cuando se hubo ocultado hajo el


horizonte, la Illllll<lIlidad entera ~e estrenwció. Despues hubo, a fayor de l¡¡~;
tiniehlas, 1111 no só qw'~, qlle no liene nombre.


Hijos de la Hoelle, el Poniente se ve negro; pero en el Oriente asoman ya
los albores de un nueyo (lia.


n.


ArLICAD el oído, y decidme de donde viene ese rumor vago, confuso, es-
trafio, que por todas ]larlr~ ~e escucha.


Posad la JlIallO en la tierra, y dccidme porqué se ha eslreu:ccido,
Algo (lile no sahemos se ajita en el mundo: sin duela anda en ello la mano


de Di()~.
lo Ha;. :llgnn mortal que no esté en cspcc!ati\ a? l. Hay alglEl corazon que


no paljlite '1 , '
IIIJo (kl llOmhf(~, snbc,lllles, a las allllra~, y allllIH'W al mundo lo íjur n~s,
- Veo ~IISIl('lldida sohre el horizonle lIna iniuellsa nube cárdena, } en du-


redor .uu n'~¡)la "do!' rojizo como d, refkjo (¡í~ Ull incC'"dio.
HIJO dl'l IOillhn', ¡.l[lIt; lilas les?
- \' eo alzar~t la,; :lglla~; del mar, y aiitarse la;; CTestas de las ll~Olllaiías.
\' eo ;¡ los rios cambiar ~u Clll'~o, la~ ;'olinas yacilar, v rellenar, al desplo-
l1lar~e, la profundidad de los valles .




PALABRAS
Todo se conmueve, lodo tiembla, todo camhia de forIlla.
Hijo del hombre, ¿, qné mas ves '?
- Ypo f'levarse en lontananza den~o~ torlwllinos ele polvo, que cruzan Cl!


todas direecione~, v !'e chocan, !'e lllezclan \ ~e conl'unden. Pasan so}¡re Ilb
ciudades, ~, desplies qne han pasado, 110 queilan ~¡nó ill'ida~ llanlll'a~.


\' eo a los pueblos sublm ar~e, J' a los f('~ e:i tornarse púlidos COlllO el oro de
sus diademas. Guerra se han declarado; guerra de esterlllinio.


Yeo un trono, dos tronos destrozados, y los pueblos di~persando sus PC(}:¡,
zo~ por la tierra.


Veo a un pueblo que pelea como peleó el arcúnjel Miguel eon Salnnús. TCl'-
I',ihles son sus golpes; lIlas j ay! que está desnudo, y vestido Sil enemigo COI!
{erren nrllladll/'a.


SellOr! Sellor! mírale ya postrado! j[orlaI es su eaida ... ; mas no: ~olo esl,!
h(·rido. !llana, la Yírjen 1Iadre, le cuhre con su manto, le muestra ~anta son-o
risa, y le aparta por hre\(~s instantes del call1po de hatalla.


Veo a otro pue~)lo (lIle comhalt; f;iTl tre¡;ua, y q 111' eobra por n]()melllo~ 111]('-,
vas fuerzas en la lid. Ese pueblo tlene sobre el COl'azon la sefial de la <TIlZ.


Veo a otro pueblo caido, que seis reyes hnellan con piés dl~ plomo, y cada
n~z que intenta 1ll0YerSe, seis puflaladas se hunden en su pecho. L


Veo dibujarse a grande altura, en el espacio de los aires, un .i¡~nntescil edi ..
licio. y sobre él ljna cruz que apenas distingo, porque la cubre un yelo negro.


Hijo del homhre, ¿ qué IIlas Yl'~? .
.... -Veo a los puehlos del Oriente, que se turhan y conmuewn. porque mi-
ran desplomarse sus antiguos palacios, y caer ~us YÍejos telllplos hcchos poi ..
yO; Y alzan al ('ielo sus ojos con relijioso nsolllhro, eOlllO 11IIscando allí otra~
grandezas, y aguardando a Ull nuC\ o Dios.


Veo caminar hacia Occidente una mujer de mirar altivo y de serena frente:
trazando ya eon mano firme un lijen) surco en la tierra, y por donde pasa la
reja (le su arado, veo alzarse jeneraeiones humanas, (lile la imocan a coro en
sus oraciones, \. la hendicen en sus cantos.


Yeo hacia el Septentrion hombres que solo consrryan un resto de ealor con-
centrado en la cabeza, que los clllbria"a; pero el Cristo los toca con su cruz,
v sienten de IlUe\O lntir su corazon.
. Veo a la parte del _\lediodía otras rnz;¡s hUlIlanns, que CaTllillan agohia-
das bajo el peso de no sé que mnldicioll: olllinoso ~ ugo les dohla la cerYiz; pe ..
ro el Cristo las toca con su cruz, y la enderezan.


Hijo del homhre, ¿quú llIas ,-'es'?
l'ío rpsponde: gritémosle de lluevo:
Hijo del hombre, ¿qué ves?
-Veo a Satanás hmendo, val Cristo, rodeado de sus únjcles, que ,¡ene


a reinar en la tierra. u •


III.


y fui transportado en espíritu a los tiempos antig\lo~; y era la tierra hrr-
masa, y rica, y fecunda; y felizes YÍYllín su~ moradores, pOHlue vivían como
hermanos.


y vi a la Serpiente, que iha desliztmelose entre ellos: fijó en algunos su mi·
rada fascinadora, y sintieron conturbar~e ~1I~ almas; luego ~e acercaron, " la
Serpiente les habló' al oído. •




I
I


I
I




_----:::~~~.
~~.;;~=--


--- .... _.-




V EO CA~Il~AR H.\CL\ OCCIDENTE UNA MUJER DE MIRAR ALTIYO
y DE SERENA fHENTE ••••







DE Ui CH..EYE\TE. /. i)
y cuando huhieron escuchado las palabras de la Serpiente, alzúronse gri-


tando: Somos Reyps.
Y.el sol perdió su brillo, y la tierra tomó un color pálido como el de la


!Ilorta¡a que pllvuelve a los muertos.
r se oyó un sordo llIurmullo, un i a~·! prolongado, y cada cual tembló


el1 el f(mdo de su corazon.
En yenlad os di¡::o: fué como el dia en que reventaron los diques del abis-


lI!O, y S(~ derramÍl el diluvio de las grandes a¡::lIas.
El :Miedo corrió de eahaiía en ('ahana, porqlle entonces aun no había pala-


rios, y dijo a cada uno rosas misteriosas, que le hicieron estremecer.
y los que hahían didlO: Somos Reyes, se arruaron de una hacha, v fueron


('on el "'liedo de cahalla en callana. •
y allí se cumplieron Illi~terios estraños; hubo cadenas, llantos y sangre.
Los homhres, horrorizados, psc!amaron: El asesinato ha vuelto allllundo. Y


harto dijeron, por(/ue el ?lliedo había sohrecojido sus almas y paralizado el mo-
\ imiento de su~ hrazo~.
. ]kjáronse eargar de eadena~, rllos, y sus n.lUjeres, y ¡;llS hijos: y los qne
Habían dicho: Somos Reyes, ahondaron una llllllensa caverna y encerraron
eH ella a toda la raza humana, bien así como se entierra a las bestias en UIl
estahlo.


El huraean, furioso, deshacía las a¡::rupadas nuhes, y el trueno rdumbaha,
y oi, en tanto, una YOZ que repella: La SeJpicutc ha vencido pOI" segunda L'e~
pero no pUl'({ SIempre.


Desde ClItOlWPS nada oí sino gritos, sarcasmos, sollozos y hlasfemias.
y (,()lllprendí que debía haber en la tierra un reinado de Satanás antes del


reinado de Dios. Y lloró, y espen'~.
r la Yision qlle tnre fuó Ull pronóstico verdadero, porque el reinado de


Satanás se ha wrilicaclo, y lamhicn se q~ri[icarú el reinado de Dios: " entonces
los (¡ue han dicho ~ ¡,,'f)/I!O~~ Reyes, se verán a S1I HZ encerrados en ia cawrna
('{m la Serpiellt(~, y la hUlllanidad sal(lrú libre de sus prisiones cual si naciera
de nuevo, cual si hubiera pasado el puente del abismo que separa la llluerte de
la \ida. Así se<l.


IV.
H [JOS sois tedos de un mismo padre, y la misma madre os ha amamanta-


di): ¡. porqlló, pues, no os alllais unos a otros como hermanos, y no que os
tratai~ mil, bien como enemigos"


El (Iue no allla a Sil herrll;\!lo e~ siete vezes maldecido; y el que trata a su
iwrmano como ('nemif!;o e~ maldecido ~etenla ,"ezes siet(~ Yezes.


Por e, .. han ~ido maldecidos los tiranos" los ma¡::nate~ de la tierra: por-
que /lO han alllado a sus Iwrmanos, y los h,nl tratado como a ('nemi~os.


A llIaos nnos a otros, y nada lelldn~is que ten]('r de los tiranos de la tierra.
~i son fllerl(~s conlra ,osotros, es porque YÍYis desunidos, porque no os


allJalS millo se a lllaI1 los hNmanos.
\ullca di¡::ais: Ese ('s hijo (!e un pll~hlo, y yo soy hijo. de otro pueblo. Por-


,[11(' los puehlos lodos han temdo el 1lI1SmO padre en la tierra, que es Adan, y
tll'nl'll pi mismo Jl;Hln~ en el cielo, que es Dios.


Cuando nn mielllhro sufre herido, el cuerpo todo padece. Vosotros sois
todos miem hros de un flI iSlllo clH~rpo: no es pll~ible que uno de vosotros sea
oprilllido, sin que oprimidos sean lodo~ a la vez.




lí PALAnnAS
Cuando el loho se arroja sohre un rehaño, no lo ('oje \ d(~\o]'a entero: rolla


primero una oveja, y la come; Hlas larde, cuando el hallllire le aco~a de lluevo,
vuelve por otra, y la cOllle tambien; y (bí la~ va devorando IIlla tras otra
hasta la última, pon¡uc el hambre del lobo renace sin ('('sar.


No hagais, plle~;, romo las ovejas, que ~e espantan 111l IlIDmcnto, cllando el
loho se ha lIcS[lf!O a una de sus com]laflera~, y ItH'gO ,e olyidan del Iwligro,\
tornan de nueyo a pacer. Porque creen las cuitadas que ello)¡o puede conlen~
tarse coa su prinHcra o su segunda presa; y lal vcz haya alguna Ilue diga para
sí: ¿. Qué me importa que las devore? Así tendré mas pasto.


En n~J'(b.d os lo digo: los que así picnsan estan p de~ignados para servir
de pasto a la hestia que se alillwnla de carne y d(~ sangre.


v.
CU:\,/),) veai~ a un hombre condncido a la eúrcel o al cadalsn, no os dr,is


prisa a decir: E~e es un hombre malo, que ha comdido un erímcn coutra los
homhrrs.


Porqlle pudiera ser un homl)J'c hueno, qllP ha, a (lHerido í'cJ'YiJ' a los hOIll-
hres, y se vea pO!' ello castigado de sus opn'soft':i.'
~ C~"mtl() veai,.; a !In puehlo cargado de cadenas y cnt['('¡.!:odo al verdugo, no
. os dl~is j)ris:l a dcrir: Ese l'S llll pueblo rcvoltoso, que ha (luerido alterar la
paz de la tierra.


PO],(¡llr pudiera ser un puehlo múrtir, que muera por la redencion del g(~­
ncro hili:i:mo.


Hace diez y ocho siglos, en una ciUllad de Orielll(~, los ponUtiecs y los re-
~es de aquel tiel~lp() ellela,aron en una cruz, despues de ha\ll'rle azotado con
manojos d{~ ll1im]¡n':,. a un s(~(liei()so, a un hlasft'illo, como ellos le llalllahan.


El dia d(~ su lllllcrte fué dia de púnico para el ílllierno, y de j¡lJllell~O júj¡ih~
para el elelo:


PorqlH' la san¡rrr. d(,l Ju~to hahía salyado al IIlUndLl.


n.
i,POII\lCr: \\~mos que entre los nnimales cada uno encuentra el alimenlo (llW


mejor conriene a su especie? Porque ninguno de ellos se apo(lera de lo que"
otro perlen,'cc, :. porquc cada enal se contenta con cUluelia pon:ioll (lll(~ hasta
a sat.isfacer sus n(,cP~idades.


Si en 1;1 COlnll'lla dijese una aheja: Toda esta miel es mi(~; y ~ill Illas razoa
(,mpezase a dispon~r a ~;Il arbitrio del fruto del COlllllll trahajo, ¿ <¡IH'~ s(,ría de la~
demús abejas'?


ta tierra es eOlTlO una gran colmena, y los homhrcs son como alwjas.
Cada abeja tiene derel'lw a cOJlsumir la pon:ion de miel IH'('csaria a su sull-


sisteneia; y, si hay enl.re I()~ hOfllbres qlli('nes carecen del alillll'nto necesario,
es POff/UC la justicia y la caridad han desaparecido de entre ('llos.


La jusi icia es la vida) y la caridad tamhien es la vida; \ida por cierto llJas
dulce v ahundante.


,\lgunos homhres, empero, han tropezado con falsos Jlroll~tas, que le~ !)(,I'-
;;nadleron de que lo:~ del!lás habían nacido para ellos; y lo Ifue aquellos cre~ (' ..
ron, IT(~: <'l'onln tGlnbien lo~ demús bajo la palahra de 1o, (ülso~ pr()I(·!a~.




DE L\ CllEYE~TE. 7
CU<lnd.) ('~la palahra de IIIPlltira ~e huho tornado PlI rl'lljiosa en'pucia, 110-


rdrOIl los úllji'll'~ PII el ('i(~lo, y 11,11"<1 ban pon¡tw preY(~¡an las violeneias, los erí-
melws;. los males ~in cuento (Inl' ihall a inundar la ti('rra.


Los hOlllhn's, i~uales entn~ si, han nacido para Dios solo, y quien quiera
que olra cosa di~a, dic(~ una hlnsi'pllIia.


El que (Jllisine hacerse, snperiol' entre vosotros, sea criado vuestro; y cl
tille ([ni,;ie['(~ s(~r el primero de todos. sea el servidor de todos.


ta II'~ (]e Di!)s (~s ley (h~ allIDr, : el atuO!' 110 illlplJne ~acri(i(:io~ a los demás,
~in() (Iue se sacrifica por los dl'lllÚs.


EIlJuedice a solas en Sil corazon: Yo no soy como los demás homhres, sino
qlle los dl'lIIilS hOllLhn's 1Il1~ han sido dados para qHl~ yo los mande ~ para rrue
dispnnga sl'iWllllli capric!lO de e!los, y de lo (¡lle es d¡~ ellos; el que tal dice es
l::jo de Sala IIiIS,


y por eso Salanús es hoy el venlntlero rey de este mnndo, porque es el rey
(h los que así piensan y ohran; y 105 (Iue así pieasan y obran se han hl~ch(),
por ('oll"Pjn suyo, (ltll'floS del llllllli!O, ,
. Pero SIL illlpz~ri() tiene UJl tielllpo limitado, y ya tocamos al U~rmino de ese


I¡¡·mpo.
S(~ dar;Í lIrJa gran halalla, yel únjd d(~ la justieia y el ánje\ de! amor ('Oill-


hatirún al lado de los que e,;grilllan Slb armas para esLahlecer entre los hom-
hres el reinarlo dé'l alllor~' la ju<i¡'ia.


y IlIUr!t:ls Illorir,m Pl! ('st\' 1'()Jnbal<~; empero sus nomhres yi,'irán etel"lla-
mente en la I iPITa, ("OlllO d('sLPlliJ~ d(~ la ~Iori<l de Dios.


j Oh \osotro~, los que ahora ¡¡alit'ceis, all'ntaos, pues; confortad vuestros
('oraZOIH'S, poJ'(IUP llIi1ltana s('rú !'/ dia (k la prueba, (~11 que rada cual hahrú
dp dar ('on ¡;OZO su ,'ida por sus hermanos; y el nuevo dia (Ille amanezca, ese
serú el dia de la lihertad!


nI.
CCA'iOO un árhol estú ~olo, az()tanlo lo~ vientos y (lespójanlo de sus hoja~;


y sus ramas, PII wz (le rJirijirse al cil'lo, se h(\millait COlllO ~i hnsl'nscrJ la ticlTa.
Cuando ul1a planta e~tá sola , ~in sombra que la defienda de los ardore~ del
~()l, dohla IÚ!l'~!Iido ~IL tallo, ~e marchita, se seca y mucre.


Cllilllí]O el' llOlllhl'e estú ~()¡o, e! vielllo de! podl~r dohla, ahatida, su fre¡lle,
\ In insaciable codicia de los g;ralllles de! mundo chupa el jugo todo que de-
hia ali!¡¡entarle.


,\0 ("wl'ai~, pues, ,i,'ir solos COIl\O el úrbol y la planta; unios, ayudaos
HilOS a olro~, y protejcos llIutuallli'nte.


Mientras vivi(~n~is desunidos, y t'll tanto que cada cual solo atendiere a ~i
mismo, !lO P,p(~rt~is sillo miseria, desdichas y opresion.
;.Ila~, por \'i'rltlll'a, en la tierra un "el' mas débil 'Iue PI gOfTion, mas inerme


tlue la golondrina? redlos, sin emhargo, cuando se les Jlr(,sl~nta el aye de
rapiüa, cllal ~(~ Illlen, y la rodean, y la per~ig;uen todos juntos ha"ta quelograa
¡¡hu\ pnlarla,


Se¡;uid, pnes, el ejemplo del gorrion y de la golondrina.
Al q\W ,e separa d(~ S\l~ hermanos, sí;.iuele el temor cuando camina, sién~


¡ase a su lado clIallrlo descansa, e interrulIIpe su suellO cuando duerme.
Así, lHI(~S, ~i os preguntan: (;Cuantos sois? Hespollded: Somos uno, porque


lino f'olo compone!llos unidos, nosotros j' nuestros herlllanos.
Dios no quiso criar [Ji pe(Iuelios ni grandes) ni amos ni escla\os, ni reyes




PALABRAS
ni vasallo~. Iguale3 quiso que los homhres fueran, e iouales lo~ crio.


Pero los hay entre ellos que tielll'll Illas l'o)m:itez dc cl:erpo, o IHas agudeza
dc iTJ¡:;enio, o lilas fll~'rz;l d(~ \olunLHi; y e'tos son los <jU(~ tralan de a\ as,llIar a
sus h~ril¡an()S, cuando el orgullo o la muhicio:¡ Iil'~a a ~ofoear en ellos el amo['
fralernal.


r Dios Ja'c"ió (¡nI.' a~i. slH·l'dl~ri.a; y por, ('oí() n:alHlú a I()~ 1,lOlllhrc~ <IlIe se:
:una~cn, il llll de t¡lW, Y¡Hendo ulllclos, no lue,;c el dcllll opnuuuo por la tira-o
n:a Lid fuerte.
Pé)j'qll,~ el ql:C es mas fuerte (Iue otro serú cFlizú menos fuerte (Ille do~, y


,,1 (lile es mas j ncrle que dos podra ser mcnos fucrte (Iue cuatro; y de esta
~uert(~ nada tendrán los dchilcs q ue Ll~lller, si, ¡UUálldose unos a otros, \Í \en fra-
ternalmente unidos.


Cn hombre, yiajando por la montafía, llegó a un para,ie en (IlI(~ un enorme
p~flasco, de5prendido de ~11 cillla, otupaha todo el camino obstruyéndole el p<l~
:so; y ni a derecha ni a iztluierda hahia vereda alguna por donde pLUlic:ic salir.
E~te hOlllhre, pues, viendo que no podía proseguir su cn.lllillO, probó a des-


"iar el peilasco para abrirse paso, y se t:ansó llluello en afruel trahajo, y fueron
inútiles SIIS esfll(·rzos.


Y, sintiendo desmayar su únimo, drjóse caer en el suelo con el corazon trasr
pasado de angustia: ¡\y triste, esclamó, ([lié vá a ser de mí cuando llegue la
Jl(J,:h(~, V me sorprenda en csta soledad sin alilllen\o, ~ill abrigo, sin defenm
algulla (~ontra las fieras qlle salen ea tales horas él huscar su presa!


r, l':;Umdo abismado cn este pcn~allliento, se Im~sentú otro riajel'O, el Clwl,
hahi(~ildo prohado a hacer lo que intentú el primero, y (~ll('untr(lllllo~e li!ll im-
potente COlllO ól para des\-iar el peflaseo, se sentó ::;ilencio~iO, y hajú la ('¡¡heza
con airc tae iturno.


1 dl'trús (le estc llegaron otros caminantes, y ninguno de ellos pudo. mo--
ver la pieura, y era grande d terro!' dl) (Ille tod()~ Sl) YÍeron s()]¡rl'c().iid{)~.


!)or ¡in uno de ellos dijo ú lo:,; demás :-IJermanos mios, roguelllos a nues-
tl'O padre que est:i en los ciclos; tal ve;!, tenga piedad de nosotros en este an-
i,ust¡O~o trance.


y su eüi1sejo fllé escuc!l'1do, y rog:1l'OH [orlos de coraZOIl al Padre que "~­
tú en los cielos.


y terminada la oracion, el que había dicho: Roguemos, yo[viú a decir:
lk/'manos, ¡.quién salle si lo que ninguno de nosotros ha podido hacer por si


solo podríamos haeerlo todos jllflto~?
1 todos a una se leyantaron, y juntos empujaron el pc:-:.ado peüasco, y el
l)ef¡a~c() ('{'diú, Y los yiajeros pro<guieJ'On en pilZ su camino.
L El \¡aiero es PI honl hrc, el Yia'je ('s la \ida, y el [leflasco son las miserias
fIne a cada pa~o encuentra cn su camino.


Ese pefla~l'o no c('(le jamús a lo~ csJ'ilcrzos (le lln h'lrnhrc solo; pero Dios
ha graduado su peso de suerte qlle no pueda detener a los <¡ue Yiajall junto~.


vme
Es el principio el trabajo no era nC~'esario al homhre para vi \ ir: la ticrra


pron:;a por sí sola, y sin cllltiYo, a toda~ sus necesidad(;s.
Mas pecú el hombre, y así como ~e hahia rebelado contra Dios, así se rehe-


ló la t!crrtl contra él.
Sll,;~diúle, pues, lo ({ue al hijo que se alz:l rebelde cOlltra ~u padre: el pa-


dre le priya de su amor y le ahandona; sus tlptiguos dOIJlé~lil'oS se niegan a




DE t:\ CRE1ENTE.
~f'rvi.rle, y ~ojo, y perrgrino, ...-a~e hll~('alldo mIuí ~. allí su pohre \ida, ~ ro-
llIi\~lltlo pi pan (Iue gana eOIl (,1 sudor de 1iU rostro.
l)('~dP aquel tlia de pecado, Dios IHl ('Ondplwtlo a todos los hOlllhre~ al tra-


hajo, y todo~ ti(~n(,ll !,pft;llada ~u [aren, ya de cuerpo, ya de espíritu; J" los qu;'
dicen: 10 no tralwjaró, ('~os son los ma's Illi,:crables.


Porque, a~í como devoran Jos gusanos un cadúrcr, así los Yicios los devorall
a ellos, Y, cllando !lO son ¡os \Ícios, es el ü¡stidio.


1 cU¿ll1do plugo ,1 Dios que PI homhre trahajase, plú¡::o!e taITlbil'D ncult:1r
un !('soro en el trabajo, pon¡ue al Jiu es p;Hlrp, y el amor de p;](lrc .iamá,~ ~(~ (',;-
lingue,


r aquel que s"he hacer hu en uso de este tesoro, y no lo di:,;ipa, como ha~(~
el in~em;alo, akanza ('n rccollll)(,ll~a UI1 tiempo d(~ reposo, ~" logra entone(',; ,,-
...-ir CO!110 yi, illll l(l~ hOlllhres en el principio.


y les diú talllbil'l1 Dios psle precepto: Ayudaos mutuamente, porque pn-
/re Hlsotros hay fuertes y débiles, sanos y enfermos; y quiero, no obstan!l',
(jlW todos viran.


y iodos ,-ivirán, si así lo haccis, porque YO premiaj'(~ la caridad que hu-
hiereis tenido para con vuestros hermanos, y {¡aré virtud fecunda al riego de
yueslro sudor.
, y lo que Dios ha prometido, siempre se ha nriiieado, y nunca se ha visto
lalto de pan al qlle prestó ayuda a sus hernwll()s.


Yiyia, elllpero, en otl'O tieHlpo un hOlllbre 1l1~lo y maldito del Seflor; y este
h01ll1)['(~ (~ra rolll1,lo, y ahorrecia el trahajo; ~"díios(~a sí mismo: ¿.(Juó haré? El
tralmjo Ill(' I'S insoportahle, y, si no trahajo, jlcreceró forzosamente ..


Yinole rntollces un prnsaJlliellto del i!llipr!lo, que ahrigó en lo íntll1lO de Sil
corazon, y fll('; (IlH' ('11 una noche sorprenderia a algunos de sus hermanos
durante el suelto. y los cargaria d(~ ('[J(L(~na, .


. He l'stt: 1ll0(\o, decia ('1, : () los f()rzar('~ c(\n rllúti;.io J' el azote a que tra-
balen para JIIí, Y tOIlleró el fruto de su trabajo. .


1 ~l(;1 Illodo qlle lo pensó así lo llizo; y otros homhrcs fllPrte~, ([ue esto "[('-
ron, hH'wroll otro t;llIto, ~ desde entonces dejó de haber hermaw)s: hubo amos
y esclavos.
, Ese dia fue dia de luto llara tm]a la ti('¡,ril.


Pasado IlIucho tielllpo, hubo otro hOlllhre, lilas pc¡,Yerso aun que el prime-
ro y lilas maldito del SeHol',


'E! cual, viendo que la raza hllmana habia crecido y muILiplicádose en todas
parles, y que era ~u muchedumbre innumerahle, dijo para sí: .


Tal ve1- [lOTlria yo encadenar a algunos de e!los y obligarlos a traLa]ar para
lIlí; pero tendria <pJe ¡¡Iimentados, yeso disllIinniria mis ganancLas. Han'!1I
lIH'jor: ¡quó trabajen dü balde~ )loriúlll, sin duda alguna; pero, COI1:0 son ltlU-
ellOS, 1(,1}(lrl~ tielllpo para acumular riquezas antes que eche de n~r f'1l falt;:.
y, de,plIl's de todo, sielllpn' qlledarún bastantes. , , .


Aljlli'lIa lllllltltUtl hahia YÍvido hasta entonces de lo que rec!lJla en eamhlO
de su tra]¡;I}o.


Ik'plH's (\(> balilar así consigo mislllo, se lle¡l'ó a algullos de ellos, hahloles
;I[>nrl(" ;> les di,jo: Yen que trahajais sei" h()ra~, y os dan una JIIoneda por yup,-
tro trahajo, ¡. PO!'I]Uó !lO trnlJ<ljais doce horas, \ p:an¡¡rris dos monedas? .\.si Yi-
\ir:'is llIas holgados, \osotI'OS', yucstra~ Jlllljcr'es y yuestros hijos.


1 e!lo" le cn~'('r()l1.
Eu seguida I('~ dijo: Yeo ademús que solo trahajais la miL¡¡rl de los d.ias eH


<liIO; ,¿ p()rqIH~ no trahalais todos los dias, : doblareis así vuestra ganancta ?
'l: tamhicll le (:/,{'Yeron.
y !,pslIltri r/(' aqní i{IH', hahi(;ndose al1ll1(~nta¡]o ('11 un dnplo el trabajo dc




1U PALAllHAS
cada hombre, sin que f'e huhiesc aumcntado la necesidad de trahajo, la mitalÍ
de los que antes YiYían de su tarea no !w!la),o\l quien los elllpleasl~.


Entonces el homhre protervo, a quien habían creido, volyiú a decirles: lo
os dani trahajo a todos con la condicion de (lile spguireis trahaiando el lTIi~l1lo
tiempo por la mitad de lo que ante~ O~ pap:aha, porque, si hien (llliero haceros
favor, 110 quiero arruillamJe por cali~;a nll'~lnJ.


y como tenian hamhre, elios, ~us mujeres y sus hijo:;, aCl'ptaron la pro-
posicion del homhre proteryo, y le hendijcron, por(lue, decian el1o~: Allin líO:;
da la \ ida.


y a~i prosiguiendo en su sistema de engaño, el homhre prot('["\'o iha all-
mcntándoles de dia cn dia Sil trahajo. y cen:enúlH!oles cada vez JIIas su salario.


Y, aunqlle se morian de necesidad, otros c{)frian presuroso:; a J"(~mplazarlo~,
pon¡ue la indijencia hahia llegado a tal estremo en el pais que falIlilias ente-
ras se vendian por nn hocado de pan.


y el homhre protervo, que había enp;aflnlln a sus hermanos, acumuló mas
riquezas que el hombre malo que los habia (~ncadenado.


Este último tiene por nombre Tirano; el otro no tiene nOll1hre sino r:n l(l~
infiernos.


IX.
Vivís en el mundo como estranjeros.
Caminad a la ventura, y, (Jlle tomeis hácia el Norte ° hiÍcia ell\ledio(lia,


hácia el Oriente o hiÍcia el Occidente. donde lluiera (Iue os detengais, (~Il¡:OIl­
trarcis alguien que os espulsará diciendo: Idos de aquí; este campo PS mio.


y cuando hayais andado el mundo en su redondez, Y()ln~reis persuadidos
~c que n? h~~- ~n la tierra un l!0hre rinconcito donde. pueda nl~~tra esposil pa-
nr su pnmoJe!llto, drmde POd,llS descansar de las fallgas del dm, dOlldr: pue-
dan vuestros hijos, en la hora postrera, dar sepultura a vuestros huesos, como
en tierra que os pertenezca .


. Gran miseria es esta por cierto! ~, sin embargo, no de beis entregaros con esceso a la afliccion. Escritas rs-
tan de mano del que salvú a la humani(lad estas elocuentcs pa[ahrils:


«Guarida tiene la zorra, nido las aves del aire; empero el Hijo del hom-
hre no tiene donde reclinar su cabeza.))


Si quiso, pues, hacerse pohre, fué para enserIaros a soportar la pohrcza.
No que la pobreza emane de Dios, antes hien es fruto dll la eorrupl"ion y la


codicia de los hombres, \' por eso habrá pobres entnl ello~ l~li~rnalllente.
La pobreza es hija dd pecado, cuYa semilla ¡.jl'rrnina en cada hombre, y dl1


la esclavitud, cuva semilla genuina en toda sociedad. •
y pobres ha ete haber slCmpre, porque el hombre no destruirá jamiÍs en sí


la semilla del rec~do.. ., .
Pero tamblen Ira dlslllInuYendo elllumero de pohres, pon¡ue la eschlVJtud


irá poco a poco desaparccicndo de la sociedad.
l. Qucreis destruir la pohreza? Procurad antes dl~struir el Jll'cado en \'os-
otro~ mismos, luego en los delllas, y armaos para ahuyelltar del mundo la es-
claVitud.


y no creais que la pohreza se dl'slruye tomando lo r¡lIe a otro~ Jlprlpnp(·p;
porque, ¿ cómo, si los Jm:eis pohres, podreis disminuir el nÚlllero de los
pohres·r


Cada uno tiene derecho a con~crvar lo IJnc es suyo, sin lo ("lIal lIadi(~ po-
seeria cosa alguna.




DE C\ CREYE:\TE. ! i
Pero tambien cada uno tiene derecho a adquirir con ~u wlhajo lo (PI(' nI!


tiene, sin lo eualla pohreza seria eterna.
Emaneipad, pues, vuestro trahajo; romped las li~aduras que atan vneslm,


hrazos, y entOTH:es la pobreza nmdra a ser entrn los hOllihre~ tilla esee¡wiOlI
que Dios permitirá para recordarles la frajilidad de Sil naturaleza. y el lllúluo
amor y ayuda que se deben unos a otros.


x.


C!T.\'\'no la tierra toda esperaba, jimiendo, el dia de su redcneion, alzose una
YOZ profética en la Judea: era la YOZ de a(lue! (lue venia a padecer y a mori;'
p~r sus hermanos, ya quien algunos llamaban por desprecio el ¡[¡jo del COI'·-
pm(cro.


El Hijo, pues, del carpintero, pobre y errante por el mundo, decia:
«Venid a mí, vosotros, los que \'ivis oprimidos bajo el peso del trabajo, y


\'0 os reanimaré.))
- y desde aquel dia hasta hoy ninguno de los que han tenido fú en su pro-
llwsa ha dejado de sentir algun alivio en su miseria.


Para eurar los males rflw a los IlOrnhf!~s aquejalwll, pf(~(lic;i,h:lles la oh,cr-
yancia de lajusticia, (lue es el principio de la caridad, \ (le la carü!au, que e~
la consumacíon de la Justicia. "


y C'ntended que la .iu~tieia os ordena respetar los lJienes ajenos, y que la
caridad os prescribe a vezes el desprendimiento de los propio,;, en ])cueíicio de
la paz o de ellalqllier otro hien.


¿ (.lité seria del Illundo si el derecho dejase de ser en {~l respelwlo, si no
existieran garantías de seguridad personal, y no gozase cada cual tranquila-
mente lo (Iue es suyo? "


Valiera mas'vivir en la espesura de los bosques que en el seno de una so-
ciedad asi entr!'gada al latrocinio.


Lo que hoy arrebateis, otro os lo arrehatará m:lÍlana ; y de rsta suerte Yen·
drún a ser mas pohres los hombres que las aves del aire, - a quienes las otras
aves de su espeeie no arrehatan el grano, ni lanzan de su nido.


¿Qué es un pobre? - Es aquclque no ha podido adquirir aun propiedad.
J.,Qué es lo que el pobre desea?-Dejar de serlo; esto es, adquirir propiedad.
) aquel que :oba y saquea ¿no anula por sí mismo, en lo tIue puede, el


dcrerho de proplCdad?
Robar, saquear, no es, pues, otra cosa sino atacar al pohre tanto como nI


rico;. es minar los cimientos de toda sociedad posible entre los hombres.
El que hoy nada posee solo puede llegar a poseer en tanto que haya otr()~


que Ya posean, pues solo estos podráu d:írle algo en cambio de su trall:ljo. ~l órden es el bien, el inLerós de todos.
No apagneis vuestra sed en la copa del crímen, que ell el fondo os t':;-


pera el amargo desengaño, y la agonía, y la Illncrte.


,1.


'i o había \ isto los males que han caido sohre la tirrra: tiranizado el (lt'~hil..
I'p(hH'irlo f'lju,.;lo a. mendigar Sil P<lll, !'olmado dj~ h()n()f'(~"; el Jl\alvad .. \ l'('Il¡;-




~ando riquezas '. rondenado el ino('ente por juczC's inicuos, y errantes sUs hi··
jos sin alher¡rue.


1 mi alma yacía clllri~tecilln, y derramúhn~c de rila la e'r)(~l'anzn, cllal se
derr~rna. el h.q\lido dl~ una yasija quehrada.


) qlllSO DIOS ell.-ianne un profundo ~upiío.
'l .-i, durant!' mi ~lIpflO, IITW como f(lrlna 11llTliuo~a que ~e ¡¡halla PU pi(~!l


mi lado; llU ('~pírilu, cuya mirada, dllle" ~ pl'll1'lranll' ,1 la \I'Z, Il'ia I'Il l¡,
lilas íntimo de mis orllltos \H'nsalllienlm;.


y me sentí estl'l'llH'ct'r. no dI'. 1('111111'. no dI' nlP!!ría. sino dl~ lllla SI'Il';:I-
('ion d('~C()llo('ida, ml'zela inpsplic;l]¡!p ¡JI' 111111111: d,"lo 011'0.


y dí.iOllll' pi Esplritn :-¡Yorqu(; (',tú~ trisl<~?
y l'I'spondí J\()ralHlo:-iAy~ \Ti! lo~ ma],',; q¡¡:' IlPSan ~()I)f'(~ la til'ITl.
) la fj¡.!;ura cek~lial sp sonrió con ~onri,a i!lel'ahJe, y 1II';r,II'OIl a lIIis ()ido~,
I'~tas palabrils:


-Tus ojos nada wn sino ill tran's dr 1',1' Hin PllP:;liwdor (pi(~ 1,1, criill!lr,,~
lIalll<!l1 tiemjJ0. Ellicmpo e,¡,te ~()"¡ para (,1 homhre: para Dios 110 ha: tipllljio.


\ yo callaJm, porque nada ('(lltIJH'1'1HI ia.
-.\1 ira , me diJo de rqwnte ('1 E~[liritll.
r no habicndo ~ a para mí pa~ado Ili I'ulnro. yi n Jil WZ, y I'n un mí~m()


punto, lo (IllC llaman lo~ homhres, en su idioma lúnp:lliuo y JIll'z(juino, }Jllsadu,
presente y j!1)J'CCuir.


y todos estos tiempo~ no eran para mí ~ino uno solo; y, ~in cmhargo, para
~splicar lo qnc vi. cs fuerza qlle YlH'lra al cao~ de los lil'llIpo~, y que hahle l'I
HlLOma mezquino y lánguido de los hOlllhres.


r Yt'ia a todo el linaje humano pr('~pnte ('n un solo hom breo
y ese homhre hahia hecho mucho Illal, poco hien; y hahia ~lIfrido mucho,


y gozado ]Joeo.
y po~trado yacía. enYlll'lto en su miseria, Sü]¡re una ti('na, ora yrrta. ora


ahrasadn, fI,lCD, h<1lllhricnto, dolorido, ])I"I',a de horrihles ('on\'ubiones, <¡1I1'
solo le abandonaban para hac('r mayor su ahatimiento, y ahrLlInado de cadenas
[orjndas en la mansion infernal.


Su mano iz(plÍcnla habia encadell(\(lo a la (li(Ostra, y ~1I 1IIano (lil'stm il In
izquierda; y en lil ajitacion de su f'1I\'f10. hahia~e enredado di' tal llIodo ('11
sus ¡¡ropios hierros, qlle S1I cu~~rp() todo I'!;taha cuhierto y oprilllido.
. lorque apellns I(~ lo('ahan, I)('¡.!;{¡han~e a su pil'l COi110 pinillO dl'l'l'rlir1o, y se
mtrodul'ian en sus carnes para no salir mas de ellas.


Aquel era rI hOlllhre: al plinto lo r('conocí.
y a poco \i iljlnr(,(,pr 111\ ra: o de luz qm' f'llIanaha ¡]rl Oriente, y un ra~(j


dc amor del 11ediodia , y un rayo de fllPl'Za dd Sp¡;t<'ntrioTl.
y e~tos tn's rilyos f[¡rfon a con/luir PIl I'l ('oraWll de ,\([l!('1 homhre .


. y mando partió el rayo de luz, dijo una \()z: !l ijo de Dios, IH'r1ll8JlO ¡]I'I
Cmto, saht~ lo (Pll' f:ahl'i' de]¡I'f'.


y mando Inrtió ('\ rayo de amor, dijo otra yoz: Hijo de Dios, Jwrfllano del
Cristo, ama lo que d(']¡ei amar.


y cllando parlió ('1 rayo dI' f'llrrza. dijo tamhicn otra voz: 11 ijo de Dios, her-
lIlano d('l Cristo, haz lo <jlll' d!'I)('s ha('~~l'.


y cuando sr huhieron uni(!o lo,; tres n1\'()o;. llnit"r()n~e talllhil'lI la~ tres \'0-
zes formando 1Illa sola, que dijo: <


Hijo de nio~, ]¡rl'm<lllo dl'l C!'i~¡(), sirn~ fl nio~~. y llO ~¡rra~; ~ino a (q solo,
1 al oir esto, lo ([Iw 1H!~ta l'nloilcP'; Illl' hahia parel'ido 1111 ~()Io hombre, JlJO
parp~ió sr!" llTlll Illllltilllrl dl~ JlIlehlos y lla('ion~':;.


y no me hahía engaflndo mi yj~t;l la \(';'; prilllC'l'n. t'OllHl !~illP()(,O l!](' Cil-
giliíahn la ~(,p:ullda.




DE C.'{ CREYE~TE. t:l
y aquellos Illlchlos y naCIOnes, incorporúndose ca ¡;u ICcho de agonía, co-


menzaron a (k~'ir~e unos a otro~:
¡,De (kJlld(~ IJI'o¡:~'dplI nm~stros sufrimientos, y nuestra postracion, v el halll-


1m: y J:¡ S(,¡J 11'1(: L10S alorlllwtan, ~ I;¡~ ca!l,'ilas 'Ilile nos agohiarl y peñetran en
lluestras cal'lH's?


1 ~us inlplir;('ncias ~e iluminaron. y cOlllprendieron al punto que los hijos
de Oios, los hermanos <Id Cristo, no Il,lhi,l\l si(lo COIllbwtlos jlor su padre a la
esc1a\ itllll, y ([lll: esla e,l'la\itlid cril 1'1 Ol'ijen de todos sus males.


Cada cual, c¡¡tonces, fort:l'jeó para romper sus cadc:ws, pero ninguno lo
!n;.!:!'I'!.


L r Illirúnrlose linos a otro~. y cOlllpadeeiélHlose lllulllamrnte, empezó a ,)]war
ea ellos l'l amor fr¡;t:rllill, ~ se d:jeron: Si todos tenemos elmisIllo pensamien-
to, pOI'(¡lI(~ 110 hemos de tl:ner el mislTlo valor para realizarlo. ¡.~o somos to-
dos hijos del misJllo Dios y hermanos del misllIo Cristo? Salvelllonos, pues,
juntos, ojnlllos tOllos IlIlLnilllOs.


y al (\Peir e,;lo, sinti¡"ronsc dnl,Hlos n'n(,lllinalll(,Il!.!~ ele lIna fllerza sobre hu-
mana, ~' oí qlle ~IlS cadenas trujian, y c(;lllhati(~['on spis dias contra los qlle los
l!;11Jian e!lcadenado, J el Sl'~to dia quedaron Ycncl~dores, y el séptimo rué dia de
Jeseall~o.


y la ti,'ITa, q:ll~ anU'~ aparPí:ia s(~('a e infecllnda, reyprdeciú y brotó con lllle-
\a Yida, y t()do~ Jllldi(~ron comer ignal:lIpnte de sus frutos, e ir y yenir con
[llena lilwrla<! sin <¡lIe nadil', les dijesl:: ¿,\donde YHis'? Por aquí no se pasa.


r los niiJOs ('ojian sin l(~llIor llores por lodas parles, y las llenlhan al regazo
de SilS llJadres, qlll: I(~s IIliraban sonriendo.


y ya lIO h:dll(l pohres ni ricos. ~ino (¡ue todos tenia n en abundancia las co-
~as llpcesarias para la vida, pOr<{ue todos se amaban y se ayudaban eOlllO her-
mallo:,.


1 n~S()II() 1'11 los cido~ una voz COl1l0 de ;ínjd que decía: i Gloria a Dios,
(lile 11<1 dado irtlelijPllcia, flwrza y amor a sus hijos! i Gloria al Cristo (lue ha
, ado la ItlJertau a sus hermanos!


XII.
CU"íDO al!-,lIno de YO~otros se (¡ueja de la injusticia de los homhres, nadie le


escueha. Cuando en medio d(~ ~ll camino le derriha el opresor y le huella ron
~ll planta. m\(lil~ acude a Ipran!;L'!o.


El ¡!rilo t1I'IIHllm: 'ul)(~ hasta Dios, Y !lO lIwxa a los oido~ del homhre.
\' llJ(~ he preglllltado a lIlÍ IlIi~'llo: ¿¡)e donde ¡l;]('P tan grande intClizidad?
i.:~('r,.ia(·a~o qlle l'i <¡ue nifí al pohi'e y al rico, al M~hil y al flll'rt(', hahrá
([llendo dl'~\ illll'('pr en los HilOS l<Hlo tPlllor d(~ ca~tigo, y quilar a los otros toda
e'JH'ranza (~Il ~1I lIIi,;i'ria'!
. .r IH' ('(JI1()~'idl) I¡ue c~te pL'n~allliento era en sí horrible, y lpe cra una blas-
leIma nHltra Dios.


So: la Slip! ira del poli re es ¡]t'sni(la, pnrc¡ue c,¡da clla! no ama sino ~l si lllis-
!lIO, pol"(llle \lIt: ~¡~pal"ado de sus hermanos, ponllle esta so!o y ([U1ere es-
tar ~(Jio.


:\0 ha~)('i:; pS¡'[lí'ha<lo ('11 I()~ (';;¡IIJ1()~, ("Itando \-iene la prima\(~ra y reanima
la nalllra!eza toda, II1l Illllr!llullo prolollgado, '¡lle ~ale de clltre la ~ erha y se
eicy¡¡ por los aire~?


Ese murlllullo, (,()llll)[,J(~sto d(~ otros mlll'hos que sería impo~ihle contar, es la
\ Ol de un sillultmcro de insectos, pobrcs seres lllezquinos ~' miserables.




PALABRAS
Solo, ninguno de ell()~ haría perceptible su voz; pero, juntos yen coro, COll-


,·jguen Iw('er~e oir l'll bda la eampiila.
~ Tambien vosotros viYls bajo la miés ajena; ¿porqué no sale de entre ella


YOZ al;.;nna?
CUlmdo se quiere vadear un rio de impetuosa corriente, fónnanse los viajeros


en dos lilas a lo largo, en!m::índosc unos con otros eOlllo eslabones de una ea-
dena; y, asi reunidos, wnel'll sin dificultad la corriente de las aguas, que nin-
guno por si solo hubiera podido re~istir.


Obrad \'o~()li"os asi, y rolllpereis la corriente de la inilluidad, que, aisla-
(:o~. os ?.lTchata, y os e~;L'e¡la contra la orilla.


Sp(¡ ta:-díos pn' resolnr. pero constantes en la resolucion. Ko os dejcis lle-
var de un ¡lrillll'ro, ni dn llll sl'!.jundo impulso.


Antes ,!len, si se ha hecho con vosotros alguna inju~ticia, comenzad por
desterrar de mestros corazones todo sentimiento dn odio, y alzando luego las
lHallü~ y los ojos al ciclo, (lecid a vuestro Padre, que desd(~ alli os escucha:


¡Seflor! tú l~rcs éjida Ml inocente y so¡-;tón del oprimido, porque tu amor
ha creado el mundo, y tu justicia lo gobierna.


Tú quieres que ella reine en la tierra, y el malvado opone su maléfica in-
tencion.


Por eso hemos resuelto pelear contra el malvado.
lluHlina i oh Padre! nuestro entendimiento, y da fuerza a nuestros brazos.
Cuando hayais rogado asi con todo el fervor de vuestras almas, pelead, y


nada t't¡na:s.
Si la Yictoria os ahandona un momento, será solo para probar vuestra fe;


lt\ned constancia, y ('!la yo[yerú: porque vuestra sangre será como la de Ahe!
degollado por Cain, \ \~l('s(ra lIlUl'rte eomo la munrte de tos múrtircs.


XIII.


EHA Ulla ll()('he LendKosa; l¡!J ('ielo sin astros pesaba sohre la tierra, como
una losa de mHl'lllOl lil'~;rO :;o],I'c una sepultura.


1 nalla int,~rrl1mpia l'l ~i!l'n¡;jo de aquella noche, si no era un ruido cstra-
f¡o, conu pI de un lijero aleteo, que se oia de vez en cuando sohre las ealllpifi,lS
\ las ciudadc~.
. 1 entonccs se es¡)('~ahan las tiniehlas, y oprimíanse los corazones, y sentia
rada cual COlTer hielo por sus ycnas.


y r:J. una ,ala putnpizada de negro, a la luz roja y moribunda de una sola
iámpara, wir:r.,c ~¡pte hombres vestidos de púrpura v ceñidas las sienes con
¡¡na corona, sentados en ¡;il¡ale~ de hierro. •


r en ;1!('dio d,' h c,~)l;: se eleyaha un trono ül])ficado de huesos, y al pié
del trono Ult cmcifijo derribado, que senia de escahel, y delallll~ del trono una
¡¡¡('"a de ébano, j SGbre la mesa un vaso lleno de sangre roja y espulllosa, y un
núneo hnm:lno.


y los siete llOllIhrcs coronados parccian sumeIjidos en tristes pensamientos;
y, desde el fundo de ~tlS lnlll<lidas órbitas, lanzaban sus ojos de vez en cuando
tlestcllo~ de un fuego lívido.


Y, lpvanlúndosc uno ,de ellos, se acercó al trono vacilando, y puso el pj(~
>obre el crucifi.io.


En aquel momento temhlaron sus miembros todos, y pareció llróximo a SIl
1;,11 tos dcndl~ le .miraban inmóviles y en silencio; pero un jesto diabólico




DE liN CRElEXL'!':. 1;;
,iescompuso >liS s.~lllhlantes, J una sonrisa, <¡!le no era humana, ('IHlI['iljO horrible-
llIente sus l¡d;Íos.


y arlul'l tille parecia sohrceojirlo de Illortal desmayo, alargó la mano, tomó
el vaso. n'rliú ~aIlp:[,c ('n el cráut'o, y lH'hiú.


r parel'iú tIlle n'cohraha Hb fuerzas con ;H[ucl hrcvajc.
LllI'go, eTlden~zal1d() la caheza. salieroll de SIl pecho estas palahras, con una


YOZ sorda selllejante al l'stertor de un moribundo:
- ¡JIu/dilo sea el Cristo, dijo, !file fl[( {raido a la tierra la Libertad!
y los otros sl~is hOlilhrl's coronados se alzaron todos a la vez prorrumpien-


do I'n In JIli~ma esclalll<lcion:
- i Jlaldilo SCit I'l C/'islo, que ha traido rt la tierra la Libertad!
nidiO esto, \01 viérollse a sentar en sus sitiales de hierro, y dijo el pri-


mero:
-Colllpajil'ro~ 1 ¡.([ué haremos para sofocar la Libertad? En ello tenemos


todos el mismo interés 1 porque nuestro reinado hahrá coneluúlo si el suyo co-
mienza. Proponga, pues, cada cual lo que juzgare conducente a nuestros fines.


Por lo qlle a mi haee, esclldlnrl el cOllsPjo IlIte os doy: _\.ntcs que el Cristo
viniese. ¡.r¡ui('1l sr, atreYia a llHllltl'lll'rS(~ ('rguido eH nuestra presellcia'? Su re-
lijion nos pil'rde: destru) aillOS la relijion cid Crislo.


y re~pondiéronle I'n eoro;--Cierto es; dl'strmalllos la relijioTl del Cristo .
. Y en seguitla llegosc otro al trollo, vertió sangre en el crúneo, behiola,


y dlJo:
- :\0 solo dehemos destruir la relijion, sino tamhien la ciencia y el pensa-


tIIiento; porque la ciencia enseüa al hombre lo (Iue no nos conviene que se-
pa. y el pI'llsamil'nto (~stú sielll[lre disPlll'stO a fl'helar~e contra la lLH'rza.


1 respondieron todos:-Cicrlo es; dl'strtP, amos la ciencia y el pensamiento.
y adl'lanlos() el tercero, (luien, (leoplll's de hacer lo (llle los primeros hahiall


hecho, dijo:
-Cuando hayamos consl'gnidü l'mhrntl'crr on I1lWYO a los homhres, quitún-


do]('s In fl'lijion: la ci(~II(:ia y el IlI~n~anliellt(). habremos conseguido mucho, sin
dllda; lll'ro alp:o 1I0S qlll'r!arú aun <¡Ul' c()n~cg:tlir.


El bruto tit~ne ill~tinto y simpatias pcligro~as. Es necrsnrio impedir (Iue un
puehlo oip:a la YO;/, de otro pueblo; no :iea (llle, si uno S(~ queja y se rebela, se
animen otros a imitarle. :'\0 haya, pues, cOIllunicacion alguna entre lo~
puehlos.


\' unánimes todos rcspondieron:-Ciertü es; no haya cOlllunicacion alguna
('ntre lo::; Jlllehlo~.


y di,jn a Sil vez cl cunrto:-Asi como nosotros tenemos un interés C'tllllun.
,hi talllhi('1l tieIWll los plwblos el suyo contrario al nuestro. Si Sl~ unen para de-
¡:'W!l'f ('()I]lra nosotros ese intl'n;~, ¡,COlllO podrelllos resistirles?


Di, idalllos para rrinar. FOrilll'IIloS en cada provincia, en cada ciudad, eH
('¡¡da aldea. UIl int(~n':s 0IHII'sto al de las otras nl(leas, ciudades y pro\"incias .
. bi se odiar<Í1I unas a otras, y no I)(,ll~arún OH unirsl' para combatimos.


y f('spondi('l"oll tOllos:-Cierlo cs; dividamos para reinar: la concordia entre
Jos ¡llwltlo:> nos trat'ria la nnH'rte.


r el <[uinto, habiendo llenarlo dos vezes cl crúneo de sangre, y apurádole
dos \eze~. dijo:


-Apl'UI'IJo lodos los 1Il1'(lios que haheis adoptado. T1uenos son todos, en ver-
dad; mas no hastan. Il<i::wse en hllen hora brutos de los homhres; lwro ater-
rad l'SOS brutos, llt'nadlo,; de miedo y espanto por medio de un implacahle ri-
!"()[', prqlarándol('s alrozes suplit'¡os. Si lIO In ltaeeis asi, tarde o temprano se-
reis por ellos devorados. El verdugo debe ~t'r el primer ministro de un buen
principl'.




PALAillL\.S
y todos f('spondicron:-Cicrto e~; el yerdugo delJe ~er el primer mini6tro de


un huen príncipe.
y dijo el sesto:-Reconozco la utilidad (le los suplicios instantúneos, lerri-


hies, inevitables; per~ ~Jay, no obstante, almas fuertes y tlese~peradas, (Iue ~a­
hen arrostrar lo~ SUplICIOS.


i.QuPf'(>i, {~üht'rnDI' a los homhre,; con Illas cO!TIodida(!"? Enerratl sus fuerzas
ron l'¡ ddeite. La Yirtlld no favorece nue~tros de,ignios, poJ'(lue l'1l.ieudra "
;ili¡¡¡cn~a la fIH'rza; la cO\'i'upcion, por el contrario, la debilita. E1llpleemos, pues,
('on f'slp ¡in la cOI'l'llpcion.


y ]'('~pondi('ron todos:-Cierlo es; empleemos la corrupcion para debilitar
la fuerza, el valor y la enprjía.


Entonces el ~\·timo, hahiendo hebido, como los demús, en el cránen, se alzó
de pié sobre el Cruciíiio, y hahló de esta manera:


-:\-011185 Cristo: i gm'rra á llIuerte, guerra sempiterna entre ¡>¡ y nosotr()~!
Pero ¿.como impediremos que los pueblos le sigan? ¡Inútil tentatiya! Sin em-


h:lI'gO, psclIchadllle:
E~ preciso comprar la voluntad de los sacenlotes del Cristo con riquezas, con


ilOnOI'f'S, con poder.
EJIosintilll(lrÚn al jlllchlo, en nomhre dpl Cristo, una cirlja slImision a nues-


i ros ma!l(ht()~; : ~nllli,os nos vivil'ún en todo, hagamos lo (lue hagalllos, y
mandemos lo que mandemos.


pOj'(jtl\) pI pUf'hlo, Ilclado clp ~n fe, los crccrú y ohedecerá, v quedarú nues-
tro impc'rio mas afianzado que nunca. • •


y rt'spoj](lícnm todos:-Cicrto es; compremos la yolulItad ¡J(~ I()s sacerdotes
del Cristo .
. . Y,apagose la Jómpara de repente, ~- los siete homhres se perdieron en las


tUllrhws.
En af/lIe! momento, y en lugar retirado, diz flue un justo f/lle yelaha orando


al pié de la Cruz, oyó una voz del ciclo que le deeia: Jli día se acerca. lir/ora !I
¡¡Cid" tUlllóLS.


XIV.
y al través de una niehla r,::;¡wsa y cenicienta, ,-i una llanura ;írida, silencioso


y fria, cual suelen verse en la tierra a la hora del crepúsntlo.
En medio d(~ (;l!a ~e yeia una elevada roca, por cuyas hendeduras reshalaha,


dcstilúnf!o,e {-!:ota a gota, ulla agua f<'tida y sin tra:;parencia; yel sordo y !llonó-
tono ruido de las gotas, al caer, era lo único que interrumpia el ~i¡ellcio en <H/ne-
Ha 50iednd.


Sietc YeJ'(~das, dl'SpUCS de haher serpenteado por la llanura, ihan a enCOll-
¡rnr~e en la roca; y a la entrada de ('ada vereda habia, inlllpdiata a la roca,
una piedra cuhiertU de no sé que materia húmeda y verdo~a, semejante a la
habn de un reptil.


y de allí a poco divisé en una de las ,"eredas una somhra que se movia pall-
~arlamente; y fuese ac(~rcallrlo con trabajoso lAuerzo, hasta (IlIC pude distin-
guir, no un hombre, silló la pálida semeJanza de Hil homhre.


y aquella forma humana tenia en el lado del COi'l1ZOIl una mnne]¡a d(~
~an{-!:re.


y llegó, y ~entose sobre la piedra hÚllleda y Yerde, y ,liS miemhros con-
\ ulsos parecian helarse por grados; e inclinando la caheza, cruzaha lo, hrazos
:\¡'retándose con ellos fuertemente, como si (Iuisiera relcner un re~to de calor.




DE t!:'\ CREYE~TE.
y por las otras sei~ veredas, otras seis somhras fueron apareciendo :y llc-


garujo slIcesivamente al pié de la roca.
1 todas ellas, te 111 IIlando de frio, ~ (':;tlwll3ndo sus carnes con sus propios


hrazos, J'lIt"l'OIlSe s('ntando :;ohn' cada IIna de la~ piedras húmcdas y venlps.
r allí se mantuvieron silenciosas, agobiauas bajo el pe~o de incolllpren~ihle


il¡.ionía.
Largo ti(~llIpo duró sn ~ilencio; no :;al)['(> decir cuanto tiempo, llnrquc el sol
.iatIlá~ aparece CI1 a(lud yalle d~ duelo; ni allí se sabe cuando es noche, ni
alJi hay mafiana. _\qu{,[la~ He;.\r,:s gota,; d(~ aglLa, qtW c,wn a\'olllpa:,adas de la
roca, son la única medida de HIla dllraeion lllllilútona, lW~ilda, oscura y ('Ll'rna.


y todo ('110 forlllaba un cuadro tan r,;pantoso, que mc hubicse desmayado a
su vista, ,;j no huhiera Dios querido j(¡rtal('('(~r mi e:ipiritu.


Al jin, una d(~ ::I~ ~()lI:hra~, estrellleciúll]ose l:íln violencia, alzú rr!lrntina-
lflpnte la cah('za, y ('\!talú dl' su pecho un grito rOllCO y seco, sellwjUIlte al so-
llldo (Ine produce el v[('nto ell un (,~lI\l(·ldo.


y l'l C('o de la roea repitió e~tas palahras, que l/t>garon a mi oido :
- El Cristo ha L'('lItirlo: i ma/dilu sea!
y las otras seis sombras se estrmnc('ieroll, y tcmhlaron a su yeZ, alzando a


Hn ticmpo sus l'ahezas, y lanzando al ¡;ielo la llli~tna imprecaeioil:
-Ll Cristo ha t'eneido: ¡ ¡¡¡aldilo sea!
y al del'ir csto, aUII:(,IltoS(~ ('[ t('[rol' de Ins pohres almas, y se espesó la


niehla, y dejú d(~ ('OlT(~r el a~lta de la fuentp maldita.
y signiose UII ,ilencio profundo, lilas largo aun que el prilllP!'o, duranle el


('llal las siete somhras se encorvaron lllas y lllas hajo el peso de su secreta
il!.!:onía.
, En seguida HIla de ellas, sin ll10yersc de la piedra, ni levantar la cabeza, dijo


a las dCIIIÚS:
-Os Ita sltcc(lido a todo,; COlllO a mi: ¡. de qUl' no~ sin'icron lltlestrnf' cnn~cio~?
y otra afladió :-La fe yel pen,alllicnto han <¡uchl'antado las cadcuas de los


(lueltlos. La fe y d ])('INlllliento hall ('IlJalll'ipa(lo la ti('rra.
y re¡nl~() otra:-0Iti,im()~ scmbrar la dirision entre los hOlllbrcs, y Ilue~tra


tiranía 1m; ha unido contra 11o~otrn~.
y otra dijo :-llcmos derramado la sangre a torrentes, y ha'recaido toda so-


hre nUl'~tl'a~ cahezas.
1 otra :-Jlemos propagado la l'oITupl'ion, y la corrupcion ha devorado nues-


tros cuerpos y corroido 11l1l'stro, hue~os.
1 otra ;-Hcmos fluerillo sofocar la Libertad, y su soplo ardiente ha secado


las raizes llIismas de IIw',tro poder.
y gritú (~n sf';.\uida la sdillla ~Oll! lira:
·-m Cristo 1IIII'I'Iu'ido: ¡II/f//dito sea!
r todas a un tiC1li!l0 repitieron:
-El Cristo ha ['e/leido: i maldito sra!
y vi, en el instante mismo, una JIIano llIist('rio~a, que ,1' aCf'rcaha a la fuente


maldita; llIojú el índice en aqllella agua enm'grecida, Cll~ as gotas midcn, ca-
yendo, la duracioll eterna; :- seüaló con ella en la frente a las siete sombras, y
jas seflalti para ~iell!pre.


xv.
1..\ virla humana es un dia so]¡rc la tÍ('ITa: haced por pasarlo en paz.
La paz es hija del amo)', porque, para vivir en paz, es preci~o ~aher s{)brc-


lle\Car los contratiempos de la \ida.
2




lti PALABlL\S
:\ adie es perfecto; todos tienen faltas. r.ada homhrr: es una carga para los
<lellla~, y ,010 el amor jJlH'dc alijerar ~uJ)es(), y hacerla lIe, adcra.


Si no'll('y;¡is COIl pa('icllcia li, car¡¡;a e nwslros herlllanos, j, COlllO ({uereis
que lleycn ellos la HH'slra '!
E~crito está dd Hijo de ~raria: f¡lIe, asi como l13hia alllndo 1'11 (~l principio


a los suyos que en ('[ Illlllll]O c:;!aban , a:-:i les cOllseno Sil alllor hm;ta (~l lin,
El amor cs incansable; siempre es el mismo, Es inagotahlc, pon[ue vive


y se reproduce por sí solo; ~. cuanto lIlas se comunica, tanto mas creee :' ~c {e('llnda, .
El <[ue se ama a sí mismo mas qlle a sus hermanos, no es digno dd Cristo,


«[ue muriú por sus hCl'lnallos, Si habl\is sacrificado \ uesLros hil'IH'S, sacrilicad
lamhien Ylle~tra ,ida, (pie touo os lo recompens<tró el alllor.


En verdad os lo di¡¡;o: el f¡Ue ama con el corazon \"ive e!l Ull parai~o ; al-o
J¡nga en Sil pecho al misllIo Hios, pon¡llo Dios es todo amor.


El hombre yjcio:.;o 110 tiene alllor .. sino c(}(licia; til'lW halllbrp y sed de
('nanto mira; ~ Sil mirada, selllejante a la de la Serpiellte, fas(;ill<l"y alrae.
¡H'ro es para deyorar.


El alllOí' rpposa en el seno de las almas puras, como una gota de rocío en
el cáliz de una t1or.


j Oh, si supiérais lo que es amar!
Decís (flW alllais; y mientras yosotros t('neis en nllllndancia las cosns to¡Ja~


de la yida, mudlOs de vllcslros hermanos se ycn faltos de pa", sin vestidos
ron Ijue cuhrir sus carnes, sin techo <¡ue les cobije, ,¡in un [l1ll1ado, tal nz.,
de paja sohl'l' qlll' dormir.


Deds (lile alllai~, cllando hay illlllllll('rahl('~ ('lIf('I'IIIO:'; (1'1() \('n n~nir la
muerte desde su pohre !Pehn, sin (IIW jalllú" les \l'n~a d ~;(}I'OITO ([IW podria
~ah arIos; cuando hay tantos que lloran, ,in que lladÍ<~ llore con elfos; lallto~
purHllitos, ¿¡ITt'l'idos de frio, <¡!le \an pidil'ndn de I)lIer~a en pllerta las llIiga-
.las ¡jp la lIlcsa del rico, y hasla eso se le~ nil'ga.


ir dccis que álltai,; a Ylwstros herJllanos!: ¿<¡lIé haríais, pues, si los abor-
reci(',eis '?


1 yo os digo que el (1U(', pudiendo, no ~()(,OITe a HI hermano enferlllo, e~
en~'migo ¡)(: su herlllano; ~. el (iue, pndÍl'lldo, no da pan él su hermano halll-·
bnento, es su a~esin().


xn.
IImlBlIES hay Pll el 1ll1l1l¡]O que ni amall a Dios, Ili le temen: no os aCl.'i-


'lueis ¿¡ ellos, p(mjue e\.halan un vapor de JIlaldicioJl,
]! uid del illlpio, porqne mata ron su aliento; p(~ro nn le ahorrezcais, por··


que de un momento a otro puede Dios cambiar Sil corazon.
Aunque el hombre diga sinccramente: Ao !Tro, se (~ngaf¡¡¡ 1'011 frt,t:II!'neia;


{lol'(llIe hay en lo profundo del alllla una raiz d(~ fe, que nllnca se seca.
~a palabra (Iue nil'ga a Dios quema los lahios qll(~ la pronullcian; y la


hoca que ahre paso a la hlasfemia es IIn re~piradero del infil'rno.
El illlpio se ye solo en medio de la neacion, V0f(I"C t()da~ las crialura,;


¡:Iahall a llios, pnrqll(~ todo ser <¡ue siente le helldln~, ponl"l~ lodo SI'!' IJIW
pil'llsa le altora, El astro dd dia y los de la noche le ranlall en su ll'J1¡:II;¡.iI'
JIlisterioso.


Dios ha ('scriLo en el firnwlJ1Pll{o sU nom]¡re tres \ ezes ~alllo,
i Gloria al Dios de las alturas ~




DE lj.\i CHElE\TE. 1 :1
Tamhicn lo grahó cn el eorazon del ~lOlllbrc; y alli lo $uardan los huenos


con alllor, ('n tanto <¡ue los malos se csfuerzan por borrarlo.
j La paz de Dios sea colllos homhres de sana íntellcion!
Tran<juilo ('S ~ll ~ueIIO. y aun lilas tranquila su lIIu('rtc, porque sahen qllt',


('nlJrazos de ella, hall de ser llevados al seno d(~ Sil Padre.
Asi como el pohre trabajador, al declinar el dia, sudta la azada, "uel ve


a su cahaila y, sentado en el umbral d(~ la puerta, olyida sus hltigas eontem-
piando el cielo; asi, en el ocaso de la vida, el homhre que ha Yivido en la
l'speranza, vuelve gozoso a la casa paterna, y sentado en cllintel, ohida las
penurias del destierro ante la perspectiva de la eternidad.


XliI.


Dos hombres vivian vecino el uno del .otro; v ambos tenian mujer e hijos
que alimentar con solo el trabajo de sus brazos ..


y el uno se iU(luidaba de eontinuo diciendo: Si la muerte me sobrecoje, o
me postra alguna enft'rrlil'dad, ¡.quó srrá d(~ mi IlllLj('r y demis hijos?


Y esta idea le atorlllentaba Boche ~ dia, y le roia el corazon, como roe un gu-
sano el fruto en que se oculta.


y aun(ple tamhien el otro padre habia tenido c!mismo pensamiento, jamás
S~ hahia detenido en {'I, pOflllle se decia: Dio~, que conoce sus criatllras y que
vela por ellns, n~larú tamhiell por lIlí, Y por mi mujer, y por mis hijos.


y este viyia tralHlllilo, lIIientra~ Sll Vl'cillO no hallaba sosiego en parte algu-
na, ni di"ti'utallií UII instante de verdadera alegria.


[11 dia, ([11(: trabajaba en el campo, abrumado Jlor sus secretos temores, yió
a unos \lÚjarOs (Iue entraban en un zarzal, y a poco rato salian, J volvían a
entrar (espues. . .


Acercose ell[onces con cautela, y vió dos nidos entre las matas, colocados
lIllO al lado del otro, y PII enda uno lle ellos una multitud de pajarillos recien
~alidos del huevo y sin plulIlas.


1 VUl'!tO de nuevo a su faena, levantaba de ,"ez en cuando la cabeza, y seguia
observando a lHiuellas aves, que solicitas ihan y venian lievando el alilllento a
sus hi.juclos.


y he a(lui que, cuando una de las madres ,"ohia con pro\~isiones en el pico,
la hnee presa un milano, la arrehata, y el1 vano pugna la infeliz por desasir~e
de su,,; garras, y en vano clama, \llleS el yj('rlto se lleva sus ayes lastimeros.


Este triste e~¡wdaeulo contur ¡ó lllas y lilas el alma del pobre trabajador,
por'jlle, decia él: La llIuerte de la madre es la muerte de los hijos. Tambicn los
mios a nadie' ticnen sino a mí: ¿(II[(' ~erá de ellos, si Ill'¡ro a faltarles'?


y lodo ¿uluel dia ('slu\~o triste y sombrio. y a la noche no durmió.
A la mailalla siguiente, de y¡iclta al call\po, iha diciéndose: Quiero ver


los hi.juclos de aquella infeliz madre: muchos habrán ya perecido sin reme-
dio. 1 se dirijiú al zarzal.


Pero, ¡cual fI[(· su ~orpresa cuando, al accrcarse, yió que los pajarillos es-
tallan llenos de Yida y de alegría, sin que ninguno, al aparecer, hubiese sufrido
del hambre!


Admirose tanto de ello, que, descuidando su trabajo, permaneció oculto en-
tre las matas para observar manto pnsasc.


y de alli a poco oyú como el grito cauteloso de una an', y yió a la sl'gllJHla
llladre que yellla desalada a traer el alimento que habia recojido; y, en llegandl'




p.\LAmL\S
al zarzal, lo distribuyó indistintamente entre todos lt)s pajarillos, y hulla para
todos, ~' no 'l\H~(laron los hllerrallito~ ahandonados en stlllIiseria.


Yel padre, que hahia llegado a (leseonliar de la Providencia, rdiriú por la
noche al otro padre cuanto hahia Yi~to.


y este le dijo:-¡.I'onpll' illl!uieiarnos'? Dios no ahandona nunca a S!l::i cria-
turas. Hay en su amor s~~rl't(Js qm' !lO alcaliza Ilue.,lra prnisio!l. Creamos, cs-
pereulOs, alll(~!l10S, y Call1llWlll()~ en palo por la senda de la vida.


Si muero aut!'s que tú, sl~rús el jJat1n~ dI' lllis hijos; si mueres antes que yo,
seré el padre de los tu~ os; y si morimos uno y otro antes (IU(~ estén en cdad dl~
ganarse la vida, les quedará por padre el Padre C()lllUll que eslú en los ciclos,


xnn.
¿\"o sentís mas aliviado vuestro corazon y lllas gozosa yucslra alll!a lb;pll(,~


(IUC habeis orado? •
La oracio!1 tClllpla ('\ dolor en los corazones, v jl:trifi:'a en las almas la al('-


gria: para <tlpld cs Ull lJúbamo Sllarc y cOlholadol'; para ('.~la es un perfulJle
celestial,


¿Que haceis en la tierra? ¡':\o h'neis nada r¡m'¡wdir :tI ql::~ o~ trajo a ella'?
Sois un yi'lJero qm~ ra l'll lJl!sl'D ti:; su patria. ('('l'O !lO ca'nilll'is!:On la vista


en la tierra; alzad los ojos, si (¡llcrcis r('l'(),,()~':'r nll',lm (';¡:llino.
y lle~tra patria c~tú arriba, en el ci!'lo. ¿,\o Jla:a r;;;da dentro de Yo~ol['os


c!lando llIinllS al cielo? ¿no os atosa nia::,ull deseo \l';¡:;¡al'1l1:: ? ¿ Porc¡w', lo di-
~illlulais?


Hayalgunos que diC'('Il: ¿Dé' que no~ sl'nirú la or(lcion? Dios es delllClsia-
(10 grandc para (¡ue quiera (',ruchar a tan llIi,rrahll's criatura~,


¡. y quien ~inó Dios ha hecho esas misl'rahb niat\ll'a~'? ¿Quien sinó él les
dió la s('nsihilidad, ti J1:'Il~alllil'nlo y la palahra?


(. Y cl'eeis qlle haya sido tan hueno para con cllas en un principio, y (¡Iliera
despues ahandollarla~ y pri\ arla~ de ~u illllor?


En \ erdad os digo: l'l que dice en:'ll COl'aZOll (lile Dios dl'';[¡f(~c¡a su~ propias
oltrns, hlasicma de Dios,


Otros hay que dicen: ¿ Para que orar'! ¿'lo salle Dios nue5tras cuitas lllejor
que nosolros mismos,


Dios CO!lon~ \ Ul'stras necrsidades mejor ql!(~ yosotros, y por eso qlliel'e que le
rogu('is; POrtluC Dios es élmislllo, y él c,,; yuestra primera necesidad, y rogar
a Dios es IJ!'lllCipiar a poseerle.


El ¡¡a(lre conoce IllPjor que nadie las n('resida<le~ de su hijo; y i,qUPl'(~is por
('SO que el hijo no suplit[ue nunca a su padre, ni le dé graeias por los hCllelil'ios
(Iue de d r(,cibe'?


Cuando los allillla!ps ~llfJ'('n, ruando ~e wn prrsl'gllidos, o ('U ando el !JaJllhrc
los acosa, lanzan doloro~()s t:ritos llIirallr!o al cH'lo. E~os gril()~ ~()Il el rtll'go (Iue
dirijen a Dios, y Dios les escucha, ¿S\'fÚ acaso el hOJllh/'(' el único ser de la crca-
('ion, CU\ a \OZ no haya dI' ('\('\-ar~e llunca al tro!lo dl'l Criador'?
Pa~a"n a Yl'Zl'~ solli·C' las ca!l!pifHb rielllos a]¡ra~atlor('~ 1[11(' lIIal'('hilanlas plan-


tas, : las inclinan húeia la ¡iprra: Pl'l'O, lu('go (¡lIe d ['ocío la~ 1i(J11I(~dl~ee, n~co­
Lra~,su l)~'imera lozanía,'y alz~ll1 (~c1 ~lId() ~lIS rústago:, dl',l'illllr¡do~,


1 am )lell hay en la Ylda Ylentos abrasadores (!IW pa~a!l sobre el alllla dd
hOlllhre, y la marchitan. La Oflll:io;l es el roeio (¡Ull la reanima,




DE l.\ CREYE:\TE. 21


XIX .


.\0 tcneis mas que un padre, que es Dios, ni mas que un señor, que es el
Cristo.


Cuando alguno os mostraf(~ los grandes y poMro~os de la tic ITa ditiendo:
Esos ,~Oll 11IS St'/Iurl's, no 1<> creais, Si son justos, serún nh'stros servidof('~; si ~on
injustos, serún YI[('~lros lirallo~.


Todos n;¡(:PII iguales: Jlingtlllo al Y('lJir al Ill111Hlo trae rOllsigo e! derecho tk
llJandar. ~, L


10 he visto en una CHIla dorada un niflO llorando y haheando, y en derfl'-
dor suyo hOlllhrps, ya ancianos, que le allorahan de ro'dilla~, lIatllúúdole sciíoi'.
y ]IC ('()jll]lJ'l'IHlido lla~ta donde llqm la lIIi~eria del hOlllhre.


El pecado flJ('~ causa de que los hombres tllriesen príncipes; porque, en HZ
de alllarse y a\UdarSl' como hprJna:los, pensaron en hacprse dailO unos a otros.


Entonc{'s clijil'TOll UllO o llluchos, elltre los que creyl'ron Illas probos y j lI~los,
para (lue defendiesen a los huenos contra los malos, y de esta suerte pudieran
los dóhilcs vivir en paz.


y ('1 porll'f (lile ,Hlupllos pj(~r{'ian pra lejílilllo, porqlll~ era el porlcr de Dio~,
(¡ue .(¡lIien: qlle reine la jw;ticia, y era el poder del pueblo, que con este (in les
ha 1)\;[ clt',Ildo.


y por ('~O ('slahan lo(lo~ en conciencia ohliga<los a o]wc!e('erll's.
:\las, desl)!!!'s SI' alzaron otros que lluisil'roll !'l'inar, elijit"ndose <1 sí mismos;
ponl~ll~ ,H'W;(J jil'l'slllllian qw.~ slI,natlll'alcza era sll¡ll'riol' a In d~~ los dl'lllús. ,


1 el poder dI' {'slos no I'S 1{',lltliIlO, porque es e! poder de Satanas; y su )'P¡-
llado {'S 1,1 I'l'inado del orgullo \ de la ('odi{'ia.


y por eso, cuando I,~) hay;l tCJ:lOl' de que re~liltrn mayores males, c!ehr:n
todos ea conciencia resistirles. (lOl'l¡IlC todos tienen derecho a ohrar así.


En la ha lanza del d('n'cllo, ('uyo ('l[uilihrio ha (ijado Dios para toda la eter-
nidad, vuestra :volunta(! pesa !!las qne la yolnnta(¡ d<: los reyes, porque lo~
pueblos son qnien('~; ha{,l'll los J'l'H'S.


r ell[(~lJ(kcl (lile los n'yes son' hrdlOs pf!ra los pueblos; no los pueblos para
los n~\ es.


EfEterno ParlJ'(~ 110 formó los mil~mbros de sus hijos para que fuesen lasti-
mados con cadenas, ni (,i'I~:) SlIS aliuas para yerlas oprilllidas por la sen~i­
dumbre.
QlIi~o lInirlos en familias, y todas las familias son hermanas; quiso unirlos


{'Il naciOltes, y todas las nacionl',; ~Oll herlllarlas: y aqnel que separa las familias
de las familias y las lIal'iO!ll'S de las naciones, diride lo <¡ue Dios ha unido, y
(,0,111\ lira a la ohra de Satan:is,


La ley d!' Dios, la !Py ele justicia y la ley de caridad son el lazo fraternal
(llIe UIl{' ¡as fatlJilias y 1m; naciones entre sí.


, LI1P:a~, ¡)C':'[JUl's,'la ley d(~ lihl'i'lau, ([ue P5 talllhil'll la le~ de Dios; porque
Slll Id)('rt~)(L ¿qlw linio!! sl'ría po,il:!e entre los hOlllhres'?


Estarinn Hllidos como el caballo COH pi f1tW lo llIonta, como el látigo del
amo con la piel de! e-clavo.


Si alguno. plf(~~, ~e alzare entre vo,olros (liciendo :-Sois míos, responded:
-:10,' SOIl/OS de ])ios, qlle es l/l/estro Pudre, !I del trislo. q1le e·~ 111/1'sll'O lÍ1Iim
Seiíol'.




ll.\tAllRAS


xx.


Ko os dejcis engailar con pomposas palabras. Habrá muchos que qllcrrún
prrsuadiros de flue soi~ wl'fladeramcntc libres, porque hahrán estampado en
una hoja de papel la palabra Liberll/d, y la hahránlijado dcs¡lUes en las esquinas.


La libertad no es un cartel que se lea en una tapia. Es una inj)ueneia
activa, que obra dentro y en derredor de cada homhre; es el genio proleetor df~
su hogar doméstico, la garantía de los deredlOs soeiales, ~. el lilas precioso d(~
todos sus derechos.


El que se di~rraza con Sil nomhre es el peor de los tirano~, porque une a
su tiranía la mentira, y a la injusticia la profanacion; porque el nOlllbre de ti·
herlad es nombre sanlo.


Deseonliad, pues, de aquellos que gritan: LiliCrlad, Libertad, y que luego la
destrm en con sus malas obras.


l. A'caso sois V050tros los que elejis a vuestros gobernantes, a los 'lile os inti-
man en todo Sil voluntad, a los que imponen contrihuciones sohre vuestros lJie-
nes, vue~tra industria v vuestro trabajo'! Y, si no ~ois rosotros, i, cómo dicen fIue
sois lihres? u


l. Podeis disponer de vuestros hijos como os dicte nlC'stro amor de padre, ~
confiar a quien lllas os agrade el cnlti,'o de su inteli,lcucin ! la formacioIl de sus
costumhres? Y si no podeis, ¿ cómo flicr,n que sois lihres'!


tas aves del aire, v hasta los insectos de la tierra, se reunen para hacer en
comun lo que ninguno' de ellos podria haCl'T por si solo. l. Y podeis yosotros
reuniros para deliberar sohre n/estros derechos, para defi'lldn de IIlanCOlllun
vuestros illtere~l's, para huscar los medios de relllediar v llcstros males? Y si no
podeis, ¿ cómo dicen que sois lihres?


j. Podeis ir de un punto a otro ~ill l]('(lir antes pl'rmiso, ni comer de los fru·
tos de la tierra, ni di~poner del producto de vuestro trahajo, ni mojar siquiera
UIl dedo en el agua del !llar para salar el alimcnto que cuece en vucstra po]¡re
vasija de IJilrro, sin espoIleros a pagar una multa, ya ser conducidos a la cüred
p¡'¡blica? Y si no podeis, ¿ cómo dicen que sois libres '?


¿. Podeis coniiar, al acostaros, en que nadie os ~orprender;i durante la norll!),
ni allanará Yue~t]'a casa para hacer mI ella un vergonzoso n'jistro, o para arraIl-
caros de los bra.zos ~e yuestra familia. y sepultaros en un calab~z~, ~olo porq~te
el Poder y el1Itedo ]untos hayan quendo sospechar de yosotros? ) SI no podels,
¿cómo dicen que sois libres'?


Cuando, a fuerza de valor y de perseverancia, hayais logrado romper estos
eslabones que forman la cadena de vuestra esclavitud; cuando hayais dicho en
el fondo de vII('~tras almas: Queremos ser libres, " os halleis dispue~tos a sa-
crificarlo todo para conseguirlo; cuando al pió de 1;1 cruz en que ('spiró el .JlI~to
hayais jurado morir unos por otros, entollces hrillará sobre vueslra~ ca]¡(~zas el
:sol glorioso de la Lihertad.


XXI.
(,EL puel)lo rs incapaz dc conorpf In qlle le convicl1p, y dé]¡rse!e, por lan-


l?, tener hajo tutela. ¿'\o es un deber y UIl derecho del flue lilas sa/w diri-
¡Ir al que sabe menos?"


lit, aquí como hablan muchos hip¡)crita~, r¡1\I~ Iluicl'¡;ll ,1I]¡lIillí,lrar 11i~




DE C.'¡ ClUüE:\"TE.
negocios del pueblo, para echarse con la sustancia del puehlo.


-Sois incapazes, dicen, de conocer vuestro interés: y bajo este pretesto, no
os p(~rrnitir{m empl(~;lr vuestros )'l'('ursos en (1flllrl1o flUI' juzgueis útil, sino
que rli~p()nrlrúlI ellos de lo vllc~tro, lllal que us pese, para aquello que os rc-
pugl1l' y desagrade.


--Sois incapaz(', d(1 administrar los pocos bicT1l'S del conllln, Jlorque no sa-
hcis rli:-tinguir lo buello de lo malo, ni conoceis vuestras .lll'cesi ades, ni mc-
lJOS sabeis como remediarlas: y dicho esto, os enviarán homhres hien pagados
a costa Yllcslra. que mam'jar:in \ llpstros negocios a su capricho, que OPOIl~
r1rún m volllntad para filie JlO hagais lo (Iue querais, y os la illlpondrán para
que ha¡:ais lo (IUI' ellos I/uieran.


-Sois incapaze, de dirijir la etlucacion de vuestros hijos: y, en muestra de
su paternrtl solH'iluJ, los lanzarún en sentinas de impiedad y corrupcion, si no
preferís que vivan i¡.!:nllrantes y embrutecidos.


-Sois incapaz!'s de .juz¡.!:ar si el jo mal qU(1 os sciíalan cn pago de vuestro
trahajo es suliciellte a cubrir Ylll'~tras necesidades: yell vista dc ello, os
prol,JilJirán, hajo scveras penas, q nI' os concerteis UllOS con otro~ para obtener
un Jornal que alcallZe a llIanllmeros, a vosotros, a yueslras mUjeres J' a yueo·
[ros hijos.


Si lodo esto que dice e~a raza hipócrita y codieiosa fuese Yerrlad, seriais
por cierto muy inferiores a los hrutos; porqul' el bruto sabe, con ~olo su na-
tura! instinto, lodo 1(1 lI"e di('t'lI llut' no "i!H'is Yosotros.


Xo os crió Dios para lllle flH'seis n-bajío de algunos hOrIlhre~, Os crití
para que yi,ióseis lihres, en ,o('i('dad. COIllO hermanos; y el hermano !lO ti('ne
dereeho pnra imjloner su voluntad a su hl'rmano. Los l1l'rmanos Sil Ullen entre
sí por ('ollv('nios rl'cípi'o(,o~. yesos ('onvenios son lo~ úllieos qne tienen fut'rza
de 11"; y esta ley ('s la qne Jehl'll todos re~¡>l'tar l' impedir que :;ea riolada,
ponltle (:s l;¡ sah Ilgll<ll'tlia de todo~, la YO]lInlarl y el interés dl~ tocios.


Aprended a ser homhres: ningnllo tiene haslalltt' pOII .. r para iIl\poneros .. 1
yugo a pesar vucstro; !wro podeis, si os place, doblar el cuello y njustaros la
;¡I'¡.!:olla con vllestras prollias manos.


l/ay rtnimales e,;lt'tpi( os 11111' ,iHI1 el1CI'rratlos el1 eSlahlos, a los cuales st\
alimenta mienlras pueden trahajar; y asi que son ,il'jo,;, se les ceha y se
les mata para COIlH\J' ~IIS carnes.


Hay talllhilm otros qlll\ Yivrll lihr('~ ('TI Ins campos. qlll~ nadie puede do-
mar. que no se ([ .. jan seducir con pórfidos halagos, ni vencer con amenazas v
malos tratamientos. •


Lo:., homhres valerosos se asemejan a estos: los cobardes son como los pri-
lliero~.


XXII.
CmlPIlÉ'ílJEll el modo ¡le ser Iihn's.
J)ara ser lihre es preciso alllar a Dios ante todas las cosas:" porque, si ll~


<llllais, harpis ~1I Yolllllta(¡; y la voluntad (le Dios ('5 que practiqueis la jllsti-
cia y la caritbd, ~illlas cuales no p~ posible la libertad.


(;11<11\(10 con dolo o COIl violencia ~t' toma lo t¡ue es de otro; cuando se ata-
ca Sil persona; cllalldo ~l~ Ir impidl' ohrar se¡:mn sus deseos en aquello que ('~
lícito, o se le oJ¡li;.~a a ollrar en contra de ellos; cuando se desconocen y atro-
pellan sus dere('h()~. ¡,1l0 se comete injusticia? La injusticia es, pues, quien de~-
truye la I ihel'!<Jd. "




:!.\ PAtABRAS
Si rada homhre no amase sinú a sí mismo, y de sí solo rnida~c, sin pres-


tar ay~l(la alWlIla a los ,IPIl~Ú~, se vprí~l 1'1 llOhn~ ohlig-atlo, a .tolllar ror JUl'rza
la hacIenda ajena, llara vl'lr y dar nda a os suyos; el (\l'hd lf'lHlrw rnlOll-
res que ceder al mas fuerte; y cste. a su H'Z, t'l'dl'rÍa a otro lllas fuerte aun,
¡,no reinaría en todas parles la injusticia? La caridad es, pues, quien mantie-
ne la I ibrl'lad.


"Amad a Dios sohre todas las cosas, y al prójimo romo a vosotros mis-
mos,,; y la cselavitud tlesaparN'l'rÚ de entn' vosotros.


A(IUellos, sill emhargo, que viVl'Il y medran con la esclavitud de sus her-
manos, harán todo lo po,ihle por prolongarla. Para ellv emplearán la lIlentira
v la fuerza.
• Os dirán que el dominio arhitrario !le al¡.nmos y la escla\'itncl de todos los
drmás es el únlen establecido por la Proyidencia; :' no temerún hlasfemar dI'
Dio~, a true(Iue de t'onserrar 1'11 Li rfl nÍn.


Respondedles que su Dio~ es Satanú~, el enemigo del gÓnero humano; y
que el nlt'~tro es el que wnció a Satallá~.
~o tardarún en lanzar sus eshirros contra vo~otro~; con~trllir;Ín numero-


sas cárceles para encerraros en ellas: os perseguirán a sallf're y fuego, yo.,
darún tormento) :' harán que corra Hu'stra sangr(' COIllO el aglla de las flJeIlLe~.


Si no estais, pues) resueltos a pelear sin trl'gllu, a soportarlo todo ante~
-c¡ue ceder, a no cansaros jamás, lIi ('pjar en nH'~troJlropúsito: conserYnd nle~­
tras ca,I(~rws en bupn hora, y renunciad iI una liherta de «lit' soi5 indignos.


ta libertad es COIllO el reino de Dio~: estü eSlllwsta a los at<l'lues de la
violencia, y a lo~ fuertes Lora fl~(·orllluislarla.


y la yiolencia que os ponclrú en [l()~('sion ¡JI' la librrtail no ('s la violencia
feroz tle los lallroncs y handidos; 110 es la injusticia) ni la vengnnza, ni la
('rue/dad; antes es ulla yoluntad fuerte, inll,,'\ihle) Ult yalor ~erellO y ge-
ncro~o.


La causa ma,; santa sr C'onYÍerte en cau~n impia y ewcrnhle cuando se
·('mplpa el crimen para sostenerla. El III(lira rln puede pu~al' de esclavo H tira-
110, pero jamás será libre.


XXIII.


¡SE\OIt! A ti rlfllnamns O('srlc este valle de miseria:
Como lo:, aninHlIt's.~ill pa~to que !lO plll'dl'l1 alilll('nlar su rrÍa.
A ti clamamos, Señor:
Como la 0\ ,'ja á quien arrehatan su rorr!,'ro.
A ti elalllarllO, , SeilOr:
Como la paloma l'lltre las gnrrns dl'i milano.
A. ti clamamos, SI'IlOI':
Como la ~acela entre las uitas del tigre.
1\. ti clamalllo~. SellOr:
Como el Inwy I'~~llrlido dp faliga y cn:,an~renlado por el a~lIi.ioll,
A. ti clamamos. Seiíor:
Como la perdiz herida y per~rgl1itla por el perro.
1\. ti clamamos, Sellor:
Como la ~olondrin:l clJyas flll'rzas se ílgót:m nI CJ'm:11' los nlál'rs, y (':lP all'-
:¡~ando sollre las olas.




DE t:~ CRE\E.I'\TE.
A ti clamamos, Se flOr :
Como viajeroli p(~rdido~ en un desierto, sedientos y sin agua.
A ti clamamos, Spflor:
Como núufragos (11ll' el mar arroja sobre una playa estéril.
A ti clamamos, Se[ior:
COIIIO aqllPI a r¡uipll sorprell(le la noche cerca de un cementerio, y le sale al
mCUl~ntro un e~pectro repugnante.


A ti clamamos, SeflOr:
Como el padre a quien roban el pedazo de pan que llevaJ¡a a sus hijos ham-


brientos. .
A ti clamamos, Seflor:
Como el preso que jime en un lóbrego subterraneo, víctima de la injusticia


del podcfO~o.
A ti clamamos, Señor:
Como desclavo que ve sus carnes desgarradas por el látigo del amo.
A ti clamamos, SeflOr:
Como el inocente conducido al suplicio.
A ti clamamos, Señor:
COlllO el puehlo de Israel en su cautividad.
A ti clamamos, Señor:
Como los dc,('clldienles de JacoL cuando el rey de Ejipto mandaha ahogar en


el \ilo ~lIS {lrirnojénitos.
A ti clamamos. SeflOr:
COlllO las do('(~ tribus, cuyos trabajos recargaban de dia en dia sus opresores,


eerccnándoles cada vez mas el alimento.
A ti clamamos, SeflOr:
Corno las na¡jones todas de la tierra antes que luziera para ellas el dia de la


I'edencioll.
_\ ti r1amamos, Señor:
Como el Cri~to espirando en la cruz, cuando dijo: ¡Padre, Padre'! ¿porqué


?iW /w/icis rlrsampr/r{ulo?
A ti clamamos, SeflOf: escucha nuestra plegaria:
Oh, Padrl', 'os que no haheis ahandonado al Cristo, vuestro hijo, sinó en la


aparil'llcia y por solo un momento. tampoco abandonareis para siempre a los her-
lllallOS del Cristo. Su divina sangm los rcrlimiú de la esclavitud en que los tenía el
Príncipe clt, este mundo. y tambien los r('~catarú de la esclavitud en que los tie-
Jj('11 los Illinistros dl'l Pl'ínci¡w de este Illundo. ~Jira(l, Senor, cual tienen ~us pi(;s
) ~[JS manos taladradas, abiertos sus costados, llena su eahc7.a de snngrien-
tas heridas. En el seno d(~ la tierra misma que les disteis por herencia les han
C;I\ ado IIna inmensa tumha, donde yacen amontonados unos sohre otros; y han
:-('JJado la losa con un sello, grabando encima, por hefa, vuestro santo nomhre.
\' allí yaren, Sr'flor, sepultados; pero no lo estarán eternamente. :.'lo: tres
djas Illas d(~ espera, y se romperá el sello sacrílego, y se hará pedazos la losa,
~. despertar(lII lo~ fIlie duermen, y dará principio p\ reinado del Cristo, reinado
JI.~ caridad y de justicia, de paz y de júhilo en el Espíritu Santo .• \sí sea.


XXIV.
Cl.L\TO ell el lllundu sUl~de llera por delante una scüal prenlrsorn.




::(j PALABlL\S
Antes de que salga el sol, tíficsc el horizonte de mil variados matizes, y el


Oriente aparece como un volean.
Antes de que e~tallp la telllrH~"tad, óyese en la orilla del lIlar un ruidu sor-


do, : ajílanse I~s olas COIllOJlor sí lllismas.
Las inDlIllj(~rahl('s irlcas istintas, qnc se cruzan y se 1lI(~ZClall (~n el hori-


zonte dl'llllllJHlo l'spiritJtal, SOIl la sellal (¡JIl~ allllllcia la salida del sol de las
intelijeneia~.


El confuso murmullo y la im¡ui(,tnd interior de lo~ pueblo~ son la sefial pre-
cursora de la tempestad qlle dehe tronar ell 1)J"l~\ e sobre las naciones estrellle-
cidas.


Estad preparados, porque los tiempos S~ acercan.
Grandes terrores habrá en ese dia; gritos tales eual IllIll(:a se han oido des-


de los dias del dilm io.
Ahullarán los re~ es en sus tronos; agarrarún dcsespnadalllente ron sus ma-


llOS sus corom:s, ohjeto del huracan, y al {in ellas y el!us ~crún ;¡rrastradll~
, deshechos.
. tos rico~ y los poderoso? ~aldrún rle~nlldüs de sus palacios por temor de
verse srpllltado~ haJo ~us rumas.


Yer¡lsP\pS errallt!'~ pfJr los caminos, pi¡lil'[Hlo a los pasajeros al;rIlIlOS ha-
rapos con que cuhrir ~Il dPSlIUt!I'Z, : un !)('dazo dI' pan negro para apla¡;ar su
hambre; y dudo, en ycrdad, que lo obtengan.


I hahr:i homhn's de r¡uiellps se apodcrará la s('tI rln sallgre, y (IJ!(~ ado-
rarún a la "'Iucrte, : <¡1ll'ITÚll que los delllús la at!on'Jl.


y la ~Iucrtt' e~t(,lldcrú StI mano de eS(¡IIe!I'to COlllO para hendr'cirlos, : e:sta
hendiciOIl penetrará en sus coraWlICS, <]Il\' ccsarún eh' latir.


y los sahios se yerán confundidos cn los a!)isl1los d(~ su eir~neia, que hs
parel'eni como un punto negro imperceptible, euaud() nan de lleno el sol (le
las intelijcncias.


I a medida que yaya elevándose, SllS rayos disiparán las nuh(~s agruparlas


\
lOr la tel1lp(~st. ad; ) ya no serún sino lijeros \ ap0J"('s, (iue UIl 6'Iiro le\ e arrojará
lacia el ]>onipnk.


Jamús el cielo se habrá lllo~trado tan sereno, ni la ti(~rra tan verde y tan
fecunda.


I en lugar dc ese déhil crepú~C'Ulo, (¡ue lIalllamos dia, una luz viva y pura
hrillará c1psde el cielo como un reflejo de la faz de Dios.


y los homhres se llIirarún linos a otros nI J"('splandor dl~ psta luz, y se di-
rán: -.\0 nos conocíamos, ni sahíamos lo (IUC es el hOlllh["(~. "\horalo ~nlH'llIos.


y cada cual se alllará en sus hermanos, y ~e tendrá por dichoso ("Oll !'l~nir­
les; y !lO habrá ni pl'queflOs ni grandes, porqne el alllor to(lo lo nivela; :- to-
das las nlluilias JiJrll!ar;ín una sola, v enHila se n'ullirún todas las llaf":lll1l's.


Este es el s(~ntido de los misteriosos caracter~s (¡Ile los J udios, en su cegue-
dad, eSl:rihieroll en la cruz del Cristo.


xxv.
ERA una noche de invierno. Oíase el silhido del viento, v la nieve hlan-


queaha los tejados. .
Cobijadas hajo u.no de ellos, ea un o~curo dp,van, do:; 1lI11j(,I"l'~ ha(·ian ¡aIJO!" ,


lientadas en modestos escaflOS: la una anciana y cuhierta de canas, y ,ÍO\ en la
otra de quince ahriles.


y de cuando en euando la mujer anciana euicntalm sus manos atcridus a la




DE L\ CREYE:\TE.
lumhre de un per¡ueiío brasero. (na lámpara de )~arro ilumina ha atluella polm~
('stan¡;ia, y UII rayu dt' su d('hillllz iha a iluminar una tosca imágen de la Yír-
jen, r('g~da a la pared.. ". .


1 la JlT\cn, alzando sus oJos. contemplo en S¡]CllClO por hre\es ll1stantt's los
],l,!llc?syahellus de ~Il eOIllpaflcr(\, y al fiu le dijo:-¡jlatlre mia, no siempre ha-
hels nmJo en esta pobreza!


:r hahía en su YOZ Ulla ternura incsplicuhle.
r la anciana re~pon(liú :-Hija mia, Dios dispone como dw,fto; lo que él


hace está hien hecho.
Dichas estas palabras, hizo una Jm~Y(~ pama, y continuó diciendo:
-Cuando perdí a tu padre no creí hallar consuelo a mi dolor; y, ~in elll-


bargo, tú me quedahas aun: pero esto no bastaba enlOllces a eon~olarllle.
1)P'IIIJes he pcnsado que, si huhiera \ ivido, y nos Yi('~e ell esta miseria, rl


pesar destrozaría su coralOn; y ll(~ conocido (lU~ Dios habia sido bueno para
eon el.


La jóyen no respondió; pero bajó [a cabeza, : de sus ojos humedecidos ca-
yeron algunas lágrimas, que en vano (Iuíso ocultar sohre la lahor qne tenia en
las manos.


y la 1lI,u)re aflndi(¡ :-1)ios, qlle ha sido Imeno para d, lo 118 sidu tambieu
para nosotras. ¿Quó nos ha fitltado, cuando hay tantus (lue de todo ('¡¡recen '?


Verdad es que nos hC:ilO'; \i,lO rc'duciÜilt; a viril' con paco, y a ganar l',;t(~
poco con nuestro asiduo trabajo; pero, ¡.no nos ha bastado?; y además ¿no han
sido todos rCliIrI,'nado,; a \ivir de su trabajo?


Dios, cn su ililinita bondad, nos ha dado el pan de cada dia; y icuanlos lwv
(Iue no lo liclwn!: han os dado 1111 al'i[o; iY cuanto, no ti('ncn dOIHk guarecerse!
llio~, en fin, me ha dado una hij,(: ¿de ({Ij(~ Pllcdo quC'jarme?
A c,-tas últimas palahras [a jOH'I1, conmorida, cayó dc rodillas a los piés de


su madre, tOItlO sus llIana~, la~ hr,'ú, y s;~ fl'clino J[orallllo en ~u sellO.
y la madre, .haciendo esfuerzo:; púa leYHIlt<lr la \uz:-!lija mia, le dijo, la


fdizidad no consiste en po:,,,el' llIUcllO, ~inó en esperar y amar mucho.
l\u~stra esperanza no está eH la tierra, y nuestro amor tal11poCü; y si e~;tú,


no es smó de paso.
Despues de Dios, tú lo C'res todo para mí en el mundo; pero este mundo des-


8parecerá como un sueiío, y por eso mi amor se dirije contigo hacia otro mundo.
Cuando te llevaba en mi seno, acuórdolIlc qlW un dia rogué coa lllas


I(-nor a la Yil'jen jlaría, y IllC;!O ,e lile apareció en suenos, y creí yer que,
con celestial sonrisa, me presentaha un ticrnu illfante.


y tomé la criatura en mis )J!'<lZO~;, y la Yírjen Jlaria c¡fió sus sienes con una
corona de rosas ]¡[ancas.
. Pocos rnesc~,rlespu('s naciste tú, hija mia) y aquella placentera yision estaha


slClllJlre ante mis oJos.
Al decir esto, la lllujer anciana, conmovida, estrechó a la jóven contra su


corazon.
J>a~ado algun tiempo, diz que un alma santa viú elclarse hacia el cielo dos


figuras luminosas, v un grupo de ánjcles las acompafwba, y resonaba el aire
con sus himnos de alegría.


lxn.
to que \'l'1l vll('~LI'OS ojos, lo (llIe tocan 'll(',tr[l~ !llanos, no ~on ~illcí ~oll1hra~;


y el sonido que hiere Hle~tros oidos no es lilas quc un eco (li'osero de la ruz Íl:-
lillla y lllisterio~a (Iue adora, ruega y jiIlle en el seno de la crcacioll.




PALABRAS
Porque toda criatura jime y padece, esforzándose por nac(~r a la vida ver-o


dadera,.y pasar delas tinieblas a la luz, de las rejiones illlajinarias a la rcjion de
las rcahdades.


Ese sol tan brillante, tan bello, no es sinó e! velo, el emblema oscuro del
verdadero sol, qlle ilumina y vivilica las almas.


Esta tierra tan rica, tan esmaltada de H~rdes matizes , no es sino el pálido su-
dario de la naturaleza; porque la naturaleza, degradada, como e! ánjel caido,
lJajú con él al mismo tiempo a su tumba: empero, como él, resucitarú.


Bajo esa grosera envoltura de carne, pareceis un viajero que, dormido por la
noche en su tienda, ve o cree ver pasar ¡¡miasmas junto a su lecho.


El mundo verdadero está oculto para vosotros hajo un velo impcnctralJlc.
El (lue se recoje al seno de su alma, logra entre\-erlo en lontananza. [n se-
creto poder, que dormita en su interior, despierta un momento, alza la punta
de! velo que snjeta el tiempo con su mallo arrugada, y los ojos del alma se de-
leitan en las marayillas (lile contemplan. •


Sentados estais a orillas del océano de los seres; pero no pOII~is pene-
trar en el fondo. Caminais a oscuras por la ribera del !llar, y no veis sinó la li-
Jera espuma que de,jan tras sí las olas.


¿. Con qué Qtra cosa podré compararos?
Sois como el feto en el vientre de la mallre, esperando la hora dd naei-


miento; sois como el insecto yolútil en el cuerpo del gll~ano Ilue rastrea por el
welo, deseando salir de esta lll·ision terrestre para elevar ::iU vuelo hasta las
nubes.


XXVII,


¿Qu[E;S se apiñaba al rededor del Cristo para oir su divina palahra'! El
pueblo.


¿Quien seguia sus huellas por las montañas, al través de los desiertos,
para escuchar con ansia sus lecciones? El pueblo.


¡,Quien quiso elejirle Rey? El pueblo.
¿Quien tendía sus capas por el suelo, y entapizaha de palmas las calles de


Jerusalen, gritando i lJossanah! cllando pasaha? El puehlo.
¿Quien se escandalizaba de que curase a los enfermos en el dia del sáhado"!


Los escrihas y fariseos.
¿Qllien esparcía falsos rumores llamándole Jloseído? ¿Quién le calumniaba


acusándole de gula y de lascivia? Los escrihas y los fariseos.
¿Quien le delató a Pilatos como blasfemo y conspirador? ¡.Quienes se coali-


garon para darle muerte? ¿Quien le crucilicó en el Calvario entre dos facine-
rosos?


Los escrihas v los fariseos. los doctores de la lev, el rev Herodes v sus
cortesanos. el gobernador romano y los príncipes de los sacerdotes. •


Ellos fueron los (Iue engañaron al pueblo con hipócrita astucia. Ellos le
incitaron a pedir la Illuerte dd hombre que les habia alimentado en el Ilesier-
to con siete panes, que daba ,alud a los enferIllos, visla a los ciegos, oido a
los sordos, y ajilidad a los paralíticos.


Pero Jesus sabía que aquel pueblo había sido seducido. corno fm; seducida
por la Serpiente la prime.ra mujer, y por eso en la hora postrera rogó a-su Pa-
dre, diciendo: Perdónalos, Padre mio, que no saben lo que hacen.


Diez y ocho siglos van transcurridos, : el Padre no los ha perdonado aun.




DE {;~ CREYENTE.
Hscles errantes por la tierra, sin patria, sin familia, y todos leen en su fren-
te sn castigo, y hasta el siervo mas humilde tiene que inclinarse hacia el sue-
lo para verlos.


La Illis!~rimf(lia del Cristo no admite esecpcion alguna. 1\0 ha venido al
mundo para salvar a algunos hombres SillÚ a touos los hombres. Para eada uno
tle ellos tUYO una gota de sangre.


Ppro los d(~hiles, los peqtlPitos, los pobres, los humildes, y todos los que
lloraban o padecían, esos eran sus amados predilectos.


Su (')razon latía con el del pup)¡lo, y el corazort del pueblo con el suyo.
I allí, sobre el eorazon del Cristo, es donde reaniman sus fuerzas los pn-


f(,I'IllOS, y d()nd!~ los pueblos subyugados recobran el valor y la enerjía para
I[uehl'antar sus cad{~nas.


¡Desgraciados los que de {'l se apartan y reniegan! Su miseria es irreme-
diable, y eterna su esclavitud.


XXVIII.
TIIDlPOS ha habi(lo en que (~I homlJre de;¡;ollaha al hombre de diversas cre-


encias, persuadiéndose hacer un sacrificio agradable a Dios.
Ahominad estos esecrahles homicidios.
Cúmo podría ser agradable a Dios el homicidio, cnando dijo al hombre: Ao


matarás.
Cuando la sangre del hombre es vertida como una ofrenda hecha a Dios,


los demonios acuden a beberla, y entran en el cuerpo del que la yertió.
Las persecuciones comienzan cuando se ha perdido la esperanza de con-


nnccr; y el que deseonlja de convencer, o blasfema en su corazon del poder
de la verdad, o uesconlia de la verdad de las doctrinas que promulga.


¿Qué mayor i.nsensatez que decir a los hombres: Creed o morireis?
la le es hija del YerIJo; y penetra en los corazones con la palabra, no con


el plliwl.
.Jesus vivió su tiempo en el mundo haciendo sin cesar el bien, atrayendo


con su hondad, v enternecif~f1(lo con su dulzura los corazones mas duros.
Sus divinos lilbios hendecían, y no maldecían sinó a los hipócritas. Eseojió


apóstoles, y no verdugos.
Decía a los suyos:-Dejad crecer, hasta que llegue la cosecha, el trigo ma-


lo alIado del hueno; el padre de familias sahrá separarlos en la era.
y a los que le instigaban para que hiciese bajar fuego del ciclo sobre un


puehlo de incrédulos, les respondía:-Ignorais cual es el espíritu que debe ani.
maros.


El espíritu de Jesus es espíritu de paz, de misericordia y de amol'.
Aquellos que persiguen, escudados con su nombre; que escudriñan el fon-


do de las conciencias con la espada; que dan tormento al cuerpo para conver-
tir el alma; y, en vez de enjugar las lágrimas, hácenlas correr a mares; esos
no están animados del espíritu de .lesus.


¡Ay del qlle prr¡fana el Evalljelio convirtiéndolo en ohjeto de terror para
los hombres! ¡Ay del que escrihe la buena nueva, y moja en sangre su pluma!


Acordáos de las catacumbas.
En aquel tiempo aciago os arrastrahan al cadalso, os arrojaban al an-


fiteatro como pasto a las fieras para diyertir al populacho, os enviaban a mi-
llares a ~acar el cieno de las minas o al fondo de los calabozos, os confiscaban
yucslros bienes, QS hollulmn con los pies como si fuerais estiércol que ohstru-




PALABRAS
yese la vía pública; y no teníais mas asilo para eelehrar vuestros misterios
lll'oscritos, que las ne¡¡;ras entrañas de la tierra.


¿Y que dedan vuestros perseguidores"? Decían que propagahais peligrosas
düctrinas: que vue~tra secta, como ellos la llamahan, lnrhaha el úrden y la paz
púhliea: que erais infractores de las leyes y enemigos del género humano, v
que, minábais los cimientos del imperio, minando la base de la relijion del im:'"
peno.


y en trance tan angustioso, bajo arluella opresion incesante, ¿que pedíais?
Pedíais la libertad. Reclamáhais el derecho de no obedecer mas mandntos que
los de Dios, de servirle y adorarle a él solo, segun o.; dictaba vuestra eon-
eieneia.


Así, pues, cuando otros reclamen de vosotros este derecho sagrado; aun
cuando se engañen en sus creencias, respetadlo, así COlllO pedíais que los pa-
ganos respetasen el vuc:"tro.


Respetadlo para no mancillar la memoria de yuestros antiguos confesores,
y no ajar las cenizas de vuestros mártires.


La cuchilla de la persecucioil tiene dos lilas; hiere a derecha, y tambien a
izquierda.


Si ya no os acordais de las lecciones del Cristo, acordaos al menos de las
catacumhas.


XXIX.


COXSEnV.\1l solícitamente en vuestras almas la justicia y la caridad; ellas se-
rán vuestra salvaguardia, y desterrarán de enlre vosotros las discordias y las
disensiones. .


Lo quc produce discordias y disr,nsiolles; lo que enjenrlra lilijios, que es-
candalizan al homhre proho y causan la ruina de las familias, es la sórdida
avaricia, la insaciahle pasion de adquirir y po~eer,


Castigad sin cesar esta pasion que Satanás cseita continuamente en vues-
tros corazones.


¡.Qué podreis llevar con vosotros cuando ahandoneis el mundo, despucs de
haber amontonado riquezas, por huenos o malos medios? Con poco vivc el hom-
bre, que tan poco tiempo ha de vivir.


Otra causa de disensiones intE'rminahlps son las malas leyes.
y no hay sinó leves malas en el mundo. "
E.< mpero: ¿~ué otra ley necesita el que obserra la ley de Cristo'?
La ley de Cristo es clara, es santa, y no hay un solo hombre quc, tenién-


{lola en el corazon, no se juzgue facilmente a sí mismo.
E,cuchad lo que me ha sido dicho:
- Los hijos del Cristo, si tienen cuestiones entre sí, no deben ventilarlas


ante los tribunales de los que oprimen y corrompen la tierra.
¿No hay ancianos entre ellos?; y estos ancianos ¿no son sus padres natura-


les, cfue aman la Justicia y la conocen? .
'ayan, pues, en husca de uno de ellos y dip:anle: Padre, no hemos podido


componer nuestras diferencias: mi heflllano y \ o, que aquÍ veis, os rogamos
,que deeidais entre nosolros. . .


y el anciano oirá las razones del uno y las del otro, J juzgará despues, y
los bendecirá.


Y, si se someten a su jui('io, In hcndicion del aneiano It's acompañará siem-
pre: y si no se sometieren, redundará en bien del anciano, que habrá juzgado
I;n justicia.




DE [J~ CREYE:\TE. :3 ¡
1'10 ,hay nada flnc sra imposihlu ¡)[Ira los qlW están unidos, sea para hacer


!lÍen, sea para hacpr mal. El dia, puPs) en que f[uedeis unidos, serú el dia ('e
Yue~t ra I i ]¡t~rtild,


Si cuando los hijos de I:;rae1 ,iYÍan oprimidos en Ejipto, huhiese tratarl()
rada cual de sah'ar~c solo, sin contar con sus herlllanos, lIingllllo lo hubiera
('onsf'gnido; pero escaparon tudos juntos, y nadie pudo (letl'lll'rlOS.


}'illllhit'1l \o,otros yiYis en tie]'ra de Ejipto, enco¡,yados hajo el ce~ro de Fa-
I'aon y bajo e1lútigo de sus e\actores, Clamad al SerlOr, YUl':'tro Dios; alzaos
despues, y salid juntos sin temor,


r.uando se huho enfriado la caridad, y pmppzó la injusticia n creccr ('n la
ti('rra, dijo !lio, n 1I1l0 de SIIS senit!ort's:-Yt' dt~ mi parte en /¡w;ca de (~se plH~­
!Jlo, ~ anúncialc 10 que verús: y lo que wrús ~uc('dC'l'ú infalihlemente, a !lIcnos
I]ue, ilhant!onando Ins vins de jlcJ'{li('io!l por que caminan, no quieran al'rl'pen-
I irse y Yenil' a mí.


y' el senidor dl\ Dios o]¡r:!eciú su lllilndato, y \islil'ndose de un tosco sa-
yal, y eubl'i¡'ndose de ceniza la calH'za, fuese en' busca de aquella multitud, y
alzando la \'OZ, ll~s dijo:
-¿Yorqu(~ irritilis al ~,e¡lor para perdicion vuestra? Dejalj las malas Yins;


arrepentios, y yolrcd n (~L
Y algunos, ¡11 PSt'IICllilr rqas p;:¡J:¡llra:;, se sintieron cOl1moYidos, en tanto


que ot]'()~ SI' lIlojilhan diciendo: ¿.Quien e~ (,5tl"? ¡.<[Uó es lo liue dice? ¿quien
le ha dado derechu para J"('[lI'('ndernos? ¡Es un in,ensato!


y he a(luÍ que el espíritu de Dios inspiró al Profeta, y los tiempos se abrie-
ron ank su mirada penetrante, y fueron pn~ando los ~iglos delante de él.


t, rasgnudo dj) rt'jw.nte ~IIS \ estjtlllr:'s: ,\si, dijo, será de~tl'Oznda la familia
de Adnl1.


Los hOIll.hres de ini.r¡uidad Iwn medido la tierra palnlO a palmo, y han conta-
do sus llnhitanle, caheza por cnheza, como se cuenta un rellaúo.


y han dicho: Hepar!;tIlIO!lOS e~l(), y sÍrV;)IlOS como una rspeeie de monedn,
r el rqmrlo se ha hecho, y carla cllal ha lomado lo que le tocú, y la tierra


con sus hahilnntes ha vellido a ~Pl' jlosesion de los hombres de iniquidad; y
hrilbü consultado unos con otros jlrcg:IlJltf¡ndosl~: ¿Cuanto yale nuestra pose-
~1011? y húnse contestado 11 la H~Z: Treinta ditwros.


y 'han empezado a trahajar eJll!'!' sí con esos treinta dineros.
l/a hahido 1·(J[lIpras. YI~nlas, cambios; h01l!bres rendidos en cambio de tier-


ra, tierr;¡s dadas en camhio (k homhres, y oro en seüa!.
Ik~]JIlt's han codiciarlo los unos la parte de los otros, y I1nn ('mpcz.1t]o a


degollarse para roharsp mutualllentt'; y con la ~allgre que han derramado han
escrito en ulla hoja el!' pergalllino: J)('/'cc/¡o, yen otra han esnito: (¡'(otia.


¡Hasta, /¡a~ta, SeilOr!
lk aqllÍ a dos que ('chan Sll~ harpones de hierro en medio de un pueblo, v


tirnn ¡!c ello~, y eada c\lnl se Ileya un jiroTl t'il"angn'ntarlo. •
La ('lIchilla ha caido, \ ha \"IH'lto a capl'. i.(li~ ('~os gritos desgarradores? Son


los qllejidos de la~ j(n cm:, de~po~adas y 10, laJllentos de las Illadr('~,
Dos espectros se deslizan cntre [as ~O!lI]¡ras, y rpCOITPll los rampos y las ciu-


dades, Elul1o, (!I'sranwdo COlllO un esquel('[o, roe el hueso de un animal inlTllllI-
do; el otro ticne un tUlllor ¡¡C'gro en el ('o~tctdo, y lo~ cJmcnlcs le ~jgucn alm-
liando.




}l.\L\lln.\~
Señor, SCiíor, i será eterna vuestra cólera? ¡. No se ha de levantar jamás


vuestro brazo sinó l;ara herir? Perdonad a los padres por piedad hacia los hijos.
Condoleos del llanto de estas inocentes criaturas, que aun no saben distinguir
la diestra de la siniestra mano.


El mundo se ensaneha, la paz ya a renacer, ~ hahrá lugar para todos.
i ~Ialdicion! j )Ialdicion! La sangre rebosa, y cifle la tierra como una faja


encendida.
¿ Quien es ese anciano que pregona la justicia llenllldo en la mano llnil


copa de veneno, y a¡;¡¡riciando con la otra a una prostituta qllt~ le llama padre?
Oigole deeir: La raza de Adan me pertenece. ¡.Quienes SOIl los lilas fuertl~s


entre vosotros? Alzad la cabeza, y YO os repartiró la raza de .\dan.
y hace lo que ha dicho; y desde el trono, en tIue ~e sienta, asigna a cada


cual Sil Jlresa.
. y to os deyoran, y devoran; y ya creciendo su .hamhre; y cuando ya. no


tienen que devorar, se ayalunzan linOS a otros, y crUjen los huesos, y rechulil
entre sus dientl's la. carne, aun palpitante.


Abrese un llIercado, y son allí conducidas las naciones con la soga al cur-
110; Y las palpan, y las pesan, y húrenlas caminar y eorn'r: tanto valen. Ya uo
es el tnmulto y la confusion de' antes; es un comercio sistclIlatico : hien 01'-
Jenado.


i Dichosas las aves del cielo y los cuadrúpedos de la tierra 1 nadie los suje-
ta: van y vienen COItlO mejor les place.


l. Quó piedras son esas que giran sin cesar? ¿ Qué es lo (Ine rnueh~n?
Hijos de Adan, esas muelas son las leyes de los que os gohiernan, y vos-


otros sois el grano que ha de ser molido.
y a medida qne el profeta descubría el siniestro porvenir, un terror mis-


terioso se apoderaba de sus oyentes.
De repente enmudeció, pareciendo como absorto en un pensamiento profun-


do. El pueblo aguardaba en silencio con el corazon oprimido y palpitando de
agonía.


Al fin, dijo el profeta :-Seiíor, no haheis abandonado a este pueblo en SIl
espantosa miseria, no; no lo haheis entregado para siempre a sus opresores.


y tomó dos ramas de un árbol, las despojó de sus hojas, las ato UIla sobre
otra en forma de cruz, y elevándolas por encima de la muchedumbre maraVIlla-
da, les dijo: Esta es vuestra salvacion; en este signo yencereis.


lIízose noche, y el profeta desapareció romo una sombra que se desvanece,
y la muchedumbre se dispersó por todas partes en las tinieblas.


XXXI.


Cuando, despues de una larga sequía, cae la suspirada lluvia, la tierra hehe
sedienta el agua del cielo, que la refresca y fertiliza.


Asímismo, sedientas las naciones, beberán con ansia la palabra de Dios,
cuando caiga sohre ellas a manera de dulcísimo rocío.


y la justicia, y el amor, J la paz, J la lihertad jerminarim tle nuevo en los
corazones.


y sucederá como en el tiempo en que todos eran hermano" cuando no S(~
oía la voz imperiosa del amo. ni la súplica del esclavo, ni los j('midos del pohre,
ni los suspiros de los oprimidos, sinó cánticos de alegría ~ de hendieioll.


Los padres dirán a sus hi.ios :~l\'uestros primeros días han sido dia~ de do-
lor:~ de liÍ~rimas y de angustias; pero ahora sale el sol y se pone tl'stig'l de




DE r:'1 CREYF:\TE.
;¡Hl'::;lra alrgrin. i .\lalla!lo sea Dios, (¡ue nos ha permitido gozar estos hic!lc:,; an-
ll'~ de JIlorir!


y la, 1I¡;ldr('~ dirán a sus hiia~:-·Yed nllestras frentes, (an serena~ y r;¡di,::l-
t('~:. huho un ti('mpo en (PI\) la pl'~1a, el dolor y la iTl.r¡~lÍetlJ(l trazaron en ellas
pr(JJuurlo,; ~urcos. Las \ll(~stras hrillan ("limo la superfIcIe de un lago, en que ~(,
lllira el sol (k la priBlarera, sin (llIe llingun Yiento la ajite. i Alahado sea Dios,
'¡ue nos ha permitido gozar estos hienes antes de lllorir!


r los mancehos se acercarún galanes a las doncellas, v les (linin al oido:
-Bellas sois como las nores, pur¿ls como el rocío que las refresca, como la lu/
'1'11~ las llIatiza. Placer nos causa nr a nuestros padres, y placer es el \ i\ ir ni
i<!do de nuestras JlIadre~; pero cuando os miran nuestros ojos y rl'~piralll().,;
,,'III~~tro aliento, el placer de IHH~:'tras almas no tiene nombre ~inó en el cir'lo.
;\Iall<ldo ~ea ()i()~, que nos ha permitido gozar estos bienes antes de morir!


y las doncellas resj)(lllderún:-Las flores se marchitan ~. l/Iueren; lIe;;'a un
dia I'n que ni el rocío as refresca, ni la luz las matiza. Solo la virtud IlO St'
J:wrchila Ilunca, ni lwrece. Nuestros padres son como la espiga fine se cuaja r!('
;.(TanO por Otof10, y nuestras madres como la cepa que se carga de fruto. Pla-,
l'(~r nos causn nr a nuestros pa(lres, y placer el reclinarnos en el regazo d;~
lI!I!',tras lll,ulr1's; 1)('1'0 nllestros lu'rlllanos nos causan tamhien plac(\I'I~s y ale-
gria~. i Alabado sea Dios, flue nos ha permitido gozar estos hil'm'~ antes de
nlOrir!


XXXII.


Yo he visto una haya elevarse a colosal altura. Desde la copa al pie de
,,¡¡ trollm. e~t('lIdía sns enormes ralllas, que, cubriendo la tierra el! rededor, la
privaban de calor y de ro('Ío, de modo que ni aun mezquina yerba crecía en
;lIlud espacio. Al bdo dclji¡.rante nacía un rohle, que, a pocos pies del snelo se
('!lCOl'r;¡ lJa, se lorcia, e~tl'ncl ia despups horizonta Imente sus brazo~, y vol ría a
l'il'\arse, y se torCÍa d(~ nuero; y al fin veíase le asomar su cabeza descolorida
: sin hojas por entre las ramas ~'igorosas de la haya, como ansiando un poco
de aire y d(~ luz.


y dileme a mí mismo: ASÍ crecen los pequeños a la sombra de los grandes.
¿Quien se apiita al rededor de los poderosos delmnndo? ¿Quiell se atrev(~


a acercúrseles'? No es el pohre por cierto: a este le despiden, porque el aspecto
dp sus andrajos ofende las miradas del poderoso.


Por esr, lo apartan con cuidado de su camino y del interior de sus palacios:
ni le pe[,lllill~n siqlli(~ra atraresar sus jardines, cuya entrada es tú franca para
¡(lrlos, 1lI1~n()S para ('1, \lOrqUe su cuerpo, desgastado por el trabajo; no lleva sollf('
~i llIas IlIio (fllC el de a indijencia.


¿Quien e~, [HIC'S, el que rodea a los poderosos del mundo? nOll{'~al111~ los
ricos y los adllladol'es que ambicionan riquezas, las mujeres perdidas, los in-
¡il11lPS ministros de sus placeres secretos, los farsantes, los hufones que dis'traen
su conei(~ncia, y los la/sos profetas que la dirijen.


¿. y qui(m rnas'? Los hombrcs de Yiolencia y de astucia, los ajentcs dr, la
opn:sion, los duros cxactores; todos aquellos que dicen: Entrep:a(lnos el puc-
hlo, :' nosotros hil rrlllos que su oro pase a vuestras arcas, y el quilo d(~ su san-
gre a vuestras venas.


Allí donde yilce el cad;íver, reúnense los buitre~.
Los pajarillos hacen su nido entre las lTlatas: las aves dr, rapilÍa en h cilll~


¡le los órboles corpulentos.
E'\'TllEG.\ ~




PALAnR,\;-;


XXXIII.
E:\ la estarion en que se doran las hojas de 108 árbole~, un anciano, rMgado


con un haz de leila, caminaba lentamente de vuelta a su cahalta, situada en la
pendiente de una colina.


y allá por donde el vecino valle se abría paso entre los montes, veíanse lo~
rayos del sol, ya oculto, que, deslizandosc por entre el oscuro ramaje de algu-
nos árboles lejanos, ihan a herir las nuhecillas al poniente, y a tenirlas de mil
caprichosos colores, que poco a poco se iban (li~ipan<lo.


y luego que el anciano hubo llegado a su cahali;l, único hien que poseía,
con un trozo de Lien'a contiguo, eehú al suelo su carga, se SPll!.Ú en un eSCalio
de madera ennegrecida por el humo del hogar, y dejó caer sobre el pecho SI'¡
cabeza. quedando slllllcl'jido en hondas meditaciones.


y de vez en cuando ~alía de su henchido pecho unhreve sollozo, y con TOZ
doliente decía:


-Solo tenía un hijo. y me lo han arrehatado; una vaca me rrnedaha, y lile
la han lIeyado por el impuesto de mi campo.


y lue¡.io con voz apagada rcpetía :-¡liijo mio! Y una lágrima, que ti poco
~e('aha el dolor, venia a humedecer sus arrugados p:lrpados.


De esta suerte desahogaha el mbero SIIS l)('sares. ('IWIHlo YÍno a distraerle
Hna YOZ que deda:-lJermano, la helldieion del Seüor sea sobre ,-os y sobra
los Yllcslros.


-¡ Los mios! IlIurmuró el anciano; yo no tengo a nadie en el llIundo; soy
solo.


y alzando del suelo los ojos, rió un peregrino que sc malltt>nia t'n pie a la
puerta, apoyado en su hámlo; y COIll() no ignoraba que Dios es quien nos en-
via los hw;spedes. respondióle al momento:


-Dios os devuelra vuestra bcndieion, hermano. Entrad: cuallto tiene el
pohre es del pohre.


Y, encendiendo su haz de leila en el hogar, empezó a preparar la cena
para el pere¡rrino,


Pero ell'l~('(I(~rdo (le su lIli~eria le perseguía sin cesar, y resalla de conti-
nuo sohre su angustiado corazon.


y acertando el peregrino con la causa de tan mmrga pena: Hermano. le
dijo, Dios quiere probaros por mano de los homhres; hay, sin emhargo, mis('-
rias mayores (Iue la Yucstra. ~o es el oprimido (¡uien lilas padece, sinó los
opresores.


El anciano hizo cierto movimiento de c<lbeza sin responder.
y el peregrino repuso:-No tanlareis en creer lo que ahora estai~ du-


dando.
r hahiéndole hecho sentar, puso las manos sohre los ojos del anciano, qll!~


cayó eH un sueflo semejante al sueno pesado, tenehroso, ]¡orrihk, que se apo-
deró de Abraham cuando quiso n:'JS mostrarle las futuras desgracias (llle re-
.sen-aba a su de~cendencia. .


y pareciole (Jue le transportahall a un suntuoso palacio, al pié de llnlccho.
a cuyo ladl) habla una corona y UII hombre en el lecho, ll"e (!o/'llIía; y lo (IW~
soñaba aquel hombre lo yeía el anciano al modo ([ne ve el hOllllJre despiprto
cuanto pasa ante sus ojos.


y el homhre que estaba allí recostado en Sil cama de oro, oia como gritos
confusos de una muchedumbre fallll)lic[l que J>id(~ pall: era COll!O el ruido (j¡~
las olas cuando se estrellan en la playa durante la tl'JllJlc~lad, \ crecía aquella




DE l~ CREYE~TE.
teUlilestad de VOZ($, ~. aumenláha:-;e el ruido; y el hombre que dorm,ía veía hin-
c'l1arse las olas por momentos, y azotar ya las paredes ¡Jp ~u palacIO, y hada
('straordinarios esfuerzos como si qui!'iera huir, y no Jlodia, : era horrible su
angustia" '


En tanto que el anciano le contemplaba con horror, nose de repente Lran:-;~
portado a otro palacio. Allí tamhien :acía un hombre reco~lado, (Iue Illas pare-
tia cadáver que hombre vivo.


y soñaba tambien, y veía en su sueño multitud de cahrzas cortadas, que le
mirahan v le decían abriendo la boca'


-Nos 'habíamos sacrificado por tí, Y esta es la recompen:,a que Le henlOs
merecido. Duerme, duerme; nosotros no dormimos: acechamos la hora de la
venganza, qlIe ya se acerca. .


y la sangre se helaba en las venas del hombre dOflmdo, y se decía a sí
mismo: ¡Si pudiese al menos dejar mi corona a esta inocente criatura! Y sus
oJos espantados se volvían hacia una cuna, sobre la cual habían colocauo una
diadema de reina.


Pero, cuando empezaba a serenarse con esta idea consoladora, otro hombre,
cuyas facciones se asemejaban a las su~·as, arrebató de ~u lado la criatura, y
la estrelló contra el pavimento. '


y el anciano se smtió desfallecer de horror.
y viose trasladado al propio tiempo a dos parajes di~tintos, que, aunque.


realmente estaban separados, no eran para él sinó uno solo.
y vió dos hombres que, aunque de diversa edad, pudieran tomarse por


lino ~(\Io a causa de su semejanza; y comprendió que habían sido criados en
el nllSIIlO seno,


y el sueño de amhos era COIllO el sueño del reo que ha de ser ajusticiado al
despertar. Por delante de ellos pasaban asquerosos espectros envuelLos eJl san-
~rientas mortajas, que les tocaban al pasar, v sus miembros se retiraban con-
traidos, como queriendo evitar aquel contacto de nnwrte,


Despllés se miraban uno a otro con sarcástica sonrisa, y sus ojos se inflama-
han, y sus manos se ajitaban convulsivamenle asiendo el mango dc un puñal.


El anciano vió en seguida un hombre flaco y macilento. Las sospechas y los
cuidados, agolpándose en derredor de su lecho, destilaban ponzoña sobre su
rostro, murmuraban en voz baja palabras siniestras, y hundían pausadamente
sus uñas en su craneo, mojado de sudor frio. Y una figura humana, pálida co-
mo un sudario, acercose a su lecho, y con mudo ademan seiíaló una mancha
livida que le rodeaba el cuello. Y entonces chocaron una con otra las rodilla:.;
del hombre que yacia en el lecho, y cubriose de mortal palidez, y entreabrio-
se su boca de terror, y sus párpados sc dilataron horriblemente.


,Y el anciano, mas y mas horrorizado, sintió que le trasladaban a ütrü pa-
lacIO mas grande. "


El que allí dormía respiraba con visible dificuItau. un espectro negro ha~
bíase encaramado sobre su pecho, y le miraba haciendo ridículos visajes. Y le
hablaba al oidO', y sus palabras se convertían en visiones, () iban a atormcntar
pI alma de aquel hombre, a quien hollaba y üprimía con sus huesos puntia-
gudos.


y en torno al lecho se apiilaba innumerable muchedumbre lanzando espan-
tosos gritos:


-Nos prometiste libertad, decían, y nos has dado esclavitud .
. Nos prometiste reinar segun las ley'es, y no nos das otras leyes que tus ca-


pnchos.
!'los prometiste no tocar el pan de nuestras mujeres y de nuestros hijos,


has doblado nuestra miseria para aumentar tus tesüros.




1\0~ prometiste gloria, y ~olo nos has granjeado el encono y el desprecio de
les pueblos.


Ii I'uHletc, húndete, y \c a confllndirte con los pcrjnros y los tiranos.
1 SI' silllio el llIi~('ro [>l'CCi¡llt:tdo, arra~l!'ado po!' <!Iluella Illuchedumhre, y


procuraba a;.:;arrar,ol' a ~lIS ,:a(:o~ de oro, \ rcrcntaban los sat:O~, \ el oro se ll~
escapaba rOllando por el ~1Il'lO. e e


í creía \ el'~e pobre, \ agando. por el 1I111J1do, ~. que pedía agua para apagar
la sl~d que le acosaba, y le lmudaban pOI' heJa Ull vaso lleno dl~ lodo, ~
que todos hllíall dc él y le JilaldecialJ, PllJ'(luC llcvaba en su frente la seilal iu-
delehle de los lraillores.


y PI anciano, afeclallo, apartó de él la vista.
y \ iú en otros dos palacios, donde Sl~ hallú u'asportado, otros dos ltomh!'ps
~t)iíando (~oIlstanlem('nte supli('ios.-Ponlue, del'ían (~!los, ¡.donde hallarcmos
un ~sll() seguro? El sudo que pi-;amos estA minado; las n<lClOIlC'; nos delestan;
hasta los nlllOS piden a DlOS, Ilia ~. noche, en sus oraciones, qlle ~e vca lihre la
tierra d!' nosotros.


y CIUllO (le ello~ condenaha a dura cúrrd, es decir, a todos los tormentos
del ClIt'I'[lO y del aln1<1, y a muerte de hamhre, a unos desgr:u:iadus por sospecha~
de que bahwn jlronunciado la palalJra j}(lli'ill, y el otro, despucs (h~ confiscar/es
~IIS hil~nes, llIandaha ~éjlultar en [olJregos calalJozos a dos doncellas acusadas
de haber asistido a su:, lwrmanns heridos en un hospital.


1 IlÚI~1I1ras se afanahan en esta tarea de \UdllgOS, !legaron los mensajeros,
y decía lino de ellos:-Y uestras prorincias del 3h~dilldía han q III~hr,lntad()


sus cadenas, y, armados con sus pedazos, YUI'~tros súhditos han ahu: entado a
sus gol)('rnadorc~ y !'o!d,ulos.


1 el otro decía:-Yucstras handeras han sido dl'strozadas a orillas del gran
rio, y la corriente se lleya su~ pcdazo~.


y los dos reYes se revolcahan en ~u, lechos,
y viú el andano otro rey que había de,;terrado a Dios de su corazon, y un


gusano ocupaba e1lllgar de DJOs, royónr!ole sin cesar; ~ cl1ando Sil tOl'lll('nlo
parecía a ,i Vilr~e, prollunciaba entre dieatc~ sordas hlasfemias, y sus lúbios Sl~
cubrían dc roja pSllllllla.


y le pareció hallarse en un llano innlem;o, solo, con el gusano que le roía.
1 aquelllallo era un cemcntl'rio, donde \ aeía tDdo un pueblo dl'go!l;lIlo.


y sintió ([ue, de repente, se COlllllovíeron las entraüas de la lÍerra, ahrié·-
ronse los sepulcros, y, !e,'anlúndose los lllllt~rtos en [ropel , SI) le acercaron.


1 todos aquellos llllll'r[os, homhres, ml1j!~rcs y lIií''¡os, le mirahan de hito en
hito, sin d,)cir palahra; y después de hal)l~rle contemplado por breve tielllpo,
cojieron las losas de sus tumbas, y principiaron a alllontonarlas en torno su
cuerpo,


Yió qne le llegaban ya a las rodillas, d¡'splIés al pecho, a la hoca; y es ti-
ra}Ja COIl desesperado csfuerzo lo~ I1Iúsculos de !'ll peselwzo para respirar un
minuto mas; pero el edifil'io se elevaba sin darle espera, hasta que Sil t;úpu!a
rué a perderse en una nuhe.


Las fuerzas iban ya raltando al anciano, y su alma sucumhía al terror.
y fuese; mas he aquí que, hahiendo atravesado varias galería:; desierta~,


llegó a Itn reducido apo~ento, y "iú allí, sohre un lccho quc apenas alumhraha
la pálida luz de una lálllpara, uu hOlllhre ;ra,tado Jlor los ailos.


,En derredor del lecho estaban siete ll1iedo~, cuatro dc un lado y tres del
otro.


y uno de ellos posó Sil !llano so]¡re el corazoll del anciano tendido en el le-
eho, que se estremeció, temblando todos sus mieIllbros; y no apartó la mano
lllientras sintió algun calor.




f'\.1 :1




I
I


I
I




DE rN CREn:.\TE. 3i'
En seguida otra lilas fria hizo lo que hahía hecho la primera; y sucesi-


\ alllente tod·()s los miedo~ posaron su lllallO ~ohr('. el coraZOll de aquel anciano.
y pa~al"on en d co~as fllLP IlO pueden ser de,;cu hi('rta~.
Ycía a lo lejos, hacia el polo, IIll fantasma horril,le (Iue le decía: Entrégate


a IIIÍ, \ \ () te reallilllarú con mi aliputo.
r con sus dedos helados el hombre de miedo escribía no sé (Iue pacto, en


el (¡r((~ cada palahra era CorllO !lll estertor (k agonía.
y esta [uó la últillla yision.
y hahiendo despertado el anciano, di., gracia-: a la Prmidencia por la par-


te que le había tocado de las amarguras de la ,"ida .
.. y díjole el pereijrino:-Esperad y orad; la oracion todo lo alcanza. Yuest]'()


hiJO no estú Jl(~rdido; vuestros ojos yol H'rán a verle antes de cerrarse para
~1,~1I! pre. Esperad tranquilo los dias del Seflor,


1 el anciano esperó en paz..


XXXIV.


Los lIIales que allijen a la tierra no proceden de Dios, porque Dios e~
lodo amor, y cuanto ha ~alido ele su mano es hueno; proceden de Satanús, a
1I11ien Dios ha maldecido, y tk los hombres (iue hall reeonocido a Satanús por
~eüor y padre.
E~l{)s hijos de Satanús ~on infinitos en el 11111lHb; pero Dios los tiene en


cuenta, y a medida qne \',lr1 pa~ando. ya c:,erilliendo w nomhre cn UIl lihro
s diado, (lile aiJrirú ~ leerá anle los 11ll:nlJn's lodos en el dia del juicio.


Allí cstún los ('[Joistas, los que no alllall ~ill(¡ a sí llIiSlIiOS, y estos son lla-
mados !tu/ubres de (){lio, pOrllue no alllar sinó a ~í llli~lllOS es aborrecer a los
lÍ(,!lIas. "


Allí estún los que solo amhiciorwn mandar y dOlllinar, y llámanse hombres
de m'y/tI/o. !l0]'(llw 110 p"{'dt'n sufrir ([Ile haya ]¡ o I\l]¡ re" i~lIales a ellos. ,


Alh {',tan los ([ue tienen ser! de oro, de honores y de placeres, y llamanse
hUII/b)"('s dI' curtirill, p()rqll{~ nunca SI', \ I~n h;lrt(ls.


,',lti es[ún los (lile {'spían lo~ pasos del dóhil para sorprendl'rle~' d(>spojarle,
I'mpleando, ya la a~tu('ia, ya la fllerza, ~er:lln eonYicnc a sus tilws; v esto~; llú-
mansp hombres de rilpiiía, porque rondan de noche la mornda de la yiuda !
dd hlH'rí"ano.


Allí estún los qlW acarician "iolentos pens;llnientos, y llÚlllanS(~ 1IUmhres de
I,(d;.'irirlio, ]lorq{((\ !!latan a I(h ([ll(~ ellos lI:lIl1an sus hermanos, cuando se oJlo-
lll'll a ~ll~ violeneias, Ji escrihen leyes con ~II sangre .


. \111 estún los que tiemhlan en presencia dclmahado, y se nccrcan a j¡e~ar­
le la mano, pensalu!o dI', este JIlodo lihrarse de sus garras: estos son llamados
Irf.ill/{¡/'I'S dr 111 i('do, porque, cuando ven a un inO<'(~lltl~ atropellado y llIal hnido
en Ilwdio de la plaza pública, corren a encerrarse l'n SlIS casas, y cierran teme-
rosos las puntas.


Tab son los hombres que han deslcrra(lo la paz, la seguridad J" la lihertad
de la tierra.


r solo ohtenrlrpis la lillertad, la spgnridad ~" la paz por qué sus¡úais, pe-
leando ~ill I!"('~ua contra ell()~.
J>u('~ ('Ilos I!aH C()II~I ruido la ciudad de Sataná.:l, o~ (oca a yosotros reeclilj-


car la ciudad de J)io~. .
En la ciudad de Di,),;, cada hombre ama a sus hermanos como n si lllismo;




PALABRAS
asi es que ninguno se ve allí abandonado, ni padece ningunu si sun ~us pade-
cimientos remediables. '


En la ~iud.a~ de Dios Lodos son iguales, nadie domina, porque solo reilla
en ella la JustICIa y el amor.
. En l~ ciudad de Dios cada cual disfruta en paz de lo <¡uc es suyo, sin codi-


CIar lo aJc~o, ]lo~que lo que es de uno es de todos, y todos poseen a Dios, IjIW
reune en SI los Inenes todos.


En la ciudad de Dios ninguno sacrifica el interés comun al interés propio,
sinú clue cada cual está siempre pronto a sacTificarse por los dem<Ís.


Cuando en la ciudad de Dios se introduce algun malvado, todos evitan su
compaiüa y se aunan para sujetarlo o espulsarlo; porque el Illal rado es el ene-
llligo de cada uno, y el enemigo de cada uno es el enemigo ele todos.


Cuando hayais reedificado la ciudad de Dios, tornarán los puehlos a pros-
perar, y la tierra a florecer, porque entonces hahreis vencido a los hijos dt\ Sa-
tanás que asolan lü tierra y oprimen a los pueblos; pon/ue habrán desapareci-
do los m-aros, los orgullosos, los homicidas y los cobardes.


xxxv.
Si los opresorcs de las naciones se viesen reducidos a sus propias fuerzas,


sin otro apo~ o ni ausilio alguno esterior, ¿,cúmo pc)(lrían por sí solos oprimirlas?
Si para mantenerlas en la esclayitud no encontrasen ayuda sinó en aquellos


que con la esclayitud viycn y medran, ¿,cúmo podría tan corto número sujetar
a pueblos ent<'ros'?


Así lo dispuso la sabiduría de Dios para quc los homhres pudiesen siempre
resistir a la tiranía; y la tiranía seria imposible, si los hombres quisicscn com-
prendcr la sahiduría de Dios.


Pero hanse cntregado a otros pensamientos, y los dominadores del mundo
han podido o/tOllel' a la sahiduría dc Dios, que los homhres ya no compren-
dían, la sabie uría de Satanús, que es el príncipc dc estc Illundo .


. y Satan<Ís, rey y señor de los tiranos, les sujirió una astucia inlernal para
aÍlanzar su poder.


He aquí, les dijo, lo que deheis haccr: Escojed de cada familia los júvenes
mas robustos, dadles armas, ejercitadlos en su manejo, y ellos pclearán por
vosotros contra sus mismos padres y hermanos, pOfllue JO les pcrsuadiré que
esta l'S accion gloriosa.


Dos ídolos hahreis de darles, que llevarán por nombrc honor y fidelidad, y
una ley, que ~e llamará obediencia pasit'((.


y ;-creis (¡ue adorarán esos ídolos y ohrdeccrán ciegamente esa ley, porque
yo seduciré su entendimiento, y nada tendreis ya qUl~ temer de pilos.


Los opre50fl's d(~ las naciones hicieron lo que les habia aconsejado Satanás,
y Satanás cumplió lo que les había prometido.
, Desde cntonces se ha vi~to a los hijos del Pllchlo levantar ~us hrazos eonLra
el pUl~J¡lo, de;.;ollar a ~u" hermanos, manialar a sus padres, y desconocer las
entrañas donde fueron enjendrados.


y cuando les decían:-En nOlllbre de cuanto es sagrado para Yosotros, mirad
10 que haceis; pensad en la injusticia, en la alrozidad de lo (llIe os mandan ha-
cer; ellos respondían :-l\o~otros no pensamos; olH'deeemos.


y cuando les decían :-¿,~o os queda resto alguno de amor hacia vuestros
padres, madres y hermanos?; ellos respoudlan:-Xosotros no amamos; obede-
relllOS.




DE r\ CHEYE\TE.
y cuando lrs lll(J~lrahan los altares cleLj)ios que t:riú al hombre, ~ Iki Cri~-


1.0 que le ha saly¡l(lo, conte:;taban:-E~o:; ,OH los dio~l's de la patria; pero Illll':j-
tros diosl~s son lo~ dI' aqlU'llo~ !lile la f!:oJ¡il'rnan: /(( Fidelidl/d Y e/1Iono1".


En yerdad os lo di;.!:o: dl',de la ~('dlll'("i()l\ (k la pri!ll('l"Ulllujer por la Serpien-
le, no ha hahido seduceioll tlI,l~ c~paJltm;a <;lH' ("t,1.


Pero ya ~e aCI'rl:a SIL krmino. La~ almas recta, Jllh'lh'n (kjars\' fascinar por
el jenio del mal, pero I'S solo pOI' LOrt!) [i('illpl}. LUl\~O, cuando dl'spiertan de
~u horrihle sueflO, bendicell a Dios, fll1P la~ ha lihrarlo de aquel tormento.


Algunos dias Illas de cS¡ll'ra, y wreis que los que peleaban en t;n 01" de los
opresores, pelearán cn f<l\ or de los oprimidos; y los que peleaban por mante-
ner en esclavitud a sus padres, mal! res y hermanos, pdearán los prillleros por
romp('r sus ca(knas.


y Satan<Ís correrú a sepultarse dl~ nuevo 1'11 el abislllo , ill'Olllpailatlo de lo~
tiranos,.


XXXVI.


JOH'i soldado, ¿ a donde vas '1
- Voy a pcll'ar pOI· Dios y los altal"l.''; de la patria.
-j Hendltas sean tus amiaS, jú,cn soldado!
Júven soldado, ¡. a donde r:1s?
- Voy a pelear por la .iu~ti(·ia, por la causa santa de los pueblos y por los


sagrados derechos (Iel hO:!l Ilre.
-j Benditas sean tllS arlllas, jórl~tl soldado!
Jóven soldado, ¿ a dondp vas?
- Yoy a comhatir p;¡ ra li IJI'rlal" a ¡!lis hermanos de la opresion , para rolU-


per sus cad(~nas : las ("ad('llas <id mundo.
-j Benditas sean tns al"lltaf; , jÚyell soldado 1
Jóvcn soldado, ¿a dOIIl!e vas?
-Yoya pelear contra 1m; homhres inicuos y ('11 jievor dcljusto que huellan


('on sus pies, contra los amos en faror de los l'~daYos, contra los tiranos en
favor de la libertad.


-j nendita~ ~l'an tu:; armas, .¡¡"¡\"en soldado!
Jlivcn soldado, i.a donde vao?
- Voy a pelear pam (11lP no sean todos patrimonio de algunos; para ende-


rezar las cerviws indinadas hajo su yugo, y sostener las rodillas, que l1a(Iucan.
-j Benditas sean tus armas, jÚYeIl soldado!
Jóycn soldado, i.a dOllf]e Y:1S?
- YOy a pcl('ar para (¡lIe los padres 110 lllCl Idigan el rlia en que les fué di-


cho: TI n hijo os ha Ila~ido; y para que las madres no detesten el dia en que
Jos estrecharon Jlor pnllll'ra wz contra su seno.


-j Benditas sean tll~ an¡¡as, ¡óyen soldado!
Jóven soldarlo, i.a donde Ya~?
- Yoy a l)('¡('ar [Jara que 1'1 ]¡l'rlll<1no no ,e allija al \"er que su hermana se


lIlarchita COlllO la planta ([lit' la tierra ~p llie¡:m a nutrir; para que la herlllana
no vuelva a !lorar la (bpcdida de su hermano, que se aleja de cIJa para 110
volver mas.


-j Benditas ~'!an t llS arllla~, .lóyen soldado ~




\


PALABRAS
Jóvell ~oldado, ¿ a donde vas?


. -Voy a peh~ai' para que ~ada cual c?ma en paz el fruto de :iu!r<lbajo; ['ara
ellJugar las lagl'llllas de los miios que piden pan, y se les responde: l\o ha,'
pan; ]¡anno~ J]crado el que quedaha. .


-i Benditas se[!il tus armas, jóven soldado!
Jóren ~olclado, (.a donde vas '?
- \" oy a pelear para que el pohre no se vea eternamente despojado dt~ la


parte iJue le loca en la comun herencia.
-i Benditas sean tus armas, jóven soldado!
Júren ,:oldarlo, ¿ a donde va~'!
- Voy a pelear para desterrar el hamhre de las cahaflas, v para devolver a


l"s [[unilías la akmdancia, la seguridad y la alegría. '
-i Ben(litas sean tus armas, jóven soldado!
J<Íren soldado, i. a donde ras '?


-Yoya pelear para devolwra los que jimen sepultados eH profulldos cilla-
¡'ozos, Yíelill!<ls de la tiranía, el aire que taita a su pecho y la luz (lIJe en r<tno
buscan sus oJos.


-i Benditas sean tns armas, ,ióven soldado!
Júv(~n soldado, ¿ a donde vas '?
- Yoy a pelear para cchar por tierra las harrrras que sC'paran a lo~ puehlos,


y que les impiden abrazarse, como hijos que son dellllis!Ilo padre, destinallDs a
v¡\Ír unidos en un lIlismo amor.


-i Benditas sean tus armas, jónn soldado!
Jó.-en ~nlda(lo, ¿. a donde vas·t
-Yoy a lli'lear para emancipar de la tiranía del homhre la palahra, d


pensamientn \ la concien(~ia.
-i Benditas sean tus armas, jóven soldado!
Jó\(:n ~oldado, ¿ a donde vas '?
- Yoy a jlekar por las leyes eternits, hajadils del eielü, por la ,justicia, que


protl'jc lo, dl'l'Cr1!o:" por la cari(h:d, que atenúa los males inevitahles.
-j Beilditas ~ean (us arnI8S, jón~n soldado!
Jún:n ~o!r1nd(), ;.a donde vas?
- \()~ a pelear para que todos tengan un DIOS en el cielo, ~ lUla patria


en la tierra.
-j Benditas, sieLe vezes benditas, sean tus arl1las, jóven soldado.


XXXVII.


¿ [loP.lJ\ É os cansais illutilmenLe huscando el remedio de Yue:itra lIIi~eria'~
ruestros deseo~ son lmc!los; mas no sabeis como realizarlos.


Acordaos ~i('mpre de esta máxima: «Solo puede restituir la vida [¡lIien 110~
la ha dado.))


T\atla conseguirris si Dios no os presta ayuda.
i. Quó alivio ImIlais en revolcaros desesperadamente sobre vuestro lecho (ilO


agonía?
TTaheis C:crribado algunos tiranos, y tras ellos se han encumhratlo ntro:,;


peores.
lIaiJeis a}¡ol¡do las le\ cs de esclavitud, y os dieron en call1bio le~ es de sa¡¡-
;;r<~ y HIIC\[IS leyes de esclavitud. '




DE lJ'\ CnEYE\TE.
Desronfiad de los hOlnhf('~ que se rrijen en mediadorrs pnlrc Dios y \"0'-
\ltro~, jlorq{H~ ~u sombra os In ()(,lIlta. Esos ILOlllhrrs ahrir;an malos desi¡mi(l~.


1'0npIP la fuerza que nrcesitais jl,lr<l emanciparos procede solo de Dios; ~
(,j amor con q!Le debris ('onsolidar \1I('stra llllilJll, (le DIOS solo se deriva.
¡.QIH~ pm'(h~ haeer cn fa\or vuestro un homhre que no [icne mas ~llia quP
~u pensamiento, ni TIlas ley que ~ll \,(lluntad?


AIIIl cuando fuere sana su intrllcion, \' sinceros sus deseos de hacrro~
hirll, siempre habrá d(~ daros su voluntad" por ley, y por guia su pensa ..
llJiento.


y no de otro modo obran los tiranos.
Si haheis de trastornarlo tOt10 para sustituir una tiranía con otra tiranía,


en verdad que no yale la jll'IW de esponerse a tanto.
La libertad no consiste en que domine este en vez de esotro, silló en qtll'
llin~uno domine.


y donde J)io~ no rrina, se ha visto siempre que domina un hombre.
No cesaré de repetiroslo: El reinado de Dios es el reinado de la justicia PlI


];¡s ánirn()~ y de la caridad en los corazones. Su fundamento en la tierra es 1:1
rl~; la fe (IUe debeis lcm'r en Dio~ y en las palabras del Cristo, que es qUiPll
ha promulgado en la tierra la eterna ley de Dios, la le~ de caridad y la ley di'
lUsticia .
. , La lpy de .justicia cnseíia que todos los hombrrs son iguales ante su padrp.
que es Dios, y ante Sil único ~('íior, que es el Cristo.


La le\' de caridad Il'S enscita a alllarse y ampararse mutuamente como hijo~
(¡ue son de un mIsmo padre y discípulos de un mismo maestro.


y solo así se yerán lihres, porque llinguno mandará a los demás, si 110 Ila
sido elejido libremente por ellos para mandar; ni nadie podrá entonces privar·
les de Sil lihertad, estando torlos unidos para defenderla.


Por eso los que os dicen :-Jlasta aquí nadie ha conocido la justicia; la ju~­
ticia no viene de Dios sinó del homhre; fiaos de nosotros, y os la haremos tal
¡¡ue os contente.·


Esos quieren engaíiaros, o, si son sinceras sus promesas de libertad, rngú-
ilanse a sí mismos.
J>onlUl~ ('ornil'nzan e'i:ijiendo que los reconozcais por seíiores, y, siendo así,


:-;tI prometida lilwrtad YÍene a ser simplemente la obediencia a estos nuevos se·
Ilorrs.


Respolldcrllcs ([IW vuestro seíior es el Cristo; que no quereis reconocer a
lIinf!ltIl otro, y ('1 Cristo os emanciparú.


XXXVIII.
lunnns de mucha paciencia y de constante valor, porque no lograreis ven-


roer (~Il un solo dia.
Los ¡lIH'j¡los han de ganar la lih(~rtad, como gana su pan el hombre: COIl el
~Ild()]' de su frente.


Hay llilH:hos q1\(~ se lanzan con ardor, y a poco se cansan y desaniman an-
tes que haya llegado el tiempo de recoj('r el fruto.


y en esto se parecen a los hombres perezosos y cohardes, que, no teniendo
Rliento para limpiar de ortigas su vrrjel, a medida que van creeienrlo, siem-
bran y no recoien, porque dejaron ahogar la buena semilla.


En verdad os digo: sipmpre hay hamhre rn el pais de los cobardes y ¡)r los
jlf'rezosos.


t*




PALABltAS
Tumhien se parecen a aquellos insensatos que comienzan a edificar una ca-
~a con illtencioTl ~]e habi~arla, y ,cuando ¡.;olo les queda el tpjado por poner,
ahandonan la fabnca a la lIlteJlJ[lene, por no tomarse el poco Illas de trabajo
(Ille eruplearüm cn tejarla,


Lll'fm dc~plles e! il1\ierno con sus lImias y huracanes, y púdI'en~p. los des-
guardados techos, y desplúmase la fábrica, y Wllse sepullados en sus ruinas
Jos insensatos que la cOIlstruyeron,


Aun cuando la esperanza os engañe, no ~olo ~.iete vezes, sino setenta YCZCS
:-;icte vezes, no perdais nunca la e~peranza.


El que tiene fe en la justil'ia de su ('a usa, consigue un rlia verla triunfante;
y aquel que per:-:eHra hasta el !in, ese se salva,


:\0 digais: Es demasiado sufrir para COJllll¡i~Lar llil'ne~ que aca~o llegarún
tarde.


Porque, si no los alcanzais vosotros, vuestros hijos y Yllc~tl'OS nielos los al-
('anzarún y gozarilll en paz de elIo~.


Serán sus únicos bielle~ lo~ q{l(~ de yosotros )¡(,TeJen; yed, pues, si quen'is
dejarles cadenas, hamhre y azotes en herencia.


El que pone preciu a la j llsticia la profana; y el que calcula lo (ll1e cucstil
la librrlad, renuncia a ella en su corazon.


ta lihprtad y la justicia os pesarún un dia en la Jlli~ma halanza en que las
hllltien'is pesado, A lll'(~ilded, pues, a conocpr su ,erdadero prc(~io,


Puehlos hay que no han sabido al'rceiarlas, Y jamás se vió miseria igual a
la ~U\n.


Si' hay algo de grandioso rn la tierrn, es el n'r a un puehlo tlrJllr y resucI-
to, que camina hajo la t'~jirla de Dios a la cOlH\uista de sus derechos; que no
ceja jamás en su propósito; que, sin contar sus H'l'idas, ni los dias qUl~ pasa sin
drscallso, ni ln~ noches sin SI!C'ilO, se dice a sí lllismo: ;,Quó \ alen estos sacri-
ficios si hemos de ('Olllprar con pllo~ la justicia y la libertad '!


Es(' IlUelllo podrá e~per¡lllentar infortunios, reveses, traiciones; podrá yer-
~e vendido por (llgun .Tuda!', lllas !lO por eso dehl~ desalentarse,


Porque, en Tentad os digo: aun cllando hajas(~, como l'l Cristo, al sepulcro.
como el Cristo, rrsllcitaria al trrerro dia, YCJl('edor de la nllwrtn y dd príncipe
de este mundo, ~. de los ministros dellll'IIH'ipe de este mundo,


XXXIX.
EL lahrador, constante 11n dia y otro en ~llS afanes, se espaDe sin cesar a


la lluvia, al sol y a los vientos, para preparnr con ~u trabajo la cosecha que 1),1
de llenar en otoilo sus graneros,


1.a justicia e~ la ('ospcha de los pueblos.
El artesano se lenmla antes del alha, enciende su modesta lámpara, y tra-


haja sin descanso para ganar un pedazo de pan que le alimente a d y a sus
hijos. •


ta justicia es el pan de los pueblos.
El mercader no perdona fati¡ra, ni desperdicia tarea grande o pCflueiía, ni


se a('!lerda de! sueflo, ni cuida de su cuerpo desgastado, con tal de aerecentar
l'lIS ganancias, acumular ri(juezas, c~


ta liherlad" es la ri(Iueza de los puehlos.
]~l Illarinero eruza osado los anchurosos llInres, IlH:\ia cnn la temp('~tad,


aventura w vida en cien es('oll()~, y ~e ahandona al furor d(~ lo~ elemento;;, a Jin
dc procurarse algun descanso para cIlando I(~ at!ilhic la wj('z,




DE eN CREYENTE.
ta lihertad es el descanso de los llllchlos.
El soldado se somete a lodo !-\I'Jlero de privaciones, peleando de dia, alerta


Üe nochl', y derrama Sil sangre COIl entusiasmo por lo que llama gloria.
ta libertad es la ¡-doria de los ]lucillos.
Si hay un puehlo en la ti('ITa que estime en meno:;; la justicia y la libertad


de 10 qlll~ estillla su co~e("ba 1'1 lallrador, ~u pan el arl('~ano, sus riquezas el
JIIercader, su descanso el marinero, y su gloria 1'1 ~f)IJ;Hlo, II'Yalltad un allo
¡¡¡uro en derredor de ese jJuehlo a lin de que su aliento no inlicione al reslo de
la tielTa.


1 cwmdo lIf'gue 1'1 clia ell que los puehlos hahr(m de comparecer ;:nll' ~l
p:ran trihunal de culpas, dirale el Supremo Juez: ¿Qué hici~le de tu alll!a~ 1\0
has (!vjado en el Illllndo raslro ni ,l'ilal ¡]r, ella. Los gozes del bruto han ~i¡]o d
mnstanle anhelo de tu vida. Has preferido vivir en el lodo; n', pues, a pudrir-
le I'n el lodo.


r el !lucillo qU(~, por el contrario, haya dado lugar prefl'rente en su cor<l-
zon a los hil'I1es yerdaderos sobre los bienes materiales, ~ que, para alcanzar-
los, no haya reparado en sacrificios, ni perdonado trabajo ni fatiga alguna, ese
('~cuchará a sn yez estas amoro,as palahras:


A lo~ qlJl', han tenido alma, la recompensa de las almas. Has preferido la
libertad y la juslicia a todos los bienes terrenales; vé, pue~, a disfrutar elerna-
mente de la ju~ticia y de la libertad.


XL.
i.CJlIIEIS que la suerte del huey, criado en el establo para uncido despues al
~ IlgO, o cebado a mano para el matadero, sea mas enVIdiable que la del toro
salvaie que hll~ca lihremente su pasto por los montes?


¡.Creci, (11W d cahallo de regalo, que encuentra siempre provisto de forraje
su pesehre, para morder dl'spues el duro freno, disfrute de mejor suerte que el
garailon suelto y sin [rahas, que relincha y rPloza en la pradera?


¿Crel\is (IIW el mimado eapon, que halla siempre enlapizado de grano su cor-
ral, sca Illas feliz que la paloma silvestre, que no salle al amanecer donde halla-
rá su alimento de cada dia?


i.Creeis que el (lIJe indolente se pasea en uno de esos parques, que llaman
los hombres reinos y llrovincias, viva Yida yws grata que el fujilivo ~lue de
bosque en hosque, y (e peila en peila, camilla esperanzado de adqumr una
patria'~


i.Creeis que el siervo sentado con est(¡pillo cont.o a la mesa de su seilor,
~;¡b?rl'(~ con mas f.)u:ilo sus manjares delicados que el soldado de la libertad Sil
r<1CIOIl di: pn 11 T1l';.~ro?


¿Crl'eis que el que duerme con el dogal al cuello sohre la paja que le dú
Sil nlllO, f'oze Illas tranquilo sueilo que 1'.1 'lile pasa el dia [ll'h'ando por su in-
tlepenckncia y dc:;call~a la noche en Sil call1po sohre el duro sudo?


;.Creei:; que el coharde (IlIt' IIpva pacientempnte la cadena del escla\ o, ca-
lllil1l' nl('IlO~ abrumado que el valienle que arraslra lo~ grillos del 1)J'isioncro?


i.Crel'is <¡ne (~I hOlllhre Jlllsilúnillle f¡tle yace en su lerho de Illllc;'lr aspiran-
do hn,ta el ¡dtilllo lllOtllellto el aire inficionado que despide la tirania, slIfra
IlIrjor snerte que el hombre de fe, fIlie devuel\e a Dios su alma en el cadalso,
tan IIIlre como rlp él la rctihió?


. Trahajos y padecimiento, Jwy sohrados en la tierra; pero hay trahajo~ cs-
!{'l"iks y trahajos fecundos, padecimicntos infames y padecimientos gloriosos,




PALABRAS


XLI.
EnRA'iTE rnmin:thn por ~l mundo. ¡Dios guie nI pohf(~ dcstcrrndo!
He pa~ad() por Illedio dr las poblaciones, y hanilH' llIirado las ~ente~, y yo


Ins hl' mirallo, y no nos hemos conocido. El (h~'itl~l'l'ado ('n todas partes es-
tá ~olo.


CI/ando a la caícla de la tarde wÍa salir el humo dr. nl~I/Tw rnJwfla oculla
rn el fondo d(' un Yall(~, !le<:Íallle a mí Illi~lllO: dic"o~o ('[ <[ue se acoje por la
noche al cal'H' de ~u h()~ar (\olll("stico y (l('~c¡lTlsa allí sentado en medio de los
sl/yos. El destrl'rado en' (odas pal'trs (~stú ~olo,


¡,A dond~ van e,as nubes que arrpbata furioso el hmacnll? Tamhien a mí
me despide la temprstad, y !lO ~Ó a donde n](~ lleva; pero ¿(llIé nll~ importa? El
destrrrado pn todas partes ('stú solo.
IIcrT1lo~os son ('SOS úrholl's, muy 1wllas son psas llores; pero no ,on las


flores ni los úrholes de mi pais: no hablan al alma mia. El dl~~lel'j'a<lo tI! tl¡das
partes está solo.


Ese manso arroyuelo corre alrgrementc por el llano ; pero no es su mur-
mlTllo el (lile yo ell mi infallcia oia . .\0 trae a mi nWIlloria ningull grato re-
cuerdo. El desterrado en todas part!',; est:1 solo,


Dulces cantares escucho: jlero las alt'grías (ple despiertan y los pesares
qne renlH~\an, no son, ni mis pesares, ni mis ale¡.;rias. El (lestel'raJo en todas
part('s está solo.


Hanme prrguntado: ¿Porqué 1l0rais?Y cuando lo he dicho, nadie ha llorado
t'onmigo, porclne nadie me comprendía. El desterrado en todas partes está
solo.


He visto aneianos ro(]ea¡]cs d(~ hi.ios como el olivo (k sus vástagos,
pero ningl1n anciano me ha llamarlo hijo, ningllno de sus hijos me ha lla-
mado hermano. El desterrado en todas partl's ('sUt solo.


He yisto YÍrjenes sOlll'pirse con sOllfi,a tan pura y dllke ('nnlO la hrisa drl
alba a la yista de su prometido esposo; pero ni ulla sola elllre ellas lile ha ~OTl­
f(~ido. El dr~terrado en todas partes está solo.


He visto gallardos Tllancl'hos pedlO ("on l)('eho ahrazado~, como si ur) dos
,-i(las qlli~ieran hacer una sola; pero ninguno de ellos me ha apretado la mano.
El desterrado en todas partes está solo.


J\o hay amigos, esposas, padres ni hermanos sinó rll la patria. El des-
terrado en todas partes es(ú solo.


na trrguils a tus lamentos, pohre ¡lpsterrauo, (Ine uestPrra<1os es(an todos
como tú: tr!dos ven vasar' •. desaparecer padn's, hermanos, esposas y amigos.


La patna no esta en la1terra; en vauo la hll~ca el homhre; lo que llama
patria 110 es SillÓ el nl1Jl'rgue de una noche.


Errante caminaha por el mundo. ¡Dios guie al pohre desterrado!


XLII.
y fueme en sueilos mostrada la patrin.
Fuí elevado en espíritu sobre la fejion de las sombras, y yi romo rl tiempo


las iha arrebatando con indecihle veloziuad al través ul'1 e~pnci(), como arre-
hata el austro los lijeros vapores que se eleyan y disipan a lo lejos por la
llanura.




DE C~ CllE'lE:1TE.
y subía y suhía Illas aun; y la realidad, invisible a la vista material, me


aparecía clara y distinta; y escllcllé sonidus que uo tienen eco en este IUUlHlo
de falltaslllas.


1 todo cuanto escuchaba, y todo cuanto nía, era tan yiyo, y mi alma lo


f)ercjj¡,~, con. lal potencia, (Iue cuanto. (~ntollces había creido yer y esclu.:har no laJml sIdo SlIlO un sueno ,a~o e llIl'Jerto .
. ¡, QIJ(\ diré, pues, a los hijos de la noche, y qné pueden ellos comprenuer'!


¿1 desde la eUllIlJre de la elerna luz, !lO h,~ vllL'ltu yo a caer con ellos en el
Sl'IlO de la noclL(~, en la rl'.iioll del t¡eillpo y oe las tilli('hla~?


y () YI'ía COIIlO un ort"ailO iIlIllO,il, illlllCibO, illlillilo; y en e:;te oc¡;aJlO tres
or'(;nnos: un oc(~an() de fUl'rza, un ocl'ano d~~ luz y un OCl><lllO de Yida; , eS!lIs
tn's oc(;anos, lWl1clr;lndo~l~ ~ill conrlllldir~e, forlll~lhan uno solo, ulla sola uni-
dad absoluta, 'indi\ i~ihlp, l'll'mil. .


y psta unicIad era El 'lile es; Y en lo íntimo de su ~L'r un nlldo inefable
ullía ('ntre sí tres persollas (lile me ÚWl'on llolllbrac[;:s: y ('ran el Padre, ellllju
y ('1 H,,¡liril,!, ,habia allí una ;:;,'ill'ra~'i():l lllis!',Tiosa, un aliPllto misterio~o,
¡ivo, f('t'lllldo :'y el P:¡llrc, el !:¡¡~) y el E~lllritll eraa El lJiW es.


1 d Palln~ ~e Ill(: n'pr,'s,'illailil CO!llD un poder 11111', en el sellO del ser infi-
nito, con el q!Le ('~I;'1 idelltilii';¡;/o, no [iCiW mas que U!l acto lh~l'ilH\Jle~lle, COill··
pleto, ililllil<l!lo, qll(~ es el !IliSlllO H'r ¡lIlinito.


y el Hijo ~e IlII' J'I'IJl\',clllaha m,no una palahra, permanente, completa,
ilimitada , qll(~ l'~¡;n~sa lo que obra d poclr:r dd Padre, lo Illle el es, lo (llIe
!'s el S(T irdinito,


\' el Espíritu se me rt'presl'ntaha como el alllOr, la efIlSiol], la aspiraci~)!l
nlutua del Padre y del lliJo, aniluóndolos con una \'ida coman, y aSJluismo
;tUimando con vida pl'rtIl<uH'nte, completa, ililllilada al Ser infinito,


1 /r¡,; tres eran uno: y 1'~tl)S tre,; erall Dios; y ~(~ abr¡¡w]¡al1, \ se unian en
('1 impenelraltle s[lnluario' (le la ~lI~tancia indivisible; :- esta uniOll, esta fusioll,
eran, en el sello de la inmensidad, la eterna alegría, el eterno deleite de
EIIJ,wes. '


y en las profundid;:des dl~ e,;te ()('éano intinito ele "ida, nadaba y flotaha,
y se dilataba la creacioll, al llIodo dl~ una isla que dilata~c incesantemente sus
playas 1'11 IIIl'clio r11~ UIl !llar sin lllll¡ll'~,
Dilatábast~ y ~e abría rOlllO lIriOl J]or que, tenielHlIJ en el agua sus raizes,


l'stiende sns largo, lilallll'lllos ~ sus corolas [101' la superficie.
y yeía ~() ellcadl~lIai'Se t1ll0S ~('l'(~S(,()11 otro~, y producirse, y desarrollnr,e ('Il


toda su ¡nHuila \aril'dall; I'lllpapúnr!o,e y alimenlúndose de una saYia que ja-
llJÚS se ap:ota, y <¡lit' (Os la luz, la frll'l'za y la ,ida Hl que es.


y cuanto ha~ta elltOlH'l'~ hahía e~tado 'oculto a mi Yisla, se me manifestaba
lilJre de la corteza material de los scntido~.


Hotas ya para mí las lcrr('str('~ trahas, pasaba yo de un mundo a otro,
como pasa acú ahajo nu(',lro pensamiento dl~ una idea a otra idea; y de~pues
de halwl'llle ~lIlllerjiclo y ahismado en estas maravill,ls dpl ¡¡od!'r, de la sa!Jidll-
ría y d('1 all!Ol', lile "lllllcrjía y lile abismaha en el manantial mismo del amor,
del poder v de la sahiduría.


Entollces cOllocí lo que era la patria; me emhriagué de luz, y mi alma, ar-
n'hatada entre raudales de armonía, se adorlllecía ~()bre las celestes oudas ea
('\:la,is indecihles.


y vcía des]lIrés al Cristo a In derecha del Padre, despidiendo de~tellos de
gloria inlllortal.


y veínle tamhien ('01110 UIl místico cordero inmolado sobre el ara; ejl\rcitos
¡Je ánjeles y dl~ hombres rescatados con su sall~re, le rodeahan cantando sus
alabanzas y trihutandolc acciolles de gracias en el lenguaje de los ciclos.




46 PALABRAS
y una gota de la san~re del cordero caía sobre la naturaleza lánguida v


seca, y la miré trasforrn,lda de repente, y las criaturas todas (Iue yaeian eil
su seno, palpitaron con vida nueva y alzaron la voz diciendo:


((Santo, santo, santo, es el que ha destruido el lTIal y vencido a la muert!')
y el Hijo se redinó en el seno del Padre, -:- el Espíritll les cuhriú con su


sombra, y pasó entre dIos un misterio di\ ino, y se COlllllovió cn silenóo la
bóveda del cielo.




DEL ABSOLUTIS~IO
y


DE LA LIBERTAD.


nos doctrinas {btinta~, dos ~iSl<'llWS (l¡mc~tos se di'llUtan hoy el imperio
del mundo: la doctrina de la lilH'rlad \ la dodrina de! ail~ollitislllO; el siswrna
que or~aniza la ,ociedad ,ohre la has,: lid derecho, y el ~i~tcllla qlll~ la ahan-
dona a la fuerza hrutal. I.os Il{',;tinos futuros 111' la 11Il!lIanirlad depl'lloer:in del
triunfo d(\{'i,iro <id UIlO o del otro. Si la \ idoria ,1' dcciara pr)r la fllcrza hrn-
t:t/, pncorrados JI<!eia la tierra como los brutos hajo el yll;W, tristes, nJlldo~,
rendidos de cam;,lIlcio, hostigados elllpero por el iútigo del aillO, yeranse lo;,;
hOlllhres uncidos al arado aje'no, elllpapando con su ~udor y con Slb lúgrilllas
cl hondo surco que trazarún lIIal su grado, sin llIas e'lwrallza (jlll' la de se-
¡tultar hajo el últilllo tl'ITon la rar;.:a illsoportahle de SIL IlllSl'ra c"ist\~llcia. Si,
por el contrario, llegan~ a triunfar l'i c1l'recllO, entonces la hUllIanidad calili-
llará por la via de ,alv<lrio!l con la cerriz el':.wida, Sl'rella la frellle, \ la vis-
ta fija en el pOl'wnir, ¡rl()rio~() "ulnario en 'l! lte la \lnl\ idellcia ha del)(),itado
los hienes que destina a Sil per'l'\"cl'ancia.


b Ilwha ('litre (',los dos sisl(,ilIa~ se tralla y se estil'nde llIas y lllas cada
dia, De una parte e,lún los pm'lllos, agl)tada ,11 p;1('ii'lu'ia y sllfrimiento, ilt"-
diplIllo en deseos y ('~l)('ranzas, COllII1:)\Ic!OS pr:lt'lIlltlailleIÜI' por el ill~tiillo. que
harto tií~nlpo clpjaron dorillitar, de: Lo:!o CUilnto constiluye la dif;llidad y ~rall­
d('7.il ¡]p[ homhre, poseidos, ell ¡¡n, de la fe que tienen en la jll~1 ieta, de! amor
i¡lll~ sienten pe)r la liberl<Hl; la ClIal, bien entendida, no es otra cosa ~in() ei
Y(:l'dadcro ¡'¡rden, y a I:ll~ a cOllfllLÍsta marchan con firmeza y n~s()lilCion. En cl
opll('~l() bando militan Jos poderes absolutos, con sus sol:[;Hlos y ajl'lllcs diycr-
sos, disponiendo (/p lodns los recursos, del oro, del crédito, ducúos, en fin, dc
las infinitas n~!1laJ<ls 11I1\~ les proporciona ulla or~anizacioll, cuyos elementos se
enlazan ~- sosliclll'll llIutuamellte, en tanto f¡Ue, fuera de ella, torlo Yin; aü;/ado
y cnlllprilllido, lodo 1ll00imiento se (·,trella LonLra Ull muro de bayonetas, toda
palahra enCllf~lltra ('co 1'11 los oidos dd espía.


,\;](Ia parece lilas desigual, a prillll'ra \ isla, que las fucrzas respcctiras dc
(',tos dos bandos contrarios. Pero debemos oh~enar, en primer lugar, que
cuanto mas mI1lH'I'OSOS son los ej:'rcitns, tanto lllas inillcdiatas son SIIS re1aeio-
nes con el lllwhlo, de donde salen, y tanto lilas simpatizan entre si en ideas,
~speranzas y desc.os; !>o("(jUP los eje"rcitos son pueblo en SIl mayor parle, y sns
mterescs son los mtere:ies del pueblo; y por lIlu(;ho que se empeñen en dislIa-




tiides de esta idea, no es posible qlle sean siempre un instrumento pasiHl eu
mallos de sus oprt':iOl'l's. Por otra parle, si consideramos que los ga~t()s l'secsi·
\OS e ill(li~p(,ll~ablt;s para el mantenimiento de estos ejácitos de])(,Tl callsar tarde
o temprano la COlllUll IJancarota, que cada dia amenaza con lIla~ 01' IJ/'O\illlidad
a los eslados l~nj'ope()s, no es dificil prcyer que llegará el dia en lJlW l'sas nu-
merosas titlan.i('~, reunidas para sosten de IlIs tiranos, deberún forzosamellte di-
soln;rse por falta de tesoros. La esperiencia HO'; enseila además (Iue, euaudo
dos fUl'rzas, una material y otra IlLoral, se empeilan en porfiada lucha, la
,idoria queda al fin por esta última; y la fuerza !lloral siempre está en favor
de los puehlos. Para conveneersl~ de esto, hasta solo considerar el sistema de la
lihertad, fjlle lo, puehlos d(~tirllden, y el si,tema del absolutislllo, que los sobe-
ranos dd muado qlllerell hacer prevalecer en proYecho suyo.


El sl~teilla (k la libertad, que radica en las le~ es lilas sant;¡~ e imprcscrip-
tible~ de la natur;¡lrz[:, representaría el órden, en toda SIL perfeccion, si fnera
[losihle realizarlo l'()l!i¡,lNanlPnte en 1'1 nllilldo. Pero, aunqlle esta perfeccion no
('~tl' hoy al a/canze del homhre, a causa de la enfermedad dl~ e~jlíritll que le
COlb 1Il11 e , no por e~1) deja de ser el obieto a que debe siempre aspirar, el lin a
euyo logl'O (khen dirijirse constantemente SllS e~fllerzos. Su('ede (,JI eslo millos
pueblos lo mismo (~uc con los individuos: ni unos ni otros SI', yer<ln jamús ('0111-
pletamente libres amante su rida de las dolencias (Iue son, hasta cierto punto,
ins('Ibrable,; (]e la 11Ilntana naturaleza; pero unos y otros puellen y d,,!len ha-
cer inr:esant:~s progresos en la curacion, que l'tll[lÍl~za en este lIlundo ~ conclu-
ye cn la Neruidnd.
• De ¡¡(III[ h~ ~,i~!l(~ (JIte la sociedad, progresiva por natui'aleza, implica cam-
hios nmtinuos y reYII!iH'iones sucesi\'3s. lIay muchos que se alarman al oir el
~()Io nomhre (k rC\'olueion, y en verdad que, si por n~\ olucioll entiendell los
desórt!plll's ll'lI) naturalmente producen las pasiones y los intereses esalta-
dos en toda nacion en que fermentan Ilue\as id(~as y espl~ranzas, súhrales
razoll para alarmarse. Pero. cuando esas revoluciO\ws adelantan un paso
('n la carrera dc la cirilizacion, dando principio a una era lllas yenlurosa;
('.(I<1111[O son hijas del cOllocillliento del derecho público, desarrollado ell las in-
telijencias; enlonCI'S tienen un carácter muy distinto, (I!le le dan los resulta-
dos, y por lIlUdlOS sufrimientos que de ellas se orijilwn, d(~hell ser, no tpllli-
das, sinó deseadas como beneficios que la Providencia dislwll~a a los pueblos,
en prueba del influjo que ejerce en los destinos l'lIturos. Ellas nos convencen
de la presencia de Dios en el lllllllflo; porque, en efecto, e,as grandes tra5for-
ilIat,ioPf'S llue cambian, al par que elmall, el estallo dd j('Il(\rO humano, esas
brisas repentinas que le impelen al través de mil escollos haeia pla~ as llIas
risueIia~, ren~lan, a no dudarlo, el poder inmediato e invisihle de la divinidad.


La re\Olueloa Illas grande, la llIas trascendental hnjo torios aspectos, que
ha conmovido a 105 pueblos de la tierra, fue e! estahlecimieuto de! eristianis-
1ll0; y la lJlll1 estú v('j'itil'ámlnse en Europa desde hac(~ cincu('nta aüos, no ('s
sillo la cOlltinuacion de a([uella. El lIlIll IlO cOlllPrenda esta yerclad, es incapaz
de comprender la importancia de los succsos contemporáneos, (llIe ilpenas han
bastado a preparar diez y ocho siglos de trabajos sociales. Yen efecto, ¿ qlll~
es lu (Illt' buscan los puebl()~ de hoY'! ¿ QllclTún aeaso JIlodificar la forllla de
sus gobiernos, o reforlllar talo cuar abuso, o introducir en sus lr'~ es esas me-
.ioras que gell(~ralnwnte S(' ('reen necesarias? :\0; no es esto por cierto lo (lile
tanto eOl1llllleVC y ajita. ()llieren snstituir un principio COIl otro principio , ~in
alterar la base de la SOCiNlad: la desigualdad de linaje, con la igualdad de la
naturaleza; (~l dOlllinio ahsoluto y hereditario de a l:2: u nos , con la lihertad dI'
todos, ¡. Y qlH~ otra ('o~a l'~ l'~l:) ~i'lló pi cri~tianismo, ('lile traspone los lillJitl'~ de
la sociedad purament\' reliiiosa, y se difunde por el mundo polílico, animiÍndolo.




y D¡¡ LA LIBERTAD. 49
rejuveneciéndolo con su poderosa existencia, despues de haher perfcccionado
el mundo Illoral c intelectual, Illas aun d(~ lo qllejal1l(ls pudo halwr,e e,perado'?


.El Cristiallismo, bajo el punto de vista en que ahora lo l'onsideramos, sentl)
por principio fnndamental de su doctrina la igualJad de los hombres an[(~
Dios, o, lo que es lo mismo, la igualda(1 de derecho de todos los miembros
de la gran falllilia humana. Y a(luí debemos ohservar que e"la illlportante doc-
trina no tiene valor histórico ni filosolico siHú admiticndo la unidad de raza;
porque, a no ser así, pudiera acontecer, romo sm'tuvo .\ristótcles, (llle una raza
flJ(~S(~ superior a otra por naturaleza, lo cual destruía la igllaldad ('ristiana. La
doctrina (le! Cristianismo, qun enseila, de acuerdo con las tradiciones antiguas,
qHe el linaje humano nace todo de un solo tronco, es, Sill disputa, la Illas fa-
\orahle a la humanidad, y dehe conservarse c\li(lado~anH~nt(~ CO\110 basp q\l(~
es de la justicia re<:ípro(:a (~ inmutahle, y fundamento de toda sociedad equíta-
tiva. En e~te re~peeto, la ciencia, que a vezes se ha dejado guiar por la osadía
de sus conjeturas !isiolójicas, tiene deberes muy importantes que llenar.


El principio de la igualdad de los hOlllbres ante Dios debia lIeeesa-
ría mente enjendrar otro, (lue no es sinó la alll¡Jlilicacioll o. me¡or dicho, ];l
apli¡:aeion del mismo, a saber: la igualdad de los hOlll]¡\'('S entre ~í, o la i¡.",al-
dad social; pues, si c\istiese una ¡]psigllaldad radical l'11 cuanto al dl'l'l~eho,
~erían los hombrl's desiguall's desde ~u oríjen ante de Dios. La igualdad
relijiosa tiende, pues, a producir la igualdad civil y política, como ('onse-
cuencia y cOlllplemento de (~lIa misma; y la lórma de esta igualdad ]lo!itica ps
la libertad, (lue (',c1u~ (~desde su orijen todo jÓIll'ro de dominio, (Iue el hombre
pretendiere atribuirse sobre el hombre, y le ohliga a considerar la sociedad
como l/na a~o¡:incion libre, euyo ohjeto es garantir los deredlOs de todos ~lIS
IlIiellJ]¡ros: esto es, la libertad y la independencia primitiya de cada uno de
ellos.


Estos derechos, garantidos por la asociacioll, son de dos clase~: ,1 . a lo~ de-
rechos espirituales, o, l.) <¡ue es lo mismo, la libertad de conciencia y la libertad
de pensar; libertades que ~olo Dios puech~ enartar, CO\110 lúlieo autor de la ley
1I1Oral que une entre sí a los seres intelijentes, y fuente prilllitiya de la yel'dad
y de la razon; 2." los derechos materiales, que tienen por objeto la consernl-
¡'ion de la existencia y la poses ion de las cosas necesarias a la ex.istencia; esto
es, la Iihertad individllal y la lihertad de la propiedad.


De a(Iuí es que, siendo el ohjeto directo de toda verdadera sociedad garan-
tizar los derechos del homhre, deberá naturalmente garantizar a todos, en el
,)rden esterior, la lihertnd del pl'llsamiento y de la conciencia, en el órden po-
siti\o, la seguridad de las personas y las propiedades.


La libertad del pen~alllj¡'llto y dp la enncieneia, unida simultáneamente al
reconocimiento de una ley moral, única que hace al hombre so('iahle, es anie-
rior a la !ormaeion de toda sociedad libre, v condicion indispensable de ""
e \isteneia. •


.Esta ley, por consiguiente, no puede depender (le llIollo alguno del pacto
~()cial, ni ser objeto de las dellheraciones a que están sujetas las d(~lllúS leyes;
"sí es (llW la ley civil y política, no pudiendo estatuir sohre e,;te derecho pri-
lIIitivo, que 110 le es dado crear ni destruir, debe reconocer su superioridad ~.
de/(~nderlo de los ata(lues que tiendan a alterarlo, prohibiendo y eastiganuo
;\(I"('llos actos que no sean conforlllns a su espíritu.


La lihertad 1)(~rs()11al, o el derecho de vi\'ir y obrar Iihremente, implica
la ikjitimidad de tocio poder que intente lilllitar esta misllJa lihertad; es decir,
que implica la (,olH'rarion de todos los ciudadanos para formar las leyes qUl'
han de g()bl'rllarlo~.


El elemento físico natural de la sociedad tlO es el individuo 1 sinó la familia;




:)0 \IEL AB~(JLliTl~'IO
porque el elemento dphe ber perpétuo COlllO lo es la sociedad; y d !Iolllim~
muere, pero la ülIllilia no JllUere nunca.


Ella l¿unilia se compone del padre, que es el principio gl~nerador, d(~ la
madre, que es el mediO de la gerwracioll, y lid hijo que e~ el t(~rlllilll). Estos
tres componentes forman PI hOlllhreorganico cOlllpleto, ellwl1lbn~ n\[JI'oullcido,
p(~rpétuo , que nunca mucre. En ('sLe concepto, el Illillrilllollio, ~ill el clla! nI)
puede haber familia, es la h;:¡se fundamental de la socil,da(l.


La segunda base es la propiedad, porque sin ella no es posihll1 la vida; v
así como la vida no se interrumpe al trasmitirse del padre al hijo, tampol:J lit
Ilfopil1dad se destruye al traslIlitir~e por herencia. La propiedad y la villa SOIl lereditarias, porque son inseparables. Y puesto Ilue el hOlllbre no puede vi vil'
sin ulla propiedad cualquiera, permanente y transitoria, talll(loel) podra ser li-
bre si su propirdad está sujeta a estraf¡a~ deJll~nJencias, si !lO es dueüo abso-
luto de su campo, de su casa, de su industria o de su trabajo.


La Iihertad de la propiedad, y la propiedad misma, Plwi!en ser atacadas
de tres modos distintos: 1. 0 Atrilmycndo, hien sea al Estadl) o al jefe del Es-
tado, 1In derecho prilllitivo de dominio y po~esion sobre las tierras, lo cual
equivaldría a un derecho arbitrario, aUnl[lle indirecto, de vida v nwerLe solJre
los colonos; 2. 0 Atrihuyelldo al Estado, o a su jefe, el deredlO 11e l)(~rcibjr, por
Yia de contribucion, una parte de los réditos de la propiedad, sin el consenti-
miento de! propietario; Jlorque este de[,(~t:ho, al cllal no es po~ihle seilalar li-
mites, impliea e! de apoderarse dl~ lo~ bienes todos () el (k JloIII~r1os confiscar;
;1.0 Atrihuyendo al Estado, o a su ,¡efe, e! derecho de administrar I:ís propie-
dades de los súbditos; pOrl[UI1 el derecho de administracion es inllerente al de
pose~ion, sin el cllalla propil~dad es lit'licin.


Bien f;leil es ahora cOlllprender que la ajitacion en que hoy ~e hallan los
puehlos cristianos, no es otra co~a sillo la aCI'ion ~ocial del Cri"tianisllIo, ([lll~
tiende incesantemente a realizar ell el 1)['(1 en Jllllltil::l y civil las li"\\l'tadl'~, CII~ o
jérmen se encierra en la máxima fundamenta l !le la i)!;llaldad de los hombres
ante de Dios: a emnncipar del poder humano la contiencia, y a poner h
propiedad al ahrigo de los ala(¡ues del mismo pnder. Reorganiz<lllílo la sociedad
con este doble carácter, es como puede con~eg;\lir~c tan Hollle y elerado objeto,
ele modo que los gohiernos, sim;lles e¡I\::llton~s Ilt~ la ley h!~l:ha p0r tOllos, o pnr
los delegados de todos, cuide S()laIIlGntl~ rk <¡ll:~ nin¡':;ll!lo Lr;L;p;I~'~ 11l~ limites de
su deredlO , ni amcnaze el dereeho (l la lih:~rtad de 1m; dl':ll;is.


En la lihertad espiritual se reasulllen: la lihutad de rclijion o de cullos, la
lihertad de t'nseiíanza, la lihertad dl~ illl[ll':'nta ~c la lih(~rtad (II~ ;bOl:i:ll:ion.
Cuando cuallJuil1ra de estas libcrtadc's 1';'; inLoillJllda, (Ipjan d(~ (]',istir loda~ ja~
demás. Xo prcgullteis al pueblo, que se vea privado de estos d(,l'echo,; natura-
les, hajo qué forllla de gobierno vive, sinú linio IJUi~ tiranía.


La libertad de las personas ~' las propÍl'dades tiene por l'un(lanwnto el prin-
cipio del poder eleetivo y responsahle; porque, sin la n'~pon~abilidad del poder,
no es posihle la libertad, y, si w\.istl~ esa reslnn:iahilitlad, dl',;apart~I'I~ el p()(lel'
hereditario. Amhas cosas se esrluyen um a otra.


Contra los abusos del poder herc{}¡tario,!lo hay otro rem:'llio sin(¡ la m<Íx.i-
ma, generalmente admitida, 1111 I[IW el po:kr es alllisihle. PI~ro es alllisihk
de dos maneras: o por Yias paeí1iLas o por insuITec:cion. ¿ilalmi quien vacile
entre estos dos medios? 1 organizar una ~()('ieclad , ¡. no es precisamente adop-
tar ciertos medios que la lwrmitan 1'11 lililo evento poner a sah'o sus derer:hos,
sin tener que recurrir a los azares peligroso:; de una i nSIlITI'('Cion?


Tales son los principios que por instinto tratan los puelllos de realizal', y
que sin duda realizarán tarde O temprano, pon¡ue un derecho va cDllocilÍo es
UIl derecho conquistado. .




y DE L.\ LIBERTAD. :j\
El homhre no renuncia jamás a lo que cree justo, ni lo podría, aUIHlue qlli-


siese, porque ~ll natnraleza 5C lo impide. Esta es la fuerza !lloral fIne está de~­
tinada a triunfar eternamente de la fuerza material.


COlllparemos ahora las doctrinas dd ~\hsollltismo con las de la tib~rtad,
que acabamos de espoller.


Tres documentos tenemos a la vista de donde puede estrael'~e la pura e~en­
cia doelrinal del sistema absoluto. Los dos primeros son unos cateci:;nlOs publi-
cados (lor órdcn espresa de los emperadores de Rusia v ","ustria, para sen-ir d(~
testo en las escuelas de instruccioll primaria: no [lllelte darse cosa Illas autl;ll-
tica. El tercer doeulI1entü es un escrito semi-oficial, (Iue produjo Imcc algllllos
afíos una viva scnsacion en Halia , donde los gobiernos tuvieron buen cuid.ado
de repartirlo con profusion. Examinemos primero los catecismos.


Su ~Iajest<ld Au~triaca ensefla a los niflOs en el sUJo, que tanto los bienes
como las personas de sus vasallos le pertenecen; que es dueüo absoluto de uno~
y de otros, y que puede disponer de ellos como Illejor le plazca. Si esta doc-
trina llega a encontrar ceo en las demas naciones, tendrá al menos la ventaja
de simplificar estraordinariamente la administracion púhlica. ¿.\ccesita, por
I~.iemplo, S. M. tropas o dinero? "\1 uno dice: Ihíme tlt bolsa; al otro: Dáme tus
hfjos, y no necesita mas. Todo es suyo; todo, sin escepeion. Este es su cvanje-
110, la úncna. mwva que manda S . ..\1. anunciar a los pueblos en 1l0lllhre de ./e-
sueristo; y sin duda, temiendo que algun imprudente, por de,;cuido o por mala
voluntad, quiera alterar la pureza de sus máxilllas desde el púlpito, ha dis-
puesto (lile en algunos paraJes, en .\Iilan, por ejemplo, se obligue a los sacer-
dotes a someter sus sermones, antes de publicarlos, a la ilustrada censura de
la policía. Preciso es que los ..\Iilarwses estén podrido,; de espíritu y eorazon p'lI·a
que no hendigan un gobierno tan paternal. ¡lngratos pueblos de Italia, (llle no
agradecen los beneficios que les prodigan sus soberanos! ¿Qué pueden ya es-
perar sino la venganza del cielo justamente indignado?


Por lo dicho. se vé que el emperador de Austria tiene una idea bastante
aventajada de su persona y de sus derechos; pero, en esto, no puede sostener
comparacion con el emperador de Rusia. Gefe de una secta segregada del ca-
tolicismo, el Czar I'\icolás ha creido, sin embargo, deber ocuparse de la
instruceion rclijiosa de sus vasallos católicos: j tanto es el zelo que le anima ca
favor de la verdad!; y en un catecismo impreso en Wilna, que se enseIia de
oficio en todas las eseuclas e iglesias de su imperio, les esplica como dehl'n
l/dorar al autócrata, y les revela con suavísima llneioll el ¡;¡¡lIo que, en COJl-
(;iencia, están obligados a trihutarle. Y en efecto, ¿no es el Czar la imújen, y
mas aUII, la encarnaeion misma de la Divinidad? Póstrense, pues, de rodilla~;
"11 yoluntael es la voluntad sUl)rema; sus órdenes son mandamientos divinos ~
BierH's, "ida, todo elehe prodlsarse, todo sacrificarse a la menor in,inuaeion del
T{lrtaro-Dios. Débcsele amar Oe corazon, débescle obedecer, mandare lo q uc
1l.andarc, sin que nadie se atreva a (luejarse, ni aun a solas, (¿ l'jemplo de Je-
sucr~st(), que se sometió sin murmurar a la condena de muerte que dictó contm
piZa autoridad lejitima. La pluma se nos cae de las manos al copiar tan ini-
cuas palabras. iSin duda estaha reservado a ese hombre el traspasar los límites
de la h¡a~feIlli;¡!


Héstano5 hahlar del tercer dowmento. (f) Lo que mas admira en e~te no-
table eserÍlo es la fidclidall, la inimitahle franqlleza con que d autor reSUllll~
l'! sistema eolllpleto elel absolutismo, valiéndo:ie de un estilo, p burlesco, ya
revestido de la mas candorosa atrozidad. Allí no hay retieencias ni hipocre~ía;
lo que se (luiere decir, se dice sin rebozo. Es un acta cándida del consc-


J) Dialoghctti suBe malcrie corrcnti ncll anuo Ig31.




DEL .~IlSOLLTlS~lIJ


jo del Pande.monio. ,\ ~"ezes el auto: parece iJ:~lignarse de qae una Jlolítica co-
harde le ohlIgue a fhslr!lzar, modlÍlcar o debilitar, Jlor eOl\sl(j¡~l'aciolles d<~ prll-
dencia, las doctrinas Ilue son en el loado la pauta inral'iahit' de Sil sistema. En
cuanto a nosotros, que apreciamos so]¡re todo el ICTl::uaje frallco, claro, sill
equíYoc?s ni rodeos, ¡l'jos de censurar al. fogoso dcfcn~or lid <b;polislllo por d
desprecIO que hace de ~llS pretendidos Illlrallllcntos, le ag-radecemos, al contra-
rio' la hrutal sinceridad de sus palalmls. Las (',pl'(~sioll('s q lit; elllliedo o la ('au-
tela detendria en lúbios de otros, salen de su hoca con rJZ clanl e iuteJiji!Jle:
así podrelllos apreciarlas en todo Sil \ a/oI'.
~o nos detendrelllos a e'\alllillal' los primeros diúbgos, a Hn de lIegnr cuan-


lo antes a la conclusion, donde el autor espone en conjulIlo lo" llIediD,; <[ue, a
juicio suyo, deben emplear los príncipes para alianzar ~u~ trOllas \ a¡;ilalllc~.
Í~sta es la \}arte llIas euriosa e importante dl'l libro. "\0 obslan:c, par" <[U(~ ('1
lector pue( a formarse una i(bl l'\acta de los ¡H'OYCl'CilS, deseos, si'nli!uienlos "
mú"imas de aquello,,; a (luiencs el autor ['('prl's::nta, Velll:OS a insercar al¡..!:rl:¡;¡·~
trozos de un lli;i!o;;o entre la Europa, la Francia y la Ik;!:lllr;li'ioll. En el I'S--
tablece el autor su teoría del [EliJe!', 'llIc\ por cierto es hieil sl'I1cilía.lli'h, Sl'!('llll
ella, ha dado los pueblos a los rC:eS, y, por tanto, les pert(~1H'<'!'H COJIIO jJ;'rl.l'-
nece el ganado a m duefw; son su ¡¡!'Opic'dad, ~u pai.rilllonio, \ e;,~() hasta.
En cuanto a pactos, ci)llstiLilcio:l(~s, carlas etc., ni ,ofiar!a~ ~;i([lü(~ra.


L\ EClloP.\.-¿.Quién os ha n'elucido a tan miserable estado'?
L.\ nl:~T\LlI\CIO\.-La Carta.
L\ EClIOPA.-¡.Y <¡ue Carla es ha I¡ue IJace [anto nlielo'?
L\ HEST.\¡;¡L\CIO'I.-Pa!'(~et~ que e;; Uil (,olltrat() ell!re el puehh y el r~y.
L\ ErnoPA.-jlll conlrato entre el pneh:o y el rey! ¡roto a niba~!; 110 po-


dia imajillarse rosa peor. ¿Es acaso la Francia un tenducho filie se al<luila, o
es el rey de los franceses IIn cochero que SI' contrata por un tanto al llIes'?


L.\ FH.L\CL\.-Pero, lllumú, ¿como quiere C. (lile los reyes reinen sin
partos?


t\ EnwP,\.-COlllO han rein<!do siempre, antes (ilH~ S~~ inYl'lltaS('ll esas ho-
herías de constitucioneS. Has de saber, hija mia, 'Iue los rey('s no Iwihea ~1I
autoridad de los pueblos, sinó de Dios, <¡IW, habic,Hlo criado a los hOlltlJl'1:s
para que viviesen en sociedad, ha h(~,:!ro llt'c(~s<!ria la autoridad ele un jpL, (llH~
Jos gobierne, y por eso ha mallllado a [os pupll/os (llIt; oh,'dl'zL'ail a ~:us ¡¡r¡a-
ripes. El rey ¿¡ebe procurar, en lo que sea IJOSiblP, la felizidatl di!! pueblo, y el
puehlo debe obedceer ciegamenle lus Illall< alos <H rey. E~t" es la gran Cart a
escrita por mano de Dios, y grahada por la naturaleza en d eorazon de lo;;
hOlllhres.


LA FUA'IcL\.-jlas, por Dios, mamá; y si el rey quisiese el mal del pueblo,
¿como lo impediríamos sin tener una constitucioll'?


L\ E[lloP.\.-~ifla, los reye~ no quieren ni pueden (lucre!' nunca el lllal (1:-J
pueblo, porque el pueblo es la familia, y el patrimonio del ri~y, y nadie jJuede
desear el lIlal (le su propia familia ni la ruina (ll~ su palrilllonio.


L\ Fll.L'íCL\.-_\ JlL'sar de todo, los franceses telllan uJHH.:onslitucion, bue-
na o mala, pl~ro ulla constilucion jurada.


[A nE~T\L1t \CIO'l .-Si; l)('ro ('~{)sillram('ntos no ohlig:líl de llIodo al¡,::ul1o a
los reyes. La Europa enlt'ra (h~hio ai'lIwr!il' para eeh,1r por tierra e:,a ('nrh~itll­
CiOll, desmembrando la l,'ranci,l, si ]>i'~'i'i,<) i'IH'''l~, para mayor s~'gurid,:d. ¿Lo
I'utl'ndeis?


L\ FII \ \CIA.-¿ Y quiea sahe ~;i el l'e~ Lui~ ,\Y111 l;!) la ('olL(:edió CS]lOlltú-
ncalll e 11 Le'!


L\ RE~TAL'H.\CIO'l.-¡DollOSa Íllea! ;Figuraos ~i el jlo1Jre sellor querría \o;n'l'
a ~1I pais alado de pies y n[(1Il0~, y con las bn13'\~ raídas p,tra <¡ue cualquiera




y llE LA l.IBERTArI.


pudiese darle azol('~~ Xo, seflora; la tal Carta rué una píldora que le hicieron
tragar por fuerza. 1\0 tUYO otra alteiTIali"a: o Carta o nada.


tI El BOj'.1 .-¡. Y ([1\(" motivo ¡H"lo inducir a mis huenos hijos de Francia a
t'ometpr tnfl CllO['JJ!P (úlla? ¡.\o considt'rarol\ que la causa de un reyes la cau-
~a de los r('yps lodo:" y que, si se dejan Cf('CI~1' las u[¡as a un pueblo, crecen
tamhlrn las u[¡as de los (h'ilJaS?


tI HEST.lClI.\l:¡()\ .-Eso mi~lIIo decian la ESJlcl'iclIcia y la 1Jiscrrcion; pero
la Poliliea no prnnitió <¡UI' ~e les ¡',cllt'!Jnse.


L, E¡;l\ol'.I.-¡.Y (IUÓ razon('s alPg:aha ('~n csclljJc-scntcn!'Ías?
LI HESTAlI\ACIO.,.-J)ecía que era preciso tratar a la, fieras con dulzurn, en


vez de irritarlas, y que la Frnnria no puede ser Yencida por la fuerza.
LA EUlIll'l.-¡(JIII' desatino! Yeintitinco a[¡os hemos estado comhatiéndola;


y ahora que le helllos metido en el cuerpo un lliillOIl de ha~'onetas rusas y ah'-
manas, y que tenemos eS]l(~dito el camino para meterle otras tantas, quieren
(IlIe vacilemos en el1lplear la fuerza!


L\ Fll I'íCIA.-iIJianlre! ¡Uayonetas a la Francia!
tI E¡:llop.\.-Si, seflora, bayoncws! A los picaros y a los locos se les hace


f'ntendrr la rnzoll a palos.
L\ Fll \'CLI .-\0 hay ha~t[mtcs bayonetas en las cuatro partes del mundo


para avasallar a la gran nacion.
LI Eu\Opl..-lIuhiéranla hecho pefluc[¡a, Y todo quedaba concluido.
h Fll\:'iCII.-¡.COlllO?, i.de~pojar a la Francia de su territorio?
lA ECllOI'I.-:-l¡ por cierto; un buen tijeretazo a las frontera~, (una buol/rt


tnsah ai fOllfilli; y la Inglaterra sc llevaría un pedazo, otro el Austria, otro la
Espafw, otro la Prllsia, otro la lJolanda, otro la llaviera. otro el Piamonte, v
I:on algunos truerIlles para mantener el equilibrio y satisfacer a la Suiza v lit
HlJ~ia, todo se hllhiera arrrglado. En cuanto a vos, linda seJiorita, os hubie-
rais fluedado con la hoca allierta, y la gran nacion, cOllvertida en pequefla,
no \olH'ría en dos o lres siglos a turbar la tranquilidad del mundo.


LI Fn.\'ír.IA.-¡.\y, mama! ¡(JlH'~ erueldad!
LI HEST.Ill\ \<:10, .-Dispensadme, S('llOra Europa; pero eso de derribar el


trono dn San Luis. y repartir la herencia (le los Bürbonl'~! .....
tI ErRoP.I.-Seflora mia. cuando los hijos de San Luis viven como rehBl-


des, es preciso cnstigarlos como casti(2;ó Dios a los ;injcles qm' Sl~ h~ rebelaron;
y en cuanto a yuesl!'o, dignisimos Borholles. Illas les l'üllyenrlría reinar traJl·
fllIilallll'nte en una Francia IwquefIa, que yjyjr espuestos a ser asesinados o
guillotinados ('11 ulln Vrancia lilas grande. (1)


Estas dedal'acio:ws son (le lIn \alo!' inmenso, porqllc srrvirán para desen-
gnilar a los ilusos ac('rea dI' la Sllerte qne cabria a la Francia, si fuese vencida
1


)1)]' alguna otra eoalit'ioll I'urol)('a. \0 hay que dudarlo: harian con ella lo 'fll(~
lici('j'(¡n con la Polonia. Diga ahora cada clIal, en conciencia, si es este el pOI'·


Yr'nir qlle desea para su patria. i Oprobio a los traidores o cobardes 'fue, vién-
dola amenazada, no estuviesen dispuestos a derramar Jlor ella hasta la últi·
ma gota de ~II ,;an¡:n'!


A rste di;ilogo sigue otro, en que, al tratar de la insurrcccion de la lirecia,
hace el autor una solemne apolojia de la lejitilllillacl del (;ran Turco. En yana
sosliene la Libfl't((d que «los grie¡¡os tuvieron razon para sublevarse, aun cuan·
do I'upse ,010 por amor a la relijioll, {lIlP,to qlle no debe sufrirse que UII pueblo
eristiano ~ea esclavo de los musulmanes.» La ."ir 1/.W¡(C: le contesta: - (JlIien la
mete a hablar de relijion? ¡ Bien os cuadra, por cierto. el papel de devota!
Además, el Cristial1i,mo predica fidelidad y olwdiencia, condena en todos casos


(1) Pájin., 11 á U del opúsculo oilallo.




DEL ABSOLUTISWl
la rehelion, v el Evanjelio de los cristianos quiere que se dé al Cé~ar lo que es
del U~ar. El Cósar de 103 Griegos es el Gran Turco, y al rebelarse contra su
autoridad los Griegos han yiolado la ley cristiana (1).


El último diálogo S(~ cOlllpone dI' llueve escenas, y se titnla Villje de Poli-
chinela. Polichinr/r(, inducido por el Doclor , sale con <'l de ~úpoles, poco dps-
pues dn la revolueion de Julio, para n~nir a disfrutar en hancia d(~ las dulzuras
de la libertad. Rien se adivina lo qlW vieron en este ¡)<lis en aquella ('[loca, v
aun es mas fúcil asegurar lo que hubieran YÍ5tO tres aüos dcslllles. Afluí es don-
(le el autor se encuentra mas a su:, anchas; IWro fuerza es confesar que, si su
ironía es Hmsq.j<1, es a lo Illenos justa. Es justa, P0f'(!Ul', cuando un pueblo lOe
resigna a sufrir ciertos insultos con mengua de su dignidad; cuando, dcspucs
de haherlo arrie~::;ado lodo, de haberse espuesto a toua clase de peligros por
romlllistar su lihertad, dohla al siguiente dia la eeITiz al yugo, y se pavonea
('011 sus cadenas cual si fuesen un eIllblema del órden, y se arrodilla ante un
¡wbierno de policía, y se deja ensillar, embridar y apalear; este pueblo llJ('ren~
:-ier elludibno de las demás naciones, y no hay burla ni sarca~JlIO, por insul-
tante que sea, qne el mas cobarde y vil esclayo no tenga Ilerecho ]Jnra dirijirle.


En lin, disgustados con razon de lo que ven, el Doctor y Polichinela con-
vienen en qlH~ no pueden hacer cosa lIIejor que yo]yerse Cllallto antes a Sil lmis.
En el ramillO tropiezan con una vieja, a quien pregunta el Doctor como se lla-
ma. - (('\Ii nombre es la Espericllcia , le responde; siempre he sido amiga de
los reyes absolutos y lejitilllos, porque he visto que, sin ellos, se vive mal en
el mundo, y que esas porquerías de cartas constitucionales no sirven mas
qtic para metpt zizaiIa entre los homhres y corromper su índole. 1 por lo mis-
mo que les quiero bien, les he escrito cuatro letras para darles un huen consejo;
sí, porque, acá para entre nosotros, los pobres reyes vna :lIgo descaIllill:lll()~;
y, si no escuchan los consl'jos de la Esperiencia, es probable que va~ au todos
a acompaiIar a Cárlos X. Tened la hOIldad de llevarle esta carta.))


EL l}ocTOR.-¡.1ipnlos de lIe\arla a todos los reyes (le Euro]la'~
L\ l~~PEI\lE\CL\.-Pucde que haya dos o tres que no la necesiten; pero,


:>111 embargo, enlregadla a todos ellos, que a ninguno le pesarú elleeda.
}~L DOCTO!t. - Pow a poco, huena vieja; con mucho gusto nos ellcargarc.-


l1l0S de este mensaje, pero adn'rtid que no se puede hahlar a IO:i !'l'yes COIl
demasiada libertad. Teneis trnzas 111' ~er !lIujer de resolucion; i quien salle lo
que habreis escrito? Creo (Iue eritareis el que tl'ug;¡¡UOS (Jite arrepentirnos Ik~
nUI'~tra emlw jada.


L\ ESPEIlIE:\CL\. -);"0 tem:lts indiscreciones de mi parte; pero consiento en
que leais mi carta para mayor seguridad vuestra.


EL DOCToR.-Leamos, pues, y luego haremos lo que deseais.


LA ESI'ElHE'íCU A LOS RElES DE LA TIERRA.


«Príncipes, ¡. qlll\ l([lrei~? i El mundo se precipita, un fuego yok:ínico :lrdr
ílehajo de Hwstros tronos, la gangrena CO!Toe ya las entrnflas 1]1'1 clH'rpo so-
cial; en !:lnto que vosotros, inrlolentE's, pretendeis rural' sus 1I!1~a~ con sna-
Ye:" paliati\os, sin querer recurrir a los remedios sen'ros y elicaze:;! De~i)l'r-­
tad de tan fllne~t() It'l<lrgo; H'd que lo~ lihcrale:; no se chanceall, (JlW Sil ill--
tencion t'S horrar yucst ros nomhres del almanaque; y acordaos que a \"llcstrit
causa está unid:l la causa de los jlnehlos, qun, sep:un los Ikrretos de la l'ro-
,-idl'ncia, dehl'T1 sl'r glliados, d('f(~ndidos y salvados por los reyes. COII,"ltad
d espejo de la H'rdilcl, seguid los impulsos de vuestro corazon, y no os dpjei~


u'. Pf1jina 0 tlt'1 mismo opúsculo.




T 11Il LA LIBERT.\D. Ij:¡
seducir por los [)(;r/idos halagos de esa prostituta que lIamais Política. Leed
la Ili~toria, y :ljlro\l'chao~ de ~Il~ leccioni's; y si r¡ner('i~, en fin, traer al huen
('amino esta gen('n~¡jull estnl\ iada, emplead los remedios (lue os dicta la Es-
llel'll~ll(,¡;¡. ))
. !'OUCI¡¡'IEL\.-Hasta aquí lodo ya hien; no se ofenderán los reyes.


E,';I'EJ\IE:\CL\.-¿. Y COlIIO pudi~te ima,iinar <lue yo quisiera ofender a los re-
yes? \ada de eso; le~ hahlo con confianza porque soy dueI1a y scflOra de todos
dios, y talllhipll porque ~Ó que no lps dis~nsta escuchar ciertas cosas al oido,
(,liando' se les lwhla en len"ltaj(~ conlial y sincero. Por lo demús, la Esperien-
ria em;efHl a respetar n los qlle Dios ha colocado al frente de las naciones, l)or~
<pIP, dOlllle conclllye d respeto dehido al rey, allí principia la ruina delllUe )10.
Pno continuad 1('\ enrio. s('ilOr Doetor.
DOCTOH.-«CU~\llllo ~OlIlOS testigos de alguna mala acrion, lo primero y lo


mas natural es que alzetllos el grito y clamemos contra el malhechor. Alzad,
pues, el ¡-(rito de,rle lo alto de vuestros tronos; aconsejad, reprended, ame-
lI:lzad, 2' ('(:had a un lado esos miserahles edictos, que soleis puhlicar d(~
Clwndo ('11 cuando, elHlulz,Hlos COIl palabras de miel. J/nhlad como reyes, (PW
tienen derecho a mandar v a hacerse obedecer a toda costa. Eseilad a los
huenos para que ellos lIlisiílOS delaten a los malos. El mundo está inundado
dI' lihros, folletos y lwriódic()s (¡IJe ('spareell entre los homhr!)s el contajio:
haced vosotros que lIul'\an ,ohre la tierra eseritos saludahles para (¡He sirva n
de antídoto contra la corrupcion de las intelijcncias. Emplead las Husmas af-
ilias de qU(~ se \':11('11 YlJ('~lros enellligos: si los reheldes atacan a los lieles C011
el ridículo, ridirulizad vosotros a los apóstolC's de la re\olllcion; si veis que
el Y(~neno de la propaganda se Hndl~ a íntimo precio, repartid vosotros gratis
ni cOlltrarell('no del aJ¡~olllli~lllO. los hOlllbres han dado ahora en la llIallla de
leer, y a \'ezes un pnpel hien escrito puede mas que un batallon de granade.
ros. 1\0 Ilesprecieis, pues, estc g("nl'ro de guerra, que tambien rosotros ha-
llareis hombres de taleulo y de valor que quieran prestaros ~u f)luma, si sa-
líeis lJUsearlos, y premiarlos, y sobre todo pagarlos. ¡.Ollien (e vosotros ha
~a~[¡1I1o hasta hoy, en famr de los esnitores que defienden los tronos, la
cuarta parte siquiera de lo que paga a los profe~ores de las uni vl'rsidades, a
}le5ar de que saheis muy hien que inclinan a la jlln.'lltud a trastornar los tro-
nos'? Creedme, príncipes, hahlad y haced que otros hahlen, bien ciertos de
que cada voz os hahrá de comlnistar un corazon.l)


POLIClI!'iELA.-jluv bien dicho, si, seilora. Los lales liberales, ya se ve,
('omo a¡wnas tiem'n <¡ilÍen les contradiga, nos llenan la cabeza de ma majad(,.
rías; pero, si hullil'se (¡uien sacase a relllzir la camisa sucia del liheralislllo, no
embaucarían tan t':icilmente a los pohrrtrs con sus dias gloriosos de reyolu-
cion, COlllO ellos dieen. Si huhi{"Sellllls leido antes el diario que ahora se puhl i-
ca Cll :\!ú¡\('na, titulado La ro: de la rerdad, no nos huhióral1los cansado (h~
ll{Je~tro rey para correr en busca de la soberanía popular, (¡ue, despues de to-
do. ('S Hila l()('ura.


LA ESI'EBIE:\cr\.--lIi¡os mios, el DurIue de :\Túdrna, al!fl(I\l(~ sus estados no
oCllpan llIucho ~itio en el mapa, ha hec 10 un hien inmenso con estahlecer ese


11l'rirídico: ha dado IlIuestras d(~ tener un corazon Yerdaclcramente realista, y la llll're('irlo hit'n de la sociedad entera. \0 dndris que a estas horns el periú-
dieo ele ~lódL'lla ha hecho inlinit:ls cOllrcrsiones. Pero Si,'..(U1110S con la lectura.


DO<:TOH.- ,,1:11;1 ndo pnra contrnrr a los malos no haste lerantar la roz, de-
lJl'is krarrtar el 11l';¡ZO y castigar; pero el cnstigo ha d(~ srr cruel, inexorahle.
tos (¡lIe han meditado el trastorno de la sociedad han tOlllado sus medidas
de ant(~lllano; han predicado la IlIl/IWl/irlilrl y la modrmcion en los ca!;(iyos. JlI'l'-
parando de este modo la illl]Jl1nidad para sí y parn. los t'uyos. Al fin os haheis




dejado engañar con estas cantinelas, y, a trueque de adquirir fama de huma-
nos y clementes, haheis (kjado de ser justos. De este modo hahei~ fraIH¡ueado
anclio camino a la iniquidad; la seguridad del perdon ha roto las Illurdaza~
del mirdo, y 1'01' cada traidor que hahris ahsuelto, cien vasallos leales Sl~
han animadu a ser traidores. Príncipes, volved al antiguo sistema; ) si que-
reis tener puco que castigar, sed mexorahles. Ya haheis prohado a curar el
lIlal con la tolerancia, y lo halleis elllpeorado; derrall/{ul ahom sal/gre por
via de prueba, y vereis cmllo pasa la moda de sublevarse. Empezad por jas
faltas leves, que son precursoras de los dl'litos grave~, y haced que vllcs(m
justicia llls CIIsligue con penas set'cm.\' y {lTriNes. Las almas ferozes no S(~ a~us-
1an de esos castigos puerile~, que solo recomienda una necia filosofía. Dios,
que es el padre de las misericordias, ha creado un infierno para castigar el
pecado, y nada ha contri/mido tanto a poblllr de almas el cid/) C(JI/IO la cn~ll­
!'ion del illfil~rno. ]\0 dcrrameis, en hu en hora, la saIlf!rc inocente; pero vil'ill
pi'/'sllodido,l' de que 1/(J ha!J '/IIrjor }ll'incipe que aqllel ClI!JO primer minislro rs el
l'erduyo. Mantened este código en todo su vif!or, y conseguireis que en Yues-
tro~ reinos estén tan seguros los caminos <.:Omo los cuerpos de gUilnliil, os
ahorrareis de tener que alimentar en las cárceles a un enjamhre de criminales,
y los malyados no pensarán en derrihar YUl'~trl)S tronos.»


J)ocToH.-)Ie parece, ahucia, que hahlais l'Jl esto con Ikmasiada severidad.
POLICIlI~ELA.-Al contrario, yo creo que habla perfectanwnte J~ien, y en


c3las maten as los truanes como yo sahemos mas que los doctores. Cuando ha-
llÍa horcas y huenos cordeles, el solo nomhre de la justicia nos hacía tl'lllblar,
v nadit~se atreyía a morer las manos Jlor temor de YI~rSe en la cárcel; pl~ro
flOy las camas nos hacen reir a todos, porque sabemos que vienen a parar en
nada. Para los grandes crímenes casi slclIlprc hay perdon; y, cn ('u anta a los
delitos COlllunes, con algunos lTIeses de cúrcel o algunos aflos dl~ presidio Se'
¡;ale del paso. Estos son casti¡ws quc nadie teme, porqne no~otros los pobres
estamos mejor en la cárcel que cn nuestrns casas, y cl presidario que no es
tonto gana doble y trahaja menos que un honrado trahajador.


ESPEIIIE\CL\ .-Hijos mios, creed lo que os diee la Esperiencia, y estad se-
guros de que la pern-rsidad ha ido en aUlllento en d mundo desde C[1Il' no ~e
castiga con rigor a los pl'ncl'sos. Si los reyes no quieren ('I'eermc, quP COIll-
pulsen los rejistros de los tribunales, que comparen los de a(l"dlos tiempos
llamados bárharos con los de la época presente, y I'I'1'fÍn si se COI/SITI'C( mejor [n
'l/Ioral¡Jlíblica con la humanidad /ilowfi'ca, o can la horca !J los cordeles. Con-
tinuad leyendo.


DOC'l'oll.- « en buen padre debe evitar (lue sus hijos se acolllpaflen de ma-
los amigos, a jin de que estos no los ¡wJ'\"ierlan con dcpravados consejos; y del
mimlO lIlodo un príncipe f!l'lulente dclw prucurar que no se pervierta la índole ¡)(~
sus lieles vasallos, y que los que ya estén inficionados no se acaben de corromper
con la lectura de libros perjudiciales y sediciosos. llien só que ya estais COll-
\encidos de los desastres que ha producido la imprenta; pero no v(~o qU(~ ha-
~ais pensarlo en construir un dique súlido y ('apaz de contenerla. ¡(luereis im-
pedir que vuestros súbditos se enveneni'n, y dejais que el veneno circule lihre-
mente! DeJwis hacer de 1I10do que la polltica y la relijioll ohI'l~n de aellerdo;
que una y otra espíen de dia y de noche v sean inexorables, si quieren
eurar de rúiz la pi'~Le de lelras flue se p]'()]la~a bajo todos los disfrazes. So-
Ilre todo, desconfiad de esos escritos calenturientos que corren de mano en
lIlano, y desterrad de vuestros estados, al menos por alguno,; anos, iudos
los perúldicos y flacefas esf f'llJIjeras. La lIIa~ or parte de estas publicaciones I'S-
tú vendida al partido de la revolucion, o cuando menos le adula para lograr
lIWjllJ' de~Jlach(): y no hay una sola de ellas qu(~!lO introduzca siquicra una




\ m: L.\ LIIlEItTAJI. ,.-.J1
onza de veneno. EII materias de reyolucion, el relato lIJas seneillo es siem-
pre peligro~o cuando la prudencia del censor no lo It)odilica. Las intelijen-
('ias, CUIIJO los euprpDs, están snj('tas al contajio, y la historia de los e~cún­
dalos es siempre contajim:a. Por l'sto os aconsejo quc apartl'is de la vista y
del oido de vuestros súbditos cicrtas e~cellas y noticias, por muy vagas que
sean, pues es un n'í.ioma hien conocido que '¡¡arlie r!csm illlilllJ: W/IICl!O !file
1!J1wm ,))


POLlClII.\'ELS.-¡.Y que harún los ociosos cuanrlo no tengnn periórl icos?
ESI'I:HlE'íCL\.-¡.Qué hacían hace dos siglos cuando no los hahía?
DOCTolI.-'le parece, huena vieja, (Iue talllbien en esto llensais con sollra-


da :.;eycrirlad.
ESPEI\lE'íCL\.-.\miguilos, cuando un niflO está enfermo es preciso ten('['jo


a dieta, y y;¡l(~ rnns <[Ile !lo['(~ y 'Iue patL>e <¡up el que se muera de illclije,tioll.
"lielltras dure el rólpra revolucionario, es necesario ~uj('la[' la illlFl'l'nla a u/w
dicta ]'ig()ro~n, sin qlle deúan permitirse abso[lIflllllcn!c l/Uf,) pcrúírliros IJIU' aqlle-
lIos IJlle definirla n (t las r:!{(/'({s el )l((rtido de la justicill. Yo (Iui~i('ra que C!l
cada nncion no huhiese lIlns que ulla sola gaceta oficial y un buen periódico
de amena literatura, en los cuales podrían puhli('arse, con la ['('sen'a COllrc-
nicnle, lns llotil:ins estranjeras y el e~tado de las "ellas I('lras en otros paises.


llocToR.-¿Es decir (Iue (Iuisil'rais que los periódico:; fuesen un monopolio
real?


L\ ESIlElllE'\"CL\.-¡ Pues no! Si se ha estahlecido el monopolio de la sal y
del taha('o en "p[[('licio de la lIacienda, ¿ con cuúnta lilas rnzon no (Hwría e~'"
tahb'l'rse e1llloJlopolio de la imprenta en henelicio de la relijiol1, de la políticil
y de la sana mor"l"1 Continuad, SPllOf (Io('[of.
, llOCTOII.-«.·\dl'/IIÚS, cuando se quiere que los chicos no hagan dia!Jlura~,
~e les da juguetes para que se entretengan en su hahitac¡o!l y no salgan a I'C-
voh'!'r la ca,a. Del mismo modo se dehe ckjar a los pueblos !jtl() ~l~ ('nlret~'Il­
t!all l'1l SI/S ('hi~Il\('s dOIlH·'sti('()s () municipales, porque, si e,tún ocio~os ea
('asa, ,aldrán a tra,tornar los asuntos de la nacian. En esto, ql]('rido~ prín-
cipes, hnheis cOfllptido un error ;rrnvísimo; y ningullo de Yllc,tros l'stadi,tas ha
comprendido tod;H~ia que d tra,;torno de los estados pl'Orif:nc en gran parte
de esta falta. (; uiarlos de un zelo Iilal entendido de soheranía, haheis priya-
do a vuestros vasallos de todos sus fueros, derechos~' priYilejios, concenLranrl ()
en el gohierno todos los hilos de la administraeion, y por eon:.;i;.wil'lIte todo
¡,riDeipio de acti\ illad y de.vida. Con selllcjante túctica halH'is, heeho que ,lo,; lOf!lhres vivan como estral1.Jeros en su proplO pab ; ya no son cIUdadanos, SlllÚ
hahitante, ck las ciudades; hnheis malarlo el espíritu local, y ha nacido el e,-
píritu nacional, qlle ensoherbece a los puchlos inspirándole~ deseos <¡ue nntl':-;
IlO [(~I\iall. Destruidos los intereses privados de los municipios, las voluntades
:;e hall aJllnlgamndo, y reunido el! una sola, que SI' ajita y llIuere por UIl solo
iillplllso. Ya 110 teneis fUefwS para resistir esa t('rrible \olllnt"d Ila('ional; sois
illlpot<:nt!'s parn contrarestarla. lJieide el impera. ¡.Po['([nó ha/¡ei~ olvidado
esla profunda nlú,illla, grahnrla tiempo ha enla hasa de lo~ tronos? llahei, qm'-
Ti do gobernar al mundo con uIIa sola rienda, y :ir os ha roto entn: las manos.
JJiritle ('( ill/¡!I'I'It. Dividid, separad los puehlos de los pucblo~. las prorincias
d(~ ¡as pro\incia~, las cinclades de las clllchdcs ~ 1.:; pero rll~j"d que e ¡¡da 1l~1f)
t~~nga sus illteres!'s di~liIlto" sus furros, estatutos, )H'i\ilrjios, d('['¡~('ho~ ~
fj'all!Jlli('ia~. De/lid que los/meó/os se e¡¡(n(ellllil¡1 ('O1} intFilfas de (Ujll¡¡(I!i¡IÚ ¡¡/U,
qlle wl/{¡il'úmclI 1/ illlIl/cjeN las ('osas !Irl municipio: de cs{c modo los tiltdw!rlllus
ucrJ'1Í1I que son alyo, re~u('itará el inlt'['(;s local con la elll<ll:l'ipacioll de 1:1',


;1) Divídete 1'01'010 da popolo, provincia úa provincia, citt da cittá.




lJ¡¡L AllSOLCTlSMO


ayuntamientos, y desaparecerá ese fantasma del intcf('s nacional, quc trae
trastornadas todas las calJezas. Escuchadlllc, amados príllcipes: ,..,'í de repellte
se resistiesen lodos los caballos a tirar del carro o rt lll~t'(({" la carga; si los
bueyes se obstillasen en sawdir el ?JligO y 1/0 quisiesen arar la tierra, ¿creeriais
acaso que la lIaturale:a de estos animales habia ulIllbúa/o'! i.~o huscaríais mas
hien la causa de su indocilidad en la mala disposicion dc los arreos, o cn la
impericia de los arrieros? I'lIl~S ('sto es lo C¡lIl~ os ~lln:cle COII los pueblos: ~l'
han rebelado, y no <Iuieren sufrir el : ugo de los re: es; ¡.IHlI'(lllé, pues, os
elllpeflais en suponer que ha camhiado la natmal('za del hl)llll)['(~, P!l vez d(~
huscar la causa de SlI indocilidad en el lIIodo inhúbil IIl' ¡";l)lwrnarlos? Pe~¡)d
hien estas razones, yolnd los oio~ atrú:i; y ~i qupreis que la,; jenl'rariollcs dl~
hoy sean tan dóciles como las pasadas, gobernad COIllO gobernaron vuestros
abuelos.»
. POLICIIL'\ELA.-Estoy admirado de tanto saber, aunqlle no cOlllpremlo una
Jota.


ESPERIE'\CIA.-Bien sé que hay razones que no están al alcanw del vulgo, )'
<¡ue totlas las opiniones tienen su vulgo. 'Ii carta no va dirijitla al populacho,
~inú a los reyes, Continuad, Doctor; no perdamos el tiempo.


DocToll.-una de las causas principales del trastorno de la sociedad C~ la
demasiada ilustracion del pueblo. La literatura ha encendido su tpa J' va .der-
ralllando por todas partes torrentes de luz, (Ille penetran ha~;ta en la ruda 1I1te-
li¡encia del verdulero y del mozo de cordel. 1\0 digo que los súhios estén de
sobra en el mundo; pero mucho lilas conveniente es que haya zapateros, sastres,
herreros, lahradores y artesanos: necesario es que haya una clase de w~ntes
honradas y pacíficas, que se contenten con vivir entre~adas por la huena fe a
otros, y que de buena fe crean que el mundo delre ser gohernado por inteli-
jencias superiores a la suya. Para cslas jPll/es 1ft lcdllra es 7lerjudicia!fsima
porque cslunula sus entendimientos, que la nalurale:a lue destilladu a [ullciunal'
en un círculu estrecho; les suscita riudlls, que SI[ if/IIUrallcia 110 les permite Tesol-
rer; lI's acostumbra a recrearse fOil los placeres del alma, que hacen inso/lorla-
ble el trabajo monó/ollo y pesado del cuelpo; y ('11 fill, despierta en ellos deseos
desproporcionados a la humildad de Sil coudicioll, hasta yuc, ¡{CSfO)/[cn[os con 01t
sucrte, se resuelven a buscarse atril mejor.


Por esto os aconsejo que, en vez de fomentar la ci\ilizacion, protejiendo
demasiado la illf'truccion del puehlo, la ]'edllz('ai~ a los límites (llIe e\ije la
prudencia bien entendida; que, si en t'/Ies{ros reillos hubiese un hombre tall hlí-
bit qllr, 1'011 una sola leecion, Pllrlierain/unrlir CII los delluís /odn la sabiduría
de Aristóteles, y toda la finura!J cortesanía del primer jentil-lwllIúrc del I'!'y de
Francia, SITia preciso que lo mandas!'is lIIa/lI/' I'1WU/O (/I/les, ]}III'(1 (TUI//, que
cOIl.m cOIl/ajio ocasionllse la TI/illa de la sociedad. Los libros y los estudios dl'-
ben reSenYlrSe a las clases altas, o al jl'lIio de alyllll hOlllbre es[/'({o}'(li//aj'iu
que ('o//siya hacerse superior (( Sil ('o11(/il'iol1; ]lOI' lo demás, cOJlfl:u{oi(' el ~a­
patero con su lesna y el labrador {'on su es/era, sin que jll/lllís ]lamitais que
'rayan el pen:crtir Sil cora:on y a Irlls/ol'nal'se la cabl':({ (:/1 la e,w'lleln dellll/'rr-
beto. Po)' e/'ecto de es(/, di/úsioll lIlal en/eJld ida y desjll'o]lorclOllad(( de la cul-
tura, os hallais con u// ellj~fm{¡}'c de palurdos ?J yallllpancs yuc, q/lerlendu, a
despecho de la lIaturale:a, lfJlwlarse CO/l llls d'lSCS alias, h((1/ sac((do ¡JI' q/li-
dula sociNTad; obligándoos así a dejar sin camisa a la IIlitad de vuestros súb-
ditos para dar calzones a la otra mitad. que, nacida para ¡";:lIlar su pan con la
azada y el arado, pide empleos y pensiones, y pret('IHIe ¡:all¡1rSl~ COII la plllllla
una vida cómoda y re~alona. Todo~ esos sabillillos ~in \ enladera instrllccio]\
ni sólidos estudios, se¡)ores a medias, cllyo patrimonio apenas les alcanza a
Jloner la olla, descontento5 con Hl suerte y envidiando la de los demús, son




1 [JI; L.\ LIBEllLUl.


combustibles ¡úciles de inllamarse al primer soplo dc la reyolucion. Disminuid
la cultura con discrecion y prudencia. y así e\ ltareis que la llama abrasadora
de e:ia pretendida filosofía incendie la mina oculta dehajo (h~ vuestros tronos.


POÚCllL\ELA.-10 no soy mas que un pobre la::arorw ~ 1); pero conozco (I'w
habla lí. CJn sohrada razono Si mi madre. la tia Polichinela. IlO hubiese hecho
la polichinada de enviarmc a la escuela, ' sería con corta diferencia un burro
fOlllO soy en el dia; pero, al menos, hubiera aprendido Ull olicio, y contento con
mi suerte, lile ganaría la vida hOllradamente. Pero j ~ a se Yé~ lile ells('flaron a
leer ~. escribir, me llenaron la (:abeza de mil paparruclws, y ya no puedo
Ill'Qstumbrarme a la cama de paja y (( las gachas \'2;, y cátame a Polichinela
(lue viene a buscar ¡(¡rtuna al pais de la LOn~tipaeióll tC()n~litllcion).
I~SPEIIIE'iC[A.-Alllit;llito, los homhres no han nacido todos para una misma
eo~a. Si todos los animales fuesen elefantes, no hahría asnos ni gallinas. Las ar-
mas en manos del soldado sirven para defensa y seguridad del pais; pero po-
nedlas en manos del pueblo, ¿qué resultará?: pendencias, insultos y asesina-
tos. Concluid la lecLura.


1)ocroll.-«Sohre lodo, si quereis asegurar la tranqUIlidad de vuestros
;,;úbditos, dar solidez al trono 1 pOIl!'r fin al desórden de los pueblos, haced
<lue vuelvan los tiempos en <lue la rclijion era temida y respetada, pues hoy
lodos la desprecian, todos la dL'5conocen, y ni aun en los templos inspira ve-
neracíon. Los ministros del altar son hoy asunto de chacota para el popu-
lacho, y el nomhre de fraile no sirve ya sinó J)ara designar al homhre vicioso,
o para caracterizar las acciones mas torl)es y e~honestas. Esk odio, este des-
precio de las cosas relijiosa'i, es obra (e la f(~volucion y de la imfliedad, su
aliada. Bien saheis que los golpes que ha sufrido la relijion han hecho temblar
los tronos, vacilantes, y sin embargo, ¿qué habeis hecho para restablet:er en
los corazones el illlpeno de esa relijion protectora de los tronos'! ¿Cuando
se ha visto a un rey poseido de zelo santo y verdadero por la cau~a de Dios?
Príncipes, ~ois rclijiosos, sois huenos; pero ¿atienden siempre los re:- es a la
re[jjion y a la coilcieueia para gobernar sus estados? ¿}io suelen los príneip,-,s
llIas relijiosos emplear la relijioll en servicio de la polítIca'! Poned la lilaila so-
hre el cora7.0n, pasad la vista por los anales de yuestros imperios, y respoll-
dedme con sinceridad: ¿l/ay algun reino donde no pueda formarse un yolú-
men t:on los decretos y reales órdenes contrarios a los cánones de la iglesia'!
¡.lIay algun palacio donde no se halle al meno~ una sala adornada con los
despoj'JS dl~ los convenlos'? ¿.lIay algun gohierno (¡U e 110 haya hecho derramar
J,¡grilllas al pastor del Yaticano"? ~ltentras la relijion, humillada por los reye~.
I¡;¡~a de tcmblar antc el poder del trono, ¡.como podrá recobrar su dOllJinio.
('n los enrazones'? ¿Y eOlllo. podrán los pueblos someterse al imperio de los re-
y('~, si no los conltene el freno de la rclijion? Príncipes, reflexionad, meditwl
hicll mis eílnsejos, y no perdais la esperanza. El Irollo y el altar deben ser
sielllpre aliados; ceded la primada al sacerdocio, sin humillaros a 'SIlS pie~.
jlOrqlle, allllt¡lle sois hijos prilllo,jénitos de la iglesia, como hijos deheis acatar-a. SCfwid el ejemplo de esta madre piadosa y discreta; servíos, como ella, dn
1't palabra , (h~ la astucia, de la clement:ia y del rigor. para, curar las llagas
de la relijioll. Heponed las piedras (¡ue los impíos han arrancado del altar, y la
¡;olidez dd altar dará solidez a vuestros tronos.»


l'oLICllL\l-:L\.-,\I¡!;o larguilla es la carta, pero no por eso es mala.
/)oCToR.-Eslú (':,('rita tOU demasiada libertad.
ESI'ElllE'iCL\.-La \'l~rdad, de¡;ll11da o nada. Si se quiere que los puehlos ha--


¡.:au caso de las amonestaciones que se les dirijan, es preciso hacerles ver que
• E~t(' nomhre sr el" rn ~;ír.olefO;:1 lo~ v.1~ahundos,
,~) El orijiual dice polenta, 'lile ~s una pasta dé arroz de uSQ'mu~ ¡cueral en Italia.




la verdad no hace escepcion de persona~, y que lo mismo hahla al rey lllH~
al últilllo de sus vasallos. De no hacerse así, creerán que el e,<:riLor ha vell-
dido su pluma, y no les harún illl)m:síon las palahras (l(~ la \('rdad.


DOCTOll.-¿ Y como hemos de yalernos para entregar esta carla a los reyes
de Europa?
E~PER!E'icLL-Si os quereis ahorrar el yiaje, haredla imprimir.
DocToR.-¡Diantre! ¿quien nos darú permiso para puhlicarla?
g'I'EltlE'IclA.-Si no podeis conseguir que se imprima púhlicamente, Ita-


cedla imprimir en secreto.
D;lCTolI.-¡,Pero eslaría bien hecho el publicar un escrito sin permiso de la


autorida(l?
E,PEfllEW[\,-Tenris razon; eso no snría ohrar corno hOlllhre dn bi('n; pero


}Jorfeis ellse~ltrla en cOlljiau:a '(( UIl Sl/l)cl'iol' illls(mr!u y discrc(o,; rerei" !{IIC, ,~i
7101' cOllsirll'l'({cÍlmcs de prudellcia /lO os permile }w{¡liclfJ'/ll, {(lll/clIOS se ale(jm/'a
de qlle [a illlpl'imllis y {{({(jais circulll/' clIlJ/r!eslil/({)nClllc.


DocToR.-Bien, bien; se hará como deseais.
Io que s(~ acaha dn 1('('1' no es otra co~a sino la esposicion dara, franca y


exacta de la idea se(,l'clu de los que ho: gobiernan elllllllHlo; y la conducta (lile
observan en todas partes está enteramente confórmc con esLos prill('ipio~. Ya
salwIlIos, plles, lo que sn propOlwn y como 11[(11 de \~;¡lers(' para cOl\se;.wirlo. Lo
(Ille Illas nos admira en e~ta teoría del de~jloti:;lIIo, (~S la arlllonía, la coordina-
cion lójica de todas sus partes: la llIas insignificante lllodilicacion daría l'n
tierra con todo el sistema. Los cOllsejos que [Ja[,(~I:en lilas e"aj('r:Hlos, la,; mú"i-
Illa~ mas atl·01,(':; son ('()n~(~('IlL'Ill'ias rigoro~a:i del principio que se 1¡llil're hacer
lriunCar, y es illlposihle atenuarlas en lo Illas mínimo ,in que de 1'110 Sl' re-
sienla la n"actitud lújica que las arrastra con fl[('['za irresistIble a tales (',lre-
mos. Por e~o cuando veo (¡lIe los príncipes o SIIS aj(~ntes ponen en prúcLica lan-
tas l'"ecrables iniqllidades, condenlJ IlIl'llOS a Jos h()IlII11'('~ ¡¡ll(' las doctrinas
que los dOlllinan. Su misma tiranía, de qlle son esclaYo~, les ohli~~a a ahjurar
lodo ~l'ntillli('nto de jllsticia, de piedad, de al!lor J'ralel'llal; ell IIna palabra, a
despojarse de la forma humana para convertirse en no ~0 !file C~i){'rie de fantas-
ma infernal. Dios, qlle ha mareado SIlS frelllps ('on (lna H'ilal hOlTilde, ha <¡lIe-
rido (¡lIe su solo aspecto e:<panl,N', al IIII111do, a fin de (1'11' ('1 horror Illle in~pi­
ran fuese ya el principio de lo:; tormentos eternlh a fllw II~s ha cOlld('mldo.


Considl'remos un instante el ,islema (Ille nos pre,etilan COIllO eJllI(H]I'lo mas
p{~rrecto de una Ol"¡!;anizacioll sorial. PrillJ(:ro de Lodl)" el prill('ilH', cll~a \o"m-
tad absoluta todo lo puede; a su lado el ,enlugo; ~ a ~us pies, las Ill~rS()na, y
los bienes de sus súbditos, que constituyen su patrilJlollio. i. :-\erún al JIIellOS I(¡,;
]¡ollllm's i¡rllaks en su miseria, iguales en su esclavitll<l"! i\o: do,; razas hahr:i
distintas: ~l'parada~ para siempre: para la (lila ~e r(,~(,l"\all lo~ hielll's, la ill";-
trucclon, los conocimientos; para la olra el trahajo y la ignO!'<lllCia, ll! ('(1/1/(/ d~
¡mil[ ,'/ llls qOI'{¡I(S, la pri\~acion ahsoluta de lo,; }Je!i.'jI'USOS /J!w('(('s del ('.''jÚiíll, U 1I:1
miseria sin [in y un elllhl'lltct:illli('nto irn'l'oc"hle . .\ ('ota úllillla :'(~ la I'nlllparCl
c\ar:talll(~nte con las he,;tias de carga: la J/{[({(ralc:a ll/s f¡i:o l/si, y así dehen ~Ilb~
sislir mientras vil allo Pero las bestias de earp:a ti('!Ien aliilil'lllo (~\l alllllldall('ia \
paja frcsca sohre qlll~ dp:'(,:lll:,ar: la ¡llP!le \lO Illcrt'ce (;I\lto. En la sociedad (,Oll!in-
da a la f'uarda del H'rd 11 f'0 , ('ljil'l'sido)'iu es I!IUS /di: II/U' I'! lfi'li"SI(/lO, /I( l'ií,'{'l'í
1'8 /¡{(fS r!u!n' que el {/Oyar rlo/l/{:slico.Es cierto <¡ut' hay Cll ('slo una allOllIalla;
¡)pro ¿ I¡ll~ elche hacerse pilra que <I('S:I pan:z(·;¡"! ¡. \L·j:ll'al" 1:1 ,I\('rli~ ti 1'1 tr;dwj:l-
do!'? i. d<'.jar que pnnetre ulla HlIllhra de /'('!izidad en f:¡ cal¡arla del P()iJ['('~?
i. QII(i ('slo\ dicielldo~? Esas ~on {w[;/arl/ll'/rls ¡ilo.'i(j/ims. Lo IllIl' (klw hacerse ('~
l"oll~llltar Ü¡ Esperil'llcia; ella os di ni 'lile para 1'(',taill('cI'r el ordel! en I::s cn,;;¡';.
Ilara voln'j" a gozar la felizidad lllonún¡uica de los lielllp,)~ tlntipw", es Vrc'ci,,,




y !lE L\ UIlEIiT.\D. Ii)
;mmcatar pI h0!'rOl' de hs cúrcples y los torlllel~tos del prisionero; es preci~().
I'll lin, l'I'i':I!' 1111 illlii'I'I:O ,·()1)1'(~ la li¡:l'ra.


\0 ('I'I'¡"II(l~ !jlll' ~;'IlIl'.i:1I1l:~ ~;i:,l('lil:l c~t\: d~'stin:ld() a p[,(,\i\lecl'r en el 1111 Illd ° ,
lii 1l1l'llíl~ q:l(, 1'(¡II"i,~,1 ,¡JI()gu!' 1~1l 11):; ('oraWII('~; lils dodrinas liberah's, I'ío; por
II¡;¡S ljll!' aillls('is de 1,1 fllcrza, l'III'ilI,,'('laníÍo, torturando, y aun a~('sinalldo ¡¡
nH',tro, 1'!Wllligos, ni los hi(,l'J'n~ dí' nll~~lra~ cúrcL'lcs, ni el pInillo de nH',lrIlS
l'1í:,ilt's, 1l1:¡t,!!',111 I;h 11'\ ('s dern¡¡s dI' llios y de la humanidad. Hirpis ([lIt', al
11I1'!J¡¡r cOlilr¡¡ ('[ <1 (':,pol i"lllO. al J'l'l'lalllilr la l~ll¡ancipa('i()n política del plH'hlo,
;d tratar di' I\~:npdiar Sil' llIall's ,- alivia!' ~U:; ~lIrrillli(~nt()s, eleqlTldo 'u llii,,!'ra-·
lil(~ I'olldi('ioll sOl'ial, s(~ ll':bloJ'lia la ha~,~ dc la socií't1ad, ~e ocasiona l'l <11',:-
IIrden y ~l' qllehrantan lo~ JlI'I'('('pll)~ de la reli.iion; ppro :a es tarde para r¡1l(~
\ I((',lras d('('lallla('illlli'~ jlJ'()\)¡IZl:an eft'tlo: ('sos resortes e~tán ya gastado,:.
Los plll'blo,; a ,Il n:z os preglllltal':ia qm' l'lltepdeis por úrden, (llH\ si;.milicil
para YO~()tl'O~i la ,;I)cil"dad :- l'l ('ristianisllIo; os e\.ijil'úll <[ue !]['(',enleis el aCl:'
por la cllal Dio,; y I'l Cri,to ()~ lia:an hecilO ce:;ioll dd jónero humano; os pe-
dlriÍn, por 1"¡[tiIlIO. r¡1I¡~ pspli(!IlPi, el ~('J:tir1o <11' Y\le~lras propias palabras, pOl'-
fl':(' hiPl1 reml'dalllos que YlIl'<tro Il'ng:uajp no ha sido sielllJ)J'c pI mismo,
,,:IIÚ (lile ha yariado en diferentes ocasiones, seg:un os ha cOllvenidll para el 10-
¡!TO dI' \lIl'strm; pJ'llyedo:<.


Al prineipiar la gllPI'I'il mln' la Husia y la Francia en 1 S 1 ji, huho procla-
mm;, a ellal llIas Id)('ral, por ambas partes: .\lcjandro terminaba la ~ll\a
ron e~tas pala/¡j'a~: «e ucrn'ros! YlN)tros deJ'clldeis la reliJion, la patria y la Íi-
hl:rlad.») En otra p('(wlall:a post('rior, en qlW lIal1laha a las armas a la !latiOIt
enlnil, dl~('ia: "Por cual(luicra parle de 1I1!l'slro illlperio donde lleve ~lIS pasos
pi illlasor \apokon, wr,¡ a l1ue~tJ'Os súh(J¡to~ lllo/ilrsc de su mala fe, desdp-
fiar SIIS l¡s()nj¡¡~ e i ilIpll:;l 11 !'aS , pi~()t('al' Sil oro eOIl la ill(Jignarion propia de la
yirtlld, Y paralizar ('Oll su conducta, hija del verdadero honor, sus lejio!ll's
de I'stlll/'O.\',1l Poco liplllpO desplI('s los príncipes de Alelllania dirijíau a ~ll~
Yasallos palahra~ muy s(~llIejallles. La lihertad cra su grito de guerra, Y, pro-
l!!I'til'lIdo al lIIi,mo li('mpo illstitlltiollcs que sen-irian en lo sllc('siyo cn'(fIo ga-
ranlia conlra el d(~,poliSln(), lograron c\allar h:lsla el llIas alto grado el senti-
1lI1ento patriótico y la l'ncrjía nacional. EII <Hlllel ticiII]lo los sohcranos nccesi-
t¡¡km el apoyo de lo, pUl'hlos, y por eso hablaban el lenguaje del pueblo; pero
hoy, (Iue H~ Yen libres del Pllellligo, y dlll'IHJS, lllas que nunca absolulo:-, de
~II~ Yasallo~, rll'SPUL'S de halwr violado ws IH'olllPsas, lIIaldicen y ahorrecen la
misllIa libertad, 1'11 CUYO Ilo.m]¡n' suIJle\-aron poblaciolles inillensas, que conlia-
¡I'ln en la ~il\(,l'rid:lIl de sw; palahras; y no ha~- delito tan imperdonable a ,us
ojo:, ('omo recoJ'(};lI'les hoy lo <¡ue entoncl'S dijeron. Sin embargo, la verdad;-
la IlIP¡)[lra, el hien yel lila!. no camhian su naturaleza por mas que call1hie la
po,icio!l o los int('J"e;p, <1(\ los llll(~ gohipI'IWIl los pueblos; y de a<[ní es fuerza
t/('dllcir: o qur los soberanos en aquella ópoca hieieroll i:on sus puehlos ('1
olicio de tpllladores e illlplOS revolucionarios, o que estún hoy haciendo el
oli('iu de tiranos. "




I
I


I
I


I
I


I
I




ECOS DE UN CALABOZO.


J.


Yi\, y diles lo ¡¡lIe tus ojos han visto.
-SerlOr, no me ('~curharán.
-¿Qué importa? Los buenos te escucharán, y tu palabra, penetrando in--
visihl(~IIIl'nte 1'11 los d(~lllús, re~onarú terrihlemente en su alma cuando el fuego
de mi cólera los castigue.


-SeílOr; hien ~ahcis que soy viejo, y apenas tengo ya voz. Dejad algunos
Illomentos de descanso a ,1Ipstro sien'o antes que desnparezca del mundo: po-
("os son ya los f¡lIe le restan de vida.


-/le ahí porqué no dehes perderlo~: por lo mismo que el dia se acaba, es
nrcesario apresurarse a aprovecharlo. ~o busques el reposo donde no existe: a
su tiemJlo lo hallar¡ís. Acuérdate de aquellos que, al acostarse en la tumba,
ponían su espada bajo su cabeza: la e~pada es la almohada de los fuertes.


-Iró, pues, Sellor, a donde querais, y cumpliré cuanto me ordeneis:
comhntiró por vuestra justicia hasta mi aliento postrero .


. -y é, Y nada temas,' que yo estaré, junto a. ti con todo mi poder, y yo
nusmo pondré en tllS lahLOs lo que deberas anunctar.


Una atmósfera de crímenes rodea la tierra; pero yo enviaré la tempestad
que la puritique.


tos homhres de iniquidad se solazan en sus obras, creyendo afirmada para
~iempre ~u omnipotencia; pero yo he mandado a cierto gusanillo picar su raiz.
y maiiana el árhol se hahrá secado hasta la cima.
. .ifi dia se acerca por instantes.


Habla a los tiranos; grítales al oido mis amenazas; y haz penetrar en su
alma el fria miedo fJara que sea él su primer suplicio.


i Ellos. que 1lH1 lan negado, sabrán bien pronto si mi existencia es o no una
\'erdad!


Hahla a los opresores; que no oigan mas que las reconvenciones, los la-
mentos y los gritos de sus víctimas; que los persigan en sus sueños, y aun
d('~piert()5; que los vpan errando a Sil rededor como pálidos fantasmas o corno
lívidas sombras; que los siga por do quiera la espantosa vision, sin dejarles
de~c¡¡llsar , ni de dia, ni de noche; que a la hora del crepúsculo, cuando van


• 1'\0 será ocioso para al~unos advertir aquí que este opúsculo lo escribió Lamennais en la pri-
~ion de Santa l'clagfa, donde se le cueerrú por delitos imajinarios, bajo el reinado de Luis Felipe.
Ellltulo rranees e! Uile ~oix de prisa'/! , que pudiera tambien traducirse Pensamiento. de un fI1'eo ••




ECOS


a sus impías fiestas, sientan sobre sus carne~ el LacLo (I(~ esLos esprcLro~, ! ~i'
l'~¡rl'IlleZCan de horror.


IIahla a lo~ oprimidos, y elites que mi ojo nln por ellos; que ('1 eco de su~
ayes ha lIl'gado hasta mí, y he de tornarlos en cánticos ele all·f!:ria.


Diles que trinnf.ilfún, por la justicia J e! amor, de los mahados y los egois-
tas que hoy los o[lnlllen.


\ unquc J'ul'ra posihle que el mal destruyese el nniverso, una sola l{¡grima
de! justo hastaría para hacerlo renacer.


,\(lril'rW a todos los que lloran, y a todos los qne desean el hicon, (lIJe Ilj('
dirijan de corazon en sus oraciones este sencillo ,olo: ¡' renga a ¡¡OS lit SIIIIII!
1:fJino.'


Yl'ndrá, no lo dudeis, porque 'o mismo lo he jurado.
lIijos dpl jlor\"enir, cojee! palmas: preparad himnos para (,l']('J)rar su nni-


{la. Ya los tiemos infantes sonrien en su CUila, pOj'(¡ue lo han dirisado en Sll~;
~ueflO~ profdico~.


Y Salan;'t~, oculto en el ~PIIO de las tinieblas, til'lllbla mn un [('nor glacial.
porque en las Illi,tl'riosas l'l'jiones del Orielltl~, allá donde llaCl~ y ,(~ irradia la
"ida, ha risto un ~igno amenazador, cierta cosa e~pléll(hda y jiganlesca, COI1!O
la :"omIJra de mi mano.


Il.
U:'i sol hrillantl~ se clcyaha majestuosamente en la bóveda deJ cielo; Sil luz


descenr!ía como límpidos arroyuelos por las pendientes de las lllontailas, 1ll'11e-
traha a tra\és de las negras ~ombras de los bosques, ~,rl'llejada por el hl!llillo
polro que cuhría las plantas, lanzaha mil destellos a tra,ós de la impalpa Jll~ y
acrea ga~a estendidasohre los campos; frescos aromas, aliento de los jeníos de
la ¡ierra, embalsamaban un aire tranquilo; yozes misteriosas, que se oian a lo
kjos, IlJUl'llmrahan sonidos inusitados, que apenas percibía el oído, eco po,-
lrero de los Slll'ÍlOS dI' la Jloche.


¡Cuan grande sois, SellOr, en todas YlH'stras obras!
y vi salir de las cabaÍlJs que hahla sembradas en una y otra ladl~ra y ('TI


los yalles, hombres ancianos y otros IlIas .ióvenes, pálidos, flacos y CIlCOI'\"a-
dos con el peso de sus instrulllentos de labranza. Caminahan (;on lentitud, co-
mo si arrastrasen algun pL'SO interior; y a ,ezes se paraban a contelllplar
aquellas divinas magnitlcencias.


¡ Y, sin emhargo, estahan tristes!
Uenos de una savia fecunda, los árboles les decían: V ctI e~tas flores, ([ll('


hien pronto SI' tran~fornHlrún en [mlos; frutos que madurarán para vosolrlJ~.
i Y, sin emhargo, estahan tristes!
In "id lps deci'l: Yo prL'paro en secrPlo un liquido fortiflcante, que os rea-


nimará l'l1 el irnierno, calentando yuestros miembros helados.
iY, sin embargo, estaban (ristes!
Las praderas les dedan: :\osotras hemos preparado un banquete para YUl',-


tros rellaf¡os y yuestras vacadas; tracdlos, v os entrcgarltn en cien forma,
diveNls lo que nosotras les hahremos regal;ído.


i Y, sin embargo, estaban lriste~! .
Y los seIlIhrados les decían tamhien: ¿Están preparados vuestros graneros'


porque estamos trahnjando día \ no('h(~ para llenarlos . .\ada telllais, ni por vo,-
otros, ni por vuestras mujeres: ni por yuestros hijos: Dios nos ha encargado
<1Ul' p]'(]Ycamo, abundantelllcnte a sus neccsidades.






MI MADRE LE n¡Ú ~lI'ULTURA!:O~ SUS I'IIOPI:\.5 ~IA:'iOS •..•




( O., );¡


j Y, sin embargo, estaban tristes!
La I\aturaleza entera les decía: Ycnid todos a mí, que ~oy vuestra madre;


venid a sacíaro~ en la inagotahle fuente de mis pcchos,
j Y, ,in (·¡tlbar",o, (':;Lahan tristes, J se veia dílatar!'e y comprimirse su


pecho iUlgustiosatllente, y caían de sus ojos gruesas lágrimas!
¡,lJué es esto, Senor? ¿qué misterios hay en el fondo del corazan del hombre?
1<:stán tristes pon¡ue los frutos no maduraróll para ellos; porque el licor de


la vid no les fortiticarú a ellos cn el invierno; porque nada les tocarú, ni de
.la lana de sus carneros, ni de la leche de sus onjas, ni de la carne de sus va-
(~a,; porque serán otros quienes segarán las mieses que ellos habrún sembrado
con el sudor de su frente; Jlorque }il oyen a sus tiernos hijos gritar llorando
Tengo hambre, y ven anegarse en llanto el corazon de las que les dieron el ser;
porque ulla raza maldita, sin amor y sin piellad, se ha colocado entre ellos y
la madre comun, : no cOllsiclIte que sus lahios se acen¡uen a sus inagotable"
ll(·chos.
. ¿ y vuestra justicia, Seüor?


Ella vendrá en su dia, no lo dudeis; y será un día santo en el ciclo y de in-
menso gozo en la tierra,


i Dios mio; tened piedad del pobre proletario 1


JII.
CUA'íDO yo vine al mundo, mi padre ya no estaba en éL Un día, el espec-


tro descarnado (Iue se llama iJliseria entró en su pobre vivienda; y, aunque
luchó contra él cuerpo a cuerpo largo tiempo, al 1m sus fuerzas se agotaron,
Descendió entonces el Anjel libertador, e, inclinándose sobre su eabeza, le
dijo: Has llenarlo tu ruda tarea en el mundo; ven ahora a mejor vida,


Mi madre le dió sepultura con sus propias manos, y quedó sola en clmun-
do, Sola, 110, porque el espectro descarnado estaba siempf(~ con ella.


Llegado el dia dt~ mi nacimiento, me dió a luz en medio de grandes dolores,
:. llorando, porque la pobre no tenía panales para su primojénito,


Después lloró Illas todavía de ver que la falta de alimento empobrecía sus
pechos, } que el calor de su seno y su débil aliento no calentaban sinó a me-
dias los púlidos miemhros de su hijo,


Sin embargo, a fuerza de amor, y dúndome su vida, pudo conservar la
mia, Trabajando dia y noche, sin fuego en el invierno y bajo un techado ardien-
tp ell el estío, todo su afan en aquellas horas interminables era preservarme
de lo que ella {ladecía. por llIí, JI su mayor gozo escitar en mi una son~'isa,


Cuando hu le rn~cldo, redoblo sus esfuerzos para que un poco de IllstruC-
('ion me allana~e los senderos por donde yo debía caminar algun dia, i 01,1,
cuanto gozaba su corazon cuando me veía volver de la eseuela saltando y rl-
yendo, como se vive a esta edad, vestido con una blusa cenida por un cintu-
ron de cuero, una gorra sujetando la blonda cabellera y el cartapacio colgado
de un cordon a la espalda!


Vino después el tiempo de aprender un oficio, y So me llenaba de gozo al
pensar que bien pronto empezaría a restituir a aquella, de quien todo lo había
recibido, algo de lo (Iue su inagotahle lefllura lile hallía dado, Yo me veía en
suenos entregándole mi prilller jornal, y diciéndole: Madre mia; ahora me
toca a mí trabaJar, y a vos el descanso, "


Mas j ay!: la inteliz había gastado en pocos anos toda su vida. Aquel que
desde el ciclo había proteJido v consolado a la pobre viuda, la llamó a si. Murió


E:'1TREGA;) •




en mis brazos, y al drJarrnc, aun sus labios mudos mc sOllreían, y su miradO"!
agonizantp lIle echaba la postrrra lJrllllicion.


Cuando cayó en la fosa, v la tierra lile devolvió un eco sordo, ¡oh, Dios
mio! solo vos sabeis el dolor (iue agohió mi alma.


Solo. desde entonces. en clmundo. YO vivía en él COIllO si en (~l no estuviese.
alirncntúndol1lc de lúgubres recuenllls', de Yagos ensueflo,; ~. de esperanzas
trist('~.


Un dia, por fin, en medio de estas somhras se me apa~'cció una luz consob-
dora: la Providencia encaminó por mi sendero solitario a ulla .iIÍVl~n, hlj('~rI¡¡na
romo 20, El rocío de la primavera es menos puro Iluí; lo era su corawn. A la
primera lIIirada nuestros ojos se bajaron a la tierra, y solo habló nuestro silen-
cio. En aquel momeato, nuestras almas, inclinúllllo:ie la una sobre la otra, se
llnieron para siempre.
~o, el cielo ell sus mas santos gozes, no tieue llOras ma~ encantadas que


las que se deslizaban en nuestras pláticas. Yo le decia:-:\adil\ en el 1lI11lHlo se
i!lteresa, ni por ti, ni por mi; el mundo es para nosotros un desierto. i Pol¡re
lortolilla de los bosques, ~'o iré a ]¡u,car tu alilllento, y te construiré un nido
donde puedas reposar, al abrigo de los frios y de la tempestad!


y ella me respondía:-Y ~o, ocupada en otras faenas durante tu aus('ncin.
te aliviaré a la ntelLa con mis caricias de tus pesadas fatigas; pero i vuelve
pronto, querido mio!


Yo trabajaha como un lean, y me afanaha por rodearla de comodidades:
ella, mas prudente, reprimía mi ardor diciendo: - Es necesario pensar en los
hijos que Dios nos darú, haciendo para ellos algun ahorro.


Se acercaba ya el ansiado término de esta risueoa esperanza, cuando de
repente nos falta el trabajo, Reduci(;ndosenos cada vez Illas el jornal, se llegú
a un estremo tal que se nos decía: Toma esto o Illm\rete ¡Je hamhre.


tos proletarios respondimos: - No tenemos llIas que IlUl'sLros hrazo:;; pero
son nucstros.-Y porque nos concertamos para poder vivir, se nos arrojó a las
eareeles.


j Oh, justicia de los hombres; como temhlarás el dia en qne se levante la
justicia de Dios!


Lo demás es un sueño fúnebre.
Despues de algunas semanas de incomunicaeion, la yj dos o tres yezes a


través de los hierros de mi calahozo. La última vez, sus ojos hundidos hrilla-
han con un fuego eslrafIo, y sus piernas estaba u tan débiles que apenas podian
sostenerla.


Desde aquel dia no la he visto mas.
¡Madre mia! ¡madre mia! ¿sois YOS la fll1e veo allú arriha, en ese resplan-


dor? ¡,Qnien me llaIl1a? ¿sois vos?'\o me dejeis <¡(luí, no! Siento ya (lue sc
lIlC rompe el hilo de la vida: esperall un IllOlncnto, un momento, \)01' Dios,
y estaremos otra vez juntos por toda la eternidad.


¡ DIOS mio 1 tened piedad del pobre proletario!


J\'.


EN un espacioso y sombrío salon, al rededor de una mesa cubierta con un
tapete yerde, salpicado de manchas negras, estallan algunos homhrcs, ~e~lta­
dos a poca distancia de otro, que parecía ~er su jclc,


Sus semblantes de color terreo rei1ejahan una luz lírida, que hacía Illas si-




'Ji
niestro el ohlicuo mirar de sus torIJO:" ojos. Su frente, calva y retirada, daba
a su calwza cicrta semcjanza con la del buitre.


y dijo el I!lIitl'(':-¿,I..!II(~ harPlTlo<? \0 l'S (aeil prcndcrlo~, porque en verdad
no hay motivo; pero dIos im!uietan a nuestros amos, y nuestros aIllOS nos hall
dicho: Tomad cse dinero, y laced yucstro oficio.


üno de los otros responjió:-¿~o es lilas que eso? Pues se reduce a que
mintamos.


- Ya lo he pcn~ado, dijo el Buitre; y para eso tengo mi Gallo de India,
que las urde a las mil mararillas.


-Pero ¿y si no nos crCCIl'? Xncstra palabra está ya muy desacreditada, y
cso que clIos llaman concicllcia se dcclara Illas c·ada aia contra nosotros.


-Con tal flue tres solamente nos crean, dijo el primero, tendremos lo
hastante.


-.\.si es, repuso el Buitre; pero ¿,qucrrún creernos? Antes de dar un paso
mas, es !wresario que nos a:ie¡wremos. 11 agámosles vcnir.


Se presentaron en efecto al punto. Elllue marchaba delante estaba como
disfrazado, Y, cuando hablaha, su voz, sin acento y sin iallexiones, se pa-
recía nI soniclo claro y dmo d(~ un instrumento de metal.


El Buitre les dijo:-Lo que \'ov a deciros es en confianza. Cada uno de
vosotros sabe lo que desea, y vosotros sabcis. todo lo ¡¡ue YO puedo. ¿1Ie creereis?


--Todo lo creeremos, dijo la voz de melal, ~. ademas, en prueba de impar-
cialidad, yo haré que otros doce lo crean tambipn.


--Bien! repuso el Buitre; la vergüenza a la espalda, y contad conmigo.


v.


En.\ una tarde de otoño. Corría una brisa templada del Poniente, leve so-
plo de los adormidos mares. El sol nadaha en el horizonte en un océano de
vapores trasparentes. i\nhes de un azul sombrío se veían, cual plantas aereas,
adol'lladas en ~u cOlltorno de corolas de mil formas y de infinitos colores 1 cu-
yos variado~ matizes se perdían en un fluido de oro. ta ¡raviota alteraba ape-
nas con su vuelo rasante las trnnqllilas aguas, y, desde la playa, despedía la
p:olondrina (le mal' su lastimero quejido, único sonido que se percibía con el de
jns ola~ (lue ihan a e~pil'ar al pié de las rocas. 1 la negra Illasa de la prision
proyectaha a lar~a distancia su .ii~antesca sombra.


y poco a poco el a ire empezó a ajitarse COTllO un lago que se altera, y el
l'fepúsculo eslendía su velo, cada vez mas denso, sobre la cima de la montaña.


Luego una voz, salida de las entrañas del mar, se hizo oir, vaga e inmensa,
semejante a los suspiros del Espíritu del abismo; y de las alturas de la roca soli-
tnria, otra YOZ, mezclándose a la primera, fué a través de la noche a morir so-
ÍJre la desierta plaYa.


y esta voz deela:
¡Han encadena(lo el cuerpo; pero el alma se rie de ellos, porque es lihre!
Porque yo Le amaba i oh patria mia 1, porque JO quería verte grande y


feliz, los que te venden me han arrojado a un ('ah~bozo. .
i Han enC;ld(~lla¡]o l'! cuerpo; pero el alma ~e l'Ie de ellos, porque es libre!
Ella es libre y se rie de ellos, viles escla\-os de su propi:l haJeza, siervos


infames del miedo, fI'l(~ viren eternamente en el cieno de su vileza y parape-
tados en ~LTS crímcIH's.


¿ Quó son ellos ('on lodo su poder? :\ada: hoy un poco de carne; maflann
un puilado de celliza~.




liS ECOS
¿Lm; c~rrojo¡.; aprisionan por ventura mi pensamiento y mi amm? ¿Me im-


piuen estar con vosotros, hermanos mios? ¡. Y \' uestra \' ida no es mi vida
¡ambien?


Cuando vosotros padeceis, padezco yo con vosotros; y cuando vosotros lu-
chais, entre vosotros lucho talllhien: hay una e~l)('c:ie de c:olllunicacion mutua
\' invisihle entre nosotros. iUne la corten", si pue( en~


¡ Han encadenado el cuerpo; pero d alma se rie de ellos, porr¡ue es libre!
La voz calló algunos instantes, y en seguida dijo:
Todo al parecer está en silencio y tralHluilo; Jlero en medio de este silen-


eio hay algo que, al pasar, percibe el oido aLento: ¿es un s(Hlido o la ilusioll
de un sonido?


En tanto que la tierra, las aguas y los aires adonneeidos se puehlan de li·
guras fantásticas, y la virla se reanima en el seno de! snl'iio, lIIis recuerdos se
despiertan y me trasportan a los tiempos 'lIJe f(l(~ron y no volvcr:íll a ser mas.


¡Que hermoso era el sol v que risucfia la naLuraleza! jV(j(~ viva, v dulce, \'
pura la alegría del nifio scntiido al pie del seto de agavanzos y e:,;pill()S a(,()lll;Í~
ticos, con el oido atento al yago murmullo de la, hojas ajitadas y de los tallos
j!lvenes que se columpian en los aires; o bien juguetealldo en medio de los ~o­
tos, cuyas zarzas desgarran sus ve,:tillos; o con la mano adelante, per~iimi('n­
do, todo ajitado y jadeante, e! inseclo de alas transparentes sobre los juncos
de la orilla del estanque!


Ningun pesar le llama a lo pasado, ningun cuidado al porvenir: límpidos
horizontes se le ofrecen ~iempre a la vista, salpica,los a vezes de lijeras nube-
cillas, que hien pronto arrojan las perfumadas hri,as.


¿Te aeuerdas, hermana mia, de nuestras corridas por la mañana en la pra-
dera, cubierta de rocío, de nuestros juegos en los hOSCIUl'S y ele los nidos a que
casi llorando me prohibías toear por no atlijir a su pohre madm?


y los dias y los afios corrían, y el alma, recojida en sí lIlisma y conmo\-i-
d~ por tristezas y gozes desconocidos, e~tendía sus alas misteriosas sohre una
\" [da llueva, próxima a empezar .


. Y después de las encantadas ilusiones, los ardores, las ternuras y los cn-
tuswsmos de la edad juvenil, vinieron los severos d()h(~res de! hombre, el
grande v santo comhate en 'Iue caer es ven(:er, y Il!orir es revirir.


Así han caido v así han vencido los que yo he visto heridos por las balas o
tendidos en tierra 'atrave~;ados por la espada <del cobarde.


Así han caido y han vencido tambien a'Iuellos que, pronunciando con voz
:q),lgi!da clnomhre de la patria, espiraron desllUes de largos tormentos sobre
iil pélJa de los calabozos.


Falanje gloriosa de varones fuertes, os veo cerea ele mí dici,~ndome: ¡.Oyes,
hermano, a los antiguos mártires que nos llaman desde arriha? Coronados de
un resplandor celestial allá van, mensajeros divinos, cantando de esfera en
esfera el himno del porvcnir.


Se ye salir de ellos cierta cmanacion que penetra en el eorazon del pueblo,
y sus palpitaciones se apresuran, : la tierra v los cielos se COllllllwven, y los
mundos, palpitando en el sello de la in!llellsiflad, se dicen unos a otros: Una
gran justicia ya a tener efecto; ¿.habeis sentido pasar el sosia dl~ Dios?


La voz ('alió de nuevo, como perdida en la inmensi ad del espacio; y
:lespués, resonando con fuerza de repente, dijo:


j Han encadenado el euerpo; pero el alma se rie de ellos, porque es libre!




IIE U;>i CALABOZO.


VI.


SEJ\OI\; vuestros decretos son impenetrables. ¿Quién ha desclmdido jamús
n las profundidades de vuestra justicia y a los abismos de vuestra ciencia'?


. YuesLra sabiduría tiene set:rdos ocultos en el seno de la eterna luz que os
ilumina interiorlllente, y las TIlas ilu~tres de vuestras LTiaturas se parecen al
pajarillo que voltejea a las orillas del Océano.


Sin emhargo, p(~rlllitid, SellOr, en vuestra natural hondad y vuestra con-
descendencia IHlternal, que este vuestro servidor os ~[Jpliq[Je le disipeis una
duda que le lllortifica, y apacigileis así la ajitacion de su alma.
Pn~ndos din, sombríos y de violentas tempestades, flm~rdecín ya la tierra,


los árboles se cuhrían de ilores, y la esperanza jerminaha por do (Iuiera. No S(~
oian mas que YOZCS que decían: r osotros los fIue sufrís, enjugad vuestras lá-
grimas, que Sil manantial va a secarse al fin para siempre. ¿:\o somos todos
hermano,;? De hoy mas ningullo ell tiempo de cosecha se retirará por la tarde
con las manos vacías y la trrsteza en el alma.


Grande v fuerte la' patria, levantará su abatida cabeza; reinará la ley so-
beranamont¡; en toda su in \'iolahle I1la.ie~tad; y la libertad Oorecerá sobre 10:-;
últimos restos de instituciones inícuas.


Señor ¡, no es esto lo que decían las yozes?
Pero vos tcni:lis otros desi~nios (1 j.
,rlra vellido el homhre enemigo, y, de:ilizándose a través de las somhra~ Illle le rodea ha n , ha sl~lllhra(lo a lIlanos llenas la cizafla en el campo del padre


(e familia, la hipocresía, la illtriga, la mentira, la rapazidad, trasformando
los d(~hiles a su irnájcn, y perYirtiellllo todavía lilas a los perversos.))


((J/ase ayuntado en el cieno con ¡~l feo mónstruo que se llama Perversidad,
y el mónslruo ha pa rido en un solo a burlo a la p¡'r\ida astucia, a la crueldad
grosera, a la deshonra, a la <leslmfrenada impudencia ya la inrame traicion.')


Señor, he ahí lo que me in(ftlÍeta, e inquieta tambien a muchos otros. Los
Jlueblos se miran con asombro, y se pregnntan donde está vuestra justicia,
donde vuestra divina ProYidencia.


-Que se pregunten mns bién si están aptos, si lo estú el mundo para
el bien (Iue apetecen y que les reservo. ,


¿Qué es el (lerceho"? ¡Lo ~ahen ellos? ¡,Saben en qué consiste el deher?
¿ Tienpn su raiz en el corazoll? Quieren la libertad, y no sahen que la libertad
es In ahnc~acion de sí misIlllJ y la proteccion mutua; que la lib,ertad es el amor.
;\0 lo salwll; y he aqllÍ pO['(llll' 1',la prtwha era todavía necesnna.


d'ú /(' nl1ijes porque te parece tille el hombre eaenli¡m triunfa; pero
¿.sahe~, UI lo qlle yo le prl'paro y preparo a toda su raza? ¿S,lbes tú lo qu~ pasa
entre 1'1 y yo? ¡./las penl'trado ell el fondo de la caverna a donde se retira su
alma? ¿ Has oido ('/ estertor dt~ su conc¡¡~llcia yel ruido de su invisible cade-
na? Yo he clavado sus dos cstremos, uno en los remordimientos v el otro en
el miC\rlo. ¿.\cw;:mis ahora mi justicia'!)) •


Como hijo del tiempo, todo parece h.:'go; Yé Y di a los puehlos lo qne
acahas de oir.


): Los p~rraro~ que YaH cntre ('omilla~ son lo:; suprimidos en las varias ctliciolH~S ([ue de ~'sl{'
opuscuJo se bicicron durallle el reinado de Lui:' Felipe.




ECOS


VII.


ALGUNOS rayos de sol, pasando a través de los tiestos de flores colocados erl
una estrecha ventalla, penetraban en un cuartito, y, renejados por el papel
amarillento que cubría las paredes, bailaban de una tinta dorada los objetos a
que alcanzahan.


una júven, yestida con sencillez y sin mas adorno que sus cabellos ondu-
lantes, como las plantas suspendidas en las paredes de las roca~, que se mecen
al soplo de la bnsa, seguía con la aguja los contornos de un dibujo marcado
en una tela. Su rostro estaba pálido; yen sus ojos, velados por largas pestailas
negras, se notaba, no tristeza, sinú una especie de distraecion melancólica v
vaga, y en su frente una pureza celestial. .


De vez en cuando suspendía por un momento su trabajo; su caheza virji-
nal se erguía como un lirio en su tlexible tallo; y sus miradas, estrailas a ¡as
cosas que la rodea han, se corrcentraban en sí misma, y contemplaban aliá den-
tro un mundo visible solo para ella.


Internándose en lejanas e indefinibles perspectivas, se perdía en horizon-
tes, que apenas se columbrahan en el vago resplandor del espacio sin limites.
Una naturaleza, de la cual no es la nuestra mas (llIe somhra suya, le ofrecía Sll~
ricos colores y sus formas sednctoras, y de su fecundo seno se e\.halaha, puro
y suave, un hálito de vida, que aspiraba con voluptuosillad la innlllUerable mul-
titud de los seres.


Yel aire, animado por la voz de estos seres, palpitaha; y de los mare~,
de los lagos, de los rios, de las sábanas, de las rocas,! de los hose¡ [leS, salían
a la v(~z las mil y mil vozes de que se [orrnaha la voz uniyersal; y al .iuntars~
y confundirse, su divina armonía, propagada en todos sentillos por las lla-
nuras eten~as, trazaba en ellas sus inmensas ondas.


Y, concentrándose mas en sí lIlisma, la jóvell oía dentro de su alma, en su:,
secretas profundidades, sonidos misteriosos y palabras que no perterwcen a la
lengua de los hombres. Entonces todo lo demás desapareeía para ella; Sil pen-
samiento se apoderaba de lo que carece de Carilla aparente, su amor abrazaba
una belleza invisible, a cuyo lado las demás palidecían, y moría y renacía po r
un flujo y reflujo del fuego que consume la vida y la rcnueva, y que es la VIda
misma en su imperecedera esencia.


y el tiempo desaparecía con sus realidades fujitivas, cuya rápida existencia
mide él mismo, y sUlllerjida en aquel de .quien todo di.lIlana ya quien tOGI)
vuelve, el alma se empapaba de su esenCIa en la embnagadora calma de un
éstasis inefable.


VIII.


Un dia Satanás llamó a los suyos, y les dijo: Nosotros heIllos tentado a los
hombres de mil maneras, lcs hemos colocado en la pendieate del abismo, y,
sin eml)argo, nue!'tra ohra avanza poco; lo (lile ganal1los por lIna parle lo per-
demo~ por otra. ¡.En que consiste es[o?


Cada uno de las sntélites infernales, alabándose a sí llliSrllO, acusó a lo~
demás, de manera (jHe, ellcenrJiéndljSp la ('úlera, y la ira, llÍen pronlo no ~l~




1m 1.,:'1 C.\ tAllll:lO. ii
oyeron mas qnc ~onidos discorJantrs, gritos agudos, el silbido de las iras in-
flamarlas, Illcz('larlo (;Oll los acentos de fUfor, las amenazas y las hlasfemias. Un
com/mte /lOl'riIJ/e e~taha !lnisilllO a tfallarse en las tenehrosas cavernas, cuan-
do el He}' de las lejiones precitas, leyantúndm;e de repcnte, hizo resonar su for-
midahle y lúgubre voz, sCilH'janle a un trueno subterráneo.


Silencio! dijo, y todos callaron.
Lo (lile vosotros "no sabeis, continuó Satanús, yo lo sé. Nuestros esfuerzos


han sido estériles, po!'(!ue les ha faltado acuerdo y unidad.. Cada uno de vos-
otros, segun sus caprichos, Ita sl'mhrado al azar, sin cúlenlo y sin preyision, v
por eso, allleoar el tiempo de la recoleccion, hemos wjido espigas y no gu':'"
nllas.


Seguir así, equivaldría a ceder el imperio. ¿Y creeis que Satanús se resuel-
va a hacerlo'! ¡'\o, eternamente /lO!
Qui\~ro alzar la ciudacl del mal, quiero eehar sus cimientos sobre esta tien:t


que 11Ie di~puta un pOfler rival.
Para ello, se necesita sin duda la audacia; mas talllbien es necesaria la


prudencia. :\0 nos precipitemos. Establezcamos ante todo un centro, de dond~~
se irradie nuestra accion, y desde dO[lfle se estienda poco a ]Joco y se insinlú~
por mil yías diversas hasta las estrclllidades de ese gran cuerpo que llaman so-
ciedad. Inoculemos en sus entraftas el fuego que nos penetra, para que las de-
Yore lelltamente.


Frelléticas aelamaciones acojieroll estas paiahras de Satanás.
y teltlhlú la tierra sohrecojida de uu rep(:lltillo estremecimiento; y se cu-


hrió el sol, v se enturbió el aire; de los cementerios se e1eyaron lentarnent~
pcsados vapores, Ji ,"ido" grises y rojos; y se oyeron en lontananza somdos co-
mo de una C¡¡lIlpana dohlando a muerto.


Y, en la parte mas haja de una gran ciudad, en una especie de inmunda
cloaca que exhalaba un olor fétido, ví una multitud que no sabría nombrar.
A(luellas horrihles figuras tenían las facciones del hom 1)1'(\ Illas no su espresiOl:.
Su frente delwimid,l, sus Illcjiilas terrosas, surcadas por algunas T<l\aS ru-
Jas o salpicadas de llIant:has violadas, llevahan impresa la marca del ccrímell
cobarde y de! vieio hrutal. Se leían en sus ojos yitreos o ardientes, y en Sil
ohlIcuo mirar, todos los instintos del animal carnicero, la deprayacion, la as-
tucia, la sa~azidad, al¡.!;o de serpil:nte y algo de hiena.


Había gen[('~ de todas clases y de to:}os aspectos, drsde el mendigo Cll-
h}erto de harapos ha~ta e! magnate (Ille ostenta en ~i[S espléndidos arreos los
SIgnos prostituidos de una ~loria mentida y de un honor infame.
. Uno de cllns, rodearlo de gef'es ~ubalterllOS endurecidos en las fatigas del
llllierno, dictaha desde un sitio e!\wado ~us órdenes a la lllultitud. La dividio
en dos handos: uno dehía nHbtrarse a la luz del dia; el otro, deslizarse invisi-
hle Cn los ~ili()s púhlicos y hasta en el secreto, sieIllpn~ sagra.(!o, del hogar do-
mestICo; y les ordenó <¡Ul~ ohrasen de concierto, se sostUYlesen y ayudasen
Illutuamcn te.


Había en lo:; lúhios de aquel a quien !"orklhan silenciosas toJas estas lal'-
ra~ hUlllilnas, ,ciprIo repliegue ~emejante a la sonrisn .. del lllal.


>\ los (k:-:taulclos a ocull<lrSc en la sombra, les dijO:
Ved cuales ser<Í:l vuestros dioses: la mentira, el perjurio, la hipocresía y


la corrupcio'1. E~parcireis por todas partes el miedo y la desconfianza .. \lguna:;
v~zl's adorll!(~{,l're¡s, para consl'glür mejor vuestros )ines, a la cródula senci-
llez. ElIgaflareis y I!;¡rl'is traiciones, sondeareis los corazones para descuhrir
hs g('rlll('lIcs (l(~ ,irio que pil<~d,!ll encerrar, y dareis a carla uno, se:2:un he!IIOS
cOllvc:¡ido, el aliill(~llto (]lw mas le lll!tra. O]¡r;lll con arteria, ,educiJ, ('i)1ll\'1'(1-
Hlel''''¡ OC1,lt"ill'l) l'''' "0'1'-""'"''1:';''''' 1",,, •. ( ("1" 1'" ~"., IlOcl'¡,le ¡'''I¡'u''''d''I' c "1' v\., 11 Ú. i (,;) \.' .. >JvL\..( ...... ~ ... -.1,1.',;), !.1I., .... t.l 1'- J..V •. .'1. .. (. >-J JJ. \.-'1.' .... v v. .J




Ileos
os aprovechais hábilmente de las necesidades estremas, encontrareis en ellas
un poderoso recurso.


Direis al hambre: V éndcme este, véndeme aquel; y si vacila, mostrareis
al padre la sepultura ahierta que espera a su mujer y a sus hijos, y hareis que
suenen a sn oido los ayes de sn agonía. Tend()reis vuestra~ redes al paso del
hombre cúndido, le sulerireis cosas en que jamás haya mflado, le empujareis
por sendas peligrosas; y, si no salís con vuestro intento, supondrei~ lo (Iue no
exi~ta: ¿lo entendeis? Ahora, marchad. Y les arrojó algunas monedas de 01'0,
sobre las cuales se precipitaron con avidez.


A los otros les dijo:
Vuestros dioses serán la violencia v la amenaza. Amenazareis al déhil v al


pobre; le mortitiGareis con persecuciones y le (¡uitareis el pedazo de pan g'ana-
do co~.?1 ~udor de su frente, si él no se J)r~s~a ciegamente a.cuanto le exijais.


EXI.Ju·els que ohedezcan con la muda oCIMad de la hestla de carga; que
piensen COTllO no~otro~, o que no piensen, sopena de que sufra duro eastigo to-
do pensamiento rehelde.


Yo os he elejido para una obra conforme a vuestra naturaleza. Tendreis
orjías, en que habrá llantos, heridas y san:.;re, sangre que correrú sin riesgo
para vosotros, porque nadie os hará resistencia, ni tendrá valor para ello.


Dicho esto, todos se dispersaron, y la gran ciudad quedr) eomo un árhol a
cuyo pié se vierte ti n líquido envenenado, que es absorhido por las raizes y
que, ascendiendo con la sá\~ia, marchita sus llores, sus frutos y sus hojas, y
gangrena sus ramas desecadas.


y cuando creía ser presa de un sueflo horrible, un ruido confuso me sac{)
repentinamente de mi estupor. Eran hlasfefllias eO/¡:'rieas, crujidos como de
miembros rotos, gritos desgarradores y risas salvajes; y vi un tropel de jó-
venes y nirlOs, muertos y ensangrentados, a quienes se arrojaha y amontollaha
en la Cloaca de donde hahían salido las enfurecidas bandas del espíritu de Sa-
tanás, y las puertas, forradas de hi~rro •. se abrieron, y despues se cerraron, y
todo quedó luego en un payoroso silencIO.


y fuí des~ués trasportado a una oscura estancia, en la cual reconocí a
uno que parecla mandar en aqnel sitio, e! ellal no estaha solo: cerea de él se
apiiiaban negros espectros con los cuales hablaba en voz haja.


y después de un corto rato, los espeetros negros se retiraron. Yo quise se-
guirlos; mas desaparecieron por unos callejones tortuosos y oscuros, cuyo aire
corrompido me ahogaba.


Cuando, lleno de tristeza y transido de terror, estaba J~O meditando sohn~
todo esto, se presentó de nuevo ante mi vista a(lueHa multitud (}tle yo hahía
yisto entrar en la cloaca, siempre rodeada de las mismas larvas a~qlJl'rosa~.
La empujaban por una entrada baja y estrecha a una especie dl~ antro, donde
percihí ros1ros siniestros como los que se yen sobre el cadalso alrcclpdor d~~ la
víctima, y oí sonidos agudos y roncos, sarcasmos fnrozes y e\I~('l'ahles 1I11-
precaciones; y me sentí ell\'llelto en un \'apol' e~peso, dl~ 1111 olor IIll1y pareci-
do al que se p\hala de las tumbas, y e,tuye prú"imo a desfallecl'r.


y los que habían sido arrojados allí palidecían por Illomentos, y se dehili-
raban y contraían. El aire rehusaba entrar en su pecho anhelall!,l), y sus lllle-
sos se choca han COIllO los de un eS(Jlleleto, Y se yeía por las nwfwnas condu-
cir en silencio y furtiralllente algun ataur! sin cortejo y sin rezos.


y mi alma, llena de una allgilslia indccihle. ¡Jpjó l'~('apar este grito:
;,Seflor, hahrú Yl'ilcitlo Satanás?
y oí una voz fIlie me dijo: ¡')lira!
Levantó los ojos, ~. ('11 la rejion celt~LI' yí a los múrtiJ'cs, en eu~ () rostro


brillaha una sonrisa inefable.




IJI( 1'1 e \1.\IlOi'.IJ. >- •. ) ,.)


IX.


t:RA el dia dr, S. Silvestre, dia que cierra esa serir, casi no interrumpida ell'
\';~1l0S pensalllientos, esperanzas eng;¡flosaS, zozohras y dolores que se lI<1m<1
filIO.


Mi alma entrisLe(:ida buscaha a Dios vara reposar en él algunos instante~ y
lomar en d las fuerzas que han menester los trabajos de la \ ida.
.. Yi ('crea una iglesia, y en[J't' en ella; y habióndome recojido en mí misilw,
I}[('n pronto llegaron a mis oidos palabras vagas y entrecortadas. ta voz que la~
¡¡¡Tojaba no ~alia de! pecho; sonaba como entre los huesos de! cráneo, seca y
pelH'tnlllle como el agudo soni(lo de un cerrojo o el de las llayes que se chocan
I'Il las manos del carcelero.


1 volviendo la vista hacia el sitio donde se oía la roz, ví a un anciano flaco,
de corta estatura, cuyos cabellos lasos caían hasta la altura de sus agudos y
delgados lfthios, a lo largo de sus hundidas mejillas, y sus ojos, cubiertos de no
~é que sustancia trasparente, hrillaban como los de ia pantera.


Cerca de él, a su derecha, se veía un espíritu de luz, y a su izquierda un
asqueroso mono.


El espíritll de luz habló, y dijo: Sondea tu pecho, cuenta, si puedes, las illi-
quidades acumuladas en el fondo de tu conciencia, todos los infames abusos de
tu poder, tantos inocentes sacrificados a las pasiones de los que distribuyen
los fa rores y las riquezas. i, Qué has hecho de la ley? ¡, Qué ha sido para ti
la justicia? Un cálculo de interés, y nada mas. Tú ha~.., traficado con los dolare,.;
y las júgrimas, con la vida misma del déhil; para elevarte, has puesto el pió so-
hre su cad 'ÍVer.


¿Ilas ere ido por ventura oeultar tus prevaricaciones de quien todo lo vé? Cuan-
do tú mentías dé un modo tan impudente, crees tú que Dios no te veía'? ¿cree~
que su vista no penetraba a través del velo de tu detestable hipocresía? i InsL'n-
sato! El último de sus ministros le conocería por el olor de crímen que exhalaba
de ti, Y tú has creido ocultarte de él en e! fango de tu alma!


Su cólera te alcanza ya; pon presto entre ella y tú el arrepentimiento, ~I
algo de él te resta,


y el prevaricador se retorcía con secreta angustia; lmscaba en su alma el
arrep~n~imient(), y no hallaba mas que remordimientos, y al lado de los re-
1ll0nllllllentos el miedo.


m mono a su vez decía en voz baja: Deja hablar a ese sonador que no entiende
lllla palabra de razones de Estado. ¡.Quó Jlod(~r subsistiría con semejantes escrú-
pul()s'1 Es necesario que algunos mueran para la salvacion de todos, pues sabi-
do es que la moral de Estado puede mas que la moral casera.


j. No es tú escrito en tu lihro: «Ohedeced a los poderes constituidos?» Quien
r('~istl', pues, a los poderes constituidos, quien los inquieta, es, segun vos mi~­
IIl0, un criminal qlW merece castigo. Lo demás es simple cuestion de formas.


¿ Por ventura lo~ demás hombres no hacen lo que tú '! ¿Quieres acaso que-
darte atrás? ¿ Quieres que te arrebaten la recompensa del celo?


Tú nos has servido, y aun puedes servirnos mejor; es ya demasií'do tarde
para rctroce(]er. ¡Y('rdcrás el fruto de tus servicif)S, tus inquietas vijilias, tus
noches turbadas [lor esa voz interior, que no se ahoga jamás? ¿Renunciarás al
codiciado premio, preei~amentc cuando yas Ya a alcanzarlo?


El lll(mO, inclinúndo,e al oido del ]¡olllhJ~e flaco" se('o, afladiú algunas pa-
l:¡\¡nl, llIuy s('rrctn~, qllr no jlliflp ¡H'frihir; y el homhre flaco Lse('o llarecía n1-


.,




l'Oj('rias con Hna ;1\ ido (,oI\Yulsiva. Yo no SI; lo qne cntonces ¡l:ISO en (:1: I'r!'o
vi O"("llref:('r~t' la t"n'lllt' del ánJe1 dt, hlZ, apartar lo~ ojos, pin,:¡ rhl~ en su rostr(i
unil tristeza llena de horror; y, al ('!eYar~e en los airc~, I"C,Ollar(li\ estas pabhras
tn las bú\"('(!;¡s ~omhrías:


i}hLDlTO l'Oll TOD.\ LA ETEllXWIO!


:\.


CERCA de un seto, al estremo de un bosque, se veía una ho¡wera de mr-
mula rama, y, sentado al pié, ~obrc un cespcd, a un júyen calentando su;:;
manos a la llama.


El humo, iluminado por los roiizos rayos que se escapaban por entre la~
lJuhes, se eleyaha dific!llto~aTllclllc a lr:l\(;S de una atmú:ifera ([('m,a; y cl jóven
lo veía, primero ondular como una ~el"jliente tllW se hincha y desarrolla en aní·
ii()~, después csparcir~e en oscuros grupos, y por último uisiparse en medio de
i:t pesada atmósfera.


:\0 se oía canto alguno en el hosque, ni se veía ernzar ninguno de esos in-
~·('("los de espléndidas alas que llevan tie flor en Jlor sus amorosos suspiros: el
,~i1encio y la quietud reinaban [lor do quiera, y tOllo presentaba un color unifor-
m('. y triste.


\1 contemplar marchitas las plantas mas lozanas, dohladas sohre su tallo y
:;;'sco!oridas, [ludiera d(~eirse que eran el sudario (ll~ la naturaleza difunta.


De vez en cuando un ljjero soplo, (lue nacía y JIIoría en un lIIismo instante,
hacía rodar por el sucio las hoias secas; y el jóven, inmóyil y petisativo, recojía
lodos los jemidos de esta YOZ del invierno, que, penetrando en ~u alma, se per-
,lía en ella, como ~e pierden a la caida de la tarde los suspiros de la lioledad
"a el fondo de los bosques.


De vez en cuando tambien tina nllbe de pájaros de otros climas cruzaha a
~~randísima altura por encima de su cabe?:a, lanzando gritos semejantes a los la-
dridos de una jauria. El jóyen los seguía con la vista a través del espacio, y
dominado }Jor ~Il imajinacion, sc sentía arrebatado, COIIIO cllo~, por liT! instinto
~r(TP,to y una fuerza desconocida a rejiones lejanas y mi~leriosas.


JÓVCIl, que tan pronto ansías tu fin; ten paciencia, y Dios t(: conducirá.


XI.


ER.\ media noche de una noche sombría, llena de horror. en la cual vo no
dormía ni tampoco yclaba; mi alma erraba por rejiones 'lile uo sahrú pilltnr, os-
¡·mas, frias, tristes, donde pasaban~' repasaban, no súres, sino fantasmas de
<~;·es.


De repente me pareció que un viento me trasportaba a la cima de escarpa-
das pemItentes, entre peladas rocas, semhradas acá y allá como las ruinas de
\lll mundo desplomado; y el aire se hacia menos denso, y yo no sé quc pálido
resplandor ilullliTl8ba a mis pies una llanura, :-obre la que estaba apiílada in-
llumerable multitud.


La cual iba v venía ajitada en confuso movimiento, semejante a un mar
(,Ilyas olas, llevalfas y traidasJJor opuestos viento~, se cruzan en lodos sentidos,
:- al deshacerse en la playa, cjan una larga faja de espuma ~uci,l.


y aqurl rnyo soplo me hahía llevado allí. me dijo:




bE (:'\ CAL.\BOZO. I .)
Jlé ahí a quc estado viencn los pueblos en quienes la verdadcra vida se ha
~stinguido; dOllue cada uno, enconado sobre la tierra, no aspira Illas que a lo
que clla puede darle, y no tiene mas regla que su codicia, ni otro objeto que
su egoisIllo.


Mira esa polvoreda dc homhres, que era en otro tiempo una nacion: ¿ qué
queda de ella?


Ya no hay en ella vínculos, ni creencias, ni pensamientos comunes, ni amor; .
todo ha Illuerto en !'Ila menos los apetitos brutales; todo lo ha perdido, hasta
el instinto de sus destinos.


Busca en ella algun rastro de amor propio, de dignidad, de honor, de ell-
tusiasmo g!~neroso, dp t~SO que hace morir para merecer la vida; toca en su
pecho y te sonarú yacía.


Yola he alTO jado en castigo a la mas vergonzosa humillacion, a la ti ran Íil
mas abyecta que haya jamás ahogado en su fango a un puehlo, que ~'a no {'.;
pueblo.


«H e dicho a la infame: Envuélvela en cieno; haz en ella alguna cosa digna
!le ti.))


« Y el monstruo la cojiú con sus agudos dientes, y se enroscó en ella, '! la cu-
brió de haba, Ji despues de ha heria engullido y de haberse hartado, arroJó los
despojos; mezcla informe de hucsos triturados y (]e infedos pellejos.,.


Hnbía en la voz del que así me habla},a menos reconycm:ion que dolor y
amarga tristeza.


Después de un corto silencio, añadió: ¿Qué hay en ella digno del hombre?
Cierto es que se Ilota animacion y moyimiento; mas tambien se mueven los
brutos,! los gusanos.


¡Oh pueblo, cn otro tiempo tan grande, a quien los demás veían marchando
por las alturas v coronado de luz, abriéndoles el camino del pOfyenir: ¿ en qU(O
le has convertido? ¿ flué has hecho de mis dones?


Yo te había hendecido con ITI i mano y te había dotado de un jenio pode-
roso, porque te háhía elejido para realizar mi obra.


y cual es ahora tu estado!
Ver_dad es que tú no has descendido por ti. mismo; has sido maniatado en


un sueno, y te han echado a rodar por laJ)end¡ente.
Tu candidez e ünprevision te han deja o beber la copa envenenada que te


han llresentado; y por eso revivirás.
¿Ha prevaleeido algo jamás en el mundo contra mi voluntad?
Yo he depositado en el fondo mismo del mal un jérmen imperecedero de


¡lienes, que se fecundan en su dia, así eOITlO en el lecho de los ITlare~ he senj-
lirado una porcion invisible de plantas, que poco a roca se elevan desde el fon-
do del abismo y vienen a desarrollarse en la superhcic,


XII.


ERA uno de los mas hermosos dias del otoño. El sol rielaba en la mar, y
rada gota de agua reflejaba, como una punta de diamante, una luz hlanca y pura,
que los ojos apenas podían soportar. De la desierta aldea, hombres, mujeres J'
niños llegaban en .tropel a los floridos bancos de la playa, donde el clavel si~­
"estre de flores vwladas, mezclado con el tomillo, exhalaba un aroma dell-
cioso.


Provistos de cestas, redes, bieldas v largos palos, armados de un gancho
dr hierro, estuvieron esperando que la' marea dejase en seco la estensa playa




7/,
y sus penas, para recojer el rico botin preparado por la Providencia; el pez
plateado que se desliza en la arena húmeda, los vorazes cangrejos, las lan-
gostas, la nacarada almeja y los mariscos de todas clases.
~ Por la tarde, a la hora en que la marca sube como un rio hinchado por las
lluvias, alegre la cuadrilla, regresó a la aldea. ~las no todos volvieron.


Arrobada en los ensueflOS de su coraWI1, una jóven se hahía olvidado de si
misma en una peña lejana. Cuando la infeliz salió de su meditacion, las olas
hahian rodeado la peña con sus moyihlcs lazos, y la marca subia rápidamente.
l\adie había ya en la pla~a, ~. ningun socorro era p()~ible.. .


¿Qué es lo que pasó entonces en el alma de la YirJeu? l'Iadw lo sahe; es un
secreto entre ella y Dios.


A la maflana siguiente apareció su cuerpo. Tenía atados a las algas sus
largos cahellos negros, sin duda para que no la arrebatase la resaf:a, J repo-
sar en la tierra natal, en medio de los suyos (1).


Lna cruz de madera srflala en el cementerio pI sitio en que descansa. ti na
de las que fueron sus companeras, arrodillada al pie, ruega a menudo por ella,
y, henchido el corazon de tristes recuerdos, se retira, con la frente baja v en-
jugando sus lágrimas. "


XIII.


HAciA un calor sofocante. Gn hombre yió en la falda de un rihazo una viña
cllrgada de racimos, y, como tenía seó" le vino el deseo de apagarla con el fru-
to de la vi na .


Mas entre ella y él se estend[a un pantano fangoso, que era indispensahle
atravesar para llegar al ribazo, y no se resolvía a ello.


Sin embargo, aco~ado por la sed, se dijo: Quizá el pantano no sea muy
profundo: ¿qué peligro hay en que yo lo esplore como lo habrán hecho tantos
otros? No mancharé mas que mi calzado, y el daflo, despues de todo, no será
gran cosa.


Dicho esto, entra en el pantano, y su pie se hunde en el infecto cieno, que
hien pronto le llega hasta la rodilla.


Entonces se detiene, vacila v se pregunta si no le convendría mas volver-
se atrás. Pero la vifla y sus racimos están a la vista, y por otra parte siente au-
mentarse la sed.


¿Porqué, dice, después de lo que he avanzado, he de yolyerme atrás'?
¡.Que puede sucederme? Un poco mas o menos de fango, cosa que no vale la
pena ~e pararse; y, por otra parte, nada me estorbará (Iue me lave en el pri-
mer rwchuelo.


Este pensamiento le decide. Avanza, y cuanto mas anda, mas se hunde en el
fango; primero hasta la cintura, de~pues'hasta el pecho, luego hasta el cuello,
luego hasta los lahios, y el fango en tin le cubre la caheza. Ahogándose y pa-
Ltleando, un esfuerzo desesperado le salva v le pone al pió del ribazLJ .


. . Cubierto de un limo negro que gotea de" todo su cuerpo, coje el fruto co-
diCIado y come hasta harlarse. Después, incomodado por el hedor y avergon-
zado de sí mismo, se despojO de sus vestidos y busca con ansia un poco de agua
donde limpiarse. Pero aun después de haberlo hecho, conserva el olor; el va-
por del pantano ha penetrado en su carne y en sus huesos, y lo exhala ince-


1) Lejoi de ser una fiecion el asunto de este eapítlllo, es un "echo real,9ue le fue contado al au-
lor en elmiSIUQ sitio donde acontecíú, en Loc-~Iaria-Ker, en la hahía de QlIIberon.




BE ¡;~ CALABOZO. /7
santemente formando a ~u alrededor una atmósfera fétida. Adonde quiera que
se aprox.ime" todos se alejan. Pues se ha convertido en reptil, que va~'a a vivir
con los reptiles.


XIV.


PABRE mio, el trabajo es ho) muy penoso: la tierra, desecada, rechaza el
azadon, el sol lanza rayos de fuego,' y el viento del medio dia forma torbe-
llinos de polvo en la llanura.


-Hijo mio, el que envía los vientos abrasadores, envía tambien las nu-
bes húmedas. Cada dia tiene su pena y su esperanza, y despues del trabajo
está el descanso.


-Padre mio, ved como languidecen esas pobres plantas, como caen sus
amarillentas hojas a lo largo del tallo, que se dohla sobre si mismo,


-Ellas se levantarán, hijo mio; ni la yerba mas pequeña está olvidada
1'01' el Supremo Hacedor, pues hay sielllPl ~ en el cielo, para ellas tambien, llu-
vias fecundas y frescos rocíos.


-Padre mio, los pájaros se callan en los árboles; la codorniz acurrueada en
el surco, no llama ya a su compaflera; la vaca busca la sombra, JI el toro afian-
za las piernas, estiendc el cuello y dilata sus anchas narizcs para aspirar el aire
que le falta.


-Dios, hijo mio, volverá a los pájaros su canto, a los toros y a las vacas
sus fuerzas agotadas por este calor abrasador. Ya se vé correr en el mar la
brisa que los reanimará.


-Padre mio, sentémonos sobre el césped al j-")rde del estanque, cerca de esta
vieja encina, cuyas ramas inclinadas hCEall dulcemente la superficie. ¡Qué tran-
qUilas y trasparentes están sus Dguas! ¡cómo juegan los pezes! Los unos persi-
guen su alado alimento, pohres mo~quitos que acaban de nacer; los otros
levantan su cabéza, y parece que con su hoea entreabierta quieren dar al aire
un beso suave.


-Hijo mio, el que todo lo ha hecho ha repartido indistintamente sus inago-
tables dones, la vida y el contento de la rida. El mal no es Illas que apa-
rente, el lado oscuro del amor, una fase del bien, su somhra.


-Sin embargo, padre mio, vos padereis. ¡Cuantos trabajos, cuantas amar-
guras para atender a nuestras neceSIdades! ¿\o sois pobre? ¿)Ti madre no es
tambien pobre? ¿No son vuestros sudores los que me han criado, sin haber
llegado nunca a asegurar el mañana?


-¿Qué importa el mañana , hijo mio? :\Iañana pertenece a Dios; confiemos.
pues, en él. El que se levanta por la lllafiana no sabe si llegará a la noche.
i.~orqllé, p.u~s, alarTll?rse ~ inquietarse por u,n tiempo que tal vez .no veremos?
Nosotros vmmos aqUl abajO como la golondnna, buscando cada dla el sustento
de.' Illi~mo dia, y, lo misTllo que ella, cuando el invierno se acerca, una fuerza
llllstenosa nos lleva a climas Tllas dulces.


. ¿Qué es esto, padre mio'? Parece un muerto envuelto en su sudario, o un
llIño en sus mantillas.


-Hijo mio, es una larva, que bien pronto será una flor viviente, una figu~
ra aerea, adornada de vivos colores, que se elevará en los aires.




jS;


xv.


Oh! ¿ quien I~le volverá mi valle natal, mis rocas y mis grandes pinos,
sembrados en la falda, y los verdes prados, donde una a¡:;ua cflstalma, escon-
dida hajo la yerha florida, mojaba mis pies cuando las nieves sp derretían?


Entre mi patria y yo, pobre bijo de las montafws, tlan levantado una
gruesa muralla y una empalizada de hierro.


Cuando compared ante ellos, me dijeron:-¿De qué vives tú?
-De mi trahajo; pero hoy lodos lo rehusan, y tengo que morirme de hamhre.
-¡Quó te mueres de hambre! Ka trabajar es un delito. ¿Y tu casa? ¡.Tic-


nes ca~a?
-Como no tengo dinero, todas las puertas se me cierran; y cuando llega


la noche, busco un abrigo allí donde me ha conducido la Provicleneia.
-j, Con que no tienes casa? Otro delito: eres un vagamundo. La ley está


terminante: la prision.
i Illlpostores, que os llamais discípulos del Hi.io del hombre, de aquel que


atravesó este 1I1l1l:r!O pobre, ahandonado, sin tener una piedra donde reposar
su cabeza; ved sobre vosotros su imájen, vedla animarse y abrir su boca,
poseida de santa cólera, para maldeciros v maldecir vuestras leyes!


¿Acaso el aire y el sol no :;on de todos? ¿Acaso ha construido Dios cár-
cele~ para alg;una de su~ criaturas?


Pastores de mi pa is. n~goci.iaos en vuestras humildes cahaiías. ta indijen-
tia entre yosotros lIO es un crÍmen, y el caminante encuentra siempre un poco
de leche y de pan moreno para satisfacer su hambre, y un lecho de hojas secas
para reposar de su cansancio.


¡Cuan dichosos corrieron entre vosotros los dias de mi juventud, hermanos
mios! ¡ Cuan dukclIlcnte se mecían mis pensamientos en los óstasis del alma,
euando, sentado en la pradera al pie de una vetusta roca. tapizada de musgo
\"erde, aspiraba el oler embriagador de nuestras planta~ aromáticas. y presla-
ba oido al melodioso canto del mirlo, o al ruido del torrente que iba a despe-
t1arse so]¡re un leclto de guijarros!


¡Cuán presentes están en mi alma estos recuerdos! Estoy vien.do las lijeras
Iluhes hUlr por las laderas del monte, plegar~" y replegarse en Hui formas es-
trañas, y despues subir a la cima para cubrirla con una diadema negra. .


¿Qué es aquel punto casi imperceptible que se ve allá arriha"? Es el ágUIla
que desplega en la inmensidad su majestuoso vudo. ¡ Ella sí que es libre!


Tumbien es libre la gamuza sobre sus rocas solitarias, y el oso es libre en
su caverna, y el pájaro en los hosques, y el insecto entre la yerba.


¡Ay! porqué no seré yo el insecto de la yerba, el pájaro de los bosques, el
oso de la ravcrnrt, o la gamuza de las rocas solitarias?
~o hay una sola criatura que no vaya y yenga como le plazca, y que no
rcs~;ire baj0 el t:ielo un aire que nadie t tasa. .


Solo al pobre le bIta lo suyo; el pobre es un proscrito, es el pana de la
creacion.


¡Dios mio! ¡quien me diría que lloraría haber nacido hombre!


XVI.
K'i el fondo de una pequeña ensenada, al pie dr. una roca carcomida en
~U has~ por la~ ola" <'ntre unas peñas, de que pendían lar~a~ algas de nu ver-




DE l:'i CAL,\llOZll. i9
ue uscuro, dos llOlll}¡res, uno jóvcn y utro an¡;iano, pero robusto, apoyadus con'
tra una harca de pescador, estaban espp-'wdo la marea, que snbía lentamente
apl',nas rizada por una hrisa muribunda. Guanclo llegó a la harca, reshaló esta
suavemente ~o/¡re la arena con un ruido debil v agradable.


Poco tielllpo despu:;s se la viú alejarse de la ri\-era y avanzar atrevida mar
adentro, dejalH10 tras sí una cinta de e~pllma hlanca.


m vil~jo, 1111PStO al timon, miraha a las vela;,;, que tan pronto se hinchaban.
tomo S~ plegahan, cual alas htigadas. Sus miradas entonces parecían huscar
una sellal en el horizonte y en las nuhes quietas. Despuós, qnedaha pensativo.
~. so]¡re Sil frpnte 1Il0rena Sl~ leía toda una vida de tralJajos v combates, soste-
lIida sin qllehrantarsl~ jauHis. •


El rel1ujo formah:l en llnn mar tranquila largos surcos, donde el pctrclo Sl~
halancenhn hracio~nlll(lntc sobre las hrillantes y aplomadas ondas. Desde lo
lIlas alto de los aires ia gaviota se sumcrjía como una flecha, y sobre la punta
negra de Hna rora reposaba inmúvil el esLúpido cucno nwrino.


Ellllenor accidente, una lijera ráfaga, un rayo de luz podía cambiar el aspec-
to dt' e,ta q¡riada l'scena. El j(nen, abstraido, la veía ('omo s() ve en un sueüo.
Su alnta SI) arrullaha al rllido de la estela, como adorlllece alnillO el Illonóto-
no y dóhil cantar de la nodriza.


')l,ero de repente, saliendo de su ensueflo, sus oJos se animan) y resuena el!
los aIres ~\l sOllora voz:


-j Para cllahra(br los campos, para el cazador loshosques y para el pes-
cador el lIlar. con s¡¡,; olas, sus bajo~ y ~llS tormentas!


Camin,lIl(]o con el ci(~!o sohre StI ca!J!'Za y el ahismo a sus pi¡;s, es libre, y no
tiene mas rltlcí10 qtll' a sí mismo.


j CÓIIIO ()]¡edl'l~e a ~u Illano v sr, lanza en las múvilC'¿ llanuras la frájil har-
('a, allilllada por los soplos dl'! ¡tire!
~Ilcha contra las olas', y la~ sujeta; lucha contra los vientos, y los uoma.


¿, Qlllen es tan grande ~' tan fuerte como d?
¡. ])óndl' I'stún los limiles de ,us dOllliJlio~? ¿. Qllienlos ha encontrado jamás'!


En el inlllenso espacio del ()ceallíl. 1)ios le ha dicho: XOl'eyl/; eso es (uyo.
SIlS redes estrapn del fOIl(lo (In lns a?:ll:1s una cosecha vivient!', porqlle hay
['{~hallos inlllJillerahlp:i que se nutren para él en los pastos que cuhren los
mares.


Flores violadas, azules. purpúreas y amarillas nacen en su seno; y para en-
cantar su vista, Ins ílUbl~S ll~ ofn~cl~ll ya,;tas playa~, herlllo~os lat:o:i aZllle~, a!l-
chos rios, y llllllllafws, y valles, y ciudades !alllúsÜcas, tan pronto hundidas en
h somhra, como iluminadas con todos los e~;[Jlendores del poniente.


¡ Oh, ([lw hella 1lI() parece la vida del pescadorl ¡ Cuúnto me agTadan Sll~
l'l!do~ comhates v varoniles !!:ozes !


¡Sin clllharg'o, Illadre ¡;Iia, c;wJlllo Jlor la noche una repentina horrasca
l::1f:C crujir nue~tl'a callaÍla, q!li' angustia se apodpra de Vlll',tro cnrazoll! ¡Cómo
d~ ill(,ofporais tellliJl()l'o~a para ImEr a la Yírjen divina que proteja a los pobres
IllaJ'Jlll~rm; !


De rodillas delante dl\ su imújen, llorais acordándoos de vuestro hijo arre-
batado por el lorlli'llino, en medio de las tinieblas, hacia los escollos donde
()~~en los lamentos de los diflllltos (1) confundidos con la pavorosa voz de la tor-
JIIenta.


l· f.." !~(!JI;ll di> ti)>; f),ftln(d.~ al confl!; ~leLl rrcl~í1t') lL:O n(lnJ.f~ 1'\.'I.'itdú por lüfHt'I!C'neia dft
j():-\ n;udr;'llIns tll1f' pn dJa OUU'1'l'U.




I:LOS


XVII.


EL hierro es duro: martillemos, compañeros, martillemos.
i Que hermoso dia! El sol inunda con su esplendor los montes, los llanos.


los hosques, los lagos; mas no para nosotros, siervos del humbre.
El hierro es duro, etc.
Afuera, una brisa fresca acaricia las flores, y dobla los juncos de las orillas


del mar; mientras aquí nuestro pecho jadeante solo aspira un aire abrasado.
El hierro es duro, etc.
j Dichosos los que ven el sol! i Dichosos los que sienten sobre su frente el


fresco de la brisa.
El hierro es duro, etc.
:Mi anciano padre, estropeado por los allOS y el trabajo, está esperando el]


su pobre cabaña el pan fIue le han de ganar mis brazos.
El hierro es duro, etc.
:Mis hijos y su maure están uicienuo: j Cuánto tarda! Cuando venga come-


remos.
E! hierro es duro, etc.
Cubierto~ de harapos, casi desnudos, ¿con qué se abrigarán este invierno'?


¿ Encontrarún un asilo, cuando caigan las nieves y silhe el viento del norte'?
El hierro es duro, etc.
El que me alquila por algunos dias cl único asilo que tienen en este mundo,


me dijo ·aver: E! término ha concluido; paga o vete.
El hierro es duro, etc.
j Oh que penosa es la vida! Pero el amor la endulza. Sus males ¡cuán nu-


merosos! Mas el valor los vence.
El hierro es duro, etc.
Animo, pues, hermanos; no hay que rendirse; luchemos, luchemos como


hombres: Dios, que nos mira desde arriha, estará con nosotros.
El hierro es duro, etc.
1I0yel trabljo, mañana el descanso, y para nuestros hijos un porvenir mejor.
El hierro es duro: martillemos, compañeros, martillemos.


XVIII.


},LORE1IOS sobre la raza dejenerada, sobre esa raza de quien decían las de-
mas, levantando la caheza para contemplarla en su grandeza: E~ digna de ser
nuestra guia; que marche la primera, y nosotros la seguiremos como al jenio
de la humanidad.


lIarchó, en efecto, llamando a los pueblos a 'a nueva vida, ensefl{lIldole~
con la palahra y con gloriosos ejemplos la ley que levanta a los pcqueiios,
fortifica a los débiles, y los une a todos en la santa igualdad, la libertad y el
amor fralernal.


Lm cetros se rompían bajo sus pies, y las coro n . " rodando por el suelo,
asem(~.iahall al aro con que juega el nilill.


El soldado sembraba en los campos de batalla, cual obrero diyino, la sal-
vacían de las naciones emancipadas. Al solo anuncio de su Yruida, los hielTo~




IiE l:'l CAUBo.ZO. 1'1
del esclavo. se cho.caban y ro.mplan po.r sí mismo.s, manifestándo.se en él ulla
co.sa descDnDcida; y era que "mpezaba a creerse hombre.


La esperanza penetraha en el corazon del pohre, dulce y tranquila como la
li'esca bnsa del crepúsculo.; sueño.s de paz y de alegría le consolaban en sus
nDches; veía una figura radiante qne le sDnreía y sonreía a IDS suyos, derra-
mando. so!Jre ellns un rocín fecllndo., co.mo. el que reanima las plantas ago.stadas
po.r un so.l abrasado.r.


Por do quiera los co.razones se dilatahan y abrían a la alegría; donde quiera
palpitahan con un misterioso. presentimiento.


¡Qué puro. estaba el ho.rizonte! ¡Cuan dulcemente se recreaban en él las mi-
radas! ¡Co.TllO se veían enlazarse lo.s bienes con otros bienes sin fin, en el fondo
de sus límpidas perspectivas!


Mas dr, repente el espectro. de lo. pasado, cubierto. de un po.lvo fétido., sale
tle su tumba y ~e dirije al pueblo libertadDr. Le pDne la mano. sDbre el pecho.,
y la sangre se hiela, y el co.razon cesa de latir; le echa su aliento, v el vértigo
se apo.dera de d, sus piernas vacilan, y su razo.n se turba: ha perdido. hasta
el recuerdo. de lo que era en otro. tiempo, y la simpatía que le unía a los de-
más puehlo.s, y su dignidad. Degradado. por la eorrupcio.n, entrega estúpida-
mente sus pies a los ¡¡;rillet~s y su cuello. al yugo..


Yedle enco.rvado. hacia la tierra, arando. v cavando., sin o.tro aran que satis-
facer una brutal codicia; y cuanto. lIlas trabafa, mas estéril es para él. Se fati-
¡¡;a, y la cosecha es para o.tro.s, como. aco.ntece al animal inmundo a quien se
arrebata, apenas ID descubre, el fruto que ha olfateado en el suelo..


j Oh, lIo.remo.s sobre la raza dejenerada!


XIX.
YEn aquí Jo que DiDS ha dicho.:
¡ Ay de las nacinnes que me olvidan y de lo.s pueblo.s que se separan de mi!
PDrque tú me has desterrado. de tu pensamiento. y arro.jadD de tu corazon,


sin querer mas seilo.r que a ti mismo;
Po.rque ostontas tu orgullo., CDmD un rey de teatro. su manto. de púrpura;
Porq ue has tomado. por co.nsejero.s a los sentidos, y has dicho a la codicia:


Serás mi lev; v a la materia: Serás mi dicha;
Porque has· renunciado. a todo. lo que te hacía grande;
He arrojado. sobre ti frias tinieblas, llenas de fantasmas; te he enviado


rl espíritu de vértigo., y el espíritu de mentira, yel espíritu de miedo..
'1 e he quitado la intelijencia v hasta el deseo de la libertad.
ne la cloaca do.lHh~ se amo.ntonan v fermentan las basuras de las ciudade~,


í'S decir, las eDnciencias venales y las·almas po.dridas, he hecho elevarse lo (Iue
hay (~n ellas lIlas vil, mas ahyeeto y mas inmundo., para que mande sDbre ti.


Te he puesto. dehajD de cuanto. hasta hoy se ha visto mas bajo. Con el lá-
tigo. y d palo., he dDblado. tus espaldas; te 'he hecho. emidiar la suerte de la
hestia de carga, a quien no se encierra en IDS calabo.zos, y a la cual se cuida,
pDr el co.ntrario, por lo. que cuesta.


Te he entregado como. un juguete a lo.s demás pueblo.s, te he cspuesto a
sus insulto.S y a su mofa. Al pasar, te ven CDn desden arrasLrando por la tierra,
y te dan co.n el piro Respóndeme: ¡, no es esto bastante o.probio?


Lna liehre ardiente devora tus entrañas, y para encontrar la fuente que ha
de apagar tu sed, andas, pobre inscnsato., arando. y rayando. la abrasada arena.


El hambre dero.ra tus hi.ias, y se las ha "blo, para pDder Yivir, buscar Sil
pan cn el Ülni'O de la prostitucioll.




~, .)
'"'-


ECOS


¿Hay alguna miseria que tú no tengas? ¿algun dolor que no pese ~obre tu
cuerpo y sobre tu alllla? ¿.alguna vergüenza que no te humille"!


Porque mi ~'ngo t\~ illl[>ortIlIlaba, lo has sacudido y has reIl\~.!;:Hlo de mí, ql((~
soy tn padre: contl'mplate, pues, COliJO tú ha.;; f[llcri\lo vivir, ~ill llIas regla que
tus apetitos, sin llIas luz que las tinieblas, sin Illas fuerza ([tiC la de tu~ mús-
culos v tus hllesos.


Te' has hecho hruto, y te tratan como bruto. Los que han dicho: "ngamos
de él nuestra p['('~n, clavan en tn carne sus uüas aguzadas. Llama a!Jora a lu~
jlrofeta~, para (IlIC te sahell , si pueden.


¿ Comprenderás al fin que la vida emana dc mí, y que es el alicnto mismo
de mi hoca '!


Abre tus ojo~, brote en tu cnrazon un arn'p(~lltillli(~lllo siJl(:efO, y te ten-
deré mi mano, la mano que te ha hrrido; y ella t, levantanl, y tus opresorps ;¡
~u vez sentirán el peso de mi justicia, y [ú serás [odarÍa el puehlo cocujido, el
¡meLlo a quien tndos los demás, que creen en el Jllist<~j'ills() porvenir, contcm-
pIarán con csperanza.


xx.


ELLOS sc han dicho: Xosotros destruiremos el Bien, aniquilaremos su mislIlo
jérmen en el fondo de las almas. Y si algllIlo o~;a ll~\'antar la voz para delt~nder­
Jo, para refrescar en los homhres su recuerdo, nosotros lo arrojaremos a los l:a-
lahozos como un malhechor, porque t('nelllo~ la flll'rza,' o lanzarl'lllOS ,obre él la
hamhrienta cuadrilla que guarda las avenidas del telllplo cid ~lal, y ljue, por
el pedazo de pan que se le arroja al cieno, \omita ultrajes y Illl'ntinls.


j Insensato! y cuando hici('seis hoy lo que la Iltunle harú Iltaflana ¿Iw-
bríais vencido'! ? El Bien es por ventura un hombre? El Bien so\' yO, ha di-
dlO Dios. ' •


Cuando el Justo, clavado en la Cruz, eS¡llró entre dos ladrones, los pode-
rosos de aquel tiempo, los politieos, los hipócritas, los que dcroran la sustan-
cia del pueblo, lal mIllO se come un pedazo dc pan, creyeron haber alcanzado
su triuIlIIl. y al dia siguicnte, de un eslrelllO al otro de la tierra, los eeos n'-
¡¡eLían una voz salvadora, salida de la tumha del Crucificado.


XXI.


¿,PORQVÉ correis tras las tinieblas? ¿Porqué olvidais vuestro verdadero de . ;'
tino?


tuzes en¡raüosas, vozes cmhusteras os conducen a lugares estl~J'iles y deso-
lados, donde la misma e~p('ranza se estingue en unn noche eterna.


Las necp,idadcs lhicf\s deben ser satisfechas; nadi(~ lo i¡2;Tlol'H, pon!- ~ sonIa
condicion de la existencia, ¡, Pero esas necesidades lo son todo?


¡.No sois llIas que cuprpo, para quc ast husqueis en el werpo el hicn sin lí-
mites, inmenso, a (l'w a~pirais?


Maflana ¿qué será ese cuerpo? [n poco de ceniza. Cada dia se acerca Illas a
la tumba: y ¿ es ese el camino de vuestros deseos?


tas hestias misIll3s ¡lO se limitan a los sentidos y a los g-ozes de lo~ "cnli-
dos. Tiencn instintos lllas elevados y ¡2;07~es Illas íntimos.Ellils os enSrilall. sin
,ollocerlo, el tin a que debcis enCall1illarQ~.




[tI;; l:'l UL.\1I0W, ü", ('l.)


¿,Queréis ser menos todavía que ellas? Y si así lo qu~reis ¿de que os t¡lW-
jais? ¿ Se dohla nadie tanto sin incomodidad'? ¿Se puede tombatir la natura-
leza, sr, puede malarla sin padL'(;er '?


¡.SalH'is como ,e llama ese espectro npgro J informe y mildo, (liJe os ahoga
con sus "hrazos? Plles se llama Jla[cria. '


PlJrque ten;!o piedad de es() pobre PUl'l![o, dil!':
Que el cuerpo no es el homhre, sino [a envoltura del homhn'.
Que vivir no cs comer y hehcr, sinó pensar y alllar.
tos últimos seres de la creaeion ('OllWlI y IJL'hen, \ e:,o les ha~la : el hOlllhl'l~


picnsu Jama, se a[la~iolla y ~acritiéa por mi para qUl\ ~ () me sael'ili(III\J pOI' él Y
mH.:uentre en mí, cn la Y crdad, en el Bien y en lo Bello, el alimento de su
alma, que es por quicn rcalmcnte vivc.


,Lo dcmás es bien po(;a cosa. Buscad ante todo mi justicia, y jamás os f~ll­
tara.


i Infeliz dcl que vaga cn cl fondo del vallc, a orillas dl) las aguas c()nagosas?
Las cspigas destinadas a mitigar vuestra hambre no crecen en lo~ pantanos: yo
he sembrado on sitios mas eleYado~ el grano quc ha lk alimentaros.


XXII.


A la hora en que cl Oriente comienza a oscureccrse y todos los sonido~ ca-
lIan, caminaba un hombre lentamente, a lo largo de las miescs ya sazonauas,
por un scndero solitario.


ta ah(~ia bahia vuelto a su colmena, y el pájaro a su nido; las hojas, inmó·
vilc~, dormian sobre su tallo: y rodeu!Ja a la tierra adormccida un silencio
triste y dulce. ' •


HIla sola YOZ, la voz lcjana de una campana de lugar, ondulaba en la tran·
quila atmósfera.


y decia: i .\cordaos de los mucrtos!
y en la fascinacioll de sus ilusiones, parcciolc que la voz dc los muertos, dé·


bil Y yaga , ~c mezclaba con csta voz aérea.
Decid: ¡. vcnis a visitar los lugares donde hicísteis vucstro rápido viaje, y a


buscar los recucrdos de los dolores y las alegrías que tan fugazmente pa-
samn?


Os hahcis desvanccido como el humo quc sale de nuestras chimcncas y se di·
sipa brcvemente, •


Vuestras tumhas blanqucan allá aha,jo, al pié elcl yiejo ciprés del cemcntcrio.
Cuando los rientos húmedos del poniente murllluran en los bosques, parec(~ (IlIC
(J,;t;ín jimiendo lo~ espíritus. ,.SOIS aeas') vosotros, csposos de la muerte, quc os
ajifüis cn vuestro fúnehre lecho'?


Ahora estais tranquilos, sin zozohras y sin lágrimas: ahornlnzcll para vos-
otros astros lIlas bellos, y un sol mas radiante inunda corr sus esplendores las
calTlpifJas, los mares etéreos y horizontcs infinitos.


j Oh! hahladme de los Il1isterios de cse mundo, que mis dcseos prcsicnten }
en cuyo spno mi alma, fatigada dc las somhras de la tierra, anheln sumer-
jirse. Hah[adme d(~ su dirino Haccdor, que es quien puede llenar el inmenso
yacío que se ha h,)('ho en mi alllla.


llrrlllilnos, des\lUcs de haber csperarlo largo tiempo, animados por la fe,
llegó vuestra hora. La mia llegará tambien, y otros a su YCZ, concluido su tra-
ha,jo, al rcgrcsar a su po]¡rc cabarla oirún la YOZ (IUC dice: i Acord"os de l(l~
muertos!




I ,




EL LIBRO DEL PUEBI10.


AL pasar por esta tierra, comO todos pasamos, pobres viajeros de un dia,
he oido grandes jemidos; he abierto los ojos, y mis ojos han visto indecibles
sufrimientos e innumerahles dolor{'~. Pálida, doliente, desfallecida, cubierta de
fúnebre manto, salpicado de sangre, la humanidad se ha levantado delante de
mí, y me he preguntado a mí mismo:-¿ Es ese el hombre, el hombre tal cual
le ha creado DiosL. Y esta duda se apoderó de mi alma, y la colmó de angus-
tias mortales.


Pero no he tardado en conocer que estas dolencias y sufrimientos no pro-
vienen de Dios, de quien emana todo bien, y de quien nada emalla sinó bien;
que SOIl obra del hombre mismo, arrastrado por su cil~ga ignorancia y corrom-
pido por sus pasiones; y he esperado, y he teuido fe en el porvenir de la hu-
manidad. Su suerte cambiará cnando ella quiera que cambie, y lo querrá ape-
nas se una a la cOllviccion de su mal el conocimiento exacto del remedio que
puede curarle.


¡ Considera, oh puehlo, si no es tiempo de justificar al A utor de los séres
creándote una suerte mas conforme a su justicia y a su bondad!


Tú dices:-Tengo frio ;~y para ahrigar tus miembros estenuados, los suje-
tan eon triples cadenas de hierro.


Dices:-Tengo hambre;-y teresponden:-Come las migajas barridas de
nuestras salas de festin.


Dices:-Tengo sed ;-y te responden :~nebe tus lágrimas.
Sucumhes al trabajo; y tus sellores se regocijan de ello, porque dicen que


tus fatigas y tu rendimiento es el freno necesario al trabajo mismo.
Te quejas de no poder cultivar tus faeultades, desarrollar tu intclijencia; y


tus dominadores se felicitan diciendo: -Para gohernar al pueblo, es preciso que
l'~té embrutecido.


Dios dirijió, en el principio, este mandamiento a los hombres todos :-Cre-
('ed y multiplicaos, y poblad la tierra, y subyugadla. Ya ti te dicen :-Renun-
cia a la familia, a I¡¡s c¡¡stns dulzur;¡s del mntrimonio, n 1m; puras delicias <k




EL I.nmo
la paternitlad; vive en la continencia y solo: ¿, qué otra cosa podrías lllultipli-
I'ar que no fuese tu miseria?


Es, pues, evidente que la humanidad no es lo que Dios quiso que fuera;
que se ha separado de la senda que él la sefialó. ¿ De qué modo logrará volver a
('11 a '?


Escuchad.
Desde el principio huho una ley: esta ley fU(: olvidada, violada.
Kuevarnente, despues de cuarenta ~iglos, el Cristo la promulgó mas per-


feela, mas santa.
y rué violada y olvidada de nuevo.
Hoy yace todavía en olvido bajo las ruinas de los deheres y de los dere-


chos; y esta es la razon porqué, encorrados y tristes, vagais a la ventura en-
tre tinieblas.


En esa ley divina, solo en ella, están vuestra salYacion y el fecundo semi·-
llero de los bienes que os ha reservado el Criador.


RemoYCd los escombros hacinados sobre ella, y aquella consoladora espe-·
ranza, aquellas proféticas palabras de los dias priI1litivos se realizarán comple-
tamente en yosotros:


EL PGEllLO Q"CE VAG.\BS d~G¡;IDO E:'I LAS TI~IEBLAS JlA VISTO 1:\.\ GRA"i U:Z; y
LA HZ SE IL\ ALZADO SOBlIE LO~ QL"E ESTABA~ SE:\TADOS EN LA /lEJIO:'\" ~O)lIlltí.\ DE LA
MlEllTE.




bU I'I'Enr.o.


1.


~() todas las cosas están como r!phieran en el mundo. Ha" en él demasiado~
lnale~, ;' males demasiado grandes. ~o es esto, por cierto, lo que ])ios ha
querido.


Los homhres, nacidos todos de un Tllismo padre, no hubieran debido for-
mar ~inó una sola gr<ln ramilia, unida con el dulce vínculo del amor fwternal;
y de esta suerte, al multiplicarse, hnhiérase asemejado a un ár)¡ol cuyo tronCt\
produce, ITI'('iefldo, nllllll'ro~as ralllas que, a su rez, producen retoflOs, y e~·
tos, otro~ v otros sucesivamente, Ilutridos todos ('OIl la misma savia y anilllado~;
de IIlIa mi~lIla \ ida. '


En una familia todos se interesan por el hien de todos, porque todos ~e
aman y todos participan del COlllun bienestar. A él contribll~ en todos sus
micmhl'os, cada cual de diverso modo segun sus fuerzas, su intl'lijencia, o SIl
aptitud particular: lUlO ha('(~ esto, otro hace aquello: IWro el tl'r1hnjo de ('ada
UIlO aprovecha a t()do~, y el trabajo de tOllo, "pro\ eeha asimislllo a cada uno.
En el hOi-mr dOIllt"stico no hay distincionl'~; torll)~ parten como herll1ano~ lo
poco o ml/c]1O r]llr tengan; y ]lOI' eso allí no contrasta el hamhre nm la ahun-
d:lllcia. La copa <[Ul~ Dios llena ('on sus dOlles, pasa de IIluno en mano, yel ni-
iío y el Yil'jo, el que ya no puede Illas o no puede !odayia soportar la ratiga,
tomo el C¡lLe Yllehe de los call1jlos, bmiada (~n sudor la frente, todos lllojan en
pila sus lahios. Comuncs son sus penas y sus alegrias. Si uno es dóhil, si enfer-
:11 a , o ~i los ;¡ilos le incapazitan para trabajar, los demás le cuidan, le alimen-
tan y trahajan por (>l; de suerte que en ninglln tiempo se vé abandonado de sus
!u'rrnanos.


i'ío ('S posible que existan rivalidades cuando todos tienen el mislTlo interés,
ni pnedl'n, pOI' ('onsiguientl\ suscilarse (lispnsiones; ]lo['(lue lo que enjendra di-
sensiones, odio y enYidia es el insaciable deseo de poseer mas, y siempre mas,
cuando sr, posee para ~¡ solo. La Proyidencia maldice estas posesiones a solas
que incitan ~ill cesar la codicia y jamás la satisfacen. El pan que mejor sabe es
rl que se parte y come en COlTl[laflía dl'1 neee~itado.


Padrr, madre, hijos j hermanos, hermanas, qué cosa hay mas dulce, mas
~anta que estos nombres? i. Y porqué hay otros en la LiciTa?


Si estos vínculos se hubieran conservado en sn pureza primitiva, la huma-
nidad desconocería hoy la mayor parte de los males que la aflijen, y la eompa-
~ion hllbiera miLigado aquellos que SOIl por naturaleza inevitahles. Las lúgrima"
f(~almente amargas son aquellas que !lO tie viertell en un ~eno amigo, aquellas
(lile una mano consoladora no se apresura a enjugar.


¡.1k donde prOVielln que nuestro destino es tan penoso y tan miserable
nuestra vida '? XlH~stra es la culpa toda, porque hemos desconocido las leyes de
la IlaLurall'za, y !lOS hemos apartado del camino que ella misma nos trazar·a. El
<jUI' se aparta d(~ los su~ os y se en~pcfta en trepar, sin ayuda ~e nadie, por en-
tre rocas escl'rpadas, no del¡e queJarse de la aspereza del camlllo.


«.\lirarllas aves del Ciclo: ni siembran, ni cosechan, ni allJontonan en gra-
I1pros, y el Padre COfllun las sustenta. ¿ ~o valeis vosotros fllucho mas qUl'
ellas ?n


Lugar lwy para Indos en la tierra. y Di05 la ha h('rho hastnnlc ferullda




EL l.mllO


para que pueda proveer con ahundancia al sustento (le to(lo~. Si JllUdIOS, pues,
,'arecell de lo necesario, es porque el hombre ha trastornado el órden estahlt·-
('ido por Dios; es pof(lue ha roto la unidad de la familia primitiva; p~ porflul'
los miembros de esta familia han comenzado por hacer~e estrailOs unos a otro~.
y han acahado por ser enemigos unos de otros.


Hanse formado multitud de sociedades, pueblos, trihus ~. nacionrs diver-
sas, que, cn vez de darse la mano y ayudarse llIútuamente, sulo han pen-.
sado en hacerse daflO.


Las malas pasiones y el egoismo, que es padre universal de todas, han ar-
mado a los hermanos contra los herlllano~. Cada cual ha promrado su propio in-
terés a espensas del interés del prójimo; la rapifla ha desterrado del llIundo 1"
seguridad; la ¡..;uerra lo ha devastado; los hombres, en fin, se han disput"oo COIl
furioso cmpeflo los jirones sangrientos de la comun herencia. Cuando la fucrza
(]ue dehiera emplearse en el trabajo prodllctiyo, se emplea principalmente en
( estruir; cuando el incendio, el robo, el homicidio depn iJllpresa en la tierra
la huella del hombre; cuando la conquista interrumpe: corta las rclacioIlt'S
naturales de los pueblos entre si, cereenándoles el territorio (lile cada cual
ocupa y puede cultivar; y cuando otros infinitos ohstáculos dilitultan l"s co-
municaciones entre los paises y el libre trático de sus productos, ¡. c<'lITlO es po-
~ihle que estos descírdenes tan radicales no ocasionen miserias igualmente pro-
fundas?


Despurs dediyidirse las naciones entre sí, cada nacion se ha diyidido a sí
misllw; pOl'f¡Ue ha hailido hOllúres que se han sohrepursto a los deIllás, di-o
rijiéndoles estas impías palahras: A IlOsotroS pertenece mandar:" gohernar, y
·a yosotros toca tan solo obedecer.


I lliln hreho las leyes en ventaja suya, y I"s han mantenido con la fuerza.
En un lado de la balanza han colocado el poder, las rÍ<luczas Y los plaeeres;
en el otro, las cargas y las miserias de la sociedad.


En ciertos ti(~mpos y en ciertos paises, el hombre ha llegado a ser propiedad
del hombre: hase traticado con su perSOIlrl, y cOlllJlrúdole, y vendídole, bien
así corno s(~ venden y se compran las aC('lllilas.


En otros Imises y en otros tiempos, haule ripiado en apariencia su lihertad;
pero se ha hecho de modo que el fruto de su trabajo pasa"e casi ínte¡..;ro a IllallOS
de los que le tenian bajo su dependencia. Mas le hu hiera valido ulla e~clavitutl
!leclarada, porque, al menos, e! amo alimenta, hospeda, viste a su esclavo y
le cuida en sus enfermedades, a cansa del intl'rés qne tiene en conservarle;
pero al que no pertenece a nadie, le emplean mientras pueden sacar de (,1 al-
guna utilid"d, y luego le desechan y abandonan. I en efecto, ¿, para que IHle-
(le servir el homhre cU"Tlllo los aflOs y el trall<1jo han consumido sus fuerzas?
Para morirse de hambre y de frio en una eS(Iuina; y aun así, repugnaria Sil ;¡~­
pecto a los dichosos que gozan los placeres de la vida. Acaso les diría cuando
pasa~en: i ln pedazo de pan por amor de Dios! y sería incómodo escuclwr ta-
les palabras. Por eso lo recojen y lo echan en 11110 de esos lugares illlllUIl!los
qne llaman asilos de mendicidad, que son como el vestíbulo de! muladar donde
irán a p"rar sus huesos.


El escesivo amor que se tiene el hombre a ~i mismo, ha sofocado ~iempre
su amor a los demás. Ha habido hermanos que han dicho a sus hermflnos:
]\osotros no ,omos de la misma raza que vosotros; es mas pura nurstra san-
gre; no queremos mezclflrla con la Hlcstra; vosotros y vuestros hijos est"is
destinados a ser eternamente nuestros servidores.


En algunas partes se han estahlecid;) distinciones fund,,!Ias, no ya sobre el
nacimiento, sinó sohre el dinero.


¡,Cuanto posef'is?-Tanto,-~entao~ nI ha Ilqll l' tI' "orinl: la nl('~a I's[¡i pllr.~ta




lJEI. ¡'tmnl.O.


para vosotros. Tú, que nada tienes, retírate. ¿ Acaso hay patria para el
pobrel


De modo que la fortuna es la que ha designado las categorías y determi-
nado las clases. Ha habido derechos de toda especie para el que ha sido rico;
para él fuó inventado el privilejio csclusivo de tomar parte en los negocios de
todos, es decir, de hacer su propio negocio a costa de los demás.


tos prulclllri(),~, como se les lhllna con soberhio desdell , lihres individual-
mClite, han sido, en cuerpo, la propiedad de los que sc abrogan el derecho
dc seflalar las categorías s()(;iale~, de determinar el movillliento de la indus-
tria, las condiciones del trahajo, los jornales y el reparto de los frutos. to que
les plugo mandar se ha llamado despues ley; y las leyes no han sitio, en su
mayor parte, sino medidas de interés privado, 'medios de aumentar y de per-
petuar el dominio y los almsos del dominio de unos pocos sobre la gran llla-
~oría del pueblo.


Esto ha venido a ser el mundo, una vez roto el vinculo de la fraternitlad.
Para unos '. la opulencia y el regalo; para otros la fatiga, la miseria, y una
huesa, al 1m, en (llle descansar.


Aquellos forman, hajo di, ersas denominaciones, las clases elevadas; de es-
tos últimos se compone el llUeblo.


JI.


SOIS, pues, el pueblo: saberl, primero, qué cosa es el pueblo.
. Hay homhres que, espucstos un dia y otro, sin cesar, al sol, a la lluyia, al


YIl1nto, a la inclemencia de las estar iones , lahran la tierra, depositan en S1l se-
no, C?ll la semilla qlw ha de fructificar, una parte de su fuerza y de su vida,
ohtemendo de este modo, con el sudor de su rostro, el alimento necesario a
todos.


Estos hombres son homhn~s del pueblo.
Otros hay que henl'lician los bo~qlles, que esplotan las canteras y las mi-


Ilas, que bajan a inlllen,;as profuIldidades en las entraflas de la tierra para es-
traer la sal, el cm'bon de piedra, el metal, los materiales todos indispensables
para el desempeño de las artes y ofieios. Estos, como los anteriores, envejecen
bajo el duro pl~SO del trabajo, para proporcionar a los hombres las cosas de que
todos tienell Iwcesidad.


Estos hombres son tamhien homhres del puehlo.
Otros funden los metales, los modelan, los dan las formas convenientes


para que puedan destinarse a mil diversos usos. Otros lahran la madera; otros
tejen la lana, el lino , 18 seda, v fahriean diferentes telas; otros, en fin, em-
pleados en distintos oficios, atienden a las infinitas necesidades, ~a naturales,
ya de lujo o conveniencia social.


Estos son tambien hombres del pueblo.
Otros Illuchos, amagados de contínllos peligros, cruzan los mares a fin de


transportar de ulla rejion a otra los productos propios de cada una de ellas; o
J¡J(;h~n con las olas y las telllpestades, ora hajo el fuego de los t~(~picos, ora en
medIO de los hielos polares, para aumentar tOIl la pesca la pronslOll COIllUII de
slllJsi~tl~r\(:ias, o para estracr del seno del Océano Ulla multitud de produccio-
nes ¡'¡tiles a la vida hUllIana.


Estos son lalllhif'1l hombres del pUf'hJo.
l. y (Iuien cm[>uüa las armas en defensa de la patria'?; quien sacrifica por ella


sus juveniles aüos, Sil reposo y su sangre? ¿Quien se resigna y Illuere por la




uo EL LIIlIIO
!ieguridad de los demás, por afianzarle~ los tranquilos gozes del hogar domés-
tico'?; ¿quien, sinó los hijos del puehlo?


Algunos de ellos tamhien, luchando con mil ohstáculos, animados, sost(~­
nidos por su genio, desarrollan y perfeccionan las artes, las letras, las cien-
eias, que SUayiZilll las costumbres, ciYilizan l¡¡s 1H1cioues, las rodean d(~ esa
refuljente auréola que se llama gloria, y hacen 1rotar uno de los llIanantiales,
el mas fecundo, de la pro:-peridad púhlica.


pe modo que, en torlos los paises, aquellos que sufren y trahajan [Jara pro-
¡[ucu' y propagar los productos, aquellos Cll)'OS afanes n~dllndan en lJeneficio
de la comunidncl entera, las c1ase~ Illas útiles a su hienestar, las mas inrli~­
pensahles a su conservacion, constituyen el puehlo. Esccptuamlo un corto nú-
mero de privilejiados, que viven en una atmósfera de gOleS continuados, ('[ Illle-
blo es el género humano.
Si~ cll!Uehlo n? hay prosjlm:idad posible, ni progre,o, ni vida; porque no


hay ~Ida SIl1 trahajo, y el trahaJo es en todas partes In suerte del lJUchlo.
SI él desapareciese de repente, ¿.qu(~ sería de la socil~dad"! La socipíhHl (les-


¡¡parecería con él, y solo Cjuedarían algunos poros indi\"iduos de c,ns pri\'ilejia-
dos, desparramados por la tierra, que tendrían entonce~ que cultivarla fól'zo-
samente con sus propias mallos. Para vivir) tendrían inmediatalllente (lue ha-
cerse pueblo.


;,1 cual es la condicion del puehlo en esta sociedad, compuesta casi única-
meI.lte del pueblo, y que sin pueblo no [lueue su1J~i,tir? ¿(lIlÓ hace por el la
soclCdad?


Le condena a luchar sin descanso contra una multitud de ohstúculos de to"
da. especie, que opone al mejoramiento de su suerte, al aliyio de ,us males; k
dep apenas una miserable JlOITioll del fruto (le Sil trn hajo; k trut<J COI!IO d Ia-
hrador trata a su hLl'~Y o a su ca hallo , y aUll a vezes tOn IllellOS h llllla!lidad;
le reduce, en jin, a una servidumhre sin término y a una miseria biu espe-
ranza.


III.


Sr pudieran contarse las injusticias qne hace siglos y siglos viene sufriendo
el pueblo en la superficie toda de la tierra, no COIllO conseruellcia de las leye~
de la naturaleza, sinó de los vicios de la sociedad, su número igualaría al dI;
las yerhas que cubren la tierra, rega(la con sus lágrimas.


¡,Y habrá de suceder siempre lo mismo? i.Estarú [l(:aso destinada esa mu-
chedumhre a recorrer perpetuamente el círculo de 1I1l0S mislIJos dolores? ;.\0
tc~clrá nada que esperar del porvenir? Al atra\!'sar la e~[lillosa senrla que ella
llusma se ha trazado al través de los siglos, ¡.no habrán de salir dl~ sus cntra-
Das mas que gritos de dolor? ¡ .. \caso el destino fatal le hahr~l v('darlo mejorar
su S~lerte? ¿La. hahrá condenado el Padre eterno ha sufrir constantemente y
con Igual rigor?
~o lo penseis siquiera: eso sería una blasfemia.
Las leyes de nio~ son leyes de amor. Lo que viene de él no son los males


que atlijen a sus [lohres criaturas, sinó los bienes qne con mano pródiga der-
fallla en torno de ellas.


La amorosa v hlanda j¡risa qne les rerrnima en la prinwvera es un soplo ¡[!~
su hoca, y el rocío (Iue les refresca durante lo~ ardores del estío, es su perfu-
mado aliento.


Hay algunos (IUC dicen:-Sois destinad()~ al nacer a U!l conlinllO suplicio:




lIEL PLlmLO.


vuestra vida en el mundo no es otra cosa, ni debe ¡¡er otra rosa.-¿Y quien
sinó' ellos ha prepaw(lo YllCstro suplicio? Han fundado su propia felizida<l so-
bre vue,tra desventura; y por eso quieren persuadiros que HlCstra miseria es
irremediahle, y que sería una tentatira insensata y criminal el procurar tan
solo ,alir de ella.


:\0 escucheis esas palabras de mentira. ta fclizidad perfecta a que aspira
todo ser hUlI!ano, no es, en verdad, de este mundo. Por él pasais para obte-
ner un fin, para wlIIplir un deh(~r, para lIe\'ar a caho \Lna santa elllpresa; es-
te es, pues, el tiellljlo del trahajo: el tiempo del reposú está mas allá de la YÍ-
da. Pero el que este traba,jo os impuso no (!uiso imjloneros un perpetuo ca~ti­
¡jú; antes quiso proporcionaros un bien yerdadero, aunque interrumpirlo por
los penosos esfuerzos (Ille de vosotros reclama, como principio de la felizidad
completa, que serú su t('rmino.


1\os parecemos al lahrador que siemhra a la entrada del invierno v no re-
coje su cosecha hasta el otoño. Y sin emhargo, ¿no es cierto ljue encue"ntra sa-
tisfaccion en su trahajo?; ¿no jcrmina en SllS surcos, con la semilla, su con-
te!1to y su e,;peranza?


Esa miseria ([lIe os di(:en ser irremediable, deber yuestro es, por el con-
trario, remediarla; y pues el obstúcnlo no está en la naturaleza, sinó en los
hombres, podreis hacerlo ruando qllcrais, porque ¿(rué pueden contra voso-
tros esos que tenrlrían inten;s Pll impedíroslo? ¿Cual v cuanta es su fuerza?
Sois ciento contra cada (1110 de ello,.;. •


Si hasta ahora hahl'i~ obtenido tan poco fruto de vuestros esfuerzos, ¿qué
hay en ello que os admire"? lIaheis eIllpuflado las armas que destruyen, pero
no habeis tenido la virtud que e<litica. La justicia os ha faltado con Ü'ecuencia,
y la caridad siempre.


Teniais f[II(~ cld(~!l(ler vuestro derecho, y habcis atentarlo, o hall atentado
otros en \uc:;tro nomhl'e, al derecho aj(~llo. Teniais qne e~tablecer la frater-
nidad entre los homhres, el reinado de Dio,; y el reinado del amor; y en vez
~le hacerlo, cada clIal ha pp.nsado esclusivamente, en sí m¡5mo y en su propio
lI1tc)'(~s. El odio v la envidia han sido los únicos móviles de nlestra conducta.
E"amirwd Ylle~tr:a conciencia, y en dla halla['(~is ea~i todt)s este pensamiento se-
creto:-Yo, que U'ahajo, padezco; aquel, ([lle está ocioso, viye en la opulen-
cia: ¿poJ'([lJ(~ ]¡¡I dr, ser ¡'~I tan diehoso y yo tan infcliz?-1 desl'ais ron ansia ha-
llaros en su situacion, para ser, como l'l, opulento y yi,ir ocioso.


Pero esto no seria destruir el mal , sinó perpetuarlo. El lIlal está en la in-
Justicia misma, y no en que sea este, mejor que esotro, quien se aproveche
de la injusticia .•


¿Quereis lleyar a buen tórmino vuestra empresa? Emplead los buenos me-
dios para con~ep;{[ir lo que es huellO. :\0 confundais la fuerza que alimenta la
ju:-ticia v la caridad, ¡;OH la violencia feroz y hrutal. Pensad en rUl'slros her-
IlIanos tilllto como en yosotros mismos: qúe Sil eau~;a sea vuestra causa, su
inter(~s vuestro interés, su mal yuestro mal: amad los como os illllais a vo~o­
(ros mismos: (!IW VIll'stra indiferencia se torne en viva simpatía, y vuestro
egoismo en desinterés. Entonres ~'a no screis simples individualidades (¡uc, si
a yeees se unen, es para imponer con mas fuerza su voluntad; sereis uno, y
lo sereis (odo. ?Y quien podrú (~ntonces intcrpélnerse entre vosotros y el fi:\
que dcseais alcamar? Ahora, porque vivís aislados, porque no pien~a cada
cual mas que en ~¡ Jo' en sus fines per:ioaale" c()n~i¡';lIen dominaros por la dis-
cordia, por la oposieion misnla d(~ w.'~tros intereses; pero, C1W1Hlo no tcngais
lllas (¡He UIl int"r('s, una voluntad, tina llccioll COIllUlI, ¿de donde sacarán la
fuerza para (\olllinarus?




ilZ El. LIllRO
Pero comprended hien vuestra mision; de lo contrario, BUlle,1 saldreis ven-


cedores. •
No se trata de que os formeis individualmente una suerte Illejor, pof(!ue la


generalidad siempre quedaría sujeta a las mismas miserias, y nada habriai"
adelantado: el bien y el lUal estarían distrihuidos difcrcntemcnl(\ entre las per-
sonas; pero siempre subsistirían en igual propon'ion: unos subirían, olros baja-
rían, y todo vendría a quedar como aull's estaha.


Tampoco se trata de sustituir una uel1olllinacion con otra ,lel1ominacion:
¿,qué importa quien sea el que domine, si al fin domina'? Todo ,lolllinio impli(:a
distincion de clases, y por consiguiente privilejios e intl~n'ses encontra(los; yen
virtud de las leyes bechas yor la.s clases altas para asegll!'(~rse los privilejios in-:
he rentes a su elevada poslclon, Ilnpllca así nuslllo el S:lcn!tClO de torios o de casI
todos a unos pocos privilejiados. El pueblo yiene a ser como el abollo en que
jermina y echa raizes la semilla del poderoso.


Vuestra grave mision hela aquí: teneis que formar la familia uniyen;al, qu::
reedilicar la ciudad de Dios, que realizar su obra en la humanidad por me-
dio de un trahajo CO:lstante y llfogresi YO.


Cuando, amúndoos unos a otros como hermanos, os traLeis Illutuamente co-
mo hermanos; cuando cada uno bus([ue su fdizidad en la de todos, uniendo
sus intereses y su vida a la vida y al interós COllllln; ettando os halleis dispues-
tos á sacrificarlo todo por vuestros hermanos, y e!los por yosotros; üIlLollces
desaparecerán la mayor I}arte de los males que pesan sobre la mísera humani-
dad, al modo que el so disipa los vapores de la tierra, cuando asoma por
Oriente su disco IUllIinoso. Y lo que Dios ha qnerido se cumplirá; porque; su
voluntad es que el amor, estrechamlo lllas y lllas cada yez los elementos di~e­
minados de la humanidad, los organize en un solo cuerpo, y sea 'ella una como
El es uno.


IV.


YA conoceis el fin a cuyo logro dehen dirijirse vuestros esfuerzos. La na-
turaleza misma os impele hacia ól, o~ incita continuamente a cOJl(juistar!o, ins-
pirándoos el inveneihle deseo de yeros libres de los males que os asedian, y
de alcanzar un estado mas venturoso, que solo podrá serlo para vosotros, sión-
dolo igualmente para vuestros hermanos. Es decir que, I.raha.jando para ellos,
trabajareis para vosotros, y que no podreis trabajar con fruto para yosotros
sinó trabajando para ellos con invariable amor.


Pero no basta, sin embargo, que conozcais el fin a que os ha destinado el
Criador; es necesario que sepais tambien por qué medios llegareis a él, sin lo
cual vuestros esfucrzos serían estériles. Pobres yiajeros renJirlos de fatiga, que
ansiais llegar al alber"ue hospitalario; yo os nnscfwf(~ el camino.


Yo os diré la verd,1d toda, porque ella es la que salva. Bay quienes juzgan
prudente el ocultarla: esos son, o impostores, o almas pusilánimes que se asus-
tan de Dios; porque la verdad es Dios mismo, J' ocultar la verdad es ocultar a
Dios.


La sabiduría que prt~side a la vida humana, y la impide estraviarse en el
caos de los errores, cons.iste en el cono.cimiento y en la prúctica de las verda-
deras leyes de la humallldarl; y el conJllllto de estas leyes, de que se cOlllpone
el árden /lloral, cs lo que se llama derecho y deber.


Muchos no os hablan mas que de vuestros deberes: otros os hablan solo




DEI. PCEIlLO. 93
de vuestros dcrl'dlOS, separando así peligrosamente lo que de hecho es insepa-
rable. Es necesario que eonozeais ,uestras dereehos y vuestros deberes, para
cu.rnp\ir los unos y defender los otros. De otro modo, jalllús saldreis de vuestra
1l11s(~na.


El (Inceho y el deber son como dos palilleras, que no dan fruto sinó creeen
una alIado de la otra.


Yuestro derecho es VUl'stra persona; esto es, vuestra vida y vuestra li-
hcrtad. .


¿Xo tienen todos el derecho de vivir, e! derecho de eonservar la vida que
Dios les ha dallo?


¿,'ío tienen todos el derecho de ejereitar y desarrollar sin límites sus faeul-
1,l(les intelectuales y corporales, a fin de atender a sus necesidades, mejorar
~1I eOllllicioll, alejarse cada vez mas de! bruto, y acercarse cada vez Illas a
Dios?


¿. Se puede acnso con justicia prohibir que un pobre ser humano salga del
círculo de su 11Iiseria e ignorancia, de ~Il (lr~;n\ldez v envilecimiento, euando sus
('~rlJ('rzo;.; para ennoblecerse a nadie perjudican, o iíerjudieau tan solo a aquellos
(¡ile fundnn su bienestar en la desventura de otros?


El furor de esos hombres perversos, cuando ven que el déhil saeude sus ea-
derws, ¿ no es semejante al.furor de la fiera c?ntra su ,:íetima, que forcejea por
snlvarse? Y no son sus quejas, como las quejas del bUitre cuando se le eseapa
su presa?


Así es la verdnd; v lo que es hueno para uno, es hueno para todos. Todos
dehen virir, torlos de)¡en gozar de una lejítima libertad de aecion para llegar
al (iu que se propon(m, progresando y perfeceionándose sin eesar. Debemos,
IlUes, todos respetnr mutuamente nuestros dereehos, y este es el principio del
deber: esta es además la justicia.


Pero la justicia no bastaría a satisfacer los deseos de la humanidad. Verdad
e, que, bajo su imperio, cada cual gozaría eon plenitud de sus dereehos, pero
viviría aislado en el mundo, privado de la ayuda y socorro que todos neeesita-
mos. Así, euando un hOlllhre se viese falto de pan, didan sus hermanos :-¡Que
lo lmsr¡ue 1 i, Acaso yo se lo impido? Yo no le he robado lo suyo: cada cual dehe
llIirnr por sí y para ~í:-Y rep(~tinn las palnbras de Cain:- ([ ¿Estoy YO aeaso
encargado de mi hcrmano?-La viuda, el hm;rfano, el ellfermo, el débil, se
yerían en ahsoluto abandono; el egoismo y la indiferencia reinarían eu los eo-
razones; ni hahría socorros mutuos, ui servicios desinteresados, ni penas ni
alegrías eompartidas, ni amistnde:; verdaderas, ni trato íntimo social. La vida
retirada en el fondo del corazon humano, se consumiría en él solitaria, com~
una lámpnra en un ~eplllcro, sin. alumbrar m~s que el cadáver del. hombre;
porque un hombre SIIl entrañas, meapaz de piedad, de amor, de SImpatías,
i. qué es mas que un cndávcr que se mueve?


y pues tenemos lodos neeesidad unos de otros, de apoynrnos unos en otros
como los friljiles tallos de las yerbeeillas del campo, que el mns leve soplo ajita
y doblega; puesto que el jénero ht!m~n? pereced.a si 110 se eomunie~se .~útua­
mente los 11Icnes que posee cada mdlVlduo en Virtud de la ley de .l1J~tICIa) es
necesario otra ley que tif~ll(la a su conservacÍon, vesta leyes la caridad; y la
cnridad que [orrlla un solo cuerpo vivo de todos los miembros dispersos de la
fiunilia humnna, es la eonsumncion del deber, cuya base primitiva es In justicia.


. i.Q.ué sr;ría un h~mhre pri\:ado de tod.n e/ase, de l,ihertad, que no pudiera i~,
111 veIllr, III obrnr SIIl el permiSO de otro? ¡, Que sena un pueblo entero reduei-
do a tan miserable condieion? Mas fdizes v Illenos envilecidas viven las fieras
('11 la espesura de los bosques. •


y del mismo modo, ¿ qué sería un hombre que viviera a solas con su cgois-




~H ¡;L LlIllW
1lI0, ~in da1\ar a nadie directamente, pero sin favorecer a nadie, ni cuidar mas
que de sí mismo? ¿ Qué sería un [lueblo COlll[llwsto de individuos estraño(unos
a otros; en ([Ile nin¡runo compadeciese los males aJcnos, ni S(~ eonsiül~ras('. ohli-
gado a ayudar y socorrer a sus hcrlllano~; C'l que todo scrricio pl'l'~Lad() o re-
cibido, Lodo acto de earida(l v de misericordia no fucse sinó un cúlculo de intc-
]"{'s; en que los jcmidos del dolor, los suspiros de la nllscria, los gritos d(~l ham-
hre se perdiesen por los aires como sonidos que nadie ('scll('ha; CIl que los hie-
TIes se estancasen cn mallos del poseedor incapaz ce scntir el im\mlso de la jc-
nerosidad, que no sabe lo que es poseer, porque no goza sinó de o que da.


Este pueblo, semejante a la dscara que (h'ja el grano en la IlPl'a despues de
trillado y recoji(lo, no tardaría en pudrirse en el fango, si no lo harriera antes
una de esas grande~ plagas que Dios envía al Tllundo para purilicarlo.


El derecho es el que emancipa, pero el deber es el que une; y In union es la
vida; v euanto mas estrecha es la union , tanto mas p(~rl'pctn ('.~ la rida.


La 'naturalL>za misma nos dellluestra la indisjlcn,able JlI're,idad (¡lIe todos te-
nelllOS unos de otros. Cuanto ven Iluestros ojos en derredor, nos recuerda a
cada instante el precepto di,-ino que nos ordena socorrernos lllútU:llllrntc ,
alllar a nuesLrm; hermanos. ClLafl¡]n las gnlOlll]rinas ven lle¡rar la estaeion el1
que deben ir a huscar en otros climas el sustento, que en ellos les tiene prepa-
rado el celeste Padre, se reunen cn bandadas, y sin separarse jamás, van, cual
aéreas marineras 1 hacia las playas dondl~ descan~arán en la paz y la almn-
dancia. Sola, ¿ qué sería de cada ulIa de ellas? ~i una sit[uiera lograría librar-
se de los peligros del camino; pero todas juntas, resisten al Ímpetu tIe los vien-
tos, y PI ala (lóbil o cansada encuentra apoyo sobre otra ala lIlas rohll~ta. ¡PO-
hres inocentes pajarillos que vio nacer la úlLima primavera 1 nbrii2;[l(los los mas
jóvenes por sus hermanos 11la)ores, llegan hajo su proteccion all<'nnino de su
viaje, y de~de la tierra lejana donde las condujo la Providcl1cin por cima de los
mares 1 piensan en el ni(lo naLal y en aquellas primeras e inefahles alegrías que
ha puesto Dios para todos los seres a la entrada de la vida!


v.


YA os lo he dicho: vuestro derer:ho es vllrsLra !lr['sona, vuestra vida
y vuestra Iihertad. ¿:\o es cada hombre indiridllalllll'llll~ (listinto de Jos
demás? ¿ l\o tiene su vida propia, separada e independiente, sus orgallos cor-
porales, sus ideas, su voluntad propia? :\'0 ex.istiría 1 si no tuviera esta in-
dep(~n(leIlcia de facultades.


Lo (Iue constituye pues el derecho 1 fuera d!'l cual no hay ónlen, pro¡.rre~o
ni esistl'llCia posihle , es la libertad de conservar y desarrollar estas mismas fa-
cultades individuales sin perjudicar al desarrollo de las facultades aj('Il,lS; es la
posesion pI ella de los dones de Dios, y la lihertad de gozar de ellos sin ohstá-
culos. El derecho de cada hombre tiene 1 por lo tanto, su raiz en su mismo ser.


De aquí se sigue que el derecho es inalienable en lo que tiene de radical y
primitivo; porque ¿ quien ba imajinado nunca que un hombre pueda enajpnar
su ser, o darse a otro? Podemos, sí, y aun a vezes debemos morir por nues-
tros hermanos; pero ni (Jodemos trast()fmar a nuestros hermanos en nosotros,
ni transformarno~ nosotros ea cllos.


El derecho de conseryarse, o el derecho de vivir 1 implica el derecho de po-
seer lo que es in(J¡s[lensahlp para la cOllseryacion y mantenimiellto de la vida.
m Autor del universo no ha hL~cho al hombre de peor condi¡;ion f[lW los anima-
les; ¿. no están todos ellos convidados al espléndido hanr¡uete de la naturaleza?




DEL !'¡;EBLO.


i. Hay lIno solo entre ellos que esté rscluido de él? El insecto imperceptihle qU(~
llada ell IIl1a gota de agua, como la hatlena en el Océano, encuentra en ella el
alimento necesario a la sub:;ist(~nria; él Lambien chupa su átomo líquido del in-
ac:01a!J!(\ !H'ZOll de la liHH!re naluraleza, que jamús ~~ llÍi'ga a amamantar a
~us (Ti,lluras, porque (:onoce sus instintos y sus nece~idades.


Peru el hombre, mas noble que todas ellas, tiene dos \"idas: la vida del cuer-
po y la vida del alma. «]'\o vive solo de pan, sinó de toda palabra que emana
~lp [¡oca de Dios:)) Es decir, de la yerdad, que es el alimento de su inteli-
ltaCla.
" i. Qllé ~.ería (le! homhre. sin el conocimic~lto de la ley rclijiosa y m~ral que
le lI.ne a DIOS .y a sus SClllepntes, y le dlStlllgue del bruto por el suhllme pri-
YiIeJLO de la Virtud?


IlllIlIi nado por Sil razon, que es un destello de la luz qne hrilla eternamente
Pll el seno del Sl'r inlinito, y que es su misma esencia, de~eubre las leves in-
mutahles del univcrso, Ja~ illeas, la norma, siempre ~ubsistellte, de todo "lo que
('S y de tildo lo fIlie puede ser.


y si de e~ta altura lk'f]e donde eontcmpla sus propios destinos, que ninO"u-
na dnracion limita, donde la esperanza despll'ga en la inmcnsidad sus inl'ati';a-
hles alas, donde se siente anilllado fl() una fuerza secreta que le eleva sobre los
tÜ)rIIpOS, como se eleva un cuerpo leve del fondo a la superlicie de los mares·
si desde csa altura descendemos al cstrecho valle cn que se eomplda la prime~
ra faz de su e'tistencia, ¿ fIlié sería de (,1 sin la cienCia que le instI'll\ e en las
leyes de la naturaleza, sometiéndola a su imperio, le descubre sus produccio-
eiones para flue ¡JUe(la utiliz.ar~e de ellas, le arllla de sus ojos investigadores
para que pueda sorprenderla lIIelor, y allJl forzarla a acatar sus voluntades, y di-
Jata, en tin, lilas y IlIas el círculo de su dominio, dilatando illdellnidamente la
csfera de su intclijencia?


El homhre dice a la tierra:-lJaz (lue jermine esta planta en tu seno.-y la
planta jermina, y 110recc, y le alimenta con su fruto.


Dice a los vientos :-Trallsportanue a los contillcs del mundo.-Y los vien-
tos, dóciles a su mandato, le llevan a la deseada orilla.


Dice al vapor :-lIaz lo que no pueden haccr mis brazos; préstame tu fuer-
za, tan proclijiosamellte sllperi~)}' a la mia.-Y mientras t'I se entrega al sueño,
aquella fUf~rza ciega ejceuta, con una regularidad maravillosa, lo que concibió
su pensamiento.


La vida del altna es, pues, el conocimiento de la ley reIijiosa y moral, y
de las leyes del universo; y todos tienen derecho a adquirir este conocimiento',
!l0f(lue todos tienen derecho a vivir, a conservarse y a desarrollar su inteli-
jClleia.


Desarrollarse es crecer sill ohstáculo; es dedicar el hombre lihremente su
actividad a todo aquello (llIe llalllesu atencion, sin salirse de los límites estahle-
cidos por el órden universal; y de consiguiente, el derecho, inseparable de la
libertad, se conJi.lllde con ella en su ejercicio.


l\'ingull hombre pertenece a otro homhre. ¿No son todos iguales por natura-
leza? ¡.Con qué razon, pues, pretendería cualquiera de cllos a\asallar a los
demús"! Cada cual es dueño de sí misIllo, y puede disponer a su arhitrio de su
persona; de otro moclo, e[l vez de ser el hOlllbre lo que Dios le ha hecho, un
H~r racional, dotado de voluntad propia, capaz de obrar o de no obrar, segun
!'It albedrio, no sería lilas que un simple autómata. "Y yo pregunto ahora, ¿ cs
<'so el 110111 bre? ¿ Cómo se concibe un ser humano prmldo de razon , o una ra-
zon sin voluntad, o una voluntad sin accion, o un acto que sea rcalmente del
que lo cjerce, sin s()r cspontúnco'


Así, pues, la libertad es el derecho, ~. el derecho es la libertad.




!)f) f,1. un!lo
Sin ella, desaparece todo órden moral. El homhre que ni piensa, ni cl'ée,


ni hace mas qU(~ lo que le mandan, ¿ de qué virtudes puede ser capaz'! ¿ De
qué vicios puede ser culpable'? Para él no existen ni la verdad Ili la mentira, ni
el bien ni el mal.


La existencia del bien y del mal implica (Iue debe haber lihert,1cl para elcjir
y di~tinguir el uno de! otro; y la lihertad sometida a bs condiciones jenl'rnics
del órdcn, que son las de la existencia misTlw, tiene su~ límites en las leves fi-
sicas; la del alma, en las leyes de la razon y de la justicia. •


No tClleis mas seltor que Dios, y su voluntad es que ~eais libres a fin de qne
seais imájen suya, y de que merezcais por vuestros esfuerzos, que él secunda-
rá desde su altura, estar algun dia plenamente unidos a d.


i Gloria y aIllor al que ha creado al hombre y le ha hecho tan grande, que
los innumerables mundos dispersos por el espacio no son sinó antorchas que ilu-
minan su camino, cuyo término, único asilo para su descanso, es la fuente mis-
ma de la vida, de la perfecxion, y de la feliziuad.


VI.


TAL es el derecho en su esencia: es el principio conservador delser indivi-
dual, su ley propia. Pueden violarlo; pero el derecho reclama eternamentc
contra su violacion. Considerado en su identidad con tocio lo creado, es indes-
tructible, porque todo perecería si d pereciese; la crearion entera volrcría a
la nada.


Pero el hombre no vive solo; Dios no le ha destinado a esa existencia soli-
taria; antes hien se conserva y se desarrolla en la soc¡e!lad, por medio ele la
union con sus semejantes; y la union de los inclividuos forma los pUI'j¡lo~, y la
union de los pueblos forma el jénero humano o la familia universal, que debe-
mos constituir a fuerza de incesantes trabajos, a fin de que la suma (le los ma-
l('s, cuyo oríjen impuro es el egoismo, di~ll1inllya talllhien incesantemente, y
que los hierres ([ue la Providencia ha sembrado en nuestro camino florezcan y
se propaguen en la lIliSIIH1 proporciono


El úrlJol que crece aislado a orillas del mar, sin fuerza contra los huraca-
nes que doblan su tronco y mutilan su~ ralllas a medida que van creciendo,
pronto se deseca y muere. to mismo sucede al hombre en la tierra. No hasta
que la lluvin del ciclo humedezca SIlS raizes; n(~cesita además ahrigo y com-
paüía, para que sus ramas, al crecer, encuentren otras en que apoyarse.


Sea cual fuere el orijen de una asociacion humana, cada uno de sus micm-
hros lleva a ella consigo su derecho, tal cual le hemos esplicado, y le conser-
va allí y en todas partes sin interrupcion; porque e! dereeho, no cesaré de re-
petíroslo, no puede perderse ni enajenarse. Yel conjunto de estos derechos in-
dividuales es el derecho del pueblo, el derecho social; porque el IllIehlo es
la sociedad, pues que por él solo subsiste v sin él dejaría al punto ( e existir.


El pueblo tiene, pues, como el individuo, el derecho de virir, de conser-
varse : desarrollarse libremente: todo ataclue dirijido contra este derecho, es
una violacion de las Icyes del Criador, y cuanto mas radical es esta violacion,
tanto mas profundos son los males que acarrea.


Dime ahora i oh pueblo! qué ha sido de tu derecho en cl mundo; dime lo
que ha sido y lo que es tu pobre existencia, tan abrumada de trahajo.


Esclavo en otro tiempo, sieryo después durante largo, siglos, siempre opri-
mido, siempre forzado a trah:ljnr para otros, semejante al prado que se siega
en la primavera y que la hoz del hacendado codicioso vuelve a segar en otoüo,




¡¡EL PCEBLO. 9.
(. qué fruto has sJcado de lo que, por escarnio sin duda, han querido llamar tu
elllancipacion?


¿ Porrlu¡" ra~treas dolorido por la til'na (IlIe, dalla en J¡prencia a todos los
homhres indistint,lInente, debiérais todo~ recorrer como seflores?
¿Yorc¡llI'~, en medio de las producciones qHe clla misma tc ofrcce y quc tu


trahajo llJultiplica, iillle~ con tanta frecllcncia en las angustias del hambre?
¿Porqu(~ no tienes abrigo quc tc dclicnda del frio en invierno y del ardor


del ~ol en el estío?
¿POfl¡UÓ carcces de vestidos para cubrir tu cuerpo cstcnuado, y hasta de


una mortaja para ellYolH'r!o cuando lo arrojrlll en la fosa COl1lun, dondc de~­
cansan por la vcz prilllera?


Cuando la Huvia baja de las nubes, refresca y yiYifica, así la humildc plan-
ta escondida en un rilll'Oll del \alle, COIllO el [[rIJol de la 1II0ntaila ([U e estira
sus robustos hrazos y le\"<lnta con altivez su cabeza. ¿. Porqué has dc scr la sola
planta en la tierra que no goze de los dones del ciclo?


;. Por<]lI(\, inquido por í'l dia de hoy, sobre,;altado por el dia de mai'¡ana,
~on para ti alllarg;o~ cuidados los qne para otros son placeres de ramilia? ¿Por-
fllló la copa I[lle para otros es tle nc'ctar, es de hiel para ti solo?


¿Porqtl(\, embrutecido des(le [11 infallcia en el trahajo corporal, no recojes,
sinlÍ a fuerza tIe sacrificios, alg;nll pálido renejo de la luz de quc el alma se ali-
mcnta? ¿Porqtl(\ no se eleya nunca el astro dc la ciencia sobre el horizontc de
ese mundo oscuro cn ([lW ,iVl's abandonado?


V m'dad es C¡tI!' Iluestra yida ('11 la tierra !lO pUGdc cstar (,,(cllta de dolorcs;
la neecsi(l"d, el dolor lIlismo, en tan lo que cscitan nuestra actlyidad, son una
t:orHlicion del pro¡lTcso LOlllHn. Verdad es tambien que, aunque iguales en de-
recho, los lIOIIJlJn'S no plbl'en iótlalcs ülcultades, ni nacen todos en circuns-
[allcias ig;ualillente favorahlcs a Sil 11esarrollo; y esta desi¡rualdttd, dc la qll(~
]"(',;ultan diJerelltes inclinar;iolles y aptitlldc~ panl desempeftar las diversas car-
gas sociales, ('ontribu~ e en gran manera al hien jcneral.


Pero toclo~ deben partir;ipar (le estc bien jencral, que dejaria de serlo si no
fupse cl hicn del mayor número, el hien del pueblo, y no d de algunos indi-
\>iduos o el de alg;unas da~es solamcnte. Y en cfecto, si Iln homhre nadasc en la
opulencia, siendo los demas pobres, ¿ podría llamarse su ritlucza la riqueza
jeneral?


Pues esto es, sin emhargo, lo que ha sucedido casi siempre. El goze de los
hicnes destinados a todo~ ha sido la herencia esclusiva dc unos pocos, que, te-
niendo ¡~l pueblo hajo Sil dominio, y olvidando el amor que lo.s hermanos de:-
hen profesar a sus hcrmanos, le ha tratado al igual de esos al1Lmales que uncI-
mos a 1 yugo durante el rlia y encerramos por la noche en el establo eDil un pu-
nado de paja que les sirva (fe cama.


y han podido tratarle así, y mantcnerlc en la servidmnhrc, en la ignoran-
cia, en la ahyeccion y en la miscria, porque, dueflos de la socieda(~ y organizán-
dola del modo rrlrls conveniente a sus intcreses esclusi\'os, han qUItado al llUc-
hlo el medio de defender los suyos, despojándole de sus derc~chos políticos, ve-
dándole todo jc'~ncro de cooperacion en la formacion de las leyc,;, en el mane-
jo de los negocios comunes, v reducióndoles a Ilna simple obediencia pasiya.


L"na gran partl~ de los tllales que c\.isten eH el mUllllo proyicne de csta
inicua violaciol\ de la igualdad natural' y mientras la sociedad no se reforme,
no espercis alivio algu~o. ' •


E'\TREr;,\ 1




t:L LlHlIlI


VII.


PlíEllLO, escucha lo que de ti han dicho, y con q\l(; te han compnrndo.
Han nicho 'III(~ tú en'~ el rellailo. y ('llo~ Ieb p¡lSton'~; tú el hrlllo. ('ll()~


el hombre: para ellos es. plles. tu lann, tu IeChl', 11I r<1I"llI'; tú ddH'~ ~olo p;wcr
bajo la pl"Oteccion de sn ('a~ ado. y multiplicar tll (,~pl'cie para flue plH~dall ellos
abrigar sus mieuillros, apasar Sil SI~11 y saciar Sil apetito.


Tamhien han dicho ([lle el pOllcr real era sellll'janle al 'lile c.il~rC(~ un padre
s:,hre sus hiJos, siempre lllenOl'I'~ de edad, siempre hajo Sil tutela. El Jluehlo,
lmes, sin lihertad y sin [m)piedad, eternamente inl"apaz de razon, incapaz de
juzgar de lo que es para ellJlleno o l1Ialo, l'¡til o inúlil, \ ive I~n unil ahsolula
dependencia del príncipe. que llispone de él y de todas las (,(b,t"; CI!llllJ Illejor h~
place. Servidumbre tambien y mi~eri<l.


Algullos JlO reconoeeil Illas ;írhitro (le la ~oci('(lad ([ue la flwrz;l: 1'1 [)I)lII'\":-
C'! derecho, segun ellos, ~on dd mm; fl¡('rtl'. i Pobre puehlo!, i cual te opritllen
y te huellan!: lal e~ la snerte déhil: ¡.de qué te tr'ías"l En tll eúndida ~t:l]("illl'z.
pides a la tirania sus tíllllo~ lo pues uo I()~ e~lús \lelldo por tot!ae parle~? ¡.!lO
,"es esas hayonetasflue brillan a la luz del sol, y esos caiíone~ que l'Iledau por
calles y pinzas "1


Otros han illlajillado flue el poder pertenece de derpcho a ciertas castas de
superior naturaleza, o han Sl1plle~to que Dios lo ha conferido directamente, ya a
ciertos individuos elejidos para fines parlicul.tres, :a a detpl'lllinadas falllilia~
¡¡uerl(~hen poseerlo perfectamente. De ;]f!uí concluyen I[uelos puehlos les deh"1l
lina.ohediel~cia perpetua,. ciega, absoluta; !)Ofl[Ue, e~ efecto,. ~iellllo la voluntad
del Jefe deSIgnado por DIOS la voluntall {e DIOS nmmo, sIempre la deberían
Jos puehlos acatar como jw'ta; ('n el/yo l"RSO, ni los [lbusos, ni los e~ce~os, ni
aun los crímenes mas enormes, le autorizarían a sacudir el yugo de su tiránico
poder.


A esto han llalllado derecho ¡Jil'il/o.
Pueblo, no pre~tes oido a c,as nu'ntiras. Deja (Iue el impío hlasfeme del


Padre del jénero humano, y a[ll'l'nde a ("ol1ocer Silo verdaderas leyes, y a cono-
cer tu derecho para <[ue eillpn~ndas S1I cOlHlui,ta.


Todos los hOJllI)l"(~s IHIt'Cll iguales, y por 10 tanto, illdI'[H~n{lieTlte:; UllO~
¡le otros: ninguno, al Huir al m!lJ1do. trae ennsig:o el derecho de Ilwndar. Si
pi hOlllhre estuviese obligado de~de HI cUila a olw(lpcpr a la voluntad de otro, no
nistil'ía liberlarlmornl o lihre alhedrío en las arl"iolH~s; 110 I'\istiriall ni d ("I"i-
men ni la virtud, porque la virtud depende de la libre clceciou elltre el J¡¡en y
el IIla 1.


La independencia personal y la soheranía no son mas que una lIli:i1l1il cosa; y
el homhre solo es capaz de virtud y responsahle ante de Dios, I'n t:mlo que c:-;
lihre y soherano de sí mismo. E~ta solwranía propia, snhlillle atrihuto de la in-
telijencia, forma su carácter esencial, y le di,tingue del brl!to, C¡!lI~, ~ometido a
la fatalidad, se mueve a ciegas en la esfera dl~ su e\i~tencia, ftJlllO los cuerpos
celestes en sus órbitas rigoroSanH'nle (k~critas.


Ningun hOIllI)J'(~ puede ('najl~nar Sil soberanía, pOl"(I i¡,~ 110 IHII'(!t~ [! hdicar ~[J
naturaleza o dl'j'ar (k SI'!' hOlllbre: y de la ,ohc'ralLla di' (';Illa individllo, nace
l'll la sociedad . a soberanía coketi'ra , o la SO!)(TII 11'11 dd jJIICú{(!, jgllallil~!lU;
j,najinable.


Cuando los hombres, n'unidos por múluns silllpa(ia~, forman 1111a il,(wiilCiOll
de socorros mutuos, de trahajo COlllUII. ti otra cunlqllil'ra de reciproca utilidad,




me!. pt:Em.o. 9\l
¿ de quien puede depender semejante a:;ociacio~ sinó de sí m.isma esclusivaIl!en·
te? A ella lJeran todos iguales derechos con lacultades desiguales v capazlda-
des distintas. Sus relacione.s, fundadas :,-ohre el illYeIlcihle instinto que les mlH~Ye
a unirse, v sobre b~ Y\~lllaias d(~ esla un ion , son hijas ¡jp Sil lihre conspntilllien·
to, y solo 'd('PCIHh'll d(~ lus ·Iey(·s flue ellos mismos se quil'ren illlponer. ~illguno
de ellos deh(~ suponerse asociado contra su yoluntad; y cuando esta voluntad,
esta ullion condicional ha creado lo que llama pueblo, la voluntad de ese plle-
LIo, o lo que es lo mismo, la volllnlad jeneral de los socios, constituye la /¡'!¡:
ley irrevocahle en torlo af/uello (Iue no LOntratliga las dirinas y eternas leyes de
caridad v jll~licia. Por consiguiente, en yez de destruir o alterar la libertad
primitiva', la ley no es mas que el ejercicio de esta misma libertad, dirjjida a
un fin útil a lodos por la razon de todos.


Y, si algllno intentase sustituir su voluntad individual a la voluntad comUll,
sus mandatos, cualesquiera que fuesen, no serian leyes, sinú una riolacion del
I.).l'inci¡lio mismo de la ley, un acto ilejítilllo y subversi\-o de toda verdadera so-
nedal .


Así e5 flue, cn:1II<10, destruyendo la ]¡~se nalmal de la igualdad en la orga-
nizacion dd E.stado, se da esclusivaml'nte a eiertas clases priyilejiarlas la auto-
ridad lejislativa; cuando se quiere que el poder sea una atrihucioll del naci-
miento o de la riqueza, entonces hav desórden y tiranía, porque la asoeiacion
se convierte en dominacion verdadera. U nos mandan, ¿ y porqué? ¿ quien ha
sometido los unos a los otros? ¿ quien ha dicho a los que Illandan:- \uestros
hermanos inclinarán la frente en vuestra presencia; sed sus seüores; disponer!
de ellos y de lo flue es de ellos, de S1I trnbajo 1 y del producto ele su trahajo co-
mo os parezca?


Toda ll'~' a cuya formacion no ha coa parado el puehlo, toda ley que no ema·
na de d. es l'st'Il('iallllellte nula.


Cuanrlo os hablen del soberano, del príncipe, de los poderes púhlicos, es
que quieren alucinaros con sonoras fra~es. la o~ lo he dicho: la soberanía
reside en vosotros mismos; el so/¡erano es el pueblo; el pueblo eSPIlcialmente
lihre; y el poder, ya sea uno el que lo ejerza, ya sean muchos, deri\-a de d,
pllesto que la mision de todo poder se reduce a ser mero ejecutor de la le;- o de
la voluntad del puehlo. Pura esto uniealllente es dejido y delegado; no para
mandar, sinó para obedecer; y si deja de obedecer al puehlo, el pueblo le des·
tituye como a un mandatario infiel, y ell.je otro ell 511 lllgar.


Tambicn es preciso (lile sl'pais lo (lile yais a oir: Cuando el esceso de los
padef~illlienl()s os inspira la resolucin!1 de I'ccohrar los derechos de <¡ue os han
despojado los opresores, os acm;an de turbar el úrden púhlico, y os tratan de
rebeldes. iHehe]¡lef', a quien'? :'ío hay reheldía posihle si no es contra el "erda·
dt'J'o soberano, contra el pueblo; i. Y cómo el Il1Iehlo seria rehelde al pueblo?
tos rnheldes son ellos, que a costa dp ól se crean privile.iios inicuos; (lile, con
la astucia o con la fuerza, consi!.!:uen someterte a su dominio; y a~í , cuando el
puehlo combate es(~ dominio, no turba el órden, antes bien lo restablece, reali-
zando la obra de Dios y su yoluntad simnpre justa.


YlJI.


VOSOTROS, para quienes el dia es pesado, homhres de trabajos y fatigas,
pobres deshereda(los de esta tierra, tan fecunda y tan hermosa, ¿porqué, cuan·
do_ to~lo en la na~uraleza se despierta y sonríe al romper el alba, cuando .I0~
pa]al'lllos, sacudiendo ~\lS alas, lll"tmcdas del rocío, gorjean en las ramas ellufll-




EL LIDHO


no de alegría que murmuran los inseetos en la yerba, teneis esa tristeza en
Vilestros ojos y (~SC silencio en vuestros labios? ¿Porqué ladulee luz, que se der-
rama de~de el Oriellte, cuando esle se abre como una 110r celeste, !lO disipa
.Jlllll,lS las nubes dl~ vuestra frente?


ta a bija llelle su colmpna donde alhcl';.;arse, y \'o:"otros no te neis asilo que
sea vuestro; la orusa tiene su ycstidura (le scJa, ([llC la proteje contra el frio, y
vuestros miclllbl'o:; estela dcslllulo:,; el llIas miscrable g;llsano haila sobre la
planta nata! abri,'" y ~ilstelllo, y YIJ~otros earl'c~~is d(~ 11110 Y de olro,


1 no es porqltC la Proridencia haya sid0 lllas cruel con Vlhotros, sinó por-
flue lo que Dios os da os lo q lIitan los h(lIl1hri~s. i.()ué os han dpjado (h~ lo que
a todos prodig;a? Hasta os proliibl~1l cojer una gota de agua del lIIar: dicen (lUí~
e~a 1-\'lta es dL~1 ti~;cü, y 110 Ylll'~tra. .
Vue~tros males, lo repito, proYicnen de lo,; vicios de la ~ociedad Jctnal,


rlr;;;quiciada por el eg(Ji~llJn de alglinos hombres; y mientras cstos hagail ellos
soto, las leyes, no llH'jorare;s de ~:ler[(~. Si tllvi¡'r:üs algo (¡tI(' ('~pL'rar ele ellos,
y si no dC'L'a,(~ll ~. prOl'linb,'n, como es de jlhti('ia, llIas 'lile ('] lIIayor lIien
de todos, ¿.se elcntrían por cima de todos? ¿se reserrarían tan (':;du"¡\:tll¡(~jjte
la adilJinislracion fk los lIe¡:;ocios de todos? Cuan(lo os pruhibell 1IIaII('jar1os,
¡.es acaso por Zl'ld hacia Hlestros intereses? ¿Para (lllÓ qlli¡~ren mandar? para
hien vuestro, o para el suyo? Si para el suyo i. bajo (lll(~ titulo, y de dOllllí~
les viene ese privilejio? Si par8 el Vllestro ¿os creen por vcnlara ilH:apazes ue
di~eernir por yo:"oi,ros lIli~Ulos lo ([ue os coarielle o perjudica? Es decir que,
:;egun ellos, sois irracionaks.


Todos SO¡jJllS hijos del misllIo lladre, que es Dios, y el padrr, comllll no ha
puesto a Hnos hC'rIlWIIOS hay) el dnlllillio (k otros; no ha dicho al IlIlO: '11<lnda;
~,~ al otro: OhCékcc. DéIJeusc lllutuamente a; utÍa y ~lH'OITII, : jilsticia, y rari-
dad, nadil mas; : la soeicrlu([ q;I(~, Illoyi:la por pasio:l(:s ia';(~Il~ala~ ~. d:"l'll-
frenadas, por el orgullo y la cotlic!a, se l~lIl\',lra tan dilra para COIl d jé'lwro
humano, 1'.0 es en su escncia, ni debe ser llla:.; (lile la Ullioll d,~ I:~s i'1J(~rzas y
de las voluntatlí:s para cooperar COil m(~jor l~\il() al J¡ielle~t,lr lb ia Vi(.b:-íIO
debe ser mas que la orgaaizacio;l de la fnltl'l'!lidad.


¡,lIabía aC:bO r,~yes, Jlo!J!;>" patricio~ y Jlkheyo~: antes de que huhiese
puehlos? Y si el lHlp]¡lo, igual y libre, Jlr~~~'\islía a [o(la (:Ia~e (!e dislinciolH's,
e~ hien darC) que ('sta~ di~titlc;()nes, eliJado no ,JlI ('1 fruto ¡k la \i()I<~lIcia y del
rollo, dehen proceder del pueblo, de su voluntad ind(~p~Jl(ti(,lJte, lk su illlpe-
re~edera soh~ranía. FUl'm cll~ e~te círclllo, nada ha:~ (Ille ~ea lejiLilllo. Patri-
ciado, nohleza , poder real, en ulla palabra, Lo!la pl'cl'ogativa, qlle pretenda
!i'ner en sí misma su derecllO, sustrayónd()se a la ro,unlad soherana del pue-
blo, es un atentado contra la socií~tlad, una uSllrpacion reyolucionaria, un
j¿rmen, ruando menos, de tiranía.


El pueblo no hace elistinciotl de ciase~;, Ili crea priYilciios; lu f[lIe' hare es
delegar empleos; conliar tal cargo a esle, tal otro a aquel; encomendarles la
ejecuc:ioll de sus de¡;isiones, lo que ha determinado para el hien COlllun, con
arreglo a las formas establecidas por él, Y que siempre puede 1Il0diJicar o calll-
hiar de raiz.


Hipócritas, que os decis cristianos; ahrid la ley eristiana, y leereis en ella:
([Los príncipes de las naciones dominan sohre ellas, ~'Io~ IW1S g;ralHks son los
que e.iercen el poder. Ko sucederá así entre vosotros: el (¡ile quiera Sl~r mas
grande que los dl~IllÚS, que sin'a a los demás; y el (Iue ([uiera ser el primero
de lodos, sea de todos el seryidor.n


Así, pues, a quien quiera que se atreva a llamarse vuestro scflOr, decidle
([Ut; miente. :\0 os dejeis, ni oprimir por los homhres de Yiolencia) ni cn;iaflar
por esos fIne os predican la ~ervidumhre en nombre de Dio~) y (Iue, ¡¡timándose




lJEL I'VEIlLO. ! 1) 1
por sr,pultaros en el em]¡rutr,f:irniento de la ignoraneia, dicen en ~c~uida: El
puehlo ca['('('1' de luzes y de razon: es illlpi1~ihle f¡He pl¡cda guiarse a sí mis-
mo; e~ preciso, por su propio interés, que otros le gobiernen.


Al contrario, vur,stro derecho com,i,te en que nadie os gobiernr" ni os im-
ponga leyes a su arhitrio: estas dehen cmanar solo de Yosotros. Ejerza el del)(j-
sitario del poder público un mero cargo rc\-ocable; sea vuestro scrcidor, y ~a­
da lIWS.


tuego <ple hayais reconquistado n¡estro derecho, si usais de él eon mode-
racion, el Il!UlHL¡ call1hiará de a~pecto; hahrá en él menos lá¡.;rimas, y lúgrimas
menos amarf)as. El contraste de la SUllla Ojll¡[encln y d;~ In inrlijencia sUllla ir;'¡
desaparcci()ndo poco a poco, y al fin cesarú de aflijir a la humanidad, El húrrido
fanta~ma del hamhre no volverú a sentarse dentro de vuestro hogar, Ten-
dremos el su~tl~ntl) dd cuerpo y el pasto del alma: rrpartidos, como deben l'S~
tarlo ent["(~ Ii i'1'1lI anos , los hienes (fue nos ha (le~tinado la Pru"idencia, se lllul-
tiplicarún pOI' cf(;eto de la misma l'cparticion, Los hijos no rodearán llorando
a su pad!"(~, clI<lado ytlpha por la lIotbc e,le~lllad() de f;ltiga, pidi,>ndole el pan
(file les falta; ni al'l,u'ún mas ,;us illOl:entcs maaecitas al cielo, sinó pnrn he n-
( eeirle por SlIS dOI\(~s, Yoly('rú la sonrisa a 103 labios lllaternos; y cllando el
anciano, sati~fedli) de la ,-i(la, CO!lt!'lnple el sol de otOlLO pró\illlo a ~u ocaso,
dorando e011 sus po~trl'ros J'a~ os las hojas alllarillpnlas y la yerba marchita, un
pl'eselltillliento nllslerioi'o Iknai',i ~;u pecbo de alegria, anunciándole la llegada
de una nueva primavera y de ulla nueva aurora mas allá de la vida, W


IX.


No hnsta (Pl(~ cnnoz('t1is Yue~ti'C}:; dpJ'cchns; es preci:~o ({lk~ CO!loz·~ais taillhi{~H
vuestros dl'l11'i'i':i, jlrJi'(l"e la prúctica ele! deber no es m~'¡lOS necesaria que el
goze del derec.llO, ¡LIra la COil,,¡OI'\a('loll (!PI órden qth~ Dios ha establecido, v
fuera del ('11,11 1111 1'';P!~;'\'is lla'~a Ilu:';;o (]\\ !,1é, ('!baS de la 'i·;'!";,,1. <


El derel'ho ('" la gal':!llLa di' YlH'si.r:l ü,isl:;llcia id:'!;];l"l y d,~ ynestca li-
bertad; e:-; ytl':<ra lilHTla;! mi~ilí;¡: til hace <¡m~ seais l!lla pl'r,:nna, y no una ('0-
~a cualquiera, de lI",l l', Illh'l!\J d(~ apOll,:rnr'l~ el plÍm~ro que lkga; para hacer
de ella el IIS:1 ljlll' 1ll1';0l' le cua:ll'l',


Pero ¡. hast a ';010 e \ i,tir? ¡.hasta aca,~o ser libre? Sacla 1''\ ¡ste ai:;:ladamente
en el unil CI'SO, \adie ~,(l hasta a si solo, Todo~ clamo:, mra recibir, todo:i I'('ci-
hilllos para dar, y I'rt toda,; partp,; se a(~()taria la vida sin ese don nwtuo e ill-
cesan ti) de to!l{Js a cad;l II!lO, y de cada uno il lodos,


. ¿Qlliell po(L'ia \i\ir ~ill lIe'('p~itar ,in!ll<Ís el :,;ocorro y la ayuda de otro? EIl
In iTl¡illlcia, (~Il las ellt'ermedalks, en t:Jtlo y para todo necesitamos la a~ uila de
nue~tnh hl'rlll<lllOS,
Figlll'a()~ un homhre 5010, sin relaciones con ~;us semejantes, ~;i!l recibir


nada de ellos, y sill darle, nada. Este hombre sería SO!110 el sah-ai" en Illedio
de los hO'(IUPS; i'(~ría aun menos que el sail-ajl) , porque el sahai(~ lile pn fa-
milia, en so('iedad; seria aun mucho mellos lille la fiera, (1'U; \in~ con ,11 llciH-
hril y sus ('ac/¡orro~, (]e ([Ilienes cuida, <[Ile much(l~ n'Z~'S ~,e a-o:'ia para de-
fensa recípl'OCil, o para aylldar~l~ pn SI:S trahiljos, (1 oiro~ :¡n¡nl(ik~ d\~, ~Il rll¡:;~
lIJa c~[J('c:ie. El hOlllbre aislado (Ic> l()~ otro, hO)llhl'l", prili!do po!' (,;)lbiguil''ltü
de ~etlgu(lj<', de illl('lijellcia y (l(~ ,llllor, s('i'ía el el ,~~'n() d" la crellcion Uila e~­
peclc d(~ 1I10lblruo ,in oríjell, ~ill \'inCido algEllo, Slil lYl!ll!)l'(); un llO ~é (l'w
mdefinillle, que mira ría IllUS con horror.


y así como la silllpatía y el itl~tinto rcunen a los anilllal':s, segun sus lp~ c:;




¡Oi EL LlBlW
propias, el deber coordina y asocia a las criaturas libres. El es la !Jase de la
~ociedad, la indispensahle condicion de la existencia COIllUll.


El derecho concentra a cada hombre en sí mismo, porque, teniendo por
ohjeto inllwdiato la con,.:enarioLl del individuo, todo derecho, por su esencia,
es individual; y el pueblo, !Jajo este jlllll((j de vista, 110 es lilas (Iue un indi-
VHluo colectivo.


HedallJar un derecho es pedir algo para si; y, por lo tanto, el puro de-
recho, separado dd deber, sería el egoisIllo puro, esto es, la suma injll,;ticin,
segull 1,1S antiguas múxiruas. ¿Qué es, en efecto, la injusticia sinó la preferen-
cia absoluta de uno mismo a los demás, o el sacrificio de los llclWí, a uno mi:ilTlo?
Cometer un homicidio, un roho, un delito cualquiera, es sacrifiear la vida o
el interés de otro a la lla~ion, a la codieia o al inten;s esclusivo elel agresor.


El deher, por el contrario, hace imposihle el c;.::oismo, porque tiene por
objeto la conscrvacion, el bien de toelos. Cumplir un dl'hl~l' es haecr alguna
cosa útil a otro. El eleher puro cs el sacrificio puro, o la jlbkia y el amor SlI-
premos. ,¿Qué e~, ~n efecto, la jus,t~('~a, y (rué C~ ,el amor, sinó la prdercllcia de
los delllas a uno llllsmo, o el sacnhclO de uno IllISIIIO a loó d('Ill,h?


El derecho es sagrado, pues es el priuci pio cOllservauor del imhitluo, ele-
mento primitiro y raiz de toda sociedad.


El eleber es talllhien sagrado, pues es el pri'l(·¡pio rnnsr!'\'adm' <11~ la ,;oci\'-
dad, . [llera de la cual ningull indi\'iduo [lDdria desaITollar,:e ni suh:iistir.


j Oh ~ j cuan feliz sería el jénero humano, y Clla:! rápidamenle [lrogre~aría
en la senda de (lue jaIlllÍs dl~hil~ra (lele¡¡('rse, si si(~jlljlre fuemll re,ipdados lo~
elen~('hos, y si tDelos cumplieran siempre sus del)(,(,(~:i!
ESl~ órden marayilloso, esa ~llilli:lle armonía de la naturaleza cn'arIa, que


tanto nos admira y asombra, ¡.de donde procede? De que todo en ella tiene se-
ñalado Sl/ lugar, donue ~e n\a!llicnc ill\'JriahlelJlente, Cada ser, ohedeciendo
con puutual regularidad a las leyes jenerales y a sus leyes parljnrlarcs, des-
empeña ¡iclmente la IlJisioll '1m; le asignó el Criador. Desde el ,;01, de dOllrl(~
brotan inagotahles raudales de luz y "ida, ha:;La la fl/ente (IUC !llalla gota a gota
del peuasco, todo e~t;i ordenado para un mismo 1ii1, Y todo contrihllyc a él
por nwdio (le il1linitos y vill'iclllos accidel1tl~s qlle el pensalllil;!lto allltlira cada
vez Illas, a medida que mas los contelllpla. :\0 hay en el uniYel'~o una accion,
un movimiento que, direda o iadirectalllente, no coopere al natural incre-
mento d(~ la lllas hUllliltle planta; y los Illundos, despu(\s d(~ haher recorridu
como ella, las diferentes fases de su existelll:ia, se descolllponell, talllhien como
ella, para servir de SUS[Pillll a otros Illundos.


No hay una sola criatura cuya e\.isleneia no dependa de las otras criatura,.
Es preLiso, pClra lIllt' sUlJSistClIl, que constalltelllellte ~e ()pi'r!~ ell ella~ ILlla tra II~­
mision de su ser. ¡.Qué es vivir? lli'cihir. ¡.Qué es IllDl';r? Dar, La vida, ea Si!
condicion primera, supone un ~acri1icio, llIla cOlllllnioll peqwLua y univer,al.


y todo lo qu;~ hace a ci(~ga~ la materia bruta, la~ pieJras, la,; plantas, los
nnimale,;, ~Olllctirlos il1lperio';Ullle!lle al impulso de la necesidad fatal e irre-
sistible, debe hacerlo el homhre libremente; de1Je, su]¡of(lillanll()s(~ al tod() de
que es miemhro, a!llar a SIlS hCrJ!lallOS COll~.O se ama a sí mismo, dcse<~r. el bien
de ellos como desea el suyo propiO, re!-(oclJ<lrse con SIlS alegrías, a!llJlrse COH
sus penas, ayudarlos, servirlos, identilicarse con l'llo~, sacrificarse por ello"
y trabajar de este modo, por merlio de una union cada vez lllas íntima, así en-
tre los indirid uos como eatre los puehlo3, en consumar la sant<l unidad del jé-
nero humano,




IIEL I'l ElII.O.


x.


EL deher se estiende a todo~ los seres, porque todos tienen su puesto sefla-
iado en el universo; lodos deSeillp(~ñan cn d, sujetándose a las miras de la
suprellla sahiduría, ohli,raciollL's (Iue ella no <luiere que se interrumpan; todos,
en Jin, gozan del don divillo, y tie!len derecho para gozar de el. De,truir Uf!:)
solo por lI11~ro (:apl'icllO, () illlpolll~rle patlceimientos inútiles, es Ulla acciOnlllah!,
y 0plle,¡,1 a las !t'yes \'lemas (lel úrden.


Hesldad a Dios en SIlS Illenore::; obras, y que vuestro alllor, como el SUYO,
SI' ('stienda a lodo lo OlW re,pira y vive. •


Si ,11 dotar al hO:llilre (k~ intelíjeaeia, L~ ha hecho rey de la naturaleza, no
ha querido por eso que fuese su tirano. Su ojo, (¡ue todo lo ve, tiene talllbien
lmil mirada ¡¡ale mal para el pohre gorrioncillo que palpita prisionero en vues-
tra llIano.


Xo hay socie(lall posible sin el eleher, porque sin él no puede existir vÍncu-
lo algllno ('litre lo~ hombres. El deber comprende, como ya habeis visto, la
jUóti(:ia y la caridad.


1\'0 hacer a otro lo que no quisiéramos que nos hiciesen a nosotros mismos,
es la .iu~ti<:ia.


Hacer pOI' otro, en todas ocasiones, lo (IHe quisiéramos que d j¡ici\~se por
nosotros, ('S la caridad.


lin !Jolllhre vivía de su trabajo, con su lI1ujer y SIlS tiernos hijos, ,. COlW)
tenía ¡JUena salud, hrazos robustos, y fúcillll~:Ilt(~ hallaha qnien le ('¡¡¡pIcas:',
podía, sill alilllarse demasiado, atender a Sil subsistencia y a la de los SUyos.


Pero succdio ([1[(', hahiendo sohrerenidD ,u'andes cnlanlidades en aquel 'pais,
no huIJo oé'UpaCiOll para el trabajo, pon[ll(' los que lo pag:lhan no tenían ell
ello benc!ieio, j al mismo tiempo suhió el prl'cio de las provisiones.


El trabaja(ldr y su lillllilia empezarou. plH'S, a sufrir lllucho. Tlrspués (](:
habl'~' agota(]o COIl harla prontitud sus cortos aho~Tos, se yi\¡ I)f(,cisado a ir
yendwndo ~us muehles UIlO n lIIlO, luego SIIS \esll(lo~, y elIaIH o ~a se hubo
(b'pojado de todos sus recursos, empezó a luchar frente a frente con d espec-
tro del halllbre. Y d hambre no hahía entrado sola en Sil yi\-ienda; las entcr·-
mcdades hahían entrado tamhien con ella.


A(¡ud homhre tenía dos vecinos, uno mas rico, otro menos.
Fuese a nI' al primero, y le dijo: Seuor, nos vemos en la mayor miseria,


yo, mi 1l1l1jer : mi, lújo,; tene(] compasioil di' nosotros .
. El rico le C()llt:~~I(¡: ¡, Y qué quercis que yo haga? Cuando trahajasteis por


1111 nH1llta, ¿Jlejú al¡2:lIl1a n,z (h, pa~ar()s HlCstro ,jornal? ¡, os (lehí lliliwa PI me-
Ilor al.ril~()? J,lInú, he hec!1IJ dafw algllllo, ni a 'os ni a lIadie: mis llJallrh
c~tún pura~ de toda iniquidad. ,\migo, vuestra miseria me afiiie; pero cada
crlal de!J(, pensar ell sí tlIiSIIIO en estos malos tiempos. ¿Quien sabe cuanto du-
rarúll"?


Calló el pobre pa<lrl', y, lleno el eO]'¡17.01i de an¡,:uslia, yolYÍase lentamenl~
a su casa, GlIan(lo eneontr!Í al otro vecino lllen()~ rico.


Esle ,vit>,ndole (an pcnsatiyo y trist(~, le dijo: ¿Qué teneis? Veo nuues en
YU('~tra frente y l:ip:rilllas l'il HH'slros ojos.


y el padrp, eO:1 \OZ allerada, le contó sus cuitas.
tllPgo que hubo acaba(lo: ¡Yorqll(', 11'. (lijo Pi otro, os a:lijís de e~a suerte?


¡,\o somos Lorlos Ill~rllla!l()~? ¡,l ('tÍiIlO podría ~ o ahandonar a mi hermauo en ~ll
desgracia? Venid, y cOlllpartircillOs lo que deÍJo a la lJOndaJ de Dios.




10'1 EL UBIIO
A~I rué somrrida la famiba necesitada 1 hasta que pudo por ~l misllla aten-


der a su subsistencia.
Al cabo de luengos años comparecieron los dos ricos ante el soberano Juez


de las acciones humanas.
y dijo el .J uez al primero: Jli vista te ha srguido en el mnndo; te klS a)¡~;·


tenido de hacer daño a tu prójimo, de violar su llerceho; has clllllplido rj"l)-
rosa mente la e~lricta ley de justicia; pero, cumpliéndola, no has viviJo ~Jas
que para ti; tu alma, seca y dura, no ha comprendido la ley de amor. Y aho-
ra, l:n este mundo nuevo, en el que entras pobre y desnudo, hará contigo lIIi
justicia lo que tú has hecho con los demás. Te has reservado para ti solo los
bienes qne te cupieron; nada has dado a tus hermanos; nada te se darú a ti
tampoco. Pues no has pensado mas que en ti, ni ha~ amado a nadie Illas que
a ti, ve, v vive solo.


Y, volviéndose hacia el segundo, el Juez le dijo: A. ti, porque no solamen-
te has sido justo, sinó que la caridad penetró talllbien en tu coraZOIl, po!"(ple
se abrió tu mallO para derramar sobre tus hermanos menos felizes los bienes de
que eras depositario, y porque enjugó las lágrimas de los que Jlor:lhan, te ~e­
rán dados mayores hienes. Ye, y reóbe la recompensa del que ha cumplido
plenamente el deber, la ley de justicia y la ley de amor.


XI.


HAY muchaf' especies de deberes: deberes jenerales y dehcre~ particulares.
Aquellos forman el vinculo universal de los hOlllbres; estos se deri~nll de las
relaciones diversas que establecen entre ellos la naturaleza y la ,o¡;iedad.


Interrogad en todas p[lrtes a la razon, libre tic preoellpaci(Jlle~, y a la con-
ciencia, pura de pasiolll'S e intereses mezquinos. Alllhas respollderún (¡ue el
hombre es sagrado para el hOllJhre; que atacarle en slll)(~rs()na, en su liIH'f'lad
o en su propiedad, es tr,domar la hase del únIca, Yiolar las !('~('S IllOra!e"
conservadoras del j(~lH:r() humano; es cometer un acto (IU(~, en todos lo~ siglos,
en todos los pueblos, ha merecido (~I terrihle nomhre de r:lthIE~.


Hay uIla voz en el munelo, eterna, irtllllltalJle, la YOZ (h~ la .i Ilslicia; hay
tamhien otra voz en Hlcstros cor,lzones, illlp!acahle y sen?ra, la Y0Z de lit
eOllciencia; amhas os dicen: .\0 matar,'ls, no hurtar,b, no atclltarús a la vir-
tud de la e;,;posa, ni o[endenis, siljuiera COIl el pellsamiento, el Jludor de la
doncella.


El que derrama la sangre de su )¡cJ'luano es maldito en la tierra v malditn
en el ciclo. •


y maldito tamhien es el que, con dolo o con violrncia, le ro!¡a, ya sea SI!
libertad, puna Jlorcion cualquiera de lo (lne lejítilllamentl" l'0,;ee; ('1 que in~
troduc(~ en la falllilia la discordia, cün todos los males que la disl'ordia enjendr<l.
el oprobio, la ira, los pesares, la ucs(,olllianza, lo~ rcncore", y casi siempre
la fuina.


Las plantas ele los ('artlpo~ estirnden una junto a otra su" raizes ca el suelo,
que las nutre a todas, y torla~ en (;1 crecen en paz. :\ingtlua de (~¡¡ns ab~orlm
la savia ele otra, ni marchita su 110r, lIi eorrompe su aroma. ¿l'o('(lué el hOlll-
hre ha ele conducirse peor con pI hOlll bre?


Desterrad de vuestro corazon los JlI~¡]OS d(',;eos y los malos pensamientos;
porque recrearse en el pensamiento y Cll el ues80 del lllal, es haber ya ltechü
el mal.




lJEL 1>{;EBLO, lOI;
lIay pnlahras ljue matan; contened, pues, vuestra lengua, y que jamás


la emilezcan la calulllnia y la maledicencia.
El <llrlla que da cahida én su santuario a la envidia, a la cólera, alodio y


a la H'Il¡:';;llza, p:.;la sielllpre atormentada y pró'.[!¡la a ahortar crímenes, <-
Si os han ofendido, perdonad para que os perdonen, ¡, Quien no tiene ne-


('esidad (J¡~ jlcrdon'? i. Y <lllien puede decirse a si nlÍsrno: -"adie debe eOIl jus-
licía quejarse de 1lIí?


.\0 calIlinei~: jamás por sendas tortuosas; que nlestra palahra sea siempJ'(~
lirlpdig;na; <¡Ile nunca escalHlalize los oidos públicos, ni falte al respeto que ei
hom/¡re debe al homhre y se debe a si mismo,


.\sÍlllis:nn dl'IH'!lIoS e\'itar tollo lo que nos dl':,:;ra¡]a y envilece haci~ndonos
'(~IIIl'.iantes a los hruto:.;; [ocios los escesos de los sentidos, las costumhres feJa-
,¡"da" que desgastall c~1 clwrpo, embrul(~Cell el entendimiento, : hacen (lIle el
';CI' intdij,~ntc', convc~rtido en un animal estúpido e inlllundo, sea para los demás
llOlIlhres un ohjeto de horror,


En Ilo~otros hay dos seres: el animal y el e~piritlwJ, el álljl'l y el bruto; y
Ilncstro erapeilo debe cifraróe en vencer al uno para que el otro domine solo,
ha~la elmornento en que, d:~sp['en:lido clesu corteza material, dirija su yuelo a
otra.: rejiones Jll:IS elevadas y \cnturosns,


Haciendo esto, no perjudicareis a nqdie y screis justos; pero aun os (Iuella-
r<in por cumplir otros dehen~s, no mcnos grandes y sagrados,


¿Pensais clue el <lile Sl~ ha li'llitaclo a ahstenerse dellllaJ, el qlH~ no ha hechn
daflO a nadie ni tampoco bien al¡!1I110, t'slú en paz con el proji!lIo y es perf\~('l()
dc'Janle de llj()~? ,\.1 dl:posilar en el fondo de Illlt'stro corazoa elj(~r:lIl'n del :111101',
de la cOlllpa,ioll \ d(~ [o;l(h lo, ,1~ntiIlliellto~ ,:illlpútico~, ¿.lIO o, ha illlplle~to el
Pdcln~ ('('I.:,tial la" !lrilct¡,,;¡ de otras \¡i'tudt,~ lllas ciClada, ) fc'cI!1ll1as?


red e;a 1)I)!Jl'í~ criallll'il hUlllana, tCLl<llda 1'.11 Hila esclu:lla, ¡1é~m]¡1'ic:lt:l, dl'~­
ilayada (j ~iOiI)'c'('oiic!a dt~ con\ Ilbi()nc~~: --I!ll lwm!in; pasa, la nltr;!, la ('(llupa-


dt''::', \ ,igiH'. su ('a!ni))!), (' ¿ TCil;!;O YO la c,dlla, dicl~, dl; qut' se hallp en l'~e e~­
tado, 'o ('~ acaso ollligacioll'llli,l ~'I ('uidar de ella? Ha¡'lo te!1g:l fine l!:1,'I'l' C(1Il
('uidarl!J(~ ;1 lilÍ lllisllIO, O) Otro ;Jcierta a pa~ar, la lllira lamhién, ~ HI alma se
"O[Jlpadi;Ct~: sc~ a('.(;\'ca, la ('()je en SIIS brazo,;, la ¡¡eya a su ca,;¡, la acuesta en
,Il i!~ch(), Y, la CUida y la a~iste como el hermano asiste a Sil hcrm,l!lo y el allli-
go a su amigo,


Jk eslos dos hOlllllrl's ¿ cuúl ha cumpl ido verdaderamente Sil deher?
Siempre habrú males en la tierra, y ,ielllnre esto~ males deherán ser so-('orridos, " •
Si vuestro llermallo tiene hamhre, clcheis darle el sustento que necesita; si
f~st;i ¡Jt'snudo, si no ticne ¡¡"ilo, tlelH'is darll' yestido y ahrigo ; si cstú en ft'l'lll ° ,
.k!)I'i~ asistirl{~, E~ \!J('slra misllla carne, porque todos sois mielllbros d\~ un llJi,;-
'!:() (,Hi,rpo, que dehe ¡milllar ulla misma alma: tratadle, pues, COl!lO a Yuc:'tra
propia carne,


l/ay Illllchas clascs de jlohrcza y muchos jéneros de desamparo; y todo des-
aillparo rCI:lalrJa protereion, y toda po]¡['(~za socorro, ¿ Qué sería sin e:.:to, res-
ponílec!IlH', la sociC'dad human:1 '? ¿ qué sería el mundo? ¿. que) seria de aquellos
a quit'nes las enfermedades, la pohreza, la solcclad , la iIll~speril'ncia , la candi-
dez, la ignorancia, precipitan l:omo f¡íeil presa elllas redes del malrado '?


Repeled la injusticia hccha a otro con la llli~ill:1 firmeza, la misma constanl:ia
f!lle ~i os fllc~ra !I('clw a V():iotros mismo~, Estc!Hled la llIallO cntre el opresor y el
oprimido, Yneslrof; 1lt'J'lllaIIOS soi~ yo,otros mislllo~, y ('lIando los oprilllen a
ellos ¡, no sois tamhien vosotros oprimidos '!


Senid al hw;rl'allo de padre, de prolretor a la viucla, de bú¡:ulü al anciano:
no negueis ho~pedaji~ al cstralljero; ml el ojo dell'lego y ('1 pil; del cojo,




100 EL UBltO


Tl)ned para los atlijidos aquellas palahras del alllla (/lIe templan la illllllrg::
ra del llanto: no hay atliccion flue no mitigue la ~impatía. tas tristezas de 1;1
vida se disipan a los rayos del amor fraternal, como se derriten en la mafla-
na a los ravos del sol los duros hielos del otoflo.


E! que sabe dar un huen consejo. un avi:io prudente, o una leeeion útil, da
mas que si diese oro, ponIue propagar la ciencia, cOlllunicando lo que :ie salH'.
es sembrar el ¡!rauo que habrá de alimentar a la~ j(~neraeioncs Yenidera~.


\ unea ereais que hac,~is (kmasiado por con~ervar la paz; es a un lIIismo til'!!l-
po la semilla y el fruto ele todo bien. Llevad con paciencia los uekclrh de I(J~
demas, para quc ellos, a su \'ez" ~,('[lan cOllll(~\-ar 10, Yll¡~,troS: i, no tenemos [o--
dos nuestras naqllczas, nuestras lalta~, nuestros mom(,~ltos de enlado"? La pa-
ciencia allana poco a poco lils lllas á'peras roca'; !!a¡la. pues, (kilI' 1'11 vosotm,;
agotarla; ni las palabras que irritan, ni las vivnz!dadcc l[IH' provucan. Sl~d ¡'Ollli)
la 11\'il, cu~ o jugo es tanto lllas duke cuanto ('f'(~ce en un lerrel:O lilas pedregu:;il.


Rcspetad la "ida, la Iilwrta(!, la prop¡l'rlad aj~~nas.
Aylldad al prójimo a ccmscrvar y a dcsarroEar su \'lila, Sil lihertal}, Sil pro-


IJiedad.
Estos dos prece?tos contienen en sustancia los rl('h!~res idos di' jllsti('!a y ¡;,'


caridad. lnlinib seria el eIJlllllprarl,)s, [lorr¡ue :i(~ e~til~lld:c'l a toda, I;¡, idea,:.
sentimienl'ls y accilll1es del hombre. lj II solo pre~'ept() los re:l:i!LIlW lod¡h. el d¡-
,-jno precepto elel amor. 1mad y hacl'd luegu sin temor io l¡LH~ liS dictare Vues-
tro albedrío, porqlLe torlo cuanto os dicte serú ju~tll y huellO. 'ullad, dice el so -
berano JIaestro, y cumplireis la ley en totlas sus partes.


XII.


ADEJL\S de los deheres jeneralcs, e\.isten otros particularcs, y en primera li-
nea los deberes de familia_


La familia, permanente como la ~ocieJad, es su elemento primilim_ L:~
relacione~ que la constituyen, antcriores a las leye~i lH,~itivas, se rkri\ an de la
naturaleza misma. [n ·scr incapaz de n~producir,;,~ (~s IIll ser inmlllpkto ; la mu-
jer es, pues, el complemento ¡lel hOlllbre. El uno sU;lOlle la e\ i~lel\cia ¡ld otro,
no forman entre dos cuerpos mas quc una sola unidad, y l()~ hi.ios que de ellos
proceden no SO~I en real ida. el lllas que. 1.1IIa pI.'nlollr'acilJlL, IIlIa (;ontinuacion d(: ~!¡
;-;er cotllun; reViven en ellos, corn:) ~I¡de c!eclrse, y, por medIO de Jl~lleraelülll-,;
succsivas, se perpetúan indefinidamente.


El matrimonio no es, pues, \lna institucion arhitraria ; l~~ la u:üon ¡bita ~
moral de un solo hombre con una sola mujer, ({lll), uniénJo,e, se CI):l1p!\'UlIl \'1
uno con elutro, y todo ataque dirijido contra 1:] unida¡], contra la "lLltidau lh:!
matrimonio, es una violacion dl~ las leyes naturall's, \lna ilN~iLsata relJclio:1
contra el Criador, y oríjea ele inlinitos desórdenes y de male, sin CLl¡~lllo.


11as dc una yez hemos visto propag~rse por el IlILLIlIlíl dol'lrinas torpes y li-
cenciosas, cuyas tendencias se han encaminado a destruir el lazo con\ugal. i\e-
chazad con horror y repugnancia esas ¡r¡(¡:-:imas asquerosas. hijas ¡le illlajina-
ciones depravadas, que quisieran reha.iar al hombrc al ni vd cid hruto, y au!!
hacerle inferior al hruto mismo, porque ell varias especies d\~ animales se ve ya,
corno un débil rellejo de lo (lue llega a ser entre los hombres la unioll santa
de que depende la reprorlllcciun del j~nero humano.


No lengais que sonrojaros delante de la liel y t:a,la paloma, y !lO cll'!-\rarlei~'
1'1 sa¡.;rado carácter impr050 en yuestra triente por el dedo de Dios.




IJEL I'IJElJLO. H)7
Entre el hombre y la mujer, entre el esposo -y la esposa, los derechos liOll


iguales, las capazidades y los dehrres distintos.
La mujer no e~ la criada del hombre, y mucho menos su esclava; es su


companera, su amiga, es hueso (le ~us huesos, carne de su carne. A medida
fllle se desarrollan en un Pllüblo las virtudes morales, la mUjer gana en digni-
dad v en liherta(l; en aquella especie tle libertad (lile no la esceptua del cum-
plimiento de sus deheres, sinó qlH~ la emancipa de toda dependencia servil.


El marido dehe a su mujer re,;pelo, amor y proteccion; la mujer debe a su
marido obediencia, a/llor y respeto. núndole a él la fuerza, Dios I(~ ha destina-
do a los trabajos lTla~ penosos; dúndole a ella gracia, docilidad y ternura, la
ha destinado a aliJ¡~ral' el peso de aqlwllos trabajos, y aun a convertir el traha-
jo mismo en un manantial inagotahle de pmos placpres.


CUilndo Hl lIIallO e:ljubct 'u rostro varonil empapado en sudor, ¿ no olvida él
al instante todas sus fatibas? Cuando su alma está triste y caviloso su pensa-
¡lllento, ;.llO (~ll\ía ella la serenidad a Sil corazoll, la sonrisa a sus lahios, con
UII:1 palabra, eon una sola mirada?


Cuanrlo al hontlJfl~ le falta ~ll eOlll[H1I,era, aseméjase a un junco que, azotado
por los viento" Pro;'III1lI)(~ ell lasti 'lIOSU, quejidos.


El libro de la naturalez;1 cont!cn:' in,initas lecciones (Iue os serún provecho-
~as; ahrid I()~ ojos, y los lllilS déhiles animales os instruirán. Cuando las olos
ajitadas por los· velH]¡lhalcs braman lanzando espuma, el Jlohre pájaro ocuútico
y su compafJ(~ra, refujiildos en el hueco de una roca, se arrinconan apretándo-
~e uno con otro, y se cohijan y ahrigan mútuamente. -'luchas horrascas hay
en la vida: tomad ejemplo del ave marina, y no temereis ni los huracanes ni
las olas embravecidas.


Pero no es el único ohjdo del matrimonio hacer mas llevadera y dulce la
rida para los (~spm;os; su objeto principn l es perpetuar, Jior medio de la fepro-
dllccion dtllüs individuos, la gran lümilia humana.


Padres, madres, lo qllién de V()~otros podría espre~ar el indecihle júbilo que
os hizo palpitar cllando, estrechando en VUl'stros hrazos el prilller fruto de Yues-
tro alllor, os sentísteis como renacer en él ?


1'\ucvos de!lens lh'g:an en cs(~ momento a unirse a los dd)Cres primiti\"os
destinados a unir al esposo y a la esposa. De otro modo, ¿ qué seria de las d('-
hiles criaturas que de ellos ilall recihido la e\islencia? Ln madre les debe su le-
che, SIlS constantes des\elos v el infatigable amol' de que depende su infantil
existencia. El padre les debe, idemús dl~ su ternura y de su vijilante proteccion,
'J/ pan y el ycstillo; debe atender a todas SIIS necesidades hasta que puedan
ellos hacerlo por sí misl1Ios.
, r l. COIllO podrú jamás atender a rilas si se ahandona a la ociosidad, o si, do-


mllla¡]o por sus yicios, disipa en satisfacerlos el producto diario de Sil trabajo'!
El (jlJe se deja arr;-¡,;trar ¡'Ol" la. pasion y los malos hábit?s a semejantes des-


ordenes, j. qlW es lilas que e asesino de los suyos? ;. Sahels lo que hebe en e~a
copa que vacila en su mallo trémula por la emhriaguez? llehe las lágrimas, la
~aIlgn~, la vida de Sil mujer v de sus hijos.


Los animales se olvidan de sí misl1Ios para no atender mas que a sus hijue-
los: ¿ querríais l'luhruteceros hasta el estremo de perder la sensibilidad que es
comun a todos los ilnimalrs ?


1'\i creai, ha I)('r cumpl ido vuestros deheres de padres cuando hayais dado a
ruestros hijos el sustento del cuerpo. Teneis que hacl~rlos hOlllhres : ¿ y qué es
el homhre sino un ser llIoral e intelijcntc"! Aprendan, pues, de vosotros a dis-
cernir el hien del mal , a amar el prilllero y él practicarlo, a huir del segundo y
a aborrecerlo.


neprend\'dles sus I¡tltas, pero sin cólera ni hrllt~ll yiolencia, sino con l¡rJll\~




EL UBl!:)
iU afectuosa y digna. Haced de modo que no hallen en la selHla del Yi¡'io llla~';
(Iue amargura.


Cultivad (h~stle la mas tiema edad v desarrollad en ellos los instil,tos eleva-
rlos ele nuestra J1at"urah~za, sobre los cmiles se funda la e\istencia so(,ial : el sen-
tirni!~nlo (k la justicia y del órden, <l(~ la cOllmiseracioil y de la caridad,


Las le('ciones qlle esetlcha el Iliflo ~enlado en las rodillas de su madn', y los
ca~tigo~ qlH' se le aplican con paternal solicitud, se confunden con los dulee's 1'1'-
cuerdos de su inl'ant:ia, y jamás se horran enteramente de su alllla.


r no os fjgmcis que hastan hncnos consejos, pues üe liada siryen las pala·
hras sin el ejemplo. Cllale~quiera (¡ue sean vuestros consejos y vuestras e\.hor-
taciones, ser:ln estériles ~i no corresponden a ellos vue~lras ohras.
Ylle~tros hijo~ serán lo f¡Ue seais vosotros, corrolllpiuDs o virtuosos segun


vosotros ~eais virtllosos o corrompidos.
¿ Cómo JlUdieran ser honrados, compasivos, humanos, si carecl'is vosotro~


de probida ,si no teneis entraflas para vuestros hermano.,;? ¿. COlllO han (le re-
primir sus apetitos groseros, si son tl'~\Ígos de vuestra uestelllplanza? j, CÚ!ll()
han de conservar el rubor de SIIS lllejillas, si no tmneis oh~IJ(ler el pudo!' en Sll
presencia con acciones indecentes o con palabras ob~('ellas?


\'osotr05 sois el IlIOflclo vivo [lor el cual se lorlllarú Sil ill:\ihle natllrali'w.
De vosotros depende hacer de ellos hombres o hrutos. Y tened hicl) pn's\'ntc
que todos nacemos en la ignorancia, y que el efecto de la ignorancia cs la mi-
seria y la hll!tlillaclon. El q UP lla(la sahe, ¿ quó es ni ([IlÓ pll(~de ~er C:l este IIIUrl-
do? ¿. de qué le ~il"\'e la !"¡¡crza de sus brazos sin el jll~ll"llili(~llt() (llH~ la (J¡ri¡c"'
los hraws son un simple instrumento material , e~téril en parle, cuando no le:,
ayuda la illtdijeacia; por;¡IlC la fllerza física no li:!Il(~ mas \"<lll)!' (PIC el (Ille j¡~
pre~ta la flll'l'za inleiedll"I, ni dirijírla. III h()ilI!Jr(~ i:~ili)ralltl~ l'~, 11l1!:S, Cid
corta diferencia, Hila Silll;lL; mÚiFüna en manos de lo,; <[:1'-, it~ ('mpit':!:! ¡cura ~:iI
inler('s per,onal. i.1l[uisl,-:ral' <¡lIe flw:;e tan triste la condlcillol di: \'l!:;~lJ":)';
hijos? ¿ quisil:'rais (111t', (ll:i;radildo~ pi! I"il ~ii::!1 :,re (:(~ la di;~~lIldaü !mmil!u, \'('-
jetasen en un trahajo tllOllOtOi1l:) ~; casi infnlé'luoso, seilwianli: al lHI'~y, q m:. Ur
rijido por el a~iI¡jD!~ dpllahratl~lr, ara a ci(~ga::; la Ü~:rra ('0:1 pro-~~e~'ho ~u:-o"?


y aun el hucy, cnan¡lo nwhe del campo, e,lú Sl':,!I:rn d,.~ h:d!ar :1":1,) :-: ,.
tento; pero lú, pohre piwbl'J, qlle YÍrcs del ill::i\'rto trahel,!;l (L· C;l(~a dia, ¿~i~ll;':;
aca,o la misll:a i'l';!;llri;lad?


Deheis, pues, 'il \llc'~tr()~ hij()~ la illsil"!iC¡'ion COlllO !rs dl'lH'i~ (~I pall, el ~::.':­
tento del alma lo llli,;:110 ¡¡u\' el ~IlSt:'lltlJ <id Ll!~'!·i)o. \en!ad 1':, (¡lit', ell el (;'i~;t(;
estado de la socicllad actual. COE frecuencia O:i e~ lIlUY rliheil llendl" 1::-1.·;
d(~ber: las T1ecesi<l,I(Jes 1Ilalcrlak~ o~; ;]nNlll dl~ tal clierle i¡tle aiH:nas po:/('i, [('-
Ilef otro pensamiento; y tambie'll es cierto (lile ha~ llllldlOS !loll\!:n;, dl'lIli1siad(,
interesados en que permanezcais vosotros y los yueslros privados de la luz, fOil
cuyo ausilio :legaríais a emanciparos de su lutda, para (lile dios no llJ"iIl'lIrell,
en cuanto pueden, hacer inarcesdlle su manantial para yosotro,.


Esto no ohstalltl:, VII!;~tro deher e\iste sielllpre (!Piltro de l()~ línlitl's en qlP;
os sea posible cUlllplirle, y cl1ilndll hay volllntad firme y ¡]l~c¡dida, pllelh Ilh~tj­
culos son insuperables. La conviecioll del deher os prestar¡i lIna fuerza irrcsi~~
tibIe,


Tales son, oh r.adres, las ohligacionc" que Dios os ha impuesto con rc,;-
pecto a vuestros hijos.


y vosotros, hijos, ar)l'(~nclcd tamhien lo que deIJeis a "Iw:-lros pallr('s; por-
que no sereis felizl's en la tierra, ni en el cielo, si no Clllllplis para con ellos
vuestros deheres filiales.


Honmd, amad al padre, que os lw transmilido ,!l \ida, y a la m:dre, qH!~
os ha criado a sus pechos. ¿Hay un ser lilas maldito qne el qlle ljlH'Í)ranla pi




IJEL P(jEBLO. !¡ ()()
\"ínculo d~ amor y de rC8pcto, establecido por el mismo Dios cntre él y a<¡lle-
!los de qtllene~ ha reuhldo la nda?


Sois para Hlz',tro~ padrrs causa [h~ incesantes cuidado~, porque, en efecto,
¡.no tienen clllls continuamcnte dplante d(~ lo:; ojo~ rue~tras necesidades de lo(b
('~pecic, (¡tI!' les olJlii'an a trahalar sin tregua a fin de satisfacerlas? Para vos-
olnb lrabajan durante el dia, y aun lllucllas .vezcs pasan las noches en ycla,
mientras dorlllís vosotros, para no verse precisados a responderos, ruando al
~icllicllte dla les ¡¡idais el pan cotidiano: ((\0 hay; tened paciencia.))


Si. ahora n.o podeis ayudarles, esforzaos a lo Jll~nos por hacerl~s. el [rahajo
llcrarlcro, CUidando de complacerles l'n todo, ~. aSistlendoles con j¡hal ternura
1ia~la dOllde os 1)(~rJllitall vlwslra~ fllcrzas.
Carl~ceis de ('~j1criellcia ~ Ul' t'llzon: Ilecc,ario es, pues, que os gllíen su ra-


ZUil: su e:ijleriell,:ia; y para esu, Sq;Ull el úrdell natural y la rolillltad de Dios,
d,'hi~is ()llI'dl~("I~rli':i, pn~slando dócil aleneion a sus IeI:CiOlll'S y consejos. Los
mismos hijilelo:; de lo~ allilllaj¡,~ ¿. no eSl"lIchan a sus padres y a ~us Illadf(~s,
~. no l!~s ol)('d,'cí~ll al instanle, cuando les llaman, o les reprenden, o les ad-
\ ierlell lo que pUl'de hacerles darlO! iJaced \osolro~ por deber lo (lije ellos ha-
ren por ill~tiJlto.


Si Dios os ha dado hermanos o hermanas, procurad (¡ue no se altere jamás
la paz enlre \o:iolros, lJi el akclo (lltl,; os dc:)ció lllutuamente. llabeis 'salido
de las mislllas l'atraEn" y 1',1 ¡¡¡¡SIIIU jJecil~, os :¡a ;UIl<lI!I,ailta¡:o: i.h~ly algun
Yll1culo llIa~ ('slr~~l'¡i(J ~. ~agi'alllJ (llle e~;te! li;lccd lk mOllO que los allo~ le (~S­
tl'l'chcll IlJa~) lila:;: 1l!lc:'lra senda en la liccra es ardua y eSjlill()~a; para CJ-
minm' por eila con ¡¡¡<tilia s\'óllra, para no tl'opezar a cada paso, apoyal)~ UllOS
tll otros.
~UUCllO:i S~~ pil'l'!len por haller ekjido con sobrada lijerew sus amigos y COlll-


paíipro:,: 110 te!l:.;:ai~ ,Ii!lislad ~;inú con aljuellos que ealllinan por la smlda del
j)i(~Il, Y cuya (,olidllrta ('S irn·¡:rcllsilJle. Los otro,; os pervertirían Iliuy (~n bn~Ye
CUll sus palahras y con ~IIS e,:cmplus, lllarclutaudo en vosotrus esa delicarla iJor
de la iIlOl'('III';U filie dl'ITailJa 111\ ,11[1\ e (Jcrrillll(~ s(;!:re la edad juvenil.
Fácillllel\tl~ nos dl'j;UdOS lIerar de las incli/lacwnes <lue !loó halaóan y que


dl'iJiénllllos (,oillhatir) re¡(¡fllIal' incesClntemcllle, pOl'!I!le Ik'lmós de la culpa
"i(,/len lo~ ,lI11:lrr:fh '¡Il,:¡JJ:)J'(~~, y el remordimiento, y la,; ¡WlIa:i. Cuando :Ia-
heis obra(\1J :u;¡[, ¿no ~elllí~ una ,,'erda illlluielil(! J Ilila pl'íJlllllda tristeza? El
desórde!l elljl'lldra los [lade('illlicnto~, y sie:lljJre hay Uil U\l!or oculto ('n el fo¡¡-
do de tilda aip,:;ria illlpmll ; ¡Jllr d "l)lllr,li'io , la Inz, la :il~n~ilirlad , el cOlllento
illalterable son pi fruto de Uila cIIIII:icill:Ía tranljuila. i'al'ót.:ese esta al pajarillo
fille reposa hlandamente sobre su nido, mientras por reJera la telllpcslad S<lCll-
de y trolll'ha las cupas de los úrhules.


LlI'é!a, al fin, un tiempo en que la vida decae, el cuerpo se dehilita y las
fuerza.,; se postra 11: enlotlce" del)!'l' a yuestros ancianos padres la asistencia
'lile de e!los n'cihístl~is ea Ylle,lros primeros .ariOs .. El que aballdona a su padre
y a Sil IIwdre en la Ye.lCz, el que contempla ll11pasJhle su IllISCl'la y sus padeci-
mielllos, en verdad o~ lo digo, dl'ja escrito su Hombre, en el libro del supre-
mo ,1uc'z, al larlo de I()~ P31'J'iLl(la~.


y pCllclraos hien de I~,tas últillJas palahl'a:;, vosotros todos, padres, ma-
dres" he~'lllano~ y henn?l~a~: Si hay en la tierra placeres verdaderos, ~i hay
una ldlZlcla(1 real, e,a lellZldad, esos placeres se hallan en el seno de una fa-
milia hien ordenada, cllyo~ micmbros se ullen estrechamente con los lazos del
¡[('I¡pr; porque la feliziclad cn este munclo !lO consiste en el goze no interrum-
pido de lo que los hombres llaman bienes, ~inú eH el mutuo amor, que alivia
los males inseparahles de nuestra C\i~tellcia presente, y mezcla a ellos cierto
presentillliento JIli:;teri~o de la felizidnd futura.




Iln EL L!R![O


XIIl.


EL estado social, natural al homhr~, e:)tahl(\c(~ (~nlre las fa1llilias ciprlas re-
laciones, de las que nace nn nuevo ónlen de deheres: los deberes para con
la patria.


La patria es la madre eomun, la unidad, en la cual se pcndran y se con-
funden los individuos aislados; es el ~agrado nombre que c:;prpq la fusio!l vo-
luntaria de todos los intereses en un solo interés, v de todas las yidas en una
sola vida, perpetuamente duradera. •


y esa [usion, orijcn fecundo de inagotables hienes, principio de un pro-
greso continuo, qllL~ sería imposible sin ella; esa fusion, CII:,O ckClO ('5 au-
mentar indelinidamente la fuerza de conseryacion y la capazidad de desarro-
liarse, la enerjía productiva, la seguridad, la prosperidad, ¿. como se (~fpdúa?
Por c\ amor fraternal, que n.lata al slIcio egoismo : ajllsta la IH'rfeeLa union de
Jos IIlICIIlbros del cUerpo socIal.


Y, ya lo saheis, la vcrdadrxa sOf'i(xlnd, fundada sohrr la igllaldad natu-
ral, no es en Sil esell{~ia, ni debe s~'r de heebo, lila, qlle la orgallizal'ion de la
fraternidad. Cualquiera otra institucion política, sea cual fuere su forma, en-
cierra algo de funesto e ilejítimo; de ilejítimo, porque necesariamente Yiola de-
rechos illlprescriptibles; de funesto, porque, violúndulos, alara la base misllla
del órden, y provoca de esta suerte luchas intestinas, guerra:-; terribles, que
al fin han de estallar, tarde o temprano, sin que sea posibl(~ evitarlas.


Vuestro primer deher para con la patria es, pues, trahajarcon un zelo in-
fatigahle por establecer en toda su integridad el grande y saludable prillripio
tle la igualdad a!J~oluta de los derechos, de donde elllanan todas las l¡[¡crtades
públicas y primdas; hacer una guerra sin tregua al pri\ilejio, hasta que le ha-
pis v()neido completamente.


Permitir que se limite en lo mas mínimo la única soberanía le.jítima, la del
puehlo; que ~e suspenda su e.ierr~icio; que se su~tituya la lihre a~ociaeion df~
ciudadanos con el dominio de uno o muchos seltores, es hacer trairion a la
santa causa del derecho y de la humanidad; es renegar basta del nomhre de
patria. El establo en que cOlllen y duerlllen los llllimales destinados al servicio
del homhre no es una patria.


Si, bajo cualquier Jlrete~to, permitís que entre los miembros e~encialmente
iguales de la cOllluni(lad, se creen categorías o clases illvesti<la~ de ciertas pre-
rogatiya~ con esclusion del resto del pueblo, sancionais la crimillal usurpacion
de poder, en yirtud de la cual se abrogan algunos el derecho de e:;tablecer se-
meJantes categorías; sacrificais colJ3rdelllcnte vuestro propio dererbo y el de
vuestros hermanos; re nunciais por ellos y por vo:;otros a la dignidad de hOTTl-
hres, y os arrodillais sohre las ruinas de la verdadera sociedad) a los pies dc
la tiranía.


¿Cual es el objeto dc la asociacion entre las familias primitiyamente inde-
pendientes? Ohte\l(~r una garantía Illas slili(la (le la igualdad y de la libertad,
una justicia TIlas duradera, UlI alilllcllto de bienestar por IlIedio de la organiza-
cion del trahajo comun, y el desarrollo de la facultad ill(ldinida d(~ pensar y
de obrar, inhercnte a todo ser humano. ¿.Y qué se necesita para esto? Bllena,
leyes. i.Quereis, ]111 ('s , saller lo que son las le: es? Verl quirn las hacc. Si las
hacen algunos por sí solos, ItIS harún unieamenle, o ('¡]:;i unicameutc , en su
prove~:ho.; . si la~ haeen torIos? la~ harún para el hicn de lodos, COII arregl? a
los prmclplOs cternos, a las slIllpntías elevadas y fcrunda~, a los sagrado~ 111-




llEL PI E¡¡LO. 111
tl'l'l':-CS (le cuya COl1servacion depende la institucion s(){~ial. !li:o os 'deis, pue~.
!In 1ll0illento de l'eplhO hasta c:)lI~l'guir clue todo~ cooperen a la formacion d~
las leye~, elijicnt!o libremente a los que hayan dc hacerlas.


Entollcns dl'jal'l'.is d(~ vivir esduido,.; del llIan(~jo de los negocios comunes, y
y de lostar elltregndos ~in defen,;a a los que ahora os henefician como una minil
o un terreno propio: entollces no os arrojarán de la;,; asambleas en que se trata
de vosotros, en que se d"I¡])(,l'a ,obre la~, CO,~b de ([lle depende vuestra misma
(''\istcncia, como se arroja de UIl estrado al can hediondo que se entra por la
]Iu(~rta sin (11W lo llamen: entonces no formareis una casta políticamente pros-
<'l'ita: entollces tendreis wrdarl!'ramcllte una patria.


\' la patria, en cnyo sello ~e 1'0r:Wlll las di\-ersas familias, dehe ser para
\'osolI'IJS prel'l'rihl(~ a la JilllJilia, sin lo cual rOlllJlcis el yínculo que las unc a to-
das ellas, ~lIhüf(linando 1'1 cuerpo entero a uno de sus miembros, y dcstmís
¡~n cuallto podei, la :,(lci!'dad, ponióndola hajo la influencia de! egoismo, que
COnllll[('\-C \' d(o:.;lruH' la ba~c ~ohrc que dCSl'all~a.


De la Ilatría ('s: pues, to(lo In qUl~ sois y tnr!o lo que Yalei~: vuestro cor(1-
zon, \'Il('~tro~ hr,lzo:;, V1l2:itroS des\clos. \1J(~stros bienes v Vllestra vida. El
que titubea en morir por (~Ib, c,,~ e, infame para sielllpre .•


bto no ohstante, deheis prefcrir la humanidad a la misma patria, porque
los puchlos tie·nen entre sí las mismas relaciolles que las familias unas con
otras, y estón sOllll'tidos a lo:.; ll1ismo~ deber~'s. El jónero hnnwno es uno por
esencia, , no e,i,;lira e! órden perl'ecto, ni desJpaJw:erúlI enteramente los lIIa-
!ps que allijen a la tierra, sinó cuando las naciones, rompiendo las funestas
harre ras '1ue las cl'par;¡lI , fOfllH'1l solo una grande y única sociedad.


El patl'iotlSIIJO e~clllsi\'o, fIne no es mas que e! egoismo de los pueblos, no
tiene cOI!!'ccucll('ias menos fatal('s que el egoismo indiyidual; aisla, divide a
los habitantes de los diferentl's paises, los e,cita a haf:erse daflo en vez de ayu-
darse Illutuamente, y es e! padre de C~~ horrihle y sangriento monstruo que se
llama la !junm.


¡.Qué (w-a llWS ()llllí'~ta a la Ilaturaleza y a su~ le: ('s que el nombre de cs-
tmlljf:m? ¿.:\o somo,; todos hermanos? ¿ 1 como el hermano puede ser cstran-
jPro para el herlllano?


Cada pueblo debe a los otros [lllCoblos juslicia y caridad; dehe respetar sus
dcreehos, y, en caso de necesida([, darles ausilio, ya ~ea para defendcrlos,
;:i lo:; atacan, ya para r(~r·')[](lllistarlos, si los han despojado de ellos. Sus desti-
IIOS son solidarios: el puehlo (lile mira eDil illdi1l~rcllcia la opresioll de otro ¡me-
hlo, lahra la tumba en (Ille ha de ser sepultada, con el tiempo, su propia li-
liertad.


Emplead, Jlues, todos yuestros esfuerzos en unir mas y mas a las naciones
('ntn~ si . para ir uestruYenuo poco a poco las preocupaciones que fomentan su
:-pparu('ioll. Cada una d¡~ pilas, ~(,~11Il su índole, el territorio, el clima que ha-
bita, tiene ~u llIi~ioll especial, que le asigna la Providencia para la llIas COlll-
plela pprJ'eccioll de la humanidad. Lejos tle lloner!e olJstúculos, todas dehen
:l~ udm'la, porel u{~ trahaja ¡JaTa todas, trahajando para sí. l\inguna podría bas-
utrse a SI lIusma; todas ~u lSlsten y se desarrollan por la ayuda qlle se dan
¡:mtuamcnte. \0 ('s cierto, como repiten los que las engañan para avasallarlas,
(i Ile tiefll'll jnL('r('~es opue~tos; no lo son lIlas que accidentalmente, a conse-
('uellcia del ¡]esÚrd('Il introducido l'l1 sw' [elaciones naturales. Hestahleced esas
relaciones, y el hien de la una seró el llip!l de la otra, cid mismo modo que
(~U ulla falllilia, onknada como dehe estarlo, el hien de uno de sus mielllbros
('5 el bien de todos, y SI] prosperidacl la prosperidad jeneral.


Cuando eaen las ílllvias ('11 pi pais en que corre el ¡'Iilo, el rio se hincha y
~ale d(~ madre, e inunda paso a paso los valles que fertiliza. rara que Ilegue!t




EL LInRO


sus aguas a los campos mas apartados, ¿no es preciso que cmpiezen por regar
los que están contiguos a sus orillas?


El egoismo subsistirá sieIll ¡¡re hajo esta o la otra forma, y el progreso. rlr.-
tenido en SI! Illardw, ni aun podrá ser con('(~bido por falla de UIl lin moral,
lIlientras los hombres no antepongau los sagrados intere~es de la humanidad a
todos los delllús intereses, a~í de los homhres como de las naciones. ~lIcstro
amor, COlllO nuestros sacrilicios, ciego, carlw;o, imperfecto, se estravla v rlcs-
¡[¡!leee a cada instante, si no tiell(~ por objeto el jéncro hu mallO. Indivlduos
familias, Jlueblos, ¿qué son sinó partes de llll lodo, fuera del cual no til'rw~
ninguna razon para e\istir? Unidarl última y completa, cn la cual se cuorrJi-
nan todas las relaeiones, se concenlran lodos los derechos, se armonizan tOllos
los deberes; ese todo es el hombre misl!lo en la plenitud de su ser imperece-
dero.


XIV.


EL conjunto de los deberes a que está sujeta la riJa, y de la~ rt'rda¡Jl'~
f¡ne son el eterno cimicnto de estos deheres, forma lo (pie ~e llama la l'(~:i.iio:l,
vinculo no solo lle lo~ hombres entre sí, sinú l\(; torlas Ia~ <TinllJras unas con
otras.


y así, negar la rrlijion es negnr el deher; y pues existen rerdar!eros 11c-
beres, c\isle una relijilm rerdadcra; y pues los (lt'hne~ SOIl [lor Sil r'':,l'n('ia in-
variables y uniyersales, la relijion es tambien pOI' su esencia iIl\'arialllc y uni-
" ersal.


Para Clllllplir 1m; dehcres e~ preciso creer en ellos, y por C()Il~i!!llicll:e creer
eu las ycrdades sohre fIlJe ~e fundan. La relijioll ill¡plica, pues, la f(· COillO ~H
hase primera. COillO la indi'i)(,llsahle t;onrlirioll de la vi(j:¡ IIJoral, quc l'~ lam-
bien una cOlldieiOIl de la c\islellcia social riel ,jr"lIí'ro hUillano.


Por eso el jcnero humano es creyente por ll(~cesidad, por su oríjen y por
su natmaleza.


Cree en una causa f'uprerna, creadora, iniinita: l·1 lIonliJre de Dio~:, el
Jl0mbre tres vez es santu rId Padre rIe! universo, se halla en todas las lenguas
humanas.


Cree en una Providencia benéliea que dirije todas las eo:,as. con arT(';do a
las Imes de la eterna sahiduría y del amor eterno, a un fin digno lIr'l Criador.
Cl~ee (IllC c~a Providl~fI('ia Y(~h (~~ipl~GialllleIlle sohre el hOlllhn', le iltnnina,


le instruye y le guía en la senda que dehe seguir para (IlIe se cumplan SIJ~
grandes y sllhlillles destinos.


Cree en la distincion esencial riel hien y el llIal, en la Iihertad de que ;:;0-'
za el hombre de escojer entre uno y otro, y, segun la eleceioll (Ille haya he-
cho, en la recompensa o en el inevitahle castigo dc sus ohras.


Cree, en'Gn, qne lllas allá de esta hreve y lahoriosa e\istencia terrestre,
olrn existencia Tllas perfecta ap:llarda al homhre y se prolonga hasta el infinito
en las profundidades de la dllrHcion eterna.


Creed lo que cree el jl~ller() llIlllJallO.
Sin esas ereeneias ¿llul\ sería l'l deher? ¡.cómo In concehiríamos'? iJ~1 !Iphcr


no es lo que um'? ¡.Y qué es la union ~iIlÓ la cOlllun tendencia haria HII centro
comun? Y ese centro COlnun dn todos los ~crps ¿qnl~ (~~ ~ill¡) el Ser inlinito, ri-
gorosamenlc UIlO, de fJuiL~rl lodo emana, a quien todo vuelve, que lo produce,
ronsen'a y vivilica todo? ¿Qué es sino Dios'!


¡Ay, pues, del infeliz ateo! En medio dl'1 lliIlnhn'. de la sed que le rle-




I;EL !'rEBLO.


vora, husca con ansia el jugo que alimenta a todas las criaturas, y al discllr-
rir por el caos tenebroso en fIne d mismo se ha abismado, solo alcanza y es-
prime en vano I~I ~e('o y frio pezon (le la mucrte.


El qne ~e dirije a Dios aspira a unir~e a él, Y en él a todos los seres que
tiendpll almisl1Io fin; : aspirar a la suprema fclizidad, a la soherana perJec-
rion, es trahajar sin (lescanso en perfeccionarse.


Tal es tambien el fundamento de la doctrina de Jesucristo: «Seu perfectos
como vuestro Padre celestial es perfecto.))


¡.Qué qlliere (kcir esto? ¿Puede el homhre por yentura llegar a la infinita
perfeccion de Dios'? Xo; pero dehe necn:arse a ella lIlas y mas, en cuanto le
sea dado. De e,;te modo sus e~fuerzos tienen un objeto conocido; y su vida,
l'llr<llllillada a esle elevado ohjeto. no es Illas que una perpetua ascension ha-
eia el principio jll'rlllallpnte d(~ toda vida, UlI perpetuo crecilllientll haria Dios .
. 1'\0 hay union alguna [lo~ihle sin el amor, porque el amor es la yoluntad Illi~­
ma que efe¡;túa la nnion. Amareis, pues, al Seoor con toda yueslra intelijen-
cia, con toda vuestra alma y con todas vuestras fuerzas. Este es el primero y
el mas importante de. los mandamientos. '


El sc'glllulo S(~ !leri\a (le ól, J le es ['emejanLe: «Amareis a vuestro prójimo
conlll a yosotros mismos.»


El que no ama a Dios sohre todas lns cosas, no ama Illas que a sí mismo,
porque 110 tiene ni puede tcner lJIas objeto, mas tt~rlllino que su propia per-
sona.


El que no ama al priÍjimo como a sí mismo, no ama a Dios ni puerIe amar-
le, porque en Dios todo se confunde por el amor cn la perfecta unidarl de
su SI'r,


r si alllar a Dios es desearle, la oracion es el medio de que se vale el alma
para espr!~,;ar este deseo; es el impulso que la lleva llil!:ia el ohjeto que
ama, tIlle aspira a po;;eer, que llama a su seno. Por eso la oracion, espresion
del amor, es inseparahle de él.


A rnar a J)io~ ¡:s tarnhien entregarse a él y olYidarse de sí propio; es querer
lo que él quiere, y unicClmenle lo que él quiere, sacrilicando la propia yolun-
tad en todo lo q(\e no fuere conforme con la suya; y este sacrilicio, este acto
de virtud, por el eual, reconoci{~Ildo su sabiduría, su justicia y su hondad
suprema, protestamos interiorltlente que nada somos, y que él lo es t, )do, for-
lila la esencia del culto que le deben sus criaturas inle]¡jellte~: la adoracion
yerdadcra y ahsoluta.


y el amor al jlrójimo ¡, no es tambien la abnegacion, el sacrificio? Sacrifi-
cio voluntario, lleno de inefahles delicias, ponlue se vive con la vida de aquel
a tIuien se ama; y esta tr:msfusion de vida que hace comunes todos los padeci-
llllcnlos, dilata incesantemente nuestro ser, y tiende de esta suerte a hacer de
lodos Jos hombres uno solo, divinizado hasta cierto punto por su union cada
vez mayor, cada \'ez lilas íntima, con Dios.


y p'ara que esta union se efectúe, el mismo Dios ayuda al hombre, dándole
el pod(;r, el amor y la intelijellcia, que no sou sinó de~tellos lle la divinidad, y
que, SI faltaran al hombre, sería cimas abyecto de los seres crearlos. El hom-
hre, sin Dios, es un cuerpo sin vida .
. l'io eonfundais la relijion, que es una e invariable en todas partes, con las


threrentes formas que reyiste. Estas son imperfectas, verecederas, y por lo
JIllsmo caducan y pasan; obra del hombre, mueren como él. El tiempo gasta
la forma del principio divino, pero no gasta el principio divino: cuando el t.:Ucr-
po en que se había encarnado se disuelye J' cae hecho polvo, él mismo se
forma OlI:o nue.vo m~s perfecto, cuyo. jérmen se contenía en el p,recedente.


Habels nacHlo cnstlanos; hellllecld por ello la bondad de DIOS. O no hay
ENTREGA ;)




! 1 \ n LlB1IU
verdadera relijion ni vínculo qne una a los homhres entre si y con el Autor
eterno de todas las co~as, o el cristirmismo, rclijion del amor, dI' la fratel'lli-
dad, de la igualdad, de donde deriyan, así 1'1 II{~her COII!O el dt~l'e(:ho, r,s la
yrrdadera n:lijion. Comparad (,O!l las ot]'a~ naciones las lla{"jol1(~S nisliafla~, v
vereis lo que de\;1' la humanidad al cl'i~tiani,Ill{J: la progresiv<l alHllirion de li1
c~cla\'illld y de la servidumbre. ,,1 desarrollo del sentit:o 1lI0ral \ la illíluellcia
de (':-te desarrollo ~obre las co:'tulIlhrl's \ las le'Cs, latla \e/. lilas Ilwfcadas
con un sello de dulzllra \' C'fluillad de,I:O\lol:ido all[('O; las prodijilhas C()lHluj~­
tas riel hombre sobre la i1aturaleza, fruto de la riencia ~ de las aplicaeiorH~S di:
la ciencia; el aumellto del bien púhlico 1: illdi\'idual; ('.11 una pa labra, el COII-
junto de los hienes qlle tant.o el eran nuestra ci\iliza(·ioll ~ohre la civilizacioll
antit.jua: sohre la de lo~ puehlos que aun no ha ilu~trado el Evanjelio.


A estos innumcrahles hienes se han mezclado, sin duda, IllllcilOS males;
pero los hipnes prot'l'llen directamente del crisliani"no, ~ lo~ males son ohra
de los que han adulterado la doL'lrina dd )lacstro II yiolado sus ,antos princi-
pios. Provienen tambien estos males Ile la inevitahle ialpC¡·rCI'l'io;¡ 111: Illlestra
naturaleza y de la po('a e~.tallilidad de los hienes Lern~llale~, t¡1It', d(~pelldiendo
hasta rit'l'to punto de la c~)(licia dI: \il~ homhres, SI' hall ilklllili('ado COIl la
rsentia misma dd cristianismo, quedando :1:-;\ sltlJOl'dinada el alma in:uulahle
e imperecedera a la \ iI lIlatt'ria, que se tl'ansl'orllla y IlIUl'I'C.


En Y(~l'dad os lo di¡;o: semejante dl'~órdell no pue(k cO:ltinuar; ya SI: ncer-
ca a su término, ~~ el cristianismo, sepultado bajil la corteZ:l Illaterial, (1m; lt~
cubre como \In sudario 1 \ohm'á a aparecer en todo el esplendor de su rida,
pcrpetlJalllt'nte júven.


Separado ele la ohra Illortal, con la cual le h~n coni'undillo, es la ley pri-
mera y última de la hUlllaJ:idad: porqll{~ lilas all:i de Dios nada hay '1IW se lme-
da propOlwr por térlllillo al homhre; porque no ha~ otra senda para dirijirse a
Dios, ni hay otro medio de unirse a d lIlas que el :IllIor; P0rll'l(\ c'"le gran
mandamiento del amor nunca se agotará, ni en la tierra, donde delle torlllar
de todos los individuos, familias y pueblos, una sola unidad 1 la deljónero hu-
mano, ni en el ciclo, donde elehe el'el:tllarse por su Illedio la union, tada vez
mas perfecta, de las ('['iatllras con el Criador.


y así, lo que decía Crisw es [oiJaría rerdad y lo sedl siempre: «Venid a
mí vosotros todos los que l1enlÍs con dolor el P(~SO del trabajo, :- yo os reani-
man·~.»


y un dia irán lodos a ól , Y ese dia no e~tá lejano; ya palpita I:n el seno ti,,1
ponenir. Ahora c"minamos (:omo a la luz IIr un dl'\I!il crepúsl:ulo; al asomar
la llueva aurora. el mundo , lI1undado de su luz, y sllltlendo renacer en sí COIl
la esperanza, la fe y el amor, la saludará con sus cánticos de alegría.


xv.


1'\0 lo olvideis nunca: no hnv sociedad, no hay nada posihle sin el deher, "
la relijion no es pn sus prPl:cptos nlas qlll~' ellllislilO deber, ni son otra cosa su~..,
doctrinns sinó el conjunto de las Yerdades Ilue forman la hase inmutable, eter-
na, del deher.


El que rechaza la relijiol1, rechaza el deber, v hastn el instinto uni-
versal; niega la inlelijcncia y la conciencia humana, sll naturaleza y las leyes
de su naturaleza; niega la sociedad, ~' se niega a si mismo, porque sin la so-
ciedad ¿ cómo subsistiría? ¿. ni qué sería el homhre?


Si cada hombre no debiese Ilada a los demás hombres, los demás tampoco




DEl.l'T.:!:no. 11 ij
le deberían a él nada. Pcrpdu3 y radicalllll'nte cn gllerra con ellos '! con to-
dos los seres, ofrecería en el se!lO del uniyerso la c~panto~a alianza de una co-
dicia ililllitada ~. de una illl!)()rtallcia iníinila.


¡.IIa: IlIi,nia irual a esta llli~l'i"ia"!
Jil prillJ(~r fruto dd rkhcr, ¡[,' lile\.aditud en cumplirle, C~. por el contrario,


1'1 gow illlll{'(linlo dc UII hil~1\ sllj)l'rior a t()(lo~ lo~ iJienc~;: la calma interior, la
paz, el dlllre contt'nto y aquella alegría pura ([I1C cOII'lwla al a!rlla de los sin-
~ah()n's de la ,ida, y la (Idata ~. la lransporta a un lllundo IIll'Jor.


El \ irllloso halla su rl'('(JIII[lI'n~a en la \ irtud Illisma; y del mismo modo rl
,-ir'io enjellllra PI ca~tigll. rl"P 11' si!!;lIe infalihlPlllcntr. ¿De cuantos cuidados,
illquietudes y mal,'s dI' lO!!" t',parí!' no es orrjeil'! ¡. (luit~ll "iú j<JllI;í~ al malva-
do 1('liz? Podr;"¡ ;r!cam.ar riqlll'za~ ~ jlOlI!'r; ppro ni el poder ni las ri(ruezas
(,ollsliluy!'n la fl'l izidad; y ~i slIpier,lis quó horriillP~ lla¡¡:as ocultan ('asi sir m-
pre los ve,lidos de oro y sl'ua, si lk pronto os las rC\(~lanlll, retrocederíais
con pSllalllo.
(;uilrdao~ dp jnzgar por las apariencias. 1i;1~" ¡¡lallt.as YPI1CIlOSaS que crecen


entre la porln'tllllllbrc ~. ~ue[('n brillar COII ri\"lsÍluos ('olores:-.\.brüllas:
¡.¡¡UI·: lwllais dcntro?-Un [loho rlPrTO y pt':ililente.


En la ~ocit:dad mala y antiel'l,tíana en qlm vids, no siempre le hasta al
hombre ceiúr sus a('('ion('~ a la Ic~ lIIoral para pro:iper;¡r; lllas ('on lorlo. nunca
deja de producir inlllr:dialo frllto la olJl'rJicllI'ia a esta ley divina. Tended los
ojo~ en derredor \11('slro: lllir,ld !'sa falllilia, ellyos llliPllIlmb, todos fipIPs al
deber, no SI' apartan de él I'n lo Illas IlllnilllO; en rltle d prodlldo del trahajo
eOnJun, eon~;¡grado a la~ n,'('('~idade, (,01111111('" nUllca 'C rli~ipa en Hr!!;OI\ZO';OS
pla('en',;: en qlw pi padrl' no da lilas flue bUPllos ejclllplos; (~n que la !\lujer.
ocupada ('1\ lo, r[ul'lia('I~n', dOIIi('stico,;, a IIlando con ternura a ~u marido y 2
SIIS hiio~, ('~ para ellos oJ¡jl~to de igllal t!'l'Ilura: ('~ta familia no esLt ciertanH'¡ltp
;¡ cuIJil'rto dl~ la jlohrcZ(t. ¿ Onien, "in Plllhargo, no prekriria ~\I ,Ui'rle a la de
IIlla ¡¿nllilia Illa, ra\()l"(~r'ida por la fortuua, !H'I"O cnlrr'ga(la al dl'~órrkn yal
de'('llf"reno. ('n 'llII~ las dl~.;azonc, inte,;tinas, la emidia, e! odio nar:en a
('ada paso de la \'iola('ioil de lo,; IIll1tuos dl~rechos"? .'Iientras la una inspira res-
jJeto y silllpatia, la otra es ,010 digna de nuestro desprecio, y huimos lodos de
ella como d(~ un rl'[ltil illllllllldo.


i Uh! el rllle (k,;ccndiera tina sola HZ al fondo de! corazon del homhre de
bien, del hOlllhre a quien anil1la el al1lor a Dios y el amor a sus hermanos,
r!c~euhriríJ en (~I ~{~r:r¡):.as d::licia" lan puras y lan vi\<ls. r¡1I(~ miraría con
Gesden lodas la~ r1{~IlIÚ~.


y así, el primer dl:cto dt'l rlp]Jer PS disminnir los males de la vida, templar
~a ;lllIar;.:ura. : mezclar con ellos ltIultitud de gozes inefahlr~, dr~conoci­
do . .; a los que S(~ dejan dominar por las pasiones, o obran solo por egoismo. Aun
cuando p/ r'ulllplillliento dd rkh,'1' llO tll\iera mas recolllpensa que esta ¡, 110
sería \ a lJa,lallt(~ grande?


Pero aun pro¡IIl(,(~ otro pfeelo por el maravilloso enlazc de las leyes que
('onstituyplI f'I únl".ll, :- C':;, que realiza el derecho. Por él, unieamenlr, oh PUl"
hlo, IIl';.:arü, a fl:cobrar los derechos de que le ha de;;pojado la injusticia.
¿Quien de yosotros podría luchar solo contra la injusticia de los opresores, sin
ser deslruirlo como UIl vaso de arcilla"? Para ycncerlos es llCcesario que estcis
unidos; ¡. y rrnr' union hay posihlp si no es e: amor Sil hase, si, sometido en un
todo a la ley dd drlit'r, cada \lIlO dl~ \'osotros, re~pirand() y viri('ndo rn coml.lll
con sus herlllano~, ('~tú pronto a s<Jcri¡¡cilrse, a l1Iorir por ellos'?


Teneis primerill1lPl1te qllr reconlfllistar ruestra dignirlad de hombres, clli-
hfe ejercicio dr vUI'~lra illalterable soberanía. Y ]lara eso ¿. qlie' se necesita"?
Ena YO]llnU,rl C,0Il111l1. y un p~fm'rZf) rOlJlun: f'S df'('ir , la coneipnria del dl'rG'




! 1I'j EL I.lil1\O
ello de los demás como del derecho propio, la perrec!a rusion de los illterr~('.~
~Il un sülo interés., De otro modo HO se ree!amaría un derecho ~inó un privile-
JIO; : el flllC lo lUCIera, t,cn~!ria contra sí a los (IUC ahorreccll el pri\ilejio y a
[LiS ¡¡al' c:nzall ~ a dl'l ¡m" d::jlo.


Por (,()Il~iplÍente, si no alllais a \'lIcstros hermanos ('\lIIlO a V(J~otro, Illis~
mos, rCJiunciad a toda c~[>el'[lIlza de elwlIlcipacion, I'csi¡;nuo:; a "ervidumhn~
perpetua. Tal ~cr<Í YllCstra suerte.


r ~i cada uno de vosotros, por el contrario, allla ni pró,iim l ) corno a ~í mis-
mo; no l,erlllitirá qlle le opriman, le pre~tani en toda cirruIl~tancia anuJa y so-
corro cOlltra la fuerza inicua, v de la caridad universal saldra una rcsisténciu
universal contra la oprl'sion. • .
, Cuando solo se ataca a la injusticia, tarde o [(~Ill[lrallo se alcanza la victoria:


SI quereis, lllles, l'oJllllatir t:OIl fruto, no l,idais ~illo Jo que es justo, respetad el
derecho aun de ;Hluello~ mismos que [¡all hollado j()~ vlIl~slros. ~can sl"radas
para yosotros la ~egilrid;](I, la libertnd, la j>l'Opil'dad, de todos sin esceL;\)ciO[J,
pol'íIue el deJ¡C'r se l,~tiellde a lo (los i¡;uallll~~l\te. Si Ulla vez violasl'is el (eber,
¿qllien salle ]Ja~la donde Ilegaria esa \ iO!ilCioll? No se relliedia el desrín]en COI!
el desonlen. ¿De qué os acusan vuestr()s enemigos? Ik querer lIllieallJcnte su~­
tiluir vuestra dominacion a la suya, para ahm~al' de ella COIllO abu~all ellos; d,~
albcq;ar en vuestros pechos ideas (le I en¿;anza , ]Jroy(~d~)s (le tiranía: de aflllí
pronene ese vago tC!llor que se apodera de lodos los ,HIlillOS al menor movi-
miento del pueblo, y del c~al se aprovedwn con destreza vuestros opresorps
para prolon~ar vuestra sel'\'IIJullIhrc.


Disipa(l esos siniestros fantasmas, e\'ocados por detestahles impostores a fin
de intimidar a los homhres e,'tndidos y huellOS, y de apartarles de las sendas del
}lorvenir. Proclamad el (Jebcr al mismo tiempo (Ille el derecho; ·no los separeis
Jamás lino de otro; unidos ell vlle~lra conciencia, se IwriÍn \ i~iiJles en Vlli~stra,;
obras, y entonces desapareccrá el mayor de cuantos obslúculos pudris /l,dlar
al JOrro de Y(j('stros descos,


Teneis tamhienl¡Ue cn'al'OS en el órden nwterial una e ... i~tellcia lllenos prp-
caria, menos (Ima; leueis ({ue e ... tirpar el hambre, que ase!jllra a nW5tras IllU-
jeres y a \'lle~tros hijos las cosas necesarias a la vida, ¡¡[J(' todas las criaturas
tienen en abundancia, (',('epto el hombre, ¿ Y porqué os falta? Porque otros
comen el fruto de vuestro trahajo y ellrordan con !\l. ¿, Y de donde proviene es~'
mal? De que cada uno (]('. vosotros, privado en su aislamiento de los medios de
establecer y de sostener una competencia n'I'dadera enlre el capital y el tra-
hajo, se ve preso e indefenso en las garras dé la ('odicia, ¿Como saldrr'~is de esa
funesta sujecion? linil;nrloos, asociúlH!oos: 10 que uno solo !lO puede hacer,
pueden hacerlo diez, y ~i se unen mil, lo harún IIIl'jor aun.


El castor, solitario, yive con gran trabajo en el primer agujero que encuen-
tra en l<1s orillas de un rio; asoci;](lo a otros castores, construye, resistiendo
a la corriente, cómodas y holDadas habitaciones, donde todos riren en la
abundancia.


Pero ninguna asociacion es posible, nin¡;una puede prosperar si no tienc
por hase la confianza lIlutua, la l'robidad, la cllnducla m01"a1 de sus miemhro~,
como tamhien Uila prudente economía, La injusticia y la mala fe, la pereza y
la destemplanza la disolverían inmediatamente: en ,"ez de prodllcir la unidad
de accioll, sería una causa permanente de discordias y enemistades. ta prác-
tica rigol'osa del (leher es, pues, una condicion indispensable de la asociacion,
MilS (Jiré: el deher es un principio generador; de él Jl<1ce la !lsociacion espon-
tnnca, porque ¿ qué es en realidarlla asociacioJl sinó la t]'illerniflarl misma or-
ganizada para flue pueda llenar Illejor su elevado objeto'? El (Iue, no amando a
nadie ltias que a sí mismo, no picnsa por consiguinnte llJas que en sí mismo, iJl




DEL prEBI.O. ! 17
"l uJen pouría asociar~e? ¿ Y como se concibe que lo que separa pucu" I111llr:l
IInir? Las lllislIWS palahras se contradicen.


Cierlo, lile conle"tareis; la a,o(~iacion sería un poderoso remedio a nue:;tJ'o~
maJe" pero los (¡ue SI' aprovechan de Iluestros lllalps ¿ peJ'lllitir~in jamús que
les apliquenlOs el rCllle(lio? Interpondrán sus leyes elllre hermallO y hermano:
todos lluestros esfuerzos paro 1\'lIllifllOS serán inútiles, y SlIlo nos ncarrearún
atropellos Ji "iolenrios, que I¡¡¡rún llIayor UIlU nuestro actual miseria.


r yo os di~o: <)l1pred lo solamente, y las leyes inituils desnpn['ecer¡Úl al
punto, :' la Yi()I(~Il(~ia de los opresores se estrellará contra vuestra lirllleza in-
t1esdlle y justa . .\ada resi~le alllelwr y 01 derecho unidos.
,\cf)rdao~ fk Il)s Cils[ores .. \ndais dispersos ¡101" las orillas del rio; reunio~,


lyncertaos, y pronto habrei~ opuesto un iuvencihle dique a SU:1 rápidas y pro-
fundas aguas.


-Ir 'TI
.\. .


Y\ COIlOCl'is las verdaderas leyes de la hUlllaniu"d, las leyes de que depen-
den HIS progresos, y por consiguiente el lIlejoramiento presente J' futuro de la
buerte lId puehlo; porque, no me cansaré de repetirlo, el puehlo, a quien sus
orgullosos sL'llores ('stilllan en tan poco, a quien miran con tallto desden, qlW
uo es a sus ojos mil, «(Ile UIl instrumento de SIIS insaciahles apetitos, Ulla mina
(lue ellos beneficinn, un animal a quien ensillan y embridan para montarle, el
pueblo es el j('lwro humano.


Si saheis defender YUl'stros derechos, si cumplis vuestros deheres, eesarú
.:se e~('alldal()so d(~,(tnlen. El jéncro hUllIano, emancipado fk ~u larga servi-
dU1lJ/¡fi~, 110 continuar:! siell(lo la propiedad de algullos duros dominadores, ni
~eriÍ para (',:[os la tierra un patrimonio esclusiyo: todos tt'ndrún parte en los
hienes destinor\os a lodos por la Providencia. Los slldores, la fatiga, el hn mitre,
las lúgrimas, los'p,ulecilllielllos y las angustias de los 1I1l0S no seguirún fomen-
tando la opulencia de los otros, ni su lujo clesenl're!wdo, ni sus pasiones, ni sus
Illoll~truosos ~ozcs.


1\0 os alu~ineis, sin cmbargo, sohre el tiempo ni sohre las cosas; ;;uardaos
dc desear lo que es imposible, lo que ni es ni )lo(/I'Ú ser jamás. Lejos de remediar
los males de la sociedad, solo cOllsiguiriais hacerlos lllas numerosos y menos
lI(~vaderos.


La igualdad perfecta, ah~oluta, no ele los derechos (esta constituye el órdell
mislllo) , sinú de las posiciones y de las ventajas anejas a cada posicioll, no está
en las 1,,: es de la naturaleza, qUl' ha distri!llIido desigualmente sus dones entrc
Jos hOllllll'es: las fuerzas del cuerpo y las de la intelijencia. Sin esto ¿.(Iué sería
la ~ociedad? ¿. cómo ~l1j¡sistiría, ('iÍnlo se rlesarrollol'Ía, si la diYersidacl de los
iujenios y capazidadcs no produjese las diferentes aptitudes para los distintos
cargos sociales, desde los mas humildes hasta los mas ele\-ados? línos labrJ.il
los campos, otros (:ultivan la ciencia, y t0dos c:mtrillUyen a su mOllo al hien
comun.


El mislIlo movimiento de la vida socwl opone un invenci: de o\¡,t~(,1I10 a la
i;.jualdnd de las coIHliciones J' de las riquezas; suponiendo que los llOmllrc,;
~odos desperlasen JIIaiwna i"uales en riquezas ~. tOllrliciones, e,¡ a quimérica
¡gualdad quedada destruida al1le~ de ponerse el sol; la industria llIas o llle!lO:'>
iutelijente, Illas o !lICltOS l1ctiYa, la lmena o mala economía, la Iwhrínn ~ a desni-
rebuo. Y !lO dehemos lalllentnrnos de ello, porque este tOntillllO e~fllerzo d(~
cada uno, este empleo instintivo de SllS propias /'acultrHles para GUIllelÜar su
propio bienestar, es Ulla de las condiciones del bienestar jelleral.




H, LIUnn


I\o creais tampoco que vuestro estado Illi~erable puede mudar completamen-
te en un momento: esta mudanza lolal y súhita es imposible, Jlor mucho que
redobleis vuestros esfuerzos, pues la violl'll('ia que habríais de elll!Jlcar para
conseguirla, lejo" de reformar la sociedad, rompería ~us lIalllrale~ resorll's.


Cuando ]¡a~ ais cOllseguirlo fUllílar la org:allíz;lCiol1 poiítir:a ~ohrl~ la ig:ualdad
cristiana de los deredllls, entonces ~c efectuará por si lIIiSllla la rpjeneraeioll
que todos desean, ~. que Dios os manda que desecis, CII el orden lila ll~rial, en
el orden intelectual \ en el úrdell moral.


i.1k donde prCl\j¡:lle el mal en el úrden malerial? ;.De la riqlleza de alg:l/nas
clases? :\0, sinó de la miseria <le las otras; Ik que, en virtud de lmi Ipyes he-
cbas por el rieo para el illt(m'S esdusi\'o del rico, casi d solu Sl~ aprover:ha de l
trabajo dpl pohre, ('ada vez lllas estl'ril para e,íte. ¡. De fjllt': St\ 1 raLa, pues? I)(~
asegurar al trabajo la parte qtH\ en jll~tieia le p~;rtellece dl~ los productos ¡Jel
mismo trabajo; se Lrat<l, no d(\ rll'Spnj,ll' al qye po~ec ya, sinl) (le en:;] l' llna nueva
Vro\lll'dad para el (111(' ahora nada pliSI:C. 'e


¿ r eOlllO ~e (·oll:,c¡.wirú C.-lo? Por d(l~ ll1ediu~: pOI' la aiH)li('ion dI' la.., I('~ 1'5
d~1 pri\'ill'jio y dd monopolio. y la !'in'¡ilal'ioll de I(h ("tpilah'" qlll: el nl:-
dlto nlllltiplica, o bien jenl'ralizando I()~ instrtltl\entos de lrabajo.


El efeLlo de estos dos medios, cOinhinado" con la illl'alrulable flterza di: la
asociacion, suia ir rrslahlecirlHlo pOl'O a po('o el curso natural de la riqueza,
artiticiallllCnLe concentrada en alguna~ llHlIlIlS: proporciollar Ulla disLrillllCiol1
de pila mas igual, Illasjnsla, y illllllcntarla inrle!inidal\\l'lll\'.


!\¡¡(la que sea duradero pllt~c1e ]lacl'l'se ~in(1 con la a~tlda (kl til'lllJ)I), por la
inlluPllcin lenta, pero ,('¡nll"l, (le la yirllHl organi/.adIlI'il. Cuando una prade-
ra amarillea y ~t' marchita porqtw ~c ha ~l'parado dt~ ella \'l arro~() que la fc-
cUlldalm, (~~ preci~(), para (lile I'l'Yl'nl('z:'a. l\erí1rle ntln¡¡~ agllils, (¡tw, dl'r-
rallllHlas ~()hre su superiicic, pellctren hasta la raiz Ile "Clda :l'rlJa y I'eallillll'n
su ag:o:-:tada "lila.


El trabajo (~ii\aIH'¡padü, dI/ellO d(~ si mismo, ~ería dtlt'.íll) del \\lUlHJO; por-
(Iue el lrabajo r~ la aceion I\li~:ila de la lllllllallidat!, de:;efllp('il~¡l1(1() la Illisioll
qUe le ¡¡;¡ ('!l('O!liPllllatio I'l Criador.


i.\nililO, plíl'~, trilÍJajadol'l'~!; no o~ fail(~i~ a \o,;olro,; IIli';1I10';, y Dios no
os f'aILarú. Ca(la tillO Ile YIlI~stros e~flH'I'ZO~ producirá su fruto, e introducirá en
vuestra ~llPrl(~ Hila llll'jllril, Ile la qlW nacerúa ~l\(TSi\'al\lci\te ()lra~, y otras ma-
yores "un, lta,la el dia CI1 I[ut' la lil'ITa, l'l'i\O\ada pOI' 1'1111'1'0, Il!'!-\lwa ser eo-
lllO un campo cuya cosecha rccojl' y l'I'pil!'l\' ('11 paz l/Ila ~()!a familia.


,\ medida que, COI! el aumento l)[>(}~!J>l'~i\o de \ue,lra~ comodidades, o:;
ocujleis lile nos en las necesidades del cuerpo, nccesidades (Ir otra e~p(~I'in ~e
de:il)(,l'tarún en vosotro~, y reclamar;in, como l:l~ ¡>I'inll\ras, ,,1 sustento nl'í'e,a-
rjo para ~alisr,\rí'rla~. Deseareis adquirir inslru(;Lcion, y podreis ('ollsrguirlo,
);,' ¡Ile no O~ faltarún, ni los ~()l'OlTOS, ui d sojaz 11('('e~arios para cultiral' \ues-


-::llendimienLll y hacer conquistas cn Pi call1po de la ciencia; todos helJereis
ent()nc(~s CII la fU!'lIte del sa!J\'r, cu~o riego harú mas fecllndo \lIl',;tro lrabajo,
yos elerarú SUCl'Si\'illllente a ulla csfl'!'~ slJ[lrrinr de c'\i,ll'IlCia.


Las ol'lIpacilJ:ll'~ relati\ n~ a las llIl'ra:s 1l1'('('~i(1:\(k~ [,¡~ieils pO!ll'n nI hombr.:
alllin'l del hrlllo, ('~rlll.;ivamentp d('¡[il'ado a saciar Stb 'ljH'lilos. En vupsll'a ,:-
luacion presente, (ll~ cada siete dias, si'is ",(,in (,oll~ag:l'ad()s Unit'allll'nte al l'IIl'I'-
pa; <ll)(~!la~ os (ll1ella rl sr'pliIllO para yjvir de la yida int('!cclual la verdadera
vida (Ji. I homhre. Poco a l)oco. ell vez (le un solo elia, tl~lIdl'l:i,; dos, llH'!2;o tres,
y así sllcesiramente, p()rq~Ir la !enden<'Ía dil'l'cia del proP.TI·SO es a espiritualizar
cada vez llIas al hOlllbre y suslitlLir a sus fucrzas, en tOllos los trabajos l/lateria-
les, las fuerzas ciegas ele la naturaleza, sometidas al imperio de Sil roluntad
intelijentn.




llEL PlEIlI.O. 119
Entonces despertarán cn vosotros sentimientos secretos, ahora adormecidos.


que, al desarrollarse, harán de vosolro~ Ullllllevo ser cada vez lIlas elerado y
nohle eJl rirtud J(~ los conocimientos que adquirais progrcsiramente; nacrrá en
vosotros pI S('lIt illlipnto del arte tOll SIIS delicados gozes, y las delicias íntimas,
ina!.wtahles, que produce la cOllt(~llIplaci()ll de la \('rdad y la belleza.


A estos dos órdenes de progre,o~, material e intelectual, se aüadirá un ter-
rero, sin ('1 cl!al jamüs se creduarían los primeros; porque no hay ningull
progreso que no tenga su raiz ('n el progreso moral, y todos se enlazan unos
con otros, y se ~osti('!l('ll mutuamente.


El d(~ber, facilitado en gran manera por la disminucion de los padecillJientos
([lIe impelen a quelJraulario, ser:í carla dia yiolado con menos frecnellcia. Casi
todo~ lo~ Crílll('l](~~ q(ll~ ca~tiga la le~ ~()n hijos dd hambre, y desaparecerán
cuando los que a!tora sienten ~u ag:uijon se llaUen a cubierto de sus fatales
insti~ncione, .


Úe la~ santas miÍ\imas de igualrlad, de li]¡erlad, ele fraternidad, inmuta-
blcnwllle est,; hlecidas, emamlra la or¡.ranizaL:ioll sociaL Los illtere~e~ prirat!os
S(1 irún poco a poco fundiendo en un solo intlm',. d d~ todos: :IJrque, sustrai-
dos a la inllucncia del frio y e~tl'ril eg:oismo, torio,; comprenderún, todos verán
t¡lIe no ha:. \ida lllas q(W en ('1 alllor. ni paz ni conlenl;) lId alIlla sinú en los
sacrilirios que el amor impone. ~clIlPjal1te a la paloma (lile reposa ell su !litio,
penetrarú y reposar;i rn d ,antllario ele! COl'azon humano, ¡(¡mentando con su
dulce calor el.ic"r!;)en dilino que puso Dios en la~ eiltrafJa~ (ll~l primer hOillbre;
y sus frntos se derramarán Jlor la faz de la tierra, y será como una nueva
creacion.


En estp mundo, ilulllinado por rI respInnclor del soherano Ser, el sagrado
"iuwlo que efectúa la nnion entre sus criatnras y su Autor, aparecerá it los
hombres lal eual ps: y la n'li.i1oil, d(?spojada de las vi()jas \"e,tirlura~qlll~ la cu-
bren, del caduco clH'rpo de~g:aslado por lo~ afios C'll (¡lIe yace como en una
tumha, yoh-era a apan'eer en su pureza y santidad eternas. El EranjeIio de
Cristo, cerrado' por <lkllll tiL'tll1)O, ;;1' ahrirá delante de las naciones, y todas
elJas aCllcl!rún a !epr el~ él la le;' ya respirar la ,-icla. •


Ahora, inclinadas hacia la tierra, perdidas en las tinieblas y en el vacío de
lo que es esenciallllente tram.ilorio , las almas aspiran a la luz, al hien inmuta-
ble, infinito; tienen ~ed de Dios, y apenas hayan Yllelto a la senda perdida, se
lanzarán hacia d con ansiedad impetuosa, bien así como el viajero que, eslra-
\ iado en las ar~llas lId d('sil~rlo, encuentra al fin la hacUa que ha de conducirle
a la fuente deseada, y se lauza tras ella ansiando hllllledec:er sus abrasados
JaJ'¡os. •


La sociel]ad, cOllcehida COil arreglo a su verdadera natnrJleza, dejará de
ser un,l lucha organizada entrG los dirersos intpre,(~s; la intle\ible justicia pro-
te¡eni en ella igualmente a todos los derecbos. ¡.Bajo qué título despojaría el fuer-
te al d(;bil d(~ los suyos ti le coartada su libre ejercicio? j. Qué ha darlo Dios al
uno fJ(J(~ !lO haya dacio tambien al otro? El Padre COIlIIIil ¡, ha reprobado por
ventura alguno~ de sus hijos? Yosotros los que ]"(~clalllais el goze esclusivo de
sus dones, lllOslradlhls el testamento (Iue tle"hereda a vuestros herliJallos.


La caridad, IJIIscan(]o sil! cesar el on.icn de los llIales para aliviarlos, mo-
dificará profundalllente las leyes, y estas irún rlirijidas a cOlll]lensar, ]lor medio
ele una proteccioll es¡weial, las desventajas que resultan inevitahlcllH'ntc para
muchos, ya dl~ las dl'sigualdades naturales, ya de ciertas circunstancias fortui-
tas de nacinllcnto o po~icion.


El HiJO ele! hOlllhre decía: (e Las zorras tienen su f!uarida, las aves del cielo
tienen su nido; cm pero el Hijo del hombre no tiene una piedra en que reclinar
la cabeza.))




EL LlllnO


No se volverá a castigar a los de~graciados que sufren el peso de miserias
iguales a las del Hijo del hombre; no se les volverá a imputar crímenes, de
que son responsables los que los han ahandonado.


La misma lcjislacion, instituida para la reprension de los verdaderos de li-
tos, mudaró de carácter: un e~píritu de misericordia y de dulce piedad reem-
plazará en ella al espíritu de Yenganza, a la falsa y sangrienta idea dp espia-
cion. Vera en el criminal un hermano estraviado, a quien se dehe compadecer,
ilustrar y conducir al bien; un enfermo a quien se debe procurar restahlecer si
admite curacion, o impedir que haga dafto a los demás ya si propio si no la ad-
mite. El objeto del castigo será procurar que el culpahle s(~ enmiende y no que
padezca inutilmente, poJ'(Iue ¿cómo puede ser un padecillJiento una reparaclOll
para la sociedad?


La vida no pertenece mas que a Dios, y por eso está escrito: «!'io matarás.»
Cuando la ley mata, no iml:olle un castigo; comete un aSl'~inato.


¿. Llamais justicia al acto que infama al que lo ejecuta, al acto que arreba-
ta a un ser humano todos sus derechos a un mismo tiempo, y no solo sus den'-
chos, SillÓ la facultad de poseer jalllús derechü alguno? Cuando de ese ser ani-
mado hayais hecho un punado de ceniza, esa ceniza, arraslrada por los vienlos,
¿será acaso para la tierra en fIne caiga una semilla de bienes, un j(\rmen de
virtud?


y aun r.uando así fuese, ¡.no domina el amor a la justicia misma? ¿no es
ley constante del amor, que cleha IlTlO saerilicar:.;e volunlariamente por lá per-
sona amada? El hermano no dice a su hermano: /)l/lIIe In ¡'ida; le dú la
suya. La pena de muerte fué aholirla hace diez y ocho siglos sobre la cruz
de Cristo.


El deber que une a los individuos: a las familias unirá i~'¡jallllenle a los
pllrhlos. tas nW\illlaS illlpías que los diriden, que fundan :ilb relacione,.; solJr(~
principios estraltos y muchas yezes contrarios a los de la moral, las húrlmras
máximas que los suponen naturalmente enemigos unos de otros, serúlI dese-
charlas COII horror.


r a empiezan a comprender que, lelOS de c~tar opuestos entre sí, como dicen
los que los en;lallal1 para dividirlos, y los di\iden para ara:-;all,lrlos Illas facil-
mente, sus intere,e~ ~on idénlicos; : a un vivo instilllo los llIucre a unirse, a re-
conocerse por hermanos: pronto se apoyarán y ayudarún lllutuaIlJente. Las
harrerns que los separahall caen ya hechas pedazos: hasta la~ di,taneias de,a-
parecerán. ra ~e entrevé en el lejano horizonte Ih~ lo,; (il'lllpo~ la ('l,oca ventu-
rosa en que el JlIlllHlo no formará !lBS que lIlla sola ciudad, rejida por una mi~­
ma ley, la h~y de jll~li('¡a y de caridad, (le igualdad y \le IÚllerni,lad: futll-
ra relijion de todo linaje humano, que saludarú ea Crislo a su supremo y últi-
mo leji,lador.


Lós innumerahles males que se derivan de los vicios de los go]¡iernos irún
disminu\ en do a lIll'dirla que al prinripio de dominacion, sobre el cual se fundan,
la razon' pública, Hn('il~nd() 1,1 tenaz re~islcn('ia d(~ las prcocllpaciolle, y de !os
intereses, sll:-;tiluya el de la asociacinn lihre, con~ccuencia inmediata de la sobe-
ranía riel puehlo ;la única que tiene ulla ]¡a~e sólida, illnllltahle. enel dereclll).


Esta lllurlanzn, ~e~llra larde ó temprano, hastará para hacer d('sapalw':'r
las causas jcncrales de la p:ucrra. ¿. Qué co~a j,odr,i alterar 1,1 p<lZ cuando no
haya ni guerras de conquista, lIi gllerr:l~ tl\1 sucesioll, ni ¡!lIcrras de illteresc~,
comerciales?


Las guerras de conquisla, fUlle;;tas á los yrncec1cros COillO a los "encido,;,
t.ienen constantemente por causa la alllhi('ioll I~(~ lHl jefe ill,;¡]ciaIJle de poder y
de riqllezils. Cuando el jefe, sea quien fuere, en vez (le llIanrbr ohrr!rzca al
puehlo, de quien no es ni puede ser kjitilllilmenle lllas que un simple llIanda-




DEL I'lEBLO, 121
l<1rio, l<lS glwrras dI' conquista, con los desastres y calamidades que aC31'-
rcan en ¡;I)~ di) si, dejariln en el misllIo instante (k alhjir a la hUlllanidad; por-
que el puehlo que alat:ase enlOllces la libertad de otro pueblo, sus derechos,
~II. e,islclh'ia, rl'llu!lci,lI'ía n su propia liberlad, a sus propios derechos y él
JIllsmo ~e I'olltll:llan<l a 1I1111'l'le.


r las ¡.iucl'I'as de sucesion ¡,(le qué pro\iencn? ¿qné son llla~ (Ille un<1 con-
securncia de ese lIlon~truOS(l drrecho que con"ierte a los puehlos y paises en
propiedad hert~dilaria tle una sola I'allltlia? Eslas guerras desaparecerían natu-
ralmente con el defel'110 que las clljendra,


De las trahas pllPsla, a las cOlllunicaciones de los puehlos entre sí, a la
propag;:wioll de la induslria y a las leyes naturales que tienden a e~talJ leeer en
toelas parle:.; el t'ljnilillrio !'lIlre la produceion y las necesidades, no de una na-
CiOH, sinó de lodas lils Il<Ici0l1eS; de ('~ta,; trahas arbitrarias, ele que sulo el liseo
sara p;trti(!o a I'()~ta de la prosperidad pública, nacen /;)s guerras rOlllereiules,
tan t'reClI('lItps en los tielIlp()~ llludernos. Cuando la perlccla lihertad de comer-
cio ha~a corollado todas las otras libertades, no t~ndrún estas gue1'l'<1s causa
fj ue las IlIolive.


Lihres ya de esta plaga, las naciones, estimuladas al cambio de sus
prorluclos, entranin en una competenria transilona, porque no tardarán en
comprender el inll'["(;s que todas tienen en coordinar sus esfuerzos, ell organi-
zar sus trahajos, a [in de sacar (lpl patrimonio universal el mayor producio
posible, ni) solo para satisl'accl' 1:1S nCl'esidades de los hombres, sinó para lllul-
tiplicar sus g()ze~< y de este I'onjunto de trabajos dirijidos al mi"mo ohj(~to, sal-
drá Iln cl"tIlIulo illcalcll!ahlp de prorlucciolle:.; lilile" lJlIC la cicllcia, p(~rrcccio­
nánuosc, aCl'('('cnlarú ,in I'(',~r, al pa~() tIlle el progreso moral determinará su
distrihucioll (h 1111 Illlldo lilas equitativo,


lle ('~ta ~1J('l'lc allllll:nUII'Ú poco a poeo rI hienc:'tar de cada UIlO, estrecha-
mcnte enlazado con el hil'll('star de todos; así, paso a paso, irá el lIlal ha('ión-
dose cada \í'Z IIlcnor, por ulla natural conscclH:IlI'ia del progreso jeneral.
C('rto es l[Ue el- nwl nllllca ~e vc!'ú del todo dcslruido ea la tierra; 'lue siellJpre
hahrá en ella l1Ii~l~rias y ~ul'rillliento~: pero no lo olyideis jamás: hay olro
llllmdo lilas al!ú (le c,le l'll (j~le \·ircs. La \'ida krresll',~, para el jl'llero llllmano
r;OIllO para el indi,iduo, enear¡!;:H¡o:i di) IIm'ar a caho una obra ardua, pero gran-
de ~ santa, no es, lllas que una preparacion necesaria para Ulla c\Ístcllcia mas
pcrJecta.


Pueblo, gllúrdate dc encarnar tus sublimes esperanzas en diodo que hue-
llan tus planta" !Jurante e~la hrere travesía, solo cstá~ rodeado de som!ll'as
ranas, de fantn'llI;b CIl~;lílOSOS; 1,1S realidades te son illrisihle~; ei ojo de car-
ne no puede pel'ci!lirlas. Pero Dio~, (lile Ita dado al hombre el ill\"Cncible de-
~('o d:~ alcanzarlas, ha [lU('~to lambien en su corazon el inl'alible presentimiellto
de que I;h alcanz<lI'<Í.


,\ Iza la Yi~ta: aquí eslú el trabajo, el deber que tienes que cumplir; en
otra parte (~stall d dc~('anso, la \·crd2.uera fclizidad, la recolllpesa segura del
deher ("[lIl1plido hasta pi fill.


Cuando, despu(;s de las raligas l1d di;!, VI' ellalmuJof lle'"ar la noche, rlleh e
en paz a su ('ailaila, pensando en la f'lltura ('o,,('('ha que jerlllina en sus terrones
yen la JImia (jlw ycndrú a hllnleuccerla con sn templado r¡rgo, y el sol (¡UC hri-
lhmi oportunamente para madururla: porque sube cllaúrado)' que /a )/I)C/IC l/O ha
de srr cierna,






LA ESCLAVITUD ~IODERNA,


E\ las llaeioll(~~ antiguas d pueblo no existm: lo que no~()tl'os llamamos
ho: puchlo eran los esl'laros. Elloo; t'ultiraiwlI las tierra~, se ocupahan en el
~el'vicio interior (I(~ la ca~a , p,jcrcíall la~ artes lIlccúnicas, a \ ('ze, talllhien las
art('~ liberale~ ·1; : la~ llIilS illljlortantes, ('OIllO la llIeeJ!¡·ina .. \Iielllhro de la
ciudad, y, por e . ;le solo titulo, ;:dornalio de carácter {lú!)lico. el hombre libre
cohcl'Ilaha, ael!lIillislraha, juzgaba. y ~;iil otros cuidados que los dOlIl(;sticos,
vivía (jI'ioso con ~us n'ntas () 1m; <1(,1 E~lado: pO['(jue el E~tado alilllentaba a
los ciudae/auos ([ll(~ no podían pl';)H,er a su S\l !bistencia .


. '\:,í. (,1 I}()inilrt, lihre {loo,eía o po(lIa Jlo~(~er; uo de¡wndía lfIas (lile de las
h'Yl'S; de hecho y di' dcrecho, participaba de la suheranía; y este era su ca-
radl'r distilllilo.


El e~da\(). por pI cOlltrario. siendo nndihle y comprahh~. era. como el
IlUe~ y el caballo, propiedad de ~II dueflO; depeullia ue Sil voluntad, y no podía,
por (·on';:(!lIieaie. t'lIcrla propia siendo lllero ilbtl'lllllt'llto, simple cosa, ¡lrila-
do. COillO lo esl;¡ ha p~ll' el (!l'recho admitido entonces uninrsalmente, de n01l1'
hre ~ personalidad: de donde ha ll(~;.j,((lo hasta nosotros la espn'sioll de hom-
hre sill 1I01IlU)'(', H,tijio, por el cual se reconoce, después de tantos siglos, la
escl;nilud antigua.


Su aholicinn no se obró ,inó con estrema lcntitud, por un progreso apenas
sensihlr, y líO dehe crPl'rse ql1l~ haya sido jamás completa, en el seno mis-
HlO dI' la civilizarion cristiana lIlas adelanlada. Claramente se verá ahora, que
pa",lIlIOS a h<lhl<lr dl~ la ('poca pl'bcnle.


El prilller paso hacia Id CJIlan('ip:H:ioll no fué mas que ulla lijera modifica-
('ioll de la servidumhre. El siervo, en d(~do, (una parte de la Europa está aun
hoy cuhi(~rta de siervo,;'· no ~e di,;tin~uía del esclaro antiguo Illas que por ulla
depende'ncia p('r~onallln poco llICl\(b estrecha. El matrilllonio relijioso le creó
un~ I';ullilia, y ('~to ruó muc\lO: los p]¡~l)('yos comhatieron largo tiempo en
noma por cOlH¡ui-tar ('st~~ derecho l. ;(,. Aunque [orilla ba parte del feudo, y
pcrtellecíall (;1 y io~ suyo, al p(N~e¡Jor del cuelo. este d(;\¡i] principio de propie-
dad, aUl\qllC~ precario, era, sin l'mhargo, ('om¡mtible ('ou su e:itado, que Jllejo-
raba progresiv;illl:~llle la illl111enr:ia de las co~tull\lJ.res jeneralcs, y, por decirlo
a"í, la ~orda jel'ltlÍnacioa de las idea~ ea que radlC;¡ban las Co~lulllbres. Esta


;1 1 Alqunos romanos tuvieron entre su~ esclavos gramátic.os. poeta!li y literatos, como hoy se
llaman. Tcrencio rué uno de e,tos rsclalo6


12 Connubium. jiu connu/¡ii.




I ;!1. L.\ E~CLA nn:n
lIloditicacion, casi imperceptihle, encerraha todo el porvenir de la hUlllauidad.


1,a ~cr\'idulTlhrc, orijinariamenll~, cOlllprendía talllhien a lo~ hahitantes de
las ciudades :, 1), dondl~ se a~lollleraha la pohlacioI1 illdll,trial y cOlllercial.
La necesidad que d(~ ella hahía, el pro\(~cho l¡lJl' la, cla~e:i pI'i\'il\~¡ iadas saca-
han de su trabajo, los medios que su ril{lH:za, dificil ¡j(~ nh:,orlli'l' sin ,l':'ar su
fuente, le ofrecían para procurarse a precio dt: or() las inlllunidarle" que eran
ohjeto de ~us ¡¡rdientes deseos, cambiaron poco a poco ~Il cOlllli('iH!l hasta
la epoca en que comenzó esa tt'tlaz \ ¡.;lorio~a lucha, qne dio por fruto la ('llIan-
cipacioll de los eommu's: jlorc[ue la 'libertad necesita ser conr¡lIistada, nUllca es
eoncedida voluntariamente; y es de notar que universalml'nte se ha IldJido a
l~s jellerosos esfuerzos del artesano, siempre el prillH'I'O a n~l'iallJ:lrla : a lllO-
nr por ella.
I~sta revolucion, que lo rué sin duda, : lIla~ ;:rande de lo que cnlollc(,~


podía sospecharse, con~tit\lyú propiallwlltc la tercerd claS(~ () pI ten:!'r hraw del
Estado; y hahiendo yarindo las relaciones reC'Ípl'lH'[ls di' las d¡r(~l'l'nt('s ('Iasl's, la
palahra pueblo camhió igualmente de signdicncion, lIasta (~llt()IlC~'S el pucblo
era casi unicamcnte el siervo. Colocndo como una hase inerte en la grada ill-
ferior de la sociedad, soportaha todo su peso; y, no poseyendo liill~111l den'-
eho, no veía encima de sí mns que Ilul'flos, y lodos sus deberes se rcasurní,w
en el deher ahsoluto de Ulla ciega ohediencia. Solo la relijio!l le elevaba, rWI'O
a otra esfera; : a dla fué, al cristianismo, a (!uit'n dl'hiú I'l poder salir poco
a poco de este ahismo de nulidad. Ponllll~ el cri,tianislllo le declaraba hijo de
Dio~, hermano dd Cristo, igual a ~1I~ opri':'ores en el (¡nlell (k la naturaleza y
en el de la gracia; y esta clllltradircion entre la re rl'lijiosa y la l(~ ~o('ial ('()!ulu"
cía forzosamente a la cOl1solidacion de la fe social o a la aholicioll de la fe re-
lijiosa. '


Despues del establccimiento de los comunes, (lile dió naeillliprüo a la ('la~e
media, a medida que, por una lenta progre~ioll de eman('iJlacioll(~" ¡](',.:aparcéía
la senidumhre, ~e [ormó en el ~eno del ,i,tema feudalulla nueva cla,ilicacioll.
la nacion se dividió en no1lle~ y pecheros, y esta distinciol1 ('ontilllla recor-
dando, por la realidad de las COS.1S, aUllllue bajo diferentes nombres, la escla-
vitud antiglla , l1lodilicada sí, pero !lO destruida,


En efecto, los caract(~r('s fundamentales de la esc\ayiturl, la dl'IWIl(lelleia
por una parte: la domin2.cion por otra, subi,tian de Ilna IlHlIWra lIwrr'ada 1'/1
el fondo dc la organizncioil ~()('ird. Si se r(,colIlH'ían ¡¡l lllll~blo ai¡,;ullos derechos
resu Hado de una tolerancia túcita, de (,oi1Ce~iOIH~S sielllpr:~ n~\"(ll'ahles, 1II,lS
hien qm: de leyes e,;presas, e imjlullemente Yi¡)~(lda~ en la prúetica, ~e It~ 111' ..
gaba mayor HúllIero, y sil condicioll quedú tan inferior f(W', para espli('arla se
cayó casi n¡¡tlll'all1lenle rll In i(k1 de I]OS raza~ tall distinl¡¡s, que no podían
Jlll'zelan'e sill una (',;perie de profal1ncion.


[n embajador de Yenecia cen~a 11\, Vrancisco If, descrihiendo In com;titu-
eion de la rrancia en esta ('[loca, hahla de l¡¡s tres órdenes, en II'TI~ I'rn el (¡[ti-
mo el eS/I/{/o del ¡JIICú!o 01'1 (erfe)" es!ado, E:-;plieanr!o en ~e¡.;uida lo fjlW era la
IlOhleza (lice: "Por In palahra nohleza, SI: entiende los qlle ;'1111 liúres y no pa-
gan al rey ninguna clase de illl'lllesto ,,:2.


Si el carácler distintivo det noble era ser libre, el carúcter distintiH) del
puehlo era no sl'do.


;. Quó era, pues, ,,1 pueblo? En la~ actns o eTlad(:rno~ d;: In proYineia ch~
Anjoll en los Éstados-jcnerales reunidos en Orlcans en Ljrill, ¡Jn,ptl('~s de vilas
redanwcioncs sobre los ahusos, las csncciones y las 8rhitmril'dailes tle los do:,


'1) En este cuadro jencral no tomamos en cuenta ciertas posicione~ particulares, creadas por la
mezcla de la vieja y ¡\(' la nuev() sociedad, lh""tJllés de la eOJlqlli.~ta.


2; Discurso de Miguel Soriano, de Venccia, sobre su emboja,la en Francia,




MOIlEfi'iA.


('~tados primeros, SI' ¡pe lo siguiente: (Queda el tercer estado, al cual haIlamo~
"in múcula p¡'lbli('a. El es quien ~o~tiene las gnprras; en tiempo de paz, man-
tieue al n'\, labra 1,1~ tierras, :;lIlllinislra torlo lo necesario para la Yida; , sin
('.lIl/¡ilI'!-'O, ('~I;i Frauuenwntc sobrecar¡::ado de subsidios y de cadenas insopor-
tahles 11.))


En 1(; 11. hajo Luis '\ 111 , la~ aclns auténticas de los Estados-,jenerales pa-
tentizan la e\isten('ia de iguales hecho~. El tercer hrazo, por haber o~ado decir
qne lo~ tres <Íruenr:s eran f¡nlllrIJ/OS, retibió de ¡a nohlew esla respuesta: «(Que
ningllna clasr: de frall~rnidad e\isw elltre ella y cllercel' estado; (Iue !lO quie-
ren (le nillgllll l1lodo que los hijos de los sastres ~ los zapnteros les llamen SllS
hermanos; y q IJ(~ hay entre ellos y el tercer hrazo tanta diferencia como entre
el ((¡¡w y SI( ('}'iilr!u.


En s!'guida l'llviú un diputado a manifestar al rey sus quejas por la inso-
lencia de ese ('¡,illr/o; y el órgano oticial del únlen entero de la nobleza se es-
prr~ú a,d: (e r('l'gii(~nZa me C:1l1sa, SeilOr, deciros los U'rlllinos con (Iue de
!lucro nos hall (,readido. Comparan nlle~tro estado con una familia compuesta
de tres Iwrlll<lnos , y dicen que el on!ell eelesi,ü;tico es el prirllojénito , el nuestro
d segundo, y 1~lIos los llIenore,;, i En qllé llIiserahle condicion habríamos caido
si ('sto fuese v¡~rrlad ~ i \ qUI;! ¿tantos seiíalados servicios !)restados desde tiem-
po inmelllorial, tantos honores y dignidades trasmitidos lereditariamente a la
nohleza y alcanzados por sus ,crl'ir,ios y lj¡lelidad, en vez de elevarla, la reba-
jarían hasta el punto ell' unirla con el \lIlgo I'tI la llIas estrecha e~pecie de so-
('iedad que pueda e\islir (~!llre los homurcs, la de la fraternida(P Reconozcan
(Iue no pueden conlparar:;c en manera alguna con nosotros.


Escuchad ahora las sl'ntillas quejas (lel e~claro del siglo X YH: « ¡Cosa hor-
rihle y detestahle, no solo para ,Ha sinó para contada es la que vemos ~ Se ne-
n'sita ulla triple corna e!l 1'1 corazon y una muralla de diamante para hablar dl~
ello sin I¡¡grilllas ~ sin ay¡'s: .el po IH'I':Jmeb lo trat!aja incesant:ll1ente: prodigando
su cuerpo y su alma, es deCIr, su VI a, para altmentara la Jcnerahdad del rei-
no: rotura la til~rra, la cultiya, la limpia, la sien:bra; para ('J no hay estacion,
lIIes, semana, dia ni hora que no re(lllil'ra su asíduo trahajo; en una palabra,
se hace ministro y casi mediador de la vida que Dios nos da y que no p1H~de
COJlsen"arse sin los fl'lltos d(~ Ja ticrra. Y de su trahajo solo le queda el sudor v
la lIliSl~ria, pues lo poco que le da lo emplea en adquirir pala, azadon. trillo v
en otras suhven('iones. Y por si no es bastante todavia tiene que tocar con ciert,ls
personas q lIe arl'llinan vuestro puchlo con comisioIles, requerimientos v otras
malas invel\eioIles harto toleradas, Es un milagro que pueda acudir ti' tantos
pedidos: así se ya acabando.


"Este pohre ]lueblo, que no tiene otro patrimonio que la labranza, el tra-
hajo de SIIS brazos v el sudor de su frente, estenuado por las contribucio-
nes, p!)r el impuesto de sal, doblemente recargado por las e'\:iJell(:ias impías v
hárbara~ de mil partícipes, deS[HII!S de tres nflOS estériles, se ha visto ohligado a
comer. ('OBIO los hrutos, las yerhas de los prados: otros, mas impacientes, han
emigri1llo a millares a pais('s estranjcros , detestando su ingrata patria porque les
niega el alimento, huyendo d(~ ~l1S (:olllpatriotas por haher contrihuido impasi-
hles a Sil opre,iof\ hasta (Iue no han podido soportar tanla miseria .')


Prescindiendo de un progrl'so incontestable bajo otros aspectos ¿ qué hahría
qne camhiar hoy mismo en esle cuadro? El pur:])lo jime todavía bajo el peso de
las mislllas car"as: sostiene la guerra y alimenta al rey, labra la tierra, la siem-
bra, se hace millistro y casi lIwliwlor de la eida que fJios nos da ¡. y cuál es el
fruto de todo ello, la re¡;ompensa de sus incesantes IJenefil'ios'? El sudor, la


W llistllria de Francia. comprendiendo la república y la relijion, en el ninado de Frllll-
duo TI, por llequier.




11 ti LA ESCLA nn;u
angu~tia, la desnudez, el hamhre mientras respira y dc"pués su partc en la fosa
COnIlll1.


r;n nuc\'o derccho, fllnd:Hlo sohre la igualdad de nallll'DlPza, PS ya una
creelleia jenera!; p<1r<l comhatirlo es llel':~';:1I'io apelar a los eqllí\o('os, a la hi-
pocresía y a mil oscuros subterJ'ujios pon¡ue nadie se ha alr\,yido a llegnr-
10 ahiertalllenh~. 'las este derecho tan poderlNl en la raZOl\ pI¡])1 ica, ('stc
derecho ele\ado iI la altura de un dogma relijioso, y q!le podría Ilalllarse la con-
ciencia de los puehlos cristianos, este derecho per!llall(~Ce torlayia en el es lado
de siillph~ itlea, de puro sentimiento: !lO ha teilido intltlt'IH'ia alguna sobre los
hel'hos est('rioI't's; no ha recihido <l[llicacion prúctica forlllal; el h(~t'ho es que
pstalllos toda\'ia eu la soluciou [lacrana del pr()hl(~llIa so(,ial : (,Jl la e,;daritud de
las naciones antiirw1S, ateHuada ~lllallll'nl(~ y di~frazada ('OH olros llolllhrr~ v
bajo otras forlHas~ . .


EIl efecto, la escllcia de la e5c1avitud es, como lo hrl1l()~ (]eJl((hlrado, la urs-
trurcion de la pcrsonali(btllllllllaHrt , es (]('cir (h~ la lilH'rl,HI y (k la ~{jj¡eranía
natural del honlhn" <¡Ile hace de M Ull ser llIoral rt~~pon,;abl(~ (h> ~lIS a('[()~ \ ('a-
naz (h>- virlud. [)r>¡rradado hasta la l'ondicioll dl'l anillwl, \ alln iilláio[' al animal.
en de,jando de ser un ente IwrsollDI, ,;e ](~ 118 privado d,: ¡O~ den'eho, de la hu,-
n!allidad y por consecuencia de todo den'ello así como <le todo deher. \u sa-
hiendo ya como nomhrarle, porqup no se sahía COillll ('onc~'hirle, le han Ilama-
(lo, cosa 'Jes' " he aqui en que Si' ha ('onq~rtido la l11as nohle criatura de DIOS.


Por lo Illismo que la esclavitud es la dl'strucl'ioH di' la persollaIHl:ltl, lit', la
lihertad , d~ la f::ob~ranía , palahras to:Ja, sinónilllas, no po:Jría etli.'ontrarSl~ mas
(IlIe ell la sociedad: porqnü p[ lwmbre solo !lO dep(~!l(le ma~ que de sí mi~lllO,
nada cercena su lib~rtad; lo que quien', lo ¡llwde en los líllliles de su po(lrr
individual. ,


Existen tres Jl~neros de relacionesjelH'rales entre los hOllJbrrs;. la sociedad:
relaciones individuales, dOfll¡;slicas o e('onúlllieas, rclaciollps civilt,,; \ rc~laei()lll's
políticas: por consiguicnte e\isteil t!'(" ('sl'cras distinta,; en las cual¡:, puede in-
trodlll:irsc la eselayitIH! , y por lo mismo perder el homhre, en ¡rrados di\-(:r-
f'OS, ~u lihertad" su soheranía ~ sn personalidad.


E\aminelllos bajo ('ste triple punto de visla el estado dí'l Plwblo en la-
naciones moderrws, y parlin¡]¡¡rIlIpntl' ell Frall('ia; \(~:lJllOS de q!ll~ lihertad
real gozn en el ó['den indi\-idual, dOllll'slieo o e('onómieo, en el (lrllell ('ivil y
en el órden político.


Uespecto al órden indi,-idnal, thméstico o económico, ellle'mlemos por PlH'-
hlo los prolplarios, es decir, aque¡¡ll~ <¡!le no POSl~(~1l l'~ha algu:I:l y "iV!'11 11111-
camente de su trahajo. Poco illlporta el jénero de trabajo, y a~í e\isll'l1 pro-
letarios de tod;¡s condiciones y ell todas las prore~ione~; pero ellllayor número
subsiste de un trahajo corporal.


Llevan sin duda sobre la esclavitud antigua una imnel:sa ventaja ('u ando
se les cOllsidera en ahstrat'to, plwsto (llIe tienen el !Iprecho de Sil persona; Pl](~­
den disponer a su antojo de si mis:llos, trabajar o no trabajar; el! 1111,1 palabra,
tienen voluntad propia, y esta facultad, euyo ejercicio les eslú garantido por la
ley, es reconocida lI11iversalmente. Pero, si su voluntad cstú lil)!'(~ de conlradic-
cion r1ireeta, vive sometida habitualmente a otra especie de coacl'ion, a una coac-
cion moral frecucntemente ahsolula.


Efectivamente, acabamos de ([ccir que el proletario es un homhre que vive
de su trabajo, y qne no puede vivir sin trabaJar. Así, el proletario tlelle por
término correspondiente el salario o la retrillllcion acordada por el contratista
en cambio de su trabajo. La necesidad de vivir hace, jlm',.;, al proletario de-
pendiente del capitalista, sometiéndole irresistihlemenle, po]'(¡ue es d (¡lIien
tiene su vida en su bolsillo, Si este holsi/lo se eiPITa, si el salario le lidla al




obrero, fuerza ~cni que muera ° que mendigue, servidumbre no menos humi-
llante y dura, ~' que ademús castiga la ley tomo un delito. ¿Puede imajinnl'se
una depend[~n('ia <:omparahle a esta, ulla dependellcia fundada sohre el derecho
absoluto dI' vida y IllUl'rte'?


El {JI'O/('Ulrio depende. en ~rgun(lo lugar del capitalista, ('TI cuanto a la can-
tidad el!'l salario; no porque no pU:'da ajustarlo, sino pO[,(¡lIl', de una parte.
la leji~laci()n, segun al menos la interpretan y la apl!canlos tribunales, ülrore-
ce ('on,tantelllente el ca pi tal a espensas dpl traha.lo; y, de otra parte, pu-
diplldo I'sjlPrar I'l ('apitali~ta y el trahajador no, siendo (\{lllel, yor consi-
!'Uil'lltC', árhitro dI'. la, condiciones del ('ontrato reciproco, él solo lila en reali-
dad, salvo con('urrcll('ia de otros capitalistas, el salario o el precio dd trahajo.


El ('apitalista y el pl'Oll'tario ('slfll1, ¡Hll';;, de ht'dlO entre sí, con l'.orta dil~'­
f('neia, en las 1I1islllas ]"l'laeiolle~ (llIC el sl'f\Or y el eselayo de la socLCclad all-
ti¡'::lla: a,í es fIne se conserra la misma palabra, pues ,p dice el (( /110 Y el jor-
nal(~ro, \ (',11111\ ('\;\('to.


¿I)ué era pi ¡'"daro a los ojos del amo? Un illstrnmento ele trahajo, Ulla
p;lIt(~ la mas preciosa d(~ su propi('(lad. El derecho re('o;wcido unia radical-
lll(~nle al pscln\o el ('arúder de eo!'a poseida, y la coa('cion J"¡sica li~ forzaba a
o/Jerkccr. Las ('adl'lla~ y los palos eran la sancion de ese monstruoso derecho
.11'1 hOlllhrp sohre el hOl\lbre.


¿Qllé es hoy el proletario a los ojos dl'l eapitalista '! Gn instrumento de tra-
hajo. Lihre por pi ¡J('recho adual, legallllente dueilo de su persona, !lO l'S
eiertalllente propiedad \'('ndihle y camhiahle de aqupl que le (,lllplpa; pero esta
lihertad no es IlIilS que ¡i('[icia. El clwrpo no será esclayo, pero lo es la YOlUll-
Inel. i)l(~ di['(~is si es rerdadera voluntad a(!llella que solo tiene a dejir entm
una mllerte <Ifrent(l~a, ineritahlp, y la aceptacio'l de una ley que ~e le impone'?
El paln ~. la ca<!('lI<I (le la esclavitud 1I10r]Prna es el hambre .


.\0 lWf'aIllOS, por cierto, el progreso moral o el reconocimiento del dere-
cho; y e:ite progreso C~ grande, por(¡ue, elevando la dignidad humana y eOIl-
sagrando el pril)cipio fecundo de la igualdad natural, prepara a otro que pro-
dw:irú, mas tarde o mas temprano, el cambio social que le corrl~sponde lójica-
mente. 1fas al presente, en el esLndo nctual de cosas, la l'ondi('ion del p,:ole-
tario, aunque :-;Ilpprior llIoralmente, en In re~pectivo a la vida física es igual y
aun pl'or (lue la del I'~cla\,(l,


Porque el esclavo, en lin. lenin siempre asegurado el alimento y el ves-
tido, un asilo parn rel'ujinr,;e durante la noche, y asistl~ncia en sus enfermeda-
des por el inLen's que el dueiio tenía en l'onsenarlo; interés que illlpedía se le
ahrullla~e COIl el peso de un esc(~~ivo trabajo, mientras que ahora se puede
illlpUIWllwllte acullIular sohrc el proletario las fatigas menos toll'rabl(·s, ~in
qw: jilitlÜS e~té seguro del marIana. Si el hombre ~urre, ¿qllien ~e inr!uieta por
('l? Si se 1lIllerc, ¿quien lo snll(~? Otro le sucederá: ¡Ian llenas estlÍn todas las
{}ases. tan dis¡i1If'sla ('"tú I'! lID1Bl\E a llellar sus hueco8!


!bí, l¡¡¡e~, la suerte del pohre es esta: depender enteramente del que le
emplea: vi\'ir cuanclo oCllpan sus hra"lOs, cuando el rico puede sacar de él al-
glln provecho; : Il\orir cuando el trahajo le falta, o cuando el salnrio es insu-
ficiente. ¡. r PS ('sto otra cosa que esclavitud? En nrdad, no me sorprende
que nlgullos, oh servando solo el I,Hlo' material de las cosns, el presente sepa-
rado del porren ir, haYall echado de menos en nuestra decantnda civilizacion
la esclavitlld wlli!wa .•


Estando privallo el esclnvo del derecho de la familia y del derecho natural,
con mayor razon lo estaba del derecho civil: las leyes protectoras del ciuda-
dano se detenían a la vista de sus cadenas o se cambiahan en leyes opresivas.
La ley para él, su única ley, era el capricho del señor. Entre nosotros, el




L\ ESCL.\YI1TI1


puehlo, sujeto en el úruen c[\-il a las mislllas hycs que los ricos, tiene úerecho
a la misma proLeceion; ¿lilao; la obliene efectinunentc? ¿ E\iste de hecho la
igualdrlll <¡ue proclatlla la ley'? Yeamoslo.


;\0 es preciso un largo e\amen para conocer que la m{\\ima jeneral Úe
igualdad no es lilas ([tI!; una ralla lilTioll, ill\ajiil;lIla para satisfacer o, por de-
cirlo asi, para engailar la conciencia pública. ljlla llIultitud de leye~ emanan,
por el contrario, de Ull principio evidente (le desigualdad. lIechas por hombres
privileii:H!os, ti('!len por objeto el inlerés particular, eon IIPlrillll'lIto del interés
del puehlo, ijue es el interés casi universal. i Cuantas leyes lb llIonopolio!
j. I para qué ~ir\'(~n? ¿ qué es In (llIe fa voreLell? ¿Es el interós de todos, o es el
de algunos el que ha re¡.!;lllado la,,; tarifas rle las adnana~, deterlllinado la na-
turaleza y el ohjeto de las prohihiciones? .\rhilrios, illlpuesto~ de toda clase,
¿sobre qué gravitan en su mayor parte sinó sobre las cosas mas neceslrias al
]luehl?? El puehlo lleva las cargas de la séwiecbd, micntras otros recojen sus
belJ(~lIclO:-;.


1\0 hemos concluido todavia este cuadro fiel del estadn del pllcillo, en un
pais conocido entre Ls dcmás por su cirilizacioll, su espÍl·;tLlliheral y sus cos-
tumhres du/ees v hllmanas.


En las relaclones respectivas a la distribucion de justicia, el úrden civil
presenta tOilavia mas chocante d!~si;;lIaldad, llevada frer;uentemente hasta la
opresioll. En lo que toca a las personas, ¡ cuanta sen~ri(lad para el pobre, y
Cllan fúcil induljencia para el rico! _U menor indicio de delito, se le inter-
rumpe el trahaJo con que ali!llenta su familia el pohre proletario: para él no
hay fianzas, porque nadie se presta a serlo. Se !(~ pone en prision sin ningllua
consideracion a su anciana madre enferma, su esposa ni SllS hijos. Allí, en
la prision, en medio de una sociedad corrompida, de lo mas inmundo y de lo
mas perverso, cU\:llta dolorosalllellte los dias que está separado de los suyos;
se le representan sus lágrimas, sus padecimientos y SllS pllnzalltes angustias;
durante la noche, en la liehre del ill~olllnio, cada uno de ellos le grita: ¡Ten-
go hambre! Y cuando se le deelara i!lOeente, ~- Sl) le diel~: J[llrc/¡llle, ~aIe con
una salud arruinada y un porvenir perdido. ¿ Qué les importa a los que
han heeIJo las leyes ya los que las aplican?


Hemos hablado del úrden ordinario: en política es llIuy otra cosa. Se ha es-
tablecido como derecho el que ciertos personajes, elevados por cima de la ley
por su nacimiento o por sus tíl ulos, no sean sometidos a ninguna jurisdiclOn,
ni plledan ser castigados con pena ningllna, cUilles,¡uiera que s(~a!l sus aelos;
de sucrte que, acusados del mismo delito que los simples ciudadanos, siendo
los prineipales autores del delito, se les exime del proceso y se persigue a los
subalternos.


La desigualdad no se para, por decirlo así, en este primer término: ved la
ahora en sn término estremo opuesto.


Estalla un motin, o el poder dispone, para asegurar su caduea (~xislellcia,
asustar la ca mara v el pais con una conspiracion oficial; entonces i de~gracia­
dos de los proletarIOs! COII el lIlas futil pretesto y a vezes sin ninguno, por me-
dida preventiva, se les arranca de los talleres y se les encierra en calabozos pri-
vados de aire y de sol, donde sus fuerzas declinan rápidamente, faltos de un
alimento suficiente y ~ano, y por consecuencia de la irritacioll que producen en
ellos las vejaciones sin número, las mil torturas fbicas y morales sáhiamente
combinadas para debilitar sus cuerpos robustos y enervar sus almas vigorosa,.


Como resulta contra la mayor parte cargo alguno, serú necesario al cabo
abrirles las puertas de los calabozos donde la salud se de~truye visihlemente y
a vezes se altera su razono Como esto se sabe de antemano, creereis sin duda
que se apresurarán los procedimientos, se aeelerará el juicio, y cuanto mas 50-




~lODEIt:'íA. 'j :2 \)
lemne sea el trihunal, se mostrará mas solícito en reparar la mjusticia de estos
deplorahle~ encierros .. ~i así lo pen,sais, desengaflaos. Mientras, que sobre la
paJa hurlleda de las pflSlOne~ del gohll~rno, o en el sec,rdo dl~ sus ~lcJJOS, nueva-
mente decorados con el nombre de ('(:ldilS /ll'luleIlCWi'I((S por una 1ll1hecil y atroz
filantropía, los infelizes devoran sus dolorps en las intermiIlables horas del en-
cierro, ,us nobles juezes se van seis o siete meses al campo a descar~sar, a
pasc.1r Jlor los verdes prados de sus cm'as de campo a la sombra de sus f1sueflos
y aristocráticos parques. ¿Cfeeis que, si el prisionero flle~e uno de los suyos; que
si, por su nombre; sus relacio!ll~s, o su riqueza, perlenecie~e a lo que toda vía
se llaman clases superiores, alias clases, se atrevería nadie a prolongar de tal
lllodo su suplicio prerentiYo? Entonces no ~e saldrían de las prescripciones de
la ley, o (~n d(~kct() de la h~y , se Hría que la humanidm! habla un lengun,je
mas imperativo y lllndw lllas sa¡z;rado. JJIas ac~so el proletario es hombre?


Por grande que sea su miseria, puede, no o]¡~lallle, darse el caso de que
tenga interesl's (¡ue defender o al)2:una injusticia que rechazar, y se vea en JIlU-
chas circunstancias obli)2:ado a recurrir a la proteccion de los tribunales. En
derecho, la h~y, ignal eH esto para todos, le pernútirá hablar; l~ero en el he-
cho, nrú ljue estú casi completamente sorrla para él. ¡Ya se yé!; son cuestio-
nes mezquinas las que enlabIa; algunas docenas de real('~, algl:r:os :-aJarios lal
Yez ... ; pero esas docenas de reales son su pan, ::;on su yida .. \ Lal punto hart
elevado los (krerhos de la administracion de justicia, que la han hecho casi in-
accesible, y aan cuam!o se gane UIl pleito t'e pierde lllas todavía que lo ,¡ue s~~
ha ganado por la sentencia de los juezes. forzoso le es, por consiguiente, su-
frir en sil(~neio las iniquidades de <¡ue es YÍctima, y apelar ante Dios de la in-
justicia de los hombres.


Otra desigualdad: cuando un rico Illuere, el fisco levanta su parte de la Sll-
cesion, \ cualquiera que sea, los herederos la satisf,H:ml [arilmente ~in gran pl~­
na, sin duda porque la suya es considerable. Des¡JU(~~ de largos a110s de trahajo,
[avoreci(lo por las circuJlstallcias, y en fuerza de una s(~venl ecollOluía, el pro-
letario puede llegar a hacer algunos ahorros, único recurso que les dejará a
los suyos cuando muera. :\0 faltará quien diga que la viuda y los hijos no que·
dan mal, ~' así el! efecto pudiera ser. Pero i lo que va de suerte a suerte ea
~uestra sociedad!: en este caso el fisco corre, actua, procede y devora en dili-
Jcncias inceilalJ/cs la herencia entera, el fruto sagrado del trabajo del pobre.


Pero aun hay algo lIlas inaudito, Illas monstruoso todavía. Ved a(luÍ ante un
jnez a una criatura humana, halllhrienta, flaca v desfallecida, cuya desnudez
c~b.rell apenas algunos harapos sucios. HalJeis sido encontrado, le dice el juez,
pIdIendo lilllo~na o tendido en Lal calle.


La eriatura humana esplica con voz apagada que, habiendole faltado el
tra]¡;ljo, o no pudiendo trahajar a causa de los aüos o de una enfermedad, no
tIene mas recurso que morir o recihir un socorro de la caridad; (file, careciendo
de ([silo" de parientes y amigos, se ha caido de necesidad en medio de la calle.
. i Sin a~ilo! re~pondp el juez; la ley ha provisto ese caso; sois culpable a sus


oJos del delito de vaplncia. Delito, pues, de mendieidad y delito de vagancia,
que la ley ca~tira con la ¡¡risioll.


:\0 ha lTlucho que un trapero, glorioso comlwtienle. de julio( I~, acusado de
este delito, que no se pl~rdoIla, respondió al juez: "Yo pasó tambien durante
los tres liias la lloche en las calles, y enLonces no se me llamó vagamundo. ,\


Si Cristo lluhil'se vivido cntre nosotros, un guardia municipal le hubiera
profanado con su contacto, y un ¡!tez le hubiera hecho encarcelar por vagamun-
do; porque el lIij'¡ del !lOinhre no tenia ni ulla piedra donde reposar su cabeza.


:1) En la \'evolurioll de lR:lO en Paris,
E:<TnEGII () ,




LA E~CLAV¡TL[)


Asi, pues, el harnhrc pone al proletario h~J() la dependencia absoluta del
capitalista. Para él ninguna garantía de libertad individual, ninguna defensa
posible de sus intereses contra la injusticia y la opre~ion, nill¡!1I11 medio de tras-
mitir a su viuda e hijo~, ni aun un Illezquino resto del módico peculio adquiri-
do con el sudor de su frente; y cuando las enferlllcdatl\'s o la Y(~.i(~Z lJan gastado
sus fuerzas, ni un pequeflO rin!:oll de tierra donde c~[lirar en paz. Si illlplora
de la caridad del transeunte Ull pedazo de pan, la prislOn: si, estcnuado por la
necesidad, se recuesta por la noche junto a un guarda-rueda, la prision.


Yolvamos a pregulltarlo: ¿Es esto esclaritud, si o no"! 1 quien, a no mirar
mas qne al hecho p~lro, sin at~n~er al derecl~o recon?cido, pero insolentemente
vIOlado, qlllcn, re¡nto, no preteflra la esclavllud antigua?


L no de sus caracl(~res era, COIllO helllOs \Cisto, la esclusion de todo deree.bo
de ciudadanía, de toda intc¡·vene.ioll en el gohierno y adlllinistracion de la cosa
públie.a, de torb especie de participa('ioll de la soberanía cokctiva; y no podrlil
ser de otro modo, porque la soberanía eolectiva, resultado de la a~oci;u:ion a
la que cada uno lleva su derecho, que conserva bajo la garantla rccíproca de
todos, emana de la soberanía orijinaria ele si mismo, de la lilll'rlad, de la jler--
sonalidad humana; y por e,ito llC'gar lo uno conduce lójicamenle a nc~ar lo otro.
asi en la teoria como en la práetica. Donde no hay soiJcranía colectiva, no ha~
libertad del illdiyiduo; donde no hay libertad dd individuo, no hay sollerall!él
colectiva. Son dos térllliuos que se implican y sé enjendriln lll'cesai'ialllente el
uno al otro: tenemos la prueba a lluestra vista. _\ medirla que se Illultipliciln
los atentados contra la libertad, a medida que vaillOS hurHlh"nrlol1os en la servi·
dUllIbre y que la arbitrariedad reuace, rena!:en con ella las do(:triuns que esta-
hlecen el derecho ~o]¡re la fuerza malerial, o sobre las ahstracciOl.lCS, J a misti-
cas, ya lilosólicas, que se resud rCIl en la fuerza materiaL se procura, CIl Ulla
palahra. de mil maneras directas e indirectas, d(~~truir el dOglll<1 salvador \"
dichosamente imperecedero de la soheranía del puehlo.' .


Con razon se teme a e,te dogma, y se procma oscurecerlo y aholirlo; porque
no se podría admitirlo ~in deducir en seguida que nuc:,tra so!:ieda(j reposa ~ohre
una flagrante, completa e inicua riolacion del rle["(~eho fundamental de toda ver-
dadera soeiedad. i, El puehlo es snlwrauo de hecho? Si no lo es, si no tiene
parte alóuna en el gohierno de la cosa pública, en la j(~stion de lo~ intereses
que mas de cerca le tocan. entonces es políticamente (',;clavo.


y este ¡mehlo esclavo i,(h~ quien se compone'? i'lo solamente de proletarios,
de hombres desprovistos de toda propiedad, sinó de la naeion entera, n PS(:cp-
cion de doscientos mil privilcjiados, bajo cuya dominacion se dohlegan dolorosa-
mente treinta y dos millones de homhres. vcnlnrleros siervos de estos lielllpo~,
pnes los :;efío;'es y los dueflOs de do~cie!ltos francos de eonlribucion 1>1), úni-
CO:5 investidos del defl~cho de tomar parle en la eonfecciol1 de las leyes, di:-:po-
nen de ellos, (le sus prrsoIlas, de su libertad, de sus bienes a medida de su
capricho y, entiéndase bien, segun el interés propio esclu,ivalllcntn. i)("fHI('s
de medio si~lo de lucha contra la tiranía feudal y n~al; despll(~s de tantos es-
fuerzos y sacrificios, tantos combates para libel'tú a la humanidad de Ull yugo
aniquilador, ¡he aquí donde nos encontramos todavía!


j Puehlo. puehlo, despierta de unn vez! ¡ Esclayos, Icvantaos, romped vues-
tras cadenns, no sufrais qll(~ ~e (l('~rade por lilas ti(~mpo en vosotros la dignirlad
del hombre ~ ¿QUl'reis que un dia vLle~tros hiios, ahrunwdos por las cadenas
que les habreis kgado, di~;ll1: .\uestros padJ"(~s llau sido mas cobardes que los
esclavos romanos. Entre ellos 110 se pudo encontrar un Espartaco"?


Pero ~e encontrará, y- was de UIlO, no L) dudemos: de otra suerte, ¿qué
'11 Recordamo, alleetor que habla el aulor Ctm rela,'ion a Frane;". ,in ([IIC por eso sus rcl1cxio-


IH':; C'uiltlren menos a E8pailil.




~IODEn:'iA. i :-; l
qu~dar¡a que. h~cer mas que echar un poco de tierra sobre esta jeneracion po-
unJa v maldita?


y el Espartaro de los esclavos modernos no huirá a las montañas y a lo,;
desiertos para armar algunos hrazos vengadores, ni se verá reducido a procu-
rar por la fuerza material un triunfo iucierto. El Espartaco de los esclavos mG-
tiernos los armará con su propio derecho, con el derecho reconocido, y con él
conseguirún el triunfo. Por detestahles que sean las leyes, no se ha podiflo hacer-
las tan malas que eierren todas las vias a la queja, que hagan ellllludecer las
reclamaeiones, que impidan el que sean todas unánimes, inllUlllei'ables, cada
vez mas enérjicas e imperativas, que despierten en los opresores serias re11e'\io-
Hes, y que turhen w seguridad; porque saben ellos que serán yenridos el dia
en que la oprnion, por medio del voto universal, se manifieste, cerrando todo
lugar a la duda sohre la voluntad nacional.


Después de (liel. y ocho siglos de cristianismo, vivimos todavía bajo el sis-·
tema pagano. Se ha proclamado, en nombre del soberano Autor de LOflas la.;
tosas, del Padre celestial, que ahraza a todos sus hijos en un mismo amor, J.,
i¡.rualdad, la libertad, la fraternidad humana; y la desigualdad se halla en to
das partes, en todas la servidumhre, en todas el hermano ha remachado en l(l~
pies de su herlllano la cadena del ese/aro, en lotlas el puehlo .iinl" hajo una ~,a-·
trilega opresion, en todas; en vez de la tigura grande y dulce del Cristo, sr ,.
alzar el espectro de Cain.


Hermanos, este dc,órden profundo, esta rehelion impía contra Dio~ \ ~I¡
lev, esta in,olente y criminal violacion del derecho vital de la humanidad,
dehe tener término. \0 dehcis sufrirla mas tiempo, sin convertiros eil con!
¡Jlices din~ctos. El deber, ellllterés, todo os impele a consumar la obra santa d,'
la rcjeneracion social.


Mas ¿por qU(\ Ifl(~dios se efectuará? ¿por qué via intentareis arrihar al oiJjeln
({ue se trata de alcanzar'? Grave cuestion es esta que importa examinl<r deteni-
( amente, porque la in¡lifereneia o el ahandono serian funestos.


Sahed hi¡~n', prilll!1ramcnte, y no lo olvideis jamás, que nn Ilin~lIna ¡'poe;!
hay llrula posihle sinó lo (IUC han madurado los espíritus, lo que, prqmrado po
co a poco, se ha hecho necesidad y deseo jeneral; que toda reforma que ~e pre-
senta como una prrturhacion radicrtl de las cosas existentes, eomo el trastor!'p
de lo qlle tien(~ en las ideas, los hábitos, las costumbres y la opinion, ve["(Lule-
ra o falsa, de las masas raizes vivientr'~, fracasa siempre; que nada hay ma,
pernicioso que los sistelllas ¡k pura imajinaeion, principalmente si ofrecen un
enojoso carácter de rijidez ahsoluta; y que las teorias, aun sin razon euestiotw-
das, las teorías que repugnan al mayor númcro, las espcculaciones eCOllOl1l i--
cas y [ilosúlica~ inaplieables, al menos en la actualidad, porque su !1rl'cto es es-
pantnr y retener en una deplorable iuercia a los hombres mejor dispuestos ~­
I'u~ o eoncurso sería útil y muchas vezes indispensablr..


Hay un criterio universal que marca el límite entre lo que puede hacers¡~
en un rnOllwnto {bdo y lo que se ensayaría en yano. Lo posihle de hoy no e~
lo posible de maitana. ~o se podría, sin e~pone['se a lamentahles d,~cepcioIle"
hacer a!JstracciOll del tiempo y de lo que el tiempo lleva consigo. Para obtilfH~J'
hUCll éxito, es pn~ei~o situarse en medio de la corriente de las cosas humanas,
porque solo en ella está la fuerza yerdarlera. Si en lontananza haheis percihi!lo
llna ribera dichosa a donde deba arribar la sociedad, la corriente la lIevarú
ali<i, lilas !lO <l(~ (ln gol pe yiolento. ¿ Como ,;e la conduciría allí sin atravesar lo:,
lugares <llle todaYÍa la separan?
, Tocio se oppra en la naturaleza por yia de desarrollo, por un progreso con-


tmuo y gradual; ley que no tiene esce]lcion. Ninguna violencia podría acelerar
un ~('gundo el crecimiento de un p:1CO de yerha, y tampoco por'lríil acelerar 1'1




üreeilllicnto de la ~o('iedad .. \dem{¡~, la violencia r('putina instintivamente 11 las
masas ;Ia repugnan en prinH'r IIlf!:ilr, por su~ efectos innwdiillo~, qlle ~on la
alteracion y la dl'~trllccioll, :: la te liJen adel1lú~ por ser un indicio de debilidad
Illoral \ de Je.if!;!lios f'quivocos. Pon[ue, o se (¡uien' lo que quií're la gran Ill¡]-
:,oría <rel jlUdl[O, ;. cnlom'l'S todo tL'ue a Hl fuerza irresi,tible, o Sí' quiere lo
<Jlw no uesl'a, y entollces la yio\encia encubre un pellsanliento de tiran:a.


Se necesitall adl'nlás dos eOllLliüiollCS esencialmente inseparables, qLW son:
una adltcsion eOlll;:leta ;. dl',illlere~ar!a a la cau,a conllln, y un fl'ntillli<'nto
profundo de la justiria, por lo que ella es. Sin esto, no pensando c:l,la 11110 llla~
que en ~í mislllo, se ada y se (,!leiena en su egoislIlo; ~ill esto, t'I inll'n;,;
personal, mezqlLino y poli!"l) , radicallllellte illcolll[latihll' ('on el e'píritu de ah-
negacion, ahoga en el fO\ldo del alllla los illlplllsos .i('m~r()s(J~, las santas e iIT\'-
Yocahk~ rr~()IH("io~l\'s; diriJe, <k¿;n1Lla ~- arroja por la pendii'llte de la hrut.al
codicia. El hombre a (luiellllada ekva sobre ~í Illisltlo,es ~iervo por naturaleza.


De la:; tres formas 'lile rmiste la !'sclavitlHl a (liJe ~e os ha ~O!lj('ti­
do, la ('~cla\-illlll dumé,;licC[, la esclaritlld civil y ia e.;c1avituu política, la
priLUera es la (llle lllas os ahrullla con SlL peso, poJ"(lue se idc'lltilica con
n¡estros sufrimientos lle cada dia, de cada hora. sufrimientos flsicos y ~ilfri­
mil;ntos Illorah-s, ne('esidadl~s del cu(~rJl() ~ nl're~id;t(l\'s ¡jd alilla; (¡IW tam-
hil'U el alma tiene ~IIS nece~ida<le~, Lanto 1I1:1S inl!J:~rio:ia~ ülJanto que se deri-
~-an de lo '1m) lllH'stra natlll'aleza contiene de lJIas intimo y elevado. ¿.Y (Jlj(~
m:)dio t('1I;'[S (h~ satisfacerlas, allnulI,Hlos como l'stais por la lwc('~id:l(1 de ll:¡
trahajo iLlce~llnt(' para ,lib~i~lir \o~otros y lo:; \llI'~lros? i.QIIÓ llIedio dp ad-
(iuirir la instruceion, 'lile haría lilas prodllL:ti\'o vuestro trabajo, que espar-
riría sobre ,ue~tra \-ida, úrida hoy, tan acontecida, dura, los encantos d,~ la
cienria \ del a rle? . •


Lo (['U e '1uereis, ante to,lo. es qlle este gran desonkn, esla rCllUi!-'nal1ti~
de~i¡.wal(lad en la distnbucioll de los hienes y de los males, de las carp:as y d,~
los henelleios del estado social, esta inicua o;Jl"(~sion de la clase liJaS útil y llIa~
f1UIlJerOSa, desaparc;~ca, y qUl' el hombre trahajador t.enga su justa parte P:l
las velll ajas ,k la tOIllULl asociacion. Lo qLle vosotros qLlerei~ es (1111' el pol)f(~.
libre dc su pe~ada carga, r:e~e de arrastrar ton ¡[olor sus cadenas lH'reditarias,
de ser un Jluro instrulilento de trabajo, una simple materia esplotahle; y en
ello !t~lll'is IIlil r:'ws raZOLl. ToJo esfuerZo que !lO prouuzca (:ste resultado será
f'stC'ril; toda reforllla de la:; cosas presentes (lue ILO termine cn esta reforllla
fuudamental, será ilusoria y vana.
¡.~Uas como call1lnareis en este concepto vuestro estado actual? Necesitais


asociaros, entellderos, concertaros; J1ecesitais obrar. ¿ y quó lilH'rtad de aso-
ciacion, de accion vel"lladl'ralllcnte real, eficaz, se os ha dejado? :\i aun se
permite (Iue por una resoluóon COlllun procllreis ohtencr un aUlllento de sala-
rio; se llama a esto coalicion, y la ley casliga las cil<llieiones e0n la 1II1llta y la
prision. Se os envudve en las redes de la ley, y se os sujeta con sus ligadllrils.
El poder está siemprc disi.lUesto a protejer el p.rivilejio, ~.- Sil'llI[lL'C inc\oraIJI.e para
oprimiros, al mas lijero tcmO!' y hajo el mas leve pretpslo, COll rig()re~ arhi-
trarios. Se os separa a los unos de los otros, y se os encierra COIlJO a las hestws
de las casas dt' lleras 1'\1 sus celdas penitenciarias.


¿Se os perlllite reuniros para tratar junto~ \ 1L(~stros intrre~r.s? Y, aislado~,
;.quó puede cada uno de \osotros? Al menor pem;,lIl1!elllo de eJllaIl('ipncion (I'w
se os supone, Hwstros opresores ~e inquietan, ulJa [loii\'ía ('lll'miga licIHk en
vucstro rededor sm; lazos infames, vijila yue,trm; paso" proloca a los illlprll'-
deIlles, espía vucstras palabras, las reC'oje para (~lIn'rtl'IJ;lrI;h. y hien prolllo,
por via de medida preventiva, se os envia a relh'\ionar ('a ,,1 fondo de 1111 ca-
lahozo, entre un pedazo de pan negro y un jarro de agua iafecla, lo peligroso




~I'HJE;;"',\. I~;;
que es para el cscla','o mOflcrno el turbar el slIeno de sus seiJorcs.


Víctimas, a~;j, d(~ las leYl~s qll:~ otros han hecho; \'íclimas del poder, abso-
luto de hecho, {lile se han ,lhrogaLlo ~ohre yosotro.;;, nunca arrillareis a lo que
debe ser, si (',;le podcr permanece lo mismo, :-i esta lejislacion no se modifica,
si, e~clnros en el ('¡¡'den d() las relaciones individuales de fIlie depende la vida,
contillllais si()n(!olo tam¡'i(~n en el úrden civil.


¡,Qu':: podeis vosotros en este órdcn contra el poder y contra la ley para
I'esi,.;tir el tillO y para mo(lilicar la otra? Evidcntemente nada. ~Iirad en den'e-
dor, y donde (¡uiera tropezaI'l)is con vuestra iIll~lOtencia. Para lllodilical'
la ley, es indisjlen,ahlc telll'r parle en su confeccion; para arreglar el poder,
para dirijir, su ejercicio y reprimir los abu~os, es necesario po:;eer el derecho
de Il1SpeCClOnar sus ados, el derecho efe(~tlvo del mando.
, P(~r() no se n~ ha ¡leja,lo l!las parte qae una ohediencia ciega a ,la ley hecha


Sin vuestro t:OnclI r:-:n , frecuentemente en contra vuestra, y a los elecutores de
la le~'. ¡.Quien Sl1ciJa siquiera en inquirir yucstras necesidades, ni en yuestros
perjuicio" cualldo se ha deliherado ~obre lo qlle Illas os intere~a? Se reirían
del que hahla~e ele consultaros, o le tratarían de insensato, si no le acusaban
de int(~JJtI)S sedi('iosos. Vosotros ,ois en el Estado lo ([[le en la cuadra el ani-
llIal r!olll(',tico: es (le ley que por la noche pskis atados al pe,;ehre, y por
d dia 1Il1ci,los a la carreta: y adelllús no p~Jllrc:, camhiar ni Jllodi¡¡car la ¡()y.
\ lI(~~tra esc!a\-illHl e!\ pi Úrdl'll ciril e~, lI11e":, una COll5é~cuencia inmediata e
mevitahlp <1(\ vlII'slra ('~el¡j\itud plllítir:a.


COlllpreilJl'rllo, pues; Hle,;lra csclayitud será r[()rna, y \'tH'sLra \lIispria y to-
dos los sufrilllientos e iilaudita~; angll~[ias que emanan ele ella, a mellO~ que des-
de luego os ¡]i~pOlli!:;lÍs il ,dcl1llZar \!I!'~tra iIHlr'Jl(~lldeilCia pl)!ltica; a ~<ll¡¡' de la
nulidad a que e,tai, f(~:!Il('id()~ y en la que se os quiere rl'tl~I!l'r; a c:)Il'('L~l¡jr, ('11
lin, con lo~ derecho, rI(o cill(ladano, la plenitud d~ los (pe os corre~pondell co-
mo hOIll]¡res_ 1Io:¡Jen~:zafl'is sin duda algmw, si lo ([lH)rei~\erdadcran::'ntc, si
linda os ~epal'a ele este objeto, si lo procurai:; con una !irme e invencible pe\'-
sen'rancla.
Yu('~lra pnsirion y \'lle~tro intu('s SOll el in[e¡"(':s y la posieion de la naeion


entera. fucra dL' doscientos mil priYilcjiados, llI11r:ha parle de lo,; malcs, aver--
g-onz,ltlus (j¡~ la i:lju~la dcsigualdad COl1s(I¿:~'ada pUl' la le;:, a~pira al restahlc-
cilllil'nto del derecho ('011111;1. .\:) :.;,lianl\'!1ti: eéla contradicc;on entre la lpr v el
principIO d(~ la ley, (¡tiC ('s la soheranía ele to:10';, h¡en~ ',11 cOllciencia y ~u ia-
zon, ,inó fllte arklll:ls ven en el pri'li!ejio electoral cl':';l'IlI(~n ya (L~senYuelto
dn IIm\ al'isto('l'<lcia Il(~!:r qll(~ la anti"lIil; en el ~i~tema del censo, que regu-
Ja lo~ (krech()~ ~' mide 1,1~ ('apazidadl's ,egun el dinero, (¡Ile calcula por re¿,-
1e~, cl/{!rlos y och:\\'os la prohidad y la intdijencia, ulla innohle sandez al
IIIlsmo tll~líIpO 'I'IP 1111 11I(i1Hl\\tial (l(~ cllrrllpcion, quP no lardaría en hacerse mor-
tiI'cra, ~ ¡:II~O Ill'Ot;re~o es tanto il!as rápido y amenazador, cuanto (lU(', en lu-
gar d(~ eort,l rla el poder, la eSr'i:a por lodos los medios que eslún a su alcanze
y parec(~ que liene 1'1IJ1(1a(la s!)hre ella ~1I e'\.i,tencia.


COfllprenden qlle elmantenilllicnto del úrdcn público y la scp:llridad (le! por-
Y~nir ~(' C()flIprO;II(~tcrí;¡:1 gra\'en~cnL\ si persi~tie,en en (¡,ojar fllera de la so-
clPdad política, fuera de la ciudadanía, a treinta y tres 11I¡¡[()nt~S ele franc()ses,
porque, (](>':;:lIdolos ~in patria, ~JlllCS solo t¡rne patria el ciudadano,') p\'Ocl:ra~ian
a toda costa ('rrar~(' lllla, y no lo ]JI'Ocuruínl1 en vano. Los c:ectorcs de que
balJlamos, pri\'il('j;ar!o~ ill\'()llInt:lri()~, 110 creen, ellos llli:'llltls, en la dllra-
<:i011 p()sihl(~ d(' la e,c\(lvilll(l qlle algllno~ ruri()~o~, a ({lIÍ('nes cieg;all la~ malas
j1a~iOlll's, rll'~('all le(';mwntc prolongar a lo inlinito; no creen qllc el hecho 1>1'11-
lal, ,:poyado UIl liI()nll~lIt() por la flll'na llIuterial, pueda triunfar del dCI'l'lho
eterno, y están de parle de! pueblo,




LA ESClA \ lTUl)


Que de todas partes, pues, obedeciendo al impulso ya d:ldü, ~e dirijan
peticiones para la reforma electoral, ~ sean cubiertas de Jírllla,; que de todo~
los runtos de la Francia, asi de las ciudades populosas como de la última al-
dea lleguen a la cámara; que re~uenen dentro de su recinto COIllO la gran
voz del Puehlo: los lllas distraidos de sus mie¡lJhro~ eSl'ur:hanín alentamente;
los lilas apútires ~e alarmarán, y aquellos a (luicnes anima un deseo I1Ial(~volo,
penetrados del presentimiento del ine\'itable porvcnir se dirún: :\ueslro tielllpo
lla pasado!


No retrocedais ante la resistencia que se os opondr<Í sin duda. Tencis de
vuestra parte el (krecho ~ la justicia, ~ la iu~licia y el derecho triunfan sielll-
pre, infaliblemente. Creed en su fuerza y en la YllCstra, y esta r(~ os :,;alyará.


!\adie ha negado todavía ahiertamente vuestra soheranía, la soheranía na-
cional; y si la llegasen, pedid al poder sus titulos, pues romo nin~;uno puede
presentnr, se c?nfesaria usurpador, J re<.:übraríais desue luego las facultades
usnrpad3s por el.


1: además: estando reconocida vuestra soheranía inalienahle e impl'-
rccel\(,ra, ¿hnjo CjH(; motivo, o con qué preteslo, se 05 disputaría Sil ejerci<.:io?
Eso sería a la \-':Z admitirla y negarla; seria decir al puehlo: Tú eres el sohe-
tano, !l(N)tro~ lo rerOllocemos, ~oherano de deredlO; pero e~te den'cllO q!le t(:
pertenec~' y llU'~ confesamos pertenecerle, no lo ejefcerús sinú hasta donde nos
cOllVenfw permitírtelo.


¿ y quien usaría este Il:nguaje? ¿ Qllien se erijiria en j ncz independienle,
ahsoluto lb Vll'>str,\~ peticiones? ¿Los diputados'? ¡. Y qlló son los diputados
sinó vuestros delegados, vuestros ilHlJldatarios? Si ellos no son eso únicamen-
te ¿.qué son? i_fi no proceden (k vosotros, Ill~ donde proceden? ¿Cual es su
oríjcn y de quiell tienen su Illision? Que IIOS lo espliqucn. ,


Sus !'nncio'll:S son representaros; su d~!)cr, r~cojer nw.;tras yoU¡,;, vue~tras
volunta(.l,~s ~upre!l1as, 1>ara cOllVcrtirla~ en leyc:i s(':-,un ciertas fúrfl.lulas ¡J,>tl'r-
lIlina<la~: de otro J1IO( o ellos serían vuestros Sl'llOreS, serían los \1~rrladL'ros
soLeranos, y vuestra soberanía, que es esencialmente yuestra, se cambiaría
en una cOlllpleta sumision.


Por cOll~iglliente, cuando os plazca notificarles direc!amcntc vuestra volun-
tad en la j(mua que la reviste de 11:1 e:lr<ír:l~r d(~ certidumbre leoal, ellos no
dehen ddilJi.'rar sinó ohedecer.


Todo lo que esto no sea, no es mas que una organizacion sin prineipio , un
gobierno sin razon, una arhitrariedad indefinida, la tiranía de Illu:.;hos o dJ uno
~olo.


Por evidente fIne sea vuestro derecho, admite, y se deben prever las tenUl-
tmls desesperadas para escapar de sus consecuencias; se debe preVl'r ulla re-
helio]] de los llla,ldatarios del I}ueblo contra el pueblo. Todo se pueúe) y todo
se ha visto.


¿ Que hace;' en e~te caso? dircis vosotros.
En este caso, habiendo el manuatario inliel, rasgado por sí mismo su inves-


tidura, viene a quedar solo y frente a frente de la naeion entera. Observad
que YO di;;;o la Ilario!l, y no una fraccion ~olarnente, una mi noria de la nacion.


Él mandatario ea esh hipótesis, no teniendo ya de ella su poder, no poseer ú
lcjítimallH,nle ningullo. Sus actos, radicalmente nulos, no serún eH manera al-
guna o/¡ligatorios. Habría elltr)flCPS su~pensioll de gohierno, all~ellciade autori-
da(l, y la- nacion, obiigacIa a acudir a su conservar ion , tomaría LOlb()jO de ~i
misma y haría bajo la inspiracioll del instinto de la vida, todo lo (lue ex ij iese
este interés supremo.


IJ na yez demostrada la oposicion entre ella y sus representantes, que h~­
llrúll dejado de serlo, j. qué deberia hacer? Con la calma mas ~olell1ne y sm




Yiolencia alguna, rn::njt:ría el ejercicio de1c~óado de su soberanía y protestaría
por la negatir<l de los illlp~¡C,lOS contra el p:)(lcr rehelde.


Pueblo. este e~ tu (kreeho, y es tu (leIJer: Lu dereeho, porque ¿ (Iuien lo
tiene para di~poner ~ia tí de lo fIlIC te pertenece, de imponerte cargas en que
tú no has (;onscllbln ni podido eomicalir, y de <bspojartc del último maravedí;
quien li<:nc 1~1 d(~n:cllO lh~ retenerle ('Il la esclavitud [lolítit:a? Y tu fIehcr, porque
el pri/!lero de los deIJ;~re~ es ~er ~. pl'rmaneCl'r hombre, el deber de rechazar la
esclavitud, que, des;;ojando de su pCl':;onalidad a la criatura intelijellLe, la de-
grada hasta haeerla de p:,or condicio:l (Ille a los b1'lltDS.


El dprec!w de n:hwiar lo~ trihutos a un goh~erno <¡ue se dedara en guerra
tOn la nacion no flll<;de ser Lu~stionado, por'lue, sicr,do la nacion el verdadero,
el úllico soherano [ejítilllo: j, <¡lIiell se aizaria contra ella para oponer a ~ll vo-
InnlaJ otra volulltad, para haillar]e como dueflo? ¿quien le diría: Doblégate a
mi /e~', a mi 11ll1ndato superior y absoluto'?


m poder recolloce la sohcrania de la nacion, y entonces de])c ohedeeer aque-
llo que quie!'e la nacion; o la niega, y entonces la nacioll puede y debe defen-
del', contra los ataques del pod~r, Sil so¡)(~;'an¡a, es decir, su vida.


En principio, Pll(~~, el derecho <It~ negar los impuestos, correlativo al derecho
de consentirlos, es illmntpsta!)k Fllé recollociüo en Inglaterra bajo Carlos 1, en
Vrancia duran\;' la redauracioll, yes lam1Jien reconocido h;h ad'~lllás ca E~!)a­
fla. Es una llI,l\.ima (h:llllas simple buen sentido y una illlp~rio3a llec(~,;¡da(I'en
ciertas cireun~t(1 nejas,


Pero tal vez ~e nos fliga que puedc o,lOnerse al derccho la violencia.
Cierto que todo cri:nen \'b pos:ble.
EIlt()ll('e~ no sl'ría ya UilO dI' esos dehates cn (iue solo In. razan d:'c:Jc; sena


una ellestion de fuerza, y el poder que la clllpleasc en un al'C~SO de v0rL¡:;o,
sufriría rIlcn,t'idalll(:nle la, c()ll~ecllencias de PSI~ ado insl:nsalil, CUll!<jlliera (Iue
ellas r¡II~S{,II, \0 fallan ejl'lilplos fIue no,; en,;efwtí lo (¡\le es la fuerza del pouel'
contra la fuerza del pll~lJl(J. E~;t(;lllOS, puPs, tranquilos sohre este punto,


,'las, por cillla de toda (:uestirm de I'Ul'rza, ¡)o!' cima aBn (le toda cLJestion de
derecho, se le\'anta el gran pl'n,alllienlo eld ¡[e,ler, que os sostendrá en la lucha
de qlle depende en el porvenir Ylll'slra su;'rle y la suerte del munuo.


El deber (',; q!lil'1l prodll{'l~ la l1!1iolll, pllf'l!lIC, siemlo igUl:¡[ para todos, obra
fllsion de todo,.; en cada uno y de cada UllD en lodos. ¿ Y ~iJl unioll, qué ha-
riai~? (Illé Ilq:.ariais a a1c,:nzar?
. El <kher ('s <llli:':1 tia la cOll~~nllcja, CI::, ° premio es la victoria, porque e,;
1Illl1lltahle, no c<llllhia jalll:is, jamás ~e dehtlila, ponluG oblic;a igualmenk
ho\', maflana \' todus los dia~ .


. Puede sal:rílil'ar:;e ci inll'rés, abandonar el derecho personai; m;:s, sin cri-
mell, Iladíl~ puede almndo!lar ci derecho y sacrilicar el interós de sus hermanos.


El deh(~r o:)li;::a a la YOiIlIlla<l, y ¡lO está sometido a la vo/unlrld. Ohliga
co:nlJ 1111 llIillldami,:nto dé; arriba, Llci mislllo Dios, El deher es Ulla rclijion.


Nada se l'jecllta dm;li]ero y grand~~ sino en virtud del deber; pOfflue todo
lo delllil~ qm' !lc:e(; rdacio¡¡ !!n:caIIJellte al i:Hli\'iduo, no se cstiende mas allá de
su e,rlTa, ('~ llH'z<lllino \' pa,ajl'['O eOIl]\) (;l.


Yolved lus ojos el lo j),bado y C\,l111inad la historia de las naciones que han
desaparecido: ¡,Veis al!llllla~ qtW hapn hecho alguna de e:,as ohras, cuyo re-
cuerdo ~e p:'olollga a tra';('s de los siglo~, innll~ en en los destino~ las j'Jue-
r;leiolíl~s slIce,:il',b, a Illeno~ que, por un j:nplIlso partido dd fondo de la COll-
"iencia, no ,;c ~illtie~f'lt di\ illalliente im;di<lt\3 hacia un fin que les estaba man-
dado alcanzar? a menos que, haciendo nlJllcga¡;ion de sí mismo, no se preocu-
pase cada UIlO esclll:iivn:II(~nle de (;sr. lia COlllun, estando prontos, si necesario
fuese. a hac(~r por d los nl(1yorc~ sacrilicios? Así es como los primeros romanos




1;-;0 LA m'CI.A\'ITL:U
vivían y morían por la ciudad eterna; y así los primeros cristianos vivían y mo-
rían por la humanidad.


Si cada uno de ellos no huhiera pensado mas que en sí mismo ¿ (Iué hubiera
sido de Roma'? ¿. qué huhiera sido del IllllIldo?


Todo pensamiento, todo deseo cuyo término es el individuo aislado, se re-
suelve en un illlerl's, ora de n'poso, ora (le goze actual, y ca~i siempre de gozes
hl'llLales. Se fJuiere entonces vivir tranquila y dulcemente. Se cierran las puer-
tas para no ser molestados, para no oir los lamentos de los (11lC pasan por la
calle desnudos \ hallllJrientos, y las lúgubres lamentaciones de la miseria y del
sufrimiento. • •


Cuando se llega a tal estado, ning!ln remedio, ningun otro porvenir queda
a la sociedad mas clue una disolucion desesperaila, una Illuerte inevitable y una
sepultura infame.


El e1eber E'S la ley de la viela, la I?y segun la cual la (Ti2tura intelijente se
conserva, se desarrolla y alcanza su 1m.


Presida, pues, el dehcrperpetuamentc a vuestras acciones, diríjalas, fecúndl'-
las; oh-idad vue~lro propio interés, para !lO pensar mas ([ur, Cll el de vuestros
hrrmanos; conducíos de lIlodo que podais decir lodos lo!' di as : J:e trahajado
para ellos; he procurado disminuir la suma de los males y a{1I1l(~nl.ar la dt~ bie-
nes futuros; he cijoperado segull mis fuerzns a los de,igni()~ de Dios, al cum-
plimiento de su obra; he vivido , no para mí, sino para la humanidad.


Si, ahjurando un vil egoismo, y todo deseo ]luraml~nle individual, toda mira
mezquina y material circullscrita al presente, elevnis vuestras miradas lllas alto;
si abrazais en un santo y ardiente amor, no solamcate a los Yu~"tros, a(luellos
entre r¡uicnes corre vuestra rápida existencia, sinó a las jencraciones futuras,
entonces, creed, creed firmemente ell el triunfo de vllpslros esflJ(~rzos. Como el
soldndo que muere en el combate, tal vez no sereis vosotros testigos de la yic-
toria; mas los gritos de triunfo e1c vuestros hermanos vcncedores, los cnntos de
alegría de los pueblos liberlados, de la humanidad dueiía para sielllpre (]p sí
misma, resonará en yuestras muelas cenizas, y en el fOl1do de la tumba esperi-
mentarpis un júbilo inmortal.


Resumamos: ta e~;clavitud antigua, modificada solamente en sus formas,
v modificada en jlcrjllieio del esclavo, suhsiste todavía de hecho en el seno d~
ras sociedades modernas hasta en las lilas adelantadas; ppro estú en (:olltradic-
cion COil la idea vel sentimiento de un derecho iudestructiblemcnte e:;tahlecido
en la razon púhli'(;a y la cOllcient;ia universal.


Esta (,Ol~tradiccion entre el hecho y el derel'llO, (liJe tiende a transformar el
hecho para armonizarse con él, Y el becho (¡ue se re~iste a esta Lransl'oflll<l-
cio!l, es la cnusa real del maleslar, del desórden, de la secreta inrrLlÍetud y de
la guerra illle-; ina en que hoy ~e ajitn el IllllTlclo.


Siervo en el (H'dea dom.(~stico, en el (¡rden civil y en 1)\ (¡relen político, el P:IC-
blo se halla atrlt':11entado de la necesidad dc la liherlad, para as(:gurar su vicia
por una organizarían mejor del trabajo y una distribucion mas e(lllitatil-n de
sus fl'Lltos; pnra d(:\ ars(~ a la (li"nidad de hombre, y para conquistar los dere-
chos de t:illll:ll:ania.


La gran rcvo~ucioi1 que se opera a nuestra vista no tiene otro motivo ni
otro ohjelo, y nada la del,'!Hlrú llli(~ntras no alcame e~te ohjrln.


Lo qne ([lIiere el pUí~1Jlo, es Dios m¡~mo quien lo quiere, porque lo que
«uiere el pueblo es la jllsticia, es el árdell esencial, eterno; es el culllplimiento
en la humanidad de estas suhlimcs palahras del Cristo: (,Que sean L~,(),n)adre
ml(L como vos y yo somos t:'iO.))


ta cansa e1d Ilueblo es, pues, la causa snnta, In causa d\! Dios; ~ trilmtará
por consiguiente,




MODERNA. 1~!
Pero a fin de que su triunfo sea mas pronto y con las menos perturbaciolles


inútiles pnsihb, y ~in sacrilieios estórilps, el pueblo debe estrechar el lazo mo-
ral de que lIace la unidad, por la ahnegacion de cada uno a todos, por el COlll-
pleto sacrilicio de sí mismo, que es la raiz del deber y su plena consumacion.


Debe, segun esto, comprender que, para emanciparse en el órdcn doméstico,
necesita primeramente emanciparsc en el órdcn civil, y quc la emancipacion ci-
yjj depende de la emancipacion politica.


tibre politicamentc, recohrará sin obstáculo sus demás libertadcs, y cfcc-
tuará por medio de su coopcracion a la forlllacion dc las leycs y por cl pacíflco
rjercicio de su omnipotente soheranía, las mejoras de todo júnero, económicas
y civiles, que Juzgue por sí mismo practIcables en la adualidad.


y la cu(~stion politica se resuelve cn la dc la reforma elcctoral, de una re-
forma amplia, cOlllpleta, que no repose, ni en el principio innoble y corruptor
tlel censo, en categorías arbitrarias, necias presullciones de capazidad, si-
nó sobre el mismo derecho inhercntc al homhrc y al ciudadano; tlorque entoll-
('es nadie será despojado de su lihertad esencial, de la partc que e correspon-
de en la soberanía nacional; y liolo cntonces se habrá abolido realmcnte la es-
clavitud moderna.


1\0 hay poder humano a quien sea darlo impedir que llegue este día dc jus-
ticia v de paz, cste dia que bendecirá la humanidad futura, y que celebrará cn
~us sagrados cánticos; mas depende de nosotros el apresurarlo. Que nuestros
esfuerzos scan unánirrws y perseverantcs; que no 110S canse ni nos desanime
la resistencia dc algunos ni la inercia dc muchos otros, y bicn pronto la luz se
hará, y bien pronto el astro que espera el jénero humano, llamándolo con sus
rl:lIllOreS, y que saludan sus constantes esperanzas, iluminará los pesados va-
pores dcl horizonte.






A~ISClIASPANDS y DARVANDS.*


i~j~ ci pnllt'Jl¡i() r: 1¡¡laLa Ol'IIlUZU.
Ill",,1e d St';,,) ,In la 1m llilhl,), y dijo: Cúmplase el IIo:loyor.
~\ ('!, (', 11: t~_',~ tlJ A 11rin1an.
ni! (lrllllEI! y eL: AIll'ili1an liacÍcron los jenÍos hUCllOS y los jenÍos ma-


"IS, a JI).'; 1[1112 SI) j I<W all'¡ bllidu dirl'rsas fnl1cÍoacs en rl nniyerso, ya para
1 :Ji1;: U'lil'!' d ,jl'l kn, J'éL FU';L Lm']¡:,rlu, pél!'iJ. difundi!' el biCi! o propagar el
mal, SI'¡jILI b Il:ll¡¡ral'~I.LL del ~(;r ¡Jo lf1w t.raen su oríjen.


De Ol'lll\1zd ern:m:ln I(ls Amscllaspalllls y los Izclls; do Ahriman los
nc\Ys, nanalltls (1 lla!,I[i!,;:"


SicmpriJ el! g'1li'l'J'Lt, estos jrnios se disputan el imprrio de la creacÍon;
pero, d(Y;ll11l'S de llll romllalo cnylL Ilnl'lLcion tenllrá térllliuo, los jonios
~ E:'t(l~ nOnJbrr:-; y ofl'os qur rnrontrilrú rllprtnr en ('~la l\hrila pstún lOU1:-l(los de' la mitnlojía


pcrs:l; pero ('\ a:,;ulllo I'S, ('onlll eonnn'r;l dl'sde Inri,m, ('ntt'ramí'llte de nuestra época. Tal vez podfla-
moco; IlJlwrlo:'l ~\lpr!lllido I'H la \'(,I'~:OIl, !'P;'::UIl rOllsl'jo de al~\I!lOS, para evitar la dili¡:Il!L;¡t! ,le su ll'c-
tllr~l, s\l"tiL\lyl'ndolo .... (~OJ¡ ('1 sig-tIIlirad(!: ... j no \0 IH'mos hecho, rs pOI'que, (,[) nueslro cOnC('JlLo. p~o
hubiera ~¡d{i ,k~p')jar .dl' todo ... U l'olonJo tan bello pOI'm .. l, y har-rr lún:;uido y pl'~ado su ¿nllm¡nJo y
,'igoroso estilo. La Illole~l!a qUí' al prlIlcipio ocasiona la ¡('dura de nombfl'~ cstrailOs. deSCOII()citlo8
)' dllro .... dL'~aparl'ec 11l1';.L:o que la memoria rcti('nc la idea que r.nvul'lv{·n. Con oh.\Plo tie aylllial' ;:"11
lpi'tnr, adi\m¡'¡S dI', 1;1 tahla ¡¡It'alldica qlle ponl'rnos a continuaeion para fIne pupt1a ser f¡l(~ilmenlc
consultada, ri.'pPlln'1ll0S al pip de la pújina, en nota, los sigllitiec.Hlos lÍe los menus frecuentes.
Ahrirnan., , .• El malo iutrlij,'otc. f(hiveh.. . • El que "taca las plantas y los
Akuman .•.. , El qu P f'S to(lo innti!idad; rival rebaüo~.


de Bahman, I\ho!'darl. , • m que lo produce todo.
Am~ct:,l~paIlds. Lo~ S,lutos inmortales. Khru. . • . . I~spíríltl de dureza.
}\Illl'rdall. • •. El qUe" da la i1lmortalidad. Mediolrrem.. El f)u(, da la leche.
ArdlheIJl'scht.. I'lIre7,a eSl;clente, MedlOschem" El que da verdul'a a los campos.
Ascheschíng .. , El que da la cieucia v la luz. Mithra, , , El que hace f('rtilla tierra.
Aschmo~h" •• Aquel cuy;¡ ~Ioria ('o fa I'rueldad ¡¡"'oreh.... El que maltrata a los mnertos.
As!uía.!. , El que no I",,,,,a ,ílló el mal. Odircn, .. ,. El que preside ,,1 ocaso del sol.
At<lf. . . • 1~1 <tUl' atil.a pi fut'go. Ormuzd ... , El rey sapientísimo •
.. :\lIdl\l'. . . E'iplrit\l de impul'rC,.a. ()-;ehen ••• ~ El que v('la por la tierra a me-
]Jailln;m. • J('IÜO de la, hOlluad de rorazon. dia noche.
110><:1",,1'.. Espiritu de InPnti!'" o fal,puad, Rapitan ••••• m que vela por la tierra a me-
])ah"'.'llI .. , . '} El que bendice al pueblo. dIO dia. .' '
ll;:I'IlIiJ'. .. . . Sapandomad, ,. En zendo san la somrl,da, lCOlo
llarvands. . .. Lit~rallllclltc, matadores. d~ I!l tif'rra~ .
])('\'!". . . • . . Saycl.. . . . ESplrJtu de \'Ioh>ncla.
Eghetcsch.. Jenio de la Cf\rl'upClOn del co- ~chilri\'cr.. Ucy de rquidad O equitati'·o.
~i(1lbrem.


T.~cil('rn .•
Fpri\iii'r.. •
• ;()~dl(\r\lIl ...
HavaG. ~ .


1I0novcr, .


ra7.íHl. SC'l'o:-,ch, .• El que, a la maü:ma, da rn el
El qlH' IItlf'e errcrr los fruLos v ciplo la s(>f¡al tie la 1l1';:II:ion.
lo~ aniUl¡¡\('~ jóvenes. ., Srf'o~cho('k. F:\ qUI' qUitd la tral!qllilid.nd.


!':";jllrilll ¡\p f'olt.'ra. rra('htl~l'. E1 que \'t'la ror la llUVia y la
_El I':..piritll. ('\ alma illdi"iJual. rOtbl'rvacion dt~ las llores.
El 'fU!' {'uida los reh;lllos. Tarik. . . F..~piritn de "v¡-¡riria .
El qllr pr\'silll' al lIueimiento Tal'i1wd. • Espiritu de orj.!;ullo.


dd '01, o vela ]Ior la tierra a Yato, , . . Espíritu del huracan.
('sa hora. Zarctcb. . El que disputa el bieu: rivalde


La or,,<:ion, la súplica, la ado- Amonlau. d de la
racion, Zcrdhusl" Fundador o restaura or


IH'fls. . . . . .. T1ig:nlls dr sLI(,l'ifi(·io. relijion de los ma~os, eUy0
j(alHz:, , , • .. Espíritu de la podl't'dumbre, cufto era el {UPg0,




un AMSCUASPANDS
mulos y el principio mismo del mal, Ahriman, el jefe de los r¡lIe no le tie-
mn, vcnf:idos al fin, reconocerún el poLler superior del principio LlcllJien, y
cesarán de 1 ne har contra (lo


Los jenios del bien, como los dd mal, se corrcspollllcn en tre sí desde
todos los pnntos riel llnin~rso por medios de que no podemos formarnos idea,
y en ciertas époGas, OrulllZll y Ahriman enríi1n comisiollllLlos, escojiLlos
entre los rrms a\'Cmtajados de los Amschaspalllls y lle los Danands, a recor-
rer los munllos con encargo lle que les instruyan exactamcllte de lo que en
ellos pasa y de como deSCfl1jlellan sns funciones y ejecntun sus órdenes los
ministros subalternos coloeados en cada lUlO de los mllndos.


Si las l'c1aeiones de estos emiaclo~ y las r011l11l1inan:onrs mllt!las UP los
jenios disperso::; en la creaeion nos fueran conoc:i(las, y plldi¡'~ram()s com-
prenderlas, nuestra ciencia igualaría a la suya, yel universo nada cUlltendría
oscuro ni secreto para llocOtl'OS. Pero nuestra llaturall~zi1 no lo permito; !lO
:.ubríamos penetrar en una esfera tan superior u la lluestra.


No obslante, si nosotros, tlébilm criatnras, relega(las a un punto im-
perceptihle del espacio, no podemos subir a su aUma, ellos fHlcdeJl descen-
der husta nosotros, y esto es lo que lmeen algll11a~ vezns por motivos que ig-
noramos, porque las tinieblas en que vi rimos son gramles.


Uno de los últiillos lle~uümliDntcs de ZCl'IlllU8t, veuerable· resto del anti-
guo mCljislllo, viría no ln mucho en Oriellte, Oll el fundo do las montarlas
de la Dartriana. Este anciano era rererclleiaLlll cmno UIl s,~r sIIjleri1lr al resto
de los mortales, porque se sahía que los jenios le ,-¡silahan y se dignaban
revelarle cosas para [orlos misteriosas. A :-;11 muerto dejó ,-arios manus-
(TitOS en lengua sagTarh, la antigl1J lellgua LIu los lllago:;. Hcuujidos que fUlJ-
ron con tolla relijiosidaU, se yió que el seutirlo de mllcllOS no podia S81' des-
cifrado; qne eran símbolos impenetrables a uuestra d(,j¡il intelijcllcia.


Algunos parecieron ser como ulla pitlabra inl i!lla tr<lsrnitida po!' meLlios
que no lienen no:nbre en lllle~tro lengnaje tel'rcnal, ü~pecic de diúlogos de
un mundo al otro entre jenios de diversos (mlcnrs.


l\IndlOs de estos rnann~eritos, traducidos primero del zendo a un idioma
oriental moderno, lo han sido después al nuestro, y estos sUIllos que ramos a
puhlicar.




1.
B\ll\t\:\ ,\ SW.\llRlYEH.


(Rl jenio de la brmr!ad de corazon al rey caritativo.,'
Ojeada jeucral suure el uIli~erso y el hombre.


li 1


¡CUA"l grande, oh SclJahriYer, es rl poder de Ormuzd, y que magníficas son
sus obras! Cuando en el se!w de Sll augusto reposo y poseido de amor hacia lo
que mlll no eü-lia de hcchn, se resol vio a prouucir o dar vida esterior en el
espacio y el tiempo, a lo qU(~ antes de to(lo, los tiempos había concebido (~Il su
pensamiento; cuando nosolro,;, sus prilllojénitos, YinlOs salir la creacion de sus
manos como IIna aralandla (!c mUllos, (íu~\ st':bito transporte en los ciclos y qué
silencio despLH's! Los c,~nt()s d~1 Jbno"cr (',piraron cn nuestros lahios, ~. cada
uno de Ilosotros no halló en sí Illas (jlle una adoracion muda.


Ahora que, enviado por el Hey supremo, encargado d(~ sus Y(~nprandas órde-
nes, viajando de e~rera (011 psfl'ra, he contl~'lI[llatl(J de ccrca este ullirerso, que
SlI fuerza so~Lien() y dilata, (Iue su ~abiduría ordena y anima con su Vida
(.f¡lIé Jlodn\ ~ () (lecirle? Faltan las palahras, J' hasta el pensamiento se abisma
en ,liS maravillas.


Figúrate a~tros innllTHerahlcs, con todos los colores que puedeu fascinar la
vist~, rel1('júndo!os ~!)J¡rc ;.:!ohos opac'ls ilulllinado~ con SIlS r~yos, fecundados
COII ~u calor. v poblado:, di~ U:la inrnen~a vari(~(Jnd de ~;':'e~, A ¡rairlos unos ha-
cia otros pOI: 1'111 illllor misterioso, esta Illultitt:d de cner]los sus[JC'lldidos en el
claro eler, descritH'1I (~n ('1 SlIS (¡rhit"s imulllahlemcnte traz;Hla~, y todos juntos
rn un movimiento sil! fin, aspiran ni pril!cipio de donde salieron en la aurora
de los tit'[II!)~)", , ~e c!clan a d CH una e~piral eterna,
A!lnqu~, pari¡llell:lr Illi Jlli,ion, haya rlch:do detenerl!le ellllluchos de estos


llllIiH!OS, yo no te hablaró lIlm~ (Ille de UJlO colo, que tuve ól'den de observar
lilas atcntamclltn, Aun en el ~islellla imperceptible a q!le pertenece, este mundo
no es mas que un lllliltO, Su~ hahitantes le llaman tium, y se dan a sí
mismos el nombre de IlOm[m's; ~', ('ümo úllimo producto de la creaeion, na-
cieron casi ayer. SIL e~el,l,cia inmo.r.tal, nacid,a pasaje:ymellte ,.a un cuer~lO pí~sado
y grosero de que se d(~Sí!~Ura despues de tlcrto penodo, ll(wa el sellO ele 01'-
lllllZd, de quien es imajen, imajen oscurecida por las sOlllhras que sohre ella
IJI'()\('('ta la materia tnndu'o,a. De ilqní na('('n contrastes singulares, con-,
tradic('¡o!l('S t;ln pro:Undas, que e,citan a la vez los sl~nlilllientos mas O¡;Ul'~tos,
y justifican lodo d hien y todo el mili que decirse pll~de de esta raza l'c;tra:la.
Asomhrada ¡le sí lllislIl<l, atlorrada (h ver esta mezcla de todas las contradiccio-
nes, hllsca la razoll con ansiedad, y las liJaS vezes cree hallarla en [as opinio-
Iles lilas O~CIIl'!1S y en los illas fallt'1sticos ~m'fí()s.


]fay ('11 ('S~OS' seres ilHletillij¡!es al,w del ized y algo trtlllhicll del Darvand.
J{2:lwl atraccioll parece e.l('r('('r so',lre ellos el bi(,1l Y d mal, Diriase f[Ue en el {Oli-
do dl~ Sil corazon tienen levantados dos aitares elwmigos, uno a OJ'llluzd, y
otro a Ahri!lIan. Esl(~, lIO ohstante, lIO ejerce soiJreellos ;11;1S qlW un poder estra-
flo, un lj(lIlef d(~ obscsion, contra el cual protesta la conciencia inlllediillalllente
([ue la voluntad cede. Su alma tiene alas, que naturalmente les elevan hacia
Orrnuzd.


U lIa gran parte d(' los desórdenes que entre ellos reiaan proviene de la
ignorancia, Jlues amarían el órden si lo conociesen, Cuando el crÍmcn fermcnl.a




'141 Mt5Cll,\SI'ANilS
y hierve en ello5, casI siempre es porque lo espreen los Darudjs en el seno
,I.e las tinieblas.


Es tmullieu notable que, reunidos, valen mas (1lIe aislados. No solalllente no
quieren lllostrarse los unos a lo:, otros por lo que tienen de malo, ~illú que la
apL'. j!}laeion despierta, escita lo que su naturaleza contiene de jcneroso ~
bueHil. ;,05 lllas rL(;hiles son entonces cap<lzes de cc:anto hay mas grande.
A.l¡jllIlO~, sin embargo, llegan a oslel:tar ~in re[(J la:; tDr¡;(;;::lS de Sil pensa-


miento y las llagas de su alma; pero este esce~o (h~ el1lhrllt('ci:lli~~llto l'~ raro, y
!e.io~ de ~er cOlllajio~o, puede tal vez producir saludables cr(!d~):; pOI' la illespli-
cable repugnancia (lue inspira.


Los seres inferiores, reducidos al instinto ]H!r:lll\entl', !Il'!~an tonos, en virtud
de 1In desarrollo que regulan las leyes de la m~l'esiclaü, a i()~; miS'llO:i límiles d~
perfeccion, y jaIllú~ los traspasan. Cada individuo, en toda la HqH~rJi("ie de la
tierra y en todas épocas, representa igualmente la esp(~('ie i!!',ariaille. ()uien ha
visto a uno los ha visto a todos; quien vió la especie en ~u orij(~ll la \ ió lal
como es en el día, tal como serú siempre. ~El hombre, por ('·1 eOlllrario, en
sus diversas razas ¡). en sus diversos lugares, pri':.;enla al llli:;!Ilo lici!ljlO di!(~-,
renclas tan profundas que se vacila en reCOilocer en seres tan (b;e:;¡:~.ia!lll's IIna
naturaleza comun y que pertenezcan a una misma familia. Pei'lenece, por I1I:,í
parte al animal, y por la otra al A¡;¡scha,;pand.
. Diferencias no menos pronullciadas Illarcan las fases de ~u cvolucioll, a par-


tIr desde clmoI1lento en que, dado a luz por Orllilll,d, y ailllllad., <:Oll su ooplo
apareció en la creacion. Sin detenerse Ila plllIto, IIp!l() de un ardor que 1I() ~~
agota sitió para renacer, ha recorrido todo~ los grad()~ de un [lmgrcoo inmenso,
marchando de conquista en conquista, hacia un término que (t~sCIJllOCe, \~:! cual
su esencia le ohliga a aspirar eternamente. .,


Por eso, apesar de los l'~tra\'íos a Ilue le arras! ran lo- Darr::nds y su pro-
pia debilidad, apesar de la fatal depresion de una llluitilll(! (h; i¡¡dividuos es-
traviados por el error, depravados, perverti(los por las Illa!<1.' p~l"iílll(,S, la raza
entera pro~¡gue su carrera triunfal en el oc(;ano de la,; edalll's y , de~;éiri~ndi('n­
dose ince'anlemenlc de los lazos de la nel:l';iÍrbd, ~;Oinzglll1do ~;ll :wtllr:1b:a v
sOllldiénuo!a a su crec::'ule pwh,r, re(lli;~a Sll~ alto~ (k"lin:¡,;. .,


j Cuantas Hzes, al a,;pceto ele los males <¡al: ailijl'n a e~tns serr:; l:Oli(i",1 ll:"
a su cuidado, [an enr(~nllOS y tan granul':i a la \(~i.; <11 a~:)(':'lll ~lih;',~ t()~¡(J ;Ie
sus vicios, de su tlpgratlaciofl rolwlt:l:'ia , Sa!í~l'dililli;:l (1) jiull; y ,,!!':lte ('~t¡j]-
1"uirse en él la esperanza! Pero, reemhn:!;) h pasado, COillp;;,'allda li) que
facron y lo (Iue son, sus teIllore~ se Cnl!llfUl; cle','"(1 CJn Ulla fe ~_'.i:lnia sus lnii'a-
das luwin el rey supremo, v abraza coa el n:n!j~ Ul' (ua llld;'~ las criatura~ qllic
b ha dado.· • .


n.
l)\lDt\~ A ~\¡~D;:::::~,. '.";'C~iT.


(El que bendice al]Hlc/;{" a la ,r",r,,:({ csrclc¡¿tu.,
EstuJo prescEtc tl~ ID b;~lnnnid::H.L


Pues que quiei"~~s, ¡0:1 es'¡üriul PU;\~: con:)(~Gr !~¡ ¡_':~~(~':') ::~; ;:~ !':1;:~l :l~l~n:~ii:l
en esta ópoc(~ en fJll~ ~e ('¡\~;Ta na pp~'¡'')l~~) tL~ ~,n dj,l~;~~'i'O!l() ' .. :-:t~ :!.;~l\~ 01,;'<), ~)L(·­
decp,~'ó, sep;lJi1 Illis r!l',_~l'I.;l~; lll:-~ lo per:ili~iin, tll~ órd\~~lt!>';, (iH,;, ~;tl:t b:; d\~ f ~~';!ll!/,!'_


Cuando S~ conte:llp!~l ~~L:~ c:'";laJu ai::¡(hl¡l!Il~IÜl~, (~l! :-;1 ~;!J:í), t;lj:lo:-;dp~:~nJr.:w:~
y tanta llli:;cria !lOS la~l¡lllan de tal sucrL~ 'lilG uaJie pU'~J.L: 0l!~lracr~e a Ui:;:


:1) El i~¡lÍo do la licn.)




y DAl\\"A:'iDS. 113
tristeza inm(~l1oa y una inmen~a piedad. Y cuando se considera el pllllto de (Iou-
de esta criat:lra, tila Jmpcrrecla aun, ha partida, nos admiramos de los pasos
(file ha ¡Judo en el (:alll!l!O (tue conduce ti la vIva IllZ de que emana eternamente
el bipIL


l'rolp¡ida por los santo:, lzcds contra los ncgros hijos d(~ .\hriman, ha ido
subi"ndo y ,ubiplldo C():l~taIlte¡lIl~!lte, aunque retardada en Sil carrera por los
iíllpUt'OS ¡cilios, que S\~ ocupan inct'~antelllellte cn eslra\'laria de w fin, en ar-
l'OJill'h al ahl~lllo, que es el seno (!G las tinieblas donde reina el (Ille dijo: ¡.Vu!


Abusan (le SI! i,;norarwia, qll() procuran perpetuar; la cxaminan para (les-
cuhrir i<1~ ineli!laeioll\'s <¡1Ji) debe ven(:er, y escitarlas, corrompiendo su razon
por medio de in~iuio~os ~oíi~;mas, depravando sus inslintos, haciéndole ver m
ky en la ley dl~ los hmtos, la sabiduría en la duda y la negacion, una preocu-
p,¡¡:iOll en el rie¡ll~r, ulla locura en la almegacioll, y en el mas refinado egois-
1110 la HlprciIla I'dizidad.


A (,:ilas sUi(~sti()nes infl~rnal('s los hijos de Ormuzd oponen sin duda inspira-
c¡on('~ enteramente contrarias, pcro que no destruyen ~'olllpletalllellte la irnpre~
,ion (h~ aquellas. C()!lsil!era que ef(~clos dehen prodUCIr ac\~iolleS tan diversas
ejercidas sobre un Sl~r lihre, pero débil, (pie se disputan otros seres Illas pode~
rosos. La inlluencia de los Dar\'anus dOlllllla sobre todo en detalle, v la de los
lzeds en conjunto. Si atcndeis a los indiyiduos, fuera dc algunas escepciones
ereerei:; estar ell ulla ruina complela; si alendeis a la esper:ic, direis qlle, llIe~
dianl(~s alglino~ impulsos lllas, llegará a las rejioncs celestes que ilullllna el es~
plelldo;' de OnllllZtl.


Cada f:¡:;l~ (h su progreso cAá caracterizada por una concepcion, un dogma,
(lile de,plIi's de haller jermiilado insensihlenwntc en los espíritus viene a ser
para todos, ora d 1ll!HJelo idcu! quc los pueblos S0 csfuerzan en realizar, ora
el prifj('ipio jenel'a¡]or de sus acto:" com;irleraJos seg!lll ~u tendencia jCIH'ral.
Este dcgilla, a:';o!a:!o \'n ~us cO!l~ecuenc¡as, pi'oduce otro, que es su estension ()
(!c',I!Tdio, i'll virlud cid cual, y de la lllisma manera, so verifica un nuevo pro-
p·CSO. T;!! e,; la ky dl'~dc el orqí~ll establecido por Oi'lllllzd, y que, modificada
SC:,'HIl la din'r:,id;Hl d:~ natllral('ws en los dil'erc::tcs órdenes de serr's, se es-
lü::;de a loda la neacio!l , eu) () movimiento regla; lcy derivaua de bU esencia,
eterna, Il;~e;"i\l'ia. rh';lmo divino de la arillo";,, llnivpro:,ü.
Cll¡¡nd(~ .una era cI)I.IClay\) y olra co;nienza, hay ,un tiomp~ en que, casi apa-


¡.>;atla la :l:le:.;!!a cre'.'nela, \ no acallada de formar la qlle rlolle reemplazarla v
qUI~ aljldia '¡ipl"a en ~ll ~;eiID, el antiguo órdcn se (Esilw<l, los lazos se reiajan
;, (!Ili~iJra:;t¡IL, la unidad ~e disneln~, las flli1l;iones lurbn.das dejan de concur-
rir a un illi,IlIiJ ¡ia; a:wra n!) enl:ll'ílC2iliiien:o prol'uado, cle:;pu('s sacudi¡¡JieDlo:;
('(l~lrui:ii\'()~, 1Ii:IS t:mlt~ lIHeY(h pl1torp'2cimien!os; en lQ(b~ varlc~ ~e ven sínto-
ill;::; dl~ í¡IIICi'l{~, \,f)nlt1:~ lo pa~nd(~ T:llIc['e .en efeeto, el porvenir l no lw nacido
!Ol'iin;¡, y 1:1 l':a.lOracloll (:e la nda, culllcrta por el vclo que la oculta n la
,'¡sU¡ d(~ l:::~ criaturas. te o¡1l'ra ií1vi~ihlemcllte.


E¡] ('~l.::; l;jJIW;¡~; d;) reuOytlCiOll, elllllllHlo social se;n;:Ja un m~r que ha per-
di¡;o su ('(lui ¡¡hrio, ([ue tan prn:lt;o sumer¡e ;;u:; oriliCls CJmo se retira, dejando
en dl'~C!l;),i'rl() Yibtns playa~. cstenlcs y (leS!l'~t;¡s.


Ta 1 ('~; ('n loda la tierra el e~l~(lo FCSe¡1te (~cd .l,mero humano. No hny una
l'eli.jion que ilO l!:nll]Hllec, ni hay un ¡lilperlo quc HO se dcsp!:!ille. D,'struldas,


• I , • " 1 1 1 1 l' V . (l}TULna~:;~~_~ j:;S .n~~.;tLtuLlones He H:1 eü::u~~s preCll(J~i1~~S, no olrc~en ca ninguna
l'arl(\ a la:; l',"Cj(Hi\~~ ll!la nUII",da en <]UI; pl'u],m G2~,caIlS,lr; y ~l al;W;'i1S, cn~­
:t~I1d0 ndi[i{':!i' i);¡ra la ctl'rilidl1(l~ han hecho aprc~)urad(~rneIlte í'rüjiles asilus pa-
ra fi'¡ d,C'ar ell dlos (k ~;IlS fatigas, es llcc('~al'io apulIlniJr!us v renovar estas ('(l-
iJalla:; lIli~j(;r"iJlt':" (/lIC el HUS' p~qucj¡o arroyo eclla a tierra,' y que arrehata la
primera le:J1~Je~tad:




El sentimiento de la instabilidad de las cosas es hoy tan vivo y tan jcneral,
que quita toda la fuerza real a los poderes que querrían, por su propio interés,
mantener esta e,pecie de orden existente. Además, este ónlen gastado, vano si-
mulacro de! verdadero, no tiene raiz ni en la raZOll ni en la cOllciencia; no re-
presenta ya el derecho tal como los espíritus lo concihen, y (~S, por e! contra-
fio, su violacion ma" flagrante. Pero, siendo la idea de duracion illseparable
de la de derecho, o de lo que dehe scr, la de un todo ordenado segun las le-
yes esenciales de los seres, allí donde los hombres no ven mas que ulla coloca-
cion facticia, enteramente opuesta a estas leyes, allí ven talllbiell signos posi-
tiyos de una próxima destruccion.


El rclajamiento del deher, consecuencia inevitahle {h~ la relajacion de la fe,
contribuye tambien a aumentar el sentimiento, ya jeneral, de la instahilidad de
las cosas. Porque es el deber quien une; sin el deber, todos están solos, ningun
<lpoyo encuentra nadie, y por el contrario tienen todos la conciencia de una
incurable debilidad, de una impoteneia desoladora.


No obstante, en la cOllfusion misma y en el desórden actual, se de~('ubrc
el jél'men de una creencia futura que reconquistará el mundo, al !lI iS!llo tiem-
po que la tendencia a una grande unidad, en cuyo seno se l:oordinarún las frac-
ciones, tan numerosas hoy, del jéllero humano dividirlo. La~ antiguas reli.iil)lIes
v las ei\·ili.zaciones que de ellas nacieron a. cahan de tbolvürsll rápidamente en
lo que encerraban de pasajero. Po!' todas partes caen las barreras fatales que
síOparan a los pueblos, y el moyimiento de estos misl1\os puehlos, apro\imados
cada día lIlas pOI' la creciente [aeilidad de las cOlllunieaeiones, por el eomercio,
por la guerra misma, opera poeo a poco su mezela y prepara su fusion en un
porvenir, lejano sin duda todavía, pero eada dia mas claro.


Así se cumplen los designios de Ormuzd. En la sllpedicie del tiempo que
corre a sus pies, ve lo que será en lo que es, ve los electos sucesivos en su
causa permanente, los fenómenos móviles en su principio elernalllrllle inllluta-
hle e inaltl~rahle, la creacion finita en su ar<JlIelipo inlillito, su modelo ideal,
su dechado perfecto, que reside en él y es él mismo


nI.
SEROSClI A A)IERDAD.


(El quo, a la mañana, da en el cido la señal de la oracion al que da lainmol'talidarl.)
Decadencia del sentimiento relijioso.


GLORIOSO Y poderoso ministro de Ormuzrl; vos dispensai~ la vicia a sus cria-
turas, y a las mas privileliadas una vida que tiene por límites los del tiempo,
que, corno él, SJ prolonga sin ¡in en las profundidades de la duracion ctema, y,
prolongándose, se agranda, se dilata, se acerca cada vez Illas a la vida misma
de Orilluzd.


¿.\.o parece que los seres a quienes tan altos destinos han sido conferidos
deberían, Iwnetrados de amor, hendecirle sin cesar, dirijirse a él incesantemen-
te, aspirar a él con un deseo perpetuo e insaciahle?


Algunos lo han comprendido así; pero i cuantos otros, seducidos por los
Dews, se internan, por el contrario, COII Uila especie de furor ciego, en las vías
del mundo degradado, olvidando lo que son, lo que deben ser segun las miras
de la suprema sabiduría, envidiando al bruto y esforzándose en descender has-
ta él!
Qni~ro, oh santo Amschaspand, desahogar en vos mi trislcza, \erter en




y UADVANU~. 11~
vuestro RenQ el dolor que oprime el mio; busco en vuestro derredor la esperan-
za, que a vezes casi me abandona.
iCOlllpft~lIded lo que en mí pasará cuando, al perci,hir los primeros rnsplan-


dOr!'s en el Oriente, llamando a los hOllllm:s a l'~trl'l'har el lazo que les une al
Criador, les doy la seflal sagrada de la oracioll. y ellos en!lllldcce[}~ figuraos lo
que yo sufriré a la vista de esas almas degradadas, estinguidas, <lue ya no pal-
pitan, que no respiran ya, de esns allllas callún'res!


¿ Triunfarú acaso A hrilllall? ¡. Su raza maldita hahrá vencido a los hijos de
Orllluzd"? ¿Será I(Ue, abatida la tierra, pase al dominio de los jenios del Illai"?


IV.
CO:'íTESTACION IJE A \IEHIJ.\IJ A SEDosen.


(El que da la inmortalidad al que a la ma,iana da en el cielo la señal de ta oracion.)
La decadencia será pasajera.


Esríl\lTu fiel ¿.porqué te alarmas"? .\rlora al soberano sefíor, al monarca Onl-·
nipotente, y depon todo yano lplllor. ¿. Ignoras que el homhre, demasiado débil
para sostener un vuelo continuado, hace como el pajarillo que se po~a v vuelvo
a elevat"se alternativamente para avanzar? •


Sus desvios, a yczes IlIPIlOS real!'.s que aparentes, son tamhien un pro-
grcw o una cOlI(lieioll del progreso. ¿ Le has yisto Iletenerse, ni retrogradar
jamás? Como no viaja por una llanura, sinó que tropieza con un monte, qll(~
dehe trasponer, y <)¡~siHj{;s de este otro lilas elevado, y así siem pre, al llegar a
la cima, forzoso es <Iue descienda para subir otra vez, <IHe atraviese un ,'alle
profundo, cuyo ~uel(), cuhierto con las arenas que arr:lslran la~; aguas, a¡le-
Ilas produee, sinó de trecho en treclw, algunos arhustus lánguidos y plan-
tas c~tériles.


En el dia los homhres se encuentran en este valle huscando eon inquietud
el sendero por donde deban salir. ¿ Cómo han de oir ellos tu voz por la llIafla-
na, cllando para ellos no hay maiwna; cuando su dia, ya¿o c imperceptihle, no
es lilas <¡ut' Ull crepúsculo nehuloso, una fase menos oscura de la noche?


Esperad que hayan subido pOl" la pendiente d()nd{~ .debe apareeéL"seles la
a~lf()ra, y yereis como, reanimados por los primeros ra~ os del astro que irra-
dia la luz de Orlllllzu, se ox.hala de su coraza n la oraClOll jlura, s U<l\'e , como el
perfume del lirio cuando por las brisas de la primavera abre su ci\liz virjinal.


v.
D.\InIYN A ASCJlESCJ1I:'iG.


(El que bendice a/pueblo al q/le da la ciencia ya luz)
Dcclinacion simultánea de la fe comun que unía a los homhres y tle las creencias parti-


culares que lo divitlían.-Efectos ue esta dedillacioll.


PElWITE, oh augusto hed, que llame yo tus miradas sohre e1¡lUchlo que
lile estú confiado y cuyo estado me alarma. Yo lIO Sl~ r¡IW es lo que pasa en (~1;
pero por todas partes se le ye, disgustado de lo IIue fll(;, despojarse de sus
creencias ("O!llO los úrholes se de~pojnn de sus hojas en el otoüo, quehrantar las
antiguas leJcs J las institueiones antiguas, rOlllper con lo pasado, sin tener un
punto {irme, ni uno solo, al cual poder enlazar el porvenir. Como huque dl'stro··
zado bajo un cielo sin a:stros, flota al azar en el seno de lo presente, azotado




11.G A:\!SC1L\oPA:-;~
por las olas, olvidando de donde viene, ignorando a (Ionde va, .i ":~l:ete fatal de
[os yientos que le impelen y de su propia instahiiid:HI.


ni,'idil!o en agrcgallos [r('I:IH~llll'nJ('nt(~ en(~n¡ig()~ , menos alln por la op()~i-­
<.:ion de int'm'ses, qlle por In difcrelleia de pl'intipio~; que presidell a /:¡ vida d(~
enda uno <l(~ dIos, e! jé:lero humano ofrece ('11 Sil CI)lIjlll\tO IIlI sisll'l:¡a variable
de antagonismos ardientes y profundos y mm grande unidad fUlldnda so!Jre ins-
tintos, senli:lli~~ntus COlllllllCS y lIna re eOlllun, qUI~, sin ue::trnir las disi-
dencias particulares, las domina drode Hila altura innH'lI:;a: pir:lillide illllllJ,i[
el CUyo reuedor venia n di\er~a~ lribu~ a clnyar sus tiendas errante~_
1~!l el difl todo pai'cc',~ quelJrantalb, a~í la f,~ COlllll;1 q Ii(~ unía <l lo:, h()lli]¡r~~,


como los pr¡iH:ijll()~ que le:; di\i(líalL
De ,:q¡li dos ('redo,; <livl'r~os: no e\istienOo ya !a~ J'l'!lHbinni's 1IIorales que


crean en los pucillos una hosti lidad permanente, Jos 1)()l!i!,l'I',; (:" iilda~ las razas
~e apro'"i;llan y ti ,,¡¡den a ap['()"illlar~c c:I(la dia Illas, lino I'S ('11 \ ir!.u(! d" una
causa en eierto lIIodo negati\a; 110 porque ~:IS creencias H'éln las miSIII,¡S, ~ino
porqne no tICncn ya lTeencias, Y como esta (khilita('ion de la~; c¡'(~en;'jn~ Si' ha
estcndido hasta la fe COlllun, el lazo rcal quP l()~ unía (~11 Hila f:H':,za ""p;'rior Sl~
ha qllehr:llItado, la sociedad jl'neral se disnelre ell el ~cno Illi~lll() (It; la apl'ol'-
simacion (Ille se opera entre dios, y la paz i ('()~a cslrafla! les separa aun llJas
que antes le:; spparaha la gltC1Ta_


Porqul', priY<ldos de [,da doctr;:w e indiferentes a todas, d\~daTldo dl'l dere-
cho v de! debcr, o Illas hien llloli¡ndosc de 11110 y otro, no sr' hlls;:all sinú con
la mil'a en si llIismos, en sus illil're~('s respeclivos, para sati~I';!i'('r indiridllal-
mente su i:1~aciable (:odil'ia, eneclTúndose cada l'uall'JI su ('::oí,mo, " ,in cuidar
de los demás, p('n~ando ea si COtllO su único lin, ~ •


Es verdad qae la influencia dc los lzeds y ciertn cosa que ha~- illl]ll'n'cede-
I'a ell la naluralew hUlllall<l, atenuan este lllal, tanlo llIas hOi'l'oro:iO ('[1;11110
quita hasta el deseo de cunu':;e a los miot1los r¡lH~ lo padc(''.~n, Si~ (,o:ílplucen en
él, ~e (~nra!l(\Cf~lI de {~l, y eH ól encuentran ni1:,\O a :-:!L e:-;t!'q,¡(!:) ur~uli~).


El anilllal til'lle lCy(l; (l'H~ le cO\lcenl.r(l'{ t~n ~í l11i~Hl(); ti'~~:l{~ ol!'i.l~' n~lati\,[J~j
aJ todo, y ohe;le('~i a e~t([s ('on tanta fidelidad COlllO a b~. l)rinH\.ra:~, ~,;~ll;{'tido
f'Ol}l'-. es~,¡'t a una np('e~idad que ~e cnnl'und::, con el prillci~)~o Illi:~B1() th~t urde;!,
con el slJb('rano podt~r CO~!~ttrvador de lo~ ~~el,(,~:.


Los h~}n) h!'e~, a~ifllilÚ:llln~;e (1 los hrutQ~, biln {l\;:-i{~cl!adn nqU(i~!:b le:., ~.~ jH'{I-
pia;~~ qn\;, e:d{lzll!ldolt~ ;d COj:,l1l;1to del u:li\ e;':-:,;}, le !Hant;(I\k'~l e:l l'l úrden.
!,"'ll!'C"',,) '1'''' j"J'¡"!"'';')'l "ti" 1"" "'110'''' f'II"'''( (1" ¡'l ''''\'''I'';()ll ,1(,1"':1') [1,,' [1,,1 1) Jo "'~_ • C~.t' t l.,~ ": J".c\~. j \~ <Cj \..J '--~. ,--c \...-,( < ¡.~, , ,1 ! <....l .'" j:c'.., '.~ '.'u
('uanto í.'l pt~~l~~:1in:i.~nto pL(t)08 (,O:)l~\JHr cUino ("\¡~-;l.',\ll~(',: p~)rqwl la l~\~~t(':~c¡a !!1/-
~)~~: ii~ ¡ ~:~'! :,L",: ': I ;,(:,~, ,\::\~, I ¡ 1 :~¡,:i ':i¡~;~;: ~:' 1/'\\\:1 ~;~ ,: ;, ¡I' ::;:: I';l:'(:~' :1: ~::l'li l;: ~(;;;: ;:~i(:; ,\ IJ:\! (;~ t~~: (i,'¡l ¡ i(lly;;~


r .' el de puesto en lucha coa Ll n¡i:~¡¡;a \·ida, ~~e !~~rtHlrZcl eil
crear iHU¡ \t\i':!ild (1I1{~ ju~~tili¡'a :-;u jll()ll~trllo;~a ~\J¡:1\~:-',i¡¡11~ p¡'o('nl'(ll~dl) I'¡ \ ':C10
rnu U:1 a(\~l tan h;'S',:,:l~~;:to COIBO t(~naz, pellt~tr!!ndn n:;i~~ ~ I:l;t::, (~n !;~ ~ i¡j~:('bl.:¡:::,
hasta que n:.!()l:'l~h su intelijeneia,_ ~e (lJ)i~jlllC~ al !i¡~ ¡;~l.;o :~;l;:; p!'()pié:~; l':,i:;:,:-..


Tú, (1 qllip;l (tr:lluzd h(l dudo la 1ni~i!)n de di!'undil' la ('i,\~::<:) ". L~ ¡¡::¡:~ di~;i­
pa las Sfl:~lb!"t1;~ (in qH(~. c~'tÚ:1 snnH~rjido:~~; !luJl1inn 1;):-: c:¡~l\;n()'; q;:~<~,<j::\l ~<','.~i!ir,
J'P~i-:'~"\P~I\''; ~r~l·i'l 'II/'I""i"o cl n (11'(\ ~p n-.:,j·í'1 <)j:.;,):;¡j,) i 1¡i:l!\'ip \,- !"-"'; Jl¡;!,,)
• " .~ L I L '-, • I _.,. ,It -( C / ,\ '1,".',. ; . ,", \, ~(. { '':' l.:, ", \., l,; \ .' • d ,(, 11' ~
H\~i!O~ (¡¡~ una (,O~;!1fln?;1 lH¡!J("{.'lL \' de up g~;zo ~,~~ill{'j::ut{~ al u:'l lu,';), ('1
~:í'nd(~J'o (loe cClld¡¡('~1 a ti} PHlt~rt~" nli~ C:-it'!'e::~i\'.~r() i;'h-;J!a;I~:::';(~P~¡\;:t~:, n!i nI ~{;
~l'splou~:! 1 y ;-;ü;,nLo d.~lltro de l~ ~f 110 ~;j q¡UJ tri~te¿,a ('-'~:.:' l"HJ. tE:l~t: ':'l':~l'a iilIJ~:,::ll:hi<:.




H.
CO:'íTEsncJO'1 ¡m A~Clle;Cm'iG A D~\mL\N.


(El 'pw tia la ciencill y la lno al 'lae bendice al pueblo.)
Una nueva fe, cuyu jermen es la allti~lJa, se está formando en las secretas profundida-,


des ue la humanidad.


i Oi! Dallllliln! ttl Ihlnr es justo y' ~anto; pero Jwda dellc quebrantar tn fe.
En el fondo de I'se tllal IJI!e te l':ipanUl jel',nillH 1111 ]¡ien lllas gran(le. j, \0 ve-
mos, al acercar~e (~I invierno, c,~er las hojas, dctencr~;e la s8.Yia nn SlIS canaies
inertes, y apa¡:ar:il' ai p,lrei:<~r la "illa? ~;in l'lllhclrgiJ, hien pronto, reanim<l,ja
por el S()p!o d" :ilithra '\ t: rebosa por todas Ilile'te,;: los despojados árhol!'s s e
adornan dt~ nllera \~(;rdura, y bajo su fra,,;ante f;lllaje preraran Hll rico hail-
qllt'tt\ ad'JD:~(~ 'icndran a saeiarse inaUiU~i'Qble:i cOllvidados de todas las fami-
lias y (h~ loda:; la~ tribus.
I:;¡~ vl'rd,uli':i que cllw1llltrr. es rapaz (1(~ I'(l~Pl'I', siempre incompletas y lllCZ-
cIarl¡¡~ (le errorcs, tienen dus órde:lc,; d(~ conspcuencia:;, eorre~p()lldientes a e~¡'o~
dos elC¡:le:llcs di~ t:olll'epcimll':; ¡mpel'fecta'i. Setjull la medida cn q\1(~ posee Jo
Yer¡]a,!<;ro, lo de,~1l v II\~I V(~ (~n el hii'l1, Y l'~t(' hiea ¡Jroc;resivo, al terillln ¡to!' el falso
qlle sede~l'n\'uel\'l~ ipwlilwlIt.e, en::llenlra t¡,:n¡mmo o tarde su li Illitedeterminado
por el ¡,(I'ado de poder de su pr¡ncipiojl~nerador. E~ necesario cntOllCC~ (¡tw otro
principio, otra \1'1'I1,Hl, cllntemua en la primera aparezca, y 5(';) a su n~z la
causa prodllctora de un lluevo jlr()nre~(). ti la !llanera ljlle el sol, de,pués de la
cstacion fria y tcnehro:;a, suhc siempre ayanzando en el horizonte, pero con las
alLernCltira~ [,l'gllla['('~ del dia y de la noche .


. Ahora no, rodea la nocllC; pero la luz se hará, y ya comienza él a¡Hmtnr,
v se dirlllld(~ a lrav('~ (le [¡¡~ somhl'as l1wnos I1P!!:ras comu los Ya'~os re~plandcl'es
lIcI alIJa. ~\t modo tI"e el ni/lO e:l ('1 senJ Illat~.rn(), ~e l'~!ú fonlwndo paulatí:w<
nlcnte PJl I~~ ·Ii!i~.',L\lrio~as pro[nndidad('s d~ la hULilallidad~ unn fe (L~:'¡~¡:ln(ll~ ti
unir lo.; p:[('hlmi Il'¡() ¡,,,tÚ:1 llliy ~¡n lazos.


¡ \0 t(~ ~;\cll'nH":\" pn;I~, oh Djlh:ll'!~l: ln(]() ~c C0l1:--: 1lTll:L ~c~:rp; :n ro!unt?d d~~
Ornluzl~, 1);)}' U:l I!lo\-im¡',~r:t(\ ;-:'l'nlrit~nt(~ al ckt ()réano, CHe i.~\-a!lza y se reLil'(~)
y aYaHí.~i. (~~~ !~l~:~\':} ('~t~)r~ellttu C{l~~;1 '¡-:,~Z :;us l'~nyas a j:\;:~ D1' ai~:tra. a,


(RIJ¿;¡do (le !:l tierra (d,
~_»;ttra~;tp


vu.
~;, ¡~¡l_'(-";:;'<:- \~_\:) ~\ ':~~_" :·:~1''-1:~,'.
Ju~c:;('¡,c;,('r [lJ'; {rulos:J los epi;nr;{~<;jú:;e.'lt!::.J


tu lu distr~;)~!c¡Oi1 üe le:, Lic:H' .:.




118
Yo no he penetrallo en los secretos de qrmnzd, y adoro ~I¡S soheranos tle-


netos; pero j como no asolllllrar~() (k selll~.la:lt~ conlrasl(~? ¿.<'Olllll eOIll prender
que baya hermanos <¡ue vean coa el corazon tri1.llíjllilo y enjuto3 lo~ ojos tanto~
males pesando sobre SllS hermanos, ;,:in (lile nada ~;e ajite en su pe;:!to, y II!le, il
falta de amor, la er¡ui(lad, la jll~ti!:ia y el te:llor mislllo d:~ las conseerll'!lcias in-
evitahles de tan eslremado desól'den, no leo re~lituyall a Illejores S(~lItilllien­
tos, ni alLeren su calma y su uura indiferencia?


IIay aquí U!I misterio' terrihl,) en filie mi pensanliento se pief(ll~, yel vérti-
go se apodera de mi cuando fijo la vista ('11 ('1 fondo de '~ste abismo.


Siendo hijos de Iln l1li~IllO prlllre, In pueden haber nacido unos para una
vida de lIli~('ria ~. trabajo ~in rruto, y las otros para Illi1izar~e II(~ ellos como se
utilizan las hestia~~, y ('on m~~no.; :ninu:lie!ltos y piedad. ¿:\o se 11(1:1 a 11l<l!1W 0-·
I.allo lodos con la misma 1l'clle? i.\O son todo:; lihres po[' un 1lllSíllO títaJo? ¡.\u
tiene ohli:~<lcion el ruerte dn ayudar al déhil, ~()st(,llerle, tOI:¡arle ('n brazos
C~l<1Il¡]o Sl;S ¡)ie.'~nas t1ac¡uean.?I.1or ventura. (.~l h.:1111hre y la s:'rvidllIlllJre han de-
balo ser l'l ( estmo de Ins tres cuartas parte, dt'la raza hUlIlHila?


Yo preven, Eiathrcm, espantosas catú~troL's, ¡Ojalá que ¡os Izedl's puedan
aleja rlns con sus laudables inspiraciones y LOil la sa ¡¡la elicm:ia del ¡ IOIlIl\'er i,li,


Cuando en toda la natu;'alcza resplandece un órrlen tan Illaravillfho, ;.por-
quó solo el hombre rompn la (li\'ina arlllonía dI) las cosas? ¡.porquó, violalldo SIIS
le:cs, se hace enemigo de sí mis!Ilo y aliado de los Danallds, que le couuucea
a su ruina?


Cierto es qne no torlos las violan; (jHP. mur·ho.;; !lO las violan ,inú ]IOi' igno-
ran('ia; que ha: toda\'ia almas puras y cOll('i(~neiilS l'l'(,!;I~; 1111:\ si corren l<igl'i-
IIIn~, se encuentran tamhien COraZOIlI'" qne las rc,:oj,~n y mallos (Iue las enjugan.
¿Puede, aC;lSO, cOita (kIJil criatu,'a, f¡Ue aun se m,~t:e ea Lt cllna, ~l~r lWy iD (lile
lleg:lrú a ~er al;,wll día'?


Cuando yo la eI1Yo!\'ía en las pl'imcl'us ma:ltillas, cuando \'i~<:ilJi ~ll primera
sonrisa, y cuam!o ,ohl'e !lIi ~ello mau'rnal, DntWlan le eeh') "\1 iJl'lld:cilJn, ~ ()
sentí nacer en mi pedlO un grande a:uor y uua granúe e';¡leraU7.ll, (lue liarla apa-
gará ja más.


VIn.
llAIDIA:"i A KUOnD.\D,


(Eljenio de la bondad de cora:on al que lo ¡))'oduce todo.
Ojeada histÓrica sobre eljéllcro humano,-Filses y forma de su desarrolltl.


Yo he recorrido la tierra, he conversado con los lzcds encargados de 1,1 d¡-
receion del mundo dn los clwrpos y de sus secretos podere~, ~ he rcco!lol'ido
que, apesar de algun ohstaculo (jue procuraron ojlonerlcs los JJarva!ld~, !Jan
sabido, por medio de un eelo infatigable en el (le,CllIpcllO de sus silf'rada:i fun-
ciones, mantener la arlllonia de tantos elementos diversos, y ordenarlos segun
las h~yes que los unen entre si al eterno pl~nsalllil~ato de Orlllllzd,


iCuan bella cs, oh Khordad, la natllralnza y cuanta lilaf'l1ilicl~lIl'ia de~pleg:a
cuando tu soplo la penetra! Todo en ella se anima, los prados v los IHlS(1 !les,
los rios y los mares profundos. •


ta vida hrota de tí CO!110 un manantial, v corre a torrenll', d 1IIliYl~!'so, sal-
tando de mundo en mundo, como el! el estío las aguas de las m:ntlMias so]¡rc
las crestas de las rocas,


[t; La oracion.




y DAIlVA:iIlti.


1'\0 hay llIoléeula, no hay gota imperceptible cn que ella no dé c:'tistencia a
!'C'res tan /lI111H'I'OSOS COlllO los globos sembrados en el mismo espacio del eter;
y cada uno rk e,;tos sere:i ri~lkja al ~!'iiO del tiL'nlpo un rayo de la belleza su-
prellla qlw i'('~plalldece SIJb:'c lodos los tiempos.


Elll)s ~l) t'1I('adell~u U!lO a otro, desde e! útomo inanil:llulo hasta la forma
lilaS pz~rr .. Lla que ha:_ [J produt'ido l;lIlIhicn Ull desarrollo que jamús se de-
tiene; y cada lino de est!IS seres, COlls~rvando en esta esfera indelinible su
j!l;!ltt'r,ihle escucia, ~l) renueva a SI llIismo por un movimi()IILo no inLerrumpido,
del qw~ cada pubaciulI, Uila CIl si, (:llalquicra que sea la aparente oposicion de
los fenúlllellm" ~,e ¡¡<tilla la \'¡da \ Sl~ lIallla la Illllcrle.


Pero entre Lodos e~t()s ocres del gloho en que me retiene mi mision actual,
('1 homhre ha d(~!Jid() atr;wr con prPdileecioll mis miradas. Siendo el solo dota-
(!o de intelijcilz'ia, ~i obeupt>,c a SIIS de~tinos, enlalados a los de! universo, si en
la C\"ojuclon jr'[wral de las cosas realiza su propia eyolucion segun las leyps que
sati~;(;lceil realmente Sil {in 1 modiíira la accioll perpetua, y aun la contraria
por su voluntad lihn~: de aquí la lucha entre el bien y el lllal, que descubre
c'a ól conlra~t(~,; tau e~tr;¡iIOS y le llluestra a la nz hajo tantos aspectos diversos,
tal! rico de claridad ~ de tillidlla~ _ ta!L lIli~e['ahle y tan grande.


Divididos en grupos a <¡lIe dan e! nomhre de trihus, naciones 1 pueblos,
~eparados por orijen, rclijion, idioma, costumbres, leyes, los hOlllhn~" en yez
de ;¡Cl'.l'l'ar'e para concllrrir de consuno al mismo lin, viren IllliY('['~allllente en
1'elacion hostil; ~ , en di/erenLc~ grados y hajo di,tinla~ formas, el llLismo all-
tagoni~lllo preside tallLhien a SlIS rclaciones en cada ~ociedad particular. .\0
obstante, ()n ('1 SCIIO mislIlo <le esta guerra intestina, se ue,('u/¡¡-e ¡¡¡eillllenLe una
tendencia COIllLln y cOlno el lejano anuJlciu de ulla al'lllÓlút>,a unidad futura, que
prepara iIlSl~líSiJ¡lclIJ('llte \In principio superior.
lk~de las pri!lll'ras edadr's hasta la actual está hien visihle el progreso je-


llcra/. \0 Si~ opera en virtud de una misma causa inlllelliata, que oTlra consta,l-
le:llcnte, sinú dr ulla serie de causas enlawdas ULla a otra y que se derivan una
de otra; de Sllerte que la evolucio!l de la hUlIlanidad, continua CO[110 la de la na-
tlll'al\~za, ofrece, CO!LlO ella tamhien, fases sucesivas, épocas que carar,terizan
JlllUyas IlJailii(~slaci()lJl)S Ill~ la enerjia ¡¡Iastica, (¡UC, por un deseavolvimiento
eterno, ~;a<:a de lo I[lH~ es cn la actualidad lo que dehe ser.


EII cada ulla de e~las grandes éjlücas el centro de accion de donde emana
el progreso muda (k lu;.:nr, pasa de un puehlo a otro, de manera que todos
jla['('('I'1L destinados a marclwr por turno a la caheza del jénero humano, a
¡.;:uiarl() c'n su largo Yiajl~ hacia el punto a que se dirije, al modo que las avcs
d,~ p,L~O se ,1lcedl~1l a la caheza <le la colullIna cuya punta aguda abre a la tro-
pa qlli~ si;!;lIe una ruta ('úci! a Il'an's de los nires.


Sacilla en el ()ripntc, la ci\'ilizacioLl S\~ es tendió poco a poco hacia las 1'e-
.iior[(~s ocridl'lLtales, e! Ejipto, la (;rel~ia, la llalia, cuyos !1olLLhres le han da-
do los l¡:¡mhres. Desarrollándose sin ce~ar, tomó en estos lugares din:rsas for-
mas, l¡lIe, Illlldilicada~ slJ('(~sival1lente, han COIllO desaparecido cn la trama de
(lile cada IIna, en su tiel~lpo, fué un elemento necesario .


. PCSPU('S de si;.:los de trahajo yino un momento en que, agotado el princi-
]lLO JCIH'I'<Hlor del progreso, pareció que e! mundo social tocaba a su tónllino.
EnlolH'cs apal'<~(~ió UIl principio Ilueyo, hasta entonces encerrarlo, omIto en el
(¡lIe le hahía pn'cedido, y de! que no era lllas que su cspansioll. En una parte
del .\,-ia, ~. en ca,i toda la Europa, la sociedad se transformó hajo su saluda-
lde inl1uencia. El I'spirilu humano, plc\'ánrlosp al mallantial demo del ser, en
la esf('ra de las ideas y de las esencias inmateriales, se desprendió de la natu-
r!llezn y reacciolló conl ra ella, aspirando 'a cmanciparsc cOIlLpletamente. En
(',ta IlId!:: a:]l:llir'iú estraonlillm'ias fuerzas, y sohre todo una nocion mas per-




1 :)0
recta, un sentimiento mas viro del deber v dd derecho, fllle tienen ~;¡¡ raiz C:I
la:.; leves ahsolut<l~ de l()~i ~ere~. •


POI: su pem:;ullil'nto, por sus dc,eo~, F()r 10(10 cuanto (¡ay liJa;., nohlt) en
esta enalma :-;uhlime, uo tendía ~o!mlH::nte a unir:5c HH\~Y Illa:i al Cn'a:lor, ~illO
a ~ll!Iler.iirse, a aJ¡~orher~:e en d, <1 salir (L~ la ('!·C,;('ID!l. ":;0 l"e~lilll:U a cJia por
el mdefeetible poder de b nat¡¡ralcza, (JI.:c, ¿ltrnyéndüla dc"dc la:; alt;,:, ["ejiones
el.l que se cieme (,()1ll0 el ágl1ila ".obre l<b il\.¡]¡CS" la pn'ci~o a enlr'ar l'!! otra
\"la de desarrollo, nec.esario tal:JJ\('Il: ll[!~~ ~;~~ opera cn el ~~í~no ,le lo infinito, y
procede illlileÜiatameíltc de sus le;;es prop¡a~). "\. la eOlllcmpiacion (L~ las id!'¡ts
puras, de ias i"(lI"l:Jas lóiieas \ {]e :,IIS I"('h('¡o:l(~:i abstractas, ~ucl':li6 la ;¡bSi~rVil­
(:ion dd lillJndo f:sico~: de ~llS fZ~ll:)I1lCH()~. ¡¡elli1il'r()a~e (k lod:h partes coa lill
ardol" j(~j¡rillos Illiltcrialcs de la ciencia (:,' ia~ l\~alidadc:; ('()!ilinj"illl:S, y hien
~)],Ollto, olvidando todo lo dt~nlj~;, ()lric:a~ldo Cl~ el J0dalo {:t~ la~ C;iU~ilS dcr¡\:~da:,
la cau~a pnnH~.r[l, se qui:so pn~sl'i!;(:ir d: , (IHa, y S(~ cayó ('u 1:;1 ;l::~~;mo de dudu~~
y tinieh¡a~. LD~ bcch()~, u\?;itle eHtúl~,:~:~'S ~in ur:jc1H co¡¡!prel~:,;ihLi para el ~!:-.pi!'¡tt1~
ya HO \~clliall a ]):11'a1' ~.,il~Ú ~lil no só (Inc Gc::,,\:~i(~(¡zt ¡nd~',¡!!líh~{:, ~:lt'r~¡i~:ll\I¡;i',' {'¡cg(l~
etenl~UnC!1Le (:~0iJv¡: dt~ ~,í ll~;:~;~!D. La \-¡(1:1 (~:1l;::'i:t:n¡ ~ ilHH'di :-;p dt,l;¡!¡t\')~ -~'~í~
hundió en la liil11crl;l, en un Y~I.Ci0 e:lliüc ei <dlila. pri\iH1a dl~ ¡¡in l,. d~\~~­
ccndia, y d~'~~:c{~nd¡n Sil'liq;.¡';~" ;:jiLl~:~(1o e:l railO :--:U;-:i :\'~';!;~(!;I,"; al():~ .. \i~~~:;ildo.';í~
cada cHal (:~~ ~u ~~C'!~~c.j.~~nt~ ~ j'c:rL)~!;:~~t;_~U:--:,c, el ~í, :t:L:;_;:(~J u;¡¡c;;n:;~Ii)~P a ~,i ljl¡:-O',]!!O,
tO(JO\~ lJ)~ lacros ~Ol'i'll~\"; .;"), rOl~l";""O'~ -l' !'i (I(l'();':'~\'\ fl<n


'
. ...:/;,,) I..<')jl·'(' l'l~' i'il¡'~~'" J ' .. '.- (j, • ", ~ ,h_ ..J',/ 1_~:~~1'. ¡.~ <.0' <Vc','-'''',' ".~"." :' .• '\ 11 j' "d .,.~q,:


tlcl derecho. i\~~l CUinD nl;l(:~ ha!lEl t~'~il(!H~O a a~,~ur;;c·r:..;(), '~i¡ ?¡;h, ;t!l!Jr(l tp,nnll}
a aIJsorb~lr6'~\ llll la naturt11e~'"a ~ ~~ í..\:-~te I:io\'inll~~nt(} ~·.ui):~¡:-i~P l(;d(;rÍ{t: ]H:rO ('0---
lili('r;;~a a [;.~u~t(¡r~~ (lt~ él, lo n;~,i~·tt~ y 1HI;,ca U:l pl!IltU iinitt~ a dO'l:dp a:-:;¡r~;~
pril'n del{~LlPl' ~¡¡ cuida: ~il~ O,;IO~~ ~~u (\I~:Ynll~ y un in:-:Lnlo l'0dl'l'{,;-¡O In obliga (1 rolo.
ver ea sí. ",\.spira de nHCVO al pri~:c1plo de que elllal¡(!, ~ (~n vI ql:t~ c:.;tú :-:'u ['azoa
y la del universo; ('(moce (¡¡l(~ una con(;"¡:Gion Il:ell(¡~; iIlCOillrh~,a llni!":, lo
que bailía separado, la c;lU~a <l!)~'o!uta \" lo:; (',','0[:1'; r,·L:li,o,:, (/lil~ dplw ella
abrazarlos en una yasta HHtc~¡S, que, 'comprendicndo ¡a~; le:--cc;' dl' l"do:; los
órdenes, las J'('~I.i!liirá torl~.~, ~in conftl!;ciirlas, Iwcia la Ililidad. ¡;e~n¡J¡re a
tnnés de 10:i primeros aílJlJrcs del dia que amanece un porn~llir, touavía oscum
en verdad, pero lleno de llIagní!icas esperallZos.


¡ Regocí.¡cnse los hijos de Ormuzd! Entonen a sus pies el inmortal HOJ~o­
ver! (1) Ahrilllan será vencido; yo le veo J a oClJltiÍllllose con SI:S millistros,


IX
ZARETcn A }, KV'T.\N.


(El. lJue disputa el bienal que ['s tvdo inutilidad.)
El mal en la sociedad, - Trastorno jeneral, opresion, contradicciones.


Aunque no todo suceda hoy como nosotros quisiéramos, me parece,
AkuUlan, que cljefc de los Dell's (Z) no tiene grandes motivos de qu('ja. Los
Darudjs han combalido con lJran!ra a estos !1D]¡res I z(',fb , tan hllrle~('all)('nlc
serios, y a estos arrogantes .'\llISCbaspilnrjs que desde la altura de su majestad,
solenmeJllf'nte idiota, afcdan dcsddIamcs.lo, a la verdad, nada he jlo¡]uloe\il-
minar aun lllin uriosanJellle ; IWl"O el ('onjullto de las cosas presenta lin aSlwcto
de confu5ion y desórden profundo, que desde luego me ha agradado grande-
mente.


Figúrate que de un cstremo al otro de este glóhulo cn que se ajita y
;{~, Or;Jcion.
2) l'!!lItadnHf..




y !l,HIVA:-¡D~.


pulula, llora y rie, y se admira graycmente de su ~ mas necias locllras, esta
ridícula C,PCCl(' qlle llam:m el homúre, no Sl~ hallaría un rincon cn que la
vista no ~e rc¡wei,je con el cspeetúclllo ue l!ll(l t!c:ico:i1posici,)]) universal, dI'
ruinas CO¡]:-:uilladils ~r d~~ prd\ir1.lHS rui:lns. E~ tc~lnl)i(~il de oir los suspiro~.
jtmido, y ~:()Ilozo:, de :-':npnndnIilDd ,i: j¡'ollre('¡lJa~ 'fui ,"el, 11,,1>r1a intentado YO
conso:HrIa ~ Il~TO no pocHa tencrnlC dJ ri~a vié:1d.ola ta:l hell¿lt'lt. .


;\ill,':n'la de las rc!ijium>, en que n~pos;:ha la ~orida(l humana en sus dife-
rente:i ¡,l!(~iJlos (lueJa hoy e:~ pie. SO:icLros k;llOS traiJaltldo ea esta obra;
pero ill1('~;tros c:wmit:0:i IllEC;W mas. La !lrJpieda(! sobre todo era suya) allll-
~pH~ luodilic(lda por n(j~{liros n1[L~ o nl~\:l~}S, ::iegull el t¡t~;llpO y las circun:;Lnn-
c!as; an::fl'Je. no~{;¡ i'O~, Íl~lhit~~~~i;ln~; (\:¡(~~:¡do a ello accesu:'los bastante i!liportan-
1{~S, ~[llia sicll!!~¡';.~ (L.! (::1;: (i:rto óni\~,n d¡,:~~)~a~~ur, un 1:1z0 l1l:~tUO devorado de!
;~¡jlOi' n:J ~(; q¡i;~ C)~;;l, Pll fin, ;11:tip~'ü~('a a u:nl~tnll1tt~Graicza, que ellos IJ:+-
j¡lail .


. l~n el cEa, c:1'.:.i 1l1Ja 1il;lS ql1!~{1~1 de estas fi;E)oncs qne. i'ornlas Yacía~, pa-
:aj)ras Yil¡;[lS, (!ue ~~~l repiten por J¡úLi~[) y 1~[lCl'n e~l l:b labios ~ que no ene¡er-
fiHl >:c~:t¡C:o <1Í/:uno, o (iIiP, ;:i ('d¿UilO tienen, e~ ~arcústico. Pur con;:iglltCnte,
,~r;¡riél~ a no:;ot!'o:-j, (;:;la li(,('ia raza hu!;!,,!)a prc~e!lta hO\~ Imen aS!lccto. ~()­
llre los reslm; de todos los demás, ha conslruil!o dl;~ aIUm's, \;ü que ha
I'olocado las (bs únicas diyinidaJI:s que hoy adora, la llldifel'cllc;.a y 1<1
Burla. '"
¿~ras porrrnó, dirús tú, en niEcun punto d~ la tierra tienen ya creen--


cías los J¡()lIikl'~?
Al nnlrJl'io, AL¡¡¡'lan, jamás tmi,,;,on tanta,;; cada uno tlr,nr, la suya;


cada UIlO cree l'n ~;í. ~ llada mas que e:l si mismo. ¡Ob, y q!!e~¡~iJbolo~ t::[I ('S-
!I';¡rn~n :¡tl'~ crea eslo a H:zes! Tll lo jllzbarú~, pues te presentaré ejemplo,;
e/la!lj,:;'T día.


Cualldo lns rdijiones se hunden, todo vn envuelto con ellas. tus iJeas s(~
desprenden de su nUlIa dCf'ccarla, y el viento las arr,,~lra al azar; 12s nocio-
!les del derec!lO se collfurulen ellleranH~;lte; las leY(~s caen sohre las leves,
los puelJlos t;ohre los puehlos; todo ~e convierte en 'un inllicnso c,:os. •


El Occidente se precipita sobre e! Oriente) siglos hace estciliwdo: cree-
riase que va a ah~,or!Jerie, a trasformarle en sí, pero nada de e~(). Su accion,
no desciende hasta lus profundidades en qne se organiza el porvenir; se
el'ectua toda entera C!l la superficie. El Oriente ya no tiene follaje, ni tron-
co sic¡uiera, ni rastro de vejetacion; pero conserva sienpre en las entraiias
del sucIo grandes r¡¡izes vivas. Y al contrario) las raizes de! Occidente estún
podridas; llada hay en él ~stablccido) nada se quiere de lo existente, y nada
hay de lo que se quería. ]\0 hay poder que no bambolee; el que ~oy es rey,
mañana vaga errante por clmundo) ya vez es peor. El tr~no lo ~onstttllyen aho-
ra cuatro tablas sohre ulla fosa; poned pues los pies enClIlla, SI os parece. Con
todo eso no taltan jentes que se arriesguen a ponerse en él; pero tambien,
cuando las tablas crujen, y crujen por todas partes, ¡(Iué cómicos ter-
rores se pintan en su ~elllJ¡lante!


Existe guerra iJlce~:llItc e implacable entre los gobernantes y los goberna-
dos, y entre estos tamlnen. No por eso dejan de llamarse hermanos; pero YO
te afirmo que la fraternidad no ha dejenerado dc lo que era en su oríjen segun
sus misllIas hisÍol'ias.


Bueno sería ¡¡ue vieses como está todo vaCÍo ell esos lugares ruido-
S(lS) en esas nacioJl(~s grotescamente envanecidas de sí mísmas; que se hin-
ch:¡n como pavos, y cacarean, y se hacen coro, deSyallecidas de admiracion




AMSCIlASPA~DS


,11 contemplarse, y con lo que se imaJinan ser y lo que Tarmad l i) con
sus hromas les ha pcrwildido que son.


Se jilctan con la seripdacllllas chi,tosa de sus Imes, y todo lo niegan, o a
lo nH'no~ lo jlOIwn en duda; hay tantas cabezas como opiniones vacilantes y
Ile\ibles, que pa;;an por su espíritu sin penetrarlo, ni dejar en él huella al'::"
guna. Estún Illuy orgullosas de lo que llaman su civilizacioll, y todo l'sléi sub·-
vertido en sus instituciones y sus viejas costumbres; y cada día trae un nuevo
,lesmoronamienlo, algun sacudimiento nuero; y sobre el suelo en que se aji-
tan no podría darse un pa,o sin tropezar con una ruina; y para honra y
dicha comun, se desviyen en lerantar filantrópicamente cárceles e inventar
süplicios: tal es el titulo IIlns po~ilivo a la superioridad que afectan. lIahlan
con IllUcha graredad de su libertad, arrastrúndose con las cadenas remachadas
por el mas astulo o el lllas fuerte a sus pies, a sus manos: a su ruello deso-
liado; hablan tamllien de su riqueza, y la mitad de ellas mueren de frio y de
hamhre en el arroyo de las calles, cuando la otra mitad tiene la dignacion,
cosa algo rara en verdad, de permitirles aspirar en su última hora un poco
aire y disfrutar algunos rayos de sol.
~o obstante, entre las convulsiones que les agohian cuando el sufrimien-


lo traspasa cierlos ¡¡miles o los esfuerzos que intentan para mejorar su misera-
J:le condicion, o cuando por acaso un dr,lello de luz de huen sentido ilumina
su oscura razon; es gracioso ver como lo aceptan lodo y a todo se someten, ron
tul f¡Ue se haga hoy todo como se hacía ayer, que el látigo se levante ~ vuelva a
caer con la misma cadencia, en la JIlisma parte del cuerpo y con igual
fuerza. Esta regularidad les encanta, les enajena, y le dan el nomhre
de ley. Si se les pone albarda y se les emhnda o se les desuella a latigazos
cn nombre de la ley, todo va bien; pero que no se cambie el lúligo ni el freno;
esto sí les parecería verdaderaml'nte intolerable. Y su freno es para ellos siem-
pre el mas hermoso de los frenos, v su látigo el mas hermoso de los lútigos:
¿qué otro pueblo los tiene iguales? "


tas cosas marchnn lo mejor que hoy pueden ir, muy comodamente sin du-
da para los que logran montar estas hestias de grandes ancas y robustos
miembros, que llaman ¡¡!lciones, pues ellos constituyen el gohierno. Cada bes-
tia tiene el suyo; y tal es el increible poder del hábito, que ni aun se les vie-
ne a las mientes la idea de pasarse sin él y rejirse por .sí mismas: es indispen-
sable que el elefante tenga un domador.


En cuanto a los amos, ellos tienen ieneralmente buen cuidado de ntribuirse
un oríjen distinto, las mas vezes misterioso, místico. Esto les sirve de mucho,
y nosotros les ayudarnos, porque ellos son para nosotros escelentes instrumen-
tos. ta especie, por lo demás, es variable; encierra muchos tipos orijinaria-
mente diversos, que, como quiera que hubiesen sido, dejeneran bien pronto,
apesar de los cruzamientos. El primero de cada rUza es ordinariamente astuto y
v!olento: a no ser así ¿como pasaría la anilla por las narizes del búfalo? Los que
VIenen después encuentran hecha la operacion : dominado el búfalo; se sepul-
tan en un reposo estúpido, en los deleites, en la molicie, y no tardan en hastar-
dearse. Tú no podrías, Akuman, hacerte una idea exacta de esla coleeeion rk
imhéciles y caracteres ferozes, de este callasLillo de frulas ahortadas ()
podridas, que se presenta a los pueblos como la imajen de Ormuzd, de su
perfeccion, de su belleza, de su soberana bondad, como ellos dicen. Lo que se
ve es para desternillarse de risa. Aunque no fuese mas que para [¡¡lmirar una
v~z.' una sola yez, este incomparablei diotislllO, yaldría la pena de emprender el
",!fIJe que yo hago.


:t Espiritu d~ orgullo.




1 \),\I\VA:\DS.
Ya supondrás que nuestros Darvands no han despreciado esta raza superior'


verdaderamente slIperior, puesto que está a caballo de laotra. Ellos la han ner-
suadido, sin n('rc~itar grande elocuencia, de (lile no (~staha sometida a las l~tiS­
lIlas leyes que la raza moutada, ni lip:ada por los lIlislllos deberes; que la IC'y,
por el contrario, era ella lIli Slll a , ella sola quien la hacia en yirtud de su dere-
cho prilllitiro y absoluto; que no ¡pnia ninguna olra lllas que su yolunlad, su
eapncho ~ su inlprés. Gracia~ a (',la clara ~ sólida mÚ'\jllla, ha tenido dos leyes
y dos morales: la moral y la ley de arriha, y la moral y la ley de abajo; rsta:;
elllanadas de Ormuzd, ~. aquellas de Ahriman; a las cuales se las ha lIallla-
do m:IJII de cslurlo, m:o)) políticlI: frase por cierto !wllísima , amigo Ahuman,
~lIe produce ¡H!lIi un efec~o adlllirahl~. ~:on es la p~lahra mújiya todo se tr~n~­
torma; la mentIra, el ¡raude, el pillaJe, el aseslIlato, callhcados de licllo"
y aun honrosos, J(¡rman una especie de gllirn~lda con que los grandes se coro-


, IHm, y que a Jos pr'qupflOs parece map:níliea. Ni los linos ni los otros dan indi-
cios de encontrar e,lralla esta contradiccion: las do~ le\es y !¡:s dos morales re-
po~an paeilicalllente ,juntas (~Il su conciencia, COlllO dos henlJanas en una misma
cuna. ¡)\o v' pareee, ,Human, (¡UC es una cosa digna (le verse?


Sin emhargo, como de las dos hermanns, e~; preferida la una, a lo menos
en secrelo, y IlIPjor cuidada y aliIlH'ntada, crece tambien Illas , y nueslro aran
dehe St'r (lile Ilpgup pi herllloso dia en (1I1!~ dla misma ahoglltl a la otra. lIahrá
en ello alguna dificultad, pon!uc los lzeJs (1) velan sobre su hija como noso-
tros sobre la nuestra; Jlero no dl~heillos deSesperar. Conduciéndo!as hahillllpll-
te, todo puede 1I1l0 prollldérselo de estas jentes, si se aprovecha su hestiali-
dad. ¡Oh (lue raza tan preciosa!


x.
E GllETESCll A A~:n'L\D.


(El jenio de la corrupcion del tarazon allJlle no piensa sinó el malo)
El sentido moral ~lehilitado por el progreso de la duda.-Los homhres, entregados a la


concupiscencia, se esfuerlan en engailarse a sí mismos con !,alabras.


Nm:ornos, como hijos de .\hriman, no podrínmos amar. Cada uno de nos-
otros vive en si, busca en si mismo la única heatitud digna de un ser enemigo
de todn depcn(leneia, que, delllasiado prudente para prestarse a la espansion, o
entregarse neciamente como un manantial cuyas aguas hehe la tierra ahrilsa-
da) se concentra en si mismo, recibe, alrae y absorhe, sin produ(;ir nada, a
lo menos volulIlilrialllclIle, y goza en su interior de una felizidad tanto mas
completa e inalterable cuanto es Illas a solas. Kadie teme las tempeslades en
el vacio.


En cuanto a mi, Astu'iad , ni a ti ni a nadie amo; no quiero disipar en pro-
vecho de nadie la lTlas pequeña porcion de este alIlor de que me rodeo eon una
voluptuosidad qne solo el tedio alLera algunas vezes, que son muchas para ser
verdadero; y consiste, COTIIO ves, en que, aunque se procure, jamás se ama
uno bastante enérjica y esclusivamente; tiene uno tentaciones de salir de si,
seducido por el deseo de alguna cosa que no posee, por una sombra vana que
envidiamos y huye de nosotros. Grandes esfuerzos son, sin duda, necesarios
para ser dicho~os a nuestro modo.


A ti, que no piensas sinó en el mal, nada te digo que tú no sepas, 'V me-
jor (llJe nadie. Si yo te hablase de mi afecto) te reirías como de una simpleza f)


(1) Dignos uc sacri(icio,




1 ;-)·1
una mentira. Yo no te amo, ciertamente; pero he sahido apreciarte. Entre no';-
otros !lay categorías, rangos que el mérito determina, }' el tuyo es sin duda
uno de los aventajados. Tengo lH'ce~idaJ de al~IJiell, CIl:, a intelijclma, supe-
rior a la del vulgode los Dl'\\~, ~e halle c:m la mia l'll cierta ¡¡(,!!lonia. llcaquÍ
porqil(; le dirijo algunas ohscrraciones que he herho en este IlllllHlo, en qUl' lllC
rctienen órdenes que llli) son pCllcsas por lo mismo (lile SOIl óruell"s. ¿ Quien
me cOlllprellderia co'!IlO tú?


Cualesquiera que sean las diferencias que se adviertan en los plle~)los,
por lo CO!IlUll casi no afectan mas qm; el estl~rior, perlllalH~cielldo el homhre
en el fondo siempre el mismo. No lluiero decir (IlIe dejen de producirse en d
cambios a yezes considerables; pero ~e realizan en U!la naturaleza que no e<llll-
bia, y dependen unieal~le:lll~ de la HlnS () illl)IlOS [n!luenria qUl~ IHNltros y lu~
fzeds ejercemos ~obre él en un Jll()~rlC\nlo darlo: la (IUl~ prevale::c, ~ jamás pre-
valece ninguna completamente, caracteriza su estado actllal. Es necesario,
pues, no juzgarle por las exa]eral'iones imhél:iles de Ir):; íl'W le rep[,(~sl~ntan , o
entl'l::.;ado enteramente a nosotros, o [Iertelleei(~ndo a 111lc,tros erll:llligos ~in re-
Sl~rva. Ellos y msotros, scglln las alternatiYtls del comhate p~rpetuo ('uyo obje-
to es su jlosesion, tenemos sobre él un poder Illas () llWnrb p;ra!](l:~. En clllia la
balanza, gracias a felizes combinaciones, a una aeClOil atrcyida y con~ebida con
sabiduría, se inclina de nuestra parte.


Lo que sobre todo importaba atacar eran las h1ses de Sil vida moral, qae
le ligan al sistema de Ormuzd, al órden jeneral c~tahlel'irto por ('1 en su obra.
Por eso primeramente hemos introducido la turbacio!l cn ~us pensanúentos y
mezclado lo ';erdntlel'o con lo fal~o, (ll~ TIl11l(~ra ([11(\ [HIt'slo ('S:O (~n rdieve y en-
volviendo a aquello, este se!' d:~hil y nao. (ü'sjlué" de algllnos ('~rill'rws im-
portantes para separarlos, se cr~yó ob!igldo, o tl 'll.bitir!o . .; a ambo;;, o a de,;-
e:::hados; (h; s;l~rl~ qll(~, hahiónlhl:' atacado a la Y,~Z pOI' la raz!)!) y por d or-
gullo, vi:w a parar al vaCÍo r¡ 1I ~~ ho\ reina L'!l su C::lL'za y en ,:1 (·'lilci:':lcia.
Este medio nos ha ciado buea resultado, pues, no habiendo q:Ii'I'ido ,n un torpe,
pOI' no serlo, se ha eneerrailo en U:la crcduli:laJ a!J~()I([t1, (la:) es la última v
la lllas profunda de las torpezas. •


Aislado p~lr la dllrla, y concentrado en sí m;smo, se ha rll'tlic;¡do a ordenarlo
lodo eon rclaciull a sí. Los lazos soeiall's han sido rot()~, (IlIl'dantlo solo la apa-
riencia () el nomhre, porqlle no nos interesaba quitarlo~; IPjos de e:.;o, el con-
traste de la~ palahra:; y las eo~as es en el llIas alto f'rado di\'ertido. Para
gozarlo cumplidamente, es necesario nir las pOlllp()sa~ pnlahrotas (11lC les inspira
TIosehasp (1) Y que ellos repiten gravemente: deher, justicia, honor, humani-
dad, fraternidad y flue sé yo cuantas mas: risihlt~ hatu:'rillo ('on (PW tratan d(~
fasci)1al' o engaiíar a los dl'mas y a sí mismos. Esta e~ al I)]'(~sellt(~ la parte (le
los rzeds, que por Illueho tiempo guarden, pues uosotros no les di~putaremo;o;
palabras.


Yo he observado que esta raza de homhres, lijera y charlat,lTla, es apasio-
nada a las palahras ampulosas. Las lI~an C~JlllO UJla c"l)('cie de yelo (lile tien-
dell sohre sus ncecrlades, sus vicios, sus torpezas y sus er¡illen(~~: ~- a Sil ahri-
go nada haya lJue no se atl'cran. y qlw no se pnrlllitnn con IIlla fa('ilidad tan
sencilla, un gll§to tan \('rdaclero, tan pUl'O del hien, eO/lcehido a nuc,tra maIW-
ra que, para igualarse a nosotros, casi no les falta IHas que saber 11\(~.ior lo qli\:
!lal'en, eontemplarlo ton mirada lllas (irlllo, y l(wanlar Illas all'l'yida la fn~ut(':
pOr(llle ocultarse, y tau torjll' ill ell te , es cDilfesllr uo) resto de \l'r;!J!eIlZa, ('~ Ilna
debilidad, y una debilidad illllJécil.


Sin clllGargo , yo no apruebo que se h~~ importune mu(':lO SJ1Jf\; este pUllto,
1) E~l¡:rit~ ~c mentira.




(lIJe ~e le~ lIeyc hrutahuente a una perfeccion que tal H'Z no permite Sil natu-
raleza: podría IHH'('r~('Ie~, retroceder, : esto es Jo 'lile producen tOn ~u celo illl]Je-
tllO~O e I:-:norallle algunos Harvam]s sin ~('~;(), que, no contentos con los hecho~,
<[ uieren taJllhicn palahras, una prolhioll frallca de lIuestro dogma. E~ta~ rxi-
,¡'encias a:-:ria~ di~¡;lIstan a todos, y todo lo cOlllprotlleten. Cuando los homh/'l~s
11lll ('1I1I'(':-:ado su alllla, no d('I)(~ a:-:radarles que ;:e les pida adelw1.s la lengua.
Quieren (Iuedar dU('lIos de ('ctu, jI~ra, ~('rll!l el capricho ([ue les ¡;uie, o el cál-
culo que le~ determine, ohrar de tilla manera y hahlar de oti'il, Encuentran en
('sto ea'rlo ¡¡la('n que yo no les Yitupero; muy al contrario, es una scmilln (l!;(~
(!dJC cultivarse, porqllP de otra suerte la hipocl'csia, desprendida (h~ llllt'"tra
corOlla, dejaría en ella 1111 vacío illljlo~ibl(' (le llenar. Adelliús, con t~lla e, ron!:)
se llega llJa~ ti\cilmcnte a su, tines en (',ta l'~Lrana e,perie hl:l\lana, en qu\~
cada líno pn:-:afla a lo, demús y se en¡;afla a sí mismo con lwlahras.


Io le d(~j(), pllt", Iwhlar cuanto t¡ui!'ra; llW at!'ngo a las cosas, y solmll(~nt()
a ellas. ¿,Para qllt! incomodar por tan poca ('o,a a esos tiernos pajarillos? lo b;
digo: Componed vuestras frases, pronunciadlas en YOZ bien alta, aturdid COIl
ellas ~llS oidos, pues que esLe ruirlo les ag-rada. Sulúl a los campanarios, repi-
cad \'ue~tra, llJáxillla~, y HH'stras :,clltenclas, ~ \ 11(',lros arotegl1léls; cllsorclcc('d
('on ellas a la Illultitud asomhrada y hOfJuiahierta, ~ada tan hello, amigos llIi()~,
COTllO l'sta moral aen'a, que los vil'lltos llcyan ('onsigo, y ya a perdcrsl' enLn' la~
nubes, Ved ahí lo (lllt' les digo; ~ en deelo, yo no \eo. Astlliad, (l!iÓ ganal'íl!-
1II0S con rehusarlt'S l'~ta ~'DLI~:fa(,l'¡on inocente, -:- ('on priyarnos nosotros Illi~:-
1Il0S del di', ('rti(lo eojleelÚClllo de e~te ine:'ahle ridículo.


Porqu!', I1liClltr,1S ellos pjercitan s'.~riamt'!lte su cerehro en ('~te jnr/o de l:u-
fon, lIIielltras se entretienen con (q \ se adllliral1 de él, l'!lnlarnflimdo~e a (,ilda
pa~o (~n la i:-:norancia y la inepcia' que obstruyen las o:;euras reYlldtas dI' ~Il
potrea il1telijl'ncia, nn~otros nos apoderaillos facilll1Pnle d(~ lo~ \'('~Ortl'~ princ;-
p!ll('~ de ~u \olu ntnd, y ello~ nos lo~ abandonan sin pena, estando, como se Crl'()ll,
en regla, por vanas palabras, con los lzelk


Rajo e,ta hóreda de palahras ~Olloras y \¿;ríns, trahajo yo con toda COlIIOr!t-
dad. ~lc apodero del ('orazon, penetro en ól, y deposito en su ceutro los j6r-
llIene~ de todo cuanto ~\hrilllan me ha confiado: los ahrigo y los caliellto: y
i (¡liÓ gozo ('S wrlo~ pro,perar y creCt~r! i ([UÓ dl'lcite COrrO:llller, COIllO dic(,ll
nue~tr()s rivales, la obra de Ürl!luzd, a la vista de los mislllOs A[]j~chaspands!


Cada De'" concurre a esto, segnn su naturaleza, ~u jenio y su aptitud, Yo
deho sobre todo hacer jllsti('ia a Savd, Eschelll, Khru, AschlllOgh, Aw!cl',
Tarik, (1; pues han contrilHtido podero~alll('ntc a allnl(~ntar nue~tro illlpl'rÍo eJl
esta rejion del universo, y cada "ez Jo aJirlllan lllas, ejerciemlo una dominacíon
JIjas e~tensa y menos di~putada.


No obstante, ¿(llIÓ huhiesrn hecho ellos sin mí? ¿. Qué re~ullado huhieran
ohtnllido lodos ~llS esfuerzos? ¡.Lo sahen? ¿Lo dudan siqlliera~ Yo he prepa-
rado el suelo en que ellos han semhrado y en que cosechan; y por consiguien-
te, me deben su fortuna. Porque: o soy el padre del egoisl!lo; el ser en quien
yo me estahlezco, concentrado en sí, 110 comunica con los dcmas sinó con 1«
mira en sí mismo unicalllclltr" C0ll10 el pulpo que, para coje!' su pre~a, es-
tiende sus brazos armados de ('hupadores, cuyas [lre~as devoran.


Quien vive así separarlo, no pensando llla~ (ille cn :-oí lIIi"IIIO, no amandn
a nadie lIlas que a sí, cae forzosamente bajo el imperio del cuerpo, por e \


(i) Espíritu de violl'nci<l.
de cóll'ra.
de dureza.
, aya gloria es la crueldad.
dr inJ.purrza.
tir' a\aricia.




cual snh8tste individualmente. Se materializa, los ~l'ntifJos dominan en ti! , \
sucede una de estas dos CO~ia~: o se emhl'llt:~ee compktcullcnte, satisfecho d;~
los gozes del bruto solitario, o, si no ha podido descender Lauto, aho~ar ~Il
alma en sus propias ruinas, si va~os deseos le atormentan [odavia descollo-
ciendo w naturalcLa, confullrliél~-d()los COil los apelitos sellsuales, lIa-
da le detiene para satis/Ilcerlos; y cntonces, en la liehre de IIna s(~d qne
aumenta por momentos, touo Cllanto hace para ('almarla es beber a ::ran-
(les tragos los consejos de los Daf\'anrls, e, impelido por ulla esp~cie di; fre-
nética enajellacion, aspirar ayidamente su aliento de fuego.


XI.
DAlnUN J SCIIAflIlIVEII.


(El que bendice al pueblo al rey de equidad.)
Descomposicion del viejo mundo social por el egoismo y el materialismo.


HAS de saber, Rey ¡]p equidad, que slIccllen !H[lIi ('osas rstraonlinaria,.
El espíritll (lile dispensa desde arriha la ciencia ~. la luz, se ha (¡i;.\ilado Ibipar
lUis temoró ~ 1), y, sin I,mhar¡l:o, yo no pod/'(' S()ill"~pilll(~l'Illl~ ('.1\l;~r¡lIll~~ltl(~ a
la tristeza ¡¡¡W lIW inspira el espeL'lacu/o I[UI' tengo a la vista. Siento e!l pre-
li~Il(~ia de ios hOlllbres 10 <¡uc ellos e"jl~rilllentarian si Hayan ( :2) Y Alar ~;l)
olvidasen SlIS funciones, Imes la JHuuraleza caería P;)LIl a puco l'n las tinieblas
velll)targo.
• AlgllJ~;J gran verdad, al¡wn dogma fecundo está pró~ill1o a n,w!r; los ¡JUe-
hJos lo !)['csiente:l, Jo entreven ragamcnte ailú en 1'1 fondo (le UIl pOl'\'i:l\ir os-
curo; y al mis:nn tiempo parece qu\! , en \"ez di: inclinars,; COIl ·amor ha:'Ía PI
hien futuro, cuyo jémwll misterioso se va hinchando con IIna savia allllndant(;,
en vez de calentar con Sil aliento la planta ce[pste, a lin di; al)l'{~~lll'ar ~Il de~ar­
!'ollo, se han entregado por do qllil~ra al e~jJirill1 Ik (h!sLrucciol! CHillO lIIel'O~
instruiTlento~ ue fuina, IJperarios oe la lIIuerte, ocupados sin descanso en ca-
var la fosa d.mde dehe enterrarse todo lo quP e~iste.


Alguna.'i razas di~per~as ell pI continente lilas 1ll0¡]NIlO y en las islas del
grande Océano perecen al contacto de las razas llIas fuertes ('on solo su ahcn-
too Hijas de los ]¡OSqlll'~ y ¡Jp las aguas, hahrúu desaparecido ~ill dejar lllas la-
dicios que la brisa allJa,ar sobre las s;ihaIlas, y ¡¡IJI: las ulas arrojadas por
una fuerza invisible sobre los baucos de coral.


Separada elel movimiento progresiro de la humaniJad, ('1 Afl'ic,l anJamanta
hajo sus pa lmeras tribus 11n !linos q I ti) , yi,iplldo ,iiclllpre en la inl'ancia, uo tie-
nen d¡;1 homhre casi Illa~ I¡ue Sll~ i!l~tillto~, ~Il:-; prillliti\ as aspiraciones, ~lb pa-
i5ionl's natiyns, :- apenas iniciada su llltelijencia, virell, por dpcirlo a~i, slIllIerji-
das en la naturaleza, encuyo seno se columpian con abandono como en una Cl/na
eterna!.


Cuatro ciyilizaciones di\'nrsas, I¡~a(hs a otms tantos ~ist('mas n:liii()~os, "C
dividen l'! re~to de In tierr;¡; y toda~ ellas declinan \ <!¡;caen, se hamholean, se
inclinan hacia el ahisulO, (,0l11O las rocas eu\ a ]¡a~~' ha ido SIJl:aVilllIlo el mar.
Desde las l:strelllidades dd :~sia hasta los (iltimos conlines del On:idente, la
liociedad se di~III'Iye_ Los pllehlos l¡;¡n perdido sus c/'\'í:neias: SI' parl'(,i'n a
una IÚlllpara casi apa~;I¡Ja _ 1[lIe arroja apenas de tiClIljlO en ti(~!lIpt) al~unos
p;ilidos fulgores. Las Il'yes, en otro tiempo lilas velll'nl¡]a~, I:() :'011 ho~ para
los espíritlls mas iiu~tradll~, sinó dogmas a¡.rotadGs, y p,tra la., li1a~aS una Ie-


/1\ Cap. n. poj. H7.
:.?J-i Elllue preside al lIacimícnto dd ~()I.


El que alimenta el f~lego.




y \lAI\YA:¡\l~. 1;)7
! I"a Illuerta. Ya no h1y rr~la para nada, ni deh~ri's llllánirnernellte reconocidos
ni I"i~~o¡te ni lazo llloral, ni vida interna. :\0 reemplazando a la anticrua fe'
:qJagada ('11 los pllPhlos morihundos, ninguna otra fe, lang'uidecen trist~ment~
Pi! uu e~t"pid(! abandono rl(~ sí nli~llIoS, o se ajít,!n el~tre yanas SOIlI hrns sin obje-
lo pm,ltl\"O, S1I1 un pensallllPllto h¡o del porn~nll', sin poder esplicarse su exis-
t'.'neia, ni enlazarla al plan divino por una cOIlcepcioncualquiera del universo
y su alllor.
. Tíl'I1(~II, DO olhtanlr, en aklln grado el sentimiento de su miseria: Jlero ¡O".
llor;llHlo por qué YÍa !I('!J:'n al~.iars;' de ('Ha, (lné antorcha illllllinará 'su in'teh-
j('lIcia Illot'ihullda, ]¡u~can el olvid() de sus mall:s y. una sati~faccion cnga-
,-losa d(~ la~ ncce,;¡dade,; de otro orden en la llllltel'la Cle~a, en los gozes que
I'il;l 1)11('<1e proporcional', conrirtiendo todo~ sus esfuerzos al aumento de los
(¡Ilir:o~ hi('[¡('~ 1111{' a SIIS oj()~ til~nen yalor real, los bienes (I'IL' apetecen los sen·
tidos, ([111' e~ lo (¡¡I(~ representa ('SO <¡II(~ pilos lIalllan TÚjUc:a. Pero, a la in-
\C'l'sa de lo qll(~ slJ(Td(~ con lo~ bienes d('1 alma, qlle se conlllllican sin diridirse,
~ eu\ a l)(lH'sion ptli'de asi e,l('llIlen;e simultúnealllclIle a todos, los bienes del
(,ul'ri)o, los Illalerial('s, ]lO podl'lan ser pose idos a la vez por muchos. Lo qlle
lUJO posee, 110 lo tielw sinú con la cO!l(li~'ion necesaria de. que olros estén pri-
\adl)~; de ello: de suerte que la adqulslclon de esta especie de lllenes estahlece
(~!ltre lo~ hOlllbre~; a <¡lliem's ani1l1alllo~ IllislTIosde~eos un a~taiwnislllo perma-
nente, Ill\a P:IH'IT<J surda , qlle , naCida d:'l e¡J:Olsmo, la estll~nde a su vez, v
milia la soc¡(dad hasta Sil base ilIas prof!lnrla. "


y COI110, jlor 1I111c11O qlll~ pll\OllllJr(~ haya cOfl'olllpir]() Sil naturaleza, le es
impo"ibl(~ sllslra¡or,p l'lll('['(lIl1l'nte a ~II, le~ ('s, pues con,(~rra Si¡,'lllpre una
inH~llciJ¡le aspirarioll a lo inlinito, que es su yerdadero t(>rl1lino; 110 pudiendo
l'stacionars;' 1~f1 Ilill;';lIna pO:iesion al'lllo 1, es lIecesario que la ensanclw Illas v
mas, utnrlllentndo ,ill descanso por una codicia que irrita Lodo cuanto hace
j)ara :-atísÜlcerla. DC\'oraría el mundo si pudiera, y después SI.; encontraría con a misma hanlhr<~.


Tal es, oh ~(']l<1hriver, con pocas esccpciones, el estllllo presC'nte de los
hOlllbres en toda la superti(:ie d(~ psle gloha, que disputan los j}arudj~ (1) a los
hijos de o rlll IlZrl (:2:. \0 hay lemplo (111l' 110 ('sUí desierto, no hay una institucion
de lo l¡¡hado (It1C 110 s(~ desmorone. Allí donde los gobiernos, atacados por
todas partes, de;;poiados de su pn:stijio, reducidos por el solo principio de
eon~ervaeion a la fucrza pura, se sosliel1(~n Loda\"ía, nnicamente por la utili-
dad 'llW de ellos reportan, su ruina 110 por eso está menos consumada en el
l'~piritll de los pueblos: vanos simulacros de lo que ya no e\:iste, quedan to-
davía en la slIperlicie, COJ1\O esas viejas sepulturas que recuerdan a las jenera-
cio!ll's \'ivientes otra ('dad.


En ninguua par[(~ ~c d(',;cuhre la a~'Cion de IIna encr¡ía organizadora. _\isla-
do ('11 ~í mi'llIo, sin cui(larse de lo:.; d('mú~, cada uno trahaja ('~('lllsiYall\('nlc en
dilatar l'i circulo de que :;e hace c{~ntr(), tan estraüo a la jlbtieia que mantiene
lo,; llerL,i'!Jos, como al alllor de:.;illter('~;ado <[UI" lo~ snhon!illa al dl'her. Ca idas
as: de las allas I'l'jiouc,; que fecunda el ~oplo divino, ,in otro horizonte que el
dl'¡ lIlundo llIatl~rial, el\('CITando ('11 él ~II pensamientu, ~u,; rle,eos y sus e'pe-
l'ilnZaS, e,tas niatllras, pn qllienl'~ dormitan las faclIltadps que las unen a
llO~()troo;, no Sl~ elltil~nilen, ni ~c conciertan ~i[}1Í para un t'olo fin, la e~tcnsion
de sw; cDllI¡lIistas ~(¡hrp la naturaleza, cada H'Z mas dominada, mas esclavi-
z'l(la. fk aqui la actividad prodi.iiosa) el iUTl!elbo progrcso de lo que ellos lla-
llIaIl indlhtria. Sil 1\111 brlll('cido orgullo se ,ati~fa('e mn este progreso, superior
,11 cllal, im'lilla;!os, ('OllliJ estún, hacia la llerra, no comprenden que plleda


(1' Mot"dorrs.
:2 Rf'~: s1picntísimo.




A:\ISCllASI'A:'ieS


e"istir ningun otro. Pero ellfllldo han estraido de los cuerpos lo que busca so
insaciable eodieia, ~e ahre llueva lucha sobre la parlicion d(~ lo que ha produ·-
cido un trahajo l~h~tillad(), ~. l:\ fesult,u!o ('~: para e\.d(~hil, el trahajo, que ('fe.('\,
con la rlllnca ~atl~lcl'ha codiCIa; ypartl el luerLe,!'l Iruto de e~tc~ 1Il1~IlI0 trabaJo,
calla pa~o lilas e:,téri\ para los que Ileyan su peso. Yo no sahn\ pilltartl~, oh
~anto Alll~cJla~palld, el a~olllhro doloroso, la amarga tristeza que inspira (~~l¡;
constraste. A(IUí t()do~ los gozes (!ue puede imajinar el capricho, todos los reli-
nalllientos de la molicie, todos los esplendores de un lujo de:;enfrenado; al\!
desnudez absoluta, la:iJ)o~trera~ angtl:iLias de la JIliseria, el hambre, la sPc!, h
desnudez, la privacion e lo que ha~ta el animal, aun cuando todo le. ralte para
yirir, halla en su hora suprcma: un lugar bajl) el cielo donde descansar, UII
asilo para morir.


El egoislllo (¡UC separa los indiyiduos en c[lda sociedarl y los arma uno~
c0111ra otros, e~te:ldicd) SlIS d~ctD:; a ]:¡s misma, sOl'iedadi~s, estah!nce e.nLI'(~
dios rdaciones ¡:las ho~tilcs durante la paz Il¡i:iilla, mas f!lni~sta~ a la larg:l (Pll'
IlJla guerra ahierLa y frailea hajo el illljl,~ri() del ven]a(lero d(~n'('h() : dd delH'r
reconocido. Esto se ohserra llIas particularmenLe en las naciones industriales)
eomerciantes, en q!le domina Illas (¡ile en parLe al,-!IIIJa el principio utilital'irl,
eonvertiuo en la única regla o s:lla ley. E\i~t¡) hoy IU pll:~h\o, por d(~sgracia (l\~
los demás, a tal punto emhehido en el tfúlico, de tal lIIant~ra atormentado d:'
la fiehn~ dd lucro, que Slleüa en Sll delirio In inrasiOIl dl'l g\o]¡o enlero, "
aun es lllezqllino para su codicia. La riolcucia, el fraude, la pcrlidia, la trai'-
cion, la impudeilcla y la hiporre~;ia, todo es b[H'110 p~:ra él con tal que I'()il~
duzea a sus {¡nes. La jll~ticia, la equidad, la hlllllanitlad son para él IIIotivo di'
risas insolentes, o pretestos de oprcsio!l y despojo para Sil 'blu::ia. "<lela (',(,<l-
pa a su rapazidad en esLa tierca, der"stada por 1"1. Sus bajdés le traen d(~ t()~
das las rejiones que alumbra el sol despojos llIanchado~ de san~i'i~, y n~lle!la
SllS almacenes COil las riqlwzas dc'l lillllldo; y a p(~sar de eso, (~II ninguna part¡~
la indijcncia fUl' tan ('str(~llIada, ni apareció ]¡:I.!O formas tan horrihles, ni ('1
alma S(~ eontristú tallto por pad(~cilllientos Lan j1rorllnl!o~;, por UIl conjllIlto tan
espantoso de todas las miserias ~ de todos los dolon's, así del alma COIII:J del
cuerpo.


Así, el e~CCSiH) amor o la pasioll csd:lsiva dp los hienes mal('riales, car;u:!('\'
de la época presente, ell primer Illgar, lIIultiplica cllrahajo !lara lIIultiplicar !a,
producciones, y crea por lo tanto una esclaritud lllas dura qlle la ese!avitud
3ntip;ua, pues a e~ta d mismo intl'n',,; la dllkilica!¡<l, IIna e~('/a\'it¡¡d embrntl'i'("
dora que lince del hombre llna ~illlp!e máquina, y una llIúl!uinil ~¡Il e~;tillla('i()1I
pOI' ser tan COilllln; y ea segundo lugar, enjcluJ¡:a, con una lllO%!ruosa ¡](,,;i-
gualdad, la indiferencia hárhara, la rllYidia, d ¡,(,llcor, la crueldad fria, la
cOITupeion de la riqJl(~za y (le la poli reza , tndos los dl'sórd¡'lll'S, Lodos b; Ill,l-
les que .\hriman y los fU~ os se ec:flierzan '¡lor d¡~lIndir ('Jl l;~ ('rl'aeioll.


Por cualquier lado que sr mire la raza 1I11llana, Silllolllns sinil'stros anun-
cian un licio interno (lile desorpll1iza en ella los Ijlaltantiak~ di' la vida. Se parc:':~
a los cuerpos en deSl'!)lllj)Usicioll, en qne ('ada lllol('¡'[[la. de~p)'('nd¡r\a de 1:1';
delllri~, no tiene ya con eilas lazo algllflo, CO!110 un jlllflHt111 (J¡~ polvo iIl('r:;~
'Iue dispersa pi "ieTlto. (.Habrá Cllillplido su ~]P,!i,lO t{~I'i'\'nal? HaIJrl~llIo:i IIp;!n-
do al término faLlI (IIIC llegan a ea'.'Olllrar t'.ldll:i los ~;(~n~s? () no es l'~t:J m;;,,;
que un cstwh ¡lasajerü, una ('ri:.¡is jl(,llusa, ¡rcm sallHlalJ!t~, una fasl: de :C¡,
e\'ollleioIl '?




XII.
CO'\l'ESTlC!O\ \lE SCIL\IUYElI ,1 DAJnU:'i.


(El rey de eljuidad al que bendice al pueblo.)
De la5 raizes del órdCIl antigno saldrá un órdcll tllas perfecto •


. 'll\I~TIl() del. sohrr;:no Seiíor, del eterno priJ~cipio del lJieD, ¿cómo es po si-
hJe (Iue ll':Das lnullk el I!lal (~i1 el SCIlO de su oBra? :\ unca desesperes dc los
hOllibrl's, tú a (Iuil'a O/'lll!lzd ha l'ntürgado bcndecidos. El pensamiento de Ah-
rillJan pasó sobre la üumanidad cmuo una sOlllbra flljitiva, tOtllO una nube que
Ii:.:va la tl';IlP¡'!;li1d.


La. vida circu\a en el inmenso, Cl~erpo de rlllC cada ser es,un elemento, por
pulsaclolles Slle('SIVaS, por 1l1l1ll()\Hlll('nto acompasado, condlclOll de la armonía
dí~ las cusas, Todo eH el univ('rso es altc\'Ilativo: después del dia la noche; des-
pll('S de las dlllces estaciones y las hrisas fecundas, el invierno (~stéril, que trans-
Ll!'illa ca ,udario la rica n'slidul'a (le la naturaleza, y mata con su aiIenlo frio
cuanto hailia animado la prilllavera. •


Cuando una semilla cae en la tierra, jermilla, crece, produce llores y fru-
los: Ul'SpU:"s d(~ lo (:llal, ,Igolada ya la planta, se dl's\,('a y muere. Este jel'lllen
es una pOl'cio:1 de la n~rdad ill1inita qllc Ol'lllllzd deposita en el alma del hOlll-
bre; eo:ta planta es lo (111(' él llama rclijion; pero la muerte !lO es mas (ILlC apa-
rellte, pOrl]U!1 renacp ~il~lllpre, ti'an~rorlliánd()se cada q~Z seijun las necesidades
de la humanidad, Cll~ os pro¡2:resos sigIle, y l'uyo estado caracteriza.


j. Clialllas ('ivilizacion('s dife\,cll[{'s no ha~ YIsto perecer? 1 qué ha sobreH~­
ni¡lo·t El jl~:l:~rO hl1l11allO ha ('o:,a([o de vivir? ;\0; tras una época de langui-
dez : enferllliza, de Yérli~w y dc mai'asmo, YlIelta en sí, llena de vigor y de
salia, pro,iguicndo Sil rllta eterna, ha entraelo en las Yi~;s de ulla l'inlizacion
m;:s F('rJ'l~da. Est;¡~ revoluciones pe]'iódica~, sujetas a leyes idénticas cn el I'on-
Jo COIl la, leyes uniYer~ales de! lIlundo, ofrecen en particular de nolable qUf~,
l'calizúndose en \lila e~l('ra ~;jelllprc Illas aucha, tienen una relacioIl visible con
la unidad, a (Iue tiende lodo, a (llIe lodo m:pira.


Al pronto ~lIscitan vivas alarlllas y una tristeza profunda, porque en todas
p~rtes presentall illlÚ¡Cnes de, Ill(Je['~e, Co,a cs~ra[¡a es va qne, cuando una era,
111.)01 de las (¡ue le han precedido, Viene a la y¡da, los hOIllhres estan de duelo v
nel'n asistir a funerales. "
~. es qlle, efeCli\'alllenle, aun no ve lo que nace, y ve lo que se va, lo que


se pIerde para siempre.
POI' /:) lkn:is, nl1 sistenn social enHjocido, gastado, qur no satisnlce ya


las cOlldi:'iones de la vida de los puehlos, \lO desaparece por esto solo: e! hábi-
to lo sosliene, las pre'H'upaciones lo defienden, Illuchos intereses se enlazan a
él, y hay lIludlas jentes que quieren conservarlo a toel,) trance. Por eso no des-
tnJ\ l\ ,in lll(:]¡a, v lucha ardiente, encarnizada, de donde mnanan numerosos
desl.iruelll'S y slIfr'illlinntos, Durante el combate, Ol:lIpado el pensamiento de las
f!WSaS en la d(~~tl'llccion, las hace illll,otentes para reconstruir. Tal es en todas
jiilrles Sil pslado aClual, y e~te pcriodo d5' de,~rllrcion ~erá t;¡nto mas largo,
(,;Jallto casI nada d(~ lo que el pa~ado habla eddH'ado debe quedar. Pero tam-
lJiCll, so!Jre e,ln, 1'I1¡lla~, a <¡lIe todo" los puclllos hahrán cooperado, se levall-
ll~!'Ú lIIla lllall~iOIl ma, ya"ta ~ Ilwgnílirll, a .la ell~l cada .111l0 cOI1tribl1ir~ con su
p~dra, yen la (Ilie, unidos todos por lIna nUSllla le, habitaran algun dla en fa-
Tllilia.
~'ll <lc('adeJci:l t)l'('~elltl', SIl clegradacio!1 1I1oral, la lIIomentauca enajenacio])




160 .UISC1L\SPACiIlS
que dirije sus deseos, por en medio de los verdaderos bienes, a rejiones oscuras
que los smllidos p"elJlan de vanos fantasmas, el cgoismo qlle e:\altan cstos uc-
seos viciados, la division, el antagoni:mlO, 1,1 guerra 1)(~rJletua que sosticnt',
todo c~tc conjunto produce dos electos: apresurar el renacillliento apre~lJfando la
disolucioll que debc precederle; y preparar en ~us condiciones materiales la llnioll
futura de los hombres y su clllancipacion, unidos todos para el aUlIll'lllo de ,]í
poder ~ohre la naturaleza bruta y para el de~arrollo de la riqul'za, de la cual es
uno de lus medios este poder. Las rclaciones fundadas sohre la utilidad recípm,
ca se multiplican cntrc los pueblos por las Illas fáciles y prontas cOlllunicacio-
Jles; y si la insensihilidad S la cOllicia oponen un ohstáculo, hoy inycncible, a
una I'l~partimm l'q uitativa de la riqueza producitla, este desórdcll acallará; la
justicia, que es ha) un verdadero sarcasmo, una palahra vada de scntido, des-
pertará de su pesado suefío a la conciencia, iluminada por una luz que \a ve-
mos dp~pllnt[lr. Carla 1I1i0 entonces recihirá RU parte del patrimonio LOlllUn, ) la
estension de la propiedad) quc cn último térlllillo se resuelve por la eslension
de la libertad, aumcntando el bienestar jeneral, (lislllinuirú la necesidad uel
trahajo corporal, cn provecho del trahajo lllas elevado de la intelijellcia o de la
vida espiritual.


Por lo mismo que los sistemas relijiosos, de donde en otro ti(~IllPO dt'fiya-
ron tantas civilizaci()]ll~s dirersas, mueren a la vez y que estas civilizaciones ,;(,
cOllfunden y disuehen JlllltuaJllcllte, sell\ejanles a los rios tIue, JlJezclando
sus aguas, se hinchan, desbordan, estiendcn a gran distan('ia y cubren de
arena los lugares que fertilizahan cuando cada uno sl'f.'uía el curso (Iue k
trazaba su propia pendiente; por e~o misllJo, deeilllos, Sl' l'ofl1!arú IIna doctri·
na Illas completa, Illas en arlllonía COll el progreso de la razon y d desarrollo
de la ciclwia,~' por consiguiente una sociedad menos imperfecta. De l'sla
mezcla de las antiguas creencias, o mas hien de sus ell'llIelltos rOlllhinados,
modilicados unos Ilur otros, nacerú un pensamiento nue\'o, una ci)llcepcioll,
un dogma, destinado a ser la hase de una civilizacion COlllllll a toda~ las fr8c-
cione~ de la raza humana, dividida por relijiones inconciliable~; y de ese dog-
ma, fllertcment\~ ahrazado por la fe, saldrá el deber, y d amor que llIle, [,11
como del seno de las aguas suhe ellotus sagrado 1 eu:, o cúliz perfuma las tem-
pladas brisas.


Deja, pues, a las (kbiles criaturas quc se ajitan y pierden en una pec¡uefw
gota del tiempo, quc es para ellas un mar inmenso, la desconÍlanza y
la duda del porvenir. Estc gloho ell que te detienen las ónlenes de OrIlJuzd
¿no se lla transformado muchas Yl'.zcs a tu vista? :'\0 lo has visto, estrellle-
ciéndose al impulso de la lllallO creadora, crec()r en helleza por succsivas c[;-
tástrofes? ¿~o has yisto a la vida abandonar las formas prilllonliales, y rcap;:-
recer en seguida mas perfecta y poderosa? Si rejislras cun el pellSarlli!~llto
las entraflas de este mundo) cuna y sepulcro a la H'Z de lo~ seres, cncontril-
rás en ellas, ar:ostados HilOS sobre otros, los esqueletos dt~ llIuchas ereacione~.
Cuando estas grandes fl'\-oluciones se consulllahall ¿.q uiéll no crecría en ulIa
ruina total, en un retroceso al caos prilllitiuJ? .\sí \tan desaparecido las socic<!,\-
des hu mallas a medida que se agotaba su principio de durar:ioll, ~. en la lrJl!!'I'-
te dc cada una, los homhres, ofuscados, yeian la 1lI1wrte de toda la hUllJanidéld.
¡Vano telllor! DCJando atras, en el fondo del \alle, sus re~tos envcjecido"
hien pronto aparecía sobre las alturas, respirando juventud y magnili-
cencia.




XIIl.
TAR}IAD A SARrH.


(E! espíritu ¡Je urgullo al espíritu de violencia.)
Degradacioll de las almas, absorbidas por la codicia.


IG\


VOY, Sarvel. a decirte cosa:s que me cuesta trahajo confesarte y confesar-
me a Illí Illi~lllo; l)(~ro es lle('e~ario, 1)\1('~to que, para el hilen éxito de la ohra
COlllun, rada LIBO de nosotl'OS debe entenderse con los demás a fin de concertar
con 1~llos su ac('ioll.


En lOllas part!'s hoy lo~ Dal'\-ands llevan sobre los Alllschaspands ulla. ven·
taja marcada. l,le dia en dia su poder crec(', y se estiendcI~ sus conC¡ylstas.
¿ Qué queda (ooavia ('ll el hombre que no~otros dehamos (J¡splIlar sel'lall~en·
li~ a los Iwds? ilahlo ahora de los jluehlos mas que de los indiYiduos. l\os-
otros helllos colocado nuestras tiniehlas entre ellos y la luz (le Ormuzd (1);
y así van caminando revueltos ('OllJO rebafío imbécil, :-in saber a (Ionde, sin
im~guntar si(p_liera, haj¡lIIdo todas las IWlldient~s, y como empujados hacia
los llJgal'(~s haJos, ell donde, por la pesada embnaguez que producen los ya·
pores eslalH'ados, pierdell los últimos recuerdos de las n~]iones (lIJe alumbra el
,15tro, a eu~os ra~os les \iIlIO'; ell otro tielllJlo apareeer.


Yo he ('ofltrihuido ciertalllente tanto COliJO el que mas a esa ,ictoria de los
hUos d(! Ahriman, y <:rl'O que ninguno de ellos ignora cu~lIllO les ha ~:oll~;e­
TIldo IlU cooperaclOn. i.D(~ donde proriell(~, pues, que, hal)lendo yo e.Jerwjo
tanto tielllpo UIHI inlluencia que puedo con derecho llamar principal, ellos la
esqni\-an hoy, que debería al parecer estar mas afirmada y estendida que
nu.nca? Porque yo no puedo desconocer que mi poder declina. Que esta r~za,
pmada rle _lo que la eleva,l)(l del mundo inferior y la acercaba a nuestros nva-
les, se adhiera a la lIlatena, , se solaze (m ella; que apague su sed, Sil
hamhre nvi<lamerite en los pethos que nutren al hruto; que, dominada así
por los SPlllidos, In preeipites sin esfuerzo a todas las violeIlcias; que Auder
(2) la el~lhr~aglle con su soplo impuro, y Tarik (:3) talllbinn, echándola. con las
mas n~c.Las t1lbLOncs, d('struya sus proyectos codICIOSOs por el esceso. mlsl~o ~e
la ~O(]¡CLa; todo eso In cOllcibo. Pero ¿qué hay en esto que haya podl.do dlsm.l-
IlUIr mi po~Ier sobre eH.a'? Sin emhargo, yo lo yeo disminuir por dias. "a no ~~IS­
te esa exaJerada aprecLacion de sí mismo, eSI'. orgullo intratable, q'lC, trasmltJdo
de mí a los homhres, los preparaba para todo cuanto de ellos pretendían los
Dar.'vands, concentrándolos en sí mismos y lijándolos un estado de secreta re·
hehon contra Ormuzd v sus leyes.


Los menos dPj ene rados vi ven llenos de una vanidad ridícula y necia, e~e1avos
deuna lIIinida, de una sonrisa, de una palabra, de los juieios del vulgo lllepto,
de un fruto inútil, que nace v llluere en un mismo instante. Cada uno de ellos,
fastuosamente envuelto en sus harapos, anda desalado a caza de lisonjas, que
su estúpido aIllor propio saborea. Para tener una idea del idiotismo humano,
hay qu: contemplarl.es en su felizidad sohre el escahel cojo, tr.ono b['illallt~ de
S~I glona, ~ cuyo pIe creen que se amontonan los homenajes y la admlra-
clOn del universo.
. y es.tos tod~vía c?nserv~1l alguna cosa qll~ se asemeja vagamente a ,.mis
IllsplraclOllcs. ~ll necia vallldad, por dcsprecJalJle que pueda ser su oflJen,


(1: En la nota rle la p:\j_ 13~ se nos ha pasado adyertir que hemoi preferido la vrrsioll de Ormuzd
y Ahnman. que otros hall tradUCIdo Oromazo y Anmanes, por creerla mas conformo a Sil ofljen.


(1) Espil'ltll de impure"a.
(2) Espíritu de avariCIa.


ENTREr." 7




¡ ,;~ A \lSCIIASI'ANDS
tuvo al orgullo por padre, y es ella el orgullo tam hien en su demencia seniL
1\'ro el resto, la TlIultitud de todos rangos ~ condiciones, si(~l1to decirlo, se nw
escapa enteramente, no por nada de lo que clera a una e~f(~ra :;u[H'rior a la
nuestra a [as criaturas de OrJl1\1zd, sinó en fuerza d(~ su a1)\ eccion. Para estos
seres ca idos en la servidumbre de los sentidos, no hay m,is r)(~nsaIllieIlto fILIe
el pensamiento del oro, mas deseo que e[ deseo de oro; el oro es su fin, ~Il
vida, su Dios. Arrodillada ante cualquiera fjUe le enseiíe una partícula, no hay
humillacion costosa, desden, desprecio que no acepte para obteIlerla est;1
raza bastardeada, falsa, rapaz, educada en la impudencia Ji la humillacíon,
salida del fango, y vuelta a él como por un instinto natural.


Los ejemplos que la preeipitall por esta pendipnte parten las TIlas vews de la
cúspide misma de la ~o{'ieda(l. [n dia, re('orril'ndo la tierra, llegu(~ cerca de los
Jugares en que nació el jénero humano, a un pueblo que en otro tiempo llenaba PI
Onente COIl ~1I ('~plendor. .\0 hahía entre los Dan'ands mas qlW una voz acerca
de I jeCe de este pueblo; todos le ellsalzaban, ponderando a porfia lo que tenía
de cada uno de ellos; pon!ue lodos, a juzgar por lo que ([rcían, hahían concur·
rido, con UI1 acuerdo raro, a un éxito todavía mas raro, a hacer de él un 1I10df'-
lo acabado. Quise \u y jlngar por mi mismo, y vi en efecto que no se mp ha-
hía ellgaiíado; la obra era digna de los operarios. Estaha yo contemplándola
traw¡uiJamente, cuando de repente sentí en mi interior no só que eo~a eslraña.
El mal es nuestra esencia, y el mal reillaba allí en todo; y sin embargo te diró
que nw sentí pose ido de un profundo disgusto, no por ('1 crimen, porque me
agradaba, sinó por la hajeza.


Mi influencia no se ha debilitado solame,lte sobre los hombres, in-
dividualmente considerados, sinó tambien sobre las naciones. Tamhipn
ellas, completamente absorbidas en su codicia, no aspirando a mas que
satisfacerla, y siendo indiferentes a todo lo demús, S(' acomodan en el
fango, si imaj'inan tener en él alguna ganancia, calculan friamente los bene-
ficios que reportarán de la falta de vergüenza, se dob\¡~gan a los insultos, he-
ben la ignominia ~ agotan su copa si en el fonuo creen entrever algunas pie-
zas de oro.
~Iud1as vezes, amigo Sarvel, he intentarlo despertarlas, y me he aver-


gonzado de mi impotencia. Están reducidas casi al puro instinto animal; mi voz
nada puede sobre ellas, pues o no la escuchan, o se rien, sin comprellderla,
con una risa salvaje. Consideremos qlle tal yez, pesando sohre ('1 homhre con
todo el peso de la materia, le hiciéramos desrcndnr tan lo que no fuese ya hom-
hre, l' le destruyéramos en vez de esclayizarle. Es necesario que subsista y
que nos obedezca ¿ Para qué lo queremos bl'llto? El ser intelijcntc es ('/
que disputamos a los rzeds. No le desnaturalizeIllos, pues, porque seria se-
pultar nuestra victoria en nuestra misma victoria.


XIV.
ZAItETCIl A An~L\~.


(El que disputa el bien al que es tudo inutilidad.)
formas jenerales del gobierno. Las que constituyen la dominarion de uno o de muchos


sobre todos los demlÍs no son en realidad sinó la organizacion de la tirania.


Yo quisiera esplicarte, Akuman, que es lo que en este mundo se llama go-
bierno. Tú me comprendrrás mejor que nadie, por(jlle, al yef tan e,-
traña máquina, está uno tentado a creer que sea inn:ncion tuya. Lo (lue, a
mi parc(:er, llama antes la atencinn es, no <jIH" por no dar resultados de nin-
guna e~pecie, los gohiernos sean en este sentido inútiles o estériles, sinó que




y DAIl\A:\IlS. Hi;:¡
por ser mayor su nulidad, producen ca~i en todo efectos contrarios a los fi-
nes para los que sr. dice que fueron establecidos. ACilSO a tu ,"ez me atribuirás
esta chocilnte contradiccion; pero no con razono Los hombres valen mas de
Jo q ue S(~ eree: en esta ocasioll a lo menos, ha bastado dpjarles ohrar. Yo no
he encontrado, por grilnde que ha sido mi zclo, nada qae reformar en su obra,
Ii que retocar COIIIO dirían nuestros pedantes rivales. Por lo de mas ~ o estimo
illUCho esta última palahra .


. La raza humana, por sí propia y me~ced a nuestros afanes, ni) tiene u~la !neli-
fiaeJO]] IllIlY mareada a contenerse estnctamente en las severas prescnpcwnes
de OrIlltlzl La regla la encadena, y la cadena la arrastra incesantemente aFuera
de la regla. Los gohiernos, pues, instituidos para prestar' socorro a esta, conser-
,',l!' el ónlen, d('¡ que bin ellos desapan:cerian hasta los ultilllOS vestijios, asegu-
ran d J'('illo de la justicia, la consenacion de los derechos y la ohservancia de los
dej¡ere~; a lo llIPIlOS esto es lo que dicen los gohernantes, y lo lilas curioso es
qlW, a fuerzn úe pl'efwnarlo, han logrado l)('rsuadirlo a los gobernados.


",ota bien qU(~ t'l (mico oiljl'!o de los ~obi(,l'nos, :'[1 única raZUIl, sc;wn esta
soberbia teoría, ('S reducir la libre acrion del hombre o el poder de que su egois-
!llO le impele incesantemente a ahusar, y que un gobierno no es sinó un poder
lilas grande, concedido de derecho y de hecho a ciertos hombres, que son fue-
ra dp esto semejantes en todo a los demás. Ah! vosotros no sois lilas sahios,
\
lUt'S diez vezes al dia os sucede querer desordenadamente una cosa, y po deis
o flue quereis; Jlero sosegaos, que ya lo remediaremos todo: os pondremos


baJO el rtiji'.lIen e jentes que, queriendo para sí mismas lo que cada uno de
Yoso.lros (Jlllere para sí, tendrán todo cuanto quieran sin oposicion y sin resis-
teneJa. ¡la os f!;obl'rnarán, canalla!


En .cuanto a esto, han imajinado casi desde el principio tres clases principales
de gobIerno, (IU(~, cOlIJbinadas mas tarde, han producido la cuarta, que es la
mas curiosa de lodas.


"\cuénlate de que se trata de mantener la justicia o de impedir la violacion
del derecho, segun su lenguaje. Sobre ello reflexionaban profundamente a su
mallera, embrollándose cada paso mas, cuando uno de ellus les diju: « Y osu-
tros no sois nada. COlllenzeIllos por fundar un principio, <llW sea diviuo. Yo
soy el lilas fuerte, v la prueba es que no hay uno cutre vosotros a quien yo no
pueda torcer el pes('uezo, a poco que se me antoje. O YO no entiendo jota, o
esto es una superioridad, que será por lo menos muv ri()ículo poner en duda.
Reconoced la , consagradla con un asentimiento, del que prescindiré luego
completamente; convenid entre vosotros y conmigo en que la justicia, el dere-
eho serán mi voluntad, mi capricho, y ¡ay del que rehuse obedecer! Entonces
no habrá violacion posible del derecho y de la Justicia, porque, en fin, o mu-
cho me engailO, o yo quprré ~i('mpre lo que me parezca.))


Después habrá arrebatos de atlmiraeion y aplausos jenerales, avergonzán-
dose todos de no haber conocido antes una verdad tan clara. He ahí resuello el
problema.


Sin embargo, no lo estaba (le manera que satisfaciese a todos por mucho
tiempo. El órdell f(~inaha, pero se relajú. Algunos dijeron: «Pero ¿y si noso-
tros hiciésemos a nuestra vez la justicia y el derecho? ¡Es tan bueno, tan có-
modo, tan agradahle y tan provechoso! ¿Y quó nos falta para ello? ¿No tene-
mos nosotros ya la voluntad? Esta lo es casi lodo, , lo será todo cuando ten-
gamos tamhien la fuerza.)) Entonces se pusieron de acuerdo, y la fuerza se
colocó a su lado, "Y con ella la justicia y el derecho.


Este momento yió nacer el gohierno de muchos, segunda solucion del pro-
lllema. Las forlllas de e~tc gobierno fueron innumerables. En cuanto a mí, me
COllvcnü, tanto romo ('1 anterior, porque era el mismo en el fondo, con mas




A)!SCliASP.\:'iDS


movimiento, actividatl en las pasiones, agriez, dureza, cm-itlia, eúlera. odio~,
disensione~, ['('yerta~, ~ ~Wi consecuencias. Eghetesch (1! echaha dI) menos, se·
gun decía, la tranquila eorrupcion dd r{'jimen ankrior, [Jo¡'(llle le' parecía C¡Ul~
conducla sin ruido a una diso!ncion lilas se¡;unt ~ profunda.


Como (¡uiera qlH~ ~ea. (lado el ejelllplo, cada cual quiso segllirlo, qlli~o
hacer por su parte la jusLóa y el derecllO, y Ib,pul" de largo,; ~ reiíidos com-
bates, U~l gran número se c!lIlYillO; de lo cual reslllt:1rUIi los gohiernos popula-
res, I! IW fueron la Lercrra soll1('ioll. Eslos oJ'n:cen jen(~rall\leIlte u na ilbta lid i-
dad que a ti, Akuman, te agradará. Es cnrio~o nI' a la justiria ~ al derecho
cambiar de 1lI1 dia para otro, y a vezes de la maiíana para la tarde, con las
móviles mayoría~, o Sf'gUll los intere,,(:s que prcyalccen mOlllentaneamentl~; y
hasta hay din·.r~illad, segull los paises, eual(lui('ra que sea por [1) dl'mús la
forma de gohierno. Aquí ~e haee Ju~tieia, y allí i;lju~ti('ia; o bien ~e hace hov
justieia, y mañana injusticia. Su derecho es una rueda que jira incl'sanlement(:;
y figúrate cuanto se aturdirún a vezes estos pohres lzeds, ([ue se sientan en
etla.


En cuanto a mí, todo mi gozo y mi encanto es contl'mplar la inefahle tonte·
ria de esta raza dI) inocente~, que, en medio de tantas Yal'iacione:-, no deja de
creer a la sociedad rejida por yo no sé que principio efedivo de lo jllstO, CUYO
carúcter, si existiese, sería el ser inmutable e independiente de tiempos y Illia.
res. Pero, el! fin, no importa cómo, puesto que lo creen y hien lo sahen los
que gohiernan: esta creencia, que escede en lo aJlSurda a la~ mas ah~lIrdas,
constituye su únira pero yerdadera seguridad; porque aun dOllde ha~ estable-
cidas instituciones populares, no son ni con mucho en provecho de todos. Se-
parad:l de los poseedores de la autoridad púhlica, queda siempre ulla masa
enorme de simples gobernados, (¡ue, bajo d nomhm dp esdavos, ~icrYos,
proletarios, plebeyos o villanos, son como el rebaiío de la clase gohernante,
f,U prllpi,·dad, su materia ('~plotahle y rudamente esplotada.


S¡, por consigniente. psla lIIasa llegase a l:Omprender que la justicia con
qlw S~_~ la alimenta no es mas que un eco, una palabra que signitica fuerza;
dlWfla como es constantemente de la mayor fuerza, bien pronto pondría su
p~o;)ia justicia en el lugar de la que la agohia ron su peso. 1<:sto sería para nos-
o:ros hastante emharazoso. porque, si todos sustituían su interés l'OIllUll al in-
terés de los dominadores, o a Jos intereses indi\-iduales, aislados o eoaligados,
el interés Cl)mun, que escluye el egoismo y dpstrnye la d(~sigualdad, des-
truiría igualmente la ini~llli(lat), la tiranía de los unos, la opr{'~ion de los otros,
y se parecería en estremo a lo justo en el sentido en ([ue lo ('nticnden 11 I I('st ros
rivales. Felizmente nI) .e~tamos en e5e caso, y pasarit to¡]ayia hastante tiempo
antes de que nuestros IdIOtas se apercihan de cllo. Entonees ~ a lIosotros to-
maremos nuestras medidas.


En jeneral, aquí las cosas duran porque han (Jurado. Ilaher sirio es una ra-
zoo dc ser, y e~ la nH~jor, plk;to que ninguna preyalccc rontra ella. ta fuer-
za de la costullIbre es el todo, a lo menos fUl'ra de la~ ("!loras de nisis. De pa-
dres a hijos se t.rasmiten los mismos usos, las mismas ideas, haeiendo y pen-
sando lo mismo que se) pem;aha y hada antes de (' lIos; el lIIi~llIo rój illlen de
cuerpo y de espíritu, SI espíritu hay en ello. El derecho para ellos es lo qlW
fué, allá a donde alcanza su memorIa.


«A.cércate, villano, y respóndeme: ¡, Tu padre no )lerten(~eia al mio?- SI.
señor .-¿No le debía su tiempo, SIIS brazos, su trahajo y Sil ,ida?-SL s(~ií()l'.
-Si tal huhiese sido su ant'ljo, ¿no hubiera podido ahorearl(' '! - Sí, seiíor, y
por serias que fué realmente ahorrado. - ¿, .\hnrrado? - Sí, ~ef\Or, y por una


(1) J"lIio de la corrupcion del corazon.




y HAUYA;\H'. Hi~.
liebre: la liebre eomía sus herzas, y la mató, porque el pobre no tenia otra co-
~a para alimentar a Sil mujer y sus cinco hijos.-Yo no te pido esos detalles,
villano; pero lll~~ cOlllplazco en saher que tu padre filó ahorcado, y ahorcado
por ón!pll dd 1I110. El IWl'ho prueha el derecho. Por [o tanto. yillano, en vir-
lwl fle[ ,krf'cho hereditario, d('recho santo y tres Hzes santo, tú me perte-
Jleces, lile d(~bes tu tiempo, tus brazos, tu trahajo, tu Yida, y. puedo hacerte
ahorear cuando se I1W antoje.-Sí, senor.))


He ahí toda su historia.
'fn re~ta hahlarle de esta comhinacion reciente qlW han illlajinado de las


[res YiL'jas clases r!r gohiernll, 'Iue sohrepuja r11 ridiculez a cuanto pasó jamás
Jlor caheza ridícula. T"1l pa('i"neia, (Iue allá llegaremos. Entre tanto, descansa,
en tu sublime inutilidad, Al.uman, protector inmortal de los fabricantes de lG-
yes, de códigos y de cartas con~titucionales.


xv.
~hl'.\'iDmL\[) .\ AnDInEllEsCIlT.


(Bl jenio de la tierra a la pureza eseelente.)
Temores sobre el porvenir de la humanidad.


ESCUCllADME, huen ;\mschaspand; permitidme que desahogue mi corazon lIe-
no de secretas inquictmles, y que a la sombra de yuestra paz inalterable y san-
la. mi tílllida fe se reanillw y mi abatida esperanza se leranle.


Hacía ya algunas horas que Odiren : 1 ) "elaha en lugar de sus hermanos.
Fatigado yo dd gozo sah'ajc y de las risas sarcásticas de los Daryands, hahía
atrayesado jlcnsatiyo ~. trisle el santo silencio de los IHNlnrs \írjenes, hasta
ganar las playas del inmenso O('(>nno. Allí, sobre una roca, a cuyo pie con
dd.i¡ murmullo se meeían las adormidas olas, contemplaba yo el mar profun-
do. quc, l'!~po,an(¡o en la calma dc la noche, brillaha a los pálidos rayos del
astro que la preside. DCSp\ll~S, mis miradas se perdían en la e,;tension de sus
límites, en que se desp[egan, de esfera en esfera, las inlllllllerahles marayillas
de Ormuzd.


Mi amor le afloraha con un (>,tasis piadoso, cuando de rcpente acentos las-
timeros y desolados suspendieroll mi nraeion y me hicieron estremecer invo-
luntariamente. Bahía un dolor il1esplicaltle en la YOZ que arrojaba estos jemi-
dos fúnehres. ¡,De donde venían? 10 no lo sabía. Los ecos celestiales reprodu-
clan llorando wlllellos lamcntos lt'lp:llhrrs. Palpitante de espantoyde ansiedad,
yo respiraba apenas; un peso misterioso me oprimía; y al fin mi oido perci-
bió estas]lalabra~: ((Ya 110 e:--iste! Ya no existe!))
J<:ntoIlc(~S (,ollllll'(~ndí (lile u!llllulldo acababa de morir, y que el espíritll de


este mundo lIenaha el espacio con su duelo.
¿ Yeré ~ o talllhien la llllWrl(~ del (Ille a su Hacimiento ha puesto Ormuzd a


mi cuidado? El mas perfc(,to de los seres que encierra, el hombre, a c!uicn he
sonreido en su cuna ('011 IlIla t('mma maternal, ¡,estará destinado a desapare-
cer de [a L'n~a('ioll? 10 oigo a los Darvallfls, ~olazálld()se en e[ mal, pnva-
vanceerse del imperio que han adquirido sobre él, y a los Izcds mismos deplo-
rar la cegllPdad qllL~ 1" precipita en las vías funestas del I'slravío y la inercia
de S1I inlelijenL'ia , que ~OIJ sus miserias lIloralps. Los espíritus (le luz y los es-
píritus de tiniehla~ parecen descubnr igualmente en el horizonte presajios
~iniestros. Todos pre\"CIl, todos anuncian un vasto hundimiento, que dejará


il El que preside al oca~o del sol.




A~15CIlA~,I'A.'\I¡:¡


inmensas ruinas. La sotiedad humana, minada por la duda y la eorrupeioll, les
parece acercarsc a su fin. Los unos lo temen, : los otros lo esperan. Figúrate,
pues. santo Amschaspand, cual scrá mi an¡.;ustia.


Tc diré, sin embargo, que hay en mi corazon un no s(; (It/(\, qlle rechaza
este pensamiento fatal. 1\0, el ser en quien hrilla la illlajen de la supn'llla
Esencia) no e~tá conrlcnado. lo no podró negar que la humanidad esté afec-
tada de un mal, cu~ os gra\'e~ sÍntDmas se mallific':.;lan por todas partes; (Iue
vaya sUlllerjiéndose, cada "ez mas. en la noche de los sentidos, en el sombrío
ahlsmo de la matena ; que el egOlsmo haya lIe¡.;ado a ser su ley, la fuerza y
el interés sus dioses; a lo menos, por lo q ue rt~sjlecta a los gobiernos y a las
clases quc de mas o menos cerca participan del poder. En ellas jeneralmente
no hay creencias, ni recuerdo del dcher, ni amor, ni aun el instinto de las
cosas <elevadas, ni mas fi[l que nn fin pel:sonal, sin inten'·,s Jlor lo verdadero y
el bicn) ni deseo algullo que no esté encerrado en la existencia presente, v
que no leng~ al cuerpo por término. i Cuantas lágrimas no lIle ha hecho del':'
ramal' lamalla degradaclOn!


Pero, si tal es el estado de una porrion muy numerosa de la familia huma-
na, principalmente dc aquella porcion cuyo ejemplo es mas cOlltajioso; si
este pjemplo ha propagado el desorden y la eorrupcion , hasta entre los (lile no
rccojen mas fruto que una pesada opresion y sufrimientos cada V(~Z llIa~ ores;
se vc tambien que, apesar de la debilitacion deplorable de la fe, el pue-
blo conserva aun, en sus cadenas y bajo sus andrajos, el ,agrado dcpósito de
las leyes inmutables y' de los sentimientos inspirados por OrlllUzd a sus cria-
turas, con objeto de unirlas entre si y todas a él. Si la falta de un dogma acep-
tado deja en el espíritu del pueblo un vacío qlW el porvenir, y yo espero que
un porvenir cercano, llenará, no es menos cierto que la jll~hcia y la caridad
viveu aun en el fondo de su concicncia. Yo quisiera que tú vi('ses a esa lIlul-
titud, estranjera en el suelo que ripga con su sudor, d(~sheredada, maltrata-
da, cediendo al peso de la carga de trahajo que le illlpouen las dases pode-
rosas en provecho propio, desnuda, sin asilo y frecuentemente sin pan; y te
pasmarías de que suhsista, y preguntarías como pued(~n esos infortunados ~os­
tener vida tan miserable. Sin duda, santo Amschaspand, (lile pslo te afecta-
ría profundamente. Ellos viven por su mutua y sincera almegacion, por los
socorros que se prestan los unos a los otros en sus aniceiones; viycn porque se
aman y socorren GOIlIO hermanos.


Que muchos) siguiendo las huellas de sus dueños, ahoguen en su corazon
la piedad, y no tengan mas regla que sus inclinaciones y sus intereses egois-
tas; ¿qué es eso sinó cscepr:iones tristes en medio de la masa ammada de ~cn­
timientos de un úrden enteramente contrario? Lo qlle falta a esta PS ulla doc-
trina dara, que tranquilize la intelijencia, y ailada la fuerza de una fe, pre-
ciosa y pura, a la fuerza propia del alllor: ella siente Sil neresidad, la lIa-
m.a con sus Yotos) y aspira ardientemente a estc di\'ino complemento de su
VIda.


/, Por qué, pues, al acusar al homhre, se olvida el fondo mismo de la hu-
manidad, que se resume en el pueblo? i Cuantos secretos tesoros de conmise-
racion, de jcncrosa ternura, de bondad que se ignora a sí misma, descubrí-o
ría en él la mirada que en él los busease! Se pregonan sus vicios y no se yen
sus virtu~es! ¿ Y !l.o es ncccsa,rio. verlo y apreciarl.o todo? La ,suprellla .r~J~~i~ia
nada olvIda: un sllnple mOVimIento liacJa el lnen, por dchd,~ por tU]ltl\'O
que sea, es apreciado en la halanza de Ürrnnzrl.


¡, Cuales son sus soheranos decretos sobre los hijos que me ha dado'! Qné
deho esperar? Quién los arrancará de los santos Izeds o de los negros Da;--
yands? Qué producirá cl tI'ahajo interno que ajila y atormenta en el dia a 1M




y D.\I\V A:\D~. Uji
hombres de todas las razas y de todos los paises" El jénero humano, ¿,estú des-
tinado a morir o a renacer? Qué es lo que oculta el misterioso porvenir bajo
ese velo que el tiempo correrú '? I~s una cuna o es un atand'?


XVI.
CO:"iTESnClO:"i DE AmllllEIlESCHT A S.\PAl'iDm!AD,·


(Ea pure;a eseelente al jenio de la tierra.)
Era necesario que los hombres atravesaran las tin:eblas actuales para alc8mar una lu1.


mas viva y pura.


¿ QUlE:'I conoce, hermana mia, los pensamientos de Orllluzd y los secre-
tos de su sahiduría'? El conduce todas las cosas a su fin por vías que ignora-
mos. Dirijidas invisiblemente hacia el término de su destino, sus criaturas se
parecen a esas tropas innumerables de habitantes de los mares, que, desde las
silenciosas profundidades en que acaban de nacer, van todas las primaveras con
seguro instinto a ahordar a las mismas playas, sin detenerse por los escollos,
ni desviarse por las tempestades.


No sondeemos lo impenetrable. Adoremos y creamos, prosternados ante
el trono del que lo sahe v lo puede todo, y cuya bondad no tiene límites.


ta vida ,jermitla (~t('rrlallleIlte en su amor, y cuando la Justicia, guardiana
severa del ónlen universal, en\'Ía la muerte, el amor, que lo abraza todo, se
eleva sobre todo, la ferunda, v hace tambien de ella el elemento de una vida
lilas perfecta. •


El lIJal, (Iue se lllultiplica rapidamcnte sohre la tierra, espanta a los Ams-
chaspal1ds, porque temen sus consecuencias y preven grandes ruinas. ¿Se
engallan? :\0, ciertalllente, ¿ Cómo el mal, que 110 es mas que el alma del
vacío, la negacion del ser real, no produciría en el hombre ~u efecto natural'?
Pero el mal jamás es ahsoluto; se limita por sí mismo, porque es finito en su
esencia. SWi triunfos ~on solo aparentes: cubre el bien como la capa de hielo
hajo la cual sigue corriendo el rio, Por grande que sea la degradacion, vues-
tra mirada maternal descubre en él, como en un santuario inaccesible a los
hijos de Ahriman, los sagrados símbolos de su oríjen celeste, las semillas
del hien , que crecerán, no lo dudeis , y fructificarán.
]~s verdad que estú en descenso; pero ¿. sabeis vosotros acaso si existe otro


camino para llegar al ohjeto que le está desigllarlo? Hoy se arrastra por un
suelo fangoso; pero hien pronto, subida la cuesta, y purificado en un agua lím-
pida, avanzará por una alfoill bra de llores hasta la citlla del monte.
~ada perece; todo se transforma . .\le preguntais, SapaIlllollJad , qU!~ es lo


que oculta el velo del porvenir: si es una cuna o un ataud. Y siendo hijo de
Orrnuzd, ¿ignorais acaso que el ata ud y la cuna son una misma cosa? tas
mantillas del recien-nacido enyuehen el tlIuerto fuluro, yel sudario del di-
funto encierra en ~L1S pliegues la vida que renace.


El poder de los Darudjs 110 es lo que ellos creen. Cuando derriban v
trastornan las sociedades humanas; cuando vomitan en ellas su vcneno para
facilitar su disolucion, concurren tambien a los designios delllli~l\lo poder que
cOlJlbaten. to que destru~ en 110 es el hien, sinó la corteza seca del bien, que
oponía a su espallsion un ob~táculo invencible. Para que la planta divina repro-
duzca sus flores, es necesario que antes se descomponga aquello que la elaho-
raeion in lema ha gastado.


Considerad sinó, Sapandomad, ora las viejas opiniones de los homhres
inconciliahles entre ~í, ora el derecho hajo que han \'i\'ido ha~ta hoy: ¿esn,:




-168 A~ISCIIASPA:'i'DS
opiniones son acaso las verdaderas?; ¿ese derecho es acaso el jnsto? Y no obs-
tante, a e:-o llaman ellos el úrden social. ¿Hay razon para alarmarse porque
este edificio informe se arruine?


¡,Se temerá quc estas ruiuas produzcan la de los principio~ saludahles,
que no deJan de suhsistir en medio de los dl'súnlencs naeidos de las falsas
creencias y de las instituciones viciosas? Ilusion! Qile sean mOlllentnn('nmente
oscurccidós, puede y dcbe Succ(\cr, a cnllsa del lazo facticio que los unía al
error, destinado a desaparecer tarde o temprano; pero, Jlcrmaneciendo inalte-
rahles, como vos mismo haheis notado, en el Jando de la concim]('ia del llUe-
hlo, se conservan en ella inmutablemente. Cllando todo lo demás pasa, ellas
quedan; son como el oro que se encuentra, separado (le lo que lo cuhría, en
el lecho del torrente que arrastra el impuro fango.


Por lo mismo, euando los lzeds, atentos al curso de las cosas, anuncian
inevitables catástrofes, grandes y próximas revolueiones, anuncian a la vez
una renovacion cierta, una magnífica evolucion de la humanidad, que se está
obrando para dar a luz el fruto quc ha jerminado en sus fecundas entraflas. Si
su alumbramiento es doloroso, consiste en que nada se hac(~ ~in esfuerzos; con-
siste en que, encerrado en el cuerpo que se disuel ve, el espíritu que trata de
abandonarlo y tomar posesion elel que va a nacer, padere a la nz por su ps-
tado presente y por su estado futuro, el disgusto de lo que es y ni deseo de In
que serú, porque el deseo mislllú es un sufrimiento, y lo es tambien la espe-
ranza, mientras no alcanza su objeto.


Compadeceos, Sapandomad, de las jeneraeiones sin patria, a quienes rú-
fagas opuestas arrojan en el vacío, entre el mundo del pasado y el mundo del
porvenir. Se parecen al polvo (lile Vato (1) ha re rodar, Pero este polvo, sea
nube tenebrosa o torbellino devastador, vuelve al slH1lo, en donde, fecundado
por los fuegos Ji las lluvias del cielo, se cuhre nuevamente de verdura.


XVII.
BAmu'i A AsCrTESCm'íG.


(Eljenio de la bondad de corazon al que da la ciencia y la luz.)
Evolucion de la libertad.-Obstáculos quc cncucntrú.


Yo he visto, Ascheschmg, que los homhrcs de todos los puehlos tienen UIW
nociof\ inslintim ele lo justo, que les guiaría con bastante seguridad, si 110 la
fals.casen, por una. parte, las instituciones ~rhitrarias y fa('Licias ~ohre que viyen,
y SI no la oscurectesen, por la otra, sus efectos, para establr,eer entre ella y e5-
tas insLitueionrs una armonía imposible. De aquí, esa~ innumerables teorías
del derecho, las cuales varían de Hna época a oLra, de ulla nacion a otra, se-
gun las dift~rencias de relijion, leYes, costumbres y gohiernos. Sucede tamhien
que el dogma relijioso, algunas yezes opuesto, a !() menos por su terlllencia, al
principio político, se dohla entre las mallos de a(luello~ a quienes se ha run-
fiado su custodia, se tuerce y se modi!iea en sus consecuencias para armoni-
zarse con él. Esto es visible en Illuchos pueblos, particularmente en aquellos
mas adelantados, en dOlldl~ la pr{j(~ti('a conLrasta mas ('on la doctrina. El hom-·
bre, COIllO la crcacion entera, gra vita naturalmente hacia la unidad: la cnn-
tradi.c.cion le disgusta; no pudiendo ajustar los actos a la regla, se esfuerza en
modlhcar esta para ajustarla a los actos.


No hay lejislacion que no implique un principio de justicia distrihutiva, fine
l.) E~piritu de) buraran.




(;~ el mislilO en touas parles; como no hay poder que no nwntenga la aplicacion
en un lílllill~ que determina el i"tcré~ propio de los gobernantes. Son justos
hasta donde UII 1I10t;,,0 personal les illlpide serlo, nllnca lHas allá; y hasta lo
hall he!'!\O ,11 prilH:ipal IIIÚ\illla ¡lp E,Ia!lo,


Pern, ,¡ algllno~ rasgo,; de jlJ:;!lria n-al sIIh,islell en las leyes secllndrll'ias,
';i1] la clIal la raza humana no \'iriría UIl ,nlo rila, la organizacioll de la ~ocic­
dad pro('(~de de un principio C!lteralllenle ddl'rente, de un principio, no solo
csir;1ilo a lo jll~t(), sinó destrllctor de lo ¡listo, y este prillcipio (,ií!l~tituye en
(odus partes el <!:'J'pí'lw social, (11lC no es otra ('o:;a qlle d derecho de la fuerza.
Así, lodo podcr <[IIC pierde, ora la fuerza material, ora la fuerza de la opinion,
cae al in~tallte; ~ llIi('lItr,¡,; dura, cualquiera que ~ea la f()rtlla que tOllle, llllll'
ca es lilas qlle 1;1 t;loi~la dOlllillacion dn algunos soh['(~ todos, El mando S,) ('jer-
CP esdll~ivaillCIl[e 1';1 HJ IJl'()\'l-c!lO, Y la olJedil'!1é'ia qlle asegura el temor se I'C-
sueh'e Cl! la incritahlc ¡¡¡talidad de la scn'idulllhre, Porque ¿qllé servidumhn'
mayo!' que la de dl'penc1er en torlas las co~as, física y mordlllente, de UIl P2-
q!i,~fi:) llt'lIllel'O dl) IJl'ivilejiados, cuya sola \'ol:lIltad hac\) la lpy, Y para <[l;;l',-
Ill\S todos los delllás no son en rcalidad llW:i que pmos instrumentos pasiros?
i.\O es esto ser lo que el animal doméstico, de quien dispone el amo COlllO le
Jlarccl~; que trah:lja para ól el tiClllPO que di3pOllC, y no tiene lIlas pal'te en el
prod(u:to de Sil trallalo (IUt1 In qlll\ él le cOllcede'? ¿Es eSll\ el hOIllhre? ¿Es eso
Jo (1'1e OrlllUzd, al crearle, quiso que fuese'!


Es verdad que con el tiel!lpo se hn operado una renceion creciente en acti-
Yldad y fortuna contra esta enormn iniquidad, y quP las esclavizadas llHbas
han alij()rado pOl'O a PI}('O, en f(lorza de ('ontinundo'i C,rU(~rzo:;, el pe,;o de la
oprl)sio[l, Pero el rondo es el mi"nlO todavía, parcILle el den-cilo de la fuerza
C:; aun en las na~'iones mas ell\'nllecidns de su ilustracioll el mannntinl de SILS
Icye~ y de ,'(!': l:o[fslitUí'iolll'~, Pi)!'O ha l¡ile una de ellas hizo una sublime tell-
tatir:! dé\ clllan(:ip;¡c:on 1l1ü\()rsai, en la cual las demús, de~perlando de Si!
SIH:fIO, intentaron tomar parte. En aquellos lllomentos se creyó (J!w la libertad
iha a salir para ~iclllpre inmortal de entl'(~ las ruinas de todas las tiranías, (b
la igualdad [lf'(dulllnda CO'1 11:1 elltu~iaSlllü i!llposibk~ (k ("~~icribir, l~~to duró
algulln~; arios, los IIl:lS grande:.; (k la historia; pero luego este movimiento se
paralizú, y lodo conti!1t!/¡ COlItO e:iíaIJa, conservando apell!lS alglLnos frutos de
('sta (~Iabora('¡on ji¡~alltl'sca, que todaría se \'en ca:;!' ~: pudrirse ell el sudo,


1\'0 me adllllro, ciertamente, de qnc los ilJ(li riduDs y las clases ¡]esposeiclrrs
de su poder illlpio y (le las velltajas qlLe les reporta, se ¡unan concertado, ha-
cl:;ndo Lodo jÓlIl'1'iJ (k (\Srunzo~, para reparar ~llS pórdi(la~ y restahlecer su
dOlllin<1eion, ascliurúndola sobre hase, sólidas. Pero ¿como esplicar la indife-
rencia y el abatillliento de los pueblo" y su coharde inaccioll despn(-s de tan-
ta~ victorias'!


¿Como esplicar la dcc8dencia de la o¡lÍnion misma? ¡ Singularidad estraoa!
~J¡ellli'a-: que los hombres del pa~;lrl(), unirlos a los que han re('ojido la succ-
sion todavía inlllen~;a de los ablhih (lc>1 pa~atlo, sc cOI\(~iert<:n para perpetuar
('~tos aIHl~o~ ell ,11 hendirio e imprimir a la sociedad un muvimiento retrógra-
do; olr;)s 110111 bres, que; están divididos <ldr~illá" C:1 casi l,)dos lo:; puntos, afec-
tan declararse los del'en:iores, los continllad¡)rl~,i de la ohra rOllH~azaila por sus
herlllall()~, Cada eual se presenta con SI!:; id:'''';' sus miras, su s¡~t;'ma, y no
j¡a~' uno solo (k (~S'l:; siste:lla:.¡ que, partiendo d:J principio teórico de la libertad,
na va~a a conclUir ea el despotismo. )IlId1élS aan sohrepuI:ln hajo e~tc re,-
pedo, e;peLulali\'allll~nte, a cuanto el mundo ha Visto Jamás dt~ llIas e\,al~rado y
lJJlJ,il,truOStl, Han illla.iin,~d() yo no s¡' que d,erecllf} ,social ~lJprelllo y domi~aJor.'
á fin di: estahlecer la Ullldad, tan neccsana en dcclo, que nace de la SlIr}(H'lll-
na(>ion ¡/pl drr('cho al rJ¡~¡wr, del derecho igllal en todos, pues que deriva de


7"




! i~l A 'l1,CnASI'A"'Il~
la naturaleza, cOlllun a todos. Y no siendo ese derecho social lilas que una
ahstraecion, en tanto que no se realiza en un ser viviente efectivo, se rellucc
al derecho del Illas fuerte, el derccho del que gobierna, (llIe representa a la
sociedad, bajo cualquiera titulo; lo cual juslilica radicalmente todas las tlr<1-
nías p<1s<1das, pre~entes J' futuras, y no es sinó identitic<1L' la tiranía lIlisllJa
con el derecho ahsoluto.


Estas cuestiones de dl'reel!o soeial, presenladils oscurilmente y reslleltas
por aserciones atl'e\'idas, Illas 1IIIe por ~e\'er<1S deducciones lújieas, no tienen
lilas valor en el pensamiento de los que las traLan que el que se concede a la
determinacion del medio con el cual podrían, en eireunstancias dadas, illten-
tal' la aplieacion Ih~ sus doctrinas económicas y lilosóllcas, Y previendo una viva
resistencia, y no sabiendo como vencerla mas que por la fuerza, constituyell
a la fuerza misma en derecho.


Por lo demás, cuando falta un dogma admitido, los espíritus, encontrán-
dose sin rula alguna que poder seguir en las rejiones llltelecluales, desciendeil
al lIIundo de los werpos. ;''';0 con~iderando, no eOlllprendiendo lilas que el lado
material de las cosas, e! poder, separado de su regla, no ha sido ya para ellos
mas que el poder de comprimir, como e[ problema del homhre, de sus desti-
nos y sus leyes, no es lIJas que e! problema de! bienestar 1'!:,ieo; Yimc\l(lo a
ser todo lo demás, hasta la misma llIoral, no ya su fin, sinó a lo llIas una con-
dicion que implica secundariamentc la realizacion de este hienestar, único
ohjeto real de la vida. llablo solamente de los que llevan en las consecuencias
de sus principios cierta reserva tímida; porque para muchos otros la ley moral
no es un medio, sinó un obstáculo, y el mayor de todos.


De aquí proviene que en estos momentos la sociedad se reduce, en órden al
pensamicllto , a la ciencia de la naturaleza v de sus fenómenos, verdadera re-
lijion de esta época materialista; y en órden a [os hechos que dependen de la
actividad prúetica, a la industria, comprendiendo bajo este nombre todos los
jéneros de trabajo que concurren a la produccion de la riqueza.


La ciencia, que jamás ha tenido lazo directo con el dogma, cuya autoridad
se estingue, y que no deriva de ningnn otro dogma anteriormente delinido, se
ha de~arrollado en su propia esfera, aislada de la de las causas necesarias y
primordiales; de ~uerte Ilue ha contribuido, por sus mismos progresos, qu.(~
honran el jenio humano al mismo tiempo que lisonjean el peligroso orgullo clr,l
talento, a desviarlo de los manantiales de la verdad v del bien, a concentrarlo
en el conocimiento y el amor esclusivo de las cosas eOIltinjentes, no concedien-
do realidad sinó a lo que se ve, se palpa, se mide o se pesa.


W homhre, ahsorhido de esta suerte en el mundo material, ha dehido apli.
car a él toda su actividad. te ha ex.ijido la satisfaccion de sus crecientes de-
seos, porque no tienen, aunque procure toreer su rlireceion, otro tl~rlTlino que
lo inlinitr); ~ por este ciego estravío, se ha condenado a un trabajo de tal natu·
raleza, que los mas rencorosos Darvands nO podrían elejirlo mas terrihle.


Producir para gozar, hc aquí el único pensamiento que hoy domina a los
pueblos. Necesitan riquezas y mas riquezas, y sin ellas todo ('s nada para ellos.
Honor, gloria, civilizacion, SOll palabras vanas con que se disfraza la avaricia.
el ·insaciahle ardor de adquirir. Pero, queriendo todos lo que no puede ser a la
vez de todos, sus relaciones, forzosamente hm;tiles, n') tienen mas objeto que
despojarse mutuamente, absorher, apropiarse el fruto del trahajo de los déhi,·
les por la violencia, y de los poderosos por la astucia. Y como en el seno de ca·
da pueblo las mismas pasiones conducen a los mismos efectos, se sigue de aquí,
respecto a los individuos y a las naciones, iguales hajo este punto de vista, que
el es~eso de la desnudez c~ntrasta con el esceso de la opulencia, pOrr¡lle la pro~
ducclOn se acumula cada dla mas en las mismas manos.




y D.\RrA:\llS. 171
Los Izeds se allijen y se alarman de tan profundo dcsórden, porque lo~


Darudjs triunfan. Ningun signo anuncia en efecto un cambio próximo; a cual-
quiera parte que se dirija la vista, el horizonte se presenta negro. i. Como han
de sillir los hombres de estas tiniehlils en que Yiven eontentos? ¡Ten piedad
de ellos, salLto Alllsehaspand! muévase tu corazon al espectáculo de tilntas mi-
scria's! denallla sohre e~lil pohre criatura, sumerjida en el sellO de la noche,
los rayos de tuyul'a luz! Súl.:'ala de sí misma y de sus e.nelll~gos, qne son los
nuestros, y odwn en ella, lUJos desventurados del que dIJo ¡~o, la ohra de 01'-
muzO. y su imújen.


XVIII.
CO'\TESTAClO:\ DE ASCIlESCHl:'iG A R\IDLI.;';.


(El que da la rienda JI la luz al,jenio de la bondad de corazon.)
Hasta el mal, bajo la inlluencia de las leyes divinas, concllrre a la producciou del bien.


Es tristemente cierto, llahman, que los hombres se engaiían con una faci·
hdad singular acerca del derecho, por igntlrilncia, por lijereza y por esa espe-
cie de fascinacíon que ejerce sobre ellos el húbiLo de cierto órden aparente. Lo
que han visto siempre les parece una consecuencia de las leyes mismas
dc la naturalcZil. Lo aceptan a lo mcnos COIIIO Ulla necesidad, y es pre-·
eÍso mucbo tielllpo para que lo justo, oscurecido por los hechos que usurpan
su lugar en la organizacion de la sociedad, se presente con bastante claridad a
sus ojos para que despicrte en ellos el deseo de su realizacion: iY cuanto tiem-
po pasa todaría antes de quc este deseo se transforme en una voluntad efectiva
e incontrastahle! Aun despul's de vencida la preocupacion, se cntabla una nuc-
Vil lucha: el interés resiste a su vez. Las clases privilejiadas combaten obstina·-
dalllcnle por mantenerse en el goze de las venLajils que le ase¡¡:ura el réjimcn
antiguo, y los preLestos en verdad no les faltan. Pon[ue, siendo lo qne c:EÍsle
la elefinicion del <kl'echo para todos los pucblos, atacar lo quc existe es atacar
el derecho, es trastornar ese órden aparente de que antes he hahlado, sin que,
en la cOlllúsion primera de las ideas y de las cosas, se sepa distintamente lo
que debe sm;tituirle. Los unos, encerrados inflexiblemente en el principio ab-
soluto, que en este sentido es irrealizahle en la tierra, donde todo e~ relativo,
~uefían con lo illlposible; los otros se dividen sobre el mas o menos de las modi-
ficaciones necesarias para hacerlo practicable, y todos sobre los medios de
ohrar la trans/'ormilcion, cualquiera que ella sea,


De aqui las vacilaciones, los con!lictos, las dificultades de todo Jénero, las
tentiltivas parciales mal combinadas y conducidas, quc, frustrándose en mas
o menos grado, trastornan las conviccione~, suscitan la duda y Cilnsan de la
guerra que en un principio se emprendiera con entusiasmo. Todos retiran, ais-
lan, separan su causa elc la causa comUll; el cálculo sucede a la fe, y el egois-
mo a la almegacion.


Adcmús, en toda revolucion se presenta una raza perversa, que, revis-
tiéndose de un falso zelo, la sigile sielllpre a cierta distancia sin comproIllc-
t~rse, y ele"pup.s del combate, cuando el pueblo descansa, se apodera de su
n~.toria y desnaturaliza sus consecuencias, reproduciendo, con hipocresía al
prlllcipio y con audacia (lcspués, IJajo diferentes formas, todos los abusos que
había neido destruir, y aun élnlllentúndolos, porque estos hijos de la corrup-
cion, raza bastarda de los últimos Darvands, no aspiraban en su finjida cólera
contra la injusticia, sinó a utilizarla para si, Jlues no orliahan la til'81lÍR, sin,)
que envidiaban al tirilllfl.




No ohstante, así en el (¡nlcn prút:tico como en el lk las ideas, a pl'~a[' ¡J(,
los o!Jslúculos que relanl;m (~I pm;"TI','), no Jeja de rcalizar,c irre:iislilJ!ellll'!lle.
~;i ClyanwlH!o al iil!j!ubo d\~ cada n'vollLcioll <¡Ile ha pl' .. 'p<1rallo el IllovillllPn:q
¡ellcral de las (,ll~a~. la ~():'iellad desanda Cl! ~"~\lida ,LIS pasos, .i;!nl;i~; retro-
cede J¡a~ta l'l jllm!o (ll~ ([u ¡¡de ha partido, En el flnlo (L~ la ('oll(,!l':wia ;. dc' la
razoll pl'lb¡i('a ([[Ida inddehle cierta llocion lIl<1S c\cll'la dio 11) ju'lo. ('¡e!'lo
~ellli!llil~llto ¡¡la'; pcrr\~('tu del derec\o, y el pucblo COllSé'i'Ya siellqll'l~ UII:I por-
eian de iaJibcrtad 'lu.e hal!ia conq:1i~tadJ, y que le ~ine lJara re('oa1ltll,tar la di~
que le liaiJla;l dcspolado W~ lraldore~'. les una cu;:'tlon [,e tlelllpo, ~' 1:1 tiempo,
'fue S\: c;1!cllla en limites tan esln'(:hos pura el individuo. ~ aun p~lra las lIi!-
('i(l!l: s, I.'S ll;¡t!a para la llll!::anidad, <tUl' crece f;Ín ean'jeccr jalllú';, CO!!lparil
Sil estado presellte mil Sil l'~tado orijinal'il). y ('oll~idera el espacio IIlle ha p'_.
corrido, Bajo un cicln p:11'O ullas yeZeS, bajo nlilH:s sOlllhríns otras, n tra\(', d(~
yerdes ¡Ianuras () de ft·tidos pnatanos, l'lla uJarcha con pa:;o cOHtinuo, aU!l(Fr~
do'sigual, haLla el t,'nilillo divillo (lll(~ la Ilallla.


La ('íellcia , (jlIe ho: se dl'sar;'oiia fnera d\'l dogma, conlrihllir;l lllas tnrcle
al de,:éll'i'ollo del doglila mismo, Porqw: cuando es la trcacion 1IlI'.!I)!' ('o!locHla
en sus leyes illll1pdI:llas, oblign a ,bcellcler a las Ie~ es sllp;Ti()re~, de donde
a:lul'lla:i (lPriv:1ll, ~ c()llduci(~llt!() d~ C<lllsa 1'11 C<1m;¡t a la priluera, ayudan a
coilCebil' cuantlJ clIciclTa de mas e:,encía: (']1 Sil lI!1id:lll. El ('OIlOCilllicnto <le lo
illfinito y de lo finito, e[lie no ticlle ~ín d r,IZO!l alg!lllil de ~er, UU::llne IllU-
chos hayan podido alguna HZ creer lo contrario e~túll inseparahlelllente enla-
zados par:1 la:..; crialmas.


La ciencia acle!llús alllllllllla incesantemente el p:lder del l!olllhre, {)nll~te
a ólla naluraL'w, dominada por las fuerzas (le 1:1 nall!rnleza misll\a. PO['(!llC,
si olvidando su~ verdaderos destinos, se ahsorbe en ella, dOillinadu pOI' ~Il co-
dicia, que le impele a producir ~ie!llpre IIlns; e~;tollllSll\() es, en cuanto al re-
sultado material, que es di,tinto del y[cio llloril] , una de las GO!ldiciones del
vrn,rre';:J fl:turo.


Todo progreso, en efecto, se reouplye en la estensiOIl de la lihertad; por-
que el pro~r~sn no puede ser COllccllido sinú c:mlo un IlesaJTI)llo Illa~ libre o
Illas cOj!lp!elD de la~ potencias [ll'opimj de los seres, Pr:ro en el onh:lI social la
libertad lIO es posihle sin propiedad: slllo ella clllan:::pa al hOlllÍire de toda
(lep:~!l(kncia, Para que los hom!Jres. releY<llb-; eL.: la c:,claril ut! Il'(!al, lJl'l'o
somelidos por ~1I pnsicinn pr:~car¡a a ()tro:; hnl!lbres, tO!m'll p()sp~:i!lll (:e la li-
berlad a que li(:!l;~jl 1111 UCl'l'dlO imprescripliHe, ('S i;¡di:';p;:Il"tllll' que ,HL¡uie--
ran Ulla pro¡)iellad real, y cO:l~iguicntellle:lte q!l(: la masa rito, las !'l([II('zas
producid,ls, repartida e([Uitatlnl!llCnte, Sl':1 sll(i('¡l~l\l{~ ;)an fl'aliz:!l' la elll'!ll::i-
pacion jelll'ral. .\i nguna sociedad ha llegndo loJ,ma a l'"t:1 1l'.1i1to, ni I!egal'ia
.F1lllás, si el c1e:;pré:(~i() de ID~ biencs lllaterialr~, ('oIl\T:lil'llte hajo I,tro a~Jlecl()
en cicrta Illl'di(la, des\'iando a las nnciones dc [O:; ti',,:nios ['(~[;¡li\'os a la eú.;-
tcncin tern~llal, las encaminase a un e~pirjtu;¡Jisnio co'(:l!l~i\'(), <[ue, en yirllld
de la direccion elltcra!llenl() m;sliea impresa nI ]l~);ba:lli~'ntll, a lo,; t!espos, a
los sentimientos, a 1,1 aCli\'id<1il COlllllll C individual, apart;li'Ía d',)llla:,i,~do dl~
I~ vida presente, y seria estéril para uno de 1;)5 [ine~ lH illcipak~ de la hWllu-
melad.


Ese ardor de prodlll:ir, que te sorprende, aunque vici,ulo l'll su pri!lcipio,
y d~lestahle en ~us c~nse(,ucilc¡ao .1cll¡aks ek eorrupciua pl'ol'lIl1da, de dllro
egoNJl()). de odiOsa tlrania, tenrlrú, no olblanLe, por dect:J n'aliz;¡ r una ¡JI)
las condiCiones de la lihertad flltlll'a, cuando lo::; pll(,]¡:()~, rI':l!:iílJ<ld:IS por 1:1
fe cn el dogma, antiguo y IlIICVO a la HZ, (llIe ~C forllla (:fl S('Cl'cLo, se:lIP!all-'
fes hoy a esos destjraeiados que vi\ en ~()¡Hlltad()s en la:; ellt;'<l:;a~ (1.:,1




y 1J.\l\VA'ilJS. I -~-J id


sucio que n~illllcven pl~nosamente con el s~\(lor de S1I trente, volviendo a la luz,
pro('e(lila a )a .justa n~partie:on dl~ la rillllCz:1 <!ruill1l1ada,


\é ahí ('OiIlO, Cotlcllrl'iendo sin cot1J)ccrlo a los hellL'ficos designios d(~ 01'-
11l1lzd, la ('i)I\icia llli'illla ~ torla,: las Vi!l~S ¡):):;io;le~ CllyO especláculo te cO'llris-
la, jln~i¡;¡!,'an ;¡ljé¡¡ero 1t1l!11:1!10 una ]:('ra 1'.la~ I~i('h(l:'il. ~i:l fIlie ~('a justificar
a lu,; J:lal\':lI!os en !llanera al';lI!~a, ~II lililHjO, 1l11¡;oknte contra las l\'-
w.' que rijen ('/ uniyn,o, hurla "íClll[Ji'i' los dku!\i~ y las CS')(~ranzas de IIl~ !l,lrrand:i, Elmal jaillús 1J1';!!a iildL'!iil:d;~'li\'¡]te <Id mal, \ la I!\ailo dd Po-
der slIjli'elllo lo hace sl'rri:' al li,l para d trina!'o dd hien, CrIando los \apOfl'S
(jp los tilgares haJos ,;e CO:l::e:blll elltn~ la t:crrn y el astro (!lle la lIIorlíiica, la
planta j<'lIcn Cl-n'(~ a lit ,~olilhra, y nlli alllll,~nta ('un su sa\'ia, que eonOilllllir[a
su cator 1lI1l~ "iví) ~ 1111 dl~sarrollo muy acho, el débil jérmen de los fl'lltos
que uu dia JlWdllrarú el sol.


XIX.
;)HEiJ:;CHOCK A ZAilETCll.


(El que quita. el reposo al que disputa el biw.)
Estado febril de los pueLlos,


¿. Un,UI\\S, Z,lre¿cl¡, la 1I:1:yusal inq\lictllil qlle se ha apoderado de los
Illllll!JI'(;' , la ajitacioll febril (lile I"s quita el sueLHl, lo~ ,obrcsaltos de 'u fati-
!.2.ado petiSalllie¡ltn. la:: conYubi\-ll~ al!!;u~li:~~; de ~:Il~) de~c~)s ~¡!l ohjeto ~ lo~ c:)-
ií'~~ll¡P('illl¡enlos y 1';alpit~J(';olles d,--~ ~1I cnern{) y (L~ ~a alrlla? Plle:.;·e~c es el p:-;-
lado a qU!' he ~allido traerlos, a~l a 1m; imLY!duo:-", C:)lllO a los pu(:hlos, Para
ello,; JJ() /¡;¡~ reposo: ¡H':1:l tra~ [H'il<l ~ fatioa tras fatiga !o~ abl'ltlllall sin cesar,
rCllat'i~lldi) e[(~r!lalllt:!ltc (!(~ ~í 1l1i"!IWS.


i Cuantos cl:lre no,;o~i'IlS se ([,m importancia (IlH: no t¡t~I1('n cosa comparahle
(lile ofrt'Cl'r.al jefe (le los Dc\ys! lo n((~ lisonjeo de ([ue apreciará de lodo co-
razollllli obra, y desearía r¡ IlC obtuviese tamblen tu ap:'obacion; con!ieso que
mc seria Illuy grato.


xx.


EFECT!V,\\IC\Tl:, tiene:; a~;una razoa para eri\an(:ccrtc y estar satisfecho de
1 i l1JiSlnO, COllvengo ell qlle l'lltlLlllllo parece afIUé'jado de algull malestar, y
'lUlO los hombres no (lUi'i'I11C:l hoy tn'ill¡uilamente, ~' c{)1\fl~saria tamhien, por
COlllpl;lcertc, que 110 clt!(:r!:¡(~!l l)Ol'O ni lllucho, ~i todo n:all!o !lacen, y dicen, y
piensan no ~e¡¡l(~.ia:---;e tantD a ¡{¡~ en:~\Jcl~ns, pei.'Cl (:n:~tH:I1ns ridknlos r, insen~alos,
que vacilo en IllH!llr~l:-;tar l~li Opi~lion ~:o\;re e~;L\~ rUill~} deli\':u!o.


PcJ'ó) ¡.quieres, ~íl'('O,:l'hol'k, que llll' CS¡:!iqlle franc,':':l'lllt;? Yo no dudo
de tus Lrilllllós y mucho m'CI:Os éle tn zl'lo; pero 1;(1 tCi~c~() un¡1 "Ila idea de tu
IJUl'icllCla. Lo c¡iH' me p:H'C(:\~ \'ei' ('Il tus manos ~~ uaa ra,w d(,'>J~.i~ILla; la clla!,
)JoJ'![tle la cal \ anizas, ajita sus FU'''; cosa ('11 yen!ad muy sencJtla. Pf~ro el es-
]Jl'rilllento es curio~o, y 'pu~sto que te diyicrte , te invito a (,(JIltinllllr!o,




17"


XXI.
MEDIOSCIlE}I A .HrfllBA.


(El que úa la verdura a la tierra al que la hace (érlil.)
Magnificencia de la naturaleza.


Yo compadezco, oh Mithra, sobre lodo en estos momentos, a aquellos de
nuestros hermanos a quienes ha sido conliado el cuidado de los homhres. Su
lucha contra los Darvands, llena de vicisitudr5, no les d~cj[l reposo alguno; y
¡cuantos desórdene~ podría evitar su Yl.iilancia, que sin duda es muy activa!
¡Qué doloroso es ver tan a menudo sin frulo su trabajo y su alllor estl'I'ill


Sueslra mision, encargados como estamos por Ormuzd de mantener en el
mundo inferior el imperio de las leyes santas, por cuya ,irtud subsiste todo,
es mucho menos ruda o, digamos IlIas bien, que no tiene mas que duIZllra~,
porque los seres sobre quienes velamos se prestan dócilmente por su misma
naturaleza a lo f¡Ue el órden exi.je de ellos. ~o tenemos qne comhatir lIlas que
la inJluencia de los Darvands, siempre vencillos cuando la crj,\tura cuya pcrdi-
cion Juran no se hace voluntariamente su cÓlllplice.
~\n[]que Khin~h ll) arroje sobre las campiflas su maléfico aliento, aunque


marchite la vida y paralize el movimiento, bien pronto renace todo, reverdece
J' palpita; bien pronto quedan horradas las lívidas huellas de los [lasos del in-
mundo Darudj.


Asociados por nuestras atribuciones, Goscherun (Ji, IIathrem (:3), Tachler
(4,), ~lediozerelll (5) Y yo, el tiempo se desliza para nosotros con un encanto
mdeflllihle.


Alejados de los lugares en que fermentan y hiefYen las pasiones humanas,
rara vez el aspecto del mal viene a turhar la pura alegría que nos causa el
espectáculo de la creacion. i Q!lé bella es, oh ~Iithra, la nalura]('za 1 qué fe-
cundas son sus secretas poteacias, y (Iué maravillosa su industria, y fIU(\ SP-
dudoras sus armonías! Cree uno conocerla o haher descendido a sus profundos
misterios, y gracias que al cabo de una larga ellad ha~ a podido UIlO des\lorar la
superlicie. La vida inagotahle que mana de su seno rel'iste formas cuya va-
riedad manifiesta al esterior los pensamientos de Orml1zc!, como ellas inagota-
ble. Encarnado así en su ohra, cüntemplamos en ella las ocultas I'i(iuezas de
su ser infinito, qne manifiesta en el espacio y el tiempo a los ojos de sus cria-
turas por IlI1 desarrollo eterno. Cada ser viviente, eada retoño, cada gota
líquida, cada útomo gaseoso, lo. revela individualinente; cada cülor es un rc-
flejü de su esplenclor inlemü, y cada sünido un eco de su voz.


Cuando en medio. de los mundos que recorren cürno viajerüs celestes las
llanuras sin limites de la inmensidad, se presentó a nuestros ojos la tierra
por vez primera, no era mas que un vapor lijero iluminado por una luz difusa.
Poco. a pücü lo vimos condensarse tendiendo a un ('entro COlllllll; después se
operó un trahajo misteriüsü en las entrañas del globo naciente, y se cubrió
de una ~orteza sólida, que bañaban y üprimían las ondas móviles de llna vas-
ta atmosfera. Plantas de todas formas y tamaltOS honlarüll con SIlS hojas
desplegadas y sus altos tallos esta primera vestidura. Después pulularon en


(1) El que atnca las planta; y los rrlJaños.
(2) El 'lile cuida de los rebaños.
(3) El que hace crecer lo, frutos y los animnles jóvene;.
(4) El 'lile vela por la lluvia y la con6ervacion de las non'"
,:;~ El que da la lech~.




y lJAIlVANlJS,


aguas. prados y }¡úsques, los seres animados de innumerables especies, (ksde
el impcrceptihle infusorio hasta los reptiles jigantescos.


y el tiemjlo se deslizaha, y las jeneraciollcs de estos seres ve,jetalcs acu-
mulahan sus restos en grue,as capas, mrzdndas con las formaciones sllcesiyas,
que una fuerza interior a¡¡aelía a la corteza terrestre primitiva. Prodijiosos mo-
vilnientos ealllhin]¡an penodiC'alll~nte su supr:rlicie. Helllovidos los mares en
sus ahismos, e invadiendo los continentes, su ledlO (lcspcado pn~sclltaba a la
YI~ta mleros continentes, de euyiJ seno se alzahan COIl\O levilntadas por una
mano poderosa cadenas de lllontaflas, qu~ se cruzahan y entrelazaban ea mil
dirersa.,; direcGiones. Y la almósfera tamhien, asociada a este trahajo unirer-
sal, se modilic¡¡ha en sus elementos; v la vida se transformaba como el hot()[l
~e transforllla en flor; y organismos Ill:lS co,lI/lletos, s(~res nns perfer,tos, ve-
nían a desplegar su existencia a los rayos <le astro inIJamar1o, ({iw disipa las
sombras y saca de su letargo los jérmenes inertes.


;. Quien podría contar todos los detalles de esta magníiica erolucion; recor-
ciar todas sus fases, enlazadas una a otra por insensibles Illatizes, como la auro-
ra y el crepúseulo enlnzan el día con la noche? El esp\riln, incapaz de COlU-
pre.llderlo, cmbriagado de amor y admiracion, se desvanece en un mudo éx.-
tasls.


En las faldas (l(~ las montaflas, en el fondo de los valles, a lo largo de los
rios y en las ola~ del Océano que se quiebran contra negras rocas, o se ell'slizan
s?hre la playa, por do quiera un ruido vago y misterioso, vozcs llenas de emo·
ClOn, ceo íntimo de los seres, formas cada vez Illas majestuosas y sedu~·toras,
Untas en que se confunden los lllas vi vos v dulces colorEs, contrastes, mezt:!as
indefinihles de luz v SOlllhra, alientos arOlllútiros, elluvios aéreos, se apodera-
han de los sentidos· v enajenahan el a[mn, penetrándola como una rúpida ex.-
halacioll del Jlwnant"ial inlinito en r¡U(~ cada erintura apaga con santa voluptuo-
SIdad la sed del bien que ha depositado en ella el Bien llli~lllo, el Uien sustan-
cial e ililllitado.


Soledades glaciales que ilumina con sus rayos camhiantes un sol fantústico
en I~s rejioncs prc(lilectas de ,~tar (1) ulla infinita .divpr~id~ld de esccna~ y pers-
pectIvas at'll\onlcamcnte ('omhmadas, ofrece a la nsta fascl!lnc!a maranllas que
se renuevan sin cesar. Aquí, calma y silencio, suello profundo de la naturaleza
envuelta en Sil manto de nieve; allá, olas de una luz ardicnte, nubes t'ecunflas,
hos([ues, verdes llanuras, de las cuales se eleva, corno un himno perpetuo, el
confuso lIIurlllullo de millares y millares de seres, un polvo que se anima en
cada grano, v una vida que deshorda por todas partes .


. y este IIltindo tan espll~ndido, esta naturaleza tan rica y variada, varía ade-
llIas segun las fa,es del astro que, tan pronlo la inunda con sus resplandores.
('omo, ocultándose, la cubre con nn velo opaco, cuya punta levanta suavelllPIl--
te en su f;llltústica carrera la vírjen de las noches. A medida que se suceden
IIa~'an, Rapitan, (Miren, y Oschen :(2) sc dcsplegan direr~as pe~speGtivas? se
estlenden o eontraen, los ohjetos se transforman y crean para la vIsta y el OIdo,
para todos los sentidos y para el pensamiento nueras armonías y gozes
nuevos.


ASÍ corren, oh Mithl'a, en seductores gozes los elias (lile Ormuzd nos ha ~c­
!lalado sobre la tierra. en donde su poder y su bondad se revcla.n tan maravi-
llosamente, allllC[lw no sea mas que un átolllo de sn obra. ¡Bendito sea por to-
das SIlS criaturas! iQue las mas humildes le canten en Sil len~ua, y ¡as t[ue h,1
dolado llIas jelwrosnlllente eleven hasta él sus alabanzas de reconocimiento!
i que exhale de su alllla, palpitante de amor, el celeste y puro Honovcr!


(1) El que alimcnta el ruc~o.
2, Jenio. que vclan por la tierra al satie el 501, a medio diJ, al ponerse el sol ya media noche.




XXII.
:\sTU \\) A Elilll:TE:';CII.


(El 'lile no piensa sinó el mal al .icnio de In clJrrUpC;oH del corazoll.j
llegradacion delllll1IY<1uD.


]I!: llegado a saber que los lzcrls sr. alahan insolCllt~llICllte del 6rdl~n que
dice" rein<l¡' CII 1,1 111 11 1ll1o infl'rior, S¡hlrní<!o pOI' ellos a Illll'stro dominio; y que
triluían orsullo:'os Il(~ (~:ita vidoria a!;-anzada ~oJ¡r~ Jos hijos de Ahrilllan. Di!!;;:
(lllC liUy en esto di' cierto.


Tú YC~, E611ctesch, ([UC de3coniio de mu~h;¡s d~ los nuestros, y aun des-
coniiaría IllIH:ho mas, si sn llall!ral'.~J:a, <¡ue al caho 110 pUI~dell ('éllllbiarla, no
lile sirvil':-e di~ ;!;:ualll:a. Qui~rcn rI 111:11 y 11) ajJl:tp\:"ll; [H'1'l) Il~) tiCllcil lHlstnllte
cnerjía.llay eSjnilus lijL\rDs, como Zaretcll, (jue se rie!l (k todo y de todo se
hurlan; y hay indoh~;ltes, como .\l,ulllan, encerrados en Sil iih~rci<J, (PIC 11IJ 5(l-
len d~ el Ll lilas quc para mCllllfeslar Hl pl'Of'ullda insllli('iell~ia, prinripi,ll' y no
acabar cosa alguna, entre'enerse en nada y ajitar,;c 1.'1\ el \,;¡;'io. Y sin emÍJar-
go, son jel'es. ¿Sl? concibe esto? Hay lllOmt;ntü~ en que me parece sospecharía
del mislllo .\¡¡riman.


Te confesaró tnlllhien fjUl" cuando llIirn la turba de Jos Ik\Y~, e . ;p:'rimenco
cierto sentjllli~nto doloro,;o que no puedo csplical'lIle, ('ierta co~a (¡Ile me di,;gllS-
ta y mc hUlllilla, ponjlle al !in ~on de Illleslm raza; entre ellos y nosotros casi
no hay lilas diferencia qll;: la cl~ categ ¡ría. Pero cuanto lJl:¡:, ¡o ohst~rro, lilas
me pa'rcc,~ qlIP, supe;iitados por su mtsma liddidall a I:l:; in:-:¡¡ira(,¡olli'S di' ,1(III('J
di: r¡ uicn desciende:\ como Il()solro~, no llenen llIas IJII~ una e,;pl'cil' de vida ~or­
da, que se va de,jradamlo pOI' lII0illelltü~. Dominados por los SCI\tidos, se aelor-
IIlece~t en este estado; su debilitada intelijencia tiene un no sé 'lile basto, os-
curo v ohtuso; v cuanto lilas descienden, lIlas se admiran, s;lti"fet'llOs de si
misllu)s, con 111111 plenitu(l de conlianza illlh~eil) que nos di\'l:rliría nlllcho si
l)(Idiera evitarse el pensar en las cOllsccneacias, si no fuera preciso prc;.;ltntars(~ tasta qué punto puede provenir de la esencia de su St~r, d:~ la eSl~Il(;ia IIli:'llla
del lllal, ese supremo ridíclllo, esa de;.;-rarlacioll real, (lile no GOfl()('en los t¡ne la
CSpel'illlentall; Gosa que nos tOLa delllasiado de cerca para ([l/e no dehamos pen·
sal' en ella. ¿ A. ti qué te parece?


XXHI.
CO:'íTESTACIO)/ DE EUllETESCll .\ .\sTlIlIJ.


(El.ienio de la cOl'l'upcion del cora:on al que no piensa sinó el mal.)
El mal no existe sinó en las criaturas libres.-Sus consecucncias.-l'tIaterialismo.


¿A quó (lia])lo:" .btuiad, inqllict¡¡rs~ ron las ll1útiles cuestiones que ajitan
tu pellsallliplIlo'? ¿.\. ljw; conJucen'! ¿Qui\ ganarás con tanto sutilizar? Nosolrot'>
SO:,'8S lo (Iue ~OlllOS: esto es todo jo (fue Sl~, y lo demús 1IH: illljlorta poco. Cada
órelen de seres tiene Sil nalura!ez:¡, y \\ nuestra !lIe a;.;-r;lIla tal eOiliO ('s. i PI~Il­
sal' un poco mas, Ya~a u:w \l'llt;l¡a~ ¡."o a('o¡lIpafla al pensamiellto la infjuiclllll
del únimo? Gozar y IIliloi ;;:I7.al' l':~ iD (Pli~ llW agrad;l, e.' lIJi ('il~II('ia :r Illi la]¡',lh;
11~ conozco otro, y me basla cUlIplidalllenli;, !liIl'(¡lIe ¡lO ¡.:OZO sillú lo (!In: ~ 1)
mismo siento. ¡Viva, pues, el sCI1óuaiisllIo! EillJ¡rulc¡:e en huen hora a Ijlli(~1I
b goza; pero vale !!las que Alllsdwspand ('Ol] Sll jlcdanti~mo, (lije ~e devnna




y IIABYA:\lJ1i. lii
lo scso~ pCll~and() cn el porqué J en el como: cn cuanto a mí, por lo menos,
lo preliero.


Por JI) que toca ,-¡lmun¡}o infl'rior, tal vez los Izerls tengan motivos para no
¡~star d('sc()lltenl\l~. Nosotros tenemos en él Illuy pC(¡llefla parte, porque se es-
capa a lllll'::tra inl1uencia directa. Los sere, que contiene, privados de lihertad
e iniciatira, e~lán en ('1 C0ll10 clav~Hlos ('11 sus ley('s, arrastrados por ellas in-
ycnciílicilH'llle a ln~ vlas <¡lIe Ips ,cll,dan, y e,la~ ley!'s podcro,as re~i,tcll a
Illlc,lra accinil con toda la fllcrza de la necl'sirJad. COlTOlllpcr:- engallar san
nlll'~tro~ Ill(~clio~ , ~ a(llIí de liada no~ ,inen. Acusa, ]I11e~, a las cosas, y no a
Ii)~ J)anands, (¡lit' !lO podl'lan, I¡(Jr mucho que hiciesen, cambiar su c;:em·iD.


Todo io (¡Ill' 1l0~()tro~ ]Jodelllos e~ indi!la¡' est<1S leyes illi1c\ihie:; a línr~ ('(In-
forllles a llllestriis Jl~ir<l,; corrOlllpCl' sus el'rcLos, inlroducir el I1wl l'll el Lell
misl1lo; .\ 1'1 lIollil)l'(~, <¡lH'. (~S lllll'~tra yerdadcra COl1(lllisla, nos sir\'e al ef(~c(r)
lllararillo:;illllenll'. Empleando contra Orllluzd lo~ (!cllles IllislllOS de Ormuzd, ~i
!lO rJlF'dl~ lurinr el ónlen jenernl y la [l['l!l()¡¡ía de la naturaleza, introduce en
('l. gracias n llo,otros, disonaneia~ notahles; de co,as huenas En si hace i1l5-
lruill(,!ltO:; dl~ S¡¡¿ lllalas \'()IUlllaücs, v las asocia al dcsóntell de sus instintos v
d:~ SilS il\clillaci()lle~ perycrti(1a:;. '" ..


Bajo csle punto de yisla la tic'rra atp,tiglln ea blos mO'llcn[o~ nuC'sLro poder
y nue~tro zl~lo; y, si tl'J la y:e,;e, tan <le cerca CO!lW yo, !lO dlldo tI"e tu tli'S-
conlianza s(~ akllll<J:;L' al meDos, y (¡lIe esperimenlarias algo de la áspera YO-
luptuosirlarl <¡ue e,perimcntaillos cuando ~'e¡tli!1lo~ olor de llluerto.


So ¡¡iC'lst:; pnr eso r¡lIl~ confíe eslraorilinariamente <le los llIiSlliOS a quienes
jll~tifico. Yo :lO amo illa~ (11W a mí sola, Cdlllll sab"s; y, ~i ('nll'(~ los (1(,I1I;1s hay
algllno a (¡lIien no pucela n(~g-ar cierta estill1acion, el re~to me pan'ce Ulla l'~­
jlCCI(~ hastante ruin, pobres petates, (h'svanecidos por una eslÚili(b y !l('(·ia "a-
nidad. Yo JlI) lo, dcli(:lIdo lila~ (¡ue en un cO!lcepto: son imh¡'cilcs, YIIIg-ares,
ndíclllo" i;.;n()rallt(~s, e~lúpidalllentc orgullosos, todo Cllallto <¡lIicrns; [llOro
traidores no.


Si fuesen menos cortos de nlcanzes, !lOS costaría mas dirijirlos, o gober-
narlos, ~. l;¡l(~,; COlIlO SOIl, nos sirH~n grandemente. 'í a te he dicho (1) cual era
(:1 e,tado ¡¡re,enle de la raza hlllllana y c(llllO, gracia,; a mí principallllcnte,
hahialllos llegado a traerla a la esfera que nos ]lcrtel~('ce. Tú no podrías eOI1-
telIJplal' sin grande gozo los rápidos progresof' de la disolucion en este va~to
cuerpo, en qne, no hal)ielldo nada (¡ue concllrra a IIIl lin COmlll1, y estando
rol.os todos los lazos, cada molé'mla, por decirlo así, se aisla y quiere vi\it
UI1lt'amente en su propia vida, a]¡sill'hicllrlo la de los demás para dilalarse lilas
enrIa HZ. Falllilia, patria, humanidad son palahras vicjas que han perdido ~u
prcslijio ~ su signilicacioll. En \'l~Z de la, creeucias ,obre que repo,aha toda so-
ciedad real, entre las cnaturas confiadas a nuestros rivnles, he escrito ell su
cor;1Z::11 mi dogllla sIIIH'elllo: Carla lino en si; cada UI/O p({ra sí. ¿Y te parece
quc' C','O es nada? OrlllllZ(l ha de,aparccido en nucstra sombra, como el sol rc-
lado pnr l;lS nllhes. Lo, hombres hoy horadan la ¡icrra y de,;ciPIHkn a sus en-
trallas para llll~('ar en ella~ sn dios. Adoran a la materia hajo la rOl'lllil que pa-
ra e!los ft'prc,enta toclas las (kmús. ¡.Qué necesitan? Oro. ¡. \ clll'll1lés'? ()['(), y
sie!llpre oro. Objeto de un ape~ito furioso, su po,esion suscita o(1ios diglHlS de
i1osotro~, ~. enCi('lldp guerras nlroze,;. J\ingull otro pensamiento tienen, ningun
otro (k.;eo. l1ollor, [jloria, conciencia, ¿f¡ué es para ello,'? ¿cuanto ral(~? ¿a COflW
'1' P'I""l'~
.. ¡¡~L¡a en otro tiempo centros, lIalllnc!os nacionr.s, donde se fundaban la,,;
unidades parciales; pero ya no queJa de ellos lllas que la apariencia, un sinm-




I i8 A~ISCllASPANIlS
lacro engañoso. Las leyes, las costumbres, las lenguas, las tradiciones, las
reliJiones han dejado de unir a 105 hombres entre si. Las helllos sustituido con
el trálico: ;.Y qué importa altrálico todo lo que en otro ti(~llIpo constituía una
nacion? ¿qué necesidad tiene de esos inúliles arreos con que se disfrazaba tan
ridículalllente? Lo que necesita es seguridad para poder COlllprar, n'I1(]cr y
aumentar SU'i ganancias, sin que le illlporte c(ltllO ni a cspensas d(~ (I(J¡(~n. Est;¡
es su verdadera nacionalidad; y este princIpio, Astui,Hl, (llIe haee del inter~s
la f(~gla única, el solo deber, {Iue echa a tierra todas las mÚ\ltllaS de los lzeds
acaba de ser por mis afanes proclamado solemnemente. '


Yo no niego que subsisten todavía, esparcidos <Irá y acullá, algunos reslos
de estas máxilllas; pero, confin3das en los rincones de algunas cahezas teuazes,
\<1 no son ellas las {¡ue gohiernan el mundo. Nosotros no hemos e,;parcido so-
filmentc las nuestras, sinó que les hemos creado poderosos apoyos y organiza-
do el mal.


Las masas, entregadas a sí mismas, cediendo a una espneie de instinto na-
tural, volverían, COlIJO naturalmente, al órden que ntwstros esfuerzos dehen
trastornar y destruir, si podemos. Por eso, aprovechando el hábito que tienen
de subordinarse a jefes qne disponen de ellas segull sus lIliras, sus pasiones ()
sus caprichos, y las ha¡;cn instrumento y garantía de su propia servidumhre,
nos hemos aprovechado de sus jefes, por cuyo medio alcanzamos todo lo de-
mas. CualqUlcra que sea la forma del poder, ya resida en uno o en Illuchos,
nos pertenece hoy en todas partes, y verdaderameIlte casi no veo qué Illas po-
dríamos desear.


Aquí una clase dominadora inspira a la nacion que oprime el pillaje del
globo. y siembra en los paises que recorrc su insaciable codicia la ese/a vitud,
la ruina, y, lo que vale mas, una corrllpcion que he cuirlado 'de cultivar, co-
municando por contacto a todos aquellos a quienes se acerca la iucuralJle úl-
cera que la devora; y mientras consume en un lujo desenfrenarlo el fruto de
sus depredaciones, arroja con el pie la multitud a una especie de cloaca,
donde, en vez del pan que se le rehusa, en camhio {J¡~ un trahajo cada dia ma,;
penoso. tiene para alimentarse el ruiJo de la febril alegria de sus alllO:i v el
humo de sus festines. .


Mas allá, una aparicion jigantesca cubre con su negra y triste ~omhra re-
jiones silenciosas 'lU(~ parecen una inmensa tumba. Querido de Savel (1 ~ v
de Aschmogh (2), este ser sin nOtllbre, de quien los lzeds apartan sus (,jos
con horror, pisotea con su,; pies ensangrcntados millones de criaturas huma-
nas, embrutecidas con todo afan para clue no tengan jamús d pensamien-
to de levantar la caheza. Un dia, que jamús se borrará de llli mellloria, le he
visto devorar un pueblo lleno de vida.


En otros puntos Tarik (:1), Hoschasp (í) y yo, hemos estahlecido sohre ulla
sociedad sometida en otro tiempo mas que todas las d(~t1las al dominio de nues-
tros enemigos, una especie (le d(~p('lsito grande de corrupcioll y de mentira. Sa-
liendo de él, por una multitud de canales subterráneos, todas las bajas attlhi-
ciones, como si fueran una savia envenenada, han viciado poco a poco v po-
drido esta nacion casi enteramente. Llevada por la astucia y el engafio a don-
de nosotros querialllos conducirla, indiferente a todo lo que con~titllia en otro
tiempo su vida; al derecho, al ddlcr, al honor, a los intereses <le la humani-
uud y a los suyos mismos CJ11l0 nacion; caida voluntariamente de su antigua
grandeza, encerrada en la materia, y ajitándo~e en ella con uu lIl:Jvimientu


(11 Jenio de la viokncia.
(2) Aquel cll~a ~\oria es la crueldad.
(~) l~~piritu de avaricia.
:41 E'pírilu de mentira.




y J),\ItV\:\llS. t 7(1
(jebo ba.io la esdusira inspiracioll del egoismo, de quicn soy padre y cuyo
poder he sahido constituir a fucrza de astucia; tú no podrías contemplarla sin
reconocer en ella ulla (,sl~ec:ie de sello glorioso de tu propio jenio y del mio,
'lue es cuanto puedo deCir.


En el resto de la tierra la misma artion, lilas o menos intensa, produce
cfedos semejantes, y tú verás sohre todo en el olvido y el desprecio univcr~
.'·al de las I\': es de Oi'llluzd, en la relajacioll completa de todos los Yíneulos
ll!ürales, ('1[ el ai~lallliento de los individuos y en la guerra sorda (lue los di-
\ille, los síntomas cierto,; de ulla irremediahle disolucion, una espeeie de fer-
llienlaeion o licuefac:cion cada \'(;rif'a.


Cúllllense, pues, tllS recelos: por grande que sea la ineptitud aparente de
un gran número de los nuestros, sus incolllparables ridiculezes, sus tor-
jll'za, y su inepcia, las cosas marchan bien hajo mi direcciono


XXIV.
R\IDIA'l .\ SCll.\lllVEII.


(El}enio de la bondad del corazo/t al rey equitativo.)
Alteracion de la familia, carácter de los tiempos de decadencia.


E:\YL\DO yo, S(:llflriver, a este mundo de los homhres para examinar su
r.,tado, procuro Vl'f las cosas tales COtllO son en si, sin preocuparme de los di-
"ersos .iuicio~: que llevan a vezes los lzeds mismos, porque en la creacion to-
do tiene muchas fases, v nada es absoluto.


Por un efecto Illuy Ilatural de la flaqueza humana, las costumbres jene-
rales, poco vari<lhlcs en el fondo, presentan constantemente IIIIa mezcla de vi-
CIOS ~ yjrludes, de bien y de mal, casi igual en todos los puehlos y en tod<ls las
"llOca~, cOlllpensando escasamente los de~órdenes groseros de la harharie los
que elljendra una ci~'ilizacio!llllfls jeneral y lllas relinada.


Yo no quiero decir (lile en ciertas épocas, cuando una nacion se acerca a
~;l fin, no se corrompa 1!laS ~1I natnralt~za y no presente Ult a~pecto Illas som-
brío, sigllos maniliestos de la enfermedad qlle la mala. E~to es lo qlle se ob-
sena en esas grandes crisis, en que, ha hiendo las relijiones recorrido el ci-
cio de Sil dllracioll, la sociedad, ragalldo al azar, queda pa~ajeralllente sin base
~. ~in prilleipio reglllador. Fuera de eso, si elnirel de las costumbres públicas
se el(~\'a en rawn (lel progreso continuo de la illlelijenclll, paralelo al del
Sl~ntillliento moral, la prop!lrcion entfi~ el bien y el Illal cambia UlUy poco en las
ma,a:i. La ley se va perfl'ccionando lllas cada dia; pero las violaciones de la
le\ recoflotida no son menos numerosas .


. ~o es, por consiguiente, en este jénero de desórdenes inherentes a la illlper-
fCccion de la naturaleza humana, donde se deben buscar, tratando de las so-
ciedades, los síntomas de su decadencia. Hay otros (lesúrdenes mas signiii-
c;¡tiros y TIlas profundos, aun cuanclo al pronto no nos afecten como una tras-
r'resion directa dé la ley. Todo cuanto relaja los lazos de la familia, alllOrtigua
~Il e~píritu "Y altera su cO!1stitucio!l, tieue ese carácter. No halllo de las teorías.
¡¡lldaZlllent(~ hrntales qlle, carecieudo de algull principio relijioso admitido, elh
jendran el delirio y la cOlTlIpcion de un pensamiento estraviado; ni hahlo tam-
poco, sea cualquiera su orí.ien, de los vicIOS de la leJislaciol1, contra los cuales
a \'CZCS las costumhres protestan y luchan con una constancia que honra a los


IJlleblns. El divorcio existió legallllente en Roma muchos siglos antes que so
.1lIbiescn visto casos de (\\.


La union natural. que forllla cllllatrimonio se funda en conyeniencias que se




ISO A~ISCI!A~I',\"!JS
apoyan en leye~ de difl:rcntes órdenes, físicas y morales, <k las cuales no [lll<':!I:
pri\'<Írsele, ~in qllc ~ohr('venga algo, taíl fllll<'sto millO III!ln~tl'¡¡Oso.


Pcro hoy, cn ('iertao naciol1c:i COiNIIi:idas p')r ia ii{~!)I'(~ de, l()~, goz":; mil-
t(~riale~, ellllatrimonio llJes ~'a lllas<[IL~!l:l L'ilkulo, U'l IiIC:[¡O d:~ cnr¡:lll:',\;i'~,(;
pronto, un n(;fW~'io; UllO cOlllpra :- OLLl \'el~lk; la i¡¡::linar!:)il, la j1;::~:)!l, :'1
amor puro y ~ailto, la relacion de bis a\Ill:l-" ('c,lr:lfl:l~ CililliJ·'J!i a ¡:Ji ':::Jh'fl:'
(Iue d(~lel'illinan la clt~ccion, no c::tran rnl'll na~!:l e;l (\:~t;~ i':!:;L"~~~:J i~~I:':';H~,~~~ y
Jl)j~tcl'io~o, que se tran~t{;l'flla a::-;í en u,t illercado iil!'a:llí~. L ..


()lIP un hombre decn'pitn \ di~ipad,), dl'~prori~[() de lo,;\! cuanto ;,r~UI,jl~;¡,
no la ternura, ,inó el r('~Jlcto' Y la e,ti,ll:ljull, 1)1),;(':1 Ulla grall 1'o['[IE1:\,;)(;
Ílllporta que sea hien () lIlal adlliliri(h;, ~ lid tendr;t {¡iI:~ r()~:ll' a ¡¡JI piLd:'" 11
Hila I:wdre árida para eOIlSlIllLlr una sa~r¡¡,\~a pr:Jt'illl:ICIOIl ; j!I\':')J(~:; u:lor:I;¡¡ld';
fOil todos los encantos y con todas la~ gracias, I'e:;pil'illlllo ia fn~:;(:Ul'a dc lil
adolescl'llcia, Pi! la plcni:(Iillle la ,¡:la, ;:;e di,plllarúll ~:I CiHI:í\~l'. LE:! ,:o-
cUas, il l'11PI'Za (h~ a:-;LrH'¡a y de halagd5, ::::e ailOdl\ra d~' (~i al ji:}, y pe!' gl'~nlt ;'
<¡Ile ~\~a el e,;('al'llio de los'juram:,.ntos pronuilci,Hlüs 1':1 ;!lla \'(n, \',H\ ;{al\<!".
a orn'u'l' t:leitallle"l;~ ea c'l, por Uila ¡:(\r~e 'lites l'ari(':<t~ o 1I1Ll ~',:;I!J:ia y ,Jurd I¡-
r,mía, y por la otra el a<1l!ltl'rio.


Tú cOlllprclllles (!lIe es lo qne plH'!kn s;~r con St'llll'JH¡lll~S c()slu:lJ!Jr:',: ]",
rl'laciolles ¡'¡Itillla~, la concordia, la c()nfianza mutila, la ;lutmid:Hl (]¡o! jlól:ln' \
la rCHrenc:ia de los hijos, .\UIl al\¡ J()ll(!e uniones IllilS e()lij'l;rlll('~ ui lazo dI 1
matrilllonio y a sus :;ant;¡s leyes IWIl aipjacio d(~ ~ll ,¡sla c~:()S indignos esc{m¡la-
lD5, no se soporta ~,inó pClIosall\enle I'l¡wco de la lllas dllil'l~ y lilas ¡ijera dc-
í)(~lIdeneia, El tpellO <lue ahri~a SIIS prj¡lI(~ros ü¡)os 1('" [lart~l'¡~ IIHa l':,.pl'i'lt'lkpri-
sioll. Cada ellal, illlpacicnle de toda lif'iH!ura, <k I<!s ~illlp\(~~ ddl'[,(~llcia~; lllli'
c\ijc la eU¡¡CaClOll y el bien parecer, se c\ime en cuallto 'plil'dl', para ~';rJ/";
~in cUas !lna yida rilas libre. Sppa~·;1dos dp riYi{~ilda y de intt'rf)s;~~;~ (,;;!l~;,C'L·\·;l:l--­
do apenas por único lazo e\ va~:() rec¡¡erdo, cuila dia Illa~ i:,d Jenllllc, de ii!!
ori.ll'n COllllln, ~lIS IIli(~llIlJr(J~ di~pl'rsos Sí~ haren eslrilflOli el lIllO para e\ otro:
y el tronco, : a de,illut!o, ele quc se de,prcndil'l'OIl, l'll!Jil'rto ('11n la niere del
invierno y azotado por sus frias brisa::;, ~t de:~eca trisle~lll~nte CH la ~o­
Jedad.


Siempre 11ue, tras una edad de ('SplCll(~Jr y de fllerza, la ley fatal del
t¡elllpo llIarca el término de tilla ~,n('il~dad, I'~Le hecho se reprodllce, ndl[uie-
l'il (¡lle sea por lo (kl!liÍ:i el prillt:ipio (i(~ l'irilizi\¡'io!l (Iue h:\:: a pre,;idido a ~lI
naci,nicnlo v a :;tI de~arroll(). Cuando la ftllllilia ~e dl~lwhe, el :lIal e~l;i (~Il h
raiz, ~. arnelwza la llluerte, .\ esta sl;f,,¡J ~e jllllLa otr:l, l¡tlt' e, el desprecio de
la v:'j(~z. Hay cnla \'(~jcz Ullil gl'ilndeza moral 11118 !lO ¡:odriil rCCUllUCl'i' ni Si'll"
tir IIll pueblo materialista. Helilj::do::í sus órFrlllOS 110 Ir) YÓ, lli pll~dc verlo,
En otrus tienlpOs r;~pJ'(:~,pnt:~l;a la s~lhid{!ría ~ la e~peri{~n:..:¡a, ln:-i virtlld{\:"I trn~-­
lllili¡]¡¡s y {¡eL!lente gual'(h1as, cl dl'hl~l' n!J:,oriJid!): en otros tielllpo,~ l;ra un
verdadero sacerdocio, Objetu sa~;rado dd ar"do di' !D~; SliP:; y (!('\ n'::lw~o de,
todos, el anciano recolía al pip de la tumha el fmlo de lIila \id;¡ <jIW Plll;l:;
enrojeciera su ro~.lro. Se hnilrullH COll ~u~ h~¡aleO~ ('ah(~llo:--.~ ~e ('i'(~;n ndO!'lliJdíl COil
sus arfug:as, y las hLl{~llus de lo~~ afio~ c!'al~ las in:)¡gll¡a~) de ~u di~::nidad. TO:t0~
k rodeaban J' callaban ca Hl pf(~Senc¡:l (lDl' mI' las pnlalJrao que ~alí;lil
de SllS lahios, escllchando (~Jl ()!!as Lt Yin ,i:/',~llIi](' d:;1 p"::,llh. Pero ¡.![ll()
inlporta el pasado y sus iecc,ioí1~~S a lo~ lI!le·., nI) ('r~~-:\ ',~;ld() ¡¡la;.; (p;e. f'!l ~~¡
llIiSIUOS y encerr{wdolo todo ()1I ~i, íl'l 1'1Iil!:1ll rIla:; IJllf~ di;! presentc' y de los
gOZI'S ljlle proporciona? Quó ('S pilla l'll'lS U'I \iejo? L!Ji! riii:¡a CIl~O a~jli'ct() inl-
pDl'tillla; cierta cosa que p~rteneL~" a ia ttllilha ~ :r!~1 C'i<ri:,tece, di~::.!;!;~,~a y (h~
(!llC ~:c huye. l:l ancia~lo ti ~~~J \-C~~ , J:;lr a:~¡r 1u (I¡H~ :-;(~ 1{~ (~~(,i1pil ~ li:li('(1 ('o:'S:t
tllie, a sus ojos taillbiel1, tpnia un ralor reíd, ~c afillla eH donliuar ai tiC:lllp:l,




y ll.'.1\ \' A'illS .18 J
oi'idol1;~a en la ('Udll,:i:l,IIÍ LIs pretensjo;les (h la juventlH!, afecta sus mane-
;:'. dl~gra(l:ill,:O~(' ¡::Jr el ridi¡;1I10 aU!llll<b de lo que 10 degrada el desprecio (Iue
.¡ j;¡l".';rail¡l~ l:o,[i1p:dl'Z del \ ¡¡j~~(J arroja ~:()hre todo lo (jlw no es (lel puro domi-
fiio de I()~ sl'lIlid,),;,
[~L~ .j~;lll'n) de dp~()n!('I:r:~, que tr~l~!()rnU las priillC!'(1;-; l{~~ es de Jl1 nilturiJ-
~\\Jd hLd¡¡a;¡.:l, a!ltcn()re~ a lDd~: J"ir¡;¡:l p~ut:('a!¡u' de ~o('il~:IHd, atara dirl'cta-
:'\','-;¡i{\ I;!~ l'1,:l{!~rií)Il\':-) d!.~ la {;\j:·t(l¡I\¡~a il!¡;;!!¡(~: pon{uC' el hDI1Jhn~ HO ~ubsislc
:!, .:'" '1u~~ ¡~(lr l:t J'a¡¡úiia ~ ('n (:,1 e.:LH!o dt~ fniuilia. A EO ~er que n~nnzca, ~l !lO
·'tTUll~l1¡Ulr~~l~ solH\~ ~Ih b:I~\~;--; el('i'lw:-i, 110 <íuedli. ya espc\ran¡,a para las naClone~
I (llIli';¡,'S preciDitil al sellO del ('¡;Ü~ 1111 horrihle csplritu de rértigo: !lO les
!,<L: l!l"~ que 1l'lOrir. '


XXY.
Z \1\]:TI:II A .\¡¡U¡\~;.


(El q/le disp"t(! el bien 11/ que es todo inutilidad.)
El gobierno rc['rescntaLiYo, lal 1'01110 hny 5e concibc y practica.


'1':,: he lEcho, \k:llnan, 1[lIe In esp(;ei(~ 11l11l1:1llD, con Sil rara illlajinativa, Iw-
11;;1 i:I\I'illado re::i(~ilte:llenle IIIl Si,.;tC'IlW tiC' goIJi::l'l1() de 10 mas clll'ioso, y ([II,~
",,~ú :un:; en hoga P0J'([l/(' se apilsiolla de todo lo ILUCYO.


Call,;ada del pod(~r de 11Il0 sulo, del de lUllcllOS y del de todos, f:scf:ptllando,
'11 i'!l¡llargo, Ion c:;le :d \'I~rdall('j'() 11Iu:blo, jlroji~lill·i,.Js, sierros y esclaros, suce-


,[:,) q,I,: 1111 di,l sintió slIbitallli'ilte illllllilliHlo su l'spiritll.
Tojos ('s los poderes, decía para :;í, son malos en su esencia, como me lo 1);1


¡!"n,¡i'li'ado harto c!ariU!ICIlle ulla larga e"p~riencia. ¡Yero ([llé haecr? ¿qU(; re-
" i,,!;¡¡ pun,;,., ,il;/ldo t¡¡;;,!via !I('{:;~~al'ií) Ull jHH!er, clIalrllliera qUI: sea'? ¡Pero
1[11' bestia ,o~! .Iuntl'1I1o,los todos, y con~tilllirelllos de IIII ~olpe 1111 poder per-
: '1<0, en fIlie liada hlllarú, en qlw los "ieios ú('~apareéerún LOrrejidos UIIOS po!'


r;¡,:, (1lledando solo ,1I~ rcntajas. ;Eso e~! ¡eso es! j 1 qué no lo haya eonocido
('I! [anlos siglo~! ;011(; hestia HJ\!


Loca rle'gozo l)(~r hah,,!' tClii¡J() lII1a wz talento, aunque algo tardf:, emprende
,¡J ¡¡llIlIo la obm: coloca lo mejor (lile le parece s¡(trillidad de poderes; manipula y
::II,U!gill:W en un todo lllai~:II¡ico, trono, ,:ristocracia y demoeraeia, investido cadr)
;][) de un derecho i~:lIal ~c dl~ un poder ill(lcpenrliente. !lecho esto, les diee: Los


t ".', ~o¡s para llIi i(2;¡¡alnl('lItl~ caros, y lmr eOIl~i6uienle los tres tendreis YlIestril
\O;:¡:!I:¡d i;wal ~ cl)mpletamente soberana; I'S decir Cr!le cada uno podrá todo 10
,,:Il~ :rllier<l, o, Il\a~ daro, liD Plrlrá Hada, ahsoluta;lICllte nada, a no Sl~r que,
1"" ac,(:-;o, los otro,; do:; flllil'l'an lalllbil'll lo que él quiera. De esta suerte S('-
,l'i;; t;';;;; ~ no sel'l~i:; mus Illle 1I1lO; sel'l'is la trinidad, el misterio.


¡;-,ijicndo ;¡,;i l!)¡[o aclo de gobierno el CO!lClIr,:o de los tres poderes, resta
;;Ji\i:1:l1' COlliO (H ilnla(2;oniolllO d(~ las posiciones, de las preten~ioiles y de los
i!ll!'c'Sl~S, Ilacerú la II1Iidad (h~ yoluntad. Los hábiles dicen: Se trallsijirú. Ca-
d:! lino <:i,¡Jerú UII {loco a (il! de ohteller algo; de donde re,;ultarú 1¡lIe, pOI'
tr;:ll~;a('('i!)n, la le~, (llIe debla ser lu voiu¡Jtad de todos, no será la rol untad de
Il:Hlic. ¡,l!allrías ¡Illt'ntado tó jamús cosa mejor? .


ilaldaba yo poco ba del allta~'onism() de los mtercses, (lile llllpulsa a cada
IJ()dl~r ('n dil'ecrio:rl'~ Ol)IJ;'~las. Ili,tingalllo~, ,in elllbar"o.
, Tú !lO Itas olvidild'; que debajo de los tre, pOlleres ) lo q\l(~ ellos rcpresen-
ti1l1, \;\,i~,tl' Ilna 1l\ll1l;'I'iI~a 1IIIIItilllll. a la cllal ~e Ita reservado el derecho de 0])('-
dl'cer, el de pagar, (~l trabajar y sudar, y el de sufrir, en pron:cho de las ela-
";l':) ~~ohC'ril:llltt~;-;.




A)IScn.\~l'A'\1l5


Por consiguiente, ¡;iempre que se trate (le aumcntar ese provecho, dc pre-
servar de todo ataque una organizacioll tan útil, de perpetuar tan hello ór-
dc;n, reinará entre los poderes el acuerdo ma~ seductor, y las tres yoluntades
no constituirán llIas quc ulla. Pero, al punto que se llegue a la ~;e[laracion, adios
acuerdo, adiDs armonía de la márluina; sus resortes tan suaves, tan untuo~os,
comienzan a crujir. ¡Qué música! lástima que no la haps oido como yo, <I.ku··
man!


Zelosos UIlO (le otro, tenuiendo a absorberse mutuamente, siempre en
guerra, ora abierta, ora latente, el mas fuerte deyora allin a los lilas débiles,
manera muy sencilla y natural d(~ poner término a las desconHanzas rcspecti-
yas y a las mutuas enemistades. Los puehlos conocen entonces que esta rel'olu-
cion necesaria I santa se ha hecho unicamente en su hien, sin otro fin, otra
mira, ni otra Cinteneion que salvar a Jos [lobrecillos de la opresioll que los
vcncidos hacían pesar desleal e inicuamente sohre ello~ .. \Illj ju,to es que
se reconozca un servicio tan eminente, v se les ayude con huenas leYes, bicn
meditadas y formuladas con arte, biCI} apoyadas por la persllasi va' intervell-
ci?n de la jente que juzga, aprisiona y mata, a reconocerla jenerosamcnte.
¡ \ ¡ya la libertad!


Otro medio, mas seguro tal vez, porcfué no ataca cosa alguna violenta-
mcnte, y deja suhsistir la apariencia de as instituciones estahlecidas, es la
cOJ'fllpcion. Un poder compra otros dos, y, de concurrentes que eran, los
c~.ll1yierte en instrumcntos tanto mas precio:ios cuanto la descargan, por algun
tlCmpo al menos, de la rcsponsabilidau de sus acto~. ~Ia,. para (~,o, es preci-
so que tenga en sus manos la administrarion de lo~ negocios públic(:s y el ma·
nejo del erario. \0 cs corruptor el que quiera ~erlo. En cuanto al corrompido
es otra cosa: el quererlo basta, yeso rara vez falta. Esto es una justicia qlle
hay que haeer asi a los representanles como a los repres(~ntad()s; y si duda,
de mi testimonio, pregunta a Eghetes(:h, (llIe no te serú sospechoso.


A través de la gmcsa capa de ajentes del Jloder ~ privilejios políticos,
se infiltra la corruJlcion en la nacioll entera, bebe el lllal como la tierra en
el estío la lluvia. La riqueza es el único {in a qne se aspira, y, para alranzar-
lo, no hay medio que 110 sea hueno; la solicitan por todos los call1inos con una
red hiclrolica. Pero nosotros hemos dispuesto las cosas de modo (pJ(~, por re-
compensa de un celo tan activo y entendido, y de una pasioll tan noble, rero-
jen todos la servidmnhre :- el mayor número la miseria, y tal C0ll10 el mundo
no la ha espirilllentado pnnís.


En ellanto a los tres poderes que ('on~tiluyen el gohierno, dicen ellos que
es todo una fi('cion, una mentira sandía, una tiranía mas dura disfrazada con
palabras, un espediente fiscal, una máquina para esprilllír d puehlo a quien
se despoja con una mano y se envencna con la otra, y por consiguiclJte eon
una facilidad, una lila Ilsedumbrc digna seguramente de raza tan imhécil.


i\o conozco, Akuman, inyeneion ninguna que pucda yo envidiar lilas (Iue
la de ese si~tema, ante el cual se pros terna n hoy las naciones de rodillas, con
las manos cruzadas y en devota admiraeion. Encucntro en ella cuanto puede
apctecerse; satisface la inclinacion que por nuestra cOlllun naturaleza tenelllOS
todos y mi jenio particular. ¿Qué mas se puede pedir?


Déseme un pueblo· nuevo, lleno de vida y de savia, y en menos de un
siglo de buena y activa práctica de este gohierno, lile encargo de hacer un
pueblo podrido. Pero la torpeza, la sandez y la infalihle estravagancia de
este absurdo colosal, es lo que sobre todo me encanta.


Aunque he tocado ya este punto, me detendré algo en él, porque el asunto
es inagotable.


Así, pues, hahlad, e~plicaos, huena jentc: me llgrada oiros , porque siem-




y DAnVA:"iDS. 183
pre me divierto. Estais hastiados, y lo concibo muy bien, de vuestras viejJs
formas socialns; y puesto l[ue habeis puesto al efeeto en movimiento vuestro
cerebro, vcremos l¡lIe es lo que haheis imajinado:


-¡Oh! helllos inventado la cosa llIas injellio~;a, mas ¡¡na y mas sutil del
mundo. 1\0 nos envanecemos por ello, pOl'fluC cOll\'icne ser lIIodestos; pero os
~orpr.e~lderú sin duda. Fuese indi\'iduo o cuerpo, no había ant~cipaf!anlente, en
(wlInltlva Illas flue una yoluutad, una sola, que mandase e hlclese la lev. I~ste
l'ra el odien !leima\. ¡rna sola voluntad! :\osotros la hemos diVIdido en tres
a jin (k que calla cllal tuviese Sil parte. ¡.1\'0 es esto una gran idea?


-Ciertamellte, una idea eülUO hay pocas.
-Bien os anunciúbanlos que os admiraríais.
-~o tanto, pOJ'l¡ue nada me sorprende de vosolros; pero continucmos.


Quiell se semeja, se asimila: sU!l0niCllllo, pues, que la sociedad se agrupa toda
nI rededor (le trr~ centros, ¿cada llno de ellos tendrú un tercio de voluntad'?


-Seguramente, ni mas ni menos: de otra sucrte ¿ llué sería la igualdad?
Yolveríamos a parar a ulla de las viejas formas.


-¿ y estos tres tercios de voluutad constituinin tres poderes distintos?
-.Justamente.
)le gusta esta manera de querer a tres por lo nueva y singular. Pero, de-


eidmc, huenas jentes, ¿qué re~ílIltarú de aquí?
-Es claro; el equilibrio entre los tres poderes; el equilibrio, ¿lo entcndeis?
-¿Luego teneis en mucho el e<luilibrio?
-¡Vaya, si lo tenemos!
-El equilibrio es sin dUlla una gran cosa; pero ...
-¡.\h, el equilibrio!
-Xa<ia tan bello, lo conozco, tan de desear, tan admirahle; no obstante ...
-jEl equilihrio!
-Ciertamente, esa palahra lo dice todo. Conservad el er¡uilibrio, amigos


mios, si podeis; pero (.fjl((~ harún vuestros tres poderes tan bien equilihrados'?
Si yo no lile eng~lilO, el equilihrio es el reposo: la accion comienza en el instan-
te mismo en que el equilibrio cesa, y solo en este instanle. Por consiguiente,
nw:-tro gobierno no gohernarú SII1Ú violando su ley fundamental, destruyén-
dose a si mismo mientras se conforme al derecho. Como ser yivo, nada le pi-
dais, nada eSflcreis: para fllJe oh re , es preciso que muera; para funcionar, que
se desorganize. Esto no deja de aflijirme algo; pero, corno \'OS ohservais IllUV
hien, e! eqnilibrio~... .


Ahora otra cuestiono Para caracterizar vuestro gobierno y distinguirlo de
los demás, le lIamai, representativo. Y bien, ¿qué representa? de quien emana'!


-¡(¿uó representa! La universalidad de la nacion. ¡De donde emana! De!
llUcblo, en quien reside la soheranía inamisihle e imprescriptible.


-:\le satisface. Asi los tres poderes emanan del pueblo, y lo representan.
Así todo el [lucblo concurre a la eleccion de sus represelltant(~s .


. -~o por cierto. ¿De donde lo imajinais? ¡Escojer todo el puehlo sus repre-
sentante:-;! El es ciertamente soherano; pero nosotros le ahorramos el trabajo
de usar de su soheranía. "\'delllás, sus luzes son tan cortas! Xosolros reconoce-
mos su def(~eho; nadie dirá <Iue lo disputamos, puesto que lo pOIlfmlos a la ca-
heza de nuestras constitnciones. Pero en cuanto al ejercicio de ese derecho fun-
damental inajenahle, lo reservamos a ciertas clases, (Iue son mas ilustradas y
lo pruehan, poriJtle, para participar de él, es necesario probar aritméticamente
supcrioridad intelectual y moral, valuada por reales y maravedises, y dehida-
Illente justiticada por cl recaudador de contribuciones.


-.\Iedida prudente y que aplaudo. De suerte que el pueblo, oríjen de t()~
dos lo~ poderes, no tielle parte alguna en el estahlecimicnlo ni en la direcrion




A;!SCIL\SP.\'iDS


de los poderes que emaaaa de él, y (IU~) !lO tienen nws :wtOl:illarl que la que. él
les da; de suerte que posee la ~o]¡crallia que otros eJen'ell ~1I1 Sil voto, el! vir-
tud lk su voluntad propia, y clwlquipra que por otra parle sea la suya; de suer-
te que lo (':i todo en el selltido dp no sc'r liada.


-Eso es ,(',,1m se tOlllen las co~a,. Otros se cmhroll:lrún COII 1'50; Ilos()tro~
mi:-:iilOS l,lInhil'll a yezes nos elllhrollall!o~, aU1HII\() l',t,1'1I0S IlIl1y <k aCllt'rdo
COl! el ¡¡seo, y lir;uraillos coa nllcslro~ HOlllbres y apellidos en la lista de lo:;
hombres ilustrados.


-1 con buen derecho, honrarla,; je¡llc~, os lo juro.
Hablanrlo siilceramente, .\kuman: ¡,IIO e,;tús entusiasmado con esta llH'om-


parahle raza?


XXVI.
DAInU:\ .\ /\,)!ERD.\ll.


(El qlle úendice al pueblo al 'lile da la inmortalidad.)
Pt'cparacion de la ulIidad futura en el seno de la confusion presente.


Es, Ámerdad, un faro: tristísimo espectáculo el I[lW presentan la~ vie-
jas ciyilizaciones deslllorollúndose a la vez. Lo pasado ()rn~ee a menudo el
pj\~lflplo de catústrOr(~S semejantes, p,:ro parciale:-l, linllta¡las a una [Jarcian del
jl~i1ero IlIIlllano. C"'lIll!<! una rdijiOl~ nHJl.'la,. iha con ella el sistema so('ül :pH:
ha]¡Ia produel(Jo, <h~ (lIlLl~n era el ¡mnCJlllo ntal , el alllla, por d\'clrlu a;;1. l' IlP-
ra de esta t':,rl~ra, IFw se, dilataba a \l\(~dída Ijll¡~ la hUlltallida(l avama-·
ha en su carrera, nada se mudaba, Las sociedadl's, sonH:Lidas a leyes dik-
ren\e5, permanecían cAraiías a la re\'olucioll que <!I'strllla a Sil lado LUl úrden
gastado, y cubría coa sus restos PI jérnH'il dp un orden lilas [>:~rrl'I'l(), COIlIO el
arado, ahrieado y In'anlan!lo la tierra. wbre el grano <[ue dal'ú a SIL llem-
}lo la nueva 1I1 ies.


En el ella, ellllisil10 fenómeno se maaifiesta simnltanealilcnte en la ,1lpcr-
í1cie ent:~ra (Id ~lo]¡o. :\nirlullaLlos y c:1ns:!llo,; los jlu()hlos, no Sil)lIt\m ya el so-
plo i~l(erno (j!IP los Rnimaha. ,'lo (:re,\lI :,a e11 lo~ doglllas de <¡Ile se nlltría su
intelijcneia, ni en la regla tradicional de sus pensamientos y SltS aelos .. :1cpa-
rados a~i de S!IS nntepasados, los hOlllhre~ no lo e'.lún 1I11;110:; de sus hiJOS, :l
<[uienes, en su :':,palltosa indi,\(~nria, no tendrún llalla (IUI\ 1(~g,\I', nada de lo
que une lo {lile es a lo qlle rué y lo {[ue será: algunas creenei;¡:;, (:iertas le:.e~.
algmn IlCrencia moral.


Desde entonces, en medio de' las ruinas que cada día amontona. c<llla C~I:lI.
re,1uf'ido a la csistcncia qU2 limita la rIllracioll ¡Id Cllel'pO, lo relien' todo a ella,
se adlliere a la malcria y se asimila a eHa. ~;in orre~er por oll.ido a ~;ll actiridad
mas <¡ue el aumento de plél('('res scn~ual<;s o el desnrrollo de la l'iII"t'za, liD
n~j>irando mas CInc a su po';e~;ioll y no cOlloI'iendo otro hien. Dirijielldo a e"te
punto todos sus dl':,e85, todo:; ~lb 1l::!l,a!!lil~ntos \. toelas su;; rIH~rza,;, elllOllIbre
agranda inCE'.lhGntl;:nente el podel: <illt' ejerce sobre el Iliundo illrl~rior. Obliga
a la naturaleza a ohedecer su voluntad, mo<lifita l:ada dia lllas la:; I:ondicio-
nes del tie:npo y del espacio, y, ahreviando illllelillidall\ent\~ las di,lancias por
la ydozidad, tiende a estar a la rez [lre,ente en casi tDdao parles, trabajO
incesante que le illlpone una codicia ,jalllús satisfecha, que le arn~h~ta ciego
y Jadeante en un círcnlo fatal, romo el polvo qlll~ arrehata el [o]'lJe\llllo.
• Sufre así la pella de sn yoluntaria abyeccion mor:!l. Sil codicia es para él un
']1l1,f10 cruel, que le condena a fatigas y dolores inde:i('rij>libl(~~, cuyo tl~rlllill()
no alranza; destruye el derecho y el ¡Jeher, y ca!llhia en eselavitud y tiranía




y nAR\'A~OS.


las relaciones dc sacrifieio y amor mutuo, que deherían unir a hermanos con
hermanos en el seno de la familia univcrsal; precipita a los puehlos sobre los
Jlueblos; y entrega el mundo a 1[1 engafl:Hlora intriga y la desoladora violcncia.


Reconozeamo.s en esto los pensamientos de OrIllUZ(!, sus designi~s, el dedo
de su pro\"(dencla sobre la obra que no ha creado sino para que luese fuera
de él, una i lIlúj en , una sombra de SlI ser, la espresion de Sll~ leyes internas,
un ret1ejo de la verdad y del hien (IlIe hay en el y que ~on él mismo.


Si me es perlllitido tratar de cOlllprender, como lo puede un ser ¡¡nito, sus
santos decretos, YO veo desde luego a la eterna justicia haciendo partir del
lIJal el eastigo del'lllal , y a 1')5 culpables, ejecutores ardientes de la sentencia
pronunciada contra ellos, olJCdcciendo el decrcto supremo en la creencia de
(IlIC no ob(~¡jecen ma~ que a la pasion quc lcs cmbriaga, hundirse en el supli-
cio a mcdida quc se hunden en el crimen: porque el sufrimiento, aunque tan
profundo ~a, va creciendo de dia en dia mn el rlt:s6rden.


Mas el de~óJ'(len mismo, inevitable consecucncia dc la naturaleza del hom-
bre, a la yez lihf(~ y flr:hil, ayudará en cierto modo al progrcso futurode la hu-
nwnidad, al (,[lal está ligado en la divina prm"ision d\) Ormuzd.


Para que eljénero humano sea lo que dcbe ser, para que se constituya en
la unidad a que tiende, snría necesario, ante todo, que los sistemas reliJiosos
que lo dividen se estinguie~en en lo tIue tienen de inconciliahles y contradicto-
rios, y se estinglliesen a la vez, a fin de qnc todos los pueblos a la vez sc en-
contrasen preparados para recibir una doctrina COllllln.


Seria necesario al mislllo tiempo, para que esta doctrina rudiese ser acoji-
da por todos, quc colTe~pondiese al jenio partieular de cada una, y que fuese,
en una palabra, cl producto del pensamiento Ulü\"crsal: de dondc se sigue la
rigorosa necc~idad fin un periodo intermedio entre lo pasado y el porvenir reli-
jioso, el pa,ado y el poryenir social de los puehlos.


Pri\'ados de las antiguas cre(~ncias de que derivaban sus institucioncs, se
desprenden forzosamente de lo que constituía su vida anterior; y corno nada re-
emplaza todavía a las instituciones J las crcencias que unían mutuamente a los
llJicmhros de estos yastos cuerpos,' no son, ni puedcn ser en adelantc mas que
un informe conjunto (le individuo, sin vinculo algllllo.


De ahi el e~oislllo jeneral y ese anhelo de bOzes qlle se apodera necesaria-
mente del hOlllhre cuando, por no sosLenerle ya la fc, que le muestra en otra
parte el término deslIs de~Lill(Js, cae con todo Sil peso, y pierd,~, con el senti-
lIIwnto de ~Il orij('n ~" de su fin, el de sus deberes () de sus venhll!eras leyes.
Entonce:i se verifica en él ulla e"pccie dc mezcla eslraol'dlnaria dI' lo (lile Sil na-
turaleza tiene IllaS grande y mas ínfllIlo. ~[ed¡ank HIl esfuerzo porfiado, ha cn-
"anchado el círculo de Sil esperiencia, ha adquirido sucesivamente un conoci-
miento llIas estenso de los fenómeno:; y de sus leves inmediatas, ha desarrolla-
do ~II poder desarrollando la ci(~ncia: 'y no emplea esL(~ poder Illas que en ar-
ruinar lo que todavía subsiste por todas partes del órden antiguo, eil dar pasto
llIas alwlIdantea sus groseros apelitos, en multiplicar la riqucza, que cada lIUO
después, indiyidllallllente, se esfuerza en atraer a ~i, en ar:umular en provecho
~uro, aunque lodo el 1II1lndo debiese espirar a ~IlS pies, en las angustia:; de la
pohreza y las torturas del hamhre. .


Este es, en Hrdad, un f~stado escesivamente desordenado, Hila homble
depravacioll del homhre, decaido dc Sil naturaleza, que hace de él 1111 ser sociaL
Sin embargo, echcmos nuestras miradas llIa~ allá del prcsente, penetremos en
los siglos donde nucvas jeneraeiones ~llced('.n a esta ]eneracion viciada; y tal
yez reconoeerefllos que en el scno mismo dc este TIlal , que nadie pUE'de negar,
reposa, inerte todavía, una semilla del bien , maravillo~al1lente fecunda.


Asomhra¡!o, rOlllo yo y todo~ 105 (zed~, de este llIal lamentahle, Hahmull,




186
ha recibido del que da la sabiduría y la luz lecciones que han lorlalecido su
ánimo (1). Ahora conoce cómo de la codicia insaciable, del ardor de producir
y gozar, que sumerje actuahnentc cn la seryidulllbre y la l1Jis~ria a lan gran por-
clon de la familia hUlIlllna, nacerá el mcdio lIli~IllO con ([lle un dia ~e verilic<lrá
su emanciparion ; roncibe cómo el trah<ljo prodijio~o, la arliyidad ¡I/Jltal , que
tiende por todas las vías a la creacion dc la riqucza, tiene por ohjeto tinal y
providencial la formacion dd tesoro COlllun, (lue sen irú lilas tarde para pagar
el rescate del pobre 'f la cadena del esclavo. .


Considerando los mismos hechos bajo otro aspecto, suhyugada la naturale-
za, y desapareciendo de todas partes los obstáculos que ella oponía a las comu-
nicaciones de los pueblos ante los progresos de la Ciencia; estos mismos pue-
hlos, a quienes ajitan ciertamcnte paSiones áridas, desenrrenada~, rozándose
hoy en todos los plintos del globo, lTuzándose, mezdándose por medio de los
viajes, el comercio y la guerra, trabajando de concierto, muchas vez es sin
pensarlo, y como impelidos por una inspiracíon divina, a dellloler los últillloS
restos de lo pasado, que los separaba irrevocablemcnte; modifil:únt!o,e Iliutua-
mente en sus creencias, sus ideas, sus leyes, sus costumbres, usns y len·
guas; la efusion del pensamiento, casi tan rapida como la luz por la illlilrelltil
y el vapor, lI1u~ho lilas rápido ltW¡.(ll, a litvor de un ajente eLIJa velozidad
inaudita no tiene relaciones que puedan apreciarse con las parte5 determinadas
del tiempo: ¿ quien, bajo el relo pasajero dedestrurcione5 ineritables, no n~ría
en este Illo\'imicnto uni\ersal y llIisterioso una coudicion de la rCllovacion a que
aspira la humanidad, una evidente preparacion de la grande unid(\d futura'!


¿Cómo se formaría si los prineipios de division, que produce la divproidHd
de sistemas relijiosos, de donde nace la diversidad de los sistemas sociales, no
estnviesen antes aholidos, aholidos indirectamente por ulla especip de accion
negativa, que, no atacando en manera alguna la lihertad ílltÍlllil de la (,()IlCir~l\'
cia, no provoque la indomahle resistencia (JlIC ella opone si\'llIpre al proselitis-
mo dogmático e intolerante? .


¿Cómo se veriticaria esta abolicion necesaria sin llna recíproca asimilaeion
de los. puehlos, obl.~gados así a haeer eOlllp~racioues, que disminuyen sus preo-
cupaCIOnes, y cOrrIJen sus errores, a cambIOS de todas clases'?


¡.Cómo se hubieran puesto en tan íntimo contacto los puehlos de un estre-
IIlO al otro de la tierra, si la cielll:ia no huhiera derribado la~ barreras, por lar-
go tiempo insuperables, que la naturaleza alzaba entre ellos'? si, hajo esle res-
pecto y tantos otros, su estado erJ el de las naciones lilas avanzadas pocos si-
glos ha?


¿Cómo se huscarían lo~ hOlllhres a distancias tan grandes; cómo se espon-
tlrían a los pel igros y las fatigas de esas inmensas peregrinaciones, cómo ven-
cerían la inercia qUé) les lija a su suelo natal, sin un poderoso motivo, sin un
impulso irresistible'?


y este impulso ¿cual puede ser?
El zelo de las c('(~cncias? Sería nneva causa de separacion, de grandes ene-


mistades y de odios i\llllorlale~. Ese zelo, además, lIO e"i~te ya, y, si existiese,
lejos de producir la fusion que solallwnte una re eOlllun obrará, pprpetuaría el
antagonismo de las antiguas relijiones, radicalmente incolllpatihl('s con toda
especie de unidad, : que no llllll'Tl'U sinóJ)orque ninguna de ellas no podría sa·
tisfacer las necesidades de la sociedad y e la razon hUlllana en la época pre-
sente.


i'\o queda, pues, lilas (lue el inlerl's, la pasion del lucro, que pueda en d
dia acen:ar a los puehlos y establecer enlre ellos reLv:io:les activas y sostelli-


(t 1 \.:ap. XVIII, p3j. til.




y lJAIIV A:\ú! • 187
das; y ora sean pacíficas, ora hostiles, estas relaciones tienen por efecto, no
ciertamente unirlas por un vínculo verdadero, sinó, por el contrario, consumar
la disolucion de los vínculos existentes, las opiniones, las costumbres, las
máximas tradicionales y las a1ltiguas formas (le gobierno. Lo que la conquista
respeta, la duda lo mina insensiblemente; lo que la duda dejaría en pie, la con-
quista lo derriba.


Así la \ il co(licia, tan funesta en sus consecuencias inmediatas, esa ciega y
hrutal dominacion de los sentidos, ese reinado de la materia sustituido al rei-
nado del espíritu, ese tra,;tnrno simultaneo de todas las bases del órden real,
esa estincion casi absoluta de todos los sentimientos, de todos los instintos ele-
vados del hOlllbn~, lorlo lo (Iue parece presajiar una fuina irreparable, dirijida
a un fin directamente contrario por la int1uencia de leyes universales de la
(:reacion, concurrirá providencialmente a la rejencraciorl social, a la formacion
de la unidad en que, segun los deseos de Ormuzd, el jellero humano debe
constituirse progresivamente.


No es dCc:ir que todas las naciones e3tén, por ahora a lo menos, llamadas
a no formar llW~ que una soja naeion, que todas las fracciones de la familia
humana, sOllletidas a institucionc3 enteramente if\uales, dehan organizarse ba-
jo un mismo poder. El tiempo en que sca posihle IIl1a union tan completa se
oculta a nuestra vista en os~ura loatananza. ~las las diferentes naciones, unidas
por creencias uniformes (~!I pI fondo, de acuerdo en el derecho y el deber, te-
niendo por eso el mismo principio de ci\'ilizaeioa, en V(~Z de re~hazarse, aso-
ciadas como verdaderas hermanas, méu'char<in de acuerdo hacia el objeto co-
mun, seilalado por la Divinidad al hombre como a todos los seres.


Por consiguiente, cuanto ![las se consirbre efl Sil conjunto lo que las fases de
la duracion mani!iestan sucesivamente, mas se admira la suprema sabiduría,
(Iue, no pudicndo prevenir los desórdenes inherentes al estado de una criatura
imperfecta y libre, sin dpstruir su lIIisma libertad, sabe IlOcer del Illal inevita-
ble un elemento del hien. Así, en ciertas plantas, el jugo venenoso, transfor-
mado poco a poco por una virtud s~creta, viene a ser alimento nutritivo.


XXVJJ.
TARlK A DOSCIIA~I'.


(EL espiritu de avaricia al de mentira.)
La tierra bajo la dominacion del espiritu de mentira y el de avaricia.


Ih: pensado muchas vezes, Doschasp, uue, en esta época gloriosa para los
Darvands, debías estar <:tHltento de ti y de los que te complaces en dirijir Jlor las
vi as oblicuas en que todo es ilusion, asi la luz corno las tinieblas, en (IlIe se CfU-
Z~lll, en mil sentidos diversos, en el sello de las somhras, ra~ os fantústicos, pare-
Cidos a las luzes errantes de los pantanos, o las que vagan en los cementerios. Tú
has t.rabajado maravillosamente eoula palabra humana : gracias a tí, ha venido a
~er el reílejo engallador del pensallliento , su falsa ifllitjen, el ambiguo símbo-
lo de lo que no e'l.istc. Esto es un helio triunfo. La verdad, opuesta a nuestra
naturaleza, nos ofende, y quisióramos destruirla; ¿. pero cómo? No pudiendo
eonseguirlo, ni UI, ni nadie, con ~n rasgo de jenio has hecho un jugucte
de esta criatura idiota, que cada uno de nosotros, segun su capricho, viste lo
mas grotescamente, Yo lile figuro el asolllhro, el estupor C01llLeO de los Izeds
al aspecto de ese brillante prilllojénito de Orllluzd, asi adornado con nuestros
dones; y me rio de su despecho, de sus lacrimosas cantilenas, de su confu-
sion y sus embarazos en medio de este completo baturrillo. Reinas hoy del




188 .HlSCIlASPANllS
mundo, las volátiles quimeras ostentan a sus ojos de~lulllJ¡rados su ropaje ':alll-
hiante. Así entre los hombres corno entre las cosas, nada hay (lile sea lo que pa-
rece. La lengua lo di:irraza todo; de suerte qlW lo que se ve 110 es la realidad
sinó su máscara. ¿ Qué son en el dia las reliliones? .\lenlira. ¡. Quó son la jus-
ticia, las leyes, la política? )[entira. Todos mienten, ~3cerdotes, r('yes, ¡:;ran-
des, pellueilos. Y aun los encuentro pródigos en este jéncl'o; pues podnan lo-
grar sus tines a menos costa. Siempre me ha chocado el lujo .


. Mientras con tan buena fortuna desempeflabas tus funciones, bien sU[lon-
driÍs llue yo tampoco he descuidado las mias. Parece lIlal el alaban;e a ~í . Illis-
mo; Slll embargo, creo que puedo tambien felicitarme de mi obra. lIabw yo
observado que la ley de Orllluzd tendía principalmente a dos cosas: a el erar
al hombre sohre los sentidos, a separarlo de la materia, para transportarlo a
no sé que rejiones en donde resplandece, lejos de nosotros, lo que los Ams'-
chaspands , en su lenguaie ampuloso, llaman la verdad, el bien, lo bello; a
unirlo estrechamente a sus semejantes, por IIl1a constante di,posicioH (l olvi-
darse de sí mismo, a subordinar sus propios intereses al ínterós de todos, a
vivir, en fin, con abnegucion y mutuos sacrificios. ¡, r quó he hecho? Me h(~
insinuado en los corazones, introduciendo en ellos desde luego la duda. ¿ 011!~
es, de da yo, ese bien, esa verdad y ese bello, invisible e impalpable, 'Ille tau-
to ponderan? ¿ En donde buscarlo ': en donde encontrarlo? Os engafliln
con palabras de oropel, se os habla de espíritu: ¿y sahe nlguno de vosotros quú
es eso ? en puro disparate, un lazo tendido a rueslra inoceneia. Preguntad
antes a los sabios si saben ellos lo que es. Pero, después de haber penetrado,
sondeado, escudriflado por todas partes'v aun a sí mi~lllfb, han pronullciado
doctoral mente esta sentencia soherana: llar nuestro honor y nuestra conciencJa,
declaramos que no hay espíritu. Dcsengailaos, pues, de los ·tOlltos (~ll~uef¡os
con qne se os adormece. El cuerpo es el cuerpo, es de lo que ullicamcllte pode-
mos estar seguros.


En seguida enderezaron las orejas, abrieron la haca, y se pusieron a gri-
tar en todos los tonos y de todos modos: i El cuerpo! el cuerpo: Seguramente
no era mala la treta del espíritu; pero nosotros no creemos, no por cierto, en
él. i A otro perro con ese hueso!


Ganado este punto, Hoschasp, lo demás ha venido por sí mismo. Pensa-
mientas, afectos, deseos, refiriéndolo todo desde entolH:es al cuerpo, teniendo
a este por t!'rlllino, y mezclúndose y confllndil~1ll10se mn su codicia, íos infi-
mtos instintos que Ormuzd ha puesto, no sé porclué ni cómo, ell esta estraila
eriatura, se la ve dedicada a satisfacer e5ta ahogando aquellos. Es preciso verla,
huscar lo que apetecen los sentidos, sUlIIcr.iirse en el seno de la llIakria, co-
jeda, apretarla freneticamente, y después de trabajos y liltigas, y de penas
inauditas, reconocer que no ha abrazado mas que una sombra, sentirse t;ln
pobre, tan yacío CO!110 antes y, juguete siempre de las mislllas ilusione,;, con-
denarse de nuera a los mismos sufrimientos, a las mismas fatigas, a los mis-
mos trabajos, que no han de producir sinó elmislIIo fruto. ¡.Es esto o no para los
hijos de Ahrilllan un triunfo? ¿ I a (Iuien se ha debido principalmente lllas qne
a mí?


]\0 me he contentado con esto: he querido además atacando al deber en su orí··
jen, al cariflo recíproco ya la ley que ordena o¡'"idarse d!~ ~í mismo por PI
Ilrójimo, arruinar por su base la sociedad (llIe prpsiden los Izeds, y crear para a tonta raza que protejen un suplicio nue\'o y ridículo.


Para esto, he Juntado a la pasioll desenfn~nada de adquirir, el temor fIlIe iJIJ-
plica de ver disminuir la posesion adq!lirida; he cOllcentrado en esta Jlo~esion
desnuda, úrida, estéril, todos los deseos, todas las alllbicione:;, de manera
'luC el poseedor, renunciando a su gozc para conscrrarlas, priYilndose de lo-




T MRVA:"iDS. 189
do para aumentarlas, se constituya él mismo en medio de sus riquezas en tal
estado d!~ miseria, que no pudiera imajinanie mayor.


Es cierto que los nuestros contrarían algunas rezc., mi ¡nOujo en este pun-
to, y limitan ~us rfectos. Yo no lo estrarlO; tienen sus motiv0s, y motivos res-
petahles. El mal tiene mas(k lInafOrllla, y dehe reproducirse en todas, Pero si por
este lado no obtengo mas que un resultado parcial, si muchos prodigan, segun
sus suenos y sus vanas esperanzas, lo que otros muchos aculllulan tan loca-
mente, vo estingo en todos la caritativa piedad, la simpatía y el amor frater-
nal. Los "endurel.co hahituúndolos al e~pedúeulo de los sufrimientos humanos;
y hago mas, pues les in~piro el heróico pensamiento de especular con estos
IIJismos sufrimientos. )fíralos, Hoschasp, y leerás en su frente: (IEnemigosbJ
i\'o hay uno (IlIe deje de envidiar la suerte de los demás en los bienes de~tina"
dos a iodos; ninguno flue no (Iuisiera atraérsela, absorberla, hacérsela esclu-
sivamente propia; ninguno que, lleno de SI mismo, no tenga en nada todo lo
demús.


Estos son, a mi parecer, resultados bastante pilsitiros. Traer al hombre a
flue descienda voluntariamente de las altas rcjiones en flue le colocaba su
naturaleza a los abismos del mundo inferior, para buscar en él con un ciego
ardor lo que no hay; traerlo a atormentarse a sí propio, a combatir obstina-
damente el principio de su vida, rompiendo los vínculos necesarios que le
unían a sus semejantes, producLCndo el vacío a su alrededor, es, sin duda,
un esclarecido triunfo. ¿Quien entre los Darvands, podría envanecerse con
mas hella victoria?
~!uy hien, se dirá quizá; pero el vencido no es mas que un tonlo.-Oh! en


cuanto a eso estoy conforme.


XXVIII.
BAmL\~1 A ASCIlESCHIl'iG.


(Eljenio de la bondad de corazon al que da la ciencia !I la luz.)
Las relijiones antiguas, impotentes hoy para satisfacer a la raza n humana, arrastran


consigo, al sucumbir, todas las civilizaciones existentes.


SA:'\TO inmortal, tú que contemplas perpetuamente lo verdadero en su
principio viviente, infinito, eterno, j cuanta eompasion sentirías, si, bajando
tus miradas hacia este punto del universo, vieses cuan penosamente el ser a
quien Ormuzd lo ha dado por morada, se eleva hacia el oríjen indefectible de
la luz y por qué oscuras fase~ tiene que pa.sa: para lograrlo .


• \tormentado por la neceSidad de conoclllllcntos, el hombre desde su oríjen
reOexionando sobre los fenúrnenos, se siente obligádo a comprender, a suhir de
Jo,;efectos a las causas, y de una en otra a la primera, a concebir las leyes jene~
rah~s del mundo y sus propias leyes. Esto er~ una consecuencia necesaria d(~
la liberlad ; porque ¿cómo podría obedecer hbremente leyes que le eran des-
conocidas? Por otra parte, naciendo perfectible, pues que nace intelijente, era
forzoso que adelantase continuamente en conocimientos, medio indispensable
de progresar, que es el progreso mismo en aquel raTUO al cual se refieren todos
los demás.


Lejisladores de pueblos, cuya vida intelectual y moral reasumían, jenios
poderosos fundaron, a medida fiue se desarrollaba la humanidad, sistemas so-
ciales, a eu~'a forrnacion concurrieron dos elementos inseparables en aquellas
primeras épocas: la rclijion y la ciencia. En efecto, todo emanaba entonces del
santuario, y revestía una forma sagrada. La tierra, jóven aun, se estremecía
al contacto "del soplo divino. Los homhres, sumerjidos, por decirlo así, en la na-




t92
entonces de combatir con el razonamiento. Cansada de las imprudentes di~­
cusiones, en que aun la victoria no hubiera sido por ella Illas flue una derrota.
avasallada por las potencias mismas que en otro tiempo se hUlllill;:¡)¡an ante ella.
no encontrando ca~i por todas partes sinó indiferencia 1 una especie de com-
pasion desdeilosa, sin aceion real sobre los pueblos, que la costumhre retiene
todavía esteriormente baJO su poder. despojada de todoJlrestijio; sc calla, y no
defiende mas {llH~ ~u vida natural. El sacerdocio, decai o, viene a scr para sus
jefes sus medios de ambicion terrestre, y para los demús un olieio. Estrafla al
movimiento de las cosas, al mundo que empieza a nacer, la que en otrn ticmpo
guiaha al jénero humano, ni aun le sigue en los caminos por donde le enlPuja
¡¡na mano poderosa. Sentada soh!'(~ la ruinas del pasado, reune a su rededor
algllnasreliquias de su antigua grandeza, los restos dc ~u rÍl¡llrza, sudario
pspléndido en que parece que al acercarse el momento supremo, su solo pen-
samiento, su único deseo sea el ser enterrada.


Así se ven por todas partes semillas de muerte, por todas parles funerales.
Pero lo que muere no es el hombre apenas entrado en su carrera, no es la reli-
jion. hija inmorlal de Ormuzd, sinó en cada lugar, su forma pasajera, lo que
había traído el tiempo y qlle él se lleva. Para ella, como para el jénero hu-
mano, no hay sepulcro.


XXIX.
ASC[lE~CIU\G A BAmIAN.


(El ,jeniu de la sabirlur:a al jenio de la bondad.)
Trabajo interno de renol'acion del mundo.


No permitas, Bahman, que vacile tu fe sohre el porvenir de la humanidad,
La raza humana renace, y jamús se estingue. La postracior en que la ves es solo
aparente. Asemójase a esas nítidas llores que se rrplegan y cíerran su capullo,
para que la luz no profane el acto misterioso que les da nueva vida.


Mientras Akuman descansa engreido con su triunfo, los Arnschaspands,
agrupados en torno al trono de ürllluzd, y relle.iando los rayos de su gloria,
celeuran en sus cánticos, repetidos de mundo en mundo, el tnunfo del Ser tre$
vezes santo.


xxx


SAPA'!\lOMAD A Anmmmllscn1'.
(Eljenio de la tierra a la pureza escelente.)


Aspiracion de los pueblos a la verdad relijiosa que les falta.


BIEN sé, oh espíritu puro, cuanto lloran los Izeds en este momento el estado
vacilante de la fe en la tierra. En otro tiempo los hombres, sintiendo la necesi-
dad de creer, y guiados por una espeGie de instinto divino, se agolpaban en
derredor de algunos venerables santuarios, para recibir en cOlllun las sencillas
lecciones que 1('5 enseüaban a vivir unidos hajo una misma creeneia y ullas
mismas leyes. Sin embargo, estas leves vestas creenCiaS, distintas unas de otras,
formaban en el jénero hUlllano unidades' separadas, que, lejos de tender a unir-
se y confundirse en una sola, se rechazaban mutuamente, manteniendo a los
pueblos en un estado de oposicion recíproca, de hostilidad constante y de odio




y D.\RVA"Il~.


irreconciliable. Esto me ha causado siempre, o santo .\mschaspands, los rna:,
vivos pesares.


En aquellos primeros tiempos, nllnc¡ue la razon a~pirnha ya a abrirse pn~()


loor los estrechos sen(lnros de la eipneia, el alma. jÓYCll aun, aeojía con ansin as ereencias relijiosas que la elevan a la altura de Iln horizonte sin limites, y
la arrebatan al trav{~s del misterioso espacio de lo infinito. Pero esto no hastú
al hombre. Despertóse, en fin, :iU clIriosidall: quiso faber, quiso comprender;
rasgú ('(m THano osada el velo de los antiguos santuarios, y Sil fe se desvaneció:
porque en vez de hallar a Dios, 50]1) halló tinieblas: vacío.


Y, ~iu embargo, ar¡llellas rehiiones primiti\as uo de~conoeían la verdad
universal e inllllltable; pero hallúhase en ellas confundida con los errores de
la ignorancia, eon las fakls ideas de espiritualismo, ron la sllper~Li('ion :¡ las
pasiones.


Estos crrores desaparecieron con el tra:;curso dp los :;i;¡:los: p;~ro Ins creen-
cias han prevalecido, porque, n pesnr de la incredulidad apútíca en fllJe pa-
recen sUlllcrjidos los hnmhres de hoy dia, no delwmo~ crerr que hayan d(~c­
terrado de Sil corazon la idea de un Ser eterno, de <¡¡lien tndo emana, a quien
todo se dirije ; ni que desconozcan la existencia de un órd,"\ d:' cosas ,(ll)(~rior
al de los fenómenos, que ni la ['amn ,llcanz:l ni la viola (lC;,~j't<! a d":icuhrir.
Por flllH'h!) que la duda haya Ilcaetrado en los COraZOilr:', no ,:ú~('tn (1,' !\Iodo
al¡¡;uno la esencia de la yerd;lC , imperecedera en la conc;"n{'i:¡ hll::!nn:1, :'!II() la
idea imperfecta ó falsa qlle los hOlllh!'(~s ~e han formado de el!;I: ;~ (',tn ,ojo ha
hastado a pro(lucir una e~pecie de languidez en las crce]J~'i::~, un il1Si::tO dpli-
rio en los cntl'ndimiento~ y un desórckn yerdackro, erae !lO tral,:r:' dp dl'sli;;u-
rar, La verdad relijiosa de~;cansa sobre las idpas que la sancionan;, (ktl'rmi-
!lan; esta base llegó a desmoronarse; el edilicio de la reli.iioil ha Hn:dll a li\~r­
ra, y la ~o('icdad ha quedado reducida a un montan dí~ ('~I'OlllIirC~ en (¡Ile
cada homhre, aislad" de los dema~, trata de I'n hriearsc ll:l albergue donde
pasar la noche,


Al contemplar tan aDictivo espect:'iclllo, 11l1whos aCllfan a los hombres y sp
irritan contra ellos: j. no ~cría TIlas jnsto compadecerlos? i.ErJ. ac~sn po~ible ¡¡tIí'
permaneciesen eternamente sometidos al imperio de afleio~ errores? ¿ 1'0-
drían los hombres mantenerse en tal estarlo aunque qui~:eran'/ ¿. Podrían 1'('-
ehazar la luz que emana del ciclo, ni de~cner en su carrera el a:itro ra(j;aH¡'~
que ilumina las inlelijencias? Al mirar desvanecerse las sill1lbra~ de lo fjlll'
fuó, al \er desaparecer al mundo ya caduco, j. podían los homhres, por VCIl-·
tura, Improvisar otro mundo nuevo, reedi[icar el edilicio de jas antiguas
creencias, fabricarse un símholo que todos acojiesen, rejeucrar en un instanlt\
la humanidad entera, y ohligarla a Illarcbar unida hajo una misllm crL'enna "Y '
una misma lev?


1\0 creais ;' oh santo Am,chaspands, que, al hablar a~í, I~IC dejo lic\-ar (k
nna ciega ternura hacia el jénero humano. LejJs de mi el ljuere!' justiliear o
escusar en un todo a estas ,r~f¡.iilcs criaturas, que sui'r.i'JI hoy la ~l:::ftc (l clue l~s
condena su naturaleza, debd en verdad, pero que Ira Im'ta]ccwndose de dla
en dia. Y ¿ por qlló no ha de inspirarnos ~Il actllal mis~ria otrds ';l'tlliHlÍentos
que los de la cólera o el desprcrio? ¿ \0 sufren \ ti lfl !J;¡SUI'lt:; al c()Jtemplar-
,e perdidas en la inmcnsidad del vacío? ;,l\o l:is Ye!ll:l~ ¡¡;~'~Cr C()I1[ inuoi' es-
fuerzos parn salir del ahismo de ia dllda? i Cuanta, mortal,', a'1!r1l,,\ias, cuan-
tas ansiosas investigaciones (le la verdad y del bien, 'lile han nrrdido! Cllanta
amarga tristczn oeulla bajo el velo aparente ele la increulllidnd ~ ¡ Cuanto dup-
lo en el santuario dd alma!


Por ot.ra ~arte, cO!lfllll(l~JlloS dem~siado el est,,~lo jrnrra: el" h seriedad eon
p] de, sus IIHIlVIduos, La ~orlf~dad ~e dlSllf'lve por falta (k nna Il'Y ('Ol1lnn, de


El'íTIIEliA S.




I ~.¡ .\lISCllASI'.\!\DS
TIna doctrina verdadera y universal; pero no todo ha perecido en este inmen-
sa n:mfrajio de creencias y de enltos. "Iientras no se reconstituye una relijion
púhliea, cada náufrngo, esceptuallrlo UIlOS pr)(:os que no sabemos millo ealili-
cal', ha fecojido ,11;2;11n05 de lo~ restos s()grados espareitlos por la pla: a, cons-
titUYendo con ellos un altar solitario al DIOs deseonocido.


So; los senlilwentos relijiosos 111) han rJesapar!~('ido del todo. Aun ha~'
labios piadosos <lue abran paso a la plegaria. La planta (:ele,llal no ha eesado
de aecer en los corazones; allí Horeee y exhala su divino aroma, que, elevan-
dose de esfera en esfera, se derrama por toda la ereacion, confundida con el
aliento de Ormuzd.


XXXI.
EH~IIF.11 A KllnTJ.


(El espíritu de cólera al espiritu de dureza.)
El c,pÍl itu del mal alarmado eOIl los signos esteriores de un porvenir mejor.


DA11lJOJ infiel, ¿ no te avergüenzas de tu cobarde inaccion? ¿, Que hiJces?
.!\'ada. i Olra cosa esperaba: o de ti! ¿ Crées acaso <¡ue ha~a llegado el ti(~rn(l()
del descanso? ¿Te cl'écs con derecho a descansar? ¿ Piensas que tu mision ha
terminado? Responde: ¿lo crées'? Habla, cabeza de pIOIIlO, lIH!olente bruto.
re~ponde, responde 1 j 't aun dirás que lIle encolerizo! Pues voy a hablar Cal!
san¡rre fria, con toda serenidad.


Tus primeros lrahajos no han sido in[rnctuosos; lo confieso. En la política.
en las ley t'" en la administrarion, en todo cuanto se roza ('(')n los poderes pú·-
blicos, se echa de nI' tu inliuencia, y se adirinan tus illspiracione~: Ilada de
amor, ni de piedad, ni de ese necio senlillleatalisrllo <¡tI(: tanto agrada a los
lzeds: todo lo ha penetrado tu aliento glacial, lodo lu ha endure('ido tu eora-
zon (le piedra.


Tambien con¡ieso l¡Ue en ciertas jentes, como son los (:orliciosos, sedientos
de 01'0, lo.s h')mbres de numeros, aquellos, en ¡in, a quienes devora la pasion
de posel'r y adqllirir, has eonsci-jllitlo ea~i ~iempre ahoi-jar lo que se llama en
este lllundo estúpido, sentilllientos humanos. Ya \"l'S <¡Il:~ le hagu justiciil. Pero
cuando en vez de redoblar tus esfuerzos para concluir tu obra, u~ detienes a
mitad del camino y d(~jas librn el call1po a nuestros rivales, no espere, que
Esehelll luiere tu a palia , ni cuentes con su connivencia.


¿ '{o sabes lo que pasa en la tierra? Ell tanto que, satisrecho con tllS pri-
meros laureles, pasas el tiempo dllrmielHlo bestialmente, ha empezado a
d(~~arrollar,(', ell el seno üel pueblo un sentimiento alarlllant() para nosotros.
La miseria de e~e pueblo es profunda; sus padecimi()ntos se aumentan rlt) dia
en dia, y su postracion es lal, erl al¡.;unos paises, <¡ue p!ldiera ellvidiar la
suerte de los lilas viles aniiltales. Hasta aquí todo va hien; pero jo (llte prueba
tu culpabilirlad es que ese pueblo, cuya miseria es ohra nuestra, ese pueblo
cuyos seflores, dóciles a tus consejos, lo esplotan con ['rialdad y npla:itan sin mi-
sericordia, en vez de endurecerse con el ejemplo, mira con histiilla a sus her-
manos, j' los compadece. Por mucho que se Iw\ a debilitado cutre los homhrcs la
observancia de aquella odiosa ley de Orllluzd', que manda a los hermanes se
amen v se sacriíiquen unos por otros, esa ley tiene cn jos eorazones profl1n-
das ralzes. Aun hay quien cl'éa en ella y quien la obedezca pOI' maquinal ins-
tinto. El pobrc socorre al pobre, comparte con él su asilo, su mezqulllo peda-
zo de pan; yo le hé visto despojarse para vcstirlc con sus harapos, aSlstirll'
en :-:us cnfrrmedades , animarle. C'onsolarle, mitigar sus dolores llorando con




y DAIIVANlJS.


<\1, y cerrarle los ojos en la hora de la muerte con mano compasiva. Y al \u
estos resnltados. ¿. no te avergüenzas de tu impotr>nria o ele tu pereza'? ¿ No
te ahoga la eóleru. como a mí, al conlemplar tan irrilante espectáculo?


y aun ha, mas: ob~ervo t:Il las almas cierlas d¡spo~icioncs, Y3;2;aS, si ;;e
quien:, pero '((lle existen, sin embar¡ro, y me hacen temer para lo futuro,
aUJl(Iue ~eal\ e~t(;riles hoy dia. Se habla mucho de justicia, y algllllos tratan de
n~soln~r en este ~entido los prohlemas sociall's, ql/e helllos embrollado con tanta
habilidad .. \unque el poder sigu(~ negamlo al puehlo el libre ejereicio de sus
úef(~ehos, reconoce, no obstante, la existencia del derecho: lo huellan, lo
violentan, lo aniquilan; Jlero convienen en que el est;:¡do adual de cosas !lO puedc
durar mucho tiCHlpO, : ya ]liell~an cn medios conciliatorios, ya suellan con
nllf~VOS :;isl!~llIas, ya se trahaja para preparar los aconterilllienlos venideros.
¡\laldita sea esta raza incollstante y novelera~ ¡J[al haya SIIS contradicciones, Sil
\i¡ereza. su incan~able actividad y sus ideas imprevistas l Ah! ¿Por que Aku-
man no IIH) la eOlllió a mi solo?


Otro síntoma he observado no menos triste y significativo. Los gobiernos.
en jC!lflr¡ll. nos son adictos y tratan de servirnos en lo que pueden; Jlero SOIl
impot(lnles. Los pueblos, que les temen y desconfían de ellos. yau emanri-
p:índose poco a poeo dp Sil yugo: este es UIl hecho unin.'rsal. Y, lo que e~
lwor, a medida qne reconquistan sus derechos. van los puehlo,; ~inliendo la
nccesidad de unirse; sus odios aitejos, sus rivalidades empiezan a estilll:wirse;
sus preocupaciones dpsaparecen; ILna recíproca simpatía 1m; alra(: linos a otros;
~a comprenden (llle, aparte de e~e amor fraternal, su interé:i mislIlo e'\ij<: (¡lle
"c establezcan entre los puehlos relaciones íntimas, y qur la C:;US1 principal
(](' Sll~ males PS la division en que hasta hoy han vivido. rAas ideas protluci-
r¡tn Im'de o temprano una reyolucion funesta.


Esos fzeds, de quienes se hurlan los espíritus imbéciles como tú. porque
neeis segura su derrota, esos lzeds trahajan misteriosamente y obran CI1 si-
lencio, y tal vez no está lejos para ellos el dia de la victoria. Yo, que los ob-
"crvo, no veo telllor ni abatimiento en sus semblantes: al cOlLtrario, yeo que
llevan la frente erguida, v en ella retratadas la confianza v la insullante sen~-
Bidad.· •


y ahora, ¿te admirarás d(~ que me indi~ne y me irrite tn propia neglijen-
,'ia y el ahandono (le los Darvands, tus eompafleros? ¡.Dirás aUIl qlle me ciega
,;1 ira'? Yo soy quien debo echarme en cara mi paciencia. ¡Si no me cOlltn-
,It~ra!!. ..


XXXII.
CO:\TE~TAcrON DE KHRU A Escmw.


(El espíritlL de dureza al espíritu de cólera.)
El aislamicnto dc los malvados y lo Iimitauo de su poder.


¿Qrl\ me importan tus gritos, tus injurias, ni tus denuestos? Quieres diri-
:1' a los demás y mandarnos como dueflo, cuando no eres :-;ü¡uiera ducíio de tí
:Ili~rnn. Eres iracundo v débil: tal es tu carácter. Todo te c:msa enfado; todo
li~ infunde miedo; no v·es en todas partes sinú síntomas de mal agüero. ¡Pobre
<'''píritll! Sigue mi ejemplo: no te alteres por nada, y valdrás mucho mas, si es
que vales algo.


¿Crees que no veo yo lo (IUe pasa lo mi~mo que tú? Te eng'lJ'ias. Pero yo
miro los acontecimientos con s8ngre fria. y además sé cosas que tú ignoras, al
pareeer, y que voy n decirle. .




¡ % ,\)I~Cll,\SPA:lDS
En primcr lugar, parél conseguir una vidoria completa. absoluta, corno tú


la lIa~ sonado, ~ena preci~u q!le ce~a~e toda especie de resistencia de parte de
1I1H~stros enellJip;lb, 0, lo que es lo IllisIIlU, que dejasen los hombres de existir.
y esto no puede ser lIi ,erú nunca, Podemus comhatirlos, pero 110 aniquilarlos,
POrfluC su orljen inlJlortal está en el Ser mismo que da la vida. Deconsiguien-
te habras de conformarte, como \() me hr. conformado,


Ademas, es preci~o quc cOllliírenda~ (Iue fll rlIéll. esto es, nuestra natura-
leza, nuestra esencia, tiende a se~arar, a contraponer unos intereses a otros,
J' finalmente se resuel ve en el egoismo puro. Así es que cada uno de nosotros.
espíritus malévolos, es Dios de sí mismo; yo, por mi parte, no reconozco otro
Dios que mi propio ser. Cada cual, pues, trabaja por si y para sí, sin salir de
la esfera cn que le encierra su egoismo; y, como son distintos nuestros carac-
tércs, nueslro~ gas los ~ nuestras iudinaeiones, resulta quc lo que agrada al
uno, desagrada al otro, nuestras fuerzas, en vez de reconeentrar~c, se sepa-
ran y obran independirnles, sin que Des sea posible trabajar en comun, por-
que no puede hab(~r para nUs()tro~ objeto alguno prd'erih\e al intef(~s esclusi-
vo de cada cual. Todos tendemos, en \('['dad, a un mismo fiu, que es sati~racer
nuestros apetitos individuales; pero, por Illas que se diga, liO tenemos causa
comuTl. '\ he aquí porquó no hav nada lllas absurdo que esas patética~ aren-
gas que nos dirijes, eoeitando ir) que llamas ehistllsalllente ll\lt~stro zelo.


Ya te he dicho que no tengo wlo por na(Ee ni por nada sinó por mí mismo,
y ninguno de los Dews, nll~ compaflcros, piensa ni obra de otro modo.
l\1H'.~tro interés, tal como lo comprendemos, es lo úJlico <Iue nos mueve a obrar,
j' solo debemos satisfareion a nuestro propio egoismo. Pedirnos que trabajemos,
{JUC nos molestelIlos con otro ohieto, es ridiculez. es locllra.


A esto responderás r¡lll~ la accion del /IIal, coilsi¡]prado en sus resultado~
.ienerales, en toda la ereaciot\, no correspond(~ a la idea que de él nos forma-
mos cOllsiderúndolo en ahstraeto, puesto que los males se limitan y se destru-
yen unos a otros en vez de ausilitlJ'se v ohrar (le cOlllun acuerdo.


¿ 1 quién lo duda? Tienes mucha' razono Tú te enfadas porque es propio
de tu carúcter colérico, y porq\le tu mayor placer (~S atormentar a los demas;
pero yo me rio de tll cólera, qne se estrellará eternamente contra mi natura-
leza impasihle. Por mas que hagas, no <:onst'"lJil'<ls convertirme en zeloso de-
fensor del interés comUlI. i Linda perspceli',a por ciclto! i trabajar sin dcscan-
so, sin tranquilidad, sin bozes positivos, ¡. y para qué?: para ateanzar un ho-
nor ilusorio, Ilna ;:;loria necia, que es de todos y no es de ningullo! Kos llamas
Jmhé¡;ilt~s: lo seriamos en SlIlllO ICrado si te hicil;ramo,; caso.


Que las cosas dejen mucho que desear, eso podrá ser ('ierto, y aun, si te ern-
p~i'i¡¡S, lo confesaré; pero, tales como son, yo ~aco de ellas el partido que pll~­
do, y no soy tan necio que quiera meterme a refornwrlo a costa mía. He dl-'
dIO; ahora truena y vozea cuanto quieras.


XXXUI.
AKUI:A-:I' A ZAIIETCH.


(La, inutilidad absoluta al que llestl'uye el bien).
inanidad de miras, pensamientos y deseos de los hombrcs.-llusiones que les fascinan.


DII;EN algunos envidiosos, que hago poco y yo (;rco que hago mucho
La nada eH mi dominio. Considera hasta qué grádo he consegUido estendcr los
I1mites de mi imperio; ) esto, sin ruido, SIn hacer I~~rllerzos que escanda-
L;,tll.




197
Este mundo, en que cada llllO de nosotros ejen:e su poder, ¿ que és bin()


un conjunto de inutilidades? ¿. Hay cosa mas vana ni mas insípida yue los peIl-
~alllientos, los deseos, tos témores, las pasiones y las obras de los homhres'~
Yo soy el vprdadl'ro rey de la ti"rra pues la tr;¡]¡ajan para mí sus habitallt(~s.
derramando en su seno, con una ~inJpleza y una conhanza pueril, la sPlllilla
yacía quP les doy a manos llenas. ;Cllanta~ esprranzas, cuantas bellas ilusiones
ell la prim,1\era ~; yen 111'¡!:ando pi olono, i lll1l' cos('cha dl' quimeras!


Tú, Zaretch, y lo~ dl'llJas lIarvands os dedirais a COrrOlllpl'r y tleslruir
las obras de Orrnuzd, tarea sin dllda loable y meritoria, sea cual fuere Sil
('xito deliniti\'o. Pero yo voy por di,linto camino. ro dejo que la~ em'as ~lIh-­
sistan como OrrJlllzd las ha hecho; sov, a imitaeion suya, el'l~ador y cllbriell-
~Il crcacion con la m¡8, la oculto a h\s oios del hom/¡r'e, s~ducidü po'r las a[',(]-
riencias.


¡Oh, cllan IH'l/O es mi IIniverso, y manto me complazco en admirarlo! Mi
creacion es orip;inal; no necesito tipos para formarla, Las hjeras llubccillas,
los vapores, los fllC¡rOS fatuos, los respla\ldore~ fantústicos, las Yallas aparien-
cias, los sonidos misteriosos, tales son los materiales de que fabrico lUil ca-
prichosos fantasmas, animándolo" rOIl mi a liento, IlIas caprichoso aUJl. ¡ Luanto
gozo, al contemplar en mis ensllL'iíos, estas apariciones fantasma¡rúricas, qm:
danzan, c.orren , se deslizan y se dibujan al tran's de las sOlllbras fosfores-
centes!


V é recorriendo la "llperlü~ie del ¡!:lolJo, e'\amina el caraeler de los pllt'lJlo~,
el espíritu de lasdiversa, sociedades; v por todas partes hallarús mis huellas, y
te admirarás de las ohras que I/(~,·o a caho sin 'el menor trabajo. Corno las eS¡JÍ-
gas ondean en la llanura a merced del zetiri\\o inconstante, asi ondean a mer-
ced de mi loca ranta~ía las opininne~, las ideas, las ereencias, ~. todo cuanto
ajita al }()nero hWlI;1ll0, lo seduce y lo ap'biona.


Olberva las rpliji()nl'~, las institucion<'s, las leyes: no dip;o que todo esto
sea ohra mia; hay ell ello un fondo de H'rdad que se resi~te invenc:iblt'!Yi(;nte a
mi influencia; pero en todo lo d('lW1S tenero UTla parte muy importante. ¡Cuan-·
tas preorupa('iones las de,fi~llran~ Y hay que mlvl'rtir que estas ideas fab,l~
de las cosas son las que predomiuan COTl mayor obslinacion en el enlendilllien--
to hllmano; ellas son /;b que e~!;l hlpcen jPueralmcnte la pauta de su rl)ndueL~.
Los hombres no .-acilaran .iarn;í~ entre una verdad inmlltahle yeterna y tina
\"{¡Igilridn(! val'Ía y sllpcrsllci()~a. E~to ha~la a satisfacpr nuestras lUiras.
Conn(~ielldo e~to mi~mo, procuro pnlir con falso brillo la ~llpe.rticie de las


tosas,. a !in de illlpedir qun el pensamiento I;IS IH'netre y e~clld]'ifíe. Al trayl'~
deLpnsma qur~ 1(" pn"('lllo, solo yel] en el Oc('ano la e~pllllla de las ol,!:'.


¿ Quién sahe, como yo, ellamorarlos de formas em:;a:lOsas, alucinarlos
nln ensu\'ílns, \'s('ilarllls, (,Iltll~iasmarlo, con palahras altisonantps, COIl
imá~¡cnes seductoras, con "inqdes simulacros que ticnen a sus ojos LJ-
t1~l la npari(~ncia ele la rc:alida(!, y Cll~ a huella siguen llenos de esperauzil , ol-
Vidando todo lo !lemas'! _\¡ienlras io:;; LZCtlS les pintan la vida ton serios colores,
l'~eordando s.i.n cesar a (',m; l1lis(:ra hl('~ seres humanos Sll~ il~íperio,as ohli¡l:a-
1;lOnes, slIsnJldos de!Jeres, h,,<:[('[ulolp, hostezar de puro tastHJIO, yo los entre-
tengo, lo~ distrai!!o y diYierlo, v 11)(~ divierto a mi mismo viéndole:; calcularse
la cabeza con tonterías v correr tras somhras Ya!2:arnsas.


Yo los rodeo de di\'cÍ'siones l'~tr;lYagantes, vierto cn su alma un hrevaje que
los adormece, gasto los resortes de su allua y esLrayío Sll ralOn. ¡Oh, qué cllrio-
sos paseos! ir¡ IJ(~ mar:J"illas se les pf{~sentan por lodas partes! Te asombrarla,
Zaretch, la razon de e~tos descllhrimientos. aun cUaJulo sus lihros están llenos
de ellos.


Así, pues 1 el mundo ('ntero depende de mí: hombres y cosas, tocio mI' e,[;(




Iri8 AMSLllAS¡'A:'iDS
sometido, todo viene a colocarse a donde mi dedo señala, lodo obedece al es-
píritu del vacio, al padre de la nada. ¿ Quien de vosotros podría preciarse de
un poder igual al mio"? ;, Qué yale lo que Y050tros haceis, comparado con lo
que yo deshago? Cuanto mas pienso en ello, mas creo ser la misma inutili-
dad, y por esta razon el mas útil de los Darvands.


XXXIV.
rhmL\:'i A SCIIAHl\EI\.


(El que bendice al pueblo al rey equitativo.)
Contradicciones humanas.-Oposicion entre las ideas y los hechos.


ClíAl'iDO se e\:amina, Schariver, el estado actual de la sociedad, llama j¡¡
atencion desde luego una particularidad notable, y es: las contradicciones t¡ue
se ohsernm por do quiera en los sentimientos y las opiniones dr: los pueblos.
tus Ideas jenerales, no menos que el instinto espontaneo de la nda, los ale-
Jan del pasado y de la~ instituciones decrépitas. Careciendo ya de apoyo en la
fe de las Illa~ilS ~ en las costumbres públicas, e'\iste en todas las naciones ulla
tendencia vi~iiJlc él sustituirles una organizacion Ilneva, fundada sobre una llueva
concepcioll del derecho. El poder, segun la nocion (fue ahora se forma de <'1,
ya 110 es ¡¡ersonill, ya no emana Illmediatamente de Orllluzd, ya no e~ inamisi-
blc. COllSÍ<!U["Úlldolo como. simple fUl1cion revocable, sin lo cual.seria .inhcreI~Le
al que lo (~.Iercc, e\.Cllto dc toda ·eoartaciol1 y de toda f{~gla obligatona, la Je-
ncralalad lo dele;.:;a, (Illcelando siempre con la facultad de reeobrarlo euando su
segnridad lo e\.ija o lo juziJ;ue conveniente. La misma oposicioll existe a las ca-
t('gorias de raza v de nacimiento a las cl<tses llIóviles y 1H'l'edit<triils, imesti-da~s de privilejio.,· incolll])<ttibles c(;n la igualdad orijinal (fe los horllhre, ; en cu-
va [rente ha illlpre~o el Criador el sellov d(~ Ilna naturaleza COll1un, y a quiene:i
ha unido C(m los li1zoS de una fraternidad (Iue se (;onfundc en su corazon con el
~cntintiento mi~ruo de la justicia.


Talps ~;on !as mú \ tilias establecidas casi universalmente, pues los mis-
mos q l/e rcclwzan SllS consecucncias en la práctica, no osarían ponerlas PIl
clIe,¡ion dii"ectalllcl1tl~; Jos dominan, cualquiera que sea su estado, y triunfan
de ~n razoll , sulJ~'lIgada Jlor la razon de todos. ..


Parece nataral pensar qlle tales m;hilllas deberian prodUCIr gobIernos (1111 :
fue,en eo:] c,;:'la difei'l:llcia espresion de ellas; pc~·o nada menos (11lC eso. En
muchas pnrtes, a prsar del camhio olJerado en las Ideas, los poderes antIg,WJS
reül~ n lod~'-la colÍ el ant:i.wo derecho, en (lile los. pneblos no creen ~'a; d(~
donde resull:l, SIn (fue al P,l recer les llame la atenclOll, una contmdIcClOll ab-
solut~i enire ej e,h(l~ politico y el estado intc!p(;[ual y moral. (,Cll~ll1tO durará
selllejante cnnt;·adlce,on? .Este es un gra~ 'prolll~'!la, cuya SOIUrIO!l 1l~r¡I~Icta va-
ga~lclltc .1w:-:ta a los e~pll"Jlus mas superhcIaIPs; .10dos tIenen el SCI.ItIlIIICllto de
la IIlstn!¡¡lldad dr lns (\),.;a5 pn'sc'ntes, la prevl,loll oscura, pero Cierta, de un
úrden fllll1l'o, (llíe serú muy diferente. He aquí el disgusto, el malestar, la
I!esconfianw jel1ernl, el aLm ca,i ún~co en lo~ poderes de conservarse, la
coali{'ion para com;egnirlo, cOlltel1lcndo todo moviIlIicnto, toda Jlwnil'eslacion de
las fllcrzas interllas unc j"(~vr~lan la virli1 y son la vida misllla; de aquí la admi-
llistrarion slls:)ica:~, 1~1 recrlldescencia de·1 (lespotislllo, la cúlera del miedo, las
miserias de la arbitrDl'iedad, d abandono de la ~o(,ierlarl en hrazos del aZ3r, la
taita de ohjeto conocido: lo provisional reill<lnr1o en todas parles; por todas par-
l.~s i~lloran('ia sistemMica sollre el dia dp rllaiíana. Gohernar hoyes calcular,
al l(~valltarsc por la Illailana, las intrigas que se debenín emplear, las "in--




í DARVA:'\DS, HHi
l encías , aüagazas, enga¡jos y hasta crímenes para Ilegal' al fin del dia,


Después dn las cOllvulsione~, cuya reacl'ion se ha hecho sentir profunda-
mentt~, 110 sil'ni/o ~a en ciertos puntos todo lo que los siglos habían consagrado
rna~ fl(1(' un 1ll0lll0il de ruinas. sr~ lla tratado fip realizar en ciios el lluevo de-
n'cho p illlrodlWirlo el! la constitucion del Eslado; y. segun acontecil constan-
temente ('ualldo ln~ pasio(ws fermentall ~' las cabelas se esaiuHl, ~e ha proce-
dido a ('~ta dificil obra, que parecía de poco mOlllento, prtmelO con una ps-
peei(~ de frenesí salvajr~, dC'plll~S con una vaciial~ion tan tlllllda y d(;,I'o¡¡fiada,
que ha dehido <lr~slwrtar las esperallZas de los hombres del pasado, alentar los
ill!('re~es y la~ alllbi('iuni's rctrop:rada~, alLerar los únimos y pom~r de nu,;ro en
Lela de .i lIicio lo l¡Ue la victoria del puehlo jlari~cia lu!Jl)r decidirla irrerocabll)-
JlIC'nte. La cil~ga y ¡wr"Z!1:i<1 bur)lla fe y la hipóerita perfidia ~e pusieron (b
acuerdo para I'IIIHiill' 11/1 si~tcma ha~tarclo, resultado monstruoso rl(~ la allt\l'Cllt(~
fllSioll de lo,; principios fjuc se escluyctllIlútllamcnLe; d('pü~ilatldo así c'n la ley
constitlltil'a dj(;rlllPII di' una gil erra permanente ~ (h~ una disolucion ineYÍtahh)~


Lo ([ue prial'ipallllcnte lI<ima en esto mi alcncion e~ la incohl'l'ClIl'ia y la
inconSCClIClll'ia, el aseen/liente r!rd háhito, la e~pecie de accion f¡Ue las costUlll-
hre, y las Ill'l)I)(,!lpaeionl'~ ejcrcen ~obre ('1 ánimo, cuya t1aqul:za lile sorprende
,.;iempre. Sr~ r¡nir~r() la lib()rlad, y jalllús se Cl,,~e lubcr dado al jloder bastante
fuerza contra pIla; se quiere la ig;ualdad, y 110 ~t~ ce~a de rormar clnscs. prií'i-
lcjios pollticos ~. Olro~i qne la dl~~¡ruyrn ralliralmenle; se ¡¡uiere estahh~cer el
dogma de la so!wrallia del ]lllchlo, el único que la razOn concibe y rlue admite
ho~' la conciencia, y de becho se ataca ('sa ~()beranía coa instituciones (Iue la
yjolan, Teúricamcnte, se qUiere q\le la nacion se gobiel'lle a Sl misma, y, en la
pr{¡ctica, se la d()~poja rl(~ t(j¡]a participacioll efectiva en el gobierno. La opinioll
rechaza todo poder (,llyO derecho, condiciones y forma no t~iIlanen de la volull-
tad nacional, ~. ~;e ahdll'<1 ¡!ldefillidarneutl~ elllSO de esta \oiuntad Pll los plintos
llJas (',cu('iales, Se a~pira a la paz, a la seguridad, a un r)l'(lr~n duradero, y se
ponen frl'nte a frentf', hasta ea las mismas leye~, dos derechos opuestos, dos
pl'ineípios y dos illt(,l'I~seo, carla uno dp los cuales no puede subsistir SiilÚ allo-
,:ando a Sil eoúlral'io, preparando así, tras luchas (IlIe desgarran d btado y
lo <:niquilall, una re\'olucion infalihle, CU~ a inrc,ant


'
!' amenaza es para todos


uu motivo continuo de alarma, ¡.Te p3rccen pocas e,tas contradicciones?
Ha~' ci¡;rtal!lellil~ ,dP:1l1I pUllto donue han llpgado a un estremo irritante.


impaciente ]lo!' un poder que no emana de ella, (11lC traha su accion, (Iue tiende
cada rlia IltaS a anularla, a ahsorherla completamente en la suya, la nacion le
derriba en IHJTlIilrn rle SIIS illlprescriplihlt'~ rlerec[¡o~. i Pero qué pensais que
hace en s('guirla? ¡.Creei, que organiza su derecho para eYÍtar que !'e l'qll'l)lluz-
ea la ()pre~IOn contra la cual hn ]lroll:~tado, y que se repita un conlkto que,
'-"¡[lIulera r¡1II~ ~ea su resultado, trae siempre consi;2;o males illcaleulall!e~;?
·'nda menos que eso. Lo qlle hace es sustituir al poder jmgado ~' condenado
otro poder parecido; ensalza mailana lo que arrastro ayer. ¡. r consislc ea qlll~
reconozca haherse engaitado, y (kplore su misma vidoria? So por cierlo; y la
pl'llell:¡ es r¡ lW la glll~rra se rel~uera al punto. Esta gnerra se termina co;no la
primera, y el triunfo tampoco da otro re~llltado que volver las cosas e\acla-
mente a su estnrln nlllerillr, jllgnl' el p:Jrveair a los azares tk otra lucha igual,
y crear, por un cncalle\1(~!lliento fala!, la terrible neccsillad d() una nuera ca-
tástrofe,


¿Es e~[(~. rr~~' rle ellnitlad, el frnto de ¡a~ oraciones que sin cesar clero a
Orrnuz¡} en 1'<1\'01' de los pueblos que ha cOllfiarlo a mi direcciof[ '? Tal vez con-
venga que atrarie~en estas tinieblas para llegar ala luz; t:ll vez los obstáculos
que el pasado opon:; al nacimiento de la sociedad futura no puedan vpncerse o
destrnirse lllas que poco a poco, a medida que se I'ea!izl:n invisihlemente las




'20 ~)


conJÍ<'!Oile~ todavIa illlperfectas de esta misma ~ociedad; tal vez un movlIlIJenlo
lllas rúpido rompería el lazo secreto que, en la vida de los seres, debe u1Iir
siempre lo (lue fué 11 lo que serú. 1,0 ignoro; pero tengo fe cn la Suprema Sa-
biduría, ~ adoro en silencio al Supremo Amor.


xxxv.
CO'iTESTACIO"! DE SClIARIVE/\ A f)\IBIAN.


(El rAy equitativo al que hendice al pueblo,)
Orijen de esta oposicioll.


EL manantial de cOlltradicciones que adviertes en la sociedad, Oalunan, :,t~
dehe menos a la Jlatlueza que a la corrupcion del alllla.


CllillHlo una criatura, e~traviada en Sil rumbo, ha perdido la senda de su
(kili'" ;) ,~! firme proy):;itu de volver a ella por mucho qlle le cuest.e, cuan-
do no s:) preSl~!ita a sn vista mas (¡ue el interés, se engafia en todos sus
cálculos, ¡JOl"fl'l:: de nada oe ocupa lilas (¡ue de si mismo y del ohjeto que
ie ra:;ci:w. El ¡nrve:lÍl" le parece de!ln~iado lejano, y es, por otra parte, dema-
~iado inc~('rt:) !lilt'a eFrcl~r grande iil!l!leneia sobre sus determinaciones {lnirti-
ca,;: y :'!lill!) oda uno, a ejell1jl:o de lo~ demús, Sl: contempla a ~i solo aislada-
I\L~:lt'\, lO:!03, rc¡JIi(~¡dos únic,wJellt0 a sus fuerzas illllividllales, se encuentran
~¡¡¡j):)~l~nl,:~i a: qller\:[' llnya]" a caiJo ~u, de,cos egoístas. l~ntollces, por natural
mSltlltn, ~(; coli,,[l!l, sc arann, forman ejércitos para conquistar y conservar
l~n ~~guida a tod,l co~!'a hu Yelllnjas que nadie obtuviera !ndividualmente; ~~
,lcia lHcun,eCUi\lIi'ia (¡ll:~ te il.:llllira, ,~ltnqlle a una ciega Sinrazon se deba en
l!lh'i¡a part:\, tiene i:lfllt:Jablcmcnte por callsa prinCipal la delúlidad deun prin-


npio mord lÜ: COítW dije poco hil, el cálculo personal sustituido al. deher, que
orrbn el omdo de SI 11IISiI!(). Destnl\cn, pues, un poder arbJtrano, qpresor,
anulan la, clases ell:~m¡~as de la igurllclad, tus privilcjios inicuos, y estalla, en
!ill, una rcyolur:iun l'ua:ldo lit masa paciente saca del mismo sufrimiento la
en~l"¡i;:¡ neé'i)s:lr;a ¡nra realizar esta rc\Coluciull, que ha sido provocada por el
sentimiento de la Ju~ticia. Al si~;u¡ent~ dia se Clll:UClJtrall con sus pasioncs y
:,lb dcseo~ i¡¡,;aciabh;, ;-, para "~atisfacerlos, trahajan en. la reconstruccion de
la ~)bra (r;l~ echar,Ul ayer por tierra; puesto que ahora y siempre scra ta~ solo
elllllel"~s el r¡lle Lb guic, Y sinlÍ ¿qm; ~on las diflm~ntes clases de la soclCdad,
;ll":' (l~le ;::i':n:lC3 grupo~ d(~ intereses esLlu~ivos a (luie~lCs la le~, injustamente
)/'ll"Ci'li, nS2¿ura el predominio? ¿Y qué es tlll poder llldependlCnte de la re-
;)re~"!ltaC:¡Ol1 !;;ll'iol):11, irrevocahle, ilimitado desde su oríjen, único juez. de
su (hrecilo ~ rk la éstensioll de su derceho; qué es uu poder semejante sinó la
f~aratltía (le e.' tos i'l'.erese, y de estos priyilejio~, naturalmente ligados a los
suyos, centro ¡Ú,~lilt0 de la impía eoalieioll dI: algunos cOlltra los demás? A
pesar de iOi progresos de la razon natural, a pesar de la.jeneralizac!~n de las
luzcs, U,ta socie(hd, presa de este fatal espiritu de egot~mo, se apta en un
~lrGi~~O f~ta¡ .y eterno ele d:~súr~lelle~ y males. Su lllal no lICne su aSJ~[Jlo en la
IJItell¡CnCta SlIIO en la eO!lClencta; bien qu~ poco a poco de esta se cslwnda has-
ia aquella.


Por triste que ~ea, bajo este aspecto, el estado actual del homhre, !lo te
alarme, sin embargo, porque tendrá término. El desórden se gasta a si mismo,
\ del mal, tarde o temprano, nace el remedio del mismo mal. Observa que
¡am~s aprorech~ este mas que a un número reducidísimo; y jlo~ eso, sien?o
,lOsttl a los demas, desde el momento en que se le ataca, es venCido, y los lTlIS-
mo~ malvados. divirlirlos eatre sí, ayudan al logro de la victoria,




y IARVAXlJ~. 20 I
Nada entre los sere:>, a quienes su naturaleza ohli~a a transformarse, ~e


asemeja mas a un síntoma de muerte que esas grandes perturhaciones que eJl
ciertas épocas de su desarrollo esperimentan en ellos las funciones vitales, \
que, por consecuencia, no son mas qtle los esfuerzos de la misma yida para
ensan('har~e y dilalar~e en UIla esfera lilas estensa.


Trae tambien a tu mellloria el pasado, tan instructivo para el.lí',nero hu-
mano, sus dehilidades ~- sus flaquezas, y ob,erva después el maraYil]oso vue-
lo que lo conduce en progreso a distancias inmensurables. Cumulo se esperaba
verle caer en la tnmha, es cllando toma posesion de un I1Uel'O Illup.do.


Hijo de Ormuzd ¡.qué deberemos, pues, temer? El temor es apenas digno
de pcrdon en el homhre. que tan poco sabe v tan poco dura. Ademús a cada
momento se ve advertido de ljue una bondad' todopoderosa vela sobre él, así
como sohrfl el universo, y su historia está llena de esos accidente:; illlprevlstos
que desconciertan repcntinamentfllas tramas urdidas con el mas húbil artilicio,
ponen en consternacion sus criminales esperanzas, ~¡ le en~eiian al través de
las tinieblas en (Iue intentara ocultarse, un ojo abierto que le mira y una ma-
no vengadora.


Para comprender, en cuanto es dado a un ser finito, las sallÍas concep-
ciones de Ormuzd, su poder sobre Sil obra y las vias de su proyidencia,
es necesario, Dahlllan, hacer abstraccion del tiempo, que esparce sobre nues-
tras ideas sus sombras engaüosas, que camhia para nosotros el aspecto de IDs
cosas, que oculta a nuestros ojos su vínculo esencial, sus íntimas relaciones,
separando en el espaeio de Sil duracion lo que en esencia es inseparable. De
nuestro modo de e\.istir sucesivo y limitado nacen las locas ilusiones que aluci-
nan nuestro juieio y confundirían nuestra fe, si incesantemente no tuviéramos
(:uidado de renovarla en la fuente de toda vida y de toda luz.


XXXV].
ZARETCIl A AKm!AN.


(El que destruye el bien a la inutilidad absolata.)
Asambleas políticas. -Espectáculo que presentan.


EL mundo formado por ti, Akuman, que con tanta amabilidad me pintas, li-
jero, brillante, deslumbrador, f1uetuamlo con gracia en el sellO (le la nada, me
había seducido, lo conlieso. He querido verlo de cerca, y ha huido ante mi hje-
ro soplo, y he conocido últimamente que tu universo no era mas que una hom-
ha de jabono i Pero qué bomha! En tu naturaleza y tu carúcter no me sorpren-
de que te cuente en cllLúmero de sus apasionados.


En cuanto a mi, dotado, por de~graeia, de una imajinacion menoS viva, gro-
seramente positivo y de un carácter ordinario, dejo la poesía a las alm3s su\)lt-
mes, a los jeni~s ereadores que no sabrían re~ucirse a menos, y me c~lllte'.l­
to, como un cUItado, con la prosa de la creaClOn, harto placentero y dIverti-
da en mi coneepto. .


Yo no sé si en medio de tus sueños te se aparecerá alglIn recuerdo de las
observaciones que te he comunicado con respecto a los hombres y sus gobier-
nos: ello no importa mucho. Sus innumerables estravagancias no están ~e tal
modo ellTnaraüadas que pierdan mucho de su valor cuando se las considera
aisladamente.


lJltimaTllente nos convinimos varios de los nuestros y YO en darnos un es-
pectúculo solemlle. Es preci~o que sepas, rn prim~r lllgal~ , • f¡Ue e.ntrr los [llle-
blos que sr gobIernan a ~I IlIlsmos, como se le, (l!cp ton una sPl'lcr1ad qne les
~.




encanta, la porrion del poder que les concede el sistema ef'tahlerido, se divide
en dos cuerpos; en cuya composicion, mirállflolo hicn , nnda tiene él que vero
muy poco en nlg-uno; lo (;unlles cncanta talllhien, ~ a mí igllnlmente, aten-
dida la admirable armonía que resulta entre el derecho ~ el hecho, PI princi-
pio y sus con,cc(l(~ncias. Yo nprecio la I(¡jica sobre lodo.


Estos dos cuerpos, pues, reunidos en (;iertas épo('as) proceden, segun su~
estatutos, al ejercicio de sus altas j'uncioncs; frase muy saeramenlal que me pa-
rece muy feliz y estraordinnrinlllente propino


Si cada uno de estos individuos es tan truan, decimos ¿. qué sprán los dc-
Jidos) los entresacados) sohre todo cuando sc ycan cscilndos por la emula-
cion? Además) ofrc('ienrlo tOflo el aspecto de un,l diversio[] }¡onl'~ta y partIcu-
larmente digna de mi gravedad, cada uno de no~otros, envanecido Clln su obra.
querría gozar un poco con la envidia secreta.de s.us bllenos y caros amigos, ~
adornarse ante ellos modestamente con sus y((·tonas.


A cafla rllallo suyo. \uestros primeros homenajes fueron tributados a la
asamhlea que representa mas e'sencialmente la sahiduría, la e~p('rimlCia, las lu-
7.e~, las virtudes de la sociellarl , de la cllal es imújen viva. IlIlajínate Akuman,
todo Jénero de d~(TellÍtude~ físicas, morales, mentales, un montoIl de cuerpos
gastados y corrolllpic os, pero menos qlle su~ almas, cah(~zas sin vista y sin voz,
y sobre tOllo eso una capa de apática sonnolcncia, los pliegues y replicf.mes del
sudario envolviendo unos cadáveres. ~osotros los mirahamos y nos miráhamos
a nosotros mismos con una especie de emoelOTI producida p(lr la risa que llf)S
producía y el disgusto que nos eausaha.
De~pacio, se flores , dijo Eghetesch (1) con cierto aire de satisfaccion ; serán


cadá\ues en buen hora, pero cadáveres respetahles. Hay aquí de hueno algo
mas de lo que pensais; leerl sus epitafios, es dccir sus nOlllbrcs.


En efecto, Akuman, i que nombres! son casi otras tautas inscripciones a
nuestra gloria. Cada cual se apropió alegremcnte el suyo; si bien hubo algunos
que se disputar\m. El del jefe y algllllos otros produjeron ulla grande hatalla, ql1(~
Boschasp I)!) mnsiguió entar con destreza y ciertas insinuaciones; y se convino en
que a esos tuvieran derecho todos igualmente. Por una de aquellas retlexiones
a que nos ohligan los sucesos y que tú conoces, nos contentamos; y entonces
esas augustas nulidades, e~as momias sohernnas, se transformaron repentilla-
mente a nuestra vista: su gloria, emanacion de la nuestra, los había transforma-o
do. Hubo, le lo juro, ur: momento de encanto al ver (imitando tu lenguaje; ese
undulallte mar de conciencias, dispuestas siempre a plegarse a todos los viell-
tos, y censurar todos los poderes, como quiera que sean, y cualquiera que
sr:a su orí.i(~n, fmtonando los mismos himnos, las mismas. adoraciones, en call1--
}J10 de los misTlIos favores. En cuanto a mí, estaba eII3Jella¡)o; pero todo ell-
canto dura poeo. "Volvimos a caer en el cementerio, y el olor nos arrojó de
allí.


Desasl1xiados durante el tránsito, algunos riyendo, otros murmurando.
quien bostezando, y Yarios estornudando, lleganios a la otra asatllblea. JlIZ-
gamos desde lllego qne esta merecía su nomhre, inverso del de la primera.
aunque por la edad ~e las pudiera creer hermanas. Era de ;-er aquellos rostros,
nn que cada uno de nosotros leía sus sentimientos, y con todo, en merlio
¡le tal "<lriedad, apan~eía claramente nna espresion eomUIl, que se con(~ihe y no
se akanza a esplirnr, como si dijéramos, cierto aire de falllllia. Yo (;()JIocería
entre diez mil una de aquellas fisonomías.


El concurso estaba alhorotado, gruflía. hramaha, nhllllaha, pateaba, hrin-
('alta. y lo que mas me sorprentli(\ es qtW el mayor núuwro carecía de (e-


(t) .1rnio de la corrUpC!Oll riel coraZOll.
(2; Espiritl1 ue la mentira.




y 1J.\JlVANIJS.


~'uer (1), o cosa que se le asemejase: es lo que les faltaha unicamente. Alliu
cOJ'nprendí la calJ~a de tantos gritos inarticulados.


Atentos a tan estraiío espectáculo, y conmoyidos por rl vago placer que
cada ellal hahía sentido, y sahoreaha cn su interior, hubo entre nosotros al-
gunos instantes de silencio, hasta filie Astiliad lo rompió.


Por Ahriman, dijo, que estoy Illenamente sati:,;fecho de estas jentes. El
prelcslo qlLn los ha reunido, copian( o las ridículas idnas de los Izeas, ns dema-
siado sit!lple en ven!ad, ~. ~ o no Sl' porqué lo ha hecho Ormuzd ley de estascr~a­
turas. :\0 contaha SIll duda, con nosotros, como sus Amschaspands, y han VIS-
to humilladas sus pretensiones y arrogancia. Kos faltaha IIuestra parte, ~ la he-
mos obtenido: para ellos la palabrería, para nosotros las cosas. De todos cuan-
tos aquí yeis ¿CUHIl~?S I~ahrá que no se preocupen d.e tales ¡¡¿¡gatclas?


Oh! por eso, dlJo Eghestesch (2), he estableCIdo buen órden, Y' a poca
costa; les debo esta conl'esion. Al principio toqlló alguna dificultad. Hay espi-
ritus est]'aiíos que las preocupaciones ofuscan, que no gustan de doctrinils, de las
nuestras ~e entiende, porque les pareceil OSCllras y algun tanto ellmaraüadHs.
Estos carecen absolutamente de semejantes escrúpulos. Sea por SIl naturaleza
o por costumbre, si quereis verlos heber, enturbiadles el ag11a.


Allin con solo el espíritu no se va muy lejos ni muy apri~a. ro conozco una
senda Illas corta y mas segura. Es al corazon a quien me dirijo, y siempre
me responde el primero. i Qué preciosas semillas, cuan los tesoros owl-
tos bajo la grosera corteza de los mas emhrutecidos! ¿ Sabeis como los he
transforlllado en lo que son'? Llamándolos a parte e insinuándome en ellos: es-
tudiaba sus inclinaciones, sus pasiones (bien menguadas por cierto '), y su se-
creta codicia; entonces los lisonjeaha, los Hcariciaba, teniendo cuidado allllis-
1110 tiempo de heril' su estúpido alllor propio. Nada de tonterías, les decía. Y
cuando cada uno, bajo la capa del bien público, busca el SUYO propio ¿ serias
acaso tan necio que te ocupases en O[['H COSH que en ti mislIlo? ¿ Qué te im~
porta lo demús? Lo demás es el insípido alimento de los tontos. Haz tu nego-
cio, que es lo que importa. ~Ie han creido, y hacen su negocio; razon por la que
los nuestros prosperan como yeis.


THrik (:3), Savel (k), lloschasp (iJ), y otros muchos, en gran número., re-
clamaron a su vez la parte que les correspondía en el resultado del trabajO co-
mun. Sohre este punto se acaloraron, sus proposiciones tomaban un carácter
Hgrio, hablaban todos a la vez; la escena, en tin, se convertía en una verda-
dera sesion del senado que teniamos a IH vista.


En este momento suena um campanilla, se restablece el silencio en la
asamblea, y cada uno en su banco se ocupa en coordinar su capazidad leji~­
lativa. :Esla inesperada calilla suspendió la querella que acababa de estallar en-
lre nosotros.


Algunos Izeds parecían velar sobre el pequeño grupo (le pertinazes que ,se
hahiHn esea¡w¡}o, IlO sé como, a nuestra acciono Su presellciH, además, leJOS
de oscurecer nuestro triunfo, lo realzaba; y ellos mismos lo conociHn.


Multitud de curiosos llenaban las galerías en torno del recinto. Sentí vivos
deseos de oir lo que allí se decía. y me acerqué a un grupo. Un homhre poco
!lfecto a nuestr8S doctrinas, por lo que luego vi, iba llamando sucesivamente
a los que se hallaban a su inmediacion, y peroraba en esta forma:
. Si alguna cosa, decía, prueha hasta que pun,to puede ~l espíritu de par-


Ildo engaüar al pueblo, y acaso engafíarse a sí Illlsmo, es clCrtaIl1ent~ esa es-
(1) El rspírilu. el alma individ\1aL
1,2) El que no pirIlsu mas que en pi mal.
i:~) l~~pi.ri.ttl de la a":arici,, y de ~rn"'lla¡{,5 rlP!il(,I1'~.
[4~ ESplfltu de la vlolelll'iC:t.
'!l E~pír1tu ¡J(~ lil mrttltlr;l




'20 l A,[SCIl \S1'.\:'\05
pecie de brillo con que había logrado ocultar su arrogante pedantería y ~1J
depra"acion, henchido d(~ suficiencia y de yetH'no. L na af¡,et.acion de pro-
fundidad cientifica, de señorío Icudal (cuando no es cosa peor), csprcsada
en un lenguaje seco, sin ralor ni vida, con un estilo incorrecto y J>c~ado, y al-
gUllas ideas comunes, de las que se ofrecen a los lllle lIO li(~llen Ilinguna, ta-
les son su:-; títulos. Ellos han bastado, gracias a la necesidau (lllC había de me-
diauías complacientes, para abrirle las puertas a los grandes negocios y a lo~
mas altos empleos. ¿Y qné han delllo~trado entonces? Una vanid')sa rijidez con
la condescendencia de un cortesano el mas sutil, una incolllpnrahlc debilidad
para con los fuertes, una cruddad ine:s.or"bl(~, illlplacable, atroz, contra los
rI(~biles, una cieneia falsa, una impotencia ah~olllta COIIIO hOlllhre de estado.
Ji una mezela, desconocida ha~ta entonces, de insolencia y de hajeza. Para for-
marse Ulla idea exacta es preciso haber oido su palahra llIajistral y dogmútica-
mente hueca; es preci~o lwber visto aquella cabeza echada húcin atras, aquel ade-
man descarado, aquellos ojos empapados en ira, a(luel rostro ridículo, echado ha-
cia adelante como la víbora echa su lengua. Este hombre quiso siempre dos cosas,
y nada mas: el poder, y lo que acolllpafla al poder. I'nra apoderarse de éL
para conservarlo, no hay disfraz de (Iue no se haya valido: ha sostellido todas
las doctrinas, lisonjeado todas las pasiones, sistematizado lodos los crímeft(~s
políticos, dejándose llevar indistintamente de la odiosa brutalidad o de la ba-
Jeza, de la violencia o de la cobal'dla, ya hinchándose y enderezándose como
un Satanás burlesco, ya aplanándlls(~ bajo la mano de los CJU(~ podínn recom-
pensarle, hunllllúndose a sus pies, y he~ándoselos, lamiéndoselos, y nun la-
Jll iéndose después los labios.


Hueno, dije yo, he ahí al menos uno de los mios. El elojio cs justo, casi
completo, y no del todo lllal hecho.


Y dirijiéndose en seguida al que acababa de hahlar, uno de sus oYente~
le llamó la atencion hacia una ngura pequefla, inquieta y gruflidora: ¡Qué
graciosa es1 c~clamó. V crdaderalllente es así; pero no os acerqueis mucho.
que los monos llluerden. ~o por eso ({uiero decir que este sea naturalmcntr,
o por cálculo, o por sistema, Illuy malo: eso supone ser alguna cosa, y es(}
sUJlone algo. El no concibe rencor, ni odio, ni piedad ni amor: \Ilono de
Estado, mono de cartera, no titubea jamás en vender el Estado por la car-
tera. Nadie pernea, jesticula, y tiene movimientos tan innumerables como
él. Así le admiran y se ponen contentos y fuera de sí, tan luego como aparece,
sobre todo el de aquel lado, á la izquierda, tan bien ataviado, tan relamido, tan
grave, tan profLllldo, tan lleno de nada, quiero decir de sí mismo. En nomhre del
titeretrro se sonríe, se burla, promete turran. Prometer es lo que menos le (:uesta.
Su impudencia no causa en él admirarion, tan natural le es; es su poder, su or-
gullo, su seduccion :i su gracia. Segregado de todo lo que tiene un nombre, tnnLo
en el bien como en el mal, se sustrae a la indignacion, y hasta al meno~precio, y
pasa por todo: sentimientos, opiniones, má:s.imas, principios, verdad, litlsedad,
JustIcIa, injusticia, son para él otros tantos juguetes. La patria, y su honor, '!
sus libertades, y su gloria, ¿quó' piensas que son a sus ojos? Un objeto de trállco,
cualquier cosa que se vende, o a lo mas un mono de tileretero que 110 se espo-
ne por nada a quemarse la pata. Pnes y el titeretero; qué se promete? qué
espera? ¿,Preguntais qué se promete? Espera turrou.


Este es el aran jeneral.
Es el afan de esta vieja larva, de fisonomía dura e hipócrita, cuya frente


han señalado a porfia Tarik, (1) Y Aschmogh (2), que marcha arl'<1slraJ](!o ~u
(1) Espíritu de avaricia.
'2; Aquel cuya gloria c. la crueldact




y D.\lIV.\:\DS 20;¡
mellado sable manchado de toda clase de fango. Sereis dueilo, si quereis, de Sil
vida, pero no le lo.qucis al turron.


Es el aran de esta bestia de crines rojas, tlterctCl'o. grotesco, verdugo sin
piedad. a (¡uien se le dice: JJa!a, y mata; horro.r de la senectud, de la infan-
cia, del sc:\o d(~hil, a~esino, infanticida, (Iue será cuanto. se quiera tratán-
dose de turroa.
. ":s el ~1¡1ll de este seflor de pueblo, mal humo.rado, áspero. a cuyos ojos el
orden SOCial y el moral, penden de dos balanzas, un testo y un escudo; que cla-
vetea su (;ulza(lo é hi(;iel'a mejor en clavetear su conciencia; hombre de pala-
hras bellas y acciones feas, que lanza imprecaciones contra los animales de
presa, y luego los acaricia, y le~ da el pasto con su lllano grosera y sucia.
J~s el aran dp este devoto de la mosona de amalgama, que permite ne-


garlo to(Io () c()ncedcl'~o todo, ser todo lo que conviene, disculparlo o jus-
tilicarlo todo. y de,;pul:s de una retahila tIl\ sublimes argumentos, concluye
en el turran: es el aran tic este Judas de cara gorda y sensual, drl ojos atra-
vesados, Cl! otro ti cm po rogosos en un sentido, y hoy en el contrario, cnemigo
implacahle de nquellos a quienes se hallaba ligado por juramentos, atormen-
rado con Sil aspecto como con un remordimiento, ~ullliéndolos en los calabo-
ZOS, cuando no pudo ohtencr ~ll caheza; todo por el turron.


Es el aran (Ir\ este hadulaque, pagado de sí mis\Ilo, de rasgos señala-
dos: de Jleinado piramidal, que escribe, habla o calla sin que los mas diestros
advlcrtan dir(\rcncia alguna; el afan de este charlatan, de este inventor de
frases vacías de sentido, de estc retórico llexible, que ha ensuciado sus zapa-
tos con el poI ro illl\mrO de los salones de todos los poderes; el afan, en fin.
de esa masa hestia que sopla y suda allá en aquel banco. Brutalmentc apega-
do a la Illateria, nadie miente con lllas audacia, nadie es mas atroz a sangre
ü·ja. De las pri,iones [loliti('as, trasformadas por él en salas de tortura, se ele-
van grit()~, JClIlidos quc desgarran, qlle vienen a espirar en un recinto sin eco,
donde sc osa invocar en alta YOZ eluombre de la justicia y de la humanidad.
Escritor lilúntroJJo a la lIIoda, rehusa al [lobre el derecho de vivir. El dere-
cho dc vivir es derecho eselllsivo de ¡')S qllr~ poseen, y se estiende hasta
donde se estiende la propiedad; ni un punto mas. ¿(]uicn se admirará de que
este adore, y quiera el LllrrOll'?


Es el afan .... es el alún de toJo el. mundo; no acaharía nunca, y la se-
sion va a abrirse.


Se abrin en et'r,clo. Vimos pasar, uno tras otro, hastantes actores hacia las
tahias. La pieza, fastidiosa, por (:ierto, lo rué Illas por su ejecucion: no es es-
tc el fuerte de nlle~tros discípulos. ¡Qué lengua,. qué frases, qué jestos! Este
tartamudeaba su lelx:ion mal aprendida, afluel salmodiaha enfaticamente las
co!lcereioll!:~ nocturnas de su confuso cerebro; olI'O mojaba en una olla llena
de vulgaridades, o a (!:randes vozes saboreaba frases sin sentido. Había colé-
neos qlle con sus agwlos gritos ¡lesgarraban el tímpano, lánguidos que eonvi-
daban a dormir, alegres socarrOlles que se cansaban de interpretar siniestra-
mente epígralllas inoeentps, otros, rn !in, cuya voz, semejante a un toque mor-
tuorio, parecía tafler lo~ I'uncrales de su bello discurso, que a cada espresion
parecía e~pirar en sus lúgubres periodos.


Felizmentc, lo esencial, ya me entiendes, lo \'erdatIeramente esencial.
dulcificaha la forma. No huho "uno que en SIl discurso no se tomara a sí mismo
por tipo: así no se podia uno equivocar. Si se trataha de alguna cucstion de in-
terés general, nadie escuchaha, todos ellos se reían, se clirijiall improperios, y
la casualidad decidía la votaeion, ordinariamente a nue~tro gusto. Por el contra-
rio, el {Joder, es decir, el poder dispensador de los faYOfeS; ¡qué vijilaneia! quü




A:U~C!lASl'ANJ)S


atencion tan activa! qué pasiones tan ardientes! qué ajitacion y qué ahulIÍllos!
jOh! todo esto era collsolador.


Además, ya lo ,"es, todos mentían, y así desaparecen hastantes maneha~ .
. i'\in¡;una palabra se oia que signiíicara lo que r¡ueria espresilr; siempre en sen-
tido ambiguo, y sin ell!l),ugo adivinado por todos, era un lenguaje convenido
para el e~terior y perfectamente comprendido por todo~ en ~u interior; cada cnal
marcbando dl) trav(~s con una mirada oblicua, (lirijiéndose il este lado en aparien-
cia y llegando al otro; y un maravilloso laberinlo de sendas tortuosas, de trún-
sitos oscuros, donde las mas robustas conciencias, arrastradas por el tropel,
entraban frescas : gallardas, y ~alían, puedes creérmelo, por lo menos muy
desalentadas.


Sin usurpar tu dominio, pudiera estender esta incompleta narracion; pero es
hastante por ahora. Si quisiera decírtelo todo, sería demasiado prolijo ~ cunsa-.
do, y me tomarían por uno de ejiOS cuyo retrato acabo de trazar.


XXXVII .
.EL )I!S}I{) H MIs,ro.


Significado de la~ palabras reinar, gobernar, admini~trar.


SABES ya, mi muy caro cólega y noble amigo, lo que es el sistema represen-
tatiYo, cnriosa invencion de estos buenos seres humanos, tan cuidadosos do
nuestros placeres lllas pequeños, v de cspíritu tan jovial, tan rico en produc-
ciones orijinales nunca oídas, sohr'e todo cuando cada uno pone algo de su co-
secha. Te he pllesto ejemplos, a propósito en mi juicio, para satisfacerte, y to-
davía no hemos tocado al fin. Son cahezas inagotables.


En sus ideas de Ol'~ianizacion distinguen tres cosas: reina!', yobl'J'na!', ad--
ministrar, y e~le punto 110 es cllestion de la ley, que se fabrica aparte por me-
dio del rncl:anisllln cuyos principalcs f(~sortes te he descrito.


;Hell1ar, Al- liman, qué slIblime runclon, segun la teoría al menos; solo la pro-
func!;¡ inlel ijencia de los mayores injcnios, con esfuerzos inauditos de medIta-
cion pudo concehir un dia la ·venladera grandeza, tal como nadie ¡arnils la había
cOllcelJic,lrl.. j R,~illar! yo no sabría plllta.rte la admiracion que me inf~nde este
descuhI'lllllenlo lllcomparable, estc últuno tenrulIo, este suprcmo triunfo rld
.Ienio inventor: reinar es renunciar constitucionalmente al ejercicio de todas
las J'aeultadc,; hllmanas, a hablar, a ohrar pOI' si mismo; es convertirse en hruto
o estatua, senlar:ie con una corona en la cabeza, en una ancha poltrona, hajo
un solio, pcrmanecer allí inmóvil con la hoca v los oJos cerrados, y casi mu-
do, iiwIjinarte a tus anchas rey ilt~stre de los hombres v de las COSéiS inútiles.
I::~to es sin duda una concepcion nueva; y hay, sill eIllhargo, quien niega el
progreso!


1\1 i¡'ntras que .~Il -'fuy .\ Ita y Muy Augusta 1fajeslad reina así tan brillante-
mente,' otro: go}ncrnan .. ¿ y qué crees tú que es gohernar:? Caheza ruda" ¿no
Jo entleIH\cs? i.l II /lO entIendes que cuando se akanza la dIcha .de lener balo.sn
mano, balO sus ¡lLeS, algullos millones de pobres diablos, a qUIenes su pOSIClOll
algo penos:1 cansa () irrita jencralmcnte, cs necesario cuidados para sostenerlos
PIl ella, crdC es nec~sario ór~en, Sll¡)(Ie~ta ya l.a viiila,ncia,. una aeeiorl conti-
lluada, fuerte, hahil, v en 1m v sobre todo ¡atIgoS"? l~l latIp:o, a deCir verdad,
es el fondo, .10 esencial del goIlierno; y con eso~ te doy la delinicion mas com-
nieta v pr<'leIsa.
> (;ohernar, por Jo demás, sería poca cosa, una pueril satisfaccion de vani"




y UAlIV.\:\DS. 2U,
fIad, una quillwl'a ridícula, sin las sólidas ventajas que la sabiduría de los go-
hernantes y la ejcllIplar complacencia de los gobernado" han imajillado siempre.
Se les ha dicho con uncion: Rehaüos queridos, ya lo sabeis, nada por nada; es-
ta es la costullliJre, la regla; ~ puesto que los látigos cuestan, ¡,quien los ha de
pagar? rosotros, siu duda, (lue os utillzais de ('.1108, y ademas es justo. Por otra
parte, lJinguua iuversion, arhertid lo que os digo, ninguna itllposicion hallareis
ta[~ produdi\ a COliJO la qlle 1I1¡P,tro sincero afecto os propone, si os empe-
ÜillS en ahorrar de vuestros locos gas,'ls el comer, el beber, el ye,tir la
casa, co,as tan estulJl{lalllcnte consideradas como necesarias hasta f¡Ue la' e~­
periencia, gracias a lIosotros, easefl() cuanto se puede terGeuar de ese lUlO,
funesto a la ~allld de! plll'lJlo, fIne dehe vivir con buen réjimen para leIler
salud. Leed la historia, estudiad con ánimo imparcial la ciencia económica,
prestad oido a lo~. elocuentes discursos (h~ nuestros profesores, y llegareis a
esta conclusion, digna d,~ ser grahada eon caracteres de oro en las paredes y
la~ puertas de todas las tiendas de comestibles: Jamús, en ning'un pais, eu nin-
f:!:lllla época, e\i:ilió un puehlo ~a[)o, zeloso, fuert(], virtuoso, sobre todo vir-
tuoso, que no tOlllara la fdiz costumbre de no satisfacer su apetito .


. \. e:óla alocueion persllasiya y tierna no hay réplica: así es que se paga,
y tOIl largueza. EII erecto, es cosa de poca illlportancia para jentes equitativas
pagar los gastos de su dicha. Héstanos, pues, Akuman, hablar de la adminis-
t;'acioTl.


. _\h! cuanto aprecio yo esta palahra y su significado! la palabra significa ser-
VIr. P~ro servir ¿a quien'! A sí lUismo, entendmllo bien, y a los que, sirviendo
de la llIisllla manera, forman un cuerpo en el cual todos los miembros, uuidos
por un interés COlllun, se sostiellen , se deliendcn el uno al otro contra los ata-
'11leS estemos, y, salvo las rivalidades qu~ suscita entre ellos el interés parti-
cular de cada uno, se pre~t3n mutuo auslllO y ayuda. Esto es la Gasa en su
escncia; imajen exacta de lo que sucede entre nosotros.


1 partir, pues, de un centro, el del poder, como entre nosotros, el animal
voraz e~tiel\de sus mil redes, de mas en mas sutiles, pnr las entraDas del pue-
blo. Chupan hasta la última gota lo~ jUbos qne elabora el trahajo de la vida,
guardando lo que pueden y enviando las sobras al centro famélico: siempre
C0ll10 entre llosotro,.


Las relaciones entre elatlministrallor y el administrado se espresan con
una sola palabra, una sola: PaiJa . .El que sabe bien esta palabra, el que la
coloGa lllas apropósito, la pronnllcia con mas grncia, con un acento penetrante.
que persuade, y al <¡ne no es posihle re~i~tirse, ese es el modelo del adminis-
trador, a~i CO!ll(¡ la palabra ea sí, en su brevedad compada y sustancial, es e!
perfecto resluncn, el principio, el medio, cllin, el Alpha y la Omega de b
ciencia adlllÍnislrativa. _\h~ palabra poderosa, palabra ~uhlillle! Tarik (1) S~
precia de ser su pacl re, alegando para ello sus íntimas relaciones con la madre
yel vineulo estredlO que los Ulle; pero ¡,quien de nosotros con el mismo titulo
no reclamaria tan justamente esa paternidad?


AdplIJús, lIecesario es que liaste pregonar: Pagad, pagad. Pagar no es el fruto
codiciado <!uesl'dujo,segun se dice, en su orijen a e~ta raza, o ha Gamhiadobas-
tante de gusto. A (in, pues, de ayudar a la naturaleza ha debido mezc!arseel arte.
En jelleral, cnando lo, hOlllhres trabajan, quieren que ~ea en benelicio propio;
es su manía. Pretenden que el ohjl'[o del trabajo f];~ cada Hno y de todos es
ocurrir a las necesidades de tod()~ y calla uno, y (Ille, satisfecha la necesidad,
no seria un gran lIIal el (1lJ(~ hubiera ademús algunas comodidades. ¡Falsa
doctrina, error, herejía, a los ojos de la jente fILIe administra! Trabajar para


(i) Espiritll (1r avarieia.




20!} J.}lliCIlA~PA.\DS
~í, no lo penseis ; es un egoismo aboIllinable! l\acion, qnerida Illia, hila, hila·
hila para nosotros; así serás grande, dichosa y próspera. Y la buena de la
nacion hila, en efecto, hasta quedar sin dedos, y vela, y ayuna paciente y do-
lorid,~' amigo Akuman, (llIe es un portento. . . .
~lll embargo, como oeeia, para llegar a este caso, ha SIdo mdlspensablc


cierto arte, cierta habilidad. La fuerza no hubiera bastado, porque al fin,
;. quien posee la fuerza? La nacion misma, el pueblo, la masa. A no haher
ella contribuido a mantener por sí misma este sublime sistema de atlmillistra-
CiOll, no hu hiera sido posible realizarlo.


,\sólIIlJrate de como nuestros fieles han conseguido sus fines. Claro es que
el cuidado de los nego(~ios comunes debe estar confiado a algunos delegados ror
la socierlad, respon5iÍblcs para con ella; doble cláusula que debe fijar tuatenclOn
}Jorque en ello esta la dificultad. Delegados responsables de hecho (pues de
derecho aun ¡;ase ') seria el trastorno del sistema adlllillistrati vo, segun el cual,
en virtud de una ]'rgla capital y fundamental, los administradorrs piden bien,
y ]mmi, dan cU(;¡llas. Es preciso dignidad. La responsabilidad estú demás .


. . La im¡,i~I)C!¡,~Il;te necesidad de ajentes . de funcionarios m.l1sagmdos. al ser-
VICIO puhilco, no podía menos de reconocer,e, y por eso ha Sido tan universal-
mente admitida. Sentada esta base, v sentada de un moelo incontestable, ~e
trataba de eliminar las dos condiciones vel'daderamente escandalosas que te he
hecho (l,chrrlir. Por eso se estableció que el pueblo, desprovisto indudable-
menle de l!lzc~, v aun del sentido eornlJl1 mas lllllitado. 110 halláll(lose en estado
de comprender su frliúdad, de gustar el placer racional e'e paf!;ar, o aun, para
preverlo todo, dispuesto en ciertas ocasiones a pagar Illucho, como un
verdadero niiío, fllera considerado menor, en perpetua tutela, pupilo dicho-
:-:0 de un sahio tuLor, de una administracion paternal qlle se autoriza a sí mis-
ma y ~e da cuenta 11 sí misma de sus acciones; por manera qne el principio,
dil¡cil d~~ co'llbatir en sí mismo, de delegacion y responsabilidad, ya desembara-
zado de Importunas consecuencias, suhsistió sin inconveniente alguno. Los prin-
('Jpio~ necesitan ser hien manejados: el respeto es indispensable.


Esta sólida rlortrina, esta rclacion de lutor a menor, que concilia intere-
~cs qlle se hubierall tenido por incompatibles entre sí , se ha alzado con los su-
[ralios jt,;ner¡¡!es. Se ha convertido en la piedra angular del edificio administrd-
L!vo, el t.esto con que los publicistas de todas las escuelas doran sus argumen-
tos, 1II0tl\'0 de los himnos que los amigos y los defensores del puelllo no se
cansa~ de cantar con un calor, un entusia,mo, una enerjía, que lile, pondría
en CUidado por su pecho, si no tuviera cien y cien raZOlles para creerlo lTIas
robust.o (¡!le) su cerehro .


. EH último resultado, todo el mundo está contento o dehe estarlo, (Iue es lo
1l1lSlll(). [a lIacion es menor, sin duda, para el manejo de su dinero y su librr-
lau: pero tamhiell es cierto que no se mezcla en nada, y se evita mil zozobras
y mil inquietll~!es. Si trabaja dia y noche sin interrupcioll, sin descanso, al
menos no se pIerde el fruto de su trahajo; ya sabe a donde va a parar; y esto
es n~l (~ulce consuelo, un placer inesplicable! tloro de t?rnura solo eon pensar-
lo. Estlende, Aluman, estiende tus manos sobre la pupila y el tutor. Imploro
para ellos tu hendicion.




y 1J.\RV.\"lJ~.


XXXVlII.
D \lm.\\ .\ SCIL\llIYIlR.


(El qlle bendice al pueblo al rey equilativo.)
Escarnio y cOl'l'upcioll de la justicia.


E'I el desorden actual, Scharivcr. ¿ (IUÓ se puede esperar de los poden·.~
establecidos? i.<1lt(·~ son pn lodas partes, quó ¡llwclt'!l ~er mas que la cspresion
lid pgoisJIlo IIl1iY(~r"tl, millo las mÚ\illHlS de su jlolilica son su teoría y aun
diría su lejislacioll? El derecho, cuyo couorimiento ha jeneralizado el tiempo
poco a poco en la cO!lciencia d(~ los IHIChhb, no se parece en nada al derecho
(lue les rije d(~ herll/). En ello~ torIo está combinado de muchas maneras para
mantenerlos bajo una {Iominacion opresiva, porque los despoja de la digmdad
de hOlllbres, in,epnr,lh\el1lellte ligada a la libertad y al ejercicio de la liber-
tarl, y porque hace de e\lo~ a la yez la mina que se esplota y el instru-
mento de la esplotilcion. Además. cuando sus yerdaderos intereses, en ar-
monía con el deb(~r, ¡]ebieran I:slahlpcer entre ellos relaciones fraternales,
vínculos amistosos, y por con,iguipnte útiles a todos, ~e les constituye en
un estildo de aislamiento y de rivalidad, de reciproca desconfianza, de anta-
gonismo envidioso y rencoro:,o .. \ las l)lu'as y dukl~s leyes de la familia, baJO
las cuales estaban tlestinados los hOlllhl'es a vivir, han sustituido una organi-
zacion de conl¡uista. Siendo iguales al nacer, han introducido entre ellos una
desigualdad impía; :. ~iendo libres al nacer, se han forjado cadenas. En vano la
Ilaturalt~za jime y se indigna; en vano, en los males que se eslabonan uno en
otro, advierten l(ls naciones su estravío; en vano los Amschaspnnds se esfuer-
zan en conducirlos a la sf'llda de Ol'lllllzd. pues en lugar de hermanos dispues-
tos a prestarse lIIutua a~lIda, a lell(lerse con amul' una lIlano henétiea, no se
ve sobre la tierra vrofanmla mas que rebailos de esclavos sometidos al trabajo
por ~erlOres arma(lo~ de lú ti;m.


Como la cau~a de ('sto~ vicios abominahles de las sociedacles está en las pa-
siones hnlllana~, debilmente contClüdas por las creencias morales, faltas de
vigor, se les vó hajo clIalquirl' forma de gobierno. tos artilicios por cuyo me-
dio sc ha procllrado aminurar!os f'Il alglln punto, han, por el contrario, agra-
vado pi Trlal; pues se h;¡n multiplicado los dominadores, dismiun;ém]ose pUl' la
divisioll su responsahilidad personal. Era preciso satisfacer mayor número de
de~eos, y cilda cUill, sin tanto esfuerzo, ha podido, con menos pudor y pe-
lip:ro. conceder lllas a la jcncralidad : exijir Illas para sí mismo. J<:ntre el po-
d(~r de uno solo y el poder de Lodos no existe, en realidad, mas que medios
í'aJilzcs y decepciones lamentahles. Tal vez se podrá ir gradualmente del UIlO al
otro; pero el ('amino es difícil, pcligro~o, y, si se prolongase, las paradas se-
rían mortales.


Los gohiernos e(!"Ívocus, CUYOS principios solemnemente cimentados jamás
¡ll'oducen eonsecuencias. van a ¡¡arar liwzosm11ente a un sistema de falsedad e l.lrocresia. Esto se advierte en todo, y especialmente en la administ.racion de jus-
t.lCW, o de eso que con amarga ¡ronia llamamos con tal nombre.


)nac:cl'sib.le esta para el pohre, a causa de la enormidad de los gastos que
I'\~qe, nada tiene clue esperar ue ella; pero me engaflo: hay casos en que ella
misma ya a huscarlo faLal e inexorahle. Si, VOl' ejemplo, deja uno, al morir • a
~IlS hijos algun misprahle peculio, al¡nlllOS muebles Yicjos, 11 na miserable tarima.
I'lla se presenta al punto y procede hasta que no les qneda mas que el pol\:O
tlr la l)I]h;lnlilla, de donde el propietario lo~ arroja al dia siguiente.




no
Todavía le persigue por otros conceptos. Si la edad le ha redueido al esta-


do de inaceion, o las enfermedades que la miseria trae c()m;i~() le obligan, en
el último estremo de la dc~nudez. a acudir a la caridad puhlica, pnlollcPs lll~
aquí lo que pasa: se le arresta ~. ~e le conducp allU~ un Irillll;¡;¡1. ro fni una vez
testigo de una escen:l de esta mllllraieza, (Iue jalllú~ ~e horral'ú d(~ mi lllelllO-
ria: todavía tengo ante mi vista el desdichado que estaha sentado ~ohrc d han-
ljuillo, cubierto de harapos y (l(~hi!ita(lo por el slIf'rilllip!lto. El .ill:'z le hace le-
vantar: E~tais acusado, le dice, de no tener dOlllicilio ni Illodo dl' YÍrir cono-
cido, J se os impone un mes de prision. Salí de allí horrorizado cuhriéndome
la cara.


La ley además está distante de ser igual para a(juel que, no posesendo
nada, vive unicamente de su trabajo, y para aquel que, llIejor acomodado,
eompra el trahaJo al precio que le parece, y lo convierte en un instrumento de
lucro; tanto que parece no haber tenido a la vista lilas (lile lo~ interese~ de es-
tos (¡]timos: consecuencia natural, por lo demás, de la institucion polítiea,
fundada enteramente sohre el pririlejio; y como el espiritu de la le~ pasa a la
aplicacion de la misma ley) la justicia no es, hajo este aspedo, Illas que el
apoyo legalmente prestado a la codicia del rico. La diferencia de la~; dases
produce otra no menor en todo lo que concierne a la represioll de los delitos;
v osta desigualdad funesta al sentimiento moral, que altera tan profundamcnte
la conciencia de los pueblos, acostumhrándolos a juzgar los ados, no por lo
que son en sí, sinó con respecto a las posiciones sor:iall's, y hasta segun las so-
las diferencias de fortuna, es universal en el Illundo.


En muchos puntos lo que sucede, tratándose del poder y dn la:.; cosas del
gobierno, os todavía peor. La ley llIisma [lO es mas (IIH~ ulla letra muerta, uu
código capcioso que se interpreta arhitrariamente, se alllOlda en todos senti-
dos, y del cual se hace lo qun se quiere, segun las lwcesidad(~s (k la tirania.
S,i faltan pretestos, se crean. Se suponen, y después se consolidan esta~ supo-
SICIOnes desnudas de pruehas, y muchas vezes hasta de verdad. Hasta que la
snntencia, aunque inicua en su esencia, sea aceptable en su forma. La pasioll


!lolitica, o la de elevarse, es la (pIe anillla al juez. Ell elmisHlo santuario de as leyes se \'e, en 111~ar de la recta justicia, que pesa con escrúpulo la defensa
y la aClIsaeion, la cólera qllB hiere o el odio que se renf!a.
¿.Q[I(~ sería si hahlara ele los lIIislerios de una sumaría, de los infames lazos


tendidos a los aCll,;ac!os, de las Yergollzos,h S(~dlle~'iolle:;, de las \'iolencias d(~
[OlIo jénero , plH~stilS en juego para arrancar d(~ (~II()s e\l~crah\:)~ (Haciolles, im-
putadas a la inocencia, aun después de prohada ('sla? La Ínllllellcia de los
Darvands no se deja ver en ninguna parte hajo un aspeelo Illas sini\~stro, por-
que el antro tennbl'oso en que se urden estas tramas ti(~IW salidas suht(~rrannas
que conduc(~n a este punto.
~adi(' pone en duda que la sociedad deba cstar defcndida de todo jénero d¡~


n.gresioncs, ni (¡ue el deber (jp los homhres eneari!ados de velar por In segu-
ridad de sus mielllbros y por el SO~ll'll del órdell púhlico Sl:a el de aYl'rÍ¡':lIar
y castigar a los qne lo turhan. P(~ro la cjeeucioll de esta alta y tutelar fllncioll
envuelve en si ulla ríjida imparcialidad, una apreciu('Íoll escrupulosa dn los
actos y de las pruebas de lo~ aclo~, d temor de caer ('n alp:uno de esos errore~
por desgracia harto frecucntcs en los fastos judiciarios, y cu~ as rbaltas son
tan fatalmente irreparahles. SUilcriol', por un esl'tterzo continuo de virtud, a
las debilidadcs humanas, y ~ie:lljlre d(N:ollliado de sí lIliSIIlO, de su jui(:io, de
sus arrebatos, de ~u" involuntarias lH'C\'enciones, el majistl'ado digno de este
JLOmhre erije en su conciencia un trihunal, en d()n(l<~, si aeusa, talllhien dn-
tiende, y con mayor plat:er; dllda e¡¡all(lo ~e debe dudar, y ell la (luda se ill-
dina siempre en favor de la inocencia. Cuando, en yez de e~to, ~c con viert(~




y IJAIlVAilU:,'. lit
la aeusacion, pOI" aIllOI" propio o por interés, en un asunto personal, ~e esta-
blece entrc él : el acusado un duelo desigual, se apasiona, procura unica-
mente hacer resaltar lo que agraril al acusado, huscando aun fuera de la
causa, en sus opinioncs, en SlIS juicios nrdadcros o supuestos, todo lo que
cree conducente a rodearlo de preced(~ntp, dcsf,H"orablcs, a escitar en contra
SlIya IIlla c<ilt~ra secreta, una alltipatia trementla para con aquellos qlle van a
decidIr sobre su suerte; l:uando para él un acto de condella se llama un triun-
fo, y el número de los triunfos es el mayor titulo para el ascenso ¡oh! entonces
no f'() hahle : a de ju,ticia, porque es deTllnsiatlo escarnio.


Así, pues, la corrupcion de la ley y de los ministros de la leves hov ea-
,i en todos los plleblos una de las seiíales mas manifiestas y lllas horribles "de la
decadencia jencral. un fllleblo sufre lo que no ataca mas que a su existencia
material, y ha~ta cil~rtO punto el vicio mislIlo de sus instituciones, los des-
aciertos o los crímenes pasajeros de su gobierno; pero lo que no sufre es lo
que mata la justicia. Despierta de su letargo, pero no se repone de la enfer-
1l11·tlad (¡ue destmye en su accion púhlica el principio moral; porque esta en-
fermedad es a la rez el efecto v la causa de una descomposieion universal de
las costumbres, del víllculo s'ecreto que une a los hombres y constituye el
orden, e~ dceir, la vida.


¡Con <rué dolor pongo ante tu visLl, oh rey equitatlvo, esta pintura, des-
graciadamente liel, de una sOt~ledad en el estado de decadencia, naciones aba·
tidas, que, sometidas a poderes que están en lucha con nosotros y entregadas.
a los Darvands, parecen haher perdido el sentimiento de sí mismas, Ilaciones
estraviadas, tal vez sin esperanza, en la~ sendas por donde han caminado to-
dos los pueblos que ~ a perecieron! Pero, si los pueblos IllUerOIl, el jéllero
humano suhsiste. De ws cenizas nacell ntliWOS pueblos, llenos do una ~a\'ia
J()cunda, hion asi C0l110 despllés del invierno se ve crecer sohre lQs dc~pojos
de las plallta~ desecadas una fresca alfomhra de nuevas plantas.


XXXIX.
KAFlTZ A J''Ü;SOBCII.


(El espíritu de la podredumbre al que maltrata a los mtlertos.)
Progreso de la corfllpcion en el cuerpo social.


1I.\BlE'\lJO nacido juntos, ~esorch, y permanecido siempre unidos por la iden·,
tidad ue gustos e instintos, vivimos separados, lejos de la bulliciosa turba, y para
entre nosotros, ba~tante ruin y llliserable de los Darvands. Hav en el Illal miste-
rios que solo nosotros conocClllOs. Los demás, quiero decir: los Illas ilustres
i'<III¡'~ hacen? Por diversos medios, lilas o IlIonos injcniosos y mas o menos po-
dero~os, atacan la vida, y destruirla es su fin; para ellos nada hay tras ella. Tú
peNglles Illas allá de la muerte.


Yo t<~ preparo el camino, me d()slizo e introduzco, dejando en pos de mí
una huella que sigues a la luz roslúrica y al olor de cadáver que estampa por
la noche mi pa,o sileneioso.


lo he surcado en todas direcciones la tierra, y ¿qué presenta hoy que no
estó podrido o displlesto a Jl()drirs,~? lo QIIÓ queda en ella sano"? ¡.Hahrá punto
donde no ha~a derramado yo mi relleno? ¿Quien ha dejado de sentir mi tacto
y de respirar mi aliento·~ O[¡sen'a los hombres, las sOL:i~dades; y verás que
relijioll, leyes. t~ostulllhres, razon, cOl]clencia,e todo se descompone a la vez,
y hasta los cuerpos mismos, sin saria, afeminados, degradados, se asemejan
rada dia mas a gusanos escapados de la tumha.




El mundo , Nesorch, el mundo entero no es mas que un frio sepulcl'O ha-
hitado por puehlos muertos. Colócate encima, haz allí tu cama e imprégnalos
de los húmedos vapores que se dpsprenden de ti. Comunica tu fuego a esas
fétidas cenizas, estrecha entre tu~ hrazos esos horrihlps esqueletos, IlIanchado~
con tus lascivas caricias; ~ que a la vista de su criatura, casada con el rey d(~
tos gusanos, se estremezca Ormuzd de horror y de pesar.


XL.
ELuHHE" .\ ~IEDlOzEHlm.


(El que hace crecer los frutos y los animales jóvenes al que da la leC/le.)
Nada muere 5inó para renacer.


i Cu.\'I puro, cuan fecundo y radiante de hermosura y juventud aparece to·
do en esta tierra, l10tanle como una 1Ior celeste en el Huido etereo! ¿ ~o te
sientes, ~rediozerem, elllhriagado de un santo arrohamiento cuando, al nacer
la aurora, el húmedo manto de la naturaleza, illlpregnado de los fuegos que
llutre A tal' !, ¡;, exhala a lo lejos nuhes de perl'ulllildos vapores'? Las plantas,
al dnspertar de SLI nocturno sueilO, toman un colorido lilas yerde; los tiemos
l~aiarillos en el fondo de los hosques, los insectos hajo la fresca yerha, la in-
tmidad de seres que puehlan los hOSf¡UeS, los p['ado~, los arbustos, hasta la
ar.ena y las áridas rocas, cantan, murmuran, zumban, elevan todos juntos sus
1I111 YOZCS para sflluflar al astro que va a aparccer y hendecir a su Hacedor,
Por todas partes se ostenta el movimiento, el júhi\o, UII indeeihle hienestar,
una vida flue se transforma y jamás se agota, parecida a un soplo que se de-
h!lita y reanima alternativamente. a la melodía que, naciendo del silencio,
hlCre con eco mas dulee \' lilas sonOfG.


tos ministros de Ahriluan, en su lengua, faba y mendaz como ellos, tienen
una palahra sin sentido, la muerte. Las formas cambiar., la cnvoltura del
ser nace y fenece, pero el ser (Iueda. Cre(~1l a~irlo, apo(lerarse de él, Y
no hallan en sus manos mas que el despojo inerte, que. ohcdeci()ndo a las
órdenes sagradas de o rlll Ilzd , lo descomponen para l)['()pararlo a lIuevos usos.
Así el invierno eon sus frias y sus disolventes llurias prepara las producciones
de la primavera, que le debe seguir.


Ejerccn, sin duda, otro .jéncro d(~ poder sobre el hombre; consiguen acaso,
cn¡wIHíndole, hacerlo cómplin~ de sus designios y de Sil verdadera ruina; pero
e~ta ruina, siempre ineompleta, ha querido el supremo 1Ionarca que tarde o
telllprano la reparase. Inspirado por su luz, animado por su alllor, se levanta,
sale d(~ la tumba, a donde ,",lll a bwÍt.:arlo los impuros Darvands para saciar su
inmunda hambre.


XLI.
CO:\TE~L\CIO'\ DE ~IEI)[OZEHE,r .\ E'i\TIlHEll.


(El que da la leche al '/He hace crecer los {rlltos y los animales .iórellC$.}
Restitucioo futura del mal 31. bien.


i Q(~: dulce e;; para mí tu voz, hermano mio! 1le consuela y tranquiliza;
es para mí lo que para el homhre, después de las fatigas de un dia abrasador,


T EllJlle atiza el fuego.




y D.mVA:'\IlS.


la fresca brisa ue la noche susurranuo en las tiernas ramas. Me pan'ce rr"e
tus palabras me hacen conocer mejor la admirable sabiduría del Señor a
quien servinlO~, la maravillo~a hondad del Padrc, que de~dc el fondo del eter-
IIO reposo esparce su amor y sus heneficios sobre innuillerables criaturas. ro
no comprendo ni e! lllal efectivll, ni aun la idea elel mal, : me conduclo de lo~
Dal'vands, cuya vida se conslJme en insensatos esfuerzos por asir ese fantasma
lúguhre, inforrne, por dar un cuerpo a esa sombra vana. Ln tiempo vcndra
en que, cansados de su est(~ril trabajo, curados por el sufrimiento que se im-
ponen a sí mismos, sus ojos se abrirán J' ¡;e encorvará su altiva cerviz; un
tiempo en que, precedidos de su jefe, ilullllnado por la luz de qlle huye, in-
Hlstido de Sil esplendor, en el /'on(lo de sus abismos tenebrosos, se proslerna-
ran arrepentidos y purificados ante aquel cu~a rebeldía insulta y cuya piedad
les espera.


Cuando, arrodillado a los pies de la Jladre universal de los seres, compri-
mo con un piadosG respeto sus castos pechos para hacer brotar el licor alimen-
ticio que nutre a todos sus diversos hilOS, entonces, pensando en los infdizes
estraviados a quienes una sed ardiente devora en el desierto que se han forma-
do, invoco con toda la efusion de mi corazon el dia dichoso y santo en que le:-
será lambien concedido saciarla en la fuente de la vida; en que, cesando de
enturbiar sus aguas, nos ayud3rán a distribuirl3s a la multitud, que 3spira a
ella con ansia; en que ellos y nosotros J y todos cuantos. piensan y abrig-aa
amor, v cuantos sienten, no formarán mas que una fanulta, de cuyo seno se
~levará 'hasta el Rey todopoderoso, el Criador de los mundos, una plegaria
mmorlal, una adoracion eterna.


XLII.
~hTllnA A KnonD.\D.


(El que fertiliza la tierra al que lo produce todo.)
Lucha de las pasiones ciegas del hombre contra los beneficios de la Providencia.


EL astro que anima con sus fuegos esta rejion delllniverso comienza, Khor-
dad, a abandonar en su movimiento oblicuo, los lugares donde ahora me en-
cuentro. La tierra se contrista, su hermosura se marehita, la yerba amarillea,
las hojas rojizas se desprenden de su tallo, arrancadas por el mas débil soplo,
las nubes se arr3slran por el suelo o se mecen con pesadez bajo un cielo triste v
manchado. Sea (lue me domine tambien el a~pecto de lo~ objetos esteriores, ()
sea cualquiera otra la causa, es lo cierto que esperimento una e~¡;ecie de aba-
timiento, y IIlC oprimen net'ros pellsalllientos.


l. Cual es, puro Am~chaspand, el tin de nuestros afanes? ¿ qué producen al
hombre, que ante todo debiera recoler su fruto, que es su objeto prineipal, se-
gun el prempto ~anl() de Orllluzd? Yo me lo pregunto, y no sé flue respondet'lue.


S.i .lwy en el. globo rejiones que las leyes de la uaturalez~ condenan a la
estenlidad, deSiertos ardientes o helados, cuyos eeos JlO repiten otras vozes
que las de las tempestades; en virtud de estas mismas leyes, por todas partes,
en los cerros, en los valles, en los hosques, en los llanos, ahundan los seres
vivientes, producciones de toda especie, que el trabajo multiplica indefinida-
mente. Y sin embargo, en todas parles, solo a fuerza de trabajo alc3nza a
cuhrir sus primeras necesidades, l)ien a menudo carece de lo indispensable,
su(re hambre y a vezes perece al pie del espléndido banquete que nuestros
cmdados le ha1Jían preparado. ¡Así, como no asombrarse? ¿como, a la vista
de tau estraflo mal, no lamentarse dolorosamente?




¡\lISCilAS¡>ANn~


Por muy inesplícable que parczca, tiene, sin embargo, SIl razono ¿Es, por
ventura, a nosotros a quienes sc dcbe acusar? Dc~pué::; de un ~erio exámcll
en presencia de aquel a cuyo ojo nada se oculta, yo osaré contestar: ~(), sinó ni
~olHhre mismo, cngoa/liido por los Dan amb, : eslraviado y ciego por sus {la-o
SlOnes.


Ellas son las (¡ue en todos tiempos, desde que (',,¡slen pueblos, km prrsi-
dido a su orgall'iz¡¡cion. Enemigos los unos de los otros, cada 11110, adelllas, no
presenta interiormente en su <;onslitution lllas que un sistema de egoismo y
antagonismo, que a nn peqne/1O número de pri\iJejiados ~olllete la llIultitud
oprimida por la fuerza. ~i un átomo de justicia, y de hUlllanidad touaría
menos.


La clase superior, investida de la auloridad pública, se ~in'e de ella para.
conn~rtir en su prorecho propio el trabajo de la clase dependiente. Propietaria
del suelo, quiere que este produzca solo para ella. (luien cultiva para otro,
cultiva mal, porque sus sudores serán eslérile~ para él. De aquí nace que, al
cabo, el cultivo ha perecido siempre bajo el réjimen de la servidumhre. Crea
desiertos en que el viento hace rodar juntamente el polvo del amo J el del es-
clavo.


\0 solamente el cultivo declina, en cuanto a sus f(:sllllado~ de utilidad je-
neral, por la atribucion esclusiva del suelo a algunos, sinó que una parte de
este mismo suelo, poco productiva para admitir cualquiera clase de particion
del producto, queda enteramente inculta. El poseedor, (lIJe no puede ni quiere
aplicar a aquel su trahajo propio, no se utiliza de él, o mu~ poco, e impide a
otro utilizarse de lo que fuera suficiente para Yivir. De este modo aniquila una
parlr: del patrilllnnio COlllun.


1\0 es esto Lodo. La porcion cultivada, no est<ÍlHlolo sinó ¡inr medio de la
particion de los frutos, particion que repre:ienta un salario, el poseedor, por
aUIIJentar su parte, ticnde C'(m~talll(:lllCllLl' a disminuir el ~alario y :JulIlentar el
valor equivalente de los frutos, cu~ o illdi~pensahle cambio re:-itiluye a sus ma-
llOS el salario pagado; y esto en una pro[lorcion tanto mayor cuanto menor es
el salario y mas subido el precio venal de sus frutos: por manera que el último
término de esta progresion, creciente para el uno y menguante para el otro,
daría por resultado un trahajo puramente gratuito, y, por consiguiente, la
muerte del trabaJador, que no subsiste lilas ljue de su trahajo. lIay, en efecto,
comarcas donde ~a casi se ha tocado este término, donde el hambre es per-
manente, donde el homhre, vi riendo 50hre un suelo rico, Yejela en tal esta-
do de desnudez, en tal imposibilidad de satisfacer las lilas indispensables ne-
cesidades, que no se sabe a qué comparar criatura tan miserahle. Y, sin emhar-
go, estas comarcas abundan en los bienes que Orl11uzd prodiga a todos los se-
res, y estos bienes pertenecen al trabajo de esos homhres desheredados, y an-
dan deslludos COIllO las hestias del campo, y son mas desgraciados que ellas,
purs perecen de hambre en el centro de la ahundancia que han creado sus
hrazos. Eslo es lo que veo, Khordad, desde la creacion de los siglos, y mm no
puedo cOlllprenderlo: es para mí un misterio, un Sllelto. .


Por todas partes rrÍna el mismo desórden, en diferentes grados y 1Ia.]0 di-
yersas forlllas. Aquí las care~lías son faclicias, organizadas por ulla indus-
tria atroz de infames espeeuladores, que arrojan friamenie al sepulcro a mi-
llares de víct.imas sacrificadas a su execrable avaricia. Jlas allá es la clase go-
bernante, que, vendiendo al puehlo su subsistencia, y queriéndosela vender
n mas nito precio, prohibe, del modo que Sil destreza se lo sujiere, la entra-
da de los prodnctos estranjeros, que sin duda le aliviarían; lo sitia por hambre
" \\) \\"\'\~H,;\ ~,,\w ~Sllu~\~\I)~.


'0 11(' oido (leeir algunas Yezes que la pohlarion, mal repartida, se agolpa PI!




y llAI\UCínS, ~ l:i
número demasiado escesivo sohre ciertos puntos del gloho. No hay, scgun creo,
ningullo de esos puntos donde los hombres, por numerosos que sean, no pue-
dan vivir con comodidad, y aun [lr()~pcrar, si nada turbase sus relaciones es-
ternas. si las desconfianzas de lo~ dominadores y sus pasiones codiciosas, que-
]mllltando los vínculos que deben unir a las naciones eJlti'(~ sí, no violaran ince-
santem(~nte y a :,:u placer las leyes hicnher:horas de la naturaleza.


Es bien cierto, sin emhargo, que se remediarían muchos males llamando
una parte de estas poblaciones compactas a territorios inhahitados, que ellas
mismas fertilizaríall, aumentando de este modo el hiene:itar J' enera!. .\Ias de la
mitad .le la tierra carece todavía de habitantes, y esta mita es la que, en su
conjunto, ofn'ce al homhre los mayores recursos, y donde su trabajo sería
mas fecundo. Pero las mismas causas que tllflJan en cada pueblo la accion de
las leyps ('onservadoras de la humanidad, obran igualmente de pueblo a plle-
1Jlo, y en esta esf(~ra mas estensa producen efectos no menos funestos. Ani-
mados el uno re~pecto al otro de una torpe riyalidad, parece que no se ocu-
pan lIlas (Iue en pr,rjndicarse mutuamente, en cerrarse el camino por donde
cada uno podría, mejorando su posicion, mejorar talllbien la de todos, puesto
que todos son ~olidarios , y en virtud de su esencia, el bien estiende sus rayos
como la luz, y se esparce como las aguas que se precipitan de algull lugar
elevado. (lue ~e forme en cualquiera plinto, sohre ulla costa desierta, cerca de
un rio solitario, una YÍvienda pacítica; 'lue una nacion ponga allí el Mhil
jérmen de un fllturo puehlo, y al punto los demás se ponen en alarma. Ator-
mentados por ulla odiosa enyidia, no tienen mas (lue una idea; arruinar,
destruir por medio de violencia o artificio ese establecillliento que les ofende,
suscitar obstúculos sin número; y se tienen por dichosas si consignen, aun-
que sin provecho para sí, privar a otro de las ventajas que le promete su in-
ofensiva indllstria, e impedir esa piadosa y lejítima conquista obtenida sobre
la lIaturaleza inculta.


y los homhres se quejan! y, alzúndose hasta el mismo OrIllllzd, blasfeman
de Sil hondad, d(~ su sahiduría, le piden cuenta de sus padecimientos, de lo~
males büjo cuyo peso se arrastran con tanto dolor! Que de:i(:ientlan mas bien a
si mismos, y encontrarán la verdadera GallSa, la única causa de las calamida-
des cuyo fúnehre cortejo les acompaña desde la cuna a la tllmba; y tal vez el
espectáculo de su Illi~e]'ia interior, de las llagas secretas de su alma, le ins-
pire almenas el 5aludahle deseo de una curacion que estará próxima desde
que la quieran con firmeza.


XLIII.
ASTClAD A EGIlETESCIl.


(El que 110 piensa sin6 en el mal al jcnio de la corrupcioll del corazon.)
Los economistas.


TG Y ~·o, Eghetesch, nos repartimos el homhr~ casi tod? entero. Tú te
apodera~ de su eorazon para corromperlo, para aleyulo del bien, y yo de Sil
alma para ofuscarlo, fJara desviarlo de la verdad, y, sin que ninguno de no~­
otros lo haya ~nlicita( o, nos ayudamos mucho en nuestro respeeLi~o propósito.
El deseo y el pensamiento se huscan naturalmente uno al otro, y SIempre con-
cluyen por encontrarse.


En jeneral yo mc propongo dos cosaS: dehililar las creencias y falsearlas.
""'·0 se pondrú:1 en d\llla Illis ll'illllfós sohre el primer punto, ¿Cuando ha si-


rlo mas profund;¡ y llllin~rsnl la duda? :\adie Sil adhiere, ni aun a lo que la COI1-




:!lG
viccion obliga. Se dice: Así me parece: pero ¿no me engaiJal'ó. ¿Quielllo sabe'!
La rawn, desconli<lndo de sí misma, tiene constantemente abierto algun paso
f'ecreto pOI' dOlHle huye la fe.


Este triunfo me lisonjea ciertamente. Debilitar las creencias es cosa de al-
guna entidad, que tiene afluí aprecio; pero falsearlas es mas todavía. Tambien
me he valido de un medio muy particular, y 110 he p(~l'dido el trahajo. Es vpr-
dad que esta bdla raza humalla ofrece para esto llIararillosas faeiJidades. ,\0
hay harharidad, disparate, atrozidad, por monstruosa que sea, de las cuales
no sea su cabeza como su domicilio natural. Podría pn:sentarte innumerahles
ejemplos; pero tomemos a la ventura IlllO solamente.


Tú sabes como hemos lIe¡.;ado, JIIarchando cada cual por diferente lado, se-
gun sus miras particulares y su carácter, a descomponr:r, a trastornar, a des-
concertar, de tal modo este pobre mundo, que, para gloria inmortal de nues-
tro injenio, lo hemos convertido en una especie de inlierno para Sil S habitantes.


En vano los Izeds aguzan su injenio, en vano '\[itbra y los ~lI:os redoblan
sus esfuerzos, escitan del mejor modo las fuerzas fecundas de la tierra, lIlUlti-
plican sus productos, pues con e~o no reportan gran velltaja. La miseria, ulla
miseria horrorosa, devora a la muchedumbre, y nosotros tenelllos la satis/ac-
eion d(~ verla por todas parLes desnuda, jadeando, caminando haeia la tumba.
por entre las angustias del hamhre y de las enfermedade~ que acarrea.


Con\'iene srtber lo (¡l/e segun el capricho o el humor (lue !lIe domina, les ha·
go decir en seguida. Hay quienes aseguran que el llJal proviene del primer
hombre, que vivió algullos miles de aflos ha, por haher comido fuera de sazon
y que después los demás no debían haber comido liada ahsoll/lalllente, en justo
castigo de la gula de su padre. Esta solucion ha dominado mas tiempo a causa
de su r:laridad y evidencia; pero los Izeds me la han adulterado illtroduciendo
preceptos de su caletre.


Otros, alzando sus yozes en coro, han cantado a la tierra al trabajo, al er(~­
dito, a la industria, al comercio. i.\lortales, regociiaos, despojaos tle vaestrag
vestiduras de luto; coronaos de flores; vqestra suerte va a camhiar; ya llO ha·
hrá pobres, la ley de la riqueza ha sido al fin hallada. ¡Oh qué helios cantos
aquellos, Egheteseh~ l~s lástima que hayan venido a espiral' en un hospital.


¡Un hospital! Pero me engaflo; eso sería un lUJO de los mas perjudiciales.
En la metrópoli de la doctrina, estancia de mi eleccion y de mis dcltcias, allí,
tiema patria del producto neto, !lO hay hospitales. Cnando un hOlllbre, cuya
}¡olsa se halla no menos Yilcía que su e,",tómago, tienl~ la insolente pretension
de comer, S(~ le mete en la jaula, y hele convertido en ardilla. \0 hay receta
mas cíic<lz para curar los apetitos importunos.


Muchos, sin emhargo, no ven en ello mas ([lle un simple paliativo, una
medida parcial e inelicaz, si no se jelleraliza; sobre lo cual, pelll~tranrlo hasta
el fondo de las cosas, han hecho este soberbio razonamiellto: Los hO:llbrcs su-
fren. Y porqué? Porque unos poseen mucho, y los otros muy poco. ¿Qué
remedio para esto? Es cosa c!ara: que nadie p()~ea. Entonces las diferencias
se disolverán y desaparecerún en una perfecta Igualdad: ya no habrá querella~
ni disputas. ¿Como quereis que se dispute la nada"? En esta carencia absoluta de
toda propiedad personal e individual, el Estado será la jaula, y no habrá uno
solo de sus miembros que no sea enjalllado, fuera de los jelb del E-tado, ha-
.10 cuya suprema direccion jirarán todos los demás: lo que sin duda alguna
presentarú un espectáculo tan consolador, tan en(~alltador, <fue el universo der-
ramará lágrimas de gozo y adlllinwion. lit antiguerlad habia plltrevislo esta
solucion filosófica del problema social: par desgracia su janla, aun para ('lIa
misma era demasiado estrecha.


Acaso creerán que, después de esto, ya no hay nada que inventar. Ahl tú




21i
CUliot:e6 poco a mis di~clpulos, pues no son jentes que se paran en tan bueu
camino. _\uemás csla~ ideas, tan dignas de ellos, no lo eran tanto de mí. Yo he
querido condll('il'los llIas allá, ineulcarles una doctrina mas sólida todavía v
J[\as sustallcial. Escucha alenlo. •


Dos clilse~ hay de hOlllhres: unos (Ille di:if!'l1tan, y otros que padecen; o en
otros [('rlllilllh, /'leos y pobr('~.


¡.Ik donue procede e~t()? Porquó hay pohres? Porque la cantidad de ricl'le-
zas existentes !lO permite q!Jl' lodos :;1~:U1 r::'os, ~ porque, repartida ella con
lll,h i;willdad, ¡¡:Jedarian 11Il~IHh ang:¡stias para los pobres, hahría menos abun-
d;¡Cl('Í¡l para los ricos y lile:lO- caprichos ~atisfe('hos; lo que seria una manitiesta
ralailliJ,d hOl'l'Ol'l);a, ¡¡la e'l·l'lU.tlDs1 lll:\ldad. La po]¡reza, en su esencia, nace
de uu e,;ceso dl~ j)ohJa('ioll. En Sil IIlIIH'C'vision, el pobre o~a querer ser esposo
: padre; m;a crearse IIlla !iullilia, a pcsar de la rnon, que imperiosamente le
manda ab~t(~llcr~e de ella. De ,lquí nace el acrecentamiento desordenado de la
G~pccie, ql1f) es Uila violacioll de las lL-yes naturales. Pero violar las leyes natu-
ralese;: lo qlle jlropiamente se llama crilllen: por consecuencia el pohre es culpa-
hle de hahl~r nacido, dl~ ,i,-ir, \ sohre todo de traslIlitirslI miserable vida. Y con-
sig:l1iel1tclllelll(~ pn'starle ayucla sena f.lmelltar, re(:ompensar el crímen. (;uar-
d;¡o~, pues, de eso sobre lo(h, ,-osotros los IIlIC teneis a vuestro cargo los intcre-
SljS de la hUlllanillad, el úrden, la justici;¡, la virtud. Ahogad en vosotros mis-
mos la fllllC~la ~illlpalía, la vicio,a conmiseracioi1, que os reduciría a haceros
cúmplices de un delito (lile deIH~¡s detestar y ca,tigar. \0 os apia(leis del pa-
dre, de la madre y de lo,; hijo,; (¡lIe sean hastante pervcrsos e impLOs para re-
¡,Iamar lo ([lw con la lIla! ()]' in,;olencia lIallwll dl~rc('ho de vil'ir.


E,te ll'ilguaje te ~I)rpr('nd(', [\¡2:hc,tcch, y no te atreves a creerlo posible.
I'uc~ bien, ras a oirlo de la boca llIi~illa de lus corifeos de la escuela, a que
!'OW'CI!O la gloria ¡W\:-i brillante y llla~ sólida.
" {(HeCOiWCl~r ell los pO!II'CS ua dcredlJ a la limos¡la, es autorizarles para exi-
Ilr1a por la rlll~I'I.a ; I'S aniquilar el ';c'l'l'cJ¡o de ¡Jl'opierlall.)) (1)


. ."EI hombre (IUl', se ha casado ~ill tener la esperanza de mantener su fa-
lllllta, dehe ser abandonado a sjmisIllo; Sil ¡}ecion es inmoral, y la miseria es
el castigo natural ~ jlblo,Jl (:1;


tk alllli se si¡we (IlIl~, ('IWI\(]O Orllluzcl, al principio de la creacion, dijo a
los mortale~: « Creced y multiplicaos J: , les flilÍ el Illas necio y lTlas pernicioso
de todos los eOll,ejos; (¡lle la sabiduria debe tender a despohlar la tierra;
'ilIe entre todos los f!nr!cJ'os bienhechores nin;uno tiene derecho a mas alto
rango que la guerra, el hambre, la peste, que tan neciamente son eli-
luinarlas; y qllo tcnía sOIlf<lda razon mIuel sllhlillle ministro, que, meditan-
do los medios de asegurar la felizidad del imperio que le estaba confiado, for-
malta el piadoso pro! peto de (lile SIl~ lIlas hermosas provincias pudiesen hun-
dirse en el seno de los lijareS, y morar allí p:)r espacio de veinte y cuatro horas
~olamellt('.


Es ypr¡],ld (lile de los jefes de las :;ocicdadcs, no todos tienen la misma fuer-
za Je espíritu y aun la mi,ma franqueza. Con todo, s~ría uno bien ing:ato en
no reconocer, en la reunion de todos sus aclos, en el sistema (lile les sIrve de
ley, una dicho~a in!lueneia, Ilna aplicarion mas o menos estensa, mas o me-
JlO:; directa, de los principios que he sabido oponer a la odiosa doctrina de 106
Izeds. Estos dicen a los homhres: (Ohedeced a los deberes, a la ley que man-·
(la dedirarse, sacrifi('ar~e por lo, <lemas." Yo les digo: Pamplinas; burlaos de-!
deher; cada uno p~ra sí; jamás vacileis, individuos o pueblos, en sacrificar ln~
c1emas a voso\ ros mismos.


1; Illlch.trl.
2: "Ialthns.




:.m; A.\I~CIlASI'A"'DS
Estas ¡miximas prosperan. De los goberuantes, que las han comprendido


al punto maravillosamente, desciende hasta los gobernados, y cada vez Sl~
propaga mas. Que continúe el progreSf), yen el ohieto pri\'ilegiado de Sil so-
lemne celo, contemplarán los .\mschaspallds a la mas ri~ihle, la Illas mise-
rable de todas las criaturas. De hecho, Eghctcsch, ¿ qué falta para que las
cosas lleguen a este estado?


XLIV.
ZAl\ETCJI A _hnIA"\".


(El que destruye el bien ct lilintlrilidctd ctbsulurct.)
Lo,; lilúlllropmi.


QVllmo hahlarle hoy, Akuman, de una raw de jente~ muy numerosa aqui
y que me agrada mucho. E"isten en ella lliferentcs variedades, pero tod,l~ Sí'
clasitican hajo el nombre de Filántropas. \hundall tanlo <¡He no se eneuentra
otra cosa. A mellida que el mundo se sustrae a la aerion del t'Ll('éU1 n'leste C[lW
emana de Ormuzd, y ~e enfría, ellos \an Illullip\icillldose. Sl~ parecen a e~lI­
anilllHles acuáticos que nacen n millares hajo los hidos dcl polo.


1 a sabes que IH~llIOS llIodilieado notablelliente tk \m'ho el programa. (\r, los
Izeos, sus arreglos de familia, y que IriS cosm;, el] ('Sl\~ II\lIlIdo, lloslemP:.I~
marchan precisamente como á ILllO le aeOll)()(\a. Podría Slll gran trabajO 1I11a]i-
narse una vida mas tranquila y mas dulce que la d(~ SIIS pupilos. Le~ predican
con tono patético virtudes hasta nUllca acallar: , nosotros al 11l(~nos ll's hemo"
proporcionado la ocasion habttual de practicar lJerúicillnenLe IIna, la que lla-
lIlan paciencia.


A la nrdad, (',ta virlnel es un poco pello~a, 'y a la hll).m (',In-a. He ahí [Jor-
qué los mismDs lzeds han ereido prudelltr, acollsejar hacerla 1I1i'nOS ncceS'lrltl.
a fiu de que los hom [¡res. propensos a gastnrla ("oil ~obril'dad, ]lO Ic, lll'rdic~\:il
del lodo el ,gusto. De aquí procede la iIF(~nci()n de la (,(lrid'l\1. LI candad es IlIW
ayuda-paciencia, ~. no ~e podria negar que, ~i lll:e"lros cnelliigo~ \lrgasen a
establecer ~u reino sobre la tierra, esta cambiarú !'Olllpll'tillllente de aSIll'ctlJ.
pues, en susl<lilria, el sufrilllienLo de tOllos uhi no tiene otra call~a (lIJe (.1
pgoi~lllo de t()do~. Los hoplÍlres lo conocen por ill~tillto, y aUlllo comprenden,
en Ciertos lílllites: tanto es lo (lUC salta a la yj:,la; \ de aljuí procede que C01l
dilieultad se le~ conduce a rec!lazar 1;11 teoría los lna[ya(\os precepto~ de e:'la
taridacl tan perjudicial.
. :\ucstro interés, pues, nos manda no r:!)()CHI' 1I111y directamente, a illlitn-


non de algunos maniacos, con sus ideas sohre el particular, ('~Il\'csar nlil'~ln(
dodrina de 1l1tHlo (Iue no hiera a los dél¡iles, eyitar el presentarla desnuda, :
vestir el ('gOiS:lIO con un tr~ie derentc.


Esta era, Abllnan, una' tarea f!Ur, me convenia. Ha1Jal1a prO\cr:ho y di-;··
tmecion en pila; la prosperidad de nl!(~strlls negociDs y (,1 all!)I(~!lto ¡le dehen";
para con esos polm~s lzet!:; . ('~tllpefados de ver su ohra tran,rormaua por Illl;
Y para SllS ahijados era una e,hibicion Illll'\'a~' ~:llernne de las raras eu,J!¡.-
dades que nos hacen tan querida esta ridícll la ('~p(~cie.


El distinti\'o de la carldólll es partir del indiriduo, a ([Ilien crea desde Illep:n.
d~beres inmediatos para con los objetos qlle le son llIas al ¡c~ado, 1 deberes cllyu
c1;1:1110, estendiéndose a llledida que crece su Jloder, c()¡¡c1l1~ e por abrazar al
genero humano en su ya,to recinto.


Para alcanzar Illi objeto lile ha ¡lastadiJ imertÍr el ()rcll~n (h~ ('~ta pru·-
gresion. Asi la filanlroilía) eIl \ez ele a~cc¡lIler por los individuos al I;(:n('r:,




lUAn v .\;'íll~·.


humano, desciende dl'l g(;llero humano a los individuos. Ya sabes que la rula
es larga para llegar hasta esLos, y que en el tránsito, el deber no obliga de-
masiado. Porque dime ¿ qué se dehe al individuo como individuo? l'\ada 1 puesto
que no tiene otros dcrccho~ que los de la humanidad entera; menos que nada 1
puesto que en d illstante ('n que reclama ell su propio nomhre cualquier cosa
~e coloca frente a frente de ella, fllera de ella, J' por cOIl,;ccuencia fuera del de-
recho; invierte el orden, viola la ley, y pOI' jo mismo se hace arreedor a castip:o.


EI.iénero humano es uno, y la filantropía es tambien ulIa como él. He aqui
mi prin(:ipio mas jenel'lll; principio tan fecundo y conciliador que pone de
acuerdo lo que al primer aspecto parece enteramente opuesto: el egoismo v la
aunegacion, la conciencia que proviene de los lzeds y el interés que pro\iene
ue nosotros. La conciencia dice que nos debemos a Iluestros semejantes.-Sill
duda (¡ue sí, responde el principio: nos delH,!llos a todos, a la humanidad, en la
cual todos son ~oljdarjos.-Se debe uno a sí mismo ante todo y sobre lodo, replica
la pasion rgoista. Así es; pero de este modo. Hacer uno su hien es hacer por su
parle el hicll de la humanIdad, el hien de torIos; es consagrarse a los dermis de
ia manera litaS eficaz, a causa de la solidaridad.


Por con,;iguiente, aunque inmedialamente se debiese algo al individuo, Ir,
cual se puede sostener talllbien si hien IllllCho lllenos filosóticamente, siempre
seria preciso, para no Hrse inducido a yioiar el deber por una f<llsa apariencia
delmislllo deher, e\atllinar dos cosas, la realidad de la necesidad, y su es-
tension. Si la necesidad no es real, el acallada no es llenar un deher: es ha-
cerse cómpli('.e de un roho. i \0 llOS \elllOS ellgailndos todos los dias? Pero
dacio que la nc(:esiclad sea cierta, puede tal vez haber otras mayores, l~n e~tc
caso es daro (¡ue estas dehen ser atendidas COll preferencia. Creedme, pues; 110
os npresllreis, r(~prilllid los ciegos arrebatos de una cOlllpasion irracional, en-
dun~zeos por filantropía.


Con estas iJl(licaciolles pIlP(lPS La formarte una idea de las diferrntes ,ias
(Ille abro ;¡ Sil cOllciellcia pai'a marchar con ~()itllra en e~te Illlludo. Preocupa-
dos eOlllO se halla)l por naturaleza o Jlor eostumhre con los preceptos de esta
caridad que los Jzeds hJS inculcan, yo les deserubarnzo de lo qur, esta tieJlr, d(~
incól1lodo, que r,s la práctica. )c e~to sin ofender direelaLl}(~nle la hJy, que sin
duda los retraería, y aun al contrario perfrccionando a JIli lllodo la teoría. Por
manera que, quedando igunlmente ,atisfechas su pasion y su raZOl1, me oti·c-
CPrt, y nos ofrecPIl a lodos, un esp¡;ctúculo que agrndaría a Ahriman: Ulla es-
lraordinaria (:orrupciou con ulla ('~lraordinaría imhecilidad, y sobre esto, en ca-
lidad de recompell,;a, una miseria incurahle, una carcoma que se introduce en
la raiz misma de la vida y la corroe lentamente.


Sabes ademús (¡ue ha~~ fiiúntropos de diferentes especies. La filantropía no
l'S solo IITln simple lloetrina, PI! ('II~ o caso poco vnldria; es una profesion y una
de las mejores jlr()rp~iolles. Jlay filúntropos que, cOlllprelldi(~ndo la uniyers,ali-
dad de los males, se proponen someterlos a un tratamiento jeneral, cuyo secre-
to poseen. Ensáyenlo, que hien poco costarú. Ellos nnda quieren, nada pideH
para SI: ,;e les J'(Js:múú de los gastos como es llIuy justo. y Ilnda mas. Otros
se dedican a la curaciol1 de un Illal en particular, y para estos In COIlCUlTenC¡a
('S un perjuicio positivo. vnos hacen pan con la pajn; otros caldo con los huc··
~o~ .• y ljué caldo! q!l(~ lmn! P(~ro cllidado con ahusar, porque J a no es el
hambre lo (!'lC hay que temer, sino las indijestiones. Por lo dem¡lS cada cual
mete lodo el ruido que puede, anuneinn:lo su medicina. Si la rpgnlase, S(~ hn·
ría ll!f'.nos aprecio (k r,lIa, se estenderia menos; pero la veude por alllor a la
humanidad, \ la despacha.
ESÍ(~ filúÍllropo a(~livo, se consagra todo a sí mismo. Es la idea qun


"lempre le ocupa; no descansa, no duerme sinó sacrificando a sus ~e-




,UISCIlASI',\:íIlS


mejantes su tiempo y su trabajo; nada haya que su celo no se resigne, uingun
empleo que dele de aceptar con un hCl'óico olvido de si mismo, o que no soli-
cite, aunque sea retrihuido con largueza. Otros, no menos celosos, se esfuer-
zan, en su ardor de contri huir al bien, por atraer hacia su pcqueiío comercio
la filantropía admillistrativa , y por m;ociarse, por medio de prevenciones a sus
piadosas liberalidades, salvo el elltendpr~e sohre las condiciones. Otros, re-
conociendo la nec;l~,idad de socnrros perlllallL'llles para una miseria permanen-
te, remll(~ven el cielo y la til~l'I'a, a IJrulIlall al Estado. al pú!J!i(:o ilustrado a que
~e suscriba para fundar estilbl(~cilllil:ntos, cuya direccion consienten en tomar
jenerosamente, a lin de asegurar su ('\ito.
, Hay algunos (lue, af~eta(los por las an~u5tias de la multitud hambrienta,
organizan comidas de benelicelleia. El [lobre, a la \'crdad, no asiste á ellas,
pero comen otros en su nombre, lo cual ya e, flllH:llO, ~~ le prometen las so-
hras. Otros convocan a los homhres ~ Illujeres sensibles, que tienen aneion al
baile, con máscara o ~il: ella, y l.os invitan patéticamente a hailar para los fa-
mélicos. Pagada la ~1lUslca, y la ¡]unlinaclOn y el f(~lresco, SI la C<lJ<l no queda
vacía, no es [loen (j¡cho~o el pobre! Lo fIne sohra S(~ les d;~\'uelve; y si por ca-
sualid;:¡d los g;:¡,tos ~seerlen, jamas se b e\li(~ la falta.


Pero lo mas CUrIOSO es ver a los Iil;illtrono~, Cl1va vasta solicitud, se es-
tierl(l(~ a la V(~7, ha:ita lo r¡!Ii~ en S!I jerga llaman ellos 'enf(~rmedades morales y
fisicas de la hllmanidad. De uno y otl'O jónero 110 faltan en verdad, porque nos-
otros hemos hecho huena provision; y cuando [H"O ca nuestra ha lanza el remedio
y la enferille(lad, lTlll inclino allte 10:i rndiCll' . .\0, jamás pudiste concebir cosa
lHaS ehll~ca. Elijamos, por ejemplo, a los eral) toman (~~¡)[)ciallllellte bajo' su afee-
tIE)~a proteccion a los presos. Conmovidos de pi(~dad, al ver la suerte con que
la j Ilsticia ¡ lile agrada mucho este apodo) trata a (',;tos de~graciados, que se-
c!lc,tra de la ~;o('ieclad en tan cr('(,iclo númerü, se entregan a grandes estudios,
IllNlitan, o!Jservan, viajan, y de regreso a S(I Céba, hahi"'lIdolo visto todo,
examinarlo tCHlo, al 1~1I10 de una huena chilllenea, en II:Ja buena poltrona, des-
Dues de hahcr comido, y comido hiell , e,crihen soherhias obras, en las cuales,
;Ieplorando la:i fllneslns dulzuras de la pri~iol1, piden. en nombre de 105 mis-
moS presos, que se les flll.ile esto [) aquello, 'prOí)~¡Jiendo, a fin de poner cot()
a esas conde,eendent:las II1humanas, el arroFlr VIVOS al fondo de una tumba
muria a sus queridos clientes, y "ometerlos a IIn tratamiento que conduee por
medio de horrorosos tormentos a la tisis, al entorpecimiento de los ~entidos,
a la locura, v al suiridio.


btas ideas, y las que se le semejan hacen principalmente alto hono!' a su"
inyentores' ves hien sorprendente que no les val~an, con la admiracion de
los pronombre.s positil'os, un erédito eminente y un. pllcstO elevado en los cun-
sejos del pueblo.. .


tIe visto que temes la candad,. que es ?ll efecto muy enojosa para nosotros;
pero yo espero, Akuman, que la hlantropla te recompense.


XLV.


S\PAc,[)IJ)LI[) A SCllAIllUVEfi.
(Elj,:nio de la tierra al rey de equidad.)


Penalidades del pobre, que se atenuarilll progrrsivamentc.-Bienes de que nadie le;
puede privar.


;\11<: agrada, santo Amschaspands, hahlaros de es!\' mundo que he visto na-
4'CI', y que veo desarrollarse segun leyes tan sencil!as comll feculldas; me agra-




y DAIlYANDS. 22t
da esplayar mi corazon con vos, buscar un apoyo en vuestra bondad, y luzes
(~n vuestra sahiduría, porque mi empresa es grande y a Yl'zes penosa.


Una antigua y mi~teriosa fahula, conforme al jl~llio de los primiti,'os tiem-
pos, nos represenLfl un jóven hóroe, un semidios, asiendo con poderosas manos
una serpiente jigantesca que se ha deslizado en su CUIla, desemharazándose dr,
sus lazos, sujetando al enorme reptil, que se retnerze en "ano y anunciando con
esta victoria otras muchas. Es la iIllújen de la lucha primitiva del hombre con-
tra la naturaleza. Tambien él ha sojuzgado a la serpicnte, roto las ligaduras
con que lo rodeaba, y triunfado de sus fuerzas hrulas. l no solamente se J1(1
eximido de la dominacion de la naturaleza sinó que la Ita sOllletido a la suya:
la intelijencia libre ha vencido a la ciega fatalidad. '


Por sus dones e~pontúneos y por lo que produce con el cultivo, la tierra sa-
tisfaría con profusion las necesidades de sus habitantes, si elloi' no opusieran
innumerables obstáculos a los hondosos designios de Ormuzd. En yez de unirsl'
para alcanzar un objeto de utilidad cornun, ~e ai~lan o forman campos enemi-
gos; en vez de ayudarse como hermanos. no piensan de ordinario mas que
en despojarse mútualllcnW. Calla cual seeonstituye en centro, y quiere que todo
renga o afluya a d. \i siltlpatía ni aun ef!lIidad Sl~ ve entre ello~, sino un duro
egoismo, una indiferencia glacial hacia los males ajcnos, prolongada volunta-
namentr, si -les produce o esperan que les produzca alguna vcntaja personal.
De aquí el contraste desolador de una miseria y ulla opulencia igualmente es-
tremadas, y la corrupcion qu:; ambas producen.


La conciencia obliga a i1ll1ignarsc contra semejante desórden. Quien no
aborrece el lIlal jam;ís alllarú la virtll(l. Pero el mal reCOilOCC por causa prime-
ra el esclusivo amor a sí mismo, así como el hien es In ('aridad, el amor puro e
inmenso, que comprende el! su esfera inlinita a la criatura yal Criallor. N(l
hay medio ¡lIles de curar ja~ heridas de la humanidad, si ante todo no se rea-
nÍlllél este allJor "anto en el fondo de los corazone~'. Que los anime, que lo:"
inspire, y bien pronto se verú renovado el mundo.


10 no pretendo culpar a los hOlll bres. Si se p('netra~e en la conciencia de
aquellos cuyos actos son lIlell0~ .ill~titi('ahles , casi sienJpre se cllcontraría, maf\
bien una ciega debilidad, i{2:llora:lI:ia, l1al¡uczn, que vcrd,ldera pernfsidarl. Los
Darvan¡}s los elll[luj:m por una pendiente en que es difwil que los mas firmes
se detengan. [nihll1¡an SIIS pa"ioIles, e,travían o pervierten su razon, deslurn~
brada por falsos res[llandore" sirvit~ndose del hien mismo y de la venlad pa-
ra ocultar mejor sus artificios y disfrazar mas ,liS seducciolles. Así, de todas
partes se elevan hoy vozes, qlW indll'an el desórden, J hacen resaltar el con~
traste chocante que po::o ha deploralla ; : hasta aquí nada hay que no deba elo-
Jiarse. Pero, baio la triste faseinacion de A hriman J los suyos. llIUcllOS propa-
gan y agravan ellllal , que pretendían querer curar. ~o me reiiero aquí, tanto
a las teorías absurdas, las ideas descabelladas, los sistemas insensatos que
proponen, como otros tantos medios illralible~ de refllrmar los vicios de la 01'--
ganizacion soeial y crear sobre la tierra una felizidad, tal como los deseos lIJas
atrevidos puedan apenas concebirla; me reliero menos, digo, a tal(:s (~~lrava-"
gancias, que a cierta depravacion de los instintos elevados, del sentimienlú dt'.
!a verdadera vida del hombre, reducida por ellos, en su primero :' último ob-
jeto, a la ~atisfaccion de sus necesidades y ambicion: materialismo yil que !Ja-
ce al ser moral e inteligente inferior al bruto, y que (k una cuestion de justi-
ela, de deber v de derecho hnee una cueslion de fuerza \' de f!:roseros apetitos.


Fatalmente impelidos desde entonces al principio del desorden, no sahen
oponer al egoismo ya sus consecuencias mas que el mismo E'goismo. ¿ Qué pro-
cura cada cual'? Apoderarse del puesto de otro; que sufra él a su vez, v que
g07.C yo a mi vez: a e~to se rednre toda la reforma. Siendo siempre uno lúismo




:222 ,UISCJlASP,\,"IlS
elmtÍ\'il de las acciolle~, tiende a cambiar, no el estado jeneral, sinó su posicion
respectiva, ¿ Y por qUl~ medios"! Irritando al pobre contra el rico, provocándole,
aguijoneándole como al toro en la plaza, escitan en su corazolJ el ódio, la en-
vidia, la codir;ia, todas las pasiones ]¡astarda~. :\ sus males harlo reales, se
añaden otros illlap:inarios, por la opinion errónea que se les hace f,mnar de los
bienes de que carecen. Concentrando sus pensamientos sohre las cosa~ materia-
les, presentándoselas romo el t~rl1lino verdadero de sus deseos, U:'fmino que
huye siempre ante sus ojos; se irrita en su corazon el sentimiento de su miserii\,
al mismo tiempo que se les priya de los que estún a Sil alrnnze, los que son Sll-
periores a tOllos los dplllás, aquello~ cuya fuente reside en el alqJa.


Existe entre eslos bienes y la rirrueza, considerada en si misma, una espe,
cie de oposicion natural. Con ella se embola jenerallllente los sentidos, y se in-
dina el corazon a los deseos sensuales, por la noti~'a facilidad de satisfacerlos.
Pero de una codieia satisfecha nace al punto otra codicia, y de esta, otra, y nsi
sueesinunente, sin que ningnno de los gozes que ellas procuran llene j:1más
el vacio qtW se siente. Desdefladas así (lile son ('onocidas, jalllús dejan tras ~í
mas que IIn terlio profundo, sentidos :a gastados, una intclijencia dehilitada,
el disgusto de todo lo que alimenta y fortilica el sr.r !lIoral, y cuando pi cm,
hrntecillliento no ha llegado a ser cOJtlpleto, frenéticos esfuerzos para conse-
guir lo que no existe, el hambre roraz de lo imposible.


Confundir en el espíritu del pueblo la riqueza con la fdizidad, es, pues, cor-
romperlo y en¡:;aflarlo; es, degradúndolo por medio de 1111 funesto error que JI'
:lrrastra a todos los desórdenes quP el egoismo produce, unir a sus sufrimientos
pI tormento de una estúpida (~nvidia.


Yíctima de IIna grande iniquidad, dígasel(~ que ella no será eterna, que
su ~uert.e cambiarú, que debe cambiar porque ofende a Ormu'ld en sus divinas
leyes; que el deber de todos es trahajar por restablecer el reino de la~ Ii'ye~
\'ioladns y sumidas ya en el 01 \·illo, comhatir el Illal, efcduar, preparar el bien
por todas las vías que est('n en armOll[a con el mismo bien. Hepitansele sin ce-
sar estas saludahles y piadosas palabras, y mi corazon se regocijará porque no
son mas fIlIC el eco terrestre de la voz divina, que resuena eternamente en el
cielo.


Pero dígasele tall1hien fpm , cualesquiera que senn sus males, puede hallar
en ellos, si quiere, sobrada compensacion; que entre los dones d~ la suprem~
hondad, existen algunos qne ningull ser humano podría <llTebarle: tales son In
paz interior, la coneiencia (IL~ ser, por la recta direecion de su voluntad, lo que
el órden quiere qlle sea, la irll'fable dulzura de una cOllrni~eracion mútua, de
una fraternidad caritativa y henélicn, las afecciones puras, los santos gozes de
la familii\, el reposo tras el trabajo, placeres sencillos exentos de todo disgusto
y de amargos rec~lel'llos; siendo hasta las penas aceptadas romo gozes de una
felizidad futura, de una vida mejor, har,ia 13 cual llevan el alma, la fe y la es-
peranza en sus ct(~l'eas alas, ya libre de los lazos que la encadenan a la tierra.


Yo he visto al rico i oh augusto Amschaspands! en Sil fa listo estcrior y en
Ifls miserias que con él encubre; le he Yisto en la embriaguez de sus festines, "Y
(~Il el brutal letargo de sus potencias, p!'(;sa del incurahlll tedio, que no le aban-
dona un mom,~nto, y no he podido menos de compadecerle con todo nll COfnzon.


!\o, el, pohre no sahe lo que envidia, ni cual es la parte que Ormuzd le ha
concedido en los bicr)es positivos. i Cuúntas vezes a la hora en que el sol, os-
cilando en medio de los Yapores de la tnfde, dora aun con sus últimos rayos
lns cop~s de los árboles corpulento~, en esa hora misteriosa en que se ndorme-
cen los soplos d:~1 aire, y en <¡llP el si Icneio se pm;a sobre los cnmpos alfom~ra­
dos por las sombras; cuántas yezes en mis errantes correrías me he detel1ldo,
conmovido y pensativo, en un pequrño "alle cerca de una I'ústica choza! Sen-




y DAHVA:\l1'3.


lia yo en esta eonlc!lIpl:1(:ion llJas felizidad de la qnc jamas reinará en los pa-
lacios de la opulencia. L"na lumbre alimentada por ramas secas chisporrotea-
ba en el hogar rn que la madre preparaba el frugal ,u~tellto de la fanlllia, vol-
viéndose de vez en cuando y e()n la sonrisa en lo~ labios hacia sus hijos, que
]llguet~';dJnil a su alrededor, mlf~ntras que el nws pcqllefJO, sPlltado en el suelo,
a los pies de su pa¡lre e inlllólJil ('OIllO (~"tc, ofrecía en su spreno reposo el dnl-
ce sílllÍJolo de la serenidad de la "ida campestre.


y poco a poco los oh.letos distantes desaparecían en el aire c:ondensado, v la
i\oche con su manto de (:hano ahria a los astros que forman su corteJo las piler-
t,IS del Oriente, e illlinida(1 d(~ p('queoos ~oles emhlanqueeíall el zenit con Sil luz
¡dechada v los ciclo~ se estremecían como la madre, en su alumbramiento \ ~alían millares de mundos dc lo~ espa~;ios de la inmensidad, y entonces, ~ cna]e:-
naJo J'O, y lleno d(~ a(}¡niracioll, bcndeeía al Padre de los seres, y adoraba el
eterno misterio d(~ su poder y su amor, reilexionando que la déhil criatura que
reposaha en nquelln humilcle eahafla contenía en sí misma algo lIlas grande qnc
lodos aquellos mundos, y mas vasto que el espacio 1'11 que se vcrilican sus eYo-
luciones; donde se advertiría ciprto vacío si rl infinito mismo no lo Ilrl1ase.


XLVI.
BOSCIl 1:;» A Asn;L\Il.


(E,<píritu de /11 mentira al .ienio riel ma!.)
Las instituciones y las l~ycs son mcutira en nuestra sociedad.


T(; solo picnsas en el mal, poderoso Darvallds, y este es tú único placer.
Lo crca~ en.y lIIismo p~r una e~pecie de .iellerac!on. perpetua, y sec~ndado por
nosotros, J¡IJOS de un nllsmo padre, (;stlCndes (llanamente ellmpeno de Ahri-
man, que es feliz contemplando en tí, en el yacío de su ser, a su verbo tene-
broso .


.\0501ros dehemos, sobre tOllo en este Illundo de los hombres, estar conten-
tos con nuestro~ progreso,. Cuak¡uiera que ,ea el resultado linal de In guerra
de que es teatro, tiene al menos para lIosotr05 fases bastante glonosas para
rSl:ilar nuestros esru('rzo~ y jll,tificar toda, nuestras esp:~ranws.


La tierra (kpcnde de nosotros; es como una gran pradera de ahundante
pasto, LU~ os ha hitantes pacen, guiados por nuestro cayado, las raquíticas
plantas que semlmllllo, [lnra ellos, Prrclso es, Astuiacl, \"er ese embrutecido
rellaflo \' oir sus halidos, porque cntre ellos [os hay de carácter jovial y los
hay llor(lill~s. \' 1\1) ,l~ cuall),; sean Illas interesantes. •


• Aunqllc c,ida lino de Ilosotros con,ene enlera lihertad para obrar, estas
diver,as acci:HICS, que a yezes parecen contrariarse, no dejan por eso cn deii-
nitirD de ('oll\ujcr a \I!l punto COIllUll. lláilas que solo se limitan a ciertos
efectos, mientras que otras son lJIas jencrales. Así, a selllejanza del pintor
que cubre su tela de Hila preparacioll propia para recihir los "al'iados colores
que ha de ¡¡plicar el pincel, Egbetesch (1) apoderándose del corazon de esa dé-
hil criatura v nulriéndola en cierto modo de sí mismo, la prepara a todo
cuanto nos pfazc:a hacer. Conlieso que respecto a este punto sería acreedor a
algulI reconoeÍllliento, si él !lO lIIira,e únicamente asusatisl'1,ccioll personal y sí,
ahsorto y concentrado en sí mismo, no fuese su !in completamente esclusiro.
Sin emb'argo, estoy muv lejos de vituperarle.


En cuanto a m(' que' me anima un odio natural a la verdad, la persigo ~in
~11 Jimio t.I~ la corrupciQn del cor3IUU.




;."~l ,nISCnA~PAl'ínS
descanso, velándola y desfigurándola cuando no puedo d(~slruirla, v cuhri(;n-
dola con mi sombra, como las abejas cubren con un H'lo opaco la limaza que
ha pemltrado en Sil colmena.


Obsér\'ese a los hombres, y se vcrá que cntrc ellos la palabra no es, por
lo regulnr, la esprcsion sinó la máscara del pensamiento, su irnÚ]!ln enga-
ñadora. El comcrl:io habitual, las rela"ionc~ de [odas clases de que se compo-
ne la trama de su existencia ¿qu~ son sinó un camhio reciproco de ficciones,
mentiras? Yo los ejerCIto CH finjir y disimular, en disr['azars(~ de ladas Ill,U)()::'
ras, en mostrarse cual no son; y serían bien ingratos en quejarse cnando ga-
nan tan asombrosamente cn ello.


Segun las disposiciones lilas o menos felizes que hallo en ellos, los educo
desde la mentira sencilla hasta la illlpostll!'~, y desde esta a la hipocresia. Esta
forma el último grado de la escala, 1I0 tanto a causa de SI! perfeceion intr;~l­
seca, cuanto porque constituye un estado perman0,nle y ~e d"splega en una
csft:ra mucho lllas elevada, Hlriando adelll,is Sl'gnll la:.: diferencias de la so-
ciedad misma: hipocresia de piedad o relijio:;a, en los tiempos de crccneia~;
y en otros, hipocresía de scntillJiento~, de principios, ele prohidad y de hu-
manidad. En el dia todas brillan por igual. IllJa¡ínate, ¡¡tic:" el dedo de es-
las luzes am biguas sobre los pobres Jzeds, y su deslumbramiento a la vi,la di:
esta magn[¡¡ca iluminacion.


Esto era ya, a mi parecer, UIl hrillante resultado; ~ sin pmhargo no me he
conlentado con es(), plle~ aun podia hacrr mas. jle cans\' lllego de obrar en
detalle y uno a uno sohre los individuos de ('Sta (/(:l1il e,pecie, y se me
ocufl'iú la idea ft,J¡z de operar lilas en grande, sohre pnehlo, (,!lleros. E~ta em-
presa me arredrl') al pronto, pO['(!lle esperaba una "iya n~si:;tcncia de su parte:
pero muy lejos de esto, se han prestado maravillosarrwule a-cuanto de ellos hr
querido. Yo huhiera prefcrülo, para dejar mi amor propio ~atisfl'('ho, una '-¡f-
loria mas dificil : c1¡~putada.


La sociedad en jeneral está basada s(lhre lo que los Jzeds deno:ninan justi-
c.ia, derecho, de!J~~r, y ;;;ohre le:oes l' instituciones qne ~e deril<Hl de' pilas y
(lue las org:anizan en cada :;ociedad C!l p~Jticular. ro nada he cambiado de todo
esto, absolutamente nada, ilnstrr. Dew. Fi.ia por Illl solo momento tus mira-
das ~o]¡re la tierra; l'\'lIllínaLl y l'SCUC;W ; (Iue Iiinglln,~ ll<lcioll, trihu, horda,
ni colonia ,e escape a tu inyesti?<lcioll, y por loda~ partes oirú,hahlar del dr-
ber, del derecho y de la .in,¡ ieia Pp!'o, ¿.qlll'~ r~ l'sa jll,li('ia la n decantalla?
La fuerza hruta, ¡.l qu~ es ('1 úel'(~cho? I.a pasion y la codieia ullid:lS a la fuer-
za. ¿.Y el deber? La necesidad de c('der a la fllerza. C(ln~errand() LIs pala-
bras, porque ya estún adl!iitidas, nle he !:Olllclltado ('Illl esta ¡jjera modilicacioll
del sentido prilllitiloo; J j)!'ü(:iso es que teng'a :0 lIlla ll~llglla Í<\¡:il, pOl'llue C~­
tas jentes, aunque de un talento hastante linlitado, todo lo han aprelll ido de
carrelilla, y ~e creerin que e, Sil leJl!~uaje natural.


En cuanto a las leyes y las in,tituciones, las hay, y flludws, qlle tp agra,·
darían) cn las que se desculJre desde luego lllwslra inspiracion. Verdad es que
otras presenlan Ull f:arácler llIuy diferente, CO!110 fasluo,as ,producciones de
nuestros rivales, ei1 las que se eontc;nplilll y admiral!, :~stas li,'rtell para mi
un atractivo parlicular; pero llll\ guardo hiel; de locar a su esterior, y dejo a
los Amsdwspands el placl~r inocellte de contelllplar e,ns escl'lcntes frutos, CUI-
dados por ellos con un celo lleno de ternura, cn tanlo qun yo los agu,;ereo y
me acomodo en su inlerior. Oh! qu(~ hilen asi(~llt()! quó cómodo estoy en él' y
cuan dulcemente descanso!


Hav después las ficciones legales. qUí' son las l1la, chi~tm;a, de mis inven-
ciones: Con elJas un brillon pa~a por' homhre IlOmado, ~' Ull necio por hombw
de talento. Por una {iceion ~eaJeJalllc, se dedara impecahle al píc~lro lllas COll-




T DARVANDil. 22;,
,umado, y otro es prodamado inviolable por la Icy, aunque se le 3rroja con poli-
tiea o sc le corta Ja eahcza, cosa que como tú conoccrás, es una ficciou has-
tante ingrata. Los hay que no responden de lo (jue J¡ac(~r~ 1 Illiclltl:as. otros por
el contrano responden de lo que no hacen; e:ipeCie de JustiCW Í1ctlcla cstre-
madamente admirada aquí, no siendo casi toda ella mas que una ficcion
d\l la misllla clase. Hay tambien derechos ficticios que dependen, no del
fondo sinó de la forma de las cosas, y estos son los mejorcs. Por otra parte
¿'(Iuil~n tia ahora de los demas ni qUIen cree en nadie? Hay al,;ullos illlhó-
cill~s obstinados, a (¡uienes las lecciones, por oJiciales y severas que sean, no
acaban de desengaiiar. Pero de todas las ¡¡cciones la IIlas atrevida, la Elas
vasta, la mas rara, la lilas admirable y satisfactoria, es seguramentc la ¡¡ccinn
solemnemcnte titulada soveranía del pueblo. lndudablcmelllc l'l puehlo es su-
ÍJerano; 'i esto es lllas que un principiO, es un dogma; el t'lUeblo es el oríjcn
de todos los podercs, que son tlejitimos si no emanan de é o no estau someti-
dos a su voluntad; v a /in de ([ue sus títulos fuesen eternos los ha grabado so-
bre hierros, que, bien apretados y remachados, llegan, pesando sobre sus ear-
!les, a introducírselc ha~ta los huesos.


r o no oigo discutir clmérito dc los demas Darvands, ni de sus oh¡';¡,; pero
examínese con detencion la sociedad humana, eseudnilensc todos sus rinco-
lIes y escondrijos, y consiento Cil pasar por la lilas necia de todas las criaturas,
incluso el homhre, si no c,; touo Cll clla üllsedad, ilusion, me mira y decepciono
Ahora hien ¿HO [ellgo derecho para esLar orgulloso?


En fin, he aquí lo quc es cada pueblo coasiderado individualmente. Tiene a
auemús relaciones mutuas reguladas por lo (lue llaman derel:110 de jentes,
acerca del cual han escrito los pdallt(~~ libros voluminosos, en que llUe:itras
nHixima.s J' las de los lzeds estan dc tal modo mezcladas y confundidas, qlj(~ a
tí mismo, Asluiad, desatiana yo a que pudieses illlajinar un caos lllas inex-
tricablc. Resulta dc todo csto quc cn las querellas cada cual ticile siempre el
derecho de su parte; grande y sublime consuelo a la verdad para cuando sc
han dcgollado cntre sí. Adcm<ls, la mezcla de principios ticne de CO!llUtlO el
permitlI' una partieion: cada cual rcscrva para:-ií los llucstflls, (11lC son natu-
ralmente preferidos, y cede a los demas los de los Izeds, llegando ha~la a im-
jJlJllersc!os; y es entonces cuando son hlll~nos, respetables y vcnerandos.
Pero, no queriéndolos nadie sinó para los de mas , se les desecha, de manera
r¡ue ese pobrc derecho í:ediano pasa su vida cn el airc.


Dc hecho, en la esfera política, las relaciones dc unos puehlos con otros,
dependen csclusivalllente de Savel (1) y de nll. \oselLros gobernamos al rllil!l-
do como soln:ranos, mandando a los <¡uc en ó1mandan. Solo una cuestion pre-
domina constantementc cn sus consejos, la dd interés, cl poder, la riqueza, el
ofgullo y, sobre todo, la descnfrenada codicia. ¡Uh, Dew! cuan yiya debe ser la
clIlocioll I¡UC esperirllClltes a la vista de este rellejo dc tí mismo!
~o basta, Slll cmbargo, tencr por unico objcto el sórdido intcres, librc de


toda conslderaclOn de juslicia y de todo sentimiento humano y de cquidall;
jl['eciso cs aücl[lús conseguir ese objcto, y he aquí donde cOlllienza el papel de
Sayel 'j ellllio. El solo bastaría, si la fllerza fuese cn cada pueblo proporciona-
da a su codicia; cosa de todo punto imposible, pues (fUC entonces no existiria
lilas que un solo puehlo, quc altin sc devoraría a si llllSlllO. Esto sería induda-
lJlenwntc para nosotros Ull magnífico triunfo; pero cs cnteralllente superior a
Iluestro poder. Las fucrzas respectivas, cualesquiera que sean sus oscilaciones, se
contrabalancc1I.1l bastantc, bien sea directamentc, bien comhinándosc, para que a
la la~ga ninguna prcvalcl',ca. Si la una se cstingu@, nunca deja de nacer otra


.


(1) Jenio de la violencia.
ENTREGA. \J.




22fi MISCHAS\'ANDS
nueva, y así es que el combate suhsiste siempre. Desde el momento en que un
puehlo III~ga al límite (le su fuerza, J no puede llevar a cabo sus designios por
medio de la violencia, pOl"l¡UC se le convertiria esta en un obstáculo, lo dirijo
por otra vía, y le abro los iuagotahles tesoros dl~ la. astucia. Entollces la guerra
se trasforma, haciéndose silenciosa y secreta bajo el nombre de diplomacia.


La diplomacia, Astuiad, es el sacerdocio del inten~s, y yo soy su pontífice.
Dos objetos primordiales forman su base, (Iue son: hacer el bien propio y el
mal ajeno. Cuando una nacion, por ejemplo, arruina a otra, aunque no repor-
te ningun provecho directo, adquiere) al menos, una superioridad relativa de
riqueza, y por consiguiente de poder. Esto es el hien; esto es un acto piadoso
y meritorio del culto individual. El diplomático dehe, pues, estar exento de
todos los vicios que enjendra la moral de nuestros rivales, de lo~ escrúimlos
del deher y de las debilidades de la sim:)(ltía; debe n~antener eonstantemente
su pensamiento en la direccion de la tuya; ser frio, áspero, (lufo, impasible y
crll.el inte~iorlllente, y revestirse de alguna apariencia honrada para llegar
mejor al fin.


Sus funciones, aUllque hastante variadas en el detalle, se reducen en su
esenGÍa a una sola: engallar. Bien se calle o hable, que alirme o niegue,
que insinúe o aconseje, ese es su único ohjdo. Slh conver~aei()[Jes, su silen-
cio, su semblante, su jcsto, sus caricias y hasta sus arrehatos de cólera, todo
en él d()])c ser mentira; pero para ello es preciso UIla maestría eonsumacla, ya
vezes h verdad es lo sublime de la mentira.


Una red de intrigas snbterráncas, que, partiendo de cada gahinete, ~e cru-
zan en mil sentidos diver50s, cubre principalmente a los paises que se llaman
civilizados. Tienen secretos santuarios, donde se veriJiean los lllisterios que tú
presides, y donde, escoltados por la astucia, la perlidia y fa corrupcion, rie-
nen los pontliices de nuestras leyes y los aliJOs de los pud¡jos a cOlllhalin;e en
sil(~ncio, o a firmar pactos de opresion del jéncro humano, su COll1un pose-
sion y su presa COlllun. Después, se les ve salir de estas cavernas sagradas,
resplandecipntes con la ameola de llue corono sus cabezas, con las palabra~
de justicia, humanidad y libertad en los lállios, y en medio del jeneral enter-
necimiento y de las aclamaciones del rehaiio a quien van a esquilmar sus Illa-
1l0S paternales. i 1 si no hicieran mas que esquillllarlo!


¿N"o te seduce, Astuiad, esta jigantesca fiecion (¡ue llamamos sociedad? (\0
te parece un soberbio monumento de mi gloria?


XLVII.
TARIK A EGIIETESr.H.


(El espíritu de la avaricin nljen-iv de la corrupcion.)
La sed de oro.-Los oopitalistas convertidos cn poder polílico, el mas poderoso drl


mundo actual.


ORO! oro! Quiero oro! Que me den oro~ Que me lo den inr:esantemcnte, y
cada vez Illas! Tengo sed y halllbre de oro; pero una sed ineslinguihJe }' una
ham hre insaciable.


He aquí, oh Eghetesch! el 6rito universal, el solo himno que todos los
hombres repiten en su corázon y tlue resuena por todo cuanto el sol alumbra.
bta, y solo esta, es la base de lUi liturjia, en la 'Iue todas las demas han Ye-
lIido ]Jor últilllo a fundirse.


El oro, como representante universal tle la l"H[upza :- de los plac~rcs, es el
todo en ulla sociedad que solo cree Cilla materia. que solo a ella adllllte, y que




y DAllVANDS. ::227
no husca sinó en ella su vida. sórdida y eiega; en una sociedad en que con todo
se trafica; p.n donde, a falta de torla otra idca que las sensuales, y de lodo
otro amor (IlIe ulla hrutal codicia, el rico, a~í millo el pohre, atormentados y
derorados \Jor unos mismos apetitos, no se tocan siuó ]lor dos puntos: ui!
rencor som )río y una envidia desesperada. Y tú ya sllpoudrás que yo rdaré
p(\rque nada cambie estas relaciones recíprocas, y que tengo ausiliares que
¡ Illpelen. con un celo que admirarás, al pobre y al rico, por su re~pe('liyo
~endero.


De aLUerdo en cuallto al fondo de las cosas, es dccir, sobre la scnsacion
fIue les causan y el juicio que de ellas forman, y animados, cuai(Iniera
fllIC sea :;u estado particular, dc IlIlil sed in~aciahle de riquczas, igual en todos
~ solo mas ardiente en aquellos (lue ~'a han acercado sus lahios a la j'll('nt!~ rn
Te creían sencillamcnte apagarla; los hombre", avasallados por mi poeb', han
Ll'scchado la ley que Orlllllzd les hahia impucsto al crcarlo~, adlllirún(losc de
ha]¡cr podido ,dgllna vcz SOllleterse a sus prc~cripcionr~, y bur;;\ndose, con toda
1<1 gracia e injenio que ya conoces, de las realidades e,;pirituales. Pohrc~
hOiidJl"(~s! estahan ciertamcnte muy lejos de sospechar (IUC se burlaban:k ~í
IllISlIlOS.


Ya podrás figurarte facilnwnte lo que las costullIhres, tanto públicas
COlIJO privadas, han venido a t,cr con esta cmancipacion jencral de ias antif.'lias
preocupaciones y rancias opiniolle:;. Cada cual se ha arrojarlo a la~ rique-
zas, las ha buscado hasla en el londo ele la mas inmunda <'loa ca , y ha pll\~,lO
51! cuerpo y su alma en una halanza, dicicndo: jlesadllle y pagadme; y la ]]'a-
~ 01' parte se han vuclto con algunas monedas en la lIIallO y hasta sin nada. 'i
en verdad csto cra lo único qU(~ valian.


Entonccs la apreeiaeion se hizo por llledio de una tarifo <le las mm; 5Pl1-
cillas; y cada lIno, de cualquiera edad, se\o, condicion y dcnominai'lOn qw~
lill'Se, tomó 111wsto, no conforllle a las cualld:uks personales, COlllO la virtud,
el honor, la prohidud, el Jcnio, el talento y la ciencia, porque todo ('so nada
\aJe, sinócnrazon de lo<¡ue poseía eIl relltas y títulos debidamente hipote('ado~.


Organizada eOIl arreglo a e~ta tarifa, la ~ociedad ofrece IIna i!!lújl'l1, si no
['erfecta aUB, al menos tan e\acta como podia esperarse, del tipo q\le yo llOhia
concehido. Se ha dividido a I()~ indiyiduo~ en dos clases caracterizadas por
l'ierta medida de riqueza. Si llegais a c~ta medida, sois IIn homhre de talento y
de {¡rden, un. conservador digno de poseer ciertos dercchos y de ponerlos eil
¡.radica; un h01lJbre evidentcmente creado para gohernar a los delllas, es decir,
uara esplotarlos. Si pel'lllaneeeis, por el contrario, y por poco que sea, fuera
de esa medida. no ~ereis lilas (lile un necio, UII rey~lt()so, un bárIJaro :pala-
lira feliz Eghetesch!) un faccioso actual o futuro, nacido indudablementc para
ser ;.;ohcrnado o esplotado. ~Iarcha a tu pllesto, imbécil!; marcha Jijero y sin
murmurar; de lo contrario, te se enseñará tu dcher! .


Esto no impide, sin cmhargo, hahlar al pueblo con tierna unrioll de igual-
dad, libertad y aun de fraternidad. )lis di~cípul()s son todm; hermanos, y
romo entre estos no de]¡e habcr empacho para hablar, el fuerte litce al dehíl
COII carino: Querido hermano, yo amo la tran([ailidad y el reposo: Ira-
IJ,lja para mí, sin descansar un instante, y viye COIl cobrit~dad. Yo tc nyutlaré
JI) llIejor que me sea posihlc por un cOlljulllO dc medios de tallllodo (,Olllhina-
do~, (¡uc, si llega a faltarte el valor, la lll'cesi(lad vPlHlrú en socorro de tu vir-
tud. Hav talllhien IIna raza entera de hcrmanos que, por filantropía, se com-
pran a dinero contante para ilw;trarlos y har'crlos parti(;ipc~ de la civilizacíoll;
tarea Illuy difícil, porque tit'nen la tez 1l10ren¡¡. Sin emhargo, el látigo es un
gran maestro, y en verdad 11111(:110 ¡mede esperar~e de sus lceeioncs.


Pcro, donde IlWS aparece la estension de mi innuencia es en un fenómeno




228 ,H1SCllASPXl'iOS
tan nuevo como curioso. El poder del oro siempre ha sido inIllenso; pero pue-
de decirse que hasta ahora !lO se hahia organizado nunca. Hoy Jonna ya UIla
especie de cuerpo, que posee sus grados jerúrquicos, su disciplina y sus le-
yes; cuerpo cuyo poder, elevú[)do~e sohre lodos los dellla:-;, dorniua al Illismo
poder oficial de la sociedad. El capital, pues ~ tal es su nomhre jenérico) gobier-
ua realmente al jefe del Estado, le manda como soherano, dirije a su placer
su política, declara la guerra, concede la paz J' forma los tratado". Por mil
secretos eana¡e~ atrae a si la riqueza nacional, ahsorhe d fruto riel trabajo
de los pueblos, se alimenta y engorda. n cajlitali~ta no pertenece a uingun
pais; su patria la constituye su gabeta. Dotado de una prodijiosa s¡¡gazidad
para (~escu]¡rir y. ~rliyina.r hasta l~ yena llIas imperCe\llible por d0!lde circule
la saVIa que codICia, aplIca su aVldo chupador, y sor ,le hasta la ultuna gota.
Sean productos de la tierra o de la industria, no hay clase de riqueza que al
callo no Yenga a él. Todo el que [losée algo es presa suJa sin remedio: pa-
réc.ese al astuto insecto agazapado en el iond') de! agujero (lile ha escavado eH
la arena: todo cuanto se apro"ima a su borde se hunde y es demrado.


Tiene e! capital tres ausiliares poderosos: la necesidad, el vicio y la co-
dicia. .


La necesidad le entrega los desvalidos de mil modos, desde el présla--
1110 sobre prendas hasta el monopolio, que, aumentando el precio de los jélle-
ros de jJflInera necesidad, equiyale para el pobre a la cOllfiscacion de una
parle de Sil trabajo o de! salario que gana.


El vieio, que solo ansia disfrutar, S la codicia, que dcs(:a adquirir carla H'Z
mas, producen elmisllIo efecto en a({udlos a quienes la flJrtuna ha favoreciclu
mas. Amhos necesitan dinero, el uno para rlerroeharlo, yel otro para especu-
lar. Pero el oro no se obtiene sinó pagando; así e:-l que prilllero se empelwn


\
)or el capital y después por los intereses; la deuda erece de mes en mes; y Sl~
HIce cada vez mayor, porque se tiene huen cuidado de aUiIlentarla por medio
de intereses compuestos y aculllulados, de gastos y de descuentos, y qllé sú
yo que Illas? El saldo final es la fuina del que tornó prestado.


i Así se en¡¡;orda y crece el pre~talllista! i Así ese saco henchido de es-
cudos llega a haeerse un persona/e, a quien de~de leJOS se saluda, a quien SI;
adn~ifa y adula, ya quien hasta os ministros y los reyes hacen la corle y li-
sOI1.1('[ln con el mayor servilisIlIO !


Dejando a un lado toda falsa lllodes~ia, no podrás menos de eonfe~ar,
amigo Eghetesch, que es muy grato ser asi, y tan justamente, honrado por
los fil1\ os.


i Úh maravilloso poder de la usura ~ a ella, y solo a ella, es a quien ahora
obedece el mundo. Hija predilecta de la codicia, esLiende por do Iluier nue:-Lro
reinado, y es cllazo y resorte de todas las corrupciones (jlH: emanan de ti.
~luy semejante a la enredadera, que lo mismo abraza al tronco colosal que a las
débiles raUlas, estrecha en sus espirales, no solo a los miemhros del Estado, di~
vididos y aislados, sinó al Estado fIIiSIllO, que le presta su ¡¡poyo y su fuerza;
se hace HlsaUo su~ o, y hasta la consagra reina. Qué digo? le erije templos, con-
voca a los pueblos al pie de sus altares; y eOIl qlJ(> presleza y cuaa granrle ale·
gría y ferror corren, se arrodilbll y prosternan ante ellos! cuan devotas ~on
sus oraeiones ~ qué culto de latria, de dulia y de hiperdulia!


Yo mismo me enardezco a esta sola idea, y creo oir a los hombres, desde el
uno al otro cOllfin de la tierra, adorar mi poder e invocarlo con voz unánime.


Oro! oro! quiero oro! Que me den oro! Que me lo den sin cesar y cada
vez. llIas 1 Tengo sed y hamhre de oro; pero sed inestinguible y hamhre iu-
saclUble.




y DARVANDS.


XLVIII.
DAIUIA:\" A ASCIIF.SCiIlNG.


(El que bendice al pueblo al que da la ciencia y la luz.)
La ciencia.


229


tA ciencia emana de Orllluzd; es su luz, J es a ti, i oh puro Alllsrllas-
pand! a quien ha confiado la alta lllision de difundirla entre tantas y tan direr-
"as criaturas como habitan esos mundos sellllJrados en el espacio. Partiendo,
jllle~, de este principio, pienso entmlencr hoy tu atencioll con una lijera rese-
¡b de lo (lile ha vl'nirlo a ser entre los hombres, de la direceion que ha
lomado, y de la inlluencia que ejerce sobre la soeiedad en la l'poca ¡¡rl'sente.


Una en sí, corno la Verdad, corno el Ser, subdiYidese en Ulla porcion ele
ciencias parciales, diferentes segun su ohjeto, porque nadie, quien quiera
flue sea, podría ahrazarla toda entera, ni seguirla en todos sus progresIvos
( esarrollos: la vida del hombre es para eso demasiado corla, y su illlelijencia
Ilarto débil.


Aun con respecto a esto se oh,erva un fenómeno muy digno de atencion v
depcnrlicnte de las leyes en que se "critica la evolucion de la humanidad. S'i
~e divide la cierj(~ia en dos ramas principales, la de los cuerpos animados e
inanimados, y la de todo aquello que, ~epara¡]o del elemento negativo de
las cosas, no suhsisle bajo las condiciones de la estension, de las realidades
inmateriales, de las iJeas y de las esencias, se reconocerá bien pronto qlle
nI espíritu humano, indeciso entre la una y la otra, JalliÚS se ha aplicado si-
!lIultcíncallll'Ilte a entramhas, al menos con ese grado de interés y de wlo (¡lIe
nace de la importancia (pIe la razon da a las inYe~tigaciones ~. de la fe en sus
resultados. En ciertas épocas parece olvidar o de~def13r al universo, mientras
(Ille e!l otras se cnc'Íerra y ab~orbe ell (~l, mirando como [lmas (!uillleras todo
;¡quello que se escapa a los sentidos, todo lo que no se puede medir o pesar, o
que no se espresa por números.


Esta rama de la ciencia, cuyo objeto esclusivo son los cuerpos, sus mani-
(('staciones y sus leyes, predomina en aquellos si¡!los en que se ha gastado el
princljlÍr¡ moral, íntimamente ! igarlo ¡¡ la GOllcepcion que el homhrc se ¡orilla
de la eausa primera y de sus relaciones con su obra. Cnando e,la concepcion
primitiva y fundanlcntal , que eonstituyc el dogma relijioso, cesnndo de satis-
facer ,d e~píritu por lo que tiene de incompleta, y repugnúmlole por lo que
t ¡"!le de falsa, picrrle su autoridad, perece arrastrando en su caida a cuanto
e~~a]¡a íntimamente ligado con ella. La conciencia no sabe ya a f[Ue atenerse:
pr¡Y;Ido de base v de sancion, el deher ya no es lllas que una palahra vana.
E! egoísmo ocup"a su lugar, y, concentrarlo en sí, sin creer IllaS que en
esta vida de un dia, única que le revelan los sentidos, ~. entregado desde cn-
!oll¡;es a todos los apt'tilos des(;nfrenados, el homhre se sepulta en el seno de
la materia, y pOI' medio de un afan ob~tinado, se esfuerza en acallar los de-
seos ([lle le atormentan, en crear y en algun modo encerrar en un pU!lto de la
rluraeion y del espacio el infinito, a rlue, sin querer, aspira illyisilllementc. A~¡
confinado al IlJundo fisiro, no existen para ('l otras leyes que las de c:,;te
mundo. La ciencia, cuyo único ohjeto es descubrirlas, y sus funciones el pro-
Illulgarlas, viene él ser la rcliJion social, cuyos ¡;arcrdotcs ~on los sahios.


Esto es lo que ahora Sl~ ve entre los pncblos a quienes el movimiento ele la
razon humana ha separado de sus antiguns creencias. Indiferentes a toda rcr-
dad que no se reduce a un hecho material, la ciencia relativa a este órden de




2:50 AMSCHASPANpS
eo,as tiene para ellos el carácter ele un dogma. ¿ Quién osaría dudar eua ndo
esta hahla'! ¿. Y quién no se inelina ante ella ('on uu piadoso respeto~· ulla fe
absoluta'1 Ella establece en honor del dios-materia un culto, CUYOS himnos son
otras tantas ecuaciones o nomenclaturas, v los sacramentos o!leracioncs quí-
micas. ....


Los sabios, como pontílices de este culto, organizados en colejios nacionales,
forman una verdadera corporacion sacerdotal, muy ~;eIlleiante en su esencia a
cuantas han aparecido en la tierra. Tiene, COIllO todas ella~, su parte de
utilidad, y nadie podría hacer una enullleracion completa de los servicios ,[ue
ha prestado y continuo dispensando a los homhres en la esfera de las cosas
<¡lle forman su verdadero patrimonio. DéIJenle adelllús una illfinidad de cOlloci·
mientos, dispersos aun, sin lazo alguno y sin utilid,t(¡ aparente; pero que, esten-
didos y fecundados por el tielllpo, l('s ayudarúll a elevarse alf!;lHl dia a una coj)-
cepcion JUas cOlllpleta de la ('ausa priJt\era, del ser necesario y de sus relaciones
con los seres continjentes. Tamlllen le dehen el poder, tan ndmirahle ya. que
han a:l(luirirlo sobre la naturaleza, y las ventajas que este les produce; cntn:
las cuales una de las mayores que adquirirú la humanidad, cu;:ndo, cam;ada de
~u deelinacion moral, manantial de todo,; sus sufrimientos, aspire (Itó nuero a
remontarse a mayor altura, será un acrecentamiento (le libertad para el jenio,
menus dec\lado ya d<l sus !"llllciones propias, por la incesante precisio[l de sati~­
faeer las lleLe,;iuade~; de la vida interior.


Entre tanto, la ciencia lleva a callo su ohra providencial, y la cUlllpliria
aun Inejoi', si el eStado de la sociedad, que reacciona sohre sí, y los vicio:, in:-
herentcs a todos los cuerpos sacenl.otales no opusieran a sus prof!:resos, haJo clL-
tcrcntes puntos (le "ista, obstúculos deplorables.


y circullscrita desde luego a un circulo relativamente e.strecho, redúcese
casi, en la idea qne de ella se forma, al conocilllicnto de los fenómellos fí,i-
("os y de SIlS leves. Esta parte de la ciencia usurpa toda la aUloridad, P0f(!UC
solo "ella, en el' seno del materialismo reinante, tiene el earúcter de rdijion a
/fue va unida la \"eneracion instintiva y la fc implícita. De ,H[uí la conseellcn-
cía de que no es el saber el que hace al :iahio, ni quien le conliere tal títul?,
sinó el Jéllero de conocillliento~, y IlJas aun la af!regacion alcuer[lo depositano
e inkrprete del dogma, verdadero sacerdocio de la ciencia.


""nlmaJo dc un espíritu esclusivista y enyidioso, por IlHb estraflo ([lle pue-
da ser a cada lino de :illS miembros en particlllar, se inquieta p irrita por todo
C:lil nto tiende a establecer un lazo lójico, una relacion de dependencia recipro-
ca entre su doctrina y CUalf[lÜera otra de un órdcn difcrenl e; a ensancharla y
l'Ompil;tnda, pa~alltlo Illas nllú de los principios iUlIH'diatos sohre 'lIle f(~­
ln~a, : que, no reposando lllas (ILLe sobre una bas(~ sllmini~trada por la
e~¡ll'riencia, nada tinnen rk absoluto. ,\si corno los teólogos espiritualistas, neo
ganrlo los derechos reales de la ciencia del mundo fenomenal, sin la cual
la Sliya no es, bajo muchos aspectos, mas ([un un conjunto de hipótesis,. una
teoría bt\'I"il e incierta, la deslerraban de su dominio, v no la admitían smo a
titulo de :.;enidora y aun de esclaya ; así los teólogoa nÚllerialist::ls prohihen la
entrada del su~ o en la ciencia de las realidades espirituales, de las l~leas Jlu-
ras \ de las esencias inmutahles. Pero la ciencia es una en sí, v el tlluttlarla de
este' modo es por lo menos detener y contrariar su desarrollo', es crear entre
sus diversas ramas Ull anta;.wnismo funesto a sus progresos. Los linos s~parall
los efectos de Sil:> ('[lusas, porque toda causa procede de otra 1l(~CL~~afla; l()~
otros, las causas de sus rl'pelo, , ({uit<Ímlose así respectiramente a ~llmSHlOS todo
m~:lio ,lc~ conc:ehir los efectos y verilicar la causas, y destruyendo la ll111dad
de la raZOll humana.


Aun en el círculo propio de la ciencia que conserva el cuerpo sacerdotal,




y DARVANDS. 251
existe entre sus individuos cierta disposicion constante a rechazar todo cuanto
se aleja de las opiniones admitidas y de la creenclUs recibidas. Las ideas y los
hechos cuyas consecuencias se oponen, o parece que se oponen, al símbolo orto-
doxo, hallan una oposicion hastante difícil de superar. Haras vezes despojados
de las pn:venciones y pasiones que les ciegan, consienten en mirarlas y e'-a-
millar sus doctrinas. l·:s lllas fácil y seguro condenar desde luego, en virtud
de la infalihilidad oficial, la hereJía naciente, salvo el revocar la sentencia
cllando derrmwínrlose la luz por todas partes, no sea -ya posihle negarse a la
f~vidcltcia. Pero hasta entonces el hereje paga hien caro su atrevimiento. Cul-
pahle del crimen irremisihle de atacar el do¡;ma tradicional, no se le qucllJa,
es verdad, pero se le anatematiza, se le disfama, y se embaraza de mil mane-
ra~ el camino que toma. ,'erdad es que la justicia lucirá un dia para éi, y ven-
~r{l a alll\lararle; pero siempre será regularmente cuando haya cesado de exis-
tlr. ellam () sus lanllos ra\-o:-; alumbren ~olo Ulla tumba.


, Indudahlemente este es un obstáculo positivo para los progresos de la cien-
('ja: ¿ y de donde proviene prineipalmenle sinó dcl espíritu i[IW preside al
('nltivo de la ciencia misma? ()ué es lo que ca~i únicamcnte se husca en la
¡'iencia? la vcnlad? .\0; lo ([ue se busca es solo un alimento para el orgullo v
la vanirlad, De ahí esas di:-;pulas, tan animadas y ardient(:s corno ridículas',
sobre lo que se ha convenido en llamar priorirlad :-Soy (¡llien primero lo ha
pem;ado o lo Ita visto. Y (IUÓ ha visto? Casi siempre es la cosa mas flltil e in-
significante, y a vezcs lo ([IW no e,-iste; pero no por eso dejan de disputar
y sostener su derecho. Se entahla un pleito, ulla infúl'llIacion solemne que
jnstitlque jurídicamente, y a favor de uno de los concurrentes, una preciosa an-
terioridad de tantas horas y minutos. He ,liluí a las a,piraeiones del jenio!


Otro motivo existe, además del amor propio, que escita esa sed de nOIll-
hradía. La relijio!l de In materia, que ~e reduce al culto de sí mislllo, despierta
entre sus fieles toda clase de deseos. En el sacerdocio científico, tanto () nws
qlle eu ninguna otra corporacion, cada cual, por una e,pecie de virtud de es-
tado, corre tras los henelicios, y muy raras Yeze~ satisfecho con uno solo, los
acumula. Mas, para obtenerlos, es preciso alegar títulos, aunque sean apa-
rentes. Esto no qllita que los logren por me(lio dc: la intriga, y especialmen-
te de ciertas cualidades gratas al pocler, siempre hierl recibidas de él; pero,
en fin, jamás daiian, y jeneralmentc: son útiles. En vista de esto, ¿cómo ha
de admirarse nadie de la pasion con lIlle se husca, hasta Sil sombra?


Empero, á pesar de todas estas consecuencias elel materialismo actual, la
ciencia concurre de mil maneras (li~tintas a la realizacion de los designios de
Ornmzd respecto a la abatlda humanidad. Ella le ~OI11ete la naturaLeza bruta,
sllhyu;rada con sus propias fuerzas; : ~ a hajo este aspecto, fecundo en bene-
licio~, que nadie p"Pde dc':;conocer, en cualfluier grado que 1II0mentaneamente
ahuse la corrupeion, ella los promete y prepara Illas numerosos aun a las je-
lwraeiones futuras, que hasta le cleheran, en parle, su mejora moral, por la
creciente atenuacion de las causas de desórden, cuyo principio fatal es la mise-
ria, Por olra parte, y gracias a los inapreciables trahajos de algunos hombres,
cuyo talellto se consagra a derramarla en el sellO de las masas, su luz, pene-
Ir·ando cada vez llIas hasta las últimas clases del pueblo, hace que se eleve
por grados el nivel de los conocimientos y de la intelijencia; progre,o inlTlenso y
ciertalllente el lTlas feliz, por el fruto que el porvenir recojerá de una difusion
menos. dcsigl~al de los bienes destinados a todos y por el perfeccionamiento
de la Jeneralldad.


Adelllús, obligada a revestirse de una forma cada vez lllas sintética, para no
perderse en la multiplicidad Ile lo~ fenómenos; ohligada, después de haberlos
distinguido y especilicado por sus diferencias, a unirlos por lo que de semejan-




232 AMSCllASPANllS
tes tic~en en sí y por su comun dependencia de leyes cada vez mas jenerales;
conduClf]a así a remontarse de una en otra causa hasta aquellas que, encer-
nll1do en sí mismas a todas las demas, son por precisioIl cOllcebidas eOlllO pri-
mitivas y Ilecesaria~, tiende a entrar en el Ser infinito, en el que estas causas
constituyen su enerjía intema; de modo que las investigac:iones elllpleada~
para llegar hasta el conocimiento de su ohra, conducen al cono<.:Íllliento de lo
(Ille es en si; y a esta altura, la ciencia, rigurosamente teolójicu, se cOIlyiertc
en la relijion misma.


Insislo solJre este punto, porque de ól espero y creo r¡ue saldrá dentro oe
poco la solucioll del importante probleIlla que ocupa aljónero humano de~de su
orí,¡en: el problema radiral de la union del universo con su autor. Hasta aquí,
o lWIl negado uno de estos dos térlllino~, o establecido entre ellos y sns leye:"
respectivas un antagonismo eterno, oscilando así de uno en otro aflisll1o, sin
/in y sin reposo.


Porque, si no niste lllas que un ser único, Ilúmcsele Dios o Naturaleza,
existe Jlor sí necesariamente, y por consiguiente todo en d es necesario
en un mismo grado; la libertad no es sinó una palnhra vana, vacía de
t ouo sentido, y la moral tmnbien; y por consecuencia todo en este ser
sometido a una necesidad ahsoluta, es bueno en el mero hecho de e:-.istir.
El lIlal es imposible y contradictorio, y como tal una quimera, una ilusion; y
en la sociedad humana, que tampoco deja de ser un puro e ilusorio ideal, no
hay aelo que no esté justificado y no sea tan lejítilllo como cualquier otro.


Si, admitiendo la realidad de los do~ términos coexistentes, se rehusa ad-
mitir entre amhos un lazo sustancial, una íntillla COIlIllIlicacioll dependiente de
su naturaleza respectiva, y en tal c:a~() se les suprme, por rawn de su mo(lo de
~er recíproc<1mentc incol1¡unicablc, sOllletidos a leyes 0ru.esta~ entre sí, sin
<[ue p:leda concehirse su union sinó por un órden (k llIed,o:-; fuera de toda re-
1,IC;OIl naturd, se cae inmediatamente en estas dos consecuencia~: Que la crea-
eion está na(u/"{/lme;:[e sl'parada del Creador y el efrcto de su causa; y (lue para
operar la union, cuyo carácter araha de ser delinido, es preciso que la criatura
cOlllllata rerpetuamente sus propias leyes y se emancipe de ellas, es decir,
que d(\j(~ de e\lslir.


Tal es el caos en cuyo ab51110 se ha ajitado dolorosamente hasta <I\[u[ la
humanidad. Fero no permanecerá asi sepultada en su honda sima; antes por
el cOIlLrnrio, se eleyará hacia la luz por medio de los esfuerzos <.:U1l que la a~ Il-
daras ¡tú, a quirn Ornlllclz ha hecho el dispensador de la ciencia. ¿Cuánclo
¡oh augnsto "\ I!lscha~palH.b! yeró lmir la aurora de e~e dia [an deseado como
radiante y venturose!


XLIX.
EL m~}lO AL ms~[().


El arte.


t.\~ mismas causas ¡oh poderoso jellio! que han favorecido el d¡~sarrollo lit!
la ciencia v creádole un lugar tan elevado en la soriedad actual han traidO
lalllbien la'.decadencia de la;;' artes ideales y aun de tod,,~ en .iene'l'al, porqn e
lodo <ll'le n\~e del jCllio, \ el lllaterialismo es ~u muerte. Quitad las ereen-
cias, la relijion, el senti;;liento moral todo cuanto en luclta con los scntido~,
I()~ de:óeo~ ~: la roclicia,. se eleva lilas allá del ~er cOl'poreo, y ;.quó queda tlel
homhre ~1ll0 una especIe de caditver? La yerdad, el hien lo hallo, e~encial-




y DARVANDS. 255
mente unidos e identificados, no son mas que tres aspectos de una misma
cosa,


Cuando en tiempos remotos decayó la fe entre las naciones que se ha-
hian adelantado a las demas en las vías del progreso social, las artes de la
plástica y del dibujo palideciero!l al principio, después se alteraron visible-
mente, llegando por fin a corromperse hasta el punto de no ser mas que una
especie de caricatura del arte mismo. Y desde entonces ning!lll esfuerw ha
sido bastante a levantarlas de nuevo, porque nada puede suplir a ese no se
4ué de íntimo y profundo que, en las sociedades creyentes, es el principio
jcnerador de las obras grandes e impcrdurables. La inspiracion real se apa-
gó, y cayose en la imitaríon, ora del arte antiguo, que a ninguna idea y a nlll-
guna creencia existente correspondía, ora de una naturaleza trivial, en el
sentido al menos de que, materializada y, por decirlo así, enteramente ter-
restre, en ninguna parte reflejaba lo bello infinito, supremo y esencial, ni la
vida superior del alma.


Los pueblos· se retratan en sus monumentos. Asi, los únicos que hoy
estan en armonía con su tin y tienen un carácter conocido y verdade:"
ro son los mOllumentos de la industria, cuyo único objeto es la utilidad, y aun
puede notarse que en esta época en que domina el culto de la materia, desde
que lo útil, tomando un carácter abstracto, se reasume en su tipo jeneral o
signo universal, que es el dinero o el crédito, el monumento que lo simboliza to-
ma la forma de un templo, pero de un templo muerto, por decirlo así; masa
vacía y muda, santuario desicrto, a donde se refujian los animales inmundos,
cuando el dios que lo habitaba ha marchado de él. Hoy, por el contrario,
los templos que una jeneracion indolente eleva para celebrar los ritos sa-
grados de los antiguos dias, tiencn el sello de un carácter profano, y
aun a vezes sensual, por un contraste en que se ma!lÍfiesta la inmensa
revolucion que se ha operado, tanto en las ideas como en las costumhres. La
escultura, la música y la pintura no se han librado de las consecuencias de
esta revolucion, que todo lo destruye, y por la cual todo renace bajo nuevas
cOlllliciones de vida. Impotentes para reproducir el elemento espiritual de la
humanidad, el sentimiento piadoso y las ideas relijiosas, su vuelo se ha abati-
do como el de los pájaros, en sus épocas de emigracion, fatigados de su largo
viaje a traves de las altas rejiones aereas. Cuando no se estancan en una es-
pecie de estupor o de profunda nulidad, sucede que, o lisonjean las in-
clinaciones de un siglo, que no conoce otra realidad que el cuerpo, a quien
pide los solos bienes en que cree, y a cuyo goze aspira, o bien espresan es-
clusivamente las vagas y caprichosas fantasías del artista.


La llIisma suerte ha cabido a las letras. Colocadas bajo la doble influencia
del materialismo de las doctrinas y de la decadencia del principio moral, no
solo olvidado pasajeramente, como en la efervescencia de una ardiente juven-
tud, sino dogmáticamente negado, véselas, privadas de la savia divina, agos-
tarse al árido soplo que ha helado las almas. Si el arte, hahiendo descendido
con la ciencia al seno de la naturaleza, pero de una naturaleza separada del
poder intelijente que la fecunda, ha tomado de ella en uu principio algunas
inspiraciones, grandes todavía, último soplo del espíritu inlisíble que la ocu-
pa toda, bien pronto, fijándose únicamente en la forma esterior y muerta, ha
llegado a persuadirse de que esta era el todo; y desde entonces su trabajo ya
no ha sido sinó ulla especie de brutal imitacion del trabajo sordo de las fuerzas
ciegas que presiden a la formacíon y descomposicion de los cuerpos. El tipo
inmaterial, el ejemplar ideal, término constante de las aspiraciones del pen-
samiento y del amor, se ha encubierto. Desde entonces p no hay poes.ía;. y
como esta es el hombre mismo en todo lo que le eleva sobre la creaClOn mte-


9"




254 AMSCRASPANDS
ríor, y no puede este alterar y mutilar su ser sin esperimentar dolor, busca
con inquietud lo que conoce taltarle; pero lo busca siempre en eseala mas
baja, depravándose así, y por medio de esta investigacion, hasta {}enter ente-
ramente el instinto nativo de lo bello. Despúes de haberla coloca( o en la for-
ma pura, vaCla del espíritu que la animaba, admirado ue no poseer lIlas que
un repugnante simulacro, muy semejante a la máscara tomada sobre un cada-
ver, se la atormenta, se destruyen sus proporciones y armonía, se la somete a
todos los caprichos de un gusto arhitrario y enfermizo, y por medio de lo es-
traño :;e llega a lo disforme, tornado, si /lO en elemento único, al IlJenos en
/in le.lítilllo del arte, y ultimamente en ohjeto de una espeeic de culto.


Por otra parle, la falta del sentimiento moral agota el manantial de
las nobles y elevadas inspiraciones, petrifica el corazon, marchita sus delica-
das 110m; y mata a la misma pasion; porque la pasjon vive de los cOlllbates, JI
no es otra cosa que una lucha perpétua entre la conciencia y los deseos que
esta ordena reprimir, entre el deber y la ambiciono Así, pues, las mismas cau-
sas que han impelido al arte a la reproduccion de lo malo, lo arra~tran a ia
del vicio. En efecto, ambos se corresponden y atraen uno a otro por medio
de ulla afinidad :;emejante a la que une a lo bueno y lo bello. Embriagado
el .hombre con los vapores qu~ ex.ala la cloaca de la corrupr:ion pública y
pnvatla, remueve sus llllllundlelas, y se sume en ellas eon Ulta especie de pla-
cer salvaje. Para esta nueva poesía preciso es un idioma nuevo; que en verdad
cuesta poco, porque se lo encuentra ya formado en las guaridas del crimen y
en los antros infectos de la prostitucion. Entonces se aparecen creaciones
monstruosas, cosas sin nombre, y se siente UlI estremecinllento, un trasporte
febril de entusiasta alegria y aplausos cuasi uuiversales. 1,<1 sociedad se re-
conoce en esta imájen.
~o puede darse espectáculo mas triste y horrible (lue esta degradaeion del


pensamiento, esta complacencia en el mal abyecto, ese gusto de la Jlodredum-
bre que se ohserva entre los pueblos que ha" invadido el materialismo. En el
seno de sus riquezas y a traves de la elegante mortaja arrojada sohre ese cuer-
po en disolucion, se dejan ver ya los gusanos (!ue lo devoran.


Las costumbres .Jenerales inJluyen aun de otro modo .sobre la literatura, así
ahatida y degradada. Las letras llegan entonces a ser un trálico el lllas vil de
todos. Los cantos del poeta, las lecciones del drama, las doctrinas de la reli-
jioll, de la filosofía y de la historia, lodo esto no es mas que una mercanCÍa qne
se fabrica con arreglo a las necesidades del tOnSUlllO y al gusto veleidoso de los
consumidores, sin mas que un objeto, único y esclusivo, el dinero. La va-
nidad misma, tan ávida de ese vano alimento que se denomina gloria, llega a
estinguirse en la codicia y los violentos ue:>eos, que dominan a todos los
demás ¿ Y no es además el dinero la medida de la gloria misma? Tanto vale la
obra y tanto el autor al precio corriente del mereado. Se comercia por mayor
y menor. Para multiplicar su ganancia, compra el opulento fabricante los pro-
ductos de otro lllenos acreditado, y aun del pobre y oseuro obrero que el ham-
bre pone a su disposieion, y luego los espellde baJO su marca y con benefi-
cio al engañado público, muy digno en ,verdad de serlo. La infame avaricia
esplota a la vez la miseria y la imbecilidad.


¿Me creerás, santo Amschaspanus, si te digo que aun hay otra degrada.
cion mucho mas abyecta y vergonzosa que todas esas? Hay conciencias ve-
nales, que adoptan el OliClO de servir, por un módico salario, a todo:> los po-
deres, segun van pasando, sus miras y sus sistemas, por mas opuestos y con-
tradictorios que sean, sus afecciones, así como sus ódios y sus pasiones de to-
das clases, sus actos mas bárbaros, sus llIas inmorales maniobras y criminales
trai'*mcs. Para esas ~ntes la verdad, el bien y la justicia son 10 que el amQ que




y DARVANDS 235
paga quiere que sean: su capricho del momento, S!l inte~és variable: P.rostitú-
yese ante él la palabra; por .un poco ~e ~ro se mienten l~eas., se~tJmlentos y
conviccIOnes, y se profana, sm remordlmle!ltos en la ~onclencla pnmer.amente,
ven púhlir,o después, lo mas santo que eXiste en la tlCrra y en los cielos: el
Verbo divino.


¿Qué ruede preverse del porvenir, que jermina en el fondo de tan inmun-
do cenaga ? ¿ quú puede ser? ¿ Como levantarse de tan honda sima? ¡.Habrá
para los pueblos a quienes devora tal corrupcion, alguna esperanza de vida,
de Ulla cura radical y posible? 1'\0 me atrevo a responder.


L.
CO:'íTESTACiON DE ASCHlI.SCIIlNG A DAmL\~.


(El que da la ciencia y la luz al que bendice al pueblo.)
Todo se desarrolla en movimientos alternativos.


EL mal es grande, ¡ oh Dahman! pero no irremediable. Cuando la vida se
retira, solo es por un tiempo determinado, volviendo después como la ola a la
playa enjuta, porque el IIlanantial no ~e apura jamás.


Aun verás crecer el desórden que te alarma. Cada cüsa tiene su periodo de-
terminado <[ue dehe reeorrer y Ulla duracion necesaria v medida por la ener-
jia de su causa: cllando esta se halla agolada, viene otra' a su vez, que obra en
sentido contrario, y el progreso se realiza en virtud de esa lev de alternativos
vaivenes v de oscilaeiones eternas. •


Nada comieuza sinó porque a todo le llega su fin, ni nada nace sinó porque
todo muere. La condicion, para la humanidad, de un nueyo estado mas per-
fecto es la préyia destruccion del precedente y de cuanto lo constituía. Las je-
neraciones que presencian esta fecunda destruccion , no apercihiéndose al prin-
cipio mas que de la destruccion misma, se turban, se entristecen; y sintiendo
formarse el vado a su rededor, desesperan del porvenir. Este, sin embargo,
está muy cerca de ellos, pero invisible y oculto bajo el velo impenetrable que
cubre, desde su oríjen, el sagrado misterio de la vida. Algunos instantes mas,
y la tumba S? tragará su presa, y (ln las ruinas del viejo cuerpo, ya di~uelto,
aparecerá el Jérmen euyo desarrollo marea !uIla de las fases de la trasforma-
elOn ascendente; de esa evoll'lciun del jénero humano, cuyo término a nadie es
dado seflalar.


LI.


ZARETClI A T AMIAD.
(El jenio destructor del bien al espiritu de orgullo.)


Los reveladores.


SE que te lamentas, Tarmad, de la decadencia del ofITullo, tan estraño a los
hombres del dia, que no por eso son mas humildes. Podría decirse en favor
suyo que, si carecen de cierta altivez de carácter, de cierto orgullo que provie-
ne de la estimacion de sí mismo, es porque se conocen, cosa digna de elojio,
y se hacen justicia, fenómeno por lo menos bien estraflU v curioso. Por otra
parle, tú mismo has advertido que la vanidad ha crecido elltre ellos a propor-
cíun que el orgullo y el buen sentido descendian. Aunque el orgullo ten-




236 AMSCHASPANDS
ga su mérito; la vanidad es preferible a mis ojos; es mas chistosa y burlesca, y
para mi la broma es sobre todo.


Tú casi nunca te ries, y esto me tiene uisgustado, porque te quitaría el te-
dio. ¿Qué quieres hacer de esta pobre raza sino reirte, y para qué otra cosa
puede ser buena'? Vamos, afloja un poco los músculos de tu cara, uesarruga
tu severa frente, entreabre tus contraidos lahios, y a un lado el falso rubor;
divié~tete una vez en tu vida y COIl los tuyos, que es un dohle o trirle place.~.
. DIgo de los tuyos, y ~10 te estraiie. Hay hi.io~ uemas d~ una cspe~le, y, leJf-


tlllla o no, esa pobre vamdad, que te hace sonroJar, no dc,FI de ser hIJa tuya, y
por consiguiente los hijos de ella te tocan muy de cerca. Ahuelo querido, alJra-
za a tus nietezuelos: entre ellos, a fe de Dew', que los hay hien graciosos.


Ante todo te presento a los reveladores. Lle¡.!;au, llluchachos, llegad. ¿Serú
posible que tu cmazon no se conmueva a la Yi~ta de esta tierna projcnÍe, d;~
esas .fisonomías llenas de inocenci~, en que la ~eneillez se Ill~zcla ~on tanta
gracia a la llnperturbable y sober/m eonhanza ¡lue emana de tI? Ah! farmad,
Tarmad; no repudies tu gloria. Recuerda, pues, que el mundo apenas ('llCIl-
ta en las edades pasauas algunos fundadores de relijiones, : (lue en tu familia
bullen a docenas, a eentenares, por miles.


Esto es lo que les daüa en algun llIodo. Por grande que sea, en materia de
!,elijion, el placer de la variedad y la comodidad de la eJeccion, no por eso de-
Jan de admirarse menos los homhres de esa profusion de doglllas y de cuItos.
de esa larga procesion, en que cada uno, con su estandarte en la mano, llama
a sí a los pueblos, asombrados de ese lujo ue sÍlIlbolo~. .


Hasta aquí, dieen unos, os haiJeis ligurado, en vuestra crédula sencillez,
tener un Dios, cuando solo teniaís la mitad de él, pohres lleeios, un Dios varan.
Pues ved aquí uno completo, un Dios varOll y hemhra. Si no estais contentos,
buscau otro mejor. .


Bah! eso no es difícil, responden al punto los olros. ¡Bella ini'eneion, por
cierto, vuestro Dios hermafrodita, con el cual haheis creido, harto ridiculalllen·
te, hacer la cortea las damas. Desconfiad, hombres, de esos aduladores del amor
propio femenino. Ademús, que sea varon o hembra, o amhas cosas a la vez,
¿qué os importa ese Dios, tan diferente y, alejado de vosotros'! \\0 por eso de-
jareis de ser unas criaturas harto miserables, que de nada servis. :\'0, mis
queridos amigos, no es eso: la verdau, deseuhiel'ta al jin por nosotros, es que
vosotros mismos sois Dios, v que no hay otro Dios lllas (¡ue ,"0:;0[1'08, si todo
lo demas no lo es tambien. ,.


En cuanto a esto, Tarmad) debo confesarte (!ue tllS quejas y tu có-
lera tienen algun fundamento; porque, en vez de la acojida que esta espkndicla
revelacion hubiera hallado entre jelltes (IHe tuviesen algull sentimiento de amor
propio, ha provocado un acceso el mas estrepitoso ue risa.


¿De qué proviene esto'? me preguntaba a mí mismo, porque al jiu es grato
ser Dios. Esta desconfianza y desprecio eran para mí un problema incompren-
sible, en el cual meditaha inutilmellte, cuando la casualidad me presentó la
solucion de que ya desesperaba~


No eran, ¡Oh Tarmad! las dificultades ele la teoría las que los detenian; pe-
ro creían ya hecha la esperiencia, y hecha sin éxito alguno, como pude verlo
abriendo uno de sus antiguos libros, donde leí este epitafio:


Aquí yace J uau Pitillas,
Mozo de 'gran presuncion :
Se prometía ser Dios;
Mil:; murió de segui(lillas.


Con ven conmigo en que este ejemplo no es animaLlor. A poco que reflexiona-
sen, se apercibirían de que la suerte lastimera de JUlln Pitillas no hacía al 13[\50,




y IlARVANIlS. 257
allsolutamente nada. La misma revelacion se lo advertía, porque no niega en
llIan~ra alguna ni la muerte, ni el jén~ro de mucrte de Juan Pitillas; pero en una
especie de billete, diri]ido a lo Illas selecto de las intelijeneias de aquel tiempo,
les anuncia que ha nacido nuevamente, que vive y morirá, y volverá a vivir,
mecido así eternamente entre la vida y la muerte, por un movimiento de co-
lumpio el mas dulce y divino que pueda imajinarse.


Si hay quien piensa que todo es Dios y Dioses todo, hay tambien en compen-
sacion otros para quienes no es nada; y de unos a otros la distancia es menos gran-
de de lo que parece. Trátase entre ellos únicamente de saber si es Dios el univer-
so o el universo es Dios . .Esta cuestion hace titubear al jénero humano; pero se es-
pera con fundamento quc al lin se decidirá. Yo lo deseo con ánsia, tanto por
Dios como por el universo, pues la incertidumbre debe series penosa.


Bé aquí j oh Tarmad! todo lo mejor que conozco en punto a revelaciones
hasta hoy. to demás no es sinó restos lívidos o enjendros abortados, que jamás
sin un milagro, llegarán a perfecto desarrollo. No por esto condeno a los reve-
ladores; al contrario, les han faltado las fuerzas, no el zelo, y no hay uno que
no me sea querido, porque todos, sin escepcion, tienden, con un concierto ad-
mirahle y mas o menos directamente, a lihrar al hombre y tamhien a la mUjer
de los duros lazos que les han sido impuestos por Jos Izeds bajo el nombre' de
deberes v de moral. Pero no habrá va deDeres, glorioso Dew, ni moral,
o fórmese una moral nueva con nuevos deberes, fáciles y aun gratos, felizmen-
te escojidos para dar mas libertad a las inclinaciones, tan contrariadas por
nuestros rivales, de la huena madre naturalez<.l. La carne ha tenido mucho
(lue sufrir en otros tiempos: ahora llega su turno al espíritu. Ya se proclama
con pompa la decadencia de este, justamente castigado por su arrogante domi-
n<lcion. y la rchabilitacion de aquella, des11O.jada por medio de mil artificios
de sus derechos y de su rango, cuyos títulos, dcspues de sesenta siglos, por lo
menos, de inicua sprvidulllllrc, h:m 8ido hallados, no me atrevo a decir donde.


Dos cosas encadenal)an prodijiosamente la libertad del sexo débil: el matri-
monio y la familia; vciezes indignas de una edad illlstrada, imenciones estra-
itas y ahsurdas, que degradan a la hum:midad, obligándola a avergonzarse
ante los animales, mas sahios que ella. Bien conoceras que no se les habrá con-
c\~dido una ventaja tan vergonzosa para el hombre. Venid, mujeres; venid, tier-
nos infantes: harto tiempo vivisteis oprimidos por el egoismo individual, insi-
diosamente oculto hajo los Hom hres de esposo y de padre; ya no tendreis en
adelante Illas padre ni eEposo que al Illundo entero y al jrnero humano solida-
rio; DO habra nHlS derechos que los SUYOS, ni os ligarán otros deberes que para
con él. i Unidad encantadora, suhlillle haturrillo! Nada de propiedad individual;
personas y hienes, todo se confundirá en una indivisible comunidad, en cuyo
seno, si no f.('ozais de ulla felizidad, por lo menos igual a la de las bestias, no
plldreis, por el pronto. quejaros llIas que de vosotros mismos.


En huen hora, dirás tú; pero los hombres son rutinarios, porfiados y ter-
eos. Encerrados en sus ideas y costumbres hereditarias ¿. querrán gozar de esa
felizidad? Este es Illi recelo, porque todos temen terriblemente a la propiedad,
a la paternidad, al matrimono y a la familia.


COllVCn¡lO contigo en que la 'costumhre es muy poderosa. Sin emhargo, los
reveladores, fundados en su propia espericncia, se lisonjean de poder desas-
mulos. Por otra parte el caso ha sido previsto de antemano. Si las preocupacio-
lles les dominasen y se oll,otinasen en rehusar unos heneficios de importancia
tan capital y lanjenerosamentc ofrecidos, se emplearía una tierna y saludable
c~a{'óon ; condllcirÍase a los escrupulosos, a los indecisos y a los obstinados al
¡llé de un alto y espacioso patíhulo humanitario, y allí, Tarmad, con ese acen-
to que inspira el amor cosmopolita y el santo ardor de la caridad universal para




238
con el prójimo,
cados.


iMSCllA8P ANOS


diriales fraternal y patéticamente: Sed felizes, o sereis ahor-


Entre tanto, reune todos estos dogmas, prcceptos y símbolos J y sabe que
todo reunido, incluso el patíbulo, es lo que se llama el I[lEALl Ah! yo quiero lo
ideal! vi va por siempre lo ideal! i Puehlos, postraos y adorad lo ideal!


Hay algunos J lente práctica y positiva, que proponcn, a fin de no vivir
eternamente en la teoría, el construir bajo su direccion y a espensas de
los fieles o del Estado si se quiere, pues no se paran cn tales menudencias, ciu-
dades, cuyo modelo, antiguo en el fondo, recuerda, rasgo por rasgo, las ilus-
tres ahadías, sohre cuya puerta el gran lejislador había escrito su regla entera,
tan breve corno prüfunda: Haz lo que quieras. .


Otros, particularmente afectados por los obstáculos que oponen las leyes an-
tiguas a la libre espansion de ciertas inclinaciones, bien naturales, sin embargo,
como el robo y el asesinato, y creyéndose llamados a librarlos de esta traba,
han creado la acomodaticia y compasiva doctrina de los impulsos irresistihles
Desgraciadamente la multitud ha resistido a este impulso, sometida aun a la que
jeneralmente se conoce balO la vulgar denominacion o el trivial apodo de eon-
ciencia; cosa triste en verdad.


En cuanto a mí, me p,onsuelo con lo que en sí tiene de divertido el es-
pectáculo, imposible de imajinar por quien no lo haya visto, de esa multitud de
reveladores v revelaciones, cada vez mas grotescas·; y dejo a los graves Dar-
vands el cuidado de apreciar ese movimiento, bien notable por cierto, del es-
píritu humano (palabras de la jerga). En él verán quizás un anuncio de la
época, en que, segun las profecías en que creen, nuestra relijion sustitui-
rá a la tan odiosa relijion de Ormuzd. Sin embargo, no les acollsejaré que se en-
treguen con demasiada preeipitacion a esperanzas que, aunque senn muy jus-
tificables por mil conceptos, podrían presentar una faz engañosa. No se olviden
de Juan Pitillas.


LII.
SAPAXOOlIAO A AmlIBEHESCIlT.


(El jenio de la tierra a la pureza.)
La mujer.


MUCHAS veces os he confiado, i oh santo Amschaspands 1105 dolores que
lIle martirizan; ahora permitid que os confie igualmente lo que me consuela.


En los juicios que se forman del hombre, jamás por lo regular se tienen en
cuenta las profundas diferencias que ofrece su naturaleza cOlllpleja y que le di-
yiden en dos seres semejantes y diversos, aunque sea uno mismo en el fondo.
Que se le acuse o justilique, que se le deprima o ensalze, descuídase y hasta
se olvida casi siempre a uno de los dos seres, la mujer.


Esto no obstante, la mujer merece una atencion particular, cuando, estu-
diando a la humanidad, se trata de conocer sus leves, de apreciar su estado
y comprender los destinos sobre que e\crce \1\1'3. i\1l\ucl\c\'3. ll'lucn.1) mm, g,nmu\~
de la que afecta pensar la ciega vanidad del hombre Orgulloso por la parte
que Ormuzd le ha dado, por la fuerza del cuerpo, la del pcn~amiento, el poder
del jenio )- de la razon y el ascendiente que esta da, créese superior a su com-
pañera, porque es diferente J porque a las cualidades propias está unida la de
Jominacion, al menos en la apariencia. Y digo en la apariencia, porque
en realidad ohedece IIlas que gobierna. Las insinuacIOnes, la dulzura, la gra-
cia, el atractivo de la bondad y el encanto de la debilidad misma, triunfan




y DARVANOS. 259
por lo regular de ese soberbio dominador. La mujer reina de hecho, y, cedien-
do, gobierna tamhien.


¿ Qué sería sin ella la vida humana? Una lucha desesperada, un sangriento
combate del homh:e contra la naturaleza y de los homhres entre si. Ella le su·
ministra un lenitivo que calma sus males, ablanda su feroz dureza, modera
sus rudas fJasiones, apacigua su cólera, y le connaturaliza con los trabajos y
hasta con os sufrimientos, por medio de su compasiva ternura, de su inago-
table afecto y de la continua efusion de un amor que renace de sí mismo y
que Jamás se estingue, como una especie de inefahle gozo.


;¡lielltras es jóven y pura ¿qué cosa mas seductora que la mujer? Y cuando,
como madre, se la ve rodeada de hijos, ¿quó cosa mas augusta y santa?


Hay en su corazon sentimientos tan delicados y espontáneos, que hasta ella
misma los ignora, porque el manantial está oculto y misterioso; se exhalan de
ella como el perfume de aquella flor, cuyos suaves aromas la revelan vaga-
mente y que los ojos no ven.


No hay mal qúe la mujer no sepa curar o aliviar al menos, y en cuyo fon-
do no deposite alguna dulce esperanza. Cuando la tempestad amontona las nu·
bes y las sacude, mezcla y desgarra en mil porciones, sucede a vezes que un
rayo de sol, atravesando el caos, serena aquel sombrío cielo. Pues la mujer
es ese rayo dulce y consolador, cuando la tempestad llega a ajitar al hombre
y atormentarlo.
.. Una conmiseracion nativa y una irresistible simpatía la lleva hacia el que
padece. 1\"0 parece sinó que han ~ido conliadas a su cuidado todas las miserias
inseparables de la condicion humana, o que enjendran los vicios de la socin-
dad. Ella es verdaderamente la proyidencia del enfermo, del pohre y de la in·
Ilumerable tribu de los infortunados. Seguidla al oscuro caramanchon en que
se alberga el ill(lijente, a la eahezera del enfermo desvalido y a la humirde
huhardilla en que jime el decrépito anciano, abandonado de todos tras largos
aiíos de trabajo; y vereis que nada es capaz de alejarla de allí, ni la disgusta. Esta
debil criatura, mas fuerte entonces que el hombre, elevada por el amor sohre
sus sentidos y encerrada en su alma, no vive sinó allí. Llena una misio n celes·
tial; lleva siempre consigo un no sé qué divino; tiene socorros para todas las
necesidades, Misamos para todas las llagas, y palabras que calman todos los
dolores.


r aun no ¡w indicado lilas que ~lIS menores beneficios. Un instinto lIlas
~cgllro que el raciocinio la preserva de los fatales errores a que el hombre se
deja arrastrar flor el orgullo del talenlo y de los conocimientos. :\Iientras que,
~lJlldeando tOl a~ las vías, su insaciallle cmiosidad le arrastra a traYes de un
(Tl'púsculo engaf¡o~o por reji(\llcs pobladas de fantamas; y mientras que ~u
\ alla y debil raZOIl trastorna eiegalllente las bases del órden v hasta de la
inteiijellcia, la mujer, ilustrada por una luz mas intima e inmediata, las cle-
iil~ndn contra d, y i:on~el'va en la humanidad las creencias, con que suh-
~iste, las vQrdades necesarias y las grandes leyes de la vida intelectual y mo-
ral. Ella es, en medio de la conl'usion de las ideas y de las revoluciones de los
sistemas, su guardiana piadosa e incorruptihle. Sucede muy a menudo que el
hOlllbre, por eso mismo, la acusa de dehilidad, de supersticion y de fanatis-
mo; y no sabe que en el fondo el objeto de su supersticion es Dios, oculto hajo
los símbolos qlle oscuramente le revelan, que su preocupacion es la inmutable
verdad adoptada por el corazon, y que su debilidad es la fuerza innata, el po·
rler soherano de la misma naturaleza. Cuanto llIas reflexiono, me convenzo mas
i oh inmortal Amschaspands! de que las verdades y las leyes de que hablaba
poco hace, no solo perderian su autoridad sobre la tierra, sinó que, al terada
por mil falsas concepciones, se cstinguiria hasta la nocion de ella, si la mujer,




240 AMSCHASPANDS
doblemente madre, no iniciase desde la cuna al tierno infante en sus sagrados
misterios, si no dep osi tase en él el jérmen imperecedero de la fe que ha de
salvarlo, y si no lo amamantase de esta leche divina.


Contemplad en su regazo a esta tierna criatura, balbuceando, con las ma-
nos .¡untas y con toda la cándida pureza de su alma, su primera oracion, e
iniciandose por el amor en la vida que se dilata sin fiu en el que es la vida
lIlisma; y decid si hay algun espectáculo mas dulce y encantador.


Por lilas que los hombres, embriagados con los dones que Ormuzd les ha
dispensado, se remonten cuanto quieran en la opinion que de sí mismos han
formado, siempre se verá que las semíllas primordiales del bien y de la ver-
dad y los sentimientos profundos que deciden de la existencia entera, los de-
ben a la mujer, siendo ella quien les hace lo que son. Ah! si esta conociese
la importancia suprema, la grandeza maravillosa e inmensa de sus funcio-
nes, de seguro no envidiaria las ventajas, cualesquiera que ellas sean, reser-
vadas al hombre.


No puedo menos de regocijarme de haber rendido a la mujer esta justi-
cia, pues, por mas que se haya trabajado para estraviarla de su verdadero fin,
para desviarla de la regla con el incentivo de una falsa libertad, de una inde-
pendencia que no sería slnó la mas dura y degradante esclavitud, ella ha re-
mazado con e~ojo tales sujestiones. En vano han ensapdo seducirla por
medio de la vallldad, de la exaltacion de los sentidos y del funesto atractivo
de los placeres perniciosos, pues ha conocido que, bajo el nombre mentido de
líbertad, era la servidumbre lo que se la prometia y el abandono voluntario de
todo lo que en este mundo le ha creado un lugar tan elevado v un poder tan
grande. Ha querido. conti~uar siendo lo .que Or!Il.uzd la ha hecflo y lo que de
IIIas santo y maravilloso tiene la humamdad: Vlr] en , esposa y madre.


y porque ha sabido resistir a los consejos corruptores y preservarse de los
vergonzosos lunares que se esforzaban por imprimir en ella manos sacrílegas, sus
destinos serán bellos en ese porvenir, que va se acerca. Inspirando desde bien
temprano al ni~o .los relijiosos sentimientos que deben animar al homhre, el
espíritu de sacnficlO, de abnegacion, de amor y de desprecio hacia las cosas
materiales, las del cuerpo y su codicia, y preparándole a los deberes que tendrá
bien pronto que llenar, ella es quien dará a luz ese porvenir que presiente un
instinto misterioso, y será así talllbien ese porvenir fruto de sus enLraflas.


LIlI.
BARMAN A SCHARIVER.


(El jenio de la bondad al rey equitativo.)
Hojas sueltas.


POR grande que sea, Schariver, el cuidado que· pongamos en estudiar al
homhre, al cabo no podemos observarle sinó desde nuestro punto de vis-
ta, y la mision que se nos ha confiado se llenaría muy imperfeetalllen-
te, si el hombre mismo no nos ayudase en algun modo a conocerlo. Para
acabar de comprenderlo, preciso es saher como juzga su propio estado, las so-
ciedades a que pertencce y el mundo en .que vive; neeesario es oirle revelar
lo que pasa en su alma, lo que ella encterra mas secreto, sus dolores, sus
alegrías, sus esperanzas y sus temores; preciso es,. en fin, apoderarse de su
pensamiento y sus sentimientos internos, en sus palabras y hasta en el aeeu-
to con que las prolluneia. Tal es mi objeto al poner anle tu vista estas hojas
recojidas por casualidad un dia en quc, vagando, triste y pen~ativo, por en




y OARVANDS. 241
medio de una ciudad populosa, las vi arrastradas por el vient~ salir a traves de
los hierros de un estrecho respiradero, alJierto en la denegnda pared de una
prit;ion somhría v silenciosa.


NOTA DEL TRADUCTOR. A continuacion reproduce el autor el folleto que ha-
bía publicado ya suelto, y que nosotros dejamos ill~ertado de 1!1 pájill.a (J3 a la
83 con el titulo de Ecos DE U~ C.\LADOZO. ~o se advICrte lllas dlferenCla que la
de no haher incluido los capítulos XVIl, XVllI, XX y XXI, Y el haber puesto
a los capiiulos sus títulos o asuntos, que son los siguientes:


1 El Señor y el profeta.
lL Los labradores.
III El proletario.
IV Justicia política.
V El preso.
VI Esperanzas burladas.
VII Poesía interna.
VUl Policía política.
IX El juez prevaricador.
X El jóven pastor.
Xl Vision riel profeta.
XII ta jóven ahogada.
XIII El Hombre, la Viil<l y el Pantano.
XIV El labrador y su hijo.
XV El mendigo.
XVI Los pescadores.
XVII (Suprimido.)
XVIll (Suprimido.)
XIX ta justicia de Dios.
XX (Suprimido.)
XXI (Suprimido.)
XXll La voz de los muertos.


LIV.
ASIUIAD A EGIIEIEscn.


(EL jcnio que solo piensa en el mal al de la corrupcion del corazon.)
Triunfo aparente del mal.


NUfI,STIIA vida es penosa, Eghetesch; pero tiene tamhien alegrías que solo
nosotros concehimos, los placeres del mal, fehriles y ardientes. que se pro-
yectan en la noche de nuestro ser como el reflejo de nn incendio.


Re examinado con ellllaJor detenimiento ese mundo por mandato de Ahri-
man, a quien hahia alarmado la jactancia dc nuestros rivales, y en vcrdad
que puede tranquilizarse. Si Orllluul y sus partidarios han de vencer, no será
al menos aquí, o habrán de camhiar Illucho las cosas. Todo, en el universo,
de un estrelllo al otro y de arriba abajo, aIllenaza ruina; y nada es tan ridí-
culo como esa máquina que los Izeds, ahrumados de fatiga, se esfuer-
zan en vano por remendar. ro dcsprecio a la naturaleza física, pucs nos im-
porta bien poco. Lo que sí nos interesa es la naturaleza intelijt'nte, el hOJl1bre,
esa ohra predilecta del poder enemigo, y a la cual es Iluestro único des-
tino comhatir sin descanso. Dicen que ha hccho de él un ser razona-
ble; y yo desconlio de poder I:clluir en un l!li~lllO ~er lllayor ignorancia y
mayor númcro de estravaganclas, UIla hestlaltdad mnata y necedades ad-




242 AMSCHASPANDS
quiridas; que es un ser libre, y no hay esclavitud tan profunda, ser-
vidumbre tan baja ni degradante como la suya; un ser moral, y aglomera in-
cesantemente en el fondo de su alma torpezas, vicios, crímenes y todo cuan-
t~ abominan los lzeds, y se duerme con la mayor voluptuosidad, no menos in-
dIferente que nosotros a los deberes fundados sobre el estúpido amor del pró¡i-
mo, la abnegacion y el sacrificio. Desterrado dentro de si mismo, sin amar' a
nadie mas que a sí propio, y adorándose en su ambicion, nuestra ItY es la su-
ya, así como su relijion es la nuestra; tenemos el mismo dios e igual culto.


A fuerza de embrollar sus ideas, naturalmente poco claras, le hemos ar-
rastrado a dudar de todas las cosas, y dudar de todo es negarlo todo. El es-
cepticismo gusta de ajitar sus flojas alas en el vacio para sostenerse sohre la
negacion, y así debe caer irremediablemente en ella. La fe se ha estingui-
do en la tierra; y los dogmas antiguos, no siendo remplazados por otros, se des-
componen en el fondo de la razon humana como los cadáveres en los sepul-
cros.


Acuérdome de haber visto en otros tiempos a esa criatura hurlesea en el
estado que llama salvaje. Entonces los Amschaspands, algo confusos, deeían:
Ya saldrá de él. En verdad comienza bastante pobremente; pero el progreso
estú en su naturaleza; dejad ohrar al tiempo, y el hruto d(~ hoy, gradualmen-
te trasformado, se semejará a los lzeds.


Si se reconocen en su retrato, les felizito por ello.
No es decir que no haya hahido progreso. En efecto, el hombre se


ha deí'asnado o civilizado, como se dice; ahandonando su vicia primitiva,
ha fundado sociedades, e instituido leyes, v en verdad no seríamos justos en
quejarnos, ponllle e~3S leyes, en su nlayor parte al menos, han sido dictadas
por los Dews sirviéndoles nuestra soe!erlad de modelo para las suyas. La
estupidez se ha hecho Darvand en vez de Ized, y, con corta diferencia, los Ams-
~has¡JflIlds preveían hien. Que sigan previendo hasta el Hn, y prolctizen con
Igual sahiduría!


De todos modos cuento con ello y con que el progreso continuará. ta hu-
I~anidad, como le llaman en su groteí'ca jerga, esta en llIarcha, y no se ¡wrani. .
. En todas partes olJedece a nuestras inspiraciones; en la ruta que corre Illarca
su estanC1<l por medio de ruinas; por do quiera prevalece nuestro podor, se
desarrolla el mal en proporciones colosales, v se agranda COIllO la sombra de
Ahriman cuando se levanta entre Ormuzd ..¡ su obra. Una fuerza secreta de
destruccion mina en todas partes las hases Je lo que existe; nada se lihra de
su horrihle zapa, y nada puede resistirla. Los pueblos, sintimllJose desfallecer,
se entristecen y alarman. Del seno dn su corrupcion se eleva una especie de
vapor mnponzofwdo que los sofoca. Oyen en los aires vozes siniestras, ruidos
lúgubres y amenazadores, y en el fondo del porvenir se percille un fúnebre
clamoreo. Alguna eosa se prepara que ellos ignoran y c¡ne los turha y llena
de inmensa angustia. Llenos de miedo, se ajitan en ciego movimiento. Sus mi-
radas buscan en el horizonte un signo que los tranquilize; y enlutado el hori-
zonte soJo les muestra una faja negra que S(~ condensa por 1lI0lllento~ , tomando
la tierra el aspecto de una fosa. ¡Oh, placer! victoria, victoria! Bien pronto la
raza humana vendrá a 'sumerjirse en ella, se atirmará en ella, y Ahriman la
marcará con su sello; y el silencio de la muerte proclamará nuestro triunlo final.




y DARVANDS.


LV.
SCllAHIVER A UAIDIAN.


(Bl rey de la equidad al jellio do la bondad.)
" Victoria final del bien.


¡ CUAC'i bello es el cielo, oh nahman, en su sereno esplendor, por en-
cima de las nubes que cubren pasajeramente la tierra! Cuando de repen-
te hayan desganado los vientos ese velo, cuando aparezca de nuevo el
astro radiante, cuya luz difunde hasta en el fondo del espacio ilimitado
sus luminosas ondas, ~ del cual sale a torrentes la vida, i corno saldrán de su
sueño los adormidos Jérmenes! i Qué trabajo tan maravilloso i qué desarro-
llo tan inagotable! i qué infinita variedad de formas! i qué riqueza de colores!
¡ y l/Uó abundancia de suaves aromas!


Los grandes y magnificos destinos reservados a los hombres, abandonados
ahora aparentemente y entregados en la apariencia a los Darudjs l. no estan
s~parados de ellos Illas que por un velo menos denso que la mas bJera nube-
ctlla. Los espíritlls del mal creen hundido para siempre en sus tinieblas a ese
ser que oprimen y que está despojado por toda la eternidad de los dones
que al crearle le prodigó el poder suprelllo y la omnipotente bon(lad. Ignoran
(JlIe su accion, ligada a los designios de Ormuzd y dirijida tambien por él, no
( estruye realmente sinó los obstáculos para el bien que debe nacer) las partes
ya gastadas de los lir¡';:lllos de la vida .


. Las relijiones del· pasado. mueren; pero la del porYeni~ jermilla en sus
rUlllas, y no aguarda para salIr a luz mas que un rayo de arnba ..


Los lazos morales se aflojan o se quiebran; pero en el seno mismo del IllO-
mentaneo desorden y del egoismo jeneral) se forma uno mas profundo y mas
fuerte.


L35 viejas sociedades perecen; pero los elementos de la sociedad futura se
elaboran y atraen en secreto por medio de una alinidad divina.
~~l cuerpo ('s el (IlIe por todas partes desaparece; pero el espíritu queda con


su Virtud eternamente inalterable y su enerjia inmortal.
Lo que los Darudjs, engaiía(!os por sus horribles deseos, toman por una


rOS3) es la cuna de lln nuevo mundo.
j, Qué importa lo que tardará'? ¿Qué importa el trahajo, la fatiga y las pe-


llas q!le ner,esitará? ¿ Qué los sufrimientos con tal que sean fecundos?
Lo ~erán. Ya veo, si; ya veo las jl'neraciones, lijas constantemente en el
p~msml1lento de Orlll!lZd, mjer su fruto, y llenas de gozo, celebrar en sus
hllllflOS la derrota de Ahriman y la victoria del bien.




'.1




PASADO Y PORVENIR DEL PUEBLO.


Vuestra fe os salvará.
EVA1UELIO.


CAPITULO PRIMERO.


OBJETO DE ESTA OIlRA.


DE los males que aflijen a la tierra, unos existirán siempre, porque son
inherentes a la imperfeccion del hombre; pero otros desaparecerán poco a po-
co, porque, avanzando en el camino que Dios le ha trazado y aproximán-
dose a él por una evolucion que principia en este mundo y continúa en otra
parte, llegará a ser progresivamente menos imperfecto: así lo pasado nos ins-
pira la confianza del porvenir.


Sin duda habrá siempre enfermedades y dolores físicos; pero disminuirán
il medida que disminuyan las causas princIpales que los enjendran, y son: la
miseria, los vicios y el abuso de todo lo que la Providencia ha destinado para
nuestro uso.


Tambien habrá siempre dolores y padecimientos morales; pero disminuirán
a medida que, viviendo el hombre mas de la vida espiritual y pudiendo domi-
nll.t mejor sus pasiones desordenadas y sus deseos brutales, se separe menos
de las leyes eternas del órden, que, reglando sus pensamientos, su amor y
sus acciones, le den una paz inalterable y una santa armonía.


No contamos entre los males a la muerte, con ser tan temida, porque so-
lamente la ignorancia o el remordiriliento puede tcmerla. La muerte, lejos de
ser un mal, es el primero de los bienes, porque no es IIlas que el tránsito a un
estado mejor, a una existencia IIlas elevada, una trasfofmacion ascendente, y
no, como se figuran los sentidos cngaflados por las apariencias, una destruc-
cion. Cuando el vestido está 'Ya gastado, el hombre verdaderamentc tal despó·




246 PASADO Y PORVENIR
jase de él, Y libre de los lazos que le aprisionaban y del tupido velo que le in-
terceptaba la verdadera luz, gozoso ~' lijero, remonta su vuelo hácia mas her-
mosas 'j tranq uilas rej iones.


Además de los males inherentes a nuestra condicion terrenal, a esta im-
perfeccion irremediable de que adolecemos todos, existen otros que proceden
de la SOCiedad, y que secr,uramente no son los menos numerosos, l1i los que
Illenos abruman a la lIIísera raza humana. Pero, a proporcion que el hombre
se ve libre de la ignorancia y de los deseos que le inclinan al mal, minora los
que proceden del Vicio de la sociedad, o perfecciona a la sociedad misma, la
cual a su vez permite al hombre un nuevo perfeccionamiento; de manera que,
en virtud de esta accion y rea¡;¡;ion recípro¡;a del individuo sobre la sociedad,
y de la sociedad sobre el individuo, llega a realizarse a la vez el progreso so-
cial e individual; de donde se deriva, por una conformidad Illas perfecta de los
actos de cada uno a las leyes divinas de su naturaleza, el órden jeneral y el
bienestar de todos.


Pero no abusemos de este biellC6lar, imajinando que puede existir para el
hombre un estado de completa satisfacclOn, en el cual queden sus deseos ple-
namente satisrechos. No hay ilusion llIas vana ni lIlas peligrosa que esta falsa
idea. Los deseos del hombre propenden a la eternidad, porque propenden in-
vencihlemente a un bien sin lImite y medida, que es Dios, el mismo Bien
infinito. Nada limitado puede satisfacerle; aspira perpetuamente al progreso; y
si, cediendo a la seduccion de una esperanza engaño~iU, ll11aj ina q lIe algun bien
terre~tre puede llenar la inmensidad del corazon. cuando HO halla este bien,
se disgusta de todos los demas, para cuyo goz.e se inllUbilita ól mislllO cayendo
hajo su propia naturaleza, por haber querido insensatamente traspasarla.


Los bienes que estan a nuestro alcanze, necesariamente finitos, se encade-
nan los unos con los otros por medio de un desarrollo idóntic:o a nue~tro propio
progreso hacia lo esencialmente verdadero 'j bueno, o, lo que es lo mismo, ha-
cia Vios. y como nuestro desarrollo está enlazado al de la creacíon entera, y
el de la creac:ion tiene por tin la malllfeslacioIl esterior de Dios, se sigue de
aquí que nuestro propio progrew no es lilas qne el cumplimiento de una fun-
cion, y que el bien dependiente de esta funcion, por una necesidad direc:ta, se
acomoda al conocinlÍento que teilemos de las leyes del úrden univenml v a
nuestra felizidad en obedec:erlas , cuya obediellclU se llama virtnd. •


De a<J.uí dimanan dos consecuencias igualmente importantes: la primera,
que trabajar en hacer mejores a los hombres, es trabajar en hacerlos mas feli-
zes ; ji que trabajar en hacerlos mas felizes, es trabajar en hacerlos mejores: la
segunda, que no es cierto que los padecimientos que enjcndran los vi¡;ios de la
sociedad serán siempre los mismos, 'j lIue es inútil todo esfuerzo que se haga
para remediarlos, porque la humanidad no jira dentro de un círculo fatal, sinó
que se halla en contínuo movimiento, e incesantemente pasa de un estado im-
perfecto a otro que no lo es tanto, aproximándose siempre al término infinito
de su aspiracion; y hé aquí porque desde el principio se dijo a los hombres,
«Sed perfectos como Dios.»


Vosotros, los que soportais hoy todas las cargas de la vida, no penseis que
este peso, que ahora os agovia, no llegue a alijerar~e algun día: los bienes que
os ha destinado el que vela amoroso por todas sus criaturas, no pueden seros
concedidos sinó progresivamente; cada UllO de ellos prepara y atrae al que de-
be seguir, porque cada cosa tiene fijado su tielllpo. Ahora estais en el invierno;
pero la primavera vendrá, y en ella vereis crecer y llorecer lo que habeis sem-
brado; vendrá el estio, y sazonará vuestros frutos; a este sucederá el otoño, y
entonces segareis alegremente vuestras mieses.


Nuestro objeto, al escribir esta obra, es deciros lo que habcis sido y lo que




DEL PUEBLO. 247
estais llamados a ser, para que m~rcheis constantemente hacia el fin que os se~
flalan las leyes dlVlnas de la creaClOfl y las vuestras, porque cuanto Illas os se-
vareis del camino que determinan estas leyes inmulables, lllas os alejareis del
¡JUnto a que se dinjen vuestros deseos por un invencihle impulso de la misma
naturaleza; 'j en vez de los bienes que buscais, solo hallareis el castigo consi-
guiente a toda violacion del órden.


Lo presente, separado de lo pasado, nada dice del porvenir; nada enseña
de lo (jue falta saber para lijar el objeto de la accion social y formularla.


Marchamos al acaso, arrastrados en mil direcciones distintas por los soplos
Yaria~les de la opinion. Cada uno sigue su pensamiento, nacid? ayer y que
moma mafHllla. Nada acordamos sobre lo que debemos hacer, m sobre los me-
dios que debemos adoptar; los esfnerzos opuestos se anulan mútuamente ; unos
quieren una cosa, otros otra, segun la pasion de que son impelIdos y la prime-
ra idea que conciben. Las doctrinas mas absurdas hallan partidarios exaltados
y fanáticos, por repugnantes (lue sean a la conciencia y al buen sentido. ¡, y qué
suceue entonces? Que cansados de esta confusion anúrquica, de donde nada
puede salir saludahle ni duradero, se desaniman poco a poco, se retiran y di-
cen: ¿a qué luehar contra un de~órden irremediable? ¿.a qué sacrificarse in-
úlilmente por nadie? "\las vale acomodarse a lo que ya ex.iste y fIuC no ha de
cambiar. lIé aquí el oríjen del egoismo.


Os conviene Illucho, pues, a vosotros, pobres desheredados, a quienes ha
cabido la mayor parte de los males que en la sociedad abundan, conocer el orí-
jen y el remedio, tal como resulte, no de una simple inspeecion especulativa del
entendimiento, que puede ser engañosa, sinó de la infalible esperiellcia de los
siglos, que no engaiIa, porque es la espresion de las leves invariables de la hu-
manidad. Os conviene reUlllr yuestras fuerzas, ahora esparcidas, v ordenarlas
de manera que se conviertan hacia un mismo punto y representen "una sola vo-
luntad; porque aquello que querrais que se haga, se hará efectivamente, y lo que
qucrrais segun la razon eso será lo /irme y duradero. :\la5 para reunIr todas
las yoluntades en una, son necesarios uua fe comul1 y un comun amor, porque
se qUIere segun se cree y se ama; y para querer segun la razon, es menester
preservarse de vanos y estériles desvaríos y libertarse de las pasiones que estan
en lucha con el órden y lo turban sin poder vencerlo.


Estamos en una época decisiva, en uno de esos momentos solemnes en que
se resuelve para la humanidad el problema del porvenir. El pueblo lo conoce;
un instinto divino le advierte que, habiendo cumplido el mundo un periodo de
~u desarrollo, ya a trasformarse, y que en la nueva edad que se acerca, el lu-
gar de! pueblo debe ser enteramente diferente del que ha sido en las edades
precedentes. Debe nacer para él una sociedad mas perfecta, mas conforme a
¡as eternas nociones de la justicia, y de la caridad, que es complemento necesa-
rio y consumacion de la justicia.


"Nosotros vamos a reunir nuestros esfuerzos a los suyos, y a llevar a nues-
tros hermanos el débil tributo de las luzes que hemos podido recojer en el es-
tudio detenido de hechos anteriores, en los cuales debe manifestarse la ley del
progreso social o de la marcha del jénero humano. Todo lo que se intente· con-
tra esta ley o fuera de ella se frustrará infaliblemente; nada, pues, importa
mas que demostrarla bien para que no se pierda en el árido desierto de las
teorías quiméricas, para que el trabajo f~cund? que ha de realiza~ el porvenir,
tan ardientemente deseado, no se parahze m retarde por aecclOnes pertur-
badoras.


Tal es el ohJeto de este escrito, que dedicamos particularmente a los deshe-
redados de la gran familia ¡y felizes nosotros, si puede contribuir a la ejecu-
cion de la obra santa, que será el fruto del trabajo de todos!




248 PASArlO Y PORVENIR


CAPITULO n.


QUE ENTEXDlmos POlI PUEBLO.


E?'! el sentido mas lato, el pueblo es todo el mundo, e1; la reuníon de 101;
individuos de que se compone una nacion, una sociedad determinada. Así sc
dice el pueblo romano, el pueblo fl'llllcés, inglé.s, español, etc., y bajo esta de-
norninacion comun estan comprendidos todos los micmbros de la unidad social
que rije un mismo gobierno; pero, como los antiguos distino-uian en la misma
sociedad dos clases separada::; por diferencias radicales, la (Fe hombres libres y
la de esclavos, la palabra }JUeblu designaba esc\usivamente a aquellos; los de-
mas, eareciendo del derecho Iwmano, eran simplemente cosas, y no personas.


Además; en la clase misma de hombres libres, unos eran mas y otros me-
nos; los unos gozaban de ciertos derechos políticos y civiles de que los otros
estaban enteramente privados, llamándose estos últimos plcbs, plebe o pueblo,
COIllO decimos nosotros, J' el pueblo en este sentido se compuso de todos los
que perteneeian a la clase ínfima, ~oUletida en diferentes grados, segun los
IlIgares y tiempos, a la clase superior privileJiada; de suerte que, en la ma-
yor parte de las sociedades antiguas, hahía tres órdenes correspondientes a
otras tantas condiciones diferentes de existencia: los hombres de privilejio, no-
bles, patricios, etc., la plebe y los esclavos.


Mas tarde, entro los cristianos mismos, J' fuera de la servidumbre, resto
modificado de la esclavitud antigua, dividióse la sociedad iglIalmente en dos
clases distintas: la una revestida de derechos negados a la otra; la una domi-
nadora, y la otra dominada; la una jeneralmente rica, la otra jeneralmente po-
bre; y esta última recibió particularmente el nombre de puehlo. Esta denomi-
nacion se ha perpetuado hasta nuestros dias con la distincion que ella espresa;
y este mismo sentido damos a la palabra pueblo en este escrito, designando
con ella a la clase dominada en opo~icion a la clase dominadora, a la clase po-
líticamente esclava en oposicion a la cIase políticamente libre.


CAPITULO 1Il.


Ql1E ES EL PUlWLO Ir .. CADA PAIS y EN EL GE:'iERO !lCMA:'iO, y QUE DETERMINA FUNDA~
MENTALMENTE SU ESTADO.


SEGleN la delinicion que acabamos de dar, el pueblo forma en toda sociedad
el mayor número. Además, esta misma sociedad subsiste solamente por él,
pues no es posible que existiera veinte y cuatro horas, si todos los trabajos
cesáran d~ repente; y sabido es que todos los trabajos indispensables para ~a
conservacJOn de la vida están reservados al puehlo, así como los que contn-
buyen a hacerla mas cómoda y dulce. Lahradores, artesanos, prodlIctores de
toda clase, navegantes, mercaderes, ¿no son pueblo? ¿Y qué sería de una na-
cion privada de lo qlIe dehe al incesante trabajo de estos hombres que, en
util¡rfad, son los primeros de todos? ¿a qué se reduciría si estos fuesell separa-
dos de su seno"?


Puede decirse que de los mil millones, poco lllas o menos, de individuo:;;
de que se compone el jénero humano, mas de nuevccientos pertenecen al




DEL PUEBLD. 2~!)
pueblo. La historia del puehlo es, pues, la historia 'del jénero humano; el
estado del puehlo representa su verdadero estado, y es en todos tierupos el
barómetro verdadero del pro;.::reso_


El puchlo {'S un árhol qlle no lllllel'e nunca, que suhslste indefinidamente:
los indirirluos son las hoi~', ((<In se rcnueyan todos los años, y que. ali-
mentadas con su savia, contrilJllveJl, mientras viven, a conservarlo; v las vir-
tndes eminentes y el jénio son I~s nores de que el úrbol se adorna, y'que ma-
nifiestan los fecundos manantiales de "irilidad que en sí eneierra_


Del estudio profúndo de lo p,lsado resulta claramente que la rondicion jc--
lleral de la humanidad) es decir, del pueblo, se~un acabamos de demostrarlo,
ha ido mejorúndose sin ce:;ar desde los nrimeros tiempos conocidos hasta el
presente, 'y (!lIe este mejoramiento progrL'~i vo se ha realizado conforme a le-
yes ina!ter;lIl es, que desde el principio tienen su raíz en la inmutahle natura-
le~a de las cosas yen la de! hOlllhre IlGrticnlarlllentc:; de donde se deduce es-
ta consoladora e i!lfalihle consecuencia: que la condlcion del pueblo seguirú
lllPjorándo~e hajo la influencia (,o:lslantc de las I!lismas leyes, de tal modo que
cada progrf1so proceda de un progreso anterior por llIedio de un movimiento
natural, cuyas apariencias pueden Y¡-¡fiar, pero euya direccioll no cambiará
nunca.


El mismo estudio f:IlSrf\a tamhien que el desarrollo intelectual, cuya fase
relijiosa es la forllla social, ha prodnciflo [orlo:; los demas, o, en olros [('rmi-
nos, que los destinos del jénpro hUllIano () del pueblo durante el curso de los
siglos han dependido de la manera como han Ei(;o cOllcebid2t3 las leyes di"illas
de la creaClOll y de la llatllJ'nlezil llllll:nna. de la re!iJion. en ¡in; de la cual
emanó, con el conocimiento de! ('ehef , ú~l derecho, su determmacion tcorica
y práctica, y ulteriorJl\ente la or,![1nizn'cion de la ,ocicrlnd.


Se cree jenerallllente que el mal, la] como aparece en la historia, procede
entera y eselusivall}('ntp de las pasiones, y no es e\:aclo. La~; pasiones turhan
el rírden existente, cualquiera que ~en, P(~i'O ¡,O son ellas las que lo constitu-
Yen, porque carecen de poder para ello. El m~l e~ ei resultado necesario de
las ideas y de las creenci:ls re<:ihi(ias_ .\r¡uellas lIi1l("~lran~e siempre las mismas
en todas épocas; y sin emhargo, de ('ila1lCl0 en cuando co::mhia el orden esta-
hlecido, y a YPZCS fUl1rbmentallllcnte. Las pasiones no enm seguramente me-
!lOS fuertes, distintas y nUlil(~r(),~s ei} la erlad ;1I(~dii! que lo fueron en ROllJ:l
en tiempo de la repúhlica o de los ClilpCi'ildore,;; tampoco son hoy menos 11l!-
mero~as, ni !llenos fuel'tps \ difercnte~ que en la edad Il1P¡lia; ~llS efectos son
los luismos; }', sin embargo, iqué pfofHn(]as Illodificaciones observamos en
la sociedad! jquó distancia entre e! e~tado presente del ptwhlo y su estado an-
ti¡:;uo, cuando la esclavitud, o la seryidullIhre que sucedió a e~ta, abrumaha
con su peso a una p:1rte tan considerable de la ;',I!llilia humana! He aquí por-
f/u0 toda reforllla que se lill1iLa~e a comhatir I;:s pasiones, y oponerles lluevas
hnrreras, por útil y necesario (¡lle fuese este ji'nero de accion, produciría esca-
so fruto, ¡mes dejaría en pi(~ la C(1E~a racllcal, o sea la causa orgiÍnica de los
males ¡¡ne tratalla de remediar. Todo dimana del principio jenera¡]or de las
instituclOne~: el ohjeto de la acLivirlad y Sl! rc:-::Ia, el derecho, el deber, las
opiniones, 1:1 conciencia y las costumbres públicas; y este primer principio es-
triha en la reliji~)Il o, lilas lJien, es la relijiol1 llii~'Il!(1, o la cOllcepcion jeneral-
lIIente adllli~ida de Dios, rIel universo y del hOlllhre.


HecorraTllos rúpi¡]alTle!lt(~ los hechos jlrincipales de la hi~l()ria, (,oJlsidcrnrla
lJajo este punto de vista) a jin de bu:;('ar cn ella la ley que preside a la nlilrchiJ,
de la hUlllanidau_




250 PASADO Y PORVE'-'im


CAPITULO IV.


PRlXCIPlOS o PlmlEROS P.\.SOS DEL JÉ:'íEIIO llC)IA:iO.


TOllos los oríjenes están envueltos en nna o~curidad profunda. Completa-
mente parecido en esto al niño, el jénero humano no ha conservado el reelwr-
do de su estado primitivo, porque era menester llue, ante~ dc ohrar, sus facul-
tades se derrollasen, y siendo tan va:;a la tradicion, no podia rcmontarse llJas
allá de la época cn que, renejándose sobre sí misma, pudiera el hombre reco-
nocerse en su personalidad, cada vez JlIas intima, y vivir la vida del espíritu.


Así pues, no tenemos para investi:;ar la prilllera edad TIlas luz que la de la
r~zon, si bien poderosamente ausiliada por la ()h~crvacion de los hedlOs puste-
flores.


investigando con el pcnsallllcnto cuales fueron desde el principio las eon-
dieiones de la e:'\istencia, descubrimos dus órdenes: COlldiciones 'jlsiws y con-
diciones espirit1Wl('.) , correspondicntes respectivall\ente a la dohle nalufalezél
del hombre, qLle es a la vez orgánico e intelijente.


Supuesto el tronco orijinario de la humanidad, la primera condicion fisíca
es la union del homhre y la mujer y la continuaeion de esta misma union , ['i-
gOfosamente necesaria para la conserracion de los hijos. La segunda condicion
es la POSCSiOIl efeeti va dl~ ciertas producciones de la tierra, indispensables para
el soslellimiento de la vida.


La prilllera de las condiciones espirituales es la reveladon, la vision tle
Dios, de donde naee la illtelijencia, que implica, como hemos demostrada en
otro lugar (1), la re en el objeto revelado y, por ulla conseeuenria inmediata,
la afirmacion simultánea de Dios v del hombre \ del Creador y la creacion.
ta segunda condieion es la union C~OIl Dios por el amor, que nos impele húcia
él, Y que no podría llevarnos y unirnos a él sin unirnos al mismo tiempo al
lodo de que somos miembros. y particularmentc a los seres semejantes a noso-
tros: de aqui proviene el VÍnculo moral fundado sobre el deher y el derecho,
y que depende de la direccioTl (lada a la voluntad, cuyas leyes no son ¡,inú
las mismas le~ es del a!llor, de la inteiijenf:ia. Estas dos condIciones reunidas
constituyen la relijion, en lo que tiene de primitivo y radical.


Pero el h()mhn~ es uno; 110 hay .en (~l dos hombres, uno puramente físico,
y otro puramente intelectual y moral. La~ leyes del hOllllJrl~ inldijente y moral
y las leyes del homhre físico se confunden en Ulla misma unidad.


Las Icyes físicas de la unio]] del homhre y la lllujer, y de la union de amhos
con los hijos, combinadas con las leyes intelectuales y morales, de que proce-
den el deber y el derecho, son propiamente lo que llamalllos matrimonio, jit-
lIlilia.


Las leyes físicas relativas a la poses ion de ciertos productos de la tierra, in-
dispensables para la conscrvacion de la vida, combinadas mn las leyes inte-
lectuales y morales, constitutivas del deber y del derecho, son lo que llama-
1Il0S propiedad.


El animal posee; pero solo el bombre es propietario, porque a la posesion
se agrega la idea del derecho, que da la intelijencia.


Clasificadas, pue~, segun sus grados respectivos de superioridad, la rdi-·
jion, el matrimonio, la falllilia y la propiedad, son para el hombre las con-
diciones prilllordíales y neeesarias de la e"istellcia.


(1) En la obra titulada De la Relijion.




(JEL l'(;EDLO, 251
Así se le vú primeramente bajo el imperio de una relijion sencilla, despo-


jarla de las teoría, peligrosas d"l entcildimi(~nto, vivir en el estado de familia,
!fue se perpetuó mas particulara.lente entre los pueblos pastore~, los ?teppes
de la alta ,hw, la PPlllllsllla arabl~a, y des[JIIcs de una larga sene de Siglos se
le halla todavía en las Illolítaflas ele irlanda y uc ¡,:,..coeia; hipll que en estos do:>
plintos, en h'landa sohre todo, con la práctica de la agricultura. ~ada nos re-
cuerda Illas la familia patriarca 1 (¡U e el clan (1;. Si!l r,llIbal'go, cualesquiera que
sean las ventajas que el clan ofrezca hajo cierto aspecto, como no tiene I!Ullle-
ro,as divisiones, carece de fuerza d()!'ensiva para sus guerras intestinas, y, lo
qlle es peor, orupa un rnngo 11llly ini'(~rior r,nLrr, los dl\'ersos modos de asocia-
('ion dr, que nos prcsenta tantos ejcmplos la historia: no hay efectivamente es-
tado menos favo:'able al tl(~sarl'Ollo intelectllal , al progreso de la ciencia, de las
artes, de la industria y en .iencral,~e tollo lo quc cOlllprende la palabra civili-
zacion .


.\lientras ulla parte de la raza humalla se mantenín en el estado orijinario
de LHuilia, otra parte estahkcia, con un i(;n(~ro de agl'~gacion lllas cOlllpleja,
eL'iltros rijos de reunion, iaducida a ello principalmente pOI' la eOIH:urrencia e
inten's Jlli'ttllO y la estabilidad ~le mall:iion que exije el ejercicio de los oficios
Iwcesarios a la vida.


De aqui provino ulla l~scilacion may/ll' del pensamiento, el prinCIpio dr, la
inve>lifjacion de las causas jeneradoras (le ¡o~; fenómenos, o el primer dcsarro-
110 de la relijion, y de nqlli lalllhiell mwierol\ a['te~ (; industrias nuevas, mejo-
ras e invenciones de todas clascs, y ulla orbanizacion elemental, de la cual
saliú paulatinarllent(~ la socicdad poHica y civil.


Empero estos fclize~ cl'c'clos de asociariün entre los hombres uo estuvieron
exentos de ciprla mezcla (!e mal. La iIm:stigacion de las COll,as no podia lograr
inlllediatamente su objeto; produjo crrorcs pün:inles, 'Iue alteraroll en 1I11ll'bos
puntos la pureza de la relijoll primitiva; errorcs que, sin emhargo de ser un
lrasull to ellnlúso e irH'ompleto de la v(~i'rlad , ellcerrahan el jórnlcn de una mag-
ní!ica cOIlcepcioJ1 futura, e! conocimiento de! veruadero Dios, del uni,¡,~r:;o y
de la humanidad. "\ los errores del ente¡¡,limiento se agregaro:l los desórdc-
nes que las pasiones provo~nl'On: corrolllpi(;rOilSe las co,tutllhres; la ambicion
en¡elldró el fraude y la \iolcneia; ;. l'dajúronse tOllos los lams morale,. El an-
tagollislllll entre los dos principios, uno de los cuales indina al homhre a con-
centrarse en sÍ, a ha(:erse centro de todas las ('OS,\S, y cl olro le conduce primero
a un C(~ntro mas iencT~1 y luego al ccntro universal, que es Dios; estc antago-
Ilisrno, pllCS, (¡ue constituye I~ llicha inccs:lutc de esle mundo, se man¡[cstó
hnjo mil formas IllleYaS, n llIcllida q I ie las l'ciaciünes (le los hOlllbre~ se estre-
ehahan, y se alll~Ientaha su poder [lor el efecto mismo del progreso en todas
las clases.


fktengámonos un poco an[(: esta fase del desarrollo del j¡'nero humano,
porque presenta un hecho capital que irllporta mucho examinar.


CAPIT!lLQ V.


ASOCIAClO'i IlPI111Tl\A: ¡':'CL.\ \'InD.


SmmRnDo el homhre en el sello del universo, redueido a sí mismo, ohliga-
do a 0ílOner resistencia a las fuerzas fatales para conservarse, aplicú su intcli-


(1) Tribu escocesa de cierto número de familias.




252 PASADO Y l'ORVENm
jencia a la investigacion de las causas y leyes que debía conocer para no su-
cumbir en esta lueha .iigantesca. Así es que, para concehir sus operaciones,
pr~curó concebir tamhiof) el conoLimiento de la~ causas y leyes quo rejian el
unIverso, las cuales envuelven las de la Causa ~upf(~ma, cuya !1ociOIl ha"~ha
en sí, aunque va¡:ra y confusa a consecuencia de su unidad misma; pero, como
era demasiado déhil en un principio para separarla cientílicamente de lo que
se deriva de ella y no es olla, la identificó COil las fuerzas secreta~ productoras
de los fenómenos (Iue, llamaban su atencion.


De aquí provinieron las relijione~ de la l'iaturaleza, verdaderas en el sen-
tido de que las potencias de la :\aturalrza tienen realmente su oríjen o
principio en Dios, emanan de sus propiedades y se resllelven en ellas; rabas
en cllanto que estas potencias participan en la (reaeion misma, v suhsistiendo
en ella hajo diferente manera que en Dios, difieren en ~1I acciOll de la aceio!l
inmediata ele Dios, [!unque tengan de él su yerdadera e¡i('aci;] ; fal5as tamhien
en cuanto que no ~e SllpO reducir e~tas mismas ]inLlmcias, illdejinida~ en nl'¡.-
mero, a lo que ellas tienen de radieal y e,;pllciallllcnte distinto, o a lo que
constituye eterna y necesariamente llls propiedades del Ser infinito.


y como en el mundo fenomenal ofrecen estas el doble carácter de fatalidad
y, digllllloslo aSÍ, de coacion física, atribuyéronse estos caracteres a la Causa
S~preIlla, concibiéndola hajo la idea de una ~ecesi(lnd soherana, cuyos infle-
xlhles decretos domlnahan y ilrre~lahan todo irrevocablemente.


Siguiendo e,le órden d(; cosas, el ullivrrso estalla gohernado por \lna jerar-
quía de potencias suhordinndas a una potencia ]lfllllera, de la cual no eran en
realidad lllas qll(~ lIlanifestaciones diversas; y la necesidad qun se hallaha en
tocIos los grados de esta serie de potencias, ohligaba tnm bien a concebirlas
hajo la nocion de fuerzas física~. '


Estos somhrios dOf?;I1lns, a través de los cuales era forzoso que la razon pa-
sara para elevarse a was altils rejiones, como es preciso que el homhre pase
por el estado de frto parn ¡¡('gnr a ser verdlldcralllenle h()1lI1)f(~; estos som-
brios dogmas, repetimos, proyectaron su ~ombrn sobre toda la vida hUlllana,
sometida a un destino, n un {11[IWI inmutahle e inrxorahle. Tomóse por mo-
delo de la or¡;:anizacion de la sociedad la organizaeion del universo, tal COIllO
era representada; :' esto, no en virtud de nin~nna teoría racionnl, determina-
do a la manera de los modernos, sinú instintivamente, es decir, que, sin ne-
gar especulativamente la libertad humana, la distincion de lo jnsto :' de lo ,in-
justo, concihicn(lo el {¡rden riel flll1ndo como U~l si~lellla de fuerzas fí~lcas
suhordinadas las unas a las otras, hubo la pro[lrnslon ele tra,;portar estc~. Hllsma
idea a la sociedad v confundir tamhien el derecho con In fllPrza. La lopca na-
tural, a la cual n;l(la se resiste, la tendencia illYencible de la intelijerlcia I~a­
cia la unidad, que no es lllas que su tendencia hacia lo verdadero, conducwn
a esta consecur:ncia; v, si ciertos abusos enormes pudieron estahlecersr: y
ser admitidos, f'lll' porcllle las disposicioups del enlr.ndimienlo, los pensaJ~ti~n­
tos, las crceneiRs, r:n Jin, (¡ue los fayorecian eran uniyersales, pues C\lsttall
tanto en lo~ que sufrian c~to~ 8hm:os como en los que se aprovechaban de ellos.
La relijion reunía el consentimiento jcneral, y aun hoy mismo vemos algo se-
mejante entre los lllu~,u]¡lIalH'~. . ..


La opresion p()m~tr¡') por todas part('~, y pnmeralllen!e en l~ fall~llt~; en-
tregada la mujer a los caprichos del mando o del ser fuerte, fue opf1l111da por
la poligamia y el dirorciu; los hijos 10 fucr?n por la arhítrnril'dad absoluta del
padré, que lIegú a ser el tipo del porler soelal, mando se concretaba este Unt-
eamente a la fuerza. La propiedad dcpl'lHlía cada di;¡ mas del mismo derecho
de la fuerza, y lIegú a rellltlr de hecho soberanalllente.. ,


Ahora bien, ¿qué e5 esto sinó la institucion de la esclaVitud? ¿La obedlen-




DEL PUEBLO. ~53
cia a la fuerza cs otra cosa que la obediencia de la esclavitud? Esta obedicncia
material, fuera de tOllo derecho verdadero y de todo deber, determinado ori-
jinariamenle por las solas leyes fisica3) Slll rela¡;ion lllas que con ellas) es la
o[¡edieneia de las hestias, o por lIlejor (lPcir, la o!Jeuiencia (k la~ eosas, de
lo (¡He no Yive ni siente, porque las bcstias, llludas por el ill~tiIllo) resisten a
la fuerza material. La esclavitud supone, ¡mes, la abolieion, la negacion de la
Jlersonalidad, y, por consewencia, de lodo lo que se derira ue la personalidad
y la supone, eOlllo el matrimouio, la familia ~ la propiedad. El esclavo no se
casa, no tieoe lIlujer, tiene una o muchas hembras que paren en proveeho de
~u seüor; el esclavo !lO tielle familia, ni hijos, porque los que debieran de-
eirse tales, pertenecen, corrw él, al seüor; el es¡;!avo ;;osee, eO!lsume lo (Iue
el serlOr le pasa para ~u subsistencia, pero no tiene propiedad, pues él mismo
e¡,; propiedad del seflor.


1.a aparirion de la esclavitud en el mundo es seguramente uu hldlO gran-
de, el JIIayor que presenta la historia (ll'illlili\a de la humanidad, y se halla
ligado COlllO Ulla consecuencia necesaria a las relijiones de la naturaleza; es
decir, a las prinwras ideas leúri¡;as que el hOlllbre tuvo de la eausa wprema \'
de sus relaeiones con el universo. Sin emhargo, es indudahle <Iue, para llega·r
a un conocimiento mas ex.acto de Dios y de la creacion, no ex.istia otro ¡;a1ll1l10
que el que ha seguido el entendimiento'humano, y que, SI no hubiera empren-
dluo este trahaJo, allalogo al estuerzo lIllsmo que neeesltaba su propIO desar-
rollo, hu hiera sido imposlhle lodo progreso.


Nótese tamhien que este progreso eu el órden social va siempre ue acuerdo
con el progreso relijioso o el desarrollo, lento indudablemente a !lue~lros ojos,
pero eontiuuo, del conoeuuiento de Dios y de su obra; de donde se deduce el
del derecho y del deber.


CAPITULO \'1.


PUDlEUAS SOCIEDAlJES 1'0Ll-nCAS y CIVILES co:\ocm,\s.


1\0 (¡¡Han motivos para creer que la civilizaeion tuvo su naciuuento en el
norte tic la Baetriana, sobre la parte oriental uelmontc Tauro, desde donde
dl~spidió sus rayos al mediodia, al este y oecidenle, jJor la Arabia y el lIlar
Hojo hasta la Etiopia y el Ejipto. Zoroastro, cuyo vago recuerdo se pierde en la
noehe de los tiempos, fundo la sociedad sobre uua doctrina, cuyas manifiestas
huellas se encuentran en la India antigua, y pertenecía evidentemente a las re-
lijioucs de la ~alllraleza. ella Asia primitlY<l, cuya e\aeta situacion es desco-
norida, fu!) probablemente la cuna de las monarquias meda, persa y asiria;
pero la falta de monumentos contemporáneos ha hecho que los prineipios de
estos antiguos imperios ha~ an quedado sepultados en la oseurlllad. Esta es
menos grande en lo que concierne a las socledaues que se formaron desde los
tiempos mas relllotos sobre las orillas del (ialljes, del ludo y del i\ilo, y aun
eIlla CllÍna a la estremidad oriental del Asia.


No deja de ser notable circullstaneia en el establecimiento de estas anti-
guas sociedades el que todas ellas deban su orijen a las razas sacerdotales, de.
positarias de la ciencia y de la tradicion. Ellas impusieron la ley COll autoridad,
y esta ley comprendía en su vasta unidad el dogma, el eulto, las instituelOnes
politicas y civiles, y hasta los detalles Illas minuciosos de la Yida domóstica.


¿Pero hubiera sido ciegamente obedecido el sacerdocio, si hubiera man·
dado en su propio nombre? ¿ Su palabra, enteramente humana) hubiera




254 PASADO Y POHVEi\l\l
producido la fe, de que nace la ~uIllision voluntaria? Indudablemente no. Así
es que hizo inten'enír directamente a la dirinidad, de la que se llamú órgano;
mas, no P0J'(!lW así ohrase, dehe merecernos la nota de piIllJam:ador, pues 10
que ensefwIJa al IlUehlo nacía de su cOil\'iccioll sincera;: esta ensefianza que
atrihuia primitivamente a Dios el progreso rea lizado hasta entonces y se resu-
mía en la creencia de las coll1unlcaciones divinas de una revelarion orijinal,
contenía seguramente una verdad de inmensa importancia. Pero esta venlarl de
institurion pura, que no podia ser bien (:clIIprendida cnloIH.:es, flle revestida
de formas poéticas, que el gusto a lo marayilloso, que no es otra cosa en su
ciencia nws (lue el instinto de lo infinito, adornó y dm;ellvolyiú ¡le rnilmane-
ras; y de aqul procedieron las leyendas, sup(Jni(~llflose además entre el hombre
y Dios relaciones fuera de las leyes dI: la n:lturaleza, de Ilondc nació la idea
tJel úrden ~(Jb(,cIlalliral, (Iue llegó a ~el' ('acnte de enormes ah usos y llUlflero-
sas imposturas.


;\0 IlGhiarelllos de la China lllas ljlLe para hacer notar una particularidad
llJuy admirable, que ir., e,; eSl'lusirnm:~l\te propia. Cierto l'l")' (le Hila de sn~ an-
tiguas dinastías, queric'ndose sustraer a la autoridad tradicional del sacPT'd(\-
cio, abolió la antigua relijiüll :- tlestruyr'¡ sus monumentos escritos. La China
entonC(~s se organizo en los tél'illinos (~II qtf(~ ha yivido hasta nuestros dias, ha-
jo la inl1uencia dl~ una uodriil<l ent,'r<lllicnte Illoral y el gohiemo (le ulla reu-
Ilion de súhios, cuerpo (le liwndatarios en que todos indi:itintaí11ente podian
ser adlllilido~, ~' en el que los grados se :)Il[l'nían en concurso (h:sllllés de e\á-
menes solemnes. Asl que, no hien fue scporada la ciencia de toda especie de
dogl1Ja feiijioso, cuando se detuvo :- pe/dio) llel mi~mo modo l[Ue los pro('e-
dirnielltos de la industrirr: no \'o!rio a dar Ull pNl rila~; y desde que la /ll0-
fal fue iguailllentc ~c[larilrla del dognla, perdió hnsta tal jlUllto su etieaeia que
no hay en el orbe un pueblo IllaS COl'l"):llpido f¡llC el chino; debicndo ohscl'I'ar-
se tamhien que tan illlpolente en todo lo dema~ como en la ciencia, ninóull ar-
te ha podido pl'ogrc~al' en éL
~ilodilicada la I'eiijion en la india por el pensamiento lilosó¡¡r,o, se inclinó


Il:lCia el panteísmo, que, irlentificalldu la Cl'cnc!oJl con ~ll .\utor, niega la Crea-
cion misma, y no ve ea todas las cosas Illas que Illanifestaciones ideale~, del Ser
illlinito, que existe solo eternan:ellte.


y COlllO lodo, a escepcion de este Ser, era ilusion, Jelirio y slIeüo, no se
supo concebir para el hombre, que no es mas filie ulla vana apariencia, nin-
gun ohjeto Jlosihln de actividad. Debi\¡, por el contrario, inl'linarse a vivir su-
lIlerjido en un fluietis!tlO absoluto, en la Healitlad 1¡Ue ellillprende touo, y que
lo es todo. De esta Realidad única e inmutahle, fundada, por decirlo así, en
la hase de la intelijencia CO!110 idea jcncradora de tOllas las cone\iones ultnrio-
res, nació un órden de sociedad inmutaille talllhien; y en esta sociedad, en que
nada es ni puede ser el indiriduo, no C'\istil~ron mas que castas o simples di-
visiones .ieneralcs correspondientes a lo l¡Ue se ('onelhe de diverso en el Ser
universal; esto es, una esclavitud por masas, marcada con el sello de una eter-
na necesidad.


El Ejipto tamhien fundó ~ol:re las cn~tns su sistema social; pero, corno la
idea panteista no dOlllinó alli como en la lntlia , el rójimen <le casta fue menos
tenaz y severo. Sin embargo, existía aun la e~davillld en Sil pleno rigor, y era
tambien la hase de la organiza¡:ion. Bajo la üireccion del sacerdocio, los re-
yes gobernahan con un pOllor absoluto, pues, salva la porcioll cedida a los
sacerdotes como garanLía (le irHlcp,:ndencin, la tierra pertenecía csclusivamcn-
te al rey o al Estado de que era jefe" (lel llli~mo modo .{jllC hoy prrteneee al
bajú. El pueblo la cultivaha y recibía en productos la parle que la autoridad
pública le ~eiíalaha. El podcr dinjía igualmcnte la indu~tria, estando lodf)S




DEL PUEBLO. 25;'
ohligados por la ley él eJercer un oncio: no había, pues, propiedad, al menos
territorial, ni IdJertad per~onal. Este es r,1 primer ejelllplo que presenta la his-
toria de la aplicacion del sistellla ue los socialistas llIodernos, en lo t¡ue tiene
de fundallJental.


CAPlTLLO VII.


)IOSAIS~IO.


AURAIIHI, oriundo de la· Calclea, pasó a habitar hacia la parte del oeste el


I1ais que atraviesa el .Jordan, pais abundante en Jlasto~ y que entonces ocupa-Jan Illuchas pl~qIH~ftas pobla<:ione~, en medio de las cualr,s permaneciú tran-
quilo e independiente en su chota de pastor. Sus descendientes fOrml1l'OIi uua
tribu patriarcal; pero, en tiempo de .laeoh, nieto de Abraham, acosados por
el hamhre que desojaba entonces esta comarca, se refujiaron a Ejipto, en
donde uno de ellos, vendido CO!110 esclavo, habiendo adquirido la confianza del
rey, ejerció en su nombre la autoridad pllbliea. Se les permitió establecerse
en la tierra de ./essen, y vivir en ella segun sus costumbres; Ulultiplicáronse
allí rúpidamente, de modo que cerca de tres siglos despUt~s, hajo otra dinas-
tía, inspiraron sr-ríos tellJore, al rey Farao[[, que hizo pesar sobre eUI)s la mas
cruel e insufrihle opresion. Heducidos, pues, a la servidumbre, fueron ago-
viados eon el traha.io y sometidos a los lilas duros tratal1liellto~: pilra dismi-
nuir su número se recurrió a los crímenes mas atI'ozes, pues sus hijos varones
eran al nacer condenados a Jlluerte; por donde puede yen irse en conocimien-
to de lo que era el derecho en el pueblo ejipcio I el mas civilizado quizás de
aquella (~poca. Hecimos el derecho, porque hay escesos en él que son imposi-
hles aun a la Illas violenta tiranía, eualldo dlOt.:an hasta cierto punto con las
ideas recibidas yla conciencia jeneral.


en hombre (h~ rsrael, nutrido por GÍrcul1stallcias singulares en las ciencias
del Ejipto, acometió la empresa de libertar a sus hermanos, conducirlos a Pa-
lestina y eonstituirlos allí en cuerpo de nacion. Increibles son las dilicultades
flue tuvo (¡lIe vencer, principalmente de parte de aquellos de quienes se c,on8-
títu~'ó jefe; pero, merced a su firmeza de carácter, supo vencerlas todas. A
pe~ar de cuanto se ha escrito aeerca de este hombre estraordinario. todavía
Ijuedan muchas cosa~ que decir para poder apreciar dehidamente todo su va-
10r y mérito. Aquí indicaremos solo el espíritu y el carácter de sus institucio-
nes en .su relarion con la relijion que les dió por hase y el desarrollo de la
humanIdad.


Sujetó, por decirlo así, d dogma a su orijen, encerrúndolo en la sola
creencia de la unidad del soberano Ser; y oponiéndose de este modo a los
progresos l¡Ue haee la eieneia por medio uc la investigaeion de las cansas, evi-
tó las consecuencias de la illlperfeccioIl de la ciencia misma, consecuencias
que se manifestaron por todas partes, pues, entregándose a esta inycstigacion
el entendimiento humano, encontró en el camino, en ese ca mino que dehía
al cabo de tantos siglos terminar en el cristianismo, las rclijiones de la ;-';-atu-
raleza.


l.os judíos, segun lo prueba su historia, eran tamhien impelidos a este ca-
mino, tanto por Sll propia eonciencia, como por el ejemplo; y he aquí porque
Moisl's empleó todos los Jnedios que estaban a S11 alcanze, para aislarlos de las
dcmas naeiones. Ppro, como para lograr este ohJeto no le huhiese bastado la
sola diferencia de leyes políticas y civiies, colocó en el mismo Dios el principio




2:íG
de septlracion; y conservando la nocion esencial dc! Ser infinito, añadió a
ella la idea de un Dios nacional, d Dios de J om!w/n, de Isaac !J de Jaeob,
protector desll raza y enemigo de los diose, (!i!l) adorahan los jenlile~. De aquí
provino e~e terrible enCOllO, (lue tl'il~¡~)I'IIlÚ bs guerl'as contra los cananeos, ell-
tregados al anatema, en guerras üe e~terlllilllo.


Separados ,hí los J UdIOS de la cOlllluúon LId j6ncro humano, queJaron por
Jo UliSltlO ~eparados del progreso que se veniicalJa fuera de ellos, y de los dcs-
ordcne~ pasajeros, qlle eran, bajo c,,)rlo asp,~clO, till condicioll ine'llahl(!; mas
llO por eSJ dejaron (le pellell'al' l'!'I~Gll~iltellle~lte eulre elles estos desórdenes,
pues violarol1 el prillclplO LÍe su institucioIl o de su villa como pueblo, y se pre-
cipitaroil en la milla; llioti\'o [lOI' el (lHe, yol,iendo la cOllsideracion hacia los
medios de salvacion, se veían en la necesidad de recurrir a las leyes que ha-
hian violado.


En el interior, ~loisés fUlldó la sOI:iedad sobre la igualdad) la fraternidad;
pero la igualdad de raza, tal como se conclj¡~ entre los hijos de un mislllo pa-
dre, v ia fralerllidad carnal, Sln clevar~e ¡laSca la idea de Ll fratermdad ,
de la llulllad humana, ponl ue esta idea hubiera estado en abierta mull'adic::"
cioucon la idea (le aislamiento qne dominaba en toda su lejislacion.


Ol'gamzar la igualdad y la fraternidad, tales COIllO él las entendía, era or-
ganizar la familia; y la nal:ion judaica, en electo, uo fue, princi¡Jalmentc en su
onjea, mas íllW una eDureÜz~:',lcion (:e úllllliias rejirlas por un ellerpo sacerdo-
lal, cuyo prÍllcipio lÍe UUl'aelOn re~ldta eH la CO!lslJtucioil del lllatrllllollio, tIlle
lilas que ell magulla ot.ra parte dd ürienle, s,~ apro:i.imaha a la lIIonogamía, y
se apoyaba Hdelllú~ en la propiedad pri;l\lll"all!l)Ille igual de cada familia; igual-
dad coa fre~lIencia dCSLraHla [lo!' la~, inllumeraiJie:i causas (rUe tendían ince~an­
telllente a alterarla, pem ré~tableCl(la l);~r¡;)dlCamcllte en cuánto al fondo del
derecho llJi~lIlo de propiedad, por V()lve!' los hienes enajenados a los prilllero~
poseedores eu el afw jubilan0.


Sin embargo, por la lllisma razon que la propiedad, garanlla efectiva de la
liberlad, era enajenable, la ElJerlad iJ era taillblCn ea uu sisteIlla carnal, es-
lraño a la idea e~¡llnLual del derecho Jcncral y radIcal de la humanidad. Tam-
hien la esclavitud existía entre los jUcllOS, pero una esclavitud dulce, bastante
semejanle a la condiciou del criado entre nosotros; ~, aun cuando hubo escla-
vos (IUC pertenecwn a otras razas, la e:idavitutl para el jUdlO cesa ha de dere-
ello en la época del gran .iuhileo, (¡Ué se celebraba dos vews por siglo. Así eo-
mo el homhre llegaila a ser ese/ayo perdiendo w prOpiedad, volvía a adquirir
la libertad recobrando esta misma propiedad.


Tales son los rasgos cal'aderj:itIC()~; de la iU:ititucioll llIosáica. Fijando el cn-
tendimiento sobre la l(lea prilllera de la unidad divina, eviLó que se estra\'iara,
por de('irlo aSI, hacia el sellO de la !\ataraleza, pero tOillando allllismo tiempo
parte en el gran trahajo intelecLual (ll1e se efectuaba en otro lligar. Conservó
!lIas ¡¡mo el elelllento lie la fanlllia, con la (loetrina del derecho y del deber,
que ~OIl inseparables; pero puso un obslúclllo, que aun suh~isle hoy entre los
judíos, a la cOlllunion universal del j6nero humano. Dc!eudió lllejof(ll1e ningu-
na otra instituclOll antigua la liherlad individual por medio de una cO[lsliluclOu
mejor y mas fuerte de la propicJad; pero que no cOlllprendía la abolicion de la
esclavitud, ni aun la ncgacillll de su lejit'ilmlad.


Entremos allora en el IlllLIldo de (IlLe l'ueron separados los judios.




DEL PUEBLO. 257


CAPlTLLO VIII.


SOCIEIJAIJ liRIEGA.


Y,mos a trazar la marcha jcncral de la civilizacion, no a hacer su historia
en cada pueblo; tarea Illlenuinahle ~efja querer apreciar la ialluencia de cada
UllO de los diverso,; [lf'incipio~ que, lleyaliOS en diferentes époeas desde Ejipto
r la .Fel1lcla, v comJJlnaLÍos con olros principios exi,;tenles en la raza pelá~j Ica y
ilelenica, lleiaron a ser el fundamento de la soLiedad. en la lfreGia y carac::'
ü;rizaron JJajo distintos ¡lllodos de polílica la LenuellClll jeneral dd entendi-
miento.


l\elllontállllollOS a lGS Illas antiguos tiel!] [lo~, hallaremos eil todas partes el
Üllalb1ll0 de ¡as rellj iones tie la mtluraleza ~ Slb conseeuelll:ias, el derecho de
¡,i fuerza y las opresiones que este eilJelldra, nh~zc¡adas, Slll embargo, con lo
que tenía <le lilas fayorable para ia hUlllanHlau el reJllllen pnnlllivo lie la tribu
o del dan patriarcal.


Tal es, poco lllas o menos, el estado que ha pintado Homero en sus poemas
illlllorLale~, deseulmendose adeniaS en ellOS un progreso, cuyo Jérlllell cx.istlH
: a en la teolojla ejipcia. jje~pués de haber diviniZado las seGretas virtudes
de la uaturalcJm, sc compremhó ({ue la nocioJl de personalidad, inseparable de
la nocion del sobcrano Ser, lo era Igualmentc ue todo lo que estc encierra de
esencialmente distinto . .En seguida se procedió a personuicar las espresadas
virtudes COlllO fuerza~ fí~icas o fatales, atrilJllyendoles deslie luego la inteli-
jencia, que supone personalidad; y la liberlad, que supone inteltjeneia; y de
a:iUl nació el politeislllo, (1 ue fue, COtllO se ve, un inmenso progreso.


Rotos en clCrto lllodo los lazos d0 la neceSidad (lue encauenaban la Causa
primera bajo sus diversas fases, el hombre mismo se dcsprcndió de esta necesi-
J,1<l, adqulrlendo el instinto de su eXLstencia personal y libre; y e[ltonces prin-
cipio para él un nuevo periodo de desarrollo .


.El dogma, sin elllbaq;o, coulúso y vago, no determinaba de una manera
allsoluta, Gon la silllple Hlea de lo que el ~.,cr lnlinilo ellcl0rra en sí de esencial-
mcnte lhstiuto, ellHlllleJ'o y la nOCIO[l de las personas divinas. l\o lo detinía,
~1l10 que lo dividía, estableciendo en él una jerarquía arbitrana; y de eonsi-
sllicnLe, colocó en la lI11~illa nuz del derecho la fuerza pura, porque la arbitra-
rwdarl no se apoya en otra raz,oll que en la fuerza.


Debio lllalllfeslarse, pues, en la sociedad un antagonismo entre la fuerza y
la libenad; y e[l efedo, e~te antagonismo apareció Cll todas partes en las ins-
tituciones romanas y griegas, las cuales correspondían al mismo dogma fLmda-
mental; y a iIIedida que e~te dO¡;llla se perfeCCIOnó por medio del progreso de
la razon, perfeccionóse Igualmente la idea del deber y del derecho, y la liber-
lad, como priu<:ipio re¡;ouo<:ido de la institnclOn social, cl'e6ó en la misma pro-
porcion.


Del instin~o de la per~ollalidad JI del derecho lJ.ue dla produce, nacio la ciu-
dadanía, que en su ebenWl HO es otra cosa que la sustituc;iO[l de la unidad co-
lectiva a la unidad de la í'amilia y a la u[üdaJ. de casta. La unidad colectiva,
que se compone de individuos que entran en ellas coa iguales tílulos, supone
la 19ualdad y pUf consiguiente la JiherLad. 1'el'o el fJfllll:lpio de fuerza que el
pOI[leismo cOllsagalJa implíCitamente, aunque en menor grado que las rellJlOnes
de la naturalcza, vició neGeSanaillellte la l¡jllilluad, lllle e~ el heeilO primitivo y
raJical, la libertaJ., que re¡¡resenta el derecho, 'f la fraternidad, que corre s-


ENTREG,\ 10




258 PASADO Y POnVE:'im
ponde al deber. Camhióse a[llie! en una jerarquía humana no menos arbitraria
que la jerarquía diyina, y cuya única razon fue la fuerza; jewflluía (Iue, par-
tiemlo, en eledo, de! llIas fuerle o del mas rico, descendió por lI11aSene de ¡.:ra-
dos que deterlllinaban las diferencias de ri[llleza o propiedad J¡,¡sU, ([(lue] que,
no poseyendo propiedad alguna, era escluido de! Jerecho de ciudad, y, des-
cendiendo algo mas, hasta el que, siendo propiedad de otro, era priyado J,'l
derecho de la humanidad ltlisma.


De aquí nacieron todas las formas tIe organizacil)U, desde la oligarquia ¡¡¡as
concentrada hasta la democracia pura, en que la esclavitud queda ha siempre
como base material del Estado y como garantía de la lihertad de los ciudada-
nos, pOHIlIe formaba parte tIe su propIedad, puesto que el valor real de esta
dependía del trabajo de que era instmmento el esclavo; y hé aquí porque ~¡;
hizo luego tan difícil, en tiempo del Cristianismo, la aboliciou de la esclavitud,
siendo necesario dar al trabajO una constitucioll enleramenle llueva, de qU(~
ninguna idea se tenía.


Reprobando el derecho público en Grecia la poligamia, dió a la familia
una base Illas fuerte y santa, puesto que, espiritualizúndose el consorcio, l!<!go ;1
ser una union, un verdadero matrilllonio: la mujer adquirió Sil dignidad, ~ilt
sustraerse enleramente a lo quc tenia de e~cesivo el poder del marido. Par-
ticipaba en su condicion del estado de esposa, y algo tarnhien del estado jnk-
riol' precedente, 1\0 fue madre Illas que a medias ,puesto que el padre conser-
vaha sobre el hijo en el 1II0lJlCnto de naccr el derecho absoluto de yid" o
llluerte; término estrcmo de la opresion del ser déhil.


Cuallluicra que fuese la forma particular de su poiicía, cada ciudad ~e di-
vidió en dos partidos, que estaball en perpétua guerra: el ¡iaftiJo ari~tocr,ltit",
que, con el auxilio de las riquezas [¡Ile ya poseía, telldía a ahsorher el poder
e.on la propieüad, y la propiedad Jlor mcdio del poder; y el (la rlido (lelllOCrú--;
titO o del pueblo, que reclamaba ~u parte de poder para defender su proj)wuaG
o su libertad.


;\las, para ejercer el poder y llenar sus funciones, era necesario desahogo,
cOlllodidau, no hacer tiepeJldcr su subsi~ten('ia del trahajo diario. Así que, don-
de la democracia prc"alecio, cumo en Atenas, el puehlo reeibió del tesoro pú-
blico un :,ubsidio eSll'aordinario, (1 ue le permitía dedicarse a los negocios co-
munes.


En Esparta se hizo una partirion igual de hienes, y, sin abolir la propiedarl
individual, ni por consiguiente la sucesion, se estableció en cuanto a las co-
midas una vercladcra comunidad. Sin emhargo, la igllaldad orijinal dc la par-
tieioJl desapareció bien pronto, a pesar de las precauciones del lejlslador; que
!lO í'ué por cierto mas feliz en las (jue tomó pélfa illlpedir la introduecioll delll!-
jo y lllíllltelwr la severidad de la~ costumbres; hien qU(~ ói mismo habia alara-
do estas gravemente, sacriticando el pudor del se\o ~ la santidad del llialrímn-
nio a la idea abstracta de la ciUlladanía, tal como él la cOllccbín,


Lo qlle ~obre lorlo importa notar en esta,; repúhlicas es que la constilncion
de la libertad ¡!O era en ellas lllas (Ille la constitncioll de la propiedad; [¡ue, SI
esla llegaba a fallur, la otra desaparecia al illstallte; que, para asegurar in
propiedad o la libertad de ciudadano, se trató de ~OJlleter al mero dereeho el;
la fuerza y trasformar en cosa la Illas llulllero~a parte de la poblaciol1, y (1(1(',
cuando la propiedad se hizo estellsiva, con la particion igual tIl) bienes y el prin-
cipio de comunidad, a la igualdad ahsoluta de forttlnas. adelllús de ([uedar arille-
Jla estancada, tuvo que sopor lar la [loblacioll dedicada al trahajo el peso de
una servidumbre aun mas absoluta y de una tirania lilas atroz. NInguna Opl'C-
sion sobrepujó, ni tal vez igualójaIllús a la opresion de los ilolas.


En resúmcn, el sentimwulo de la personalidad humana, nacido de la COIl-




DEI, PUEBLO. 25f1
cepeion de la personalidad divina, preside a una faz de progreso que caracte-
riza al establecimiento de la ciudadanía. El matrimonio se espintualizó con la
abolicion de la poligamia, cuya última huella legal puede decirse que esel divor-
cio; la condicion, pues, de la mujer se mejoró considerablemente) si bien el
padre continuó ejerciendo sobre los hijos, al tiempo de su nacimiento, y aun
aigunas vez es mas allá de este término, un poder semejante al que el hombre
po~ée sohre las cosas.


La igualdad J la libertad son la base del derecho que regula las relaciones
cutre los ciudadanos, y la cuestion de libertad va constantemente envuelta en
la cuestion de propiedad. El deber tiene por fundamento la confraternidad de
todos los miembros de que se compone la ciudadanía o la asociacion colectiva,
que, aunque dependiente todavía del vínculo carnal de la identidad de raza,
tiende, sin embargo, por su esencia a libertarse de él poco a poco.


Pero fuera de la ciudadanía no existe ni derecho, ni deber, ni igualdad, ni li-
bertad , ni fraternidad, ni personalidad: la fuerza pura reina solamente y en
una servidumbre tan profunda que rebaja al hombre al nivel de las bestias, y
aun lo hace de peor condiciono Para el esclavo no hay matrimonio, no hay fa-
milia, no hay propiedad; simple instrumento de trabajo, es un mueble, una
co~a; es, como ya hemos dicho, la base material de la ciudadanía, el medio y la
garantía de la libertad del hombre verdadero o del ciudadano. lIase dado un
gran paso, es verdad; pero falta mucho que hacer todavía. Larga es la tarea de
la humanidad, y su trabajo es penoso; mas, para moderarlo yalijerar su peso,
Dios le ha dado dos compañeras celestiales: la fe, que le sostiene, y la espe-
ranza, que le consuela.


CAPITULO IX.


SOCIEDAD ROMANA.


SI~ hablar de los esclavos propiamente dichos, cuvo número fue siempre cre-
ciendo hasta la decadencia del imperio, vemos en Roma desde su oríjen dos
clases enteramente separadas: los plebeyos (jentes minores) y los patricios
(.lentes majares) , el pueblo y una anstocracia de raza, que poseía las riquezas
yel poder. Cualesquiera que hayan sido las causas primitivas de esta separacion,
el reslIltado es que ella fue el principio de una lucha intestina que duró sin in-
terrnpcion hasta el tin de la república, JI en la cual se sigue, por decirlo así,
con la vista la marcha, en todas partes igual, aunque a vezes encubierta, de la
emancipacion progresiva de las masas oprimidas.


Distribuidas en familias, jentes, de las cuales dependía una numerosa clien-
tela, los patricios ejercían ::lobre ellas, a título de patronazgo, ulla autoridad
arbitraria de hecho y casi ilimitada. Esta institucion singular ofrecía en su COll-
.iunto algo del clan y algo tambien de la dominacion absoluta y cruel que anti-
guamente hacía pesar el vencedor sobre los vencidos. Había en ella recuerdos
de conquista y de una descendencia diferente del patriciado, tan solíeito en no
mezclarse eon la raza ínfima o sea la raza sometida. Pero por otro lado en la
época de la fundacion de Roma el progreso del dogma y del sentimiento de la
persona.lidad, así corno el derec~o qu~ se .deriv~.~e él, impelian, bien por erec~
to del eJemplo, o por una espCCle de lllstmto IOJlcO y por la necesidad de las
mismas cosas o las asociaciones que se formaban, a constituirse en ciudades.


En la eiudad romana los patricios estaban en posesion del sacerdocio de los
ritos relijiosos o de los cargos públicos, de la mayor parte de los bienes; y des-




260 PASADO Y PORVENIH
pojahan al pueblo por medio de la violencia, el fraude y la usura, de lo poco
que había podido adquirir o conservar. Ellos solos gozaban de los derechos in-
herentes a la cualidad de homhre; el plebeyo no tenía nombre, porque en rea-
lidad no era persona, sinó, como el esclavo, uu instrumento de produccioll, y
en la gnerra uua lllúquiuH de combate: cultivaba la tierra, ejercLa los otieios,
eseluido por lo demas de la relijion de sus sellores, ~ill malrimonio , sin familia,
IJa.,ando UIla vida de lrllbajos, de sufrimientos y miseria con su mujer y sus lljuelos.


Para salir de este estado, para libertarse de tan degradante servidumbre, se
esforzó el plebeyo en conquislar, prillJeralllente la personalidad, alribulo distin-
tivo de la naturaleza humana. Heclamó su adlllisioll en la cOllllllLidad relijiosa,
la parlicipacion en los ritos sagrados y la igurtlrlait delante de Dios; lo que equi-
vale a pedir el reconocimiento del derecho radical, del (Iue forzosaLLlente 1Ia-
hian de derivarse los demas. La resistencia de los patricl()~ fue viva y porlia-
da; empero le~ fue preci:.;o ceder, porque el plehe~ l) logrú al fin ~alir de la abe
yeeta condieion de las bestias, v fue reconocLdo como homure, hallando en 10
sucesivo al pié de los altares, a


V


donde le hahían lIlLpedido lle¡j'ar hasta enton-
ces sus opresores, el matnmonio, la paternidad y la familia.


Quedúbale aun por ad(luirir, a par de la igual(lad política y civil, el dcre-
cho de ciudadanía, la libertad y la garantía de la l ilwrtad ; es decir, la propie-
dad. Y como ante todo eran lo~ romanos un puehlo agricultor, la ley hizo dos
cosa~ : ordenó la particion de tierras conquistadas, y lijó límites a la estension
dp las pose:,iones. Pero los patricios, o violaban abiertamente la ley o la elu-
dían; cstas violaciones y fraudes quedaban impu [les, pO['(¡ije ellos solos eran
los cncargados de la ejecucion de la ley, Y ~(~ habwn re~ervado el monopolio de
Jos emplcos públicos y de todos los verdaderos poderes del estado. AdcllIÚS ar-
ruinahan al homhre del pueblo con usuras enOl'lllCS, y, desjlues de haberle
de;;pojad0 de sus hienes, apoderándose de su persona, le reJllcian a la cOll(li-
cion de esclavo o de coso.


Preciso es leer CilIos historiadores la relacion de la larga y enérjica lucha que
l()~ pleheyos soslm-ieron contra los patricios para sacudir el y'ugo que les opri-
lILía; lucha que duró muchos siglos, y en la cual, a fuerza de perseverancia,
triunfaron definitivamente los plebeyos llegando a conocer que, para salir
vietoriosos, era indispensable una aceion política regular y conlinua. La
i nsLituc:on del tribunado les facilitó el medio de ejercer esta aceion; y poco a
poco lilgraron entrada ell los lIlas elevados grados del mando militar, en la m<l-
jislratllra y fiualmente en el pontificado: de manera ¡lue en el círculo de su
emancipacioll, que hahía principiado en el altar, se eerrú tamhien en el altar.


Desde que las riquezas y el lujo que ellas enjendran, la molicie y la volup-
tuosidad corrompieron a la naeion entera; de~de que César, Jefe, después de ~la­
rio, del partido popular, concentró en sus mallOS todos los poderes e instituyó
el imperio, fue el instrumento y el representante de la últillla vicloria del pue-
blo. Pero la lihertad no era ya posible para nadie a causa de faltar el principio
moral, a causa de la debilidad de las creencias, del esceptici~mo casi universal,
y taUlbien porque, habiendo producido todo lo que tenía que producir la con-
cepcion Jogmálica que había conducido a la sociedad hasta este punto, no con-
tenía ya el poder virtual de un progreso ulterior. Era necesario un Lluevo des-
arrollo de dogma, para que pudiera cfeetuarse el nuevo desarrollo social
hajo la innuencia de Ulla idea Illas perfecta del deher y del derecho. Enton-
ces fue cuando el cristianismo, pre~entido por lLna esp(~cie de jlroJetico ins-
tinto y como esperado por lodo el mundo romano, se levaLltó so ¡re la huma-
nidad,




DEL PUEBLO. 261


CAPITULO X.


SOCIEll.\D CIIISnI,A\.


Ulil\ANTE los siglos que precedieron inmediatamente a la era cristiana, y
particularmente en Grecia, hahiase verilicado en el entendimiento del homhre
UII trabajo oscuro, pero profundo, lITla especie de revolucion vaga, f¡Ue se pro-
paró hasta la misma Roma, hacia el ¡in de la república: el politeismo dedi-
n;¡ba, e inspiraba cada dia menos fe. Primeramente fll(~ron dcsc;¡rtatlos de él
p,os Dio~es CJIW dp¡.;rad;¡ ha la poesía, trasformándolos en la imájen del hom-
bre, entregado a Sil, pa~iolles y corrompido por ell;¡s. Las antiguas relijiones,
fnaterializadas y reducidas a vanas pompas, desnudas de significacion, seme-
Jante!' a los organismos inertes y frios que no vuelven a recobrar el misterio
de ia vidn, 110 hallaron en lo sucesivo respeto sinó entre la turha ignorante y
'"persticio~a. La ramn remontó su vuelo hacia ln Causa suprema, y en ella
buscó una coucepcion (¡ue la satisfizo liJaS por su exa<:titud y claridad; y a me-
dida qlle la jerarqllía arbitraria de las potencias divinas personificadas se hor-
raba de las creencias, a medida que se esfürzaha d entendimiento por alcan-
zar una lIocion Illas elevada de la pen:onalidad de Dios, la personalidad huma-
na se elevó igualmente, y se columbró un principio de derecho lilas perfecto y
jeneral.


Preparado todo así por un úrden nnevo de pensamiento y de aceio!l, nació
el Cristianismo; el cual, por medio de una l1lagní/ica y vasta sintesis, aunque
incompleta todavía, de las reli.jionc,; anteriores, ohró cOlllpletamente la union
del mosaislTlo, qlJ(~ hahía conservado lllas limpia y pura la idea fundamental
de la unidad sustancial de Dios, con el politeismo, que, ('oncibiendo en él pro-
piedades distinlils y necesarias, se hahía formado una nocion lllas jllsta de su
personalidad múltiplc, no('ion que en los últilhos tiprllpoS baLía principiado a
penetrar entre los mismos judio~, por su cOlllunicacion mas frecuente e íntima
con los griegos. Escluyendo a la vez el cristianismo las falsas categorías poli-
tei~tas y el antropomorfismo pagano, redujo el número de las persoila:> divi-
nas a lo que e"isLe en eferto de necesario y e~cncialmente distinto en la
unidad del soberano Ser. Pero, !lO hallúndose en contacto inmediato con las
re!ijioncs de la naturaleza, dejaron de ser comprendidas en Sil sintesis; pues
d cristiani,mo JlO (ieterminó la noóoll de las propiedades, por no ,er las per-
~onas mas que el modo de existir, y de consiguiente no se ocupó en nwnera
alguna de ellas; antes hien, dl'~[lreeiaíld() la ciencia de lo creado, la ciencia
del llniver~o, y rechaz.ando enórjicmIlente el materialismo y el sensnalislllo,
entonces reinante, se lanzó en nll espiritualismo cSl'csivo, : se coloeú, si así
podelnos decirlo, fuera de la n~turaleza, en oposicion con ella, impelido por la
Idea, orijinarialll('llLn .illflfli('a, de un estado primitivo sobrenatural y de una
prost:ripcioT\ de este estado, del (¡ue no podía el hombre ser reintegrado sinó
elevándose sobre la naturaleza decaida, comhatiéndola, y emancipálldose de
SIl poder con el ausilio ~obrenatlll'al de Dios.


Queda así indicado el progreso c!oglllútico y los límites de este progreso:
'.'eamos ahora sus electos. .


La personalidad múltiple de Dios, contraida a la unidad absoluta de Sil
ser, desenvolvió en el mismo sentido la idea v el sentimiento de la personali-
dad humana; la cual se elevó desde la unidad rarnal de la ramilia, de la tri hu
y del clan, a la unidad colectiva y espiritual de la ciudadanía, y de esta hasta




262 PASADO Y PORVENIR
la unidad del jénero humano. Participando todos los hombres de una misma
naturaleza, fueron iguales delante de Dios, hermanos desde entonces, en el
sentido mas estricto y univer~al de la palabra, revestidos de los mismos dere-
chos, v sometidos a los mismos deberes. Igualdad, fraternidad y libertad, tales
fueron' el compendio de la doctrina evanjélica y la fórmula que los homhres
debian realizar en adelante por medio de un trabajo no interrumpido, cuyo úl-
timo término era la constitucion de la humanidad en la unidad perfecta. Así se
conoció desde luego; pero, aspirando a la época feliz en que los pueblos no
formaran mas que un solo rebaño bajo un solo pastor, no se pedía ni se espe-
raba mas que una unidad puramente espiritual.


Por lo de mas , el espiritualismo esclusivo y sobrenatural que dominaba cn
la tcolojía cristiana, sirvió de mucho a los discípulos de Cristo en la tarea ji-
gantesr;a que iban a emprender, armados de una fuerza invencible contra las
violencias y las seducciones por medio del desprccio del cuerpo, de los hicnes
v de los males de la vida presente, y de todo lo que perece y pasa. Dueños
del mundo y de sí mismos, cuando no temieron ni desearon mas que a Dios,
su triunfo, aunque tardío, fue seguro.


Particndo de principios absolutos, entraron desde luego en un sistema de
práctica no menos absoluto. De la igualdad pasaron a la comunidad; pero hien
pronto encontraron las leyes de esta misma naturaleza, con la cual, no hallán-
dose muy conforme por un lado su dogma, y siendo por otra parte erróneo
respecto a la idea que con tenia acerca de un órden sobrenatural, las puso en
choque, y sus esfuerzos llegaron a .estrellarse contra estas leyes indestrueti-·
bies.


Obligados a ceder a una necesidad que no comprendían ni podian compren-
der, atribuyeron a la misma corrupcion de la naturaleza lo que no era lilas
que una consecuencia rigorosa, indeclinable, invencihle y lejítima de su esen-
cia; de manera que, en el trascurso de los siglos, ofrece el cristianismo el
doble fenómeno de una lucha incesante contra la naturaleza, en la que esta
siempre triunfa, y de un desarrollo que inocula sucesivamente en los hcchos
sociales las grandes y saludables verdades que encierra e[ dogma: y ¡cosa no-
table l este desarrollo presenta exactamente en una esfera superior el mismo
órden de progreso y las mismas fases que los desarrollos anteriores.


Así es que desde luego fue proclamada, como hemos manifestado anterior-
mente, la igualdad delante de Dios, no la igualdad en una misma raza, en
una misma asociacion, sinó la igualdad dc todos los hombres en la unidad de
una misma naturaleza sin escepcion de judíos ni jentiles, la igualdad, en fin,
de los hijos de un mismo padre, que abraza a todos con un mismo amor.


Mas puro y santo el matrimonio, se espiritualizó en su mismo oríjen, siendo
p la Ul1lon de las almas antes de ser la de los cuerpos, y desapareóendo con
el divorcio [os últimos restos de la poligamia. La esposa es ya verdaderamente
la compailera del esposo, su auxiliar, si bien encargada de funciones diversas.
Corno el Adan y la Eva de Milton, se adelantan asidos de la mano hacia ese
mundo abierto delante de ellos, y no se separan sinó en el sepulcro para reu-
nirse pronto de nuevo; y si la ley moral aparece sola en esta indisoluble union,
no es otra cosa, sin emhargo, que la espresion de la misma ley fisiolójica, con
la cual forma una armonía divina. El niño es tambien desde su nacimiento un
ser sagrado: algunas gotas de agua sobre su cabeza le inician en los derechos
de hombre; su vida no depende ya del capricho de sus padrcs;. el poder abso·-
lllto del padre se ha trocado en un deber de amor y de protecClOl1.


1,a esclavitud, empero, no fue inmediatamente aholida por un mandato po-
sitivo, sinó que flle moderada por las costumbres, y aun por las leyes, en las
que el espíritu del dogma penetró poco a poco.




DEL PUIlnLO.


Debemo3 recordar afluí que el cristianismo no ahrazó en Sil sintesis las re-
li.ilOnes de la l\atllraJpza; y aunque rompió en cierto modo con ella, delinién-
dose como la lI'i¡~I,l('ion de un úrtbl sobrenatural. Así es la verdad, puesto
qlle el vínclllo rlí~ Dios y de ja \"Iltllraleza re~ide en las propirdades distintas
y n('('p~aria, del Ser infinito, y la, pcr::;onlls di\"inas !'eparadas de jas propiecla-
dl's qlle "(JII ~II fllndd~lIcllto, el .w1dmchm, por decirlo asi, no ofrecen ma~
que IIna idea ah,lra<'la, Ulla psnpcie de enlidac! Ya~a que se escapa a la eOll-
éppcioll. un mi:"lcrio, en ¡in, ete'rnalllcntc inacesihkval entendimiento, porque
la palabra Jlc/'So¡¡n lln e~prc~a !lIas qlle un sill'llie mlHlo de existpncia, sin dar
la Bocinn esencial y diferencial de lo (Iue e\i~te bajo este modo en e! Ser ah-
-ululo.


Esta hipótesis, :;;egull la cual el Cristianismo com;tituía un tÍrrlen sohrena-
tural, hipúl(\~is ilr;ncla a la esclusion o, mas bien, a la ausencia de la parte de
unr;ma cOIlIpldo rorre,pondiente a las re]i.iioncs de la r'at.uraleza, fne 1<1 que
le hizo iillpotenln para orgallizar la sociedad, en asemejarla a sí y absorberla
en si misma, obrando sobre ella por lo que contenía de verdadero, si bien no
pudo ap()dl~i>arse de ella. ml}lh~larla en su propio tipo, P0f'(IUC no podía sus-
lranla al c!o!lli;lio de la ~alL1ralcza ~ <l.~ ~1I~ le~e~, \ porque. no viendo en el
hombre. COIllO en Dios, lilas que la sola per~onalidad y sus atributos ahstract()~,
se elleel'raha en un espiritualismo quc cOlllllleí!l forzosament,: a prineipios y
corlseclll~ncias ahsol!lLas, en oposicion. bajo este respecto, con/as realidades
creadas; en donde todo (\s, por el contrario, casnal y relatiyo. El órrlell ter-
restre, con sus cO/Hliciones ncee,;arias, era desde luego para úl una sujeeion,
un ohs[{H:ulo, Ulla presnipeioll, cualquier cosa qlJ(~ se ligaba a la idea del
mal, PlLC';(O que escluía el bien, tal como la teobjía cristiana ellsefínha que el
lj()n¡/lfl~ lo hahía poseído y dehía Jlnse,~rlo todavia.


Sea de esto io que quiera, es e\"idente que, si la i'ociedad tiene un límite
lllas allú de ia natu ralezn, está, sin cmbarijo, sometida a sus leyes; que de
e~te Illodo e! cristianismo, en oposicion con la naturaleza, teniendo por fin
rl~stablec(~r al hOlllhre a un estn(lo sohrenatural, del que le suponían raido,
'e colo(;aha en una esfera ideal, y se separaha con serncjante doctrina del
nlllndo social, del mundo verdadero; y que de~de entonces este mundo, fallo
de un dogma 11111' cOllluvip,e la ley dc su propio desarrollo, dehiú constituin;e
con arreglo al do¡"(ma antiguo, modificado solarucnte. como ya hemos dicho,
pllr el principio IIJOral lIlas elevado, qae el cristianismo hahla introducido en
la cOllciencia humana.


De aquí pror:ec!iú r,sa grande escision verifieada en tiempo de Constantino
entre la sOeLedad espiritual y la sociedad temporal, las cuales no fueron desde
entonces mas que la permanente manif(~stacion del ant!lgonismo radical que
acabamos de esponer. i1 ubo do;,; sociedades, que descansaban, la una sobre el
derecho de la unidad y la igualdad universal, y la otra sobre e! derccho
antiguo de la unidad y la igualdad de raza o de ciudadanía; el cual, fuera
de esto, dejaha subsistir el derecho reconocido dc la fuerza. Todos los cristia-
nos, sin esceptuar a los individuos mismos del sacerdocio, vivieron a la vez en
esLas dos soeiedades, cuyos principios eran ineoneiliables; y de aquí procedie~
ron la guerra perpt'tua c;,;tablecicla entre ella,;, y los desórdenes, las contra-
dicciones, la teadeneia recíproca !l i'T"pnl


'
\l:er, y la impotencia de prevalecer,


de UIla manera rOlllplpla y definitiva, la l1lezela confnsn dr acciollPS y reaccio-
¡HeS, y todus los eslnlflOS eDntrasles ,¡U e presentan durante el periodo de
catnre:' sif\los. Ulla:; \'CZC~ el Po<ler temporal, obedeeiendo a la fe rclijiosa,
íUodifi(~a¡'a practicnnwllln su derC'Lho {'·n el sentido de! derecho cristiano; otras,
el Poder espiritual, mezclado forzosamente al mundo estcrior y asociado a sus
illtere~es, suhordinaha, practicaIllellte Lamhien, este mislIlo derecho cristiano




264 PASADO Y PORVENIR
al derecho jenerador de las instituciones políticas y civiles. U n duali~mo pro-
fundo., representado por la Iglesia yel I';stado, oponía entre ellos los elemen-
tos nusmos de la vida.


Sigamos en medio de esta lucha el progreso de la humanidad.


CAPITliLO XI.


CONTli'iUACION.


DESPT:E' de la caida del imperio romano, cnmhió de faz la Europa civiliza-
da. Constituyéronse nuevas naciones, que estaban \ a en el vigor de su creell-
cia en la ('poca en que el mahometismo propagaha en el Oriente una dodrina
muy an¡\loga al deismo moderno; doctrina (Iue, negándolo todo a la vez, así
las propIedades divinas, como su modo de existencia personal, opuso un oh s-
lúculo invencihle al desarrollo de la personalidad humana, y destruyó e1.lér-
lIIen mismo de la ciencia.


En las provincias occidentales, la [glesia convirtió a la fe cristiana a los
pueblos conquistadores; pero no pudo darles un derecho politico o social que
ella no poseía, ni sustituir a la organizacion del trahajo sohre la esclavitud
otra organizacion. Sus tentativas en este jénero terminahan constantemente en
la comunidad del réjimell Illoná::;tico, quP suponía el celibato y la ahdicaeion
de la lihertad individual; réjimen favorahle a la produccioJl, mipntras duró la
pohreza primitiva, pero que, ulla "ez creada la riqueza, enjendró inmediata-
lUente la corrupcion, y ron esta la ruina de la institucion misma.


las sociedades qne se estahlecieron después de la invasioll del ITIlmdo 1'0-
lllano, dpscansaron ~obre el derecho de conquista o sobre el de la fuerza, y
este derecho arregló la jerarquía de las c()nclicIOTw~ y fnIlcioIlPS. La ignaldad,
l~l como e\islia entre los conquistadores, era una igualdad de raza; no c.ono-
cleron otra orijinariamente; y este principio, haio nomhrps y formas diVer-
sas? subsiste aun hoy en casi toda Europa. De la igualdad" así concebida, naciú
la !Jbprtad, quP tUYO en todas partes y siemprf' a la prollledad por espresIOn y
garantía. I~s('eptuaIldo los d('rpchos (le raza, igualdad, libertad y propiedad,
la poblacíon cOl1nuistada fue reducida al e,tado de esclavitud. Vealllos COlIJO el
crislian,isrn,o lo Tllódilicó proi'resivam~~nte. Lo que primeramente se observa es ql~e,
lll1pl'lnllenúO en la [rclItr del e~clavo, w:ual al hombre lIbre delante de DIOS, el sello
de la hU,llianidad, hizo de él una per Slll1 a , ta personalidad tuvo por consec~cncia
el matJ'l1l\onlO y la familia. Y he aquí porqw\ se descubre claramente la 1111 por-
tanCia del carácter de unidad y santidad que el matrimonio adquiere, a medllla
que la sociednd anll1za en el 'camino de su perfeccionamiento. i'ío solamente
la mujer lkbe a este c<!rácter su emancipacion, su difmidad y todo lo que
la constituye compañera del hombre y su verdadera esposa, sinIÍ que él es la
salvaguardia de la familia entera, que llega a ser un lodo indivisihle; forman·
do ~lU Yí,nculo qne no e .. isle allí donde reina, en cualquier grado que sea, la
po)¡galllIa sll1Iultánea o ~uc(~siva; y al comprender en cierto morlo a la madrr y
a los hijos en la jlersonalidad de!' padre, la hace lllas inviolahle, juntando a
ella, Jlor medi() de una consagracion lluera, la idea y el sentimiento de una
perpetuidad indefinida. ' ,


El cristianisnlo cubrió lamhien a los Mbile:; v oprimidos con la proteecioll
de un d,erecho moral emanado riel dogllla de la 'fral<~]'[]idad hnmana, derecho
que ,resIstía con lentitud, pero continuament.e, el derecho de la [ll(~rza. A la cs·
da vilud sucedió la servidumbre, y el siervo se diferenció del esclavo en que




DEL PUBBLO. 2(jj
no pudo ser arrancado del terreno, trasportado de un lugar a otro, ~i separa-
do de su Liunilia, a la cual estaba unido con un lazo sagrado; y SI debía su
trabajo al señor, verilicóse entre ellos una particion de este Illlsmo trabajo,
perteneciendo al siervo una parte de él: además le fue permitido cultivar cier-
ta porcion de tierra y recojer sus productos, hahiéndoscle concedido al efecto
algunos di as de la semana; los otros dias, empleados en provecho del :sellar,
eran una ~specie de canon o de arrendamiento de la tierra dejada a su dispo-
sicion. Bailía, pues, en este estado de servidumbre un principio de propiedad
)' por consecuencia de libertad.


El artesano se emancipó mas pronto, porque llegó lIlas pronto a crearse
una propiedad: rescató cOlnpletamentc su persona y su derecho peI'sonal. La
clase libre se aumentó tamrnen COIl las emancipaciones gratuitas que multipli-
caba la inlluencia del principio relijioso )' la de la Iglesia,


Perteneciendo en lo sucesivo al hombre emancipado su trabajo, pudo ven-
derlo y cambiarlo, en virtud de convenciones mutuamente voluntanas y, bajo
este punto de vista, libres. De este modo tuvo orijen el salario, que, suslituido
poco a poco a la servidumlJre, llego a ser la bas@ de una constitucion nueva
del trabajo. Seguramente era este un gran progreso; pero aun debía en su dia
produclr otros mayores, porque la humanidad no se detlCne Jamas.


La condicion moral de la libertad, la condicion del derecllo, existía para
el asalariado; pero, como dependiese inmediatamente de su trabajo para Vivir,
y su salario de los que comprahan su trabaJo; y como por una con~ecuencia
de ~u posicion Illas ventajosa, fijalJan estos el precio casi a su voluntad, falta-
ha a aquel la condicion ue hecho o material de esta misma libertad, es decir,
un fundo individualmente adquirido, la propiedad.


Algunos, por medio de Sil industria y de fe[¡7,es circunstancias, llegaron a
crearse este fuudo a fuerza de ahorros, y l)len pronto formaron Ulla clas@ se-
parada. Pero estos a su vez no tardaron en conocer que su propia libcrtad,
lUcompleta todavía, no tenia en la institucion poHtica y civil ninguna garan-
tía, a pesar de que les asistia el derecho de exijirla como indispensable a su
seguridad, y la reclamaron en efecto, pero tUVIeron llue conquistarla. De aqoí
provlUo el establecimiento de los comUlles o lIlunicipalidadet> y el nacimiento
de la clase media.


La municipalidad fue en la edad media lo que en la antigua era la ciuda-
danía, pues solamente favoreció a la aristocracw vecinal, es decir) a aquellos
que, entre los emancipados, reunían las dos condiciones de la libertad: el de"
rceho personal o la condicion moral, y la propiedad o la cOlldieion material.
Los demas permanecieron fuera de la nueva ciudadanía, no gozaron de las
prerogativas resef\'adas solamente a los vecinos, y fueron en la municipalidad
lO que los pleheyos fueron en Roma, no esclavos, sinó proletarios, el pueblo,
la plebe.


Imperfecta como era la iustitucion de las municipalidades, sirvió, sin em-
bargo, a la causa de la civilizacion jeueral, pues marcó una de las fases del
desarrollo de la libertad entre las naciones cristianas: por ella se introdujo en
el órden pohtico un elemento nuevo, que llegó a ser el brazo popular; ella con-
tflbuyó a conmover el sistema feudal, que no era mas que la organizacion de
la conquista en provecho esclusivo de los conquistadores. Dulciticáronse las
co~tulllbres; la arbitrariedad halló un obstáculo poderoso en la conciencia pú-
hllca, que fue penetrando cada dia mas en el principio cristiano; la justicia,
lUenos parcial, tomó Ulla forllla mas regular; la debilidad fue mas protejida; la
servidumbre disminuyó gradualmente; la riqueza se acrecentó por efecto de la
Il1lSllla emancipacioIl del trabajo y por la estellsiou de la propiedad. El número
de lo~ que adquirieron este complemento de su derecho se aumentó cada dia,


10"




266 PASADO Y PORVENIR
Y cada dia tambien una savia mas abundante de libertad circuló en el cuerpo
social.


Principia aquí una nueva era, cuyo carácter y tendencia importa conocer
perfectamente.


CAPITULO XII.


MovalIENTo DE LA SOCIEDAIl CRISTiANA DESllE EL SIGLO XV AL XVlIl.


AUNQUE el progreso de la relijion y de la politica se encadenan del mismo
modo que la causa y el efedo, hablaremos de una y otra sucesivamente, para
que se comprenda mCJor cada una de ellas en sí y en su estrecha e íntima tra-
bazon.


Destle que el dogma tcolójico se constituyó tlelinitivamente, el entendi-
miento humano, obedeciendo a sus leyes esenl:Íales, lo sondeó en todos senti-
dos y sc esforzó en conccbirlo, rechazando como errores o como hcrejía~ las
opiniones lójicamente incompatibles con este dogma fundado sohre la creBncia
de un ónlen sl)brenatural, y que caractcrizaha en lo que tiene de radical un
espiritualismo ahsoluto. El pensamiento desde entonces, desviado de las reali-
dades continjeIlte~, se encerró esclu~ivalIlente en la esfera de las esen¡;ias in-
materiales y de las ideas puras, y se entrego a la razon abstracta, cuyo pro-
ducto, bajo diversos aspectos magní!ico, fue la ¡ilosofia escolástica, que de,;-
de el duodécimo al décimotercio siglo hahía llegado a su lilas alto grado de
elevacion, porque, fortificado el entendimiento humano por esta especie di:
jimlláslica intelectual, ,lIlquirió un poder, una sagazidad y sohre todo una
exactitud de método, que debía ser mas tarde un inapreciable medio de pro-
greso.


Empero, falto el dogma de consecuencias directamente accesibles al pcnsd-
miento, cesa el trabajo de ser fecundo, y cae en la sutilidad y en las vanas
abstracciones: por otra parte no podía fijarse para siempre en un espiritualis-
mo eselusivo, que rompia el lazo mllural del Creador y la Creacion, y mll--
tilaba en cierto modo la fe nativa y primordial. Verificase una reaeeion: el
hombre aspira a salir del estrecho círculo que una doctrina ríjida traza a ~11
rededor; promueve cuestiones que él mismo no comprende, cuestiones de tilo-
sofía y de derecho; ansía alguna eosa que no cOlloce; mas, por todas partes y
siempre, halla delante de si, como una barrera insuperable, el dogma tcolú-
Jico y la autoridad que se dice sobrenaturalmente establecida e inspirada,
para conducir la razon humana e impedir que se estraviase tle este dogma ab-
soluto.


Sin cmbargo, la- instintiva necesitiad de progreso es mas fuerte que todos
los obstáculos. Llegó el tiempo en que la humanidad debía llenar una nueva
fase de su desarrollo. Aparece el protestantismo, y desde luego se queja de la
autoridad, que encadena ha el entendimiento con lel dogma definido por aqU(~­
lIa. No niega el órden sobrenatural, pucs, demasiado aferrado en la creenr~ia,
no puede siquiera ni aun pensar en alterarlo. El protestantismo lo admite,
pncs, y, rechazando su consecuencia rigoro~a, próxima e inmediata, realiZil,
por medio de una contradiccion inmensa, una inmensa emancipacion; porque
somete de hecho el órden sobrenatural a la razon naLlli'al, y traspasando to-
dos los límites, desconoce las leyes de uno y otra, no dando a eada uno indi-
vidualmente lIlas que su propia razon por toda regla para buscar la verdad;
error que debia infaliblemente terminar en el escepticismo.




DEL PUEDLO. 267
Una vez conquistada esta libertad, manifestó se por todas partes una activi-


dad estraordinana, que secundó la invencion de la imprenta.
Estudióse la antigüedad; recojiéronse sus monumentos; flwron comenta-


dos; vulgarizáronse las ideas que encerraban, renoyando tlSl la cadena inter-
rumpida de las tilosofias; y, despierta la naturaleza COIllO de un largo sucflo,
ejerció sobre el hombre la Dlas poderosa atraccion. Invadió el arte, y no tar-
dó en precipitarlo en una decadencia, de la que hasta ahora no ha podido le-
vantarse.


El entendimiento humano, entretanto, atraido al camino abierto delante de
él, y que en la actualidad es el del progreso, dc~ciende d€sde las alturas del
espiritualismo cristiano hasta el seno de la Creaeion. OlJsena los fenómenos, y
se aplica 11 la investigacion de sus causas y sus leyes. Sirves e dc las fuel'za's
intelectuales anteriormente adquiridas para crear los fccundos lIlétodos, i IlS-
trulllentos lójicos que tanto han conlrilmido al progl'e~o del conocimlento e:1 el
órden de las realidade;,; ¡;onlÍnjentes. Las eielleia~ flsicas lIacen y Hparecen des-
de luego, y después se descubren y demuestran algunas ue las gralltle~ leyes
del ulllverso. La iglesia se inquieta; no tiene en SI, ni ell Sil dO¡)llla, el princi-
pio jenerador y regulador de este movimiento. Pero ¿cómo detencrlo? Ella lo
intenta, sin embargo: condena a Galileo; lllas la razon lo absllelye, y lo :,0-
ca vencedor. He al! ui dos órdcncs y dos podcres: el podcr natural de la ra-
ZO!l, que reina soberanamenle en el orden natural, y e1lloclersolJreuatural de la
iglesia, que reina soberanamente tambien en el ónlcn sobrenaturai: o, lo (jlle
es lo mismo, un verdadero dualismo, '1 ue, después de largos combates, dribió
resolverse llnalmenle en una unidad Illas alta y complcla, pon¡ue en el elllcn-
dimiento humano hay una tendell¡;ia invem:ible a la unidad.


Sin embargo, el~efecto de este duaiislllo pasajero es dividir la nallli'aleza
humana y constituir, como acaualllos de decir, dos órdenes separados e inde-
pendientes: el órden natural, en que la razon solo está sOllletida a sus propias
leyes; y el órden sobrenatural, al ¡;ual de he obedecer en virtud de Icyes todas
ellas diferentes: de donde se derivan tambien dos órdenes de yefllaLics sin re-
lacjon entre sí, y que conducen hasta la dedaracion de que puedcn :;;er contra-
dictorias las vcrdadc5 cientílicas v las verdades de fc.


A medida que la ciencia creé" y se consolida creyendo, se hace mas fuertü
la reaccion contra el órden natural, iclentificúndola con los doglllas fundamen-
lales y los principios cternos de tocla concepcion posible, yeuyolriéndolos en
una ncgaclOIl eOIllun. En oposióon el cristianisIllo con la naturaleza, concell-
trab aal hombre v a todas las ('osas en Dios, en quien tienen su esencia, En opo-
sicion con Dios, "la ciencia, separada de Sil orijen, concentra al hombre v to-
das las cosas en la naturaleza, que no contiene la razon de nada, portIlle no
contiene ni aun la razon de si misma. El materialisIllo y el sensualisIllo inva-
dieron la sociedad, sometida, como todo 10 demas, a una necesidad {ütal, v
la moral entonces vaciló sobre sus bases arruinadas. llusGose en el cuerpo y
en el organismo las leyes de la intelijencia, y en el interes las leyes del amor'
lo util reemplazó a h;¡ justo, y el egoismo al desintereso No hu<ho valor par~
sacrificios, y el deber fué en lo sucesivo una palabra vacía de sentido.


y es preciso conocer que erau inevitables estas ¡;onsecuencias, dadas las
dos tendencias contrarias. La del espiritualismo cristiano, tal como lo hahía
constituido la rázon abstracta, era descender desde la Causa absoluta hasta los
últimos efectos continjentes, y esplicarlos por la accion de esta causa (1). loa
tendencia cientíiica es remontarse desde los últimos efectos, a traves de las


(l) Esto es lo que ha hecho IUalcbranche negando la eficacia, y pUl' consecuencia la realidad de
las causas segundas, La armonia preestablecida de Le¡)'llilz se diferencia poco en el fondo d~ la
Idea de Malebranche, ¡>Qrque tambien tiende a la negacion de las causas linllas •




2iO l'ASADO y PORVEJ.lilI\
terialistas, no se temía confesar altamente. A las leyes espirituales de la vida
sucedió un equilibrio de fuerzas.


Desde entonces, como existían dos órdenes de verdades recíprocamente inde-
pendientes, fjue tamhien se suponían contradictorios entre sí, existieron dos
dercchos recípocramente indcpendientes, que tambien se suponían contradicto-
rios entre sí. El dualismo, de que ya hemos hablado anteflormente, se esten-
día a todo el hombre, a toda la sociedad; nada absolatumente perdonaba.


Sin emhargo, el cristianismo, en lo que tiene de eternalmente verdadero,
lejos de debilitarse, se desarrollaba incesantemente en la razon yen la concien-
cia humana. Y a medida que la ciencia, que realiza la union de lo nece~ario, de
lo ahsoluto y de las realidades conlinjentes, se desarrollaba, tendía aquel cada
dia mas á modificar los hechos sociales.


La igualdad, la fraternidad, la libertad evanjélica, recordadas sin cesar por
la ensefmnza, se introducían poco a poco en las costumbres, v se inoculaban,
aumlne lentamente) en las instituciones. La feudalidad se disolvió; los grandes
[eutlatarios, siempre temibles para el poder real, al que muchas vezes pusieron
en peligro, cayeron, y arrastraron a los demás en su caida; en seguida el edifi-
cio entero se desplomó, y no queda ya mas que una nobleza todavía revestida de
privilejios, pero privada de poder politico. El mismo movimiento arrastró a las
municipalidades, que ya hemos visto se constituyeron en la edad media sobre
un principio aristocrático, semejante al que rejía en la ciudad antigua.


Durante aquel tiempo, libre en parte el pueblo de la opresion de sus selio-
res, ad1luirió algnnos derechos, y entre ellos sus deredlOs personales: la ley le
puso en plena poses ion de los que procedían del matrimonio y la paternidad: con
muy pocas restricciones, le perteneció su trabajo, y por su medio un número
cada dia mayor llegó a creerse una propiedad, complemento de la libertad y su
primera p:arantía.


Después de una lucha de mil ochocientos años contra el derecho de la fuer-
za, el derecho cristiano, fundado sohre la unidad de la naturaleza, triunfó defi-
nitivamente. El porler real hahía absorbido sin interrupcion todos los demás
podcre~ que en diferentes grados pcsahan sobre el pueblo, y por esta misma
raZOJl ~in'io a la hUl11anillnd, aunqnc sin saherlo, porque creyó haher combati-
do por sí ~olo. Reducidos en la actualidad los dos derechos a su mas simple cs-
presion, e~t{m el uno eufrente del otro, el derecho del pueblo o el derecho de
tndos, y el derecho real o el dere(:ho de uno solo. Falta un combate, el último
tal H'Z ~ para decidir cual de los dos es ell¡lIe ha de prevalccer. El poder de los
reyes surlllllhe y no puede nenas de sucumbir, porque pertenece al mundo an-
tiguo, que acaba de retirarse delante dellllundo llUCYO, cuyo nacimiento ha
preparado el cristianismo.
COIl~idcra¡J el e~[lacio que ha recorrido: en el orijen de este gran movimiento


el pw'h!o era c~clavo, y ahora es el ~oherano. Hahrá todavía alguna resistencia;
pero cuda vez llHh dóhil, C~li1!() se calman las olas des!més Ile la tcmpestarl. La
emancipacioil completa, múvcrsal , se ha proclamado ya; no habrá mas distin-
ciones de fil1!tilia, ni de raza; !lO hnhrá mas clases, ni lllas privilejios políticos
o ei','iles, ni ~efl!)res, ni c~elavos, sinó hermanos uni(lo~ por los mismos debe-
res. la iguaIJa([, la lihertad, tal es el derecho reconocido, el derecho que de-
he!',i n~illar en ndel<illlp.


Pero esl e derecho alJ,tractamente a(!mitido, no existe todavía m[ls que en el
entendimiento, en la conricncia; h~ falta, [lar decirlo así, un cuerpo. ¿ Quién
se lo dar,)': ¿fjllil'ulo realizarú en sus condiciones esteriores? ¿quién lo orga-
nizar:t? E I cri~tianismo no pnede, porque dos obstáculos se lo impiden. Scpa-
rarlo de la naturaleza, estraflo [1 ella, en oposicioll COIl ella, ningun poder ejer-
ce sobre la misma. Y aun prescindiendo de este obstáculo, quedaría otro no mc-




DEL PllEBLO. 271
nos grande. En su concepcion del Soberano Ser y re~pecto a la sola perso-
nalidad, el cristianismo ha establecido un . dogma verdadero, pero incompleto
bajo dos aspectos: l." porque no determina la uocion fundamental de las per-
sanas, o la nocion de las propiedades que forman el vínculo de Dios y de la
Creacion; y 2. o porque tampoco determina el principio de lo finito, tal co-
mo llecesanamente existe en el Ser infinito. De aquí se sigue por una parte,
que, desterrado a las rejiones de lo absoluto, fuera del mundo de los fenómenos
continjentes y relativos, carece de la virtud plástica que realiza segun sus pro-
pias leyes las existencias en el seno de este mundo; y por otro lado, que no
contie.ne el dogma jenerador y regulador de la ciencia, con lo que claramente
se esplica porqué esta se ha desenyuelto fuera de él, sin que haya tenido ni
podido tener ninguna accion sobre ella.


ta ciencia sol a no podría realizar el derecho reconocido de la igualda(~ y
la libertad, porque este derecho no se deriva de ella, ni contiene en sí su prm-
cipio jenerador ni el del deber: todo lo contrario, la naturalez::l, donde todo
es rel::ltivo y depende de C::lusas necesari::ls, es l::l dflsigualdad, la fatalid::lfL


El deher y el derecho tienen su raiz en las leyes espirituales de los seres.
Así, cuando la ciencia ha prevalecido; cuando, por una reaccion contm el espi-
ritu::llismo cristiano, no han sido admitidas otras leyes que las que presiden a
los fenómenos físicos, liltalmente encadenados los unos a los otros, 1) las leyes
propias de la naturaleza, entonces el derecho y el delwr, imposihles de com-
prenderse, han sido, o esplícilamente negados, o rempl::lzados de hecho por
las teorías materialistas de lo útil, que han producido con los g07.CS sensuales
el egoismo prúctico ; el cllal, en este momento Illas qliC nunca, tiende a disol-
ver la sociedad, y la entreg::l de nuevo, aunque pasajeramente, al derecho
ciego de la fuerza, que habían enjendr::ldo las anligU::ls relijiones de la natu-
raleza.


Así, pues, en su impotencia ahsoluta para salir de las contradicciones del
estado presente, (le realizar el derecho y el deber, e inocularlos en el organis-
mo social hasta que se complete el desarrollo del dogma relijioso, mmprellde
hoy Juntamente el prim'irio IIlOfal y el principio cientíli('(), que serán insepara-
hles en lo sucesivo. EIH:errado el cristianismo en el órden natural, dará l::ls le-
yes de la vid::l espiritual; pero en el órden espiritllal i::l ciencia darú la leyes de
la vida fIsica, las leyes de la organizacion, que forman con laf' primeras la le-
i islacion completa dc la humanidad, Por lo tanto, mientras l::l ciencia se encierre
csclnsivalllente en la esfera de los fenomenos, sera d('~truetora del derecho; y
Illientras el derecho no descienda a esta esfera, permanccerú esteril. Revestirlo
rle 1111 cuerpo, tal es el ohjeto de la ciencia II::lmada eU))lomía jJolitica; la cual
no es mas que la aplic::lcion de todas las dClllasa la soluclon de los problelllas
sociales, en lo que concierne a sus condiciones materiales.


En definitiva, el prohlema jeneral, el problema de que depende el porve-
nir del jénero humano, se resllel ve, como se ve, en la necesidad de una ('on-
cepl:ion que, abrazando y uniendo los dos términos unidos ya a la afinnacion
constitutiva de la intelijencia o el primer artículo del símbolo primordial, Dios
y el e niverso, el Creador y la Cre::lcion, enyuelva en una misma ',sintexis uni-
versal, indivisible, las ideas necesarias y los fenómenos eontinjelltes, las leyes
ahsolutas de !::ls esencias y l::ls leyes s(;cl1nrlari::ls de sus progresivas manifes-
taciones. Visihlemente se 'aproxinía el tiempo en que se cf'cch;ará esta indispen-
sahle y magnííic::l sintesis. El progreso del egoismo y sus funestas consecuencias
conducen de todos los puntos, ::¡un los lIlas distantes, al principio cristi::lno del
deber. El cristianismo teolójico, sin intluencia en l::l soriedad, ::lisiado en el ór-
den sobrcn::ltural, cuya existencia le ha obligado a suponer su dogma incollJ-
pleto, conoce que algo le falta, que h::ly un gran vacío dentro de él. L::l ciencia,




272 PASADO Y PORVEI'UR
después de haber reunido hechos, observado y esperimentado, se pierde en sus
dominios oscuros y confusos, presa como la sociedad de una especie de indi-
vidualismo, que com'luirá por quitarle todo carácter de ciencia verdadera. Esta
tiende a la unidad por medio de la investigacion de las causas, y después de
Jwher recorrido todas las series de los fenómenos que perciben los sentidos,
principia a comprender que las verdaderas causas son inmateriales; lo que la
conducirá, por la necesidad de elevarse a las causas primeras y necesarias,
sin las cuales ninguna causa puede ser concebida, a determinar estas mismas
cansas, que no son sinó las propiedades divinas; es decir, a completar el dog-
ma o la ciencia de Dios.


C1PITULO XlV.


LEY DEI- PROGnJ!so.-EsTADO ACTUAL DEL PUEBI.O.


TODA la historia del homhre, en lo que concierne fundamentalmente a Sil
destino sobre la tierra, se halla reducida a lo que acabarnos de esponer. Por
todas partes vemos nacer y desarrollarse la sociedad segun unas mismas léyes
invariables. Ella nunca ha sido mas que la forma esterior, la espresion del dog-
ma recibido o de la concepcion de Dios y la Creacion. Todo sale, pues, de ella
¡Jor una necesidad ¡(¡jica e invencible, así el desarrollo del dogma como el de a misma humanidad.


Pero es preciso tener presente que el hombre, unido a Dios en lo que tiene
de intelijente y moral, 1 unido a la naturaleza por las condiciones corporales
de su existencia, depende de dos órdenes de leyes, que, siendo contradictorias
hajo muchos aspectos, debían concurrir, sin emhargo, a un mismo objeto y reu-
nirse en Ul\a misma unidad, porque el hombre es uno, y todo gravita hacia el
Ser infinito, principi,) S fin de todas las cosas.


Este movimiento por el cual la Creacion, manifestacion esterior de Dios y
su reproduce ion , tal como es posible en el seno del tiempo y del espacio, se
aproxima eternamente a él, constituye el progreso, primera ley de [os seres,
idéntica a la de su existencia. Pero no todos tienen en sí el jérmen de un pro-
greso indefinido; y entre los que Ilosotrcs conocemos, este es privilejio esclusi-
vo del hombre.


Así que, el hombre, como ser físico, hallaría en su progreso los mismos obs-
táculos que detienen el de los seres inferiores, puramente órgúnicos y encerra-
dos cn Ul\a esfera fatalmente limitada; v si bajo este aspecto se eleva sobre
ellos, lo debe a la inlelijencia , que hace de él un ser personal. ta personalidad
es el earacter que le distingue de ellos, y la personalidad es la lihertad. Todo
ser personal es esencialmente libre; todo ser impersonal es esclavo de la nece-
sidad. El progreso, plles, que para el hombre tiene su rmz en la personalidad,
es el progreso de la personalidad misma o de la lihertad; y en efecto, la ley del


l)fOgreSo, deducida de la historia, puede esplicarse y definirse de este modo: ct marcha del jénel'o lmlllllllo lwcilt lit libertad por medio del desarrollo simul-
taneo de laintelijl'nán ?f del amor (1).


El desarrollo de la intelijencia tiene, en cuanto al objeto eonocido de ella,
d?s ramas, correspondientes la una al organismo y la otra al Ser espiritual: la
clCncia y el derecho. La ciencia emancipa al homhre de la esclavitud de la natu-
raleza; el derecho le emancipa de la esclavitud del homhre.


(1) Esto que ahora inrlicamo. aqui tan lijeramante será tratado con mas estension en la terMU
parte del Pla~ o Elt3ayo a6 11M Flosofia.




DIlI. PVI!DT.O. 275
Estos dos órdenes de desarrollo jamás se dan a conocer juntos, principal-


mente en un mismo grado. Al contrario, alternan comunmente por una cspe-
cie de oscilacion que hare que cada uno de ellos prevalezca :sucesivamente cn
la influencia que ejerce sobre la sociedad.


Si la cieneia prcvalece, el hOIllhre adquiere indudablemente un poder Illa-
yor sohre la naturaleza; pero, en virtud de las caU8as espuestas precedente-
mente, este poder llega a ser opresivo para el hombre: el derecho es sofoca-
do bajo la dominacion de la fuerza egoista, que es lo que yemas en la adua-
lidad.'


Si el derecho es el que prevalece, se desarrolla solo y absoluto por su esen·
cia; no puede llegar a realizarse, a unirse á los hechos continjentes, relativos,
dependientes desde entonces de las leJes de la nalur¡¡leza, cuyo estudio es el
objeto de la ciencia. Tenernos un ejemplo patente en los vanos esfuerzos de los
primeros cristianos para trasportar del orden de las idea~ al orden. prac~ico el
derecho, tal como lo concebían, y tal como hoy lo concebnnos lamInen. Es pre-
ciso , pues, que el derecho y la ciencia se comuniquen de alguna manera; que
el derecho :introduzca en la ciencia el método espiritual dc la lihertad y dc la
personéllidad, o que la una a Dio~ uniéndob a aquello en que el hombrc es se-
mCJante a nios; y que la ciellcia realize cl deredlO, rcalizando las condicimes
materiales de su cxistencia esterior y social; cn una palabra, que lo revista de
un cuerpo.


Pero el desarrollo de la ciencia v el del derecho, de dondc resulta el des-
arrollo completo dc la intclijencia , "no forman mas que una de llls condiciones
del progreso. Tamhicn tiene una segunda, igualmcntc necesaria, el de~arrollo
del alllor; porque cl alllor es quien, suhordinando el derccho, que es la liber-
tad absoluta de caela uno, al deher, que es el reconocillliento de la Iihertad de
todos, hace posible en la esfera lllorélllél realizacion del derecho mislllo; de suero
te que, allí donde el poder del deber, es decir, el él!llOr se dehilita, la Iihertad
de todos y de cada uno disminuye proporcionaimente, pues las necesidades de
la existencia reducen la fuerza pura para mantener al menos éllgun orden ma-
terial en la sociedad.


Si tratamos de indagar en la actualidad cual es el estado del puehlo, lo que
mas salta a los ojos desde luego, romo ya lo hemos ilml'luado, ('s el camhio so-
hrevenido en el derecho; es el progreso de la razon púhlica, (lue, levantando
poco a paGO a este puchlo, abatido hasta el nivel dc las hestias, del estado de
esclavitud que tenía, lo ha proclamado soberano.


Pero esta soberanía abstracta no es todavía mas que una ¡iccion. De hecho,
el puehlo continua jimiendo en una esclavitud real ~. efectiva (1). La igualdad
y la Iihertad no son Illas que palabras vanas. :\'0 senicga especulativamente, ni
fa verdad que ella~ espresan, ni la naturaleza ohligatoria de esta verd¡¡d-Iey; la
cual, sin embargo, no ejerce mas que una débil an:iOll sollre la sociedad, siem-
pre sometida al derecho de la fuerza, siempre constituida únicamentc en pro-
vedlO .de los intercses de algunos. La ciencia toma, e~ verdad, un incremento
marav¡Jlosamente rápido; carla dia alcanza sobre la naturaleza "ietorias nuevas;
pero, eH lugar de producir un heneficio a la humanidad, estas victorias no han
h.echo m~s que agravar sus l~lales! porque el pr¡l~cipio de lo justo, que ~a~ ha-
na nntaJosas a lorlos, no eXIste m en las leyes, m cn las costumbres, ViCiadas
por el egoismo. Entre el derecho reconocido v el únleu prúctíco, efectivo,
existe un verdadero abismo. "


He aquí pon/lié el derecho, separado de Dios y de tOrlél concepcion de Dios,
carcce de fundamento lójico, porque no hay ningullo en las leyes puras de la


(1) Véa~r la obra titulada La E~c1a~iiud moderna. pájinas 123 a 137.




274 PASADO Y l'ORVE:'I'lR
naturaleza y de la eficacia íntima y poderosa que le presta la autoridad de su
oríjen yel carácter del dogma. He aquí tamhien porqué, por su esencia misma,
resolviéndose en el mdividualismo, opone a su propia realizacion en la sociedad
un invencible obstáculo, en términos que no se une al deber profundamente gra-
vado en la conciencia, ni se subordina a él. El deber, en efecto, por el volunta-
rio sacrificio de sí mismo, por la recíproca ahnegacion y, tinalmenle, por el
amor, une lo que el derecho divide, obra la tusion de los individuos imprimién-
doles Ulla tendencia comun, y los ordena entre sí y en todas las cosas. Así que
la razon del deber no se hallará, como sucede con las del derecho, en las leves
de la naturaleza separadas de las de Dios. Las leyes de la naturaleza solo con-
ducen a esta execrable máxima: cada !tilO para si y por si; máxima que reasu-
me en dos palabras la moral de lo útil y de la fuerza, pues, sin una fe esplíci-
ta en Dios yen las leyes de Dios, concehidas por el entendimiento, sin un dog-
ma que obligue a la voluntad y la determine lihremente, o en otros términos,
sin relijion, ningun deber es posible; hasta la idea es contradictoria. ¿ Y qué
resta de fe ni de relijion en la sociedad presente? ¡. Quién no se admira de
verla en el seno de sus miserias aspirar a librarse del peso que la abruma, y
consumirse en estériles esfuerzos?


El problema que ella intenta resolvcr, y que encierra el porvemr del pue-
blo, no es mas que el problema perpetuo de la humanidad, a sabcr: la reali-
zacion de la libertad, sobre la igualdad de la naturaleza.


Despues de una resistencia tan viva como obstinada, el derecho, así conce-
bido, ha depoo de ser disputado entre nosotros. ta igualdad y la lihertad es-
tan escritas en las leyes; pero las leyes, lo repetimos, no son mas que una
vana fórmula en casi todos los puntos que estan en oposicion con los hechos.
Se declara al pueblo lihre, y, sin embargo, vejflta sojuzgado Y' sufriendo bajo
la dependencia de los hombres Y de las cosas: de los hombres, por la concen-
tracion del poder en las manos de los privilejiados; de las cosas, por la con-
centracion de la riqueza en unas mismas manos; de manera que, ohlif'ltdo a
ohtener del poseedor dfl las rique7,3s y del poder lo que es necesario a la con-
servacion de su miserable vida, el hambre lo reduce a la servidumbre. Para
acabar de emancipArse ¿qué le falta? Lo que faltaba a los plebeyos de los pri-
meros tiempos de Roma, cuando conquistaron los derechos personales, a sa-
ber: la propiedad, sin la cual no existe libertad, y la participarion real del
poder, única grantía de la propiedad y por consecuencia de la libertad.


Así, pues, la Solllcion del problema jeneral anteriormente sentado tiene
muchas condiciones necesarias: el establecimiento de una base dogmática del
derecho, que, unil'ndolo a Dios, le imprime el alto carácter de una ley eterna
y ahsoluta; la union del derecho con el deher establecido sohre una bnse se-
mejante) y que. por medio de la fe, por medio de su imperio sohre la con-
ciencia, ha llegado a ser el regulador y el motor eficaz ele los aetos y la de-
terminaeion de los medios, por los cuales el derecho puede ser materialmente
organizado en la sociedad, o el concurso de la ciencia económica y política
para constitnir segun el dererho la propiedad y la g[lrantía de la propiedad.


Antes de esponer nuestras ideas sohre este punto, vamos a discutir suma-
riamente las que hasta ahora se han dado a conocer y qlle la opinion univer-
sal parece rechazar igualmente; circunstancia que desde luego establece con-
tra ellas una poderosa prevencion. Yeamos si esta queda justificada con el
eütmen.




DEL I'URBLO. 275


CAPITULO XV.


DE LOS ~IEDlOS PROPUESTOS PAliA RESOL.Vlm EL. PIIOBI.E~IA DEL POIIVENIR DEL PUEBLO.


POli diversos que sean los sistemas nacidos de la necesidad de un órden
social menos imperfecto que el órdcn actual, tienen todos, sin embargo, un
carácter comun; cual es romper la tradicion humana, estar, no solamente fue-
ra de la ley histórica del progreso, sinó en oposicion dIrecta con ella; de mo-
do que, para que aquellos fuesen verdaderos, era menester que hubiesen varia-
do las leyes del hombre y por consecuencia las de la CreaclOn entera.


La historia, en efecto, nos enseña que la humanidad se desarrolla a medi-
da que se desarrolla tambien el dogma, o a medida que ella avanza hacia la
concepcion de Dios y del universo, distinto de él y unido a él; de manera
que a cada una de las fases del desarrollo dogmático corresponde una nocion
del derecho y del deber; en la cual se funda la sociedad, que no es mas que
su espresion, su realizacion esterior. Pero, lejos de continuar este movi~iento,
que tiene su punto de partida y su razon única en el dogma primordIal en
que estan encerradas todas las condiciones y todas las leyes de la existencia,
los sistemas que vamos a examinar se separan completamente de él desde su
oríjen. ¿De dónde procede que desde el oríjen tamhien, y sin hablar, en cuanto
a lo presente, de los vicios particulares de cada uno de ellos, todos son igual-
mente impotentes?


Los unos (-1) niegan a Dios, y con Dios todo derecho, todo deber, toda lev
moral po~ihle, y van a perderse lójicamente en el hItalismo de la naturaleza,
en las tinieblas Cimmerianas de hechos que no pueden ser concebidos, ni co-
mo necesarios, porque cambian y varían continuamente, ni como continjen-
tes, porque no se admite ninguna causa fuera de ellos. ¿Qué es el hombre en
este sistema? Un no sé qué indetinihle, la somhra de un ser sin libertad, sin
respons~hilidad, una nJ(~rla inerte de una máquina inerte tamhien.


Otros (2), por el contrario, admiten a Dios y niegan la Creacion, que no
tiene par~ dIos mas que una simple e\Ístel~cia ideal, Ji p~r cons~wencia nie-
gan tamblen el derecho, que no tendría mnguna aphcaclOn pOSIble y, como
la creacion misma, no sería lilas que ulla qllimera y una vana ilusion, v por úl-
timo niegan el deher, que earece de sentido, no e\istiendo mas qu·e un ser
eternamente concentrado en sí y eternamente solo. Además, el fatalismo puro
es hajo otra forma un fatalismo abstracto, que remplaza al fatalismo físico de
los materialistas, al cual tiende directamente.


Otros (7i), sin esplicarse terminantemente, ni sohre Dios, ni sobre la Crea-
cion y sus relaciones recíprocas, identifican el derecho con las inclinaciones
del homhre, cualesq lJiera que ellas sean, declarúndolas todas lejitimas por un
mismo titulo, y negando tambien toda distÍncion fundamental del bien y riel
lila I , y por consecuencia todo deber: doctrina que se resuelve en el naturalis-
mo y el individualismo absoluto, y que hajo este concepto entra en la de los
Benthamistas y en jeneral de los ma terialistas, los cuales no admiten otro prin·
cipio ni otra regla de actos que 10 útil, ni otra llIoral que el interés.


Otros, finalmente, no admiten ninguna idea primera, ninguna concepcion
de las causas primordiales y necesarias, slllllerjidos unicamente en los hechos,


(O Los Owenisla8.
12'1 Los Sansimonianos. (3) Los Fourieristas.




276 1'1S1DO y 1'OI\YIlNIR
que no someten a ninguna' ley, tomando sus pensamientos por la re¡!:la absolu-
ta de las cosas, no esta~leciendo doctrina ninguna, ni deseehando ninguna en
virtud de un principio cóntrario, y colocándc·:.;e igualmente fuera de Loda crern-
cia, fuera del drrecho, (uera del deher, fuera de la humanidad, no en la
negacion, no en la duda, sinó en el vacío inteleelual y moral.


Todos estos sistemas carecen, pues, de las dos primeras condiciones que im-
plIca la solucion del problema del porvenir, En lugnr de estnhlecer sobre fun-
damentos sólidos el derecho y el deber, los derriban, faltos de una hase dog-
mática que, adhiriéndolos a Dios, pudiese darles el alto carácter de una ley
eterna y ahsoluta, ,


1\'0 existiría, pues, ni aun para aquellos que profesan sistemas tan estra-
ños, ningun problema que resolver, si fueran o pudieran ser consecuentes con
sus propias ideas; pero, dominados, sin saherlo, por el principio tradicional,
que domina a la misma sociedad, y apremiados COTIlO ella por la instintiva ne-
cesidad de realizarlo, se proponcn efeclivanH'nle por ohjeto la realizacion de la
igualdad, es decir, de un derecho que no tiene ninguna razün l'm;ihle en sus
teorías; y, ¡cosa admirable! adquiriendo del cristianií'mo la idea ahstracta y
ahsoluta de la igualdad, tal como sale de su dogma puramente espiritual, pi-
den a la naturaleza sola los medios de rjerutar esta realizacion; lo que los
precipita en un e¿¡os de contradicciones contínuas,


Tarea casi infinita 8ería enumerarlas todas, y por eso nos limitaremos a
indicar las principales haio el dohle punto de vista de la idea en sí misma y
de los medios de inocularla en los hechos sociales.


Primeramente, la igualdad, en un sentido ahsoluto, no es mas que un sim-
ple concepto, la hase a]¡strncla del derecho, el t('rmino ideal de una tendencia
y la regla de su (lirf'ccion, término furra del mum!o renl, corno el prototipo v
el rlerno m(ldclo drl hom hre. La igualdad reside en la naturaleza, esrncial·
mente una, de la cual todos pmtic;pan v los hace radicalmente lo que son; si
bien no en todos en el mismo grado de (lesarrollo, pues, indefinido en sí este
desarrollo, ticne en cada uno una medida diferE'nte. ta naturaleza comun
ofrece una desigualdad necesaria en sus rralizacioncs individuales; y precisa-
mente por esta drsigualdad, ineYitahle resultado de las relaciones diversas que
los diversos individuos sostirnen ('on rl mundo esterior y del lugar que ocupan
eJl el tiempo y el espacio, por esta misma desigualdad, repetimos, únicamen-
te por ella, la naturaleza humana e~eneial, manifestada y desarrollada bajo
todas sus fases, puede con~rglIir su fin.


Así, pues, en primer lugar los que aspiriln a estahlccer la igualdad, en el
sentido ilhsolnto dl'l derecho cristiano, dan a sus esfuerzos nn ohieto quimé-
rico en eontradiccion con la naturaleza y SlIS leyes; v en segundo lu¡mr, hus-
cando en la naturaleza sola y en sus lées los r¡leellOs de rralizar la igualdad,
tal como la C'oncihen, y por' eon~ecuencia la libertad, que es su espresion y su
forma, caen por una !llleHt contradiccion en el derecho de la fuerza, que es el
derecho propio de la naturaleza; derecho e,e1usivo de la libertad, y por con-
secuencia de la igualdad, eselusivo tamhien del deber, sin el cual la lIbertad
misma, dado que pudiese existir, se reduciría al individualismo puro, y des-
truiría toda sociedad.
J~l entendimiento se confunde y pierde en estas contradicciones, que se en-


jendran mutuamente y sin fin,
1\'0 es necesario, pues, hahlar !llas de las condiciones de la vida en el ór-


den intelectual y !lIoral, ni de las leyes supremas que arreglan rl desarrollo de
la humanidad; el cual ('n Sil cnu,a inlllediata no es llIas Ilue la conccpeion
p~'ogresiva de estas leyes: así que, descendamos a los hechos materiales, y 01-
y¡demos por un Illomen-to todo lo demas,




DEL PUEBLO. 27i
Lo que se trata es de realizar la libertad, puesto que no se puede conce-


bir seres iguales en otro sentido que en el de una libertad recíproca, y que la
igualdad, identica con la unidad de la naturaleza, no es mas que el hecho pri-
mitivo de donde emana el derecho.


La libertad, como hemos demostrado, depende de dos condiciones insepa-
blelllente unidas: la propiedad y la participacion en el gobierno, en el poder
de la lejislacion y en la administracion de los negocios comunes.


La mayor parte de los sistemas que hemos examinado desechan es presa-
mente esta últillla condicion; organizan el derecho jerarquicamente, lo subor-
dinan desde luego a un pnncipio anterior de desigualdad, o bien, absorbiendo
el derecho real y efectivo de cada uno en el derecho abstracto de todns, inocu-
lau este en uu poder dictatorial absoluto, que no sería mas que una absoluta
tiranía. Todos, sin escepcion, tienen tendenCias semeJantes, pues, careciendo
el deber de razon en los principios que le sirven de base, escluyen, al menos
implicitamente, todo otro derecho ([ue no sea el derecho de la fuerza, por lIlas
que se trate de ocultar esta consecuencia inevitable. Así es que, poco solícitos
de la cuestion política, los sectarios de estos sistemas dirijen casi esclusivalllen-
te sus esfuerzos a la solucion de la que ellos llaman cllestion social, es decir,
la cuestioll de la propiedad; y ciertamente nosotros no los v ituperamos por
esto, pon¡ue en su sistema no hay punto lilas illlportante.


Antes de examinar sus ideas sobre este asunto, recordemos lo que ya he-
mos dicho de la propiedad.


No hay elistencia posible sin la posesion de ciertas cosas indispensables al
sostenillliento de la vida fisica; posesloll iJ!~nLi('a a la del cuerpo lllismo, que
no subsiste, sinú apropiúndose cosas esteriores :a él. El hombre en esto no se
diferellcia de modo alguno de los demás seres orgánicos; como ellos está some·
tido a la misma lev universal.


Además, siendo permanente la necesidad de estas cosas, y no estando estas
siempre al alcanze de los que no pueden pasarse sin ellas, se hace indispensa-
ble en este caso estender la posesion mas allá de los límites en que la tienen
encerrada las simples necesidades del mOlllellto; o en otros térlllinos, la misma
razon que hace indispensable la posesion, exije frecuentemente la acumulacion
de cosas poseidas.


La perpetuidad de las especies puede exijir tambien que la posesion acumu-
lada se trasmita; y esto es )0 que se observa entre muchas e,species de ani-
males. Además, es claro que la ¡¡osesion no es utillli llena su objeto único, la
conservacion de los seres, sinú por medio de la apropiacion de co~as poseidas,
concedida a los individuos, y toda verdadera poses ion es individual.


Asi que, las leye~ de posesion, acuIllulacion, traslllision y apropiacion son
leyes naturales y comunes a todos los seres orgúnicos vivientes. Y lo que estas
ofrecen de variable segun las especIes con:5iste en las diversas modiiicaciones
que sufren en cada una de ellas las leyes jenerales de la vida. La abeja v otros
insectos acumulan, (sin lo cual no podrian subsistir. La traslJIision se estable-
ce naturalmente entre los animales que viven en familia, verilicándose entre
algunos de los que se reunen en manadas una verdadera apropiacion de ter-
reno. Los rumiantes en su estado salvaje tienen sus posesiones, que no per-
miten a otras tribus invadir. Aunque solitarios los pájaros cazadores, se atnbu-
ven igualmente un territorio determinado, cuya eslensioJl regulan sus mismas
ñecesidade5, y no sufren que se les usurpe. ~o hay una criatura que no posea
una habitacion o albergue: sobre la pelada roca dOllde va a calentar sus miem-
bros entumecidos, tiene la foca su terreno, que nadie le disputa.


Respecto, pues, de estas leyes no hay dJtercncia alguna entre el hombre y
los animales; pero subid del ser físico al ser intelijente, y la hallareis inmensa.




278 PASADO Y PORVENIR
El derecho se une al hecho, y la necesidad llega a ser la justicia, la poses ion
y la propiedad. Pero no debe imajinarse por esto que las leyes de la propie-
dad, las leyes que determina el derecho y consagra la idea de justicia, des-
truyan las leyes de la posesion o las leyes de la naturaleza; leyes inlllutables,
porque no son sinó las condiciones de la e"istencia de los seres en el orden de
las realidades tinitas. El derecho es la razon misma de estas leves cOllcebidas
por el entendimiento en su esencia eterna y divina, y el furidamento de la
obligacion de conformar a ella los actos libres. Y como las condiciones de la
existencia implican a la vez las de la conservacion de los individuos, conside-
rados aisladamcnte, y las de la conservacion del todo de que forman parte; y
como la propiedad se resuelve en la poses ion y aun en la individualidad, el
derecho implica tambien el deber esencialmente relati\'o al todo y la ciencia
o el conocimiento propio de las leyes relativas a la Creacion, porque, siendo
absoluto en sí, si la ciencia no determinase las condiciones, por dccirlo así,
orgánicas de su encarnarion cn el mundo csterior de los hechos continjentes,
sería de todo punto impo,ible su realizacion.


Resulta, pues, de lo que hemos dicho: que la Jll"Opiedad o la posesion uni-
da al derecho, concebida bajo la nocion de derecho, depende de las mismas
leyes fundamentales que la simple posesioll; la cual es uua condirion estricta-
mcnte rigarosa de la existencia de todos los seres dotados de vida. Se sigue
además que desde entonces la propiedad es:


Primeramentc, apropiable; y en efecto la apropiacion no es mas que la apli-
cacion de la propiedad misma. Porque sin aplicacion ¿qué sena? Un verdadero
absurdo. lo Puede (:oncebirse una propiedad sin propietario? ¿.Iem ohjeto, una
cosa que pertenezca toda ella a alguno, sin que sea propiedad I,li pertenezca a
nadie, y sin que sea apropiada? ¿ quién no conoce que la apropiaciun, cuya
lCJitimidad se ha negado en nuestro:; tiempos, representa en el desarrollo 50-
cialla individualizacíon progresiva de las posesiones, en razoll de la illdividua-
lizacion progresiva de las persouas, o el aumento de la libertad?


En segundo lugar, acumulable; pues de otro modo no llenaría su objeto,
que es la conservanOll dc los seres, o lo llenaría imperfectamente.
J~n tercer lugar, permanente; Jlorque su necesidad lo es: para el individuo,


mientras subsiste; indetinidallleme, para la falllilia, cuya duracion es indefi-
nida. Ya hemos visto (1) que la familia es una de las condiciones indispensa-
bles de la existencia del individuo y de la del mismo jénero humano, cuya per-
petuidad asegura.


En cuarto lugar, trasmisible; puesto que es permanente en la familia, y
tambien porque puede variar en SIl apropiacioll, segun las nece~idades varia-
bles a que deba someterse en conformidad con el derecho y el deber; es decir,
con las leyes de la justicia y del amor fraternal.


ta necesidad, en efecto, prescribe la poscsion jeneralmente entre los ani-
males; y del mismo modo dehería ser ordenada para el hombre por sus pro-
pias necesidades y las del prójimo. Pero el hombre libre viola la ley que el
animal obedece fatalmente: de aquí el ah uso de la propiedad y la necesidad de
que, respetando la sociedad el derecho individual, lo contenga en sus verda-
deros límites, a /in de que permanezca como derecho, Ji no se destruya a sí
mismo por su oposicion a las leyes en que se furlda.


Pero, lejos de mantener la exacta observancia del derecho, la sociedad,
por las causas esplicadas en el discurso de esta obra, ha consagrado siempre,
por el contrario, su violacion en algun grado, no por la voluntad espresa de
violarlo, sinó por una consecuenCla inevitable de la ignorancia parcial del mis-


(t) Capitulo IV. pájina 250.




DEL PUEBLO. 279
mo derecho. Obligada, por decirlo así, la misma humanidad a seguir el dogma
en las fases sucesivas de su desarrollo, ha debido pasar por todos los estados
intermedios entre el derecho absoluto de la fuerza, en que, despojado el hom-
bre de su personalidad, era propiedad de otro hombre, y el derecho, igualmen-
te absoluto, fundado sobre la unidad de .la naturaleza; segun el cual, entrando
este mismo hombre en plena poses ion de sí mismo, adquirió a un mismo tiem-
po la libertad y la propiedad, condicion esencial de la libertad.


J>ero esta emaneipacion, fruto del desarrollo sucesivo del dogma, se verifi-
ca solo gradualmente.


De este modo, des pues de la esclavitud vino la clase proletaria, y su es-
tincion es lo que en la actualidad trata de efectuarse; o en otros términos: lel
derecho cristiano de igualdad y lihertad, que! por un invencible impulso de la
razon y de la conciencia, se aspira a realizar en nuestros dias para todos los
hombres siu escepc;iou.


El proletario se diferencia del esclavo en que, libre de derecho, es una
verdadera persona independiente de los demas bajo este aspecto abstracto; y
se confunde con el esclavo en que, como a este, le falta lambien la condicion
material de la libertad, o sea la propiedad.


Determinar los medios por los cuales pueda el proletario llegar a crearse la
propiedad que le falta ya completar de esta suerte su emancipacion, es, tinal·
mente, en el órden eslerior el problema que hay que resolver; y no es sola-
mente la razon pura con su lójica rigorosa, sinó la historia toda entera, quien
lo establece del mismo mouo tlue hemos manifestado.


/.. Puede comprenderse acaso que hayan creido algunos seriamente resolver-
lo proponiendo la abolicioll absoiuta de la propiedad? Seguramente no es este
uno de los fenómenos menos estraordinarios de nuestro Siglo.


Pero, sin pretender formalmente ,la a!Jolicion de la propiedad, se puede
igual[JJente destruirla redlazando la apropiacion, que le es inseparable. Y esto
nos conduce a examinar los dos sislemas conoeldos bajo el nombre de comunis-
mo v socialismo.


El primero se resuelve en el segundo, por la necesidad de organizar la co-
munidad misma, de dirijir los trabajos de c;ada uno y de todos de manera que
estcn en armonía con las necesidades, de coordinarlas hajo un plan jeneral v
distrihuir los ¡¡rouudos segun la regla convenida; lo que implica una Jerarquía
de funóones y , por consecuencia, de funcionarios. El socialismo por otro lado
se resuelve en el cOll\unismo, puesto que cada uno individualmente no tiene
deredlO a lllas que a lo que la soc;iedad le designa; la cual le emplea segun su
capazidad. y le retribuye segun sus obras, de que ella sola es Juez.


Es evidente, pues, que en estos dos sistemas, de tal modo enlazados que
no forlllan Illas que UIIO, la propiedad solo existe de nombre; reduciéndose en
cuanto al individuo, degradado desde entonces al nivel de las bestia~, a la
simple posesion no trasmisible ni aeulTlulable, y por consecuencia, fuera de la
naturaleza y de sus leyes, a menos que no descienda mudlO mas de la catego-
ría de las bestias.


Pero, prescindiendo de esto, acordémonos solamente de que, siendo la pro-
piedad la condicion necesaria de la libertad, el problema que hay que resolver
es el problema de la emancipaclOn real y completa del proletario, que consis-
te en la determinacion de los medios por los cuales pueda llegar a crearse una
propiedad.
. Para que la libertad sea indiridual, es menester que la propiedad, segun su
esencia, sea individual tambien, pues la propiedad individual puede encontrar
dos obstáculos diversos: su formacion puede ser estorbada por la ahusiva es-
tension de la propiedad individual, que, concentrando en las manos de algunos




28{) PASADO Y PORV'5NIU
la materia de la propiedad, no deje nada que pueda servir de propiedad a los
demas; o tambien por el estremo de este mismo abuso, que concentra en las
manos del Estado la propiedad elltp,ra. Esto es precisamente lo que hacen el
comunismo y el socialismo. La com:entracion absoluta de la propiedad en las
manos del Estado es el medio que proponen para abolir el proletarislllo y
emancipar al proletario; de suerte que, reducidos a sus mas precisos términos,
el problellla que debe resolverse y la solucion que dan estos dos sistemas pue-
den ser espresados de este modo:
PIlOBLE~L\: Hallar una organizacion en que touos sean propietarios.
SOLl;ClO~: Establecer una organizacion en que ninguno sea propietario.
O hien:
PnonLElIA: Realizar las condiciones de la libertad universal.
SOLl;ClO.'i: Constituir la hase de una esclavitud universal.
Pero pasemos adelante.
Consideremos al Estado siendo el solo prollietario. ¿Qué es el Estado? Un


ser abs.tracLo, a menos que por el Estado se entienda los jefes del estado; y
estos serán evidentemente los que tengan de hecho la disposicion de la pro-
piedad cOJUun, la disposicion, no solamente de jas co~as, siuó tambien de las
personas, para que la produccion necesaria se asegure; pues sea que, estableci-
dos a la manera de los antip;uos sacerdotes, no dependan mas que de ellos
mismos, sea que se les supoI~ga predestinados, el resultado es que Lanlo tiem-
po como posean el poder estarán respecto a los súbditos en la posicion del an-
tiguo seflor o del colono de nuestros dias respecto de aquellos que, colocados
bajo su mando, dependen de él en euanto a su trabajo y a la rctribucion del
mismo: hacen lo q lle se les manda ~ reciben lo que se les seflala sin oposicion
ninguua. ¿Qué es esto, pues, sinó la esclavilUlU Siempre la e~cla vitud; a ca-
da paso se tropiew con ella, pore¡ ue forllla' un sisteIlla completo.


Nolad bien que nosotros lo tomamos sin impugnacion, tal como se nos
presenta, admitiendo que la institucIOIlmarchará regularmente tal como se ha
concebido. ¿Pero cree natlie de buena fe que seres humauos en posesiou de
semejante poder, de un poder que les entrega todo, personas y cosas, no usa-
rán de él SlllÓ arreglándose a justicia y olvidandose de si mismos para no pen-
sar mas que en el bieIl de todos'? ¿Pues qué, siendo Illas poderosos que ningun
:;oberano lo fue nunca entre los pueblos lilas esclavos, puede ser su poder una
garantía conLra los abusos de su mismo jloder"? ¿\o es presumihle que preten-
dan convertirlo en provecho propio, vincularlo eu sus lIlanos y perpetuarlo en
su familia? ¿Siendo seflOres, consenlirian en llegar a ser esclavos a su vez'?
Verdaderamente esto seria tener una alta idea de su virtud, que justilica mara-
villosamente la esperiencia. i Husos! ¿cómo no veis que lllarcllais directament.e
al establecimiento de las castas? Todavía la sociedad sería lllUV feliz si se de-
tuviera aquí; porque vuestro sistema, plenamente realizado, la haría descen-
der mucho mas.


Supongamos que se establece este sistema, cualquiera que sea: bien pron-
lo nacerá una nueva cuestion, en la que 110 estan conformes socialistas y co-
munistas. ¿La reparticion de los pmuudos del trabajo o de la riquez.a comun
se hará segun el principio de una igualdad absoluta, o en Ulla proporcloll des-
igual, determinada para cada uno :5cgun su capazidad y sus obras? En esta
última hipótesis, varía la base primitiva admitida del derecho; no descansa
mas que sobre la unidad de la naturaleza; se le trasporta del órdcn espiritual
al órdell material, porque las diterencias de eapazidad proceden de las dife-
rencias de organizacion, y en capazidad igual las diferencias de las obras pro-
ceden de las (üferencias de fuerza, y aun de las diferencias de organizacion.
Además! la aprcciacion de las diferencias de capaúdad es puramente arbitra-




VEL PUEBLO. 281
ría, porque ¿cómo apreciar con certeza los grados,de capazidad y la superi~­
ridad relativa de las capazidadcs distintas? ¿Cómo clasificar desde luego eqUI-
tativamente a los hombres segun su capazidad, cuando no hay para esta una


.mcdida segura?
tuego la socicdad tiene por hase al fatalismo de la materia y el derecho de


la fuerza que de ella se deriva, por regla la arhitrariedad, v por consecuencia
la destruccion radical de toda libertad, la doble esclavitud de la naturaleza y
del hombre.


Admitiendo, por el contrario, el principio de la igualdad absoluta, las le-
yes de la naturaleza oponen un obstáculo invencible a su realizarion; y los es-
fuerzos por medio de los cuales se trata de superar este obstáculo, conducen a
la aholicion de la lihertad, que es su espresion directa y necesaria; porrlue en
lucha con la naturaleza, hay que cOlllbatirla por medio ae lo que solo tiene ac-
rion sobre ella, a saher, la fuerza física, la fuerza ciega y fatal. Así es que en-
tre aquellos que se proponen este ohjeto de igualdad rigorosa y absoluta, los
mas consecuentes concluyen por establecerla y conscl'Yarla con el emplio de la
fuerza, con el despoti~llIo y la dictadura, bajo esta o la olra forma.


Para que la i¿;ualdad de los bienes fuese posible, sería menester que serne-
pnte igua Idad ex.istiese en lodo lo demas; pues, dejando de realizarse un mo-
mento, no subsistiría un momento despues, sinú q lle formaría un equilihrio
instable, alterado sin cesar por las desigualdades naturales.


He aquí porqué los partidarios de la igualdad ahsoluta se ven ohligados
desde luego a atacar las desigualdades naturales, a fin de atenuarlas, si es po-
sible; lo (¡He sería destruir la sociedad misma al propio tiempo que se destru-
yese la variedad de las aptitudes y de las inclinaciones. 1\0 pudiendo hacer na-
da sobre las condiciones primeras de organizacion y desarrollo, su ohra prin-
cipia en el instante en que el homhre nace, en que el niüo sale del seno de su
madre. El Estado entonces se <tpodera de él para colocarlo en condiciones de
desarrollo intelectual, moral y fIsico, Iguales para todos; Jo que le obliga a sus-
traerlo a toda otra influencia (¡ue no sea la suya, y por consecuencia a deter-
minar las doctrinas que deban serie enseüadas escluslvamente, las uociones
de lo verdadero y del hien, la relijiou, el derecho, el deher y la ciencia. Ved-
le, pues, seilOr a11s01uto del ser espiril-ual C0l110 del ser orgánico. Intl'lijeucia,
conciencia, todo depende de él, todo le est<l sometido; no hay de,de entonces
familia, paternidad ni matrimonio; son lInlll:lcho, una hemhra y HilOS cachor-
ros, de Iluieues el Estado se sirve y de quienes hace lo que quiere moral y
físicamente; una servidum!)fe universal y tan profunda que mida se le escapa.
y penetra hasta el alma Husma.


Los socialistas que rpprllehan esta igualdad absoluta son a rrastrados a las
mismas consecuencias para ronscrYar en el seno de su jerarquía arbitraria una
:lpariencia de derecho legal, y sobre todo, porque, siendo los encargados di-
rectamente de proveer a tudas las nece~idade~ socwles, de cuallluiera clase
que 5e:11\, es menester que el poder ,en cada uno de estos órdenes, ejerza una
autoridad soherana.


Resper.to a las cosas materiales, la igualdad no podría establecerse de una
manera (¡ue fuese algo duradera por medio de la simple parti(~i(Jn. Tratándose
solamente de la tierra, se cOllcilie que pueda ser di y idida en tantas Jlorciones
como individuos hay en ella; pero como el númcr0 de irHli\idum; varía perpe-
t~aJljenle, sería Illene~tcr tambien camhiar perpetuamente esta division primi-
tJva, que por otro lado no destruiría de modo alguno la desigualdad, puesto
(/lle dejaría ~ubsistir la de los productos solJre 1I1111 cslension igual de terreno
de calidad igual, en razon a la diferencia de in(!nstria y de otras mil circn llS-
tancias fortuitas. Ademús, siendo el trabajo la necesaria condicion de la po-




:282 P\SADO y PORVE",m
ses ion , y estando desde luego obligado cada uno a cultivar su tierra, no ha-
hría oficios ni artes, ni por consiguiente cultivo; solo se vería la muerte de
toda la sociedad v la ('stincion de la vida.


Y, si ('on arreglo a cslp principio se estiende la diyision igual a todo .léne-
ro de propiedades, \ queremos estahlecer y manlí~ner la igualdad efediva de
las torlullas y defenderla contra la accion de todo lo que cOll~pire a alterarla,
la mayor pro¡luceion indiyidual, el consumo menor, la acullIulacion, los ahor-
ros, ele., yendrl'lllOS a parar inevitablelllente en ulla organizacion social tal
que, quedando abolida toda propiedad individual, no e:\ista otra u otro p()see-
dor de dcrecho que el Estado; el cual prescribe a cada individuo un trabajo
if/llal, aunque di\erso, y atrihuye a cada uno una porcion ¡'unal de frutos, cua-
lesquiera (lue ellos sean, del trabajo conmn, vijilando en lo dl'IIlúS porque la
it7 uuldad no se destruya, ponrlle no se haga mngun ahorro, ninguna acultlula-
non, ninguli cambio, en Jin, que conduzca a la de:,igualdad .
.E~ta manera de pose:iion, si l'S yoluntaria, es la del fraile sujeto por sus vo-


tos a la pobreza y a la ohcdiencia; y aun en las órdenes TIlas severas se les
perrllite un pequeflO peculio de que pneden disponer a su antolo. Si no es vo-
luntaria, es la del esclayo, para quien nada IlIodifica el rigor de su condicion;
pero decimos por:o, es la de la hestia ele ~arga quP, despuc\s de haher wlllpii-
do la tarea ll1lpuesta por su dueño, reclllC en un e,tahlo la raclon qne se le
ha de~tillarlo. Todos los \a7.0s de la humanidad, las relaciones simpáticas, el
sacrificio lllútUO, el cambio de servicios, el desinterés, Lodo lo que constituye el
encanto de la vida, todo, todo ha desaparceido para siempre. "


Si no hubiéramos al:ugado demasiado este capílillo, demostraríamos que el
sistema económico de !os Fourieristas tiene algunas ideas casi prácticas, (lile en
el fondo no les ~on propias; que ningun camhio vcritica en el órden presente de
las cosas; que deja sllb~i:;tir torlos los vicios; tille 110 es, en suma, otra cosa, ba-
jo una forllla Illas eacubierta, que el mal mislllo cuyo remedio husca; ~' que, en
contradiccion por Olro larlo, con las leyes superiores, las leyes morales de la
naturaleza humana, encierra numerosas y radicales imposihilidades.


Conclusion: los medios propuestos ha,la a(luí para resolver el problema del
porvenir del pueblo, terminan en la ncgacioll de tollas las condiciones indis-
pensables de la e\istencia; (]i\struyen, sea directa o implícitamente, el d(~ber,
el derecho, e1matrilllonio y la familia; y solo producirían, si pudieran ser apli"
('ad()~; a lrr sociedad, en lugar de la libertad, en la (Iue se rea:-iume todo vercla-
dero ]lr()~reso, una servidulllbre tal que nada ofrece comparahle a ella la his-
[aria antJgua.


CAPLTCLO XVI.


CO}IO SE EFECTUAIt\ EL CA11B1O Q(E nEBE RE1LIZAlISR IlN EL ESTADO ACT[JAL DEL
PCEIlLO.


PllOLETAHIOS, homhres del puehlo, teneis que completar vuestra emancipa-
cion y realizar el derecho fundado sobre la i~t1nldfld df~ la naluraleza; y para
e~to es necesario, en primer lugar, que cOlllPrendais que un dl',;eo Ill'ly silH:e-
1'() de dirijiros hacia ese ohjeto, a qw: (lebeis encnminaros incesantemente, po-
dría, cngailndo por una falsa luz, alejaros de ól ~ ('.onduciros a otras vías fu-
lIestas.


Es 11¡'cesnrin , pues, que eomprendais tamhien que el e~tado mejor a r¡tl(~ as-
pirais y al t¡ ue Dios os manda a~pirar., no se verilicará por lIledio de un cambio




DEL ¡>l:EllLO. 285
repentino, sinó, como todas las cosas del universo, por medio de lln desarro-
llo continuo, por un trabajo constante, {]ehiendo cojer cada dia sus frutos, que
serán como el jérmen de otros !lUCIOS mas ahundanles. Cuando se arroja una
selllilla en un campo preparado para recibiría, esta semilla da primero ulla
mies, que, sembrarla ~egullda vez con el llIisIlIO cuid8.do, rla otra !llies diez y
veinte rezes mayor. Esto mismo sucederá con las selTlllla:; del hlen que con-
liareis al campo, para vosotros ahora tan estéril, sin embargo de que vosotros
sois 4uien lo eultlyais, pero que otros recolectan. Xo os canseis ni os desani-
Illeis con demasiada impaciencia, pues nada se hace sin la a: uua del tierupo. Y
telled presente taJllbien, y no lo olviueis nunca, que en esta útla es preciso
combatir y sufrir incesantemente, porque el término dc nuestros deseos inli-
nitos no e'stú en ella; porque tellelllOS que llenar una fUllcion grande, pero la-
boriosa; porque no vivimos simplemente por vivir, sinó para cumplir una tarea
santa. Asociados a la accion de Dios en la eterna produccion de su ohra, tene-
mos, coél , que crear un IlJUnt!o.


Scntanrlo el hecho primitivo rle la unidad ue la naturaleza y de la igualdad
que supone, deríyase de él un derecho, la lilJertall; y la libertad es prel'isa-
mente la que teneis que realizar, porque no es lllas que la igualdad llIiSIlIa, no
:;olamenle ahstracta, sinó efectiva, ,'inl, por llrcirlo así. ¿Puede acaso concc-
birse seres iguales sin que puedan St'f recíprocamente libres? ¿ Se concihe que
un hombre sea enteramente igual a otro homhre dependiendo de él?


Pero el poder del derecho reside lodo entero ell el do¡.:ma, que, prestándole
una ley nueva y necesaria, lo adapta a la razon, al nliolllO LieHlpo ¡p:t~ lo divi-
niza aproximándolo a Dios; y en erecto todo derecho que no suha ha~la Dios,
que no tenga su raiz en Dios, en las leyes esenciales: eternas del soherano
Ser, no es lllas que un derecho quilllérico, una sonihra sin wstancia, una ilil-
siou del entendimiento. Y he aqui porqll(~ la reiijion, es ¡Je('ir, el cOllocimiento
del dogma de las leyes necesarias del Ser absoluto y de los ~eres (:rea(:o~, y la fe
en el dogma son una condicioll indisp,msahle ele la realizacion del derecho.
¿ CÓIllO había de realizarse sin creer en él? i. Y cómo creer en él tlnlle y cons-
tantemente sin razon para creerlo? Así es que por todas partes y en todos los
siglos, el dogma ha determina¡!o, siguiendo el progreso de la iutelijencia, la
nocion del rlerecho y su aplicaeioll a la ~oeiedad.


Pero la reli.iion, el dogllla, no es solamente el derecho: la razon del Ilere-
eho, sinó tamhien el deher y la razon del rleber; y sin el deher, que se reasu-
lile en el desinterés mutno, el si\(:riiicio de sí nlismo y la ü'alernidad, como el
derecho se reasume en la liherlau, esta misma lihertacllle¡.:aría a ser, ell primer
lugar, un principio de tiranía, puesto que, no teniendo cada cual mas regla qlle
su. ue~e.eho, t~mpoe.o tcnc\ria otra lilas que su codicia y su fuerza; y además un
pnnelplO de IhsoluclOn ulllversal e irremediahle, puesto que los hombres sin la-
zo alguno estarían siempre concentrados en el illdivitlualislllo puro o en el
egoismo absoluto.


Debiendo por otra parte el trabajo, que implica la realizaeion del derecho,
con~inllar ineesantement.e y prolongarse de ,ieneracion en jC!leracion para pro-
dUCIr torlos sus frutos, Si cada uno no pensase lllas que en sí, se; encerraría en
el círculo estrecho de su existencia y de ~u propio inlerós; nada e~llIhiaría en la
sociedad; el lllal permanecería siempre el mi~lllo, v sería eterno. Tratar de su~­
traerse a d illdividualmcnte, seria tratur de echai- la carga ~ohre otro, y ha-
cer peor S1I condieioll , únito medio de hacer mejor la propia; y la oprc:;ioll (lllr,
1'11 todos los tiempos ha pesado de Llifertllles lUOrlOS ,;obre la rm,a 11I¡¡nana no
ha tenido otro IJríjen.


Adelll:is, cuando se. trata de lllL:llilr c~ntra abm;os organiza(~os y provecho-
so~ a clases euteras, ullldas para defenuenos J perpetuarlos, o ¡llen de eompletar




281 PASADO Y PORVENIR
una ohra fecunda, el individuo es impotente, necesita de un apoyo, de una ayu-
da; en una palahra , que muchos se pongan de acuerdo y se asocien para obrar
en comun.


Así que, en primer lugar, qllien dice asociacion dice libertad; libertad de
cada asociado respecto de los demas, lihertad de torios respecto del poder pú-
!Jlico: ¿ y hay araso asociacion entre el buey y el que lo unce al arado? ¿ Y q.ué
Importa que el que lo unce se lIilrne Pedro o el Estado?Y en segundo lugar, nlll-
guna asociacion es I ihre, es posible, sin un vínculo moral; sin que cada uno se
crea y sienta ohligado en favor de otro; sin que todos tengan este sentimiento,
esa rreencla íntima, de la cual resulta la se¡yuridad mútua. la unidad. Siu el
el deher y la huena fe, uo existr, nin!!:una asoeiaeion lihre, ninguna accion
eficaz p[lra coml18tir el mal y realizar eí hien. .


R('e:ordefllos, sin embargo. que el prohlmna de la estincion de lil cIilse pro-
letilria o del porvenir del pllelJlo s\\ reasume eu el ~ignienle: exi~lien<lo las con-
diciones lllorale-. e~~ decir, el ronocimirnlo d~1 derecho v del deher, v la fe en
el derecho yen el deher, realizar pnra el proletario las condiciones dé In liher-
tad que le f'altiln lodavía, y son las siguientes, suponiendo siempre la fe reli-
Jiosa: la conrlicion política de In participacion (le! ¡J:obierno, de In administrarion
de los negoCi(IS comunes. y b rondieion m,:terial (1e la propiedad.


De la partiripncion en el gohieJ'llo () del ?:oze de lo~ derechos de ciudadano
depende, en primer IUfwr, la libertad personill ; porque i. cómo ha de ser libre,
si otros forman sin su concmso las leyes, a las cuales debe ohederer. por muy
opresiyas que sean para él; (11 si destituirlo de voluntad, sometido a la de aque-
llos pasivamente, disponell de pI con un poder suprmno? ¡."IO es, por vr,ntura
esto una verdadera esclavituM ¿No es tamhien, en una sociedad que proc]mlla
la i¡::lwldnd de sns individuos y su indivisible so heril nía , la ne¡::acion completa,
no solamentr de esta soheranía. no solamente de la igualdild, sinó de la perso-
lwlirlnt! misma. en mluello~ que no son par¡¡ ellil mas que instrumentos de tra-
bajo, en aquellos qlle redlle'e políticaTllI~nte al estado de mÚ<I"inils?


En segundo lll~ar, no hilhiendo podido tener los usurpadores del poder
político, para reservarse ~ll esclusiva posesion, otro motivo que el de usildo en
su interés, tal como ellos lo concihen fills~mente, o como opuesto al interés
¡eneral, sus leyr~. rlirijida~ a e~te Jin, opondrán sielllpre un inveneihle ohstá-
culo a la realízacioa d(\ la condicir)ll material de la lihertad eJl proveeho de las
cl:1ses hoy S()j1lZ~'¡¡r!as, y t('llIlcr;ín. por el contrario. a cOllcentrar eilda dia mas
la riqueza producida en las manos de los privilrjiad\ls.


Proletarios, hombres d(,1 llllphlo, uníos, pues. para conquistar desde lue-
go el complenwnto de \ueslros derechos per~onales, el derecho político que se
os nie¡::a, porque se ~ahe (fIle con él os pondríais pronto en posesion de los (le-
mas; porque, tomando parle en la formacion de la~ leyes, estils no se harjan
eselllsiv;lIl1ente en fanJr de los poros, con perjuicio de todos los dem~,s. Y pues-
lo que Yue~tros ~(\f¡orL'~ no os han dej<lcb otro lIIedio legal ck aCf~i()n que el que
resultil del dé'l'echo de pcticion ('onsap:ra,lo por la carta con~titucional, ¡irIllad
pclir:ione~, llIultipliradlas, sofm'arl con ellas la tiranía fjnl\ sufris.


Cuando la hayais yeneido , porque la vcncereis sin duda alguna, si ohrais
con concierto y persen'rancia, no os /¡l!larú J1l[l~ lJue una COTlllicioIl de liber-
tad, la propiedad, ]lnheis vi,lo, en efecto, en el tra~curso de los aiio~ desar-
rollarse la propiedad a medida que ~e desarrollaha la libertad, ponerle el úl-
lilllo sel\o, encarn<lrla, hahlando con propieducl, y lran:i[lortm'lil del órden
ahstracto del derpcho al (')]'(kn ell' las J'ealidad(~s efectivas; v como la liherlild
~e resuelve en el órden de la inrlividllalirlad, pues ningullo es lihre si no es in-


(i) Véase LA Escu. VITt'D MODERNA, p;íjina 123,




DEL l'l'EBLO. 285
dividualmente libre, la propiedad se resuelve tambien en la individualidad (1)
segun creemos haberlo probado claramente al discutir el sistema los de SOCIa-
listas v los comunislas.


TJ'iilaSe, pues, de saber porque medio podreis llegar a crearos una propie-
dad. Todo el que se halle sin propiedad no pucde eVIdentemente crearsela 8i-
nó por medio dellrabajo; así (lue con vuestro trabajo os será pOSIble adqui-
rir el complemeulo de yuestra lllJertad.


El trabajo, ell eleclo, es illdispell~able para el aumento de la riqueza. Si el
trabajo de lodos se suspendiera solamente pOf dos auos , ¿ qué quedaría de la
riqueza actualmente CXbLente? Nada o casi nada. La llerfa, cstéril para el
hombre, le negana la subsistencia; y cuando se hu DIera consumido todo lo
que :;irve para la conservaclOll y las COlllodlil;ales lie la vida, la miseria seria
mayor quc la de los salvajes dd último graJo de la cscala hUlllaaa. Deheis,
pucs, rcproJut:ir diariamente la riqueza, {lue i1ll1uJablelJlellle desaparecería
pronto sin esla circunstancia. La verJauera cau~a Jet lllal consiste mucho !lle-
nos en la mala distriuucion de la rií¡ue:z.a ~a prOlluciua, (lUlO en la reparticion
viciosa de la rú{ueza reprodU(;¡Ja ulariamClll(~. llcro esta n~parLicii)n viciosa,
progrcsivameuLe lllejoraiJa, llegara a ser de riía ea dla ¡Jlas erl'utaliva, tan
pronto COlllO, habiendo cow¡uiSlado el pleno gozc dc ruestros dcrechos perso-
les o de vuestros Jcrechos políticos, cOJletll'nus, llenos de llll espírilu de justi-
cia y salliduría, a la loruucioll de las leyes. Porque entonces no dcpcnderá ya
el trabajo de la prolHedad, SiuO ({ue ia propiedau dC¡lellllerá del lrabajo, se-
gun el orden de las cosas; ~. !le wllri ponllle dijimos liJ: «el trahajo emancipa-
do serú ducuo de sí , sera tlueflU del mundo.))


¿ Pero qué cosa cs el U-abajo elllancipado, ducuo de si?
~s el traoajo libre (h~ la, trabas q lle en la actualidad lo hacen mas o menos


improductivo para el trabajador.
Ticne eu primer lugar, trauas icgab. Efectivamente las leyes, tales al


lUenos como son aplicadas, no permüeil a lo~ l['abajadore~ discutir libremente
sus intereses con los compradores üe su trabajo; los cíllrc;an a estos, y los cons-
tituycn bajo este respecto e11 UIl verJaJero e~tado de Sen idumilre ~;¡).


Pero estas leye,; opresivas pueden ser abolida,; en un cuarlo de llora. Las
cadenas {lile ha l'or,iado el egoislIlo se rotnpcrau por sí lllislllas tan pronlo como
el pueblo soberano las toque con el dedo.


En seguIluo lugar, trabas imclecluaies. El lrahajo liene dos elementos: ia
fuerza fíSica o fuel'l:a hruta, y la intelijcucia que la dirije. Cuanto mas se de-
sarrolle la intclijencia y adqlllcra ensant:he la Ilbtruccioll, Illas productivo se-
rú el trabajo; pero, COIllO el trabajador carece de inslruc¡;ioIl, ~e llalla de he-
cho cn un estado de servidumbre. Saldrá de el, sin embargo, por medio de la
inslltucion de una vasta enseüanza gratuiw, ({ue deberá comprender la instruc-
cion jeneral y la de las profesiones.


En tercer lugar, trahas materiale5. Libre legalmente el trabajador y dueuo
de la illslruccion que su capacidad nativa le hubiese pefmitido adquirir, no
por eso quedaría emancipado, pues no sería seüor de Sí mismo ni de su lraba-
jo, si la maleria a que debe aplicar ~u [rabajo, si el instrumento que le hace
posible, si el capital, en ¡in, no le fuese directamente acccsihle.


Cualquiera que pueda sUIlIini,trar una prenda, un hipotcca real, halla con


(1) No es necesario observar que las propiedades con titulo colectivo no ~on mas ,¡ue una
res(~rva permanente para sulJvenir a IO:j :.;astos eOmllllt~S;. y de esle I1Úllll~rO SOIl las propIedades dr,1
estado, o inversiones de rondos d'¡~ctil,lllas a COll."WCUenela de las ganallcias, 'lile se CUIl\'lertl~1l por
medio de laparticion en pl'opieJades individuales, COIlhJ son I por ejemplo, las de las soeicdadl's
eomcnialcs.


(2. En !ü, LlHno ])EL PliEBLO.
(3) Véase LA ESCI.A VIT@ 1\1 O]) E (\:\' A, p~gina 123,




~Ri) PASAno y PORYE:im
facilidad un capital equivalente o poco menos. ¿ Pero cómo dará el trabajador
esta prenda, esta hipoteca? So tiene, repetimos mas que su trabajo futuro. El
trabajador, pues, no posée capital ninguno, a menos que el trabajo futuro, ad-
quiriendo un valor \'ellal, llegue a ser permutable eon el capital, o hien una
prenda, una hipoteca real.


Pero, lo decimos COll seguridad después de largas y maduras reflexiones:
nada es mas faeil, si se quiere verdaderamente. Se puede llegar a este objeto
por dirersas combinaciones que, sin causar la mas lijera turhacion en lo exis-
tente, sin inquietar en ninguna manera la propiedad adquirida, que debe, por
el contrario, ser protcjida de toda illvasioll, porque ella es el capital mismo,
ofrecerún un modo progresivamente lllas dicaz de aliviar la pobreza y las mise-
rias accidentales; las cuales, sin emhargo, subsistirán siempre, pero cada vez
menos numerosas. ~inguno de estos bienes puede obtenerse mas que por medio
de la asociacion; ella es la hase indispensable de todo mejoramiento posible.
Omitimos entrar en lIlas detalles, pOrfIue no ba sido tal el ohjeto de esta obra;
en la que nos hemos propuesto únicamente determinar las condiciones jenerales
de la solucion del problema del porvenir del pueblo.


La sociedad le debe la libertad legal, la instrllccion necesaria al desarrollo
de la intdijencia, el alimento del entendimiento, el capital que le asegurará real
V no licticiamente la propiedad de su trahajo. He aquÍ lo que debe y puede so-
famente darle: lo demas depende del mismo pueblo, de él solo. tos medios de
instruccioll no son la iJl~trlleei()n; es mene~ter que él la adquiera por un traba-
jo contínuo, incesante. Un capital, sin la esperiencia y los varios conocimientos
que c\ije rigorosamente su empleo ¿ qué produciría? i,de quéle aprovecha-
ría? Infecundo en las manos inháhile:,; a (lile se hubiese imprudentemente confia-
do, perecería bien pronto sin provecho alguno para nadie. 1~1 blell apetecido, el
hien (Iue indudablemente se cumplirá, a pesar de las resistencias egoistas, no se
cumplirá sin la ayuda del tiempo, por un movimiento gradual, que es el del
progreso en todas' las cosas, y el movimiento mismo de la vida, su espansion
en el universo.


Proletarios, homhres del pueblo , guardaos de los sistemas engañosos que os
separen del camino natural de las leyes providenciales y divinas: lejos de ali-
viar vuestros males, los alimentarían, y os ahnrían en el porvenir un abismo
lllas prol'nndo uc sufritaienlos y miserias. 1\0 se lucha sill dolor contra la natu-
raleza y contra Dios) y torJa ley violada encierra en sí el castigo de su viola-
cion.


Proletarios, homhres del puehlo, acordaos tambien, acordaos sohre todo,
de que, separados del deber, el derecho inerte y muerto no será mas que uoa
idea estéril, que nunca se inoculará en el órden social; que, si la igualdad im-
plica la libertad, de la que es inseparable, ia libertad no implica menos el mú-
tuo desinterés y la fraternidad, de la (Ille HO es menos ill~eparable; y que la
fraternidad, cO!110 la libertad y la igualdad, la igualdad y la libertad como la
fraternidad, no SOlllllas que vanas palahras si el alma toda entera no las abraza
con una fe podero~a, "i !lO tieaen para el alma el carácter santo de un dogma
cterno, de una lev ahsoluta.


Proletarios, hómbres del pllel¡!o, creed, pues, si quereis vivir; ClIEED y VUES-
TRA. FE os SHVARÁ.




A POLONIA.


Durnnm, Polonia querida, duerme en paz en lo que llalllan tu tumha y yo
só que e~ tu cUila. ' ..


Cuando, ahandonada, yendida, cansada de luchar y p()~trada, palideci() tu
frente v tus rodillas se doblaron, ('.Ilos, tus l'Ill'JlIlgn,;, Se c,lrelllecieron con un
gO'w fei'oz y arrojaron un grito sah"ajc, largo y agudo, como el rujido de la
hiena, que espanta de noche al yiajero en ~u tieHlJa.


Dnerme, Polonia querida, etc.
Tal como los antiguos caballeros :- acen con su armadura en ws Yiejos se-


pulcros, se ve allí al jigante teJl(lido en tierra: arrojaron solm: ól HU puñado
de ;l(Iuella tierra empapada en sangre, y dijeron: ila 110 Jesperlarú!


Duerme, Polonia querida, pte.
Tus hiJOS disperslJs han difundido por el mundo tus maravillosas hazañas:


han contado como, haciemlo pedazos de 1111 golpe el yugo de tus opresores, te
alzasle COlllO el únjel que Dios CHiel armado con sn espada para castigar a
los que se l1lof~tll de su justicia; y el corazon de los tiranos se llenó de terror.


Duerme, Polonia querida, etc.
DespUéS, cualldo di.ieron todo lo (IUé vieron tliS ojos anles de cerrarse, el


indomable valor de los hOlllhn~s, la hcróica firmeza de las mas nacas lJ]Ujl~­
res. el ~alllo ardor de las vírjene~;, la abl!(;gncioa re¡;jio~a d(· los ~acerdotes
y hasta los tiernos inj'allle~; saltamill de lo~ brnzos de sus madres para ir a
morir por ti, los llUehlos conmovidos lwjnroll la cabeza y derralllaron ahull-
dalltes l{¡grimas.


Duerllle, Polonia (lHerida, etc.
¿,POfl¡UÓ hahran sido estériks tantos sacrificios y trahaJos? ¿Esos sagrados


rnúrtires 110 hahran selllbrado ell los canlpos de la patria llIas que una esda-
vitud eterna? ¿Será esa la suerte irrevocable de esa patria, a la cual dirijen
de lejos sus miradas Jos pohres de~terrados? ¿::\"o serú ya mas que una ~epulLu­
fa cubierta de mezquina yerba? ¡,\h, decídmelo, decídmelo!


Duerme, Polonia querida, etc.
El coharde ha ase~inado temblando a los guerreros inermes; ha sujetildo


con viles eSJlosas sus fucrtes manos; tUYO miedo de las mujeres, hasta de los
ninos 1 y el desierto se ha tragado a los que había perdonado el hacha. Y ell




288 11l~IM A POLOl'iIA.
tanto que se hundían en las soledades, o que revueltos se les arrojaba a los
abismos de la tierra, las paredes de los templos se desplomaban sobre los al-
tares ensangrentados.


Duerme, Polonia querida, etc.
¿Qué oís en esos bosques?-El triste murmurar del viento.-¿Qué veís pa-


sar por esas llanuras?-El ave peregrina, que busca un rincon donde repo-
sar.-¿Y nada mas?-Sí; veo una crllz mirando a oriente, que marca el punto
dond(~ sale el Sol, y al anochecer suspiran j unto a ella vozes dulces y miste-
riosas.


Duerme, Polonia querida, cte.
jOhservad! En su frente, pálida pero serena, hay una confianza imperece-


dera y en sus labios una lijera sonri~a. ¿Qué hahrá visto en sus ~ueüos"! ¿Será
algun fujitiYO y ellgafwdor ensucflO? ~o; la Yirjen divina, a quien ella pro-
clama reina suya, ha descendido de las alturas, ha posado una lIIallO ~ohre su
coraWll, y, apiirtando con la otra el yelo del porvenir, ha puesto ante ~u vis-
ta la Fe, que le lllo~tra]¡a la Lihertad.


Duerme, Polonia queriua, uuerlíle en paz en lo que llaman tu tllm ha y yo
sé ((lIe es tu cuna.