PERSONAJES CÉLEBRES DEL SIGLO XIX. 6 lo" XiV- 2 P E R S O...
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PERSONAJES CÉLEBRES


DEL


SIGLO XIX.






6 lo" XiV- 2


P E R S O N A J E S C É L E B R E S


DEL SIGLO X I X .


UNO QUE NO LO ES.


La biografía es el arte de reu-
el personal de la historia, de


c i enc ias , de las letras, de las
,es y de la sociedad.. .


J. NORVIHS.


M O 1.


MADRID,
IMPRENTA. ÜE D. FERNANDO SUAREZ,


I 'HZUEI .A DE CELENQl'F. , 3.


1842.








ЗШШ 3b!LM8r®So


PersoTia^res celebres del Sijño XIX




JOVE LLANOS.


En su persona y en el trato pri-
vado ofrecía la imájen que nos teñe
mos formada de, la pundonorosa dig-
nidad y apostura de un español del
siglo X V I , unida a,l saber y esquis i -
to gusto del nuestro.


TORENO.—Historio del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T . I I , l ib. 6 , pág. 112.


Complácese algunas veces la naturaleza en
crear genios privilejiados que forman época en
su siglo, contribuyendo á su rejeneracion, sin
que por eso hayan dejado de tener que luchar
contra las preocupaciones, y de haber encontra-
do una tenaz resistencia en los intereses existen-


(*) El uso común ha becho de los dos apellidos uno solo,
pero nosotros los usamos separados , como,'. lo ha hecho
el Sr. Cean Bermudez , y según firmaba el Sr. Jove Llanos ,




2 PÜUSOINAJES CKLEBKES.


tes. Pero vencedores de aquella l ud i a , adquieren
numerosos partidarios, y se hace inmensa su po-
pularidad, en compensación de sus poderosos es-
fuerzos pai'f Ta reforma de las costumbres y de
los abusos.


Entre los españoles ilustres que mas honor han
hecho á su patria en estos últimos tiempos , ocupa
un lugar distinguido el ilustre personaje cuya
biografía vamos á bosquejar, ya se consideren
sus virtudes políticas y morales, ya sus altos em-
pleos y destinos, ya su próspera y adversa for-
t u n a , y ya iflnalmsúte su vasta instrucción y es-
quisitos conocimientos en jurisprudencia , en hu-
manidades , en historia, en economía pública,
bellas artes y otras ciencias. Los que hayan leido
sus eruditas y elegantes obras en estos ramos,
especialmente el, Informe sobre la ley agraria,
y los que hayan. tenido conocimiento de su pro-
bidad , ,honradez.y bondadoso carácter; de su ar-
diente cejo en mejorar.y propagarla instrucción
de la juventud ; de las graves comisiones que le
confirió el Gobierno; de su infausto ministerio
de Gracia y Justicia ; de la injusta persecución
y atroz encerramiento que sufrió en un castillo
dé Mallorca por espacio de siete años; y por último




JOVE LLANOS. 3


de sus trabajos como hombre político en los pri-
meros años de la guerra de la iudepeudencia, no
podrán menos de apreciar su memoria , ni dejar
de mirar con interés cuantas noticias pertenezcan
á la vida y hechos de un hombre tan ilustre y
digno de perpetua alabanza.


¡ Si el honrado ministro de Gracia y Justicia
de Garlos IV levantara su noble frente desde el
sepulcro en que descansa, y tendiera la vista so-
bre la España, objeto constante de su celo ilus-
trado , y viera el estado á que ha quedado re-
ducida la magistratura en nuestros t iempos! ¡si
viera las discordias, los odios y desgracias que
sobre su patria se han desencadenado! ¡si viera
en fin olvidadas todas las máximas de buen go-
bierno , todos los principios de orden , ' todas las
reglas que paraba; prosperidad/y ventura de su
patria, procuró difundir con.ilustrado y ardiente
celo, retrocedería sin duda espantado ; y sumer-
jido en inmensa aflicción, preferiría la-paz, de su
sepulcro á la horrible tormenta que esperimeu-
tamos.


También él en su época 'gozo de aura popular;
también fue perseguido y atropellado por sus sa-
nos principios, y porque mas previsor sin duda




t PERSONAJES CÉLEBRES.


y tal vez mas ilustrado, preveyó los males que
á su patria habian de causar la propagación de
ciertos principios, y la falta de observancia de
ciertas costumbres nacionales. En el curso de este
escrito uos liaremos cargo , al paso que narremos
los altos hechos, los conocimientos y virtudes,
los escritos y padecimientos del Sr. de Jove Lla-
nos , de sús principios políticos para la organiza-
ción de un gobierno representativo en España.
Demos ya comienzo á nuestra tarea.


D. Gaspar Melchor de Jove Llanos nació en
Enero de 1744 en la villa de Gijon, principado
de Asturias, que puede vanagloriarse de haber
producido varios varones ilustres, asi en las armas
como en las letras. Fue su padre D. Francisco
Gregorio Jove Llanos y Carreño, rejidor y alfé-
rez mayor de la villa y concejo de Gijon, y ca-
ballero! ilustre de aquel principado, y de Doña
Francisca Apolinana Jove Ramírez , hija del Mar-
qués de San Esteban del Puerto, señora de es-
tremada hermosura y acrisolada virtud y piedad.


La fortuna que no les fue muy favorable en
proporcionarles crecidas riquezas, les dio una
numerosa prole, pues D. Gaspar tuvo otros cua-
tro hermanos y cuatro hermanas. Agoviados los




JO VE LLANOS. Ó


padres con el peso de tan crecida familia , cui-
daron sin embargo de darles la educación cum-
plida que su paternal solicitud deseaba y que su
dase exijia; y dedicando á los demás hijos á la
carrera militar y otras , pensaron destinar á Don
Gaspar á la de la iglesia, enviándole al efecto á
Oviedo para continuar sus estudios de filosofía
en aquella universidad, donde descubrió un ta-
lento despejado, y singular penetración para com-
prender el oscuro é intrincado método de la es-
cuela scotista. A los trece años de edad fue ordena-
do de primera tonsura, y obtuvo un beneficio sim-
ple, de presentación de una tia suya, con cuyo
ausilio pudo continuar sus estudios, hasta que
pasó á la ciudad de Avila, en la cual obtuvo los
grados de liachiller y licenciado en cánones, gran-
jeándose por su aplicación la protección y cariño
del célebre prelado D. Bernardo Velarde y Cien-
fuegos , el cual descubriendo en él las mas bri-
llantes disposiciones, y para que aquel gran jénio
no quedase sofocado en la oscuridad y se pudie-
se desplegar con lucimiento en teatro mas público
y respetable, le trasladó á la universidad de Al-
calá de Henares, proporcionándole una beca ca-
nonista con voto en el insigne colejio mayor de




6 PERSONAJES CELEBRES.


San Ildefonso. Grande fue el sentimiento de sus
compañeros que se vieron privados de este modo
de su dulce trato y amabilidad. Allí continuó
D. Gaspar sus actos escolásticos sustituyendo va-
rias cátedras, y siendo nombrado colejial mayor
en 1764,' á los veinte años de edad, hasta que
en 1766 se resolvió á hacer oposición á la ca-
nonjía doctoral de Tuy.


Detúvose en Madrid á recojer las cartas de
recomendación que consideró necesarias para aque-
lla empresa ; y cuando se preparaba ya para mar-
char á Galicia, sus; muchos y buenos amigos y
parientes (entre los que se contaba su tío el du-
que de Losada, sumiller de Corps) considerán-
dole mas á propósito para lá majistratura, por
su talento despejado, su instrucción, sus pren-
das personales, y otras circunstancias que indi-
caban qué podría'ser útil al bien del Estado, de
la nación y de él mismo, le obligaron á desistir
de sil intento de continuar la carrera eclesiástica:
desde aquel momento se puso la mira en una
de las plazas de alcalde del crimen que habia
vacantes en las Audiencias de la Península.


No era tan fácil entonces como ahora con-
seguir una toga. Dos veces consultó la Cámara




JOVE LLANOS. 7


de Castilla, y hasta en la segunda y por influjo
de sus muchas relaciones, no pudo obtener Don
Gaspar en octubre de 1767 una plaza de alcal-
de de la cuadra de la Real Audiencia de Sevilla,
distinción muy singular en aquella época para un
joven de veinticuatro a ñ o s , edad en que apenas
podía tener grandes conocimientos prácticos en
jurisprudencia; pero era ya conocida su probi T
d a d , y su talento le recomendaba cumplidamen-
te. Hubo sin duda intriga ó influjo en su nom-
bramiento; pero feliz influjo el que proporcionó
un resultado escelente, empleando, y poniendo
en evidencia á un joven de tan distinguidas
prendas.


Todos los tiempos tienen sus ridiculeces; pero
era al menos mas respetable é inspiraba mayor
consideración la peluca que usaban en aquella
época los majistrados, que las greñas, barbas y
bigotes que usan muchos de los del d ia , y que
mas que majistrados respetables les hacen apa-
recer como guerreros ó como elegantes petime-
tres entregados á toda la veleidad de la moda.
Fue Jove Llanos á tomar las órdenes del Conde
de Arauda, presidente del Consejo á la sazón,
quien reparando en la gallarda figura y el her-




8 PERSONAJES CÉLEBKES.


moso pelo que adornaba la cabeza del joven ma-
j is t rado, y mirándole con atención le dijo: «¿ con
que V. estará ya prevenido de su blondo peln-
con para encasquetársele como los demás golillas?
Pues no Señor : no se corte V. el pelo ; yo se lo
mando. Haga que se lo rizen en la espalda como
á los ministros del Parlamento de Par ís , y co-
raienze á desterrar tales zaleas, que en nada con-
tribuyen al decoro y dignidad de la toga.» Este
fue el oríjen y la causa de haber sido Jove Lla-
nos el primer majistrado que se presentó sin pe-
luca en los tribunales. En aquellos t iempos, una
orden , aunque verbal del Conde de Aranda, era
demasiado respetable para no ser obedecida.


Las jemes , que la ignoraban , murmuraron,
como suelen cuando ven alterar los usos y cos-
tumbres ant iguos, contra D. Gaspar , cuya figura
y prendas personales contribuyeron no poco á
hacer sospechar que era el autor de aquella no-
vedad. Era Jove Llanos de estatura proporciona-
d a , de cuerpo airoso, cabeza e rguida , blanco
y rojo, ojos vivos, piernas y brazos bien hechos,
pies y manos como de dama, y pisaba firme y
decorosamente por naturaleza, aunque algunos
creian que por afectación. Era limpio y aseado




.IOVF, LLANOS. 9


en el vestir, sobrio en el comer y beber, afable
en el t r a to , y elegante en la conversación; her-
manaba con todas estas prendas la de ser reli-
gioso sin fanatismo, estudioso antes de dar un
parecer , pero enérjico en sostenerle ; agradecido
con sus protectores, constante en la amistad , y
dotado de un ánimo jeneroso que olvidaba las
injurias dirijidas únicamente á su persona. Tales
eran la figura y prendas del joven majistrado
cuando llegó á Sevilla, precisamente en días de
Semana Santa , por lo que llamó mas la atención
del pueblo el verle con el traje de toga sin pe-
luca , ostentando su hermoso y bien rizado pelo,
su aire noble, y su gallarda presencia. El nuevo
Alcalde era objeto de la conversación de todos, y
señaladamente entre los abogados, relatores, es-
cribanos y demás dependientes del t r ibunal , que
al verle tan joven le ereian accesible á sus desig-
nios. Mas su trato afable, los obsequios que la
nobleza le dispensaba , su porte y entereza , tar-
daron poco tiempo en borrar las primeras ideas
del público y en desengañar á los curiales.


Muchos y meritorios fueron los trabajos con
que el joven D. Gaspar se distinguió en la Au-
diencia de Sevilla, tanto en la Sala del crimen




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


como eu la civil á que ascendió después; alter-
nando aquella importante obligación con el conti-
nuo estudio de las ciencias políticas y económicas,
y de la literatura ; concurriendo á empaparse mas
y mas en estos conocimientos á la tertulia del
Asistente de aquella ciudad D. Pablo de Olavide,
y siguiendo ademas importante correspondencia
con los primeros hombres políticos de la nación.


Hemos dicho que no podia tener gran práctica
en la jurisprudencia , entendiendo por tal el co-
nocimiento de las fórmulas del foro, que jamás
han sido muy sencillas en España ; pero como
era incansable en el es tudio , y como en él la
larga lectura iba acompañada de penetración y
discernimiento, en breve llegó á ser mas práctico
que los que llevaban muchos años de carrera; y
como tenia suma facilidad en escribir, apenas
se redactaba escrito alguno de consideración en
que él no trabajase. Lleno de humanidad, cono-
ció: cuan horrible era la prueba del tormento, en-
tonces aun vijente, y la templaba en cuanto es-
taba de su parte. Conoció también que las cár-
celes en vez de ser un castigo, debian ser solo un
sitio destinado para la seguridad de los presuntos
reos, y por lo tanto hacia que fuesen tratados en




JOVE LLANOS. 11


ellas con caridad verdaderamente evanjélica. Por
entonces se vio en el tribunal la famosa causa de
Castañeda, asesino de su mujer embarazada. Pre-
sumían muchos que Jove Llanos daría muestras
en su dictamen de un carácter enérjico y justi-
ciero; y sin embargo, de lo que las dio fue de
un tacto fino y de una filosofía pocas veces sen-
tada coino base de un parecer fiscal: atribuyó el
delito á un frenesí de zelotipia de que probó es-
tar poseído. Muy luego pasó á ser oidor en el
mismo t r ibunal , y esta vez no fue la intriga la
que le valió el ascenso, sino su mérito superior
comprobado ya. En esta época fue cuando pensó
en reformar sus estudios , y en dirijirlos al filan-
trópico fin del bien de sus semejantes. Entonces
palpó las contradicciones que á veces existían en-
tre las leyes y las costumbres, y fue cuando es-
cribió su famosa comedia intitulada El delincuen-
te honrado, á la cual puso el epígrafe siguien-
t e , que encierra toda la moral del d rama: «Es
una cosa muy terrible castigar con la muerte
una acción que se tiene por honrada.


Asi empleaba los ratos de ocio que le propor-
cionaban los días feriados, que eran muchos en
aquella época , sin faltar jamás á sus obligaciones.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Dedicábase también á la poesía, considerando este
ramo de las humauidades como uno de los que
deben entrar en el plan de la instrucción públi-
ca, y como parte no pequeña de la erudición y
literatura española. Entonces compuso también la
trajedia Pelayo, que salió como era regular, con
los defectos que debian esperarse de un joven
inesperto. Su juicio y su talento se los hicieron
eonocer : la dejó dormir dos años ; volvió sobre
ella en 1771, y acabó de correjirla en el de 72.
Quisieron sus amigos que la imprimiese, y se re-
solvió á ejecutarlo en 177», para lo cual escribió
un prólogo en que esponia los motivos que habia
tenido para su publicación y para seguir el gusto
y estilo de los franceses. Acompañaba ademas
una larga y erudita disertación sobre la existencia
de D. Pelayo, que habia escrito con motivo de
satisfacer á las dudas que acerca de esta misma
existencia manifestara D. Gregorio Mayans en la
defensa del Rey Witiza que acababa de publicar
en Valencia. Todo estaba pronto para imprimirse,
y sin embargo no se verificó, á pesar del empeño
de la amistad, por el miedo que tenia á las tra-
jedias, y la desconfianza con que leía la suya.
Deseaba sin embargo verla representar, pero la




JOVE LLANOS. 13


ronsideracion de que entregar la copia á los có-
micos era lo mismo que darla á la imprenta, como
lo liabian hecho en Barcelona con El delincuente
honrado, sin su consentimiento, le separó en-
teramente del intento. Consiguiólo no obstante
en 1782, haciéndola representar por aficionados en
Gijon; y sin embargo de los muchos aplausos
que tuvo y del buen desempeño de los actores,
ni aun con esta prueba se determinó á imprimirla.


Otra trajedia emprendió Jove Llanos con el tí-
tulo de Los españoles en Cholula. Llegó hasta
el tercer acto de los cinco de que debía constar;
pero sus graves ocupaciones, y la desconfianza
que tenía de sí mismo en este género de compo-
siciones , nos privaron de otro drama, que acaso
hubiera escedido en mérito al Pelayo por haberle
principiado en mejor t iempo, en edad mas ma-
dura , y con mayores conocimientos del arte. (*)


A mediados de agosto de 1778 se recibió en
Sevilla con sentimiento universal la noticia de ha-
ber sido ascendido «1 Sr. Jove, Llanos á Alcalde
de casa y corte, y él mismo vertió lágrimas al


C) Véanse las Noticias analíticas de las cbras de Jove
Llanos, por D. l u á n Agustín Cean Bermudcz. —Madrid T8I4.
Obras de Jove Llanos, por D. Wenceslao de Linares y
Pacheco. — Barcelona 1810.




14 P E H S O N A C T E S C É L E B R E S .


separarse de aquella hermosa ciudad. A su llega-
da á Madrid, recibió las visitas de todo lo mas
lucido de la corte, que miraba ya en él uno de
los hombres mas ilustres del pais; distinguiéndo-
se entre los que se esmeraron en agasajarle el fis-
cal del Consejo D. Pedro Rodríguez Campoma-
nes, por cuyo medio hiso conocimiento con los
hombres mas instruidos de la capital, y entre
ellos D. Francisco Cavarrús, con quien estrechó
D. Gaspar una íntima y constante amistad. La
Seciedad Económica Matritense, la Academia de
la Historia , la de la Lengua y la de Nobles Artes
de San Fernando, se apresuraron también á abrir
sus juntas al gran político y literato, y en ellas
comenzó aquella serie no interrumpida de traba-
jos que ilustran las memorias de dichos cuerpos,
y .que. tanto habian de realzar su merecida re-
putación. •


• Seguíase por aquel tiempo el voluminoso es-
pediente formado en el Consejo de Castilla sobre
Ley Agraria, y acerca del cual habian escrito
diferentes Memorias varios vocales de la Sociedad
de Amigos del pais de Madrid ; pero habiendo
presentado el Sr. Jove Llanos, que era uno de
ellos, el plan que debia seguirse para trabajar el




J 0 V E LLANOS. 15


informe pedido por el Consejo, quedó encargado
de realizar tan arduo trabajo. Aquel informe,
obra no de un dia sino de muchos años , pues
no se publicó hasta 1795, es sin duda alguna
uno de los trabajos literarios que mas honran á
su autor , pues parece imposible pudieran hallar-
se reunidas en tan temprana edad, tantos y tan
profundos conocimientos, tan clara comprensión,
tan maduro juicio y tanta lójica: su obra realzó
mas y mas el concepto que de su elevado mérito
se tenia formado, é hizo su nombre famoso en
Europa y en América. La Academia de la His-
toria le confirió muchos encargos y comisiones,
y escribió la Memoria sobre las diversiones pú-
blicas que se encuentra en sus obras.


Vivia Jove Llanos en la mayor amargura, de-
seando dejar el destino que ejercía, tan contrario á
sus pacíficas inclinaciones y humano carácter, cuan-
do en 1780 fue nombrado Consejero de las Ordenes
Militares; nombramiento que causóla mayor sa-
tisfacción á D. Gaspar , porque le quitaba la odio-
sa y pesada carga de Alcalde de corte , colocán-
dole en un Consejo tan ilustre. Una de las pri-
meras y honrosas comisiones que se le confirie-
ron , fue la de visitar el convento de San Marcos




1C PEBSONAJES CKLEBHES.


de L e o u , y de autorizar con su presencia la so-
lemne elección de Prior ; marchó á dicha ciudad,
v en el camino tuvo el placer de ver salir á su
encuentro á D. Juan Melendez Valdés , con quien
desde Sevilla habia seguido una larga correspon-
dencia literaria. Pasó desde alli á su pais para
desempeñar otras comisiones, y seria demasiado
prolijo enumerar los beneficios que D. Gaspar
hizo al mismo y al reino de Galicia, que también
recorrió, dando impulso á las obras de pública
uti l idad, visitando y describiendo detenidamente
sus caminos, monumentos y establecimientos cien-
tíficos , y hasta fomentando el amor á las bellas
letras y al teatro , pues entonces fue cuaado,
como hemos dicho, permitió representar su tra-
jedia del Pelayo.


De regreso á Madrid, y después de haber in-
formado sobre el desempeño de sus varias comi-
siones, continuó trabajando incansablemente en el
Consejo de las Ordenes y en las varias Academias
y Sociedades de que era individuo, pronunciando
en ellas discursos famosísimos, entre otros el de
distribución de premios de la Academia de San
Fernando, el de la recepción en la Academia
Española, el pronunciado en la Junta de Co-




JOVE LLANOS. 17


mercio sobre la libertad de las artes en España,
y otros muchos de no menor mérito; alternando
tan serios trabajos con la composición de varias
de sus poesías sueltas, y de sus famosas sátiras.


La vida de Jove Llanos puede dividirse en
dos grandes épocas, feliz y afortunada la una,
y llena de sinsabores la otra. Puede decirse que
hasta la muerte de Carlos I I I , vio aumentarse
progresivamente su fama, y fue dichoso ; mas no
asi desde principios del remado de Carlos IV, pues
entonces, si bien fue siempre en aumento su cré-
dito , principiaron sus desgracias, pues le alcanzó
una parte de la en que habia caido su íntimo
amigo el Conde de Cavarrús, y á consecuencia
de ella fue políticamente desterrado de la corte,
pasó á Salamanca bajo el pretesto de visitar y
arreglar los colejios mayores, y luego á Asturias
donde fijó su residencia durante once años , los
mas felices acaso y mas útiles de su larga y la-
boriosa vida. Colocado en la villa de Gijon como
un jénio benéfico é infatigable, al paso que ins-
inúa á sus paisanos en los medios necesarios
para sus adelantamientos, influía con el Gobier-
no para apartar los obstáculos que á ello se opo-
nían ; visitaba las minas de carbón de piedra, é


2




18 1'KttSONAJES CÉLEBRES.


impulsaba su elaboración ; trazaba caminos, le­
vantaba murallones contra las olas y embates del
mar ; creaba establecimientos de instrucción y be­
neficencia , y. principalmente el famoso Instituto
Asturiano, cuya memoria ha quedado para siem ­
pre asociada á su nombré ^desempeñaba frecuen­
tes comisiones del Concejo; recorría las provin­
cias de León, Zamora , Astorga, Salamanca , Va­
lladolid, Valencia, Burgos, Rioja , Santander, y
las tres Vascongadas, estudiando sus leyes, sus
costumbres y su aspecto físico, y consignando
todas sus observaciones en multitud de escritos.


Desde aqui principian las desgracias de Jove
Llanos, pues aunque algunos las cuentan desde
que. salió desterrado á Gijon en 1790, jamás, como,
hemos dicho , fue. mas dichoso, ni vivió mas
contento. De aquella tranquila y provechosa №
sidencia fue arrancado impensadamente en 1997;
el Gobierno conocía $ u , mérito,, pero se babia
declarado ;su enemigo irreconciliable el Príncipe
d é l a P a z ; llegó un» éjjoca en que,conoció este
que debía hacer algún sacrificio á la opinión pú­
blica ; y disipadas las nubes, que oscurecían el
cielo cortesano, y reintegrado en el favor el Conde
d« Cavarrús, recibió el Sr. Jove Llanos dcspa­




JOVE LLANOS. 19


chos del Príncipe de la Paz , en que le encarga-
ba varios informes; y cuándo se preparaba á eva-
cuarlos , se halló' sorprendido con la noticia de
haber sido nombrado Embajador á Rusia. Los
que con buena intención contribuyeron á arran-
carle de su retiro para elevarle á mas alto y dis-
tinguido dest ino, le precipitaron en la cima de
las pesadumbres, de las persecuciones, y de to-
dos los males que le acompañaron hasta el se-
pulcro. Gran sorpresa le causó su inesperado
nombramiento, pero solícito por el bien de sus
conciudadanos, se dirijia á la capital, y todavía
duraban en el pueblo de Gijon los regocijos y ale-
gría que inspiraba la elevación de su protector y
padre, cuando llegó la noticia de haber sido
nombrado Jove Llanos Ministro de Gracia y Jus-
ticia ; nombramiento que estendiéndose rápida-
mente por toda la nación, pareció anunciar una
época de ventura.


Al llegar al puerto de Guadarrama se encon-
tró Jove Llanos con el Conde de Cavarrús que
habia salido de Madrid á' su encuentro, y le in-
formó de las interioridades de Palacio, de las
intrigas cortesanas, del mal estado de los nego-
cios , y le refirió lo que habia precedido á su




20 PEHSONAJES CKLEBUKS.


nombramiento de Embajador y Ministro. Que
dueño de la confianza de Godoy, le pronosticó
con claridad y firmeza su inevitable ru ina , se-
mejante á la de D. Alvaro de L u n a , sino bus-
caba prontamente dos sugetos de ciencia, pro-
bidad y reputación, que le dirjjiesen y ayudasen
á restablecer el Reino y su opinión, proponién-
dole á él y á Saavedra. Que la Reina le habia
desechado, resultando de ello el destinarle á Ru-
sia para no verle; el modo como insistió sobre
su primera propuesta para Ministro de Gracia y
Just icia, volviendo á intimidar al Príncipe con
la amenaza de su indispensable caida ; y cómo
dispuso este que el Rey le nombrase, á lo que
hubo de condescender la Reina, aunque contra
su voluntad, por no descontentar á Godoy.


Estremecióse Jove Llanos con aquella relación,
y determinó regresar á Asturias desde allí, sin
entrar en la corte; pero tanto le instó el Con-
de , esponiéndole las fatales consecuencias de aquel
paso, que se resolvió á sacrificarse por su patria
y á probar cuantos medios estuviesen á su al-
canze para el bien de sus conciudadanos. A la
msñana siguiente pasaron al Escorial, y apeán-
dose en la casa del Ministerio, tuvo alli una




JOVE LLANOS, 21


larga conversación con Cavarrús y Saavedra, en
que les decia: «Todo amenaza una ruina próxima
que nos envuelve á todos. Crecen mi confusión
y aflicción de espíritu... El Príncipe (de la Paz)
nos llama á comer á su casa : vamos mal vesti-
dos. A su lado derecho la Princesa: al izquier-
do , en el costado , la Pepita Tudó : este espec"
táculo acaba mi desconcierto: mi alma no puede
sufrirle. Ni comí , ni hablé , ni pudo sosegar
mi espíritu. » Huyó de alli y estuvo en su casa
toda la tarde inquieto y abat ido, y por la no-
che pasó á la Secretaría de Estado; alli tuvo
una acalorada conversación con Cavarrús y Saa-
vedra sobre su repugnancia, retirándose después
á su cuarto, donde pasó la noche sin dormir.


Recibióle bien la Familia R e a l , y aun el mis-
mo favorito; pero en breve cambió de aspecto la
escena. Llovían de todas partes felicitaciones á
S. M. por haber nombrado Ministro á Jove Lla-
nos , cosa que Godoy no podia ver sin un inte-
rior despecho; y asi fue que desde aquel momen-
to se juró la pérdida del que era objeto idola-
trado de la estimación pública. Aumentóse esta
con el tesón y la enerjía con que luchó Jovc
Llanos contra cuantos obstáculos se oponían á




22 PERSONAJES CÉLKBEES.


sus ideas de rejeneracion y buen orden; en union
con Saavedra , hizo al Rey representaciones llenas
de entereza, manifestándole el origen de todas
las calamidades públicas. Fue tal su efecto, que
entusiasmado el R e y , corría á contará la Reina
cuanto le referían, y esta todo lo apoyaba y ce-
lebraba, al paso que lo sentía en su corazón, pues
preveía que el término á donde se dirijian aque-
llas esposiciones, era la ruina de su favorito,
como causa principal de ios males que se inten-
taban remediar. ¡Triste situación la en que ha-
bía llegado el país , y cuyas consecuencias han
sido tan trascendentales, causando los trastornos
y desgracias que después se han esperimentado!


Viendo Godoy el descontento del Rey y el hor-
ror con que le miraba, se halló en la precision
de renunciar la Secretaría de Estado que hacia ya
tiempo despachaba. Entonces era, según algunos,
la ocasión de haber acabado con el Príncipe de
la P a z ; pero la honradez y gratitud de aquellos
dos virtuosos Ministros, creyeron suficiente sepa-
rarle de los negocios para poder baeer el bien
de la nac ión; y lo consiguieron con un decreto
en que se llenaba al favorito de honores y dis-
tinciones. No correspondió la gratitud á aquella




JOYE LÍANOS. 23


jenerosidad; antes al eoatrarió, se buscaron modos
eficaces para deshacerse de aquellos dos celosos
Ministros. Atacado Saavedra por una enfermedad
aguda, no pudo seguir en el despacho; y aunque
Jove Llanos estaba mejorado de los cólicos que le
acometieron en el Escorial , ,y que habían toma-
do mayor incremento en Aranjuez, se halló un
pretesto, que manejado por la calumnia con to-
das las artes y recursos que dictaban la envidia
y el temor , produjo el decreto de exoneración
de su Ministerio en 15.de Agosto de 1798 , á los
nueve meses y siete dias de haber tomado.pose-
sión de él. Asi se consiguió lo que tanto se de-
seaba , quitando al reino dos apoyos que le hu -
hieran sostenido en su decadencia, dándole vigor
y prosperidad, y evitando tal vez los grandes ma-
les que mas adelante sobrevinieron.


Tal es la compendiada historia del corto Mi-
nisterio de Jove. Llanos; pudiendo asegurarse que
en tan poco tiempo y en medio de una aguda en-
fermedad, de angustias, estorbos y persecucio-
nes , procuró la seguridad y sosiego de los que
hasta entonces habian vivido en destierros y pri-
siones ; el pronto despacho de los negocios, la li-
bertad de poder disponer los dueños de sus casas




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


y haciendas; el abrigo de los literatos, y el am-
paro de los huérfanos y viudas: promovió la ins-
trucción pública en una larga y sabia esposicion
que hizo al Rey sobre este interesante objeto: la
protección de las ar tes , del comercio y de la in-
dustria : el libre fomento de la agricultura ; y en
fin cuanto le dictaron sus luzes, su celo y su in-
saciable amor por el bien público para que la
nación prosperase.


Destituido Jove Llanos del Ministerio de Gra-
cia y Justicia, se le nombró Consejero de Estado
eon el sueldo correspondiente, y se le confinó á
Asturias á seguir las comisiones que había tenido
anteriormente. Despidióse del Rey y de la Reina,
manifestándole aquel que quedaba satisfecho de
sus servicios, pero que tenia muchos enemigos;
y esta, que ninguna parte había tenido en su exo-
neración, Pasó á tomar las aguas de Trillo; y
por último se trasladó á Asturias, donde se en-
tregó con ahinco al fomeuto de su amado Insti-
tuto, y demás establecimientos de su creación.
También en esto quedaron desvanecidas sus mas
gratas esperanzas. En 1801 se esparcieron por
Asturias varios ejemplares del Contrato social de
Juan Jacobo Rousseau, en castellano, impresos en




JOVE LLANOS. 25


Londres en 1799, con algunos elojios hechos á
Jove Llanos por el traductor. Escribió al Minis-
tro de Estado la novedad , se le contestó que re-
cojiese los ejemplares que pudiese, y no habien-
do podido lograrlo de ninguno, lo avisó. El re-
sultado fue prevenirle que se abstuviese en ade-
lante de escribir á ningún Ministro; y poco tiem-
po después descargó sobre su cabeza la horrible
tempestad. Oigamos como Ja pinta el mismo Jove
Llanos en su representación dirijida desde la Car-
tuja, en la Isla de Mallorca, el 24 de Abril de 1801.


«Sorprendido en mi cama al reyar el día 13
de Marzo último por el Rejente de la Audiencia
de Asturias, que á nombre de V. M. se apoderó
súbitamente de mi persona y de todos mis pape-
les ; sacado de mi casa antes del amanecer del
siguiente d i a , y entre la escolta de soldados que
la tenían cercada, conducido por medio de la
ciudad y pueblos de aquel Principado hasta la
capital de León ; detenido all í , y recluso en el
convento de Franciscanos descalzos por espacio
de diez dias , sin trato ni comunicación alguna;
llevado después entre otra escolta de caballería,
y en los dias solemnes de nuestra relijion, por
las provincias de Castilla , Rioja, Navarra, Aragón




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


y Cataluña, hasta el puerto de Barcelona ; entre-
gado allí al Capitán jeneral, y de su orden nueva-
mente recluso en el convento de Nuestra Señora
de la Merced; y finalmente, como si se quisiese dar
un ejemplo de rigor en m í , ó como si ya no fuese
digno de pisar el-continente español, embarca-
do en un correo, trasladado á Palma, presenta-
do á su Capitán jenera l , y conducido al destierro
y confinación de esta Cartuja, he sufrido con re-
signación y en silencio por espacio de cuarenta
dias , todas las fatigas, vejaciones y humillaciones
que pueden oprimir á • un hombre de honor: he
pasado por el bochorno de aparecer como reo en
medio de mi nación que me vio llevar con es-
cándalo á mas de doscientas leguas de mi do-
micilio, arrojar á esta parte de sus mares; y
por fin estoy padeciendo en una vergonzosa re-
clusión las mas crueles privaciones, sin que has-
ta ahora se me haya notificado orden alguna, ni
hecho saber cual puede ser la causa de tan duro
é ignominioso tratamiento. »


Habia dirijido la anterior representación ásu
amigo y apoderado D. Juan Arias de Saavedra,
á quien el Marqués de Valdecarzana, Sumiller
del Rey, y primo de Jove Llanos, habia ofrecido




J O V E L L A M O S . 27


entregarla á S. M. ; pero habiéndola recibido no
se atrevió á presentarla. No teniendo en Madrid
otra persona de su entera confianza, determinó es-
tender otra representación, en 8 de Octubre de
aquel año , y enviarla con copia de la anterior á
su capellán D . José Sampil, que habia quedado
en Gijon cuidando de su casa y haciendas, para
que pasase á la corte á proporcionar el modo de
ponerlas en manos de S. M. Averiguáronlo los
ajentes del Gobierno, y los satélites de Marquina
prendieron á Sampil al entrar en Madrid, le con-
dujeron á la cárcel de la Corona, donde le mo-
lestaron con amenazas y malos tratamientos por
espacio de siete meses, y le llevaron después á Ovie-
do con la precisión de presentarse todos los dias al
reverendo Obispo. Igual tratamiento tuvo en Barce-
lona D. Antonio Arango, mayordomo del Marqués
de Campo Sagrado, por haber hallado entre los
papeles de Sampil una carta suya , y creer que
podia haber tenido parte en la dirección, de las
representaciones ; pero no habiendoresultadonin-
gún indicio, se le puso en libertad después de
cuatro meses y medio de rigorosa prisión. ;..


Ocupábase Jove Llanos en aquella reclusión
en hacer obras útiles á la Cartuja de Baklemuza,




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


y entreteniéndose en el estudio de la botánica,
viendo con desprecio la vanidad del mundo y sus
deleznables atractivos, cuando fue arrancado de
aquel retiro el dia 6 de Mayo de 1802, y lleva-
do con estrépito y en medio de tropa al castillo
de Bellver, situado en un alto cerro á media le-
gua de la capital de aquella Isla.


Fácil es conocer que el motivo de aquella
traslación fueron las representaciones encontra-
das en poder de Sampil; pero el del-rigor y mas
estrechez con que fue tratado después, dimanó de
la imprudencia de un sugeto desconocido, que
condolido de la dura situación de Jove Llanos,
sin contar con é l , sacó una copia en Madrid
de las dos representaciones, y la presentó al Rey.


El dia 14 de Octubre en que se celebraba el
cumpleaños del Prineipe de Asturias, señalado
para celebrar también su boda , y en el momento
en que la plaza principal de Mallorca y los bu-
ques de su puerto empavesados anunciaban aque-
lla solemnidad con salvas de artillería, subían el
alto cerro un nuevo destacameneo para relevar
al an t iguo, y un nuevo gobernador para reem-
plazar al que antes mandaba el castillo de Bell-
ver. Llegó entonces á tal punto el encono y rabia




JOVE LLANOS. 6S


del Gobierno, que olvidando los sagrados dere-
chos de la humanidad, no permitió á Jove Lla-
nos el auxilio y desahogo que necesitaba en la
enfermedad que 'padeció de resultas de la infla-
mación de una parótida, de la dolorosa operación
de abrirla, y de una larga y molesta curación.
Siguióse á aquella dolencia un principio de ca-
taratas, para cuyo remedio convinieron los mé-
dicos en que eran necesarios los baños de mar.
Se los concedió el Gobierno, pero en medio del
paseo público, y con tan ignominiosas precaucio-
nes , que le presentaban á la vista de las jentes
como un espectáculo de lástima y de desprecio.
Indignado el pundonoroso Jove Llanos , prefirió
quedar ciego á sufrir la vergüenza del público;
pero al fin se le permitieron los baños en lugar
mas retirado, aunque con las mismas prevencio-
nes, y desde entonces consiguió con ellos al-
gún alivio, y con el paseo que daba con este
motivo por las tardes , debido mas bien á la re-
flexión del General de la Isla que á la sensibilidad
de sus fieles enemigos.


Lejos de entregarse Jove Llanos á su dolor
jimiendo por su desgracia , y de abatirse por tan-
tos años de crueles padecimientos, los pasó es-




30 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


cribienda á hurtadillas obras útiles, llenas de eru-
dición é injenio , que serán consultadas por mu-
cho tiempo. Las descripciones del castillo de
Bellver, la de la Lonja de Mallorca, la de la
Catedral, y su correspondencia, muestran el tem-
ple de su alma y su tranquilidad inalterable en
medio de los contratiempos de la vida.


Han estrañado algunos que el Sr. Jove Lla-
nos-, durante su larga prisión en Mallorca, no
se ocupase de algún trabajo histórico de grande
importancia, desconociendo la imposibilidad en
que su misma situación le colocaba, para hacer-
se con los materiales necesarios. Sin embargo es-
tudió detenidamente la historia de aquella isla;
y ademas de los esTitos de que hemos hecho
mención, habia empezado también unas intere-
santes notas para ilustrar la crónica del Rey Don
Jaime el Conquistador.


En estos entretenimientos pasaba el tiempo sin
mas trato que el del centinela y del criado que
entraba á servirle. Pero llegaba el momento en
que la Providencia permitía que se realizaran los
grandes acontecimientos de 1808: en 5 de Abril
de aquel año recibió el Sr. Jove JJanos la pri-
mera Real orden que se le comunicó después de




J O V K L L A M O S . 31


su prisión en Asturias , y cuyo tenor era el si-
guiente: «Excmo. Sr. — El Rey Nuestro Señor
1). Fernando VII se lia servido alzar á V. E. el
arresto qué sufre en ese castillo de Bellver, y
S. M. permite á V. E, que pueda venir á la cor-
te. Lo que comunico á V. E. de Rea! orden para
su intelijencia y satisfacción. Dios guarde á V. E.
muchos años. Aranjuez 22 de Marzo de 1808.—
El Marqués Caballero. —Sr, D. Melchor Gaspar de
íove Llanos.» Tales y tan lacónicas y mezquinas
frases incomodaron á Jove Llanos, pues masque
su libertad le interesaba la restauración de su
honor mancillado. Asi fue que no quisó aparecer
en la capital de la Isla, y corrió á esconderse en
la Cartuja de Baldemuza, donde pasó la Semana
Santa en compañía de aquellos sacerdotes, que le
recibieron con muestras de la mas sincera ale-
gría; Desde alli dirijió una representación al. Rey
pidiendo se. juzgase su causa en un tribunal; pero
cuando debia recibirla, ya no existia Carlos í V en
el Trono. Embarcóse para el continente y llegó
á Barcelona en 20 de Mayo, y alli supo los acon-
tecimientos de Madrid del dia 2 , la elevación de
Murat á la Rejencia de España, y la ausencia de
la Familia Real. Pasó después á Zaragoza y se




32 P E R S O S A J E S CÉLEBRES.


trasladó á la villa de Jadraque, reuniéndose alli
con su especial amigo D. Juan Arias de Saave-
dra. Considerábase D. Gaspar tranquilo, y confia-
ba que con el reposo y los aires de la Alcarria
conseguiría recobrar la salud del cuerpo y la tran-
quilidad del espíritu.


Pronto se desvaneció tan halagüeña esperanza;
al siguiente dia recibió un posta de Madrid con
orden de Murat para que inmediatamente se pre-
sentase en la corte. A los pocos dias, otro despa-
chado desde Bayona con órdenes de Napoleón
para que fuese á sosegar á Asturias, y anuncián-
dole que José le habia nombrado Ministro de lo
Interior. De todo se escusó apoyado en el malí-
simo estado de su sa lud , y á pesar de las muchas
instancias de varios amigos suyos y del mismo
Cavarrús , que seguían el partido francés. Resta-
blecido un poco de su salud, recibió otro posta
enviado por la Junta jeneral del principado de
Asturias, anunciándole haber sido nombrado vo-
cal de la Central que iba á establecerse. ¿Qué ha-
bia de hacer el hombre que salia achacoso de
una reclusión de ocho años , á los 65 de edad?
Su entendimiento claro y su ilustrado patriotismo
le dictaron la senda que debia seguir. Decidióse




JOVE LLANOS. 33


por la causa de España y por la causa del pue
blo. Infortunios le esperaban también en ella;
desgracias y desengaños grandes y tanto mas sen-
sibles, sufriéndolos en el último período de una
tan noble y trabajada existencia.


Decidido á desempeñar tan penoso encargo,
pasó á Madrid á mediados de Setiembre, y con-
ferenció con algunos diputados de otras pro-
vincias, con el flu de desvanecer ías intrigas de
los que se habían reunido en Aranjuez , poniendo
á la cabeza de la Junta Central, instalada en aquel
sitio, al Conde de Florida Blanca; renunció las
dietas de que habían de gozar los diputados , con-
tentándose con el sueldo de Consejero de Es ta -
do qué disfrutaba. La historia ha apreciado ya
los trabajos que«Jove Llanos realizó en la Junta
para la organización del nuevo Gobierno y la
convocación de las Cortes jenerales del Reino , y
sería imposible seguirle en ellos. Los p.incipios
políticos de Jove Llanos estaban en contradicción
con los de muchos de sus compañeros, pues su
intento era dar en las Cortes representación al
clero y á la nobleza , formando con ellos una
sola Asamblea separada, á imitación de la Cámara
de Pares en Inglaterra. Creia que no solo era


3




34 PERSONAJES CÉLEBRFS.


asequible, sino fácil, aplicar la teoría de su
Cuerpo lejislativo á la Monarquía de España, y
espuso las -doctrinas y principios políticos que
profesaba, en la elocuente y vigorosa Memoria que
dirijió á sus compatriotas en defensa de la Junta
Central. Asi pues, ya en aquella época conocía
el Sr. Jove Llanos la necesidad de equilibrar y
contener el ímpetu délas Asambleas políticas, dan-
do en ellas representación constante á los inte-
reses perennes de la sociedad. Los que le acusaban
de querer introducir en España las instituciones
inglesas, pugnaban á su vez por poner en obser-
vancia en la Península los principios de la Asam-
blea Constituyente de Francia. Todos convenian
en imitar al estranjero en las nuevas institucio-
nes , y solo discordaban en si habían de ser las
que habían conducido á la Francia á una anarquía
sangrienta, ó bien las que habían elevado á In-
glaterra al mas alto grado de prepotencia. Triun-
faron por desgracia los primeros en la formación
de la Constitución de 1812, y conocidos son los
males que á la nación ha causado la adopción
de tales principios, desacreditados va en el dia,
y sustituidos en la Constitución de 1837 por
otros, que sino son los mas á propósito para dar




J O V E L L . ^ O S . 35


al Trono toda la estabilidad, y á las institucio-
nes toda la duración necesaria, distan por lo
menos mucho de los que en aquella época se
proclamaron. Los trastornos que la España ha
sufrido desde aquel suceso, y la adopción de los
buenos principios que en parte ha triunfado des-
pués , justifican la ilustrada previsión del Señor
Jo\e Llanos.


Las opiniones que , como hemos dicho, pro-
fesaba Jove Llanos, le atrajeron muchos enemi-
gos á quienes no pudieron desarmar sus virtudes,
y las manifiestas y grandes pruebas que de su
patriotismo habia dado. Sirva entre otros docu-
mentos de ejemplo la contestación dada por Jove
Llanos al General francés Sebastiani, cuyo tenor
es el siguiente:


«Sr. General: yo no sigo un partido, sigo la
santa y justa causa que sigue mi patria, que
unánimemente adoptamos los que recibimos de
sus manos el augusto encargo de defenderla y
rejirla , y que todos hemos jurado seguir y sos-
tener á costa de nuestras vidas. No lidiamos,
como pretendéis, por la inquisición, ni por so-
ñadas preocupaciones, ni por el interés de los
grandes de España : lidiamos por los preciosos




36 PERSONAJES CELEBRES.


derechos de nuestro Rey, nuestra reí ¡jion, nuestra
Constitución y nuestra independencia. Ni creáis
que el deseo de conservarlos esté distante del de
destruir los obstáculos que puedan oponerse á este
fin; antes por el contrario y para usar de vuestra
frase, el deseo y el propósito de rejenerar la Es-
paña y levantarla al grado de esplendor que lia
tenido algún d ia , es mirado por nosotros como
una de nuestras principales obligaciones. Acaso no
pasará mucho tiempo sin que la Francia y la Europa
entera reconozcan, que la misma nación que sabe
sostener con tanto valor y constancia la causa de
su Rey y de su libertad contra una agresión, tanto
mas injusta cuanto menos debia esperarse de los
que se decian sus primeros amigos, tiene también
bastante celo, firmeza y sabiduria para correjir
los abusos que la condujeron insensiblemente á
la horrorosa suerte que le preparaban. No hay
alma sensible que no llore los atrqzes males que
esta agresión ha derramado sobre unos pueblos
inocentes, á quienes después de pretender deni-
grarlos con el infame título de rebeldes, se niega
aun aquella humanidad que el derecho de la guerra
exije, y encuentra en los mas bárbaros enemigos.
Pero ¿á quién serán imputados estos males? ¿A




J O V E L L A I N O S . 37


los que los causan violando todos los principios
de la naturaleza y la justicia , ó á los que lidian
jenerosamente para defenderse de ellos y alejar-
los de una vez y para siempre de esta grande
y noble nación? Porque, Sr. General, no os de-
jéis alucinar: estos sentimientos que tengo el ho-
nor de espresaros, son los de la nación entera, sin
que haya en ella un solo hombre bueno, aun entre
los que vuestras armas oprimen, que no sienta en
su pecho la noble llama que arde en el de sus
defensores. Hablar de nuestros aliados fuera im-
pertinente si vuestra carta no me oblígase á decir
en honor suyo, que los propósitos que les atribuís
son tan injuriosos como ajenos de la jenerosidad
con que la nación inglesa ofreció su amistad y
sus auxilios á nuestras provincias, cuando desar-
madas y empobrecidas los imploraron desde los
primeros pasos de la opresión con que la amena-
zaban sus amigos.»


«Kn fin, Sr. General , yo estaré muy dis-
puesto á respetar los humanos y filosóficos prin-
cipios que, según nos decís, profesa vuestro Rey
íosé, cuando vea que ausentándose de nuestro
territorio reconozca que una nación, cuya deso-
lación se hace actualmente á su nombre por vues-




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


tros soldados, no es el teatro mas propio para
desplegarlos. Este seria ciertamente un triunfo
digno de su filosofía, y vos, Sr. General, si es-
tais penetrado de los sentimientos que ella ins-
pira, deberéis gloriaros también de concurrir ;i
este triunfo, para que os toque alguna parte de
nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo
en este caso me permitirá mi honor y mis senti-
mientos entrar con vos en la comunicación que
me proponéis, si la suprema Junta Central lo apro-
bare. En t re t an to recibid, Sr. General, la espre-
sion de mi sincera gratitud por el honor con que
personalmente me tratáis, seguro de la considera-
ción que os profeso. Sevilla 24 de Abril de 1809.—
Gaspar de Jove Llanos. —Excmo. Sr. General
Horacio Sebastiani.»


Esta respuesta, digna de la pluma y del pa-
triotismo del autor , fue aplaudida en todo el reino,
tanto por su estilo noble y elevado, como porque
pintaba los verdaderos sentimientos que animaban,
á la gran mayoría de la nación. (*)


(*) Para mayores detal les , as! sobre este p u n t o , como
s ó b r e l a c o n d u c t a , opiniones y disgustos del Sr. Jove Lla-
nos en la Junta Central, puede consultarse la interesan •
te o b r a d e l S r . Conde de Toreno, Historia del levantamien-
to, guerra y revolución de España.




JOVE LLANOS. 39


Instalada la primera Rejencia del Reino en 1810,
y habiendo depositado en ella su autoridad, la
Junta Central, el Sr. de Jove Llanos, aílijido su
corazón al verse envuelto en las calumnias é im-,
properios que levantaron y publicaron los pertur-
badores de la tranquilidad pública contra todos
los diputados de la Junta Central, luego que los
vieron destituidos del mando y gobierno de la
nación, y reducidos algunos á la indijencia, pidió
licencia para volver á su casa á recobrar su sa-
lud , y que se le señalase para su subsistencia
el sueldo á que se le juzgase acreedor. No con-
sintió la Rejencia que se separase ni dejase su
plaza de Consejero de Estado; pero le concedió
licencia para permanecer en Gijon todo el tiempo
que. necesitase para cuidar de su salud, desem-
peñando las comisiones que habían estado á su
cargo en el reinado de Carlos IV, con la preven-
ción de que recuperada su salud debería reunir-
se al Consejo de Estado, para coadyuvar con sus
notorias luces, acreditado celo y acendrado pa-
triotismo á la salvación de la nación; dejando
á su arbitrio el no percibir la mitad de su sueldo
en beneficio de la patria , como lo había ofrecido.


Varias dificultades se ofrecían á Jove Llanos




40 PERSONATES CÉLEBRES.


para emprender su viaje; ocho mil reales esca-
sos, único fruto de sus largos y penosos servi-
cios en 42 años, formaban todo su peculio. AI
irse á embarcar con su compañero el Marqués
de Campo Sagrado en la fragata Cornelia , ha-
lló á sn bordo á otros seis Vocales de la Junta
Central que regresaban á Galicia; y como em-
pezase entonces á susurrarse en Cádiz, que to-
dos los que habian sido miembros de aquella
Junta huian á su patria, con las riquezas que
habian robado en el anterior Gobierno, tan
terrible calumnia puso al incorruptible y pun-
donoroso Jove Llanos en estado de no poder
seguir su viaje. El desden y desatentas mira-
das de la chusma de la fragata, y las noticias
de los que iban y venían á bordo desde Cádiz,
acabaron de confirmar tan desagradables rumo-
res, que Jove Llanos y Campo Sagrado trataron
de destruir, haciendo á sus autores un público
desafio en un cartel que dirijieron al redactor
del Diario de Cádiz, y cuya inserción rehusó la
Junta superior de aquella ciudad. (*) Como se su-
surrase también que la misma Junta comenzaba


(I) Véanse la Memoria de D. Gaspar de Juve Llanos y
las uotas puestas en olla




JOVE LL A ¡NOS. 41


á dar ciertos pasos contra los de la Central , re-
solvió Jove Llanos pasar á Cádiz á averiguarlo,
pero se lo estorbaron los compañeros por no es-
ponerle á algún desaire ó insulto. En tan amarga
situación , se le ofreció para salir de ella el tras-
bordarse al bergantín ¡Ntra. Señora de Covadonga,
pronto á dar la vela para Asturias, verificándolo
con aprobación y pasaportes de la Rejencia, y
destruyendo de este modo las imposturas que los
perturbadores habían difundido, de que los ocho
Vocales de la Central estaban arrestados en la fra-
gata Cornelia.


Salió al fin de Cádiz el 26 de Febrero de 1810
en el citado bergantín , y arribó el 6 de Marzo
á la ria de Muros de Noya, en Galicia, después
de una peligrosa travesía. La primer noticia que
allí tuvo fue la de haber ocupado los franceses
las Asturias, y posteriormente el pesar de verse
incomodado por parte de la Junta principal de
Santiago, que mandó reconocer y recojer sus pa-
peles, como si fuese un enemigo de la causa pú-
blica.


Peor suerte tuvieron los diputados de la Central
que se hallaban en la fragata Cornelia, encerra-
dos en el Castillo de San Fernando , después de




42 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber sufrido duros , indecentes é injustos proce-
dimientos en la bahía de Cádiz. Aquellos ultrajes
y las calumnias divulgadas por los anarquistas con-
tra los individuos de la Junta Central, escitaron al
Sr. Jove Llanosa escribir la Memoria citada en la
nota anterior, aprovechando el tiempo y vagar
que le proporcionó su larga residencia en Muros.


Libre Gijon del yugo de los enemigos, re-
solvió pasar á aquella villa, y tuvo la satisfac-
ción de entrar en ella el 6 de Agosto de 1811 á
las voces de «viva el padre de la patria, viva
el bienhechor de esta villa y de toda la pro-
vincia » con que le aclamaba el pueblo, y entre
el repique jeneral de campanas y el estruendo de
la artillería de la plaza. Triunfo honroso, debido
al jénio , á la virtud y á los injustos padecimien-
tos , pero que era la última aureola que debia
lucir para él. El Instituto Asturiano habia sido
profanado durante su ausencia, y al momento
pensó en su reparación, porque para Jove Lla-
nos no habia un momento de descanso cuando
de la utilidad de sus semejantes se trataba.


Desgraciadamente no tardaron los franceses en
presentarse de nuevo delante de Gijon; Jove Llanos
se embarcó precipitadamente en un pequeño ber-




JOVE LLANOS. 43


ganlin vizcaíno, sufriendo una horrorosa tempes-
lod que duró ocho d ías , al cabo de los cuales
pudo arribar con mucho trabajo al miserable puer-
to de la Vega, en los confines de Asturias, con
intención de trasladarse después á una fragata
inglesa; pero no habiendo podido salir á la mar
por el mal t iempo, que parecia se conjuraba tam-
bién en contra suya , fue acometido en Vega de
una ejecutiva pulmonía, que terminó en dos días
su existencia, en 27 de Noviembre de 1811 á los
66 años de edad.


Divulgada inmediatamente por toda Kspaña
la noticia de la muerte del Sr. Jove Llanos, fue
recibida con jeneral sentimiento de la nación y
particular de los tr ibunales, sociedades y acade-
mias científicas; y las Cortes jenerales y estraor-
dinarias, queriendo dar un testimonio público y
honrar la memoria de tan ilustre español, por
un decreto especial de 24 de Enero de 1812 le
declararon benemérito de la patria.


La junta de Asturias, reunida entonces en
Castropol, envió dos de sus Vocales para asistir
al funeral. Sepultóse su cadáver de modo que pu-
diera ser trasladado á la parroquia de San Pedro
de Gijon, al lado de sus padres.




44 PEBSONA.GES CÉLEBRES.


Tal es el ilustre personaje cuya vida hemos
bosquejado, dedicada constantemente y con infa-
tigable celo, á la prosperidad de su pais y á la
ilustración y progreso de sus conciudadanos. Sus
obras hablan por é l ; y si no puede obtener la
reputación de distinguido poeta, el voto jeneral
le presenta como dechado de saber, de buen gus-
t o , de elocuencia, de integridad y de pundonor
caballeroso. Sus estensos conocimientos é inmensa
erudición admiraron á sus contemporáneos, y su
nombre será pronunciado siempre con veneración
y acatamiento por cuantos estimen en algo el tí-
tulo de españoles.






Personages celebres de] Sigio XIX
l i to, i t Faui-tì




LORD WELLI1VGTON.


La fortuna ha tratado mejor á W e -
JBngton que «1 á ella.


NAPOLEÓN.—Memorial de Santa í te-
n a . ' T . ' V I I , pág. 277.


El dia en que terminó la inmensa cuestión
de la emancipación católica de la Irlanda, fué
un dia memorable en los anales de Inglaterra.
Aquella medida, que llamaba de repente á dos
ó tres millones de hombres á la vida civil y
política, ajitó violentamente los espíritus; los
periódicos ultra-torys tenían cada mañana un ata-
que epiléptico; el Morning Journáll y el Stan-
dard declaraban que el R e y , firmando el bilí,
firmaba su abdicación; que el papismo, el abo-
minable papismo iba á pasear por todas partes la




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


tea incendiaria, y que habia llegado para la In-
glaterra su postrer dia. Casi toda la aristocracia
se indignaba de ver á uno de sus hijos, su es-
peranza^ Sif gloria, ser el primero en ponet una
mano profana sobre el edificio venerando del State
and Church (el Estado y la Iglesia).


Si hubierais entrado en la Cámara de los Lo-
res el dia 2 de Abril de 1829, cuando la sesión
en que fue presentado aquel famoso bilí, hubie-
rais visto levantarse del banco ministerial, en
medio de los murmullos de los torys, un perso-
naje de elevada estatura, con el vestido abrocha-
do hasta la barba , flaco, tieso y seco, con una
nariz arqueada, una cara larga en demasía, fac-
ciones muy pronunciadas, pero con poca espre.
sion. Su voz era árida, descolorida, sin anima-
ción alguna, pero firme, lucida y precisa; decia
que las circunstancias no le permitían oponer una
resistencia mas prolongada á los votos de la Ir-
landa ; que la emancipación era desagradable,
pero que lo era mas todavía la perspectiva ame-
nazadora de una guerra civil. El bilí fue apro-
bado. Aquel personaje que asi arriesgaba su po-
pularidad, haciendo á despecho una cosa grande,
y que acababa , por esta misma cosa hecha á su




WRLMNGTON. 3


pesar, de teíier estoicamente la víspera un desa-
lió á la pistola con Lord AVinchelséa, anglicano
fogoso, era Arturo Wellesley, Duque de Welling-
t o n , jefe del Gabinete á la sazón, y en el dia,
como entonces, el hombre mas ilustre, mas po-
pular, mas territorial mente aristocrático, y sobre
todo el mas feliz de Inglaterra. En el escudo de
armas del noble Duque se lee esta divisa: vir-
tniis fortuna comes. Si el mote fuese cierto, si
la virtud y la dicha fuesen siempre compañeras,
Wellington seria enormemente virtuoso; pues tal
vez no hay dos ejemplos de una fortuna tan mara-
villosa y constante. Noble de corta fecha, su nom-
bre oscurece en el dia los nombres mas grandes
de las mas antiguas razas normandas. Solo él
puede decir que durante veinte años de guerra
jamás deshonró sus banderas una dispersión ó
derrota ; sin ser deudor á la naturaleza de aque-
lla audacia de inspiración, de aquel fuego sagra-
do que constituye el jénio, triunfa del mayor
jénio moderno; sin una gran capacidad política,
lleva á cabo en política lo que no habían podido
hacer P i t t , Fox, y Canning. Soldado feliz bajo
un Gobierno constitucional, ha tenido el raro
privilejio de no tener que luchar jamas contra la




4 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


desconfianza , la injusticia ó la ingratitud. El agra-
decimiento de su pais lia igualado, sino ha esce-
dido , á sus servicios; la Inglaterra le ha dado
palacios, le ha llenado de millones, y le ha he-
cho mas grande y opulento que un Rey. Todos
los Soberanos de Europa le han enriquecido con
dotaciones, colmado de títulos y eubierto de gran-
des cruzes; la Francia misma ha visto aquel nom-
bre fatal inscripto por la mano de un descendiente
de Carlos VII, en la lista de sus Mariscales. Ene-
migo declarado de cuanto lleva el nombre de de-
mocracia , ha disfrutado este hombre todos los
beneficios de la popularidad, siubacerle ningún
sacrificio. John Bwll (*) se ha atrevido una o' dos
veces á arrojar piedras á sus ventanas; no hizo
mas que haeerles poner enrejados, y al siguiente
d ia , John Bull, que no puede estar reñido con
él mucho tiempo, le aplaudía, dispuesto á casti-
gar al atrevido que osase hablar mal de su hé-
roe. Últimamente acabamos de ver á la imprenta
inglesa enfadarse seriamente porque una Reina de
diez y ocho años, con las distracciones muy na-
turales de los primeros dias de su luna de miel,


(*) Nombre que se Ua en Inglaterra al populacho.




WELLINGTON. 5
se había olvidado de preguntar con regularidad
por la salud del viejo y apoplético guerrero.


Recorriendo la carrera militar y política del
Duque de Wellingtou, hojeando los doce volúqie­
nes de partes que hizo publicar hace dos años,
y que comprenden la liistoria de sus campañas
en la India, en Dinamarca, en Portugal, en, Es­
paña y en Francia, se admira uno de la firme­
za , perseverancia ­é inperturbabfe sangre fría que
le distinguen; tiene uno que confesar que Napo­
león ha sido demasiado severo, por no decir in­
justo, para con él; que si Ла fortuna le ha pro­
tejido mucho, ha sabido sostenerse siempre al
nivel de e l la ; y que sí no es uno de, aquellos
jénios raros que dominan y reasumen un siglo,
es por lo menos un gran talento , que ha ganado
lejítimamente una buena parte de su gloria.


Arturo Wellesley es el hijo tercero de Ge­
rardo Colley Wellesley, Vizconde de Mornington,
cuya familia acababa de ser recientemente enno­
blecida en la persona de su padre Ricardo Co­
lley Wellesley, creado Barón de Mornington en
1746. Arturo nació en Dungan­Castle, en Irlan­
da, el 1." de Mayo de 1769; en ese año tan fe­
cundo en que nacieron Napoleón, Soult, Canning,




f> PERSONAJES CELEMÍES.


Chateaubriand , Walter-Scott y tantos otros hom-
bres ilustres d e todas clases. Primero fue educa-
do en Inglaterra, en el colejio de E t o n ; y des-
pués enviado á Francia, á la escuela militar de
Angers, que disfrutaba entonces de Una reputa-
clan bastante grande. A los 18 años , en 1787,
entró á servir en clase de abanderado. El crédito
que disfrutaba sü familia le hizo atravesar rápi-
damente k>s grados inferiores; en 1788 era te-
niente , Capitán en 1791, mayor en 1792, y por
ú l t i m o , teniente coronel en 1794. Entonces fue
cilaado hizo su primera campaña en la retirada
dé Holanda, bajo las órdenes del Duque de YorJi.
Eiícargado del mando de una brigada en la re-
taguardia , el jeneral en jefe hizo mención hono-
rífica de él.


En 1796 marchó á la India con surejimiento,
y el año :siguiente,'hafeiendo sido nombrado Go-
bernadoí ' íéi ietal de las posesiones inglesad'fifi
hermanó niayór,í Lord Mdrnington, después Mar-
qués dé WeflléSley, él joven coronel pudo pronto
ejercitar Sus elevadas¡facultades militares en un
mando superior; acababa de estallar entonces la
gWer¥á entre la Compañía y elfamoso Príncipe
indio Típoo-Sayb. Habiéndose proporcionado los




WBLXINGTON. 7


ingleses la cooperación del Nizam (Príncipe) de
los Maratas, Wellesley fue colocado á la cabeza
de las tropas al iadas, bajo el mando en jefe de
Sir Harris. Cuéntase que en una primera y em-
peñada acción, en el ataque de un bosque fortifi-
cado , el mismo hombre que habia de brillar mas
adelante por su aptitud fríamente intrépida en
medio del peligro, se mostró un tanto conmovi-
do del silvido de las balas indias, y se fue muy
ajitado á dar parte á Sir Harris del mal éxito de
su espedicion. Los biógrafos ingleses que refieren
este hecho, no olvidan recordar la historia de Fe-
derico II, huyendo del campo de batalla de Mol-
witz. Contentémonos con añadir que el joven We-
llesley, vuelto al dia siguiente de su emoción,
se apresuró á reparar su derrota apoderándose
del malhadado bosque.


El 4 de Mayo de 1799, después de un asalto
de los mas encarnizados, los ingleses se apodera-
ron de Seringapataam, capital.del reino de :Mi-
sore; Tipoo-Sayb fue encontrado muerto bajo los
escombros, y el joven Wellesley,. uñó: de los
primeros que entraron en la c iudad, quedó en-
cargado de las funciones de Gobernador. AL año
siguiente derrotó á un jefe de partidarios, Hon-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


diah-Waugh, que había ido á hacer uua correría
en el territorio de la Compañía con 5,000 hom-
bre. Tratóse'por un momento de dar á Sir Ar-
turo el mando del cuerpo de tropas que salió de
las orillas del Ganges á las órdenes del jeneral
Baird, para ir á pelear con los franceses en las
orillas del Nilo; Wellington y Bonaparte se hu-
bieran encontrado frente á frente quince años
antes. Una enfermedad grave le impidió hacer
parte de aquella espedicion, que ademas no con-
siguió su obje to , pues no llegó á Ejipto hasta
después de la evacuación.


La última gr&n guerra de la India estalló
en 1803 ; los Maratas orientales se sublevaron di-
rijidos por Scindiah, jefe astuto y diestro, espe-
cie de Abd-el-Kader del Indostan, fatigando á
los ingleses , atacándolos de improviso, arrastrán-
dolos en su persecución, y escapándoseles siem-
pre. Sir Arturo fue encargado de alcanzarle y ven-
cerle á toda costa. A fuerza de actividad y perse-
verancia logró verificarlo en Assye, en el Deccan,
el 23 de Setiembre de 1803. El Mará ta tenia
10,000 hombres de infantería mandados por ofi-
ciales europeos, 40,000 caballos y 100 piezas de
artillería. Sir Arturo tenia 6 ó 7,000 hombres. La




WELLIiNGTON. í>


batalla fue sangrienta y por mucho tiempo dis-
putada ; matáronle á Wellesley dos caballos, per-
dió la tercera parte de sus soldados, pero los
enemigos quedaron destruidos. La última y deci-
siva victoria de Argaum termino la guerra con
la sumisión definitiva de Scindiah. Los habitan-
tes de Calcutta erijieron un monumento en honor
de Wellesley, el cual fue nombrado jeneral , y
creado caballero de la Orden del Baño.


Tres años después, en 1806, volvemos á en-
contrar al vencedor de Assye y de Argaum ocu-
pado tranquilamente en hacer maniobrar una bri-
gada en una pequeña ciudad de Inglaterra. Sin
embargo, Wellesley no estuvo mucho tiempo en
inacción; los habitantes de Newport , en la Isla
de AVight, le nombraron Diputado en la Cámara
de los Comunes. En el mismo año de 1806 fue
cuando se casó con Miss Pakenham, joven irlan-
desa , hermana del Conde de Longfort. Con este
motivo he oido referir una anécdota, que si es
verdadera es característica. Parece que el matri-
monio se habia tratado antes de ir á la India
Sir Ar tu ro , y entonces era un casamiento de in-
clinación ; en el intervalo, Miss Pakenham tuvo
unas fuertes viruelas que dejaron en su rostro




10 PERSONAJES CELEBRES.


crueles señales; Sir Arturo, á su vuelta, enfriado
ya por la ausencia, encontró á su prometida en-
teramente desfigurada: no pudiéndose ya casar
con ella por inclinación, y no queriendo faltar
á su palabra, se casó por deber. Según dicen,
aquella union fje poco feliz.
' En 1807, después de la caida del partido de


Fox y de Lord Grenville, fue nombrado Welles-
ley Secretario de Estado de Ir landa, siendo Virey
el duque de Richmond. El joven jeneral perma-
neció poco tiempo en aquel nuevo destino. Cuando
se decidió la agresión brutal de la Inglaterra con-
tra la Dinamarca , Sir Arturo fue agregado á la
espedicion bajo las órdenes de Lord Cathcart;
él era el que mandaba la acción de Kioge, donde
fue derrotado el jeneral dinamarqués Linsmar;
y después del bombardeo de Copenhague, tuvo el
encargo de recibir la Capitulación de la ciudad.
Hasta aqui: las g*andés Batallas dadas en la India
por Shr Arturo habían hecho poco ruido en In-
glaterra; no estaba aun en primera l ínea, y solo
en este momento, en 1808, principia el brillan-
te período de su vida militar. La España, inva-
dida por Napoleon, se sublevaba por todas par-
les ; el Portugal , ocupado por .Hinot, principiaba




WELLINGTOS. 11


á sacudir el yugo de aquel Ayax loco y enreda-
dor. La Inglaterra, consecuente en su odio con-
tra Napoleón, se apresuró á aprovecharse de , l a
ocasión de una nueva lucha. Sir Arturo Wellesley,
que acababa de ser nombrado teniente jeneral,
obtuvo el mandó de la división que se envió al
pronto á la Coruña. Bastante mal acojido por los
patriotas gallegos, el jeneral se decidió á dirijirse
á Oporto y á desembarcar en Portugal. Un pri-
mer encuentro con las tropas de Junot tuvo lugar
en Rolica; pocos dias después, el 21 de Agosto,
en Vimiero, Wellesley obligó a Junot á retirarse
precipitadamente sobre Lisboa. La repentina lle-
gada al dia siguiente de Sir Hugh Dalrymphe,
nombrado jeneral en jefe, impidió al vencedor
aprovecharse de su victoria. El 30 del mismo mes
se firmó la famosa capitulacion.de Lisboa, cono-
cida por el nombre de Convención de- Cintra , y
según la cual los franceses debian eyaeuar el, Por-
tugal con sus armas y equipajes, y regresar á
Francia á e&pensas de la Inglaterra. Al mismo
tiempo que Napoleón .manifestaba su' desagrado á
Junot , la Inglaterra acusaba al jeneral Dalrymphe
ante un tribunal militar. Sir Arturo Wellesley se
apresuró ¡i ir á Londres para defender en el Par-




12 PERSONAJES CELEBRES.


lamento un acto cuya responsabilidad no pesaba
sobre él . Dalrymphe fue depuesto de su mando,
y reemplazado por el mismo Sir Arturo, que re-
gresó a Lisboa el 22 de Abril de 1809. Vere-
mos en otra parte (*) como Soult , que acababa
de entrar en Portugal , entregado á sus propias
fuerzas y privado de la cooperación de Victor,
fue sorprendido en Oporto por el jeneral inglés,
y se vio precisado á retroceder, haciendo la her-
mosa retirada que admiró al mismo Wellfoley,
que se acuerda siempre- de eH», y. la cita aun
como una maravilla de táctica.


• Evacuado del todo Portugal por los franceses,
Sir Arturo recibió la orden de penetrar en Es-
paña para combinar un plan de campaña con la
Junta., Llega á Almaraz, se reúne con el jeneraí
español Cuesta, y-el 21' de Julio de 1810 da al
mariscal Víctor y al Rey José la indecisa batalla
de Talavera. Por ambas partes se cantó victoria.
El Parlamento inglés dio un voto de gracias á
Sir Arturo , uniendo á él una pensión d e dos mil
libras esterlinas^ El Rey le elevó á la clase de
P a r , con el título de Lord Vizconde Wellington


(*) Véase la biografía del Mariscal Soult.




WELLIN&TON. 13


de Talayera. Víctor tuvo que replegarse sobre Ma-
drid , pero Wellington no pudo seguir adelante.
Soult y Ney iban rápidamente sobre él desde Es-
tremadura con fuerzas superiores, y por otra parte
Massena entraba en Porlugal. Se apresuró á re-
pasar el Tajo para cubrir á Lisboa. Entonces man-
dó ejecutar las famosas líneas de Torres ledras
que se estendian desde el mar al Tajo; atrinche-
ramientos formidables, en que el talento de la for^
tiflcacion se desplegaba con todo su lujo, y ante
los cuales Massena retrocedió espantado.


Poco tardó este último en verse aislado, y no
recibiendo de F'rancia dinero, víveres ni solda-
dos, no pudo sostenerse en Portugal , y verificó
su retirada. AVellington volvió á entrar en Espa-
ña , se dírijió sobre Ciudad-Rodrigo, tomándola
por asalto á los once días dé abierta Ta trinchera;
igual suerte cupo á Badajoz, y entonces Welling-
ton á la cabeza de un ejército formidable, com-
puesto de ingleses,. portugueses y españoles, entró
resueltamente en Castilla, y dio la célebre bata-
lla de los. Arañiles, dond« derrotó á Marmont,
jeneral hábi l , pero constantemente desgraciado.
Soult, que estaba sitiando a Cádiz, abandonó la
Andalucía y llegó precipitadamente, combinando.




11 PERSONAJES CELEBRES.


sus movimientos con el jeneral Souhaui, sucesor
de Marmont; mientras Well ington, detenido con
todo su ejército delante de la ciudadela de Bur-
gos , por un puñado de hombres mandados por
el intrépido jeneral francés Dubreton, vio de re-
pente comprometida su línea, perdió la ofensiva
y se vio obligado á retirarse rápidamente sobre
Portugal, Napoleon , falto de hombres á causa de
la desastrosa campaña de Rusia, dejaba cada dia
mas desguarnecida la España. Lord Wellington
pasó á Cádiz en 1813 para tratar personalmente
con la R*jencia, y entonces se le dio el título
de Jeneralísimo de los tres ejércitos combinados
de Inglaterra, Portugal y España, y se le con-
iirió un poder supremo.


Eutonces principió la brillante campaña de 1813
y 1814, que es en el dia uno de sus mas bellos
títulos de gloria. No es posible seguirle en todas
sus operaciones, desde la batalla de Vitoria, tan
funesta para las armas francesas, hasta la inde-
cisa victoria de Tolosa. Observaremos sin embargo,
y sin que por- esto tratemos de rebajar los cono-
cimientos de Lord Welüngton / que las circuns-
tancias le fueron extraordinariamente favorables.
El ejército francés estaba desmoralizado, disemi-




WELLINGTOr». 15


nado y debilitado sin cesar por Napoleón, que
sacaba de él los mejores soldados para la lucha
terribte que sostenía entonces en Alemania. Los
jenerales franceses, libres de la mano de hierro
que les sujetaba, les mantenía en la línea de su
deber , y les empujaba hádiaoisdelante, daban rien-
da suelta á sus rivalidades, obraban aisladamen-
te sin dirección común, sin unidad, y por lo
tanto sin resultado. La impericia de José Bona-
parte era poco á propósito para ocurrir á aque-
llos inconvenientes; y la llegada de Soul t , que
acudía precipitadamente desde el campo de bata-
lla de Bautzen, lo remedió un t a n t o ; Welling-
ton se encontró enfrente de un estratéjico consu-
mado; Por ambas partes se maniobró con habili-
dad, pero Wellington, superior en número, pasó
los Pirineos. Es inútil repetir lo que hemos dicho
en otra parte con respecto á la batalla de Tolosa:
contentémonos con añadir, que Wellington- confie-
sa él mismo, con gran candor , en sug partes, que
cuando entró en la c iudad, después de abando-
nada por los franceses, no encontró en ella mas
trofeos que un solo cañón, y aun' creemos que
desmontado.


Todos los partes relativos ;í la campaña de




í f i P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


España y Francia, son del mayor interés para
apreciar las cualidades particulares del noble Du-
que , que es un singular hombre de guerra. No
es ni un acuchillador intrépido como Murat ó Ney;
ni un estratéjicO'atrevido, lleno de espedientes y
de recursos, como.>8oalt ó Massena. Menos es
todavía una cabeza épica, fecunda en creaciones
jigautescas y repentinas, como Napoleon. Es sen-
cillamente el jeneral mas inglés de los tres rei-
nos. La flema, la enerjía y la tenacidad se com-
binan en él en unas proporciones inmensas. Acepta
la batalla , pero ¡nunca ó casi nunca la da. Es
algunas veces flojo é imprudente en el ataque,
pero siempre admirable en la resistencia. Nada
le sorprende, nada le turba, nádale conmueve,
y es para él tan indiferente' el entusiasmo como
el desaliento. Se ha observado que en los dos
enormes volúmenes consagrados enteramente á
operaciones militares ^ ne se halla ni una vez sola
la palabra gloria. Para Wellington es una pa-
labra sin sentido* Ignora ó desdeña los recursos
de la oratoria, y no tiene tampoco la sublime
sencillez de Nelson, que una. hora antes de la
batalla de Trafalgar, se contentaba con decir á
sus marinos: » La Inglaterra espera de vosotros




•WEIXINGTON. 17


que cada cual cumplirá con sus deberes: » todas
las alocuciones del Duque de Wellington pueden
reducirse en el fondo á estas palabras, poco mas
ó menos: «estáis bien vestidos, bien pagados, bien
alimentados; el que de vosotros falte á su deber
será ahorcado. » Uñase á esto la esactitud de un
negociante, el amor del orden llevado hasta la
minuciosidad, y el respeto mas escrupuloso, hasta
por los derechos mas insignificantes que la guerra
atropella con tanta frecuencia. Este jeneralísimo
de los tres ejércitos forma columnas de cifras como
Bareme, y distribuye á cada uno de aquellos
cuerpos, al mismo tiempo y con la misma se-
veridad que la reprensión ó el elojio, su contin-
gente de capotes, de calzado, de víveres y dinero.


Hay sobre este punto una carta curiosa de
Lord Wellington á Lord Bathurst , desde San Juan
de Luz , en que el Duque se queja detenida y
amargamente al Ministro. El Gobierno , dice, le
deja carecer de todo. Le es imposible vencer sin
dinero; el ejército está lleno de deudas, y para
completar aquel cuadro, añade con un perfecto
tono de verdad: «no me atrevo á salir de mi
casa á causa de los acreedores que me acosan
públicamente , pidiendo el pago de lo que se les




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


debe.» Recuérdese que Wellington estaba entonces
en pais enemigo, y mandando cerca de 100,000
hombres; recuérdese como pagaban ciertosjene-
rales franceses sus deudas en Italia y en Espa-
ñ a , y tal vez se encontrará algo de estraño en
el vencedor que se oculta en su casa para librarse
de los acreedores de su ejército.


Después de la abdicación de Napoleón, Lord
Wellington pasó á París , pero se detuvo allí muy
corto tiempo. Elevado á la clase de Duque (ha-
bía sido ya nombrado Feld-Mariscal después de
la batalla de Vitoria), hizo un viaje triunfal á
Londres, y no tardó en ser enviado al Congreso
de Viena como representante de la Inglaterra^ Los
habitantes de aquella capital le acojieron digna-
mente) M. de Metternich le obsequió á su modo,
un tanto parecido al de Catalina de Médicis; y
como por su esterior grave y f r ió , el ilustre guer-
rero sé parece á Enrique IV, y como tiene la de-
bilidad de las grandes a lmas , y las hermosuras
austríacas gustan mucho de la gloria, hizo nu-
merosas y diferentes conquistas. El Congreso baila
y no marcha, decia el agudo Príncipe de Ligne;
y al mismo tiempo estallaba como una bomba
la noticia del desembarco de Napoleón.




WELMNOTON. 19


En Viena apenas podían creer aquel acto , que
calificaban de locura , asegurando los mas enten-
didos que Napoleón perecería á los primeros pa-
sos. T.ord Wellington le conocía mejor a él y á
la Francia: « si ha desembarcado , está en Pa-
rís ,» dijo á a lguno; y se apresuró á ponerse á
disposición del Congreso, que le nombró jene-
ralísimo de los ejércitos aliados. En seguida pasó
apresuradamente á los Países Bajos, para concer-
tar allí un plan de campaña con Blucher, y triun-
far otra vez en el mas mortífero de todos los
combates de jigantes que forman la iliada im-
perial.


Todo el mundo sabe la historia, ó mas bien
todo el mundo ha leido una historia de la bata-
lla de Waterloo; y como por lo menos hay cin-
cuenta de el las , sin que una se parezca á la otra,
no tengo yo gana de ser el cincuenta y un estra-
tégico de gabinete, para discutir si realmente We-
llington fue sorprendido en sus cantones ¿ como
lo dice Napoleón, ó s ino lo fue , como lo dice
Wellington, y después de él Walter-Scott; si la
batalla estaba ganada por los franceses, como lo
dice Napoleón ; si estaba indecisa, como lo dice
Blucher ; ó ganada por los ingleses , como lo dice




20 PERSONAJES CELEBRES.


Wellington; si la culpa fue de Grouehy, como
lo dice Napoleón, ó si Grouehy no pudo hacer
cosa mejor, como lo dicen él mismo y el jeneral
prusiano Muffling.


Lo que hay de positivo es que el ejército in-
g lés , inferior en número, sostuvo sin romperse
durante cinco horas, según unos , y siete según
otros, los encarnizados ataques de las primeras
tropas de Europa , mandadas por el mayor guer-
rero de los tiempos modernos. Napoleón mismo
dice (*) que los ingleses estuvieron admirables,
añadiendo que las disposiciones de Wellington no
valieron nada. ¿ Pero entonces, cómo se esplica,
que tropas, por muy valientes que sean, colo-
cadas en una mala posición, mandadas por un
mal jeneral , resistieran un dia entero á las rei-
teradas cargas délos coraceros de Kellermann , al
choque de la guardia vieja, dirijida por Ney, y
á las maniobras de Napoleón? Porque' 'al fin es
positivo que cuando los prusianos llegaron , cuan-
do Bulow atacó la retaguardia, los Tejimientos
escoceses se habían dejado hacer pedazos sin per-
der una pulgada de terreno; las ventajas parciales


i*) Véase el T. VII del Memorial de Sania Elena.




WELklKfiWOM. 21


conseguidas>. por. los franceses ear*-el bosque de
Hougüunionfr y en la Granja' de la Hay«-Sainte¿
habían 1 sido conquistadas de nuevo, tan pronto
como perdidas.


Parécemémasrjustó y 'verdadero, n o e l com-
parar dos hombres i de los cuales el uno es i n -
comparable pues seria injuriar al mismo Lord
Wellington que ha dicho siempre de Napoleon:
«es el maestro de todos nosotros,» sino colocar,
enfrente de aquella águila, pojada sobre las al tu-
ras de la Granja de la bella alianza, al leopar-
do inglés, arrimado á las laderas dtl Monte San*
Juan. Para aquella la sublime impetuosidad del
ataque, para este la fria tenacidad de la resisten-
c ia ; el Duque de Wellington vio sin pestañeará
su estado mayor , menos uu solo hombre , caer
alrededor de él. Seiscientos oficiales y quince mil
soldados muertos ó her idos , cubrían el campo;
no hay duda que sin la llegada de Blucher,
el ejército inglés, rendido por sus largos esfuer-
zos y, por los ataques reiterados sin cesar, hubie-
ra tenido que. retirarse; pero la batalla se hubie>
ra perdido siempre con. honor.


Después de la batalla de Waterloo, la influen»
cía de Lord Wellington se aumentó naturalmente;




22 PER SON AJES I CÉLEBRES.


se, adelantaba sobre París con un ejército victorioso,
y-aunque? Blueber no le estaba materialmente su-
bordinado,' ejercía sin embargo mucho ascendiente
sobre el jeneralísimo prusiano Cuando se aproxi-
mo; á Par ís , todo el partido revolucionario, te-
wieiido á su cubeza á Fouché, recurrió á Lord
Wellington-, y fue considerado como el arbitro
supremo, cuya decisión debia influir sóbrelos des-
tinos de los; partidos en Francia. Fouché negoció
con'. mucha actividad con' Lord:. Wellingtou acerca
de la ocupación dé París ; y en una conversación
con 'Luis 'XVíí i , le indicó el noble Lord , que el
Ministerio Talleyrand y ; Fouché era el único que
podía realizar la un ion .de los realistas y de los
amantes; de la; Jibertad. La combinación dé'Lord
Webingtoni quedó pronto destruida , y la iníluen-
ciái personal del Emperador Alejandro, sustituyó
á:dai:aiceión intidu> y continua de Lord Castle*
reagh-y d é l a Inglaterra: el Duque de Kiehélieu
sucedió á Mr. d e Talleyrand.


Los acontecimientos que siguieron son denta-
d o W»OCÍUDS • de tonos para que sea preciso
detenernos mucho en elios. Digamos solo en elo-
jio del, Duque de Wellingtons que después de la
capitulación de Paris se opuso con todo su poder




wEi.UJMr ' ro .f. 2:5


á las bnitalidades de Blucher, especié dé vánda-
lo que no pensaba nías que en fuego y-sangre.
Nombrado jeheralísimb del'ejército' de Ocupación,
y residiendo como tal én París , dejó escapar'el
Duque una hermosa ocasión de ser g rande : el
mariscal Ney, á 'ÍJurén se juzgaba , ; se¡ dirijió á
él in oca f tdod art. 1 2 ' d e la Capitulación de
París, : y la misma maríscala imploró réú apoyo.
Lord Wellington contestó que el"art ; ! 1 2 y como
todos los démas, era solo reíativo á la' cuestión
militar ;• quesü objeto era garantizar las' personas
designadas en él de l as%bpas aliadas bolamente,
pero que no era ni podía ser el de prejuzgar en
manera alguna la posieiou de aquellas 5 mismas
personas con respectó al Gobierno actualmente
existente, ó al quedelna ser llamado á'sucedérle.
No bay duda que este argumento puede Soste-
nerse ¡ y el eaváeter bien conocido del Duque1 o"e
Welliñgton hó" permite dudar que ; lo biéietó éé
büehá iéf per* cuánto nías bello 'hubiera !SMo
p á r a ; # , ' que era' entonces oinnlpotente', desafiar
la cólera de Castlereagh, y decir á Luis XVIII:
« forno ¡á este hombre bajo mi salvaguardia; nos
liemos visto muehas vecéis sobre el campo dé ba-
tal la, y recientemente aun desafió con-intrepidez




: 24 PERSONAJES ; QÉLEERES.


el fuego ­mis. soldados.: es un ,hérpe:,ao quiero
que muera de la muerte de lft$¡ traidores.».. JSey
se hubiera, salvado t y la EtfEppa entera' •hubiera
el ojiado á Lprd Wellington. Eí ilustre: iagi.es. no
•lo alcanzó ; su razón fpja y ­seca s e presta paco
á laŝ inspiraciones 8spontánea(nej»te jenerosas­; sus
(«aija'adeg son negativas. No hace.loquees mato;
y.fiuando hace el bien , es..siejuprS;dentro de, Iqs
esttictos límites del dtiber.. ¿Cómo esplicar sin
embargo este otrohecbo que pesará sobresu .me­
moria i! Lord Wellington es considerado; con ra­
z o a Y : f ^ jatnás lo \wdesmentido , como el /prin­
cipal autor del duro.captjiyieriQ de jNapoJtjoo; se
dice que él mismo design^ el hofrib|e pWftSCO
•de San,ta ;, íElena í..A !sp yea.el grand^.Einpejador
«SBi.elJfselió de ! ^ u e r t e r proximo i comparecer der
i íBiie d£,üi0s 4 ! desojende basta escribir en s u t e s ­
íanaejrto: el:uan9bj«)del individuo,que en f8>8
^Wa. j4nteatado ¡ iaseíiin6r «i8# : «nemg0t . ' ( !^9 *é
.ffiffil d^iiestqs . d»s i heghos. ;e$: nías . t r i s te . №•>№•
taaples me b,e acordado del< íe&taroento de Luis XVI


í*) : Un fanático tioniipaftista Id1 dispar» o t i ; pistoleta»)
yendo,en su coche, pepo Lord Wellington DO,fue herido.
Éslb sucedía en el momento mismo en que el Duque abo­
gabtfJpoiqueíse disminuyese «1 ejército de •ocupation.




V. E U . l A C A O . \ . ; 25


perdonando á sus júezesy y del Príncipe negro
sirviendo. él mismo á la'inesa á an Rey vencido,


•Después de la eváeuacion deLterritorio! francés
y del tratado de Aix-la-Chapelte;, Lord Welling-
ton volvió á Londres,-colmado de lionoresy y pose-
yendo una fortuna inmensa. Entonces principió
su carrera política; Uambdaiá tomar asiento en
la Cámara de los Lores, aceptó el, empleo da¡Gran
Maestre de la; artillería , durante-él.Ministerioíde
Lord Liverpool. Al ascender Canning ál Ministerio,
fue enviado al Congreso de Varona, donde luchó
cuanto 1 piído «ost ra la tirterveticiou (de la : Francia
en España. «En vanó se.acariciaba* áiee M¿' de
Chateaubriand (*), al sucesor de Malborough para
separarle d e la política,de stf; pais. Era tiempk»
perdido. Su 'Gracia r para librarse del fastidio que
le causábamos, buscaba en Veróna alguna de los
Ursinos que pudiera .escribir ál márjen de nuesr
tros; despachos interceptados: pura casada^ w.v


...'Habiendo muerto en 1827 ei Duque "de'York',
hermano del Rey , Lord Wellington le reemplazó
en la dignidad ¡ di . : Comandante en j efe ide los
ejércitos ingleses ;yi,pbeo despaes principió á co-r
lumbrarse eniíla Cámara de los Lores su ojjosi-


•{")• Congreso de féimut, T . I , pág. 116; . .




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


cion contra las tendencias liberales de Caniiing..
Después de la muerte de este últ imo, el débil
Ministerio de Lord Godericta, no pudo impedir
por mucho tiempo la entrada de losrtetfys en el
poder , y en Enero de 1828 fue nombrado el-Du-
que de'Wellington primer Lord de la Tesorería.
Sir Roberto Peel fue el oradory el representante
de aquel Gabinete en la Cámara de los Comunes.
Tory de '.nacimiento y de corazón, pero tory ilus-
t r ado , Lord Wellington consiguió á fuerza de
franqueza ,' das cierta popularidad á su Ministerio..
Arrastrado por ehimperio d e las ideas,: cedía sin di-
simularsus repulsiones, y sin linjir simpatías que
no teniGí ¡pero cedia. Asi fue como^apoyó:el. bilí
de emancipación, deel atándole perjúdieia!.'Asi fue
como Calificó la victoria de NavarinOide suceso fu-
nestó (untoward¡event).. La revolución de Julio
f u e o n ' g o l p e q a e le conmovió fuertemente,, pero
n©> procuró 'evitado. Guattdi» en- i HZO se • presentó el
bilí, de reforma,' Lord iWellingtonideclaró epie; com-
batiría fuertemente todo proyecto de .reformar y
a la primera ocasiónise.apresuróoá ceder el puesto
al Ministerio Whig;úV'Lord Grey- En 1832 volvió
á aparecer un' momento en; el Ministerio bajo Ja
presidencia de Peel, y se retiró casi al instante.




W E L L I N 6 T 0 N . 27


A pesar de las muchas enfermedades que le aque-
j a n , el viejo soldado no ha dejado de tomar una
parte activa en los negocios de su pais. Ha ha-
blado en. las cuestiones mas importantes, siem-
pre con la gravedad y fria razón que le caracte-
rizan.


Hay sin embargo en la conducta del Duque,
en los momentos en que escribimos, una con-
tradicción tan maDiüesta en sus opiniones como
político y su sentimiento del deber mil i tar , que
solo, puede esplicarse.por el maquiavelismo del
Gobierno inglés,, que sean, cualesquiera y de cual-
quiera de los dos partidos que alli se disputan
el poder los que lo ocupen, atienden solo á los
intereses de su pais. Verificada en España Ja su-
blevación de Setiembre de 1840, que arrojó del
Trono á la Reina Cristina, y confió la Rejencia
del 'Reino al General Espartero ¿ volvieron en In-
glaterra loSi-torys al poder, y .el; Duque ,de, ,W¡e-
llington á ¡formar parte de aquel ;Gohierno. A
pesar de las tristes consecuencias de ; tan .incali-
ficable t ras torno, que np puede justificar la.po-
lítica , que la honradez .rechazará siempre, el
Gobierno inglés , del cual es parte Lord ; WJelling-
t o u , no solo ha aplaudido aquel trastorno,, D O




28 1'EHSONAJES CELEBRES.


solo lia ditdo disrinsruidas muestras desaprecio á
s» jefe - y promovedores sino que f i oT boca de '8ír
Roberto Péel ha manifestado' en pleno Parlamento
que el Gobierno establecido en España después dé
la revolución-de Setiembre, .era el inéjor que'habia
habido desde la muerte del difunto Rey. Solo,
eomo hemos dicho- an tes , pueden esplicarse por
los intereses materiales' de la Gran'Bretaña, 1 los
étófios hechos' de la' revolución y de los revolu-
cionarios por él Gobierno tóry. Solo asi phede con-
cebirse qiie un Gabinete en que deben tener al-
guna' influencia los nobles 1 Sentimientos de lealtad,
y los ríjidós principios de Ta disciplina militar del
Duque', apruebe, elojie V patrocine Ja deslealtad
y la insubordinación. Tal vez cuando vea que no
címsigiié'el objeto qué á tal 'contradicción Je in-
dujo , vuelvan la Observancia de sus principios;
pero1 'ni ésto borrará ¡ sü inc»nseeuéncia > ni le li-
brará de la" notó de tflry ujtra revolucionario.


El ésla'do dé'miseria á' que se hallan reduci-
das éh Inglaterra las clases manufactureras; por
efecto del "impulsó' dado á 1&! maquinaria y á la
fabricación, y de la falta de suficiente salida para
los j éné ros , ' h an dado lugar á tumultos y escan-
dalosas escenas promovidas por Jos operarios pi-




. WJJLLINftTON. 2!)
diendo pan y­aumento de trabajo. El Gobierno
se ha visto precisado á adoptar medidas cnérjicas
de represión, y á emplear la fuerza armada. El
Duque ide­Wellington ha sido nombrado por la
Reina, á :.pesar de su avanzada : edad, Comandante
jenefal de tedas* las tropas de Inglaterra. Seguros
estan>os:­que cualesquiera que fuesen los compro­
misos en que pudieran ponerle las circunstancias
y,su elevado encargo , jamás faltará á la obedien­
cia como subdito, á su deber como caballero, ni
iá sú .rijligacioai, como militar/


Muchosbiógrafosiponen en boca de Madame de
ütaelque.Lor.d Wellington es­ un hombre: limitado.
No sé dé donde han podido sacar lo , y sospecho
taucho que es¡invención dtel primer autor del des­
abrimiento! ; ademas de que las palabras n d están
aeordes> con la epiniea­4e c u a n t a han visto ¿Lord
Wellington­ e n ' P a r í s , y el entusiasmo biStt­fio­
aoeido ,de• rMadame de.¡Stael•¡haee i»u .singular
juego­ 0№ ciertas páginas; refúljentés de las. C O Í I ­
sideraclones sobrelanvalucion francesa,, en que
se e n s a l z a d noble .Duque mucho mas allá de
sus méritos. Es evidente ¡que Lord Wellington np
es .un águila en. polít ica, que tal vez sabe man­
dar, mejor un ejéreito que gobernar una nación'




'30 PERSONAJES' 'CÉLEBRES.


pero es también' indisputable y qu í aun asi ha
desplegado ciertas dualidades de firmefca>, d«­ ac­
tividad y de elevación­ qué'•<le son' propias; Lo que
en la guerra , lo mismo que en los negocios y ha
formado principalmente la preponderancia de Lord
Wellington , es­ una seguridad imperturbable que
no es ­una fanfarronada, pero que mas bien tiene
orijen en' una especie­de fatalismo instintivo, ¡ del
cual se burlaba Napoleón, al paso que en el'fon­
do lo profesaba por lo menos tanto como César. De
ningún modo puedo esplicar mejor m i pensamiento
sobre este puu to , que) refiriendo el tgracioso. di­
cho de uu francés colocado en alto, puesto:, un
día de gran recibimiento­en la embajada de In­
glaterra y señalando ;á'4iOfdiWellihgtoR'.;«. veis al
Itaqjie; deeiav'luohárwlo. denodadamente contra su
gota 1, y tesforeándose, cvm m vestido­dorad» de
guardián deilMáMM» puertos miormrtuft&fiostii-
ra 140 Héreu frstyí cofao­ ior fea • represtmtarlo (ihan.­
trey ,• en jHydeiPa№31 pues bies | ¡ este 'personaje
tiene t a l confianza en sü'estrella", que si­hace seis
meses le; hubiese dicho, ¡aígunb: la Reina os es­
p e r a e n Westminster paro casarse con vos y con
vuestros 72 años, al momentó>hubiera marchada,
ajastsndose surc in tu ron , como un : hombre ifiíe




WELLINGTON. 31


va á hacer la cosa mas sencilla y natural del
mundo, v


En resumen, cuando el Duque de Wellington
haya muer to , la Inglaterra echará de menos su
mayor capacidad militar desde Malborough ; y
sin»-pierderen él un gran jénio político, perde-


1 rá seguramente un gran carácter.








Teriioiuje.8 celebres del Sido




J"!


31. THIERS.


Mr. T h i e r s , no ha sido m e c i d o , al
nacer , en la falda de una Duquesa. . .
Medita sin .esfuerzos, produce sin ago-
tarse , anda sin cansarse, y es el via •
jero de ideas mas rápido qde c o -
nozco.


COHMENIN. —Oradores parlamenta-
rios.


Éntrese en la Cámara un día de gran debate
parlamentario, échese una visual á la estrecha
jaula, adornada de mármol , que sirve de tribu-
n a , y véase ajitarse en ella á aquel hombre pe-
queño, que solo descúbrela cabeza: tan exigua
es su estatura. Aquella cabeza está adornada con
un. rostro suficientemente feo,;un poco jesticulan-
te, pero vi»a, movible, espresiva,orijinal, y como
suspendida á un enorme par de anteojos. ¡




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras nuestros honorables acaban su mur-
mullo á guisa de estudiantes, examínese el con-
torno caprichoso^ de aquellos labios delgados y
eneojidos corife de V o l á i r e , por los cuales
anda paseándose de continuo la sonrisa mas su-
til , mas sarcástica é inquisitorial del mundo.


Por ú l t imo , se restablece el silencio; el ora-
dorya¡';á. ;iiablar,:, eseúeliese, ó mas bien, si la
ót^dMZacioir det' : tícente es uta poco delicada y
HHisical^.iprinqipie por taparse los oídos, y vaya
abriéndolos poco á poco, piles la voz que va á
escuchar es una de aquellas vozes agudas, chillo-
nas , estridentes, que pasmarían á Lablaehe y
harían tiritar á Rubini. Es cierta eosa dudosa,
anormal , anfibia, que no es masculina ni feme-
n ina , sino mas bien del ¡enero n e u t r o ; y el todo
-está; EuMtiementenpoltoreado 0011' ufl acento ¡pro-
glacis! , t ! i • ' - '"- ••' •


• !•.:!¥ s ln . e ' ába rge , iaqHethorifbre pequeño , ! si¿
esferior;,! s in -apariencia, ¡sin ó rgano , é s ' nada
meaos ¡que Mr. Tbiesrs, u n a délíos -personajes mas
eminfente^ideila^éfioctt; ua© de los oradores mas
pósente ds la Cámara. Aquel pecho débil , tiene
acentos.Bsoüchactes casi siempre con atención,' y
muchas yecos ̂ l a u d a d o s eon frenético entusiasma;




ÍKIEBS. 3


de aquella larinje aflautada, sale una palabra clara
como el cristal , rápida como el pensamiento, Sus-
tancial y récojida como la meditación.


Si por ventura se dice ahora que este mismo
Mr. Thiers, historiador célebre y.periodista infla-
y en te , Ministro, Presidente del Consejo, Diputa-
do , miembro de la Academia Francesa, grande
oficial de la Lejion de honor , y condecorado con
todas ias Ordenes del m u n d o ; que-este mismo
Mr..Thiers^ colmado hace cerca de diez años de
todos, los, favores der la gloria y de la ¡fortuna,
haca apen&s diez yi 'seis qué «ra solo •un pobre
hombre salido de l a clase ;mas ínfima, sin cruz
ni blanca, sin nombre; sin figura, sin protecto-
res , sin amigos , espuesto á vejetar oscuramente
en una oscura y pequeña ciudad de provincia, s in
haber recibido del la naturaleza otra cosa que un
gran talento y una no menor ambición; pero nada
de;lo que* sirve al ta lento, nada de l o q u e presta
espaldas á la ambición í si.se dice todo esto* He
podrá menos de confesarse que Mr. Thiers debe
sin dudí> inuehcv á la fortuna t pero que también
es hyo d e sus obras; y que ha« sido'precisas una
mirada muy -segura , una fuertsa de voluntad muy
indomable, y una singular tenacidad para .hs»




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


cender desde tan bajo , tan alto y tan aprisa.
Mr. Thiers ha tenido furiosos detractores y


encomiadores hiperbólicos; los unos le han pre-
sentado como el hombre de Estado modelo, el
piloto indispensable, el Napoleón del sistema re-
presentativo ; los otros como un arlequín político,
un farsante gubernamental sin moral y sin fe,
un Bosco de t r ibuna ; algunos han pretendido
que si Bossuet había podido escribir un libro
grande sobre las variaciones de los protestantes,
se encontraria fácilmente materia para hacer uno
en folio; en las variaciones políticas de Mr. Thiers.


En todo esto hay cosas ciertas y cosas falsas;
pasión en favor y pasión en contra. Separar el bien
del ma l , ta lisonja de la maledicencia; disecar
y discutir la personalidad política de Mr. Thiers,
es cosa demasiado grave y espinosa para que la
emprendamos aqui. Esta clase de l ibros, que se
ditijen á todos , cuyo objeto nó es impoaer al pú-
blico'una decisión formulada a priori, sino co-
locarlo en situación de formular la suya, no son
ni requisitorias, n i informes , ni panejíricos, ni
libelos; son pura y sencillamente biografías, sin
mas mérito que su Misma sencillez, diciéndolo
todo y no discutiendo nada; un poGO in*ultas>




THIEHS. 5


un poco áridas tal vez, pero imparciales y ver-
daderas cuanto es posible. Y la verdad tiene t am-
bién su mérito en los tiempos que corren; un
argumento encuentra siempre un argumento con-
trario que le rechaza ; un hecho no puede negar-
se , y nada hay tan testarudo como un hecho.


Sentado e s t o , vamos á contar fiel y minucio-
samente á Mr. Thiers. No le esplicaremos, hágalo
el que quiera'ó pueda.


Luis Adolfo Thiers, nació en Marsella el 26 jer-
minal, año V (16 de Abril de 1797). Por parte
de su madre (*) pertenece á una antigua fami-
lia de negociantes, que habia llegado auna; es-
tremada pobreza, y por la de su padre á la clase
trabajadora. Si no nos engañan nuestros recuerdos
el padre de Mr. Thiers era de. oficio cerrajero.
De todos modos este es un título mas.de gloria
para el Ministro.


Cuando se reorganizó la universidad ; el joven
Thiers, por la intercesión de algunos parientes
maternos, obtuvo una beca en el Liceo imperial
de Marsella , donde hizo todos sus estudios; es-
tudios brillantes sobre Jodo ¡en los últimos años, y


(I) S e dice que la familia materna de Mr. Thiers es lia
de donde salieron José y Andrés Chenicr. .:. . . < :




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


que dejó en i81¡5 >, á la edad de 18 años , parair á
seguir tecúrses de la facultad de derecho de Aix.
Alli haMa-tambien otro hijo del pueblo que acaba-
ba de salir'del Liceo de Aviñon, y con quien hizo
pronto Mr. Thiers estrecha amistad. Era Mr. Mi-
gnet, que se¡ ha1 adquirido también después una
briHante reputación de historiador y publicista,
y cuyo nombre es inseparable del de Mr. Thiers,
tanto á causa de una comunidad de talentos.,
como por'la «ottiunidad de simpatía y afecciones
que se ha conservado constantemente entre los
dos amigos-de la.escuela. a


Hojeando-el Bijesto y el Código civi* solo lo
necesario para salir bien de sus exámenes, los dos
jóvenes se dedkaroa coa pasión al estudio dé la
l i teratura, dé te filosofía, de la historia y hasta de
la pol í t iea^y Mri Thiers cuya alma.ardiente y
ambiciosa tenia una especie de presentimiento de
u n brillante porvenir, (í> representaba ya en la
escuela el pequeño papeii de jefe de part ido, vo-
ceaba ,1 i alborotaba., peroraba contra el Gobierno


(*) Hemos oído contar muchas vejes sobre este asunto la
historia más ó menos auténtica de mía vieja vendedor» de
manzanas en la puerta de la escuela de d e r e c h o , á la cual
Mr. Thiers decía, siempre al pasar ! «Los tiempos .son ma-
l o s , buena vieja ,: tened paciencia; cuand» sea Ministro




THJEtlS. 7


de la Restauración, evocaba los recuerdos de la
República; y : del' Imperio­, se hacia malquerer de
sus profesores ^ detestar del comisario, de, policía,
adorar, de sus camaradas, y obtenía, contra vien­
to y marea,, el premio de elocuencia. Este últi­
mo hechp, bastante gracioso ,, merece particular
mención. ', ­ , ..


Tratábase del elojio de Vauvenargues, señala^
do por la Academia de.,Á№, buena>ytrá­nquila
Academia; que, sirviéndonos de la ,palabra,de;MoK
taiíe.,, I»»/sabido sieoipreíi ;;(*}!»!}; una m­ujéaf feooi­;
rada v­mJMner hahj^r¡ jaméaidaieitei; №<j!J¡hieirsi
se puso en la cabeza coiteegutt';el,'#MH)kihy¡ ¡«raió;
su •manuscritOi El trabajo fue hallado .eminente*
mente superior; por desgracia la tentat iva­de
Mr. Thiers habia hecho r u i d o , su mimbre fue
descubierto ó adivinado de antemano, y c o n » no
habia'.№0, concurrente que mereciese el premioj
los,deotos miembros del Areopago., antes qrae aóV
judioarlo al pequeño jacobino, difirieron eb cari­"
curso pava el añp; siguiente;/ En la época §páM


vendré á buscaros « n q n coche:de cuatro,caballosjiasajlej-i
varos á .mi palacio.» La pobre mujer afirmaba tristemente
con la cabeza. Ño sabemos á puntó'lijo si 'el 'Ministro se ha
acordad» de las. promesas del estadinnte; , :




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


el manuscrito de Mr. Thiers volvió á aparecer nue-
vamente ; pero en el intervalo había llegado de
París tina producción que eclipsaba todas las de-
más , y ! que'se apresuraron á premiar, concedien-
do sin embargo á la obra presentada por Mr. Thiers
ei humilde honor de un accésit. Pero grande fue
el chasco de los señores académicos de las Bocas
del Ródano , cuando al abrir el pliego del laurea-
do parisiense; se encontraron que el vencedor era
el mismo Mr. Thiers, el cual había tenido el ma-
lignó placer de mistificar 'ala digna Aeademía,
tratando e l asunto bajo un punto de vista nuevo,
mandando copiar esta última composición por una
mano estraña, haciéndola viajar de Aix á París
y d e París<á A ix , y acumulando de este modo
el'premio*y el accessit.


<•<> Mr.; Thiers , después de recibido abogado y de
algunos; insignificantes debates en el foro de Aix,
conoció que en.aquella ciudad enteramente patri-
c i a , en tmaj época en que el nombre y la cuna
tenían aun; gran parte en la apreciación de un
individuo, le seria difícil salir dé la oscuridad en
que la suerte le habia hecho nacer.


Con esta idea se decidió á ir á probar fortuna
á París en compañía de su Pílades, Mr. Mignet.




THIERS. 9


Los dos amigos llegaron á la capital ricos de ta-
lento y esperanzas, pero bastante pobres de nu-
merario. Los primeros meses de su residencia fue-
ron poco brillantes, si hemos de dar crédito á
un escritor (*) que describe de este modo su mo-
desto alojamiento: « Hace' muchos años que subí
por primera vez los ¡numerables escalones de una
sombría casa de huéspedes situada en el fondo
del sucio y oscuro pasaje Montesquieu, en uno
de los barrios mas populosos y de mas bullicio
de París. Abrí con un vivo sentimiento de inte-
rés , en el cuarto cuarto, la mugrienta puerta de
una pequeña habitación que merece ser descrita:
una modesta cómoda y una cama de nogal, com-
ponían todo el ajuar que completaban cortinas de
tela blanca, dos sillas y una pequeña mesa ne-
gra mal sostenida por sus pies. »


Tal era el lugar ocupado por el futuro Presi-
dente del Consejo, nada parecido por cierto á la
graciosa casa d é l a plaza de San Jor je , donde
Mr. Thiers, vuelto á la vida privada, descansa
en el seno de los estudios literarios' de las fatigas
de la vida ministerial. De todos modos el pobre


('•)' Me. Loeve-Veimar. — Hombres de Estado de Francia
y de Inglaterra.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


abogado de provincia oscuro y desconocido, nó
pierde sn tiempo aguardando á la fortuna con los
brazos «razados. Sabe que la Diosa es caprichosa
y Irfefa'V y que es preciso cojerla al vuelo, y aun
atrepellarla si es necesario. En verdad sea dicho,
lar fortHna «n mostró muy! condescendiente con
Mr. •ThieiBi1 Era-al principio de 1823 ; durante
el- Ministerio Viílelle, «a medio de la restauea-
CÍOB - MajwfeaVel grande orador , acababa de ser es-
pulgado violentamente de ia Cámara , y el espfllsá*
do del dia anterior era el poder del d ta./ Mri Thiers
vio é i la<pirorerQ mirada ei papel qiue le tocaba,: á
él plebeyo y ambicioso,- bajo un Gobierno aris-
tocrático, y sedir i j ióá Manuel, hombre del Me-
dio ¡dia, hombre de franqueza y de coraróm y qoe
le alargó la mano , le presentó á Mr. Laffltte, y
le hizo admitir en t ró los redactores del Comtitu-
c4mtúl,(:etiooldsojsobré aquella épdcá; La.posición
era hermosaí' ySSín Thiers supo aproTéchaite;
dotado eijpinentiemerite deb ¡espíritu de polémica,
seihizo 'notar por la Verbosidad y audacia *de sus
artículos; y el jó«em ¡ periodista tardó poco én ser
introducido en las>reuniónes¡ mas Imitantes de la
oposición, en casa de Mr. Laffitte, de Mr, Casi-
miro Perier, de Mr. F lahau t , del Barón Luis,




THIERS. 11


el primer hacendista de la époea, de quien llegó
á ser comensal y discípulo, y hasta en 'casa de
Mr. de Talleyrand, que como es sabido, no se fran-
queba con todo el m u n d o , pero cuya mirada pe-
netradora adivinólos recursos de aquella cabeza
meridional.


No era esto todo; reuniendo á una portentosa
facilidad de estiló una memoria sorprendente, una
soltura de hablar prodijiosa, una no menor com-
prensión, Mr. Thiers tenia tiempo para satisfacer
las exijenciás de la imprenta diaria, recorrer las
sociedades y. hablar con frecuencia, esduchar mu-
cho, y apropiarse en seguida con la meditación
y el estudio, el fruto de sus conversaciones con
los principales actores del gran drama revolucio-
nario. Antiguos restos de la Constituyente, de
la Asamblea Lejislativa, de la Convención, del
Consejo délos Quinientos, del Cuerpo Legislativo,
del Tr ibunal , Jirondinos, de la Montaña, anti-
guos jenerales del Imperio, proveedores de los
ejércitos revolucionarios, diplomáticos, hacendis-
tas, hombres de pluma, hombres,Ide espada, hom-
bres de cabeza, hombres dé:brazo 1 , á cuanto de
todo esto quedaba, pasaba revista Mn Thiers; pre-
guntando al uno, rodeando al otro para, haeerle




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


hablar, escuchando con el oido derecho á este, y
con el izquierdo á aquel, y después reuniendo,
coordinando en su cabeza todas aquellas conver-
saciones interrumpidas, regresaba á su casa, se
ponia de bruces sobre el Monitor, y anadia una
pajina mas á la hermosa Historia de la revolución
francesa, que tardó poco en publicarse, y ase-
guró desde el momento á Mr. Tbiers una dé las
posiciones literarias mas brillantes de la época.


El plan puramente narrativo que hemos adop-
tado, no nos permite desenvolver aquí todo nues-
tro pensamiento sobre esta obra capital. Diremos
solo que el trabajo de Mr. Thiers , consagrado es-
clusivamente á ensalzar la gran conmoción de 89,
encierra bellezas de primer orden, asi en el es-
tilo, como en los cuadros, en los estudios rentísticos
y políticos, y como apreciación de las personas y
de las cosas. Para un hombre que apenas>ha visto
otro fuego que el del hogar doméstico, la parte
militar, sobre todo, está tratada con una claridad
de esposicion estratéjica, una firmeza de pincel
que tiene algo de adivino; y según los hombres
competentes, los volúmenes dedicados á las cam-
pañas de Italia, son verdaderas obras maestras en
su jénero. Por otra parte, también según el parecer




THIEBS. 13


de muchos, la obra de Mr. Thiers encierra un vi-
cio fundamental, que procede de la movilidad mis-
ma del autor. Mr. Thiers, desde el principio , par-
tiendo de un punto de vista puramente fatalista,
pasa al través ¿e los hombres y de las institu-
ciones, admirando á todo el que triunfa y hasta
que c a e , y á toda institución mientras subsiste
y hasta que se desploma; para Mr. Thiers la culpa
es siempre del vencido, la razón del vencedor.
Es un sistema de completa indiferencia , es la dei-
ficación del buen éxito.


Conducido de este modo á prestar á crímenes
inútiles la disculpa de una fatalidad irresistible,
al lejitimar casi en nombre de la fuerza de las
cosas, las espantosas carnicerías de niños, de jó-
venes , de mujeres y de ancianos q u e , lejos de
preparar la nación para la libertad , sirvieron solo
para desmoralizarla y arrojarla palpitante á los pies
de un déspota ; Mr. Thiers , rejuveneciendo anti-
guas teorías, se ha hecho jefe de escuela, y como
acontece siempre, los discípulos han ido mas allá
que el maestro; se han visto en consecuencia á
pequeños apóstoles del terror, con barba ó sin ella,
ferozes por moda y no por instinto, no reparar
en sus discursos en veinte mil cabezas por lo que




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


ellos llaman un rincipio; eomo si esa cosa vaga,
oscura y abstracta, mudable, controvertible, que
en política todos los partidos adornan á su antojo
con el nombre de principio, equivaliese á la san-
gre del último gañan; de donde resulta que mu-
chos de aquellos á quienes Mr. Thiers, siendo Mi-
nistro, ha querido probar con argumentos dé una
enerjía incontestable, que su sistema era malOi
hubieran tal vez podido responderle teniendo su
libro en la mano: «¿Cómo es esto, Maestro;;nos
fusiláis? Somos vuestros discípulos, descendemos
de vos en línea r e c t a , sois nuestro principio, y
nosotros somos vuestras consecuencias; lo que vos
habéis puesto en hermosas pajinas, queremos nos-
otros ponerlo en práctica.»


Volvamos á Mr. Thiers.
I Su libro: hizo ru ido , despertó algunos odios,


muchas' s i m p a t í a s y desde ¡ aquel momento se co-
locó al autor entre los hombres mas eminentes
y mas avanzados de la oposición liberal. En aquella
época fue cuando un oserfro librero alemán, lla-
mado Schuhartj se unió á él con unjénio bené-
fico, y le puso en relaciones con el Barón Cotta,
otro librero del lado de- allá del R in , hecho mi-
llonario y gran señor," el eual sintiendo' por




TH1EHS. 15


Mr. Thiers un magnífico entusiasmo, le regaló
una acción del Constitucional, valor que ha de-
caído un poco después, pero que era entonces
muy productivo. Poseedor Mr. Thiers del título
de propietario del Constitucional, bajó de su
cuarto piso, se ¡hizo elegante, frecuentó el café
de Tortoni , 'montó á caballo bien ó mal, y f u e á
pasear al bosque. En cuanto al pobre Sehuhart
dicen que se volvió á pie á morirse de hambre
en su país.


Pronto dejó de estar contento Mr. Thiers con
la oposición ¡volteriana, gastada y monótona del
Constitucional. El órgano del viejo liberalismo le
pareeió un poco mohoso, necesitaba algo mas
nuevo , mas joven , mas democrático. Fundó en


/1828 el Nacional, bajo el patronado rentístico de
los principales delaízqüierdáj con la coloboracion
de Armando Carrel , y de las cabezas mas ardien-
tes del partido revolucionario. .


Entonces principió aquella lucha.ardiente . t e -
naz y hábil, que Mr.. Thiers dirijió fcottra el Go-
bierno de la Restauración. Combate de todos los
días, en que Mr. Thiers estuvo constantemente
sobre la brecha, estrechando al Ministerio Po-
lignac, en el inflexible círculo de la C a r t a e s c a r a -




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


muzeáudole sin cesar, echándole en cara lo que
hacia y loque dejaba de hacer, no permitiéndole
ni e l . b i e n n i e l m a l , ni la debilidad ni la gran-
deza , y acuchillando de una misma plumada los
hechos odiosos y los hechos nacionales , las inva-
siones de la Congregación y la espedicion de Arjel.


¿Habéis visto alguna vez á un toro luchar en
vano contra un tábano que se pega á sus costi-
l las , á sus ojos, á sus orejas, á sus narizes, le
aturde con sus zumbidos y le pica en mil partes?
Furioso el animal , muje , espumea , se tuerce y
arrolla, y no pudiendo conseguir deshacerse de
su infatigable enemigo, acaba muchas vezes por
arrojarse de cabeza en un abismo. El Ministerio
Polignac era el t o ro , Mr. Thiers fue el tábano,
y los decretos de Julio fueron el abismo.


En la mañana del 2 6 , todos los periodistas
se reúnen en las oficinas del Nacional; Mr. Thiers
estaba en su puesto. Se redacta una protesta co-
lectiva ; Mr. Thiers es • uno de los primeros en
firmarla. Era un acto deva l a r , pues jugaban sus
cabezas los firmantes. Pronto hizo el pueblo tam-
bién su protesta en la calle, y la firmó á tiros.
Mr. Thiers , después de haber declarado que es
preciso atenerse á los medios legales, se va á




THIEHS. 17


meditar bajo las sombras de Montmorency, y el 29,
después de la batalla, hace su entrada en Pa-
rís. Ya veremos sin embargo mas adelante que
Mr. Thiers tiene momentos de verdadera intrepi-
dez». Ganada la victoria, Mr. Thiers tomó una
parte activa en todas las medidas cuyo objeto era
volver-á levantar el edificio monárquico. El 30 de
Julio por la mañana pasó á Neully, de parte de
Mr. Lafñtte* para instar al Duque de Orleans á
que aceptase las funciones de Lugar-teniente je-
neral del Reino.


Después de establecido el Gobierno de 9 de
Agosto, Mr. Thiers fue nombrado Gonsejero.de
Estado , y se le encargó el desempeñar, sin título,
las funciones de Subsecretario del Ministerio de
Hacienda, bajo las órdenes del Barón Luis. El
primer Ministerio de Jul io , formado apresurada-
mente de elementos incompatibles, tardó poco en
disolverse. Los unos querían movimiento, los otros
el statu quo. Los unos querian represión, los
otros la propaganda; estos ultimes vencieron, y
Mr. Laffltte fue Presidente del Consejo. Se ha
querido suponer que e l Rey ofreció entonces al
joven Consejero la cartera de Hacienda, que rehusó
eseusándose en su juventud, y no queriendo ser




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ministro antes ¡cta tiempo:. el hecho necesita con-
firmación. De todos modos, Mr, Thiers recibió ofi-
cialmente el título de Subsecretario de Estado,
cuyas, funciones desempeñaba., y soportó, siendo
Ministro Mr. Laffitte, la crisis rentística mas ter-
r i b k q u e h a esperiinentadola Francia desde.1830.
Los cuidados, de la presidencia del Consejo absor-
vian á Mr. Laffitte, y su joven colega -dirij¡a real-
mente ¡aquelia parte de la administración.


Las ideas rentísticas de ,Mr, Thiers , como la
mayor parte de sus ac tos , han sido juzgadas con
diversidad. Un ¡folleto sobre el sistema de Law,
publicado por él; durante la restauración, anun-
ciaba ya estudios profundos sobre la materia» Su
sistema detransformar el impuesto'de repartícioin
en impuesto de cotización, que debía doblar casi
la i masaimponible > ha, sido declarado por unos
imraoraf y. peligros*;, y por Otros, lójieo], atrevído í
y uní eo: capaz de subvenir¡ », las,; inmensas ¡ necesi-
dades del país. ••• •;, . -\ ,<


Nombrado Mr* Tliiers en la «asfliai época Di-
putado por Ais , hacia, sus primeros ensayes en
la Cámara, donde tenia entonces un disfavor
marcado,y casi, universal. Penetrado aur» ente¡-
•namabtenílev los recuerdos de la Convaneiii*»,




T H I E J R S . 1 9


Mr; Tbiers remedaba á Danton, pronunciaba frases
de efecto, quería salvarla Polonia, libertar JaBél)­
j ica , i pasar el Шц y democratizar el;globo t . Sus
ideas belicosas espantaban á los tímidos, y sus dis­
cursos campanudos cansaban э todo el mundo.


El Miuísterio:íl,aííitte fue de corta, duración;
la еХаЦасмщ de los espíritus, los motines, la.acti­
tud, bost i lde los Gabinetes estranjeros1, las alarmas
de la industria, la&exijeacias, siempre en¡ aumento
de los partidos estremos :, reclamaban al parecer
un •sistema de represión en el interior,, y de сод­
ciliatáoe en el estertor* eontíario д las jdqas .de
laadminMtraeion del ;3 de noviembre.., :..


Entonces se formó, en 13 de Marzo d e , í 8 3 1 ,
•el Ministerio Casimiro.Perier;, Ministerio diarae­
iralmente opuesto al precedente por sus tendencias
y por SMS actos. La,oposición, que se había reu­
nido á M r . Laffitte,. esperaba contar en sus Alas
á Mr, Thiers; pero S B primer discurso ¡fue un
ataque:virulento contra el programa, dí , la ,opos i ­
d o n . Tanrep^t inaj t raBsformawnhir ió profunda­
mente áMr. ;Laff i t te , аЩб á la izquierda, ale­
gró al ееиио>< y admiró al público. Los amigos
de Mr. Tbiers han,apl icado aquel brusco cambio
por consideraciones de patriotismo; han dicho qiue,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


viéndola inminencia del peligro, Mr. Thiers ha-
bía creído de su deber sacrificar sus convicciones,
sus amistades y sus simpatías, á la salud de la
Francia , que creía podía soio asegurarse con el
sistema Períer. De todos modos, hubo desde aquel
momento entre el ex-PresídenVe del Gabinete de 3
de Noviembre, y el porta estandarte del Ministe-
rio de 13 de Marzo, una marcada frialdad, que
después ha ido siempre en aumento.


Durante el curso de la sesión, el innova-
dor Mr. Thiers no quiere ya mas innovaciones.
Mr: Thiers , el propagandista y ei guerrero, abor-
rece la guerra y la propaganda, y proclama en alta
voz la necesidad de la fusión y de la paz. Cuando
llega el momento de disputar la herencia de la
Pal Ha, conociendo el Gobierno que la institución
es atacada con demasiada.viveza, la abandona.
Mr. Thiers solo la defiende, y en esto se muestra
mas ministerial que el ¡Ministerio mismo. Por lo
demás , ' e l discurso pronunciado en aquella oca-
sión por Mr. Thiers, es en es tremo notable; el
orador se transformó como lo habia hecho el hom-
bre político. Renunciando á los movimientos ora-
torios, y á la hinchazón de otro tiempo, Mr. Thiers
tomó un estilo sencillo, vivo y rápido, que le




THIERS. 21


salió perfectamente bien: el derecho hereditario
cayó, pero desde aquel momento Mr. Thiers se
elevó á la altura de los primeros oradores de la
Cámara, y ha sabido sostenerse en ella.


Pronto murió Casimiro Perier , rendido por
las luchas de la t r ibuna; y el 11 de Octubre
de 1832, llega por fin Mr. Thiers á ser Ministro
de lo Interior bajo la presidencia del Mariscal
Soult. La situación era de las mas alarmantes;
la guerra civil ardia en la Vandea, la Béljica
estaba amenazada, la irritación reinaba por to-
das partes. Mr. Thiers no vaciló y dirijió al ins-
tante sus ataques hacia el Oeste , como punto
mas peligroso ; con el oro se encontró un triador;
la Duquesa de Berry fus presa y que ló estingui-
da la guerra civil. Obtenido este resultado ^ el
Gobierno tentó un golpe de mano atrevido sobre
Amberes, tomóse la ciudadela y quedó asegurada
la independencia de la Béljica. Abrióse la lejis-
la tura; y el Ministerio de 11 de Octubre, fiíer-
te con estos dos grandes hechos, obtuvo en las
Cámaras una mayoría bastante notable.


Durante el intervalo, Mr. Thiers, disgustado
según dicen , de las atribuciones de policía del
Ministerio dé lo Interior, habia pasado al de C o / ^




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


raercio y de obras públicas. EQ este nuevo puesto
principia por pedir á las Cámaras un crédito de
100.000,000 para la conclusión de grandes tra-
bajos de utilidad pública. Se le concedió el cré-
d i to , la estatua de Napoleón volvió á colocarse
sobre la columna, se terminó el arco de triunfo
de la Estrella, las obras de la Magdalena siguie-
ron con actividad, se erijíó el palacio del Anden
dé Orsay, Be trazaron caminos y se abrieron ca-
nales ; ocupáronse millares de brazos , y la in-
dustria principió á renacer •, aquella época, en
concepto de : muchos, es el período mas brillante
de la vida pública de Mr. Thiers. Sin embargo
el huracán tardó poco en volver á aparecer. A
principios de 1834, la Korda fermentación del
partido republicano anunciaba una próxima es-
plosion; para evitarla presentó el Gobierno la ley
sobre las asociaciones; Mr, Thiers la sostuvo vi-
vamente, no solo como necesidad momentánea,
sino como principio permanente, de orden y de
seguridad pública. Poco después, atendiendo al
estado de las cosas, y considerado Mr. Thiers
como el mas activo y enérjico de los miembros
del Gabinete, volvió á encargarse del Ministerio
del Interior. A los pocos días estallaba la insur-




T H I E B S . 23


reccion en Lyon y casi al mismo tiempo en Pa-
rís. Allí , mas que en 1830 , espuso Mr. Thiers
su persona, pues á su lado , en las barricadas
de Abril , cayeron heridos por dos tiros dirijidos
al Ministro, el capitán Rey y el joven Armando
de Vareilles, oidor en el Consejo de Estado. En
fin fue vencida la insurrección, y cuando llegó
el momento de juzgar á los rebeldes, Mr. Thiers
rechazó en el Consejo, como inoportuna y perju-
dicial, la intervención de la Cámara de los Pares.
Tuvo sin embargo que conformarse con el pare-
cer de la mayoría.


Hacia aquella época fue cuando estallaron gra-
ves disensiones en el seno de la administración
de 11 de Octubre. El Mariscal Soult y Mr. Thiers
habían llegado á graves personalidades; no dis-
cutían ya, disputaban. El viejo vencedor de To-
losa acabó por regalar á su joven y testarudo
colega un epíteto de cuartel, que estuvo en voga,
y se retiró.


El Mariscal Gerard, nombrado para reempla-
zarle, hallándose á su ve? en oposición directa
con Mr. Thiers sobre la cuestión de amnistía, se
retiró igualmente. Mr. Thiers, no atreviéndose aun
á aspirar á la presidencia, y no pudiendo en-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


contrar un Presidente, adopta el partido de ha-
cer también su dimisión. Entonces tuvo lugar la
comedia del Ministerio Bassano, que duró tres
dias. Por úl t imo, el Mariscal Mortier se sacrificó,
y Mr. Thiers volvió á encargarse del Ministerio de
lo Interior.


Al abrirse la lejisiatura de 1835, preséntase de
nuevo la cuestión de amnistía: Mr. Thiers , re-
chaza aquella medida con mayor fuerza que nun-
ca. Pocos dias después representaba el primer pa-
pel en una ceremonia enteramente pacífica, siendo
recibido miembro dé la Academia francesa.


El Mariscal Mortier, fastidiado pronto, según
d icen , de una presidencia meramente nominal,
y de los pequeños altercados interiores, renuncia
sus funciones. Entonces se verifica un nuevo saí-
nete representativo. Mr. Guizot no queriendo por
Presidente á Mr. Thiers , y proponiendo á Mr. de
Broglie; Mr. Thiers no queriendo á Mr. de Bro-
glie, retirándose como Aquiles á su t i enda , y
acabando por aceptarle.


Llegan las fiestas de Jul io: Mr. Thiers estaba
al lado del Rey en el momento de la esplosíon
de la máquina de Fieschi. Aquel deplorable su-
ceso tuvo grandes resultados. Se convocaron las




THIERS. 25


Cámaras, se votaron por una gran mayoría las
nuevas leyes, llamadas de Setiembre, restrinjien-
do las atribuciones del jurado y las franquicias de
la imprenta, y Mr. Thiers creyó de su deber el
sostener todas aquellas medidas de rigor.


No tardó en envenenarse la lucha entre
Mr. Thiers y Mr. Guizot: este último y Mr. Bro-
glie se retiran, y Mr. Thiers llega por fin al Mi-
nisterio de Negocios estranjeros, y á la presiden-
cia del Consejo. Sus amigos han dicho que aeeptó
aquel puesto eminente con estremada repugnan-
cia : es lícito dudarlo. En este período de su vida
política vemos á Mr. Thiers acercarse de nuevo
á la izquierda, y el piloto del 22 de Febrero en-
saya maniobrar entre Scila y Caribdis, es decir,
entre el centro derecho y el izquierdo.


De repente se agravan los acontecimientos en
España; la cuestión de intervención se ajita en
el seno del Consejo; Mr. Thiers no pedia la in-
tervención. Tenia la certeza de que con un ausi-
lio indirecto se haría un gran servicio á la Rei-
na , y se habia limitado á un sistema de coope-
ración. La lejion estranjera presentaba un eseelen-
te p ie , y se trataba de aumentarla. Mr. Thiers
al- fin habia obtenido del Rey que consintiera en




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


su proyecto, y eran muchos ya los que volun-
tariamente se enganchaban. En el momento de
la ejecución, cuando los franceses iban á pasar
el Pi r ineo, ocurrieron los lamentables sucesos de
la Granja, y el Rey tomó de ellos motivo para
desistir. Mr. Thiers sostuvo que aquello podia ser
una razón para diferir el envió de auxilios, pero
no para negarlos enteramente, y que el Gobier-
no francés no debia renunciar á defender á una
nación aliada, si á pesar de los desórdenes de la
Granja, se respetaba a la Reina y no se derra-
maba sangre.


Sabido es el respeto que allí se tuvo á la Co-
rona y á la augusta Señora que gobernaba el
Reino , y en el curso de nuestra obra tendremos
lugar de hablar detenidamente de aquellos tristes
acontecimientos. Es para nosotros indudable que
la Francia , sea por culpa de quien quiera, dejó
escapar durante la guerra civil, las ocasiones que
se le presentaron de haber conservado su influen-
cia lejítima en España, evitando los trastornos
que después han sobrevenido, y perdiendo el pres-
tijio que le hubieran dado en la nación, el aca-
bar con su auxilio la guerra civil, asegurar el
Trono y las instituciones, y el mando de los hom-




THIEBS. 27


bres cuyos principios estaban mas en armonía
con los suyos, y con el sistema de gobierno de
Francia.


Mr. Thiers no pudo hacer que prevaleciera su
consejo, y dando muestras de independencia se
retiró haciendo su dimisión, que solo después de
muchas instancias le fue admitida. Todos sus co-
legas , menos uno, dejaron el Ministerio al mismo
tiempo que él. Entonces se formó el Ministerio de
15 de Abril bajo la presidencia del Conde Mole.
Durante el intervalo de la lejislatura, Mr. Thiers
fue á dar un paseo artístico por Italia, fue admi-
tido á besar la sandalia del Papa, y regresó con
una provisión de medallas romanas, de cofreci-
tos de la edad media , y de argumentos de cen-
tro izquierdo.


Pronto mujió la tempestad en torno del Minis-
terio Mole, y á mediados de 1838 se formó la
gran Cruzada, conocida con el nombre de Coali-
ción. Los partidos mas opuestos, dejando á un
lado sus muchos resentimientos, se reúnen en
un momento para el combate, sin perjuicio de
disputarse la victoria. Asi fue en efecto; sucum-
bió el Ministerio de 15 de Abril, y durante cerca
de dos meses, los doctrinarios, el centro dere-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


cho , el tercer par t ido, el centro izquierdo, se
arrebatan el cetro ministerial, intentan alianzas
imposibles, y se agotan en combinaciones tan
pronto abortadas como conseguidas. Mr. Thiers,
gefe de fila (*) dé l a Coalición, el ídolo pasajero
de la imprenta de oposición que tan mal le habia
tratado en otro t iempo, no pudo formar por si
mismo un Gabinete, y no quiso aceptar la pre-
sidencia del Mariscal Soult, sino con la condición
de encargarse del Ministerio de Negocios estran-
jeros, que su antiguo colega del 11 de Octubre
no quiso concederle. Propuesto como candidato
para la presidencia de la Cámara, tampoco en esto
salió airoso Mr. Thiers.


Los acontecimientos del 12 de Mayo activaron
la solución de la crisis ministerial, y después de
siete años de ministerialismo, Mr. Thiers se en-
cuentra otra vez en los bancos de la oposición,
simple Diputado como en la aurora de la revo-
lución, y mas inmediato á Mr. Laffitte, que lo
estuvo nunca desde el advenimiento del Ministe-
rio Casimiro Perier.


(*) Entonces fue cuando una pluma femenina de las de
mas t a l e n t o , pero de las mas hos t i l e s , dio á Mr. Thiers
el mote de Mirabeau-mosca.




THIERS. 29


El Gabinete de 12 de Mayo fue de corla du-
ración, y Mr. Thiers \olvió á subir de nuevo al
pináculo ministerial. Verdaderamente ha nacido
Mr. Thiers eon buena estrella. Después de haber
sacado elementos de duración de los disturbios in-
teriores de su pais, á pesar de la impopularidad de
sus actos, merced á las dificultades esteriores llegó
á ser en estremo popular ; es que este personaje
maneja diestramente una cuerda que vibra siem-
pre en Francia. «Pío soy liberal, convengo en
e l lo , decia un dia á alguno, pero soy nacio-
nal, » y decia la verdad. Cualquier idea brillan-
te, feliz, cualquiera de esas ideas que despiertan
en el corazón de las masas las mas ardientes sim-
patías, que dan nueva vida á un nombre, que
impiden que se gaste , y hacen dar carta blanca
á un hombre de Estado ; en cualquiera parte que
esta idea exista , seguro es que Mr. Thiers estará
alli á propósito para husmearla, apoderarse de
ella, conservarla en reserva, y realizarla con atre-
vimiento y oportunidad. <¡ Quién ha vuelto á co-
locar la estatua de Napoleón sobre la columna?
Mr Thiers. ¿Quién ha acabado el Arco de triunfo
de la Estrella? Mr. Thiers. ¿Quién ha dado el
último golpe á las pretensiones del bonapartismo,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


arreglando con su propia mano esa grande escena
fantástica y patriótica intitulada: La traslación
de las cenizas del Emperador ? ¿ Quién ha apro-
vechado las circunstancias para arrancar á la des-
confianza de los partidos, una estensa é importan-
te medida, mal presentada en otro t iempo: la
fortificación de París? Mr. Thiers. ¿Quién reasu-
me en sí mismo en el mayor grado el carácter
francés con sus cualidades y defectos; vivo, atre-
vido, emprendedor, pronto á contestar, fecundo
en recursos, proteo en caso necesario, franco,
solapado, y distraído á un mismo tiempo, un
poco hablador? Mr. Thiers también, ¿Cómo es
posible que un hombre semejante no esté á la
altura de todas las situaciones?


Pero el horizonte se oscurecía; los pueblos
parecía que iban otra vez á descender á la are-
na. Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Ju l io , cómo cavó el Ministerio de 1.° de
Marzo, y en qué situación se encargó Mr, Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre. (*)
Mr. Thiers tuvo en su mano el manifestar en el
esterior un grande acto de enerjía, y le dejó es-


(*) Véase la biografía de Mi-. Gnizot.




THIERS. 31


capar. Si la Cámara hubiera sido convocada al
estampido del cañón de Beyrouth, nadie puede
prever cual hubiera sido su resolución: cuando
Mr. Tliiers quiso obrar, ya no era tiempo.


Mr. Thiers , vuelto á la tranquilidad de la
vida privada , se ha ocupado nuevamente de sus
estudios literarios, y está preparando los mate-
riales de una historia de Florencia, y acabando
la del Consulado, que el mundo literario espera
con impaciencia.


La Francia, en medio de su grandeza, debia
sufrir uno de aquellos golpes inesperados , que
trastornan los planes mejor combinados, y espo-
nen los reinos á grandes desastres. La repentina
muerte del Duque de Orleans, acaecida el dia 13
de Julio de resultas de una caida por haberse
desbocado los caballos de su carruaje en el cami-
no de Neulli, llenó de luto á la Francia. Las
Cámaras no estaban reunidas, y no habia ley
alguna que fijase el orden que debia observarse
en la Rejencia, en el caso de la muerte del Rey.
El Gobierno convocó las Cámaras y presentó un
proyecto de ley sobre el particular, y en la dis-
cusión solemne y grandiosa á que ha dado lugar
en la Cámara, Mr. Thiers , á pesar de estar




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


en las íilas de la oposición , pronunció un magní-
fico discurso apoyando el proyecto del Gobierno,
y dando en ello una prueba evidente de la rec-
titud de sus principios conservadores, en cuanto
puedan tener relación con la conservación del or-
den interior de la Francia. Su notable discurso
terminó con los párrafos siguientes :


«Por mi parte no veo, repito, sino la con-
trarevolucion detrás. Delante veo un abismo ; me
quedo, pues, en el terreno en que la carta nos
ha colocado. Suplico hoy á mis amigos que ven-
gan á hacer un trabajo de hombres que saben
edificar, y no un trabajo de hombres que solo
saben demoler. Entiéndase que no hago aplica-
ción á nadie en particular. Invito á mis colegas
á que hagan conmigo lo que por primera vez hace
cincuenta años practica la oposición, no ale-
jarse de un Gobierno porque baya podido errar,
sino adherirse á é l , no en proporción de sus fal-
tas , sino de la necesidad que tiene de poseer
hombres que le inspiren confianza.


« Hé aqui lo que la mas pura , la mas sin-
cera convicción me ha dictado. Las palabras que
acabo de pronunciar me lian costado mucho, y
ine costarán todavía al bajar de esta tribuna.




THIERS. 33


«Pero me he propuesto en todas las épocas de
mi' vida , y espero que cumpliré mi promesa, no
humillar nunca mi razón ante ningún poder, cual-
quiera que sea su naturaleza y su oríjen, y mar-
char siempre con la frente elevada, como un
hombre que hasta lo último tiene el valor de ma-
nifestar su pensamiento , por desagradable que
sea.»


¡No ha faltado quien haya dicho que su prin-
cipal objeto en obrar asi, ha sido el granjearse la
amistad del Rey ; pero de todos modos el discur-
so á que nos hemos referido, liará siempre honor
á su ilustración y á su rectitud.


Tal es en resumen la esposicion fiel é imparcial
de la vida pública de Mr. Thiers. Su vida priva-
da ha sido blanco de toda especie de malévolas
insinuaciones que no repetiremos, pues como he-
mos dicho, escribimos biografías y no libelos.
Mr. Thiers puede ser un hombre de Estado mas
ó menos voluble, mas ó menos imperfecto; pero
le creemos hombre de moralidad y de honor : hay
cualidades tan elevadas, que escluyen necesaria-
mente ciertos vicios de baja ley. Los gustos lite-
rarios y artísticos bien conocidos de Mr. Thiers,
el carácter, sino siempre metódico, siempre ele-


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


vado por lo menos de sus concepciones políticas;
hasta la misma incuria con que se dice cuida de
sus negocios domésticos, responden suficiente-
mente á todas las acusaciones de rapacidad y de
ajiótaje que tan lijeramente le hicieron en otro
tiempo.


En resumen, Mr. Thiers como periodista , supo
desde un principio colocarse en un sitio aparte
entre las ilustraciones de la imprenta ; como his-
toriador, lia escrito un libro que se lee siempre
con gusto, y que quedará; como Diputado, aun-
que desprovisto de todas las cualidades físicas
tan necesarias para el orador, ha conseguido ven-
cer á la naturaleza, se ha formado un estilo que
le es propio, y se ha elevado muchas veces á la
mayor elocuencia; como Ministro ha gobernado
el timón en los tiempos mas tempestuosos, y ven-
cido los escollos, no sin valor ni habilidad. Tí-
tulos son estos seguramente para obtener la con-
sideración pública.


Si se nos pide ahora que trazemos claramente
la línea política de Mr. Thiers, contestaremos que
es cosa bastante difícil por no decir imposible.
No se encuentra en é l , en efecto, la personali-
dad permanente y fuertemente pronunciada de




THIERS. 35


MM. Garnier-Pajes, Guizot ó Berrier; en Mr. Thiers
hombre de Estado, hay innumerables contrastes
y discordancias; hay el hombre de los pueblos
y el hombre de los Reyes, el redactor del Nacio-
nal y el defensor de las leyes de Setiembre, el
Tribuno y el Ministro; hay en él lójica y con-
fusión, vacilación y audacia, cualidades del águila
y del camaleón. Por lo mismo dijimos al empezar
que contaríamos á Mr. Thiers , pero que no le
esplicariamos.










MOHAMMED-ALY o
É


IBRAHIM-BAJA.


(PRIMERA PARTE.)


Las provincias del Imperio Otoma-
no que hablan el á r a b e , hacían votos
por un gran c a m b i o , y aguardaban
un hombre.


Memorias de Napoleón, espedieion
de Ejipto, t . I, paj . 301.


De dos siglos á esta par te , desde Solimán, el


islamismo desbordado por tanto t iempo, se habia


(*) Mehemet es el nombre t u r c o , y Mohammed el árabe.
Aunque el Vi rey es turco de o r i g e n , como el Ejipto es un
pais de lengua árabe, y como la dinastía que al parecer
está destinado á fundar, solo puede apoyarse en la raza ára-
be , -por eso usamos el nombre de Mohammed, c o m o lo han
hecho varios autores.




.2 PERSONAJES CELEBRES.


replegado sobre sí misino; la Rusia , incendian-
do la flota turca en el Tschesmé, iba á entrar
en ese camino de usurpación, qué desde entonces
no ha cesado de seguir bajo todas las formas, y
el Imperio Otomano, viejo precoz, enervado por
haber abusado de su fuerza, desfallecía estéril, o'
principiaba riias bien su larga agonía, cuando en
aquel mismo año climatérico de 1769, que he-
mos visto ya tan fecundo para el Occidente, en
el momento mismo en que nacia en upa pequeña
Isla del Mediterráneo el hombre destinado á arro-
jar , corriendo al Ejipto, el primer jérmen de vida,
en una aldea ignorada de la Macedonia veia el
mundo por primera vez al que habia de ser la
continuación de Bonaparte, y seguir las huellas
de otros dos Macedonios, Alejandro y Ptlomeo.


Ese soldado oscuro, que desembarcó solo y
desnudo hace cuarenta años en la playa de Abu-
k i r , es el que concentra en el dia sobre sí las
miradas de la Europa entera; en los pliegues de
su caftan tiene la paz ó la guerra ; el mundo es-
pera, y tal vez va á darle, una guerra encarnizada,
universal, interminable.


Esta sola posición, aunque fuese fortuita, bas-
taría para asegurarle en la histoiia una gran pajina.




MOHAMMED-ALY. 3


Añádase ademas que para llegar á tal punto, este
hombre, acaso el primer musulmán hijo de sus
obras , ha desplegado, él solo, mas audacia, mas
astucia , mas prudencia y mas enerjía, que los mas
diestros políticos de Oriente. En cuanto á disimu-
l a r , esperar y obrar á tiempo; en cuanto á des-
truir á sus enemigos los unos por los o t ros ; en
cuanto á dirijir ó frustrar una conspiración ; en
cuanto á enredar ó desenredar la embrollada trama
de una intr iga, ese Luis XI circuncidado, que
á la edad de 46 años no sabia leer , hubiera po-
dido dar lecciones á Pisistrato; á Filipo de Ma-
cedonia , á Fiesque , al cardenal de Retz, y á todos
los grandes astutos de los antiguos y modernos
tiempos. (Jyendo leer un dia una traducción de
Maehiavelo, esclamó: «Los turcos saben mas.»
Solo él tenia derecho para decirlo. Una vez lle-
gado al mando ha cambiado de papel, ó mas
bien ha acumulado dos papeles; la zorra se ha
puesto la piel del l eón ; ha sido conquistador,
creador, administrador y organizador; en aquella
vieja tierra de los Faraones, donde tres mil años
hace se han ido sobreponiendo veinte pueblos unos
tras otros, por capas de opresores y oprimidos,
no hay va mas que subditos y un Señor; opre-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


sores y oprimidos, todos se han sujetado á una
misma mano, y esta mano de hierro les ha obli-
gado á marchar con un paso igua l , y á contri-
buir al mismo objeto; el Ejipto entero se ha en-
carnado en un hombre, que ha sido el único
propietario, el único agricultor , el único merca-
der , el único fabricante ; nadie mejor que él puede
decir: El Estado soy yo. Para aumentar y corro-
borar su poder , necesitaba d inero , y lo tuvo;
á un suelo cultivable de 1,000 leguas cuadradas,
que apenas producía con qué mantener á una
población indolente, le ha arrancado hasta 320
millones de reales de renta ; necesitaba marina, é
improvisó u n a ; destruida esta, creó otra mas her-
mosa que la primera; necesitaba ejército, y con
miserables Fellahs (*) que los Turcos no querían
emplear para palafreneros, ha formado soldados
que vencen á los Turcos; ha añadido á su pe-
queño reino, la Núbia, la Arabía, la Siria, y ha
hecho de él un Imperio como dos veces la Francia.


Con su inconcebible actividad , ha tenido tiem-
po y fuerzas para vijilar los mas diminutos deta-
lles de la inmensa obra que emprendía ^ha tenido
necesidad de reanimar, de resucitar á un pueblo


<*) Camppsinos cjipcios.




MOHAHMED-ALY. ¿


á pesar suyo, de luchar sin tregua , en el interior,
contra las costumbres, los usos arraigados, las re .
pugnancias instintivas, los complots, las celadas;
en el esterior, contra la mala voluntad , las intri-
gas ocultas y las agresiones abiertas; vijilar siem-
pre , estar siempre en guardia, destruirlo todo
con una mano y rehacerlo todo con la otra. Se-
guramente, si este es , valiéndonos de la espresion
de Lamart ine, un aventurero, ese aventurero se
parece mucho á un grande hombre.


Felizmente para el hombre y para su obra no
le han faltado los instrumentos: aquella cabaza
hábil ha encontrado un brazo vigoroso, intelijen-
t e , victorioso y adicto; ese brazo que fue siem-
pre un auxilio y jamás un obstáculo, es (cosa
rara ea todas partes y principalmente en Oriente)
su hi jo, su inmediato sucesor, Ibrahim-Bajá.
Nacido con las pasiones fogosas y el intratable
orgullo de un turco , Ibrahim se ha sujetado él
mismo, y durante veinte años se ha'formado y
dulcificado en la ruda escuela de la guerra. Un
francés (*), un veterano de sus ejércitos, inició


Cl El Capitán Seve , Sol imán Bajá, mayor general en
el diá del ejército e j ipc io , y u n o de los mas eminentes co -
laboradores de Mohammed-Aly.


/
5




6 PEBSOHAJES CÉLEBBES.


á aquel jénio inculto en Jos recursos de la táctica;
y en el dia por su heroico valor , por su superio-
ridad mi l i ta r , por la sencillez de sus modales,
por su espíritu de justicia severa pero imparcial
que le caracteriza, ha sabido Ibrahim hacerse ado-
rar de sus soldados. Cuando en un dia de batalla
atraviesa las filas, y con voz fuerte y sonrisa sar-
dónica, que parece desafiar el peligro, les dice
sus palabras acostumbradas: «Jah! volete! afe-
rim! Vamos, muchachos, valor! » aquellos ára-
bes dejenerados, se levantan y marchan al enemi-
go como en los tiempos de Saladino.


Mas todavía: cuantos han visto de cerca á
íbrahim-Bajá convienen en que para dar muestras
de su jénio político, solo le ha faltado la ocasión:
la sutileza y vivacidad de su espíritu, la estension
de sus conocimientos, la exactitud de sus miras,
su afición decidida por la agricultura, principal
fundamento de la prosperidad delEj ip to , y que
tal vez Mohammed-Aly ha sacrificado en demasía
á la industria ; sus simpatías mucho mas pronun-
ciadas que las de su padre por la raza árabe , á
la cual ha rejenerado con un bautismo de fuego,
todo hace esperar, que el cetro del Bajá-Rey pasará
á manos dignas de empuñarlo.




JIOHAJVIMED-ALY. 7


¿ Pero esta creación, milagrosa , si se atiende
á la rapidez con que ha salido de la n a d a , es
bien sólida , es bien completa, está bien asenta-
da? ¿Presenta bajo todos aspectos garantías su-
ficientes para el porvenir? Narradores imparciales,
hemos tenido precisión de beber en todas las fuen-
tes para encontrar la verdad; y reuniendo en esta
doble biografía los principales hechos de la vida
de dos hombres superiores, que no pueden se-
pararse, hemos debido estudiar seriamente la obra
fundada por el uno, y sostenida por el otro. Di-
remos algunas palabras sobre esta obra: hay en
ella elementos de duración, pero los hay también
de muerte: los indicaremos con igual franqueza.
No disimularemos ni nuestras antipatías hacia la
tendencia opresiva y egoísta de Mohammed-Aly,
ni nuestra admiración por las grandes cosas que
ha hecho , ni nuestro profundo convencimiento
de que están interesados el honor y los intereses
de la Francia en defender con sus a rmas , si pre-
ciso fuese, y ayudar con sus consejos, y hasta
algunas veces con sus reconvenciones, á un Im-
perio naciente, unido á ella por mas de un vín-
culo, y donde parece haberse refujiado cuanta fuer-
za y vitalidad musulmana quedan en Oriente,




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly nació, como hemos dicho, en
1769 , en la Cávala, pequeña ciudad fronteriza de
la Romelía , antigua Macedonia. Su padre, Ibra-
him-Agá, turco de nacimiento, era jefe de la guar-
dia encargada de la seguridad de los caminos, i n -
festados frecuentemente por las hordas de bandidos
Thesalianos ; sus" funciones eran pues semejantes
á las de un capitán de jeudarmes. Ibrahim-Agá
era pobre y tenia una numerosa familia, com-
puesta, según creemos, de diez y seis hijos, de
los cuales era el mas pequeño y mas querido Mo-
hammed-Aly. Cuando murió su padre , el niño,
joven todavía , quedó al cuidado de su tío Tous-
soun-Agá, el cual fue decapitado por orden de la
Puerta , de modo que Mohammed-Aly iba á quedar
huérfano y sin apoyo, cuando el Tchorbadgi, go-
bernador de la Cávala , antiguo amigo de sus pa-
dres , le recojió en su casa, y le hizo educar con
su hijo. Un comerciante de Marsella, establecido
entonces en la Cávala, Mr. Lion , seducido por
el talento y gallardía del joven Mohammed, le ma-
nifestó también un afecto paternal ; y tal vez pu-
diera atribuirse á estos primeros recuerdos de la
niñez, la constante predilección del Virey por los
franceses. Mohammed después de su elevación no




M O H A M M E D - A L V . 9


(*) Historia del Bjipto, bajo el gobierno de Mohammed-
Aly, por Mr. Félix Mengin. /


se olvidó de su antiguo amigo de la Cávala, que
habia regresado á Francia , pero Mr. Lion murió
el mismo dia en que iba ó embarcarse en Mar-
sella. El Bajá envió á su hermana una suma de
40,000 rs. Si hemos de dar crédito á los historió-
grafos (*) de Mohammed-Aly, tuvo este desde su
niñez un presentimiento de su futura grandeza.
Habíale contado su madre, que cuando le lleva-
ba en su seno, tuvo un sueño, que le esplicaron
unas j i tanas , anunciándole que el niño que habia
de parir , llegaría al colmo del poder. El joven
Mohammed-Aly se impresionó con aquella narra-
ción; agolpáronse en su cabeza ideas confusas de
dominación, y á los 15 años ya buscaba con ar-
dor la ocasión de distinguirse. Cierto dia, los habi-
tantes de una aldea inmediata á la Cávala se nega-
ron á pagar las contribuciones. El Tchorbadgi no
sabia cómo obligarles á verificarlo. « Dadme seis
hombres, le dijo Mohammed-Aly, y yo me encar-
go délo demás. » Admirado el Gobernador le con-
cedió lo que pedia; Mohammed-Aly pasó con su
tropa á la aldea, entró en la mezquita, y mien-
tras rezaba, envió á buscar á los cuatro principales




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


habitantes bajo el pretesto de asuntos importan-
tes. Llegaron estos sin ningún recelo, y Moham-
med-Aly al punto los hizo prender y amarrar , y
los condujo á la Cávala por entre los clamores y
persecuciones de la población, á la cual contuvo,
amenazando matar á los presos. Este acto de atre-
vimiento , que proporcionó el cobro del impuesto,
gustó tanto al Tchorbadgi, que manifestó su agra-
decimiento á Mohammed-Aly, haciendo que se ca-
sara con una parienta suya, bastante r i c a , y de
quien acababa de divorciarse ; Mohammed-Aly
tuvo de ella tres hijos, Ibrahim, Toussoun é Is-
mail. El primero, Ibrahim, nació en 1789, vi-
viendo aun el primer marido de su madre , y esto
es lo que ha hecho creer á muchos que solo era
hijo adoptivo de Mohammed-Aly. Después de su
casamiento, teniendo el joven Romeliota afición
al comercio, se dedicó al tráfico del tabaco ; hizo
buenos negocios, y ha conservado siempre esa
propensión mercantil que dá á su fisonomía his-
tórica un carácter particular.


El ejército francés ocupaba el Ejipto, y la Puer-
ta se armaba por todas partes; el Tchorbadgi de
la Cavaja recibió orden de dar su continjente, y
formó un cuerpo de 300 hombres, mandado por




MOHAMMED-ALY. 11


el jóveu Aly-Agá, su hijo , al cual agregó, como
una especie de Mentor , á Mohammed-Aly. Los
voluntarios macedonios tuvieron muchas dificulta-
des para reunirse á la flota turca que les esperaba
en la rada de Marmarizza; por último se dirijieron
á Ejipto; los Turcos se reunieron en el mar á la
escuadra inglesa; se aproximaron á Abuki r , y
Mohammed-Aly, desde su primer paso en aquella
t ierra , que ya no habia de dejar, tuvo que sos-
tener un rudo choque con el general F r i an t , que
intentó, aunque en vano , oponerse al desembar-
co. Fue la acción tan reñida, que disgustado de
su nuevo oficio el joven Aly-Agá, desapareció de
repente, y regresó donde estaba su padre, dejando
el mando de aquella jente á Mohammed-Aly, que
tomó el título de byn-bachi, coronel.


Sabido es cómo dieron lugar á la capitulación
de Alejandría y á la evacuación díl Ejipto, el ase-
sinato de Kléber, el abandono de la Francia, y
la incapacidad de Menou. Antes de pasar adelante,
y para apreciar mejor la marcha que siguió Mo-
hammed-Aly , conviene echar una ojeada sobre el
estado del pais después de la salida de las tro-
pas francesas.


Nadie ignora que Selim I I , al apoderarse en




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


1512 del Ejipto, independiente hasta entonces de
los Otomanos , dejó subsistir la aristocracia de los
veinte y cuatro beyes mamelucos (*); que aquella
aristocracia duró hasta la espedicion francesa , y
que de consiguiente, la Puerta nunca ha ejercido
sobre el Ejipto mas que una autoridad nominal, re-
presentada por un Bajá sin poder, insultado, ar-
rojado, depuesto y reemplazado según se quería.


Aquellos Mamelucos, tiranos feudales, reyes
á caballo, milicia brillante y guerrera que vivía
y moría estraña al pais que oprimía, fueron diez-
mados por Bonaparte, y arrojados hasta el desierto.
Después de la salida de los franceses, volvieron
mas débiles, pero no con menos sed de recobrar
su poder. De los dos jefes que los dirijian al com-
ba te , el mas valiente, Murad-Bey, su Áquíles,
aquel enemigo leal que admiró á Napoleón, y
lloró á Kléber , acababa de morir en la provincia
de Girgeh, legando su poder á dos beyes de su
familia (**),Mohammed-el-Elfy,y Osman Bardissy.


(') Mamluk, significa hombre comprado. Aquel cuer-
po se reclutaba esclusivamente entre los jóvenes esclavos
Circasianos y Georgianos , á quienes educaban sus señores
y á los cuales trasmitían su poder.


(**) Cada uno de los veinte y cuatro beyes tenia bajo
sus órdenes un mayor ó menor número de Musulmanes que
formaban su servidumbre; los qne mas se distinguían eran




MOHAWMKD-ALY. 1 3


Quedaba Ibrahim-Bey, el Fábio cunctator de los
Mamelucos; pero Ibrahim era viejo, sus fogosos
compañeros se avenian mal con aquella prudencia,
mas circunspecta cada dia con la edad, la influen-
cia de aquel jefe era casi nula, y todo el cuerpo
estaba en completa anarquía. Tratábase sin em-
bargo de luchar contra la Puerta, que se preparaba
á aprovecharse de la retirada de las iropas france-
sas para recuperar, de una vez para siempre, el ce-
tro arrancado de sus manos ; había principiado
por prohibir la importación en Ejipto de los Cir-
casianos ó Georgianos, y de este modo habia dado
un gran golpe á aquella milicia enemiga, impi-
diendo que reparase sus pérdidas; después habia
enviado á Ejipto al Gran Visir encargado de ins-
talar al nuevo Bajá, y de sostenerlo con el auxilio
de las partidas levantadas en todos los puntos
del Imperio, y principalmente con el de un cuerpo
de 4,000 Albaneses, soldadesca indisciplinada, dis-
puesta siempre á sublevarse. El Almirante turco,
antes de abandonar el Ejipto, habia principiado


ascendidos á la dignidad de Kachefs, lugar-tenientes, ó be-
yes. Al t iempo de m o r i r , el gefe nombraba con frecuen-
cia su sucesor , que era entonces propietario de toda su
servidumbre. Hay mucha relación entre un bey Mameluco
y un gefe Germano rodeado de sus deudos.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


las hostilidades, llamando á la traición en su
ayuda; habia convidado á los Mamelucos á una
fiesta sobre el lago de Abukir, y les habia hecho
fusilar en una barca. Mohammed-Bey-el-Elfy se
habia refujiado á Inglaterra; Osmar Bey Bardissy
se habia defendido como un león, y se preparaba
para vengarse de aquella celada. El nuevo Bajá
Mohammed-Kosrew, acababa de ser instalado en
el Cairo; los Albaneses principiaban á amotinar-
se pidiendo su salario; los habitantes, vejados y
saqueados, se alborotaban alrededor de la mez-
quita de El-Azah (*). Por todas partes reinábala
ajitacion, y entretanto el oscuro byn-bachi Moham-
med-Aly, á quien hemos dejado á la cabeza de
sus 300 Romeliotas, se reia interiormente y no
se proponia nada menos que deshacerse de los
Turcos con el auxilio de los Mamelucos, de estos
con la ayuda de los Albaneses, para diezmar al
fin á los Albaneses, y pasar de la nada al estado
de dueño absoluto.


Habia principiado por estar bien con el Bajá,
que le profesaba grande amistad, le habia nombrado
saré-chesmé (jeneral) y agregado á su corte, ele-


(*) Sit io en donde se formaban comunmente en el Cairo
las reuniones populares y las sediciones.




M O H A M M E D - A L Y . 15


vándolo al empleo de confianza de tufe?idji-bachi
(porta-carabina). La sedición sin embargo seguía
adelante, y Mohammed-Aly no era estraño á ella.
Los Albaneses se apoderaron de la ciudadela;
Mohammed-Kosrew llegó á Damieta con sus tro-
pas; un jefe de los amotinados, Taher-Bajá, quiere
aprovecharse de la ocasión para usurpar el poder,
y es asesinado por dos byn-bachis turcos ; un nue-
vo jefe, Ahmed-Bajá, intenta hacerse nombrar go-
bernador , y Mohammed-Aly se niega á reco-
nocerle. Los Mamelucos se aproximan al Cairo,
Mohammed-Aly se une á ellos en Gyzeh y les
entrega la ciudad. En el intervalo Mohamraed-
Kosrew, creyendo apaciguada la sedición, se pre-
para á volver á su puesto; encuentra en el cami-
no á 10,000 Albaneses y Mamelucos con su fiel
Tufendji-Bachi que le ataca, le dispersa, le en-
cierra en Damieta, le sitia , le prende y le vuel-
ve á llevar prisionero al Cairo, y finalmente le
echa del Ejipto. (*)


Al saber la Puerta aquellos sucesos, fiel siem-
pre á su respeto por los hechos consumados, se ha-


(*) Este mismo K o s r e w , luego Scraskier en Constanti-
n o p l a , primer ministro de la Puerta Otomana después de
la muerte de M a h m o u d , y recientemente des t i tu ido , es el




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


bia contentado con enviar de Constantinopla un
nuevo Bajá, Aly-Gezairly, que acababa de desem-
barcar en Alejandría, llevando consigo 1,000 hom-
bres de tropa. Este Bajá se dirijió al Cairo y envió
un emisario á los Mamelucos, proponiéndoles tra-
tar con ellos: pero sabiendo estos que el Bajá
trataba por bajo mano de desunirlos y separarlos
de los Albaneses, marcharon contra él. Aly-Bajá-
Gezairly tuvo la imprudencia de separarse de sus
tropas, y de ir solo á la tienda de Osman-Bey-
Bardissy, que le hizo matar.


Desde aquel momento parecía que los Mame-
lucos nada tenian que temer , pues eran dueños
del Cairo y del Ejipto. Kosrew, el Bajá depuesto,
á quien aun no habían hecho embarcar, estaba
encerrado en la ciudadela; el Gobierno se hallaba
en manos del anciano Ibrahim-bey y de Bardissy.
A este ú l t imo, joven activo é influyente, le hu-
biera sido fácil apoderarse del poder y conser-
varlo ; pero era fogoso, presuntuoso, distraído
y tenia á su lado un amigo íntimo, cuya influencia
esperi mentaba y que se preparaba tranquilamente


que s iempre se ha mostrado encarnizado enemigo del Vi-
rey , al cual jamas ha perdonado que se hubiese burlado
de él de aquel modo, y héchole servir de escalou para su
elevación.




MOHAMMED-ALY. 17


para derribarlo. Este amigo era el mismo que le
había abierto las puertas del Cairo, eraMohammed-
Aly. El ambicioso Macedonio, aunque uo había
leído todavía á Maquiavelo, sabia de memoria el
adajio : «desde el momento en que los que gobier-
nan son odiados, sus adversarios no tardarán en
ser admirados^ y obraba en consecuencia; prime-
ramente fomentaba los celos de Bardissy contra el
Elfy, otro jefe Mameluco que, como hemos dicho,
pasó á Inglaterra, y que acababa de volver á Ejip-
to con brillantes promesas del Gabinete de Lon-
dres: nuevo pretendiente, con el cual Mohammed-
Aly tendrá que habérselas mas adelante. El Elfy
es atacado traidoramente por Bardissy y se vé
precisado á refujiarse en el alto Ejipto. Al mismo
tiempo murmuran los Albaneses y se sublevan


/ pidiendo ocho meses de sueldo; Bardissy ago-
viado sigue las inspiraciones de su amigo, el cual
le manifiesta que sin dinero no responde ya de
sus soldados, y entonces llovieron impuestos y
contribuciones sobre aquel desgraciado país , ago-
tado por eternas guerras. Cada dia era señalado
por un nuevo vejamen; nadie se libraba de la
rapacidad del fisco; nadie, ni aun los mismos
francos , á pesar de las enérjicas representaciones




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


de sus cónsules, que abandonaron el Cairo y se
retiraron á Alejandría. Al fin, el pueblo indig-
nado se sublevó, llenóse la mezquita de El-Azahr,
pasó allí solo el solapado Mohammed-Aly , se avis-
tó con los Ulemas y los Cheiks, les dirijió pa-
labras de consuelo, se indignó de las medidas
opresoras de Bardissy, les prometió hacer uso de
su iuílueucia en defensa de sus derechos, y cuando
estuvo bien seguro de haberse captado su afecto,
se decidió á quitarse la máscara. El 12 de Marzo
de 1804 convocó sus Albaneses, y cercó de im-
proviso la casa de Bardissy, después de haber
sobornado de antemano á la mitad de los soldados
que la defendían. Sorprendido el jefe mameluco
se escapó en medio del tiroteo, y abandonó el
Cairo para no volver m a s ; Ibrahim, su colega,
atacado por otro lado, huia igualmente, y la
ciudad quedó en poder de Mohammed-Aly y de
sus tropas. El mercader de tabaco de la Cávala
habia andado ya mucho camino, el poder esta-
ba á su aleance, la ocasión era seductora , pero
conocía demasiado su situación para dejarse arras-
trar irreflexivamente. En verdad los Turcos no
eran ya temibles, y los Mamelucos estaban dis-
persos, pero estos dos enemigos podían reunirse




M 0 H A M 5 1 E Ü - A T J Y . 19


para acabar con é l ; ademas su popularidad era
aun muy reciente, y no era fácil dirijir á los Alba-
neses. Habia entre ellos jefes ambiciosos que hubie-
ran visto con disgusto su repentina elevación; estos
jefes eran todavía demasiado temibles para que se
les pudiera alejar; en una palabra, no habia lle-
gado aun el momento. Mohammed-Aly difirió sus
proyectos; finjió querer volver el vireinato á su
antiguo protector Kousrew, prisionero en la ciu-
dadela; los jefes Albaneses se opusieron, y Moham-
med-Aly cedió sin hacerse de rogar mucho. Kous-
rew fue conducido á Rosetta y embarcado para
Constantinopla. Se hizo creer á los Chéiks que
se habia recibido de la Puerta un firman que ele-
vaba á la dignidad de Virey á Kourschyd-Bajá,
Gobernador de Alejandría, personaje débi l , in-
deciso , incapaz de hacer frente á las dificultades
del momento, y que por lo mismo convenia mu-
chísimo á Mohammed-Aly.


El Diván de Constantinopla, como de costum-
bre , aprobó aquel nombramiento. Kourschyd-Bajá
llegó al Cairo; su posición era insostenible, pues
tenía que principiar sujetando á los Mamelucos,
que reunidos alrededor de la ciudad, intercep-
taban las comunicaciones, echaban á pique loy^T" 3 ¿ ¿ / ¿ v


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20 PERSONAJES CELEBRES.


barcos cargados de comestibles, atormentaban con
el hambre á la población , é intentaban cada día
nuevos ataques; el Virey no tenia mas apoyo con_
tra ellos que Mohammed-Aly y sus Albaneses , y
aquella soldadesca desenfrenada se amotinaba á
cada triunfo que obtenia, y con sus exijencias le
obligaba á hacerse odioso, estrujando á los habi-
tantes Informada la Puerta de sus conflictos, le
envió un cuerpo de caballería Delhis (*) para
ayudarle á mantener el o rden; Moharnmed-Aly
que estaba entonces sitiando á los Mamelucos
en Minien, al saber la llegada de aquellas tropas,
y desconfiando de las intenciones del Virey/aban-
donó el sitio y volvió repentinamente al Cairo
con su ejército; Kourschid Bajá mandó á los Delhis
que le cerraran el paso, pero Mohammed-Aly hábil
en el arte de persuadir á los soldados, entró en
razonamientos con ellos, les indieó que sus inte-
reses eran comunes y que solo iba á reclamar las
pagas de sus Albaneies; ganó á los jefes con
regalos y á los soldados con promesas; en uua
palabra , las dos fuerzas fraternizaron , Delhis y
Albaneses entraron juntos en el Cairo , y las se-
diciones volvieron á empezar de nuevo mas vivas


(*) Voluntarios Sirios.




MOHAMMED-ALY. '¿I


y frecuentes que nuuca. Se necesitaba dinero, y
no liabia dinero ; la percepción del impuesto en
las campiñas , desoladas por los Mamelucos y por
nubes de Árabes del Desierto, se habia hecho
imposible: la administración estaba completamen-
te paralizada , los soldados saqueaban las casas y
se entregaban á toda clase deescesos. Mohammed-
Aly, fiel á su sistema cauteloso, daba por bajo
mano rienda suelta á sus Albaneses: íinjiendo con-
tenerles , hacia que ellos le arrestasen, les cal-
maba, les arrojaba oro y les volvía á enviar al
Bajá. Sabiendo apreciar el poder moral del clero
en un país donde las ideas relijiosas están en
toda su fuerza , se mostraba ríjido observante de
los preceptos del Coran, visitaba á los Cheiks y
á los Ulemas, se compadecía de la miseria del
pueblo, y aumentaba cada día su influencia. La
Puerta , sabiendo sus manejos y descubriendo en
él un hombre que podía llegar á ser peligroso>
le habia dirijido un firman en el que, colmándole
de elojios, le invitaba á él y á los demás jefes
Albaneses á regresar á sus hogares. «¿ Podréis
negaros , decia el patético firman, á regresar al
seno de vuestras familias que os tienden los bra-
zos?» Mohammed-Aly, por sondear la opinión,




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


fiuje que obedece, vende su casa y hace sus pre-
parativos de marcha; las tropas se insurreccionan,
el pueblo se conmueve, Mohammed satisfecho
aplaca la sedición y se queda ; por ú l t imo, des-
pués de muchas semanas de continuos disturbios,
en una última insurrección, se reúnen los Cheiks,
y precedidos de Seyd-Oruar-Makram, jefe de los
Scheriífs (*), adicto desde mucho tiempo áMobam-
uied-Aly, se dirijen á la casa de este y le declaran
que no quieren ser gobernados va mas por ivours-
ehyd-Bajá y que están resueltos á deponerle. —
*-¿ Y á quién queréis confiar su autoridad ? les
preguntó Mohammed-Aly.— A vos mismo, por-
que sabemos que queréis el bien.» Mohanimed-
Aly rehusó modestamente, los Cheiks insistieron,
él cedió, le revistieron con una pelliza de honor
y le pasearon á caballo por toda la ciudad eu-
medio de las aclamaciones del pueblo. Furioso
Kourschyd-Bajá al saberlo, declara que es Virey
por el Sultán y que no consentirá en ser destituido
por Fellahs; consigue reunir J,S00 hombres de
tropas decididas, se encierra en la ciudadela y
principia ó bombardear la ciudad. La situación de
Mohammed-Aly se hacia peligrosa; los Mamelucos,


(?) La primera autoridad reüjio&a del Cairo.




-MOHAMMED-ALY . 23


sabedores de los sucesos, se habían aproximado
al Cairo y proponían á Kourschyd-Bajá el reunirse
contra el enemigo común. Dos jefes albaneses in-
fluyentes negaban su adhesión, era preciso no
perder tiempo ; Mohamined fuerte con la decisión
de los Cheiks y de una parte de los Albaneses,
subleva al pueblo y le conduce armado alrede-
dor de la ciudadela; al mismo tiempo hace que
el Consejo de los Cheiks despache un correo á
Constantinopla, reclamando el asentimiento de la
Puerta á los votos del Ejipto. Pronto rompió un
fuego muy vivo por ambos lados; de repente los
artilleros de Mohammed-Aly se paran, abandonan
sus piezas, y declaran que no maniobrarán sin
que antes se les haya pagado su sueldo; la si-
tuación era apremiante; el nuevo Bajá con sus
numerosas prodigalidades de los dias anteriores
liabia agotado completamente sus recursos; en su
apuro se decidió á dirijirse á un comerciante fran-
cés establecido en el Cairo, que le prestó 10 bol-
sas (10,000 r s . ) Esta cantidad sirvió para apaci-
guar á los amotinados, y pudo continuar el sitio
de la ciudadela. Aquel pequeño servicio hecho en
un momento tan decisivo , no ha dejado tal vez
de tener influencia en la elevación de Mohammed-




24 PERSONAJES CELEBRES.


Aly. (*) Por fin el 9 de Julio de 1805, llegó de
Constantinopla un Capidjy-bachy (oücial encar-
gado de los íirmanes de la Puer ta) , y puso tér-
mino á la lucha. Acompañábale el Selikdar del
Gran Visir, encargado de tomar un conocimiento
exacto del estado de los negocios. Leyéronse en
presencia de los Cheiks reunidos los despachos,
en los cuales se conferia á Mohammed-Aly el título
de Gobernador del Ejipto, del cual estaba ya en
posesión ^por la voluntad de los TJlemas y del
pueblo; y se mandaba á Kourschid-Bajá que aban-
donase la ciudadela y pasase á Alejandría á es-
perar las órdenes del Sultán.


La Puerta, á pesar de esta formal manifesta-
ción, distaba mucho de ser favorable á Mohammed-
Aly. En efecto, pronto llegó á Abukir el Capitan-
Bajd con una escuadra y 2,000 hombres de tropa.
Envió al Cairo un nuevo firman, en cuya virtud
Mohammed-Aly estaba autorizado para gobernar


(*) El venturoso acreedor de Mohammed-Aly , en aquella
c ircunstanc ia , es el mismo Mr. Mengin , de cuyo libro
he sacado una parte de este relato. Parece que la Francia
h a y a sido llamada á presidir á los destinos del Virey. Uu fran-
cés proteje su in fanc ia , un francés le ayuda á apoderarse
del p o d e r , franceses son los que le hau ayudado á conso-
lidar ese mismo p o d e r , y tal vez será deudor á la Francia
de poderlo trasmitir á sus' hijos .




M O H A M M F . D - A L Y . 25


el Ejipto hasta que recibiese nuevas órdenes. Desde
entoaces todo fue disputable ; los Ingleses, que
veian de mal ojo plantearse una autoridad vigorosa
en una tierra que codiciaban, intrigaban en Cons-
tantinopla, pintando con los mas negros colores
al nuevo gobernador, y abogando con calor por
el restablecimiento de los Mamelucos, que prome-
tían ser en adelante los subditos mas fieles de la
Puer ta ; los Ingleses hasta llegaban á amenazarla
con una invasión, que en efecto realizaron para ver-
güenza suya, como veremos mas adelante. Esta
mala voluntad de los Ingleses contra un Bajá cuyo
nombramiento debia haberles sido indiferente en el
fondo, se concibe fácilmente : el Bey Mameluco el
Elfy , á su salida de Londres , les habia prometi-
do entregarles los puntos del Ejipto en el caso de
que le ayudasen á recobrar su poder. Las intrigas
dirijidas contra Mohammed-Aly tuvieron un éxito
completo en la Puer ta , á pesar de les esfuerzos
del cónsul francés en Alejandría, Mr. Drovetti,
que defendió con calor á Mohammed-Aly ante el
Capitan-Bajá, y principió desde entonces las re-
laciones de buenos procederes que han unido siem-
pre á la Francia y al Virey. El l .° de agosto llegó
un nuevo Almirante Turco con 3.000 hombres




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


tropa, y uu tercer firman nombrando á Mohain-
¡ned-Aly Bajá de Salónica y mandándole abando-
nar el Ejipto sin dilación.


El astuto Bajá fli\jió obedecer, como lo tenia
de costumbre; convoco los Cheiks, les anunció
que iba á marchar, estos se opusieron y se apre-
suraron á redactar una acalorada representación
que enviaron á Constantinopla. Hizo reunir tam-
bién á todos los jefes del ejército, compuesto en
gran parte de Albaneses; les declaró que se some-
tía á la voluntad de la Puer ta , y todos á una voz
contestaron que se opondrían á su marcha. « Que-
réis, les dijo Mohammed-Aly, impedirme ejecutar
las órdenes que he recibido, y no sois bastante
fuertes para resistir si somos atacados. Vuestros
soldados viven en la indisciplina, persiguen á los
habitantes, y me acosan sin cesar pidiéndome su
sueldo. Si queréis que permanezca entre vosotros,
que sea vuestro fiel compañero de armas, como
siempre lo he s ido , jurad sobre el libro sagrado
del Coran que no me abandonareis, y que moriréis
si es preciso por la causa que defendemos.» A este
discurso los jefes conmovidos se levantan, juran
sobre el Coran, y para hacer inviolable aquel ju-
ramento, pasan todos uno en pos de o t ro , por




¡ U O H A J I l Y I E D - A L Y . 27


encima de un sable tenido por ambos estreñios pol-
ios dos mas ancianos. Era tan grande la influen-
cia de Mohammed-Aly, que aquellos soldados tan
codiciosos de ordinario , se imponen á sí mismos
una contribución, y entregan al Bajá 2,000 bolsas,
que este empleó en ganar á su favor los miem-
bros del Diván.


A medida que Mohammed-Aly se fortalecia en
el Cairo, los Beyes Mamelucos perdían terreno
para con el Capitan-Bajá. La Puerta les habia exi-
jido 1,500 bolsas y no habían podido reunirías;
Mohammed-Aly ofrece 4,000, y envía en rehenes,
como garante de su promesa , á su hijo Ibrahim
que acababa de hacer Venir de la Cávala; mediante
aquellas estipulaciones, el Capitan-Bajá se decidió
por último á dejar el Ejipto,- y el 12 de Octubre
de 1806 dio la vela para Constantinopla, lleván-
dose consigo á Un niño de 17 a ñ o s , que jamás
hubiera vuelto á ver á su padre, si la Puerta hubie-
se podido adivinar que era el futuro vencedor de
Konieh y de Nezib.


«El Ejipto, decia Mohammed-Aly en aquella
época, está en subasta ; el que dé mas dinero y el
último sablazo se quedará dueño de él. » El dinero
se encontró por medio de nuevos impuestos; y como




28 PERSONAJES C E L Í M K S .


el país estaba mas miserable que uuuca, los Cheiks
murmuraron: Moliammed-Aly se conformó en re-
ñir con sus antiguos amigos , hizo prender á los
unos, apalear á los otros , y Seid-Omar-Makram,
el principal elemento de su elevación, fue des-
terrado á Damieta. Faltaba dar el último sablazo.
Los Mamelucos cojidos yá una vez en una eelada
en que perdieron 80 de los suyos , ocupaban aun
todo el alto Ejipto; Mohammed»Aly reunió su
ejército y marchó contra ellos; pero tuvo preci-
sión de retroceder precipitadamente para oponerse
á nuevos enemigos. La Inglaterra habia declarado
la guerra á laPuerta y una escuadra de 25 velas aca-
baba de presentarse delante de Alejandría; la ciu-
dad habia sido entregada por traición, y los ingle-
ses marchaban sobre Rosetta; sabido es el fuerte
golpe que llevaron delante de aquella plaza, con qué
vigor les rechazó el Bajá á Alejandría y les obligó
á evacuar el Ejipto de tal m o d o , que un Bey Ma-
meluco decia candidamente; o que no se concebía
cómo europeos Iwbian podido dejarse vencen de
aquel modo por Turcos.» Hecho esto, Mohammed-
Aly volvió á los Mamelucos. Pero la Puerta estaba
decidida á no dejarle un momento de descanso;
liacia ya mucho tiempo que le instaba para que hi-




MOHAMMED-ALY. 2Í)


cíese marchar un cuerpo de tropas á la Arabia á
fin de libertar las ciudades Santas , ocupadas en-
tonces por los fVahabys. Estos Wahabys ó W a -
habytas, son Árabes cismáticos cuyo objeto es vol-
ver el islamismo á su pureza primitiva. Toman su
nombre del Cheik Mohammed-Ebn-Abd-El-AVa-
h a b , su fundador, especie de Lutero oriental, que
revolvió toda la Arabia con sus predicaciones y
murió en 1787.


Mohammed-Aly vacilaba en comprometerse en
una espedicion que podia ser larga y difícil, antes
de haberse desembarazado de sus mas peligrosos
enemigos, los Mamelucos. No pudiendo vencerles
por la fuerza, se determinó á acabar con ellos por la
traición. Los dos Beyes principales, Bardissy y el
•Elfy, acababan de morir casi simultáneamente, y
aquella oligarquía militar perdía con ellos toda uni-
dad de inspiración; Mohammed-Aly supo sembrar
hábilmente la discordia entre ellos Chahyn-Bey,
sucesor de Bardissy, fue ei primero á quien sedu-
jeron las promesas del Bajá; se separó de sus co-
legas y fue á habitar el Cairo con toda su servi-
dumbre. El Bajá le eolmó de regalos. Otros beyes
tardaron poco en seguir su ejemp'o, y cuando
Mohammed-Aly vio entre sus manos á un número




30 SOPERN4JES CÉLEBRES.


considerable de ellos, los destruyó de un solo golpe.
El l . ° d e Marzo de 1811 fue el dia en que se veri-
ficó aquel sangriento drama. Habíase preparado
una fiesta en honor de Toussoun, hijo segundo del
virey encargado del mando del ejército de la Ara-
bia , y que aquel dia iba á recibir la pelliza de in-
vestidura. El acompañamiento debía r eun i r é en
el alojamiento del Bajá , en la. ciudadela, para
bajar desde alli y atravesrr la ciudad con gran
pompa. Los Mamelucos, convidados á la ceremo-
nia , llegaron desde por la mañana vestidos con
sus mas brillantes trajes, y montados en sus mas
hermosos caballos. Mohammed-Aly los recibió con
su acostumbrada afabilidad y principió el desfile.
Abria la marcha un cuerpo de Delhis, seguían los
Mamelucos, y bajaba el acompañamiento Jenta- '
mente por un camino estrecho, tortuoso, abierto
en la roca, y flanqueado por elevadas fortificaciones,
que conducen de la ciudadela al Cairo; la puerta
se abrió para los Delhis y se volvió á cerrar para
los Mamelucos: al instante dio la señal un caño-
nazo, y Albaneses ocultos en las fortificaciones des-
cargaron sobre ellos un diluvio dé balas : en tan
desesperada situación los Mamelucos sacaron sus
sables e intentaron en vano retroceder ; ios muer-




MOHAMMED-ALY. 31


tos interrumpieron pronto aquel estrecho paso-
era tan imposible huir como pelear, y todos fue-
ron fusilados sin compasión.


Durante aquella horrible carnicería, el Bajá,
retirado en su harem, distaba mucho de la ma-
jestuosa impasibilidad con que lo h.» pintado
Mr. Horacio Vernet en el famoso cuadro, donde el
talento del pintor ocupa el lugar de la verdad lo-
cal; estaba pálido, ajitado, azorado; solo pudo
calmar su inquietud la vista de las. cabezas, y no
desplegó los labios sino para pedir un vaso de
agua.


El asesinato de los Mamelucos es una de las
pajinas que se quisieran poder borrar de la his-
toria de Mohammed-AIy, y conviene sin embargo
no olvidar que entre ellos y él existia una guerra
oculta; pues si se dá crédito á muchos escritores,
una conspiración tramada por ellos debia estallar
al siguiente dia; uno de los dos partidos debia
sucumbir, y quedar el triunfo por el que tomase
la iniciativa. No debe olvidarse sobre todo que es-
tamos en Oriente, y que no es poco mérito, en
un Príncipe Musulmán , no haber hecho jamás der-
ramar sangre inútilmente.


Libre asi de toda inquietud en el interior, el




32 PERSONAJES CELEBRES.


Bajá dirijió sus fuerzas contra los Wahabytas. Una
primera campaña , bastante mal ordenada por su
hijo Tonssoun, y otra dirijidapor él mismo, nin-
gún resultado decisivo produjeron. La guerra se
prolongaba , y al fin se resolvió el Virey á confiar
el mando de las tropas á su hijo primojénito. Va-
mos á seguir un instante á Ibrahim-Bajá en aquella
guerra del Hedjaz donde hizo sus primeras cam-
pañas; guerra difícil y peligrosa , que tuvo el ho-
nor de te rminar , y en laque desplegó sobre todo
una estraordinaria enerjía.


{I.a continuación en la próxima entrega.)




о


­•­ ­за»'*'




m & s n i f f i - t


Perse




G i f
f ©


MOHAMMED-ALY * ^


IBRAHIM-BAJA.


(SEGUNDA PARTE.)


Ibrahim-Bajá ha nacido -con el ins-
t into y el jénio de la guerra.


MARMONT, DUQUE DE RACUSA.— Viaje
al Oriente, 1. I I , páj . 357.


« Iré tan lejos cuanto pueda hacer-
me entender hablando el árabe. »


Palabras de Ibrahim en el sitio de
San Juan de ylcre. — Historia de la.
guerra de Siria , por MM. de Cadal»
vene y Barraul t , páj . 411.


El 3 de Setiembre de 1816 fue cuando Ibraliim
salió' del Cairo-para irse á poner á la cabeza del
fjército de la Arabia ; tenia entonces 26 años,




2 PERSONAJES CELEBRES.


era joven, ardiente, sediento de gloria, y lialiia
visto la inesperada elevación de su padre, con
ese fatalismo'oriental que de nada se admira, que
se pone al nivel de todas Jas posiciones, y que
daba lugar á que su hermano Toussoun contestara
a las reconvenciones que sobre su prodigalidad le
dirijia Mohammed-Aly : «Padre mío, á vos que
no habéis nacido en una clase elevada os sienta
bien el ser económico; pero yo que soy el hijo
de Mohammed-Aly, debo ser liberal y jeneroso.» (*)
Los dos hermanos no se amaban : Toussoun , prín-
cipe dulce y afable, era el favorito de su padre,
ó Ibrahim á su regreso de Constantinopla, no ha-
bía podido ver sin envidia que el Virey con/iase
á otro el mando de una espedicion importante.
Lejos de darle pena los reveses esperimentados
por Toussoun , confiaba conquistar de una vez para
siempre la preferencia que al parecer le negaba su
padre. « He dejado de apreciarle por mucho tiem-
po , decia mas adelante Mohammed-Aly al Doctor
Bowring, hablando de Ibrahim ; no tuve una en-
tura confianza en él hasta que su barba fue casi


C) Toussoun, al poco tiempo de haber vuelto de Ejipto,
murió por no haberse querido separar de una georjianaá
quien amaba, que se presumia acometida de la peste.




J I S R A H I M - B A J A . 3


tan larga como la mía , y empezó á blanquear; (*)
ahora sé todo loque vale. » En efecto, en el dia,
el vencedor de Konieh es el amor y el orgullo de
Mohammed-Aly. '


Ibrahim, animado entonces de un fervor reli-
j ioso, qué la civilización ha amortiguado mucho
al entrar en campaña, pasó á Medina para orar
en la tumba del profeta, y juró no envainar el
sable hasta haber esterminado completamente á los
Wahábitas; hizo voto de sacrificar sobre el monte
Arafat' 3,000 carneros después de la victoria, y
entretanto rompió heroicamente un centenar de
botellas de ron y de champagne; de que le habian
provisto en el Cairo. • ,


Los Wahábitas , después de haber ocupado todo
el pais que media entre el mar Rojo y el Golfo
Pérsico, habian sido arrojados por Mohammed-
Aly al Nedjed, cuna del cisma de Wahab , pro-
vincia montañosa de la Arabia central , defendida
por- muchas plazas fuertes, entre otras Derayeh,
ciudad populosa , qué aquellos sectarios belicosos
habían hecho su capital,


(*) Con las fatigas de la guerra, la barba y el cabello
(le Ibrahim , que eran di' uíV color rubio subido . se han
encanecido mnv pronto.




4 PERSONAJES CÉLEBBF.S.


Las primeras operaciones de Ibrahim-Bajá no
fueron felices. La parte mor.-d del soldado estaba
debilitada por una larga guerra en pais descono-
cido , la falta de agua, las privaciones y las en-
fermedades de todas clases; las sublevaciones eran
muy frecuentes. Los Waliabi tas , mandados por
Abdallah-Ebn-Souheud, guerrero incapaz pero va-
l iente, interceptaban los convoyes, é inquietaban
sin cesar los flancos del ejército ; en vano inten-
tó Ibrabim apoderarse de El-Rass , ciudad fron-
teriza del Nedjed ; después de tres meses y diez
y siete dias de sitio, de una pérdida de 3,400 hom-
bres, se vio obligado á retirarse; de repente, aver-
gonzado de aquel golpe y estimulado po: el mal
éxi to , como lo hubieran sido otros por la victo-
ria , deja tras sí la plasa que no pudo tomar, pe-
netra audazmente, hasta el corazón del pais , toma
sucesivamente á Boureydeh, El-Maznab, Chakra,
Borama ; se adelanta esterininando cuanto se pre-
senta á su paso, rechaza al enemigo sobre De-
rayeh y llega delante de esta capital que asedió.
El sitio de Derayeh fue largo y mortífero. El
golpe esperimentado delante de El-Rass era debi-
do en gran parte al orgullo musulmán, que habia
impedido al joven príncipe escuchar los consejos




l E R A H I M - B A J A . 5


de Mr. Vaissiere, oficial francés agregado á su
Estado Mayor ; aleccionado por la esperiencia, se
conformó al fin en confiar á aquel oficial la direc-
ción del sitio de Derayeh; dos meses habiau tras-
currido sin embargo, y seguía defendiéndose Ab-
dallab , cuando un accidente imprevisto puso la
enerjía de Ibrahim á una fuerte prueba. Pegóse
fuego á la tienda en que estaban todas las mu-
niciones del ejército, y se voló en medio de la
noche con un ruido espantoso; las granadas y las
bombas abrasaron el campo, fueron consumidas
por el incendio la mitad de las provisiones de
boca, y un jeneral de 26 años se encontró á 500
leguas del Ejípto, en medio de los desiertos, en
presencia de un enemigo encarnizado, superior
en número, y sin mas municiones que algunos
saquillos que habian quedado olvidados en las ba-
terías, y los cartuchos que los soldados tenían
en sus cartucheras;-lá situación era crítica. Al
día siguiente, animados los sitiados por aquel
desastre, hicieron una vigorosa salida; Ibrahim
se sublevó contra la adversidad, arengó á sus
soldados, mandó que no disparasen sino á que-
maropa , y prohibió bajo pena de la vida el ceder
un palmo de terreno; el enemigo fue rechazado




6 PEBSONAJES Cél iEBRüS.


á la plaza v cada día,se 'renovaban las salidas, é
Ibrahira permanecía, siempre í i rme; de repente
le anunciaron la a^roxiiBaeiou de un refuerzo de
3,000 hombres que .«u padre le enviaba, las
órdenes de Rháiii-Bajá. Esta, not ic ióle desesperó,
no pudienJo soportar la. idea de que otro com-
partiría la gloria de haber. rendido á los wahabi-
tas .en su último refujio;. reunió sus trbpas, les
manifestó que era preciso tomar.á Derayelv ó
mor i r , y dispuso un asalto jeneral. Abdallah, ven-
cido en todos los .puntos^ .pide capitulación y'pasa
él mismo á la tiehdd.de. Ibrahim. El joven gefe
le maniflesta que-lia recibido orden de enviarlo
prisionero al Cairo ;.Abdallah vencido se resignó y
partió á Ejipto ; Mohammed-Aly le mandó áOons-
tantinopla , y el Diván le hizo cortar da'-cabeza-.


Después de- la Joma y de. la' destrucción, de
Derayeh , cesó teda resistencia, en eLNedjed, y
la guerra, ya no toe mas'? que una; prolongada
carnicería: e l 'pa is fue; saqueado, las ciudades
incendiadas, los principales jefes,decapitados, y
sus familias reducidas á la esclavitud. Si Móham-
med-Alv' liubiese sido bastante fuerte para resis-
tir los mandatos de la Puer ta , es de,creer que
no hubiera adoptado el sistema-de destrucción,




IBRAMM-BAJA. 7


«jue solo podía servir para hacerle odioso á un
pueblo guerrero, que pra de su mayor interés el
atraerse. Aquella represión violenta ha dado solo
resultados incompletos : la Arabia jamás ha estado
pacilicada , el wahabismo dejó hondas raizes en los
corazones, y cuanto quedó de aquellos sectarios
indomables se refujió en el Yemen, y se ajita sin
cesar. Hasta estos últimos tiempos el Bajá se ha
visto precisado á sostener allí un ejército que le
arruinaba de hombres y dinero; ademas, los In-
gleses, á quienes se encuentra siempre do quiera
que haya terreno'que .tomar ó establecimientos,
que formar, después de haber-intentado en vano,
introducirse en el Hedjaz., como auxiliares de
Ibrahim-Bajá, han encontrado un fútil pretesto
para posesionarse de Aden, al Mediodía de la costa
arábiga , y al Norte en las Islas Bahreyn, á pesar
délas vivas reclamaciones de Kourchid-Bajá, ú l - :
timo lugar-teniente del Virey. En el día Moham-
med-Aly , obligado por el ataque de las potencias
coaligadas á concentrar sus fuerzas, acaba de re-
tirar sus tropas, y la Arabia va á ser nuevamente
presa de los Wahabitas, y lo que es peor, délos
Ingleses.


Pero volvamos á lbrahim-Bajá. Después de




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber obrado á la oriental, es decir esterminando,
para pacificar el Nedjed, después de haber suje-
tado á sablazos nuevas revueltas que habían esta-
llado en su ejército, el joven vencedor, conde-
corado por la Puerta con el título de Bajá de las
ciudades Santas, el primer, bajalato del Imperio,
hizo su entrada triunfal en-el Cairo el 11 de Di-
ciembre de 1819 después de tres años de ausencia.


Durante aquel tiempo habian sucedido gran-
des eosas en Ejipto; primeramente Mohammed-
Aly habia conocido que en el siglo XIX un fun-
dador de dinastía no podia decentemente dejar
de aprender á leer; habia- tomado para maestro
de escuela á un esclavo- instruido de su Harem,
que sabia leer ; habia trabajado después mas y
mas en debilitar los lazos, bien débiles ya, que
ui'ian al Ejipto con Constantinopla; la revolución
que acababa de precipitar del trono-al desgracia-
do Selim I I I , no habia tenido eco en el Cairo,
y casi al mismo tiempo se levantaban en Oriente,
uno en frente de otro, dos- innovadores, el uno
reformador truncado que no supo ó no pudo ha-
cer mas que destruir-, y nunca edificar , y cuyas
tentativas abortadas, solo han servido para acele-
rar la ruina de su imperio: el o t ro , jéuio tenaz,




1BRAHIM-BAJA. 9


vigoroso', activo, poco escrupuloso en cuanto á
los medios, pero que viéndose al fin dueño de
un poder tan ardientemente deseado , se preparaba
á arrasarlo todo para pedir á la civilización de
la Europa los elementos d e una nueva organi-
zación.


Este es el lugar de recorrer, en cuanto lo per-
mite la cortedad de esta noticia, las principales
creaciones de Mohammed-Aly, y de mirar bajo
sus dos aspectos el edificio que ha fundado.


En el momento de poner mano á la obra, co-
noció el Virey que ante todo necesitaba medios
de acción en el interior, de defensa y engrande-
cimiento en el esterior; es decir, un ejército y
una marina. Las tropas francesas que había visto
en Ejipto, le habían hecho conocer todas- las ven-
tajas de una fuerza militar regularmente organi-
zada. Pero si su superior intelijencia le libraba
de las preocupaciones orientales, no sucedía lo
mismo en los que le rodeaban, y sus proyectos
fueron acojidos , aun por sus mas allegados, con
una muy marcada antipatía; los jefes militares,
independientes hasta entonces, repugnaban verse
sujetos á una inspección regular , y la soldadesca
albanesa , con sus arraigadas costumbres de in-




1(1 PERSONAJES CELERRES.


disciplina y merodeo, que tan útil había sido a
Mohammed-Aly, era un obstáculo insuperable.


En medio de semejantes trabas fue cuando el
obstinado Bajá se decidió á hacer una primera
tentativa , que por poco tiene para él fatales con-
secuencias : al regresar de la espedicion que él
mismo había dirijido contra los Wahabitas, anun-
ció sus proyectos á las tropas reunidas en Bpulac,
y les mandó que se prepararan á someterse al
Nizam-Djeddid (nuevo orden de cosas).. Apenas
había entrado en el Cai ro , los soldados princi-
piaron á murmurar , los jefes mismos atizaban el
fuego de ía sublevación, y declararon al Bajá in-
fiel. (*) Poco tardó en estallar una insurrección
terrible; las tropas se adelantaron furiosas sobre
el Cairo, el palacio de Mohammed-Aly, en la plaza
del Ezbekieh, fue cercado y saqueado , él mismo
solo tuvo tiempo para refujiarse á la ciudadela, y
durante dos dias estuvo la ciudad en poder de
los soldados ; después de algunas conferencias, se
resignó Mohammed-Aly á diferir prudentemente
sus proyectos, y conociendo desde entonces que


(*) Un articulo del código Sunnita dice as i : «el Sobera-
no debe guardarse bien de hacer innovaciones , pues el Pro-
feta ha dicho : tuda innovac iones un error, y todo error
conduce al fuego,»




IBRAH1M-BAJA. 11


Je seria imposible realizarlos mientras tuviera uua
milicia tan turbulenta, solo se ocupó en desha-
cerse, de ella por todos medios: los cuerpos mas
insubordinados fueron dirijidos sobre el Hedjaz con
orden secreta de hacerlos diezmar por el enemi-
go. Uo jefe albanés, de los mas influyentes y
alborotadores, fue á reclamar sus sueldos atrasa-
dos ;• estaba enfermo, y el Bajá le manifestó cuán-
to se interesaba por su salud , enviándole aquella
misma tarde á su médico italiano Mendrici para
que ie ; asistiera. «El enfermo fue cuidado, dice
Mr. Mengin, con una candidez digna de Felipe
de Conmines, tofflómedicinas y viuvióúiospo-
cos días. »


Al mismo tiempo aprovechó el Bajá aquella
ocasión para realizar sus proyectos de conquista
sobre la Nútna, y todos los'países que rodean el
nacimiento del J\ilo; el mando de aquella espe-
dieian fue confiado á su hijo tercero,. Ismail-Bajá.
Este joven príucipe remontó el Kilo y llevó sus
armas- victoriosas hasta los confines del Sennar;
A i u regreso se detuvo en los alrededores de Chen-
dy, en el territorio-de los Chaykie, tribu belicosa
de la Núbia, que no había logrado someter sino
después de una resistencia desesperada. El jefe




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de la t r ibu, Nair, llamado Nimr (el t igre) por
su intrepidez, y que se había sometido , fue á en-
contrar al joven vencedor para pedirle humilde-
mente alguna disminución del impuesto que se le
habia señalado: Ismail, por toda respuesta, le rom-
pió su pipa en la ca ra , y le amenazo con ha-
cerle empalar sino pagaba la suma exijida. El jefe
núbio disimuló la rabia que le-devoraba el co-
razón;, y con la sonrisa en los labios convidó á
Ismail á que le hiciese el honor de entrar en
Chendy, ofreciéndole su casa para hospedaje. Is-
mail aceptó-, se preparó una fiesta, y mientras
los soldados ejípcios se emborrachaban de bil BU (*)
los Nubidas se arrojan sobre ellos en medio de la
noche; Nimr tomó una antorcha-y pegó fuego á
la casa que se desplomó sobre el cuerpo media
consumido de Ismail.


Al saber aquel siniestro acontecimiento, el yer-
no del Virey, el Dcfterdar Mohammed-Bey , famo-
so por su ferocidad, y que estaba entonces ocu-
pado en someter el Kordofan, corrió á vengarla
muerte de su cuñado; toda la provincia de los
Chayke, fue entregada á fuego y sangre , y se sa-
crificaron 30,000 cabezas á los Manes de Ismail.


(*) Especie de ccrbcza fuerte que preparan los Nubidas.




IBBAHIM-BAJA- 13


El Defterdar llevó la desolación y la muerte desde
el Kordofan á Chendy, hasta que el Virey, -ad-
vertido demasiado t a rde , puso fin á aquella hor-
rible carnicería, cuyo recuerdo ha quedado vivo
en el corazón de las poblaciones núbidas.


Merced á aquellas diversas espediciones, Mo-
hammed-Aly vio disminuirse mas y mas las filas
de los Albaneses, y pudo volver de nuevo á sus
proyectos de organización militar. Encontró á ma-
no al capitán Seve, que iba á probar fortuna á Per-
sia, y tuvo el feliz pensamiento de detenerle y con-
servarle á su lado. Formóse secretamente en Asso-
uan un campo de instrucción, en los límites del
Ejipto y de la JNubia, lejos de las fanáticas miradas
de los Turcos del Cairo. Levantáronse cuarteles
en la entrada del desierto; y 1,000 mamelucos (*)
sacados de la servidumbre del Bajá y de algunos
grandes del país, fueron enviados á aquel punto pa-
ra formar el núcleo del nuevo ejército. Fue nece-
sario que el mismo Ibrahim-Bajá , á su vuelta del
Hedjaz vencedor de los Wahabi tas , se colocase á
pesar de su repugnancia, á la cola del batallón


(*) Entiéndese que no se trata ahora de los Beyes Ma-
me lucos , s ino de jóvenes esclavos que los personajes eleva-
dos de Ejipto hacen educar-en sus casas.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


en virtud de su talla (*)• para aprender la- carga en
once-voces. El capitán Seve, que es el tipo mas
cabal del soldado francés, consiguióla fuerza de
perseverancia vencer la antipatía de sus alumnos,
y conciliarseel afecto de Ibrahini-Bajá, que no'tar-
d*> en conocer las inmensas ventajas que podría
sacar de la táctica europea. Cuando ya se tuvieron
cuadros que maniobraban regularmente, se ne-
cesitaron soldados para llenarlos; al principio se
llevaron negros del Sennar, pero no podian' acos-
tumbrarse al servicio militar y morían á millares:
no se podía pensar en los: Turcos , pues hubiera
sido lo mismo que proponerles que escupieran so-
bre el sepulcro del Profeta; entonces fue cuándo
Mohammed-Aly tomó la atrevida resolución dé
rej imentarlosFellahs, privados desde muchos-si-
glos del derecho de usar armas; y al mismo tiem-
po que los Turcos, heridos en su - orgullo, mur-
muraban , los Fellahsy para quienes 'era 'odioso
cualquier servicio militar, pdnian e l grito; en el
cielo. Ibrahim-Bajá contuvo á los Turcos-finjiehdó
granrepugnancia-á los proyectos de su padre, y
hablando de aquella innovación como de un capri-
cho, pasajero. En cuanto á losFellahs, fueron disei-


(*) Ibrahim es de pequeña pslntiim'. •




1BKAHIM-BÁJA. 15


plinades á fuerza de golpes de courbacfi (*), y cuan-
do hubo 15,000 rápidamente instruidos y ; ejercita-
dos, Ibrahim se declaró su jefe, con grande asombro
de los Turcos, que solo después de largas dificul-
tades se conformaron en mezclarse con semejantes
soldados.


¡Fa l taba hacerles soportar-una innovación mas
peligrosa todavía, la d?, que los Árabes fuesen admi-
tido» íauíi en los grados mas subalternos. Ibrahim
tt» verificó!-conmucha destreza: «necesitamosca-
bos de.escuádraydijo Un d iá , y serán nombrados
ronque mas e o í r á n b i e n sean Turcos ó Árabes.»
LídsíTurcos, convencidos de sstr superioridad na-
tiva en todo, se prestaron de buena voluntad á la
chanza!de SÍ} jeneral ; pero su ajilidad no corres-
pondió y el primer cabo de escuadra Árabe, ganó
su grado á la carrera (**). En el día los árabes
pueden llegar hasta él grado de capitán. Después
déla toma de S. Juan de Acre, Ibrahim había d¡-
«!«>'?'«! Al concluir Ja campaña tendremos corone-'
ies 'á íabes.» Pero el Virey no ha querido acceder
á >os !deseos dei su-hijo :• ya sea por repugnancia ó


(*) Bergájcs' (le piel fle¡Hipopótamoó de Elefante. Este
i ostrumetito desempeña jno gran papel e n todas las i n r o -
vaciones del Baj.i.


(**) Véase la obra de Mr. Barrault. Occidente y Oriente,




16 PERSONAJES CÉ1EBRES.


ya por recelo, repite con frecuencia: «Es preciso
no olvidar que solo somos 15,000 Turcos en
Ejipto.»


De todos modos aquel pequeño núcleo de ejérci-
to, creadoen -1828, ha crecido con rapidez tal, que
en el dia el Bajá tiene á su disposición 130,000
hombres de tropas regulares-, organizadas á la eu-
ropea, que han dado pruebas de lo que valían en las
dos campañas de Siria , cuyas maniobras han mere-
cido elojios de un testigo >competente , el Mariscal
Marmont (*); agregando á ellos los Beduinos irre-
gulares, los operarios de los puertos que están reji-
mentados, la Guardia Nacional, organizada en las
principales ciudades de Ejipto, los alumnos de Jas
diferentes escuelas militares, resulta que Moham-
med-Aly puede actualmente poner sóbrelas armas
mas de 260,000 hombres.


Después de haber formado tm ejéreito, prepa-
róse Mohammed-Aly para formar una marina; y
ya habia hecho construir en Marsella y en Liorna
un número bastante grande de buques, cuando la
insurrección de Grecia le hizo interrumpir sus
trabajos. El Sultán le llamó á las armas; dema-
siado débil todavia para negarse á obedecer, y


<*) Viaje del Duque de Ragusa. T. I I I , páj. 295.




IBRAHIM-BAJA. 17


por otra parte demasiado diestro para no correr á
la defensa de una causa que parecía ser la del Isla-
mismo entero, apresuróse el Virey á armar su
flota, y en el mes de Agosto de 1825, 12,000
hombres de tropas regulares, 800 caballos y 60
buques de todas dimensiones, salieron de Alejan-
dría á las órdenes de Ibrahim-Bajá. Los aconteci-
mientos de la guerra de Morea son conocidos, y
no nos detendremos en ellos; sabido es cómo
Ibrahim, después de haber pacificado á Candía y
paseado sus armas vencedoras por toda la Morea,
tuvo precisión de retirarse después del combate
de Mavarino y la llegada de las tropas francesas;
y cómo la Rusia, apelando á los sentimientos ca-
ballerosos de la Europa, hizo que. la Francia y
la Inglaterra trabajasen á su modo por la integri-
dad del Imperio Otomano, destruyendo el 20 de
Octubre de 1827 las escuadras combinadas del
Ejipto y de la Turquía.


Mohammed-Aly recibió aquella nueva con la
estoica indiferencia de un musulmán; Ibrahim-Bajá
fue acojido como si acabara de ganar una victo-
ria ; y apenas habían transcurrido dos años cuan-
do, merced á la prodijiosa actividad de un hábil
injeniero francés, Mr. de Cerizy, la playa de




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Alejandría , desierta hasta entonces, se cubría de
magníficas construcciones; los navios salían de
los arsenales como por encanto. Otro francés,
Besson-Bey, organizaba las tripulaciones y adies-
traba á la europea á los marineros del Nilo. Y en
el dia el puerto de Alejandría contiene, ademas
de los 24 buques turcos entregados al Bajá des-
pués de la batalla de Nezib, 11 navios delinea,
6 fragatas, 5 corbetas , 4 goletas,, 5 bergantines;
en todo 31 buques ejípcios, tripulados por 16,000
hombres, que maniobran con la misma ajilidad
que los marineros ingleses ó franceses.


Para hacer frente al mantenimiento de tantas
fuerzas, eran necesarios recursos inmensos; Ja
agricultura ha formado siempre la única riqueza
del Ejipto; y á consecuencia de las invasiones,
de las revoluciones, de la anarquía, de la inepti-
tud del dueño y del esclavo, el valle del Nilo,
mina de oro inagotable en otro, t iempo, cuando
era aquel pais el granero de Boma , parecía he-
rido de esterilidad y de muerte. Mohammed-Aly
trataba de; reanimarle organizando un nuevo sis-
tema de cultivo, pero para esto era preciso ser
dueño del suelo. El Virey se decidió á tentar un
golpe atrevido aboliendo todos los derechos de




IBKAHIM-BAJA. J9


propiedad. La naturaleza de esta en Ejipto es una
cuestión muy controvertida; es sin embargo cons-
tante que al advenimiento de Mohammed-Aly ha-
bia en Ejipto verdaderos propietarios; no eran
otra cosa los moultezims , y las mezquitas; y los
establecimientos públicos poseian también desde
tiempo inmemorial. El Virey invitó á los moul-
tezims y á los ulemas á que le llevaran sus títu-
los , bajo el pretesto de confrontarlos, y cuando
los tuvo en su poder, los confiscó; algunos de los
que reclamaron consiguieron pensiones vitalicias,
pero todos fueron espropiados. Solo las propieda-
des moviliarias se libraron de aquella vasta espo-
liacion. Desde entonces el Ejipto no fue mas que
un inmenso dominio esplotado por un solo hom-
bre ; el Bajá sustituyó el cultivo en grande á los
cultivos parciales, las simientes preciosas á las
comunes ; hizo abrir canales para trausportar á lo
lejos el cieno fecundador del Nilo; 1,500 jardi-
neros, hechos venir del Archipiélago y de la Euro-
pa, fueron diseminados por las provincias para dar
á conocer los mejores métodos de cultivo. Un
francés, Mr. Jumel , naturalizó en Ejipto el al-
godón arbusto, y las plantaciones multiplicadas
por el Virey, dieron hasta 947 quintales. El cul-




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo del añ i l , de la rub ia , del opio, del arroz,
del trigo y del maiz, tomó una estension pro-
díjiosa; se plantaron tres millones de pies de mo-
reras para el alimento de los gusanos de seda,
cuyos productos ascendieron, en 1833, á 30,000 li-
bras ; plantáronse igualmente veinte y cuatro mi-
llones de pies de árboles de todas clases á lo largo
de las colinas inmediatas al Nilo, y el Ejipto tomó
un nuevo aspecto.


Al tiempo mismo que se estendia y perfeccio-
naba el cultivo del suelo, creaba el Virey un gran
número de fábricas para elaborar sus productos;
fábricas para hilar el algodón y la seda, para
hacer cuerdas, tejidos de lana y gorros; fundi-
ciones de hierro colado, fábricas de paños, fábri-
cas para refinar el azúcar; de pólvora y salitre, de
productos químicos, etc . , etc.


Después de haber organizado la agricultura y
la industr ia , Mohammed'-Aly se ha ocupado de
la educación intelectual del Ejipto; ha fundado
un Consejo de instrucción pública, al cual se han
agregado escuelas de toda especie; escuela de me-
dicina, hospital civil y militar, escuela de vete-
r inaria, de infantería, de caballería, de artillería,
de música y primaria. La mayor parte de estos




1BRAHIM-BAJA. 21


establecimientos están dirijidos por franceses.
Sin embargo, si la verdadera civilización lleva


consigo necesariamente un aumento de bienestar
para las masas, apresurémonos á decir que el
Ejipto dista todavía mucho de ser civilizado; bajo
este punto de vista, tiene Mohammed-Aly en con-
tra suya un hecho que sus mas diestros apolo-
jistas podrán atenuar, pero no destruir. Desde la
espedicion francesa , las rentas totales del Ejipto
han aumentado en la proporción de uno á siete,
al paso que la población ha disminuido en un
tercio, y los dos tercios restantes son dos ve-
ces mas miserables que nunca. El Gobierno se
ha hecho fuerte y rico con toda la debilidad y
con toda la pobreza de los gobernados. Hasta
ahora el Virey no ha tomado de las instituciones
de Europa sino medios de acrecentamiento, de
acción, de organización y nada mas ; por lo que
se refiere á libertad, legalidad, humanidad, equi-
tativa repartición de derechos, garantías del débil
contra el fuerte, sentimientos de intereses jene-
rales, en cuanto á todo esto el Gobierno de
Mohammed-Aly es el mas musulmán que existe,
esto e s , el mas bru ta l , mas ciego y mas odioso.


IVo podemos describir aqu i , por falta de es-




22 PERSONAJES GÉLEBKES.


pació , el contraste aflictivo que presenta esa ti-
ranía oriental organizada á la europea, y nos
contentaremos con indicarlo en pocas palabras.
El Ejipto actual es la obra del jénio, injerta en
el egoísmo; es una máquina hábilmente construi-
da, que dos millones de hombres se fatigan en
hacer funcionar en provecho de uno solo. El
Fellah cultiva y el Bajá rccoje; el Fellah fabrica
y el Bajá vende; el Fellah trabaja, sufre y mal-
dice al Bajá, el cual estruja , apalea y esplota
al Fellah. En una palabra, el Bajá tiene un bri-
llante ejército, una hermosa flota, bellas manu-
facturas y plantaciones , pingües rentas , y puede
decirse sin exajeracion, que las cuatro quintas
partes de sus subditos se consideran felices cuan-
do na se mueren materialmente de hambre. ¿Es
este un buen modo, de iniciar á un pueblo en las
dulzuras de la, civilización? Sin duda alguna el
estado permanente de guerra impuesto á Moham-
med-Aly, entra por mucho, en las miserias del
Ejipto; no hay duda en que solo por la fuerza
podia ser arrancado el Fellah á sus inveterados
hábitos de pereza, y es probable que se alijerarán
algún dia las enormes cargas que sobre él pesan.
Sin duda vale mas el Gobierno opresor pero vivaz




IBKAHIM-BAJA. 23


del Ejipto, que la moribunda anarquía del Impe-
rio Otomano; sin embargo, si es injustificable la
t iranía, eslo sobre todo cuando obra en contrario
del objeto que se propone. Y sin hablar de la
degradante caza de hombres á que se llama en
Ejipto la conscripción , de esa jerarquía adminis-
trativa que se presenta bajo la forma de una cas-
cada de estorsiones, de afrentas y dé apaleos,
que cae sin cesar desde el Bajá sobre el Mvudyr,
del Moudyr sobre el Maimour, del Maimour sobre
el Nazir, del Nazir sobre el Gheik-el-Beled, para
llover desde alli sobre el desdichado Fellah; ¿como
justificar el monopolio absoluto del comercio que
quita al trabajo el interés, que es su principal
móvil, y su mas poderoso atractivo el bienes-
ta r? ¿Cómo justificar sobre todo la inicua y ab-
surda ley de mancomunidad para el cobro de los
impuestos, que obliga al hombre trabajador apa-
gar por el ocioso, y que estiende sus redes por
todas las provincias, cada una de las cuales debe
llenar el vacío que resulte para el tesoro, de la
insolvencia ó mala voluntad de una ó de muchas
de ellas ? ¿ Cómo se ha de constituir un Gobierno
duradero , cuando su única base es el odio y el
detrimento del mayor número ? ¿ Puede haber




24 PERSONAJES CELEBRES.


ademas una situación, por escepcional que sea,
que pueda absolver un sistema que tiende visible-
mente á la destrucciou de la especie humana?


Véase, pues , porque la Francia , que tiene el
mayor interés en que el Ejipto sea fuerte y pros-
pere, debe , aun á costa de la guerra , conquistar
para Mohamuied-Aly la independencia y la paz;
que el Virey, libre por todas partes, y dueño de
elejir su camino, esté al fin en posición de pro-
bar á la Europa, que no es uno de esos jénios ma-
léficos que oprimen un instante la humanidad y
desaparecen, sino uno de esos rejeneradores de
los pueblos que sobreviven por sus obras, y dejan
un nombre apreciado de la posteridad.


Hacia ya mucho tiempo que Mohammed-Aly
codiciaba la Siria, y en aquel deseo habia otra
cosa que un instinto de rapacidad; entre la Si-
ria y el Ejipto existen afinidades de todas clases;
razas, idioma, historia, todo les es común ; á su
vez el uno ha obedecido y el otro mandado, ó
ambos han sufrido al mismo tiempo el yugo es-
tranjero. Sepa rados únicamente por un desierto de
algunas jornadas , cada una de aquellas dos pro-
vincias es la frontera de la otra, y constituye su
debilidad ó su fuerza, según le es hostil ó amiga.




1BRAHIM-BAJA. 25


E r a , pues , fácil prever que la primera de las
dos que tomase consistencia , procuraría inmedia-
tamente apoderarse de la otra. Ademas, en Siria
hay bosques magníficos, minas de carbón y una
población vigorosa, y el Ejipto carece de made-
ras para su marina, de carbón para sus manu-
facturas y de hombres para todo. Mohammed-Aly
la habia pedido por primera vez al Sul tán , en
premio de sus victorias sobre los Wahabitas , y
después por el apoyo que le habia dado en Ja
guerra de Morea. Dos veces se la habia prometi-
do el Sultán, y otras tantas habia faltado á su pa-
labra. El Virey halló un pretesto para invadirla
en la deuegacion que le hizo Abdallah, Bajá de
Acre, de reintegrarle una deuda de 11.000,000
de piastras, y de devolverle 6,000 Fellahsejipcios
que estaban emigrados en su bajalato. Un ejér-
cito de 40,000 hombres entró en Siria el 27 de
Noviembre de 1831; Ibrahim-Bajá se presentó ante
los muros de San Juan de Acre. El sitio de esta
plaza, considerada intomable en Oriente desde
que no pudo apoderarse de ella Bonaparte, fue
seguido con vigor pero sin método; duraba ya
cinco meses , cuando supo Ibrahim que el ejér-
cito turco se reunía en la alta Siria; tuvo que




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


marchar á su encuentro , y Mohammed-Aly envió
á Acre al injeniero piamontés Komey, que diri-
jió un ataque regular, y la plaza fue tomada en
quince dias. El Virey y su hijo habían sido de-
clarados rebeldes, y se lanzó contra ellos un fir-
man de escomunion. Ibrahim se adelantó sobre
Homs , y el 17 de Julio de 1832 se encontraron
por primera vez frente á frente tropas musulma-
nas disciplinadas á la Europea. Los Turcos, aunque
en número superior, fueron completamente derro-
tados. A los pocos d i a s , en Beylan, el ejército
turco fue también vencido, y por último una
tercera y brillante victoria, conseguida en Konieh,
el 21 de Diciembre de 1832 , abrió á Ibrahim las
puertas» de Constautrnopla. Aquel fue para el Virey
un hermoso momento, un momento decisivo, en
que era preciso ob ra r , y en el que le faltó atre-
vimiento-, ocasión preciosa y perdida para siem-
pre , en que podía realzar el trono de los Sulta-
nes, y decidir de una vez esa cuestión de Oriente,
cuya solución trastornará la Europa, mas pronto ó
mas tarde. Mr. Thiers dijo el año último en la
tribuna, que en 1833 el Bajá habia recibido una
lección ; que habia querido marchar sobre Cons-
tantinopla , y que se encontró que la Rusia habia




IHBAHIM-BAJA. 27


llegado autes que él. Mr. Thiers había olvidado
completamente los hechos. Ibrahim-Bajá estaba
en Konieh el 22 de Diciembre de 1832, á 100 le-
guas de Coustantinopla; podia fácilmente llegar
allí en los primeros quince dias de Ene ro ; la es-
cuadra rusa no pudo entrar en el Bosforo hasta
el 20 de Febrero, y las tropas de desembarco no
llegaron hasta el día 7 de Abril. Todo el ejército
turco se habia dispersado, y nada se oponía pues
á la marcha de Ibrahim. Los pueblos, descon-
tentos de las bruscas innovaciones de Mahmoud,
y desanimados por sus reveses, llamaban á voces
al vencedor; el mismo sultán vacilaba en intro-
ducir los Giaours en Stamboul, la bien guarda-
da : los ulemas estaban dispuestos á declararle
infiel; todo se prestaba á la inauguración de una
nueva; dinastía. Mohammed-Aly pensó un momento
en embarcarse en su flota y llegar delante de Cous-
tantinopla, al tiempo mismo que su hijo, al frente
del ejército, circuyese las riveras de Scutary; no
se atrevió, y lo que entonces hubiera sido fácil,
se ha hecho casi imposible en el día. Los acon-
tecimientos sucesivos son sabidos: Ibrahim se de-
tuvo en Kutahyeh , la diplomacia europea se mez-
cló en el asunto, y se hizo un tratado que dio á




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly la posesión de toda la Siria, hasta
Adana. El Sultán intentó romperle el año último;
la nueva y brillante victoria de Ibrahim en Ne-
zib el 24 de Junio de 1839, la repentina muerte
de Mahmoud, la defección de su escuadra, el
arreglo próximo á concluirse entre las dos partes
contendientes, la intervención brusca y fatal de
la Rusia , la Inglaterra, el Austria y la Prusia,
la aptitud tomada por la Francia, son hechos todos
demasiado recientes ara que necesitemos detener-
nos en ellos.


Basta haber estudiado un poco el carácter de
Mohammed-Aly, para convencerse de que no cede-
rá la Siria , que le pertenece primero por derecho
de conquista, y después en virtud de un tratado
ratificado por los mismos que en el dia quieren
quitársela; ¿si se traba seriamente la lucha, re-
sistirá el Bajá solo á las fuerzas combinadas de
la Inglaterra, de la Rusia y del Austria ? Parece
difícil creerlo. ¿Será arrojado á Ejipto, ó mas
bien destituido, como decia no ha mucho la Ga-
ceta de Ausburgo} Esto toca á la Francia. Si
quiere que el pais mas bello del mundo sea divi-
dido á sus barbas en dos partes; si quiere, para
servirnos de una espresion de Mr. de Carné, que




IBI\ AHIM-BAJ A. 29


Alejandría señale la venta cuyo precio será Cous-
tantinopla si quiere encontrarse, tal vez dentro
de veinte años , sofocada y majada entre dos co-
losos , el despotismo ruso asentado desde el Polo
norte hasta la frontera de Alemania, y el bloqueo
inglés establecido desde Calcuta á Londres; si en
nna palabra, la Francia quiere pasar á ser una
potencia de segundo orden , solo con que hable
mucho, se eruze de brazos y deje hacer, pronto
quedará hecho


Sin embargo, como hace veinte y cinco años
que la diplomacia europea vive de contemporiza-
ciones y aplazamientos, es posible que Mohammed-
Aly, instigado por el Gabinete francés, acepte y
reciba la posesión vitalicia de la Siria. Solución
perfecta verdaderamente, pues el Bajá tiene mas
de 71 años , y todo el mundo sabe lo que sig-
nifica en Oriente la palabra vitalicia, donde todo
lo es, y donde no liay un adarme de diferencia
entre la propiedad y la posesión; de donde se
sigue que dentro de seis meses, un año tal vez,
el problema se presentará de nuevo mas amena-
zador que nunca, y la Francia se encontrará en-
tonces medio comprometida en un camino fa-
tal , la desmembración del Ejipto. Entretanto que




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


principia la lucha, nos parece oportuno hacer
entender, que esa integridad del Imperio Oto-
mano, con que se nos embauca, es una quimera
de la misma especie que la alianza Anglo-fran-
cesa. El Imperio Otomano, cien veces se ha re-
pet ido, es en el dia el Imperio de una ciudad,
cuya llave se llevó en el bolsillo el conde Orloff,
en 1833, al tiempo mismo que decia á voces que
se iba con las manos vaei'as. Ese simulacro de
Imperio durará tanto cuanto plazca á la Rusia,
que no tiene tanta prisa de acabar con él, como
jeneralmente se cree; lo que ella necesita son los
Dardanelos y un predominio absoluto en el Bos-
foro , que tenga todas las ventajas de la posesión,
sin los inconvenientes, que serian muchos y de
varias clases. Un siglo hace que resuenan en la
historia los golpes terribles que da la Rusia á
su desgraciado vecino; ahora lo tiene bajo sus
pies , va á ponerle al cuello la cadena, y aun le
dejará vivir un poco, hasta que le convenga ma-
tarle. ¡Es tan magnánima la Rusia!


Con respecto á la Inglaterra, en cuanto á prin-
cipios, tiene una deuda enorme, una deuda cuyos
réditos ascienden á 700.000,000 que ha de buscar
y pagar en todos los puntos del globo. El solo




Í B R A H I M - B A J A . SI


producto de sus aduanas le da 600.000,000, que
prefiere á todas las Constituciones y á todas las
banderas del mundo. Bien sabe ella que un dia ú
otro tendrá que reñir con la Rusia sobre el Indo;
pero esta es una eventualidad secundaria: el Asia
central es grande, y hay mucha distancia desde el
mar Caspio al Occéano Indico. El asunto que mas
prisa le eorre hoy, es el del Bosforo, que ame-
naza volverse ruso. Trátase de saber lo que val-
drá mas, si oponerse ó si resignarse mediante una
buena compensación; si pues se permitiese á la
Inglaterra apropiarse la inmensa línea que une
á Gibraltar con Bombay, pasando por .Alejan-
dría , ¿por qué la constitucional Albion no se ha-
bía de mostrar acomodaticia con el Scar y no ha-
bía de ceder también alguna cosa?


Entre estas dos codicias igualmente ardientes,
con una Austria medrosa, y una Prusia moscovi-
t a ^ la Francia debe prepararse de antemano para
su aislamiento. Bajo este punto de vista, el for-
tificar á París es un pensamiento hábi l , feliz y
nacional; pero no basta : lá Francia no debe em-
peñarse en conciliar cosas inconciliables , y ocu-
parse mucho de un statu quo que es enteramente
en detrimento suyo. Cuando en el seno de un




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


Imperio, que perece rodeado de dos enemigos
prontos á arrojarse sobre su cadáver, sale una
fuerza joven y vivaz, que puede crecer, mejorar-
se , impregnarse de nosotros, y servirnos de útil
ausilio contra proyectos ambiciosos; cuando se
realiza un hecho semejante, la Francia debe te-
nerlo en cuenta , y no obstinarse en conservar
un equilibrio imposible entre lo que nace y lo
que se muere. Por mas que haga, en un porve-
nir mas ó menos lejano, tendrá que escojer entre
el Cairo y Stamboul.


Si esa tribu del Mar Caspio, que en otro tiem-
po hizo temblar á la Europa, se pierde y desapa-
rece en el dia en Oriente, el islamismo, que no
es de su fecha , no se irá con ella; puede modifi-
cándose volverse á levantar. Sea Ibrahim digno
de su padre ; haga mas todavía, busque en la ci-
vilización otra cosa que el arte de estrujar á un
pueblo; funde su poder en el interés del mayor
número , y en el dia del peligro reunirá á su voz
millones de hombres que pedirán á la Francia,
contra el común enemigo, un apoyo que ella no
deberá ni podrá negarles.




(9 4




Lito dtî i ' a : . U - f




fe


EL CONDE DK ' " : ' v * 4


FLORIDABLANCA.


He creído desde mi juventud que mi
vocación era y debia ser la de tra-
bajar, sin mas objetos que el de ser-
vir á mi Bey y á mi Patria, y de
adquirir la mejor y mas universal re-
putación.


Representación del Conde de Flori-
ilablnma al ST. D. Carlos III, en ta
que le refirió los hechos principales de
su Ministerio.


En el orden físico como en el moral , siempre
la reacción fue ley de la naturaleza. Sin los es-
travíos del último período del reinado de Luis XIV,
y los errores de la famosa Rejeucia en la minoría




'2 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


de Luis X V , á buen seguro no habrían adqui-
rido nunca la importancia que tuvieron los filóso-
fos del siglo XVIII. Voltaire, por mas talento,
ó diciendo mejor, por mas imajinacion que le hu-
biese concedido el Criador, en otra época que
no hubiera sido de reacción, habría sido consi-
derado como un loco peligroso para la sociedad,
que quería conmover en sus fundamentos, po-
niendo en ridículo lo que los hombres habían ve-
nerado hasta entonces para su bien y su ventura.
El filósofo de Jinebra habria sido juzgado en su
Contrato social, si la época en que lo escribió
no hubiese sido de reacción, como hoy le miran
muchos, es decir, como un paradojista que veía
en la civilización una destrucción de la libertad y
de la moral , en vez de ser su necesario desarrollo;
y que sacando su tipo ideolójico del estado de
naturaleza, dedujo necesariamente tan solo con-
secuencias absurdas , sistemas delirantes, y prin-
cipios disolventes.


Nuestra situación política fuera hoy mas risue-
ñ a , acaso, si el Rey Fernando, mal aconsejado
á la vuelta de su cautiverio en la transición po-
lítica de 1814, no hubiese aceptado el principio
de reacción, que una vez seguido, levanta y em-




t'LOKlDABLANCA. 3


bravecc las tormentas políticas desencadenando las
pasiones.


No es , pues, sino muy natural que el juicio
histórico del hombre eminente del siglo XVIII y
principios del XIX , cuya biografía vamos á es-
cribir, haya sido formado veinte años hace de
una manera, y ahora le juzguemos de o t ra : lía-
sele calificado entonces como poco liberal y anti-
progresista; nosotros hoy le presentaremos al juicio
público como un reformador juicioso. Empapados
sus jueces de entonces de las encantadoras teorías
de los enciclopedistas, escitadas sus cabezas por
los principios que afectaban la imajinacion, con
tanto mas calor cuanto era preciso adquirirlos
bajo la impresión del miedo y al abrigo del mis-
terio , fascinados por las májicas palabras de li-
bertad , de igualdad y de soberanía popular, dis-
culpable era juzgar severamente á todo hombre
que, mas cuerdo ó mas cauto, hubiese visto al tra-
vés de esta fraseología, que tenia mucho de me-
tafísica, peligros para la sociedad, trastornos y
calamidades para el porvenir.


No es pues estraño, repetimos, que al insigne
Conde de Floridablanca se le juzgase, por los pu-
blicistas de antaño, de otro modo que lo haremos




1 P E H S O N A J E S CÉLEBRES.


nosotros hoy, después que curados por solemnes
desengaños hemos aprendido en el libro de una
esperiencia d u r a , que formar teorías no es gober-
nar , y que sin gobierno fuerte y jus to , sean
cualesquiera sus formas, no hay dicha para los
pueblos. En fin, juzgárnoslo en una época en que
acaso empieza también otra nueva reacción de
ideas, pero en dirección completamente opuesta
á las doctrinas de los enciclopedistas franceses, y
prefiriendo el modo de pensar de los filósofos ale-
manes , que mas prudentes ó mas prácticos toman
en cuenta al hombre de la sociedad en vez del
hombre de la naturaleza. Vengamos, pues, á
nuestra biografía.


J). José Moñino, Conde de Floridablanca, nació
en Murcia el 2 1 de Octubre de 1 7 2 8 . Su familia
era de antigua nobleza en la provincia (*); pero
su fortuna consistía en un pequeño patrimonio en


(*) La familia de Moüino era orijinaria de Aragón. Sus
antepasados obtuvieron empleos, honoríficos. D. Alfonso y
D. Toribio Pérez Moñino décimo cuarto y décimo tercio
abuelí. del Conde obtuvieron el titulo de Proceres ó ricos
homes en los reinados de Fernando I V , Alonso XI y Don
Pedro. Su undécimo abuelo I). Benito Pérez Moñino obtu-
vo en 1397 de la Cancillería de Valladolid su ejecutoria
de hidalguía en juicio contradictorio.— L I S T A . Elojio histó-
rica ilc Floridablanca , publicado en Sevilla en IHO!>.




FLORtl)AMA!NCA. ;>


tierras, insuficiente para sostener una numerosa
familia. Dedicóse, pues, Moruno desde sus prime-
ros años á los estudios, y siguiendo la carrera de
leyes con gran aprovechamiento, hízose abogado.


En 1766 fue llamado Moñino por Carlos III
al elevado puesto de Fiscal en el Supremo Consejo
de Castilla, puesto de la primera importancia eu
la monarquía de entonces, pues que este Consejo
era, después del Rey , el arbitro de los destinos
y del gobierno del país. Mas si el puesto de Fis-
cal en el Consejo de Castilla era de suyo de mu-
cha consideración, éralo infinitamente mas en el
año de 1766 en que Moñino fue nombrado para
asociarse en sus importantes trabajos con su com-
pañero, también F'iscal á la sazón, el ilustre Don
Pedro Rodríguez Campomanes, después Conde
de Campomanes.


En Marzo de este año se había verificado el
. suceso conocido con el nombre de motín de Ma-
dr id , en tiempo del Ministerio Esquilache, que
reprimió y castigó el célebre Conde de A randa,
entonces Presidente del Consejo de Castilla. Atri-
buyóse aquel escándalo á los Jesuítas, acaso sin
todo el fundamento que hubiera sido necesario
para justificar las graves providencias que se to-




6 PERSONAJES CELEBRES.
marón , y principalmente el modo estrepitoso de
ejecutarlas. Aquella corporación á la verdad era
sobrado fuerte y poderosa, á la sazón, para dejar
de ser temible á la seguridad del Es tado , como
lo es siempre todo poder , sea el que quiera su
orijen, cuando <no es legal: pues que siempre se
convierte en peligroso todo centro de acción ilegal,
porque á su derredor se agrupan como por ins-
tinto todas las pretensiones, todos los descon-
tentos, y en fin, todas las malas pasiones. Sea
de esto lo que quiera , no es temerario decir que
el Gobierno del gran Rey Carlos III fue uno de
los mas fuertes, y al mismo tiempo mas ilustra-
dos que conoció la Monarquía española. Su his-
toria militar no deberá compararse con la de Car-
los V ni Felipe I I ; mas su fuerza material era
inmensa: díganlo el estado de la administración
interior, y la existencia de una marina que con-
taba á su muerte 294 buques de guerra, y entre
ellos 76 navios de línea y 51 fragatas. Su impor-
tancia moral era reconocida en la Europa, que
mas de una vez se dirijió a Carlos III para me-
diador y componedor de sus diferencias. Aun mas,
el solo bien que de los trastornos de la sociedad
moderna han recojido los pueblos en compensa-




FLOllIDABLANCA. 7


eion de tantos males , ha sido sin duda el fo-
mento y especial protección de los intereses ma-
teriales, y el desarrollo de los manantiales de la
riqueza pública, la agricultura, las artes y el co-
mercio : pues b ien; el oríjen y principio de este
desarrollo en España fue debido al Rey Carlos III;
y á su Ministro Floridablanca toca una gran parte
de esta gloria, que la historia no puede negarle.
Volvamos á nuestra biografía.


Coetáneamente al nombramiento de Moñino
para su plaza de fiscal del Consejo de Castilla,
aviváronse las acriminaciones contra la Compañía
de Jesús , atribuyéndola proyectos de conspiración
contra el Estado; apoyándose los partidarios de
la espulsion de los Jesuitas, en las doctrinas sobre
el rejicidio y tiranicidio que habian proclamado
algunos escritores de esta orden. Triunfaron, pues,
sobre la Compañía los jansenistas, sus antagonis-
tas teolójicos, apoyados también por el Duque de
Choiseul, á la sazón Ministro de Francia en Ma-
drid , el que logró que el Ministro Roda decidiese
al Rey, y este resolviese el estrañamiento de ios
Jesuitas, y como consecuencia la ocupación de
sus bienes. Sobre esta ocupación, que suscitó se-
rios debates, el Rey se dignó oir al Consejo, y




8 PERSONAJES CELEBRES.


este á sus Fiscales Moñino y Campomanes. Los dic-
támenes de estos dos célebres hombres de Estado
sobre la aplicación de los bienes de los Jesuitas,
una vez estinguida en España la Compañía, son
documentos capaces por sí solos de fundar una
reputación. En ellos brilla una erudición inmensa
y un gran fondo de ciencia teolójica y canónica,
á la par con una piedad y un catolicismo inta-
chable; y se vé al mismo tiempo una profunda
ilustración, al trazar con mano sabia y justa la
línea delicadísima entre el poder temporal y el es-
piritual ; la consideración al sacerdocio y el res-
peto á la tiara, con el mantenimiento de las leyes
del reino y la defensa de las regalías de la Corona.


No menos importantes que estos fueron los
trabajos del Fiscal Moñino en otro gran negocio
que honra el reinado de Carlos III r hablamos del
famoso espediente del Obispo de Cuenca. La prag-
mática de 2 de Abril de 1767 espelió de los do-
minios de España á los Jesuitas, y los estrañó
motu propio sin participación de la corte de Roma.
Suceso era este, en la época en que pasaba, de im-
portancia suma y de no menor trascendencia : y
era muy natural que una corporación tan influ-
yente y poderosa, como lo era entonces la Coni-




FLORIDABLAKCJ. !'


pañía de Jesús, pusiese en juego su influjo y su
poder contra un verdadero golpe de Estado dado
por Carlos I I I , no solo con la pragmática de es-
pulsion , sino con su ejecución, en la que se em-
pleó tanto lujo de rigor, que en un mismo dia y á
una misma hora en toda España fueron presos y
espulsados del reino los Jesuítas: modo de ejecu-
ción que pocas veces puede ser necesario y nunca
puede ser aplaudido. También la corte de Roma
debía mostrarse resentida al ver proceder al cató-
lico Carlos III con una especie de independencia
á que no estaba acostumbrada de parte de la corte
de España; pero se las habia con un Rey enér-
jico y celoso de su autoridad, y sobre todo fuer-
te ; asi que hubo de resignarse por el momento,
dirijiendo los rayos del Vaticano contra el débil
Duque de Parma, que se habia permit ido, sin
el permiso de Roma, dar un edicto para correjir
abusos en sus Estados. Este edicto fue condena-
do por el Papa, anatema que en aquella época
tenia gran valía. Buscó el Duque de Parma la
mediación de sus ilustres parientes el Rey de Fran-
cia y el de España, contra la ira de la Santa
Sede; pero negóse el Papa á deponer su rigor
eontra el Duque , como se lo rogaron aquellos




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Soberanos, singula miente Carlos I I I , insistien-
do en la retractación del edicto, apoyándose en
que sus disposiciones contravenían á lo dispuesto
en la Bula conocida con el nombre de In csena
Domini. Sentido Carlos III de la poca eficacia de
su mediación, y justamente temeroso de la inva-
sión de la corte de Roma en sus derechos como
Soberano, mandó examinar la Bula In ccena Do-
mini , y de su examen resultó que no habia sido
recibida en España lejítimamente, y era opuesta
á los derechos de la Soberanía, Mandó en con-
secuencia Carlos III recojer la citada Bula y bor-
rarla de los rituales y libros públicos, poniendo
en el!os una nota de que dicha bula no admiti-
da en España no obligaba. Pretendieron algunos
Obispos reclamar contra lo dispuesto por el Rey,
y sostener la Bula , siendo el principal de ellos
el Sr. Carbajal, Obispo de Cuenca. Aun antes de
la espulsion de los Jesuítas se habia propasado
este prelado á escribir al P . Fr. Joaquín de Osma,
confesor del Rey , una amarga carta contra el
Monarca, en que le acusaba de perseguir á la
Iglesia y á sus ministros. Dolióle al piadoso Rey
acusación tan dura como infundada, y mandó que
el Obispo de Cuenca probase su dicho. El pre-




l ' L O K I D A B L A I N C A . í l


lado dirijió una especie de Memorial de car-
gos, que el Rey pasó al Consejo, y este qui-
so oir á sus dos ilustres fiscales. Moñino, que lo
era de lo criminal, pulverizó la indijesta acusa-
ción del Obispo de Cuenca, y lo mismo hizo el
fiscal de lo civil el Sr. Campomanes; y ambos
en sus dictámenes, en que reunieron gran copia
de doctrinas teolójicas y canónicas, demostraron
al Obispo de Cuenca sus equivocaciones, fijando
los Fiscales los verdaderos principios del derecho
civil y canónico respecto á las prerogativas de la
Corona; y no se contentaron con esto, sino que
rebatiendo sus doctrinas , pidieron ademas se hi-
ciese venir al Sr. Obispo de Cuenca ante el Pre-
sidente del Consejo, para que recibiese una repri-
menda y se le espresase haber sido del desagrado
del Rey sus injustas é impertinentes reclama-
ciones. Conformóse el Consejo con el dictamen
de los sabios Fiscales; y si bien eludió el Obis-
po el venir á Madrid, escudándose con su sa-
lud y certificaciones de médicos > los Fiscales
sostuvieron con un tesón digno ét su reputación
el acuerdo del Consejo; le dieron publicidad so-
lemne , y dejaron bien paradas la autoridad
del Monarca y la dignidad de la Corona contra




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


las pretensiones escesivas del poder eclesiástico.
Tuvo también mucha parte el Fiscal Moñino


en decidir al Rey á reducir á sus justos límites
la jurisdicción eclesiástica de la Inquisición, man-
dando á los Inquisidores que observasen las leyes
del Reino, y no formasen procesos sino en mate-
rias de herejía y apostasía: que no pusieran en
las cárceles á los subditos del Rey sin pruebas
claras y evidentes de sus delitos, ni impidiesen
la jurisdicción y los procedimientos de los otros
Tribunales , so pena de ser responsables al Trono
de su conducta.


Mas todos los siglos tienen sus condiciones; en
el siglo XII un ermitaño con su crucifijo condujo
media Europa á Palestina. F.n el siglo XVI las ar-
mas y las artes españolas llegaron á su apojeo. El
siglo XVIII fue el de la exajeracion de las refor-
mas , y al XIX acaso está reservado el traerlas
al punto de razón y de conveniencia pública, de
donde nunca debieron salir. Cada época, en fin,
tiene sus caracteres, y en la de Carlos I I I , si
bien la alta jdstieia del Rey y la sabiduría de sus
Ministros, con especialidad del gran hombre cuya
biografía escribimos, se encaminaban á refrenar
las invasiones y demasías de Roma, era sin en-




F I . O I S l D A B L A S C i . 1 8


bargo esta corte un elemento de la primera in-
fluencia en los asuntos públicos; aunque su im-
portancia y consideración iban recibiendo por.
efecto de sus demasías rudos golpes. Sea como
quiera, el católico Mocarea Carlos III miraba y
no podia dejar de apreciar como de suma impor-
tancia la armonía con el Pontífice, turbada hasta
cierto punto , ya por la anulación de la Bula Jti
ca'iia Domini, ya por las restricciones impuestas
a la Inquisición , ya en fin por la espulsion de
los Jesuítas, sin intervención de Roma, cuyo
sello de aprobación deseaba el Monarca español
para tranquilidad de su conciencia.


Con fin tan importante nombró Carlos III á
1 ) . José Moñino, Conde de Floridablanca, su
Ministro plenipotenciario en Roma, á principios
del año de 1 7 7 3 ; y el ilustre Fiscal del Consejo
de Castilla desempeñó su misión diplomática con
tan feliz éxi to, que en Julio del mismo año se
publicó la Bula de Clemente XIV estinguiendo la
Compañía de Jesús: negociación tan diestra y
difícil que estuvo en poeo haberse deshecho des-
pués de terminada; tal era la repugnancia del Papa
Clemente á sancionar la estincion. Aun hizo mas
el hábil Conde de Floridablanca; estrechó de




14 PERSONAJES CELEBRES.


nuevo las entiviadas relaciones de España con la
corte del Vaticano. IJI superioridad de su jénio,
desplegada en Roma , acreció tanto el influjo de
la España en aquelle cor te , que puede asegurar-
se, sin temor de ser desmentido, que á la in-
fluencia diplomática de FloridaManca debió es-
clusivamente Pió VI su exaltación al Pontificado,
y con ella se siguió la preponderancia de la Es-
paña en la capital del mundo católico.


Éxito tan brillante de parte de Floridablanca,
no podia dejar de influir en el ánimo previsor y
sesudo de Carlos III, para que le mirase como uno
de los primeros hombres de Estado de la Monar-
quía ; y bajo este concepto llamóle al Ministerio
de Estado en 19 de Febrero de 1777.


A esta época acababa de salir de Cádiz una
espedicion destinada á tomar satisfacción de los
insultos que los Portugueses nos habian hecho
en el rio grande de S. Pedro, al mismo tiempo
que la Inglaterra y la Francia querían constituir-
se mediadoras de estas diferencias. El primer acto
del Ministerio de Floridablanca fue rehusar toda
mediación, y ajustar el tratado preliminar de 1."
de Octubre de 1777, llamado de Límites, en
que adquirió para España la importante Colonia




FLORTHABI-AKCA. 15


del Sacramento , cerró la entrada del rio • de la
Plata, y restableció las buenas relaciones con Por-
tugal. También valió á la España la diestra di-
rección del Conde en las relaciones esteriores, la
adquisición de las Islas de Fernando Pó y Anno-
bon, y la garantía de los Portugueses para la
seguridad del Perú y demás provincias de la
América meridional, contra los enemigos esterio-
res y contra las sublevaciones internas; garantía
de gran precio mas tarde cuando estalló la guerra
entre Inglaterra y España.


Servicios eran estos de suma importancia que
el justo Rey Carlos III quiso recompensar, dan-
do á su primer Ministro la gran Cruz de su
nombre; condecoración , entonces, de gran valía,
pues recien instituida no se habia prodigado. Mas
el modesto Conde se negó resueltamente á tomar-
la, solicitando la munificencia del Monarca en fa-
vor de los Ministros Conde de Riela, D. José Gal-
vez, y Marqués de Castejon, sus compañeros, los
cuales obtuvieron cada cual una gracia, al paso
que el primer Ministro no aceptó ninguna.


Obra fue también de Floridablanca la enton-
ces importante reconciliación con el Rey de Mar-
ruecos , el que mandó á Carlos III á Ben-Otoman




10 PEBSOSAJES CELEBRES.


de Embajador. Entabláronse al mismo tiempo
relaciones con la India Oriental, que pudieran
servir en el caso de un rompimiento con los In-
gleses ; sobre todo si tomaba calor en el Gabine-
te Británico el designio ya formado de apoderarse
de Manila, si l i oportunidad se presentaba, cuan-
do la guerra estallase, lo que no era demasiado
remoto. TJllimamente se hizo la paz con la Puerta,
y mas tarde se verificó el bombardeo de Arjel.


Preparábase sin descanso el diestro Ministro
de Estado, para el caso harto probable de una guer-
ra , haciendo alianzas y estrechando relaciones, no
solo fuera de la Europa, sino en Europa mismo,
donde las entabló estrechas con el Gran Federico
de Prusia, estableciendo por primera vez comuni-
caciones diplomáticas con la Prusia, mandándose
recíprocamente ambas Cortes ajentes diplomáticos.
Cultivó al mismo tiempo Floridablanca, para
contrapesar las influencias de la Inglaterra, sus
relaciones con la Rusia, cuya potencia no solo
no se alió con la Inglaterra, después que la guerra
hubo estallado , sino que hasta envió de propósi-
to dos fragatas de su marina cargadas de efectos
navales, en el tiempo que la guerra impedia el
paso de ellos, para el servicio de nuestra armada.




FLORIDABLANCA. 17


Y auu logró mas , pues obtuvo que la Emperatriz
de Rusia se pusiese á la cabeza de casi todas
las naciones neutrales, para sostener el honor de
su pabellón, que es lo que se llamó neutralidad
armada. En suma, la destreza del Conde de
Floridablanca privó á la Inglaterra en aquella
guerra de todos los recursos de las potencias ma-
r/timas, sin escluir la Holanda.


Altamente hábil fue asimismo la negocia-
ción dirijida por Floridablanca para enfrenar los
desmanes que la Inglaterra tenia costumbre de
hacer con los neutros. Sirvióse de los deseos que
la Emperatriz de Rusia mostraba siempre de acre-
centar la importancia y la influencia rusa en Eu-
ropa, sirviéndose de ella para aclarar y lijar el
derecho de navegación con pabellón neutro.


Procuró, aunque en \ a n o , Floridablanca evi-
tar el rompimiento entre la Inglaterra y la Fran-
cia , á causa del justo resentimiento de los In-
gleses contra ella, por los auxilios que prestara
á la insurrección de sus Colonias americanas; pero
sin sacar fruto de sus esfuerzos, la guerra entre
Franceses é Ingleses estalló en 1778. Una vez
estallada trübajó Floridablanca con gran destreza
pa a lograr una reconciliación bajo la mediación


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


de Carlos I I I , la cual fue aceptada por ambos
potencias. Proponíase el hábil negociador español
eh todos estos pasos, obtener, si podia, la paz
para todos ; y si no era posible y la España se
veia forzada, como él pensaba que podia suceder,
á tomar parte en la guerra , que esta le cojiese
preparado: en lo que empleaba todos los esfuer-
zos y todos los grandes medios de que el Gobierno
español podia disponer entonces.


En este conflicto entre Ingleses y Franceses,
la Francia, fundada en el pacto de familia, instaba
á la España para que se declarase y obrase como
sua l i ada , desde que rompió en hostilidades con-
tra la Inglaterra. Floridablanca, circunspecto y
diestro, negóse con firmeza á las exijencias de la
Franc ia , fundando su repulsa y su opinión en
que no se estaba en el caso del pacto de fami-
lia , porque la Francia no se había acomodado á
las disposiciones de aquel Tratado , habiendo
hecho sin conocimiento de la España un Tratado
de alianza con los Estados-Unidos, notificándolo
á la Inglaterra, sin previo conocimiento del Ga-
binete español. Unió á esto Floridablanca con
habilidad esquisita su terminante negativa de re-
conocer la independencia dolos Estados-Unidos,




l l .ORTDABLANCA. 19


declarando no los reconocería hasta que lo hu-
biese hecho la Inglaterra. Conducta tan leal no
pudo dejar de obligar á los Ingleses, por de pron-
t o , á deponer ün tanto su desconfianza del Go-
bierno español, y se prestó ó mostró prestarse á
la mediación de Carlos III para ajustar las con-
troversias pendientes.


Mas de un año hizo durar el hábil Ministro
de Carlos III estas negociaciones, en cuyo tiem-
po puso la marina española, asi en América como
en Europa, en un estado que jamás habia tenido
hasta entonces. Asi, pues,-cuando en 1779 des-
cubierta la poca buena fe de la Inglaterra, la
cual despreciando los planes de pacificación pro-
puestos por la España, durante la misma media-
ción, habia dado órdenes por medio de su Com-
pañía de la India , dirijidas á invadir nuestras
Islas Filipinas é introducirse por el rio S. Juan
al gran lago de Nicaragua, hallábase la España
en actitud imponente y ventajosa. Esta era tal,
que emprendió á un mismo tiempo una espedi-
cion de 36 navios de línea que debían unirse á
otros tantos franceses para una invasión dentro
de Inglaterra : el bloqueo de Jibraltar; el ataque^-—-
de las plazas de Panzacola v Mobile , fuertes .4^* ®'*#e\




20 P E K S O N A J E S CÉLEBRES.


Nathez y Baton-rouge, para reintegrarse de la
Florida; la irrupción de toda la costa de Campeche,
hahia de Honduras y país de los Mosquitos;
operaciones destinadas á desalejar á los Ingleses
de todos los establecimientos que habían forma-
do en aquel inmenso continente. Respecto á Eu-
ropa , propuso, ademas del desembarco en In-
glaterra, entre muchas otras cosas, la ocupación
de Menorca, que se verificó. Vióse entonces en
las aguas del estrecho de Calais á la escuadra In-
glesa huir delante de las escuadras combinadas,
quedando prisionero de aquellas el navio inglés
llamado el Ardiente. Resultado fue de la dili-
jente destreza del Conde de Floridablanca el im-
portantísimo apresamiento hecho por el Almirante
Córdova, en los Azores , de 55 buques mercantes
ingleses , escoltados por tres de guerra , subien-
do el valor de lo apresado á mas de too.000,000
de reales.


Ta l , tan vasto c inmenso fue el plan formado
poryploridablanca al estallar la guerra con los In-
gleses en 1779. Coronado fue en gran parte de
feliz éxito, y s i n o se logró la toma de Jibraltar
y el desembarco en Inglaterra, los hechos alega-
dos por el Conde en Ja narración histórica de su




FLORtDABLANCA. 21


Ministerio demuestran bien positivamente que el
plan mejor combinado se malogra si los elementos
de ejecución no favorecen siempre cual era de de-
sear y debía esperarse. Mas al hombre ilustre, cuya
biografía escribimos, le sobra la gloria de su
posición, en medio del rango eminente que ocupa-
ba á la sazón en Europa el Gobierno de Carlos III,
del cual él era el alma.


Hallábanse en Cádiz prontos 50 navios de lí-
nea que debían unirse á mas de 20 existentes en
el Guaríco, con 40,000 hombres de desembarco,
cuando el Ministerio inglés propuso de nuevo los
preliminares de la paz, que se hizo después, con-
cluyendo un Tratado que hacia dos siglos no habia
la España logrado otro tan ventajoso , pues le
aseguraba la reintegración de Menorca, de las dos
Floridas y la de toda la gran costa de Hondu-
ras y Campeche; y ciertamente habríase recupera-
do Jibraltar, cediendo algo en América , si el ne-
gociador en París Conde de Aranda hubiese apre-
ciado en su justo valor el padrastro que era 'ese
Peñón enclavado en nuestro territorio. Asi con-
cluyó esta guerra de cinco años , la cual habría
sido de desear no se hubiese encendido minea,
pues sea como quiera la protección de la España




22 PERSONAJES CELEMÍES.


á los disidentes ingleses en los Estados de la Union
fue un er ror , cuya trascendencia era tan difícil
percibir entonces, como es fácil apreciarla hoy.


Al verificarse la paz pidió Floridablanca va-
rios premios y gracias para sus compañeros, y
para sí reclamó tan solo del Rey con grandes ins-
tancias el permiso de retirarse á descansar: so-
licitud que hizo delante del Príncipe de Asturias,
al que ya entonces hacia su Padre asistir al Des-
pacho. Negóse resueltamente Carlos III diciendo
á su Ministro querido que vería de hallar medio
de procurarle el posible descanso , pero permi-
tirle ret irarse, de ningún modo; insistiendo de
nuevo en esta ocasión en que tomase la gran
Cruz que ya otra vez habia rehusado, Insistió
también con respetuosa atención el Conde en no
admit i r la , y el Rey le hizo la honrosísima dis-
tinción de decirle: «¿Qué se dirá de mí si no
te atiendo^ habiendo trabajado tanto ? Tómala, sí-
quiera por mí .»


Este rasgo en que no se sabe qué resplandezca
m a s , si la justicia de un Monarca ó Ja modes-
tia de un subdito, no puede omitirse en la bio-
grafía del primer Ministro de Carlos I I I , cuyos
servicios en las relaciones esteriores quedan tra-




i'LOfUDAlJLAiMJA. 2 3


zados ligerísimamente, y que por grandes y emi-
nentes que fuesen apenas pueden compararse con
los que prestara en las cuestiones interiores , ó
sea en la prosperidad interior del pais desarro-
llando con , destreza suma todos los elementos
protectores de los intereses materiales. El primer
elemento para este desarrollo, era buscar me-
dios do quiera se encontrasen, y escitar y dirijir
su empleo. El hábil Conde, que al paso que con
esquisita circunspección iba limitando la demasia-
da influencia del clero y la acumulación de ri-
quezas en manos muer tas ; al mismo tiempo que
restrinjia las fundaciones de nuevos mayorazgos,
atenuando sus inconvenientes, pero sin destruir
del todo este elemento esencial de las Monar-
quías, escitaba con estímulos sabiamente dirijidos
á los ricos Prelados de España á emplear los
grandes medios de que podian disponer entonces
en objetos de utilidad pública, alentándolos con
el ejemplo y la omnímoda protección del Gobier-
no. Resultado de este sistema fueron las obras
importantísimas del Arzobispo de Tobdo Don
Francisco Lorenzaua , erijiendo casas de caridad
en Toledo y Ciudad-Real, restaurando á costa de
inmensas sumas el casi arruinado Palacio del Al-




24 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


cazar, con otras mil obras que honran la memo-
ria de aquel ilustre Prelado. Este ejemplo siguieron
á sujestion de Floridablanca los Arzobispos de
Burgos, de Valencia, d&Tarragona y de Santiago,
los Obispos de León, de Jerona y o t ro s , cuyas
rentas les hizo emplear en su mayor parte en
objetos de beneficencia y en obras públicas, que
por todo el Beino se verificaban á la sazón, sa-
cando hábil partido de los recursos del clero en
beneficio del Estado; á todo lo cual , como en
justicia debe decirse, se prestaba el clero secu-
lar con jeneroso desprendimiento. Floridablanca
fue también el primero que en aquel tiempo
anunció la necesidad de una reforma prudente
en el clero regular.


No se contentaba el ilustre Ministro , cuya
biografía escribimos , con escitar al respetable
clero á emplear sus cuantiosos medios en bene-
ficio del Estado: los medios morales de este y
todos los materiales de que podía disponer, eran
puestos en acción por Floridablanca para llevar
á cabo su pensamiento preferente de protección
decidida á los intereses materiales del pueblo,
encomendado á su cuidado. Obra suya fue el pro-
yecto de recojer los pobres de las capitales en




FLORIDABLA.NCA. 25


establecimientos públicos, donde se combinase su
asistencia con el trabajo. Fuélo la creación de las
Juntas de Caridad y Diputaciones de Barrio en
Madrid, que tanto contribuyeron y contribuyen
al beneficio público: la protección decidida á las
Sociedades Económicas del Reino, que en 1789
llegaban ya á sesenta; y en fin , pensamiento
suyo fueron casi todas las obras públicas, que
puede decirse datan en su mayor parte del pe-
riodo del Ministerio de Floridablanca , ó sean
los últimos once años del reinado de Carlos III.
Cuéntase entre ellas el importante canal de Tauste
en Aragón , los dos pantanos de Lorca que car-
gaban 24.000,000 de varas cúbicas de agua, desti-
nada á los riegos de aquel fértil territorio ; el
canal de Tortosa ; el principiado canal de Manza-
nares, y el de Campos en Castilla. Las grandes
carreteras de Andalucía, Valencia, Cartajena y
Francia , es decir, los magníficos pasos de Sierra
Morena , Guadarrama, Navacerrada y Somosierra,
recordarán eternamente al viajero el nombre ilus->
tre de Floridablanca, y el reinado del gran Car-
los I I I , en el que, solo durante el Ministerio de
aquel , es decir, en once años, se construyeron y
repararon sobre 400 leguas de caminos, fabricando




2(¡ PERSONAJES CELEBRES.


3 2 2 puentes nuevos, y habilitando 15, y hechas 1049
alcantarillas.


Las ciencias y las artes recibieron no menos
decidida protección del primer Ministro de Car-
los III. Ensayos para mejorar la agricultura he-
chos con acierto y bajo su misma inspección ocu-
lar verificáronse en Aranjuez, En la casa de la
Florida, en Madrid, establecióse una gran fábrica
ile máquinas. Enviáronse fuera de España mu-
chos pensionistas para que se perfeccionasen eu
las artes, en las ciencias y en la medicina. Es-
tablecióse el Jardín Botánico y el Gabinete de His-
toria na tu ra l , jreando dos establecimientos que
son el principal ornamento de Madrid. Su empe-
drado , la puerta de Alcalá y su bella salida, las
de Segovia y Atocha fueron hechas bajo la inme-
diata dirección de Florídablanca, cuya buena me-
moria no deja de recordarse en cualquiera parte
donde se vean los pocos ó muchos objetos de uti-
lidad , comodidad y oruato público existentes. De-
bióse también á su solicitud la creación del Banco
nacional de S. Carlos, verificada en oportunidad la
mas bien elejida , y la formación de la Compañía
de Filipinas. Mas en donde el hombre eminente de
quien tratamos se retrata mas patentemente con




F L O R I D A B L A N C A . 27


los verdaderos caracteres de verdad que el tri-
bunal inexorable de la historia toma en cuenta
para juzgar á los hombres después que han des-
aparecido de la escena del mundo, es en la cé-
lebre Instrucción reservada, dada para dirección
de la junta de Estado, creada por el Rey Carlos III
por su Real decreto de 8 de Julio de 1787 (*).
La verdad es que esta Instrucción para la gober-
nación del reino es un monumento eterno del sa-
ber y esperiencia de su autor ; y si bien en otra
época podria ser acaso atacada como poco liberal,
hoy por el contrario servirá para juzgar con acier-
to sobre la gran cuestión contemporánea de la
demarcación delicadísima entre el sistema de re-
forma de que la Monarquía española estaba ne-
cesitada tantos años hacia , y cuya necesidad quiso


(*) Nosotros hemos tenido el placer de ver el or i j ina lde
esta célebre Instrucción, escrita toda de mano del Conde de
Floridablanca: orijinal que S. M . el Sr. D. Fernando V i l
poseía entre sus preciosos manuscr i tos , que el Rey pi-
dió para la colección de manuscritos al actual Marqués de
Miraflores, Conde que fue de Floridablanca, en representa-
ción de su m u j e r , heredera inmediata del t ítulo, á la muer-
te de su t io D. José Moñino. Copia también de ella dio el
Marqués de Miraflores á D. Andrés Muriel que acaba de pu-
blicarla : recomendamos su atenta lectura que es el verdade-
ro complemento de la biografía del Conde de Floridablanca:
ella es un cuadro completo donde brilla la probidad y el s a -
ber de su ilustre autor.




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


satisfacer la justificación de Carlos III y la sabi-
duría j circunspección de su Ministro, en medio
de los peligros de las reformas que datan de aquel
reinado y Ministerio. Adonde quiera que se vuelva
la vista, ya sea en la administración del Estado,
ya en la lejislacion, lo que atestiguan los códi-
gos contemporáneos, se ven reformas importan-
tes y graves, las cuales boy se miran, por no
pocos, como un plano inclinado en el que ha
resbalado la antigua Monarquía hasta la sima don-
de se encuentra hundida. Mas. la santa verdad y
la justicia exije decir , que la grande obra del
Conde de Floridablanca en su Instrucción á la
junta de Estado, obra que en su calidad de re -
servada escluía toda idea de arrancar del juicio pú-
blico, á que jamás pudo pensar fuese sometida, ni
aplausos ni vituperios, coloca sin duda á Flori-
dablanca como el mas eminente hombre de Estado
del reinado de Carlos I I I , como el primero en-
tre los hombres prácticos de gobierno, como el
mas adelantado entre nuestros jurisconsultos, como
un español honrado, lleno de patriotismo y de-
sinterés , aspirando al bien y ventura de su pa-
tria de la manera mas franca , mas desinteresada
v mas leal.




FJLORIIUBLANCA. 29


¿Mas que sirvieron nunca ni las virtudes ni el
patriotismo contra las intrigas de la corte, si esta
es corrompida y desmoralizada? Nada en efecto.
Había pasado poco mas de un año de la crea-
ción de la junta de Estado, cuyos trabajos estric-
tamente acomodados á la sabia Instrucción que
la servia de guia , habrían dado opimos frutos de
bien y ventura á la nación, cuando se sirvió Dios
llamar á sí al gran Monarca, cuya mano soste-
nía con sabia constancia los designios de su hon-
rado Ministro. Carlos III murió en Diciembre de
1788, dejando su reino sumido en la aflicción, y
espuesto á los azares del nuevo reinado de su
hijo Carlos IV, cuyo carácter débil le había he-
cho entregar á su esposa, que desde sus prime-
ros años se había abandonado á estravios amorosos
y necesariamente á todas sus consecuencias. Mas
de una vez fue objeto, este porvenir para la Es-
paña, de las considáraciones del anciano Carlos III
con su querido Ministro, á quien en medio de su
severidad trataba como el mas tierno amigo.


Cuadra perfectamente á la biografía que nos
ocupa una anécdota curiosa de aquella época.
Discutían Carlos III y Floridablanca mas de una
vez sobre los devaneos de la Princesa , y como




30 PERSONAJES C l-l.ERRES.


Floridablanca , como liombre tolerante y de mun-
do , tratase siempre de disculparlos, y aun ejercer
siempre que podía una mediación benévola contra
la severidad de principios del R e y , mediación á
que la Princesa comprometía diariamente al Mi-
nistro favorito de su suegro, respondióle Carlos III
con ternura: « ¡ Ay, Pepe, qué bueno eres: qué
poco te lo tomarán en cuenta cuando yo me
muera !»


Proféticas eran en efecto las palabras de aquel
respetable y anciano Monarca ; pues apenas hubo
descendido al sepulcro, su Ministro empezó á sen-
tir los tiros emponzoñados de la envidia, de que
en vano quería librarle el nuevo Rey , pues ha-
biéndosele recomendado por su padre siguiese los
consejos de Floridablanca, y conocido por sí mis-
mo años hacia , asistiendo al despacho de su pa-
dre , la probidad y la ciencia de su Ministro, de-
seaba en su interior conservarle á su lado.


No mas que cinco meses hacia que Carlos III
había muerto, cuando se urdió la primera intriga
dirijida á derribar al Conde de Floridablanca. El
12 de Mayo de 1789 se remitió al Rey Carlos IV
por mano de su Ayuda de cámara Ruba , y á la
Reina Doña María Luisa su mujer por la de Don




F-LOniDABLANCA. 3 1


Manuel Godoy, un papel anónimo, un verdadero
libelo infamatorio contra el primer Ministro. Car-
los IV, en vez de caer por el pronto en el lazo,
y no pudiendo dejar de considerar cuánto le im-
portaba no separar el timón del Estado de manos
que le habían gobernado con tan feliz éxito doce,
años hacia , y cuya destreza esperimentada le era
cada día mas necesaria, pues en el reino vecino
íujia ya el viento precursor de recias borrascas,
mandó al Consejo se instruyese uns causa dirijida
á averiguar, si era posible, los autores del infa-
me libelo contra el benemérito Ministro de Esta-
do. No fueron enteramente perdidos los esfuerzos
del celoso D. Mariano Colon, Superintendente de
policía, á quien la causa fue encomendada, apa-
reciendo como sospechosos el A'arques de Manca
y D. Vicente Salucci; pero in erpúsose, entre la
acción de la justicia , la mano de la intriga y
la acción del favor de ia Reina , y los sospechosos
quedaron indemnes y mas tarde recibieron el ga-
lardón. ¿Ni como podia ser otra cosa , cuando la
Reina María Luisa, dominada por una loca pa-
sión , dio entrada en los consejos de la Cámara,
casi desde el advenimiento de su marido al Trono,
a un inesperto y poco aventajado joven Guardia




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


de Corps, que ganando en favor cada d ia , fue
elevado á primer Ministro á la edad de 25 años,
y esto en momentos en que arreciando el ven-
dabal furioso de la revolución francesa, compli-
caciones y peligros debían sobrevenir diariamente
sobre la España ?


En Marzo del año 1792, cansado de intrigas
y contradicciones, y convencido de su imposibi-
lidad de evitar los males que presentía cércenos,
dejó Floridablanca el Ministerio, y con él el go-
bierno de la Monarquía que había dirijido desde
Febrero de 1777. Dejémosla triste historia de las
desgracias que sobrevinieron á la desventurada Es-
paña desde esta infausta época: nuestra misión no
es de historiadores del reinado de Carlos IV, sino
de biógrafos del Conde de Floridablanca. Su alta
importancia no podia ser indiferente á sus émulos,
aun después de haberse separado del poder , y
resolvieron perseguirle. Empezaron por desterrar-
le de la corte, y poco después pusiéronle preso en
la ciudadela de Pamplona; y el mismo hombre
que los quince años tal vez mas florecientes de la
Monarquía española habia sido arbitro completo
de sus destinos, que tantos bienes habia hecho á
su patria y tamaños servicios habia prestado al




FL0K1DABI.A1NCA. 33


Estado, este mismo hombre se vé víctima de in-
trigas palaciegas las mas inmundas. La historia
recojerá con gloria y nosotros debemos consignar-
lo á la posteridad al escribir la biografía del Con-
de de Floridablanca, uu hecho harto sublime para
que permanezca ignorado: al ser preso y condu-
rado á la ciudadela de Pamplona, se hallaba tan
escaso de medios que hubo de prestarle para el
viaje una pequeña suma su cuñada la Marquesa
de Pontejos. Las rentas del Conde de Florida-
blanca, del primer Ministro de Carlos I I I , del
hombre que desde Febrero de 1T77 hasta el año
1792, es decir, quince años , habia sido arbitro
absoluto de los tesoros de España y América,
nunca llegaron á 30,000 rs. anuales ; ejemplo no-
table y casi único de pureza y desinterés , que
ojalá hubiese sido seguido siempre por sus suce-
sores , y que alza á un homdre en reputación y
gloria á una tal altura que no llegan á ella los
dardos envenenados de las pasiones, y á la que
la posteridad tributa eternamente admiración y
respeto.


Cansáronse por liu los estúpidos y miserables
enemigos de Floridablanca de perseguirlo ; y des-
de Pamplona permitiéronle retirarse al reino de


3




34 PERSONAJES CELEBRES.


Murcia su pais; y en Hellin pasó algunos años
en completa oscuridad , dedicado á la vida del
campo. Trasladóse, transcurrido algún tiempo,
á Murcia , yendo á vivir á una humilde celda del
convento de San Francisco, sin mas compañía
que un lego de aquella orden , recordando prác-
ticamente aquel dicho célebre de Mirabeau, de lo
inmediato que estaba la Tarpeya del Copitolio.
Mas el alma de Floridablanca era tan elevada que
no veia un tormento en su asi lo: veía un agra-
dable lugar de descanso, y empleado constante-
mente en obras de caridad, á que consagraba
todo su pequeño, patrimonio , ocupando sus ocios
en escribir sobre asuntos de relijion , y haciendo
una vida toda de piedad y tranquila, llegó el dia
en que la mano augusta del Eterno, que vela so-
bre la suerte del justo, al paso que mas pronto
ó mas tarde hace sentirse duramente sobre la ca-
beza del culpable, debia dejarse ver con todo el
esplendor de su justicia en la nueva suerte que
preparaba en los postrimeros dias al ilustre Minis-
tro de Carlos I I I , que rayaba ya eu los 80 años.


En efecto, álzase en 1808 España en masa,
escitada por el sublime sentimiento de indepen-
dencia nacional contra la usurpación de un gran




FL0R1DABXANCA. 35


capitán, que invade la España corno fementido,
manchando con ello su merecido renombre , y
arrebata del Trono español sus R eyes; y en la
horfandad de la nación española, en momentos
que todos los sentimientos jenerosos se conmo-
vían , tratando de darse un gobierno , la nación
entera acude á la humilde celda de S. Francisco
á vindicar la justicia ultrajada y la virtud opri-
mida en las canas del Conde, y una opinión uná-
nimente nacional lo saca de su re t i ro , y desde
é l , en medio de la obacion mas jeneral y mas
sincera que había recibido mortal n inguno, des-
de la celda del convento de S. Francisco fue Flo-
rida blanca llevado á presidir la Junta Central, es
decir , el Gobierno supremo del Estado , siendo
alojado en el Palacio de los Reyes en Aranjuez,
revestido del título de Alteza Serenísima, y hono-
res de Infante de España.


Emociones eran estas que afectaron, grande-
mente su alma sensible y su eorazon jeneroso, y
a la edad en que se hallaba el ilustre anciano no
pudo soportarlas sino tres meses. En ellos anunció
su pensamiento constante de reformador, pero
reformador discreto, juicioso y siempre atento á
no lanzar el carro del Estado en azares tan pe-!*




36 PERSONAJES CELEBRES.


ligrosos como se le lanzó apenas hubo desapareci-
do En Diciembre de 1808 descendió á la tumba
á los 81 años de edad, sin haber empezado ape-
nas los trabajos de Gobierno á que fue llamado.
La justicia nacional debia rendir el último tributo
á sus virtudes y servicios, y asi lo hizo. Fue se-
pultado en la Catedral de Sevilla con honores de
Infante (*), erijiéndose á espensas del Estado un
sepulcro adonde reposan sus ilustres cenizas, inme-
diatas á las del Santo Rey Fernando.


C) La Junta Central concedió al titulo de Floridablanca,
después de su muerte , la grande/.;! de España de primera
clase, l ibre de Lanzas y Medias Anatas.




• л .




Persona jes celebres del Sifjl




¡*
M. DE BALZAG. -í


Había emprendido una lucha in -
sensata ! Combatía á la miseria con
mi pluma.


M . DE B A L Z A C . — Introducción á El


Lirio en el Falle.


No hace todavia dos siglos que la Francia poseía
un novelista rodeado de una gloria inmensa, que
era, á un mismo tiempo, el mas fecundo y mas
apreciado de los novelistas de su época. Precisado
por los reveses de la fortuua á buscaren los t ra -
bajos literarios una honrosa existencia, publicó
cerca de cincuenta volúmenes de mil doscientas
pajinas cada uno , con pocos blancos y pocas már-
j e n e í De su obra, como diria ahora Mr. de Balzac,
se hicieron muchas ediciones, y era la delicia d é l a




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Corte y de la ciudad. No eran solo los espíritus fri-
volos, los jóvenes-, las mujeres, los que devoraban
aquellas interminables historias amorosas. El sabio
Huet , Obispo d e Avranches, se volvía loco con su
lectura; el Obispo Godeau deliraba también por
ellas, y el Obispo Mascaron citaba en el pulpito al
autor , entre S. Agustín y S. Bernardo; Flechier,
el elegante Flechier, distribuía aquellas novelas en
su diócesis « para edificar, decía, á las jentes hon-
radas , y dar un buen ejemplo de moral á los que
la predican.» Hasta los solitarios de Port-Royal,
tomaban parte en aquel gran concierto de admira-
ciones. A los pocos lectores descontentadlos que
se atrevían á encontrarlas un poco largas, le de-
cía Menage con un tono de oráculo, que manifes-
taban la pequenez de su entendimiento; colocaba
sin cumplimientos al autor al nivel de Homero y de
Virjilio; y la mayor parte pensaban como Menage
La fama del novelista había pasado los mares y los
montes; se traducía en todas lenguas, la Europa le
admiraba, la Reina Cristina de Suecia se vanaglo-
riaba de seguir con é luna correspondencia episto-
lar; los pintores se disputaban el honor de hacer su
retrato ; le cantaban los poetas: tenia una Curruca,
de la cual hablaba todo el mundo, corno se ha ha-




BALZAC. 3


blado, no hace mucho tiempo, del bastón de Mr. de
Balzac; en una palabra , er a aun mas inmortal de
lo que lo es en el dia Mr. de Balzac.


Pues bien ¡lectores! la posteridad es tan capri-
chosa , que si digo el nombre del grande escritor,
cuya biografía acabo de bosquejar sin la menor exa-
jerácion , os vais á reir de m í ; si digo que se tra-
ta de Mlle. Magdalena de Scudery , calificada du-
rante su vida de Safo del siglo X V I I , del autor de
El ilustre Bassa, de El Gran Ciro , de Clelia, de
Almahide , e t c . , e t c . , me contestareis con un epi-
grama de Boileau, y me arrojareis á la cara el fa-
moso mapa geográfico para ir de Particular á
Tierno, desarreglo del entendimiento, del cual el
autor era el primero en reírse; y os bastará con
esto. Si os hablo de las demás notabilidades no-
velescas de la misma época , del Sr . Goultiers de la
Calprenéde, grande injenio que escribía Casarvdra
(10 tomos), Cleopatra (23 tomos), FaramundooSil-
v a n d r o , e t c , etc. (en junto 43 tomos) sin contar
once comedias; si os recuerdo al ilustre Onorato
d" Urfé, el padre de la novela, que escribió La
Jstrea,e\ libro favorito de La Fontaine; d 'Urfé ,
á quien Pelisson llama «uno de los entendimientos
mas raros y maravillosos que jamás haya tenido




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Francia; » si os cito otros veinte nombres des-,
tinados entonces á la inmortalidad , me diréis que
todas aquellas glorias os son enteramente descono-
cidas ; que Ciro, Cleopatra y Jstrea ,. son libros
enfadosos (lo que os concedo de buena gana aun-
que no Jos hayáis leido), y que nada de común
tiene todo esto con Mr. de Balzac, lo que niego
formalmente.


Porque al fin, entre el novelista francés mas
célebre y fecundo del siglo XVII, y el mas fecun-
do y célebre de los romanceros franceses del XIX,
entre Mlle. Scudery y Mr. de Balzac, por lo menos
hay siempre tres puntos de contacto: igual jénero,
igual facundia, igual celebridad. Esto es tan claro
como el falso axioma del Sr. Prudhome: «Quitad al
hombre de la sociedad, y le aisláis.» Queda la dife-
rencia muy notable , que el primero de los dos
novelistas murió física y li terariamente, al paso
que el otro disfruta, bajo este doble aspecto, de
una vida muy floreciente. La primera parte de esta
diferencia desaparecerá por fuerza; ¿sucederá lo
mismo con la segunda? ¿y dentro de dos siglos,
será bastante completa la semejanza entre Mlle. de
Scudery y Mr. de Balzac, que proporcione á
algún nuevo biógrafo un exordio cjmo el que pre-




KALZAC. 5


cede? Tal es, lector, la cuestión grave, delicada,
peliaguda, que me preocupa al emprender esta
biografía; cuestión que toca resolver á la poste-
ridad , y de la cual sin embargo diremos anticipa-
damente algunas palabras , con toda la reserva que
debe observarse en el examen de un proceso que
no se puede fallar en última instancia. Esta fugaz
comparación entre la novela en su nacimiento y
la novela del dia, os servirá tal vez tanto como
una serie de graciosidades gastadas y de mal gus-
to , sobre la vida privada, las costumbres, el ves-
tido de fraile, los acreedores, y el bastón de Mr. de
Balzac. Ademas reduciremos bastante este análi-
sis , para que en nada perjudique á la biografía.


Pe ro , me diréis (si como yo leis y os gusta
Mr. de Balzac), ¿cómo pueden compararse estas
obras maestras, con un fárrago de producciones
fastidiosas, sin mas mérito que su abundancia, y
que carecen de estilo, de imajinacion y de gracia?
Despacio, lector^ nuestros antepasados, los con-
temporáneos de Richelieu, del Cardenal deRetz ,
de Mmé. de Sevigné y de Pascal , no eran mas es-
túpidos que nosotros ; admiraban las voluminosas
novelas deMlle. deScudery, y basta leerlas para
convencerse de que no les falta gracia, ni imajina-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


clon, nj, aun,estilo. Su forma literaria rio se dife-
rencia notablemente de los buenos escritos de la
misma época, y sin embargo, me apresuro á con-
fesarlo, es,precisa un gran valorpara emprender
su lectura: se muere uno de fastidio. ¿ Be qué pro-
viene estq? ¿Qué le falta puesáMlle . de Scudery
para encantarnos como encantaba á nuestros pa-
dres? . Algunos críticos contestan; Mlle. de Scude-
ry : no sabia escribir, y las obras solo viven por
su estilo. Esta aserción, que repi to , es aqui falsa
en el hecho , me parece también muy disputable
en prinoipio. IXo es su, fqrma literaria, que no so-
mos capaces de apreciar, la que ha hecho atravesar
por entre siglos a la Iliada y á la novela de Lon-
gus: y si el mismo Shakspeare, que basta los ingle-
ses tienen precisión de t raducir , es inmortal, ¿se
dirá acaso que es por el estilo? Con la verdad de
los sentimientos y de las pasiones, no con la ver-
dad individual, loqal, efímera , sino coa la ver-
dad humana , e terna, es contóse inmortalizan los
grandes; escritores.-Las, novelas deftllle. de Scude-
ry han muer to , porque no eran verdaderas; pu-
dieron ser admiradas, á pesar de estar desprovistas,
no Solo de verdad absoluta, si no hasta cierto pun-
to de verdad reíativa Un novelista, cualquiera




BALZAC. 7


que sea su pretensión de representar íiehnente su
época, no es un historiador, es un poeta : su de-
ber es trabajar cosas buenas, pero buenas siendo
verdad. Si su parte maravillosa se apoya en pasio-
nes facticias , en caprichos pasajeros , puede gus-
tar tanto cuanto duren esas pasiones, y caprichos,
aunque los exajere, los adorne, ó les dé el colori-
do que le parezca ; pero falta aquel frájil apoyo,
y todo se desploma, y ni siquiera queda á tales
obras un valor real como documento histórico. Esto
es lo que ha sucedido con las novelas de Mlle. de
Scudery.


Tal era, pues el tejido jeneral .deaquellos libros,
que tanto gustaban á nuestros antepasados, por-
que se encontraban en ellos, con sus gustos, sus
opiniones, su lenguaje, sus ridiculeces, las cos-
tumbres de su vida, y los mas fantásticos capri-
chos de su imajinacion. Veíanse, alli elegantes,
habladores, intrépidos, azucarados, quisquillóos,
enamorados, pero esencialmente virtuosos; y esta
mentirilla era un encanto mas. <. ......


La escena pasaba en Asiría, en Persia, en Ejip-
to ó Roma; pero no hay necesidad de decir que
aquellos Persas,. Asirios y Romanos solo el nombre
tenían de su país. Cuatro cualidades eran indis-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


pensables para constituir un héroe de novela; de-
bía ser bien formado, valiente, tener talento y
ser de clase (estilo de la época); era á menudo un
príncipe disfrazado; la heroína era hija de rey, prin-
cesa, ó por lo menos mujer de alta jerarquía, y
hermosa como el sol. Encontrábanse por primera
vez en el templo de Sinope, en los jardines de
Ecbatána, en la corte de Babilonia , ó en las már-
jenes del Tiber. Entonces, lo mismo que ahora, el
héroe recibía al momento un flechazo en el cora-
zón («el primer instante deaquella fatal entrevista,
fue el primero de mi pasión»); si se presentaba
ocasión favorable, si sus relaciones se lo permi-
tían, se acercaba á la dama con aire galante y ajila-
do (los dos nos pusimos colorados al acercarnos,
pero sin duda fue á causa de sentimientos diferen-
tes; la modestia hacia en ella lo que en mí el amor).
LoS héroes modernos tienen mejor opinión de sí
mismos.


El príncipe, devuelta á su casa , y necesaria-
mente provisto de un confidente, lo mismo que la
princesa de una confidenta, hacia esclamaciones
acerca dé las beldades que acababan de herir sus
ojos, y hacia sufrir á su corazón interminables
preguntas («pero por último, decidiéndome de re-




BALZAC, 9


pente, después de algún tiempo de silencio: ¡No,
no , corazón mió! esclamaba al recobrar el uso de
la palabra, no vacilemos mas, confesemos que apre-
ciamos, que amamos, que adoramos á Amestris»),
El asunto, una vez bien decidido , desplegaba el
héroe cualidades y talentos mas que humanos, para
conquistar el afecto de su hermosa; sobrepujaba
los trabajos de Hércules , derrotaba ejércitos, des-
truía ciudades, provocaba á singular combate á
sus rivales, los hería ó desarmaba, les dejaba la
v ida , y adquiría su afecto. Mostrábase valiente
como Aquiles, humano y jeneroso como Bayardo,
prudente y comedido como Escipion, y pronto no
se hablaba mas que de él en todo el Imperio.


En cuanto á la heroina la pasión marchaba con
mucha mayor lentitud; al concluir el primer tomo,
apenas habia llegado al aprecio ; en los cinco si-
guientes era sucesivamente robada por una docena
de pretendientes, todos raptores bien nacidos, bien
educados , muy enamorados, pero muy respe-
tuosos , que se contentaban con hacerla viajar por
montes y valles, por mar y por t ierra, hablán-
dola con verbosidad y atención de su amor. Ya se
entiende que ella los rechazaba ; y como regular-
mente la libraba aquel que ya obtenía su aprecio.




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


«o tardaba en aparecer el agradecimiento, El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin, en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el narrador, «tan
felices, que es imposible serlo mas.» Algunas ve-
ces, la novela acababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; «feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo habia existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




B A L Z A C . 11


muso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
hubiese abrasado á un alma. »


Bueno es„ añadir que Jos diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinaeion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspectos á un pensamiento, estaban allí
con profusión. Todo aquello era friamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento mas aun que por la
forma; no habia plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro , susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la délos sen-
timientos. Y sin embargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Ninon escribia su billete á Lachastre; Bussy -y
educaba mujeres y procedia con ellas muy diíjp




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


no tardaba en aparecer el agradecimiento. El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin , en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el parrador, «tan
felices,, que es imposible serlo mas. » Algunas ve-
ces, la novela/aeababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; « feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo había existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




BALZAC. i 1


moso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
liubiese abrasado á un alma.»


Bueno es„ añadir qué los diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinacion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspeptos á un pensamiento, estaban alli
con profusión. Todo aquello era fríamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento inas aun que por la
forma; no había plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la de los sen-
timientos. Y sin emhargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Winon escribía su billete á Lachastre; Bussy
educaba mujeres y procedía con ellas muy diijp




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


rentemente que el príncipe de Asiría con su ilustre
Mandane; el abate Gondy y Bassompierre tenian
amores poco parecidos á los de Artameno ó Tiri-
dates, y la Brinvilliers resaltaba feamente en aque-
llos brillantes cuadros.


En el d ía , nuestros novelistas lo han cambia-
do todo , y para agradarnos han tomado las cosas
al revés. Pero Mr. de Balzac, con tanto talento,
mas observación, mas saber, mas lójica, mas ver-
dadera pasión, con una forma literaria mas perr
feccionada, ha desplegado muchas veces , en un
opuesto orden de ideas, igual intemperancia de
estilo , el mismo abuso en la descricion y el aná-
lisis que nos chocan en Mlle. de Scudery Eneuén-
transe en ambos pajinas que rivalizan en afectación
y mal gusto - y es cosa diguu de atención, que
de los dos estilos , el mas hinchado, el mas sutil
no es el de Mlle. de Scudery. La lectura de Ciro
y de Clelia (esceptuando sin embargo la carta del
Tierno, que es un modelo del jénero afectado)
cansa mas bien por su monotonía y énfasis, que
por su sutileza. Todo aquello es largo, difuso, cam-
panudo ; es una amplificación intarminable, escrita
cálamo cúrrente, variada de accidentes, pero
apoyada siempre en el mismo tema ;.. es un dilu-




BALZAC. 13


vio de frases sin trabazón Jójica. Pero por muy
desleído que esté el pensamiento, jamás lo está
hasta el punto de desaparecer completamente; es
insípido, absurdo ó jactancioso, pero siempre visi-
ble y palpable. En Mr. de Balzac, al contrario,
la descricion y el análisis, que son ademas la
parte brillante de su talento, dejeneran á veces en
minuciosidades de tal modo sutiles y embrolla-
das , que es imposible entenderlas. Pudiera citar
mil ejemplos. De los dos escritores , el uno tenia
un escalpelo inofensivo que, por ignorancia, pasa-
ba siempre sobre la misma fibra ; el o t r o , mas
entendido, después de haber tocado lijeramente
todas las rejiones del corazón , se acurruca en un
rincón donde se complace y agota , por amor á
lo nuevo, en disecar las mas pequeñas fibras, y en
hacer pedazos los átomos. El primero no tiene mas
que una nota falsa mezclada de mil maneras, pero
siempre la misma en el fondo; el segundo posee una
escala caprichosa, tiene notas de un t imbre mag-
nífico; las tiene tan pequeñas y débiles que apenas
se oyen , y otras tan chillonas que es preciso ta-
parse los oidos. Combínense estas tres clases de no-
tas de treinta maneras diferentes, y se tendrá una
idea del canto de Mr. de Balzac, Algunas veces,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


solo emplea sus notas buenas, su canto tiene poca
variedad, pero es muy puro , muy sencillo y her-
moso ; otras añade á ellas notas débiles, y resulta
un canto incompleto que solo satisface á medias;
otras dá sucesivamente su escala entera : sonidos
puros primero, después los débiles, y en seguida
los falsos; otras por fin lo mezcla todo, y forma
una verdadera cencerrada.


Si siguiendo esta comparación entre la novela
del siglo XVII y la del X I X , en la persona de sus
principales representantes, pasamos al fondo mismo
de los libros, ala act i tud, á la fisonomía de los
personajes y al juego de las pasiones, desaparece
toda relación , ó mas bien se presenta otra inversa.
Mlle. de Scudery vivía en una sociedad ociosa y
frivola, pero clasificada, ordenada;había en las co-
sas del corazón, lo mismo que en las de la vida, una
especie de etiqueta que pocas veces dejaba de obser-
varse. La carta del Tierno tenia una parte real,
positiva, aplicable. Mr. de Balzac pertenece auna
sociedad que tiene leyes políticas, pero que no
tiene ni leyes sociales, ni leyes morales. La vida
es en ella bastante regular en su mezquindad, por-
que tiene un móvil capital, el interés, y otro esen-
c i a l , el dinero; pero en el mundo de las intelijen-




BALZAC. 15


cias hay un caos espantoso. Y precisamente por
este lado se parece Mr. de Balzac á su siglo. Lo
que nos distingue literariamente es el horror á lo
conocido; cuanto mas fria y vulgar es nuestra
existencia, tanto mas exijente y calenturienta es
nuestra imaj ¡nación : véase pues porque el corazón
humano, esa mina de oro, está rejistrado por todos
lados hace mucho tiempo , por los novelistas y los
poetas. ¡Cuántos cuidados y paciencia serian menes-
ter para descubrir en ella una nueva veta! Y sin em-
bargo necesitamos cosas nuevas, imprevistas; las
necesitamos pronto y en cantidad, aunque no las
haya en el mundo. Acosados de este modo, amal-
gamamos tipos conocidos , buscamos efectos nue-
vos en contrastes no naturales, producimos con
esfuerzos creaciones mutiladas , estrambóticas,
abortos á los cuales les faltan los dos elementos
principales de la vida, lo sencillo y lo verdadero, y
que mueren con nosotros ó antes que nosotros.


En el dia ya no se trata de que el héroe de
una novela sea buen mozo, tenga ta lento , valor
y clase ; ninguna de estas cualidades es absoluta-
mente indispensable; la última no solo ha desapa-
recido , y es fácil conocerlo, si no que la ha
reemplazado otra contraria. No tener padres, es




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


uno de los privilejios de los héroes de novela : nada
hay tan poético como un hombre que no puede
presentar su fe de bautismo. Digamos, sin em-
bargo, que en cuanto á este punto Mr. de Balzac
es todavía el mas aristocrático de nuestros nove-
listas; por lo jeneral sus héroes están provistos
de un padre, algunas veces de un t í tulo, y por lo
menos de una partícula. Únicamente su existencia
se encuentra frecuentemente unida por misteriosos
lazos con no sé qué hermandad de presidarios cum-
plidos , de rateros y de mujeres públicas, mundo
aparte que Mr. de Balzac ha organizado á su mo-
do , y en el cual se complace en buscar colores
sombríos para sus cuadros. Las demás cualidades
que gustaban á nuestros antepasados, se han re-
fundido en una cualidad compleja y de creación
moderna , quiero decir , el no sé qué; este precio-
so don suple á todo. El no sé qué, está comun-
mente en el ojo, y ese ojo es todo lo que se quiere:
es tan pronto dulce como alt ivo, con mas fre-
cuencia montaraz , pero esencialmente fascinador.
Tiene, usando una frase de Mr. de Balzac, proyec-
ciones fluidas, cuyo efecto es irresistible , y que
á distancia de cien pasos traspasan el corazón de
una mujer, como pudiera hacerlo una carabina de




B A L Z A C . 17


Delvigue. En cuanto á la intelijencia y á la moral,
jeueralmente presenta el héroe la mas estrambóti-
ca mezcla. Por de pronto lleva en la frente el sello
divino; tiene talento, mucho talento , un talento
universal. Hubiera podido se r , según le acomo-
dase , un gran capitán , un grande orador , un
grande hombre de Estado; sino ha sido un Na-
poleón , un Montesquieu, un Chateaubriand , un
Mirabeau, ó un Richelieu, es porque consideró
á los hombres demasiado pequeños para ser dig-
nos de tomarse el trabajo de dirijirlos, ó bien
porque uenetró de una sola ojeada la nada de
las cosas humanas , ó también (como en la his-
toria de Marcas) porque no tuvo un vestido y
un par de botas. En su trato con las mujeres,
es á un mismo tiempo candido como un niño,
sombrío, osado y feroz como un bandido, ele-
gante y litio como un calavera de los tiempos
pasados, vulgar y desvergonzado como un caba-
llero de industria del siglo XIX. Tómese un poco
del Corsaria de Byron, un poquito no mas de
Grandisson, un poco de Lovelace ó de Lauzun,
y mucho de Roberto Macario; mázclese todo en
dosis iguales, llámesele Rastignac, de Trailles,


de Marsay, Ronqueroles, e tc . , etc. , y se ten-
i




18 PEl iSONAJBS CELEBRES,


d ía un tipo de los amantes que gustan á Mr. de
Balzac. <


Aparte de estas creaciones, que todas se pa-
recen mas ó menos, Mr. de Balzac lia engendra-
do otros tipos masculinos que , en nú concepto,
son mucho mejores; ha encontrado en la intere-
sante historia de Eugenia Grandet un tipo de ava-
ro que causaría envidia al mismo Moliere. En el
Pudre Goriot hay un retrato de presidario que
carece de verdad, pero muy rico de colorido (en-
tiéndase que hablo de la novela de este título);
en cuanto al drama de Fautrin, es una de las
cosas peores de concepción y de forma que ha
producido nuestro siglo. El retrato del alquimis-
ta (en el Rebusco de lo Absoluto), el del cura Bir
rotteau (en los Celibatarios), el de Gobseck (en
el Padre Goriot), el de dependiente viajador (en
la historia del Ilustre Gaudissart), que es una
pequeña obra maestra de verbosidad, de sencillez
y verdad; todos estos tipos diversos, desconoci-
dos en su mayor parte á los novelistas de los si-
glos anteriores, forman la base mas sólida del
edificio literario de Mr. de Balzac.


En sus creaciones femeninas, se nos presenta
Mr. de Balzac como un Cristóbal Coiou de nueva




: 1 ! A L Z U ; . 19


especio. Ha descubierto tipos de hermosura que
antes de éi nadie sospechaba ; y describe su des-
cubrimiento con tal lujo de pormenores, tal. rná-
jia de palabras, tal apariencia de buena fe en su
entusiasmo, que el lector se deja engañar; las
nociones usuales acerca de lo bello .están trasr
tornadas; donde nosotros no hubiéramos visto
con nuestros ojos sino un desnudo y estéril.pe-
ñasco , Mr. de Balzac nos hace ver con los suyos
una Isla llena de verdor, cruzada de arroyos,
sembrada de bosques, esmaltada de flores; no
es ya la Groenlandia, sino Otbaiti. Dése; áfttr. ide
flalzac una mujer de 40 años , ..pálida., amari-
llenta , triste, enfermiza, y poco importa basta
que sea coja ó jorobada ; pronto será esto mismo
una gracia mas. Tal como la hemos descrito, el
novelista paradojal la viste con .un gusto esquisito;
coloca con arte al rededor de ella los encajes y
las blondas, da á sus miradas una facultad mag-
nética enteramente particular, imprime á todos
sus movimientos no sé qué voluptuosa incuria
mezclada de cortedad y de abandono. Su triste-
za se convierte en meditación ; su tez pálida con-
venientemente aclarada toma con una media luz
tintas deliciosas; en las arrugas de sus mejillas,




20 PERSONAJES CELEBRES.


en la forma de su nar iz , en las puntas de su
boca, en las líneas de su cuello, en sus orejas,
en sus cabellos, en sus uñas , descubre Mr. de
Balzac un sin número de maravillas, de las cua-
les ninguna idea se tenía ; quédase uno deslum-
hrado , fascinado, pues ya no es una mujer de
edad madura, amarillenta y contrahecha la que
se está mirando, sino un ánjel , una hada, una
Venus capaz de hacer delirar á un liceísta, y me-
ditar á un octojenario.


Si Mr. de Balzac tiene que retratar por casua-
lidad á una mujer joven y hermosa , se verá el
mismo horror á lo conocido, el mismo ardor por
descubrimientos. Dejará á un lado cuanto llama
la atención del vulgo. Hace poco transformaba
la fealdad en hermosura , ahora será casi lo con-
trario. A fuerza de retocar su dibujo lo echará
á perder. En tiempo de Mlle. de Scudery no se
reparaba tanto en esto; se amontonaba lo her-
moso sobre lo hermoso, y la heroína era siempre
un modelo de perfecciones físicas y morales. Com-
paremos un poco los dos estilos. Este es el re-
trato de la ilustre Mandane (Artamene, t. !,
páj. 3 3 0 ) :


«Esta princesa entraba apenas en la edad de




16 años. El velo de gasa de plata que llevaba en
la cabeza no impedía que se vieran mil bucles
de oro, formados por sus cabellos, que eran sin
duda alguna del color rubio mas hermoso, y con
todo lo necesario para dar brillo sin quitar nada
á la vivacidad, que es una de las partes nece-
sarias para la perfecta hermosura. Su talle era
noble y elegante; andaba con t an modesta ma-
jestad, que arrastraba tras sí los corazones de cuan-
tos la veían. Su cuello era blanco, lleno y bien
cortado; sus ojos azules tenian tanta dulzura,
eran tan brillantes , estaban tan llenos de pudor
y encantos, que era imposible verlos sin respeto
y admiración. Tenia la boca tan encarnada , tan
.blancos, iguales y bien colocados los dientes, tan
bri l lante, lustrosa, unida y sonrosada la tez,
que la frescura y beldad de las flores mas raras
de la primavera no podrían dar una idea cabal
de lo que v i , y de lo que aquella princesa po-
seía. Tenia las manos y los brazos mas hermo-
sos que podían verse; pues como al entrar en el
templo se había levantado el velo dos veces, ob-
servé esta última perfección, como lohabia hecho
ya con las demás. Por último, señor, de todas
las hermosuras y encantos que tan detalladameut/ '




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


os he descrito ,* solo para que disculpéis mejor á
Artamene, resultaba un encanto tan maravilloso'
y poco común en todas las acciones de aquella
ilustre princesa, que ya anduviese ó estuviese pa-
rada, ya hab lasáó callase , ya sonriese, ó estu-
viese pensativa, era siempre encantadora y ad-
mirable.»


Véanse ahora los principales rasgos de una de
las mujeres mas jóvenes é interesantes d e M r . d e
Balzac; de Madame de Morlsauf {El lirio en el
valle) de 27 años dé edad. Entre los dos retra-
tos ¡hay 186 años dé diaiíincia. i


«Su freute redonda-, proeftiinente, como la de
Joeonda, parecía «Star llena de ideas no espresa-
d a s , de ^sentimientos contenidos, de flores anfe-i
gadas por aguas amargas^-sus verdosos ojos, sem-
brados de puntos oscuros, eran siempre pálidos-,
perb si se t ra tabade sus 'hijosV sü 'Vista1 lanzaba
entonces un sutil resplandor', qué parecía, infla"
marse én los manantiales de la vida, y que los
había de agotar. Una nariz griega, cual si la-
hubiera cincelado Fidiasy y unida por medio de
un'doble arco á Unos labios igualmente sinuosos,
espiritualizaban su rostro dé forma ovalada, y
cuya tez , comparable al tejido de las eaifielias




UALZA.C. Ü3


blancas, se tenia en las mejillas con un hermo-
so sonrosado Su gordura no destruía las gracias
de su talle, ni la redondez necesaria para que
sus formas fuesen hermosas, aunque desarrolla-
das,.. Un sutil vello se perdía á lo largo de sus
mejillas,, en los meplatos del cuello, deteniendo
alli la luz que se .volvía suave. Sus orejas pe-
queñas y bien contorneadas, eran según su es-
presion, Orejas de esclava y de madre ; sus bra-
zos eran hermosos; su mano, con los dedos ar-
queados , era larga, y como en las estatuas an-
tiguas, la carne sobresalía con finura alrededor
de sus uñas. Su cuerpo tenia el verdor que ad-
miramos en las hojas nuevamente desplegadas ; su
entendimiento tenia la profunda concisión del
salvaje; era niña para el Sentimiento, grave para
sufrir; señora mayor y muchacha. Por la mismo
gustaba sin artificio por su manera de sentarse,
de levantarse, de callar y de proferir una pala-
bra... Su modo de pronunciar las terminaciones
en «parecía el canto de un ave ; las ch pronun-
ciadas por ella eran como una especie de cari-
ño, y el modo como cargaba Sobre las t acusa-
ba el despotismo del corazón. Kstendia de este
modo sin saberlo el sentido de las palabras, y




24 PERSONAJES CELEBRES.


arrastraba el alma por uu mundo inmenso.«
Lector , ¿ á cual pretieres entre la ilustre Man-


dane y Madame de Mortsauf? En cuanto á mí,
confieso que mi corazón vacila entre los dos , es
dec i r , que ambas me disgustan por diferentes
motivos. El primer retrato es producto de un arte
en su primera infancia, colorido en bru to , sin
mezclas, con alguna facilidad, con descuido y
poca verdad. El segundo descubre el esfuerzo ca-
prichoso y fantástico de una antigua literatura sa-
ciada : es pretencioso, amanerado, monstruoso.
Si antes de escribir Moliere las Preciosas ridicu-
las, hubiera encontrado al paso esas flores ane-
gadas por aguas amargas; esos resplandores
que se inflaman en los manantiales; esas tt que
acusan el despotismo del corazón, hubiera arro-
jado su pluma desesperando poder alcanzar á tanta
ridiculez. Hay jentes sin embargo que con tales
descubrimientos se pasman y esclaman : ¡ qué ana-
lista tan profundo es Mr. de Balzac! De este
modo un escri'or de muy buenas dotes (pues
en la novela de El lirio en el valle y en veinte
otras, hay inspiraciones admirables) se comph ce
en dar tormento al buen sentido y al idioma.
Cuando se vuelven á leer detenidamente las obras




BALZAG- 25


de Mr. de Balzae, cuando se desprende uno del
prestijio de una concepción muchas veces sorpren-
dente por su vigor y verdad, se queda uno estu-
pefacto de las increíbles licencias de esta clase
que se toma el célebre novelista; muchas pajinas
de él quedarán como un modelo del jénero es-
trambótico y áspero. Son frases largas, mal zur-
cidas, llenas de neolojismos estravagantes, que
lejos de aclarar el pensamiento lo hacen ininteliji-
ble ; son metáforas que hacen erizar los cabellos;
imájenes donde están mezclados y retorcidos jun-
tos los tres reinos de la naturaleza. Y entiéndase
que todos estos delitos son cometidos con la cir-
cunstancia agravante de la premeditación. Nada
hay que menos se parezca al descuido que el es-
tilo actual de Mr. de Balzae; su reputación de
corrector es proverbial en las imprentas; trabaja
espantosamente para no ser sencillo, y llama á eso
luchar con el Idioma; tal vez seria mejor vivir
con él en buena armonía.


Y sin embargo, repito que Mr. de Balzae me
parece uno de aquellos hombres que han recibi-
do de la naturaleza el fuego sagrado; y yo que
critico á causa de mi misma admiración , ¡ cuan-
tas veces he visto amanecer, olvidando el sueño,




'26 FEltSONAJ.ES CELEMÍES.


por leer uno de sos libros principiado el día an-
terior l ¿ Cuál es el joven, la mujer 6 el anciano
que á la voz de aquel májico no baya sentido su-
bir desde su corazón á su cabeza una ardiente bo-
canada d# deseos , de meditaciones y de recuer-
dos ? Tiene pensamientos que remueven hasta las
profundidades mas íntimas del a lma; los ojos se
humedecen, se deja el l ib ro , y se saborea una
impresión deliciosa; se hace alto en un fresco
oasis , y después se prosigue el camino atravesan-
do precipicios, páramos, rocas desnudas, abrojos
y desiertos áridos y enojosos. Si ¡o permitieran
los límites de esta noticia, me complacería en
continuar este paralelo entre Mr. de Balzac y
Mlle. de Scudery, haciendo palpable, en la tra-
ma de sus novelas, la fisonomía y la acción de
las dos épocas. Para algunos este trabajo tendría
tal,yez cierto, atractivo ; pero como no puede ha-
cerse aqüi.convenientemente,, me contentaré con
indicarlo, apresurándome á decir , para ser justo,
que si Mr. de Balzac, ka, esperimentado en sus
concepciones la influencia deletérea y enervante
descentro en que vivia, ha,encontrado en el seu^
tido de lo bello que¡ hay en. é l , fuerza bastante
para libertarse de ella algunas veces; y si sus




B A L Z A C . T i


obras lian de quedar eu el porvenir (seria presun-
tuoso afirmarlo) sin duda será por esto.


La entera biografía literaria de Mr. de Balzac
está en este pasaje . , un poco ambicioso , pero ver»
dadero, de uno de sus prólogos: «El estilo de
los seres que padecen ó que han, esperi mentado
«rondes desastres, no se parece al de aquellos
cuya vida ha corrido apaciblemente.» Reasuma-
mos rápidamente esta existencia desastrosa.


Honorato de'Balaao.nació en Tours el 20 de
Mayo de. 1709, de una familia pobre ; no des-
ciende de su ilustre homónimo, el gran Balzac,
que apenas se; lee ya;; y cuyo nombre patroními-
oo eia&uez. Nuestro célebre contemporáneo se
toma el trabajo de noticiarnos él mismo «que
no es noble en la acepción .histórica y nobiliaria
de- la palabra, tan profundamente significativa
para la familia de la raza conquistadora; pero,
añade, lo digo ©poniendo un orgullo á.otro or-
gullo; pues mi padre se vanagloriaba de ser de
la raza conquistada, de una familia que había
resistido á la invasión».en la Overnía, y de la
que saliéronlos D' Entragues» Aceptamos, pues,
con gusto que Mr.;.de Balzac es de la raza con-
quistada , que es de la sangre goda mas pura, y




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ya uo le incomodaremos mas acerca de su par-
tícula. A los que le preguntaban porque la su-
primió en 1826 , les ha contestado que, al hacerse
impresor, creyó que debía tomar el espíritu de su
profesión. Un hijo menor de la Bretaña, que se
dedicaba al comercio, depositaba en el tribunal
su espada y sus títulos de nobleza; lo mismo
hizo Mr. de Baízac con su partícula. Observo sin
embargo , que en 182» cuando ya no era im-
presor, la primera novela publicada con su nom-
bre , El último Chouan, estaba firmada aun Bal-
zac solo. De todos modos y para acabar , dire-
mos con Mr. de Balzac «que con partícula ó sin
ella su nombre tiene igual valor.» Pero cuando
se da con razón poca importancia á tales baga-
telas, en mi concepto seria conveniente evitarse
el ridículo de atacar á las jentes desbautizándolas,
como lo hizo Mr. de Balzac en su Revista pa-
risiense con respecto á MM. de La Vergne y Ro-
ger de Beauvoir.


El padre de Mr. de Balzac, Secretario en el
gran Consejo en tiempo de Luis XV, y destituido
de su empleo por la revolución , envió á su hijo
durante el Imperio al Colejio de Vendóme, donde
hizo sus primeros estudios. Alli el joven escolar




BALZAC. 29


(véasela historia de LuisLambert) descubrió pronto
las cualidades de un hombre superior; pues á los 12
años de edad, compouia malos versos , y peores
t emas ; ganaba innumerables pensums, le inco-
modaba el apodo de poeta, y pasaba el tiempo en
resolver, en compañía de su maravilloso amigo
Lambert , los problemas mas arduos de la metafí-
sica. Creo que Mr. de Balzac terminó sus estudios
en París, en la pensión de Mr. Lepitre.


Mr. de Balzac, graduado ya de bachiller , sin
medios de fortuna, y con el espíritu aventurero
de un hombre que conoce su fuerza, se arrojó con
cuerpo y alma en ese infierno que llaman la vida
literaria. La interesante novela que ha publicado
después con el título de Un grande hombre de
provincia en París, podría dar sin duda una idea
de su existencia en aquella época. Con rara intre-
pidez é incansable constancia, tuvo con la fama
veinte combates infructuosos en que perdió mas
de cuarenta volúmenes. Apenas habia perdido una
batalla, aventuraba otra, cambiando el color de su
bandera; llamábase sucesivamente Horacio de Saint-
Aubin, Viellerglé, Lord R'hoone, Cuanta mas
obstinación habia en no leerle, mas se obstinaba
él en escribir. Los dos Héctores, El Centenario,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


El Vicario de los Jrdennes, Carlos I'ointeJ., El
Heredero de Birague , Juan-Luis , El. Tártaro, ó
la vuelta del desterrado, Clotilde • de Lusiñan,
La última Hada, Miguel y Cristina, El Anónu
mo, Anita y el Criminal, tVann-Chlore, . El
Corruptor, ele., tales son los nombres de los prin-
cipales hijos perdidos, que Mr. de Balzac vio pasar
con ojo estoico desde la tienda del-librero al. puesto
del revendedor de libros, y desde allí a easa del
especiero; durante los años de 1821 á 1827 se hizo
este equipaje literario, olvidado en el dia. Debo
añadir que Mr. de Balzac niega ahora muchas de
Jas obras que se le atribuyen, y declara que entre
las que reconoce, hay muchas que son producto de
una colaboración múltiple. Sin embargo, se espli-
ca con dificultad cómo ha podido dejar desenterrar
la mayor parte de aquel fárrago, reimpreso recien-
temente con el trasparente pseudónimo : El mas
fecundo de nuestros novelistas..


El joven escritor, no contento con probar fortuna
consupluma, se dedicó á especulaciones de impren-
ta y de librería, que le salieron mal; ganó en ellas
crecidas deudas , y para pagarlas tuvo que recur-
rir de nuevo al medio que hasta entonces le habia
dado tan mal resultado. «Quería-, ha dicho mas




BALZAC. 31


adelante, pagar por mí mismo una deuda,inmensa
y vivir decentemente. Queria llegar á este gran resul-
tado con una pluma 'Je ganso, una bolella de tinta
y algunas manos de papel , en una ciudad donde la
literatura no tiene crédito, y donde no solo.se
necesita talento, sino fortuna, y trabajar también
noche y dia para ganar 6,000 francos al año ; ¡yo
que debia 8,000 francos anuales de intereses •.pol-
los capitales que me habían prestado! ¿noera una
locura ? Emprendí aquella lucha en el momento
mismo en que uno de mis amigos , em o suicidio
fue célebre, se levantaba la tapa de ios sesos por
uaycho menos,» A fuerza de obstinación y denue-
do salió Mr. de Balzac vencedor del combate. El
último Chouan publicado en 1829, fue el primer
punto luminoso de su carrera. Este l ibro, inferior
ta} veza los siguientes en cuanto á concepción y
análisis, me parece por el estilo uno de los mejores
de Mr. de Balzac. El autor dice en él con bastan ••
te claridad lo que quiere decir, y no abundan,
como en o t ros , las frases alambicadas y retorci-
das. Desde aquel libro la reputación de Mr. de
Balzac fue siempre en aumentó ; La ft.ñolojia del
matrimonio, La piel de pezar,. La Historia de
los Trece - le colocaron entre los escritores que




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


mas gustaban; y pronto salió á luz una nueva é in-
numerable familia literaria, mejor acojida por el
público.


La gran cámara oscura titulada Escenas de la
vida privada , donde Mr. de Balzac quiere repre-
sentar á nuestra época bajo todas sus fases, puede
dividirse en tres principales compartimentos. Hay
en ellas las Escenas de la vida Parisiense, las Es-
cenas de la vida de Provincia , y los Cuentos ó
estudios filosóficos. Dejoá un lado los Cuentos pi-
carescos, escritos licenciosos cuyo estilo está amol-
dado sobre el de Rabelais, y que su autor com-
para modestamente, según creo, a la Venus de
Milo, y á Dafnis y Chloé. Es sencillamente una
eoleccion de obscenidades injeniosas y artística-
mente trabajadas, un canto obsceno de un joven
civilizado, que tiene la sencillez y el candor de un
libro seductor de un anciano. Las escenas de la
vida de Provincia forman también el mas hermoso
florón de la corona de Mr. de Balzac. Alli se en-
cuentran principalmente los cuadros de interiori-
dad , al estilo flamenco, en cuya pintura sobre-
sale ; alli se hallan algunas veces aquellas pequeñas
creaciones deliciosas que forman un conjunto com-
pleto, sin lagunas ni superfetaciones, sin sequedad




BALZAC. 33


ni abandono, sencillas y verdaderas en la forma y
en el fondo , y que están muy cerca de la perfec-
ción. En cuanto á las intenciones filosóficas del
novelista, creo que seria muy difícil esponerlas y
discutirlas La mayor parte de los libros provis-
tos de aquel imponente epíteto, nada tienen que
ver con é l ; es un puro cebo de librería ; en algu-
nos otros, y particularmente en Serafita el
epíteto me parece una apuesta. Ensayando hablar
de misticismo, Mr. de Balzac ha apostado consi -
go mismo que haria pasar la oscuridad por pro-
fundidad , y la nada por alguna cosa; y aunque
esto se ha visto ya algunas veces, no creo que el
atrevido escritor haya ganado su apuesta. En mi
concepto no es mucho mas fácil reasumir los cua-
renta volúmenes que Mr. de Balzac llama su obra,
para estraer de ellos una conclusión moral, social
ó política ; su pensamiento, ó mas bien dicho
sus pensamientos, son esencialmente negativos;
pasados por el crisol de un pensamiento cualquie-
ra, se evaporarían al momento. Si se miran aque-
llas variadas producciones de otro modo que
bajo el punto de vista del arte por el ar te ; si se
busca en ellas otra cosa que una pintura mas ó
menos fiel, no veo en ellas tangible y permanen-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


te sino una especie de escepticismo sensual, unas
veces refinado, otras vulgar, otras inquieto y
amargo, parecido al mismo tiempo al de Voltai-
r e , de Paul de Rock y de Byron.


A los que gustan de detalles personales é ínti-
mos , les diré que Mr. de Balzac no tiene nada en
su aire de los elegantes vandidos que ha creado;
en lo mas recio de su lucha contra la oscuridad
y la pobreza , durante la restauración , su aspec-
to era mas poético; entonces estaba muy flaco;
tenia la cara pálida, los ojos centellantes, la
palabra ard iente , los movimientos pjitados y
una conversación llena enteramente de castillos
en el aire. Era el hombre proyectista. Escepto
este último punto que , según dicen, no ha varia-
d o , lo demás ha tenido grandes alteraciones.
Mr. de Balzac adquiriendo gloria, ha hecho lo que
Napoleón: -ha echado barriga. Figúrese el lector un
hombre pequeño, regordete, con anchas espaldas,
bastante mal vestido por lo regular, con una ca-
beza adornada de cabellos negros, largos, aplasta*
dos y desgreñados, una cara de fraile, ancha, rubi-
cunda y jovial, una boca grande y sonriéndose de-
bajo de unos vigotes; señales cuyo conjunto presen-
taría algo común, á no ser por los ojos que son




im .zAC . 35


pequeños pero de una finura, y una vivacidad es-
tremadas. Se dice que seduce mucho á las mujeres;
no sé si consiste esto en la facultad magnética de
que ha dotado á las miradas de sus héroes ; mejor
quiero atribuirlo al prestijio de su conversación,
en la que tiene un talento y una gracia admirables.


Al terminar este trabajo incompleto, conozco
que para esplicar lo que hay de forzado y trunca-
do en la forma , y de falso en el fondo de la ma-
yor parte de los libros de Mr. de Balzac, no he in-
sistido bastante en la amarga idea que encierra el
epígrafe que he escojido. La manera de ser de toda
esta literatura precoz y calenturienta, á la que lla-
maba Goethe la literatura de la desesperación,
se encuentra casi siempre allí y nunca en otra parte.
¿ Cómo puede esperarse cosa alguna acabada, na-
tural , y verdaderamente bel la , de una época de
amontonamiento, de lucha y de miseria, en que
el arte en vez de ser un sacerdocio es una mercan-
cía ; cuando no puede concebirse un pensamiento,
sin qne el odioso fórceps de la necesidad lo ar-
ranque dé l a cabeza antes de su madurez? ¡Es-
pantoso suplicio que solo pueden comprender los
que lo han sufrido! ¡Dichosos los hombres del
porvenir, si dotados de una forma social mejor




36 -PERSONAJES CÉLEBRES.


combinada que la nuestra , les es dado tener es-


critores que vivan para escribir, en vez deescnb.r


para vivir.








D. MARIANO


ALVAREZ DE CASTRO.


Grave y denodado , representábase
••«-^ , á la imajinacion en tau horrible tran-


* ce, á la manera de los héroes de Home-
g> ] r o , superior y descollando entre la
* / muchedumbre; y cierto que si no se


j?.' aventajaba á los demás en estatura
como aquel los , sobrepujaba á todos
en resolución y gran pecbo.


TORF .NO.—Historia del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T. Iir, lib. 10, péj. 108,


Hay en la historia de todas las naciones pa-
jinas brillantes que recuerdan á la posteridad los
hechos gloriosos, las grandes hazañas de los pue-
blos ; y sin duda alguna, una de las mas bellas de




2 PERSONAJES CELEBRES.


la de España, es el unánime y jeneral levanta-
miento contra los Franceses, para rechazar una
agresión tan injusta como pérfida, y la lucha que
por espacio de seis años sostuvo el pueblo espa-
ñol Dor defender su independencia, y dar una
pf líebá solemne áí mundo dé lo qué puede una
nación cuando sus hijos, animados de un sagrado
amor patr io , lo anteponen todo , todo lo sacrifi-
can en su defensa. Grande, magnífico fue el es-
pectáculo que presentó España en 1808, levantán-
dose como un hombre solo para resistir y repe-
ler á las huestes aguerridas que habían vencido
éíi mil combates , y sujetado á cien pueblos , sin
mas escitacion que su entusiasmo, sin mas re-
compensa que su noble orgullo satisfecho, y sin
mas organización que la que le daba su propio
arrojo. ¡ Ah! entonces defendía el pueblo con en-
tusiasmo objetos para él sagrados, porque repre-
sentaban sus creencias y sinceras afecciones; y
nótese que jeneralmente el sentimiento de la in-
dependencia es el que conduce á los pueblos á
hacer mayores sacrificios, que cuando no son
espontáneos y se les exijen en defensa de princi-
pios ó ideas abstractas, que ni están al alcance
de la jeneral comprensión, ni afectan tan in-




ALVAKI.Z. 3


mediatamente á los individuos. Asi hemos visto
áese mismo pueblo español tanheroko, taüfuerte
y tan unido, cuando de su independencia, de
su Rey y relijion se trataba , tan indiferente y
en gran parte enemigo de una libertad que no
comprendía, no oponer la menor resistencia á
la invasión de los mismos Franceses, contra quie r
nes tan denodada y Obstinadamente hai>ia pelea-
do pocos años antes. La jeneracion-era la misma,
los misaras los hombres que á aquella magnifica y
sangrienta escena habian concurrido, y sin em-
bargo, ¡cuan diferente, cuan opuesto'fue el re-
sultadol Y esto que sucedió/entonces , sucederá
siempre, que las causas que se defiendan ó ^uie-
ran defender no sean profundamente populares.
Para nosotros es una cosa cierta, ,que sin el ma-
nifiesto de Brunswicii^ sin ver la. Francia; aiae-
naüada su independencia por los ejércitos estram
je ros , .n i hubiera peleado taato por ¡la, libertad
que la representaba, ni tal; vez hubiera .triun^
fado esta, ni dado, lugar a las.espantosas escenas
que la acompañaron ;y degradaron ,


Pero no cumple á jiuestro propósito nacer
sobre este punto las muchas reflexiones á que ¡dá
lugar , ni lo es tampoco enumerar y encomiar, las




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


glorias de nuestro país en aquella lucha memorable:
el Sr. Conde de Toreno, en la magnífica historia de
aquellos sucesos, nada deja que desear; y si la
remota posteridad podrá necesitarla para instruirse
detalladamente de los hechos, las jeneraciones mas
inmediatas al suceso , no habrán menester de ella,
porque sus padres les habrán contado verídica y
detenidamente los grandes hechos que presencia-
ron, las glorias de que fueron partícipes, los desas-
tres y horrores , y hambres , y miserias que tu-
vieron que soportar.


Pero en medio de tantas glorias, y de tan
altos hechos, se levantan algunos hombres pri-
vilejiados, que por sus hazañas, por la situación
en que se encontraron tal vez, descuellan sobre los
demás, y ocupan un lugar mas distinguido, sin es-
citar la envidia ni la rivalidad, porque no las admi-
ten sus relevantes prendas. En este caso se encuen-
tra el ilustre personaje, cuya biografía vamos á
trazar, elhéroe que defendió la inmortal Gerona, y
pereció infamemente victima de los mismos que,
porque eran valientes, debieran haber tenido en
mayor estima el valor de tan esclarecido jeneral.
La Francia no padrá quitarse nunca el borrón que
sobre ella cayó, haciendo perecer, ó permitiendo




ALVAREZ. S


que pereciese eu un oscuro calabozo, un soldado
valiente , un jeueral i lustre, que habia peleado
contra ellos con denuedo, y disputádoles con glo-
ria la posesión de una plaza, insignificante para
Ja historia de sus triunfos, sin el valor, arrojo
y patriotismo del Jeneral , de las tropas, y del
vecindario que la defendían.


D. Mariano Alvarez de Castro, nació en la
ciudad de Granada en 8 de Setiembre de 1749,
según resulta de su partida de baut ismo, que ori-
jinal hemos visto, y que destruye lo dicho por
algunos historiadores de que era natural de la
villa del Burgo d e O s m a , en Castilla la Vieja, si
bien ya el Conde deToreno en la Historia dé la
guerra de la independencia , rectificó aquella equi-
vocada creencia. También padeció equivocación el
autor de un artículo biográfico, publicado en fá'
Alhambra , suponiéndole nacido eldia 14; equivo-
cación en que sin duda ineurrió por ser aquella
la fecha de la partida de bautismo, y nO haber
recibido el sacramento hasta el mencionado dia.


Sensible debe ser para Castilla la Vieja que se
le prive del honor de haber dado el ser á un •hé-i


roe tan esclarecido; pero lo cierto es > como he-
mos dicho, que D. Mariano Alvarez nació én




6 PERSONAJES CELEBRES.


G-canada, siendo sus padres D. Francisco y Doña


Apolonja Ldpez Aparicio, vecinos de la misma


ciudad- No tuvo hermanos varones, y solo tres¡


hermanas, dé las cuales una murió joven, y por


muerte sucesha' de, Jas demás, han pasado sus


bienes á la'familia de los. Castres y Orozcos sus


sobrinos, que actualmente los poseen, por .na


haber dejado hijos. Ha podido consistir la equi-


vocJioion,de suponerle natural de Castilla, de po-


seer su familia paterna > de la cual era prinoojé-


n i to , bienes amayorazgados de alguna considerar


cion en tierna de Soria y,Falencia ; pero aunque^


por los que tenia en el Burgo de Osma y otros,


pueblos, por sus mayorazgos denominados d? COI


sollos, había estado en diqho pueblo algunos años


durante su juventud, su&milia vivía en Grana-,


da dssdeeJ, año de l4 f j l r .en.quftbajó a l a pon-
quista desdo Galicia el capitau Alvaro Berujudez


de Castro, Era pues de familia i i lustre, píipcU,


pálmente por sus ejjdaces cpn los Castras y los


Cogollos,i,.-con puyo ¡nombre/n-njaba alguna vez
D. Mariano, como Señor de mayorazgo en Cas-


t i l la ; y no será fuera d e l u g a r atendida la he-


roica constancia que mostró después D. Mariano


Alvar,*?,, aja&ifestar que contaba, entre sus .as-




AI.VAHEZ. 7


cendientes á la inmortal Antona García, la in->
trépida plebeya de la ciudad de T o r o , que tanto
se señaló por sus hazañas- en el reinado de los Re-
yes Católicos; y á Ferrando Ruiz de Castro, que
muerto en Rayona de resultas del triunfo del Rey-
D. Enrique I I , y habiendo seguido la causa del
Rey D. Pedro, mereció, según nuestras Cróni-,
cas , que se pusiese en su tumba el , siguiente
epitafio : « Aqui yace Ferran Ruiz de Castro, toda-
la lealtad de Castilla.» Epitafio que bien hu-
biera podido colocarse también sobre el sepulcro
de su ilustre descendiente.


Vivia su familia en Granada con el producto
de sus r en t a s , y D. Mariano después de ha-
ber corrido muchos peligros en su infancia , por .
lo delicado de su sa lud , fue destinado por sus
padres á la carrera de las a rmas , á la que tenia
singular inclinación, después de haberle dado la
educación correspondiente á su,piase. Entró al'
servicio en clase de cadete de Reales Guardias de
infantería Españolas en Diciembre de 1768; en
Barcelona se perfeccionó en las matemáticas v y ¡
á pesar de su inveha afición á los estudios, soli-
citó can eqipeño ir á la guerra que en aquella \
época se suscitó contra tos, Arjelinos, lo que lje •




8 PERSONAJES CÉLEBRES,


fue negado por ser terminantes las órdenes de
S. M. , para que ningún académico abandonase el
curso de sus estudios. En 1778 fue promovido á
Alférez por orden de antigüedad, y en esta clase
estuvo en el sitio de Gibral ta í , donde se distin-
guió por su valor y honradez, siendo diversas
veces recomendado por sus jefes, entre ellas en
Mayo de 1780, que hallándose en el campo de
S. Roque, dirijiendo los trabajadores que se emplea-
ban en faenas propias del s i t io , recibió la noticia
de la muerte de su madre , á quien amaba en
estreino; y habiéndosele mandado retirar por con-
sideración á su estad», no quiso> tealizarlo , y
permaneció en su puesto á pesar del diluvio de
hierro, que como él mismo dijo, le descargaban
los Ingleses desde el monte , espresando en aquel
instante « que su único consuelo seria vengarse
de los enemigos de su patria en momentos tan
dolorosos.» L o q u e pruébala entereza de su ca-
rácter, si no la filosofía de sus sentimientos guer-
reros. Ascendió á segundo Teniente en 1783 ; en
1789 obtuvo el grado de Teniente Coronel , as-
cendiendo á primer Teniente en el mismo año.
En 1790 le nombró su Coronel el Duque de Osu-
na , maestro de la Academia que estableció en




ALVAREZ. 9


Madrid, y permaneció en aquel destino hasta el
año de 1793, en que salió para la guerra contra
la República; entró en el Rosellon por Arles, estu-
vo en el ataque de M A S D E U , en el bloqueo de Elne,
en la salida de Masdeu á Aníls, en el ataque
de las trincheras francesas de Perpignan , en el
ataque y toma de Bivesaltes, donde se apoderó
de un cañón ; en los ataques del Boulou , recha-
zando en uno á la bayoneta con solo su compañía
á una columna enemiga de mas 500 hombres-, en
la batalla de Pía del Rey, donde fue contuso,
habiendo cojido un cañón, y en muchas otras ac-
ciones de guerra que hubo eu aquel año. En el
de 1794 estuvo, mandando siempre su compañía,
setenta y nueve dias acampado bajo el tiro de
cañón de Colioure, y en el sitio y rendición de
la plaza. En aquel año obtuvo el grado de Coro-
nel , y en el siguiente de 1795 el de Brigadier.
En todas aquellas campañas dio muestras de va-
lor y serenidad en los combates, de firmeza en el
mando, y de amabilidad y dulzura en su trato,
pues habiéndosele conferido, siendo solo Alférez, el
mando militar y político de la villa de Alégrete, se
condujo de tal modo, que mereció los mayores elo-
jios de la justicia y vecindario de aquella población.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Seria largo enumerar los diferentes servicios
que hizo á su patria I) . Mariano Alvarez en los
primeros tiempos de su carrera militar, y el des-
tino le tenia reservado uno , uno solo; pero mag-
nífico , inmortal, la heroica defensa de Gerona, en
una edad ya avanzada, con una salud perdida,
y con solo el aliento de su lealtad y valor. Pero
antes de entrar en la narración de aquel gran
suceso, bueno será dar una tijera idea del carác-
ter y cualidades del héroe que entonces tendre-
mos que presentar.


Siendo AJféíeJf de Guardias , y en una de las
temporadas en que iba al Burgo de Osma con li-
cencia para cuidar de sus bienes, como persona
de distinción, considerada en el pueblo por sus
riquezas, y por 1Q distinguido de su casa, pero
poco entendido en los usos eclesiásticos, tomó
asiento para oir misa con comodidad en una de
las sillas del coro de aquella catedral, pero fue,
reconvenido por orden del Obispo, manifestándo-
le que solo estaba concedido aquel privilejio por
bulas pontificias á los caballeros de las Ordenes
Militares. Herido su amor propio, se levantó en
el acto.,. hizo ensillar sus caballos, y se dirijió a
Madrid, renunciando la licencia de que disfrutaba;




ALVAREZ. 11


solicitó de S, M. se le. concediese .el.-tumo de la
merced de hábito militar en cualquiera de las Or-
denes ; y enefecto le fue concedido en la de San-
tiago. Al siguiente año se presentó en el mismo
cabildo del; Burgos y tomó asiento en el coro
para dar lugar al deapique de su amor propio,
repeliendo la reconvención que de nuevo se le
hizo, y que quedó sin efecto, al descubrir la cruz
que adornaba su pecho , y que habia conservado
oculta. .


La frescura que manifestaba en los, peligros
D Mariano; Alvarez, y, de que habla ,D. Miguel
de Haro en su Relación Histérica de la defensa
de Gerona, puede deducirse,de lo que manifesta-
ba en una de las cartas festivas que conserva su
familia, dirijidas á su administrador del Burgo
de Osma en, 14 de Julio de 1779 desde el sitio
deGibral tar , en que dice: «Las últimas noticias
son algo melancólicas, por haber enerado lpsAr-
jelinos algún trigo y vacas en la plaza ; pero para
inas.son los 1 alientos del retador de la calle de los
Izquierdos.».


(*) Aludía á un asunto galante oeurrido en el Burgo de
Osma, en que sostuvo contra los dependientes de la curia
eclesiástica, el puesto que con mal éxito le quiso disputar uno
de sotana.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Prueban estas dos anécdotas su animoso pen-
samiento y su galantería ; lugar tendremos de
admirar su lealtad y su valor en lo que nos resta
que referir de su gloriosa vida , y del fin des-
graciado que tuvo una existencia , que sus ene-
migos debieron haber respetado con la admiración
que infunden los héroes á los corazones jenero-
sos , y el respeto que inspira el valor á los que
son valientes.


Tranquilo y desempeñando las funciones de
su empleo, pasó D. Mariano Alvarez los años que
trascurrieron hasta el gran acontecimiento de
1808, que debia proporcionarle la ocasión de
hacer su nombre inmortal , y venerada su me-
moria. Pasaba entonces algunas temporadas en
Granada, y otras en el Burgo; pero su residencia
ordinaria era Madrid , donde ocupado en el cuida-
do dé su compañía, ocupación no muy pesada en
aquellos t iempos, y-menos en los cuerpos de la
Guardia Beal , que por su particular organiza-
ción no necesitaban de mucha asiduidad de parte
de los jefes , esperaba bajar tranquilo al sepulcro,
contando ya 60 años de edad, y no ambicionan-
do mas grados que el de Brigadier que obtenía
por sus servicios. No se alcanzaban entonces con




ALVAREZ. 13


la facilidad que ahora los empleos y entorchados.
Sin los acontecimientos de 1808, sin aquella in-
justa agresión que dispertó en los corazones los
nobles sentimientos que aun abrigaban los pechos
españoles, D. Mariano Alvarez hubiera termina-
do tranquilo su carrera , si bien gloriosa , con-
fundida con la de tantos otros militares que habían
dado también muestras de lealtad y valor. Pero
sonó la hora del combate, llegó el momento de
hacer pruebas de lealtad y firmeza, y tccóle á
Alvarez en aquella lucha uno de los primeros
puestos en ella, y una posición que colocó su
nombre entre los primeros también que figuran
en los fastos de aquella guerra.


Contaba D. Mariano Alvarez 60 años de edad
en 1808, y se hallaba en Madrid cuando ocupa-
ron las tropas francesas laeapi ta l , y al momen-
to pasó á reunirse á su rejimiento que estaba
en Barcelona, otorgando antes poderes á sus her-
manas para la administración de sus bienes , y
remitiéndoselos con una carta en que muestra su
valor y la jenerosidad de su corazón; les dijo se
encargasen de ellos, porque, «habiendo pisado
los enemigos la capital de la Monarquía, no pue-
do yo residir, decia, sino donde se hallan mis




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


banderas, ni cuidar de otra cosa mas que de Ja
defensa de mi Rey y de mi patria; » Pasó pues
D. Mariano Alvarez á Barcelona, cuando apo-
derado el jeneral francés Duhesme de la plaza
por medio de una infame artèria, quiso posesio-
narse también del castillo de Monjúich -r pero
allí mandaba Mariano Alvarez, dice en tono
solemne uno de : nuestros historiadores. Alzóse
el puente levadizo, coronáronse de tropa las mu-
ra l las , br i l lóla mecha sobre los cañones, apun-
tados á los Franceses qué estaban detenidos en el
glasis, y fueron inútiles todas sus amenazas y
estratagemas. Alvarez cedió solo al mandato es-
preso y terminante del Capitan General del Prin-
cipado, y viósele hacer la entrega del castillo,
centelleando sus ojos de coraje, y maldiciendo las
leyes del honor militar que á tan dura* obligación
le sujetaban. Nò estaban entonces tan relajados
como en nuestros dias los vínculos de là discipli-
na , ni se creían autorizados los militares para
desobedecer las órdenes del Gobierno y de sus
jefes, como ha sucedido después muchas veces.
La resistencia del castillo de Monjuich hubiara
sido ademas inút i l , riues Ocupando los Franceses
la ciudad y sus fuertes, sin provisiones aquel,




AT.VAREZ: 15


pronto hubiera tenido qué rendirse , logrando sólo
arruinar la población que domina, si contra ella
hubiese dirijido sus tiros.


'Teníale el cielo destinado á D. Mariano Alva-
rez Otro sitio menos fuerte, la ciudad de Gerona,
donde debia inmortalizar sü nombre. La entrega
del castillo de Monjuiéh de Barcelona alteró mu-
cho su sa lud; y cuando ya convalecido se disponía
para fugarse de la plaza , se lé qiiíso - obligar á
que tomase el gobierno interino de ella; pero se
negó apoyándose en el mal estado de su salud, y
no sin grandes trabajos y riesgos logró fugarse,
presentándose en Tarragona, desde donde fue des-
tinado á mandar la vanguardia del ejército dé Ca-
taluña eñ él Ampurdan. Lleno de júbilo por verse
libré de la dominación francesa, con las pocas
tropas de que se componía íá vanguardia , acudió
al socorro de la plaza de Rosas, impidió el paso
dé los1 Convoyes enemigos, entretuvo sus fuerzas,
y las Venció no pocas Veces; y encargado por el
jenéral Marqués de Lazan de cuantas empresas
arduas ocurrieron, acreditó en todas sü intelijen-
cia, pericia y valor.


La invicta Gerona habia sufrido ya dos sitios
por los Franceses, qUe tuvieron precisión de levan-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tar tos , no sin gran pérdida, cuando en 19 de Fe-
brero de 1809, la Junta Suprema de Gobierno del
Reino. le nombró Gobernador interino de ella,
teniendo solo á sus órdenes 5,000 hombres escasos
de t ropa , siendo asi que para el servicio de las
fortificaciones se necesitaban de 10 á 12,000. La po-
blación, diezmada por las precedentes desgracias,
ascendía en su totalidad á 14,000 habitantes. Las
murallas maltratadas por las anteriores embestidas
del enemigo, eran en sí mismas muy imperfec-
tas , según la calificación misma del injeniero fran-
cés Marescot, que habiéndolas reconocido escru-
pulosamente de antemano , dijo en alta voz que la
plaza y su principal castillo eran una bicoca. Ig-
noraba empero el franeés, que había en ella el
valiente Alvarez, que. la guarnecíanlos bizarros
Tejimientos de TJltonia, Borbon, 2.« de Barcelo-
na , y otros que tantos valientes han dado a| ejer-
cito español; que la habitaba una población en-
tusiasta y animosa, y que todos eran españoles,
y tenían corazones españoles, indignados de la
alevosía del ataque, y de la destrucción que se
meditaba délos objetos mas caros para e l los , su
relijion y su Rey.


Treinta mil hombres ;í las órdenes de los je-




ALVAREZ. 17


nerales Saint-Cir y Augereau se presentaron nue-
vamente á sitiarla el 6 de Mayo de aquel a ñ o , y
enviaron , según costumbre, un parlamento al Go-
bernador, ofreciéndole condiciones ventajosísimas
si capitulaba. «.No quiero tratar con los enemi-
gos de mi patria, contestó Alvarez, con española
fiereza; decid á vuestro jeneral que en adelante
recibiré á metrallazos á sus emisarios.» Hízolo
asi en efeeto siempre que los Franceses quisieron
entrar en comunicaciones, y el pueblo de Gero-
na , en la ebriedad de su patriotismo, aplaudió con
delirio la tenacidad de su Gobernador, empeñán-
dole todavía mas en la defensa, tan inesperada
resolución. Casi al mismo tiempo publicó un ban-
do imponiendo pena de la vida á todo el que
hablara de capitular ó rendirse; y se intimó á las
tropas que los comandantes de los segundos pues-
tos tenían orden de hacer fuego en caso de ata-
que , contra cualquiera que sobre ellas viniese, ya
fuera español ó francés. Promovió, viendo lo re-
ducido de la guarnición, la formación de siete
compañías con el título de Cruzada Gerundense,
habiendo entre ellas dos de clérigos seglares y
regulares; otra con el título de Reserva ; y ade-
mas la célebre compañía titulada de Santa Bar-


i




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


bara, en la que se alistaron hasta 127 Seño,
ras de todas clases y estados, las cuales acudían
á• los puntos atacados, llevando refrescos á las
t ropas , recojiendo y conduciendo al hospital á
los h e r i d o s / y mostrando en todo el ánimo mas
varonil. En compañía de las Juntas Correji-
mental y Económica, y el Ayuntamiento de la
c iudad, apuró todos los medios de proporcionar
subsistencias, y dictó las mas acertadas y opor-
tunas providencias para la ordenada distribución,
atrayéndose por su bondad , justificación y ente-
reza . el amor y confianza de aque'los habitantes;
quienes en el ardor de su entusiasmo relijioso,
nombraron jeuerah'simo á su patrono San Narciso;
y con el favor del cielo, y el esfuerzo de sus co-
razones, no temieron desafiar detrás de sus débi-
les murallas á todo el poder del vencedor de Eu-
ropa.


En los estrechos límites en que debemos en-
cerrarnos , no es posible dar una detallada noticia
de los hechos heroicos de aquel memorable sitio;
en las descricioues de él publicadas , se hallará
un pálido relato de su lus t re , porque todo debe
ser descolorido tratándose de dar una idea de
tanta brillantez. Basten para muestra del entn-




ALYARbZ. /'•••:'••» 'i 19


siasmo que allí reinaba, del valofc j»neíaY que se­
desplegó, los dos siguientes rasgos históricos.
Llevóse un casco de granada parte del muslo; y
de la rodilla del tambor Luciano Ancio , apos­­
tado para señalar con la caja los tiros de bomba­
disparados del campo enemigo; y al quererle tras»
portar al hospital: « No, n o , dijo el resuelto
mozo, tengo todavía los brazos sanos para tocar
el tambor. •> Un oficial encargado de unía peque­
ña salida, preguntaba en una ocasión á su Gor
berna.'lor adonde se acojeria en caso de retirada:
« Al cementerio » respondió severamente B . Ma­
riano Alvarez. Estas palabras sublimes recojidas
ávidamente por la historia, revelan por sí solas
la entereza de carácter del magnánimo Gober­
nador. • •


Por sus singulares méritos y serviciósfue agra­
ciado por la Junta Suprema de Gobierno dfl
Reino, en 12 de Abril de aquel año , con el empleo
de Mariscal de­Campo; en 24 de Mayo; con el
de Comandante del primer ЪаНаНоп de 'Bicales
Guardias Españolas, y en 2 de Octubre con el,de
Teniente General , por el relevante mérito que
estaba contrayendo en la defensa de Gerona. En
ella se hallaba siempre en todos los combates




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


en todos los trabajos, y corriendo todos los ries-
gos ; todo lo presenciaba , á todo asistía , y su celó
infatigable no le dejaba un momento de descan-
s o , en medio del grave cúmulo de negocios á qué
tenia que atender.


Su traje era regularmente sencillo (*); en los
días de gala'-vestía de riguroso uniforme, y en
todos los demás llevaba bajo de la levita la faja
de jenera l , y el sombrero redondo de copa alta,
con una cinta roja colocada diagonalmente, y en
ella escrito con caracteres negros : Por Fernan-
do Vll\ vencer ó morir. Se desprendió de toda
la lolata labrada que tenia , dando jenerosamente
su product» para ¡a guarnición; no.permitió que
se leesceptuara en el sorteo de los caballos que
se mataban para el abasto, y cuando le cupo la
suer te , dio el mejor de los dos que tenia. Escusó
Cnanto pudo cobrar sus sueldos, con la mira de
que se atendiera á otras nrjencias.


Ya. que de abasto y matanza de caballos para
atender áél hemos hablado, creemos que no dis-


(*) Manifiesto dé cuanto sucedió al Excmo. Sr. Teniente
"Generad). Mariano Alvare7.de Castro, Gobernador de la
plaza de Gerona , desde que quedó prisionero en ella , has-
ta su fallecimiento en el castillo de S. Fernando de Fi-
gnerai.—Var I). Francisco S a t n é , Rarcclona I8I<5.




ALYAKEZ. 21


Rs. v u .


Una gallina 280 á 300
Una botella de vino 40 á 60
Id. de aguardiente 80
Una libra de arroz 30
Id. de p a n . 1 . . . . . . . . . . . 10 á 12
Id. de carne de cerdo. . . . . . . 2 8 ' '
Id. de carne de caballo. . . . . 6 á 8
Id. ' de gato 20 á 40
Id. de jabón. . . . . . . . . . . 64
Una rata ó un pájaro 8
Un tomate ó una cebolla. . . . 4
Una onza de tabaco. . . . . . . 12 " "


Juzgúese pues cuál seria el hambre qué se su-
friría en la plaza, cuánta la aflicción que hubiera
causado én pechos menos animosos , y Cuánta
gloria inmarcesible réSulta para sus'defensores.


(*) Relación histórica dr. las defensas de Gerona en 1808 v
1809.—Por el Mariscal de ¿ a m p o D. Miguel de H a r o . -
Mailrid. 182«.


gustará á nuestros lectores ta inserción de la tarifa
á que se vendían los pocos víveres que algunos
paisanos introducían á costa de sus vidas en la
inmortal Gerona, que acosada por una estrema
necesidad, presentaba una escena lamentable. (*)




22 PERSONAJES ;ffELEBJAES.


Los jenerales españoles se' afanaban por socor-
r e r á los esforzados defensores de aquella invicta
plaza , y el jeneral García Conde logró introducir
en ella un convoy y unos 1,000 hombres dereíuer-
zo , apenas bastantes á cubrir las bajas ocurridas
hasta entonces. Respiró un tanto Gerona al verse
socorrida,, pero solo tenia víveres nara cuatro
meses, y estos habían ya trascurrido, con esceso
en medio, de tantas y tan repetidas proezas; y
para colmo de desgracia declaróse por fin en, el
quinto,mes el hambre y su compañera la peste
del modo, mas horroroso. Agotáronse.las carpes
de caballo;, de mulo y de,,jumento; los soldados
se caian muertos estando de centinela, y los hos-
pitales sin. alimentos, sin medicinas, sin luz y
sin fuego, eran un espacioso a tahud, donde se
amontonaban heridos y, apestados. Comíanse sa-
bandijas, y los mas inmundos insectos , .sñi que
aquellos, desa f í e? , , n l el. ver que,,el cañón des-
morpnaba las,,.murallas,, ,ni..la poca 9 ninguna
esperanza de ^socorro, ni el hundimiento con-
tinuo denlos, .edificios „, : .causado; .ppr los proyec-
tiles que sin cesar arrojaban los enemigos , desa-
l abaron al G q ^ á la decidida guarnir
clon y vecindario de Gerona. « Hijos mios , decia




ALVABJ5Z. , 23


aquel á sus soldados, mas vale morir en la brecha
que uo de necesidad. » Hubo un jefe que eu una
ocasión se atrevió á pronunciar delante de Alva-
rez la palabra capitulación ; perp este interrum-
piéndole -. «¿ Cómo , dijo, solo V. es aqui cobarde?
Cuando no haya otra cosa, nos comeremos á V.
y á los de su ralea, y después resolveré lo que
mas convenga. » (*) Estas palabras las pronun-
ciaba el inflexible jeneral sobre las ruinas de una
ciudad desmoronada, en medio de cadáveres in-
sepultos por las calles, y á presencia de una na-
turaleza que- parecía muerta por todas partes. No
se veían, ya mujeres en cinta en Gerona, falle-
ciendo de inanición hasta el fruto de sus amores
en el seno mismo de su madre.


La plaza entró por último en el octavo mes de
su s i t io , sin haber sido socorrida, ó pesar de que
en vista de su heroísmo se trató de levantar una
cruzada jeneral en Cataluña para volar en su au-
xilio. Pero ya era tarde. En 1.° de Diciembre,
se contaban 10,Q00,cadáveres de soldados y pai-
sanos tendidos en sus fosos y en sus cementerios,
y sus murallas venían á tierra por todas partes á


(*) Tomamos este helio pedazo del articulo biográñco
publicado en el periódico la Alhambra por D . J. de C. y O.




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


los embates de i 40 batería* qué dispararon sobre
la ciudad 70,000 balas y 20,000 bombas y grana-
das. Los Franceses habían convertido el sitio en
bloqueo, y ocupaban uno tras otro los fuertes es-
teriores que dominan la ciudad. No eran ya
hombres sus defensores , reducidos al misera-
ble resto de 1,100 soldados que tenían que eu-
brir siete brechas: eran sombras y esqueletos
ambulantes , y hasta el esforzado, el indomable
Gobernador A h a r e z , achacoso durante todo el
sitio de la fiebre epidémica, postróse al fin en la
cama sin esperanzas de vida el 4 del mismo mes.
Recibió el Viático y la 'Estrema-Uneion, y t ú v o -
sele durante mucho tiempo por muerto', por lo
cual delegó el mando el día 9 en el Teniente de
Rey D. Julián Bolívar. «Postrado Alvarez, pos-
tróse Gerona. Hasta entonces no parecía sino que
aun las bombas en su caída habían respetado tan
grande a lma , pues destruido todo en su-derre-
dor , y los mas de los cuartos de su propia ca-
sa , quedó en pie el suyo, no habiéndose n u n -
ca mudado del que ocupaba al principio del si-
tio. » (*)


(*) Historia del levantamiento , guerra y i revolución de
España.~Poc el Coaüe de Toreno. T . Ilf, lib. 10, paj; 117.




ALVAREZ. 25


Como último testimonio del carácter firme y de-
cidido del jeneral Alvarez, transcribiremos aqui la
única carta suya que existe, dirijida á su her-
mana, que residía en los pueblos de la provincia
de Soria , y llevada sin duda por algún soldado á
quién permitió salir, pues está sin firma ni fecha,
y arrugada como de haber estado cuidadosamente
escondida, la cual hemos visto, y dice a s i : « l ío
sé cual será mi suerte, porque su Divina Majes-
tad me quiere probar con mis males ; no he que-
rido salir porque mi honor me manda morir en
estas ruinas. Blake no me socorre, pero Dios y
mi brazo me socorrerán, y tu hermano será leal
y honrado hasta la muerte. Nada necesito, solo
deseo que estos traidores rompan... . entonces me
pondré bueno. Sé que te persiguen (*), déjalo to-
do y vete.» Estas son las únicas noticias que
recibió su familia durante el sitio , y las que die-
ron posteriormente los soldados que sirvieron con
él y eran naturales del Burgo , de los cuales he-
mos visto á uno mendigando su subsistencia , y
reclamando el auxilo de los descendientes de su


C) Alude á que los Franceses quisieron matarla en el
lugar de Blacos , y sufrió allí las molestias consiguientes á
•u próximo parentesco con el jeneral. ; Cuanta atrocidad 1




26 PERSONAJES CELEBRES.


antiguo jeneral, ya que el. Estado ios tiene eu tal
abaudono.


Siguió, sin embargo la defensa con igual de-
nuedo ; pero agotados todos los recursos, y sin
esperanza alguna de ser socorridos, al fin salió
el brigadier D. Blas Fournas para el cuartel jene-
ral francés, que estaba en Furnel ls , para tratar
de capitulación ; regresó dicho brigadier con el
jeneral francés Rey, jefe del Estado Mayor del
sjército sitiador; firmóse el dia 10 de Diciembre
de 1809 una capitulación honrosa, y el 11 toma-
ron los enemigos posesión de la plaza, quedando
prisionera su guarnición, y siendo conducida á
Francia,, por no haberse verificado el canje que en
la capitulación se estipuló Gerona se defendió he-
roicamente por espacio de siete meses y cinco
dias , y . n o fue Gerona la que se r indió, sino un
montón dé escombros, sepulcro de miles de va-
lientes, y habitados por espectros. «Solo el hambre
y la falta de municiones (escribe un historiador
enemigo) pudieron vencer tanta obstinación. ».(*)


(*) Diario del sitio de Gerona del año 1809.—Escrito en
alemán y publicado en Leipsik en 1812 por A. W . Bucker,
capitán al servicio del ex-Rey de Westfalia.—Traducido al
español por D. Hablo Miranda, Brigadier de los Reaies ejér
ritos y Teniente Coronel de Artillería.- Madrid 1814.




A L V A H E Z . 27


Hemos hablado hasta ahora de las hazañas
militares., de las grandes prendas del)-. Mariano
Alvarez presto hacerlo de su desgraciada muerte,
después de tanta gloria, en un oscuro.^alabozo,
con' mengua y perpetuo baldón de los que: lo per-
mitieron.
• E n t r a d o s , los Franceses en Gerona en virtud
de-la capitulación, y un tanto mejorado Alvarez
en i «a ' salud-, hizo presente, al Mariscal Augereau
que esperaba se le permitiese ir á convalecer á
un pueblo de la costa,, luego que legúese posible
verificarlo. Fue desatendida su demanda, se sepa-
raron de su lado a los oficiales de su Estado
Mayor, menos, á su ayudante Satué , y le tuvie-
ron.casi incomunicado en su alojamiento, con
un guarda de vista. No queremos dejar de decir,
á fuer d e imparciales, que el Gobernador francés
apenas entró en, la plaza envió un recado de aten-
ción al moribundo General, acompañándolo con un
barril de bufen, vino ¿ un : cuarto de carnero y
dos aves m u e r t a s y añadiendo que pidiese lo que
necesitase.; En este estado de cosas, fue visitado
y reconocido con poco miramiento por los facul-
tativos franceses, y convalecido un poco á los
seis días de su entrada en la plaza, solicitó inútil-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


mente que se le facilitasen algunos caballos del
tren de artillería , para que le llevasen á su des-
tino. En la noche del 21 se le intimó eon espre-
siones insultantes que debia ir preso á Fraociay
hasta el punto que obligó á Alvarez á contesta»,
incorporándose en la cama, á pesar de su decai-
miento : « VV. son unos impostores; todas esas
son estratagemas de que se valen los Franceses
para encubrir su perfidia, mortificar é incomodar
al que no han podido hacerle bajar su espada. Me
llevarán como prisionero porque la suerte lo ha
dispuesto asi. i» Sin hacer caso de las fogosas es-
presiones del jeneral , reconociere* su equipaje,
se apoderaron de sus armas , y entre once y doce
de la noche le sacaron en una calesa acompañado
de su ayudante, y escoltado por jendarines, per-
mitiendo que le siguieran dos criados montados.
De este modo llegó á Figueras por la tarde del
2 2 , y lo alojaron en un pabellón del castil lo; y
apenas estuvo en é l , tuvo que sufrir ademas de
sus achaques las impertinentes preguntas y pro-
vocaciones del Gobernador y de los oficiales de
la guarnición, limitándose el esclarecido General
á contestarles: "Si VV. son oficiales de honor,
hubieran hecho en mi puesto otro tanto. » El 23




AlVAREZ; 29


ú las dos de la mañana salió de Figueras en el
mismo carruaje, con doble escolta y dos piezas
de campaña , y llegó á Perpiñaii la noche del mis-
mo dial Sin permitirle bajar del carruaje, fue con-
ducido y encerrado en un miserable calabozo del
Castiliet, cuya vista obligó al General á decir
coa bastante calor ai comandante de la jendar-
mem'a,: «¿Es este sitio correspondiente para un
jeneral? ¿Y son VV. los que se precian de guer-
reros ?—Patientia vvbis necesaria est, contestó
el comandante con marcada ironía.


¡ Seria demasiado difuso el referir detenida-
mente los malos tratos que sufrió durante su cau-
tiverio el invicto defensor de la inmortal Gerona,
sin que sirvieran á contenerlos las reconvencio-
nes que dirijia á sus carceleros., ni la carta que
escribió, al jeneral Augereau. Pe aquel modo,
mal alojado, mal comido, y sin cesar insultado,
permaneció hasta el 6 de Enero de 1810 por la
noche, en que colocado en un coche alquilado á
su costa, le llevaron á Sitaan, donde le encer-
raron en una caballeriza en que habia una peque-
ña estancia de tres pasos poco mas en cuadro,
llena de telarañas y de inmundicia , y donde hu-
biera estado aquella noche, é l , su edecán y su




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


criado sin probar alimento, á no ser por él buen
corazón» del cochero, que les proporcionó'la cena
y un catre y sillas en que sentarse ,• no sinigran
zozobra, Álli permaneció hasta el 8 por la ma-.
ñaña , en que fue trasportado á Narbona, agru-
pándose el pueblo á su llegada para verle. Allí
fue colocado con mas decencia y comodidad, aun-
que con centinelas de vista, en un edificio par-
t icular , permitiéndole ser visitado por las per-
sonas que se presentaron á verificarlo.


Cuando esperaba continuar su marcha para
el interior, el 9 por la mañana se le intimó la
orden siguiente : K El General Alvarez debe volver,
y el edecán no.—¿Con qué me hacen volver?
contestó el General ; bien. Mientras no me vuel-
van al Castillet de Perpiñan, llévenme adonde
les diere la gana .» De este modo; quedó i ¡este
ilustré y enfermo anciano, solo, entregado al 'en-
cono y desconsideración de sus enemigos. Volvié-
ronle al tan temido Castillet, y de alli al castillo
de S. Fernando de Figoeras, donde espiró el dia
22 ó 23 de Enero , en un cuerpo de guardia os-
curo y negro, apareciendo su cadáver espuesto al
público en unas parihuelas, observándose por al-
gunos que su rostro estaba hinchado, y de color




A L V A R E Z ; 31


cárdeno, á la manera de hombrera quien 'han
ahogado ó dado garrote. Era creencia muy je -
neral en aquella época en Cataluña , que • el:
General habia muerto de falta de sueño, no per-i
mitiéndolé dormir sus carceleros, que le disperta-
ban cuidadosamente siempre que lograba conci-
liario.


El Gobierno español quiso averiguar la ver-
dad de tan horroroso hecho, y solo pudo reco-
¡er los datos que hemos indicado, y- entre ellos
ademas el importante de que al entrar el anciano
General en el castillo de Figueras> el dia anterior
al de su muerte , no tenia-grave daño en su salud.
Una de las personas á quienes se pidió informe
aseguró ademas, que pocos momentos antes de
presentarse su cadáver al público , halló á un sa-
cerdote afrancesado que se dirijia apresuradamen-
te al castillo, y que habiéndole preguntado don-
de iba , le contestó: «Voy corriendo á confesar
al Sr. Alvarez, porque en breve debe morir. » Es-
tos son los únicos datos en que la historia puede
fundar su juicio1. Para la mayor parte de nues-
tros escritores el horrible asesinato del Gobernador
dé Gerona pasa por tin crimen comprobado, ' ?
cometido á sangre fria por los jenerales de Tía-




32 PERSONAJES CELEBRES.


poleon. El grave é-. imparcial Conde de Toreno
propende á creer lo mismo, recordando-hechos
pareeidos que mancillan la historia de aquel tiem-
po. El jeneral Haro titubea un poco en darlo por
sentado, en razón á su increíble atrocidad, bien
que dice que la posteridad^» nunca llegará á con-
cebir cómo la nación francesa trató tan inhuma-
na y cruelmente al hombre que por sus grandes
y especiales vir tudes, fijaba entonces y escitará
siempre el respeto y veneración, de Europa. »
Grande era el encono de las tropas francesas,
contra un jeneral que habin heeho perecer en los
fosos de las murallas que defendía, á millares de
ellos, como lo prueba el párrafo siguiente de una
carta que el primer jeneral francés sitiador dirijió
á Alvarez, después de haber mandado hacer fue-
go á un parlamento , en la quele decía: «Es pro-
bable Sr. General que algún dia os arrepintáis
de haberos privado del único medio de comuni-
cación que admite la guerra. »


De este modo pereció tan ilustre General; al
llevar el cadáver al cementerio , los soldados ale-
manes que le conducían, intentaron quitártela sá-
bana mortuoria en que iba envuelto, y viendo
el cura que aquel hecho escandaloso ninguna sen-




ÁI.VABÉZ. 33


(*) V>'naf la nota final.


sacion causaba al jeneral Guillot ni á sus oficia-
les, esclamó: «¿Cómo es esto? Hasta las fieras
respetan los cadáveres: si VV. le quitan la sá-
bana, voy á envolverlo con la capa pluvial.» I.o
que les obligó á desistir de su sacrilego empeño.


El Gobierno español se apresuró á amontonar
honores sobre la memoria del desgraciado cuanto
ilustre defensor de Gerona. Diéronse decretos para
remuner¡.r á sus parientes: Gerona fue declarada
igual en franquicias y privilejios á Zaragoza: ins-
cribióse el nombre de Alvarez en letras de oro
en el salón de Cortes, y el mismo Fernando VIT,
á su regreso á España, mandó al jeneral Casta-
ños que le hiciese á su nombre y espensas unas
honras magníficas de Capitán jeneral de ejército,
las cuales se verificaron con estraordinaria pompa
y aparato en Barcelona en 18f6. Sus restos fue-
ron exhumados y conducidos como en triunfo á
Gerona (*). Cerróse con una verja el inmundo cala-
bozo en que murió, y púsose en su puerta una
inscripción altamente honorífica. En el salón capi-
tular de Granada, á la derecha de la silla de la pre-
sidencia, hay también otra, en la que se leen estas




3 4 PERSONAJES CÉLEBRES.


palabras : à A D . MARIANO A L V A R E Z , NATURAL


DE ESTA CIUDAD , GOBERNADOR DE GERONA, SU


DEFENSOR ESTRAORDINAR1 AMENTÉ HEROICO CON-


TRA LAS TROPAS DE NAPOLEON. — E L AYUNTA-


MIENTO CONSTITUCIONAL DE G R A S A D A : A 1 9 DE


MARZO DE 1 8 1 4 .


Pero á aquella época debia seguirse pronto una
espantosa reacción, y en su consecuencia el Ayun-
tamiento perpetuo de Granada hizo quitar de sus
salas esta memoria, porque en su leyenda se veia
haber sido colocada por el Ayuntamiento consti-
tucional. ¡Como si las glorias nacionales, cual
si los altos hechos y las heroicidades de los hijos
de la pa t r i a , no fueran una propiedad ni un
honroso blason de todos los partidos! Asi per-
maneció olvidada aquella muestra de gratitud,
basta que habiendo sido diputado del ayuntamien-
to perpetuo en los últimos años de su existencia,
el que después fue Ministro de Gracia y Justicia
D. Francisco de Paula Castro y Orozco, sobrino
del General Alvarez, reclamó la colocación de la
lápida en su antiguno sitio. No sabemos si existe
alli en el dia.


El nombre del invicto Gobernador de Gerona
jamás suena en boca de nuestros historiadores de




ALVABEZ. 85


la guerra de la independencia, sin ir acompañado
de grandes y merecidos elojios. Quintana, Pavas,
JXoroña, Veraméndi y cuantos poetas han trata-
do en sus versos los sucesos de aquel tiempo,
dedican algunas líneas á su memoria, y le pre-
sentan como modelo de lealtad y heroísmo. Su
ayudante D. Francisco Satué escribió y publico
su vida; y en las numerosas relaciones históricas
y militares sobre la defensa de aquella famosa pla-
za , en todas apareee Alvarez como una figura
colosal que roba esclusivamente la atención de
los lectores. El jeneral H a r o , testigo presencial
de los hechos, y uno de los que ostentan mayor
imparcialidad en sus juicios, retrata asi en la
obra ya citada el carácter y la persona de Don
Mariano Alvarez: « Era de estatura mediana, de
color moreno, ojos vivos, y una compostura es-
terior que no daba: grande idea de sí al que no
le observaba de cerca: su talento era mediano y
poca su instrucción, pero tenia un conjunto de
apreciables cualidades para el m a n d o , que muy
pocos suelen reunir. Era caballeroso en su modo de
pensar y muy desinteresado; mandaba siempre por
sí, sin que nadie le dominase; se presentaba can
mucha serenidad ealos peligros cuando la necesi-




36 PERSONAJES CELEBRES.


dad lo pedia. Estaba tan empeñado en la defensa
de su plaza, que en todo el tiempo que duró el
sitio no hizo cosa ni habló palabra que no fuese
dirijida á infundir constancia y valor á sus tropas;
pero la calidad que le distinguía, y que le coloca
esencialmente entre el número de los grandes
hombres , es su firmeza de a lma , porque poseía
esta calidad de los Brutos y de los Catones en un
grado eminente. Al principio deseaba que su pla-
za se sostuviese doble tiempo que Zaragoza; y
después que se cumplió este plazo, quería que
durase cuatro^ veces mas su defensa. En donde
la firmeza de los demás se acababa, alli parece
principiaba la suya... Se puede decir que no co-
metió mas falta que la de no haber sabido to-
mar un partido, cuando le avisó Blake en el mes
de Noviembre la imposibilidad de socorrerle. En-
tonces debió, haber salido con la guarnición, aban-
donando una plaza incapaz ya de defenderse; pero
no era dado á - su carácter el variar , y si al fin se
perdió todo, fue siguiendo la carrera de la gloria
y del honor. Merece pues un lugar distinguido
entre los hombres ilustres, y servir de modelo
á todos los mili tares, para que aspiren á imitar
sus grandes y eminentes virtudes.« Tal era el no-




ALVABEZ. 37


ble personaje, cuya biografía nos hemos propues-
to bosquejar. Si hubiéramos querido hacer men-
cion de los grandes hechos , los rasgos heroicos
á que dio lugar la inmortal defensa de Gerona,
nos hubiera faltado el espacio, y hubiéramos
sido inoportunamente mas que biógrafos, histo-
riadores. Hemos querido presentar á la memoria
de nuestros contemporáneos, una de las figuras
colosales entre las muchas que descollaron en la
gloriosa guerra de la independencia. Gerona y
Alvarez son dos nombres de gloria , ambos in-
separables , dignos ambos de admiración y del
profundo y relijioso respeto que inspira siempre
á las almas nobles y jenerosas, el valor heroico
y desventurado. Ningún pueblo escedió á Gerona
en patriotismo y valor ; ningún jeneral escedió á
Alvarez en lealtad y denuedo; ninguna escusa
puede disculpar á los ojos de los contemporáneos,
ni con ninguna podrá hacerlo tampoco la historia
á las jeneraciones futuras, la conducta cruel ob-
servada por los Franceses, y la muerte alevosa dada
á un General, á quien no sus armas sino el destino
y la falta de salud habían vencido.




38 PERSONAJES CELEBRES.


NOTA.


inscripción puesta en el sepulcro de D Mario
no Alvarez. de Castro.


S Q U A L I B U S HIG M C E T A L V A R E Z , NONC LUM1NE PB1VU8,


ÍDEM QUI F O R T I S , c i 'M T C L I T ARMA F D I T .


HlC VIR , H I C EST H E R O S NULLUM MORITURUS IN &\ll>


ClII 8CELER ATA F I D E 3 CERTA VENENA D E D I T .


jETEHNÜM V1VET NOBIS , PASTISQUE G E R E N D * : ,


C C M JUSTJ R E G Í S T O L M T O R ARA P Í A .


H O C WUMQUAM P O T E R I T TEMPUS RETICERIE SEPULCRO :


F A M A , MEMOR S O E C L I S , N O S PERITURA , CANET.


MDCCCXVI.


Descansan aquí las cenizas de D. Mariano Alvarez d
Castro , que fue terror del enemigo cuando empuñó laespa
da: este fue el hombre grande, este el héroe que debí
ser inmortal , y que murió de un veneno q u e le prepar<
la male fe del enemigo. Su buena memoria quedará á lo
venideros: Gerona la celebrará en sus f a s t o s : y para per
p e t o a r l a , mandó «1 Rey D Fernando Vi l er^jir este s t
pu lcro , que perdonará el t i e m p o : y la fama que no perece
transmitirá á los siglos los hechos de tan benemérito Ge
ñera!;—Año de 1816.








M. DE METTERNICH.


La elevación del Principede Metter-
nich no depende del capricho de su So-
berano, s ino de la situación de la Mo-
narquía Austr iaca , que por decirlo así
ha creado él m i s m o , y cuyo grande
edificio sostiene. N o estamos acos tum-
brados á semejante espectáculo entre
nosotros; no comprendemos esa alian-
za de un hombre de Estado con su obra,
esa identilicacion de un pensamiento
y de una vida ; hemos perdido la tra-
dición de ello desde R i c h e l i e u , Maza-
rin , Louvo i sy la grande organización
del reinado de Luis XIV.


C ^ P E F I G U E . — Diccionario de la Con~
versación, articulo Metternich.


Mr. de Chateaubriand ha dicho: (*) « ocupar por
mucho tiempo el primer lugar , permenecer jefe


(*) Congreso de Ferona, t. 1, pnj. 7fi.
I




2 PERSONAJES CELEBRES.


del Gabinete con Soberanos sucesivos, sin variar
en nada el sistema adoptado desde un principio;
aparecer inviolable como un Rey entre todas las
rivalidades cortesanas, denota una dignidad que
no puede ponerse en duda. ¿ Proviene la autori-
dad del jénio del gobernante ó de la medianía del
gobernado? Esto es lo que habría que averiguar en
Mr. de Metternich. » No quisiéramos resolver una
cuestión que Mr. de Chateaubriand no hizo mas
que establecer; nadie duda que entre nosotros,
donde es t án viva la vida política, tan devorante
y está tan mezquinamente atormentada, donde
las reputaciones se adquieren y se pierden en
veinte y cuatro horas , una autoridad soberana y
persistente como la de Mr. de Metternich, seria
un esfuerzo magnífico del j én io , un prodijio, ó
mejor dicho, una imposibilidad. En Alemania, y
principalmente en Austria, se concibe y esplica
esa lonjevidad política. Alli no hay periódicos
hostiles, ni t r ibuna, ni partidos, ni fiscalización.
Bajo aquel despotismo templado por las costum-
bres , que se parece, para servirnos de una es-
presion de Mr. de Pradt , á una espada cuya hoja
permanece encerrada en la vaina y no manifiesta
mas que el puño, la vida pública está siempre en




METTERNICH. 3


una completa calma; uua administración invaria-
ble y activa lo dirije y arregla todo, en medio
del silencio y del misterio. « En Austr ia , dice
Mr. Saint-Marc-Girardin, muchas partes del hom-
bre están satisfechas y tranquilas ; los brazos tie-
nen alli trabajo, el estómago está bien alimen-
tado, y si no fuera que la cabeza está poco tran-
quila cuando se acuerda de pensar, estaría todo
á las mil maravillas. » « ¡Pobre pais, eschma Ma-
dama de Stael, donde no hay mas que felicidad!»
A nosotros, confesamos que no nos bastaría la fe-
licidad Austríaca, y sin embargo nonos desagra-
daría participar un poco de ella.


De todos modos, la posición de Mr. de Met-
ternich, considerada únicamente bajo este pequeño
punto de vista , seria casi una sine cura, y la bio-
grafía poco tendría que ocuparse de é l ; pero sál-
gase de Viena, y recuérdese que desde la sepa-
ración de las dos coronas de Carlos V , jamás ha
presentado el Austria una amalgama mayor de
estados y de poblaciones hetereojéneas ; el Austria
se estiende desde las fronteras de Rusia y de Tur-
quía hasta las playas del Mediterráneo ; tiene un
pie en Polonia, y domina la Hungría, la Bohe-
mia , la Moravia, la Croatia, la Esclavonia , la




í PERSONAJES CÉLEBRES.


G-alitia, la Lombardía, Venecia, los dos Tirolés,
y en una palabra toda la parte septentrional déla
Italia. El Austria, al tiempo mismo que se es-
fuerza por conservar su influencia en el Norte,
gravita con todo su peso sobre el Mediodía de la
Europa; y este grande Imperio, construido de-
prisa y por mano del hombre , cuyos troncos
esparcidos se mueven y ajitan, ¿ quién lo ha crea-
d o , quién lo ha organizado tal cual en el dia
existe, quién lo diri je, lo sostiene, lo comprime
y se esfuerza por darle la unidad de que carece ?
Mr. de Metternich.


En la gran crisis de 1813, cuando la Francia
luchaba todavía, y fluctuaba indecisa la victoria,
¿quién se apoderó de las embrolladas cartas de
aquel juego, quién precipitó el desenlace del dra- """
ma sangriento, principiado en Moscow y termina-
do en Waterlóo ? Mr. de Metternich. ¿ Quién en
fin se ha impuesto la pesada carga de cerrar el
paso al entendimiento humano y contener al tor-
rente democrático ? ¿ Quién es el que recorre sin
cesar el globo con la vista, para descubrir si hay
en algún punto algún Trono vacilante que apun-
t a l a r , alguna tribuna que cerrar, algún jénnen
de libertad que sofocar? ¿Quién ha fomentado




METTEKN1CH. 5


la alianza de los Reyes contra el gran tumulto
de 89 ? ¿Quién se ha constituido el gran preboste
de la Europa? (*) Mr. de Metternich también.
Como se ve , el ilustre Canciller de Austria ha
hecho mucho, y sobre todo no le queda poco
que hacer. Ha tenido su gran parte de acción y
de responsabilidad en todos los grandes sucesos
que han ajitado al mundo, de cuarenta años á esta
parte.


Sin embargo no debe representarse á este te-
naz defensor de las antiguas tradiciones de go-
bierno, bajo la forma de un tirano feroz, dis-
puesto siempre á apelar al cañón ó al Knout, como
última razón de los Reyes. Mr. de Metternich es
un hombre de costumbres dulces , de modales ele-
gantes , i lustrado, sutil é insinuante ; es el Circeo
del despotismo. No trata de oprimir á las masas,
sino de seducirlas, de enervarlas , y en rigor, de
hacerles esperimenter la metamorfosis de los com-
pañeros de Ulises. Vuestros gobernantes , les dice,
os deben proporcional el bienestar, panem et cir-
censes, ahi lo tenéis; libertad civil, tomadla tam-
bién ; libertad política, no la tendréis , eso no vale
nada ; cantad, reid, bailad, vivid bien, sed felices,


(•) Hsprusioncs (Ui Mr. «V Metleruicli . i




C> P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


haced versos, ó muchachos si os acomoda, pero
sobre todo discurrid poco, pues de otro modo os
enviaremos paternalmente á Spielberg, donde no
se está con mucha comodidad. Añadamos que
Spielberg es un medio de gobierno poco usado en
Austria por lo menos, y reservado mas particu-
larmente para la pobre Italia, que solo se somete
á la fuerza y es tratada como pais conquistado.


Tampoco debe exajerarse la al tura, bien eleva-
da ya , de este personaje histórico , y referir con
otros muchos, que data de Mr. de Mettc-rnich para
la política austríaca una nueva era. En primer lugar
aseguran en Viena que Francisco II no era un Rey
tan holgazán como jeneralmente se cree; y después
nada mas invariable que la política austríaca desde
1789 hasta 1814; es una lucha constante contra
la Francia, interrumpida por treguas de corta du-
ración ; lucha de principios primero, y después de
territorios. El Austria no renuncia jamás á lo que
se ve forzada á ceder; vencida, negocia; pero cuan-
do firma una paz onerosa es meditandb una nueva
guerra ; los enlaces y los casamientos suspenden
su marcha, pero no la tuercen jamás ; tal se ma-
nifestó en Leoben después de cinco encarnizadas
campañas; en Luneville, después de la derrota




M E T T E R N I C H . 7


de Hohenliuden; en Presburgo, después de Aus-
terlitz; en Viena, después de Wagrum; y por
último en Praga, después de la desgraciada cam-
paña de Moscow. Alli encontró Mr. de Metternich
trazado el camino, le siguió con maravillosa sa-
gacidad , y con la actitud preponderante pue supo
dar al Austria en 1813, hizo seguramente un in-
menso servicio á su pais.


Clemente Wenceslao, Conde de Metternich-
Wineburg-Ochsenhausen, nació en Coblenza el 15
de Mayo de 1773, de una dé las mejores familias
del pais. La infancia de Mr. de Metternich nada
notable presenta. Únicamente tenemos á la vista
un Taschenbúch (*) que recomendamos á la cen-
sura austríaca, si es que sea severa, lo que no
creemos por lo menos en lo respectivo á fciertos
lados débiles de la vida del Canciller. Dícese en
este Taschenbúch que la infancia de Mr. de Met-
ternich fue estudiosa pero un poco precoz; las don-
cellas que servían á su madre atraian al joven Cle-
mente tantas reprensiones, como elojios le valían sus
triunfos escolares. Su padre era muy induljente y


C¡ L o s Tasclumbucher ( l ibros de bolsi l lo) s o n p e q u e ñ o s
almanaques que s f publicar, anualmente en Alemania y c o n -
tienen algunas veces pajinas m u y interesantes




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


se complacía en reconocer á aquellas señales la
sangre de su raza, y formaba de ellas buenos pro-
nósticos para su hijo: cuando su madre le daba
quejas de alguna travesura amorosa: «lass ihu
gehen; déjalo hacer, decía ; dasioird ein íuch-
tiger Kerl seyn; no será mal perillán.»


A los 15 años el joven Metternich fue enviado
á la universidad de Estrasburgo, donde estudió
con el célebre profesor de Rock, en compañía de
Benjamín Constant Estos dos hombres , á quienes
la fortuna reservaba elevados destinos por dife-
rentes vias , hicieron amistad en los bancos de
la escuela, y creo también que entonces Mr. de
Metternich participaba un poco de la efervescen-
cia de las ideas filosóficas que inflamaba á todos
los jóvenes; en 1790 concluyó su curso de filo-
sofía , y completó en seguida sus estudios en Ale-
mania. Después de haber recorrido la Inglaterra y
la Holanda, pasó á Viena, donde se casó á la edad
de 21 años, con la hija del Príncipe deKaunitz-
Rietberg.


De aquella época data su primer paso en la
carrera diplomática. Encargado de representar á
los Condes de Westfalia, en el Congreso de Ras-
t a d t , se, hizo notable al Emperador Francisco II,




METTEWNICH. 9
que le tomó á su servicio ; le agregó primero al
Conde de Stadion, su Embajador en San Petersbur-
g o , le nombró después su Ministro en la corte de
Dresde; y por úl t imo, en 1806 , le encargó el
represeutar al Austria ea la corte de Napoleón.


El Austria estaba entonces en una triste posi-
ción; arrojada de Italia por Bonaparte, rechaza-
da sobre el Rhin por Moreau, habia intentado re -
hacerse aliándose con la Rusia ; aquella coalición
habia sido rota en Austerlitz. Napoleón habia usa-
do anchamente de sus derechos di vencedor; habia
arrancado al vencido el viejo manto real de los
Césares; habia puesto la mano sobre el cetro de
la Confederación; habia amasado y vuelto á ama-
sar la Alemania á su antojo; habia creado Duca-
dos , Principados y hasta reinos. Habia agrandado
el Wurtemberg , la Baviera y el Ducado de Badén;
habia cortado tela para vestir á cada uno de sus
Lugar-tenientes, y todo á espensas del Austria.
La Prusia á su vez habia querido moverse; el Em-
perador de un salto habia dividido en dos partes
en Jer .a , el frájil y débil estado que se arrastra
como una serpiente á lo largo del Báltico, y la
Prusia habia sido desmembrada, hecha pedazos y ,
dislocada como el Austria.




10 PERSONAJES CELEBRES,


En semejante situación, Mr. de Metternich debia
procurar antes de todo agradar al vencedor , y lo
consiguió completamente; entonces se retrocedía
en Francia abiertamente hacia las cosas de otros
tiempos, y Napoleón había rejistrado los archivos
para desenterrar de ellos antiguos formularios de
etiqueta. El reinado de Luis XIV parecía rena-
cer con todo su esplendor, con todos sus prestijios,
con todas sus pomposas puerilidades, menos la
gracia aristocrática de que se puede prescindir, pero
que se adquiere, y que produce siempre mal efecto
cuando es postiza.


El joven Embajador de Austria, reuniendo á
las ventajas de su cuna la mas seductora presencia,
las formas mas distinguidas , un entendimiento
agudo, facilidad en el hablar , elegancia y suntuo-
sidad en las costumbres de su vida, tuvo un éxito
prodijioso; se lo disputaban en la corte, y las mis-
mas Princesas de la familia Imperial no desdeña-
ban sus obsequios; y aunque se aparentase mucha
severidad sobre la etiqueta, el puritanismo exis-
tia solo en la superficie, y el color del Directorio
se traslucía en aquella sociedad del Imperio llena
de afeite. Mr. de Metternich supo doblegarse bien
á la circunstancia; su misión era agradar, y la




METTEIINICH. ¡ 1


desempeñó con mucho celo: podrían escribirse vo-
lúmenes con todas las aventuras galantes sucedi-
das ó achacadas al diplomático Austríaco ; léanse
las numerosas memorias á que han dado lugar las
celebridades femeninas de aquella época, y apenas
se encontrará una que no encierre un tierno re-
cuerdo dirijido á Mr. de Metternich.


Bien recibido por Napoleón, que le consideraba
como la espresion del sistema francés en Austria,
pudo estudiar Mr. de Metternich al hombre que
movia al mundo según su voluntad, y adivinar
algunas veces los misteriosos resortes que daban al
mismo el primer impulso. El Embajador insistía
entonces fuertemente en fundar entre la Francia y
el Austria un sistema sólido de mutua seguridad
contra la Rusia. La entrevista de Erfurth frustró
sus proyectos ; Napoleón y Alejandro se hicieron
recíprocas promesas , y se trató por un momento
de dividir la Europa en dos partes. Persuadida el
Austria que seria sacrificada, se dirijió á la Ingla-
terra que la instaba á romper el tratado de Pres-
burgo ofreciéndole subsidios. Principiaban ya á
exasperar los espíritus de las poblaciones Alema-
nas , las numerosas vejaciones que habían tenido
que sufrir. El Austria creyó llegado el momento




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de tentar de nuevo la suerte de las armas; antes
de estallar sin embargo, quería esperar á que Na-
poleón estuviese completamente comprometido en
España ; organizáronse misteriosamente inmensas
levas de hombres , Mr. de Metternich recibió orden
de agradar mas que nunca, y de mentir con toda la
serenidad de un diplomático. Entonces hubo entre
el sutil Austríaco y Mr. de f hampagny un juego de
astucia en el cual este último quedó completamen-
te burlado. Cuanto mas secas é insignificantes eran
las notas oficiales del Austr ia , tanta mas ar-
diente simpatía y mas sincera adhesión respira-
ban las confidenciales presentadas por Mr. de Met-
ternich. Napoleón mismo se engañó. Sin embar-
go el Austria vacilaba aun ante una declaración
de guerra. El 25 de Marzo de 1800 recibia Mr. de
Metternich del Conde de Stadion, en'.onces pri-
mer Ministro, una carta concebida en estos térmi-
nos : « Observo con pesar que se enfria el entusias-
mo jeneral ; temo mucho que se gaste con esperar;
haz pues de nuevo que te echen, pues aqui
jamás sabrán tomar un partido decisivo. » Por
ú l t imo, el 9 de Abri l , en el momento en que el
Emperador llegaba á la frontera de España para
sostener el trono de José, el Austria se decidió ú




M E T T E R N I C H . 13


pasar el Ynn, y á principiar las hostilidades atacan-
do á la Baviera , enriquecida con sus despojos, y
aliada de la Francia.


A la primer noticia de aquella inesperada agre-
sión , Napoleón corrió á París , y furioso por ha-
ber sido engañado por Mr. de Metlernich, mandó
sencillamente á Fouché que le hiciera conducir á
la frontera por dos jendarmes ; la orden era dura,
porque al fin, si siempre se habia de decir la ver-
dad , ¿ de qué serviría la diplomacia ? Fouché que
creia útil tener amigos en todas partes, se contentó
con hacer escoltar la silla de posta del Embajador
por un capitán de Jendarmería.


Dos meses habían trascurrido apenas, y el Aus-
tria aniquilada en Wagram, pedia la paz de rodi-
llas ; El Monitor proclamaba que la casa de Lo-
rena habia cesado de reinar; declaración jactan-
ciosa, irrealizable, que ninguna consecuencia tuvo,
pero que Napoleón debia algún día pagar caro. Gra-
cias á la habilidad del Conde de Bubua, y sobre to-
do á las instancias de Mr. de Metternich, vuelto ya
al favor de Napoleón, después de largas conferen-
cias en Schcenbrunn, firmóse por último la paz en
Viena; nuevas cesiones de territorios y enormes
contribuciones de guerra pesaron sobre el vencido.




1 ¡ PERSONAJES CÉLEBRES.


En aquella época, en 1810, después de fir-
mado el tratado de Viena, fue l lamado Mr. de
Metternich al puesto de Canciller de Estado y
Presidente del Consejo. A su alrededor estaba el
horizonte mas sombrío que nunca ; la casa de
Lorena no habia dejado de reinar, pero sí perdido
su influencia en Alemania Napoleón, por decirlo
a s i , la habia reducido ya á su menor espresion
por el tratado de Presburgo, a fin de engrandecer
á sus vasallos los Príncipes de la Confederación,
y el tratado de Viena le arrancaba los últimos res-
tos de su poder en Italia. Abatida el Austria, ago-
tada de hombres y dinero, oprimida por todos la-
dos , por el inmenso Imperio francés, que se esten-
dia desde las orillas del Báltico hasta los Pirineos,
parecía haber renunciado definitivamente á todo
pensamiento de acudir á las armas.


En tan difíciles circunstancias. emprendió
Mr. de Metternich realzar á su país, adhiriéndole
mas íntimamente al vencedor: Grtx.Ha capta fe-
rum victorem coepit. (*)


No tardó en presentarse la ocasión, y el Can-
ciller de Estado se ap-ovechó diestramente de ella.


-i Mi casamiento con María Luisa es lo que me lia per-
dido» decin Napoleón en Santa Elena,




METTERNlCl l . 1.")


Napoleón, después de su divorcio con Josefina, bus-
caba entonces qué raza antigua de Europa tendría
el honor de continuar la suya; se inclinaba á una
hermana de Alejandro; el Gabinete de Viena se
interpuso en las negociaciones; Mr. de Schwart-
zenberg , entonces Embajador en Pnrís, tuvo en-
cargo de dar esplicaciones sobre este punto ; pro-
púsose un casamiento, arreglóse en el mismo dia,
y Mr. de Metternich en persona condujo á la hija
de los Césares ai lecho del soldado triunfador.
Mucho conmovió á la Rusia aquella preferencia.
Principiaba ya la frialdad á reemplazar las protes-
tas de Erfurth ; aglomeráronse las nubes por aquel
lado; y la espoliacion del gran Duque de Oldem-
burgo, las exijencias del sistema continental im-
puesto á la Rusia, y mortal para sus intereses
comerciales, acabaron de romperla alianza. Na-
poleón se decidió á marchar á la dictadura uni-
versal , y se declaró la guerra.


El Austria se puso naturalmente de parte del
que creia mas fuerte, sin comprometerse sin em-
bargo tan completamente en la disputa, que le
fuera imposible una metamorfosis en caso de der-
rota. En el tratado de París , 1 4 de Marzo de 1812,
se estipuló que habría entre S. M. el Emperador de




Ifi PERSONAJES CELEBRES.


los franceses, y S. M. el Emperador de Austria,
amistad, unión y alianza perpéhia (bella frase de
cancillería que á nada obliga ; todos los tratados
se hacen asi.) El Austria debió dar un continjente
de 30,000 hombres.


En la parte secreta del t ra tado, y en su ar-
tículo 7 , se dice que en el caso de tener la guerra
un buen éxito, S. M. el Emperador Napoleón se
compromete á proporcionar al Emperador de Aus-
tria indemnizaciones que no solo compensen los
sacrificios y gastos de este último en la guerra,
sino que sean un monumento de la unión íntima
y duradera que existe entre los dos Soberanos. La
Prusia se apresuró también á entrar en la alianza,
y 60,000 soldados de todas las naciones de Eu-
ropa pasaron el Niemen.


A los seis meses, apenas quedaban 40,000 hom-
bres de aquel ejército; aquellas fantasmas descar-
nadas, estenuadas por el hambre, arrecidas de frió,
se arrastraban hacia la Alemania que las recibía
por todas partes con miradas sombrías y feroces,
y se preparaba á aprovecharse del gran desastre
de los Franceses, para sacudir el yugo. La defección
del General Prusiano de York acababa de entregar
el ala izquierda de los franceses; el jeneral Aus-




1UETTEKN1€«. 1 7


triaco Schwartzenberg se ponía á su vez en comu-
nicación con el enemigo, y descubría el ala dere-
cha ; Alejandro habia pasado el Vístula ¿ el Rey
de Prusia se había arrojado en sus brazos, y los
vencidos en Jena corrían á las armas.


El Austria intacta, lejana , menos comprome-
tida que la Prusia, procedió con mayor circuns-
pección, y aqui aparece en todo su brillo la ha-
bilidad diplomática de Mr. de Metternich.


Napoleón, dejando á su espalda los restos de
su ejército, aparecía de nuevo en París, imper-
turbable y como engreído de tener que luchar al
fin contra la fortuna. Pidió mas: soldados á la:
Francia, y esta le dio los últimos:; volvió á pasar
el Rhin con 300,000 hombres, y puso al Gabinete
de Viena en situación de llenar las condiciones
del tratado de París. Mr. de Metternich contestó
que su Soberano era masque nunca adicto al.Em-
perador, y que la alianza era eterna como los
motivos que la crearon; y al mismo tiempo daba
orden al Comandante del continjente Austríaco de
negarse á obedecer las instrucciones que se le die-
sen de parte de Napoleón; y tras de las monta-
ñas de la Bohemia se reunían y armaban apre-
suradamente 200,000 hombres. El Gabinete in-




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


glés, constante en su odio implacable, envió á Lord
Walpole á Mr. de Metternich, ofreciéndole si que-
ría entrar en la coalición, la restitución de las
provincias Ilíricas , el restablecimiento del antiguo
Imperio Germánico, toda la Italia, y 10.000,000
de subsidios. El astuto Canciller dio oidos á aque-
llas proposiciones, envió á Londres á Mr. de Weis-
semberg, con el pretesto de disponer la Inglaterra
para la paz ; apresuró mas y mas la organización
de sus t ropas , y por ú l t imo, estrechado en sus
últimos recintos por Mr. de Narbonne, que le
obligaba á esplicarse, declaró «que la alianza ha-
bía cambiado de naturaleza, que el Austria ele-
vaba su simple intervención á la actitud de una
mediación armada, que desde entonces en ade-
lante iba á aparecer en la escena como parte prin-
cipal , y que se ponía en estado de sostener su
nuevo pape), organizando fuerzas respetables (*).»
Añadiendo sin embargo qué aquella nueva acti-
tud no destruía el tratado de París : solo lo sus-
pendía para dar al Gabinete mediador mas liber-
tad para negociar la paz entre las potencias be-
lijerantes.


Aquella posición, tomada de repente por Mr. de
(*) Despachos de Mr. ríe Narboniw.




METTERMCH. 1 9


Metternich, era en alto grado hábi l , ya que no
enteramente leal; el Gabinete Austríaco, de sim-
ple aliado, espuesto á las contingencias de la guer-
ra ^ se «onvertia en arbitro de aquella gran con-
tienda ; arbitro desinteresado en la apariencia,
pero muy dispuesto á sacar partido de su papel.


El tratado de: Traehenburgo acababa de añadir
á la triple coalición un nuevo enemigo, la Suecia;
las victorias de Lutzen y Bautzen, que fueron es-
tériles por la escasez de caballería de los Fran-
ceses, habían sin embargo reanimado un poco sus
negocios, y concluyóse un armisticio en Pless-
witz. El Gabinete mediador propuso abrir un Con-
greso en Praga bajo su presidencia , y la Rusia y
la Prusia , deseosas de arrastrar al Austria á la
coalición, se apresuraron á aceptar : Na peleón,
aunque incomodado de la preponderancia que se
abrogaba su antiguo aliado, se resignó también
á ello.


Algunos dias antes de abrirse el Congreso, tuvo
lugar en Dresde , entre Napoleón y Mr. de Metter-
n i c h , aquella famosa conversación que no con-
tribuyó poco á causar un rompimiento por parte
del Austria : muchos escritores han hablado ya
de elia desnaturalizándola, y sentimos que la falta




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


rfc espacio no nos permita darla íntegra. Hé aqui
algunos fragmentos que tomamos del relato del
Barón Fa in , testigo ocular.


Mr. de Metternich había pasado á Dresde, lle-
vando una carta particular de su Soberano , en
contestación á las proposiciones hechas por Napo-
l e ó n , al cual la entregó el 28 de Junio, en una
audiencia particular que se prolongó hasta el dia
siguiente. -«¿Con que estáis aqui , Metternich?
dijo Napoleón al verle. Seáis bien venido; ¿pero
si deseáis la paz , á que venir tan tarde? Ya he-
mos perdido un mes y vuestra mediación se vuelve
casi hostil á fuerza de ser inactiva... Os he adi-
vinado, Metternich ; vuestro Gabinete quiere apro-
vecharse de mis embarazos, y aumentarlos cuanto
sea posible, para recuperar el todo ó parte de lo
que ha perdido; la gran cuestión para vosotros
es la de saber si podéis hacerme pagar el rescate
sin pelear, ó si necesitareis alistaros decididamente
en las filas de mis enemigos. Aun no sabéis bien
cual de los dos partidos debe ofreceros mas ven-
tajas, y tal vez no venis aqui mas que á averiguar
lo mejor. Pues bien, vamos á ver; tratemos: con-
siento en ello; ¿qué queréis?»


Este ataque era v ivo, y Mr. de Metternich




METTEHNICH. 2 i


llamó en su ayuda un aparato de frases diplo-
máticas. «La única ventaja que el Emperador mi
amo anhela adquirir, es la influencia que daría
á los Gabinetes de Europa el espíritu de mode-
ración, el respeto por los derechos y posesiones
de los Estados independientes, de que él mismo
está animado, etc., ect. »—«Hablad mas claro, dijo
Napoleón interrumpiéndole; vamos al objeto, y no
olvidéis que soy un soldado que sabe mejor romper
que doblegar. Os he ofrecido la Iliria para que
permanecierais neutrales: ¿os acomoda? Mi ejército
es suficiente para hacer entrar en razón á los Rusos
y á los Prusianos, y solo os pido vuestra neu-
tralidad. »


« ¡ Ah ! Señor, contestó Mr. de Metternich con
viveza, ¿ por qué se ha de quedar V, M. solo en
esta lucha ? ¿Por qué no duplicar sus fuerzas?
Podéis hacerlo, Señor , pues solo de vos depende
el disponer enteramente de las nuestras.»


A estas palabras decayó el tono de la conver-
sación, y el Emperador condujo á Mr. de Metter-
nich al gabinete de los mapas. Después de un
intervalo bastante largo, esclamó nuevamente:
«¡Cómo! ¡no solo la l l i r ia , sino la mitad de la
Italia y la Polonia! ¡El abandono de la España!




2 2 SOPEKN4JES CÉLEBRES.


¡y la Holanda! | y la Confederación del tthin! ! y
la Suiza ! ¿ esto es lo que llamáis el espíritu de
moderación que os anima? En resumen,, vosotros
queréis la Italia, la Rusia quiere la Polonia, la
Suecia quiere la Noruega , la Prusia quiere la
Sajonia, y la Inglaterra quiere la Béljica y la
Holanda. En una palabra, la paz es solo un pre-
tes to , y no aspiráis todos á otra cosa sino á la
desmembración del Imperio Francés. ¡ Y el Aus-
tria , sin luchar , sin siquiera sacar la espada , se
lisonjea de hacerme suscribir á semejantes con-
diciones! |Sin sacarla espada! ¡Semejante pre-
tensión es un ul traje! [Y mi suegro esquíen acoje
un proyecto t a l , y él el que os envia!.. ¡Ah!
Metternich, ¿ cuánto os ha dado la Inglaterra
para decidiros á representar este papel contra mí?»


No siendo posible contestar á tan insultantes
palabras, Mr.• de Metternich cambió de color-
Siguióse un profundo silencio , y continuaron pa-
seándose apresuradamente. El Emperador, con la
viveza de sus molimientos , dejó caer su sombre-
r o , y pasaron repetidas veces por delante de él-
En otra situación cualquiera, Mr. de Metternich se
hubiera apresurado á levantarlo... el Emperador
fue quien lorecojió... Entablóse de nuevo la con-




METTERNICH. 23


versación en tono mas calmado, y el Emperador,
al despedir á Mr. de Metternich, tuvo cuidado de
decirle que la cesión de la Iliria no seria su úl-
tima palabra.


Mr. de Metternich salió con el corazón ulce-
rado ; á pocos dias se abrió el Congreso en Praga,
y pasóse el tiempo en pueriles discusiones de
forma y etiqueta; espiró el armisticio, y el 10
de Agosto de 1813, la declaración de guerra del
Austria, redactada y firmada por Mr. de Metter-
n ich , dio á conocer al Emperador que es peli-
groso no saberse dominar á sí mismo, y que la
colera no sustituye á la fuerza, á los ojos perspi-
caces de un diplomático.


Preciso es decirlo, para ser justo y exacto.
Napoleón sabia vencer é imponer condiciones;
pero no sabia negociar, y sobre todo conformarse
al papel de vencido. Los dos años d e l 8 1 3 y 1814
brillan con grandes hechos de a r m a s , pero pre-
sentan de parte de la Francia una debilidad de-
plorable bajo el aspecto diplomático. Evidente-
mente conocía el Emperador que la unión del
Austria á la coalición, iba á anonadarle, y era
su interés impedir á todo coste que se declarase
contra él. ¿Podia hacerlo? Cuestión es esta que




24 PERSONAJES CHLKKHES.


rauchos han resuelto negativamente. No hay
duda que el Austria estaba poco inclinada hacia
é l ; no la hay tampoco, como lo confiesa Mr¿ de
Metternich mismo en su manifiesto, en que
los aliados y su Gobierno estaban ya reunidos
por principios, antes que los tratados hubieran
declarado su unión. Habia en todas las pobla-
ciones de Alemania una fermentación tan gran-
de , un odio tan pronunciado contra el nombre
francés, que el Austria no se hubiera atrevido,
no hubiera podido bajar á la arena para pelear
al lado de Napoleón. ¿Pero podia conseguirse
la neutralidad del Austria, y en consecuencia, su
intervención directa, activa y eficaz para poner
paz entre los contendientes? Basta tener ojos
para no dudar de ello. La cuestión en aquella
época era una simple cuestión de territorio, y
nada mas. Los Franceses estaban acampados en
pais enemigo; este era el mas fuerte, y pedia
verse libre de ellos. Arrimados los Franceses á
sus fronteras con los 200,000 hombres que les
quedaban, aun hubieran dictado la paz; pero
Napoleón se hacia ilusión á sí mismo, y des-
pués de Moscou hablaba en el mismo tono que
después de Austerlitz. Cuando la Francia agota-




METTEKNlCFf, 25


da pedia á voces reposo; cuando cada victoria
le costana millares de hombres, que ya no se
reemplazaban;: euando sus enemigos se reforza-
ban sin cesar con tropas frescas, la oprimían
con sus masas, y arrojaban sus tropas sobre el
Rhin ; cuando la traición estallaba en todas par-
tes en sus filas, el Emperador se sublevaba con-
tra el destino, ambicionaba, como lo ha dicho
después, cual verdadero poeta, la gloria de los
reveses, y proponía seriamente á la Europa ar-
mada , tratar con ella bajo el pie del statu quo
ante bellum, es decir, devolviendo á la Prusia
un pais dislocado y sin fronteras, al Austria un
Imperio desmembrado», á la Alemania un Pro-
tectorado on?roso, y á la Rusia trabas comer-
ciales. Por un momento le presentó Mr. de
Metternich un ultimátum concebido en estos
términos: la disolución del Ducado de Varsovia,
dividido entre la Rusia , la Prusia y el Austria
(Dantzick para la Prusia), el restablecimiento de
las ciudades libres de Hamburgo y de Lubeck;
la reconstrucción de la Prusia con una frontera
sobre el Elva; la cesión hecha al Austria de
todas las provincias Ih'ricas, inclusa Trieste (*).


(*) Véase fl manuscrito de 1813 por el Barón F a í n .




2G PERSONAJES CELEBRES.


Napoleón convino en algunos puntos , pero que-
ría conservar á Trieste, y exigía que Dantzick
permaneciese ciudad l ibre; eu una palabra, su
contestación llegó la noche del 10 al 1 1 ; ei tér-
mino de la mediación del Austria se habia fija-
do al 10, y habia aparecido el manifiesto de
Mr. de Metteruich. Era preciso oír a l a Rusia , y
ya era demasiado tarde.


Después de la horrible carnicería de Leipzig,
de la declaración de Francfort, y de la invasión
del territorio francés, abrióse un Congreso en
Chatillon; Napoleón aceptó las bases propuestas,
pero también alli disputaba sobre los detalles.
El Duque de Vicencio recibió en un momento
carta blanca para tratar á toda costa y evitar
una batalla, que era la última esperanza de la
Nación francesa; verificóse aquel combate, y las
milagrosas victorias de Brieune, de Champau-
bert , y de Montmirail, cambiaron las disposi-
ciones del Emperador. Escribió al momento al
Duque de Vicencio, encargándole que nada fir-
mase sin orden suya , porque, decia, «solo yo
conozco mi posición. — Es preciso hacer sacri-
ficios, se apresuró á contestarle el Duque de
Vicencio, es preciso hacerlos á tiempo; si no




METTERNICH. 2 7


tenemos cuidado, se nos escapará la ocasión
como en Praga. Esta negociación, no me can-
saré de repetirlo, no se parece á otra alguna.
Es hasta totalmente opuesta á cuantas V. M.
lia dirigido hasta ahora , y distamos mucho de
poder dominar. No se quiere mas que un pre-
tes to , y si no nos decidimos á tomar el partido
que las circunstancias exigen, todo se nos esca-
pará. Suplico á V. M. reflexione el efecto que
producirá en Francia el rompimiento de las
negociaciones, y que pese todas sus consecuen-
cias. »


Estas palabras del Duque de Vicencio, no
eran otra cosa que la reproducción exacta de
Jas cartas confidenciales que Mr. de Metternich
le dirigía. El Canciller de Austria, preciso es
hacerle esta justicia, era entonces sincero par-
tidario del sosten de la dinastía Napoleónica;
sus nacientes desconfianzas de la Rus ia , y los
vínculos de familia que unian al Emperador con
su Soberano, hacian muy natural aquel senti-
miento; veía engrosarse la tempestad; princi-
piaba á faltarle la preponderancia que había
ejercido del lado allá del Rhin ; la Inglaterra
se pronunciaba en favor de los Borbones; la




28 PERSONAJES CELEliKES.


Rusia se inclinaba á lo misino, y Napoleón luchaba
todavía, exijieudo la evacuación del territorio antes
de hacer ningún tratado «El Emperador Napoleón,
decia Mr. de Metternich, nos hace escribir nove-
las, y no comprende el peligro de su situación.»
Por último, París abrió sus puertas al Príncipe
de Sehwartzenberg , y mientras Francisco II y su
Ministro se habian detenido en Dijon, por no asis-
tir á la toma de la capital en que reinaba María
Luisa , el Emperador Alejandro, rodeado de una
intriga cortesana, y en presencia de una nación
casi indiferente por cansancio , zanjó la cuestión
dinástica.


Mientras se trató de proseguir la victoria, es-
tuvieron los aliados completamente unidos; no asi
enteramente cuando fue preciso repartirse los be-
fícios. Cada potencia volvió entonces á sus inte-
reses particulares, á sus simpatías y antipatías na-
turales. Nos falta espacio para hablar detenida-
mente de aquel gran meneo dado á la Europa en el
Congreso de Viena, interrumpido un instante por
los Cien-Dias, y continuado después de Watterlóo;
la Francia fue mutilada , la Sajonia espoliada, la
Prusia quedó estrañamente constituida, la Italia
atada de pies y manos, fue entregada al Austria,




METTERIÍICH. 29


(*) Mr. de P r a d t , Congreso de Ficta, t, I , páj. 302.


despedazada la infeliz Polonia, y la Béljica unida
por fuerza á la Holanda. El acta federal de 8 de
Junio , destruyendo las promesas liberales de las
proclamas de 1813, volvió á construir para la
Alemania el antiguo damero feudal, y la Rusia,
estendiéndose al través de la Polonia, alargó sus
brazos basta la Prusia. De tal modo, que el Abate
de Pradt pudo decir con razón; «La guerra de
la independencia de la Europa contra la Francia,
ha acabado por sujetar la Europa á la Rusia. Pío
valia la pena de cansarse tanto.» (*)


Desde 1815 , Mr. de Meternich se ha dedica-
do constantemente á sostener su obra, conmovida
por frecuentes sacudimientos. Las asociaciones de
las Universidades no se habían disuelto después
de la victoria, y la Burschenschaft se habia es-
tendido como una red por toda la Alemania; la
Italia se ajitaba ; levantábase en Ñapóles una tri-
buna ; el Piamonte - destronaba á su Rey; la Es-
paña ponia trabas al suyo; la Polonia temblaba
bajó su triple yugo; las calles de París estaban
ensangrentadas por las sublevaciones; por do quie-
ra se ajitaban los pueblos. Casi al mismo tiempo




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


los dos atentados aislados de dos fanáticos, Sand
y Louvel, (*) despertaron á losReyesque se ador-
mecían en su seguridad, y se celebraron Congresos
en Carlsbad, en Troppau y en Laybach. Decla-
róse en este último á los pueblos « que solo per-
tenece á los Soberanos conceder y modificar las ins-
tituciones, siendo únicamente responsables á Dios
de sus actos.» La efervescencia universitaria fue
comprimida, cerrada la tribuna de Ñapóles, in-
vadido por el Austria el Piamonte , y mas adelan-
te, en Verona,se encargó el Ministerio Villele.de
destruir el Gobierno representativo en España.
En 1824 Mr. de Metternich fue hostil á la causa
de los Griegos. El hombre de Estado veía desde
lejos á la Rusia tan amenazadora ya, engrande-
cerse á espensas de la Turquía. Los sucesos pro- **
barón que había previsto bien; y cuando en 1829
la Prusia ofuscada acuñaba medallas, en honor
de los triunfos de su temible vecino v Mr. de Met-
ternich , de acuerdo con la Inglaterra, se ocupaba
activamente en detener á Diebitch en su marcha
sobre Constantinopla,


La revolución de Julio en Francia espautó un


(*) Asesino el primero de Kotsebne, y el segundo de!
Duque de Bejrv .




METTEriNICH. 3 1


momento á Mr. de Metternich, y no sin razón;
pero tranquilizado Lien pronto por la dirección
pacífica dada allí á los negocios, se resignó con
bastante buena voluntad á reconocer á un Rey
elejido. Solo podemos recordar aquí para memoria
la insurrección de la Romana, la ocupación y eva-
cuación de Ancona por las tropas francesas, y por
fin después, el último reciente tratado firmado en
Londres entre el Austria , la Prusia, la Inglaterra
y la Rusia contra el Bajá de Ejipto y con esclu-
sion de la Francia. Si es cierto, como lo anuncia la
Gaceta de Jugsburgo, que esta nueva coalición se
haya formado á instancias del Gabinete de Viena,
confesamos que nos cuesta trabajo entender á
Mr. de Metternich. ¡Como! é l , que penetraba
tan bien en 1824 los proyectos de la Rusia ; él,
que tanto ama la paz, que con tanto celo ejerce
la policía de la Europa; é l , que sabe que apenas
queda en Alemania otro Galophobo que él mismo
y Mr. Menzel, que de consiguiente una guerra
contra la Francia no seria ya una guerra de na-
cionalidades, sino de principios, y que el primer
cañonazo disparado en el Rhin haría saltar hecho
pedazos el frágil edificio levantado por el Congreso
de Viena; él, hombre sabio, prudente, hábil ¿es-




:>2 PERSONAJES CÉLEBRES.


ponerse sin mas, ni mas á tales peligros ? ¿ Qué
le hemos de hacer ? Mr. de Metternich no es ya
joven , cree tal vez que la Europa está aun poco
cansada, y pudiera respondernos como respondió
un dia á un sabio a lemán, que le reconvenía de
haberse ocupado demasiado de arreglar, vijilar é
inmovilizar lo presente, y no lo bastante en pre-
parar el porvenir : «después de mí, el diluvio /»








\ c .


D. MATEO J. ORFILA.


t Se concede de mejor gana á un
lioniure el ser á propósito i ara los em-
plpos que no tiene, que no se le encuen-
tra apto para los que ejerce. »


i iBor.HF,rorc*rLT.


Cuando remos á . u n hombre colocado en una
situación elevada y honrosa, y alcanzada por él
solo y por medio de un asiduo trabajo, nos in-
clinamos á creer que aquel hombre está dotado
de una grande voluntad y de una brillante in-
teligencia; y a pesar del Dios te dé fortuna, re-
frán ordinario de los simples y de las inferioridades




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


envidiosas . que no ven ó no quieren ver mas que
la casualidad ó diestros manejos en las recompen-
sas justas , nos queda á nosotros, que somos im-
partíales , la certeza de que esos grandes hombres,
no comprendidos y desconocidos, que intrigan
contra los pequeños, ilustres, y célebres, ó son
gentes muy miserables, ó individuos á quienes
apasiona un antagonismo-particular.


Nos sugiere estas reflexiones el haber estudiado
la vida entera del Doctor Orfila, y haber buscado
lo que sus enemigos podrian echarle en cara. Basta
para tenerlos haber adquirido alguna fama; pero
si no existiesen enemigos que tienen á la inteli-
gencia en acecho, dispierto y en guardia al ta-
lento, el hombre que hubiese adelautado perma-
necería demasiado tranquilo, olvidaría los esfué^1*^"
zos pasados , habría retroceso. Es sabido que dis-
puestos aquellos siempre á coger al paso el primer
error que se escape, lo aumentarán á su placer,
lo enseñarán con triunfo, y si su pequenez y de-
bilidad no les permite hacerse, oir de todos, lo pre-
gonarán de mil maneras.


Hay im medio sin embargo de ser hombre de
primer orden, y no tener enemigos. A un hom-
bre se le perdonará con gusto su superioridad, sino




OUFILA. 3


aspira á otra cosa; es decir, con la espresa con-
dición de que ocupado únicamente de las cues-
tiones mas abstractas de la ciencia, bienhechor
de la humanidad, útil para todos, será inútil
para sí mismo ; con la condición de .que siempre
olvidado, jamás alcanzará á él la remuneración;
con la condición en fin de que verá tranquila-
mente distribuir á los demás, títulos y empleos,
contentándose él con haberlos ganado. ¡Oh! en-
tonces , cuando no quede duda que no tiene mas
que mérito , pero que en ningún caso le será per-
mitido competir con los monopolistas de digni-
dades, entonces no habrá inconveniente en re-
conocer que tiene talento ; se le elogiará , has-
t a s e le exagerará, con la misma facilidad en-


fomiadora con que se alaba sin medida á los muer-
tos , porque no pueden hacer sombra á ios vivos.


Pero si tiene el sentimiento de su dignidad y
de lo que vale; si no contento con poseer la ciencia,
deja traslucir deseos de querer adquirir una po-
sición honrosa y ú t i l ; si tiene bastante energía
para atravesar como un dardo esa masa compacta
que obstruye todas las avenidas; si adelanta en
fin, puede estar cierto deque tendrá envidiosos,
de que lo que debe al saber se atribuirá á la




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


in t r iga , y de que los que de frente no pudieron
impedirle el llegar á la cumbre que ambiciona-
ba, no dejarán, cuando la ocasión se presente,
de darle una zancadilla para hacerle perder el
equilibrio.


Entre los adversarios de Orflla hay algunos, á
quienes ni la vergüenza ha contenido, que han
apelado á la calumnia para hacerle acusaciones,
a que no contesta un hombre honrado, y á que
hace justicia el público. Nadie ignora lo que de
ellos debe pensar, y no queda manchada la mo-
ralidad de aquel á quien atacan odiosas imputa-
ciones ; pero no por eso es menos triste pensar
que hombres de saber, que poseen cuanto es ne-
cesario para ser respetables, se ensucien hasta el
punto de publicar miserables libelos, en queT^e"
descubre el odio en cada linea, y donde se ve
•que el escritor se ha violentado, para decir lo que
no podia pensar.


Mateo José Orfila nació el 27 de Abril de 1788,
en Mahon, en la Isla de Menorca. Sus padres sin
ser r icos, disfrutaban de cierta comodidad , de-
bida al comercio á que se dedicaban. En 1802
fue preciso pensar en darle colocación, y deci-
dió la familia que José Orfila entraría en la raa-




OBFILA. 5


riña. Poco después se embarcó el joven en clase
de segundo piloto en un pequeño buque mercante
que recorría las costas del Mediterráneo^


Seguramente nada podía hacer creer todavía
que se ocultaba bajo la chaqueta del piloto, una
toga de Decano de la Facultad. Es ademas cosa
sabida que Orfila tiene el talento de no ocultar á
nadie todo lo precaria que fue su juventud; y
cada d ia , al proteger á sus cofrades, prueba que
también é l , á pesar de su trabajo y de su supe-
rioridad , recuerda cuan útil le fue el patronazgo
de un sabio ilustre , arrebatado demasiado pronto
á su agradecimiento.


Muchas novelas ofrecen sucesos menos estraños,
situaciones menos difíciles, menos imprevistas en


^Tdesenlace, que la vida que contamos; y para
aquellos que han asistido á esa continuación de
luchas entre, el talento y la for tuna; para los
testigos de las victorias conseguidas por la tena-
cidad del hombre que se ha dicho á sí mismo:
trabajaré, adelantaré; para estos es una satis-
facción ver la suerte , obligada á ser jnsta una
vez, dejarse arrancar por la perseverancia , lo
que tan frecuentemente niega , aun á los mas dig-
nos: un nombre y una posición.




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


Véase pues á Orüla, «obedeciendo pasivamen-
te á los impulsos de familia » á bordo de un bu-
que , soñando ya sin duda otra existencia, y
preguntándose tal vez si no estaba llamado á
otro fin.


En 1805 se decidió su porvenir. Abandonando
la carrera naval , pasó á Valencia, estudió con
pasión lo que él mismo habia elegido, y al año
siguiente obtuvo el primer premio de física y de
química. Desde entonces no puede ya ponerse en
duda su vocación; ve abierto ante sí un hori-
zonte de trabajos, pero de celebridad ; le obstru-
yen las dificultades, y las ataca de frente. Joven,
y con esa naturaleza meridional de tan tenaz
voluntad, con esa organización que se endurece
con las dificultades, no se espanta Orilla porTo^*-*1


obstáculos ; verlos, es querer vencerlos; pero para
vencerlos es preciso estar en su presencia, y el
ex-piloto no estaba en situación de subvenir á los
gastos de su traslación y del complemento de sus
estudios. Redobla su trabajo, se hace notar , y
esto es lo que queria ; en virtud de un informe
de sus progresos, decide la Junta de Barcelona
enviarlo á Paris á estudiar las ciencias naturales,
señalándole 6,000 r s . ; él ve la ocasión favora-




ORFILA. 7


ble, pasa por Madrid, y el 9 de Julio de 1807
entró en Paris.


Diez meses hacia que Orfila estudiaba en aque-
lla ciudad , cuando un acontecimiento imprevisto
hizo mas embarazosa su posición. Estaba escrito
que aquellos años, que para tantos otros son dias
de placer, serian para él uu tiempo de pruebas
siempre renovadas. El 2 de Mayo de 1808 la
Francia declaró la guerra á España. En aquella
edad y en aquellas circunstancias, podían tal vez
afectarle poco las disputas de los dos Gobiernos,
pero suprimiéronse los 6,000 rs. de pensión, y
esto le tocaba mas de cerca. No recibiendo otros
fondos para vivir y pagar los gastos de sus es-


^ d ^ s , su situación era crítica. A los 20 años,
estrangero, perdido en un país que se convertía
en enemigo, ardiente siempre en seguir el cami-
no que se habia trazado, con una constitución
escelente, y sin dinero, debió sin duda hacer pro-
fundas reflexiones. Acordóse, entonces mas que
nunca , de que tenia un tio comerciante en Mar-
sella. Manifestóle su situación, y el digno parien-
te le dio un auxilio casi igual al que acababa de
arrebatarle la guerra; con la condición sin embar-
go de que cesaría todo envió de fondos en obte-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


niendo el diploma de Doctor. Lo importante para
Orilla era conseguir aquel título ; para lo demás
contaba solo consigo mismo, y tenia razón.


Continuaron pues sus estudios siempre labo-
riosos , coronados siempre de buen éxi to; y al
fin después de los mas brillantes exámenes, llegó
á la última prueba, la Thesis. Se graduó de Doc-
tor. En muchas circunstancias de la vida hay
una miserable cuestión que domina á las demás
con toda su brutal pequenez, la del dinero; y
Orfila pudo conocer entonces su imperiosa tiranía.


Con distinción, con un esterior abier to, un
gran saber sin pedantismo , un inmenso deseo de
utilizarlo, y por últ imo, como complemento agra-
dable de cualidades mas serias, una voz que dio
después lugar al siguiente juego de palabras : ? ^
>t' avait pas trouvé la voie de la fortune, il
eut trouvé la fortune dans sa voix; con esto bien
podia soñarse en un brillante porvenir ; pero era
un porvenir, y se trataba de vivir de presente.
Orfila no tenia mas que S E I S F R A N C O S con los cua-
les debia llegar á ser Par de Francia.


Tal fue sin embargo el punto de partida del
Doctor Orfila ; y mas de una vez ha debido re-
cordar sonriéndose aquellas primeras miserias,




0 R F I L A . !)


llenas siempre de encanto cuando lian pasado.
Seguramente, fue necesario una voluntad Ur-


iñe, una especie de presentimiento profético, para
persistir , cou la incertidumbre de buen éxito, en
permanecer y vivir en París. Principió dando un
curso de química , que le salió b ien , bajo los
dos aspectos de la utilidad inmediata y futura.
Sus discípulos le dieron á conocer. Habia entre
ellos Beclard mayor, Julio Cloquet, Edwards, á
quienes esperaba también una celebridad mereci-
da ; sus palabras teuian ya algún valor , y asi
fue que les creyeron cuando hicieron el elogio
de su joven maestro, con la ardiente elocuencia
de la amistad. A este principio de fama debió
Orilla su introducción en la sociedad, que gustó
^nflStó" de su persona, de su talento y de su voz.


Esta aptitud para la música, le había hecho
contraer relaciones con uno de los mas célebres
escultores de Francia, y dio lugar á su casamien-
to con la Señorita Lesueur en 1815.


A pesar de no habersenaturalizado hasta en 1819,
puede considerarse á Orfila como perteneciente á
la Francia desde 1816 , pues desde esta época da-
tan sus últimas relaciones cou lu España. En
efecto , había ofrecido ponerse á la disposición de




10 PERSONAJES CÉLEBHES.


(') Profesor de Química en Madrid.


Id Junta de Barcelona, según estaba comprome-
t ido; pero se le contestó que los gastos de la
guerra habían empobrecido la ciudad, para que
pudiese hallar los fondos necesarios para la en-
señanza que Orfila se proponía establecer. Por otra
parte, llamado á Madrid en reemplazo del profe-
sor Proust (*), antes de aceptar propuso al Rey
un sistema que pronto hubiera dotado á la Es-
paña de todos los profesores de química de que
carece. No se aceptó la propuesta, y de consiguien-
te el Doctor Orfila quedó libre de todo compro-
miso.


En 1816 fue también cuando le nombra-
ron médico de Luis X V I I I , título mas honorí-
fico que provechoso, puesto que solo valía 1,500
francos , que ademas no recibió Orilla hasta d o r
años después de su nombramiento. No estaba
sin embargo sobrado; pero entonces, como des-
pués , se ocupaba poco del dinero, siendo una
escepcion laudable de nuestra época fiscal, en
que el talento es rara vez desinteresado, y se re-
baja por demasiado calcular.


Pero si no habían llegado aun las riquezas para




OHt'ILA. II


Orilla, estábale al menos abierto el camino de los
honores. Protejido por Mr. Dubois, llegó en 1819
á la Facultad , donde tenia marcado su puesto
por sus estudios especiales sobre la medicina le-
gal, que profesó hasta 1823, en que se hizo car-
go de la cátedra de química. En 1820 habia
sido nombrado miembro de la Academia de Me-
dicina.


En 1830 volvió á empezar para Orflla una
venturosa serie de honores y dignidades: nom-
brado decano de la Facultad, fue al siguiente
año miembro del Consejo general de los hospi-
tales y hospicios civiles, y después del Consejo
general del Departamento ; no era esto solo, re-
crtñósu carta de gran naturalización , y el Con-
cejo Real de la Instrucción pública se lo agregó
en 1834, en reemplazo de Mr. Guenau de Mussy,-
Ia cruz de oficial de la Legión de honor com-
pletó aquella serie de prosperidades; y por úl-
timo fue promovido á la dignidad de Comendador,
ínterin se preparaba el sitio que reclama en el
Luxemburgo.


Acabamos de enumerar las recompensas con-
cedidas al Sr. Orilla, y examinaremos ahora los
trabajos que á ellas le han hecho acreedor. Al-'




12 PERSONAJES CELEBRES.


efecto es preciso estudiar sucesivamente lo que lia
hecho y lo que es, como Médico, Legista y Quími-
co , como Administrador y como Catedrático ; y
aun añadiremos dos palabras como hombre político.


Como Médico, Legista y Químico, los títu-
los del Sr. Orilla son los siguientes:


Publicó en 1812 un Tratado de venenos ó
Toxicologia general que causó una viva sensa-
ción en el mundo médico. El inmenso número
de esperimentos sobre los animales, las teorías
químicas espuestas con claridad, la apreciación
razonada de los diversos contra-venenos, hicieron
pronto de aquel trabajo una obra elásica para los
alumnos, y un guia seguro para los prácticos.
El Instituto de Francia lo aprobó y cscitó al au-
tor á continuar sus investigaciones. (*) < í f i>3í


(*) La clase de ciencias físicas y matemáticas del i n s -
tituto , encargó á MM. P ine l , Peroy y Vauqnelin el exá
men de esta o b r a ; Mr. Vauquelin es tuvo encargado de los
informes sobre las cuatro partes de aquel trabajo. Dare-
mos es trados de dichos informes.


Sobre la primera parte. . . « Faltaba á la medicina y á
la jurisprudencia un tratado completo sobre esta materia.


« Era pues necesario, para componer un libro sobre
este a s u n t o , tal cual lo permiten los actuales conocimien-
tos , entregarse á uua serie de investigaciones muy nume-
rosas y del icadas; el Sr. Orlila lia tenido el valor ds em-
prenderlo , y se propone continuarlo hasta el grado de
perfección que le sea posible alcanzar, etc .




O R F I I . \ . 13


En 1816 aparecieron dos volúmenes en octavo,
bajo el modesto titulo de Elementos de Química
médica. No eviste todavía obra alguna que pueda


a El modo como el Sr. Orlila ha desempeñado la pri-
mera parte , hace desear vivamente que trate las demás
con el mismo cu idado , y las publique luego de concluidas.
Entre tanto , creemos que el primer volumen m e r é c e l a
aprobación de la clase.—Firmado. — P I M E L , P E H O Y , V A U -


O O E M N , Relator.—La clase aprueba e! informe y adopta
las conc lus iones . -El Secretario perpetuo, caballero del I m -
perio , G. CrjviF.n. »


Sobre la segunda parte.
«...Siendo las investigaciones de que el Sr. Orlila ha


compuesto la segunda parte de su obra de una aplicación
tan frecuente, tan inmediatamente útil para la conserva-
ción de la vida de los hombres , y para la medicina legal;
la manera sencilla y metódica con que el autor ha tratado
este interesante a s u n t o , las penalidades y disgustos que
acompañan a esta clase de trabajo, inducirán fácilmente á


^ l a c l a s e á conceder'e permiso para publicar, con su apro-
" ^ T p ^ ^ r ^ e s t a segunda parte de su Toxicologia , instándole


á que redoble s a celo para tratar con el mismo esmero la
tercera, que debe contener los venenos vejetales y anima-
les.—Firmado, etc. »


Sobre la tercera y cuarta parte.
«...Para componer estas dos últimas partes de su obra,


ha hecho el Sr, Orlila mas de ochocientos esperimentos,
y se ha ocupado constantemente de este trabajo por es-
pacio de tres años. Ha tenido precisión muchas veces de
pasar noches enteras cuidando á los animales sujetos á
los ensayos , y lia necesitado mucho valor para vencer la
repugnancia que acompaña á tan triste oficio; por últ imo
ha debido gastar sumas considerables ptra comprar los
animales y preparar los venenos cuyos electos ha dado á
conocer. Las dos primeras parles de esta interesante obra




14 PERSONAJES CELEBuES.


reemplazar á esta para los alumnos de medicina.
Modificada y aumentada en cada edición, repre-
senta en el dia el estado de la ciencia y todas
sus numerosas conexiones con la medicina (*). Se
lian agotado seis ediciones, y esta obra está en
el dia en tres volúmenes.


En 1820 publicó el Sr. Orfila tres volúmenes


han obtenido el éxito mas favorable en Alemania, en In-
glaterra y en Italia. Estas nociones han confirmado e!
ju ic io formado por el Ins t i tu to , como puede verse en los
diarios científicos que han dado cuenta de ellas.


«Esperamos que estas dos últimas partes, no menos In-
teresantes , y que han exijido ademas mayor sagacidad y
cuidados, serán asimismo bien acojidas por los sabios , y
aumentarán el aprecio que el autor merece. — Fi rula-
dos etc. , »


(*) Véase un estracto del análisis que sobre esta, obra
se imprimió en el Diario universal de tas ciencias


« . . .Un tratado de Química médica puede infundir sos-
pechas , y si el t ítulo de la que anunciamos puede desper-
tarlas , su lectura las disipará. El Sr. Orilla sabe resistir
al imperioso ascendiente que ejerce sobre los mejores enten-
dimientos el objeto habitual de sus estudios y meditaciones;
y aunque profesor de química, permanece constantemente
médico. Contiene siempre la química en los límites que debe
respetar.


La obra del Sr. Orlila será útil al m é d i c o , que en-
contrará reunidos muchos conocimientos que se vería obli-
gado á buscar en obras diferentes, y que se le presentan
en esta con el orden y medida que distinguen al químico
acostumbrado á ver la naturaleza en otra parte que en su
laboratorio.»




0 E F 1 L A . tá


(*) Los Archivos generales se espresan asi sobre las Lec-
ciones de medicina legal.


de Lecciones de Medicina legal, en las cuales
se encuentra la contestación á cuantas cuestiones
pueden suscitarse sobre este importante asunto.
Esta obra tuvo un grande éxito cuando apareció.
¿Quién ademas estaba en mejor situación que el
Sr, Orfilá para enriquecer esta parte de la cien-
cia ? Llamado con frecuencia ante los tribunales
para ilustrar la justicia sobre los hechos mas os-
curos y dificultosos; habiendo sido este ramo de la
medicina la ocupación de toda su vida , á él perte-
necía comprobar la exactitud*delos hechos sentados
por todos los que habian escrito sobre la materia.


Poco satisfecho de algunas soluciones, se en-
tregó á numerosos esperimentos, á investigacio-
nes muchas veces penosas, que le permitieron


^ Ü m r ^ u e s t í o n e s del mayor interés. Todo lo que
tiene relación con la violación, con la viabilidad
del feto, con los afixiados por submersion y sus-
pensión, con la historia de las heridas, de las
manchas de sangre, del envenenamiento, fue tra-
tado por él de un modo infinitamente mas pre-
ciso y completo de lo que hasta entonces se ha-
bía hecho (*).




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ha publicado ademas el Sr. Orfila dos volú-
menes sobre las Exhumaciones judiciales, com-
puestos con Mr. de Lesueur, y por último una
multitud de Memorias y otros trabajos: sobre la
existencia del Picromel en los cálculos biliarios;
Socorros que deben, darse á los envenenados;
Cuestiones relativas al alumbre calcinado; de la
acción de los sulfuras de arsénico, de plomo,
de cobre y de mercurio sobre la economía ani-
mal ; Respuesta á los Burgo-Maestres y Eche-
binos de Brujas sobre los medios de reconocer
la presencia del sulfato de cobre en el pan;
Memoria sobre la sangre considerada bajo el
aspecto médico legal; Nota sobre ios efectos del


«...El libro del Sr. Orfila está escrito con claridad y con-
cisión Encierra , en el menor número de pág inás"p^^j^
todo lo positivo que presenta la ciencia. Ha sabido librarse
del escollo en que han caido algunos autores de medicina
legal de nuestra é p o c a , que mirando bajo un falso punto de
vista las funciones de médico esperto , y pareciendo abogar
casi siempre, por los acusados , pretenden que la decisión
médica debe ser negativa, cuando no puede ser completamen-
te alirmntiva ; independientemente de la luz que ha espar-
cido sobre un gran número de cuestiones con sus propias
investigaciones, el autor habrá servido úti lmente á la cien-
c ia , imprimiéndole una marcha severa, que no se advierte
en los tratados de medicina legal anteriores al suyo, é in-
dicando los vacíos que presenta todavía , en vez de esfor-
zarse en llenarlos y disimularlos con razonamientos sutiles
é hipótesis gratuitas.




J '-i O B F I D A í • ' 1 7


s u m a -de>la hipemane'ymantAnitu i\de1 Limo);
Sobre:las medios de ¡comprobar Ja:,existencia
dei-.antimonio ¡ del cobre ¡y del plomo >en ta
mezcla de .diferentes líquidos;,Ojeada sóbrelos
trabajozJiebhos en química y ¡ en. farmacia¡ Nota
sobre ei envenenamiento pqr el óxido (Manco de
arsénico ( 1 « 2 4 ) . . . . ; ¡ .


Todas estas iavesíigacíones se insertaron en
las Memorias, ó en los diversos periódicos de
medicina * ,-asi como las siguientes: 'Investiga-*
clones sobre los numerosos casos de medicina
legal,sobré el Opio, la Morfina,: él* Acido.
Cyanhydrico, él Sublimado ¡corrosivo,, el In-
fanticidio, ect., etc; y por último , sus esperi-
mentos.enteramente nuedoá sobre los Envenena-


^QtMUBITpor el arsénico.
Fácil, es comprender la imposibilidad;de ana-


lizar tan numerosas producciones. >en un» publi-
cación de esta clase. No las hemos CitadóModaS;
pero hemos querido citar un número bastan*
le crecido para que pudiera juzgarse s i , como
algunos ha» d icho , , el Sr.. OrfiJa: no; i ha- justifi-
cadocon-bastantes trabajos .médicos* la..posición
que ocupa ;en la Facultad de París.


Como Administrador.
2




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Desde 1." de Mayo de 1831, dia de su ins-
talación como Decano, el Sr. Orfiia ha desple-
gado un verdadero talento y una rara solicitud
para la administración de la escuela. Su favor,
su t iempo, su inteligencia, todo lo lia empleado
en servicio de cosas positivas, de mejoras mate-
riales, que solo él tal vez podia obtener. Hé aquí
una sucinta enumeración de ellas.


La facultad poseía un jardín botánico redu-
cido, y demasiado pequeño en proporción al
número de los alumnos. Por medio de la eesion
de aquel te r reno, hecha á la Municipalidad de
París , para prolongar por él la calle Ratíne,
obtuvo el Decano del Gobierno un terreno siete
veces mayor al Este del criadero del Luxem bur-
go. Aquel terreno se destinó á un nuevo~jaf§3p
de botánica médica, infinitamente mejor, que el
antiguo bajo todos aspectos, y del cual han po-
dido disfrutar los alumnos desde principio de
1835.


No conten'o con haber ganado en el cambio,
el Sr. Ori l la ,que conoce perfectamente lo que
el dinero Vale, cuando no se trata de él, habja
vendido muy bien á la Municipalidad el terreno
citado en 310,000 francos, y ademas se había




0 8 FILA.. 19


hecho conceder otros 300,000 fraseos por el
Ministerio. >


•-. Ccm• -esto*- fllü',000' francos son;.can los- que
se ^bslesantado veir-el; solar del antiguó edilicio
de S. Cosme, el hermoso Hospital Clínico que
está' enfrente1 de la: Escuela; per». esta suma,
aunque muy considerable, no hubiera:.sido su-
ficiente si el Sr. Orfila no hubiese obtenido de
la administración de los hospicios qué tomase á
su cargo unos 200,000 francos á que ascendían
los gastos de mueblaje de dicho hospital.


Alli fue donde,, bajo la dirección de Mr. Dur
bois, instituyó una clínica de partos, de-que ca«
recian hasta entonces los alumnos de cuarto año,
p a r a l a , prueba oral que hace parte del quinto


f S l n l W * Otros dos profesores ¿ MM. Rostan,
para la medicina, y Cloquet para la cirujia,
ejereitan también allí á sus alumnos en el Diag-
nóstico directo.


Pero de todas laa mejoras é instituciones nue-
vas que deben su nacimiento ó desarrollo á los
incesantes desvelos-del Sr. Orfila; ninguna le ha
adquirido mas justos títulos al agradecimiento
de Ja Escuela , que la instalación del > Museo-Du-
puytren. Rn este asunto desplegó el Sr. Orfila




20 PERSONAJES IGBLEBBES.


t a n t » i agüióad: como celo, ,-yiel ésit*' correspon-
dió á su perseverancia. .••..'•<


Dapnytrcn' : 1 había • legado •. por su - testamenlo
200,000 francos para la creación de una cátedra
de •Anatomía i patológica j ciencia que él mis-
mo ¡l iabia profesado1 por tanto ' t iempo; mu-
rió sin- modificar su: legado, en conformidad á su
propia-i intención,'y á la idea que le habia.su-
geridn-tOrfila;, de formar,, en v e z d e una•, cáte-
dra^ u n museo que llevase su nombre. Pues
bien: Orfila emprendió y consiguió realizar ¡i
un t iempo el proyecto deDopuy t ren y el i suyo:
hubo una 'cá tedra y un museo. ¿Pero cuantos
pasos.'tto.tuvó, que dar tanto con el Consejo uni-
versitario eonio con los herederos d e . Dupuy tren
para conseguir aquel resultado?


¡Por últ imo, mientras la influencia.del Decano
arraticaba la aquiescencia del Consiejoy el hom-
bre del mundo insistía para lograr nuevos; sa-
crificios''del yerno de. Dupuytrenj y obtenía
13,000 francos mas-que se necesitaban: para lle-
var enteramente á cabo el '• proyecto. - .


!f;El :diaf»2,:de :JuliO' de 1835, se decretó: la.
creación del Museo* Dupuy tren que á-tos pocos
meses estaba en estado.de servir para el estu-.




dio.* :H»y­!en'­­# una.'inmensa^ colección* del las
altefaeiónes¡orgánicasyy> de las anomalías dé' con*
formación .primitiva: ; ' r t ' 1 . • • i í . r ' : ­¡l­


Este Museo, ' llenando \\W inmenso' vaábyfaa
hecho <№ servMoí'irabortttnte "á >fa humaBíidadí'y
á los jóvenes médiéos:'a"si es1 que ei'Bomljre de
Orflla es en este punto inseparable def >de tou­
puytten:' es decir; acreedor al mismo «preaío.


ÍBasta • también visitar ahora <losi edificios­­des*
tinados' a l a s disecciones» ¡ yencontrarlos xpérfed*
lamente ' ventilados, ­enlosídos ene declive1;1 p r o '
vistos de fuentes; 'guarnecidos d e !iwesas>ide¡­hier­>
ro 'fijasi y consérvadosiponiúltimo^coKilBíTfltiyor
limpieza, pirra 1 ,conocer icaán.felizmentei deben
injliiñyjn la salubridad generaldel"baírrk>, y en
í a^a lud de los numerosos ahimhos qne Iosi fre­
cuentan, pabellones; establecidos de ^aquel modo:
Y no dudamos asegurar que <se debe esterhénei­'
ficio á la dirección dada por el Decano. •!!•


Sin embargo, no se limitaron: aceito'lasi 'úti­
lesi fundaciones del: Sr. Orfilai 'Convencido de
q u e el estudio de ; la química quedar ía ' inconv
pleto mientras se limitase, para el estudíate
te.j a conocimientos teóricoBj.hiio p»epara«' un
local . donde pueden ejercitóme constanteMiente




22 PERSONAJES I CÉLEBRES.


en las manipulaciones; químicas doscientos aquili-
nos dé primero y segundo • año,, eon el objeto
de prepararse para el primer eJsámén, queeom-
prende principalmente la química. Sus ensayos
son dirigidos alli por Mr. í.esueur, químico lle-
no de" saber , nombrado gefe de los trabajos
desde 1838 ' ;


E a resumen:, sin grabar en,nada la caja/de
la Escuela:, el Sr. Orilla lia encontrado empleo,
de diez años á esta parte; .para una suma de
810,000 francos; y,esta cantidad es por sí sola
uu elogio para u n Administrador,


Terminando en fin <este Cuadro, tan honroso
para el Sr. Orfiln, .no debemos olvidar, que fue-
ra de Ja Escuela, ha eomrHéíado su misión de
hombre útil á todos, fundando, hace " y a ' l í é Í F
años, una Sociedad ¡de Socorros Mutuos para los
médicos. En ! 4840 fue reelegido Presidente de
aquella asociación.' >


No vacilamos ¡además en decir que se deben
á las medidas provocadas por.el Sr. Orfila, todas
las garantías de saber d e ; los jóvenes médi-
cos.


Antes de él bastaban para obtener el título
de Doctor, el diploma de Bachiller en artes,




DRFILA.


cinco exámenes de un cuarto d e hora ó veinte
minutos cada u n o , y una thesis á elección del
alumno. Gracias al Decano, se necesitan ahora,
los diplomas de Bachiller en artes y de Bachiller
de la Facultad, para aspirar al doctorado; luego
cinco exámenes de • tres cuartos de hora cada
uno , ademas 'para el segundo (Anatomía), una
preparación anatómica, y esperimentos sobre el
cadáver, en presencia d e los profesores;;para el
cuarto (Materia médica, Terapéutica, Medicina
legal, Higiene), un informe médico legal y fór-
mulas farmacéuticas presentadas y redactadas en
la misma sesión; para el quinto, el interrogato-
rio de los alumnos en el lecho del enfermo; el
examen de un casd médico y otro quirúrgico


^ f a himno tiene que indicar delante de sus jue-
ces, cuál es la enfermedad—diagfióstico—su pre-
sunta marcha, su probable resultado*^ pronostico
—y en fin, lo que debe hacerse para curarla ó
paliarla—y qué tratamiento debe seguirse para
ello): en fin, la última prueba, la thesis, se
sortea ahora. Se proponen al candidato cuatro
cuestiones sobre diversos ramos de la medicina,
lo que no escluye la posibilidad de tratar un
asunto de su elección; y ademas debe responder




l ' E R S O N A J E S U CELEBRES.


el alunmo á ; cuanto - tiene ;r«Iatíon ¡comía- inedi-
étóta ¡¡entera* •' •}.-•.•> , , , , „ • , . „ . , .;\.„., . . . . . . t u r .


i ; i ' ¿ S O B i estas, en-.efecto;-garantías ¡ile ; saber ?iSin
duda! El alumno' puede: aoertaií -Unaisez^hasta
dos veces; .saberífpOcoiiyiresponderMal cuál ; pero
no ser feliz enhocó ¡exámenes, que se enlazan, que
dependen; unos de» ¡otros, s i n q u e - seafi,posible
estudiw?- dí.últhno-no, sabiendoiiel-,pri*net:o<!.,y el
tercero; sjai-sabeí el ségündoí et*: Lo• jrepetiiipf«i6>
tanto' utos cuanto, algunas: gentes *strañas,.ú> la
ciencia carece q>ue-en i este: época tienden áitnei
nospreeiarlá ; ; eu la actualidad-, no ; pued*..'Jlegwse
á, ser .Docter , en < medicina, siendo n un : ignorante:
JMo hay una cabrera, en que-sean ten, numerosas
las pruebas como en- la carrerai módica, ni: una
escuela; en, Europa donde sean tan-numirosSs^f'


difíeiles como en, la facultad- de, París.: < i ,
, MÜsta consideración, iqué, á| primera wwta par»,
rece d e - poeo valor,, tiene sin. embargo- «una in-
mensa importancia: ¿¡enántos: jóvenes médicos lae
vuelven, una-vea,obtenido,su diploma, a..ejercer»
el ante en ciudades y lugares .distantes del cen-
tro v disponiendo asi de la existencia de algunos,
millares de individuos? ¿Tío es pues indispen-
sable que estén á la altura dé l a ciencia tal .cual




• OllUflAí •>••! US


se i profeso en el dia-? No hay tdudíi, »quea pesa»
de estas,'buenas institucioiiésv ; no 1 todos seráft
grandes-médicosy por la variedad' de ! inteligáa-
cks; y capacidades j pero si solo' algunos- tienen
el genio médicoy todos tendrán ahora ta práeláoa
y.-el saber;-Esta inmensa mejora es^debidá al
Sr: tírfila. • :•- -:••> :.' : i' - i ' -" >•><


Aun cnahdo no sea una cosa qtío- pueda en-"
vanbcer mucho,: debemos decir para ser'justos
que* ei Sr.' Orfila está seguramente dotado de una
rara.íkmeM 1 de carácter. »Í '.


En 183. . . , con motivo de un concurso* para una
eátedira vacante, los alumnos descontentos dé la
elección de: los jueces, habían manifestado su
oniniorr .rompiendo los! cristales ¡, derribando las


^sBertas- y desgarrando las ropas, como s e ha her
eht> siempre en todos tiempos; en casos semejan-;
tes. Resonaban en l el patio y . bajo.; las<; ventanas
del Decano ios gritos de viva y de nouerav'iel tu-
multo'iba aumentando, y podía dudarse aeerea:
del ¡partido que se debia tomar. ;Ef Sr. ¡ Orfila
bajó y se presentó á los alumnos, >y con palabras
de una enérgica moderación, trató de inducirlos
á los sentimientos de respeto, debidos á la deoisiou
de sus profesores. No examinaremos ahora de qué




26 PERSONAJES iCKI.EBHES.


parle estaba.la razoni; -pero seguramente había
algún mérito en colocarse de aquel modo con
calma, sin cólera y sin jactancia., ante masas
i r r i tadas , jamás malas en. el -fondo , pero peli-
grosas muchas veces en el momento.


No es la sola vez que el Sr. Orfila ha opuesto
una animosa destreza a algunos centenares de jó-
venes exaltados; con una palabra dicha á propó-
sito sabe atraerse, maravillosamente a la mayoría
de los que le escuchan, y por su sola fuerza mo-
ral , llevar esta mayoría á castigar ella misma á
una ¡minoría mas tenaz.


Añadiremos que nunca , aun en las circunstan-
cias mas difíciles, ha requerido ni tolerado en la
Escuela la intervención de la fuerza armada, y
que con semejante conducta ha hecho uu servTe\íSr
inmenso á las familias. En efecto, sin aquella
paternal prudencia, cuántos jóvenes, apreciados
por otro lado, sentándose en los bancos de lá
policía correccional, hubieran podido incurrir en
la pérdida de inscripciones trabajosamente adqui-
ridas , ó te que es peor , en la espulsion de la
Universidad.


Gomo Profesor.


El Sr. Orfila es seguramente uno de los que se




OBK1L*. 27
oyen сон mas gusto. Se presenta con valor y dig*
nidad, tiene facilidad en la palabra , la espre­
sion exacta y pintoresca , la esplicecion clara;
diceeon graeia, su gesto es mesurado se re­
pite poco; su órgano vibrador suena­al oido
como un metal, y sucede muchas veces nb aten­
der á las ideas por admirar la voz.


•: Convenimos que no es esto para•> grandes elo­
gios, pero algo es sin embargo. Encargado Gr­
fila de la enseñanza de una de las ciencias acce­
sorias de la medicina (Ja Química), profesor so­
bre todo para :aIüronos ; que principian, ¿ n o es
una felicidad'que reúna las cualidades que son
de desear para hacer olvidar la aridez de los pri­,
meros estudioSj eon la facilidad que les dá y el


^¡SSrítóTque en ellos esparce ' Basta con haber
saludado la ­Medicina , esa ciencia inmensa, para
saber cuántas dificultades, cuánto fastidio y dis­
gustos» Jiay ¡que vencer en un principio ¡por teo­
rías difíciles d e comprender y retener. Pues , pre­
ciso' es deeirh, >por Jo ¡general en Jas Escuelas
al nombrar un profesor, se atiende siempre mas
á si sabe, que á si podrá transmitir lo que sabe;
si tiene el mérito de Ja erudición que el talento
de la enseñanza. Es un gran defecto del cual su­




28 PERSONAJES CELEBRES.


fren tos alumnos. HaV'^ir las Escuelas hombres;
cuya- v ida , cuyos actos parecen-irreiwensibles;
cuyo estenso saber y laboriosos trabajos-/inspiran
el ¡mayor respeto! y-la mas sincera'admiración;
pero que; sin emhargo: es. • preciso: eonfesar que
son pobres-profesores! ' v : :• >>• ..•<.>.•.'•


Hacer escucliar con placer teorías y hechos de
dificil:COáioprensiou-,'dar atractivo á lo que de él
carece; hacer tocar-.coa el-dedo los' mas ásperos
pormenores; dar -claridad á lo que tiene pocd,-¡
hacer evidente lo que no.Jó ¡es,) agradable' l o q u e
cansa, interesante'lo que fastidia; tener siempre
af alumno deseoso de> saber: la continuación : • es
un talento que pocos profesores, pueden ostentarj
y que posee mas que otro alguno el¡ Sr. Orüla.


Cot»o examinador, disfruta entre Jos aluiñnoP
tal reputación de íutegro y severo,, que al paso
que le< temen, desean tenerlo por juez. Toda recla-
mación justa y convenientemente formulada,' -es
siempre bien y prontamente acojida por el Se-
ñor Orflla; y siempre está pronto' á retractar
cualquiera decisión.equivocada,' si se le demues-
tra que se le ha engañado> ó que se ha engañado
él mismo. Pero exije que se le demuestre su fal-
t a , y esto solo constituyo una para ciertas gen-




ORFILA, •- 29


tes , que necesariamente deben ignorar que un
hombre capaz tiene el sentimiento de lo quédale;
y al paso que sabe: ser f a l i b l e q u i e r e que ¡se le
pruebe su error, • ; ¡


Por últ imo, puesto que algunos, demasiado
poco instruidos para atafcar al sabio, lo. han he-
eh«h qoa el hombre político , en. que siempre ;es
fácil encontrar faltas, la de tener¡ una.opinión;
cuando se manifiesta , ó la de no tener ninguna
cuando no se cuida mas que de sus quehaceres
y no de los gobernantes: examinémoslo. .;•


Es cierto que todo hombre inteligente debe em-
plear su inteligencia, en bien del paist ¿ Y no ¡es
servir al pais¡formar gentes capaces de serle útiles?


Se ha acusado al Sr. Orilla de adherirse ato*
IstSMEs^ioderes mejor puede decirse que todos
los poderes han acudido á é l , pues jamás; ha
manifestado querer pertenecer á ningún partido;
á no ser el de la justicia y el de la razón. Se
ha citado cierta comisión que denota • una. gran:
confianza de parte del Gobierno (*). ¿Se hubiera;
preferido acaso que el Sr. Orfila no' hubiese cor-,
respondido á ella? Semejante• confianza', cuando


(*) Su viaje á Blayc para comprobar el estado de la
Sra Duquesa de Berri detenida en aquella'fortaleza.




30 PERSONAJES CELEBRES.


todas las opiniones la dispensan á un hombre, es
porque tiertenfó en su 'honradez. Los que no es-
tán alistados l>ajo.nÍDguna bandera, y á quienes
todas los reclaman, ó valen mucho , ó tienen
una grande influencia.


Ademas, si algunos letrados y «ábios ilustres,
han- sido llamados á desempeñar un gran papel
político, demuestra la esperiencia que un profesor
erudito no es muchas veces otra cosa- que un po-
bre hombre de Estado. En efecto , la ciencia
tiene una base y un objetó demasiado humani-
tarios , para poderse rebajar á las mezquinas pro-
porciones de un partido. Sin dada alguna el ver-
dadero sabio es siempre un hombre de paz y de
pacífico progreso, pero su opinión no puede te-
ner un nombre especial; colocado en meo1fWSJÉ(
los partidos, se enlaza con todos por lo bueno
de cada uno de ellos.


Ademas, para tener el derecho de decir á un
hombre que pertenece á todos los partidos, es
necesario que los haya sostenido con su pluma,
con su espada ó con su talento; ¿pero la vida
entera del médico no pertenece al estudio de una
ciencia, que solo debe ver hombres doude las gen-
tes ven partidos?




On FILA. 31
Pues bien; el Sr. Orfila es Médico erudito,


Químico distinguido, Profesor notable , Admi-
nistrador muy hábil; ademas, y sobre todo, hom-
bre íntegro y sabio concienzudo. Ha conquistado
el puesto que ocupa con un trabajo asiduo du-
rante treinta años. Desconocido, ha adquirido
una reputación; sin mas título que su saber, ha
llegado á ser Decano de la primera Facultad del
mundo. Algunos le han puesto la tacha de no ha-
ber nacido en F'rancia; razón tienen de quejarse,
pues es un hombre que hace mucho honor al
pais , y la España se envanecerá siempre con ha-
berle dado el ser.










M. O' COJVELL.


Os quejáis de que tengamos siempre
en los labios el nombre de O' Conell
y que dirijamos todos nuestros esfuer-
zos á la ruina de un simple individuo;
e s que este individuo es un poder.
Contestación de Wellington ajos Mi-
nistros. (Cámara de los Lores 1836.)


Movilitate vigens, vigoroso de m o -
vilidad , está con cuerpo y alma en
Una ajitacion permanente.


S H I E L , sobre 0'€onell.


Un dia , el mismo dia tal vez, salieron del
seno de los mares dos Islas, una al lado de la
otra : ambas habían recibido del cielo igual ver-
dor, iguales recursos naturales , el mismo suelo
rico y fértil. Separadas por un canal de algunas
leguas, habitadas por pueblos de orijen y eos-




2 PEHSONAJES CÉLEBRES.


tumbres diferentes, estraña una á otra durante
siglos; aquellas dos Islas vivían felices, cuando
unos aventureros Normandos, después de haber
conquistado la primera, se apoderaron de la se-
gunda , y pronto los dos países se hallaron reuni-
dos bajo de un mismo cetro. Desde aquel mo-
mento sus destinos presentaron solo un odioso
contraste.


La raza conquistadora se mezcla aqui poco á
poco con la conquistada. Elévase una aristocracia
fuerte, ilustrada, benéfica , que se coloca enfrente
de la Corona, se constituye protectora del pueblo,
y se une á él por una estrecha comunidad de cos-
tumbres , de id ioma, de relijion, de intereses, de
ideas y de preocupaciones ; aquella aristocracjaco-
locada al frente de una sociedad industríosa^^lP
merciante, sabe apreciar sus necesidades, y pronto,
por su impulso, una aristocracia secundaria, hija
del trabajo y de la r iqueza, se manifiesta y es-
calona debajo de ella, y forma como una cadena
no interrumpida, que enlaza y armoniza todas
las partes del edificio social desde la base á la
cumbre. Esta Isla, asi organizada, con estas je-
rarquías , á pesar de los males internos que la
corroen, á pesar del impetuoso viento dé demo-




O' CONELL. 3


cracia que rauje á su alrededor, presenta aun
en el día al mundo el espectáculo de una Nación
fuerte y libre, enmedio de la mas completa des-
igualdad.


¡Qué diferencia si de esta Isla pasamos á la
o t ra! Alli, los Conquistadores, lejos de unirse
á los indíjenas, trabajan sin descanso en perpe-
tuar las'violencias de la conquista ; ! y llevan por
do quiei« la devastación y la muerte. Durante
tres siglos se. renovaron en aquella t ie r ra , desde-
ñando fijarse en ella, y abandonándola cargados
con sus despojos. Cuando se establecieron alli,
no contentos con atribuirse todo el suelo, se a t r i -
buyeron todo el derecho, levantaron barreras eter-


¡encibles entre ellos y los vencedores, á
quienes pisotearon, cuya lengua despreciaron,
violentáronlas costumbres, y degradaron la vida...
Cuando en el siglo XVI la madre patria cambió
de relijion, ellos cambiaron también lo mismo
que e l la , y se admiraron que un pueblo, á quien
lo único que le habían dejado «ra la íé de sus pa-
dres, se negase á abandonar el solo bien que le
quedaba: entonces principió contra la raza indíjena
una persecución atroz. La madre patria envió sol-
dados , cañones y verdugos : los Santos de Crooi-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


welt se dejaron caer como gavilanes sobre aquel
desgraciado pais, y la sangre corrió á torrentes por
espacio de mas de un siglo; y cuando al fin los
vencedores estuvieron cansados de una guerra que
solo producía mártires, la persecución se refundió
en un estenso sistema de opresión legal y de ilotis-
mo organizado que duró otros cien años. Dos
grandes revoluciones , la de América y la de Fran-
cia , dieron los primeros golpes á aquel sistema, y
la Providencia ha suscitado un hombre fuerte que
en el dia acaba de destruirle.


Sin embargo, si están casi destruidos los ins-
trumentos de una tiranía de siete siglos, subsis-
ten los efectos de aquella tiranía, y se presenta
aun el contraste bajo su aspecto mas repugnante:
tanto que de estas dos Islas, nacidas coñ igua les
derechos á la misma suerte, la u n a , la Gran Bre-
taña , se ostenta feliz, opulenta, orguliosa de sus
navios que cubren los mares, con el oro que va á
buscar á todos los puntos del contin2nte, y con
sus viejas instituciones, por caducas que sean,
pues durante mucho tiempo han hecho su pros-
peridad y su glor ia; la otra , la I r landa, mur-
mura , se ajita y pulula, desnuda , miserable,
hambrienta, sin comercio, sin industria, sin mas




o' CONEIX.


recursos que el suelo na ta l , que riega con sus su-


elda, recoja sus productos y los gaste en el
estranjero; la Irlanda políticamente libre en el
dia , pero socialmente esclava, execrando ¡as ins-
tituciones que no han sido jamás otra cosa que
armas mortíferas en manos de sus opresores, y
reclamando el primero, el mas imperioso de todos
los derechos, el de vivir con el trabajo. Tales son
les dos países que se llaman, por burla sin duda,
el reino unido de la Gran Bretaña y de Irlanda.


El cuadro de los males de la Irlanda seria
grande y sombrío; fuera tal vez útil para el lec-
tor el demostrar cómo instituciones parecidas,
aplicadas con diferente espíritu, han elevado á


'tiff^pueblo al mayor grado de prosperidad, y pre-
cipitado á otro en un abismo de miserias; para
buscar con tantos otros la solución de este grande
problema : ¿cómo aliviar, como renovar á la Ir-
landa? Problema espantoso para la Inglaterra,
pues se agranda y complica cada dia ; y ante ese
monstruoso resultado de una larga serie de iniqui-
dades, y al aspecto de ese cáncer roedor que lle-
va en su seno, la Inglaterra vacila, pues no sabe
cómo curarlo , no se atreve á estirparlo, no puede /


dores para que una aristocracia egoista y aborre-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


de\arlo vivir , \ existe nata ella « a «éli tro casi
igual en la justicia, en la inacción ó en la in-
justicia.


Semejantes cuestiones, por interesantes que
sean, son demasiado estensas para tratadas aqui;
apenas podemos hacer otra cosa que reasumirlas,
y este trabajo ademas está ya hecho, y admira-
blemente hecho; en las pajinas graves á un tiem-
po y conmovedoras del libro de Mr. Gustavo de
Beaumont (*), en aquellas pajinas en q u e , bajo
la austera razón del historiador y del publicista,
se siente vibrar la imajinacion de un poeta y
palpitar el corazón de un hombre honrado; allí
es donde debe estudiarse la Irlanda en su pasado,
su presente y su porvenir; en su fervor relijio-
s o , en su hervor democrático , en sus cdatmÜS^t^
á un tiempo patriarcales y salvajes, en sus odios, y
en sus amores ardientes como sus odios, en lo
vicios que le ha impreso una degradación de 700
a ñ o s , en las virtudes que le ha dejado, en la re-
pugnante vecindad del lujo oriental de algunos,


(*) La Irlanda social, política y rclijiosa por Gustavo
de Beaumont.—Se ha publicado después otra obra sobre la
irlanda, por Mr. de Feuillicle. Este ú l t imo libro, bastante
notable bajo el aspecto poético y descr ipt ivo , es en lodo
lo demás m u y inferior al precedente.




O' COSELL. 7


y dé una miáeria inmensa, espantosa , inaudita,
de una miseria que no tiene antecedentes ni ana-
lojía en parte alguna. Alli es donde debe verse
la verde Erinn, tan querida de los poetas, la her-
mosa esmeralda, {the first geni qf the sea) la pri-
mera perla de los mares , engastada en el Oc-
ceano, con su cielo nebuloso y su brillante vestido
de verdor, sus escarpadas montañas , sus torren-
tes sonoros, sus frescos valles, sus grandes lagos,
sus eternas praderas, y el ancho rio Shannon que
la atraviesa lentamente, distribuyéndole en vano el
beneficio de sus ondas.


En aquella tierra, tan favorecida por la natu-
raleza y tan mal tratada por el hombre, es don-
de se desarrolla, en este momento, á la faz del


'íjSsIuüVun gran drama que la aristocracia Ingle-
sa observa con ojos espantados, y cuyo desenlace
será terrible, pues conmoverá por su base el viejo,
edificio de la Constitución Británica; hay en este
drama cuatro actores principales: la Irlanda Pro-
testante , la Irlanda Católica, el Gobierno Inglés
y O' Conell; establezcamos brevemente la posi-
ción y el papel de cada uno de ellos. La pobla-
ción Irlandesa se divide en dos partes bien mar-
cadas , sin mezclas intermedias, que forman dos




8. «%!№№MkVia> vásuKsiKKs.


naciones dentro de una. Hay en ella Anglo-Irlan-
deses, Anglicanos, Orangistas , aristócratas y
ricos, que es todo u n o , raza injerta por la con­
quista , fortalecida por la violencia, y enriquecida
por la espoliacion. Según el último cuadro esta­
dístico de 1834, esta fracción de la población
apenas cuenta mas de 800,000 almas. Siguen des­
pués los Milesianos­Irlandeses , raza indíjena,
católica, democrática y pobre, raza vencida y es­
poliada. Este partido nacional, al cual se han unido
en el dia los Presbiterianos del Norte y otros Pro­
testantes disidentes, por odio á la aristocracia,
cuenta cerca de siete millones ,de almas.


En el primer partido varian las fortunas desde
un millón á cincuenta mil libras de renta. En cuan­
to al segundo, salvas algunas existencias %Sfcp¡ílÉ^
nales, hijas del comercio y de la industria, véase


­ la mas sencilla clasificación social; por increíble
que parezca, no la inventamos, la tomamos del
libro de Mr. de Beaumont donde está apoyada
con documentos auténticos: «Los unos , los pri­
vilejiados, comen patatas tres veces al dia; otros
menos dichosos d o s ; otros, en estado de indi­
jencia, una sola ; otros por fin, mas miserables
todavía, pasan un d i a , y hasta d o s , sin tomar




O' CONELL. 9


alimento alguno. » (*) No hay pues clases me-
dias (**) que , formando Ja escala gradual desde el
millonario al proletario, preservan al uno del con-
tacto y de la agresión del o t ro ; cien palacios por
mil chozas de bar ro , un millón de mendigos por
cien Lúculos : tal es la Irlanda.


Compréndese , que reducida la cuestión á estos
simples términos, se hubiera decidido mucho
tiempo hace , si la aristocracia de Irlanda no hu-
biera tenido á su servicio la artillería , los uni-
formes encarnados, y los police-men de su her-
mana la aristocracia Inglesa; esta, mejor inspira-
da en su casa, pero hostigada allí por el fanatismo


(*) La Irlanda, t. I, páj. 203.—Para las cinco sestas par-
,;iJ^S[3f- :"población Irlandesa, es el pan un objeto de lujo


enteramente desconocido. Anualmente , casi á la misma épo-
c a , se anuncia en Irlanda el principio del h a m b r e , sus
progresos , sus destrozos y su declinación; los Comisarios In-
gleses encargados del grande informe de 1835 sobre el estado
social de la Irlanda, probaron que hay en aquel pais cerca de
tres millones de individuos que todos los años están espues-
tos á perecer de ham fre. Los que no mueren de hambre, no
entran en la cuenta.


( M ) N o debe esto entenderse de un modo abso luto; hay
en Irlanda tres ó cuatro ciudades comerc iantes , donde se
forma un núcleo de elase m e d i a ; pero el hecho es tan
reducido que bien se puede no tenerlo en cuenta.—Véanse
por lo demás las tablas estadísticas u n i d a 3 al libro de Mr. de
Beaumont.




10 PERSONAJES CELEBRES.


relijioso, por no sé t"qué antipatía de raza que
parece innata entre losados pueblos, por un amor
mal entendido al lucro comercial, y por el atrac-
tivo de los beneficios comuues de una opresión
común, y también en fin por ese sentimiento de
solidaridad que une á todas las aristocracias, ha
mandado, dirijido, autorizado ó sancionado du-
rante siete siglos, todas las medidas que han
conducido á la Irlanda al deplorable estado en que
la vemos en el dia. La pérdida de sus Colonias de
América, abriéndole los ojos , la ha vuelto á me •
jores sentimientos. El gran movimiento democrá-
tico salido de Francia la ha espantado; ha princi-
piado por ceder por un lado, castigando y enca-
denando por el otro. La abolición de muchas leyes
penales, la represión inflexible de la insúTrfS§rrfrJ
de 1798, y el acto de unión de 1800, son hechos
casi simultáneos. Desde entonces, la aristocracia
Inglesa se ha visto precisada mas y mas á alijerar
la tiranía que pesaba sobre la Ir landa: en el dia
ya no tiene concesiones que hacer; la cuestión
que era política tiende diariamente á convertirse
en social; los Irlandeses ya no es solo la libertad
polítiea y relijiosa lo que quieren , quieren pan
y propiedad ; quieren la abolición riel diezmo ago-




O' CONELL. 1 1


viador que pagan á un Ministro de una relijion
que detestan; de las corporaciones municipales
que les estrujan, del sistema de arriendos que les
ar ru ina; quieren por fin la posibilidad de adquirir
el suelo de que se les despojó, que fecundan con
sus manos, y sobre el cual perecen de hambre.
En una palabra, la aristocracia Inglesa no puede
librarse de ese fantasma levantado siempre delante
de ella, sino reformando en Irlanda la aristocra-
cia , las municipalidades y la Iglesia; es decir,
tocando á los principios constitutivos de su pro-
pia existencia. Por diferente que sea el estado de
los dos países, ¿no seria semejante medida una
especie de suicidio para la aristocracia Inglesa, y
será bastantejenerosa para llevarlo á cabo?Bien


$&¡eDudarse, y al contrario puede creerse con
mas razón, que sin ese misma hombre que hace
veinte años le arranca una á una todas esas con-
cesiones ; sin este hombre que ajita con una mano
á la Irlanda y la contiene con la o t r a , no le hu-
biera pesado al Gobierno Inglés acabar de una
vez por, medio de las a r m a s , antes que el peligro
se aumente , y con tal que una grande impru-
dencia le permitiese paliar, á los ojos del mundo,
y á los suyos propios, una grande iniquidad.




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Esto nos conduce al fin, después de algunos
rodeos que nos han parecido indispensables para
la claridad de lo que sigue, á emprender con la
figura histórica, no la mas elevada, pero ciertamen-
te la mas estraordinaria de nuestro tiempo. Figú-
rese el lector al efecto, un hombre que ni es sol-
dado, ni majistrado, ni sacerdote, y que en su
fisonomía y en sus actos, se parece á un tiempo
al soldado, al majistrado y al sacerdote; á un
hombre que sin otra fuerza que su palabra, ha
conseguido en una sociedad organizada, en medio
de un laberinto de leyes represivas, fundar un
gobierno ostralegal, del que es supremo y abso-
luto Jefe ; un poder que, apoyándose en una base


tan frájil como el favor popular, dura hacecer-
^ ^ ^ ^ ^ ^ ^


ca de veinte años y se aumenta cada día; pocrer*
cual no existió jamás , que se estiende por todas
partes, si bien sus derechos no están escritos en
ninguna-, que se ejerce a la luz del sol, sin otro
medio de acción que la censura ó el elojio; que
tiene su dotación pagada antes que el impuesto
legal; que impone contribuciones, dá avisos que
son mas poderosos que leyes, dirije , por decirlo
as i , con el dedo y con la vista a siete millones
de hombres. Kntrese por un instante en la posi-




O' C0NELI.. 13


cion de este mediador interesado entre la Irlanda
y la Inglaterra, esto e s , entre el esclavo impa-
ciente del yugo y siempre dispuesto á sublevarse,
y el dueño cansado de ceder, y arrastrado por la
irritación á la violencia. Entre estas dos pasiones
contrarias, de las cuales la una es mas impetuosa
que fuerte, y la otra mas fuerte que impetuosa,
véase á este hombre que enseña al esclavo como
debe suplir á la fuerza con la astucia , amenazar
siempre, y no atacar j a m á s , y , pacificamente
ajitado, sostenerse en el último límite que separa
la resistencia legal de la insurrección; que unas
veces aterroriza á los dueños con los estallidos de
su voz, y otras canta sus elojios, jesticula como
linden diablado en Ja plaza pública, después se


""viste como un Marqués y va á hacer sus visitas,
disputa como Abogado y truena como Tribu-
n o , reúne en enormes proporciones las cualida-
des y defectos mas contrarios, la astucia y la
franqueza, la prudencia y la violencia, la ener-
jia y la sutileza, la dignidad y la grosería, los
pensamientos mas elevados y las declamaciones mas
vulgares; y todo esto, fuerza es decirlo, mez-
clado, un ido , fundido en un sentimiento que
no varia jamás, el amor ardiente del pais natal,




14 PERSONAJES CÉLEBRES,


encarnado enteramente en esta organización es-
trambótica , grandiosa y complexa que se llama
Daniel O'Conell.


El ajitador, como le llaman los wihgs; el
Rey mendigo {the king beggar), según los torys,
ó el libertador, según los Irlandeses, nació en
la parte Sud Oeste de Irlanda , en un pais mon-
tañoso y salvaje de la provincia de Munster , en
el Condado de Kerry , en Carhen, el año 1774,
uno de los peores para la Irlanda , que jamás los
ha tenido buenos; la tiranía legal estaba entonces
en todo su vigor. Las leyes penales (*) encerra-
ban al católico en un círculo de hierro ; la mi-
seria impelía al pillaje; partidas armadas que,
bajo el nombre de JVlúte-Jioijs, muchach^J>lf^^
eos, Oak-Boys, muchachos de la encina, espe-
cie de Oullaws bastante parecidos á los de la
novela de Ivanhoe, devastaban el pa i s , y se
vengaban con el crimen de la opresión de las


(*) Seria demas iado estenso esponer aqui aquellas leyes
absurdas y odiosas abolidas en el d i a ; para dar una idea
de ellas al l ec tor , bastará indicar la que prohibia á tedo
católico poseer un cabal lo de mas valor de r> libras ester-
l inas (500 rea les ) , y q u e en caso de contravenc ión , au-
rotizaba á cualquier Protestante á apoderarse del caba-
llo , pagando por él al propietario 500 rs. aunque vallera
10,000.




O ' C O N N E L . 15


leyes (*). Dos años después la revolución de
América iba á causar á la irlanda la primera y
mas fuerte sacudida.


La familia de Daniel , de oríjen Milesiano,
habia representado un gran papel en los sangrien-
tos combates de la invasión Anglo-Normanda. El
ajitador lia heredado la enerjía y los odios de
sus antepasados, jefes del Clan de Iverrarah, quie-
nes , sirviéndonos de la espresion del viejo cronis-
ta de la conquista, Hanmer , recibieron á los
galantes caballeros de la Bretaña, con el sableen
la mano, como hombres valientes á pie y á caballo.


El último descendiente de aquella raza, el pa-
dre de Daniel, Morgan O'Conell, cultivaba la tierra


intepasados á título de arrendador del
TMejio Protestante de Dubl in ; dejó sin embargo
á su hi jo, el primojénito de la familia, una for-
tuna regular, que unida á la de un tio mucho
mas r ico, eolocó desde luego á O' Conell en una
posición bastante buena para un católico.


La primera educación del joven Daniel se con-
fió al cuidado de uno de esos viejos sacerdotes


Cí Aun en el d í a , á pesar de los esfuerzos de O'Conel l ,
todos los años, en la época del hambre , partidas de W hite-
Boys, desoían una parte de la Irlanda.




16 PERSONAJES CÉLEBRES


entusiastas, austeros, patriotas ardientes , que
tanto abundan en I r landa, y cuyo tipo nos lia
presentado tan bien Shiel (*) en el retrato del
P . Murphy de Corofin. Al parecer le destinaban
en un principio á la Iglesia. Entonces estaba en
toda su fuerza la intolerancia Anglicana; los Co-
lejios católicos estaban prohibidos en los tres
reinos; y toda la juventud Irlandesa tenia que
optar entre la ignorancia, la abjuración ó el viaje
á Ultramar. El padre de O' Conell adoptó para
su hijo este último partido ^ le envió primero á
Lovaina con los P P . Dominicos, y desde alli á
Saint-Omer, con los Jesuí tas , donde pasó dos
a ñ o s , se mostró mas fuerte de puños que de
p l u m a , é hizo estudios muy medianos. «NojLé
á punto fijo, dice Shiel, lo que cambió el des t ín?
de O'Conell. Probablemente conoció que habia
en él demasiada carne y sangre para poder ser
fraile, y la novedad de la carrera de leyes le


(*) S h i e l , el primer orador Irlandés después de O' Co-
n e l l , su amigo y compañero de a r m a s , publicó en 1829
algunos art ículos llenos de verbosidad y agudeza, acerca
del gran movimiento católico y revolucionario de Irlanda,
y entre otros uno sobre el mismo O'Conel l , al cual re-
curriremos para este trabajo. Dichos artículos reproduci-
dos en el Globo, se han publicado después bajo el título
de Escenas populnres en Irlanda.




O' CONELL. 17


tentó. Acababa de abrirse recientemente el foro
a los católicos. Abandonó pues Saint-Omer, sus
misas, sus vísperas y Sus ayunos, y después de
haber engullido el número conveniente de piernas
de carnero (*) en Middle-temple, fue recibido en
el foro Irlandés, por pascua de 1798.» Año fa-
tal todavía para la Ir landa; año sangriento , en
que el joven Abogado , al desembarcar en las pla-
yas de su patria, la encontró rebelde , vencida,
castigada sin compasión, bajo una ley marcial
a t roz , y tropezó desde el primer momento con
bayonetas inglesas, cadalsos y cadáveres.


Conócese bastante jeneralmente la historia del
movimiento republicano dirijido por la asocia-
ción de los Irlandeses-Unidos.; sabido es cómo


protestantes, plebeyos y católicos, inflamados de
igual a rdor , se unieron un instante en Irlan-
da para librarse de la dominación inglesa; có-
mo desunieron y debilitaron la asociación sin
disolverla, los horrores cometidos en Francia


(*) N o es este el lugar de esplicar el mecanismo m u y
complicado da las universidades Inglesas; baste al lector
saber que antes de ser recibido in docto corpore, el {can-
didato Legista t iene sobre todo obligación de dar mues-
tras de una grande capacidad de estómago.


revolución francesa de 89,


2




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


en 1793 ; cómo retrocedió sin abordar a sus cos-
tas la espedicion francesa mandada por el ¡e-
neral Hoche a fines de 1796; como estallo la in-
surrección en 1798; cómo otro ejército francés á
las órdenes del jeneral Humbert , llegó demasiado
tarde para sostenerla, bastante pronto para verse
rodeado por fuerzas superiores, y obligado á rendir-
se prisionero; cómo la Inglaterra teniendo bajo sus
piesá la Irlanda agotada y vencida, se arrepintió de
las concesiones hechas antes del combate, y se apro-
vechó de su debilidad para volverla á colocar bajo
un yugo absoluto; cómo, á pesar de los elocuen-
tes conjuros de Grat tan, el Demóstenes del Par-
lamento Irlandés, se hallaron 118 hombres bastante
cobardes para vender á dinero contante su exis-
tencia política; cómo, en fin, el ParlaJHHWPÉ^'
Irlanda se suicidó por medio de un voto que costó
á Pitt 124,000,000 de reales; todos estos hechos
pertenecen a la historia de Irlanda (*) y no nos
detendremos en ellos. Contentémonos con decir


(*) Wo]fe-Tone, uno de los fundadores de la asociación
d e lo& Irlandeses-Unidos, que pasó á F r a n c i a , preparó
las dos espediciones de Hoche y de Humbert, de que for-
m ó p a r t e ; fue p r e s o , c o n o c i d o , condenado á muerte p e -
los Ingleses , y se mató en su prisión; nos ha dejado acer-
ca de aquella época dramática memorias llenas de interés.




O 7 CONELL. 19


que en una reunioíi de los Abogados de Dublin,
convocada para protestar contra el acta de unión,
un joven de 24 años tomó repetidas veces la pa-
jabra, se distinguió por la acre vehemencia de sus
palabras contra los nuevos rigores de la Inglaterra,
y el aniquilamiento legal de la independencia de
su pais. Era Daniel O' Conell.


Desde 1798 á 1810 transcurre la vida de O' Co-'
nell en el ejercicio de su profesión , y pronto, á
pesar de los obstáculos unidos á su calidad de
católico, ocupa el primer lugar en el foro, con-
centra en él todas las miradas de sus correlijio-
narios, y echa los primeros cimientos de su po-
der político. Declarados los católicos indignos de
ejenjer {junciones civiles, administrativas ó mili-
tares; privados de todos los derechos, menos el
de pagar enormes impuestos, no existían por de-
cirlo asi como ciudadanos. O' Conell resolvió
romper nná por una todas aquellas trabas con la
palabra , único instrumento que le hablan deja-
do; su reputación en el foro, constituyéndole el
defensor de todos los intereses católicos, asi en las
causas civiles como en las criminales, le sirvió
maravillosamente para su ambición de libertador.


Corresponde naturalmente decir aquí algunas




20 PEHSONAJES CÉLEBRES.


palabras sobre esa fisonomía tan variada, tan ocu-
pada , de Abogado y de Director político, que
tuvo durante 30 años O" Conell, y de la cual ha
dejado una de las señales distintivas, ahora que ha
renunciado al foro. Shiel nos ha pintado á O' Co-
nell en aquella época de su vida, en un retra-
to en que /' humour inglés está unido á una
verbosidad enteramente francesa. Alli es donde
debe verse al consejero the Barrister, en Dublin,
en su elegante casa de Merrion-Square, primero
recluso aus tero , levantándose antes que el sol,
preocupado con el estudio de los numerosos le-
gajos tendidos á su alrededor ; algunas horas des-
pués , llegando á los Cuatro Tribunales (Four
cour s ) , el Palacio de Justicia de Dublin , recor-
riendo rápidamente sus salones, radianfe""a , P^r^
lud y de vida , y llevando apretado contra su pe-
cho , con una ternura enteramente paternal , una
gran bolsa, tan llena, que apenas puede sostenerla
su robusto brazo. Rodéale una empalizada vi-
viente de clientes y procuradores, con el cuello
tendido , el oido atento y la boca abierta, pro- '
curando atrapar al vuelo alguna opinión, que hay
probabilidad de sacar gratis del consejero halagán-
dole , riendo después de sus chanzas alegres y




O' CONELE. 21


familiares, ó temblando cuando, en un tono mas
severo y subido, toma la postura de un profeta,
y les anuncia que está inmediata la hora de la
redención de la Irlanda: pero llega el momento
de los pleitos; el consejero corre rápidamente de
una á otra Sala, hace él solo mas que veinte de
sus cofrades, mezcla en cada negocio del Tribu-
nal de Asisas ó de Policía correccional, un mo-
vimiento oratorio sobre el acta de unión y la ti-
ranía inglesa ; personifica en el mas oscuro de
sus clientes á la Irlanda entera, y con la mejor
fe del mundo , embolsa honorarios como un hom-
bre que trabaja por su pais. Dan las t res , los
jueces dejan sus asientos , O' Conell bañado en su-
dor corre al Meeting reunido en cualquier taber-


^¡if^alli1 dirije el huracán de los debates popu-
lares con tal fuerza de pulmones, con tau redo-
blada energía, que cualquiera creería que em-
pieza entonces los trabajos de aquel dia. A las
siete le espera un banquete , se conducirá en él
como un alegre convidado, pronunciará media
docena de discursos en elojio de la I r landa, se
retirará á una hora avanzada, y buscará en un
corto sueño fuerzas para volver á empezar al si-
guiente dia, En otra parte nos pinta Shiel al




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


consejero en la recepción de la mañana del Vi-
rey, con la espada ceñida, en las lilas de los
opresores, hinchado y servil conio ellos,,: ó tam-
bién yendo en grande ceremonia, con un ramo
de laurel en la mano, á recibir de rodillas á S. Mi
Jorje IV, en la playa de Dunleary (*); y para
que nada falte á los disparatados colore* de aquel
cuadro, véase ahora áO'Conell, ó quien un ju-
rado de Dublin, si estuviera hábilmente escogi-
do, condenaría con solo verle como culpable de
alta traición por construcción ; tan impregnados
están su aire y todos sus jestos de este sentimien-
to naetonal: la independencia déla Irlanda ola
combustión del mundo. Sus hombros son, atiés-
eos, su cara previene en su favor, las facciones
son á un tiempo d u l B 3 s y masculinas.; SWfBÍRP
bre su rostro, radiante de emociones patrióticas,
el floreciente lustre de la salud y de un tempe-
ramento sangutaeo; su espresion abierto y fran-
ca invita: á la confianza, y sus ojos azules y ale-
gres miran con la mayor benevolencia; con sus


(*) Jorje IV visitó la Irlanda en 1821, y su corta per-
manencia dio lugar á una reconciliación pasajera entre los
dos partidos: protestantes y católicos se dieron una espe-
cie de (teso Lamourette, en la persona de MM. Elliot y
O'Conell.




o ' CONELL. 23


aires de Espartano, lleva el paraguas sobre el
hombro como una lanza , arroja un pie faccioso
delante del otro , cual si rompiendo ya sus hier^
ros , echase de delante de sí la supremacía pro-
testante, al paso que de cuando en cuando el
movimiento de espaldas democráticas de su an-
cho busto, parece un esfuerzo vigoroso para sa-
cudir una opresión de setecientos años. Vuélvase
ahora la hoja; véase al demócrata que pasa como
el relámpago con su tren brillante y revolucio-
nario , su coche verde, sus libreas verdes , y sus
turbulentos caballos papistas, galopando gallar-
damente sobre un empedrado protes tante , con
gran-disgusto y daño de los protestantes que van
á pie.


-~^%as ta este bosquejo para dar una idea de la
vida estrambótica y devoradora de O' Conell, has-
ta la elección de Clare. Sin embargo, merece re-
ferirse un incidente particular, tanto mas cuan-
to algunos lo han contado ya desnaturalizándo-
lo (*); en 1815, en un Meeting celebrado en


(*) Citaremos particularmente u n artículo de la Revista
de los dos Mundos, lirmado por un miembro del Parla-
mento Inglés. Aquel a r t i c u l o , n o s o l o e s injusto en su con-
junto , s ino que está lleuo de inexactitudes de toda clase.
Véase un ejemplo : «este hombre g o r d o , dice el autor lía-




24 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Dublin , O' Conell, atacando con su fogosidad
ordinaria á la Corporación municipal de aquella
eiudad, la babia llamado una corporación men-
dicante; nn abogado, miembro de ella, llama-
do d 'Ksterre, creyéndose personalmente insulta-
d o , desafió á O' Conell; rehusó este negando toda
intención de insulto personal, y su adversario le
amenazó con darle un bofetón. Los amigos de
O'Conell decidieron que se celebrase el duelo;
elijióse por arma la pistola, y el agresor cayó
muerto en el acto: O' Conell, aflijido de su vic-
toria , fue á la Iglesia acompañado de sus testi-
gos y de los de d 'Esterre , juró solemnemente que
no se batiría mas , y ofreció á la viuda de su ad-
versario una pensión igual á lo que su marido
ganaba anualmente. La municipalidad ¡le'TTSiliir'


blando de O' Conell, tan florido, tan alegre, tan abierto,
no parece que haya sufrido mucho , y los cuidados de la
vida pública no han arrugado su ancha frente, ni desguar-
necido de pelo su¿ sienes.» Esta frase, que por otro lado
no dice gran cosa, es tarto mas inoportuna cuanto es
notorio que el ajitador es calvo, y usa una peluca muy
espesa y aparente, lo que prueba al parecer que el su-
puesto miembro del Parlamento se sienta muy lejos de
O'Conell. En otra parte habla del ojo sensual, ardiente,
casi feroz de O' Conell: compárese esto con los ojos azu-
les y alegres de que habla Shtel, con el hombre gordo tan
abierto, tan alegre de poco antes, y juzgúese de lo demás.




o ' C O H E L L . 2 6


decidió que no fuese aceptada aquella oferta, y
votó de sus fondos la suma que O'Conell había
prometido.


Desde entonces se ha echado en cara muchas
veces al ajitador, que se escudaba en aquel voto
para insultar impunemente; no es todo verdad
en este cargo; el valor personal del impetuoso
Irlandés no puede ponerse en duda; pero es cier-
to que muchas veces ha tenido falta de dignidad,
y no ha sabido comprender que, en la posición
jeseepcional que se habia creado, la decencia en
el ataque era el deber mas imperioso. Creemos
que últimamente uno de sus hijos ó sobrinos se
ha visto obligado á batirse por él.


Llegamos ahora al periodo mas brillante de
Ja^da de O' Gonell, y como es mucho mas co-
nocido que el otro, seremos mas breves.


Habia sucedido á la asociación de los Irlande-
ses Unidos el comité católico. Un mercader en
sederías de Dublin, John-Keogh, hombre de una
capacidad superior á su nacimiento y educación,
habia formado y sostenido aquel comité, y diri-
jia sus operaciones; á su muerte, la asociación
perdió casi toda su fuerza, y las promesas libe-
rales del Rey Jorje acabaron de disolverla. Klu-




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


diéronse aquellas promesas, y en 1823 los cató-
licos, frustradas sus esperanzas, sujetos siempre
por leyes restrictivas, se hallaban sin principio
alguno de unidad , sin centro alguno de acción,
cuando O' Conell y Shiel, estraños hasta enton -
ees uno á otro* y aun enemigos, se encontraron
en casa de un amigo común en las montañas de
Wicklow, y concibieron el proyecto de levantar
el partido católico del estado de abyección á que
estaba reducido. A los pocos meses, reuníanse
veinte individuos en la taberna de Dempsey, enDu-
blin, y formaban el núcleo de esa inmensa Aso-
ciación católica que seis años mas adelante, en
1829, abarcaba toda la I r landa, apoyaba sus
decretos con la voz de siete millones de hombres,
y arrancaba por temor al Ministerio Welf?ñgtSI^' ,


Peel, la grande y memorable ley-de la emancipa'
cion.


Principiemos por decir dos palabras acerca de
la organización de la Asociación católica, de ese
gobierno extra-legal de que hablamos al principio,
que tiene su presupuesto, sus Abogados, sus Procu-
radores, sus Periodistas , que en un dia puede le-
vantar toda la Ir landa, que se ha constituido de-
fensor del pueblo é infatigable fiscal de todos los




O ' C O N E L L . 27


actos del Gobierno Inglés, y que por el imperio de
una autoridad enteramente moral, y por lo mis-
mo roas poderosa , ha llegado á hacer nacer el or-
den del desorden mismo Una comisión central,
residente en Dublin, y compuesta de miembros,
cuyo método de elección ha variado según las cir-
cunstancias , representa la asociación y adopta to-
das las medidas que considera útiles a la causa
común. Dicha comisión se reúne con regularidad,
examina las leyes propuestas al Par lamento, las
discute, censura los actos del poder y de sus
ajenies, adopta resoluciones y las publica por
medio de su periódico; en una palabra, obra
como un verdadera Parlamento al cual solo falta
la facultad regular de hacer leyes obligatorias para


H/StOs. i.1 modo de percibir el impuesto, que en
1825 era de tres cuartos (un penntfi'pm cada
individuo, ha esperimentado varias metamorfo-
sis para librarse de ln acciop del Parlamento In-
glés^ La asociación, disuelta muchas veces como
inconstitucional, renace siempre, se reorganiza
bajo otro nombre, con otras formas, pero quedan-
do la misma en el fondo; asi pues , en 1829 se
llamaba la Asociación católica; en 1837 la Aso-
ciación general de la Irlanda; en 1839 la Sa-




2 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


ciedad de los Precursores {Precursor-Society);
en el dia ha tomado el nombre de Asociación
nacional. Enumerar los actos de tan singular
gobierno, es hacer la historia de O' Conell, pues
si la Asociación maneja la Irlanda, él maneja á
la Asociación.


Una de las tentativas mas atrevidas de este
poder, es sin disputa la primera elección de O' Co-
nell. La ley imponiendo á todos los católicos para
entrar en el Parlamento la obligación de prestar
el juramento de supremacía protestante, era en el
hecho mismo, una verdedera ley de esclusion ; y
ningún católico se habia presentado aun como
candidato, cuando la Asociación resolvió desa-
fiar á la ley. El diputado de Ennys , en el Con-
dado de Clare, Mr. Vesey-Fitz-Gerald, prctélíBP*
te en relijion, es decir, hombre honrado, según
los Irlandeses, habiendo aceptado un empleo en
el Ministerio tuvo que sujetarse á reelección; y
entonces fue , en 1 8 2 8 , cuando la Asociación de-
cidió que O' Conell seria el competidor .del Minis-
t r o , y se presentaría, siendo católico, á los su-
frajios de los electores de Clare. O' Conell aceptó
sin vacilar aquella gran misión , y pronto se
abrió una lucha electoral, cuyo recuerdo conser-




O'CON.ELL. 29


vara por mucho tiempo la Ir landa; pues alli fue
donde adquirió el sentimiento de su fuerza; alli
donde arrancó al Gobierno Inglés la medida que
debia libertarla al año siguiente. Shiel nos ha
dejado un cuadro brillante de todas aquellas es-
cenas tan curiosas , tan dramáticas, tan variadas,
tan pintorescas de la elección de Clare. En aquel
cuadro, que no nos permite reproducir aqui lo
reducido de nuestro trabajo, están consignados
todos los detalles de aquel memorable combate
á que asistía de intención ó en persona la Irlanda
entera. Por una parte, Mr Vesey-fitz-Gerald,
seguido de toda la aristocracia del Condado; por
otra el ajitador, acompañado de una inmensa
muchedumbre de Terratenientes-libres (Freehol-
T&ÍX), que se adelantaban llevando al frente á
los curas y á los estandartes, al son de las gaitas,
y haciendo resonar en el aire sus ruidosas acla-
maciones : en los hustings los dos rivales compi-
tieron en elocuencia; Mr. Vesey-Fitz-Gerald habló
de todos los servicios hechos por sus antepasa-
dos, de los suyos, de los de su anciano padre,
venerado en el Condado, y tendido en aquel mo-
mento en el bebo de muerte, haciendo su agonía
mas tierno el recuerdo. La multitud contestó con




30 PERSONAJES CELEBRES,


lágrimas de simpatía á las lágrimas del orador;
pero pronto se oyó la voz de O'Conell , la gran
voz que penetra en el corazón de las masas; fue
alternativamente muelle , v ibradora , eriérjica,
burlona, patética, grosera, implacable; estallaron
por todas partes vivas á Cf Conell, y quedó ase-
gurado el éxito de la elección. Cuéntase como una
prueba de la omnipotencia de la Asociación sobre
la Irlanda, que la comisión prohibió á aquella in-
mensa multitud el beber whisky mientras durase
la elección, y ni uno solo faltó al deber que se
habia impuesto; | hecho muy notable para cuan-
tos conocen la invencible inclinación á la em-
briaguez que tanto distingue á las jentés del cam-
po Irlandesas!


Seis meses después el Gobierno Ingles, esj|l?P*
tado de tanta audacia, se resolvió á ceder; vo-
tóse el bilí de emancipación, y O'Conell no temió
presentarse en Wéstminsterá reclamar SU asiento
como diputado de Clare, invocando el beneficio
de una ley votada después de su elección. El 15
de Mayo de 1829, fue su primera aparición en
el Par lamento; la Inglaterra habia visto ya al
ajitador en 1825 , cuando á la cabeza de una Di-
putación fue á esponer las quejas del pueblo Ir-




o ' C O N E L L . 31


landés. El pueblo le babia acojido cou aplausos,
y él mismo deseoso de volver á ver al honibre
que llenaba la Irlanda con su nombre, obstruía
todas las avenidas del Parlamento. O' Conell en-
tró ; la sala estaba l lena, y negándose á prestar
el antiguo juramento , el Presidente, declarándole
que la ley de emancipación no podia tener efec-
to retroactivo, le intimó que se re t i ra ra , y él
salió ; su elección fue vivamente discutida y anu-
lada al fin. Después de algunos dias dedicados á
las fiestas que le dieron los radicales en todas las
tabernas de Londres, marchó O'Conell á recla-
mar por segunda vez la misión de los electores de
Clare. Su viaje al través de la Irlanda fue un pro-
longado é inmenso tr iunfo; cuarenta mil perso-
ria*L*odbdron constantemente su coche abierto, des-
de el cual les arengaba. Llegó por fin á la una de
la mañana á Claré, donde hizo su solemne entra-
d a , seguido de toda la población del Condado,
en medio de las flores, de las palmas y de las
antorchas, al son de los instrumentos, al ruido
de los vivas y de los gritos de las mujeres que
ajitaban sus pañuelos y le arrojaban ramos. Se-
mejantes triunfos son lisonjeros sin duda, recom-
pensan dignamente á los grandes oradores y á los




32 PERSONAJES CELEBRES.


grandes defensores del pueblo ; por desgracia los
pueblos hacen lo mismo con las bailarinas, y esto
rebaja un poco su valor.


Reelejido O' Conell, sin que se presentara com-
petidor , tomó posesión de su asiento en principio
de Marzo de 1830: no es posible seguirle aqui
en todos los pormenores de su carrera política.
Ha esperimentado esta algunas variaciones que
muchos , que no han comprendido ese patriotis-
mo esclusivo, limitado al objeto de sus afecciones,
le han echado vivamente en cara ; nos contenta-
remos con indicar los puntos principales. Con-
tribuyó con todas sus fuerzas á la eaida del Minis-
terio AVellíngton y al advenimiento del Ministerio
wihg de Lord Grey. Reelejido diputado por el
Condado de Ker ry , se pronunció en fa%r la
reforma délas leyes electorales, apoyó con calor
el bilí de reforma, que casi ha doblado la re-
presentación popular, y pronunció con este mo-
tivo un notable discurso, que decidió en gran parte
la adopción de aquella importante medida; alia-
do primero con los radicales, se separó de ellos
para apoyar al Ministerio, que le prometió la
abolición del diezmo en Irlanda ; burladas sus
esperanzas, proclamó en 1833 que los whigseran




O' CONELL. 33


«una facción de tunantes, un escremento del
torgsmo» y presentó, en Abril de 1834, una
proposición para que se anulara el acta de unión.
El orador no encontró simpatía alguna en su au-
ditorio, y partió para Irlanda al acabarse la se-
sión , anunciando por todas partes que iba á ha-
cer euestion diaria la de la anulación; entre
tanto los torys volvieron por un instante al poder,
los whigs hicieron proposiciones á O' Conell, quien
se unió con ellos bajo ciertas condiciones , y
pronto, merced al apoyo de su nombre y de los
cuarenta votos Irlandeses de que dispone en el
Parlamento, triunfaron los whigs. Wellington se
vio nuevamente obligado á dejar el poder , y se
fundó el Gabinete Melbourne. Algunas reformas
pardales verificadas en Ir landa, unieron al prin-
cipio á O' Conell con este Gabinete. En esta épo-
ca , en 1835, fue cuando en su viaje triunfal por
Escocia, al paso que predicaba la reforma de la
Cámara de los Lores, la abolición del derecho
hereditario, y prodigaba al pueblo de Edimbur-
go su famosa comparación del hombre « que cree
saber hacer zapatos, por la sola razón de que
su abuelo los hacia bastante bien en su tiempo »,
concluía todos sus discursos con el grito leal de


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


¡ vivan los Ministros del Rey! « Nada de bande-
r a s , nada de emblemas, calma y moderación si
salen á recibirme » escribía, á su regreso á Du-
b l i n , el ajitador vuelto mas y mas pacífico. En
el dia parece definitivamente rota la buena ar-
monía entre O' Conell y el Ministerio. Ha vuelto
á ajitar la Irlanda, después de haber pedido inú-
tilmente la reforma de la Iglesia y de las Cor-
poraciones municipales. Anuncia que ha sido en-
gañado, que retira su proposición de hace ocho
años , y su voz truena de nuevo por la anulación
de la unión. Es evidente que O' Conell va tras
de un fantasma, ó lo que es mas probable, que
para obtener lo menos , pide lo mas , sabiendo
que no lo ha de conseguir. La Inglaterra, que
trabajó con tanto ardor hace cuarenta añó^, y
pagó tan caro la destrucción de un Parlamento
servil, no irá en el dia á devolver á la Irlanda
un Parlamento que no tardaría en ser hostil, aun-
que independiente, y provocaría sin duda alguna
la separación de ambos paises, ó lo que es lo
mismo el mayor peligro que pueda correr la In-
glaterra , y cuya estension conoce b i en , pues
sabe que siempre, desde la famosa armada de
Felipe II hasta la espedicion de Hosehe y de Hum-




O* CONELL. 35


bert , la Irlanda ha sido el punto de mira de
sus enemigos ; y que aquel pais que divisa desde
sus playas, el dia en que dejase de pertenecerle
podría en algunas horas arrojarle una invasión.
La Inglaterra ademas no acostumbra renunciar
graciosamente á lo que posee.


¿Pero cómo.concluirá todo esto? Esta pregun-
ta nos lleva á reasumir nuestro pensamiento acer-
ca de la fisonomía de O' Conell como orador y
como hombre político, y acerca del objeto que
lleva y los resultados que ha conseguido.


Las cualidades oratorias de O'Conell consis-
ten mucho menos en el desarrollo estraordinario
de tal ó eual facultad, que en el conjunto de mu-
chas facultades hetereojéneas. Es cuanto quiere
ser^unas veces lójico á la manera de los esco-
lásticos y hasta el pedantismo, otras retor di-
serto, idílico y florido; unas veces inspirado y
patético hasta arrancar lágr imas; otras burlón,
acerado é implacable; otras sencillo y candido
como un verdadero buen hombre ; pero con mas
frecuencia ajitador de oficio , como él dice,
tribuno del pueblo y tribuno Irlandés, es decir,
combinando el vigor y la hinchazón , la firme-
za y la vulgaridad en proporciones colosales, y




36 PERSONAJES- CÉLEBRES.


por lo mismo sin rival en Europa en el arte de
conmover á su antojo la muchedumbre. Las sim-
plezas y las brutalidades oratorias de O'Conell
eseeden todos los limites posibles : dirá á uno de
sus enemigos, á Lord C***, que es una cabeza de
jabalí guarnecida con tina piel de naranja; á
otro, que tiene la desgracia de ser cojo, que le
ataca y pretende que su lenguaje es severo , pero
exacto, le replicará: «si, exacto como vuestras
piernas; y le llamará: la ballena terrestre, el
hombre montaña, la mayor masa que se puede
enseñar gratis.»


En contestación á los ataques de Mr. Jackson,
el enemigo mas implacable de la Irlanda, O' Co-
nell se levanta y esclama : « En el pecho^de todo
hombre, el corazón 4 enriquecido con una saígre
jenerosa, pende de músculos que la simpatía di-
lata ; en el pecho de ese (señalando á Jackson
con la mano izquierda) si le abrieseis en este ins-
tante ¿sabéis lo que encontraríais ? en vez de co-
razón y de sangre, pequeños vasos llenos de un
humor acre y negro; en vez de músculos, cor-
reas mohosas de cuero que el odio estrecha
contra los pulmones, y que le arrancan esos
gritos de animal montaraz con que nos ha des.




O' CONELL. 37


garrado los oídos. » Y cuando todo el lado tory
se levanta en tumul to , O' Conell, dominando el
ruido con su voz poderosa : « ¡ I d , vocingleros !
¿hay mas todavía ' Que se unan con estos. ¿Qué
importa que haya en una feria algunos rocines
mas ó menos.»


Seria no acabar si quisiéramos citarlo todo: aña-
diremos solamente que no seria bueno juzgar al
orador por esta simple muestra. Muchas veces,
O1 Conell, en sus rápidas improvisaciones en que
tiene por auditorio un pueblo entero, dejando á
un lado el sarcasmo y la injuria, se anima,
se exalta , se penetra del grandor de Ja dignidad
de su misión, y entonces su palabra se desenvuel-
ve »u ra^ ardiente, llena de imájenes, grandio-
sa ?'y se eleva hasta la mas sublime poesía. De
este modo, después de su segunda elección en
Clare, terminó una alocución dirijida á 40,000
hombres, con estas palabras : « En presencia de
mi Dios y con el mas profundo sentimiento de
la responsabilidad que llevan consigo los solem-
nes y temibles deberes que por dos veces mé ha-
béis impuesto, los acepto, Irlandeses! y ten-
go seguridad de llenarlos, no por mi fuerza sino
por la vuestra. Los hombres de Clare saben que




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


la única base de la.libertad es la religión. Triun-
faron, porque la voz que se levantaba por la pa-
tria habia exhalado antes su plegaria al Señor.
Actualmente oyense cánticos de libertad en nues-
tras verdes campiñas; aquellos sonidos recorren
las colinas, han llenado los valles, murmuran
en las ondas de nuestros r íos , y nuestros torren-
tes con su voz de t rueno, gritan á los ecos de
nuestras montañas: ¡ la Irlanda es l ibre!» Uñase
á tales palabras el poder magnífico del continente,
del gesto, de la voz, y juzgúese del efecto.


La fisonomía política de O' Conell pocas veces
es apreciada á sangre fr ia; para los torys es un
saltimbanqui sin pudor, un mendigo desvergon-
zado (*), un perro mohíno que merece estar
atado etc., etc. Para los whigs es un horrrbre


O Es sabido que el pueblo Irlandés ofrece anualmente
á O' Conell un tributo voluntario muy considerable; en 1835
escedió aquella suma 2.000,000 , y cuentan muchos viajeros
que al dar limosna á un pobre Ir landés , le han visto se-
parar una parte dic iendo: « Esto es para la renta de O' Co-
nel.ii Fl objeto de dicha renta es para indemnizar al ajita-
dor de haber abandonado su abogacía, y al mismo tiempo
para atender á los crecidos gastos que ocasionan sus fre-
cuentes v iajes , sus relaciones multiplicadas y su elevada
posición política. La publicidad absoluta de que va acom-
pañada la percepción de aquella renta , atenúa la estrañeza
que causaría á nuestras costumbres.




O' CONELL. 39


peligroso y venal, que es preciso comprar á toda
costa: para los radicales es un amigo poco seguro
del que es preciso desconfiar ; para los Irlandeses
O' Conell es mas que un hombre, es casi un Dios.


Todas estas apreciaciones tan diferentes, se con-
ciben y esplican por la movilidad misma de O' Co-
ne l l , movilidad cuya causa y justificación es pre-
ciso buscar en esa posición mista en que se ha
colocado, entre la legalidad y la insurrecion.
« O ' Conell, como lo ha dicho muy bien Mr. de
Beaumont, no es ni un hombre de pura oposi-
ción parlamentaria , ni un hombre de revolución;
es uno y otro alternativamente y según los ca-
sos: para él todo consiste en obedecer y resistir con
discernimiento.» O'Conell no es un filósofo hu-
maJltario, porque antes que todo es el hombre
de su pais, y porque la Irlanda tiene demasiado que
hacer con sus propios males, para pensar en di-
sertar sintéticamente en los de la especie huma-
na ; O' Conell es católico, primeramente porque
es Irlandés, y en seguida porque habla á Irlan-
deses y para Irlandeses; O' Conell no ha insur-
reccionado su pais, y aunque pueda hacerlo con
una señal, no lo hará , porque aun no juzga la
Inglaterra bastante dividida, ni bastante fuerte á




4 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Irlanda para arriesgar la iniciativa. Reflexiónese
en todas las tentativas anteriores en que Dios ha
permitido que corriera en vano la sangre del opri-
mido; piénsese en la espantosa responsabilidad que
pesa sobre un solo hombre; véase á este hombre
que conoce que se aproxima el tiempo , pero que
retrocede ante el sacrificio de toda una generación,
que espera morir antes de la hora del combate, y
se comprenderán las secretas angustias de O' Conell.


¿ Muerto este qué será de la Irlanda ? El lec-
tor ba debido conocer por lo que precede, que
el statu quo por mucho que pueda prolongarse,
no tiene condición alguna de vida. ¿Será la Ir-
landa oprimida otra vez , y sufrirá nuevamente
por siglos la dura esclavitud de que luj salido?
Para sacar tal conclusión de lo existente, ftria
preciso dudar de la Providencia, y de Ja marcha
progresiva del espíritu humano. ¿ Se separará la
Irlanda de la Inglaterra ? Hemos visto que esto
solo podría verificarse con la destrucción de la
una ó de la o t ra ; queda una última y mejor
solución del problema. S iO 'Connel no ha dado
á la Irlanda la felicidad y la vida social, le ba
dado por lo menos el sentimiento de la fuerza
en la unión , y cualesquiera que puedan ser las




• o' CONELIs-' . ; 33:


alternativas die la lucha futura, este sentimiento
no moriráy pero O-Conell ha hecho, uvas todavía,
ha llevado á luglaterra lo que puede l lamarseel
contajio de la Irlanda. La aristocracia inglesa
será castigada por donde ha pecado; ha tenido
dos pesos y dos medidas, ha gobernado la In-
glaterra con un buen espíritu, aunque no fuese
todavía sino el espíritu del egoísmo, pero ha he-
cho pasar á toda la Irlanda bajo el mismo nivel
de miseria, y de este modo ha creado á su lado
la mas enérjica y temible de todas las democra •
cias , la de los harapos; y la democracia es epi-
démica por su naturaleza, y no faltan también
harapos en Inglaterra. Si es verdad que las ge-
neraciones son solidarias unas de ot ras ; si lo es
coTfo ítf ha dicho un noble y armonioso pen-
sador (*) que la humanidad marcha siempre per
un camino trazado por estas tres palabras: DE-
CADENCIA, ESPIACION Y REHABILITACIÓN;
si es cierto que los crímenes de las castas , como
los de los pueblos y los'de los individuos son libres,
pero que la pena de ellos, por muy lenta que
sea, es fatal; si es verdad que durante setecien-
tos años la aristocracia Inglesa ha enviado á


(•) M. Ballanche.




34 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


•A


la Irlanda la t iranía, ¿con qué derecho podrá
quejarse coando la Irlanda le envié en cambio
Una revolución?








D. DIEGO DE LEOft,


CONDE DE BELASCOAIN.


«Como el Caballero Bayardo, sin
miedo y siu tacha,» '


«El cadalso no deshonró á D I E G O
L E Ó N ; el cadalso en nada menoscabó
las glorias que tan justamente habia
adquirido. >>


Discurso pronunciado por: el Gene-
ral S . M I G U E L , Ministro de la Guer-
ra , en la sesión del Congreso del'
2« de Enero.de 1842 . ..... : '< • ,


Hay en los periodos terribles de guerras xh,
viles y trastornos sociales con que la Providencia
aflige algunas veces, á los pueblos, personages
que si descuellan sobre los demás por la .par te


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


activa que tomaron en la lucha, por sus grandes
hechos de valor, y por su lealtad y nobleza,
llaman todavia mas la atención, por el fin de-
sastroso de su vida. Tal es el ilustre personaje,
cuya biografía vamos á t razar , no sin descono-
cer la gran dificultad de satisfacer en el aprecio
q u e d e los hechos hagamos, todas las pasiones,
todos los partidos que en ellos han intervenido.
Calientes todavia las cenizas del héroe de Be-
lascoain, preocupados aun los ánimos con los
sucesos que ocasionaron su triste fin, peligroso
es incurrir en la desgracia de todos los partidos;
pero llevamos al menos la ventaja que ninguno
de ellos ha puesto jamás en duda , la esplendo-
rosa caballerosidad; la acrisolada m£Ieza^ la
invariable lealtad, y el indisputable valor del
general Leon. ¿Y cómo no ser asi, cuando aun
sus mas encarnizados enemigos presenciaron su
denodado arrojo en cien combates, y á él de-
bieron en muchos el lauro de la victoria? Pu-
diéramos pues encomiar sus grandes hechos mi-
litares sin el menor recelo de ser contradichos;
no asi tal vez su lealtad, porque esta cualidad
moral , si bien descansa en principios eternos,
es diferentemente juzgada por los partidos poli--




I.EON. 3


ticos, durante el vértigo que los domina. Dia
llegará en que la imparcial historia clasifique y
dé su justo valor á las acciones y procederes
de los hombres que han representado un gran
papel en el prolongado y sangriento drama de
nuestras discordias civiles. Stremos, pues, para
evitar estos escollos, meros cronistas de los su-
cesos que tengan relación eon el personaje, tan
ilustre como desgraciado, de cuya biografía nos
ocupamos; dejando á cada cual la apreciación
de ellos, según el espíritu que le domine. Los
sucesos que terminaron su gloriosa existencia,
son todavia demasiado recientes para pertenecer
á la historia. Todos los hemos presenciado; to-
dos ̂ be, ;pos sus causas; todos lloramos sus tris-
tes resultados. Consignaremos solo en nuestro
trabajo los hechos de público sabidos; envueltos
están aun algunos en la oscuridad que las cir-
cunstancias no han permitido aclarar, pero con
el tiempo quedarán fijados.


Tampoco nos permite lo reducido de nuestro
trabajo, el hacer una detenida enumeración de
los hechos militares del general León durante
la guerra civil. ¿Y para qué, cuando. están llenos
todos los papeles públicos de la época, de sus




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


combates y hazañas P Asi pues pasaremos rápi-
damente por la gloriosa carrera militar, para
detenernos algún tanto mas en la corta, pero no-
table vida política del general León.


D. D I E G O ANTONIO DE L E Ó N Y NAVARHETE,


PRIMER CONDE DE BELASCOAIN , CABALLERO


GRAN CRUZ DE LA R E A L Y DISTINGUIDA ORDEN


DE CARLOS I I I , DE LA AMERICANA DE ISABEL


LA CATÓLICA, Y DE LA MILITAR DE S . F E R N A N -


D O , CONDECORADO CON LA LAUREADA DE SE-


GUNDA CLASE DE LA MISMA U R D E N , Y CON


OTRAS VARIAS DE DISTINCIÓN POR GLORIOSAS


ACCIONES DE G U E R R A , GENTIL-HOMBRE DE CÁ-


MARA DE S . M. CON E J E R C I C I O , COMÉIS DADOR


DE LA ORDEN R E A L DE LA LEGIÓN * ( H^NOR


DE FRANCIA, TENIENTE GENERAL DE LOS E J É R -


CITOS NACIONALES , nació.en Córdoba el día 30


de Marzo de 1 8 0 7 , siendo sus padres el Marqués
de las Atalayuelas, Comendador de la Orden
de Calatrava, gentil-hombre de S . M., y briga-
dier coronel del regimiento Provincial de aquella
ciudad, y Doña Maria Teresa Navarrete y Val-
divia. Fue educado con el esmero y según á
su distinguida clase correspondía, y al concluir
sus estudios en el colegio de la Asunción de




Córdoba en 1823, manifestó los mas vivos de-
seos de seguir la carrera militar, en la que tan-
tos dias de gloria babia de dar á su patria.
Condescendiendo su padre con sus deseos, y
según habia sido costumbre en otros tiempos,
propuso al Gobierno beneficiar una compañía de
caballería en favor de su hijo D. Diego, á lo
que accedió el Gobierno concediendo el título de
Capitán del regimiento de caballería de Almansa
1.° de Dragones á I). Diego de León en 28 de
Agosto de 1824, en cuyo mismo dia hizo su
padre entrega formal de 74 caballos, cuyo coste
ascendió á 160,000 reales. En dicho cuerpo con-
tinuó León sus servicios, hasta el 20 de Di-
ciembre de 1826, en que fue nombrado ayu-
daiTe de*Campo del comandante general de la
Guardia Real de caballería, el Marqués de Zam-
brano. En 19 de Julio de 1827 obtuvo el erar
pleo de Capitán del, regimiento de Coraceros de
la Guardia Real.


JJegó el año de 1829, y con él la celebra-
ción del augusto enlace del Rey Fernando ; VII
con la Princesa de JNápoles doña Maria Cristina
dé Borbon, que tan halagüeñas esperanzas in-
fundió á todos los españoles"; en celebración de




6 PERSONAJES CELEBRES.


aquel memorable suceso, se concedió á León el
grado de coronel. Continuó sus servicios, as-
cendiendo en 7 de Octubre de 1834 á coman-
dante de escuadrón de Lanceros de la Guardia;
y habiendo solicitado ir á campaña, pasó al ejér-
cito de operaciones del Norte en el mes de Di-
ciembre , dando principio á la serie de memora-
bles hechos de armas en que brilló su nombre.
El 17 de Enero de 1835 peleó denodadamente
en la acción de Urbiza: el 27 del mismo mes
en la de Muez: el 5 de Febrero en los campos
de Mazar* Assarta y Puente de Arquijas: poco
después tomó el mando de los escuadrones de
campaña, y concurrió con ellos á la acción de
los Arcos el 24 de Febrero, á la del Puente de
Lárraga en 8 de Marzo, y el 29 def mttno
mes á la de Arroniz. Combatió el 2 de Mayo en
la retirada del fuerte de Treviño; el 16 en el
reconocimiento sobre el Carrascal; el 13 de Ju-
nio en la retirada del sitio de Salvatierra; en 16
de Julio en la gloriosa acción de Mendigorria;
el 2 de Setiembre en la de los Arcos, en la
que con 72 caballos contuvo una columna ene-
miga , habiendo perdido en aquella acción dos
caballos muertos y uno herido de los que mon-




LEÓN. 7


taba, mereciendo por tan heroico comportamiento
que el General en Gefe le pusiese en el acto
la cruz laureada de S. Fernando, dispensándole
la Reina del juicio contradictorio, por la noto,
riedad del hecho en que la habia adquirido. El
11 del mismo mes, combatió de nuevo en los
campos gloriosos de Mendigorría; el 17 de Oc-
tubre en Salvatierra y en el reconocimiento sobre
Guevara, habiendo desalojado á los enemigos
con el escuadrón de su mando de las posiciones
que ocupaban; el 28, en la marcha desde Vi-
llareal á Vitori?, sosteniendo la retirada de todo
el ejército con cinco escuadrones que mandaba,
y con los cuales dio dos cargas á los enemigos,
valiéndole este hecho una mención honorífica en
la. ̂ rde!*1 general. Peleó en Estella el 15 de No-
viembre y el 16 en Montejurra, donde logró pa-
sar con 7 lanceros el desfiladero de aquel mon-
te y cargar con tan corta fuerza á dos escua-
drones enemigos, haciéndoles huir y apoderán-
dose de treinta prisioneros. El 1.° de Enero
de 1836 se halló en la acción dada sobre el
castillo de Guevara, y el 16 y 17 en las san-
grientas de Arlaban; el 23 en el reconocimiento
sobre aquel castillo; el 25 de Febrero en la de




8 PERSONAJES CÉI.EURES.


Berrio Plano, en la que cargó valerosameute á
los enemigos; el 5 de Marzo en la de Zubiri.
El 23 salió con 150 infantes y 64 caballos en
persecución de dos batallones y un escuadrón
enemigos que mandaba el Royo, y á los que
alcanzó y batió al romper el dia. Por real despacho
de 12 dé Marzo fue nombrado coronel del regi-
miento húsares de la Princesa, y con él concurrió
el 25 de Abril al reconocimiento sobre Villarreal
de Álava: Marchó en seguida á protejer el fuerte
d é Villana' de Losa, hallándose ya de vuelta en
Arlaban cuando tuvieron lugar las memorables
acciones del 2 1 , 22 , 2 3 , 2 4 , 2 5 , 26 y 27 de
aquel mes. En Junio salió en persecución de Gó-
mez por las provincias de Asturias, Galicia,
Castilla , Aragón, Cuenca, Mancha, Akda}gpia
y Estremadura. Entonces fue cuando alcanzó su
espada la inmarcesible gloria de Villarrobledo,
en cuya jornada con 150 húsares hizo pedazos
á 11,000 infantes y 1,000 caballos, quedando
en su poder 1,500 prisioneros, 2,000 fusiles,
y 200 muertos en el campo. Por tan brillante
victoria fue ascendido León al empleo de Bri-
gadier. El 14 de Octubre libertó á la ciudad de
Córdoba del poder de los enemigos, siendo el




LEÓN. 9


primero que entró en ella, y en 29 de Noviem-
bre logró alcanzarlos y batirlos de nuevo en Al-
caudete.


Hasta aqui liemos copiado la hoja de servicios
de León, y en el inmenso número de acciones
de guerra en que peleó, hemos citado las fechas
para que la historia pueda fácilmente encontrar
y estender los pormenores de ellas. Ahora ha-
blaremos del General ilustre, cuyos gloriosos
hechos están enlazados con la historia del ejército
en los últimos años de la campaña.


En el Otoño de 1837, mandando D. Carlos
las fuerzas de su espedicion, tuvo lugar la ba-
talla de Gra en Cataluña, y en ella León con
57 húsares deshizo á cuatro batallones y dos
e s a adi Jnes enemigos, decidiendo del éxito de la
batalla. Continuó después á las órdenes del ge-
neral Espartero en persecución del enemigo hasta
la retirada de éste á las provincias del Norte,
dando fin á aquella campaña con la victoria que
alcanzó en Huerta del Rey. Alli sin mas fuerza
que 69 tiradores de húsares, venció y derrotó á
9 escuadrones enemigos, haciéndoles 93 prisio-
neros y apoderándose de 78 caballos. En 11 de
Noviembre fue ascendida León á Mariscal de




10 PERSONAJES CÉLEIiEES.


Campo. La espedicioü carlista volvió á pasar in-
mediatamente el E b r o , y León obtuvo el mando
de las fuerzas destinadas á operar en Navarra.
La situación dé aquel pais era entonces suma-
mente critica para las tropas de la Reina, fal-
tando los recursos para mantener al soldado, a
causa de haber estendido el enemigo su domi-
nación durante las espediciones. Persuadido León
de la necesidad de emprender las operaciones,
para reconquistar el pais perdido, acometió en-
medio de tantos obstáculos y consiguió en breve
la difícil empresa de arrojar al enemigo al otro
lado del Arga. Fijó en seguida su atención sobre
la importancia del puente fortificado de Belascoain,
punto de fácil y segura comunicación con el
Carrascal, y manifestó al general Alarf, V^iey
entonces de Navarra, el pensamiento que habia
concebido de atacar aquel fuerte. Aplaudió el
Virey la idea , pero no aprobó su ejecución des-
confiando del éxito. León, sin embargo, aco-
metió la empresa; coii cinco batallones y sin
artillería de batir , derrotó á los enemigos que
contaban con siete batallones, y logró arro-
jarlos al mismo pueblo de Belascoain. Envió
entonces un oficial de su estado mayor á pe-




LEOJX. II


iliv al Virey artillería para batir el fuerte, y
sin esperar aquel auxilio indispensable para
tamaña acometida, al amanecer del siguiente dia
rompió León el ataque sobre el pueblo, del que se
hizo pronto dueño : en tan crítico momento supo
la negativa formal del Virey á facilitarle la ar-
tillería ; pero no por eso desmayó, y decidido á po-
ner término á aquella lucha, acometió á la carrea-
ra todas las posiciones y líneas atrincheradas. Eu
breve fue todo suyo, manifestando al Virey que
solo necesitaba pólvora para volar el fuerte, y
raciones para dar de comer al soldado. Abandonó
por poco tiempo el teatro de Navarra, disgustado
de las contestaciones que se veia precisado á sos-
tener con el Virey , quien encargado de las ope-
raciones en aquella parte, esperimentó en Setiem-
bre un fuerte descalabro en Legarda. León que
se hallaba á larga distancia al frente de la caba-
llería del ejército, recibió del General en Gefe la
misión de encargarse de nuevo del mando de las
fuerzas de Navarra. Marchó sin detenerse, y á la
hora de haber llegado, con las misinos tropas que
antes se retiraban derrotadas, batió al enemigo y
le obligó á repasar el Ebro. Vencióle de nuevo en
Sesma y en Belascoain, donde el ejército español




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


le vio con asombro apoderarse á caballo de las
tbrtificacioaes, y entrar á caballo por la tronera de
un canon. Alli ganó el título de Conde de Be-
lascoain.


Mas adelante y pacificadas ya las provincias del
Norte á consecuencia del memorable convenio de
Vergará, se trasladó con el ejército á Aragón.
Combatió en Segura, en Castellote y en Morella,
y puso término á tantas hazañas, ayudando al
Duque de la Victoria en la torna de Berga, don-
de perdió su caballo, y descargó el último golpe
de lanza que se dio en la guerra de siete años.


Tales son en bosquejo los grandes hechos de
a rmas , las insignes proezas del general León; ta-
les fueron hasta entonces los grados y distincio-
nes que obtuvo con el valor de su pedió' y **?>n
el esfuerzo de su potente lanza. Hazañas que os-
tentará la España en días menos aciagos como
una de sus glorias mas brillantes y duraderas.
No se olvidará fácilmente á nuestros soldados la
memoria del esforzado caudillo que tantas veces
les condujo al combate y les alcanzó la gloria,
ni el pueblo español olvidará tampoco los grandes
servicios que prestó á la causa de la libertad, y
á la consolidación de! trono legítimo.




LEÓN' 13


Hemos bosquejado rápidamente los mas im-
portantes sucesos de ia vida militar de León, no
permitiéndonos los límites de nuestra reseña pre-
sentar todos los rasgos, todas las acciones subli-
mes que caracterizaron al esclarecido Capitán.
Vamos á recorrer ahora su vida política de corta
duración , como corta fue también su vida física
por desgracia de la patria.


«Con la cara al enemigo y la espalda vuelta á
nuestras disensiones políticas.» Con estas palabras,
que á nadie con mas verdad que al malogrado
León pueden aplicarse, calificó la conducta del
ejército en los movimientos de 1835, uno de
nuestros mas distinguidos oradores. En efecto, el
general-Leen desde su llegada al teatro de la guer-
ra "no tuvo otra atención, no le animó mas deseo
que combatir al enemigo de su Reina y de su
Patria. Todo lo demás era para él indiferente;
la política, sus partidos, sus divisiones,, sus
tendencias, palabras vanas para el que solo ha-
bía recibido la misión de combatir y triunfar.-


Pero debia llegar el día en que el vencedor
de cien combates tendiese su vista sobre la esce-
na política, y esta se presentó á sus. ojos por la
vez primera en el por desgracia famoso lugar del




14 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


Mas de las Matas. Allí, en la inacción del in-
vierno , mientras el caudillo principal se apresta-
ba para la próxima campaña, y para otras em-
presas en mayor provecho suyo, aunque aciagas
para la Nación, alli oyó leer el célebre docu-
mento en que un Secretario del General en Gefe
se declaraba autorizado para decir al pais ente-
ro , que la marcha seguida por el Gobierno, de
acuerdo con la representación nacional, no
merecía la aprobación del Gefe de los ejércitos.
Aquel documento, que debia enviarse á los pe-
riódicos de la Corte para que sirviese de señal á
los preparativos de un gran suceso, fue presen-
tado á León, y se le pidió su parecer delante
del que le había redactado, y en presenciare otros
muchos que rodeaban al General en Geíe. No
vaciló León. el manifestar su oposición fuerte y
declarada á todos los actos que tendiesen á dar
al ejército una influencia indebida y siempre per-
judicial en los negocios públicos, desaprobando
del modo mas enérgico aquella declaración. No
retrajeron sus palabras á los que de antemano
habian resuelto seguir otra conducta, y por lo
tanto y desde entonces, su situación era violenta
en el ejército. Conociólo asi, y pidió y obtuvo




L E O S . 15


licencia pava Madrid; y la Corle le vio durante
treinta dias que permaneció en ella, ageno á las
cuestiones políticas que se debatían, y sin con-
traer alianza con ninguno de los hombres nota-
bles de los partidos que á la sazón figuraban en
la escena.


Sabidos son los escandalosos y deplorables su-
cesos del 23 y 24 de Febrero de 1840, en que una
turba sediciosa insultó y amenazó á la repre-
sentación nacional en las puertas mismas de su
Palacio, con mengua y menosprecio de las au-
toridades que no supieron contener ni castigar
semejante atentado. No faltó entonces quien acon-
sejase á S. M. el nombramiento de León para
ear̂ tan,|ifi;eneral de Casulla la Nueva; pero la fa-
talidad del destino pesaba entonces sobre la
Madre Augusta de Isabel II, que sin embargo no
desconoei» ni dejaba de apreciar la lealtad, el
valor y los grandes servicios de León. Quiso pre-
miarlos eon el empleo de teniente general; pero
León que habia venido á la Corte huyendo del
contajio político del cuartel general, no podía
renunciar á la gloria de terminar la campaña, y
su escesiva delicadeza no le permitía aceptar un
ascenso que no hubiese sido ganado como los




16 PERSONAJES CÉLERRES.


anteriores en el campo de batalla. Hízolo asi pre-
sente á S. M. , añadiendo que esperaba conquis-
tar en breve en la guerra el nuevo premio ofrecido;
tan noble conducta le hizo entonces mas digno de
la bondad de su Re ina , que le concedióla distin-
guida honra de nombrarle su gentil-hombre. Muy
lisonjeado León con el nuevo favor soberano,
dispuso su regreso al ejército, y llegó á tiempo
de empezarse las operaciones sobre Segura. Desde
entonces hasta los, sucesos de Barcelona, no se ve
figurar á León en la esfera política.


Con la toma de la ciudad de Berga habia ter-
minado la guerra , y el General en Gefe ocupado
en Barcelona en operaciones de otra clase, se
curaba entonces .poco de la compañía d/s León-
Situado este con su división á distancia de aquélla
c iudad , devoró en silencio y eon amargura los
agraviosy los repetidos atentados contra la Ma-
gestad del Trono. Un rumor vago, de esos que
suelen preceder á la adopción de una medida grave,
anunciaba ya por entonces que León debía salir
del ejército para un mando importante; é l , en su
lealtad de sentimientos, consecuente con,los hom-
bres á quienes creyera un dia sus amigos, habló
detenidamente con el Duque de la Victoria acerca




LEÓN. 17


de las probabilidades de obtener el mando supe-
rior militar de Madrid. Manifestóle el Duque su
desaprobación á este proyecto; pero poco después
cuando ya era positivo el nombramiento de León
para la capitanía general de Castilla la Nueva, y
en vísperas de conocerse el movimiento insurrec-
cional de Madrid de 1.° de Setiembre, el gene-
ral Espartero dejó de manifestar toda oposición,
y el desgraciado León marchó á encargarse de
su nuevo destino. Antes de llegar á Zaragoza se
vio cercado de graves é inminentes riesgos, y le
fué imposible penetrar en aquella ciudad insur-
reccionada también. Detenido en su marcha,
escribió al Duque de la Victoria solicitando ins-
trucciones^, que este se negó á dar le , recomen-
dánaVue que se dirigiera á S. M., á la sazón en
Valencia. León despachó al efecto un espreso con
pliegos para el gobierno supremo, y por orden
de este corrió á encargarse del mando de todas
las tropas que se habían mantenido fieles, y se
hallaban reunidas en Tarancon. Desde aquel
punto contempló los progresos de la revolución,
sin hostilizarla, porque tales eran las instruccio-
nes que se le habían dado. Tales eran también
sus rígidos principios de obediencia y disciplina.


2




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


A la historia corresponde apreciar en su dia, si en
aquella disolución social debia ó no prescindir de
sus deberes militares, y obrar según los genero-
sos impulsos de su acrisolada lealtad.


Nombrado el Duque de la Victoria Presidente
del Consejo, le vio pasar desde Mailrid á Valen-
cia con sus compañeros, y fácil le hubiera sido
apoderarse de ellos, evitando tal vez de este modo
el último golpe de destrucción; pero no lo inten-
tó siquiera. Tal vez no halló cabida en su pun-
donoroso corazón la idea de los acontecimientos
sucesivos. Desde Valencia le escribió el Duque
de la Victoria en términos que no desmentían la
antigua amistad, aconsejándole que renunciase el
mando de Castilla la Nueva. A la horade haber
recibido aquella comunicación, remitía á Talen,
cía la dimisión aconsejada y una solicitud de li-
cencia para Francia. Fuete esta concedida, y aun-
que se le recomendó que no la usase; como
tampoco le fue permitido por el poder militar que
imperaba entonces el entrar en Madrid y descan-
sar al lado de su familia, partió para el vecino
reino Fue allí objeto de veneración y respeto de
parte de todos los militares ilustres: en Burdeos
pasó una revista á las tropas de aquella división,




I.EON. 19


y sin visitar la capital de Francia, por un senti-
miento de delicadeza que no se supo apreciaren
el interrogatorio capcioso que después se le hizo
sufrir, regresó á Madrid, donde triste y silen-
cioso pasó sus dias en la oscuridad y la miseria.


Evitaremos hacer una relación del estado á
que el pais había quedado reducido á consecuen-
cia del trastorno de Setiembre, y de los sucesos
posteriores. Los hechos son demasiado recientes,
y sabidos son de todos el malestar y el desconten-
to que reinaban en todas las clases, y en el ejér-
cito en particular. Éstas causas dieron lugar á
los acontecimientos de Pamplona , Vitoria, Pro-
vincias Vascongadas, Zaragoza y otros puntos,
cuyp^obj^o era la destrucción del Gobierno exis-
tente', y el restablecimiento de la Regencia de la
Augusta Madre de Isabel II. Los generales que
mas se habían distinguido en la última guerra,
los que mas pruebas habían dado de valor y leal-
tad, tomaron pa r teen aquella insurrección, cu-
yos detalles, asi como las causas de su mal éxi-
to , no son todavía bien conocidas, ni tampoco
de este lugar.


Desde el momento en que fueron conocidos
en Madrid los acontecimientos de primeros de




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


Octubre en las provincias del Norte , decíase de
público que iba á estallar una revolución militar;
hablábase de un pronto movimiento, lo que dio
lugar á que el Gobierno redoblase su vigilancia,
y mandase salir de Madrid á las personas que su-
ponía cómplices ó autores del p lan, las cuales
habian desaparecido ya cuando fueron á buscar-
las á sus domicilios , siendo una de ellas el ge-
neral León. Separáronse el dia 7 de Octubre por
la mañana á muchos oficiales del primer regi-
miento de la Guardia Rea l , y en la tarde de
aquel mismo dia se dio orden á los sargentos de
no dejar entrar en el cuartel á los oficiales se-
parados, y á los centinelas de hacerles fuego si
lo intentaban. Al anochecer resonaba ñor las ca-
lles de Madrid el ruido de los tambores ffl la
Milicia Nacional tocando generala, y todo el
mundo se persuadió que era llegado el momen-
to de realizarse la sublevación de que tanto se
habia hablado. El general Concha , con par-
te del regimiento de la Princesa y las com-
pañías de la Guardia Real que estaban de servicio
en Palacio, se habia apoderado del Real Alcá-
zar.Hallábase este rodeado por la Milicia y otras
tropas de la guarnición, sufriendo los subleva-




L E Ó N . 21


dos el fuego que desde el esterior se les hacia.
A las doce de la noche montó el general León


á caballo vestido con su uniforme de húsar, y se-
guido de un ordenanza, atravesó por entre las tro-
pas que circuían y hacían fuego al Palacio; penetró
en él, arengó á las fuerzas alli reunidas, y subió
en seguida por la escalera principal, con ánimo de
poner en salvo á S. M. Mas al ruido y á los
vivas dados por los agresores, previniéronse los
18 Guardias Alabarderos que daban la guardia
interior, quienes hicieron una denodada resis-
tencia. Las sublevados se presentaron delante de
la puerta que conduce al salón de columnas, y
allí se trabó un combate digno de mejor causa.
La f¿ein^¡y su Augusta Hermana pasaron á la
estancia mas retirada del edificio, donde perma-
necieron toda la noche abatidas y consternadas,
pero seguras de todo riesgo, pues solo la mas
negra villanía pudiera imputar el designio de
atentar á tan preciosas vidas, á los que mil veces
habían espuesto la suya por la conservación de su
Trono, y estaban dando una notable prueba de
su lealtad.


Durante aquella infausta noche el ánimo y
bizarría del general León y de sus compañeros




22 PERSONAJES CELEBRES.


esceden á cuanto puede concebirse. ¡Olí! para
mas altas empresas debían haberse reservado aque-
llos ilustres caudillos. Lástinja es que aventu-
rasen empañar la gloria de tantos años , en los
bazares de una infausta noche.


A las tres de la madrugada del 8 , reducidos
solo á 309, hombres los. que. habían quedado en
Palacio , y perdida la batalla sin esperanza para
ellos de capitulación,ni tregua, los generales León
y Concha con algunos caballos y una. compañía
de infantería, salieron por el Campo, del Moro,
donde les dieron el quién vive las avanzadas ene-
migas; contestaron ellos, ronda mayor, y cuan-
do, se, acercaron á reconocerlos, arrollaron á la
avanzada, y siguieron á escape hacia la puerta
de Hierro, donde encontraron otra ava,nza<SP de
caballería, y sufrieron upa carga, en la que
perdió) el: general León su cabadlo , viéndose
precisado á tomar el de un soldado, en el, que le
prendieron, las fuerzas de caballería que á. las seis
de la mañana habían salido en su persecución,
encontrándole splo á seis leguas de distancia, y
conduciéndole preso á la capital, donde se le
colocó en el cuartel de Nacionales. Igual suerte
cupo.á muchos desús esforzados compañeros.




LEÓN. 23


Nombrado el Consejo de guerra de Oficiales


Generales para fallar las causas formadas con


motivo de la insurrección del dia 7, no sin no-
table infracción de lo dispuesto en las Ordenanzas,


ocupóse el fiscal en instruir el proceso del general


León con celeridad poco acostumbrada , y el 13 a


la una del dia se celebró el consejo. Componíase


este del gefe de escuadra D. Dionisio Capaz, de


los mariscales de campo D. Pedro Méndez Vigo,


D. Nicolás Isidro, D. Pedro Ramírez , D. José


Cortinez y D. José Grases, y del brigadier Don


Ignacio López Pin to , siendo fiscal el brigadier


D. Nicolás Miuuisir. De cuantos componían aquel


consejo, dos solo tal vez habían podido admirar


en los cajnpos de batalla el heroico valor del que


¡ba^Pá juzgar. Sus votos no le fueron contrarios.


El general León, acompañado de su defensor el


general Roncali y de dos ayudantes , y conduci-


do en un coche con la correspondiente escolta,


atravesando un inmenso pueblo, que atónito y


aterrado se agolpaba á su paso , se apeó en el
Colegio Imperial, donde se celebraba el consejo,


retirándose á un aposento mientras se estaba vien-


do su causa y conservando el público espectador


un triste y espresivo silencio. Manifestaba el acu-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


sado en su declaración, que si bien sabia que
existían planes para quitar la Regencia al Duque
de la Victoria, nunca habia consentido en po-
nerse al frente del movimiento por mas instan-
cias que se le hicieron. En la noche del 7 cuando
oyó el toque de generala y vio la gente correr
por las calles, él, que transitaba por la del Prín-
cipe, se dirigió á su casa, y desde ella á la en
que desde el 5 se encontraba escondido. Quealli
hizo llevar por medio de un criado su uniforme de
húsar, que le entregaron sin sable, y vestido con
él se dirigió á Palacio á las doce y media de te
noche, sin entrar en ningún cuartel ni pararse
en parte alguna. Confesaba que al presentarse alli
habia sido victoreado por los soldados subleva-
dos , á quienes contesto', que donde estala S.%f.
la Reina Doña Isabel II, solo á ella debía vic-
torearse. Que después se presentó á los Alabar-
deros pidiéndoles dejasen de hacer fuego, pues
era el medio de que cesara por la parte contraria,
y no se causara alarma á las Reales Huérfanas.
Que no habiéndolo conseguido, se marehó á po-
cos momentos tomando el camino de la puerta
de Hierro, perdiendo su caballo, que quedó se-
pultado en una zanja que intentó saltar, con-




LEÓN. 25
tinuó su camino á pie hasta encontrar á dos
cazadores de la Guardia Real á quienes compró
un caballo, rehusando las ofertas que le hicie-
ron de seguirle. Que al llegar á Colmenar, deci-
dió volverse á Madrid , y entonces fue hallado
por los húsares, á quienes él misino se entregó.
Disculpaba el haberse presentado en Palacio cum-
pliendo con su deber por haber, convenido con
varios generales de cuartel en Madrid que aquel
seria el punto de reunión en caso de alarma; de-
claración confirmada por deposiciones de testigos.


Figuraba también en los autos una carta ha-
llada en su cartera, sin fecha , escrita y firmada
de mano del general L e ó n , y dirigida al Duque
de la Victoria , del tenor siguiente:


-""ísr.'D. Baldomero Espartero.—Muy Sr. mió:
habiéndome mandado S. M. la Reina Goberna-
dora del Reino Doña María Cristina de Borbon,
que restablezca su autoridad usurpada y hollada
á consecuencia de sucesos, que por consideración
hacia V. me abstengo de calificar; y como el
honor y el deber no me permiten permanecer
sordo á la voz de la Augusta Princesa, en cuyo
nombre y bajo cuyo gobierno, ayudado por la
nación, hemos dado fin á la terrible lucha de




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


los seis años; para que no desconozca V. el mó-
vil que me llama á desenvainar una espada que
siempre empleé en servicio de mi Reina y de
mi patria, y no en las banderías, ni privadas
ambiciones; le noticio que en obedecimiento de
las órdenes de S. M. y para el bien del ¡Reino,
he debido comunicar á todos los gefes de los
cuerpos del ejército, que S. M. hallándose re-
suelta á recuperar el ejercicio de su autoridad,
me previene llame al ejército bajo su bandera,
la bandera de la Lealtad castellana, y lo aperci-
ba y disponga á cumplir las órdenes que en su
Real nombre estoy encargado de hacerles saber.


» En su consecuencia las leales provincias Vas-
congadas y el reino de Navarra con todas las
tropas que la guarnecen, á cuya cabezaje htBa
el general D. Leopoldo O' Donell, se han decla-
rado en favor del, restablecimiento de la legítima
autoridad, de la Reina: y como los gefes de los
cuerpos que ocupan las demás provincias del Rei-
no , han oido igualmente la voz del deber y del
honor, y se hallan dispuestos á seguir la bande-
ra de lealtad,: el movimiento del Norte va á ser
secundado por el deLMediodia y el del Este , y
el Gobierno salido de la revolución de Setiembre,




L-EOJX. 27


palpara bien pronto el desengaño de haber des-
conocido los sentimientos de fidelidad á sus Reyes,
y á las leyes patrias, que animan al ejército y ai
pueblo español.


» Como esta situacipu va necesariamente á
ponerme en pugna con el ppder de hecho que V.
esta ejerciendo , antes que la suerte de las armas
decida una contienda que la justicia de la Pro-
videncia tiene ya decretada, habla en mí el re-
cuerdo de que hemos sido amigos y compañeros,
y dasearia evitar á. V. el conflicto en que va á
verse, á la historia un ejemplo de triste severi-
dad , y al pais el nuevo derramamiento de sangre
española.


» Consulte V. su corazón y oiga su concien-
ciábanles de empeñar una lucha, en la que el
derecho no está de parte de la causa á cuya cabe-
za se halla V. colocado. Deje ese puesto que la
rebelión, le ofreció, y - que una equivocada noción
de lo que falsamente creyó sin duda, exigía el
interés público, pudo solo hacerle aceptar; y
yo contaré todavía, corno.un dia feliz aquel en
que recibiendo en nombre de S, M> la dejación
de, la,autoridad ravolucipnaria que V. ejerce, pue-
da hacer presente á la Reina, que en algo ha




2 8 PERSONAJES CELEBRES.


contribuido V. á reparar el mal que habia cau-
sado. »


«Reciba V. con esta la última prueba de la
amistad que nos ha unido, la espresion de mi
deseo de encontrar todavía en V. los sentimien-
tos de un buen español, que son los que animan
constantemente á su atento y seguro servidor
Q. B . S . M . — D I E G O DE LEÓN. »


Después de leido el proceso tomó la palabra
su defensor el general Roncali, vertiendo abun-
dantes lágrimas, y arrancándolas del numeroso
auditorio, refirió los triunfos de su cliente en
cien combates; examinó la acusación fiscal en
que se pedia la sangre de tan ilustre guerrero;
examinó la composición del Consejo deyuer ra ,
en el que veia personas que por su posición 4n
la noche del 7 podian ser parciales, siendo tes-
tigos y jueces á la vez; probó que mal podia
haber sido cabeza del motin quien permaneció
cinco horas sin presentarse á sus soldados, y
se marchó al poco tiempo de haber llegado á
palacio. Tachó la acusación fiscal de apasionada
é incompleta; manifestó la crueldad que habia
en juzgar por la ordenanza un crimen político;
añadiendo que la Europa, en la que hasta se




LEÓN. 29


liabia encontrado indulto para el regicida, se es-
tremecería al saber que sehabia aplicado la última
pena á semejante delito; y concluyó recordando
en un sentido epílogo, que arrancó nuevo llanto
á los circunstantes, los gloriosos timbres del
general León, cuya lanza fue la última que en
Berga puso fin á la guerra «ivil, y pidiendo al
Consejo desechase la horrible idea de la pena
capital, decretando la inmediata.


Presentóse después ante el Consejo el general
León y con reposado continente y sereno semblante
dijo: que se le quería presentar como gefe del
levantamiento y que era falso. «Si asi hubiera
sido, dijo, si yo me hubiera presentado en Pa-
lacio mandando los soldados, hubiera sido fácil


"~ Ti
eiiJbntrar mi cadáver entre Jos de los valientes,
pero nunca se me habría hallado fugitivo. » Fra-
ses que arrancaron del concurso un grito de
\bien\ \bienl Se ratificó en su declaración, y
manifestó que la carta al Duque la tenia para
entregarla á quien se le digera, puesto que él
no quería tomar parte en lo que se intentaba:
y reconvenido por el Presidente, por no haber
dado parte al Gobierno y al Regente de los
planes que se preparaban, contestó que ni sabia




30 PERSONAJES CÉLERRES.


bien estos, ni se creía obligado á ser delator.
El Consejo dio la sentencia siguiente: «Ha-


biéndose formado por el brigadier D. Nicolás
Minuisir el proceso que precede contra el teniente
general D. Diego León, Conde de Belascoain, y
el mariscal de campo D. Manuel de la Concha,
acusados del delito de sedición militar en la
noche del 7 al 8 del que r ige; en consecuencia
de la orden inserta por cabeza que le comunicó
el Excmo. Sr. Conde de Torrepando, Capitán
general de este distrito, haciéndose por otro se-
ñor relación de todo lo actuado, el Consejo de
guerra permanente de Oficiales Generales, reunido
en la capilla de S. Isidro de esta Corte, siendo
jueces de él los Excmos. Sres. mariscales d» campo
D. Dionisio Capaz, gefe de escuadra, presidente;
D. Pedro Méndez Yigo, D. Nicolás Isidro, Don
Pedro Ramírez, D. José Cortinez, D. José Gra-
ses, brigadier D. Ignacio López P in to , y asesor
el auditor de guerra D. Pablo de la Avecilla;
compareció en él el citado general D. Diego
León, y vistos los cargos con la defensa del
Procurador, ha condenado y condena el Consejo,
por mayoría de votos absoluta, á los referidos
generales á ser pasados por las armas, con ar-




LEÓN. 31


reglo á los artículos 26 y 4 2 , trat. 8 , cap. 10
de las Reales Ordenanzas; sin perjuicio de que
si el general D. Manuel de la Concha se pre-
sentase ó fuese habido, se le oigan los descar-
gos que pudiese dar. Madrid 13 de Octubre de
1841 á las ocho de la noche.—Siguen las firmas.


Según de público se ha dicho, los generales
Grases y Cortinez, y el brigadier López Pinto
votaron por la pena inmediata ; resultando em-
pate en la votación , que decidió el voto del Pre-
sidente. ¿Qué diremos nosotros , simples biógra-
fos sobre este hecho ? Los contemporáneos lo han
juzgado , la historia no lo creerá. Contentémonos
con transmitir aqui, en contraposición de aquella
conducta, algunos párrafos de la carta dirigida
ai 9(ey Je Francia por el respetable mariscal Mon-
cey, negándose á ser juez de su compañero el des-
graciado Ney. «...Mi v ida , mi fortuna, cuanto
tengo de mas apreciado es de mi pais y de mi
Rey; pero mi honor es mió , y no hay poder en
lo humano que pueda arrebatármelo.—¡Yohabia
de decidir sobre la suerte del mariscal Ney!
¿Pero , Señor, permitid que pregunte á V. M.,
dónde estaban los acusadores cuando Ney recor-
ría los campos de batalla? ¡Ah! Si la Rusia y




32 PERSONAJES-CÉLEBRES.


los aliados no pueden perdonar al vencedor del
Moskowa, ¿puede olvidar la Francia al héroe
del Beresina ?—¡Y condenaré yo á muerte á aquel
á quien tantos franceses deben la vida, tantas
familias sus hijos, sus esposos, sus parientes!
Reflexionadlo, Señor; quizá es la vez postrera que
la verdad llega á vuestro t rono; es muy peli-
groso, muy impolítico, el ostigar á los valientes
hasta la desesperación.—¡Ah! Tal vez si el des-
graciado Ney hubiera hecho en Waterloo lo que
tantas veces hizo en otras partes, no se vería
ante una comisión militar. Tal vez los que hoy
piden su muerte implorarían su protección.»


La sentencia fue aprobada después de haberse
conformado con ella el Tribunal Supremo de
Guerra y Marina, y á las doce del dia 14 ' ^ e
Octubre de 1841 , se presentó en la prisión que
ocupaba en Sto. Tomás el general León, el
Fiscal de su causa, acompañado del Secretario
que le leyó la sentencia: oyóla aquel valiente
con la serenidad de ánimo que ostentaba en los
combates, y solo esclamó: «este es el premio de
haber peleado siete años por la libertad!» En
todo aquel aciago dia continuó sereno y tran-
quilo arreglando sus asuntos particulares, con




LEÓN. 33


admiración de cuantos le vieron; comió acom-


pañado de su defensor y de dos personas de su


intimidad, que no le abandonaron en tan duro


trance, los Sres. D. Manuel de Arizcun y Don


Joaquín de Roncali. Paseó después por mas de


dos horas asido del brazo de uno de sus amigos,


por su habitación, y cerca de las once de la


noche escribió su testamento y dos cartas para


su- desventurada esposa é hijo mayor. Después


de haber cumplido con tan sagradas obligaciones,


con los deberes religiosos: que su triste posición


le imponía, manifestó deseos de descansar, y en-


cargó al general Roncali que cuidase de desper-


tarle á las tres de la mañana. Llegada esta hora,


du jü sugpfligido amigo si le privaría del último


sueño que disfrutaba en esta vida, sueño dulce,


apacibley sereno, el sueño de un héroe'; hasta


qoe por último, acercándose á la- cama cumplió


con tatv triste encargo. Al dispertar el desgra-


ciado Léoft no dio señal desobresalto; no mostró
ha conmoción mas ligera: poseído del mismo


valor qfte antes ostentara, cuando al través de


la i ventana distinguió la luz primera del infauso
dia : 15, asiendo del brazo á uno de sus insepa.
rabies amigos esclamó ¡ ¡ E L ULTIMO DÍA .'!


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras en la prisión pasaban estas, tristes
escenas, la fisonomía del pueblo de Madrid pre-
sentaba el carácter Verdadero que imprimen los
sucesos cuando-afectan los sentimientos de todos.
Apenas se supo la fatal sentencia del héroe de
Belascoain, vióse á un pueblo entero consterna-
do , desiertas las calles y los paseos, y pintado
en los semblantes de todos el pesar y la aflicción.
Algunos abrigaban, sin embargo la esperanza de
que satisfecha la vindicta pública con la sen-
tencia, el clamor de algunos, los recuerdos de
las pasadas glorias del acusado, y su autigua
amistad con el Regente del Reino, alcanzarían
de éste, en uso de sus facultades constituciona-
les , una conmutación de pena, que t"dos de-
seaban , que todos hubieran recibido con mar-
cadas muestras de agradecimiento. ¡Ah!,, vano
esperar! En vano se publicó la tierna . escena
ocurrida con S. M. , y su intercesión; en vano
el capitán de nacionales herido el dia 7 pedia
gracia desde el lecho del dolor; en vano la im-
ploró una gran parte de la Milicia Nacional;
en vano rogó por la vida del general León una
Señora que á instancia del mismo general habia
pedido antes y alcanzado del Regente el indulto




LEÓN. 35


para una criada suya que le habia robado cre-
cidas cantidades; en vano el Sr. Beltran de Lis,
que ha visto perecer en un patíbulo á sus hijos
por la libertad, se dirigió á los sentimientos de
la Milicia; en vano suplicaron los valientes Ala-
barderos que pelearon en aquella infausta noche;
en vano pidió gracia el ilustre Decano de los
generales el Duque de Bailen; todo fue inútil.


Acercábase la hora en que el general León
debia dejar para siempre el inundo, y una patria
en que habia recogido tantas glorias. Rodeábale
ya la tropa encargada de ejecutar la fatal sen-
tencia, y desconociendo el general el nuevo uni-
forme del regimiento de milicias de Alcázar de
S.^Juan^ preguntó tranquilamente, qué tropa era
a<ffBlla*y habiéndole contestado, replicó: «ah!
si , ese es el regimiento que teníamos en Moreila
y que lo mandaba un coronel herido.» Diri-
giéndose después al general Roncali: «Camarada,
le dijo, ¿sabe V. que se me figura que no han
de darme? ¡Son tantas las veces que me han
tirado de cerca y no han acertado!» Palabras
que en aquellos momentos, en boca del general
León significaban la magnanimidad, la familia-
ridad con el peligro, la última ilusión del hé-




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


roe. A la una en punto salió el general León
de su prisión con paso noble y magestuoso,
llevando el mismo traje de húsar con que se
presentó al Consejo de guerra, adornado con
todas sus cruces y ¡condecoraciones, cubierta
la cabeza con el schakó de ordenanza, y cre-
ciendo en valor y heroísmo subió al coche abier-
to que le estaba esperando, en compañía de su
defensor y de un Sacerdote. Cubrían la carrera
desde su prisión hasta fuera de Ja puerta, de
Toledo, sitio destinado para la fatal catástrofe,
la Milicia Nacional y las tropas de la guarni-
ción. Durante todo el tránsito, no se oscureció
un solo momento su mirada viva y fogosa, y al
contemplar á su amigo y defensor el general
Roncali, sin fuerzas para sobrellevar taíT grande
infortunio, le dijo: «¡alma, alma, Federico! no
es ocasión de: abatirse.» Llegado al fin al sitio
designado, tomando una actitud noble y ma-
gestuosa delante de la bandera de las tropas que
formaban el cuadro, con la mano derecha puesta
en el schakó, se dispuso á oir la lectura de su
sentencia.


El oficial Secretario de la causa, encargado
de esta formalidad, no podia leerla, porque el




LEÓN. 37


llanto se lo impedia; entonces León le dijo. «no
hay motivo para t an to ; si es necesario yo mismo
la leeré.» Pocos instantes después abrazó estre-
chamente, y por dos veces, á su amigo el ge-
neral Roncali, diciéndole: «este abrazo para mi
familia, y este para la de .Y.» Se despidió de
su confesor, del Sacerdote afectuoso y tierno
que habia derramado en su alma cristiana los
consuelos de la religión; se preparó al fatal gol-
pe ; dio las tres voces de mando, y... espjró!..


Sus armas se rompieron por orden suya des-
pués de . su muerte.


• Asi terminó su gloriosa existencia á los 34
años cumplidos de su edad el héroe de Belas-
coain v ^ e Vülarrobledo, el que en cien combates
láBa probado á los enemigos el poder de su
lanza , y dado á su patria numerosos días dé
gloria. Murió el general León, vencido, pero no
infamado, porque solo un crimen político causó
su muerte. Amigos y contrarios lloraron y llo-
ran su pérdida, porque no ven ya en él al par-
tidario de una opinión política, sino al insigne
caudillo de los ejércitos nacionales, al bizarra
caballero, honra y prez de las. armas españo-
las, é inolvidable gloria de su nación.




38 PERSONAJES-CELEBRES.


Su cadáver fue llevado desde alli al cemen-
terio de la puerta de Fuencarral , donde descan-
sa bajo una losa negra que toca al suelo, y en
la que se lee este breve epitafio:


D . DIEGO -DE LEÓN ,


CONDE DE BELASCOAIN.


Ni el dia, ni el año , ni la edad , ni la clase
del que alli se encierra, se leen sobre aquella
losa: no hace falta : nadie lo pregunta: la breve
y sangrienta historia que alli pudiera gravarse,
está gravada hondamente en el corazón de todos
los españoles.


El desgraciado general León ha dejado una
esposa desconsolada y dos hijos varones, querían
duda: imitarán las virtudes de que sü padre les
dio tan.alto ejemplo.


Hemos concluido nuestra tarea bosquejando
rápidamente la vida y las hazañas del gran sol-
dado , del virtuoso ciudadano. Como hemos di-
cho an tes , al principiar nuestra tarea, no es lle^
gado todavía el momento de apreciar debidamente
las causas que contribuyeron á su triste fin. Las
generaciones futuras, los que no hayan tenido




LEON 39


como nosotros la triste dicha de conocer aquel
hombre, los que como nosotros no hayan par-
ticipado de las afecciones y antipatías que los
partidos enjendran , podrán juzgarle con verdad.
Nosotros nos hemos limitado á esponer sus he-
chos de armas, su vida pura é inocente; á com-
parar sus glorias y sus merecimientos, con el triste
Un que tuvieron sus dias. Si hubiéramos querido
engolfarnos en las consideraciones á que los úl-
timos sucesos de su malograda vida daban lugar,
ni hubiéramos podido prescindir de las afeccio-
nes de part ido, ni tal vez hubiéramos conseguido
hacer tan agradable la lectura de la vida de nues-
tro héroe, á los que de ellas cual nosotros no
participen. Hemos referido los hechos, espuesto los
ac^ tec imientos ; unos y otros son recientes, y
cada cual puede iuvestigar las causas , sacar las
consecuencias, hacer las comparaciones á que dan
lugar. Creemos haber cumplido con nuestro de-
ber, consignando solamente los hechos de la vida
del general León, cuya gloria vivirá siempre en
la memoria de los españoles, asi como el triste
recuerdo de su cruento sacrificio. """^






Jnikc to las b iapat fas rantimtiad


EN EL


T O M O P R I M E R O .


D . GASPAR MELCHOR DE JOVE LLANOS.


LORD W E L L I N G T O N .


MR. T H I E R S .


MOHAMMED-ALY.


IBRAHIM-BAJA.


CONDB DE FLORIDABL.ANCA.


rjfp i% BALZAC.


D . MARIANO ALVAREZ DE CASTRO.


E L PRINCIPE DE METTERNICH.


D . MATEO J O S E ORFII.A.


MR. O ' C O N E L L .


D . DIEGO DE LEON.




P E R S O N A J E S C E L E B R E S
DEL SIGLO XIX.


POR


UNO QUE NO LO ES.


La biografia es el arte de reu-
nir el personal de la historia, de
las ciencias, de las letras, de las
artes y de la sociedad...


I . NOBYINS.


1843.










f


I ft


* -


M. GÜIZOT. " "


n No hay verdadero poder sino el
poder respetado , y el respetó puede
solo pertenecer á la superioridad, > ,


GUIZOT — pe los medios de gobierno
y de oposición én el actual estado de
la Francia, I8í!t p. 17t.


El 8 de Abril de 1794, tres días después de
la sangrienta victoria de Robespiérre sobre Dan-
t o n , Camilo Desmoulius y los hombres de la
Comisión de clemencia, levantábase en Niinesel
cadalso para un distinguido Abogado, sospechoso
t i b i e n de resistencia á las voluntades del terri.


"ole triunvirato >-y habia penetrado la desolación
en el hogar de una de las familias mas honradas




X~ P E U S O N A J E S C É L E B B E S ,


del pais. Una muger desconsolada pedia á Dios
la diese fuerzas para sobrellevar un inmenso do-
lor , pues en un mismo momento el verdugo la de-
jaba viuda, •y'lilérfários í sns doi hijos. El ma-
yor de ellos, que apenas contaba siete años , lle-
vaba ya en su semblante serio y meditativo la
señal de un entendimiento precoz. La desgracia
es como un invernáculo: sé: crece á prisa con su
contacto; aquel niño, que : no tuvo infancia, era
Francisco-Pedro-0u¡Ilermo Guizot.


Habiendo nacido protestante, el 4 de Octubre
de 1787, bajo el imperio de una legislación ren-
corosa , que negaba á sus padres una unión le-
gal , y á él un nombre y un estado civil , veia
Mr. Guizot al mismo tiempo á la revolución que
le volvia definitivamente su lugar en la sociedad,
y que le hacia pagar aquel beneficio con la san-
gre de sü padre. Si pretendiéramos escribir otra
cosa qué una biografía,' encontraríamos, tal vez
en el concursó de estas circunstancias, el primer
germen de una antipatía casi igual ón el hombre
de Estado por las monarquías absolutas y losgo-
biernos dewiowáHws. ¡ , \


. Después de la fuaesta catástrofe de que acá»
bamos de hablar, Mme. Guizot abandonó la cfrt-




G U I Z O T . 3


dad de tan amargos recuerdos, y pasó á Gine-,
bra en busca de consuelos, cerca de su familia,
y dé una•• sólida educación para sus hijos. Colo-
cado el-joven Gúizot en el Gimnasio de Ginebra,
se entregó con pasión al estudio. Sus primeros
y únicos juguetes fueron los l ibros, y á los cua-
tro años leía en su propio idioma á Thucydides
y Demóstenes, á Cicerón y Táci to , i el Dante
y Alfieri, á Schiller y Goethe, á Gihbon y Shaks-
peare. Los dos últimos años ;qtie permaneció en
el colegio, fueron especialmente dedicados á los
estudios históricos y filosóficos, y esta última
parte de la ciencia tuvo para el joven un pode-
roso atractivo. Su entendimiento, dotado por la
naturaleza de un carácter particular de fuerza
lógica, llevada hasta la destreza, pudo-desar-
rollarse y madurar en medio de la pequeña re-
púbica Ginebrina, que ha conservado alguna cosa
de la fisonomía sabia é inflexible de Juan Cal-
vino su patrono. ' .


En »805, después de haber visto coronados
sus estudios por un brillante éxito, pasó Mr, Gui-
^>t á París; para estudiar el derecho, puya
escuela, como es sabido, habia desaparecido en
medio del torbellino revolucionario, habiéndose




4 P E H S O N A Í E S C E L E B R E S .


formado algunos establecimientos particulares pa-
ra llenar aquel yació. Mr. Guizot, poco amigo;
de una enseñanza incompleta, tomó el partida
de -buscar la eiencia en las meditaciones de Ja.
soledad. Pobre y orgulloso a u n tiempo. mismo>.
austero y ambicioso, se encontraba el joven ar-
rojado á uu: mundo de intrigasj de . desenfreno
y de'frivolidad. El periodo desde el directorio
hasta él imperio $ es, una época multiforme ¡ in-,
tea. y descolorida, como todas las épocas de
transición. La corriente social, rechazada yioj-
leatnimente por la tormenta revolucionaria, no
había vuelto ú tomar enteramente su curso; de
todas; las ideas destruidas, volvían muchas á le-
vantarse, pero pálidas,; enervadas, .vacilantes y
como aturdidas aun "del terrible golpe que las
halúa herido. Algunos espíritus superiores se es-
forzaban ya en llevar por un nuevo camino ¡i
aquella sociedad que renacía de entre: sus rui-
nas ; pero la masa, privada por mucho tiempo
dé los goces materiales, solo aspiraba á disfrutar
aprisa' los dias de descanso que temía ¡. ver de-
masiado pronto interrumpidos. De ahí proviuiel
ron él carácter de sobrfe escitncion genecal,
y el desenfreno d « : costumbres que condn-




G U I Z O T . ò


jo casi • á • tos buenos tiempos de la regencia.
La naturaleza rígida del escolar ginebrino bas-


tó para librarle del; contagiò. El primer año de
su permanencia en París , fue para Mr. Guiaot
un-año dé tristeza y de aislamiento. Se replegó
sobre sí mismo como todos los. hombres' qae
conociéndose fuertes, carecen de punto de apo-
yo para ensayar sus fuerzas^


Al afio siguiente entró en clase de preceptor
én casa de Mr. Stapfer, ; antiguo M i n i s t r ó l e
Suiza en Par ís , eft el cual encontró una hòspi1-
talidad casi paternal, y tesoros• do 1 ciencia filo-
sófica, propios para dirigir y activar'Su desarro-
llo intelectual. Aquéllas1 nuevas relaciones le f a -
cilitaron la entrada 'én la sociedad de Mr. Suard,
en la <jue se reunían entonces'los talentos lilas
disthiíjuiuos de la época ;, y átli vio por primera
vez á la múge rque debía ejercer sobre su Vida
u t ta tàh nóbfei y feliz influencia. '
- Conocida es1 generalmente la circunstancia un


poéo romántica que preparó él- casamiento de
Mr. Guizot. La referiremos sin embargo para los
Ijue la ignoren :


Mlle: Paulina de Meulan , hija dé una familia
distinguida , pero arruinada por la revolución,




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


había encontrado recursos en una instrucción laD
«olida í©too variada ^y, para sostener ,á su fami­
lia , babia empiendid© la¡ pesada; y. idevttradora
«atraca ttel periodismo:­ ; redactaba,$h­Publicista
cuando i toaenfarmedad grave jl»|{t d e u q ­esoe­
8ft.de ttabajo,;la obligó á interrumpir una ocu­
­pacion:, tan necesaria para, el bienestar;, de Jas
personas que tanto amaba; su posición ifea á ser
«rít ica, se;dese$peraba apéren la dia recibió)una
08rt8:W}ftHÍm^),fp la que Je rergabíB que se tran­
qui l i№^ t .o&eciéndoleideaempgñar^^reai duran­
te toáó el tiempo de su enfei'onedad.. Acoiapa­
ñaba á\ aquella! carta un i artículo ^perfeQtarnente
escrito, y por un rafiíjanyento de delicadeza •, los
jeusamientos.y estilo, estaban «jtactaaiejít» .ol­
eados en, el modo de escribir de Mije, de ,Meu­
lan»;la cual aceptó el art ículo, lo firiró,, y re­
cibió con, regularidad otro igual hasta concluir
su convalecencia. Mlle. de Meulan profundamente
afectada de aguel proceder, no dejó de contar su
iiyenlura en la sociedad de Mr. Suard, hacien­
do inútiles investigaciones, sin a c o r d á r s e l e un
joven pálido y serio, á quien apenas conopia , 1
que. la escuchaba con gravedad al hacet'.todtr
clase, de conjeturas. Rogado par medio,del perjó­




GI.IZO.I. 7


dicp para que se, dieja á¡conocer ..„ .gl g e m o s o
apónimo se, decidió al Jin á, fle^ibir en ¡persona
las gracias que taut», ,mere(»a.¿.Era ;ei jp^e§,
quien hemos habl3d0ranl.es> y-,cinco ,año$,.des-
pués' Mlle. 4e Meulan-sellaiflaba Mm«j;GuizQt.


Bacante cinco &ñqs se ocupó Mr.Guizot en
diyersos:trabajos literarios. 1899 publicó una
primera obra,-. el Diccionarig. cíe los Si^énimos^
cuya introducción, dedicada á la apreciación.-.filo-
sófica del, carácter, particular ,de la .lengua .fran-
cesa^ descubre ya e^espíritu p)ejr«jf?u^on¡y^de n^t
todo.que distingue á Mr. Guiznt. Siguieron despides
Is&Fidas de tos. poetasfranceses, y la; tradupfijon:
de GibbQBí enriquecida con.notas-.hj&tÓEÍeas(;d$l
mayos: ipterés j y ñor- ultimo Ja^adqccipnide
una obra de Rehfus,, La España. «?* 48083,,pu-
blicadatambién hacia aquella éppcs,
h ¡Nos falta espacio,para.analiza* estas prini.ec^s
producciones: cualquiera, que sea su mérito
trínscco, otras de mayor iraportaupia.las liaa <her
choolvidar después. Solo diremos ,;y por ahí pon-
drá, juzgarse del entendimiento de;su- auíoí , que


Realizó aquellos trabajos antes de contar 25 añqs.
v Su talento era ya bastante conocido, y en 1812


Mr. deFontaneslo agregóá la Universidad, npm-




8 PEHSOÎUJES CELEBRES.


bráádóle suplente de'la cátedra de Historia en la
Facultad de las letras. Poco tiempo después Mr.
Guizot llegó- á poseer por completo la cátedra de
Historia moderna, en la que tan gloriosos recuer-
dos ha dejado. Allí principiaron sus relaciones
íntimas con Mr. Royer-Gollard, profesor entonces
de Histeria de la Filosofía. Aquéllas dos almas
de un mismo temple *-sperimehtaron una misma
atracción. 1 : • >


Esta primera parte í e la .vida de Mr. Güizot
faá esclusivamente literaria. Se ha intentado pre^
sentarte desde aquel momento como un legitimista
ardiente, intrigando y conspirando en secreto
pata apresurar la vuelta «te los Borbones: nin-
gún ¡hecho hemos encontrado que justifique se-
mejan te£ asertos. Verdad es que Mr. Guizot, por
su muger, por sus relaciones literarias y por sus
inelrnaeionés, estaba enlazado con cierta sociedad
que había conservado en medio de la aspereza
del imperio las tradiciones de la elegancia y del
btíen gustó de la'aristocracia del Siglo anterior;
dominaba bástante una especie de barniz tiloso*
fico entre los literatos de aquella sociedad , i


quienes Napoleón designaba- con : la dominación
general dé Ideólogos. En electo, tratábase en




G U I Z O T , y


ella mucho de ideología, pero muy poco de po­
lítica; y sabido es ademas que fué necesaíioque
la pluma tan querida del Cantor de los Mártires
se decidiera enteramente, para reanimar el «asi
olvidado recuerdo de los Borbones en el corazón
de tina generación que no habia presenciado su
caída.


Guando los acontecimientos de 1814^ estaba
№ . G u í z ó t e n M m e s , su ciudad n a t a i , donde
habia ido á ver á su madre después de urna ¡lar­
ga ausencia. A su vuelta: á París debió el joven
profesor á la 1 activa amistad de Mr. Royer­Co­
llard, que el abate de Montesqüiou, ministro en­
tonces del Interior y 1«' eligiera su sub­secretario'.
•• Este fué el primer paso de Mr. Guizot en la
catrera política; y atmque colocado en'l ina posi*
cion secundaria en apariencia, es jus tó decir que
por su indisputable'talento ejerció una notable
influencia en las medidas administrativas de aquel
tiempo. Los partidarios de la causa liberal le
acosaban principal nente de haber preparado en
unión con Mr. Royerd­Gollard, director general


%e la1 Librería, la severa ley contra la imprenta,
'presentada á las Cámaras de' 1814 por Mr. de
Montesquiou, y de haberse sentado en la comi­




.'10 PERSONAJES CELEBRES.


sion de censura al Jado de Mr. de ¡Frayssinoug.
• Por otro lado, la,fappiou.ultra-realista seioir


dignó de ver á un simple:particular, a un ; profe-
sor, á un,protestante, encargado de lps negqeios
al lado de un abate,de Córte ;̂ hablar, algunas.ve-
ces de equilibrio constitucional, de nivelación
de poderes, y querer conciliar las ideas monár-
quicas pop Jos nuevos intereses creados por¡ la
revolución. Para los usaos hacia- demasiado; poco,
y demasiado para Jos otros; la vuelta deN&po-
leon de¡lá isla- de ¡Elvá puso fin á aquellaposición
difícil; después de: la ̂ salida, de: los Borbooes.,
Mr. Guizot vo(vió á desempeñar sus funciones.en la
Facultad de lasi.letras; y dos mesesmas adelante,
cuando eía evidente, pasa todo* Ja; caida de. Na-
poleón, Mr. Goizot recibió el eucargo: de ios. rea"
listas constitucionales de ir á : Gante' ¿¡abogar,
según dicen sus amigos, ante Luis S.VI11, por, la
causa de la Carta, é insistir,¡sobre Ja absoluta
necesidad de alejar de i los negocios á Mr. de Bla-
tas , considerado como ¡el gefe del partido del an-
tiguo réjimen. Lo que al parecer podria, probar,
ademas que tal fué en efecto la .misión, de ¡Mr
Gnizot, es que un mes después al regresar ,a
Francia Luis XVIII, despidió á Mr. de Blapa»,




G U I Z O T . 11
y publicó, la; proclama de Cajnbray,,en la (jiie
reconocía las faltas de su golfienio, y anadia, nie ­
vas garantías ala Carta. ; !
• Es conocida­la fisonomía política, de lpt Fran­


cia; durante los primeros ,añps de la segunda res­
.taunfqjoji. Soa sabidas..las ­violentas ¡tempestades
(jue agitaron Ja Cáinara de 1816, compuesta; de
$\PW№» b«tereogÁne«s> y, en^jae la «íaypr/a,
¡pías realista, que^KRey;, se ^puso ,conslanteflaenr
te á todas lag:#ed^d^/propias¡ppraíunir el pais
cpnvki­dJnastííi,^4w BwfeQnes. Decir que enton­
ces/Mr. .(Juizoto^paba elpuesto de sub­secreta­
rjp del Ministerio de la Justicia i siendo Ministro
Mrv de .Jiarbé­Ms­rboís, es decir que al paso que
concedía mucho,: demasiado tal vez, á las iexigenr
cjas del, partido victorioso, se esforzó en conte­
¡ney, w cuanto de el dependía, el espíritu inva;
sor de los nombres'de la: monarquía absoluta. Su
primer folleto político, Del gobierna representa­
tiva i y del estado actual deja franaia,/que
pablicó como refutación de ua escrito de Mr. de
Vitnolles, dio á conocer la estension de sus ideas
Se gobierno, y le colocó en las filas de la rai­
'noría realista constitucional, cuyos representantes
en la Cámara eran MM. Uoyer­Collard, Pas­,'




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


qniery Camilo Jordari y dé'Serres.t Hacia aquella
époea, después' de la victoria'del partido'Mode-
r ado , de la disolución de la Cámara de Í815>''y
del advenimiento del Ministerio Décazes, fué
cuando se introdujo una palabra nueva en el len-
guaje político i ' e l ; Diccionario de la Academia
francesa no la ha consagrado, tal vez por no
poder aplicarle una definición exacta; partéenos
importante referir su historia por lo: ineñós, ya
que no sea fácil': dar ití- equivalencia. : '


Sabido' es que antes <té í789>ios! Dociritiarios
eran una congregación enseñante; Mr. Royer-
Collard habia sido educado en un colegio de Doc-
trinarios, y en los debates de la Cámara, lleván-
dole siempre á reasumir la discusión bajo' tuto
forma dogmática su entendimiento 1 lógico y ele-
vado, salla frecuentemente de sus labios la palabra
doctr ina; tanto que u n dia un burlón de la ma-
yoría realista ésclamó: ¡Ved, ahi á los Doctrina-
rios!- Túvose por nueva la palabra, y se«onserv©
como definición, si no clara, absoluta por lo míe-
nos de la fracción política que dirigía M; Rflytr-
Collard. • . . . ¡


¿Espliearemos ahora el oríjen del famoso Ca*
mapé de la doctrina, que despierta en el enten-




G U I Z O T . 13


dimiento ideas tan vagas como el Diván de la
Sublime Puerta? ¿Qué es el Camapé? Véase su
historia.


Pedían un día al Conde Beugnot, afiliado á
los Doctrinarios, que enumerase las fuerzas de su
partido. «Nuestro partido, contestó, cabria en-
'ero en este Camapé. » Esta otra palabra cayó
también en. gracia y se la estrujó t a n t o , que el
vulgo ; llegó á figurarse al partido Doctrinario co-
mo una agregación de personages semi-Jesuitas,
semi-Ep.icúreos, sentados á la turca sobre blan-
dos almohadones , y discurriendo pedantescamente
acerca de los negocios públicos.


En cuanto al sentido político de la palabra
Doctrinario, declaramos humildemente que no lo
sabemos. Es una de aquellas que cada cual tra-
duce á su manera. Para los unos significa virtud
y saber; para los otros,corrupción y locura; para
nosotros nada Absolutamente siguiüca. Pero deje-
mos la palabra y volvamos al hombre.


Na se ha olvidado el movimiento de reacción,
consecuencia del asesinqto del Duque de Berry.
%ayó el Ministerio Decazes; los mas firmes apoyos
del partido constitucional fueron espulsados Je los
negocios. MM. Royei'-Collard, Camilo Jordán, de




14 P E R S O N A J E S CELÉISIIES.


Barante, salieron del Consejo de Estado; Mr. Gui-
zot salió con ellos, y desde aquella época hasta
el advenimiento del Ministerio Martignac en 1828,
su vida política no fué mas que una1 perpetua lu_
cha contra las tendencias del Ministerio Villele.
Al mismo tiempo que los intereses nacionales de
la Francia nueva, hallaban elocuentes defensores
en el. seno de las Cámaras, Mr. Guizot, dema-
siado jóveü todavía para poder subir á la tribuna,
sostenía la misma causa en escritos políticos cuyo
buen éxito fué universal. No podemos analizar
aquí la serie entera de las obras de Circunstancias
publicadas por Mr. Guizot desde 1820 á 1822.
En la una defiende el sistema Decazes destruido
por la contra-revolución, como revohicionaria; en
la otra discute la causa de las conspiraciones dia-
r ias , que le parecían insidiosamente provocadas
por los agentes del gobierno, á fin de qué sirvie-
ran para la destrucción de las instituciones consti-
tucionales. En otra par te , en Su obra Sobre la
pena de muerte en materias políticas, sin pre-
tender borrar completamente de las-leyes 'de
Francia la pena de muerte aun en delitos por/tl¡
eos , demuestra con grave y elevado estilo,. qué
el poder tiene el mayor interés en conservar en*




G U I Z O T . 1 5


vainada un arma terrible que transforma en per-
seguidores á los que la desenvainan , y en márti-
res á aquellos á quienes hiere.


De todos esos opúsculos que recorremos rápi^
damente,. hay uno que bajo muchos aspectos nos
parece digno de especial mención. En su tratado
De los medios de oposición y de gobierno en el
estada actual de la Francia (*) Mr. .Guizot;
descubriendo completamente su calidad de hom-
bre po l í t i coésp l i ca á un tiempo su pasado y él
secreto; de su porvenir. Su oposición no es una
oposición ordinaria: defiende las libertades pú-
blicas , pero las defiende á su manera, que no es
la de todo el mundo ; diríase que anda solo por
su camino; y si es severo para con los hombres
¿quienes combate, no lo es menos con aquellos
que luchan con él.


Para Mr. Guizot la falta capital del Ministerio
Villeleno está en el abuso del poder en sí mismo,
sino más bien en las consecuencias de aquel abú^
so , que:pone en peligro el principio de autoridad
esponiéndole á una lucha fatal.


9 Al revés de las demás polémicas, puramente
negativas y disolventes por lo regular , la polé-


(») Publicado en 182-1.




10 PEI1S0NAJES CELEBRES.


mica de Mr. Guizot es eminentemente afirmativa,
gubernamental y constituyente. Cuando su pluma
escribe la palabra derecho, seguro es que no está
lejos la palabra deber, y jamas pone el dedo en la
llaga, sin indicar al momento lo que cree ser el
remedio.


• Si no lo impidiera la pequenez de nuestro plan,
nos complaceríamos en seguirle en la esposicion
de su programa político. Seria cusioso ver á Mr.
Guizot sentando como nn principio, que no se
conmueven las masas sino, con ideas; recono-
ciendo que la revolución ha legado á los franceses
dos dogmas políticos, la sóberata del pueblo y la
igualdad, convertidos casi en axiomas, de tal
modo que nn poder no puede vivir sino apoyán-
dose; sobre ellos; y entonces, apoderándose de
aquellos dos principios les dá mil vueltas, los
descompone, los disecarlos amoldaá:una 'lógi-
ca talmente sutil , que de tempestuosos y>terri-
ribles que eran, nos los devuelve tan inofensivos,
tan tímidos, que seria preciso ser muy i suspicaz,
muy mal educado para no acogerlos con amis-
tosa sonrisa. i


Tal vez seria necesario saber si es cierto, como x


lo dice Mr Guizot, que el pensamiento público




GUIZOT. 17


llegue hasta allí y no mas lejos. Pero ademas de
que el examen de esta cuestión nos llevaría á
nosotros mismos demasiado lejos, tenemos prisa
en abandonar un análisis, que solo puede ser in-
completo y defectuoso, para volverá la parte his-
tórica dé los hechos.


En lo mas recio de su lucha con el Ministerio,
desenvolvía Mr. Guizot en su cátedra, en medio
délos aplausos de un joven y numeroso auditorio
las diversas faces del gobierno representativo en
Europa, desde la destrucción del imperio Romano
El ministro se vengó en el profesor de'los ataques
del publicista: suprimióse su cátedra en 1825.—
Vuelto á la vida privada, después de haber desem-
peñado elevados cargos públicos, Mr. Guizot era
entonces, como ahora, pobre; pero le quedaba
su pluma. Renunciando á tratar las abrasadoras
cuestiones del momento, emprendió una serie de
grandes trabajos históricos, que puede elogiar el bió-
grafo, puesto que el mérito de Mr. Guizot como
historiador, jamás ha sido contradicho. Entonces
se publicaron sucesivamente la Colección de memo-
^as relativas á la revolución de Inglaterra-, los


i-\los primeros volúmenes de la Historia de aque-
lla revolución; la Colección de memorias relati-


2




f8 PERSONAJES CÉLEBRES.
vas•a:la%istorit/t antigua de Francia; y por ul­
t imólos Ensayas sobre la historia de Francia,
obra en q№>Mf, Guizot aclaró las tinieblas de los
onjeoes nacionales de. aquel pais, Al mismo tiem­
po su incansable espíritu dotaba al público co»
ensayos históricos sobre Schakspeare y Calvinp;
con una i traducción de las obras del Dramaturgo
Inglé>, y con gran número de trabajos de alta
política* .insectos. qn ; la Revista Francesa.


La modesta casa 43 Mr. Guizot se habia asi con­
vertido « i un taller de ciencia, cuando la muerte
le arrebató ea* 182,7, á su compañera de trabajos,,
á la muger querida, cuya ¡elevada razón y fuerza
moral' le sostenía en mpdio de Jas: agitaciones de
su carrera. Hay algo de austero y de tierno á la
ver. en aquella escena fúnebre de últimos adioses
de la esposa al esposo, y: al hijo que tardará
poco,en seguirla á la turaba. Mme Guizot, na­
cida católica, y no queriendo estar separada en
]a eternidad de los que amaba, se hizo pro­
testante en el umbral de la muerte; y Mr. Gui­
zot adormecía los dolores de su agonía leyéndole
con su grave y solemne voz una de las mas he:
mosas páginas de Bossuet, la oración fúnebre dt,
la Reina de Inglaterra. \




fiüIZOT. 19


Poco tiempo despues.Mr. Guizot se hacia uno
de los mieníbros mas activos de la sociedad>/yií-
dáteAf el cielo te ayudará, cuyo objeto era en-
tonces defender pdr todas las vías legales la inde-
pendencia de las elecciones, contra las,influencias
del poder..
. El Ministerio Villéle cayó; el Ministerio Mar-


lignac volvióá Mr. Guizot á su cátedta, y ala es-
cogida juventud que le ¡rodeaba entonces con tan-
, tas simpatías» Poco despues-deladvenwniento del
MtoMterioi Polignac, entraba Mr. ¡Guizot en la
Cámara elegido por el colegio de Usieux, y votaba
el roensage de los 221 4 añadiendo ¿su voto seve-
ras palabras! « La verdad t decia, penetra ya di-
fícilmente en el gabinete de los Reyes: m la
enviemos allí pálida y débil; no sea ya mas po-
sible desconocerla qué equivocarse acerca de la
lealtad de nuestros sentimientos.»


Mr Guizot obligaba al poder á vivir < pero el
poder se obstinó en morir. El 26 de Julio re-
gresaba desde Nimesá París; el 27 redactaba la


protesta de los Diputados contra los decretas ; pro-
testa mas respetuosa que hostil, y cuya forma
descubre un espíritu conservador, que mas bien
que desearla teme una revolución. El poder la




'20 PF.nSONAJES CÉLEBRES.


jtízgo' sediciosa, él ' pueblo la halló: descolorida y
tímida :los sucesos dieron la razón al pueblo. •


Ext là Reunión del día 29 en casa de Mr. La-
f'fitte, cciattdotodos se entregaban á la Blegria del
triunfo i "Mr. Guizot,- preocupado siempre esclu-
sivamente de la inminente necesidad de regu.ari-
zar la revetociori, fué él primero en levantarse, é
insistió vivamente en la urjencia de constituir sm
demora1 uria comisión municipal, que se ocupase
especialmente'del• restablecimiento y conservación
•ilei orden, fil 30 lé nombraba aquélla «omisión
Ministro provisional de instruecio« púMida» él
31 leia á la Cainara la proclama confiriendo al
Duque de Orleans la lugartenencia general del
reino. l i n i o s días que; preceífteron 'á la 'ceremo-
nia del 9 de Agos to , 1 Mr. Guizot , ;á quien su
actividad organizadora habia co!ocado : en el puesto
mas difícil entonces, en él Ministerio del Interior,
se ocupó á un tiempo de lareccmposicion gene-
tal del personal de los empleados de la adniims-
rracion , y de la revision de la Carta. En pocos
dias fueron quitados y reemplazados 76 Prefectos,
176 sub-Prefectos y 38 Secretarios generales. E
vano quiso bajar Mr. Guizot á 25 años la edad
requerida para ser Diputado, en el proyecto de la




G U 1 Z O ) ' , 21


nueva Carta :1a mayoría desechó aquella medida.
Hablaremos, en otro¡ lugar mas detenida méate


del primer Ministerio de Julk). (*) Aquel Ministerio
creado en medio del entusiasmo fué tan efímero
como el empuje de les tres dias. Las disidencias
personales, ocultadas:en un principio por la mag-
nitud de los hechos y el interés coman, volvieron
á aparecer mas vivas, cuando fué preciso pensar en
consolidar la obra tan rápidamente realizada. El
impulso, era todavía demasiado, fuerte, estaba de-
masiado inmediato á sUípujat»;d« partida, para que
fuera posible dirigirle. El principio de orden tuvo
que ceder al principio de la. libertad, y Mr. Gui-
zot se retiró.


Es sabida la historia del Gabinete Laffite ¡ d e s -
pués de su disolución en 13 de Marzo, el ele-
mentó conservador,, rechazado en un principio, se
volvió á levantar poderes»;, imperativo en la per-
sona de Casimiro Peñes. Por primera vez , ,des-
pue6 de Julio, seformó en ¡el seno de las Cámaras
una mayoría compacta, resuelta y permanente.
Aquel ejército gubernamental, indisciplinado y


-^confuso hasta entonces, se dividió en. tres cuerpos
distintos que maniobraban con unidad y conjunto,


<*) Véase la biografía de Mr. Laffitte. .




22 PERSONAJES CELEBRES.


bajo la mano del fogoso - Ministro x el ala iz-
quierda'; compuesta de una fraecion notable de
la antigua oposición liberal de la restauración,
adicta á la nueva Motta'ttjüía; errf mandada por
Mr. Thiers, el' brillante transfuga despartido La-
ffttte-, marchaba bajó las órdenes de Mr. Guizot,
el hombre de voluntad inflexible y conservadora,
«1 ala'derecha formada áe los monárquico-consti-
tucionales de antes de Julio ; en cuanto al centro,
agregación de los indecisos é irresolutos de todos
los sistemas, seadmirabá dé ver por primera1 vez
fen Mr. Düpin, el liómbré masexeéiitrico y reacio*
un gefe obediente á la consigna y ardiente en la
pelea.


El Ministerio de > i 3 de Mfwzioy ayudado por
aquella triple' falange1, pudó marchar adelante,
hacer frente á lá «j)osicion en el interior dé las
Cámaras, vénéér-ai motín en las calles, forzar
W'puertas de' Ariiióná', y consolidar el sistema
fundado én Jtilio-, salvándole de la' exageración
de su principio. -><


Después dé ' la muerte de Casimiro 1%-ier,
sus soldados se Esputaron algún tiempo el man-
do; por ultimó, el ala izquierda y él ala dere-
cha se coaligaron | Mr. Thiers y Mr. Guizot se




G U I Z O T . 23


dieron iá mano, y se fundó el Ministerio do 11
de Octubre de 1832.


En la biografla de Mr. Thiers hoinos b o s '
quejado ya rápidamente la parte histórica dé la
administración del 11 de Octubre, y no habla-
remos mas de ella. Solo" diremos que tanto - eir
la tribuna como en el ; consejo, Mr. GUizot ejer-
ció una influencia sostenida y cota frecuencia
preponderante sobre los diversos actos de [áqüél
Ministerio, el mas duradero dé cuántos' sé *háh'
formado desde 1880. Ahora corrió entonces calla-
remos sobre el mérito mas ó menos disputado
de aquellos diferentes a«tosr nnestra'triision no'
es atacarlos ni defenderlos;


Únicamente, no considerando á Mr.. Gtíiiot'
sino como Ministro de la instrucción pública,
hay entre todos los trabajos de éu departamento
un acto glorioso qne los partidos mas hostiles
al hombre de Estado, han aprobado -unánime-
mente. La grande y hermosa ley dé 28 de Ju*
nio de 1833 sobre la instrucción p r i m a r i a c o n -
cebida, preparada, sostenida y ejecutada 'por
"ír . Guizdt, quedará en el porvenir como tina
de las creaciones mas nobles de nuestros tiem-
pos: el principio de la educación popular, adój^ -**


/S>'


u
\ >




24 PERSONAJES CELEBRES.


tado y proclamado por la revolución de 1789,
pero detenido en su marcha por los trastornos
sociales de los cincuenta últimos años, recibió
al fin su cabal cumplimiento bajo el Ministerio
de Mr. Guizot. Once mil conunes, es decir, la
cuarta parte de la Francia, privados hasta en-
tonces, de los beneficios de esa instrucción pri-
maria, que forma al hombre honrado y al buen
ciudadano, han visto levantarse al lado del hu-
milde presbiterio la modesta escuela donde acu-
de el hijo del pobre á buscar la luz,, ese otro
pan de las almas, que debe sostenerle al través
de las fuertes vicisitudes de su vida. Compon-
drían volúmenes las detalladas.; instrucciones di-
rigidas por Mr. Gufzot, con motivo de aquella
ley, á los Prefectos, a j o s Rectores, á los Alcal-
des, á las Comisiones de examen; son modelos
de nrecision y claridad. El trabajo mas bello de
esta clase, es sin disputa la circular de Mr. Gui-
zot á todos los maestros de los comunes de Fran-
cia. Hay tal vez en algunas pagiuas tanta elocuen-
cia verdadera, tanta poesía de estilo y de pen-
samiento, como en los mejores libros de nuestr.
época. ¡Con qué tierna familiaridad tiende el
Ministro la mano al pobre y oscuro magister




tíuizo'r. 25


de la aldea! ¡Cómo le ensalza á los ojos de to-
dos r y principalmente á los suyos propios! ¡Có-
mo le imbuye la importancia de su misión! pues
ambos concurren, cada cual en su esfera, ál
asegurar la gloria y felicidad del pais. Y después,
¡con qué paternal solicitud entra el hombre de
Estado en los mas ínfimos pormenores de las
relaciones forzosas del maestro con los niños,
con los padres, con el alcalde y el cura! «No
haya, esclama, espíritu de sect? ó de partida en
vuestra, escuela; el maestro debe elevarse sobre
las pasageras disputas que agitan la sociedad.
La fe en la Providencia, la santidad del deber,
la sumisión á la autoridad paternal, el respeto
debido á las leyes, al príncipe, á los derechos
de todos; tales son los sentimientos que se de-
dicará á desenvolver.»


¿ Hay acaso una página de una novela mas
tierna que el sencillo cuadro de los penosos de-
beres del maestro, y de los consuelos que debe
encontrar en sí mismo?


« Hay riquezas que atesorar, apenas hay fama
'•que adquirir en las penosas obligaciones que


'desempeña el preceptor. Destinado á ver pasar
su vida en un trabajo monótono > á encontrar




26 1'EifSONAJES CÉLEBHES.


algunas veces también en rededor suyo-'lu injus^
ticia, ó la ingratitud de la ignorancia, se entris-
tecería con frecuencia y t a i vez sucumbir/a' si
tío sacase su fuerza y su Vabr .de otra parte que
de la perspectiva de bri interés inmediato y p u -
ramente personalv Es preciso que Uu profundo
sentimiento de la importancia moral de sus tra-
bajos le sustente' y an ime; que el austero placer
de haber servido á los hombres y contribuido
secretamente al publicó' bienestar, sea el digno
salario que solo su conciencia puede darle. Su
gloria está en no pretender nada que se aparte
de su condición oscura y laboriosa, en desve>
iarse por hacer sacrificios, de que apenas tienen
cuenta los que de ellos se aprovechan, eni tra-
bajar por ¡último para los hombres, ¡y no espes-
rar la recompensa sino de Dios.»


Júntense estas páginas: de mansedumbre
patriarcal con las palabras implacables de Mr.
Guizot delante del ¡motin'; escúchesele tronando
desde lo alto de la tribuna contra el perverso
séquito de la revolución; véasele leyendo á Bos-
suet en el lecho de muerte de su esposa, ó ar-
rojando con estoica mano el primer puñado de
tierra en la tumba de su hijo; y dígase s i no




OUlZOT. 27


hay algo estraordinario, grande y poderoso en
esa personalidad, en la que. se encuentran á un
tiempo reunidas, la fogosidad de; Lutero, la
untuosa dulzura de Melanchton, la impasibilidad
de Epiéteto, la bondad de Fenefen, y la'seve-
ridad inflexible de Riehelieu.


Pero volvamos á la historia ministerial de
Mr. Guizot. El Gabinete de 11 de Octubre fue
disuelto después de cuatro años de existencia^,
por dos causas, una esteno*'é> interior-la otra:
pasada el peligro, fue rorisiderade conio dema-
siado compresivo, ante las Cámaras : la mayo •
n'a que le habia sostenido se debilitó y dislo-
có, y en el interior estallaron disensiones entre
dos espíritus igualmente eminentes. Mr. Guizot
se retiró y no se declaró en abierta hostilidad
eoñtrá la administración sino después del adve-
nimiento del Ministerio Mole, el 15 de Abril.
Mr. Guizot juzga severamente la política que com-
batía, describiéndola de este modoí


«Política sin principió y sin bandera-j llena de
espedientes y de esperanzas, que siempre vaci-
íSnte, se apoya en todos lados, y no adelanta


'Vealmente hacia ningún fin ;¡ que esplota , por
últimot fomenta y agrava esa' incertidumbre dé




28 PEHSOWAJES CELKWiES.


los ánimos-, fesa molicie de los corazones, esa
falta de fá, de consistencia, de perseverancia y
de energía que causan el mal estar del pais y
la debilidad del poder.»


¡Y para fortalecer el !poder, se arrojo Mr. Gui-
zot en la oposición! Algunos creyeron que erra-
ba el golpe; no nos atraveremos á resolver
la cuestión; pero de todos modos la máquina
del Gobierno estuvo algún tiempo parada, y la
eausa de Mr¡ Guizot en peligro.


.Grandes sucesos tuvieron después lugar eu
Europa, y Mr. Guizot volvió á aparecer en los
negocios, en circunstancias muy difíciles-. Lla-
mado -por el Ministerio de 1 2 de Mayo para reem-
plazar en la embajada de Londres al mariscal
Sebástiani, conservado en aquel puesto por el
ministerio de ífi de Marzo, y encargado de de-
fender los intereses de la Francia en la tempes-
tuosa cuestión de Oriente, Mr. Guizot habia
principiado bajo los mejores auspicios. El brillo
de su nombré , la dignidad austera y sencilla de
su persona, su perfecto conocimiento de las cos-
tumbres, de la lengua y de la literatura inglesa,
todo hasta su calidad de protestante, habia con-
tribuido á graugearle el aprecio de la mas altiva




G U I Z O T . 20


y faustuosa de todas las aristocracias. Se arreba-
taban á Mr. Guizot en los salones de West-End,
y ningún embajador francés desde ,Mr. de Cha-
teaubriand, habia obtenido tan ,buen éx i to ,En
el Foremg-Office, parecía que se zanjaban igual-
mente- las dificultades diplomáticas; se inclina-
ban á recíprocas concesiones, cuando estalló de
repente la insurrección de Siria, Desde aquel
momento, cambió la posición de: Mr, Guizot. El
Gabinete inglés entrevio la posibilidad de-alcan-
zar, su objeto sin que: la Rusia saliese del Mar-
Negro, y convencido de que'Ia Francia no obra-
ría contra el poder, tan grande en nuestros dias,
de los hechos consumados, se resolvió á pres^
«indir de.su concurrencia. Se usó de artificio con
Mr. Guizot, se ocultaron de é l , y el día i'4 de
Julio aun enviaba á París esperanzas-, en el mo-
mento mismo en que se firmaba el tratado que
aislaba á su pais.


Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Jul io, cómo cayó el Ministerio de 1 « de


^ l a r z o , y en qué situación fue encargado Mr. Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre.
Sobretodo esto habría materia para grandes ob-
servaciones, que tendrán lugar en otra parte. De




30 PERSONAJES (CELEBRES.


jemos seto consignado: aquí, que la ¡Francia en-
tera?, sin esceptnar el Diario de los Debaten^
creyó por tín momento llegada la hora de hacer


eñ el estertor un acto de energía. Mr. Thiers tu-
vo entre las manos aquel momento, y lo dejó
escapar. Si al ruido del cañón de Beyrouth sehu-
bieran convocado las Cámara», nadie puede
proveer 10'que'hubieran resuelto. ; Guando Mr.
Thiers quiso obrar , ya no era tiempo; y Mr. Gui-
zot , partidario decidido de la paz , Mr. Guizot,
quitf desde Londres había declarado (véase su car-
ta á Mr. de Broglie): que. la cuestión de Siria
Boleparec ia un caso de guerra legítimo, ha po-
dido fácilmente, después del memorándum de Mr.
Thiers, •probar á la gente sensata que el armamen-
to de 900,000 hombres iba á f revocar eft el es-
trangero otro igual , y que la guerra en la pri-
mavera próxima i era la guerra con todas las
desventajas del tiempo perdido, y de los hechos
consumados, la guerra después de destruido el
objeto, y sin esperanza del resultado, en una
palabra, la guerra por hacer la guerra.


Sin embargo, por mas que Mr. Guizot haya de-
clarado muchas veces que la Europa le parecía
decidida por la paz en el presente y el porvenir




G U I Z O T . 31


110 ppr eso dejó de creer que debía asociarse á
una medida puramente defensiva , es verdad, pe-
ro evidentemente concebida y emprendida para el
caso d e una guerra'europea. Hablamos de las
fortificaciones ele Paris. La conducta de Mr. Guir
Sot en aquella circunstancia, nos. parece muy
beJlay digna; ds él; en medio: de la repentina
y violenta antipatía de la mayoría ! de la Cáma-
ra, contra su autecesor; cuando muchos: recha-
zaban la, medida por la útdccc y juiciosa razón
de, cn^esp^ovenia de Mr. Xhjers, es mas que pro •
bab̂ le. que se hubiera desechado el proyecto de
ley, sin el apoyo del Ministerio. De consiguien-
te Mr. Guizot no quiso, por el mezquino pla-
cer de humillar y comprometer á un rival que
había tenido con él pocas consideraciones , sacri-
ficar una,gran medida de seguridad y porvenir,
Tomó bajo su protección el pensamiento: de, Mr.
Thiers, lo sostuvo epn su imponente palabra, y
gracias á él , se llevará á cabo. Los que quieran
conocer á fondo al hombre de estado, lean con
atención el último discurso de 26 de Junio de 1841;
Mediten sobre todo este pasage: «Tengo algunas


.aveces envidia á los oradores de la oposición: cuan-
do están tristes, cuando simpatizan vivamente




3 2 P E R S O N A J E S CELEBRES.


con los sentimientos públicos, pueden venir á
este sitio á desahogar libremente su tristeza, y
espresar coi)} libertad sus simpatías; {Señores, los
hombres que gobiernan el país > tienen deberes
mas severos. Cuando este necesita calma, no es
permitido á t los hombres1 del Gobierno escitar en
él los buenos sentimientos, que le irritarían y com-
prometerían. Hay tristezas que es preciso conte-
ner, mientras otros tienen el gusto de comuni-
carlas.» Estas palabras encierran á Mr. Guizot.


¿Trataremos ahora de reasumirá Mr. Guizot?
Puede considerársele bajo cuatro aspectos; como
hombre particular; como escritor; como histo-
riador ; como orador y hombre político.


Nadie ha dudado jamás de su virtud como
hombre particular; dejemos hablar mas bien á
uno de los enemigos políticos mas violentes de
Mr. Guizot.« ¿Por qué no diré, tanto deseo tengo
de ser imparcial, que Mr. Guizot tiene costum-
bres ríjidas y puras, y que por la elevada mora-
lidad de su vida y de sus sentimientos, merece
el aprecio de las gentes honradas? (*)'


Mr. Guizot, como escritor, tiene un estilo que


C) Estudios sobre los oradores parlamentarios, por Ti- '
mon (Mr. Corraenin). Tomo, l i , página 9.




G U I Z O T . 33


es conocido entre mil. Con la pluma en la mano
toma un tono firme y decidido, va derecho al ob-
jeto , no está exento de una especie de t irantez, y
gusta sobre todo d e ' l a terminología abstracta;
la forma con que reviste su pensamiento es á veces
oscura ; pero el pensamiento es tan c laro, tan br i -
llante, que siempre se trasluce al través de ella.


Como historiador, Mr. Guizot ha hecho emi-
nentes servicios á la ciencia. Todo el mundo sabe
que e s , con MM.fcThiers, Sismondi y Míchelet,
uno de los gefes'de esa escuela histórica moder-
na, que nos ha enseñado á salir del presente para ir
á escudriñar lo pasado, y á no medir á los hom-
bres y á las cosas de otros tiempos, con la medida
del dia.


Mr. JGuizot, como orador, tiene un gesto no-
ble y severo. Pequeño y débil de estatura , es ele-
vado y altivo en su aire y en su modo de decir;
su voz es [imponente y~ sonora; su palabra tran-
quila ó vehemente, pero siempre pura y esmerada;
tiene mas energía que gracia; persuade mas bien
que conmueve. En resumen, cuando Mr. Guizot
*ubeá la tribuna, amigos y enemigos atienden;


i no se habla y a , no se tose , y nadie se, duerme.


Se ha hablado muchas veces de la versatibilidad
3




34 PERSONAJES CELEBRES.


política de Mr. Guizot , de sus repentinos cam-
bios , de su oposición de otro t iempo, y de sn
servilismo ac tua l ; pero de las palabras, de los
escritos y dé los actos de Mr. Guizot en todas
épocas, resulta al contrario, para nosotros, el pro-
fundo convencimiento, que salvas muy pequeñas
cscepciones de detalles , el carácter general y dis-
tintivo de su personalidad de hombre de Estado,
es la tenacidad y el espíritu consecuente; en una
palabra, Mr. Guizot era en los negocios en tiem-
po del Ministerio Decazes lo mismo que nos pa-
rece hoy. Veamos de esplicar nuestro pensamiento
sin lisonja y sin odio.


La Providencia propone á las sociedades huma-
nas un enigma eterno, cuya palabra se ha reser-
vado. Ha habido y habrá siempre lucha entre dos
principios opuestos, el derecho y el deber , el
poder y la libertad. En presencia de estos dos
elementos hostiles, que los espíritus eminentes da
todos los siglos se esfuerzan en conciliar, ningún
hombre permanece enteramente frió é imparcial.
Las verdades matemáticas son del dominio de ' l a
cabeza, y no se apasiona imo por ellas; las ver-
dades políticas obran á la vez sóbrela cabeza y el
corazón , y nadie puede librarse de un involuntario




GUIZOl . 35


movimiento de atracción ó repulsión, según su
naturaleza, la tendencia de su espíritu, y su misma
individualidad. Los unos se ocupan mas espe-
cialmente de libertad; los otros son mas ó menos
inclinados al poder; para los unos el papel de t r i -
bunos, páralos otros el de ministros; á aquellos
el sentimiento de la independencia, á estos el
instinto de la autoridad.


Mr. Guizot es esencialmente de estos últK
mos; es una inteligencia superior y progresiva:
pero dominadora por;naturaleza, ¡y de gobierno
por convicción: para é l , la Francia actual , fun-
dada en dos grandes victorias del; principio de
libertad, está naturalmente arrastrada á medir
su triunfo; y de los dos elementos igualmente
necesarios á la vida social, el mas débil en el
dia, el vencido, es el poder.


Partiendo de este dato, Mr. Guizot procura
restablecer el equilibrio entre los dos puntos de
apoyo del edificio, dando al uno lo que sobra
al otro, y combinando aquel reparto de fuerzas
en.cier tos límites, con ciertas medidas,, cuyo
pormenor siria demasiado largo y complicado.


: Por poco atentamente que se lean ahora los
folletos políticos de Mr. Guizot durante la res-




36 PERSONAJES CELEBRES-


tauracion, se descubre al momento una simpa-
tía real hacia el mismo poder. La-i legitimidad
se; exagera su derecho, empujada'á un tiempo
por amigos imprudentes y enemigos 1 insidiosos;
navega hacia un escollo; Mr. Guizoty desde
la altura en qtfe se colocó vé el peligro, recon-
viene á los que dirigen lá maniobra; ya habia
encallado el navio, y aun gritaba: ¡virad de
bordo!


: La p o l u c i ó n "de Julio-^deiífütó-ta) vez un
iastante &> Mr. Güizot, pero no ' l e desanimó;
asi fue que desde el dia ! 29!, cuando él princi-
pio, objeto, de su solicitud, fue - derribado por
1» masa popular, se le vé apresurarse en levan-
tarle táe; nuevo ¡poco á poco, en ponerle otro vez
de pie, en reanimarlo por grados, ¡ y por últi-
mo, empujarle atrevidamente haría la; dirección
qué quería darle antes de su caida.


Por ú l t imo; ¿qué-es Mr. Guizot? Antes de
todo os nn 'hombre de poder y dé gobierno, y
a lp rOpió tiempo el- mas independiente de los
hombres; sufriendo el yugo dé los principios
que 'ha adoptado, y l levándola cabeza erguida
en las cuestiones ote peraonasf-políticode mucho-
valor',* apw»íindose i 'éJi cuanta vate;v mas con-




GUIZ0T. 37


vencido que entusiasta; mas engreído con la
aprobación de su conciencia, que con los ho-
menages de la muchedumbre; dotado en el mas
alto grado de esa fuerza de voluntad, y de esa
perseverancia que constituyen al hombre de Es-
tado; mortal enemigo de cuanto se parece al
desorden, y capaz, en último estremo, de ar-
rojarse sin vacilar al despotismo que no ama,
antes de sufrir la anarquía que aborrece.












s o n d e s celekes lei Ц Ъ Ж




y


MAHMUD II.


« Los anales, del Imperio dirán ¿si
fue útil ó perniciosa la reform» á la
unidad del mismo, á [la .conservación
de la creencia , y á la felicidad de


ios adictos ájellal» • '
Revista de Madrid.—Segunda Se-


r i e , T o m o l i , pág. 285.


Vamos á bosquejar la vida y los sucesos
principales del reinado de un monarca absolu-
t o , que apesar de estar dotado de la voluntad,
ñnfte qué poseen de ordinario los hombres in-
vestidos de un poder despótico por derecho de
nacimiento, solo después de una lucha de.diez


/ - . - I I . •'/ - : ••¡>.i-;V-- > \ .-. 11--.,! • j .
y nueve años, pudo sujetar la rebelión en las




2 PERSONAJES CELEBRES.
provincias de su imperio, y la indisciplina de
los genízaros en la capital; hechos que induda­
blemente descubren una grande impotencia en
el gobierno | c2ua l ,d> yipju^a. Verdinos á Mah­
mud luchárítlo con el fanatismo y preocupación
de sus pueblos, ceder no pocas veces á sus
sublevaciones, y á la Puerta precisada á po­
nerse bajo la, protección de la Rusia , su ene­
miga ̂ natural , y la que mas daños le ha cau­
s'adjj.' \Tf¡l i¡éz la generación actual presenciará
la destrucción del Imperio Otomano, impotente
para resistir después "de su desmembración, y de
destruidos y socabados los elementos que cons­
tituían su fuerza. Grandes y útiles reformas ha
introducido Mahmud en su Imper io , pero tal
vez ellas mismas han contribuido á su aniqui­
lamiento, porque han destruido el entusiasmo
político y religioso, que son los mayores resor­
tes para conmover á los pueblos, y para lle­
varles á grandes empresas. ,


Malímúd í l Kan y Padischali, Sultán de los
Osmánlies, 29.° soberano de la raza de Osman,


.~.-\<v,r. . :,:uo ';e("¡ •> i>> •""< 26.° Gran Sultán , y 21.° Califa , la sombra de
oi\­:­­v¡­b ус < ' - ; П . V . b ' ' ' яГ> <>¡<I;.:iv Atan sobre la tierra, nació en 2 de Setiembre


de 1789 , v era el hijo segundo de Ahdul­Hamid,
•. : , ! ¡ i i í :í>" ; ­"f"' _ 1 '''i ; ­ ) | Ч У I, i 1' • f .'<M ' / ' ¡ I " !




MAHMUD. 3


muerto en 20 de julio de 1785 ; fué educado en
el antiguo serrallo por los codjus, con cuidados
casi iguales á los que tenian los pullaris de la
antigua Roma por los pollos sagrados que pre-
sidian á los destinos del pueblo rey. Selim III,
durante su cautiverio, edueó á Mahmud, y le
enseñó á espresarse bien en turco y en árabe;
pero no imitaba éste su clemencia y generosi-
dad, y continuaba en ser tenaz, inexorable,
violento y cruel. Sü hermano mayoryMustafá IV,
que al' subir al t r ono , á consecuencia de la re-
volución de 1807 , no quería tener que temer á
ningún pretendiente á la corona, dio orden de
matarlo; pero el pagador del ejército Ramir-
Effendi, á la cabeza de 2,000 AlbaneseS se apo-
deró de la persona del joven Mahmud, y le
salvó la vida. Mas adelante, el 28 d e Julio
dé 1808, el atrevido Bairaktar, bajá de Rusc-
sak, destituyó á Mustafá IV, y ciñó á Mah-
mud la espada de Osman. En el mes de Noviem-
bre siguiente, irritados los genízaros con las in-
novaciones militares del gran visir Bairaktar,
atacaron el serrallo, y aquél ministro, se voló
junto con sus enerados, después de haber hecho
dar la muerte á Mustafá y k su' madre , á quie-




4 I>£KSONAJE£ CEI.EBHES.


nes tenia prisioneros. Tuvo lugar este suceso el
16 de Noviembre de 1808. La lucha entre los
seimens (asi se llamaban las, tropas equipadas á
la europea, y que Mahmud habia declarado que-
rer conservar) y los genízaros, antigua fuerza
del imperio, duró 36 horas en el serrallo y en
la c iudad, en medio del saqueo y del incendio.
Triunfaron los rebeldes, y Mahmud se vio for-
zado, á parlamentar con ellos, y á suscribir á to-
das sus exigencias. Ninguna mejora .era ya po-
sible , después de tales horrores, á pesar de que
insistía Mahmud en su voluntad de hacerlas:
todo lo conseguían los genízaros por medio de
la violencia, la destitución y muerte de los.ge-
íes militares, y de los ministros que intentaban
establecer el orden y la disciplina en las tropas.
«Mahmud, dice Mr. de Ponqueville, para afian-
zarse eri e l ' t r o n o , manchado con la sangre de
su tio Seli'm y de su hermano, hizo estrangu-
lar al hijo de Mustafá IV", que solo contaba tres
años , ; y encerrar en sacos y arrojar al Bosforo
á tres sultanas que se hallabani:en cinta. » Asi
es que; quedó:el últjmo y único vastago de la
raza del, 'profeta,- Con ¡él s e s t n i ó en el trono^el
terror , y su voluíitad.- se manifestaba por actos




M AH MUD. 5


de uua "sangrienta crueldad; Sin consejeros, sin
dinero, y casi sin ejército, tenia que proseguir
la guerra contra la Rusia , y combatir a los
Servios. Por úl t imo, después de agotados todos
los recursos del Estado, el Diván, dejándose
guiar por el poder de la Inglaterra, concluyó
con la Rusia la paz de Bucharest (28 de Mayo
de 1812) burlando las esperanzas de Napoleon
que de acuerdo con la Prusia , había proclama-
do la conservación de la integridad de la Tur-
quía. La predilección que aparentaba tener por
la' civilización europea aquel dueño absoluto de
la vida y haciendas de 25 millones de hombres,
distaba mucho de ser sincera. Educado en el
serrallo, en donde la favorita ó sultana madre,
conforme con el uso , no da á su hijo otro nom-
bre que el de Leon mió! Tigre mió! Mahmud
no respetaba ley alguna, y solo cedia á la ne-
cesidad. Los horrores que acompañaron á su
ascenso al t rono , y los peligros que sin cesar
le han rodeado, debieron endurecer su corazón,
^ persuadirle de que la energía consiste en la
crueldad.


Como todos los sultanes deben dedicarse á
un arte, Mahmud escogió el'de la caligrafía, y




6 PEB.SOM AJES CELEBRES.


adelantó mucho en él. Engreído con esta ventaja,
resolvió escribir él mismo sus órdenes personales
{Kiatsherifs), y redactar un diario de. sus pen-
samientos. No tardó en ser tan grande la can-
tidad ds papeles que tenia en su sofá, que le
obligó á tomar un archivero de toda su con-
fianza. Confirió aquel encargo á su barbero (Ber-
ber-Bachi), que no sabia leer ni escribir; pero
á quien por lo mismo consideró mas digno de
obtenerla^ Mahmud tenia ademas otro favorito,
Khalet-Effendi, cortesano solapado,, cuyps inno-
bles, bufonadas le agradaban, y que por este
medio le dominaba. Este hombre que fue en, un
principio secretario del director, de las carnice-
rías de Constantinqpla, y d^spues.embaja^or de
Selim IH cerca de Napoleón,(en 180,6),, fue.con-
ducido á Mahmud desde los cafés, de Calata,
por Berber-B^chi, su íntimo amigo; y los dos
fueron el centro de las intrigas que se estendiau
desde el serrallo á las provincias. Khalet reunió,
por medio de los regalos que aceptaba, rique-
zas inmensas, y su influencia ,np .tardó^en ser
tan grande que dirigía él solo al Diván, lo mis-
mo que al Sultán. No pudo conseguir, sin em-
bargo, que el Mufti le admitiera entre los Ule-




MAHMUD. 7


mas, púas está casta privilegiada le rechazaba
porque era hijo de urí pellejero, y hombre mun-
dano que bebia vino; pero hizo desterrar al
Mufti, y su sucesor y él nuevo gran Visir hi-
cieron cuanto querían Berbér-Bachi y Khalet-
Efféndi. Khalet no aceptó ningún gran destinó,
con el objetó de evitar toda responsabilidad en
el caso dé que salieran mal los proyectos qué
él aconsejaba; pero en desquité partía el botin '
de los gobernadores que saqueaban las provin-
cias, y corrompía los miembros del Diván, ha
cieñdolo de modo ta l , que ni una sola queja
contra él llegó á oidos del Sultán. Mr. Pouque-
ville pretende que el Emperador mismo partía
coli sus favoritos las multas impuestas á los
grandes. Sin*embargo, Madmud tenia una con-
ducta altiva y firmé con los gabinetes cristianos.
La pronta administración de justicia en la ca-
pital, unida á una policía severa que vigilaba
él mismo saliendo de noche disfrazado, ha pro-
bado que tenia á un tiempo energía y sagacidad.
Con tódó ¿ los altos funcionarios y los hombres
poderosos fueron' siempre juguete dé "sus capri-
chos, y víctimas'de su avaricia "y dé susreceíos.
No hárjfá grande alguno del imperio í bien fue-




8 PEHSONAJES CELEBRES.


se inocente ó culpable, que tuviera seguridad
en su vida ni en sus bienes: de aqui provino
la inclinación general de los turcos á las suble-
vaciones, y el maquiavélico sistema del Diván,
de atizar á los sátrapas unos contra otros para
que fueran instrumentos de su propia destruc-
ción ; de desterrar á los mas atrevidos y odio-
sos depredadores „ y de hacer estrangular, bajo
cualquier pretesto, á los ejecutores de las órde-
nes de destierro, para apoderarse á la vez de
los tesoros de unos y otros. Asi e s , que el go-
bierno de Mahmud era una lucha continua entre
la traición y la revuelta, lucha que ha hecho
á la Puerta mas y mas dependiente de la vo-
luntad de los sátrapas poderosos y felices, y de
las victorias de las poblaciones atrevidas y re-
sueltas. Asi fue como lograron los Servios subs-
traerse de la dominación del Bajá de Belgrado,
y hacerse dueño absoluto del Egipto, Mehemet-
Alí-Baja, el vencedor de los Wahabitas , y ; del
Bey de los mamelucos; asi fue como los baja-
latos de Romelía, Viddin, Damasco, Trebizon-
d a , San Juan de Acre, Alepo, Bagdad, Lata
kieh' y otros, cambiaron sus opresores después
de sangrientas insurrecciones; asi el temerario




MAHMUD. 9


y solapado Ali-Bajá de Janiua , se erigió en so-
berano independiente del Epiro. Mahmud, para
apoderarse de los bienes de este Bajá, instigado
por Khalet-Effendi, hizo que le declararan cul-
pable de alta traición. Aquella medida , que
comprometió á la Puerta en una guerra civil,
en la que descubrió su debilidad, desesperó á
los griegos, y les hizo empuñar las armas para
proteger su religión y conquistar su libertad. El
embajador británico comunicó el plan de los
griegos al gobierno turco (*), y Khalet-Effendi
resolvió esterminarlos, «Todos los cristianos, que
puedan hacer uso de las armas, dice este últi-
mo , en nombre de Mahmud, al Seraskier Is-
mael y á Kurschid-Bajá, serán muertos. Los jó-
venes serán circuncidados; se organizarán con
ellos tropas que se instruirán á la europea, y
para no ofender á los Ulemas, se les llamará
genízaros.» Después de la caída de Al i , Kurs-
chid-Bajá recibió del gran señor la orden de
matar á toda la población del Epiro , sin escep-
tuar las mugeres ni los niños, de estermi-
%


(*) Véase la Historia de la regeneración de la Grecia
por Pouqueville, volumen H, página 171 y siguientes.




10 PERSONAJES CELEBRES.


¡*i Véase el mismo autor , tomo III , página 585.


itar los Moreotas, y devastar toda la Morea (*)
Finalmente, cuando Mahmud hubo esterrrií-


nado á sus ene uigos eu la capital y en los dos
principados donde principió la insurrección; des-
pués de vencidos los sátrapas rebeldes con los esfuer-
zos de Otros bajas ambiciosos ; y cuando vio á sus
pies la cabeza del terrible Alí; cuando por la
mediación de la Inglaterra', hubo hecho la paz
con la Persia en • 1823, ía cual puso término á
una guerra poco gloriosa': y cuando ya nada te-
nia que temer de los Wahábitás, se aumen-
tó su orgullo y su obstinación, y fue más arro-
gante, mas cruel todavía. Hizo matar á los hijos
y los nietos de Alí, el' cual se le había some-
tido bajo su promesa de salvarle la vida. In-
flexible1 en su sistema de exterminar á los rajahs;
se resistió á las justas reclamaciones d é l a s po-
tedcias europeas, y'sólo les hizo algunas ligeras
concesiones relativas al restablecimiento de las-
iglesias destruidas , y á los intereses comerciales.
En cuanto á la Moldavia y la Valáchia'; no con*
sintió énevacuarlashastá el'23 dé Junio dé 1824,!


después de tres años de mediación de parte del




M . V I I M I l ) . I I


embajador de Inglaterra. Sin embargo , Mahmud
temblaba cuando los genízaros alborotaban la
ciudad con incendios, asesinatos y robos. Para
tranquilizar á aquel populacho, todo lo sacri-
ficaba; los hombres mas distinguidos, sus mas
próximos parientes, sus amigos mas íntimos y
antiguos,, y hasta sacrificó á K.halet-Effendi,.que
le era indispensable. Los genízaros consideraban,
á este favorito como la causa primera de la per-
judicial; insurrección de los; griegos ; veian en él
al autor, de todas, las medidas opresivas dictadas
para, subvenir, á la escasez de dinero que tenia
el Gobierno, al paso que reinaba en el serrallo
la mayor prodigalidad. Fijábanse pasquines que
le irritaban; en los cuerpos de guardia se can-
taban coplas satíricas contra la Khasnadar-Ustá,
favorita del Sultán , la cua l , decían, costaba mas
á aquel príncipe que el mantener un ejército.
A los, ruegos de esta muger ordenó el Sultán
que se, tratasen con consideración las ciudades
de Scio, que suministraban al harem objetos de
lujo. En vano Khalet hizo dar muerte á genéra-
le? ó quienes atribuía los sucesos de la Grecia,
y á griegos de distinción que señalaba como trai-
dores; eu vano distribuyó oro á manos llenasen-




12 PERSONAJES CELEBRES.


tre los rebeldes; al fin la sublevación estalló en
1822. El Sultán desterró- de la capital á aque-
llos dos grandes funcionarios, lo mismo que á
Berber-Bachi y Khalet-Effendi; fueron destituidos
y muertos un gran número de empleados públi-
cos, y la Khasnadar-Ustá, después de haber re-
cibido un fuerte castigo del gefe de los eunu-
cos , fue encerrada con varias otras odaliscas en
un lugar de corrección del harem.


Desde aquella época hacia Mahmud cuanto pe-
dían los genízaros por medio de diputados que
tenían asiento en el Diván. Sin embargo des-
de que apareció restablecido el orden, resolvió
castigar la ostinaeion de aquella soldadesca. El
gran visir, Abdallah, amigo de los genfzaros, y
el ágá de estos, enemigos ambos de Rhalet,fue-
ron destituidos y ^estrangulados en seguida. Los
grandes preparativos de la cuarta campaña con-
tra los griegos (en 1824); la probabilidad de
una próxima reconciliación con la Rus ia , que
acababa de anunciar el Diván el envío de un mi-
nistro plenipotenciario á Constantinopla ; la coo-
peración del virey de Egipto contra Candía y
contra los Moreotas; la llegada del general Gui-
lleminót como embajador francés; la armonía




M A H M U D . 13


que reinaba entre la Puer ta , el Austria é In-
glaterra ; la toma de Ipsara en 3 de julio de 1824,
y algunos otros acontecimientos favorables, llena-
ron al Sultán de temerarias esperanzas. Pero
cuando la severidad de su yerno y nuevo favori-
to Hussein-Bajá, agá de los genízaros, y las me-
didas de rigor adoptadas por el gran visir Gha-
l ib , dispertaron la antigua exasperación; cuando
se recibió de Tesalia la noticia de la derrota del
Seraskier Dervich-Bajá, causada por los Helenos
en junio de 1824; y el aviso del Epiro de que
Omer , agente (urio?ie) de la Puer ta , nada podia
hacer allí'; cuando se presentó la flota griega
delante de Ipsara y los Dardanelos, y burló las
operaciones del capitán Bajá contra Samos , el
furor ^de los genízaros de Constantinopla es-
talló de nuevo; imputábasele que hacia pasar
á su hijo: primogénito , Abd-Ul-Shamid (nacido
en 5-de mayo de 181-3), por e p i l é p t i c o y que
le ocultaba á la vista del público , para poderle
envenenar en el caso de que intentaran los re-
beldes sentarlo en- ; el trono de Osman. Para evi-
tar los incendios y los robos, y para su propia
salvación, destituye Mabmud á Hussein-Bajá y al
Aga del Arsenal; ios desterró, y el -4-de'agosto.,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


de 1825 fue con su hijo á la Mezquita. Poco
después (el 14 de setiembre) se vio precisado á
nombrar al Bajá de Silistria Gran visir, en reem-
plazo de Ghalib. Con todo, los peligros que ro-
deaban á Mahmud, solo contribuian á aumentar
su energía; fermentaron poco á poco en su ca-
beza planes ds reformas radicales, y principió
á ejecutarlos con medidas de policía muy rigo-
rosas. Su vigilancia se estehdió basta á la Biblia
de los cristianos, cuya distribución en el imperio
prohibió muy severamente (12 de Agosto de 1815).
Una actividad mayor en los trabajos del arsenal,
é importantes mejoras en la marina, dieron á
la flota turca cierta superioridad sobre la griega.
Los nombramientos de Seraskier y de Capitán
Bajá, que recayeron el primero, en Redchid-
Bajá, y el segundo en Khosrew-Baja, eran mas
acertados indudablemente que los anteriores. El
Diván por medio de brillantes promesas obtuvo
el eficaz auxilio del virey de Egipto en Morea;
pero diferió de un mes para otro el atender á
las reclamaciones de la Rusia. Sin embargo,
cuando el emperador iNicolás insistió en un pron-
to arreglo, vióse forzado el Diván á aceptar el
14 de.mayo de 1836, el ultimátum que había




MAHMUÜ. 15


entregado Mr. Minziakhy el 15 de abril ante-
rior, y solo entonces fue cuando las- tropas turcas
evacuaron la Moldavia y la Valachia. La cues-
tión turco-rusa tuvo en seguida una solución
definitiva con el convenio de Aeterusan de 6 de
Octubre de 1826, por «1 cual concedió Mabnrad
cuanto exigía la Rusia. Dicho convenio no se
ejecutó S¡JI embargo hasta el raes de Mayo de 1827,
y en consecuencia Mr de Ribeaupierre tuvo la
primer audiencia d^l.grau: Vis i re ! 7 de Junio,
y del Sultán el 14.


Lo, que principalmente indujo al Sultán á
ceder á la Rusia, fue la reorganización de su
ejército, principiada apenas a la sazón, y que
presentaba grandes riesgos. El licénciamiento de
los gen/zaros que Mahmud meditaba mucho tiem-
po, habia, no se decidió hasta después del incen-
dio; que causaron.en lqs arrabales d« Galat«j y
que. duíó desde el r í 3 al 5 de enera-de;, 1826.
Para el efecto, en 29 ;de Ma}-o del mismo año,
espidió, fifi hatti-sherif sobre la disciplina de
sug tropas y la reorganización ¡del-ejercitó:..; ¡A
consecuepci.a,. de esta medida, insurf eceionáronse
en masa los geni^aros d,e ConstaiHinopJa v él 14
de Junio,; perp e lSu l t an lHzp tremolar el,«s>taa~




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


darte del profeta, y después de obstinada lucha,
logró el 15 rechazar á los rebeldes. Entonces un
fetva del Mufti, apoyado con un firman del
Gran Señor, declaró disuelto y maldito el cuerpo
de genízaros, y Mahmud manifestó en aquella
ocasión tanto valor como firmeza. La organiza-
ción del nuevo ejército á la europea ha seguido
con la mayor actividad, de modo que puede de-
cirse que Mahmud ha hecho eon buen éxito una
d é l a s mas peligrosas'reformas.


El Reis-Effendi remitió en 9 de junio de 1827
al embajador ruso y á los demás representantes
de las potencias cristianas una declaración nega-
t iva, concerniente á la cuestión greco-europea; y
asi fue que Mahmud. cuando el tratado de paci-
ficación de Londres de 6 de Julio de 1827, le
anunció la mediación armada de la Rusia , la In-
glaterra y la Francia en las contestaciones entré
los griegos y la P u e r t a , rechazó de un modo
perentorio toda intervención de los estados cris-
tianos. «La Puerta, dijo el Reis-Effendi á los em-
bajadores de Rusia é Inglaterra, perecerá antes
que permitir «na intervención cualquiera que sea.'»
La destrucción dé la escuadra tarea en NavaHno
no doblegó ta volumad ; de Mahmud' sobre éste




MAHMÜD. 17


punto ; pero su cólera desdeñó vengarse con los
cristianos que se fta/íanan en Constantinopia. Los
embajadores de las tres potencias signatarias del
tratado de Londres abandonaron la capital de la
Turquía. La gran Bretaña parecía querer aproxi-
marse á la Puer ta ; pero irritada la Rusia con
Ja falta de ejecución del tratado de Acterman, y
con las medidas amenazadores del gobierno tur-
co , declaró la guerra á Mahinud en 1828. En
la batalla de Kustewtcha (el 11 de Junio de. 1829)
fue derrotado el nuevo ejército t u r co ; pero la
vuelta á Constantinopia de los embajadores de
Inglaterra y Francia, sostuvo sin embargo el áni-
mo de Mahmud, basta que el general en gefe
ruso, el conde Diebitsch-Sabalkanskoi, ocupó
á Andrinópolis el 20 de Agosto... Entonces queda-
ron abiertas al vencedor las puertas de Constan-
tinopia ; pero Nicolás ofreció, por medio del te-
niente general prusiano de Muffling, otra vez la
paz á Mahmud, el cual la estipuló con él en
Andrinópolis en 14 de Setiembre.
^ Mahmud después de esta guerra solo se con-


sideraba seguro en su campamento y en medio
de sus guardias. Según los informes dados por
Walsh y Macferlati, era este príncipe en su par-


2




18 PERSONAGES CÉLEBRES.


ticular dulce y afable, y tenia bastante talento
para preferir las instituciones europeas á las de
su pais. Desde 1828 ha europeizado la barba y
el turbante : ha reformado el trage de las inu-
geres turcas , y les ha dado mayor libertad. Con
todo, Mahmud no era un general, ni son una
nación sus subditos. Se ha apagado el fanatismo
de los otomanos, y en la desgracia no encuen-
tra el despotismo ni fidelidad ni adhesion.


Un hombre de genio ha conseguido algunas
veces regenerar un imper io , y detenerle cuando
corría á su ruina. Esto ha querido ensayar Mah-
mud en Turquía , sacándola de su estado de de-
crepitud, como Pedro el Grande sacó de la bar-
barie á su pueblo ; y la Europa ha visto con ad-
miración sus inauditos y enérgicos esfuerzos pa-
ra introducir entre los Turcos las a r tes , la in-
dustria y la civilización. Juzgóse de la nación
por su gefe , y se creyó que habia conseguido
comunicarle su valor y fuerza. Asi fue que al
principiar el año de 1831, cuando la insurrec-
ción polaca hacia frente al coloso moscovita,
cuando todo amenazaba á la Europa con una con-
flagración general, volvióse la vista á la Turquía
para contemplar si aprovechaba una ocasión fa-




M A H M Ü D . 19


vorable de vengar las afrentas de la última cam •
paña con la Rusia. Creyendo el embajador fran-
cés en Constantinopla en un pronto rompimiento,
á pesar de carecer de instruciones de su gobierno,
hizo presentir al Reis-Effendi las ventajas que re-
sultarían á la Turquía de unirse en aquel caso
á la Francia; y por medio de una nota reco-
mendó al ministro otomano que calculase sus
medios, y que estuviese pronto á obrar en caso
oportuno. Tuvieron conocimiento de esta nota las
potencias extranjeras, al tiempo mismo que re-
cibían del gobierno francés las mas pacíficas se-
guridades. El ministro de negocios extranjeros de
Francia creyó que el Diván era el que había he-
cho traición al general Guilleminot, y lejos de
estrañarlo, esplicó aquella cobardía diciendo que
el embajador francés solo había intentado dar
movimiento á un cadáver. El dicho era cierto:
pero no lo hubiera sido el inferir de él que el
imperio otomano no debia ocupar á los gabinetes;
un imperio semejante , aun cadáver y ofreciendo
Hjia presa fácil á vecinos ambiciosos, debe llamar
lo mismo que cuando estaba en el apogeo de su
grandeza, la mayor atención , por el interés de
equilibrio europeo. El gobierno francés, para po-




20 PEKSONAGES CÉLEBRES.


ner á cubierto su probidad política, retiró al
general Guilleminot, y aunque después este j u s -
tificó al Diván, el hecho ha quedado siempre
dudoso.


El descontento manifestado en toda la Tur-
quía por las innovaciones del Sultán, había es-
citado á sublevarse al Bajá del Bagdad, al deEs-
cutari , á varios gefes albaneses, á los Bosnios,
y algunos distritos de la Macedonia. Estos ene-
migos ; interiores, tanto mas temibles cuanto tenian
relaciones con la capital , ocupaban muchas fuer-
zas de la Puer ta , y el gran Visir Reschid-Bajá,
habia tenido que marehar con 20,000 hombres
contra el Bajá de Escutari, que oponía una tenaz
resistencia.


Mahmud perseveraba sin embargo en querer
reformar completamente su nación ; pero la Tur-
quía se mostraba rebelde á los esperimentos de
su Señor , quien no pudo desconocer el sordo
descontento que por do quiera reinaba.


Graves síntomas anunciaban que la ciega
sumisión de los turcos á los preceptos del Koran,
y su antiguo respeto por la sangre imperial,
empezaban á desfallecer. El Sultán sin embargo,
se obstinó en establecer entre los turcos usos muy




MAHMTJT. 21


autipáticos á sus costumbres, y á sus preocu-
paciones religiosas. Despechados los fieles mu-
sulmanes, recurrieron á su modo de protestar or-
dinario, y el incendio manifestó la oposición de
aquellos bárbaros á !as reformas del Gran Se-
ñor.


El 2 de Agosto devoraron las llamas el ar-
rabal de P e r a , donde están los palacios de los
embajadores europeos , y las principales casas de
los Francos (*), pereciendo [en aquel desastreln-
calculables riquezas, lo que probaba que el en-
vejecido odio de los musulmanes contra los giaurs
no se habia debilitado ; mostraban aquellos una
impasibilidad estúpida á la vista de tan horri-
ble espectáculo, y decían á los que todo lo per-
dían ; « ¡ Dios es grande ! este es el castigo de
vuestro crimen de Navarino. Esto es lo que ha-
ce el profeta para enseñar al renegado (el Sultan)
á obedecer sus preceptos, y á no manchar el
solio de su imperio uniéndose con los infieles.»
Ya no se dudó entonces de que el Sultan cede-
ría á tan terrible protesta del partido nacional;


(») El número de casas incendiadas ascendió á so.ooo,
y á m,000 el de las destruidas.




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero fue un error. Poco después celebró Mah-
mud una fiesta enteramente europea , con moti-
vo de distribuir las insignias de una orden civil
y mili tar; y autorizó la publicación de un Mo-
nitor escrito en francés y en turco Nuevos in -
cendios manifestaron un acrecentamiento de ir-
ritación , y cual si en aquella época debiese el
imperio reunir en su seno todas las calamidades,
la peste y el cólera devastaban varias provincias.
La Valachia y la Moldavia sufrían los crneles
estragos del cólera, que invadió después á la Tur-
quía, y la peste despoblaba á Esmirnay Bagdad.
Fue sin duda una compensación á tantos males
el que al fin del año terminase, así por medio
de negociaciones como por las a rmas , la rebe-
lión de los Bajas de Bagdad y Escutari-,' pero
el Bajá de Egipto preparaba entonces nuevos
embarazos á la Puerta de mas difícil remedio.


Existían entre el virey de Egipto y Abdallah,
Bajá de San Juan de Acre, antiguas disensiones,
cuya principal causa era la protección que en-
contraban en Siria los egipcios. Mohamet-Alí ha-
bia solicitado del Diván que le autorizase á ven-
garse de un ingrato á quien habia salvado del
enojo de la Puerta, que en términos poco me-




M A H M U 1 ) 23


surados le negaba el reembolso de una cantidad
considerable, pagada para obtener su gracia. El
Diván se pertrechó en el sistema cornun en Tur-
quía de las respuestas evasivas, por cuyo medio
se ganaba t iempo, hasta que poniendo el colmo
á los embarazos de la Puerta la sublevación del
Bajá de Escutari, se pensase en comprar los
auxilios de Mohamet-Ali, ó por lo menos su
neutralidad, concediéndole la autorización de
marchar á Siria, bajo las órdenes del capitán
Bajá, cuya escuadra se reuniría al efecto con
la del virey.


Aquella espedicion salvaba las apariencias, y
prevenía el abuso de la victoria con la presencia
de la primera dignidad del imperio. Salió y llegó
á Rodas el Capitán Bajá , donde se detuvo al
saber los grandes estragos que el cólera hacia
en Egipto, ascendiendo el número de las víctimas
en solo el Cairo en los meses de Agosto y Se-
tiembre á 60,000. La epidemia disminuyó, pero
la flota otomana en vez de seguir su r u m b o , re-


gresó á los Dardanelos; se ignora por qué mo-
tivo. Era cuando el Gran Visir conseguía seña-
ladas ventajas sobre el Bajá de Escutar i ; y tal
vez se creyó, que Mohamet-Ali, desanimado




24 PERSONAJES CELEBRES.


con los recientes sucesos, no se atrevería á em-
prender nada sin un firman de S. A.


Pero el virey ningún miramiento debia tener
ya con la Puerta. Este hombre, que había recogido
y cultivado con tanto esmero el germen de civili-
zación depositado en las orillas del Nilo por Bona-
pa r t e . conocía su superioridad. Hallando una oca-
sión favorable para sacudir un resto de sumisión,
había hecho apresurar con la mayor energía los
preparativos de la espediciou. El vencedor de los
Wahabitas , aquel á quien solo la intervención de
la Europa en Navarino pudo impedir que sujuzgara
á la Grecia aniquilada, Ihrahim-Bajá, tomó el
mando del ejército compuesto de 30,000 hom-
bres. (*)


Destruido el ejército en que fundaba sus es-
peranzas Mahmud, y no queriendo la Puerta pres-
tarse á las proposiciones de arreglo hechas por
Mohamet, fuéle preciso hacer nuevos esfuerzos.
Revocó por un firman el nombramiento de Hus-
sein-Bajá , recayendo en Reschid.Mohamet-Bajá,
que había terminado felizmente la guerra con,
los rebeldes de la Albania y la Bosnia, el cual


H Véanselas Biografías de Mohamef AJÍ élbraliim-Bajú.
Tomo l.




MAHMtü) . 25


se ocupó activamente en reorganizar el ejército,
haciéndole ascender á 60,000 hombres. La Puerta
esperaba un buen resultado de la segunda campa-
ña; pero no contíiba con las disensiones del Di-
ván , en donde muchos de sus miembros consi-
deraban las desgracias del imperio, como conse-
cuencia de las innovaciones hechas por Mabmud,
siendo de opinión de que los cristianos se servían
d« aquel príncipe para destruir el islamismo. Ver-
dad es que tampoco Mohamet-Ali habia dejado en
zaga el celo reformador de su Señor; pero habia
logrado persuadir á sus subditos que su causa era
la de la religión; y lo que colmaba el descon-
tento de los de Mahmud era que ya habia pensado
en pedir socorros á la Inglaterra ó á la Rusia con-
tra los Árabes correligionarios suyos. Asi era que
jamás pareció mas próxima la inevitable crisis que
amenazaba al imperio Otomano.


Ibrahim permaneció inactivo en Koniah, espe-
rando el resultado de las disensiones en Constanti-
nopla, hasta el 21 de Diciembre que se presentó el
últimoejéreito de Mahmud, el cual fué completamen-
te*destruido, habiendo sido hecho prisionero el intré-
pido Reschid y otros varios Bajas, y calculándose
en 30,000 los turcos que quedaron fuera de combate.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Mahmud no veia medio de impedir que Ibra-
him entrase en Constantinopla, y en su crítica
posición se dirigió al enemigo mas antiguo del
imperio; los rusos fueron los que con una inter"
vención armada le protegieron en Constantinopla,
con el mismo celo y eficacia que si se tratara de su
propio pais.


No pudieron las desgracias sufridas por los
ejércitos otomanos en 1832, inducir á la Puerta á
que escuchase los consejos del encargado de ne-
gocios de Francia , dirigidos á poner término á la
guerra con el Bajá de Egipto; establecióse sin em-
bargo una especie de tregua, y después de algu-
nas conferencias con el Bajá, se remitieron á
Constantinopla proposiciones reducidas á que
Mohamet-Ali, ademas de los cuatro bajalatos de
Siria, por los cuales se comprometía á pagar un
tributo al Gran Señor, pedia la cesión del distrito
de Adana.


Estas negociaciones se suspendieron con la lle-
gada á Constantinopla del general ruso Maura-
wieff; y mediaron varias contestaciones infruc-
tuosas , hasta que el 20 de Febrero de 1833 una
escuadra rusa entró en el Bosforo, dando lugar á
vacilaciones de parte de la Puerta , y á reclama-




MAHMUD. 27


ciones del vice-almirante Roussin, embajador en-
tonces de Francia cerca de ella.


Entre tanto , Ibrahim , dueño, como él decia,
de hacer beber su caballo en las aguas de Escutari,
habia estendido nuevamente sus operaciones. To-
mó posesión de Magnesia , Balikesery Aidin. Man-
dó á Esmirna uno de sus oficiales con el nombra-
miento de gobernador, el cual fué admitido sin
dificultad, después de haber reunido el Moliah, los
ayans, y un gran número de notabilidades turcas,
para noticiarles que las tropas egipcias se iban á
dirigir á Esmirna si no se sometían.


El virey habia rehusado aceptar las condicio-
nes presentadas en virtud del tratado concluido,
entre el almirante Roussin y la Puer ta , según el
cual, sin ceder nada el Sultán en el Asia menor,
solo concedia de la Siria y el Egipto los d t s
bajalatqs de San Juan de Acre y de Trípoli , con
las ciudades de Jerusalen y de Naplusa. Prose-
guía Mohamet sus armamentos, y enterada la
Puerta pidió prontos socorros á la Rusia , la cual
en 20 de Marzo dio orden para que saliera la es-
petlioion preparada en Odesa, con tropas de de-
sembarco , y dio á la vela el 2 9 , convoyada por
una división de la escuadra mandada por el contra


«i


a




28 PERSONAJES CELEISHES.


almirante Koumani. El almirante Roussiu, sabien-
do lo sucedido en Esmirna , reclamó de Ibrahim,
y con la presencia de algunos buques franceses
mandados por el eontra almirante Hugon, que
habían ido del Archipiélago á Esmirna, y la
cooperación de los demás ministros estranjeros,
'.onsiguió que se retirara el gobierno provisional
instalado á nombre de Ibrahim, el cual declaró
que aquel momentáneo trastorno habia sido sin
su consentimiento ni noticia.


Por último, el Sultán por un hatti sheriff
concedió al Bajá de Ejipto los cuatro bajalatos
de San Juan de Acre, Damasco, Alepo y Trípoli
con sus dependencias, y después de cuatro dias
de discusión, renunció Ibrahim á sus demás
pretensiones, reservando el punto relativo á Ada-
na para una negociación ulterior. Asi fué que
en el Jewdsischad, ó lista anual de las promo-
ciones y confirmaciones de los gobiernos del im-
perio otomano, publicado en Constantinopla
solemnemente el 16 de abril , se conferia á Mo-
hamed-Ali, ademas de los bajalatos que ya
tenia, la Siria entera, que solo ambicionaba al
parecer, junto con el Ejipto, para estar revesti-
do de la dignidad de Emir Hadgi, ó gefe su-




MAHMUD. 29


premo de las caravanas de la Meca, y proteger
asi á todos los fieles creyentes que hicieran la
peregrinación; y esto precisamente era lo que
mas le honraba en el concepto de todos los pue-
blos del Oriente.


Seguia entre tanto su curso la intervención
rusa ; la escuadra que salió de Odesa llegó al
Bosforo el 5 de Abril. Desembarcaron y tomaron
posición las tropas en la costa de Asia, frente
á Bujukdere y Terapia. Asegurado Mahmud con
la presencia de los rusos, se negaba á ceder á
Adana; pero por fin, por las influencias na-
cionales y estrangeras la cedió á Ibrahim á titu-
lo de Mokassilik ó arrendador general.


Ibrahim evacuó el Asia menor, y las tropas
rusas salieron de la rada de Bujukdere el 10 de
Julio , no habiendo pasado las fronteras de la
Moldavia el ejército ruso. Libre la Turquía de
sus enemigos y de sus aliados, pudieron co¡>si-
derarse concluidos los negocios de Oriente; pero
el descubrimiento de un tratado celebrado entre
^ Rusia y la Puer ta , volvió á aquellos as.'ntos
la amenazadora apariencia que" teuian como cues-
tión oriental. Dicho tratado, negociado con el
mayor secreto con el conde de Orloff, se habia




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


firmado en Constantinopla el 8 de Julio, y es-
tablecía por el término de ocho años una alian-
za defensiva contra todo ataque interior ó este-
r io r , y por un artículo supletorio se convenia en
que la Puerta, en caso necesario, cerraría la en-
trada de los Dardanelos.


Reclamaron los gobiernos inglés y francés; pero
á pesar de no ser muy amistosas las contestacio-
nes dadas por el ministro Nesselrode á las notas
que se pasaron al gobierno ruso, las escuadras
Inglesa y francesa pasaron á sus estaciones de
invierno de Tolón y Malta, sin que tuvieran ul-
teriores consecuencias las escaramuzas diplomá-
ticas , la polémica de los diarios, ni las espi ra-
ciones agrias y llenas de animosidad que con este
motivo se suscitaron.


Seguían ademas las causas que amenazaban con
la disolución del imperio Otomano, como lo pro-
baban los numerosos incendios en Constantinopla,
después de la.salida de los Rusos. El gobierno
turco no era amado ni temido; solo escitaba el
desprecio, y esto esplica cómo ha podido hacerse
dueño de la mitad" del imperio el Bajá de Egipto.


La cuestión de Oriente, aunque aplazada , no
habia quedado definitivamente resuelta, y asi con-




MAHMUD. 3-1


tinuó durante el año de 1834, no satisfecho el
Yirey de Egipto del premio de sus victorias, y
pesaroso el Sultán de los sacrificios que habia te-
nido que hacer. Finalmente , el tratado de 8 de
Julio de 1833, llamado de Unkiar Skelessl era
para Francia é Inglaterra una causa permanente
de desconfianza y descoutento. Las hostilidades
entre la Puerta y el Egipto estuvieron á punto de
romperse de nuevo, á causa de ta sublevación de
la Siria conlra Ibrahim ; pero la diplomacia euro-
pea intervino otra vez , y se conservó el statu quo.


La medida mas importante adoptada por Mah-
mud en medio de tantos embarazos interiores,
fué la organización de las fuerzas militares del im_
perio.


Se cree que las costumbres europeas hayan con-
tribuido á la temprana muerte de Mahmud ; uno
de los borrones que manchan su vida es la afición
á los licores fuertes y su propensión á la embria-
guez. Una afeccionen el pecho , producida por el
uso de bebidas espirituosas, tenia destruida su sa-
lud , y el 28 de Junio de 1839 cayó en un desmayo
qefe duró hasta las siete de la mañana del 1.° de
Julio, espirando en los brazos dé su hija la prin-
cesa Salia, esposa de Halil-Bajá. Su cuerpo fué




32 PERSONAJES CÉLEBES.


llevado el mismo dia con gran pompa y solemnidad
á la orilla aseática del Bosforo , donde le recibió
el nuevo Sultán su hijo , y se depositó en el barrio
de Tazli-Bajá.


Hemos acabado de bosquejar la vida y prin-
cipales sucesos del reinado de Mahmud II. Este
príneipe ocupará indudablemente un lugar en la
historia, entre los soberanos ilustres, aunque al-
gunos le tachen de afecto á cierta puerilidad r i-
dicula , achaque muy común á todos los refor-
madores. Las ideas de progreso penetraron en
un pueblo cuya inamovilidad y fatalismo eri-
gidos en el sistema político y religioso , parecía
que debían ser un insuperable obstáculo para su
realización. Penetró hasta Constantinopla el deseo
de alterar las costumbres antiguas, presentando
el imperio el estraño espectáculo de una reforma
opuesta en su índole y carácter á las demás de
Europa , pues en estas obra el pueblo contra el
Gobierno, y Mahmud se hizo reformador contra
el voto popular, contra su creencia religiosa, tan
opuesta ó incompatible con las ideas de civili-
zación y tolerancia que deben distinguir á los
pueblos regidos por los modernos principios, guia-
dos por los de una religión de. paz y fraternidad.






r e r s o n î o e s ctlefrei lei Sxolî X I X .




SILVIO PELLICO.


«Egli á sposato una causa santa,
e. non le é stato adultero, anche in
mezzo á più tanghi, á più atroci mar-
tiri.", r ' I • . !!


PIERO W Ì R O N C E L L I .


«Este confesor de Cristo y de la pa-
tria se llama Silvio Pellico. »


AKTOXIO » E LATOUR.


E t dia 22 de Febrero de 1822, la ciudad en-
teca de Venecia estaba en movimiento desde por
la mañana ; las góndolas se deslizaban rápidamen-
te por los canales, y el pueblo acudia en tropel
á la Piazzetta, pequeña plaza inmediata al pa-




2 . PERSONAJES CELEBRES.


lacio del Dux. Pronto quedó l lena, y la multi-
tud se esparció por las calles inmediatas, al
paso que los lechos y las ventanas de todas
las casai^é^^a)ákQc[igadjiis p£r numerosos espec-
tadores, hombres y mugeres, cuyas ávidas mi-
radas se concentraban con ansiedad sobre un
cadalso levantado en medio de la plaza. Aquel
cadalso estaba vacío, y esperaba como la mul-
titud, í íesde el pjé del cadalso hasta el pórtico
del Palacio, formaban carrera dos filas de grana-
deros austríacos; nías allá, y en diversos pun-
to s , veíanse brillar haces de bayonetas; grupos
de caballería húngara circulaban con trabajo por
entre las masas, y habia en los ángulos de la
plaza cañones cargados á metralla, con las mechas
encendidas.


La mult i tud, contenida por aquel terrible
aparato militar, se agrupaba compacta , silencio-
sa y sombría; de cuando en cuando levántase
del seno de aquella inmensa muchedumbre un
prolongado y sordo murmul lo , parecido al de un
mar tempestuoso; según transcurrían las lionas
iba en aumento la agitación; la impaciencia de
la espera, i las confusas palabras que se profe-
rían en voz baja, se wiian al pisoteo de los ca-




SILVIO PELLIO. 3


ballos. Por úl t imo, hacia el medio dia propago^-
se rápidamente al través de la mult i tud unmo-
vimiento de ondulación que tenia principio en el
patio del Palacio; levantáronse todas las cabezasj
y se pintó en todos los semblantes un sentimien-
to de curiosidad y de simpatía. Acababan de
aparecer en lo alto de la Escalera de los Gigan-
tes , dos hombres coa esposas en las manos, ro -
deados dé esbirros, y bajaban aquellos escalones,
de mármol que vieron rodar en otro tiempo la
encanecida cabeza de Marino Faliero, Llegados
al pórtico salieron á la Piazzetta, pasaron entre
las dos filas de soldados, dirigiéndose al cadal-
so cuyas gradas subieron con lentitud. Apenas
sobresalieron sus cabezas de las d é l a multitud
oyóse una grande esclamacion. seguida inmedia-
tamente de un silencio general. Llegaron por fin
á lo alto del cadalso, donde se colocaron de pie
en una noble act i tud, dirigiendo una. mirada
tranquila y segura sobre el innumerable concur-
so. Ambos soportaban con igual dignidad el pesa
desaquella gloriosa ignominia , y la sonrisa triste
y dulce que se advertía en sus labios, cual si tra-
taran de animarse recíprocamente, manifestaba
toda la fuerza de su mutuo afecto. El uno mas




4 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


al<to yi mas robusto y y.atgo mas joven que el otro
tenia una d e e s a s hermosas fisonomías italianas,
tán-esptqswas í, en que brillan con caracteres• de
fuego la- Míeligéncia • y la. vida ; parecia ocuparse
mucho 1 tríenos de sí mismo, que de su compañe-
rO' 'dedesgiwia, euyo aspecto y cuyo nombre, ce*,
iebre- ya , parecian producir una viva impresión
en la-multitud: «Jamás, ha dicho después un pri-
sionero d e Spielberg (*),• jamás se había presen-
tado á' 'mi vista un semblante mas. dulce y me-
lancólico ; jamás rostro alguno habia correspon-
dido mejor á la imájen de candor y de angeli-
cal bondad que me había hecho de aquel cuyas
cartas descubren, en cada línea las adorables cua-
lidades.1» Aquella frente tan pálida y tan pura
en sus nobles proporciones, aquellos ojos tan
llenos de ternura y de inspiración, aquella boca
con dulce y suave sonrisa , tenían tanta tran-
quil idad, manifestaban tanta resignación, con-
rnovian t an to , que solo el terror de las bayone-
tas y dé los cañones austríacos pudo impedir
que el pueblo de Venecia manifestara su skm\a-
tia 'por aquel noble é i lustre.hijo de la Italia;


(*) Andryatie. — Memorias de nn ¡irixinnero dé F'slad»
en Spielberg.




SILY10 PELLICO. 5


simpatía que aun hacia mayor la profunda"' pie •
dad que inspiraban lo macilento de sus mejillas
y la palidez de su color, pruebas demasiadociér^
tas de los destrozos que habían causado en su
cuerpo, tan débil y a , los rigores de Una larga
detención preventiva.i


Habían transcurrido algunos minutos ' • en
aquella dolorosa contemplación , cuando de re-
pente se dirigió la atención general hacia el ter-
raplén del palacio en el que acababa de apare-
cer un escribano, llevando en la mano un rollo
de papel que desenvolvió lentamente. Era la sen-
tencia de los dos mártires de la independencia
Italiana Reinó un profundo silencio y el es-
cribano leyó con voz sonora lo siguiente:


Per sentenza della commissione impértale
confírmala dal supremo tribunale di Verana,
e sanzionata da Sua Maenta , Piero Maroncelli
e Silvio Pellico acussati e comincti di alto tra-
dimento sonó condamnati d morte,


A estas palabras, condenados d muerte, un
inmenso rumor , un universal murmullo de hor-
IV y de compasión revelo las sensaciones de la
muchedumbre; el escribano, se detuvo un mo-
mento y continuó'. ' , ' . , '




6 PERSONAJES CELEBRES.


• Ma per somma clemenza di Sua Maestà, la
pena capitale eglino ostata commutata in que-
lla dei carcere'duro, nella fortezza di Spiel-
berg, Maroncelli per ven? anni, è Pellico per
quindici.


Este triste testimonio de la clemencia impe-
rial fue, acogido con un nuevo murmullo. Los
guardias hicieron bajar á los dos condenados, que
siguieron el mismo camino que habían traído;
el gentío les siguió con la vista v y a l cerrarse en
pos de ellos las puertas de la prisión, se separó
triste y silencio; por la noche, en lo interior
de los antiguos palacios de Venecia , se elevaron
á la Virgen muchas voces de muger , rogándole
que dispertara al'fin á la I tal ia , á esa hermosa
indolente que se duerme con la cabeza sobre
los Alpes' y los pies hacia el Etna.


Svegliar la neghitosa
Che il capo in Alpi posa
E stende all' Etna il pié.


A los pocos días remaba hacia Fusina una
góndola llevando á los dos prisioneros. El autor
de Francisca de Rimini , el émulo de .Manzoni,




SILVIO PELLICO, 7


el poeta querido de la Lombardia , conducido con
los grillos en los pies al través de las poblacio-
nes conmovidas, pasaba los Alpes y saludaba
con una.última y triste mirada la patria italia-
na^ para ir á sepultar en los calabozos deSpiel-
berg, un genio ya en flor, una vida glorio-
sa ya.


Sabidas son las grandes compensaciones que
reservaba la Providencia al poeta mártir ; cómo
diez años de tortura convirtieron, una gloria ita-
liana en una gloria europea ; cópao el. simple, p;*-
lato de las jornadas de un prisionero, ha obteni-
do en todo el mundo un éxito que jamás tuvieron
los mas conmovedores dramas; cómo en fin el
autor de Le Mié Prigioni ha hecho olvidar al
autor de Francisca de Rimini y se ha colocado
al nivel de los nombres mas grandes de la his-
toria contemporánea. .


Se han escrito ya muchas noticias biográficas
sobre Silvio Pellico; la primera y inas notable es
la que Mr. A» de Latour ha puesto al frente de
su hermosa traducción del libro de,las prisiones,
^•aducción que no contribuyó poco á popularizar
el original.


La noticia de Mr. A. de ! Latour reúne todas




8 PERSONAJES CÉLEJJRES.


las cualidades de su traducción y si la natura-
leza de nuestra obra no nos impusiera la obliga-
ción de hacer íigurar en ella todas las ilustra-
ciones de nuestro siglo, nos hubiéramos abste-
nido de un trabajo que evidentemente no podrá
ser mas que una imitación, cuyos defectos serán
solo los que nos pertenezcan. Se ha publicado
otra noticia sobre Silvio en i ta l iano, por Maron-
cell i , su compañero de desgracia, y colocada al
frente del suplemento-que creyó deber añadir al
libro de-su amigo. Esta noticia está calcada en
gran parte sobre la de Mr. de La tour , cuyos ma-
teriales habia dado el mismo Maroncelli. Nos
valdremos pues de estas dos noticias para com-
poner Iá presente, y de algunos trabajos mas
recientes y en especial de memorias llenas de
interés, publicadas por Mr. Andryane, á quien su
mala estrella arrojó joven, y lleno de porvenir,
entre las garras del Austria, y que Spielbergno
ha devuelto al mundo sino después de haber de-
vorado los diez años mas hermosos de su vida.


Silvio Pellico pertenece á Una familia piamon-
tesa de urta honrada medianía; nació en Saluee¿
en 1789. Su padre se llamaba Honorato y era
digno de este nombre. Su madre , saboyana de




SILVIO I'ELLICO. í)


nacimiento, tenia todas las prendas del corazón
que distinguen aquella nación escelente. Tenián
ya dos hijos cuando nació Silvio en compañía
de una hermana gemela , lo que fué para la fa-
milia una doble fiesta. El poeta de las almas
tiernas y melancólicas tuvo una niñez enfermi-
za y penosa ; apenas salia de una enfermedad
grave sufría otra mayor, y los médicos declara-
ron que no pasaría de los siete años. Cuando el
niño tuvo ocho, anunciaron que moriría en el
segundo periodo septenal, esto es á catorce años;
después se prorrogó el término fatal hasta los
veinte y uno , y de plazo en plazo aquel débil
muchacho vuelto hombre , ha encontrado en su
organización delicada fuerza bastante para resis-
tir á diez años de la existencia mas mortífera
que pueda concebirse. Un solo médico, el me-
jor de todos , no perdió jamás la esperanza, y
era su madre. Silvio Pellico la ama con pasión;
cuando habla de ella, dice Marón cel l i , su pa-
labra se convierte en un himno de adoración;
ella e s ! la que inclinada sobre el lecho del pe-
queño moribundo , le calentaba con sus besos,
le reanimaba con su voz, le estrechaba en su
seno para mitigar sus dolores; á ella en fin es




10 PF.RSOjNAGES CELEBRES.


á quien veinte veces debió la vida. Casi todos los
hombres completamente grandes, es decir gran-
des y buenos, han tenido buenas madres.


Sin embargo, bajo el frágil cuerpo de unni-
ñO: enfermizo, se ocultaba una inteligencia que
parecía sacar tle su mismo dolor una fuerza y:
un brillo precoces. Confiado á los cuidados del
buen sacerdote Manavella» lo mismo que su her-
mano Luis , les enseñó o los primeros elementos
délas letras, y Silvio manifestó, pronto una de-
cidida vocación dramática. Los dos niños (Luis
ha llegado á ser un poeta cómico distinguido) se
entretenían en construir un pequeño teatro, en
el que recitaban, ante un auditorio de, familia
pequeñas, piezas que su padre les componía. A
los diez años , abíió Silvio casualmente la brillan-
te traducción de ¡Ossian, de Cesarotti. Encantóle
aquella poesía fantástica, y como en él toda
inspiración venía á parar al drama, consiguió
componer sobre aquel tema nebuloso , un ensayo
de tragedia que no se ha conservado.


En aquella época, el. padre de ,Silvio, des-
pués de haber permanecido algún tiempo Wi
Pignerolles , donde estableció un taller de hi-
lados de seda que no tuvo buen resultado, se




SILVIO VELLICO. 11


trasladó con su familia á Turin para desem-
peñar un empleo en la administración. Acababa
de fundarse un Gobierno republicano en aquella
parte de Italia , y Mr. Honorato Pellico, perse-
guido en Saluces por sus opiniones monárqui-
cas , y que en las diversas crisis revolucionarias
del Piamonte, habia convertido muchas veces
su casa en un asilo para los vencidos del dia si-
guiente, sus perseguidores de la víspera, fue
acogido en Turin como el mejor de los hombres
durante la monarquía, y el mejor también du-
rante la república.


Asistía frecuentemente á las asambleas popu-
lares, tomaba algunas veces la palabra y casi
siempre iba acompañado de sus dos hijos. Silvio
escuchaba atentamente cuanto se decia á su al-
rededor , y aquellas reproducciones en miniatura
d é l a s grandes luchas del foro antiguo, causaron
una impresión en su tierna alma que jamás se ha
borrado.


A aquella enseñanza de la plaza pública, com-
binada con buenos estudios domésticos, seunie-
wm las primeras emociones del corazón. Silvio
entraba en la adolescencia , tenia quince años, y
continuaba en Turki con sus distracciones tea-




12 PERSONAGES CELEBRES.


trales, que eran todo su contento. Pero la com-
pañía , reducida al principio á los dos hermanos,
se habia aumentado sucesivamente con varios ni-
ños de la ciudad, y entre ellos una niña llama-
da Cartottina. Silvio ia amó como se ama a los
quince años , con ese amor puro y dulce de los
áugeles. Aquel amor celeste no estaba destinado
á ajarse sobre la tierra ; Dios lo segó en flor, y
Carlottina murió á los catorce a ñ o s , dejando á
Silvio un recuerdo indestructible; veinte años
mas adelante, durante las largas noches deSpiel-
berg , el alma de la joven bajaba desde el cielo
á consolar al prisionero


Poco tiempo después de aquel primer dolor
Silvio dejó la Italia y fue a Lion, á casa de un
primo desu madre, Mr. de Rubod, con el cual
pasó cuatro años de placeres, entregado, á todas
las distracciones del mundo, y apasionándose
por Jas-costumbres elegantes y la literatura fran-
cesa. Olvidaba la patria, cuando su hermano L u i s


le envió un nuevo poema de Foseólo, / Sepolcri;
«este poema, dice. Mr. de Latour, fue para él
el escudo de Reinaldo. Al leerlo sintió que
volvía á ¡ser italiano, y se volvió á encontrar
poeta. A los pocos dias iba andando para Italia.»




SILVIO PELLICO. 1 3


Toda su familia se habia trasladado á Milán,
donde desempeñaba su ¡padre las funciones de
gefe ¡de sección en el 'Ministerio de la Guerra.
A su llegada fue nombrado el joven Silvio pro-
fesor de lengua francesa en el colegio de huér-
fanos militares. Aquel destino le dejaba mucho
tiempo libre, y pudó entregarse sin obstáculo
a su decidida inclinación á la poesía.


Era en los últimos días de la Era Napoleó-
nica, y Milán bajo el gobierno del Virey Euge-
nio, habia llegado á ser la Atenas de Italia.
Dos hombres se disputaban rn ella el imperio
de las letras, Monti y Foseólo: el uno poeta
ingenioso y fecundo con lenguaje puro, con im-
presiones movibles , mas amante de la forma que
del fondo, de la melodia de las palabras que
de la energía del pensamiento, artista descui-
dado y escéptico como Goethe y como él corte-
sano , menos universal que Goethe, pero saca n
do como él una especie de originalidad de una
imitación múltiple y feliz; cantando con igual


facilidad á Bonaparte Cónsul, y á Napoleón
Emperador, á Washington y á Francisco, á
Pió'VI y á La Fayette, digno en una palabra
de ser el representante literario de la Italia es-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


clava y resignada: Foseólo al contrario, genio
altivo, ardiente y desigual, el Byron del Me-
diodía, la espresíon poética mas elevada de la
Italia vergonzosa~de sus cadenas, entristecida con
su degradación política, estremeciéndose al re-
cordar lo pasado, pero demasiado debilitada,
demasiado enervada por la servidumbre, para
atreverse á querer con aquella voluntad única,
firme, y perseverante que proporciona la li-
bertad.


Montí y Foseólo se detestaban, y el joven
Silvio llegó á ser su común amigo. «Me inte-
resaba mas por el úl t imo, por Foseólo, dice él
en sus memorias. Este hombre violento que con
su aspereza alejaba de sí á casi todos sus ami-
gos , era para mi la misma dulzura y cordiali-
dad , y yo le profesaba una tierna veneración.»
Mr. de Latour, ha pintado en su noticia la
alegría del joven piamontes al pasar por la vez
primera el umbral de la casa de Monti , la
benévola acojida del viejo poeta, el desencanta-
miento de Silvio á la vista del Zibaldoné, enor-
me cuaderno, especie de Gradus ad Parnas-
sum, que el autor de Graco habia hecho para
su uso particular, llenándolo de hemistiquios y de




SILVIO PELLICO. Vi


pensamientos sacados de todas las lenguas y de
todos los libros del mundo; vasto receptáculo
poético1 del cual sacaba hecha su poesia. «Silvio,
añade Mr. de Latoür , quedó confundido ante
aquella receta de talento.» ' '


A pesar de los consejos de Monti, que es-
plicaba con complacencia al joven las ventajas
de su procedimiento, creyó Silvio que no debia
hacer uso del Zibaldone y principió por escribir
una tragedia sobre un asunto griego, Laodicea.
Acababa de terminar esta obra , cuando vio un
dia en un pequeño teatro de Milán, una figu-
ranta de diez á doce años, que ha llegado á ser
después la primer trágica de Italia: era la cé-
lebre Carlota Marchionni. La fisonomía y el mo-
do de representar de aquella niña le inspiraron.
Al tiempo mismo que tal vez se dispertaba en
el corazón del joven el recuerdo adormecido de
la tan llorada Carlotina, un tierno pensamiento
del Dante se apoderaba del poeta; veia pasar
ante sus ojos, llevados por un torbellino eterno,
^ las dos sombras melancólicas de Francisca y
de Pablo , esos dos ñiños que se amaron sobre
la tierra, á quienes la muerte sorprendió en un
beso, y que no deben separarse ya mns.




16 PERSONAJES CELEBRES.


El resultado de aquella impresión de Silvio
fue una segunda tragedia, Francisca de Rimi-
ni_: apenas escrita, la sometió al juicio de Fos-
eólo- «esto es malo, le dijo el áspero poeta;
no toquemos á los muertos de Dan te , arroja
al fuego .esta tragedia y traeme la otra.» Silvio
fue á buscar á Laodicea, «En hora buena, es-
clamó Foseólo, esto es hermoso; continua asi.»
De vuelta á su. casa, apeló Silvio á su concien-
cia de artista del fallo de su amigo, y su con-
ciencia lo dio contrario; conservó á Francisca
y arrojó al fuego á Laodicea.


Algunos años después, en 1819, aquella ac-
triz n iña , que habia inspirado al poeta, volvia
á presentarse en Milán, moza y rodeada ya de
una grande reputación, adquirida en diferentes
teatros de Italia. Silvio le fue presentado , Fran-
cisca de Rimini salió del cajón en que yacia
olvidada, y Carlota Marchionni adoptó aquella
obra que ella habia hecho nacer. La tragedia
fue representada en Milán, después en Ñapóles,
en Florencia, con un buen éxito siempre en au-
mento, y desde el principio se encontró Sir-
vió Pellico colocado en el rango de los poetas
mas distinguidos de Italia.




SILVIO PELLICO,' 17


Francisca de Rimiñi, la primera y la mejor
de las producciones dramáticas de Silvio, .basta
para dar una idea del método del artista, pues
tiene ese carácter de pureza, de gracia y de
nobleza, ese sello de pasión melancólica y de
templado brillo que se vuelven á encontrar en
El Eufemio de Messina, en la Ester de En-
gaddi, en la Gismonda, y las denlas tragedias
del mismo autor. Economía de personajes, cua-
tro ó cinco lo mas , sobriedad de incidentes,
falta de todas esas combinaciones de efectos tea-
trales, vulgares y materiales, tan usados en el
drama moderno, y sin embargo poco de esos
aires magestuosos' de la tragedia francesa del
gran siglo; pero también nada muy conmove-
dor, muy impetuoso; bastante pasión verdadera
y sentida, si no enérgica, para evitar la ¡seque-
dad; un esquisito sentimiento, del bello moral;
un gran fondo dé ternura; eierta mezcla de
molicie, de elegancia, de familiaridad y de de-
licadeza en el lenguaje, que sienta bien para la
egres ión . de un amor italiano á quien el sen-
timiento del deber contiene; tales sou,> en nues-
tro concepto, las principales señales de las tra-
gedias de Silvio.




1 8 PEBStWAJES CELEBRES.


Después de la eaida' de Napoleón, la familia
del poeta habia regresado á Tur in ; en cuanto
á é l , detenido en Milán por amigos ilustres y
por numerosas relaciones literarias, consintió en
encargarse sucesivamente de la educación de los
hijos,del Conde dé Briche y, de los del Conde
Porro Lambertenghi. En esta última casa, cuyo
ge£e,le: profesaba; un fraternal afecto y lo habia
presentado á sus hijos como un segundo padre,
.pasó Silvio los d i a s m a s felices de su vida, en
el seno de una escelente. familia que habia lle-
gado á ser la suya. Diariamente en contacto con
todos los hombres ilustres de Italia, tuvo ade-
mas el autor de Francisca la ventaja de poder
vivificar su inteligencia, con el frecuente trato
con los hombres mas eminentes de Europa,
que al visitar la Italia y al pasar por Milán no
dejaban de reunirse en casa del Conde Porro.
Allí fue donde conoció Silvio Pellico á Mme.
de Stael, Schlegel, Byron (cuyo Manfredo tra-
dujo en prosa, y á que él correspondió con
la traducción en verso inglés de la tragedia.de
Francisca, traducción que desgraciadamente se
ha perdido), Dawis , Brougham, Hobbouse,
Thorwaldsen, y otros mil. Alli por fin aprendió




SILVIO PELLICO 1 9 '


Silvio á elevar su alma desde el amor de la fa- :


milia al amor de la patria; amor noble y des-
graciada, puesto á dura prueba por diez años:
de tor tura , pero que lejos de apagarse eñ I el',
tondo de los calabozos, debía fortificarse, agran-
darse, transformarse para abrazar un dia con
sus latidos á la humanidad entera.


En el gran trastorno de 1814, la Italia con-
fió por un instante que la Europa consentiría
al fin en darle lá independencia. Habíase cons-
tituido una regencia en Milán, y enviado comí'
sionados cerca de las Potencias para abogar por
la causa italiana. Pronto se desvaneció aquella
esperanza: la Rusia y la Inglaterra contestaron
solo con la indiferencia,. el Austria «on el des*
den y la amenaza. Restablecióse el reino Lom<-
bardo-Venéto, fue preciso resignarse y espetar
mejores dias. Entre los comisionados y -»V la
cabeza de los patriotas milaneses, había dos per-
sonajes ilustres por su nacimiento, por su for-
tuna, por }a elevación de su espíritu, y por
Indignidad de su caráeter: eran el Conde Porro,
de quien ya hemos hablado, y que después
consiguió burlar con la huida los rigores del
Austria, y el Conde Federico Confalpnieri, la




2 0 PERSONAJES CELEBRES.


figura' política mas grande y mas hermosa"de
la Italia contemporánea; -Coíifalonieri, mártir,
i lustre; enterrado vivo durante doce años en
Spielberg, antes de qué pudiera conocerse - de
cuanto era capaz 5 •,üónfálonieri,; á quien el bdio
del ' Austria ni siquiera le lia.dejado la ¡libertad
del destierro, y que, desfallece en él dia en otro
hemisferio,, slejos 'de la patria que quería li-
bertar. 1


.Aquellos dos hombres , obligados, á aplazar
la esperanza ide , romper por la fuerza el yugo
que pesaba sobre su pa ís , emprendieron eb lu-
char , por lo menos en cuanto pudiesen, contra
el: sistema de asfixia intelectual que caracteriza
la dominación austríaca. Vióseles entonces, desde
1815 á 1819, en medio de toda clase de obstá-
culos, consagrar su fortuna y sus cuidados á la
mejora, material y. moral del pais, al desarrollo
de la, industria, del comercio, de las artes y
de la instrucción pública. Aquellas empresas ais-
ladas, y contrariadas,casi siempre por el recelo
del dueño, no eran sin embargo suficientes para
la regeneración italiana: conocióse pronto la
necesidad de levantar una bandera á cuyo al-
rededor pudieran reunirse para un -mismo, objeto




SILVIO PELLICO. 2.1


odos los entendimientos eminen tes del paiSi; y
paca SDtisfaoer á aquella necesidad, Silvio Be-
llico que sé había asociado desde macho tiempo
á todos los pensamientos de Porro y Confolo-
nier i , concibió y propuso el: plan de. u n perió-
dico. Inútil es decir, que- redactada á la vista
del Señor?, aquel periódico no podía ser masque
puramente literario; pero apoderándose de las
inteligencias, dando. un mismo. impulso, a los
espíritus, esforzándose en alcanzar «1 bien por
medio de lo bello, creando para la Italia una
especie de unidad literaria; aquel periódico, po-
día contribuir poderosamente á preparar su uni-
dad política. •


En . 1819 se fundó . El Conciliador, en l?
casa y bajo el cuidado def Conde Por ro , y pronto
cuanto había grande.en Italia.en ciencias, letras
y artes; respondió al llamamiento de Silvio>; y
fue á llevar su ofrenda al pensamiento de los
fundadores. La vida del Conciliador fue bri-
llante pero corta. Por pacífico que fuese el tí-
tulo de aquel periódico, por. inofensiva que fuera
su redacción, la censura austríaca no. 'quiso
dejarle vivir. Sus intenciones se, manifestaron al
principio-con grandes tigeretazos; y pronto no




123 PERSONAJES CBLEBBES.


dejó al periódico mas que el título y las firmas
dé sus redactores. El Conciliador cesó de apa-
recer en 1820, un año después de su fun-
dación.


En aquél momento estalló la revolución na-
politana, seguida de cerca por la insurrección
del Piamonte. Parecía que se propagaba por toda
Italia un pensamiento igual de resistencia ; mal
combinados, mal dirigidos, todos aquellos mo-
vimientos abortaron. El Austria estaba en ace-
'ctoó,; y 'cuando creyó llegado el momento de
obrar, inundó de tropas la Península, y prin-
"cipiaronvlás prisiones. Cuantos bombres emi-
nentes por su cuna ó por su talento encerraban
los Estados Lombardo-Vénetos, fueron envueltos
en una misma proscripción; la redacción del
Conciliador fue atacada en masa; algunos mas
dichosos, como Porro, Arconati, Pecehio, Ar-
r i vanen e, Ber-chet, Ugorii consiguieron pasar Ta
frontera; los demás fueron entregados á comi-
siones judiciales, para quienes juzgar y conde-
nar era una misma cosa.


Silvio Pellico fue de estos últimos; regresaba
de un viage á Venecia, cuando fue detenido en
Milán, el 13 de Octubre de 1820, conducido




SILVIO PELLICO. SS


á la prisión de Santa Margarita, desde alli á
Venecia,-¡y por ultimo á la fortaleza de Spiel-
berg. Sú vida de prisionero es sabida; está en
su l ibro, y su libro está traducido en todos tos
idiomas.


Digamos ahora dos palabras acerca de este
libro.


La obra de Silvio, como lo ha dicho su
amigo Maroncelti, es nn libro di grandi verità
e di grandi lacune. No somos de los que creen
que el libro en si mismo hubiera ganado en
ser escrito con mayor, l ibertad, es decir sin mie-
do alguno de la censura austriaca: al contrario,
concedemos gustosos, que debe su verdadera
originalidad al carácter de franca resignación y
de absoluta mansedumbre, que le distingué de
todas las producciones contemporáneas. Es él
libro de un santo , y los santos se hacen mas
raros cada d ia ; creemos también que el fondò
y la forma de este libro son mucho menos el
resultado de la posición particular del autor , que


^ e un sistema bien fijo en él y apoyado en
convicciones profundamente sinceras. Asi, pues,
bajo el punto de vista del arte y de la moral
cristiana, Le mie Prigioni es un libro sublime,




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero bajo el de la historia es incompleto, insu-
ficiente. Vivimos en un tiempo de languidez y
de pasión, en que la mayor necesidad de las
almas es la verdad firme y fría. La caridad que
echa un velo piadoso sobre el mal y no dice mas
que la mitad de la verdad, es una virtud ad-
mirable , pero que de nada sirve para la histo-
ria ; neeesita esta • conocer á fondo todos los he-
chos? odiosos para, infamarlos y sacar de ellos
toda, 1»;¡moralidad que encierran; la historia
debe ' penetrar en ! todas partes, lo mismo en
las casamatas de Spielberg,que en el antro don-
de se¡ elaboraban las sentencias revolucionarias
de 93 . Todo esto interesa igualmente á la his-
toria, para que pueda enseñar á los pueblos á
profesar el mismo; odio, al despotismo y á la
demagogia.


Leyendo el suplemento á las Memorias de
Pellico i, por Maroncelli, y las Memorias de Mr.
Andryane, es como puede formarse una idea
cabal. J e los inauditos procederes del despotismo,
aun el paternal, con sus enemigos; en estas dos
obras es donde puede verse cuan difícil le es á
un hombre el resistir á la inclinación que le
lleva á abusar de su poder , cuando no tiene




SILVIO PELLICO. 25


jímites; cómo bastan ciertas posiciones dé la vida
para falsear el entendimiento y pervertir el.co-
razón; cómo se paede ser bueno por naturaleza
y • atroz por sistema. El último Emperador de
Austria nos presenta un notable ejemplo de se-
mejante anomalía. •


El Emperador Francisco es sumamente origi-
nal. Veas á un hombre que ha sido uno de los
soberanos mas populares de Europa; los austriai
eos le amaban como á un padre ; poseía en el
mas alto grado todas las virtudes privadas; que
dis t ingueni la raza a lemana; el pueblo deVie-
na le llamaba siempre der guteFranz, el buen
Francisco. Pues este buen Francisco es dueño de
la I tal ia; la^ suerte de las armas ha -unido á
su pueblo otro pueblo que le es estraño por la
sangre, por las costumbres, por el idioma. Este
pueblo quiere ser libre y permanecer italiano. A
los ojos del Emperador, esta voluntad no es
únicamente una voluntad perjudicial á sus inte-
reses , y cuya realización es preciso impedir con la
fuerza; uno de esos hechos políticos que la po-
lítica reprime, pero que la conciencia no infa-
ma ; es mas que todo esto, es un crimen en to-
da la fuerza de la espresion, un crimen casi




26 PERSONAJES CEiEBES.


tan infame como el parricidio ; el italiano que le
comete no «s solo un enemigo á quien se debe
destruir ó sugetar, es un gran facineroso á quien
se debe castigar, y sobre todo , pues el Empe-
rador es bueno) corregir y mejorar.


Veamos ahora lo que hace el Emperador para.
corregir á sus subditos italianos ; digamos en pri-
mer lugar que esta es su ocupación p r inc ipa ren
su ancianidad, el Monarca dejaba gustoso á Mr.
de Metternich la dirección délos grandes negocios
políticos; la especialidad suya , su gran negocio,
era la dirección material y moral de .las prisio-
nes de Estado, y particularmente de Spielberg.
Tenia en su gabinete un plan detallado, desde
la c ruza la fecha, del interior y del esterior de
la fortaleza; estaba unido á aquel plan un • ar-
reglo de horas que le daba ó conocer lo que
hacia cada prisionero en cada minuto del dia;
añádanse á esto los informes minuciosos que le
dirigían cada semana el director general de la
policía, el director de la prisión, el confesor, el
gobernador general de la provincia, e t c . ; con
estos informes, procedía el - Emperador á poner
en planta su sistema penitenciario.


En primer lugar, importaba que los presos




SILVIO PFLLICO. 17


políticos no, se imaginasen que existia la menor
diferencia entre ellos y un criminal común, un
asesino, un falsario ó un ladrón; se les eoloea-
rá pues en el sitio que habitan los presidarios,
se les vestirá como el los, como ellos se les car-
gará de cadenas y se les tratará con mayor du-
reza; pues tendrán de menos que ellos la facul-
tad de respirar el aire esterior y el auxilio del
trabajo (*). El hambre es también un medio de
corrección; y los presos de Spielberg están siem-
pre hambrientos; los miserables alimentos que
se les dan son de tal naturaleza, que cuando el
desfallecimiento les obliga á llevar los labios al
fétido vaso que los contiene, tienen precisión de
taparse las narices.


Al principio se les permitió el uso de sus
libros; pero el Emperador advirtió muy luego
que aquella lectura era para ellos un alimento
moral que les ayudaba á soportar dignamente,
es decir con impudencia su situación , y se les


^C) Tratóse de dar á cada prisionero político ua presi-
dario por compañero de calabozo, pero estos reclamaron
contra aquella agravación de pena, y se abandonó el pro,-
yecto. (Véanse las memorias de Ajidryan*).




28 PERSONAJES CÉLEBRES


quitaron; los libros. Prohibióse,severamente toda
comunicación oral ó escrita entre los condenados,
y el.Emperador esperaba que alguna muestra de
humildad y de arrepentimiento comprobara el
buen, efecto de su proceder, 3No,sucedió asi siu
embargo, los prisioneros callaban y se resigna-
ban. Quedábanles aun algunos consuelos: escribían
sus pensamientos en las paredes de sus calabo-
zos, Con .clavos , agujas ó pedazos de vidrio, y
hasta encontraban, medio de burlar la vigilancia
de sus guardianes, escribiéndose - entre si algu-
nas líneas trazadas por lo regular con su san-
gre (*) Disfrutaban ademas de una claraboya con
verjas, y subiéndose á ellas descubrían á lo le-
jos el valle de Brunn. Veiau el s o l , contempla-
ban un hermoso, paisaje, seguían á la gplondri-


(•) Las memorias de Mr. Ándcyane, contienen sobre esto
punto un hecho notable, que la modestia del autor de
Xas Prisiones ha pasado en silencio. El joven prisionero
francés se desesperaba de no poder continuar una obra
que liabia principiado, por falta de tinta; aquella obra,
escrita bajo el punto de vista cristiano , habia sido comu-
nicada á Silvio, y le gustaba. Deseoso de verla termine
da, logró hacer entregar secretatnente al autor una. bo-
tellita llena de su sangre. La obra escrita con la sangre
de Silvio, no piído librirse'de'lis pésí|uhas, y fue .'que-
mada. . • •' •




SILVIO PELLICO. S9


na err su vuelo, y se fortalecían de este modo
en medio de la iniquidad.


No se habia llenado el objeto del Emperador:
llegó una orden de Viena para que sémanal-
mente se hiciera en cada calabozo un rigoroso
rejistro. El prisionero, despojado de todos sus
vestidos, hasta de los mas interiores , debia es-
perar desnudo, tiritando de f r ió ; 'que ios altos
funcionarios cubiertos de placas y decoraciones,
q«e 'Barones , -Consejeros de Estado1--, Directores
generales, después de haber registrado todas las
partes de su cuerpo; hicieran lo mismo con el
inmundo gergon en que descansaban, y descosierah
cada pieza de su vestido de presidario,- buscando
los clavos, agujas, pedazos de papel y otros ob-
jetos que le distraenV y causan recelos al Empe-
rador ; y para que fuese completo el plan de este
último> tardó poco en levantarse un muro de-
lante de cada Teja, que, arraneó á los cautivos
su último consuelo. Devorados entonces por la
eterna ociosidad ¡, por• la horrible soledad dé las
naredes de ! un calabozo, los infelices1 pidieron á
gritos que se les permitiera compar t i r -con los
presidarios el trabajo material, que libraba á
sus cuerpos d é l a inacción que les mataba.i Tras-




3© PERSONASES CELEBRES.


«ritióse ia súplica al Emperador, el cual permi-
tió á los prisioneros que ejercitaran su cuerpo,
imponiendo á cada uno de ellos la obligación de
haoer diariamente una cierta cantidad de hilas,
todo bajo pena de total privación dé alimentos,
y hasta de palos. Quejáronse los prisioneros de la
índole de aquel trabajo, de la sueiedad de los
trapos viejos del hospital, cuyas emanaciones mal
sanas se les precisaba á respirar, y de la obliga-
ción; impuesta que convertía un favor pedido en
un castigo mas. El Emperador contestó á todo
esto, «¿por qué se quejan? ¿no son filántropos ?v
Los prisioneros se conformaron é hicieron hilas;
pero mientras sus manos estaban ocupadas en
aquel-monótono trabajo , estaba libre, su imagi-
nación , pensaban , en sus dolores, y eso era aun
un consuelo. Poco tardó el Emperador ea cono-
cer que es difícil tener á raya á un rebelde que
piensa, y se cambió la obligación de hacer hi-
las en ía de hacer un par de medias cada sema-
na, bajo la misma sanción penal indicada antes.
Se necesitaba que el pensamiento del prisionero
descendiese de la altura en que se refugia-
ba para fijarse en un obillo de grosera lana,
que debía aprenderá tejer eon agujas de madera.




SllYIO PELUCO. 31


La imaginación se espanta en presencia de
semejantes hechos, de los cuales soto citamos
una pequeña parte; y se negaría á creerlos,. gi
jas víctimas no estuvieran presentes para atesti-
guarlos. ¿Y quiénes son los hombres que sufren
esos-mil tormentos, tanto mas crueles euantomas
mezquinos y degradantes? ¿ Qué bombreS'Son
los que á todas horas ,deben presentarse ¡desnu-
dos! a n t e ^ s u s í carceleros;, sufrir el hambre y . la
sed.,: llevar* encadenado el cuerpo y el penáateieb-
t o , hacer hilas y medias? Esos hoifrbres soa h
flor de la Italia, son jóvenes de un brillante pac-
venir, ó ancianos de un : pasado glorioso.; SODÍ>COB-
falioneri, noble vastago de una raza noble , her-
mano de leche de una de las nmgeres del mis-
mo¡ Emperadof'f el jóvén Marqués -Palavicini, Pe-
dro Bdrsieri , uno de los i primeros poetas del
Milanesadn; el joven y débil Conde Orobons j á
quien mató el hambre para librarle de sufrir mil
muertes;. Villa, el esposo, el padre, arrancadora su
mujer y¡» sus hijos adorados , y á quien laímuer-
í | libertó también de sus,males.; Marcos ; Fort i -
n i , digno Sacerdote, candido y puro como en
los primeros siglos de la Iglesia, y que conde-
nado como carbonario iba preguntando á todos




32 PERSONARES CELEBRES.


<*) Una sola cedió, no la nombramos.


sus jueces lo que era un carbonario; Munari,
jurisconsulto célebre, viejo filosofo, cano, impa-
sible i como Epíteto o Zenon, á todos los dolo-
res físicos; que 1» despedazaban , y llorando co-
mo un niño al verse precisado á hacer un par
de medias cada semana; el Coronel Moretti, otro
anciano sexagenario, veterano de la ex-guardia
¡mperial, á quien las balas habían respetado en
cien batallas ; para ir á doblar su noble trente
-desoldado bajo las ignominias de Spielberg; Bac-
oehiega, Oficial del antiguo ejército Italiano; Fo-
restr , joven y distinguido Magistrado ; Andryane,
Maroncelli, y Silvio Pellico.


Al pensar que esa vida atroz , marcada á ca-
da minuto con una nueva persecución, no ha
-durado un mes , ni un año sino ffiez años, para
algunos y mas aun para otros; al considerar que
n i tina sola de las victimas (*) quiso comprar su
libertad á costa de una bajeza, que en vano se
esperaba y, solicitaba-, se siente uno arrastrado á
detestar al opresor con igual fuerza que la ad-
miración que se esperimenta por.el oprimido.-
• Pero por otro lado, cuando se pieosa que el




SIL VIO, PELLICO. 33


opresor era un Monarca bondadoso, modelo, de
los esposos, de los padres y de los: Reyes;aus-
tríacos, constantemente dulce y moderado .para
con todos los que no eran sus prisioneros ita-
lianos; i cuando se le vé desempeñar su tarea de
atormeatifdor, como si se tratase de una larga
operación quirúrgica,; Cuando se1 le oye respon-
der á las súplicas de las madres y hermanas
de sus víctimas con la eterna frase: «aun no
esté,,bastante ¡corregido;»: cuando ae leen las
curiosas palabras dirigidas á Mmé. Andryaue,
al devolverle á su hermano, destruido por diez
años de hambre, de sed, de fr io v de calabozo
y de tormentos: «es preciso hacerle vestidos
calientes, pues de otro modo se resfriaria y
yo seria el responsable. Es preciso dejarle co-
mer, poco, porque su estómago está cansado i y
acostumbrarlo gradualmente al aire libre, etc.;»
cuando se examina asi de cerca Ja singular- fi-
sonomía de aquel paternal verdugo, el odio sé
aparta de él, para caer por entero sobre lospr in-
fc^nos y las instituciones que le hicieron lo;que
e ra , pues ya fue á dar cuenta á Dios de su
pensamiento, dejando eu manos dé - su sucesor
su corona de Rey y sus llaves de carcelero.


3




3+ PEBSGSfA6ES'CEt*BHES.


-Femando solo aceptó la primera parte d e Ja lie-
reneia: ¡ tanto mejor- para: su fama l la 'historia
no i t i ene -ya^que «rinmerar esos' actos infames
tjtte deshonran al Soberano: que los eometej' y
l á a S i i a u h á la Nación, q u e l o s consiente. "Pero
ífuedla e l ie jemployy las memorias de los prisio-
nero^ .de 'Estado de^Spielbergy ; probablemente
se ráuun ,'dia parí», 'el Austria un escalente cursó
d e derecho «omstitueionat.Í • ,uñ:->v!
• ! Sttvib Pelíicoi salió de la fortaleza de Spiél-1


beeg pocos dias: a n t e s dei 4a revotucióti d e - J u l i o
e n Francia asaltó CCMÍ :el cuerpo destruido, pero
s u . inteligencia debia sobrevivir á los esfuerzos
im-píosdel gefe de un grande im parí©-, que e m -
p l e ó .todo s u podar . e n a p a g a r - a q u e l l a llama
e m a n a d a d e Dios. Desde-'la-publicación del '¿tV
brfi de los Prisiones, Silvio iba escrito .algu-
n a s , trajedias nuévas's «uya representa ció» se ha
prohibido, á p e s a r * d e j s u ¡caráoter p r o f B n d * « f t e t t -


te moral y enteramente ageno avias ¡cuestiones
políticas. El Austria, a » quiere que la Italia celebre
un poe taenla persona¡>de UÜ ¡ prisionerode 'Estaño.
l , a s Obras dramáticas dd'SUvioi.'se. componen- d e
o c h o trajedias vtf\rancesca '¡'de • Rimíní^ 'de que
l i e m o s hablado; Eufemio di Messivki, compuesta




sil.VH) 'l'F.l.MCO. 35
en \s¡ époéa <tÚrCbhciiiudor, y que l a ' censura
permitSá' imprimir'cotí ¡Ja­ condición' de ; qué jántós
se representase j ' Ester a? <i№nt/ad'di, Tginío <?
•AsPi­, • <Leo*ier#• 'da'­DMonu:• 'estas­ tWs ultimas
creadas efrios^calaboiio's de Veneeia y de Sjiiel­
berg >^Qimotuki,' prohibida recientemente cuan­
do 'acababa de ' t enerun grande éxito, y por últi­
•mo v Lrodlade ;y, Tómmasó • Moro j Adetnas' de es­
tás trajedias, ha ;pufctic»do : 4móécatitlche,
pequeños pbenraS'nármivos^sobré asurifos móta­
les'y^bailereBCóSy sacados'de los anales dé Italia;
la cüktioa­ks «n género que Silvio ha creado y
eta el que sobresale.' Ha^pubtieadoadéínas ünatcoi­
lecéion de poesías S u e l t a s b a j o el nombre de Poe­
«Je inédlte, en donde hay 'trOzOsi­'muy B Ó T A Í B I É S .
La obra ?:de i Silvio qíw)1 mas^'bdga HA í é n i d b j : d e s ­
pués de su Libro*de las Prisiones, es el volumen
en prosa que ha publicado bajo el título de /
Doveri delü uomo (los deberes del hombre) '«Dul­
ce y sabia teoría, dice un escritor, con una mo­
ral de que el mismo autor sirve de ejemplo.»
* En el dia, Silvio Pellico vive tranquilamen­


te en Turin en el seno de su familia , rodeado
de amigos generosos, que rivalizan en bondad y
atenciones, para hacer olvidar al mártir i.talíauo




36 PERSONAGES CÉLEBRES


sus largos y crueles padecimientos rA pesar del
cuidado de Silvio; e» ocultar su v ida , las»;mira-
das de todo el mundo se dirigen hacia, é l ; -sabi"
da es la sensación que causó , hace pocos meses
la noticia dichosamente falsa d e su muerte. «No
t i ene , dice el escritor (*r). que hemos citado an-
t e s , tiempo apenas para componer nada. Ocu-
pa casi todo el dia en su correspondencia, preci-
sado á contestar á las cartas, afectuosas que de
todas partes de Europa van á buscarle en su re-
tiro.: Pero esta, tarea; oscura .y cansada en.sí mis-
m a , es, dulce para é l , porque la hace ú t i l , y
y porque de este, modo • desempeña sin salir de
su, caga ,- :el .papel de convertidor; lejano; Silvio
poseía,cuanto era inenefitar piaraiteoer crédito en-
tre, la juventud actual; f,posee « W influjo y se
sirve de él para conducirla á Dios.


*) Mr. Giterrier de Dumast. 3








LORD PALMERSTOJV.


Palmerston! ha hecho una cosa gran-
de, una de las mayores que desde mu-
cho tiempo se hayan hecho para la In-
glaterra.— DISCURSO D E M R . BERRYER.
(Sesión de 2 de Diciembre de 1 8 4 0 ) .


Tenían razón los hombr,s de Esta-
do que en el gabinete inglés decían á
Lord Palmerston: sacrificáis la política
elevada á ta pequeña. — DISCURSO D E
M R . JOUFFROY. (Sesión del I." de Di-


ciembre de I 8 ' i o ) .
No hay salvación sino probando que


la mano que ha firmado el tratado de
1 5 de Julio, es una mano criminal. Es
el único medio de que la luz del di-
pueda esclarecer aquella infame trai-
ción. Si Lord Palmerston saliese del
gabinete, no por eso quedaría menos
en pié el sistema, si no se destruye
en su persona misma. — L» cnisis: por
M R . URGÜHAUT , página 5 2 .


Véanse aqui tres opiniones muy diferenres,
formuladas en la misma época, por el mismo he-


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


dio , y sobre la misma persona. Lord Palmers-
ton , mirado con el microscopio de Mr. Berryer,
toma de repente proporciones gigantescas. La In-
glaterra debe erigirle estatuas , la historia des-
tinarle una gran página. «¡El movimiento del
mundo ha variado! esclama Mr, Berryer; el fon-
do del Mediterráneo ha vuelto á ser el centro
del m u n d o , del mundo activo, del mundo so-
cial , del mundo •comercial, del mundo indus-
trial. El fondo del Mediterráneo es el lazo de esos
sesenta millones de habitantes y subditos de la
India , cuyos dominadores descansan en su isla
del lado allá del estrecho de la Mancha. El fon-
do del Mediterráneo, es eu el dia el punto cén-
trico de todos los grandes negocios del globo;
Palmerston ha sentado en él el pabellón inglés;
ha hecho una cosa enorme, y no me admira que
los tons mas ardientes de Inglaterra, estén re-
sueltos en el dia á sostener firmemente á ese ge-
fe del gabinete whig.»


Mr. Berryer era un gran orador y mal pro-
feta, pues á poco tiempo, en lugar del.fir.le
apoyo que le pronosticaba el orador francés, re-
cibió Lord Palmerston de los .toris de Inglater-
ra , la mas fuerte zancadilla que se ha dado




PALMERSTON. 3


desde mucho tiempo á un hombre de Estado
El segundo apreciador, Mr. Jouffroy, es me-


nos eutusiasta; para é l , asi como para otros
muchos, Lord Palmerston es un hombre de es-
tado de pocos alcances, de un entendimiento
limitado y tenaz, sacrificando por obstinación al
triunfo de un momento, á la satisfacción de su
vanidad personal, los verdaderos intereses del
pais. Los peligros, dice Mr. Jouffroy, le vendrán
á la Inglaterra de la Rusia y no de la Francia;
y como la Inglaterra nada puede contra la Rnsia sin
la Francia , obra la Inglaterra contra sus intere-
ses al quebrantar y enagenarse á la única nación
capaz de servirla con provecho en la gran lucha, que
tal vez decidirá un dia su existencia. Para creer ina-
tacable y perfecto el silogismo de Mr. Jouffroy,
seria preciso estar seguro de dos cosas: 1.° que
la Francia sabrá recordar su injuria y obrar en
consecuencia; 2.° que jamás podran entenderse
y arreglarse á su costa, la Inglaterra y la Rusia.
Estas dos proposiciones, que en nuestro concep-
ta se enlazan con bastante fuerza para que la
solución de la primera ocasione la de la segun-
d a , no están todavía, á nuestro modo de ver,
de tal modo demostradas, en especial desde el




4 PERSONAJES CÉLEBES.


nuevo convenio llamado de los estrechos , que no
quede á la Inglaterra mas recurso que llorar las
calaveradas de su ministro.


La tercera opinión acerca de Lord Palmerston,
la de Mr. Urguhart , no por estar menos esten-
dida que las otras dos , deja de tener aun en
Inglaterra algunos adictos, especialmente en el
partido radical. Mr. Urguhar t , autor de un li-
bro titulado La Turquía y sus recursos, es un
publicista inglés, de talento y sobre todo de
imaginación; y cuando los ingleses la tienen,
tienen mucha. Mr. Urguhart , ex-secretario de
embajada en Constantinopla, creemos que fue
destituido por Lord Palmerston, lo que sin duda
ha contribuido ala exaltación que le es natural.
Bajo esta disposición de espíritu , ha publicado
el autor de La Turquía y sus recursos , un li-
belo en francés, muy curioso , con el fin de pro-
bar que Lord Palmerston no es un grande hom-
bre de Estado, como dice Mr. Berryer, ni un pe-
queño estadista, como dice Mr. Jouffroy, sino
un gran traidor, un profundo picaro, q u e s -
ee diez años prepara ocultamente un atroz com-
plot ; y no se propone nada menos que entregar la
Inglaterra atada de pies y manos á la Rusia.




PALWERSTOM. 5


Para ocultar mejor sus designios, este ministro
Judas, profesa abiertamente durante diez años
una política anti-rusa , y oculta con apariencias
de oposición su secreta conniveneia con el Gabi-
nete de San Petersburgo. «¡ En este sistema, escla-
ma Mr. Urguhar t , todo está enlazado ; nada se
escapa á la ambición inmensa que es su alma,
ni al profundo disimulo que es su instrumento!
¡No hay un acto que no sea un cr imen, ni una
palabra que no sea una mentira! Crimen que
triunfa, porque rinde al espíritu humano con su
enormidad, etc.» Mr. Urguhart sigue en este
tono de melodrama durante cien páginas. En su
preocupación, hasta acusa á Mr. Thiers, si no
de complicidad , de una imperdonable ceguedad
por lo menos, en haberse contentado con armar,
en vez de instruir él mismo el proceso de Lord
Palmerston, probando doctamente al pueblo in-
glés la perversidad de aquel ministro, o q u e ; di-
ce , os hubiera comprendido y se hubiera levan-
tado como un hombre solo para unirse con vo-
s e o s bajo la enseña de la justicia;» y Mr. Ur-
guhart , concluye declarando a l a Inglaterra que
está perdida, si no se apresura á destruir el sis-
tema de Lord Palmerston en su misma per-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


sona; es decir en buen castellano, ahorcar á
Su Señoría; ó por lo menos , en consideración á
la noble sangre de los Temple, entregar su
pérfida eabeza á la cuchilla del verdugo.


¿Será preciso hacer ahora lo que Mr. TJrguhart
echa en cara á Mr. Thiers no haber hecho ? ¿ha-
brá que confesar que el crimen de Lord Palmers-
ton oprime el entendimiento humano por su
enormidad ? Se deberá erigir á Su Señoría, llena
de afeite (his cosmetic Lordship), como dicen
los periódicos tor is , en un vandido colosal , y
entregar al verdugo esa cabeza de joven de se-
senta a ñ o s , con peligro de incurrir en las mal-
diciones de las rubias ladies del otro lado del ca-
nal ? ó se deberá, por imparcialidad, decir que
que es el genio político mas eminente de In -
glaterra ? ¿ decirle con Mr. Berr ie r , que ha he-
cho una cosa grande, enorme, ó repetir en su
elogio uno de esos ditirambos burlescos que to-
das las mañanas le prodiga Sir Napier, el eje-
cutor de sus altos hechos, el vencedor de Bey-
routh , el belicoso comodoro, que es á Nelsjn
lo que Su patrono es á Conning?


El lector nos permitirá que no adoptemos nin-
guno de estos dos sistemas; y nos parece difí-




PALMEE s t o n . -7


cil , aun colocándose bajo el punto da vista in-
glés, unir al nombre de Lord Palmerston idea
alguna de enormidad, ni en bien ni en mal ; y
puede decirse de Su Señoría , que no ha me-
recido.


DI i cet exces d' honneur ni cette indignilé.


En efecto, porque la Franc ia , después de
haber defendido en Julio de 1839, en la perso-
na de Mr, Yilleinain contra Mr. de Lamartine
los derechos adquiridos de Mohamed-Aly, po-
seedor entonces de la Siria ; después de haber
d icho, en la misma época , por el órgano de
Mr. de Guizot, que el tener que desempeñar un
papel en la cuestión de Oriente, es para ella una
buena fortuna; que la política de la paz, por lo
mismoque está frecuentemente ociosa y enfriada,
corre riesgo de pasar por pusilánime y egoísta, y
que los grandes interés es generales, los grandes
intereses morales, jamás deben ser sacrificados á
semejante política ; porque la Francia , después de
j^tber dicho en Julio de 1839 , por el órgano de
Mr. Dupin, que el dia en que el Sultán dejase
de batirse solo contra uno de sus bajas, tenia
el derecho y el deber de intervenir; porque la




8 PERSOMAGES CELEBHES.


Francia después de haber declarado, en Julio
de 1839, por el órgano de Mr. Jouffroy ( l ) c o n
aplauso de toda la Cámara: que no toleraría de
ningún modo que se resolviese la cuestión sin su
concurso; porque la Francia después de haber
dicho todo esto, ha sido llevada por una serie
de faltas, en que todo el mundo tiene parte, á de-
cir un año después, lo contrario de lo que ha-
bía d icho , por el órgano de los mismos hom-
bres que la animaban poco an tes , hasta el mo-
mento en que el mismo que habia hablado en
nombre suyo en 1839, Mr. Jouffroy , usando por
lo menos de franqueza, les ha recordado la ver-
dad con las siguientes palabras que reasumen
toda la situaeion. «Digo, que hemos salido mal
en el negocio de Oriente pues no hay mas que
un sentimiento en la Cámara y en el pais ; y es
que en este negocio la Francia, ha sufrido un
grande y notable golpe (**).» Porque la Fran-


C) Mr. Jouffroy hablaba en nombre de la comisión que
concedió por unanimidad el crédito estraordinario de ij)
millones, pedido entonces por el ministerio de 1 2 de Ma-
y o , para poner las fuerzas navales en un pié respetable,
en el Levante.


(**) Sesión de l.° de diciembre de 48áo.




FAI.MERSTON. J
cia desposeída ya de toda influencia en Cons-
tantinopla, se ha resignado benévolamente á su-
frir igual suerte en Egipto y en Siria; porque
en una palabra ha sufrido la Francia un gran-
de y notable golpe, no veo hasta ahora nada
para que la Inglaterra, con Mr. Urgubart, de-
ba acusar de un crimen horrible á Lord Pal-
merston.


Por otra parte, porque un hombre cuya \\da
política tan larga y por tanto tiempo tan insig-
nificante, no ha traspasado jamás los límites de
la medianía ; porque este hombre, después de
haber representado desde 1809 el papel-oscuro
de utilidad, de comparsa, en casi todos los ga-
binetes toris y whigs que se han sucedido en In -


glaterra ; porque este hombre definitivamente alis-
tado en 1830, bajo las banderas del partido
whig, eclipsado al principio por todos los hombres
eminentes que formaban el primer ministerio Grey,
se ha visto crecer poco á "poco, con la salida ó
la muerte de la mayor parte de aquellos hom-
bres , hasta el punto de adquirir en el gabine-
te , tan frecuentemente dislocado de Lord Mel
bourne, una importancia que nada justifica en él;
porque este hombre, asi agrandado porcasua-




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


l idad, después de haber proclamado durante diez
años , que la alianza anglo-fraucesa era la sal-
vación del mundo; después de haber propuesto
á la Francia un acto de agresión abierta contra
la Rusia , se decide bruscamente, de un dia pa-
ra otro, á pasar del uno al otro campo, sin mas
motivo que su vanidad herida por la supuesta ges-
tión directa de Mr. Thiers con el.Bajá, y el he-
cho accidental de la insurrección de la Siria; y
arrastra á su pesar á sus colegas á una política
de cabo de escuadra, basada únicamente en una
prevención injuriosa para los franceses, y que
tan temeraria hubiera sido en otros tiempos (*);
porque este hombre obrando asi ligeramente , sin
plan fijo, sin medios preparados (**) para hacer
frente á las eventualidades que podian salir de
un conflicto, y con riesgo de envolver á la E u -


(*> Mr. Guizot mismo, ha declarado (véase su discurso
en la discusión de contestación al de la corona) que Lord
Palmerston no haliía firmado y llevado á ejecución al tra-
tado de 15 de Julio , sino porqiw tenia el convencimiento
de que la Francia hablaría mucho, no obraría, y «"abaría
por conformarse, "


(•*) Es constante (véase la discusión de lü eontestad on al
discurso del Trono) que en el momento del ataque de Bey-
routh , la Ing'aterra solo tenia nueve navios en el Mediter-
ráneo , al paso que la Francia tenia quince.




PALMERSTON. 11


ropa en una guerra interminable, se encuentra
de repente justificado por dos hechos igualmen-
te impresumibles, la debilidad militar del Bajá,
y la inacción de la Francia ; porgue en una pa-
labra Lord Palmerston, cuando el statu quo no
tenia peligros y la intervención estaba rodeada
de riesgos, se decidió ligeramente, sin necesidad
urgente, á jugar el reposo del mundo con una
probabilidad contra dos,, y porque ha ganado el
juego, nos es imposible ver en es te , envido el
resto, de un jugador impaciente y afortunado, una
de esas concepciones maduradas por mucho tiempo
combinadas con fuerza, bastante estensas para
abarcarlo todo, bastante sólidas para hacer fren-
te á todo, bastante vitales para satisfacer al pre-
sente y al porvenir, y tales en una palabra co-
mo pueden salir de la cabeza de un hombre de
genio.


Se ha dicho muchas veces que el tratado de 15
de Julio variaba la faz del mundo ; es posible,
aunque muchos de los que al principio lo decían
• i alta voz, afectan en él día desdeñar de un
modo estraño , lo que presentaban como tan for-
midable ; pero lo que nos parece cierto, es que
Lord Palmerston se cuidaba poco de aquel gran




1 2 PEBSONAGES CELEBRES.


resultado. Su objeto era menos estenso y mas in-
mediato ; la influencia rusa le ofuscaba en Cons-
tantinopla, y la francesa en Egipto; y no pu-
diendo destruirlas ambas, ha querido por lo menos
romper una ú otra; para conseguirlo ha tomado
el camino mas corto; ha principiado por propo-
ner á la Francia que obrase contra la Rusia,
forzando de acuerdo los Dardanelos. La Francia
fiel á ese espíritu de indecisión que caracteriza
su política esterior desde la muerte de Casimiro
Perier, se ha negada á e l lo , y estaba en su de-
recho; pero debia esperar lo que ha sucedido: ¿
saber, que no pudiendo el Lord arreglarla cues-
tión contra la Rus,ia con ella, procuraría arre-
glarla con la Rusia contra ella. Sin embargo, este
caso estremo presentaba obstáculos numerosos,
que hubieran contenido á un entendimiento me-
nos presuntuoso; era preciso para dar la razón
á Lord Palmerston, que Ibrahim , agarrotado pol-
las esperanzas francesas , no pasase el Tauro;
que la escuadra rusa no tuviese que salir del
Mar-Negro para ocupar a Constantinopla; q i r
una brillante escuadra francesa se pasease ino-
centemente desde Salamina a Tolón , mientras
cuatro ó cinco navios bombardeaban á Beyrouth;




PALMERSTON. 13


era preciso que el Bajá, esperando siempre un
apoyo formal, mandase la inacción á su hijo; que
Mr. Thiers, dueño por un momento de la si-
tuación , esperase á su vez para obrar, que pu-
dieran arrojarle á la frente el invencible argu-
mento de los hechos consumados ; era en fin
preciso que el mismo Bajá se hiciese también el
humilde servidor de los hechos consumados, de
Sir Napier y del Foreing-Offlce , hasta que sus
sucesores vayan á refunfuñar en las calles de Lon-
dres, con todos esos pequeños soberanos de la
India, que toman el pálido sol inglés en Hyde-
Parc , aprenden á cantar el God save the Queen,
y olvidan sus reales nsplendorés bebiendo porter
á espensas del tesoro público. Se necesitaba que
Lord Palmerston , al dejar de ser ministro, ni
siquiera tuviese que legar á sus sucesores, como
consecuencia de su temeridad, el temible aisla-
miento de la Francia; era preciso en una pala-
b r a , que el ministro elegante apareciese hasta el
fin en política, lo que fué en otro tiempo en
qpior, el hijo mimado de la fortuna. Y ahora,
entretanto que se haya cambiado la faz del mun-
do por el hecho de Lord Palmerston ; lo que solo
seria una prueba mas de que todos los medios




14 PERSONAGES CELEBRES.


sirven á la Providencia para lograr sus fines; co-
mo este nombre está ya para siempre enlazado
con un hecho histórico, cuyos resultados pueden
ser inmensos, vamos á esforzarnos en bosquejar
aqui brevemente los principales lincamientos de
esa vida por mucho tiempo oscura.


El muy honorable Lord Henry John Temple,
vizconde Palmerston, nació el 10 de Octubre
de 1784 , de una familia de mediana aristocracia
originaria del Buckinghamshire, y que se esta-
bleció , según creemos, en Irlanda á mediados del
siglo XVII. Pertenece á esta familia el célebre
diplomático Sir William Temple que representó
un papel bastante hermoso en el reinado de Car-
los II. Al firmar el tratado de 15 de Julio, Lord
Palmerston ha podido inspirarse con una tradi-
ción de familia, pues precisamente uno de sus
antepasados, ese mismo William Temple , fue
el que firmó con .Tuan de Witt en Bruselas, el
tratado de 1688 entre la Holanda , la Inglaterra y
la Suecia, para obligar á la Francia á restituir
sus conquistas en los Paises-Bajos. El padre (-i
Lord Palmerston, ejercía las funciones de ottor-
ney general de I r landa, y tenia la reputación de
tori reforzado. Nada sabemos de los primeros




P/VtMERSTON. 15


años de Su Señoría , si no que era un muchacho
muy boni to , muy vivaracho, muy mimado, en
virtud de su derecho de primogenitura, tan po-
deroso todavía en Inglaterra, y que mereció muy
jóvien el apodo de Cupido , con que sus conciu-
dadanos le han honrado mas adelante, á causa de
su probada superioridad en materia de galan-
teria.


Muy joven todavía, fue enviado ai colejio aris-
tocrático de Harrow, donde estuvo en compa-
ñía de Sir Roberto Peel, de Byron, de Bankes,


•de Hobhouse, y de muchos otros jóvenes que,
todos, valiéndonos de las palabras de Byron en
una nota de sus memorias, han hablado y he-
cho hablar de ellos. Los estudios de Lord Pal-
merston, fueron bastante buenos. Sin embargo,
en medio de aquella vida semi-elaustra! y semi-
BMindana que hacían en Harrow los jóvenes pa-
tricios de Inglaterra, sueedió que el descendien-
te de los Temple, descuidó un poco los auste-
ros deberes del escolar, por adquirir las cuali-
dades mas brillantes del gentil-hombre. Lord
Palmerston ai salir de Harrow-Sckool pasó á la
Universidad de Edimburgo, después á la de Cam-
bridge , donde se entregó á los solaces disipados




16 PERSONAJESCELEBR.ES.


y turbulentos, con que un joven inglés de buena
casa se prepara para ejercer los elevados cargos
públicos. A los veinte años le encontró su familia
un burgo (*) cerrado ó podrido, que le envió
en 1805 á la Cámara de los comunes. Cuatro
años después, á los veinte y cinco de edad, de
sempeñaba Lord Palmerston las funciones de mi-
nistro de la guerra {secretan ofwar), que ha con-
servado durante diez y nueve años seguidos. Pe-
gado por decirlo así á su cartera, pasó en la os-
curidad junto con ella, desde Mr. Perceval, á Lord
Liverpool, de Lord Liverpool, á Mr. Canning, de
Mr. Canning, á Lor Goderich , de Lord Goderich,
á Lord Wellington, hasta que la dimisión tan
tímidamente presentada y tan brutalmente acep-
tada de Mr. Huskisson, su amigo , obligó á Lord
Palmerston á separarse con pesar suyo , de su
querida cartera. y á seguir á Mr. Huskisson en
la oposición whig. Esto sucedía en 1828.


f ) Es preciso no confundirlos burgos cerrados (cióse bo-
rovghs) con los burgos podridos (rotten loroughs) am-
bos abolidos por lo (lemas desde la reforma electoral. ü.i
los primeros no faltaban electores, pero sus votos corres-
pondían de derecho á algún poderoso. En los segundos, no
tiabia en realidad mas que una ó dos personas con derecho
de votar.




PALMER ST0N. 17


Los lectores españoles, que apenas hayan oí-
do hablar de Lord Palmerston desde el año de 1830,
preguntarán tal vez cómo no han tenido antes
conocimiento de un hombre , que siendo tan jo-
ven, desempeñó en su pais durante diez y nueve
años funciones tan importantes como las de mi-
nistro de la guerra; que las desempeñaba en una
época en que la Inglaterra sostenía contra Na-
poleón un duelo á muerte, del cual salió vic-
toriosa, y que de consiguiente parecía que de-
bía tener una gran parte en la gloria de aquel
.triunfo? Tal vez preguntarán también ¿cómo se
puede ser ministro de la guerra en cinco ó seis
gabinetes sucesivos y diferentes? ¿y si esa inmo-
vilidad en semejante puesto, en medio de todas
las modificaciones ministeriales, no supone ne-
cesariamente una de esas especialidades estraor-
dinarias, una de esas capacidades de que no es
posible prescindir, y que sacan el principio de
su duración del poder, de un talento superior y
de la fuerza de las circunstancias?


^Entrados en este camino, no tienen los lec-
tores mas que andar, é irán lejos. Cómo! un
hombre que desde 1809 á 1815 dirige en el si»
lencio del gabinete la gran lucha que sostuvo la


2




18 PERSONAJES C E L E B R E S .
Inglaterra en todos los puntos de Europa, .que
vigila las operaciones de Wellington en Portugal
y en España, que prepara la victoria de YYa-
terloo, y después de haber vencido, como mi-
nistro de la Guerra al mayor Capitán de los tiem-
pos modernos, pasa luego á los negocios es-
tertores, en medio de las mas críticas circuns-
tancias , hace frente á todas las dificultades , y
concluye, como dice Mr. Berryer, por variar la
faz del mundo. ¡Este hombre , es un hombre
grande, si los hubo! ¡tan gran estratégico como
diplomático! ¡y la historia no dice una palabra
de él durante veinte años! ¡y apenas se encuen-
tra su nombre al fin de todas las listas ministe-
riales! ¡ y la Inglaterra habla de Pi t t , de F o x , de
Canning, y aun de Casttlereagh ! ¡que aguar-
da para llenarse de gloria habiendo dado el ser
á Lord Palmerston, que ha firmado el tratado
de 15 de ju l io! Es que hay en esa tardía glori-
ficación una grande injusticia ; pues al fin Lord
Palmerston ha sido á los veinte y cinco años el
Carnot de Inglaterra antes de ser su Riehelieu.


Bastará para calmar la impaciencia de los lec-
tores , decirles, si lo ignoran, que de todas las
sinecuras que tanto abundan en Inglaterra, es




PALMERSTON. 19


ranchas veces la primera el empleo de ministro
de la Guerra ; es por lo común lo que se llama
una cartera puramente política, una de esas ca-
sillas tan numerosas, en donde el gefe del ga^
bínete, el leader, al llegar al poder, coloca á
los mas insignificantes de su falange. Supónga-
se á uno que es poeta , abogado, matemático, ó
currutaco, cuya palabra carece de influencia en
la Cámara de los Comunes, y que nO tiene bas-
tante importancia para aspirar al timón de los
negocios esteriores; pero que tiene celo, rela-
ciones distinguidas , una buena posición en el
mundo; que está de moda, que ha trabaja-
do con todas sus fuerzas para la caida del mi-
nisterio anterior, y que quiere una parte del
turrón : el leader no sabe qué hacer de é l , y
le hace ministro de la Guerra, {secretary of
war). Mr. Macanley que desempeñaba este em-
pleo en el último ministerio wliig, es un lite-
rato á quien suponen de mucho talento, pero
que conoce la historia de la clásica falange ma-
cqdonia, mucho mejor que la organización del
pais (*).


C) Sir Hardinge , que ha sido llamado á este puesto en




20 PEBSONAJES CELEBRES.


Entre las treinta ó cuarenta personas que ca-
da cambio ministerial hace llegar de este modo
á los puestos ministeriales , jamás hay entre ellos
mas que un número muy corto que comparta
con el gefe del gabinete la dirección de los ne-
gocios ; los demás solo tienen una importancia
secundaria, proporcionada á lo que personalmen-
te valen, y no llenan mas que por la forma
las funciones de que están revestidos. Entre no-
sotros se estraña que el ministerio de guerra ó
marina se confiera á una persona que ni es ma-
rino ni soldado ;. en Inglaterra es esto muy co-
mún , y á nadie sorprende; y hasta opinan mu-
chos que es un bien, en el concepto de que
siendo siempre dirigidos los negocios del ramo,
fuera de las luchas y de los hombres políticos,
por consejos y agentes especiales y casi siempre
permanentes, siguen una marcha mas regular,
mas uniforme, y participan menos délos incon-
venientes de la instabilidad ministerial; al pa-
so que cuando se suceden con tanta rapidez
en uno ú otro ministerio hombres especiales,


el nuevo gabinete tory, e s , cosa extraordinaria, un ofi-
cial distinguido.




PALMER ST0N. 21


se creen obligados muchas veces á hacer co-
sas nuevas, deshaciendo la obra de su prede-
cesor, é imprimiendo á la marcha de la ad-
ministración una instabilidad perjudicial. Pero
no es este lugar de tratar esta grave cuestión,
examinando cual de los dos métodos es preferi-
b l e ; lo poco que de ello decimos no tiene otro
objeto que dar á conocer á nuestros lectores por
qué Lord Palmerston , en una época en que
apenas era conocido si no por el corte de su ca-
saca , la elegancia de su cabello, sus proezas
galantes , sus triunfos en el baile de Almacks,
su habilidad en valsar, de lo cual le atribuyen
algunos la importación en Inglaterra , la sonro-
sada frescura de su tez, su mezcla de fatuidad
y de arrogancia, ese modo de presentarse tie-
so y al mismo tiempo descompuesto que cons-
tituye lo que llaman los ingleses un escíusi-
vo (*) es decir un León por escelencia; por qué,


(*) En la jerga elefante, solo mereced titulo de escluse-
ro, el que tiene el privilegio de dar el tono entre la pan-
dilla. El uclusivo profesa un soberano desprecio por el
dcmdy vulgar, al cual llama un (nobody) nada. El esclusivo
es esencialmente interruptor (cutteer) por naturaleza, y se
le conoce por la manera como interrumpe al nobody. El
arte del cut consiste en ungir no conocer a uno á quien




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


decimos, Lord Palmerston ha podido ser deudor á


cualidades de esta especie, cuya influencia no


es pequeña eotre aquellos isleños, de ser llama-


do tan joven á desempeñar el ministerio de la


guerra. (*)


Fáltanos esplicar cómo ha conseguido Lord


Palmerston eternizarse en su sinecura, pasar


por todos los gabinetes torys de diversos colores


hasta el momento en que fue á buscar una car-


tera en nn ministerio whig , lo que nos lleva á


reasumir lo mejor que podamos estos dos perio-


dos de la vida política de Lord Palmerston.


se conoce perfectamente, y en negarse con descaro á sa-
ludarle, de miedo de no rebajarse habiéndole, esto es lo
que el esclusivo llama interrumpir á un hombre. Damos
estos detalles, en primer lugar, porque no nos parecen
fuera de sazón tratándose de un ministro león, que en sus
relaciones con la Francia parece haberse colocado un tan-
to como un mtter (véase la contestación al memorándum
de Mr. Thiers , y su discurso á los electores de Tiverton) y
después porque la moda es hoy en Inglaterra un poder
formidable, aun en las cosas serias.


(*) Debemos añadir sin embargo, que el Morning-Chro-
niele da Julio de 1809 , hablando de este nombramiento
se burla muy agradablemente del ministerio Percsval por
el apoyo que va á encontrar en la literatura del joiln
Lord Palmerston. Lo que indica al parecer que el joven
Lord, unia á las cualidades antes euumeradas, pretensiones
de literato , que no hemos visto justificadas.




PALMEBSTON. 23


Los cambios de colores, por mas que se ha-
ya dicho lo contrario, son tan comunes en In-
glaterra como en otras partes. Hay allí también
transformaciones en el modo de considerar la po-
lítica, que se esplican y justifican por la influen-
cia pura y sencilla de los hechos esteriores, y
el trabajo interior del pensamiento, Lord Stan-
ley, tory en e ld ia , era no hace ocho años whig:
Lord Lyndliurst, el actual canciller, uno de los con-
servadores mas grandes de la Gran-Bretaña, hi-
jo del pueblo y por consiguiente demócrata, pa-
saba en otro tiempo el estrecho, en tiempo de


* la república francesa, para llevará los clubs pari-
sienses mensajes de felicitación. Lord Brougham ha
votado sucesivamente qon los radicales, con los
whigs y con los torys. Pudiéramos eitar á otros
mil nombres distinguidos que han pertenecido á
opuestos partidos. Diremos también que en In-
glaterra la opinión es menos severa y con fre-
cuencia mas justa sobre tales cambios ; depen-
diendo esto de varias causas que solo podemos
indicar aqui. En primer lugar, entre los torys y
l i s whigs, aunque sea el combate violento en
palabras, hay mas de un punto de contacto; en
el fondo estas dos grandes fracciones parlamen-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


Después se ha aprovechado de su posición , ca­


tarias representan el mismo interés; los mismos
radicales , ó por lo menos gran parte de ellos,
nada tienen de común сод los nuestros. No ha­
blamos de los carlistas, reunión de individuos
que puede llegar á ser mas ó menos peligrosa,
pero que aun no forma un partido. Cuando los
puntos de contacto son tan numerosos entre los
partidos y los hombres, por multiplicadas que
sean las diferencias de| pormenores, las transac­
ciones son. menos difíciles; ademas , en In­
glaterra , siendo la riqueza la regla, y la pobre­
za la escepcion, en casi todos los que toman par­
te en los negocios, la acusación de corrupción,
de deseo de lucrar y de empleos , esa acusación
que persigue entre nosotrqs á cuantos modifican
sus opiniones en sentido contrario á la oposición,
es menos encarnizada, menos persistente. Debe­
mos añadir , sin embargo, que Lord Palmerston
es uno de los hombres á quienes se ha diri­
gido mas vivamente este cargo ¿lo merecería mas
que otros? Examinemos los hechos.


Cuando á los veinte y un años de edad, con una
fortuna patrimonial relativamente mediana




PALMEHSTON. US


Lord Palmerston llegó á la Cámara de los Co-
munes , P i t t , el gran ministro, el patriota ar-
diente, se moría joven todavía, pobre, empeña-
d o , y rendido por los duros trabajos de una
vida consagrada enteramente al servicio de su
país.


Cuando murió , el partido whig , dirigido
por Fox se apoderó por un momento del timón
de los negocios; lo conservó poco t iempo, y
apenas habian transcurrido ocho meses, que ya
Fox, muerto por el trabajo como P i t t , iba á
descansar bajo las losas de Westminster, al lado


, *de su ilustre adversario, y el gabinete whíg
caía á los golpes del joven Canning, que se
anunciaba entonces á la Inglaterra como el su-
cesor de P i t t , como el proseguidor de la políti-
ca de guerra á muerte contra la Francia y Na-
poleón.


Lord Palmerston descubrió al momento que
el partido whig estaba aun alejado del poder por
mucho tiempo, y deseando adelantar, se alistó


sáíSlose con la viuda del conde Cowpcr, que fue en otro
tiempo una hermosura á la moda. Lady Cowper le ha lle-
vado una fortuna bastante considerable, y el título de
cuñado de Lord Melbourne.




26 PEBSONAGES CELEBÍIES.


en las banderas del torysmo, se hizo el oscuro
satélite del astro brillante de Canning, á quien
sostuvo lo mejor que pudo , mas bien fuera que
dentro de la Cámara, donde era nula su influen-
cia , y su palabra sin brillo ni poder. Can-
ning recompensó su celo haciéndole nombrar
primero, sub-lord del Almirantazgo; y después,
cuando el desafio de Canning y Castelereagli, y
la dimisión simultánea de estos dos personajes
causaron la dislocación del gabinete, durante el
trabajoso engendro del ministerio Perceval, Can-
ning , que por razones de conveniencia se creia
obligado á permanecer alejado del ministerio,
contribuyó de buen grado á hacer que se mue-
blase con hombres insignificantes pero adictos,
y el Times del 24 de Octubre de 1809 anunció
á sus lectores admirados: «que los sellos de la
secretaria de] Estado y de la Guerra, después de
haber sido llevados de una parte á otra duran-
te muchos dias, se acababan de ofrecer á Lord
Palmerston; joven, anadia el periódico, que no
ha cumplido veinte y un años hasta el viernes
último.» ¿


En aquel ministerio y en el de Lord Liverpool,
Lord Palmerston formó parte de la minoría que




PALMERSTON. 2 7


se mostró en el gabinete favorable á la eman-
cipación de la Irlanda, sostenida fuera de él por
Canning. Hasta 1815 la parte personal de Lord
Palmerston en los grandes negocios esteriores
fue muy limitada, y se redujo á algunos infor-
mes oficiales sobre el estado de los ejércitos, que
leyó de vez en cuando en la Cámara de los Co-
munes. £1 ministerio presidido por Lord Liver-
pool tuvo dos periodos bastante distintos: en el
primero, que pudiera llamarse periodo Castele-
reagh á causa de la influencia que este perso-
nage ejerció, habiendo vuelto á encargarse del
ministerio de negocios estrangeros, reinó sin
contradicion el torysmo mas desenfrenado, y
se esplicó en el esterior con la adhesion del go-
bierno inglés, á las máximas y medidas de la
Santa Alianza; en el interior con el degüello
de Manchester, y los seis bilis de represión co-
nocidos con el nombre de seis actas, que su-
blevaron á todo el partido whig. Lord Palmers-
ton, que en el dia pretende ser muy liberal,
sancionó con su consentimiento todas aquellas
n^didas. Su posición, como individuo del gabi-
nete, hasta hubiera llegado á ser penosa, si no
hubiera sido muy secundaria. En efecto, Can-




28 PERSONAJES CELEBRES.


ning que él tuismo había principiado con opi-
niones ultra-toris, Canning por tanto tiempo
odioso á los whigs, después de haber abando-
nado á la Inglaterra por no asistir á la causa
de la Reina, de quien se habia declarado de-
fensor , y después de un largo viage por el
continente, habia vuelto con ideas mas mode-
radas, y bajo diversos aspectos se habia mani-
festado tenaz adversario del gabinete de que
Lord Palmerston hacia parte. El suicidio de
Castelreagh, en 1822, puso término á los em-
barazos del honorable Lord, dividido entre los
dos adversarios, de los cuales el uno era su
contrario, y el otro su amigo político. Can-
ning reemplazó á Castelreagh, y al momento se
vieron dos partidos en el seno mismo del mi-
nisterio ; el u n o , el viejo partido tory , negan-
do la menor concesión al espíritu del siglo; el
o t ro , el partido Canning , menos absoluto , y mas
dispuesto á entrar en uua senda de mejoras y
progreso. No hay necesidad de decir , que Lord
Palmerston se adhirió á Canning; cuando mu-
rió Lord Liverpool, en 1 8 2 7 , llegó este á stér
primer ministro; los ultra toris salieron del ga-
binete , fueron reemplazados por los whigs, y




PALMERSTON. 29


el resto de la vida política de Canning fue con
frecuencia una lucha con sus antignos amigos.


Durante su ministerio y con é l , Lord Pal-
merston , rechazando entonces como ilusoria to-
da idea de reforma parlamentaria, tomando par-
te en todas las medidas enérgicas de represión
interior , fue ademas el ahogado de la emanci-
pación católica de la Irlanda, que fracasó en la
mala voluntad del rey y en una mayoría de cua-
tro votos en el Parlamento. Canning tardó poco
en morir en la misma Cámara, y en el lecho


fát¡ muerte de Fox. No habiendo cuajado el en-
sayo de un ministerio de coalición, bajo la pre-
sidencia de Lord Goderich, el partido ultra-tory
volvió al poder en Enero de 1 8 2 8 , representa-
do por Lord Wellington y Sir Roberto Peel (1).


Este es el momento mas desagradable de la
vida política de Palmerston; había defendido con
su ilustre colega Canning la causa de la eman-
cipación ; con él había sostenido la causa de los
Griegos; se habia asociado á él en todas las me-
didas que habian hecho su administración sospe-


(*) Sir Roberto Peel, que representa en el día el toris-
mo moderado , pertenecía entonces á la fracción mas absolu-
ta del partido.




30 PERSONAGES CELEBRES.


chosa á los torys , y consintió en quedar en el
ministerio bajo la presidencia del antagonista mas
directo de Canning , del hombre que dos años
hacia no cesaba de combatir su política como
apoyada en un espíritu innovador y peligroso; del
hombre que se habia pronunciado formalmente
en muchas ocasiones contra la emancipación'-.
del hombre que siempre se habia mostrado con"
trario á las medidas tomadas por Canning en
favor de los Griegos; del hombre en fin que aca-
baba de calificar de untolvard event, suceso des-
graciado la batalla de Navarino. Este apego,
sea como quiera , á su cartera, le hizo poco ho-
nor en la opinión pública; ocho meses después
hubo altercados serios entre Lord Wellington y
Mr. Huskisson, uno de los antiguos colegas de
Canning, que como Lord Palmerston habia con-
sentido en entrar en el nuevo gabinete. Mr. Hus-
kisson habló de dimisión ; le tomaron la palabra,
salió del ministerio , y solo entonces creyó
Lord Palmerston que debia seguirle y terminar
una situación comprometida para é l , en cuando
parecía que sacrificaba sus principios a su inte-
rés.


Desde aquel momento principia á engrande-




PALMER STON. 31


cerse un poco la importancia política del hono-
rable Lord; desde 1828 á 1830 dirigió, en unión
con MM. Huskisson y Gran t , una reducida frac-
ción parlamentaria que formaba una especie de
tercer partido entre los torys y los whigs. Al
tiempo mismo que aplaudía la emancipación ca-
tólica arrancada á Lord Wellington ; al mismo
tiempo que combatía al noble Duque en su ab-
soluta negación á toda reforma, se negaba á
asociarse á los esfuerzos de Lord G r e y , de
Lord John Russeli para conseguir una reforma
genera l ; se pronunciaba por las concesiones en
detall, los paliativos y las modificaciones pro-
gresivas ; apoyaba al partido whig en ciertas oca-
siones particulares, como el trasportar el dere-
cho electoral del burgo de East Redfort á las
grandes ciudades fabriles, que carecían entonces de
todo derecho electoral. Toma una parte activa en las
cuestiones de política estertores;pronuncia sóbrelos
negocios de Portugal , en 1829, y sobre los de
la Grecia, en t 830 , dos discursos que hicieron
cu^ta sensación. Durante aquel periodo de se-
mi-oposicion , se hizo notable Lord Palmerston
por ataques bastante vivos contra las simpatías
esclusivas de Lord Wellington en favor de los




32 PERSONAGES CÉLEBRES,


gobiernos absolutos de Europa.—« Espero , es-
clamaba entonces el hombre que mas adelante
habia de sacrificar tan ligeramente la alianza
francesa a l a rusa, espero que la Inglaterra no
se enlazará jamás con los representantes del prin-
cipio de intolerancia militar en asuntos de go-
bierno. Confio que el gabinete procurará obte-
ner las simpatías del pueblo, conservando no solo
en el pais , sino aun en todas partes donde pue-
da alcanzar su acción, la preponderpncia dé lo s
principios de un liberalismo sabio , justo é ilus-
trado. »


Sabido es cómo por rechazo de la revolución
de Julio cayó el ministerio Wellington; el par-
tido whig debió á aquel gran suceso el recon-
quistar en Inglaterra un ascendiente que habia
perdido hacia ya 50 años. La alianza anglo-fran-
cesa que fue el constante ensueño de Mirabeau,
y cuyo pensamiento legó á Tayllerand; la alianza
anglo francesa fue la consecuencia de aquella
simultaneidad del triunfo de la ideas liberales en
Francia v en Inglaterra; y por una coincidencia
singular, el partido wh ig , debilitado sucesiva-
mente á medida que se alejaba del sistema del cual
sacaba tal vez su fuerza, recibió un golpe inmen-




PAL1BEHST0N. 33


so , y sucumbió en el momento mismo en que
rompía ellázo que le unía a la Francia.


El ministerio whig , dueño de los negocios
durante diez años, y apenas interrumpido en su
posesión por la tentativa desgraciada de los torys
en 1834 , apoyado primero por una poderosa ma-
yor/a , ha visto aumentarse progresiva y anual-
mente el número de sus enemigos, y disminuir
en igual proporción el de sus amigos, hasta ei
puntó de verse-en'1841 separado «el poder por
una mayoría' dfe !80 votos; y sin embargo, apre-
surémonos á decirlo, el ministerio whig , cuya
historia presenta cuatro épocas muy diferentes,
en la desigual carrera que ha recorrido, ha lle-
vado á cabo grandes cosas. El primer ministerio
Grey es sin disputa uno délos mas gloriosos para
la Inglaterra. Viérase reunidos bajo la enseña de
un hombre ilustre por treinta años de hermosos
combates políticos, áLord Brougham, Lord Stanley,
Lord DhUram, Lord John Russell, Sir James Gra-
hám,L0rd Ripon, Lord Howick, el Duque de Ri-
ch^rrtond, Lord Melbourne y Lord Althorp ; el pú-
blico se admiró un poco de ver el nombre, -inferior
hasta entonces, dé Lord Palmerston unido á todos
aquellos ^sombres célebres en el partido whig-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Pero el recuerdo de Canning protegió á su des-
colorido discípulo; el choque que habia teni-
do en la última sesión con Lord Wellington,
el apoyo que acababa de prestar á los whigs, sin
entregarse sin embargo á ellos antes de la vic-
toria, parecieron á Lord Grey motivos bastantes
para acogerle en su campo, y admitirle á los
honores del triunfo, encargándole el ministerio
de negocios estrangeros, con el cual ha atrave-
sado todas las vicisitudes interiores del ministe-
rio whig durante diez años , y que no dejó sino
por un instante, cuando la brusca invasion del
gabinete por Lord Wellington y Sir Roberto Peel,
para volverse á encargar de él al momento, hasta
el en que definitivamente tuvo que entregarlo á las
manos vencedoras de los torys. ...


No es este el lugar, de reasumir.todas las
grandes luchas que ha sostenido el partido whig
en el interior, y todas las cosas grandes que
ha. hecho; hablaremos de ellas cuando tratemos
de hombres que representen mas completamente
dicho partido La política esterior del ministerio


v


whig es conocida; ha sido casi siempre diestra,
feliz y ú t i l -a l pais, á cuyo objeto.todo lo sa-
crifica el gobierno inglés, cualquiera.que sea el




PALMER STOPS. 35


partido que ejerza el poder. Principió por con-
servar la paz del mundo, uniéndose estrecha-
mente con la Francia, de modo que le impedia
á un tiempo atacar y ser atacada: arregló des-
pués la cuestión belga, tan complicada de acci-
dentes y protocolos, en provecho de su influen-
cia política y de su interés comercial; formó la
cuádruple alianza con el objeto aparente de de-
fender la causa constitucional de España y de
Portugal, donde ha conseguido establecer la in-
fluencia esclusiva de la Inglaterra, y con ella
destruir todo germen industrial en el último reino,
y trabaja asiduamente y de todos modos para
reducir al mismo miserable estado nuestra in-
dustria, por medio de un tratado de comercio;
ha llevado adelante en todas partes una gran me-
dida en la que la política se cubre con la filan-
tropía , esto es, la supresión del comercio de ne-
gros, y la abolición de la esclavitud. Al tiempo
mismo que anadia nuevas conquistas á sus con-
quistas en la India, tomaba posición en Siria,
qp Aden , en las islas Bahreyn, en los princi-
pales puntos de la costa arábiga, y por último
hasta en la China, donde el cañón inglés ha
abierto nuevos mercados á sus productos.




3G PEB.SONAGES CEL&BHES.


Si en todos los demás hechos realizados antes
de 1 8 3 0 por el ministerio whig, no aparece
bastante preponderante la acción de Lprd Pal-
merston, para que deba atribuírsele esclusivamen-
tela responsabilidad ó el honor, es difícil no re-
conocer su iníluehcia personal en JO fijación de
límites de las fronteras del Canadá , cuestión
agriada con la prisión del age¡nte inglés Mac-,
Leod ; la guerra de China ¿ terminada en favor de
la Inglaterra por el ministerio tory, y por últi-
mo la cuestión de Oriente, La $pla solución de
estas tres cuestiones puede condenar ó justificar
al hombre que las ha promovido;. Si la Francia
no encuentra en sí misma bastante energía- pa-
ra contener las dos influencias que luchan en su
seno, intentando justificarse la ¡una,conjla otra:
si por temor de aquellos á'>$tiep.e$¡<Mt¿ de Toc-
queville llama con razón los bárbaros del in-
terior, la Francia constitucional, siempre inquie-
ta y desasosegada, retrocede sjeftipre ante] la idea
de emprender y seguir con c a l m a , ; firmeza y
perseverancia un gran negocio esterior ; si la
Francia que posee Marsella, ,Toton, ¡a Córce-
ga y Argel; si la Francia, que tiene todos sus
intereses vitales en el Mediterráneo, permite que




PALMERSTON. 37


la Inglaterra, cuya política es tan activa, que la In .
«laterra dueña ya del Occeano y de la entrada
de los dos mares, dueña de Malta y de las Is-
las Jónicas, la encierre entre el cabo de Bon y


Gibraltar, hasta que pueda quitarle una á una
las posiciones que le quedan; en una palabra, si
el Mediterráneo llega á convertirse algún dia en
un lago inglés ; la Francia se convertirá en una
potencia feliz y poderosa, como la Italia y la
España; y Lord Palmerston, en vez de ser una
inteligencia mediana, presentuosa y altiva , será


^ su vez un grande hombre; pues con muchas
mas razones que los franceses para temer un con-
flicto ; con la hacienda en desorden, con una
deuda enorme, con el desarrollo de fuerzas que
hace preciso la vigilancia de las posesiones es-
parramadas por todos los puntos del globo, con
facciones interiores no menos violentas que las
de Francia, con un cáncer al costado, llamado
la Irlanda, Lord Palmerston no habrá temido
atropellar las cosas para abrirse el camino para
rebajar á la Francia; y su política de golpe de
mano tendrá en su favor el mejor de todos los


argumentos; el buen éxito.














EL ARCHIDUQUE


CARLOS DE AUSTRIA.


E s t e p r í n c i p e d i s f r u t a b a d e u n a m e -
r e c i d a r e p u t a c i ó n , q u e el t i e m p o p o r
o t r a p a r t e h a a u m e n t a d o , -f á l a c u a l
m e c o m p l a z c o e n r e n d i r t r i b u t o . P o -
see las e m i n e n t e s c u a l i d a d e s q u e f o r -
m a n á l o s g r a n d e s h o m b r e s ' d e g u e r -
r a , y h u b i e r a l l e g a d o á s e r , n o l o
d u d o , el m e j o r c a p i t á n d e s u é p o c a ,
á n o h a b e r l e o p u e s t o l a f o r t u n a o b s -
t á c u l o s d e l o s c u a l e s n o h a p o d i d o
t r i u n f a r c o n t o d o s s u s t a l e n t o s .


NAPOLEÓN.


Cuarenta y seis años hace dos generales, na-
cidos en campos enemigos, principiaron a u n urs-
ino tiempo del modo mas brillante su carrera,




2 PERSONAJES CELEBRES.


en Italia el uno y el otro en Alemania. A fines,
del año 1796, la Europa entera tenia fijos los
ojos en aquellos dos rivales de gloria , de los
cuales el mayor contaba apenas veinte y siete años.
El uno con treinta mil franceses acababa de con-
quistar lá Italia coa una sola campaña, después
de haber destruido socesivamente tres ejércitos
austríacos. El otro, joven de veinte y cinco años,
acababa. d« salvar á la Austria del mayor peli-
gro" (jue- hasta entonces habia corrido. Con sus
hábiles maniobras habia rechazado desde el Da-
nubio al Tíin á dos ejércitos franceses; habia
batido á Jourdan , vencido al vencedor de Fleu-
tfii; y obligado á Moreau á la hermosa retira-
da , tan gloriosa para eí que la ejecutó ,. y por
consiguiente, no menos gloriosa para el que la
causó con sus combinaciones.


Si la Francia en aquella época, no tenia bas-
tantes elogios y laureles para el vencedor de Co-
Uí , de Reaulieu, de Wurmser , el Austria repi-
tiendo las palabras de Moreau, proclamaban su
Archiduque el primer capitán del siglo, y el
digno sucesor del príncipe Eugenio. De aquellos
dos jóvenes héroes, el uno ha llenado todo lo que
ofreció desde un principio, pues ha sido Na-




EL ABCHIDUQUE CARLOS. 3


poleon; el o t ro , menos feliz que hábi l , contra-
riado en su carrera por diferentes obstáculos in-
feriores , ha visto eclipsarse su gloria ante la in-
mensa de su rival; y sin embargo, los desastres
del Archiduque Carlos, han sido acompañados
desbastante talento y de victorias bastantes, para
grangearle la merecida reputación del hombre de
guerra mas hábil , del mayor estratégico que la
Europa pudo oponer á los franceses, durante vein-
te y cinco años de combates. Cuando el prínci-
pe Carlos, desanimado á un tiempo por las in-
tr igas, por los entorpecimientos burocráticos, y.
por el triste estado de su salud, hubo abando-
no definitivamente la carrera, otros vieron caer
al poder de sus golpes reunidos, á Napoleón
cansado por la victoria y abandonado por la for-
tuna ; hicieron de su suerte su gloria. Solo el
Archiduque ha tenido el honor de vencer en lu-
chas iguales, á algunos de los mas ilustres ge-
nerales del Emperador, y de resistir, con buen
éxito algunas veces, con intrepidez y talento
siempre, al mismo Emperador en todo el brillo
de su poder y de su genio.


La guerra no es solo un juego de aljedrez,
cuyo éxito descansa en un conjunto de diestras




4 PERSONAJES CELEBRES.


combinaciones, es también un juego de azar
cuyo éxito depende de una multitud de circuns-
tancias esteriores, la palma es del que mejor sa-
be aprovechar la buena fortuna , y luchar contra
la adversa. Véase por qué Napoleón es tan grande
en Waterloo como en Lodi , y el Archiduque
Carlos indisputablemente superior á todas las
glorias militares que lian despuntado en «1 es-
trángero en los últimos años del imperio.


Cárlos-Luis de Lorena, Archiduque de Aus-
tria , Duque de Teschcn , General-Feld-Ma-
riscal del Imperio, hijo de Leopoldo I I , herma-
no de Francisco I , tio del actual Emperador
re inante , nació en Viena el 5 de Setiembre
de 1771. llecibió la esmerada educación que es
tradicional dar á los individuos de la familia im-
perial de la monarquía austríaca. Estudió, según
creemos, el arte militar bajo la dirección del Con-
de de Bellegarde, que era considerado como el
táctico mas hábil del Imperio; pero el real dis-
cípulo debia olvidar pronto sobre el campo de
batalla, en presencia de generales improvisados
por la inspiración y el genio, las antiguas ru-
tinas de la escuela. Apenas contaba veinte años
cuando se formó la primera coalición entre el




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 5


Austria y la Prusia, y cuando fue llamada á
mandar la vanguardia del ejército austríaco , ba-
jo las órdenes del Príncipe de Goburgo. Duran-
te aquella campaña dio muestras de gran valor,
y se, distinguió particularmente en la batalla de
JN'erwinde, en que fué vencido Dumouriez, y r e -
conquistada la Bélgica eu una sola: batal la , del
mismo modo que. había sido perdida. A conse-
cuencia de aquel t r iunfo, fue nombrado el Ar-
chiduque Carlos gran cruz de la orden de Ma-
ría Teresa ,y gobernador de los Paises-Bajos. En
la campaña siguiente , cuando la Prusia se hubo-
retirado de la coalición, y cuando el Austria
tuvo que continuar la guerra con sus propias
fuerzas y los subsidios de la Inglaterra , el joven
Príncipe segundó con talento y valor las ope-
raciones algunas veces felices del general Clayr-
fait. Después de inútiles esfuerzos para obtener
la pazcón la mediación de la Prusia, se decidió
el Directorio á dar un gran golpe al abrirse la
campaña de 1796. Se decidió por un plan cal-
culado sobre una de las mas estensas escalas,de
la estrategia moderna. Las operaciones ofensivas
de tres grandes ejércitos franceses, el del Rin
mandado por Moreau, el del Sambra-y-Mosa,




6 PeUsowu-es CELEBRES.


por JOurdan y'él de Italia por Bónaparte, de-
bían enlazarse •con el mismo sistema y contribuir
til mismo resultado. Kl'ejército de Sambra-y-
Mosa debía apoyar -su ala derecha en él Rín,
mientras avanzase su izquierda en Alemania, con-
servándose siempre ala altura del ala izquierdadel
ejército del Rin. El centroyla derecha de este se-
gundo ejército débia penetrar en Suavia , y ade-
lantarse, por el lago ; de-Constanza, hasta las


''montañas'del Tirol, para1 dar desde allí la ma-
ño ál ejército de Italia , y los tres ejércitos reu-


! nidos hubieran i d o á dictar la paz al Empera-
dor en su misma capital.


El Austria vio el peligro y se dispuso á ha-
•eerlc frente: al mismo tiempo que enviaba á
Wurhísét' Con refuerzos á'Italia, dio él matado


' ! eh gefe' del ejército de Alemania, al Archiduque
con la cooperación de los generales Latour y
Wartensleben.


Los que quieran conocer á foiido las opera-
1 cionesdéaquelTa 'hermosa campaña del Rin, en-
!cóntrá'rín los detalles de ella en una Obra escita
"por el mtérrío Archiduque, en las Memorias de
'Jomíííí, y en'la Historia de la revolución fran-
cesa de Mr. 'Thiers. Los ejércitos de ambas na-




El. ARCHIDUQUE CARLOS. 7


«iones tenían é¡ corta diferencia iguales fuerzas,:
constaba cada uno de ellos de cieuto cincuenta
mil bonibres. Los franceses tenían dos escelen-
tes generales; pero obraban separadamente y á
gran distancia el uno del otro. Jourdan entró
en Alemania por Dusseldorf, y Moreau pasó el
Rin por Strasburgo. Los dos ejércitos austríacos
retrocedieron al principio ante los franceses. Des-
pués de una larga serie de combates , mezclados
con triunfos y reveses, Moreau, persigiendo al
Archiduque, había llegado hasta el Danubio , y
entraba en Baviera. El objeto del Archiduque
al replegarse sobre aquel r io , era concentrarle
en él para poder obrar contra el uno ó el otro
de los dos ejércitos franceses con fuerzas superio-
res. Entre tanto Jourdaii obligaba al general
Wartensleben áretirarse mas allá de Amberg , y
procuraba rechazarle á Bohemia; este último iba


iá practicar aquel falso movimiento, que hubie-
ra abierto el paso hasta el Danubio al ejercito
de.S^mbra-y-Mosa, cuando de repente el Archi-
d u q u e , creyendo llegado el momento de ejecu-
tar su plan, después de haber dado á Moreau
la sangrienta é indecisa batalla de Neresheim,
dejó delante de él para entretenerle al general




8 PERSONAJES CELEBRES


Latour , con treinta y seis mil hombres, se
dirigía rápidamente con otros veinte y cinco mil
á reunirse con el cuerpo de Wartensleben, y am-
bos cayeron sobre Jourdan. Este úl t imo, infe-
rior en fuerzas, no pudiendo resistir aquel ines-
perado choque, se preparaba á replegarse sobre
Ámberg: pero fue alcanzado el 24 de Agosto,
atacado y derrotado en diferentes puntos de su
l ínea, y retirándose sobre Salzbach, dejó nueve-
Ciéntós hombres en poder de los austríacos. Per-
seguido después por las tropas ligeras de War-
tensleben, le empujaron desordenadamente sobre
el Mein. Jourdan sin esperanza de poderse reu-
nir á Moréau, ni recibir socorros de él , creyó
poder restablecer en Würtzburgo sus rotas líneas;
pero el Archiduque en persona se apresuró á p r e -


' cederle, y allí se trabó el 3 de Setiembre una
nueva batalla. En un principio el ala izquierda
austríaca fue rechazada cou pérdida, pero el
Archiduque mandó al viejo Wartensleben, que
mandaba el centro, pasar el Mein á vado con to-
da su caballería, y cargar la izquierda del ejér-
cito francés. Veinte y cuatro escuadrones de co-
raceros atravesaron á nado el Mein, desemboca-
ron hacia Erfílsdórf, y sostenidos por ocho ba-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 9


tallones de granaderos, derrocaron la izquierda
de Jourdan, y precipitaron su retirada sobre elSieg
y el Rin. Asi pues Jourdan después de haber lle-
vado á Wuaitensleben durante dos meses y me-
dio, hasta las fronteras de la Bohemia, fue á su
vez, por la atrevida maniobra del Archiduque
conducido en veinte y cinco días desde las fron-
teras de la Bohemia, bajo los muros de Dussel-
dorf.


Mientras el Archiduque egecutaba aquell ier-
mosó movimiento, daba á Moreau, que habia
quedado n su espalda , ocasión para ejecutar otro
igual, cuyos resultados le hubieran sido tal vez
funestos; el general francés, si no se hubiera
obstinado en permanecer sobre el Danubio, po-
día imitar el movimiento del Archiduque, caer
vivamente sobre é l , como él cayó sobre Jourdan,
atacarle por la espalda mientras Jourdan lo ha-
cia por el frente, y entonces colocado el Archi-
duque entre los dos ejércitos estaba espuesto á
una pérdida casi segura. En vez de obrar d e e s -
t£ modo, no atreviéndose Moreau á tomar bajo
sií responsabilidad el desobedecer las instruccio-
nes del Directorio, que le prescribían apoyarse
en el Tí rol para comunicar con el ejército de Ita-




10 PERSQSA.GJÍS CEIEJBKES.


tal ia; é ignorando al principio la derrota deJour-
dan, permaneció en sus posiciones; cuando tuvo
conocimiento de ella , en vez de retroceder, mar-
chó adelante, atravesó el Danubio é invadió la
Baviera, esperando atraer de este modo al Ar -
chiduque y librar á Jourdau Pero el Príncipe


-no se distrajo de Su empresa, ni revolvió Sobre
Su primer adversario , sino después de haberse
desembarazado completamente del segundo. Mo-


-reau conoció entonces el peligro de su posición:
el desastre de Jourdau le dejaba descubierto, y
espuesto á ser atacado al mismo tiempo por los
tres cuerpos reunidos del ejército austríaco. Pre-
paróse entonces á regresar tranquilamente á Fran-
cia ; volvió á pasar el Leck, desbarató sucesiva-
mente todos los cuerpos austríacos que intenta-
ron cerrarle el paso, y atravesando los mayores
obstáculos, desembocó en Brisgaw. Alcanzado
por,el Archiduque y Wardensleben en Emmind-
Hngen, sostuvo contra ellos un obstinado com-
ba te , cuyo éxito fue dudoso, y después de otro
tenido en Schligen, volvió á pasar el R i n e n B r i -
sach y se dirigió.sobre Strasburgo. Asi pues el
plan del Directorio fue destruido por el vigor,
el atrevimiento y la habilidad del Archiduque.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 411


Aquella campaña hizo el mayor honor al Prin-
cipe Carlos. Dos meses antes el Austria se creía
perdida, Bona parte destruía todos sus ejércitos
en Italia y se aproximaba al Tirol ; Jourdan es-
taba inmediato al Danubio y amenazaba á laBohe-
mia; Moreau entraba en Baviera, dirigia su ala
derecha hacia Inspruck, y se preparaba á da r l a
mano á Bonaparte. Durante aquel t iempo, la
Prusia, á la sombra de su neutral idad, procu-
raba aprovecharse de los embarazos de su veci-
na para «atenderse en Alemania; ya habia indu-
cido á la ciudad de Nuremberg á pouerse bajo
su soberanía, y hasta habia principiado á pose-
sionarse de ella; sucesivamente habia separado del
partido del Austria, al Duque de Wurtemberg,


-al Margiave de Badén y al Elector de Sajonia, es-
eitátídolés á tratar con la Francia. Tal era el es-
tado de las cosas, cuando las hermosas y rápi-
das maniobras de un general de veinte y cinco
años cambiaron repentinamente la situación; la
írusia. se ¡apresuró á retirar sus tropas de Nu-


i^emberg ; el Elector;de Baviera, cuyos ministoos
(habían tratado .ya¡ con Moreau, se negó á ratifi-
c a r e l ¡tratado y volvió á caer bajo el yugo .del
Austria; y el Directorio se Hevó un gran chasco,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


pues la guerra se trasportó de repeute sobre la
frontera de Francia, y la campaña, principiada con
la invasión de la mitad de la Alemania, termi-
nó con la toma de Khe l , y de jHuninga, que
capitularon ante los ejércitos vencedores del Ar-
chiduque. • : • / • •


Sin embargo Bonaparte, siempre victorioso, se
disponía á llevará cabo él solo el atrevido proyec-
to que la derrota de Jourdari y la retirada de
Moreau habian hecho abortar. Dueño al fin de
Mantua, reforzado con veinte mil hombres'des-
tacados del ejéccito del Rin , dejando detrás de
sí á la Italia conquistada y atónita, iba á atra-
vesar los Alpes Noricos, para arrojarse brusca-
mente del lado allá del Drave y el Muer , en el
valle del Danubio , ó ir en'derechura sobre Víe-
na por un camino que ningún ejército habia se-
guido desde Carlo-Magno.


El Austria para conjurar este nuevo peligro,
dirigió naturalmente sus miradas sobre el que
ya otra vez la habia salvado. El Archiduque Car-
l o s , después de haber sido recibido en triup'o
en Viena , y nombrado generalísimo de todos
los ejércitos austiracos, asi en el Rin como
en Italia , recibió orden de salir inmediatamen-




E L A R C H I D U Q U E C A R L O S . 13


te al encuentro de Bonaparte para detenerle y
cambatírle.


Desgraciadamente para el buen éxito de sus
operaciones, el Archiduque no reuma á grandes
cualidades militares aquella confianza en sí mis-
mo , aquella tenacidad de carácter, aquella in-
dependencia de voluntad , de que daba pruebas
tan frecuentes en sus relaciones con el Directo-
rio su joven é imperioso adversario. Desde Wa-
llensteiu, está mas que nunca en las tradicio-
nes del Consejo Áulico de Viena el contener á
los generales; á ellos corresponde la ejecución
de los detalles, al Consejo la dirección absoluta
del conjunto de las operaciones. AI tiempo mis-
mo en que la Alemania entera, por medio del
coadjutor de Maguncia , proclamaba la necesidad
de conferir al Príncipe Carlos una dictadura mi-
litar que permitiese á su genio el prepararse li-
bremente para aquella gran lucha, algunos vie-
jos tácticos de gabinete le imponían un plan de
campaña absurdo, y el Archiduque, en su res-
peto por la formidable burocracia de Viena, se
sometía ciegamente n decisiones que el no apro-
baba. Cuantos escritores han tratado de aquella
campaña de 1797, principiando por Napoleón,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


están acordes en censurar la linea de operacio-
nes, elegida ó mas bien aceptada, por el Archi-
duque.


«La enorme falta, dice uno de ellos, del
Consejo Áulico de reunir el ejército imperial en
el Friul , en vez de hacerlo en el Tirol , esponia
la capital y decidia de la suerte de la guerra.
En efecto, para impedir que el ejército francés
pasase el Tagliamento, hubiera sido preciso reu-
nir el ejército austríaco en el Tirol antes del 1.°
de Marzo. Precisados los franceses á hacer la
guerra en el Tirol, hubieran resultado para el
general austríaco tres ventajas indispensables:
1.» poder reunir su ejército veinte dias antes;
2." darle un campo de batalla todo en ventaja
suya , en un pais cuya población le era exalta-
damente adicta; 3." darle los medios no solo de
recibir nuevos refuerzos del ejército del Rin,
sino de concentrar sus movimientos y hacerlos
á la vez imponentes y seguros (*).»


En lugar de esto, él Archiduque tuvo que
formar en línea su ejército detrás del Tagliamen-
t o , antes que estuviera eompleto, y desafiar de


C) Memorias sacadas de los papeles de un Hombre de
Estado, t. IV.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. ííi


aquel modo el ehoque del general mas hábil y
mas pronto en aprovecharse de las faltas del
enemigo. El 16 de Mareo de 1797 fue cuando
los dos adversarios se encontraron por primera
Tez frente á frente en las dos orillas éel Ta-
gliamento, ambos jóvenes, hábiles, afamados, in-
trépidos; pero el uno tan seguro de sus solda-
dos como de sí mismo, y el o t ro , muy incier-
to del buen éxito. Bonaparte, después de algu-
nas escaramuzas para sondear las disposiciones
del enemigo, encontrándole demasiado bien dis-
puesto, hizo descansar sobre las armas á sus
soldados y establecer los campamentos; el Ar-
chiduque se engañó ; creyó que el ejércit» fran-
cés, cansado por una larga marcha, tomaba po-
sición , y regresó á sus tiendas; pero á las dos
horas, los franceses se formaban repentinamente
en l ínea, se precipitaban én el r io, y el enemi-
go corria aun á las armas, cuando ellos estaban
ya formados en el mejor orden de batalla en
la otra orilla. Después de muchas horas de com-
ba^ y de una vigorosa resistencia, el Archidu-
que se vio precisado á retirarse, dejando cua-
trocientos ó quinientos prisioneros.


Durante este tiempo, Massena, persiguiendo




16 PERSONAJES CELEBRES.


el cuerpo de ejército del general austríaco Lu-
sígnan, se dirigía al collado de Tarvis, se apo-
deraba de é l , é impedia el paso á otra división
austríaca mandada por el general Bayalitsch. El
Archiduque, para librar á aquella división, pban-
donó un instante el grueso de su ejército, se
dirigió con seis mil granaderos húngaros al en-
cuentro del cuerpo austríaco rechazado por Mas-
sena; los reunió, los volvió, a llevar «1 comba-
t e , y libertó el collado de Tarvis; Massena vol-
vió a cargar con su tenacidad tan sabida, y
los dos generales, conociendo la importancia
de aquel punto, se encarnizaron y espusieron
como simples soldados. El collado de Tarvis es
el punto mas elevado de los Alpes Noricos, y
domina la Alemania y á la Dalmacia. «Se ba-
t ían, dice Mr. Thiers, sobre las nubes , en
medio de la nieve y sobre llanuras de ye-
lo;» líneas enteras de caballería eran destrui-
das , y yacian en aquel espantoso campo de ba-
talla. Finalmente, después de haber hecho car-
gar hasta su último batallón; después de haber
desafiado á la muerte veinte veces, el Archidu-
que se vio obligado á abandonar á Tarvis á su
tenaz enemigo, y á sacrificar la división Baya-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 1 7


litsch, que atacada de frente por. Masseua y por
retaguardia por Bonaparte, no tuvo otro remedio
que entregarse prisionera.


Asi pues, en quince dias, llegado Bonaparte
n la cumbre de los Alpes, iba á reunirse con
Joubert, que habia quedado en el Tirol , y Mas-
sena con su cuerpo principal, para marchar so-
bre Viena con cincuenta mil hombres; bajaba
al valle del Muer, cuando recibió la notieia de
la sullevacion de las provincias venecianas, que
propagándose por todas las provincias de la orilla
derecha del Mincio, amenazaba comprometer la
retirada y la seguridad de su ejército en caso
de un contratiempo. Supo también, que el Di-
rectorio, por falta de dinero, no habia podido ha-
cer entrar en campaña los dos ejércitos acantona-
dos sobre el R in ; por otra parte acosada el Austria
se disponía á emplear sus últimos recursos lla-
mando á las ai^ftas á la nación entera. Eu tan
grave situación , con una sublevación á su espal-
da , teniendo delante una nación levantada , y
rodeado de las desconfianzas del Directorio, Bo-
ñaparte, antes de decidirse a jugar el resto pro-
siguiendo su marcha, quiso probar el medio de


las negociaciones : victorioso , ofreció la paz á su
2




18 PERSONAJES CELEBRES.


enemigo vencido, y desde Klagenfurth, capital
de la Car/ntia , dirigió en 31 de Marzo al ge-
neral austríaco la famosa carta que la historia
ha consagrado, y que creemos deber reproducir
aquí , como prueba del aprecio que Bonaparte
hacia del Archiduque.


«Señor general en gefe : los valientes milita-
res hacen la guerra y desean la paz ; ¿no dura
esta ya hac- dos años? ¿no habernos matado bas-
tante gente y causado males bastantes á la triste hu-
manidad? ella clama por todas partes El Di-
rectorio egecutivo de la república francesa habia
hecho conocer á S. M. el Emperador, el deseo de
poner término á la guerra que desoía á todos
los pueblos; la intervención de la corte de Lon-
dres se ha opuesto á e l l o ^ N o habrá esperan-
za alguna de poder entendernos ? ¿ Y será preci-
so , que por los intereses y las pasiones de una
nación que no sufre los males de la guerra,
continuemos degollándonos mutuamente? Vos, Se-
ñor general en gefe, que por vuestro nacimien-
to estáis tan inmediato al t rono , y sois supe-
rior á las mezquinas pasiones que animan fre-
cuentemente á los ministros y á los gobiernos,
¿estáis decidido á merecer el título de bienhe-




E l . A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1 9


clior de la humanidad entera , y de verdadlm-O
salvador de la Alemania ? No] creáis', Señor ge-
neral en gefe, que suponga que no es posible
salvarla por la fuerza de las a rmas ; pero aun
en el caso de que las contingencias de la guerra
lleguen á seros favorables, no por eso la Alema-
nia quedará menos devastada. En cuanto á mi
Señor general en gefe. si el paso que acabo de
dar puede salvar la vida á un solo hombre, me
envaneceré mas con la corona cívica que de este
modo habré merecido, que con la triste gloria que
puede resultar de los triunfos militares. »


El joven Príncipe contestó á esta carta
«Señor general: seguramente al paso que hago


la guerra y sigo la vocación del honor y del de-
ber , deseo tanto como vos la paz para la feli-
cidad de los pueblos y de la humanidad. Sin
embargo, como en el puesto que me está confia-
do , no me corresponde poner término á las que-
rellas de las Naciones beligerantes , y como no
tengo ningún pleno poder de S. M el Empera-


d o r para tratar , os parecerá natural , Señor ge-
neral , que no entre con vos en negociación al-
guna , y que espere órdenes superiores para
objetos de tan alta importancia y que no son


i -
- ..•<- ' "




20 PERSONAJES CELEBRES.


precisamente de mi resorte. Por Jo demás, cuales-
quiera que sean las eventualidades de la guerra,
las esperanzas de la paz , os ruego Señor general,
que os persuadáis de mi aprecio y de mi distin-
guida consideración.»


Pronto llegaron los plenipotenciarios austríacos;
firmáronse los preliminares de paz en Leove.n,y
el 17 de Octubre del mismo año el tratado de
Campo-Formio puso fin a la primer guerra conti-
nental contra la revolución.


Aquella primera coalición tan formidable en
un principio, y que habia amenazado á la Fran-
cia con la suerte de la Polonia, fue disuelta á
treinta leguas de Viena, y el gobierno austría-
co , faltando á todas sus promesas de desinterés,
se apresuró á arreglarse con la Francia á costa
de los pequeños Estados cuya independencia se
habia encargado de proteger.


Sin embarga, la gran lucha fomentada por la
Inglaterra entre la revolución y la Europa, estaba
solo aplazada; el tratado de Campo-Formio lleva-
ba en sí el germen de una nueva guerra ; y el
interminable Congreso de Rastadt no hizo otra '
cosa que poner mas manifiestamente en descu-
bierto la incompatibilidad de los dos sistemas.




BL ARCHIDUQUE CARLOS. 21


Las hostilidades entre la Francia , la Suiza, y Ña-
póles no habian cesado. Pronto ardió nuevamen-
te la Europa, y el Austria apoyada en una coo-
peración activa de la Rusia, se preparó á atacar
á la Francia á un mismo tiempo sobre el Rin en
Suiza y en Italia. El Congreso de Rastadt dura-
ba todavía, y los combatientes marchaban ya
por todas partes. Por último el Directorio , después
de haber pedido en vano una esplicacion al ga-
binete de Viena acerca de los movimientos del
cuerpo ruso de Souwaow hacia Italia , mandó
á los generales de sus cuatro ejércitos de Italia,
de Helvecia, de observación y de Maguncia que
principiasen las operaciones. La guerra quedó
declarada de hecho. El Archiduque Carlos acam-
pado en Baviera con setenta y cinco mil hom-
bres , estaba encargado de hacer frente á Jour-
dan. El general francés pasó el Rin el 1.° de
Marzo de 1799, el austríaco atravesó el Leck
el 3 del mismo mes y los dos adversarios tarda-
ron poco en encontrarse. Era destino da Jour-
dan el ser siempre desgraciado en sus combates


'contra el Archiduque. Desde el'primer encuentro,
en Ostrach, después de una vigorosa resistencia
se vio obligado á retirarse. Deseoso de tomar el




22 PEHSONAJBS CÉLEBRES.


desquite, el 25 de Marzo, atacó él mismo á Stoc-
kach. El Archiduque estrechado vivamente por
la vanguardia francesa mandada por Soult, vio al
principio rechazada su derecha hasta los bosques
situados á la espalda de Liptingen. Jourdan en
la ceguedad de aquel primer triunfo , creyén-
dose ya vencedor arrojó por medio de un mo-
vimiento prematuro que le debilitaba , al general
Saint-Cyr con una fuerte división sobre el flanco
de su enemigo, para rodearle y cortarle la re-
tirada. Poco cuidado dio al Archiduque , dota-
do da un golpe de vista pronto y seguro , aquel
movimiento : juzgando que toda la batalla esta-
ba en la posesión de los bosques , y que si Jour-
dan era rechazado, el cuerpo que hábia aven-
turado á su espalda quedaría mas comprometi-
do , se ocupó solo en reforzar su derecha que
défendia los bosques de Liptingen con encarni-
zamiento. Echó pié at ierra, cargó él mismo á la ca-
beza de sus granaderos, y después de un furioso y
sangriento combate, libertó los bosques y rechazó
á los franceses á la llanura. Jourdan quiso llamar
á Saint-Cyr, pero era demasiado tarde; quedá-
bale solo su reserva, que no pudo hacer frente
á las reiteradas cargas de los coraceros del Ar-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 23


chiduque. Se introdujo en el ejército francés una
confusión horrible; Jourdan se consumía en
heroicos esfuerzos para contenerle, pero fue ar-
rastrado en su fuga. El ejército austríaco, rendido
también de cansancio, no pudo aprovecharse de
la victoria. Jourdan se replegó hasta la entrada
de los desfiladeros de la Selva-Negra; y después
de haber tomado allí posición, desmoralizado
por tan precipitados reveses, dejó el mando á
su gefe de Estado Mayor, y marchó á París á
quejarse del estado de inferioridad numérica en
que habian dejado á su ejército.


El Archiduque se había reunido con el cuer-
po de ejército de su Lugarteniente Hotz; habia
marchado sobre Massena, y en quince dias después
de una serie de combates sin resultados bien de-
cisivos, habia obligado al general francesa ret i -
rar su línea defensiva , á concentrarse sobre Zu-
r ich , y á replegar su derecha detras del monte
San Gotardo. Era dueño de la mitad de la Suiza,
Massena tardó poco en evacuar á Zurich y el
Archiduque entró en pos de é l ; pero debilitado
c3u el envió de un cuerpo de veinte y cinco mil
hombres ai ejército austríaco de I ta l ia , esperaba
para obrar la llegada del cuerpo ruso, destacado




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


del ejército de Italia , y que se adelantaba á las
órdenes de Korsakoff, cuando el Consejo Áulico
imaginó un nuevo plan de campaña que variaba
completamente la disposición de las tropas en la
línea de operaciones. Los austríacos y los rusos
n o estaban muy de acuerdo, y se decidió que solo
pelearían juntas las tropas de cada nación; el
Archiduque recibió orden de ceder el puesto á
Souwarow , que debía dejar la Italia para ir con
su ejército á reunirse en Suiza al ejércijo ruso
de Korsakoff, y de trasladarse inmediatamente
sobre el Rin, donde debia operar solo.


Resultó de tan bellocambio, queMassena libre
del peligro de tener que combatir á los austríacos
y á los rusos reunidos, mandados por un general
de primer orden, conociendo á fondo su terreno,
no encontró ya delante de sí mas que á un general
completamente n u l o , Korsakoff, á quien destruyó
en la gran batalla de Zurich, antes que Souwarow
pudiera reunirsele; este último llegó solo para
compartir la derrota de su segundo, y apenas pudo
salvar la mitad de su ejército.


Al saber el Archiduque el desastre de las
tropas rusas, tomó sobre sí el aproximarse á la
Suiza, y escribió á Souwarow proponiéndole




E l , A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1i


obrar de concierto. Furioso con su derrota , el
brutal moscovita respondió con insolencia que
nada quería tener ya con los austríacos, que
suponía le habían vendido; y evacuando la Suiza
se puso en marcha para Rusia , con treinta mil
hombres, resto de los ochenta mil que habia
llevado á Italia y á Suiza.


El Directorio, vencedor en Suiza y en Ho-
landa, habia mandado al ejército del R i n , ba-
tido bajo las órdenes de Jourdan , que volviera
á entrar en Alemania, mandado interinamente por
el general Lacourbe, mientras llegaba de Italia
Moreau. Después de la brutal respuesta de Sou-
warow , el Archiduque volvió rápidamente sobre
el ejército del R i n , que ya bloqueaba á Filis-
burgo; libertó la plaza el 23 de Noviembre, ba-
tió al ejército francés en Heinzheim, y el 5 de
Diciembre los dos generales concluyeron un ar-
misticio, en cuya virtud los dos ejércitos toma-
ron cuarteles de invierno, el uno en la orilla
derecha y el otro en la izquierda del Rin.


Al concluir la campaña de 1799, el Archi-
duque Carlos, disgustado de ver contrariados sin
cesar sus planes militares por el Consejo Áulico,
pretestó Ja debilidad de su salud, cedió el pues-




26 PERSONAJES CELEBRES.


to á su hermano el Archiduque Juan, y se re-
tiró á BQhemia.


Sin embargo, Napoleón regresaba de Egipto,
se apoderaba del poder, y después de haber
hecho inútiles proposiciones de paz al Austria,
principió de nuevo la guerra mas viva que nun-
ca. Al tiempo mismo en que el primer Cónsul
batia á los austríacos en Marengo, Moreau pa-
saba el Rin, desbarataba al Archiduque Juan
en Neresheim, en Nordlingen, en Oberhausen,
y por último lo destruía en Hohenlinden; la
corte de Viena al saber tantos desastres se aprer
suró á llamar al Archiduque Carlos; pero era
ya demasiado tarde: el Príncipe encontró á Mo-
reau á treinta leguas de Viena, persiguiendo á
un ejército completamente desorganizado, y solo
llegó á tiempo para firmar con este último el
armisticio de Steyer, al que siguió bien pronto
la paz de Luneville, firmada el 9 de Febrero
de 1801, que puso fin á la segunda coalición.


En el intervalo de paz que separó la segun-
da coalición d é l a tercera, llamado él Archidu-
que Carlos i desempeñar el ministerio de^iá
Guerra, se ocupó activamente en restablecer en
un buen pie la organización militar del Austria;




El. ARCHIDUQUE CARLOS. S7


lijó para los soldados la duración del servicio,
hasta entonces ilimitada, y consiguió hacer triun-
far algunas otras innovaciones sabiamente en-
tendidas. Tan modesto como valiente, rehusó la
estatua que el Rey de Suecia, grande admirador
de sus conocimientos, proponía á la Dieta de
Hatisbona que se erigiera en honor suyo.


Después de cuatro años de habladurías di-
plomáticas y de recíprocas acusaciones, el Aus-
tr ia , apoyada en la Rusia, se decidió á sacar
la espada otra vez contra la Francia. El Archi-
duque Carlos, que se habia declarado abierta-
mente contra la guerra, ni fue llamado á las
conferencias que la prepararon, ni consultado
sobre el plan de campaña propio para asegurar
su buen éxito. El gabinete de San Petersburgo
participando del absurdo rencor de Souwarow
contra el joven gefe austríaco, exigió que no
mandase el ejército al cual debían reunirse las
tropas rusas; se confió su mando al general
Mack, cuya nulidad, probada ya en Italia, debia
resaltar pronto con mas evidencia en Alemania.
En cnanto al Archiduque, estuvo encargado del
mando del ejército reunido en Italia sobre el
Adigo.




2 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


No siendo nuestro objeto hacer aquí la his-
toria militar de aquella época, pasaremos en si-
lencio la brillante campaña de Austerlitz, co-
ronada, después de dos meses de rápidos triun-
fos, por una de las más grandes victorias de
Napoleón, sobre las dos potencias continentales
mas formidables. Nos limitaremos á las" opera-
ciones particulares del Archiduque Carlos. Mien-
tras Mack |y el Archiduque Fernando eran bati-
dos en Alemania, solo el Príncipe Carlos soste-
nía dignamente en Italia, contra Massena, el
honor de las armas austríacas. Después de tres
dias de sangrientos combates, obligó á su terri-
ble enemigo á abandonarle el campo de batalla
de Caldiero. Y cuando ya no quedó esperanza
alguna en Austria, devolvió intacto el. ejército
que se le habia confiado.


Después de la paz de Presburgo, fue nom-
brado gefe del Consejo Áulico de Guerra, y ge-
neralísimo de los ejércitos austríacos. Volvió por
última vez á tomar las armas en 1809, y ter-
minó su carrera militar con una lucha glorio-
sa , aunque desgraciada contra Napoleón en per-
sona. Hacia mucho tiempo que el Austria me-
ditaba romper el humillante tratado de Presbur-




E l . A 1 ! C I 1 I D C Q I ¡ K C A H I . O M . 29


go; la situación embarazosa de Napoleón en
España le pareció un momento favorable, y el Ar-
chiduque Carlos, profundamente afectado del
estado doloroso de ¡su pais, se arrojó á aque-
lla guerra con entusiasmo. Encargado del mando
en gefe de todas las fuerzas del Imperio, se lan-
zó sobre la Baviera, después de haber dado una
proclama á sus soldados llena de ardor patriótico.


Sorprendido Napoleón por la rapidez del ata-
que, habia enviado adelante á Berthier para reu-
nir los diferentes cuerpos de ejército sobre el
Danubio, y aquel general mas hombre de bu-
fete que de guerra, estuvo en poco que no com-
prometiera la suerte de la campaña. Estendió sus
tropas sobre una línea inmensa, ocupando una
estension de mas de veinte leguas de derecha á
izquierda. El Archiduque iba á cortar las dos olas
y circuir el cuerpo de Davoust; pero Napoleón,
favorecido por la lentitud austríaca, llegó á tiem-
po; con una mirada de águila vio el mal y el
remedio, y en un momento cambió el aspecto de
las cosas. Cinco dias de sangrientos combates, que
son otras tantas victorias, rechazaron al Archi-
duque del lado allá del Danubio , y abrieron al
ejército francés el camino de Viena. 'Iodos los




30 P K l i S O N A J E S C E I . E B H E S .


hombres especiales consideran las maniobras
de Napoleón, durante aquellos cinco días, como
obras maestras de ciencia militar. Viena capituló
el 13 de Mayo, diez y ocho dias después de la
victoria de Eckmubl. El Archiduque que no pudo
socorrerla, se estableció el 16 eti Ebersdorf; ins-
truido el 19 que Napoleón después de haberse
apoderado de la grande isla de Lohau, reunía
alli sus fuerzas y procuraba echar un puente
sobre el gran brazo del Danubio , no intentó
oponerse á su paso, esperando destruir con una
sola batalla al ejército enemigo que, adosado al
rio, se encontraría privado de todos los medios
de retirarse después de cortados los puentes con
los brulotes y otros cuerpos flotantes que hacia
preparar. Con esta idea , contentóse el Archiduque
con formar su ejército en batalla sobre la orilla
izquierda del r i o , entre las aldeas de Aspern y
de Enzensdorf, teniendo delante de su ala iz-
quierda á Essling. Aquel ejército formado en dos
líneas y dividido en cinco columnas, presentaba
un total de setenta y cinco mil hombres, cô n dos-
cientas ochenta y ocho piezas de artillería.


El ejército francés desfiló por sus puentes el
20, y el 21 se desplegaba en la llanura, cuando




El, AnCniDUQUF. CIRIOS. 3t


al anochecer del mismo dia dio el Archiduque
la señal de ataque; una artillería formidable es-
parcía la muerte en las lilas francesas, y la al-
dea de Aspern fue tomada y vuelta á tomar mu-
chas veces, acabando por ocupar una mitad de
ella los franceses y los austríacos la otra. La no-
che puso fin á aquel primer combate, y los dos
ejércitos durmieron sobre el campo de batalla,
teniendo sus centinelas á solo treinta pasos de
distancia.


Napoleón empleó toda la noche en liacer pasar
el resto de sus tropas desde la orilla derecha á
!a izquierda ; y el 2 2 á las cuatro de la mañana
volvió á principiar el combate con increíble en-
carnizamiento. Durante un dia entero, ciento
cincuenta mil hombres , en medio de un granizo
de balas y de metralla, arrojadas por quinientas
piezas de artillería , se degollaron al rededor de
la pequeña aldea de Arpern, tomada y vuelta á
tomar catorce veces. Apenas liabian roto las lí-
neas de la infantería austríaca los coraceros fran-
c a s , cuando eran rechazados por la caballería
del Archiduque, superior en número. Cada vez que
Massena por un esfuerzo sobre humano volvía
á entrar en Aspern, al momento apeándose de




32 PEUSOXAGKS CÉLEBRES.


su caballo el Archiduque, tomaba una bandera,
se arrojaba delante de sus cohortes y las volvía
á conducir al combate. De repente faltaron las
municiones al ejército francés; y poco después
supo Napoleón queá consecuencia délas órdenes
del Archiduque, brulotes y grandes barcos car-
gados de piedras y arrojados á la corriente del r io,
acababan de destruir por eníero uno de sus
puentes y" de romper la mitad del otro. La situa-
ción del ejército francés era sumamente crítica;
fue preciso pensar en la retirada , que se verificó
ordenadamente durante la noche de! 22 al 23.
Todo el ejército volviendo á pasar el Danubio
por un pequeño puente de barcas, se encontró
reunido por la mañana en la Isla de Lobau, que-
dando el Archiduque dueño del campo de batalla.
Se le ha criticado vivamente el que no aprove-
chase mejor su triunfo. Al dia siguiente de la
batalla de Aspern , colocando su artillería á la
orilla del brazo del Danubio , que le separaba
de la isla de Lobau á una distancia de cuarenta
toesas á lo mas , podia hacer sobre aquella isla
un fuego de cañón del cual ni un solo tiro se
hubiera perdido; pues el ejército francés que
estaba enteramente bloqueado en ella, sin mu-




KL AHCni!)[JQl!E CAULOS. 33


iliciones , s in víveres , y formando solo una masa


confusa y a p i ñ a d a , hubiera podido ser comple-


tamente destruido. El Archiduque satisfecho con


su triunfo de resistencia , dejó que Napoleón se


organizase tranquilamente en la isla de Lobau ,


que hiciera de ella una plaza fuer te , en la que


después de veinte dias de inauditos trabajos, m o -


numentos admirables del genio que los concibió,


restableció sus p u e n t e s , reorganizó su artillería,


remontó su caballería, reforzó su ejército, y pasó


de nueva á la orilla izquierda con ciento ochenta


mil hombres ,para dar al Archiduque la terrible


y última batalla de AVagram.


La acción se trabó el 6 de Julio de 1 8 0 9 , á


la vista de la población de Vieua , que estaba eu


los campanarios y e« los t e j a d o s ; los dos ejér-


citos y sus gefes desplegaron el m i s m o valor,


el mismo encarnizamiento que en las jornadas


precedentes. Mas de veinte mil hombres queda-


ron tendidos por ambos lados. «Por ú l t i m o , á


las cuatro de la tarde , dice el duque de Robigo


e n ^ s u s Memorias , el Archiduque se retiró ert


todos los puntos , abandonándonos el campo


<¡e batalla, pero sin prisioneros ni c a ñ o n e s , y


después de haberse batido de un modo capaz de




34 PERSONAJES CÉLEBRES.
hacer prudentes á todos los hombres amigos de
empresas temerarias. Se le perseguía sin acosarle
demasiado, porque al fin no habia sido destrui-
d o , y no nos convenía que volviera á presentarse
en batalla.»


Las varias faltas reprochadas al Archiduque
durante el curso de esta campaña, se atribuyen
principalmente á la muy marcada desunión que
existia entre él y su hermano , el Archiduque
Juan; desunión que produjo en el gabinete aus-
tríaco , y hasta en el Estado Mayor del genera-
lísimo , disensiones muy vivas , incompatibles con
la unidad del mando. Asi fue que á los pocos
dias después de Wagram, luego de haber firmado
el Archiduque un armisticio con Napoleón, di-
mitió' su encargo, entregó la dirección del ejér-
cito al Príncipe de Lichtenstein, dirigiendo á sus
soldados una orden del dia en que les manifestaba
todo su pesar por verse precisado á separarse


Aquí acaba la vida militar del Archiduque, y
desde aquel momento no volvió á aparecer sobre
el campo de batalla. Cuando después del tratado
de Schoenbrunn, quedó decidido el casamiento
de Napoleón con Maria Luisa, el Emperador,




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 35


queriendo dar á su noble adversario una prueba
de aprecio, le envió poderes para casarse en su
nombre con la joven Princesa ; y no fue una de
las menores estravagancias de aquel tiempo, tan
fecundo en prodigios , al ver al Principe Carlos
conduciendo á su sobrina al a l tar , y poniéndo-
le en el dedo el anillo nupcial en nombre del
héroe republicano del Tagliamento.


Los grandes sucesos de 1814 y 1815, no h i -
cieron salir al Archiduque del retiro que habia
elegido. Tal vez, á pesar de su patriotismo, el
magnánimo corazón del Principe no pudo pres-
cindir de un sentimiento de secreta simpatía por
Jos últimos y heroicos esfuerzos del genio, sucum-
biendo al número.


Mas adelante el desgraciado hijo del prisionero
de Santa Elena, encontró en el mas glorioso de
los enemigos de su padre, un patrono afectuoso y
benévolo.


Casado el Archiduque en 1815 con la Prin-
cesa de Nassau-Weilburgo, ha tenido de este ma-
trimonio cuatro hijos y dos hijas. Manejando la
pluma con igual superioridad que la espada, ha
dedicado sus ocios á la redacción de dos obras
militares muy apreciadas. La una se titula:




P K H S O N A Í E S C E L E B R E S


Principios de estrategia aplicados á la campa-
ña de 1796 en Alemania, publicado en Viena
en 1814 en tres volúmenes. La otra, que se com-
pone de dos volúmenes publicados en 1819, con-
tiene la historia de la campaña de 1799 en Ale-
mania y en Suiza. «Esta obra , dice un escri-
to? (*) hablando de la última, concisa y severa
en sus miras , sembrada de grandes pensamientos,
llena de notables observaciones sobre la marcha
de la administración mili tar , solo podia ser es-
crita por un gran capitán cuyos talentos hubiese
desarrollado una dilatada esperiencia; también
hace iKHior á su carácter, pues apreciador gene-
roso del mérito ageno, el Archiduque solo se
muestra demasiado severo consigo mismo. El
Duque de Reichstädt , que profesaba á estePrín-
elpe un- profundo respeto, gustaba de estudiar
sus¡ aloras, y ha hecho de, ellas numerosos análisis
y estractos.


O Mr. de Mna»lid , •' / ida dtl Tluqiit de Kektrull.






á




EL


GENERAL GRAVINA.


The brave Admiral Gravina is dead..
Spain loses in him the most expe-
rienced officer in her Navy.


CRONICA DE GIBRALTAR de is de


Marzo de I8(i(ì.
Cunei is flebilis occidit.


H O R 4 T .


Hubo un tiempo en que la España rica y
poderosa, señora de grandes y esteusas posesiones
en <f 1 Nuevo Mundo, tenia una marina respeta-
ble por su número y mas aun por. el valor y
pericia de los gefes que la mandaban. Debilitada
ya por anteriores desgracias , quedó enteramente




2 PERSONAJES CELEBRES.


destruida en el memorable combate de Trafalgar.
Vamos á bosquejar la vida y los hechos militares
del general ilustre que mandaba las fuerzas na-
vales españolas, en aquella desgraciada jorna-
da , can la rapidez y concision á que nos precisa
lo reducido de nuestras biografías.


Pocos combates navales presentará la historia
de tan sangrientos resultados, y tan fatales para
los gefes que mandaban las escuadras. El Almi-
rante Nelson que mandaba la inglesa; el general
Gravina que mandaba la española, combinada
con la francesa á las órdenes del Almirante Vi-
lleneuve, perecieron ambos en el combate, sui-
cidándose el último después á consecuencia de
su mal resultado (*).


D. Federico Gravina, hijo de los Sres. Don
Juan Gravina y Moneada, Duque de S. Miguel,
Grande de España de primera clase, y de Doña


(*). Hecho prisionero el Almirante Villeneitve y condu-
cido á Inglaterra, cuando regresó ¡i Francia , no pudiendo
soportar la frialdad de Napoleon ,» que trataba de hacerlo
juzgar por un Consejo de guerra, resolvió darse la muí.te;
al efecto estudió en algunos grabados la anatomía del co-
razón, y cuando se creyó bastante instruido para reali-
zar su proyecto, se hnndió en el corazón una larga aguja,
y murió en el acto.




GR AVINA. 3


Leonor Napolí y Monteaperto, hija del Príncipe
de Reáetana, también Grande de España de
primera clase, naeióen Palermo á 12 de Setiem-
bre de 1756. Recibió su primera educación al
lado de sus padres, y á la edad de ocho años
pasó al célebre colejio Ciementino de Roma,
donde en breve descolló entre todos los alumnos,
asi por su amabilidad y conducta , como por
su capacidad y aprovechamiento en el estudio
de las humanidades y de los varios ramos de las
matemáticas.


Viendo sus favorables disposiciones, y con
motivo de haber servido en España varios de sus
progenitores, hallándose un tio suyo de Emba-
jador de Ñapóles en Madrid, solicitó ingresar
en la Real Armada, y apenas hubo sentado plaza
de guardia-marina en Cádiz á 18 de Diciembre
de 1775, se presentó á examen y fue completa-
mente aprobado en las tres primeras clases de
aritmética, geografía y cosmografía, habilitándo-
sele poco después para embarcarse, como lo ve-
rifjeo', en el navio S. José.


Ascendido á alférez de fragata en 2 de Marzo
de 1776, salió de Cádiz en la fragata Clara, con
la escuadra del Marqués de Casa-Tillí, que tras-




4 PERSONAJES CELEMÍES


portaba á las costas del Brasil el ejército del
general Ceballos ; apoderada la escuadra de
la Isla de Santa Catalina, tuvo Gravina el en-
cargo de ir á intimar la rendición, que se
verificó sin resistencia, al castillo de la Ascensión,
situado sobre un islote inmediato.


La escuadra fue luego en busca de la enemiga
y fondeó el 27 de Febrero de 1777 , en la em-
bocadura del rio dp La-Plata ; pero dando á la
vela al anochecer para afuera, no se pudieron
distinguir, ni sus señales ni su r u m b o , y la
Clara suponiendo que seguhia la derrota de la
víspera se internó t a n t o , que á las cuatro de la
noche, arrastrada por las corrientes y no pudiendo
sin duda hacer observaciones astronómicas, cuando
se consideraba á veinte millas del Banco inglés,
varó en él. Saltó á los primeros golpes el timón,
y para no zozobrar fue preciso derribar con el
hacha los palos mayor y de mesana , dejando el
de trinquete para poder hacer señales de socorro
si asomaba algún buque. Frustróse aquella es-
peranza, formáronse con infinitos trabajos jan-
gadas o empalizadas, repartiéndose la gente
las tres únicas que se pudieron habilitar. Las
dos menores fueron encontradas y recogidas por




fiRAVÍN'At'.,w 5


el navio Septentrión; pero la mayor, enque iban
ciento diez y seis hombres, tardó tres dias en
llegar á la costa desierta , pereciendo casi todos
por la debilidad y un recio temporal de agua y
granizo que tuvieron que aguantar al desabrigo.
Los oficiales se salvaron en la lancha y llegaron
á Montevideo al dia siguiente. Gravina se embarcó
luego de ayudante de la Mayoría general en el
navio S. José , y trasbordado después al San
Dámaso, regresó á Cádiz, donde se encontró
ascendido á Alférez de navio con fecha de 23
de Mayo de 1778.


Embarcóse á poco tiempo en los jabeques Pilar
y Gamo, destinados á impedir el paso al Occeano
de cuatro jabeques argelinos; y si bien se frustró
aquel objeto, se logró encontrarlos y destruirlos
completamente.


Sobrevino en esto el rompimiento con Ingla-
terra , y formalizado el bloqueo de Gibraltar,
hallándose Gravina de teniente de fragata y en-
cargado del mando del jabeque S. L u i s , empezó
á "dar muestras del brillante denuedo, de la
actividad ardiente y desvelada, que fue en todos
tiempos la prenda mas sobresaliente y caracte-
rística de su espíritu marcial. Allí fue ascendido




6 PífiSONAJJSS CÉLEBRES.


á teniente de navio, y mereció por sus servicios
que se le confiriese en Mayo de 1780 el mando
eu gefe del apostadero de la bahia de Algeciras.
En este nuevo é importante cargo hizo varias
presas, hasta que salió para la espedicioa de
Menorca, con las fuerzas navales mandadas por
D. Ventura Moreno. Estuvo haciendo importantes
servicios durante el sitio del fuerte de S. Felipe,
y rendida ya la plaza, regresó al bloqueo de
Gibraltar, y á la solícita y penosa comandancia de
su apostadero.


Tratóse entonces de poner en planta el memo-
rable proyecto de las baterías flotantes, para abrir
brecha en la muralla y asaltar la plaza por la
marina Eran las flotantes, que también se lla-
maron empañetados, unas embarcaciones grandes
que solo llevaban artillería en un costado,
con el resguardo de un parapeto doble y muy
macizo, por cuyo intermedio, á íin de evitar ó
apagar los incendios, corría el agua que arro-
jaban las bombas dispuestas al efecto. No se
preveyó sin duda que supuesta la proximida^, á
que necesaria mente debían situarse para desempe-
ñar su objeto, las balas enemigas penetrarían por
lo menos todo el parapeto esterior, y ocasionarían




GRAVINA. 7


el derrame total de aquella corriente, dejando
toda la parte superior privada de su aventurado,
aunque indispensable beneficio.


De todo» modos, el Duque de Crillon que
mandaba el sitio, y habia presenciado en varias
ocasiones la intrepidez ó inteligencia de Gravina,
quiso confiarle la dirección de toda la empresa;
negóse Gravina á pesar de ser ya Capitán de
fragata, m#nifestaudo modestamente que habia
allí oficiales de mayor graduación y experiencia;
pero aceptó el mando de una de las baterías
nombrada S. Cristóbal.


Lastradas por fiu cual convenia para equilibrar
el peso de la artillería, y tripuladas y guarne-
cidas á satisfacción de los capitanes, salieron las
flotantes en número de diez , á las órdenes del
general Moreno, en la madrugada del 13 de Se-
tiembre de 1782, y á las ocho se hallaron ya
situadas en el sitio y en la forma que se les habia
prevenido; rompieron inmediatamente el fuego
sostenido por el de todas las baterías de cañones,
njpr teros y obuses de nuestra línea , y correspon-
diendo la plaza por todos sus puntos, llegaron á
jugar á un mismo tiempo mas de mil piezas de
artillería; pero aquel grandioso y tremendo es-




8 PERSONAJES CELEBRES.


pectáculo no pndo sostenerse con igual tesón por
nuestra parte, pues los enemigos, aunque pade-
cieron desde luego estragos considerables, tirando
desde tierra con bala roja, á la hora babian ya
incendiado el S. Cristóbal por tres partes, y des-
baratado una de sus bombas. Consigió Gravina
apagar el fuego; pero el valor, la actividad y la
emulación, todo fue infructuoso. Alas dos horas
estaba desarbolado, y haciéndose general el incendio
fue forzoso tratar de ponerse en salvo , aban-
donando é l , el último, su flotante pocos minutos
antes de que se volase.


Ascendido Gravina á capitán de navio , empezó
á sonar la voz de la venida de una escuadra
inglesa al socorro de la plaza , y ansioso de lomar
parte en el combate que probablemente habia de
resultar con la combinada que la estaba esperan-
d o , solicitó cora empeño el trasbordo á uno de
los navios, alegando sus vivos deseos de instruirse
práctica y fundamentalmente en las sabias y
complicadas maniobras de la táctica naval ; y el
general D. Luis de Córdoba no solo accedjó
gustoso, sino que lo recibió á su lado en el
Trinidad. t


Llegó con su escuadra el Almirante \ inglés




GBAVINA. i)


Howe, corriendo un temporal deshecho que le
obligó á embocar en el Mediterráneo; saüó in-
mediatamente nuestra escuadra de Algeciras en
su seguimiento, pero por la noche sobrevino una
cerrazón tan densa que la hizo perder de vista,
y ocasionó la separación intempestiva de 15 na-
vios. Por la madrugada fue forzoso ir en busca
de ellos, y lograda su incorporación, resolvieron
todos pasar el Estrecho , donde muy á pesar
suyo, divisaron la escuadra inglesa , que después
de haber dejado el convoy en Gibraltar, desem-
bocaba al Occeano. En vano se intentó alcan-
zarla, y regresando la escuadra combinada al
puerto , Gravina se restituyó al mando del
jabeque S. Luis, al cual habia dado tanta nom-
bradia con sus repetidas presas y continuados y
trabajosos cruceros ; hasta que verificada la paz
con los ingleses pasó á desarmar á Cartagena.


Por aquel tiempo se trató de hacer un ejem-
plar con los Argelinos, asi por los ausilios que
no dejaban de suministrar á nuestros mayores
enemigos, como por la arrogancia y desenfreno
intolerable que les habia infundido la malograda
espedicion del año 1775. Al efecto se dispuso
otra absolutamente marítima, compuesta de lan-




10 PERSONAJES CELEBRES.


chas bouabarderas y cañoneras, protegida por
una escuadra de navios, fragatas y jabeques, á
las órdenes del general Barceló, quien apenas
tuvo concluidos sus preparativos dio la vela del
puerto de Cartagena á primeros de Julio de 1783.
Apenas llegó la espedicion á la vista de Argel,
Gravina que tenia el mando de la fragata Juno,
tomó por disposición del general el de todas las
lanchas, y empezaron los ataques. Hubo durante
muchos dias un continuado bombardeo y cañoneo
por ambas partes, hasta que sobreviniendo los
vientos de travesía, que son violentísimos en
aquella costa é imposibilitan el servicio de las
embarcaciones menores, fue preciso dar la vuelta
para Cartagena.


En el año de 1784, mandando Gravina el
jabtque Catalán con toda la división de Poniente,
volvió á la bahia de Argel antes que la estación
abonanzase , y á pesar de los temporales, man-
tuvo un bloqueo tan rigoroso, que no dejó salir
barco alguno enemigo. Reconoció ademas á cuan-
tos neutrales se presentaban, y entre estos á un
jabequillo, Raguseo, donde venia el P- Conde,
Comendador de la Merced , quien le entregó con
reserva un pliego acompañado de un plano, en




GBAVIKA. 11


que se manifestaban las baterías y otros prepa-
rativos de defensa que los Argelinos estaban dis-
poniendo con ardor, temerosos de un nuevo
bombardeo. Para rectificar aquel aviso, envió un
patrón á Constantina bajo el pretesto de comprar
t r igo , y á su regreso puso en conocimiento del
general Barceló, que se hallaba en Mallorca, el
plano y cuantas noticias había podido adquirir
con su infatigable vigilancia.


Llegada la estación opor tuna, se repitió la
espedicion del año anterior, pero á los primeros
ataques se echó de ver el influjo oficioso de los
ingleses, asi en la disposición de las nuevas
baterías, como en la construcción de lanchas de
fuerza, que oponiéndose á las nuestras, les ha -
cían consumir gran parte de tiempo y de sus
municiones en rechazarlas y tenerlas á raya.
Adelantábanse sin embargo las bombarderas á
su situación competente, pero apenas volvían la
popa en ademan de recogerse á la escuadra,
cargaban sobre ellas desesperadamente los enemi-
gtjs, y Gravina puesto á retaguardia con el jabe-
que, tenia todas las tardes que recibir sus des-
cargas y contrarestar su choque, hasta dejar á
los nuestros en salvo. A poco t iempo, empezaron




1 2 PERSONAJES CELEBRES.


á reinar los vientos contrarios, y se retiraron
todos á Cartagena , poco satisfechos del resultado
de la empresa. Concluyóse después un ajuste con
los Argelinos, y desarmáronse en consecuencia
nuestros buques.


Graviha después de tantos y tan continuados
afanes, pasó á disfrutar el atractivo de la Corte,
pero lejos de entregarse ciegamente al embeleso
insubsistente del ocio y dé la frivolidad, se
ocupaba en lecturas amenas é instructivas. Lle-
vado de la actividad impaciente de su espíritu,
y de la vocación que profesaba á su carrera,
aceptó gustoso en Í787 el mando de la fragata
Rosa, que debia reunirse en el Mediterráneo con
otras ocho de los tres departamentos, para for-
mar una escuadra de evoluciones á las órdenes
de D. Juan de Lángara. Terminada aquella cam-
paña de instrucción, desarmaron las fragatas,
escepto la Rosa, que tuvo el encargo de resti-
tuir á su corte al primer enviado otomano en
la nuestra , Gusuf Effendi. Salió Gravina para
Constantinopla en Febrero de 1788 , y fondeó
el 12 de Mayo en su anchuroso y comodísimo
puerto, dedicándose desde luego á adquirir noti-
cias y á hacer observaciones astronómicas para




G R A V I N A . ÍS


formar nuevas cartas ó rectificar las antiguas,
¡escribió también una Memoria que se conserva
eon justísimo aprecio, por ser un testimonio
honorífico y perpetuo de su t i n o , erudición fy
laboriosidad.


Estaba Gravina facultado, y era su ánimo
permanecer allí algún tiempo para completar
aquellos interesantes trabajos; pero la peste que
reinaba á la sazón con la mayor violencia le
obligó á dar la vela el 22 de Junio para Malta,
donde, hizo la cuarentena, regresando después á
Cádiz.


A poco tiempo fue ascendido á Brigadier, y
en Abril de 1789 obtuvo el mando de la fragata
Paz , destinada á conducir á Cartagena de Indias
al Gobernador D. Joaquin Cañaveral; y como
aquel viaje redondo é inaudito fue muy sonado
en su época, será bien puntualizar todas sus fechas
para dar una cabal idea de su estraordinaria
brevedad. Dio la vela de Cádiz el 12 de Junio,
y habiendo rendido un mastelero tuvo que arri-
bar inmediatamente al mismo puer to ; volvió á
salir el 17, llegó á Playa Grande en la costa de
de Santa Fé el 14 de Julio, y fondeó en Boca-
Chica delante de Cartagena, el dia siguiente. El




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


18 dio de nuevo lávela para la Habnia, adonde
llegó él 28 del mismo Julio, y habiendo salido
á las veinte y cuatro horas, entró en Cádiz el
2 de Setiembre al amanecer.


En el año de 90 , considerando los ingleses
á la Francia, nuestra aliada, agena de parar
su atención en acontecimientos ultramarinos,
quisieron apropiarse la isla de Notka, al Norte
de las Californias, deseosos quizá de ocasionar
con este pretesto un rompimiento, para recobrar
la superioridad que tau dolorosamente habian
perdido, al reconocer, en la paz anterior, la
independencia de los mares y de sus colonias
americanas. Con este motivo reunióse en Cádiz
una escuadra á las órdenes del Marqués del So-
corro , capaz de infundir respeto á todas las
potencias de Europa, y en ella desempeñó Gra-
vina, con el navio Paula que mandaba, varios y
difíciles encargos; pero ajustadas las desavenen-
cias con Inglaterra , cesó el armamento y hubo
un intervalo de reposo, hasta que á consecuencia
del terremoto acaecido en Oran en la noche del
l.o de Octubre de 1790, creyendo los moros su-
persticiosamente que su Profeta les franqueaba
por medios sobrenaturales la entrada en la




O I U V I N A . 15


plaza, se presentaron á poco tiempo en ademan
de posesionarse sin resistencia de su nueva y
deseada adquisición. Enviáronse de Cartagena
comestibles y tropas, y pasó Gravina á mandar
las fuerzas sutiles de mar, y la tropa de marina
desembarcada. Prestó allí eminentes servicios y
dio pruebas de su imperturbable valor; pero en
medio de nuestra incontrastable superioridad se
echó de ver, que el sitio se iba alargando de-
masiado , y que la posesión de aquella plaza,
ya que los moros se retirasen, sobre ser in-
conducente para refrenar sus piraterías, se había
de hacer costosísima por la reedificación del
pueblo y el reparo de las murallas y fuertes;
tratóse en consecuencia de abandonarla, hízose
al ef cto una tregua con los enemigos, y nues-
tro ejército se retiró por tierra á Marzalquibir,
plaza situada como á una legua al poniente de
Oran, y que por su cómoda ensenada le servia
de puerto : luego se embarcaron las tropas y se
retiraron pacíficamente á Cartagena, dejando
también aquel último punto en poder de los
moros.


Entonces fue recompensado Gravina con el
ascenso á Gefe de escuadra, y habiendo solicita-




16 PERSONAJES CELEBRES.


do y obtenido el permiso do ir a correr corles, lo
verificó inmediatamente empezando por la de Lon-
dres , llevado del anhelo de conocer á fondo la
marina inglesa. Fue recibido con distinguidos
obsequios por el Almirantazgo , pasóá Postmouth,
y habiendo por último sobrevenido el rompi-
miento con Francia, y teniendo Gravina que re-
gresar á España, se embarcó en Spithead, en la
fragata de guerra inglesa la J u n o , y llegó al
Ferrol á principios de 1793.


Inmediatamente se le dio el mando de cuatro
navios, y arbolando su insignia en el Hermene-
gildo de 112, pasó con su división el Mediter-
ráneo , y se reunió á la escuadra de D. Juan
de Lángara , que estaba cruzando en el golfo de
Rosas; alli permanecie.'on hasta el 26 de Agosto,
en que se apareció una fragata de la escuadra
del Almirante Hood, que se hallaba sobre las
costas de Francia, con el estraordiuario mensaje
de pedir seis navios auxiliares para posesionarse
del puerto y arsenal de Tolón.


Agitados los Toloneses por sus turbulencias
intestinas, y temerosos de los decretos de la
Convención, resolvieron ponerse bajo la pro-
tección de los aliados , y en virtud de su Ha-




GRAYINA. 17


mamiento, D. Juan de Lángara se resolvió á
ir inmediatamente en su auxilio con toda la
escuadra, en vez de enviar los seis navios que
le habían pedido los ingleses. Verificóse la entra-
da con indecible alborozo de los habitantes, á
pesar de la resistencia del general de la escua-
dra Saint Julien, y desde el primer paso se echó
de ver la celosa codicia de los ingleses; pues
aunque Gravina , nombrado Comandante de ar-
mas , debia ser arbitro en arreglar el servicio, se
constituyeron despóticamente depositarios del Ar-
senal, alternando con nosotros en la guardia de
la Malga y de otros fuertes, y dejando absolu-
tamente á nuestro cargo los puntos mas espues-
tos y menos interesantes.


Sin emhargo. habiendo recaído el gobierno
de la plaza en Lord Murgrave, Gravina se her-
manó fácilmente con é l ; y tomando sobre sí
lo arduo y trabajoso de la empresa, recorrió
prolijamente hasta los reductos mas avanzados, y
trató de hacer frente por todas partes á los ene-
migos que ya empezaban á presentarse.


Su primer ataque se verificó por Olliule, don-
de fueron rechazados prontamente haciéndoles
algunos prisioneros, á quienes libró la humanidad


a




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de Gravina del furor de los implacables Tolone-
ses. Llegaron luego del Rosellon los regimientos
de Hibernia y Mallorca, y para el completo res-
guardo de la escuadra, se acordó fortificar los
puntos de Balaguer y 1'Eguillete, situados al
frente de la Malga, en la punta ó lengua de tierra
que forma el puerto; y el 1 0 de Octubre á poco
de haberse recibido los refuerzos que se esperaban
de Cerdeña y ¡Ñapóles, se aparecieron los enemi-
gos arrollando el fuerte de la Malga y ocupando
las alturas de Faraón. Gravina dispuso salir con-
tra ellos en tres columnas, compuesta la de la
izquierda de ingleses solos á las órdenss de Lord
Murgrave, la de la derecha de tropas de todas
las naciones al mando del Conde del Puerto,
después Duque de S. Carlos , y la del centro
de españoles y napolitanos bajo su inmediata di-
rección. Travose inmediatamente el combate, mas
no con el ardor que anhelaba la actividad im-
paciente del general, que después de herido gra-
vemente en la pierna derecha, insistió con el
mismo ahinco en el ataque, hasta trepar por el
pendiente de la montaña , teniendo los enemigos
la pérdida de cerca de trescientos prisioneros,
y viéndose obligados los demás á despeñarse




G B A V I i N A . 19


por los precipicios, donde perecieron los mas.


Al volver las tropas triunfantes á la plaza,
Gravina, que iba en una parihuela, fue victoreado
con el mayor entusiasmo , y al dia siguiente la
municipalidad le presentó una corona de laurel
con una felicitación afectuosa y honorífica. Dilatóse
la curación de la herida , por el solícito desvelo
del general que no cesaba de atender á todo.
Mandó otra salida en que fueron igualmente re-
chazados los enemigos; pero llegó en esto el ge-
neral O-Hara , nombrado gobernador de Tolón
por su corte, y sobrevinieron grandes altercados
acerca del mando de las armas. Quedó sin em-
bargo Gravina mandando las tropas, mas no por
eso cesaron las etiquetas y desabrimientos entre
el adusto general inglés y el cortés español.


Hecho prisionero el gobernador O-Hara el 3 0
de Noviembre en una acción en que se perdieron
mas de seiscientos hombres, le substituyó el
general D u n d a s , que guardó la mejor armonía
con Gravina; pero imposibilitados los trabajos
por las incesantes lluvias de Diciembre , refor-
zados los enemigos con el ejército venido de la
toma de León, y dirigidos por Dugomier, embis-
tieron en la madrugada del 17 Ja avanzada de




20 PERSONAJES CELEBRES.


los napolitanos, la arrollaron sobre la marcha y
fueron tomando en seguida otras baterías ademas
del fuerte de Balaguer. A la mañana siguiente
se hizo conducir Gravina en silla de manos á
la junta de generales que se celebraba en casa
del Almirante Hood, y sabida allí la novedad
de haber sorprendido los enemigos á Faraón,
propuso ir él mismo á recobrarlo, atado á su
caballo,• pero no accedieron los demás, manifes-
tando que aun cuando se consiguiese, no por
eso quedarían en salvo las escuadras de los tiros
de la parte de Malbusquet, que domina lo inte-
rior del puerto, y de los puntos ya perdidos de
Balaguer y L' Eguillete, y en consecuencia se
acordó la evacuación inmediata de la plaza.


Grandes fueron los desastres ocasionados en
aquella ocasión al infeliz vecindario , que quedaba
espuesto á los sangrientos furores del vencedor,
pereciendo muchos sumergidos en las olas por
huir del castigo que les preparaban los revolu-
cionarios. La entereza incontrastable de Gravina
en medio de tanto y tan doloroso conflicto,
atendió en lo posible a la conservación del orden;
pero los ingleses impacientes por esterminar en
lo posible la marina francesa , para armar con




C i R A V I N A . 21


el tiempo iguales asechanzas contra la nuestra,
después de haber poseido y saqueado a su arbi-
trio los tesoros del arsenal, anticiparon inconside-
radamente su incendio, y pusieron en nueva con-
moción á aquel desventurado pueblo. Con este
motivo en vez de hacerse la retirada ordenada-
mente por la puerta de Italia, según estaba acor-
dado , se hizo con precipitación por una poterna,
tomando luego el camino inmediato de la Malga,
adonde llegó toda la columna, cubriendo los es-
pañoles la retaguardia. Los enemigos avisados y
dirigidos por los presidiarios del Arsenal, que se
babiau puesto en libertad, se apoderaron de la
ciudad y pasaron luego á la Malga, desde donde
dispararon algunos cañonazos a l a escuadra; pero
esta, aunque salió bordeando y con el riesgo
continuo de estrellarse mutuamente en las vira-
das , por ser contrario el poco viento que tenia,
logró ponerse en salvo, y fue á fondear á ias islas
de Hieres. Alli padeció un fuerte temporal, y á
fines de Diciembre, dio la vela para Cartagena
con^un inmenso trasporte de miserables fugitivos,
cuya abandonada patria estaban acabando de es-
terminar la guillotina y la metralla.


Ascendido Graviua a Teniente general , fue




2 2 PERSOKAJES CÉLEBRES.


á convalecer á Murcia , pero autes de estar per-
fectamente restablecido de su herida , se embarcó
de nuevo en el Hermenegildo, y á primeros de
Mayo de 7794 salió de Cartagena con una escua-
dra para socorrer las plazas de Colliure y Port-
vendres, sitiadas por los franceses; pero encontró
que estaban ya en poder de los enemigos y se
retiró la escuadra á la bahia de Rosas; apenas
dio en ella fondo Gravina, bajó á tierra y con
parecer del general del ejército Conde de la Union,
recorrió y puso en el mejor estado de defensa
y al cuidado de oliciales y tropa de marina , los
puntos marítimos de aquella costa.


Vinieron por fin los dias memorables de 17
y 20 de Noviembre, en que los dos Generales
Dugomier y el Conde de la Union, perecieron á
la izquierda de nuestra línea, y la derecha , al
verse sin el apoyo del centro, que habia corrido
la suerte de la izquierda, tuvo que abandonar
los puntos que ocupaba ; los soldados se retira-
ron cou tanta precipitación, que al llegar á Rosas se
arrojaban despavoridos al agua para que sel les
llevase á la escuadra, como único punto de sal-
vación. La entereza de Gravina y sus oficiales
pudo contenerles, y dispuso el general que que-




G R A V I N A . 28


dase solo la tropa necesaria para la defensa de
la plaza; y embarcando la demás, la envió á
Palamox para que inmediatamente pasase á in-
corporarse con el ejército del Marqués de las
Amarillas, que había establecido su cuartel gene-
ral en Gerona.


Rindióse Figueras , y se presentaron los ene-
migos delante de Rosas intimando la rendición.
No faltaron algunos que opinasen por la entrega,
pero Gravina se opuso á ello; y ofreciendo sumi-
nistrar cuantos auxilios de tropa , municiones y
víveres fuesen necesarios, fortaleció los ánimos
y todos resolvieron defenderse hasta el último
trance. Asi se verificó en efecto, hasta que en 1."
de Diciembie se juzgó indispensable la retirada
que quedó resuelta para la noche del 3. A fin
de ejecutarla con prontitud y seguridad, formó
Gravina tres líneas; la primera compuesta de
los botes y lanchas que se pudieron recoger
para llegar hasta la orilla á recibir la tropa ; la
segunda, de lanehones y jabeques mallorquines;
la ^tercera, de bergantines y jabeques mayores,
de donde se trasladaba después' la gente á los
navios; y se hubiera completado el reembarco,
sin la voz de alarma de :un. sargento que estaba




24 l'EKSONAJES CÉLEBRES.


de avanzada, pues al oiria se retiraron trescientos
hombres al pueblo, de donde se volvieron por
la madrugada á la plaza y luego capitularon.
Aquella memorable defensa , debida principal-
mente al espíritu y vigilancia de Gravina , fue
de la mayor importancia , por haber contenido
durante dos meses y medio el ímpetu de los
enemigos, y dado lu^ar á que se reorganizase
nuestro ejército.


En premio de tan señalados servicios, honró
el Rey con la llave de Gentil-Hombre de Cámara
con ejercicio á D. Federico Gravina, que vino
á quedar de General en Gefe de la escuadra por
ascenso de D. Juan de Lángara , con quien se
habia reunido, al Ministerio de marina. Vuelto
después á Cartagena y hecha la paz con Francia
se desembarcó por enfermo y pasó á Valencia,
donde logró restablecerse de sus fatigas é indis-
posiciones.


En el año de' 1797 , estando ya en guerra
con los ingleses, obtuvo el mando dn la escua-
dra del Occeano ; pero su natural modestia, ha-
ciéndole reconocer por superior en la táctica na-
val á otro general de la armada , solicitó con ins-
tancia, y logró con satisfacción, quedarse en clase




GKAYINA. 25


de seguudo en el mismo destino. En el año si-
guiente idearon los ingleses un bombardeo con-
tra Cádiz, y al efecto preparaion en Gibraltar una
bombardera de estraordinarias dimensiones (co-
nocida después vulgarmente con el nombre poco
culto de Bombo) que llevaba en el centro varios
morteros, y al rededor 24 cañones de grueso ca-
libre, para barrer á metralla á cuantos inten-
tasen atacarla.


Noticioso D. José Mazarredo de tales prepa-
rativos , habilitó las lanchas de fuerza , y ponien-
do un cañón de á veinte y cuatro en cada una
de las de los navios , dio el mando de todas á Gra-
vina. El 3 di Julio por la noche llegó el Bombo
y aterró con sus t i ros , que causaron algunos
estragos, á los habitantes de Cádiz; pero salieron
las lanchas y trabaron un combate tan reñido y
próximo con las enemigas que lo sostenían,
mandadas por Nelson , que se mezclaron y con-
fundieron mutuamente , haciendo por último ce-
sar el bombardeo. Repitióse la operación el 5 y
Gravina volvió á embestir denodadamente al
enemigo, y le obligó á retirarse á Gibraltar.


Poco después pasó la escuadra á Cartajena,
y desde allí á Brest con la francesa á las órde-




2G P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


nes de Bruix; y habiendo recaido otra vez en
Gravina el mando de la española, contribuyó
eficazmente á contrarestar la espediciou que pro-
yectaban los ingleses contra aquel puerto.


El 14 de Diciembre de 1801 , salió con cua-
tro navios para Santo Domingo, de ausiliar de
una escuadra francesa ; pero el ¡Veptuuo , donde
llevaba arbolada su insignia, empezó á hacer
tanta agua que le obligó á entrar en el arsenal
del Ferrol para atajarla. Trabajóse en esta ope-
ración dia y noche hasta que á los 14 días se
hizo de nuevo á la mar, y alternando conti-
nuamente en el alcázar con el capitán del bu-
que D. Cayetano Valdés, llegó por una der-
rota desusada, al cabo Zamaña en la isla de
Santo Domingo , á los 19 dias de su salida del
Ferrol, y veinte y cuatro horas antes que los de •
mas buques de la escuadra. Regresó luego á
Cádiz eon caudales, en Mayo de 1802 , y pasó
luego á Madrid donde ei Rey recompensó su
esclarecido mérito con la gran cruz de la orden
de Carlos III.


Hecha la paz , obtuvo por primera vez licen-
cia para ir á ver á sus padres, que derramaron
lágrimas de placer al estrechar en sus brazos a




CFRAVIWA. 27


un hijo colmado de honores adquiridos á costa de
su sangre, y coronado de una gloria que daba
nuevo esplendor al lustre de su familia. Perma-
neció Gravina una larga temporada en Palermo
disfrutando los agasajos de sus deudos y con-
ciudadanos , y en Junio de 1804 fué nombrado
Embajador en París. Al admitir tan importante
puesto interpuso con instancia la condición, de
que si sobrevenía algún armamento se le emplease
desde luego en la carrera activa. Dedicóse entre
tanto con desvelo á promover los intereses que se
ponian á su cargo, hasta que rota de nuevo la
guerra con los ingleses, pasó á Cádiz á tomar el
mando de la escuadra, y el 15 de Febrero de 1805
arboló su insignia en el navio de 80 cañones, el
Argonauta.


En la noche del 9 de Abril inmediato, ha-
biéndose presentado delante de la bahia una
escuadra francesa, Gravina, según las órde-
nes que tenia, zarpó y se le reunió tan ege-
cutivamente con sus seis navios y una fra-
gata, que el general Villeneuve le envió á de-
cir, que su salida equivalía d una victoria.
La escuadra combinada se dirigió luego á la
Martinica, y habiendo tomado la Roca ó Pun-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ta del diamante, dio la vuelta para Europa.
El 22 de Jul io , al llegar al cabo de Finis-


te r re , se avistó á sotavento la escuadra inglesa
del Almirante Calder, que se eucaminaba á cor-
tar la retaguardia de la combinada. Gravina
que mandaba la vanguardia , sin esperar el mo-
mento ó señal de egecucion del general, viró á
favor de una niebla sin ser visto de los enemi-
gos; pero conociendo estos que si seguían de
vuelta encontrada, se habían de ir empeñando
sucesivamente con toda la combinada, superior
en número, viraron también al descubrir aque-
lla maniobra. Gravina embistió entonces á Cal-
der , le estrechó mas y mas forzando siempre
de vela, y escarmentó á un navio de tres puen-
tes que se adelantó á sostenerle; pero los in-
gleses se mantuvieron siempre retrayendo su re-
taguardia de la nuestra, y formando una especie
de 7 muy abierto y reforzado en el ángulo, para
presentarse muchos contra pocos, según su cos-
tumbre; así fue que los navios Firme y S. Ra-
fael, que se hallaron en aquel punto, quedaron
tan desmantelados, que por estar á varlovento1,
y por haber dejado en la Martinica con los en-
fermos á la fragata Magdalena, que pudiera ha-




I T R A V I N A . 29


herios sacado á remolque, fueron á parar, arro-


llados por el viento y la oleada, á la linea ene-


miga.
Los ingleses se separaron á las nueve de la


noche del combate, que habia durado desde an-
tes de las cinco, con el Windsor-Castle de tres
puentes absolutamente inutilizado, y maltrata-
dos otros muchos navios, en términos que no
se atrevieron á renovar la acción en los dias
siguientes. La escuadra combinada se reunió en
el Ferrol , pasó después á Cádiz , y el 31 de Agos-
to arboló Gravina su insignia en el navio Prín-
cipe de Asturias de 112.


El 20 de Octubre volvió á salir en número de
treinta y tres navios, quince españoles y diez y
ocho franceses ; y habiendo avistado el 21 la es-
cuadra del Nelson sobre el cabo de Trafalgar, hizo
el safarranclio y los demás preparativos para en-
trar en combate. Mandaba Gravina la vanguardia,
compuesta de doce navios interpolados de ambas
naciones, y Nelson, que estaba á varlovento, se
mantuvo desviado, haciéndose car^o de que adon-
de quiera que atacase, habían de acudir con ven-
taja aquellas fuerzas reunidas y espeditas. Man-
dóse virar por redondo, y desigualándose los na-




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


víos no pudo quedar bien formada la línea, pero
Gravina , cuya división vino á quedar con esta ma-
niobra á retaguardia, procuró conservar en lo po-
sible su varlovento para observar y oponerse á los
movimientos del enemigo. Embistió éste luego con
dirección oblicua en tres columnas subdivididas
después en otras muchas, y al llegar á tiro rom-
pió el fuego el Monarca , mandado por D. Teo-
doro Argumosa , contra el navio de Colingot, que
mandaba la del cent ro , y logró derribarle el mas-
telero de proa ó de velacho ; el Fogoso, francés, le
hizo una gran descarga de fusilería que le obligó á


, orzar ó alejarse algún t an to ; pero luego insistió
en atravesar la línea por delante del Santa Ana,
donde llevaba su insignia el general Álava. Forzó
éste de vela, le alcanzó y trabó con él un reñidí-
simo eoinbatc; entretanto Nelson intentó atravesar
por la proa del Bucentauro, que era el navio ge-
neral, y la popa del Trinidad donde iba el gene-
ral Cisneros; pero éste puso todas sus velas en
facha, caminó para atrás , le atajó y le hizo una
descarga de sus cuatro baterías. Llegaron luego
los dos navios de tres puentes y apuraron sus fue-
gos por varlovento en el Trinidad, causándole
intinitos destrozos ; y al mismo tiempo Nelson,




GRAVO A. SI


dando la vuelta por la popa del Bucentauro, y de-
jando este en manos de otros que le seguían,
embistió al Trinidad por el costado opuesto, de
modo que Cisneros tuvo que batallar desde el
principio á tiro de pistola contra tres navios po-
derosos.


A este tiempo, Gravina había empeñado una
acción vivísima con los dos primeros navios de
la tercer columna que venia á cortar por aque-
lla parte Llegaron luego por sotavento otros
dos , que habían doblado la línea por el estremo
de retaguardia, y ademas presentó su costado
por popa otro que le disparó todos sus fuegos
á tiro de metralla, causando varios estragos, é
hiriendo gravemente al general en el codo iz-
quierdo, el cual á breve ra to , no pudiendo ya
sostenerse sobre el alcázar, se creyó muerto y
encargó el mando y la continuación del comba-
te á su mayor general ü . Antonio Kscaño.


Este esclarecido oficial se hallaba en la toldilla,
cuando una descarga de metralla arrolló, escepto
á un cabo de artillería , a cuantos con él estabau,
hiriéndole gravemente en una pierna ; no quiso sin
embargo retirarse, hasta que precisado por los
oficiales bajó por un momento, y hecha la cura




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


volvió á desempeñar con igual intrepidez el encar-
go de Gravina.


No será fuera de propósito hacer aqui hono-
rífica mención de los ilustres marinos que pere-
cieron en aquel sangriento combate Había muer-
to ya D. Cosme Churruca y su segundo Don
Francisco Moyua en el Nepomuceno que peleó
al principio contra tres y después contra cinco
navios; D. Francisco Alcedo y su segundo Don
Antonio Castaños, en el Montañés; D. Dionisio
Galiano , después de haber rendido á un uavío
de tres puentes, en el momento en que estaba
en el Bahamá observando con el anteojo los
movimientos del enemigo ; en solo el Trinidad
siete valientes oficiales, y aunque segun se
asegura Nelson perdió su vida de una des-
carga de fusilería de la cofa de mesana de
este navio, su muerte fue pobre compensación
á tantas desgracias. Cuatro generales; los capi-
tanes Gardoqui , Uriarte , Pareja, Vargas , Jarlo,
Argumosa , Valdés y otros estaban heridos, y sus
navios desmantelados; este últ imo, que manda-
ba él Neptuno de 80, intentó socorrer solo á texto
trance el Trinidad , como ya lo había salvado
el 14 de Febrero en el combate del Cabo de San




G I U V I I U . 33


Vicente; pero se lo impidieron un sin número de
navios que le salieron al encuentro. Los france-
ses perdieron entre otros al insigne Capitán Magon,
el cual habiéndole quitado una bala entrambas
piernas, se hizo meter para estancar la sangre
en un barril de harina, y desde allí continuó man-
dando la maniobra y animando á todos con el ma-
yor heroísmo, hasta el momento en que espiró. Sabi-
dos son por desgracia el éxito de aquel sangriento
combate, y los efectos del furioso temporal que so-
brevino. No es de este lugar el examen de si debió
ó no renovarse la acción con los navios reunidos
que se retiraron á Cádiz; pero desde aquella fatal
jornada puede sí asegurarse, que quedó enteramente
destruida la marina militar española.


La herida de Gravina era tan grave que desde
luego se trató de cortarle el brazo ; pero ofrecié-
ronle algunos facultativos curarle sin aquella
operación radical , y se determinó á escusarla.
Siguió la curación con variadas alternativas, hasta
que por último después de haber cumplido con
los^ deberes religiosos , espiró el dia 2 de Marzo
al medio dia, con la mayor resignación.


Tal fue el glorioso fin de la briüante y labo-
riosísima carrera de D. Federico Gravina, Co-




3 4 PERSONAJES CELEliRES.


mendador de la orden de Calatrava, Gentil-hom-
bre de Cámara de S. M. con egercicio, gran
cruz de la orden de Carlos I I I , y de resultas
del último combate, Capitán General de la Real
Armada. Era de regular estatura, y su rostro
retrataba al vivo la inalterable apacibilidad de
su espíritu. Fue siempre en estremo culto y es-
presivo en sus modales y palabras, irreprensible
en sus costumbres, y absolutamente desprendido
de todo interés mezquino.. Espléndido con sus
amigos y generoso eon los necesitados. Justifi-
cado y afable hasta con el último marinero, lla-
no y aun familiar con sus subalternos, cautiva-
ba los corazones de cuantos estaban bajo su man-
do. Su maestría en la profesión, su actividad
vigilante y atinada en todo genero de empr.sas,
su impetuoso denuedo en el avance, su tesón
inflexible en el empeño, y sobre todo su inalte-
rable serenidad, haceu de él un perfecto reme-
do de uno de nuestros mas esclarecidos h roes
del siglo XVI, del inmortal Alejandro Farnesio.


Los enemigos hicieron justicia á su mérito,
diciendo en los papeles públicos: «Tenemos que
lamentarnos al oír que el valeroso General Gra-
vina ha muerto. Sus amigos han vivido largo




G R A V I N A . 35


*) Kl Almirante Colingod escribió el pésame al Mar
uués de la Solana, en una carta lacónica y esprasiva.


tiempo esperanzados de su restablecimiento, pe-
ro por desgracia acaban de quedar frustrados
sus anhelos. La España pierde en él el oficial
mas esperimentado de su Armada, á cuyas ór-
denes sus escuadras, ya que alguna vez hayan
sido vencidas , nunca han dejado de merecer los
encarecimientos de los vencedores. » (*) Su funeral
se cel Aró con el correspondiente aparato en me-
dio de un gentío inmenso, pudiéndose repetir
aquel dia lo de Tácito, hablando de Germánico;
«Que al par de la pompa y el ceremonial de
las exequias, reinaba entre los asistentes un en-
trañable desconsuelo. «










D, F. T. CALOMARDE.


«No se muestra acreedor é la victoria
«quien del vencido la desgracia insulta


SIMÓN BOÍIANECRIV acto í.°


Difícil tarea á la par que ingrata , toma sobre
sí el que escribe la biografía de un hombre im-
popular , en el pais mismo que le mira como
causador de sus males, y á presencia del partido
vencedor. En tales circunstancias y al concitar
sobre sí el odio de este partido , réstale única-
mente el consuelo de esclamar , que hasta los
dioses mostraron su faz risueña á la causa ven-




2 PERSONAJES CELEBRES.


cedora, y solo un Catón se atrevió á sostener la
de los vencidos. Lejos de nosotros la idea de
compararnos al valeroso romano , al referir las
acciones de un proscripto , sin ocultar sus de-
fectos ni sus buenas cualidades. Al escribir su
biografía, no vamos á trazar su panegírico, ni
tenemos motivo para ser sus apologistas.


Por otra parte la liistoiia contemporánea es-
crita por hombres , que recibieron rudos golpes
y quizá persecuciones directas del personage en
cuestión, le ha retratado con los mas negros
colores, y apenas se hallará una pincelada que
le sea favorable. Con t o d o , una larga espiacion
y hasta la victoria misma del partido á quien
oprimió, han modificado algún tanto la opinión
acerca del ilustre proscripto , á quien cubre ya
tierra estrangera. Y ¿quién será capaz de llevar
sus resentimientos mas allá de la tumba ? No
aumentaremos el número de los que se complacen
y deleitan en ver la humanidad bajo sus aspectos
mas defectuosos, antes bien imitaremos al pintor
griego, que hizo el retrato de Antígono , de perfil,
para ocultar el defecto de un ojo, concretándola
narración á los sucesos de la vida de Calomarde
y dejando los comentarios sobre su política pa-




CAL0MA.RDE. 3


ra los que escriban prolijamente la historia.
Una de las cosas que mas han chocado á los


estrangeros que han tratado de observar la nuestra
en lo que llevamos de este siglo, ha sido la ten-
dencia del pueblo, ó si se quiere la plebe, al
absolutismo, y de la aristocracia española al régi-
men constitucional. Acostumbrados á profundizar
harto poco en nuestros asuntos han calificado
estas tendencias de anomalías, á pesar de que
seria muy fácil hacer ver que tales tendencias
son naturales en unos y en otros , mirando con
detenimiento su educación y sus ideas. Si Calo-
marde hubiera nacido en otro p'ais, quizá hubiera
sido un tribuno: e¡i España por el contrario , figu-
ra como uno de los tipos del absolutismo, á pesar
de ser hijo del pueblo.


Oscuros fueron á la verdad su nacimiento, su
familia y hasta su patria, situada en un pueblecito
del bajo Aragón, llamado Villei, donde vio la luz
primera el dia 10 de Febrero de 1773. Sus padres
llamados Juan y Rosa de Ariza, eran unos la-
brotares no muy acomodados.


Otra ocupación diferente se les ha supuesto,
y los Palaciegos que ora se arrastraban á sus
pies, ora á sus espaldas daban curso á su sar-




4 PERSONAJES CELEBRES.


cástica maledicencia , le designaban con el apodo
del alpargatero. Pero á pesar de su pobre es-
traeion jamás dudó de su futuro engrandecimiento,
á la manera que Cromwell , de quien aseguran
que siendo joven una fantasma le predijo su
futura elevación. Chocante era por cierto esta
confianza en el joven Francisco Tadeo, cuando
cursaba jurisprudencia civil en la universidad de
Zaragoza. Reducido á servir de page en casa
de una señora viuda , solia acompañar por la
noche precediendo con el farol á unos comercian-
tes de Teruel, que vivian en la misma casa. Re-
cordaban estos no ha muchos años con admiración
que al preguntar á Calomarde á qué aspiraba,
respondía siempre sin desconcertarse , á Ministro
de Gracia y Justicia. Esta respuesta harto orgu-
llosa en boca de un pobre page, unida á su
figura no muy elegante , solian hacerle blanco
de las bromas de los festivos tertulianos. Y con
todo, la providencia tenia escrito ya en sus de-
cretos eternos, que sus conatos serian cumplidos,
y que arribaría á la cima á la cual encaminaba
sus vacilantes pasos.


Al trasladarse Calomarde á la Corte á fines
del siglo X V I I I , rico tan solo de esperanzas y




C A L O M A R D E . 5


con la cabeza colmada de gra'as ilusiones, seme-
jaba á los viageros, que abandonan su pais
natal y arriban al Nuevo-Mundo, llevando por
única esperanza y base de sus soñadas riquezas
en vez de conocimientos y recursos una carta de
recomendación. La fortuna le protejió desde sus
primeros pasos. Presentado al médico de Cámara
D. Antonio Beltrau, que también lo eradeGodoy
y aragonés, supo captarse su benevolencia y en-
contrar en él un protector. Calomarde criado en
la dependencia , carecía de aquella fiereza ingenua
característica de su pais , y acostumbrado á ple-
garse á voluntades agenas, no le habia de estor-
bar su firmeza el medraren una Corte aduladora
y corrompida.


El médico de Godoy tenia una hija poco fa-
vorecida de la naturaleza, pero que con todo era
un partido harto ventajoso para el joven preten-
diente. Con este objeto , el presunto suegro ob-
tuvo de Godoy para su protegido- una plaza de
Oficial en la secretaría de Indias, como regalo de
boda. Pero Calomarde una vez puesto en carrera
descreció la mauo benéfica que le habia favorecido,
sacándole de la oscuridad , y solamente una re-
prensión harto agria de Godoy, acompañada (se-




6 PERSONAJES CELEBRES.


gun dicen) con la amenaza de echarle á presi-
dio , le obligaron á dar la mano á la infortu-
nada joven, objeto ya de su menosprecio. Nunca
se miró como casado, y las personas mas allega-
das á él , jamás oyeron salir de sus labios el
nombre de su esposa.


Entretanto su fortuna se aumentaba rápida-
mente : antes del año 1808, había sido promovido
á Oficial mayor de su secretaria y se hallaba in-
teresado en algunas contratas. Los sucesos de
aquella época le arrojaron á Cádiz con la Rejencia
y sos oficinas, entonces bastante interesantes por
el giro que principiaban á tomar los asuntos de
América.


Poco después pasó á Oficial mayor de Gracia
y Justicia por influjo de su amigo el Ministro
Sierra, que trató de salir juntamente con él,
Diputado por Aragón. Algunos han atribuido al
desaire que entonces sufriera el encono que des-
pués mostró contra el gobierno representativo.
Viósele en efecto ya desde aquel punto estrecha-
mente ligado con Sierra , Lardizabal y demás
corifeos del partido realista. Juntamente con ellos
trabajó por el proyecto de confiar el Gobierno
á la Princesa Carlota, y desde entonces la casa




CALOMAKDE. 7


de Portugal se le mostró no poco propicia; pero
á la caida de aquel partido, Calomarde se vio
envuelto en su ruina.


El regreso de Fernando VII , vino á trocar en-
teramente la escena, y los que habían sido abatidos
por las Cortes de Cádiz, pudieron hacer alarde
y ostentación de sus servicios, Uno de los mas
favorecidos y de los primeros en escalar el poder
fue Lardizabal, que por el decreto de 4 de Mayo
de 1814, fue nombrado Secretario de la Gober-
nación de Ul t ramar , nombre que se daba á la
antigua secretaría de Indias , y que luego volvió
ó trocar por este último. Con Lardizabal volvió
también á la secretaria de Indias su antiguo ami-
go y oficial, acreditado ya como acérrimo realista
por la parte que había tomado en Cádiz contra
las reformas liberales, y la persecución que había
sufrido. Aumentóse mucho mas su valimiento con
motivo de las bodas de los desterrados de Valen-
cey con las Princesas del Brasil, hijas del Regente
de Portugal. Era mediador de aquellas bodas el
célebre P. Cirilo de Alameda, que durante su emi-
gración había logrado introducirse con aquella
familia en el Brasil , y a su regreso á España se
constituyó en agente de aquel doble casamiento




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Para llevarlo á cabo pasaron á Coimbra Lardi -
zabal y Calomarde , ambos sujetos de confianza
para la familia Real de aquel pais, con motivo
de los servicios prestados en Cádiz por ellos á
la infanta Doña Carlota. Los que prestaron en esta
ocasión fueron también remunerados largamente
y entre otros favores obtuvo Calomarde el nom-
bramiento de Caballero de Santiago de A vis. Los
contratos quedaron otorgados en 2 2 de Febrero
de 1816, y á principio de Setiembre, desembarca-
ban las Infantas en la bahia de Cádiz. Lardizabal
y Calomarde creían del todo afianzada ya su for-
tuna, cuando un contratiempo inesperado vino á
sumirlos en la desgracia. La camarilla que rodeaba
al monarca y que disponía de sus favores, veia
con ojos aviesos el encumbramiento de estos dos
personajes. Ya el año anterior Lardizabal había
sufrido un imprevisto contratiempo, tanto mas
sensible para é l , cuanto que se le juzgaba arbi-
tro de la voluntad del Rey. El ministerio de In-
dias habia sido disuelto, y sus empleados re-
partidos por otras oficinas: Lardizabal habia que-
dado de simple consejero de Estado, y Caloníar-
de habia pasado á oficial del ministerio de Gracia
y Justicia. Al verlos pues recobrar su influencia




CALOMAB.DE. U


despertóse la dormida envidia que los empujó


.contra los mismos escalones por donde pensa


ban subir.
Hallábanse ya las infantas en Cádiz cuando


se recibieron noticias poco satisfactorias acerca
de la conducta del gabinete portugués en Amé-
rica , y aun se aseguró, que se disponía para
atacar á Montevideo. Al mismo tiempo llegaban
noticias confidenciales harto desagradables, acer-
ca de la salud de las princesas. Alarmóse la
Corte con tales nuevas, reunióse el Consejo de
Estado, y combinándolas con otras anteriores
y con la mala fe y torcidas miras que se supo-
nía al gabinete portugués, principiaron á dic-
tarse medidas de precaución. No estrañaremos
que sea cierto lo que se dijo entonces, de que
el infante D. Antonio propuso, que las infantas
quedasen como en rehenes, hasta que se reci-
bieran ulteriores noticias. Eos agentes del casa-
miento, sorprendidos con tan estraña catástrofe,
fueron las primeras víctimas de ella, y exho-
nerados de sus empleos se vieron en breve lan-
zados de la Corte. Calomarde, confinado á Pam-
plona, presenció desde aquel retiro las fiestas á
que se entregaban la Corte y la nación con mo-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo de las bodas, eu que lau directamente ha-
bía intervenido y de las cuales por tan rara p e - .
ripecia , en vez de honores y favor, tan solo
habia conseguido su desgracia. En vano la ama-
ble Isabel interpuso su mediación á favor de
sus desgraciados agentes, y presentó á su espo-
so los hijos de Lardizabal, que imploraban la
libertad de su padre. El lley, que dominado
por ignobles influencias daba muy pequeña parte
de su corazón á la virtuosa Isabel, se mostró
insensible á los infantiles ruegos, subiendo al
coche sin responderles y desairando á la Reina,
que habia tenido una grau parte en aquella
escena. La prematura muerte de aquella amable
Reina, en la que los españoles cifraban grandes
esperanzas, concluyó de arrebatar á Calomarde
las pocas que le restaban, y se tuvo que resignar
á vivir oscuro y olvidado en el rincón de su
destiero, mucho mas al ver el tortuoso giro que
tomaban los negocios públicos, y la tempestad
próxima á estallar.


Nada podia esperar del Gobierno constitucio-
nal , que acababa de instalarse en la Penínsura,
y por tanto veia con placer sus desaciertos y el
descrédito que le amenazaba en el estrangero.




CALOMARDE, 11


Previendo en lo que vendría á parar, y temeroso
por otra parte de que las autoridades de Pam-
plona, en vista de su conocida desafección,
tratasen de arrestarle y hacerle servir de repre-
salias , huyó secretamente de Pamplona en 1822,
y llegó á Madrid, donde permaneció oculto mas
de un año , hasta la evacuación de la capital
por Zayas y la entrada de las tropas francesas.


Los sucesos de aquella época son bien cono-
cidos, como también el nombramiento de Re-
gencia, de la cual fue secretario Calomarde. Poco
tiempo después se le vio subir al ministerio de
Gracia y Justicia en compañía de Ofalia, que
entraba en el de Estado el 17 de Enero de 1824,
por fallecimiento del Marqués de Casa-Irujo.


También entró por el mismo tiempo de se-
cretario del Consejo de Ministros y del Consejo
de Estado el célebre D. Antonio Ligarte, amigo
de Calomarde, con quien convenia en ideas, y
que era mirado entonces como el favorito del
Rey. La influencia de este Ministro y su pre-
ponderancia en el Consejo, eran poco satisfac-
torias á sus compañeros de Gabinete, á los cua-
les dou.inaba. Decíase de é l , que estando ini-
ciado en los secretos del Gobierno los comuni-




12 * P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


eaba al partido llamado Apostólico, del cual se
le suponía acérrimo agente. Conjurados los otros
Ministros contra Ugarte , lograron por fin arran-
carle del lado del Monarca y darle un honroso
destierro, enviándole de iniuistro plenipotencia-
rio" de Ccrdeña eir Marzo de 1825.


Vióse á poco tiempo crecer rápidamente • el
valimiento de Calomarde, y afianzarse en él, de
tal modo, que pudo mirar como vinculado en
su persona el favor de un Rey harto propenso á
mudar de Ministros. A la verdad, concurrían
muchas circunstancias para esta elevación no
difíciles de esplicar si Lien se mira, aun pres-
cindiendo de la intriga y de la adulación. El
partido realista se hallaba dividido en dos gran-
des facciones: el uno de ideas templadas á cuyo
frente se hallaba la grandeza y la mayor parte
del ministerio: el otro mas exagerado y furibun-
do en sus ideas., titulado el partido apostólico,
á cuyo frente se sinonia á D. Carlos. Fernan-
d o , que tenia supeditado ya al partido liberal,
veia también con placer dividido al realista, que
se hacia de este modo menos compacto y tenn-
ble. A no haber sido por esta división, que el
Rey se guardaba muy bien de atajar, quizá se




CALOMABDE. 13


hubiera [visto él precisado á lanzarse en brazos
del partido liberal; como Enrique III de Fran-
cia, acosado por la l iga, se entregó á discreción
de los Hugonotes, que tan encarnizadamente
había perseguido. Conociendo Calomarde esta si-
tuación se penetró bien de su papel, que en
cualquiera de las dos facciones habia de ser
harto desairado. Resentidos los ultras de la des-
titución de Ugarte miraban con ceño el encum-
bramiento de Calomarde, que no se presentaba
como su predecesor á quemar incienso ante sus
aras. Los partidarios del despotismo ilustrado
v la grandeza merecían pocas simpatías á Ca-
lomarde, y tampoco esta podia profesarlas á un
ministro de su estofa. En tal situación llegó el
Ministro de Gracia y Justicia á ser entre sus
compañeros de gabinete, lo que el Rey entre
los dos partidos realistas que se combatían á la
vez. Esta situación homogénea debió escitar
igualmente sus simpatías, y por tanto Calomar-
de, fiel intérprete de aquella política, al paso
q^e se situaba en su propio terreno, venia á
ser el mas útil resorte de ella. Por una parte
refrenaba al partido conservador que propendía
al liberalismo; por otra intimidaba á los reac-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


cionarios que aun clamaban por venganza. Esta
política se hallaba compendiada en aquella frase
que llegó por entonces á ser vulgar, palo al
burro blanco, palo al burro negro, idea que
el Rey su amo solia espresar en términos mas
groseros, parodiando aquella cautinela ¡ese na-
rizotas!.,


¿En qué consiste, pues, que el partido liberal
ha mirado y mira á Calomarde como su Nerón,
siendo asi que durante su encumbramiento dis-
frutó mas libertad y tolerancia que en los años
anteriores? ¿En qué consiste también que el par-
tido realista odió y sigue odiando á Calomarde,
y le arrojó de sí como á causador de todos sus
males? No será esto á la verdad una anomalía, si
se observa que combatiendo sus proyectos y ha-
ciendo gastarse al uno con el otro , llegó á verse
en una posición escéntrica para ellos, y se hizo
odioso á los dos á la vez. Cuantas persecuciones
sufrían los liberales de los agentes del Gobierno
se miraban por aquellos como influidas directa-
mente por Calomarde, al paso que la grandeza le
detestaba igualmente, y el Duque del Infantado
renunciaba su cargo por zelos, según se dijo,
de la preponderancia del favorito.




CALOMARDE. 15


Tales son las causas del engrandecimiento de
Calomarde y su larga permanencia en el poder,
bajo la férula de un Rey inconstante. Habían
nacido el uno para el otro, y se entendían fácil-
mente, pues convenían en ideas. El Rey solia
decir que con ninguno despachaba mas á gusto
que con Calomarde, y que le presentábalos nego-
cios con tal claridad y precisión, que facilitaba
sus resoluciones. A la verdad, aun cuando no
concedamos á Calomarde un gran ta lento, tenia
en ; su favor la espedicion y facilidad que dá la
práctica, con bastante conocimiento del corazón
humano y sus mas íntimos resortes. Tampoco le
faltaba tesón para arrostrar los inconvenientes del
sistema, que tanto el Rey como él se habían tra-
zado, y confiado en su posición se mostraba
enérjico y aun inflexible, el mismo que en la
presencia de su amo s* arrastraba humildemente
á sus pies.


El uno y el otro tenían indudablemente un
fondo de sentimientos religiosos, aun cuando
en su vida privada no hayan sido modelos de vir-
tud*: con todo , atendiendo mas á sus defectos
que á sus buenas cualidades, se les ha lanzado
él dictado de hipócritas. No se crea por eso que




16 PERSONAJES CELEBRES.


los sugetos que tan acerbamente han calificado
a Femando y á su Ministro por su conducta
privada, sean algunos varones ejemplares, que
con el tiempo hayan de entretener á la Congre-
gación de ritos. Creemos que la escusarán esta mo-
lestia, y nos mueve á ello el pensar, que los
hombres verdaderamente virtuosos suelen ser los
mas indulgentes con las flaquezas de sus seme-
jantes.


Recordamos con este motivo que en una de
las catedrales de España se motejó al Rey por
un estremo contrario, calificándole de impio,
porque omitió una genuflexion al pasar por tiente
del altar mayor. Habiendo ido al dia siguiente
una diputación del cabildo a cumplimentar al
Roy, y con ella el canónigo que mas mordaz
se habia mostrado, recibió de Calomarde y re-
servadamente, una reprensión bien amarga, ma-
nifestándole entre otras cosas que por delicadeza
se abstenía de poner en parangón su conducta
con la del Monarca.


Respetemos pues al menos la vida privada,
absteniéndonos de trasmitir á la posteridad por
medio de la prensa, lo que la maledicencia no
dejará de conservar por tradición. Con todo, hay




CALOMARDE. 17


en Ja vida de Calomarde un suceso de esta clase,
imposible de pasar en silencio, pues ademas de
ser muy público, va enlazado con los principios
de su elevación. Tal es el fallecimiento de su
olvidada esposa Doña Juana Beltran, en Zarago-
za. A pesar de los desdenes y el ingrato porte
de su esposo, con quien apenas vivió, se con-
tentó con llorar en el silencio y oscuridad de su
retiro ; y próxima á morir dio un testimonio de
resignación cristiana, nombrándole heredero á
pesar de su ingratitud. Es falso lo que se ha
dicho de que la habia abandonado á la miseria,
pues la consignó una pensión de 12,000 reales
anuales y una casa para su habitación en Za-
ragoza.


Por aquel mismo tiempo llamaban la atención
en la Corte unas escenas harto cómicas, en me-
dio de los sangrientos dramas que con frecuencia
se representaban. Y bien merecen seguramente
el nombre de cómicas, las escenas á que dio
lugar la Real orden sobre reunión de matrimo-
n i o | mal habidos, dada por un Rey que segu-
ramente no era modelo de fidelidad conyugal,
por conducto de un Ministro que jamás vivió
con su muger, ni aun se le oia nombrarla , y


2




1 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES,


en medio de unos cortesanos muchos de ellos
públicamente embarraganados. Seguramente que
si se tratara de aumentar párrafos á la crónica
escandalosa de la Corte, bastaría referir algunos
de los episodios á que dio lugar la tal Real
orden, que fue causa de éneierros monásticos,
arrestos y reclusiones á que se vieron condena-
dos algunos de ios mismos grandes y cortesanos'-.


Pero otros sucesos mas terribles y trascén--
dentales vinieron á- llamar 4 a atención públiea,
apenas la 'Nación principiaba á disfrutar una
aparenté tranquilidad. Tales fueron los sucesos
de Cataluña en 1 8 2 7 , que pudieron ser de una
trascendencia incalculable, pues aun ño sé ha1


descorrido enteramente el velo que los cubrió
por largo tiempo. Los partidos, como sucede
siempre,• aí ver el nial éxito de los sucesos, no
han querido prohijar aquel levantamiento, can-
sado por opuestos intereses y por elementos con-
trarios. Esta revolución, producida á la ve?,
por dos partidos estráños entre si j dio lugar á
varias anomalías de problemática resolución. De
todos modos, aquel Monarca tan tímido y apá-
tico, que al estallar la revolucionen las Cabezas
de S. Juan pasó dos meses en una entera inér-




CA.LOMARDE. 19


d a y apatía, y comunicó á los sublevados el
valor y arrojo, que no desplegaba por su parte,
le vemos al presente revestido de toda la ener-
gía y dignidad de su carácter, lanzarse, rápida-
mente en medio del peligro y conjurar ia tem-
pestad con su presencia.. ¿Quién ha causado en
el Rey tal metamorfosis? Ved á Calomarde que
le acompaña en la silla de posta- que camina
rápidamente hacia Zaragoza. Esto ha, obligado 3
decir á personas muy sensatas, que á.no haber
sido Calomarde confinado á Pamplona en 18 i G,
probablemente hubiera, subido al; Ministerio , ;y
quizá hubiera variado también el aspecto de las
cosas en 1820.


Respecto á las atrocidades cometidas en Car
taluña varían mucho las opiniones, inculpando
unos al Rey y otros á su Ministro: pero quizá
una mano oculta precipitó en la tumba aquellas
víctimas,, con el mismo objeto con que habja
fusilado á Bessieres sin permitirle declarar acerca
de su levantamiento. En tal caso, el Conde de
Esnaña solamente fue un instrumento y Calo-
marde un testigo. -


No entraremos en pormenores acerca del mi-
nisterio d e Calomarde, en el cual hallamos se-




20 PERNAJES CÉLEBRES.


gura mente absurdos insostenibles, y actos por el
contrario mal juzgados. Unos y otros los califi-
cará la historia, que quizá en sus fallos respeta-
rá poco el de los contemporáneos.


Enmedio de los negros colores con que se
le ha pintado, resaltan algunas buenas cualida-
des personales. No eran el apego al dinero ni la
rapacidad vicios que se hayan inculpado á Ca-
lomarde: desempeñaba gratuitamente una por-
ción de destinos que le hubieran rendido grue-
sos sueldos; socorría con largueza los estable-
cimientos públicos, y aun se le tachaba de ser
descuidado en materia de interés. Quizá esto
último ha influido no poco para acelerar su muer-
te , y algunos periódicos lo han presentado como
causa inmediata de ella. Tampoco se le acusó
de haber apadrinado á sus parientes, defecto
harto común en hombres de gobierno; pero por
otra par te , el pueblo que nunca perdona el ne-
potismo, se ensangrentó contra Calomarde y le
echó en cara su despego, achacándole á desvio
de sus parientes, cuyos modales rudos y gro-
seros le recordaban su humilde estraccion. Quizá
esto no sea del todo infundado, pero tampoco
lo es que al regresar de Cataluña á Zaragoza en




CALOMARDE. 21


compañía del Rey, visitó á los que le habían
favorecido en sus primeros años, y no se mos-
tró ingrato con ellos ni con sus condiscípulos.


En cambio se le acusó, y no sin fundamen-
to, de su escesivo provincialismo, y de poner en
manos de aragoneses los mejores empleos de su
ramo. Para ello no hay mas que recorrer las
listas de los altos funcionarios civiles y eclesiás-
ticos. En varias ocasiones tuvo que sufrir» las
zumbas del rey por este motivo, sin que se mos-
trase por ello mas enmendado. Cuando dio no-
ticia á Fernando de haber vacado" la mitra de
Segovia , le dijo este en tono burlón.—¿ Tienes por
ahí algún aragonés por obispar?—Pocos dias des-
pués Calomarde creyendo , que ya el Rey se ha-
bría olvidado, le presentó al aragonés Briz Mar-
tinez, general de los Dominicos. Entonces Fer-
nando sonriéudose le dijo:—Eso ya lo sabia yo,
que me habías de traer algún aragonés.—A pesar
de eso firmó la presentación sin omitir sus acos-
tumbradas pullas.


^fallábase pues Calomarde en el apogeo de su
esplendor colmado de honores y distinciones, y
favorecido de todas las Cortes europeas que le
honraban con sus cruces y condecoraciones,




22 PERSONAJES CELEBRES.


siendo quizá • de los que mas podiau presentaren
Europa.—El Toisón, la de Carlos I I I , la de
Isabel la Católica ,-. la de Avis de Portugal , la del
Águila negra de- Rusia-, la de :la Vendée la Le-
gión de honor, honraban su pecho con otras
mucha*, quesería prolijo referir. ^Echábase de
menos la Jarretierra- de Inglaterra, porque á la
verdad no fue esta nación con la que mas sim-
patías <tuvo.


Pero esta misma elevación era un mal pre-
sagio para - é l , por la dificultad de conservarse
estableen el poder, luego que se ha llegado al
punto culminante, y cuando casi no hay mas á
que aspirar. ¿Pero quién se detuvo en tales con-
sideraciones al verse disfrutando la privanza?


Uno; de los primeros golpes para ella fue el
casamiento de la Reina Cristina. La presencia
de los Reyes de Ñapóles, el influjo de su : hija,
y la elevación de la Infanta Doña Luisa Carlota
esposa de D. Francisco, por tanto tiempo poster-
gada , debilitaron en gran parte el influjo de la
Camarilla y del Ministro favorito, que conoció
no estar del todo seguras en sus manos las rien-
das del Gobierno, que tan holgadamente había
manejado.




CALOWVBDE. 23


Poqo tiempo después habiendo logrado el Rey
sucesión de¡este último enlace, trató de dar pu-
blicidad á la Pragináctica-sanqion de 1789, por
tanto tiempo arrinconada y cubierta de polvo en
los estantes del Consejo.


Se ha disputado con mucho calor acerca del
autor del pensamiento de restablecer la Prag-
máctica-sancion. Los liberales no queriendo deber
este favor á Calomarde , suponen que fue el
Guarda sellos, D. Juan deGrijalva, el instrumen-
to de que se valió el Rey para la publicación
de dicha Pragmática. Los realistas por su parte
acusaron á Calomarde de haber sido no sola-
mente quien sugirió la idea, sino también el
que la llevó á cabo. No será estraño que uno
y otro cooperasen á este fin: pero no es cierto
como se ha querido suponer que Calomarde se
opuso á su ejecución. Hallábase aborrecido por
el partido realista furibundo, y por otra parte
no dejaba de recelar del ascendiente que la Reiua
iba adquiriendo sobre el ánimo de su real Es-
pora. Creyó pues oportuno congraciarse su be-
nevolencia por este medio; pero no deja de ser
dudoso el objeto, que para lo sucesivo se pro-
ponía , á no ser esta medida únicamente pa-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ra prolongar su permanencia en el Ministerio.
Sus esperanzas eran ilusorias y la última hora


de su poder iba á sonar. Sabidas son las céle-
bres ocurrencias de la Granja , y las intrigas pa-
laciegas á que dio lugar la aparente muerte del
Rey, y la abnegación sublime de su Esposa. Los
cortesanos semejantes á los salvajes que adoran
al sol al tiempo de salir, pero jamás se acuerdan
de tributarle culto al tiempo de ponerse, vola-
ron presurosos al cuarto de D. Carlos á tribu-
tarle sus primeros respetos , como á su rey y Se-
ñor. No se quedó atrás Calomarde, á pesar de
que llevaba consigo el presentimiento de su caid
que afligía su corazón. La repentina é inespera-
da mejoría del Rey , y la llegada no menos im-
prevista de la Infanta Doña Luisa Carlota, acaba-
ron de variar enteramente la escena. Las amar-
gas censuras de la Infanta decidieron á la Augus-
ta Cristina á reparar su momentáneo error, y los
cortesanos aterrados con aquel golpe huyeron á
su vista despavoridos.


Calomarde por su desgracia tropezó con .,1a
fogosa Infanta, y es fama que recibió de su
mano un solemne bofetón: poco rato después le
buscaba con mas siniestro objeto, pero el es-




CALOMARDE. 25


ministro previendo su destino se iiabia ocultado
ya, y trataba de poner tierra por medio. El dia
2 de Octubre llegó secretamente á Madrid , y
dos dias después salió en la diligencia para
Valencia, de donde se trasladó á Olba, en cuyo
pueblo tenia su fábrica de papel, famosa por aquel
tiempo. Sabiendo que se trataba de prenderle,
huyó á esconderse en un convento de frailes fran-
ciscos tan oportunamante, que apoco rato llega-
ron las requisitorias y se dio aviso á la fron-
tera. Disfrazado con el humilde sayal, se dirigió
á esta, pasados algunos dias , y ya iba á pisar
el territorio francés, cuando por su desgracia fue
reconocido por un sargento de carabineros, y sola-
mente á fuerza de oro logró escapar de sus manos.
El proceder que observó después con ellos, es
uno de los mas negros borrones de su conducta.
Habiéndose descubierto el cohecho, el sargento y
los carabineros se vieron en la precisión de emigrar
á Francia : aquellos infelices se vieron reprochados
porél ásperamente, y llegó ádecirles «que merecian
b^¡n ser fusilados por haberse dejado sobornar.»
Este rasgo, que parece increíble, únicamente puede
esplicarse por el humor atrabilario que á veces le
dominaba y que tomó incremento con su caida.




26 P E R S O N A J E S . C E L E Ü R E S


Sü posición se hizo mas crítica con los encuen-
tros Ifrecuentes que tenia con los emigrados es-
pañoles que volvían ufanos á su patria después
de tan dura y larga proscripciou. En varias oca-
siones llegó á verse espuesto á perecer entre sus
manos , si no. le hubiera salvado la generosidad
de algunos otros de ellos que le debiau favores
reservados. Ert aquella época tan feliz para muchos
españoles, cuando las. familias llenas de júbilo
abrazaban aquellos objetos de su cariño. que no
creían volver á estrechar contra su seno , Calomar-
de solo y despreciado en pais eStranjero , apuraba
en secreto la copa dé la amargura, sin un amigo
ni un recuerdo que mitigasen sus penas. Perdidos
sus empleos, secuestrados sus bieues, y hecho su
nombre un objeto de, execración y sinónimo de
una época de aciagqs padecimientos, que esclu-
sivamente se le imputaban, parecía €aloinarde en
su dest ierro, aquella infortunada víctima, que
llamaban los hebreos hostia por el pecado , á la
cual abandonaban en medio del desierto, cargada
con todas las iniquidades del pueblo de Israel, d*»i-
pu3S de haber invocad;) sobre su cabeza con mil
execraciones la cólera celeste..


Sus primeros pasos en Francia se dirigieron




CALOMAIUiE. 27


á Órlenos, de donde marchó a París. Desde allí
como desde un punto culminante,: pudo contení*
piar las escenas que rápidamente se sucedían en
la Península , y los densos vapores que sobre su
horizonte se aglomeraban, présagos de liorrenda
tempestad. El Rey falleció, y al punto saltó la
chispa eléctrica que puso en combustión los agru-
pados vapores. Tronó el cañón en los ángulo&de
la Península, y sus fértiles campiñas se regaron
con española sangre. Entonces Calomarde sé
aproximó, al teatro de la guer ra , fijando su re-
sidencia «n Tolosa , y se le vio dispuestoá tomar
parte en la contienda; pero sus servicios fueron
desechados, y la corte de Oñate le prohibió el
pisar territorio español. Aquella orden fue espe-
dida por antiguos amigos y clientes suyos, que
olvidando sus numerosos beneficios vengaban sus
desdenes: castigábasele también no solo por la
presentación de la Pragmática, sino aun mas
por las medidas represivas que habia tomado
contra el partido ultra-realista, que prevalecía
er^ Oñate. Al verse pues cargado cou el anatema
de este partido, vilipendiado en su desgracia; y
escarnecido por sus mas íntimos amigos, recayó
en la hipocondría áque era muy propenso.




28 PERSONAJES CELEMÍES.


Con objeto de distraerse pasó á Roma , mo-
rada común de ilustres proscriptos. Aquella ciu-
dad santa, colmada de religiosos y antiguos re-
cuerdos de todas épocas y de todas edades, ob-
jeto por Jo común de odio para los hombres
elevados al poder, debe escitar sin duda las
simpatías de los que algún dia se vieron rodea-
dos de esplendor y ahora gimen arrastrándose en
el polvo y viviendo de brillantes recuerdos, como
la mansión augusta de los Césares. La prensa
quiso dar importancia política á este viaje, que
probablemente no fue mas que un deseo de dis-
tracción ó de entusiasmo religioso, á la manera
que un enfermo en su agitación febril da vueltas
en todas direcciones y en ninguna postura calma
su dolor.


Los dos últimos años de su vida en Tolosa,
fueron consagrados esclusivamente á obras de
beneficencia Ademas de suministrar gruesas can-
tidades á los carlistas que imploraban su protec-
ción para pasar á Navarra, durante la guerra
habia socorrido muchas familias que la emigra-
ción habia lanzado en la miseria. Pero al vol-
ver de Roma, favoreció indistintamente á las
bandas de emigrados que inundaban aquel país,




CALOMAB.DE. 29


sin distinción de colores, y estos agradecidos á
sus beneficios llegaron á llamarle el padre de los
pobres españoles.


Muchas familias, no solamente francesas, sino
aun dentro de España lloraron el dia de su muer-
t e , porque les faltaba el pan de cada dia, Y en
medio de este desprendimiento, se trataba á sí
mismo con un porte mezquino, lo que hizo creer
con mucho fundamento, que preparaba un do-
nativo paradlos prisioneros de Bourges, como en
holocausto por conseguir su favor. Otros lo
atribuyeron hasta cierto punto á efecto de alguna
aberración menta l , causada por la melancolía,
mucho mas al ver los raptos de fervor religioso á
que se entregaba públicamente en las iglesias de
Tolosa, poniéndose en cruz , besando el suelo, y
haciendo otras demostraciones, que daban no poco
que reir á los franceses.


Los periódicos franceses y los españoles co-
piándolo de aquellos, atribuyeron su fallecimien-
to á noticias poco satisfactorias sobre asuntos
peculiares suyos, que recibió de Madrid, las cua-
les agravando su habitual melancolía, le causa-
ron un accidente apoplético que puso fin á sus
dias el 19 de Junio de 1842.




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


En su última enfermedad le asistió el médico
de Cabrera, D. Juan Sevilla.


Pocas horas después de su fallecimiento, se
recibió por el telégrafo, orden de París,. para que
se •le hiciesen solemnes exequias como, general,
por estar-. condecorado, con el gran Cordón. La
guarnición de Toiosa cubrió la carrera, la artir
Hería hizo los dispatíos de ordenanza , y. las au-
toridades civiles y militares de grande uniforme
presidieron su ent ierro, el mas suntuoso que hace
muchos años se había visto en Toiosa. Entérren-
sele en una caja de plomo, pues habia manifes-
tado déseos de que su cadáver se trasladase á
España^ y se colocase en la capilla del Cristo de
Olbav que á sus espensas habia levantado. Pero
este deseo no es. tan fácil de cumplir como él
creia , y solamente alguna que otra familia, qué
esperimentó su beneficencia recordará con el tiem-
po su tumba olvidada en tierra estrangera. ¡Vein-
te años han trascurrido; antes que se cumpliera
el último voto de Napoleón!


Ligeramente ha sido preciso tocar la parte de.la
\ i 4 a AeCiaVovnaTde qwft setOTa « VA política, y
era segúremele lo menos desfavorable que se po-
día hacer. La historia es la que juzga acerca de




CALOMARDE. 31


esta, al paso que se desentiende de las cualidades
personales. Pero muchas veces para juzgar de
aquella , es preciso estar al corriente de estas, que


á la verdad no es un panegírico.
Por desgracia al partido liberal que se creyó


triunfante y feliz al ver la caida de Calomarde,
le restaban aun largas calamidades y desengaños.
Le faltaba aun atravesar el sangriento periodo de
una revolución, en la que , como en todas , se
habían de desconocer los principios tutelares de
las sociedades , y de olvidar toda noción de lo bue-
no y lo justo. Le faltaba ver encumbrados á
hombres que podia poner en parangón con Calo-
marde, resultando este superior porque no invoca-
ba al menos el sagrado nombre de la libertad,
para ejercer la tiranía , ni estaban en contradic-
ción sus hechos con sus palabras y principios.
Por fortuna de nuestra patr ia , ni el tiempo de
Calomarde puede ya volver, ni pueden tampoco
ser de larga duración los males que la aquejan.


difícilmente se hallarán á no ser en una biogra-
fía. Esta idea ha dominado en la presente, que








Persaiuoes celebres fiel Sialo Щ
0 А




BONAPARTE.


[PARTE PRIMERA.)


«Si un dia desapareciese la civiliza-
ción de nuestro viejo continente,
quedando poesías , crónicas, medallas
y ruinas; si al través de las devasta-
ciones del tiempo, leyese el historia-
dor el mismo nombre inscrito en las
piedras del Escorial, en los mármoles
del Capitolio, en il granito de las
pirámides; si volviese á encontrarlo
en los escombros de Sroshnbrunn, de
Potsdam , del Kremlin lo mismo que
bajo la arena de los desiertos; ¿daria
crédito á los testimonios que hicieran
de aquel nombre el de un 'solo con-
quistador, de un mismo potentado,
de un Monarca grande entre los legis-
ladores, tanto como entre los guerre-
ros?"


S i i . vANnY. Diccionario de la con-
versación, art. BON4PU1T1. .


Las palabras que acabamos de copiar del ilus-
tre escritor francés , bastarian por sí solas, á no


i




2 PKSISONAJF.S CELEBRES.


ser tan conocido el personage que vamos á bio-
grafiar, para manifestar la gran dificultad de
reducir á los efltteelios límites de nuestra publi-
cación , la vida de un héroe, enlazada con tan
grandes acontecimientos, sirviéndole de teatro
casi toda la Europa continental y una gran parte
del Oriente, y de sepulcro el solitario peñasco
de Santa Elena. Sucesos en que hay que hacer
mención de todos los grandes personages que han
figurado en el mundo durante su reinado, y cuya
sola enumeración ocuparía todo el espacio de
nuestra biografía. Conociendo toda la dificultad
de la empresa, y presentando el gran personage
deque vamos á ocuparnos, dos figuras distintas,
bosquejaremos primero la vida de BONAPARTE,
desde su nacimiento hasta el Imperio, en esta pri-
mera parte, y desde que ciñó la corona hasta
su muerte en la segunda.


¿Cómo enumerar las innumerables victorias,
sus conquistas sin término, unidas á todas las
creaciones de las artes, á la restauración de los
templos, á las instituciones de los códigos y de una
legislación entera del héroe de los tiempos mober-
nos , héroe parecido á los personages épicos, según
la espresion del autor antes citado? Todo es ho-




BONAPARTE. 3


mérico, todo, es fatal, todo prodigioso en su gran-
de vida, para quien contempla su curso desde la
isla que fue su cuna, hasta'laque fue su sepulcro.
Sin embargo aquí lo maravilloso está en lo ver-
dadero : ese estraordinario destino se ha realizado
entre nosotros ; su carrera fue un drama del cual
todos hemos sido actores ó espectadores.


Cuando Juan Jacobo Rouseau, escribía en el
Contrato Social que tenia un secreto presentimien-
to de que la isla de Córcega admiraría un dia al
mundo, nació en ella y en su capital Ajaccio
Napoleón, el 15 de Agosto de 1769, siendo sos
padres Carlos Bonaparte , vastago de una familia
noble de Toscana, y Leticia Ramolino. Aquel
año era notable por las primeras señales de los
sacudimientos que habiau de cambiar el aspecto
del mundo : en América la insurrección de Mas-
sachusetts; en Europa la confederación de Bar, y
el dispertar de los griegos á la vista del pabellón
de Catalina ea el Mediterráneo; en Francia la
sublevación de los Parla mentos en el asunto de
la Chalotais, la oposición,á la Corona de todos
los Príncipes de la sangre, y sobré todo la grande
humillación de esta en el reinado declarado de
la Condesa Dubarrí. A los diez años, el joven




4 PERSONAJES CELEBRES.


Bonaparte • uo sabia hablar francés. Pasó á la
escuela militar de Brienne y desde allí á Paris,
y eu, í78S fue nombrado Subteniente de artillería.
Han insistido muchos en que era un alumno común;
pero sin embargo, se hacia notar por la avaricia
eon que empleaba el tiempo, asi como por la
hábil elección de sus ocupaciones. Tenia ,es ver-
dad., poca afición al lat ín, y en esto se parecía
á Carlos X I I ; pero cultivó con avidez todos los
ramos de instrucción que forman el arte militar.
La historia eia una pasión para él , pues siempre
estaba pensando en la guerra y en la política.
Dovoraba á Plutarco, no soltaba de la mano á
Arr iauo, y estudiaba á Polibio. La lectura era
su única distracción , y en vez de correr á jugar
como los demás niños en las horas de recreo,
se encerraba en la biblioteca, ó en un jardín
apartado, pensando en el porvenir, y recordando
su primera niñez y su primera patria. Todo indi-
caba en aquel niño una altivez que no sabia do-
blegarse á la humillación. Cuéntase que al acabar
sus cursos en 1783, fueron á Brienne el Duque
de Orleans y Mine, de Montesson, y que este
fue el que colocó en la frente de Napoleón las
coronas con que habia sido premiado. ¡Su nieto




BÓNAPAnTE. 5


le ha levantado unaes t a tua ! Napoleón naso- ala
Escuela Militar de París eti Octubre de 1784, y
en Agosto de 1785, 'contando apenas 16 años de
edad, fue nombrado Subteniente del regimiento
de artillería de Láfere, que estaba de guarnición
en Valencia del Del tinado. Dé corta estatura, pero
derecho y esbelto, habia en su porte una mezcla
de decisión, de atropellamíento y de gravedad, que
no permitían ver en él á un hombre vulgar. Su
color amarillento , sus mejillas hundidas y su es-
tremada flaqueza, tienian cierto atractivo. Sus
discursos hacían: olvidar la altanería de su acen^
t o , pues siempre se perdona el orgullo cuando
se vé que está apoyado en lo que es del hombre,
y no en lo que está fuera de él. Su cabeza, de-
masiado grande para su estatura, corregía este
defecto con una ancha y noble frente, un ojo
de águila, y una boca que tenia un encantoines-
plicable en momentos de benevolencia, y una her-
mosura terrible en los de cólera. La contradicción
causaba en él fácilmente esta especie de hermo-
sura, pero su mirada lo mismo que su sonrisa,
eran siempre notables por la movilidad trasparente
con que brillaban á su turno el desden, la ene-
mistad , el afecto y el entusiasmo. En 1786 la




6 PEB.SOfW.ES/ CELEBRES.


academia de Leou á instancias del Abate RayDal
propuso la cuestión siguiente -.: ¿Cváles son los
principios, las institttpionqst que deben inculr
aarse d los hombres para hacerles lo mas felices
posible? Presentáronse varias memorias, y una en-
tre ellas llamóla atención por la energía salvaje
y-Qrienjtal á un mismo tiempo.de su estilo, y ta
firmeza y estension deles pensamientos. El autor
era un oficial de artillería que apenas contaba 18
4ñQ*, Era;Napoleon Bouaparte.. Durante aquellos
años de inac.cion para él, de trabajo y de des-
composición para, la Francia,, qua ; trascurrieío»
basta que se J e : dio uii. papel eu eL drama de
sus tempestades , Napoleón continuó pidiendo, á
las letras, las distracciones y el interés que no
podia¡encontrar ni,en el placer, nj en el estudio,
ni en el polígono. Quedó bosquejado un viaje á
los Alpes en el estilo de Seerne; una historia de
Córcega ocupó mas particularmente los ocios de
su vida de guarnición. Esta obra se ha per-
dido,


Bonaparte que estuvo sucesivamente de guar-
nición en Dotiay, en Flandes, (1787), y e n A u -
xonne, en Borgoña (1788), procuró pasar sus
semestres en Paris para frecuentar el trato de




BO ÑAPARTE. 7


los espíritus elevados ,cuyo conocimiento Io había
proporcionado el Abate Raynal. Desarrollábase
entr'e tanto el espíritu revolucionario en Francia,
y entre los varios sucesos de acuella época, en
la que' Napoleón no> tomó' Una parte activa,
llegó Capitán de artillería j el 6 de Febrero
de 1792. Con este grado estuvo en el sitio de León
en 1793, á las órdenes del General Kellermann.
Empleado después en el sitio de Tolón , fue pro-
movido áGefe de batallón, y mandó la artillería
hasta la toma de la plaza. La actividad, él valor
y los conocimientos que había desplegado durante
la campaña, le hicieron nombrar Ayudantegeneral
Gefe de brigada. Alli también manifestó la fecun-
didad ¡de sus recursos, y'tal vez en toda sü vida
no ha brillado tan entera en parte alguna su su-
perioridad como en aquel primer triunfo. En Mayo
de 1794 se dirigió la espedicion sobré Córcega,
que había- sacudido el' yugo francés. Dióse el
mando deellaáBbnaparte, pero salieron frustradas
sus tentativas para tomar á Ajaccio á los insur-
gentes , y se vio precisado á volver al ejército
que se hallaba sobre eL-Var. Colocado siempre á
la cabeza de la artillería, se distinguió en la
toma de Saorgio, en el Condado de Nisa, y fue




8 P E R S O N A J E S O E L K B B . E S .


recompensado con el grado de General de bri-
gada.


Es uoa cosa singular ¿ que la caida de Robes-
pierre llevó tras sí' la de Bonapartc, y la revolu-
ción del 9 Thermidor estuvo á punto de compro-
meter su naciente fortuna, porque se habia pro-
nunciado por el partido de la montaña. Pocos
diasantes del 9 Thermidor, el 13 de Julio, Ricort,
que habia quedado el único representante del
pueblo en el ejército de: Italia por la marcha pre-
cipitada de Robespierre el joven para Paris, habia
dado la orden por escrito al General, Comandante
de la artillería, de pasar á Genova, para desem-
peñar una misión militar bajo el aspecto de otra
política. En el intervalo,