PERSONAJES CÉLEBRES DEL SIGLO XIX. 6 lo" XiV- 2 P E R S O...
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PERSONAJES CÉLEBRES


DEL


SIGLO XIX.






6 lo" XiV- 2


P E R S O N A J E S C É L E B R E S


DEL SIGLO X I X .


UNO QUE NO LO ES.


La biografía es el arte de reu-
el personal de la historia, de


c i enc ias , de las letras, de las
,es y de la sociedad.. .


J. NORVIHS.


M O 1.


MADRID,
IMPRENTA. ÜE D. FERNANDO SUAREZ,


I 'HZUEI .A DE CELENQl'F. , 3.


1842.








ЗШШ 3b!LM8r®So


PersoTia^res celebres del Sijño XIX




JOVE LLANOS.


En su persona y en el trato pri-
vado ofrecía la imájen que nos teñe
mos formada de, la pundonorosa dig-
nidad y apostura de un español del
siglo X V I , unida a,l saber y esquis i -
to gusto del nuestro.


TORENO.—Historio del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T . I I , l ib. 6 , pág. 112.


Complácese algunas veces la naturaleza en
crear genios privilejiados que forman época en
su siglo, contribuyendo á su rejeneracion, sin
que por eso hayan dejado de tener que luchar
contra las preocupaciones, y de haber encontra-
do una tenaz resistencia en los intereses existen-


(*) El uso común ha becho de los dos apellidos uno solo,
pero nosotros los usamos separados , como,'. lo ha hecho
el Sr. Cean Bermudez , y según firmaba el Sr. Jove Llanos ,




2 PÜUSOINAJES CKLEBKES.


tes. Pero vencedores de aquella l ud i a , adquieren
numerosos partidarios, y se hace inmensa su po-
pularidad, en compensación de sus poderosos es-
fuerzos pai'f Ta reforma de las costumbres y de
los abusos.


Entre los españoles ilustres que mas honor han
hecho á su patria en estos últimos tiempos , ocupa
un lugar distinguido el ilustre personaje cuya
biografía vamos á bosquejar, ya se consideren
sus virtudes políticas y morales, ya sus altos em-
pleos y destinos, ya su próspera y adversa for-
t u n a , y ya iflnalmsúte su vasta instrucción y es-
quisitos conocimientos en jurisprudencia , en hu-
manidades , en historia, en economía pública,
bellas artes y otras ciencias. Los que hayan leido
sus eruditas y elegantes obras en estos ramos,
especialmente el, Informe sobre la ley agraria,
y los que hayan. tenido conocimiento de su pro-
bidad , ,honradez.y bondadoso carácter; de su ar-
diente cejo en mejorar.y propagarla instrucción
de la juventud ; de las graves comisiones que le
confirió el Gobierno; de su infausto ministerio
de Gracia y Justicia ; de la injusta persecución
y atroz encerramiento que sufrió en un castillo
dé Mallorca por espacio de siete años; y por último




JOVE LLANOS. 3


de sus trabajos como hombre político en los pri-
meros años de la guerra de la iudepeudencia, no
podrán menos de apreciar su memoria , ni dejar
de mirar con interés cuantas noticias pertenezcan
á la vida y hechos de un hombre tan ilustre y
digno de perpetua alabanza.


¡ Si el honrado ministro de Gracia y Justicia
de Garlos IV levantara su noble frente desde el
sepulcro en que descansa, y tendiera la vista so-
bre la España, objeto constante de su celo ilus-
trado , y viera el estado á que ha quedado re-
ducida la magistratura en nuestros t iempos! ¡si
viera las discordias, los odios y desgracias que
sobre su patria se han desencadenado! ¡si viera
en fin olvidadas todas las máximas de buen go-
bierno , todos los principios de orden , ' todas las
reglas que paraba; prosperidad/y ventura de su
patria, procuró difundir con.ilustrado y ardiente
celo, retrocedería sin duda espantado ; y sumer-
jido en inmensa aflicción, preferiría la-paz, de su
sepulcro á la horrible tormenta que esperimeu-
tamos.


También él en su época 'gozo de aura popular;
también fue perseguido y atropellado por sus sa-
nos principios, y porque mas previsor sin duda




t PERSONAJES CÉLEBRES.


y tal vez mas ilustrado, preveyó los males que
á su patria habian de causar la propagación de
ciertos principios, y la falta de observancia de
ciertas costumbres nacionales. En el curso de este
escrito uos liaremos cargo , al paso que narremos
los altos hechos, los conocimientos y virtudes,
los escritos y padecimientos del Sr. de Jove Lla-
nos , de sús principios políticos para la organiza-
ción de un gobierno representativo en España.
Demos ya comienzo á nuestra tarea.


D. Gaspar Melchor de Jove Llanos nació en
Enero de 1744 en la villa de Gijon, principado
de Asturias, que puede vanagloriarse de haber
producido varios varones ilustres, asi en las armas
como en las letras. Fue su padre D. Francisco
Gregorio Jove Llanos y Carreño, rejidor y alfé-
rez mayor de la villa y concejo de Gijon, y ca-
ballero! ilustre de aquel principado, y de Doña
Francisca Apolinana Jove Ramírez , hija del Mar-
qués de San Esteban del Puerto, señora de es-
tremada hermosura y acrisolada virtud y piedad.


La fortuna que no les fue muy favorable en
proporcionarles crecidas riquezas, les dio una
numerosa prole, pues D. Gaspar tuvo otros cua-
tro hermanos y cuatro hermanas. Agoviados los




JO VE LLANOS. Ó


padres con el peso de tan crecida familia , cui-
daron sin embargo de darles la educación cum-
plida que su paternal solicitud deseaba y que su
dase exijia; y dedicando á los demás hijos á la
carrera militar y otras , pensaron destinar á Don
Gaspar á la de la iglesia, enviándole al efecto á
Oviedo para continuar sus estudios de filosofía
en aquella universidad, donde descubrió un ta-
lento despejado, y singular penetración para com-
prender el oscuro é intrincado método de la es-
cuela scotista. A los trece años de edad fue ordena-
do de primera tonsura, y obtuvo un beneficio sim-
ple, de presentación de una tia suya, con cuyo
ausilio pudo continuar sus estudios, hasta que
pasó á la ciudad de Avila, en la cual obtuvo los
grados de liachiller y licenciado en cánones, gran-
jeándose por su aplicación la protección y cariño
del célebre prelado D. Bernardo Velarde y Cien-
fuegos , el cual descubriendo en él las mas bri-
llantes disposiciones, y para que aquel gran jénio
no quedase sofocado en la oscuridad y se pudie-
se desplegar con lucimiento en teatro mas público
y respetable, le trasladó á la universidad de Al-
calá de Henares, proporcionándole una beca ca-
nonista con voto en el insigne colejio mayor de




6 PERSONAJES CELEBRES.


San Ildefonso. Grande fue el sentimiento de sus
compañeros que se vieron privados de este modo
de su dulce trato y amabilidad. Allí continuó
D. Gaspar sus actos escolásticos sustituyendo va-
rias cátedras, y siendo nombrado colejial mayor
en 1764,' á los veinte años de edad, hasta que
en 1766 se resolvió á hacer oposición á la ca-
nonjía doctoral de Tuy.


Detúvose en Madrid á recojer las cartas de
recomendación que consideró necesarias para aque-
lla empresa ; y cuando se preparaba ya para mar-
char á Galicia, sus; muchos y buenos amigos y
parientes (entre los que se contaba su tío el du-
que de Losada, sumiller de Corps) considerán-
dole mas á propósito para lá majistratura, por
su talento despejado, su instrucción, sus pren-
das personales, y otras circunstancias que indi-
caban qué podría'ser útil al bien del Estado, de
la nación y de él mismo, le obligaron á desistir
de sil intento de continuar la carrera eclesiástica:
desde aquel momento se puso la mira en una
de las plazas de alcalde del crimen que habia
vacantes en las Audiencias de la Península.


No era tan fácil entonces como ahora con-
seguir una toga. Dos veces consultó la Cámara




JOVE LLANOS. 7


de Castilla, y hasta en la segunda y por influjo
de sus muchas relaciones, no pudo obtener Don
Gaspar en octubre de 1767 una plaza de alcal-
de de la cuadra de la Real Audiencia de Sevilla,
distinción muy singular en aquella época para un
joven de veinticuatro a ñ o s , edad en que apenas
podía tener grandes conocimientos prácticos en
jurisprudencia; pero era ya conocida su probi T
d a d , y su talento le recomendaba cumplidamen-
te. Hubo sin duda intriga ó influjo en su nom-
bramiento; pero feliz influjo el que proporcionó
un resultado escelente, empleando, y poniendo
en evidencia á un joven de tan distinguidas
prendas.


Todos los tiempos tienen sus ridiculeces; pero
era al menos mas respetable é inspiraba mayor
consideración la peluca que usaban en aquella
época los majistrados, que las greñas, barbas y
bigotes que usan muchos de los del d ia , y que
mas que majistrados respetables les hacen apa-
recer como guerreros ó como elegantes petime-
tres entregados á toda la veleidad de la moda.
Fue Jove Llanos á tomar las órdenes del Conde
de Arauda, presidente del Consejo á la sazón,
quien reparando en la gallarda figura y el her-




8 PERSONAJES CÉLEBKES.


moso pelo que adornaba la cabeza del joven ma-
j is t rado, y mirándole con atención le dijo: «¿ con
que V. estará ya prevenido de su blondo peln-
con para encasquetársele como los demás golillas?
Pues no Señor : no se corte V. el pelo ; yo se lo
mando. Haga que se lo rizen en la espalda como
á los ministros del Parlamento de Par ís , y co-
raienze á desterrar tales zaleas, que en nada con-
tribuyen al decoro y dignidad de la toga.» Este
fue el oríjen y la causa de haber sido Jove Lla-
nos el primer majistrado que se presentó sin pe-
luca en los tribunales. En aquellos t iempos, una
orden , aunque verbal del Conde de Aranda, era
demasiado respetable para no ser obedecida.


Las jemes , que la ignoraban , murmuraron,
como suelen cuando ven alterar los usos y cos-
tumbres ant iguos, contra D. Gaspar , cuya figura
y prendas personales contribuyeron no poco á
hacer sospechar que era el autor de aquella no-
vedad. Era Jove Llanos de estatura proporciona-
d a , de cuerpo airoso, cabeza e rguida , blanco
y rojo, ojos vivos, piernas y brazos bien hechos,
pies y manos como de dama, y pisaba firme y
decorosamente por naturaleza, aunque algunos
creian que por afectación. Era limpio y aseado




.IOVF, LLANOS. 9


en el vestir, sobrio en el comer y beber, afable
en el t r a to , y elegante en la conversación; her-
manaba con todas estas prendas la de ser reli-
gioso sin fanatismo, estudioso antes de dar un
parecer , pero enérjico en sostenerle ; agradecido
con sus protectores, constante en la amistad , y
dotado de un ánimo jeneroso que olvidaba las
injurias dirijidas únicamente á su persona. Tales
eran la figura y prendas del joven majistrado
cuando llegó á Sevilla, precisamente en días de
Semana Santa , por lo que llamó mas la atención
del pueblo el verle con el traje de toga sin pe-
luca , ostentando su hermoso y bien rizado pelo,
su aire noble, y su gallarda presencia. El nuevo
Alcalde era objeto de la conversación de todos, y
señaladamente entre los abogados, relatores, es-
cribanos y demás dependientes del t r ibunal , que
al verle tan joven le ereian accesible á sus desig-
nios. Mas su trato afable, los obsequios que la
nobleza le dispensaba , su porte y entereza , tar-
daron poco tiempo en borrar las primeras ideas
del público y en desengañar á los curiales.


Muchos y meritorios fueron los trabajos con
que el joven D. Gaspar se distinguió en la Au-
diencia de Sevilla, tanto en la Sala del crimen




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


como eu la civil á que ascendió después; alter-
nando aquella importante obligación con el conti-
nuo estudio de las ciencias políticas y económicas,
y de la literatura ; concurriendo á empaparse mas
y mas en estos conocimientos á la tertulia del
Asistente de aquella ciudad D. Pablo de Olavide,
y siguiendo ademas importante correspondencia
con los primeros hombres políticos de la nación.


Hemos dicho que no podia tener gran práctica
en la jurisprudencia , entendiendo por tal el co-
nocimiento de las fórmulas del foro, que jamás
han sido muy sencillas en España ; pero como
era incansable en el es tudio , y como en él la
larga lectura iba acompañada de penetración y
discernimiento, en breve llegó á ser mas práctico
que los que llevaban muchos años de carrera; y
como tenia suma facilidad en escribir, apenas
se redactaba escrito alguno de consideración en
que él no trabajase. Lleno de humanidad, cono-
ció: cuan horrible era la prueba del tormento, en-
tonces aun vijente, y la templaba en cuanto es-
taba de su parte. Conoció también que las cár-
celes en vez de ser un castigo, debian ser solo un
sitio destinado para la seguridad de los presuntos
reos, y por lo tanto hacia que fuesen tratados en




JOVE LLANOS. 11


ellas con caridad verdaderamente evanjélica. Por
entonces se vio en el tribunal la famosa causa de
Castañeda, asesino de su mujer embarazada. Pre-
sumían muchos que Jove Llanos daría muestras
en su dictamen de un carácter enérjico y justi-
ciero; y sin embargo, de lo que las dio fue de
un tacto fino y de una filosofía pocas veces sen-
tada coino base de un parecer fiscal: atribuyó el
delito á un frenesí de zelotipia de que probó es-
tar poseído. Muy luego pasó á ser oidor en el
mismo t r ibunal , y esta vez no fue la intriga la
que le valió el ascenso, sino su mérito superior
comprobado ya. En esta época fue cuando pensó
en reformar sus estudios , y en dirijirlos al filan-
trópico fin del bien de sus semejantes. Entonces
palpó las contradicciones que á veces existían en-
tre las leyes y las costumbres, y fue cuando es-
cribió su famosa comedia intitulada El delincuen-
te honrado, á la cual puso el epígrafe siguien-
t e , que encierra toda la moral del d rama: «Es
una cosa muy terrible castigar con la muerte
una acción que se tiene por honrada.


Asi empleaba los ratos de ocio que le propor-
cionaban los días feriados, que eran muchos en
aquella época , sin faltar jamás á sus obligaciones.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Dedicábase también á la poesía, considerando este
ramo de las humauidades como uno de los que
deben entrar en el plan de la instrucción públi-
ca, y como parte no pequeña de la erudición y
literatura española. Entonces compuso también la
trajedia Pelayo, que salió como era regular, con
los defectos que debian esperarse de un joven
inesperto. Su juicio y su talento se los hicieron
eonocer : la dejó dormir dos años ; volvió sobre
ella en 1771, y acabó de correjirla en el de 72.
Quisieron sus amigos que la imprimiese, y se re-
solvió á ejecutarlo en 177», para lo cual escribió
un prólogo en que esponia los motivos que habia
tenido para su publicación y para seguir el gusto
y estilo de los franceses. Acompañaba ademas
una larga y erudita disertación sobre la existencia
de D. Pelayo, que habia escrito con motivo de
satisfacer á las dudas que acerca de esta misma
existencia manifestara D. Gregorio Mayans en la
defensa del Rey Witiza que acababa de publicar
en Valencia. Todo estaba pronto para imprimirse,
y sin embargo no se verificó, á pesar del empeño
de la amistad, por el miedo que tenia á las tra-
jedias, y la desconfianza con que leía la suya.
Deseaba sin embargo verla representar, pero la




JOVE LLANOS. 13


ronsideracion de que entregar la copia á los có-
micos era lo mismo que darla á la imprenta, como
lo liabian hecho en Barcelona con El delincuente
honrado, sin su consentimiento, le separó en-
teramente del intento. Consiguiólo no obstante
en 1782, haciéndola representar por aficionados en
Gijon; y sin embargo de los muchos aplausos
que tuvo y del buen desempeño de los actores,
ni aun con esta prueba se determinó á imprimirla.


Otra trajedia emprendió Jove Llanos con el tí-
tulo de Los españoles en Cholula. Llegó hasta
el tercer acto de los cinco de que debía constar;
pero sus graves ocupaciones, y la desconfianza
que tenía de sí mismo en este género de compo-
siciones , nos privaron de otro drama, que acaso
hubiera escedido en mérito al Pelayo por haberle
principiado en mejor t iempo, en edad mas ma-
dura , y con mayores conocimientos del arte. (*)


A mediados de agosto de 1778 se recibió en
Sevilla con sentimiento universal la noticia de ha-
ber sido ascendido «1 Sr. Jove, Llanos á Alcalde
de casa y corte, y él mismo vertió lágrimas al


C) Véanse las Noticias analíticas de las cbras de Jove
Llanos, por D. l u á n Agustín Cean Bermudcz. —Madrid T8I4.
Obras de Jove Llanos, por D. Wenceslao de Linares y
Pacheco. — Barcelona 1810.




14 P E H S O N A C T E S C É L E B R E S .


separarse de aquella hermosa ciudad. A su llega-
da á Madrid, recibió las visitas de todo lo mas
lucido de la corte, que miraba ya en él uno de
los hombres mas ilustres del pais; distinguiéndo-
se entre los que se esmeraron en agasajarle el fis-
cal del Consejo D. Pedro Rodríguez Campoma-
nes, por cuyo medio hiso conocimiento con los
hombres mas instruidos de la capital, y entre
ellos D. Francisco Cavarrús, con quien estrechó
D. Gaspar una íntima y constante amistad. La
Seciedad Económica Matritense, la Academia de
la Historia , la de la Lengua y la de Nobles Artes
de San Fernando, se apresuraron también á abrir
sus juntas al gran político y literato, y en ellas
comenzó aquella serie no interrumpida de traba-
jos que ilustran las memorias de dichos cuerpos,
y .que. tanto habian de realzar su merecida re-
putación. •


• Seguíase por aquel tiempo el voluminoso es-
pediente formado en el Consejo de Castilla sobre
Ley Agraria, y acerca del cual habian escrito
diferentes Memorias varios vocales de la Sociedad
de Amigos del pais de Madrid ; pero habiendo
presentado el Sr. Jove Llanos, que era uno de
ellos, el plan que debia seguirse para trabajar el




J 0 V E LLANOS. 15


informe pedido por el Consejo, quedó encargado
de realizar tan arduo trabajo. Aquel informe,
obra no de un dia sino de muchos años , pues
no se publicó hasta 1795, es sin duda alguna
uno de los trabajos literarios que mas honran á
su autor , pues parece imposible pudieran hallar-
se reunidas en tan temprana edad, tantos y tan
profundos conocimientos, tan clara comprensión,
tan maduro juicio y tanta lójica: su obra realzó
mas y mas el concepto que de su elevado mérito
se tenia formado, é hizo su nombre famoso en
Europa y en América. La Academia de la His-
toria le confirió muchos encargos y comisiones,
y escribió la Memoria sobre las diversiones pú-
blicas que se encuentra en sus obras.


Vivia Jove Llanos en la mayor amargura, de-
seando dejar el destino que ejercía, tan contrario á
sus pacíficas inclinaciones y humano carácter, cuan-
do en 1780 fue nombrado Consejero de las Ordenes
Militares; nombramiento que causóla mayor sa-
tisfacción á D. Gaspar , porque le quitaba la odio-
sa y pesada carga de Alcalde de corte , colocán-
dole en un Consejo tan ilustre. Una de las pri-
meras y honrosas comisiones que se le confirie-
ron , fue la de visitar el convento de San Marcos




1C PEBSONAJES CKLEBHES.


de L e o u , y de autorizar con su presencia la so-
lemne elección de Prior ; marchó á dicha ciudad,
v en el camino tuvo el placer de ver salir á su
encuentro á D. Juan Melendez Valdés , con quien
desde Sevilla habia seguido una larga correspon-
dencia literaria. Pasó desde alli á su pais para
desempeñar otras comisiones, y seria demasiado
prolijo enumerar los beneficios que D. Gaspar
hizo al mismo y al reino de Galicia, que también
recorrió, dando impulso á las obras de pública
uti l idad, visitando y describiendo detenidamente
sus caminos, monumentos y establecimientos cien-
tíficos , y hasta fomentando el amor á las bellas
letras y al teatro , pues entonces fue cuaado,
como hemos dicho, permitió representar su tra-
jedia del Pelayo.


De regreso á Madrid, y después de haber in-
formado sobre el desempeño de sus varias comi-
siones, continuó trabajando incansablemente en el
Consejo de las Ordenes y en las varias Academias
y Sociedades de que era individuo, pronunciando
en ellas discursos famosísimos, entre otros el de
distribución de premios de la Academia de San
Fernando, el de la recepción en la Academia
Española, el pronunciado en la Junta de Co-




JOVE LLANOS. 17


mercio sobre la libertad de las artes en España,
y otros muchos de no menor mérito; alternando
tan serios trabajos con la composición de varias
de sus poesías sueltas, y de sus famosas sátiras.


La vida de Jove Llanos puede dividirse en
dos grandes épocas, feliz y afortunada la una,
y llena de sinsabores la otra. Puede decirse que
hasta la muerte de Carlos I I I , vio aumentarse
progresivamente su fama, y fue dichoso ; mas no
asi desde principios del remado de Carlos IV, pues
entonces, si bien fue siempre en aumento su cré-
dito , principiaron sus desgracias, pues le alcanzó
una parte de la en que habia caido su íntimo
amigo el Conde de Cavarrús, y á consecuencia
de ella fue políticamente desterrado de la corte,
pasó á Salamanca bajo el pretesto de visitar y
arreglar los colejios mayores, y luego á Asturias
donde fijó su residencia durante once años , los
mas felices acaso y mas útiles de su larga y la-
boriosa vida. Colocado en la villa de Gijon como
un jénio benéfico é infatigable, al paso que ins-
inúa á sus paisanos en los medios necesarios
para sus adelantamientos, influía con el Gobier-
no para apartar los obstáculos que á ello se opo-
nían ; visitaba las minas de carbón de piedra, é


2




18 1'KttSONAJES CÉLEBRES.


impulsaba su elaboración ; trazaba caminos, le­
vantaba murallones contra las olas y embates del
mar ; creaba establecimientos de instrucción y be­
neficencia , y. principalmente el famoso Instituto
Asturiano, cuya memoria ha quedado para siem ­
pre asociada á su nombré ^desempeñaba frecuen­
tes comisiones del Concejo; recorría las provin­
cias de León, Zamora , Astorga, Salamanca , Va­
lladolid, Valencia, Burgos, Rioja , Santander, y
las tres Vascongadas, estudiando sus leyes, sus
costumbres y su aspecto físico, y consignando
todas sus observaciones en multitud de escritos.


Desde aqui principian las desgracias de Jove
Llanos, pues aunque algunos las cuentan desde
que. salió desterrado á Gijon en 1790, jamás, como,
hemos dicho , fue. mas dichoso, ni vivió mas
contento. De aquella tranquila y provechosa №
sidencia fue arrancado impensadamente en 1997;
el Gobierno conocía $ u , mérito,, pero se babia
declarado ;su enemigo irreconciliable el Príncipe
d é l a P a z ; llegó un» éjjoca en que,conoció este
que debía hacer algún sacrificio á la opinión pú­
blica ; y disipadas las nubes, que oscurecían el
cielo cortesano, y reintegrado en el favor el Conde
d« Cavarrús, recibió el Sr. Jove Llanos dcspa­




JOVE LLANOS. 19


chos del Príncipe de la Paz , en que le encarga-
ba varios informes; y cuándo se preparaba á eva-
cuarlos , se halló' sorprendido con la noticia de
haber sido nombrado Embajador á Rusia. Los
que con buena intención contribuyeron á arran-
carle de su retiro para elevarle á mas alto y dis-
tinguido dest ino, le precipitaron en la cima de
las pesadumbres, de las persecuciones, y de to-
dos los males que le acompañaron hasta el se-
pulcro. Gran sorpresa le causó su inesperado
nombramiento, pero solícito por el bien de sus
conciudadanos, se dirijia á la capital, y todavía
duraban en el pueblo de Gijon los regocijos y ale-
gría que inspiraba la elevación de su protector y
padre, cuando llegó la noticia de haber sido
nombrado Jove Llanos Ministro de Gracia y Jus-
ticia ; nombramiento que estendiéndose rápida-
mente por toda la nación, pareció anunciar una
época de ventura.


Al llegar al puerto de Guadarrama se encon-
tró Jove Llanos con el Conde de Cavarrús que
habia salido de Madrid á' su encuentro, y le in-
formó de las interioridades de Palacio, de las
intrigas cortesanas, del mal estado de los nego-
cios , y le refirió lo que habia precedido á su




20 PEHSONAJES CKLEBUKS.


nombramiento de Embajador y Ministro. Que
dueño de la confianza de Godoy, le pronosticó
con claridad y firmeza su inevitable ru ina , se-
mejante á la de D. Alvaro de L u n a , sino bus-
caba prontamente dos sugetos de ciencia, pro-
bidad y reputación, que le dirjjiesen y ayudasen
á restablecer el Reino y su opinión, proponién-
dole á él y á Saavedra. Que la Reina le habia
desechado, resultando de ello el destinarle á Ru-
sia para no verle; el modo como insistió sobre
su primera propuesta para Ministro de Gracia y
Just icia, volviendo á intimidar al Príncipe con
la amenaza de su indispensable caida ; y cómo
dispuso este que el Rey le nombrase, á lo que
hubo de condescender la Reina, aunque contra
su voluntad, por no descontentar á Godoy.


Estremecióse Jove Llanos con aquella relación,
y determinó regresar á Asturias desde allí, sin
entrar en la corte; pero tanto le instó el Con-
de , esponiéndole las fatales consecuencias de aquel
paso, que se resolvió á sacrificarse por su patria
y á probar cuantos medios estuviesen á su al-
canze para el bien de sus conciudadanos. A la
msñana siguiente pasaron al Escorial, y apeán-
dose en la casa del Ministerio, tuvo alli una




JOVE LLANOS, 21


larga conversación con Cavarrús y Saavedra, en
que les decia: «Todo amenaza una ruina próxima
que nos envuelve á todos. Crecen mi confusión
y aflicción de espíritu... El Príncipe (de la Paz)
nos llama á comer á su casa : vamos mal vesti-
dos. A su lado derecho la Princesa: al izquier-
do , en el costado , la Pepita Tudó : este espec"
táculo acaba mi desconcierto: mi alma no puede
sufrirle. Ni comí , ni hablé , ni pudo sosegar
mi espíritu. » Huyó de alli y estuvo en su casa
toda la tarde inquieto y abat ido, y por la no-
che pasó á la Secretaría de Estado; alli tuvo
una acalorada conversación con Cavarrús y Saa-
vedra sobre su repugnancia, retirándose después
á su cuarto, donde pasó la noche sin dormir.


Recibióle bien la Familia R e a l , y aun el mis-
mo favorito; pero en breve cambió de aspecto la
escena. Llovían de todas partes felicitaciones á
S. M. por haber nombrado Ministro á Jove Lla-
nos , cosa que Godoy no podia ver sin un inte-
rior despecho; y asi fue que desde aquel momen-
to se juró la pérdida del que era objeto idola-
trado de la estimación pública. Aumentóse esta
con el tesón y la enerjía con que luchó Jovc
Llanos contra cuantos obstáculos se oponían á




22 PERSONAJES CÉLKBEES.


sus ideas de rejeneracion y buen orden; en union
con Saavedra , hizo al Rey representaciones llenas
de entereza, manifestándole el origen de todas
las calamidades públicas. Fue tal su efecto, que
entusiasmado el R e y , corría á contará la Reina
cuanto le referían, y esta todo lo apoyaba y ce-
lebraba, al paso que lo sentía en su corazón, pues
preveía que el término á donde se dirijian aque-
llas esposiciones, era la ruina de su favorito,
como causa principal de ios males que se inten-
taban remediar. ¡Triste situación la en que ha-
bía llegado el país , y cuyas consecuencias han
sido tan trascendentales, causando los trastornos
y desgracias que después se han esperimentado!


Viendo Godoy el descontento del Rey y el hor-
ror con que le miraba, se halló en la precision
de renunciar la Secretaría de Estado que hacia ya
tiempo despachaba. Entonces era, según algunos,
la ocasión de haber acabado con el Príncipe de
la P a z ; pero la honradez y gratitud de aquellos
dos virtuosos Ministros, creyeron suficiente sepa-
rarle de los negocios para poder baeer el bien
de la nac ión; y lo consiguieron con un decreto
en que se llenaba al favorito de honores y dis-
tinciones. No correspondió la gratitud á aquella




JOYE LÍANOS. 23


jenerosidad; antes al eoatrarió, se buscaron modos
eficaces para deshacerse de aquellos dos celosos
Ministros. Atacado Saavedra por una enfermedad
aguda, no pudo seguir en el despacho; y aunque
Jove Llanos estaba mejorado de los cólicos que le
acometieron en el Escorial , ,y que habían toma-
do mayor incremento en Aranjuez, se halló un
pretesto, que manejado por la calumnia con to-
das las artes y recursos que dictaban la envidia
y el temor , produjo el decreto de exoneración
de su Ministerio en 15.de Agosto de 1798 , á los
nueve meses y siete dias de haber tomado.pose-
sión de él. Asi se consiguió lo que tanto se de-
seaba , quitando al reino dos apoyos que le hu -
hieran sostenido en su decadencia, dándole vigor
y prosperidad, y evitando tal vez los grandes ma-
les que mas adelante sobrevinieron.


Tal es la compendiada historia del corto Mi-
nisterio de Jove. Llanos; pudiendo asegurarse que
en tan poco tiempo y en medio de una aguda en-
fermedad, de angustias, estorbos y persecucio-
nes , procuró la seguridad y sosiego de los que
hasta entonces habian vivido en destierros y pri-
siones ; el pronto despacho de los negocios, la li-
bertad de poder disponer los dueños de sus casas




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


y haciendas; el abrigo de los literatos, y el am-
paro de los huérfanos y viudas: promovió la ins-
trucción pública en una larga y sabia esposicion
que hizo al Rey sobre este interesante objeto: la
protección de las ar tes , del comercio y de la in-
dustria : el libre fomento de la agricultura ; y en
fin cuanto le dictaron sus luzes, su celo y su in-
saciable amor por el bien público para que la
nación prosperase.


Destituido Jove Llanos del Ministerio de Gra-
cia y Justicia, se le nombró Consejero de Estado
eon el sueldo correspondiente, y se le confinó á
Asturias á seguir las comisiones que había tenido
anteriormente. Despidióse del Rey y de la Reina,
manifestándole aquel que quedaba satisfecho de
sus servicios, pero que tenia muchos enemigos;
y esta, que ninguna parte había tenido en su exo-
neración, Pasó á tomar las aguas de Trillo; y
por último se trasladó á Asturias, donde se en-
tregó con ahinco al fomeuto de su amado Insti-
tuto, y demás establecimientos de su creación.
También en esto quedaron desvanecidas sus mas
gratas esperanzas. En 1801 se esparcieron por
Asturias varios ejemplares del Contrato social de
Juan Jacobo Rousseau, en castellano, impresos en




JOVE LLANOS. 25


Londres en 1799, con algunos elojios hechos á
Jove Llanos por el traductor. Escribió al Minis-
tro de Estado la novedad , se le contestó que re-
cojiese los ejemplares que pudiese, y no habien-
do podido lograrlo de ninguno, lo avisó. El re-
sultado fue prevenirle que se abstuviese en ade-
lante de escribir á ningún Ministro; y poco tiem-
po después descargó sobre su cabeza la horrible
tempestad. Oigamos como Ja pinta el mismo Jove
Llanos en su representación dirijida desde la Car-
tuja, en la Isla de Mallorca, el 24 de Abril de 1801.


«Sorprendido en mi cama al reyar el día 13
de Marzo último por el Rejente de la Audiencia
de Asturias, que á nombre de V. M. se apoderó
súbitamente de mi persona y de todos mis pape-
les ; sacado de mi casa antes del amanecer del
siguiente d i a , y entre la escolta de soldados que
la tenían cercada, conducido por medio de la
ciudad y pueblos de aquel Principado hasta la
capital de León ; detenido all í , y recluso en el
convento de Franciscanos descalzos por espacio
de diez dias , sin trato ni comunicación alguna;
llevado después entre otra escolta de caballería,
y en los dias solemnes de nuestra relijion, por
las provincias de Castilla , Rioja, Navarra, Aragón




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


y Cataluña, hasta el puerto de Barcelona ; entre-
gado allí al Capitán jeneral, y de su orden nueva-
mente recluso en el convento de Nuestra Señora
de la Merced; y finalmente, como si se quisiese dar
un ejemplo de rigor en m í , ó como si ya no fuese
digno de pisar el-continente español, embarca-
do en un correo, trasladado á Palma, presenta-
do á su Capitán jenera l , y conducido al destierro
y confinación de esta Cartuja, he sufrido con re-
signación y en silencio por espacio de cuarenta
dias , todas las fatigas, vejaciones y humillaciones
que pueden oprimir á • un hombre de honor: he
pasado por el bochorno de aparecer como reo en
medio de mi nación que me vio llevar con es-
cándalo á mas de doscientas leguas de mi do-
micilio, arrojar á esta parte de sus mares; y
por fin estoy padeciendo en una vergonzosa re-
clusión las mas crueles privaciones, sin que has-
ta ahora se me haya notificado orden alguna, ni
hecho saber cual puede ser la causa de tan duro
é ignominioso tratamiento. »


Habia dirijido la anterior representación ásu
amigo y apoderado D. Juan Arias de Saavedra,
á quien el Marqués de Valdecarzana, Sumiller
del Rey, y primo de Jove Llanos, habia ofrecido




J O V E L L A M O S . 27


entregarla á S. M. ; pero habiéndola recibido no
se atrevió á presentarla. No teniendo en Madrid
otra persona de su entera confianza, determinó es-
tender otra representación, en 8 de Octubre de
aquel año , y enviarla con copia de la anterior á
su capellán D . José Sampil, que habia quedado
en Gijon cuidando de su casa y haciendas, para
que pasase á la corte á proporcionar el modo de
ponerlas en manos de S. M. Averiguáronlo los
ajentes del Gobierno, y los satélites de Marquina
prendieron á Sampil al entrar en Madrid, le con-
dujeron á la cárcel de la Corona, donde le mo-
lestaron con amenazas y malos tratamientos por
espacio de siete meses, y le llevaron después á Ovie-
do con la precisión de presentarse todos los dias al
reverendo Obispo. Igual tratamiento tuvo en Barce-
lona D. Antonio Arango, mayordomo del Marqués
de Campo Sagrado, por haber hallado entre los
papeles de Sampil una carta suya , y creer que
podia haber tenido parte en la dirección, de las
representaciones ; pero no habiendoresultadonin-
gún indicio, se le puso en libertad después de
cuatro meses y medio de rigorosa prisión. ;..


Ocupábase Jove Llanos en aquella reclusión
en hacer obras útiles á la Cartuja de Baklemuza,




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


y entreteniéndose en el estudio de la botánica,
viendo con desprecio la vanidad del mundo y sus
deleznables atractivos, cuando fue arrancado de
aquel retiro el dia 6 de Mayo de 1802, y lleva-
do con estrépito y en medio de tropa al castillo
de Bellver, situado en un alto cerro á media le-
gua de la capital de aquella Isla.


Fácil es conocer que el motivo de aquella
traslación fueron las representaciones encontra-
das en poder de Sampil; pero el del-rigor y mas
estrechez con que fue tratado después, dimanó de
la imprudencia de un sugeto desconocido, que
condolido de la dura situación de Jove Llanos,
sin contar con é l , sacó una copia en Madrid
de las dos representaciones, y la presentó al Rey.


El dia 14 de Octubre en que se celebraba el
cumpleaños del Prineipe de Asturias, señalado
para celebrar también su boda , y en el momento
en que la plaza principal de Mallorca y los bu-
ques de su puerto empavesados anunciaban aque-
lla solemnidad con salvas de artillería, subían el
alto cerro un nuevo destacameneo para relevar
al an t iguo, y un nuevo gobernador para reem-
plazar al que antes mandaba el castillo de Bell-
ver. Llegó entonces á tal punto el encono y rabia




JOVE LLANOS. 6S


del Gobierno, que olvidando los sagrados dere-
chos de la humanidad, no permitió á Jove Lla-
nos el auxilio y desahogo que necesitaba en la
enfermedad que 'padeció de resultas de la infla-
mación de una parótida, de la dolorosa operación
de abrirla, y de una larga y molesta curación.
Siguióse á aquella dolencia un principio de ca-
taratas, para cuyo remedio convinieron los mé-
dicos en que eran necesarios los baños de mar.
Se los concedió el Gobierno, pero en medio del
paseo público, y con tan ignominiosas precaucio-
nes , que le presentaban á la vista de las jentes
como un espectáculo de lástima y de desprecio.
Indignado el pundonoroso Jove Llanos , prefirió
quedar ciego á sufrir la vergüenza del público;
pero al fin se le permitieron los baños en lugar
mas retirado, aunque con las mismas prevencio-
nes, y desde entonces consiguió con ellos al-
gún alivio, y con el paseo que daba con este
motivo por las tardes , debido mas bien á la re-
flexión del General de la Isla que á la sensibilidad
de sus fieles enemigos.


Lejos de entregarse Jove Llanos á su dolor
jimiendo por su desgracia , y de abatirse por tan-
tos años de crueles padecimientos, los pasó es-




30 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


cribienda á hurtadillas obras útiles, llenas de eru-
dición é injenio , que serán consultadas por mu-
cho tiempo. Las descripciones del castillo de
Bellver, la de la Lonja de Mallorca, la de la
Catedral, y su correspondencia, muestran el tem-
ple de su alma y su tranquilidad inalterable en
medio de los contratiempos de la vida.


Han estrañado algunos que el Sr. Jove Lla-
nos-, durante su larga prisión en Mallorca, no
se ocupase de algún trabajo histórico de grande
importancia, desconociendo la imposibilidad en
que su misma situación le colocaba, para hacer-
se con los materiales necesarios. Sin embargo es-
tudió detenidamente la historia de aquella isla;
y ademas de los esTitos de que hemos hecho
mención, habia empezado también unas intere-
santes notas para ilustrar la crónica del Rey Don
Jaime el Conquistador.


En estos entretenimientos pasaba el tiempo sin
mas trato que el del centinela y del criado que
entraba á servirle. Pero llegaba el momento en
que la Providencia permitía que se realizaran los
grandes acontecimientos de 1808: en 5 de Abril
de aquel año recibió el Sr. Jove JJanos la pri-
mera Real orden que se le comunicó después de




J O V K L L A M O S . 31


su prisión en Asturias , y cuyo tenor era el si-
guiente: «Excmo. Sr. — El Rey Nuestro Señor
1). Fernando VII se lia servido alzar á V. E. el
arresto qué sufre en ese castillo de Bellver, y
S. M. permite á V. E, que pueda venir á la cor-
te. Lo que comunico á V. E. de Rea! orden para
su intelijencia y satisfacción. Dios guarde á V. E.
muchos años. Aranjuez 22 de Marzo de 1808.—
El Marqués Caballero. —Sr, D. Melchor Gaspar de
íove Llanos.» Tales y tan lacónicas y mezquinas
frases incomodaron á Jove Llanos, pues masque
su libertad le interesaba la restauración de su
honor mancillado. Asi fue que no quisó aparecer
en la capital de la Isla, y corrió á esconderse en
la Cartuja de Baldemuza, donde pasó la Semana
Santa en compañía de aquellos sacerdotes, que le
recibieron con muestras de la mas sincera ale-
gría; Desde alli dirijió una representación al. Rey
pidiendo se. juzgase su causa en un tribunal; pero
cuando debia recibirla, ya no existia Carlos í V en
el Trono. Embarcóse para el continente y llegó
á Barcelona en 20 de Mayo, y alli supo los acon-
tecimientos de Madrid del dia 2 , la elevación de
Murat á la Rejencia de España, y la ausencia de
la Familia Real. Pasó después á Zaragoza y se




32 P E R S O S A J E S CÉLEBRES.


trasladó á la villa de Jadraque, reuniéndose alli
con su especial amigo D. Juan Arias de Saave-
dra. Considerábase D. Gaspar tranquilo, y confia-
ba que con el reposo y los aires de la Alcarria
conseguiría recobrar la salud del cuerpo y la tran-
quilidad del espíritu.


Pronto se desvaneció tan halagüeña esperanza;
al siguiente dia recibió un posta de Madrid con
orden de Murat para que inmediatamente se pre-
sentase en la corte. A los pocos dias, otro despa-
chado desde Bayona con órdenes de Napoleón
para que fuese á sosegar á Asturias, y anuncián-
dole que José le habia nombrado Ministro de lo
Interior. De todo se escusó apoyado en el malí-
simo estado de su sa lud , y á pesar de las muchas
instancias de varios amigos suyos y del mismo
Cavarrús , que seguían el partido francés. Resta-
blecido un poco de su salud, recibió otro posta
enviado por la Junta jeneral del principado de
Asturias, anunciándole haber sido nombrado vo-
cal de la Central que iba á establecerse. ¿Qué ha-
bia de hacer el hombre que salia achacoso de
una reclusión de ocho años , á los 65 de edad?
Su entendimiento claro y su ilustrado patriotismo
le dictaron la senda que debia seguir. Decidióse




JOVE LLANOS. 33


por la causa de España y por la causa del pue
blo. Infortunios le esperaban también en ella;
desgracias y desengaños grandes y tanto mas sen-
sibles, sufriéndolos en el último período de una
tan noble y trabajada existencia.


Decidido á desempeñar tan penoso encargo,
pasó á Madrid á mediados de Setiembre, y con-
ferenció con algunos diputados de otras pro-
vincias, con el flu de desvanecer ías intrigas de
los que se habían reunido en Aranjuez , poniendo
á la cabeza de la Junta Central, instalada en aquel
sitio, al Conde de Florida Blanca; renunció las
dietas de que habían de gozar los diputados , con-
tentándose con el sueldo de Consejero de Es ta -
do qué disfrutaba. La historia ha apreciado ya
los trabajos que«Jove Llanos realizó en la Junta
para la organización del nuevo Gobierno y la
convocación de las Cortes jenerales del Reino , y
sería imposible seguirle en ellos. Los p.incipios
políticos de Jove Llanos estaban en contradicción
con los de muchos de sus compañeros, pues su
intento era dar en las Cortes representación al
clero y á la nobleza , formando con ellos una
sola Asamblea separada, á imitación de la Cámara
de Pares en Inglaterra. Creia que no solo era


3




34 PERSONAJES CÉLEBRFS.


asequible, sino fácil, aplicar la teoría de su
Cuerpo lejislativo á la Monarquía de España, y
espuso las -doctrinas y principios políticos que
profesaba, en la elocuente y vigorosa Memoria que
dirijió á sus compatriotas en defensa de la Junta
Central. Asi pues, ya en aquella época conocía
el Sr. Jove Llanos la necesidad de equilibrar y
contener el ímpetu délas Asambleas políticas, dan-
do en ellas representación constante á los inte-
reses perennes de la sociedad. Los que le acusaban
de querer introducir en España las instituciones
inglesas, pugnaban á su vez por poner en obser-
vancia en la Península los principios de la Asam-
blea Constituyente de Francia. Todos convenian
en imitar al estranjero en las nuevas institucio-
nes , y solo discordaban en si habían de ser las
que habían conducido á la Francia á una anarquía
sangrienta, ó bien las que habían elevado á In-
glaterra al mas alto grado de prepotencia. Triun-
faron por desgracia los primeros en la formación
de la Constitución de 1812, y conocidos son los
males que á la nación ha causado la adopción
de tales principios, desacreditados va en el dia,
y sustituidos en la Constitución de 1837 por
otros, que sino son los mas á propósito para dar




J O V E L L . ^ O S . 35


al Trono toda la estabilidad, y á las institucio-
nes toda la duración necesaria, distan por lo
menos mucho de los que en aquella época se
proclamaron. Los trastornos que la España ha
sufrido desde aquel suceso, y la adopción de los
buenos principios que en parte ha triunfado des-
pués , justifican la ilustrada previsión del Señor
Jo\e Llanos.


Las opiniones que , como hemos dicho, pro-
fesaba Jove Llanos, le atrajeron muchos enemi-
gos á quienes no pudieron desarmar sus virtudes,
y las manifiestas y grandes pruebas que de su
patriotismo habia dado. Sirva entre otros docu-
mentos de ejemplo la contestación dada por Jove
Llanos al General francés Sebastiani, cuyo tenor
es el siguiente:


«Sr. General: yo no sigo un partido, sigo la
santa y justa causa que sigue mi patria, que
unánimemente adoptamos los que recibimos de
sus manos el augusto encargo de defenderla y
rejirla , y que todos hemos jurado seguir y sos-
tener á costa de nuestras vidas. No lidiamos,
como pretendéis, por la inquisición, ni por so-
ñadas preocupaciones, ni por el interés de los
grandes de España : lidiamos por los preciosos




36 PERSONAJES CELEBRES.


derechos de nuestro Rey, nuestra reí ¡jion, nuestra
Constitución y nuestra independencia. Ni creáis
que el deseo de conservarlos esté distante del de
destruir los obstáculos que puedan oponerse á este
fin; antes por el contrario y para usar de vuestra
frase, el deseo y el propósito de rejenerar la Es-
paña y levantarla al grado de esplendor que lia
tenido algún d ia , es mirado por nosotros como
una de nuestras principales obligaciones. Acaso no
pasará mucho tiempo sin que la Francia y la Europa
entera reconozcan, que la misma nación que sabe
sostener con tanto valor y constancia la causa de
su Rey y de su libertad contra una agresión, tanto
mas injusta cuanto menos debia esperarse de los
que se decian sus primeros amigos, tiene también
bastante celo, firmeza y sabiduria para correjir
los abusos que la condujeron insensiblemente á
la horrorosa suerte que le preparaban. No hay
alma sensible que no llore los atrqzes males que
esta agresión ha derramado sobre unos pueblos
inocentes, á quienes después de pretender deni-
grarlos con el infame título de rebeldes, se niega
aun aquella humanidad que el derecho de la guerra
exije, y encuentra en los mas bárbaros enemigos.
Pero ¿á quién serán imputados estos males? ¿A




J O V E L L A I N O S . 37


los que los causan violando todos los principios
de la naturaleza y la justicia , ó á los que lidian
jenerosamente para defenderse de ellos y alejar-
los de una vez y para siempre de esta grande
y noble nación? Porque, Sr. General, no os de-
jéis alucinar: estos sentimientos que tengo el ho-
nor de espresaros, son los de la nación entera, sin
que haya en ella un solo hombre bueno, aun entre
los que vuestras armas oprimen, que no sienta en
su pecho la noble llama que arde en el de sus
defensores. Hablar de nuestros aliados fuera im-
pertinente si vuestra carta no me oblígase á decir
en honor suyo, que los propósitos que les atribuís
son tan injuriosos como ajenos de la jenerosidad
con que la nación inglesa ofreció su amistad y
sus auxilios á nuestras provincias, cuando desar-
madas y empobrecidas los imploraron desde los
primeros pasos de la opresión con que la amena-
zaban sus amigos.»


«Kn fin, Sr. General , yo estaré muy dis-
puesto á respetar los humanos y filosóficos prin-
cipios que, según nos decís, profesa vuestro Rey
íosé, cuando vea que ausentándose de nuestro
territorio reconozca que una nación, cuya deso-
lación se hace actualmente á su nombre por vues-




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


tros soldados, no es el teatro mas propio para
desplegarlos. Este seria ciertamente un triunfo
digno de su filosofía, y vos, Sr. General, si es-
tais penetrado de los sentimientos que ella ins-
pira, deberéis gloriaros también de concurrir ;i
este triunfo, para que os toque alguna parte de
nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo
en este caso me permitirá mi honor y mis senti-
mientos entrar con vos en la comunicación que
me proponéis, si la suprema Junta Central lo apro-
bare. En t re t an to recibid, Sr. General, la espre-
sion de mi sincera gratitud por el honor con que
personalmente me tratáis, seguro de la considera-
ción que os profeso. Sevilla 24 de Abril de 1809.—
Gaspar de Jove Llanos. —Excmo. Sr. General
Horacio Sebastiani.»


Esta respuesta, digna de la pluma y del pa-
triotismo del autor , fue aplaudida en todo el reino,
tanto por su estilo noble y elevado, como porque
pintaba los verdaderos sentimientos que animaban,
á la gran mayoría de la nación. (*)


(*) Para mayores detal les , as! sobre este p u n t o , como
s ó b r e l a c o n d u c t a , opiniones y disgustos del Sr. Jove Lla-
nos en la Junta Central, puede consultarse la interesan •
te o b r a d e l S r . Conde de Toreno, Historia del levantamien-
to, guerra y revolución de España.




JOVE LLANOS. 39


Instalada la primera Rejencia del Reino en 1810,
y habiendo depositado en ella su autoridad, la
Junta Central, el Sr. de Jove Llanos, aílijido su
corazón al verse envuelto en las calumnias é im-,
properios que levantaron y publicaron los pertur-
badores de la tranquilidad pública contra todos
los diputados de la Junta Central, luego que los
vieron destituidos del mando y gobierno de la
nación, y reducidos algunos á la indijencia, pidió
licencia para volver á su casa á recobrar su sa-
lud , y que se le señalase para su subsistencia
el sueldo á que se le juzgase acreedor. No con-
sintió la Rejencia que se separase ni dejase su
plaza de Consejero de Estado; pero le concedió
licencia para permanecer en Gijon todo el tiempo
que. necesitase para cuidar de su salud, desem-
peñando las comisiones que habían estado á su
cargo en el reinado de Carlos IV, con la preven-
ción de que recuperada su salud debería reunir-
se al Consejo de Estado, para coadyuvar con sus
notorias luces, acreditado celo y acendrado pa-
triotismo á la salvación de la nación; dejando
á su arbitrio el no percibir la mitad de su sueldo
en beneficio de la patria , como lo había ofrecido.


Varias dificultades se ofrecían á Jove Llanos




40 PERSONATES CÉLEBRES.


para emprender su viaje; ocho mil reales esca-
sos, único fruto de sus largos y penosos servi-
cios en 42 años, formaban todo su peculio. AI
irse á embarcar con su compañero el Marqués
de Campo Sagrado en la fragata Cornelia , ha-
lló á sn bordo á otros seis Vocales de la Junta
Central que regresaban á Galicia; y como em-
pezase entonces á susurrarse en Cádiz, que to-
dos los que habian sido miembros de aquella
Junta huian á su patria, con las riquezas que
habian robado en el anterior Gobierno, tan
terrible calumnia puso al incorruptible y pun-
donoroso Jove Llanos en estado de no poder
seguir su viaje. El desden y desatentas mira-
das de la chusma de la fragata, y las noticias
de los que iban y venían á bordo desde Cádiz,
acabaron de confirmar tan desagradables rumo-
res, que Jove Llanos y Campo Sagrado trataron
de destruir, haciendo á sus autores un público
desafio en un cartel que dirijieron al redactor
del Diario de Cádiz, y cuya inserción rehusó la
Junta superior de aquella ciudad. (*) Como se su-
surrase también que la misma Junta comenzaba


(I) Véanse la Memoria de D. Gaspar de Juve Llanos y
las uotas puestas en olla




JOVE LL A ¡NOS. 41


á dar ciertos pasos contra los de la Central , re-
solvió Jove Llanos pasar á Cádiz á averiguarlo,
pero se lo estorbaron los compañeros por no es-
ponerle á algún desaire ó insulto. En tan amarga
situación , se le ofreció para salir de ella el tras-
bordarse al bergantín ¡Ntra. Señora de Covadonga,
pronto á dar la vela para Asturias, verificándolo
con aprobación y pasaportes de la Rejencia, y
destruyendo de este modo las imposturas que los
perturbadores habían difundido, de que los ocho
Vocales de la Central estaban arrestados en la fra-
gata Cornelia.


Salió al fin de Cádiz el 26 de Febrero de 1810
en el citado bergantín , y arribó el 6 de Marzo
á la ria de Muros de Noya, en Galicia, después
de una peligrosa travesía. La primer noticia que
allí tuvo fue la de haber ocupado los franceses
las Asturias, y posteriormente el pesar de verse
incomodado por parte de la Junta principal de
Santiago, que mandó reconocer y recojer sus pa-
peles, como si fuese un enemigo de la causa pú-
blica.


Peor suerte tuvieron los diputados de la Central
que se hallaban en la fragata Cornelia, encerra-
dos en el Castillo de San Fernando , después de




42 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber sufrido duros , indecentes é injustos proce-
dimientos en la bahía de Cádiz. Aquellos ultrajes
y las calumnias divulgadas por los anarquistas con-
tra los individuos de la Junta Central, escitaron al
Sr. Jove Llanosa escribir la Memoria citada en la
nota anterior, aprovechando el tiempo y vagar
que le proporcionó su larga residencia en Muros.


Libre Gijon del yugo de los enemigos, re-
solvió pasar á aquella villa, y tuvo la satisfac-
ción de entrar en ella el 6 de Agosto de 1811 á
las voces de «viva el padre de la patria, viva
el bienhechor de esta villa y de toda la pro-
vincia » con que le aclamaba el pueblo, y entre
el repique jeneral de campanas y el estruendo de
la artillería de la plaza. Triunfo honroso, debido
al jénio , á la virtud y á los injustos padecimien-
tos , pero que era la última aureola que debia
lucir para él. El Instituto Asturiano habia sido
profanado durante su ausencia, y al momento
pensó en su reparación, porque para Jove Lla-
nos no habia un momento de descanso cuando
de la utilidad de sus semejantes se trataba.


Desgraciadamente no tardaron los franceses en
presentarse de nuevo delante de Gijon; Jove Llanos
se embarcó precipitadamente en un pequeño ber-




JOVE LLANOS. 43


ganlin vizcaíno, sufriendo una horrorosa tempes-
lod que duró ocho d ías , al cabo de los cuales
pudo arribar con mucho trabajo al miserable puer-
to de la Vega, en los confines de Asturias, con
intención de trasladarse después á una fragata
inglesa; pero no habiendo podido salir á la mar
por el mal t iempo, que parecia se conjuraba tam-
bién en contra suya , fue acometido en Vega de
una ejecutiva pulmonía, que terminó en dos días
su existencia, en 27 de Noviembre de 1811 á los
66 años de edad.


Divulgada inmediatamente por toda Kspaña
la noticia de la muerte del Sr. Jove Llanos, fue
recibida con jeneral sentimiento de la nación y
particular de los tr ibunales, sociedades y acade-
mias científicas; y las Cortes jenerales y estraor-
dinarias, queriendo dar un testimonio público y
honrar la memoria de tan ilustre español, por
un decreto especial de 24 de Enero de 1812 le
declararon benemérito de la patria.


La junta de Asturias, reunida entonces en
Castropol, envió dos de sus Vocales para asistir
al funeral. Sepultóse su cadáver de modo que pu-
diera ser trasladado á la parroquia de San Pedro
de Gijon, al lado de sus padres.




44 PEBSONA.GES CÉLEBRES.


Tal es el ilustre personaje cuya vida hemos
bosquejado, dedicada constantemente y con infa-
tigable celo, á la prosperidad de su pais y á la
ilustración y progreso de sus conciudadanos. Sus
obras hablan por é l ; y si no puede obtener la
reputación de distinguido poeta, el voto jeneral
le presenta como dechado de saber, de buen gus-
t o , de elocuencia, de integridad y de pundonor
caballeroso. Sus estensos conocimientos é inmensa
erudición admiraron á sus contemporáneos, y su
nombre será pronunciado siempre con veneración
y acatamiento por cuantos estimen en algo el tí-
tulo de españoles.






Personages celebres de] Sigio XIX
l i to, i t Faui-tì




LORD WELLI1VGTON.


La fortuna ha tratado mejor á W e -
JBngton que «1 á ella.


NAPOLEÓN.—Memorial de Santa í te-
n a . ' T . ' V I I , pág. 277.


El dia en que terminó la inmensa cuestión
de la emancipación católica de la Irlanda, fué
un dia memorable en los anales de Inglaterra.
Aquella medida, que llamaba de repente á dos
ó tres millones de hombres á la vida civil y
política, ajitó violentamente los espíritus; los
periódicos ultra-torys tenían cada mañana un ata-
que epiléptico; el Morning Journáll y el Stan-
dard declaraban que el R e y , firmando el bilí,
firmaba su abdicación; que el papismo, el abo-
minable papismo iba á pasear por todas partes la




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


tea incendiaria, y que habia llegado para la In-
glaterra su postrer dia. Casi toda la aristocracia
se indignaba de ver á uno de sus hijos, su es-
peranza^ Sif gloria, ser el primero en ponet una
mano profana sobre el edificio venerando del State
and Church (el Estado y la Iglesia).


Si hubierais entrado en la Cámara de los Lo-
res el dia 2 de Abril de 1829, cuando la sesión
en que fue presentado aquel famoso bilí, hubie-
rais visto levantarse del banco ministerial, en
medio de los murmullos de los torys, un perso-
naje de elevada estatura, con el vestido abrocha-
do hasta la barba , flaco, tieso y seco, con una
nariz arqueada, una cara larga en demasía, fac-
ciones muy pronunciadas, pero con poca espre.
sion. Su voz era árida, descolorida, sin anima-
ción alguna, pero firme, lucida y precisa; decia
que las circunstancias no le permitían oponer una
resistencia mas prolongada á los votos de la Ir-
landa ; que la emancipación era desagradable,
pero que lo era mas todavía la perspectiva ame-
nazadora de una guerra civil. El bilí fue apro-
bado. Aquel personaje que asi arriesgaba su po-
pularidad, haciendo á despecho una cosa grande,
y que acababa , por esta misma cosa hecha á su




WRLMNGTON. 3


pesar, de teíier estoicamente la víspera un desa-
lió á la pistola con Lord AVinchelséa, anglicano
fogoso, era Arturo Wellesley, Duque de Welling-
t o n , jefe del Gabinete á la sazón, y en el dia,
como entonces, el hombre mas ilustre, mas po-
pular, mas territorial mente aristocrático, y sobre
todo el mas feliz de Inglaterra. En el escudo de
armas del noble Duque se lee esta divisa: vir-
tniis fortuna comes. Si el mote fuese cierto, si
la virtud y la dicha fuesen siempre compañeras,
Wellington seria enormemente virtuoso; pues tal
vez no hay dos ejemplos de una fortuna tan mara-
villosa y constante. Noble de corta fecha, su nom-
bre oscurece en el dia los nombres mas grandes
de las mas antiguas razas normandas. Solo él
puede decir que durante veinte años de guerra
jamás deshonró sus banderas una dispersión ó
derrota ; sin ser deudor á la naturaleza de aque-
lla audacia de inspiración, de aquel fuego sagra-
do que constituye el jénio, triunfa del mayor
jénio moderno; sin una gran capacidad política,
lleva á cabo en política lo que no habían podido
hacer P i t t , Fox, y Canning. Soldado feliz bajo
un Gobierno constitucional, ha tenido el raro
privilejio de no tener que luchar jamas contra la




4 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


desconfianza , la injusticia ó la ingratitud. El agra-
decimiento de su pais lia igualado, sino ha esce-
dido , á sus servicios; la Inglaterra le ha dado
palacios, le ha llenado de millones, y le ha he-
cho mas grande y opulento que un Rey. Todos
los Soberanos de Europa le han enriquecido con
dotaciones, colmado de títulos y eubierto de gran-
des cruzes; la Francia misma ha visto aquel nom-
bre fatal inscripto por la mano de un descendiente
de Carlos VII, en la lista de sus Mariscales. Ene-
migo declarado de cuanto lleva el nombre de de-
mocracia , ha disfrutado este hombre todos los
beneficios de la popularidad, siubacerle ningún
sacrificio. John Bwll (*) se ha atrevido una o' dos
veces á arrojar piedras á sus ventanas; no hizo
mas que haeerles poner enrejados, y al siguiente
d ia , John Bull, que no puede estar reñido con
él mucho tiempo, le aplaudía, dispuesto á casti-
gar al atrevido que osase hablar mal de su hé-
roe. Últimamente acabamos de ver á la imprenta
inglesa enfadarse seriamente porque una Reina de
diez y ocho años, con las distracciones muy na-
turales de los primeros dias de su luna de miel,


(*) Nombre que se Ua en Inglaterra al populacho.




WELLINGTON. 5
se había olvidado de preguntar con regularidad
por la salud del viejo y apoplético guerrero.


Recorriendo la carrera militar y política del
Duque de Wellingtou, hojeando los doce volúqie­
nes de partes que hizo publicar hace dos años,
y que comprenden la liistoria de sus campañas
en la India, en Dinamarca, en Portugal, en, Es­
paña y en Francia, se admira uno de la firme­
za , perseverancia ­é inperturbabfe sangre fría que
le distinguen; tiene uno que confesar que Napo­
león ha sido demasiado severo, por no decir in­
justo, para con él; que si Ла fortuna le ha pro­
tejido mucho, ha sabido sostenerse siempre al
nivel de e l la ; y que sí no es uno de, aquellos
jénios raros que dominan y reasumen un siglo,
es por lo menos un gran talento , que ha ganado
lejítimamente una buena parte de su gloria.


Arturo Wellesley es el hijo tercero de Ge­
rardo Colley Wellesley, Vizconde de Mornington,
cuya familia acababa de ser recientemente enno­
blecida en la persona de su padre Ricardo Co­
lley Wellesley, creado Barón de Mornington en
1746. Arturo nació en Dungan­Castle, en Irlan­
da, el 1." de Mayo de 1769; en ese año tan fe­
cundo en que nacieron Napoleón, Soult, Canning,




f> PERSONAJES CELEMÍES.


Chateaubriand , Walter-Scott y tantos otros hom-
bres ilustres d e todas clases. Primero fue educa-
do en Inglaterra, en el colejio de E t o n ; y des-
pués enviado á Francia, á la escuela militar de
Angers, que disfrutaba entonces de Una reputa-
clan bastante grande. A los 18 años , en 1787,
entró á servir en clase de abanderado. El crédito
que disfrutaba sü familia le hizo atravesar rápi-
damente k>s grados inferiores; en 1788 era te-
niente , Capitán en 1791, mayor en 1792, y por
ú l t i m o , teniente coronel en 1794. Entonces fue
cilaado hizo su primera campaña en la retirada
dé Holanda, bajo las órdenes del Duque de YorJi.
Eiícargado del mando de una brigada en la re-
taguardia , el jeneral en jefe hizo mención hono-
rífica de él.


En 1796 marchó á la India con surejimiento,
y el año :siguiente,'hafeiendo sido nombrado Go-
bernadoí ' íéi ietal de las posesiones inglesad'fifi
hermanó niayór,í Lord Mdrnington, después Mar-
qués dé WeflléSley, él joven coronel pudo pronto
ejercitar Sus elevadas¡facultades militares en un
mando superior; acababa de estallar entonces la
gWer¥á entre la Compañía y elfamoso Príncipe
indio Típoo-Sayb. Habiéndose proporcionado los




WBLXINGTON. 7


ingleses la cooperación del Nizam (Príncipe) de
los Maratas, Wellesley fue colocado á la cabeza
de las tropas al iadas, bajo el mando en jefe de
Sir Harris. Cuéntase que en una primera y em-
peñada acción, en el ataque de un bosque fortifi-
cado , el mismo hombre que habia de brillar mas
adelante por su aptitud fríamente intrépida en
medio del peligro, se mostró un tanto conmovi-
do del silvido de las balas indias, y se fue muy
ajitado á dar parte á Sir Harris del mal éxito de
su espedicion. Los biógrafos ingleses que refieren
este hecho, no olvidan recordar la historia de Fe-
derico II, huyendo del campo de batalla de Mol-
witz. Contentémonos con añadir que el joven We-
llesley, vuelto al dia siguiente de su emoción,
se apresuró á reparar su derrota apoderándose
del malhadado bosque.


El 4 de Mayo de 1799, después de un asalto
de los mas encarnizados, los ingleses se apodera-
ron de Seringapataam, capital.del reino de :Mi-
sore; Tipoo-Sayb fue encontrado muerto bajo los
escombros, y el joven Wellesley,. uñó: de los
primeros que entraron en la c iudad, quedó en-
cargado de las funciones de Gobernador. AL año
siguiente derrotó á un jefe de partidarios, Hon-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


diah-Waugh, que había ido á hacer uua correría
en el territorio de la Compañía con 5,000 hom-
bre. Tratóse'por un momento de dar á Sir Ar-
turo el mando del cuerpo de tropas que salió de
las orillas del Ganges á las órdenes del jeneral
Baird, para ir á pelear con los franceses en las
orillas del Nilo; Wellington y Bonaparte se hu-
bieran encontrado frente á frente quince años
antes. Una enfermedad grave le impidió hacer
parte de aquella espedicion, que ademas no con-
siguió su obje to , pues no llegó á Ejipto hasta
después de la evacuación.


La última gr&n guerra de la India estalló
en 1803 ; los Maratas orientales se sublevaron di-
rijidos por Scindiah, jefe astuto y diestro, espe-
cie de Abd-el-Kader del Indostan, fatigando á
los ingleses , atacándolos de improviso, arrastrán-
dolos en su persecución, y escapándoseles siem-
pre. Sir Arturo fue encargado de alcanzarle y ven-
cerle á toda costa. A fuerza de actividad y perse-
verancia logró verificarlo en Assye, en el Deccan,
el 23 de Setiembre de 1803. El Mará ta tenia
10,000 hombres de infantería mandados por ofi-
ciales europeos, 40,000 caballos y 100 piezas de
artillería. Sir Arturo tenia 6 ó 7,000 hombres. La




WELLIiNGTON. í>


batalla fue sangrienta y por mucho tiempo dis-
putada ; matáronle á Wellesley dos caballos, per-
dió la tercera parte de sus soldados, pero los
enemigos quedaron destruidos. La última y deci-
siva victoria de Argaum termino la guerra con
la sumisión definitiva de Scindiah. Los habitan-
tes de Calcutta erijieron un monumento en honor
de Wellesley, el cual fue nombrado jeneral , y
creado caballero de la Orden del Baño.


Tres años después, en 1806, volvemos á en-
contrar al vencedor de Assye y de Argaum ocu-
pado tranquilamente en hacer maniobrar una bri-
gada en una pequeña ciudad de Inglaterra. Sin
embargo, Wellesley no estuvo mucho tiempo en
inacción; los habitantes de Newport , en la Isla
de AVight, le nombraron Diputado en la Cámara
de los Comunes. En el mismo año de 1806 fue
cuando se casó con Miss Pakenham, joven irlan-
desa , hermana del Conde de Longfort. Con este
motivo he oido referir una anécdota, que si es
verdadera es característica. Parece que el matri-
monio se habia tratado antes de ir á la India
Sir Ar tu ro , y entonces era un casamiento de in-
clinación ; en el intervalo, Miss Pakenham tuvo
unas fuertes viruelas que dejaron en su rostro




10 PERSONAJES CELEBRES.


crueles señales; Sir Arturo, á su vuelta, enfriado
ya por la ausencia, encontró á su prometida en-
teramente desfigurada: no pudiéndose ya casar
con ella por inclinación, y no queriendo faltar
á su palabra, se casó por deber. Según dicen,
aquella union fje poco feliz.
' En 1807, después de la caida del partido de


Fox y de Lord Grenville, fue nombrado Welles-
ley Secretario de Estado de Ir landa, siendo Virey
el duque de Richmond. El joven jeneral perma-
neció poco tiempo en aquel nuevo destino. Cuando
se decidió la agresión brutal de la Inglaterra con-
tra la Dinamarca , Sir Arturo fue agregado á la
espedicion bajo las órdenes de Lord Cathcart;
él era el que mandaba la acción de Kioge, donde
fue derrotado el jeneral dinamarqués Linsmar;
y después del bombardeo de Copenhague, tuvo el
encargo de recibir la Capitulación de la ciudad.
Hasta aqui: las g*andés Batallas dadas en la India
por Shr Arturo habían hecho poco ruido en In-
glaterra; no estaba aun en primera l ínea, y solo
en este momento, en 1808, principia el brillan-
te período de su vida militar. La España, inva-
dida por Napoleon, se sublevaba por todas par-
les ; el Portugal , ocupado por .Hinot, principiaba




WELLINGTOS. 11


á sacudir el yugo de aquel Ayax loco y enreda-
dor. La Inglaterra, consecuente en su odio con-
tra Napoleón, se apresuró á aprovecharse de , l a
ocasión de una nueva lucha. Sir Arturo Wellesley,
que acababa de ser nombrado teniente jeneral,
obtuvo el mandó de la división que se envió al
pronto á la Coruña. Bastante mal acojido por los
patriotas gallegos, el jeneral se decidió á dirijirse
á Oporto y á desembarcar en Portugal. Un pri-
mer encuentro con las tropas de Junot tuvo lugar
en Rolica; pocos dias después, el 21 de Agosto,
en Vimiero, Wellesley obligó a Junot á retirarse
precipitadamente sobre Lisboa. La repentina lle-
gada al dia siguiente de Sir Hugh Dalrymphe,
nombrado jeneral en jefe, impidió al vencedor
aprovecharse de su victoria. El 30 del mismo mes
se firmó la famosa capitulacion.de Lisboa, cono-
cida por el nombre de Convención de- Cintra , y
según la cual los franceses debian eyaeuar el, Por-
tugal con sus armas y equipajes, y regresar á
Francia á e&pensas de la Inglaterra. Al mismo
tiempo que Napoleón .manifestaba su' desagrado á
Junot , la Inglaterra acusaba al jeneral Dalrymphe
ante un tribunal militar. Sir Arturo Wellesley se
apresuró ¡i ir á Londres para defender en el Par-




12 PERSONAJES CELEBRES.


lamento un acto cuya responsabilidad no pesaba
sobre él . Dalrymphe fue depuesto de su mando,
y reemplazado por el mismo Sir Arturo, que re-
gresó a Lisboa el 22 de Abril de 1809. Vere-
mos en otra parte (*) como Soult , que acababa
de entrar en Portugal , entregado á sus propias
fuerzas y privado de la cooperación de Victor,
fue sorprendido en Oporto por el jeneral inglés,
y se vio precisado á retroceder, haciendo la her-
mosa retirada que admiró al mismo Wellfoley,
que se acuerda siempre- de eH», y. la cita aun
como una maravilla de táctica.


• Evacuado del todo Portugal por los franceses,
Sir Arturo recibió la orden de penetrar en Es-
paña para combinar un plan de campaña con la
Junta., Llega á Almaraz, se reúne con el jeneraí
español Cuesta, y-el 21' de Julio de 1810 da al
mariscal Víctor y al Rey José la indecisa batalla
de Talavera. Por ambas partes se cantó victoria.
El Parlamento inglés dio un voto de gracias á
Sir Arturo , uniendo á él una pensión d e dos mil
libras esterlinas^ El Rey le elevó á la clase de
P a r , con el título de Lord Vizconde Wellington


(*) Véase la biografía del Mariscal Soult.




WELLIN&TON. 13


de Talayera. Víctor tuvo que replegarse sobre Ma-
drid , pero Wellington no pudo seguir adelante.
Soult y Ney iban rápidamente sobre él desde Es-
tremadura con fuerzas superiores, y por otra parte
Massena entraba en Porlugal. Se apresuró á re-
pasar el Tajo para cubrir á Lisboa. Entonces man-
dó ejecutar las famosas líneas de Torres ledras
que se estendian desde el mar al Tajo; atrinche-
ramientos formidables, en que el talento de la for^
tiflcacion se desplegaba con todo su lujo, y ante
los cuales Massena retrocedió espantado.


Poco tardó este último en verse aislado, y no
recibiendo de F'rancia dinero, víveres ni solda-
dos, no pudo sostenerse en Portugal , y verificó
su retirada. AVellington volvió á entrar en Espa-
ña , se dírijió sobre Ciudad-Rodrigo, tomándola
por asalto á los once días dé abierta Ta trinchera;
igual suerte cupo á Badajoz, y entonces Welling-
ton á la cabeza de un ejército formidable, com-
puesto de ingleses,. portugueses y españoles, entró
resueltamente en Castilla, y dio la célebre bata-
lla de los. Arañiles, dond« derrotó á Marmont,
jeneral hábi l , pero constantemente desgraciado.
Soult, que estaba sitiando a Cádiz, abandonó la
Andalucía y llegó precipitadamente, combinando.




11 PERSONAJES CELEBRES.


sus movimientos con el jeneral Souhaui, sucesor
de Marmont; mientras Well ington, detenido con
todo su ejército delante de la ciudadela de Bur-
gos , por un puñado de hombres mandados por
el intrépido jeneral francés Dubreton, vio de re-
pente comprometida su línea, perdió la ofensiva
y se vio obligado á retirarse rápidamente sobre
Portugal, Napoleon , falto de hombres á causa de
la desastrosa campaña de Rusia, dejaba cada dia
mas desguarnecida la España. Lord Wellington
pasó á Cádiz en 1813 para tratar personalmente
con la R*jencia, y entonces se le dio el título
de Jeneralísimo de los tres ejércitos combinados
de Inglaterra, Portugal y España, y se le con-
iirió un poder supremo.


Eutonces principió la brillante campaña de 1813
y 1814, que es en el dia uno de sus mas bellos
títulos de gloria. No es posible seguirle en todas
sus operaciones, desde la batalla de Vitoria, tan
funesta para las armas francesas, hasta la inde-
cisa victoria de Tolosa. Observaremos sin embargo,
y sin que por- esto tratemos de rebajar los cono-
cimientos de Lord Welüngton / que las circuns-
tancias le fueron extraordinariamente favorables.
El ejército francés estaba desmoralizado, disemi-




WELLINGTOr». 15


nado y debilitado sin cesar por Napoleón, que
sacaba de él los mejores soldados para la lucha
terribte que sostenía entonces en Alemania. Los
jenerales franceses, libres de la mano de hierro
que les sujetaba, les mantenía en la línea de su
deber , y les empujaba hádiaoisdelante, daban rien-
da suelta á sus rivalidades, obraban aisladamen-
te sin dirección común, sin unidad, y por lo
tanto sin resultado. La impericia de José Bona-
parte era poco á propósito para ocurrir á aque-
llos inconvenientes; y la llegada de Soul t , que
acudía precipitadamente desde el campo de bata-
lla de Bautzen, lo remedió un t a n t o ; Welling-
ton se encontró enfrente de un estratéjico consu-
mado; Por ambas partes se maniobró con habili-
dad, pero Wellington, superior en número, pasó
los Pirineos. Es inútil repetir lo que hemos dicho
en otra parte con respecto á la batalla de Tolosa:
contentémonos con añadir, que Wellington- confie-
sa él mismo, con gran candor , en sug partes, que
cuando entró en la c iudad, después de abando-
nada por los franceses, no encontró en ella mas
trofeos que un solo cañón, y aun' creemos que
desmontado.


Todos los partes relativos ;í la campaña de




í f i P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


España y Francia, son del mayor interés para
apreciar las cualidades particulares del noble Du-
que , que es un singular hombre de guerra. No
es ni un acuchillador intrépido como Murat ó Ney;
ni un estratéjicO'atrevido, lleno de espedientes y
de recursos, como.>8oalt ó Massena. Menos es
todavía una cabeza épica, fecunda en creaciones
jigautescas y repentinas, como Napoleon. Es sen-
cillamente el jeneral mas inglés de los tres rei-
nos. La flema, la enerjía y la tenacidad se com-
binan en él en unas proporciones inmensas. Acepta
la batalla , pero ¡nunca ó casi nunca la da. Es
algunas veces flojo é imprudente en el ataque,
pero siempre admirable en la resistencia. Nada
le sorprende, nada le turba, nádale conmueve,
y es para él tan indiferente' el entusiasmo como
el desaliento. Se ha observado que en los dos
enormes volúmenes consagrados enteramente á
operaciones militares ^ ne se halla ni una vez sola
la palabra gloria. Para Wellington es una pa-
labra sin sentido* Ignora ó desdeña los recursos
de la oratoria, y no tiene tampoco la sublime
sencillez de Nelson, que una. hora antes de la
batalla de Trafalgar, se contentaba con decir á
sus marinos: » La Inglaterra espera de vosotros




•WEIXINGTON. 17


que cada cual cumplirá con sus deberes: » todas
las alocuciones del Duque de Wellington pueden
reducirse en el fondo á estas palabras, poco mas
ó menos: «estáis bien vestidos, bien pagados, bien
alimentados; el que de vosotros falte á su deber
será ahorcado. » Uñase á esto la esactitud de un
negociante, el amor del orden llevado hasta la
minuciosidad, y el respeto mas escrupuloso, hasta
por los derechos mas insignificantes que la guerra
atropella con tanta frecuencia. Este jeneralísimo
de los tres ejércitos forma columnas de cifras como
Bareme, y distribuye á cada uno de aquellos
cuerpos, al mismo tiempo y con la misma se-
veridad que la reprensión ó el elojio, su contin-
gente de capotes, de calzado, de víveres y dinero.


Hay sobre este punto una carta curiosa de
Lord Wellington á Lord Bathurst , desde San Juan
de Luz , en que el Duque se queja detenida y
amargamente al Ministro. El Gobierno , dice, le
deja carecer de todo. Le es imposible vencer sin
dinero; el ejército está lleno de deudas, y para
completar aquel cuadro, añade con un perfecto
tono de verdad: «no me atrevo á salir de mi
casa á causa de los acreedores que me acosan
públicamente , pidiendo el pago de lo que se les




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


debe.» Recuérdese que Wellington estaba entonces
en pais enemigo, y mandando cerca de 100,000
hombres; recuérdese como pagaban ciertosjene-
rales franceses sus deudas en Italia y en Espa-
ñ a , y tal vez se encontrará algo de estraño en
el vencedor que se oculta en su casa para librarse
de los acreedores de su ejército.


Después de la abdicación de Napoleón, Lord
Wellington pasó á París , pero se detuvo allí muy
corto tiempo. Elevado á la clase de Duque (ha-
bía sido ya nombrado Feld-Mariscal después de
la batalla de Vitoria), hizo un viaje triunfal á
Londres, y no tardó en ser enviado al Congreso
de Viena como representante de la Inglaterra^ Los
habitantes de aquella capital le acojieron digna-
mente) M. de Metternich le obsequió á su modo,
un tanto parecido al de Catalina de Médicis; y
como por su esterior grave y f r ió , el ilustre guer-
rero sé parece á Enrique IV, y como tiene la de-
bilidad de las grandes a lmas , y las hermosuras
austríacas gustan mucho de la gloria, hizo nu-
merosas y diferentes conquistas. El Congreso baila
y no marcha, decia el agudo Príncipe de Ligne;
y al mismo tiempo estallaba como una bomba
la noticia del desembarco de Napoleón.




WELMNOTON. 19


En Viena apenas podían creer aquel acto , que
calificaban de locura , asegurando los mas enten-
didos que Napoleón perecería á los primeros pa-
sos. T.ord Wellington le conocía mejor a él y á
la Francia: « si ha desembarcado , está en Pa-
rís ,» dijo á a lguno; y se apresuró á ponerse á
disposición del Congreso, que le nombró jene-
ralísimo de los ejércitos aliados. En seguida pasó
apresuradamente á los Países Bajos, para concer-
tar allí un plan de campaña con Blucher, y triun-
far otra vez en el mas mortífero de todos los
combates de jigantes que forman la iliada im-
perial.


Todo el mundo sabe la historia, ó mas bien
todo el mundo ha leido una historia de la bata-
lla de Waterloo; y como por lo menos hay cin-
cuenta de el las , sin que una se parezca á la otra,
no tengo yo gana de ser el cincuenta y un estra-
tégico de gabinete, para discutir si realmente We-
llington fue sorprendido en sus cantones ¿ como
lo dice Napoleón, ó s ino lo fue , como lo dice
Wellington, y después de él Walter-Scott; si la
batalla estaba ganada por los franceses, como lo
dice Napoleón ; si estaba indecisa, como lo dice
Blucher ; ó ganada por los ingleses , como lo dice




20 PERSONAJES CELEBRES.


Wellington; si la culpa fue de Grouehy, como
lo dice Napoleón, ó si Grouehy no pudo hacer
cosa mejor, como lo dicen él mismo y el jeneral
prusiano Muffling.


Lo que hay de positivo es que el ejército in-
g lés , inferior en número, sostuvo sin romperse
durante cinco horas, según unos , y siete según
otros, los encarnizados ataques de las primeras
tropas de Europa , mandadas por el mayor guer-
rero de los tiempos modernos. Napoleón mismo
dice (*) que los ingleses estuvieron admirables,
añadiendo que las disposiciones de Wellington no
valieron nada. ¿ Pero entonces, cómo se esplica,
que tropas, por muy valientes que sean, colo-
cadas en una mala posición, mandadas por un
mal jeneral , resistieran un dia entero á las rei-
teradas cargas délos coraceros de Kellermann , al
choque de la guardia vieja, dirijida por Ney, y
á las maniobras de Napoleón? Porque' 'al fin es
positivo que cuando los prusianos llegaron , cuan-
do Bulow atacó la retaguardia, los Tejimientos
escoceses se habían dejado hacer pedazos sin per-
der una pulgada de terreno; las ventajas parciales


i*) Véase el T. VII del Memorial de Sania Elena.




WELklKfiWOM. 21


conseguidas>. por. los franceses ear*-el bosque de
Hougüunionfr y en la Granja' de la Hay«-Sainte¿
habían 1 sido conquistadas de nuevo, tan pronto
como perdidas.


Parécemémasrjustó y 'verdadero, n o e l com-
parar dos hombres i de los cuales el uno es i n -
comparable pues seria injuriar al mismo Lord
Wellington que ha dicho siempre de Napoleon:
«es el maestro de todos nosotros,» sino colocar,
enfrente de aquella águila, pojada sobre las al tu-
ras de la Granja de la bella alianza, al leopar-
do inglés, arrimado á las laderas dtl Monte San*
Juan. Para aquella la sublime impetuosidad del
ataque, para este la fria tenacidad de la resisten-
c ia ; el Duque de Wellington vio sin pestañeará
su estado mayor , menos uu solo hombre , caer
alrededor de él. Seiscientos oficiales y quince mil
soldados muertos ó her idos , cubrían el campo;
no hay duda que sin la llegada de Blucher,
el ejército inglés, rendido por sus largos esfuer-
zos y, por los ataques reiterados sin cesar, hubie-
ra tenido que. retirarse; pero la batalla se hubie>
ra perdido siempre con. honor.


Después de la batalla de Waterloo, la influen»
cía de Lord Wellington se aumentó naturalmente;




22 PER SON AJES I CÉLEBRES.


se, adelantaba sobre París con un ejército victorioso,
y-aunque? Blueber no le estaba materialmente su-
bordinado,' ejercía sin embargo mucho ascendiente
sobre el jeneralísimo prusiano Cuando se aproxi-
mo; á Par ís , todo el partido revolucionario, te-
wieiido á su cubeza á Fouché, recurrió á Lord
Wellington-, y fue considerado como el arbitro
supremo, cuya decisión debia influir sóbrelos des-
tinos de los; partidos en Francia. Fouché negoció
con'. mucha actividad con' Lord:. Wellingtou acerca
de la ocupación dé París ; y en una conversación
con 'Luis 'XVíí i , le indicó el noble Lord , que el
Ministerio Talleyrand y ; Fouché era el único que
podía realizar la un ion .de los realistas y de los
amantes; de la; Jibertad. La combinación dé'Lord
Webingtoni quedó pronto destruida , y la iníluen-
ciái personal del Emperador Alejandro, sustituyó
á:dai:aiceión intidu> y continua de Lord Castle*
reagh-y d é l a Inglaterra: el Duque de Kiehélieu
sucedió á Mr. d e Talleyrand.


Los acontecimientos que siguieron son denta-
d o W»OCÍUDS • de tonos para que sea preciso
detenernos mucho en elios. Digamos solo en elo-
jio del, Duque de Wellingtons que después de la
capitulación de Paris se opuso con todo su poder




wEi.UJMr ' ro .f. 2:5


á las bnitalidades de Blucher, especié dé vánda-
lo que no pensaba nías que en fuego y-sangre.
Nombrado jeheralísimb del'ejército' de Ocupación,
y residiendo como tal én París , dejó escapar'el
Duque una hermosa ocasión de ser g rande : el
mariscal Ney, á 'ÍJurén se juzgaba , ; se¡ dirijió á
él in oca f tdod art. 1 2 ' d e la Capitulación de
París, : y la misma maríscala imploró réú apoyo.
Lord Wellington contestó que el"art ; ! 1 2 y como
todos los démas, era solo reíativo á la' cuestión
militar ;• quesü objeto era garantizar las' personas
designadas en él de l as%bpas aliadas bolamente,
pero que no era ni podía ser el de prejuzgar en
manera alguna la posieiou de aquellas 5 mismas
personas con respectó al Gobierno actualmente
existente, ó al quedelna ser llamado á'sucedérle.
No bay duda que este argumento puede Soste-
nerse ¡ y el eaváeter bien conocido del Duque1 o"e
Welliñgton hó" permite dudar que ; lo biéietó éé
büehá iéf per* cuánto nías bello 'hubiera !SMo
p á r a ; # , ' que era' entonces oinnlpotente', desafiar
la cólera de Castlereagh, y decir á Luis XVIII:
« forno ¡á este hombre bajo mi salvaguardia; nos
liemos visto muehas vecéis sobre el campo dé ba-
tal la, y recientemente aun desafió con-intrepidez




: 24 PERSONAJES ; QÉLEERES.


el fuego ­mis. soldados.: es un ,hérpe:,ao quiero
que muera de la muerte de lft$¡ traidores.».. JSey
se hubiera, salvado t y la EtfEppa entera' •hubiera
el ojiado á Lprd Wellington. Eí ilustre: iagi.es. no
•lo alcanzó ; su razón fpja y ­seca s e presta paco
á laŝ inspiraciones 8spontánea(nej»te jenerosas­; sus
(«aija'adeg son negativas. No hace.loquees mato;
y.fiuando hace el bien , es..siejuprS;dentro de, Iqs
esttictos límites del dtiber.. ¿Cómo esplicar sin
embargo este otrohecbo que pesará sobresu .me­
moria i! Lord Wellington es considerado; con ra­
z o a Y : f ^ jatnás lo \wdesmentido , como el /prin­
cipal autor del duro.captjiyieriQ de jNapoJtjoo; se
dice que él mismo design^ el hofrib|e pWftSCO
•de San,ta ;, íElena í..A !sp yea.el grand^.Einpejador
«SBi.elJfselió de ! ^ u e r t e r proximo i comparecer der
i íBiie d£,üi0s 4 ! desojende basta escribir en s u t e s ­
íanaejrto: el:uan9bj«)del individuo,que en f8>8
^Wa. j4nteatado ¡ iaseíiin6r «i8# : «nemg0t . ' ( !^9 *é
.ffiffil d^iiestqs . d»s i heghos. ;e$: nías . t r i s te . №•>№•
taaples me b,e acordado del< íe&taroento de Luis XVI


í*) : Un fanático tioniipaftista Id1 dispar» o t i ; pistoleta»)
yendo,en su coche, pepo Lord Wellington DO,fue herido.
Éslb sucedía en el momento mismo en que el Duque abo­
gabtfJpoiqueíse disminuyese «1 ejército de •ocupation.




V. E U . l A C A O . \ . ; 25


perdonando á sus júezesy y del Príncipe negro
sirviendo. él mismo á la'inesa á an Rey vencido,


•Después de la eváeuacion deLterritorio! francés
y del tratado de Aix-la-Chapelte;, Lord Welling-
ton volvió á Londres,-colmado de lionoresy y pose-
yendo una fortuna inmensa. Entonces principió
su carrera política; Uambdaiá tomar asiento en
la Cámara de los Lores, aceptó el, empleo da¡Gran
Maestre de la; artillería , durante-él.Ministerioíde
Lord Liverpool. Al ascender Canning ál Ministerio,
fue enviado al Congreso de Varona, donde luchó
cuanto 1 piído «ost ra la tirterveticiou (de la : Francia
en España. «En vanó se.acariciaba* áiee M¿' de
Chateaubriand (*), al sucesor de Malborough para
separarle d e la política,de stf; pais. Era tiempk»
perdido. Su 'Gracia r para librarse del fastidio que
le causábamos, buscaba en Veróna alguna de los
Ursinos que pudiera .escribir ál márjen de nuesr
tros; despachos interceptados: pura casada^ w.v


...'Habiendo muerto en 1827 ei Duque "de'York',
hermano del Rey , Lord Wellington le reemplazó
en la dignidad ¡ di . : Comandante en j efe ide los
ejércitos ingleses ;yi,pbeo despaes principió á co-r
lumbrarse eniíla Cámara de los Lores su ojjosi-


•{")• Congreso de féimut, T . I , pág. 116; . .




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


cion contra las tendencias liberales de Caniiing..
Después de la muerte de este últ imo, el débil
Ministerio de Lord Godericta, no pudo impedir
por mucho tiempo la entrada de losrtetfys en el
poder , y en Enero de 1828 fue nombrado el-Du-
que de'Wellington primer Lord de la Tesorería.
Sir Roberto Peel fue el oradory el representante
de aquel Gabinete en la Cámara de los Comunes.
Tory de '.nacimiento y de corazón, pero tory ilus-
t r ado , Lord Wellington consiguió á fuerza de
franqueza ,' das cierta popularidad á su Ministerio..
Arrastrado por ehimperio d e las ideas,: cedía sin di-
simularsus repulsiones, y sin linjir simpatías que
no teniGí ¡pero cedia. Asi fue como^apoyó:el. bilí
de emancipación, deel atándole perjúdieia!.'Asi fue
como Calificó la victoria de NavarinOide suceso fu-
nestó (untoward¡event).. La revolución de Julio
f u e o n ' g o l p e q a e le conmovió fuertemente,, pero
n©> procuró 'evitado. Guattdi» en- i HZO se • presentó el
bilí, de reforma,' Lord iWellingtonideclaró epie; com-
batiría fuertemente todo proyecto de .reformar y
a la primera ocasiónise.apresuróoá ceder el puesto
al Ministerio Whig;úV'Lord Grey- En 1832 volvió
á aparecer un' momento en; el Ministerio bajo Ja
presidencia de Peel, y se retiró casi al instante.




W E L L I N 6 T 0 N . 27


A pesar de las muchas enfermedades que le aque-
j a n , el viejo soldado no ha dejado de tomar una
parte activa en los negocios de su pais. Ha ha-
blado en. las cuestiones mas importantes, siem-
pre con la gravedad y fria razón que le caracte-
rizan.


Hay sin embargo en la conducta del Duque,
en los momentos en que escribimos, una con-
tradicción tan maDiüesta en sus opiniones como
político y su sentimiento del deber mil i tar , que
solo, puede esplicarse.por el maquiavelismo del
Gobierno inglés,, que sean, cualesquiera y de cual-
quiera de los dos partidos que alli se disputan
el poder los que lo ocupen, atienden solo á los
intereses de su pais. Verificada en España Ja su-
blevación de Setiembre de 1840, que arrojó del
Trono á la Reina Cristina, y confió la Rejencia
del 'Reino al General Espartero ¿ volvieron en In-
glaterra loSi-torys al poder, y .el; Duque ,de, ,W¡e-
llington á ¡formar parte de aquel ;Gohierno. A
pesar de las tristes consecuencias de ; tan .incali-
ficable t ras torno, que np puede justificar la.po-
lítica , que la honradez .rechazará siempre, el
Gobierno inglés , del cual es parte Lord ; WJelling-
t o u , no solo ha aplaudido aquel trastorno,, D O




28 1'EHSONAJES CELEBRES.


solo lia ditdo disrinsruidas muestras desaprecio á
s» jefe - y promovedores sino que f i oT boca de '8ír
Roberto Péel ha manifestado' en pleno Parlamento
que el Gobierno establecido en España después dé
la revolución-de Setiembre, .era el inéjor que'habia
habido desde la muerte del difunto Rey. Solo,
eomo hemos dicho- an tes , pueden esplicarse por
los intereses materiales' de la Gran'Bretaña, 1 los
étófios hechos' de la' revolución y de los revolu-
cionarios por él Gobierno tóry. Solo asi phede con-
cebirse qiie un Gabinete en que deben tener al-
guna' influencia los nobles 1 Sentimientos de lealtad,
y los ríjidós principios de Ta disciplina militar del
Duque', apruebe, elojie V patrocine Ja deslealtad
y la insubordinación. Tal vez cuando vea que no
címsigiié'el objeto qué á tal 'contradicción Je in-
dujo , vuelvan la Observancia de sus principios;
pero1 'ni ésto borrará ¡ sü inc»nseeuéncia > ni le li-
brará de la" notó de tflry ujtra revolucionario.


El ésla'do dé'miseria á' que se hallan reduci-
das éh Inglaterra las clases manufactureras; por
efecto del "impulsó' dado á 1&! maquinaria y á la
fabricación, y de la falta de suficiente salida para
los j éné ros , ' h an dado lugar á tumultos y escan-
dalosas escenas promovidas por Jos operarios pi-




. WJJLLINftTON. 2!)
diendo pan y­aumento de trabajo. El Gobierno
se ha visto precisado á adoptar medidas cnérjicas
de represión, y á emplear la fuerza armada. El
Duque ide­Wellington ha sido nombrado por la
Reina, á :.pesar de su avanzada : edad, Comandante
jenefal de tedas* las tropas de Inglaterra. Seguros
estan>os:­que cualesquiera que fuesen los compro­
misos en que pudieran ponerle las circunstancias
y,su elevado encargo , jamás faltará á la obedien­
cia como subdito, á su deber como caballero, ni
iá sú .rijligacioai, como militar/


Muchosbiógrafosiponen en boca de Madame de
ütaelque.Lor.d Wellington es­ un hombre: limitado.
No sé dé donde han podido sacar lo , y sospecho
taucho que es¡invención dtel primer autor del des­
abrimiento! ; ademas de que las palabras n d están
aeordes> con la epiniea­4e c u a n t a han visto ¿Lord
Wellington­ e n ' P a r í s , y el entusiasmo biStt­fio­
aoeido ,de• rMadame de.¡Stael•¡haee i»u .singular
juego­ 0№ ciertas páginas; refúljentés de las. C O Í I ­
sideraclones sobrelanvalucion francesa,, en que
se e n s a l z a d noble .Duque mucho mas allá de
sus méritos. Es evidente ¡que Lord Wellington np
es .un águila en. polít ica, que tal vez sabe man­
dar, mejor un ejéreito que gobernar una nación'




'30 PERSONAJES' 'CÉLEBRES.


pero es también' indisputable y qu í aun asi ha
desplegado ciertas dualidades de firmefca>, d«­ ac­
tividad y de elevación­ qué'•<le son' propias; Lo que
en la guerra , lo mismo que en los negocios y ha
formado principalmente la preponderancia de Lord
Wellington , es­ una seguridad imperturbable que
no es ­una fanfarronada, pero que mas bien tiene
orijen en' una especie­de fatalismo instintivo, ¡ del
cual se burlaba Napoleón, al paso que en el'fon­
do lo profesaba por lo menos tanto como César. De
ningún modo puedo esplicar mejor m i pensamiento
sobre este puu to , que) refiriendo el tgracioso. di­
cho de uu francés colocado en alto, puesto:, un
día de gran recibimiento­en la embajada de In­
glaterra y señalando ;á'4iOfdiWellihgtoR'.;«. veis al
Itaqjie; deeiav'luohárwlo. denodadamente contra su
gota 1, y tesforeándose, cvm m vestido­dorad» de
guardián deilMáMM» puertos miormrtuft&fiostii-
ra 140 Héreu frstyí cofao­ ior fea • represtmtarlo (ihan.­
trey ,• en jHydeiPa№31 pues bies | ¡ este 'personaje
tiene t a l confianza en sü'estrella", que si­hace seis
meses le; hubiese dicho, ¡aígunb: la Reina os es­
p e r a e n Westminster paro casarse con vos y con
vuestros 72 años, al momentó>hubiera marchada,
ajastsndose surc in tu ron , como un : hombre ifiíe




WELLINGTON. 31


va á hacer la cosa mas sencilla y natural del
mundo, v


En resumen, cuando el Duque de Wellington
haya muer to , la Inglaterra echará de menos su
mayor capacidad militar desde Malborough ; y
sin»-pierderen él un gran jénio político, perde-


1 rá seguramente un gran carácter.








Teriioiuje.8 celebres del Sido




J"!


31. THIERS.


Mr. T h i e r s , no ha sido m e c i d o , al
nacer , en la falda de una Duquesa. . .
Medita sin .esfuerzos, produce sin ago-
tarse , anda sin cansarse, y es el via •
jero de ideas mas rápido qde c o -
nozco.


COHMENIN. —Oradores parlamenta-
rios.


Éntrese en la Cámara un día de gran debate
parlamentario, échese una visual á la estrecha
jaula, adornada de mármol , que sirve de tribu-
n a , y véase ajitarse en ella á aquel hombre pe-
queño, que solo descúbrela cabeza: tan exigua
es su estatura. Aquella cabeza está adornada con
un. rostro suficientemente feo,;un poco jesticulan-
te, pero vi»a, movible, espresiva,orijinal, y como
suspendida á un enorme par de anteojos. ¡




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras nuestros honorables acaban su mur-
mullo á guisa de estudiantes, examínese el con-
torno caprichoso^ de aquellos labios delgados y
eneojidos corife de V o l á i r e , por los cuales
anda paseándose de continuo la sonrisa mas su-
til , mas sarcástica é inquisitorial del mundo.


Por ú l t imo , se restablece el silencio; el ora-
dorya¡';á. ;iiablar,:, eseúeliese, ó mas bien, si la
ót^dMZacioir det' : tícente es uta poco delicada y
HHisical^.iprinqipie por taparse los oídos, y vaya
abriéndolos poco á poco, piles la voz que va á
escuchar es una de aquellas vozes agudas, chillo-
nas , estridentes, que pasmarían á Lablaehe y
harían tiritar á Rubini. Es cierta eosa dudosa,
anormal , anfibia, que no es masculina ni feme-
n ina , sino mas bien del ¡enero n e u t r o ; y el todo
-está; EuMtiementenpoltoreado 0011' ufl acento ¡pro-
glacis! , t ! i • ' - '"- ••' •


• !•.:!¥ s ln . e ' ába rge , iaqHethorifbre pequeño , ! si¿
esferior;,! s in -apariencia, ¡sin ó rgano , é s ' nada
meaos ¡que Mr. Tbiesrs, u n a délíos -personajes mas
eminfente^ideila^éfioctt; ua© de los oradores mas
pósente ds la Cámara. Aquel pecho débil , tiene
acentos.Bsoüchactes casi siempre con atención,' y
muchas yecos ̂ l a u d a d o s eon frenético entusiasma;




ÍKIEBS. 3


de aquella larinje aflautada, sale una palabra clara
como el cristal , rápida como el pensamiento, Sus-
tancial y récojida como la meditación.


Si por ventura se dice ahora que este mismo
Mr. Thiers, historiador célebre y.periodista infla-
y en te , Ministro, Presidente del Consejo, Diputa-
do , miembro de la Academia Francesa, grande
oficial de la Lejion de honor , y condecorado con
todas ias Ordenes del m u n d o ; que-este mismo
Mr..Thiers^ colmado hace cerca de diez años de
todos, los, favores der la gloria y de la ¡fortuna,
haca apen&s diez yi 'seis qué «ra solo •un pobre
hombre salido de l a clase ;mas ínfima, sin cruz
ni blanca, sin nombre; sin figura, sin protecto-
res , sin amigos , espuesto á vejetar oscuramente
en una oscura y pequeña ciudad de provincia, s in
haber recibido del la naturaleza otra cosa que un
gran talento y una no menor ambición; pero nada
de;lo que* sirve al ta lento, nada de l o q u e presta
espaldas á la ambición í si.se dice todo esto* He
podrá menos de confesarse que Mr. Thiers debe
sin dudí> inuehcv á la fortuna t pero que también
es hyo d e sus obras; y que ha« sido'precisas una
mirada muy -segura , una fuertsa de voluntad muy
indomable, y una singular tenacidad para .hs»




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


cender desde tan bajo , tan alto y tan aprisa.
Mr. Thiers ha tenido furiosos detractores y


encomiadores hiperbólicos; los unos le han pre-
sentado como el hombre de Estado modelo, el
piloto indispensable, el Napoleón del sistema re-
presentativo ; los otros como un arlequín político,
un farsante gubernamental sin moral y sin fe,
un Bosco de t r ibuna ; algunos han pretendido
que si Bossuet había podido escribir un libro
grande sobre las variaciones de los protestantes,
se encontraria fácilmente materia para hacer uno
en folio; en las variaciones políticas de Mr. Thiers.


En todo esto hay cosas ciertas y cosas falsas;
pasión en favor y pasión en contra. Separar el bien
del ma l , ta lisonja de la maledicencia; disecar
y discutir la personalidad política de Mr. Thiers,
es cosa demasiado grave y espinosa para que la
emprendamos aqui. Esta clase de l ibros, que se
ditijen á todos , cuyo objeto nó es impoaer al pú-
blico'una decisión formulada a priori, sino co-
locarlo en situación de formular la suya, no son
ni requisitorias, n i informes , ni panejíricos, ni
libelos; son pura y sencillamente biografías, sin
mas mérito que su Misma sencillez, diciéndolo
todo y no discutiendo nada; un poGO in*ultas>




THIEHS. 5


un poco áridas tal vez, pero imparciales y ver-
daderas cuanto es posible. Y la verdad tiene t am-
bién su mérito en los tiempos que corren; un
argumento encuentra siempre un argumento con-
trario que le rechaza ; un hecho no puede negar-
se , y nada hay tan testarudo como un hecho.


Sentado e s t o , vamos á contar fiel y minucio-
samente á Mr. Thiers. No le esplicaremos, hágalo
el que quiera'ó pueda.


Luis Adolfo Thiers, nació en Marsella el 26 jer-
minal, año V (16 de Abril de 1797). Por parte
de su madre (*) pertenece á una antigua fami-
lia de negociantes, que habia llegado auna; es-
tremada pobreza, y por la de su padre á la clase
trabajadora. Si no nos engañan nuestros recuerdos
el padre de Mr. Thiers era de. oficio cerrajero.
De todos modos este es un título mas.de gloria
para el Ministro.


Cuando se reorganizó la universidad ; el joven
Thiers, por la intercesión de algunos parientes
maternos, obtuvo una beca en el Liceo imperial
de Marsella , donde hizo todos sus estudios; es-
tudios brillantes sobre Jodo ¡en los últimos años, y


(I) S e dice que la familia materna de Mr. Thiers es lia
de donde salieron José y Andrés Chenicr. .:. . . < :




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


que dejó en i81¡5 >, á la edad de 18 años , parair á
seguir tecúrses de la facultad de derecho de Aix.
Alli haMa-tambien otro hijo del pueblo que acaba-
ba de salir'del Liceo de Aviñon, y con quien hizo
pronto Mr. Thiers estrecha amistad. Era Mr. Mi-
gnet, que se¡ ha1 adquirido también después una
briHante reputación de historiador y publicista,
y cuyo nombre es inseparable del de Mr. Thiers,
tanto á causa de una comunidad de talentos.,
como por'la «ottiunidad de simpatía y afecciones
que se ha conservado constantemente entre los
dos amigos-de la.escuela. a


Hojeando-el Bijesto y el Código civi* solo lo
necesario para salir bien de sus exámenes, los dos
jóvenes se dedkaroa coa pasión al estudio dé la
l i teratura, dé te filosofía, de la historia y hasta de
la pol í t iea^y Mri Thiers cuya alma.ardiente y
ambiciosa tenia una especie de presentimiento de
u n brillante porvenir, (í> representaba ya en la
escuela el pequeño papeii de jefe de part ido, vo-
ceaba ,1 i alborotaba., peroraba contra el Gobierno


(*) Hemos oído contar muchas vejes sobre este asunto la
historia más ó menos auténtica de mía vieja vendedor» de
manzanas en la puerta de la escuela de d e r e c h o , á la cual
Mr. Thiers decía, siempre al pasar ! «Los tiempos .son ma-
l o s , buena vieja ,: tened paciencia; cuand» sea Ministro




THJEtlS. 7


de la Restauración, evocaba los recuerdos de la
República; y : del' Imperio­, se hacia malquerer de
sus profesores ^ detestar del comisario, de, policía,
adorar, de sus camaradas, y obtenía, contra vien­
to y marea,, el premio de elocuencia. Este últi­
mo hechp, bastante gracioso ,, merece particular
mención. ', ­ , ..


Tratábase del elojio de Vauvenargues, señala^
do por la Academia de.,Á№, buena>ytrá­nquila
Academia; que, sirviéndonos de la ,palabra,de;MoK
taiíe.,, I»»/sabido sieoipreíi ;;(*}!»!}; una m­ujéaf feooi­;
rada v­mJMner hahj^r¡ jaméaidaieitei; №<j!J¡hieirsi
se puso en la cabeza coiteegutt';el,'#MH)kihy¡ ¡«raió;
su •manuscritOi El trabajo fue hallado .eminente*
mente superior; por desgracia la tentat iva­de
Mr. Thiers habia hecho r u i d o , su mimbre fue
descubierto ó adivinado de antemano, y c o n » no
habia'.№0, concurrente que mereciese el premioj
los,deotos miembros del Areopago., antes qrae aóV
judioarlo al pequeño jacobino, difirieron eb cari­"
curso pava el añp; siguiente;/ En la época §páM


vendré á buscaros « n q n coche:de cuatro,caballosjiasajlej-i
varos á .mi palacio.» La pobre mujer afirmaba tristemente
con la cabeza. Ño sabemos á puntó'lijo si 'el 'Ministro se ha
acordad» de las. promesas del estadinnte; , :




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


el manuscrito de Mr. Thiers volvió á aparecer nue-
vamente ; pero en el intervalo había llegado de
París tina producción que eclipsaba todas las de-
más , y ! que'se apresuraron á premiar, concedien-
do sin embargo á la obra presentada por Mr. Thiers
ei humilde honor de un accésit. Pero grande fue
el chasco de los señores académicos de las Bocas
del Ródano , cuando al abrir el pliego del laurea-
do parisiense; se encontraron que el vencedor era
el mismo Mr. Thiers, el cual había tenido el ma-
lignó placer de mistificar 'ala digna Aeademía,
tratando e l asunto bajo un punto de vista nuevo,
mandando copiar esta última composición por una
mano estraña, haciéndola viajar de Aix á París
y d e París<á A ix , y acumulando de este modo
el'premio*y el accessit.


<•<> Mr.; Thiers , después de recibido abogado y de
algunos; insignificantes debates en el foro de Aix,
conoció que en.aquella ciudad enteramente patri-
c i a , en tmaj época en que el nombre y la cuna
tenían aun; gran parte en la apreciación de un
individuo, le seria difícil salir dé la oscuridad en
que la suerte le habia hecho nacer.


Con esta idea se decidió á ir á probar fortuna
á París en compañía de su Pílades, Mr. Mignet.




THIERS. 9


Los dos amigos llegaron á la capital ricos de ta-
lento y esperanzas, pero bastante pobres de nu-
merario. Los primeros meses de su residencia fue-
ron poco brillantes, si hemos de dar crédito á
un escritor (*) que describe de este modo su mo-
desto alojamiento: « Hace' muchos años que subí
por primera vez los ¡numerables escalones de una
sombría casa de huéspedes situada en el fondo
del sucio y oscuro pasaje Montesquieu, en uno
de los barrios mas populosos y de mas bullicio
de París. Abrí con un vivo sentimiento de inte-
rés , en el cuarto cuarto, la mugrienta puerta de
una pequeña habitación que merece ser descrita:
una modesta cómoda y una cama de nogal, com-
ponían todo el ajuar que completaban cortinas de
tela blanca, dos sillas y una pequeña mesa ne-
gra mal sostenida por sus pies. »


Tal era el lugar ocupado por el futuro Presi-
dente del Consejo, nada parecido por cierto á la
graciosa casa d é l a plaza de San Jor je , donde
Mr. Thiers, vuelto á la vida privada, descansa
en el seno de los estudios literarios' de las fatigas
de la vida ministerial. De todos modos el pobre


('•)' Me. Loeve-Veimar. — Hombres de Estado de Francia
y de Inglaterra.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


abogado de provincia oscuro y desconocido, nó
pierde sn tiempo aguardando á la fortuna con los
brazos «razados. Sabe que la Diosa es caprichosa
y Irfefa'V y que es preciso cojerla al vuelo, y aun
atrepellarla si es necesario. En verdad sea dicho,
lar fortHna «n mostró muy! condescendiente con
Mr. •ThieiBi1 Era-al principio de 1823 ; durante
el- Ministerio Viílelle, «a medio de la restauea-
CÍOB - MajwfeaVel grande orador , acababa de ser es-
pulgado violentamente de ia Cámara , y el espfllsá*
do del dia anterior era el poder del d ta./ Mri Thiers
vio é i la<pirorerQ mirada ei papel qiue le tocaba,: á
él plebeyo y ambicioso,- bajo un Gobierno aris-
tocrático, y sedir i j ióá Manuel, hombre del Me-
dio ¡dia, hombre de franqueza y de coraróm y qoe
le alargó la mano , le presentó á Mr. Laffltte, y
le hizo admitir en t ró los redactores del Comtitu-
c4mtúl,(:etiooldsojsobré aquella épdcá; La.posición
era hermosaí' ySSín Thiers supo aproTéchaite;
dotado eijpinentiemerite deb ¡espíritu de polémica,
seihizo 'notar por la Verbosidad y audacia *de sus
artículos; y el jó«em ¡ periodista tardó poco én ser
introducido en las>reuniónes¡ mas Imitantes de la
oposición, en casa de Mr. Laffitte, de Mr, Casi-
miro Perier, de Mr. F lahau t , del Barón Luis,




THIERS. 11


el primer hacendista de la époea, de quien llegó
á ser comensal y discípulo, y hasta en 'casa de
Mr. de Talleyrand, que como es sabido, no se fran-
queba con todo el m u n d o , pero cuya mirada pe-
netradora adivinólos recursos de aquella cabeza
meridional.


No era esto todo; reuniendo á una portentosa
facilidad de estiló una memoria sorprendente, una
soltura de hablar prodijiosa, una no menor com-
prensión, Mr. Thiers tenia tiempo para satisfacer
las exijenciás de la imprenta diaria, recorrer las
sociedades y. hablar con frecuencia, esduchar mu-
cho, y apropiarse en seguida con la meditación
y el estudio, el fruto de sus conversaciones con
los principales actores del gran drama revolucio-
nario. Antiguos restos de la Constituyente, de
la Asamblea Lejislativa, de la Convención, del
Consejo délos Quinientos, del Cuerpo Legislativo,
del Tr ibunal , Jirondinos, de la Montaña, anti-
guos jenerales del Imperio, proveedores de los
ejércitos revolucionarios, diplomáticos, hacendis-
tas, hombres de pluma, hombres,Ide espada, hom-
bres de cabeza, hombres dé:brazo 1 , á cuanto de
todo esto quedaba, pasaba revista Mn Thiers; pre-
guntando al uno, rodeando al otro para, haeerle




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


hablar, escuchando con el oido derecho á este, y
con el izquierdo á aquel, y después reuniendo,
coordinando en su cabeza todas aquellas conver-
saciones interrumpidas, regresaba á su casa, se
ponia de bruces sobre el Monitor, y anadia una
pajina mas á la hermosa Historia de la revolución
francesa, que tardó poco en publicarse, y ase-
guró desde el momento á Mr. Tbiers una dé las
posiciones literarias mas brillantes de la época.


El plan puramente narrativo que hemos adop-
tado, no nos permite desenvolver aquí todo nues-
tro pensamiento sobre esta obra capital. Diremos
solo que el trabajo de Mr. Thiers , consagrado es-
clusivamente á ensalzar la gran conmoción de 89,
encierra bellezas de primer orden, asi en el es-
tilo, como en los cuadros, en los estudios rentísticos
y políticos, y como apreciación de las personas y
de las cosas. Para un hombre que apenas>ha visto
otro fuego que el del hogar doméstico, la parte
militar, sobre todo, está tratada con una claridad
de esposicion estratéjica, una firmeza de pincel
que tiene algo de adivino; y según los hombres
competentes, los volúmenes dedicados á las cam-
pañas de Italia, son verdaderas obras maestras en
su jénero. Por otra parte, también según el parecer




THIEBS. 13


de muchos, la obra de Mr. Thiers encierra un vi-
cio fundamental, que procede de la movilidad mis-
ma del autor. Mr. Thiers, desde el principio , par-
tiendo de un punto de vista puramente fatalista,
pasa al través ¿e los hombres y de las institu-
ciones, admirando á todo el que triunfa y hasta
que c a e , y á toda institución mientras subsiste
y hasta que se desploma; para Mr. Thiers la culpa
es siempre del vencido, la razón del vencedor.
Es un sistema de completa indiferencia , es la dei-
ficación del buen éxito.


Conducido de este modo á prestar á crímenes
inútiles la disculpa de una fatalidad irresistible,
al lejitimar casi en nombre de la fuerza de las
cosas, las espantosas carnicerías de niños, de jó-
venes , de mujeres y de ancianos q u e , lejos de
preparar la nación para la libertad , sirvieron solo
para desmoralizarla y arrojarla palpitante á los pies
de un déspota ; Mr. Thiers , rejuveneciendo anti-
guas teorías, se ha hecho jefe de escuela, y como
acontece siempre, los discípulos han ido mas allá
que el maestro; se han visto en consecuencia á
pequeños apóstoles del terror, con barba ó sin ella,
ferozes por moda y no por instinto, no reparar
en sus discursos en veinte mil cabezas por lo que




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


ellos llaman un rincipio; eomo si esa cosa vaga,
oscura y abstracta, mudable, controvertible, que
en política todos los partidos adornan á su antojo
con el nombre de principio, equivaliese á la san-
gre del último gañan; de donde resulta que mu-
chos de aquellos á quienes Mr. Thiers, siendo Mi-
nistro, ha querido probar con argumentos dé una
enerjía incontestable, que su sistema era malOi
hubieran tal vez podido responderle teniendo su
libro en la mano: «¿Cómo es esto, Maestro;;nos
fusiláis? Somos vuestros discípulos, descendemos
de vos en línea r e c t a , sois nuestro principio, y
nosotros somos vuestras consecuencias; lo que vos
habéis puesto en hermosas pajinas, queremos nos-
otros ponerlo en práctica.»


Volvamos á Mr. Thiers.
I Su libro: hizo ru ido , despertó algunos odios,


muchas' s i m p a t í a s y desde ¡ aquel momento se co-
locó al autor entre los hombres mas eminentes
y mas avanzados de la oposición liberal. En aquella
época fue cuando un oserfro librero alemán, lla-
mado Schuhartj se unió á él con unjénio bené-
fico, y le puso en relaciones con el Barón Cotta,
otro librero del lado de- allá del R in , hecho mi-
llonario y gran señor," el eual sintiendo' por




TH1EHS. 15


Mr. Thiers un magnífico entusiasmo, le regaló
una acción del Constitucional, valor que ha de-
caído un poco después, pero que era entonces
muy productivo. Poseedor Mr. Thiers del título
de propietario del Constitucional, bajó de su
cuarto piso, se ¡hizo elegante, frecuentó el café
de Tortoni , 'montó á caballo bien ó mal, y f u e á
pasear al bosque. En cuanto al pobre Sehuhart
dicen que se volvió á pie á morirse de hambre
en su país.


Pronto dejó de estar contento Mr. Thiers con
la oposición ¡volteriana, gastada y monótona del
Constitucional. El órgano del viejo liberalismo le
pareeió un poco mohoso, necesitaba algo mas
nuevo , mas joven , mas democrático. Fundó en


/1828 el Nacional, bajo el patronado rentístico de
los principales delaízqüierdáj con la coloboracion
de Armando Carrel , y de las cabezas mas ardien-
tes del partido revolucionario. .


Entonces principió aquella lucha.ardiente . t e -
naz y hábil, que Mr.. Thiers dirijió fcottra el Go-
bierno de la Restauración. Combate de todos los
días, en que Mr. Thiers estuvo constantemente
sobre la brecha, estrechando al Ministerio Po-
lignac, en el inflexible círculo de la C a r t a e s c a r a -




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


muzeáudole sin cesar, echándole en cara lo que
hacia y loque dejaba de hacer, no permitiéndole
ni e l . b i e n n i e l m a l , ni la debilidad ni la gran-
deza , y acuchillando de una misma plumada los
hechos odiosos y los hechos nacionales , las inva-
siones de la Congregación y la espedicion de Arjel.


¿Habéis visto alguna vez á un toro luchar en
vano contra un tábano que se pega á sus costi-
l las , á sus ojos, á sus orejas, á sus narizes, le
aturde con sus zumbidos y le pica en mil partes?
Furioso el animal , muje , espumea , se tuerce y
arrolla, y no pudiendo conseguir deshacerse de
su infatigable enemigo, acaba muchas vezes por
arrojarse de cabeza en un abismo. El Ministerio
Polignac era el t o ro , Mr. Thiers fue el tábano,
y los decretos de Julio fueron el abismo.


En la mañana del 2 6 , todos los periodistas
se reúnen en las oficinas del Nacional; Mr. Thiers
estaba en su puesto. Se redacta una protesta co-
lectiva ; Mr. Thiers es • uno de los primeros en
firmarla. Era un acto deva l a r , pues jugaban sus
cabezas los firmantes. Pronto hizo el pueblo tam-
bién su protesta en la calle, y la firmó á tiros.
Mr. Thiers , después de haber declarado que es
preciso atenerse á los medios legales, se va á




THIEHS. 17


meditar bajo las sombras de Montmorency, y el 29,
después de la batalla, hace su entrada en Pa-
rís. Ya veremos sin embargo mas adelante que
Mr. Thiers tiene momentos de verdadera intrepi-
dez». Ganada la victoria, Mr. Thiers tomó una
parte activa en todas las medidas cuyo objeto era
volver-á levantar el edificio monárquico. El 30 de
Julio por la mañana pasó á Neully, de parte de
Mr. Lafñtte* para instar al Duque de Orleans á
que aceptase las funciones de Lugar-teniente je-
neral del Reino.


Después de establecido el Gobierno de 9 de
Agosto, Mr. Thiers fue nombrado Gonsejero.de
Estado , y se le encargó el desempeñar, sin título,
las funciones de Subsecretario del Ministerio de
Hacienda, bajo las órdenes del Barón Luis. El
primer Ministerio de Jul io , formado apresurada-
mente de elementos incompatibles, tardó poco en
disolverse. Los unos querían movimiento, los otros
el statu quo. Los unos querian represión, los
otros la propaganda; estos ultimes vencieron, y
Mr. Laffltte fue Presidente del Consejo. Se ha
querido suponer que e l Rey ofreció entonces al
joven Consejero la cartera de Hacienda, que rehusó
eseusándose en su juventud, y no queriendo ser




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ministro antes ¡cta tiempo:. el hecho necesita con-
firmación. De todos modos, Mr, Thiers recibió ofi-
cialmente el título de Subsecretario de Estado,
cuyas, funciones desempeñaba., y soportó, siendo
Ministro Mr. Laffitte, la crisis rentística mas ter-
r i b k q u e h a esperiinentadola Francia desde.1830.
Los cuidados, de la presidencia del Consejo absor-
vian á Mr. Laffitte, y su joven colega -dirij¡a real-
mente ¡aquelia parte de la administración.


Las ideas rentísticas de ,Mr, Thiers , como la
mayor parte de sus ac tos , han sido juzgadas con
diversidad. Un ¡folleto sobre el sistema de Law,
publicado por él; durante la restauración, anun-
ciaba ya estudios profundos sobre la materia» Su
sistema detransformar el impuesto'de repartícioin
en impuesto de cotización, que debía doblar casi
la i masaimponible > ha, sido declarado por unos
imraoraf y. peligros*;, y por Otros, lójieo], atrevído í
y uní eo: capaz de subvenir¡ », las,; inmensas ¡ necesi-
dades del país. ••• •;, . -\ ,<


Nombrado Mr* Tliiers en la «asfliai época Di-
putado por Ais , hacia, sus primeros ensayes en
la Cámara, donde tenia entonces un disfavor
marcado,y casi, universal. Penetrado aur» ente¡-
•namabtenílev los recuerdos de la Convaneiii*»,




T H I E J R S . 1 9


Mr; Tbiers remedaba á Danton, pronunciaba frases
de efecto, quería salvarla Polonia, libertar JaBél)­
j ica , i pasar el Шц y democratizar el;globo t . Sus
ideas belicosas espantaban á los tímidos, y sus dis­
cursos campanudos cansaban э todo el mundo.


El Miuísterio:íl,aííitte fue de corta, duración;
la еХаЦасмщ de los espíritus, los motines, la.acti­
tud, bost i lde los Gabinetes estranjeros1, las alarmas
de la industria, la&exijeacias, siempre en¡ aumento
de los partidos estremos :, reclamaban al parecer
un •sistema de represión en el interior,, y de сод­
ciliatáoe en el estertor* eontíario д las jdqas .de
laadminMtraeion del ;3 de noviembre.., :..


Entonces se formó, en 13 de Marzo d e , í 8 3 1 ,
•el Ministerio Casimiro.Perier;, Ministerio diarae­
iralmente opuesto al precedente por sus tendencias
y por SMS actos. La,oposición, que se había reu­
nido á M r . Laffitte,. esperaba contar en sus Alas
á Mr, Thiers; pero S B primer discurso ¡fue un
ataque:virulento contra el programa, dí , la ,opos i ­
d o n . Tanrep^t inaj t raBsformawnhir ió profunda­
mente áMr. ;Laff i t te , аЩб á la izquierda, ale­
gró al ееиио>< y admiró al público. Los amigos
de Mr. Tbiers han,apl icado aquel brusco cambio
por consideraciones de patriotismo; han dicho qiue,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


viéndola inminencia del peligro, Mr. Thiers ha-
bía creído de su deber sacrificar sus convicciones,
sus amistades y sus simpatías, á la salud de la
Francia , que creía podía soio asegurarse con el
sistema Períer. De todos modos, hubo desde aquel
momento entre el ex-PresídenVe del Gabinete de 3
de Noviembre, y el porta estandarte del Ministe-
rio de 13 de Marzo, una marcada frialdad, que
después ha ido siempre en aumento.


Durante el curso de la sesión, el innova-
dor Mr. Thiers no quiere ya mas innovaciones.
Mr: Thiers , el propagandista y ei guerrero, abor-
rece la guerra y la propaganda, y proclama en alta
voz la necesidad de la fusión y de la paz. Cuando
llega el momento de disputar la herencia de la
Pal Ha, conociendo el Gobierno que la institución
es atacada con demasiada.viveza, la abandona.
Mr. Thiers solo la defiende, y en esto se muestra
mas ministerial que el ¡Ministerio mismo. Por lo
demás , ' e l discurso pronunciado en aquella oca-
sión por Mr. Thiers, es en es tremo notable; el
orador se transformó como lo habia hecho el hom-
bre político. Renunciando á los movimientos ora-
torios, y á la hinchazón de otro tiempo, Mr. Thiers
tomó un estilo sencillo, vivo y rápido, que le




THIERS. 21


salió perfectamente bien: el derecho hereditario
cayó, pero desde aquel momento Mr. Thiers se
elevó á la altura de los primeros oradores de la
Cámara, y ha sabido sostenerse en ella.


Pronto murió Casimiro Perier , rendido por
las luchas de la t r ibuna; y el 11 de Octubre
de 1832, llega por fin Mr. Thiers á ser Ministro
de lo Interior bajo la presidencia del Mariscal
Soult. La situación era de las mas alarmantes;
la guerra civil ardia en la Vandea, la Béljica
estaba amenazada, la irritación reinaba por to-
das partes. Mr. Thiers no vaciló y dirijió al ins-
tante sus ataques hacia el Oeste , como punto
mas peligroso ; con el oro se encontró un triador;
la Duquesa de Berry fus presa y que ló estingui-
da la guerra civil. Obtenido este resultado ^ el
Gobierno tentó un golpe de mano atrevido sobre
Amberes, tomóse la ciudadela y quedó asegurada
la independencia de la Béljica. Abrióse la lejis-
la tura; y el Ministerio de 11 de Octubre, fiíer-
te con estos dos grandes hechos, obtuvo en las
Cámaras una mayoría bastante notable.


Durante el intervalo, Mr. Thiers, disgustado
según dicen , de las atribuciones de policía del
Ministerio dé lo Interior, habia pasado al de C o / ^




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


raercio y de obras públicas. EQ este nuevo puesto
principia por pedir á las Cámaras un crédito de
100.000,000 para la conclusión de grandes tra-
bajos de utilidad pública. Se le concedió el cré-
d i to , la estatua de Napoleón volvió á colocarse
sobre la columna, se terminó el arco de triunfo
de la Estrella, las obras de la Magdalena siguie-
ron con actividad, se erijíó el palacio del Anden
dé Orsay, Be trazaron caminos y se abrieron ca-
nales ; ocupáronse millares de brazos , y la in-
dustria principió á renacer •, aquella época, en
concepto de : muchos, es el período mas brillante
de la vida pública de Mr. Thiers. Sin embargo
el huracán tardó poco en volver á aparecer. A
principios de 1834, la Korda fermentación del
partido republicano anunciaba una próxima es-
plosion; para evitarla presentó el Gobierno la ley
sobre las asociaciones; Mr, Thiers la sostuvo vi-
vamente, no solo como necesidad momentánea,
sino como principio permanente, de orden y de
seguridad pública. Poco después, atendiendo al
estado de las cosas, y considerado Mr. Thiers
como el mas activo y enérjico de los miembros
del Gabinete, volvió á encargarse del Ministerio
del Interior. A los pocos días estallaba la insur-




T H I E B S . 23


reccion en Lyon y casi al mismo tiempo en Pa-
rís. Allí , mas que en 1830 , espuso Mr. Thiers
su persona, pues á su lado , en las barricadas
de Abril , cayeron heridos por dos tiros dirijidos
al Ministro, el capitán Rey y el joven Armando
de Vareilles, oidor en el Consejo de Estado. En
fin fue vencida la insurrección, y cuando llegó
el momento de juzgar á los rebeldes, Mr. Thiers
rechazó en el Consejo, como inoportuna y perju-
dicial, la intervención de la Cámara de los Pares.
Tuvo sin embargo que conformarse con el pare-
cer de la mayoría.


Hacia aquella época fue cuando estallaron gra-
ves disensiones en el seno de la administración
de 11 de Octubre. El Mariscal Soult y Mr. Thiers
habían llegado á graves personalidades; no dis-
cutían ya, disputaban. El viejo vencedor de To-
losa acabó por regalar á su joven y testarudo
colega un epíteto de cuartel, que estuvo en voga,
y se retiró.


El Mariscal Gerard, nombrado para reempla-
zarle, hallándose á su ve? en oposición directa
con Mr. Thiers sobre la cuestión de amnistía, se
retiró igualmente. Mr. Thiers, no atreviéndose aun
á aspirar á la presidencia, y no pudiendo en-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


contrar un Presidente, adopta el partido de ha-
cer también su dimisión. Entonces tuvo lugar la
comedia del Ministerio Bassano, que duró tres
dias. Por úl t imo, el Mariscal Mortier se sacrificó,
y Mr. Thiers volvió á encargarse del Ministerio de
lo Interior.


Al abrirse la lejisiatura de 1835, preséntase de
nuevo la cuestión de amnistía: Mr. Thiers , re-
chaza aquella medida con mayor fuerza que nun-
ca. Pocos dias después representaba el primer pa-
pel en una ceremonia enteramente pacífica, siendo
recibido miembro dé la Academia francesa.


El Mariscal Mortier, fastidiado pronto, según
d icen , de una presidencia meramente nominal,
y de los pequeños altercados interiores, renuncia
sus funciones. Entonces se verifica un nuevo saí-
nete representativo. Mr. Guizot no queriendo por
Presidente á Mr. Thiers , y proponiendo á Mr. de
Broglie; Mr. Thiers no queriendo á Mr. de Bro-
glie, retirándose como Aquiles á su t i enda , y
acabando por aceptarle.


Llegan las fiestas de Jul io: Mr. Thiers estaba
al lado del Rey en el momento de la esplosíon
de la máquina de Fieschi. Aquel deplorable su-
ceso tuvo grandes resultados. Se convocaron las




THIERS. 25


Cámaras, se votaron por una gran mayoría las
nuevas leyes, llamadas de Setiembre, restrinjien-
do las atribuciones del jurado y las franquicias de
la imprenta, y Mr. Thiers creyó de su deber el
sostener todas aquellas medidas de rigor.


No tardó en envenenarse la lucha entre
Mr. Thiers y Mr. Guizot: este último y Mr. Bro-
glie se retiran, y Mr. Thiers llega por fin al Mi-
nisterio de Negocios estranjeros, y á la presiden-
cia del Consejo. Sus amigos han dicho que aeeptó
aquel puesto eminente con estremada repugnan-
cia : es lícito dudarlo. En este período de su vida
política vemos á Mr. Thiers acercarse de nuevo
á la izquierda, y el piloto del 22 de Febrero en-
saya maniobrar entre Scila y Caribdis, es decir,
entre el centro derecho y el izquierdo.


De repente se agravan los acontecimientos en
España; la cuestión de intervención se ajita en
el seno del Consejo; Mr. Thiers no pedia la in-
tervención. Tenia la certeza de que con un ausi-
lio indirecto se haría un gran servicio á la Rei-
na , y se habia limitado á un sistema de coope-
ración. La lejion estranjera presentaba un eseelen-
te p ie , y se trataba de aumentarla. Mr. Thiers
al- fin habia obtenido del Rey que consintiera en




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


su proyecto, y eran muchos ya los que volun-
tariamente se enganchaban. En el momento de
la ejecución, cuando los franceses iban á pasar
el Pi r ineo, ocurrieron los lamentables sucesos de
la Granja, y el Rey tomó de ellos motivo para
desistir. Mr. Thiers sostuvo que aquello podia ser
una razón para diferir el envió de auxilios, pero
no para negarlos enteramente, y que el Gobier-
no francés no debia renunciar á defender á una
nación aliada, si á pesar de los desórdenes de la
Granja, se respetaba a la Reina y no se derra-
maba sangre.


Sabido es el respeto que allí se tuvo á la Co-
rona y á la augusta Señora que gobernaba el
Reino , y en el curso de nuestra obra tendremos
lugar de hablar detenidamente de aquellos tristes
acontecimientos. Es para nosotros indudable que
la Francia , sea por culpa de quien quiera, dejó
escapar durante la guerra civil, las ocasiones que
se le presentaron de haber conservado su influen-
cia lejítima en España, evitando los trastornos
que después han sobrevenido, y perdiendo el pres-
tijio que le hubieran dado en la nación, el aca-
bar con su auxilio la guerra civil, asegurar el
Trono y las instituciones, y el mando de los hom-




THIEBS. 27


bres cuyos principios estaban mas en armonía
con los suyos, y con el sistema de gobierno de
Francia.


Mr. Thiers no pudo hacer que prevaleciera su
consejo, y dando muestras de independencia se
retiró haciendo su dimisión, que solo después de
muchas instancias le fue admitida. Todos sus co-
legas , menos uno, dejaron el Ministerio al mismo
tiempo que él. Entonces se formó el Ministerio de
15 de Abril bajo la presidencia del Conde Mole.
Durante el intervalo de la lejislatura, Mr. Thiers
fue á dar un paseo artístico por Italia, fue admi-
tido á besar la sandalia del Papa, y regresó con
una provisión de medallas romanas, de cofreci-
tos de la edad media , y de argumentos de cen-
tro izquierdo.


Pronto mujió la tempestad en torno del Minis-
terio Mole, y á mediados de 1838 se formó la
gran Cruzada, conocida con el nombre de Coali-
ción. Los partidos mas opuestos, dejando á un
lado sus muchos resentimientos, se reúnen en
un momento para el combate, sin perjuicio de
disputarse la victoria. Asi fue en efecto; sucum-
bió el Ministerio de 15 de Abril, y durante cerca
de dos meses, los doctrinarios, el centro dere-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


cho , el tercer par t ido, el centro izquierdo, se
arrebatan el cetro ministerial, intentan alianzas
imposibles, y se agotan en combinaciones tan
pronto abortadas como conseguidas. Mr. Thiers,
gefe de fila (*) dé l a Coalición, el ídolo pasajero
de la imprenta de oposición que tan mal le habia
tratado en otro t iempo, no pudo formar por si
mismo un Gabinete, y no quiso aceptar la pre-
sidencia del Mariscal Soult, sino con la condición
de encargarse del Ministerio de Negocios estran-
jeros, que su antiguo colega del 11 de Octubre
no quiso concederle. Propuesto como candidato
para la presidencia de la Cámara, tampoco en esto
salió airoso Mr. Thiers.


Los acontecimientos del 12 de Mayo activaron
la solución de la crisis ministerial, y después de
siete años de ministerialismo, Mr. Thiers se en-
cuentra otra vez en los bancos de la oposición,
simple Diputado como en la aurora de la revo-
lución, y mas inmediato á Mr. Laffitte, que lo
estuvo nunca desde el advenimiento del Ministe-
rio Casimiro Perier.


(*) Entonces fue cuando una pluma femenina de las de
mas t a l e n t o , pero de las mas hos t i l e s , dio á Mr. Thiers
el mote de Mirabeau-mosca.




THIERS. 29


El Gabinete de 12 de Mayo fue de corla du-
ración, y Mr. Thiers \olvió á subir de nuevo al
pináculo ministerial. Verdaderamente ha nacido
Mr. Thiers eon buena estrella. Después de haber
sacado elementos de duración de los disturbios in-
teriores de su pais, á pesar de la impopularidad de
sus actos, merced á las dificultades esteriores llegó
á ser en estremo popular ; es que este personaje
maneja diestramente una cuerda que vibra siem-
pre en Francia. «Pío soy liberal, convengo en
e l lo , decia un dia á alguno, pero soy nacio-
nal, » y decia la verdad. Cualquier idea brillan-
te, feliz, cualquiera de esas ideas que despiertan
en el corazón de las masas las mas ardientes sim-
patías, que dan nueva vida á un nombre, que
impiden que se gaste , y hacen dar carta blanca
á un hombre de Estado ; en cualquiera parte que
esta idea exista , seguro es que Mr. Thiers estará
alli á propósito para husmearla, apoderarse de
ella, conservarla en reserva, y realizarla con atre-
vimiento y oportunidad. <¡ Quién ha vuelto á co-
locar la estatua de Napoleón sobre la columna?
Mr Thiers. ¿Quién ha acabado el Arco de triunfo
de la Estrella? Mr. Thiers. ¿Quién ha dado el
último golpe á las pretensiones del bonapartismo,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


arreglando con su propia mano esa grande escena
fantástica y patriótica intitulada: La traslación
de las cenizas del Emperador ? ¿ Quién ha apro-
vechado las circunstancias para arrancar á la des-
confianza de los partidos, una estensa é importan-
te medida, mal presentada en otro t iempo: la
fortificación de París? Mr. Thiers. ¿Quién reasu-
me en sí mismo en el mayor grado el carácter
francés con sus cualidades y defectos; vivo, atre-
vido, emprendedor, pronto á contestar, fecundo
en recursos, proteo en caso necesario, franco,
solapado, y distraído á un mismo tiempo, un
poco hablador? Mr. Thiers también, ¿Cómo es
posible que un hombre semejante no esté á la
altura de todas las situaciones?


Pero el horizonte se oscurecía; los pueblos
parecía que iban otra vez á descender á la are-
na. Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Ju l io , cómo cavó el Ministerio de 1.° de
Marzo, y en qué situación se encargó Mr, Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre. (*)
Mr. Thiers tuvo en su mano el manifestar en el
esterior un grande acto de enerjía, y le dejó es-


(*) Véase la biografía de Mi-. Gnizot.




THIERS. 31


capar. Si la Cámara hubiera sido convocada al
estampido del cañón de Beyrouth, nadie puede
prever cual hubiera sido su resolución: cuando
Mr. Tliiers quiso obrar, ya no era tiempo.


Mr. Thiers , vuelto á la tranquilidad de la
vida privada , se ha ocupado nuevamente de sus
estudios literarios, y está preparando los mate-
riales de una historia de Florencia, y acabando
la del Consulado, que el mundo literario espera
con impaciencia.


La Francia, en medio de su grandeza, debia
sufrir uno de aquellos golpes inesperados , que
trastornan los planes mejor combinados, y espo-
nen los reinos á grandes desastres. La repentina
muerte del Duque de Orleans, acaecida el dia 13
de Julio de resultas de una caida por haberse
desbocado los caballos de su carruaje en el cami-
no de Neulli, llenó de luto á la Francia. Las
Cámaras no estaban reunidas, y no habia ley
alguna que fijase el orden que debia observarse
en la Rejencia, en el caso de la muerte del Rey.
El Gobierno convocó las Cámaras y presentó un
proyecto de ley sobre el particular, y en la dis-
cusión solemne y grandiosa á que ha dado lugar
en la Cámara, Mr. Thiers , á pesar de estar




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


en las íilas de la oposición , pronunció un magní-
fico discurso apoyando el proyecto del Gobierno,
y dando en ello una prueba evidente de la rec-
titud de sus principios conservadores, en cuanto
puedan tener relación con la conservación del or-
den interior de la Francia. Su notable discurso
terminó con los párrafos siguientes :


«Por mi parte no veo, repito, sino la con-
trarevolucion detrás. Delante veo un abismo ; me
quedo, pues, en el terreno en que la carta nos
ha colocado. Suplico hoy á mis amigos que ven-
gan á hacer un trabajo de hombres que saben
edificar, y no un trabajo de hombres que solo
saben demoler. Entiéndase que no hago aplica-
ción á nadie en particular. Invito á mis colegas
á que hagan conmigo lo que por primera vez hace
cincuenta años practica la oposición, no ale-
jarse de un Gobierno porque baya podido errar,
sino adherirse á é l , no en proporción de sus fal-
tas , sino de la necesidad que tiene de poseer
hombres que le inspiren confianza.


« Hé aqui lo que la mas pura , la mas sin-
cera convicción me ha dictado. Las palabras que
acabo de pronunciar me lian costado mucho, y
ine costarán todavía al bajar de esta tribuna.




THIERS. 33


«Pero me he propuesto en todas las épocas de
mi' vida , y espero que cumpliré mi promesa, no
humillar nunca mi razón ante ningún poder, cual-
quiera que sea su naturaleza y su oríjen, y mar-
char siempre con la frente elevada, como un
hombre que hasta lo último tiene el valor de ma-
nifestar su pensamiento , por desagradable que
sea.»


¡No ha faltado quien haya dicho que su prin-
cipal objeto en obrar asi, ha sido el granjearse la
amistad del Rey ; pero de todos modos el discur-
so á que nos hemos referido, liará siempre honor
á su ilustración y á su rectitud.


Tal es en resumen la esposicion fiel é imparcial
de la vida pública de Mr. Thiers. Su vida priva-
da ha sido blanco de toda especie de malévolas
insinuaciones que no repetiremos, pues como he-
mos dicho, escribimos biografías y no libelos.
Mr. Thiers puede ser un hombre de Estado mas
ó menos voluble, mas ó menos imperfecto; pero
le creemos hombre de moralidad y de honor : hay
cualidades tan elevadas, que escluyen necesaria-
mente ciertos vicios de baja ley. Los gustos lite-
rarios y artísticos bien conocidos de Mr. Thiers,
el carácter, sino siempre metódico, siempre ele-


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


vado por lo menos de sus concepciones políticas;
hasta la misma incuria con que se dice cuida de
sus negocios domésticos, responden suficiente-
mente á todas las acusaciones de rapacidad y de
ajiótaje que tan lijeramente le hicieron en otro
tiempo.


En resumen, Mr. Thiers como periodista , supo
desde un principio colocarse en un sitio aparte
entre las ilustraciones de la imprenta ; como his-
toriador, lia escrito un libro que se lee siempre
con gusto, y que quedará; como Diputado, aun-
que desprovisto de todas las cualidades físicas
tan necesarias para el orador, ha conseguido ven-
cer á la naturaleza, se ha formado un estilo que
le es propio, y se ha elevado muchas veces á la
mayor elocuencia; como Ministro ha gobernado
el timón en los tiempos mas tempestuosos, y ven-
cido los escollos, no sin valor ni habilidad. Tí-
tulos son estos seguramente para obtener la con-
sideración pública.


Si se nos pide ahora que trazemos claramente
la línea política de Mr. Thiers, contestaremos que
es cosa bastante difícil por no decir imposible.
No se encuentra en é l , en efecto, la personali-
dad permanente y fuertemente pronunciada de




THIERS. 35


MM. Garnier-Pajes, Guizot ó Berrier; en Mr. Thiers
hombre de Estado, hay innumerables contrastes
y discordancias; hay el hombre de los pueblos
y el hombre de los Reyes, el redactor del Nacio-
nal y el defensor de las leyes de Setiembre, el
Tribuno y el Ministro; hay en él lójica y con-
fusión, vacilación y audacia, cualidades del águila
y del camaleón. Por lo mismo dijimos al empezar
que contaríamos á Mr. Thiers , pero que no le
esplicariamos.










MOHAMMED-ALY o
É


IBRAHIM-BAJA.


(PRIMERA PARTE.)


Las provincias del Imperio Otoma-
no que hablan el á r a b e , hacían votos
por un gran c a m b i o , y aguardaban
un hombre.


Memorias de Napoleón, espedieion
de Ejipto, t . I, paj . 301.


De dos siglos á esta par te , desde Solimán, el


islamismo desbordado por tanto t iempo, se habia


(*) Mehemet es el nombre t u r c o , y Mohammed el árabe.
Aunque el Vi rey es turco de o r i g e n , como el Ejipto es un
pais de lengua árabe, y como la dinastía que al parecer
está destinado á fundar, solo puede apoyarse en la raza ára-
be , -por eso usamos el nombre de Mohammed, c o m o lo han
hecho varios autores.




.2 PERSONAJES CELEBRES.


replegado sobre sí misino; la Rusia , incendian-
do la flota turca en el Tschesmé, iba á entrar
en ese camino de usurpación, qué desde entonces
no ha cesado de seguir bajo todas las formas, y
el Imperio Otomano, viejo precoz, enervado por
haber abusado de su fuerza, desfallecía estéril, o'
principiaba riias bien su larga agonía, cuando en
aquel mismo año climatérico de 1769, que he-
mos visto ya tan fecundo para el Occidente, en
el momento mismo en que nacia en upa pequeña
Isla del Mediterráneo el hombre destinado á arro-
jar , corriendo al Ejipto, el primer jérmen de vida,
en una aldea ignorada de la Macedonia veia el
mundo por primera vez al que habia de ser la
continuación de Bonaparte, y seguir las huellas
de otros dos Macedonios, Alejandro y Ptlomeo.


Ese soldado oscuro, que desembarcó solo y
desnudo hace cuarenta años en la playa de Abu-
k i r , es el que concentra en el dia sobre sí las
miradas de la Europa entera; en los pliegues de
su caftan tiene la paz ó la guerra ; el mundo es-
pera, y tal vez va á darle, una guerra encarnizada,
universal, interminable.


Esta sola posición, aunque fuese fortuita, bas-
taría para asegurarle en la histoiia una gran pajina.




MOHAMMED-ALY. 3


Añádase ademas que para llegar á tal punto, este
hombre, acaso el primer musulmán hijo de sus
obras , ha desplegado, él solo, mas audacia, mas
astucia , mas prudencia y mas enerjía, que los mas
diestros políticos de Oriente. En cuanto á disimu-
l a r , esperar y obrar á tiempo; en cuanto á des-
truir á sus enemigos los unos por los o t ros ; en
cuanto á dirijir ó frustrar una conspiración ; en
cuanto á enredar ó desenredar la embrollada trama
de una intr iga, ese Luis XI circuncidado, que
á la edad de 46 años no sabia leer , hubiera po-
dido dar lecciones á Pisistrato; á Filipo de Ma-
cedonia , á Fiesque , al cardenal de Retz, y á todos
los grandes astutos de los antiguos y modernos
tiempos. (Jyendo leer un dia una traducción de
Maehiavelo, esclamó: «Los turcos saben mas.»
Solo él tenia derecho para decirlo. Una vez lle-
gado al mando ha cambiado de papel, ó mas
bien ha acumulado dos papeles; la zorra se ha
puesto la piel del l eón ; ha sido conquistador,
creador, administrador y organizador; en aquella
vieja tierra de los Faraones, donde tres mil años
hace se han ido sobreponiendo veinte pueblos unos
tras otros, por capas de opresores y oprimidos,
no hay va mas que subditos y un Señor; opre-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


sores y oprimidos, todos se han sujetado á una
misma mano, y esta mano de hierro les ha obli-
gado á marchar con un paso igua l , y á contri-
buir al mismo objeto; el Ejipto entero se ha en-
carnado en un hombre, que ha sido el único
propietario, el único agricultor , el único merca-
der , el único fabricante ; nadie mejor que él puede
decir: El Estado soy yo. Para aumentar y corro-
borar su poder , necesitaba d inero , y lo tuvo;
á un suelo cultivable de 1,000 leguas cuadradas,
que apenas producía con qué mantener á una
población indolente, le ha arrancado hasta 320
millones de reales de renta ; necesitaba marina, é
improvisó u n a ; destruida esta, creó otra mas her-
mosa que la primera; necesitaba ejército, y con
miserables Fellahs (*) que los Turcos no querían
emplear para palafreneros, ha formado soldados
que vencen á los Turcos; ha añadido á su pe-
queño reino, la Núbia, la Arabía, la Siria, y ha
hecho de él un Imperio como dos veces la Francia.


Con su inconcebible actividad , ha tenido tiem-
po y fuerzas para vijilar los mas diminutos deta-
lles de la inmensa obra que emprendía ^ha tenido
necesidad de reanimar, de resucitar á un pueblo


<*) Camppsinos cjipcios.




MOHAHMED-ALY. ¿


á pesar suyo, de luchar sin tregua , en el interior,
contra las costumbres, los usos arraigados, las re .
pugnancias instintivas, los complots, las celadas;
en el esterior, contra la mala voluntad , las intri-
gas ocultas y las agresiones abiertas; vijilar siem-
pre , estar siempre en guardia, destruirlo todo
con una mano y rehacerlo todo con la otra. Se-
guramente, si este es , valiéndonos de la espresion
de Lamart ine, un aventurero, ese aventurero se
parece mucho á un grande hombre.


Felizmente para el hombre y para su obra no
le han faltado los instrumentos: aquella cabaza
hábil ha encontrado un brazo vigoroso, intelijen-
t e , victorioso y adicto; ese brazo que fue siem-
pre un auxilio y jamás un obstáculo, es (cosa
rara ea todas partes y principalmente en Oriente)
su hi jo, su inmediato sucesor, Ibrahim-Bajá.
Nacido con las pasiones fogosas y el intratable
orgullo de un turco , Ibrahim se ha sujetado él
mismo, y durante veinte años se ha'formado y
dulcificado en la ruda escuela de la guerra. Un
francés (*), un veterano de sus ejércitos, inició


Cl El Capitán Seve , Sol imán Bajá, mayor general en
el diá del ejército e j ipc io , y u n o de los mas eminentes co -
laboradores de Mohammed-Aly.


/
5




6 PEBSOHAJES CÉLEBBES.


á aquel jénio inculto en Jos recursos de la táctica;
y en el dia por su heroico valor , por su superio-
ridad mi l i ta r , por la sencillez de sus modales,
por su espíritu de justicia severa pero imparcial
que le caracteriza, ha sabido Ibrahim hacerse ado-
rar de sus soldados. Cuando en un dia de batalla
atraviesa las filas, y con voz fuerte y sonrisa sar-
dónica, que parece desafiar el peligro, les dice
sus palabras acostumbradas: «Jah! volete! afe-
rim! Vamos, muchachos, valor! » aquellos ára-
bes dejenerados, se levantan y marchan al enemi-
go como en los tiempos de Saladino.


Mas todavía: cuantos han visto de cerca á
íbrahim-Bajá convienen en que para dar muestras
de su jénio político, solo le ha faltado la ocasión:
la sutileza y vivacidad de su espíritu, la estension
de sus conocimientos, la exactitud de sus miras,
su afición decidida por la agricultura, principal
fundamento de la prosperidad delEj ip to , y que
tal vez Mohammed-Aly ha sacrificado en demasía
á la industria ; sus simpatías mucho mas pronun-
ciadas que las de su padre por la raza árabe , á
la cual ha rejenerado con un bautismo de fuego,
todo hace esperar, que el cetro del Bajá-Rey pasará
á manos dignas de empuñarlo.




JIOHAJVIMED-ALY. 7


¿ Pero esta creación, milagrosa , si se atiende
á la rapidez con que ha salido de la n a d a , es
bien sólida , es bien completa, está bien asenta-
da? ¿Presenta bajo todos aspectos garantías su-
ficientes para el porvenir? Narradores imparciales,
hemos tenido precisión de beber en todas las fuen-
tes para encontrar la verdad; y reuniendo en esta
doble biografía los principales hechos de la vida
de dos hombres superiores, que no pueden se-
pararse, hemos debido estudiar seriamente la obra
fundada por el uno, y sostenida por el otro. Di-
remos algunas palabras sobre esta obra: hay en
ella elementos de duración, pero los hay también
de muerte: los indicaremos con igual franqueza.
No disimularemos ni nuestras antipatías hacia la
tendencia opresiva y egoísta de Mohammed-Aly,
ni nuestra admiración por las grandes cosas que
ha hecho , ni nuestro profundo convencimiento
de que están interesados el honor y los intereses
de la Francia en defender con sus a rmas , si pre-
ciso fuese, y ayudar con sus consejos, y hasta
algunas veces con sus reconvenciones, á un Im-
perio naciente, unido á ella por mas de un vín-
culo, y donde parece haberse refujiado cuanta fuer-
za y vitalidad musulmana quedan en Oriente,




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly nació, como hemos dicho, en
1769 , en la Cávala, pequeña ciudad fronteriza de
la Romelía , antigua Macedonia. Su padre, Ibra-
him-Agá, turco de nacimiento, era jefe de la guar-
dia encargada de la seguridad de los caminos, i n -
festados frecuentemente por las hordas de bandidos
Thesalianos ; sus" funciones eran pues semejantes
á las de un capitán de jeudarmes. Ibrahim-Agá
era pobre y tenia una numerosa familia, com-
puesta, según creemos, de diez y seis hijos, de
los cuales era el mas pequeño y mas querido Mo-
hammed-Aly. Cuando murió su padre , el niño,
joven todavía , quedó al cuidado de su tío Tous-
soun-Agá, el cual fue decapitado por orden de la
Puerta , de modo que Mohammed-Aly iba á quedar
huérfano y sin apoyo, cuando el Tchorbadgi, go-
bernador de la Cávala , antiguo amigo de sus pa-
dres , le recojió en su casa, y le hizo educar con
su hijo. Un comerciante de Marsella, establecido
entonces en la Cávala, Mr. Lion , seducido por
el talento y gallardía del joven Mohammed, le ma-
nifestó también un afecto paternal ; y tal vez pu-
diera atribuirse á estos primeros recuerdos de la
niñez, la constante predilección del Virey por los
franceses. Mohammed después de su elevación no




M O H A M M E D - A L V . 9


(*) Historia del Bjipto, bajo el gobierno de Mohammed-
Aly, por Mr. Félix Mengin. /


se olvidó de su antiguo amigo de la Cávala, que
habia regresado á Francia , pero Mr. Lion murió
el mismo dia en que iba ó embarcarse en Mar-
sella. El Bajá envió á su hermana una suma de
40,000 rs. Si hemos de dar crédito á los historió-
grafos (*) de Mohammed-Aly, tuvo este desde su
niñez un presentimiento de su futura grandeza.
Habíale contado su madre, que cuando le lleva-
ba en su seno, tuvo un sueño, que le esplicaron
unas j i tanas , anunciándole que el niño que habia
de parir , llegaría al colmo del poder. El joven
Mohammed-Aly se impresionó con aquella narra-
ción; agolpáronse en su cabeza ideas confusas de
dominación, y á los 15 años ya buscaba con ar-
dor la ocasión de distinguirse. Cierto dia, los habi-
tantes de una aldea inmediata á la Cávala se nega-
ron á pagar las contribuciones. El Tchorbadgi no
sabia cómo obligarles á verificarlo. « Dadme seis
hombres, le dijo Mohammed-Aly, y yo me encar-
go délo demás. » Admirado el Gobernador le con-
cedió lo que pedia; Mohammed-Aly pasó con su
tropa á la aldea, entró en la mezquita, y mien-
tras rezaba, envió á buscar á los cuatro principales




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


habitantes bajo el pretesto de asuntos importan-
tes. Llegaron estos sin ningún recelo, y Moham-
med-Aly al punto los hizo prender y amarrar , y
los condujo á la Cávala por entre los clamores y
persecuciones de la población, á la cual contuvo,
amenazando matar á los presos. Este acto de atre-
vimiento , que proporcionó el cobro del impuesto,
gustó tanto al Tchorbadgi, que manifestó su agra-
decimiento á Mohammed-Aly, haciendo que se ca-
sara con una parienta suya, bastante r i c a , y de
quien acababa de divorciarse ; Mohammed-Aly
tuvo de ella tres hijos, Ibrahim, Toussoun é Is-
mail. El primero, Ibrahim, nació en 1789, vi-
viendo aun el primer marido de su madre , y esto
es lo que ha hecho creer á muchos que solo era
hijo adoptivo de Mohammed-Aly. Después de su
casamiento, teniendo el joven Romeliota afición
al comercio, se dedicó al tráfico del tabaco ; hizo
buenos negocios, y ha conservado siempre esa
propensión mercantil que dá á su fisonomía his-
tórica un carácter particular.


El ejército francés ocupaba el Ejipto, y la Puer-
ta se armaba por todas partes; el Tchorbadgi de
la Cavaja recibió orden de dar su continjente, y
formó un cuerpo de 300 hombres, mandado por




MOHAMMED-ALY. 11


el jóveu Aly-Agá, su hijo , al cual agregó, como
una especie de Mentor , á Mohammed-Aly. Los
voluntarios macedonios tuvieron muchas dificulta-
des para reunirse á la flota turca que les esperaba
en la rada de Marmarizza; por último se dirijieron
á Ejipto; los Turcos se reunieron en el mar á la
escuadra inglesa; se aproximaron á Abuki r , y
Mohammed-Aly, desde su primer paso en aquella
t ierra , que ya no habia de dejar, tuvo que sos-
tener un rudo choque con el general F r i an t , que
intentó, aunque en vano , oponerse al desembar-
co. Fue la acción tan reñida, que disgustado de
su nuevo oficio el joven Aly-Agá, desapareció de
repente, y regresó donde estaba su padre, dejando
el mando de aquella jente á Mohammed-Aly, que
tomó el título de byn-bachi, coronel.


Sabido es cómo dieron lugar á la capitulación
de Alejandría y á la evacuación díl Ejipto, el ase-
sinato de Kléber, el abandono de la Francia, y
la incapacidad de Menou. Antes de pasar adelante,
y para apreciar mejor la marcha que siguió Mo-
hammed-Aly , conviene echar una ojeada sobre el
estado del pais después de la salida de las tro-
pas francesas.


Nadie ignora que Selim I I , al apoderarse en




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


1512 del Ejipto, independiente hasta entonces de
los Otomanos , dejó subsistir la aristocracia de los
veinte y cuatro beyes mamelucos (*); que aquella
aristocracia duró hasta la espedicion francesa , y
que de consiguiente, la Puerta nunca ha ejercido
sobre el Ejipto mas que una autoridad nominal, re-
presentada por un Bajá sin poder, insultado, ar-
rojado, depuesto y reemplazado según se quería.


Aquellos Mamelucos, tiranos feudales, reyes
á caballo, milicia brillante y guerrera que vivía
y moría estraña al pais que oprimía, fueron diez-
mados por Bonaparte, y arrojados hasta el desierto.
Después de la salida de los franceses, volvieron
mas débiles, pero no con menos sed de recobrar
su poder. De los dos jefes que los dirijian al com-
ba te , el mas valiente, Murad-Bey, su Áquíles,
aquel enemigo leal que admiró á Napoleón, y
lloró á Kléber , acababa de morir en la provincia
de Girgeh, legando su poder á dos beyes de su
familia (**),Mohammed-el-Elfy,y Osman Bardissy.


(') Mamluk, significa hombre comprado. Aquel cuer-
po se reclutaba esclusivamente entre los jóvenes esclavos
Circasianos y Georgianos , á quienes educaban sus señores
y á los cuales trasmitían su poder.


(**) Cada uno de los veinte y cuatro beyes tenia bajo
sus órdenes un mayor ó menor número de Musulmanes que
formaban su servidumbre; los qne mas se distinguían eran




MOHAWMKD-ALY. 1 3


Quedaba Ibrahim-Bey, el Fábio cunctator de los
Mamelucos; pero Ibrahim era viejo, sus fogosos
compañeros se avenian mal con aquella prudencia,
mas circunspecta cada dia con la edad, la influen-
cia de aquel jefe era casi nula, y todo el cuerpo
estaba en completa anarquía. Tratábase sin em-
bargo de luchar contra la Puerta, que se preparaba
á aprovecharse de la retirada de las iropas france-
sas para recuperar, de una vez para siempre, el ce-
tro arrancado de sus manos ; había principiado
por prohibir la importación en Ejipto de los Cir-
casianos ó Georgianos, y de este modo habia dado
un gran golpe á aquella milicia enemiga, impi-
diendo que reparase sus pérdidas; después habia
enviado á Ejipto al Gran Visir encargado de ins-
talar al nuevo Bajá, y de sostenerlo con el auxilio
de las partidas levantadas en todos los puntos
del Imperio, y principalmente con el de un cuerpo
de 4,000 Albaneses, soldadesca indisciplinada, dis-
puesta siempre á sublevarse. El Almirante turco,
antes de abandonar el Ejipto, habia principiado


ascendidos á la dignidad de Kachefs, lugar-tenientes, ó be-
yes. Al t iempo de m o r i r , el gefe nombraba con frecuen-
cia su sucesor , que era entonces propietario de toda su
servidumbre. Hay mucha relación entre un bey Mameluco
y un gefe Germano rodeado de sus deudos.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


las hostilidades, llamando á la traición en su
ayuda; habia convidado á los Mamelucos á una
fiesta sobre el lago de Abukir, y les habia hecho
fusilar en una barca. Mohammed-Bey-el-Elfy se
habia refujiado á Inglaterra; Osmar Bey Bardissy
se habia defendido como un león, y se preparaba
para vengarse de aquella celada. El nuevo Bajá
Mohammed-Kosrew, acababa de ser instalado en
el Cairo; los Albaneses principiaban á amotinar-
se pidiendo su salario; los habitantes, vejados y
saqueados, se alborotaban alrededor de la mez-
quita de El-Azah (*). Por todas partes reinábala
ajitacion, y entretanto el oscuro byn-bachi Moham-
med-Aly, á quien hemos dejado á la cabeza de
sus 300 Romeliotas, se reia interiormente y no
se proponia nada menos que deshacerse de los
Turcos con el auxilio de los Mamelucos, de estos
con la ayuda de los Albaneses, para diezmar al
fin á los Albaneses, y pasar de la nada al estado
de dueño absoluto.


Habia principiado por estar bien con el Bajá,
que le profesaba grande amistad, le habia nombrado
saré-chesmé (jeneral) y agregado á su corte, ele-


(*) Sit io en donde se formaban comunmente en el Cairo
las reuniones populares y las sediciones.




M O H A M M E D - A L Y . 15


vándolo al empleo de confianza de tufe?idji-bachi
(porta-carabina). La sedición sin embargo seguía
adelante, y Mohammed-Aly no era estraño á ella.
Los Albaneses se apoderaron de la ciudadela;
Mohammed-Kosrew llegó á Damieta con sus tro-
pas; un jefe de los amotinados, Taher-Bajá, quiere
aprovecharse de la ocasión para usurpar el poder,
y es asesinado por dos byn-bachis turcos ; un nue-
vo jefe, Ahmed-Bajá, intenta hacerse nombrar go-
bernador , y Mohammed-Aly se niega á reco-
nocerle. Los Mamelucos se aproximan al Cairo,
Mohammed-Aly se une á ellos en Gyzeh y les
entrega la ciudad. En el intervalo Mohamraed-
Kosrew, creyendo apaciguada la sedición, se pre-
para á volver á su puesto; encuentra en el cami-
no á 10,000 Albaneses y Mamelucos con su fiel
Tufendji-Bachi que le ataca, le dispersa, le en-
cierra en Damieta, le sitia , le prende y le vuel-
ve á llevar prisionero al Cairo, y finalmente le
echa del Ejipto. (*)


Al saber la Puerta aquellos sucesos, fiel siem-
pre á su respeto por los hechos consumados, se ha-


(*) Este mismo K o s r e w , luego Scraskier en Constanti-
n o p l a , primer ministro de la Puerta Otomana después de
la muerte de M a h m o u d , y recientemente des t i tu ido , es el




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


bia contentado con enviar de Constantinopla un
nuevo Bajá, Aly-Gezairly, que acababa de desem-
barcar en Alejandría, llevando consigo 1,000 hom-
bres de tropa. Este Bajá se dirijió al Cairo y envió
un emisario á los Mamelucos, proponiéndoles tra-
tar con ellos: pero sabiendo estos que el Bajá
trataba por bajo mano de desunirlos y separarlos
de los Albaneses, marcharon contra él. Aly-Bajá-
Gezairly tuvo la imprudencia de separarse de sus
tropas, y de ir solo á la tienda de Osman-Bey-
Bardissy, que le hizo matar.


Desde aquel momento parecía que los Mame-
lucos nada tenian que temer , pues eran dueños
del Cairo y del Ejipto. Kosrew, el Bajá depuesto,
á quien aun no habían hecho embarcar, estaba
encerrado en la ciudadela; el Gobierno se hallaba
en manos del anciano Ibrahim-bey y de Bardissy.
A este ú l t imo, joven activo é influyente, le hu-
biera sido fácil apoderarse del poder y conser-
varlo ; pero era fogoso, presuntuoso, distraído
y tenia á su lado un amigo íntimo, cuya influencia
esperi mentaba y que se preparaba tranquilamente


que s iempre se ha mostrado encarnizado enemigo del Vi-
rey , al cual jamas ha perdonado que se hubiese burlado
de él de aquel modo, y héchole servir de escalou para su
elevación.




MOHAMMED-ALY. 17


para derribarlo. Este amigo era el mismo que le
había abierto las puertas del Cairo, eraMohammed-
Aly. El ambicioso Macedonio, aunque uo había
leído todavía á Maquiavelo, sabia de memoria el
adajio : «desde el momento en que los que gobier-
nan son odiados, sus adversarios no tardarán en
ser admirados^ y obraba en consecuencia; prime-
ramente fomentaba los celos de Bardissy contra el
Elfy, otro jefe Mameluco que, como hemos dicho,
pasó á Inglaterra, y que acababa de volver á Ejip-
to con brillantes promesas del Gabinete de Lon-
dres: nuevo pretendiente, con el cual Mohammed-
Aly tendrá que habérselas mas adelante. El Elfy
es atacado traidoramente por Bardissy y se vé
precisado á refujiarse en el alto Ejipto. Al mismo
tiempo murmuran los Albaneses y se sublevan


/ pidiendo ocho meses de sueldo; Bardissy ago-
viado sigue las inspiraciones de su amigo, el cual
le manifiesta que sin dinero no responde ya de
sus soldados, y entonces llovieron impuestos y
contribuciones sobre aquel desgraciado país , ago-
tado por eternas guerras. Cada dia era señalado
por un nuevo vejamen; nadie se libraba de la
rapacidad del fisco; nadie, ni aun los mismos
francos , á pesar de las enérjicas representaciones




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


de sus cónsules, que abandonaron el Cairo y se
retiraron á Alejandría. Al fin, el pueblo indig-
nado se sublevó, llenóse la mezquita de El-Azahr,
pasó allí solo el solapado Mohammed-Aly , se avis-
tó con los Ulemas y los Cheiks, les dirijió pa-
labras de consuelo, se indignó de las medidas
opresoras de Bardissy, les prometió hacer uso de
su iuílueucia en defensa de sus derechos, y cuando
estuvo bien seguro de haberse captado su afecto,
se decidió á quitarse la máscara. El 12 de Marzo
de 1804 convocó sus Albaneses, y cercó de im-
proviso la casa de Bardissy, después de haber
sobornado de antemano á la mitad de los soldados
que la defendían. Sorprendido el jefe mameluco
se escapó en medio del tiroteo, y abandonó el
Cairo para no volver m a s ; Ibrahim, su colega,
atacado por otro lado, huia igualmente, y la
ciudad quedó en poder de Mohammed-Aly y de
sus tropas. El mercader de tabaco de la Cávala
habia andado ya mucho camino, el poder esta-
ba á su aleance, la ocasión era seductora , pero
conocía demasiado su situación para dejarse arras-
trar irreflexivamente. En verdad los Turcos no
eran ya temibles, y los Mamelucos estaban dis-
persos, pero estos dos enemigos podían reunirse




M 0 H A M 5 1 E Ü - A T J Y . 19


para acabar con é l ; ademas su popularidad era
aun muy reciente, y no era fácil dirijir á los Alba-
neses. Habia entre ellos jefes ambiciosos que hubie-
ran visto con disgusto su repentina elevación; estos
jefes eran todavía demasiado temibles para que se
les pudiera alejar; en una palabra, no habia lle-
gado aun el momento. Mohammed-Aly difirió sus
proyectos; finjió querer volver el vireinato á su
antiguo protector Kousrew, prisionero en la ciu-
dadela; los jefes Albaneses se opusieron, y Moham-
med-Aly cedió sin hacerse de rogar mucho. Kous-
rew fue conducido á Rosetta y embarcado para
Constantinopla. Se hizo creer á los Chéiks que
se habia recibido de la Puerta un firman que ele-
vaba á la dignidad de Virey á Kourschyd-Bajá,
Gobernador de Alejandría, personaje débi l , in-
deciso , incapaz de hacer frente á las dificultades
del momento, y que por lo mismo convenia mu-
chísimo á Mohammed-Aly.


El Diván de Constantinopla, como de costum-
bre , aprobó aquel nombramiento. Kourschyd-Bajá
llegó al Cairo; su posición era insostenible, pues
tenía que principiar sujetando á los Mamelucos,
que reunidos alrededor de la ciudad, intercep-
taban las comunicaciones, echaban á pique loy^T" 3 ¿ ¿ / ¿ v


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20 PERSONAJES CELEBRES.


barcos cargados de comestibles, atormentaban con
el hambre á la población , é intentaban cada día
nuevos ataques; el Virey no tenia mas apoyo con_
tra ellos que Mohammed-Aly y sus Albaneses , y
aquella soldadesca desenfrenada se amotinaba á
cada triunfo que obtenia, y con sus exijencias le
obligaba á hacerse odioso, estrujando á los habi-
tantes Informada la Puerta de sus conflictos, le
envió un cuerpo de caballería Delhis (*) para
ayudarle á mantener el o rden; Moharnmed-Aly
que estaba entonces sitiando á los Mamelucos
en Minien, al saber la llegada de aquellas tropas,
y desconfiando de las intenciones del Virey/aban-
donó el sitio y volvió repentinamente al Cairo
con su ejército; Kourschid Bajá mandó á los Delhis
que le cerraran el paso, pero Mohammed-Aly hábil
en el arte de persuadir á los soldados, entró en
razonamientos con ellos, les indieó que sus inte-
reses eran comunes y que solo iba á reclamar las
pagas de sus Albaneies; ganó á los jefes con
regalos y á los soldados con promesas; en uua
palabra , las dos fuerzas fraternizaron , Delhis y
Albaneses entraron juntos en el Cairo , y las se-
diciones volvieron á empezar de nuevo mas vivas


(*) Voluntarios Sirios.




MOHAMMED-ALY. '¿I


y frecuentes que nuuca. Se necesitaba dinero, y
no liabia dinero ; la percepción del impuesto en
las campiñas , desoladas por los Mamelucos y por
nubes de Árabes del Desierto, se habia hecho
imposible: la administración estaba completamen-
te paralizada , los soldados saqueaban las casas y
se entregaban á toda clase deescesos. Mohammed-
Aly, fiel á su sistema cauteloso, daba por bajo
mano rienda suelta á sus Albaneses: íinjiendo con-
tenerles , hacia que ellos le arrestasen, les cal-
maba, les arrojaba oro y les volvía á enviar al
Bajá. Sabiendo apreciar el poder moral del clero
en un país donde las ideas relijiosas están en
toda su fuerza , se mostraba ríjido observante de
los preceptos del Coran, visitaba á los Cheiks y
á los Ulemas, se compadecía de la miseria del
pueblo, y aumentaba cada día su influencia. La
Puerta , sabiendo sus manejos y descubriendo en
él un hombre que podía llegar á ser peligroso>
le habia dirijido un firman en el que, colmándole
de elojios, le invitaba á él y á los demás jefes
Albaneses á regresar á sus hogares. «¿ Podréis
negaros , decia el patético firman, á regresar al
seno de vuestras familias que os tienden los bra-
zos?» Mohammed-Aly, por sondear la opinión,




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


fiuje que obedece, vende su casa y hace sus pre-
parativos de marcha; las tropas se insurreccionan,
el pueblo se conmueve, Mohammed satisfecho
aplaca la sedición y se queda ; por ú l t imo, des-
pués de muchas semanas de continuos disturbios,
en una última insurrección, se reúnen los Cheiks,
y precedidos de Seyd-Oruar-Makram, jefe de los
Scheriífs (*), adicto desde mucho tiempo áMobam-
uied-Aly, se dirijen á la casa de este y le declaran
que no quieren ser gobernados va mas por ivours-
ehyd-Bajá y que están resueltos á deponerle. —
*-¿ Y á quién queréis confiar su autoridad ? les
preguntó Mohammed-Aly.— A vos mismo, por-
que sabemos que queréis el bien.» Mohanimed-
Aly rehusó modestamente, los Cheiks insistieron,
él cedió, le revistieron con una pelliza de honor
y le pasearon á caballo por toda la ciudad eu-
medio de las aclamaciones del pueblo. Furioso
Kourschyd-Bajá al saberlo, declara que es Virey
por el Sultán y que no consentirá en ser destituido
por Fellahs; consigue reunir J,S00 hombres de
tropas decididas, se encierra en la ciudadela y
principia ó bombardear la ciudad. La situación de
Mohammed-Aly se hacia peligrosa; los Mamelucos,


(?) La primera autoridad reüjio&a del Cairo.




-MOHAMMED-ALY . 23


sabedores de los sucesos, se habían aproximado
al Cairo y proponían á Kourschyd-Bajá el reunirse
contra el enemigo común. Dos jefes albaneses in-
fluyentes negaban su adhesión, era preciso no
perder tiempo ; Mohamined fuerte con la decisión
de los Cheiks y de una parte de los Albaneses,
subleva al pueblo y le conduce armado alrede-
dor de la ciudadela; al mismo tiempo hace que
el Consejo de los Cheiks despache un correo á
Constantinopla, reclamando el asentimiento de la
Puerta á los votos del Ejipto. Pronto rompió un
fuego muy vivo por ambos lados; de repente los
artilleros de Mohammed-Aly se paran, abandonan
sus piezas, y declaran que no maniobrarán sin
que antes se les haya pagado su sueldo; la si-
tuación era apremiante; el nuevo Bajá con sus
numerosas prodigalidades de los dias anteriores
liabia agotado completamente sus recursos; en su
apuro se decidió á dirijirse á un comerciante fran-
cés establecido en el Cairo, que le prestó 10 bol-
sas (10,000 r s . ) Esta cantidad sirvió para apaci-
guar á los amotinados, y pudo continuar el sitio
de la ciudadela. Aquel pequeño servicio hecho en
un momento tan decisivo , no ha dejado tal vez
de tener influencia en la elevación de Mohammed-




24 PERSONAJES CELEBRES.


Aly. (*) Por fin el 9 de Julio de 1805, llegó de
Constantinopla un Capidjy-bachy (oücial encar-
gado de los íirmanes de la Puer ta) , y puso tér-
mino á la lucha. Acompañábale el Selikdar del
Gran Visir, encargado de tomar un conocimiento
exacto del estado de los negocios. Leyéronse en
presencia de los Cheiks reunidos los despachos,
en los cuales se conferia á Mohammed-Aly el título
de Gobernador del Ejipto, del cual estaba ya en
posesión ^por la voluntad de los TJlemas y del
pueblo; y se mandaba á Kourschid-Bajá que aban-
donase la ciudadela y pasase á Alejandría á es-
perar las órdenes del Sultán.


La Puerta, á pesar de esta formal manifesta-
ción, distaba mucho de ser favorable á Mohammed-
Aly. En efecto, pronto llegó á Abukir el Capitan-
Bajd con una escuadra y 2,000 hombres de tropa.
Envió al Cairo un nuevo firman, en cuya virtud
Mohammed-Aly estaba autorizado para gobernar


(*) El venturoso acreedor de Mohammed-Aly , en aquella
c ircunstanc ia , es el mismo Mr. Mengin , de cuyo libro
he sacado una parte de este relato. Parece que la Francia
h a y a sido llamada á presidir á los destinos del Virey. Uu fran-
cés proteje su in fanc ia , un francés le ayuda á apoderarse
del p o d e r , franceses son los que le hau ayudado á conso-
lidar ese mismo p o d e r , y tal vez será deudor á la Francia
de poderlo trasmitir á sus' hijos .




M O H A M M F . D - A L Y . 25


el Ejipto hasta que recibiese nuevas órdenes. Desde
entoaces todo fue disputable ; los Ingleses, que
veian de mal ojo plantearse una autoridad vigorosa
en una tierra que codiciaban, intrigaban en Cons-
tantinopla, pintando con los mas negros colores
al nuevo gobernador, y abogando con calor por
el restablecimiento de los Mamelucos, que prome-
tían ser en adelante los subditos mas fieles de la
Puer ta ; los Ingleses hasta llegaban á amenazarla
con una invasión, que en efecto realizaron para ver-
güenza suya, como veremos mas adelante. Esta
mala voluntad de los Ingleses contra un Bajá cuyo
nombramiento debia haberles sido indiferente en el
fondo, se concibe fácilmente : el Bey Mameluco el
Elfy , á su salida de Londres , les habia prometi-
do entregarles los puntos del Ejipto en el caso de
que le ayudasen á recobrar su poder. Las intrigas
dirijidas contra Mohammed-Aly tuvieron un éxito
completo en la Puer ta , á pesar de les esfuerzos
del cónsul francés en Alejandría, Mr. Drovetti,
que defendió con calor á Mohammed-Aly ante el
Capitan-Bajá, y principió desde entonces las re-
laciones de buenos procederes que han unido siem-
pre á la Francia y al Virey. El l .° de agosto llegó
un nuevo Almirante Turco con 3.000 hombres




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


tropa, y uu tercer firman nombrando á Mohain-
¡ned-Aly Bajá de Salónica y mandándole abando-
nar el Ejipto sin dilación.


El astuto Bajá fli\jió obedecer, como lo tenia
de costumbre; convoco los Cheiks, les anunció
que iba á marchar, estos se opusieron y se apre-
suraron á redactar una acalorada representación
que enviaron á Constantinopla. Hizo reunir tam-
bién á todos los jefes del ejército, compuesto en
gran parte de Albaneses; les declaró que se some-
tía á la voluntad de la Puer ta , y todos á una voz
contestaron que se opondrían á su marcha. « Que-
réis, les dijo Mohammed-Aly, impedirme ejecutar
las órdenes que he recibido, y no sois bastante
fuertes para resistir si somos atacados. Vuestros
soldados viven en la indisciplina, persiguen á los
habitantes, y me acosan sin cesar pidiéndome su
sueldo. Si queréis que permanezca entre vosotros,
que sea vuestro fiel compañero de armas, como
siempre lo he s ido , jurad sobre el libro sagrado
del Coran que no me abandonareis, y que moriréis
si es preciso por la causa que defendemos.» A este
discurso los jefes conmovidos se levantan, juran
sobre el Coran, y para hacer inviolable aquel ju-
ramento, pasan todos uno en pos de o t ro , por




¡ U O H A J I l Y I E D - A L Y . 27


encima de un sable tenido por ambos estreñios pol-
ios dos mas ancianos. Era tan grande la influen-
cia de Mohammed-Aly, que aquellos soldados tan
codiciosos de ordinario , se imponen á sí mismos
una contribución, y entregan al Bajá 2,000 bolsas,
que este empleó en ganar á su favor los miem-
bros del Diván.


A medida que Mohammed-Aly se fortalecia en
el Cairo, los Beyes Mamelucos perdían terreno
para con el Capitan-Bajá. La Puerta les habia exi-
jido 1,500 bolsas y no habían podido reunirías;
Mohammed-Aly ofrece 4,000, y envía en rehenes,
como garante de su promesa , á su hijo Ibrahim
que acababa de hacer Venir de la Cávala; mediante
aquellas estipulaciones, el Capitan-Bajá se decidió
por último á dejar el Ejipto,- y el 12 de Octubre
de 1806 dio la vela para Constantinopla, lleván-
dose consigo á Un niño de 17 a ñ o s , que jamás
hubiera vuelto á ver á su padre, si la Puerta hubie-
se podido adivinar que era el futuro vencedor de
Konieh y de Nezib.


«El Ejipto, decia Mohammed-Aly en aquella
época, está en subasta ; el que dé mas dinero y el
último sablazo se quedará dueño de él. » El dinero
se encontró por medio de nuevos impuestos; y como




28 PERSONAJES C E L Í M K S .


el país estaba mas miserable que uuuca, los Cheiks
murmuraron: Moliammed-Aly se conformó en re-
ñir con sus antiguos amigos , hizo prender á los
unos, apalear á los otros , y Seid-Omar-Makram,
el principal elemento de su elevación, fue des-
terrado á Damieta. Faltaba dar el último sablazo.
Los Mamelucos cojidos yá una vez en una eelada
en que perdieron 80 de los suyos , ocupaban aun
todo el alto Ejipto; Mohammed»Aly reunió su
ejército y marchó contra ellos; pero tuvo preci-
sión de retroceder precipitadamente para oponerse
á nuevos enemigos. La Inglaterra habia declarado
la guerra á laPuerta y una escuadra de 25 velas aca-
baba de presentarse delante de Alejandría; la ciu-
dad habia sido entregada por traición, y los ingle-
ses marchaban sobre Rosetta; sabido es el fuerte
golpe que llevaron delante de aquella plaza, con qué
vigor les rechazó el Bajá á Alejandría y les obligó
á evacuar el Ejipto de tal m o d o , que un Bey Ma-
meluco decia candidamente; o que no se concebía
cómo europeos Iwbian podido dejarse vencen de
aquel modo por Turcos.» Hecho esto, Mohammed-
Aly volvió á los Mamelucos. Pero la Puerta estaba
decidida á no dejarle un momento de descanso;
liacia ya mucho tiempo que le instaba para que hi-




MOHAMMED-ALY. 2Í)


cíese marchar un cuerpo de tropas á la Arabia á
fin de libertar las ciudades Santas , ocupadas en-
tonces por los fVahabys. Estos Wahabys ó W a -
habytas, son Árabes cismáticos cuyo objeto es vol-
ver el islamismo á su pureza primitiva. Toman su
nombre del Cheik Mohammed-Ebn-Abd-El-AVa-
h a b , su fundador, especie de Lutero oriental, que
revolvió toda la Arabia con sus predicaciones y
murió en 1787.


Mohammed-Aly vacilaba en comprometerse en
una espedicion que podia ser larga y difícil, antes
de haberse desembarazado de sus mas peligrosos
enemigos, los Mamelucos. No pudiendo vencerles
por la fuerza, se determinó á acabar con ellos por la
traición. Los dos Beyes principales, Bardissy y el
•Elfy, acababan de morir casi simultáneamente, y
aquella oligarquía militar perdía con ellos toda uni-
dad de inspiración; Mohammed-Aly supo sembrar
hábilmente la discordia entre ellos Chahyn-Bey,
sucesor de Bardissy, fue ei primero á quien sedu-
jeron las promesas del Bajá; se separó de sus co-
legas y fue á habitar el Cairo con toda su servi-
dumbre. El Bajá le eolmó de regalos. Otros beyes
tardaron poco en seguir su ejemp'o, y cuando
Mohammed-Aly vio entre sus manos á un número




30 SOPERN4JES CÉLEBRES.


considerable de ellos, los destruyó de un solo golpe.
El l . ° d e Marzo de 1811 fue el dia en que se veri-
ficó aquel sangriento drama. Habíase preparado
una fiesta en honor de Toussoun, hijo segundo del
virey encargado del mando del ejército de la Ara-
bia , y que aquel dia iba á recibir la pelliza de in-
vestidura. El acompañamiento debía r eun i r é en
el alojamiento del Bajá , en la. ciudadela, para
bajar desde alli y atravesrr la ciudad con gran
pompa. Los Mamelucos, convidados á la ceremo-
nia , llegaron desde por la mañana vestidos con
sus mas brillantes trajes, y montados en sus mas
hermosos caballos. Mohammed-Aly los recibió con
su acostumbrada afabilidad y principió el desfile.
Abria la marcha un cuerpo de Delhis, seguían los
Mamelucos, y bajaba el acompañamiento Jenta- '
mente por un camino estrecho, tortuoso, abierto
en la roca, y flanqueado por elevadas fortificaciones,
que conducen de la ciudadela al Cairo; la puerta
se abrió para los Delhis y se volvió á cerrar para
los Mamelucos: al instante dio la señal un caño-
nazo, y Albaneses ocultos en las fortificaciones des-
cargaron sobre ellos un diluvio dé balas : en tan
desesperada situación los Mamelucos sacaron sus
sables e intentaron en vano retroceder ; ios muer-




MOHAMMED-ALY. 31


tos interrumpieron pronto aquel estrecho paso-
era tan imposible huir como pelear, y todos fue-
ron fusilados sin compasión.


Durante aquella horrible carnicería, el Bajá,
retirado en su harem, distaba mucho de la ma-
jestuosa impasibilidad con que lo h.» pintado
Mr. Horacio Vernet en el famoso cuadro, donde el
talento del pintor ocupa el lugar de la verdad lo-
cal; estaba pálido, ajitado, azorado; solo pudo
calmar su inquietud la vista de las. cabezas, y no
desplegó los labios sino para pedir un vaso de
agua.


El asesinato de los Mamelucos es una de las
pajinas que se quisieran poder borrar de la his-
toria de Mohammed-AIy, y conviene sin embargo
no olvidar que entre ellos y él existia una guerra
oculta; pues si se dá crédito á muchos escritores,
una conspiración tramada por ellos debia estallar
al siguiente dia; uno de los dos partidos debia
sucumbir, y quedar el triunfo por el que tomase
la iniciativa. No debe olvidarse sobre todo que es-
tamos en Oriente, y que no es poco mérito, en
un Príncipe Musulmán , no haber hecho jamás der-
ramar sangre inútilmente.


Libre asi de toda inquietud en el interior, el




32 PERSONAJES CELEBRES.


Bajá dirijió sus fuerzas contra los Wahabytas. Una
primera campaña , bastante mal ordenada por su
hijo Tonssoun, y otra dirijidapor él mismo, nin-
gún resultado decisivo produjeron. La guerra se
prolongaba , y al fin se resolvió el Virey á confiar
el mando de las tropas á su hijo primojénito. Va-
mos á seguir un instante á Ibrahim-Bajá en aquella
guerra del Hedjaz donde hizo sus primeras cam-
pañas; guerra difícil y peligrosa , que tuvo el ho-
nor de te rminar , y en laque desplegó sobre todo
una estraordinaria enerjía.


{I.a continuación en la próxima entrega.)




о


­•­ ­за»'*'




m & s n i f f i - t


Perse




G i f
f ©


MOHAMMED-ALY * ^


IBRAHIM-BAJA.


(SEGUNDA PARTE.)


Ibrahim-Bajá ha nacido -con el ins-
t into y el jénio de la guerra.


MARMONT, DUQUE DE RACUSA.— Viaje
al Oriente, 1. I I , páj . 357.


« Iré tan lejos cuanto pueda hacer-
me entender hablando el árabe. »


Palabras de Ibrahim en el sitio de
San Juan de ylcre. — Historia de la.
guerra de Siria , por MM. de Cadal»
vene y Barraul t , páj . 411.


El 3 de Setiembre de 1816 fue cuando Ibraliim
salió' del Cairo-para irse á poner á la cabeza del
fjército de la Arabia ; tenia entonces 26 años,




2 PERSONAJES CELEBRES.


era joven, ardiente, sediento de gloria, y lialiia
visto la inesperada elevación de su padre, con
ese fatalismo'oriental que de nada se admira, que
se pone al nivel de todas Jas posiciones, y que
daba lugar á que su hermano Toussoun contestara
a las reconvenciones que sobre su prodigalidad le
dirijia Mohammed-Aly : «Padre mío, á vos que
no habéis nacido en una clase elevada os sienta
bien el ser económico; pero yo que soy el hijo
de Mohammed-Aly, debo ser liberal y jeneroso.» (*)
Los dos hermanos no se amaban : Toussoun , prín-
cipe dulce y afable, era el favorito de su padre,
ó Ibrahim á su regreso de Constantinopla, no ha-
bía podido ver sin envidia que el Virey con/iase
á otro el mando de una espedicion importante.
Lejos de darle pena los reveses esperimentados
por Toussoun , confiaba conquistar de una vez para
siempre la preferencia que al parecer le negaba su
padre. « He dejado de apreciarle por mucho tiem-
po , decia mas adelante Mohammed-Aly al Doctor
Bowring, hablando de Ibrahim ; no tuve una en-
tura confianza en él hasta que su barba fue casi


C) Toussoun, al poco tiempo de haber vuelto de Ejipto,
murió por no haberse querido separar de una georjianaá
quien amaba, que se presumia acometida de la peste.




J I S R A H I M - B A J A . 3


tan larga como la mía , y empezó á blanquear; (*)
ahora sé todo loque vale. » En efecto, en el dia,
el vencedor de Konieh es el amor y el orgullo de
Mohammed-Aly. '


Ibrahim, animado entonces de un fervor reli-
j ioso, qué la civilización ha amortiguado mucho
al entrar en campaña, pasó á Medina para orar
en la tumba del profeta, y juró no envainar el
sable hasta haber esterminado completamente á los
Wahábitas; hizo voto de sacrificar sobre el monte
Arafat' 3,000 carneros después de la victoria, y
entretanto rompió heroicamente un centenar de
botellas de ron y de champagne; de que le habian
provisto en el Cairo. • ,


Los Wahábitas , después de haber ocupado todo
el pais que media entre el mar Rojo y el Golfo
Pérsico, habian sido arrojados por Mohammed-
Aly al Nedjed, cuna del cisma de Wahab , pro-
vincia montañosa de la Arabia central , defendida
por- muchas plazas fuertes, entre otras Derayeh,
ciudad populosa , qué aquellos sectarios belicosos
habían hecho su capital,


(*) Con las fatigas de la guerra, la barba y el cabello
(le Ibrahim , que eran di' uíV color rubio subido . se han
encanecido mnv pronto.




4 PERSONAJES CÉLEBBF.S.


Las primeras operaciones de Ibrahim-Bajá no
fueron felices. La parte mor.-d del soldado estaba
debilitada por una larga guerra en pais descono-
cido , la falta de agua, las privaciones y las en-
fermedades de todas clases; las sublevaciones eran
muy frecuentes. Los Waliabi tas , mandados por
Abdallah-Ebn-Souheud, guerrero incapaz pero va-
l iente, interceptaban los convoyes, é inquietaban
sin cesar los flancos del ejército ; en vano inten-
tó Ibrabim apoderarse de El-Rass , ciudad fron-
teriza del Nedjed ; después de tres meses y diez
y siete dias de sitio, de una pérdida de 3,400 hom-
bres, se vio obligado á retirarse; de repente, aver-
gonzado de aquel golpe y estimulado po: el mal
éxi to , como lo hubieran sido otros por la victo-
ria , deja tras sí la plasa que no pudo tomar, pe-
netra audazmente, hasta el corazón del pais , toma
sucesivamente á Boureydeh, El-Maznab, Chakra,
Borama ; se adelanta esterininando cuanto se pre-
senta á su paso, rechaza al enemigo sobre De-
rayeh y llega delante de esta capital que asedió.
El sitio de Derayeh fue largo y mortífero. El
golpe esperimentado delante de El-Rass era debi-
do en gran parte al orgullo musulmán, que habia
impedido al joven príncipe escuchar los consejos




l E R A H I M - B A J A . 5


de Mr. Vaissiere, oficial francés agregado á su
Estado Mayor ; aleccionado por la esperiencia, se
conformó al fin en confiar á aquel oficial la direc-
ción del sitio de Derayeh; dos meses habiau tras-
currido sin embargo, y seguía defendiéndose Ab-
dallab , cuando un accidente imprevisto puso la
enerjía de Ibrahim á una fuerte prueba. Pegóse
fuego á la tienda en que estaban todas las mu-
niciones del ejército, y se voló en medio de la
noche con un ruido espantoso; las granadas y las
bombas abrasaron el campo, fueron consumidas
por el incendio la mitad de las provisiones de
boca, y un jeneral de 26 años se encontró á 500
leguas del Ejípto, en medio de los desiertos, en
presencia de un enemigo encarnizado, superior
en número, y sin mas municiones que algunos
saquillos que habian quedado olvidados en las ba-
terías, y los cartuchos que los soldados tenían
en sus cartucheras;-lá situación era crítica. Al
día siguiente, animados los sitiados por aquel
desastre, hicieron una vigorosa salida; Ibrahim
se sublevó contra la adversidad, arengó á sus
soldados, mandó que no disparasen sino á que-
maropa , y prohibió bajo pena de la vida el ceder
un palmo de terreno; el enemigo fue rechazado




6 PEBSONAJES Cél iEBRüS.


á la plaza v cada día,se 'renovaban las salidas, é
Ibrahira permanecía, siempre í i rme; de repente
le anunciaron la a^roxiiBaeiou de un refuerzo de
3,000 hombres que .«u padre le enviaba, las
órdenes de Rháiii-Bajá. Esta, not ic ióle desesperó,
no pudienJo soportar la. idea de que otro com-
partiría la gloria de haber. rendido á los wahabi-
tas .en su último refujio;. reunió sus trbpas, les
manifestó que era preciso tomar.á Derayelv ó
mor i r , y dispuso un asalto jeneral. Abdallah, ven-
cido en todos los .puntos^ .pide capitulación y'pasa
él mismo á la tiehdd.de. Ibrahim. El joven gefe
le maniflesta que-lia recibido orden de enviarlo
prisionero al Cairo ;.Abdallah vencido se resignó y
partió á Ejipto ; Mohammed-Aly le mandó áOons-
tantinopla , y el Diván le hizo cortar da'-cabeza-.


Después de- la Joma y de. la' destrucción, de
Derayeh , cesó teda resistencia, en eLNedjed, y
la guerra, ya no toe mas'? que una; prolongada
carnicería: e l 'pa is fue; saqueado, las ciudades
incendiadas, los principales jefes,decapitados, y
sus familias reducidas á la esclavitud. Si Móham-
med-Alv' liubiese sido bastante fuerte para resis-
tir los mandatos de la Puer ta , es de,creer que
no hubiera adoptado el sistema-de destrucción,




IBRAMM-BAJA. 7


«jue solo podía servir para hacerle odioso á un
pueblo guerrero, que pra de su mayor interés el
atraerse. Aquella represión violenta ha dado solo
resultados incompletos : la Arabia jamás ha estado
pacilicada , el wahabismo dejó hondas raizes en los
corazones, y cuanto quedó de aquellos sectarios
indomables se refujió en el Yemen, y se ajita sin
cesar. Hasta estos últimos tiempos el Bajá se ha
visto precisado á sostener allí un ejército que le
arruinaba de hombres y dinero; ademas, los In-
gleses, á quienes se encuentra siempre do quiera
que haya terreno'que .tomar ó establecimientos,
que formar, después de haber-intentado en vano,
introducirse en el Hedjaz., como auxiliares de
Ibrahim-Bajá, han encontrado un fútil pretesto
para posesionarse de Aden, al Mediodía de la costa
arábiga , y al Norte en las Islas Bahreyn, á pesar
délas vivas reclamaciones de Kourchid-Bajá, ú l - :
timo lugar-teniente del Virey. En el día Moham-
med-Aly , obligado por el ataque de las potencias
coaligadas á concentrar sus fuerzas, acaba de re-
tirar sus tropas, y la Arabia va á ser nuevamente
presa de los Wahabitas, y lo que es peor, délos
Ingleses.


Pero volvamos á lbrahim-Bajá. Después de




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber obrado á la oriental, es decir esterminando,
para pacificar el Nedjed, después de haber suje-
tado á sablazos nuevas revueltas que habían esta-
llado en su ejército, el joven vencedor, conde-
corado por la Puerta con el título de Bajá de las
ciudades Santas, el primer, bajalato del Imperio,
hizo su entrada triunfal en-el Cairo el 11 de Di-
ciembre de 1819 después de tres años de ausencia.


Durante aquel tiempo habian sucedido gran-
des eosas en Ejipto; primeramente Mohammed-
Aly habia conocido que en el siglo XIX un fun-
dador de dinastía no podia decentemente dejar
de aprender á leer; habia- tomado para maestro
de escuela á un esclavo- instruido de su Harem,
que sabia leer ; habia trabajado después mas y
mas en debilitar los lazos, bien débiles ya, que
ui'ian al Ejipto con Constantinopla; la revolución
que acababa de precipitar del trono-al desgracia-
do Selim I I I , no habia tenido eco en el Cairo,
y casi al mismo tiempo se levantaban en Oriente,
uno en frente de otro, dos- innovadores, el uno
reformador truncado que no supo ó no pudo ha-
cer mas que destruir-, y nunca edificar , y cuyas
tentativas abortadas, solo han servido para acele-
rar la ruina de su imperio: el o t ro , jéuio tenaz,




1BRAHIM-BAJA. 9


vigoroso', activo, poco escrupuloso en cuanto á
los medios, pero que viéndose al fin dueño de
un poder tan ardientemente deseado , se preparaba
á arrasarlo todo para pedir á la civilización de
la Europa los elementos d e una nueva organi-
zación.


Este es el lugar de recorrer, en cuanto lo per-
mite la cortedad de esta noticia, las principales
creaciones de Mohammed-Aly, y de mirar bajo
sus dos aspectos el edificio que ha fundado.


En el momento de poner mano á la obra, co-
noció el Virey que ante todo necesitaba medios
de acción en el interior, de defensa y engrande-
cimiento en el esterior; es decir, un ejército y
una marina. Las tropas francesas que había visto
en Ejipto, le habían hecho conocer todas- las ven-
tajas de una fuerza militar regularmente organi-
zada. Pero si su superior intelijencia le libraba
de las preocupaciones orientales, no sucedía lo
mismo en los que le rodeaban, y sus proyectos
fueron acojidos , aun por sus mas allegados, con
una muy marcada antipatía; los jefes militares,
independientes hasta entonces, repugnaban verse
sujetos á una inspección regular , y la soldadesca
albanesa , con sus arraigadas costumbres de in-




1(1 PERSONAJES CELERRES.


disciplina y merodeo, que tan útil había sido a
Mohammed-Aly, era un obstáculo insuperable.


En medio de semejantes trabas fue cuando el
obstinado Bajá se decidió á hacer una primera
tentativa , que por poco tiene para él fatales con-
secuencias : al regresar de la espedicion que él
mismo había dirijido contra los Wahabitas, anun-
ció sus proyectos á las tropas reunidas en Bpulac,
y les mandó que se prepararan á someterse al
Nizam-Djeddid (nuevo orden de cosas).. Apenas
había entrado en el Cai ro , los soldados princi-
piaron á murmurar , los jefes mismos atizaban el
fuego de ía sublevación, y declararon al Bajá in-
fiel. (*) Poco tardó en estallar una insurrección
terrible; las tropas se adelantaron furiosas sobre
el Cairo, el palacio de Mohammed-Aly, en la plaza
del Ezbekieh, fue cercado y saqueado , él mismo
solo tuvo tiempo para refujiarse á la ciudadela, y
durante dos dias estuvo la ciudad en poder de
los soldados ; después de algunas conferencias, se
resignó Mohammed-Aly á diferir prudentemente
sus proyectos, y conociendo desde entonces que


(*) Un articulo del código Sunnita dice as i : «el Sobera-
no debe guardarse bien de hacer innovaciones , pues el Pro-
feta ha dicho : tuda innovac iones un error, y todo error
conduce al fuego,»




IBRAH1M-BAJA. 11


Je seria imposible realizarlos mientras tuviera uua
milicia tan turbulenta, solo se ocupó en desha-
cerse, de ella por todos medios: los cuerpos mas
insubordinados fueron dirijidos sobre el Hedjaz con
orden secreta de hacerlos diezmar por el enemi-
go. Uo jefe albanés, de los mas influyentes y
alborotadores, fue á reclamar sus sueldos atrasa-
dos ;• estaba enfermo, y el Bajá le manifestó cuán-
to se interesaba por su salud , enviándole aquella
misma tarde á su médico italiano Mendrici para
que ie ; asistiera. «El enfermo fue cuidado, dice
Mr. Mengin, con una candidez digna de Felipe
de Conmines, tofflómedicinas y viuvióúiospo-
cos días. »


Al mismo tiempo aprovechó el Bajá aquella
ocasión para realizar sus proyectos de conquista
sobre la Nútna, y todos los'países que rodean el
nacimiento del J\ilo; el mando de aquella espe-
dieian fue confiado á su hijo tercero,. Ismail-Bajá.
Este joven príucipe remontó el Kilo y llevó sus
armas- victoriosas hasta los confines del Sennar;
A i u regreso se detuvo en los alrededores de Chen-
dy, en el territorio-de los Chaykie, tribu belicosa
de la Núbia, que no había logrado someter sino
después de una resistencia desesperada. El jefe




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de la t r ibu, Nair, llamado Nimr (el t igre) por
su intrepidez, y que se había sometido , fue á en-
contrar al joven vencedor para pedirle humilde-
mente alguna disminución del impuesto que se le
habia señalado: Ismail, por toda respuesta, le rom-
pió su pipa en la ca ra , y le amenazo con ha-
cerle empalar sino pagaba la suma exijida. El jefe
núbio disimuló la rabia que le-devoraba el co-
razón;, y con la sonrisa en los labios convidó á
Ismail á que le hiciese el honor de entrar en
Chendy, ofreciéndole su casa para hospedaje. Is-
mail aceptó-, se preparó una fiesta, y mientras
los soldados ejípcios se emborrachaban de bil BU (*)
los Nubidas se arrojan sobre ellos en medio de la
noche; Nimr tomó una antorcha-y pegó fuego á
la casa que se desplomó sobre el cuerpo media
consumido de Ismail.


Al saber aquel siniestro acontecimiento, el yer-
no del Virey, el Dcfterdar Mohammed-Bey , famo-
so por su ferocidad, y que estaba entonces ocu-
pado en someter el Kordofan, corrió á vengarla
muerte de su cuñado; toda la provincia de los
Chayke, fue entregada á fuego y sangre , y se sa-
crificaron 30,000 cabezas á los Manes de Ismail.


(*) Especie de ccrbcza fuerte que preparan los Nubidas.




IBBAHIM-BAJA- 13


El Defterdar llevó la desolación y la muerte desde
el Kordofan á Chendy, hasta que el Virey, -ad-
vertido demasiado t a rde , puso fin á aquella hor-
rible carnicería, cuyo recuerdo ha quedado vivo
en el corazón de las poblaciones núbidas.


Merced á aquellas diversas espediciones, Mo-
hammed-Aly vio disminuirse mas y mas las filas
de los Albaneses, y pudo volver de nuevo á sus
proyectos de organización militar. Encontró á ma-
no al capitán Seve, que iba á probar fortuna á Per-
sia, y tuvo el feliz pensamiento de detenerle y con-
servarle á su lado. Formóse secretamente en Asso-
uan un campo de instrucción, en los límites del
Ejipto y de la JNubia, lejos de las fanáticas miradas
de los Turcos del Cairo. Levantáronse cuarteles
en la entrada del desierto; y 1,000 mamelucos (*)
sacados de la servidumbre del Bajá y de algunos
grandes del país, fueron enviados á aquel punto pa-
ra formar el núcleo del nuevo ejército. Fue nece-
sario que el mismo Ibrahim-Bajá , á su vuelta del
Hedjaz vencedor de los Wahabi tas , se colocase á
pesar de su repugnancia, á la cola del batallón


(*) Entiéndese que no se trata ahora de los Beyes Ma-
me lucos , s ino de jóvenes esclavos que los personajes eleva-
dos de Ejipto hacen educar-en sus casas.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


en virtud de su talla (*)• para aprender la- carga en
once-voces. El capitán Seve, que es el tipo mas
cabal del soldado francés, consiguióla fuerza de
perseverancia vencer la antipatía de sus alumnos,
y conciliarseel afecto de Ibrahini-Bajá, que no'tar-
d*> en conocer las inmensas ventajas que podría
sacar de la táctica europea. Cuando ya se tuvieron
cuadros que maniobraban regularmente, se ne-
cesitaron soldados para llenarlos; al principio se
llevaron negros del Sennar, pero no podian' acos-
tumbrarse al servicio militar y morían á millares:
no se podía pensar en los: Turcos , pues hubiera
sido lo mismo que proponerles que escupieran so-
bre el sepulcro del Profeta; entonces fue cuándo
Mohammed-Aly tomó la atrevida resolución dé
rej imentarlosFellahs, privados desde muchos-si-
glos del derecho de usar armas; y al mismo tiem-
po que los Turcos, heridos en su - orgullo, mur-
muraban , los Fellahsy para quienes 'era 'odioso
cualquier servicio militar, pdnian e l grito; en el
cielo. Ibrahim-Bajá contuvo á los Turcos-finjiehdó
granrepugnancia-á los proyectos de su padre, y
hablando de aquella innovación como de un capri-
cho, pasajero. En cuanto á losFellahs, fueron disei-


(*) Ibrahim es de pequeña pslntiim'. •




1BKAHIM-BÁJA. 15


plinades á fuerza de golpes de courbacfi (*), y cuan-
do hubo 15,000 rápidamente instruidos y ; ejercita-
dos, Ibrahim se declaró su jefe, con grande asombro
de los Turcos, que solo después de largas dificul-
tades se conformaron en mezclarse con semejantes
soldados.


¡Fa l taba hacerles soportar-una innovación mas
peligrosa todavía, la d?, que los Árabes fuesen admi-
tido» íauíi en los grados mas subalternos. Ibrahim
tt» verificó!-conmucha destreza: «necesitamosca-
bos de.escuádraydijo Un d iá , y serán nombrados
ronque mas e o í r á n b i e n sean Turcos ó Árabes.»
LídsíTurcos, convencidos de sstr superioridad na-
tiva en todo, se prestaron de buena voluntad á la
chanza!de SÍ} jeneral ; pero su ajilidad no corres-
pondió y el primer cabo de escuadra Árabe, ganó
su grado á la carrera (**). En el día los árabes
pueden llegar hasta él grado de capitán. Después
déla toma de S. Juan de Acre, Ibrahim había d¡-
«!«>'?'«! Al concluir Ja campaña tendremos corone-'
ies 'á íabes.» Pero el Virey no ha querido acceder
á >os !deseos dei su-hijo :• ya sea por repugnancia ó


(*) Bergájcs' (le piel fle¡Hipopótamoó de Elefante. Este
i ostrumetito desempeña jno gran papel e n todas las i n r o -
vaciones del Baj.i.


(**) Véase la obra de Mr. Barrault. Occidente y Oriente,




16 PERSONAJES CÉ1EBRES.


ya por recelo, repite con frecuencia: «Es preciso
no olvidar que solo somos 15,000 Turcos en
Ejipto.»


De todos modos aquel pequeño núcleo de ejérci-
to, creadoen -1828, ha crecido con rapidez tal, que
en el dia el Bajá tiene á su disposición 130,000
hombres de tropas regulares-, organizadas á la eu-
ropea, que han dado pruebas de lo que valían en las
dos campañas de Siria , cuyas maniobras han mere-
cido elojios de un testigo >competente , el Mariscal
Marmont (*); agregando á ellos los Beduinos irre-
gulares, los operarios de los puertos que están reji-
mentados, la Guardia Nacional, organizada en las
principales ciudades de Ejipto, los alumnos de Jas
diferentes escuelas militares, resulta que Moham-
med-Aly puede actualmente poner sóbrelas armas
mas de 260,000 hombres.


Después de haber formado tm ejéreito, prepa-
róse Mohammed-Aly para formar una marina; y
ya habia hecho construir en Marsella y en Liorna
un número bastante grande de buques, cuando la
insurrección de Grecia le hizo interrumpir sus
trabajos. El Sultán le llamó á las armas; dema-
siado débil todavia para negarse á obedecer, y


<*) Viaje del Duque de Ragusa. T. I I I , páj. 295.




IBRAHIM-BAJA. 17


por otra parte demasiado diestro para no correr á
la defensa de una causa que parecía ser la del Isla-
mismo entero, apresuróse el Virey á armar su
flota, y en el mes de Agosto de 1825, 12,000
hombres de tropas regulares, 800 caballos y 60
buques de todas dimensiones, salieron de Alejan-
dría á las órdenes de Ibrahim-Bajá. Los aconteci-
mientos de la guerra de Morea son conocidos, y
no nos detendremos en ellos; sabido es cómo
Ibrahim, después de haber pacificado á Candía y
paseado sus armas vencedoras por toda la Morea,
tuvo precisión de retirarse después del combate
de Mavarino y la llegada de las tropas francesas;
y cómo la Rusia, apelando á los sentimientos ca-
ballerosos de la Europa, hizo que. la Francia y
la Inglaterra trabajasen á su modo por la integri-
dad del Imperio Otomano, destruyendo el 20 de
Octubre de 1827 las escuadras combinadas del
Ejipto y de la Turquía.


Mohammed-Aly recibió aquella nueva con la
estoica indiferencia de un musulmán; Ibrahim-Bajá
fue acojido como si acabara de ganar una victo-
ria ; y apenas habían transcurrido dos años cuan-
do, merced á la prodijiosa actividad de un hábil
injeniero francés, Mr. de Cerizy, la playa de




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Alejandría , desierta hasta entonces, se cubría de
magníficas construcciones; los navios salían de
los arsenales como por encanto. Otro francés,
Besson-Bey, organizaba las tripulaciones y adies-
traba á la europea á los marineros del Nilo. Y en
el dia el puerto de Alejandría contiene, ademas
de los 24 buques turcos entregados al Bajá des-
pués de la batalla de Nezib, 11 navios delinea,
6 fragatas, 5 corbetas , 4 goletas,, 5 bergantines;
en todo 31 buques ejípcios, tripulados por 16,000
hombres, que maniobran con la misma ajilidad
que los marineros ingleses ó franceses.


Para hacer frente al mantenimiento de tantas
fuerzas, eran necesarios recursos inmensos; Ja
agricultura ha formado siempre la única riqueza
del Ejipto; y á consecuencia de las invasiones,
de las revoluciones, de la anarquía, de la inepti-
tud del dueño y del esclavo, el valle del Nilo,
mina de oro inagotable en otro, t iempo, cuando
era aquel pais el granero de Boma , parecía he-
rido de esterilidad y de muerte. Mohammed-Aly
trataba de; reanimarle organizando un nuevo sis-
tema de cultivo, pero para esto era preciso ser
dueño del suelo. El Virey se decidió á tentar un
golpe atrevido aboliendo todos los derechos de




IBKAHIM-BAJA. J9


propiedad. La naturaleza de esta en Ejipto es una
cuestión muy controvertida; es sin embargo cons-
tante que al advenimiento de Mohammed-Aly ha-
bia en Ejipto verdaderos propietarios; no eran
otra cosa los moultezims , y las mezquitas; y los
establecimientos públicos poseian también desde
tiempo inmemorial. El Virey invitó á los moul-
tezims y á los ulemas á que le llevaran sus títu-
los , bajo el pretesto de confrontarlos, y cuando
los tuvo en su poder, los confiscó; algunos de los
que reclamaron consiguieron pensiones vitalicias,
pero todos fueron espropiados. Solo las propieda-
des moviliarias se libraron de aquella vasta espo-
liacion. Desde entonces el Ejipto no fue mas que
un inmenso dominio esplotado por un solo hom-
bre ; el Bajá sustituyó el cultivo en grande á los
cultivos parciales, las simientes preciosas á las
comunes ; hizo abrir canales para trausportar á lo
lejos el cieno fecundador del Nilo; 1,500 jardi-
neros, hechos venir del Archipiélago y de la Euro-
pa, fueron diseminados por las provincias para dar
á conocer los mejores métodos de cultivo. Un
francés, Mr. Jumel , naturalizó en Ejipto el al-
godón arbusto, y las plantaciones multiplicadas
por el Virey, dieron hasta 947 quintales. El cul-




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo del añ i l , de la rub ia , del opio, del arroz,
del trigo y del maiz, tomó una estension pro-
díjiosa; se plantaron tres millones de pies de mo-
reras para el alimento de los gusanos de seda,
cuyos productos ascendieron, en 1833, á 30,000 li-
bras ; plantáronse igualmente veinte y cuatro mi-
llones de pies de árboles de todas clases á lo largo
de las colinas inmediatas al Nilo, y el Ejipto tomó
un nuevo aspecto.


Al tiempo mismo que se estendia y perfeccio-
naba el cultivo del suelo, creaba el Virey un gran
número de fábricas para elaborar sus productos;
fábricas para hilar el algodón y la seda, para
hacer cuerdas, tejidos de lana y gorros; fundi-
ciones de hierro colado, fábricas de paños, fábri-
cas para refinar el azúcar; de pólvora y salitre, de
productos químicos, etc . , etc.


Después de haber organizado la agricultura y
la industr ia , Mohammed'-Aly se ha ocupado de
la educación intelectual del Ejipto; ha fundado
un Consejo de instrucción pública, al cual se han
agregado escuelas de toda especie; escuela de me-
dicina, hospital civil y militar, escuela de vete-
r inaria, de infantería, de caballería, de artillería,
de música y primaria. La mayor parte de estos




1BRAHIM-BAJA. 21


establecimientos están dirijidos por franceses.
Sin embargo, si la verdadera civilización lleva


consigo necesariamente un aumento de bienestar
para las masas, apresurémonos á decir que el
Ejipto dista todavía mucho de ser civilizado; bajo
este punto de vista, tiene Mohammed-Aly en con-
tra suya un hecho que sus mas diestros apolo-
jistas podrán atenuar, pero no destruir. Desde la
espedicion francesa , las rentas totales del Ejipto
han aumentado en la proporción de uno á siete,
al paso que la población ha disminuido en un
tercio, y los dos tercios restantes son dos ve-
ces mas miserables que nunca. El Gobierno se
ha hecho fuerte y rico con toda la debilidad y
con toda la pobreza de los gobernados. Hasta
ahora el Virey no ha tomado de las instituciones
de Europa sino medios de acrecentamiento, de
acción, de organización y nada mas ; por lo que
se refiere á libertad, legalidad, humanidad, equi-
tativa repartición de derechos, garantías del débil
contra el fuerte, sentimientos de intereses jene-
rales, en cuanto á todo esto el Gobierno de
Mohammed-Aly es el mas musulmán que existe,
esto e s , el mas bru ta l , mas ciego y mas odioso.


IVo podemos describir aqu i , por falta de es-




22 PERSONAJES GÉLEBKES.


pació , el contraste aflictivo que presenta esa ti-
ranía oriental organizada á la europea, y nos
contentaremos con indicarlo en pocas palabras.
El Ejipto actual es la obra del jénio, injerta en
el egoísmo; es una máquina hábilmente construi-
da, que dos millones de hombres se fatigan en
hacer funcionar en provecho de uno solo. El
Fellah cultiva y el Bajá rccoje; el Fellah fabrica
y el Bajá vende; el Fellah trabaja, sufre y mal-
dice al Bajá, el cual estruja , apalea y esplota
al Fellah. En una palabra, el Bajá tiene un bri-
llante ejército, una hermosa flota, bellas manu-
facturas y plantaciones , pingües rentas , y puede
decirse sin exajeracion, que las cuatro quintas
partes de sus subditos se consideran felices cuan-
do na se mueren materialmente de hambre. ¿Es
este un buen modo, de iniciar á un pueblo en las
dulzuras de la, civilización? Sin duda alguna el
estado permanente de guerra impuesto á Moham-
med-Aly, entra por mucho, en las miserias del
Ejipto; no hay duda en que solo por la fuerza
podia ser arrancado el Fellah á sus inveterados
hábitos de pereza, y es probable que se alijerarán
algún dia las enormes cargas que sobre él pesan.
Sin duda vale mas el Gobierno opresor pero vivaz




IBKAHIM-BAJA. 23


del Ejipto, que la moribunda anarquía del Impe-
rio Otomano; sin embargo, si es injustificable la
t iranía, eslo sobre todo cuando obra en contrario
del objeto que se propone. Y sin hablar de la
degradante caza de hombres á que se llama en
Ejipto la conscripción , de esa jerarquía adminis-
trativa que se presenta bajo la forma de una cas-
cada de estorsiones, de afrentas y dé apaleos,
que cae sin cesar desde el Bajá sobre el Mvudyr,
del Moudyr sobre el Maimour, del Maimour sobre
el Nazir, del Nazir sobre el Gheik-el-Beled, para
llover desde alli sobre el desdichado Fellah; ¿como
justificar el monopolio absoluto del comercio que
quita al trabajo el interés, que es su principal
móvil, y su mas poderoso atractivo el bienes-
ta r? ¿Cómo justificar sobre todo la inicua y ab-
surda ley de mancomunidad para el cobro de los
impuestos, que obliga al hombre trabajador apa-
gar por el ocioso, y que estiende sus redes por
todas las provincias, cada una de las cuales debe
llenar el vacío que resulte para el tesoro, de la
insolvencia ó mala voluntad de una ó de muchas
de ellas ? ¿ Cómo se ha de constituir un Gobierno
duradero , cuando su única base es el odio y el
detrimento del mayor número ? ¿ Puede haber




24 PERSONAJES CELEBRES.


ademas una situación, por escepcional que sea,
que pueda absolver un sistema que tiende visible-
mente á la destrucciou de la especie humana?


Véase, pues , porque la Francia , que tiene el
mayor interés en que el Ejipto sea fuerte y pros-
pere, debe , aun á costa de la guerra , conquistar
para Mohamuied-Aly la independencia y la paz;
que el Virey, libre por todas partes, y dueño de
elejir su camino, esté al fin en posición de pro-
bar á la Europa, que no es uno de esos jénios ma-
léficos que oprimen un instante la humanidad y
desaparecen, sino uno de esos rejeneradores de
los pueblos que sobreviven por sus obras, y dejan
un nombre apreciado de la posteridad.


Hacia ya mucho tiempo que Mohammed-Aly
codiciaba la Siria, y en aquel deseo habia otra
cosa que un instinto de rapacidad; entre la Si-
ria y el Ejipto existen afinidades de todas clases;
razas, idioma, historia, todo les es común ; á su
vez el uno ha obedecido y el otro mandado, ó
ambos han sufrido al mismo tiempo el yugo es-
tranjero. Sepa rados únicamente por un desierto de
algunas jornadas , cada una de aquellas dos pro-
vincias es la frontera de la otra, y constituye su
debilidad ó su fuerza, según le es hostil ó amiga.




1BRAHIM-BAJA. 25


E r a , pues , fácil prever que la primera de las
dos que tomase consistencia , procuraría inmedia-
tamente apoderarse de la otra. Ademas, en Siria
hay bosques magníficos, minas de carbón y una
población vigorosa, y el Ejipto carece de made-
ras para su marina, de carbón para sus manu-
facturas y de hombres para todo. Mohammed-Aly
la habia pedido por primera vez al Sul tán , en
premio de sus victorias sobre los Wahabitas , y
después por el apoyo que le habia dado en Ja
guerra de Morea. Dos veces se la habia prometi-
do el Sultán, y otras tantas habia faltado á su pa-
labra. El Virey halló un pretesto para invadirla
en la deuegacion que le hizo Abdallah, Bajá de
Acre, de reintegrarle una deuda de 11.000,000
de piastras, y de devolverle 6,000 Fellahsejipcios
que estaban emigrados en su bajalato. Un ejér-
cito de 40,000 hombres entró en Siria el 27 de
Noviembre de 1831; Ibrahim-Bajá se presentó ante
los muros de San Juan de Acre. El sitio de esta
plaza, considerada intomable en Oriente desde
que no pudo apoderarse de ella Bonaparte, fue
seguido con vigor pero sin método; duraba ya
cinco meses , cuando supo Ibrahim que el ejér-
cito turco se reunía en la alta Siria; tuvo que




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


marchar á su encuentro , y Mohammed-Aly envió
á Acre al injeniero piamontés Komey, que diri-
jió un ataque regular, y la plaza fue tomada en
quince dias. El Virey y su hijo habían sido de-
clarados rebeldes, y se lanzó contra ellos un fir-
man de escomunion. Ibrahim se adelantó sobre
Homs , y el 17 de Julio de 1832 se encontraron
por primera vez frente á frente tropas musulma-
nas disciplinadas á la Europea. Los Turcos, aunque
en número superior, fueron completamente derro-
tados. A los pocos d i a s , en Beylan, el ejército
turco fue también vencido, y por último una
tercera y brillante victoria, conseguida en Konieh,
el 21 de Diciembre de 1832 , abrió á Ibrahim las
puertas» de Constautrnopla. Aquel fue para el Virey
un hermoso momento, un momento decisivo, en
que era preciso ob ra r , y en el que le faltó atre-
vimiento-, ocasión preciosa y perdida para siem-
pre , en que podía realzar el trono de los Sulta-
nes, y decidir de una vez esa cuestión de Oriente,
cuya solución trastornará la Europa, mas pronto ó
mas tarde. Mr. Thiers dijo el año último en la
tribuna, que en 1833 el Bajá habia recibido una
lección ; que habia querido marchar sobre Cons-
tantinopla , y que se encontró que la Rusia habia




IHBAHIM-BAJA. 27


llegado autes que él. Mr. Thiers había olvidado
completamente los hechos. Ibrahim-Bajá estaba
en Konieh el 22 de Diciembre de 1832, á 100 le-
guas de Coustantinopla; podia fácilmente llegar
allí en los primeros quince dias de Ene ro ; la es-
cuadra rusa no pudo entrar en el Bosforo hasta
el 20 de Febrero, y las tropas de desembarco no
llegaron hasta el día 7 de Abril. Todo el ejército
turco se habia dispersado, y nada se oponía pues
á la marcha de Ibrahim. Los pueblos, descon-
tentos de las bruscas innovaciones de Mahmoud,
y desanimados por sus reveses, llamaban á voces
al vencedor; el mismo sultán vacilaba en intro-
ducir los Giaours en Stamboul, la bien guarda-
da : los ulemas estaban dispuestos á declararle
infiel; todo se prestaba á la inauguración de una
nueva; dinastía. Mohammed-Aly pensó un momento
en embarcarse en su flota y llegar delante de Cous-
tantinopla, al tiempo mismo que su hijo, al frente
del ejército, circuyese las riveras de Scutary; no
se atrevió, y lo que entonces hubiera sido fácil,
se ha hecho casi imposible en el día. Los acon-
tecimientos sucesivos son sabidos: Ibrahim se de-
tuvo en Kutahyeh , la diplomacia europea se mez-
cló en el asunto, y se hizo un tratado que dio á




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly la posesión de toda la Siria, hasta
Adana. El Sultán intentó romperle el año último;
la nueva y brillante victoria de Ibrahim en Ne-
zib el 24 de Junio de 1839, la repentina muerte
de Mahmoud, la defección de su escuadra, el
arreglo próximo á concluirse entre las dos partes
contendientes, la intervención brusca y fatal de
la Rusia , la Inglaterra, el Austria y la Prusia,
la aptitud tomada por la Francia, son hechos todos
demasiado recientes ara que necesitemos detener-
nos en ellos.


Basta haber estudiado un poco el carácter de
Mohammed-Aly, para convencerse de que no cede-
rá la Siria , que le pertenece primero por derecho
de conquista, y después en virtud de un tratado
ratificado por los mismos que en el dia quieren
quitársela; ¿si se traba seriamente la lucha, re-
sistirá el Bajá solo á las fuerzas combinadas de
la Inglaterra, de la Rusia y del Austria ? Parece
difícil creerlo. ¿Será arrojado á Ejipto, ó mas
bien destituido, como decia no ha mucho la Ga-
ceta de Ausburgo} Esto toca á la Francia. Si
quiere que el pais mas bello del mundo sea divi-
dido á sus barbas en dos partes; si quiere, para
servirnos de una espresion de Mr. de Carné, que




IBI\ AHIM-BAJ A. 29


Alejandría señale la venta cuyo precio será Cous-
tantinopla si quiere encontrarse, tal vez dentro
de veinte años , sofocada y majada entre dos co-
losos , el despotismo ruso asentado desde el Polo
norte hasta la frontera de Alemania, y el bloqueo
inglés establecido desde Calcuta á Londres; si en
nna palabra, la Francia quiere pasar á ser una
potencia de segundo orden , solo con que hable
mucho, se eruze de brazos y deje hacer, pronto
quedará hecho


Sin embargo, como hace veinte y cinco años
que la diplomacia europea vive de contemporiza-
ciones y aplazamientos, es posible que Mohammed-
Aly, instigado por el Gabinete francés, acepte y
reciba la posesión vitalicia de la Siria. Solución
perfecta verdaderamente, pues el Bajá tiene mas
de 71 años , y todo el mundo sabe lo que sig-
nifica en Oriente la palabra vitalicia, donde todo
lo es, y donde no liay un adarme de diferencia
entre la propiedad y la posesión; de donde se
sigue que dentro de seis meses, un año tal vez,
el problema se presentará de nuevo mas amena-
zador que nunca, y la Francia se encontrará en-
tonces medio comprometida en un camino fa-
tal , la desmembración del Ejipto. Entretanto que




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


principia la lucha, nos parece oportuno hacer
entender, que esa integridad del Imperio Oto-
mano, con que se nos embauca, es una quimera
de la misma especie que la alianza Anglo-fran-
cesa. El Imperio Otomano, cien veces se ha re-
pet ido, es en el dia el Imperio de una ciudad,
cuya llave se llevó en el bolsillo el conde Orloff,
en 1833, al tiempo mismo que decia á voces que
se iba con las manos vaei'as. Ese simulacro de
Imperio durará tanto cuanto plazca á la Rusia,
que no tiene tanta prisa de acabar con él, como
jeneralmente se cree; lo que ella necesita son los
Dardanelos y un predominio absoluto en el Bos-
foro , que tenga todas las ventajas de la posesión,
sin los inconvenientes, que serian muchos y de
varias clases. Un siglo hace que resuenan en la
historia los golpes terribles que da la Rusia á
su desgraciado vecino; ahora lo tiene bajo sus
pies , va á ponerle al cuello la cadena, y aun le
dejará vivir un poco, hasta que le convenga ma-
tarle. ¡Es tan magnánima la Rusia!


Con respecto á la Inglaterra, en cuanto á prin-
cipios, tiene una deuda enorme, una deuda cuyos
réditos ascienden á 700.000,000 que ha de buscar
y pagar en todos los puntos del globo. El solo




Í B R A H I M - B A J A . SI


producto de sus aduanas le da 600.000,000, que
prefiere á todas las Constituciones y á todas las
banderas del mundo. Bien sabe ella que un dia ú
otro tendrá que reñir con la Rusia sobre el Indo;
pero esta es una eventualidad secundaria: el Asia
central es grande, y hay mucha distancia desde el
mar Caspio al Occéano Indico. El asunto que mas
prisa le eorre hoy, es el del Bosforo, que ame-
naza volverse ruso. Trátase de saber lo que val-
drá mas, si oponerse ó si resignarse mediante una
buena compensación; si pues se permitiese á la
Inglaterra apropiarse la inmensa línea que une
á Gibraltar con Bombay, pasando por .Alejan-
dría , ¿por qué la constitucional Albion no se ha-
bía de mostrar acomodaticia con el Scar y no ha-
bía de ceder también alguna cosa?


Entre estas dos codicias igualmente ardientes,
con una Austria medrosa, y una Prusia moscovi-
t a ^ la Francia debe prepararse de antemano para
su aislamiento. Bajo este punto de vista, el for-
tificar á París es un pensamiento hábi l , feliz y
nacional; pero no basta : lá Francia no debe em-
peñarse en conciliar cosas inconciliables , y ocu-
parse mucho de un statu quo que es enteramente
en detrimento suyo. Cuando en el seno de un




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


Imperio, que perece rodeado de dos enemigos
prontos á arrojarse sobre su cadáver, sale una
fuerza joven y vivaz, que puede crecer, mejorar-
se , impregnarse de nosotros, y servirnos de útil
ausilio contra proyectos ambiciosos; cuando se
realiza un hecho semejante, la Francia debe te-
nerlo en cuenta , y no obstinarse en conservar
un equilibrio imposible entre lo que nace y lo
que se muere. Por mas que haga, en un porve-
nir mas ó menos lejano, tendrá que escojer entre
el Cairo y Stamboul.


Si esa tribu del Mar Caspio, que en otro tiem-
po hizo temblar á la Europa, se pierde y desapa-
rece en el dia en Oriente, el islamismo, que no
es de su fecha , no se irá con ella; puede modifi-
cándose volverse á levantar. Sea Ibrahim digno
de su padre ; haga mas todavía, busque en la ci-
vilización otra cosa que el arte de estrujar á un
pueblo; funde su poder en el interés del mayor
número , y en el dia del peligro reunirá á su voz
millones de hombres que pedirán á la Francia,
contra el común enemigo, un apoyo que ella no
deberá ni podrá negarles.




(9 4




Lito dtî i ' a : . U - f




fe


EL CONDE DK ' " : ' v * 4


FLORIDABLANCA.


He creído desde mi juventud que mi
vocación era y debia ser la de tra-
bajar, sin mas objetos que el de ser-
vir á mi Bey y á mi Patria, y de
adquirir la mejor y mas universal re-
putación.


Representación del Conde de Flori-
ilablnma al ST. D. Carlos III, en ta
que le refirió los hechos principales de
su Ministerio.


En el orden físico como en el moral , siempre
la reacción fue ley de la naturaleza. Sin los es-
travíos del último período del reinado de Luis XIV,
y los errores de la famosa Rejeucia en la minoría




'2 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


de Luis X V , á buen seguro no habrían adqui-
rido nunca la importancia que tuvieron los filóso-
fos del siglo XVIII. Voltaire, por mas talento,
ó diciendo mejor, por mas imajinacion que le hu-
biese concedido el Criador, en otra época que
no hubiera sido de reacción, habría sido consi-
derado como un loco peligroso para la sociedad,
que quería conmover en sus fundamentos, po-
niendo en ridículo lo que los hombres habían ve-
nerado hasta entonces para su bien y su ventura.
El filósofo de Jinebra habria sido juzgado en su
Contrato social, si la época en que lo escribió
no hubiese sido de reacción, como hoy le miran
muchos, es decir, como un paradojista que veía
en la civilización una destrucción de la libertad y
de la moral , en vez de ser su necesario desarrollo;
y que sacando su tipo ideolójico del estado de
naturaleza, dedujo necesariamente tan solo con-
secuencias absurdas , sistemas delirantes, y prin-
cipios disolventes.


Nuestra situación política fuera hoy mas risue-
ñ a , acaso, si el Rey Fernando, mal aconsejado
á la vuelta de su cautiverio en la transición po-
lítica de 1814, no hubiese aceptado el principio
de reacción, que una vez seguido, levanta y em-




t'LOKlDABLANCA. 3


bravecc las tormentas políticas desencadenando las
pasiones.


No es , pues, sino muy natural que el juicio
histórico del hombre eminente del siglo XVIII y
principios del XIX , cuya biografía vamos á es-
cribir, haya sido formado veinte años hace de
una manera, y ahora le juzguemos de o t ra : lía-
sele calificado entonces como poco liberal y anti-
progresista; nosotros hoy le presentaremos al juicio
público como un reformador juicioso. Empapados
sus jueces de entonces de las encantadoras teorías
de los enciclopedistas, escitadas sus cabezas por
los principios que afectaban la imajinacion, con
tanto mas calor cuanto era preciso adquirirlos
bajo la impresión del miedo y al abrigo del mis-
terio , fascinados por las májicas palabras de li-
bertad , de igualdad y de soberanía popular, dis-
culpable era juzgar severamente á todo hombre
que, mas cuerdo ó mas cauto, hubiese visto al tra-
vés de esta fraseología, que tenia mucho de me-
tafísica, peligros para la sociedad, trastornos y
calamidades para el porvenir.


No es pues estraño, repetimos, que al insigne
Conde de Floridablanca se le juzgase, por los pu-
blicistas de antaño, de otro modo que lo haremos




1 P E H S O N A J E S CÉLEBRES.


nosotros hoy, después que curados por solemnes
desengaños hemos aprendido en el libro de una
esperiencia d u r a , que formar teorías no es gober-
nar , y que sin gobierno fuerte y jus to , sean
cualesquiera sus formas, no hay dicha para los
pueblos. En fin, juzgárnoslo en una época en que
acaso empieza también otra nueva reacción de
ideas, pero en dirección completamente opuesta
á las doctrinas de los enciclopedistas franceses, y
prefiriendo el modo de pensar de los filósofos ale-
manes , que mas prudentes ó mas prácticos toman
en cuenta al hombre de la sociedad en vez del
hombre de la naturaleza. Vengamos, pues, á
nuestra biografía.


J). José Moñino, Conde de Floridablanca, nació
en Murcia el 2 1 de Octubre de 1 7 2 8 . Su familia
era de antigua nobleza en la provincia (*); pero
su fortuna consistía en un pequeño patrimonio en


(*) La familia de Moüino era orijinaria de Aragón. Sus
antepasados obtuvieron empleos, honoríficos. D. Alfonso y
D. Toribio Pérez Moñino décimo cuarto y décimo tercio
abuelí. del Conde obtuvieron el titulo de Proceres ó ricos
homes en los reinados de Fernando I V , Alonso XI y Don
Pedro. Su undécimo abuelo I). Benito Pérez Moñino obtu-
vo en 1397 de la Cancillería de Valladolid su ejecutoria
de hidalguía en juicio contradictorio.— L I S T A . Elojio histó-
rica ilc Floridablanca , publicado en Sevilla en IHO!>.




FLORtl)AMA!NCA. ;>


tierras, insuficiente para sostener una numerosa
familia. Dedicóse, pues, Moruno desde sus prime-
ros años á los estudios, y siguiendo la carrera de
leyes con gran aprovechamiento, hízose abogado.


En 1766 fue llamado Moñino por Carlos III
al elevado puesto de Fiscal en el Supremo Consejo
de Castilla, puesto de la primera importancia eu
la monarquía de entonces, pues que este Consejo
era, después del Rey , el arbitro de los destinos
y del gobierno del país. Mas si el puesto de Fis-
cal en el Consejo de Castilla era de suyo de mu-
cha consideración, éralo infinitamente mas en el
año de 1766 en que Moñino fue nombrado para
asociarse en sus importantes trabajos con su com-
pañero, también F'iscal á la sazón, el ilustre Don
Pedro Rodríguez Campomanes, después Conde
de Campomanes.


En Marzo de este año se había verificado el
. suceso conocido con el nombre de motín de Ma-
dr id , en tiempo del Ministerio Esquilache, que
reprimió y castigó el célebre Conde de A randa,
entonces Presidente del Consejo de Castilla. Atri-
buyóse aquel escándalo á los Jesuítas, acaso sin
todo el fundamento que hubiera sido necesario
para justificar las graves providencias que se to-




6 PERSONAJES CELEBRES.
marón , y principalmente el modo estrepitoso de
ejecutarlas. Aquella corporación á la verdad era
sobrado fuerte y poderosa, á la sazón, para dejar
de ser temible á la seguridad del Es tado , como
lo es siempre todo poder , sea el que quiera su
orijen, cuando <no es legal: pues que siempre se
convierte en peligroso todo centro de acción ilegal,
porque á su derredor se agrupan como por ins-
tinto todas las pretensiones, todos los descon-
tentos, y en fin, todas las malas pasiones. Sea
de esto lo que quiera , no es temerario decir que
el Gobierno del gran Rey Carlos III fue uno de
los mas fuertes, y al mismo tiempo mas ilustra-
dos que conoció la Monarquía española. Su his-
toria militar no deberá compararse con la de Car-
los V ni Felipe I I ; mas su fuerza material era
inmensa: díganlo el estado de la administración
interior, y la existencia de una marina que con-
taba á su muerte 294 buques de guerra, y entre
ellos 76 navios de línea y 51 fragatas. Su impor-
tancia moral era reconocida en la Europa, que
mas de una vez se dirijió a Carlos III para me-
diador y componedor de sus diferencias. Aun mas,
el solo bien que de los trastornos de la sociedad
moderna han recojido los pueblos en compensa-




FLOllIDABLANCA. 7


eion de tantos males , ha sido sin duda el fo-
mento y especial protección de los intereses ma-
teriales, y el desarrollo de los manantiales de la
riqueza pública, la agricultura, las artes y el co-
mercio : pues b ien; el oríjen y principio de este
desarrollo en España fue debido al Rey Carlos III;
y á su Ministro Floridablanca toca una gran parte
de esta gloria, que la historia no puede negarle.
Volvamos á nuestra biografía.


Coetáneamente al nombramiento de Moñino
para su plaza de fiscal del Consejo de Castilla,
aviváronse las acriminaciones contra la Compañía
de Jesús , atribuyéndola proyectos de conspiración
contra el Estado; apoyándose los partidarios de
la espulsion de los Jesuitas, en las doctrinas sobre
el rejicidio y tiranicidio que habian proclamado
algunos escritores de esta orden. Triunfaron, pues,
sobre la Compañía los jansenistas, sus antagonis-
tas teolójicos, apoyados también por el Duque de
Choiseul, á la sazón Ministro de Francia en Ma-
drid , el que logró que el Ministro Roda decidiese
al Rey, y este resolviese el estrañamiento de ios
Jesuitas, y como consecuencia la ocupación de
sus bienes. Sobre esta ocupación, que suscitó se-
rios debates, el Rey se dignó oir al Consejo, y




8 PERSONAJES CELEBRES.


este á sus Fiscales Moñino y Campomanes. Los dic-
támenes de estos dos célebres hombres de Estado
sobre la aplicación de los bienes de los Jesuitas,
una vez estinguida en España la Compañía, son
documentos capaces por sí solos de fundar una
reputación. En ellos brilla una erudición inmensa
y un gran fondo de ciencia teolójica y canónica,
á la par con una piedad y un catolicismo inta-
chable; y se vé al mismo tiempo una profunda
ilustración, al trazar con mano sabia y justa la
línea delicadísima entre el poder temporal y el es-
piritual ; la consideración al sacerdocio y el res-
peto á la tiara, con el mantenimiento de las leyes
del reino y la defensa de las regalías de la Corona.


No menos importantes que estos fueron los
trabajos del Fiscal Moñino en otro gran negocio
que honra el reinado de Carlos III r hablamos del
famoso espediente del Obispo de Cuenca. La prag-
mática de 2 de Abril de 1767 espelió de los do-
minios de España á los Jesuitas, y los estrañó
motu propio sin participación de la corte de Roma.
Suceso era este, en la época en que pasaba, de im-
portancia suma y de no menor trascendencia : y
era muy natural que una corporación tan influ-
yente y poderosa, como lo era entonces la Coni-




FLORIDABLAKCJ. !'


pañía de Jesús, pusiese en juego su influjo y su
poder contra un verdadero golpe de Estado dado
por Carlos I I I , no solo con la pragmática de es-
pulsion , sino con su ejecución, en la que se em-
pleó tanto lujo de rigor, que en un mismo dia y á
una misma hora en toda España fueron presos y
espulsados del reino los Jesuítas: modo de ejecu-
ción que pocas veces puede ser necesario y nunca
puede ser aplaudido. También la corte de Roma
debía mostrarse resentida al ver proceder al cató-
lico Carlos III con una especie de independencia
á que no estaba acostumbrada de parte de la corte
de España; pero se las habia con un Rey enér-
jico y celoso de su autoridad, y sobre todo fuer-
te ; asi que hubo de resignarse por el momento,
dirijiendo los rayos del Vaticano contra el débil
Duque de Parma, que se habia permit ido, sin
el permiso de Roma, dar un edicto para correjir
abusos en sus Estados. Este edicto fue condena-
do por el Papa, anatema que en aquella época
tenia gran valía. Buscó el Duque de Parma la
mediación de sus ilustres parientes el Rey de Fran-
cia y el de España, contra la ira de la Santa
Sede; pero negóse el Papa á deponer su rigor
eontra el Duque , como se lo rogaron aquellos




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Soberanos, singula miente Carlos I I I , insistien-
do en la retractación del edicto, apoyándose en
que sus disposiciones contravenían á lo dispuesto
en la Bula conocida con el nombre de In csena
Domini. Sentido Carlos III de la poca eficacia de
su mediación, y justamente temeroso de la inva-
sión de la corte de Roma en sus derechos como
Soberano, mandó examinar la Bula In ccena Do-
mini , y de su examen resultó que no habia sido
recibida en España lejítimamente, y era opuesta
á los derechos de la Soberanía, Mandó en con-
secuencia Carlos III recojer la citada Bula y bor-
rarla de los rituales y libros públicos, poniendo
en el!os una nota de que dicha bula no admiti-
da en España no obligaba. Pretendieron algunos
Obispos reclamar contra lo dispuesto por el Rey,
y sostener la Bula , siendo el principal de ellos
el Sr. Carbajal, Obispo de Cuenca. Aun antes de
la espulsion de los Jesuítas se habia propasado
este prelado á escribir al P . Fr. Joaquín de Osma,
confesor del Rey , una amarga carta contra el
Monarca, en que le acusaba de perseguir á la
Iglesia y á sus ministros. Dolióle al piadoso Rey
acusación tan dura como infundada, y mandó que
el Obispo de Cuenca probase su dicho. El pre-




l ' L O K I D A B L A I N C A . í l


lado dirijió una especie de Memorial de car-
gos, que el Rey pasó al Consejo, y este qui-
so oir á sus dos ilustres fiscales. Moñino, que lo
era de lo criminal, pulverizó la indijesta acusa-
ción del Obispo de Cuenca, y lo mismo hizo el
fiscal de lo civil el Sr. Campomanes; y ambos
en sus dictámenes, en que reunieron gran copia
de doctrinas teolójicas y canónicas, demostraron
al Obispo de Cuenca sus equivocaciones, fijando
los Fiscales los verdaderos principios del derecho
civil y canónico respecto á las prerogativas de la
Corona; y no se contentaron con esto, sino que
rebatiendo sus doctrinas , pidieron ademas se hi-
ciese venir al Sr. Obispo de Cuenca ante el Pre-
sidente del Consejo, para que recibiese una repri-
menda y se le espresase haber sido del desagrado
del Rey sus injustas é impertinentes reclama-
ciones. Conformóse el Consejo con el dictamen
de los sabios Fiscales; y si bien eludió el Obis-
po el venir á Madrid, escudándose con su sa-
lud y certificaciones de médicos > los Fiscales
sostuvieron con un tesón digno ét su reputación
el acuerdo del Consejo; le dieron publicidad so-
lemne , y dejaron bien paradas la autoridad
del Monarca y la dignidad de la Corona contra




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


las pretensiones escesivas del poder eclesiástico.
Tuvo también mucha parte el Fiscal Moñino


en decidir al Rey á reducir á sus justos límites
la jurisdicción eclesiástica de la Inquisición, man-
dando á los Inquisidores que observasen las leyes
del Reino, y no formasen procesos sino en mate-
rias de herejía y apostasía: que no pusieran en
las cárceles á los subditos del Rey sin pruebas
claras y evidentes de sus delitos, ni impidiesen
la jurisdicción y los procedimientos de los otros
Tribunales , so pena de ser responsables al Trono
de su conducta.


Mas todos los siglos tienen sus condiciones; en
el siglo XII un ermitaño con su crucifijo condujo
media Europa á Palestina. F.n el siglo XVI las ar-
mas y las artes españolas llegaron á su apojeo. El
siglo XVIII fue el de la exajeracion de las refor-
mas , y al XIX acaso está reservado el traerlas
al punto de razón y de conveniencia pública, de
donde nunca debieron salir. Cada época, en fin,
tiene sus caracteres, y en la de Carlos I I I , si
bien la alta jdstieia del Rey y la sabiduría de sus
Ministros, con especialidad del gran hombre cuya
biografía escribimos, se encaminaban á refrenar
las invasiones y demasías de Roma, era sin en-




F I . O I S l D A B L A S C i . 1 8


bargo esta corte un elemento de la primera in-
fluencia en los asuntos públicos; aunque su im-
portancia y consideración iban recibiendo por.
efecto de sus demasías rudos golpes. Sea como
quiera, el católico Mocarea Carlos III miraba y
no podia dejar de apreciar como de suma impor-
tancia la armonía con el Pontífice, turbada hasta
cierto punto , ya por la anulación de la Bula Jti
ca'iia Domini, ya por las restricciones impuestas
a la Inquisición , ya en fin por la espulsion de
los Jesuítas, sin intervención de Roma, cuyo
sello de aprobación deseaba el Monarca español
para tranquilidad de su conciencia.


Con fin tan importante nombró Carlos III á
1 ) . José Moñino, Conde de Floridablanca, su
Ministro plenipotenciario en Roma, á principios
del año de 1 7 7 3 ; y el ilustre Fiscal del Consejo
de Castilla desempeñó su misión diplomática con
tan feliz éxi to, que en Julio del mismo año se
publicó la Bula de Clemente XIV estinguiendo la
Compañía de Jesús: negociación tan diestra y
difícil que estuvo en poeo haberse deshecho des-
pués de terminada; tal era la repugnancia del Papa
Clemente á sancionar la estincion. Aun hizo mas
el hábil Conde de Floridablanca; estrechó de




14 PERSONAJES CELEBRES.


nuevo las entiviadas relaciones de España con la
corte del Vaticano. IJI superioridad de su jénio,
desplegada en Roma , acreció tanto el influjo de
la España en aquelle cor te , que puede asegurar-
se, sin temor de ser desmentido, que á la in-
fluencia diplomática de FloridaManca debió es-
clusivamente Pió VI su exaltación al Pontificado,
y con ella se siguió la preponderancia de la Es-
paña en la capital del mundo católico.


Éxito tan brillante de parte de Floridablanca,
no podia dejar de influir en el ánimo previsor y
sesudo de Carlos III, para que le mirase como uno
de los primeros hombres de Estado de la Monar-
quía ; y bajo este concepto llamóle al Ministerio
de Estado en 19 de Febrero de 1777.


A esta época acababa de salir de Cádiz una
espedicion destinada á tomar satisfacción de los
insultos que los Portugueses nos habian hecho
en el rio grande de S. Pedro, al mismo tiempo
que la Inglaterra y la Francia querían constituir-
se mediadoras de estas diferencias. El primer acto
del Ministerio de Floridablanca fue rehusar toda
mediación, y ajustar el tratado preliminar de 1."
de Octubre de 1777, llamado de Límites, en
que adquirió para España la importante Colonia




FLORTHABI-AKCA. 15


del Sacramento , cerró la entrada del rio • de la
Plata, y restableció las buenas relaciones con Por-
tugal. También valió á la España la diestra di-
rección del Conde en las relaciones esteriores, la
adquisición de las Islas de Fernando Pó y Anno-
bon, y la garantía de los Portugueses para la
seguridad del Perú y demás provincias de la
América meridional, contra los enemigos esterio-
res y contra las sublevaciones internas; garantía
de gran precio mas tarde cuando estalló la guerra
entre Inglaterra y España.


Servicios eran estos de suma importancia que
el justo Rey Carlos III quiso recompensar, dan-
do á su primer Ministro la gran Cruz de su
nombre; condecoración , entonces, de gran valía,
pues recien instituida no se habia prodigado. Mas
el modesto Conde se negó resueltamente á tomar-
la, solicitando la munificencia del Monarca en fa-
vor de los Ministros Conde de Riela, D. José Gal-
vez, y Marqués de Castejon, sus compañeros, los
cuales obtuvieron cada cual una gracia, al paso
que el primer Ministro no aceptó ninguna.


Obra fue también de Floridablanca la enton-
ces importante reconciliación con el Rey de Mar-
ruecos , el que mandó á Carlos III á Ben-Otoman




10 PEBSOSAJES CELEBRES.


de Embajador. Entabláronse al mismo tiempo
relaciones con la India Oriental, que pudieran
servir en el caso de un rompimiento con los In-
gleses ; sobre todo si tomaba calor en el Gabine-
te Británico el designio ya formado de apoderarse
de Manila, si l i oportunidad se presentaba, cuan-
do la guerra estallase, lo que no era demasiado
remoto. TJllimamente se hizo la paz con la Puerta,
y mas tarde se verificó el bombardeo de Arjel.


Preparábase sin descanso el diestro Ministro
de Estado, para el caso harto probable de una guer-
ra , haciendo alianzas y estrechando relaciones, no
solo fuera de la Europa, sino en Europa mismo,
donde las entabló estrechas con el Gran Federico
de Prusia, estableciendo por primera vez comuni-
caciones diplomáticas con la Prusia, mandándose
recíprocamente ambas Cortes ajentes diplomáticos.
Cultivó al mismo tiempo Floridablanca, para
contrapesar las influencias de la Inglaterra, sus
relaciones con la Rusia, cuya potencia no solo
no se alió con la Inglaterra, después que la guerra
hubo estallado , sino que hasta envió de propósi-
to dos fragatas de su marina cargadas de efectos
navales, en el tiempo que la guerra impedia el
paso de ellos, para el servicio de nuestra armada.




FLORIDABLANCA. 17


Y auu logró mas , pues obtuvo que la Emperatriz
de Rusia se pusiese á la cabeza de casi todas
las naciones neutrales, para sostener el honor de
su pabellón, que es lo que se llamó neutralidad
armada. En suma, la destreza del Conde de
Floridablanca privó á la Inglaterra en aquella
guerra de todos los recursos de las potencias ma-
r/timas, sin escluir la Holanda.


Altamente hábil fue asimismo la negocia-
ción dirijida por Floridablanca para enfrenar los
desmanes que la Inglaterra tenia costumbre de
hacer con los neutros. Sirvióse de los deseos que
la Emperatriz de Rusia mostraba siempre de acre-
centar la importancia y la influencia rusa en Eu-
ropa, sirviéndose de ella para aclarar y lijar el
derecho de navegación con pabellón neutro.


Procuró, aunque en \ a n o , Floridablanca evi-
tar el rompimiento entre la Inglaterra y la Fran-
cia , á causa del justo resentimiento de los In-
gleses contra ella, por los auxilios que prestara
á la insurrección de sus Colonias americanas; pero
sin sacar fruto de sus esfuerzos, la guerra entre
Franceses é Ingleses estalló en 1778. Una vez
estallada trübajó Floridablanca con gran destreza
pa a lograr una reconciliación bajo la mediación


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


de Carlos I I I , la cual fue aceptada por ambos
potencias. Proponíase el hábil negociador español
eh todos estos pasos, obtener, si podia, la paz
para todos ; y si no era posible y la España se
veia forzada, como él pensaba que podia suceder,
á tomar parte en la guerra , que esta le cojiese
preparado: en lo que empleaba todos los esfuer-
zos y todos los grandes medios de que el Gobierno
español podia disponer entonces.


En este conflicto entre Ingleses y Franceses,
la Francia, fundada en el pacto de familia, instaba
á la España para que se declarase y obrase como
sua l i ada , desde que rompió en hostilidades con-
tra la Inglaterra. Floridablanca, circunspecto y
diestro, negóse con firmeza á las exijencias de la
Franc ia , fundando su repulsa y su opinión en
que no se estaba en el caso del pacto de fami-
lia , porque la Francia no se había acomodado á
las disposiciones de aquel Tratado , habiendo
hecho sin conocimiento de la España un Tratado
de alianza con los Estados-Unidos, notificándolo
á la Inglaterra, sin previo conocimiento del Ga-
binete español. Unió á esto Floridablanca con
habilidad esquisita su terminante negativa de re-
conocer la independencia dolos Estados-Unidos,




l l .ORTDABLANCA. 19


declarando no los reconocería hasta que lo hu-
biese hecho la Inglaterra. Conducta tan leal no
pudo dejar de obligar á los Ingleses, por de pron-
t o , á deponer ün tanto su desconfianza del Go-
bierno español, y se prestó ó mostró prestarse á
la mediación de Carlos III para ajustar las con-
troversias pendientes.


Mas de un año hizo durar el hábil Ministro
de Carlos III estas negociaciones, en cuyo tiem-
po puso la marina española, asi en América como
en Europa, en un estado que jamás habia tenido
hasta entonces. Asi, pues,-cuando en 1779 des-
cubierta la poca buena fe de la Inglaterra, la
cual despreciando los planes de pacificación pro-
puestos por la España, durante la misma media-
ción, habia dado órdenes por medio de su Com-
pañía de la India , dirijidas á invadir nuestras
Islas Filipinas é introducirse por el rio S. Juan
al gran lago de Nicaragua, hallábase la España
en actitud imponente y ventajosa. Esta era tal,
que emprendió á un mismo tiempo una espedi-
cion de 36 navios de línea que debían unirse á
otros tantos franceses para una invasión dentro
de Inglaterra : el bloqueo de Jibraltar; el ataque^-—-
de las plazas de Panzacola v Mobile , fuertes .4^* ®'*#e\




20 P E K S O N A J E S CÉLEBRES.


Nathez y Baton-rouge, para reintegrarse de la
Florida; la irrupción de toda la costa de Campeche,
hahia de Honduras y país de los Mosquitos;
operaciones destinadas á desalejar á los Ingleses
de todos los establecimientos que habían forma-
do en aquel inmenso continente. Respecto á Eu-
ropa , propuso, ademas del desembarco en In-
glaterra, entre muchas otras cosas, la ocupación
de Menorca, que se verificó. Vióse entonces en
las aguas del estrecho de Calais á la escuadra In-
glesa huir delante de las escuadras combinadas,
quedando prisionero de aquellas el navio inglés
llamado el Ardiente. Resultado fue de la dili-
jente destreza del Conde de Floridablanca el im-
portantísimo apresamiento hecho por el Almirante
Córdova, en los Azores , de 55 buques mercantes
ingleses , escoltados por tres de guerra , subien-
do el valor de lo apresado á mas de too.000,000
de reales.


Ta l , tan vasto c inmenso fue el plan formado
poryploridablanca al estallar la guerra con los In-
gleses en 1779. Coronado fue en gran parte de
feliz éxito, y s i n o se logró la toma de Jibraltar
y el desembarco en Inglaterra, los hechos alega-
dos por el Conde en Ja narración histórica de su




FLORtDABLANCA. 21


Ministerio demuestran bien positivamente que el
plan mejor combinado se malogra si los elementos
de ejecución no favorecen siempre cual era de de-
sear y debía esperarse. Mas al hombre ilustre, cuya
biografía escribimos, le sobra la gloria de su
posición, en medio del rango eminente que ocupa-
ba á la sazón en Europa el Gobierno de Carlos III,
del cual él era el alma.


Hallábanse en Cádiz prontos 50 navios de lí-
nea que debían unirse á mas de 20 existentes en
el Guaríco, con 40,000 hombres de desembarco,
cuando el Ministerio inglés propuso de nuevo los
preliminares de la paz, que se hizo después, con-
cluyendo un Tratado que hacia dos siglos no habia
la España logrado otro tan ventajoso , pues le
aseguraba la reintegración de Menorca, de las dos
Floridas y la de toda la gran costa de Hondu-
ras y Campeche; y ciertamente habríase recupera-
do Jibraltar, cediendo algo en América , si el ne-
gociador en París Conde de Aranda hubiese apre-
ciado en su justo valor el padrastro que era 'ese
Peñón enclavado en nuestro territorio. Asi con-
cluyó esta guerra de cinco años , la cual habría
sido de desear no se hubiese encendido minea,
pues sea como quiera la protección de la España




22 PERSONAJES CELEMÍES.


á los disidentes ingleses en los Estados de la Union
fue un er ror , cuya trascendencia era tan difícil
percibir entonces, como es fácil apreciarla hoy.


Al verificarse la paz pidió Floridablanca va-
rios premios y gracias para sus compañeros, y
para sí reclamó tan solo del Rey con grandes ins-
tancias el permiso de retirarse á descansar: so-
licitud que hizo delante del Príncipe de Asturias,
al que ya entonces hacia su Padre asistir al Des-
pacho. Negóse resueltamente Carlos III diciendo
á su Ministro querido que vería de hallar medio
de procurarle el posible descanso , pero permi-
tirle ret irarse, de ningún modo; insistiendo de
nuevo en esta ocasión en que tomase la gran
Cruz que ya otra vez habia rehusado, Insistió
también con respetuosa atención el Conde en no
admit i r la , y el Rey le hizo la honrosísima dis-
tinción de decirle: «¿Qué se dirá de mí si no
te atiendo^ habiendo trabajado tanto ? Tómala, sí-
quiera por mí .»


Este rasgo en que no se sabe qué resplandezca
m a s , si la justicia de un Monarca ó Ja modes-
tia de un subdito, no puede omitirse en la bio-
grafía del primer Ministro de Carlos I I I , cuyos
servicios en las relaciones esteriores quedan tra-




i'LOfUDAlJLAiMJA. 2 3


zados ligerísimamente, y que por grandes y emi-
nentes que fuesen apenas pueden compararse con
los que prestara en las cuestiones interiores , ó
sea en la prosperidad interior del pais desarro-
llando con , destreza suma todos los elementos
protectores de los intereses materiales. El primer
elemento para este desarrollo, era buscar me-
dios do quiera se encontrasen, y escitar y dirijir
su empleo. El hábil Conde, que al paso que con
esquisita circunspección iba limitando la demasia-
da influencia del clero y la acumulación de ri-
quezas en manos muer tas ; al mismo tiempo que
restrinjia las fundaciones de nuevos mayorazgos,
atenuando sus inconvenientes, pero sin destruir
del todo este elemento esencial de las Monar-
quías, escitaba con estímulos sabiamente dirijidos
á los ricos Prelados de España á emplear los
grandes medios de que podian disponer entonces
en objetos de utilidad pública, alentándolos con
el ejemplo y la omnímoda protección del Gobier-
no. Resultado de este sistema fueron las obras
importantísimas del Arzobispo de Tobdo Don
Francisco Lorenzaua , erijiendo casas de caridad
en Toledo y Ciudad-Real, restaurando á costa de
inmensas sumas el casi arruinado Palacio del Al-




24 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


cazar, con otras mil obras que honran la memo-
ria de aquel ilustre Prelado. Este ejemplo siguieron
á sujestion de Floridablanca los Arzobispos de
Burgos, de Valencia, d&Tarragona y de Santiago,
los Obispos de León, de Jerona y o t ro s , cuyas
rentas les hizo emplear en su mayor parte en
objetos de beneficencia y en obras públicas, que
por todo el Beino se verificaban á la sazón, sa-
cando hábil partido de los recursos del clero en
beneficio del Estado; á todo lo cual , como en
justicia debe decirse, se prestaba el clero secu-
lar con jeneroso desprendimiento. Floridablanca
fue también el primero que en aquel tiempo
anunció la necesidad de una reforma prudente
en el clero regular.


No se contentaba el ilustre Ministro , cuya
biografía escribimos , con escitar al respetable
clero á emplear sus cuantiosos medios en bene-
ficio del Estado: los medios morales de este y
todos los materiales de que podía disponer, eran
puestos en acción por Floridablanca para llevar
á cabo su pensamiento preferente de protección
decidida á los intereses materiales del pueblo,
encomendado á su cuidado. Obra suya fue el pro-
yecto de recojer los pobres de las capitales en




FLORIDABLA.NCA. 25


establecimientos públicos, donde se combinase su
asistencia con el trabajo. Fuélo la creación de las
Juntas de Caridad y Diputaciones de Barrio en
Madrid, que tanto contribuyeron y contribuyen
al beneficio público: la protección decidida á las
Sociedades Económicas del Reino, que en 1789
llegaban ya á sesenta; y en fin , pensamiento
suyo fueron casi todas las obras públicas, que
puede decirse datan en su mayor parte del pe-
riodo del Ministerio de Floridablanca , ó sean
los últimos once años del reinado de Carlos III.
Cuéntase entre ellas el importante canal de Tauste
en Aragón , los dos pantanos de Lorca que car-
gaban 24.000,000 de varas cúbicas de agua, desti-
nada á los riegos de aquel fértil territorio ; el
canal de Tortosa ; el principiado canal de Manza-
nares, y el de Campos en Castilla. Las grandes
carreteras de Andalucía, Valencia, Cartajena y
Francia , es decir, los magníficos pasos de Sierra
Morena , Guadarrama, Navacerrada y Somosierra,
recordarán eternamente al viajero el nombre ilus->
tre de Floridablanca, y el reinado del gran Car-
los I I I , en el que, solo durante el Ministerio de
aquel , es decir, en once años, se construyeron y
repararon sobre 400 leguas de caminos, fabricando




2(¡ PERSONAJES CELEBRES.


3 2 2 puentes nuevos, y habilitando 15, y hechas 1049
alcantarillas.


Las ciencias y las artes recibieron no menos
decidida protección del primer Ministro de Car-
los III. Ensayos para mejorar la agricultura he-
chos con acierto y bajo su misma inspección ocu-
lar verificáronse en Aranjuez, En la casa de la
Florida, en Madrid, establecióse una gran fábrica
ile máquinas. Enviáronse fuera de España mu-
chos pensionistas para que se perfeccionasen eu
las artes, en las ciencias y en la medicina. Es-
tablecióse el Jardín Botánico y el Gabinete de His-
toria na tu ra l , jreando dos establecimientos que
son el principal ornamento de Madrid. Su empe-
drado , la puerta de Alcalá y su bella salida, las
de Segovia y Atocha fueron hechas bajo la inme-
diata dirección de Florídablanca, cuya buena me-
moria no deja de recordarse en cualquiera parte
donde se vean los pocos ó muchos objetos de uti-
lidad , comodidad y oruato público existentes. De-
bióse también á su solicitud la creación del Banco
nacional de S. Carlos, verificada en oportunidad la
mas bien elejida , y la formación de la Compañía
de Filipinas. Mas en donde el hombre eminente de
quien tratamos se retrata mas patentemente con




F L O R I D A B L A N C A . 27


los verdaderos caracteres de verdad que el tri-
bunal inexorable de la historia toma en cuenta
para juzgar á los hombres después que han des-
aparecido de la escena del mundo, es en la cé-
lebre Instrucción reservada, dada para dirección
de la junta de Estado, creada por el Rey Carlos III
por su Real decreto de 8 de Julio de 1787 (*).
La verdad es que esta Instrucción para la gober-
nación del reino es un monumento eterno del sa-
ber y esperiencia de su autor ; y si bien en otra
época podria ser acaso atacada como poco liberal,
hoy por el contrario servirá para juzgar con acier-
to sobre la gran cuestión contemporánea de la
demarcación delicadísima entre el sistema de re-
forma de que la Monarquía española estaba ne-
cesitada tantos años hacia , y cuya necesidad quiso


(*) Nosotros hemos tenido el placer de ver el or i j ina lde
esta célebre Instrucción, escrita toda de mano del Conde de
Floridablanca: orijinal que S. M . el Sr. D. Fernando V i l
poseía entre sus preciosos manuscr i tos , que el Rey pi-
dió para la colección de manuscritos al actual Marqués de
Miraflores, Conde que fue de Floridablanca, en representa-
ción de su m u j e r , heredera inmediata del t ítulo, á la muer-
te de su t io D. José Moñino. Copia también de ella dio el
Marqués de Miraflores á D. Andrés Muriel que acaba de pu-
blicarla : recomendamos su atenta lectura que es el verdade-
ro complemento de la biografía del Conde de Floridablanca:
ella es un cuadro completo donde brilla la probidad y el s a -
ber de su ilustre autor.




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


satisfacer la justificación de Carlos III y la sabi-
duría j circunspección de su Ministro, en medio
de los peligros de las reformas que datan de aquel
reinado y Ministerio. Adonde quiera que se vuelva
la vista, ya sea en la administración del Estado,
ya en la lejislacion, lo que atestiguan los códi-
gos contemporáneos, se ven reformas importan-
tes y graves, las cuales boy se miran, por no
pocos, como un plano inclinado en el que ha
resbalado la antigua Monarquía hasta la sima don-
de se encuentra hundida. Mas. la santa verdad y
la justicia exije decir , que la grande obra del
Conde de Floridablanca en su Instrucción á la
junta de Estado, obra que en su calidad de re -
servada escluía toda idea de arrancar del juicio pú-
blico, á que jamás pudo pensar fuese sometida, ni
aplausos ni vituperios, coloca sin duda á Flori-
dablanca como el mas eminente hombre de Estado
del reinado de Carlos I I I , como el primero en-
tre los hombres prácticos de gobierno, como el
mas adelantado entre nuestros jurisconsultos, como
un español honrado, lleno de patriotismo y de-
sinterés , aspirando al bien y ventura de su pa-
tria de la manera mas franca , mas desinteresada
v mas leal.




FJLORIIUBLANCA. 29


¿Mas que sirvieron nunca ni las virtudes ni el
patriotismo contra las intrigas de la corte, si esta
es corrompida y desmoralizada? Nada en efecto.
Había pasado poco mas de un año de la crea-
ción de la junta de Estado, cuyos trabajos estric-
tamente acomodados á la sabia Instrucción que
la servia de guia , habrían dado opimos frutos de
bien y ventura á la nación, cuando se sirvió Dios
llamar á sí al gran Monarca, cuya mano soste-
nía con sabia constancia los designios de su hon-
rado Ministro. Carlos III murió en Diciembre de
1788, dejando su reino sumido en la aflicción, y
espuesto á los azares del nuevo reinado de su
hijo Carlos IV, cuyo carácter débil le había he-
cho entregar á su esposa, que desde sus prime-
ros años se había abandonado á estravios amorosos
y necesariamente á todas sus consecuencias. Mas
de una vez fue objeto, este porvenir para la Es-
paña, de las considáraciones del anciano Carlos III
con su querido Ministro, á quien en medio de su
severidad trataba como el mas tierno amigo.


Cuadra perfectamente á la biografía que nos
ocupa una anécdota curiosa de aquella época.
Discutían Carlos III y Floridablanca mas de una
vez sobre los devaneos de la Princesa , y como




30 PERSONAJES C l-l.ERRES.


Floridablanca , como liombre tolerante y de mun-
do , tratase siempre de disculparlos, y aun ejercer
siempre que podía una mediación benévola contra
la severidad de principios del R e y , mediación á
que la Princesa comprometía diariamente al Mi-
nistro favorito de su suegro, respondióle Carlos III
con ternura: « ¡ Ay, Pepe, qué bueno eres: qué
poco te lo tomarán en cuenta cuando yo me
muera !»


Proféticas eran en efecto las palabras de aquel
respetable y anciano Monarca ; pues apenas hubo
descendido al sepulcro, su Ministro empezó á sen-
tir los tiros emponzoñados de la envidia, de que
en vano quería librarle el nuevo Rey , pues ha-
biéndosele recomendado por su padre siguiese los
consejos de Floridablanca, y conocido por sí mis-
mo años hacia , asistiendo al despacho de su pa-
dre , la probidad y la ciencia de su Ministro, de-
seaba en su interior conservarle á su lado.


No mas que cinco meses hacia que Carlos III
había muerto, cuando se urdió la primera intriga
dirijida á derribar al Conde de Floridablanca. El
12 de Mayo de 1789 se remitió al Rey Carlos IV
por mano de su Ayuda de cámara Ruba , y á la
Reina Doña María Luisa su mujer por la de Don




F-LOniDABLANCA. 3 1


Manuel Godoy, un papel anónimo, un verdadero
libelo infamatorio contra el primer Ministro. Car-
los IV, en vez de caer por el pronto en el lazo,
y no pudiendo dejar de considerar cuánto le im-
portaba no separar el timón del Estado de manos
que le habían gobernado con tan feliz éxito doce,
años hacia , y cuya destreza esperimentada le era
cada día mas necesaria, pues en el reino vecino
íujia ya el viento precursor de recias borrascas,
mandó al Consejo se instruyese uns causa dirijida
á averiguar, si era posible, los autores del infa-
me libelo contra el benemérito Ministro de Esta-
do. No fueron enteramente perdidos los esfuerzos
del celoso D. Mariano Colon, Superintendente de
policía, á quien la causa fue encomendada, apa-
reciendo como sospechosos el A'arques de Manca
y D. Vicente Salucci; pero in erpúsose, entre la
acción de la justicia , la mano de la intriga y
la acción del favor de ia Reina , y los sospechosos
quedaron indemnes y mas tarde recibieron el ga-
lardón. ¿Ni como podia ser otra cosa , cuando la
Reina María Luisa, dominada por una loca pa-
sión , dio entrada en los consejos de la Cámara,
casi desde el advenimiento de su marido al Trono,
a un inesperto y poco aventajado joven Guardia




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


de Corps, que ganando en favor cada d ia , fue
elevado á primer Ministro á la edad de 25 años,
y esto en momentos en que arreciando el ven-
dabal furioso de la revolución francesa, compli-
caciones y peligros debían sobrevenir diariamente
sobre la España ?


En Marzo del año 1792, cansado de intrigas
y contradicciones, y convencido de su imposibi-
lidad de evitar los males que presentía cércenos,
dejó Floridablanca el Ministerio, y con él el go-
bierno de la Monarquía que había dirijido desde
Febrero de 1777. Dejémosla triste historia de las
desgracias que sobrevinieron á la desventurada Es-
paña desde esta infausta época: nuestra misión no
es de historiadores del reinado de Carlos IV, sino
de biógrafos del Conde de Floridablanca. Su alta
importancia no podia ser indiferente á sus émulos,
aun después de haberse separado del poder , y
resolvieron perseguirle. Empezaron por desterrar-
le de la corte, y poco después pusiéronle preso en
la ciudadela de Pamplona; y el mismo hombre
que los quince años tal vez mas florecientes de la
Monarquía española habia sido arbitro completo
de sus destinos, que tantos bienes habia hecho á
su patria y tamaños servicios habia prestado al




FL0K1DABI.A1NCA. 33


Estado, este mismo hombre se vé víctima de in-
trigas palaciegas las mas inmundas. La historia
recojerá con gloria y nosotros debemos consignar-
lo á la posteridad al escribir la biografía del Con-
de de Floridablanca, uu hecho harto sublime para
que permanezca ignorado: al ser preso y condu-
rado á la ciudadela de Pamplona, se hallaba tan
escaso de medios que hubo de prestarle para el
viaje una pequeña suma su cuñada la Marquesa
de Pontejos. Las rentas del Conde de Florida-
blanca, del primer Ministro de Carlos I I I , del
hombre que desde Febrero de 1T77 hasta el año
1792, es decir, quince años , habia sido arbitro
absoluto de los tesoros de España y América,
nunca llegaron á 30,000 rs. anuales ; ejemplo no-
table y casi único de pureza y desinterés , que
ojalá hubiese sido seguido siempre por sus suce-
sores , y que alza á un homdre en reputación y
gloria á una tal altura que no llegan á ella los
dardos envenenados de las pasiones, y á la que
la posteridad tributa eternamente admiración y
respeto.


Cansáronse por liu los estúpidos y miserables
enemigos de Floridablanca de perseguirlo ; y des-
de Pamplona permitiéronle retirarse al reino de


3




34 PERSONAJES CELEBRES.


Murcia su pais; y en Hellin pasó algunos años
en completa oscuridad , dedicado á la vida del
campo. Trasladóse, transcurrido algún tiempo,
á Murcia , yendo á vivir á una humilde celda del
convento de San Francisco, sin mas compañía
que un lego de aquella orden , recordando prác-
ticamente aquel dicho célebre de Mirabeau, de lo
inmediato que estaba la Tarpeya del Copitolio.
Mas el alma de Floridablanca era tan elevada que
no veia un tormento en su asi lo: veía un agra-
dable lugar de descanso, y empleado constante-
mente en obras de caridad, á que consagraba
todo su pequeño, patrimonio , ocupando sus ocios
en escribir sobre asuntos de relijion , y haciendo
una vida toda de piedad y tranquila, llegó el dia
en que la mano augusta del Eterno, que vela so-
bre la suerte del justo, al paso que mas pronto
ó mas tarde hace sentirse duramente sobre la ca-
beza del culpable, debia dejarse ver con todo el
esplendor de su justicia en la nueva suerte que
preparaba en los postrimeros dias al ilustre Minis-
tro de Carlos I I I , que rayaba ya eu los 80 años.


En efecto, álzase en 1808 España en masa,
escitada por el sublime sentimiento de indepen-
dencia nacional contra la usurpación de un gran




FL0R1DABXANCA. 35


capitán, que invade la España corno fementido,
manchando con ello su merecido renombre , y
arrebata del Trono español sus R eyes; y en la
horfandad de la nación española, en momentos
que todos los sentimientos jenerosos se conmo-
vían , tratando de darse un gobierno , la nación
entera acude á la humilde celda de S. Francisco
á vindicar la justicia ultrajada y la virtud opri-
mida en las canas del Conde, y una opinión uná-
nimente nacional lo saca de su re t i ro , y desde
é l , en medio de la obacion mas jeneral y mas
sincera que había recibido mortal n inguno, des-
de la celda del convento de S. Francisco fue Flo-
rida blanca llevado á presidir la Junta Central, es
decir , el Gobierno supremo del Estado , siendo
alojado en el Palacio de los Reyes en Aranjuez,
revestido del título de Alteza Serenísima, y hono-
res de Infante de España.


Emociones eran estas que afectaron, grande-
mente su alma sensible y su eorazon jeneroso, y
a la edad en que se hallaba el ilustre anciano no
pudo soportarlas sino tres meses. En ellos anunció
su pensamiento constante de reformador, pero
reformador discreto, juicioso y siempre atento á
no lanzar el carro del Estado en azares tan pe-!*




36 PERSONAJES CELEBRES.


ligrosos como se le lanzó apenas hubo desapareci-
do En Diciembre de 1808 descendió á la tumba
á los 81 años de edad, sin haber empezado ape-
nas los trabajos de Gobierno á que fue llamado.
La justicia nacional debia rendir el último tributo
á sus virtudes y servicios, y asi lo hizo. Fue se-
pultado en la Catedral de Sevilla con honores de
Infante (*), erijiéndose á espensas del Estado un
sepulcro adonde reposan sus ilustres cenizas, inme-
diatas á las del Santo Rey Fernando.


C) La Junta Central concedió al titulo de Floridablanca,
después de su muerte , la grande/.;! de España de primera
clase, l ibre de Lanzas y Medias Anatas.




• л .




Persona jes celebres del Sifjl




¡*
M. DE BALZAG. -í


Había emprendido una lucha in -
sensata ! Combatía á la miseria con
mi pluma.


M . DE B A L Z A C . — Introducción á El


Lirio en el Falle.


No hace todavia dos siglos que la Francia poseía
un novelista rodeado de una gloria inmensa, que
era, á un mismo tiempo, el mas fecundo y mas
apreciado de los novelistas de su época. Precisado
por los reveses de la fortuua á buscaren los t ra -
bajos literarios una honrosa existencia, publicó
cerca de cincuenta volúmenes de mil doscientas
pajinas cada uno , con pocos blancos y pocas már-
j e n e í De su obra, como diria ahora Mr. de Balzac,
se hicieron muchas ediciones, y era la delicia d é l a




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Corte y de la ciudad. No eran solo los espíritus fri-
volos, los jóvenes-, las mujeres, los que devoraban
aquellas interminables historias amorosas. El sabio
Huet , Obispo d e Avranches, se volvía loco con su
lectura; el Obispo Godeau deliraba también por
ellas, y el Obispo Mascaron citaba en el pulpito al
autor , entre S. Agustín y S. Bernardo; Flechier,
el elegante Flechier, distribuía aquellas novelas en
su diócesis « para edificar, decía, á las jentes hon-
radas , y dar un buen ejemplo de moral á los que
la predican.» Hasta los solitarios de Port-Royal,
tomaban parte en aquel gran concierto de admira-
ciones. A los pocos lectores descontentadlos que
se atrevían á encontrarlas un poco largas, le de-
cía Menage con un tono de oráculo, que manifes-
taban la pequenez de su entendimiento; colocaba
sin cumplimientos al autor al nivel de Homero y de
Virjilio; y la mayor parte pensaban como Menage
La fama del novelista había pasado los mares y los
montes; se traducía en todas lenguas, la Europa le
admiraba, la Reina Cristina de Suecia se vanaglo-
riaba de seguir con é luna correspondencia episto-
lar; los pintores se disputaban el honor de hacer su
retrato ; le cantaban los poetas: tenia una Curruca,
de la cual hablaba todo el mundo, corno se ha ha-




BALZAC. 3


blado, no hace mucho tiempo, del bastón de Mr. de
Balzac; en una palabra , er a aun mas inmortal de
lo que lo es en el dia Mr. de Balzac.


Pues bien ¡lectores! la posteridad es tan capri-
chosa , que si digo el nombre del grande escritor,
cuya biografía acabo de bosquejar sin la menor exa-
jerácion , os vais á reir de m í ; si digo que se tra-
ta de Mlle. Magdalena de Scudery , calificada du-
rante su vida de Safo del siglo X V I I , del autor de
El ilustre Bassa, de El Gran Ciro , de Clelia, de
Almahide , e t c . , e t c . , me contestareis con un epi-
grama de Boileau, y me arrojareis á la cara el fa-
moso mapa geográfico para ir de Particular á
Tierno, desarreglo del entendimiento, del cual el
autor era el primero en reírse; y os bastará con
esto. Si os hablo de las demás notabilidades no-
velescas de la misma época , del Sr . Goultiers de la
Calprenéde, grande injenio que escribía Casarvdra
(10 tomos), Cleopatra (23 tomos), FaramundooSil-
v a n d r o , e t c , etc. (en junto 43 tomos) sin contar
once comedias; si os recuerdo al ilustre Onorato
d" Urfé, el padre de la novela, que escribió La
Jstrea,e\ libro favorito de La Fontaine; d 'Urfé ,
á quien Pelisson llama «uno de los entendimientos
mas raros y maravillosos que jamás haya tenido




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Francia; » si os cito otros veinte nombres des-,
tinados entonces á la inmortalidad , me diréis que
todas aquellas glorias os son enteramente descono-
cidas ; que Ciro, Cleopatra y Jstrea ,. son libros
enfadosos (lo que os concedo de buena gana aun-
que no Jos hayáis leido), y que nada de común
tiene todo esto con Mr. de Balzac, lo que niego
formalmente.


Porque al fin, entre el novelista francés mas
célebre y fecundo del siglo XVII, y el mas fecun-
do y célebre de los romanceros franceses del XIX,
entre Mlle. Scudery y Mr. de Balzac, por lo menos
hay siempre tres puntos de contacto: igual jénero,
igual facundia, igual celebridad. Esto es tan claro
como el falso axioma del Sr. Prudhome: «Quitad al
hombre de la sociedad, y le aisláis.» Queda la dife-
rencia muy notable , que el primero de los dos
novelistas murió física y li terariamente, al paso
que el otro disfruta, bajo este doble aspecto, de
una vida muy floreciente. La primera parte de esta
diferencia desaparecerá por fuerza; ¿sucederá lo
mismo con la segunda? ¿y dentro de dos siglos,
será bastante completa la semejanza entre Mlle. de
Scudery y Mr. de Balzac, que proporcione á
algún nuevo biógrafo un exordio cjmo el que pre-




KALZAC. 5


cede? Tal es, lector, la cuestión grave, delicada,
peliaguda, que me preocupa al emprender esta
biografía; cuestión que toca resolver á la poste-
ridad , y de la cual sin embargo diremos anticipa-
damente algunas palabras , con toda la reserva que
debe observarse en el examen de un proceso que
no se puede fallar en última instancia. Esta fugaz
comparación entre la novela en su nacimiento y
la novela del dia, os servirá tal vez tanto como
una serie de graciosidades gastadas y de mal gus-
to , sobre la vida privada, las costumbres, el ves-
tido de fraile, los acreedores, y el bastón de Mr. de
Balzac. Ademas reduciremos bastante este análi-
sis , para que en nada perjudique á la biografía.


Pe ro , me diréis (si como yo leis y os gusta
Mr. de Balzac), ¿cómo pueden compararse estas
obras maestras, con un fárrago de producciones
fastidiosas, sin mas mérito que su abundancia, y
que carecen de estilo, de imajinacion y de gracia?
Despacio, lector^ nuestros antepasados, los con-
temporáneos de Richelieu, del Cardenal deRetz ,
de Mmé. de Sevigné y de Pascal , no eran mas es-
túpidos que nosotros ; admiraban las voluminosas
novelas deMlle. deScudery, y basta leerlas para
convencerse de que no les falta gracia, ni imajina-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


clon, nj, aun,estilo. Su forma literaria rio se dife-
rencia notablemente de los buenos escritos de la
misma época, y sin embargo, me apresuro á con-
fesarlo, es,precisa un gran valorpara emprender
su lectura: se muere uno de fastidio. ¿ Be qué pro-
viene estq? ¿Qué le falta puesáMlle . de Scudery
para encantarnos como encantaba á nuestros pa-
dres? . Algunos críticos contestan; Mlle. de Scude-
ry : no sabia escribir, y las obras solo viven por
su estilo. Esta aserción, que repi to , es aqui falsa
en el hecho , me parece también muy disputable
en prinoipio. IXo es su, fqrma literaria, que no so-
mos capaces de apreciar, la que ha hecho atravesar
por entre siglos a la Iliada y á la novela de Lon-
gus: y si el mismo Shakspeare, que basta los ingle-
ses tienen precisión de t raducir , es inmortal, ¿se
dirá acaso que es por el estilo? Con la verdad de
los sentimientos y de las pasiones, no con la ver-
dad individual, loqal, efímera , sino coa la ver-
dad humana , e terna, es contóse inmortalizan los
grandes; escritores.-Las, novelas deftllle. de Scude-
ry han muer to , porque no eran verdaderas; pu-
dieron ser admiradas, á pesar de estar desprovistas,
no Solo de verdad absoluta, si no hasta cierto pun-
to de verdad reíativa Un novelista, cualquiera




BALZAC. 7


que sea su pretensión de representar íiehnente su
época, no es un historiador, es un poeta : su de-
ber es trabajar cosas buenas, pero buenas siendo
verdad. Si su parte maravillosa se apoya en pasio-
nes facticias , en caprichos pasajeros , puede gus-
tar tanto cuanto duren esas pasiones, y caprichos,
aunque los exajere, los adorne, ó les dé el colori-
do que le parezca ; pero falta aquel frájil apoyo,
y todo se desploma, y ni siquiera queda á tales
obras un valor real como documento histórico. Esto
es lo que ha sucedido con las novelas de Mlle. de
Scudery.


Tal era, pues el tejido jeneral .deaquellos libros,
que tanto gustaban á nuestros antepasados, por-
que se encontraban en ellos, con sus gustos, sus
opiniones, su lenguaje, sus ridiculeces, las cos-
tumbres de su vida, y los mas fantásticos capri-
chos de su imajinacion. Veíanse, alli elegantes,
habladores, intrépidos, azucarados, quisquillóos,
enamorados, pero esencialmente virtuosos; y esta
mentirilla era un encanto mas. <. ......


La escena pasaba en Asiría, en Persia, en Ejip-
to ó Roma; pero no hay necesidad de decir que
aquellos Persas,. Asirios y Romanos solo el nombre
tenían de su país. Cuatro cualidades eran indis-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


pensables para constituir un héroe de novela; de-
bía ser bien formado, valiente, tener talento y
ser de clase (estilo de la época); era á menudo un
príncipe disfrazado; la heroína era hija de rey, prin-
cesa, ó por lo menos mujer de alta jerarquía, y
hermosa como el sol. Encontrábanse por primera
vez en el templo de Sinope, en los jardines de
Ecbatána, en la corte de Babilonia , ó en las már-
jenes del Tiber. Entonces, lo mismo que ahora, el
héroe recibía al momento un flechazo en el cora-
zón («el primer instante deaquella fatal entrevista,
fue el primero de mi pasión»); si se presentaba
ocasión favorable, si sus relaciones se lo permi-
tían, se acercaba á la dama con aire galante y ajila-
do (los dos nos pusimos colorados al acercarnos,
pero sin duda fue á causa de sentimientos diferen-
tes; la modestia hacia en ella lo que en mí el amor).
LoS héroes modernos tienen mejor opinión de sí
mismos.


El príncipe, devuelta á su casa , y necesaria-
mente provisto de un confidente, lo mismo que la
princesa de una confidenta, hacia esclamaciones
acerca dé las beldades que acababan de herir sus
ojos, y hacia sufrir á su corazón interminables
preguntas («pero por último, decidiéndome de re-




BALZAC, 9


pente, después de algún tiempo de silencio: ¡No,
no , corazón mió! esclamaba al recobrar el uso de
la palabra, no vacilemos mas, confesemos que apre-
ciamos, que amamos, que adoramos á Amestris»),
El asunto, una vez bien decidido , desplegaba el
héroe cualidades y talentos mas que humanos, para
conquistar el afecto de su hermosa; sobrepujaba
los trabajos de Hércules , derrotaba ejércitos, des-
truía ciudades, provocaba á singular combate á
sus rivales, los hería ó desarmaba, les dejaba la
v ida , y adquiría su afecto. Mostrábase valiente
como Aquiles, humano y jeneroso como Bayardo,
prudente y comedido como Escipion, y pronto no
se hablaba mas que de él en todo el Imperio.


En cuanto á la heroina la pasión marchaba con
mucha mayor lentitud; al concluir el primer tomo,
apenas habia llegado al aprecio ; en los cinco si-
guientes era sucesivamente robada por una docena
de pretendientes, todos raptores bien nacidos, bien
educados , muy enamorados, pero muy respe-
tuosos , que se contentaban con hacerla viajar por
montes y valles, por mar y por t ierra, hablán-
dola con verbosidad y atención de su amor. Ya se
entiende que ella los rechazaba ; y como regular-
mente la libraba aquel que ya obtenía su aprecio.




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


«o tardaba en aparecer el agradecimiento, El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin, en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el narrador, «tan
felices, que es imposible serlo mas.» Algunas ve-
ces, la novela acababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; «feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo habia existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




B A L Z A C . 11


muso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
hubiese abrasado á un alma. »


Bueno es„ añadir que Jos diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinaeion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspectos á un pensamiento, estaban allí
con profusión. Todo aquello era friamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento mas aun que por la
forma; no habia plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro , susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la délos sen-
timientos. Y sin embargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Ninon escribia su billete á Lachastre; Bussy -y
educaba mujeres y procedia con ellas muy diíjp




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


no tardaba en aparecer el agradecimiento. El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin , en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el parrador, «tan
felices,, que es imposible serlo mas. » Algunas ve-
ces, la novela/aeababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; « feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo había existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




BALZAC. i 1


moso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
liubiese abrasado á un alma.»


Bueno es„ añadir qué los diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinacion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspeptos á un pensamiento, estaban alli
con profusión. Todo aquello era fríamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento inas aun que por la
forma; no había plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la de los sen-
timientos. Y sin emhargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Winon escribía su billete á Lachastre; Bussy
educaba mujeres y procedía con ellas muy diijp




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


rentemente que el príncipe de Asiría con su ilustre
Mandane; el abate Gondy y Bassompierre tenian
amores poco parecidos á los de Artameno ó Tiri-
dates, y la Brinvilliers resaltaba feamente en aque-
llos brillantes cuadros.


En el d ía , nuestros novelistas lo han cambia-
do todo , y para agradarnos han tomado las cosas
al revés. Pero Mr. de Balzac, con tanto talento,
mas observación, mas saber, mas lójica, mas ver-
dadera pasión, con una forma literaria mas perr
feccionada, ha desplegado muchas veces , en un
opuesto orden de ideas, igual intemperancia de
estilo , el mismo abuso en la descricion y el aná-
lisis que nos chocan en Mlle. de Scudery Eneuén-
transe en ambos pajinas que rivalizan en afectación
y mal gusto - y es cosa diguu de atención, que
de los dos estilos , el mas hinchado, el mas sutil
no es el de Mlle. de Scudery. La lectura de Ciro
y de Clelia (esceptuando sin embargo la carta del
Tierno, que es un modelo del jénero afectado)
cansa mas bien por su monotonía y énfasis, que
por su sutileza. Todo aquello es largo, difuso, cam-
panudo ; es una amplificación intarminable, escrita
cálamo cúrrente, variada de accidentes, pero
apoyada siempre en el mismo tema ;.. es un dilu-




BALZAC. 13


vio de frases sin trabazón Jójica. Pero por muy
desleído que esté el pensamiento, jamás lo está
hasta el punto de desaparecer completamente; es
insípido, absurdo ó jactancioso, pero siempre visi-
ble y palpable. En Mr. de Balzac, al contrario,
la descricion y el análisis, que son ademas la
parte brillante de su talento, dejeneran á veces en
minuciosidades de tal modo sutiles y embrolla-
das , que es imposible entenderlas. Pudiera citar
mil ejemplos. De los dos escritores , el uno tenia
un escalpelo inofensivo que, por ignorancia, pasa-
ba siempre sobre la misma fibra ; el o t r o , mas
entendido, después de haber tocado lijeramente
todas las rejiones del corazón , se acurruca en un
rincón donde se complace y agota , por amor á
lo nuevo, en disecar las mas pequeñas fibras, y en
hacer pedazos los átomos. El primero no tiene mas
que una nota falsa mezclada de mil maneras, pero
siempre la misma en el fondo; el segundo posee una
escala caprichosa, tiene notas de un t imbre mag-
nífico; las tiene tan pequeñas y débiles que apenas
se oyen , y otras tan chillonas que es preciso ta-
parse los oidos. Combínense estas tres clases de no-
tas de treinta maneras diferentes, y se tendrá una
idea del canto de Mr. de Balzac, Algunas veces,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


solo emplea sus notas buenas, su canto tiene poca
variedad, pero es muy puro , muy sencillo y her-
moso ; otras añade á ellas notas débiles, y resulta
un canto incompleto que solo satisface á medias;
otras dá sucesivamente su escala entera : sonidos
puros primero, después los débiles, y en seguida
los falsos; otras por fin lo mezcla todo, y forma
una verdadera cencerrada.


Si siguiendo esta comparación entre la novela
del siglo XVII y la del X I X , en la persona de sus
principales representantes, pasamos al fondo mismo
de los libros, ala act i tud, á la fisonomía de los
personajes y al juego de las pasiones, desaparece
toda relación , ó mas bien se presenta otra inversa.
Mlle. de Scudery vivía en una sociedad ociosa y
frivola, pero clasificada, ordenada;había en las co-
sas del corazón, lo mismo que en las de la vida, una
especie de etiqueta que pocas veces dejaba de obser-
varse. La carta del Tierno tenia una parte real,
positiva, aplicable. Mr. de Balzac pertenece auna
sociedad que tiene leyes políticas, pero que no
tiene ni leyes sociales, ni leyes morales. La vida
es en ella bastante regular en su mezquindad, por-
que tiene un móvil capital, el interés, y otro esen-
c i a l , el dinero; pero en el mundo de las intelijen-




BALZAC. 15


cias hay un caos espantoso. Y precisamente por
este lado se parece Mr. de Balzac á su siglo. Lo
que nos distingue literariamente es el horror á lo
conocido; cuanto mas fria y vulgar es nuestra
existencia, tanto mas exijente y calenturienta es
nuestra imaj ¡nación : véase pues porque el corazón
humano, esa mina de oro, está rejistrado por todos
lados hace mucho tiempo , por los novelistas y los
poetas. ¡Cuántos cuidados y paciencia serian menes-
ter para descubrir en ella una nueva veta! Y sin em-
bargo necesitamos cosas nuevas, imprevistas; las
necesitamos pronto y en cantidad, aunque no las
haya en el mundo. Acosados de este modo, amal-
gamamos tipos conocidos , buscamos efectos nue-
vos en contrastes no naturales, producimos con
esfuerzos creaciones mutiladas , estrambóticas,
abortos á los cuales les faltan los dos elementos
principales de la vida, lo sencillo y lo verdadero, y
que mueren con nosotros ó antes que nosotros.


En el dia ya no se trata de que el héroe de
una novela sea buen mozo, tenga ta lento , valor
y clase ; ninguna de estas cualidades es absoluta-
mente indispensable; la última no solo ha desapa-
recido , y es fácil conocerlo, si no que la ha
reemplazado otra contraria. No tener padres, es




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


uno de los privilejios de los héroes de novela : nada
hay tan poético como un hombre que no puede
presentar su fe de bautismo. Digamos, sin em-
bargo, que en cuanto á este punto Mr. de Balzac
es todavía el mas aristocrático de nuestros nove-
listas; por lo jeneral sus héroes están provistos
de un padre, algunas veces de un t í tulo, y por lo
menos de una partícula. Únicamente su existencia
se encuentra frecuentemente unida por misteriosos
lazos con no sé qué hermandad de presidarios cum-
plidos , de rateros y de mujeres públicas, mundo
aparte que Mr. de Balzac ha organizado á su mo-
do , y en el cual se complace en buscar colores
sombríos para sus cuadros. Las demás cualidades
que gustaban á nuestros antepasados, se han re-
fundido en una cualidad compleja y de creación
moderna , quiero decir , el no sé qué; este precio-
so don suple á todo. El no sé qué, está comun-
mente en el ojo, y ese ojo es todo lo que se quiere:
es tan pronto dulce como alt ivo, con mas fre-
cuencia montaraz , pero esencialmente fascinador.
Tiene, usando una frase de Mr. de Balzac, proyec-
ciones fluidas, cuyo efecto es irresistible , y que
á distancia de cien pasos traspasan el corazón de
una mujer, como pudiera hacerlo una carabina de




B A L Z A C . 17


Delvigue. En cuanto á la intelijencia y á la moral,
jeueralmente presenta el héroe la mas estrambóti-
ca mezcla. Por de pronto lleva en la frente el sello
divino; tiene talento, mucho talento , un talento
universal. Hubiera podido se r , según le acomo-
dase , un gran capitán , un grande orador , un
grande hombre de Estado; sino ha sido un Na-
poleón , un Montesquieu, un Chateaubriand , un
Mirabeau, ó un Richelieu, es porque consideró
á los hombres demasiado pequeños para ser dig-
nos de tomarse el trabajo de dirijirlos, ó bien
porque uenetró de una sola ojeada la nada de
las cosas humanas , ó también (como en la his-
toria de Marcas) porque no tuvo un vestido y
un par de botas. En su trato con las mujeres,
es á un mismo tiempo candido como un niño,
sombrío, osado y feroz como un bandido, ele-
gante y litio como un calavera de los tiempos
pasados, vulgar y desvergonzado como un caba-
llero de industria del siglo XIX. Tómese un poco
del Corsaria de Byron, un poquito no mas de
Grandisson, un poco de Lovelace ó de Lauzun,
y mucho de Roberto Macario; mázclese todo en
dosis iguales, llámesele Rastignac, de Trailles,


de Marsay, Ronqueroles, e tc . , etc. , y se ten-
i




18 PEl iSONAJBS CELEBRES,


d ía un tipo de los amantes que gustan á Mr. de
Balzac. <


Aparte de estas creaciones, que todas se pa-
recen mas ó menos, Mr. de Balzac lia engendra-
do otros tipos masculinos que , en nú concepto,
son mucho mejores; ha encontrado en la intere-
sante historia de Eugenia Grandet un tipo de ava-
ro que causaría envidia al mismo Moliere. En el
Pudre Goriot hay un retrato de presidario que
carece de verdad, pero muy rico de colorido (en-
tiéndase que hablo de la novela de este título);
en cuanto al drama de Fautrin, es una de las
cosas peores de concepción y de forma que ha
producido nuestro siglo. El retrato del alquimis-
ta (en el Rebusco de lo Absoluto), el del cura Bir
rotteau (en los Celibatarios), el de Gobseck (en
el Padre Goriot), el de dependiente viajador (en
la historia del Ilustre Gaudissart), que es una
pequeña obra maestra de verbosidad, de sencillez
y verdad; todos estos tipos diversos, desconoci-
dos en su mayor parte á los novelistas de los si-
glos anteriores, forman la base mas sólida del
edificio literario de Mr. de Balzac.


En sus creaciones femeninas, se nos presenta
Mr. de Balzac como un Cristóbal Coiou de nueva




: 1 ! A L Z U ; . 19


especio. Ha descubierto tipos de hermosura que
antes de éi nadie sospechaba ; y describe su des-
cubrimiento con tal lujo de pormenores, tal. rná-
jia de palabras, tal apariencia de buena fe en su
entusiasmo, que el lector se deja engañar; las
nociones usuales acerca de lo bello .están trasr
tornadas; donde nosotros no hubiéramos visto
con nuestros ojos sino un desnudo y estéril.pe-
ñasco , Mr. de Balzac nos hace ver con los suyos
una Isla llena de verdor, cruzada de arroyos,
sembrada de bosques, esmaltada de flores; no
es ya la Groenlandia, sino Otbaiti. Dése; áfttr. ide
flalzac una mujer de 40 años , ..pálida., amari-
llenta , triste, enfermiza, y poco importa basta
que sea coja ó jorobada ; pronto será esto mismo
una gracia mas. Tal como la hemos descrito, el
novelista paradojal la viste con .un gusto esquisito;
coloca con arte al rededor de ella los encajes y
las blondas, da á sus miradas una facultad mag-
nética enteramente particular, imprime á todos
sus movimientos no sé qué voluptuosa incuria
mezclada de cortedad y de abandono. Su triste-
za se convierte en meditación ; su tez pálida con-
venientemente aclarada toma con una media luz
tintas deliciosas; en las arrugas de sus mejillas,




20 PERSONAJES CELEBRES.


en la forma de su nar iz , en las puntas de su
boca, en las líneas de su cuello, en sus orejas,
en sus cabellos, en sus uñas , descubre Mr. de
Balzac un sin número de maravillas, de las cua-
les ninguna idea se tenía ; quédase uno deslum-
hrado , fascinado, pues ya no es una mujer de
edad madura, amarillenta y contrahecha la que
se está mirando, sino un ánjel , una hada, una
Venus capaz de hacer delirar á un liceísta, y me-
ditar á un octojenario.


Si Mr. de Balzac tiene que retratar por casua-
lidad á una mujer joven y hermosa , se verá el
mismo horror á lo conocido, el mismo ardor por
descubrimientos. Dejará á un lado cuanto llama
la atención del vulgo. Hace poco transformaba
la fealdad en hermosura , ahora será casi lo con-
trario. A fuerza de retocar su dibujo lo echará
á perder. En tiempo de Mlle. de Scudery no se
reparaba tanto en esto; se amontonaba lo her-
moso sobre lo hermoso, y la heroína era siempre
un modelo de perfecciones físicas y morales. Com-
paremos un poco los dos estilos. Este es el re-
trato de la ilustre Mandane (Artamene, t. !,
páj. 3 3 0 ) :


«Esta princesa entraba apenas en la edad de




16 años. El velo de gasa de plata que llevaba en
la cabeza no impedía que se vieran mil bucles
de oro, formados por sus cabellos, que eran sin
duda alguna del color rubio mas hermoso, y con
todo lo necesario para dar brillo sin quitar nada
á la vivacidad, que es una de las partes nece-
sarias para la perfecta hermosura. Su talle era
noble y elegante; andaba con t an modesta ma-
jestad, que arrastraba tras sí los corazones de cuan-
tos la veían. Su cuello era blanco, lleno y bien
cortado; sus ojos azules tenian tanta dulzura,
eran tan brillantes , estaban tan llenos de pudor
y encantos, que era imposible verlos sin respeto
y admiración. Tenia la boca tan encarnada , tan
.blancos, iguales y bien colocados los dientes, tan
bri l lante, lustrosa, unida y sonrosada la tez,
que la frescura y beldad de las flores mas raras
de la primavera no podrían dar una idea cabal
de lo que v i , y de lo que aquella princesa po-
seía. Tenia las manos y los brazos mas hermo-
sos que podían verse; pues como al entrar en el
templo se había levantado el velo dos veces, ob-
servé esta última perfección, como lohabia hecho
ya con las demás. Por último, señor, de todas
las hermosuras y encantos que tan detalladameut/ '




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


os he descrito ,* solo para que disculpéis mejor á
Artamene, resultaba un encanto tan maravilloso'
y poco común en todas las acciones de aquella
ilustre princesa, que ya anduviese ó estuviese pa-
rada, ya hab lasáó callase , ya sonriese, ó estu-
viese pensativa, era siempre encantadora y ad-
mirable.»


Véanse ahora los principales rasgos de una de
las mujeres mas jóvenes é interesantes d e M r . d e
Balzac; de Madame de Morlsauf {El lirio en el
valle) de 27 años dé edad. Entre los dos retra-
tos ¡hay 186 años dé diaiíincia. i


«Su freute redonda-, proeftiinente, como la de
Joeonda, parecía «Star llena de ideas no espresa-
d a s , de ^sentimientos contenidos, de flores anfe-i
gadas por aguas amargas^-sus verdosos ojos, sem-
brados de puntos oscuros, eran siempre pálidos-,
perb si se t ra tabade sus 'hijosV sü 'Vista1 lanzaba
entonces un sutil resplandor', qué parecía, infla"
marse én los manantiales de la vida, y que los
había de agotar. Una nariz griega, cual si la-
hubiera cincelado Fidiasy y unida por medio de
un'doble arco á Unos labios igualmente sinuosos,
espiritualizaban su rostro dé forma ovalada, y
cuya tez , comparable al tejido de las eaifielias




UALZA.C. Ü3


blancas, se tenia en las mejillas con un hermo-
so sonrosado Su gordura no destruía las gracias
de su talle, ni la redondez necesaria para que
sus formas fuesen hermosas, aunque desarrolla-
das,.. Un sutil vello se perdía á lo largo de sus
mejillas,, en los meplatos del cuello, deteniendo
alli la luz que se .volvía suave. Sus orejas pe-
queñas y bien contorneadas, eran según su es-
presion, Orejas de esclava y de madre ; sus bra-
zos eran hermosos; su mano, con los dedos ar-
queados , era larga, y como en las estatuas an-
tiguas, la carne sobresalía con finura alrededor
de sus uñas. Su cuerpo tenia el verdor que ad-
miramos en las hojas nuevamente desplegadas ; su
entendimiento tenia la profunda concisión del
salvaje; era niña para el Sentimiento, grave para
sufrir; señora mayor y muchacha. Por la mismo
gustaba sin artificio por su manera de sentarse,
de levantarse, de callar y de proferir una pala-
bra... Su modo de pronunciar las terminaciones
en «parecía el canto de un ave ; las ch pronun-
ciadas por ella eran como una especie de cari-
ño, y el modo como cargaba Sobre las t acusa-
ba el despotismo del corazón. Kstendia de este
modo sin saberlo el sentido de las palabras, y




24 PERSONAJES CELEBRES.


arrastraba el alma por uu mundo inmenso.«
Lector , ¿ á cual pretieres entre la ilustre Man-


dane y Madame de Mortsauf? En cuanto á mí,
confieso que mi corazón vacila entre los dos , es
dec i r , que ambas me disgustan por diferentes
motivos. El primer retrato es producto de un arte
en su primera infancia, colorido en bru to , sin
mezclas, con alguna facilidad, con descuido y
poca verdad. El segundo descubre el esfuerzo ca-
prichoso y fantástico de una antigua literatura sa-
ciada : es pretencioso, amanerado, monstruoso.
Si antes de escribir Moliere las Preciosas ridicu-
las, hubiera encontrado al paso esas flores ane-
gadas por aguas amargas; esos resplandores
que se inflaman en los manantiales; esas tt que
acusan el despotismo del corazón, hubiera arro-
jado su pluma desesperando poder alcanzar á tanta
ridiculez. Hay jentes sin embargo que con tales
descubrimientos se pasman y esclaman : ¡ qué ana-
lista tan profundo es Mr. de Balzac! De este
modo un escri'or de muy buenas dotes (pues
en la novela de El lirio en el valle y en veinte
otras, hay inspiraciones admirables) se comph ce
en dar tormento al buen sentido y al idioma.
Cuando se vuelven á leer detenidamente las obras




BALZAG- 25


de Mr. de Balzae, cuando se desprende uno del
prestijio de una concepción muchas veces sorpren-
dente por su vigor y verdad, se queda uno estu-
pefacto de las increíbles licencias de esta clase
que se toma el célebre novelista; muchas pajinas
de él quedarán como un modelo del jénero es-
trambótico y áspero. Son frases largas, mal zur-
cidas, llenas de neolojismos estravagantes, que
lejos de aclarar el pensamiento lo hacen ininteliji-
ble ; son metáforas que hacen erizar los cabellos;
imájenes donde están mezclados y retorcidos jun-
tos los tres reinos de la naturaleza. Y entiéndase
que todos estos delitos son cometidos con la cir-
cunstancia agravante de la premeditación. Nada
hay que menos se parezca al descuido que el es-
tilo actual de Mr. de Balzae; su reputación de
corrector es proverbial en las imprentas; trabaja
espantosamente para no ser sencillo, y llama á eso
luchar con el Idioma; tal vez seria mejor vivir
con él en buena armonía.


Y sin embargo, repito que Mr. de Balzae me
parece uno de aquellos hombres que han recibi-
do de la naturaleza el fuego sagrado; y yo que
critico á causa de mi misma admiración , ¡ cuan-
tas veces he visto amanecer, olvidando el sueño,




'26 FEltSONAJ.ES CELEMÍES.


por leer uno de sos libros principiado el día an-
terior l ¿ Cuál es el joven, la mujer 6 el anciano
que á la voz de aquel májico no baya sentido su-
bir desde su corazón á su cabeza una ardiente bo-
canada d# deseos , de meditaciones y de recuer-
dos ? Tiene pensamientos que remueven hasta las
profundidades mas íntimas del a lma; los ojos se
humedecen, se deja el l ib ro , y se saborea una
impresión deliciosa; se hace alto en un fresco
oasis , y después se prosigue el camino atravesan-
do precipicios, páramos, rocas desnudas, abrojos
y desiertos áridos y enojosos. Si ¡o permitieran
los límites de esta noticia, me complacería en
continuar este paralelo entre Mr. de Balzac y
Mlle. de Scudery, haciendo palpable, en la tra-
ma de sus novelas, la fisonomía y la acción de
las dos épocas. Para algunos este trabajo tendría
tal,yez cierto, atractivo ; pero como no puede ha-
cerse aqüi.convenientemente,, me contentaré con
indicarlo, apresurándome á decir , para ser justo,
que si Mr. de Balzac, ka, esperimentado en sus
concepciones la influencia deletérea y enervante
descentro en que vivia, ha,encontrado en el seu^
tido de lo bello que¡ hay en. é l , fuerza bastante
para libertarse de ella algunas veces; y si sus




B A L Z A C . T i


obras lian de quedar eu el porvenir (seria presun-
tuoso afirmarlo) sin duda será por esto.


La entera biografía literaria de Mr. de Balzac
está en este pasaje . , un poco ambicioso , pero ver»
dadero, de uno de sus prólogos: «El estilo de
los seres que padecen ó que han, esperi mentado
«rondes desastres, no se parece al de aquellos
cuya vida ha corrido apaciblemente.» Reasuma-
mos rápidamente esta existencia desastrosa.


Honorato de'Balaao.nació en Tours el 20 de
Mayo de. 1709, de una familia pobre ; no des-
ciende de su ilustre homónimo, el gran Balzac,
que apenas se; lee ya;; y cuyo nombre patroními-
oo eia&uez. Nuestro célebre contemporáneo se
toma el trabajo de noticiarnos él mismo «que
no es noble en la acepción .histórica y nobiliaria
de- la palabra, tan profundamente significativa
para la familia de la raza conquistadora; pero,
añade, lo digo ©poniendo un orgullo á.otro or-
gullo; pues mi padre se vanagloriaba de ser de
la raza conquistada, de una familia que había
resistido á la invasión».en la Overnía, y de la
que saliéronlos D' Entragues» Aceptamos, pues,
con gusto que Mr.;.de Balzac es de la raza con-
quistada , que es de la sangre goda mas pura, y




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ya uo le incomodaremos mas acerca de su par-
tícula. A los que le preguntaban porque la su-
primió en 1826 , les ha contestado que, al hacerse
impresor, creyó que debía tomar el espíritu de su
profesión. Un hijo menor de la Bretaña, que se
dedicaba al comercio, depositaba en el tribunal
su espada y sus títulos de nobleza; lo mismo
hizo Mr. de Baízac con su partícula. Observo sin
embargo , que en 182» cuando ya no era im-
presor, la primera novela publicada con su nom-
bre , El último Chouan, estaba firmada aun Bal-
zac solo. De todos modos y para acabar , dire-
mos con Mr. de Balzac «que con partícula ó sin
ella su nombre tiene igual valor.» Pero cuando
se da con razón poca importancia á tales baga-
telas, en mi concepto seria conveniente evitarse
el ridículo de atacar á las jentes desbautizándolas,
como lo hizo Mr. de Balzac en su Revista pa-
risiense con respecto á MM. de La Vergne y Ro-
ger de Beauvoir.


El padre de Mr. de Balzac, Secretario en el
gran Consejo en tiempo de Luis XV, y destituido
de su empleo por la revolución , envió á su hijo
durante el Imperio al Colejio de Vendóme, donde
hizo sus primeros estudios. Alli el joven escolar




BALZAC. 29


(véasela historia de LuisLambert) descubrió pronto
las cualidades de un hombre superior; pues á los 12
años de edad, compouia malos versos , y peores
t emas ; ganaba innumerables pensums, le inco-
modaba el apodo de poeta, y pasaba el tiempo en
resolver, en compañía de su maravilloso amigo
Lambert , los problemas mas arduos de la metafí-
sica. Creo que Mr. de Balzac terminó sus estudios
en París, en la pensión de Mr. Lepitre.


Mr. de Balzac, graduado ya de bachiller , sin
medios de fortuna, y con el espíritu aventurero
de un hombre que conoce su fuerza, se arrojó con
cuerpo y alma en ese infierno que llaman la vida
literaria. La interesante novela que ha publicado
después con el título de Un grande hombre de
provincia en París, podría dar sin duda una idea
de su existencia en aquella época. Con rara intre-
pidez é incansable constancia, tuvo con la fama
veinte combates infructuosos en que perdió mas
de cuarenta volúmenes. Apenas habia perdido una
batalla, aventuraba otra, cambiando el color de su
bandera; llamábase sucesivamente Horacio de Saint-
Aubin, Viellerglé, Lord R'hoone, Cuanta mas
obstinación habia en no leerle, mas se obstinaba
él en escribir. Los dos Héctores, El Centenario,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


El Vicario de los Jrdennes, Carlos I'ointeJ., El
Heredero de Birague , Juan-Luis , El. Tártaro, ó
la vuelta del desterrado, Clotilde • de Lusiñan,
La última Hada, Miguel y Cristina, El Anónu
mo, Anita y el Criminal, tVann-Chlore, . El
Corruptor, ele., tales son los nombres de los prin-
cipales hijos perdidos, que Mr. de Balzac vio pasar
con ojo estoico desde la tienda del-librero al. puesto
del revendedor de libros, y desde allí a easa del
especiero; durante los años de 1821 á 1827 se hizo
este equipaje literario, olvidado en el dia. Debo
añadir que Mr. de Balzac niega ahora muchas de
Jas obras que se le atribuyen, y declara que entre
las que reconoce, hay muchas que son producto de
una colaboración múltiple. Sin embargo, se espli-
ca con dificultad cómo ha podido dejar desenterrar
la mayor parte de aquel fárrago, reimpreso recien-
temente con el trasparente pseudónimo : El mas
fecundo de nuestros novelistas..


El joven escritor, no contento con probar fortuna
consupluma, se dedicó á especulaciones de impren-
ta y de librería, que le salieron mal; ganó en ellas
crecidas deudas , y para pagarlas tuvo que recur-
rir de nuevo al medio que hasta entonces le habia
dado tan mal resultado. «Quería-, ha dicho mas




BALZAC. 31


adelante, pagar por mí mismo una deuda,inmensa
y vivir decentemente. Queria llegar á este gran resul-
tado con una pluma 'Je ganso, una bolella de tinta
y algunas manos de papel , en una ciudad donde la
literatura no tiene crédito, y donde no solo.se
necesita talento, sino fortuna, y trabajar también
noche y dia para ganar 6,000 francos al año ; ¡yo
que debia 8,000 francos anuales de intereses •.pol-
los capitales que me habían prestado! ¿noera una
locura ? Emprendí aquella lucha en el momento
mismo en que uno de mis amigos , em o suicidio
fue célebre, se levantaba la tapa de ios sesos por
uaycho menos,» A fuerza de obstinación y denue-
do salió Mr. de Balzac vencedor del combate. El
último Chouan publicado en 1829, fue el primer
punto luminoso de su carrera. Este l ibro, inferior
ta} veza los siguientes en cuanto á concepción y
análisis, me parece por el estilo uno de los mejores
de Mr. de Balzac. El autor dice en él con bastan ••
te claridad lo que quiere decir, y no abundan,
como en o t ros , las frases alambicadas y retorci-
das. Desde aquel libro la reputación de Mr. de
Balzac fue siempre en aumentó ; La ft.ñolojia del
matrimonio, La piel de pezar,. La Historia de
los Trece - le colocaron entre los escritores que




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


mas gustaban; y pronto salió á luz una nueva é in-
numerable familia literaria, mejor acojida por el
público.


La gran cámara oscura titulada Escenas de la
vida privada , donde Mr. de Balzac quiere repre-
sentar á nuestra época bajo todas sus fases, puede
dividirse en tres principales compartimentos. Hay
en ellas las Escenas de la vida Parisiense, las Es-
cenas de la vida de Provincia , y los Cuentos ó
estudios filosóficos. Dejoá un lado los Cuentos pi-
carescos, escritos licenciosos cuyo estilo está amol-
dado sobre el de Rabelais, y que su autor com-
para modestamente, según creo, a la Venus de
Milo, y á Dafnis y Chloé. Es sencillamente una
eoleccion de obscenidades injeniosas y artística-
mente trabajadas, un canto obsceno de un joven
civilizado, que tiene la sencillez y el candor de un
libro seductor de un anciano. Las escenas de la
vida de Provincia forman también el mas hermoso
florón de la corona de Mr. de Balzac. Alli se en-
cuentran principalmente los cuadros de interiori-
dad , al estilo flamenco, en cuya pintura sobre-
sale ; alli se hallan algunas veces aquellas pequeñas
creaciones deliciosas que forman un conjunto com-
pleto, sin lagunas ni superfetaciones, sin sequedad




BALZAC. 33


ni abandono, sencillas y verdaderas en la forma y
en el fondo , y que están muy cerca de la perfec-
ción. En cuanto á las intenciones filosóficas del
novelista, creo que seria muy difícil esponerlas y
discutirlas La mayor parte de los libros provis-
tos de aquel imponente epíteto, nada tienen que
ver con é l ; es un puro cebo de librería ; en algu-
nos otros, y particularmente en Serafita el
epíteto me parece una apuesta. Ensayando hablar
de misticismo, Mr. de Balzac ha apostado consi -
go mismo que haria pasar la oscuridad por pro-
fundidad , y la nada por alguna cosa; y aunque
esto se ha visto ya algunas veces, no creo que el
atrevido escritor haya ganado su apuesta. En mi
concepto no es mucho mas fácil reasumir los cua-
renta volúmenes que Mr. de Balzac llama su obra,
para estraer de ellos una conclusión moral, social
ó política ; su pensamiento, ó mas bien dicho
sus pensamientos, son esencialmente negativos;
pasados por el crisol de un pensamiento cualquie-
ra, se evaporarían al momento. Si se miran aque-
llas variadas producciones de otro modo que
bajo el punto de vista del arte por el ar te ; si se
busca en ellas otra cosa que una pintura mas ó
menos fiel, no veo en ellas tangible y permanen-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


te sino una especie de escepticismo sensual, unas
veces refinado, otras vulgar, otras inquieto y
amargo, parecido al mismo tiempo al de Voltai-
r e , de Paul de Rock y de Byron.


A los que gustan de detalles personales é ínti-
mos , les diré que Mr. de Balzac no tiene nada en
su aire de los elegantes vandidos que ha creado;
en lo mas recio de su lucha contra la oscuridad
y la pobreza , durante la restauración , su aspec-
to era mas poético; entonces estaba muy flaco;
tenia la cara pálida, los ojos centellantes, la
palabra ard iente , los movimientos pjitados y
una conversación llena enteramente de castillos
en el aire. Era el hombre proyectista. Escepto
este último punto que , según dicen, no ha varia-
d o , lo demás ha tenido grandes alteraciones.
Mr. de Balzac adquiriendo gloria, ha hecho lo que
Napoleón: -ha echado barriga. Figúrese el lector un
hombre pequeño, regordete, con anchas espaldas,
bastante mal vestido por lo regular, con una ca-
beza adornada de cabellos negros, largos, aplasta*
dos y desgreñados, una cara de fraile, ancha, rubi-
cunda y jovial, una boca grande y sonriéndose de-
bajo de unos vigotes; señales cuyo conjunto presen-
taría algo común, á no ser por los ojos que son




im .zAC . 35


pequeños pero de una finura, y una vivacidad es-
tremadas. Se dice que seduce mucho á las mujeres;
no sé si consiste esto en la facultad magnética de
que ha dotado á las miradas de sus héroes ; mejor
quiero atribuirlo al prestijio de su conversación,
en la que tiene un talento y una gracia admirables.


Al terminar este trabajo incompleto, conozco
que para esplicar lo que hay de forzado y trunca-
do en la forma , y de falso en el fondo de la ma-
yor parte de los libros de Mr. de Balzac, no he in-
sistido bastante en la amarga idea que encierra el
epígrafe que he escojido. La manera de ser de toda
esta literatura precoz y calenturienta, á la que lla-
maba Goethe la literatura de la desesperación,
se encuentra casi siempre allí y nunca en otra parte.
¿ Cómo puede esperarse cosa alguna acabada, na-
tural , y verdaderamente bel la , de una época de
amontonamiento, de lucha y de miseria, en que
el arte en vez de ser un sacerdocio es una mercan-
cía ; cuando no puede concebirse un pensamiento,
sin qne el odioso fórceps de la necesidad lo ar-
ranque dé l a cabeza antes de su madurez? ¡Es-
pantoso suplicio que solo pueden comprender los
que lo han sufrido! ¡Dichosos los hombres del
porvenir, si dotados de una forma social mejor




36 -PERSONAJES CÉLEBRES.


combinada que la nuestra , les es dado tener es-


critores que vivan para escribir, en vez deescnb.r


para vivir.








D. MARIANO


ALVAREZ DE CASTRO.


Grave y denodado , representábase
••«-^ , á la imajinacion en tau horrible tran-


* ce, á la manera de los héroes de Home-
g> ] r o , superior y descollando entre la
* / muchedumbre; y cierto que si no se


j?.' aventajaba á los demás en estatura
como aquel los , sobrepujaba á todos
en resolución y gran pecbo.


TORF .NO.—Historia del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T. Iir, lib. 10, péj. 108,


Hay en la historia de todas las naciones pa-
jinas brillantes que recuerdan á la posteridad los
hechos gloriosos, las grandes hazañas de los pue-
blos ; y sin duda alguna, una de las mas bellas de




2 PERSONAJES CELEBRES.


la de España, es el unánime y jeneral levanta-
miento contra los Franceses, para rechazar una
agresión tan injusta como pérfida, y la lucha que
por espacio de seis años sostuvo el pueblo espa-
ñol Dor defender su independencia, y dar una
pf líebá solemne áí mundo dé lo qué puede una
nación cuando sus hijos, animados de un sagrado
amor patr io , lo anteponen todo , todo lo sacrifi-
can en su defensa. Grande, magnífico fue el es-
pectáculo que presentó España en 1808, levantán-
dose como un hombre solo para resistir y repe-
ler á las huestes aguerridas que habían vencido
éíi mil combates , y sujetado á cien pueblos , sin
mas escitacion que su entusiasmo, sin mas re-
compensa que su noble orgullo satisfecho, y sin
mas organización que la que le daba su propio
arrojo. ¡ Ah! entonces defendía el pueblo con en-
tusiasmo objetos para él sagrados, porque repre-
sentaban sus creencias y sinceras afecciones; y
nótese que jeneralmente el sentimiento de la in-
dependencia es el que conduce á los pueblos á
hacer mayores sacrificios, que cuando no son
espontáneos y se les exijen en defensa de princi-
pios ó ideas abstractas, que ni están al alcance
de la jeneral comprensión, ni afectan tan in-




ALVAKI.Z. 3


mediatamente á los individuos. Asi hemos visto
áese mismo pueblo español tanheroko, taüfuerte
y tan unido, cuando de su independencia, de
su Rey y relijion se trataba , tan indiferente y
en gran parte enemigo de una libertad que no
comprendía, no oponer la menor resistencia á
la invasión de los mismos Franceses, contra quie r
nes tan denodada y Obstinadamente hai>ia pelea-
do pocos años antes. La jeneracion-era la misma,
los misaras los hombres que á aquella magnifica y
sangrienta escena habian concurrido, y sin em-
bargo, ¡cuan diferente, cuan opuesto'fue el re-
sultadol Y esto que sucedió/entonces , sucederá
siempre, que las causas que se defiendan ó ^uie-
ran defender no sean profundamente populares.
Para nosotros es una cosa cierta, ,que sin el ma-
nifiesto de Brunswicii^ sin ver la. Francia; aiae-
naüada su independencia por los ejércitos estram
je ros , .n i hubiera peleado taato por ¡la, libertad
que la representaba, ni tal; vez hubiera .triun^
fado esta, ni dado, lugar a las.espantosas escenas
que la acompañaron ;y degradaron ,


Pero no cumple á jiuestro propósito nacer
sobre este punto las muchas reflexiones á que ¡dá
lugar , ni lo es tampoco enumerar y encomiar, las




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


glorias de nuestro país en aquella lucha memorable:
el Sr. Conde de Toreno, en la magnífica historia de
aquellos sucesos, nada deja que desear; y si la
remota posteridad podrá necesitarla para instruirse
detalladamente de los hechos, las jeneraciones mas
inmediatas al suceso , no habrán menester de ella,
porque sus padres les habrán contado verídica y
detenidamente los grandes hechos que presencia-
ron, las glorias de que fueron partícipes, los desas-
tres y horrores , y hambres , y miserias que tu-
vieron que soportar.


Pero en medio de tantas glorias, y de tan
altos hechos, se levantan algunos hombres pri-
vilejiados, que por sus hazañas, por la situación
en que se encontraron tal vez, descuellan sobre los
demás, y ocupan un lugar mas distinguido, sin es-
citar la envidia ni la rivalidad, porque no las admi-
ten sus relevantes prendas. En este caso se encuen-
tra el ilustre personaje, cuya biografía vamos á
trazar, elhéroe que defendió la inmortal Gerona, y
pereció infamemente victima de los mismos que,
porque eran valientes, debieran haber tenido en
mayor estima el valor de tan esclarecido jeneral.
La Francia no padrá quitarse nunca el borrón que
sobre ella cayó, haciendo perecer, ó permitiendo




ALVAREZ. S


que pereciese eu un oscuro calabozo, un soldado
valiente , un jeueral i lustre, que habia peleado
contra ellos con denuedo, y disputádoles con glo-
ria la posesión de una plaza, insignificante para
Ja historia de sus triunfos, sin el valor, arrojo
y patriotismo del Jeneral , de las tropas, y del
vecindario que la defendían.


D. Mariano Alvarez de Castro, nació en la
ciudad de Granada en 8 de Setiembre de 1749,
según resulta de su partida de baut ismo, que ori-
jinal hemos visto, y que destruye lo dicho por
algunos historiadores de que era natural de la
villa del Burgo d e O s m a , en Castilla la Vieja, si
bien ya el Conde deToreno en la Historia dé la
guerra de la independencia , rectificó aquella equi-
vocada creencia. También padeció equivocación el
autor de un artículo biográfico, publicado en fá'
Alhambra , suponiéndole nacido eldia 14; equivo-
cación en que sin duda ineurrió por ser aquella
la fecha de la partida de bautismo, y nO haber
recibido el sacramento hasta el mencionado dia.


Sensible debe ser para Castilla la Vieja que se
le prive del honor de haber dado el ser á un •hé-i


roe tan esclarecido; pero lo cierto es > como he-
mos dicho, que D. Mariano Alvarez nació én




6 PERSONAJES CELEBRES.


G-canada, siendo sus padres D. Francisco y Doña


Apolonja Ldpez Aparicio, vecinos de la misma


ciudad- No tuvo hermanos varones, y solo tres¡


hermanas, dé las cuales una murió joven, y por


muerte sucesha' de, Jas demás, han pasado sus


bienes á la'familia de los. Castres y Orozcos sus


sobrinos, que actualmente los poseen, por .na


haber dejado hijos. Ha podido consistir la equi-


vocJioion,de suponerle natural de Castilla, de po-


seer su familia paterna > de la cual era prinoojé-


n i to , bienes amayorazgados de alguna considerar


cion en tierna de Soria y,Falencia ; pero aunque^


por los que tenia en el Burgo de Osma y otros,


pueblos, por sus mayorazgos denominados d? COI


sollos, había estado en diqho pueblo algunos años


durante su juventud, su&milia vivía en Grana-,


da dssdeeJ, año de l4 f j l r .en.quftbajó a l a pon-
quista desdo Galicia el capitau Alvaro Berujudez


de Castro, Era pues de familia i i lustre, píipcU,


pálmente por sus ejjdaces cpn los Castras y los


Cogollos,i,.-con puyo ¡nombre/n-njaba alguna vez
D. Mariano, como Señor de mayorazgo en Cas-


t i l la ; y no será fuera d e l u g a r atendida la he-


roica constancia que mostró después D. Mariano


Alvar,*?,, aja&ifestar que contaba, entre sus .as-




AI.VAHEZ. 7


cendientes á la inmortal Antona García, la in->
trépida plebeya de la ciudad de T o r o , que tanto
se señaló por sus hazañas- en el reinado de los Re-
yes Católicos; y á Ferrando Ruiz de Castro, que
muerto en Rayona de resultas del triunfo del Rey-
D. Enrique I I , y habiendo seguido la causa del
Rey D. Pedro, mereció, según nuestras Cróni-,
cas , que se pusiese en su tumba el , siguiente
epitafio : « Aqui yace Ferran Ruiz de Castro, toda-
la lealtad de Castilla.» Epitafio que bien hu-
biera podido colocarse también sobre el sepulcro
de su ilustre descendiente.


Vivia su familia en Granada con el producto
de sus r en t a s , y D. Mariano después de ha-
ber corrido muchos peligros en su infancia , por .
lo delicado de su sa lud , fue destinado por sus
padres á la carrera de las a rmas , á la que tenia
singular inclinación, después de haberle dado la
educación correspondiente á su,piase. Entró al'
servicio en clase de cadete de Reales Guardias de
infantería Españolas en Diciembre de 1768; en
Barcelona se perfeccionó en las matemáticas v y ¡
á pesar de su inveha afición á los estudios, soli-
citó can eqipeño ir á la guerra que en aquella \
época se suscitó contra tos, Arjelinos, lo que lje •




8 PERSONAJES CÉLEBRES,


fue negado por ser terminantes las órdenes de
S. M. , para que ningún académico abandonase el
curso de sus estudios. En 1778 fue promovido á
Alférez por orden de antigüedad, y en esta clase
estuvo en el sitio de Gibral ta í , donde se distin-
guió por su valor y honradez, siendo diversas
veces recomendado por sus jefes, entre ellas en
Mayo de 1780, que hallándose en el campo de
S. Roque, dirijiendo los trabajadores que se emplea-
ban en faenas propias del s i t io , recibió la noticia
de la muerte de su madre , á quien amaba en
estreino; y habiéndosele mandado retirar por con-
sideración á su estad», no quiso> tealizarlo , y
permaneció en su puesto á pesar del diluvio de
hierro, que como él mismo dijo, le descargaban
los Ingleses desde el monte , espresando en aquel
instante « que su único consuelo seria vengarse
de los enemigos de su patria en momentos tan
dolorosos.» L o q u e pruébala entereza de su ca-
rácter, si no la filosofía de sus sentimientos guer-
reros. Ascendió á segundo Teniente en 1783 ; en
1789 obtuvo el grado de Teniente Coronel , as-
cendiendo á primer Teniente en el mismo año.
En 1790 le nombró su Coronel el Duque de Osu-
na , maestro de la Academia que estableció en




ALVAREZ. 9


Madrid, y permaneció en aquel destino hasta el
año de 1793, en que salió para la guerra contra
la República; entró en el Rosellon por Arles, estu-
vo en el ataque de M A S D E U , en el bloqueo de Elne,
en la salida de Masdeu á Aníls, en el ataque
de las trincheras francesas de Perpignan , en el
ataque y toma de Bivesaltes, donde se apoderó
de un cañón ; en los ataques del Boulou , recha-
zando en uno á la bayoneta con solo su compañía
á una columna enemiga de mas 500 hombres-, en
la batalla de Pía del Rey, donde fue contuso,
habiendo cojido un cañón, y en muchas otras ac-
ciones de guerra que hubo eu aquel año. En el
de 1794 estuvo, mandando siempre su compañía,
setenta y nueve dias acampado bajo el tiro de
cañón de Colioure, y en el sitio y rendición de
la plaza. En aquel año obtuvo el grado de Coro-
nel , y en el siguiente de 1795 el de Brigadier.
En todas aquellas campañas dio muestras de va-
lor y serenidad en los combates, de firmeza en el
mando, y de amabilidad y dulzura en su trato,
pues habiéndosele conferido, siendo solo Alférez, el
mando militar y político de la villa de Alégrete, se
condujo de tal modo, que mereció los mayores elo-
jios de la justicia y vecindario de aquella población.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Seria largo enumerar los diferentes servicios
que hizo á su patria I) . Mariano Alvarez en los
primeros tiempos de su carrera militar, y el des-
tino le tenia reservado uno , uno solo; pero mag-
nífico , inmortal, la heroica defensa de Gerona, en
una edad ya avanzada, con una salud perdida,
y con solo el aliento de su lealtad y valor. Pero
antes de entrar en la narración de aquel gran
suceso, bueno será dar una tijera idea del carác-
ter y cualidades del héroe que entonces tendre-
mos que presentar.


Siendo AJféíeJf de Guardias , y en una de las
temporadas en que iba al Burgo de Osma con li-
cencia para cuidar de sus bienes, como persona
de distinción, considerada en el pueblo por sus
riquezas, y por 1Q distinguido de su casa, pero
poco entendido en los usos eclesiásticos, tomó
asiento para oir misa con comodidad en una de
las sillas del coro de aquella catedral, pero fue,
reconvenido por orden del Obispo, manifestándo-
le que solo estaba concedido aquel privilejio por
bulas pontificias á los caballeros de las Ordenes
Militares. Herido su amor propio, se levantó en
el acto.,. hizo ensillar sus caballos, y se dirijió a
Madrid, renunciando la licencia de que disfrutaba;




ALVAREZ. 11


solicitó de S, M. se le. concediese .el.-tumo de la
merced de hábito militar en cualquiera de las Or-
denes ; y enefecto le fue concedido en la de San-
tiago. Al siguiente año se presentó en el mismo
cabildo del; Burgos y tomó asiento en el coro
para dar lugar al deapique de su amor propio,
repeliendo la reconvención que de nuevo se le
hizo, y que quedó sin efecto, al descubrir la cruz
que adornaba su pecho , y que habia conservado
oculta. .


La frescura que manifestaba en los, peligros
D Mariano; Alvarez, y, de que habla ,D. Miguel
de Haro en su Relación Histérica de la defensa
de Gerona, puede deducirse,de lo que manifesta-
ba en una de las cartas festivas que conserva su
familia, dirijidas á su administrador del Burgo
de Osma en, 14 de Julio de 1779 desde el sitio
deGibral tar , en que dice: «Las últimas noticias
son algo melancólicas, por haber enerado lpsAr-
jelinos algún trigo y vacas en la plaza ; pero para
inas.son los 1 alientos del retador de la calle de los
Izquierdos.».


(*) Aludía á un asunto galante oeurrido en el Burgo de
Osma, en que sostuvo contra los dependientes de la curia
eclesiástica, el puesto que con mal éxito le quiso disputar uno
de sotana.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Prueban estas dos anécdotas su animoso pen-
samiento y su galantería ; lugar tendremos de
admirar su lealtad y su valor en lo que nos resta
que referir de su gloriosa vida , y del fin des-
graciado que tuvo una existencia , que sus ene-
migos debieron haber respetado con la admiración
que infunden los héroes á los corazones jenero-
sos , y el respeto que inspira el valor á los que
son valientes.


Tranquilo y desempeñando las funciones de
su empleo, pasó D. Mariano Alvarez los años que
trascurrieron hasta el gran acontecimiento de
1808, que debia proporcionarle la ocasión de
hacer su nombre inmortal , y venerada su me-
moria. Pasaba entonces algunas temporadas en
Granada, y otras en el Burgo; pero su residencia
ordinaria era Madrid , donde ocupado en el cuida-
do dé su compañía, ocupación no muy pesada en
aquellos t iempos, y-menos en los cuerpos de la
Guardia Beal , que por su particular organiza-
ción no necesitaban de mucha asiduidad de parte
de los jefes , esperaba bajar tranquilo al sepulcro,
contando ya 60 años de edad, y no ambicionan-
do mas grados que el de Brigadier que obtenía
por sus servicios. No se alcanzaban entonces con




ALVAREZ. 13


la facilidad que ahora los empleos y entorchados.
Sin los acontecimientos de 1808, sin aquella in-
justa agresión que dispertó en los corazones los
nobles sentimientos que aun abrigaban los pechos
españoles, D. Mariano Alvarez hubiera termina-
do tranquilo su carrera , si bien gloriosa , con-
fundida con la de tantos otros militares que habían
dado también muestras de lealtad y valor. Pero
sonó la hora del combate, llegó el momento de
hacer pruebas de lealtad y firmeza, y tccóle á
Alvarez en aquella lucha uno de los primeros
puestos en ella, y una posición que colocó su
nombre entre los primeros también que figuran
en los fastos de aquella guerra.


Contaba D. Mariano Alvarez 60 años de edad
en 1808, y se hallaba en Madrid cuando ocupa-
ron las tropas francesas laeapi ta l , y al momen-
to pasó á reunirse á su rejimiento que estaba
en Barcelona, otorgando antes poderes á sus her-
manas para la administración de sus bienes , y
remitiéndoselos con una carta en que muestra su
valor y la jenerosidad de su corazón; les dijo se
encargasen de ellos, porque, «habiendo pisado
los enemigos la capital de la Monarquía, no pue-
do yo residir, decia, sino donde se hallan mis




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


banderas, ni cuidar de otra cosa mas que de Ja
defensa de mi Rey y de mi patria; » Pasó pues
D. Mariano Alvarez á Barcelona, cuando apo-
derado el jeneral francés Duhesme de la plaza
por medio de una infame artèria, quiso posesio-
narse también del castillo de Monjúich -r pero
allí mandaba Mariano Alvarez, dice en tono
solemne uno de : nuestros historiadores. Alzóse
el puente levadizo, coronáronse de tropa las mu-
ra l las , br i l lóla mecha sobre los cañones, apun-
tados á los Franceses qué estaban detenidos en el
glasis, y fueron inútiles todas sus amenazas y
estratagemas. Alvarez cedió solo al mandato es-
preso y terminante del Capitan General del Prin-
cipado, y viósele hacer la entrega del castillo,
centelleando sus ojos de coraje, y maldiciendo las
leyes del honor militar que á tan dura* obligación
le sujetaban. Nò estaban entonces tan relajados
como en nuestros dias los vínculos de là discipli-
na , ni se creían autorizados los militares para
desobedecer las órdenes del Gobierno y de sus
jefes, como ha sucedido después muchas veces.
La resistencia del castillo de Monjuich hubiara
sido ademas inút i l , riues Ocupando los Franceses
la ciudad y sus fuertes, sin provisiones aquel,




AT.VAREZ: 15


pronto hubiera tenido qué rendirse , logrando sólo
arruinar la población que domina, si contra ella
hubiese dirijido sus tiros.


'Teníale el cielo destinado á D. Mariano Alva-
rez Otro sitio menos fuerte, la ciudad de Gerona,
donde debia inmortalizar sü nombre. La entrega
del castillo de Monjuiéh de Barcelona alteró mu-
cho su sa lud; y cuando ya convalecido se disponía
para fugarse de la plaza , se lé qiiíso - obligar á
que tomase el gobierno interino de ella; pero se
negó apoyándose en el mal estado de su salud, y
no sin grandes trabajos y riesgos logró fugarse,
presentándose en Tarragona, desde donde fue des-
tinado á mandar la vanguardia del ejército dé Ca-
taluña eñ él Ampurdan. Lleno de júbilo por verse
libré de la dominación francesa, con las pocas
tropas de que se componía íá vanguardia , acudió
al socorro de la plaza de Rosas, impidió el paso
dé los1 Convoyes enemigos, entretuvo sus fuerzas,
y las Venció no pocas Veces; y encargado por el
jenéral Marqués de Lazan de cuantas empresas
arduas ocurrieron, acreditó en todas sü intelijen-
cia, pericia y valor.


La invicta Gerona habia sufrido ya dos sitios
por los Franceses, qUe tuvieron precisión de levan-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tar tos , no sin gran pérdida, cuando en 19 de Fe-
brero de 1809, la Junta Suprema de Gobierno del
Reino. le nombró Gobernador interino de ella,
teniendo solo á sus órdenes 5,000 hombres escasos
de t ropa , siendo asi que para el servicio de las
fortificaciones se necesitaban de 10 á 12,000. La po-
blación, diezmada por las precedentes desgracias,
ascendía en su totalidad á 14,000 habitantes. Las
murallas maltratadas por las anteriores embestidas
del enemigo, eran en sí mismas muy imperfec-
tas , según la calificación misma del injeniero fran-
cés Marescot, que habiéndolas reconocido escru-
pulosamente de antemano , dijo en alta voz que la
plaza y su principal castillo eran una bicoca. Ig-
noraba empero el franeés, que había en ella el
valiente Alvarez, que. la guarnecíanlos bizarros
Tejimientos de TJltonia, Borbon, 2.« de Barcelo-
na , y otros que tantos valientes han dado a| ejer-
cito español; que la habitaba una población en-
tusiasta y animosa, y que todos eran españoles,
y tenían corazones españoles, indignados de la
alevosía del ataque, y de la destrucción que se
meditaba délos objetos mas caros para e l los , su
relijion y su Rey.


Treinta mil hombres ;í las órdenes de los je-




ALVAREZ. 17


nerales Saint-Cir y Augereau se presentaron nue-
vamente á sitiarla el 6 de Mayo de aquel a ñ o , y
enviaron , según costumbre, un parlamento al Go-
bernador, ofreciéndole condiciones ventajosísimas
si capitulaba. «.No quiero tratar con los enemi-
gos de mi patria, contestó Alvarez, con española
fiereza; decid á vuestro jeneral que en adelante
recibiré á metrallazos á sus emisarios.» Hízolo
asi en efeeto siempre que los Franceses quisieron
entrar en comunicaciones, y el pueblo de Gero-
na , en la ebriedad de su patriotismo, aplaudió con
delirio la tenacidad de su Gobernador, empeñán-
dole todavía mas en la defensa, tan inesperada
resolución. Casi al mismo tiempo publicó un ban-
do imponiendo pena de la vida á todo el que
hablara de capitular ó rendirse; y se intimó á las
tropas que los comandantes de los segundos pues-
tos tenían orden de hacer fuego en caso de ata-
que , contra cualquiera que sobre ellas viniese, ya
fuera español ó francés. Promovió, viendo lo re-
ducido de la guarnición, la formación de siete
compañías con el título de Cruzada Gerundense,
habiendo entre ellas dos de clérigos seglares y
regulares; otra con el título de Reserva ; y ade-
mas la célebre compañía titulada de Santa Bar-


i




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


bara, en la que se alistaron hasta 127 Seño,
ras de todas clases y estados, las cuales acudían
á• los puntos atacados, llevando refrescos á las
t ropas , recojiendo y conduciendo al hospital á
los h e r i d o s / y mostrando en todo el ánimo mas
varonil. En compañía de las Juntas Correji-
mental y Económica, y el Ayuntamiento de la
c iudad, apuró todos los medios de proporcionar
subsistencias, y dictó las mas acertadas y opor-
tunas providencias para la ordenada distribución,
atrayéndose por su bondad , justificación y ente-
reza . el amor y confianza de aque'los habitantes;
quienes en el ardor de su entusiasmo relijioso,
nombraron jeuerah'simo á su patrono San Narciso;
y con el favor del cielo, y el esfuerzo de sus co-
razones, no temieron desafiar detrás de sus débi-
les murallas á todo el poder del vencedor de Eu-
ropa.


En los estrechos límites en que debemos en-
cerrarnos , no es posible dar una detallada noticia
de los hechos heroicos de aquel memorable sitio;
en las descricioues de él publicadas , se hallará
un pálido relato de su lus t re , porque todo debe
ser descolorido tratándose de dar una idea de
tanta brillantez. Basten para muestra del entn-




ALYARbZ. /'•••:'••» 'i 19


siasmo que allí reinaba, del valofc j»neíaY que se­
desplegó, los dos siguientes rasgos históricos.
Llevóse un casco de granada parte del muslo; y
de la rodilla del tambor Luciano Ancio , apos­­
tado para señalar con la caja los tiros de bomba­
disparados del campo enemigo; y al quererle tras»
portar al hospital: « No, n o , dijo el resuelto
mozo, tengo todavía los brazos sanos para tocar
el tambor. •> Un oficial encargado de unía peque­
ña salida, preguntaba en una ocasión á su Gor
berna.'lor adonde se acojeria en caso de retirada:
« Al cementerio » respondió severamente B . Ma­
riano Alvarez. Estas palabras sublimes recojidas
ávidamente por la historia, revelan por sí solas
la entereza de carácter del magnánimo Gober­
nador. • •


Por sus singulares méritos y serviciósfue agra­
ciado por la Junta Suprema de Gobierno dfl
Reino, en 12 de Abril de aquel año , con el empleo
de Mariscal de­Campo; en 24 de Mayo; con el
de Comandante del primer ЪаНаНоп de 'Bicales
Guardias Españolas, y en 2 de Octubre con el,de
Teniente General , por el relevante mérito que
estaba contrayendo en la defensa de Gerona. En
ella se hallaba siempre en todos los combates




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


en todos los trabajos, y corriendo todos los ries-
gos ; todo lo presenciaba , á todo asistía , y su celó
infatigable no le dejaba un momento de descan-
s o , en medio del grave cúmulo de negocios á qué
tenia que atender.


Su traje era regularmente sencillo (*); en los
días de gala'-vestía de riguroso uniforme, y en
todos los demás llevaba bajo de la levita la faja
de jenera l , y el sombrero redondo de copa alta,
con una cinta roja colocada diagonalmente, y en
ella escrito con caracteres negros : Por Fernan-
do Vll\ vencer ó morir. Se desprendió de toda
la lolata labrada que tenia , dando jenerosamente
su product» para ¡a guarnición; no.permitió que
se leesceptuara en el sorteo de los caballos que
se mataban para el abasto, y cuando le cupo la
suer te , dio el mejor de los dos que tenia. Escusó
Cnanto pudo cobrar sus sueldos, con la mira de
que se atendiera á otras nrjencias.


Ya. que de abasto y matanza de caballos para
atender áél hemos hablado, creemos que no dis-


(*) Manifiesto dé cuanto sucedió al Excmo. Sr. Teniente
"Generad). Mariano Alvare7.de Castro, Gobernador de la
plaza de Gerona , desde que quedó prisionero en ella , has-
ta su fallecimiento en el castillo de S. Fernando de Fi-
gnerai.—Var I). Francisco S a t n é , Rarcclona I8I<5.




ALYAKEZ. 21


Rs. v u .


Una gallina 280 á 300
Una botella de vino 40 á 60
Id. de aguardiente 80
Una libra de arroz 30
Id. de p a n . 1 . . . . . . . . . . . 10 á 12
Id. de carne de cerdo. . . . . . . 2 8 ' '
Id. de carne de caballo. . . . . 6 á 8
Id. ' de gato 20 á 40
Id. de jabón. . . . . . . . . . . 64
Una rata ó un pájaro 8
Un tomate ó una cebolla. . . . 4
Una onza de tabaco. . . . . . . 12 " "


Juzgúese pues cuál seria el hambre qué se su-
friría en la plaza, cuánta la aflicción que hubiera
causado én pechos menos animosos , y Cuánta
gloria inmarcesible réSulta para sus'defensores.


(*) Relación histórica dr. las defensas de Gerona en 1808 v
1809.—Por el Mariscal de ¿ a m p o D. Miguel de H a r o . -
Mailrid. 182«.


gustará á nuestros lectores ta inserción de la tarifa
á que se vendían los pocos víveres que algunos
paisanos introducían á costa de sus vidas en la
inmortal Gerona, que acosada por una estrema
necesidad, presentaba una escena lamentable. (*)




22 PERSONAJES ;ffELEBJAES.


Los jenerales españoles se' afanaban por socor-
r e r á los esforzados defensores de aquella invicta
plaza , y el jeneral García Conde logró introducir
en ella un convoy y unos 1,000 hombres dereíuer-
zo , apenas bastantes á cubrir las bajas ocurridas
hasta entonces. Respiró un tanto Gerona al verse
socorrida,, pero solo tenia víveres nara cuatro
meses, y estos habían ya trascurrido, con esceso
en medio, de tantas y tan repetidas proezas; y
para colmo de desgracia declaróse por fin en, el
quinto,mes el hambre y su compañera la peste
del modo, mas horroroso. Agotáronse.las carpes
de caballo;, de mulo y de,,jumento; los soldados
se caian muertos estando de centinela, y los hos-
pitales sin. alimentos, sin medicinas, sin luz y
sin fuego, eran un espacioso a tahud, donde se
amontonaban heridos y, apestados. Comíanse sa-
bandijas, y los mas inmundos insectos , .sñi que
aquellos, desa f í e? , , n l el. ver que,,el cañón des-
morpnaba las,,.murallas,, ,ni..la poca 9 ninguna
esperanza de ^socorro, ni el hundimiento con-
tinuo denlos, .edificios „, : .causado; .ppr los proyec-
tiles que sin cesar arrojaban los enemigos , desa-
l abaron al G q ^ á la decidida guarnir
clon y vecindario de Gerona. « Hijos mios , decia




ALVABJ5Z. , 23


aquel á sus soldados, mas vale morir en la brecha
que uo de necesidad. » Hubo un jefe que eu una
ocasión se atrevió á pronunciar delante de Alva-
rez la palabra capitulación ; perp este interrum-
piéndole -. «¿ Cómo , dijo, solo V. es aqui cobarde?
Cuando no haya otra cosa, nos comeremos á V.
y á los de su ralea, y después resolveré lo que
mas convenga. » (*) Estas palabras las pronun-
ciaba el inflexible jeneral sobre las ruinas de una
ciudad desmoronada, en medio de cadáveres in-
sepultos por las calles, y á presencia de una na-
turaleza que- parecía muerta por todas partes. No
se veían, ya mujeres en cinta en Gerona, falle-
ciendo de inanición hasta el fruto de sus amores
en el seno mismo de su madre.


La plaza entró por último en el octavo mes de
su s i t io , sin haber sido socorrida, ó pesar de que
en vista de su heroísmo se trató de levantar una
cruzada jeneral en Cataluña para volar en su au-
xilio. Pero ya era tarde. En 1.° de Diciembre,
se contaban 10,Q00,cadáveres de soldados y pai-
sanos tendidos en sus fosos y en sus cementerios,
y sus murallas venían á tierra por todas partes á


(*) Tomamos este helio pedazo del articulo biográñco
publicado en el periódico la Alhambra por D . J. de C. y O.




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


los embates de i 40 batería* qué dispararon sobre
la ciudad 70,000 balas y 20,000 bombas y grana-
das. Los Franceses habían convertido el sitio en
bloqueo, y ocupaban uno tras otro los fuertes es-
teriores que dominan la ciudad. No eran ya
hombres sus defensores , reducidos al misera-
ble resto de 1,100 soldados que tenían que eu-
brir siete brechas: eran sombras y esqueletos
ambulantes , y hasta el esforzado, el indomable
Gobernador A h a r e z , achacoso durante todo el
sitio de la fiebre epidémica, postróse al fin en la
cama sin esperanzas de vida el 4 del mismo mes.
Recibió el Viático y la 'Estrema-Uneion, y t ú v o -
sele durante mucho tiempo por muerto', por lo
cual delegó el mando el día 9 en el Teniente de
Rey D. Julián Bolívar. «Postrado Alvarez, pos-
tróse Gerona. Hasta entonces no parecía sino que
aun las bombas en su caída habían respetado tan
grande a lma , pues destruido todo en su-derre-
dor , y los mas de los cuartos de su propia ca-
sa , quedó en pie el suyo, no habiéndose n u n -
ca mudado del que ocupaba al principio del si-
tio. » (*)


(*) Historia del levantamiento , guerra y i revolución de
España.~Poc el Coaüe de Toreno. T . Ilf, lib. 10, paj; 117.




ALVAREZ. 25


Como último testimonio del carácter firme y de-
cidido del jeneral Alvarez, transcribiremos aqui la
única carta suya que existe, dirijida á su her-
mana, que residía en los pueblos de la provincia
de Soria , y llevada sin duda por algún soldado á
quién permitió salir, pues está sin firma ni fecha,
y arrugada como de haber estado cuidadosamente
escondida, la cual hemos visto, y dice a s i : « l ío
sé cual será mi suerte, porque su Divina Majes-
tad me quiere probar con mis males ; no he que-
rido salir porque mi honor me manda morir en
estas ruinas. Blake no me socorre, pero Dios y
mi brazo me socorrerán, y tu hermano será leal
y honrado hasta la muerte. Nada necesito, solo
deseo que estos traidores rompan... . entonces me
pondré bueno. Sé que te persiguen (*), déjalo to-
do y vete.» Estas son las únicas noticias que
recibió su familia durante el sitio , y las que die-
ron posteriormente los soldados que sirvieron con
él y eran naturales del Burgo , de los cuales he-
mos visto á uno mendigando su subsistencia , y
reclamando el auxilo de los descendientes de su


C) Alude á que los Franceses quisieron matarla en el
lugar de Blacos , y sufrió allí las molestias consiguientes á
•u próximo parentesco con el jeneral. ; Cuanta atrocidad 1




26 PERSONAJES CELEBRES.


antiguo jeneral, ya que el. Estado ios tiene eu tal
abaudono.


Siguió, sin embargo la defensa con igual de-
nuedo ; pero agotados todos los recursos, y sin
esperanza alguna de ser socorridos, al fin salió
el brigadier D. Blas Fournas para el cuartel jene-
ral francés, que estaba en Furnel ls , para tratar
de capitulación ; regresó dicho brigadier con el
jeneral francés Rey, jefe del Estado Mayor del
sjército sitiador; firmóse el dia 10 de Diciembre
de 1809 una capitulación honrosa, y el 11 toma-
ron los enemigos posesión de la plaza, quedando
prisionera su guarnición, y siendo conducida á
Francia,, por no haberse verificado el canje que en
la capitulación se estipuló Gerona se defendió he-
roicamente por espacio de siete meses y cinco
dias , y . n o fue Gerona la que se r indió, sino un
montón dé escombros, sepulcro de miles de va-
lientes, y habitados por espectros. «Solo el hambre
y la falta de municiones (escribe un historiador
enemigo) pudieron vencer tanta obstinación. ».(*)


(*) Diario del sitio de Gerona del año 1809.—Escrito en
alemán y publicado en Leipsik en 1812 por A. W . Bucker,
capitán al servicio del ex-Rey de Westfalia.—Traducido al
español por D. Hablo Miranda, Brigadier de los Reaies ejér
ritos y Teniente Coronel de Artillería.- Madrid 1814.




A L V A H E Z . 27


Hemos hablado hasta ahora de las hazañas
militares., de las grandes prendas del)-. Mariano
Alvarez presto hacerlo de su desgraciada muerte,
después de tanta gloria, en un oscuro.^alabozo,
con' mengua y perpetuo baldón de los que: lo per-
mitieron.
• E n t r a d o s , los Franceses en Gerona en virtud
de-la capitulación, y un tanto mejorado Alvarez
en i «a ' salud-, hizo presente, al Mariscal Augereau
que esperaba se le permitiese ir á convalecer á
un pueblo de la costa,, luego que legúese posible
verificarlo. Fue desatendida su demanda, se sepa-
raron de su lado a los oficiales de su Estado
Mayor, menos, á su ayudante Satué , y le tuvie-
ron.casi incomunicado en su alojamiento, con
un guarda de vista. No queremos dejar de decir,
á fuer d e imparciales, que el Gobernador francés
apenas entró en, la plaza envió un recado de aten-
ción al moribundo General, acompañándolo con un
barril de bufen, vino ¿ un : cuarto de carnero y
dos aves m u e r t a s y añadiendo que pidiese lo que
necesitase.; En este estado de cosas, fue visitado
y reconocido con poco miramiento por los facul-
tativos franceses, y convalecido un poco á los
seis días de su entrada en la plaza, solicitó inútil-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


mente que se le facilitasen algunos caballos del
tren de artillería , para que le llevasen á su des-
tino. En la noche del 21 se le intimó eon espre-
siones insultantes que debia ir preso á Fraociay
hasta el punto que obligó á Alvarez á contesta»,
incorporándose en la cama, á pesar de su decai-
miento : « VV. son unos impostores; todas esas
son estratagemas de que se valen los Franceses
para encubrir su perfidia, mortificar é incomodar
al que no han podido hacerle bajar su espada. Me
llevarán como prisionero porque la suerte lo ha
dispuesto asi. i» Sin hacer caso de las fogosas es-
presiones del jeneral , reconociere* su equipaje,
se apoderaron de sus armas , y entre once y doce
de la noche le sacaron en una calesa acompañado
de su ayudante, y escoltado por jendarines, per-
mitiendo que le siguieran dos criados montados.
De este modo llegó á Figueras por la tarde del
2 2 , y lo alojaron en un pabellón del castil lo; y
apenas estuvo en é l , tuvo que sufrir ademas de
sus achaques las impertinentes preguntas y pro-
vocaciones del Gobernador y de los oficiales de
la guarnición, limitándose el esclarecido General
á contestarles: "Si VV. son oficiales de honor,
hubieran hecho en mi puesto otro tanto. » El 23




AlVAREZ; 29


ú las dos de la mañana salió de Figueras en el
mismo carruaje, con doble escolta y dos piezas
de campaña , y llegó á Perpiñaii la noche del mis-
mo dial Sin permitirle bajar del carruaje, fue con-
ducido y encerrado en un miserable calabozo del
Castiliet, cuya vista obligó al General á decir
coa bastante calor ai comandante de la jendar-
mem'a,: «¿Es este sitio correspondiente para un
jeneral? ¿Y son VV. los que se precian de guer-
reros ?—Patientia vvbis necesaria est, contestó
el comandante con marcada ironía.


¡ Seria demasiado difuso el referir detenida-
mente los malos tratos que sufrió durante su cau-
tiverio el invicto defensor de la inmortal Gerona,
sin que sirvieran á contenerlos las reconvencio-
nes que dirijia á sus carceleros., ni la carta que
escribió, al jeneral Augereau. Pe aquel modo,
mal alojado, mal comido, y sin cesar insultado,
permaneció hasta el 6 de Enero de 1810 por la
noche, en que colocado en un coche alquilado á
su costa, le llevaron á Sitaan, donde le encer-
raron en una caballeriza en que habia una peque-
ña estancia de tres pasos poco mas en cuadro,
llena de telarañas y de inmundicia , y donde hu-
biera estado aquella noche, é l , su edecán y su




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


criado sin probar alimento, á no ser por él buen
corazón» del cochero, que les proporcionó'la cena
y un catre y sillas en que sentarse ,• no sinigran
zozobra, Álli permaneció hasta el 8 por la ma-.
ñaña , en que fue trasportado á Narbona, agru-
pándose el pueblo á su llegada para verle. Allí
fue colocado con mas decencia y comodidad, aun-
que con centinelas de vista, en un edificio par-
t icular , permitiéndole ser visitado por las per-
sonas que se presentaron á verificarlo.


Cuando esperaba continuar su marcha para
el interior, el 9 por la mañana se le intimó la
orden siguiente : K El General Alvarez debe volver,
y el edecán no.—¿Con qué me hacen volver?
contestó el General ; bien. Mientras no me vuel-
van al Castillet de Perpiñan, llévenme adonde
les diere la gana .» De este modo; quedó i ¡este
ilustré y enfermo anciano, solo, entregado al 'en-
cono y desconsideración de sus enemigos. Volvié-
ronle al tan temido Castillet, y de alli al castillo
de S. Fernando de Figoeras, donde espiró el dia
22 ó 23 de Enero , en un cuerpo de guardia os-
curo y negro, apareciendo su cadáver espuesto al
público en unas parihuelas, observándose por al-
gunos que su rostro estaba hinchado, y de color




A L V A R E Z ; 31


cárdeno, á la manera de hombrera quien 'han
ahogado ó dado garrote. Era creencia muy je -
neral en aquella época en Cataluña , que • el:
General habia muerto de falta de sueño, no per-i
mitiéndolé dormir sus carceleros, que le disperta-
ban cuidadosamente siempre que lograba conci-
liario.


El Gobierno español quiso averiguar la ver-
dad de tan horroroso hecho, y solo pudo reco-
¡er los datos que hemos indicado, y- entre ellos
ademas el importante de que al entrar el anciano
General en el castillo de Figueras> el dia anterior
al de su muerte , no tenia-grave daño en su salud.
Una de las personas á quienes se pidió informe
aseguró ademas, que pocos momentos antes de
presentarse su cadáver al público , halló á un sa-
cerdote afrancesado que se dirijia apresuradamen-
te al castillo, y que habiéndole preguntado don-
de iba , le contestó: «Voy corriendo á confesar
al Sr. Alvarez, porque en breve debe morir. » Es-
tos son los únicos datos en que la historia puede
fundar su juicio1. Para la mayor parte de nues-
tros escritores el horrible asesinato del Gobernador
dé Gerona pasa por tin crimen comprobado, ' ?
cometido á sangre fria por los jenerales de Tía-




32 PERSONAJES CELEBRES.


poleon. El grave é-. imparcial Conde de Toreno
propende á creer lo mismo, recordando-hechos
pareeidos que mancillan la historia de aquel tiem-
po. El jeneral Haro titubea un poco en darlo por
sentado, en razón á su increíble atrocidad, bien
que dice que la posteridad^» nunca llegará á con-
cebir cómo la nación francesa trató tan inhuma-
na y cruelmente al hombre que por sus grandes
y especiales vir tudes, fijaba entonces y escitará
siempre el respeto y veneración, de Europa. »
Grande era el encono de las tropas francesas,
contra un jeneral que habin heeho perecer en los
fosos de las murallas que defendía, á millares de
ellos, como lo prueba el párrafo siguiente de una
carta que el primer jeneral francés sitiador dirijió
á Alvarez, después de haber mandado hacer fue-
go á un parlamento , en la quele decía: «Es pro-
bable Sr. General que algún dia os arrepintáis
de haberos privado del único medio de comuni-
cación que admite la guerra. »


De este modo pereció tan ilustre General; al
llevar el cadáver al cementerio , los soldados ale-
manes que le conducían, intentaron quitártela sá-
bana mortuoria en que iba envuelto, y viendo
el cura que aquel hecho escandaloso ninguna sen-




ÁI.VABÉZ. 33


(*) V>'naf la nota final.


sacion causaba al jeneral Guillot ni á sus oficia-
les, esclamó: «¿Cómo es esto? Hasta las fieras
respetan los cadáveres: si VV. le quitan la sá-
bana, voy á envolverlo con la capa pluvial.» I.o
que les obligó á desistir de su sacrilego empeño.


El Gobierno español se apresuró á amontonar
honores sobre la memoria del desgraciado cuanto
ilustre defensor de Gerona. Diéronse decretos para
remuner¡.r á sus parientes: Gerona fue declarada
igual en franquicias y privilejios á Zaragoza: ins-
cribióse el nombre de Alvarez en letras de oro
en el salón de Cortes, y el mismo Fernando VIT,
á su regreso á España, mandó al jeneral Casta-
ños que le hiciese á su nombre y espensas unas
honras magníficas de Capitán jeneral de ejército,
las cuales se verificaron con estraordinaria pompa
y aparato en Barcelona en 18f6. Sus restos fue-
ron exhumados y conducidos como en triunfo á
Gerona (*). Cerróse con una verja el inmundo cala-
bozo en que murió, y púsose en su puerta una
inscripción altamente honorífica. En el salón capi-
tular de Granada, á la derecha de la silla de la pre-
sidencia, hay también otra, en la que se leen estas




3 4 PERSONAJES CÉLEBRES.


palabras : à A D . MARIANO A L V A R E Z , NATURAL


DE ESTA CIUDAD , GOBERNADOR DE GERONA, SU


DEFENSOR ESTRAORDINAR1 AMENTÉ HEROICO CON-


TRA LAS TROPAS DE NAPOLEON. — E L AYUNTA-


MIENTO CONSTITUCIONAL DE G R A S A D A : A 1 9 DE


MARZO DE 1 8 1 4 .


Pero á aquella época debia seguirse pronto una
espantosa reacción, y en su consecuencia el Ayun-
tamiento perpetuo de Granada hizo quitar de sus
salas esta memoria, porque en su leyenda se veia
haber sido colocada por el Ayuntamiento consti-
tucional. ¡Como si las glorias nacionales, cual
si los altos hechos y las heroicidades de los hijos
de la pa t r i a , no fueran una propiedad ni un
honroso blason de todos los partidos! Asi per-
maneció olvidada aquella muestra de gratitud,
basta que habiendo sido diputado del ayuntamien-
to perpetuo en los últimos años de su existencia,
el que después fue Ministro de Gracia y Justicia
D. Francisco de Paula Castro y Orozco, sobrino
del General Alvarez, reclamó la colocación de la
lápida en su antiguno sitio. No sabemos si existe
alli en el dia.


El nombre del invicto Gobernador de Gerona
jamás suena en boca de nuestros historiadores de




ALVABEZ. 85


la guerra de la independencia, sin ir acompañado
de grandes y merecidos elojios. Quintana, Pavas,
JXoroña, Veraméndi y cuantos poetas han trata-
do en sus versos los sucesos de aquel tiempo,
dedican algunas líneas á su memoria, y le pre-
sentan como modelo de lealtad y heroísmo. Su
ayudante D. Francisco Satué escribió y publico
su vida; y en las numerosas relaciones históricas
y militares sobre la defensa de aquella famosa pla-
za , en todas apareee Alvarez como una figura
colosal que roba esclusivamente la atención de
los lectores. El jeneral H a r o , testigo presencial
de los hechos, y uno de los que ostentan mayor
imparcialidad en sus juicios, retrata asi en la
obra ya citada el carácter y la persona de Don
Mariano Alvarez: « Era de estatura mediana, de
color moreno, ojos vivos, y una compostura es-
terior que no daba: grande idea de sí al que no
le observaba de cerca: su talento era mediano y
poca su instrucción, pero tenia un conjunto de
apreciables cualidades para el m a n d o , que muy
pocos suelen reunir. Era caballeroso en su modo de
pensar y muy desinteresado; mandaba siempre por
sí, sin que nadie le dominase; se presentaba can
mucha serenidad ealos peligros cuando la necesi-




36 PERSONAJES CELEBRES.


dad lo pedia. Estaba tan empeñado en la defensa
de su plaza, que en todo el tiempo que duró el
sitio no hizo cosa ni habló palabra que no fuese
dirijida á infundir constancia y valor á sus tropas;
pero la calidad que le distinguía, y que le coloca
esencialmente entre el número de los grandes
hombres , es su firmeza de a lma , porque poseía
esta calidad de los Brutos y de los Catones en un
grado eminente. Al principio deseaba que su pla-
za se sostuviese doble tiempo que Zaragoza; y
después que se cumplió este plazo, quería que
durase cuatro^ veces mas su defensa. En donde
la firmeza de los demás se acababa, alli parece
principiaba la suya... Se puede decir que no co-
metió mas falta que la de no haber sabido to-
mar un partido, cuando le avisó Blake en el mes
de Noviembre la imposibilidad de socorrerle. En-
tonces debió, haber salido con la guarnición, aban-
donando una plaza incapaz ya de defenderse; pero
no era dado á - su carácter el variar , y si al fin se
perdió todo, fue siguiendo la carrera de la gloria
y del honor. Merece pues un lugar distinguido
entre los hombres ilustres, y servir de modelo
á todos los mili tares, para que aspiren á imitar
sus grandes y eminentes virtudes.« Tal era el no-




ALVABEZ. 37


ble personaje, cuya biografía nos hemos propues-
to bosquejar. Si hubiéramos querido hacer men-
cion de los grandes hechos , los rasgos heroicos
á que dio lugar la inmortal defensa de Gerona,
nos hubiera faltado el espacio, y hubiéramos
sido inoportunamente mas que biógrafos, histo-
riadores. Hemos querido presentar á la memoria
de nuestros contemporáneos, una de las figuras
colosales entre las muchas que descollaron en la
gloriosa guerra de la independencia. Gerona y
Alvarez son dos nombres de gloria , ambos in-
separables , dignos ambos de admiración y del
profundo y relijioso respeto que inspira siempre
á las almas nobles y jenerosas, el valor heroico
y desventurado. Ningún pueblo escedió á Gerona
en patriotismo y valor ; ningún jeneral escedió á
Alvarez en lealtad y denuedo; ninguna escusa
puede disculpar á los ojos de los contemporáneos,
ni con ninguna podrá hacerlo tampoco la historia
á las jeneraciones futuras, la conducta cruel ob-
servada por los Franceses, y la muerte alevosa dada
á un General, á quien no sus armas sino el destino
y la falta de salud habían vencido.




38 PERSONAJES CELEBRES.


NOTA.


inscripción puesta en el sepulcro de D Mario
no Alvarez. de Castro.


S Q U A L I B U S HIG M C E T A L V A R E Z , NONC LUM1NE PB1VU8,


ÍDEM QUI F O R T I S , c i 'M T C L I T ARMA F D I T .


HlC VIR , H I C EST H E R O S NULLUM MORITURUS IN &\ll>


ClII 8CELER ATA F I D E 3 CERTA VENENA D E D I T .


jETEHNÜM V1VET NOBIS , PASTISQUE G E R E N D * : ,


C C M JUSTJ R E G Í S T O L M T O R ARA P Í A .


H O C WUMQUAM P O T E R I T TEMPUS RETICERIE SEPULCRO :


F A M A , MEMOR S O E C L I S , N O S PERITURA , CANET.


MDCCCXVI.


Descansan aquí las cenizas de D. Mariano Alvarez d
Castro , que fue terror del enemigo cuando empuñó laespa
da: este fue el hombre grande, este el héroe que debí
ser inmortal , y que murió de un veneno q u e le prepar<
la male fe del enemigo. Su buena memoria quedará á lo
venideros: Gerona la celebrará en sus f a s t o s : y para per
p e t o a r l a , mandó «1 Rey D Fernando Vi l er^jir este s t
pu lcro , que perdonará el t i e m p o : y la fama que no perece
transmitirá á los siglos los hechos de tan benemérito Ge
ñera!;—Año de 1816.








M. DE METTERNICH.


La elevación del Principede Metter-
nich no depende del capricho de su So-
berano, s ino de la situación de la Mo-
narquía Austr iaca , que por decirlo así
ha creado él m i s m o , y cuyo grande
edificio sostiene. N o estamos acos tum-
brados á semejante espectáculo entre
nosotros; no comprendemos esa alian-
za de un hombre de Estado con su obra,
esa identilicacion de un pensamiento
y de una vida ; hemos perdido la tra-
dición de ello desde R i c h e l i e u , Maza-
rin , Louvo i sy la grande organización
del reinado de Luis XIV.


C ^ P E F I G U E . — Diccionario de la Con~
versación, articulo Metternich.


Mr. de Chateaubriand ha dicho: (*) « ocupar por
mucho tiempo el primer lugar , permenecer jefe


(*) Congreso de Ferona, t. 1, pnj. 7fi.
I




2 PERSONAJES CELEBRES.


del Gabinete con Soberanos sucesivos, sin variar
en nada el sistema adoptado desde un principio;
aparecer inviolable como un Rey entre todas las
rivalidades cortesanas, denota una dignidad que
no puede ponerse en duda. ¿ Proviene la autori-
dad del jénio del gobernante ó de la medianía del
gobernado? Esto es lo que habría que averiguar en
Mr. de Metternich. » No quisiéramos resolver una
cuestión que Mr. de Chateaubriand no hizo mas
que establecer; nadie duda que entre nosotros,
donde es t án viva la vida política, tan devorante
y está tan mezquinamente atormentada, donde
las reputaciones se adquieren y se pierden en
veinte y cuatro horas , una autoridad soberana y
persistente como la de Mr. de Metternich, seria
un esfuerzo magnífico del j én io , un prodijio, ó
mejor dicho, una imposibilidad. En Alemania, y
principalmente en Austria, se concibe y esplica
esa lonjevidad política. Alli no hay periódicos
hostiles, ni t r ibuna, ni partidos, ni fiscalización.
Bajo aquel despotismo templado por las costum-
bres , que se parece, para servirnos de una es-
presion de Mr. de Pradt , á una espada cuya hoja
permanece encerrada en la vaina y no manifiesta
mas que el puño, la vida pública está siempre en




METTERNICH. 3


una completa calma; uua administración invaria-
ble y activa lo dirije y arregla todo, en medio
del silencio y del misterio. « En Austr ia , dice
Mr. Saint-Marc-Girardin, muchas partes del hom-
bre están satisfechas y tranquilas ; los brazos tie-
nen alli trabajo, el estómago está bien alimen-
tado, y si no fuera que la cabeza está poco tran-
quila cuando se acuerda de pensar, estaría todo
á las mil maravillas. » « ¡Pobre pais, eschma Ma-
dama de Stael, donde no hay mas que felicidad!»
A nosotros, confesamos que no nos bastaría la fe-
licidad Austríaca, y sin embargo nonos desagra-
daría participar un poco de ella.


De todos modos, la posición de Mr. de Met-
ternich, considerada únicamente bajo este pequeño
punto de vista , seria casi una sine cura, y la bio-
grafía poco tendría que ocuparse de é l ; pero sál-
gase de Viena, y recuérdese que desde la sepa-
ración de las dos coronas de Carlos V , jamás ha
presentado el Austria una amalgama mayor de
estados y de poblaciones hetereojéneas ; el Austria
se estiende desde las fronteras de Rusia y de Tur-
quía hasta las playas del Mediterráneo ; tiene un
pie en Polonia, y domina la Hungría, la Bohe-
mia , la Moravia, la Croatia, la Esclavonia , la




í PERSONAJES CÉLEBRES.


G-alitia, la Lombardía, Venecia, los dos Tirolés,
y en una palabra toda la parte septentrional déla
Italia. El Austria, al tiempo mismo que se es-
fuerza por conservar su influencia en el Norte,
gravita con todo su peso sobre el Mediodía de la
Europa; y este grande Imperio, construido de-
prisa y por mano del hombre , cuyos troncos
esparcidos se mueven y ajitan, ¿ quién lo ha crea-
d o , quién lo ha organizado tal cual en el dia
existe, quién lo diri je, lo sostiene, lo comprime
y se esfuerza por darle la unidad de que carece ?
Mr. de Metternich.


En la gran crisis de 1813, cuando la Francia
luchaba todavía, y fluctuaba indecisa la victoria,
¿quién se apoderó de las embrolladas cartas de
aquel juego, quién precipitó el desenlace del dra- """
ma sangriento, principiado en Moscow y termina-
do en Waterlóo ? Mr. de Metternich. ¿ Quién en
fin se ha impuesto la pesada carga de cerrar el
paso al entendimiento humano y contener al tor-
rente democrático ? ¿ Quién es el que recorre sin
cesar el globo con la vista, para descubrir si hay
en algún punto algún Trono vacilante que apun-
t a l a r , alguna tribuna que cerrar, algún jénnen
de libertad que sofocar? ¿Quién ha fomentado




METTEKN1CH. 5


la alianza de los Reyes contra el gran tumulto
de 89 ? ¿Quién se ha constituido el gran preboste
de la Europa? (*) Mr. de Metternich también.
Como se ve , el ilustre Canciller de Austria ha
hecho mucho, y sobre todo no le queda poco
que hacer. Ha tenido su gran parte de acción y
de responsabilidad en todos los grandes sucesos
que han ajitado al mundo, de cuarenta años á esta
parte.


Sin embargo no debe representarse á este te-
naz defensor de las antiguas tradiciones de go-
bierno, bajo la forma de un tirano feroz, dis-
puesto siempre á apelar al cañón ó al Knout, como
última razón de los Reyes. Mr. de Metternich es
un hombre de costumbres dulces , de modales ele-
gantes , i lustrado, sutil é insinuante ; es el Circeo
del despotismo. No trata de oprimir á las masas,
sino de seducirlas, de enervarlas , y en rigor, de
hacerles esperimenter la metamorfosis de los com-
pañeros de Ulises. Vuestros gobernantes , les dice,
os deben proporcional el bienestar, panem et cir-
censes, ahi lo tenéis; libertad civil, tomadla tam-
bién ; libertad política, no la tendréis , eso no vale
nada ; cantad, reid, bailad, vivid bien, sed felices,


(•) Hsprusioncs (Ui Mr. «V Metleruicli . i




C> P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


haced versos, ó muchachos si os acomoda, pero
sobre todo discurrid poco, pues de otro modo os
enviaremos paternalmente á Spielberg, donde no
se está con mucha comodidad. Añadamos que
Spielberg es un medio de gobierno poco usado en
Austria por lo menos, y reservado mas particu-
larmente para la pobre Italia, que solo se somete
á la fuerza y es tratada como pais conquistado.


Tampoco debe exajerarse la al tura, bien eleva-
da ya , de este personaje histórico , y referir con
otros muchos, que data de Mr. de Mettc-rnich para
la política austríaca una nueva era. En primer lugar
aseguran en Viena que Francisco II no era un Rey
tan holgazán como jeneralmente se cree; y después
nada mas invariable que la política austríaca desde
1789 hasta 1814; es una lucha constante contra
la Francia, interrumpida por treguas de corta du-
ración ; lucha de principios primero, y después de
territorios. El Austria no renuncia jamás á lo que
se ve forzada á ceder; vencida, negocia; pero cuan-
do firma una paz onerosa es meditandb una nueva
guerra ; los enlaces y los casamientos suspenden
su marcha, pero no la tuercen jamás ; tal se ma-
nifestó en Leoben después de cinco encarnizadas
campañas; en Luneville, después de la derrota




M E T T E R N I C H . 7


de Hohenliuden; en Presburgo, después de Aus-
terlitz; en Viena, después de Wagrum; y por
último en Praga, después de la desgraciada cam-
paña de Moscow. Alli encontró Mr. de Metternich
trazado el camino, le siguió con maravillosa sa-
gacidad , y con la actitud preponderante pue supo
dar al Austria en 1813, hizo seguramente un in-
menso servicio á su pais.


Clemente Wenceslao, Conde de Metternich-
Wineburg-Ochsenhausen, nació en Coblenza el 15
de Mayo de 1773, de una dé las mejores familias
del pais. La infancia de Mr. de Metternich nada
notable presenta. Únicamente tenemos á la vista
un Taschenbúch (*) que recomendamos á la cen-
sura austríaca, si es que sea severa, lo que no
creemos por lo menos en lo respectivo á fciertos
lados débiles de la vida del Canciller. Dícese en
este Taschenbúch que la infancia de Mr. de Met-
ternich fue estudiosa pero un poco precoz; las don-
cellas que servían á su madre atraian al joven Cle-
mente tantas reprensiones, como elojios le valían sus
triunfos escolares. Su padre era muy induljente y


C¡ L o s Tasclumbucher ( l ibros de bolsi l lo) s o n p e q u e ñ o s
almanaques que s f publicar, anualmente en Alemania y c o n -
tienen algunas veces pajinas m u y interesantes




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


se complacía en reconocer á aquellas señales la
sangre de su raza, y formaba de ellas buenos pro-
nósticos para su hijo: cuando su madre le daba
quejas de alguna travesura amorosa: «lass ihu
gehen; déjalo hacer, decía ; dasioird ein íuch-
tiger Kerl seyn; no será mal perillán.»


A los 15 años el joven Metternich fue enviado
á la universidad de Estrasburgo, donde estudió
con el célebre profesor de Rock, en compañía de
Benjamín Constant Estos dos hombres , á quienes
la fortuna reservaba elevados destinos por dife-
rentes vias , hicieron amistad en los bancos de
la escuela, y creo también que entonces Mr. de
Metternich participaba un poco de la efervescen-
cia de las ideas filosóficas que inflamaba á todos
los jóvenes; en 1790 concluyó su curso de filo-
sofía , y completó en seguida sus estudios en Ale-
mania. Después de haber recorrido la Inglaterra y
la Holanda, pasó á Viena, donde se casó á la edad
de 21 años, con la hija del Príncipe deKaunitz-
Rietberg.


De aquella época data su primer paso en la
carrera diplomática. Encargado de representar á
los Condes de Westfalia, en el Congreso de Ras-
t a d t , se, hizo notable al Emperador Francisco II,




METTEWNICH. 9
que le tomó á su servicio ; le agregó primero al
Conde de Stadion, su Embajador en San Petersbur-
g o , le nombró después su Ministro en la corte de
Dresde; y por úl t imo, en 1806 , le encargó el
represeutar al Austria ea la corte de Napoleón.


El Austria estaba entonces en una triste posi-
ción; arrojada de Italia por Bonaparte, rechaza-
da sobre el Rhin por Moreau, habia intentado re -
hacerse aliándose con la Rusia ; aquella coalición
habia sido rota en Austerlitz. Napoleón habia usa-
do anchamente de sus derechos di vencedor; habia
arrancado al vencido el viejo manto real de los
Césares; habia puesto la mano sobre el cetro de
la Confederación; habia amasado y vuelto á ama-
sar la Alemania á su antojo; habia creado Duca-
dos , Principados y hasta reinos. Habia agrandado
el Wurtemberg , la Baviera y el Ducado de Badén;
habia cortado tela para vestir á cada uno de sus
Lugar-tenientes, y todo á espensas del Austria.
La Prusia á su vez habia querido moverse; el Em-
perador de un salto habia dividido en dos partes
en Jer .a , el frájil y débil estado que se arrastra
como una serpiente á lo largo del Báltico, y la
Prusia habia sido desmembrada, hecha pedazos y ,
dislocada como el Austria.




10 PERSONAJES CELEBRES,


En semejante situación, Mr. de Metternich debia
procurar antes de todo agradar al vencedor , y lo
consiguió completamente; entonces se retrocedía
en Francia abiertamente hacia las cosas de otros
tiempos, y Napoleón había rejistrado los archivos
para desenterrar de ellos antiguos formularios de
etiqueta. El reinado de Luis XIV parecía rena-
cer con todo su esplendor, con todos sus prestijios,
con todas sus pomposas puerilidades, menos la
gracia aristocrática de que se puede prescindir, pero
que se adquiere, y que produce siempre mal efecto
cuando es postiza.


El joven Embajador de Austria, reuniendo á
las ventajas de su cuna la mas seductora presencia,
las formas mas distinguidas , un entendimiento
agudo, facilidad en el hablar , elegancia y suntuo-
sidad en las costumbres de su vida, tuvo un éxito
prodijioso; se lo disputaban en la corte, y las mis-
mas Princesas de la familia Imperial no desdeña-
ban sus obsequios; y aunque se aparentase mucha
severidad sobre la etiqueta, el puritanismo exis-
tia solo en la superficie, y el color del Directorio
se traslucía en aquella sociedad del Imperio llena
de afeite. Mr. de Metternich supo doblegarse bien
á la circunstancia; su misión era agradar, y la




METTEIINICH. ¡ 1


desempeñó con mucho celo: podrían escribirse vo-
lúmenes con todas las aventuras galantes sucedi-
das ó achacadas al diplomático Austríaco ; léanse
las numerosas memorias á que han dado lugar las
celebridades femeninas de aquella época, y apenas
se encontrará una que no encierre un tierno re-
cuerdo dirijido á Mr. de Metternich.


Bien recibido por Napoleón, que le consideraba
como la espresion del sistema francés en Austria,
pudo estudiar Mr. de Metternich al hombre que
movia al mundo según su voluntad, y adivinar
algunas veces los misteriosos resortes que daban al
mismo el primer impulso. El Embajador insistía
entonces fuertemente en fundar entre la Francia y
el Austria un sistema sólido de mutua seguridad
contra la Rusia. La entrevista de Erfurth frustró
sus proyectos ; Napoleón y Alejandro se hicieron
recíprocas promesas , y se trató por un momento
de dividir la Europa en dos partes. Persuadida el
Austria que seria sacrificada, se dirijió á la Ingla-
terra que la instaba á romper el tratado de Pres-
burgo ofreciéndole subsidios. Principiaban ya á
exasperar los espíritus de las poblaciones Alema-
nas , las numerosas vejaciones que habían tenido
que sufrir. El Austria creyó llegado el momento




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de tentar de nuevo la suerte de las armas; antes
de estallar sin embargo, quería esperar á que Na-
poleón estuviese completamente comprometido en
España ; organizáronse misteriosamente inmensas
levas de hombres , Mr. de Metternich recibió orden
de agradar mas que nunca, y de mentir con toda la
serenidad de un diplomático. Entonces hubo entre
el sutil Austríaco y Mr. de f hampagny un juego de
astucia en el cual este último quedó completamen-
te burlado. Cuanto mas secas é insignificantes eran
las notas oficiales del Austr ia , tanta mas ar-
diente simpatía y mas sincera adhesión respira-
ban las confidenciales presentadas por Mr. de Met-
ternich. Napoleón mismo se engañó. Sin embar-
go el Austria vacilaba aun ante una declaración
de guerra. El 25 de Marzo de 1800 recibia Mr. de
Metternich del Conde de Stadion, en'.onces pri-
mer Ministro, una carta concebida en estos térmi-
nos : « Observo con pesar que se enfria el entusias-
mo jeneral ; temo mucho que se gaste con esperar;
haz pues de nuevo que te echen, pues aqui
jamás sabrán tomar un partido decisivo. » Por
ú l t imo, el 9 de Abri l , en el momento en que el
Emperador llegaba á la frontera de España para
sostener el trono de José, el Austria se decidió ú




M E T T E R N I C H . 13


pasar el Ynn, y á principiar las hostilidades atacan-
do á la Baviera , enriquecida con sus despojos, y
aliada de la Francia.


A la primer noticia de aquella inesperada agre-
sión , Napoleón corrió á París , y furioso por ha-
ber sido engañado por Mr. de Metlernich, mandó
sencillamente á Fouché que le hiciera conducir á
la frontera por dos jendarmes ; la orden era dura,
porque al fin, si siempre se habia de decir la ver-
dad , ¿ de qué serviría la diplomacia ? Fouché que
creia útil tener amigos en todas partes, se contentó
con hacer escoltar la silla de posta del Embajador
por un capitán de Jendarmería.


Dos meses habían trascurrido apenas, y el Aus-
tria aniquilada en Wagram, pedia la paz de rodi-
llas ; El Monitor proclamaba que la casa de Lo-
rena habia cesado de reinar; declaración jactan-
ciosa, irrealizable, que ninguna consecuencia tuvo,
pero que Napoleón debia algún día pagar caro. Gra-
cias á la habilidad del Conde de Bubua, y sobre to-
do á las instancias de Mr. de Metternich, vuelto ya
al favor de Napoleón, después de largas conferen-
cias en Schcenbrunn, firmóse por último la paz en
Viena; nuevas cesiones de territorios y enormes
contribuciones de guerra pesaron sobre el vencido.




1 ¡ PERSONAJES CÉLEBRES.


En aquella época, en 1810, después de fir-
mado el tratado de Viena, fue l lamado Mr. de
Metternich al puesto de Canciller de Estado y
Presidente del Consejo. A su alrededor estaba el
horizonte mas sombrío que nunca ; la casa de
Lorena no habia dejado de reinar, pero sí perdido
su influencia en Alemania Napoleón, por decirlo
a s i , la habia reducido ya á su menor espresion
por el tratado de Presburgo, a fin de engrandecer
á sus vasallos los Príncipes de la Confederación,
y el tratado de Viena le arrancaba los últimos res-
tos de su poder en Italia. Abatida el Austria, ago-
tada de hombres y dinero, oprimida por todos la-
dos , por el inmenso Imperio francés, que se esten-
dia desde las orillas del Báltico hasta los Pirineos,
parecía haber renunciado definitivamente á todo
pensamiento de acudir á las armas.


En tan difíciles circunstancias. emprendió
Mr. de Metternich realzar á su país, adhiriéndole
mas íntimamente al vencedor: Grtx.Ha capta fe-
rum victorem coepit. (*)


No tardó en presentarse la ocasión, y el Can-
ciller de Estado se ap-ovechó diestramente de ella.


-i Mi casamiento con María Luisa es lo que me lia per-
dido» decin Napoleón en Santa Elena,




METTERNlCl l . 1.")


Napoleón, después de su divorcio con Josefina, bus-
caba entonces qué raza antigua de Europa tendría
el honor de continuar la suya; se inclinaba á una
hermana de Alejandro; el Gabinete de Viena se
interpuso en las negociaciones; Mr. de Schwart-
zenberg , entonces Embajador en Pnrís, tuvo en-
cargo de dar esplicaciones sobre este punto ; pro-
púsose un casamiento, arreglóse en el mismo dia,
y Mr. de Metternich en persona condujo á la hija
de los Césares ai lecho del soldado triunfador.
Mucho conmovió á la Rusia aquella preferencia.
Principiaba ya la frialdad á reemplazar las protes-
tas de Erfurth ; aglomeráronse las nubes por aquel
lado; y la espoliacion del gran Duque de Oldem-
burgo, las exijencias del sistema continental im-
puesto á la Rusia, y mortal para sus intereses
comerciales, acabaron de romperla alianza. Na-
poleón se decidió á marchar á la dictadura uni-
versal , y se declaró la guerra.


El Austria se puso naturalmente de parte del
que creia mas fuerte, sin comprometerse sin em-
bargo tan completamente en la disputa, que le
fuera imposible una metamorfosis en caso de der-
rota. En el tratado de París , 1 4 de Marzo de 1812,
se estipuló que habría entre S. M. el Emperador de




Ifi PERSONAJES CELEBRES.


los franceses, y S. M. el Emperador de Austria,
amistad, unión y alianza perpéhia (bella frase de
cancillería que á nada obliga ; todos los tratados
se hacen asi.) El Austria debió dar un continjente
de 30,000 hombres.


En la parte secreta del t ra tado, y en su ar-
tículo 7 , se dice que en el caso de tener la guerra
un buen éxito, S. M. el Emperador Napoleón se
compromete á proporcionar al Emperador de Aus-
tria indemnizaciones que no solo compensen los
sacrificios y gastos de este último en la guerra,
sino que sean un monumento de la unión íntima
y duradera que existe entre los dos Soberanos. La
Prusia se apresuró también á entrar en la alianza,
y 60,000 soldados de todas las naciones de Eu-
ropa pasaron el Niemen.


A los seis meses, apenas quedaban 40,000 hom-
bres de aquel ejército; aquellas fantasmas descar-
nadas, estenuadas por el hambre, arrecidas de frió,
se arrastraban hacia la Alemania que las recibía
por todas partes con miradas sombrías y feroces,
y se preparaba á aprovecharse del gran desastre
de los Franceses, para sacudir el yugo. La defección
del General Prusiano de York acababa de entregar
el ala izquierda de los franceses; el jeneral Aus-




1UETTEKN1€«. 1 7


triaco Schwartzenberg se ponía á su vez en comu-
nicación con el enemigo, y descubría el ala dere-
cha ; Alejandro habia pasado el Vístula ¿ el Rey
de Prusia se había arrojado en sus brazos, y los
vencidos en Jena corrían á las armas.


El Austria intacta, lejana , menos comprome-
tida que la Prusia, procedió con mayor circuns-
pección, y aqui aparece en todo su brillo la ha-
bilidad diplomática de Mr. de Metternich.


Napoleón, dejando á su espalda los restos de
su ejército, aparecía de nuevo en París, imper-
turbable y como engreído de tener que luchar al
fin contra la fortuna. Pidió mas: soldados á la:
Francia, y esta le dio los últimos:; volvió á pasar
el Rhin con 300,000 hombres, y puso al Gabinete
de Viena en situación de llenar las condiciones
del tratado de París. Mr. de Metternich contestó
que su Soberano era masque nunca adicto al.Em-
perador, y que la alianza era eterna como los
motivos que la crearon; y al mismo tiempo daba
orden al Comandante del continjente Austríaco de
negarse á obedecer las instrucciones que se le die-
sen de parte de Napoleón; y tras de las monta-
ñas de la Bohemia se reunían y armaban apre-
suradamente 200,000 hombres. El Gabinete in-




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


glés, constante en su odio implacable, envió á Lord
Walpole á Mr. de Metternich, ofreciéndole si que-
ría entrar en la coalición, la restitución de las
provincias Ilíricas , el restablecimiento del antiguo
Imperio Germánico, toda la Italia, y 10.000,000
de subsidios. El astuto Canciller dio oidos á aque-
llas proposiciones, envió á Londres á Mr. de Weis-
semberg, con el pretesto de disponer la Inglaterra
para la paz ; apresuró mas y mas la organización
de sus t ropas , y por ú l t imo, estrechado en sus
últimos recintos por Mr. de Narbonne, que le
obligaba á esplicarse, declaró «que la alianza ha-
bía cambiado de naturaleza, que el Austria ele-
vaba su simple intervención á la actitud de una
mediación armada, que desde entonces en ade-
lante iba á aparecer en la escena como parte prin-
cipal , y que se ponía en estado de sostener su
nuevo pape), organizando fuerzas respetables (*).»
Añadiendo sin embargo qué aquella nueva acti-
tud no destruía el tratado de París : solo lo sus-
pendía para dar al Gabinete mediador mas liber-
tad para negociar la paz entre las potencias be-
lijerantes.


Aquella posición, tomada de repente por Mr. de
(*) Despachos de Mr. ríe Narboniw.




METTERMCH. 1 9


Metternich, era en alto grado hábi l , ya que no
enteramente leal; el Gabinete Austríaco, de sim-
ple aliado, espuesto á las contingencias de la guer-
ra ^ se «onvertia en arbitro de aquella gran con-
tienda ; arbitro desinteresado en la apariencia,
pero muy dispuesto á sacar partido de su papel.


El tratado de: Traehenburgo acababa de añadir
á la triple coalición un nuevo enemigo, la Suecia;
las victorias de Lutzen y Bautzen, que fueron es-
tériles por la escasez de caballería de los Fran-
ceses, habían sin embargo reanimado un poco sus
negocios, y concluyóse un armisticio en Pless-
witz. El Gabinete mediador propuso abrir un Con-
greso en Praga bajo su presidencia , y la Rusia y
la Prusia , deseosas de arrastrar al Austria á la
coalición, se apresuraron á aceptar : Na peleón,
aunque incomodado de la preponderancia que se
abrogaba su antiguo aliado, se resignó también
á ello.


Algunos dias antes de abrirse el Congreso, tuvo
lugar en Dresde , entre Napoleón y Mr. de Metter-
n i c h , aquella famosa conversación que no con-
tribuyó poco á causar un rompimiento por parte
del Austria : muchos escritores han hablado ya
de elia desnaturalizándola, y sentimos que la falta




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


rfc espacio no nos permita darla íntegra. Hé aqui
algunos fragmentos que tomamos del relato del
Barón Fa in , testigo ocular.


Mr. de Metternich había pasado á Dresde, lle-
vando una carta particular de su Soberano , en
contestación á las proposiciones hechas por Napo-
l e ó n , al cual la entregó el 28 de Junio, en una
audiencia particular que se prolongó hasta el dia
siguiente. -«¿Con que estáis aqui , Metternich?
dijo Napoleón al verle. Seáis bien venido; ¿pero
si deseáis la paz , á que venir tan tarde? Ya he-
mos perdido un mes y vuestra mediación se vuelve
casi hostil á fuerza de ser inactiva... Os he adi-
vinado, Metternich ; vuestro Gabinete quiere apro-
vecharse de mis embarazos, y aumentarlos cuanto
sea posible, para recuperar el todo ó parte de lo
que ha perdido; la gran cuestión para vosotros
es la de saber si podéis hacerme pagar el rescate
sin pelear, ó si necesitareis alistaros decididamente
en las filas de mis enemigos. Aun no sabéis bien
cual de los dos partidos debe ofreceros mas ven-
tajas, y tal vez no venis aqui mas que á averiguar
lo mejor. Pues bien, vamos á ver; tratemos: con-
siento en ello; ¿qué queréis?»


Este ataque era v ivo, y Mr. de Metternich




METTEHNICH. 2 i


llamó en su ayuda un aparato de frases diplo-
máticas. «La única ventaja que el Emperador mi
amo anhela adquirir, es la influencia que daría
á los Gabinetes de Europa el espíritu de mode-
ración, el respeto por los derechos y posesiones
de los Estados independientes, de que él mismo
está animado, etc., ect. »—«Hablad mas claro, dijo
Napoleón interrumpiéndole; vamos al objeto, y no
olvidéis que soy un soldado que sabe mejor romper
que doblegar. Os he ofrecido la Iliria para que
permanecierais neutrales: ¿os acomoda? Mi ejército
es suficiente para hacer entrar en razón á los Rusos
y á los Prusianos, y solo os pido vuestra neu-
tralidad. »


« ¡ Ah ! Señor, contestó Mr. de Metternich con
viveza, ¿ por qué se ha de quedar V, M. solo en
esta lucha ? ¿Por qué no duplicar sus fuerzas?
Podéis hacerlo, Señor , pues solo de vos depende
el disponer enteramente de las nuestras.»


A estas palabras decayó el tono de la conver-
sación, y el Emperador condujo á Mr. de Metter-
nich al gabinete de los mapas. Después de un
intervalo bastante largo, esclamó nuevamente:
«¡Cómo! ¡no solo la l l i r ia , sino la mitad de la
Italia y la Polonia! ¡El abandono de la España!




2 2 SOPEKN4JES CÉLEBRES.


¡y la Holanda! | y la Confederación del tthin! ! y
la Suiza ! ¿ esto es lo que llamáis el espíritu de
moderación que os anima? En resumen,, vosotros
queréis la Italia, la Rusia quiere la Polonia, la
Suecia quiere la Noruega , la Prusia quiere la
Sajonia, y la Inglaterra quiere la Béljica y la
Holanda. En una palabra, la paz es solo un pre-
tes to , y no aspiráis todos á otra cosa sino á la
desmembración del Imperio Francés. ¡ Y el Aus-
tria , sin luchar , sin siquiera sacar la espada , se
lisonjea de hacerme suscribir á semejantes con-
diciones! |Sin sacarla espada! ¡Semejante pre-
tensión es un ul traje! [Y mi suegro esquíen acoje
un proyecto t a l , y él el que os envia!.. ¡Ah!
Metternich, ¿ cuánto os ha dado la Inglaterra
para decidiros á representar este papel contra mí?»


No siendo posible contestar á tan insultantes
palabras, Mr.• de Metternich cambió de color-
Siguióse un profundo silencio , y continuaron pa-
seándose apresuradamente. El Emperador, con la
viveza de sus molimientos , dejó caer su sombre-
r o , y pasaron repetidas veces por delante de él-
En otra situación cualquiera, Mr. de Metternich se
hubiera apresurado á levantarlo... el Emperador
fue quien lorecojió... Entablóse de nuevo la con-




METTERNICH. 23


versación en tono mas calmado, y el Emperador,
al despedir á Mr. de Metternich, tuvo cuidado de
decirle que la cesión de la Iliria no seria su úl-
tima palabra.


Mr. de Metternich salió con el corazón ulce-
rado ; á pocos dias se abrió el Congreso en Praga,
y pasóse el tiempo en pueriles discusiones de
forma y etiqueta; espiró el armisticio, y el 10
de Agosto de 1813, la declaración de guerra del
Austria, redactada y firmada por Mr. de Metter-
n ich , dio á conocer al Emperador que es peli-
groso no saberse dominar á sí mismo, y que la
colera no sustituye á la fuerza, á los ojos perspi-
caces de un diplomático.


Preciso es decirlo, para ser justo y exacto.
Napoleón sabia vencer é imponer condiciones;
pero no sabia negociar, y sobre todo conformarse
al papel de vencido. Los dos años d e l 8 1 3 y 1814
brillan con grandes hechos de a r m a s , pero pre-
sentan de parte de la Francia una debilidad de-
plorable bajo el aspecto diplomático. Evidente-
mente conocía el Emperador que la unión del
Austria á la coalición, iba á anonadarle, y era
su interés impedir á todo coste que se declarase
contra él. ¿Podia hacerlo? Cuestión es esta que




24 PERSONAJES CHLKKHES.


rauchos han resuelto negativamente. No hay
duda que el Austria estaba poco inclinada hacia
é l ; no la hay tampoco, como lo confiesa Mr¿ de
Metternich mismo en su manifiesto, en que
los aliados y su Gobierno estaban ya reunidos
por principios, antes que los tratados hubieran
declarado su unión. Habia en todas las pobla-
ciones de Alemania una fermentación tan gran-
de , un odio tan pronunciado contra el nombre
francés, que el Austria no se hubiera atrevido,
no hubiera podido bajar á la arena para pelear
al lado de Napoleón. ¿Pero podia conseguirse
la neutralidad del Austria, y en consecuencia, su
intervención directa, activa y eficaz para poner
paz entre los contendientes? Basta tener ojos
para no dudar de ello. La cuestión en aquella
época era una simple cuestión de territorio, y
nada mas. Los Franceses estaban acampados en
pais enemigo; este era el mas fuerte, y pedia
verse libre de ellos. Arrimados los Franceses á
sus fronteras con los 200,000 hombres que les
quedaban, aun hubieran dictado la paz; pero
Napoleón se hacia ilusión á sí mismo, y des-
pués de Moscou hablaba en el mismo tono que
después de Austerlitz. Cuando la Francia agota-




METTEKNlCFf, 25


da pedia á voces reposo; cuando cada victoria
le costana millares de hombres, que ya no se
reemplazaban;: euando sus enemigos se reforza-
ban sin cesar con tropas frescas, la oprimían
con sus masas, y arrojaban sus tropas sobre el
Rhin ; cuando la traición estallaba en todas par-
tes en sus filas, el Emperador se sublevaba con-
tra el destino, ambicionaba, como lo ha dicho
después, cual verdadero poeta, la gloria de los
reveses, y proponía seriamente á la Europa ar-
mada , tratar con ella bajo el pie del statu quo
ante bellum, es decir, devolviendo á la Prusia
un pais dislocado y sin fronteras, al Austria un
Imperio desmembrado», á la Alemania un Pro-
tectorado on?roso, y á la Rusia trabas comer-
ciales. Por un momento le presentó Mr. de
Metternich un ultimátum concebido en estos
términos: la disolución del Ducado de Varsovia,
dividido entre la Rusia , la Prusia y el Austria
(Dantzick para la Prusia), el restablecimiento de
las ciudades libres de Hamburgo y de Lubeck;
la reconstrucción de la Prusia con una frontera
sobre el Elva; la cesión hecha al Austria de
todas las provincias Ih'ricas, inclusa Trieste (*).


(*) Véase fl manuscrito de 1813 por el Barón F a í n .




2G PERSONAJES CELEBRES.


Napoleón convino en algunos puntos , pero que-
ría conservar á Trieste, y exigía que Dantzick
permaneciese ciudad l ibre; eu una palabra, su
contestación llegó la noche del 10 al 1 1 ; ei tér-
mino de la mediación del Austria se habia fija-
do al 10, y habia aparecido el manifiesto de
Mr. de Metteruich. Era preciso oír a l a Rusia , y
ya era demasiado tarde.


Después de la horrible carnicería de Leipzig,
de la declaración de Francfort, y de la invasión
del territorio francés, abrióse un Congreso en
Chatillon; Napoleón aceptó las bases propuestas,
pero también alli disputaba sobre los detalles.
El Duque de Vicencio recibió en un momento
carta blanca para tratar á toda costa y evitar
una batalla, que era la última esperanza de la
Nación francesa; verificóse aquel combate, y las
milagrosas victorias de Brieune, de Champau-
bert , y de Montmirail, cambiaron las disposi-
ciones del Emperador. Escribió al momento al
Duque de Vicencio, encargándole que nada fir-
mase sin orden suya , porque, decia, «solo yo
conozco mi posición. — Es preciso hacer sacri-
ficios, se apresuró á contestarle el Duque de
Vicencio, es preciso hacerlos á tiempo; si no




METTERNICH. 2 7


tenemos cuidado, se nos escapará la ocasión
como en Praga. Esta negociación, no me can-
saré de repetirlo, no se parece á otra alguna.
Es hasta totalmente opuesta á cuantas V. M.
lia dirigido hasta ahora , y distamos mucho de
poder dominar. No se quiere mas que un pre-
tes to , y si no nos decidimos á tomar el partido
que las circunstancias exigen, todo se nos esca-
pará. Suplico á V. M. reflexione el efecto que
producirá en Francia el rompimiento de las
negociaciones, y que pese todas sus consecuen-
cias. »


Estas palabras del Duque de Vicencio, no
eran otra cosa que la reproducción exacta de
Jas cartas confidenciales que Mr. de Metternich
le dirigía. El Canciller de Austria, preciso es
hacerle esta justicia, era entonces sincero par-
tidario del sosten de la dinastía Napoleónica;
sus nacientes desconfianzas de la Rus ia , y los
vínculos de familia que unian al Emperador con
su Soberano, hacian muy natural aquel senti-
miento; veía engrosarse la tempestad; princi-
piaba á faltarle la preponderancia que había
ejercido del lado allá del Rhin ; la Inglaterra
se pronunciaba en favor de los Borbones; la




28 PERSONAJES CELEliKES.


Rusia se inclinaba á lo misino, y Napoleón luchaba
todavía, exijieudo la evacuación del territorio antes
de hacer ningún tratado «El Emperador Napoleón,
decia Mr. de Metternich, nos hace escribir nove-
las, y no comprende el peligro de su situación.»
Por último, París abrió sus puertas al Príncipe
de Sehwartzenberg , y mientras Francisco II y su
Ministro se habian detenido en Dijon, por no asis-
tir á la toma de la capital en que reinaba María
Luisa , el Emperador Alejandro, rodeado de una
intriga cortesana, y en presencia de una nación
casi indiferente por cansancio , zanjó la cuestión
dinástica.


Mientras se trató de proseguir la victoria, es-
tuvieron los aliados completamente unidos; no asi
enteramente cuando fue preciso repartirse los be-
fícios. Cada potencia volvió entonces á sus inte-
reses particulares, á sus simpatías y antipatías na-
turales. Nos falta espacio para hablar detenida-
mente de aquel gran meneo dado á la Europa en el
Congreso de Viena, interrumpido un instante por
los Cien-Dias, y continuado después de Watterlóo;
la Francia fue mutilada , la Sajonia espoliada, la
Prusia quedó estrañamente constituida, la Italia
atada de pies y manos, fue entregada al Austria,




METTERIÍICH. 29


(*) Mr. de P r a d t , Congreso de Ficta, t, I , páj. 302.


despedazada la infeliz Polonia, y la Béljica unida
por fuerza á la Holanda. El acta federal de 8 de
Junio , destruyendo las promesas liberales de las
proclamas de 1813, volvió á construir para la
Alemania el antiguo damero feudal, y la Rusia,
estendiéndose al través de la Polonia, alargó sus
brazos basta la Prusia. De tal modo, que el Abate
de Pradt pudo decir con razón; «La guerra de
la independencia de la Europa contra la Francia,
ha acabado por sujetar la Europa á la Rusia. Pío
valia la pena de cansarse tanto.» (*)


Desde 1815 , Mr. de Meternich se ha dedica-
do constantemente á sostener su obra, conmovida
por frecuentes sacudimientos. Las asociaciones de
las Universidades no se habían disuelto después
de la victoria, y la Burschenschaft se habia es-
tendido como una red por toda la Alemania; la
Italia se ajitaba ; levantábase en Ñapóles una tri-
buna ; el Piamonte - destronaba á su Rey; la Es-
paña ponia trabas al suyo; la Polonia temblaba
bajó su triple yugo; las calles de París estaban
ensangrentadas por las sublevaciones; por do quie-
ra se ajitaban los pueblos. Casi al mismo tiempo




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


los dos atentados aislados de dos fanáticos, Sand
y Louvel, (*) despertaron á losReyesque se ador-
mecían en su seguridad, y se celebraron Congresos
en Carlsbad, en Troppau y en Laybach. Decla-
róse en este último á los pueblos « que solo per-
tenece á los Soberanos conceder y modificar las ins-
tituciones, siendo únicamente responsables á Dios
de sus actos.» La efervescencia universitaria fue
comprimida, cerrada la tribuna de Ñapóles, in-
vadido por el Austria el Piamonte , y mas adelan-
te, en Verona,se encargó el Ministerio Villele.de
destruir el Gobierno representativo en España.
En 1824 Mr. de Metternich fue hostil á la causa
de los Griegos. El hombre de Estado veía desde
lejos á la Rusia tan amenazadora ya, engrande-
cerse á espensas de la Turquía. Los sucesos pro- **
barón que había previsto bien; y cuando en 1829
la Prusia ofuscada acuñaba medallas, en honor
de los triunfos de su temible vecino v Mr. de Met-
ternich , de acuerdo con la Inglaterra, se ocupaba
activamente en detener á Diebitch en su marcha
sobre Constantinopla,


La revolución de Julio en Francia espautó un


(*) Asesino el primero de Kotsebne, y el segundo de!
Duque de Bejrv .




METTEriNICH. 3 1


momento á Mr. de Metternich, y no sin razón;
pero tranquilizado Lien pronto por la dirección
pacífica dada allí á los negocios, se resignó con
bastante buena voluntad á reconocer á un Rey
elejido. Solo podemos recordar aquí para memoria
la insurrección de la Romana, la ocupación y eva-
cuación de Ancona por las tropas francesas, y por
fin después, el último reciente tratado firmado en
Londres entre el Austria , la Prusia, la Inglaterra
y la Rusia contra el Bajá de Ejipto y con esclu-
sion de la Francia. Si es cierto, como lo anuncia la
Gaceta de Jugsburgo, que esta nueva coalición se
haya formado á instancias del Gabinete de Viena,
confesamos que nos cuesta trabajo entender á
Mr. de Metternich. ¡Como! é l , que penetraba
tan bien en 1824 los proyectos de la Rusia ; él,
que tanto ama la paz, que con tanto celo ejerce
la policía de la Europa; é l , que sabe que apenas
queda en Alemania otro Galophobo que él mismo
y Mr. Menzel, que de consiguiente una guerra
contra la Francia no seria ya una guerra de na-
cionalidades, sino de principios, y que el primer
cañonazo disparado en el Rhin haría saltar hecho
pedazos el frágil edificio levantado por el Congreso
de Viena; él, hombre sabio, prudente, hábil ¿es-




:>2 PERSONAJES CÉLEBRES.


ponerse sin mas, ni mas á tales peligros ? ¿ Qué
le hemos de hacer ? Mr. de Metternich no es ya
joven , cree tal vez que la Europa está aun poco
cansada, y pudiera respondernos como respondió
un dia á un sabio a lemán, que le reconvenía de
haberse ocupado demasiado de arreglar, vijilar é
inmovilizar lo presente, y no lo bastante en pre-
parar el porvenir : «después de mí, el diluvio /»








\ c .


D. MATEO J. ORFILA.


t Se concede de mejor gana á un
lioniure el ser á propósito i ara los em-
plpos que no tiene, que no se le encuen-
tra apto para los que ejerce. »


i iBor.HF,rorc*rLT.


Cuando remos á . u n hombre colocado en una
situación elevada y honrosa, y alcanzada por él
solo y por medio de un asiduo trabajo, nos in-
clinamos á creer que aquel hombre está dotado
de una grande voluntad y de una brillante in-
teligencia; y a pesar del Dios te dé fortuna, re-
frán ordinario de los simples y de las inferioridades




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


envidiosas . que no ven ó no quieren ver mas que
la casualidad ó diestros manejos en las recompen-
sas justas , nos queda á nosotros, que somos im-
partíales , la certeza de que esos grandes hombres,
no comprendidos y desconocidos, que intrigan
contra los pequeños, ilustres, y célebres, ó son
gentes muy miserables, ó individuos á quienes
apasiona un antagonismo-particular.


Nos sugiere estas reflexiones el haber estudiado
la vida entera del Doctor Orfila, y haber buscado
lo que sus enemigos podrian echarle en cara. Basta
para tenerlos haber adquirido alguna fama; pero
si no existiesen enemigos que tienen á la inteli-
gencia en acecho, dispierto y en guardia al ta-
lento, el hombre que hubiese adelautado perma-
necería demasiado tranquilo, olvidaría los esfué^1*^"
zos pasados , habría retroceso. Es sabido que dis-
puestos aquellos siempre á coger al paso el primer
error que se escape, lo aumentarán á su placer,
lo enseñarán con triunfo, y si su pequenez y de-
bilidad no les permite hacerse, oir de todos, lo pre-
gonarán de mil maneras.


Hay im medio sin embargo de ser hombre de
primer orden, y no tener enemigos. A un hom-
bre se le perdonará con gusto su superioridad, sino




OUFILA. 3


aspira á otra cosa; es decir, con la espresa con-
dición de que ocupado únicamente de las cues-
tiones mas abstractas de la ciencia, bienhechor
de la humanidad, útil para todos, será inútil
para sí mismo ; con la condición de .que siempre
olvidado, jamás alcanzará á él la remuneración;
con la condición en fin de que verá tranquila-
mente distribuir á los demás, títulos y empleos,
contentándose él con haberlos ganado. ¡Oh! en-
tonces , cuando no quede duda que no tiene mas
que mérito , pero que en ningún caso le será per-
mitido competir con los monopolistas de digni-
dades, entonces no habrá inconveniente en re-
conocer que tiene talento ; se le elogiará , has-
t a s e le exagerará, con la misma facilidad en-


fomiadora con que se alaba sin medida á los muer-
tos , porque no pueden hacer sombra á ios vivos.


Pero si tiene el sentimiento de su dignidad y
de lo que vale; si no contento con poseer la ciencia,
deja traslucir deseos de querer adquirir una po-
sición honrosa y ú t i l ; si tiene bastante energía
para atravesar como un dardo esa masa compacta
que obstruye todas las avenidas; si adelanta en
fin, puede estar cierto deque tendrá envidiosos,
de que lo que debe al saber se atribuirá á la




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


in t r iga , y de que los que de frente no pudieron
impedirle el llegar á la cumbre que ambiciona-
ba, no dejarán, cuando la ocasión se presente,
de darle una zancadilla para hacerle perder el
equilibrio.


Entre los adversarios de Orflla hay algunos, á
quienes ni la vergüenza ha contenido, que han
apelado á la calumnia para hacerle acusaciones,
a que no contesta un hombre honrado, y á que
hace justicia el público. Nadie ignora lo que de
ellos debe pensar, y no queda manchada la mo-
ralidad de aquel á quien atacan odiosas imputa-
ciones ; pero no por eso es menos triste pensar
que hombres de saber, que poseen cuanto es ne-
cesario para ser respetables, se ensucien hasta el
punto de publicar miserables libelos, en queT^e"
descubre el odio en cada linea, y donde se ve
•que el escritor se ha violentado, para decir lo que
no podia pensar.


Mateo José Orfila nació el 27 de Abril de 1788,
en Mahon, en la Isla de Menorca. Sus padres sin
ser r icos, disfrutaban de cierta comodidad , de-
bida al comercio á que se dedicaban. En 1802
fue preciso pensar en darle colocación, y deci-
dió la familia que José Orfila entraría en la raa-




OBFILA. 5


riña. Poco después se embarcó el joven en clase
de segundo piloto en un pequeño buque mercante
que recorría las costas del Mediterráneo^


Seguramente nada podía hacer creer todavía
que se ocultaba bajo la chaqueta del piloto, una
toga de Decano de la Facultad. Es ademas cosa
sabida que Orfila tiene el talento de no ocultar á
nadie todo lo precaria que fue su juventud; y
cada d ia , al proteger á sus cofrades, prueba que
también é l , á pesar de su trabajo y de su supe-
rioridad , recuerda cuan útil le fue el patronazgo
de un sabio ilustre , arrebatado demasiado pronto
á su agradecimiento.


Muchas novelas ofrecen sucesos menos estraños,
situaciones menos difíciles, menos imprevistas en


^Tdesenlace, que la vida que contamos; y para
aquellos que han asistido á esa continuación de
luchas entre, el talento y la for tuna; para los
testigos de las victorias conseguidas por la tena-
cidad del hombre que se ha dicho á sí mismo:
trabajaré, adelantaré; para estos es una satis-
facción ver la suerte , obligada á ser jnsta una
vez, dejarse arrancar por la perseverancia , lo
que tan frecuentemente niega , aun á los mas dig-
nos: un nombre y una posición.




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


Véase pues á Orüla, «obedeciendo pasivamen-
te á los impulsos de familia » á bordo de un bu-
que , soñando ya sin duda otra existencia, y
preguntándose tal vez si no estaba llamado á
otro fin.


En 1805 se decidió su porvenir. Abandonando
la carrera naval , pasó á Valencia, estudió con
pasión lo que él mismo habia elegido, y al año
siguiente obtuvo el primer premio de física y de
química. Desde entonces no puede ya ponerse en
duda su vocación; ve abierto ante sí un hori-
zonte de trabajos, pero de celebridad ; le obstru-
yen las dificultades, y las ataca de frente. Joven,
y con esa naturaleza meridional de tan tenaz
voluntad, con esa organización que se endurece
con las dificultades, no se espanta Orilla porTo^*-*1


obstáculos ; verlos, es querer vencerlos; pero para
vencerlos es preciso estar en su presencia, y el
ex-piloto no estaba en situación de subvenir á los
gastos de su traslación y del complemento de sus
estudios. Redobla su trabajo, se hace notar , y
esto es lo que queria ; en virtud de un informe
de sus progresos, decide la Junta de Barcelona
enviarlo á Paris á estudiar las ciencias naturales,
señalándole 6,000 r s . ; él ve la ocasión favora-




ORFILA. 7


ble, pasa por Madrid, y el 9 de Julio de 1807
entró en Paris.


Diez meses hacia que Orfila estudiaba en aque-
lla ciudad , cuando un acontecimiento imprevisto
hizo mas embarazosa su posición. Estaba escrito
que aquellos años, que para tantos otros son dias
de placer, serian para él uu tiempo de pruebas
siempre renovadas. El 2 de Mayo de 1808 la
Francia declaró la guerra á España. En aquella
edad y en aquellas circunstancias, podían tal vez
afectarle poco las disputas de los dos Gobiernos,
pero suprimiéronse los 6,000 rs. de pensión, y
esto le tocaba mas de cerca. No recibiendo otros
fondos para vivir y pagar los gastos de sus es-


^ d ^ s , su situación era crítica. A los 20 años,
estrangero, perdido en un país que se convertía
en enemigo, ardiente siempre en seguir el cami-
no que se habia trazado, con una constitución
escelente, y sin dinero, debió sin duda hacer pro-
fundas reflexiones. Acordóse, entonces mas que
nunca , de que tenia un tio comerciante en Mar-
sella. Manifestóle su situación, y el digno parien-
te le dio un auxilio casi igual al que acababa de
arrebatarle la guerra; con la condición sin embar-
go de que cesaría todo envió de fondos en obte-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


niendo el diploma de Doctor. Lo importante para
Orilla era conseguir aquel título ; para lo demás
contaba solo consigo mismo, y tenia razón.


Continuaron pues sus estudios siempre labo-
riosos , coronados siempre de buen éxi to; y al
fin después de los mas brillantes exámenes, llegó
á la última prueba, la Thesis. Se graduó de Doc-
tor. En muchas circunstancias de la vida hay
una miserable cuestión que domina á las demás
con toda su brutal pequenez, la del dinero; y
Orfila pudo conocer entonces su imperiosa tiranía.


Con distinción, con un esterior abier to, un
gran saber sin pedantismo , un inmenso deseo de
utilizarlo, y por últ imo, como complemento agra-
dable de cualidades mas serias, una voz que dio
después lugar al siguiente juego de palabras : ? ^
>t' avait pas trouvé la voie de la fortune, il
eut trouvé la fortune dans sa voix; con esto bien
podia soñarse en un brillante porvenir ; pero era
un porvenir, y se trataba de vivir de presente.
Orfila no tenia mas que S E I S F R A N C O S con los cua-
les debia llegar á ser Par de Francia.


Tal fue sin embargo el punto de partida del
Doctor Orfila ; y mas de una vez ha debido re-
cordar sonriéndose aquellas primeras miserias,




0 R F I L A . !)


llenas siempre de encanto cuando lian pasado.
Seguramente, fue necesario una voluntad Ur-


iñe, una especie de presentimiento profético, para
persistir , cou la incertidumbre de buen éxito, en
permanecer y vivir en París. Principió dando un
curso de química , que le salió b ien , bajo los
dos aspectos de la utilidad inmediata y futura.
Sus discípulos le dieron á conocer. Habia entre
ellos Beclard mayor, Julio Cloquet, Edwards, á
quienes esperaba también una celebridad mereci-
da ; sus palabras teuian ya algún valor , y asi
fue que les creyeron cuando hicieron el elogio
de su joven maestro, con la ardiente elocuencia
de la amistad. A este principio de fama debió
Orilla su introducción en la sociedad, que gustó
^nflStó" de su persona, de su talento y de su voz.


Esta aptitud para la música, le había hecho
contraer relaciones con uno de los mas célebres
escultores de Francia, y dio lugar á su casamien-
to con la Señorita Lesueur en 1815.


A pesar de no habersenaturalizado hasta en 1819,
puede considerarse á Orfila como perteneciente á
la Francia desde 1816 , pues desde esta época da-
tan sus últimas relaciones cou lu España. En
efecto , había ofrecido ponerse á la disposición de




10 PERSONAJES CÉLEBHES.


(') Profesor de Química en Madrid.


Id Junta de Barcelona, según estaba comprome-
t ido; pero se le contestó que los gastos de la
guerra habían empobrecido la ciudad, para que
pudiese hallar los fondos necesarios para la en-
señanza que Orfila se proponía establecer. Por otra
parte, llamado á Madrid en reemplazo del profe-
sor Proust (*), antes de aceptar propuso al Rey
un sistema que pronto hubiera dotado á la Es-
paña de todos los profesores de química de que
carece. No se aceptó la propuesta, y de consiguien-
te el Doctor Orfila quedó libre de todo compro-
miso.


En 1816 fue también cuando le nombra-
ron médico de Luis X V I I I , título mas honorí-
fico que provechoso, puesto que solo valía 1,500
francos , que ademas no recibió Orilla hasta d o r
años después de su nombramiento. No estaba
sin embargo sobrado; pero entonces, como des-
pués , se ocupaba poco del dinero, siendo una
escepcion laudable de nuestra época fiscal, en
que el talento es rara vez desinteresado, y se re-
baja por demasiado calcular.


Pero si no habían llegado aun las riquezas para




OHt'ILA. II


Orilla, estábale al menos abierto el camino de los
honores. Protejido por Mr. Dubois, llegó en 1819
á la Facultad , donde tenia marcado su puesto
por sus estudios especiales sobre la medicina le-
gal, que profesó hasta 1823, en que se hizo car-
go de la cátedra de química. En 1820 habia
sido nombrado miembro de la Academia de Me-
dicina.


En 1830 volvió á empezar para Orflla una
venturosa serie de honores y dignidades: nom-
brado decano de la Facultad, fue al siguiente
año miembro del Consejo general de los hospi-
tales y hospicios civiles, y después del Consejo
general del Departamento ; no era esto solo, re-
crtñósu carta de gran naturalización , y el Con-
cejo Real de la Instrucción pública se lo agregó
en 1834, en reemplazo de Mr. Guenau de Mussy,-
Ia cruz de oficial de la Legión de honor com-
pletó aquella serie de prosperidades; y por úl-
timo fue promovido á la dignidad de Comendador,
ínterin se preparaba el sitio que reclama en el
Luxemburgo.


Acabamos de enumerar las recompensas con-
cedidas al Sr. Orilla, y examinaremos ahora los
trabajos que á ellas le han hecho acreedor. Al-'




12 PERSONAJES CELEBRES.


efecto es preciso estudiar sucesivamente lo que lia
hecho y lo que es, como Médico, Legista y Quími-
co , como Administrador y como Catedrático ; y
aun añadiremos dos palabras como hombre político.


Como Médico, Legista y Químico, los títu-
los del Sr. Orilla son los siguientes:


Publicó en 1812 un Tratado de venenos ó
Toxicologia general que causó una viva sensa-
ción en el mundo médico. El inmenso número
de esperimentos sobre los animales, las teorías
químicas espuestas con claridad, la apreciación
razonada de los diversos contra-venenos, hicieron
pronto de aquel trabajo una obra elásica para los
alumnos, y un guia seguro para los prácticos.
El Instituto de Francia lo aprobó y cscitó al au-
tor á continuar sus investigaciones. (*) < í f i>3í


(*) La clase de ciencias físicas y matemáticas del i n s -
tituto , encargó á MM. P ine l , Peroy y Vauqnelin el exá
men de esta o b r a ; Mr. Vauquelin es tuvo encargado de los
informes sobre las cuatro partes de aquel trabajo. Dare-
mos es trados de dichos informes.


Sobre la primera parte. . . « Faltaba á la medicina y á
la jurisprudencia un tratado completo sobre esta materia.


« Era pues necesario, para componer un libro sobre
este a s u n t o , tal cual lo permiten los actuales conocimien-
tos , entregarse á uua serie de investigaciones muy nume-
rosas y del icadas; el Sr. Orlila lia tenido el valor ds em-
prenderlo , y se propone continuarlo hasta el grado de
perfección que le sea posible alcanzar, etc .




O R F I I . \ . 13


En 1816 aparecieron dos volúmenes en octavo,
bajo el modesto titulo de Elementos de Química
médica. No eviste todavía obra alguna que pueda


a El modo como el Sr. Orlila ha desempeñado la pri-
mera parte , hace desear vivamente que trate las demás
con el mismo cu idado , y las publique luego de concluidas.
Entre tanto , creemos que el primer volumen m e r é c e l a
aprobación de la clase.—Firmado. — P I M E L , P E H O Y , V A U -


O O E M N , Relator.—La clase aprueba e! informe y adopta
las conc lus iones . -El Secretario perpetuo, caballero del I m -
perio , G. CrjviF.n. »


Sobre la segunda parte.
«...Siendo las investigaciones de que el Sr. Orlila ha


compuesto la segunda parte de su obra de una aplicación
tan frecuente, tan inmediatamente útil para la conserva-
ción de la vida de los hombres , y para la medicina legal;
la manera sencilla y metódica con que el autor ha tratado
este interesante a s u n t o , las penalidades y disgustos que
acompañan a esta clase de trabajo, inducirán fácilmente á


^ l a c l a s e á conceder'e permiso para publicar, con su apro-
" ^ T p ^ ^ r ^ e s t a segunda parte de su Toxicologia , instándole


á que redoble s a celo para tratar con el mismo esmero la
tercera, que debe contener los venenos vejetales y anima-
les.—Firmado, etc. »


Sobre la tercera y cuarta parte.
«...Para componer estas dos últimas partes de su obra,


ha hecho el Sr, Orlila mas de ochocientos esperimentos,
y se ha ocupado constantemente de este trabajo por es-
pacio de tres años. Ha tenido precisión muchas veces de
pasar noches enteras cuidando á los animales sujetos á
los ensayos , y lia necesitado mucho valor para vencer la
repugnancia que acompaña á tan triste oficio; por últ imo
ha debido gastar sumas considerables ptra comprar los
animales y preparar los venenos cuyos electos ha dado á
conocer. Las dos primeras parles de esta interesante obra




14 PERSONAJES CELEBuES.


reemplazar á esta para los alumnos de medicina.
Modificada y aumentada en cada edición, repre-
senta en el dia el estado de la ciencia y todas
sus numerosas conexiones con la medicina (*). Se
lian agotado seis ediciones, y esta obra está en
el dia en tres volúmenes.


En 1820 publicó el Sr. Orfila tres volúmenes


han obtenido el éxito mas favorable en Alemania, en In-
glaterra y en Italia. Estas nociones han confirmado e!
ju ic io formado por el Ins t i tu to , como puede verse en los
diarios científicos que han dado cuenta de ellas.


«Esperamos que estas dos últimas partes, no menos In-
teresantes , y que han exijido ademas mayor sagacidad y
cuidados, serán asimismo bien acojidas por los sabios , y
aumentarán el aprecio que el autor merece. — Fi rula-
dos etc. , »


(*) Véase un estracto del análisis que sobre esta, obra
se imprimió en el Diario universal de tas ciencias


« . . .Un tratado de Química médica puede infundir sos-
pechas , y si el t ítulo de la que anunciamos puede desper-
tarlas , su lectura las disipará. El Sr. Orilla sabe resistir
al imperioso ascendiente que ejerce sobre los mejores enten-
dimientos el objeto habitual de sus estudios y meditaciones;
y aunque profesor de química, permanece constantemente
médico. Contiene siempre la química en los límites que debe
respetar.


La obra del Sr. Orlila será útil al m é d i c o , que en-
contrará reunidos muchos conocimientos que se vería obli-
gado á buscar en obras diferentes, y que se le presentan
en esta con el orden y medida que distinguen al químico
acostumbrado á ver la naturaleza en otra parte que en su
laboratorio.»




0 E F 1 L A . tá


(*) Los Archivos generales se espresan asi sobre las Lec-
ciones de medicina legal.


de Lecciones de Medicina legal, en las cuales
se encuentra la contestación á cuantas cuestiones
pueden suscitarse sobre este importante asunto.
Esta obra tuvo un grande éxito cuando apareció.
¿Quién ademas estaba en mejor situación que el
Sr, Orfilá para enriquecer esta parte de la cien-
cia ? Llamado con frecuencia ante los tribunales
para ilustrar la justicia sobre los hechos mas os-
curos y dificultosos; habiendo sido este ramo de la
medicina la ocupación de toda su vida , á él perte-
necía comprobar la exactitud*delos hechos sentados
por todos los que habian escrito sobre la materia.


Poco satisfecho de algunas soluciones, se en-
tregó á numerosos esperimentos, á investigacio-
nes muchas veces penosas, que le permitieron


^ Ü m r ^ u e s t í o n e s del mayor interés. Todo lo que
tiene relación con la violación, con la viabilidad
del feto, con los afixiados por submersion y sus-
pensión, con la historia de las heridas, de las
manchas de sangre, del envenenamiento, fue tra-
tado por él de un modo infinitamente mas pre-
ciso y completo de lo que hasta entonces se ha-
bía hecho (*).




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ha publicado ademas el Sr. Orfila dos volú-
menes sobre las Exhumaciones judiciales, com-
puestos con Mr. de Lesueur, y por último una
multitud de Memorias y otros trabajos: sobre la
existencia del Picromel en los cálculos biliarios;
Socorros que deben, darse á los envenenados;
Cuestiones relativas al alumbre calcinado; de la
acción de los sulfuras de arsénico, de plomo,
de cobre y de mercurio sobre la economía ani-
mal ; Respuesta á los Burgo-Maestres y Eche-
binos de Brujas sobre los medios de reconocer
la presencia del sulfato de cobre en el pan;
Memoria sobre la sangre considerada bajo el
aspecto médico legal; Nota sobre ios efectos del


«...El libro del Sr. Orfila está escrito con claridad y con-
cisión Encierra , en el menor número de pág inás"p^^j^
todo lo positivo que presenta la ciencia. Ha sabido librarse
del escollo en que han caido algunos autores de medicina
legal de nuestra é p o c a , que mirando bajo un falso punto de
vista las funciones de médico esperto , y pareciendo abogar
casi siempre, por los acusados , pretenden que la decisión
médica debe ser negativa, cuando no puede ser completamen-
te alirmntiva ; independientemente de la luz que ha espar-
cido sobre un gran número de cuestiones con sus propias
investigaciones, el autor habrá servido úti lmente á la cien-
c ia , imprimiéndole una marcha severa, que no se advierte
en los tratados de medicina legal anteriores al suyo, é in-
dicando los vacíos que presenta todavía , en vez de esfor-
zarse en llenarlos y disimularlos con razonamientos sutiles
é hipótesis gratuitas.




J '-i O B F I D A í • ' 1 7


s u m a -de>la hipemane'ymantAnitu i\de1 Limo);
Sobre:las medios de ¡comprobar Ja:,existencia
dei-.antimonio ¡ del cobre ¡y del plomo >en ta
mezcla de .diferentes líquidos;,Ojeada sóbrelos
trabajozJiebhos en química y ¡ en. farmacia¡ Nota
sobre ei envenenamiento pqr el óxido (Manco de
arsénico ( 1 « 2 4 ) . . . . ; ¡ .


Todas estas iavesíigacíones se insertaron en
las Memorias, ó en los diversos periódicos de
medicina * ,-asi como las siguientes: 'Investiga-*
clones sobre los numerosos casos de medicina
legal,sobré el Opio, la Morfina,: él* Acido.
Cyanhydrico, él Sublimado ¡corrosivo,, el In-
fanticidio, ect., etc; y por último , sus esperi-
mentos.enteramente nuedoá sobre los Envenena-


^QtMUBITpor el arsénico.
Fácil, es comprender la imposibilidad;de ana-


lizar tan numerosas producciones. >en un» publi-
cación de esta clase. No las hemos CitadóModaS;
pero hemos querido citar un número bastan*
le crecido para que pudiera juzgarse s i , como
algunos ha» d icho , , el Sr.. OrfiJa: no; i ha- justifi-
cadocon-bastantes trabajos .médicos* la..posición
que ocupa ;en la Facultad de París.


Como Administrador.
2




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Desde 1." de Mayo de 1831, dia de su ins-
talación como Decano, el Sr. Orfiia ha desple-
gado un verdadero talento y una rara solicitud
para la administración de la escuela. Su favor,
su t iempo, su inteligencia, todo lo lia empleado
en servicio de cosas positivas, de mejoras mate-
riales, que solo él tal vez podia obtener. Hé aquí
una sucinta enumeración de ellas.


La facultad poseía un jardín botánico redu-
cido, y demasiado pequeño en proporción al
número de los alumnos. Por medio de la eesion
de aquel te r reno, hecha á la Municipalidad de
París , para prolongar por él la calle Ratíne,
obtuvo el Decano del Gobierno un terreno siete
veces mayor al Este del criadero del Luxem bur-
go. Aquel terreno se destinó á un nuevo~jaf§3p
de botánica médica, infinitamente mejor, que el
antiguo bajo todos aspectos, y del cual han po-
dido disfrutar los alumnos desde principio de
1835.


No conten'o con haber ganado en el cambio,
el Sr. Ori l la ,que conoce perfectamente lo que
el dinero Vale, cuando no se trata de él, habja
vendido muy bien á la Municipalidad el terreno
citado en 310,000 francos, y ademas se había




0 8 FILA.. 19


hecho conceder otros 300,000 fraseos por el
Ministerio. >


•-. Ccm• -esto*- fllü',000' francos son;.can los- que
se ^bslesantado veir-el; solar del antiguó edilicio
de S. Cosme, el hermoso Hospital Clínico que
está' enfrente1 de la: Escuela; per». esta suma,
aunque muy considerable, no hubiera:.sido su-
ficiente si el Sr. Orfila no hubiese obtenido de
la administración de los hospicios qué tomase á
su cargo unos 200,000 francos á que ascendían
los gastos de mueblaje de dicho hospital.


Alli fue donde,, bajo la dirección de Mr. Dur
bois, instituyó una clínica de partos, de-que ca«
recian hasta entonces los alumnos de cuarto año,
p a r a l a , prueba oral que hace parte del quinto


f S l n l W * Otros dos profesores ¿ MM. Rostan,
para la medicina, y Cloquet para la cirujia,
ejereitan también allí á sus alumnos en el Diag-
nóstico directo.


Pero de todas laa mejoras é instituciones nue-
vas que deben su nacimiento ó desarrollo á los
incesantes desvelos-del Sr. Orfila; ninguna le ha
adquirido mas justos títulos al agradecimiento
de Ja Escuela , que la instalación del > Museo-Du-
puytren. Rn este asunto desplegó el Sr. Orfila




20 PERSONAJES IGBLEBBES.


t a n t » i agüióad: como celo, ,-yiel ésit*' correspon-
dió á su perseverancia. .••..'•<


Dapnytrcn' : 1 había • legado •. por su - testamenlo
200,000 francos para la creación de una cátedra
de •Anatomía i patológica j ciencia que él mis-
mo ¡l iabia profesado1 por tanto ' t iempo; mu-
rió sin- modificar su: legado, en conformidad á su
propia-i intención,'y á la idea que le habia.su-
geridn-tOrfila;, de formar,, en v e z d e una•, cáte-
dra^ u n museo que llevase su nombre. Pues
bien: Orfila emprendió y consiguió realizar ¡i
un t iempo el proyecto deDopuy t ren y el i suyo:
hubo una 'cá tedra y un museo. ¿Pero cuantos
pasos.'tto.tuvó, que dar tanto con el Consejo uni-
versitario eonio con los herederos d e . Dupuy tren
para conseguir aquel resultado?


¡Por últ imo, mientras la influencia.del Decano
arraticaba la aquiescencia del Consiejoy el hom-
bre del mundo insistía para lograr nuevos; sa-
crificios''del yerno de. Dupuytrenj y obtenía
13,000 francos mas-que se necesitaban: para lle-
var enteramente á cabo el '• proyecto. - .


!f;El :diaf»2,:de :JuliO' de 1835, se decretó: la.
creación del Museo* Dupuy tren que á-tos pocos
meses estaba en estado.de servir para el estu-.




dio.* :H»y­!en'­­# una.'inmensa^ colección* del las
altefaeiónes¡orgánicasyy> de las anomalías dé' con*
formación .primitiva: ; ' r t ' 1 . • • i í . r ' : ­¡l­


Este Museo, ' llenando \\W inmenso' vaábyfaa
hecho <№ servMoí'irabortttnte "á >fa humaBíidadí'y
á los jóvenes médiéos:'a"si es1 que ei'Bomljre de
Orflla es en este punto inseparable def >de tou­
puytten:' es decir; acreedor al mismo «preaío.


ÍBasta • también visitar ahora <losi edificios­­des*
tinados' a l a s disecciones» ¡ yencontrarlos xpérfed*
lamente ' ventilados, ­enlosídos ene declive1;1 p r o '
vistos de fuentes; 'guarnecidos d e !iwesas>ide¡­hier­>
ro 'fijasi y consérvadosiponiúltimo^coKilBíTfltiyor
limpieza, pirra 1 ,conocer icaán.felizmentei deben
injliiñyjn la salubridad generaldel"baírrk>, y en
í a^a lud de los numerosos ahimhos qne Iosi fre­
cuentan, pabellones; establecidos de ^aquel modo:
Y no dudamos asegurar que <se debe esterhénei­'
ficio á la dirección dada por el Decano. •!!•


Sin embargo, no se limitaron: aceito'lasi 'úti­
lesi fundaciones del: Sr. Orfilai 'Convencido de
q u e el estudio de ; la química quedar ía ' inconv
pleto mientras se limitase, para el estudíate
te.j a conocimientos teóricoBj.hiio p»epara«' un
local . donde pueden ejercitóme constanteMiente




22 PERSONAJES I CÉLEBRES.


en las manipulaciones; químicas doscientos aquili-
nos dé primero y segundo • año,, eon el objeto
de prepararse para el primer eJsámén, queeom-
prende principalmente la química. Sus ensayos
son dirigidos alli por Mr. í.esueur, químico lle-
no de" saber , nombrado gefe de los trabajos
desde 1838 ' ;


E a resumen:, sin grabar en,nada la caja/de
la Escuela:, el Sr. Orilla lia encontrado empleo,
de diez años á esta parte; .para una suma de
810,000 francos; y,esta cantidad es por sí sola
uu elogio para u n Administrador,


Terminando en fin <este Cuadro, tan honroso
para el Sr. Orfiln, .no debemos olvidar, que fue-
ra de Ja Escuela, ha eomrHéíado su misión de
hombre útil á todos, fundando, hace " y a ' l í é Í F
años, una Sociedad ¡de Socorros Mutuos para los
médicos. En ! 4840 fue reelegido Presidente de
aquella asociación.' >


No vacilamos ¡además en decir que se deben
á las medidas provocadas por.el Sr. Orfila, todas
las garantías de saber d e ; los jóvenes médi-
cos.


Antes de él bastaban para obtener el título
de Doctor, el diploma de Bachiller en artes,




DRFILA.


cinco exámenes de un cuarto d e hora ó veinte
minutos cada u n o , y una thesis á elección del
alumno. Gracias al Decano, se necesitan ahora,
los diplomas de Bachiller en artes y de Bachiller
de la Facultad, para aspirar al doctorado; luego
cinco exámenes de • tres cuartos de hora cada
uno , ademas 'para el segundo (Anatomía), una
preparación anatómica, y esperimentos sobre el
cadáver, en presencia d e los profesores;;para el
cuarto (Materia médica, Terapéutica, Medicina
legal, Higiene), un informe médico legal y fór-
mulas farmacéuticas presentadas y redactadas en
la misma sesión; para el quinto, el interrogato-
rio de los alumnos en el lecho del enfermo; el
examen de un casd médico y otro quirúrgico


^ f a himno tiene que indicar delante de sus jue-
ces, cuál es la enfermedad—diagfióstico—su pre-
sunta marcha, su probable resultado*^ pronostico
—y en fin, lo que debe hacerse para curarla ó
paliarla—y qué tratamiento debe seguirse para
ello): en fin, la última prueba, la thesis, se
sortea ahora. Se proponen al candidato cuatro
cuestiones sobre diversos ramos de la medicina,
lo que no escluye la posibilidad de tratar un
asunto de su elección; y ademas debe responder




l ' E R S O N A J E S U CELEBRES.


el alunmo á ; cuanto - tiene ;r«Iatíon ¡comía- inedi-
étóta ¡¡entera* •' •}.-•.•> , , , , „ • , . „ . , .;\.„., . . . . . . t u r .


i ; i ' ¿ S O B i estas, en-.efecto;-garantías ¡ile ; saber ?iSin
duda! El alumno' puede: aoertaií -Unaisez^hasta
dos veces; .saberífpOcoiiyiresponderMal cuál ; pero
no ser feliz enhocó ¡exámenes, que se enlazan, que
dependen; unos de» ¡otros, s i n q u e - seafi,posible
estudiw?- dí.últhno-no, sabiendoiiel-,pri*net:o<!.,y el
tercero; sjai-sabeí el ségündoí et*: Lo• jrepetiiipf«i6>
tanto' utos cuanto, algunas: gentes *strañas,.ú> la
ciencia carece q>ue-en i este: época tienden áitnei
nospreeiarlá ; ; eu la actualidad-, no ; pued*..'Jlegwse
á, ser .Docter , en < medicina, siendo n un : ignorante:
JMo hay una cabrera, en que-sean ten, numerosas
las pruebas como en- la carrerai módica, ni: una
escuela; en, Europa donde sean tan-numirosSs^f'


difíeiles como en, la facultad- de, París.: < i ,
, MÜsta consideración, iqué, á| primera wwta par»,
rece d e - poeo valor,, tiene sin. embargo- «una in-
mensa importancia: ¿¡enántos: jóvenes médicos lae
vuelven, una-vea,obtenido,su diploma, a..ejercer»
el ante en ciudades y lugares .distantes del cen-
tro v disponiendo asi de la existencia de algunos,
millares de individuos? ¿Tío es pues indispen-
sable que estén á la altura dé l a ciencia tal .cual




• OllUflAí •>••! US


se i profeso en el dia-? No hay tdudíi, »quea pesa»
de estas,'buenas institucioiiésv ; no 1 todos seráft
grandes-médicosy por la variedad' de ! inteligáa-
cks; y capacidades j pero si solo' algunos- tienen
el genio médicoy todos tendrán ahora ta práeláoa
y.-el saber;-Esta inmensa mejora es^debidá al
Sr: tírfila. • :•- -:••> :.' : i' - i ' -" >•><


Aun cnahdo no sea una cosa qtío- pueda en-"
vanbcer mucho,: debemos decir para ser'justos
que* ei Sr.' Orfila está seguramente dotado de una
rara.íkmeM 1 de carácter. »Í '.


En 183. . . , con motivo de un concurso* para una
eátedira vacante, los alumnos descontentos dé la
elección de: los jueces, habían manifestado su
oniniorr .rompiendo los! cristales ¡, derribando las


^sBertas- y desgarrando las ropas, como s e ha her
eht> siempre en todos tiempos; en casos semejan-;
tes. Resonaban en l el patio y . bajo.; las<; ventanas
del Decano ios gritos de viva y de nouerav'iel tu-
multo'iba aumentando, y podía dudarse aeerea:
del ¡partido que se debia tomar. ;Ef Sr. ¡ Orfila
bajó y se presentó á los alumnos, >y con palabras
de una enérgica moderación, trató de inducirlos
á los sentimientos de respeto, debidos á la deoisiou
de sus profesores. No examinaremos ahora de qué




26 PERSONAJES iCKI.EBHES.


parle estaba.la razoni; -pero seguramente había
algún mérito en colocarse de aquel modo con
calma, sin cólera y sin jactancia., ante masas
i r r i tadas , jamás malas en. el -fondo , pero peli-
grosas muchas veces en el momento.


No es la sola vez que el Sr. Orfila ha opuesto
una animosa destreza a algunos centenares de jó-
venes exaltados; con una palabra dicha á propó-
sito sabe atraerse, maravillosamente a la mayoría
de los que le escuchan, y por su sola fuerza mo-
ral , llevar esta mayoría á castigar ella misma á
una ¡minoría mas tenaz.


Añadiremos que nunca , aun en las circunstan-
cias mas difíciles, ha requerido ni tolerado en la
Escuela la intervención de la fuerza armada, y
que con semejante conducta ha hecho uu servTe\íSr
inmenso á las familias. En efecto, sin aquella
paternal prudencia, cuántos jóvenes, apreciados
por otro lado, sentándose en los bancos de lá
policía correccional, hubieran podido incurrir en
la pérdida de inscripciones trabajosamente adqui-
ridas , ó te que es peor , en la espulsion de la
Universidad.


Gomo Profesor.


El Sr. Orfila es seguramente uno de los que se




OBK1L*. 27
oyen сон mas gusto. Se presenta con valor y dig*
nidad, tiene facilidad en la palabra , la espre­
sion exacta y pintoresca , la esplicecion clara;
diceeon graeia, su gesto es mesurado se re­
pite poco; su órgano vibrador suena­al oido
como un metal, y sucede muchas veces nb aten­
der á las ideas por admirar la voz.


•: Convenimos que no es esto para•> grandes elo­
gios, pero algo es sin embargo. Encargado Gr­
fila de la enseñanza de una de las ciencias acce­
sorias de la medicina (Ja Química), profesor so­
bre todo para :aIüronos ; que principian, ¿ n o es
una felicidad'que reúna las cualidades que son
de desear para hacer olvidar la aridez de los pri­,
meros estudioSj eon la facilidad que les dá y el


^¡SSrítóTque en ellos esparce ' Basta con haber
saludado la ­Medicina , esa ciencia inmensa, para
saber cuántas dificultades, cuánto fastidio y dis­
gustos» Jiay ¡que vencer en un principio ¡por teo­
rías difíciles d e comprender y retener. Pues , pre­
ciso' es deeirh, >por Jo ¡general en Jas Escuelas
al nombrar un profesor, se atiende siempre mas
á si sabe, que á si podrá transmitir lo que sabe;
si tiene el mérito de Ja erudición que el talento
de la enseñanza. Es un gran defecto del cual su­




28 PERSONAJES CELEBRES.


fren tos alumnos. HaV'^ir las Escuelas hombres;
cuya- v ida , cuyos actos parecen-irreiwensibles;
cuyo estenso saber y laboriosos trabajos-/inspiran
el ¡mayor respeto! y-la mas sincera'admiración;
pero que; sin emhargo: es. • preciso: eonfesar que
son pobres-profesores! ' v : :• >>• ..•<.>.•.'•


Hacer escucliar con placer teorías y hechos de
dificil:COáioprensiou-,'dar atractivo á lo que de él
carece; hacer tocar-.coa el-dedo los' mas ásperos
pormenores; dar -claridad á lo que tiene pocd,-¡
hacer evidente lo que no.Jó ¡es,) agradable' l o q u e
cansa, interesante'lo que fastidia; tener siempre
af alumno deseoso de> saber: la continuación : • es
un talento que pocos profesores, pueden ostentarj
y que posee mas que otro alguno el¡ Sr. Orüla.


Cot»o examinador, disfruta entre Jos aluiñnoP
tal reputación de íutegro y severo,, que al paso
que le< temen, desean tenerlo por juez. Toda recla-
mación justa y convenientemente formulada,' -es
siempre bien y prontamente acojida por el Se-
ñor Orflla; y siempre está pronto' á retractar
cualquiera decisión.equivocada,' si se le demues-
tra que se le ha engañado> ó que se ha engañado
él mismo. Pero exije que se le demuestre su fal-
t a , y esto solo constituyo una para ciertas gen-




ORFILA, •- 29


tes , que necesariamente deben ignorar que un
hombre capaz tiene el sentimiento de lo quédale;
y al paso que sabe: ser f a l i b l e q u i e r e que ¡se le
pruebe su error, • ; ¡


Por últ imo, puesto que algunos, demasiado
poco instruidos para atafcar al sabio, lo. han he-
eh«h qoa el hombre político , en. que siempre ;es
fácil encontrar faltas, la de tener¡ una.opinión;
cuando se manifiesta , ó la de no tener ninguna
cuando no se cuida mas que de sus quehaceres
y no de los gobernantes: examinémoslo. .;•


Es cierto que todo hombre inteligente debe em-
plear su inteligencia, en bien del paist ¿ Y no ¡es
servir al pais¡formar gentes capaces de serle útiles?


Se ha acusado al Sr. Orilla de adherirse ato*
IstSMEs^ioderes mejor puede decirse que todos
los poderes han acudido á é l , pues jamás; ha
manifestado querer pertenecer á ningún partido;
á no ser el de la justicia y el de la razón. Se
ha citado cierta comisión que denota • una. gran:
confianza de parte del Gobierno (*). ¿Se hubiera;
preferido acaso que el Sr. Orfila no' hubiese cor-,
respondido á ella? Semejante• confianza', cuando


(*) Su viaje á Blayc para comprobar el estado de la
Sra Duquesa de Berri detenida en aquella'fortaleza.




30 PERSONAJES CELEBRES.


todas las opiniones la dispensan á un hombre, es
porque tiertenfó en su 'honradez. Los que no es-
tán alistados l>ajo.nÍDguna bandera, y á quienes
todas los reclaman, ó valen mucho , ó tienen
una grande influencia.


Ademas, si algunos letrados y «ábios ilustres,
han- sido llamados á desempeñar un gran papel
político, demuestra la esperiencia que un profesor
erudito no es muchas veces otra cosa- que un po-
bre hombre de Estado. En efecto , la ciencia
tiene una base y un objetó demasiado humani-
tarios , para poderse rebajar á las mezquinas pro-
porciones de un partido. Sin dada alguna el ver-
dadero sabio es siempre un hombre de paz y de
pacífico progreso, pero su opinión no puede te-
ner un nombre especial; colocado en meo1fWSJÉ(
los partidos, se enlaza con todos por lo bueno
de cada uno de ellos.


Ademas, para tener el derecho de decir á un
hombre que pertenece á todos los partidos, es
necesario que los haya sostenido con su pluma,
con su espada ó con su talento; ¿pero la vida
entera del médico no pertenece al estudio de una
ciencia, que solo debe ver hombres doude las gen-
tes ven partidos?




On FILA. 31
Pues bien; el Sr. Orfila es Médico erudito,


Químico distinguido, Profesor notable , Admi-
nistrador muy hábil; ademas, y sobre todo, hom-
bre íntegro y sabio concienzudo. Ha conquistado
el puesto que ocupa con un trabajo asiduo du-
rante treinta años. Desconocido, ha adquirido
una reputación; sin mas título que su saber, ha
llegado á ser Decano de la primera Facultad del
mundo. Algunos le han puesto la tacha de no ha-
ber nacido en F'rancia; razón tienen de quejarse,
pues es un hombre que hace mucho honor al
pais , y la España se envanecerá siempre con ha-
berle dado el ser.










M. O' COJVELL.


Os quejáis de que tengamos siempre
en los labios el nombre de O' Conell
y que dirijamos todos nuestros esfuer-
zos á la ruina de un simple individuo;
e s que este individuo es un poder.
Contestación de Wellington ajos Mi-
nistros. (Cámara de los Lores 1836.)


Movilitate vigens, vigoroso de m o -
vilidad , está con cuerpo y alma en
Una ajitacion permanente.


S H I E L , sobre 0'€onell.


Un dia , el mismo dia tal vez, salieron del
seno de los mares dos Islas, una al lado de la
otra : ambas habían recibido del cielo igual ver-
dor, iguales recursos naturales , el mismo suelo
rico y fértil. Separadas por un canal de algunas
leguas, habitadas por pueblos de orijen y eos-




2 PEHSONAJES CÉLEBRES.


tumbres diferentes, estraña una á otra durante
siglos; aquellas dos Islas vivían felices, cuando
unos aventureros Normandos, después de haber
conquistado la primera, se apoderaron de la se-
gunda , y pronto los dos países se hallaron reuni-
dos bajo de un mismo cetro. Desde aquel mo-
mento sus destinos presentaron solo un odioso
contraste.


La raza conquistadora se mezcla aqui poco á
poco con la conquistada. Elévase una aristocracia
fuerte, ilustrada, benéfica , que se coloca enfrente
de la Corona, se constituye protectora del pueblo,
y se une á él por una estrecha comunidad de cos-
tumbres , de id ioma, de relijion, de intereses, de
ideas y de preocupaciones ; aquella aristocracjaco-
locada al frente de una sociedad industríosa^^lP
merciante, sabe apreciar sus necesidades, y pronto,
por su impulso, una aristocracia secundaria, hija
del trabajo y de la r iqueza, se manifiesta y es-
calona debajo de ella, y forma como una cadena
no interrumpida, que enlaza y armoniza todas
las partes del edificio social desde la base á la
cumbre. Esta Isla, asi organizada, con estas je-
rarquías , á pesar de los males internos que la
corroen, á pesar del impetuoso viento dé demo-




O' CONELL. 3


cracia que rauje á su alrededor, presenta aun
en el día al mundo el espectáculo de una Nación
fuerte y libre, enmedio de la mas completa des-
igualdad.


¡Qué diferencia si de esta Isla pasamos á la
o t ra! Alli, los Conquistadores, lejos de unirse
á los indíjenas, trabajan sin descanso en perpe-
tuar las'violencias de la conquista ; ! y llevan por
do quiei« la devastación y la muerte. Durante
tres siglos se. renovaron en aquella t ie r ra , desde-
ñando fijarse en ella, y abandonándola cargados
con sus despojos. Cuando se establecieron alli,
no contentos con atribuirse todo el suelo, se a t r i -
buyeron todo el derecho, levantaron barreras eter-


¡encibles entre ellos y los vencedores, á
quienes pisotearon, cuya lengua despreciaron,
violentáronlas costumbres, y degradaron la vida...
Cuando en el siglo XVI la madre patria cambió
de relijion, ellos cambiaron también lo mismo
que e l la , y se admiraron que un pueblo, á quien
lo único que le habían dejado «ra la íé de sus pa-
dres, se negase á abandonar el solo bien que le
quedaba: entonces principió contra la raza indíjena
una persecución atroz. La madre patria envió sol-
dados , cañones y verdugos : los Santos de Crooi-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


welt se dejaron caer como gavilanes sobre aquel
desgraciado pais, y la sangre corrió á torrentes por
espacio de mas de un siglo; y cuando al fin los
vencedores estuvieron cansados de una guerra que
solo producía mártires, la persecución se refundió
en un estenso sistema de opresión legal y de ilotis-
mo organizado que duró otros cien años. Dos
grandes revoluciones , la de América y la de Fran-
cia , dieron los primeros golpes á aquel sistema, y
la Providencia ha suscitado un hombre fuerte que
en el dia acaba de destruirle.


Sin embargo, si están casi destruidos los ins-
trumentos de una tiranía de siete siglos, subsis-
ten los efectos de aquella tiranía, y se presenta
aun el contraste bajo su aspecto mas repugnante:
tanto que de estas dos Islas, nacidas coñ igua les
derechos á la misma suerte, la u n a , la Gran Bre-
taña , se ostenta feliz, opulenta, orguliosa de sus
navios que cubren los mares, con el oro que va á
buscar á todos los puntos del contin2nte, y con
sus viejas instituciones, por caducas que sean,
pues durante mucho tiempo han hecho su pros-
peridad y su glor ia; la otra , la I r landa, mur-
mura , se ajita y pulula, desnuda , miserable,
hambrienta, sin comercio, sin industria, sin mas




o' CONEIX.


recursos que el suelo na ta l , que riega con sus su-


elda, recoja sus productos y los gaste en el
estranjero; la Irlanda políticamente libre en el
dia , pero socialmente esclava, execrando ¡as ins-
tituciones que no han sido jamás otra cosa que
armas mortíferas en manos de sus opresores, y
reclamando el primero, el mas imperioso de todos
los derechos, el de vivir con el trabajo. Tales son
les dos países que se llaman, por burla sin duda,
el reino unido de la Gran Bretaña y de Irlanda.


El cuadro de los males de la Irlanda seria
grande y sombrío; fuera tal vez útil para el lec-
tor el demostrar cómo instituciones parecidas,
aplicadas con diferente espíritu, han elevado á


'tiff^pueblo al mayor grado de prosperidad, y pre-
cipitado á otro en un abismo de miserias; para
buscar con tantos otros la solución de este grande
problema : ¿cómo aliviar, como renovar á la Ir-
landa? Problema espantoso para la Inglaterra,
pues se agranda y complica cada dia ; y ante ese
monstruoso resultado de una larga serie de iniqui-
dades, y al aspecto de ese cáncer roedor que lle-
va en su seno, la Inglaterra vacila, pues no sabe
cómo curarlo , no se atreve á estirparlo, no puede /


dores para que una aristocracia egoista y aborre-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


de\arlo vivir , \ existe nata ella « a «éli tro casi
igual en la justicia, en la inacción ó en la in-
justicia.


Semejantes cuestiones, por interesantes que
sean, son demasiado estensas para tratadas aqui;
apenas podemos hacer otra cosa que reasumirlas,
y este trabajo ademas está ya hecho, y admira-
blemente hecho; en las pajinas graves á un tiem-
po y conmovedoras del libro de Mr. Gustavo de
Beaumont (*), en aquellas pajinas en q u e , bajo
la austera razón del historiador y del publicista,
se siente vibrar la imajinacion de un poeta y
palpitar el corazón de un hombre honrado; allí
es donde debe estudiarse la Irlanda en su pasado,
su presente y su porvenir; en su fervor relijio-
s o , en su hervor democrático , en sus cdatmÜS^t^
á un tiempo patriarcales y salvajes, en sus odios, y
en sus amores ardientes como sus odios, en lo
vicios que le ha impreso una degradación de 700
a ñ o s , en las virtudes que le ha dejado, en la re-
pugnante vecindad del lujo oriental de algunos,


(*) La Irlanda social, política y rclijiosa por Gustavo
de Beaumont.—Se ha publicado después otra obra sobre la
irlanda, por Mr. de Feuillicle. Este ú l t imo libro, bastante
notable bajo el aspecto poético y descr ipt ivo , es en lodo
lo demás m u y inferior al precedente.




O' COSELL. 7


y dé una miáeria inmensa, espantosa , inaudita,
de una miseria que no tiene antecedentes ni ana-
lojía en parte alguna. Alli es donde debe verse
la verde Erinn, tan querida de los poetas, la her-
mosa esmeralda, {the first geni qf the sea) la pri-
mera perla de los mares , engastada en el Oc-
ceano, con su cielo nebuloso y su brillante vestido
de verdor, sus escarpadas montañas , sus torren-
tes sonoros, sus frescos valles, sus grandes lagos,
sus eternas praderas, y el ancho rio Shannon que
la atraviesa lentamente, distribuyéndole en vano el
beneficio de sus ondas.


En aquella tierra, tan favorecida por la natu-
raleza y tan mal tratada por el hombre, es don-
de se desarrolla, en este momento, á la faz del


'íjSsIuüVun gran drama que la aristocracia Ingle-
sa observa con ojos espantados, y cuyo desenlace
será terrible, pues conmoverá por su base el viejo,
edificio de la Constitución Británica; hay en este
drama cuatro actores principales: la Irlanda Pro-
testante , la Irlanda Católica, el Gobierno Inglés
y O' Conell; establezcamos brevemente la posi-
ción y el papel de cada uno de ellos. La pobla-
ción Irlandesa se divide en dos partes bien mar-
cadas , sin mezclas intermedias, que forman dos




8. «%!№№MkVia> vásuKsiKKs.


naciones dentro de una. Hay en ella Anglo-Irlan-
deses, Anglicanos, Orangistas , aristócratas y
ricos, que es todo u n o , raza injerta por la con­
quista , fortalecida por la violencia, y enriquecida
por la espoliacion. Según el último cuadro esta­
dístico de 1834, esta fracción de la población
apenas cuenta mas de 800,000 almas. Siguen des­
pués los Milesianos­Irlandeses , raza indíjena,
católica, democrática y pobre, raza vencida y es­
poliada. Este partido nacional, al cual se han unido
en el dia los Presbiterianos del Norte y otros Pro­
testantes disidentes, por odio á la aristocracia,
cuenta cerca de siete millones ,de almas.


En el primer partido varian las fortunas desde
un millón á cincuenta mil libras de renta. En cuan­
to al segundo, salvas algunas existencias %Sfcp¡ílÉ^
nales, hijas del comercio y de la industria, véase


­ la mas sencilla clasificación social; por increíble
que parezca, no la inventamos, la tomamos del
libro de Mr. de Beaumont donde está apoyada
con documentos auténticos: «Los unos , los pri­
vilejiados, comen patatas tres veces al dia; otros
menos dichosos d o s ; otros, en estado de indi­
jencia, una sola ; otros por fin, mas miserables
todavía, pasan un d i a , y hasta d o s , sin tomar




O' CONELL. 9


alimento alguno. » (*) No hay pues clases me-
dias (**) que , formando Ja escala gradual desde el
millonario al proletario, preservan al uno del con-
tacto y de la agresión del o t ro ; cien palacios por
mil chozas de bar ro , un millón de mendigos por
cien Lúculos : tal es la Irlanda.


Compréndese , que reducida la cuestión á estos
simples términos, se hubiera decidido mucho
tiempo hace , si la aristocracia de Irlanda no hu-
biera tenido á su servicio la artillería , los uni-
formes encarnados, y los police-men de su her-
mana la aristocracia Inglesa; esta, mejor inspira-
da en su casa, pero hostigada allí por el fanatismo


(*) La Irlanda, t. I, páj. 203.—Para las cinco sestas par-
,;iJ^S[3f- :"población Irlandesa, es el pan un objeto de lujo


enteramente desconocido. Anualmente , casi á la misma épo-
c a , se anuncia en Irlanda el principio del h a m b r e , sus
progresos , sus destrozos y su declinación; los Comisarios In-
gleses encargados del grande informe de 1835 sobre el estado
social de la Irlanda, probaron que hay en aquel pais cerca de
tres millones de individuos que todos los años están espues-
tos á perecer de ham fre. Los que no mueren de hambre, no
entran en la cuenta.


( M ) N o debe esto entenderse de un modo abso luto; hay
en Irlanda tres ó cuatro ciudades comerc iantes , donde se
forma un núcleo de elase m e d i a ; pero el hecho es tan
reducido que bien se puede no tenerlo en cuenta.—Véanse
por lo demás las tablas estadísticas u n i d a 3 al libro de Mr. de
Beaumont.




10 PERSONAJES CELEBRES.


relijioso, por no sé t"qué antipatía de raza que
parece innata entre losados pueblos, por un amor
mal entendido al lucro comercial, y por el atrac-
tivo de los beneficios comuues de una opresión
común, y también en fin por ese sentimiento de
solidaridad que une á todas las aristocracias, ha
mandado, dirijido, autorizado ó sancionado du-
rante siete siglos, todas las medidas que han
conducido á la Irlanda al deplorable estado en que
la vemos en el dia. La pérdida de sus Colonias de
América, abriéndole los ojos , la ha vuelto á me •
jores sentimientos. El gran movimiento democrá-
tico salido de Francia la ha espantado; ha princi-
piado por ceder por un lado, castigando y enca-
denando por el otro. La abolición de muchas leyes
penales, la represión inflexible de la insúTrfS§rrfrJ
de 1798, y el acto de unión de 1800, son hechos
casi simultáneos. Desde entonces, la aristocracia
Inglesa se ha visto precisada mas y mas á alijerar
la tiranía que pesaba sobre la Ir landa: en el dia
ya no tiene concesiones que hacer; la cuestión
que era política tiende diariamente á convertirse
en social; los Irlandeses ya no es solo la libertad
polítiea y relijiosa lo que quieren , quieren pan
y propiedad ; quieren la abolición riel diezmo ago-




O' CONELL. 1 1


viador que pagan á un Ministro de una relijion
que detestan; de las corporaciones municipales
que les estrujan, del sistema de arriendos que les
ar ru ina; quieren por fin la posibilidad de adquirir
el suelo de que se les despojó, que fecundan con
sus manos, y sobre el cual perecen de hambre.
En una palabra, la aristocracia Inglesa no puede
librarse de ese fantasma levantado siempre delante
de ella, sino reformando en Irlanda la aristocra-
cia , las municipalidades y la Iglesia; es decir,
tocando á los principios constitutivos de su pro-
pia existencia. Por diferente que sea el estado de
los dos países, ¿no seria semejante medida una
especie de suicidio para la aristocracia Inglesa, y
será bastantejenerosa para llevarlo á cabo?Bien


$&¡eDudarse, y al contrario puede creerse con
mas razón, que sin ese misma hombre que hace
veinte años le arranca una á una todas esas con-
cesiones ; sin este hombre que ajita con una mano
á la Irlanda y la contiene con la o t r a , no le hu-
biera pesado al Gobierno Inglés acabar de una
vez por, medio de las a r m a s , antes que el peligro
se aumente , y con tal que una grande impru-
dencia le permitiese paliar, á los ojos del mundo,
y á los suyos propios, una grande iniquidad.




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Esto nos conduce al fin, después de algunos
rodeos que nos han parecido indispensables para
la claridad de lo que sigue, á emprender con la
figura histórica, no la mas elevada, pero ciertamen-
te la mas estraordinaria de nuestro tiempo. Figú-
rese el lector al efecto, un hombre que ni es sol-
dado, ni majistrado, ni sacerdote, y que en su
fisonomía y en sus actos, se parece á un tiempo
al soldado, al majistrado y al sacerdote; á un
hombre que sin otra fuerza que su palabra, ha
conseguido en una sociedad organizada, en medio
de un laberinto de leyes represivas, fundar un
gobierno ostralegal, del que es supremo y abso-
luto Jefe ; un poder que, apoyándose en una base


tan frájil como el favor popular, dura hacecer-
^ ^ ^ ^ ^ ^ ^


ca de veinte años y se aumenta cada día; pocrer*
cual no existió jamás , que se estiende por todas
partes, si bien sus derechos no están escritos en
ninguna-, que se ejerce a la luz del sol, sin otro
medio de acción que la censura ó el elojio; que
tiene su dotación pagada antes que el impuesto
legal; que impone contribuciones, dá avisos que
son mas poderosos que leyes, dirije , por decirlo
as i , con el dedo y con la vista a siete millones
de hombres. Kntrese por un instante en la posi-




O' C0NELI.. 13


cion de este mediador interesado entre la Irlanda
y la Inglaterra, esto e s , entre el esclavo impa-
ciente del yugo y siempre dispuesto á sublevarse,
y el dueño cansado de ceder, y arrastrado por la
irritación á la violencia. Entre estas dos pasiones
contrarias, de las cuales la una es mas impetuosa
que fuerte, y la otra mas fuerte que impetuosa,
véase á este hombre que enseña al esclavo como
debe suplir á la fuerza con la astucia , amenazar
siempre, y no atacar j a m á s , y , pacificamente
ajitado, sostenerse en el último límite que separa
la resistencia legal de la insurrección; que unas
veces aterroriza á los dueños con los estallidos de
su voz, y otras canta sus elojios, jesticula como
linden diablado en Ja plaza pública, después se


""viste como un Marqués y va á hacer sus visitas,
disputa como Abogado y truena como Tribu-
n o , reúne en enormes proporciones las cualida-
des y defectos mas contrarios, la astucia y la
franqueza, la prudencia y la violencia, la ener-
jia y la sutileza, la dignidad y la grosería, los
pensamientos mas elevados y las declamaciones mas
vulgares; y todo esto, fuerza es decirlo, mez-
clado, un ido , fundido en un sentimiento que
no varia jamás, el amor ardiente del pais natal,




14 PERSONAJES CÉLEBRES,


encarnado enteramente en esta organización es-
trambótica , grandiosa y complexa que se llama
Daniel O'Conell.


El ajitador, como le llaman los wihgs; el
Rey mendigo {the king beggar), según los torys,
ó el libertador, según los Irlandeses, nació en
la parte Sud Oeste de Irlanda , en un pais mon-
tañoso y salvaje de la provincia de Munster , en
el Condado de Kerry , en Carhen, el año 1774,
uno de los peores para la Irlanda , que jamás los
ha tenido buenos; la tiranía legal estaba entonces
en todo su vigor. Las leyes penales (*) encerra-
ban al católico en un círculo de hierro ; la mi-
seria impelía al pillaje; partidas armadas que,
bajo el nombre de JVlúte-Jioijs, muchach^J>lf^^
eos, Oak-Boys, muchachos de la encina, espe-
cie de Oullaws bastante parecidos á los de la
novela de Ivanhoe, devastaban el pa i s , y se
vengaban con el crimen de la opresión de las


(*) Seria demas iado estenso esponer aqui aquellas leyes
absurdas y odiosas abolidas en el d i a ; para dar una idea
de ellas al l ec tor , bastará indicar la que prohibia á tedo
católico poseer un cabal lo de mas valor de r> libras ester-
l inas (500 rea les ) , y q u e en caso de contravenc ión , au-
rotizaba á cualquier Protestante á apoderarse del caba-
llo , pagando por él al propietario 500 rs. aunque vallera
10,000.




O ' C O N N E L . 15


leyes (*). Dos años después la revolución de
América iba á causar á la irlanda la primera y
mas fuerte sacudida.


La familia de Daniel , de oríjen Milesiano,
habia representado un gran papel en los sangrien-
tos combates de la invasión Anglo-Normanda. El
ajitador lia heredado la enerjía y los odios de
sus antepasados, jefes del Clan de Iverrarah, quie-
nes , sirviéndonos de la espresion del viejo cronis-
ta de la conquista, Hanmer , recibieron á los
galantes caballeros de la Bretaña, con el sableen
la mano, como hombres valientes á pie y á caballo.


El último descendiente de aquella raza, el pa-
dre de Daniel, Morgan O'Conell, cultivaba la tierra


intepasados á título de arrendador del
TMejio Protestante de Dubl in ; dejó sin embargo
á su hi jo, el primojénito de la familia, una for-
tuna regular, que unida á la de un tio mucho
mas r ico, eolocó desde luego á O' Conell en una
posición bastante buena para un católico.


La primera educación del joven Daniel se con-
fió al cuidado de uno de esos viejos sacerdotes


Cí Aun en el d í a , á pesar de los esfuerzos de O'Conel l ,
todos los años, en la época del hambre , partidas de W hite-
Boys, desoían una parte de la Irlanda.




16 PERSONAJES CÉLEBRES


entusiastas, austeros, patriotas ardientes , que
tanto abundan en I r landa, y cuyo tipo nos lia
presentado tan bien Shiel (*) en el retrato del
P . Murphy de Corofin. Al parecer le destinaban
en un principio á la Iglesia. Entonces estaba en
toda su fuerza la intolerancia Anglicana; los Co-
lejios católicos estaban prohibidos en los tres
reinos; y toda la juventud Irlandesa tenia que
optar entre la ignorancia, la abjuración ó el viaje
á Ultramar. El padre de O' Conell adoptó para
su hijo este último partido ^ le envió primero á
Lovaina con los P P . Dominicos, y desde alli á
Saint-Omer, con los Jesuí tas , donde pasó dos
a ñ o s , se mostró mas fuerte de puños que de
p l u m a , é hizo estudios muy medianos. «NojLé
á punto fijo, dice Shiel, lo que cambió el des t ín?
de O'Conell. Probablemente conoció que habia
en él demasiada carne y sangre para poder ser
fraile, y la novedad de la carrera de leyes le


(*) S h i e l , el primer orador Irlandés después de O' Co-
n e l l , su amigo y compañero de a r m a s , publicó en 1829
algunos art ículos llenos de verbosidad y agudeza, acerca
del gran movimiento católico y revolucionario de Irlanda,
y entre otros uno sobre el mismo O'Conel l , al cual re-
curriremos para este trabajo. Dichos artículos reproduci-
dos en el Globo, se han publicado después bajo el título
de Escenas populnres en Irlanda.




O' CONELL. 17


tentó. Acababa de abrirse recientemente el foro
a los católicos. Abandonó pues Saint-Omer, sus
misas, sus vísperas y Sus ayunos, y después de
haber engullido el número conveniente de piernas
de carnero (*) en Middle-temple, fue recibido en
el foro Irlandés, por pascua de 1798.» Año fa-
tal todavía para la Ir landa; año sangriento , en
que el joven Abogado , al desembarcar en las pla-
yas de su patria, la encontró rebelde , vencida,
castigada sin compasión, bajo una ley marcial
a t roz , y tropezó desde el primer momento con
bayonetas inglesas, cadalsos y cadáveres.


Conócese bastante jeneralmente la historia del
movimiento republicano dirijido por la asocia-
ción de los Irlandeses-Unidos.; sabido es cómo


protestantes, plebeyos y católicos, inflamados de
igual a rdor , se unieron un instante en Irlan-
da para librarse de la dominación inglesa; có-
mo desunieron y debilitaron la asociación sin
disolverla, los horrores cometidos en Francia


(*) N o es este el lugar de esplicar el mecanismo m u y
complicado da las universidades Inglesas; baste al lector
saber que antes de ser recibido in docto corpore, el {can-
didato Legista t iene sobre todo obligación de dar mues-
tras de una grande capacidad de estómago.


revolución francesa de 89,


2




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


en 1793 ; cómo retrocedió sin abordar a sus cos-
tas la espedicion francesa mandada por el ¡e-
neral Hoche a fines de 1796; como estallo la in-
surrección en 1798; cómo otro ejército francés á
las órdenes del jeneral Humbert , llegó demasiado
tarde para sostenerla, bastante pronto para verse
rodeado por fuerzas superiores, y obligado á rendir-
se prisionero; cómo la Inglaterra teniendo bajo sus
piesá la Irlanda agotada y vencida, se arrepintió de
las concesiones hechas antes del combate, y se apro-
vechó de su debilidad para volverla á colocar bajo
un yugo absoluto; cómo, á pesar de los elocuen-
tes conjuros de Grat tan, el Demóstenes del Par-
lamento Irlandés, se hallaron 118 hombres bastante
cobardes para vender á dinero contante su exis-
tencia política; cómo, en fin, el ParlaJHHWPÉ^'
Irlanda se suicidó por medio de un voto que costó
á Pitt 124,000,000 de reales; todos estos hechos
pertenecen a la historia de Irlanda (*) y no nos
detendremos en ellos. Contentémonos con decir


(*) Wo]fe-Tone, uno de los fundadores de la asociación
d e lo& Irlandeses-Unidos, que pasó á F r a n c i a , preparó
las dos espediciones de Hoche y de Humbert, de que for-
m ó p a r t e ; fue p r e s o , c o n o c i d o , condenado á muerte p e -
los Ingleses , y se mató en su prisión; nos ha dejado acer-
ca de aquella época dramática memorias llenas de interés.




O 7 CONELL. 19


que en una reunioíi de los Abogados de Dublin,
convocada para protestar contra el acta de unión,
un joven de 24 años tomó repetidas veces la pa-
jabra, se distinguió por la acre vehemencia de sus
palabras contra los nuevos rigores de la Inglaterra,
y el aniquilamiento legal de la independencia de
su pais. Era Daniel O' Conell.


Desde 1798 á 1810 transcurre la vida de O' Co-'
nell en el ejercicio de su profesión , y pronto, á
pesar de los obstáculos unidos á su calidad de
católico, ocupa el primer lugar en el foro, con-
centra en él todas las miradas de sus correlijio-
narios, y echa los primeros cimientos de su po-
der político. Declarados los católicos indignos de
ejenjer {junciones civiles, administrativas ó mili-
tares; privados de todos los derechos, menos el
de pagar enormes impuestos, no existían por de-
cirlo asi como ciudadanos. O' Conell resolvió
romper nná por una todas aquellas trabas con la
palabra , único instrumento que le hablan deja-
do; su reputación en el foro, constituyéndole el
defensor de todos los intereses católicos, asi en las
causas civiles como en las criminales, le sirvió
maravillosamente para su ambición de libertador.


Corresponde naturalmente decir aquí algunas




20 PEHSONAJES CÉLEBRES.


palabras sobre esa fisonomía tan variada, tan ocu-
pada , de Abogado y de Director político, que
tuvo durante 30 años O" Conell, y de la cual ha
dejado una de las señales distintivas, ahora que ha
renunciado al foro. Shiel nos ha pintado á O' Co-
nell en aquella época de su vida, en un retra-
to en que /' humour inglés está unido á una
verbosidad enteramente francesa. Alli es donde
debe verse al consejero the Barrister, en Dublin,
en su elegante casa de Merrion-Square, primero
recluso aus tero , levantándose antes que el sol,
preocupado con el estudio de los numerosos le-
gajos tendidos á su alrededor ; algunas horas des-
pués , llegando á los Cuatro Tribunales (Four
cour s ) , el Palacio de Justicia de Dublin , recor-
riendo rápidamente sus salones, radianfe""a , P^r^
lud y de vida , y llevando apretado contra su pe-
cho , con una ternura enteramente paternal , una
gran bolsa, tan llena, que apenas puede sostenerla
su robusto brazo. Rodéale una empalizada vi-
viente de clientes y procuradores, con el cuello
tendido , el oido atento y la boca abierta, pro- '
curando atrapar al vuelo alguna opinión, que hay
probabilidad de sacar gratis del consejero halagán-
dole , riendo después de sus chanzas alegres y




O' CONELE. 21


familiares, ó temblando cuando, en un tono mas
severo y subido, toma la postura de un profeta,
y les anuncia que está inmediata la hora de la
redención de la Irlanda: pero llega el momento
de los pleitos; el consejero corre rápidamente de
una á otra Sala, hace él solo mas que veinte de
sus cofrades, mezcla en cada negocio del Tribu-
nal de Asisas ó de Policía correccional, un mo-
vimiento oratorio sobre el acta de unión y la ti-
ranía inglesa ; personifica en el mas oscuro de
sus clientes á la Irlanda entera, y con la mejor
fe del mundo , embolsa honorarios como un hom-
bre que trabaja por su pais. Dan las t res , los
jueces dejan sus asientos , O' Conell bañado en su-
dor corre al Meeting reunido en cualquier taber-


^¡if^alli1 dirije el huracán de los debates popu-
lares con tal fuerza de pulmones, con tau redo-
blada energía, que cualquiera creería que em-
pieza entonces los trabajos de aquel dia. A las
siete le espera un banquete , se conducirá en él
como un alegre convidado, pronunciará media
docena de discursos en elojio de la I r landa, se
retirará á una hora avanzada, y buscará en un
corto sueño fuerzas para volver á empezar al si-
guiente dia, En otra parte nos pinta Shiel al




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


consejero en la recepción de la mañana del Vi-
rey, con la espada ceñida, en las lilas de los
opresores, hinchado y servil conio ellos,,: ó tam-
bién yendo en grande ceremonia, con un ramo
de laurel en la mano, á recibir de rodillas á S. Mi
Jorje IV, en la playa de Dunleary (*); y para
que nada falte á los disparatados colore* de aquel
cuadro, véase ahora áO'Conell, ó quien un ju-
rado de Dublin, si estuviera hábilmente escogi-
do, condenaría con solo verle como culpable de
alta traición por construcción ; tan impregnados
están su aire y todos sus jestos de este sentimien-
to naetonal: la independencia déla Irlanda ola
combustión del mundo. Sus hombros son, atiés-
eos, su cara previene en su favor, las facciones
son á un tiempo d u l B 3 s y masculinas.; SWfBÍRP
bre su rostro, radiante de emociones patrióticas,
el floreciente lustre de la salud y de un tempe-
ramento sangutaeo; su espresion abierto y fran-
ca invita: á la confianza, y sus ojos azules y ale-
gres miran con la mayor benevolencia; con sus


(*) Jorje IV visitó la Irlanda en 1821, y su corta per-
manencia dio lugar á una reconciliación pasajera entre los
dos partidos: protestantes y católicos se dieron una espe-
cie de (teso Lamourette, en la persona de MM. Elliot y
O'Conell.




o ' CONELL. 23


aires de Espartano, lleva el paraguas sobre el
hombro como una lanza , arroja un pie faccioso
delante del otro , cual si rompiendo ya sus hier^
ros , echase de delante de sí la supremacía pro-
testante, al paso que de cuando en cuando el
movimiento de espaldas democráticas de su an-
cho busto, parece un esfuerzo vigoroso para sa-
cudir una opresión de setecientos años. Vuélvase
ahora la hoja; véase al demócrata que pasa como
el relámpago con su tren brillante y revolucio-
nario , su coche verde, sus libreas verdes , y sus
turbulentos caballos papistas, galopando gallar-
damente sobre un empedrado protes tante , con
gran-disgusto y daño de los protestantes que van
á pie.


-~^%as ta este bosquejo para dar una idea de la
vida estrambótica y devoradora de O' Conell, has-
ta la elección de Clare. Sin embargo, merece re-
ferirse un incidente particular, tanto mas cuan-
to algunos lo han contado ya desnaturalizándo-
lo (*); en 1815, en un Meeting celebrado en


(*) Citaremos particularmente u n artículo de la Revista
de los dos Mundos, lirmado por un miembro del Parla-
mento Inglés. Aquel a r t i c u l o , n o s o l o e s injusto en su con-
junto , s ino que está lleuo de inexactitudes de toda clase.
Véase un ejemplo : «este hombre g o r d o , dice el autor lía-




24 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Dublin , O' Conell, atacando con su fogosidad
ordinaria á la Corporación municipal de aquella
eiudad, la babia llamado una corporación men-
dicante; nn abogado, miembro de ella, llama-
do d 'Ksterre, creyéndose personalmente insulta-
d o , desafió á O' Conell; rehusó este negando toda
intención de insulto personal, y su adversario le
amenazó con darle un bofetón. Los amigos de
O'Conell decidieron que se celebrase el duelo;
elijióse por arma la pistola, y el agresor cayó
muerto en el acto: O' Conell, aflijido de su vic-
toria , fue á la Iglesia acompañado de sus testi-
gos y de los de d 'Esterre , juró solemnemente que
no se batiría mas , y ofreció á la viuda de su ad-
versario una pensión igual á lo que su marido
ganaba anualmente. La municipalidad ¡le'TTSiliir'


blando de O' Conell, tan florido, tan alegre, tan abierto,
no parece que haya sufrido mucho , y los cuidados de la
vida pública no han arrugado su ancha frente, ni desguar-
necido de pelo su¿ sienes.» Esta frase, que por otro lado
no dice gran cosa, es tarto mas inoportuna cuanto es
notorio que el ajitador es calvo, y usa una peluca muy
espesa y aparente, lo que prueba al parecer que el su-
puesto miembro del Parlamento se sienta muy lejos de
O'Conell. En otra parte habla del ojo sensual, ardiente,
casi feroz de O' Conell: compárese esto con los ojos azu-
les y alegres de que habla Shtel, con el hombre gordo tan
abierto, tan alegre de poco antes, y juzgúese de lo demás.




o ' C O H E L L . 2 6


decidió que no fuese aceptada aquella oferta, y
votó de sus fondos la suma que O'Conell había
prometido.


Desde entonces se ha echado en cara muchas
veces al ajitador, que se escudaba en aquel voto
para insultar impunemente; no es todo verdad
en este cargo; el valor personal del impetuoso
Irlandés no puede ponerse en duda; pero es cier-
to que muchas veces ha tenido falta de dignidad,
y no ha sabido comprender que, en la posición
jeseepcional que se habia creado, la decencia en
el ataque era el deber mas imperioso. Creemos
que últimamente uno de sus hijos ó sobrinos se
ha visto obligado á batirse por él.


Llegamos ahora al periodo mas brillante de
Ja^da de O' Gonell, y como es mucho mas co-
nocido que el otro, seremos mas breves.


Habia sucedido á la asociación de los Irlande-
ses Unidos el comité católico. Un mercader en
sederías de Dublin, John-Keogh, hombre de una
capacidad superior á su nacimiento y educación,
habia formado y sostenido aquel comité, y diri-
jia sus operaciones; á su muerte, la asociación
perdió casi toda su fuerza, y las promesas libe-
rales del Rey Jorje acabaron de disolverla. Klu-




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


diéronse aquellas promesas, y en 1823 los cató-
licos, frustradas sus esperanzas, sujetos siempre
por leyes restrictivas, se hallaban sin principio
alguno de unidad , sin centro alguno de acción,
cuando O' Conell y Shiel, estraños hasta enton -
ees uno á otro* y aun enemigos, se encontraron
en casa de un amigo común en las montañas de
Wicklow, y concibieron el proyecto de levantar
el partido católico del estado de abyección á que
estaba reducido. A los pocos meses, reuníanse
veinte individuos en la taberna de Dempsey, enDu-
blin, y formaban el núcleo de esa inmensa Aso-
ciación católica que seis años mas adelante, en
1829, abarcaba toda la I r landa, apoyaba sus
decretos con la voz de siete millones de hombres,
y arrancaba por temor al Ministerio Welf?ñgtSI^' ,


Peel, la grande y memorable ley-de la emancipa'
cion.


Principiemos por decir dos palabras acerca de
la organización de la Asociación católica, de ese
gobierno extra-legal de que hablamos al principio,
que tiene su presupuesto, sus Abogados, sus Procu-
radores, sus Periodistas , que en un dia puede le-
vantar toda la Ir landa, que se ha constituido de-
fensor del pueblo é infatigable fiscal de todos los




O ' C O N E L L . 27


actos del Gobierno Inglés, y que por el imperio de
una autoridad enteramente moral, y por lo mis-
mo roas poderosa , ha llegado á hacer nacer el or-
den del desorden mismo Una comisión central,
residente en Dublin, y compuesta de miembros,
cuyo método de elección ha variado según las cir-
cunstancias , representa la asociación y adopta to-
das las medidas que considera útiles a la causa
común. Dicha comisión se reúne con regularidad,
examina las leyes propuestas al Par lamento, las
discute, censura los actos del poder y de sus
ajenies, adopta resoluciones y las publica por
medio de su periódico; en una palabra, obra
como un verdadera Parlamento al cual solo falta
la facultad regular de hacer leyes obligatorias para


H/StOs. i.1 modo de percibir el impuesto, que en
1825 era de tres cuartos (un penntfi'pm cada
individuo, ha esperimentado varias metamorfo-
sis para librarse de ln acciop del Parlamento In-
glés^ La asociación, disuelta muchas veces como
inconstitucional, renace siempre, se reorganiza
bajo otro nombre, con otras formas, pero quedan-
do la misma en el fondo; asi pues , en 1829 se
llamaba la Asociación católica; en 1837 la Aso-
ciación general de la Irlanda; en 1839 la Sa-




2 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


ciedad de los Precursores {Precursor-Society);
en el dia ha tomado el nombre de Asociación
nacional. Enumerar los actos de tan singular
gobierno, es hacer la historia de O' Conell, pues
si la Asociación maneja la Irlanda, él maneja á
la Asociación.


Una de las tentativas mas atrevidas de este
poder, es sin disputa la primera elección de O' Co-
nell. La ley imponiendo á todos los católicos para
entrar en el Parlamento la obligación de prestar
el juramento de supremacía protestante, era en el
hecho mismo, una verdedera ley de esclusion ; y
ningún católico se habia presentado aun como
candidato, cuando la Asociación resolvió desa-
fiar á la ley. El diputado de Ennys , en el Con-
dado de Clare, Mr. Vesey-Fitz-Gerald, prctélíBP*
te en relijion, es decir, hombre honrado, según
los Irlandeses, habiendo aceptado un empleo en
el Ministerio tuvo que sujetarse á reelección; y
entonces fue , en 1 8 2 8 , cuando la Asociación de-
cidió que O' Conell seria el competidor .del Minis-
t r o , y se presentaría, siendo católico, á los su-
frajios de los electores de Clare. O' Conell aceptó
sin vacilar aquella gran misión , y pronto se
abrió una lucha electoral, cuyo recuerdo conser-




O'CON.ELL. 29


vara por mucho tiempo la Ir landa; pues alli fue
donde adquirió el sentimiento de su fuerza; alli
donde arrancó al Gobierno Inglés la medida que
debia libertarla al año siguiente. Shiel nos ha
dejado un cuadro brillante de todas aquellas es-
cenas tan curiosas , tan dramáticas, tan variadas,
tan pintorescas de la elección de Clare. En aquel
cuadro, que no nos permite reproducir aqui lo
reducido de nuestro trabajo, están consignados
todos los detalles de aquel memorable combate
á que asistía de intención ó en persona la Irlanda
entera. Por una parte, Mr Vesey-fitz-Gerald,
seguido de toda la aristocracia del Condado; por
otra el ajitador, acompañado de una inmensa
muchedumbre de Terratenientes-libres (Freehol-
T&ÍX), que se adelantaban llevando al frente á
los curas y á los estandartes, al son de las gaitas,
y haciendo resonar en el aire sus ruidosas acla-
maciones : en los hustings los dos rivales compi-
tieron en elocuencia; Mr. Vesey-Fitz-Gerald habló
de todos los servicios hechos por sus antepasa-
dos, de los suyos, de los de su anciano padre,
venerado en el Condado, y tendido en aquel mo-
mento en el bebo de muerte, haciendo su agonía
mas tierno el recuerdo. La multitud contestó con




30 PERSONAJES CELEBRES,


lágrimas de simpatía á las lágrimas del orador;
pero pronto se oyó la voz de O'Conell , la gran
voz que penetra en el corazón de las masas; fue
alternativamente muelle , v ibradora , eriérjica,
burlona, patética, grosera, implacable; estallaron
por todas partes vivas á Cf Conell, y quedó ase-
gurado el éxito de la elección. Cuéntase como una
prueba de la omnipotencia de la Asociación sobre
la Irlanda, que la comisión prohibió á aquella in-
mensa multitud el beber whisky mientras durase
la elección, y ni uno solo faltó al deber que se
habia impuesto; | hecho muy notable para cuan-
tos conocen la invencible inclinación á la em-
briaguez que tanto distingue á las jentés del cam-
po Irlandesas!


Seis meses después el Gobierno Ingles, esj|l?P*
tado de tanta audacia, se resolvió á ceder; vo-
tóse el bilí de emancipación, y O'Conell no temió
presentarse en Wéstminsterá reclamar SU asiento
como diputado de Clare, invocando el beneficio
de una ley votada después de su elección. El 15
de Mayo de 1829, fue su primera aparición en
el Par lamento; la Inglaterra habia visto ya al
ajitador en 1825 , cuando á la cabeza de una Di-
putación fue á esponer las quejas del pueblo Ir-




o ' C O N E L L . 31


landés. El pueblo le babia acojido cou aplausos,
y él mismo deseoso de volver á ver al honibre
que llenaba la Irlanda con su nombre, obstruía
todas las avenidas del Parlamento. O' Conell en-
tró ; la sala estaba l lena, y negándose á prestar
el antiguo juramento , el Presidente, declarándole
que la ley de emancipación no podia tener efec-
to retroactivo, le intimó que se re t i ra ra , y él
salió ; su elección fue vivamente discutida y anu-
lada al fin. Después de algunos dias dedicados á
las fiestas que le dieron los radicales en todas las
tabernas de Londres, marchó O'Conell á recla-
mar por segunda vez la misión de los electores de
Clare. Su viaje al través de la Irlanda fue un pro-
longado é inmenso tr iunfo; cuarenta mil perso-
ria*L*odbdron constantemente su coche abierto, des-
de el cual les arengaba. Llegó por fin á la una de
la mañana á Claré, donde hizo su solemne entra-
d a , seguido de toda la población del Condado,
en medio de las flores, de las palmas y de las
antorchas, al son de los instrumentos, al ruido
de los vivas y de los gritos de las mujeres que
ajitaban sus pañuelos y le arrojaban ramos. Se-
mejantes triunfos son lisonjeros sin duda, recom-
pensan dignamente á los grandes oradores y á los




32 PERSONAJES CELEBRES.


grandes defensores del pueblo ; por desgracia los
pueblos hacen lo mismo con las bailarinas, y esto
rebaja un poco su valor.


Reelejido O' Conell, sin que se presentara com-
petidor , tomó posesión de su asiento en principio
de Marzo de 1830: no es posible seguirle aqui
en todos los pormenores de su carrera política.
Ha esperimentado esta algunas variaciones que
muchos , que no han comprendido ese patriotis-
mo esclusivo, limitado al objeto de sus afecciones,
le han echado vivamente en cara ; nos contenta-
remos con indicar los puntos principales. Con-
tribuyó con todas sus fuerzas á la eaida del Minis-
terio AVellíngton y al advenimiento del Ministerio
wihg de Lord Grey. Reelejido diputado por el
Condado de Ker ry , se pronunció en fa%r la
reforma délas leyes electorales, apoyó con calor
el bilí de reforma, que casi ha doblado la re-
presentación popular, y pronunció con este mo-
tivo un notable discurso, que decidió en gran parte
la adopción de aquella importante medida; alia-
do primero con los radicales, se separó de ellos
para apoyar al Ministerio, que le prometió la
abolición del diezmo en Irlanda ; burladas sus
esperanzas, proclamó en 1833 que los whigseran




O' CONELL. 33


«una facción de tunantes, un escremento del
torgsmo» y presentó, en Abril de 1834, una
proposición para que se anulara el acta de unión.
El orador no encontró simpatía alguna en su au-
ditorio, y partió para Irlanda al acabarse la se-
sión , anunciando por todas partes que iba á ha-
cer euestion diaria la de la anulación; entre
tanto los torys volvieron por un instante al poder,
los whigs hicieron proposiciones á O' Conell, quien
se unió con ellos bajo ciertas condiciones , y
pronto, merced al apoyo de su nombre y de los
cuarenta votos Irlandeses de que dispone en el
Parlamento, triunfaron los whigs. Wellington se
vio nuevamente obligado á dejar el poder , y se
fundó el Gabinete Melbourne. Algunas reformas
pardales verificadas en Ir landa, unieron al prin-
cipio á O' Conell con este Gabinete. En esta épo-
ca , en 1835, fue cuando en su viaje triunfal por
Escocia, al paso que predicaba la reforma de la
Cámara de los Lores, la abolición del derecho
hereditario, y prodigaba al pueblo de Edimbur-
go su famosa comparación del hombre « que cree
saber hacer zapatos, por la sola razón de que
su abuelo los hacia bastante bien en su tiempo »,
concluía todos sus discursos con el grito leal de


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


¡ vivan los Ministros del Rey! « Nada de bande-
r a s , nada de emblemas, calma y moderación si
salen á recibirme » escribía, á su regreso á Du-
b l i n , el ajitador vuelto mas y mas pacífico. En
el dia parece definitivamente rota la buena ar-
monía entre O' Conell y el Ministerio. Ha vuelto
á ajitar la Irlanda, después de haber pedido inú-
tilmente la reforma de la Iglesia y de las Cor-
poraciones municipales. Anuncia que ha sido en-
gañado, que retira su proposición de hace ocho
años , y su voz truena de nuevo por la anulación
de la unión. Es evidente que O' Conell va tras
de un fantasma, ó lo que es mas probable, que
para obtener lo menos , pide lo mas , sabiendo
que no lo ha de conseguir. La Inglaterra, que
trabajó con tanto ardor hace cuarenta añó^, y
pagó tan caro la destrucción de un Parlamento
servil, no irá en el dia á devolver á la Irlanda
un Parlamento que no tardaría en ser hostil, aun-
que independiente, y provocaría sin duda alguna
la separación de ambos paises, ó lo que es lo
mismo el mayor peligro que pueda correr la In-
glaterra , y cuya estension conoce b i en , pues
sabe que siempre, desde la famosa armada de
Felipe II hasta la espedicion de Hosehe y de Hum-




O* CONELL. 35


bert , la Irlanda ha sido el punto de mira de
sus enemigos ; y que aquel pais que divisa desde
sus playas, el dia en que dejase de pertenecerle
podría en algunas horas arrojarle una invasión.
La Inglaterra ademas no acostumbra renunciar
graciosamente á lo que posee.


¿Pero cómo.concluirá todo esto? Esta pregun-
ta nos lleva á reasumir nuestro pensamiento acer-
ca de la fisonomía de O' Conell como orador y
como hombre político, y acerca del objeto que
lleva y los resultados que ha conseguido.


Las cualidades oratorias de O'Conell consis-
ten mucho menos en el desarrollo estraordinario
de tal ó eual facultad, que en el conjunto de mu-
chas facultades hetereojéneas. Es cuanto quiere
ser^unas veces lójico á la manera de los esco-
lásticos y hasta el pedantismo, otras retor di-
serto, idílico y florido; unas veces inspirado y
patético hasta arrancar lágr imas; otras burlón,
acerado é implacable; otras sencillo y candido
como un verdadero buen hombre ; pero con mas
frecuencia ajitador de oficio , como él dice,
tribuno del pueblo y tribuno Irlandés, es decir,
combinando el vigor y la hinchazón , la firme-
za y la vulgaridad en proporciones colosales, y




36 PERSONAJES- CÉLEBRES.


por lo mismo sin rival en Europa en el arte de
conmover á su antojo la muchedumbre. Las sim-
plezas y las brutalidades oratorias de O'Conell
eseeden todos los limites posibles : dirá á uno de
sus enemigos, á Lord C***, que es una cabeza de
jabalí guarnecida con tina piel de naranja; á
otro, que tiene la desgracia de ser cojo, que le
ataca y pretende que su lenguaje es severo , pero
exacto, le replicará: «si, exacto como vuestras
piernas; y le llamará: la ballena terrestre, el
hombre montaña, la mayor masa que se puede
enseñar gratis.»


En contestación á los ataques de Mr. Jackson,
el enemigo mas implacable de la Irlanda, O' Co-
nell se levanta y esclama : « En el pecho^de todo
hombre, el corazón 4 enriquecido con una saígre
jenerosa, pende de músculos que la simpatía di-
lata ; en el pecho de ese (señalando á Jackson
con la mano izquierda) si le abrieseis en este ins-
tante ¿sabéis lo que encontraríais ? en vez de co-
razón y de sangre, pequeños vasos llenos de un
humor acre y negro; en vez de músculos, cor-
reas mohosas de cuero que el odio estrecha
contra los pulmones, y que le arrancan esos
gritos de animal montaraz con que nos ha des.




O' CONELL. 37


garrado los oídos. » Y cuando todo el lado tory
se levanta en tumul to , O' Conell, dominando el
ruido con su voz poderosa : « ¡ I d , vocingleros !
¿hay mas todavía ' Que se unan con estos. ¿Qué
importa que haya en una feria algunos rocines
mas ó menos.»


Seria no acabar si quisiéramos citarlo todo: aña-
diremos solamente que no seria bueno juzgar al
orador por esta simple muestra. Muchas veces,
O1 Conell, en sus rápidas improvisaciones en que
tiene por auditorio un pueblo entero, dejando á
un lado el sarcasmo y la injuria, se anima,
se exalta , se penetra del grandor de Ja dignidad
de su misión, y entonces su palabra se desenvuel-
ve »u ra^ ardiente, llena de imájenes, grandio-
sa ?'y se eleva hasta la mas sublime poesía. De
este modo, después de su segunda elección en
Clare, terminó una alocución dirijida á 40,000
hombres, con estas palabras : « En presencia de
mi Dios y con el mas profundo sentimiento de
la responsabilidad que llevan consigo los solem-
nes y temibles deberes que por dos veces mé ha-
béis impuesto, los acepto, Irlandeses! y ten-
go seguridad de llenarlos, no por mi fuerza sino
por la vuestra. Los hombres de Clare saben que




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


la única base de la.libertad es la religión. Triun-
faron, porque la voz que se levantaba por la pa-
tria habia exhalado antes su plegaria al Señor.
Actualmente oyense cánticos de libertad en nues-
tras verdes campiñas; aquellos sonidos recorren
las colinas, han llenado los valles, murmuran
en las ondas de nuestros r íos , y nuestros torren-
tes con su voz de t rueno, gritan á los ecos de
nuestras montañas: ¡ la Irlanda es l ibre!» Uñase
á tales palabras el poder magnífico del continente,
del gesto, de la voz, y juzgúese del efecto.


La fisonomía política de O' Conell pocas veces
es apreciada á sangre fr ia; para los torys es un
saltimbanqui sin pudor, un mendigo desvergon-
zado (*), un perro mohíno que merece estar
atado etc., etc. Para los whigs es un horrrbre


O Es sabido que el pueblo Irlandés ofrece anualmente
á O' Conell un tributo voluntario muy considerable; en 1835
escedió aquella suma 2.000,000 , y cuentan muchos viajeros
que al dar limosna á un pobre Ir landés , le han visto se-
parar una parte dic iendo: « Esto es para la renta de O' Co-
nel.ii Fl objeto de dicha renta es para indemnizar al ajita-
dor de haber abandonado su abogacía, y al mismo tiempo
para atender á los crecidos gastos que ocasionan sus fre-
cuentes v iajes , sus relaciones multiplicadas y su elevada
posición política. La publicidad absoluta de que va acom-
pañada la percepción de aquella renta , atenúa la estrañeza
que causaría á nuestras costumbres.




O' CONELL. 39


peligroso y venal, que es preciso comprar á toda
costa: para los radicales es un amigo poco seguro
del que es preciso desconfiar ; para los Irlandeses
O' Conell es mas que un hombre, es casi un Dios.


Todas estas apreciaciones tan diferentes, se con-
ciben y esplican por la movilidad misma de O' Co-
ne l l , movilidad cuya causa y justificación es pre-
ciso buscar en esa posición mista en que se ha
colocado, entre la legalidad y la insurrecion.
« O ' Conell, como lo ha dicho muy bien Mr. de
Beaumont, no es ni un hombre de pura oposi-
ción parlamentaria , ni un hombre de revolución;
es uno y otro alternativamente y según los ca-
sos: para él todo consiste en obedecer y resistir con
discernimiento.» O'Conell no es un filósofo hu-
maJltario, porque antes que todo es el hombre
de su pais, y porque la Irlanda tiene demasiado que
hacer con sus propios males, para pensar en di-
sertar sintéticamente en los de la especie huma-
na ; O' Conell es católico, primeramente porque
es Irlandés, y en seguida porque habla á Irlan-
deses y para Irlandeses; O' Conell no ha insur-
reccionado su pais, y aunque pueda hacerlo con
una señal, no lo hará , porque aun no juzga la
Inglaterra bastante dividida, ni bastante fuerte á




4 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Irlanda para arriesgar la iniciativa. Reflexiónese
en todas las tentativas anteriores en que Dios ha
permitido que corriera en vano la sangre del opri-
mido; piénsese en la espantosa responsabilidad que
pesa sobre un solo hombre; véase á este hombre
que conoce que se aproxima el tiempo , pero que
retrocede ante el sacrificio de toda una generación,
que espera morir antes de la hora del combate, y
se comprenderán las secretas angustias de O' Conell.


¿ Muerto este qué será de la Irlanda ? El lec-
tor ba debido conocer por lo que precede, que
el statu quo por mucho que pueda prolongarse,
no tiene condición alguna de vida. ¿Será la Ir-
landa oprimida otra vez , y sufrirá nuevamente
por siglos la dura esclavitud de que luj salido?
Para sacar tal conclusión de lo existente, ftria
preciso dudar de la Providencia, y de Ja marcha
progresiva del espíritu humano. ¿ Se separará la
Irlanda de la Inglaterra ? Hemos visto que esto
solo podría verificarse con la destrucción de la
una ó de la o t ra ; queda una última y mejor
solución del problema. S iO 'Connel no ha dado
á la Irlanda la felicidad y la vida social, le ba
dado por lo menos el sentimiento de la fuerza
en la unión , y cualesquiera que puedan ser las




• o' CONELIs-' . ; 33:


alternativas die la lucha futura, este sentimiento
no moriráy pero O-Conell ha hecho, uvas todavía,
ha llevado á luglaterra lo que puede l lamarseel
contajio de la Irlanda. La aristocracia inglesa
será castigada por donde ha pecado; ha tenido
dos pesos y dos medidas, ha gobernado la In-
glaterra con un buen espíritu, aunque no fuese
todavía sino el espíritu del egoísmo, pero ha he-
cho pasar á toda la Irlanda bajo el mismo nivel
de miseria, y de este modo ha creado á su lado
la mas enérjica y temible de todas las democra •
cias , la de los harapos; y la democracia es epi-
démica por su naturaleza, y no faltan también
harapos en Inglaterra. Si es verdad que las ge-
neraciones son solidarias unas de ot ras ; si lo es
coTfo ítf ha dicho un noble y armonioso pen-
sador (*) que la humanidad marcha siempre per
un camino trazado por estas tres palabras: DE-
CADENCIA, ESPIACION Y REHABILITACIÓN;
si es cierto que los crímenes de las castas , como
los de los pueblos y los'de los individuos son libres,
pero que la pena de ellos, por muy lenta que
sea, es fatal; si es verdad que durante setecien-
tos años la aristocracia Inglesa ha enviado á


(•) M. Ballanche.




34 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


•A


la Irlanda la t iranía, ¿con qué derecho podrá
quejarse coando la Irlanda le envié en cambio
Una revolución?








D. DIEGO DE LEOft,


CONDE DE BELASCOAIN.


«Como el Caballero Bayardo, sin
miedo y siu tacha,» '


«El cadalso no deshonró á D I E G O
L E Ó N ; el cadalso en nada menoscabó
las glorias que tan justamente habia
adquirido. >>


Discurso pronunciado por: el Gene-
ral S . M I G U E L , Ministro de la Guer-
ra , en la sesión del Congreso del'
2« de Enero.de 1842 . ..... : '< • ,


Hay en los periodos terribles de guerras xh,
viles y trastornos sociales con que la Providencia
aflige algunas veces, á los pueblos, personages
que si descuellan sobre los demás por la .par te


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


activa que tomaron en la lucha, por sus grandes
hechos de valor, y por su lealtad y nobleza,
llaman todavia mas la atención, por el fin de-
sastroso de su vida. Tal es el ilustre personaje,
cuya biografía vamos á t razar , no sin descono-
cer la gran dificultad de satisfacer en el aprecio
q u e d e los hechos hagamos, todas las pasiones,
todos los partidos que en ellos han intervenido.
Calientes todavia las cenizas del héroe de Be-
lascoain, preocupados aun los ánimos con los
sucesos que ocasionaron su triste fin, peligroso
es incurrir en la desgracia de todos los partidos;
pero llevamos al menos la ventaja que ninguno
de ellos ha puesto jamás en duda , la esplendo-
rosa caballerosidad; la acrisolada m£Ieza^ la
invariable lealtad, y el indisputable valor del
general Leon. ¿Y cómo no ser asi, cuando aun
sus mas encarnizados enemigos presenciaron su
denodado arrojo en cien combates, y á él de-
bieron en muchos el lauro de la victoria? Pu-
diéramos pues encomiar sus grandes hechos mi-
litares sin el menor recelo de ser contradichos;
no asi tal vez su lealtad, porque esta cualidad
moral , si bien descansa en principios eternos,
es diferentemente juzgada por los partidos poli--




I.EON. 3


ticos, durante el vértigo que los domina. Dia
llegará en que la imparcial historia clasifique y
dé su justo valor á las acciones y procederes
de los hombres que han representado un gran
papel en el prolongado y sangriento drama de
nuestras discordias civiles. Stremos, pues, para
evitar estos escollos, meros cronistas de los su-
cesos que tengan relación eon el personaje, tan
ilustre como desgraciado, de cuya biografía nos
ocupamos; dejando á cada cual la apreciación
de ellos, según el espíritu que le domine. Los
sucesos que terminaron su gloriosa existencia,
son todavia demasiado recientes para pertenecer
á la historia. Todos los hemos presenciado; to-
dos ̂ be, ;pos sus causas; todos lloramos sus tris-
tes resultados. Consignaremos solo en nuestro
trabajo los hechos de público sabidos; envueltos
están aun algunos en la oscuridad que las cir-
cunstancias no han permitido aclarar, pero con
el tiempo quedarán fijados.


Tampoco nos permite lo reducido de nuestro
trabajo, el hacer una detenida enumeración de
los hechos militares del general León durante
la guerra civil. ¿Y para qué, cuando. están llenos
todos los papeles públicos de la época, de sus




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


combates y hazañas P Asi pues pasaremos rápi-
damente por la gloriosa carrera militar, para
detenernos algún tanto mas en la corta, pero no-
table vida política del general León.


D. D I E G O ANTONIO DE L E Ó N Y NAVARHETE,


PRIMER CONDE DE BELASCOAIN , CABALLERO


GRAN CRUZ DE LA R E A L Y DISTINGUIDA ORDEN


DE CARLOS I I I , DE LA AMERICANA DE ISABEL


LA CATÓLICA, Y DE LA MILITAR DE S . F E R N A N -


D O , CONDECORADO CON LA LAUREADA DE SE-


GUNDA CLASE DE LA MISMA U R D E N , Y CON


OTRAS VARIAS DE DISTINCIÓN POR GLORIOSAS


ACCIONES DE G U E R R A , GENTIL-HOMBRE DE CÁ-


MARA DE S . M. CON E J E R C I C I O , COMÉIS DADOR


DE LA ORDEN R E A L DE LA LEGIÓN * ( H^NOR


DE FRANCIA, TENIENTE GENERAL DE LOS E J É R -


CITOS NACIONALES , nació.en Córdoba el día 30


de Marzo de 1 8 0 7 , siendo sus padres el Marqués
de las Atalayuelas, Comendador de la Orden
de Calatrava, gentil-hombre de S . M., y briga-
dier coronel del regimiento Provincial de aquella
ciudad, y Doña Maria Teresa Navarrete y Val-
divia. Fue educado con el esmero y según á
su distinguida clase correspondía, y al concluir
sus estudios en el colegio de la Asunción de




Córdoba en 1823, manifestó los mas vivos de-
seos de seguir la carrera militar, en la que tan-
tos dias de gloria babia de dar á su patria.
Condescendiendo su padre con sus deseos, y
según habia sido costumbre en otros tiempos,
propuso al Gobierno beneficiar una compañía de
caballería en favor de su hijo D. Diego, á lo
que accedió el Gobierno concediendo el título de
Capitán del regimiento de caballería de Almansa
1.° de Dragones á I). Diego de León en 28 de
Agosto de 1824, en cuyo mismo dia hizo su
padre entrega formal de 74 caballos, cuyo coste
ascendió á 160,000 reales. En dicho cuerpo con-
tinuó León sus servicios, hasta el 20 de Di-
ciembre de 1826, en que fue nombrado ayu-
daiTe de*Campo del comandante general de la
Guardia Real de caballería, el Marqués de Zam-
brano. En 19 de Julio de 1827 obtuvo el erar
pleo de Capitán del, regimiento de Coraceros de
la Guardia Real.


JJegó el año de 1829, y con él la celebra-
ción del augusto enlace del Rey Fernando ; VII
con la Princesa de JNápoles doña Maria Cristina
dé Borbon, que tan halagüeñas esperanzas in-
fundió á todos los españoles"; en celebración de




6 PERSONAJES CELEBRES.


aquel memorable suceso, se concedió á León el
grado de coronel. Continuó sus servicios, as-
cendiendo en 7 de Octubre de 1834 á coman-
dante de escuadrón de Lanceros de la Guardia;
y habiendo solicitado ir á campaña, pasó al ejér-
cito de operaciones del Norte en el mes de Di-
ciembre , dando principio á la serie de memora-
bles hechos de armas en que brilló su nombre.
El 17 de Enero de 1835 peleó denodadamente
en la acción de Urbiza: el 27 del mismo mes
en la de Muez: el 5 de Febrero en los campos
de Mazar* Assarta y Puente de Arquijas: poco
después tomó el mando de los escuadrones de
campaña, y concurrió con ellos á la acción de
los Arcos el 24 de Febrero, á la del Puente de
Lárraga en 8 de Marzo, y el 29 def mttno
mes á la de Arroniz. Combatió el 2 de Mayo en
la retirada del fuerte de Treviño; el 16 en el
reconocimiento sobre el Carrascal; el 13 de Ju-
nio en la retirada del sitio de Salvatierra; en 16
de Julio en la gloriosa acción de Mendigorria;
el 2 de Setiembre en la de los Arcos, en la
que con 72 caballos contuvo una columna ene-
miga , habiendo perdido en aquella acción dos
caballos muertos y uno herido de los que mon-




LEÓN. 7


taba, mereciendo por tan heroico comportamiento
que el General en Gefe le pusiese en el acto
la cruz laureada de S. Fernando, dispensándole
la Reina del juicio contradictorio, por la noto,
riedad del hecho en que la habia adquirido. El
11 del mismo mes, combatió de nuevo en los
campos gloriosos de Mendigorría; el 17 de Oc-
tubre en Salvatierra y en el reconocimiento sobre
Guevara, habiendo desalojado á los enemigos
con el escuadrón de su mando de las posiciones
que ocupaban; el 28, en la marcha desde Vi-
llareal á Vitori?, sosteniendo la retirada de todo
el ejército con cinco escuadrones que mandaba,
y con los cuales dio dos cargas á los enemigos,
valiéndole este hecho una mención honorífica en
la. ̂ rde!*1 general. Peleó en Estella el 15 de No-
viembre y el 16 en Montejurra, donde logró pa-
sar con 7 lanceros el desfiladero de aquel mon-
te y cargar con tan corta fuerza á dos escua-
drones enemigos, haciéndoles huir y apoderán-
dose de treinta prisioneros. El 1.° de Enero
de 1836 se halló en la acción dada sobre el
castillo de Guevara, y el 16 y 17 en las san-
grientas de Arlaban; el 23 en el reconocimiento
sobre aquel castillo; el 25 de Febrero en la de




8 PERSONAJES CÉI.EURES.


Berrio Plano, en la que cargó valerosameute á
los enemigos; el 5 de Marzo en la de Zubiri.
El 23 salió con 150 infantes y 64 caballos en
persecución de dos batallones y un escuadrón
enemigos que mandaba el Royo, y á los que
alcanzó y batió al romper el dia. Por real despacho
de 12 dé Marzo fue nombrado coronel del regi-
miento húsares de la Princesa, y con él concurrió
el 25 de Abril al reconocimiento sobre Villarreal
de Álava: Marchó en seguida á protejer el fuerte
d é Villana' de Losa, hallándose ya de vuelta en
Arlaban cuando tuvieron lugar las memorables
acciones del 2 1 , 22 , 2 3 , 2 4 , 2 5 , 26 y 27 de
aquel mes. En Junio salió en persecución de Gó-
mez por las provincias de Asturias, Galicia,
Castilla , Aragón, Cuenca, Mancha, Akda}gpia
y Estremadura. Entonces fue cuando alcanzó su
espada la inmarcesible gloria de Villarrobledo,
en cuya jornada con 150 húsares hizo pedazos
á 11,000 infantes y 1,000 caballos, quedando
en su poder 1,500 prisioneros, 2,000 fusiles,
y 200 muertos en el campo. Por tan brillante
victoria fue ascendido León al empleo de Bri-
gadier. El 14 de Octubre libertó á la ciudad de
Córdoba del poder de los enemigos, siendo el




LEÓN. 9


primero que entró en ella, y en 29 de Noviem-
bre logró alcanzarlos y batirlos de nuevo en Al-
caudete.


Hasta aqui liemos copiado la hoja de servicios
de León, y en el inmenso número de acciones
de guerra en que peleó, hemos citado las fechas
para que la historia pueda fácilmente encontrar
y estender los pormenores de ellas. Ahora ha-
blaremos del General ilustre, cuyos gloriosos
hechos están enlazados con la historia del ejército
en los últimos años de la campaña.


En el Otoño de 1837, mandando D. Carlos
las fuerzas de su espedicion, tuvo lugar la ba-
talla de Gra en Cataluña, y en ella León con
57 húsares deshizo á cuatro batallones y dos
e s a adi Jnes enemigos, decidiendo del éxito de la
batalla. Continuó después á las órdenes del ge-
neral Espartero en persecución del enemigo hasta
la retirada de éste á las provincias del Norte,
dando fin á aquella campaña con la victoria que
alcanzó en Huerta del Rey. Alli sin mas fuerza
que 69 tiradores de húsares, venció y derrotó á
9 escuadrones enemigos, haciéndoles 93 prisio-
neros y apoderándose de 78 caballos. En 11 de
Noviembre fue ascendida León á Mariscal de




10 PERSONAJES CÉLEIiEES.


Campo. La espedicioü carlista volvió á pasar in-
mediatamente el E b r o , y León obtuvo el mando
de las fuerzas destinadas á operar en Navarra.
La situación dé aquel pais era entonces suma-
mente critica para las tropas de la Reina, fal-
tando los recursos para mantener al soldado, a
causa de haber estendido el enemigo su domi-
nación durante las espediciones. Persuadido León
de la necesidad de emprender las operaciones,
para reconquistar el pais perdido, acometió en-
medio de tantos obstáculos y consiguió en breve
la difícil empresa de arrojar al enemigo al otro
lado del Arga. Fijó en seguida su atención sobre
la importancia del puente fortificado de Belascoain,
punto de fácil y segura comunicación con el
Carrascal, y manifestó al general Alarf, V^iey
entonces de Navarra, el pensamiento que habia
concebido de atacar aquel fuerte. Aplaudió el
Virey la idea , pero no aprobó su ejecución des-
confiando del éxito. León, sin embargo, aco-
metió la empresa; coii cinco batallones y sin
artillería de batir , derrotó á los enemigos que
contaban con siete batallones, y logró arro-
jarlos al mismo pueblo de Belascoain. Envió
entonces un oficial de su estado mayor á pe-




LEOJX. II


iliv al Virey artillería para batir el fuerte, y
sin esperar aquel auxilio indispensable para
tamaña acometida, al amanecer del siguiente dia
rompió León el ataque sobre el pueblo, del que se
hizo pronto dueño : en tan crítico momento supo
la negativa formal del Virey á facilitarle la ar-
tillería ; pero no por eso desmayó, y decidido á po-
ner término á aquella lucha, acometió á la carrea-
ra todas las posiciones y líneas atrincheradas. Eu
breve fue todo suyo, manifestando al Virey que
solo necesitaba pólvora para volar el fuerte, y
raciones para dar de comer al soldado. Abandonó
por poco tiempo el teatro de Navarra, disgustado
de las contestaciones que se veia precisado á sos-
tener con el Virey , quien encargado de las ope-
raciones en aquella parte, esperimentó en Setiem-
bre un fuerte descalabro en Legarda. León que
se hallaba á larga distancia al frente de la caba-
llería del ejército, recibió del General en Gefe la
misión de encargarse de nuevo del mando de las
fuerzas de Navarra. Marchó sin detenerse, y á la
hora de haber llegado, con las misinos tropas que
antes se retiraban derrotadas, batió al enemigo y
le obligó á repasar el Ebro. Vencióle de nuevo en
Sesma y en Belascoain, donde el ejército español




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


le vio con asombro apoderarse á caballo de las
tbrtificacioaes, y entrar á caballo por la tronera de
un canon. Alli ganó el título de Conde de Be-
lascoain.


Mas adelante y pacificadas ya las provincias del
Norte á consecuencia del memorable convenio de
Vergará, se trasladó con el ejército á Aragón.
Combatió en Segura, en Castellote y en Morella,
y puso término á tantas hazañas, ayudando al
Duque de la Victoria en la torna de Berga, don-
de perdió su caballo, y descargó el último golpe
de lanza que se dio en la guerra de siete años.


Tales son en bosquejo los grandes hechos de
a rmas , las insignes proezas del general León; ta-
les fueron hasta entonces los grados y distincio-
nes que obtuvo con el valor de su pedió' y **?>n
el esfuerzo de su potente lanza. Hazañas que os-
tentará la España en días menos aciagos como
una de sus glorias mas brillantes y duraderas.
No se olvidará fácilmente á nuestros soldados la
memoria del esforzado caudillo que tantas veces
les condujo al combate y les alcanzó la gloria,
ni el pueblo español olvidará tampoco los grandes
servicios que prestó á la causa de la libertad, y
á la consolidación de! trono legítimo.




LEÓN' 13


Hemos bosquejado rápidamente los mas im-
portantes sucesos de ia vida militar de León, no
permitiéndonos los límites de nuestra reseña pre-
sentar todos los rasgos, todas las acciones subli-
mes que caracterizaron al esclarecido Capitán.
Vamos á recorrer ahora su vida política de corta
duración , como corta fue también su vida física
por desgracia de la patria.


«Con la cara al enemigo y la espalda vuelta á
nuestras disensiones políticas.» Con estas palabras,
que á nadie con mas verdad que al malogrado
León pueden aplicarse, calificó la conducta del
ejército en los movimientos de 1835, uno de
nuestros mas distinguidos oradores. En efecto, el
general-Leen desde su llegada al teatro de la guer-
ra "no tuvo otra atención, no le animó mas deseo
que combatir al enemigo de su Reina y de su
Patria. Todo lo demás era para él indiferente;
la política, sus partidos, sus divisiones,, sus
tendencias, palabras vanas para el que solo ha-
bía recibido la misión de combatir y triunfar.-


Pero debia llegar el día en que el vencedor
de cien combates tendiese su vista sobre la esce-
na política, y esta se presentó á sus. ojos por la
vez primera en el por desgracia famoso lugar del




14 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


Mas de las Matas. Allí, en la inacción del in-
vierno , mientras el caudillo principal se apresta-
ba para la próxima campaña, y para otras em-
presas en mayor provecho suyo, aunque aciagas
para la Nación, alli oyó leer el célebre docu-
mento en que un Secretario del General en Gefe
se declaraba autorizado para decir al pais ente-
ro , que la marcha seguida por el Gobierno, de
acuerdo con la representación nacional, no
merecía la aprobación del Gefe de los ejércitos.
Aquel documento, que debia enviarse á los pe-
riódicos de la Corte para que sirviese de señal á
los preparativos de un gran suceso, fue presen-
tado á León, y se le pidió su parecer delante
del que le había redactado, y en presenciare otros
muchos que rodeaban al General en Geíe. No
vaciló León. el manifestar su oposición fuerte y
declarada á todos los actos que tendiesen á dar
al ejército una influencia indebida y siempre per-
judicial en los negocios públicos, desaprobando
del modo mas enérgico aquella declaración. No
retrajeron sus palabras á los que de antemano
habian resuelto seguir otra conducta, y por lo
tanto y desde entonces, su situación era violenta
en el ejército. Conociólo asi, y pidió y obtuvo




L E O S . 15


licencia pava Madrid; y la Corle le vio durante
treinta dias que permaneció en ella, ageno á las
cuestiones políticas que se debatían, y sin con-
traer alianza con ninguno de los hombres nota-
bles de los partidos que á la sazón figuraban en
la escena.


Sabidos son los escandalosos y deplorables su-
cesos del 23 y 24 de Febrero de 1840, en que una
turba sediciosa insultó y amenazó á la repre-
sentación nacional en las puertas mismas de su
Palacio, con mengua y menosprecio de las au-
toridades que no supieron contener ni castigar
semejante atentado. No faltó entonces quien acon-
sejase á S. M. el nombramiento de León para
ear̂ tan,|ifi;eneral de Casulla la Nueva; pero la fa-
talidad del destino pesaba entonces sobre la
Madre Augusta de Isabel II, que sin embargo no
desconoei» ni dejaba de apreciar la lealtad, el
valor y los grandes servicios de León. Quiso pre-
miarlos eon el empleo de teniente general; pero
León que habia venido á la Corte huyendo del
contajio político del cuartel general, no podía
renunciar á la gloria de terminar la campaña, y
su escesiva delicadeza no le permitía aceptar un
ascenso que no hubiese sido ganado como los




16 PERSONAJES CÉLERRES.


anteriores en el campo de batalla. Hízolo asi pre-
sente á S. M. , añadiendo que esperaba conquis-
tar en breve en la guerra el nuevo premio ofrecido;
tan noble conducta le hizo entonces mas digno de
la bondad de su Re ina , que le concedióla distin-
guida honra de nombrarle su gentil-hombre. Muy
lisonjeado León con el nuevo favor soberano,
dispuso su regreso al ejército, y llegó á tiempo
de empezarse las operaciones sobre Segura. Desde
entonces hasta los, sucesos de Barcelona, no se ve
figurar á León en la esfera política.


Con la toma de la ciudad de Berga habia ter-
minado la guerra , y el General en Gefe ocupado
en Barcelona en operaciones de otra clase, se
curaba entonces .poco de la compañía d/s León-
Situado este con su división á distancia de aquélla
c iudad , devoró en silencio y eon amargura los
agraviosy los repetidos atentados contra la Ma-
gestad del Trono. Un rumor vago, de esos que
suelen preceder á la adopción de una medida grave,
anunciaba ya por entonces que León debía salir
del ejército para un mando importante; é l , en su
lealtad de sentimientos, consecuente con,los hom-
bres á quienes creyera un dia sus amigos, habló
detenidamente con el Duque de la Victoria acerca




LEÓN. 17


de las probabilidades de obtener el mando supe-
rior militar de Madrid. Manifestóle el Duque su
desaprobación á este proyecto; pero poco después
cuando ya era positivo el nombramiento de León
para la capitanía general de Castilla la Nueva, y
en vísperas de conocerse el movimiento insurrec-
cional de Madrid de 1.° de Setiembre, el gene-
ral Espartero dejó de manifestar toda oposición,
y el desgraciado León marchó á encargarse de
su nuevo destino. Antes de llegar á Zaragoza se
vio cercado de graves é inminentes riesgos, y le
fué imposible penetrar en aquella ciudad insur-
reccionada también. Detenido en su marcha,
escribió al Duque de la Victoria solicitando ins-
trucciones^, que este se negó á dar le , recomen-
dánaVue que se dirigiera á S. M., á la sazón en
Valencia. León despachó al efecto un espreso con
pliegos para el gobierno supremo, y por orden
de este corrió á encargarse del mando de todas
las tropas que se habían mantenido fieles, y se
hallaban reunidas en Tarancon. Desde aquel
punto contempló los progresos de la revolución,
sin hostilizarla, porque tales eran las instruccio-
nes que se le habían dado. Tales eran también
sus rígidos principios de obediencia y disciplina.


2




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


A la historia corresponde apreciar en su dia, si en
aquella disolución social debia ó no prescindir de
sus deberes militares, y obrar según los genero-
sos impulsos de su acrisolada lealtad.


Nombrado el Duque de la Victoria Presidente
del Consejo, le vio pasar desde Mailrid á Valen-
cia con sus compañeros, y fácil le hubiera sido
apoderarse de ellos, evitando tal vez de este modo
el último golpe de destrucción; pero no lo inten-
tó siquiera. Tal vez no halló cabida en su pun-
donoroso corazón la idea de los acontecimientos
sucesivos. Desde Valencia le escribió el Duque
de la Victoria en términos que no desmentían la
antigua amistad, aconsejándole que renunciase el
mando de Castilla la Nueva. A la horade haber
recibido aquella comunicación, remitía á Talen,
cía la dimisión aconsejada y una solicitud de li-
cencia para Francia. Fuete esta concedida, y aun-
que se le recomendó que no la usase; como
tampoco le fue permitido por el poder militar que
imperaba entonces el entrar en Madrid y descan-
sar al lado de su familia, partió para el vecino
reino Fue allí objeto de veneración y respeto de
parte de todos los militares ilustres: en Burdeos
pasó una revista á las tropas de aquella división,




I.EON. 19


y sin visitar la capital de Francia, por un senti-
miento de delicadeza que no se supo apreciaren
el interrogatorio capcioso que después se le hizo
sufrir, regresó á Madrid, donde triste y silen-
cioso pasó sus dias en la oscuridad y la miseria.


Evitaremos hacer una relación del estado á
que el pais había quedado reducido á consecuen-
cia del trastorno de Setiembre, y de los sucesos
posteriores. Los hechos son demasiado recientes,
y sabidos son de todos el malestar y el desconten-
to que reinaban en todas las clases, y en el ejér-
cito en particular. Éstas causas dieron lugar á
los acontecimientos de Pamplona , Vitoria, Pro-
vincias Vascongadas, Zaragoza y otros puntos,
cuyp^obj^o era la destrucción del Gobierno exis-
tente', y el restablecimiento de la Regencia de la
Augusta Madre de Isabel II. Los generales que
mas se habían distinguido en la última guerra,
los que mas pruebas habían dado de valor y leal-
tad, tomaron pa r teen aquella insurrección, cu-
yos detalles, asi como las causas de su mal éxi-
to , no son todavía bien conocidas, ni tampoco
de este lugar.


Desde el momento en que fueron conocidos
en Madrid los acontecimientos de primeros de




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


Octubre en las provincias del Norte , decíase de
público que iba á estallar una revolución militar;
hablábase de un pronto movimiento, lo que dio
lugar á que el Gobierno redoblase su vigilancia,
y mandase salir de Madrid á las personas que su-
ponía cómplices ó autores del p lan, las cuales
habian desaparecido ya cuando fueron á buscar-
las á sus domicilios , siendo una de ellas el ge-
neral León. Separáronse el dia 7 de Octubre por
la mañana á muchos oficiales del primer regi-
miento de la Guardia Rea l , y en la tarde de
aquel mismo dia se dio orden á los sargentos de
no dejar entrar en el cuartel á los oficiales se-
parados, y á los centinelas de hacerles fuego si
lo intentaban. Al anochecer resonaba ñor las ca-
lles de Madrid el ruido de los tambores ffl la
Milicia Nacional tocando generala, y todo el
mundo se persuadió que era llegado el momen-
to de realizarse la sublevación de que tanto se
habia hablado. El general Concha , con par-
te del regimiento de la Princesa y las com-
pañías de la Guardia Real que estaban de servicio
en Palacio, se habia apoderado del Real Alcá-
zar.Hallábase este rodeado por la Milicia y otras
tropas de la guarnición, sufriendo los subleva-




L E Ó N . 21


dos el fuego que desde el esterior se les hacia.
A las doce de la noche montó el general León


á caballo vestido con su uniforme de húsar, y se-
guido de un ordenanza, atravesó por entre las tro-
pas que circuían y hacían fuego al Palacio; penetró
en él, arengó á las fuerzas alli reunidas, y subió
en seguida por la escalera principal, con ánimo de
poner en salvo á S. M. Mas al ruido y á los
vivas dados por los agresores, previniéronse los
18 Guardias Alabarderos que daban la guardia
interior, quienes hicieron una denodada resis-
tencia. Las sublevados se presentaron delante de
la puerta que conduce al salón de columnas, y
allí se trabó un combate digno de mejor causa.
La f¿ein^¡y su Augusta Hermana pasaron á la
estancia mas retirada del edificio, donde perma-
necieron toda la noche abatidas y consternadas,
pero seguras de todo riesgo, pues solo la mas
negra villanía pudiera imputar el designio de
atentar á tan preciosas vidas, á los que mil veces
habían espuesto la suya por la conservación de su
Trono, y estaban dando una notable prueba de
su lealtad.


Durante aquella infausta noche el ánimo y
bizarría del general León y de sus compañeros




22 PERSONAJES CELEBRES.


esceden á cuanto puede concebirse. ¡Olí! para
mas altas empresas debían haberse reservado aque-
llos ilustres caudillos. Lástinja es que aventu-
rasen empañar la gloria de tantos años , en los
bazares de una infausta noche.


A las tres de la madrugada del 8 , reducidos
solo á 309, hombres los. que. habían quedado en
Palacio , y perdida la batalla sin esperanza para
ellos de capitulación,ni tregua, los generales León
y Concha con algunos caballos y una. compañía
de infantería, salieron por el Campo, del Moro,
donde les dieron el quién vive las avanzadas ene-
migas; contestaron ellos, ronda mayor, y cuan-
do, se, acercaron á reconocerlos, arrollaron á la
avanzada, y siguieron á escape hacia la puerta
de Hierro, donde encontraron otra ava,nza<SP de
caballería, y sufrieron upa carga, en la que
perdió) el: general León su cabadlo , viéndose
precisado á tomar el de un soldado, en el, que le
prendieron, las fuerzas de caballería que á. las seis
de la mañana habían salido en su persecución,
encontrándole splo á seis leguas de distancia, y
conduciéndole preso á la capital, donde se le
colocó en el cuartel de Nacionales. Igual suerte
cupo.á muchos desús esforzados compañeros.




LEÓN. 23


Nombrado el Consejo de guerra de Oficiales


Generales para fallar las causas formadas con


motivo de la insurrección del dia 7, no sin no-
table infracción de lo dispuesto en las Ordenanzas,


ocupóse el fiscal en instruir el proceso del general


León con celeridad poco acostumbrada , y el 13 a


la una del dia se celebró el consejo. Componíase


este del gefe de escuadra D. Dionisio Capaz, de


los mariscales de campo D. Pedro Méndez Vigo,


D. Nicolás Isidro, D. Pedro Ramírez , D. José


Cortinez y D. José Grases, y del brigadier Don


Ignacio López Pin to , siendo fiscal el brigadier


D. Nicolás Miuuisir. De cuantos componían aquel


consejo, dos solo tal vez habían podido admirar


en los cajnpos de batalla el heroico valor del que


¡ba^Pá juzgar. Sus votos no le fueron contrarios.


El general León, acompañado de su defensor el


general Roncali y de dos ayudantes , y conduci-


do en un coche con la correspondiente escolta,


atravesando un inmenso pueblo, que atónito y


aterrado se agolpaba á su paso , se apeó en el
Colegio Imperial, donde se celebraba el consejo,


retirándose á un aposento mientras se estaba vien-


do su causa y conservando el público espectador


un triste y espresivo silencio. Manifestaba el acu-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


sado en su declaración, que si bien sabia que
existían planes para quitar la Regencia al Duque
de la Victoria, nunca habia consentido en po-
nerse al frente del movimiento por mas instan-
cias que se le hicieron. En la noche del 7 cuando
oyó el toque de generala y vio la gente correr
por las calles, él, que transitaba por la del Prín-
cipe, se dirigió á su casa, y desde ella á la en
que desde el 5 se encontraba escondido. Quealli
hizo llevar por medio de un criado su uniforme de
húsar, que le entregaron sin sable, y vestido con
él se dirigió á Palacio á las doce y media de te
noche, sin entrar en ningún cuartel ni pararse
en parte alguna. Confesaba que al presentarse alli
habia sido victoreado por los soldados subleva-
dos , á quienes contesto', que donde estala S.%f.
la Reina Doña Isabel II, solo á ella debía vic-
torearse. Que después se presentó á los Alabar-
deros pidiéndoles dejasen de hacer fuego, pues
era el medio de que cesara por la parte contraria,
y no se causara alarma á las Reales Huérfanas.
Que no habiéndolo conseguido, se marehó á po-
cos momentos tomando el camino de la puerta
de Hierro, perdiendo su caballo, que quedó se-
pultado en una zanja que intentó saltar, con-




LEÓN. 25
tinuó su camino á pie hasta encontrar á dos
cazadores de la Guardia Real á quienes compró
un caballo, rehusando las ofertas que le hicie-
ron de seguirle. Que al llegar á Colmenar, deci-
dió volverse á Madrid , y entonces fue hallado
por los húsares, á quienes él misino se entregó.
Disculpaba el haberse presentado en Palacio cum-
pliendo con su deber por haber, convenido con
varios generales de cuartel en Madrid que aquel
seria el punto de reunión en caso de alarma; de-
claración confirmada por deposiciones de testigos.


Figuraba también en los autos una carta ha-
llada en su cartera, sin fecha , escrita y firmada
de mano del general L e ó n , y dirigida al Duque
de la Victoria , del tenor siguiente:


-""ísr.'D. Baldomero Espartero.—Muy Sr. mió:
habiéndome mandado S. M. la Reina Goberna-
dora del Reino Doña María Cristina de Borbon,
que restablezca su autoridad usurpada y hollada
á consecuencia de sucesos, que por consideración
hacia V. me abstengo de calificar; y como el
honor y el deber no me permiten permanecer
sordo á la voz de la Augusta Princesa, en cuyo
nombre y bajo cuyo gobierno, ayudado por la
nación, hemos dado fin á la terrible lucha de




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


los seis años; para que no desconozca V. el mó-
vil que me llama á desenvainar una espada que
siempre empleé en servicio de mi Reina y de
mi patria, y no en las banderías, ni privadas
ambiciones; le noticio que en obedecimiento de
las órdenes de S. M. y para el bien del ¡Reino,
he debido comunicar á todos los gefes de los
cuerpos del ejército, que S. M. hallándose re-
suelta á recuperar el ejercicio de su autoridad,
me previene llame al ejército bajo su bandera,
la bandera de la Lealtad castellana, y lo aperci-
ba y disponga á cumplir las órdenes que en su
Real nombre estoy encargado de hacerles saber.


» En su consecuencia las leales provincias Vas-
congadas y el reino de Navarra con todas las
tropas que la guarnecen, á cuya cabezaje htBa
el general D. Leopoldo O' Donell, se han decla-
rado en favor del, restablecimiento de la legítima
autoridad, de la Reina: y como los gefes de los
cuerpos que ocupan las demás provincias del Rei-
no , han oido igualmente la voz del deber y del
honor, y se hallan dispuestos á seguir la bande-
ra de lealtad,: el movimiento del Norte va á ser
secundado por el deLMediodia y el del Este , y
el Gobierno salido de la revolución de Setiembre,




L-EOJX. 27


palpara bien pronto el desengaño de haber des-
conocido los sentimientos de fidelidad á sus Reyes,
y á las leyes patrias, que animan al ejército y ai
pueblo español.


» Como esta situacipu va necesariamente á
ponerme en pugna con el ppder de hecho que V.
esta ejerciendo , antes que la suerte de las armas
decida una contienda que la justicia de la Pro-
videncia tiene ya decretada, habla en mí el re-
cuerdo de que hemos sido amigos y compañeros,
y dasearia evitar á. V. el conflicto en que va á
verse, á la historia un ejemplo de triste severi-
dad , y al pais el nuevo derramamiento de sangre
española.


» Consulte V. su corazón y oiga su concien-
ciábanles de empeñar una lucha, en la que el
derecho no está de parte de la causa á cuya cabe-
za se halla V. colocado. Deje ese puesto que la
rebelión, le ofreció, y - que una equivocada noción
de lo que falsamente creyó sin duda, exigía el
interés público, pudo solo hacerle aceptar; y
yo contaré todavía, corno.un dia feliz aquel en
que recibiendo en nombre de S, M> la dejación
de, la,autoridad ravolucipnaria que V. ejerce, pue-
da hacer presente á la Reina, que en algo ha




2 8 PERSONAJES CELEBRES.


contribuido V. á reparar el mal que habia cau-
sado. »


«Reciba V. con esta la última prueba de la
amistad que nos ha unido, la espresion de mi
deseo de encontrar todavía en V. los sentimien-
tos de un buen español, que son los que animan
constantemente á su atento y seguro servidor
Q. B . S . M . — D I E G O DE LEÓN. »


Después de leido el proceso tomó la palabra
su defensor el general Roncali, vertiendo abun-
dantes lágrimas, y arrancándolas del numeroso
auditorio, refirió los triunfos de su cliente en
cien combates; examinó la acusación fiscal en
que se pedia la sangre de tan ilustre guerrero;
examinó la composición del Consejo deyuer ra ,
en el que veia personas que por su posición 4n
la noche del 7 podian ser parciales, siendo tes-
tigos y jueces á la vez; probó que mal podia
haber sido cabeza del motin quien permaneció
cinco horas sin presentarse á sus soldados, y
se marchó al poco tiempo de haber llegado á
palacio. Tachó la acusación fiscal de apasionada
é incompleta; manifestó la crueldad que habia
en juzgar por la ordenanza un crimen político;
añadiendo que la Europa, en la que hasta se




LEÓN. 29


liabia encontrado indulto para el regicida, se es-
tremecería al saber que sehabia aplicado la última
pena á semejante delito; y concluyó recordando
en un sentido epílogo, que arrancó nuevo llanto
á los circunstantes, los gloriosos timbres del
general León, cuya lanza fue la última que en
Berga puso fin á la guerra «ivil, y pidiendo al
Consejo desechase la horrible idea de la pena
capital, decretando la inmediata.


Presentóse después ante el Consejo el general
León y con reposado continente y sereno semblante
dijo: que se le quería presentar como gefe del
levantamiento y que era falso. «Si asi hubiera
sido, dijo, si yo me hubiera presentado en Pa-
lacio mandando los soldados, hubiera sido fácil


"~ Ti
eiiJbntrar mi cadáver entre Jos de los valientes,
pero nunca se me habría hallado fugitivo. » Fra-
ses que arrancaron del concurso un grito de
\bien\ \bienl Se ratificó en su declaración, y
manifestó que la carta al Duque la tenia para
entregarla á quien se le digera, puesto que él
no quería tomar parte en lo que se intentaba:
y reconvenido por el Presidente, por no haber
dado parte al Gobierno y al Regente de los
planes que se preparaban, contestó que ni sabia




30 PERSONAJES CÉLERRES.


bien estos, ni se creía obligado á ser delator.
El Consejo dio la sentencia siguiente: «Ha-


biéndose formado por el brigadier D. Nicolás
Minuisir el proceso que precede contra el teniente
general D. Diego León, Conde de Belascoain, y
el mariscal de campo D. Manuel de la Concha,
acusados del delito de sedición militar en la
noche del 7 al 8 del que r ige; en consecuencia
de la orden inserta por cabeza que le comunicó
el Excmo. Sr. Conde de Torrepando, Capitán
general de este distrito, haciéndose por otro se-
ñor relación de todo lo actuado, el Consejo de
guerra permanente de Oficiales Generales, reunido
en la capilla de S. Isidro de esta Corte, siendo
jueces de él los Excmos. Sres. mariscales d» campo
D. Dionisio Capaz, gefe de escuadra, presidente;
D. Pedro Méndez Yigo, D. Nicolás Isidro, Don
Pedro Ramírez, D. José Cortinez, D. José Gra-
ses, brigadier D. Ignacio López P in to , y asesor
el auditor de guerra D. Pablo de la Avecilla;
compareció en él el citado general D. Diego
León, y vistos los cargos con la defensa del
Procurador, ha condenado y condena el Consejo,
por mayoría de votos absoluta, á los referidos
generales á ser pasados por las armas, con ar-




LEÓN. 31


reglo á los artículos 26 y 4 2 , trat. 8 , cap. 10
de las Reales Ordenanzas; sin perjuicio de que
si el general D. Manuel de la Concha se pre-
sentase ó fuese habido, se le oigan los descar-
gos que pudiese dar. Madrid 13 de Octubre de
1841 á las ocho de la noche.—Siguen las firmas.


Según de público se ha dicho, los generales
Grases y Cortinez, y el brigadier López Pinto
votaron por la pena inmediata ; resultando em-
pate en la votación , que decidió el voto del Pre-
sidente. ¿Qué diremos nosotros , simples biógra-
fos sobre este hecho ? Los contemporáneos lo han
juzgado , la historia no lo creerá. Contentémonos
con transmitir aqui, en contraposición de aquella
conducta, algunos párrafos de la carta dirigida
ai 9(ey Je Francia por el respetable mariscal Mon-
cey, negándose á ser juez de su compañero el des-
graciado Ney. «...Mi v ida , mi fortuna, cuanto
tengo de mas apreciado es de mi pais y de mi
Rey; pero mi honor es mió , y no hay poder en
lo humano que pueda arrebatármelo.—¡Yohabia
de decidir sobre la suerte del mariscal Ney!
¿Pero , Señor, permitid que pregunte á V. M.,
dónde estaban los acusadores cuando Ney recor-
ría los campos de batalla? ¡Ah! Si la Rusia y




32 PERSONAJES-CÉLEBRES.


los aliados no pueden perdonar al vencedor del
Moskowa, ¿puede olvidar la Francia al héroe
del Beresina ?—¡Y condenaré yo á muerte á aquel
á quien tantos franceses deben la vida, tantas
familias sus hijos, sus esposos, sus parientes!
Reflexionadlo, Señor; quizá es la vez postrera que
la verdad llega á vuestro t rono; es muy peli-
groso, muy impolítico, el ostigar á los valientes
hasta la desesperación.—¡Ah! Tal vez si el des-
graciado Ney hubiera hecho en Waterloo lo que
tantas veces hizo en otras partes, no se vería
ante una comisión militar. Tal vez los que hoy
piden su muerte implorarían su protección.»


La sentencia fue aprobada después de haberse
conformado con ella el Tribunal Supremo de
Guerra y Marina, y á las doce del dia 14 ' ^ e
Octubre de 1841 , se presentó en la prisión que
ocupaba en Sto. Tomás el general León, el
Fiscal de su causa, acompañado del Secretario
que le leyó la sentencia: oyóla aquel valiente
con la serenidad de ánimo que ostentaba en los
combates, y solo esclamó: «este es el premio de
haber peleado siete años por la libertad!» En
todo aquel aciago dia continuó sereno y tran-
quilo arreglando sus asuntos particulares, con




LEÓN. 33


admiración de cuantos le vieron; comió acom-


pañado de su defensor y de dos personas de su


intimidad, que no le abandonaron en tan duro


trance, los Sres. D. Manuel de Arizcun y Don


Joaquín de Roncali. Paseó después por mas de


dos horas asido del brazo de uno de sus amigos,


por su habitación, y cerca de las once de la


noche escribió su testamento y dos cartas para


su- desventurada esposa é hijo mayor. Después


de haber cumplido con tan sagradas obligaciones,


con los deberes religiosos: que su triste posición


le imponía, manifestó deseos de descansar, y en-


cargó al general Roncali que cuidase de desper-


tarle á las tres de la mañana. Llegada esta hora,


du jü sugpfligido amigo si le privaría del último


sueño que disfrutaba en esta vida, sueño dulce,


apacibley sereno, el sueño de un héroe'; hasta


qoe por último, acercándose á la- cama cumplió


con tatv triste encargo. Al dispertar el desgra-


ciado Léoft no dio señal desobresalto; no mostró
ha conmoción mas ligera: poseído del mismo


valor qfte antes ostentara, cuando al través de


la i ventana distinguió la luz primera del infauso
dia : 15, asiendo del brazo á uno de sus insepa.
rabies amigos esclamó ¡ ¡ E L ULTIMO DÍA .'!


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras en la prisión pasaban estas, tristes
escenas, la fisonomía del pueblo de Madrid pre-
sentaba el carácter Verdadero que imprimen los
sucesos cuando-afectan los sentimientos de todos.
Apenas se supo la fatal sentencia del héroe de
Belascoain, vióse á un pueblo entero consterna-
do , desiertas las calles y los paseos, y pintado
en los semblantes de todos el pesar y la aflicción.
Algunos abrigaban, sin embargo la esperanza de
que satisfecha la vindicta pública con la sen-
tencia, el clamor de algunos, los recuerdos de
las pasadas glorias del acusado, y su autigua
amistad con el Regente del Reino, alcanzarían
de éste, en uso de sus facultades constituciona-
les , una conmutación de pena, que t"dos de-
seaban , que todos hubieran recibido con mar-
cadas muestras de agradecimiento. ¡Ah!,, vano
esperar! En vano se publicó la tierna . escena
ocurrida con S. M. , y su intercesión; en vano
el capitán de nacionales herido el dia 7 pedia
gracia desde el lecho del dolor; en vano la im-
ploró una gran parte de la Milicia Nacional;
en vano rogó por la vida del general León una
Señora que á instancia del mismo general habia
pedido antes y alcanzado del Regente el indulto




LEÓN. 35


para una criada suya que le habia robado cre-
cidas cantidades; en vano el Sr. Beltran de Lis,
que ha visto perecer en un patíbulo á sus hijos
por la libertad, se dirigió á los sentimientos de
la Milicia; en vano suplicaron los valientes Ala-
barderos que pelearon en aquella infausta noche;
en vano pidió gracia el ilustre Decano de los
generales el Duque de Bailen; todo fue inútil.


Acercábase la hora en que el general León
debia dejar para siempre el inundo, y una patria
en que habia recogido tantas glorias. Rodeábale
ya la tropa encargada de ejecutar la fatal sen-
tencia, y desconociendo el general el nuevo uni-
forme del regimiento de milicias de Alcázar de
S.^Juan^ preguntó tranquilamente, qué tropa era
a<ffBlla*y habiéndole contestado, replicó: «ah!
si , ese es el regimiento que teníamos en Moreila
y que lo mandaba un coronel herido.» Diri-
giéndose después al general Roncali: «Camarada,
le dijo, ¿sabe V. que se me figura que no han
de darme? ¡Son tantas las veces que me han
tirado de cerca y no han acertado!» Palabras
que en aquellos momentos, en boca del general
León significaban la magnanimidad, la familia-
ridad con el peligro, la última ilusión del hé-




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


roe. A la una en punto salió el general León
de su prisión con paso noble y magestuoso,
llevando el mismo traje de húsar con que se
presentó al Consejo de guerra, adornado con
todas sus cruces y ¡condecoraciones, cubierta
la cabeza con el schakó de ordenanza, y cre-
ciendo en valor y heroísmo subió al coche abier-
to que le estaba esperando, en compañía de su
defensor y de un Sacerdote. Cubrían la carrera
desde su prisión hasta fuera de Ja puerta, de
Toledo, sitio destinado para la fatal catástrofe,
la Milicia Nacional y las tropas de la guarni-
ción. Durante todo el tránsito, no se oscureció
un solo momento su mirada viva y fogosa, y al
contemplar á su amigo y defensor el general
Roncali, sin fuerzas para sobrellevar taíT grande
infortunio, le dijo: «¡alma, alma, Federico! no
es ocasión de: abatirse.» Llegado al fin al sitio
designado, tomando una actitud noble y ma-
gestuosa delante de la bandera de las tropas que
formaban el cuadro, con la mano derecha puesta
en el schakó, se dispuso á oir la lectura de su
sentencia.


El oficial Secretario de la causa, encargado
de esta formalidad, no podia leerla, porque el




LEÓN. 37


llanto se lo impedia; entonces León le dijo. «no
hay motivo para t an to ; si es necesario yo mismo
la leeré.» Pocos instantes después abrazó estre-
chamente, y por dos veces, á su amigo el ge-
neral Roncali, diciéndole: «este abrazo para mi
familia, y este para la de .Y.» Se despidió de
su confesor, del Sacerdote afectuoso y tierno
que habia derramado en su alma cristiana los
consuelos de la religión; se preparó al fatal gol-
pe ; dio las tres voces de mando, y... espjró!..


Sus armas se rompieron por orden suya des-
pués de . su muerte.


• Asi terminó su gloriosa existencia á los 34
años cumplidos de su edad el héroe de Belas-
coain v ^ e Vülarrobledo, el que en cien combates
láBa probado á los enemigos el poder de su
lanza , y dado á su patria numerosos días dé
gloria. Murió el general León, vencido, pero no
infamado, porque solo un crimen político causó
su muerte. Amigos y contrarios lloraron y llo-
ran su pérdida, porque no ven ya en él al par-
tidario de una opinión política, sino al insigne
caudillo de los ejércitos nacionales, al bizarra
caballero, honra y prez de las. armas españo-
las, é inolvidable gloria de su nación.




38 PERSONAJES-CELEBRES.


Su cadáver fue llevado desde alli al cemen-
terio de la puerta de Fuencarral , donde descan-
sa bajo una losa negra que toca al suelo, y en
la que se lee este breve epitafio:


D . DIEGO -DE LEÓN ,


CONDE DE BELASCOAIN.


Ni el dia, ni el año , ni la edad , ni la clase
del que alli se encierra, se leen sobre aquella
losa: no hace falta : nadie lo pregunta: la breve
y sangrienta historia que alli pudiera gravarse,
está gravada hondamente en el corazón de todos
los españoles.


El desgraciado general León ha dejado una
esposa desconsolada y dos hijos varones, querían
duda: imitarán las virtudes de que sü padre les
dio tan.alto ejemplo.


Hemos concluido nuestra tarea bosquejando
rápidamente la vida y las hazañas del gran sol-
dado , del virtuoso ciudadano. Como hemos di-
cho an tes , al principiar nuestra tarea, no es lle^
gado todavía el momento de apreciar debidamente
las causas que contribuyeron á su triste fin. Las
generaciones futuras, los que no hayan tenido




LEON 39


como nosotros la triste dicha de conocer aquel
hombre, los que como nosotros no hayan par-
ticipado de las afecciones y antipatías que los
partidos enjendran , podrán juzgarle con verdad.
Nosotros nos hemos limitado á esponer sus he-
chos de armas, su vida pura é inocente; á com-
parar sus glorias y sus merecimientos, con el triste
Un que tuvieron sus dias. Si hubiéramos querido
engolfarnos en las consideraciones á que los úl-
timos sucesos de su malograda vida daban lugar,
ni hubiéramos podido prescindir de las afeccio-
nes de part ido, ni tal vez hubiéramos conseguido
hacer tan agradable la lectura de la vida de nues-
tro héroe, á los que de ellas cual nosotros no
participen. Hemos referido los hechos, espuesto los
ac^ tec imientos ; unos y otros son recientes, y
cada cual puede iuvestigar las causas , sacar las
consecuencias, hacer las comparaciones á que dan
lugar. Creemos haber cumplido con nuestro de-
ber, consignando solamente los hechos de la vida
del general León, cuya gloria vivirá siempre en
la memoria de los españoles, asi como el triste
recuerdo de su cruento sacrificio. """^






Jnikc to las b iapat fas rantimtiad


EN EL


T O M O P R I M E R O .


D . GASPAR MELCHOR DE JOVE LLANOS.


LORD W E L L I N G T O N .


MR. T H I E R S .


MOHAMMED-ALY.


IBRAHIM-BAJA.


CONDB DE FLORIDABL.ANCA.


rjfp i% BALZAC.


D . MARIANO ALVAREZ DE CASTRO.


E L PRINCIPE DE METTERNICH.


D . MATEO J O S E ORFII.A.


MR. O ' C O N E L L .


D . DIEGO DE LEON.