AlE l\IORJAS IUSTORICAS
FERNANDO VII,
pnhlicaoas en ingles y ('D franees
pon l\IICHAEJ .... J. QUIN:
Síguensc el
Ecsámen crít icode la revolucion de Espoila de 1820 á 1823,
Y Espafia en el siglo diez y nueve,
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':011!0 !"!"!~"e C~?wO ~,~,- .. -, .. \- .
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ña que á su tiempo manifestará.
VALEN"CIA: Il\IPREN'fADE GIMENO. 184.0.
ECSi~MEN CRITICO
DE LA
de
1320 á 1825.
lJa llegada del duque de Angulema á (;¡t-
diz aceleró los preparativos par.! el ataque, y
principiaron luego los trahajos contl'H el Tl'o.
cadero: asaltaroll sus fuertes los frallceses ell la
noche del 30 al 31 de agosto, y sorprendiendo
á los que lo .. defendian , apoJel'álldos~ de ullo ..
con corta pérdida. La f!uamiciol1 del Trocarle-
ro constaba de mil .Y ochocielltos llolllbres, dí'
los que solo ochocientos rq;l'esal'cll á Cádiz)
6
tlispersos y sin armas; 108 restantes murieron
Ó cayeron prisionero14. La pérJida del Trocade-
ro desalentó hasta á los mas ardientes partidarios
de las córtes , y algunos dias despues arriesgá-
ronse los ministros á enviar al jcneral Alava de
parlamentario al duque de Angulema, mas el
príncipe ecsijió por primera y única condicion
que se permitiese al monarca salir libremente
d~ Cádiz , y dar á los negocios públicos el rum-
ha que creyese conveniente,
Las circunstancias no eran ya las mismas
que antes de la invasion de Jos franceses en la
Penínsu1a, y que antes que hubie'1en hollado
las fértiles llanuras de Andalucia. Si en los me-
ses de enero, febrero y marzo el gobierno es-
¡);jitol hubiese ofrecido verificar} y el congreso
)pjislativo hubiese verificado realmente algu·
lBS reformas en la Constitucion de 1812, los
franceses hubieran abandonado sus preparati-
vos hostiles: si del mismo modo en el mes de
mayo la asamblea nacional se hubiese ocupado
en molifical' dicho código político, J' el gabi·
nete 0;1) hubiese dirijid0 al duque de Angulema
pidiéndole una su~pension de hostiiidades; si
lI['l'ovechando esta coyuntura hubiese patenti-
zado su buena fe con los soberanos a!iados, é
interesado en su f¡wor ~ la pcderoséI Inglaterra,
lo~ rr,.mccI>CS hubierdll evacuauo el territorio
7
\!spal"tol, y si se hubiesen obstinado en llevar
adelante la guerra no hubieran podiuo hacerla
con écsito t¡m venturoso y tan fácil. Hubieran
carecido entonces del apoyo de los españoles
honrados que se reunieron á ellos, porq ue de·
sesperaroll de touo al'reglo despucs de las eS-
candalosas escenas de! 1I de junio. Ni hubie-
ran f<.tltado militares distinguidos que conduje.
sen las tropas al combate, y jamás se Ilubíe·
rau verificado los convenios del conde de Car-
tajcna y del ¡tUeral Ballesteros.
Pero tratar de un arreglo cuando las córles
se veian reducidas á los estrechos límites de la
isla gaJitana; cuando no tenían ni hombres,
ni dinero, ni armas; cuando los ejércitos es-
plilOles se habi'ln unido á los estranjeros, y
cuando en la Gran Bretaña de tal suerte se
habían pedido las esperanzas de que triunfase
la C:lu'ia de las córles, que no habia sido posi-
ble eucontrar en aquel reino persona que qui.
siese preslar dinero al gobierno constitucional
baio COl1t]¡CiOIl alguna: querer negociar en me-
dio de tantos erub;¡I'¡¡Z:OS era lo O1i&01o qu!:' po-
ncr:ie á discl'ecicll fIel vencedor. La resptll'sta
J del duque de Augu1e01a no fue satisfactoria á
los eIlG(!l'I'"dos ell e ídiz, y las córtes de~reta
ron Ilue no se volviese á hablar de capitula-
ClOnes.
8
El 16 de setiembre los sitiadores homhar ..
dearon la isla gaditana durante el espacio de
diez horas, y lograron introducir en la plaza
una cantidad considerable de balas de callon
que causaron infinitos daños en lo~ edificios.
El fuego de las baterías de la isla inutilizó un
mortero, y este incidente insignificante produ-
jo en la plaza una alegria estr.:IOrdinaria, sin
duda porque era la primera ventaja que conse-
guía la guamicion contra lo~ asediudores.
Mas el entusiasmo duró poco, porque el 20
de setiembre la escuadra 1'1 ancesa, protejida
por tus Lilterias de tiel'l'3, atacó el castillo de
Santi·Pelri que se rinJió despues de cuatro bo-
ras de fuego, recayendo sobre el comandante
la nota de cobardía, porque los tiros de los
franceses eran muy inciertos á causa de la dis-
taucia, y porqne la guamicion casi no había
sufrido bajas ni (~'Stahan destruidas las fOI,tifica-
cíone5. Esle golpe era [ital :í los sitiIlJ~)s, por-
que aseguraba á los franceses un punto fortifi-
cado en la isla misma de Cádiz, y les facilita-
ba los medios de impedir las comunicaciones
pOI' mar. La siluacion de los constitucionales
era muy critica des(111es de la pérdida del Tro-
catlero, pOl'que habia batallones á quienes no
pOlria C01llial'se el servicio de la línea, pues
los suldullos seducidos pOl' el oro, ó llevados
g
por el desaliento desertaban de sus puestos.
Habiendo sido protestadas, como llevo dicho,
las letras de cambio sobre el fondo de las in-
demnizaciones, no restaban ni crédito ni re-
cursos de alguna especie (1). Las córtes habian
impuesto al puerto de Cádiz una contribucion
de diez millones de reales mensuales, pero era
imposible reunir tan cuantiosa suma. El gobier~
no envió de nuevo al jeneral Alava al cuartel
jeneral del duque de Angulema, mas la res-
puesta á sus Pl'oposiciones fue la misma que la
vez pnmera.
Tal era el estado de 109 públicos negocios,
cuando el 27 de setiembre el batallon de San
Marcial que era el rndS numeroso de los de Cá.
diz y de la isla, hallándose destacado en la cos-
ta J' en la bateria Je U rrutia, comenzó á voces
contra la Constitucion y llamó á los franceses,
que no quisieroll acudir al llamamiento ó bien
(I) Para form3rse una idea del descrédito en
que haLia c;¡irio en Lóndres en sus últimas agonias
b causa de Ifls sitiados de C~diz;, bastad ohservat'
que las dos suscripciones abiertas en aquelh capital
para ausil:a~l<:s, la una por Sir Roberto 'Vil, y la
otra por el céleore Henri([ue HUllt, produjo la (Iri-
mera solamente el don de dos fusiles, y la otra una
libra esterlina of"ecida por un jóven ingles.
10
porque no tuviesen órden ó porque recelasen
algun engaño de parte de los sitiados. El jeneral
que mandaba en la isla tuvo tiempo para correr
con otras tropas:\ la Lateria y contener al bata-
llon de San Marcial: parece que ningua oficial
habia tom3do parte en la sedicion, que no tuvo
cabeza, y que aun antes de la llegada del jene-
ral los oliciales mismos del cuerpo disuadieron
de su mtenlo á varias compañías. Al dia siguien-
te fueron fusilados ocho granaderos acusados
de haber sido los autores del movimiento.
Este aconlecimiento causó sumo terror, y
los hab:tantes de los edificios esteriores huían á
C4diz , temiendo que las tropas que nHnifesta-
han públicamente ea la isla el mili espíritu que
las animab.), no entregasen SIB puestos yen.
trasen los franceses á silngre y fuego.
El ¡enel'al que desempeiI~ba el mando de la
isla, dió cuenta al gobierno de que no pudiendo
rlefender este punto á causa de la posicion q uc
habia ocupado el enemigo.> y del escaso nÚIl13-
ro y IllJL:lS disposiciones de su~ tl'opas , hahia
reslle!to ab.tl1llonarlo y retirarse ú la cortadura.
Añ lllia que 110 obst:mte el castigo impueslo á
los ocho soLlados de Sm M,ll'cial, no poJia abso-
lutamenle coular con la trolH ni <!OUfidl' eolera-
mrute en los oliciales. El gobierllo 1Il1nJó re-
UUlr Ull<l ¡uuLa uc iellcrales que IlillJieuJo cesa-
11
minado el parte del ~omfmdantf" de la isla, se
convenció de q u'! su sil uacíon era en eslremo
crillca. Las cÓl'les reuniJas el :W de setiembre
tomaron conocimiento del estado de lo~ nego-
cios, y deciJicron 00 sin algulla oposicion que
el rey podia salir dt~ CáJlz y trasladarse al
campo del duque de Angulerila. S. M. acordó
pa~ar el /.0 de octubre al puerto de Santa María,
y el 30 de setiembre publicó el decreto si-
guiente.
ESPAÑOLES:
IlSiendo el primer cuidado de un rey el pro ..
curar la felicidatl de sus súbJitos, é incompati-
ble esta con la incertidumbre sobre la werte
futura de la nacion y de sus individuos, me
apresuro á calmar los recelos é inquietud que
pudiera producir el temor de que se entronize el
despotismo, ó de que domine el encono de un
partido.
» Unirlo con la nacion he corrido con ella
hasta eltíltimo trance Je la guerra; pero la ley
imperio!ia Jc la nece.~idild obliga á ponerle un
térlllino; en el apuro de estas circun~ta!1cias solo
mi poderosC! vuz puede ,dlUyelllLlI' del reino las
vengnnzas y las pf'r~ecuciunes : solo UI1 gobier-
no sábio y justo puelle reunir todas las volunta-
de:!, y solo mI ¡>rc.seucia e:;u el calUpo CllCUlIgO
n
puede disipar los horrores que amenazan estll
isla gaditana, á sus leales y beneméritos habi~
tan tes y á tantos insignes españoles refugiados
en ella.
»Dedicado. pues á hacer cesar los desastres
. de la guerra he resuelto salir de aqui el dia de
mañana; pero antes de verificarlo quiero publi~
car los sentimientos de mi corazon haciendo la
manifestacion siguiente:
1.° »Declaro de mi libre y espontánea vo-
luntad ,y prometo bajo la fe y seguridad de mi
real palabra, que si la necesidad ecsijiel'e la al.
teracion de las actuales instituciones políticas
de la monarquía, adoptaré UlI gobierno que
haga la felicidad completa de la nacion afian~
ZiH.l.do. la seguridad personal, la propiedad y la
libertad civil de los españoles.
2.° JlDe la misma manera prometo libre y
espontáneamente, y he resuelto. llevar y hact:r
llevar á efecto un olvido jeneral, completo. y
absoluto de todo lo pasado, sin escepcion alguna,
para que de este modo se restablezca entre to·
dos los espai\oles la tranquilitltld , la COOfiallz:l
tan necesaria para el bien comun y que tanto
anhela mi paternal corazon.
3.0 "En la misma forma prometo que cua"
lesquicl'3 que sean las variaciones que Se hagan
serán sicm pre reco.nocidas, como reconozco,
13
Jas deudas y obligaciones contraidas por )a na-
cion y por mi gobierno bajo el actual sistema.
4.° nTambien prometo y aseguro que todos
íos jenerales, jefes, oficiales, sarjenlos.r cabos
del ejét'cito y armada, que hasla ahora se han
mantenido en el actual sistema de gobierno,
en cualquiera punto de la Península, conser-
varán sus grados, empleos, sueldos y honores.
Del mismo modo conservarán los suyos los de-
maS empleados militares y Jos civiles y ecle-
siásticos que han seguido al gobierno y á las cór~
tes, ó que dependen del actual sistema, y los
que por razon de las reformas que se hagan no
pudieren conservar sus destinos, disfrutarán á lo
menoS la mitad del sueldo que en la actualidad
tuvieren.
5.° »Declaro y aseguro igualmente que así
los milicianos voluntarios oe Madrid, Sevilla y
de otros puntos que se hallen en esta isla, como
cualesquiera otros espaflOles refujiados en su
recinto que nO tengan ohligacion de permane-
cer por razon de su destino, podrán desde Jue-
go regresar libremente á sus casas, ó trasladarse
al punto que les acomode en el reino con entera
seguridad de no ser molestados en tiempo algu-
no por su conducta política ni opiniones ante-
riores, y los milicianos que lo necesitaren oh-
tendrán en el tránsito los mismos ausilios que
14
Jos indivi¡luoR del ejército permanente. Los es-
pañoles de la clast" espresarJa y los t>stran jeros
que quif'ran slllir del reino! podrán hacerlo con
igual liberl..aJ y obteoJl'áu los pasapúl'les cor-
respondientes para el pais que les acomode.
Cádiz 30 de setiembre de 1823. =Fer-
nando "
El monarca salió de Cádiz el l. o de octubre:
el duque de Angulema le esperaba en el puerto
de Santa María, cümo igualmente el presidente
de la rejencia de Madrid yel ministro de esta-
do , que se habian apresurado á salir de la córte
tras el duque de Augulema p'lra apoderarse del
ánimo del rey al instante que recobrase la liber-
tad. Tamhiell el jenera! Uallestero~ habia corri.
do á felicitar al príncipe. La noticia de la liber-
tad de Fernando divu!góse rápidamente por la
Península española, y la alegria y la inquietud
se pintaron en casi todos los rostros. El regoci-
io que inspiraba un suceso que ponia venturoso
fin á la guerra era ¡eneral , y no obstante cada
cual temia que el rey siguiese una marcha opues-
ta á sus opiniones y á sus intereses. Los venia.
cleros amigos de la monarquía ~ los que querían
cerrar para siempre la puerta :t las revoluciones,
recelaban que el partido de la rejencia ó furi-
bundo rodease al monarca y le hiciese una pin-
tura poco fiel del estado de la nacion, al mismo
1:)
tiempo que en les absolul.isl3s prf'dominaba el
miedo de que los acentos de la razon re~onasen
en les oiJos de Fernamlo y de que no I riunfasen
sus intereses y sus o piOle nes. Mas la incerti·
dumbre uuró breve} espacio de tiempo, porque
circuló luego el decreto que á la letra decía así.
EL REY.
,)Bien públicos y notorios fueron á lodos
mis vasallos los escandalosos sucesos que prece.
dieron, acampa ñaron y siguieren al estableci-
miento de la democrática Constitncion de Cá·
diz en el mes de marZIJ de 1820: la IDas crimi-
llal traic¡on J la mas vergonzosa cobardía, el
desacato mas horrendo á mi real persona, y la
violencia mas inevitable, fueron los elementos
tmpleados para variar esencialmente el gobier-
no paternal de mis reinos, eu un código demo-
crático, oríjen fecundo de desastres y desgra-
cias. Mis vasallos acostumbrados á vivir bajo
leyes sabias, moderadas y adaptadas á sus usos y
costumbres, y que por tantos siglos habian he-
cho felices á sus antepasados, dieron ben pron-
to pr uebas públicas y universales del desprecio,
desafecto y desaprobacion del nuevo réjimen
constitucional. Todas las clases de] estado se
res,intieron á la par de unas instituciones, en
16
que preveian seí''Ialada su miseria y desventura.
Gobernados tiránicamente en virtud y á
nombre de la Constil.ucion, y espiados traidora.
mente hasta en sus mismos aposentos, ni les
era posibie reclamar el ól'den ni la justicia, ni
podian tampoco conformarse con leyes estable-
cidas por la cobardia y la traicion, sostenidas
por la violencia, y productoras del desórden
mas espantoiJo, de la anarquía mas asoladora y
de la indi ¡encia universal.
El voto jeneral clamó por todas partes con-
. tra la tiránica C:)nstitucion : clamó por la cesa-
cion de un código nulo en su orijen, ilegal en
su formacion, injusto en su contenido: clamó
finalmente por el sostenimiento de la santa re-
Jijion de sus mayores) por la restiLucion de sus
leyes fundamentales, y por la conservacion de
mis lejitimos derechos que ·heredé de mis ante-
pasados, que con la prevenida solemnidad ha-
hian jurado mis vasallos.
No fue estéril el grito jeneral de la nacÍon:
por todas las provincias se formaban cuerpos
armados que lidiaron contra los soldados de la
Constitucion : vencedores unas veces y vencidos
otras, siempre permanecieron constantes á la
causa de la relijion y de la monarquia : el en-
tusiasmo en defensa de tan sagrados objetos
nunca decayó en los reveses de la guerra; y
17
prefiriendo mis vasallos la muerte á la pérdida
.de tan importantes bienes hicieron paten! e á
la Europa con su fidelIdad y constancia, (lnc si
la Espaüa habia dacIo el ser y abrigado en Sl\
seno á algunos desnuturalizados hijos de la re-
helion universal; la nacÍon enLera er .. relijiosa,
monárquica y amante de su lejítirno soberano;
.la Europa entera, conociendo profunda menle
mi cautiverio y el de tocJa mi re"l familia) la
mísera situacion de mis vasallos fieles-y leales, y
la!> rnácsimas perniciosas que pff)fu~amel1te es-
par~ian á toda costa los ~aicntes €spalwies por
toJas parlES, determinaron poner fin á un esLa-
do de co;¡a~ que era el escándJlo universal, que
caminaba q trastornar tojos los tronos y todaó;
las inslitucioneó; antiguas camhiálldolas en ircli·
lion y en inmoralirhd.
Encaq.~a(la la Francia de tan santa ernpresa,
en pocos meses ha triunfado de los esfu;!l'zoS de
todos los rebeldes del lllunJo reunidos por des-
gracia de la E~paila en el suelo clásico de líl fi~
deliJad y lealtad. Mi augusto y amado primo el
duque de Angulema, al frente de Un ejército
valiente, vencedor de lotlos mis dominios, me
.113 sacado de la esclavitud en que jemia rellli ..
tuyélldomc á mis vasallos fieles y consta!lle~.
Sentado ya otra \'ez en el (rono de S:m Fer-
.nando por la rUilno sáhia y íusta del OUlUipo-
TOMO llI. 2
18
tenl p , por las ¡enerosas resoluciones de mi8 po-
(~erosos aliaJo8 .y por los denodados esfuerzos
de mi amado primo el duque de Angulema y
su valif'nle ejército, deseando prove(~r de re-
medio ~ las ul'jenles necesidades de mis pue-
blos ... y manifestar á lodo el mundo mi verdade-
ra voluntad en el primer moruento que he re-
cobrado mi libertad, he venido en decretar lo
siguiente: 1.0 son nulos y de ningun 'Valor to-
dos los actos del ~obierno llamado constitucio-
nal (de cualquiera clase y condicion que sean)
que ha dominado en mis pueblos desde el dia 7
de marzo de 1820, hasla hoy 1. 0 de octubre
de ! 823 declarando, como declaro, que en
toda esta época he carecido de libertud, obli-
gado á saneionar las leyes y á espedir las órde-
nes , decretos y reglamentos que contra mi vo.-
luntad se meditaban y espedian por el mismo
gobierno: 2. 0 a pruebo todo cuanto se ha decreta-
do y ordenado por la junta provisional de go-
bierno .Y por la rejencia del reino ... creada aque-
lia eu Oyarzum el dia 9 de aLril , y esta en Ma.
arie! ti día 23 de nnyo del presente año, en-
tendiéndose interinamente ha~ta tanto que ins-
truido comnelentemente de las necesidades de
.
mis pueblos, pueda dar Ids leyes y dictar las
providencias mas oportunas para causar su ver·
daJera prosi"cridad Y felicidad, objelO constan-
19
te de todos mis deseos. Tendréislo entendido y
lo comunicareis á todos los minIsterio". = Ru·
bricado de la real mano = Puerto de Santa-
Moirla 1. 0 de octubre de 1823. = A D. ViLtor
Saez."
El triunfo de )a rejencia no era ya dudoso,
puesto que no solo se halldba confirmado
por el decreto que acabo de copiar ~ sino
tan¡bien por otras demostraciones, y porque en
tojo se seguia el plan concertado en Madrid. El
monarca salió de Cádiz en estremo airado, se-
gun se supo, por la conducla que con él babian
observado: decía que á mas de los nurnerOS03
disgustos que había sufrido, detestaba cuanto se
habia hecho durante la época constitucional.
Mas habian transcurrido cerca de cuatro ailos
de revoluc~on; opiniones nuevas y nueVos inte-
reses se habían confundido cúo los intereses y
las opiniones antiguas; y cuando tan útil era
escuchar á los hombres de ideas distintas
para ecsaminar atentamente lo que convenia
determinar, vióse el rey rodeado de ajentes y
de partidarios de la reiencia , qUf' aprovechán-
dose de su prevencion no desperdiciaron medio
alguno de fascinarle sobre la manera de tel'mi-
nar la revolucion. Sin embargo no estaba tan
remoto el ailo de I tl14, Y su ejemplo debiera
haber servido ue f,'eno en j 823: Fernando á su
20
"t'frl'sO el;, Franci;¡ l¡a!.íaIlC pur~lo f'n manos
.Iel llli"lllc) p.HI id,) qUI' lo rotleélba á su salida
.. 1 j'IWI'!<1 di' Senlla María, Jlabíansele dado en-
tnfi{'(':S los IlljsnHI~ ('(lIlS(~i01\ que al pl'esente, y
la llave dI') csldllo ~I' ¡¡¡¡I)ía f'sl rel!auo cuaudo los
mi"'lao" LOiHhre:; manf'!'¡¡ban el eubel'llalle, Casi
" todos ('I'llll cmplf'ados cuando el rey juró la
Consli!ueion CH 18:W: apenas llllbo uno solo
que no Sto h le i ese eul pable Ó por cgoismo ó por
illcap,H.:d.d: lle suelte que e~los eran Jos que
l!aoían preparado la revolucion por la maja di-
receion de los negocios; y cuando est.alló sorne-
tiéronse á m Ii.:lcudímielllo, sin que Sil zelo
T)()f' el trono se estendiese á espoller en lo mas
111111l11l0 su viua para COlJservar la autoridad
'del rey.
l\Ls f'n España no podía entonces llahlarse
de cslf' mOllo, porque los realistatl sostenían con
la ma~ g/,()sera i31loranria que la revolucion l,a-
'ció de rel'cnle sin que el gobierno diese el me·
nor J1l0tIVO" y que si desde 1814 á 1820 se co·
lJle! ió ¡¡!tilllJ error, rue el no ahorcar á la cuarta
parte de les cspa¡-l'Jles. Si seguimos y observa-
TIlOS la conducta de (lOS personas J de las que una
ha def(!l!dido constantemente lo autoridad del
monarca; que ha comhatiJo en sus discursos y
f'1l sus escri w¡; la auarcj uja y los desórdenes; (pe
fue p~rseguiJ.o , estuvo su ecsi~lencia en peligro
21
por defl!lllJer los principios lutelRres del!l 010,..,
ual'quia;y el otro no se OPUSQ6 ninguno de lo$.
esdndalos de la licencia j si COnsf'fVÓ su e'll-
pIco., ó por m(~jo,. Jeci,' si se, 19 quitaron por in-
capaz de desempeñarlo, y si en loJas ,ms pahd
bl'a~ ~ su~ acciones ,rno~lró e.l t;Boisfllo m'!::> r~·
finado, si eesaminamos la opiuion que alllb!,~
gozan al presente (¡ 8'25), hallar,cllIo$" inf,dihle-
UJt:nte al primero perseguido y' al sp.gunJo di) ..
frutando. de la reputa::ion tle' verJaJero l'ealis"-
ta, ¿Como eS posible esplicar se lUejanle fenó-,
meno? El primero ba brri dich9 quizás que los,
ahusos del gobierno antiguÍ).habia!llOrr~allo tau-
to incremento que era oecesario hacer algunas.
reform1s; ql1e los lluruerosos mayorazgo3 ('ran
perjudiciales,como igualrl1ente el esceSO de con·
ventos; mientras que el segundo ha reputado
siempre el gohierno ecsistente el mejor del
mundo, y nunca se ha mezclado en las opinio-
n~s políticas. Tal es la es~a)a en que se mide en
EspaiJ.a el afecto al rey y la adhesion á las ¡ns,
ütucioqes monárquicas: tal es el retrato con
corta diferencia. d~ casi todos los que rojearon,
á Fernando á su llegada al puerto de Santa !\la'
rÍa. Y para manifestar hasla que punto se apo-
del'.lrOll del ánimo del rey, bastará iuserll\t' aquí
el decreto en que se, confirmab,l pOf Qlíll¡8t~'O,
22
de e~tado al que lo era ya de la rejencia, y que
pasaba por uno de los corifeos Jel partido abso-
lutista.
J) En la desgraciada ajitacion en que pusieron
á mi corazon el año de t 810 sucesos qtJe DO
quisiera recordar, no hallaba mas consuelo que
recurrir al Dios de las misericor,lias para im-
plorar su bondad en favor de mi digna familia y
ue mi pueblo, dulces objetos de mis paternales
desvelos. Necesitaba para esto de los ausilios de
un director espiritual de insigne virtud, cien-
cia y prudencia: y hallando estas prendas en
D. Victor Saez , canónigo electoral de la iglesia
primada de Toledo,; vine en nombrarle mi con-
f~sor; pel'c) Dios que no estaba aun satisfecho
con las amarguras que contínuamente le ofre-
cia, permitió que antes de terminar aquel arlO,
gustase yo la de su separacion, tanto mayor
para mi cuanto eran' grandes las pruebas que
me habia dado de fi,Jelidad ~ con riesgo inmi.
nente de su vida. Restituido ahora á mi liber-
tad y soberanía, me complazco en volverle ámi
lado, nombrándole como le nombro mi confe·
sor, sin que este nombramiento obste al de fli
primer secretario de estado y del despacho,
cuyo empleo sirve y es mi vOHlntad que siga
sirviendo. Tendréislo entendido cX'c. Jerez de
,
la Frontera 4 de octubre de 1823. =- El conde
de la puebla del Maestre (1 )."
Mas la victoría no podia sel' duradera. El rey
habia conocido el amor que profesaban á su
persona y los principios de probidad ,de orden
de (lue estaban penetradas. muchas personas que
Se habían hallado á su lado en las ocasiones crí·
ticas y que no profesaban ¡(leas ccsajera-Ias. No.
poelia el príncipe confundirlas con los anarquis.-
las porque estaba seguro de sus ideas. mOIl.ár-
quicas y sabia que tales ideas les habiaq a,car·
rcado terribles persecuciones. E!>tos honraJos
ciudadanos, libre el rey, salieron los. l\nOS de su
retiro, los otros volvierOn de su destic:!rro y em-
prendieron el camino para reunirse con el m.o-
narca: natural era que S. M. desease escuchar
sus consejos sobre el estado crÍti.co de los nego ..
cios; debian hablarle con franqueza y coq ver-
dad, tanto mas cuanto que si en todos tiempos
conviene que los acentos ue la razon penetren
en los oidos del rey, mucho. mas lltll es, y de·
bian estar convencidos de ello, cuando las im~
prudencias puedet. producir males irremedia-
bles. Los que proceden de buena fe de~ean que
el) Mas a!lelante veremos 'Iue la firme. voltUllad
del rey apellas duró un ínes.
24
M oignn p3r~ceres encontrados, principalmetite
los de aquello~ varones dislinguidos por la cien'"
da y esperiencia que tienen de los negocios y
por su lealtad; mas los hombres de perversa$
intenciones, los que saben que no tienen razon,
t'stm'ban por todos los caminos imajinables que
l5é levante una sula Voz contraria á su sistema"
Y,l lus intere~e,¡ tle su partido, y lle\'an al mas
insufl'i~)¡e estl'ClIlll la inlolerancia y la injus-
ticia.
Los ab~(jlutista~ creyeron pues, que todog
los llledios eran licito~ para conse~!lir alejar del
Jodo del loe}' la~ pCI':50uas que pu.lif'~en gozar al-
gUl1 ascew{ieuie sob"e su ánimo y que 110 fue~
sen de su opinion. Pintaron al monarca coo los
rilas negt'os colores á cuantos tenian fama dé
c0L1stituciolla!e8 , y le pel'~aadieroll que Sil vida
corría peligl'o ."\ino los ahuyentaba del camino
tÍnico que debía s(~gilir. COllfornHÍmlose el prín"
cipe con e:-\Ios princi píos, Jiri jió el sigu':elll e de~
creto á tollos ios que habían eje¡'ciuo algun em·
rleo bajo el réjlruen repl'esentativo.
"El rey nuestro sellor desea que durante su
viaje á la cdpítal no se eucuentre á cinco leguas
de su paso umgun inJividuo, que durante el
sl::.lerna CÚlt:iütuóonal haya sido diputado á cór"
t.es en las du~ última" lejislatul·as., ni los minis-
tros, consejeros de estado, miembros del tri ..
25
hunal supremo de justicia, comandantes jene..¡
rales ,jefes políticos, empleados de lo~ miniso,
teri05 y los jefes y oficiales de la eHinguiJa mill-
cia nacional voiulltaria, prohibiéndoles para
siempre la entrada en la capital y en los sitios.
reales, á los que no podrán acercarse á quince
leguas en contornO. S. M. quiere que esta sobeo
rana l"esolucioll no comprenda·á los individuos
que despues de ia entr.,¡J" del ejército aliado,
han obtenido de la junta provisional ó de la re-
jencía, el nombramiento de nn nuevo empleo Ó'
su reinlegro en el que habian recibido Je S. M.,
antes del 7 de ll1J1'ZO de J 820, pero corda rigti ..
rosa condlClOn de que UnOS y otros hayan sido
purificados (1 )."
Tal es el lenguaje de la ecsaltacion que no
(1) Dehemos advertir c[lIe hasta entonces solo S6
hahian pnrilicauo 1111 corto nlírnero de empleallos
civiles de los que residian en Madrid j (Iue ann no
se hahia establecido el modo dc pnri (Icar8(' los mili.
tares, y ![ne en cuanto á los diplltado~ á córtes) á
Jos cQlIsejero~ de estado, y á las demas clases desig_
nadas ell el decreto, no se les admitia á pllririeacion,
sino habían sido elllpléados antes del 'J tle marzo de
1H20, es deeir 'lue de los illdividuos (I"C gozaban fa-
vor y á quienes esceptuaba el real ltec."eto, apellas
hahia luediauoccu3 q uc estuviesen pUl"jlieados.
26
respira sino venganza, que no se para delante
de las mas graves dificultades, de las mas pal-
pables. Claro está que mientras no se revocase
el decreto, ninguno de los que Se hallaban en
él comprendido.i debía quebrantarlo, bastaba
por consiguiente desterrarlos sin añadir el bár-
baro para siempre. Mas era necesario que bri.
liase en 1 .. ónlen real el furor del partido que la
dictaba y que queria pri var al rey de la facultad
de ser clemente haciendo el decreto irrevoca-
ble por 'Ias palabras para siempre. Este es sin
conlradiccion el camino mas corto para tocar
el blanco que se desea.
En todas las clases dest.erradas por el decre-
to contábanse personas que se habian dilltingui-
do por su amor al monarca, y que lejos de me-
rece.r castigo merecian recompensa. Saltaban á
los ojos la in justicia y la im prudencia de pros-
cribir por clases ~y en él supuesto de que hubie-
se habido fundados recelos de que algunos mal.
vados pudiesen atentar á la vida del príncipe
cuando acababa de salir Sano y salvo de la isla
gaditana, ó que se quisie~e alejar del rey á los
que mas hubiesen descollado en los desórde-
nes, el número de los desterrados debia ser
muy reducido; pero aSl no conseguian su obif!·
tb los reali itas furibundos, porque llO llegando
sus rayos á las clases enteras no estorbaban que
:l7
el monarca escuchase la voz de los que á toda
costa deseaban st?parar de su lado. Conseguido
el fin que se habian propuesto., poco importo-
ba que el número de los proscritos ascenJiese á
muchos miles, y que la injusticia y la impolítica
sorprendiesen á tojos los espaiIoles.
Lo que principalmenle demostraba lo ah.
surdo del decreto, era comprender en él los
jefes y los oficiales de la milicia nacional vo-
Juntaria, porque remontábase la suma á un nú.
mero infinito de individuos, habiéndose reno-
vado los oficiales Jos ó tres veCes. Debemos
recordar que muchos ínJividuos se habian de-
clarado voluntarios, nunquc no lo fuesen, en
un princIpio, cuando las facciones aun no ha-
hian tornado todo su vuelo, .Y entouces habian
sido elejidos oficiales de la milicia nacional
hombres de la opinion mas recomendable, so-
bl'c todo de la chse de propietarios. Muchos re-
nunciaron su destino cuando vieron los grados
que subia el termómetro de la democracia; á
otros se les habia destituido del empleo por
sospechosos, y tampoco faltaban f¡lgunos que
habian conlinuado en el desempeño de sus fun-
ciones para no esponerse á Sf'r perseguidos.
Tampoco debe pasarse en silencio que en mu-
chos puntos de la Península :O~ volunt81'i(\s na-
cionales habían sido constantemente los dd'en-
28
sores del órden Plíhlico , y sin emhargo el de.,
creto á ninguno esceptuaba, hctllándose com·,
prendíJu en é,¡ los ofjciale~ y los ¡efes oe la mi·
licia nacional voluntaria de Pamplona, que fue-
rOn des.1fmados por órden de hu córtes, del
mismo .-nodo que los batallones que desde M-a-,
drI(l e"ealtaron el rey á Cádiz.
Por este decreto imp()llí,;\~e á los (lue ha-
bian sido ¡des y oficiales de voluntarios nacio-
nales, y que residían en el camiüoue saula
Maria á la córte, ó á cinco leguas de distancia
Una pena de que quelbbnn libre:i 10:1 delll<Js del
reiuo,.á no ser los de l\1adri\l y de quince le.
gtBS del roÍdio de la villa, y lle Jos dUllJa.; silios
reales, á fJuienes se espulsabJ pJr,t siempre de
sus hogares. El número de los postreros pasaba
ue ochociento5, y casi todos vivian (Id comer~
cio y de la inuu::;tria que habian establecdo en
los pueblos de dO:lde eran arrojados, ó telli~n
en ellos p¡'opieJades que requerían su p¡'esencia
para alimentar las familias. De suerte que a los
otro:) oficiares Je \'üluntarios llacionales de Ei'
paüa se les ill1ponÍ:l 1 .. penJ ue no pocler acer-
carse á Madrid ó á los sitios reales: algunos Se
veían obligauos adema:; á ahandonar su domici-
lio !taHa qUr! el rey hubiese pasaJo pOI' Sll pue-
blo, si esLt~ se hallaba á cinco leguas del cami.
no; mas los últimos se veian casligados con la,
29
lerrihle pf'na ,le (le5t;('rro pnra ~i('mrr(' fJf» Re--
no dI' 511 f"mil;", ~in que el.tre unos y otr08
lml.il'se Illas clir('renc:;" de culpa que el lla)('l'
re!iidlllo en ¡lUulOS diVfI'SGS. jO sahiduría de las
ras:olH'~! jO r,udencia tiel espíritu de pHtido!
Por olra parte, si los mismos ajiladorcs
huhie~ell trahaj:ldo para convertir ('11 d:as de
1IaLto y de lu~o los dias que; segun los realis-
tas) deLia n cons~grarse á la alegria y á la feli-
cidad, ¿ huhiesell podido €8cojer un medio milS
dicaz. que el de bembrar el descontento por el
tránsito del monarca entre UIl gran nllmero de
familias, la may0l' parte distinguidas, que al ver
á S. M. no podian meLOS de llorar la ausencia
(le Ull parIre, de un esposo, de un hijo, de
Un amigo, de un pariente, ausencia cuusada
]lOr la presencia del príncipe'! Quizás recibió
el rey la hospitaEJad en casas de donde ]¡al!¡a IC4
Ilido quealejal'se Un hijo ó un amigo Íntimo, en
virtud del decreto que antecede. ¿ Podria ser
lSÍncera la alegria manifestada pOI' semejc.l1te
familia?¡ Quiz~s en diciendo Yo lo quiero se
.dlOgal'án los sentimienlos llue despiertan la
-sangre y la lernUl'a, y se obligará lam))len á
lo!'! hombres al amol' y alodio! ¡ A~;i lJ::.('sul'a~
ron al rey el afecto de los pueblos los ab50lu4
lIstas que le roJeaban: tales el'au los camillaS
30
de conciliacion y de iu~ticja que preparaban á
)a desvent urada pátria!
¿ Mas que importaba á los furibundos rea-
listas que el decreto produjese tan fatales con-
secuencias, si lograban de este modo alejar del
lado del rey á los hombres que podian señalar-
le el venlaJero sendero para resta blecer el ór-
den y la tranquilidad? Las ~úplicas, el llanto
de tantos proscritos no les interesdban , ni pen-
saban el resultado fatal, prócsimo ó remoto, á
que conducen siempre las grandes injusticias.
Su deseo era desterrar de Sevilla antes de la
llegada de S. M. á los amigos del monarca y
de la monal"quia, que habian dado pruebas no
dudosas de que merecian semejante titulo ¿No
fue es pulsado de Sevilla el mismo que el 7 de
julio, derrotados los guardias, cuando ]a confu-
~ion reinaba en el palacio, ofreció en sacrificio
su vida al pie del trono para salvar la de Fer-
nando, mientras que la multitud de cobardes
que habian soplado la sedicion de los guardias
no tenjan aliento sino para temblar y rogar
que los sacasen del abismo en que yacian sin
miramiento á los medios y por humillantes
que fuesen?
Al lenguaie osado y descomedido con que
algunos ministros de corta vista trataron al
rey, succedió el lenguaje de la mas baja} de
31
la ma~ grosera, de la mas vergonznsa adula-
cion. Las felicitaciones" los discur~os, todo es-
taba confecciC'nado en la vile:za, en una espe-
cie de idolatria que á la pl"lI1Wra vista deseu-
hria cuan forzada era la efpresion, y que en
vez de palabras nobles, enérjicas, dictadas por
la conviccion y el sentimienta, se buscaban
ecsaleraciones para hacer alarde de un re~peto
y de una sumision que en jeneral estaban lejos
de sentir los que los manifestaban. Quiero evi-
lar á mis leclorf's el filstidio que les c¡¡usaria
la lectura de algunos trozos de tan viles do-
cumentos, pero sin duda llevarán á bien que
copie el anuncio inserto en la Gaceta de Ma-
drid de 1. 0 de novirmhre de 1823.
»)EI ayuntamiento de Sevilla ha nombrado
una diputacion de su seno para que acompañe
á SS. MM. Y AA. hasta la córte: y prcveerá
cuantas urjf'neias, Dec(;sidades, gustos ó de-
seos puedan tener el rey y su familia. S. M.
le ha concedido el permiso de (lue contimíe y
se presente todos los dias como han suplicado
los comisionados."
Aqui vemos al rey de España viajando á
espensas del ayuntamil;.'nto de Sevilla, que no
solamente debia proveer á las urjf'ncias y neee·
"idarles del rey y de Sil familia, sino tambien
á SUj' gustos .r tl sus deseos. Asi hacia n res-
32
-pftable la autoridad real los homb.'es que in-
ttrvenian en los negocios, sin pensar que un
.lenguaje de tan ,-ji natundeza babia de degradar-
la. Amas) si se bulliera cumplido esta fanfar-
ronada ardaluza Ilui.Jiérase corlH~tido una grande
1l11u~tlcla, porque se hubiera arruinado para
,siempre el ayulltamiento de Sevilla. Mas aun-
'que no se "cl'Jliease ni fuese posible J los go-
.heroanles quisie:-on Insertar e,la estravagancja
en la GJceta , para que ni Espafla ni la Euro-
.pa euLera pudiesen dudar dd realismo inmi-
nente, y dtd enlusia~mo que impiraba la pre-
sencia de Fernando VII, al observar que un
,ayuntamiento se proponia fatisracer sus urjell-
cias , su~ necesidades .• sus gu¡..los y sus deseos,
'y los de su numerosa familia durante un viaje
de veinte Jias.
El duque de Angulema, que corno he in-
dicado, esperaba á Fernando en el puerto de
Santa Maria, no pareció muy satisfecho del
rumbo que habian tomado los negocios en Es-
.paña. Aunque no fuese natural el que tan pron-
to se desconociesen los importantes servicios
del ejército franccs, cuyos esfuerzos habian
obtenido la lilll'e s:dida del rey; y aunque el
Jllas leve disgusto dado al príncipe jeneralísi-
mo debiese recaer no solo sobre el ejército
entero" sino que debia tambien ser muy dolo-
31
roso al rey de Francia, hay fU!ldados motI-
vos para creer que el duque esperimentó al
menos mucha falta de mlra.nienloB; y no pue.
de atribuirse á otra Causa la pl'ecipitacion con
que salió de España, cuando tan J'c;;ulal' pare'"
cia que acompailase al monarca hasta su córte.
El príncipe no fue con Fernando á Sevilla, y
á su paso por aquella ciudad, donde residia to·
d" ia córte espailOla , no se detuvo mas de
veinte y cuatro horas: prueba evidente de su
di~gusto, y no debe causar admil'acion el que
el jefe del ejército frances sintiese que no Be
cumplieran las prol11e,¡as lwchas á los españo ..
les: qUiZ1S recordaria tambicll el duque enton-
ces el recibimiento que el gobierno esparlol le
hizo en 1815, como igualmente al duque de
Borbon cuando se reflljiaron en la Península.
El príncipe tuvo razones poderosas para creer
que el mismo espíritu reinaba en la córte e~pa ..
ñola en la segunda época que en la primera.
El rey permaneció en Sevilla hasta el 23
de (.ctubre, y llegó á Madrid el 13 de noviem-
bre. Tanta lentitud redoblaba la Impaciencia
jeneral , porque :ie consideraba corno interino
cuanto se hacia hasta la llegada de Fernando á
la córte, y algunos decretos anunciaban tam-
him medidas futuras para el momento en que
S. M. fijase las plantas en el palacio de susan-
TOMO Ill. ~
34
tera~atlo5. Un enviado estranruinario del Em-
perador de Hu~ia (J) agu:lrdábale alli para cum-
plImentarle pOI' su libre salida de Cádiz, y se-
gun I¡¡ opinioll p,íLlica, influyó poderosamen-
te en el nl)rubralllienlo del nuevo ministerio.
Com púsose en jenend de hombres mus mode-
rados que el anterior, y el mini"tro de Estado
dc la "ciencia que ha hia sido confirmado en su
pues lo , Como hemos visto por uno de los
primeros decretos espedidos á la salida de la
isla gaditana, el mismo de quien el rey hatía
tan pom poso elojio, cayó del mando y salió
de Madrid.
(1) El conde !)ouo di Borgo.
OBSERVACIONES
sobre
La revolucion de España no se terminó con
la salida del rf'y del puerto tie Cádiz, ni con su
llegada á MadrHl. Tan solo un gobierno eS!lI-~ri
mentado, prtHlellle }' vigoroso podia ahogar los
numerosos ¡él·menes de desconlt'nlo que habían
sembrado los partidos á manos l:elJas; y des-
graciadamente los que Jiri ¡ian los negocius pÚa
36
lili('(1~ no pOIHHlHl 1,,1~1! cll<ilirJadl"s, Ó veían cou·
li"Hl'iadas snS miras por los lUi~rnos que debían
l¡,¡bt'!'h,s so,~lenjdo. Ht~stame todavía añadir un
ca pít u 1 o ¡i mi CCSq mCIl, y para que dé fruto
'¡d)() illlpOll~rme Id peuosa tarea de recorrer ra·
pidamellh~ los rl'illCipaies aclos del güLiel'no es·
paflol pMleriores á la elltrada del monarca en
la cnplial de la monarquía.
Ll caída del célnónigo D. Víctor Damian
S,H'Z y de sus compaücros, y su reemplazo por
indi\'iduos que no perLenecÍan al realismo ecsat·
t<ldo (1 \ cC535peral'On á los realistas roa:,; furibun ..
dr)s que se dieron pt'isa á ~ugcitar ostáculos al
uuevo ministerio, y á estorbar por todos los ca·
(1) El jt'f'e del nuevo njinisterio que reemplazó
al de f), Vietor Sa,'z: fi,¡¡!, ellllarqués de Casa hujo,
eu \ a spnsiV~ r¡¡nerte causó males sin térn,ino á 14
desve''¡UI'3da ¡~spaila, No porque la historia deha
f'olor.arle pOI' sus cllal;dades el) el rango df'>los hom-
J)rC's emillpplps, í'¡II0 ponlue ell cireIl1l5t"nci~R dadas
'lillglll'O {.(" was á propósito lIara imprilllí,' á lo!! ne_
gocios est.erinn's é ilite;i('.I'(,~ la marcha de rnoclera_
~i()n ~ . .te tolerancia (lue convenian al ínter'es del
monarea r de la llaciotl. Sin Illlda ninguna, si QI
marqué, Jlllhi"ra vivido. 110 liUbí/l~e prevalecido el
~slúpido SLst('WJ de CaloUlarde, a euya i[.\l\orui;¡iuu
dirc:ccíoll dehe:1 atribuirse casi toJI» tos illfortuu¡08
u\: la patl'ia.
37
minos lícitos ó vedados el qne Fernando Se en-
tregase confiadamente en sus manos. Los mieis-
tro.i debiall haber encontrado el apoyo d(! las
per50nas del mas alto rango, que por el contra-
rio declararon la guerra á los pro}~ctos de lo~
ministros, y empicaron su influencia en conse-
guir que el monarca adoptase las medida::; ¡lt~
mayor importancia sin consult¡¡r á sus secreta."
rios del despacho. El príncipe se uegaba al prin Q
cipio á sentar en el poJel' á olras p,~rsunas par ..
que sin duda las cortes del Norte y pl'incipa~.
mente el gabinete de las Tullerias j le recomen ..
daban en estremo á los (lue empanaban actual-
mente las riendas .. mas aunque los sostuviese el
cuerpo diplomático, como curecian de la con-
fianza del rey, sdltáhales á cada paso un tropiezo
y renovaban sin cesar la oferta de Si} dímisiou
que no era admitida. No IiiS difícil adivinar á
que estremo lIegaria el desórdcn en medio de
Uua situacion tan estraonlinaria.
El ministerio en ¡eueral no es responsabla
ni de los males que produjerol:¡ Jos decretos
promulgados, ni del bien que pudiera haLcF
manado del trono en aquella época, porque se
uesechaban cuantas medidas de couciliacion y
de finr}C~a proponia, al (ll'opio t.iempo que sin
noticia suya se Jecretubau otr<l8 fllle telldian á
e~ern¡~ar ttlllesó,'den y H dar páhulo á las {Jasio,.
38
nes de los realistas ecsaltad@s; sin embargo no
todos los mioistrosse hallaban en el mismo caso~
puesto que vimos á algunos conservarse siem-
pl'e en la gracia de Fernando sín soltar el guber.
nalle del estado, aun cuando cayeron Jos princi-
pales individuos.
El primer cuidado de los gobernantes rué li·
cencíar les restos del ej Sr~ito constitucional,
es decir los cuerpos que habian lllilital1(' bajo
la .. órdenes del conde de Ca rt¡¡ ¡eua y del Jene-
ral Ballesteros, y Jos que habian capitulado en
las plazas fuerte ... Mas esta op~racioll se ejt'cutó
precipita(larnente descubriclHlo los mas vivos
recelos de las tropas, tratándolas en ¡eoeral
con la mas insultante altanería cuando estuvie-
ron desal'llldllas , y perJieudo la mayor parte de
las armas, caballo~ y uniformes. Dábaose tanta
prisa á tliwlvel' los batallones, que no tomaban
ninguna precaucion pdra Conservar los efectos
pertenecientes al e~tado, y que sin embargo se-
riau ll1'IY pronto necesarios para organizar un
nuevo ejército. Hasta los mitHnOs reclutas ar-
nocados pocos mest.s antes de sus hogares es-
perimental'on malos tratos eo el moJo como
fueron de1>pedido~ del servicio: y así es que le-
jos de agradecer los mancebos la licencia que se
les daba, murmuraron contra un gobierno que
los trataba corno criminales, y no solaluente no
39
les suministraba ausilio alguno para reunirse á
8U~ familias, sino que tambien, los esponia á los
insultos del populacho.
No obstante que se debia á los jefes y á
Jos oficiales un atraso considerable, únicamen-
te se les facilitó un »les de paga, espidiéndo-
les sus retiros sin darles esperanza alguna para
lofuturo. El decreto que señala á los jefes y ca-
pitanes !,l mitad de su sUf'ldo, y las dos terceras
partes á los oticiales subalternos, no se pro·
mulgó hasta el 8 de nur'Zo de 1824, sien-
do asi que el licenciamiento habia comenza-
do en el mes de noviembre de 1823. Parecía
que se hubiese preferido ~l partido de ecsaspe.
rar á la mayoria de los españoles y precipitar el
pais en los males de Ulla reaccion ; porque si tal
no hubiera sido la intencion de los que goberna-
han la nave p'Jblica , ¿ por que retardar un de-
creto que dado en el mO»lento en que se di-
salvia el ejército, hubiera ahorrado m14cha par-
te del descontento que esperimentaba? pero
realmente los que se opusieron en t 823 á que
$e seiIalase sueldo alguno á los licenciados, se
opusieron del mismo moclo en todas la.s épocas,
porque su divisa es llevarlo lodo al estremo y
no admitir transaccion algulla con los que no
pertenecen á su bando. Y corno no estaba en su
mano ahorcar ó desterrar del reino á 108 once ó
40
doce mil jefes y oficiales del ejército constitu-
cional , deseahan al menos que un gran nlÍmero
de ellos muriese de hambre, y que otros tuvie ..
L'ien que lanzarse en el camino del crímen para
conservar Ja dulce ~csistencia. El resentimiento
de tantos individuos, de sus familias ¡ de sus
umigos y apasionados, la censura de cuantos
deseaban de buena fe el órden público y la paz
y vent.ur a de la patria, nada significaban á. Jos
ojos de los realistas ecsaltado5, cuya innuenci~
be daba á conocer dcma"iado en todos los act05
eJe! gobierno. Pero por fio triunfó la parte mas
sensala del rnitlisterio, y seüalóse aun que tarde
el debido sueldo ti los oficiales inddinidos , que
así se llaoJaban, y esta mediua contribuyó en
gran manera á ealmal' la inq'lietu.d y á dismi.
~mi[' la efervescencia.
]\' ¡) se observ<ll"on las capitulaciones, con-
venios ni lrull5<lct:iones estipulad¡¡s con los fran-
ceses, ni talllpOCo lal que firmaron los j.enera.
les esp¡¡üoies nombrados pOI' el rey despues de
"U salida de la isla gaditana. Las autoridades es'
paflolas se burlaban de S~n1t:iantes convenios, y
el partido (lominante se indignaba COn la sola
idea de que pudiese darse la menor importancia
{¡ las ofertas bech,.s al conde de Cartajena,al jene-
ral Ballesteros y ,1 los dCl1lsS militares que ha-
hiao entregado las armas y reunídoseá los frall-
~l
ceses con condiciones determinabas. Semeiante
conducta no pod ia menos de acrecentdr la irrita-
cion produciendo el descontento hasta en las filas
del ejército aliado, ba jo los auspicios del cual,
se quebrantaban sin pudol' las promesas de sus
jenerales en el mismo momento en que el gabi-
nete de Madrid se apoyaba en sus bayonetas.
Hablóse con fundamento de algunas notas pasa ..
das con c&te motivo y otros muchos por la cór~
te de Luis X VIII á la de Fernando; mas no pro ..
dujeron resultados, porque no tojos calcutaban
los obstáculos que era necesario vencer para
inducir al gobierno espailol á las ViilS de tem ..
planza, y por el contrario se 6;;Ul'aban que el
nlOnarca accederia á cuanto te piJiesen los fran ..
ceses que le habian restituido al trono, y de
aquí deducían la consecuelJcia de que el gabine-
te fl'ances no tomaba el asunto con el calor
que hubieran deseaJo los interesados y que eS-
taba fundado en los principios de la justicia.
De tales supuestos se seguia la idea de que Jos
jefes franceses nunca habian tenido la inlencion
de cumplir las promesas e6tipllJadas para f¡lcili·
lar el triunfo. Tal opinion es escusable ~ porque
llasta la publicacion de la correspondencia entre
los gobiernos frances y espaflol, se creerá siem-
pre que el primero no hizo los esfuerzos que
42
eran de esperar para el cumplimiento de las ofer·
tas del príncipe que restableció en ellrono á Fer-
nando Vil. ¿ 00 qui~n podrán liarse los españoles
uespues ue haber visto que quedaba sin ejecu-
cian la palabra del duque de Angulema? El ca·
rácter personal del príncipe fl'ances fue causa
de que muchos hom bres de bien q LlC nunca hu.
h;eran transijido con la rciencia de Madrid
ab,mdonasen la eausa de las córtes, no obstante
que eouocian la tendencia y los principios Jd
partido á que pertenecian los miembro", de la
rejencia. ArrQjárollse en los brazos del ejército
franees, prestaron servicios 11111y positivos y
facilitaron á su, jefes un triuaf", ficil y venta jo.
so. Apesar de esto, en el momento en que escri-
hinloS I1U nerosos espailOles jimen en la mise-
ria , otros viven perseguidos, QSpUesLos á pere-
cer, ó suben al cadalso á la vista y con la cu,to-
día de los ~llismos franceses, á cuya victoria
conh·ibuyeroll y cUla proteccioa en vano recla-
man: y no se les imputa mas crÍmen que sus
opiniones, y su politica antes de la salida Jel
monarCa de la isla gaditana. Mientras que el go-
l)ierno france,,¡ no dé pruebas públicas á la faz
de EurofM , de que trabajó para que se ab-erva-
Sen 105 tl"atallo:l, para que se cumpliesen las pro-
mesas del dU1ue de Angulema, los espailoles
43
tendrán un justo motivo de queja, y quedarán
siempre dudas poco favorables al honor y bue~
na fe de los franceses (1).
No me delendré á p,'obar la necesidad que
tenia Fernando de dar apenas salió de las puer-
las de Cádiz , una amplia amnistía, porque to-
dQs los hom bres de talento esl an de acuerdo
en que no hily otro camino para poner lél"llli-'
no á las disensiones elviles. Desde los últill1o~
meses de /8'23 no cesaron de ci rco la l' rumores
de una amllistía, fUlldados sin Juda en un prin-
cipio tan P')silivo y político. SusurráLase que
est<lba decretada, y qUd se hahia consultadu ,t'l
(1) El ,·i1.concl~ (le Chatt>3l1nrianel en Sil Gong,.e-
lO de rerona y glt~rra de Espmla, suelta alguII3s
especies sohre el pllllto ell clleslioll, y otros histo-
riactorf'S han !'ablado de Iros "'Jta~ que de Paris á !\fa-
drid circularon, redamalHIo el gabillf't.e ,le las Tu.
llerias el cumplimiellto de t()~ tratld!'s. Pel'o ellton-
ces las hayolletas frallcesas dnmillaban h Pe"ínsula,
y cU311do se C:.IPllta con Uil argumento tilll POdLfOSO
la logra fácilmente lo el'le se solicit 1, mucho mas
Cll311do á la fu~rza acompaña la j'lsticia, LUl'go el
ministerio frallces quiso solo dorar las dt>sgra-
cías de Espafta, lilas Uf) J'elllellial'lal!, !l0l'll"e á
IU querer 110 babia resistencia. Opónese á estóu
.(4
proyecto á la corte de Francia; y á cada cor ..
reo lOe aguardaba tan benéfica providencia;,
trascurl'ieron sin embargo se mallas y meses SIn
que saliese á luz, atribnyéudose á diversas cau-
sas tan estraordinaria tardanza: y lo que no
admite duda es que los ministros mas ilustra·
dos querian que se promulgase una amnistía en
eslremo lata y como la acousejaba la política.
Mas los absolutIstas lIlas ecsaierad03 no atre-
viéndose á comual.ir de frente la idea en su
esencia, oponían incesantes obstáculos y la re-
tardaban como convenía á sus planes. Corri6
enlonces la voz de que el jener41 en ¡efe del
razones que los t'raileg hnhicl'3ll sublevado el "'li.
llO, como se ha dichu al tratar del ,Inereto de An-
clnjar por algunos frarJceSf!s: ¡miserable resrl\e~ta!
Lo~ f,'ailes hubieran sido destruidos, y Sil poder allí-
quiJ.ado sin el apoJo dd ejé.'cito aliauo ~ si se hnbie-
Ii~~n el1lj)eilaJo en sustener la illjusticia y el crimen:
110 nega!'emos qae el fanatismo domillaba al vulgo,
que contaba el realismo furibundo COII 1111 mel'osos
atlet:ls: pel'o tambien la lihertacl, y sobt'e todo el 61'·
,len p,íblico y la paz, tenian Oluchísimo, d!'r~l1soreg:
~iell mil hayonetas hacian inclinar el p,:so de l:.t ha.
lallza al lado dOllde se coloca!Jan, Al l.ablal' asi cul-
pamos ill miflistc,'io frailees y á SIl tortuou marcha,
,45
ejército de ocupacíon se me!cló en «,/Sla ¡ntri ..
ga J en otras muchas; y aunque rcsreto drma ..
~\Ia~lo al jenera\ para presenlar cerno fundados
~em('jallle5 rumores, no debo pa~arlo'l en si-
lencio, no 1'010 para darle ocasion de espli.
C3rse, sino tamLien pcrque coincidieron con
su privacion del mando.
La amnistía tan deseada apareció por fin
en la Gacel¡¡ de 24 de mayo de 1824, con fe-
cha del dia 1.0. Paréceme importante copiar
equel documento, acompailado de alguUllf. ob-
servaciones, porque muches de mis lectores no
podrán procurarse tos periódicos de la época
de que hablamos (1).
no á la jcnerosa nacion frallCe~;), ni á sus bravos
militares d (¡uienes la fuerza del deher, la disciplina
y 1:\ negra estrella (lile pre~idia enlQnce~ :í jos desti_
nos ,lp Europa contuvieron en la ohediellcia, no
(lh~t;,pte, que Inaldecian la reaccion ~' )oÍs crudú~
eles que tenian 'jllP autorizar lodM los tlías con su
espada. A~i rr'gl'f~saron á ~n patria roh;:s3l1do en sus
coraZOllf~S la illdigllacion y Ilenaudo ¡je impl'opel'ios
al d('spotismo: y CU311{lo en julio de 1H3U sonó la
bora del c,ornbate, representós..tes f'l cuadro dt~ 111.
tirania que habian \,isto flcsarrollado ('ti EspaDa, J
pelearon (~oOlO leon!'!! para libt'l'tal' .. 1 ~uelo (Ionde
nacieron de sus J.orrOl'es " calamidades.
(1) Suprimo el preámbulo del decrp.lo pora ma.
46
DECRETO DE AMNISTIA.
ARTICUlO 1. Concedo indulto y perdon
jenenl , con relevacion de las penas corporales
ó pecuniarias en que haJan rr).(lIdo incurrir, á
todas )' C<lda lllla de las persolla~ que desde
principios del ailO 18 ~O ha~la el dia l. o de oc-
tubr<:: de 18'3, en que fui reintegrado en la
plenilurl de los dpt'ecltos de mi lejítima so!wra-
nía, hayan L('nido parte en los disturbios, es·
cesos y dt~sól'llelles ocurridos en estos reinos
con el objeto de sostener y conservar la pre-
tendida Condilucion política de la mouarquía ..
con tal que no Sf'an de los que se mencionan
en el artÍCulo SIguiente.
ART. 1I. Quedan escep!uados de E'~te in·
du!to y penlon: y por consiguiente deberán
ser oirlos, juzgados y sentenciados con arreglo
á las leyes los comprendidos en alguna de Jas
clases que :i continuacion se espresan •
•• a Los autores principales de las rebelio-
:yor brevedad, y suprimiria igualmente la alocncion
tld rey, si Jos sentimientos que espresa 110 fuesen
contnrios á los manifestados en otros decretos, y á
las ideas del bando que dominó y devastó la aílijida
:España.
47
nes militares de las Cabezas, de la isla de ~eon,
Corufla: Zaragoza, OvieJo y B?.fcc1011H, don-
de se proclamó la ConstitucÍon de Cáciiz aoles
dI! haberse recibido el real decreto de 7 de
marzo de 1820, como tambien los jefes civiles
y militares que continuaren mandando á los
sublevados J Ó tomaron el mando de dio'! con
@l objeto de trastornar las I~yes fundamentales
del reino.
2. a Los autores principales de la conspira.
cion tramada (11 Madrid en principios de mar-
zo del mismo afio de 1820, á flll ue obligar y
compeler por la violencia á la espeJicion del
referido real decreto de 7 del mismo y consi-
guiente juramento de la lIal1Jada Conslilucion.
3. a Los jefes militares que tuvieron parte
en la rebelion acaecida en Ocail3, y sf'lIa!atla-
mente el teniente ¡cueral don Enrique Odonell,
conde tIel Abisbal.
4. a Los autores principales de que se me
obligase al establecimiento de la llamada Junta
provisional, de que trala el decrt:lo de ~ del
mismo mes de marzo de /820, y los individuos
que la comlJusieron.
5.a Los que duranta el réjimen constitucio-
nal firmaron ó autorizaron esposiciones dJrlji.
das á solicitar mi destitucion ó la Mlspcnsion
de las augustas fUllciones que ejercía) ó el nom-
48
bramiento de alguna rejencia que me reempla ..
zasc en ellas, ó el que mi real persol1<l y las de
los serenl5imo~ prlocipes de mi real familia se
sujetasen á cualquiera especie de juicio, bien
fuese por las lIam,Hlas córles ó por cu;tlquiera
otro tribunai) como igualmente los jueces que
hubiesen Jictado providencias encaminadas al
propIo efecto.
6. 11 Los que en 5úcietlades secreta5 hayan
hecho proposi¡;iones dir¡jiJas á los mismos ob ..
jelos de que se hace espresion en el aItlculo
precedente dUl'ante el gobierno constitucional,
y los que con cualquiera otro ohjeto se hayan
reuuido ó reunan en asociaciones secretas des-
pues de la abolicion del citado ré¡irnen.
7. a Los e,~critores Ó editores de lihros ó pa.
pelesdirijidos á combatir é impugnar los dog-
mas de nuestra santa reli ¡ion católica, apostóli.
ca romana.
8.:l Los autores principales de las asonadas
que huho en Madrid en J 6 de noviembre de
18:W ,yen la noche del 19 de febrero de 1823,
en que fue violadu el sagrado recinto del real
palacio, y se me privó de eiercer-~la prerogati.
va de nomhrar y separar lihrel11ente mis secre-
tarios del De~ pacho.
9. 11 Los jueces y fiscales de las cau~as se-
suiuas y sentenciadas contra el jeneral Elío, y
49
el primer teniente de guardias españolas, don
Teodoro Goffleu, víctima de su insigne lealtad
y amor á su sobel'ano y á su pátria.
'O. Los autores y ejecutores de los as~ina.
tos del arcediano don Matias Vinuesa , y el re-
verendo obispo de Vich, y de los cometidos
en la ciudad de Granada, y en la Coruña
contra los individuos que se hallaban arresta-
dos en el castillo de san Anlon, y de cuai ..
quiera otro de la misma nalura;eza. Los asesi.
natos son siempre escluidos de todos los indul-
tos jener.ales y particulares, y deben serlo Con
mayor razon los perpetradores de aquellos que
envol viao ademas el siniestro objeto de pro-
mover y acelerar el movimiento revoluciona-
rlO.
tI. Los comandontes de partidas de guer-
rillas formadas nuevamente y des pues de haber
entrado el ejército aliado en la Península, que
solicitaron y obtuvieron patentes para hostilizar
al ejército realista y al de mis aliados.
12. Los diputados de las Ilamadó\s córles,
que en su sesíon de j I de junio de 1823 vota-
ron mi destit.ucion, y el establecimiento da
una pretendida l'ejencia, y se ratificaron en su
depravado intento, conlinuando con ella hasta
Cádiz, como tamuien los individuos que ha ...
hiendo sido nombrados rejenles en dicha se-
TOMO 111. 4
50
sioo, aceptaron y ejercieron aquel carg<l, y
el ¡eueral comanoante de la tropa que me
condujo á la referida plaza: esceptúanse de es'
ta clase los que despues de aquel escandaloso
suceso hayan contribuido eficazmente á mi li-
bertad y la de mi real familia, segun se ofreció
solemnemente por la reiencia en su decreto de
23 de junio del mismo ailo.
13. Los españoles europeos que tuvieron
parte directa é influyet'on eficazmente para la
formacion del convenio Ó tratado de Córdoba,
que don Juan Odonojú, de odiosa memoria,
celehró cou dou Agustin de Itúrbide , que á la
sazou se hallaba al freate de la insurreccion de
Nueva Espaüa.
f 4. Los que habiendo tenido parte activa
en el gobierno constitucional, ó en los trastor-
nos y revolucion de la Península, hayan pasa.
do Ó pasaren despues de la abolicion de dicho
gobierno á la América con el objeto de apo-
yar y sostener la ínsurreccion de aquellos do-
minios; y los de la misma clase que permanez-
can en ellos con cualquiei·a objeto, despues de
requeridos por las autoridades Jejítimas para
que abandonen el territorio. Esceptúaose de es-
ta clase los que siendo naturales Ó domiciliados
en América se hayan restituido á sus hogares",
viviendo como habitantes pacíficos.
51
15. Los de la misma clase precedente, que
refujiados en paises estranjeros hayan t(lmado
ó tomen parte en tramas y conspiraciones fra-
guadas en ellos contra la seguridad de mis do-
minios, contra los derechos de mi soberanía ..
ó contra mi real persona .Y familia.
ART. 111. Todos los que no se hallen com-
prendidos en las precedentes escepcionf:s, Ó
en alguna de e!las, disfrutarán del bene.ficio
del referido indulto, y por consiguiente goza·
rán de libertad civil y seguridad indivi,lual , es~
perando que este acto de mi clemencia y be-
nignidad servirá de un poderoso estímulo para
que volviendo en sí, y reconociendo sus estra-
víos y alucinamiento ~ se hagan dignos con su
conducta sucesiva de ser restituidos á mi gra ..
cia.
ART. IV. En su consecuencia" los que se
hallen presos por escesos que no sean de los
que quedan esceptuados , ó lo estén solamente
por opiniones políticas, serán puestos en liber-
tad, y se desembargarán sus bienes, no obs-
tanle que hayan ejercido autoridad judicial po-
lítica militar, administrativa ó municipal, Ó
hayan tenido empleos y destlJlos bajo el llama-
do gobierno constitucional; quedando por con-
siguiente revocados por el presente decreto los
52
espedidos 11asta aqui sobre la materia, en cuan-
to no sea confo,rme con las disposiciones del
presente.
A!lT. V. Se observará sin embargo, y ce.
lará por las autoridades respeclivas, la conduc ..
ta de aquellos indivilluos que han dado ('viden·
tes pruehas de adhesion al réjimen constitucio-
nal; y si su conducta sucesiva fuere la de va·
salios fieles, no serán inquiptados en manera
alguna; pero si Con acciones, con escritos, oon
discul'so~ tenidos en público, ó por cualquiera
otro medio, tratasen en adelante de alterar el
ól'den , serán procesados y castigados con todo
rigor como reincidentes.
ART. VI. Las causas contra las personas
no comprendidas en el presente decreto de in-
dulto, se formarán y determinarán con arre-
glo á derecho en los tribunales superiores de
los respectivos territorios en que se hayan co-
metido los atentados.
ART. VII. El beneficio del presente indul-
to y perdon no lleva consigo el reintegro de
los empleos obtenido~ en mi real servicio aD-
tes del 7 de marzo de 1820. La conducta po.
lítica de los empleados se ecsamiLlará por 108
nledios aCliU'dados Ó que se acuerden sobre esta
materia; pero la decision que recaiga en los
espedieoLes de purificacion no podrá ser tras"
53
cendlJntaI sino á los empleos y goces respecti-
vo~ á ellos.
ART. VIII. Tampoco se escluye ni invali-
da el derecho de tercero á la reparacion y re-
urcimipnto de perjuicios, si se reclaman por
parte lejítima, ni el que compete á mi real Ha-
cicmb ,pura ecsijir cuentas á Jos que hayan
manejado caudales p,íblicos, y para obligar á
la r('stitu,:;ion de lo malversado ó sustraido en la
citada época.
ART. IX. Los individuos pertenecientes á
las da~es escluidas del beneficio del presente
indulto, que se hallen comprendidos en algu-
na de las capitulaciones concedidas por los je-
nerales del ejército de S. M. C.ma , debidamen-
te autorizados, no podrán permanecer en los
uominios espafIoles sino con ]a precisa condi-
cion de someterse al juicio y á las resultas dt:
este, en la forma que queda prevenida para tOe
dos los que pertenezcan á las referidas clases
esceptuadas.
ART. X. Las autoridades civiles y milita-
res encargadas de la eiecucion del presente de-
creto , serán responsables de todo lo que por
esceso ó por defecto se oponga á su puntual ob-
servancia.
ART. XI. Los M. RR. Arzobispos y los
R H. Obispos, en sus rEJIpectivas diócesis, des-
54
}>ue!\ dé publicado el presente indulto, emplea-
rán toda la influencia de sU ministerio para res·
tablecel' la union y buena armonía entre los es-
pafloles, eshortándolos á sacrificar en los altares
de la relijion y en obsequio del soberano y de
la pátria , los resentimientos y agravios perso-
nales. inspeccionarán igualmentp. la conducta
de los párrocos y demaa eclesiásticos ecsisten-
te~ en sus territorios, para tomar las providen-
cias que les dicte su zelo pastoral por el bien
de la iglesia y del estado.
Tendráse entendido en el Consejo para su
puntual cumplímiento, y para que se publique
y circule á quien corresponda. Está seflalado
de la H'!al mano. En Araujuez , de mayo de
1824. == Al G'lbernador del Consejo. == Con
la misma real órden y al propio efecto se re-
mitió igualmente al gobernador del referido
mi consejo la alocucion del tenor siguiente:
Españoles: Imitad el ejemplo de vuestro
rey que perdona lo~ e~travios, las ingratitudes
y los agravios, sin mas escepciones que las que
irnperio5élluente ecsijen el bien público y la
segllt'idad del estatlo. lIabeis vencido la revolu-
cio!! y Id aoaffluía revolucionaria; pero aun no~
(Iueda qu~~ u<!abat' (le vencer la discordia, no
mellos temible. S"CI'ificad vuestros resentimien-
tos é injurias P'1l'souales al bi~n incomparable
55
de la unjon y de la puz. interior. No olvideis
-que la desuníon y la discordia civil han alTui·
nado los mas poderosos ilU perios de la tierra.
Sin tranquilidad y pelofecta sumÍsion á las leyes,
es impo:;ihle que el gohierno se cimente sohre
base5 sólidas é 111destrucLÍbles, ni que renazcan
las agotadas fuentes de la prosperidad púhlica,
y mucho menos que se restablezca la coutiauza,
que ('S maJre de la indw,tria y de la riqllczCl J y
el lÍoico apoyo del crédito, que 1l1llltiplica los
recursos de los estados. Sin ella vuestros capI-
tales y vuestros brazos irían á fecundar y bene-
ficiar la tierra estranjera, dejando yermo el
patrio suelo, que las virtudes dc nueslros as-
cendientes convirtieron en tierra clásica del
honor y de la lealtad. Haced qlle el total resla-
blecimiento del órden en la Península sea el
preludIO de la reconciliacion entre vosotros y
vuestros hermanos disidentes de América, Des-
cendientes de los grandes hombres que funda-
ron y acrecentaron nuestro glorioso imperio,
é hicieron resonar el nomhre español por todos
Jos ángulos de la tierra, no dejei9 á los vues-
tros una patria destrozada y un nombre vili-
pendiado. Emplead vuestra natural enerjía en
rescatar á la Espaila del abatimiento en que la
1)(111 constituido circunstancias desgraciadas. Lol
1'01"1 aleza y vigor del gobierno O~ preservará en
s¡;
adelante de las ai-it:lcionc~ y tra5torn05 revolu-
cionarios, y la e~pa(la de la justicia caerá in·
fa li blemente sohre los que intenten reprodu.
cir ent.re n030tros los pasados desórdenes; ~ro
no deis acojida á las pasione~ renCorosas ni á los
consejos pérfidos (le los que 8Cl.1S0 pueden tener
Un interes en uesuniros para perdernos, y para
que no podaís estender vue~tr()s brazJs j' ausi-
lio á vuestros hermanos de América , qu~ ~on
víctima, como lo habeis sido vosotros de la
anarquía revolucionoria, y de la ambicion de
demagogos inespertos y mal intenciomHlos. Si
por decreto inescrutable de la divina Providen·
cia estaban reservados á vuestro rey tantos dias
de amargura en 105 primeros años tle su reina-
do, cooperal Con él para que los restantes sean
de prosperidad J de ventUt'a, y puedan em-
pleal':;e en fomentar las artes tlc la paz, y en
restituir á la Espaüa su primitiva gloria, á mi
corona su brillanté" y esplendor, á la reli ¡ion ¡;u
suave imperio, y á mis púeblos vejados y fati·
garlos, la abundancia y el sosiego á que son
acreedores por su insigne lealtad y hcróica cons·
tancia. Aranjuez L° de mayo de 1824. oc::D Yo
el rey.
Publicado!! en el mi consejo pleno estraor-
dinario, celebrarlo en 11 de este mes, COn
asistencia de mis fiscales, el referido mi real
57
decreto y alocucion que quedan insertos, acor-
dó su cumpíimiento y espedir esta mi cédula:
Por la cual os mando Ílto:los.'v cada uno de vos I \¡J. .;
en vuestros lugares, distritos y jUl'isdicciones la
veais, guardeis) cumpLJis y eieculeis, y hasaís
guardar, cumplir y ejecutar en toJo y por todo
!leSun y como en ella se contiene, sin contra-
venirla, permití,' ni llar lu;ar á que se contra-
venga en manera alguua; ántes bien, para que
tenga su mas puntu¡:¡! y debida observancia, da ..
reis las ól,Jcnes y providf!llCias que convengan.
y encargo á los M. ¡\tL ArzGlúpos) Hil. Obis·
pos , superiore~ de todas las órdenes regulares,
mendicantes, monacales y df.mas prelados y
jueces ccJesi.:isticos d~ estos mis reinos que en la
parte que les corresponJa la observen como en
ella se previene: que asi es mi voluntad; y que
al traslado impreso de esta mi cédula, firmado
de D. Valentin de Pinilla , mi escribano de cá-
mara y de gobicl'I1o del consejo, se le dé la
misma fe y crédito que á su orijir,'ll. Dada en
Aranjurz de mayo de 18~4. = Yo el rey.
Conócese á primera vista que ,algunos ,artí-
culos del decfPto no guardan armonia con las
ideas espresadas en los otros, y meo 08 aun con
la ¡¡Iocucion del mOnarca. La Jifel'encia provie~
ne sin duda de que reclactllJo el decreto: por
hombres honrados y conocedores de las circulls.
5S
tancias J cayó despues en manos de individuos
furibundo~ , á quienes nO asistian las mismas in-
tencione~ ni tan puros sentimientos, é interca-
laron varios artículos y modilicaron otros de tal
suerte que lo desfiguraron enterauwllte, Así que
los españoles recibieron casi todos mal la am-
nistia. Pensaban unos con harto fundamento
que con tenia demasiadas escepciones, mien~ras
que los realistas juzgaban la gracia demasiado
estensa y la impunidad asegurada á los crimina-
les. Fácil es de adivinar cuanto trabaj<lrian las
sociedad'1s realistas que se habian dilataJo por
todo el reino :Í la sombra de los conventos, en
promover el descontento de los pueblos; porque
sus miembros ciegos de furor no conocian la
época en que vivían, ni querian oi(' hablar de
indul ¡encía con quien no profesase su.., opinio-
nes. Juzgo que las escepciones de la amlllstia
eran demasiaclo numerosas.
Ya que no se querla correr un velo sobre lo
pasado, y la voluntad del rey era vengarse tIe los
que proclamaron la Constitucion de I ~20 , de-
bian re lactarse las cuatro primeras escepciones
Con suma moderacion; y debemos confesar
que a5\ lo estaban, pues nO comprendían sino á
los pri'j'cipales autores de las rebeliones milita-
res, y se concretaban á determinadas capitales
de prolint!ia , aunque la C,)nslitlJ~ion se procla-
59
m6 en otros muchos sitios antes de que Fernan-
do prestase el juramento. Bajo este punto de
vista las escepciones tenian un barniz de justi-
cia; mas comprendian igualmente á los miem-
hros de la junta provisIOnal, de los que muchos
no tomaron parte en la revolucioll, y por el
contrario la junta entera dió pruebas de suma
prudencia y combatió de contÍnuo las pretensio-
nes y la tendencia anárquica de los ajitadores
de las provincias, á quienes indulo á la obe-
diencia del rey. Sucedió así porque 109 que der-
rocaron en 1810 el órden público en Españ;¡ no
siempre escojieron, y aun podla decir nunca
escojieron á los conspiradores para individuos
de las juntas de gobiernQ. Comunmcnte elijie-
ron hombres en quienes brillaban las ideas li-
berales, pero moderados y de sanas opiniones.
Así, aUn dado el caso de que el príncipe se ne-
gase á comprender en la amnistia á los que hi-
cieron la revolucion , no parecia justo que los
miembros de la junta provisoria se viesen tra-
tados del mismo modo que los principales cons-
piradores, mientras que á la mayor parte ha-
híanlos arrancado de sus retiros para que des-
empeñasen aquellas funciones, y habian pres-
tado servicios de interés jeneral, sin que nunca
se haya dicho que faltaron á los miramientos
debidos al rey, ó que ninguno de ellos habia
60
daclo pruebas de ecsahacion en el curso de las
revueltas rolíticas que sobrevinieron,
La quinta escepcion no me parece tíni·
camente injusta é impolítica sino en estre·
mo ridícula, Todos s3ben en Espai'ta el des-
precio que inspiraban las representaciones; y
que la mayor parte de los '1up. en ellas estam-
paban la firma ignorab;m su contenido: que
otros firmaban obsolutamente lo contrario de
]0 que hubieran querido firmar, porque si
lo hubieran ('ehusado se les hubiese perse-
guido ó mirildo como sospechosos, y les cons-
t3Ln por ol('a parte que su rúbrica nada siglllfi-
caba babiendo llegado á tanto menooprecio las
csposiciolles tUffiulLuarias. ¿Coruo pnc,le COIll-
pararse e! error, si hubo error en tales circuns-
tancias , de los que en un cdfé , en la calle ó en
Su casa mism:-. solicitados por cuatro ó cinco
individuos de los maS ecsaltado~ .. y al:;unaR ve-
ces por grupos numerosos, como puede com-
pararse con el crimen de lo,> ase~inos de (Iue
hablan las otras escepci~nes? Podria alegarse
algnn viso de justicia si la escepcion recayese en
]os autores de las representacione'i: y aun en
semejante caso seria muy rídiculo Ver al rey
que hahia anulado todo lo hecho desrle el 7 de
marzo de 18'20 ,.y declarado que habia carecido
de ltberLacl durante el reinado del réiimen COIlR-
61
titucional, mostrarse tan zeloso de la autori-
dad que le hahia dejado la Constitucion y lla-
mar augustas las funciones que deseOlptllaba.
Si cuanto se lwbia efectuado (.ksde que d eó.
digo gaditano ~e prociamó llasta LO Je octubre
de 1823 habia sido un alentado, si el nlOuarca
ca recia de Jibeltad, ¿que importaba que ataca-
sen ó restrinjiesen sus poderes? el aro está que
no disfrutaba de ningunos, pueslo que no estaba
libre. O me engaño enterament.e Ó tal escep.
cion justifica la conducta de todos los el'pañoles
que prestaron obediencia al gobierno de aquella
época. Pueslo que el'a un crIrnen haber solicita-
do la suspension de las augustasfltncivnes cons-
titucionales del rey) no cabe .-luda en que haber
procurado conservar al príncipe su goce debía
caliticarse de mérito.
Lo mismo puede decirse de la primera parte
de las escepciones de la sesta categoría: en Cuan-
to á la segunda, si la arnnistia solo se eSlelidia has-
ta la abalician del réjimen representativo, para
qué esceptuar á Jos que se hubiesen reunido en
sociedades secretas despucs de aqudla época?
Los libros que trataban (tel dogma relijioso,
no podian imprimirse segun el reglameuto de
libertad de impreuLa decretado por las córttS
sin la censura prévia de los obispos; afí la es-
cepcion séptima era inútil, á menos que DO se
62
quisiese estender indefinidamente la palabradog-
ma á la disciplina, á los diezmos y á otros
puntos.
Si el gobierno constitucional hubiese ejecu-
tado las leyes,y si los ajentes de la autoridad no
debiesen considerarse como cómplices de los
tumultos de 16 de noviembre de 1820 y de 19
de febrero de '823, resultaria como resultaba
en efecto que el castigo debía recaer con el ma-
yor rigor contra los promotores de tales asona-
das. No me admiro pues de que estuviesen COOl-
prendidos en la cscepcion octava. Mas no pue-
do dejar de repetir que esplicarse así es faltar
á los principios de la verdad, porque se dice
que en las tales asonadas se habia violentado la
voluntad del monarca, mientras que en otros
decretos se asegura que habia vivido forzado
durante todo el período del gobierno represen.
tativo.
Otra consecuencia importante puede sacar-
se del contenido de la escercion octava, por ..
que en ella se afirma que el 13 de febrero de
1823, el monarca se vió privado de ejercer la
prerrogativa de nombrar libremente sus minis-
tros. Por consiguiente el príncipe la ejerció en
Jas restantes circunstancias, durante el réjimen
constitucional, y tuvo ministros con quienes
permaneció contento, puesto que los nombró y
63
pudo despedirlos libremente. Esta consecuencia
es ecsacta, y prueba la eontradiecion que reina
enl re eldee reto que analizamos y los demas
acl.os de gobierno, y la dificultad de soslener
los principios establecidos en J. (1 de octubre
de 1823.
Afírmase en España que en el proceso del
leneral Elío se infrinjieron las leyes, y hlÍllase la
prueha en la defensa leida en el consejo de
guerra, defensa que salió despues á la luz pÚo
blica. En cuanto á Goffieu el tribunal que le
condenó no era competente, porque le juzgó
un consejo de guerra ordinario en vez de un
consejo de guerra de oficiales jenerales. Mas en
la escepcion nona en que se citan ambos pro-
cesos debieron haberse indicado tarr.bien los
motivos que acabo de esponer, porque en el
sentido en que está redactado el artículo) ó los
jueces de Elío y de Gomeu no debian sufrir
pena alguna, ó todos los tribunales que conde-
naron á muerte á los que habían proclamado
al rey absoluto y conspirado contra la Constí.
lucion debían esceptuarse de la amnistía) por·
que los condenados fueron igualmente víctimas
de su amor á la tiranía.
Los asesinatos de que habla la escepcion
décima no (leben comprenderse en ammstla
alguna; crímenes tan atroces uo han de con-
64
fundirse nunca con las revueltas, escesos y des~
órdenes comeliJos por los ¡cníos turbulentos
en el delirio del entusiasmo. Paréccme inútil
la escepcion, pues no creo que .10s cul paLIes
que seüala se escusasen:iamáscon el artículo 1.°
de la amnistia.
y los que levantaron guerrillas despues de
haber entl'aJo en la Península los franceses ¿por
que eran mas culpables que los que las levan-
taron antes de la invasion? No adivinamos el
motivo de serllcjante diferencia: pero lo cierto
es que en virtud de la escepcion undécima fue-
ron encarcelados muchos espaüoles y se vieron
espuestos á sufrir en el cadalso la pena de muer-
te (1). Muchos de ellos partidarios ardientes
de la Constitucion y de los bandos estremos~
contentároDse con recibir las comisiones que
les encargaron las autoridades, sin llegar el caso
de alistar las parLidas ni deserubainar la espada,
(1) ¡Que lejos estaban entonces Jos rejentes de
Madrid y )os anarquistas oe t0l1(18 los partidos, de,
pensar ell la bienhechora mácsima de la abolicion
de )a pena de muerte ell los crímellell puramente po-
líticos: y ¡cuan distantes están todavia de;,admitirla
en su código y en su cOI'azon ¡os partidos que se dis-
putan el waudo en Espaíia! Sin embargo convéll-
65
Y por consiguiente no se les podia imputar cri-
men alguno. ¿Por que Fues esceptuar de la am-
nistia á los que recibieron comisiones como par-
tidarios y no á los que recibieron cartas de dis-
tincion? Observamos á cada paso que el decrelo
cuyo análisis noS ocupa no;: se redactó ctln el
acierto y la justicia que reclamaba un negocio
de tanto interés, y que el deseo de los unos de
acumular escepciones sin discernimiento, y por
solo el espíritu de venganza) y de los otros de
disminuirlas., produjo las mas notorias contra.
dicciones.
Los diputados comprendidos en la eseep-
cion duodécima pudieron ahusar, es verdad, de
sus poderes, y destruyeron la Constituciol1j pero
entonces resulta de este artículo que el rey per.
dió sus facultades el '1 de junio, y por consi·
guiente que había ejel'cido su autoridad antes
de aquella fecha. Sin embargo el artículo pri.
mero del decreto de 1.0 de octubre de t 823
zanse de';su'necesillad si aSflir311 á ser los órgallos
de una nacion y 110 d~! un part.itlo. Francia de qnicn
Europa ha recihido tan bUf'IJOS y tan malos ejf'm-
plos, parece Itaher torn'ldo la iniciativa en esta itn_
])ortante cuestiolJ: deseamo~ (J1H~ imiten á los fran-
ceses cuanto antes lo permitan las circunstancias 108
lejisladores <le uuest¡ o pais.
TOMO IJI. 5
66
d~cia : »Declaranclo como declaro que desde el
7 de marzo de 1820 hasta el dia de la fccllél, he
c;¡reciJo de libertau y me he visto obligado á
sancionar las Jeyes, espedir las órdenes, de-
cretos y reglamentos que contra mi voluntad se
meditaban y espedí::m por el mismo gobierno
ác." Sin detenerme á ecsaminar si era posible
obligar al rey á espedir las órdenes, decretos y
reglamentos, cuando dice que no era S. M.
quiw los Jaba, sino que se meditaban y espedi,m
contra su voluntad por el gobierno, esto es por
los ministros, diré ~l1icamente que admitiendo
como cierta la falta de libertad del príncipe
en todos los actos del gobierno constitucional,
las córtes con el nombramiento de la reiencia
no atentaban á la autoridad real puesto que no
ecsistia, como se inJica en el precitado deere.
to y en olr05 muchos. Porque debía ser indife-
rente el que fuesen tres rej,:mtes ó siete minis-
tros los que gobernasen en nombre del rey con-
tra su espiíei ta vol untad.
La esce!lcioll décimatercera me parece jus-
ta ,y la décimacuarta y ;lécimaquinta intempes-
tivas é inútiles, porque la amnistia comprende
solo á los que tomaron parle en las revueltas,
escesoS y desórdenes ocurridos desúe principio
de lUarzo de /820 hasta l. o de octubre de IS'H,
Ó lo qu,e es lo mismo, hasta la abolicion del
6'J
sistema representativo, y los dos art.Ículos pre-
citados hablan de delitos posteriores á aquella
época.
En el artículo nono permítese salir del rei-
no á los escepLuados Je la amnistía que hubie ..
seu capitulado con los jeneraies franceses, sin
que puedan permanecer en Espafla, á no ser que
se snjeten & la fornlacion de causa y á sus re-
sultados. Es probable que este articulo se de-
Lió á las reclamaciones del gabinete Je las Tu~
llerías: mas aunque en realidad en los puntoa
donde se cumplio, arrancÓ algunas víctimas del
cadalso, ne por eso dejaba de imponerlt:Js la ter-
riLle peLla de la espatriacion , siendo así que se
les habia promelldo que no seriall iuquietados ni
molestados por la conducta politica que hubiesen
observado, ni por las opiniones manifestadas an-
tes de haberse reuniJo á los franceses. Concede ..
rá la ¡enerosa Francia un asilo á estos desven-
turados? Les dará de que vivir? Los anteceden-
tes no lo indicau; no obstanLe que son notoria-
mente víctimas de la buena fe con que se fiaron
de las promesas del príncipe jenendísimo. Y
para confusion Je los gabinetes mismos que han
encadenado la Penímiula , y para prueba de su
inconsecuencia, vemos que los anarquistas ma.
ecsajerados que no ct'diel'oll sino á la imperiosa
ley de la necesidad, gozan en Iglalerra peIlgiO.
GB
nes, m:entrras qu~ Jos que abAndonaron laR ban-
deras de los dl~ Sevilla .. se l'('U¡¡icrflll á ¡os frau-
ceses y le¡.; pre . ,taroll sl'l'vicios po"ilivos perma-
necen en Sil paii; cspueslos á las perse;;uciolles
de los <l 0';01 ulist<ls, sin sueldo, sin cowndera-
cíon , presa de la miseria: ó si han sido e~cep
tuados de la amnistia tienen que abaudonar su
pálria sin esperanza de hallar en parle alguna
el pan. Jel infortunio (1). Huego á los ministros
del poderoso monarca frances (1825) que to-
men en consideracion I.<ln singular contraste,
que no guarda armonía con las miras ¡enerosas
del ilustrado Luis XVIII: y que reflecsionen
que la Lucna fe y el llOnOt" del pabellon frances
no han quedado á cubierto en esta ocasiou.
He dicho que el decreto de amnistia era de
1.° de mayo, y que no se publicó hasta el 20
del misnlO mes, no por <lcaso sino con la maS
dañina inteucion del munJo. Luego que se
---_._-----------------
(1) Cuando se escribieron" las anteriores líllP3S,
ellllinisteJ'io de las Tullerias 110 hahia cOllcedido to-
da~-ia los 5'Jc(jlTos:~,.ñal;¡t!os de~pues á los rcfuj;a-
dos. ¡ l)lu~llif>Se á Ui05 que tales socorros se eOllce-
diesen úniC:'lJIelltc á los pl'o,cr;tos pUl' opillifJlICS po_
1'Íl¡cil~, )' 110 á los~qlle bajo tau hourosa balldera.
ocultan el vCl'ua.de.r.o motivo}tl .$U d~tiar.ro ó de
.u fu~,. u ..
69
concedió la amnistia por órrJen coun(lencial
(Iel. nHmarca , el ministro de gracia y justicia
la cOlllunicó á los intendentes de policia , parl\
que en sus provincias respectivas hiciesen aVe-
riguaciones y fOl'mas€n las listas de lo.s que de-
hiall 8'1' encarcebclo<; én vil,tud de bIS escep.
ciones , para que se procediese á su a rri~slo al
Jn!SelO tlelllpo. qne se publicflse el decrel.r).
Así t;,¡ que !as prisio.tws se verificaron no. f'l)
con::r\:uencia de una iuffJl'IH::l('ion sumaria de
l(}~ tribunales, segun las leyes que mnwlaha ob-
scrv,Il' la amnistía, sino por el solo firbitl io d~
las p1Siones y del capl'icho de lo.s intendentes
d,? policia. En tOilas ~as naciones la polieia tjp-
nt> el C;H'gl) de pr<ivenír los delitos y no se rnez-
ell en las fu.nciones de los tl'ibuna!es de jUSli~
ei.!; pel'O en España se ocupa mucho. menos de
S!1S atribuciones naturales que de servir de ins-
tramenlo á un partido. Asi es que de"precian-
dü un decrelo rellactado en el consejo con las
LnlH;id:dcs ordinarias, aprobado en reunion
de mitli5tros po.r órdeo del monarca, y coml1~
nícado pOtO uno de los mismo.s secretario.s del
(jespacllO con!idenci¡¡lmente, se deja ¡emir en
los calabozos donde yacen á nUlllerosos ino-
{~ulles. Embrollaron de tal snertl~ los proceso:.;
ju ¡ietales, que los tribuuales se vieron lIen0~
(he lluda~ y con las manos atadas, po.rque cuan-
lO
do lo~ aientes de policia se convierten en aeu-
u¡)ores públicos, sus pesquisas son intermina-
bles y resérvanse siempre el derecho de diriiir
nuevos cargos; de suerte que fue imposible po-
n(~r en libertad á los acus'ldos por evidente que
fue~p !'IU inocencia.
Mas 8",i debía suceder para que la amnistía
fues~ lIlas tol era ble á los furi bundos pa l'tida-
ríos del absolutismo, que ansiaban terminar
las contiendas civiles, no con el perdoll y el
olvido sino con la sangre y el esterminio. No
purlicmdo impedir que se publicase, encarga-
ron su ejecucioo al ministro de gracia y jus-
ticia., y á los intendentes de policía que pasa-
ban plaza de realistas los mas ecsaltados y
los mas ardientes de España. Estos compren-
dieron en la designa~ion de principales autores
de la revolucion á cuantos deseaban encarcelar,
y convirtieron en instrumento de venganza un
decreto dado para conciliar los espíritus y cal-
mar la efervecencia.
El decreto de amnistia, pues, fue la señal
de nuevos arrestos y persecuciones, mientras
que Jos individuos qu~ yacian en los calabozos
sin haberles tomado en diez meses, y algunos
en doce, la menor declaracion, y que ahora de-
bian recobrar la libertad en virtud de los artí-
culos 3.0 y 4. o permanecieron en las cárceles,
71
oca.sionando aquel acto tan ponderado de cle-
mencia ill~nitas tropelias, y casi ninguna satis-
faccion. El articulo undécimo encargaba á 103
obispos que empleasen la influencia que les da-
ba su ministerio en restablecer la union y 'la
huella armonía entre los espaiJoles, oficio pro-
pio de los pastores de la iglesia, oficio canfor·.
me á las m~csimas evanjélicas y á las palabras
del allgusto fundalior del cristianismo: y sin
embargo de la conformidad del artículo Con la
suave relijion de paz, á cuya cabeza estahan,
ca:ú ninguo obispo obedeció la órdea, al pro-
pio tiempo que toleraban que en sus diócesis
se predicasen la vcuganza y el aborrecimiento.
Pero la mayor parte de los obispos espaiíoles
pertenecían al partido absolutista, y detestah"n
las medidas de conciliacíon , porque ciegos de
fOfol' aspiraban á recobrar todo el poder del
anliguo clero por medio del dogal y de la tea,
y aun los poC01~ que obedecieron el art.Ículo ! f
(le! deoceto, y publicaron pastorales hiciéronlo
con tihie.ta. Observaremos siempre á los realis-
tas menospreciando las órdenes del gobierno
cuando no guardaban armonía con sus ideas y
de~eos , y no temiau propalar que estos deseos
y estas ideas eran de destruccion y de muerte.
Concluyo esl<ls observaciones,. eh las queme
he estendido mas de )0 que tenia intencion,
72
no ohstante que facilmeute conocerán los lec-
lortS (l'le he suprimido volulltari¡nnente Ull
gl'élll ntÍmero de ra7.ones y muchas circuns-
tancias que dJrian mayol' peso {, mis asertos.
He Juzgado que no podaa dispensarme de imer-
tar en 0<~~a oora d decreto de amnistla y las
Ob:lel'Vilciones qu<:: lo acompafJan " porque co-
mo el c,¡erpu Jiptomátic(l cnmplimentó á Fer-
tl<llldo VII por haberlo Jallo, la Europa ente-
ra cn'yó que se hahian resta<blecido €u España
el orden y la contianza.
Como las disensiones continuaban en Ma.
drill entre una parte ,le los ministros y los al>-
50lutistus de mas subido temple, la marcha de
los negocios se hallaba enteramente paralizada.
Los minislros á quienes sostenian los embaja-
dores de las allas potellcias conseguian de tiem-
po en tIempo YlI'íos triunfos: entre ellos debe
contarse la creacion d~l reglamento de volun.
tarios reali~tas, espeJido por el ministro de la
guerra en 28 de febrcl'o de 1824. Hemos toca·
do ya los inconvenientes le semejante in:,litu-
to; el secretatio del despacho intentó dar á los
yoluntarios realistas una organizacion tal, que
pudiesen prestar servicios al órdtn público, sin
que se a jitasen en su sellO todos los elementos
de anarquía y de confusion, y quiso que de·
pendi.esen del i)obicrno, y que este nombrase á
73
los jefes y á los oficiales. En todas partes~ se le-
vantó la tempe5taJ mas terrible contra el re-
glamento: se c¡¡culú~una carta del jeneral Ay-
n¡erich , carouel de Jos voluntarios realistas de
Madrid, á tos comand¡mles de los voluntarios
de las ciudades, en Id que afi rmaLa que el re.-
gbmento se habia eS1Jcdido contra la espresa
voluntad del J1I0nilrca. El ¡eneral publicó des-
pues en tos perióJieos un anuncio asegur.élndo
qua la carta no era sUY'-' i mas entonces habia
camada ya el Jaüo que. se descaba. Lo cier-
to es que una de las primeras l1leJidas del je-
neral Aymerich, cuando se encumbró al mi·
nistcI'io dd la guerra, fue anular el reglamento.
Hubo desórdenes en Jí!erente~¡puntos del rei.
no; no faltaron autoridades que se opusieron
abiertamente á su ejecucion, y el consejo de
Castilla en un informe dado al monarca sobre
e~te asunto, no s01arnenle pl'odigaba elojios á
]os (lue habian de~()beJccído sino que pintaba
el reglamento como ia meJida mas destructo-
ra del realismél, y en un (lcceso del fu 1'01' que
domir13ba á aquel cuerpo furibundo, alrevÍóse
á decir en el mismo informe qut! el rey estaba
roueaJo de enemigos. Finalmente, el decreto
sobre la organiz<lcion de los volulltarios realis-
tas recibió de lo,> partidarios del absolutismo
una acojida semejante á la que recibió de los
74
ajitadores el proyecto presentado á las córtes
en 1822, por el ministro Mo~coso, para la or-
ganizacion de los voluntarios nacionales La
semejanza llegó al estremo de que á Consecuen-
cia de la medida dictada la democracia realista
quemó en efijie al ministro Cruz, del l1li~lIIO
modo que habian reducido á cenizas los grita-
dores el retrato de Moscoso. Hc"tos de la afi-
cjon á los actos de fe y á sus hogueras que Cí.Hl-
servaba el vulgo de la Península.
Vióse al alcalde mayor del Sepúlvcda pre-
!'IPOtarse al rey en san Ildefonso con el batallon
de voluntarios realistas de aquella ciuJa'¡, cu-
yo comandante era, sin Illas obi.ef.o que probar
su celo, aunque tuviese que andal' para ello ou-
ce leguas. Nótese que Sepúl veda es una ciudad
de poquísima importancia, y que los volunla'
rios realistas eró" casi todos labr<illures dd p:Je-
hlo y de sus contornos. ¡Que perjnicio~ /lO cau-
saria á ejtos individuos el "¡Mnuonar su~ casas
por e'>pacio de siete ú ocho días lMra que el al-
calde hiciese pl,blica ostentacioll de su realis·
mo, y solicitase quizls una togal ¿QllC idea po-
dremos formarnos de un gobieruo tlue tolera y
aplaule que el maji.,tr¡¡uo eneargado de admi-
ni¡;tr¡¡¡' justicIa organice f!wrza JI'm.da y se (Jon-
ga ~ su cClbeza? La gaceta de ¡l1!d/'U de:23 de
setielllbre que cita esle hecho, cOlllpl:'cese ea
75
pintar el entusiasmo y la decision de taJes la-
briegos, y los redactores que participan del
ardor que animaba sin duda al alcalde mayur
de Sepúlveda, concluyen Con estas 'palabras:
pi."t Fernando séptimu de Barban J re)' absoa
luto de los espmloles,
He dieho que el jeneral Aymerich anuló el
reglamento á su subida al rnini~terJO; mas no se
contentó con esta mediJa , y en el mismo de·
creta ordenó á los capitanes jenera les que se
consagrasen ':iiu despreciar medios, fatigas ni
vijilias al aumento en sus provincias respeeLi-
vas de les voluntarios realistas, J' que Son el
mas firme apoyo de los derechos de la lejitil1li-
dal! en todos los puntos de la monarquía." A
los dos dias de baber sido nombrado mmistro
espidió otro decreto, concediendo á los vo-
luntarios realistas de Madrid el privilejío de no
poder ser arrestados en las cárceles plíblicas,
y que cualquiera que fuese el delito de que se
les acusase, pasasen detenidos :1 su cuartel» pa.
ra que no se confundiesen con los malhechores,
y lo que es peor, con los enemigos declarados
de la augusta persona y de la soberanía reaL"
Nunca las córtes , 00 obstante la oredilecciolJ.
que maoifel'taroll en el líltimo pel'í~do del ~~; ••
llmen constitucio~al á Jos milicianos naciQíla~/
les, se atrevieron á concederles un privil~ii~
76
de estil naturaleza. ¿'y en' que se fumlaba el je·
neral Aymerich para no esletldcl' la gracia ;i
lag voluutarios reali~t.as del reino cnleror SI!1
duda porque queria manife~lal' ulla estim¡¡cion
p¡¡,·ticular á los de Madrid que telli¡¡n el honor
de tenerle por coronel. ¡Que pru(lencia y que
justic ia !
El ministerio logró en la é!10Ca de que ha~
blamos desterrar de .Madrid;-í vJrios individll()5
que , ~cglln la opiníon jeneral , hacian la córte
á un personaje de elevaJa e,~f~ra, Figuraban cn-
tre ellos el j1mcral de 105 ft'ailes rl'anci~~~anos y
varios obispos, que al mismo :¡iclilpo qUé' po-
nian el gtiLO en el cielo, porque el gobJenw
constitucional los lnhia sep,aaJo de ~ns ')V"i~·
ias, en vez de correr á guardar!a~ alwra que
podían, abandonáLanléls para oCflp::\rse el! b.,;
intrigas palaciegCls; y fue necesario ooligdrlos
, ., . 1 1 f' I a reul1Irse a su querlt O gan;ll 1), ('"11 aqne!:n,.;
dia~ CesÓ de salir á la luz públic}¡ el J>st.rrt ..
ratio,., periódico que preJical.n el estenni!lo
y la i¡lt')!cnncia como el Alcoran, y 'Ine no
SI) contentaba sino con el a,ul\1damiento de la
(luinta jeneracio" de los li!)(;r:¡les : much() tra-
La j') costó el imponer sdell~io <~ sus fUl'iosO.i
edltot'I?S •
. . 'No t,ll'd:) .~ estallar en 1a p\'()viH'.~i\ ar.lgGn;~·
sa ¡.HU COIlSl'll',I~H){¡ , el/VII IJhji'In l'!'1 pr\l~;lil"
'j7
mar al illfante den Cárlos. Afírmase que aque-
lla 1 !,allla lelija profundas raíces .Y ramificacio-
nes en todas las provincias, yl que los COHlu-
l'ados estaban enl¡¡z<illos por meaio< de las so-
cjedade:, ~ecrelas , cuya eesistencia est4 demos-
trada por mil circunstancias indudables, y por
el dicho mismo de los absolutistas en sus re-
cientes revelaciones. Cuantas veCt>s se publica-
La un decl'cto que dejase entrever medidas
de cOllciliacíon, los re¡;Jí~tas vociferilbau que
su idolatrado monarca 110 tenia~earácler; que
se dejaba engallar á cada instante; que haLía
sido caus;¡ de la revolucion de 1820; que des-
pues no habia querido aprovecbal'se de los me·
dios cOIH!ue le habian hrincado para que reco-
lH'a;:e su iibcrtaJ) y que los negocios 110 cami-
r,¡¡riall Lien mientras ocupas<el trono. Al mis ..
mo tiempo hacia n los mayores eJojios del infan-
le don C,írlos , pintiÍlldole como inspirado por
el ¡¡mor {I toda prueba á la relijion, valeroso.
en el peligl'o, y sohrc todo incapaz de trnnsi·
jir con el espíl'itu del siglo; y muy anhente,
defensor de las prerogativas y de los privilejios
del clero" llablaban de este múdo sin la me-
nor precflucion; y sembraban sus doctrinas y
su furor por toda España. A cousecuencia da
la S,úpspi:,;ac ion aragonesa, fu eron a [Testad os
un mBl'i:ut.úl de campo y; .. oLros muchos illdivi-
78
duos : 'el ¡eneral 'C,rímarp.!\t ~e vió oP!'pojado
del mando de la Cflpilania it~npral de la misma
provincia, y se formó causa sobre lo~ sucesos
ocurrido~, sin que hasta el presl'llte haya visto
la luz del dia el resultado del proceso. Lo líni-
co que ha podido COl1l~cerse es la diferencia
conque el realismo empleaba su actividad en
castigar á los que daban el. menor indicio de
amor á la Constitucion de 1812, ó á las for-
mas representativas que n-jian en las naciones
mas cultas de Europa, y la lentitud conque
procedia contra los acusados de formar tramas
para dar un sucesor á Fernando VII.
Ahora se han esperimentado las consecuen-
cias de tantas conspiraciones fraguadas por es-
pacio de diez ailos con el mayor descaro, y en
las que tanta parle tomaron los conventos, cu-
yos claustros les sirvieron de abrigo. No debe
causarnos admiracion el que don Cárlos haya
tenido partidarios, ni el que estos hayan sido
mas ó menos numerosos, mas ó menos ecsaje.
radas en sus opiniones y en sus deseos; sino lo
que debe pasmar á todo el mundo es la desver-
giienza conque conspiraban los realistas á favor
suyo en la cámara misma del rey; en su pre-
sencia. Aun hay mas: el monarca lo sabia
todo, no solamente porque se lo habian dicho
cien veces, sino porque lo .vió con SU!f propios
79
ojos, y tuvo entre sus mano~ las piezas ju~tifi.
cativas que tanto convencimiento Hrojilban de
sÍ. y no obstante nunca quiso castigar a los
conspi r~dorcs , ni se resistiÓ ]am?s á las reco-
mendaciones de su hermano y de su cuñada en
favor suyo. Fernando pre!lenció en la Granja
en 1817 , en el tocador de la reina, como un
porta.est¡¡ndarte del batallon de guardias que
estaba de servicio en palacio, trihutaba á don
C~rlos Jos bonores reales; plÍsose furioso, dió
Una fuerte reprimenda al conde de España que
era el comandante de la guardia ... mandó ;:¡l'res-
lar al oficial, y tres dias des pues le concedió un
grado por la intercesion de la infanta doña Ma.
ria Francisca. Si don Cárlos no usurpó la coro·
na á su herm¡lllO en vida, y aun con e.1 consen·
timiento del mismo monarca, debemos atri-
buirlo á sus principios relijiosos ó á su carácter
cobarde, pues no le faltaron ocasiones de ve-
rificarlo.
¿H"bJaremos de los privilejiús, de la escan-
dalosa alarma que la e~casez de granos produjo
en Andalucía y en otros puntos? ¿ Del ajiotaje
que hubo con este pretesto permitiendo la in-
troduccion de los granos estralljeros mientras
que habia acumuladas grandes cantidades sin
medios de esportacion para las restantes provin-
cias del reino hispano?
~:l
El hecho es que el~r.u~soro esp~i'Jol se halló
eshausto y en la irnposibilidad de llenar sus
obligaciones. Debíanse fuertes sumas por Jos
dos millones de francos seüalado~ al mes para
indemniz'lr á los franceses dtl los gastos que les
ocasionaba la ocur:lcion; y aunclue no ecsistia
pOI' decirlo asi ejército nacional á quien pegar,
torios los ramos de la :ad ministracion SUr! tan
atrasos, y el miserable estado de! tesoro espa-
ñol raya ha en el estremo, porque no babia ni
dinero ni crédito. La dilapidacion mas escan-
dalosa , el dcsórden mas estraorflinario en todas
partes, la ignorancia y la apatia de los que go-
hernaban convertian la' hacienda espai10la en Un
caos impenetrable, en un manantial p~rene de
robos y de descontentos. ¿ Pero que importan
los males del estado comparados con las ven·
tajas que reportan las comunidades relijiosas y
el clero, de que el ministro de hacienda se halle
identificado con los~absolutisl¿¡s ?
He hahlado en olra parle dnl decreto de pu-
rificaciones e~pedido por la rejencia. El rey
mandó en 25 de octubre de 1823 que se sus-
pendiese la ejecucion de aquella medida hasta
que se hubiesen indicado las reg las que habian
de seguirse en el asunto. Consultó S. M. al con-
sejo y resultó que en 1. 0 de abril do 1824, esto
es cinco meses cumplidos despues, uecidióse
81
que se ejecutase punt.ual y ec~clamente el da ..
creto de la rejencia de Madrid de 27 de juniQ
de 1813. Al tenor de la llueva Ól'deu los elll g
pleauos anteriores del 7 de rmirzo de l82íl y
qQ.e PO habiéndose purificabo no habian vt¡.elto
á sus destinos, recibían parte del sl1dJo cOll
tal que no hubiesen cometido verdaderos deli-
tos. Esta medida se imitó sin duda del mini$~e ..
rio Cang.a Argiielles que p3f.a cóloG!ll' á sus 1'a1
voritas bajo el nombre de amigos dd &¡stem~
representativo, gravó el tesoro con Sq.llPS epor ..
mes y sembró el descontento por toda Espaüa,
l. Para que privar de su empleo á los que QO hu~
bieseo cometido delitos vOI'daderús Ó falsos?
¿Para que engañarlos con la oferta de una paga
que no debian recibi.' nunca, puesto que todo~
sabían que el tesoro espat1()1 no podia ll~llar S!lS
mas urientes nccesiuaJes 7 '
Par;l que los q!1.e hubiesen de dar infofme$
lo hiciesen siu el menor temor de resflQns~bjli.
dad.> no pareció J D. FraQcisco Talleo Calo ..
~larJe, minislro dé' Gracia y Justicia, ~JJticiellt.q
g;:¡rantia el hacer scll;lr }' custodjar en los archi ..
1'0S 10,5 informes i y prescribióse por real Órdell
de '1 de abril de 1824, que ~.ando se ~om;ul
tasen Jps espedientes co.u el IOOnarr.a se enviasq
un certificado auténtico de los documentos sq.-
pri01iendo )el nombre <le los c¡ue hubiesel~~aJQ
TOMO III. 6
82
las noticias, cuyos orijinales debian quemarse:"
como lo practicaba la inquisicion.
Inevitable era que semejant.e medida esci.
tase sumo descontento é inllnitos desórdenes.
Solo el número de los espedientes de los em-
p!eados superiores que debian purificarse en la
capital de la monarquia acercábase á cuatro
mil: no teniendo número los de las provincias.
Preciso era que trascurriesen muchos años sin
que se terminasen las purificaciones, por el
tiempo que se necesitaba para recojer los in-
formes de varias personas, para elejirlas, pa ra
oir las juntas de purillcacion las reclamaeiolles
de segunda instancia y para otras cien vagate-
las. Los que durante tanto tiempo estaban in-
ciertos de su porvenir ¿podian vivir contentos?
¿ Su familia no habia de participar del pesar y
de la incertidumbre del jefe de ella? La idea de
que tal Ó cual individuo pertenecia al número
de los informantes inspirábales contínuas adu-
laciones, y obligaba á los pobres empleaJos á
colmarlos de presentes para tenerlos propicios.
l No presentan graves inconvenientes estas ha-
jez'ls que degradan á los hombres? j Cuantas
iutrigas, cuantos desórdenes debió producir
necesariamente un sistema de purificaciones tan
insen~ato y tan lento!
Decretóse por fin la purificacion de los mili.
83
tares en iguales términos" forzándolos á presell~
tal' una confcsion firmada de todos los actos de
su vida desde principios de 18W, espresando si
fueron masones, comuneros (A;C. Los espedien-
les debían decidirie en virtud de informes se-
cretos corno los empleados civiles: una seeciol!
del consejo de ~uerra debia purificar t'n Madrid
á los jeneraJes y á 106 coroneles, y para las
olras clases furmábanse en cada capitanía ¡ene-
ral juntas de jefes .Y de jenerales ya purificados.
Podemos asegurar que si se hubiesen atenido al
pie de la letra á 108 decretos, ni la seccioll del
consejo de guerra, ni las juutas de varias pro-
vincias, hubif!seo logrado poner término á 5US
tareas antes de diez a JlOS. El asp.rto no pa¡'ecerá
ecsajerado á los que reflecsionen que Lasta los
retirados estaban sujetos á pUI'ifical'se; que en
la córte y en las ciudades n1ilS porulosa~ llf'ga~
ron los espedientes á Jos ó tres mil; (l'lC para
ejecutar las disposiciones prescritas en las ór-
denes reales era necesario pedir informes á to ..
dos 108 puntos donrle cada oileidl habia residí-
do, y que algunos habian rclcorriclo en el tras·
Curso de Jos tre¡; años Id mayor parte del rei-
no; que era imposible que los miembros de las
iunta!i conociesen á los espaflOles de todos Jos
pueblos para ecsijirles noticias; y que aun su·
ponienJo que tale. informes se piJiclicn á lo,
8,1
ayuntamientos 6 curas párrocos, no ob~tatlte
que el decreto habla espresamEule de pf~rsonas
privadas, uO debemos suponer que los ayunta ..
mientos y {~UI'as l"ilTocos conociesen á Lodos 109
úliciales que desde 1820 hasta 1823 hubiesen
residido en sus dislrilos un alio .1 un mes, una
semana: mucho menOS que estuviesen en eL
caso tIe dar cuenta de su conducta, y finalmen-
te que habiende sido infinito el ntlmero de im-
puri!icados en primera instancia era prec;so lo-
Illar otras nOlici¡¡s de nuevc.s personas J cuyas
operaciones eran interminables.
La regla para pl'olluu~iar h purificacíon ó
impuriíicacio!1 ue uu militar no es menos oriji-
l~aL El ¡¡rLÍculo ¡:1 del decreto dice así:
») Las bases que debel'~n tenerse presentes
para proGuncíar la pUl'illcacion son: el amor
á mi real persona, á mis derechos y á mi go-
blerno, su conducta y la opinion que baya go.
zado por consecuencia necesaria de este amor.
Para la ímpuríficacion las bases sed n : adhesion
al sistema constitucional, á su gobierno, á l'U8
mác:-:.imas y la conducta política y la opinion.
que }layan sido las consecuencias de esta adhe.
SlOll." Confieso que si hubiese pertenecido á una
junta purificadora me hubiaa encontrado en
estremo embarazado para decidir, aun en los
casos mas st:nciHos, el sígrüfictldo y la aplica-
85
~ion (le tales palabras ~ porque no entiendo ni
una ~ílaha de las bases establecidas en el decre-
to, ni encucn~ro el menor sentido en semejan-
te galimatins mas propio para figUI'H en una co-
meJia, que no al lado elel lenguaje grave del
lejis!udor. ¿Que se entiende por buena ó mala
COlldUCl.I política? Hepito que no compn:rlJo
el Hi¡.;uificado de ,,,les bases, y uO puedo meno,.;
de eselamar: j O indefinible sabidul'ia de Jos
miembros que componian el supremo consejo
de la guerra!
La nJpdida carecia de sentido comun eu to-
dos conceptos; y así la consiJeral'on en Espaüa
lo:; miles de oiciales á quienes comprendia~ ere-
yenclo <lue los ministros redactaron el decreto
en térrninos tan oscuros y metafísicos para evi·
tal' el que j;llnás lo entendiesen las juntas de pu-
rilic;¡cion. N o podia inventarse un medio me~
jor para infundir el desaliento y la desespera-
CIOO en esta numerosa clase, que no solo se ha-
li¡¡lM abandcnada y miserable sino que apenas
recibia la menor parle de la paga ofrecida en el
Jeerct.O de 8 de marzo de 1824. Las licencias
indifinidas se espiJieron hablando jeneralmente
en los últimos meses de 1823; Y á fines de
í8H habia provincias en que los indifinidQs ape-
llas ¡Jabinn recibido dos meses de su escaso ha-
ber. Preferible hubiera sido que el gobierno
Rfl
les huhiese dicho de una vez que buscasen otro
modo d"" vivir, que no cOllservarlos en el rango
de oficiales y privarlos así del recurso de dedicar4
se á la industri3. Debemos télmbien advertir que
el decreto de purificaciones militares vió la luz
eu 9 de agosto ... y á los último,t; de octubre aun
no EC habían instalado las juntas de las pro·
vincia~.
y no solamente se veian los infelices mili-
tat'es cubiertos da heridas y llenos Je merecí·
mientas) privados de sus du~ces esperanzas y sin
la paga que 811 les habia prometido, sino que los
genízaros del absolutismo los perseguian con
encarnizamiento, y eran de cOl1tínuo el objeto
del espionaje y de las declamaciones de las au-
toridades. El 3 de octubre de 1824 se publicó
una real órden mandando recojer los caballos
propios para el serviclO que perteneciesen á los
oficiales indefinidos, y estableciendo tantas fur·
malidades para el pago cual si nunca se hubiese
de verificar. La órden comenzaba así:
IlLas quejas reiteradas que se han dado con-
tra la conducta observada jeoeralrnente por los
oficiales indefinidos que provienen del ejército
revolucionario llamado constitucional (1), no
(1) ¿ De que ejército proveudria el jeueral Ay-
mCl'icll1
87
obstante los miramientos conque ban sido tra-
tados , y no obstante los favores que les conce-
de el decreto rtal de perdon y de amnístia de
1. o de mayo del presente año, han obligado al
rey nuestro señor á decidir é'~c:'
Pretestos tan viles inventados por el furi-
bundo secretario de la guerra, mas digno de
6gur,~r eu la galeria de Maral. que en el minis·
terio de un gobierno que se daba el nombre de
monárquico, para arrebatar á los ofieíales in-
definidos el escaso número de caballos propios
p¡lra el servicio que conservaban todavía, son el
colmo de la ridiculez, porque 10 mismo se
puede conspirar á pie que á caballo; sirven solo
para patentizar la manera conque el ministerio
trataba á los oficiales, y la idea que se había for-
mado de que sumiéndolos en la miseria y ator-
mentándolos con espias y con persecuciones
obraba aun Con sobrado miramiento y les dispeu-
saba favor. Hablando a3Í sin duda era la intenciOll
insultarlos á mansal va. Apesar de las restriccio-
nes infinitas puestas á la amnistia, parecia al ra-
bioso corazon Jel ¡eneral Aymerich demasiado
amplia, y trabajó mientras fue ministro con el
ahinco posible para anularla.
Al Comenzar el mes de agosto varios espa-
ñoles espatriauos organizaron una espedicion
naval; se apoderaron de Tarifa al grito de viva
M
Íá Conslitucion de 11i12, y recorrÍeron grsn pat~
te de la costa de Andalusia y de Murciao Ni el
lltln1eto; ni 105 meJios de (lue disponian, ni el
l'10111bre y la clase de los jefes podiall inspirar
serios temor(;?s al gohietoliO, y sin embargn el
descotitcnto era tan grande .Y los recursos del
gobierno espallOl tan débiles, que si Un fuerte
uestilcaOieoto franees salido uc r,ádii~ no hubie~
se sitiado á Tarila , lo,; congrilucioualeg imbie-
í'an permanecido largo tiempo dueños, y quiz~s
él fuego de la insurreccion Se hubiera comuni-
cado á otros puntoso ¡Deplorable situacion la de
b oorte de Madrid á la que hacell lemblnr cien
hombres i Hctbiérause estos guardado muy hipll
de imprimir sus huellas en la costa si los Conse'"
jeros del monarca uo 11l~biesen sembrado por el
reino éntero el descontento y la dcsesperacioll.
Tarifa fue tomada y lo') conspiradores que lo-
graron salvarse retiráronse á Jibl'altar Ó á Afri.
ca. Suceso tan insignificante que en nada hubie-
ra alterado la marcha de un gobimono regular
produjo los resultados mas decisivos en el go-
bienIO de Madrid. Los realistas ecsaltados se
apoderaron enteramente de los negocios) sepa~
rando á los que habian (!>rocurado sostener é iu·
culear los principios de moderacion. Dictáron-
se medidas etlCrilaS Con sangre y la Gaceta de
Madrid se gozaba en conLar el número y la eua·
89
lidad de los que espil'ahan en el patíbulo. La
misma Glceta refiere que ent.re los arcabucea ...
d08 se cuentan jóvenes de diez y siete años;
por ella sabemus que Gregorio Ielcsias, á la
tierna edad de diez y ocho nñ03 , ocusado del
delito de alta traicion y de lesa majestad, es
decir de haber sido mason ó comunero, fue
ahorcado; descuartizado y colocados sus mlem ..
bros ellla capital de la monflrquia castellana.
De la propia Gncefa l'csn!tJ que desd~ el 24
de agosto hasta el 12 de setiembre de , 8~4 fue-
tón fu~il;¡clos Ó flhor~ado'1 como conspiradores
ciento y doce individuos. Di~110 ('~ de ob .. ('rvar-
se que el nLÍmero de !;¡" vÍC! i mas creció en Jo
futuro de uo modo considerahle .. porr¡ue en se-
tiembre no :ie habia dado todavía el bdrbaro ue·
creto que copiaremos mas adelante.
J lízguesc de la íusticia y de !a policia que
baLia en E~;p,lüa en el tiempo que describimos
por el rasgo si~ uieote.
Doña Jrtrud'ls Castro, vecina de Chiopona,
villa inmediata á San Lllcar de B,¡rrameda fue
acusada de haber proferido espresiones injurio-
sas al rey; y á fllt:l de pruehas del crÍmen es
trasladó el procc!'O al asiento del libro verde, ó
rejislro secreto de la policía, en Cjuc se halló á
esta miserable anciana con la nola de ))lllujer
de mucha influencia por su fortuna: adicta al
90
sistema constitucional: masona y patriota cesal.
tada sin comparacion."
Su abogado contestando á ia acusacion fiscal
de 13 de diciembre de /825, y contraido á la ri.
diculez de esta nota dice: J) Doña J el rudis Castro
como resulta de su partida de balll ¡SIllO , que
con la debida solemnidad pl'esento, nació á 30
de agosto de 1755 y de cOlsiguienle se halla en
la abaozaua edad de 70 allOS: hija y Illlliel' d~
labradores, no habia de~de su infancia oido ha-
blar rIel soberano sino con una veneracion suma.
No sabe escribir, ni leer, todos los dias aunque
sean de trabajo oye misa, Apenas deja <le asis-
tir alguna noche al rosario de la iglesia. L;¡ casa
de su propiedad que habita se rerluce á una
sala y alcoba con su corredor, y la rlílijencia de
embargo folio 33 manifiesta cuan ricamente
está alhajada. Seis sillas altas y seis bajas bastas,
una mesa y una caja de cedro, la cama de ta-
blas y bancos y un velon de melal amarillo,
son los mut:bles que comprende. No tiene cria-
da que la sirva y posee lo preciso para no mea·
digar. Al folio 3.3 vuelto y siguiente obra la in-
formacion de vida, costumbres de la acusada
hecha COn testigos nombrados de oficio; sus
declaraciones la conceden unánimes relJjiosi-
dad y buena conducta. ¿ Que debed juz3,1I°se
pues de la nota que fe le habia puesto en el in-
91
dice por el órden de apellidos que se conserva
entre los papeles reservados de la poli~'ill y se
estracta a I folio 5. 0 'l G radúase en ella á Doña
Jetrudis Ca~tro de mucha influencia por su for·
tUlla. Con la que se ha visto (lue Liene ¿se puede
trastornar no digo yo el gobierno de una villa
de 300 vecinos, sino el de la nacion enlera?
I que ecsajeracion 1 ¡ Que inecs3Clitlld ! Parecién-
dole poco al aUlor de esta singular nota encon-
trar el último grado de la ecsaltacion del libe-
ralismo en la sangre helada de una septuaienaria
que no sabe leer ni escribir, añade, sin referir-
lo á un rumor vano, afirmándolo positivamen-
te que es ¡l/asolta!!' Dios santo, y tan negrd, Lan
ridícula calumnia se ve estampada.> no en Un
pasquín destinado á infamar de cualquier suer-
te á los hombres, sino en Un ducumento oficial
que debió formarse Con la verdiid mas severa?
- Este proceso se hdlla en el archivo de la es-
cribanil! de Chipiona al cargo de D. Dif>go Ale·
jos Barroso.
AqUÍ sobran los comentarios y la~ reflecsia-
nes: juzgue elleclof y saque las consecuencias
que le snjiera su talento.
D09 hombres de la infima clase acusados de
haber farmaclo parte de una partida de consti-
tucionales fueron conducirlos presos á Madrid;
reunióse la comísion militar, IOstruyóse la in-
92
tormacion !!umarift, porque no hahia necesillad
de iostl'ueciones regulares en lOis CallSH¡l de eila
natul'aleztl, y se les cOlHl!~nó á ser fusilados:
pusiérol1los en capilh á las once de la noche y
ei8cutÓ:iC la sentencia á la mail,ilHl si~uiente.
Nunca se vió en España ftlfOr i¡;ual : IlIs Ipyes J
la costumbre establecen que los culpables per-
manezcan en capilla al mellos por espacio Je vein-
te y cuatt"o hGras como se practica y se ha practi-
cado siempre; y parece que no era permitIdo á
nadie, pero mu:::ho meno, á 103 que tanto Ca-
careJlxlll SU amor á la l'elijion católica, el faltilr
á la prktica acostumnraJa, pOl'quc privar al
condenado de doce horas par:! prer,,['ar~e á morir
el'a aventurar su salull eterna. ¿ Que illlportan-
cia poelia tener el que dos desgracía1los pGrecie-
sen á impulso del plomo veinte y cuatro horas
filas pronto Ó mas tarde ~y quien se atreverá IÍ
asegurar qut! un tribunal qu~ mallifiesta seme-
lante furor no e3 tambien canáz de holl3f con
los pie, 1<1 Justicia y de envi;1r al patíbulo á los
1}(~u5ados, cuyos crímenes no estén bastante pro-
badosl
P,tra demostrar que no aventuro proposi-
éiones, copiaré alf;unos ejemplos tomados de la~
G;lc(~ta" de Madrd, para que 103 lectores se for-
men u !l,¡ idea de la manera de 3rll1lini SII"i1{' ius-
ticia , Je h [H'tcipitacion conque la~ comisionetl
93
•
militares y ejf!C utivas pIommciabm los fallos é
imponían la pena de muerte, y de la arbitra-
riedad y menosprecio de las I"j'es que reina-
ball. Estas cO\fuisiones militares y ejecuLÍvas
er¡Hl uncs tribunales de cscepcion creados en
toJ<lS las capüalli,ts jellendes para conocer de
lo~ delitos de conspiracion y de 1'0110.
))Cipriauo Lafuenlc y Tomes Murciano, ca ..
bos del escuadron de cab¡.dleria de la Reina Ama-
Jia, cooveocidos de culpables en la cOll5pirocioll
descubierta en la capital, han sido fu~ilados
por la espalda el 24 de 6ttiemlJre de 1824 en
cumplimIento de la senleucia pronunciada en
el juicio sumario del 23.
»Laureano de Fdíx, cabo que proviene del
mismo rejimiclIlo de caballería de la Reina
Amalia, comprendido é iniciado en la conspi-
racion descubierta en la ca pil al ,ha sido fusi-
lado por la espalda el 7 de octubre.
)Ciaudio Francisco Grande, conocido por
MontalvilLo, de eda(l de cual'entfl y cinco ailoS,
bjo de Barajas de JIuete, uno de los conspira-
dores que componi~n la partida revolucionaria
de Tomas Saez, ha sido cOlldenddo el lO de
octubre á ser fusilado por la e¡,palda , cuya sen-
tencia se ha ejecutado el 11 del mismo mes.
»D. Nicolás Paredes, de edad de cuarent~ y
ocho ¡¡110S, cabado) hijo de AUlpUJiu ) VlicÍllO
9-1
de la capital, convencido de inlelijencia y de
haher formado parle de la compiracion d~1 pue-
blo de B,trajas de Huele, ha fiJo en confor-
midad de bs reales órdenes vljenles de 14y de
20 de agosto i¡[timo, condellado ¡í ser arcabu-
ceado por la espalda, cuya sentencia se ha eje-
CUI!jdo el 12 del propio /T.es.
nFl'dncisco de la Torre, casado, de edad
de cincuenta y cinco allOs, hijo de CÓI'Joba y
avecinJado en la capital de la monarquía, de
oficio zapatero, Ju~lo Damian, Joaquin del Can ..
to , Maria Mancera, Dolores de la Torre, Ra.
mon Fernalldez , Antouio Fernandez, Francis-
co Susunaga , Roque Mirar (contumaz), Juan
de la Torre y Mema del C4rmen de la Torre;
habiendo sido jUílgadoll, acusados y convenci-
dos de haher tenido y conservado en su casa
colgado de la pared, y á la visla de todos, el
retrato del infame Riego, y de haber guar-
dado un ejemplar impreso de la Constitucion
de 1812; vista la causa en 24 de setiembre han
sido sentenciados el llamado Francisco de )a
Torre á llevar colgado del cuello el retrato
hasta la plazuela de la Cebada de esta villa y
CÓ1'te, donde presenciará la quema del mismo
retrato por mano del verdngo J y amás á la pe-
na de diez ailOS de presidio. Maria Macera, con-
sorte del anterior, en consideracion á su secso,
95
Y al cargo que resulta contra la misma por la
con:;;erv¡¡cion del retrato de Hiego, asi como
tambien por la irreverencia y poca devocion á
una estClmpa de la vírien Nuestra Señora, su-
frirá. del mismo modo la pena de diez aüos de
galera. Juan de la Torre la de dit'z allos de
presidio correccional en el de Madrid) y Dolo-
res y Maria del C~l'men de la Torre serán pues-
tas €O libertad por no rewlt.ar contra ellas car-
go alguno ni eul pa en la eonservacion del !'tofe-
rido retrato . .Justo Damian, Joaquin del Canto,
Ramon Fernandez , Antonio Fernamlez, Fran-
cisco Susunaga y Manuel Ignacio Rico, el últi-
mo y Justo Damian puestos en libertad bajo
fianza, y los otros absueltos y pue~tos en libertad
sin quP la prision que han sufrido, tÚ el
proceso que se les ha formado les sirvan
de nota en adelante. El delator José Domin-
guez será jUzgado sumariamente y ~e procede-
rá en el acto á su arresto; en cuanto al contu-
maz Roque Mirar ha sido condenado á tres afios
de pre!lidio por haberse fugado por el balcon.
Hemos soportado la pena que causan tan
horribles detalles, no solo porque es justo ane-
matizarlos con la indignacion que merecen, sino
tambien para que sirvan de ejemplo y de lee-
cion á. los corifeos de lodos los partidos amigos
de las pro~crjpclOne.s y de la intolerancia:
96
llf,!~an los colores conque pinta la h¡~toria ¡¡US
€3Cf'SOS! Desgr,lCi'l,lamente t.ales lecciones han
sido perdtda:o , puesto que hemos visto despu~s
ejecucioiJt:s ll1ucho mas numerosas y motiva-
\d<l~ por el furor <{lle ha ('dyaJo tan a~to qae al·
gunas veGes uo ba bastado á los acusados ser
juz;5aJos y condenados á penas muy graves,
p,U'J esLll' seguros de no ser juzgaLlos de nuevo
y conducidos al suplicio por sentencia de Jos
mismos jueces que pocos días antes no Jos cre-
yeron dignos de la muel'te. Infeliz condicion
lmmana á ta que no corrijen ni la reprobacion
ni lels maldiciones de la historia!
l Quien poJr4 ver á sangre fria la precio
pitacion eDuque eran conducidos los españo.
les al patlbulo, cual Uli rebaño de ovejas des.-
preciables) quién no se escandalizará de la ar-
bitrariedad conque se procellió en la causa for~
mada á Francisco de la Torre y compañeros,
cuya sentencia hemos copiado? No ecsiste de-
creto alguno que prohiba conservar el retrato
de Riego, ni los retratos de los hombres mas
criminales del mundo; las leyes tampoco ve-
dan el que se guarde el libro de la Constitu-
cíon de 1812 , que en aquella fecha no se halla-
ba comprendido en las prohibiciones ni Índices
espurgatorios) ni aun se incluyó despues en los
largos catálogos de obras prohibidas que publi-
97
caron Jos obispos. l Que ley pues hahía ínfrinji.
do el desventurado Laton'e, para imponerle
díez años de presidio y castigarle con la pena
infan:ante de llevar colgado del cuello el rel ra-
to de Riego, ó cuakllliera otro cbjeto ¡Ia"la la
plazuela de la ceb.-¡¡¡a) donde se veia levantada
la hO:'ca,y de presencial' como la mano del ver-
dugo entregabl á las llamas _la efijie del tlIlllba-
dad!9 jeneral? ¿ Por que se estienrle el cilstigo á
su infeliz mujer cOIHlcllada á diez allO'; de 1)'1 le-
ra? No han cometido accion alguna reprr j;"da
por decretos anteriores, puesto que solv re~IIlta
del estracto de la Gacetil que guardaban el re-
trato de niego y la Conslil ucion, y es bien
cierto que en semejanles eslractos se incrimina
cuanto se puede á los reos. L3 !-loica falta puca
que se imputa á la esposa de Francisco de I~;¡·
torre, es haber sido poco reverente con la es~
tampa de la Vírien. ¿ Y quien habia dado po(le-
res á una comi¡¡jon mi:itar para conocer de los
delitos de esta especie, cuandQ se ha estableci-
do espresamente para juzgar los crímenes de
conspiracion y de robo 7 Si por el cOPlnlrio cas-
tiga á María M,~cera , porr{ue au ruar;Jo retenía
)a imájcn de Riego, ¿ que debió haber hecho la
infeliz para evitar el castigo atroz de dip.z años
de galera que le imponia l~ illÍcU3 conmion 1ll<J-
drileiJa? ¿ L\.rrílncarlo de J¡¡ pared? ¿ Y si sy ma-
TOMO 111. 7
98
ricio se resistia? Entonces, entonces la comision
q Ilf'f]a ¡ hcrroriza el pensarlo! que la r.lU :rr
hnhie"t' delatado al marido, porque el espionaje
don.éstico era unO de los medios que empleaba
el despotismo. Así ha degradado y envilecido
la edad prcseute , y cojiendo estamos en la des-
moralizélcion jelleral el amarguísimo fruto de
las delaciones y de los medjos de que echó ma-
no la tirani<l.
Esta sentencia es notoriamente injusta, y
prueba hasta la evidencia el modo inÍcuo de
proceder de la comision mililnr de Madrid y
de sus compaüeras de las provincias. Si pudié-
semos €c~arnmal' todas las causas que juzgó
i cuantas atrocidades descllbririamos en las pe-
nas ill; puestas, si hemos de dar crédito á las
apariencias!
El presidente de la comision mililélf oe la
capital de la monarquia, creyendo sin dllda
que, no obstantt~ su bárb,lra é in~aci<:ble crud~
d;1J, rest<lban todavía mucllOs delitus impunes,
representó al ministerio, y los secretarios del
despacbo acojieron con agr:.JJo las observacio-
nes, ó por mejor decir los rabiosos gritos de
aquel tigre sangriento, que solo tendían á sem-
brar el terror yel esterminio por la nacion que
deshonraba; y el mónstruo de Aymericb , minis-
tro á la sazon del uespadlO de la guerra, espi-
9!'J
dió la real órden que !ligue con feclla de 9 de
octuhre de 1824, dirijida al caritan ¡cueral dlt
Cm,tilla la Nueva.
» Habiendo dado cuenta al rey nuelltro seilOf
de la esposicion del presidente de la comision
ejecutiva militar de esta córte , y del dictámen
del auditor de guerra conque me la dirijió
V. E. en 5 de marzo del presente año, solici-
tando aquel que se haga una graduacion de pe-
nas proporcionadas á la mayor ó menor grave-
dad de los delitos que comprende el artículo
segundo de la circular de 13 de enero último,
y enterado S. M. de ella, como igualmente de
las dudas propue;;tas por la comision militar
de Valencia, con motivo de la C:lUsa fUfmada
contra Salvador Llorens , acusado de haber gri.
tado muera el rey; y no pudiendo su real áni.
mo mirar con indiferencia el notorio y vergon.
zoso abuso que los revolucionarios hacen de su
innata clemencia, con desdoro de su digni.
dad, con trascendental perjuicio del bien y tran ..
quiiidad de sus reinos y csc:índalo de la Eu-
ropa; violentando su natural sensibilidad en be ..
neficio de tan caros objetos, tuvo á bien oír el
dictámen de ~u supremo consejo de la guerra
en este asunto, y conformándose con su parecer
se ha servido S. M. resolver 10 siguiente.
Artículo 1. LI Que 108 que desde LO de
100
oCluhl'e (lel nllO pl'ócsirno pAsado se llilyan de-
c1nl'ado) y los que en lo sucesivo se declaren, con
~! I'mas'ó con hechos Je cualq aiera clase, cllt'mi·
gos d1~ los lejitimos derechos dei trono, Ó pilr-
tidal'ios de la Constitucion publicada en C,ic.liz
en el met: de marzo de J 812, son declarauos
reos ,le lesa majestad, y como tales sugeto8 á la
pena de llluerle.
Arlo 2.° Los que desde la misma fecha ha-
yan escrito, ó eS:!l'iban papeles ó pasquines di.
rijidos á aquellos fines, son igualmente com-
prendidos en la misma pena.
Arto 3.t) Los que en parajes públicos hahlen
contra la soherania de S . .M. Ó en favor de la abo-
lida Constitucion, si sus COl. versaciones en pú-
blico contra la soberania de S. M. Y en favol"
de Ja abolida Constitu~ion no produjesenaetos
positivos y fuesen efecto de una imajinacion in-
discretamente ecsaltada, quedan sujetos á la
pena de cuatro á diez aÍlO:; de presidio con re-
tencion, segun las circuustancias , las miras que
en ellas se hubiesen propueslo, y la mayor ó
menor trascendencia de su malicia.
Art. 4.~ Los que seduzcan ó procuren se-
ducir á olros con el objeto de formar alguna
partida? si se probáre que ha mediado algun
acto positivo, como entrega de (linero, ¡¡rmas,
municiones ó caballos, quedan d,edarados reos
10>1
de lesa maj-estad y sujetos á la pena de muerte;
sino ~ ;1 una cstí'uortlinaria.
Art. 5.0 Los que promuebaB alborotos que
altL''l'en la tranq.uilidad pública, cualquiera que
sea su uaturaJeza ó el pretesto de que se valgan.
para ello, si el alboroto se dirijiese á trastornal'
el gobierno de S. M. , ó á obligarle á que con-
descienda en uu acto contrario á su voluut.ad
soberana, se declaran l'eo~ de tesa maJestad y
como tales se les impondl';Í la pena de muel'l.ej
pero si el movimiento tuviese oríjen de causa
imprevista y que no se diri¡a á tan punihle oh-
leto, se les impondrá la pena lie presidio de
dos hasta cuatro ailas; y proporcionalmente á
los cómplices}~ 3usiliadores.
Art. G. o N o deberá servir de escepcion la
embriaguez para la imposicion de la pena, pro ...
hado que sea que el delincuenle era consuetuJ i~
nario en este esceso:; y que le inducia á
otros, ru;Í como no lo es para ei soldado segull:
la ordenanza jeneral del ejército.
Art. 7,° Queda al prudente é imparcial
criterio judicial, la fuerza de las pruebas en
favor y en contra del procesad(}.
Art. 8.1) Los que hubiesen gritad(} muera
el rey, son reos de alta traicion y como tales
sugetos á la pella de muerte.
102
Art. 9.0 Los masones, comuneros y otro.
8eci:arios, atendiendo á que debt!O considerarse
corno enemigos del altar y lo! tronos, quedaQ
sujelos á la pena de muerte y contiscacion de
to(los sus bienes para la real cámara de S. M.)
como reos de lesa majestad divina y humana,
esceptu:índose Jos indultados en la real órdeQ
oe l.'" de agosto de este año.
Art. t O. Todo español de cualquiera cla-
se, caiidad y distincion, quda sujeto á estas
penas, y ba¡() el juicio de las comisiones mili-
lares eiecutivas en conformidad del real decre-
to de 11 de setiembre de 1814, por el que
S. M. lUvo á bien en las causas de infitlencia Ó
iJeas subversivas, privar del fu'ero que por su
car:kter, destino ó carrera les está declarado.
Art. I J. Los que usen de las voces alar-
mantes y subversivas de viva Riego, viva la
ConsliLucion , muel'an los serviles, mueran los
tiranos, viva la li hertad , deben ef,~""' sujetos á
la pena de muerte en conformidad del real de-
creto de 4 de mayo de 1814, rOl" S(lr espresio-
nes atenlati vas al órden, y convocatorias á
reuniones dirijidas á deprimir la sagrada perso-
na de S.M .. y sus respetables atribuciones.
Lo que traslado á Y. E. de órden de S. M.
para su illtelijencia y cumplimiento en la parte
103
que le toca.-Madrid;9 de octuhre de f 824 (1)."
l.QllÍen no se horroriza al leer las pellas ter-
ribles impuestas por este decreto á faltas que
apenas merecen el nombre de crimen? ¡ U [1
hombre debe morir por haber dicho sencilla-
mente: viva la COllslitucion! i viva Biego1. Ó
mueran los serviles! aun cuando tales voces. no
hayan tenido consecuencia y no haya funda-
mentos para pensar que se ha querido suLlevar
el pueblo! Mas de cincuenta ó ses.enta mil ma-
SOnes y comuneros, é individuos de otras so-
ciedades secretas que habia en E"'paüa, quedan
sujetos á la pena capital, sino se cspontanean,
es decir, sino S011 delatvres. de sí mismos, Con.
forme á lo que previene el decreto de 1. (l de
agosto citado. Muchos no habian obedecido y
denunciádose por el fundado temor de que sus
declara.ciones redundarian quizás en. periuicio
snyo: no importa; dehian subir al patibulo alln
(1) Hemos observado que la real ánlen yue an.
tecéde, no se insertó en la Gaceta. de Madrid, por-
que se q.oisieron oenltal' á la Europa las atrocidades
que contiene: la hemos copiado del Diario de l\b,drid
de 17 de octubre. Dióse á luz y SB fijó en las esqui-
nas y!plazas de las ciudades y dejos pueblos dI! toda
la mouarquia española.
104
euanlTo nO se probase que habian continuado
asistiendo á las reuniones des pues de la aboli-
ciQ!} del réjimen representativo. ¿ Y que dire"
l'nos de la apolojia hecha en Espnfla de la tira'
nta, condenando al último suplicio ¡Í los que
di jesen mueran los tiranos? Hasta entonces ha-
bbllse avergonzado todos los reyes de merecer
semejante dictado: pel'o era tan precioso para
el ¡cneral Aymerich ,y para el consejo supremo
dela guerl'a, que destin:tblltl á la horca ~ cuantos
lo aborrecian y manifestaoan su aborrecimiento.
Es ve¡'dad que al ecsarninar su conduela ha-
cian hien en creer, (iue cuando se decia en
¡:~paña mueran los tiranos, se bahlaba espre'
llamen te de tales verdugo~.
Pero las disposiciones del artículo séptimo
1I0n todavia aUn ma3 escandalosas. Por este ar-
tículo quedan abolidas las pruebas legales J y
las sentencias lÚtil de pronunci¡;rc.e segun el im-
parcial y prudente juicio de jas comisiones.
Nunca en los pai:;es civilizados del mundo se ha
proeeJido con tanta arbitrariedad: escándalos
de esta et!pecie no uect~iL:!!l. comentarios.
Hemos visto que la comision militar de Ma-
drid se distinguía por el furor y el cie~o des·
potísmo conque procedia en los fallos, cual
si un \'htlgo de muerte , cual si el ardor san-
griento ijuz: 3jllahrl ;Í Marat, poseyera á BUS
105
miembros: pueq el gobierno en una real órden
que circuló ,í. las demas comisiones de la Pe-
nínsula quejándose de su apatía, es decir de que
no ahorcaban bastante aprisa, ofrecióles por
modelo la comiúon de la córle, e"timulándo-
las á seguir su ejemplo, poblando las ciudades
de cadalsos, regando sus calles con sangre li·
beral J Ol'a fuese inocente Ó culpable. Para co-
nocer el efecto!que tales recomendacioll€S de-
Lian producir en el pspíritu de los militares
que componiau las comisiones, por inclinados
que se hallasen sus ánimos á la blandura y á
la justicia, debemos recordar que amas de ser
amovibles, cuando recibieron la circular ati-
zadora del zelo por la horca, casi ninguno
se habia purificado aun; y la conservacion de
su empleo, y la subsistencia de su familia, de·
pendian en todo y pOI' todo del afecto que se
grangeasen del gobierno y de sus ajentes. Si en"
tre los individuos de las comisiones se encon-
traba un val'oo de bastante entereza é integri-
dad que no cediese al torrente, Jos ministros
lo separaban al instante, reemplazándole con
otro mas dócil que cerrase los oios al honor y
secundase las miras del secretario del despacho
de la guerra, sediento de sangre inocente.
Cuando los gobernantes que se sientan en los
primeros puestos del estado estimulan á la ma-
106
tann , y enarbolan la bamlera de la iniquidadj
cuando con tantos medios de corromper á los
jueces los impelen~al camino de la preval'ic¡¡.
cion sembrándolo de esperallza,~; Ó los ponen
en la aciaga alternativa de ser injustos Ó perder
su empleo, y con~él la subSistencia, "fIue garan-
tia~ quedóln á los presos de que se le~ adminis-
trará justicia? ¿ Donde, en que punto de la tier-
ra ecsisten corazones enteros y tan grandes,
que prefieran la lenta muerte de la miseria, la
desesperaclOn de los' hi jos, las reconvenciones
de la esposa á un momento de debilidad,[ Las
víctimas sacrificadas en la Península al m~gro
furor de Aymerich , á sus viles sujestiones, á
sus depravados estímulos, deben caer sobre Sll
cabeza ~ no, no los sentenciaron las. comisiones
militares:l los sentenció la indigna circular que
pedia sangre.
iD vosotros los que haceis la 'apolojia del
reinado de Fernando VII de España, y maní.
festais todos los días. el deseo de ver estableci-
do en vuestro suelo un gobierno que profese
sus principios, fijad por un momento los ojos
en los hechos que he trazado, y ved eu su
desnudez al ídolo que incensais, por que no
conoceis su historia t l Por que no envía baís
vue:5tros hilos a EspaiIa para que a la primera
iudiscrecion en matcrias políticas hubieran si·
t07
do fusilados dentro de las veinte y cuatro ho--
ras, ó arrastrado las cadenas del presidio en las
peñas desnudas de la ardiente Africa l Succeda,
pues, el leuguaje de la razon y de la justicia
al de las pasiones y al del entusiasmo, y no
haya un europeo ilustrado que no abomine los
horrores y las crueldades que se cometían ea
Espaila.
Apenas se publicaba un decreto que no lle-
vase impreso el sello de la ignorancia, del es'
pÍritu de partido y del furor. Copiemos el
preámbulo de la real órden de 17 de octubre
de J 824, en la que se establece un nuevo mé-
todo de elecciones para los cargos de los ayun-
tamientos, privando al pueblo. del derecho
que desde tiempo inmemorial gozaba de nom-
hrar los rejidores y alcaldt:s, y confiriéndolo á
las audiencias y chancillerias; cuyo decreto
fue causa de que los empleados municipales se
perpetuasen en un partido y en ciertas fami·
lias, pues los individuos del ayuntamiento pro-
ponian á sus succesores del siguiente año.
»Don Fernando VII, por la gracia de Dios,
rey de Castilla, de Aragon etc., á tos. de mi
consejo etc.
llGon el fin de que desaparezca para siem·
pre del suelo espaift>l hasta la mas remota idea
de que la soberanía reside en otro que en mi
108
real persona; con el IlISIO Hu de flue mi.'\ pue~
110s COllO¡<;Call (In e jamá"l elltral'{~ t'U la I\.H~S pl~.
queña alteracion de las leyes fundamental.::; dt!
esta monarquía, encargué al consejo me con-
sultase lo convenientc! á evil.(lf la popularidad
en las elecciones de justicia y de ayuntamiento,
teniel1,jo presente tas diverslls costumbres auto-
rizadas por su largo uso .Y ordenanzas particu-
Jares. Y el consejo considerando que no era
necesario ver ni cesa minar estos usos, costum-
bres y ordenanzas, ni conveniente el hacerlo
por el tiempo que se perdia en adquirir seme ..
¡antes noticias, consultó: que en todos los pue-
blos se reuniesen el dia lo o de octuhre de cada
año Jos individuos del ayuntamiento, á propo-
ner tres personas para cada uno de los oficios
de a~caldes, rejidores y demas de república,
inclusos los diputados del ca muo , procurado-
res, síndico ¡eneral personero, alcaldes de har~
río y otros que hasta el año de 1820 se haclan
por los pueblos y sus vecinos, remitiémlose
las propuestas á la audiencia ó chancillería.
Que el consejo nombloe los oficios de diputa-
do y personero de Madrid, y los alcaldes de
córte á los de barrio; debiendo hacer lo misrnc
las audiencias en sus distritos. Que luego CJu~
ellas reciban las propue.itas ~e los ayuntamien,
tos, tomen los informes necesarios de pel'so
109
na~ amantes del gobierno monárquico, sobre
las circunstancias y conducta moral y política
de los propuestos, y hallándoles libres de to-
da lac]¡lI, les es pidan ms títulos."
Por largo que parezca tan insípido escrito,
he creido conveniente copiado entero, pnra
hacer ver el estilo del consejo de Castilla, y la
€strav~gancia de conlar en una órden dirijida
al mismo consejo los pasos {lue ha dado y las
de:iheracioues que Jla sostenido sobre el asunto.
En otras naciones los preámbulos de las leyes
indican las causas que las han motivado, y en
Espaila cLléntanse minilciosamente losdet311esdel
negocio ue que se trata. Este es uno de los nu-
merosos ejemplos de la actividad, rle la inleli ..
iencla conque se discutian las co~as mas urien-
tes, y que pertenecían al buen gobierno del
reino: vemos que para ordenar una nueva ma-
nera de elecciones para 10B ayuntamientos en
la Península entera, se ha necesitado todo el
tiempo que ba trascurrido desde el 2 de di-
eie m bre de 1823 hasta el 17 de octubre de
-¡ 824, Y esto sin consultar ni las leyes ni las
costumbres ecsistentes.
El preámbulo dice, que el monarca se pro-
pone »hLicer di:saparecer para siempre del sue-
lo fSl'aitol llasta'la idea mili> remota de que la
iloberanía reside en otro que en su !leal perso.
11 ()
na, r que quiere que HU~ puehlos sepan que
nunCa consentirá en l. .. mas lilera alteracion de
las leyes fundamentales de la monarquía." Y en
la line.i ~iouient.e deroga la práctica observalla
pOI' el pueblo desde siglos iunwmoriales en la
elecciün de rejidores y de alcdlues, y destruye
las leyes y las costumbres que desde remolÍsi·
mo tIempo reinahan en casi todas las provin-
cias Penillsulare~. ¿ Pero cualt's serán las leJes
fundamentales de la monarquía, sino se con-
sidera como tales las leyes que tienen oríjen en
la mas Jej<lOa antigüedad J y que se apüyan en
una costUIll bre nunca desmer.tida, á no &er ba-
jo el gobierno representativo? ¿ No es el estre-
mo de la impudencia el citar las leyes funda"
mentales <..le la nacion, el prometer no alterar-
las jamás en lo mas mínimo en el preámbulo
de un decreto que destruye las leyes ~mas anti.
guas y las mas respetables? (J) En efecto, las
antiguas córtes habian sido destruidas, y no
(1) Esto era proclamar que no'habia en Espa-
ña sino una ley única: la volnntad soberana. Lo
que querían mallifestar~dQn Francisco Tadeo Ca-
lomarcle y el consejo en la frase lde ! que el rey
nunca consentiría en la menor a~teracíon de las le.
yes fundamentales de la monarquía, palabras que
le imprimieron CaD gruesos caracteres en la gaceta
111
queflnha ya en Ja Península institucion alguna
quP (l\l(liE:'se ll¡¡mar~e fundamental, sino la elec-
cíOIl popular de los ayuntamientos: ¡no es pues
;Hlmin,hle béljo esle punto de visla que los es-
P,lllOles 110 pen-,Iseo que w gobierno se burla-
ba de ellos, y que no contento con establecer
un des[lctismo de que nunCa había h<ihido idea
en aquel pais , desde el tiempo remoto de los
Mauros, los ¡multaba al mismo tiempo procla-
mándose ce! oso defensor del mantenimiento
de sus antiguas leyes?
¿ Que idea tenia el ministerio y el ccnsejo de
)a sober.mía real, cuando creía que era u~urpar
la al monarca el que las cJUdades y los pue-
blos del reino nOl1lb,'asen sus alcaldes y rejido-
res, que eran los iudi vid uos encargados de vi-
¡ilar la buena administracíon de los fondos mu-
nicipales?
El conseJo que ejerce en España una ins-
peceion suprema en todo lo que toca al go-
de Madrid, era que jamás debia esperar la Penín-
sula el estab"'!cimiellto de uu gobierno constitucio-
nal. Tal rué su verdadera idea, EII cuauto á las
leyes fUIl(lamentales de España, Ilacen sin duda
alllsion á las de Córdoha y Granada, cuando es-
tas provillcias estaban hajo el (IOOlillio de los Mau-
ros J no á las de Castilla y Angoll.
112
})ierno interior, y que por consecuencia es el
¡efe dil los ayunt.amicntos cuyM prcrogativas
debia protelcr y so~tener á todo trance; el Con·
sejo que mas dc una vez lIa (lucriJo ocupar el
lugal' de ia l'etH"~senlacion nacional en sus me.
jOl'es tiempos, Ó cUé>ndo lw convendo á su,> mi.
ras privadas; que ha procurado pener U'abas á
la autoridad del rey, á eiemplo de los parla.
mentos Je Francia; este mismo consejo neree que
no hay necesidad de ecsamindr las ba~es, las
reglas de cada provincia para 1.1 elecciou de
1011 ayuntL1mitlutos ," bin duJa porque mira con
mcnosprecio esa" mismas bases que afecta
no locar, y que ltan consag¡'ado las leyes y las
costumbres de sus antepasados. Mas ya que se
deliea una mOl1anluia entenmente nueva, ya
que los ministros y el consejo toman prdesto
de la Constitucion de 1812 para abclil' \;'S le-
yes de remotisimos siglos) al menos que 110
invoquen los cimientos fundamentales de la
lejisJacion espaüola; que no digan que Fer-
nanlio está sentado en el trono de sus abuelos;
porque segun las atribuciones de que lo ro-
deau) su soliose parece tanto al de sus ante-
pasados, como las córtes de Cádiz se aseme-
jaban en sus últimos momentos a las de la
prist.ina monarquía.
El consejo no solo reputa inútil el eesámen
tU
de las leyes que rejian en cada provincia de la
Península con el nombre de fueros ó costum.
bIes particulares que habían asegurado sus fran-
quicias pOi' tanlO tiempo €Il la eleccion de ayun-
tamientos, sino que Loma tambien en cuenta
el largo retardo q lle hubiera ,~spe('jmenlado la
nueva ley proyectada á causa del tiempo (lile se
hubiera llecesilado para reunir los anteceden-
teti y noticias. i Con que el consejo no las tenial
La autoridad superior de un pais en el rumu de
adminislracion ignora las leyes por las que se
gobiernan los pueblos y los usos y las costum-
bres de las provincias? No Eabemos que admi.
rar mas si la ignorancia del primer cuerpo
que rejia los destinos de le desventurada Pe-
ninsula, ó la impudencia Con que confiesa y de-
clara al pueblo esta misma ignorancia á la faz
de la Europa y del mundo entero. i De este mo-
do gobernaba el despotismo á la 113Ciou ttlpa.
flola'
Pero oigamoR á un autor anóninlo sobre es-
te famoso decreto de ayuntamientos.
») y por real cédula de 17 de ootubre de
t 824, se derribaron las leyes fundamentales
de la monarquia , insertas hasta ell la Novisima
y escamoteada recopilacion de Castilla bajo el
título: Del gobierno civil, económico j políti.
co de los pueblos) despojándolos, con el susi ..
TOIUO 111. 8
114
]10 de las bayonetas estranjeras , de los fueros Ó
privilejios que llamó inviolables el famoso de-
creto de Valencia, y que se mandaron guardar
pOi' 3l1ucllas leyes que por tantos siglos habian
llecllO felices á nuestros antepasados J como se
dijo en el del puerto de Santa María.
nEstos fueros municipales llamados por Al-
fonso VII paclum et foodus firmissimum, se
consideraron siempre como parte esencial de
nuestra jurisprudencia. Entre ellos, ya por su
antigüedad, ya por los reyes constituyentes,
ya por las corporaciones y derechos constitui-
dos, parecian dignos, sino del respeto y acata-
miento, á lo menos del ecsámen y cOllsiJi::ra-
cion del consejo de Castilla: el fuero de la ciu-
dad de Leon dado en el ailo de 1020 por Alfún-
so V ~ estendido á Llanes ~ Carrion y otros pue-
blos: el de Najera por el rey de Navarra Dau
Sancho el mayor, confirmado en 1076 por Al-
fonso VI: el de Sepúl veda, objeto de tan las in-
vestigacíones y elojios; el de Logroflo de ¡ 094
que se dilató con tanto crédito y autoridad por
Castilia, Rioia y provincias vascongadas: los
de Sahagun conocidos, disueltos y renovados
sfgun lo ecsijia el interés público en los reina-
dos de Jos Alonsos VI, VII Y X: el de Sala-
manca que comprende las orJemmzas hechas
por el ayuntamiento con aULorizacion de los
115
reyes: el de Toledo librado por Alonso VI en
I t 18, aumentado y confirmado por San Fer-
nando en 1222 ,que lo estendió á Córdoba, Se-
villa, Niebla, Murcia y otras ciudades: el de
San Sebastian concedidu en 1150 por D. San-
ellO el rey sábio de Navcrra, y confirmadn por
Alonso VnI de Castilla y sus succesores: el del
señorío de Molina, aprobado por A.lonso VII y
aumentado por el infante D. Alfonso: el fle Za-
mora que empie!:a con la ordenanza del aJun-
tami€nto, confirmada en 1208 por Alonso IX
de Leon : los que se otorgaron en el reinado de
Alonso VIII á Valencia y olras ciudades de! rei-
110: el fuero célebre tle Cuenca, tan venerado
en tiempo de Alonso al sábio , que se hacia eS-
tudio de sus ordenanzas trasladadas en los privi-
lejíos de Consuegra, y otras ciudaJes : los de
MaJl'id de 1 J 45 ampliados y al fin recopilados
con aprobacioll de Alonso VIII, en /20'2 : el de
Benavente dado por Alonso IX de Leon: el de
Sanabria concedido por el mismo rey en 1220,
Y mejorado pOlo Alonso X en I 263 Y otros mu-
chos, á cuya observancJa y cUlllplJmiento se
comprcmetieron los reyes en términos que
Alonso IX dijo á los Comunes: ,,1 tal ¡¡firma-
mento vos fago, que nunca por malos conseje-
ros nin por lisonjeros, nin por VUCtitros ene ...
migas, nin por otros hom.es ~ ninguna cosa ~IOS
116
mrngtie de aquellto que VOl( do:" y Fernan-
uo IV en las córles de Medina del Campo man-
tló en /305 qUt1 ))Ios privilejios, é las cartas le-
vadas contra sus comunes que non valau, uin
usen de pilas,"
) De acuerdo con estos privilejios y seguri-
dades las Jeyes del siglo XIV establecieron, que
todas las ciudades, villas y lugares, ~ soLer-
nasen por las ordenanzas y co~tumbrcs que tu-
viesen: que se les guardasen los usos y privile-
jio de elejir los oficios de rejidores, jurallos,
escribanos, fieles, mayordomos y otros oficia-
les de sus ayuntamientos", bastando el trascur-
so de cuarenta ariOS para fundar la posesion del
fuero, y el rey D. Juan 11 en otra del siglo
XV , dijo: llc¡ue las ciudades, villas y lugares,
que tienen el privilelio ó costumbre anti¡.;ua de
dar y proveer los oficios de concejo en cada
ciudad, villa y lugar, a~'í como rejimientos y
escribanias y mayordomias y fieldaues y otros
oficios, que 80n de los diclJOs concejos, que
los puedan libre y descmburazadamente dar y
proveer; y persona alguna no se entrometa en
ello: y si algunas cartas contra ello mandare-
mos dar, aunque tengan cualesquier cláusulas
del'ogatorias, que no valan."
nHe aquí los fueros ó la autonomía que ha-
lló y juró guardar Fernando al subir al trono.
117
»Poco se necesita para reconocer por causa
de cst:ts leyes fundamentales el influio de la Ii·
bertad en el acierto de laseleccioues populares,
encargadas á los que teniendo el interés mas in.
mediato, el interés mas conocido en la recta
adlllinistracion de lusticia, yen la distribllcion
de los fondos públicos, tienen igualmente
la proporcíon de observar ¡le cerca las eua-
JiJOIlles de los nombrados. Los pueblos ::.ue-
len no equivocar la cuenta de sus hienes
y Je sus males, mucho menos la calHica-
cion de sus goberlluntes. Y si en todos tiempos se
han visto los efectos de la confianza que inspira
la eleccion de personas conocidas por su probi.-
dad, talento y patriotismo, nosotros tuvimos
la gloria de haberlos palpado en la terrible crisis
de J SOS, cuando rotos los lazos de (a sociedad
por las al'lnasdr Napo!.eon, se presenta.ron estas
fracciones Uluuicipales á soldarlos con su san-
gre) proveyendo al armamento y defensa de
l.JS provincias y al establecimiento de la junta
central, subrogada en el lugar de los príncipes,
que adorOleciJos con el engranclcclIuiento de un
privado, despertaron para ver el desórden de
su casa, el descrédito yaLominacion de su go-
bierno; anlquiladas las rentas de la corona,
destruida 1 .. escuadra y el prestijio de las pro·
vineias de Ultl'<unlu' : eí'patriad!!s las tropas ve·
118
t"ranas, clespreciado.s sus jefes por la emulacion
de una córle corrompiJa: inundado el suelo es-
pnñol de enemigos, que con el snl\'"o conducto
de sus reales órdenes se babi<m apoJerado de
Jas principales plazas y fortalezas (lel reino: su·
hl'ogada en el lugar de los reyes, que de hecho
y de derecho con fugas, renuncias y solemnes
abdicaciones abandonaron el trono, endozán-
dolo cual letra de camL:o á la órden del usur-
p3dor con desprecio del clamor y demostra-
ciones de los pueblos entregados al recurso tle
su espada y á la suerte de la guerra (1) r Y es
hien cierto que la España sola cOI.¡quistó su in-
dependencia, y ninguna naciolJ ha len Ido mas de-
Techo para constituirse en el caso reconocido por
W olfio, Gottofredo y 01 ros plublicistas : Si rex
t¡lti regnllln lwbet in patrimonio ¡liud aliellet,
aut ({tti subjiciat, doctrina que no pudo ocultar ..
se á los disidentes de Carclcas, cuando en el ar"
tículo 8. 0 del acta de su emancipacion fecha 5
< (1) C'€st aux. Cortes flu'est dn le triornphe de
l'EUí<op€ fiU!' la Fr~nce: c'est l'Espagne seule qui
;¡ 3111e1H! l'Eul'ope á París, qui a vaincIl Napoleon,
de.;ia uo escritol' frailees. -- A las c6des se debe el
Irill11i'u ,le la Europa sobre la Francia: Espaila sola
!la abierto lJS pllCl'tJS de París á la Europa y venci ..
do á i\iapr)lcon.--
"119
de julio de 1811 dijeron: ))Los Borbones que
concurrieron á las inválidas estipulaciones de
Bayona, abandonando el territorio espailOl
contra la voluntad de los pueblos, faltaron,
desprecif:ron y hollaron el deber sagrado que
contrajeron con los esparlOles ele ambos mun-
dos, cuando con su sangre y sus tesoros, los
colocaron en el trono á despecho de la Cflsa de
Austria: por esta conducta quedaron illMbiles,
Ó incapaces de gobernar un pueblo libl'e, á
quien entregaron como un rehallo de esclavos .,
»Pero ni estos sucesos memorables, ni es-
tos principios trillados, ni las leyes que habían
fundado el gobierno político y económico de
los pueblos sobre el pactllln et fa~dlts firmissi.
1Ilwn, sostenido por una larga y no intt'fl'umpi.
da sucesion de siglos y de reyes, ni el pudor
oe incurrir en bs contradicciones mas necia, y
absurdas, sirvieron de ernbarazo para ¡weer de·
ci¡ el consej:J á Fernando en esta eéJula ;" Con
el fin de que desaparezca para siempl'e del sue-
lo espar.ol hasta la mas remota idea de que la
soheranía reside en otro que en mi real per-
sona rXc.
llNo nos detendrem03 en pensar lo que en·
tienda la cédula por leyes fundamentales, cuan-
do protesta no alterarlas, .. m el mismo acto de
destruir las que determinan la forma del go,
120
ti~rnó .. ¡vi}, político y económIco de ]os pue •
. bios que oyen prociamarle absoluto; ni en re"
seilar las órdenes y decretos, que indicHndo
las órcumlancias de Jos propuestos ó el punto
de que han de salir sus recomendaciones:T h
calidad de su~ ta~bas y el carácter y divisa ,l'e
los censorp..'J t han hecho un estanco de caqos
y rentas municipales, un cúmulo de jdril>Jic-
ciones disyuntivas .. un semillero de pros~rj ~
ciones, cohechos y discordias. Mas no pode ..
nlOS meno~ de notar:
L° La lijereza y modo ignominiosf conque
el consejo de Castilla ~ eom puesto en ',u oríjen
de cuatro prelados, cu.tro caballeros é cuatro
cíbdadanos , consultó despojar á tod·)s los pue-
blos de la posesion en que estuvierc¡n hasta el
;!:ño 1820 de elejir hbre y desembarazada mente
t\US ayuntamientos, hollando la ley espresa con
el nombramiento que se arrogó de diputado y
personero J y añadiendo á esta ¡nfraceioll es·
caudalosa 1 á esta murpaclon atrevida, el des·
precio de no estimar siquiera necesario el reco-
nocimiento de sus fueros, usos y costumbres,
mandados guard<lr por diversos príncipes, cuan-
do debía retlec5ionar que siendo sus leyes las
mi~ma!! que el decreto de 1.° de octubre de
1823 llamó sa bia~ j moderadas y adaptadas á
~us usos y costl!mbre." no debían bOl'rarse sin
121
Un prolijo ecs~men de los antecedentes; ref1ec~
8ionando mucho sobre In naturaleza de los pactos,
sobre el oríjel1 y est"hildarl tle los privilcjios,
sobre los males que hifaltllrellJ' y manifestando
el provecho comunal que resultase de su abro-
gacion para no caer en la nulidal declarada
por la ley de 1441 Pero el ~onsejo que debe á
Una serie de u~urpaciones y tolerancias la va-
riedad de su~ formas y el monstruoso hacina ..
miento d~ aconsej.élr J juzgar, hacer leyes, in-
terpretarlas, aplicarlas, anularlas, gobernar y
administrar, desdel13 la persuasion y conven-
cimiento del hien que ofrecen los actos lelisla-
tivos con previa deliberaciotl: y subyugado á
la junta apostólica, profesa los principios Je
ser honesto y lícito todo lo útil y pr<:"rechoso
para ella, estimando la! cuanto coopere á la
ac1imatacion de la ignorancia~, á propagar la
supersücion, profundizar y ccitender 105 cimien-
tos d·'!1 poder arbitrario, que dispensa del es-
tudio y allana los ostáculos y dificu.ltades de
la penosa gobernacion.
2 o Que con la prevencion indispensable de
pedir á los titulados amantes del gobierno mo-
nárquico los informes reservados para sacar
de la tern'l pestífera alcaldes, rejidores y de·
mas oficios municipales., se deja, como es vis·
to J la eleccion y nombramiento de ellos á la
1'J2
voluntad y antojo de clérigos y frailes, que en-
capillándose el privilejio de ser los amantes del
gobierno mon'¡rquico , se han hecho en todas
partes calificadores natos.> de cuya Censura no
pueden separarse los consejeros, ni oi,lores,
!'in temer las rcsuttas de algul1 Monitorio que
les haga perder las legas p(~[H1íentes de la ocul-
ta y vengativa mano del clero.
3.° Que siendo .. como es sin duda, la os~
euridad en el manejo de las rentas el enemigo
que mina y desploma el Estado: el orijen de
lo que padecen las provincias por la desigual-
dad de sus cargas y el manantial de dlsgus~os
que hacen odioso el gobierno, á quien ofcll(len
las luces, parece que se ha trab:ljado en aglo-
merar todos estos males, perpetuando los car-
gos de justicia y ayuntamiento en Un corto nú-
mero de indivjduo~, estraidos de las hezes y
escoria de los pueLlos, y coligados por la es-
tupidez y codicia, para vivir de las varas mi.
lag rosas , engordando con el sudor de los PI)'
1res vecinos que ven correr el flujo y reDujo
del peculado por el peqlleño circul\) de nom·
bres p3rciales que los absol'van, oculten su
m.:mejo y nombren á su vez: de sel' nombra"
dos pal'a encubrir, ahsorver y robar: ll.~ rob3r
para corromper, y de corromper para rolnr
impunemente: pudiendo decir nosotros lo mis-
123
IDO que Ciceron. » f/idebat enim Populus Ro-
mauus, non locllplctari qltota1Zlliis pecunia
publica, pl'aeter paucos."
4.0 La dcsconnu!lza conque los mira, y el
vilipendio conque los trata el mismo gobierno
que los escoje y destina. - Pruebas. - l.a El
testimonio de Un alcalde nombrado por los ve-
cino5, habia bastado siempre para que la su-
perintendencia de propios abonase á Jos ayun-
tamientos las cantidades pagadas por la malan-
za de animales dañinos, y habria sido indeco-
roso el dudar de su verdad. Pero en el dia el
alcalde que suele titularse real, porque no
quede vestijio popular, necesita comprobar la
partida, con el fJhto buello del cura párroco"
Ó del vicario eclesiástico, que diga lo que no
se cree bajo la firma de todo el escojido y es-
purgado concejo. -- Segunda prueba. - La
real órden de 26 de mayo de 1830, diclando
los medios de evitar las ocultaciones que ha-
cen, son sus palabl'as, algunas autoridades,
del dinero de las multas correspondientes al
fondo de penas de cámara, establece y señala
lab que han de pagar los gobernadores, alcal-
des y síndicos que cometan o cooperen al robo:
infiriénrlose desde luego I que para estampar en
una l'eal órden y poner en Una gaceta cláusu-
las tan denigrativas, era preciso tener, acle·
121
mas de poca cOllsid;!raClOn al prestijio de las
8ntorirbdes y á las obligaciones del supremo
gobierno, conv~ncirn¡entos delllostrativos de
lo que ocultaron, y raZO'lCS HlU y poderosas
para publicar, como tambien 9C hiw por b lU-
das y edictos, el recelo y presullcion de que
Jos gober:ladores, alcalde~ y síndicos, fuesen
todavia capaces de ocultar la amonestacío!) y
seguir la carrera de los latrocinios: y Robr.:
todo, era preciso haber tocado el fondo de pe-
nas de cámara, propiedad sagrada del C01JSrjo,
para que saltase el resorte de la indignadon,
comprimido siete años á vista de las estafa~1
cohechos, prevaricacIOnes, fraudes, saqueos, de-
predaciones, atentados, tropelías, opresion,
ruina y sufrimiento de los pueblos."
Fácil seria multiplicar las pruebas de la ig-
norancia y de las necesidades oe sempjante go-
bierno; pero paréceme que hartas se ban mul·
liplicado para que los lec lores se formell una
idea de la manera conque las autorídauctl se
portan en el reino hispano, y de los desórde-
nes que son la consecuencia iuevitable de tal
estado. La confusion mas completa reinllba en
toJas partes. Por un lado prohibíase que nadie
divulgase mas noticias que las contenidas en la
Gaceta de Madrid.: por otro se mandaba que
no pudiesen reunirse mas de tres personas sos-
125
pechos3s , y se daba este título á todos 105 ofi.
ciales indefinidos: tras esto se vedaba el uso de
las gorras, lIamaJas cachuchas.> como srüales
revolucionarias, y esto en las ciudades y pun·
tos fortificados, Jonde los oficiales y soldados
franceses las usaban como parte de su unifor-
me: yen varios pueblos establecíanse COl1lpa-
Djas de apaleadores que se encargaban de mal.
tratar y herir á cuantos habían empuñado las
armas en defensa de la libertad, ora hubiesen
pertenecido al ejército ó á la milicia cívica, ó
manifestado ideas liberales; los que si se arries.
gaban á salir por la noche de sus casas eran al
instanle asaltados en medio de las calles y aco·
metidos con palos, quedando muchos tendidos
y perdiendo la vida de resultas de las heridas
y del disgusto. Las autoridades imbéciles y fu.
ribundas sembraban el terror por la España
entera, y cubrian de ridiculez las funciones
que ejercian, al gobierno y á sus aiente~. Cada
capitan jcneral, cada intendente de policia,
cada subdelegado era un déspota, que tenia en
su mano la suerte de los habitantes, que los
injuriaba J los maltrataba y los encarcelaba á
su grado. Ninguno estaba tleguro de conservar
BU empleo, porque un día el gobierno arrojaha
ignominiosamente de ~u puesto al mismo illdi~
viduo que habia colocado la víspera. El pueblo
126
era víctima de la rapacidad de los empleados,
que 8010 pensaban en amcntonar oro para cuan·
do los ministros los despojasen de su destino:
el hOllor, la probidad y todas las virtudes hu-
millaJ(js y desterradas pOI la camarilla y por la
~evolucion J desaparecian aceleradamente del
suelo de E!lpai'ía.
N o debe f'orprendernos el que tantos y tan
poderosos motivos produjesen una masa enor·
me de descontentos, y que el gobierno carga-
se con tanto número de enemigos. Los áni-
mos se ha\hlhan de dia en día m~IS divididos,
y lejos de empicar los medios de conciliacion,
trabábase ~olo de ecsasperarlos, Los lJOmbres
de bien J amigos sinceros de la monarquía; que
odiaban las turbulencias pasadas, no podían
vivir tranquilos, porque la ecsaltacion de las
pasiones tomaba incremento, y porque sabian
que el término de tantos Infortunios, de tantos
trastornos, vendría á ser una reaccion san-
grienta. No eran ya solos los partidarios de las
córtes los que pensaban que el gobierno repre-
sentativo llevaba ventajas al árden de cosas que
ecsistia, al ver que el ministerio nada hacia en
favor de la paz, de la prosperidad de la nacion,
y que al furor de un partido habia succedido
el frenesí de otro, sino que los hombres mis·
mos que profesaban principios opuestos, vol~
127
vi~n la espalda al despotismo cansados y desen-
gaiJados con tantos cSCesos. Los muchísimos
oficiales y sarjentos que no teniiln de que vivIr,
y que se veian á cada paso ultrajados, perse-
guidos sin tregua) eran un elemeuto poderoso
de turbulencias, porque no podian menos de
desear la destruccion de los hombres que los
habian condenado á la miseria. Hasta el clero,
que era la clase única que gozaba de Jos bene-
ficios de la resta urac ion , esta ba incierto de lo
futuro, pcrque recelaba perdel' lo que habia
adquirido de nuevo, porque conocia la debIli-
dad del gobierno que lo sostenia. En fin.J las
medidas de ferror desplegadas contra el p<lrti-
do liberal, servían solo para enajenar los áni-
mos de todos los hombres moderados de la
monarquía, cualesquiera que fuesen sus ideas
y su color político.
El año 1825 ha comenzado, y semejan-
te órden de cosas es demasiado violento pa-
ra que pueda durar. Miles de emigrados aLizan
la llama de la revolucion, y en la Península
millares de individuos sumidos en el despecho ...
muéstnmse dispuestos sin vaeilar á tomar un
partido violento á la mas mínima ocasion que
se presente. La situacion de Espaüa en 1822
poJia ser peligrosa para las potencias europeas,
y priucipalmellte para el gabinete de las Tulle-
128
rias; y tal fue la causa que obligó al congresC)
Lle Verol1a á trat.ar de los negocios de liJ Pe-
nínsula ibera, y que decidió la in(el'vencioll
zlrmaJa. ReflecGioncll les gabinetes de la Santa
Ali.,¡nzd , y sobre todo los mir:inros de C4dos
X, Y digan sino subsiste aun el mismo emba-
razo, si t:reen (!ue la r2volucion ba espirado en
España mienfras que no siga opuesto rumbo el
Gobierno de aquel pis.
No cabe duda en que los males que les afli-
¡en son difícdes de curar, y ciue lo (iue Imbie-
ra poJido hacerse sin inconveniente en : 823
eSl,erimcntaria en la época pre¡;ente grandes
ostácul0S. Pero cuanto mas se retarde el reme·
dio J tanto mas se acrecentará la enfermedad,
y quizás cu"ndo !le le querrá aplicar ya sE:rá
tarde, porclue habrá sobrevenido una nueva
crisis y ajitarán el reino síntomas de naturale-
za muy distinta á los que actualmente se ob.
servan.
En 1822 las grandes potencias creian que
podia restablecerse el órden en España, modi·
ficando algunos artículos de la Constitucion de
1812 ,y dióse por muy cierto que la Francia,
antes que su ejército pasase los Pirineos, ee-
sijia únicamente que los diputados fuesen pro-
pietarios, como lo prescribia un artículo de
la Constitucion entonces suspendida, y que el
129
consejo de Estado tomase la forma del senado
de los Estados Unidos de América. El 23 de
enero de /823, el vizconde de Chateaubriand
decia al ministro ingles Mr. Caling: S. M. C ma
ecsije que S. M. C. , por sí sola, en virtud de
su autoridad haga las modificaciones necesarias
en las instituciones que ha impuesto á la coro-
na de España la rebelioll de un puñado de sol-
dados. Llenada esta condicion, es decir, COl'-
rejidas las instituciones por la mano del rey Fer-
nando, el rey de Francia cree que será con ..
veniente añadir una amplia amnistia sobre to-
dos los acontecimientos politícos que han so-
brevenido alli desde f 812, hasta el día en que
vea la luz plíblica esta concesion real. Así de-
saparecerán del código español los defectos que
tiene en el fondo y en la, forma, y que po-
nen en peligro las monarquías lejítimas,"
Parece, pues, que en aquella época Jos que
querian intervenir en los negocios de la Penín-
sula se hallaban de acuerdo, tanto sobre la ne-
cesidad de modificar el código gaditano, co-
rno sobre la conveniencia de dejar al pais el
gobierno representativo. El príncipe Fernando
salió de Cádiz, y gracias al ardimiento y á la
veemencia conque 108 rejentes abrazaron los'
intereses y la defensa del partido ecsajerado,'
encontró consumada la contrarevolucion, y
TOMO 111. 9
130
unlcamen!e hirieron sus oídos los gritos des-
lpIJlplados y furio~os de 10'5 part.idarlos Jel ab-
solutismo y dd s<!uto oficio. Así uo se trató
de eórtes ni pOI' estarueutos, ni de modo dl-
guno, ni dll cámaras, ni de otra e~pecie de re-
pré'senlacion nacional. El resuitado del aLsolu·
tíSfll\) procbmado y eSfablecido en Espat13, no
ha sido de modo alguno ventajuso, y hemos
vist.o los males graves conque el actual gobIer-
no ahruma al reino. Un ejem p!o práctico y tan
triste ha aumentado el número de los partida-
rios de la córtes y del sistema representativo;
y es opiníon comun que bubiera consolidado el
ónleu eu E"patJJ, si el monarca lo huLlese
adoptaJo d(~:;de que estampó sus lnellas fuera
de LiS puertLis de C~diZ, Por el lUismo motivo
juz.gau los esp¡¡iwles que no deben esperarse paz
m prosperid,d para 'su p:üria, Illlentras HO sea
gúbcrr,aJd como Francia é Inglaterra. Es muy
cierto; mas uO ha de perderse de vista el esta-
do de E~pdiIa , porque tiempo es ya de DO abu-
sar de las teorias, y de reconocer que si tal
forma de gobiel'no produce jeneralmeute ha-
bla.ldo mas venta ¡as que otra, un mismo go-
bienIO es ~usceptible de muchas modlficacio.
Ill!S , segun las circunstancias que, rodean la 1Ia·
cíon á que se aplica.
Eu tan borrascoso estado 1 cuando los
131
corazones destilan hiel y venganza, eg difí-
cil for01H en España una asanddea cUy:JS opi-
niones no sean ecs<ljeraoas, y por consiguiente
que no produzca infinitos incol]velllcotes á la
causa misma que está (kstillJda ::í deft:t.der Los
miembros que compolldrían las cortes Ó las cá-
maras, serian casi tod!Ps .. bsoluLstas ~ 18J.;»),
porque de cualqui~r modo que se elíjiesen en
medio de la efervecencia actual, el partiJu do-
minJnte tendría la mayoria. Paréceme por muy
probable que uno de los primeros pasos del
cuerpo representativo sena solicitar dd monar-
ca el restablecimiento de la inquisicion. Elliclll-
po calmaría sin duda el ful'Ol'; las disew'ioues
públícas y los partidos mismos que se fOl'ma-
rian en la asambl~a representativa, ll'ab"jcl('ian
para f¡¡eílitar el triunfo de la razono Mas 1;'8 de
temer que tales progrtsos sean lentos, mien-
tras que el impulso dado por las córles ó C<Írna*
ras al bando dominante aumentaría repentllla-
mente los males de Espaüa con UlH horrorosa
proporcion, y daría quizás lugar á un sacudi-
miento que podria tellf'r las mas fuoesl¡¡¡t con-
secuencias. Repito que en 1823 hubit:ra sido
muy fácil, )0 mismo que en el tha presenta to-
do jénero de dificultades.
Lo primero que debe hacerse en la Penín-
sula española es reprimir los desórdenes del
132
partitIo que se denomina realista, arrancando
de sus mallos la preponderancia de que goza en
esto.'> momentos. Un ministerio ilustrado que
llWllJZCa la coutiallza del monarca; que cuente
con el apoyo del cuerpo diplom¡ítico ,y que es-
té uotado de vigor y de enerjia ... puede solo po-
ner f,'euo al furor de los absolutistas. Cuando
Aymerich, Calornarde y dernas energúmenos
de la tiranía, satélites del espíritu infernal de
Marat, hayan desaparecido de la escena; cuan-
do Ull nuevo ministerio se haya captado el res·
peto de todos, establecido llD ejército bien or'"
ganizado, y con mano robusta y voluntad inec.
~orabje alejado del manejo de los fondos pú-
blicos á los vampiros que chupan la sustancia
del tesoro; cuando la mas severa economía,
combinada con un huen sistema de impuestos,
presente la certidumbre del pago de los gastos
y reanime el crédito, desaparecerá la discor-
dia del suelo hispano, el pueblo hallará el ca-
millo de la justicia y la estabilidad porque sus-
píra hace tantos años, los partidos enmudece-
rán y podrá establecerse un gobierno represen-
tativo. Este es mas necesario en España que en
los demas paises, porque la Península se ha
ajítado en diversos sentidos y no puede encon-
trar el reposo sino en un término medio. La
confianza que inspiraba fernando en. f SOS Y
7.33
tn 1.3.4 b9 deslIparecido, y como es nalural
tn el hombre, principalmente en los tiempos
de efervecencia, saltar de un estremo á otro,
la desconfianza ha llegado en este punto &1 úl.
timo grado; y se ha jenerahzacto el temor
de que se abuse de la voluntad del rey_ Acle-
mas, en España las leyes nunca hall favoreci.
do la tiranía, y por el contrario es la primera
potencia que gozó en Europa las vent"jas de la
rep-rest'ntacion nacional, como afirma Marina.
>lEn efecto, dice un autor otra vez cita-
do.J alguna consid eracion merecian las leyes
fundamentales de la monarquia, que distan tan-
to del gobierno absoluto, cuanto pu~de ver-
se: f.o En lo~ antiguos fueros de Sobrarve, que
prohibían al rey juzgar sin la intervencion de!
Consejo de su'! súhditos .. ;ura dicere reginefas
esto, nisi adhihito- sltbditorurn consilio: hacer
guerra, paces, treguas, ni otro negocio de
consideracion, sin consentimiento de IOi senio-
res: Belllun aggredi, pacem inire, íl'lducias
flgere , remve aliam magno momenti pertracta.
re, calJeto re:r, praterquam seniorwn anllen·
tftconsensu : obligán,jole á jurar la observan-
cia de los fueros, usos y costumbres del reino,
despues de decirle 103 doce rlCOS homes que lo
representaban: »Nos r¡llf' \'omos tanto COIIZO vos
os .lacemos r(;" , tÍ (,olU/ieian que nos hayarles
lH
de gnrrrdar los 1Uu~r¡l"(lS ¡úeros; é sinon, non."
A lo que ailaJió el rey don liligfl Arista, que
si en alguo tiempo inrentase contravenir á los
fueros, Ó libertad del reino, pudiese este eolre-'
garse á cualquiera otro príncipe, cristiano ó in-
fiel; f;,¡cultad que rlió orijen al privilejio de la
lhioo para hacer frente al rey y precisarle por la
fuerza á cumplJr lo jur.lLlo. 2.° En los antigucs.
concilios de Toledfl y leyes del fuero ;,uzgo, cita-
d,,'! en la nota 21 y en h 15, tít. I J , partid'! 2. a,
que manda llO dejar al re.r fácer cosas agrant
dailo de su reino,. ó por via de consejo, Ó por
via de obra, de guisa que nos venga acahamien·
too 3.0 En el razonamiento que trae Mariana
del cond~$table Rui Lopez Dábalos, ofrecien ..
do á nombre del reino la corona de Castilla al
infante don Fernando, en la menor edad de su
sobrino don Juan Il, hijo y heredero de Enri.
que nI. 4.° En la crón:ca de Enrique IV, año
de 14~6, cap. 66,. donJe, recordando Palencia
1-, destitucion de don Pedro, que perdió el rei-
uo por su.. dara'y milla gobernacion; y de Alon-
so X 'fue lo pedió pUl' pródigo ~ dice que no
era lLuevo en Castilla J' Leon, los nobles y
pacUos elejir rq ,é deponer/o. 5. o En el lib.
1 . o, ca p. 8. u del Gubei'llulor cristiano J donJe
un teólogo (lel siglo X V[ tan grave y cir~
cunsptt:to como Fr. J LHín MJrqu¿z , dice;
13')
»La república, de quien trae su oríjen la
pnteslad real, no la trasladó al príncipe tan
ahsolutamente, que no la reservase en SI
para poderle quitar el principa(lo, si las co-
sas llegasen á tanto estrecho: lo contrario
fUi~ra quedar hecha esclava de quien escujió por
m:nislro. 6.° En la empresa :W de don Diego
Sállvedra, quedice: Ni in de creer el príncipe
qu': es absoluto su poder, sino sujet,Q al bien
Pllhlico y á los intereses de su e'\tado; ní que es
inmenso) sino limitado y es puesto á lijeros ac-
ci(lcntes .... Reconozca tambien el principe la
na! uralcz3 de su potestad; .Y que no es tan su-
prema que no haya queda(lo alguna en el rue-·
h/'o: la cual, ó la reservó al prin~ipio, ó se la
coneetlió despues la misl1'u luz natural para de-
fen",a y conservacion propia, contra I1n pl'Í!lCI-
pe notoriamente inlu~to y ti,rano." Y 7.° En el.
Ji b. 1 , cap. 6 de Rejímine princi'p., donde el
maestro de nUestras escuelas dice: »'ji ad jus
maltlLurlinis'alícujus pertineat sibi pl'ov;Jere de
rege, non ioiustf~ ab eadem rex institutus po-
tesl tlestrui, vel réfrae:::lélri eju~ potestas." Tojo
prueba que la·libertad es institucíon antigua y
sant~ , y el despotismo moderno y profauo.
» 'Así lo confirman nUe~tr(\s leyes (unda-
menta!es J y así pensaban nuestros mas clá"icos
l:iist;,)~i~dores, cronistas, teólogos y políticos:
136
enlrr. p.~1 o~ citaremo& al canónigo don Andres
Muriel , en su t.raJuceion del ingle~ al frances
(le la obra de William Cox: La España, bajo
Jos reyes de la casa de Borbon ,cap. 3.0 , folio
198; premiado por esta traduccron por el mi-
nistro Calomarde con la cruz de Cárlos UI.
»No solo el poder de los reyes jamás fue
absoluto en España, siuo que por el contrario,
nunca hubo pueblo en Europa :J que hubiese to·
maJo parte de un modo llIas posit¡vo en la atl-
ministracion de su país que el español:J por me-
dio de sus diputados á córtes, y sin interrup-
cion, durante una época prolongada y vergon-
zosa, en que casi todas las naciones estab¡¡n es·
clavizadas por las instituciones feudales, que
tenian á los pueblos agoviados bajo el duro é
ignominioso yugo que propa:;ó la edad media
con sus tinieblas, por la vasta superficie del an·
tiguo imperio romano. Sin hablar de CataluñOJ
y Aragon, que fueron en lo antiguo bastante ri-
cos en libertades, sin hablar de Navarra y de
Vizcaya, que aun hoy ~onservan las mas im-
portantes; 109 mismo~ castellanos han visto
constantemente el poder de sus reyes templado
durante largos siglos, por la intervencion de
las asambleas políticas nacionales en todos los
negocies graves del gobiel'no.
» Un publici!!la moderno ingles, Hallam,
137
en su historia de ]a edad media, ha observado
Con ecsactitud que ha ecsistido una grande ana·
10jia entre las leyes que rejian en otro tiempo
en Castilla~ y las de Inglaterra de la misma épo-
ca (en Ulla época posterior debia decir para
ser mas ecsacto). Si se esceptua el juicio por
jurados, que e:; la base y la gloria de la Cons.
titucion inglesa, todas las demas libertades po ..
líticas y civiles se encontraban en las leyes de .
Castilla.
nAun al tiempo mismo en que la corOna
concibió el designió de arrancar al pueblo sus
privile¡ios, y que perseveró en ello con ter.!
quedad, valiéndose de todos los medios posí.
hles para lograrlo, no osó sin embargo de re-
pente romper con el uso de convocarlas, con-
tinuando su reunion en los casos graves y para
obtener los impuestos, Lributando asi un h'lme-
naje respetable á los derechos sagrados del pue-
hlo. Hasta Cárlos II no se descuidó entera-
mente la convocacion de las córtes.
»Que esta representacion política hubiese
sido imperfecta I comparada con la de nuestros
recientes gobiernos representativos, es de lo
que menos debemos admirarnos, porque la
ciencia del derecho público es model'na; y so-
lo de poco tiempo á esta parte, y por combi-
naciones fortuitas han llegado á comprenderse
138
y coordinarse las garautias mútllas, convenien9
tes á cOl1soli.1ar y eillClzar las relaciones €ntl"e
Jo~ gobiernos y los gobern3(h)s. El equilibrio
de los poderes eS una teol'ÍJ tan reciente, (r1e'
cu"nd\) el proces;) (le la desgraci~(1a rcillJ de
Escoc'ia , Maria EstuarJa, elil:e HatO) en .iU his-
toria de Illg laterre¡, que flle la VI;~Z pI' i 'llera que
se oyó hablar del puJer l1lonlq!]ico, ari..,to-
crático y democrático, Corno de Jos tres ele·
mentas de que estaba compuesta I<,IConstitueion
inglesa; y eS ridica.o, añJde el mismo HUIllP,
el mirar esta, alltes de aquella época, como
un plan orUenado de liberta·J."
»AJemas, 110 podian olvid ¡rfe en tan po-
co tiempo las abdicaciones y protestas de Aran-
juez; los tratados concluidos ell B'lyon~ en 5 y
10 de mayo de /808; la proclamil fecha C:l
Burdeo~ en 12 del mismo; la d~srwJida', has-
ta el valle de Jusaf"t , que escribió el infante
don Antonio Paseu:..l á la junta de gobierno
que presidia, y olras circunslancias que pre-
cedieron y acompañaron á estos sucesos.
«T~l1lbien demau'Jaba algull miramiento la
publicacíon de estas renunCIaS y la confesion
clut! hace el mismo rey Fernando etc." '
Si el carro público sigue en España el rum-
ho que aClullmente sigue, la ruina de la nacj~n
es inevitable. EntregaJa en manos de uno~ mi.
139
nisf.ros que han establecido por Ilortes' de, su
polílica el f¡¡natismo y la horca, veo que toman
creces el des::ontento,:el espíritu de sedicion, y
paréceme que está cercano el instanle en que se
realizará una 1'eaccion no para restablecer el
código Je 18! 2 , ni para seguir las huellas de la
revuelta de t 820 , siuo para tornar ¡as cesas en
el punto en (lue quedaron en J 823. La época en
que deba verificarse la reaccioll es incierta y
mil circunstancias pueden acelerarla ó rel:¡jr·
dilrla; pero el movimiento es inevitable, á me·
nos que los ministros no hagan el milagro de
consolidar un gobierno enteramt:lite teocrático.
Si en el aclo y anbJs de ecsonerar el ministerio ...
y de haber dado tiempo á lo ... nuevos ministros
de captarse el aprecio y la cunfianza de la na-
cion, se proclama el gobierno representativo,
los absolutistas empledrán los medios públicos y
secretos que tienen en la nuno, y los voluo.
tarios realistas promoverán trastornos sobre'
trastol'nos;' muchos de los que g0ZJO opinion
de liheralesserán asesinados; empeorará la si-
tuacion" de los "negocios públicos , p~quaá
fuerza de gritos y de sediciones logrará n que se'
revoque'e1decreto ó' que ~eán elejidos represen-
tantes del pueblo iés reai,istas • mas ecsaltados.
No queda pues mas calnino en el estado actual
de Espaüa que 'nombrar un 'buen:ruini:.terio y
140
seguir la marcha que he t.razado.
Las potencias deLen mostrarse las mas in-
teresadas en que aSl se verifique. Si de las rui-
nas de la revo:uciol1 .Y del despotismo nacen la
paz y la prosperidad, semejantes bienes har4n
QI vidar 105 decretos de Verona; pero si la ig-
norancia y el furor continúan como hasta aho-
ra dueños de la Península, si esta permanece
anonadada, si en su seno fermenta un descon-
tento ¡eneral y peligroso, si el término de
tantos males es una reaccion.J i.los revolucio-
narios de todos los paises no tendrán lusto mo-
tivo para vituperar y aborrecer á los reyes, no
se les presentará una ocasion plausible para pro-
pagar sus doctrinas? ¿ Que dirán los españoles
que creían que un gobierno fuerte, prudente,
(!onciliador iba á cicatrizar las llagas invetera.
das que causó la guerra de la independencia,
encrudeció el gobierno de los seis años que se
siguiel'on y gangrenó la revolucion? Ciertamen-
te que no valia la pena de que se reuniesen en
Verona los· soberanos aliados, y de que atra-
vesaseu los Pirineos y recorrje~en la España en-
tera cien mil franceses para destruir ó derro·
car el ministerio de Lopez Baños, y sentar en
él á los tigres Ayruerich y Calomarde; para di-
solver las córles de Cádiz y reunir el consejo
de Castilla; para abolir la libertad de Imprenta
141
Y crear las comisiollfs militares que ahorcan y
fusilan á los acusados por delitos políticcs sin
necesidad de pruebas legales; para proscribir á
los masones y á los comuneros y favorecer á
las sociedades secretas de los realistas; para
anular la venta de los hienes nacionales y res-
tablecer los mayorazgos y el voto de Santiago;
para ('omper en una palabra el cctl'o de hierro
de los anarquistas y entronizar la insoportable
tirania de los esterminadores realistas.
Lejos de mejorar la situacion de España
despues de la llamada libertad del monarcól, ha
empeorado en estremo. Los españoles ilustra.
dos saben que es un absurdo suponer en las po ..
tencias aliadas el deseo de perpetuar los dcsór·
denes de su pais, y las numerosas dificultades
opuestas á las insinuaciones favorables al bien
de la nacion se ven salir de un solo punto:
pero la muchedumbre que no reflecsiona y que
reputa omnipotente á la alianza del Norte, pien~
sa que todo el mundo se ha conjurado contra
su reposo. "Los franceses, dice, que afirma·
ban venir á lihrarnos de los desórdenes de la
anarquia, nos ofrecieron la paz y la prosperidad.
Mas lejos de cumplil'se sus promesas, los tras-
l<lrnos continúan, estamos mas divididos que
nUllca, en torno nuestro solo se escuchan gri-
tos de ecsecracion , amenazas y queJas: única-
143
nll'nle se vé miseria, sangre y lágrimas, y los
francesei:: 110 nos lihertan de tan durH !lerviJum.
hre, y nucstros males se prolongan sil! lér-
rnino.'"'
Sil] duda se habr~n opuesto numerosos obs·
tdculos á que brille tan apetecido momento;
ppro tiempo es ya de vencerlos, si se quiere
que reine la pilZ en EspaiIa. Tiempo es ya de
que las potencias aliadas hagan un esfuerzo y
. de que el rey Fernando conozca los verJ.deroil
intereses del pueblo. (;OllC l l1yan de una VeZ las
funestas equi vocacioncs sobre el estado de la
Península ibera; ecsamínese atentamente y re-
suene la verdad en Paris , en LónJre5, en Vie-
na, en Berlín y en San Petersburgo; y si anun·
eiáda por labios espaflOles no puede penetrar en
el palacio de Madrid, que respira la adrnósfera
ppstilencial del fanatismo y del error, llegue
des'de las orillas del Neva, del Danubio, del
Támesis, del Sena y hiera los oidos del prínci-
pe FtJrnando. Si me fuese permitido dirijirle la
palabra, si pudiese espresarle los arJientes vo-
t03 que hago sin Cesar por la prosperidad de mi
patria;
» Señor, le diria, V. M. no puede desear ni
desea en efecto otra cosa que la ventura del pue-
blo, porque el bien estar de V. M. y la estabi-
lidad de su trono se afianzan esencialmente en
.143
)a paz y en el contentamiento de sus súbditos.
Si V. M. se engaña en los medios de llt'gar á
tan apetecido fin, vuestro cornzon no loma
parle alguna en los funestos errores que di-
manan de la situacion en que ~e h:1 encontra-
do, en que se encuentra V. M. y de Ja sinies-
tra influencia, por cuyo medio, llevados de la
ib l10rancia Ó de la malicia, abusan los conse-
jeros de su bondad.
» V. M. ha esperimentado la desgracia des-
de sus mas tiernos aüos. Apenas habiais sacu-
dido el yugo de un simple particular que pre-
tendía perderos, ap~nas se gozaban los españo-
les con el .. dvenímiento al trono de su entonces
idolatrado príncipe, cuando consejos poco re-
flecsiollados ó la fuerza de las circunstancias
os sevararon de la nacion espaüola y os condu-
jeron cautivo á un reino estl'año. Los esfuerzos
ináuJitos de Jos españoles desconcertaron los
pla,nes de Nilpoleon: la Europ~ reconoció que
el coleso no era invencible, se ligó contra ~us
huesles, triunfó y V. M. subió segunda vez á
un !\Olio regado con la sangre tle mas dI,! Jos-
cientos mil espailoles. Tan grandes esfuerzos,
tan inmensos sacrificios per parte de vuestros
dlbllitos deben obligaros á lIO desperdiciar me·
dio alguno de hacerlos felices, y siu duda tajes
han sldo siempre vueolros iutentos.
144
»Durante vuestra residencia en Francia,
fue necesario cambiar la forma del gobierno
que manllaba en nombre de V. M., y semejante
mudanza no eontribuyó poco á desvanecer las
mir¡¡s ambiciosas de los unOS y las despreeiables
íDtrigas de 108 otros. Proclamóse la Constitu-
cion de 1812, y los que la formaron y los que
la defendieron rivalizaron siempre en celo para
obtener la libertad de su rey Fernando, y la
obtuvieron por fin. V. M. regresó á España y
abolió en el acto la Constitucion: los pueblos
todo lo esperaban rle su monarca y en él creían
encontrar el remedio de sus males.
»Mas los mejores deseos y las intenciones
mas puras no bastan para gobernar bien. V. M.
se entregó en manos de un parLido que no quie-
re las formas representativas: el prestijio que
os rodeaba era inmenso, porque nunca se han
abierto las puertas del tiempo COIl mas felices
augurios. ¿ Y sin embargo, los pueblos han dis-
frutado de la ventura apetecida 1¿ V. M. hasido
feliz '?
nMe atrevo á decir que lejos de haber goza-
do la dicha, la amargura rebosa en vuestro co-
razono V. M. ha visto abusar escandalosamente
de su confianza á los mismos que todo se lo de-
hian ,y mudando á cada instante de mini~tros
habeis dado á conocer que no encontrabais va·
145
rones dotados de las cualidades necesarias para
manejar el timon de los negocios.
»Cada año, seüor , estallaba una nueva cons-
piracion. El mÍmero de los criminales se aumen-
taba, el de los SOSI)f'chosos era infinito: la ma-
yor parle de la~ autoritlaJes superiores no ma-
nifestaban mas prevísion para detcubrir las tra-
mas antes que se hiciesen públicas que cner-
jia y resolucioll, que son tan necesarias para
reprimirlas, en el momento en que se desar-
rollaban.
»V. M. cambiaba el sistema de impuestos,
y nó obstante el tesoro seguia eshausto siempre,
y las obligaciones del estado no se pagaban: al ..
gunos empleados volaban en las alas del favol."
mientras otros permanecían estacionados: el
ejército maria de hambre y vivia en la indisci plí-
nay el desórden. l Como habia de ~er feliz V.M.
en medio de este cúmulo de desolacíon que á fle.
sar de los esfuerzos de los cortesanos no podía
ocultarse de todo punto á vuestros ojos?
»En vano V. M. depositaba en nuevas ma·
nos las riendas del gobierno: la confusion, la
apatia eran lag mismas y el edi.1cio del est¡¡,do
se arruinaba sin que fuese posible oponerJe re·
medio. A las nuevas tentativas de los conspira-
dores el lllinisterio añadia nuevos errores: y
TOMO 111. 10
146
pasmado y desconcertado cuando se aGercó el
peligro, dejó á V. M. espuesto á los ti ros dp- un
partido irritado, de un partido que tantas in·
justicias tenia que vengar, sin hacer cosa algu-
na para evit.ar ia catástrofe. Pregunte V. M. á
los que entonces le rodeaban y le rodean tam-
bien al presente, qué esfuerzos hicieron para
impedir la revolucion de 1820 y para contener
el impetuoso torrente de sus progresos. Sola·
mente podrán responder que no eran revolu-
cionarios y que manifestaron en todas las oca-
siones los deseos mas honrados: ¡cual si las na-
ciones se salvasen con los deseos y sin actos
positivos y vigorosos por parle de los que go-
biernan!
))Abandonado V. M. por los que debieron
haber sacrificado la vida en las aras de su servi-
cio , luró la Constitucion ... y aun en tan críticos
instantes la ventura del pueblo fue el motivo
principal que os decidió. Durante el reinado del
sistema representativo quisisteis sacar partido
de las circunstancias para restablecer el órden
en el banderizado reino; mas por no haber ele-
ji do el camino con acierto, todo cedió al em-
puje de la revolucion, y V. M. vió el estado
sometido á los caprichos de la anarquia. Nece-
sario es traer á la memOria aquella época, por.
147
que no hay lecciones mas útiles que las del ¡n-
fortunio por poco que se reflccsione en sus sa-
ludables avisos.
ll¿ No es cierto, señor, que en med io de
los lormentos que esperimenló enlonces V. M.
recibió grandes consuelos de mano de los mis-
mos que ~e llamaban conslllucionales,.y que
en tan tristes momentos conocisteis la di~tan
cia que mediaba entre los verclaJeros amigos
del gobierno representativo y los secuaces de la
anarquia ? ¿ N () es verdad que V. M. se vió ro-
deado de ministros que le trataron COIl los ma-
yores miramientos, y que nO echaron en olvido
medio alguno de defender el trono de los em-
batea de la democracia, pues su deseo era que
V. M. reuniese la autoridad necesaria para res-
tablecer el órdeo? ¿ No es verdad que en Ma-
drid y en las provincias huho autoridades cons-
titucionales que se opusieron á todo lrance á 108
sanguinarios proyectos de los demagogos, que
sostuvieron la monarquia , que salvaron la vida
de V. M?
»V. M. sabe tambien que mientras duró
aquel tiempo en ,que los que se llamaban ser-
viles se contentaban con esparcir alarmas inú-
tiles ó tramaban proyectos insensatos de con-
trarevolucion, no faltaban liberales que os res-
148
petaban J y que arrostrando su propio peligro de-
f".;udidll vuestra real persona y deseahan dar la
latitud con vt'niente á vuestra autoridad. Qui ..
z~s sus ideas no estaban de acuerdo ni guarda.
luu armonia con las de V. 1\1.: quizás el de-
seo dd hien público y la impericia de! gob;er ..
lJO anterior á 1820 los habían cstraviado ; pero
la esrel'iencia moderó su ardimiento y contu-
vo su entusiasmo; y testigos del modo alar-
mante con que la anarquía desplegaba su funes.
ta influencia, hallábunse unidos de corazon al
solio constitucional de V. M. Y hacían útiles es-
fuerzos para conservarlo, para aumental' su
presli¡io.
»V. M. salió finalmente de C~diz y declaró
nulos todos los actos consumados desde el 7 de
marzo de 1820, mandando que volviesen los
negocios á tomar el rum bo (lue siguicl'on eu
1814, cUdwlo V. M. regresó ele Francia al suelo
natal. Os preguntaré de nuevo, seflOf, si des-
de vuestra salilla de Cálliz haheis probado Ull
sorbo de felicidad? es imposible.
nApenas llegasteis á Madrid, mudastei.
el ministeriQ alejando de vuestro lado al que
desempeñaba á la vez el empleo de primer UJI-
nistro y dirijia vuestra conciencia: 10 que hi-
cisteis en 1820 violentado por Jos tunudt04
149
de la eapi{al ¡le la monarquia (1), 10 repetis-
teis de nuevo volant:wiamente en 1823. El ,.;elo
ecsajel'aJo Ó el espíritu de partido de )015 que
rodeaban á V. M. supieron pintarle COn les
IDas nC'6ros colores al antiguo ejórcito, y á
cuantos no habian dado pruebas de 0ponel'se
á to.la clase de reformas: ej¡ decir ~ que tuvis .
teis y teneis por enemigos á una gran parte de
la meioo: !lO, V. M. no puede gozar del re-
poso mientras que no esté seguro y satisfecho
del amor de sus s\Jbditos, Las querellas de los
prill:.;ipales rninistros COIl las personas de l'<lllgO
mas elevado no pueden menos de af1ijir á
V. M: la penuria del tesoro siempre e~h¡jllsto;
la irritaciou que han querido inspirar á V. M.
constantemente contra los liberales; todos es-
to.., motivos y llmtos otros habrán llenad,) VUl'3 9
tl'O cúrazon de amargura, y no habreis rodillo
ser ven turoso.
)lEn nomhre de V. M. se han puhlica(~o
-decretos de sangre, yen nombre de V. M. se
}lail conducido nUllWl'osas víctimas all;uplieio.
AUIl cuando hubiesen logrado persuadir á V, 1\1.
(1) Una (It; Ll~ co:,diciones ecsijidas por lo~ mí).
tilles fue el destierro de D. Victor Saez , confesor
del rev
150
que es neces¡¡;,io usar del ¡íllimo rigor y que
se Succcdiln sitl cesar los castigos ejemplares;
aun euand,> vi vais convencido que todos los
llOmbres que suben al cadalso sen culpables;
debian al menos dárseles todos los medios de
defensa: ¿regocijará á V. M., le hará feliz la
croel necesidad de que corra con tanta abun-
dancia la sangre y las lágrimas de los españoles
desventurados siempre y siempre ¡enerosos?
»l y na obstante, seüor , que hd hecho vues-
tro gobierno? Dígnese V, M. ecsaminal' á fon-
do el estado de la nacion y observará que el
esp'íritu de sus Slíbditos se halla mas dividido
que un año hace, Hallareis que ·el partido ven-
cedor ecsaspera al partiJo vencido1 que este
amenaza al vencedor; porque los desórdenes le
hacen creer Una reaccion, no solamente posible
sino necesaria. V. M. notará que los hombres
de mérito son jeneralruentt' perseguidos Ó viven
solitarios y escondidos; basta el haberse dis-
tinguido en cualquier ramo para ser mirado
corno sospechoso y Como innovador. Vereis al
reducido ejército que en la actualidad ecsiste
mandado por lo Comun por jefes y oficiales
ineptos; las rentas en Un desórden escandaloso;
un gran número de empl<!auos igllorantes; mu-
chos dilapidaJores; la adrninistracion de justi-
151
cia casi abandonada, y todos los. ramos en la
mayor confusion.
»Si V. M. consulta á las personas imparcia-
les, si pregunta á los propietarios, á los arte-
s:tnos, a penas encontrará uno entre ciento que
diga que el pueblo ha ganado la menor ventaja
con la abolicion del sistema representativo.
Féicil es á V. M. convencerse por sí mismo de
estas verdades.
» Pero los conseieros de V. M. le didn que
los revolucionarios los tienen con las manos
atadas; que desean en vano ocuparse de me-
jorar el estado de la nacion porque los pro-
yectos de los conspiradores absorven todo su.
tiempo, de suerte que se tienen por felices
cuauJ.o led bastan las horas para descubril'los.
Los revolucionarios, al decir de vuestros con~
sejeros, pu!ulan en todas parles, y do quiera que
ci gobierno intenta tender la mano corren al
instante á contrariar sus miras.
l)No es estraño, süñor J que á los ojos de los
absolutistas se mullipliquen los cOllspil':ldores,
porque los moderados j' los Jernagogol:i son
para t,ll escaso entenJimiento la misma cosa, y
los unos y los otros enemigos de V. M. (1) De
-------_. -
(1) El superintendente jencnl de policia dil'ijió
152
esta r.j,mera el número es infinito; y no cahe
duda que á fuerza de imposturas, de calumnias
y tle persecuciones, lograrán aumentar I,os ene-
migos del gobicmo. Si son taH numerosos, si
sou lan incorrejibles como Se pregona en los
mismo~ decretos, si los rninistros han logrado
persuadirlo así á V. M., ¿ como es posilJle que
vivais sin inquietud, sin Una ajitacion con-
tinua?
»IIace ya mas de Un aflO que la Con~titu
cioD fue aholida, y sin embargo vueslro go-
bierno no ha sabido e l'ear todavia los medios
dt! sostener el órden público, y cada dia reinan
lllas desconfianza y mas temor. Esas condnuas
felicitaciones, esas prole~tas de morir por el
rey absoluto, tan Iicmej.lllleS á las que juraban
Constitucion ó muerte; esos batallones de vo-
en 4 de octrlhre de 1824, una circular reservada á
los illteudentes de po!icia del rtiuo, prescl'lhiélldo-
lcs que formasell y le rernitiesllu dos estados, uno
de t05 howbres y otro eL> laR mujeres, de tocIos 109
i!lcli~'iduos de su provin~ia ({lIe merezcan algnna de
la~ notas qUI~ mas ",hajo se espresan , de cualquier
sexo, edad v condieion (lue sean, L~s notas de qne
SI! tl'ata son las siguientes. -- Allicto al sistema re-
}ilCsclltativo, -- VolnlltJl'io lJa.:iunal de caballería ó
de iuLlllLaria. -.- ATtÍ el seuol' SUllCl'illtelldeute ecll ó
153
luntaríos realistas; esa resolucion de los ester ..
minadores de inmolarse en las aras de la tira-
nia j ese odio invencible :que :profcsall á las
formas r~rresentatívas; todo lo cual pinta y ca-
carea con tanto enfasia la Gaceta de ~l1adl'¡d,
¿ no son á los ojos del realismo una garautia su-
ficiente contra los revolucionarios? no: porque
se hall fornndo una idea verdadera de su Olí·
mero y de sus recursos.
)) Pero si no es a~í, si la situacíon del gobier-
no de V. M. e,¡ lan lisonjera como aparece en
las columnas de la Gaceta; ¿no será necesario
ocuparse sériamente en disminuir el número de
los enemigos, en calmar los áOlmos, en Con-
tener los partidos? ¿ no será necesario buscar los
en olvido á los de artillería, pOI'que tambiE'n los
hubo. -- Individuo de ulla compañía ó batallon sao
grado. -- Reputado por masan. -~ ConociJo por co-
mUllero.·· Tenido por liberal eC5altado. -- Por mo.
derado. -- Comp¡'ador de bienes nacionales. __ Secu-
lari~;¡llo.
Todos los individuos compl'endidos en las Ilotas
anteriores son sospechosos. Debe llegarse el pasa-
porte para trasladarse de un punto á otro, á estos,
á sus hijo~, á los criados ó dependientes de los mis-
mas, mientras no prueben la necesidad del viaje y
den la t¡auza correspondiente que respollda de Sll
couducta. Ademas los pasapo¡'tes ticnen ulla contra-
154
medios de conciliacion ? ¿ se quiere triunfar de
tan poderosa resistencia con la horca y las
halas?
»Tiempo es en fin de poner un término á
tan grandes infortunios, .Y de prop;.rcionar á
V. M. el reposo de que ha carecido por espacio
de tantos años. Alejad de vue~tra presencia á
los que intenten persuadiros que el terrer es
el único medio de restablecer el árdeo en Es-
paña. Nunca Se ha cimentado imperio alguno
de esta manera, y el gobierno que no ticne
mas camino para hacerse respetar que el del
patíbulo, es el mas estúpido, el mas inicuo de
sella que sirve para darlos á cOllocer á todas las au-
toridades~ á quielJcs d,;lJCIl presental'se como sospe-
choso~, )' por las que deben ser vijila:tos.
Nadie duda flue en estas indicadones se hallan
Coml)rendidos miles de miles de españoles. Si el mo-
narca (ijase los ojo .. en ellas, 110 podria menosdesus-
pirar al recollocer cuan gratllle es elllúrnel'o de los
enemigos de su gobierno. Pluguiese á Dios tIlle la
COtl3ecuc:lcia que sacase de la lectura de tales docn-
mentoi fuese cnlltraria al blanco que se han pro_
puesto los que los han hecho formar, y <¡ue el rey
conv,en:~¡¡\o de la irnflosibilid:ul de estermillar un
n1ínH~"o tan imponente de elltlllligos, Ó de Sf'meterlos
por el camino tlel terror, pl'ocurase atraerlos á su
balltlera adoptalldo una form't de gobierno qlle COll.
ciliase Los ánimos,
'155
todos los gohiernos. Casos presenta la historia
en que el castigo ha sido preciso, en que los
castigos han sido numerosos ~ pero aun enton-
ces impusiéronse las penas en un corto período,
y pronto vinieron la clemencia y la reconcilia-
cion á reemplazar á la severidad y á la justi.
cia misma.
» V. 1\1. sabe por esperiencia cuales son los
lientimientos que adornan á los verdaderos li-
berales, tan calumniados en estos di as : no ig-
nora las virtudes y 16s talentos que los ilus-
tran , que han sido la gloria de su patria y el
asombro del mundo en la guerra de la indepen-
dencia. ¿Que importa, sei'tor, su opinion sobre
la reJuccion del número de mayorazgos, sobre
la abolicion de los jesuitas y del voto de San-
tiago? Siempre se han hallado prontos á defen-
der la patria y el trono, y constantemente han
profesado el principio de que el órden público
es la primera necesidad de los pueblos, el cual
no puede consolidarse si los gobiernos no son
fuertes. No permita V. M. la persecucion de
sem2janLes hombres ... prestando por el contrario
oidos á sus consejos, y habrá dado un paso in-
menso para granjearse los ánimos y conseguir
los dulces frutos de la paz, que sembrando por
el reino la abundancia y el contento produci-
rán sus bendiciones.
15'6
» Entre los constitucionales ecsalt"dos en·
cuénlranse muchos de buena fe, que sIguieron
este camino los uuos por falta de luces, los
otros de esperiencia , y mucÍli:úrnos arrastrados
por el impetuoso torrente de la revoluclOn. Si
8e les hubiese tratnJo con miramiento, si se
les hubiesen dado esperanzas flilrd lo fUluro, nO
serian al presente enemigos dd gobierno; se
hubiera podido sacar parLitlo de un gran núme.
ro de ellos, porque ta m bien se Cll::mtan en sus
filas muy buenos empleados y cscelcntes oficia-
les. Mas se han visto perseguidos, se les persi.
gue aun; se hallan sin recursos y sin esperan-
zas, y necesariamente en vez de abjurar sus an-
tiguas teori"s, confírmanse cada tlia mas y mas
en ellas, al ver los infortuoios que ocasiona la
tirania: solo desean una ocaSlon de destruir el
gobierno para procurarse la subsistl~ncia y ven·
gar.-;e de los que los colman de Insultos.
»)Jamás en tiempo alguno hubo mas neces¡.]ad
que al presente de prudencia .y de luce; en lo:>
que gohicrnan, y nunca las pasiones qLle com-
})uten con furor y encarnizamiento al re,leJor
del trono de V. M" han hecho mJS difícil el
que la verdad pueJa penetrar por las puertas
de Vlll'slro augusto palacio. En semeiante esta-
do ~ seüor, cuanJa vos mismo quizJS no po-
deis forlllar un juicio ecsacto de la I"ev;)lu~wu
157
Y cId camino que ha de seguirse para terminar-
la, porque haheis padecido durante su curso,
y Como hombre no podeis estar libre de pre-
venciores y de reRentirniento~, es necesario
que V. M, oiga á hombres de opiniones distin-
tas , y que reciba los consejos de sus augustos
aliados, que no pueden serIe sOf:pechosos.
))Los espaüoles, señor, esperan de V. M.
la consolidacíon del órden de que tanta nece-
FiJad tienen y de que son tan dignos. La Euro-
pa desea ver terminada la revolucion de Espa ..
Íla , y sabe que para log'farlo es necesario con"
ciliar los ánimos, y que solo V. M. se halla
en el caso de con~eguirlo. Plegue á Dios que
V. ]\tI, adopte el verdadero call1ino para llegar
á tan deseado objeto, que goce de la paz y de
la veutura que ban huido hasta el dia del alcá.
zar real de Esp<Jfla , y que tan preciosos done.
del cielo caigan sobre todos los espa fJOl es .. ,
ESPAÑi\
J1 D 1IlL ~ a ~ rL ~ J!. a J!.~
110ft I\1. LUIS DE CARNE.
,
A D l'E R TE' e J t
Al traducir á Mr. Carné, hemos suprimi.
do la parte última que trala del reil/ado ad {(al
de la augusta Isabel. I,--'l /lutor la !m escrito
bajo la i1if1uencia de las pasioues del momen-
to, acalorada la il1lajirUlcioll con el tristísimo
cuadro que o/recia la Peníflsu!({ en 1836, cuan ~
do la discordia, la rerJUlncion T la guerra civil
se atropellaban Ilna en pos de otra j cuando la
primera vwrrzba el pU/in! , la segunda intelltaba
levantar la guillotina, .r la última acumulaba
le/ia en los bosques de ]Savarra para encender
TOMO IIJ. , I
hogueras illquisistoriales con su humeante tea.
Pint({ra tan lúgubre no conviene en los rislte.
fíos elias en que asoma su cabeza COI O nada de
hdagiie'-ws esperanzas la dulcísima paz.
Béstal7los solo aiiadir que hemos mUllenta·
do dosó tres citas para dar mas claridad f
estonsion al escrito del Sr. Carné.
~IE~IORL\S HISTORIC:\S
sobre
1 ,u ... , U
pon 1\1. LUIS DE CARNE.
La destruccion del antiguo ·réjimen esp:lñol,
atacado por Fernando el Católico con miras na-
cionales, y pOI' Cár)os V en el interés egoista
de su propia grandeza, habíase commmaJo al
comenzar el siglo décimo octavo. Esta obra
destructora, á la que tan ardientemente la Cdsa
de Borbon se habia consagrado., hab,ia sido tan-
1G4
lo mas f~cil cuanto, que esceptuando los ¡me ..
bias I,({,\'congw!os, cuya situacion escepcional
ct'pmdr(-:iIiOs mus adelante, el antiguo derecho
púi,tico delleino hispano no ecsistia ya sino en
las incoherentes COI11 piiaciones de los junbcon.
:mltos, todos consagr<1dos Ó somet,ídos al pouer
real. El único religro que se CClTe al demolrr
las ruinas, es el que nos aplaste su masa, y ni
aun este riesgo ecsIstia ya en España para la
nueva dlnastia ,\lorque las piednls tocab.m el
suelo y hahían perecido hasta las ruinas. Las
doctrinas Jel siglo inv:Jcheronla Península por
dos Caminos á !a vez: la íiicsolh é'n~i.lelijiosa
p c.:netl'ó en ella del mismo modo que el siste-
ma ,¡c!mmistratÍvo) UUÍtHIÍO y eculralista. No
r·ecci:¡;mos t'Sl'Cfltr aquí por qué estos dos ór-
denes de iJe<.ls se produjeron simuitáneamente
en guropa , lo que seria Hcil hacer Jesechando
la consecuencia que tantas veees se saca de su
pretendida y necesaria coneesíon: báslanos es~
tablecer el hecho (lue ponen fuera de duda las
P,;¿didas convinadas por el ministerio espaflOl
en el reinado de Cárlos III. Mientras que e¡:;te
príncipe (lesterraba á los jesuitas, reprimía la
¡'lql1ísicion y contenía la influencia de Roma~
dwÍa al mismo tiempo caminos y canales, eS.
tahlecia fábricas y asoóa~ior~es iudustriosas y
sabias, y el uúrnm'o \le la pobtaciou ,eombina·
165'
do con el de las producciones agrícolas, aumen·
tábase con tal incremento que esccde todos los
cáku!os.
Las universidades recibian entonces del po-
der ministcrial un impulso que imprimian á su
vez ,í la nobleza y al clero. El poeta Melendez
Valdés, destinado á morir desterrado en la tier-
ra de donde habían dimanado sus inspiraciones,
illtroducia la filosofia de la época, en su cu rso
de b~lbs letras de Salamanca. Las obras del
sabio Benedictino Feijoo propagaban las doctri-
nas económicas, que no tardaron en hallar en
Jov~~llallos y Cabanús elocuentes y hábiles in-
térpretes.
L<1 administracion participaLa de semejante
inQUf'llCia, ó por mejor decir era el centro de.
ella. Los condes de Arauda, de Campomanes .Y
de FloriJa Blanca, rivales en el poder, pero
discípulos de la misma escuela, seculldaban el
movimiento de la reoiganizar.ion adminislrati~
va, que era el único que podia devolver á Es-
paiw su importancia política; y las clases ricas
é ilu3tradas presentábanle un concurso, que es-
pEcan facilmente la necesidad de cultivar in-
mensas y estériles posesiones, y de hacer fruc-
tific:¡r los capitales, Ó hablantlo COn m<ls esac ..
titud, los metales improductivos de América.
166
El príncipe de la Paz siguió, segun la me-
dida de ~us fuerzas, un sistema que habia e-
chado raices Jemasiado profundas, para que
pudiese abandonarlo. Si elliien intentado por una
mano degradada .. no estuviese comprometido
por su orijen mismo, deberíamos reCODer que
la adminislracion de Godoy no careció siempre
de sistema y de ilustracion. Verificáronse ó se
intentaron diversas mejoras adminislrativas; y
pocos años antes de su caída, el favorito habia
negociado con Roma una bula para reguL.rizar
la venta de una porcion de bienes pertenecien-
tes á maDOS muertas, asi como tambien debia
sufrir importantes mudanzas el réiim~n de los
mayorazgos. La iufluehcia francesa y la alianza
con la Francia fueron mas que nunca la regla
del sistema interior, y la base de las lransac-
cionei diplomáticas. Desue que se verificó la
paz de Basílea , el gabinete español se mostró
aliado constante y adicto á todos los gobiernos
que se succedieron en Francia desue la conven-
cion hasta el imperio; y si aquella' intimidad
parecia estar algunas veces á punto de alter8rse~
Como el1 el rompimiento de la paz de Amiens,
y antes de la batalla de ,lena, la causa de tales
enfriamientos estribaba, no en los sentimien-
tos Jel pueblo espaiíol para con la Francia, ni
167
en los de ]a familia. real, sino en los intereses
personales. y en las variables preocupaciones
del príncipe de la Paz.
El prestijio que iba unido á la fortuna de
Napoleon , habia herido fuertemente la imaji-
nacion castellana: entusiasta y mística, y uuien'
do á su ardiente fe el fatalismo oriental, incli-
náhase bajo la influencia de aquella estrella que
no se habia eclipsado aun, Bonaparte se presen-
taba ademas en España Con el carácter que
constituyó toda su fuerza en Europa, y que las
naciones estranjeras comprendieron mejor que
la Frant:ia: la Península veia en él al ('efor-
mador del órden social, enviado por la Pro-
vi\iencia, á la espresion mas enérjica del mo-
vimiento, bajo el cual. se abismaba un tiempo
p3sado y caduco, y se abrian las puertas á un
nuevo porvemr.
El restaurador del culto era muy popular
entre el clero del reino católico: y el hijo de
la revolucion, símbolo vivo de la. igualdad ple-
bey a , el jefe de un poder intelijente y [unte,
habíase convp.rtido en la Península española. en
héroe y esperanza de todos los que aspiraban
á levantar su patria del. abatimiento en cJue ya-
cia, con la estirpacion de los abusos, de su
réjimen interior y la fecundacion de sus in-
mensos recursos. Cubierto con la púrpura im-
Hi8
perial) N apaleon era aun para los estranleros
el hombre de las ideas de 1789, que habiendo
sido coronadds, no pC'r e;:o habian perdido su
enerjia. El instinto público moslrábase indul.
jente con un despotismo que iba á destruir de
un golpe mas seguro y mas pronto los restos
(le la ¡erarquia anterior, y con el estableci-
miento de un sisl(;l11a de adminislracíon cen-
tral, pre¡::araba el :;uelo que mas tarde fecun-
darian los trabajos de la indu~tria y la liber-
tad política.
Con este carácter juzgaron á Napoleon, tanto
]a Alemania como la It:llia, y del mismo modo
Itillia que España. Ni las frecuentes lramgresio-
nes de su conducta al principio que representa ..
ha, ni los atentados mas culpables contra la
independencia de los pueblos, lograron borrar-
lo de su frente: y vemos en efecto que una
vez pasado el dia de la cólera, vuélvense sus
miradas á la gran tumba de santa Elena. Por4
que sobre aquella roca, donde el Prometeo del
mundo político espió sus errores J yacen unas
cenizas que son á los ojos de Europa la señal
y la prenda de la organizacion unitaria, ci·
menLaJ" sobre la igualdad civil y la libre con-
currencia I á la cUdl liende, sino Como á un
objeto lle!lllitivo, al menos como á un prlNcl"
pio UC lodos los progresos.
169
La Alemania dUl'unte su ardiente reaccion
contra el sistema frances,ha podido muy bien,
en medio de sus sábias y solitarias meditacio.
nes , fundar una escuela histórica con el objeto
de reanimar á la antigua Eurúpa, debilitando
]a pretendida esterilidad del órden admini:.lrati-
vo y constitucional bajo la viciosa veietacion
de" las anLiguas franquicias y de las instltuci0nes
provinciales, contemporáneas de la nacionali-
dad primitiva: pero todo esto solo tiene im-
portancia en los libros, porque el movimiento
europeo se verifica en sentido contrario á este
movimiento. Fácil es pues despertar grandes
recuerdos y hacer progl'esos en la ciencia ar-
queolójica; mas es preciso resignarse al estado
de la política y de las aficiones actuales.
Nos ha sujerido tales reflecsioncs la lectura
de una obra recientemente inspirada por la si-
tuacion de la Península (1), que nos parece ha-
ber desconocido de todo punto el espíritu emi-
nente de su sabio autor, engañado por las me ..
moria, de su junventud y por las preocupacio-
nes escolares. Fúndase en la idea de que baro-
(1) De la ESPalia. Consideraciones sobre su si-
tuacion pasada ~ presente y futura ~ por el baron
d'Eck.stein. 1 tomo en8."
170
nes muy ilustrados y de suma inGuenc¡a en Eu-
ropa, confiesan que no obstante los adelantos
superficiales y el barniz moderno, ecsiste vio-
lentada y comprimida una antigua EspafHl an-
terior al r(únado d¿ la casa lIe Barban, y de los
príncipes austriacos, en la que vive todavia el
espíritu heróico de los vencedores de Boabdil,
y el espíritu provincial y altivo de Bravo y'de
Padilla Infiere de aquí que el principio de los
infortunios del reino hispano es la funesta é im~
posible aplicacion del método frances succesi.
va mente ensayado por los constituyentes de
Rlj'ona en 18.08, y por los constituyentes de
Cádiz en 1812) resucitados despues en el reina-
do de Fernando, durante los tres años del réji-
men constitucional y el gobierno de la reina
rejenta, por los afrancesados y los liberales.
Semejante opinion es á nuestro entender entera-
mente opuesta á la verdad> y antes de entrar en
la targa enumeracion de los hechos debemos
ilustrar rápidamente esta cuestion que los do-
mina todos..
( La antigua organizacion feudal de España,
re~ibió un golpe decisivo en la guerrr. de la in-
dependencia. La insul'reccion de 1808, flle el
úllimo suspiro de las viejas edades, a8Í como
la emigraciou habia sido entre nosotros la últi·
ma llamarada de la caballería y de la nobleza.
171
Los diversos reinos de la Península enteramen·
te abandonados á sí mismos hallaron algunas
chispas de vida de donde s:~lieron las juntas de
insurreccion de las provincias; pero el movi-
miento era á los ojos de todos tan impotenle,
que la primera y la m3S universal necesidad
fue la de una aUloridad fuerte y central, y de
ella dimanó la creacion de la junta suprem 1 que
dominada á su vez por las ideas contelll poráneas,
despues de haber intentado contra ellas una inú-
til resistencia, terminó su carrera Con la convo-
cacion de las córles de C:í.diz,
Así nació el espíritu de los tiempos moder-
nos en las circunsti:locias que parecian deber
serie menos favorables, y la Constitucion de
1812 fue el resultado de un movimiento en el
que el pueblo y el clero reanudando la larga
alianza de las guerras sagradas ejercian aun
heróica y decisiva preponderancia, porque
cuanto mas fatal es la ley que im pele las nacio-
nes á nuevos destinos, tanto mas imposible es
reanimar el tiempo paSadO.,3un cuando se pelee
en su nombre.
El reinado absoluto de Fernando VII, el
sistema constitucional y el gobierno templado
de Cristina han estado de acuerdo en un solo
punto, es decir, en que todos han aspirado á cons-
tituir una España unitaria, sometida á una mis-
172
rna lejislacion civil y política. En semeillnte
cueslion el absoluLÍsmo profesa en la PellÍnsula
las mismas ideas que el liberalismo mas ecs<)tta-
do, y D. Cárlos JtIrando h~ljo el iÍrbol antiguo
de Guernica los fuerus de Vizcaya, representa-
ba con toda su piedad un papel que no se con-
forma de modo alguno con los principios por
cuyo triunfo combate.
En ninguna parte, sino es en las cuatro
provincias vascongadas, se manifiesta un jenio
verdaderamente distinlo y local en lo (IU(~ Con-
cierne á los votos políticos. El lipf) orgulloso y
severo de los aragoneses, tal como resplandece
en los escril.os del cronista'Zurita ; !a vida gnm-
diosa de Castilla; el carácter emprenuedor de
Cataluña debido á su contacto con la raza pro-
venzal, y con las naciones marÍli mas y el espí.
ritu vivo y democrático de los valencianos; con-
fúndense en teorias uniformes y en simpa-
tías comUnes. De un estremo á otro del reino
las pasiones repiten el mismo santo y se hallan
igualm~nte desnudas de espontaneidad. Los ase-
sinatos se han succedido en Aragon yell Castilla,
y Málaga se ha manchado en los mismos críme-
nes dominaJa por un yugo igual al que pesa sobre
B .. Il'cclona. Parécenos una estraña ilusion el bus-
Clr en las juntas populares que derrocaron á su
turno á los ministros Toreno é [sturÍz, algunos
173
recuerdos de la ¡unta santa de Alava y de la
lJoble guerra de los comuneros contra Cár-
los V (1). Estas juntas ohedecen el impulso me-
nos espontalico del mUlJdo , el de Ulla lojia ma-
sónica, Ó el de un comité central, y han triuo-
fado en sus propósitos mucho menos por sí mis-
mas que por la desorganizacion universal; y aun
así no se han creído bastante fuertes para asistir
'sin disolverse á su propia victoria. Podemos por
otra parte tener por seguro que si )a Península
p~"oclamaEe alguna vez la república, su primer
cuidado seria decretar que fuese una é indivisi ..
ble. No se hagan en est~ p:Hte ilmion los espa.
ñoles, ni insulten los manes heróicos de 103
com u neros con rid Íc uli:'s farsas.
Mas no porque )a era del federalismo haya
pasado en España, queremos decir que sus
gloriosos recuerdos de ¡arán de fecundar en ella
las almas. No hay pais alguno en el mundo
(1) ~,Esta variedad en el oríjell de las provincias,
esplica el espíritu de las juntas que se despierta en
este rais, bJjo fMmas fácilmente independientes.
Sobre tal punlo para comp,"ende¡r el es~ado actua 1
de esta uacion destillada á confundir. mas de una vez
todas las previunes de la sahid,uria europea ~ es lIe.
cesal'io interrogar constalltemehte lo p'ásado." (De
E'~1)m1a etc.)
174
donde los hijos comprendan con mas eCI'nctitud
la gloria de ms padres: este noble culto puede
conservarse hajo un buen réJimen administrati-
vo mucho mejor que en el caos en que se ha
visto abismada EspaiJa.
Caracteriza nuestro siglo la distincion bien
marcada de la vida ideal y de la vida práclica,
pero de níngun rnodo el sacrificio de la prime-
ra de las dos ecsistencias á la segunda. Conce-
deré de muy buena gana á Jos enemigos de la
administracion francesa, sabios restauradores
de la enterrada nacionalidad, que lo que ellos
llaman Con mucha razon nuestro réjimen de
bufete y de abogacia, no habla al alma, ni en-
ciende sublimes afectos: pero permitan me que
¡les diga que nuestro réjimen no prohibe recur-
rir á Qtros manantiales y que pueden tenerse
en bueQ órden los negocios, la agricultura yel
comercio floreclentes .> la policia bien servida y
en hacienda sumo crédito, sin renunciar por
eso á la reli¡ion, á la poesía y al patriútismo.
Pertenece sin duda á la medianía, la virtud
de dar valor á las tierras y llevar regularmente
las cuentas.> pero es muy esencial en la vida y
compadezco á los poetas á quienes el cielo no
la ha concedido juntamente con los dones mas
.preciosos que les ~an cabido. Con mas motivo
compadecerla á una nacion populosa, si para
175
con~Hvar su pintoresca fisonomia se privaha de
este beneficio esencial de la ccsistencia de la
sociedad.
Tal es la obra del réjimen administrativo,
tal es el principio de su poder y de su univel'sa-
lidad. El voluminoso ]]oletin de las Le)'es es,
lo confieso, una lectura muy insipida , pero si
se introduce en Espaüa no por eso desterrará á
Calderon , así como el Lill de reforma) que es
el primer paso de Inglaterra fuera del órden
histórico, no perjudicará al antiguo Sbakspeare.
Los resorles complicados de la orgal1izaciol1 ad-
ministrativa representan un estado social en
ql,le las relaciones de los hombres entre sí tien-
d~n á multiplicarse hasta lo infinito; y es nece-
sario que la dccíon reguladora, poco sensible
~ondereinan conocimientos menos complica-
dos y medios menos densos J si puedo espli-
cafme a~í.,/ ~slé siempre y en toda~, partes pre-
seote. :¡, ,
Napoleon comprendió con su maravillo;a
i,l¡lteIijeucia cuáles eran en esta parte las necesi·
dad~s de España. Mas las turbulencias y los es-
cándalos interiores espusiéronle á una lenta-
cion que fue el odien de todas las calamidades
~el país" yal propio tie~llpo de sus propios in-
fprtQoios •
. /,fuvo razop sin duda en querer continuar
176
mas "lhi de 10'1 Pi .. illPos el sistema de LtJi~ ~VI
que JlIélS I'S tlll a('~ioma que un sÍstem.\; pero
lHlhía~"(·le vendido Godoy; la perspectiva de
una solwI'3nia en los Algal'ves hahia estimulado
su ambicion, y si se lHlbiese acelerarlo á mos-
trarse ecsijeute, el empel'ador }mbiera dobla-
do su popularidad dando con la caida del f1VO-
rito la satisfaccion que reclamaban á la vez el
honor de los tronos y el voto de los pueblos.
Cárlos IV no entendia como pudiese contrariar_
se al gran monarca que le enviaba ta n preciosas
armas de ClIza, y la faccion del príncipe de
Asturias únicamente aspiraba al triunfo para
entregarse á él despues de la victoria. Fernan-
do escribía al emperador desde el palacio de
Jos rey~s católicos cartas concebidas y redacta-
das con una humildad de antesala, implorando
primero de su mano una esposa, y despues po:"
niendo á sus pies y á su"arbitrio la carona que
acababa de ceflirle la insurreccion de Aran-
juez.
Napoleon ocupando la Península con cien
mi I llOmbres, en virtud del tratado para la
espedicion de Portugal; mandando en Madrid
por medio de su embajador; respetuosamente
solicitado para que uniese su sangre á la de los
reyes católicos, nO tenia E'viJentementé sino un
interes y un deber. Necesario era aprovecharse
171
de aquella ocasion tÍnica para ejercer una m·
fluencia saludable y decisiva sobre el destino
de la nacion , que tan noblemente se confiaba
á su buena fe y á su~ armas: necesario era
convertirse en rejenerador de España, uniendo
al concurso del poder real las reformas que S6
han ecsi ¡iJo despues á la libertad con mas pe.
ligro y menos écsito. Tal fue su intcncion pri-
mera: todos los documentos contcmpodncos
lo atestiguan, y el alentado de BaJona es de-
mélsiado criminal para que la historia afiada al
delito en sí mismo el de una larga pI'eruedita-
cion.
Dl:!sgraciaJamente el emperador recibió in-
formes incompletos; 110 comprendió la revolu-
cion de Aranjuez, que lejos de perjudic<ll' á la
influencia francesa hubiérala consolidado: y al
ver al miedo y á la imprcvision d;fel'ir á sus
invitaciones con una milagrosa imbecilidad,
embriagado con un écsito tan fá cil y tan ~e.
guro, llse atrevió á herir desde su altura, como
la Providencia (lue remedia los infortunios de
los mortales pOl' medios algunas veces violen~
tos y 8111 que la detengan los juicios huma-
nos (1 )."
(1) l\1emurial de S anta Elena. Junio de 1812.
TOMO 111. 12
178
Entre todas las pnwlH1s quP la l'orfUlHl re-
sprva á los IlOmbres gran.k,; , la l1l¡í'; ppli:.;rosa
es la facili.lad de ahusar de su poder. Na(lI1leOIl
suc u ni bió á ella, cuando I a vIsta de al lIe1la .. IJi-
jl!la í'alUdia de!.}!a ha hale inspirado pieJad,
t ranquiliz,íodole cOIupletamente sohre los peli-
gros 'lue solo afectaba tf'n1l'l' antes para com-
prar.:!! dl:l'ecllo de prevenirlos.
En vano el ministro de negocios estranjeros
en una memoria presentada en Hayona le decía
que »)\a dinastia que gobernaba la España se-
ria siem pre pOl' sus afecciones, sus recuerdos
y sus terrores, la enemiga encubierta dI:' Fran-
ci'}, y que solamente seria una amiga sincera y
fiel cuando un interes cOlllun uniría á ambas
casas reinantes (1 )." Napolcon no podia mirar
con seriedad tales causéiS que sirvieron de pre-
testo y Utl de móvil á su conducta.> porque ha-
bia visto á Cárlos IV y á Fernando, pl'Ítlcipes
tan poco HOl'bones, segun la observacion de
Escciquiz al emperador, que no Rabian la dIle-
rencia que mediaba entre M.me de Montmo-
rency y las nuevas damas de la emperatriz.
Mas todü estaba ya consumado en su pensa-
(1) Memoria del 22 de abril comunicada al sena.
do el 4 de setiembre.
179
miento, porque el jcnio de la polílien hubia
callado delante del d~mnnio de la amlm!lOu.
»Cá"los IV había p,:rdído el prestiiio entre
Jos espailoles, dijo de:;(llleS al des¡wrta,' los
amargos recuerdos de a,:¡udlil ép:)\~a de su vida,
y bubierd sillo nec~~al'Jo que F'1~rl1<l/¡.Io ¡ler-
diese igu:,dmente el suyo. El plan !lHS di~llU de
mi, el mas seguro para mis proyectos era una
especie de me,IJacion semcj'lllle á la de Slliza:
hubiera debido dar una CousLÍlucíon Iibe!"ll á
la nacion española y encargar á Feruando el
ponerla en práctica. Sí la hubirse ejecutado de
buena fe, 1,1 España hubiera prosperado, y pués.
to~e en armonía con uueSI ras nuevas co~t um-
bres; el grande objeto quedaba conseguillo; la
Francia adquiría una aliada Íntima y Un aumen-
to de poder verdadllramente formidable. Si
Fernando por el contrario f.:Iltaba á sus nuevoS
empeilOs, los espailoles misUJos hublerall velli-
uo á solICitar que les diese ot,·o Illonat-ca Esta
desgraciada guerra me privó de mis l'eCursos y
ue mi crédito en Europa: y fue la caUSa prime-
ra de nuestras calumidaues (1 ).'}
Cáusanos placer el oir en la boca de Na-
poleon esta alta y brillante confesion de los
(1) Memorial de Santa Elena. Junio 1816.
lHO
11 PC hos, que el inforl unio lJacc (l I ¡rnio , en re.
compellsa de lo que le ha quit.a,lo. l\1as convie-
ne coloear:,c en el punto (le vista de un e~pa.
1101, para llorar incumnlemente este crimen,
<lue fue para su anlor Una f"lta inmensa, y para
sus víclimas un manantial inagol.lble de calami-
dades. Si queremos penetrar en el oríjen de los
males actuales de Espaüa, debemos en efecto
remontarnos á la guerra de la independencia
por lejítima y gloriosa que sea. Aquella lucha
detuvo el movimiento de las ideas francesas en
su (lplícacion práctica, dejando á ¡(lS córles de
CáJiz que siguiesen la parte teórica y vaga.
Tan sangrienta lid no reanimó, á la verdnd,
el cadáver de la antigua Espaliíl; ni fue la som·
hra de sus gl·¡mdes Justicias la que se apareció
á los heróicos defensores de Zal"lgoza : mas .lió
á las masas populares una preponderancia es-
horbilante , de que han abusado succesiva-
~lt;!l~t; t?n filvor lle\ }Jouer absoluto y de la anar-
quía; inspiró al clero una opinion ecsajerada
de su influencia, y colocó á las clases ricas é
ilustradas, que haLian sido mas ó menos favo-
rables á los fl'é:lnceses , en una especie de situa·
cion escéntríca en el seno mismo de la nacioo.
Tuvo principalmente por resultado, el desar-
rollo en las poblaciones rurales de la afieion á
la helóica vagancia, contra la que lucha por
181
espacio de tan largo tiempo la Península ibera.
J~a resistencia fue enteramente espaüola: un
partido ha osado decir que fue de todo punto
monál'(luica, porque el pueblo pronunciaba con
amor el nombre del cautivo Fernando: olro
partido ha creído que fue solamente liheral,
porque se verificó en el reinado de las córtes
constituyentes, y porque salió el pacto de 1812,
cerno un brillante meteoro, de esta lucha en-
earnizada contra el capitan mas poderoso del
sig·lo. Me atrevo á decirlo á España: los recuer-
dos ,le la guerra de la independencia} invoca.
60S á su vez en el sentido mas opuesto, no han
dado en ella mas fruto que el de inspirar á los
pueblos un orgullo indecible y un odio á los
estrnnjeros, que no guarda armonia CGn los
empréstitos contratados por sus representantes.
Esta es la verdadera piedra de tropiezo. No obs-
tante lo impregnadas que estaban las córtes.
en las mácsimas filosóficas y gubernamentales,
trasportadas de Francia y de Inglaterra, cre-
yeron haber levantado una obra verdaderamen-
te cspaüola} y á esta funesta persuasion, mas
que :.í otra causa cualquiera, se dehen las rea-
pariciones succcsi vas de un código incoherente
é inaplicable. ~i los espaflOles hubiesen conoci-
do claramente que en vez de ser orijinal era
un zurcido de la .Constitucion del 91 , con al.
182
g¡¡II:'~ 1'('1:1705 de BerJthaQl y varios testos de
JH~ l;ar'lil{(~ , no se hubieran ecsaltado por aquel
códit; o) urúeuJo su memoria á los recuerdos
mas gloriosos y mas durables que sus pájinas.
{,as naciones tienen rara vez. dos caminos
para IleMar á un mismo. punto; y cerrado el
que Napoleon sen.alaba á Esparla desde Santa
Elena, abrióse delante de ella una dilatada cal""
rCl'a , por donde marchó siempre sobre un tcr-
reno f(llso, porque se hahia violeulameule in-
terrumpido el órden natural de los aconteci·
mientos y de las ideas .•
Obró sin duJa con nobleza,. pero sin, renec-
sion al hacer frente á una lucha terrible, cua-
lesquiera que hayan sido las consecuencias polí-
ticas; y guárdenos Dios de discutir la cuestion
de si des pues del insolente atentada de Bayona,.
la España debió ó no aceptar al rey José. '. para
vol ver á tomar la senda que desde entonCes. no
podia seguir sin rubor. Gr,an número de espa ..
ñoles" en quienes brillaban las. luces y la noble ..
za del corazon , fueron de este dicta.men; por·
que si algunos viles ambiciosos se asociaron á.
la fortuna del príncipe llamado intruso" conto
tamLieu en las filas de 5U bando hombres. emi-
nentes , '-lue leniemlo delante de 10ft oio~ los fu·
turos peligrús, quisieron hacer á Sl.\ patria un
sacrificio pr:ohihidu á las naci!;mes y á los eiuda-
283
danos, el de su considcracion personal. Darles>
la 1'3<:011 y creer que un movimiento admirable
de enel'jta universal se haya de perder entera-
mente para el porvenir de un pueblo, seria
blasfemar del heroismo y someter el entusias-
mo <Í nn peligroso analisis. Confesémoslo pues:
nó hallamos en la historia de las naciones mo~
demas cosa alguna comparable á la contl1ocíoll
de un pueblo entero, que herido en el corazoll
por su huesped y Sll amigo, se levanta frente
á frente de sus batallones Con Ulla sombria una-
nimirl<ld, desde las Rocas de Asturias hasta las
moutaiias de Ronda, como la mar en su Hu jo,
cuyas olas se adelantan y se enlazan con una
armonía sublime. EcsisLe un hecho, sin embar~
go", que la Europa debe conocer, y que Espa"
Íla cOIl(iesa COn dolor j y siempl'e en secl'eto,
cuando los tormentos que esperimenta por es·
p,lcio de veinte aflos le causan insufribles ago-
líi IS. Cuando el entusiasmo que despierta la
memoria de 1808 se apaga ante las mis~ria[, del
dc~tiel'ro que abruman por turno, por decirlo
a,ji ) á los partidos, destruidos estos por un des-
pOlismo sin íntelijencia y sin alma, horroriza-
dQ'l aquellos con el terror de las revoluciones,
y cousiderállllolos siempre estériles, interrogan
y se preguntan á sí mismos, si la Constitucion de
13ayona ejecutada por un príncipe estranjero
184
que tanto inleres tenia en hacerse popular; si la
uníon íntima de la Espaila y Jel imperio; su
estrecha asoci.acion á nuestra gloria y á nuestra
prosperidad, hubieran preparado mejor destino
á su patria. Si estudiarnos Con cuidado la Pe·
nÍnsula J si indagamos el interior de los proscrip-
tos que ese sucIo volcanizado nos arroja en tan-
.to número, sorprenderemos este pensamiento
en las alma5 mas fuertes, y semejante revela-
cion es sin duda un rayo de luz que nos alum-
bra para juzgar lo pasado y lo fuluro.
L~s arterias de España palpitaron manifiesta-
mente durante aquella crisis, como las vísceras
que la ciencia observa con el escapelo. Con un
so]o golpe de vista se vió la enerjia vital de su
constitucion, tal como era, y la inercia de es-
te órden social, en el que las apariencias del
poder absoluto recobraban solamente la impo-
tencia.
El primer grito lanzado en las gargantas de
Oviedo, refujio antiguo de la independencia,
con la noticia de las violencias ejercidas en la
capital de la monarquia por Murat, el funesto
día 2 de mayo, propagóse como el eco de las
montañas por Galicia, Leon, Sevilla, Granada
y por toda la Andalucía y Estremadura. En un
nles se levanló España entera, sin distincíon
de edades ni de clases; y debemos reconocer
185
que en esta parte el último historiaJor de tan
grandiosos sucesos, dejando al clero la larga
parte que le compele en la resistencia en que
tanta parte tomó, pero de la que no fue el mó·
vil, ha rectiticado varias opiuiones equivocadas
y seclllarizado , si eS permitido hablar asi, la
guerra de la Península.
Confesemos sin embargo, sin rebajar la an-
tigua grandeza de este espectáculo, que lo man-
charon abominables crueldades. Sin traer á la
memoria los asesinatos de Valencia, los que
presidió por espacio de dos cEas un tigre con
rostro humano, y cuya memoria no debe en-
Jazarse en la historia contemporáuea sino á la
del 2 de setiembre, es demasiado cierto, que
en un gran número de provincias, la declara-
cion de independencia coincidió con la matan-
za de los franceses, de sus partidario~ supuestos,
y muchas veces de las auLorillades nacionales ..
que t:in oponerse al movimiento, intentaban
ordenarlo para que fuese mas seguro el écsito.
La sangre africana de la Península hizo enton-
ces, bajo el estandarte del patriotismo, ese lar-
go aprendizaje del homicidio, que no ha olvi-
dado despues bajo la bandera de las facciones.
J.lO que principalmente caracteriza el levan-
. tamiento de Espaila , es que en todas partes se
ve al pueblo en la escena, y que todos se con-
186
vierten en pueblo en <lquellos terribles momen-
tos. El pOIJel' es nulo: no ecsisteu lilas rentas
que los reCursos f'ccihi(los tle América, y las
fuerzas l1laritimas solo se hallan en el papel.
En CUanto al ejércto es valeroso, porque ¡)<~r'
tenace lamoien al pueblo; pero casi siempre
es Latido, porque sus jefes no poseen el ins-
tinto del mando y porque carece de discipli-
na. Eclíp"ilse com pletarneote delante de las
huestes británica,>, y las nubes de guerrilleros
y de somatenes, hi¡m osados. de Navarra y de
Cat;¡!uña J que contrajeron ontonces el peligro-
so amor :i la vida aventurera, que eS UIlO de los
mayores obstáculos para la accion de los poJe-
res rc¡;ular·es. en la Península, eclípsanse lam-
bien.
Para formarnos un bosqup.jo de las ideas
de gobierno que hlbia en I~sp:lrl1, bastará
dar cuenta de lo que fue la junta suprema,
reunida prhlero en AraniUt~z .Y clespup.s en Se-
villa. Allí bntlabau, cargados de trabajos .Y de
silos, los despojos del reinado de Cirlos lB y
de la escuela filosófica, Florida n:a!lca y Jove-
llanos J el célebre escritol" Qllintall-l, y (1011
M,trtin Gar,j'y. Otras leiíttlllas reputaciones des·
collalnn tambíctl all1 en medio de los gramles
de Espaila, de los a!tos dignatarios, del clero'
y de los hombres que mas i tu portancia se ha.
187
hian granjeado entre los miembros de las jun-
tas provinciales. Sin embargo, ni un plan ba-
hilmente estableciuo, ni una iclea fecunda sa-
lieron de aquella reunion COIl lanlas dificulta-
des formada, y eiperalla COIl tanta impaciencia.
La junta dominada por el espíritu Je rutir.a y
sujeta á t0das las viejas fórmulas, despuc5 de
haberse decretado el tratamiento de majestad,
y c<lncedido á cada uno de sus individuos el Je
escelencia con el sueldo JPo seis mil duros, ~on
el dtrecho tle ornar su pecho con una grande
placa que representaba ambos mumIos , pareció
meno~ ocupada en 0rt;anizhr t'jél'citos y crear
recursos, que en disputa!' la suprenlacia al con·
sejo de Cai-.tilla y enlabiar COIl él negociHcio-
nes. Esle último cuerpo conservador celoso del
estado de la anarqllla legal., en virtud de la que
acumu[dba las atribut:iones politicas, admil1ls-
trativas y judiciales., tan mal deslindi:l'bs co·
1110 poco conciliables: campo alriuclter::tdo de
todos los abusos, poderoso por éU nu:nerosa
clientela y su invencible terquedad, y cuya
conducta fue Jespues mas que alll blg ua á la
llegada del rey .José á Madrid, se halló súbita-
.mente resucitado por la in'lurreccion á la sali.
da del postrero de la capital del reino hispano.
l\'las distinguían d lev:lutal11ienlO ¡el auda-
cia y el ansia Je emprender, que le ocasiona-
188
han contÍnuos vértigos. No teniendo cuenta ni
con el lento proceder del conse jo ni con HU
gótico protocolo, la in:mrreccion tenJia á la
soberania popular .. y las mas veces para con~
tenerla, el consejo no sabía otro,> medios que
el reconhtr los Jerechos supremos (le las cór·
tes. Tamhien daban esee gnto desde su seno
las juntas provineiales en cada circunstancia
delicada, y cada vez que Ee coligaba el poder.
El gobierno central afectaba reunir el sobfna~
no mando, como repre~entante á la vez d(~ Fer-
nando VII, y de la asamblea suprema de la na-
cion: las juntas locales se lo nega ban , dispu-
tando vivamente sobre si era ó no lejítima se-
me)ante representaclOu, del mismo modo que
se negaban en Francia los derechos políticos
del parlamento cuando pretendia suplir los es-
tados ¡enerales. A~i es como una idea nueva,
asalwba en todas parles las imajinaciones , co-
mo una nece,idarl impcrio,m, rr.ientras que la
allli3u~ rnaiistratura r~prescnLada por el conse-
jo de Castillél , aspiraha á sujelar la reyolucion
á su paso, á manera de los bu,~yes (lue ¡¡reten.
Jiesen arreglar al suyo e\ rápido movirniento
de una nÚluina de vapor.
Co,ll¡H'enderÍamos mal en efecto el pronun·
ciamieuto de 180'3, si illlenl<lscmos reducirlo
á la cuestion única de independencia. Esta fue
189
sin duda la que puso las armas en las manos de
la mucllellumbre; mas sin hablar de las clases
ilustradas, cuya tendencia política llemos ana-
lizado ya, es cierlo que en el seno mismo
de las masas populares fermentaba en aquellos
momentos la necesidad universal de reformas.
Sentíase con mas dolor que en olro tiempo el
abatimiento de la patria, y sin curarse mucho
de los medios deseába~e sin embargo curar sus
11eridas.
AcompaiJó, dice el conde de Toreno de
acuerdo en este punto Con todos los historiado-
res de la guerra peninsular, al sentimiento uná-
nime de resistir al estranjero, otro no me-
nos importante de mejora y reforma. Cierto
que este no se dejó ver ni tan clara ni tan uni-
versclmente como el primero. Para el uno so-
lo se requería ser español y honrado; mas pa-
ra el otro era necesario mayor saber que el
que cabia en una nacion sujeta por siglos á
un sistema de persecucion é intolerancia pulí-
tica y relijiosa. Sin embargo, apenas hubo pro-
clama, instruccion ó manifiesto de las juntas
en que lamentándose de las mácsimas que lla.
hien rejido anteriOl"menl e, no se diese indicio
de querer tomar un rumbo opuesto, anuncian-
"do para lo fUluro ó la convocacion de córtes,
ó el restablecimiento de antiguos fueros, ó el
190
desagravio de pasadas ofensas. Infiérase de aqui
cual seria sohre eso la 0ril1lon ¡eoeral, cuan-
do 118i se espresaban unas autoridades, que
compuestas eu su mayor parte de individuos
de Clasl's pt'ivilejiadas, procuraban conlener mas
bien que estimular ilquella jeneral tendencia.
Asi fue que por sm pasos contados, se encami-
nó Espaiw á la reform'l y mejoramiento, y con-
gl'egó sus córtes sin que hubiera haLido que es·
cuchar los consejos ó preceptos del estran-
lero (j )!'
No obstante, las atribuciones mal dEfinidas
y f3oco conformes de la antigua representacion
nacional en lú8 diversos reinos de la Península,
la memoria de las córtes se conservaba en el
fondo del derecho ptíLlico , como su principio
vivo y rejenerador. En todas partes resenaba
su nombre. Pronunciába)o el soldado bajo la
tienda de campaña, el guerrillero en las mon~
tañas, el pueblo en las plazas públicas: la pren-
sa cuya aceion dejábase percibir por vez pri-
mera en las imajinaciones vírjines y ardientes,
repetía esta palabra mi5terios~ como un grito
de esperanza y de salud; y á cada nuevo pro-
(1) Historia del levantamiento, guerra y revo~
lucion de España, por el conde de Torcno, lib. !&. o
191
greso del enemIgo este grito se hacia mas im-
poncnl e y mas im [Jerioso.
Cuando una idea se convierte en santo y se-
i'1a, y cuando el pueblo la repite sin cOlnpren~
derla, su triunfo es infalible y está cercano.
Mientras que las provinci¡¡s meridionales no
fueron invadidas, la junta central tuvo bastante
crédito para diferir su convocatoria que debia
seüalar el término de su vida política. Mas al
instl1r;te que la paz concluida con Austria d(~s·
pues de la campaña de 1809 permitió á Napo-
leon lanzar contra la Península sus lejion€s vic-
toriosas, conoció la junta que para resistir al
lluevo torrente requeríase Una inmensa fuerza
moral, y las córles fueron como el último
ejército de reserva que la junta arrojó contra el
enemigo, al abdicar sus poderes.
nEspaüoles, dijo al ordenar la convocacion de
las córtes estraordinarias y constituyentes para
el ¡. o de marzo de 18/ O, la Providencia ha
querido que en nuestra terrible crisis, no dié-
seis un solo paso hácia la independencia sin pro-
gresar tambien en el camino de la libertad ...•
El primer cuidado del gobierno central á su
instalacion fue anunciaros que si la espulsiun
del enemigo era el primer objeto de su aten-
cion } la prosperil\ad inlerior y permanenle del
pais seria el principio importante. Dejarlo huo-
192
dido en el diluvio de abusos consagrados por el
poder arbitrario, hubiera sido á los ojos de
nuestro gobier-no actual un crÍmen tan enorme
como el de entregaros en las manos de Bona.
parte. Por esta razon cuando las turbulencias
de la guerra lo permitieron, hizo resonar en
vuestros oidos el nombre de córtes que fue
siempre rara vosotros el antemural de la li-
bertad civil y el trono de la majestad nacional:
nombre pronunciado hasta el presente con
mtstel'io por Jos sabios, con ,desconfianza por
los hombres de e,taJo y con horror por los
déspotas; pero que será desde hoy en España
la base indestructible de la monarquia .... Esta
augusta asamblea será un inmenso é inestin-
guible volean del que manarán torrentes de
patriotismo para vivificar estos vastos reinos,
inflamando los e!'píritus en el sublime entusias-
mo que constituye la salud de las naciones y la
desesperacion de los tiranos (J )."
Estos no son lugares,comunes de los tribu·
nos inflamados por la embriaguez revolut;iona-
ria : el manifiesto desciende de un cuerpo en el
que dominan el espíritu de las clases privilejia-
(1) Manifiesto á la nacion española de 28 de oc-
tubre de 1809, Annual Rejister,
193
das .v las antiguas tradiciones políticas: arzo-
bispos .. grandes, ¡enerales y cortesanos, lihres
de toda \"TJolencia material y dominados IÍuica.
mente por bs necesidades morales, son los que
lanzan este griw apasionado, al que no tardará
en responder el [Juc}¡lo con la Constitucion de
Cádiz.
No olvidemos que poco despues y desde el
fomIo del mismo palacio, pal'a disminuir el
efecto de tan ardientes palabras, prornetia tarn-
bien José la convocacion de las córtt:~ del rei.
no ((): tengamos siempre muy presente que
aca m pado delante de Madrid el estraniero veÍa-
se precisado para contener el fuego de la iosur-
receion, á promulgar decretos de reforma so-
bre todos los ramos del gobiemo (2); y que el
mismo Napoleon reconocia por la vez primera
de su vida la impotencia de su espada. Dígase
pues si una irresistible preocupacion dominaba
entonces á los españoles, y si las córtes no re·
. (2) Decreto de Sevilla de 18 de abril de 1610.
Monitor de 28 de mayo.
(3) Dljcretos de N apoleoll ~ dados en el campo
de Madrid suprimiendo la inquisicioll, lo~ derechos
feudales, las justicias señoriales, las aduanas illte-
riores de las provincias, organizando el órden judi-
TOMO IlI. 13
194
cihicron AU misio!? de circunslancias mas ~,ode ..
rosos quP. la voluntad humana ~
IJas córt.es de C,í(liz pOI' digna d,.~ ceo!>ura
que sea su obra, salieron pues df'. un inmenso
sacudimiento Jel espíritu públ~~o, y como nues~
tra Clsamblea constituyer,t:e viéronse rodeadas
/le! mismo entusiasmo y de las mismas ilusio~
nes. Si observamos en. E'pllfla lllas rápi(las mu-
danzas y el aban.dono mas completo; si nota-
mos en ella precipitadas y repentinas contra·
diccion~i; ,acordémonos que en la Península,
es el pueblo el que ha salido á la escena, el
pueblo <lue llunca concibe sino una idea á la
vez.
La junta central encargó el cuidaJo de to-
mar las disposiciones necesarias para la reunion
de las córtes á una rejencia de cinco miembros,
á los que los progresos del enemigo obligaron
á encerrarse en la isla de Lean, baluarte de la
{'ial, reduciendo el número de los conventos y pro~
híbícndo la aclmision de los novicios etc. (4. 12. de
lliciell1hre de lHll8). Decretos de José sup"imiendo
las órdenes ,'elijiosas y militares, las jllris«lícciollcs
eclesi;btieas y el voto el!] Santiago, impllestc muy
OIlC¡'OSO á la agricllltlll'a ctc. etc. (18 de agosto, 18
de setiembre y 16 de diciembre de lB09).
19')
independencia que iba !Í convtrtirfle en cuna
de la libertad castellana y en teatro de sus en-
sayos y de sus errores.
Esta reiencia en la que dominaba el temor de
las inovaciones políticas, no cedió en la insla-
lacion del congreso nacional, que formaba el
objeto primitivo de sus atribueiones, sinCl á las
ecsijencias ya casi amenazadoras de la optnion
pública y á las representaciones de varios dieu-
tados de las juntas provinciales.
Debemos reconocer por otra parte que de-
jando á un laJo la repugnancia Fl'l'soual de 111\1-
chos de sus miembros, las dificultades que cer-
caban un asunto tan peliagudo, justificaban las
oscilaciones y la tardanza. Les embarazGs que
esperimentaIllos nosotros en la cOllvocap.ion de
]os estados jenel'aJes, nos darán una idoea aun-
que débil de los que debían rodear al gobierno
e~paüol al resucitar una institucion (lue no re-
presentah" idea alguna precisa y aphcable á la
época contemporánea.
Nacidas en los antiguos concilios nacionales
que ejercieron el poder soherano durante la
monarquia oe los Godos y de los primeros re-
yes de Leon , las córtes de los varios reinos pe-
ninsulares no tenian ley alguna que {¡íase sus
atribuciones, sus formas y sus elementos. En
este laberinto no se encuentra derecho alguno
196
inc("Jntestarlo, y ps nHI!\ pr("Jpio para f'jf'rcitar el
1<¡lpnlo in"pstigador de los fTlíditos que para
~uministrar bases seguras á los homhres polí-
ticos.
La'l córtes compuestas ele tres estamentos
f'n la mayor parte de las provlIlcias de la monar-
CJuia. compnníanse en el reino de Aragon de
cuatro brazos, mientras que en los pueblos vas·
congados, pais venturoso que se libertó de la
dorninacion árabe y oel despotismo de Cár·
los V , estas asambleas se presentaban con una
fisonomía esclusivarnente popular y patriarcal.
La confm.ion mas completa reinaha en él modo
de votar, en el derecho de eleceion y en las
atribuciones políticas. Si estas se remontaron
primero hasta el derecho de disponer del solio,
sabemos tambien que tales prerrogativas fueron
succesivamente restr.injidas, comenzando des.
de el siglo déeimo quinto, hasta el punto de re·
ducirse en el reinado de los príncipes austria-
cos y franceses á una estéril ceremonia, y basta
el eslremo de que en los ú)1 im9S tiempos las
córtes se componian solo de ll'eillla y siete ca-
hal!('ros procUI'adores , enviados por ciertas ciu-
dades con la mision de tributar homenaje al
príncipe de A~turjas en el solemne acto de la
jura, en que su presencia venia á ser un episo.
dio en que ninguno reparaba, de,las fiestas de la
297
córte y de las corridas de toros.
Un heeho único daba de sí la historia de
Espail;.¡ como titulo y prenda de lilwl'tud: esto
es, qu.e habia admítdo á los dipulados de las
ciudar..les en el seno mismo de las asambleas na·
cioualcs nmcho tiempo antes que la Francía los
rCClbiese en sus Ebtados ienerales , lng I<ltena en
sus IMrlalllento,> y Alemania en sus Dietas (1).
Tratáhase pues de regulariza¡' este hecho
con Ulla aplicacion ¡eneral. Dedicarse á resuci-
tar el derecho oscuro de las Partidas era una
tenlHiva mas ;uúül aun que la que ha emprcll-
elido intrépidamente un órgano de la prensa
franceSa; am~s era necesario pensar en la model'·
na A.mérica que no lenia cartas ni fueros que ha-
cer pl'evalecer, pero cuyos movimientos de in-
8UI'I'E:cGÍon no se comprimirian sino con la mas.
})'~l'fecla igualdad y con una larga difusion de
los derechos políticos.
La junta centl'al co.ocibió el pensamiento,
de conciliar el principlo popular con las pra-
(1) Véase á lus diputados de las ciudades en las.
córles (JI') Leon del siglo duodécimo . .En las de Casti-
lía eelAbradas en 1188, prestaron jUI'ame1lto los di-
pldilt!OS de cuarenta y oeho ciutlades. Teoria de las
etlrl:,s por l\Iartinez Marina C:í,Jiz 1812.
198
rogatinl~ de las clases privilejiadas y de reanu-
dar así la cadena de los tiempos, obra siempre
intentada y casI siempre infructuosa. Tomó con
este motivo medidas que son poco conocidas
en Europa, pero á las que no siguió por parte
suya, ni por parte de la rejencia, ni auu el prin-
cipio de la ejecucion.
El decreto primitivo de ]a convocacion de
córtes determinaba que se compusiesen de tres
estamentos, eclesiástico, militar ó noble y po-
}lUlar. Mandaba que se espidiesen cartas con-
vocatorias personales á todos los arzobispos y
ohispos, y á todos los grandes de España que
fuesen cabezas de familia y que hubiesen cum-
plido veinte y cinco aüos,
Otra disposicion prescribía el modo de las
elecciones fundadas en la poblacion y que de-
hian atravesar los tres grados de juntas de par-
roquia , de distrito y de pruvincia. A esta re-
prcdcnlacion debia añadirse un diputado por
cada ciudad que gozaba la prerogativa de voto
en córtes y un delegado de cada junta provi-
sional. Auoptábanse medidas escepcionales para
los puntos que ocupaba el cnemigo; y disponia
en fin por esta vez, y á Causa de la distancia,
que los Americanos residentes en la Península
elijiesen á los diputados de Ultramar a~omo-
199
dándose enteramente á la base establecida para
la metrópoli.
Causa profunda admiracion el ver que las
disposiciones del decreto relativas á las eleccio-
ncs se ejecutan escrupulosamente en casi toJ¡¡S
las provincias, aqui públicamente y Con entu-
siasmo, alli en secreto)' en los cortos interva-
los que deIan las escursiones del enemigo) s1n
que se levante una sola voz, ni por medio de la
prensa, ni en el seno de los cuerpos constituidos,
ni en las juntas provinciales, que reclame la
aJmision de los prelados y de los gl'undes con·
vocados por la junta central.
El decreto de esta habíase enviado á las
junlas provinciales que p¡¡recieron darse tanta
prisa en convocar las asambleas de parroquia
C·) 111 o repugnancia mostrarOn en añaJir á los
miembros elejidos la convocacion de las órde-
nes pri qileji3das. Pocos obispos estaban en el
caso de poLi er hacer frente en aquellos tiem ..
pos á los pe ligros de un viaje al eSlremo opues-
to en la in vadida España; y en cuanto á la
grandeza, cuerpo de reciente fecha que no ha-
bia gozado i a más de derechos politicús, sus
miembros personalmente poco conocidos esta-
bJIl l¡¡n lejos de haber hered¡¡do en la opinion
las prerrogativas de la antigua nobleza que se
sentaba en las córles de Ca~filla y de Aragol1)
200
(fue los mamlatos de la junta por lo que mira
á ¡os gr,llllles no tuvieron cumplimiento, mucho
mas por afecto de universal apatia, que por el
conc.ierto de intenciones concertadas, ror otra
parte muchos de los prelados y gramlesmas dis-
tinguidos hahían recibido directamente el orde-
namiento lejislatívo, y las ideas constitucionales
habido hecho tao eScasoS progresos en aquel
pais que pareció que bastaba este paso para ga-
rantizar todos los derechos, y 105 que se ha-
bian mostrado favorahJ.es á h conservacion de
los tres estamentos como un homenaje rendida
á las pasadas costumbres de Espaüa , no cono·
cieron el riesgo qlle corrian entregando su suer-
te futura al al'bitl'io. (Le una asamblea única.
Lo l1las estrai.lo de este olvido. completo ell
que la opinion detó á los cuerpos privilejiados
sin que sus individuos pensasen en reclamar,
es que la rejencia consl1ltó á los individuos del
consejo de Castiila y al consejo de estado, cor ...
pOl'aciones en las que dominaba el espíritu de
la vieja majistratura y de la nobleza, y la ma-
yoría esluvo de acuf:'rdo en que las córtes estra·
ordinarias debían componer una 80la cámara y
}lroceder de un mismo principio electivo. Fi-
nalmellle es iJUpo~ible desconocer que si en el
trascurso de !'llS trahajos, sublevaron las cór-
les contra ellas muchos íntcl'eses y oposiciones,
201
nunca hasta despues del regreso de Fernando,
se sucitó la menor duda sobre la lejiLimirlacl de
sus poderes á causa de la no asistencia de IO:!i
dos primeros brazos.
Semejante indiferencia no es fácil de espli-
car por lo que toca al clero, cuyo COnCUlSO era
inllispcnsable para modificar la antigua orgalli-
~acion en lo. respectivo á la., relaciones del esta-
do con la iglesia y á la ecsistencia social de sus
ministros, y para que los pueblos aceptasen sin
escrúpulo tales modificaciones. Mas los que co-
nozcan el estado de España, no se admirarán del
olvl(lo en que cayó en tan solemnes circunstan-
cias el cuerpo de los grandes, que nO se ha ele-
vado mas larde á la cámara de los próceres
sino confundiéndose con los altos empleados ci-
viles y militares, y can lo mas florido del in-
j€nio y de la fortuna. La repulsa de la nacion, Ó
hablando con roas esaclituu, su i.ndiferencia
dimanaba menos de las teorías democráticas
que de cierto orgullo nobliario que reina en
aquel país, donde la aristocracia de la córte ha-
cia siglos que no gozaba prerrogativas sociales,
donde la nobleza de raza es una pretension ca-
si universal.
Coruo la mayor parte de los acontecimien-
tos del reinado de Fernando Lienen su oríjen
aunque remoto en la convocacion de las prime-
202
ras córtes tan infamadas por el príncipe á su
vuelta á España, y corno en Europa se creen
como artículos de fe las calumnias que sobre
aquella asamblea est.ampó el famoso decreto de
mayo de 1814, paréee\),)s deber ilustrar el
asunto copiallllo aqu{ lo que dice el historiador
espaüol otras veceS citado.
))La rejencia consultó sobre la maleria y
OLras relativas á córtes al consejo reunillo. La
nHyoria !\c conformó en todo con la opioion
mas acreditada, y se indinó lambif'11 á una sola
cámara. Disintieron del dictámen varios indi-
VJt!uos del antiguo consejo de Castilla, de cnyo
número fueron el decano D. José Colon, el
conrle dd Pinar y los señores Hiega , duque Es-
trada y D. Sebastian de Torres. Oposicion que
dimanaba no de adhesion á cámaras, sino de
odio á lodo lo que fuese representacion nacio-
nal: por lo que en su VOI.O insistieron par!ieu-
Jarmenle en l{Ue se eastig"se con sev~riJaJ á
Jos diputados de l<ls juntas que habian osaJo pe-
dir la pr0nta convocacion de córles.
»Cundió fn CáJiz la noticia de la consulta,
junto con la del dictámell de la minoria, y en-
furcc;éronse los ánimos contra esLa, nlaJormen-
te no ha hiemlo los mas de los fi rUla ntt'S datlo al
principio del levantamiento en 1808 grandes
pi uehas de afecto y decision por la caUsa de la
203
independencia. De consiguiente conturbáronse
los disidentes, a\ saber que los tiros dispdrados
en secreto con esperanza de que se manten-
drian ocultos, hablan rebentado ,i la iuz del dia.
Creció su temor cuando la rejellcla para fuu-
dar !'us providencias determiuó que se publica-
se la consulta y el dictámen particular. No hu-
ho entonces manejo ni súplica que no emplea-
seo los autores Jel llltimo para alcanzar el que
se suspendiese dicha resolucion. Así sucedió,
y trallquilizóse la mente de aquellos homlm's,
cuyas conciencia'i no habian escrupulizado en
aconsejar á las calladas injustas persecuciones ..
pero que se estremecian aun de la sombra del
peligro. Achaque inherente á la alt:vosia y á la
crueldad de que muchos de los que firmaron el
voto particular dieron tristes ejemplos ailos ade-
lante, cuando sonó en Espaila la ILlgubre y acia.
ga hora de las venganzas y juicios inÍcufls.
"Pidió luego la reiencia , acerca del mismo
asunto de cámaras, el parecer del conspjo de
~slado , el cual convino tambien en que no sd
convocase la de privilejiados. Votó en favor de
t;ste dictárnen el marques de Astorga, no obs·
tante su elevada clase: del miSl1.10 fue don Be-
nito de Hcrl1lida , adversario en otras materias
de cualesquiera novedades. Sostuvo lo contra-
rio dOll Martin de Garay ~ como lo habia hecho
20,t
en la central y conforme á la Op1l1l011 de Jo-
vellanos.
»N o puJien,lo resistil' la re¡·enoia á la Ullí-
ver~aljd3d tle pareceres, (leeitlió que las clases
pl'ivileji'l,jds no asl31:irian por separd.lo ,í las cór-
les que iban á congre).jarse, y qu~ e<tas se jun-
tarian con arreglo al uecrch1 que había circula-
do la central en ¡.o de en~ro.
nSeguo el tenol' de esta y de la instrucciou
que le acol1lpaüaba , innovábase lbl todo el <.111-
tiguo modo de elccóoo. S.olamente en memo-
ria de lo que antes rejía, se Jei<.lba que calla
ciudau de voto en córtes ,enviase por esld vez
en l'epresentacíonsuya un itiJividuo de su ayun-
tamiento. Se concedia igualmente el rnis¡u.o
derecho á las juntas de provincia, como pre-
mio de sus desvelos en favor de la inderellllell'
cia nacional. Estas dos clases de di/'utaJos no
componian ni con mucho la mayoria, rew sí
los nombnHlos por "la. ieu~r.alid<lJ de la rohla-
cion c·on.fol'mc al método ahora 'Hlopt'Hlo. Po.r
cada 5ílO()(} almas -' se esccjia un dipulaJo.)'y
lenian voz para la eleccion los e~paftOles de to-
das clnses, avecin.dados en el territorio, tie
e¡\ad el" 25 años .Y hombres de casa abierta.
N 001 brá b:mse los di pUlados indirecla.mente,
pasaurlo Sll elecciou por los tres grados de jun-
tas de parro<!uia, de parl ido .Y de provincia.
20')
No se requ,erian pnra obtener diclJo cargo otras
eor.dieiollcs que In8 €csi jidas para ser el ector,
y la de :-el' natural de la provincia, quedando
elejido diputado el que saliese Jt: una urna ó va-
si ia , en r¡~le habian de sostener los tres sujetos
que primero hubie¡;en reunido la mayoría ab"
soluta de votos. Defectuoso si se quiere este
l1.1étodo, ya por ser sohradamente franco, es-
tableciendo una especie de sufraiio universal,
ya restricto á causa de la eleccion indirecta,
llevaba sin embargo gran ventaja al antiguo, ó
á lo menos á lo que de este quedaba.
)lEn Castilla, hasta entrl:ldo el siglo X V,
hubo córtes numerosas, y á las que asistieron
muchas villas y ciudades, si bien su concurren·
cia pendió casi siempre de la voluntad de los
reyes y no de un derecho reconocido é incoo
necEO. A los diputados Ó Ecan procuradores,
nornbráballlt.s los concejos formados de Jos ve-
cinos, ó ya los ayuntamientos, pues estos siendo
entonces por lo comun tIe eleccion popular,
rpprescntaLan con 11.1ayor verdad Id opinion
de sus comitentes, que despues cuando se con-
virtieron sus rej¡durias, especialmente lmjo los
Felipes austriacos, en oficios vendibles yena-
jeuables de la corona; meclida que por decirlo
,le paso, nació mas hien de los apuros del era-
rio que de miras ocultas en la politica de los
206
reyes. En Aragon el brazo de las univer.~i{lades
Ó CIUdades, y en Valellcia y Calalulla el cono-
cido ¡';O!"l ti nomhre de real, constaban de mu-
chos diputados que IIcyúban la voz de los pue-
Llos. Cuales fuesen los {lile hubiesen de gozar de
senwj~nte derecho Ó privilejio, no eMaba hien
o('tenuinado, pues segun nos cuentan los cronis-
tas Martel y Blancas, ~o!o gobernaba la cos-
tumbre. Este modo de representar la jenerali-
dad de los ciu ladauos , aunque inferior sin du-
da al de la cp.:1tral , apélrecia, repetimos, muy
superior al que prevaleció en los siglos XVI y
X VII, decayendo su'~cesivarnente las pr¡~cticas
y US05 antiguos, á punto que en las có¡·tes cele-
bradas desde el aJvenin:iento de Felipe V has-
ta las últ.imas de 1789, solo se hallaron pre-
sentes los caballeros procUI'adores de treinta y
siete villas y ciudades, únicas en que se reco-
nocia este derecho en las dos coronas de Ara-
gon y Ca~tilla. Por lo que con razon asentaba
I .. ord Oxford, al principio del siglo X VIII,
que aquellas asambleas solo eran ya magni no-
minis umbra.
llConferÍanse ahora á los diputados faculta-
des amplias, pues ademas de anunciarse en la
convocatol'ia, enti'e olras cosas, que se llamaba
)a nacion á córtes jenerales llpara restablecer y
mejorar la Constitucion fUlldamental de la mo-
207
narquia" se especificaba en los rod~res que ]08
dipulados ))podian acordar y resolver cuanto se
propusiese en las có.'tes, asi en razon de los
puntos indicados en la real carta convocatoria,
COIllO en otros cualesquiera, con plena, franca,
libre y ¡eneral facultad, sin que por falta de
poder dejasen de hacer cosa <llguna , pues todo
el que necesitasen les conferian (los electores),
sin escepciol1 ni limitacion alguna (1 )."
Grande fue aquel dia , en que reunidas las
córles en la catedral de la isla de Leon, en me·
dio de un concurso inmenso, invocal'on las
bendiciones del cielo sobre sus tareas y sobre
el pueblo á quien esperahan pagar luego en pros-
peridades el precio de su sublime afecto. En las
grandes crisis de la ecsistencia pública y priva-
da, parece que esta se concentra algunas veces
en el instante único en que se ha ilustrado en-
teramente. Vívese entonces en el delirio de es-
te recuerdo, corno en una santa monomanía, re-
cuerdo qlle se hace supt:rior á todas las vicisilu-
des, y con frecúencia <i las lecciones de la es·
periencia y de la desgracia.
No debe pasmamos, pues, el ver que el re-
(1) Historia ya citada del conde de Torcno,
tomo 3. U
208
cuerdo de f 8 t 2 ha resistido en el corazan de
algunos hombres á las pruebas de los presidios
y del destierro, y á las mas insll'uctivas aun de
las revueltas: porque estas son de aguf:!lIas emo-
cjone~ que fascinan para siempre la vida ¡Que
sello tan indeleble debieron en efecto grabar en
el alma! En el estl'emo de Europa, sebre una
roca combatida por los mares, y rodeada de
Un ejército vict.orioso , cuyo caiíon formaba el
sombrío acompañamiento de las aclamaciones
públicas, procl"móse frente á frente de Napa-
lean la lihertad de Espaüa, y quizás la del
mundo: los diputados subian por la mailana á
la tribuna, y por la noche velaban cnla brecha:
y la historia de la independencia de la patria
que habia comenzado en la cueva de Pelayo,
iba á encontrar su término despues de mas de
mil años .en las colunas de Hércules. Adquirió
España tanta gloria á fuerza de fe relijiosa y na-
ciOllal , y no podrán privarla de ella los errores
de su inesperiencia.
Las córtes ) desde las primeras sesiones, to-
maron posesion del vasto campo que se abria
delante de sus ojos con todo el ardimiento rl~
un espíritu ocioso y nuevo. Lanzáronse con
una viva curiosidal, que dimauaba mas del
entendimiento que de las pasiones violentas, en
el ecsámen de las doctrinas mas árduas de la
209
sociedad. Acometiéronse.> y se removieron y
resolvieron con aquella confiada facilidad que
se aprende pronto en los libros, y se pierJe
despues con el largo UfO de los negocios, las in.
mensas cuestiones de la soberania y de la rcpre-
sentacion nacional, de los Iímiteg respectivos
de los poderes, de los fundamentos de la jus-
ticia y de sus derechos, y de la libertad de la
prensa.
En la emulacion de las reformas á que se
abandonaron á porfia 108 miembros de la asam ..
blea , con el jeneroso estímulo de nuestra no ..
che de 4 de agosto, los unos ostentaban muy
á su placer una erudicion hebida de escondite
en los libros del siglo XVIII: otros, clérigos ó
legos, sacaban á luz en la tribuna un entendi·
miento sutilizado por las disputas escolásticas,
y recargado de testos y de autoridades, y casi
todos estraños al manejo de los hombres y de
los intereses públicos, suplian Con bipotesis los
conocimientos que hasta entonces no habian
podido adquirir. Asi salieron á la vez disposi ..
ciones inaplicables á la sociedad contemporá-
nea, de las teorias fi)csótica8 absolutas, y del
estudio incompleto de lo pasado, cuyos ejem-
plos se imitaron judaicamente sin comprender
su espíritu, y privándolos de su contrapeso.
Una especie de unanimidad presidió por es--
TOMO m. 14
210
pacio Je tres ai'¡os á esta larga serie de trabajos,
quc debia mas tu de deslwrlar lusla~ objecio-
nes) y (lue ('nlonccs la opinioll pública acojia
con una irrellecsion entusiasta.
Eutcranwnte entregados á sí mismos, sin
plan y sin direccion, sea por irn pericia, sea
por la OJala voluntad de algunos miembros de
la reiencia, las córles tuvieron la de~gra
cia de comenzar su obra sin influencia algu-
na para contener la vehemencia de cada pen-
samiento que casmlmenle IdS ocurria: y si
es cierto que la nulidad casi absoluta de la
oposicion no dió lugar al entusiasmo revo-
lucionarlo, para que se inilamára con ímpe-
tu mayor, tambif'n es innegahle que su peligro-
sa omnipotencia espuso los diputados á la len-
tacion de las ut,1pias , y tal fue en efecto el ca-
rácter dominante de sus tareas lejislativas.
La Justicia obliga, sin embargo, á cunfe-
sar que en muchas cuestiones especiales, resuel-
tas de paso, y en medio ue los peligros de una
guerra que ahsot'via todos sus pensal1lienlos.., las
córtes estrao,'dinarias dieron pruebas de una sa-
gaciuau propia de nuestra asamblea constitu-
yente en sus mas gloriosos dias. El congreso
reformó la administracion provincial, y refun-
dió las uíversas partes de la organizacion uc Jos
\ribunales, suprimiendo con la jurisdiccion de
211
los señores, las prestaciones reales y personaJes
que provenían de oríjen feudal: así se verifica-
han en Cádiz las mismas reformas que Napo·
leon y José decretaban en Madrid: coinciden-
cia singular que es una revelacion eornp:eta del
estado moral ue la Península espai}o!a. Entre
los objetos que del>perlaron principalmente la
solicitud del congreso J figurllron las renta" y
la deuda pública, y no obstante los errorc!'l en
cuya primera fila debe colocar,;e la tentativa
de un impuesto progresivo, justo es recono-
cer que los trablljos de Canga Argüelles, en
una materia enteramente nueva en España, re-
velan un entendimiento muy ílustríldo.
¿Pero de que serviria traer á la memoria
unas leyes sepultadas Con tantas otr.as en el
abismo de las revoluciones, y encima de las
cuales no queda ya de toda esta época sino el
código últimamente encontrado en la rnochiln
de un sarjento, é impuesto en Ulla noche d~
agonía á una aterrada princesa? Nos limit¡.¡re~
mos á recorrer sus principales ilrLÍculos, no
dando sino un valor histórico auo dei pues d~
su renacimiento, á es .. ley que los ministros :;a-
lidos de la crisis de san lldefonso cOJlsideran
»menOS corno institucion politic.!l que como
monumento de glorill, porgue no eesiste ni un
espaüol ilustrado que desconol/;ca &l6 imperfec.
/12
ciones, consecuencia inevitahle de las falales cir"
cunManciHS que acompailaron su di~cusion (1),"
Es!a cons! itucion que part'cia destinada mas á
reiir el reino de Salcnt.o, que á ser por dos ve-
ces la handera de una insurreccion militar, con-
tiene en sus trescientos ocllenta y cuatro artícu-
los un mímero de disposiciones inocent.es que
piden gracia para las a hsu1'llas. Si se quieren
aforismos los hay que edifican, como:
)) El amor de la patria es una de las princi-
pales obligaciones de los e,paüoles, que deben
ser justos y benéficos (artículo 6)."
O bien:
»EI objeto del gobierno es la felicidad de la
nacion , puesto que el blanco de tOlla sociedad
polític a es el bien eslar de los individuos que
la componen (artículo 13)."
Si se desean teorias sobre la mas perfecta
division de los poderes lejislativo, ejecutivo y
judicial, pueden recorrerse con fruto SU3
largos capÍlu!os. Los primeros contienen una
ley de elecciones indirectas, puesto que pasan
por los tres grados de parroquia, partido y pro-
(1) J<:sposicioll á S. M. la reina rejeuta eu 21 'dct
asosto de 18.36.
2:13
vi.nria, sin obt'al' t.lireclamente ni aun en es~
tos diversos escalones. Los vecinos de la parro-
quia no eli ~en en efecto al elector del primer
grallo, sino que cometen tal funcion á los once
comrrol11isarios, del seno de Jos. cuales salen
los electores ue parroquia (artículo 41).
Estos elílen á su vez á los electores de par-
tido en la proporcion de tres á uno" relativa.
mente al nlÍmero de diputados que se han \le
nom brar (artículo 63); finalmente, los electo-
res de partido, reunidos en colejio de provin~
cía, elijen al diputa¡lo á córtes (artículo 6~).
Tales operaciones que se fijan irrevocable-
Illente para el LO de oClubre, 1.° de noyiem-
hre y l." de diciembre, se conforman mal con
nuestra viveza y con la oposicíon que ha en-
contracto siempre en Francia la. eleccion indi-
recla: mas este no es un motivo para condeaar
semejante método en Espafla> donde con algu.-
nas modificaeioncs podria aplicarse quizás con
muy fcli~ écsito.
l .. as sesiones de có,'tes se ahren de derecho,.
y ~jll convocacíon anterior, ell.o de marzo de
cada aflo (artículo 106). La lcjislatur.a se re-
nueva cada dos aílOS (arlículo 108) ,y el rey no
tietle ,lerecho ¡le disolverla, así como los di·
pUl.ddos no pueden forn-.ar parte de la lejisla·
tura siguiente (articulo 110).
Lo~ minist I'O~, conqejcl'os de estado y em·
214
},Ieados de la casa real, no pueden sentarse en
el cuerpo lejíslativo; los ministros con el bene-
plácito de la.1l córtes J obtienen en ella palabra,
pero sin poder asistir á las deliberaciones (ar-
tículo '2/». Los diputados no pude n Conseguir
empleo- alguno público mientras dure SU mi-
sion, y un ailo despues. de' haber cesado. en ella·
e arlículo 130).
La plenitu{l del poder lejislativo reside- en
las córtes, n() gozando el rey sino el veta· sus-
pensivo por tres afIGS (artículo 149). Por otra'
parte la asamblea aprueba antes· de ratificarse
los tratados de cualquier naturaleza que sean,.
determina las ordenanzas. reldtivas al servicio
militar y marítimo, aprueba las. cuentas,. ar-
regla cuanto concie"ue á la administracion de
las aduanas dtll estado, y ordena· lai' medidas
lenerales para la conservacion de la salud pú-
blica en el reino &c. <Xc. (artículo 131).
Todas estas atribuciones, en las que: se Ila-
llan confundidas las de la junta. de' sanidad y
las del tribullal de cuentas j deben ejercerse en
tres melles, ni mas ní menos, único freno que
supieron encuntrar contra. la arbitrariedad de
Una asamblea soherana , y que d'eja. hasta; cierto'
punto inútil la fH'esencia de la diputadon per-
manente, cuya única mision determinada es
velar por la okiervallcia· de la Gonstitucion y
215
de las leyes, para dar cuenta cuando se abran
las córles (artículo 160): creacion vaga y azaro·
sa, tomada de la antigua lejislacion aragonesa,
lo mismo que la csclusion de sent.arse en las
córles los empleados de la casa real, y la pre-
sentaclOn de candidatos en triples listas para
ciertas funciones públicas: 1 fatalidad singular,
que uniendo las teorias modernas á los recuer-
dos mas confusos. de la historia, dió naclmien-
to á una lejislacion imposIble!
VeUlos, pues., que entre el monarca y las
córtes , estas se aplicaron la. parte del lean en
virl ud de aquel principio, que nunca es mas
verdadeN que cuando se trata de constituir el
estado: los altsentes llO tienen razono Confi.
rieron al rey en the¡;is ¡eueral la. plenil ud del
poder ejec.utivo (artículo 170) i pero hemos
visto ya que no puede concluir los. tratados sin
dar cuenta á lar córl es, y con su anterior con-
sen.timiento; del mismo modo no elije los miem-
bros. dd consejo de estado, sino por una lista
triple propuesta por las córtcs (234), ni nom-
hra los majislraJos (le los tribunales, los obis-
pos y dernas di~oiJatlcs eclesiásticas, sino pOI'
la presentaciul1 del consejo de estado. Pued..:
per,lonal', illilo.¡ nbaio la condicioll de que su
inLlll!je:ucia no sea contral'Ía á las leyes;" en l1u,
se V~ sometidu en los actos (le su vida civil á
216
resl ricciones, contra las cuales protestaria el
íúimo de sus súbditos, pues no puede salir del
reino ni casar3e sin el consentimiento de las
córtes, y la violacion de tales disposiciones
equivélle á su aLdicacion de la corona (172.).
Oigamos sobre la discusion de este código
á un testigo de vista, y diputado al propio tiem-
po de la asamblea, á quien nos vemos obliga-
dos á citar á cada paso.
nAnunciamos en otro lihro fa lectura he-
cha á las córt'es en 18 de agosto de t 811 , de
los primeros trabajos de la comisiofl de C~ng.;.
lÍtucion , nomlll'ada en el diciembre anterior.
Comprendian aquellos las dos prime-ras par-
tes, ó sea toJo lo concerniente al lerritorio~
relijion, derechos y obligaciones de los indivi ..
duos, como igualmente la ferma y facultades
de las potestades leiislativa y eiecutiva. La ter-
cera parte se leyó en 6 de noviembre del mis-
nlO año, y abrazaba la po~estad iudicial, ha-
biéndose presentado la cuarta y última el 26-
de diciemhre inmediato, en el cual se determi.
naha el gobieruo de las provincias y de los pue-
Llos , y se establecian reglas jenerales acerca
de las contribuciones .J de la fuerza armada, de
la inSlI'uccion púbiica, y de los lrámites que
tlebil\ll seguirse en la reforma ó variaciones
:al?
que en lo succesivo se i[)tentasen en la nueva
ley fundamental."
»Acompaüó al tlictámen de la comision Ull
discurso elocuente y muy notable, en que se
daban las razones de la opinion adoptada, fun-
dándola en nuestras antiguas leyes, usos y cos-
tumbres, y en las alteraciones que ecsijian las
circuuitancias del tiempo y sus trastornos. Le
llaLia estendido D. Agustín Argüelles,. encar-
gado por tanto de su lectura: hizo la del texto
D. Evaristo Pcrez de Castro."
"El lenguaie digno y elevado del discuno,
la claridad y órden del proyecto de la comision
y sus halagüeüas y ¡enerosas ideas,. entusiasma-
ron sobremanera al púhlico; no paráudost! los
mas en los defectos ó lunares que pudieran des-
lucirle, porque en Esparla se conocían los males
del despotismo, no los que á veces acarrean en
punto de libertad ciertas y ecsajeradas teorias.
Así fue que D. Juan José Güereüa, diputado ame-
ricano por la nueva Vizcaya y pre3idente de las
córtes , á la sazon que se leyeron las dos rrime-
ras partes, si hien desafecto á reformas,. arras-
trado como bs de mas por el torrente de la
opinioll, señaló fl'Ira principiar los debates el
25 del propio agosto; plazo sobradamente cor-
to. Duró la discusioll por espacio de cinco me-
ses, no habiéndose terminado hasta el 23 del
218
prócsimo enero: fue grave ysolenne,ydesuerw
te que afianz~nJo la aULorida.1 (le la::; córtes, ell-
salzó al mismo tiempo la fama oe los illOivi·
duos de e~ta corporacion."
oPor eso los oh,t1culos que qui~ierol1 pre-
eentarSJ' al progreso de las dt~liber3ClOrH!S ven·
ció los fáci~mente la voz pública, y el vivo y
comun deseo de gO'lar pronlo lle ulla COllstitu·
clon lú}re. De aquellos, húbolos de faera oe
las córtes, y tam bien de dentro, aunque no
muy dignos de reparo. Hdblarernos de los pri-
meros mas adelante. GOínenzaron los último~
ya en el seno de la cornisioo , no hahíen,io flue-
rio() uno desu" individuos, n. José Pahlo Va-
liente, rirmar el proyecto á pesar de habel' con-
currido á la aprobacíon de las bases rnas prin-
cipates. Crecieron algl.Hl tanto al ab-rirse los de-
bates en el congreso. Los contrarios al pro)'~c
to, l'I'Ustrau3S las espel~anz'ls que hab-ian fU.luJa-
do en el presidente Giit!l't:ila , reemr!<lzaroll á
este el 24, dia de la remoóol} de aquel C;1r¡;O,
con D. Ramoll GiralJo, á quien tenían por ene-
migo de l1ove,.lJ.de:i, y no menos resuelto para
suscitar embarazos en la disclbion, que fecuu-
do, á fuer de togado allli.gull .. en adllles pro-
pios (bl [.)ro M ... ~ tambien en cso se cflllivocao
fono Giralda luego que se sentó cn la silla oe la
pre~itlellcia mosLróse muy alliclo ,\ la nueva
219
Constitucion , y empleó su firmeza en llevar á
cabo y en Bosteael' con teson las deliberacio-
nes,"
Oigamos ahora la apinion de este diputado
sobre el código de que se trata.
I)Hemos tocado algunas de sus faltas en el
curso de la anterior narracion y ecsámen; ad-
virtiendo que pecaba principalmente en la for-
m:J y cotnjllosicion de la potestad lejislativa}
como tambien en lo que tenia de especulativa
y minuciosa, Aparecia igualmente á primera
vistd gran desV'ario haber adoptado para los pai-
ses remoto! de Ultramar las mismas reglas y
Constitucion que para la Península; pero desde
el punto que-la junta central había declarado ser
iguales en derechos' los habitantes de ambos
hemisferios, y que (HputaJos americanos se sen-
taron en ras córtes,. ó no habian de aprobarse
reformas para Europa, ó menester era estender-
las 4 aqueltos. paises. Sobraclos inJicíos. y prue-
has de desuníon había ya para que las córtes
añadiesen p:~blllo' al fuego; y en donde no eesis-
tían medios coactivos de reprimir ocultas ó ma-
nifiestas rebeliones, necesario Se ha-cia atraer
Jos ánimos, de manera que ya que no se impi-
diese la independencia en lo venidero, se aleja-
se por lo meno~ el mstante de un rompimiento
hostil y total."
220
)}En lo demas la Con5titucion pregonando
Un gobierno l'epl'esellLativo ~ y asegurando la li.
berta U civil y la de la imprenta, con muchas
mejoras en la potestad judicial y en el gobier-
no de los pueblos, daba un gran paso b:ícia el
hien y prosperidad de la nacion y tic sus indi-
viduos, El tiempo y las luces cada día en au-
mento hubieran aeabado por perfeccionar la
obra todavía muy incomplela."
nY en verdad, ¿ como poJria esperarse que
los españoles hubie¡'all de un golpe forrmHJo
una constituóon esenta de errores, y sin tocar
en escollos que no evitaron en sus revoluciones
Inglaterra y .Francia ? Cuando se pasa del despo-
tismo á la hb"rtad , sobl'eviene las mas vt>ccs un
rebosamiento y crecida de ideas teóricas, que
solo mengua COD· -la esperiencia y los desen-
gaños. Fortuna si no se derrama y rompe amJ
mas allá, acompañando á la mudanza atrope-
llamientos y perllecuciones. Las córLes de Espa-
ña se manluvieron inocentes y puras de eSCCS03
y malos hechos. ¡ OjaH. pudiera ostentar lo mis'
mo el gohierno absoluto que acudió en pos de
ellas y las destruyó!"
)~O ha faltado quien pi,mse que si hubieran
las córtes admitido dos cámi-lras y dado mayo-
res ensanches á la potestad real, se hubiera
Conservaut1 su obra estable y firme. DUtL.imoslo.
221
El equilibrio mas bien entendido de una cons ..
tilucion nueva cede á los empujes de la ignoran-
rancia ~ y de alborotadas y antiguas pasiones.
L()s enemigos de la libertad tanto mas la temen,
la aborrecen y la acosan, cuanto mas bella y
ataviada se presenta. Camino sembrado de abro~
ios es siempre el suyo. Emprendímosle enton-
ces en España; mas para llegar á su término,
aguantar debíamos ca idas y muchos de5trczos.'~
Por el reillmeu que hemos hecho habrán
conocido nuestros lectores cllal era el réjimen
á que súbitamente pasaba la España de Felipe II,
de Aibel'Oni y del principe de la Paz, caycnJo
de un depotismo en olro y atravesando por me-
dio de la libertad: y este era el establecimiento
que la constitucion calificaba con el nombre de
mOllurquia templada hereditaria. La herencia
era tambien poco mas ó menos tan ilusoria co-
mo las atribuciones reales, \lUeS el artículo 18 t
imponía á las córles la abligacion "de escluir
de la succesion la persona ó las personas recono-
cidas por incapaces de gobernar, ó que hubie·
sen merecido por alguna accioD perder )a co ..
rona."
Si semejante código hubiese sido producto
de una lucha violenta entre la asamblea popu.
lar y el realismo que procura defenderse; si fa.
les disllosiciones hubiesen C\.ucdado sancionadas
222
por decirlo así con las derrotas succesivas del
uno y la!'\ victorias de la otra, el afecto ordinario
de las resistencias imítiles esplicaria fácilmente
los defectos de la Con~1itucjoll oe Cádiz. Mas suce-
dió todo lo contrario: los r,bstáculos no se presen-
taron por parte alguna y las protestas sin resul ..
tado no pudieron tener influencia sobre el con-
jUilto de 108 trabajos lejislativos. Amas fija la
opinion en una lucha wcarnizaoa no se hallaba
entonces en d caso de ejercer sobre !as córtes
aquella accion revolucionaria é incesante que
entretuvieron desue 1820 la guerra civil y las
tentativas mal concertadas, pero demasiado pa-
tentes de la coron!!. En otra parte pues deben
buscarse las circunstancias fatales á que el mi-
nisterio Calatrava atribuye Con justicia las im-
perfecciones de la cbra de 1812.
Sin recordar la enseñanza puramente téori·
ca y casi siempre secreta á que el antiguo réji-
men sujetaba en Espafla á las clases ricas y le-
tradas, y su antipatía demasiado Jejitima á un
árdeo de cosas que habia faltado poco para que
p,'odujese el esterminio total de su gloriosa pa-
tria, debemos no perder un instante de vista,
cuando }uzgamos la Constitucion de C~diz, que
en aquella época y á los ojos del congreso, el
rey cautivo en Valencey tenia una eesistencia
puramente nominal. Si el trono era un reeuer-
't'1~
do , no era ya una esperanza. Como no parecia
posible á la prevision humana adivinar los re-
~ul¡ados de la cam paila de Husia y el levanta-
miento jeneral de Europa, justo es reConocer
que en el órden natural de los Ilcontecimiel1to~,
la vuelta de la casa de Borbon al trono de Espa-
fla estaba sometida á sucesos muy evenl uales.,
y preciso eS decirlo, improbables.
De aquí la obligacíon de constituir el go-
bierno del pais ba io una forma en la que la ac-
eion directa del rey 116 fuese esencial, conser-
vando empero á los ojos del pueblo el presti-
jio del trono que no por estar vacante era me-
nos sagrado. Por olra parle, aunque hubiese
sido Slllcera la negativa de las córtes á las pri-
meras proposiciones del gobierno intruso, sin
embargo mas 'de u~a vez durante el curso de la
discusion del pacto constitucional, debió pre-
ocupallas el triste y sério pensamiento, que las
t rabas preparadas al poder real llegarían quizás
un dia á aplicarse á un rey estranjero , á quien
Espaüa parecía no poder lanzar entonces de su
seno y que acababa de recibir en algunas pro-
vincias una 3cojida casi popula ... Finalmente si
al través de la distancia y de los acontecimien ..
tos, ocurría algunas veces á los dipuladol' de
EspaiHl el fija\' su~ ideas en el palacio de Valen-
cey ) llamado la prision del monarca, aunque
224
este no aspjra~e jamás á salir de allí y !Í verter
su sangre en la tierrn nalal, sus homenajes á
N<lpoleon á cada victoria de los ejércitos impe-
riales, sus cartas al usurpadO!' de su corona,
tantos y tan vergonzosos indieios, rechazados
por la incredulidad popular y creidos con des-
pecho por 10.5 entendirnitntos retlecsivos J pu-
dieron no carecer de influencia en la redaccion
de un pacto que en vez de ser un contrato de
fidelidad recíproca entre la nacion y el trono,
se convirtió en un momento de odio contra lo
pasado y de precaucion contra un porvenir
amenazador.
Mas en tales combinaciones preparadas para
un monarca ausente, habíase omitido contar
con los sucesos imprevistos que nunca debe 01 ...
vidar la prudencia, porque tambien á vece8
deciden de los negocios humanos. Apenas se ha-
hian instalado en Madrid las primeras cortes
ordinarias, despues de la evacuacion de los fran-
ceses, cuando la agonia del imperio produ;o el
tratado de Valencey y la libertad de Fernan ..
do VII. Este príncipe atravesó la frontera del
reino en el instante en que la rama mayor de
BU casa volvia al trono de sus padres.
Aquí se desarrolla un deseolace Slíbito que
fácilmente comprende el que no pierde de vista
la irresistible movilidad de las pasiones poputa-
225
res y Jos errores cometidos por la asamblea,
cuya impruJencia se opuso de frente á una si-
tuacion conque dehia haber contemporizado. En
vez de unirse á ia embriaguez universal, y de
confesar al rey l;.s dificultades de Una posicion en
la que era imposible no haberse equivocado al-
gunas veces, las córtes se manifestaron frias,
altaneras y quisquillos3s. Prescribieron el itine.
rario al monal'Ca ; vcdáronle hasta que prestase
juramento á la Constitucion el ejércicio de la au.
toric..la¡l real que el pueblo le devolvía con trans-
portee de júbilo; la rrensa llevaba á sus oidos
palabras desdeñosas mientras que en sU tránsito
veja los caminos sembrados de flores: contras-
te cuyos peligros debian haber comprendido
los hombres políticos en un país donde entonces
todo era pueblo y soldados, y donue el último
guerrillero creja haber contribuido mas á der.
rocar á Napoleon que no el deshielo de Rusia
y la sublevadon de Alemania.
A los ojos de las masas estos gloriosos re-
cuerdos, anl.e los cuales callaban lodos los de.
más, concentrábanse en la persona de Fermm-
do que apareció omnipotente, no oomo rey, sino
como cautivo libertado por ellos. Hestablecido
al trono por una guerra nacional, despues de
haber sido levantado al mismo por la insurrec-
cion popular, espresion viva del odio español
TOMO 111. 15
226
contra Gonoy y Bonaparte, este príncipe era
para SUI'; sMHlitos el símbolo de sus pasionero y
de sus ;:¡nlipali¡¡s .. y no sin razon se creyó fuer~
te con t.otlll la enerjia uel pueblo que tenia á sus
espaldas.
Escapóse línicamente á la penetracion de
Fernau(lo que los pueblos no reinan mas de un
dia , y que en la nueva situacion en que á cama
de la paz iba á entrar España, era mas segu-
ro confiar el destino de su corona á los ¡ntere~
ses permanentes y á las ideas futuras que no á
una ebriedad pasajera. ¿ Eesiste 31gun gobierno
que no lo pueda todo en el instante de su esta-
blecimiento? Antes de la promulgacion de la
carlay de la declaracion de Saint Ouen ¿el conde
de Al'tois 110 era recibido con trasporles de
alegria en las calles de la capital? Porque re-
presentaba para el pueblo la mas imperiosa de
las necesidades .. la paz. Mas huyo esta notable
diferencia entre la restauracion de I .. uis XVIII
y la de Fernando VII, que la primera se hizo
pensando en el día siguiente, y la segunda única-
nlf'nte á voluntad de las ciegas pHsiones del
dia: aun habia entre la España y la Fl'ancia
de , 814 otra diferencia esenci.al; que en la
segunda el pueblo ocupaba el primer término,
mientras que en la primera ocupaba el se-
gundo.
227
Fernando acababa de at ravesar varias pro-
vincias, y en todas parles hahi<ln resonado en
sus oidos aclamaciones díri jidas á su pel wlla.
La obra de 18 J 2 parecia olvidada, y est~balo en
efecto en medio de aquel desbordamiento del
entusiasmo. Muchos f1yuutamientos constitucio-
nales invil.ábal1le COn calor á rechazar las nove-
dades : una minoria considerable de las córtes,
sesenta y nueve diputados conocidos con el
nombre de Persas, habian puesto en sus ma-
nos una representacion en el mismo ¡;elltido.
Alegando estos testimonios,que tenian buen cui-
dado de calificar en su presencia de unánimes,
dió el 4 de mayo de A 8 ¡ 4 la famosa declara-
cion de Valencia.
Fund.índose en la irregulafidad de las elec-
ciones, en 1<1 ausencia de los dos primeros esta-
mentos en las córtes constituyentes, en la om-
nipotencia que Se habian atribuido, y final mente
en las mudanzas radicales introducidas brusca-
mente en las instituciones fundamentales de la
rnonarqula , Fernando anuló las decisiones, le ..
yes y decretos dados por los representantes del
pueblo en las dos lejíslaturas"j manJó que cer-
rasen inmediatamente sus sesiones, y declaró
reos de lesa ma ¡estad á los que aconsejastn ó es·
citasen la observancia de la ConsLÍl:ucion de Cá-
diz.
228
IHas inclin~mlose al propio tiempo delante
de Ins necesidades que reconocía entonces, y
de las que se burlal'ia luego, el rey manifesta-
ba en térrnínos ardientes que profesabJ profun-
do hOlTor al despotismo, y contraía á la faz dd
mundo el emperJO solemne de tratar á la maJar
brevedad con los diputados ele EspaflLl y de las
Indias en córtes lejitimamente congregadas
pal'a ordenar con su concur"o cuanLo convinie-
se al bien del reino, segun el estado de las lu-
ces y do'! la civilizacion de Europa. La libertad
individual, la libertad de la prensa llencerrada
en 109 límites que la sana razon prescribe á
todos," la votacion de los impuestos y Je los
presuplleslos, garantias ¡enerales de reforma y
de liberta] con las que podemos afirmar que se
contentaba en 1814 y en 18 ¡o la opinion pú-
blica en España; tales eran las promesas que
descendieron del trono y que tan prontamente
debido ponerse en olvido.
Los defectos evidentes de la Constilucion
de Cádiz y la imposibilidad de ponerla en prác-
tica, la conducta precipitada de las cÓl'tes y
las tradiciones monárquicas de España, hacen
apre.::iar el acto de 4 de mayo bajo un punto
de VIsta que nunca será el nuestro. Ver(lad es
que al decreto podia seguirse un gobierno re-
presentativo ó un gabinde de camarilla, por-
229
que nada revelaba torlavia el sistema de perseo
cllcion y de ingratitud que ocasionó á la vez el
oprobio yel infortunio del monarca. Mas pron-
to la pena de muerte fulminada contra los de-
fensores de las instituciones de 1812 arnenazó á
los que recordaban al trono sus promesas de
Valellcia.
Cuando un soberano que reina por hcren~
cia ó por conquista emplea para sostenerse en
el solio ei plomo d~ Venecia y los calabozos de
Spie!bcrg , deploranse los rigores que la huma-
uid"j esp2rimenla, sin desconocer que los auto ..
riza d derecho de defensa y de la guerra. Mas
cuando uu prín~ipc levantado por la insurrec-
cion al Lrono que ocupaba su padre; cuando Ull
})tÍn.::ipe que ha pasado los años lejlls del teatro
de una resisteucia hel'óica , sin ambicionar nun,.
ca ei honor Je participar' de sus peligros; cuan-
do este príncipe entrega á las cadenas y al sol
de les presiolOs africanos á aquellos cuyo prin-
cipal error consiste en haberse dejado llevar
por el imperio de irresistibles circunstancias,
córnelese uno de aquellos actos de inmoralidad
que dlteran en su orijeu todos los sentimientos
de un pueblo y producen en lo fuluro terr i-
bies cspiaciones.
L~I Providencia ha llecho sufrir á España
una prueba que e\ poder no ba atravesado en
230
pprte niuouna con tanl.o peligro; la Península
}Ia pasado en menos de medio siglo de los días
de oprubio y de vergüenza en que Un anciano
mouarca entregaba á su favorito el hono,· de
su tálamo y el de la nacion, á las humillantes
alternati\'as de ese reinado de egoísmo y de im·
previsíon que fue siempre fácil delante de la
fuerza é ¡ncesorabl.:! delante de la debilidad:
como si el príncipe cuyo cetro satió de llll.a re-
volucioll de palacio par.! ab.ismarse en otra, no
abrigase en sus V(:lla~ ni la dulce sangre de
San Luis ~ ni la noble sangre de Luis XIV.
Las promesas de Valencia debian ser tanto
mas sagradas para Fel'llando c~anto mas libres
habían sido; mas. no convenían al partido que
quería horrar hasta el último recuerdo de los
seis ail0S anteriores J que creía que las ideds se
fusilan calDo los hombres. Los empeños COn-
traidos parecían resp.etal" en efecto el principio
de la reforma política,. condenando únicamen-
te los escesos; mas este mismo principio tendía
á destruir la faccion que nada habia aprehendi-
do ni en b crisis europea ni en la de América.
Fiel á lo pclsado como á un culto, honrando,
á ejemplo oe los devotos de la India, al ídolo
Jlor la razon misllla de sus deformidades, no
creia posible aquel partido gobernal" á España
sin los tesoros de Méjico para hacer vivir la
231
córte, sin la sopa de los conventos para ali-
menLar al pueblo, sin la inquisicioll para per-
t>eguir á los espíritus innovadores y sin las innu.
merables ruedas del antiguo gobierno par", re.
tardar su accion y hacerlo toJo enteram¿nt~
impruible. Organizacion maravillosa de la que
al c(\menzar el siglo habia libertaJo al reino la
influencia francesa, y que la reaccion de 18 ¡ 4
quiso restablecer en su. pureza orijinal. Menos·
preciar la administl'acion, la hacienda, el cré-
dito, el comercio y la agricultura: y fijar los
ojos tan solo en las naves que venia n cargadas
de Indias, en los mayorazgos, la mesla -' el
satlto oficio y el contrabando, habian formado
Jas bases del réjirnen seguido en la Península
espaflola, y tales debian ser por consiguiente
en adelante.
Para eslo únicamente se necesitaban dos
cosas.: reconquistar primero la América, sin cu·
yo tesoro el sistema entero se desplomaba por
su base, y despues uesterrar de la Península) Ó
encerrar en los cdabozos á cuantos, sea en tas
c0rtes, sea fuera de ellJs hubiesen provocado
las últimas mu,lanzas, y levantal' la potencia
eu la plnuda de la Cebada, para ahorcar en
ella á cualquiera que osase traer á la memoria
que se habia consumado una. inmensa revolu~
ciu!l poblica.
232
llel:ho esto, reducidas \as colonias á \a
obediencia, y libre España de los afrancesados,
liberales, constituciona!es, amigos de la indus-
tria, de la auministracion y de ta hacienda,
los negocios vol verian á tomar su curso con la
mayor regularidad, y veriase entonces lo que
puede la enerfia de UD gobierno que hace fren-
te á los obstáculos: tal es el racioeinio que
emplea el fanatismo y que viene á parar en
fundar el órden público sobre la matanza ó Ja
proscripcion de cuantos no piensan como no-
sotros, cuyo ensayo y aplicacion hizo tambien
entre nosotros la estóica Montaña.
Siguióse semejante 8istema con la ciega obs-
tinacion que en boca tie los partidos furibun-
dos se Hama firmeza. Negando el movimiento,
persuadiéronse que España no habia marchado
ó dado paso alguno hácia adelante, aunque por
espacio de seis años hahia estado sometida á la
accion de la tribuna y de la prensa, y un sill-'
número de hombres nuevos se habian elevado
desde la maS ínuma clase á tas primeras digni-
dades del ejército. Y estudiaron con tanta efi·
cacia y acierto los abusos para restablecerlos,
cuanta debieran haber" empleado para evitarlos.
El buen sentido y la equidad, indicaban 1 a
conveniencia de una amnistía jeneral, al salir
de una época Ilcna de turhulencias y de incer-
233
tidumbres, durante la cual mas dificil habia
sido conocer los deberes que praeticarlos. Pero
la re:,tauracioll , sancionando las proscripciones
autorizadas por la guerra, y que eran un crímen
despues de la paz, decretó el destierro en ma·
sa de diez mil ~spalioles que habian hasta aquel
dia seguido la fortuna de José y de la Francia.
Mandóse el secuestro de todo:'! sus hienes, y
dc:ipues de muchos ailos de mortales agonias lo~
graron parte de ellos acojet'se á un suelo estra-
110 donde debian morir (1).
Mas con el objeto de igualar las fortunas,
y como para confundir tocIas las nociones de la
equidad nalural, los e3palioles que habian opues-
to la mas enér'jica resistencia á la invasion es~
tranjera, sufrian al propio tiempo castigos mas
rigurosos aun. En el momento en que Fernan ..
do imprimia sus huellas en la capital, entrega-
ba sin detencion á las comisiones especiales los
miembros de las córtes orclinarias y estraorJi-
narias, los ministros, los indi viduos de la rejen-
cia, y jeneralOlente á todos los que habian
cooperado á la redaccioll del código de J 812,
Y que se habian manifestado partidarios SIl-
(1) Decreto de 30 de mayo de 1814 que helDos
copiado en el torno 1. Q
334
yos (1), estableciendo asi tablas inmensas de
proscripcion , en las que la avaricia escribia
tantos nombres como la venganza.
»Lo mas lamentable paril los pechos leales,
ilice el diputado Villanueva en sus apuntes, es
que su mismo rey, de cuya henigoíJad y justi-
fica'cion tenia n tantas pruebas, huhiesp. venido
á ser contra su declarada voluntad presa de las
pasiones ajenas, flhunadas par .. llevar á cabo tan
funesto proyecto."
»EI primer paso de él fue· prender, en vir-
tUll de real ónlen, á varios (.\¡pul.aelos ele las cór-
tes estraordinarias y ordinarias en la noche del
i O de mayo de 18 j 4, cU<lndo aun no hahia
llegado el rey á esta copita\. A la prisioll Je
personas escojidas, se procedió por una lista
cliri}ida desde Valencia al ¡eneral don Francis-
co Eguia en 4 del mismo mes: el arresto se en-
cargó á los jueces de policia lle MarlriJ, no'n·
hrados para el efecto. Eran estos los seilOres
don José l\1,lria Puig , que se escusó, don Ig-
uacío Marlinez de Vd lela , don Antonio A!ea-
Li Galiano, don Francisco Leiva y don JaiLr.e
AlvarE'z de MenJieta; los cuales, en oficio de
6 de ill1io del mismo año) protestaron haLer
_ ... _--,-' .... _-,_ .. _----
(1) Decreto de 16 tle mayo.
235
practicado ) cuantas dilijendas estaban en su
alcance para que tuviese el mas pronto CUIll-
plitlllenLo aquella real órden, ponJeranJo su
cejo en realizar el arreslo, apesar de los gran-
des obstáculos que se presentahan en los prin-
cipios para esta <Jperacion."·
) Hizóse la prision con mucha tropa y ~on
el estruenJo y aparato que ecsiiian UtlOS reos
tan dücolos , tan feroces y temib.les, como se
verá luego. Pur medio de estas ddiiencias que
estaban al alcance de los ¡ueces, y venciendo
su celo los grandes obstáculos que se ks presen-
taban, quedaron presos aquella noche los di-
pUlados don Joaquin Lorenzo Villa nueva , don
Antonio O¡;vcros, don Diego Muñoz Turrero,
don Antonio Larrazabal, Jan José Miguel Ra-
mos Arispe, dOI1 Manuel Lopez Cerero, pres-
biteros ,don Miguel Z:.unalac<lnegui, don Fran-
cisco Gutierrrz de TerClI1, don Agu"lin Ar;üe-
Jles, don José Calalravd, Jon Frallci~co ¡Vl,¡r-
tinez de la Rosa, dOIJ José Cangcl Argiíelles,
don Manuel GJrcia Herreros, don Dionisio Ca-
puz. Fueron tambien arrestados á la misma ho-
rd don Juan Alvarez Guerra, don Juan O Do-
nojtÍ , el conde de Noblejas y su hermano don
Narciso Rubio, y otros."
)En los dias inmediatos se presentaron es-
pontáneamente los diputados don José Z.)rra.
236
quin y don Nicolás Garcia p¡* , por haber sa-
hido que los buscaban .Y qu,~daroll presos. Fué-
ronlo así mismo al Jia flíguíClllc don Ramon
Felm, .Y poco ,lespues don Antonio B~mabcu,
presbítero, .Y don Joaquin Maniau, todos tres
diputados. A don Juan N¡casio G;\lIego, pre-
bendado de Murcia, le mauLló deteller en un
convento, eslramuros de e¡,!a ciudad, aquel
revereuJo obispo luego que llegó á sus mauos
la famosa atalaya de 12 de mayr) , de que ha-
blaremos luego: y habiendo Jado euenla al
gobierno de e::.ta medida de su solicitllll pasto-
ral, fue órJen pJra que le lrajesen preso, co·
mo se ejecutó, custodiándole Ulla grande es·
colta. "
llPOCOS días despues fue llevado desde Va.
lencia don Vicente Traver , á la isla de Menor-
ca , y desde ella preso á la drcel de córle de
Madrid, donde se le formó causa COOll' á'los
(lemas diputados. Tambien fueron arresl.;¡dos y
traidos á las drcelcs de Madrid los diputados
don Domingo Dueñas, oidor de G"unatla, y
el corond don Francisco Gallino Estaban I.am-
bien comprendidos en la catástrofe) mas pudie.
ron evitarla sal iéndose del reino, los (li puta-
dos conde de TOI'eno, cuyos bienes fueron 5e-
cueslFado~, don J03quill Caneja , Diaz del Mo·
ral , Isruriz , Cuartero, Tacon y Hodri¡;o. Es-
237
tendióse luego la persecucion á otros muchos,
convirtiéndose la Penín~ula en una honr0sa
cárcel donde yacían en las tinieblas de los ca-
labozos, Jos mas celosos defensores de la rdi-
jion y de la patria. Pero volvamos al cabo que
quedó suelto."
nAmaneciJo el dia 1I de mayo, comenzó
á esplicar~e la ira por largo tiempo reprimida.
Arrancada aquella mañana la lápida de la Cons ..
titucion, se entregó á una porcion de jente pre-
venida al intento, la cual la arrastró por las ca·
lles con algazara ~ prorrumpielJdo en ecsecra-
ciones contra la Constitucion, contra las cór-
1 " tes y contra os prcf,Os.
llPara dar á estos el torcedor que les pre ..
paró la ira de sus enemigos, y hacerles tragar
otros frutos aun mas amargos, que entrrban
en el plan de aquel dia, llevaron esta tumul-
tuaria procesion por la calle escusada donde
está la cárcel de la corona, creciendo á la vis ..
ta de ella con el ansia de los sediciosos, el cla ...
mor de los seducidos: algunos de ellos se pro-
pasaron á encaramarse hasta el cuarto princi-
pOli, diciendo: ¡¡mueran los liberales." Dentro
de la misma cárcel se oyó una voz que decía:
))10 que se hace con la lápida debía hacerse con
los autores de la Constitucion."
»Siguieron 108 insultos de esta faccion en los
238
cHas inmediatos. Viérome varias de estas eua-
d rillas capitaneadas por eclesiást íeos: ent re es ..
los caud ¡lIos llamó la ateneion el vicario de la
Tlapa, cuyo monasterio acababan de restable-
cer las córtes. 01 vidóse esle monje en aquellos
momentos del retll'o, del silencio y de la mo-
oestia de su profesion. Hasla por las noches
iban á las cárce;es á dJferentes horas, tropas de
mujeres cantando versos mezclados Con insul-
tos: en una de estas visitas se oyó una voz que
decía: »que nos los entrcgue~ á nosotros que
pronto pagarán lo que merecen" Fue esta una
continuada y no reprimida sedicion de días y
noche.'l; dirijíala una faccion atizadora de esta
corta porcilJll de la incaula plebe."
Por espacio de dos años aparecieron largas
Jistas que llenaban los calabozos vacios con las
sentencias de presidio, de destierro ó de confi-
namiento á los monasterios. Los hombres de
mas nota y que gozaban en España mayor pres-
t¡jio por sus luce~ y su importancia política, pa-
garon con seis afIos de presidio en Africa el cri-
men de haber querido salvar la patria sin un
rey á quien ~u fortuna y su indiferencia pare-
cían haber alejado para siempre del suelo de la
patria (1).
(1) El fragmento que nos ha dejado M. de Martig-
239
Recorramos con Mr. de Martignac ~ á quien
por sus compromisos con el realismo nadit: ta-
chará de ecsajerado, los desventurados años de
18/4 en adelante. ,)Fernando al salir de Valen-
cia para regresar á la capital de la monarquia,
al entrar en la córte en medio de los honores
del triunfo y dd júbilo de la restauracion, Fer-
llando al subir las gradas del trono y sentarse
bajo el dosel por tanto tiempo desierto, no de-
bia esperimentar ya ni incertidumbre ni embao
raz&s: no tenia eleccion ni cabian nuevos acuer-
dos: debia llenar un solo empeño, ejecutar
Una promesa única, que para un homLre, y prio-
nac, Clll1 el título d .. Ellsayo sobre la rC1'olltcion
de Espaiia r la inhrl'cllcion de 1823 ~ presenta U!l
cualho fiel de esta época. A pesar de la estrerna re-
serva (~lIe su sistellla político)' su posi,;ion personal
imponian al autol', el alma de este honrado varon
pro¡'umpeell gritos elocuentes al referir tan ásperas
prucripciones: J el estallo de España b;¡jo un réji-
men en que "la imprudellcia comfletia con la cruel-
da'!," rara vez ha sido ccsaminado con un tacto po ..
lítico tall seguro y con 1113)'Or moralidad. Semejan-
tes doct¡'jllas parecen frias y sin lustre eu los días
anliellles de las re\'oluciollcs: no obstante en la si-
tUJCiOl1 de Esp"ila seria llna (Iieha recurrir á ellas
para poner término á las revueltas.
240
cipalmente para un monarca, no admite dudas,
ni reílccsiones."
»Habia dicho en su decreto de 4 de mayo:
T rutaré con los diputados de Esparia J" de las
Indias en cúrtes lejítilllamente congregadas . ..•
La libertad y la seguridad personal qlledardn
garalltidas por las leyes . •••••••••••••
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
nCuanto mas se prof:mdiza la época memo-
rable de la hisloria que nos ocupa, tanta mas
admiracion causa la sra vedad de la falta que
los consejeros de Fernando le obligaron á co-
meter. No tomar en cuenta los seis años que
habian trascurrido; considerar como un abor-
to y como apagadas y sufocadas las doctrinas
conque la prensa y la tribuna habian alimenta-
do al pueblo por espacio de seis ailos; DO in-
tentar cosa alguna que reemplazase á tanta
prosperidad prometida, á tanta libertad puesta
en práctica j obrar así despues de haber procla-
mado su real voluntad de hacer todo lo con-
trario, y lisonjearse con la idea de poder gober-
nar sin revueltas, sin sacudimientos, esto es,
de obtener el sacrificio de las teorias, de las
ambiciones, del odio mismo, es entregarse á
la ¡lusion mas funesta y al propio tiempo me"
nos justificada."
»)Hacer á las circunstancias, á la época, á
2-11
la necesidad concesiones jU'ltas y prudentes,
cUy:J estension puede calcularse ecsactament.e
porque se hacen en el momento oportuno, y
porqne se hacen libre y voluntariamente en
virtud de un poder que este mismo acto justifi-
ca y consolida: aprovecharse diestramente de
las disposiciones que produce una resl<lurilcion
inesperada, para oponer á los recUt'rdos de la
revolucíon hecha en nombre del pueblo Jos
votos del pueblo lejítimamente manifestados y
quitar así todo pretesto honroso á Jos descon-
tentos y á los ambiciosos; obrar, sin peligro
de ser arrastrados mas lejos, reformas lÍtiles y
oportunas en favor de una nacion que acaba de
distinguirse por su heroísmo; dar un elevado
testimonio de confianza á los que tantos testi-
monios de afecto y de fiJelidad habían dado, y
adquirir en fin el derecho de decirles Un día si
se estraviaban : creed al que nunca os Ita enga-
ñado: tal era el papel que estaba reservado al
prisionero de Valencey vuelto al lrono de Es-
paña. Este era el que debian haberle obligado á
desemptlñar sus amigos sillceros é ilustrados, y
el porvenir hubiera justificado su sabiduria."
. . . . .. .. . . .. . .. . . .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .......
»Despues de seis años de divisiones intesti.
nas, resultado inevitable da una guerra sin jefe,
de unausurpacion- intentada y repelida, de la
'TOMO 111. '6
242
ausencia del príncipe lejítimo , de la necesidad
el! qUl~ se hallaba un gran pueblo de defentlerse
y d~ f!ohernarse á sí mismo; despues de dilata·
dos desó!,denes cubiertos y ennoblecidos Con
uua gloria inmensa; des pues de la milagrosa
restauracion de un trono ahandonado, la pri-
mel'a necesidad era la paz interior: las prime-
ras palabras del soberano al entrar en su pala w
cio debian ser olvido)" amnistía,"
nAsílo habia comprendido Luis XVIII al
regresar tamblen á·su palriadespues d-equince
años de deM.ierro, y la carta pro/J1ftidll en Saint-
Ouen y dada en Paris, habia alta y sQ1enme-
mente consagl'::ldo este principio saludable, el
úllico que hace posible la restauracion."
llFernalldo VII habló tamhien de amnistía,
pero este nombre comparado con el acto á que
se había aplicado ~ tenia á los ojos de todos el
imperdonable cclorido del sarcasmo,"
llDiez mil españoles que hahian tenido la des-
gracia de unirse al partido deJosé, y habían des.
pues de ¡;u rel ¡rada seguido al ejercito frallces
para escapa(' de la violenta reaccíon que amena-
zabo:\ su vida, fueron desterrados y secuestrados
sus bienes, es decir, que fueron condenados· á
perecer de hambre y d€ necesidad en tierra
estranjera/'
»Los miembros de larejencia, los de las
243
córtes, los ministros, los individuos que ha-
bian cooperado á la redaccion del código de
18/2 ó los que se habian mostrado sus celosos
partidarios, fueron entregados á las comiJiolles
para que los juzgasen sin forma alguna Iq:\al."
l) El número de los cond,mados fue cOllside.
rabie: los presidios, el encierru en las ciuda-
delas y el destierro, eran las penas pronuncia-
das ,y el rey cuyo coraZOll e!>taLa SlIl duda cer-
rado con cal y canto á la pieJad pOI' el lengua-
je de los que le rodeaban, el rey olvidaba en
tales ocasiones, en que tan dulce debia ser re·
corllarlo, que el derecho de perdonar es el mas
bello atributo del poder soberano. "
"Si al menos esle rigor impolítico y cruel
hubiese sido coIto y pasajero, como una tran-
sic ion , si fuese posible esplicarlo pOI' la efer-
vescencia de un momento de triunfo, por la
presunta necesidad de herir vivamente los es·
píritus con algunos ejemplos, podríamos con-
siderarle como UnO de esos acciJentes sioies·
tros, inseparables de nuestras granJes revolu-
ciones: mas el principal carácter de tales ac-
tos fue la lentitud y fria perseverancia con que
se consumaron. Dos arIOS hacia (Iue el rey ha-
bia entrado en la plenitud del poder, y toda·
via rebosaban ue víctimas los calabozos, yapa·
recian por intérvalos largas listas de proscrip-
244
cion , cual si se -quisiese entretener y despertar
el terror de las familias."
llSin eH1bar~o (lebernos decirlo, porque es
un descanso de que necesita el corazon fatigado
con tan lúgubres detalles, no corrió la saogl'e
humana, al menos en el caJalso. Las senten-
cias de muerte se fulminaron solo contra los
ausentes. Un hombre único, un hombre del
vulgo (el cojo de Málaga), conocido por la ee-
saltacion de que habia hecho alarde en las ga-
lerias p¡í bl ieas de las córtes, fue condenado á
)a pena capital y conducdo hasta el sitio mis-
mo del suplicio. La intervencion del embaja-
dor de Inglaterra detuvo la espada pronla á
caer, y en Ja plaza misma de la muerte don-
de había sufrido ya sus mortales agonías, se le
conmutó la pena en la de presidio."
}) Mientras que el terror reinaba de este mo·
do en Madrid y en la~ principales ciudades Jel
reino, la prensa siempre violenta y apasiona-
da, habia fOaltalo de un estremo á otro. Des-
pues de haber predicado la anarquia y el de-
sorden por espacio de tres años bajo la bande-
ra de la licencia, invocaba bajo la proteccion
de la autoridad real, el despotismo y sus furo-
res, y pedía á cada instante nuevas víctimas."
»A la vista de tantos errores cometidos, de
tantos actos en que la imprudencia competia
~45
con la crlleldad , pregunta uno á que jeOlo m"
ferrllll estaba entregada la suerte de Espl'lfla, y
}llÍscanse los nombres de los que eneaminaban
á su amo por tan peligrosa seuda. Fijase natu-
ralmente el pensamilmto en los miemhros del
gobiero.o, y hallámonos dispuestos á pedir á los
m.inístros una CUt:!nta severa de sus consejos y
de sus actos. Sin embargo, cuando leemos sus
nombres y echamos una mirada wLre sus pro ..
píos padecimientos, conocemos que el mal no
esta La alli , y que es necesario huscarlo en otra
parte. En efecto, ora se distinguieocn por su
moderacion ó su violencia, ora se sintiesen dis·
puestos á una conciliacion .. Ó fuesen enemigos
jurados de las transacciones, los mimstros de
aquello') tiempos de cólera y de ceguedad, su-
cumblan mas pronto ó mas tarde delante de
Ulla influencia mas poderosa que su autoridad,
y ~u cada demostraba demasiado la ecsistcncia
de otl'O consejo en que se disponia ue los des-
linos mas elevados."
nAsi cayó Ceballos, hombre honrtldo y de
esperiencia: así cayeron el jeueral Ballesteros,
guerrero ilustre (lue debia su elevacion á su mé-
l'ÜO; PiZlll'fO, rninistro fiero y ambicioso, pero
lleno de poi ítica y de penetracion , y Garay se-
crelario de hacienda, intelijente y capaz de
credr reCl1r~os en un pais que lallla necelilÍuad
246
tenia de ellos. Los dos últimos fueron desterra-
uos con sus familias."
» Est,lS c¡¡icla~ :sucesivas herian de pasmo
los ánimos, que no ob5tante comprendian la
causa, porque sahian que los que dejahan las
si lIas del poder, miraban con descontento y
secundaban con repugnancia el sistema de per·
secucion que habia prevalecido hasta enton-
ces. "
)} Mas por otra parte, veíase al viento de la
desgracia combatir con la misma violencia á
otros hombres conocidos por partidarios en-
carnizados de aquel sistema lamentable. De este
nLÍmero eran el viejo ¡cueral Eguia, el mas te-
na", , el mas inecsorable, el mas determinado
admirador de las tradiciones antiguas, el mas
implacable enemigo de todo lo que no tenia al
menos la fecha del advenimiento de Felipe V.
Echevarri, que encargado de la alta policia se
habia prestado con el zelo mas ardiente á cuan-
lo babian ecsijido de él, yen fin Lozano de
Torres, que despues de haber trabajado en la
caida de sus cólegas, cuya moderacion y pru-
dencia no se acolllodablln con su fanatismo, se
despeñó á su turno J sin que la menor sospecha
le hicieSe! preveer su desg racia."
») La fr¡lgua de las intrigas en que se maqui-
naban los gol pe~ de esliJdú , en que se escribian
247
las listas de proscripcion, en que se nombra-
ban y se ecsoneraLan los ministros, esta ha en
el palacio del monarca, en su gabinete, en ¡.;u
alcoba, y en sus ante~alas. Componíase el con·
selo de despreciables intrigantes, y de criados
oscuros que formaban la famosa camarilla, cu-
ya ecsisteucia en vano negada atestiguan los ma-
Jes que causó. "
II El rey no era ni apasionaJo ni cruel: su
caráeter se inclinaba mas pronto á la JebiliJad
y á la indiferencia; fatigábale el peso de los
negoeío3, y hubiera querido abstenet'se de me-
didas acerbas y penosas; pero la deplorable reu-
níon que se ha bia formado en torno suyo, ¡os-
pirábale continuas alarmas sobre su segnriclad
pprsonal, mostránJole en todas partes y sin ce-
sar enemigos secretos, conjurados contra el
trono, y habia aS¡ usurpado sobre su voluntad
un ascendiente cuyos abusos no tenia valor pa-
ra rfpl'irnir."
»A este ascendiente funesto ... lo decimos con
dolor, se unla el que gozaba un diplomático
eSI ralljer/) , y debe causarnos tanta mas adrni~
r.lcioll y pena el ver su nOrllbre enlazado á es-
tos tl'l'il.es rE'cu,~rclos, cuanto mas noble y ¡ene-
ro~o eril td carJcler dd poderoso soherano á
qUlt'1l represenldba, y por consiguiente mas in-
24~
conciliahle parece con el papel que desem-
perló (l'.·'
Entonces fue cuando se vió reinar una es-
pecie de emulacion entre las tocuras de todas
clases y las ecsijencias que distinguen las reac-
ciones en cualquier sentido que se obren. No con-
tento el monarca con devolver á los conventos
Jos bienes de que las córtes habian dispuesto (,2),
echó en olvido las medidas anteriol'es, nego-
ciadas con la córte de Roma, con el doble ob-
leto de mejorar las rentas de España y la dis-
ciplina eclesiástica. Al propio tiempo que un
decreto real restablecía e.1 santo oucio fundán-
dose en que la )) usul'pacion y las pretendidas
(~órtes habían considerado la supresioll de aquel
tribunal, como una medida muy efi~az para
servil' á sus perversos proyectos (3)," lIamába.
se á los jesuitas (4), entregándoles los bienes
que ha bian pertenecido á su sociedad en el SI-
glo anterior.
(1) Ensayo histórico &c., pOI' el vizconde de
Mal'tignac, pág. 145 Y siguientes. París 1832.
(2) Decreto de 21 de mayo de 1814.
(3) Decreto de 14 tle julio de 1814.
(4) Decl'(~lo de 29 de mayo de 1815 y de 6 de
julio de UH6.
249
L'l administracíon del reíno se entregó aJre-
de á la inmemorable confu"ion que tantos mi-
nistros habian procurado corNjir. En vez de la
hien entendida Ji vision territorial decretada
pOI' las córtes, reaparecieron las pro\:incias go-
hernadas por los capitanes jenerales, que acu-
mulaban ciert dS atri buciones judiciales con la
plenitud de la autoridad militar y administra-
tiva. Fmalmenle plra corona de €sta jerarquía
levantáronse triunfantes de las revoluciones y
de la esperieocia, los consejos de Castilla, de
Indias, de las Ordenes, de Hacienda, de Mari-
Da y de Guerra; a-utoridillles indepeuuientes
del ministerio y casi del sooerano mismo, á
las que sus tradiciones hacian. hósliles á toda
reforma emprendida por interes del poder ó de
los pueblos, y que convirtieron por tan largo
tiempo el gobierno de la monarquia española
en Un despotismo. templado por la impotencia.
Inútil es descender de los bechos mi~mos á
sus innobles instigadores, y de las lecciones de
)a historia á las memorias de los criados de la
haja servídulU breo Es demasiado cierto que al.
gunos sac.erdotes intrigantes. de la clase menos
elevada del estado eclesiástico, que varios cria-
dos que servían en las antesalas del monarca,
formaron en torno de Fernando la famosa ca-
maríIJa, cuya alma fue un ministro estranjero,
250
con el fin sin duda de poder desplegar en los
ocios tIe U!Hl córte de se~t1ndo órden , una ac-
tividad de espíritu que deió en Madrid tan fu-
nesta memoria.
Lo que mas ¡lisgllsto despierta contra los
gobiernos asiáti(!os, es ver á unos seres á quie-
nes no pertcnece ni aun el tItulo de homnre'l,
elevarse súbitamente 4 los primeros c;rgo~ del
Estado en prernio de llUtlWrOSOS sen;icios dis-
pemallo.; en la oscuridad del ~crrallo, ji si!l em-
hargo, dUI'ant.e seis ;¡[lllS la Earoln e.)ntempló
Can un sp.ntimiento an í lo~o ~ eSéI Pen:n.;ula, en
otro tiempo tan gloriosa y entonces lan som-
hria y tan HtHtida, donJe se cnnabéln tantas
intrigls iIlILlbil~., que carecian muehas veces de
significado alguno político> illt.rigas quc sin em-
bargo hacian y de:.h;lcian los min,sterlo'l, y cu-
yos hilos se anud¡¡han lejo~ .le todas las mi ra-
das, en el secreto de la reo.;idcncia real.
Oh~ervel1los a(pí un nuevo ejemplo de! po-
der ejercido por I¡¡s iLleH c"nt.elIlp~r~ineas en
Jos gobiernos, cuy,) única preoculMcioll es hUlr
de ellas.
El antiguo réjirnen pretendia volver á apo-
derarse ele Esraila, m 18 no porEa conseguirlo
sin recobr¡¡r las millas del Nuevo :\1undd para
ocurrir con SU" pro,lllctO:> pei'iólJ¡cO~ á la desi-
dia de ulla admillistrtlcioll tan [HlII1CrOS~1 COHl()
251
inútil, y ailormecienuo el ¡enío nacional con un
monopolio sin cuncurrencia. Necesario t ra
triunfar de las insurrecclOnes ya victoriosas ó
cerca de serlo, de Venezuela, de Chile, del
Perú, de Buenos Aires, tic ~lélico,.y comba-
tir á la vez sobre todos los puntos de ta 1 inrnen-
so continente. Morillo fatigado por una guerra
que le llamaba tan pronto á la cumbre de
inaccesibles cordilleras, tan pronto al fondo de
tristes soledades, debia sucumbir infa!ihlemente
si la madre patria no le enviaba prontos y po-
derosos socorros,
Pues para combatir esta revo1ucion, á la
que se daba el nombre de revuelta, y con la
que no hubiera SIdo entonces irnp::lslble al rey
Fernando transijir en América como en Euro-
pa, debia ante todo el gobierno procurarse un
ejército, á riesgo de entregarse en mano'l de la
clJse que habia visto con milyor repugnancia el
restablecimiento del antiguo órdcn (le COSas.
Para ernlJdrcar el ejército neccsitábase una flo-
ta que no habia tiempo ni medios de cor;.struir,
y que hubo necesidad de com prar á la Rusi<.l; ne·
cesit~ bilnse fina 1mente recursc)s pel'entorils pa ra
recobrar aquelios tesoros, base probleruáti~a
del edificio lan temerarhmente leV<lnludo; y
para adquirir dinero fuerzol era dirijirse al cré.
dito, y dar juntamenle con varias garanlias á la
deuda pllhlica, algunas seüales de huena adnÜ·
llistracion.
Esta uecesidaLl pal'l'ció tan uriente que la
antipatia sostenida contl'a las ret'ormas y los re-
fJrmadores, tuvo q-ue plegarse algull<1S veces
delante de ella. La tratlsaccion se hiw de mala
gana, pero se hizo; y dsí fae COllJ.O los Eguia,
105 Lozano de Tones, canlpeones inmóviles d.e
las coslu;nbres paternales recibieron á su laJo
en el consejo del ministerio, á D .. MartÍn Ga~
ray llamado el Necker de Españil,. y á otros
lwmbres de la misma escuda.
El ministro GJray , debia asegurar los pa-
gos sin conlar pilra ello eOIl recurso alguno, 'f
al propio tiempo mejorar una enorme deuda
pública, á la que acababan de arrebiltc1r sus ga:o
rautias. La parte roas pesada se cornponia de
vales reales., á los qu.€ las córtes habiau dado
algun crédito. sellidall.Jo los bienes de la il}(¡u¡"
sicioll pal'a su reemholso. (1) D~struida aqucllll
hipoteca, necesa¡:io. era presentar otra: ¿y don-
(11 Ya en lHl.4 pes1.ba. sohre Esp .. ña ulla inmen-
sa deuda estraujera, J lejos lJ~tnvo de presidir :í SIl
rirfllidacion la huella fe. La f1f)fanda había hecho
€1I ltl07 al UlillisL::I"io de Godoy, UII préstamo de
?2-,OCO,OUO, (pe por largo tiempo vaciló en recollo •
c.el' el ipLicruo. Las reclamaciones de 10$ fl'allce~es
253
(le bu¡;:c~rla en el estado de penuria que agovia ..
ha á España, sino en 105 bienes de las manas
muertas? A pesar de fa mas viva rei'istencia se
entabló una negociacion en este sentido con ia
córle de Boma, que sin conceder todo lo que
reclamaba el ministro, le puso sin embargo en
estado de preparar un plan de hacienda (2). Los
vales habian primero quedado reducidos al ter-
cio de su valor nominal : un decreto de 3 de
abril de 1818 prescribió que ·Ios no consolida ..
cuyo arre¡:,lo debió verificarse en vir~ud del conve ..
nÍo de 2') de ahril de 1818, suscitaron mil dificulta-
des entre ambos gabinetes. En ¡in, el gobierno espa~
ñ 01110 halló un camino mas espedito para disminuir
la masa de sus empeños que declarar ·que btlhian
perdido el derecho á la liqllilta.cion los portadorf'liI
de títulos pvr posesion antigua ó por adquisicion,
que los Illlhiesell presentado al úttruso y hubiesen
obtenido .Ia liquidaeioll Ó reconocimiento ó inscl'ip'"
cion en los liolos de aquel gobierno.
(2) Bula de 26 de juulo de 1818 ~ que permite
aplicar por espacio de seis años las rentas y produc ..
tos de las prebendas y otl'OS beneficios eclesiásticog
de nOlllbramiento real que vaCaseu , á la estincioll
de la. deuda plíblica, ordena la vacacioll ue los oene-
ficios de libre colal'ion por espacio de seis años, y la
IIplicaeioll de sus reutas y del p'roducto de las auatas
al mismo destino.
2:)'4
dos se admitirían en reemplazo de los olros,
conforme se fuesen cstinguieuuo y por medio de
la suerte. El! ¡in, una disposiciou ¡eneral ar-
regló este mismo aiJo la c1asiricacion de la deu.
ua en dos partes, de lus que la una graujeaLa
el ¡ .. Ieres de cualro por ciento, y la olra se
consideraba como crédito reccnocido, pero
sin interes ..
Nad~e ignora este dicho: » Mas quisiera de.
herte tuda lIIi "ida que llegarte mi deuda un solo
i7l.5't(/lIi:::. A e~lo ~e Ita m" ba en 1818 y en /834
equilibrar el presupuesto. Observemo~ pues que
talf's tradiciones SOD de ffclHI antigua en Espaüa,
y qu~ perteil~(cél1 á todos 10's gobiernos que en
eH:'.! se succedeu.
Mas semejantes espedientes no bastaban, y
D. Martín Gara'y , habia contado con varÍos
recursos, que la falta completa del comercio y
el eslado desastroso de la agricullura, hicieron
mas iluflorios. Los acontecimientos de Améri-
ca reclal'uaban por otra parte medidas á las
que apenas huhiera podido hacer frente la Pe-
ninsula espaüola en sus mejores di as. Garay
intentó pues, pero sin écsito, plantear varios
planes decretados por las córtes en sus dos le-
lislaturas, como el establecimiento y la distri-
hueion igual del impuesto directo, la supresion
de las inmunidades en materia de hacienda
255
de las provincias y de las corporaciones, la aper~
tura de algunos puertos francos y la modifica.
clon de las antiguas tarifas: lodas estas tentati-
vas fueron inútiles.
Nada parecia poder levantar en adelante ni
el crédito, ni la industria hispana, bloqueada
desde Cádlz llasta la Coruüa por los corsllrios
insurjenles, comprometida COn IOi Estddos U ni.
dos por la FIOl'ida, y obligada á ccmprar la
¡¡parente neutralidad de Inglaterra en la lucha
contra sus colonias. La para lisis de los negoeios,
la miseria del put·Llo y la falta ausoluta de con-
fianza que eujelldra :y anuncia las revoluciones;
condujeron, en último resultado á ¡¡quel triste
gobierno á tal punto de escasez, que necesitan ..
do el r,ey de Espaila y de las Indias ,la suma
. de setenta millones de reales para la salida de la
grande espedicion de América ,no pudo obte"l'
nerla tlel crédito, no obstante haber fijado el
interes al alto precio del ocho ('>or ciento, y ha.
her hipotecado los; fondos de la guerra, y tuvo
que ecsi¡irlacomo empréstito forzoso Je sus
súbditos y de los comerciantes estranjeros esta.
bltcidos en sus estados (1 ).
De día en día las revoluciones ministeriales
; ; ...
,0'
. (~) ,Enero de 1819 ..
2.16
atestiguaban nuevos embarazos, y las influencias
de baja esfera que los agravablll1 tüdavia. Don
Marlin (~;¡ray, don José Leon de Pizarro y don
Jos~ Figueroa, habi.1O caido del poder en 'el
momento en que se cretan mas necesarios al
monarca y mas seguros de su favor. Una órc1cn
de destierro los arrebató á media noche de la
capital y del sellO de su familia: mas aquellos
de sus compañeros á quienes se acusó de ha-
berlos suplantado, fueron sacrificados á su tur·
no, como pura probar que los que tenian en
la mano el hilo de las intrigas, eran tan inca-
p~ces de consecuencia en un sentido corno en
otTO. Desde entonces la mayor parte de las se-
cretarias se confiaron interinamente, y los cam-
bios se vedlcaron con tanta rapidez J que de.
hemos renunciar á encontrar significado algu .. ··
no político á las oscilaciones cuotidianas, fru-
tos de la desconfianza y del capricho.
Que en el imperio otomano donde el dog-
JlNl reJijioso inmoviliza el entendimiento hu-
mano, y donde la ecsistencia privada vejeta
á parte del poder público, el reformador
Mahmoud, anticipándose á la mision que ha
reeibido de Sus padres y del profeta, encuen-
tre una obstinada resistencia, no debe Causar-
nos admiracion. Y que en el seno de una na-
elon cristiana, incesantemente trabajada por
2 i7
el espÍritn de vida; que en un pais en (fue la
imajinacion tanto tiempo estimulada no ohra
ya sobre ella misma, despierte oposiciones dia-
rias un sistema en que la necedad y la intriga ~e
comb; nan p<:ra com prometerse la U:111 ;i la nt ra,
y que estas oposiciones encuentren simpatias en
las masas, que habiendo en otro tie01 PI) incitado
al monarca á que recobrase el poder absoh.,to,
se hallan ya prontas á pedirle cueota de los in~
fortunios de una patria) que se imajinahan ha-
berle en::regado en un estaLlo tal de esplendor:
parécenos muy conforme á los huenos princi-
pies de la sana lójica) y por consí¡;uíente debe
causarnos aun menos admiracion.
Desde que la restauracial1 espaüola se tras-
formó en violenta redcciol1, los entendunien-
tos ilustrados y previsores conocieron que un
gobierno que 110 había sabido cimellUw su ee.
sistencia en los intereses futuros -' estaria á la
merced de la soldadesca y de las tramas de los
conspiradores) el dia en que el pueblo volviese
á caer en su indiferencia ó la miseria le crease
necesidades. As; es que apenas se hahía sentado
Fermmdo bajo el dosel de su palacio, cuando ya
Jlamaban á sus puertas las insurreccIOnes. Mina
habia intentado levantar la Navarra; Porlier
oyó por un momento á las guamiciones de la
Coruña y del Ferrol responder á su voz tan co-
'l'OMO IlI. 17
258
Ilocida; Riehard aguzó ~1 puital en el seno de
Madrid, y ellormenlo tau afróz como el asesi-
nato esciró la piedad á fa\'or del culpable. No
oh!'.tante, Lacy organizaba la ¡nsun'eecion en
CatalulJa, y su muerte largo tiempo diferida
pareció menos una espiacíon que Ulla fria ven-
ganza. De su sangre brotó Vidal , cuyas agonias
fueron menos dilatadas que las que padeció mas
tarde víctima tambien de las pasiones el desven-
turado que fue su Juez (1).
Gran parte del e"jército figuraba en la cons-
piracion, y 1'1 podel' tenia los ojos cerrados. Mi-
naban la milicia las sociedades secretas, por-
que la perspectiva de pasará América J' de mo-
rir suministraba un estímulo mas enérjico aun
que las opiniones liberales. Ilabia pasado el
tiempo en que el ¡ellio castellano se lanzaba
confiado á las lejanas playas, y la repugnancia
del ejército español revelaba el écsito fatal que
tendría la espedicion Con mas certidumbre que
las victorias de Bolivar.
Algunos meses antes de estallar el movi.
miento de la isla de Leon, h~bia urdida una
trama en el seno mismo de las tropas reunidas
(l) El jeneral Elio, á quien dieron garrote en
Valencia despues de dos '¡ÜliS y medio de encierro.
259
en el campo de la Victoria. La mayoría de los
jefes figurabi:1Il en ella, y el conde de Abisbal
representando desde enlonces el papel que si~
guió despues con mas forluna que lealtad, no
descorrió á los ojos de la córte sillo la parte del
velo necesaria para conservarse en la gracia de
los cortesanos.
Las revoluciones pe Iítica~ se califican ordi.
nariamente por las apariencias qlle las domi-
nan: así es qlle la de 18:W se pIUlará siempre
en Europa corno una illsurreccion esclusiva-
mente militer, iOlpresion que pasará prob¡¡ble-
mente á la historia, y que sin embargo no es ee-
sácta. EHa revoluclOn se vCflficó segun el lipo
que nos dió Tacito hace dirz y ocho siglos para
todas l.ls que tienen un écsito feliz: lo que osa-
ron intentar pocos, aprobáronlo muchos y su~
friéron\o todos. Antes del movimiento de las
Cabezas el gobierno real se veía amenazado,
aquí por misteriosas intrigas de las que era
cómplice nna parte de la admini':ltraciou, allá
por tentativas á malla armada. Hacia ~'a cerca
de un año que numerosas partidas recorrian la
Estremadura y la Mancha, proclamando la Cons.
titucion y restableciendo sus intiignias; y sino
hubiese sido preso y ahorcado un mes antes Mel.
chor" bandido de 108 caminos reales., se hubiera
260
converl irlo qUi7.~S en lJi~roe /le IlislOl'ia (1).
No olvidemos por nI ro léldo que si la lenta.
tiva de Qlliro~i\ sohre San Fernamlü, .Y la es·
Ilf'dicion tl-'Tllt'raria de Hiego á AlIdalucia, no
llUbiesPIl sido secundadas por las demostracio-
nc~ populares en las prineipales cIUdades del
reiuo, ¡a isla de Leon hubiera sido probahle-
mente el sepulcro de una iusurreccion , cuyo
écsito feliz no era ya de esperar. El movlruien-
to bb¡,1 estallado el 1.° de enero, y ~i princi-
pios de marzo la columna de Riego haJláLase
casi destruida por los combates y las fatigas.
l .. a isla de Leon no parecia poder presentar
una larga resistencia á los esfuerzos del ¡cneral
Freire. La revolucion declinaba pues en 10tl si.
tios mismos que vieron su nacimiento, Guando
estallaron los movimiento~ de Galicia , N"var·
ra, Aragon:> Valencia y tíltirnamenle el de Cá.
diz: movimientos que encontraron en \.üe!as
partes proscritos que los fomentaron y €slendie-
ron; en la Coruña á Agar, antiguo rejenLe del
reino; en Zaragoza á Garay, que habia sido mi-
nistro, yen todas partes á presos que pasaron en
(1) Ahorcaron á Melchor en 1\1 adrid , el 5 de fo-
brero de 1820.
261
Un mismo dia de los calabozos á los conseios
del monarca. En el momento mismo en que el
conde del Abísbal juzgando que esta vez el re·
sultado de la cl'isis eraiuf<llible, hacia procla.
mar ¡a Constituciun al ejél'cito de la Mancha~
el tUlUultL) de Madrid arrancaba por la maña-
na. al re.y Fernando la oferta de convocar las
córtes del reino, en cumplimiento de sus pro-
meSéts de que se acordaba entollce:> por la Vez
pri.ruera, J por la noche la pl'Oclamacion il1me-
dinta lid código de· 18J 2 l)seguu la voluntad
¡enL:!ral ele 1 pueblo (1)." En el Jíadel peligro
no [,¡Itaron Jos conselos del miedo (lel mismo
mod:) que !lO habían faltado h<lsta entonces los
de la violencia: salian de los JalJios de los pro-
pios hombres y fueron igualmente tjscucll4ldos.
Aquella soml~ria noche del 7 de marzo que
vió rcsueitaJa Ulla COlIstituciou , á cuyo resla-
hle.::illliento iban 3 seguirse lanlu,.<; infortunIOs)
des/mes que tantos maies se hablau ~trorellado
lr<ls su caida, ¡'ecuel'da ahora otra noche mas
recieute. Cuando la crelamos sepultada para
siempre en el lal'go catálogo de las espel'lellcias
01 viJaJas, ha l'eaparceido de la misma manCl'a
que en j 0:20 , y la escena militar de San I1de-
(1) P1'0L'bmJ dI: , de mal'zo de 18~O.
262
fOllso ~e l/a repetido lambien en el palacio de
las .Yecesitlades. Portugal, el pálido satélite de
España ha seguido en su última revuelta al as·
tro, cuya influencia lo domina y con el que
intenta reunirse mas estrechamenle aun. A.. la.
aparicion de este espectáculo Jos gobiernos y Jos
pueblos han vuelto los ojos atrás creyendo por un
instante que esperimentaban las emocione~ de
o\\'a época: mas e\ instinto público ha conocillo
en el acto que tales sernejanz~s aparentes oculla.
han profundas discorJias, y que IO!i mismos
~mcesos entre quienes se prelendia descubrir tan-
ta analojia, tenian una fisonomía y Ull carácter
muy distiutos.
En el mes de marzo de 1820, despues del
1U1'amento de su rey que creyó sincero, y que
entonces lo fue qUlz~s , España unió el regocijo
uwínime de SWI bijos á la esperanza de mas di.
chosa suerte. Los escritores mas contrarios
i h "\:e'q()\\l.c\on no ue~conoceD que tal fue
el ~entimieuLO de los primeros dias, y atribu-
yen la tibieza posterior de la opinion y las irri·
taciones populares, á las medidas subsecuentes
adoptadas por las córtes. Mas en agosto de '83ti
Madrid ha visto á los soldados victoriosos, vio-
Jando los domicilios para buscar víctimas con
tanlo ardimiento como seutian los vencedores
de 18~O , para abril' los calaboz.os ~ -qa.c\a.tl(}~ ..
263
Y Madrid ha visto dividirse con el gozo propio
de unos caníbales los miembros palpitantes del
único homhre t{Lle supo llenar sus deberes. En~
touces E~paña ha temblado por sí misma; su
cnlu.,iasmo ha tomaJo no se qué espresion. do-
loro~a y convulsiva, y lo ha dejado hacer todo
porque parece para en adelante incapaz de es·
torbar cosa alguna.
En los paises estranjeros grande ha sido la
alegria del partido que hace tres años tiene los
ojos ti¡os en Ndvarra , como en la santa monta-
ila de londe vend rá el socorro; grande ha sido
el dolor de los hombres que se atrevian á. pre-
decir á la Península ibera mas afortunados dias,
viéndola libre por la vez primera de la tirania -
de los partirlos esc!usivos y de las pasiones illec-
sorables. Por completa que sea la ilusion que
se ba hecho en Fntflcia y en Inglaterra) una
porcion considerable de la prensa sobre este
pUllto, parecia difícil Judar el que la eshurna·
cion del código de Cádiz no aprovecha~e al
mismo liempo el don Cárlos y á Ivs ll1iembrtHI
de las sociellades anárquicas) y sin embdrgo no
sir viese deliniti varnellte á los intereses del pri-
llIero) porque sin ser una ga"dnLia para el por
veui!' de E~p:ll)a , seria quizás su refujio en un
dia de borrasca.
26 t
1.10 que lwbía herido de muerte al tíltimo
gobierno, era el sistema de persecucion inícua
contra los lJOmbres, sin ser poderoso pal'a
acabar Con las ideas. La restauracion se hahía
despeñado por haberse asociado a una reaccion
aristocrática y monacal} repelida por la noble-
Z<i ilu3I rada, ¡. la que se colocaba fuera del de-
recho comun sin ventaja alguna, y en la que
los hombres de conciencia y de luces encontra-
han una prueba terrible y funesta para el dog-
ma católico I á cuya inmut.abilidad se pret~n·
dia asociar las formas transitorias y las institu-
ciones sin vida.
Si la fuel za de un gobierno que se Javanta,
.. estriba en el principio que desconocido por el
que le ha precedido ha causado su ruina, la es-
perienci() trazaba á las córtes el camino único
que debían seguir. La rcslauracion francesa ha
sucumbido bajo el peso de los intereses de los
ciudadanos que son el punto de apoyo de la
rJUeva monarquía. La restauracion eapai'101a pe-
reció por la falta de Cl'éJito esterior é inter;or, y
pOI' los desórdenes de una administraciOIl que
el gobierno se Ilabia llegado á l'efundir, aunque
no hacia ya Glieíos de tal. Allí estaba el daüo
y alli era necesario aplicar el remedio. Dando
anchas sati~facciolJes á esta ne<.:csidaJ ulliver-
265
sal de las sociedades modernas, el gobierno
representativo era fuerte, porque marchaba en
el sentido de su rrin~jrio.
Modificar profunchmente la Iejislacion ci·
vil, vol ver á la circulacion las ma"as enormes
de las propiedades sustituiJas, corri jienclo las
leyes clue a .... uinan las familias, en manos
de las cuales conservaban los inmuebles sin nin-
gun valor; negociar con lloma una 'reforma
que sin locat' á los derechos espirituale3 de la
ig lesia diese al clero una actitud nueva, y su-
primiese gradualmente aquellas cosas que no
siendo ol*tos de edlficacion se habían convel'ti-
do en piedra de escándalo; refundir el sistema
de hacienda pal'a dar gal'antias á la confianza
plíhlica; som·~ter las provincias al derecho co-
mun, convinamlo un dilatauo sistema de liber-
tades locales Con la !l!ü¡lad de la anrninistra-
cioll; preparal" la enHllcipacion intelectual del
país, arreghndo con prud::!ucia la lil){!rtad de
la prensa; no imitar en fill en sus precipitacio-
nes y v:olencias al gob.ierno, á quien las mis-
mas violencias y preCipitaciones habían perdido;
tal era para las córt.cs la mision lwovidencial
que el poder recibe de las circunstancias en que
nace.
La caida del réji!nen de la camarilla, el entu-
siasmo de ESpdÜ3 por una Conslitucioll que ape-
266
nas conocia esplicanse Con esta esperanza vaga.
E~pf.'raba gozar de esa IILerLad cimentad ... en el
ónlen, que no es un lugar comun de la lengua
política, sino porque es el vot.o constante de las
naciones. La Peníllsula no aspiralM H pasar dd
parasismo y atónia á la fiebre cerebral, y al
derrocar el gohierno de los cria,los de 1<1 oaja
servidumbre, d;svJoan mucho de su pensamiento
la Jemagojia de la Puerla del Sol, 105 discursos
incelldiaÓos. de la FOnLana de Oro y la socie-
dad de Lamlaburu"
Sus representantes nom brado3. en tod,¡s p1r-
tes con entusiasm,o y con órden , segu n el Illé-
todo complicado de 1812, s~ presentaron la
mayor parte en Madrid COIl u.u convencimiento
análogo. Si las teorías absolutas aj!tab<l.11 aUll al-
gunas cabezas; si profilndos resentimientos ha-
bian sembradq la venganza en el fondo de las
almas menos nohles , tamhiell es cierto que t;~.
sisten instautes sOlemnes en que tojo parece
olvidarse, porque se balla el hombre dominJdo
sin saberlo por miras Illas ienerales y elevadas.
l\bs cuanJo estas mil"dS se eclipsan ante un obs·
táculo que se prc:ieuta Ó ante la descon(iilllí';,1 que
Ir} (Hijilla: cuando la opinion plihlica con~I,llIte
efl el fOl1<10 en SU~ votos, pt.ro Illcicrla en ~u
marcha, se debilita un día eu pl"escucia de los
pal"liJos cuyo único UiLudío es reducirla al si·
267
Jencio ,entonces las pasiones individuales reco-
bran su curso y las asambleas donde la mayo-
ría ha comeuzado por ostentar ideas sanas eon-
viértense en convenciones: entonces se Corre
rápid.lmente del 10 de agosto al 2l de cnero,
y del 21 de pnero al 31 de mayo.
Tal hubiera sido, podemos credo, la car-
rera del me v:mient.o pclrlamentario de España
aunque hubiese comenzado por dar la mayoría
á Martinez de la Rosa y al conde· de Toreno,
nombres honrosos que apesar de algunos. erro'
res espresan hace largo tiempo, en la desgra-
cia y en el poder, los votos reales y las necesiJa-
des constantes de su patria. La segunda tejisla.
tura donde al principio dominabilu auu ta·
les opiniones se ecl i psó pronto ddante de otro
poder mas formidable. La sangre corrió á los
golpes del martIllo; el pueblo pronunció fallos, y
el cadalso estuvo; sus órdenel'l: cmpellOs horri.
bIes se establecieron entre los partidos y el ¡t.>.
DIO del mal y de la muerte; y á fiues de 1822
la nacion Loda entt~l'a parecía em peilacla en las
sociedades secretas ó en las bandas de la Fe.
La España de 1820 que ha bia dejado despe·
fiarse al podel" absoluto y saludado ell'éjimen
constitucional camo la era de Ulla pacífica re-
forma J aquella Esplña parecia abisrnada cien
pies bajo tierra. Del mismo modo despues de
268
la noche de la Granja, la Espal1<1 dc 1834 ha
guardado siltl:lcill; y al verla al presente ¡¡mea
nazlJa por D. Cúlog y por la auanlnia, gran
número de escritores se frotan las m¡¡tJ()~ di-
ciendo: Ya veis como 110 hay en la Pellíl1sula
opiniones moderadas! Mas U/1 chino que ¡Iullie-
se visitado la Fl'ancia á liues! del ailO 93, no
huhiera dejado de es::ribir ¡",moien á ~us co\'-
J'esponsa~es de Pekín, que en la gran mOllal'tluia
de Occidente no hahia sino septemurÍstas y veu-
deanos, la emigraclOu Ó la mon~aila. No hubie-
ra habido b.aslarlte cLs.::~rnimiento en el chillO,
para adivinar que la Franeia del año iN vivia
bajo el influjo de la tempestad, corno vive al
presente la Etlpaña dp 1834,y como en 1822 vi·
vía la Espaila de 1820.
¿En que circuJlstan~ias , de que morio y por
qué leyes desaparecen y se eclirnan las mayorías
delante de las m'morias? Gr,wc prohlema , á cu··
ya solucion podrá guiamos. el hüo de ~osacon ..
tccimíenlo~.
Los primeros trahajos de las córtes iudica-
ron <,\ue comprendían su mision : el estado de la
hacienda, del ejército .Y de la marina prodlli()
discusiones I u 'nlOosaS. V otóse Con bU ruo espíri-
tu de prudeucla Ulla ley importanle ::>ohre ll1a-
)'01'.1/'::;0'> que se colocaron en la clase de bienes
libres, y sus poseedores pudieron \.Lspoller, bajo
269
ciertas reservas y condiciones justas de ellos (t).
El ministerio elcjido por el monarca entre 1('8
}¡ofllhf(~s;Í quienes hahia precipit.ado la camari-
lla, v los liberales condenados á presidio (2), pa-
reció primero jcneroso, porque no osrenló con
cruel orgullo la marca de los hierros que habia
arrastrarlo. La rcsignacion de la Corona y la
moderacíon de la asamblea, hubiera sin duda
logrado establecer entre sí la armonía pOlolble,
si la resistencia de los vencidos no huhiera he-
cho concebir esperanzas á la una, si las ecsijen-
cias ele lo ... vencedores no hubiesen flervido igual-
mente de estímulo á la otra.
El principal embarazo para los poderes que
crea una revolucion, es contener á aquellos á
qlli<mes dehen sU ecsistencia. Octavio dotaba
con tierras á los "eteremos de César; Napoleon
tuvo tambien su ¡ejion de honor y sus dotacio-
nes en pais estraño; recursos impotentes si el
imperio hubiese atravesado la peligrosa prueba
de la paz. Los gobiernos de tribuna se hallan en
este punto en la misma situacÍon que los go ..
(1) Ley de 12 ele octubre de 1820.
(2) Los Illipmhros mas imp-ortanles de este gahi-
flete eran los ArgücHes y Garcia Herreros. Véase el
tomo 2.°
270
biernos de espada, y España no podia tardar en
e~perilllel1larlo. Auuque el ejército de la isla de
Leon hUhiese casi siempre ~ido vencido, aquel
pueblo se convirtió en capitolio de la libertad
reconquistada, y Ilnos cuantos batallones se
cons1.ituj'eron potencia política. Su~ jefes, des·
pues de una negativa escrita para figurar en los
periódIcos, aceptaron sin dificultad los grados
y aun las recompensa~ pecuniarias, porque el
.desinteres debia ceder al patriotismo.
Sin embargo, las córtes conocieron que
no debian considerarse! libres mientras que (Jtro
POd!'f dominase el suyo. No tar(ló Riego en ir
á Madrid á insultarlas con su presencia y á re-
cojer los aplausos dirijidos , menos al autor de
Una revolucion consumada, que á un ajitador
dispuesto á intentar otra. Mas no era aun tiem-
po. Entendiércnse esta vez el congreso y el go-
hierno, y el jefe de los hombres de IS:¿O, de-
clarados enemigcs de Jos hombres de 1812,
pasó del triunfo al destierro, aguardando Sil
hora que no podia tardar á sonar (1).
(1) Despues de su primera aparicion en Madrid,
el jeneral Ri.::go destituido de la capitanía jeneral de
Galicia que se le habia conferido, cuando tuvo tér-
millO la revolucion, recibió órden de salir desterra-
271
JIabíanse descubierto en algunas ciu(lades
conspiraciones conlra el nuevo sistema de go ..
hiemo. En Zaragoza tomaron parte al parecer
en <Jquellas tramas muchos miembros iuf]uyen-
tes del c1~ro , y en Galicia algunos centenares
de antiguos guerrilleros, de desertores y de
pai!'anos recorrieron las c3mpiüas y (jJ ganiza-
ron urja junta apostólica, que se ocultaba en los
ho.!>ques ;' pero de la que las sociedades públicas
y secretas de Madrid sacaban un maravilloso
partido. Las córtes en vez de emplear la fir-
meza y la calma, pidieron fuerza y ardimiento
á las pasiones que tan mortalmente haLian
ofendido ~ y para reanimarlas la asamhlea afectó
alarmas de que no participaba todavía.
La discusion de la ley reguladora de las ór ..
denes reliliosas se resintió de esta nueva disposi-
cion de los ánimos. El congreso quiso hacer
solo y en un dia la obra de muchos años impri-
miendo así un color de violencia y de sacriJejio
do á O,·jedo, sn patria. Allí permaneció hasta Sil
Ilombramiento de capitan jeneral de Aragoll. En
otro dia de arrojo, el gobíel'llole privó de este im-
portallte cargo; pero ya entonces Riego, jefe de los
ecsaltados, era mas poJe,'oso (jue el ministerio y el
rey I las córtes y la Constitncion.
272
á medidas, cuya mayor parl e hubiera sanciona-
do la prudeote córte de Roma , apen3~ hubiese
conocido su IIccf'sirhcl. Sllpl'imiend o inmediata.
nwnte 3' de go!pe [antas y lan numerosas con·
gregaciones de reliiioso~ y poniendo sus bienes
en venta, cre;~harl5p. dificulLades de mas de un
ié1wl'o. Si en Galicia e~ta medida escÍtó la in-
dignaciou de los pueblos y engrosó l.'ls handas
de la fe, en Cata\uila .Y en Valencia las tropas
tuvieron que viiilar noche y di~ en la puerta
de los mOI.3slerios para preservarlos del pilla-
jI' y de la matanZ:l. Aá pues semejante rigor
suscitaha una oposicioll mellos peligrosa por sí
nlÍsma que por los malos sentimientos que des-
pertaba.
Alarmada la conciencia del rey habia vaci-
lado en sancionar aquel decreto, y ea la socie-
dad del Escorial donde hahia ido á huscar des-
canso, y quizás valor, se prestó con dem¡¡siada
facilIdad á los consejos de sus antiguos pabcie-
gos, y se entregó á la arricEgada esperanza de
volver á encontrar el camino de su odio y de su
corazon. Ecsajeráronle las fuerzas degue dispo-
nía la contrarevolucion ,y pintáronle esta como
necesaria á su cullo .y como perentoria á su
entendimiento. Una órdea estraña dirijida di-
rectamente por el monarca al comaudante mi·
litar de la capital de la monaJ'quia, coutrariando
273
las fórmulas constitucionales, pareció un indicio
flagrante de contrarevolucion, aunque probable-
mente no era sino una tentativa mal dirijida.
La fermentacion fue entonces terrible, y el mi ..
nisterio lejos dp. contenerla no lemió atizarla
en secreto con tojos sus medios, con el do-
ble objeto de aterrar al monarca y de prepa-
rar con un acto de cobardía su reconciliacion
COIl los hombres que se habia esforzado en
conlener hasta entonces.
Fernando conoció finalmente el peligro que
habia provocado su imprudencia, conocióle en
toda su estension sin que le quedase un solo
sendero por donde escaparse. Entonces para
salvar su vida puso su Corona al servicio de la
revolucion triunfante, y regresó del Escorial á
Madrid para reinar como Luis X VI á su vuel-
ta de Varennes.
Separóse de sus amigos, de los empleados
de su casa, de su mayordomo, de su confe.
sor, firmando con tanta presteza las órdenes de
destierro para todos, como los decretos que ele-
vaban á los corifeos del partido ecsaltado á las
funciones mas elevadas civiles y militares. El
mando de las principales provincias recayó en
los oficiales de la isla de Leon , y Riego partió á
Zaragoza protejiendo al gobie~no con su clemen-
cia y con su nombre. La revolucion española
TOMO IU. 18
274
parecia que intcntaha hacer¡;e hombre y elejíalo
de su estatura, Como la revolucion francesa
cU'lnclo escojió á Napoleoll.
Fewando devoró por espacio de tres mese~
sin hablar palabra, lo~ insultos que Jeja en todos
los oías cuando no los escuchaba salir de todos
los labios. Sus ministros rnantenién<lose á su la-
Jo como enemigos personales ~ hiciéronle pagar
cara la tregua que habían puesto primero á su
vellganza, y sus liros dirijidos al hombre, de-
molieron los restos de la monarquía. Este su-
plicio que comenzaha en cada paseo para reno-
varse en cada cons~'io , se le hizo tan intolera-
ble que osó intentar el librarse de su tormento
sin calcular hs consecuencias de semejante pa-
so. Así despues de haber recobrado el prf'ca-
rio ejercicio de su autoridad constitucional,
J.JlIis XVI habia gozado de la última satisfac-
cion real, ecsonerando al ministro RoJ¡lnd, y
sepaníndose de la Gironda con riesgo de acele·
rar el triunfo de los \0cobinos: áspera reso\u.
cion que determinó la crisis de 20 de junio y la
prolongó hasta ellO de agosto. El acuerdo de
Fernando le comprometió menos, porque no
tardó tan largo Liempo en adoplar1o.
En 1.0 de marzo de 1821 en que se verificó
la apertura de la segunda sesion dcl córtes, el
nlouarca sentado cn el trono representaba el
275
papel que le estaba señalado y recitaba el Jis-
curso, cuya minuta acababan de entregarle los
ministros. Sin embnrgo, el ellcrilo se babia
concluido ya y el rey hablaba todilvia ; hahla-
La y un prolongado murmullo de admiracion
circulaba por el auditorio, mientras que los
ministros p~lidos de cólera e~cucbab,1O al prín-
cipe que los acusaba de no haber protejído el
trono contra las tormentas de las facciones, ni
á la Constitucion de que era parte integrante.
OfenJer cara á cara á unos hombres, para
quienes la injuria ib3 á convertIrse cn premia
de reconciliacion y de populariJaJ, era un acto
nJas temerario que valeroso. 1 a mayoría de las
córtes se creyó ofendida en la persona de los
jefes de 18/2, Y di ddióse en fraCCIones un par·
tiJa que hubiera convenido conservar compac-
to contra el bando militar de los demagogos de
1810. Las sociedades patrióticas .y los clubs,
aJoptal'on en triunfo la causa de los ministros
á quienes antes atacaban Con vio'encia, .y estos
últimos aceptaron el pa pel de a, 11l1istiados á
que los partidos imponen obligaciones tan ru-
Lorosas. El congreso que parecl3 estampar su
acuerdo sobre el de 18 asamblea lejislaliva.l Jes-
pues de la ecsoneraClOn del ministro jirondino,
oec\aro que el gabinete caido merecia la Con ..
fianza de la nacion y negóse á designar otros
276
IlOm !tres á la corona, cuan¡)o esta los recJamal.la
dt~ las eórles como garantía de sus silllpatias.
Dd seno de esta crisis laq;o tiempo prolon-
gada salió sin emhargo el segundo mimsterio
constitucional, cuya memoria es un título de ho-
)lor para la Espail3 y para los miembros que
lo compusieron (1). La mayor parte de los que
aceptaron el poder, lo aceptaron como una car-
ga, sin haberlo ambiciollado antes, y todos le
,1) Compllsose oe D. Eusebio nardaji, D. Ra.
mon Feliu, D. Vicellfe Cano Manllel, D. Antonic
Barata, D. Francisco de Paula Escudero y del je-
neral Moreno Daaiz. Mas tarde á consecuencia de
los acontecimientos de Andalucía y de la formacion de
las ¡nntas de insurreccion, el rey tuvo que acep_
t;l"r la renuncia de algllllos ministros cuyas secreta.
rias confió interinamente á varios individuos de las
mismas. T:lll luego como lo permitió el fin de la le-
jislatura sentó en las sillas del ministerio á Martinez
de la Basa, Gareli , 1\10S(050 y Bodega, que habian
muchas veces seguido el curso de las opiniones pa-
cíficas y honradas. Sin embargo de las diversas re-
Hovacioncs de personas, el sistema continuó sin in_
terrLl peian, J debemos l'elllontarnos a11. o de marzo
de lB21, para encontrar un ministerio de resisten-
cia en Espaih. Este gabinete 110 sucumbió sino á la
fatal crisis del 7 de julio despues de die;¡; y seis me-
les dtl una ecsistencia borríllicosa.
2i7
dejaron con las manos puras, sin que man-
chasen sus nombres las infames sospechas de
que no se habían librddo ciertos homlJl'eR kJ<;~
tunte diestros para poner su reputacion pl'lvada
á cubierto bajo h fácil proteccion tie las pasio>
nes revolucionarias. Fácil es esplicar como el
sistema de que aqu.el gabiuete fue la espresiou
perseverante y valerosa sucumbió á la gran;dad
de los obstáculos> sin que en su cuiJa lnvi,;~
motivo para acusar á la uaciOll espailola y para
dudar de sus votos.
La ecsoneracion del ministerio Argiie!les y
GarcÍa Herrero, había dado á los eGsalu.hlús en
el seno de las córtes una mayúl'ia nccídental
y flotante, y los diputados arnel'iCallOS I'C~len
entrados en la asamblea (1), vini"ron ~n Jos ca·
sos áruuos al socorro del partido eOmil!h~rl}.
Este era en efecto el medio mas segul'o de ,les-
organizar á España y de que fuese impoten! e con'
tra sus antiguas colonias. El ayuntamiento de
Madrid, fiel á las lradicioucs del dema.,ialo fa-
moso de París, contrariaba de un rumio formi·
dable la influencia del congreso. Las socieJa.
(1) Cerca d'3 cillcuenta dipu tados americall M,
la mayor pal'te de Méjico, asistieron á la SLll-iU1Ill.,
sésioll de las córtcs.
278
des secretas mioalwll la representacion nacio-
nal, y la admini~lracion entela y sus miem-
hros gastaban en vociferaciones diarias una
eneriia que se guardaban bien de ir á emplear
en Cataluña ó en Navarra, y que despues de
haber provocado \a invasion francesa no supo
resistirla un dia. D,,'signábanse las víctimas á
Jos martillos del populacho:1 sangrientos aun
del cráneo de Vinuesa, y á los puñales, cuyos
mangos tenían asidos CU3'Ccota mil sectarios,
mientras que una mano invisible diri\ia su pun-
ta. Sábe~e en e.fecto que \08 an.\iat\os de \as Tor-
res y de los Casti(los juraban dt\r la muerte al
que fuese declarado traidor, llvotando su cue-
llo al cuchiUo, sus restos al fuego y sus cenizas
al viento, si faltaban á su sagrado juramento."
En medio de este desbordamiento de la ima ..
jinacion y de las palabras, organizábase la re-
sistencia de los absolutistas en casi todos los
puntos, menos compacta que en el dia en las
cuatro provincias, pero mas universal. Galicia,
Navarra J Cataluña, Andalucía y ambas Casti-
lIas, se velan infestadas de partidas, cuyos
triunfos momentáneos reanimlban la~ antiguas
ilusiones en el coraZOl1 del rey y la cólera anár-
quica en el seno tle los conciliábulos secretos.
J,'1 derrota sin cornh:1tir de los napolitanos, ha-
bia inundado los cufes de las ciuuades poputow
2;9
sas de una masa de hombres que intentaban
eneullrir Su cobardia con su violencia; Aragon
era la fra¡.;ua de uua conspiracion republic.ma,
urdida á un mismo tiempo contra Francia y
contra España, y hallábase enruarallado en ella
Riego, al decir de la farua , si es que no era su
¡efe. Las relaciones diplomáticas se hacian ca-
da dia miS Jiflciles., porque si en Paris corno
en )ladrid, los gobiernos deseaban todavía la
paz, dos partidos opuestos deseaban ardien-
tenwnte la fFuerra· la <Yuerra necesaria al lj , b
Uno p;\ra apoderarse del mando, y al otro para
recobrarlo. Fina ¡mente, para hacer frente á
los peligros del momento y á los del porvenir,
el ministerio se apoyaba en un rey cuyo cora·
zon era tan incapaz de reconocimiento como su
vol unt~Hl de declsion, y que á lus primeros
triullfos brillantes de las bauJas de la fe Ó ,le
loscll1bisLas, hubierase entregado con alegria
á los unos y sin rcsisteneia ~ los otros.
Coloc<lJo en tan lerrihle alternativa el ga-
Linele, tuvo primero que luchar contra una
nl<\lliobl'a , cuyos plagiarios han sidt) los homo
Lreh de 1835, porque en la PenÍnsnla está re-
corrida ya de mucho tiélUpO ;\ esta pUl'l.e la se-
rie de todos los de~órdcnes, y los partirlos an~
tiguos ¡lUcJen leer su destino en su historia.
Orijaniz Ú'Ull~,e (ulanees contra el poder esas
280
luntas locales de insurreccion, que son al pre-
sente una rueda habitual del gobierno hispano.
U n comandante militar y un jefe político
habian sido destinados á Cádiz y á Sevilla, y
su eleccion presentaba garantias ¡n contestadas
á la opinion liberal, pero habian firmado sus
nombramientos unos ministros )que no goza-
ban la confianZl d\! la naciou." Por consiguien·
te, ¿ que Cosa mas heroica que la resistencia
á t.iros , cuyo pacto se firmase ínter pOClda. en
todos los cafes de Andalucía? Juraron, quizás
al pie de la lápiJa de la Constitucion, » morir
primel'o que someterse á una opresion tan alroz.
(1 )." Las autoriuades ecwneradas habiendo cer-
rado con sus manos propias las puertas á sus
succesores .. fueron declaradas por este solo he-
cho modelos de patriotismo, y ya en aque!la
época estaD,Hl tan rela¡aJos los lazos sociales;
que en parte ninguna se opuso resistencia á tan
iusol~ute lenlali 'lél. Carla ¡ena, Murcia, Valen-
(1) y los que esto juraroll) sufrieron despoes
po.' "'pacio de Jiel ailOS el ,Ie,¡putisllJo de Calomar_
de y la fria CI'IIPI'/:1l1 de J,'en¡;¡lIdo: r si una reina
jCllel'()sa Uf) Ilnhie'.e ,'oto Lis e:I(.I!!II<lS de la patria, y
a!TeJ¡~t;,lIlo la nl(lt~rt.c á Sil esposo, quizás lo suf¡·i.
riatl ,lIUI .1 si es pusihle saca!' cOllsecuencias de lo pa.
IIddo.
281
cía, y la mayor parte de las ciudades meridio-
nales, enviaron diputados á C~diz para prepa-
rar la organizacion y los medios de defensa.
Barcelona misma, pasando de los horrores del
contajio á los de la anarquía, se insllrreccionó
contra sU capitan ¡cneral; soldados y ciudada~
nos al son del himno de Riego firmaron una
representacion, ecsi j iendo la caida del ministe-
rio, última garantia de Espai'la centra los es-
tranjeros y contra sí misma. La junta de los in-
surreccionados declaró rotos los la~¡;os de las
provincias confederadas con el gobierno cen-
tral, mientras que no fuesen oidas las justas
quejas de los puehlos can la separacion de un
ministerio odioso ('). A esta condicion princi-
pal iban unidas otras, como la destitncion yen-
cierro de los sospechosos, el pronto juicio de
los culpables y la inmediata ejecucion de los
sentenciados: hag~\telas que suelen ser las ade-
JIalas ordinarias de los mercados propuestos
por las facciones al poder envilecido. Tal fue el
primer ensayo de ese federalismo demagójico,
al que se han ecsijido garantias de vida para
España, y que si llegase todavia á triunfar se-
---------------------------------
...
(1) Declaracioll de la j unta de Cádiz de 17 de di-
ciembre de 1821 ..
281
ria el manifiesto indicio de Una descomposiciOll
sin esperanza. Ob~erv('nlos como en aquella
época permaneciau los puehlos estrailos á una
Jiga que no cimentan ni intereses, ni creen-
cias, ni recuerdos,. yqne solo prueban la impa-
sible calma de los hombres de bien, entre un
gobierno Impotente y las pasiones devastadol'as.
Conmoviéronse las córtes con s~mcialltes
noticias. Y fue preciso deliberar cuan,lo el mi-
nisll~rio las requirió en nombre ue la COllstitu-
cion,. de que se decían idólatras,. y cuando se
vieron amenazadas por un torrente que no taro
daría en arrebatadas. Nombró'\c una corni~ion,
de la que se esperó en el acto un aCl1'!rdo enér-
jico: correspondió esta á las esperauz:ls com~e·
bidas, PUQS 110 propuso nada menos que la for-
roacion de causa, con prevencioll ue crÍl1lcn
de alta traicion, á cuantos habian firrnu(lo los
lllaniti'!stos,. á los miemhros de las juutas, á los
¡efes de la fuerza armada, y en primer lllgar á·
las autoridades cou¡,;titui(las que halJian t1sado
desconocer las órdenes del gobierno, y se ha.
bi:m declarado en rebelion abierta contra el
mi~mo (t ). Pero la pl'opia comision ilWC!1tÓ un
medio de hacer grato á los insurreccionados el
(1) Iuforme dI:: Calatrava, 23 de diciembre.
28,l
golpe que contra ellos descargaba, y ni el mie-
do ni el odio perdieron sus quilates con aquella
firmez.a de oropel. En vez. de precipitarse á sí
mismos en el abismo para cerrarlo, imajina-
ron que era mas fkil arrojar en él á sus adver-
sarios para que este sacrifióo. reuniese los co.-
rrzone!>.
Ecsiste en todas las asambleas lejislativas
una fraccion que antepone las enemistades per-
sonales á las obligaciones políticas, y que pien-
sa menos en Id salud de la patria que en las.
manos. enc.argadas de salvarla: partido inflccsi-
hle en sus principios y flecsible en su conduc-
ta, menos ocupado en afrentar al crimen que
en bus.carle motivos, y que necesita una escu-
~a para cumplir Con sus deberes, del mismo
modo que la necesitarian. otros para faltar á
ellos. Calatrava fue el órgano de aquellos hom-
bres que á punto de regresar á sus pueblos
(porque las sesiones tocaban á su térmico y
los diputados no erall reelejibJes), deseaban á
la vez. prevenir la guerra civil y no hacer de
su desarmado pecho el blanco. de todos :05. pu-
ñales. En términos tan er:érjicos como hubie-
ran podido desear [os minislros mismos, recia·
maron para el poder ejecutivO los. medios que
necesitaba para comprimir las juntas ;. mas. en la
segunda parte de su trabajo destindda á hacer
284
olvidar]a primera, concluyó declarando q'lC
el ministerio era responsable de los maJes que
abrumaban la nacion , y que su conducta J su
flojedad habian alarmado lejítima y justamente
los corazones patrióticos. Proponía, pue, ~ que
el congreso nacional reconociese que los secre-
tarios del despacho habian perdido la fuerza
moral.
La aprobacion de esta estraña fórmula no
empellÓ sin embargo á la asamblea, como era
de esperar, en una lucha sistemática contra el
gabinete. Creyendo haber recobrado con seme-
jante paso la confianza de las sociedades secre-
taS:1 esforzábase en no poner dema ,iadas trabas
á las medidas necesarias á su prop~a salud, me-
didas cuya peligrosa responsabilidad dejaba á
otros. Cansados de tantas tribulaciones, que la
eleccion consumada bajo la influencia del par-
tido militar agravaria aun mas, varios mini~
tros cedieron á la tormenta; pero manlúvose
el mismo sistema con inesperada dicha en vís-
peras de una desol'ganizacion inminente. La es-
pada de Morillo continuó protejiendo el órden
en Madrid, donde el jefe político don JoS(~ T\1ar~
tinez de San Martlll, sostenía su pristino é im.
pasibl~ arrojo. Sus manos arrebalaban á una
banda de vociferadores el retrato de Hiego,
mientras que en Zaragoza el jefe político MOl'e-
285
da, intimando al héroe de las Cabezas la árdeo
del ministerio, le obligaba á partir al sitio de
su destierro.
España puede citar con orgullo estos nom ..
bres, á los que las prolongada~ tempestades han
añadido pocos nombres nuevos; pnrece agotar-
se en la tierra del Cid el arrojo civil, y si sus
hijos mueren, todavia en el campo de batalla
no 8aben, como sus gloriosos projenitores, con-
sagrarse al culto de una idea y conservar en
medlO de la confusion de los tiempos el apre~
cio de los deberes austeros del hombre políti ..
co, y de los deberes delicados del hombre de
honor. Obsérvase una relajacion universal en
los principios que profesan las almas: la vigoro ..
sa vejetacion del injenio castellano hállase co-
mo ahogada y comprimida por las ideas impo-
tentes que la atormentan.
El sistema que habia prosperado en Aragon
y en Madrid, no obtuvo igual triunfo en An-
dalucia. El ministerio armado Con los decre-
tos de las córtes, encaminó varias tropas á
aquella provincia, y huyeron los ajitadores á
la vista de un peligro que babian creido con-
jm'ar cou sus bravatas, pues no se hallaban es-
timulados del valor necesario para oponerle re-
sistencia. El jeneral Campoverde entró en Se-
villa en medio de los unánimes aplausos del
286
pueblo, que se juzg'lba dichoso al verse libre
de los promovedores de asonadas, cuando le
hubiera sido mas honroso haberse libertado
por sí solo del dom;nio de los primeros. Los
,efes de los sedici.osos 5"t\~rl)n desterrados, cu-
yas órdenes obedecieron aceleradamente.
El gobierno comunicó á las córles parte de la
enerjia que habia de"plf'gadoen la lucha. La asam·
blea VOlÓ algunfls buellas leyes ue policía en
los últimos días de una le¡is!a!ura, en la que
faltaron menos las luces que el valor: mas Es-
paña iba :l ver como se1succedia á su congre-
so Jejislativo el cOl1sfiluyente. Hombres nue-
vos que carecian de las prendas de sus prede-
cesores, y que estaban poseídos del deseo de
conseguir mayor acierto, lo que en revotu-
cion significa deseos de obrar de otro modo;
hombres nuevos en fin, elejidos la mayor par-
te bala la influencia de la faecíon militar y de
las sociedades masónicas, entraban en el cuer-
po lejislador con disposiciones que aceleraban
)a crisis y hacian mas inminente la invasion es-
tranjera. El primer acto de la asamblea fue ele·
val' á la presidencia al hombre mas aturdIdo
que cul pable, que habia permitido que se cou-
virtiese en símbolo de desórden el nombre de
un soldado; el segundo fue revalidar la elee-
cion del majistrado, á quien las córtes ante-
287
rieres lJabian mandado formar causa como au-
tor prir:cipal de los aconlecimientos de Sevi-
lla (1). El cougreso entregado enttrumente á
las emociones de la época, se detuvo rara vez
eu las cuestiones de iuterés positivo, y las re-
solvió casi &iempre de un modo mczc¡uino y
apasionado.
Así se vió en el principio de las sesiones vol.
ver á enviar con altanería á la corona, sin con-
sentir ni aun en discutir las enmiendas propues ..
tas por los ministros, el proyecto de ley s(¡bre
se ñorios Volado en la Jeji&lalUra anlt'lior ~ pro-
yecto al que Fernando en virtud de la prefoga-
tiva que le concedia el código de 1812, babia
negado lit sancíon, movido por el ¡nteres del
órden público y de la justicia ~ porque prescri-
bia averiguaciones peligrosas y muchas veceS
imposibles. Cada dia los miembros del primer
(1) El jefe político Escol)edo. npcidióse, des-
pues de una lar~a disCllSioll por la mayoria de 76
votos contr:l 54, que tomase asipnto en las cór-
tes, 110 obslante la acusacion de alta traicion ful-
millada contra el mismo, la cual deheria seguir
su curso. No trascurrió mucho tiempo sin que I~s
coheLlo fuese declarado solemllllmeute libre de la
cansa.
288
ministerio tan repentinamente despedidos por
el monarca, venia n á pedir cuenta á los de-
po,itarios de w vacilante autoridad de una
situacion que otros habian comprometido an-
tes que eHot;. En un mensuie solemnemente
discutido ( 1 ), notificáronle que las córLes ha-
rian pesar sobre el ministerio la responsabi-
lidad de los acontecimientos (Iue amenazaban
el reino. Si las insurrecciones dei partido abso.
lutista estallaban en varios puntos, los minis-
tros tenian Inculpa, porque las reprimían débil-
mente; si desórdenes de distinta naturaleza per-
turbaban la pública tranquilidad, su culpa era
mas clara aun, porque su sistema de opresion
desesperando á los patriotas, no les dejaba mas
recurso que la violencia lamentable sin duda
en sus resultados, pero justificada quizás en
su principio. Raciocinio del que nuestra larga
esperiencia noS hace adivinar fácilmente lo
demas.
¿Que podia en el seno de una asamblea don-
de penetraban los clamores de fuera de ella, la
"fOZ pura de Martinez de la Rosa, orador y
poeta á quien su naturaleza destinaba á ser el
ornamento de una sociedad floreciente y tran-
(1) 24 de mayo de 1822.
289
quila, y cuya vida ha consag rado á IllC llar con-
tra las pasiones ciegas y brutales? ;, Que podian
entonces los hombres de la misma escuela,
sábios y numeroses sin duela, pero á quienes
fahal:.an igualmente un centro donde n~unirse
y una fuerza organizada en que apoy:lrse? ¿ En
que debian Gnalmente venir á parar proyectos
mal enlazados que no se atrevian á confesar, ni
en la córte ni en presencia del pueblo, y de los
que se defenrlian como de una injuria los mis-
mos que los habían concebido?
Ecsisten en las crisis políticas varones ilus.
trados que penetran el objeto fina! de ellas an-
tes que sea posible to(;arlo , y cuya suerLe es
vivir largo tiempo vencidos sin que la victoria
pueda fijarse SillO en sus manos. Así es que para
terminar una revolucioll no blsta l1abcr triun-
fado de los partiLlos estremos; es necesario que
esos mismos partidos hayan adquirido á conse-
cuencia de largas decepciones el conocimiento
de su propia derrcta y de su impotencia, y
que hayan llegado á desear una transaccion con
el mismo ardor que deseaban la victoria. Mu.
cho distaban los ánimos en 1822 de esta situa-
cion. El absolutismo batido eu Navarra por Lo ..
pez Baños, y mas tarde en Cataluña por Mina,
reorganiz3base mas allá de las fronteras y con-
taba con Una prócsima guerra. Los ecsaltaJo.\l
TOMO ur. 19
agnal'dah:lIl igualmente que estallase para to·
gr:¡r apodt>rtll'se de las rWlIt!ils dpl gohif'rflO y
paru ¡nflamar el ei'pírillJ nacional. Y corn,l 105
pil!'! idos 110 fllJ(li~an su~ pret.ensiones sino cuando
carecell de esperanzas, fácil es conocer que uO
habi" lIe:.;ado el momento de conseguir sacri.
ricios_ Necesario era que uno y otro depurasen
en el el-isol harla~ miserias antes q'.w sus restos
se contllUdiespn en es\! partido medio que ter-
mina siempre las revoluciones, porque se con-
serva, por decirlo así, fuera de eUas y reasume
cuanto hay conciliable en las pretensiones
opuestas. Aunque Espaüa gravitaba visiblemen-
te desJe entonces bácia las formas y la imita.
cion francesa, porque tal es su destino, la opi-
nion de dos cámaras no estaba aun distintamen-
te formada. Si Jos hombres mas ilustrados de
la escuela liberal la habian abrazado ya, habia
sido en secreto, y sin atreverse á confesar ni
los partidarios conque contaban, ni su simbu-
lo: asi es que apareció con ciertas apariencias
de intriga, que la despojó en gran parte de su
fuerza y de su dignidad. Disipóse esta opinion
entre el humo de las descargas del 7 de julio,
sin haberse encontrado en el caso de enarbolar
con franqueza su bandera de conciliacion.
Preséntase aqui el problema de aquella es-
traila jornada) incompletamente i1u~;trada por
291
1as revelaciones his~óricas , quiz,ís porque 10(los
los actores se hallaron en una po~icion [ab,a , y
qu¡z~s lambien porque los Olas honrados pllra
esplicar ~u conducta, se verían obligados á eo·
tregar al Jespft:cio del mundo 4 Un poder pro ..
telido entonces por la majestad del infortunio.
Si es dudoso que el levantamiento de los guar-
dias fuese preparaJo por los hombres que creian
que las circunstancias eran favorables á una
mod ificacion del código de i 8 ¡ 2 , en el sentido
de la Carta francésa, es al menoS cierto que
Jos lefes de aquel partiJo, poderoso entonces,
sino unánime en el consejo dd Fernando VIr,
intentaron aprovecharse de la terrible tormen-
t3 que reinaba en la capital de la mommluía,
para ofrecer á los intereses contrarios una amo
plia tr3nsaccion. Rec¡bieron con este motivo
del trono garantias que mantuvo hasta el ins-
tante en que se creyó bastante fuerte para faltar
á ellas. Porque luego c1ue en palacio se juzgaron
en est;¡do de contener la villa y córLe, y de
triunfar de los esfuerzos mal combinados de la
milicia; luego que noticias apócrifas anuncia-
ron varias insurrecciones realistas , cesaron de
contemporizar Con aquellos, que despues de
haber sido largo tiempo necesarios, nO se pre-
sentaban ya sino como obstáculos. El ministe-
rio se vió prisionero en el real alcázar, por cu-
L92
ya seg uridad tantas veces ha bia combalido·
Pl'ro ved aquí ((Uf' la r~eenfl camhia, que Mori-
llo desellgafl<ldo de neg0óuciones falflces, ata-
ca con desppcho ~ los jnslll'reccionado~ con
(1 nit'ne'i 11<1 bin I rll! ado hasta entonces; que los
~n:1rtlias sin direccion y sin jefe se comprome-
ten con falsfls maniobras; ve(} aquí que se les
car"a v se ¡PoS fusila como ¡Í bestias feroces, y
o v
que las puerlas de palacio son forzadas'. Enton.
ce!'l caen á los pies de los que antes se veían aro
restados.> y abrázanlos hllmi ¡demente para con-
seguir una proteccion que no pueden ya dispen-
sar. Preciso es desde aquel momento entregar-
se sin reserva al vencedor, entregarse despues
de haber perdido lo que consuela al hom bre
honrado, que sucumbe cumpliendo con su
deber.
Sélbido es el resultado de las resistencias
que abortan. El partido ecsaltado se apoderó
del mando; formóse caUSa á los miembros del
ministerio, y el hon,bre mas importante del
nuevo gahinete fue don Evaristo San Miguel, je-
fe del estado mayor de Riego. El partido co-
munero se apoderó de los puestos mas impor~
tan tes , recompuso el personal de palacio y las
diversas administraciones, y el ministel'io ad~
quirió con su union temporal, con la mayoria
de lJls córtes/ y principalmente con la disper-
29'3
Ñon del ejército de la fe, recientemente conse-
guida por Mina, cierta fuerza para contenerlas
violencias de la asamhlea y el movimiento po-
pular de fuera de ella.
Pero la cuestiOll eSlranjera venia por otra
parte á complicar las disensiones interiores,
hasta t:l puuto de hacerlas olvidar enteramente.
Evidente el'3 para quien no careciese de ¡¡rev¡-
SiOll, que las escenas del 7 de julio eu que el
partido de las dos cámaras se lo había jugado
lodo C0l1 tan poca habilidad, había decidido la
guena , y que la serie mas ó menos larga de
uotas diplomáticas no la haria luenOs iuevita.
Lle. La rnediacion inglesa no bastaba á preca·
verla, porque se despreciaba con altanería en
Madrid lo que debia formar su base) la pro~
ruesa de modiGcar el pacto ele 1812 y la coope-
1'3cion activa de la Gran Bretafta > no uebia ser
objeto. de serias preocupaciones, porque habie·
l'a sielo la señal de la liga del continente que
Mr. Canning no pensaba provocar. La ¡uler-
vencion de 1823 fue para el gobierno de ia ra·
ma mayor de los Borbones una necesidad que
la histOl"ia debe comprender, y aunque se 110-
l'en los resultados, debemus l'econocer que lJU-
hiera sido fácil nacionali7.urlos. Si en vez de os·
cun:gerse en Espa:,a (letras de las Insiones reac-
clOnarias) no:.; hubiéramos COlocado con o:5adia
29·1
frente á frente de ellas 7 si hubiéramos aprove-
chauo esta ocasion única de cimentar la alianza
oe la dinastía con las ideas constitucionales
difundiéndolas en pais estraí'í{J 7 la guerra de
"¡ 823, lejos de haberse esplotado contra la res-
tauracion como una memoria ecsecrable, hu·
hiera sido su salvaguardia en los días de tribu-
laciones.
A fines de 1822 la opinion pública de Eu·
l'opa reconocia unánimemente que la Constitu-
cion de Cádiz era impracticable J y que era ne-
cesario pasar á la república suprimiendo un tro-
no derisorio, Ó volver á la monarquia revi!>tién-
dale de sus atribuciones esenciales. Ninguno ig-
lloraba por otra parte:t que en punto á aptitud
para gobernar el timon del estado, los patrio-
tas ele 1810 est:¡ban al nivel de los absolulistas
de 1814. Divididos aquellos en numerOsas sec-
tas desde los teoristas comuneros hasta los in-
Ilohles zurriaguistas , qu~ deletreaban 1., lengua
de Hebert é intenlaban los asesinatos en masa
de los Septembl'istas; lleno el entendimiento
oe lugares comunes, y vacío ~I COfll'l.On de los
elementos que constiluyen la socieJad, pare-
cian destinados á combatirse los unos ~ 109 otros
sin resultado y sin lél'lnino. Por su lado el par-
t.ido de la fe, á quien Milla u,:ababa de des·
truir, hahía tlléllllfestado su impotencia para
295
terminar por sí mismo y en provecho suyo la
crisis Peninsular. Y ademas el nomhre J~ ~us
jefes salidos casi todos de las ú¡timas ciases
del pueblo y del clero, descubria en su seBO
la presencia de una fuerza dellla¡;ó¡íca) cuyas
manifestaciones serian pronto temibles al poJer
que consintiese en utilizar tdles eltrllclltoS.
Solo pues del parLido mOllerado podía es·
perar:,e la futura felicidalJ de ESflaüa, porque él
solo no habia dado todavia el tipo. DividiJo ~n
asociaciones y en matices tan l1Umel'O~OS como
sus adversarios, compuesto de ulla pordon no-
tétule de la grandeza, y de la rnajistratura, de
oficiales superiores, de comerciantes) de pro.
pietarios, de dignatarios eclesi:lst.icos, de lo
mas selecto de los afrancesados J partido arroja-
do del gooierr.J despues de la cri5is de julio,
nada podia por el camino legal y mellos aun
por la fuerza. Esperar de circunstancias remo·
las que recobl'asen eventualmente la influenci3
estos hombres numerosos pero aislados, era en·,
tregar al temible acaso la cuestion espaüola,
que loJüS los gobíeruos lle FI·aueia debiclll pro.
curar decidir en el scntillu de su principio. La
intervelJeíoll francesa pOllía sola vol ver ;í I'US
sillas á a(loel partido á quien los acontecimien-
tos habían precipitado, no obstante que era el
296
lÍnico capaz de empUilal' con acierto las riendas
del gobierno hispano.
Al presente que 105 entendimientos reflecsi ..
vos comienzan á apreciar en su valor el siste-o
ma seguido por espacio de tres años en nues ..
tras relaciones con el gabinete madrileño, na-
die echa en cara al antiguo gobierno una es pe-
dicion, ante la cual vaciló largo tiempo, por-
que su error no fue emprenderla, sino no haber
fi jada antes su espíritu. En vez de ponerse hu-
mildemente al arbitrio de la voluntad real, que
110 estaba en estado, ni tenia el derecho de ser
ccsijente, debían habérsele impuesto condicio-
nes, y la perspectiva de la libertad hubiera pa-
l'ecida dulce á Fernando aun á este precio_ El)
vez de presentarse como ejecutora de los de-
cretos de la Europa continental, y como van.
guardia de sus ejércitos, tocaba á la Francia,
llin desechar el concurso moral que le habiau
ofrecido, obrar por sí misma, conforme á sus
IH'incipios y á sus intereses, conforme á su de-
l'eeho muy lcjítimo de asegurar su influencia
en la Península. A la caida de la insurreccion
militar, debió seguir un gohierno constitucio-
Hal , y el vencimiento de Jos principios dema-
gójicos era tan precioso para las potencias, que
se l'/lUllieron en Verona, flue lo hubieran acep-
tilJO caulo un don del cielo. En vano el partí-
297
do á cuyos ojos, una operacion combinada con
el doble interes de la dinastia y de la Francia,
era una mera cruzada de derecho divino, hu-
hiera pretendido (Iue al libertar á Fern:lndo no
se debía sustituir al j'ugo estranjero el de una
faccion; la respuesta era muy fácil: no se lra-
taba de ejercer coercion alguna sobre la voluo-
tad presunta de Un príncipe que Icjitimaha la
interveucion estriltl jera, sino sobre el cal'.4c·
ter de una revo(ucion incapáz de arreglarse por
sí sola,) que amennaba nuestras instituciones y
nuestras fronteras. Desde aquel punto para pre-
venir en Jo futuro los peligros análogos ó de na·
turaleza opuesta" pero igualmente peligrosos, la
}<"'rancia tenia el derecho de e.oosultar sU políti-
ca. La intervencioll verificada en este sentido,
ej~rcia eo el interior una poderosa inHuencia
sobre la opinion; despojaba á Inglaterra del pa-
pel que su gabinete quería tomar en las reunio-
nes de la santa alianza, y hubiera podido nacio-
nalizar el principio represetaJo por la ca~a
de BOI'bon, siendo el instrumento de la rejene.
racion pacifica de España, y tarn hien sin duda
de Portugal, donde el bondadoso Juan VI hu-
biera abierto de antemano su corazon á las ideas
l'eelas y jenerosas.
Hubiéranse encontrado lal vez algunas difi-
cultades, menores sin embargo que el concur _
298
so activo ofrecido por tantos hombres honrados
á quienes iba á atacar uua reacciou brulal. Hu-
biérase oido á los antiguos trllgiJlistas proclamdr
la inquisicion y el rey absoluto; el Trapist<l y
Merino hubieien protestado; B~ssiel'es se hu-
biera hecho fusilar algun tiempo antes, y la in-
surreccion de los agr,wiarlos en vez de es~allar
en 1827 hubiera comenzado á tiempo de que el
ejército frances al salir pudiese acabar con ella.
El gobierno de las Tulleria5 hubiera conocido,
si los partidos no hubie:ien fascinado sus o ¡os y
violentado sus manos, que para él lo mismo que
para España .. una transaccion era mas apeteci-
ble que la victoria. Y el medio mas seguro de
conseguirla era, á lo que parece, ocupada la ca-
pital de la monarquía y amenazados los libera-
les de un ataque Ínmediato, negociar en Sevilla
con el rey, con la parte moderada de las córtes
y con la mayoria Jd consejo Je estado. Apoyá.
banse entOtlces en la grarHIt!z" (1) Y en los jene-
raJes casi todos flVorables á estas miras conci-
liadoras, que determinaron por sí solas su snmi-
(1) RefJrescntaciou á su alttna I'eal el prÍacipe
j e;1 e l' alí i ¡ iI}() á S II en LratLl e IJ .\LuJri.1.
299
sion (1). Pero retroce¡Ji,)~e ante las sordas resis-
tencias de P¡¡ris n:ucho mas que dclal!lp de la
resistencia de Espaüa, y acLos pJl'ciales testifi·
caron al mundo que los fnnccscb cClluprPtlJian
lOJOb sus deberes, pero que no se hallaban en
el caso de lleuarlos (1)
Iustalóse una rciencia, cuyo primer acto
fue llamar SOICUlIH'llIcnte al ministerio á los
lJOmLres miSlllO~ que ocupaban sus sillas en
marzo de ¡ 820, tenitrdo CUIdado de poner á
la cabtza de esta lisla, sin duda prlr etiqueta,
el nombre del coufesor del rey D. Victor Saez,
iguol'a:lle me~liatliJ, cuya mísíon única era re-
(;ol'ddl' los tiempos que le parecían modelos de
la monarquía espailOla, corno los del padre
NltharJ y de CárlGS JI. Las medidas adoptadas
(1' Carta dd conde !lel Ahish 11 al con •. !e de
:Molltijo de 11 dp, mJ.\"o Proclama de !\tllfillo de
26 ,le juuio. Gapitulacio!l de Blllesteros 4 de agos-
to etc.
(2) Carta del dU[lue de Angulema al rey de Es-
pli"ta, 17 de agosto. Or,l()[]Jllza de Andujar, q'le
prohibe á las autoridades españolas hacer arrestos
p'lr CJ11Sa de :lpi"i[}!}cs políticas sin la anhri7.acion
anterior de los corn3nrlantcs de las tropas francesas,
y SOll1ete á la viiillllcia de las mismas á los periódi_
cos J á los period i~tas.
300
.
en el trascurso de los tres años J y las refor~
mas que se habian verificado en los diversos
ramos de la administracion, se declul'aron nu-
las y sin ningun efecto J y el despojo de los
acreedores del estado, cuyos contratos habia
garantizado la presencia en Madrid de los em-
bajadores, se proclamó en la presencia misma
del príncipe frances , cuya familia bahia acep-
tado las cargas de 10b cien dias; y cuantos ha-
bian gozado empleos bajo el sistema represen-
tativo fueron declarados indignos é incapaces
de ejercer destino alguno bajo el gohierno ab4
soluto: tristes preludios de los decretos del
puerto de Santa Maria y de las proscripciones
de Jerez.
Si la situacion de la Francia habia comen·
zado por ser falsa, hízose intolerable cuando
Fernando recobrada la libertad, tejitimó tas
violencias, no tomando en cuenta las capitul a-
ciones concluidas bajo la salvaguardia del ho-
nor por el ejército que mandaba un príncipe
de su sangre, ni los consejos que repeLiall á
su oido lo:s embajadores de Europa, entregán-
d(}se primero á la venganza ,'1 consat;rando des·
pues el resto de su vida á un egoisll1o Olas frio
y Illas diestro.
l':i l'jéi'cíto de la restauracion sacó de aque~
lla c<lmpaüa en que fue UlllS difícil encontrar al
301
enemigo que vencerlo, cruces de San Fenlan·
do, opinionp.s mas lihfTales, el desprecio de
sus ausiliares andrajosos y el horror de las reae ..
eiones. En cuanto á los ajentes políticos pre-
veian una catástrofe de la que participaria en
cierto modo la Francia, y reclamaban en vano
una amnistía en cumplimÍento de la palabra que
habia empeñ3do su gohierno. Sin crédíto y sin
recursos, á vísperas de uca bancarrota que no
da realce á opinion alguna, y que sin cmbar·
go no faltaha quien la preconizase, en medio
de la consternacíon de las altas clases y de la
clase propietaria, heridas todas maS ó menos
en sus innumerables categorías, veian al go ..
biemo español pasar de la demagojia de los
clubs á la de los voluntarios realistas, sin que
se les concediese el derecho de dirijirle una pa ..
labra °de moder~eion, un consejo de prudencia.
Las cárceles rehosaban de presos, y el sable de
los jenízaros reales descargaba fendientes en va·
rios pueblos, iY cien mil franceses miraban!
Tambien al presente miran: pero al mellOS á la
otra parte de los Pirineos, y la sangre no salpica
ya SUR armas inmóviles.
Dos veces ha faltado Francia á su mision
civilizadora en aquel pais. En f 808 Napoleon
debió tomarla bajo la proteccion de su ¡eoio y
de su gloria: en 1823 la restauracíon no se
,J02
atrevió ~ dispcns"rle el beneficio de uno liher-
f.aJ ordenad", i Ojalá qtl~ Fr<1ncia no falte ter-
Cera VtZ á :-us deberes ! Tnstl~ dp.st ino el de Es-
paña (hmdc la csperil'ncia parece perdida para
todos, .Y donde un ,lbisrno abre otro ahismo:
estraflo desti!1o el de Francia que se vió obli.
gada 'par" consrguir que se suavizase un sistema
que compr')nl('t:a SJ victoria, y que cayese un
ministerio tan inepto como desapiadado, á res-
guardarse d~trás de la Husia, V á compelf'r
hácia Madrid al conde Pozo di Dorgo) en au-
silio~de:"su cmb:.t¡ador (1).
COlllo\nos hemos propuesto referir los he-
chos principales ele Espafla y no trazar su his.
toria, no prestaremos á una época transitoria
la atencion conque hemos analizado esas crisis
durante las cuale~ los parti(los se presentan ~in
disfraz y sin pudor, tiempos solemnes eil que
la naturaleza humana deja ver sus abismos,
como el mar cuando la tormenta subleva las
(1) Este ministerio sucumbi:S á instancias del
cuerpo diplomático, y el 2 de diciembre lo reempla-
zó un gabinete en tJlle entraron el rnartl'iés de Casa
Trujo, el conde de Oralia .. el jenera.\ Cruz, D. Luis
Ballesteros y D. Luis 2\'laria Salazar, hombres mas ó
menos empeií ados en el ca mill o de la moderacion.
303
olas. Si despups (le Jos sucesos que hemos rnali ..
za~io puede deducine alguna consecuencia en
l', i limo n.su ltado, es la im posibilidad de cons.
tilUlr un gobieruo con una ú otra de la faccio-
nes de que libraron ~ EspaiJa en un mismo año
1 ¡¡ interver:cion al'lnuda de Francia y la ínter ..
vencion diplümática de Europa: félcciones que
tOllavia permanecen en pie una y otl'a, y que
reehlll1an por presa ese pais que se les deja, y
qut' hubiera sido feicil arrebatarles si el gobier-
no [rances llUbiera tenido abiert~s los ojos so-
bre esta clisis para terminarla en tiempo útil.
La una pasea por las montañas de Vizcaya fU
impotencia, que oculta á favor de una fuerza
local Viva y m3S popular; la otra repite Con una
sangre fria que causa rubor las escenas revolu-
cionarias que nunca despertarán por su causa el
entusiasmo de la marsellesa ni producirán las
victorias en pais estraño : partidos del trágala
y del rey neto, del gorro griego y del bonoe ..
te sahumado, de los ahorcadores de los frailes
y de los verdugos monárquicos; en los que
reina igual desprecio del hombre y de Dios.
El reinado de Fernando VII, desde la caida
del ministerio Saez hasta los tiltimos aüos de
Sil vida, es una época de un carácter dificil de
detel'filmur. No se proclamó ningun principio
nuevo) ni se repudió solemnemente abuso al·
3tH
guno, ni actos gu herna! i v O'! libertaron legal-
mente á los honrados ciudadanos de las pros-
cripciones ó de la incap<H.:iJad que pf'sah~n so-
bre su caheza: ni una palabra del t.rollo dió
materia á pensilr que se trat,lria l1UilCa de lIJO-
dillcar aquellas ('ustwllbres re.~pet(/bles de los
Olllepasadus, aquel/os daec!ws absolutos del
tremo insepar¡¡!J[cs de los de la reDjion , que to-
dos los vasallos fieles deLia n defender contra
las pretendidas rej¿¡mws i/llp!as I su!wersiv(!s.
Algunos aüo.¡ despu(~:> d e la reaccion de 1823
reasulllíanse todavía lo:> deberes del e3pai101 en
estas tres palabras: Aml/r al re.r'> ubedecer al
rey Y" morir pur su poder absoluto (1). TJsába-
se siempre del mismo lenguaje, de las mismas
doctrinas oficiales, y sin embargo bajo la cor-
teza de aquellas muertas fórmulas, Espaiía ca-
minaba visiblemente á un nuevo órden de co-
fias. Los hombres habian desaparecido y otros
11oll1bres habian ocupado su puesto aplicando
el mismo símbolo, pero con otro espíritu y
con rumbo diferente. Los antiguos pasteleros,
los amantes de la Constitucion , y tambien los
del rey José) esos ¡udios de España lavada por
(1) Proclama con motivo del estahlecimiento
de la carta hrasileña en Portugal; julio de 1826.
30)
Fernando ~u nota de illf¡¡mill, cercaban el tro-
n0.1 ccosf:l'vabllo el órdcll p,íblico y dahan
cierto l)l'ilJo á la prosperidad nacional. El infor-
tunio babia concluido por ahog~r las pa:;iones de
este príncipe y dejar solamente vivo el senti~
miento de la sEguridad personal) tan despierto
siempre por la lenJenci:l de los hombres y el
estado de los negocios: no aspiraba ya sino al
reposo, y érale dulee para morir un ltcho en el
Escorie 1. ¿COrl1Ü hahi a de entregarse en brazos
de un partiJo, cuyo triunfo hubiera provocado
una reaccion nueva y que proclam<lba olro nom-
bre que el wyo? SaLía por esperiencia lo que
podia esperar de la COllstitucion: pero no po-
dia ignorar por otra parte que el grit.o de viva
el santo oficio iba unido muchas veces á otro
grito: de ahí deuucia la necesidad de aniquilar
á uno .Y otro partido y de sostener enlre ellos
una b::llanza sangrienta, en cuyos dos platos
echaba cabezas para equilibrarla el conde de
España. Bp.ssieres pagó pues la mUI'rte del Em-
pecinado; Pep deIs Estanys , Rafi Vidal , BaHes-
ter, el padre Puilal pagaron por lar, hermanos
Bazan.1 por las numerosas víctimas de Tarifa;
como mas tarde Santos Ladron espió la sangre
de Torrijas. .
No quiere decir esto que Fernando haya abra.
TOMO III. 20
306
zRdo e1lusto medio: no pensaba de manera algu-
na en con~titllir semejante partido, ni en pro-
clamar !;US m~csimas, ni en que dominasen ~us
intel·cses. Elije lÍnicamente algunos hombres
que le pareeen diestros y que opone con tino
en su consejo á otros hombres necesarios, pero
temibles. Frente á frente de Calomarde y de
Ugarte, criados de palacio políticos; aliado de
Erro, de Eguia, de Aymerich , atizadores del
absolutismo, sienta y tiene en equil;brio á Zea,
á Ofalia, á Recacho, á Búrgos, á Ballesteros,
á Zambrano, innovadores que tramijell con el
espíritu de la rcvolucion hasta el punto de de'
sear que el estado goce de crédito, que se pa-
guen los dividendos, la administracion y el ejér-
cito; que la industria y el comercio se reani-
men, y finalmente que los voluntarios realistas
no encarcelen ni asesinen á su arbitrio. Fernan-
Jo supo servirse de todos sin entregarse á na-
die, porque el uno á pesar de su entera adbe-
sion tielle relaciones revolucionarias, el otro vé
en secreto á D. Cárlos y á las dos infantas por-
tuguesas: los constitucionales sonrien á la vista
del primero y los apostólicos tienen confianza
en el segundo: Zea vijila á D. Tadeo Calomal·.
de, y en circunstancias delicadas el duque del
Infantado, sirve de contrapeso á uno y á otro.
307
Semejante papel convenia ~ un monarca
que se ha bia hecho escéptico por la desgracia, y
que uo amaba ya 4 su familia ni era amado de
ella. España por otra parte prestábase á sus man-
datos sin resistencia: porque si en su seno los
partidos corno el poder conservaban los misrf10S
símbolos, en sus palabras y en sus actos descu.
brÍanse el silencio y el ardor que se apaga. Los
volunthrios realistas atropellaban algunas veces
á los negros, perros ó negros que tenian ideas
hberales y dinero; pero al mismo tiempo que
el gobierno elojiaba sus escelentes sentimientos,
atrevÍase á castigarlos Sin que oSJsen resistlr.
Clandbase todavia por el restablecimiento de
la inquisicion, y algunos cuerpos com;tlluidos
dirijieron representaciones oficiales muchas ve-
ces sobre la urjencia de adoptar una medida
tan útil al artar y al trono: creo que dos pre.
JaJos la dpc\ar:¡ron por su simple mandato res-
tablecida en su diócesis (1): mas la mayoría de
los obispos permaneció tranquila, el clero se·
euJar se sepdró de la demdgojia turbulenta de
los frailes, y no se restableció el santo oucio.
En vano las primitivas bandas de la fe furiosas
(1) Los obispos de Tarragona y de Ol'ihuela.
308
de que les escasea gen las recompen~as por el
mal estauo del tesoro, se RulJlevaron en Catalu~
ita contra Fermmoo y sus ministros ft'ilOemaso-
nes: el ejército (le los agrrH'io(kJs sucumbió
como toda~ las f.lccÍones, cuyo espíritu ha pa~
sallo. Vióse entonces á una mano n:lOn~rquica,
que sin duda llora en el dia su imprudente obra,
atr¡H'I' á lodas las potencias del principado y á los
jefes de un partido que D. Cárlos ha intentaJo
inútilmente resucitar allí, porque en la crisis
de í 827 su afecto se estinguió con su sangre y
con su fe.
Delante de las mismas causas vemos tam-
bien desvanecerse la efervecencia liberal.: por-
que Be condenan á ia vez todas las ortodojias
polít.icas. Tarifa y Alrneria , se ven atacadas sin
resultado; los hermanos ]3;;¡zau J no encuen-
tran quien responJa á su voz en Alicante: mas
tarde Milans, se ajita en vano en la fronterd de
Cataluña; y lo que es mas grave, el rechazo de
la revolucion de julio no renueva una opioion
que parece baber perdido en fuerza cuanto el
poder ha ganado en íntelijencia. En Navarra
frustranse los planes de ValJ.és en 1830, como
se habian frustrado en Andalucía en 18:24: Tor~
rijos y su tropa, vienen á Jcjarse fll¡;ilar en las
provincias que contemplan con piedad sin dll-
30~
da , pero sin simpatia , su derrota y su asesinato
juríJilo: Mina mi:mlO en sU fuga salpica Con su
bang re las puota~ de las e3ca¡'paclas rocas, Jan.
de trepó laulas veces entre las regocijadas uela-
maciooes de sus compaiieros de victoria. Cuan·
la::; tentativas hicieron 1m. refu ¡jados en el tras·
curso de hcis allOS en distinto~ puntos del reino
y en nombre de la COllstitucion de 1812, tlt-
VH!rOn éC5ito funesto) sin hallar pal'Lidarios , sin
que uua compallía se sublevase, sín que una
ciud,d se conmoviese ,ó saliese á campa(¡a guer~
rilla alguna, sin que la puerta del sol recorda-
se un iusLante sus bulliciosos días, los dias de
Yinuesa y de GoiHieux.
Caus,lbi:llo el que aquellas ideas habían per-
<lijo su fuerza y Cju<! se pl'cp'lruha ell lo~ e:;pi ri·
tus otro müvil1lieutd. Los bombres destinados á
ser los in~trumentos agrup:hon~e pDr instinto
CIl redtdor de una reina jovlm destitlada á nJ-
animar Ills últimos momelltos de una eesistcll"
cia lllurclJila. La esperanza de la rnt'ot"lliJau
fi ¡ó por prirnercl vez los o jos del triste 100'
mrCd en el tiempo fuLul"o i y pronto fue Ih!ce·
suritl defeuder la cuna en (¡:le su Jesf;lllecída
mano arrojl) el cetro ~ al illl1lUIso del amol" J~
p:J,lr . .! y de rey, (Jue lo~ absoluList;,¡~ de profesiulI
lJ,ltl condenaJo ~ pllr'lue e~te ¡>Jl'li.lu CllllIU tu
do,; los uemas 11<:1 sucumbidu pOI" el abuso d!
310
sus propios principios. Entonces hubo de cons-
tituit'se como una fuerza política el partido de
los hombres que hasta entonces se habian pre-
sentado aisladamente en la escena pública, y ve-
rificóse una revolucion, porque aprovecharon
la coyuntura, y porque el nombre de D. C~r
Jos era una ameoa:la á las ideas y á los talentos
que poJian rejenerar ti España con el tiempo.
e o N e L II S ION~,
Ilasta aquí Mr. Carné, que- pasa ahora á piu-
tar los primeros años del actual reiuado, que
ni pertenece ya á nuestrll plan, ni descubre el
acierto que ha gUiddo primero su plurna. Aüa·
damos lIoso1 ros breves reflecsiones.
Femalltlo VII hizo ulla rcvolucion comple-
ta llictando Ulla sol<l ley, CUy<l impurtancia noS
obli\;a ,í. co~iarla. al \.\le de la le.l\:a.
312
PRAGMATICA-SANCION
EN FUERZA DE LEY, DECRETADA POR El¡. SE&OR
REY DON CARI,03 IV A PETIClON DE LAS COR-
TES DEI. Afio DE 1789, y MANDADA PUBLICAR
POR S. M. REINANTE, PARA LA OBSERVANCIA
PERPETUA DE: LA LEY JI, TITULO XV, PAn·
TIDA II, QUE ESTAuI,BCE LA SUCCESION REGU-
LAR EN J.A CORONA DI~ ESPAÑA.
Don Fernando VII por la gracia de Dios, rey
de Castilla etc. etc. A, los inf:mtes, prelados, du-
ques, marqueses, condes, ricoshombre~,priores,
comendadores de las ór(lenes y sllbcomendado-
l'es) alcaides de los cas!iHo~, casa., fuertes y ¡taléis;
y á los de mi cO[Jseio , presidente,,; y oi.clolCS de
las mis audiencias .v ch(lllf~hillerias, alcaldes, al~
gnaci\es de nll casa y córte , y á todos los COI' ..
rejiJores J asistente, gobemadores ,alcaldes HU-
yOt'CS y ordinarios J y otros cual~squíera jueces
y justicias, ministros y personas de toJas las ciu-
dades, villéls y lugares Je estos mis reinos y se-
ñoríos, tanlO:l los que ahora son, con10 los
quP. serán de aqlll adelante,'y el. cada uno y
cual(]uiera de vos, sabed: Que en las córles
que se celel)¡'[J!'oll ell mi ('¡¡LIcio de Buen Bctiro
el <1110 J78~) ISC trató ;Í pl'Opllt:Sla Jel rey mi au w
313
gusto padre, que está en gforia, de 1a neces¡~
dad y conveniencia de hacer observar el méto.
00 regular establecido por las leyes del reino,
y por la costumlJre inmeniorial de succeder en
)a corona de Esp3ña con preferencia de mayor
á menor y de varan á hernbra, dentro de las
respectivas líneas por su ordeniY teniendo
prc:wnte los inmensos bienes que de sU obser:.
vancia por mas de 700 arIOS hahiaf'eportado
esta monarqu;a, así como Jos motivos y cir·
Constancias eventuales que contribuyeron á la
reforma decretada Pl)l' el auto acordado de t O
de mayo de 171:; , elevaron á sus rel}'les manOS
una peticion Con {'echa de 30 de setiemhre del
referiJo afIO de I '789 ~ haciendo mérito de las
grandes utilidades que ilabian venido al reino,
ya antes, ya particularmente des pues de la
múoIl de las coron<lS de Castilla y Aragon, por
el órden de succeder seu,lIado en. la ¡.ey 2. a ,
título ¡ 5, partida :,V, .Y suplicándole qu·e sin
t:U1bargo de la novedad hecha en el citado auto
acordado, tuviese á bien mandar se ob"erv.!se
y guardase perpéluamenle eH la succesion de la
monarquía dicha costumbre iumemorial , ates-
tiguada en la citarla ley, como siempre se ha-
bia oLscrvado y guardado ,publicándose prag-
mÚica.sancioll, corno ley hecha y formada en
córtes, por la cual constase estaresolucion ,y
3U
la derogacion de dicho auto acordado. A esta
peticion se dignó el rey mi augusto padre re-
solver, como lo pedia el reino, decretando á
la consulta con que la junta de asistentes á cór-
tes, gobernador y ministros de mi real cáma-
ra de Castilla aCOl1.1paÜaron la. peLicion de las
córtes. Que »habia tomado la resolllcion cor-
-respondiente á la citada slÍplica ," pero- man-
dando que por entonces se guardase el mayor
secreto. pOI' convenir asi á su servicio, y en el
decreto á que se refiere, llQue mandaba á los de
su conseio espedir la pragmática sancion que
en tales. casos. se acostumbra." Para en su caso
pasaron las córtes á la via reservada copia. cer·
tificada de la citada súplica, y demas concer-
niente á ella por conducto de su presidente,
conde de Campoma!les , gobernador del cOllse'
jo; y se publicó todo en las córles con la re-
serva encargada. Las turbaciones que ajitaron
la Europa en aquellos años, y las que e~peri
mentó despues la Península uo permitieron. la
ejecucion de estos irnpOl'Lantes designios., que
requerían dias mas serel1O~. Y habiéwlose res-
t¡¡blecido felizmente por la l1Iisericor.lia divina
la paz y el buen órueu de que tanto necesita-
han mis amados pueblos; de~pues de haber
ecsalllinado este grave negocio, y oiJo el diclá-
men de miuistl'oS celosos de mi servicio y del
315
hien público, pOI' 'mi real decreto dirijido al
mi consejo en 26 del presente mes, he venido
en mandarle que con presencia de la peticion
oríjinal ,de lo resuelto á ella por el rey mi
muy querido padre, y de la certiíicacion delos
escribanos mayores de córtes, cuyos do:cumen-
tos se le han acomparlado, publiquE' inmediata-
mente ley y pritgrl.lática en la forma pedida y
otorgada. Publicatlo aquel en el mismo mi con-
sejo pleno, con asistencia de mis dos fiscales,
y oídos in vace, en el (lía 27 de este mismo
mes, acordó su cumplimiento y Espedir la
presente en fuerza de ley y pragmática 'sancion,
como hecha y prornu!¡;ada en córtes. Por la
cual mandó se observe, guarde y cumpla per·
pétuamente el literal contenido de la ley 2. a,
título! 5, partida 2. a ,segun la peticion de las
córtes celehradas en mi palacio de Buen Retiro
en el año 1789 que queda referida, cuyo tenor
litera 1 es el siguiente.
» Mayoria en nascer primero es muy grandt
seüal de amor que muestra Dios á Jos fijos de
Jos Reyes, á aquellos que la da entre los otros
sus berrnullos que nascen despues del: ca aquel
á quien esta honrra quicr facer, bien da á entena
del' <lue) aJelanta el le pone sobre los otros
porque lo deben obedescer el guarrlar así ~omo
á padre el á sellO/'. Et que esto sea verdat prué.
316
hase por tres razones: la primera naturalmen-
te, la segunda por ley, la tercera por costum·
hre : ca segunt natura, pues. que el padre et la
madre cobrlician haber linélje que herede lo su-
yo, aquel que primero nasce et llega mas aína
l)ara cumplir lo que ellos desean, por derecho
de he ser mas amado de ellos, et el lo debe ha.
her, el segunt ley, se prueba por lo que dIjo
nuestro Señor Dios á Abrahan cuando le man-
dó, como probándole, que tomase su fijo Jsac
el primero, que mucho amaba, el le degollase
por amor dél; et esto le dijo por dos razones:
la una porque aquel era fijo que él amaba asi
como á si mesmo, por lo que de suso di ji mas;
la otra porque Dios le habia eilcojido por Santo
cuando quiso que uaciese primero, el por eso
le mandó que de aquel le feciese sacl'irIcío; ca
segunt él di¡o á Moisen en la vieja ley, lodo
másculo que naciese primeramente serie llama'
do cosa santa de Dios, Et que los hermanos le
debtm tener en logu,' de fndl'e .~e muestra por.
que él ha mas dias que ellos, et veno primero
al mundo; et cJuel han de oLedescer como ~ Se·
Dor se pmeba por las palabras que dilO Isac á
Jd(;ob su ri¡o cu,w:lo le dtó la bendicioll, cui-
d<tflUO que era el mayor: tu serás ~eihJr de tus
herm:ltlos, el ante ti se tornar,lU los tijoS tl€' tu
pall'e] el al llue hClldiiier~s sed bel.lcllcho ,.et
317
al que malllijieres cay~r!e ha la maldicion : on-
de por lod~s CEfas palabras Se da á entender
que el filo mayor ha poder sobre los otros sus
hermanos, asi cornO p¡ldre et seüor, el que
ellos en aquellogar le debcn tener. Otro si) se-
gunt antigua costumbre: como quier ql1e los
padres comunalmente habiendo piedat de los
ot.ros fijos, non quisieron que el mayor lo ho-
hiese todo, mas que cada uno del/os hobíese,
su p'lrle: pero con todo eso los homes s¡¡bios et
€ntendudos catando el pro comunal de todos,
et cOllosciendo que esta particion non se podrie
facer en los regllos que destroidos non fLH~sen;
segun nuestro Seüol' Jesucristo dijo, que todo
regno partido astragado serie, toviel'on por de-
redlO aquel sellaría del regno non lo hobiese
sinon el filO mayor des pues de la muerte de su
padff~. Et esto usaron siempre en todas las tier-
ras del mundo dó el seiíorÍo hobieron por lina-
je, et mayormente en EspaiHl : ca por escusar
muchos males que acaescieron et podrien :lUIl
seer fechos, posieron que el acilorio del regno
hered¡¡sen siempre aquellos, que viniesen por
liila dereeha, el por ende establescieron que si
fijo varan hi non hobiese , la tija mayor hereda-
se el regno, el ann mandaron que si el fijo ma-
yor mOl'iese ante que l1eredase, si dejase filO Ó
tija que hobiese de su mujer lejítima ... que aquel
318
Ó aquella 10 hobiese, et non otro ninguno: pero
si todos estos filllesciesen , debe heredar el reg-
no el mas propineo pariente que hi hobiere,
seyendo llome para ello et non habiendo fecho
cosa por que lo debiere perJcl'. Olldt! por todas
estas cosas es el pueblo tenuJo de guardar el
fi jo mayor del rey, ca de otra guisa non po-
drie seer el rey complidamente guardado, si
ellos asi non guardasen al regno: el por ende
cualquier que conlra esto fecJese , farie traicion
conoscida el debe haber tal pena como desuso
et dicha de aquellos que desconoscen señorio
al rey."
y por tanto os mando á todos y cada uno
de vos, en vuestros diHritos, jurisdicciones
y partidos, guardeis, cumplais y ejecuteis, y
hageis guardar, cumplir y ejecutar esta mi ley
y pragmática.~ancion en todo y por todo, se-
gun y como en ella se contiene, ordena y man-
da, dando para ello las providencias que se re-
quieran, sin que sea necesaria otra declaracion
alguna mas que esta, que ha de tener su pun-
tual ejecucion desde el dia que se publique en
Madrid, y en las ciudades, villas y lugares
de estos mis reiDos y seüorios J en la forma
acosLumbrada, por convenir así á mi real ser-
vicio, bien y utilidad de la causa pública de
mis vasallos: que así es mi voluntad; y que al
319
traslado impreso de esta mi Carta, firmado de
don Valentin de Pinilla, mi escribano oe cá.
mara mas antiguo y de gobierno del mi conse-
jo, se le dé la misma fe y crédito que á su ori.
¡inal. Dada en Palacio á 29 de marzo de 1 830.==-
Yo el Hey. = Yo don Miguel de Gordon, se-
cretario del rey nuestro Señor, lo hice escribir
por su mandado. = Don José Maria Puig.=
Don Francisco Marin. =Don José Hevia y No-
riega. = Don Francisco Javier Adel\. = Don
José Cavanilles. = Hejistrada : don Salvador
Mal'ia Granés.= Teniente Canciller mayor: don
Salvador Maria Granés.
Mas adelante, complicadas las circunstan4
cias, los carlistas descargaron su furia centra
la ley anlerior , y un publicista rebatió sus ar4
gumentos de este modo. »Cuando los reinos de
España reunidos en córtes han jurado con el
mayor júbilo y entusiasmo por heredera de la
corona á la augusta infanta primojénita Doila
Maria Isabel Luisa: cuando los venerables pre-
lados, los grandes y títulos, y los procurado-
les de las ciudades, rodeando el trono del so-
berano mas querido, han confirmado con un
juramento, que no se violad, 105 afectos de
amor y de obediencia al monarca y á las le·
yes fundamentales: cuando resueofln en todas
las Giudades y villas de lan vasta monarquía
320
Jos himnos. en accion de gracias al Todopooe-
roso, los eantos de i1íbi!o y el rumor alegre de
las ¡ie~las pl'¡))iicas con que Jos es~)ailoles solem-
nizan tan filusto acontecimiento, parece con-
venie:1te ¿;sipar las tiniehlas cou que pudieran
Oscurecer la verdad en a!aUtlOS állimos, ó ig-
ti "
norantes ó débiles ¡os periodistas y foUelistas
estranjeros, que por todos los medios que es-
tan á su ale,lOce procurCln perturbar la alegria
comun, y propagar las ducha qu~ afectan tener
acerca de la leptimídad de los derechos que en
este acto solemne y memorable han sido de
nuevo reconocidos. S",ben que los espaüoles no
se vuelven atrás de lo que una Vi!Z prometieron
y ¡uramn : saben que esta ceremonia es la ruina
definitiva de sus ilusiones ó de sus mal concebi-
das esperanzds; y eshalan, de la manera que
pueden, el enojo que !os importuna, tenién-
dose por felices si lograsen hacer titubear á
Un solo espaüol en el respeto debido al sobera-
no y á las leyes.
,¡'fodos esos papeles esta n redactados de ma-
nera que no se sabe lo que mas debe sorpren-
der en ellos, porque corren parejas la mala
fe, la ignorancia en la historia de nuestra na-
cion, cllenguaje indecoroso y estúpido, y cier ..
to furor concentrado que disimulan muy difí-
cilmente. Pero en fin, como citan hechos,
321
aunque falsos, y raciocinan, aunque mal; y
como nos son ya c0nocidos todos lo~ argumen-
tos y artificios de que se valen ~ es preciso eom-
balirlos en /lU mismo terreno. En una nacion
como la nuestra, sensata y amante de la reli-
jion y de la just:cia, conviene, mas que en otra
alguna, hacer uso de las armas de la l'a:;.on. Na-
da es mas propio de un pais civilizado que re-
conocer e.1 lmperio de la intelijencia ,como su ..
perio!' al de la fuerza ó al de las pasiones.
» Un periódico póll'isiense , que cree muchos
años há haber recibido del cielo la mision de
dirijir nuestros negocios políticos yadministra-
tivos, inserta una serie de preguntas, y las cor-
respondientes respuestas dadas á ellas, segun
dice., por muchas universidades de dentro y
fuera del reino, sin nombl'arlas. Todas las con-
sultas son contrarias al principio de la succesion
directa. Nosot.ros dudamos mucho de que se
haya consultado acerca de esta materia á ningu~
na univer:;idad; porque esa costumbre de los
siglos medios, que suponia (y entonces con ra-
zon) concentrada toda la sa biduria en las uni-
versidades, ha mucho tiem po que no está en
práctica: pero sea lo que fuere de estas corpo-
raciones sábias de fuera del reino, cuyo dic-
támen debe ser de muy poco peso para los es-
pañol es , sabemos ciertamente que es falso que
TOMO 111. 21
3~2
hayan l'Iido cowmlladas las universidade~ es-
!,ailoías: pon¡ue es imposible supooer quP. haya
('11 EspaiHl un doctor en leyes, dnones Ó teo-
lojia, tan jgnoran~e de n\le~tl'a historia, que
cometa equivocaciones tan torpes de 11l.'cho
como las Jos que se notan en llichéls consultas.
Una es suponer que D. Sancho, hijo segundo
de Alonso el Sábio, teni<llcjílimo llerecho á la
corona: cUi\mlo todos saben que :mc~dió vio-
II'ntamente, despojando á los bijos de su her-
rnano: otra suponer que no debía srr privado
de este derecho por la ley de Partida, porque
esta no pod;a tener fuerza retroactiva; como si
el código de las Partidas, aunque escl'ito por
Alonso X, hubiese tenido fuerza de ley hasta
un siglo desllUes. E~tosdos errores., en que no
puede incurrir ningun espai'Iol, revelan el od-
jen estranjel'o de la mencionada consulta.
»Pero veamos el valor que tienen esas pala-
bras májicas de fuerza retroactiva, hayan sido
dichas por quien fe quiera. Nadie ignora que
debe negarse la fuerza retroactiva á las leyes
criminales, porque antes de la ley no hay de-
lito: y á las civiles, porque la permanencia
de los llel'echos privados anteriores á la pro-
l1Iulgacion, en nada invalida la accion de di.
chas leyes para lo sucesivo; mas no puede ;¡pli-
carse el mismo principio á las leyes fUDdamen-
taJes, porque la!'! hnria ílusorirls, y porr¡lle ade-
mas no vers:m aeer'ca de derechos é intereses
rrivados) sino ptíblicos. Esta<. df'S conl'idera-
ciones Ilecc~itan de UI1 ecs8nJPn mas dp\enido.
nEn to¡b naeinn ecsiste lHl poder I'oherano,
que tiene)¡¡ facultad de lllodifi('¡lr~c;Í sí m:smo.,
alterando Lts leyes fnnd(lHwntales : y m1n(jlle Lt
sana raZfJO aeoni<eia qne u-;e con mucha pru-
dencia de esta f:1culrnrl, !lO hay duda que cuan·
do usa de ella, la a!lcracion es k'jítíma. Ahora
bien: ¿ que alteracion puede haccree en la ley
fundamental que no deslru) él algunos derechos
é induzca otres Iluevos'? ¿ DIremos entonces <11
leji~lador: su~rlf'nded la ci~cuc¡on de la ley
hast.a que quedr!l satisfechos tnJos ios Jt'recllOs
anleriores á ella? Eso seria lo mismoquc decirle:
vuestra leyes vana, y no producirá nunca sU
efecto, En estos casos, como en otros muchos,
usa el lejislarlor soberano, por la razoo del
bien público" de la supremacía eminclIle que
tiene, no solo sobre los del'echos personales,
sino Lambien sobre los bienes y aun las vidas
de los V3Sálios, como succ<le en tiempo de
guerra, Cuando la soheranía se modifique á sí
mi"ma, su efecfo debe ser inmedi;.to, sopen a
de ser nulo. Y no puede oponérsele ningun de-
recho personal, porque conlra la soherania no
hay prescripcion.
31t
»Ad!m~$) los derechof; relativos al ejercicio
del I,oder ~ilherano no son privado'!, sino p1Í-
blir;o.';;: fOl'lnau un solo cuerpo con la misma
:1u!()I'ídarl soh'.~rana ~ y sufn'u neecsariamente
(o!ln;: bs alteraciones y modifieacionc,; que e!->ta
juzgue por eonvenipnte d;¡r~e á sí misma. No
son derechos [ll"ivados, sino instltuciones: y
cesan y deben cesar, como las demas institu-
ciones pÍtblit~as de órden inferior, eua/1flo el le-
lisiador supremo, atendiendo al hien ó á las
necesidades de la nacíon, establece un nuevo
órdcll de cosas ó modifica el ant.iguo.
»Es tan evidente esta doctrina, que el ra.y
Felipe V, queriendo modificar la ley funda-
mental de succesion en su aulo acordado de
1713 ~ destruyó nada menos que todos los de-
rechos preecsisteutes é indudables de la casa
de Austria. ¿ Y se negará al acta de córles de
1789, promulgada en '830, lo quc se conce-
dió al auto aeordado? ¿ Será licito destruir de-
rechos adquil'idos cuando se trata de abolir la
ley antigua y la costumbre inmemorial, y nO
lo s~d cuando se trata de restabiecerla ?
»Publicistas muy hábiles, entre ellos el ilus-
tre Carnpomanes, niegan al auto acordado el
carácter de ley fundamental, ya per la falt.a
de convocacion y eleccion libre de los diputa-
dos á las córtes de 17 J 3 1 ya por la repugnan-
325
cía de ellas á admitir la l'ey sálica, ya por no,
laber ecsistiJo peticion, sillo cOlIsenlÍmieuto
de los procuradores, evidentemente fúrzado:
y así bs córtes de 1789 no anularon el auto-
acordado de Felipe V , que [10 lUVleron pOI' le.
g¡ll: solo pidieron al rey Cárlos IV , que ape-
llar de dicho auto, mandase observar la uuti-
~lla ley del reino. Son, pues, mas tIlle d lIJO-
2>OS los derechos de 311telacion que se cOllcedíe-
Nn en 17/.:> á las ramas colalera le,,; pew aun·
(jue fuesen 1011 mas firmes y v3h~deros, cada-
c;u"on desde el dia que se restituyó la antigua
ley fundamental, porque todos los derechos
personales ceden á lasJeyes que arreglan el ejer-
cicio de la soberanía.
»Los folletos y escritos que vomitan los pai-
r.€s estranjeros, citan el frdtado J,~ Utrec)¡t) y
aseguran que en é¡ se conlll"lnó , s3m:ionó é hi·
zo pa.rle del derecho público Je Europa el au-
toacordadQde líI3.Estoesfalsísimo. No solo
no hubo semej<:ute cOllfil'~uacion y saucion,
pero UI se insertó ni aUn se hizo mencíotl de
dicho auto eu ninguno de los cualro tl'al<lJos
d~ paz que celebró Espailél en a1luel cOlJgreso,
el primero con el duque Je Saboya en l3 de
marzo 17 ¡ 3 (en este no se pud o hablar del
<luto, que se pllblicó Llos IlH~SeS despues); el
tócguuJo con luglalerra el 13 de ¡uliu dclmlSlllc)
326
año; el tercero con los Estados jenerales de
Holanda en 2li de jUllio de 1714, Y el cuarto
con Portugal el G de febrero de '715. El único
documento relativo ~ nuestra lejislacion funJa.
melllal , inserto en uCluellos trata.]os , fue la ley
de ¡ 8 de marzo de 17 i 3 , sobre la renuncia de
los Borbolles de Espaüa á la corona de Frall-
l~iil, la esebsion Je la línea austriaca del trono
eS¡léJlúJ y los dtrechos de la casa de Saboya á
falta de la descendencia masculina y femenina
del rey Felipe V. Estos derechos fueron ad-
ql1inJl)~ Ga¡o d iml)erio de la antigua ley inme-
mOl'ial de succesion, y nada empecen á la succe·
hion directa de las hembras.
» N ü ecsiste, pll'~s) semejante incorporacion
del auto acmd:.Hlo en el Jel'ccho público de Eu-
ropd; y esta es una de las muchas especies que
fe dicen'y propagan para estraviar la opinioll
}Júblicd. y aluciuar al vulgo sencillo, que no
tiene (;bliguCJOll de saLer !u historia. Mas Jire-
ml)~: las lE'yes constantes y fundamentales de
una lHcion uu pueden ser dt~penJieules de su~
tl'alJs~.cciones COII (JI rus poI f'neias , y así en vano
Vro:';Ul'iln 1m fullelist,H alarlUal'no~ con proles-
t;¡ci<lufs vt'rdadel'd~ Ú falsas, p",;adas ó futuras.
ToJo lo ({lit' Europa J)Ue:lr~ ral:lonalmente ecsi-
jir de bu~ulro;¡) es yue jó1Ill'í.S se uua llUt:~ lra
corúlla con otra tau Illid'~r'.)sa t1ue se altere el
327
sistema de equilibrio político: y esto puede con-
seguirse siempre por medio de renullcia~ ) spa
cual fuere nuestra ley fundamental. SalV:1do este
principio, nunca ceded Es¡nña en IllHlel,ia de
independencia, ni recOllOCer<l en ningun eslrdn~
lero el derechn de interven!1 ~;n FU lejisldclon
interior, ni alterará su ley y costumbre in,He-
morial por obedecer á instituciones estrallj"ras,
é intl'usas ell lluestra patria por ílltere~t:s eslra ~
flos: pues su objeto fue, corno cOlllies,ln Ini
mismos folletistas, escluit, para siempre (lel
trono espaflol á la casa de Austria,
llPero debimos al auto Llcordado la paz de
Utrecht." Falso; y aunque fucsp. cierto, no era
un grande elojio del auto: pue.~ Esp.liJa quejó
cvmpletamcllle despojada en aquella paz La
verdadera causa de ella fue que el gabinete in-
gles no quiso proseguir la lucha pOI' uo hacer
mas poderoso al archiduq!le Cá rlos , que tw hia
subido al trono de A!emania por muerte de su
}¡ermano el cmpcl'aJor José 1.
)lEn los escritos citados se di~figuran Ó ;;upl'i-
men, al al'Oitl'io de la pa~j!)n, los beclJOs de
nuestra histori.l. Se J ice <¡ ue en tiem po de lo;
fenicios y tle los vi"osoJos 110 l'einah,lU muie-
res en Es¡wiia: como si los rciuccillos b,¡rua.
ros que dividían la f'¡'uí'l"ula el¡ !¡¡ primer úllO"
ca, ui la grau IIlOlUI'C¡:lÍd Je la segunda hubic"
328
sen sido hereditarios y no electivos. Dicen que
Hormesinda y AJosinda no reinaron, sino sus
maridos D. Alfonso 1 y D. Silo. ¿Y con que de ..
l'echo reinaron, pues no pertenecian á la fa-
milia real, sino con el de sus esposas, como Fe-
lipe el Hermoso en el siglo X V? Ponen rIuda
en la succcsion de doña Urraca, que consta de
todas las historias y documentos, fundánuose
en que durante sU vida, fue elevado al lrono
Alonso VII su hijo: y olvidan las razones po-
derosas que obligaron entonces á los grandes de
Casulla á tomar ¡¡quella determinacion. En
verdad que no hicieron lo mismo con la pru.
dente y virtuosa BCl'enguela. Quieren tambien
despojar al reinado de esta gran princesa de su
carácter legal, porque duró poco tiempo: sien ..
do así que fue jurada princesa heredera en vida
de su paJre antes del nacimiento de sU hermano
Enrique 1, succedió á el-.te sin coutradiccion, y
renunció la corona, de su propia volunladen
8U hijo Femando III el santo.
»No falta quien asegura que »el decreto he-
reditario de las hembras viene de la lejislacion
l'omaua:" desatino que no puede habel'se dicho
sino para a\ucindr al ,"ulgo ignol'anle. Precisa~
mente la costumbre ele que succe¡líesen las in-
raulas en el ll'OIlO se intl'odu jo en Espaüa'y en
otros nllldlos p.:¡jses, en la {~poca en que las le-
329
yes de los romanos eran enteramente descono·
cidas en Europa. Se atreven á decir tambien
que en el reino de Leon , nunca se reconoció
la succesion de las hembras, y 01 vidan que Fer-
nanJolde Caétilla succedió en aquel reino por el
derecho de su muier.
»Pero hablando de Aragon, triunfan, y di-
cen gravemente que aquella corona neüesita de
un varon. Si: porque ni en los tiempos remo-
tos se unió el com!atlo de Aragon á Navarra,
por el mélt.riUlOnio de la hija y heredera del con-
de Endregolo GalinJcz, con Garcia Iiliguez,
rey de Navarra; ni en tiempos posteriores tu-
vieron los aragoneses por reina á doña Petroni-
la, hija de Ramiro II, con esclusion de la rama
colaleral que continuó reinando en Pamplona:
ni t:n siglos mas modernos (que son los que
maniriestan el último estado de la lejislacion)
juraron por heredera á Juana, hila de los reyes
católíco~ : ni en nuestros días votaron sus dipu-
tados, juntamente con los de Castilla, en las
córtes de 1789 , contra la esclusion de las hem-
br¡:,s intentada por el auto acordado. Cuando
se lee de esa manera á Zurita y Mariana; cuan-
do se tiene ó se afecta unl ignorancia tan cra-
Sa de la historia, es lncollcebible la osadia de
entrar en discusion sobre materias tan impor-
tantes.
330
)Convencidos COn tantos ejem plos como nOi
presentan los anales de Castilla, Leon , Aragon
y Navarra, confiesan al Iin que á la ~'ertlad
han reinado hembras; pero no por derecho ..
sino por conveniencia y utilidad pública.
De modo, que segun ellos, es lícilo in-
frinjir el derecho y la justicia por razon de
estado. Mácsima abominable, que nunca hdlló
entrada en las almas de nueslros virtuosos anle-
pasados. La verdad es que la utiliJad introdujo
la costumbre, y esta se convirtió de~pues en
ley. Alonso el Sabio en su ley de Partílla, no
llizo mas que consignar por escrito lo q!le esta-
ba ya establecido por derecho con::metudinario.
»Ni son maS felices en el argumento que sa-
can del orijeu de la soberanía, que atribuycll
á la autoridad patriarcal: y á Felipe V, en ca·
IIdad de jefe, ó como si dijésemos patriarca
de m dinastía, atribuyen el poder que niega n
á sus succesores, de moJificar la ley funda_
mental. Nosotros no hemos leido el código
de los antiguos árabes ... ni de los beduinos
modernos; y asi no p'JdcllloS decidir hasta
qué punto son aplicables sus principios á las
naciooes civil íZ(ldas. Solo diremos q ile 110
nos es pos:ble avel'iguar cuál fue el carácter
patl'idl'cal de los visogodos, suevos y alanos,
cuya illotnnllüa electiva invocan llucsLros ad·
331
versarios, cuando se apoderaron violentamente
de la Península. En Gil, creen resolver de un
solo golpe la euestlon , diciendo que » Felipe V
reinó en Espaila por derecho de COlJc¡uí~ta, y
asi pudo hacer lo que quiso." A esta pal<.lbl'a
horrenda, aunque de~melltida por la ) I ¡¡;,I.OI ia
de tiempo= modernísimos, se ellbre de rubor
la frente de todo esp'lllOl (lunllollorüso ¿Como
as; ? ¿ Fu(:~ C;JlH¡Uislador el que ~uccedio pur de-
recllO hereditario lIarn;,do por el tCtilarncnlo de
su antece~ol', reconocido y jurado en loJas las
provincias, posesionado lrallqui:amente del tro-
110 , Y ell fin so~teuido en él Con el ti ¡nera y
sangre espvñola cun!"J los enel1ligos (¡lle vinie-
rvn de fu~ra á derribar!e l Tanto vald ria deci r
que nue~ll'O monarca el sellar don FeruiluJo
VII, cuando vol vió oe Va!en~ey , entl'ó á re!-
11:Ir COl1l0 couquistador. ¿ Y se lItreven á impo-
nel' ulla mancliJa tall ignominiosa sobre la na~
ciJn espaünla? ¿ Y osan dt'gl'adar los derechos
de nuestra augusta JinastJd asimilándolos á los
de Cengiskan, Tamerlall Ó Maomet II?
Concluyamos. Es inútil di:,;putar con aque-
llos á quienes la pasiou ú el interes sacan fuera
de sí , hasta el punto de disfigurar los hechos
mas notorios y desistematizar los absurdos mas
peligrosos. Pero no es inútil que los c1'paüoles
conozcal1 cuales SOn las armas, todas de fá b,'i-
332
ca estranjera , de que se valen los enemigos de
nuestra tranquilidad. Tenemos cierta esperan-
za de que ni estas armas, ni otras algunas de
cualquier especie que sean, podrán nunca prH~
valecer contra la nacion espaflola , tan amante
de sus reyes como de sus costumbres é institu-
ciones, tan inviolablemente adicta á la fl;) jura.
da: y que al grito de vi\7a Isabel Luisa se reunirá
toda, como si fuese un solo hombre para de-
fender su lejítima reina, y los derechos de la
independencia española.
» V ea mos como cierra el cuadro de los últi.
mas años de Fernando, Mr. Duverine en su
Ensayo histórico sohre el espíritu de reforma
política en España., publicado en Paris en el
presente año.
nEn su consecuencia mandó publicar le re·
vocacian hecha en 1789 por Cárlos IV y por
las córtes reunidas, p:lra jurar príncipe de As-
turias á don Ferll<lOllo ViI, en una época de
plena tranquiliJad J con el asentimi(~llto File.
ral, de una ley eslrar13 introducida violenta-
mente por Fdlpe V despues de la guerra de
suec~sion, cuauJo este rey Si!CUlldauo pOI' un
ejército y por el J¿seo de la P3Z, dIctaba leyes
á beneplicilú suyo y hacia impuleute toda de-
mosll'aciou. De este modo se restableció el ór-
den de bucceder eH la corona, seguu los usos
333
antiguos de los reinoR de la Península, en li-
nea directa sea masculina, sea femenina en pri.
011:'1' grado, cOlJfol mándose al mismo ticm po
con la regla seguida jeneralmente en Europa,
y de que solamente F¡'ancia se esceptua. En se-
gundo lugar para combatir las pretensiones del
infante don Carlos ... CristiuCl volvió los ojos al
partido constitucional doblemente inl.eresado
en el sostenimiento de unale)islacion que las
córtes de Cádiz habian proclamado. Asi este
partido veía prepararse en Madrid el triunfo de
la Cllusa pública, cn la época en que Santos La-
dron y Llauder rechazaban en los Pirineos á Jos
proscritos, alentados primt-:ro en su tentativa
por el gobierno frances, y abandonados mas
tarde por él , con gran detrimento de la justi-
cia y de los sentimientos del honor nacional
y de la sana política. En el siguiente año, Tor-
rijos y sus compañeros aumentaron ccn sus
nombres la dilatada lista de las víctimas de un
noble patriotismo J y colocáronse al lado de los
Riegos, Porlieres y Lacis.
)lEI dia 10 de octubre la reina dió á luz
una hija, que recibió el nombre de Isahel. Esta
('ircunstancia sirvió de pretesto á don Carlos
para apoyf1r su~ pretensiones en la ley de Felipe
V , como SI fuese posible negar, aun en la lJi-
pÓtesis puramente monárquica) á Fernando y
3~t
á los representante¡; (le la nacion el derec110 de
reformal' Ulla ley establecida pOI' poderes ¡sua.
les á los suyos, es cierto, pero no superiores.
IL'\I¡;un lil'll1po dcspu"s la reina entregó al
rjéreito las banderas que ellil misma habia boro
dado J y qu~ rt~ci¡'i(,J'\);l ci!lCO i'!IH:'l'dles. Al po·
lwr!a~ e!l iiUS man·l~ Cristii'J, malllf¿E.tó la es-
reranza que babia cOllcebído de que á la SOo1·
bra de ,1(P"¡¡O~, e~t;!lld"r!es drf'cn.lerian los de-
rechos de Fernando VII y d(~ su descendencia.
» Ha I!~ Lase la córte en Sa 11 Ildefonso en el
mes de seliemlJre de /832. El rey CfiyÓ enf:!r-
mo de peligro: la gOla qu~ le atormentaba hacia
muchísimo tiempo hahia suhido al estómago) y
el enfermo perdió por algunos momentos el
uso de Jos sfOlidos por efecto de la violencia
dei mal. Al punto se divulgó la voz por Ma-
drid de que habia espirado. Mientras que la
opinion pública eElaba en espectaliva, algunos
grandes, reunidos á varios ¡euerales y á otras
personas de inOuencia, estimularon al infante
don Carlos á que se sentase en el trono, Ó al
menos á que se encargase de las funciones de
reiente: pero el infante creía de buena fe en
]a superiOl"idad de sus fuerzas, y no quiso dar
un paso que tendría todas las apariencias de la
rebelion viviendo todavla su hermano.
»Encontrándose el 17 de setiembre muy dé·
335
hil Fernando, enviaron al conde de la Alcu-
dia al cuarlo del infante con el encargo de in-
formade de parte del rey, de que iba ~ esptdil"
un decreto para que la reina lomase el titulo de
rejente luego que muriese S. M.: el mediadol"
d(~hia al propio tiempo obligar á don CRrlos á
que consintiese en H'r el consejero del trollo
d ul'ante la menor edad de la reina Isa be!. El
infante despreció la oferta. Por la tarde el con-
de se l'resentó de nuevo é invocó los senti-
mientos relijiosos del príncipe, representándo-
le que si persistía en su negativa, la guerra
civil seria inevitable. La segunda entrevista
tampoco produjo resultado alguno, y pasóse
una palIe de la noche dehberal1do cerca del
lecho del monarca,
IJEl 18 el estado de Fernando era aun mas
alarmar:.te, y mandó llamar al ministro Calo-
marde, quien pintó los peligros á <lue estaba
espueslo t:l reino por los esfuerzos de los cons-
ti! ucionales y su inteli ¡encia con ot ras nacio-
nes: y añadió que la crisis se terminaría con
la sangre. Al oir estas palabras Cristina, gritó
que era necesario precaver á cualquier precio
tamai'los infortunios: y el monarca preguntó
que debia hacerse: respondió el ministro que
anul,}r la ley publicada en favor de la línea fe-
Dlenina y contra la succesion establecida por
336
Felipe V. El decreto de 18 de setiembre que
revocaba la pracmática-sancion, redactado y
firmado el mismo día, quedó depositado en el
ministerio de gracia y justicia conforme á la
voluntad del rey, que prohibió se publicase has-
ta. despues de sulrnuerte.
» En efecto, las palabras calculadas de Ca-
lomarde.J y el sinie:;tro cuadro que pintó, pro-
duieron en el áni mo del rey abatido por los
pauecimientos y en el ¡eneroso y humano ca-
razon de la reina Cristina tanto efecto, que 01-
vid:lron en un momento sus mas caros intere-
ses, y Ca!omarJe oLtuvo asi por sorp~esa la fir-
nla de un decreto contrario á las disposIciones
adoptadas en olro tiempo) y despucs de Una
madura deliberacion. Sin duda no reflecsiona-
ron entonces que la ley de Felipe V habia sido
revocada por Cárlos IV con el concurso de las
córtes: y que un simple decreto real no podia
anular semejante decision á los ojos de ningun
hombre ilustrado. La consideracion de que don
Cárlos hubiese nacido antes de esta revocacion,
es decir el 29 de marzo de j 788, no destruía
de modo alguno el derecho del rey Cárlos IV
y de los representantes de la nacion á alterar
el órden de succesion al trono, ley á que esta-
ba sometido el infante don Cárlos como cual.
quiera otro español.
337
))Don Cárlos se hubiera colocado en una
situacion mas ventajosa, sien vez (le funuar
sus derechos en lo que llamaba la justicia de
su causa, en una ley im popular en Espaiía,
igualmente deshechada y abolida pOI' la monar-
quia de derecho divino y pJr 1.\ soberanía na-
cional, se hubiese presentado como el elejido
de la naeian, puesto que se persuadia y pro-
curaba 'darlo á entender en los raises estraños
que tal seria la bandera que había de tremolar.
»Si los carlistas oponian que Cárlos IV se va-
lió de su influencia sohre la asamblea y que
Fernando se hallaba á la cabt!za de un partido,
en fin , que las córtes en tales circunstancias
no podian ilamarse nacionales; f~cil era herir
con igual anatema á las córtes de Felipe V , Y
al mismo Felipe V que ejercia la auloridad no
obstante la oposicion armada y las protestas de
una parte notable de la monarquía. ¿ Que pen ...
saremos pues de los act03 del pretendiente y
de los de sus consejeros? Basta ecsaminar el si.
tia en que se han firmado para leer el nombre
de un lugarejo descouocido de Guipúzcoa ó de
Navarra, donde tos que crf.ian tener el dere.
cho por su palote nunca se creyeron un mes
seguros.
)¡Reprueban tambien en el acuerdo de Cár·
los IV de 1789 el secreto que se guardó y la
TOMO III. 22
338
fi.!ta d~ no haherse promulgado.
)) N {) hemos encnnt rado ulla base sóli,la en
paJlt" níllt;lllJa , r0l'f]ue todas las leyes políticas
creadas por t>l inleres privado y el espíritu de
par! ido, (luedarán siempre destruidas por otra
iiccion ~eOleiante cuando esta reuna en su favor
el rpo)'o d~ las bayonetas. La verdad sob so-
hrevive á las derrotas y cOllstituyp, un derecho:
Jo~ phrtidos si{~mpre invocan el nOOlLredel ¡me-
hlo. En el siglo décimonnno esta prelension es
1I1CIlOS fuudada que nunca, porque el pueblo
desecha los partidos y se ríe de sus esfuerzos,
ó por meior decir el pueLlo no ecsisLe , si se
entiende por esta palabra la muchedumbre ig-
nOl"ante y asalariada que prestaba su fuerza
brutal á la ambician de los individuos y de las
clases privilejiJdas para servir despues de jugue-
te á los unos y á los otros. Ya no se encuentra
este poderoso ausiliar de la tirania: deslle el dia
en que las clases medias han empuilaclo las ar-
mas ha cesado el imperio de las ficciones polí-
ticas. L'J sociedad vela por sí misma sus inte-
reses morales y materiales, y cada tentativa para
reuucir esta escena inmensa á las proporciones
del interes privado ó de familia, es para ella
una nueva teecion Ó la ocasion de un nUeVO
progreso. ,-
»lnlerrumpamos la narracion de MI'. Duve-
339
rine : Jos acontecimientos de San Ihlcfonso ya-
cian envueltos el) tanto mIsterio que juzga ..
mos útil al interes de estas Mem::>rias presentar
en un cuadro cuantos datos se h,d\an esparci-
dos en distintas obras. Ved aqui corno refiere
aquellas escenuS un testigo de vista, cuya carta
publicaron en su tiempo la m:lyor parte de
los periódicos franceses y uno español.
Carta de un carlista á un amigo Sll)'O.
»Ha de saber V., amigo mio, que en la no-
che del 14 al 15 de setiembre se agravó notable-
mente la enfermedad del rey, y desde aquel
momento se notó grande ¡¡jitacion en todas las
clases del estado. Esta ajitacion se fue Humen-
tanJo al pdSO que la enfermcd,ld se agrava ba, y
llegando esta ya 11 tal punto que no habia nin.
guna esperanza de vida, empezaron á temer la
reina y sus parciales, porque no dujaban cual
era la voluntad de la na CiD n c:;pafJOla con res-
peto á la herencia de la corolla."
»En medio de este conOícto en que se ha-
llaba la reina, pensaron tanto S. M. como sus
partidarios, que el único remedio que po<}ria te-
ner su causa perdida en el momento en que es-
pirase el st:ñor D. Fernando VII , era compro·
meter al ,6eñúr infante D. Cárlos á sostenerla,
310
pues no ígnorahan que si e¡\le !'f~ilOr lo of¡'ccia
lo cUiI1pli.ria; pOr(l'lc tlaoclo su palabra jamás
f~lll :~ria á ella!'
)) Para cOIl~cguirlo hizo la reina que el l'ey
llamase al eordc de la Alcudia, y dijese que
quería nombrar á la reina gobernadora de la
monarq uia Jurante su euferlU~dad; y en caso
de I1wrir quedase gobernando mientras durase
}.I mC-'UOI' edad de su hiia ; que en este supuesto
cs!elllliese el nombramiento y en él autorizase
a ¡a reina, para que ¡1Udies~ llamar al despacho
á la persona que luzgase podl'ia aconsejarla con
nHlS acierto."
llEn efeclo, llamó el rey á Alcurlia el 17, Y
despues de rep:!lirle todo lo dicho arriba, le en-
C3q;Ó fuese al cuarto del infante D. C,Írlos, le
enSCluse el decreto y le dijera que la reina es-
pel'aba fuese S. A. la persona que la aconseia-
ría en ei gobiel'l1o.-'
. )lA las dos de la tarde fue el conde al cuar-
to del infante, le hizo relacion de todo lo
ocurrido, y le enseüó el decreto firmado de )a
mallo del rey. El iufante al oir la proposicíon
respondió que no se luzgaba con el talento é
instruccion necesaria para servir de conseiero á
la reina, y que por tanto espel'aba que S. M. le
dispensaria como muy de veras se lo pedía."
»)Alcudia trató de convencer al ·infante,
341
pero vien,lo que no lo cOIHegll¡a creyó qnc seria
el motivo de su resistencia el ua nombl·~·rle
persollalmellte en el decreto Jel rey, y ,í poco
tie salir dtJ cuarto de S. A. volvió olra V(Z y
trajo otro decreto lirmado igualmenlc por el
rey ~ en el cual ya se nombraba á S. A. B. per-
sonalmente llara asistir al despacho yacollsejar
á la rema"
))EI conde de la Alculia., pre~ent;' este tln-
erelo diciendo ,í S A. que el I'ey quería que
aS-Ísliese al despacho y aconsejase 4 la reina duo
r.mte su enrermellatl , Iwro que dehia da r su 11:\-
l¡¡bra de que reconoceria y ~ostenJria los Je-
reehos de su hij,t la infanta Duila ltiabel en caso
de su fallecimiento."
HEl infante respondió que se rati!icaba en.
]0 que ya hahia dicho, y que solo tenia 'lIJe arll o
dil' que la condicion que se le ponia era ua
nuevo motivo para que 5n conciencia no le
pi'rmilier" admitirlo: (lile tenia lejítímos ,l"re-
ellos ;l la corona ,le España, en Caso del e,dle·
cimiento del rey, sin que deje hijo varon, y f'S-
tando I'e~nelto ~ sostenerlo:.; , porque así 1,) dc-
bi-l Incer tanto pOI' obligacinn Jjvina como hll-
mana, no reconocel'ía nUl1C3 lo contrario: tltle
senlia mucho tener que h,lhlal' así en la OCHSIOIl
de la eni'errncchd tll: sa hermano á quieu tanto
'1l11<.\ba y respettlba, pe\'o <lile juzgaba <teucrio
341
hacer, porque el hombre de honor, y que de-
fiende Una causa justa, habla siempre con cla-
ridad.
» Alcudia quiso disuadir al infante diciéndole.
»~ire bien V. A. las consecuencias que de
su repulsa podrán seguirse, pues mas vale ce-
der en algo y hacer una composicion , que se-
ria [¿¡cil de ejt.cutar , que negarse absolutamen-
te, pues no Jebe V. A. olvidar que el padre
es el rey."
nSiempre que mis derechos se reconozcan,
respondió el infante, y por ellos los de mis hi·
jos, triltaré en amistad con mi hermano de lo
que él quiera: pero sin esta circunstancia, no.
No ambiciono ser rey, antes por el contrario
desearia librarme de carga tan ppsada, que re-
conozco como muy superior á mis fuerzas, pero
Dios qUH me ba colocado en esta posicioll me
gniará en este valle de lágrimas, y no yo sino él
'permitirá cumpla tan árJua empresa."
»Vicndo el conde de la Alcudia en esta res-
puesta toda la enerjia y carácter de UI1 prínci-
pe vertlcllleramente justo, y no bailando por el
nlOll1cnto palabras'y razones conque contestar,
se queJó un poco parado, pero al poco rato es-
claruo. "
»Pe!'J, sellor, tal vez engaila á V. A. su
propia conciencia, y pu:::Je que es la misma ec~
343
sija de V. A. el sacri¡icio que se le pide."
»No estoy engallado, respondió el infante,
pues sé muy Lien que si yo pOI' cualquier mo"
tivo cediese esta corona en ql1ien no tiene dere-
cho á ella, me lomaría Oíos e,~lrechí~jllla cuca-
t¡¡ en el otro mundo, y mi con fe:,or en esle 110
me lo per dOllaria; y esta cuenta seria aun III "S
estrecha perjudicando yo á lalllu~ otros, y sien"
do yo caw,) de tOlio lo que resultase; por tallto
no ba y que causarse, pues no mudo de lllO'
do de pensar."
)) Volvió Alcudia á pOllderflr los illcotlve-
nientes de lo que S. A. ecsijia , y concluyó di·
ciendo. ¿ V. A. quiere ser la causa de Ulla g uer~
fa civil?"
» Yo no quiero una guerra civil, responiió
con repeso S. A. : vosotrüs sois los q'Je la que'
reís, puesto que os empeñais en sostener Hua
causa injusta."
J)Al oir esLa conveni~ule y euériica, ;.lsi co~
mo sabia respuesla, se despIdió el conde de
S A., Y no volvió rnas á su cuarto. Ll rema
file encargada del tlespach::> de los negocios, pe·
ro no como goberuadora, "
»E! rey viendu lo llue habia pasado con su
hermano y AlcuJia, y kilI ;udose á las puertas
del sepulcro, IlHudú 11<1111<11' al famoso 1U1U1SlI'O
C<llomaI'Je, y le dijo l,u~lesc un decreto allU
314
JauJa la pragmática de 30 de mayo, y se lo
trajese para que inmediatamente lo firmase. Ca.
lomarde que siemp¡'{> ha sido un vil adulador,
y que fue el que lljzo que el señor Jon FernaD-
do VI! promulgase la pragmática.sancion de ma-
yo, fue el mismo que con muestras de júbilo
estemlió el Jecreto que la anulaba. El rey fir-
mó el decreto en la noche del 18 de setiembre,
en presencia de la reina y de los ministros (me-
110S el de la guerra que se hallaba en Madrid),
y de esto se hizo una acta con la que, aunque
se mandó tener oculta hasta el momento que
bllecicl'i1 S M., se calmaron los ánimos, y to~
do el mundo quedó tranquilo, creyendo que
Id rein" estaria convencida de la nulidad dt: los
oerecbos tl~ su,; hijos, y no querria seguir en
n,]el¡¡nte con una empresa tan injusta " pero es-
lo no fue U$Í. I .. a reína se mantuvo en su pa-
labra mientras temió la muerte del rey, y en
el moruenlo que esLe empezó {\ mejorarse, pu·
80 S. M. de pa,'te su palabra, y se atribu-
yó mas poJer del qne el rey le habia daJo.
¡)La uaclon vieuJo que el rey era esclavo d(:
la reiud , estaba á punlo de sublevarse, preten-
(hendo que el rey estaba fátuo y que no podia
gc)hernar, y mudlUs se dirijieron el dou Cárlos,
y respondió que ~er;d traido: el que lo intenta-
t;e a¡¡tes Je b l1lut:rlc tlel rey."
3-1',
»Se ha visto precisado ¡í ohedecer las órdenes
de su confesor, quien le ha nn!ldéldo en nom ..
hre de Dios (ine salga de Esp:lrla para evitar los
males que podnan reea¡>r sobre su !'amilia."
Mr. Duverine contil1lía a~í.
) Si Fernando bubiese nmerto inmediata-
mente oespues de haher firmado el decreto de
18 de setiem bre , la reina y los consti tucÍona-
les hubiesen apelado de este acuerJ-o, nulo
á los oías de toJas las leiisJacioneg por las cir-
Cunstancias que lo habian acompañado: pero es
muy cierto (lUC ~'emeiante aelo hubiese Jallo
mas cOtlfbnza al partido de uoo C¡Írlos, y se
l111bifra convertido en un titulo de proteccion
al mismo por parte de las potencias estriln¡eras:
consideracion importante para un príncipe que
á falta de raZOtl y del asentimiento nacional
buscaba fuera de Espaila un apoyo rara retener
por mas tiempo el cetro que se le eSc;tl'J bcl.
) Al día signipote !!), el rey despup.s de ha-
hel' tocado las puertas del sepulcro vol vió en sí,
y poco á poco recobró b:lstalltes fuerzas para
puJer fijar su pensamiento y enterarse tle los
negocios de importancia. Por consecueucin del
error que la violencia del parocsismo habia
ocasionado, Fernando gozaha del triste privile-
jio de Juzgar de la opinion de la posteridad por
Jo relativo á su persona. Hiz0 muchas pregun.
M6
tas sobre el aspecto ¡eneral del pais, despues
que se divulgó la noticia de su muerte, y las
relaciones fueron favorables á la causa de la
reina, reanimando los celos que la ambicion de
don Cárlos inspiraba al rey. Femando no fue
insensible á ¡as reflecsiones que tamaño aconte·
cimiento habia inspirado á la prensa estranlera.
»La infanta dorla Carlota, esposa de don
Francisco de Paula y hermana de la reina, que
se encontraba entonces en .Andalucia, volvió
precipitadamente á MadriJ al punto que supo
lo que habia p:lsado. Cuando el rey comenzó
á restablecerse, 1" infanta representó á su her-
mana cuales serian las consecuencias del con-
sentimiento que habia dado á la revocacion de
una ley que f.lVorecia á sus descendientes, y
reprendió vivamente á los mini~tros de no ha·
berla partici pado el ef'lado de las cosas antes
que el rey firmase el decreto de 18 de setiem-
bre} contrario 4 sus primeras disposiciones."
lLsLa a(luÍ Mr. Duverme. El S(~jjo[' Mariia-
ni , en oU H lsloria poi Ítica de la E~paüa mod ~ rila
reliel'e los mi~mos ~llCesos del modo ~iguiellle.
»No apJl"eció asomo de prot.esta conl r.l la ie-
galidall de aCluella actd dt~ FeruullJo VJI, ni
antes Ili des¡)U~s ,le! ll'H;illlieulo de su h:¡_1 [SJ-
L~l, enltludl~cietlllo all~; D. Cárlos y tOcll> su
hijuelo. Se f'r"oudron lramoyas tJut:uLierlas, y
347
se prepararon as;¡ltos contra la nueva ley, que
reponia á las mujeres ('\1 el trono ue España,
como habia r\.'jido desde tiempo inmemorial.
))Adolece el rey desahuciaJamentc en otoño
de 1832, Y rodea In amiada coyuntura. Ar.u~
den los apostólicos y D. Cárlos al lecho del mo-
narca moribundo, y se trata de aprovechar el
trance pJra arrebatarle UDa revocacion del acta
de 29 de marzo de 1830.
»Ni el plJIl ideado ni los medios convpni-
dos ,corresponJcn á la [wcion espaflola,
¡¡Hallábanse reunidos en la Granja varios
individuos del cuerpo diplomático; conferen-
ciaron íntimamente para ver de lograr á tojo
trance la revocacion de la pragmátíca-sancion,
en la agonía de Fernando VII. Acol'lles ya en
el rumbo que habían de seguir, Antonini,
aiente .le policia, y ,i la sazon enviado de Ná-
poles en I\hdrid, quedó enc;;r¡)aJo de t ral\)O-
Jista para la l'jecucion; pues, á fuer de minis-
tro de familia, se le franqueaba mas el palacio,
y Itwgo f~ra Lle temple muy aJecuallo para el
des<:rnpeño de tan rematada iniquidad. Clava~
do Antonini á las plantas de la rt:ina Cristi·
na., en aquel trance de quebranto que traia
como enlutado el palacio entero á la perspecti-
va de) rey moribundo} se aflaclia el azoramien-
to de tanta maquina~ion como se entreleJía á
348
diestro y siniestro. E'l (le estrañar que la reina
no lanzase tle palacio á uu millistro de familia.
que, aparentalldo SUIllO inl.ereR por ella y por
su hija, la estaba acosando Con zozobras, os.
tcntándol e un .;uad ro de fracasos horrorosos
que iban á saltear á toda la familia al espirar
Fernando, sino dtlijenciuba en precaverlos Con
la revocacion dd acta de 29 oc marzo de 1810.
Cercada de enemigos, sin arrimo y sin conse-
jeras, Maria C.'islina, postrada con el afan y
los desvelos dedicados con asombroso estremo
al alivio de los quebrantos de su esposo, asus-
tada con aquella descarga incesante de sinieslros
anuncios, tuvo que amainar á tan redobJ¡nh
martirio J se desprendió por fin de la ~llluen·
cía que le' eS;.aban requiriendo los apostólicos.
»,\.presaJa una vez aquella adhesion , deseo-
tI'añada Con los quebrantos de reina y de ma-
drtl, encargóse Antonini de avenirse con el
conde de Alcudia, ministro de estado, par.]
estender el ac!a de revocacion; pero el eomte
previ~ndo allá las resultas po!\ib1e, de aqll\~lla
tru¡nli<l, file I'0nicll'!o reparos á la forma y la
sustanCl<l del drlCllrnento (lue le p~lian , .Y pan>
en I1Pgarse á facilltarlo, diciendo que el acta
correspoJdia al mi:list.erio tle gracia y ilHlicia y
que acu'¡¡esen á C.dol\lJnle, lllill<pJ:SlO Insta
eutOUGCS cou los coaspiradore'1, por autor de
349
la misma acta que eflaban ansianuo anular.
nAlllonini, de suyo pcrspicáz, se entera de
10 mucho que podrian recabar del mismo Ca-
lomarde en aquella coyunlura; se encara des-
Je luego con este sugeto, se esplap sobre lo
infini~o que arriesgaoa, en muriendo el rey para
purgar las ejecuciones sangrientas de 1827 en
CataluiIa, y la fealdad de su delito para con
D. Cárlos, promulgando la ley que lo escluia
del solio. Obvio se le hace el demostrar á Ca-
lornarde que el único arbitrio para de.'agraviar.
le, y amistarse de nuevo con el bando, al cual
debia su encumbramiento .. es el estender el acta
de revocacion accedida por la rp.ina. Ufano da
reencompadrar Con sus camaradas anteriores,
Calomarde se aviene gustoso á la retraecion que
abonaha su conducta pasada. Redactada el acta
por Cruz Mayor, se encargó el conde de Al ..
cudia de presenlarla al rey, quien la firma en
ga['abatos inlejibles, que hicieron veces de to-
dos los requisitos.
))Estaba ya el rey oleado y aieno de todo
conocimiento, y al parecer en el trance de la
muerte; aun se le habia conceptuado difunto
algunas horas antes participándolo así el emba-
jador frauces á la córte de ]as Tul/erias. En-
tonces Peila y Gonzalez, confesores del rey, se
3:'}0
entrometieron hasta su dormitorio, y utilizan-
do la posLracion del Illoribuntlo, le amen<lza.
ron, con voces solemnes y ademan vehemen.
te, con el castigo 1;empilerno, si no revoca-
ba el decreto que llamaba á su hija al solio.
l\1.tUdaron á la reina, que se hallaba presente,
que lograse de S. M. que hiciese lo que única.
mente podia salvar su alma, y dejarle morir
con la conciencia sosegada.
)lEI rey, con el entendimiento ya enmaraña·
do por la cercama de la muerte, al ver que le
estaban imponiendo terminantemente una ¡es.
tion, :sin enterarse ele :sus circunsumcias, vol.
vió rendidamente la vista hácia su espo:sa. Tris·
tísima seria la situacion del pecho de la reina
en tan apuraJo trance; y así estrechada por una
parte, y conmltllda por otra, 110 le cabia mas
arbitrio que sacrificar toda consideracion terre-
na al alivio de los postreros momentos de un
rey espirando . .concedió la reina su anuencia,
y el conde de Alcudia, que estaba en acecho á
la puerta, entró, á una seña del confesor, con
el decreto ya corriente: la firma real, tal co-
mo puede formarse en aquel punto, se logró
arrebatándola á una mujer postrada y llorosa y
á la mano trémula de un moribundo; y aquella
acta 1 rebosante de injusticia personal, ha sido
351
el manantial de las calamidades nacionales de
EspalJa (1 )."
)) A Icanzada la firma de Fernando, ú lo que
debía hacer sus veces, los capataces de aquel la
tramoya volaron con el acta al respetahle deca-
no del consejo de Castilla, D. José Puig , p¡¡ra
que dispusiese Sil publicacion; pero aquel dig-
nÍsimo majistrado se deseutepdió de toJo el
empeño del partido apostólico antes del falleci-
miento del rey, y retuvo en su poder el docu-
mento (2).
»Descuella aquí uno de aqnellos decretos in-
comprensibles de la Providencia, ajcnos todos
de nuestros alcances; pues los carlistas, siempre
tramadores, acarrearon la promulgacion del
acta que están ahora hostilizando, y Calamar-
de, su hechura y su comodín, es el promul-
gador de !a pragmática·sandon de 1789, Y lue-
go de la revocacion desencajada á Fernando en
el trance de morir.
llCuando el rey, ya convalecido, se hizo
(1) Bosquejo de la política inglesa respecto á la
Esparia, en cOlltestacion á la oLra del eOlule Car-
narvOIl, illtitulada Portugal y Galicia.
(2) Quedó revocada el acta en la célebre re ..
union de 31 de diciembre de 1832.
3)'2
cargo de las tramoyas maquinadas en su an-
g ustiosa y dil aLada llgonia, despidió á cuantos
ministros iutervinieron en aquella trama, y fue
ya calando los intentos de su hermano y del
partido que acaucllllaoa. Formó luego un llue~
VO ministerio, se ajuició en sus miras yen fin
mas comedido, atajó el torl'ente de persecu-
ciones que duraban ya desde nueve años, y así
empezó á rayar por el horizonte la aurora de
otra era nueva. Alternó la reina en la autori-
dad suprema, mediaron razones conciliadoras,
y luego la primera amtllstia frauqueó las pu~r
tas de Sil patria á un sinnúmel'O de espaüoles
desterr:dos desde 18 U. Tras el despotismo
reaccionista asomó una tolerancia efecti.'a, que
se apellidó luego despotismo ilustrado, contra-
puesta á la realidad mentecata que hasta en-
tOllces hahia servido de norma al go~ierno; y
así en mp.dio del idioma intrincado que se esta-
ha usando, aparecian las incertidumbres. Cam-
peaban ya en la nueva potestad los visos del
principio fundamental de la libertad política.
Providenciando así el despotismo, desfallecia
mortalmente en el propio monarca que tanto
lo habia estremado. Zea Bermudez fue el en-
cargado de aquel tránsito reparable, y desen-
furecida ya la persecucion , amaneció allá cierto
miramiento con las opiniones políticas. Se re-
333
montaron los ánimos en alas de aquella toleran-
cia primera, y al paso que se iblll1 entonando,
amainaba mas y mas el pod-el'io. Hablaba ya
este de reformas positivas, y aun las estaba
apeteciendo; pero al mismo tiempo rechaza-
ba toda reforma política. Despropósito estrañí ..
simo en que han incurrido sujetos de injenio,
pues conceptúan muchos que cabe la reforma
en abusos administrativos, aborto del atrope-
llamiento de los derechos de toda nacion, no
reponiéndola desde luego ~n su decoroso asien-
to, devolviéndole el ejercicio lejítimo de sus
derechos. Intento desatinado es el de creerse
engreidamente mas pujante á solas, y prescin-
diendo de peusamientos y de empuje, que
obrando á luz del desengaño. Tal apareceria un
caudillo que arrostrando Ulla hueste crecida,
entablase la pelea sin t.ropa y sin ausilios (1 )."
,Fernando VII murió el 29 de seLiembre de
1833, á las tres menos cuarto de la tarde (2).
»La augusta viuda quiso que en atencion á
(1) Historia política de la Espaiíamoclerna, por
el señor Marliani. Bal'celolla 1840, pág. 92 Y 93.
\2) Son jcnel'almente desconocid-as las ceremo-
tlias del entierro de un rey, y por eso damos cahi ..
da á la descripcioD de las de Fernando.
TOMO 111. 23
Ilahf'1' sirto tan rf'pf't~,ina In rnuf'rte, nó ~e re-
m(H·if'~e pi rf'al ('fld'lver hasta pasarlfls 48 horas:
np~; f'~tp t i(~rnp dr-.'H:o no pudo Clllllplil'se del
Indo por haher manifesfado los facultativos en
la nlilll;lna dr! 30 que nn cOIH'enia esperar mas.
En conse('uencia, el Escmo. Sf'ñi!I' duque de
Hijar, mal'i"}uf'!ol de OrHni, sumiller dt' COl'pS (le
S, 1\1. , aeo III pai'3rlo ,le 1\1S Escmos. st~ilOres mar-
qués de ASlorga ,duCJuf' de Mt'd inacel i. marqués
de Carnllrat':I, mHrqu{~s de C(~l'I'alvo, conde de la
pllf·bla fle! Maf'E'tre, duqlle de Vill¡¡llCrmosa,
duque de A brantes) m¡mlues de· Aleái1ices,
(~onJe de Ct'rv'"I!on, ('on(le de Hevillaíi¡édo,
mal'llués de Al'iza y de Estepa, duque de Sé-
d:wi·, conde de Salvatierra, duque de O~unU,
marqués de Villadarills, mar'qués de BI'an-
ciCorle, dilq1.lC de Berwick y de _J\lba ~ duque
de Montellano 'y del Arco, y conde de Riva.
davia, jentiles hombres de cámara de S. M., y
dt' ocho ayudas de cámara de S. M., vistioal
real cadáver, y le puso las bandas y collares de
las órJpocs nacionales y estranjeras , colocán-
dolo en el féretro, cuya parte inferior estaba
cubierta con. los mantos de las reales órdenes,
conduciéndolo despues desde el real dormito,'io
á la pieza en <londe esperaba el Escmo. señor
marqués de V~lverde, conde de Torrejon, ma-
yordomo Ulllyor de S. M. acompailado de tos
315
mayordomos de semana y dernas servidumbre
del real cuarto, y á preseneia del Escmo. se-
ilOr D. Juan Gualberlo Gonzalez, del consf'jo
de Estado, secretario de Estado y del despacho
universal de Gracia y Ju:;ticia, y notario ma-
yor de Jos reinos de Castilla y de 1.eon, hizo
el anunciado E~cmo. Sritor mrniller de Cúrps,
con la fórmula de estilo, entrega formal del
rtal cadáver al Escmo. señor maJordomo ma-
yor.
Reunidas las comitivas del real cuarto y
casa, condujrron el real cadáver al salon de
embajadores, en donde ya estaban dispuestos
siele altares portátiles, y lo colocaron en una
magnífica cama imperial preparada deb;.¡jo del
dosel ... y sohre una tarima cubierta con terciope-
lo carmesí; haciendo el Escmo. sellor mayor-
domo mayor entrega á la antigua y noble
guardia de monteros de Espinosa, para que á
su tiempo lo devolvieran á S. E., custodiándole
y conduciéndole al real monasterio del Esco-
rial. Inmediatamente se situaron dos monteros
á la cabecera del féretro Con la corona y cetro,
y otros dos á los pies de aquel, y mas ad elan·
te fuera del dosel, d03 maceros de las reales ca-
ballerizas. Guardaron adema s el real cadáver
dos jentiles hombres de cámara y dos mayor-
domos de semana:l dos ecsentos de guardias de
35f)
la real pp.r~ollll , y la CfJ\TI·"pondipnlf' ¡:(u!lrdia de
dic1lO !'t'al cuel'po bajo l:ls I)rdf'ne!l de su capi-
la n el Fs{~mo. sei"'IClI' d n(lW~ (II~ A lagon, que no
M' separó desde la primera entrega ha~la de-
11O¡;itarlo en el panteon del real monasterio del
Escorial.
El di" f. G del corriente á las doce de la
maoana y á presencia del mayordomo mayor,
ientiles horubrrs, monteros de Espincsa y de.
mas comitiva, fue colocado el real cadáver en
una caja de plomo con visera) y esta dentro
de otra de madera fon'ada de tisú) cada una
con dos llaves, y poniéndola encim:¡ los colla.
res de las órdenes volvió á quedar con el mis-
mo aparato esp\lesto al público como lo habia
estado hasta enlonces, y continuó el siguiente
dia 2, siendo innumerable el concurso que acu-
día á tributar el último homenaje á su querido
monarca.
En la mañana del 30, despues d~ colocado
el real cadáver bajo el dosel, entró la real ca-
pilla, pr~sidida por el Escmo. sei'lor D. Anto-
nio AUué, patriarca de las Indias, vestido de
pontifical, y cantó un solemne oficio de difun-
tos, al que asistiet'on el Escmo. seilor sumiller
de Corps Con los Escmos. seilores jenliles hom-
bres de cámara, y el Escmo. selíor marques de
Valverde, conde de Torrejon', mayordomo
357
mayor de S. M., presidiendo á los señores ma w
yordomos dt! semana. Al dia sigulcute,por la
maüana concurrieron pOI' su ór:len las comnni.·
(,lade~ de rclijiosos de Santo Domingo, San Fran-
cisco J Agustinos y Carmelitas calzados, y des-
pues de la real ciipilla celebró cada Utll mi.su
COIl tola su vijilia , concurriendo asimismo
pDr la tarde á cantar el responso; vzrifi,:ando
asimismo amoas cosas el siguienle día 2 .' en
cuya maüana y en la del Jia 1.0 se dijeron en
los seis altal'Cii menores dispu~Dtos en el saloo
de embajadores todas las rnisas rezadas que per~
mitió el tiempo •
. , El tIia 3 por la mañana se fonnó capítulo
d.e la insigne órden tIel Toison de Oro; ,"Ji Je la-
de C~rlos 1[1; Y el caballero ma5 ;.mtiguo de
l~ada uua de dichas órdenes quitó de encima de
la caja el <':011 <1 t' de su ól'den, eutreg4ntlo!os
lodos al gnarda~j(lyas de S. M.
Siendo Jas seis de la rlBÜ;lna del mismo
dia , y estando reuuidas las personas l1estin:ulJs
á hataL' el real cadável· .. y condllc¡rl(~ (:0 pom-
pa fúuebre al real l11ona~tt'rio Je San J~on:llzo,
la real capilla, presidida por el EsenIO. ~W1H)r pa-
triarca de las lmilas, cantó un solemne respou-
so, esUmlfl presentes el EsclHo. Stn'ln!' mar<f'Jes
de Va I verde, eoude de Torre i 011 , mdyordolllt)
mayor de S. !\l., y COUlU tal alllol'i~ado pap
35'8
e~te ti. : los Esemos. señores ientiles hombres
de cámara con elercicio marques de Santa Cruz,
D. José Gutierrez de los Rios, duque de Me-
dinaceli J y conde de la Puebla del Maestre; el
Escmo. señor duque de Alagon, ea pitan de
guardias de la real persona; los Escmos. seño-
res duque de Villa hermosa , d'lque de Herwick
y Alba, marques de Ariza , duque de Abrantes,
marqués de AlcailÍces, duque de Sedaví y
marques de Braoclforte, ¡eutiles hOO1b!'e~ de
cámard de S. M., que voluntariamenle se ofre-
ciero'l á acompuilar el real cadáver; los ayudas
d~ cá mara, ientiles hom bres de casa y boca,
lo:.; illd,viJuos del real cuerpo de monleros no-
bles de E:.;pinosa que se hallaban de servicio;
los alealdes de c,\sa y córte D. José Lasauca y
D. Maauel Gerúnimo Caballero; la servidum-
bre de la real casa nombrada para este aclo , y
el seflor D. Milleo Erro, oficial mayor primero
de la primera secrel<lrla de Estado, not¡¡rio
mayor de reinos, comisionaclo por S. M. la
Reina (1obernadora para autorizar la entrega
del real cadível'.
Acto conlínuo, y precediendo la cruz de la
real capill<l , se~uid;. de doce capellanes de ho-
1I0r, se levantó !II rc,li C"d~Vpl' á I.ls seis y CUar·
tu de diel.a rn'll-I,HJJ, y eillp';¡¡;Ó á 111;¡re h¡lI' la
comitiva s,dieudo dd lUi~IH;lollado saion; eutre
3.1)9
la real guardia de alabarderos, que¡e~taha coloo:
cada en do~ (ilas, lIev:ludo la caja los SC'llOres
ienlile~ homt)res de cámara referi,.Ios, y lila·
yor,IOlllas de semana, ,í qUienes correspllndi,1
hasta el principio de la ¡;scalera prillcip"ti; des-
tle .Iómle fue conducida por los ¡entiies hOIll-
bres de caSa y b,)ca h,\~ta el tin de e/la, colo-
cán jola en el coche destiwJllo al efecto, que
precedia á la estufa de ('espeto, ponicu'!o Ilt
misma almohada y P¡lllO que habían i'crvído en
la C'\tlla imperial. Caloeado asi el real cadilver,
siguió la ru,lrdlJ en la fúr'ma lle estilo.
Los batidol'es de guadia., de la real persollcl
~bl'ian paso al acompaüamienlo, y ,í la p<lrLí la
i¿COl respolldiellte de la 11l:sm3 gUJrd 1<\ ) Sé'g u;al\
despues los Illorüeros d¿ Espinosa al lado del
féretro) y ddullte á caballo) alumOratHto IÚ8
jHlliles hombres de dllHll'd con ejercicio, y
á su reta¡;u,¡rdia un escu;.¡(¡ron de aquul real
cuerpo, cune ul'ricmlo osi nlls 1110 L:ls ellOllHli·la-
des relijlOsas y clero que e'l de costu,1Ibf(', L"s
tropas de la guamicion ) compuestas do la ¡,;U¡lr-
día le<ll de infantería y ccdl'dlerj¡¡, de las de lío
nea lIt: au!lj¡js armas y vo!ullL:\nus l'e;¡lisl:l~ Je
las /lli~!llas, cubrlflll la cal'rcr:a ,y ;'1' Iwllah,l!l
furm:ld"s segun ~e pl'evinu en la órdeu i(~il"l'Cli
de la plata; .Y al p,l~¡lr S, 1\1, IIICIt:roll l~stas y
la al'u!lel'ia (I~e se hallaba situa,Ja en los ['UfJl u',
!6()
'.Icostumbrsdos los hOlJores de ordenanza. En
este órden J haciendo las paradas y pausas en
los pueblos del tránsito para cantar el responso
de costumbre, caminó la comitiva hasta la vi·
lIa de Galapagar , adondp i1eg6 li las dos menos
cuarto, cubierta la retagallrdia por un escua-
dron de lanceros de caballaia de la guardia
real, precedido de dos piezas de artillería de
campafla.
Colocado el real cJ'ld~ver en la iglesia de di-
cha villa sobre una tarima y mesa adormldas,
permaneció asi con el aparato fúnebl'e y acom-
palIado de cuatro monteros de Espinosa, dos
de ellos á la cabecera con la corona y cetro,
dos alabarderos inmediatos al f~retro, y dos á
la entradll de le iglesia, cuyas centinelas daba
Un piquete de treinta y dos homhres de dicho
real cuerpo, ademas una compaflia de la guar·
día real de infantería y otra de cazadores pro-
viuciales estaban siluada~ junto al átrio de la
iglcEia. A las tres y media de la 'Hañana del SI-
guienlf~ dia 4 se volvió á emprender la marcha
en el luismo órdeu que el Jia anterior, y he-
eh" paw,;\ eu el ESei)rial de abajo, para cantar
el rf!spOUSO <icoqtumbrado , lIeg(' el entierro y
i\1:omp;¡iwrnieu!.o al feal IIWlwstel'io del Esco·
ríal á !as ticis y CUiU,[O de la Illt,üana del men-
ciunado Jia.
!61;
Se aprocsimó el coche que condueia el red
cadáver á la puerta principal del paüollamaJo-
de los reyes, y colocaJo en una mesa que se
haHaha p¡'eparaba en el átrio , donde cl>peraba-
el R. P. prior Fr, José de la CrU2} ~ COB capa
pluvial, aconlpañado de los R R. PP. dirutados
y seel'etario, y de la comunidau, eoJejio y se~
minaria, que esta han coa velas .. cruz y ciria.
les, leyó el Rmo. p, prior la carta que le- hahia
diri¡ido. la Heina G;:lbernadora durante la nwnor
edad de la Rp.ina nuestra seilo.ra Doña IsabeÍ 1I,
en la que notici;1ba S. M. la muerle d·el rey
nuestro señol' D.. Fernando ViI de- BüFbOll
~(J. E. G. E.), Y el envio tlell'eal cad~vcr para
tIue fuese sepultado eon 1C! solemnidad acostmn-
hrd(la: se l:eyó tamhien la Feal cédula en que
8. M. el señor D. Felipe IV decidió la cont~o
ver.,ia que habia enlt'e d monasterio .Y la real
capilla; cantó esta un solemne responso .Y con-
cluido se retiró, así como los individuos de
las órdenes reli.ji.osas que, spgun estilo, habian
formado parte de la cornit·~va fúnebre.
Inmediatam.ente. entonó la comunidad el
salmo Miserere, y el féret.ro fue conducido ,en
la forma correspondiente hast9 el crtíceFO de la
igle!1ia , dond~ 'despues E:1'.}I~ los jenfiles bOI11 bres
de cátnarapasieron sob.l'e €~ los lllalltos de las
362
órdenes, fue colocado en un ttímulo dispuesto
al intento, y con el mismo p:lflO y almollal",
que habia traido el real cadáv~l', á cuyo lado
lucia n ocho achas de cera amarilla en otros tan-
tos blal1dones, estando illlminado igual mente el
gran candelabro y los altares; ocupa.ndo les
puntos correspondientes Jos Esc!"nos. sellores
mayordomo mayor, capitan de gunrc1las. de la
real persona, jentiles hon.bres y demas de la
comitIva. La comunidad se reliró al coro, y
cantó un solemne oticio de difuntos, celebran-
do la misa de pontifical el R. P. prior Fr. José
de la Cruz: concltlida esta volvó la coo¡unidad
al cuerpo de la iglesia. con velas enceflltida.'\, y
entonÓ los responsos y salmos de costumbre . .:-.
Despues de lauJes , los ¡eotiles J¡omlm~s de
cámara, ayudado~ de losn"k':yonlolIlos de se-
mana y demas de la cornitIV<1, acompañanHl
la caja, conducid<l procesional mente pOI' los
ientiles hombres !.le easa.y boca al palltenn, dOI1-
de se colocó en una mesa tille habi;l del<Hlle
del altar; y el Escmo. señor marques de V <11.-
verde, conde rle Torrejoo , mayordomo mayor
de S. M.;, .. abrió las dos cerraduras dI;; la caja es·
t~ricr, cuyas llaves do·raJas, con Hue~ ¡,e h¡.¡bia
cerrado y ,abierto por S. E.,collservdba este en
8U pod~r desde que se cerró diclf" c~jaeu,el
363
real palacio de 'MaJriJ; y levantando la ruer ...
tecilla de la visera, se vib por sU Cl'islal á pre·,
seocia del sellor notariü mayor de reinos ele.,
nombrado por S. M. la Reina Gobernadora.
para la entrega del real cad ¡ver, que el cuerpo,
que dicha caja contellia era el dt I rey nuestro
señor D. Fernando de Bnrbon "católico llioua:-·,
ca de las E~paüas, séptimo de este no/ubre; le
vieron asimismo el Esclno. serlor patriarca de
las Indias que allí se hallab<l presen~e; los esee-
len1Ísimos seiiores jenLiles hombres de cámara
Con ~ier~icio) mar'1u~s.de Santa Gruz) D. Jo·é
Gutíerrez de los Hí()~, duque de Mecllnacell y
~onde (~e.la Puebla J~l Maestre ~ que se ballaban
~e serVlClo CIl el eofl!'lTo; los Escmos. señores
jentiies hombre., qn~ voluntari:1111ente han acom~'
pañado f~1 real cad~ver; !(lB sei'Jeres alcaldes
de casa y córte, los mayordomcs de sern::ma y
el H. P. priu/' y dlpula;lo8 de la'cornunillad; en
cuya presencia, b del nolario mayor de reí·
nos, la dI" lo,; jf'lItiles hOlllbrps de casa y boca"
y otras personas distin~uir/as que habian b:ijado
al panteon, dicho Es'~mo. s~iior marqués de
Valverde, cOllde de Torrejon, mayordomo
mayor de S. M. recihió juramento' en público
de los caballeros Illontel'()i;de· Espillosa l1ue se
hallalnn pre~enles , desi aque) cadáver que te,
364
nian ála vista ~ era el dl!l cat.ólico mona.fca de
estos reinos el señor D. Femando VII Je Bor-
hon, y despues de haberlo reconocido pUl' la
visera, respondieron unánimemente ser »que\
el cadáver de S. M. el señor D Fernando VII
de Borhon, rey católico de España que se les
habia entregado y así lo j.uraron.
Hecho esto y reconociJo el cadáver por los.
qtle se· ha~laban pJ'esentts á este acto, con el
referiJo R. P. Fr. José de I a Cruz, y los dipu-
tados de la comunidÍld, se acercó el Escmo. Se-
ñor duque de Alagon, capitan Je guardias d.c la
real persona, que nunca J€jó de ocupar el tes-
tero de la caja, y de~pues de inclinar la cabe za.
y pedir silencio, d·ijo en altas y perceptib1es.
voces coa algunas pilusas de una á otra: SeÍlod
Señor? Señor ?y no habiendo respondido S. M.
aüadió dicho capitau de guardias: l)p.ll;~S que
S. M. no responde, verdaderamet~te está muer-
to:" y en·se5uida rompió- S. E. en dos peJazo8
el baslon que en señal de mando usaba por ra-
zon de su empleo, cuyos pedazos arl'0tó á lo·., pies
de la mesa donde reposaba el real ca,liver, y
el Esc!Do. señor marques de Val verde mayor·
Jomo mayor de S. M. cerró la caja y entl'egó
las llaves al R. P. prior, quien lai recibió y se
díó por entregado del cddiver de D. FCl'~
365
nando VII de Borbon que quedó en la caja
sobre la mesa á las doce y media del dia , con
lo que se concluyó este solemne y fúnebre acto,
cesando las descargas de la, tropa y los dobles
clamores de las campanas que se habian he-
cho durante la fúnebre ceremonia."
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I ND I e E.,. , ;
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I rólogo del autorL .• " • •• ..• i;..,.::~. ',,~ ~.\(j1I lemorias .históricas. • • • •.•. ;",' •. '. ,~ 7
Ministerio de estado. o' •• ,.i;'¡'I. ,J. &:'~ •• t6J
Gobiel'n6 r~elesi&stiu~. Jo, i/ ~Il:~:;,.! , •• :''; i i. j,8"1
'Negocios eclesiásticos •.• ' ., .......... " ~ 210
'Ihlstahlecimiegto de la ~nquisiciOD. 'l. '.; ~ .. 2117
Restablecimiento de los jesuitas. o • 228
Hacienda. • • • • • • • • . • • 238
Ministerio de guerra y marina. . 253
Anécdotas. . • • . • • •• 2$.3,-" .'
D r.' "'7 '\ ocumentos o.lc131es. • • • . • • • •• 29
•
• TOllZO S:5lG111T:CO.·~ " ..
Nota del traductor espailol. . • • .• V
lntroduccion. . • . • • • • • • • •• VII
Ecsámen de la revolllgion de f 820. •• "
Primer ministerio coo;Útucional. • o o 38
Segunllo ministerio c.onstitllcional. • .• 76
Carla de Pio VII á Fernamlo eoI820.. 99
Tercet' ministerio cons.ti~ucional. •• o • 118
Cuarto mini1'terio constitucional. • • • o 150
Entrada de los franceses en España ••• o '233
Repre~€ntacjon del conde de Cartajena.. 317
Operaciones militares.-Rejencia de Ma.
dria. • •• • • . . . .. .. . . . . 342
,f01C.O ,,<~=~~a.¡)¡~ •
. Libertad del réy. • • • • • • . • . • o 8
.1(i)hsefvaciones.sobre el estado.de ESpaña.!;;: í ,
en ~1825~ ,. s • •••• ~':::. ,. •.. ,.: .;~¡ ... • :'~ S¡5
Decreto de amnistia ..... lo""., '.10';" •. ;" ;46
lEfipaiia en.eLsiglo XIX. :por Mr."Luis de. , ~
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CODcluSi(,)n ••• ' •. ,o;:' ....... ' •• ' ••• ,',3'U
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