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XIV~?81


PERSONAJES CÉLEBRES
DEL SIGLO XIX.


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UNO QUE NO LO ES.


La IJiografía es €l arte de reu-
nir el personal de la historia, de
las ciencias, de las letras t de las
artes y de la sociedad ...


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1l\1PREN'fA DE D. FERNANDO SUAREZ,
PUZUELA DE CELENQUE, 3.


1843.






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D. F. ESPOZ y llIINA.


«El destino de Mina tiene particular
interés, porque debió su gloria á si
miaroo, y fue hijo ¡le sus obras. Se-
mejantes hombres, son queridos de las
Naciones, y merecen serlo.» .~.,


Uno de los hombres mas notables que produjo
en España la gloriosa guerra de la independen-
cia, es sin duda alguna el personage de cuya vida
vamos á ocuparnos. De humilde origen, sin for-
tuua, siu educacion, se elevó desde el seno del
pueblo, en el que habia nacido, á los primeros
puestos de la gerarquía social; y esta elevacion es-
traordinaria no la debió á ro intriga ni al favor, y
sí solo á la energia y á la consecuencia de su ca-
rácter. Lo que queria en su mocedad, lo quería




:1 PERSONAGES CELEURES.


tambien en sus últimos dias, y digna es de apre-
cio sin duda tan inalterable constaucia en uu siglo
\'ersatil y fecundo en defecciones j y ~ ella ha de-
bido sin duda, así como á su probada honradez,
su renombre y popularidad. No ocultaremos sin
embargo que en los últimos tiempos, dominado por
el vértigo que se apoderó de todos los Espailoles en
las reeientes contiendas civiles, ha desmentido
tal vez algullas de las bellas cualidades que se le
atribuiau, y ha probado cuan fúcil es errar en las
cuestiones políticas, cuando los hombres Jlmmdos
á decidirlas no se hallan dotados <le la capacidad
para ello nece5aria.


Don Fraucisco Espoz y Mina nació en Idozin,
pueblo de Navarra, el 17 de Junio de 1781 , sien-
do SIlS padres Juan Esteban ESlloZ y Mina, y 1\Ia-
ria Teresa Ilundain y Ardaiz, honrados labrado.
res de quienes recibió su uuica educacion, segun
él mismo ha referido en la historÍ[, de su vida, pu-
blicada en Londres en 1824. Pasada su primera
infancia y despues de saber leer y escribir, única
cosa á que se limitó su educacioll doméstica, se
dedicó á las labores del campo, adquiriendo en
ellas sin duda la actividad y fuerza que des·
pues le han distinguido. A la muerte de 8(1 padre




'- /t l- ~. E SPOZ y M1N,L .3
quedó ~cal'gado de la reducida hacienda que for-
maba sú patrimonio, y asi vivió hasta la edad
de 26 años, en que nuevos y grandes acontecimien-
tos debian abrirle el camino que le habia d~ con-
ducir á los altos empleos y distinciones, debidos
it su valor y a sus grandes servidos.


Verilicada la ¡masion de los franceses en 1808,
y arrebatado l\lina del nuble ardor pátrio que in-
llalllü/l;l á todos los corazones españoles, aban-
donó el arado y empuñó el fusil, sentando plaza
corno suldado voluntario, en el batallon titulado
de Doyle, el 8 de Febrero de 1809. Poco tiem.
pu despues pasó ¡í la guerrilla que mandaba su so-
hriuo Javier l\lina, el cual abandonando la car-
rera eclesiástica á que le dedicaban sus padres, y
dese(lso de vengar los agravios y perjuicios cau-
sados á su falllilia por los franc('ses, formó, reu-
uiéndose ron otros dore, una partida con la cual
principió sus correrias contra el enemigo, os-
ligándole constantemente en las provincias limí-
trofes de Aragon y Rioja. Hecho prisionero en
una emboscada, fllé D. Javier Mina conducido á
Francia y encerrado en el castillo de Vincennes,
donde permaneció prisionero hasta que regresó á
EspaJia en 1814; pero llJbielldo tomado parte con




4 PERSON AG ES CÉLEBRES.
su tio en la esptdicion contra Pamplona de que
hablaremos des pues , tUYO precision de emigrar
á Francia En 1816 se embarcó para Méjico, con
el intento de proclamar alli la independencia; pero
hecho prisionero con algunos de sus compañe-
ros, juzgado IJor ulla comision mil1tar y condena-
do á muerte. sufrió aquella pena el 13 de No-
viembre de ISli. Volvamos, desplles de esta pe-
quelia4 pero precisa digresion, á ref~rir los suce-
sos de la vida del personage que nos ocupa.


Derrotado y hecho prisionero su sobrino, l\:lina
reunió los restos de su disuelta guerrilla, y con-
tuvo de este modo el robo y otros escesos á que
se habiao entregado: con ellos principió á obrar
por sí solo. y sn Ilrmeza y teson acompañados
de un.! cOllduct3 moderada, le conciliaron el re-
cQnocimiento de los pueblos, y la obediencia de sus
partidarios que iban aumentando dj¡uiamente, en·
gruesando sus Illas, impulsados unos por puro
patriotismo, y t[\l vez por motivos menos nobles
otros. Apenas habia reunido 800 hombres, sus
hechos militares llamaron la ntcncion de la junta
superior de Aragon y parte de Castilla, la cual
le nombró Comandante General de todas las guer-
rillas de Na\"arra en 23 de Abril de 1810 , entre




ESPOZ y MINA. 5


las cuales eran las mas famosas las qne se lla-
maban de Curuchaga y Gorriz, si bien estos ge-
fes conociendo la superioridad de talento de Mina
le habian reconocido ya mucho autes por su cabe-
za. Algun tiempo antes Miguel Sadaba, qne de-
pendia del guerrillero Echevarria, habia reunido 400
hom bres de la guerrilla de Mina, y desarmado á
Gorriz sin otra causa que la de estar en relacio-
nes con Espoz y Mina. Hallábase este en el pue-
blo de Lacunza cuando llegó á el Sadab¡¡, qnien
fue á visitarle echándole eu cara i\ilina su mal
comportamiento con Gorriz, dejándole finalmente
arrestado en su casa, bajo la custodia de su pe-
queña partida. Acercábanse al pueblo los soldados
de Sadaba; pero Mina les salió al encuentro, y
lleno de firmeza y carácter les dijo. "Señores, la
defensa de la patria nos lIam:;, es ya tiempo que
tengan fin los desórdenes, yasi exhorto á Vds,
á reunirseme, especialmente los que quie-
ran hacer la guerra.» Oido este corto, pero eficaz
discurso, uniérollse todos á Mina, excepto 20 que
con el abanderado se resistieron á hacerlo: "Se-
ñ ores, dijo entonces !\lina, Vds. no quieren ser-
vir de buenll gana, venga la bandera y acudan
Vds. á mi posada por los pasaportes.» Reunié-




6 PERSONA.JES CELEBRES.


ron se á él todos, menos el abanderado que deserto:
Sadaba fue nombrado al dia siguiente por !\Iina
Ayudante mayor, obtuvo despue( en su divi-
sion el grado de Capilan, y sirvió en ella hasta que
habiendo sido hecho prisionero por una columna
francesa que salió "de Pamplona, en época en que


recíprocamente no se daba cuartel, fue ahorcado
en aquella plaza.


En Abril de 1810, habian entrado en Navarra
por la parte de Bayona 25,000 franceses al man-
do del Conde Dorcene, que debia pasar á Portugal
á reforzar á Massena. Detúvose aquel ejército á
perseguir á Mina ri fin de ¡¡cabar con un enemigo
tan temible, saliendo al efecto varias divisiones y
columnas volantf>g en diferentes direcciones, sin
que se escaparan á sus prslJ uisas en su horrorosa
persecucion, los bosques ni los montes. Reducido
Mina á los mayores opuros, folto de víveres y de
recursos peeuniarios, y sin lugar seguro, dividió
su tropa en compañías, destin<Índolrs los diferentes
'puntos por donde podi~n s:llvarse; no bastó esto
aun, y 1\1ina hubo de adoptar un espediente, que
aunque arriesgado, le produjo por entonces todo el
efecto que podia prometerse. Dió órden á sus di-
seminadas tropas de reunírsele en Alfaro , al otro




llSPOZ y JllINA. 7


lado del ri9 Ebro, el cual vadearon por estar to
mados por 103 franceses todos los puentes, y re-
tiradas las barcas. Reunidas las tropas. una parte
de las del enemigo se puso en su seguimiento para
Castilla; hubo varios encuentros, y en el de Ta-
razona fue herido Mina en un brazo, y Curucha-
ga en la cabeza; precisados jos dos Comandantes
á retirarse á lugares seguros para curarse de sus
heridas, quedaron las tropas al mando de Gorriz.


Hallábase en Castilla Hernandez, con una
partida de 70 caballos; avistose con él Mina en
Calahorra, y le mandó que le siguiese; obedeció
aguel, pero fue para intrigar con los franceses,
pues habiendo sido atacado Gorríz por la di vis ion
de caballería Roquet, entre Cuzcurruta y Belorado,
Hernandez contribuyó mas bien á envolver á
Gorriz que a sostenerlo; el campo quedó por los
franceses, y las tropas de Navarra tuvieron una
pérdida considerable. Hernandez volvió á Navar-
ra, y fue fusilado de órden del Comandante ge-
neral.


Mina organizó despues sus tropas en Castilla,
nombró oficiales, y formó con ellas tres bata-
llones, reservándose el mando del primero para
i, dando el de el segundo á Curuchaga y el dil ' '"




s PERSONAJES CELEnRES.


tercero á Gorriz. Las tropas francesas que habian
quedado en Navarra principiaron á marchar para
Portugal á mediados de NoviemlJre, quedando
las que parecieron suficientes para hacer frente
á Mina. Indudablemente la detencion de aquel
ejército contribuyó mucho á que l\1assenu tuvie-
ra que retirarse de Portugal, y á que el ejército
inglés obtuviese las ventajas que consiguió.


Todo el año de 1811 se pasó en escaramuzas
y acciones de guerra, cuya enumeracíon seria
demasiado prolija y pesada. En aquel mismo año
reconoció el Gobierno español, como tropas de
línea del ejército, las de Navarra; aprobó los
nombramientos de gefes y oficiales hechos por
Mina, y elevó á este al grado de Brigadier
en 19 de Noviembre, y al de Mariscal de campo
en 17 de Abril del siguiente ailO.


;. A principi~ de 1812 emprendió Mina el blo-
queo mas rigoroso de la plaza de Pamplona, el
cual continuó hasta que los ejérdtos aliados
avanzaron sobre la frontera, reforzándose con
este 1Il0tivo los franceses COil tropas venidas de
todas partes. En Octubre adelantaron los ejér-
citos aliados sobre Búrgos, y principiaron el si·
tio de su castillo. El General Mina recibió ór-




IlspoZ y ~1I~,t. o
denes de Wellington para incomodar diariamente
nI enemigo por la parte.d e Logroño y Vitoria,
Jo que ejecutó puntualmente. Hallábase en la
primera de dichas ciudndes el General francés
Caffarelli con un ejército respetable, pero muy
inferior al de los aliados. Los franceses debian
avanzar sobre Búrgos, pero para ello era indis-
pensable separar á las tropas que mandaba Mina
de los puntos que ocupaban: hiciéronlo asi con
refuerzos· recibidos de Aragon, y Mina, no pu-
diendo resistir á tau numerosas fuerzas, replfgó
las suyas á otros puntos; entonces el ejército
de Vitoria se movió para Búrgos, y los aliados
emprendieron su retieada con notable pérdida
hasta la frontera de Portugal y Ciudad-Rodrigo.


En 7 de Setiembre de este mismo año fue
nombrado Mina Com;llldante general del alto
Aragon, izquierda del Ebro, donde siguió el mis--
mo sistema político y militar que tenia estableci-
do en Navarra. Varias partidas armadas eran
tambien el terror de)os pueblos, y en general
la propia utilidad era el único mó~il que di-
rigia la mayor parte de los que las mandaban.
Mina formó allí tres batallones de Aragoneses,
que contribuyeron poderosamente á la espulsion




10 PERSONAJES CELEBRES.


de los enemigos con conocidas utilidades del pais.
En Marzo de 1813 entró en Navarra con


16,000 hombres el General Clausel, con jntento
de fortificar varios puntos de aquel reino, para
proteger la retirada general de los invasores.
Mina se puso en ti caso de impedirlo, y aunque
no ton taba á la sazon nns que con 4,000 hOIll-
bres, por cubrir las restantes fuerzas el alto Ara-
gon, tuvo varios encuentros con Clausel, y le
disminuyó cousiderablemcnte su ejército. A fines
de Mayo del mismo año avanzaron por segunda
vez los ejércitos aliados sobre Búrgos, y Mina
recibió nuevas órdenes de Wellington de distraer
la atenclOn de los enemigos, mientras él operaba.
Reforzado Clausel con una parte de las tropas
que existían en Pamplona, y despues de dejar
bien guarnecida dicha plaza, pasó á Logroño , en
oeasion que el ejército del Rey José se acercaba
á Vitoría. Temeroso Wellington l/ue este fuese
reforzado con el de Clausel, trató de impedirlo,
y Mina se encargó de verificarlo, interceptándole
toda comunicacion y fatigándolo con cootínuas
alarmas. El ejército mandado por José fue ata-
cado y batido á los poeos dias, y Clausel no
tuvo noticia alguna de su derrota hasta el terce-




ESPOZ y l\UNA. 11


ro en (lue salió para Calahorra, desde donde se
dirigió tÍ Zaragoza, acosado en su retirada por
~lina, segun habia convenido este con Welling-
ton, mientras UIla di vision inglesa debia cortarle
su frente por Tudela, en cuyo caso Clausel podia
quedar prisionero con Sil ejército; pero esta di-
visioIl avanzó hasta Caparroso, á seis leguas de
Tudela, adonde pudiera haber llegado antes que
Clausel, y contrarnarehó hácia Caseda, replegán-
dose sobre Pamplona, y dejando espedito el paso
al francés que llegó á Zaragoza, aunque persegui-
do por Mina.


El castillo de esta ciudad llamado de la Alja-
feria, y guarnecido por 500 hombres, fue tomado
por Mina des pues de algunos días de resistencia.
El General Páris que mandaba en Zaragoza, fue
atacado entre Leciñella y Alcubierre por una par-
te de ¡as tropas d~ Navarra, perdió toda su arti-
lleria, mucha gente, y el convoy de efectos que
conducia. El Mariscal Suchet ocupaba varios pun-
tos de la derecha del Ebro en Aragon , y trataba
de reunirse á Clansel que se acercaba á Zarago-
za, cuando la llegada rápida del General Mina
le obligó á cambiar de plan y á dirigirse hácia
Lérida : siendo evidente que de haber verificado




12 PÉRSONÁJES CELEBRES.
aquellos generales su reunion, impedida por las
operaciones de Mina, el éxito favorable de parte
de los aliados en Vitoría, hubiera sido, sino impo-
sible, dudoso. En seguida evacua~on Jos franceses
todo el Aragon, esceptuando las plazas de Be·
nasque y Jaca que cayeron despues en manos
de lUina.


WeJlington habia fijado su cuartel general en
Vera, des pues de haber dejado el cuidado del sitio
de Pamplona al General Espai'ía con 6,000 hom-
bres; ignorándose las causas que decidieron á
Wellington á privar á Mina de una gloria que tan
bien merecida tenia, pues aquella plaza ¡-abia si-
do siempre objeto de sus desvelos, y la habia blo-
queado contra toda esperanza, hasta que vinie_
ron sobre ella los ejércitos aliados. El Conde del
Abisbal, á qUIen cupo la suerte de estar todo el
mes de Julio sobre la misma plaza, se retiró cla-
vando su artillería, y abandonando los puntos que
cubria, el dia 30 de dicho mes, en que se dió
la betalla de Soraurell entre las tropas de Soult y
Wellington. Tampoco hubiera podido sostener-
se el General España si Mina no le hubiese
guardado las espaldas, situado en Sangüesa por
disposícion del General inglés, con órden de se-




llZPOZ y MINA. 18


cundar la~ operacioues de los sitiadores de Pam-
pIona, en caso necesario, y tambien las del ejér-
cito inglés, que á las órdenes del General Hill ocu-
paban varios puntos sohre el Roncesvalles. Capi-
tuló Pamplona á los pocos dias, teniendo en ello
gran parte el General l\lina , por lo apurados que
tenia de recursos á los defensores y á los habitantes
de la poblacion.


El General Hillllamó poco despues en su so-
corro á Mina, quien subió á Roncesvalles, y con
solo 3,000 hombres se encargó de la defensa de
los· mismos puntos que sostenian los ingleses
con 18,000. Hi 11 se dirigió á San Juan de Luz,
y Wellington mandó á l\lilla que penetrase por
Baygorri á San Juan de Pie del Puerto, fortaleza
franc¡,sa, cuyo bloqueo debia hacer. Los Baygor-
rianos se resistieron; pero fueron batidos. Se prin-
cipió el bloqueo de San Juan, reducido despues
á sitio formal, siendo tan felices las primeras ope-
raciones de ¡\tina sobre aqueila plaza, que se Ji-
songeaba de haberla tomado en pocos dias, á no
haberse verificado la paz general cuando menos
se esperaba. Entretanto l\Iina dejó el cuidarlo de
Jas tropas de San Juan al Co.ronel Gorriz, y
se dirigió velozmente á la plaza de Jaca, sitiada




ESPOZ y ~IL'íA, 19


pitan general del ejército y prOyillCia de Navar-
ra, cOllurmáudole el empleo de Mariscal de cam-
po que antes se le hahi~ conferido, Desde allí
fue trasladado á Galicia, ú peticiou suya -' y con
igual encargo, en Enero de 1821. Apenas llegado
á su nuevo destino recorrió el distrito de su man-
do, mejoró el estado de las plazas y de las tro-
pas, reauimó el espídtu público, y consiguió des-
baratar las partidas que alarmaban y destruían
la producia, adoptando sin emhai'go algunas me-
didas en estromo rigorosas, y solo disculpal11es
por lo dificil de las circunstancia,.


Pero el disgusto continuaba, é iba en aumen-
to en muchos puntos de la nacion, que no veia
los buenos TrsnltaJos que cún el restablecimien-
to de la libertad se le habian hecho esperar. A
los nueve meses de estar Mina mand2nuo en Ga-
licia, fue reemplazado, no sin disgusto suyo,
por el General L3tl'('" Y destinado de cuartel á
Leon, á donde llegó en Enero de 1822. En aque-
lla ciudad aumentó su partido entre los que que-
rian mas ensauche todavía en las reformas políti-
cas • y haciéndose notar por varios actos de popu-
laridad, siendo entre otros el c;.e hacer el servicio
como simple soldado en las filas de los Nacionales.




20 PERSON A6 ES CÉLEllIlE::>.
Con los escesos por una parte y el desconeier-


to por otra, habia tomado ya mucho cuerpo la
illsurreccioIl absolutista; en Cataluña principal-
meute se lubia hecho tan alarmaute, que habia
sido preciso declarat· aquel distrito en estado de
guerra. lIina fue nombrado General en gt'fe de
aquel ejército, r ¡¡ntes de pas,¡r á él se trasladó
á Madrid para concertar con el Gobierno sus
planes de o[JcI"Jeiones; pero no tardó en C0l10CtT
la poca exaetÍtud de las 110tietDS que aec["('[\ drl
estado del pais se tenian. la insuficiencia de las
fuerzas que se ponian á su disposieion para COIll
batir á los rebeldes. Aceptó sin embargo tan di-
fidl mision, por la rnon misma de que era
peligrosa. Entró en Cataluña el 9 de Setiembre
con 800 infantes y 275 cnballos, y ellO se en-
cargó en Lérida del mando del ejército, ó por
decirlo mejor, formó uno allí. CatalUlia estaba
entonces ocupada por 30,000 facciosos, dueños
de muchas plazas fuertes, dominando casi todo
el ~ais, protegidos por gran parte de los pue-
Llos, y obedeciendo á una Regencia establecida .
en la Seu de Urgel, compuesta del Marqués de
Mata Florida, del Arzobispo preconizado de Tar-
ragona D. Jaime Creus, y del General Baron




ESl'OZ y UnA. 21


de Eroles. Aunquo Mina entró en campaiw con
fuerzas muy inferiores, consiguió de5de el m~­
mento notables ventajas, y en pocas semanal>
organizó un ejército. Hizo levantar el sitio de
Cervera, que se hallaLa en el último estremoj
pasó desde alli á Calaf, donde estableció su
cuartel general, distrillUycndo el ejército eJl cua-
tro divisiones, queJando la primera bajo su in-
mediato mando, la segunda al del General Don
Francisco \\lilans, la tercera al del Brigadier
D. José JUanso, y la cuarta al de igual clase
D. Antonio llotten. Situado Mina en Calaf, pro-
tegia la entrada de víveres en Cardona, cuya
plaza estaba constantemente bloqueada por los
realistas, Entre tanto itan llegando las fuerzas
destinadas por el Gobierno á Cataluña, y se
reanimaha el espíritu de los liberales. El ejército
emprendió sus operaciones, y l\lina se dirigió
sobre CastellfuIlit, de cuyo fuerte se apoderó
despues de una obstinada resistencia, y de ha-
berse abierto paso la guarnicion por medio de
la línea enemiga, matando algunos centinelas,
y sin ,er cnsi sentidos por los sitiadores. Mina
dió un hando feclwdo donde fue Caslel1fulli(,
y despues de haber mandado saquear y destruir




22 I'ERSO"iAJES CELEBRES.


el pueblo, dando muerte á personas illofensinls
é incapaces de llevar las nrmas, mandó destruir
el pueblo, y colocar sobre sus ruinas la siguirute
inscripcion: Aqlli existió Castel(fullit: p1leblos,
tomad ejemplo. No abri[lueis d los eJtemigo.~ de
la patria. Esta medida de rigor no dejó de ser
crificada por cuantos saben, que en las con-
tiendas civiles no es el rnejor medio para apa·
gar los odios y restablecer la paz.


Desembarazado Mina de Castellfullit, se diri-
gió con sus tropas y tomó a Balaguer,· hatió á
los absolutistas en todos los encuentros, hizo
huir á la Regencia de Urg2:, se apoderó de todos
sus papeles, arrojó al terri 1 orio francés á los dis-
persos restos de la rebclion. y á poco mas de seis
meses de marchas forzadas y continuas I'ictorins,
pudo escribir al Gobierno q'ie la faccion queda
ba destruida, y terminadas las opcrJr,iones. T~1l
reie,antes servicios ob1 uvieron [lar premio que el
Gohierno le nombrára en 2ü de Di(~iel11bre de 18!!2
Teniente General, y le concediera In gran crl1z
de San Fernando; confiriéndole en segnida en !!O
de Enero de 1823, la Comandancia general del
distrito de Cataluña, del cual hasl·a rntOJ1(,C's
solo habia mandado las armas.




ESl>OZ y MINA. 23
Los sUcesos de la guerra continuaban poco fa-


vorables á los realistas, pero continuaban tam-
Lien con mas crudeza las discl1siónes entre el
partido liberal, y eran mayores todavia los atro-
pellos y crueldades que se cometian contra ciuda-
danos indefensos, yen especial contra los sacer·
dotes. Entretanto, las tropas francesas, concen-
tradas en la frontera con el nombre de cordon
sanitario, amenazaban con una próxima invasion
á las provltlcias que lUina hilbia pacificado. No
entraremos en los deta lles de los varios encuen-
tros qne tuvieron lugar; Mina, con fuerzas de-
Il1JSl8do inferiores para dar biltallas campales, se
lisongeaba de poder batir al enemigo en detall,
como en la guerra de la Independencia; pero al
mismo tiem;JO que de hombres, estaba exhausto
de recursos, y el ejéreito fmuces habia pasado
bruscamente la frontera el 13 y 14 de Abril de
1823. Sorprendido Mina, le file imposible reco-
g~r los subsidios que se le habian prometido en
una junta de las autoridades políticas y admi-
nistrativns de las cuatro provincias que componia
el distrito, fennida por él anteriormente en la
ciudad de \ ieh, ni rCllllir un ejército bastante
para la resist~n~ia. No se desanimó sin embar-




PERSONAJES CELEBRES.


go; aprovisionó en lo posible las plazas fuerte,.;,
y con las pocas fuerzas con que cOlltara, tum
durante dos meses en jaque 31 !\Iariscal :\Ioncey,
cuyo ejército invasor se componia de 20,000 in-
fantes y 2,SOO caballos, apoyados ademas por
mas de 7,000 facci.osos organizados milit3rmente,
que invadian todo el Principado. En aquella
lucha desigual hizo Mina cuanto estaba en su
mano, y recorrió con algunas fuerzas la parte
de la Serdaiia, confiado, segun por entonces se
decia, en que por manejos de las sociedades
masónicas, las tropas fl'anceias darian el grito
de libertad. No sucedió asi ; los invasores iban
adelantando, y Mina tuvo que r_tirarse despues
de habe.r sufrirlo una caida, de la que quedó
lastimado del pecho y estropeado de uua pierna,
en la que habia recibido una herida en la Guerra
de la Independencia Desde la Seu de Urgel pasó
a Barcelona. y antes de entrar en ella se detuvo
algunos ,Has en el inmediato pueblo de San Fe-
Hn de Llobregat, yerificándolo al fin el :; de Ju-
lio ,con la ~alud muy quebrantada. El 8 se pre-
sent.ó el ejército francés delante de Barcelona, y
aquel mes y el siguiente se pasaron en escaramu-
zas y choques de [loca importancia. La anar-
quia principiaba á reinar en la ciudad; casi to-




ESPOZ y MINA. 25
do el resto de la nacíon habia ya sucumbido,
1" solo él sostenia en Barcelona la causa cODsti·
tlleiollal. Ell.o de Noviembre de 1323 entró en
('ornunicaciones con el Mariscal l\Ioncey, que
acababa de ser reforzado con la division del
General Lauristoll. Firmóse una capitulacion
honrosa, .v el 4 elltrnron las tropas francesas en
Barcelona, y ocuparun en consecuencia de aque.
lla capitul:lcíon las demas plazas que aun se
sostenían en Cataluña. l\Iina, que había pé"r-
manecido siempre en la callla por efecto del
filal estado de su salud, se embarcó en un ber.
gantin francés con direccion á Inglaterra, des-
embarcó en Plymouth el 30 del mismo mes, y
desde alli se trasladó á Lón~res, donde en un
hOlll'oso retiro se dedicó al restablecimiento de
su salud; y conseguido, á la lectura, publicando
eu 1825 el breve estracto de su vida) de que
hemos hecho referencia.


Asi pasó los siete años que mediaron, hasta
que la revolucíon acaecida en Francia en Julio
de 1830 volvió á arrojar al ilustre emigrado á
¡a vida azarosa de su juventud. Trasladóse á
Franoia, y despues de dos meses de una inac-
don forzosa, pudo organizarse una espedicion




26 PERSONA.IES CELEBRES.
que debia internarse en la peuínsula por Na-
varra, y ser mandada por Mina, que no descono-
cia los incomenientes de tan arriesgada empresa.
Realizóla sin emhargo, pero derrotado al llegar á
Vera por las tropas del. Virey de Kavarra Dou
Ramon Rodil, quedó completamente desecha
su colum na, siendo fusilados deslmes los que
fueron hechos prisioneros, y debiendo él 1l11SIlIO
su salvacion y la de otros tres compaliel'os ri la
fuga; libráRdole el COllOeillli611tO que tenia del
terreno, de I¡¡ lJatida general que para prenderle
se verificó, y consiguiendo fU fin entrar nuev¡¡-
mentc en Francia.


Su lluevo destierro duró aun cuatt'o aiJos.
Muerto Fernando,Yn y procla mada Reina de
Espaila su A ugllsta Hija, se puhlicaron varias
amnistías, llinguna de las cuales comprendía ¡Í
Mina. Crecia la insurl'eceion en 13s Provincias
Vascongadas, y se aumentaba su fuerza con I~
llegada del Pretendiente y el genio organizadoi'
de ZumalilciÍl'l'Egui. Cl'ryó pi Gohierno que pI
sisterlla de lenidad seguido llasta rntonces con
los facciosos era la rausa de su engrandecimien-
to; recol'dósc el Lombre de :\Iina, y un decreto
esprmal de 22 de Setiembre de 1834 le colocó




E Sl'OZ y ~lINA, 27


desde el destierro al frente del ejército de Na-
yarra. Su salud estaba entonces muy quebran-
tada, pues ya se resentia de la terrible dolencia
de UIt cancel' eu el estóllwgo, que le ha causado
la rnueL'le. Sin alegar ninguna escusa aceptó su
lIomlJl'é\micnto, cntró en Pamplona el 30 de Oc-
tubt'o en medio de la alegria y de la confianza
que inspiraba á sus moradores, y el 3 de 1\"0-
viembre se encargó del mando, dirigiendo pala-
liras de paz á los carlistas, antes de principiar
las medidas de rigor.


EI9 del mismo lIJes fue nomhrado \irey de
Navarra, y General en Gefe del ejército de ope-
raciones del 1:\orte. Aum8utábause las facciones,
y ~Iina no por eso perdió de su prestigio, no
atreviéndose los facciosos á presentarle nunca la
hat¡¡jl;¡. AUllljue eran itH[¡speusab!es las medidas
de ri~or para contr,ll"<~star las crueldades de las
faeciol1cs, Mina trató sin embargo DlgllIlDS veces
de templar el enrOllO de los parüdos: y si es
cierto que de,tinó ,,1 Pllehlo de Le(;aroz en el
ralle d~1 Bastan il la misma suerte que el pue-
blo de C,.:,tellfullit, y mandó diezmar t, sus ve-
cinos, lo es tamlJiell (lile solo murieron tres de
ellos, suspendiéndose la rjecucion de los demas




28 PEl.\SON.UES CELEBRES.
despues de encontrar la artilleria que tenían
oculta.


Mina pl'incipió sus operaciones, pero estaban
trocados los papeles; tenia que luchar contra
antiguos amigos y compañeros de armas. R
quienes él mismo ha bia enseñado ú hacer la
guerra en otros tiempos; SllS propias lecciones
se volvían ahOl"a contra él. Así fue que no pudo
luchar ventajosamellte contra su rival, navarro
como él, y algunos triunfos parciales narla aña-
dieron ¡Í sus glorias; por otra Jl~rte Sil enferme-
dad iba progresando de dw en dia, y tuvo que
dejar el mando del {'jército para pasar á la ciudad
de Montpeller, ~ fin de que alli le curase el cé-
lebre Doctor Lallemand su nmigo.


En l\lontpeller se hallaba Mina, cuando el
levantamiento que se verifie ó en Agosto de 1835
contra el Ministerio del Sr. Conde de Toreno (*)
dió lugar á la formacion de Juntas. La que se
establedó en Barcelona, recordando los hechos
de armas del General en la época de 1822 y
1823, le nombró en ~'~etiembre Capitall General
del Principado; nondJf<lIniento que fue aprobado


(.) Véase su lJiografia tomo IV.




F.SPOZ y ~1I:'iA. 29
despues por el Ministerio MendizaLal. Pasó
Mina á Barcelona, aunque no restablecido, lle-
vando eu sus entrañas la causa de su muerte, y
llegó ú dicha ciudad de incógnito á fines del mes
de Octubre; pe"o no· dejó de 5aherlo el pueblo,
que le acompañó tÍ su alojamiento en medio de
estrepitosos vivas. Encargóse del mando el 25 • j
dió principio tÍ las operacioues con su natural
actividad, arrojando á los facciosos, que eran
ya en gran número en Cataluiia, á las montañas.
En d mes de Diciembre y á pesar de lo rigoro-
so del invierno, empr~ndió su espedicion contra
el Santuario de Nuestra Seüora del Hort, posi-
cion casi inespugnable, y que servia de guarida
á las facciones; el 2:3 de Diciembre se apoderó
del pélehlo, obligando á los carlistas á encerrarse
en el último refugio, que era el santuario. El 25
principió el fuego de artillería, y sin duda se hu-
biera rendido el fuerte muy pronto, si el horri-
ble suceso que vamvs á referir, no hubiera lla-
mado en aquellos momentos al General á Bar-
celona.


Súpose el 4 de Enero en aquella ciudad, que
los facciosos habian fusilado treinta y tres pri-
sioneros de los que se hallab~n en su poder, y




ao PEflSO'HJES CELEIll\ES.


los re\oltlelonurio,; de !3ilrceloll~ COl'ncrOIl UIIlO-
tinados a la Ciudadela, á,\ taI'DZ~llnS, a Cana-
letas y 81 hospital militar, y tomaron sall,~rientas
rerrrsalias ton los facciosos que allí haLia; sien-
do entre otros víctima de su L:ror, el oficial
carlista O' Oonc!l, f!tle fue arrastrado inhuma-
namente por las calle~ de ~qllella ciudad, con
escándalo y horror de sns habitantes.


Al trasladarse Mina á la capital, dispuso sus-
pender el sitio de Nuestra Seíiora del Hort , y su
presencia en Barcelona desbarató el pro.vecto que
entonces tellian aigunos de publicar la Consti-
tucion de 1812, adoptando medidas severas, eu-
tre ellas la de deportacion de algunos indivi-
duos, que tan criticada ha sido desplIes por los
hombres de ~u p3t'tido, cuando otros han teni-
do precision de adoptarla. Tomóse dcspues el
santuario que antes hemos cit~clo, y l\Iilla, para
procurarse recursos en el Principado, creó una
junta de armamento y d{'fellsa. Pero iban como
plicándose los acontecimientos políticos, y :U.ina
hizo renunria de Sil mando, que llO fne admitida
por el Gobierno. Sobrevinieron los aco!ltecimientos
escandalosos de la Granja, y la pubiicacion de la
ConstitucioIl del afio 12. Pero las dolencias del




ESPOZ \ nnXA. 31


Gemral S~ iban agral'ando, y á pesar del desYelo
de acreditados taclIltJti\'os, y <L-! illces:mte cui-
dado de su esposa [)OllJ Juana Vegil, con quien
se habia casado en G:llicia, eS;j¡~'(; ¡:l 24 de Di-
ciembre de 1.36, it lil edad de;}:) iJllOS.


Tal fue la vida de este homllru de reconocida
providad y 1I0tallle valor. Afiliado por sus opinioc
Hes en el partido del progreso, cometió muchas
faltas y corrió graves riesgos, por sostener sus
exager2das ideas de libertad. Indudablemente los
ca,tigos atroces que ca los \'arios periodos de su
carrera ha ímpucoto, si pueden ser para unos
¡jisclIlpados por las cir.·unstancias, le hau mere-
cido en concepto d0 Illucho;; el dictado de cruel:
y si fuese cierto, como se ha asegurado, que él
fue el que dió la órden pJl"<J el hárbaro asesinato
de la anciana ll1a<lrc de Cabrera en el año de
18;)(j, este solo borron hastnrb para oscurecer
en gl'au manera sus illdispatahles glori~s y ser-
vicios.


Por decreto de las Córles de 1837 se mandó
inscrillir su nomllre en el salou de sus sesiones.
Dióse á su viuda el título de Condesa de Espoz
y Mino, y elevada posteriormente á la Grandeza
de España, obtuvo durante la Regencia del Ge-




32 PERSONAGES CÉLEIlRl'S.
neral Espartero, el alto encargo de Aya de
S. M. y A., el cual ha desempeñado hasta el
establecimiento del Gobierno provisional en Ju-
lio de 1843. Dicha Señora ha nsado constante-
mente rigororo luto desde la muerte de su esposo;
y SI esto podia ser en ella una prueha de laudahle
afecto, no era seguramente el trage mas á pro-
pósito para acompañar constantemente á las Régias
Huérfanas, aun en las ocasiones m"s solemnes,
ni para inspirarles la alegria que dehe reinar en
sus infantiles corazones.




.. ~
...






=


BEN.JAllIIN CONS1'ANT.


«Benjamin Constaut uo teuia Di las
facilidad ,le Manuel, ni la profuu,li-
dad de Royer-Collard, ni la vehe-
mencia de Cusimíro Peder, ni el bri-
llo de Foy, ni la armonia de Lainé.
ni Ins gracias de MUl'tignuc, ni el po-
der de Serre : pero fue de todos los
oradorrs (le la izquierda, el DlUS es-
piritual, mas ingeniüso y fecundo."


Tl.llON-Libro de los oradores .


.......


Uno de los escritores que mas han contribuido
a generalizar los buenos prineipios sobre el de-
recho político ~onstitucional, y sobre la teoría de
los gobiernos representativos, es sin duda el pu-
blicista y orador, de cuya biografía vamos á
ocuparnos. Si despues han sido combatidas algu-




2 PERSONAJES CEL11J/RES.


nas de sus doctrinas, y considerados como pe~
ligrosos algunos de sus prmcipios, es indud¡,ble,
por lo menos, que entre n030tros es el que m as
ha contribuido á estender el conocimiento de los
principios constitucionales, Con sus discursos,
eon sus escritos se formó la educacion de la ¡'~s·
paña liberal ilustrada, y á él se debe indudable-
mente en gran parte que no hayan prevalecido
los principios que d0l11inaron en la formacio D
del código de 1812.


Enrique Benjamín Constant de RebefJue, na-
ció en: Lausana en 25 de Octubre de I i07 , sien-
do su padre Justo Constant de Ilebeque, ori-
ginario de una antigua familia francesa, refugiado
en el país deVaud, en Suiza, por causa de fieli-
gion, y Coronel de un regimiento suizo al ser-
vicio de Holanda. Fue su madre Enriqueta de
Chaudieu, hija tambien de franceses refugiados,
que perdió la vida al dársela á su hijo Benjamin.
Tenia su padre ciertas preocupaciones contra los
colegios públicos, y quiso ensayar la educacíon
doméstica, tomando al efecto y d,~spidiendo su-
cesivameute á: varios preceptores. Uno de ellos
tuvo Ull pensamiento bastante ingenioso: "consis-
ti&, dice Benjamill Const311t, en unos fragmentos




BENJAMIN CONSTANT. 3


de Memorias, en hacer que yo mismo inventára
el griego para aprenderlo. Propúsome el formar
para nosotros dos una hmgua, que solo nosotros
comprendiésemos. Gustóme mucho la idea, y
formamos por de pronto un alfabeto, en el cual
rada palahra francesa estaba traducida por otra
griega. De modo que todas ellas quedaban ad-
mirablemente grabadas en mi entendimiento,
creyéndome su inventor. Sabia ya un sin nú-
mero de palabras griegas, y me ocupaba en dar
á aquellos términos de creacion mia leyes ge-
nerales; es decir, que sin saberlo, aprendia la
gramática griega.»


Precisado su padre á despedir á varios pre-
ceptores, resoh'ió colocar á su hijo en una
Universidad de Inglaterra, y llevó al jóven
Benjamin Constant al Colegio de Oxford; pero
un jóven de 1 a aüos podia progresar poco en
una Universidad, it la cual hasta los mismos
ingleses no van á terminar sus estudios sino á
los 20 aüos. Apr~ndió alli el idioma inglés, y
precisado su padre á dejar la Inglaterra para
ir á Alemania, le colocó en la Universidad de
Erlang. Fue admitido en la pequeña corte de la /--


/' ,~


]\Iangravesa de Boreith, con la afeccion qrfll:""




4 PERSO:UJES CELELEfiRES.


tienen los Príncipes que se fastidian, con lo;;:
estrangeros que los entretienen.


En 1783, y precisamente en lo mas acalorado
de la querella del país de Vaud contra las pre-
tensiones de la ciudad de llerna I le llamó ~ sí
su padre; y lo que oyó contra las e:dgencias aris-
tocráticas de los Bemeses , contribuyó á grabar
en su corazon impresiones indestructibles de li-
bertad. En el mismo ailo pasó Benj,lmin Cons-
tant á Edimburgo, donde era moda entrt' los
jóvenes el trabajar, y se entregó al estudio con tal
ardor que llegó á hacerse en él Ull~ costumbre.
Causóle agradable sorpresa á UIl tiempo la dulce
y seIlcilla hospitalidad que distingue á la nacíon
escocesa, y la tierna amistad que le profesaron
los Lores l\Iachintosh, de Laing, Wilde, Graham
y Erskine. Termmados sus estudios ('11 Escocia,
pasó Benjamín á París, y se hospedó en c<lsa de .
l\lr. Suard, cuya sociedad, compuesta de l\'Iorellet,
Marmontel, Lacretelle, La Harre, y de casi
todos los académicos ¡¡¡ósofos, egerció sobre su
espíritu una influencia, á la cual no pudo sobre-
ponerse en mucho tiempo.


Algunos estravios de la juventud le obligaron
á ir á Bruselas, á donde llegó con el amor de




BEXJUlIN CO~STA!'iT.


la libertad que habla adquirido en la Universi-
dad de Edimburgo , compuesta de wighs. La
escuela escocesa comprendia la libertad menos
como derivada de un principio divino, natural
ó filosófico, que como una série de libertades
establecid,ts poe las leyes, ó conquistadas por el
uso. r\quellas primeras nociones influyeron mas
adelante en la conducta entera, y en todos los
escritos de Belljam¡n Constant. La escuela francesa
comprendia menos la filosofía como ciencia de
las facultades y deberes del hombre, que como
un arsenal, donde el derecho de exámen podia
acudir á buscar armas contra lo que quería des-
truir. En tal situaeiGll de espíritu, y á la edad
de 19 años, cOllcibió Benjamin Constant el pro-
yecto de escribir la Historia del Politeísmo. Ya
autes de pasar á Escocia, y cuando solo tenia
13 años, habia escrito y dedicado á su padre un
Romance histórico> cuyos cinco primeros cantos
existen todavia, y euyo título era Los Cabalte-
¡'os. Esta produccion J en que la candidez y la
exageracion de la infuncia forman un bello COll-
traste con las reminiscencias de una memoria fe-
liz, y las tentativas escéntricas de una imagina-
cíon jóven, anuuciaba un espíritu inclinado al




6 PERSONAGES CÉLEBRES.
trabajo, y un gran deseo de gloria. Estas dos
cualidades le inspiraron la prematura idea del
Politeismo. «No tenia I dice él mismo I ninguno
de los conocimientos necesarios para escribir re-
gularmente cuatro renglones sobre este asun-
to. Nutrido con los principios de la filosofía del
siglo XVII(, era mi único pensamiento el con-
tribuir por mi parte á la destruccion de las que
yo llamaba preocupaciones. Me habia apoderado
de un aserto de Helvécio, que pretende que la
religion pagana era en mucho preferible al cris-
tianismo; y con algunoq hechos tomados al asaso,
y con muchos epígramas y declamaciones que
creia nuevas I pensaba apoyar un dicho que no
habia examinado ni profundizado. Si me hubiese
entregado menos á toda~ las impresiones que
agitaban mi juventud, tal vez habria concluido
en dos años un libro muy malo I que me hubiera
proporcionado una reducida y efímera reputacion,
y co:nplaeidó mucho. Uoa vez ya comprometido,
por amor propio no hubiera podido mudar de
opioion, y adoptada así la primer paradoja, me
hubiera sugetado por toda la vida.»


Su viaje á Alemania decidió su aficion al tra-
bajo, y Gibboo, John de Muller, Kant, le




BENJAMIN CONSTANT. 7


acostumbraron á una vida tranquíla y estudiosa.
Quiso contraer algunas relaciones en la sociedad;
pero inesperto y tímido fracasaba á menUdo con
la sutileza que dá la coquetería á las mugeres,
que no tienen ninguna otra.Pedia amor, y le
ofrecían amistad; y se enfurecía contra· todas
las mugeres que no disputaban con él sino sobre
un sinónimo.


Regresó á París· en 1787, Y apenas. conocia
en aquella populosa ciudad mas que los hom·
bres y las cosas que la casualidad le babia pro-
porcionado. "Tengo, diee, tal pereza y talfalta
de curiosidad, que jamás he ido de m,otu propio
á ver un monumento, ni un pais, ni UD. hombre
célebre; me quedo donde la suerte me. coloca."


Su padre le llamó para enviarle á Brimswick
donde le habia conseguido un empleo. Si la polí-
tica escocesa le habia hecho al!mirar el sistema
wigh; si el ódio de su. padre contra· la oligarquía
de Berna le habia . inspirado una· desconfianza,
que,no se borró jamás, contra todas las.aristocrá·
cias; una oculta inclinacion le hacia amar los pe~
queños Estados de Alemania. Las clasesestanallí
muy marcadas, pero la comunicacion de las per-
sonas borra en parte, lo que choca en semejante




8 PERSONA.IES CELEBRES.


desigualdad; si la aristocrácia de nacimiento ü¡-
funde mas respeto, parece que la aristocrácia del
talento obtiene mas consideracion. El poder opri-
me allí ademas con peso mas ligero; y solo á
cierta distancia se percibe su arbitrariedad. Los
gobiernos antiguos son suaves, porque son viejos,
y los nuevos SC/lI por esta misma causa insolen-
tes y duros.


Benjamin Constant se casó en Brunswil!., y
regresó. á Francia en 1797. Reclamó y obtuvo el
título de ciudadano francés, como hijo de corre-
ligionario, y publicó un folleto titulado: De la
{nena del Gobierno actual de Francia, y de
la necesidad de unirse á él. Aquel escrito le en-
lazó con los republicanos mas puros. los amigos
mas nobles de la libertad> Chenier, Daunou y
Louvet; publicó des pues dos folletos, el de las
reacciones políticas y el de los efectos del ter-
ror, cuyo objeto es el mismo, puesto que el UllO
prueba que las persecuciones sirven solo para sus-
citar y perpetuar los ódios; y el otro, que el terror,
inútil para la libertad, habia aunado todas las
pasiones contra la república.


El club establecido en Clichy dió lugar á que
!le crease otro en el palacio de Salm. Aquella




BENJAMIN CONSTANT. 9


teaccion constitucional facilitó á Benjamin Cons-
tant el medio de que se conociera cuanta buena
fe habia en su corazon, cuanta adhesion en su
carácter> cuanta sutileza eu su espíritu. Si sus
escritos de polémica le habian colocado en el
primer lugar entre los escritores políticos, sus
discursos animados, convincentes, llenos de agu-
deza, de elegancia y de ironia, le señalaron ya
como un orador especi:ll. Las amistades, cuando
son largas, se hacen sagradas, y de aquella
época datan las relaciones, tempestuosas alguna
vez pero jamns interrumpidas, de Benjamin
Constant con MOle. dc Stae!. Esta muger célebre
se habia declarado adversaria de los Clichyanos;
y su tertulia, de mucho atractivo porla sorpren-
dente conversacion de Benjamín Constant, .era
dirigida ptlr 1\Ir. de Talleyrand, impaciente por
los obstáculos que se oponian á la naciente re-
pública, y los estorbos que enrontraba en el
camino del ministerio. El club de Clichy luchaba
contra la revolucion entera. El club constitucional
de Sallll, luchaba á la vez contra los hombres
del terror y contra los realistas. Agriárunse los
odios; Constant publicó en los periódicos algu-
nos artículos contra el terror; quisiéronse servir







10 PERSONAlES CELEDRES.
de sus doctrinas contra la república, y él mismo
se refutó con tanta buena fé como talento. El
Directorio quiso terminar unas querellas que su
debilidad habia promovido, y no supo hacerlo
sino por medio de un golpe de estado; el t 8
Fructidor le dió por adversarios á todos los es~
píritus altivos, y á todos los corazones genero-
sos; de am provino la oposicion, á la cual su-
cumbió él mismo el 18 Brumario.


El primer Cónsul· Bonaparte llamó al Tribu-
nado á Benjamin Constant, el cual, á pesar de
su .. admiracio!l por el héroe de Italia, lIera-
do de su amor á la libertad, se colocó en la
oposicion, que entreveia ya un futuro imperio
en aquel consulado, y el poder del sable en las
formas representativas. Irritábase Bonapal'te de
aquella oposicion pública, y decia á Benjamin
Constant: «venid á hablar conmigo en mi' gabi-
nete; hay discusiones que solo se deben tener
en familia.)I Pero mas colérico contra el Tri-
bunado: "Si les dejara hacer, decia, dentro de
tres meses no existiria autoridad en Francia ...
Fue creciendo la oposicion trihunicia, se resol.
vió la eliminllcion; y el Tribunado quedó redu·
cido á cincuenta miembros, siendo separados




BENJUnN CONSTANT. 11


de él cuantos hombres independientes habia, y
casi cuantos eran homl:res de talento, contán-
dose cotre ellos á Benjamin Constant.


Arrojada la oposicion del .Tribunallo, se re-
fugió en los salones de l\1me. de Stael. Benjamín
Constant publicó las Continuaciones de la con-
tra revolucion dI! 1660 en Inglaterra; y aquella
reunion , en la que se hallaban varias personas
distinguidas, disgustó al Emperador. Tanta
franqueza de opioion, aquel valor de publicidad,
dieron lugar á que se notificase á Mme. de Stael
y á Benjamin Constant la órden de salir de
Francia. Refugiaronse en Alemania, .y este se
estableció eo Weymar, donde Grnthe, SchiHer y
Wieland le inspiraren el· pensamiento de trasla-
dar al idioma francés el genio del teatró ale-
man; y si Wallellstein no consiguió este objeto,
dificil é imposihle tal vez, á causa de la diferen-
cia entre las lenguas y los pueblos, no podrá
negarse que el admirable prefacio que precede á
dicha obra no haya introducido en Francia el
gusto por la literatura alemana, cuya imitacion
llegó á ser escesi va .


. Hacia frecuentes viages á Copet, donde se
hallaba Mme. de Stae!, y las discusiones á 'que ellos.




12 PERSONAJES CELEBRES.


daban lugar produjeron la novela de Adolfo,
estudio ingellioso del corazou humano, en que la
delicadeza de las observaciones y las gracias del
estilo, hacen olvidar la falta del drama y de la
acciono La dulce y prolongada paz que le pro-
porcionó su casamieoto con Mme. de Harden-
berg le inspiró la novela de Cecilia, episodio
de la de Adolfo, y que la concluia, como la
calma despues de la tempestad; pero la separó
sin embargo, cedIendo á pesar suyo, á los cou-
sejos de Lady Holland, por llO dividir el iu-
terés.


Benjamiu Constant consiguió permiso para
volver á Paris, pero no lo obtuvo para perma.
necer en dicha capital; regresó á Alemania, y
se estableció en Goettinga. AlIi concluyó su obra
de La Religion considemda en su origen, sus
formas y sus desarrollos. Mas adelante separó
de ella la historia del Politeismo romano, obra
póstuma que el autor no pudo revisar ni con-
cluir. Pero para descansar de sus estudios sé-
rios, y como por vengarse del largo destierro
que pesaba sobre él, se dedicó á una composi-
clan mas frívola, y su poema Florestan ó El Si-
tio de Soissons, en nueve cantos, es una sáti-




BENJA~II:'; CO:';STA:';T. 13
ra ín!l;eniosa, en la que la cortesanía del len-
guaje y la mas sutil ironía, esparcen el ridículo
sobre la fama de sus enemigos, de sus ad-
versarios y envidiosos; pero dODde la cólera
hiere alguna vez demasi¡Hlo alto y con sobrada
fuerza.


Los desastres de la guerra de Rusia sor-
prendieron á la Francia, que habia mandado á
la E;¡ropa como señora; y por una reaccion ne-
cesaria, la Europa á su vez se desplomaba con-
tra la Fr:lOcia. llrnjamin Constant, de vuelta á
París, creyó que al fin podria realizar el deseo
de toda su vida, viendo establecido de buena fé
y sobre bases estahles el gohierno representati-
vo. Luchó primero contra las usurpaciones del
poder real, pero en cuanto á la necesidad de
unirse al poder monárquico, fue esta una idea
que no abandonó en toda su vida. Era esen-
cialmente hombre de transaccion, luchando
siempre f)or la libertad, y jamás contra el go-
bierno estahlecido. Estuvo siempre animoso en
la brecha; publicó varios artículos, y al dia si-
guiente de publicar el del 19 de Mayo, impreg-
nado de cólera contra el hombre que dos veces le
llabia proscripto, aquel mismo hombre l¡abia




14 PERSONAGES CÉLEBRES.
reconquistado el imperio con una ~elocidad que
parece fabulosa. C*)


Benjamin COllstant se refugió á casa uel Cón-
sul americano, y creyó (IlIe debia abandonar á
París. Asegurado IJor sus amigos, volvió á la
Capital, y llamado por el ~~l1Iperador, despues
de tener una lélrga eOnfpl'ellcia ron él, entró ('JI
el Consejo de Estado. Este proceder cOlltl'adlctorio
ha sido apreciado de diversos modos, y nosotros
nos limitarémos á dar cuenta de las impresiones
que él mismo esrerimentaba, y depositaba en el
seno de la mas intima y tierna "Ill istad. En 1. ()
de Abril de 18t5 escribia: «fIace algunos dias
que te escri hí para decirle, cuan tranquila era
mi posiciou, y para asegural'te completamente
r.n cuanto á mi y nI porvenir de la Francia. No
puede sospec(¡arse qlle sea parcial con el Empe-
rador, al trihutar á su géi\io el homenage Ijue
no se le puede negar. Me alejé de su imperio,
porque me parecia que no daba kls!anre libertad
á la Francia. He procurauo sostener, en cnnnto
m'a dado á los esfuerzos de un simple ciudadano,
á los TIorlJones en el 'Il'ono; creia que su dcbi-
lidad era mas favoralJle para la lil)ertad. Estaba


(') Véase la biografía tle Napoleon tomo n.




BEl'UA!\1IN CONSTANT. l'
decidIdo ;Í alejarme des pues de su caida, cuando
un camhio completo de sistema en el gobierno
imperial, me ha hecho concebir esperanzas ines-
peradas. La mágia de la vuelta del Emperador,
el universal asentimiento del ejército, la adhesion
no menos general de la nacion, los principios
Iihtrales que ha proclamado, el modo como han
permanecido :í su vista sus mas animados adver-
sarios, sin es[wrimentar ninguna proscripcion, todo
esto ha producido en los espíl"itus una revo-
lucion decisiva en favor suyo. Es pues preciso
que me per~u;)(la, que la Francia está en el dia
indisoluhlemente uuida Íl él; atacarle es atacar á la
Franeia, y el estrangero sabe cuanto cuesta. Así
pues, prepárate á "enir por Suiza, si 110 puedes
pasar por l'rancfort; pnes haya gllerra Ó haya
paz, no abandono mas la Francia." Tal era la
opioion de Benjamín Constant, este el senliuliento
íntimo que dirigió su conducta, y que sí abre
campo á la discusion , debe por lo menos illlponer
silencio á la calumnia. Benjamin Constant estuvo
encargado de redactar la famosa acta adicional;
y las Cartas sobre los Cien Dlas manifestaron
la conducta del puhlicista durante aquel reinado,
que principiaron 600 hombres en las arenas de




PERSO~AJES CELEBRES.


Cannes, y que destruyó un rjército en las me-
morables llanuras de Waterloo.


Verificó se en cousecueucia la segunda restau-
racíon, y Benjamin Constant abandonó de nuevo
la Francia, 110 regresando á Paris hasta cerrada
la lista de las proscripciones. Publicó su Trata-
do de la dJctrina patlfica ,se consagró entera-
mente á la polémica, escribió en El Mercurio,
La }llinerva, La Fama, El Correo y El Tiempo;
y en tan larga carrera periodística, siempre al
frente de la oposicion, lleno siempre de valor,
siempre en la brecha, teniendo siémpre fé en la
lihertad y esperanza en el porvenir; sin alegria
por el triunfo, y lleno de tristeza por los dis-
gustos, las invectivas, las calumnias con que se
le amargaba diariamente, veia agotarse su vida,
ajarse y acabarse en una lucha tan continuada.
Bajo el título de Curso de política constitucio-
nal, rennió algunos escritos de circunstancias
que ya había publicado antes; y en sus comenta-
rios sobre Filangieri acometió á algunas cuestio-
nes nuevas.


En 1819, á pesar de los esfuerzos del l\linis
terio, Benjamín Constant fue elegido Diputado
per el departamento del Silrthe, y se colocó en·




BENJAMIN CONSTANT. 17


tre los primeros gefes de la oposicion liberal.
Infatigable en la tribuna, como lo habia sido en
la imprenta, desplegó esa especie de lógica que
brilla en sus escritos, y que consiste sobre todo
en envolver á sus adversarios en una red de ar-
gumentos irónicos y sutiles. Fue, sino el mas
elocuente, el mas ingenioso por lo menos, el mas
constante y hábil defensor de la libertad. Su
ironia escitaba una cólera, que se apaciguaba
bien pronto con sus corteses modales. Si la de-
recha se sentía ofendida de alguna palabra, sin
cortar el hilo de su discurso, huscaba un equiva-
lente á aquella palabra, y si aun esta ofendía,
la reemplazaba con otra. Esta presencia de es-
píritu, este profundo conocimiento de los re-
cursos de la lengua, esta maravillosa degrada-
cion de sinónimos dulcificados, sorprendía agra-
dablemente aun á sus mismos adversarios. Ben-
jamin Constant era mucho mas cáustico que Ma-
nuel, pero antes de picar mojaba en la miel su
aguijon. Decialo todo, porque todo sabia de-
cirlo.


Cuando Benjamín Constant se veia acosado
por los que interrumpian, hacia fuego por to-
dos lados, y se le esc .. paban una multitud de


2




18 PERSONAGES CÉLEllRES.
dichos naturales y agudos. Sacaba partido de
todo, de una carta, de una letra, de un heeho,
de la menor circunstancia, de una comparacíon
histórica, de una confesion, de una esclamacion,
de una palabra. Como un gabilan que acecha su
presa ron las garras abiertas, no tenia mas que
cerrarlas para cogerla. Recostado en el estremo
de su b,mco, con el oido atento y la pluma en
la mano, devoraba el debate, á la tribuna y al
orador. Tenia un,l atencion tan absorvente y tal
facilidad en componer, que nI escuchar el discurso
de un adversnrio, escribia de corrido In refutacion,
que lein inmediatamente en la tribuna. Pero
preciso es decirlo, sus sustilezas en el estilo,
aquella elegancia esquisita, nquel arte de sinóni-
mos llevado al último estremo, quitan á los
discursos parlamentarios su vigor, su natural
flexibilidad, y hasta su misma gracia. Es pre-
ciso que la tribuna no se resienta demasiado de
la academia, y que un orador no sea solo un
artista. Cada lugar tiene su género, cada perso-
nage su carácter.


llay dos especies de dialéctica; una insinuan-
te y "guda, y otra nerviosa y compacta. Una que
resiste por el peso de los razonamientos, y otra




EEN.JAMIN CONSTA~T. t9


que se abre paso con las agudas puntas de sus
dardos. Una que va derecha á la cuestíon, y otra
que da vueltas alrededor y que penetra en ella
por las junturas. Benjamin Constant tenia esta
especie de dialéctica.


Hay dos clases de elocuencia: uua que saje
del fondo del alma C0l110 de un munantíal, y que
con la abundancia de sus olas empuja delante
de sí, destruye y sumerje á sus adversarios; y
otra que multiplica sus redes alrededor de ellos,
los atrae á sus lazos, los fascína con \¡¡ vista,
los entretiene, y los mata mordiéndoles de mil
maneras. Benjamin Constant tenia esta última
clase de elocuencia. Deslumbraba mas que in-
fundía calor; era mas diestro que vehemente,
mas persuasivo que convincente, mas sutil que
fuerte. Benja'11in Constant era no solo un discu-
tidor de tribuna, siuo tam bien un gran publi-
cista, y por este título se había dedicado mas
particularmente á la m isíon de proteger á 'IOS
escritores. Benjamin Constant recordó siempre
que antes de ser Diputado hahía sido periodista,
y esta era la parte ma s bella de su gloria.


Sabiase que sill embargo de su fuerte opo-
sieion en la tribuna, Benjamin Constant separa-




20 PERSONAJES CELEBRES.
do de los agitadores, era enteramente estraño á
cuanto pudiera amenazar la existencia de la Res-
tallracion; que su oposicion era constitucional,
firme y constante, pero leal y sin segunda in-
tencion; y sin embargo, á él era á quien el ódio
absolutista señalaba mas particularmente á los
perturbadores que pagaba; á él á quien se ame-


I
nazaba en Strasburgo, su casa la que se cercaba
en Saumur, á él á quien pedian los procurado-
res generales que se persiguiese. Una felicidad
completa para él, la única que disfrutó sin
amargura, fue la de haber probado la inocencia
de Wilfrid-Regnault, y salvado á este inocente
del cadalso que le esperaba.


Conservaba el valor, pero las fuerzas estúban
ya agotadas, y el contraste de una inteligench
elevada, entera todavia, en un cuerpo destruido,
causaba á sus amigos y á la Francia un doloroso
presentimiento. Obligado á soportar una opera-
cion cruel, se retiró al campo. Hacia muchos
a¡jos que iudicaba diáriamente el único abismo
en donde podia perderse la Restauracion, y la
Restauracion no quiso dejar desairados sus vati-
cinios; aparecieron los decretos y estalló la re-
volucion de Julio de J830. Benjamin Constant




BENJAMIN CONSTANT. 21


salia apenas de manos del cirujano, cuando re-
cibió un billete del General Lafayette, en que
le decia: « Se juega aqui un juego terrible:
nuestras cabezas son la apuesta j venid á traer
la vuestra.» Benjamia Constant no faltó ni á
la libertad ni á sus amigos.


Sabidos son los grandes acontecimientos de
aquellos memorables dias, y los hemos referido
en otro lugar. Despues del 7 de Agosto, ha·
blando Benjamin Constant en el Palacio Real
con Mr. Laffitte, se le aproximó el Rey y le
dijo: "Teneis hechos sacrificios superiores á vues-
tras fuerzas por la libertad; esta causa nos es
comUll, y con placer mio vengo á ayudaros.,.-
"Señor, contestó Benjamin Constant, aceptaré
este beneficio, pero la libertad es antes que el
agradecimiento; quiero permanecer indepen-
diente, y si vuestro Gobierno comete faltas, yo
seré el primero en reunir la oposicion.,,-«Asi
es como lo entiendo, contestó el Rey. l)


Grave error fue en Benjamin Constant el
creer que podia ser impunemente funcionario é
independiente. Habia bastado en otro tiempo
para fascinarle el poder de Napoleon, y acabab1},t<: -:: ..
de sucumbir al encanto de otro, y en sus nlO"," ,''' .....




22 PERSONAGES CÉLEBRES.


mentos de transporte hacia mil elogios de la
situacion, diciendo que tenian el ideal de un
Rey ciudadano. Pocos dias des pues , es verdad,
salió de aquel encanto, é illa á romper las
doradas cadenas que le apri~ionabau. Hay siem-
pre en el alma de los literatos un pequeño
rincon donde se alberga el sentimiento demo
crático, que se ostenta por un lado ó por otro,
por mas que esté desvirtuado por la corrupcion
de los favores, de las dignidades y del oro.
Entre todas las clases de una nacíon , la de los
literatos es la mas independiente, porque es la
que tiene mas talento, y el talento es lo que hay
mas independiente en el mundo. Benjamin Cons-
tant era literato, y tenia ademas una sed in-
mensa de popularidad, y preferia COIl razon la
cualidad de periodista y Diputado á cualquiera
otro encargo público. La imprenta y la trilluna
le habian dado su fuerza y su gloria.


Pronto hubiera abandonado el botin para
mezclarse en la refriega, y dimisionario ó desti-
tuido, no hubiera tardado en dar el grito de
alarma en la oposicion. Pero estaban ya gastados
los resortes de su vida. Su noble cabeza se incli-
naba, y algunas veces la sugetaba con ambas




BENJAMIN CONSTANT. 23


manos, cual si m editára sobre la vanidad de. las
nwoluciones. Aquellos sueilos de porvenir, aque-
llas hermosas ilusiones que durante quince años
habian pasado por delante de sus ojos, se des-
vanecian una en pos de otra. Dominábanle ne-
gras tristezas é invencibles melancolías. Cadáver
vuelto á echar eu la oposici(ln. se arrastraba
con trabajo desde su banco á la tribuna, y sus
labios, que no podian ya sonreírse, dieron un
adios á la libertad, y bajó con ella al sepúlcro.
Benjamín Constant murió el 8 de Diciembre de
1830; habia creído morir en el triunfo, y se es-
tinguió en medio de la desesperacion.


Tal fue la carrera política de Benjamín Cons-
tant, y para completar nuestro cuadro transcribi-
remos la descripcion que de sus cualidades fisicas
y morales hace el autor de quien hemos tomado
el epígr~fe. "Era débil de cuerpo, un poco en-
corvado, con los brazos y piernas largos y del-
gados. Sus rubios y ensortijados cabellos caian
sobre sus espaldas, y adornaban agradablemente
su espresivo semblante. Cuando recitaba, lo
hacia con tono monotono; y cuando improvisaba,
se apoyaba con las dos manos en el mármol de
la tribuna, y precipitaba el flujo de sus palabras.




24 PERSONÁIES CELFI1BES.
La naturaleza le habia negado todas las ventaj'ls
esteriores del porte, del gesto, y del órgano, de
que ha sido tan pródiga con Berryer; pero su-
plia aquella falta á fuerza de talento y de tra-
bajo. Entonces, un Diputado sumido en la medi-
tacion de las leyes, examinando detenidamente
los presupuestos, consagraba sus días y sus
noches á los trabajos parlamentarios. En el dia
esto no es mas que un accidente, un pasatiem-
po, una distraccíon, sino es ya una corbea. ,;








" " . ""================:::::===0::::'
".


... D. CARLOS


DE BORBON .


• D. CArlos ha sido el que ha &uici·
dado su causa, y con ella A cuantos
de buena fé se le alístaron.l>


MElIOR/A lI/LITAR J POLlTlCA SOBRB
LA GUERRA DI> NAVARRA: por D.JosiI
Manuel de Arizaga.


_ ... -


Si hace seis años se hubiera tratado de es-
~ribir la biografia de D. Cárlos, con dificultad se
pudiera decir acerca de él cosa ninguna que sir-
viera para el estudio imparcial y filosófico de la
historia contemporánea. Los dos partidos que
se disputaban entonces con encarnizamiento la




PERSONAGES CÉLEBRES,


posesioll del trono, y regaban los campos ('spa-: ~""
ñoles con sangre vertida en fratricida lucha ',~1U­
bieran querido ver en aquella biografia lo's es-
tremos de una amarga sátira, ó los hlffiores de
un npoteosis. La menor alabanza arrh~cad,l a la
imparcialidad, se hubiera mirado por los pri-
meros ('omo una defeccion ;",10s cargos mas fun-
dados y las verdades mas palpables acerca de
la debilidad del personaje por quien derramaban
su sangre J hubieran sido mirados por los se-
gundos como otras tantas diatrivas.


En ~l dia la cuestion se ha fijado de tal
modo, y es tan evidente para todos los partidos,
que podemos escribir con entera seguridad de
no escitar el menor resentimiento; y presentar á
D. Cárlos bajo el mismo ilspecto que le dará la
historia, cuando se hallen estinguidas las pasio-
nes que ahora nos dividen, y roto enteramente
el velo que las preocupaciones han puesto sobre
llllestros ojos.


V.amos pues á decir cuanto sepamos bueno
del prisionero de Bourges, sin omitir los 'cargos
barto graves que contra él se han formulad0
:por el mismo partido que vertiera por ,él 'su .san·
gre, dándole la funesta celebridad de que disfru-




D. CARLOS DE BORBON.


ta, como protagonista de la guerra civil mas
sangrienta que ha visto la Europa del siglo XIX.


D. Cárlos lUaria Isidro de Borbon nació en
29 de Marzo de t 788, 3110 de tristes recuerdos
para la Real Familia, por el fallecimiento del
Infaute D. Gabriel, al cLlal siguió el bondadoso
Cárlos III que bajó al sepulcro en Diciembre de
aquel mismo alio; y dos dias despues de su
nacimiento fue co¡:;decorado con el toison de
oro y la Gran Cruz de Cárlos III. La infancia
de Cárlos corrió unida á la del Príncipe de
Astúria¡: su hermano, y ambos se ligaron desde
entonces con los yínculos de un estrecho cariño,
que se profesaron toda su vida, fortificándose
mas y mas con los padecimientos que les fueron
com\llWS, y (~on la armonia que reinaba en sus
itleas.


Luego que principii.Í la discordia á ejercer su
maligna inlluencia en el alcázar de nuestros
Reyes, D. Cárlos, reselltido igualmente que su
hermano de los desmedidos favores prodigados
al favorito, sil unió mas y mas con aquel, hacien-
do causa com!ln y fomentando el ódio que mú-
tuamente le profesaban. Cuando Godoy fue
creado Almirante, insuIta'ndo á nuestra mO?Í-




PERSONAGES CÉLEBRES.
bunda marina, reuniéronse en Palacio todos ros
músicos de Madrid para dar una serenata nI
agraciado. El Príncipe de Asturias y su herma-
no, obligados á presenciar la fiestn, veian con
adusto ceño aquel obsequio adulador, como un
insulto que se les dirigin. En un arrebato de
cólera dirigió el de Asturias a su hermano en voz
baja, estas palabras llenas de profundo despe-
cho; "Ve ahí como me usurpa un vasallo el
amOl' de los pueblos: yo nada figuro en el Es-
tado, y él lo puede todo. u-ce No te apures por
eso. le rt>plicó D. Cárlos; cuanto mas le den,
mas tendrás que quitarle luego, u


No tardó mucho en llegar este caso, y los
terribles sucesos de Aranjuez vinieron .í realizar
el profético luego de D. Cárlos. Este, como
era de suponer, nplaudió el triunfo de su her-
mano; y al entrar con él en l\1ndrid recibió igual-
mente no pequeña parte del eD:tusiasmo popular,
que ta~ altamente se pronuneiaba á favor del
nuevo Monarca.


Pero no fue muy larga su permanencia en la
Corte, pues el 5 de Abril salió presurosamente
para Búrgos, acompnñado del Duque de Hijar,
D. Pedro Macanáz y D. Pascual Vallejo, espe-




D, CARLOS DE BORBO:\'.


rando encontrar alli á Napoleon, segun asegu-
raLa el ambicioso Murat, cuyas miras se dirigian
á que se alejasen todas las personas de la Fam i-
lia Real, para poder ocupar el trono español, al
que se creia destinado por el Emperador. Al
llegar D. Cárlos Íl Búrgos, viendo frustradas sus
esperanzas, avanzó hasta 1'olosa, donde se detu-
vo al fin temeroso de algun engaño.


El dia 14 llegó Napoleon á Bayona, dondoe
habia determinado llevar á cabo su maquiavélico
plan; y D. Cárlos corrió al punto á encontrarle
en aquella pohlacioD, y cumplimentarle de parte
del Rey su hermano, que COD aquella fecha
arribara á "itoria. Napoleon no le recibió bajo
frívolos pretestos , y no tardó el Infante en saber
los conatos del Emperador, que ya se iban ha-
ciendo públicos: para colmo de infortunio, lle-
gó Fernando al mismo pueblo cuatro dias des-
pues, alucinado por las sugestiones de sus imbé-
ciles consejeros. No tardaron en verse realizados
los planr,s de Napoleon, y el dia 30 de Abril
los Reyes Padres entraron ~n Bayona, poniéndose
en sus manos. En esta ocasion , al ver Cár)os IV :i.
sus hijos al pié de la rscalera del Palacio, DO
pudo menos de manifestar seflales de indignacion;




PERSONAJES CELEBRES.


pero reponiéndose algun tanto, saludó á D. Cár-
]05, á quien su Madre estrechaba en sus brazos,
y principió á subir la escalera sin dirigir la pa-
labra al hijo mayor.


Bien sabidas son las ruidosas escenas de Ba-
yona, en que la Familia Real de España, harto
abatida, se arrastró por r:l polvo á los pies del
solllado venturoso. Durante ellas, se dice que
D. Cárlos mostró bastante energía, exhortando
continuamente á su hermano á llevar con valor
su desgracia, y responder con dignidad á los in-
suItos de sus astutos opresores. Si esto es cierto,
preciso será tambien confesnr, que sus consf'jos
debieron hacer muy poca mella en el ánimo de
su hermano, si examinarnos con detencion su
conducta en Bayana. Tanto uno como otro se
avinieron al tratado de 12 de Mayo, estipulado
entre Duroc y Escoiquiz, por el cual renunciaban
todos sus derechos, y en cambio les dejaba Na-
poleon una renta, la cual para D. Cárlos era de
400,000 francos, y el título de Infante. Pero
pocos dias des pues pasaron de huéspedes a pri-
sioneros, con poco trabajo y menos houra del
hombre grande, cuyas hazatias, á juzgar por las
de nuestra patria, seria preciso rebajar uo




D. CARLOS DE BORB(}N. 7


poco, á despecho del fanatismo francés.
No entraremos aq,Ii á calificar las célebres


cartas de Fernando VII á Napoleon , cuya auten-
ticidad es tan controvertida: en todas ellas se ve
un párrafo final, en que Fernando cumplimen-
ta al Emperador, á nombre de su tio y de su
hermano. Napoleon añadió en Santa Elena) que
Fernando le habia ofrecido á su hermano Don
Cárlos para mandar los regimientos españoles
que iban á Rusia; y aunque las lamentaciones
de Santa Elena no merezcan la mayor fé, te-
nemos motivo para pensar, que la mayor parte
de los españoles prisioneros, á quienes se hizo
tomar las armas para aquella espedicion, fueroll
alucinados con la idea de que el hermano de su
Monarca se pondría á la cabeza de ellos. Durante
la estancia en Valencey, concluyó de estrechar-
se entre los dos hermanos aquella simpatia y
tierno cariño, con que se amaron hasta los últi-
mos años de la vida del Monarca, en que el pleito
sobre la sucesion á la corona vino á dividir sus
voluntades. Naturalmente la desgracia tiende á
unir los állimos, y aun cuando su residencia en
Valencey no fuese realmente una prision, como
tal la debian considerar los que acababan de




PERSONAJES CELEBRES.


cambiar el trono por un húmedo y desmantelado
palacio, en donde se veian espiados por una
servidumbre en gran part.e sobornada, .Ji acosados
por los pérfidos halagos del astuto diplomático
Talleyrand, duerío de aquel sitio. Durante toda
aquella época no se disl11intió el carácter religioso
de D. Cárlos. antes bien supo hallar en su piedad
recursos .Ji consuelos para su hermano y para si,
dando al mismo tiempo muestras de generosidad
y beneficencia.


Llegó por fin el momento apetccido de regresar
á España, C0l110 lo verificaron á fines de i.\Iarzo de
1814, cuando iban á cumplirse los seis años de
emigracion. En virtud del tratado que se otorgó
entre el Duque de San Cárlos y Laforest, pasó
Fern1\ndo VII el Fluviá. el dia 24 de dicho mes
quedando en rehenes el Infante D. r.árlos en Per-
piñan, y en poder de Suchet, hasta que se cum-
pliese lo pactado. Pero DO duró mucho su reten-
cían. pues dos dias despues pasó igualmente el
Fluviá y corrió á Gerona para reunirse con su
hermano. Díjose que Suchet habia consentido en
la devolucion de D. Cárlos. á pesar de no haberse
cumplido 10 pactado. por congraciarse la voluntad
dell\Ionarca J y obtener la posesion de la Albufera




D. CAlILOS DE BORBON. 9
de Valencia, que codiciaba. Juntos los dos herma-
nos, recorrieron las capitnles de Aragon y Valen-
cia, dando tiempo á que se renlizasen los planes
de reaecion, que dunnte el I'iaje habian meditado;
hasta que llevados á cabo en toda su estt'nsioD,
entraron en lUadrid el dia 13 de Mayo.


Poco ofrece de notable el periodo de los seis
años siguientes para la biografla de D. Cárlos:
viósele durante él acOmpañ;¡f de contínuo á su
hermano en sus frecuentes visitas religiosas, y
actos esteriores de devocion, los cuales á la ver-
dad eran en D. C<Írlos mas espontáneos que en su
hermano. Guíábale en estas prácticas de Religion
el célebre Ostolaza, que tan malas pruebas dió de
su piedad con su conducta posterior. Llegó entre-
tanto la época del doble casamiento de ambos her-
manos con las Infantas de Portugal, habiendo
correspondido á D. Cárlos la Infanta DOlla Maria
Francisca de Asís, la cual había nacido en Lisboa
el dia 22 de Abril de 1800. Harto chocante seria
el paralelo que pudiéramos haccr entre los dos
matrimonios, y los opuestos caracteres de los
cuatro esposos: por una parte, el Rey dotado de
un génio asaz burlon y desenfadado, contaba con
una esposa amable y bella, pero mal correspon-




jO PERSONAJES CELEI!RE5.
dida. D. Cárlos por el contrario, dotado de un
carácter grave y austero, se hallaba ligado a UDa
Princesa un tanto altiva y no escasa de ambicion,
pero fielmente correspondida de su esposo. Bajo
este concepto no podia D. Cárlos menos de mirar
con desagrado las nocturnas escapatorias y las ga-
lantes aventuras de su hermano. Algunos que se
creen bien informados en las crónicas del Real
Palacio, aseguran, que D. Córlos. creyendo com-
prometida su conciencia con un dilatado silencio
sobre el particular, hubo de revelar á su augus-
ta cuñad" alguna parte de estas al'entnras, )0
cual produjo una sorpresa, dispuesta por la agra-
viada, pero que hubiera sida de muy malos re-
sultados para D. Cárlos, á no haber cortado la
disputa la Infanta Doña Francisca, que princi.
piaha ya desde entonces á ejercer no poco as-
cendiente sobre el ánimo de su cuñado. No tardó
en restablecerse la buenll armonía entre los dos
hermanos, y en virtud de ella fue nombrado
D. Cárlos, Generalísimo del ejército español, mien-
tras que al Infante D. Antonio se le adjudicaba
el cargo de Almirante, sarcasmo el mas sangrien-
to de nuestra marina. Antes de este cargo, ha-
bia ejercldo D. Cádos el de Coronel de la Briga-




D. CARLOS DE 1I0nBON. 11


da de Carabiueros reales de caballería, que en
el cuerpo mas brillante que tenia entonces el
ejército español.


Llegaron en fin los borrascosos dias de Marzo
del año 1820, en que el pueblo de Madrid, rom-
piendo el freno que hasta entonces le habia su-
jetado, proclamó tumultuosamente la Constitucion,
y llevó las amenazas y el asombro hasta dentro
del régio Alcázar. El Monarca d€sprevenido para
tJl conflicto, abandonado por Unos y malamente
vendido por otros, conoció la necesidad de mu-
dar de sistema, y firmó el decreto de 3 de Marzo
en el que decia: (( Que deseando llevar á ca bo
sus paternales deseos, y conformándose con el
parecer de su Augusto Hermano el Infante Don
Cárlos, y de la Junta que este presidia, mandaba
que el Consejo propusiese los medios que creyese
oportuuos para llenar en lo futuro sus altas fUll-
ciones.» El objeto era formar un Consejo dp,-
Estado numeroso, que supliese las veces de unas
Córtes: pero este remedio era ya tardío, y cre-
ciendo de hora en hora el movimiento popular,
obligó al Bey á jurar la Constítucion que seis
años antes derrocara.


Con este motivo, D. Cárlos daba el dia 14 de




12 PERSO~AJES CELEBBES.


aquel mes la siguiente proclama á las tropas,
como Generalísimo de ellas. « Soldados: al pres-
tar en vuestras banderas este juramento á la
Constituciou de la Monarquía, habeis contraido
obligaciones inmensas: carrera esclarecida de gloria
se os está preparando. Amar y defender la patria,
sostener el sólio y la persona del Rey, y enla-
zaros con el pueblo para consólidar el sistema
constitucional, estas son vuestras obligaciones
sagradas, y esto es cuanto el Bey espera de vo-
sotros, y lo mismo cuyo ejemplo os prometo de
mi parte. Vuestro compañero - CARLOS.» En
etecto aquel mismo dia habian jurado la Cons-
titucion en manos del Rey los Infantes D. Cárlos
y D. Francisco, yel Cardenal Borbon, Arzobispo
de Toledo.


Cuando losteriormente se ha echado en cara
estos hechos públicos á los que pretendian acla-
mar á D. Cárlos por Bey absoluto, estrañando
tal perjurio en hombre tan religioso, han tenido
que apelar á la eoaccion moral, que dicen es-
perimentó la Real Familia para prestar aquel
juramento. Lo cierto es que el partido liberal
consideró siempre á D. C;Írlos, como enemigo del
nuevo r(;imen, y sus sospechas se confirmaron




n. CARLOS DE nOREON. 13


al ver que se contaba con él para llevar á cabo
el dpscabellndo plan del desgraciado Vinuesa, y
al hallarlo comprometido en los ruidosos acon-
tecimientos del 7 de Julio, por las revelaciones
de los prisioneros. Amargos ratos debió esperi-
mentar y sufrió en efecto el Infante, durante los
motines y tumultos que estallal'an enton<:es con
frecuencia á las puertas del régio Alcázar; y
'no menos al atravesar la 'uitad de España,
seguido por las Córtes, y escoltado por la
Milicia, hasta verse encerrado en los muros de
Cádiz, en compañía de su Augusto Herm1'llo y
toda la Real Familia.


Pero libre de su cautiverio, merced á los hijos
de San Luis, D. Cárlos pudo desquitarse á sn
sabor de las pasadas humillaciones, y lo hizo
en efecto, exhortando á su hermano, harto ir-
ritable, á llevar á ca10 la reaccion principiada
á que se hallaba tan inclinarlo. Con todo, llegÓ
un dia en 'lue el Rey creyó de su deber el re-
frenar aquella democrácia anómala, que priuci-
piaha á entregarse á sus instintos. escudándose
con el nombre mismo del Monarca. Entontes 1011
realistas exaltados (ó corno ellos dicen netos),
no viendo ya en el Rey, el hombre que necesi- , .• ,




14 PERSONA.Jf:S CELERRt:S.


tahan para llevar adelante sus proyectos, prin-
cipiaron á fijar sus mimdas en D. Cárlos, que
por otra I¡¡¡rte se presentaba como heredero pre-
sunto de la corona. Entonces el cuarto de Don
Cárlos vino á ser en Espaiw lo que el pabellon
Mal'sán en las Tullerias, el foco de la reac(\ion
mas .exagerada; y como tal le denunciaron .v~rios
fol!.etos impreSOs en el estranjero, á lQS cuales
huw de contestar el Sr. Hermosilla, de Real
6rden. Algunos han disculpado á D. Cárlos de
estas intrigas, cargando su odiosidad sobre la
luf¡mta Doña Maria Fraucisca, Princesa de un
temple de alma asaz fuerte, y que por tanto ava-
sallaba fácilmente el ánimo de D. Cárlos, igno-
rantemuchas veces de los sur,esos, para los
cuales se hacia servir su nombre. No tardaron
estas intrigas en d,w funestos resultados, tales
~omo la conspiracion del Royo Capapé en Za-
ragoza, y el levantamiento de Bessieres en Bri-
huega, que descubrieron la fragua donde se for-
jaban aquellos tumultos. Las dos cartas que
presentó el primero para su defcnsn, y que segun
se .dijD eran originales de D. Cárlos, fueron pre-
sentadas al Rey, el cual no debió darles mucha
importancia, (callo que sea cierta la presentacion




D. CIRLOS DE BORBON. 15


de dichas cartas), pues no alteraron la cordial
amistad, que reinaba entre ambos. Pero cuando
llegó la hora del rompimiento, el Bey ecl!óen
cara á su hermano, tanto estos sucesos como los
de Cataluña. En la de 20 de :\Jayo de 1833,
alegándole los motivos 'que tenia para alejar su
persona de la península, le decia. "No es mi
ánimo acusar tu conducta pOI' lo pasado, ni re-
celar de ella en adelante.: sOBradas pruebas te
he dado de mi confianza en tu fidelidad, á pe-
sar de las inquietudes que de tiempo en tiem-
po .~e han suscitado, y en que tal vez se ha
tomado tu nombre por divisa. A fines del año
pasado se fijaron y esparcierou proclamas, esci-
tando á un levantamiento para proclamarIepor
Rey, aun viviendo yo; y aunque estoy cierto
que estos movimientos y provocaciones sediciosas
se han hecho Sill anuencia tuya, por mas que
no hayas manifestado públicamente tu desa-
probacion, no puede negarse de que tu presencia
ó tu cercanía seria un incentivo para los díscolos,
acostumbrados á abusar de tu nombre.»


Antes de llegar Fernando al estremo de hacer
tales recriminaciones á su Ílcrmano, habían .me-
diado entre ellos graves moti vos de disgusto. La




16 PERSONAJES CELEBRES.


muerte de la Reina Amalia habia privado á la
Infanta Doña María Frnncisca del grande ápoyo
que aquella por diferentes aspectos prestaba á sus
miras; y el casamiento del Rey con Doña !\laria
Cristina vino á dar la influencia que perdia la t'S-
posa de D. Cárlos, á su eterna rival la lnfan ta
Doña Luisa Carlota, esposa de D. Francisco.
Parecia que la Providencia se hnbia propuesto
destruir las esperanzas de D. Cárlos, desde el
momento en que su nombre habin sido invocado
para derritar la corona de la cabeza de su her-
mano; y la sucesion que tU\'o este de su último
matrimonio, vino á colocarle en una posicion hur
to embarazosa. Los sucesos de la Granja y la
enfermedad del Rey, vinieron á producir una
crísis, en la que D. Cárlos principió á declarar
su carácter. Consultado Calomarde sobre las pro-
videncias que deberían tomarse, manifestó que
los voluntarios realistas del Reino y gran parte
del ejército proclamarian á D. cárlos al punto
que el Rey fallecie.'!e; y que solo podia evitarlo
el mismo D. Cárlos, si diese su palabra de sos-
tener la Regencia: pero este se negó, no solamen-
te á entrar de Consejero de la Reina para el
despacho de los negocios, sino tnmbien á en-




D. CIRLOS DE BORRON. 17


trar de co-Regente, y contestó al Conde de la
Alcudia que le habia hecho estas propuestas «que
su concienc;a y su honor DO le permitian dejar
de sostener unos derechos tan legítimos, que Dios
le concedió cuando fue su santa voluntad que
naciese."


A pesar de esta firmeza aparente de D. Cárlos,
y del dictado de Magestad que principiaban J
prodigarle los cortesanos, sc hallaba indeciso y
fluctuante en sns operaciones. L.:>s hombres exage-
rados del partido realista han echado constante-
mente en cara á D. Carlos, el haberse negado
en aquella ocasion á tomar medida algnna, y no
han hecho un misterio de los nombres de las per-
sanas, que tal disposicion le aconsej.aroD. Pero
D. Cárlos se negó constantemente á tomar ningu-
na, ínterin respirase su hermano; y este rasgo
de pundonor y delicadeza ha sido contínn¡¡men-
te el objeto de censura de los realistas exaltados
¿Cuál hubiera sido entonces la suerte del Trono y
de España, si D. Cárlos se hubiera dejado llevar
por un momento de un arrebato de ambician?
A una voz suya 200,000 voluntarios hubiesen
aclamado w nombre; la m~yor parte de las auto-
ridades militares y civiles, de grado ó por fuerza,


2




PÉRSONAJES CELllBRES.
hubieran alzado en su nombre los pendones. y
cuando el Monarca hubiera vuelto á la vida, se
viera precisado. cual otro Wamba. á ocultar
su despecho y llorar sus pasados estravios en lit
soledad de un claustro.


La inesperada mejoría del Rey, y la llegada
de la Infanta Doña Luisa Carlota, destruyeron
en un mOUlento todos los proyectos de los car~
listas; y Jos que se habian adelantado á tomar
algunas disposiciones para ina·.1gurar el nuevo
reinado, tuvieron que sufrir las consecuencias
de su precipitacion. D. Cárlos coutinuó, á pesar
de las instancias de su partido, en el empeño
de q e no se tomase disposicion ninguna, y vió
con sentimiento levantarse varias partidas en su
nombre, y en especial la del Coronel Campos
que cayó en breve prisionero, y comprometió
con sus revelaciones á la Junta carlista. Exaspe-
rado D. Cár)os, se llegó á oirlos consejos de los-
que se proponian dirigir su causa; y su inllexi-
'bilidad en esta parte, les obligó á trasladar sus
reuniones á la habitacion de la Princesa de
Beira.


El gobierno para cortar estas tramas, orde-
nó á D. I.uis Fernandez de Córdova, Plenipo-




D. CARLOS DE ntlRBON. 19


tenciario á la sazon en Portugal, obtener á toda
costa de D. Miguel, que llamase á su lado á 1 a
Princesa de Beira. Cuando iba á verifiearse, Do n
Cárlos, conociendo el objeto que en esto se lleva-
ba J pidió licencia para pasar con su esposa á
Portugal por una temporada, la cual le cOllcedió
el Gobierno con mucho gusto. Dícese que el lo'
fante huho de tomar esta medida, para evitar el
verse desterrado por su hermano si se negaba á
reconocer y jurar á la Princesa de Asturias; ó
arrestado, si el Rey llegaba á fallecer. En virtud
de esta licencia, salió D. Cárlos de la Córte
para no volvorla á ver, el dia 16 de Marzo d~
1833, acompañado de su familia, de la Princesa
de Beira, D. Scbastian y su esposa. El gobierno
comisionó al Coronel de Coraceros, D. Vicente
Minio, para esroItarlos hasta la raya, advirtiéo
dole en las instruciones reservadas, « que Don
Cárlos no llevaba en su viaje á Portugal investi-
dura alguna de mando, siendo solo el referido
!\liuio el único responsable al Rey de la menar
falta, prohibiéndole espresamente el dictar, ni
consentir ninguna clase de disposiciones que al-
terasen la ruta prescrita, y las órdenes especia-
les con que iba autorizado.»




!lo PERSONAJES CELEBRES.


Acercábase el dia serialado para jurar á la
Princesa Isabel, y con este motivo escribió el Rey
á D. Cárlos, con fecha 21 de Abril, diciéndole
que manifestase francamente si pensaba prestar
el juramento ó no. Esta carta le fue entregada
por Córdova en Ramalao, donde residia el In-
fante, á las inmeoiaciones de Lisboa. Este con-
testó negativamente ron fecha 29 del mismo.
"Lo que deseas saber es, (decia en su ~al'ta;
si tengo ó no tengo inteucion de jurnr á tu hiJa
por Princesa de Astl.rias. ; Cuanto dl:'sl'i.ria el
poderlo hacer! Debes creerme, pues me conoces,
y hablo con el corazon ,que el mayor gusto, que
hubiera podido tener seria, el de jurar el prime-
ro, y no darte este disgusto y los qlle de el re-
sulten; pero mi conciencia y mi honor no me lo
permiten; tengo unos derechos tan legitimos á
la corona, siempre que te sobreviva y no dejes
varan, que no puedo prescindir de ellos; dere-
chos que Dios me ha dado cuando fue su vo-
luntad que yo naciese, y solo Dios me los puede
quitar conced'iéndote un hijo varon, que tanto
deseo yo. puede ser que aun mas que tu.» La
carta concluia de esta manera. ti A Dios, mi
muy querido hermano de mi corazon: siempre




D. CARLOS' DE BORDON.


lo será tuyo, siempre te querrá, siempre te ten-
drá presente en sus ora~iones, tu mas amante
hermano-M. CARLOS."


A esta carta acompañó D. Cárlos una protes-
ta , que dirigió igualmente por el correo á los
Obispos, Grandes, y altos funcionarios del reino,
á cuyas manflS no llegaron, pues el Gobierno
estrajo los plil'gos del correo. Igual copia dirigió
á todos los gabinetes Europeos, y en especial á
los de Franria é Inglaterra, á donde partió á
entregarlos el titulado Baron de los Valles. de
quien mas adelante habrá ocasion de tratar.


Sigui ose á esta, una série de cartaS y respues-
tas entre ambos hermanos, harto conocidas del
público, por haher sido reproducidas por la pren-
sa, poco tiempo despues de concluida la guerra
civil. Por ellas se infiere que el Rey mandó á Don
Cárlos pasar á los Estados Pontificios, con cuyo
objeto puso á su disposicion una fragata. Este no
llevó muy á bien la órdell , y despues de lamen-
tarse de su destierro, fsclama : sin embargo de
todas est{lS reflexiones, estoy dispuesto á hacer
tu voluntad. Contestando el Rey á sus quejas.
dirige á su hermano el párrafo que se copi6 arri-
ba, sobre conspiracianes fraguadas en su nombre;




22 PERSONAJES CELEBRES.
y para evitar el contagió de Lisboa, le permite
embarcarse en cualquier punto que le ofrezca co-
modidad en la hahia, 6 á sus inmediaciones.
Resentido algun tanto D. Cárlos del párrafo ci-
tado sobre conspiraciones. responde á su herma-
no estas palabras: « Solo tengo un sentimiento,
que penetra mi coracion; y es, que estaba yo
tranquilo de que tu me conocías, y estabas tan
seguro de mi y de mi constante amor, y ahora
veo que no; mucho lo siento. En cuanto á las
proclamas no he desaprobado en público estos pa-
peles, porque no venia al caso, y creo haber he-
cho mucho favor á sus autores, tan enemigos
tuyos como mios, y cuyo objeto era como he di-
cho arriba. romper ó cuando menos aflojar los
vínculos de amor. que nos han unido desde
nuestros primeros años.» En seguida ofrece em-
barcárse para los Estados Pontilicios, asi que
hubiese pasado la fiesta del Corpus en Mafra.
Efectivamente pensaba D. Cárlos realizarlo asi;
pero cediendo á las sugestiones de derta persona
de su comitiva, que inlluía mucho por entonces
en iU ánimo y su conciencia. tuvo la debilidad
de faltar á su palabra. y en vez de embarcarse
tomó el camino de Coimbra, con el pretesto de




D. CARLOS DE BORBON. 28


ver á D. Miguel antei de embarcarse, ptro en
realidad por alargar su permanencia en Portugal.
El Rey que habia aprobado la detencion de Don
Cárlos en Mafra, hasta pasar el Corpu~, quedÓ
muy sorprendido con el repentino viaje á Coimbra,
y asi lo manifestó á su hermano con mareada de-
saprobacion y disgusto, por lo mudIO que compro-
metia sus relaciones con Portugal: ademas le echa-
ba en cara el no haber cedido á las razones de
Córdova. que se opuso .abiertamente al viaje á
Coimbra.


Terminado este, D. Cárlos tomó por pretesto
para no embarcarse. al cólera que devastaba á
Portugal y que interceptaba el camino. lo cual
dió motivo al Rey para echarle en cara su
imprudencia en haber faltado á sus órdenes,
internándose en un pais contagiado, cuando lo
que dictaba la razon era huir de él cuanto antes;
y para quitar toda escusa que pudiera oponer al
embarque, le permitia hacerlo en cualquier pun-
to de la costa hasta Vigo. En esta carta se leian
cláusulas llenas de la mayor acrimonia •. "Si te
hubieras embarcado, le decia el Rey, cuando yo
lo determiné, y me decias te daré gusto y te obe-
deceré en todo, hubieras prevenido el contagio




24 PERSONAGES CÉLllDRllS.
de Cascaes; si aun despues de tus primeras de-
morás no IHIIJieses emprendido la jornada de
Coimbra éontra mi eS¡lresa prohibicíon, hubie.
ras podido estar á bordo el 10 Ó 12, cuyo plazo
te fijé; si hallando en ese funesto viaje infestada
la fj;}!a de Caldas, hubieras retrocedido como
dict1iba tu seguridad, ya que nada valgan para
ti mis mandatos, no ballarías ahora tomado el
caminn de tu vuelta por una linea de pueblos
contagiados." La carta concluía con estas termi-
nantes palabras: "Esta será mi última carta si no
olleaeces; y pues nada han podido mis persua-
siones fraternales en casi dos meses de contes-
taciones, procederé segun las leye~ si al punto
no dispones tu embarque para los Estados Pon·
tificios, y obraré entonces como Soberano." Cum-
plió el Rey su palabra, pues desentendiéndose
de otras dos eartas que le diri!.dú alegando va-
rias escusas para diferir el embarque, le con·
testó de oficio y en tono de mando, con una
órden fecha 30 de Agosto. mandándole embar-
carse al punto y sin eseusa alguna. En ella,
prescindienuo del tono familiar y cariñoso que
hasta entonces babia usado, hablaba como Rey,
y concluia diciéndole: "Yo miraré cualquiera es-




D. CARLOSDE BORBON. '5
cusa o dificultad con que demoreis vuestro via-
je, como una pertinacia en resistir á mi volun-
tad, y mostraré eomo lo juzgue comeniente, que
un Infante de España no es libre para desobe-
decer á su Rey .. >


De este modo concluyó aquella célebre cor-
respondencia que ya pertenece á la historia, y
que por cierto hace muy poco honor á D. Cár-
los, rebelde á los mandatos de su Rey, cuando
debiera ser el primero en acatarlos Si hubiera
obedecido, la desgracia misma que sublima á
sus víctimas, le hllbiera creado mayor número
de admiradores: la rehelion por el contrario le
enagenó muchos ánimos. fl cielo mismo hubo
de castigar sn desobediencia, pues lejos de ser·
vir á sus miras In estancia en Portugal, no pro-
dujo resultado alguno favorable á su causa, y
antes le colocó en ulla posicion que pudo, serie
muy funesta, corno bien pronto veremos.


Apenas falleció Fernando VII, un mes des·
pues de su última carta á D. CArlos, cuando al
punto principiaron :í pulular numerosas partidas
que le proclamaban por Rey. Entonces principi6
á usar este título, y como tal procedió á nomo
brar personas para su gobierno; siendo notable




26 PERSONAJES CELEVRES.


que á pesar de tener á su lado en aquella época
cinco Generales, un Intendente y varios em-
pleados de alta categoria, nombró Ministro uni-
versal al Obispo de Leon. Este nombramiento
retrata completamente las ideas, carácter y
tendencias de D. Cárlos. Acto contÍnuo public6
una proclama que decia: "Cárlos V Rey de Es-
paña á sus amados vasallos. -Bieu conocidos
son mis derechos á la corona de España en
toda la Europa, y los sentimientos en esta parte
de los Españoles, que son harto notorios para
que me detenga en justificarlos.


Ahora soy vuestro Rey, y al presentarme por
primera vez á vosotros bajo este titulo, no pue--
do dudar un solo momento que imitareis mi
ejemplo sobre la obediencia que se debe á los
Príncipes que ocupan legitimamente el trono.»
Efectivamente los ES[lañoles le obedecieron á él
lo mismo que él habia obedecido la órden de
su hermano para salir de la Península. El estilo
de esta proclama era tan ramplon, que la pren-
sa hizo á D. Cárlos la burla de reproducirlo, y
mas adelante sirvió de testo al sarcástico Fí-
garo para ponerlo en ridículo.




D. CARLOS DE BORBON. 27


El Gobierno por su parte tomó algunas
providencias contra D. Cárlcs, y entre ellas fue
la principal confiscarle los bienes por una Real
6rden fecha 13 de Octubre. El 23 se le presen-
tó el Embajador Córdova, y le entregó una Real
órden en que se le declaraba por conspirador,
en atencion á su conducta rebelde y contumaz.
D. Cárlos la leyó y respondig « quedo enterado:
veremos quien tiene mas derechos; yo tambien
usaré de los mios.» En efecto, dos dias des-
pues publicó un manifiesto desde su palacio de
Castello-Branco, en el que manifestaba á la
nacion los pasos que habia dado para ser reco-
nocido por Rey, y las contestaciones que sobre
este particular habia tenido con el Rey su her-
mano, y despues con la Reina Viuda. El (iQ.
bierno en vista de esto, mandó al General R()-
di!, Comandante de la raya de Portugal, que
se apoderase de D. Cárlos por medio de un
golpe de mano, que hubiera llevado á cabo
otro general mas atrevido. Parecia la empresa
tan fácil al Gobierno, que hasta se designaba
á Badajoz para punto de prision; pero el Ge-
neral Rodil reclamó mas tropas, y otros varios
objetos que creia de absoluta necesidad. En efee-




28- PERSONAJES CELEBRES.


to, equipó una columna de portugueses pasados
que habia en Ciudad-Rodrigo, la euvió á refor-
zar la villa de Marvan sitiada por los l\Iiguelis-
tas, y tomó algunas medidas pára borprender á
D. Cárlos; pero habiendo teuido este algunas
noticias, mudó de lugar y evitó el golpe. Noti-
cioso el Coronel del regimiento de Castilla
de que D. Carlos se hallaba en Miranda, SOf-
prendió infructuosamente aquel punto, y al dia
siguiente el de Braganza, que habia abandonedo
ya D. Cárlos, aunque perdielido parte de su
equipaje.


Por fin logró D. C:írlos reunir en Yillarea}
unos 300 carlistas, que habian pasado á Portu-
gal de varios puntos de la Península: pero en-
tre ellos habia una partida de liberales y con·
trabandistas Cecla\'incros, que se hablan pro-
puesto apoderarse de D. Cárlos por medio de
una estratagema. Hallábase al frente de ellos un
aventurero que habia dirigido en Aragon la
trama para prender al Baran de Hervés, y ha.
biendo pasado á Portugal eOIl linos cuantos ma-
tones, fingiendo ser un cahecillCi derrotado, ha-
bia conseguido ya captarse la benevolencia de
D. Cárlos, aparentando un realismo furibundo.




1'. CARLOS DE BORBON. 29
Salnise milagros~menle de este lazo, pues teme·
roso de la perseclIcion, se reunió n. Cárlos con
D. Miguel, cuya causa se hallaba aun en peor
estado. Entonces el General Rodil invadió á
Portug,J! con una di vision de 3,000 humbres,
en comlJinaeion con d Duque de Terreira, y
ilcorralando á los realistas les obl ignroll á dis-
persar.:c. D. Cárlos pretendia ponerse al frente
de las tropas de D. Miguel, y que este se re ti-
rDse á Yelves con una numerosa guarnicion,
mientras que él sublevaba Ins Andalucias, y al
frente de un numeroso ejército hispano-portu-
j!ues pasaba á Madrid, de donde regresaria al
punto para hacer levantar el sitio de Yelves y
reconquistar á Portugal. Este grandioso plan
que hace mucho honor á los conocimie¡;¡tos es-
tratégicos del Generalísimo español y su Minis-
tro universal, no debió gustar mudJO al bueno
de D. Miguel, que prefirió aceptar el tratado
de EIJora-lI'ionte en .26 de Mayo de 1834. Ha·
llábase á la suzon el Infante igualmente en Evo-
ra, y hubo de someterse á un.a estipulacion que
obtuvo 1111'. Grant, Secretario de la Leg<JOO>B
inglesa, de los Mariscales Terceira y SaMllnha,
por la cual D. Cárlos debia embal'cars.e para




80 PERSONAGES CELEBRES.


Inglaterra, como lo verificó eu Aldea Gallega,
puerto á tres leguas de Lisboa, y á bordo del
Donegal, navío de guerra inglés


Llegó D. Cárlos con su familia y comitiva á
Porstmoutb el dia 12 de Junio, de donde al pun-
to se trasladó a Lóndres , meditando ya los me'
dios de su fuga, y regrtlSO á España Valióse pa-
ra ello, como es sabido, del célebre aventurero
Auget de Sto Silvain, á quien D. Cárlos dió
despues en agradecimiento el título de Baron
de los Valles. Este no solamente dispuso el
viaje, sino que posteriormente se tomó la mo'
lestia de publicarlo, juntamente con otros varios
sucesos de la vida de D. Cárlos, hasta el falle_
cimiento de su ('sposa. Para verificar la fuga
obtuvo dos pasaportes con los nombres de Tomas
Saez y Alfonso Saubot, negociante el primero
y el otro propietario de la isla de la Trinidad.
Conociendo las grandes dificultades de hacer el
viaje por mar, prefirieron ir por tierra; y des-
pues de tomar varias providencias para burlar
la policia, se embarcó D. Cárlos con Saint-Sil-
vain en Brighton el dia 2 de Julio, y á las ocho
de la noche entraron en el puerto de Dieppe.
Pocas personas, aun de la familia, estaban en el




D. CARLOS DE BORBON. 81


secreto, y para mayor seguridad se aparentó
que D. Cárlos se hallaba enfermo en su cuarto,
donde solo entraban la Infanta y la de Beira,
el Obispo de Leon, el médico y ayuda de cá-
mara, personas iniciadas tan solo en el se-
creto.


Despues de haber descansado aquella noche
en Dieppe, Ínterin que la policia les entregaba
nuevos pasaportes para Bagneres, arribaron á
Paris al dia siguiente, y practicadas varias di-
ligencias sobre sus negocios en el poco tiempo
que se detuvieron en Paris, salieron de alli á
las ocbo de la noche. Al atravesar la plaza de
Luis XV, donde una multitud de parisienses too.
maba el fresco paseando, fue detenida la silla
de los viajeros por un elegante carruage que le
salió 'tI paso: al mismo tiempo Saint-Silvain re-
conoció á Luis Felipe que se dirigia con su fa·
milia á NeuIly, y hacíendoselo observar á D. Cár-
los, le dijo: "Señor, ahi teneis á vuestro augusto
primo el Rey de los franceses, que viene á de-
searos UI! feliz viaje.» Notando J"uis Felipe la
curiosidad con que le miraba uno de los viaje-
lOS, se quitó su sombrero blanco, y le hizo á
D. Carlos una corttsia qne fue repetida por to-




32 PERSO:"lUE~, CELERRES.


da la familia. -Concluida esta escena, dijo el
ilustre viajero á Saint Sil vain: {( Mi primo Or-
leans no sospecha que estoy pasando por delan-
te de él para 1'0 m per en Espa ñ a su tra tado de
la cuádruple alianza." ~:I dia 6 de J tllio llega-
ron los viajeros á BlIl'deos, y de alli salieron al
dia siguiente para Bayona, favorecidos por el
Baron Alberto Pichon de LongueviUe, acérrimo
carlista, en cuya casa se hahia hospedado. Du-
rante el viaje no sufrieron ningun cO:Jtratiempo;
pero su zozobra era contínua al ver á cada paso
el telé~l'afo, Que quizá trasmitiefJ la noticia de
su fuga y una órden de ¡¡rision. Pero no fue
asi, pues su aparente enfermedad habia enga-
ñado no solamente á nuestro Embajador en
Lóndres, sino tambien al astuto Talleyrand.


Al día siguiente ~ las diez de la I11Jñana
atravesaron por BayoIlél, J' poco des pues se reullie-
ron con los guias que los habían de introducir
en España. En el camino se les incorporó el
Comandante de los gendarmes, que era conocido
de uno de los guias, y que lJien ageno de lo que
pasaba trabó (',Qnversacion (',on D. Cárlos, yacom-
pañó á los viajeros hasta Sarre. Aquella misma
tarde á las seis entr.) en España D. Cárlos I y se




D. CARLOSDE llORBON. 33
presentó á Zumalacarregui en Elizondo, dond
le esperaba aquel al frente de su division: su con-
ducta por entonces fue cual correspondía á la
situacion enteramellte militar, limit1Índúse á se-
gUIr la correspondencia esterior en compañia de
su Secretario Cruz: su servidumbre era escasa, y
su guardia tan solo 100 hombres y 20 caballos.
«En el primer mes que habitó D. Cárlos en el
reino de Navarra (dice Arízaga en su memoria
militar y política), sufrió una singular perse-
cueion que tuvo Jlo~ objeto el plan de operacio-
Iles ostensil;]es de Itodil, el cual hizo tan en 0-
josn su p05icion á este Principe, que una noche
es indudable habria conseguido capturarlo, sin
el auxilio de un pastor, que tomando la Real
PerSOlla soure sus hombros y despetiálldose por
infinitos precipicios, que solo á él le eran cono·
cidos, no hubiese logrado salvarlo. burlando la
combillacion de colulllnas que e11 todas direccio-
nes le rodeaban." A pesar de esto tardó mas de
un año en premiar la lealtad de aquel hombre,
á quien llamaban los carlistas por este servicio
el burro del Rey (*)


(') El pastor .e llamaba Juan Bautista Esain y habia
nacido en el lugar de Larrainzflr en Navarra. Apenas se
proclamó á D. Cárlos se presentó al Gen~ral Eraso quien




4 PERSONAJES CEl.El\HES,


Ko es aqui nuestro ohjeto trazar el lúguhrf
cuadro de la guerra civil, ni referir por menor
las intrigas de In CtÍrt!' de Dilate, ci que díeí lugar
el carácter débil d~~ D. uírlos, á pesar de lo mu-
ellO que se hahia preconizado su energia. f\etlrado
del ejéreito , a: clIul ba!)ia <'ntusiasmado por algün
tiempo con su preseucia, se dedicó esclusíl'al;]cn-
te á ohras de piedad y devoejoll esterior, Ulla
turba de hombres osados y corrompidos, que des.
pue:; del tratado Elliot S~, :lahian tr¡\sla¡]ado df]
illterior de la monarquía <Í las Pro,'iuc·ias YaS('(lll,'
gadfls, asrdi¡)~(Hl al PrÍilcip(', y 1:; cinpleo!n:lui(J
lrilllsúmnó eu Corte Jo que llllllca debiera ¡!dile!
c1espues de aSl!gul'atlo de su fhlelillad, le l'mplpú pn f'1
l-~t'li;.!xoso e importaule sCfyicio dll c,onii(]Plül' , y Zumalacnr-
regui le con1iú lnmhiPB lnis¡oIlrs importantl's ro la noch(>
l~C'l 240 á. :2:') de Sptlemhre de]8 H. E:-;;lin sar,;\ ti D. Cúrlos
de h c:lhaiia tIc no pa:-;!o¡: en qw.' Ila!)ia (l:-;bdu ocullo
algunas lloras y acosados dt'S[lIH' ;'; por las tro;las de la Rt'in 11
lo lleró en hombros pot' pspado de Il!llS de tn's cual'tof.
de hora.


D. Cúrlos para prcmial' tan in~igne hene1ido concedió
á Esaln las grn<'ias siguientes. Titul9 ue nobleza para él
y sus descendientes, una pemioll para d y su fmni \ia ue
"einte reaI(~s <liari(J~. Sus hijos, arones dehían setO e(l11Cados
por cuenta dél tesoro en IIn col('gio militar' para salir de él eu
elases de Subtcnimtcs, Por (,!timo ét y SllS hijos llevarían
pendiente uel cuetIo una mr(]alb rrpl'l'srntan<lo en un lado
~l rctmto uel Princlp(~ y en el otl'O las armas de la noble-
za uc Esain , comlmr,tas <le un gl'roglilico alusivo á la
causa de todas estas mercelles.




D. CAULOS DE BORBON. 35


pasado de un cuartel general. D. Cárlos, si hemos
de creer á los mismos que pelearon por su eausa,
tuVú poquísimo aci~rto en la elecciou de personas.
Homhres de ideas exageradas, de un rigorismo
furibundo, y nada sobrados de talento, merecie-
ron Sil aeeptaeion; aun ('litre los eclesiásticos se
le vió poco ,lf('cto siempre ó lo~ mas afables é
instruidos, habiendo Illerecido su confianza algu-
nos de ellos, cuyo recuerdo es un sarcasmo. En
\·ano S. Santidad, conociendo el precipicio á don-
de le cOlldueian , trató de separarlos de su lado,
con amonestaciones y por otros medios indirec-
tos y reservados; pero todo fue inútil. y aque-
llos homhres funes los para su causa, continua-
ron disfrutando de su privanza.


Cruzúbans(' entretanto las intrigas, caían unus
t.ras otros los Generales y los iUillistros, y con
ellos los planes que cada uno habia introducido.
Llegó :i predominat· por fin el de las espediciones,
y á pesar de los mas amargos des~llgaños se deci-
dió una grnu c3pedicion al interior del reino,
con D. Cárlos mismo á Sll e:rbeza. Pero en vez de
marchar á la ligera, como la razon y la táctica ~r-:"-~~
aeonsejaban, arrastró consigo una inmensa falan"'". "'í'7~
ge de empleados y ojalateros, que entorpecia.n




36 PERSONAJES CELEBRES.


las marchas, ocupaban los mejores alojamientos,
y consumian un número inmenso de raci ones.


Al llegar á Huesca halláronse los esp edicio-
narios á la division Irribarren, que los atacó con
Illas brio que fortuna: entonces D. :Cárlos retro-
cedió á Quicena con la mitad de la division.
¿Por qué no condujo á la pelea aquellas huestes,
que clamaban por socorrer á sus compañeros?
¡,No se avergonzaba de permanecer escondido en-
tre los bagajes, cuando su sobrino se batia con
desesperado arrojo al pie del cerro de San Jorge,
donde un antiguo R.ey de Sobrarve tornara por
blason las cabezas de cinco R.eyes moros, que
pasara á cuchillo en aquel mismo campo? Los
panegiristas de D. Cárlos no se verán por cierto
apurados, para vindicar el valor del último Ge-
neralisimo Español, de la Ilota de temeridad.


D. Cárlos se llegó á seguir la victoria, <Í pe-
sar del despecho de sus jóvenes Generales, que
bramaban de corage; yen seguida, desestimen·
do el consejo de los militares, prefirió el de un
eclesiástico, y condujo s~ ejército á las áridas
1l10ntaüas de Cataluña, despues de pasar el Cinca
con no poca pérdida. Al ver fallidos sus planes,
hambrienta y desmoralizada su gente, hubo dE'




D. C\RLOS DE BORBON. 37
repasar el Ebro, gracias al caudillo Tortosino:
pero la sorpresa de Chiva le lanzó nuevamente
á los ásperos puertos de Beceite y Fortanete,
donde hubiera perecido dc hambre la espedicion,
si la victoria de Herrera no le hubiese abierto el
camino para la capital. D. Cárlos llegó hasta
Arganda, y perdió allí tres dias, ínterin que
Espartero pasaba á sus inmediaciones. á marchas
forzadas para cubrir la Capital. Los consejeros de
D. Cárlos habian soriado que á su aproximacion
se les abririan las puertas, y contaban ademas
con la cooperacion de los barrios bajos, cuyos
individuos, convertidos algun dia en patriotas,
habian de apalear á los qne entonces defendian la
metrópoli. Pronto pudieron conocer su error; y
al ver salir de ella una division de 16,000 hombres,
principiaron su retirada desde los cerros de Alca-
lá, no sin perder 600 al atravesar los llanos
de Aranzueque.


La espedicioIl mermada, abatida y desmoraliza-
da repasó el Ebro confusamente; principiaron en-
tonces 11\8 recriminaciones y las intrigas: los gefes
mas beneméritos fueron sepultados en castillos
y calabozos, y se pidió contra ellos la pena ca-
pital. El mismo D. Sebastian, el vencedor de




38 PERSONAJES CELEllIl.ES.


Hernani, se vió desterrado, perdida la gracia de
su tio, y envuelto -en asquerosos procesos. El
perjuro Arias Tejeiro, que tratando de borrar In
memoria de su pasado liberalismo aparentaba
profesar las opiniones absolutistas mas exagera-
das, dirigia aquella trama infernal, y nombró al
estúpido Guergué para el mando del ejército_
A pesar del mal éxito de todas las espediciones,
enviáronse otras nuevas, compuestas de batallo-
nes castellanos que se deseaba aniquilar. Los
nombr~s de Negri y de D. Basilio dicen el
triste fin de aquellos infelices.


Horrible, pero exacta, es [a descripcion que
hace de aquella época el Auditor general de
D. Carlos, D. José Arizaga, al pintar el estado
de desmoralizacion á que habia llegado p.l ejér-
~ito vasco-navarro, durante el cual los llIotines
se sucedian unos a otros con increible rapidez
llegando el caso de ser atropellado en EstellG el
mismo D. Cárlos, golpeado su Ayuda de Cáma-
ra Sacanell, y asesinados impunemente los cas-
tellanos por aquellos hombres furibundos, insti-
gados por otros menos valientes, pero mas fre-
néticos en sus opiniones.


Aquel estado no podía ser duradero, y á poco




D. CARLOS DE BOI\BOi\i. 39


mas que hubiese coutinuado, la causa carlista
se hubiera desplomado por su propio peso.
D. Cirios se vió Jlrecisado, á despecho suyo, á
llalllar a l\Iaroto, desterrado en Francia, el cual
en breves dias restableció la disciplina, y pagó
á las tropus con siete millones recibidos por aque-
llos días dc las Potencias del 1\orte.


Entretanto D enrlos se ocupaba de otro
proyecto personal, qlltl contribuyó no poco n des-
acreditarle en el concepto de sus partidarios.
Despues de su salida de Lóndres habia fallecido
su pri mem esposa Doña l\Taria Francisca, de
cuyo matrimonio tuvo tres hijos (*), los cuales
quedllron ú cargo de la Princesa de Beira, que
poco tiempo despues se trasladó <Í Saltzburgo.
D. l~~rlos hahia prohibirlo á sus partidarios ca-
Silrse durante la gu~rra ; á pesar de eso no tuvo
á hien sancionar la Heal órdeo ~on su ejemplo,
y se desposó con la Princesa de Beira, Doña Maria
Teresa de llraganza. Los sencillos vascongados
vieron ·con [loca satisfaccion á un hombre de
cincuenta años pasar:í segundas nupcias, con una
sobrilla y cuúada de cuarenta y cineo, y recor-


(': Sus nombres son: CirIos Luis ~aria que nació en
31 de Enero (\ •. 1818, Juan Cárlos 1!aria en 1822, y Fernan-
do ~faria en 1821.




40 PEBSON AJES CJlLEBRES.


daron que los cánones solo permiten tales dis·
pensas entre Príncipes en caso de necesidad ó
grande utilidad del Estado. ¿ Era aquella boda
necesaria? ¿ Fue útil á D. cárlos? Díganlo las
murmuraciones de los pneblos sobre los que gra-
vitaba la guerra, á pesar de la estrechez con que
que vivia este matrimonio.


Poco despues de la segunda elevaeion de l\la·
roto, principiaron nuevamente las intrigas y re-
yertas entre el cuartel real y el general; y los
hombres maléficos nacidos para perder Q D. Cár-
los, volvieron á apoderarse de su confianza: las
disensiones entre progresistas y moderados ape-
nas son una sombra de las que agitaron entonces
los dos bandos en que se hallaba dividido el cam-
po realista. El funesto drama de Estella vino á
poner fin á la disputa: siguióse á él la ridícula
carta de Maroto con el parrafito es el caso Se-
ñor, que ha llegado á ser vulgar, y la no menos
ridicula conducta de D. enrlos que declaró á Ma-
roto traidor, y treinta y seis horas des pues leal y
fiel, mandando quemar su mismo decreto ante-
rior. ¿ Es aquesta conducta digna de un Rey?
¿Serán suficiente disculpa las amenazas de Ma_
roto? Jamás ..... y asi lo pensaron cuantos rea·




D. CARLOS DE BonnON. 41


listas seguían su causa de buena fé, Y que pas-
mados á la vista de tal conducta preveyeron
con fundamento la próxima ruina de su parti~
do, y se redujeron á una especie de neutralidad
que han observado hasta el dia, en la que les
ha obligado á continuar la poco lisongera con-
ducta del partido liberal.


La causa de D. Cárlos principió desde aquel
momento á declinar rapidamente, tanto mas que
desacreditada en el estrangero, no podia espe-
rar de alli llingun socorro pecuniario. Enton~
ces principiaron las negociaciones con los in-
gleses para un tratado de comercio, á trueque
del cual se le ofrecian á D. Cárlos recursos pa-
rd llevar adelante la guerra. (*) Ya se habia he·
cho á D. Cárlos tal propuesta cuando se hallaba
en Portugal, pero siguiendo la política de su
hermano la rechazó con horror, y apenas se dignó
contestar. En vista de esto se procedió por la In~
glaterra al tratado de la cuádruple alianza, no
por amor al gobierno liberal, sino por IIna espe-
culacion mel'canti\. llechazada tal idea por la
Reina Cristina, la Inglaterra trató de aprove-


(') Véanselos números IG8 y 69 del Heraldo correspon-
dientes á los dias 30 y 31 de Enero de 1843.




PERSONAGES CELEBRES.


charse del ahatimiento de D. Cárlos, y para ello
se fijaron tres bases, que contenian el triunfo de
la caU5'-\ carlista, con unas Córtes por estall1en-
tos, amnistia con unas pocas escepcioncs nomi-
nales, y tratado de comercio con In~\aterra. Lla-
mados !l0r el ;\1inistt'O de Hacienda ~larcó del
Pont dos célebres financieros que ellt€lldi.ll1 en
el asunto, acudieron á Ourun~o. D. Cúrlos al
pronto aparentó aceptar aqucllas Lases; .despues
se suscitaron algunas dilaeione, , y úl tilllarnente
el proyecto fue dcsecJ¡:}do, lo cual hace Illas
honor al patriotismo de D. Cárlos que 110 al de
otros que trataron drspues de vender el tratado
de comercio por 600 millones. Es probable
que ni aun aquellas pot.:as esperanzas hubiera
dado D. Cárlos, si las acciones sohre (~uardJ­
mino y RalllJles 110 hubieran patelltiz:ldo la
inteligencia entre Esparteru y íHaroto, lo cual
obligó ,¡ pensar en dar á éste sucesor. Péro la
falta absoluta de recursos impidió que ningulI
General de confianza se pusiese al frcnte. por
otra parte, las escitaciones contÍnuas al desórden,
que desde Aragon y Francia hacían Ari"s Te-
jeiro y sn pandilla, pnsieron á los Generales lea-
les de D. Cárlos en el caso de optar entre UIlOS




' •. CUlT,OS DE nonno:\', 43


lurihundm, (!ue lial!i<lll deseado sacrificarlos, y
l\L,rotn qur dr.ial'a nranz:'t' al ejprcito liberal, pa
r~ inl,'o¡]lIcir la deslllor~\liw~io[l en el fpalista.
La entrad" de Echerul'ria y slIblEv:lcion del 5.°
de J\al'arra, vinieron á complicar aun mas la si'
tuarion


El dia :!;j (1\' A.~osto se presentó D. üírlos
por úllima HZ ,i pJSilr rcyista ií 'S'JS tropas,
que el! llúuwro de ('atoree 1)¡¡tallones hnbüm for-
mado (']] Elg\lcta, La frin!(hd con que fue re-
CIbido ~: 10S adenlJIlt's f¡Ue obs':t'I'ó en :\I~rot 0,


r;r.:


le (¡h¡¡.~;Jt(ili Ú huir prccipitad:1l1leute ('1\ COlYJpa-
rúa de su ¡lijo, riel IIIIallte D, Schnstian, su es-
(lolta y cuatro GCllcr:lles. Cinco días des[lues tu·
\0 jug,;I' C0l'e~ el\' ¡¡(lUel sitio el célebre cOI1\'enio
(k Y('r¡;~r".
Ah~l](!onado n. Cárlos de la mayor parte de


SIiS trop;¡s, se Te¡in; /¡[¡r-in rrd¿s, y ('1 dia 15
de Setielllbre se rió precisarlo á ¡liS:ll' el territorio
francés, seguido de su familia y de una porcion
de General es pu ndonorosos, que quisieron aeom
patiarle en su ellligracion, á pesar de. los repeti-
dos dcsJir('s, que de él habian sufrido. Confina-
do en seguida á Bourgrs , ha visto caer uno tras
otro sus dorados ensueños; i cuantas veces en'




44 PERSO~ A.J ES CELEIlRlis.
aquella soledad habrá recordado las rastreras
adulaciones de los hiprócritas, que abusaban de
su confianza diciéndole: "Señor, vuestra causa
es la del cielo ..... sin un soldado puede coloc~­
ros en el trono á que os ha predestinado."


D. CárJos no ha cetlido todavía un ápice (ll
cuanto á sus pretensiones, y los manifiestos q uc
ha hecho han sido todos en este sentido. h)s
diarios legitimistas han hablado acerca de algu-
nas gestiones de avenencia, intenfadas por Ulla
persona augusta lanzada igualmente del suelo
espaüol: ign'lramos hasta que punto haya exac-
titud en esta aserciones. como igualmente en
las inculpaciones lanzadas por los mismos eon·
Ua el gobierno, por los frecuentes desacatos de
la policía contra los prisioneros de Bonrges. Si
estos fuesen ciertos, serian harto estraños en
una Nacion, que ha clamado tan alto por los de-
sacatos eometidos con el prisionero de Santa Ele-
na. La desgracia tiene sus privilegios, que debe
guardar todo corazon sensible: este sentimiento
ha guiado nuestra pluma para tratar á D. Cárlos
con el posible miramiento, aunque sin faltar <Í
la verdad. Por desgracia esta siempre es amarga.








J~ORD JOHN RUSS.EIAL.


Che sará sara.


DIVISA. DE LOS RrSSELL.


--


La raza de los Russell es muy noble; y sin
remontarse ti los tiempos de la conquista nor-
manda, no cede por lo ilustre á ninguno de los
nombres distinguidos de Inglaterra. A princi-
pios del siglo XVI encontramos por primera vez
en la historia un Jolm Russell, originario del
Condado de Dorcet, que fue Gentil-Hombre de
la Cámara en el reinado de Enrique VII , In-
tendente del Palacio del Rey en el de Enri-
que VIII, creado por este Baron Russell y Ca-
ballero de la órden de la Charretiere. poseedor




PERSONAJES CELEBRES.


de considerables feudos en el Condado de Bed-
ford , llamado 'en seguida á formar parte del
Consejo de administraci.oll durante la minoria de
Eduardo VI, Y nombrado por último en J550
Conde de Bedford.


Desde aquella época la familia de Ins R ussell
se coloca y se eleva de dia en dia en el seno de
la aristocracia inglesa, hasta el momento en que
adquiri6 uua gloria indestructible en la persona
del gran William Russell, el mártir de la liber-
tad política y religiosa, «cuyo nombre, ha dicho
Cárlos Fox, quedará etern3l11€nte grlluado en el
<:'Q~<l.mQ.. ti(\. t.Q<i~~ \Q,~ \Wh~\!.~~\) ~\l\l~Q \\.\. <i~ M-
guernon-Sidney, "


Los dos ilustres campeones dp.la misma cau"
sa fueron inmolados con cuatro meses de intér-
valo¡ y los sucesos quc los condujeron al cadal-
so son harto conocidos, para que sea suficiente
el indicarlo solo aquí. Era en tiempo de la mo-
narquía restaurada de los Estuardos. El sangrien_
to drama de Whitehall, y las duras lecciones
del destierro habian sido infructuosas para el hi-
jo de Ccirlos 1: tampoco él habia olvidado ni
aprendido nada. Entregado á los placeres, aban-
donaba su reino al Ministerio de favoritos, tan




JOHN l\USSELL. 3


tristemente conocido por el nombre de Cábala.
Necesitando siempre dinero para pagar á SUS.
queridas, vendia DlInkerque á Luis XIV, se en-
cadenaba servilmente á la política de VersaJles,
se obstinaba en una guerra desastrosa contra la
Holanda, á pesar de las reconvenciones del Par-
lamento; y mientras pisoteaba de este modo los
intereses y las libertades de la Inglaterra, el
fervor católico de su heredero presuntivo el Du-
que de York, ponia en peligro d porvenir de la
iglesia protestante. Organizóse en el seno de la
Cámara de los Comunes una oposicion animosa,
y colocó á su cabeza al hijo primogénito del
Conde de Bedford, William Russell, á quien sus
conocimientos, sus virtud~s, su talento y la ele-
vada consideracioll de que disfrutaba, hacian
el mas digno de aquel peligroso honor. El Mi-
nisterio de la Ca'bala fue disuelto, la oposicion
triunfó, pero Russell debia pagar caro su triun-
fo. Se habia atrevido, con aplauso de la Ingla-
terra, á proclamar á la faz de Cárlos Il el dere-
recho de resistencia: resolvióse su pérdida.
Complicado en una acusacion absurda de com-
plot contra la vida del Rey, no quiso huir,
compareció ante el jurado vendido al poder, y




4 PERSONAGES CÉLEBRES.


confundió á sus acusadores. Condenado contra
la evidencia y con desprecio de todas las formas
judiciales, como culpable de alta traicion, murió
el 21 de .Tulio de 1683, con la energia de un
héroe y la tranquilidad de un santo. Cinco años
despues .Tacoba II sufria el castigo del crimen
de su hermano. Bajaba del trono para que se
sent6ra en él Guillermo de Nassau. El Parla-
mento anulaba con un bill la sentencia de
R ussell, ealiflrDdo de asesinato, y el llueVO Rey
al conferir al Conde de Eedf'lrd, padre de la
,¡rtima, el título de Duque, proclamaba á su
hijo el ornamento del siglo, el modelo de la pos-
teridad.


No se vertió en el cadalso toda la noble
sangre del mártir. De su casamiento COIl la hija
det Conde de Southampton, esa Raquel vVrios·
thesley, cuyas virtudes, valor y adhesion COll-
yugal ha consagrado la historia; d~jó William
Russell un hijo que heredó, despues de la muer-
te de su abuelo, el título de Duque de Bedford.
Este título pasó sucesivamente á sus dos hijos,
de los cuales el último .Tohn RusseIl tuvo por
heredero al primogénito de sus nietos, Francis,
quinto Duque de Bedford. Este Russell desem-




JOHN nUSSELL.


peilÓ durante el.Ministerio de Pitt un distingui-
do papel político. Fiel á las tradiciones de su
familia, combatió brillantemente al lado de
Fox, en las filas del partido wihg. Fue ademas
grande agrónomo, y los eminentes servicios que
prestó á la agricultura, fundando numerosas
granjas esperimentalcs, han unido á su nombre
una popularidad duradera. Su efigie se ve gra-
bada aun en el dia en las medallas que distri-
buye la sociedad agrícola de Lough. Murió en
1802 sin posteridad. Sus bienes, su título y su
pairia pasaron á su hermano menor, el cual ha
muerto recientemente dejando 1res hijos, de Jos
cuales el mayor ha heredado el titulo de Du-
que de Redford, y el tercero es precisamente el
hombre de Estado, de cuya vida vamos á ocu-
parnos, el gefe actual del partido wihg, el rival
de Sir Roberto Peel, el mas ilustre de los Russell
despues del gran William.


I,ord John Russell nació el 19 de Agosto de
1792. Siendo el hijo menor de su familia, y
familiarizado ae consiguiente desde muy jóven
con la idea de que debía crearse por si mismo
una grande existencia, para sostener el honor de
su nombre, tuvo una juventud grave y laboriosa;




6 PÉRSONAJES CELEBRES.
¡¡íguió SUS estudios en la Universidad de CUIIl-
llridge, y apenas llegó á la edad de 21 años, en
1814, entró en la Cámara de los Comunes.


Se ha dicho muchas veces que la arlstocnícia
inglesa, parecía que estaba muerta. Aserto IllU-
cho mas fácil de emitir que de justificar. lIay eH
verdad algunos peligros que amenazan al parecer
para el porvenir á dicha aristocrácia, y tal \'ez
acabará por ser arrastrada por el gran movimien-
to democráti.~o que par¡>~e apoderarse de todas
las Naciones; pero por ahol"a !lO hay en el mun-
do institucion alguna que presento con llH!S re-
cuerdos de gloria, lIlas vida, mas hrillo, lilas
poder y grandeza. Al paso que todas las demas
aristocrácias, hatidas en brecha ya por los R.eyes,
ó ya por lÚ's pueblos, se borran lentamente ó se
destruyen; cuando la grandeza española no tiene
representacion algnna ; cuando los antiguos ba-
rones del Santo Imperio han trocado su coraza
por un uniforme bordado de Consejero ánlico,
ó los cordones de Chall1belan; cuando los boyar
dos rusos se inclinan humildemente bajo el Knut
de un Czar; cuando los hijos de los nuncios
polacos que deliberaban á ca bailo, eon el sable
ceñido, se hallan redue.idos, para ganar el pa ¡)




JOHN R USSELJ.. 7


del destierro, á hacerse maestros de escribir ó
dependientes riajeros; cuando la nobleza fran-
cesa se divide en dos partes, de las cuales la una
no se ocupa mas que en aumentar y acrecer las
riquezas que ha podido salvar del naufragio, y la
ot.ra aislada, pobre y confundida en la masa
popular, vejeta oscuramente en los escritorios, en
los ejércitos, en los tribunales y en las calles;
cuando en una palabra, se verifica en toda Eu-
ropa una gran descomJlosicion aristocrática,
existe un pais en donde el viejo cuerpo fllUdal,
reju\"enecido sin cesar con la inyeccion de la
sangre democrática, se conserva firllle , compac-
to, en pie, al frente de los negocios, .ent·e el
trollo y el pueblo, incorporánddse toda indivi-
dualidad que se eleva bastante pata llegar á ser
pe);.!,'ros¿¡, r,7{IOJ'3!ldo el derecúo caduco del na-
cimielllo, sobre los dos derecllOs IDas indisputables
<.\~ \"\\\~",\rl) üempo, el de la riClUe'l.a y el de\
talen to.


A este triple elemento de fuerza, es preciso
dñadir en favor de la aristocrácia inglesa, la
ventaja mas grande todavia de ser la espresion
viva. el gran resultado histórico de las tradi-
ciones y de las costumbres del pais. Cuando




PERSONA.JES CELIlBIIÉS.
la aristoerácia francesa luchaba contra la aliDllZa
de los Reyes y del pueblo, á In cual ha sucum·
bido, la aristocracia inglesa se ligaba con el pue-
blo contra el depottsmo de los Reyes, y á ella
principalmente era provechosa la victoria. Duran-
te su larga y gloriosa dominacion, ha tenido
tiempo y poder para construir la Inglaterra á su
imagen. Ha vaciado en el mismo molde gerár-
quico las instituciones civiles, religiosas y polí.
ticas, ha impregnado esta mezcla de su entendi-
miento, de una argamasa indestructible; no se ha
contentado con ser dueña del gobierno y del terri.
torio, se ha apoderado de las costumbres, y en
el dia la lógica de las nuevas ideas parece im-
potente para conmover el antiguo edificio, cuyos
cimientos estan en las entrañas mismas de la
sociedad.


La generalidad de los lectores, que estudia
la Inglaterra por los periódicos, engañada por la
semejanza esterior de la organizacion política de
ambos paises, desconoce completamente las di·
ferencias enormes que los distinguen. Sabemos
que hay en Inglaterra un trono, una Cámara de
Comunes, otra de Lores, un partido tory á con-
Silrvador, un partido wihg ó liberal, un partido




JOH:oi RUSSELL. 9


radical, un partido cartista, y no tratamos de
averiguar nada !llJS. Creemos que la Cámara de
los Comunes es la nuestra de Diputados; la de
Lores nuestro Senado cou la pairia heritaria
ademas , y que las luchas entre los partidos y
los hombres que se hallan á su frcnte, son igua-
les á las que entre nosotros se verifican.


Partitndo de .este dato, atribuimos á la In-
l!;la terra ide,ls, gustos, pasiones é intereses aná-
10gos á los nuestros; y cuando observamos 1'1
movimiento tUfllultario y desordenado de los
partidos en aquel p:Jis; cuando leemos el relato
de todas aquellas furiosas batallas electorales, de
aquellos motines, de aquellas procesiones) de
aquellas peticiones que tienen 2,322 pies de largo
y llevan dos millones de firmas; cuando sabemos
que 40 Ó 50,000 cartistas se han paseado triun-
fal é impunemente por las calles, con banderas
de'iplepauas, gritando: "El pueblo se levanta
para destruir la tit'auia l) , nos p¡¡rece que la Ingla-
terra estiÍ en vísperas de una gran revolucion, y
que la aristocrácia toca á su último dia.


Pero la Inglatel'ra ha presentado eternamente
este espectáculo. El Gobierno, la ConstitueioD,
la Aristocracia, todo esto se aviene muy bien con




10 PERSONAJES CELEBRES.


el motin. Los ingleses no conoceu la policia
preventiva. Todo ciudadano tiene el derecho in-
dividual de pasearse por las calles gritando cuan-
to le acomoda, hasta que rendido se va á neos-
tnr; sí en vez de un ciudadano hay cincuenta
mil, son otros tnntos los que gritan, y nada mas;
pues estos cincuenta mil gritos ni siquiera dan
lugnr á qne se cierre una tienda. Aquellas pro-
cesiones, aquellos motines y peticiones son otrns
tantas váltulas destinadas á la evtlporacion de la
caldera constitucional, demasiado lIenl, El anti-
guo mecanismo de Chnrch-and·State (la Iglesia
yel Estado" no por eso funciona mcjor ni peor.
Si en España, donde las instituciones cuentan
pocos alias y han sido destruidas varias veces,
y donde no han podido eclnr raices las costum·
bres; donde el poder no pued,' vivir sino con la
condicion de obrar y vigilar sin descanso; si en
Espaila no hay mas que un paso entre un motin
y una revolucíonj en Inglaterra, pais arístocrá"
tico, donde la libertad individual ha ganado
todo lo que la igualdad perdia, donde la diver-
sidad de existencias ha creado entre cada clase
de ciudadanos una especie de muro que separa
y contiene el desarrollo del contngio revolucio-




~OJlN RUSSRLL. ti


narío; el Gobierno vive y marcha tranquilo en
medio de la agitacion esterior de todos los par-
tidos; vive y marcha apoyado no en un pedazo
de pa pel hecho mil veces trizas por la tor-
menta popular, sino en un haz (.e tradiciones
políticas, civiles y religiosas, que se llama la
Constitucion, y que está arraigada en 10 mas
profundo de las costumbres. De consiguiente,
el sentimiento aristocrático forma la base de las
costumbres inglesas: es la s~ñal de la un ion de
los partidos. Torys, wiligs, radicales y hasta los
rartist,1s, todos son aristócratas mas ó menos
pronunciados.


¿ Qué quieren los torys? Mantener lo que
existe ¿Qué quieren los wihgs'1 Poner la Cons-
titucion en armonia con el progreso del tiempo,
introduciendo en ella ciertas reformas parciales de
que se tratará despues. ¿ Qué quieren los radicales?
¿Tr~tan acaso de destruir completamente el
Estado y la Iglesia. de reemplazar todos los
poderes hereditarios por otros electivos, en una
palabra de ingerir en Inglaterra la república? De
ningun modo: el pem:amiento republicano nin-
guna acogida tiene en la gran masa del pueblo
inglés. La antigua trinidad gubernamental del




PERSONAJES CELEBIIES.


Rey, de los Lores y de los Comunes, casi nada
ha perdido de su prestigio; la mayor parte de
los radicales limita sus pretensiones á dos re-
fornlas capitales, pero no revolucionarias; el es-
tablecimiento del escrutinio secreto en las elec-
ciones, yel tlcl los parlamentos anuales. Algu-
nos atacan directamente la pairia hereditaria,
pero todos respetan los tres poderes en sí mis-
mos; los mas adelantados, los lJenthamistas,
reclaman, es verdad, como los radicales fran-
ceses, el sufragio univ~rsal; pero esta pretension
dista mucho de tener en Inglaterra In significa-
cion revolucionaria que en Francia. ¿Quién no
concibe en efecto, qne la aristocraria inglesa,
dueña del territorio y con mil medios de in-
fluencia, puede soportar sin peligro de muerte,
un aumento considerable en el cuerpo electoral?
Cuantos mas electores ignorantes y pobres haya,
mas probabilidades telldrá la aristocracia de do-
minar las elecciones. El modo como se ha acreci·
do el partido tory dellpues del bill de reforma,
prueba bastante que no es este el peligro ma-


y.or para la aristocracia inglesa j (*) parlameutos
(') Por el bill de reforma se ha aumentado en mM de


la mitad el número de electores.




lOBN RUSSELL. 13


anuales, escrutinio sem'eto, sufragio universal~
todo lo cederia, antes que modificar las leyes ci-
viles del pais, antes que introducir por ejemplo,
la igualdad en la particion de los bienes, antes
que abolir o restringir las sustituciones. Esta es
la piedra de toque del espiritu inglés, el arca
santa que todos respetan, hasta los cartistas en
medio de sus llI~yores estravagancias. (*) Si la
igualdad debe ser la b3se de la democracia mo-
derna, no hay todavia democracia posible en In-
glaten'a, donde la igualdad es Ulla pasion des-
conocida, de la cual el pueblo no tiene idea, ni á
ella aficiono


Sin embargo, apresurémonos á decirlo; los
grandes sucesos que han agitado á la Europa de
50 anos á esta parte, no han dejado de tener
influencia sobre el estado político y social de
Inglaterra. Si la forma esterior de las institu-


ciones no se ha alterado sensiblemente; si al
parecer la aristocracia llada \l<l pel'd'tdo de su
poder; si aun en el día. como en el siglo XVI,


('l Los eartistas no representan una idea política, pe ..
ro si un hecho grave, peligroóo, y que podria acahar, si
la ariotocracia no tiene cuidado, por ab.oner algun (Ha
todas las cuestiones políticas; r(,presentan la miseria siem-
pre en aumeoto de las clases trabajadoras.


.r·"-·· ...
,.,. f f: ~-.;~,~




14 PERSONAGES CÉLEBRES.


la propiedad territorial está concentrada en ma-
llOS de 32,000 gefes de familia; si el partido tory
aterrado un instante por el bill de reforma, apa-
rece ahora mas vigoroso que nunca, no es sin
embargo menos cierto que el principio aristo-
crático ha sufrido rudos golpes, y que el partido
tory ha tenido que hacer notables conce-
sionf's.


Entre las dos grandes fracciones de un mis-
mo cuerpo político, de las cuales la una quiere
resistir al espiritu del siglo, y la otra contem-
porizar con él, ha habido de 30 años á esta
parte obstinados combates. Los torys victorio-
sos ahora en la apariencia, son vencidos en rea-
lidad ; pues sus adversarios los han arrastrado
al camino de las reformas, y no pueden conser-
var el poder sino marchando por él.


Entre cuautos se han distinguido en estos
combates, brilla en primera fila Lord John Russell,
hombre de moderacion y de progreso, enemigo
de las revoluciones, pero defensor tenaz de la
libertad religiosa y política; dotado en grado
superior de esa constancia, de esa firmf'za, de
esa dignidad, de esa consecuencia que designan
los Ingleses con la palabra general de consi&-




JOHN RUSSllLL. 15
tancy, el ilustre descendiente de los Bedford
debe solo a su mérito personal el eminente
puesto que ocupa en el dia en el partido wihg,
del cual es gefe. Ha llegado ó él paso á paso, y
agrandándose en medio de numerosas pruebas,
en una carrera dificil que vamos á bosquejar rá-
pidamente.


Cuando la escuela filosófica del siglo XVIII
hubo creado la Revolucion de Sg, el partido
tory vió amenazado su porvenir, y para parar el
golpe se arrojo á una guerra encarnizada contra
la Francia. Reanimando antiguos odios históri-
cos, ahogó la cuestion de prinCipiOs con una
euestion nacional; durante 20 años tomó nue-
vas fuerzas de la guerra, contuvo la revolu-
cion del lado alla del ES'.recho, y el misionero
eoronado de la democracia cayó á sus golpes.
Pero cUaIulo des pues de la victoria fue preciso
contar los muertos, todas (as llagas de la In-
glaterra aparecieron á la vez. La Francia estaba
vencida, pero la Inglaterra estaba arruinada, y
habia contraído una deuda de mas de SO mil
mm\)l1ef> de re\\~e5. La miseria devoraba las cla-
ses inferiores; la nacioo entera estaba oprimida
por el peso de los impuestos; el pan valía á un




t6 PERSON AJF.S CELEl\l\ES.
precio exhorbitante, y los arriendos aumenta-
ban en proporcion; los mercados, á causa del
bloqueo continental} estaban llenos de mercade-
rias, y al otro lado del Canal de San .Jorge, una
naciou de mendigos, la Irlanda, melta furiosa
por el hambre, buscaba eu la violencia un re-
curso contra la tirania de las leyes.


El gran debate de) principios, comenzado ya
antes de 89 entre los wihgs y los torys, y sus-
pendIdo durante la guerra, volvió a tomal" SIL
curso en medio de la agitacion popular, y trll-
bóse la batalla sobre dos puntos capitales:
1.0 la admision de la Irlanda católica y de las
sectas disidentes á los derechos polLticos y mu-
nicipales, con la aholicion del juramento de alivio
~ la supremacia de la Iglesia Anglicana: 2.0 la re-
forma del an tigno sistema electoral. Lord .John
Russell ha consagrado '15 a(¡os de sn vida á conse-
guir estas dos conquistas. lVlientras los otros getes
de la oposicion, los Grey, los Burdett, los Broug-
ham, los Althorp, los Hobhouse, combatían al mi-
nisterio en las diversas cuestiones a('cíd~Dtales de
política interior y esterior; RusseJl al paso que las
apoyaba con su palabra y su voto, se dedicaba
lilas especialmente al triunfo de los dos grandes




JORN RIlSSF.LL. 17


princIpIOs de libertad religiosa y política, de
los cuales se hahia constituido campeon.


En la sesion de 1819 principió á proponer
claramente la reforma genel'al del Parlamento,
como el remedio mas eficaz para los males
del pais; rechazado, se atrincheró en una série
de modificaciones y de detalles en la ley elec-
toral; asi pues en Diciemhre de 1819 pidió la
supresion de los burgos pod1'idosj en la misma
sesion apoyó una propuesta sohre la aholicion
del test (jmamento) y de las otras iucapacida.-
des que afectaban á los católicos y á los disi-
dentes; en Mayo de 1820 propuso quitar el de-
recho electoral al burgo Grampound, acusado
de corrupcioll; proposicion que pasó en la sesion
siguiente, y fue el primer paso en el camino
que condujo á la reforma parlamentaria; en
Ahril de 1821 pidió con Sir I.ambton, mas
adelante Lord Durham, el aumento del núme-
ro de electores. En la sesion siguiente, el 27
de Ahril de 1822, pronunció un largo y bello
discurso para inducir al Parlamento á que re-
flexionase sériamente sohre el estado de la re-
presentacíon nacional. Concluía pidiendo como
siempre la reforma del Parlamento; pero aque-


2




ls PERSONAGES CÉLEIlRÉS.
lIa morion, vivamente combatida por Can-
ning, fue tambien como siempre rechazada.


Cuando se veriticó la invasion del ejército
francés en Esparia, Canning, despues de inú tiles
esfuerzos para impedir aquell; guerra, se pro-
nunció por uua estricta neutralidad. RusseIJ,
siu entregarse á las furiosas filípicas de llrou-
gham contra el mini&terio francés, se declaró
con la oposicion contra la neutralidad. Pidió
que se reVClCase el biU que prohibia á los súb-
ditos ingleses el entrar al servicio de los estran-
geros; indicó la intervencioll francesa como un
ataque de despotismo contra las libertades de la
Europa. La mayoria se pronunció contra su pro-
posiciono


Al año siguiente el infatigable Diputado
desenvolvió de nuevo, tambieu con poco éxito,
su mocion sobre la reforma parlamentaria; re-
prodújola en 1824; en 1826 la sostuvo de nuevo
hajo otra forma, presentando un bill para pre·
venir la corrupcion en las elecciones.


En aquel mismo <lño debió á su celo perse-
verante por la causa de la Irlanda, el verse pri-
vado, despues de l:i disolucioil del ParlamentO',
de su mandato de Djputado por el Condado




JOllN R USSELL. 19


de lIuntingdoIl; un burgo irlandés reparó: aque-
lla injusticia, y envió á la Cámara al intrépido
defensor de la libertad de cultos.


Sin embargo, el estado de Irlanda, cada dia
mas amenazador, prin~ipiaba il influir en el
Parlamento; un proye!~to de emancipacion sos-
tenido por Canning (*) solo babia sido des-
echado por cuatro votos. Despues de muerto
CaIlning, y cuando llegó al poder el torysllIo
puro, Hussell presentó de nuevo y sostuvo, co-
mo un paso p~l'a resolver la cuestion católica,
un bill para relevar de toda incapacidad polí-
tica á los protestantes disidentes. El bill viva-
mente combntido por Sir noberto Peel (**) fue
aprobado sin embargo por una mayoria de 44
votos. Aquel triunfo fue preludio de otro ma-
yor; á los pocos meses el l\linisterio, espantado
de los gritos de la Irland3, proponia él mismo
la emancipacion. El Gabinete tory, atacado
vivamente por sus mas fogosos amigos, encon-
tró en Russell un adversario leal, que le de-
fendió en aquella circunstancia, y que al paso
que reclaml.1ba en vano una M18ncipacion mas


(') V~ase su biografia tomo nI.
('.) Véase su biografia, tomo IV.




20 PERSONAJES CELI!llllES.


completa, defendió con valor el proyecto contra
los ataques de Jos ultra-torys. El bill fue al
fin aprobado.


Asi, pues, de los Jos grandes principios a
cuyo triunfo habia consagrado Russell toda 5U
vida, el primero acababa de ser solemnemente
consagrado; quedaba la gran cuestion de la
reforma parlamentaria, tautas veces abordada
por él sin éxito, y la volvió á tomar con nuevo
ardor. Como táctico biÍbil, echó de nuevo por
debute, per via de ensayo, ulla proposicion es-
peCia 1 reducida á conceder el derecho de repre-
sentacion á las populosas ciudades de- Manches-
ter, Birmingham y Leeds, que cartlcian de él;
esto acontecía el 23 de Febrero de tg30; el
orador wihg fracasó tambien entonces, pero
ante una mayoria de solo 44 votos.


Cinco meses despues e~talló la rerolucion en
Francia; el sacudimiento conmovió la Inglaterra,
derribó á los torys del poder que ocupaban tan-
to tiempo hacia, llevó a él á los wihgs, y
el 1,0 de Marzo de 1831 Lord Joho Russell se
presentó en nombre del nuevo Gabinete, en me-
dio de una formidable agitacion popular, á
proponer, 6 imponer mas bien á la Cámara de




JOJI:\ R USSELJ" 21


los Comunes, no ya concesiones de detall,
paliativos, modificaciones parciales, sino un es-
tenso plan de reforma parlamentaria. Estrecha-
do en sus últimos atdncheramientos, el torys-
mo furioso recogió todas sus fuerzas, y sobre
el proyecto de Lord Jo}¡n Russell se dió una
de las mas grandes batallas de tribuna de que
conserva recuerdo la Inglaterra. La batalla se
prolongó durante mas de un año. En la bio-
grafia de Sir Roberto Peel no hicimos mas que
indicar los graves debates sohre el hill de re-
forma; pero como Russell desempeiló en ellos el
principal papel; como la materia en sí misma
es poco conocida, procuraremos reasumir, lo
mas sucintamente posible, aquella gran euestion,
bosquejando el sistema electoral inglés antes y
des pues del bill de reform u.


Las libertades inglesas datan de larga fecha;
y por no estar reunidas en un céJigo político,
no estan por eso menos presentes en todas partes,
incrustradas en las tradiciones, fundidas en las
costumbres y garantidas por usos mas poderosos
quP. las leyes. Su origen 1>e remonta hasta la rnagna
carta, conquistada durante el reinado de Juan sin
tierra en los campos de Runnimede, por la coalicion




22 PERSONAlES CELEBRES.


de los harones, drl clero y de los habitantes d,
las ciudades.


Aquella carta sin embargo cons3gra mas hien
derechos civiles que políticos; pero poco tiempo
despues de su conquista, háci3 fines oel siglo
XIlI, vemos ya á los ciudadanos llamados á de-
liberar en 1'1 Parlamento en union cou los Lo-
res espirituales y temporalea; los dos primeros
órdenes. ó estados se hallan reunidos desde
tiempo inmemorial en una sola Cámara llamada
Cámara alta, y el tercero forma la Cámara ba-
ja, llamada de los Comunes. El número y las
atribuciones de los Diputados de la Cámara de
los Comunes fueron en un principio muy res-
tringidos, y el método de su convocacion bas-
tante mal definido; los Reyes añadieron por mu-
cho tiempo al privilegio de crear los Pares hit<-
reditaríos, el de aumentar ó reducir el número
de los Diputados, dando ó quitando á las di-
versas' localidades la ,franquicia electoral, esto
es, el derecho de represenÚlcion, segun la im-
portancia adquirida ó perdida por aquellas mis-
mas localidades, y segun la necesidad que te ..
otan los Reyes de aumentar su influencia en la
cámeta aja para eontenet' á los Lores.




JOHN RUSSEL L. 23
Pero las dos Cámaras tardaron poco en ha-


cer causa cornun contra el trono; durante muchos
siglos luchm'on, vencieron ó sucumbieron jun-
tas; juntus atncaron, destronaron y juzgaron
á los Reyps; juntas se sometieroD al yugo de
los Réyes, hasta que la última revolucion de
1688 asentó definitivamente la constítucíon ir.
glesa sobre la doble base de la soheranía parla-
menlaria y de la supremacia protestante. Duran-
te aquella larga série de triunfos y reveses, los
Lores y los Comunes habülll estrechado mas y
mas su union. La Cámara alta, identificando
con destreza los intereses aristocráticos con los
intereses protestantes, acabó por absorver com-
pletamente la Cámara baja. Comprando los bur-
gos que poseian franqnicia, iugiriendo á 'precio
de oro su influencia en lo:, condados y en las
corporaciones de las ciudades, consiguió la aris-
toerácia infeudar la díputacion en sus familias;
hizo de elJa el patrimonio de los hijos menores
de 108 Par-es, y el Gobierno de la Inglaterra se
convirti¿ en lo que es en el dia , aun despues del
bin de reforma, una monarquia dominada por
una ar.j.,.tocrácia, dividida en dos Cámaras.


La aristocrácia una vez dueña y propietar ia




PERSONAJES CELEBRES.


en cierto modo de las :elecciones, debió esfor-
zarse naturalmente por inmovilizar en sus ma-
llOS aquella propiedad, quitando al trollo la
prel'ogativa que hasta entonces disfrutara, dA
coneeder 6 lluftar á las localidades el derecho de
representacion. Durante el reinado de Cárlos 11,
se negó por primera vez la Cámara de los Co-
munes á admitir en su seno á dos Diputódos
el¡>gidos por un burgo, al eual el Rey hal)ia con-
cedido recientemente la franquicia electoral.


Desde aquel momento el número total de los
Diputados, de los burgos, condados y ciudades
con derecho de elegir, el número de votos COll-
cedido á cada localidad, todo quedó fijo é inva-
riable; y des pues de la admision de los Diputa-
dos escoceses eu 1706, y de los irlandeses en 1804,
la Cnmara de los Comunes se compuso definiti-
vamente de 658 miembros, de los cuales so eran
nombrados por los condados de Inglaterra, 25
por las grandes ciudades. 172 por los burgos;
8 por los puertos de mar, 4 por las dos Univer-
sidades de Cambridge y de Oxford, 24 por los
condados y ciudades del pais de Gales, 30 por
los condados, 65 por las ciudades y burgos de
Escocia J y finalmcnte 100 por Irlanda.




roUN Il. USSELL. 25


La misma inmovilidad se aplicó á la legisla-
cion electoral, es decir, á las condiciones impues-
tas á cada cit:dndano para egercer el derecho elee-
toral. Aquellas ('ondiciones variaban mucho se-
gllll las localidades; así pues, en los condados de
Inglaterra y del pais de Gnles, para ser elector
('ra necesario poseer en entera propiedad ó usu-
fructo un lJipl1 alodial (Fee IlOld) que diese por
lo menos 40 chelines de renta; el cop!I-ho1d que
era una espef:ie de posesion de segunda clase,
que COllstituia una propiedad de hecho, no de
derecho, y p~l'ticular á la Inglaterra, no daba el
derecho electoral; lo mismo sucedia con otra
e1ase de hiencs, lease llOld, término medio en-
tre la propiedad y la simple locacion. En las
ciudades y los burgos, el derecho de votar esta-
ha fijado con menos uniformidad. Cada 10calidaJ
tenia usos particulares; por egemplo en Abing-
ton, en Arundel todos los que pagaban impue-
tos directos tenian voto j en Rath nombraban el
Diputado el Maire, los Aldermen y el Consejo
municipal; en Bristol los libres terratenientes
de 40 chelines, etc. etc. En las dÍl'ersas partes de
ulla misma ciudad podian ser diferentes los sis-
temas electorales. Así pues, en Lóndres, en la
.~. "




26 PERSONAGES CÉLEnRES.
Ciudad, las condiciones del derecho de votar eran
dislintas de las de Westminster y de Southwark.
En Escoda y en muchas ciudades de Inglaterra
8'1uel derecho pertenecia esclusivdmente á los
miembros de las corporaciones municipales, y se
trasmitia por herencia.


A medida que pasó el tiempo sobre un sis-
tema electoral organizado é inmovilizado de
aquel modo, resultaron de él absurdos é inmora-
lidades increibles , de las cuales solo señalarémos
las mas notables. Durante dos siglos, ciudades
de poca importancia hasta entonces, y que no
poseian la franql1kia, se habian engrandecIdo;
otras que la poseian halJi,1I1 disminuido; burg'ls
que la poseian habían IIp,gado á ser aldeas; al-
gunas no tenian mas que una casa, y otras un
pedazo de pared; lIluehas It,d.lian desaparecido
completamente; y siu emlJdrgu, el d~recho electo-
ral quedaba unido á los sitios, y se trasmitia y
vendia con ellos. Así pues, un Par que poseia
siete ti ocho lugares privilegiados de esta espe-
cie, daba uno de ellos en dote á 8U hija, uno
por viudedad á su muger, etc. etc. Se vendia y
compraba un asiento en el Parlamento como se
vende y compra una casa ó un pedazo de tier-




JOHN lIUSSELL. 27


ra ; un gran número de burgos estaban reduci-
dos á siete ú ocho habitantes, que disfrutaban
del derecho electoral á título de loca tarios de ca-
sas pertenecientes á un Par, patrono ó señor del
burgo, el cual no le daba habitacion sino con
la condicion de votar por su candidato. Aquellos
burgos eran conocidos por el nombre de burgos
podridos; en los que no eran de propiedad priva-
da, los votos se compraban con dinero contante;
cosa que se practica aun en el dla. Contábanse en
Inglaterra 25 burgos que enviaban uno ó mas di-
putados al Parlamento, y que no tenian cien elec-
tores; habia 47 que no pasaban de cincuenta, y
entre ellos 2 tenian tres electores, 2 once, 2 ocho,
y por último los 2 burgos de Gatton y de Old-Sa-
rum no tenian en realidad mas que uno. En las
ciudades en que el derecho electoral pertenecia á
las corporacionas eerradas, sucedía con frecuencia
que media docena de Burgue.~es nombraban á
puerta cerrada el representante de 50,000 al-
mas. Edimburgo, por egemplo, ciudad de mas de
100,000 almas, tenia un solo Diputado nombrado
por treinta y tres electores. I,ord Grey, sumando
estos diversos casos particulares, habia sacado por
resultado general que la mayoria de la Cámara de




PERSONAJES CELEI1RES.


los Comunes (330 miembros) era nombrada pOI
menos de 15,000 electores, sobre los cuales eger-
cian los grandes. propietarios una influencia tan
patente, que Lord Joho Russell, al presentar su
bill pudo afirmar, sin que nadie le eontradigera,
que siete Pares hacia n nombrar 63 Diputados.


Por viejo que fuese, ó mas bien por lo mismo,
el sistema electoral tuvo numerosos y ardieutes
defensores; y cuando el orador wigh desenvolvió
su plan, lo acogieron los torys con gritos de
indignacion.


Proponia que se quitase la franquicia á to-
dos los burgos que tuviesen menos de 2,000
habitantes; no concedia mas que un represen-
tante en vez de dos á todos los burgos, cuya
poblaciou no escediese de 4,000 almas; por es-
te medio quedaban disponiblrs l.S0 asipntos en
el Parlamento, que podian repartirse entre las
grandes ciudades no representadas hasta enton-
ces, y los principales condados, cuya representa-
cion se doblaba. La de Lóndres debi;) ascen-
der de 8 á 16 miembros, y se conservaban los
terratenientes de 40 chelines. Las corporacioues
cerradas dc las ciudades esperimentaban la mis-
ma suerte que los burgos podridos; su priví-




JOHN RUSSELL. !J9


legio esclusivo era reemplazado por una dispo.
sicion, que concedia el derecho electoral á todo
propietario ó locatario de una casa que producia
10 libras esterlinas de renta al año. El núme-
ro de miembros de la Cámara su fria una re-
duccion.


Lord John Russell necesitó un infatigable
vigor para resistir á los multiplicados ataques
de los torys; defendió su proyecto artículo por
artículo con tenaz perseverancia, refutando too
das las objeciones, y oponiendo á los furores
de sus adversarios, unas veces una tranquila y
elevada razon, y otras una fria y penetrante iro-
llia. El biU fracasó en la Cámara de los Co-
munes; el Gabinete wigh presentó al Rey su
di misi?n, el cual prefirió disolver el Parlamento
y apelar al pais. Las elecciones verificadas en
medio de la mas viva agitacion, dieron por
resultado una mayoria favorable al bill, el cual
fue adoptado el !JI de Setiembre de 1831, por
345 volos contra 236.


Siu embargo, no estaba ganada la victoria,
pues faltaba que pasara el bill en la Cámara de
Jos Pares. Presentó lo á ella Russell el 7 de Oc-
tubre, y fue desechado siu enmienda. Tres dias




30 PERSONAJES CELEBRES.


despues, la Cámara de los Comunes hizo una
declaracion en que deploraba la resolucíon de
la Cámara alta. persistiendo en su adhesion á
los principios del bill, Y proclamando que
los Ministros habian merecido bien de la
patria.


El Parlamento fue prorogado: la Inglaterra
estaba conmovida; multiplícábanse las peticio-
nes, las asociaciones y los levantamientos; se
pedia á voz en grito \a conservacion de \OS
Ministros. y la creacion de un número de Pa-
res suficiente para asegurar el triunfo del bill.
El Parlamento se volvió á reunir el G de Di-
ciembre. y Lord John Russell apareció otra vez
en la Cámara de los Comunes con un nuevo
bill que contenía algunas modificaciones; fue
aceptado como la vez primera, y vuelto á
llevar á la Cámara alta, sufrió la prueba de las
dos primeras lecturas en medio de Jos mas tem-
pestuosos debates; la tercera fue desechada
despues dll Navidad. Cansado el Ministerio
wihg de la encarnizada resistencia de la cá-
mara alta, pidió al Rey una nueva creacion de
Pares i el Rey lo rehusó; el Ministerio hizo di-
mision y fue aceptada; la nacion entera se su-




JOHN RUSSELL. 3/


blevó; la Cnmara de los Comunes votó un nue-
vo mensage al Rey, manifestando su pesar por
el cambio de administracion; los torys hicieron
vanos esfuerzos para componer un gabinete;
no pudieron conseguirlo, y el Rey tuvo que
volver á llamar el 16 de Mayo á los Ministros
que habia despedido el 9. La Cámara alta, im-
potente p3ra luchar por mas tiempo, y amena-
zada por el Ministerio con una hornada, cedió
al fin; Lord "\Vellington, despues de una pro-
testa solemne, abandonó su banco; siguiéronle
cien torys, y en su ausencia pasó el bill el 4
de Junio de 1832, por una mayoria de 106
votos contra 22. El 7 del mismo mes . recibió
la sancion real, en medio de los trasportes de
la pública alegria. Era el bill primitivo de
Lord Jolm Russell, salvo algunas modificaciones
del pormenor. Así, pues. no se variaba el nú-
mero total de Dipntados, que quedaba en
658. Cincuenta y seis burgos perdian su fran-
quicia; treinta nombraban solo un Diputado
en vez de dos; treinta y dos ciudades ó con-
dados, privados hasta entonces de representa-
cion, obtenían el derecho de elegir cada una
dos Diputados, y veiote otras nombraban .ada




32 PEIISONAGES CÉLEBRES,
una uno, En suma, la Inglaterra, comprendido
el pais de Gales, nombraba 500 Diputados, la
Irlanda 105, la Escocia 53, Buscando la rela
cion de estos números con la de la poblacion
en los tres paises , resulta que la Inglaterra
tiene 1 representante por 28,000 almas, la Es-
cocia 1 por 38,000, Y la Irlanda 1 por 76,000.


Tal es en sustancia este fatlloso bill de retol'-
ma, que si dejó subsistir, como puede verse
por los números que ¡¡calwD1os de asenta r, una
chocante desproporcioll en la representacion de"
cada uno de los tres paises que C'onslituyen el
Reino Unido, no por eso dejó de elevar el nlÍ-
mero total de los electores de 400 ,OJO á 1,00.0,000;
destruyendo los burgos podridos y el privilegio
de las corporaciones, desembarazó pI principio
de la eleccion libre de las ficciones inmorales
que le ahogaban; el partido tory se creyó, ó lo
fingió mas bien. herido de muerte; no era sin
embargo así, pues por hostil que fuese el bill
á la elevada al'istocracia, le dejaba todavia nu-
merosos medios de influencia, de los cuales
se ha sabido aprovechar con maravillosa sa-
gacidad.


Los wihgs 7 aristócratas moderados, pero




JOH~ nUSSELL. 33


territorialOlcnte aristócratas, al paso que apli·
caban el eSCJ I pelo á la parte mas gangrenada
del antiguo sistema, no se atrevieron por res·
peto á las tradiciones feuda les, á tocar á la
iDstitucion de los francos terratenientes (jl'eehol-
ders) electores de 40 chelines de renta. Fácil
es conocer qué garantla de independencia pue-
den dar semejantes electores; ad~mJS los torys
arrancaron a lo,; autores del bill la eoncesion de
dl)recho electoral, á los que solo pagasen pf)r
arriendo de una quinta 50 libras esterlinas (te-
nants o/ will), disposicion que unida á la del
voto púhlico, tiene aquellos arrendadores depen-
dientes de los grandes propietarios. Asi pues, el
partido tory diezmado en dos terceras partes
en la Ql'imera eleedan ~,eneral <J"u.e <l~'hu.'-'" ",l
hill de reforma, no tardó en reforzarse mas y
mas en las elecciones de 1835, 37 Y 41. En
el dia es dueño del poaer por una imponente
mayoria; pero solo con la condicion, por de-
cirlo asi 1 de continuar el sistema de sus ad-
versarios. El bill de reforma fue el primer paso
de los wibgs en el camino de las innovaciones;
no se detuvieron ya en él, y durante diez años,
á pesar de los ataques de una oposicion cada


3




34 PERSONAJES CELF.BRES.
dia mas temible, no han dejado de aplicár la
poda á las ramas del viejo árbol. Solo podemos
enumerar aqui sucintamente todas la,; reformas
que han intentado ó llevado á cllbo; pero esta
enumeracion b~stará para que el lector pueda
apreciar Jos títulos que tiene Lord Jolm Russell
para el aprecio de los contemporáneos y de la
posteridad; pues el ilustre descendiente de los
Bedford es el que durante estos diez últimos
años ha mandado, disciplinado, contenido, guiado
el grande ejército de los reformistas; con el
auxilio de su talento de orador, mas severo
qUé brillante, pero lleno de fuerza y de lógica,
y con su influencia de gefe de partido, fue co-
rno el primer ministerio wihg, el de Lord Grey,
consiguió desde 1832 á 1834 luchar por primera
Vf'Z (',on ventaia contra los ah usos de la orga.
nízacion aristocrática del pais; él fue el que
hirió á la iglesia protestante de Irlanda con la
SlipresioD de diez obispados, y una multitud
de sinecuras eclesiásticas; él fue el que por
primera vez promovió la importante euestion
d4l1Cl1inbio del diezmo ponIna renta territorial:l
y mAs adelante cualido quedÓ dislocado el Mi ..
n~ioGflY', cua9do Lord .Joho· RUS8eIl.I~6




.I0HN RUSSF.LL. 35
ÍI ser en el de Melbollrne el verdadero gefe
del Gabinete, á él, á sus perseverantes esfuer-
zos corresponde el honor de la reforma de las
corporaciones municipales que componian una
especie de estado dentro del Estado, de la COll-
\'ersion definitiva de los diezmos en una renta
territorial, de la refundicíon de la antigua ley
sobre los pobres, que en vez de poner remedio
á una de las mas crueles lIag'ls de la Inglaterra,
tendía solo á agrandarla; Russell es ademas el
que ha presidido á las innovaciones llevadas á ca-
bo en el estado cívil y la instruccion pública, á la
modificacion de las leyes criminales, al reparto
mas igual de las rentas eclesiásticas, y á la com~
pleta libertad de los esclavos_ Si sobre las dos im·
portantes cuestiones de los impuestos de la natura-
leza de las propiedades de la iglesia, no ha podido
hacer triunfar l¡,s ideas modernas, por lo menos
ha preparado la opinion pública para una solu-
cion que se efe,~tuará mas pronto ó mas tarde en
este sentido, Por último Lord J ohn Roussell es el
que despues de una lucha gloriosa, cayendo del·
poder y vencido por el número, ha lanzado, como
un Parta á sus enemigos victoriosos, la formidable
cuestion dela libertad comercial y del precio del pan.




36 PERSONA,IES CELEBRÉS.
Tal es un resumen la existencia política de


Lord Jol1n Russell; pura, noble y Leila, le 113
grangeado con razon la confianza y el afecto
de sus amigos y el aprecio de sus enemigos,
j Cosa rara! despues de diez aiios de Ministro,
lIO solo no ha perdido con el egercicio del po·
del', sino que ha salido de él mas grande que
habia entrado. Su vida privada tiene toda la
austera y sencilla dignidad que caracteriza su
vida pública.


Hombre de Estado de primer orden, Lord
Jol1n Russell es ademas un escritor distinguido,
Ha publicado varias obras sériils del mayor w-
terés: la primera titulada: Ensayo de la histo-
ria del Gobierno y de la Constitucion inglesa,
la segunda: Memorias sobre las negocios de
EU)'opa desde la pa::. de Utrecht ¡lasta nues-
tros dias: la tercera: El establecimiento de
los Turcos en Europa; y por último la cuar-
ta titulada: Causas de la 1'evolucion Pmn-
cesa. Lord John Russell compuso ademas
en 1823 una tragedia con el titulo de D. Cdr-
los, 6 la persecucíon, que no fue bien acogida
en el teatro. /.~_


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VICTOR HUGO.


fous les gen res sontlJous, moins
e genre ennuyeux."
BoILEAU.-Arte Poética.


Como el mundo político, tiene el mundo
literario ó poético sus inevitables tran~forma·
ciones. Las mismas causas que cambian la faz
de UDa sociedad, no pueden menos de cambiar
tambien la de la literatura; yen este concepto es
perfectamente exacto .el axioma de Mr. de Bo
nald, muy disputahle en nuestro concepto, si
se deduce de él UDa simultaneidad de revolucion
que casi jamás exi~te; pero no cuando solo im-
plica una reJacion necesaria entre la causa y el




:2 PERSON AJES CELÉllJllcS.


efecto, entre el principio y la consecuencia. No
es rigoros31l1ente exacto el decir, que la litera-
tura es siempre la espresíon de la sociedad;
véase sino ~ la Ilteratura acom[wsaua, hin c\¡ l'l-
da y pomposa de la escuela enciclopédica, atra-
vesar el grande y tempestuoso periodo ue la
Asamblea Constituyente y del OJnsulado, y
aun per etuarse, salvas algunas raras escepcio-
nes, hasta los últilllos tiempos del Imperio.
Mientras dura la obra negativa de la destruc-
cion, la poesia, que vive de afirmacíon, perma-
nece en el estado de cris~líd¡¡; cuando todo se
ha consumado, cuando las ruinas yacen aJllon-
tonadas por el suelo, y cuando la paleta va <Í
reemplazar el hacha ó el sable, entonces rompe
la poesia su capullo, y sale mas ó menos her·
mosa, si se quiere, pero renovada, transformada,
diferente.


Tómense á todos los grandes poetas, desde
Homero hasta Chateaubriand, y siempre se les
verá salir en pos de un sacudimiento, y cada
revolucion social engendrará otra literaria. A mo-
tinarse contra hechos de esta naturaleza, he·
chos absolutos, necesarios, eternos; arrojar la
piedra á toda gloria nueva en nombre de las




VICTOIl TIllGO. 3


antiguas glorins, seria pueril; describir alrEde-
dor del entendimiento humano el circulo in-
flexible de Popilio; tomar tal ó cual siglo de los
pasados, colocarle ante el porvenir, á manera de
las columnas de Hércules, y decir á este porve-
nir.: (. no irús mas allá" seria querer princi-
piar de nuevo el milagro de Josué.


Si en el año de 1843 se encontrase un jó.
ven oscuro, que se llamase Juan Racine, que
se presentase tímidamente, coo vestidos raidos,
~! comité de le ctura del teatro francés, llevan-
do d('Lajo del hrazo una tragedia intitulada
Berenise Ó Brildnico, DOS parece que el comité
se negaria á aceptarla; y que si por casualidad
la acept.aba, á lo mas seria acogida por el pú-
blico con aprecio. Algunos espíritus escogidos
admirari~n si 11 duda una versificacion incompa-
rabIe, bellos arreb;ltos de ódio y de amor, y
Ull profundo conocimiento de los misterios del
corazon hum¡¡uo ; pero la multitud, que vé con
los ojos y Juzga con el espíritu de su tiempo,
permnmceria impasible y fria al ver un adorno
dramático, y un desarrollo de pasiones estrañas
á sus instintos, á sus ideas y á sus costumbres.


A los que para destruir nuestra hipótesis




PERSONAJES CELEBRES.


nos objetasen el prodigioso triunfo de Mlle. Ra-
che] , contestariamos sencillamente: no se trata
aqui de una glori<t por hacer, sino de otra
Justamente consagrada por los siglos; ¿ y ademas
no es patente. que si para algunos la tragedia
del siglo de Luis XIV presenta un doble atrac-
tivo de emocion y de estudios. para el vul¡;ro
no hay en ellas otro prodigio que una actriz de
19 años '? Tan cierto es esto, que ya la multi-
tud que admiraba con entusiasmo, principia (¡
cansarse de dar siempre vueltas en el mismo
círculo de sensaciones faetieias y previstas; que
los mismos que mas contribuyeron á producir
]a reaccion, piden á voz en ¡zrito por interés de
la misma actriz, un papel nuevo, y para el pú-
blico un nuevo pasto; que en una palabra, para
servirnos de la espresiou de llIl agudo aristarco,
entusiasta de Racine, la masa de los honrados
ignorantes, de los cándidos fastidiados, levanta
los ojos á la crítica, y le pregunta como aquel
discípulo á su maestro. «¿Es cierto que me di-
vierto?)) Pero si se infiriese por esto qu e somos
uno de aquellos inoclastas feroces que destrui-
mos á Racine, protestariamos con todas nuestras
fuerzas: no se destruye ya á Racine como no se




VleTOR RIJGO. 5


vuelva á hacer; el autor de Fedra y de Athalia
será siempre lIllO de esos tipos eternos de la
belleza humana, que brillan de trecho en trecho
nI frente de los siglos; pero al lado de aquella
belleza, quc es de todos los tiempos y de todos
1 as lugares, lwy en el arte otro género de belle-
za relativa, Illudahle. transitoria y susceptible
de transformaciones radicales, COino la époea
de que es el reflejo; esta belleza d<l segundo
órden, que se encuentra Illas bien en la forma
que en el fundo, la poseia r!e lleno Racine en el
siglo xvrr, y la ha perdido en el dia. ¿Por que?
Dígase porque la Francia actual no se parece ya
á la Francia de Luis XIV.
i,Esta~ reflexiones preliminares, demasiado


largas ya, tendrían acaso por ohjeto establecer
que nuestra época ha encontodo la espresion
de su pensamiento drilllHíti'?o llevada á su mas
alto, á su mas completo poder en la persona
de 1\Ir, Hugo ; que en el di1 lo bello es lo feo, y
que L!espnes de Ilernani ó ])fllrion Deorme ya
no hay nada que hacer? I Líbrenos Dios de se-
mejante tésis! La parte dram,itica jamás nos ha
parecido lo bello de l\1r, Uugo; únicamente,
para bosquejar con mas libertad el cuadro de




{; PERSONAGES CÉLEBRES.
una carrera tempestuosa de innovador, hemos
querido desembarazarnos de antemano de estas
mezquinas disputas de palabras, que no han
servido por mucho tiempo lilas que para em-
brollm' las cuestiones, en vez de esrlm'eeerIas,
Por lo demas, en el día esas denominaciones
arbitrarias y absolutas de clásico y de romanti-
co, están en gran descrédito; en el dia, y vale
mas, para distinguir los géneros, se tiene pre-
sente el principio de Boileau, que no dejaba de
tener su mérito, Quitando del género fa.<tidioso
su accpcion estrecha y vulgar, admitiendo que lo
fastidioso en el arte no es solo lo monotono,
desabrido ó glacial, sino tambien lo que es hin-
chado, ilógico y falso; lo que está en contradi(~­
cion con los movimientos del alma, las pasiones
del corazon y los instintos Illas imperiosos de
la naturaleza humana; fácil es entonces á cual-
quiera dar á !\Ir. Hugo una buena parte, en razon
de sus impresiones individuales, sin ningnna
I'specie de prevencion; y se pueden admirar
profundamente Nuestra Señora de Paris y las
Hojas de Otoiío sin ser romd¡dico , y silvar RUl!-
Bias sin ser clásico.


Victor Maria Hugo nació en Besanzon el 26




VICTOR RUGO. í


de Febrero de 1802. Su padre Segismundo Bugo,
Coronel entonces, era uno de los primeros vo·
luntarios de la República; su madre, hija de un
naviero de Nantes, vandeana de nacimiento y de
corawn, habia sido, como él mismo lo dice,
una facciosa, huyendo quince años por entre
el Bocage, como ;\Ime. Bouchamp y Mme. de
Larocheiaquel~in. l<:ste doble ol"Ígen, ensanchan-
do el círculo de las simpatias del poeta, ha
agrandado en igual proporcion el manantial de
sus inspiraciones; su corazon ha latido sucesi-
vamente por las grandes rosas del tiempo pasa.
do, y los grandes pensamientos del porvenir.


Nacido casi bajo la tienda, en los dias mas
brillantes del Imperio, Mr. Victor Bugo tuvo
una de esas infancias nómadas, aventureras y
fecundas en emociones de todas clases, que
esplicall la singular precocidad lírica de su
alma de cristal. Verdadero hijo de tropa, siguió
del Norte al Mediodia los pasos de gigante de
Napoleon. "He recorrido la Europa antE'S de vi-
vir" ha dicho él mismo; y en efecto, á la edad de
cinco años habia pasado ya de Besallzon á la Isla
de Elba, de alli á París, de Paris á Roma; habia
.atravE'sado la Italia, permanecido en Nápoles,




8 PERSONAJES CELEBRES.


alegrado su "ista con !'l aspecto de aquellas ori-
llas embalsamadas, donde se detiene la Prima-
vera, jugando al pié del Vesubio , y temblado tal
vez al oir los tiros de Fra-Diávolo, el poético
bandido á quien su padre, nombrado Goberna-
dor de la provincia de Avellino , perseguia por
entre las montañas de la CaJabria.


En 1809, eljóven Victor volvia á Francia con
su madre y sus dos hermanos Abel y Eugenio, y
solo entonces continuó con el auxilio de los libros
su educacion, tan fuertemente tl'3ZaUa pOI' una
vida aventurera: dos afíos de serenidad doméstica
y de tranquilos goces, pasaron por él en el anti-
guo convento de las .Fulenses, cuyo recuer-
do ha celebrado des pues. Crecia el niílo, corno
todos los niños felices de este mundo, bajo el
cuidado de su madre; y para que nada faltase á
su dicha, al dar su primer paso en la vida, tuvo
el amor de una graciosa niña, que con el tiem-
po habia de ser su esposa j triscaba aquella pa-
reja de cinco años por el jardin, y Imando esta-
ban cansados de sus Juegos, el jóven Vietor en-
traba misteriosamente en un pabellon solitario,
á aprender á leer en Tácito sobre las rodillas de
un proscripto. El General Lahorie, comprometi-




VICTOR H UGO. 9


do en el proceso de nloreau, y perseguido por
la policia imperial, habia pedido un asilo á
:'lIme. I-Iugo, la cual le ocultó en su casa du-
rante dos años. li\ General distrajo el fastidio de
su encierro ~on la educacion del jóven Victor, y
este recibió desde entonces el primer gérmen del
realislIJo que debia manifestar despues, y cuyo
ardor se aumentó todavia en 1811; por una
odiosa traicion vió á su amigo descubierto en su
asilo, nrrancado de SlIS hrazos, sepultado en un
calabozo, y por ÍlI timo fusilado oespups en la lla-
nura de Grenelle" en compaliia de Mallet.


Algullos Illeses despues del arresto de Lahorie,
el padre de Mr. Hugo, e'lton ces General y em-
pleado en el palacio del Rey José en Madrid, le
llamó á dirha capital, .iunto con su madre y sus
hermanos. Bajo el ardiente cielo de España, en
este suelo pintoresco, 'rico en recuerdos, y con-
movido eotonces por la guerra, recogió el jóven
Victor impresiones indestructibles. Tal vez debió
en parte á su permanencia en la Península el
lono atrevido y orgulloso de su pensamiento, y
la exuberancia enteramente meridional de su ima-
ginaeion. De todos modos, el demonio de la
poesia se apoderaba ya á los diez años de aquella




10 PERSONAGES CÉLEIlRES.
organizacion impresionable; y á la edad en que
apenas se habla cn prosa, murmuraba ya vagas
y confusas melodías.


Despues de pasar un año en el Seminario de
Nobles de Madrid, "olvió Víctor á las Fulen8es, á
tines de 1812. AIli le encontró la primera restau-
ra'!ion, que fue acogida por él con el entusias-
mo vandeauo de su madre.


Antiguas disenciolles, agrindas por una opo-
sieion de creencias políticas, !'stallaron pronto
con mayor fuerza entre Mme. Rugo yel General;
siguióse una separaf'ion jurídica, y durante los
Cien Dias el padre del jóven Victor, usando
de sus derechos, lo quitó á su madrc para colo·
carlo con su hermano Ahel en un instituto pre-
paratorio de la Escuela politécnica. AIli el jóven
Victor, wnque estudiando con fruto, si bien á
su pesar, las matemáticas para ohedecer á los
deseos paternales, se intregaba mas y mas á la
poesia. En 1816, á los 14 anos habia compuesto yl!
una tragedia segun todos los preceptos de Aristó-
teles; tenia por título lrtamene ,y estaba destina-
da para celebrar, bajo una forllla s¡mbóliea, la
vuelta de Luis X VIII; este trabajo no se ha pu-
blicado. Solo dos piezas han quedado de aquella




VICTOR HUGO. I1


época. La Pardbola del Rico !J del Pobre, y
la tierna elegia de La Canadeana, que no des-
merecen de las poesias posteriores de Mr. Hugo.


Al año siguiente, en 1817, propuso la Aea-
demia uu premio á un poema sobre las ventajas
del estudio; concurrió el escolar; su obra se
considrró digna del premio, y SlIlo obtuvo sin
embargo un3 mencion honorífica, por una circuns·
tancia bastante singular que refieren algunos
biógrafos. Su obra terminaba con estos versos:


Moí qui, loujours fuyant les cités et les cours,
De troís lustres á peine 01 vu Hnir le cours.


y el tono grave y sério de la composicion
anunciaba á lo menoss cinco lustros; la Acade-
mia se ofendió de los supuestos quince años del
autor, cual si fuera una mistificacion poco res-
petuosa , y creyó conveniente castigarle priván-
dole del premio. En vallO el jóven Víctor, ad-
vertido por un amigo, se apresuró á presentar
su fé de bautismo; era ya tarde y el premio es-
taba adjud:cado.


Dos años des pues , concluidos ya sus estudios
y obtenido con trabajo de su padre el permiso




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de spguir su vocacioll literaria, envió MI'. Illlgo
á la AcadertJia de los Juegos Florales de Tolo-
sa dos odas: Las Vírgenes de rerdun y el
Restablecimiento de la Estatua de Enrique IV,
que fueron ambls premiadas; al año siglllcnte
una nueva poesía, Moises abandonado en el
Nilo, que es tal vez aun en el dia ulIa de las
creaciones líricas mas bellas de Mr. Hugo, le
valió el tercer premio, y el grado de;1[ aestro
en los juegos florales. Desde aquel momento
el poeta de 16 años principió á s~r conocido
de la Francia, admirada de tan inaudita pre-
cocidad: desde 1820 á 1822, atravesó !\Ir.
Hugo dos años llenos de luchas, de trabajos,
de felicidad, de gloria y de brillo.


Entonces ademas principiaba á despuntar la
época literaria mas brillante de la restauracion.
El pais hahia salido al fin de los furores de la
anarqnia y del ruido de las conquistas. Reina-
ba por todas partes la aficion á lo sólido y ri
lo verdadero; la edllcacion, apenas bosquejada
durante el Imperio, se levantaha fuerte y seria
como la época; era mas completo que nunca
el conocimiento de los antiguos, la aficion á la
edad media, que principiaba á manifestarse y




YICTOR RUGO. 13


que distaba aun mucho del periodo de monoma-
nía que la desacreditó despues; el estudio de las
leuguJs estrangeras se hacia mas general, y se
reforzaba el espíritu de propaganda intelectual.
De toda aquclla literatura imperial, henchida
de palabras y vacia de ideas, especie de baga-
~e de la Encicloptldia que va descomponiendose
de dia eu dia, solo han quedado en pie dos
glorias venidas antes de tiempo, dos Mesias
poéticos, dos genios revolucionarios, René y Co-
rina. Estos dos géuios, hijos de una genera·
cion anteriol', preceden aun, dirigen é iiumi-
nan la generacion nueva. Desde los cuatro au-
gulos de Europa, voces de poétas se llama n y
responden cual ecos paternales, y son Goethe,
Walter Seott, Byron y Manzoni. Casimiro de
L¡lvigne escri hió Las ilfessenianas uno de sus
mas bellos títulos de ¡¡:lorja j Lamenais publicó
el primer volllmen del Ensayo j Vióny preludió
su hermoS3 Dovela ,da Cing-ilfars, dando vuelo
a las revelaciones d.1 su casta musa; por último
Lamartine hizo escucha\' por primera vez su voz
de cisne.


A aquel grito melodioso de un desconocido,
contestó Victor Hugo con un grito simpático;




14 PERSO:'oiA.JES CELRlll\E~.


inflamábale una noble rivalidad, y su ardor ere·
ció dl'sde entonces en proporcion á las dificulta-
des que le rodeaban. Puesto á prueba por el
dolor, pues habia perdido á su madre; por la
pobreza, porque un sentimiento de ahi va diglli-
dad le impedia recurrir á su pJdre; por el amor,
pues el jó"en amaba con pasion;Í la cOillpañera
de sus juegos de infancia, á la clla! a!pjaban ¡fe
él porque era pobre; ante tantos obstá~ulos, el
tribuno futuro del arte dramático se fortaleció
é irritó; su alma se desahogaba con manantiales
de poesía "igorosos y regulares, pero ardientes
tomo una lava. Publicóse el 1822 el prhler \'0-
lúmen de odas y baladas, poesía llena de her-
mosos versos de circunstancias, que llevaban el
sello del mas elevado entusiasmo religioso y rea-
lista; pocsin perfectamente clásica en la forma,
pero poco cuidadosa ya de las trddiciones anti-
guas, casi esclusivamente dirigida hácia las gran-
des cosas feudales, resonando con el choque de
los escudos y de las armaduras, y con p) anti-
guo grito de guerra, 1\lontjoye Saint Denis; poe-
sia impregnada de un delicioso perfume de ca·
ballería y de fé, que se complace en bajarse á
las torres de 103 antiguos castillos 1 rodeada de




VJeTOR HUGO.


hombres de armas. de pajes, de escuderos, de
melancólicas castellanas, de grandes varones
cubiertos de hierro.


A I mismo tiempo escrihi,í MI'. lIugo sus dos
primeras novelas Han de Islandia y Bug·Jar-
gal, que no se publicaron hasta algunos años
despues. Estas dos producdones estravagantes y
enfermizas, de una imaginacion volcanizada,
presentan igual mezcla de monstruosidad y de
gracia.


Principiaba ya á descubrirse en !\Ir. lIugo
esa tendencia a la antithésis pel'pétua entre el
bien y el mal, lo deforme y lo bello, ó mejor
dicho esa predileccion por lo feo, sobre la cual
ha apoyado mas tarde todo \11; sistema dra-
mático.


En 1822 se casó al fin !\fr. Ilugo con :\la-
demoisselle Fouchel, su qUl'rid<\ desde la infan-
cia. Durante este tiempo el jóven Hugo habia
adqnirido en la soeiedad una brillante posicion;
el partido realista le dió la mano, y él había
fundado y redactaba auxiliado de su hermano y
de algunos amigos, El Cunservadur Literario:
hubiera podido duigir sus miras hácia la polí-
tica y abrirse una carrera ventajosa; prefirió




tG n:nSOi'iAJES e l'Ll:lJl'J:S.


permanecer fiel al culto de la poesia, y su peno·
sa situacion solo mejoró con ulla pension del
Rey, tan noblemente obtenida como concedida;
uno de sus antiguos amigos de la niflez, el jóven
Delon, condenado á muerte á consecuenc ia de la
conspiracion de Saumur, estaba prófugo; J\k lIu·
goescribió á su madre ofreciéndole un asilo para
su hijo, en su modesto albergue, afladielldo: "Soy
demasiado realista para que se acuerden de venirlo
á JJUsc~r eu mi cuarto." La carla fup. abierta en
el correo y presentada á Luis XVIII, pI cual cas-
tigó la adhesiou del allligo concediélldoJe una
pensiou. Sin embargo, á medida que MI'. Hugo
estaIJa mas en contacto con Jos hombres y las
cosas, sus convic('iones esprrimcnlabnn irr€sisti-
blcs modilicaeiones; disminuia poco á poco el
fervor de su realismo, y sus inspiraciones de poeta
_ esperimeutaban una trasformacíon análoga: la
forma cl¿\sica cedía el terreno al e,piritu innovador
que invadia. Entre el primero y tercer yolúmen
de las odas y baladas publicados COll cualro años
de intervalo; entre el Restablecimienlo de la Es-
tatua de Enrique IV y la Fiesta de iVeron hay ya
en el alma del realista una entera trasformacion
política, y en las producciones del poeta una pro-




VICTOI\ RUGO. 17


gresion mas y mas marcada hricia la heregia \ite-
raria.


Solo un arlo despues, en Diciembre de 1827,
fue cuand') Victor Hugo se decidió formalmente
iÍ declarar la guerra á Aristóteles y á Racine, pu-
blicando su drama de Crmnwell y el largo pre-
facio que le antecedia.


Despues de este primer ensayo dramático,
volvió Mr. Hugo á la poesia lírica y publicó
Las Orientales, en Didembre de 1828. En este
libro acogido con entusiasmo, llegó ]\fr. Hugo
á los últimos limites de la poesia puramente artís-
tica, de lo bello en la forma. Jamas habia te-
nido la leugua francesa tanta ductilidad y blan-
dura; jamas poeta alguno fue mas encantador, por
la armonia, la delicadeza, la limpieza del ritmo, la
riqueza del colorido y la abundancia de las imáge-
nes. Pero no se busque en Las Orientales la
sombra de un pensamiento; por esto nos gustan
mas las flojas de utoño. En Euero de 1829
publicó l\Ir. Hugo Los últimos dias de un reo
de muerte, ese libro bello por la cruel verdad con
que analiza, minuto por minuto todos los tor-
mentos de un homhre á 'luien espera el cadalso.
Hay en él páginas que se creerian escritas con


2




18 PERSONAJES CELF:BRE~.


la pluma de hierro del Dante. Aquella ageltda
jünebre tuvo un éxito prodigioso.


Pocos meses despues se representó en el t.ea.
tro francés, el 26 de Febrero de 1830, llernani, el
día mismo del cumple ariOS de MI'. Hugo; las dos
escuelas dramáticas estaban en aquella época en
el mayor grado de exaltacion La escuela clásica
defendia con ridículo cnearnizamíento la entrada
del santuario, contra la invasion de los bárba-
ros, y en el último apuro hubiera casi ll<,mado
en su auxilio la lógica de las bayonetas. Car-
los X. habia respondido á las quejas de la ,\ea-
demia, llevadas .lwsta el pie del trono, I'on toda
la agudeza del Conde de Artois: En materia de
arte, no tengo mas derecho que el que me da
mi asiento en el patio. I,a poblaríon de París
se agolpó al teatro francés, y la primera repre-
sentacion de Hernani fue de las mas tempes-
tuosas.


El drama de Marion Delurme compuesto un-
tes que Hernani, prohibido por la censura de
la Restauraeion. fue r~presentDdo poco despues de
la revolucion de Julio. En ambos hay rasgos ad.
mirables; sin emhargo, los 3[lllSionudos de Mr.
Rugo principmhan iI espantarse de la ligereza con




VICIOR RUGO. 19
que desllguraba la historia; hiciéronsele algunas
advertencias, pero Mr. Hugo coutestó á la crítica
internándose mas en su camino. En Enero de
1832 dió al teatro francés su drama Le Roy
s'amuse (El TI ey se divierte), bastante mal
acogido del público, y que solo se representó
una \'ez, habiendo sido prohibido al dia siguien-
te é impreso lue¡;o por 1\Ir. Hugo.


Despues de El Rey se divierte 1\Ir. Hugo se
ha lanzado lJJas y mas en la adoracion de lo
feo; Lucrecia Bor[!ia, Maria Tudor, Angelo y
sobre todo Ruy-Blas presentan siempre la mis-
ma mezcla heterogénea de inspiraciones con fre.
cuencia sublimes, y de pueriles monstruosidades;
á fuerza de apasionarse por esa antítesis per-
petua de dos elementos contrarios,1\lr. HllgO ha
llegado á componer dramas no solo estrambóti-
cos é ilógicos, SillO imposibles; ha presentado
héroes que hablan como valientes y obran como
cobardes; grandes hombres que se conducen co-
mo mentecatos; furiosos, mansos como corderos;
cortesanas, cándidas como virgenes; reinas fáciles
y vulgares, como costureras; Ihontones de catásto-
fres producidas por una llave, una fior ó un
pedazo de encagei relaciones medio grandiosa s




20 PElISONAGES CÉLEBRES.


y medio ridículas: versos sumamente bello~
por el lado del emistiquio, y sumamente feos
por otro lado; de manera que el espectador,
sometido de este modo, sucesivamente y á un
tiempo mismo, á dos impresiones diametralmente
opuestas y de igual intensidad, se encuentra mo·
ralmente en la posicion de un hombre que tu"
viera la mitad del cuerpo sumergido en agua
hirviendo, y la otra mitad en agua helada.


No somos seguramente acérrimos partidarios
de las unidades, pero nos parece que cierta
unidad fundamental es indispensable en el arte
como en todas las cosas. La naturaleza huma-
na puede ser, y es en efecto, inconsecuente, pe-
ro no illcoherente; dos sentimientos opuestos no
pueden existir á un mismo tiempo en el mismo
corazon; no puede llorarse con un ojo y reirse
con el otro. Esta es la razon porque la mezcla
igual ó mas bien el antagonismo permanente
de lo cómico y de lo trágico nos parece contrario
á la naturaleza y á la verdad; por eso no somos
apasionados de los dramas de Mr. Hugo.


En Nuestra Señora de Pa1"Ís, que es en
muchos puntos una obra maestra, existe lam-
bien enteramente este fatal sistema; el poeta es-




VICTOI\ RUGO. 21


tá tan poseído de este pensamiento, que dedica
su última pincelada á pintarnos á Esmeralda,
el tipo mas puro de la belleza, unido por la
muerte en el osario de l\lontfaucon, á Cuasimo-
do, 1:1 suprema fealdad; y el lector cierra el li-
bro con una impresion de horror y de disgusto;
pero alli, siendo el cuadro de la novela mucho
mayor que el del (h'ama, la obcesion de la anti-
lesis es meuos coustante: de la multiplicidad
de los capitulas resulta para cada uno de ellos
cierta unidad especial, que suple, hasta cierto
punto, la falta de unidad general; hay ademas
en este libro tanta energia y graeid en el esti-
lo, tauta pasion, tanta ciencia, tanto genio, que
el lectm' conmovido en lo mas profundo de su
alma, no tiene lugar para darse cuenta de la
infinita variedad de sus sensaciones; se ve como
dominado por un vértigo, y él mismo esperi-
menta el ascediellte de ese poder misterioso, al
cual ha llamado MI'. Hugo necesidad, y que no
es otra ('osa que la varilla con que este podero-
so mágico hace mover á su antojo todas las
piezas de su formidable poema.


¿ Qué diremos ahora de las Hojas de Otoño,
esa rica flor poética de la edad madura, que en-




22 PEIl.SONAGE5 CEI.EBIlES.


~erraba en germen los cantos del jóoen sublime?
Todo es alli grande, todo completo, todo armo-
nioso y bello; el delicioso ritmo de IJS Orien-
tales vuelve á aparecer, embellecido con todo el
encanto de un pensamiento meditativo, á un
tiempo con el recuerdo abiel'to á la esperanza,
debilitado por la duda y reanimado por la fe.
¿ Quién no ha leido, y vuelto á leer llorando, la
Plegaria para todos, ese poema de 300 versos
que sobrevivirá ú la lengua francesa, y por lo
cual cederiamos todos los dramas de MI'. Hu-
go? En los Cantos del cl'ep¡¿s~,1tlo y en las
Poces!nteriores, publIcadas mas adelaute., el
poe.ta sale alguna vez del círculo de las alegrias
y de los dolores íntimos; su mirada recorre el
mnndo esterior, y resuena su voz para reausu-
mil', las mil voces, los mil gritos, los 111 il dolo
res de und soeiedad que ha perdido el camino,
va á tíentas, sufre, llora y se lamenta eu la os-
curidad; y despues de cansado el poet~, vuélve
á su hogar y canta las gracias de los niiios, la
dicha del padre y del esposo, la pureza, la ter-
nura de la madre y de la esposa.


En medio de su "ida activa, agitada y mili-
tante de innovador, el poeta se ha proporciona-




,'rCTOR HUGO. 23


do uua Yidil íntima, llena de serenidad y de en"
canto. En uno de los barrios mas' retirados de
Paris, en uno de los angulos de esa Plaza real,
vivo recuerdo de los primeros dias del gran si-
glo, hahitn una ~untuosa morada, amueblada
con el lujo de un Gran Senor y el capricho de
un artista. AlIi, en el seno de un interior tran.
quilo y puro, rodeado de su muger y de sus hijos,
lUr, IJugo cual si quisiera realizar en su pensa-
miento su sistema de antitesis dramática, ha
conseguido e\'ocar todas esas apariciones satáni-
cas, lodos esos asesinatos, adulterios, incestos y
odos los horrorps que son conocidos. Pero alli


ha cre~do tamlJien la deliciosa Esmeralda; alli resu-
citó al antiguo Paris con toda su ruda energía;
allí ha escrito toda la hermosa poesia Iíric~ qu~ co-
locará Sil nomLre pn puesto tan el erado en la histo-
ria literaria de este siglo, Allí tanlLien, segun
dicen, se muestra sucesivamente benévolo, protecG
tor de las glorias nacientes, arqueólogo, erudito
y apasionado, hombre sensato y de juicio, ocu-
pilndose muy bien clIando es necesario de las
cosas pro,aicas de la tierra, y atendiendo á un
tiempo á los dpher('.~ de padre y á las inspira-
dones d!' poetn,




24 PERSONAJE!:' CELEBRES,


En aquel santuório por último se consolaha.
Mr. lIugo de la espantosa deRgracia que causaba
la desesperacion de Piron, El 3 de Junio de
1841 fue recibido por fin en la Academia, donde se
presentó con iuusitada elegancia. Mr. JIlIgO, co-
mo JUr. Lamartine, quiere dejar su traje de poe-
ta, y descender á la arena donde se agitan Wn-
tas y tan mezquinas pasiones_ Aspira á entrar
en la Cámara de los Pares, y tal vez á ser
Ministro. Dicese que para facilitar este proyecto
,~ompone una obra en prosa titulado El RiJ!.
f'alta saber si todo esto aUll1entar,i mucho la
gloria, tan grande y tan legítima, del autor de
las Hojas de Otoño, y de Nuestra Señor'a de
Paris.




.-:""-"""'-,
1$' r;;t.,. .. :_






D. MANUEL GODOY,


PRINCIPE I)E LA PAZ.


« El R~y Cárlos le mantuvo su es-
tímacion hasta el fin de su vida, ron
todas las señales de un amor entraña-
ble. y le llamó de palabra y por es-
crito siendo su Soberano .'u amigo
verdadero.»


MEII!ORIAS DEL PRíNCIPE DE L4 PA:r,
tomo 1 cap. 3.~


Al oír el nombre que sirve de asunto á este
escrito, no es posible acompañarle de otra idea
que la de la instabilidad de la grandeza humana.
La imagínacion se abate á la vista de aquellos
sujetos que representan las grandes calamidades
políticas, que en ellos se ven personificadas, y a]


.. i··




PERSONAJES CELEIlHE~.


comparar lo pasado con lo presente. retrocede fal
10 de ánimo, considerando lo delpZll;Jule de aqlle~
Hos objetos en pos de los que taNto se afalla.


Por otra parte la desgracia Illisma no ha sidn
suficiente para aplacar la opinioll pública altalJlen-
te pronunciada en cOlltl'a del yalido d~ Cirlos 1\·
Y el nombre de Godoy despierta toua\ia en Es¡¡¡¡-
Iia ideas de odio e indignacíon, (lnrqllc !lO es da-
do á todos oír la defensa de la víctima, ai [Jaso
que han escuchado por largos años la acusaeion de
su conducta, En efecto, las Memorias del Prínci·
pe de Paz han aclarado muchas dudas, y Villdi-
cado en gran parte su reputacion: otros vanos
puntos quedan aun oscuros, y en ellos, á fuer de
imparciales, quizá no convendremos con p] ilustre
proscrito, con cuyas revelaciones procnraremos ser
complacientes, no solo por el respeto v eompa-
sion qne merece tan prolongada desgl'aeia. SIIIO
tambien porque así Jo p\:ige la verdad, (Iue ('ada
día arroja nueva luz so})re el reinado del honda-
doso, pero indolente CárJos IV.


En sus Memorias se ha quejado GodoV agria-
mente, pero no sil! flllldampllto, de lo mnl para-
doque ha salido de mullOS de los folletiuistas, .V ilUU
mas de los Liógrafos tÓllceses. que ban errado has-




00l)O~ . ;j


ia 13 fe¡;!Ja de su lIJCillliento. Oigamos al mismo
cspliearsc sobre este particular.


" Yo lJaeÍ en Badajoz, capital de Estrem"du-
ra, el 12 de 1\1ayo de 1767 y no 64, como dicen
Jos lilas de los biógrafos. Fw:,rou mis padres Don
.losé de Godoy y Doña María Antonia All'arez d~
F ária. su clase la de nobles, su hacienda mediana,
la mayor parte herencia "ntigua y patrimonio de
familia .... Mi casa solariega, de puro vieja la tie-
ne el tiemJlo arruinad" en Castuera, donde po-
blaron lllis lIlayores por línea paterna.» Detiénese
eOIl plaeer en probar Jo ilustre de su alcurnia.
(lo eual estamos muy le.ios de reprobar), r que
habia recibido .ulla edueaclOn esmerada, de los
Illaestros Cl1yos nombres cita, insistiendo sobre
todo en que i~noraba la música. Comenimos gus-
tosos t,a esta última asercioll; porque á la I'er-
dad, el espectiÍi'ulo de uu Guardia de corps ele-
rándose al poder con solo tocar seguidillils Ú la
gUltarrd en el akúzat' régio, es tau ridículo é in-
I'cros!lllil, que ~olo puede teuer cabida en las ca-
bezas del ,"ulgo, y en los escritos estranjeros,
siempre lllal informados y llenos de ridiclAIBces
acerca de nuestros usos y costumbres.


;\las no por eso parecell muy satisfatorias las




PERSOi'<AJES CELEUIIES.


esplieaclones que dá acerca de su elevaclon al
fayor, pasando sobre este punto como sobre car-
]){lIles encendIdos. Para ello hace una pintura apa-
sionada y poco exacta de Floridablanea y Aran-
da, calificando al primero de apocado é irreso·
luto, y al segundo de confiado y temerario; dan-
do á entender, que Cárlos IV, deseando encon-
trar un justo medio eutre los opuestos caractéres
de aquellos dos ancianos, se vio precisado á echar
mano de Godoy, en quien hallára el bello ideal
que anhelaba. Pero siempre queda oscuro el pun-
to principal, y los medios por los cuales llegó el
Rey á conocer y distinguir los talentos de su fa-
vorito, entre la numerosa y brillante turba de los
Guardias de la real persona. Un sentimiento de
respeto y delicadeza uos obliga iguall11enre á no
profundizar mas en este punto, y á aceptar como
buenas cualesquiera esplicaciones que se presen-
ten, en contra de la que comunmente suele dar
el vulgo, sin consentir por eso la descripciou que
hace de los miuistt·os de Carlos IV y en especial
de Floridablauca. En efecto, personas bien infor-
madas han datado la privanza de Godoy con el
Mouerea, desde antes que este subiera al trono. Ad-
mitido en 1784 por Cárlos III en el cuerpo de




GODOY.


Guardias de la real persona, se vió elevado á la
privanza d e C~rlos IV, entonces Príncipe de As-
turias: pero su pzdre que ni habia tenido favori-
tos ni gustaba de ellos, desterró de la córte al de
su hijo. No se entibió por eso la amistad del
Príncipe, y asi que subió al trono le alzó ~u
desti~rro, y le hizo en aquel mismo alío Exento
de Guardias, y en t 791 Ayudante general del
mismo cuerpo, y le condeeoró con la Gran Cruz
de Cárlos 1II.


A principios de 1792 cayó FloridablancJ, y
fué reemplazado por su antagonista el Conde de
Aranda, pero Id posicion de este no era segura-
mente muy lisonjera. Imbuido en las doctrinas
de los enciclopedistas franceses, simpatizaba con
la revolucioll que lwbian promovido. y trataba
de robustecerla dejándola en paz; pero Cárlos IV,
que apreciaba cordialmente á sus parientes, y se-
guia en esta parte las máximas de FJoridaiJlanca
contrarins á In revolucioD, estaba muy lejos de
aceptar los consejos de Aranda. Este por su parte,
resentido de la oposicion del Monarca á sus pla-
nes, . principió á considerar su papel como vei'-
gonzoso, y concluyó de dar rienda suelta á su
lIlal humor, al ver á Godoy rápidamente elevado




PERSONAGES CÉLEBRES.
á Grande de Espai'ía, con el título de DU(llle <1,'
la Alcudia, y al mismo tiempo condecorado con
1'1 toíson de oro, y con el ~mpleo de :Uayor de
Guardias de Corps. Igtloramos á la verdad que
méritos pudiera tener entonces Godoy, pala ob·
tener tan escelsos honores, á que apenas parecían
acreedores hombres encanecidos en los servicios
mas penosos de la patria. Deseoso de serlo el fa-
vorito, se lanzó en la arena política, y obtuvo
el ministerio de Estado, quedando exonerado
Aranda.


Felices fueron los primeros pasos del novel mi-
nistro en la espinosa CDITera que emprendia; el
sistema de neutralidad y las gestiones del encaro
gado Ocariz para salvar al desgraciado Luis X VI,
son harto honrosos á la política del ministro, y
á la piedad del Hey en cu.m nombre se ejecuta-
lmll. Por desgracia el éxito no correspondió á sus
bucnos deseos, y la cabeza del Monarca fruncés
rodó ea un patíbulo. Mengua hubiera sido de la
puudonorosa nacion española haber dejado im-
Jlllllr aquel atentado, cometido contra el gefe de
la familia reinante, y los insultos y desprecios
con que respondieran los asesinos á los que trata-
ban de arrancarles la ilustre víctima. La Europa




r,ODOY,


toda lanzo un grito de ho¡'ror, y España 10 re-
pitió con indigllilcion. La que poco antes brin-
daba con ~u neutraÚdad, armó rápidamente sus
guerreros para la pelea _ y en cuatró meses equi-
pó un ejército formidable, que se lanzó con for-
tuua en 61 territorio enemigo, No fue culpa de
la Espaiía que la perl¡dia de una potencia y la
mala direccioll de las otras, impidieran llevar á
cabo una empresa bajo tan buenos auspicios prin-
eipiada; pero nadie podrá negar que en la pri-
mer campaña tan solo, radió pura y luciente la
estrella española, Si en las batallas de Truillas y
el Boló se mostraba nuestra infantería digna su-
eesora de los célebres ter~ios de Ülstilla, la
marina al evacuar á Tolon, daba una muestra
del pundonor español, que contrastaba con la
hajl'za y cobardia de los aliados, A principios de
1794, Barrere dirigia á la Convencíon estas palabras
"Ciudadanos: habeis oido con entusiasmo la recon-
quista de Tolon, las victorias del Rhin y la des-
truccion del mónstruo siempre renaciente de la
Vendée: escl1chad ahora con valor los reveses y
pérdidas que la traicion os ha hecho padecer por
el lado de Pel'piñan, que amenazan los españo-
les, hechos dueños del castillo de S. Telmo di)




8 I'I::RSONA.IES CELEBRES.


Bañols, Port-vendres y Coliuvre. Los castillos se
abandonaron, y nuestro ejército está deshecho \
derrotado.)}


Mientras la Espa[¡a se cubria de gloria, los
soldados de las grandes Potencias huian ante las
falanges republicanas: los austriacos, vencidos en
Wutinies, abandonaban la Bélgica, y los pru-
sianos desistian de invadir la Alsacia, batidos
en los llanos de Geisberg.


Al principiar la segunda campaüa, el Conde
Aranda, firme en su antiguo propósito, insistió
eu el Consejo de Estado por el sistemn de neu-
tralidad, pero en térlninos tan acres (segun su
costumbre) que Carlos IV hubo de mostrarle por
ello su desagrado. Pocas horas despues salín des-
terrado el Conde, y el Consejo de Estado decidia
que se abriese la segundn campaña. Poco favo-
rable fue esta para nuestras llrnws, á pesar del
v¡¡lor de los soldados y sus gefes, en muchos de los
cuales preponderaba el corazon á la cabeza. Nues-
tras tropas fueron lanzadas del territorio francés,
pues antes habían sido batidos todos los ejércitos
aliados, que por diferentes puntos lo habiall inva-
dido. No fue mas feliz la tercera campaña, du-
rante la cual los ejércitos franceses, invadiendo




Gono\. 9


las Provincias Yascongadas, llegaron a fija.r sus
estandartes ~ orillas del Ebro. Dificil es calcular
el resultado que hubiera tenido aquella campa-
iia, mucho lllGS si se atiende <Í las ideas que
fermentaban en ciertas cahezas, á no haber sido
por el tratado celebrado en Basilea en 22 de Ju-
lio de 1 i95, en el que se de vol vió á España todo
el terreno conquistado, dando esta en cambio la
parte espaüola de la Isla de Sto. Domingo. Este
tratado, que no se puede negar fue ventajoso,
si se atiende al estado de las COS3S , fue debido
á los talpIltos diplomáticos de D. Domingo Iriar-
te. A pesar de eso, el lauro principal se lo llevó
el ministro de Estado, á quien condecoró Cár-
los IV con el título de Príncipe de la Paz, de
que aun usa, honor que el mismo interesado re-
conore casi como desmedido, y que dió pábulo
á la envidia y maledicencia, que se ensañaban
contra el. Ademas, le dió en 27 de Setiembre
del mismo año el Soto de Roma, así como añQS
antes le habia dado el Valle de Alcudia, comprado
espresamellte para regalárselo con el título de
Duque. No contento Cárlos IV con tantos fal'ores,
formó empeüo en hacerle €m parentar con la real
familia, haciéndole caSal' con la Condesa de Chin-




PERSO"llAJ ES CELEJlRE~.


chon, Doüa Maria Teresa Vallabriga, hija del
desgraciado Infante D. Luis hermano de C{¡r-
los III. Esto dió márgen á que se le acusára de
bígamo })()f sus ému\os, s\lponiendo\e easado en
primeras nupcias con otra dama de bastante nom-
bradía ; idea en la cual todavía persevera el vul·
go. Este matrimonio estuvo muy lejos de ser fe-
liz. Sus desavenencias eran públicas, y dahan no
poco pábulo á la maledicencil, que se cebaba con
avidez en la vida privada del favorito. Llegó esto
á tal punto que al caer aquel en Aranjuez, mien-
tras qüe una parte del populacho- saqueaba Sil
casa, r le buscaba frenético para asesinarle,
otra no menos considerable tiraba de la carroza
en que su esposa é hijo eran eondueidos al real
palacio.


Despues de la paz de Basilea , Godo.,' trató
de retirarse; lo cual repugnaba constantemente
Cárlos IV. Deseoso aquel de formar un ministe-
rio compacto, llamó al célebre Jovellanos, y á
D. Francisco Saavedra. Al mismo tiempo fueron
colocadas varias personas de sobresaliente mérito,
entre las que merece especial mencioll el dis-
tinguido literato D. Juan l\felendez Yaldés, á
quien se dió el empleo de Fiscal de la Sala de




(;000,. 11


alcaldes de casa y Corte. H3biendo vuelto Godoy
á lIlsislir en su dimision, le dió por fin el Rey
un decreto con la fecha en blanco, en la que
puso aquel la de 28 de Marzo de 1798. En el
ministerio de Estado le reemplazó interinamente
Saa"edra, y en el cargo de Sargento Mayor de
Guardias el Marqués de Ruchena.


1\"0 perdió por eso nada Godoy de la amis-
tad del Rey, ni de la influencia que en su ánimo
ejercia; pues aunque separado algunas cortas tem-
poradas de la Corte, seguia con él una corres-
pondencia bastante animada.


Los padecimientos físicos de Saavedra hicie-
ron pensar en darle sucesor, y fue designado
para ello D. Mariano Luis de Urquijo. Poco des-
pues fue lanzado igualmente de su silla el cé-
lebre Jovellanos, confinado al castillo de Bell ver
en MaHorca, y envuelto en un proceso por la
Inquisicion. Atrihuyose generalmente esta caida
al favorito, á quien se imputaba cuanto malo
sucedia en Espaüa. Este por su parte la atribu-
ye, quizá con bastante fundamento, á Caballe·
Ilero (que rEemplazó en el ministerio á Jo ve·
llanos), á lo cual da no poca prohalJilidad el
ascendiente que ejerció aquel Ministro en el




12 PERSa" AJES CELEBBES.


ánimo del Rey, con no pocos celos del antiguo
favorito.


No tardó este en volver il tomar una parte
acti\'a en los negocios públicos, con motivo de
la conducta de Portugal. Deseaba Napoleon
cerrar sus puertos á los ingleses, y pedia para
elJo que diese la España paso á sus tropas.
Para evitar este conflicto, medió la EspaIiu con
el Regente de Portugal, concediéndole varios
plazos, que no fueron admitidos. Decilliose pues
la guerra contra aquel pais, y para ello se apro-
ximaron lluestras tropas á la frontera. Temero-
sos del éxito, Urrutia y otros generales ~e ne-
garon á tomar el maullo, por la escasez de re-
cursos, lo cual obligó á Godoy á ponerse al fren-
te de las tropas, para salir airoso de la guerra,
que habia aconsejado. Escitose al elero á con-
tribuir para aquella empresa; abrió este sus
arcas, y á imitacion suya el comercio y los
particulares aprontaron los recursos, que se exi-


_ jian. Napoleon babia em'iado á Saint Cyr, COIl
objeto de que se le confiase el maudo de las
tropas: esto hubiera sido poco decoroso para
nuestras armas, y comprendiendo lo asi Cárlos IV,
siempre anhelante por aumentar los honores




GODO\ . 13
de su fnvorito, le uOllJbró Gencralisimo de las
tropas de mar y tierra.


Al frente de estas últimas invadió la fron-
tera de Portugal, el dia 20 de !\layo de 2801,
antes que los portugueses concluyeran de forti-
ficarse, y que se reunieran las columnas france-
sas que habian de obrar en combinacion con
nuestras armas. El ejército espailOl se apoderó
rápidamente de Campomayor y Olivenza, derro-
tó á los portugueses en varios encuentros. y
estrechó la vlaza de Yelves. Temerosos los por-
tugueses al ver tan rápidos progresos, pidieron
la paz, que outuvieroll por el tratado de Bada-
joz, en 29 de Setiemure, en el cual adquirió
Espaüa la plaza de Olh'enza, con un buen tre-
cho de frontera. Deseaba Napoleon hacer pagar
á los portugueses mucho mas cara su resisten-
cia, pero no siendo oportuno á las miras de Es-
paña humillar tanto á sus vecinos, se apresuró
la conclusion del tratado, para frustrar los co-
natos del francés, Al ver este defraudadas sus mi-
ras, no pudo menos de impacientarse; pero ar-
rastrado de las circunstancias, firmó otro trata-
tado aparte con Portugal, y sus tropas salieron /-- ~ -
de Espaila sin haber pisado casi aquel territorio~ ", '-,




14 PEHSO'íA.J ES CELEBIi ES.


La amistad de LS[l;lJlil eO!l Honaparte tue
vengada por Jos ingleses con pérdidas de nues-
tra marina v comerdo. La paz que se sigui,) !lO
fue bastante para templar su vellgatÍ\'a salla, y
contra tedo derecho y razon continuó atrope-
llando lIuest: as elllbarcaclones. Cuatro fragatas
(jue venian de América fueron atacadas a Ja iJ 1-
tura del cabo de Sta. Maria P,ll' otras inglesas:
defendléronse las nuestras valerosa, [lero inútil-
mente; una fue á [lique, y las otras tres cayeron
en poder de los irlgleses, COIl un milloll de li-
bras esterlinas. Al mis:llo tiempo lle~ó l,t noticia
de haber cabido igual suerte á la fragata ¿'stre-
¡nidia , junto J Copia po. Tantos insultos eran
insufribles, y la España, auuque exhausta por
las pasadas guerras, hu DO de comprometerse en
olra nueva. La "ictoria lIO estu\'o enlollees por
pGrle dt' la justicia, y lluestra escuadra abando-
llad a de la francesa, vino tÍ sucumbir siu truttl
pero eou gloria, en el cabo de Trafalgár. (1) A
lll'sJr de sus enormes sacrílieios, la ESpÚlil no
ohttl\o del Emperador fl'illleés la considerélcioll


y O) Vénnsp Jos lliogl'üiía:; de GI':;y\lta y Galiettln lomü~
1I y 'V.




(;OIJO\ . 15


debida, y para baldon suyo trató á nuestra pa-
tria COll ill.lllstieia y eon despego. Queria mandar-
la como una colonia, y la oposiciol1 justa que
encontraha en el gobierno para varios de sus pro-
vectos, en vez de miramiento provocaba su
UlOjO.


Entretanto Carlos IV, no S3 tisfecho ~on los
honores que basta entonces babia prodigado j SIl
ravorito , le concedió la dignidad de Almirante de
Espaüa é Indias, con el tratamiento de Alte::<a,
á tiempo que la Espaüa acataba de quedarse sin
marina. La adulacion se arrastt'á entonres cual
Tlunca J los J!i~s del farorilo. La Corte corrió pre-
surosa á besarle la mallO; todos los mú,ieos de
Madrid coucurrieron á darle una brillante sere-
n'l1a; pi teatro eonsagró su apoteosis con tilla loa,
y el A\'untalllieuto, 5egua su i1üeja costumbre,
(fjlle aUll dura) se apresuró á llaurizJ!' HIl rincon
de la Corte con el titulo de PLa::<ue{a del AL.
mirante.


Godoy se veia elevado á Ulla altura cual JiltllGS
toco ningun vaiido de los que nos muestra la his-
toria: colocado al par del trollo, tenia Ql rcde-
dor de sí w;a corte ÍJrillallte y llUIlll'rUSa, UIl
cuerpo de GUilrdias tan c~p¡'~Jldido Ó plUS que lO]




16 PFUSONAGES CEI.EIlRES.


del Monarca. Solo le faltaba un trono, y aun este
último favor estuvo para dispensársele la for_
tuna.


Nópolwu deslmes de la paz de Tilsit, ansiaba
por llevar á caho el ]lloqueu continelltal contra
los ingleses. Portugal siempre sumiso á estos
contrariaba las miras del soldado venturoso, el
cual decidió por este motivo atropellar por todos
los respetos, y esclavizar á los que faltaban á sus
mandatos. A pesar de los reparos del eoncienzudo
Cárlos IV se trató de la desmembracion de Por-
tugal: debianse erigir 3lli tres feudos para la E5-
P3Ü3, uno con objeto de indemnizar al Príncipe
de Etruria, y el otro para el Príncipe de la Paz,
que lIevaria el título de Príncipe de los Algarves.
J<:n rirtud de este tratado, que se firmó en Fon-
tainebleau el 27 de Octubre, las tropas francesas
pisaron el territorio espatol, y unidas con las
nuestras se ~poderaro!l rápidamente de Portu-
gal: (1) pero bien pronto nuevos destacamentos,
a pretcsto de apoyar á los primeros, principiaron
á ocupar el Norte de la Península. A vista de esto,
no pueden menos de chocar á todo hombre im-


!I) Véase la Biografía de Fernando VII.




GODOY. ti
parcial estas hin(,]¡adas palabras con que empieza el
Príncipe de la Paz el prólogo de sus Memorias.
«Cuando en "Cayo de iSOS, víctima lamentable de
la faceíon inkua que llallló á Napoleon á entro-
meterse en los Ilegocios de I~spaña .... " j Ah! no
tuvo la culpa de los desastres de España quien
hizo á N apoleon entrometerse en sus negocios, sino
quien le autorizó á meter en ella. sus regimientos.


Dificil es en esta parte disculpar la contIucta
del Príncipe de la Paz, y las esplicaciones que
dá en sus Memorias satisfacen harto poco. Au-
torizando la conquista de Portugal por el dere-
cho del mas fuerte, y apoyiÍndola con nuestras
tropas, debia temer verse algun día herido por
los mismos filos; y la Providencia que castiga
la injusticia de los hombres, con sus érrores
mismos, hizo que las tropas francesas, despues
de subyugar á Portugal quisieran hacel' lo mis-
mo con Espaila. En vano el Príncipe de la Paz
tratará jamás de dar un brillante colorido á les
actos de su política con la Francia. Nuestra pa-
tria habia llegado á ser no una aliada sino una
tributaria de aquella. Nuestros caudales estaban
á su disposicion, la marina á sus órdenes, y los
ejércitos marchaban mezclados con los suyos á


2




18 PERSONAJES CEI,EíH\ES.


la victO'riú. Por (>] tratado de CampO' FO'rmiO' SE'
habian crdidO' á la Franeia la Luisialla, y diez na-
víO's de línea de los que habia en Brest , iI
trueque de la Etruria, que se habia adjudicaJo
al Duque de Parma, cO'n el título de reinO':
para desembarazar á las tropas francesas, ulla
division espaiiola al mandO' de D. Gomulo Ofa1'-
ril pasaba á custodiar á Florencia. PO'co dt'SpUl>S,
unida esta division con otras hasta en número
de 14,000 hO'mbres, iban á guarnece!' las islas
del BálticO', al paso que IzquierrlO' aproo taha al
Emperador 24 millones, pertenecientes <Í la Caja
de cOIlsolidacion, prescindiendo de O'tros llIuchos,
que anteriO'rmente se le hJhian entregadO'. ....0
basta por cierto citar algun hechO' de €nerp-w,
porque estO' prO'bará cuandO' mas qlle el abati-
miento no habia llegado a lo sumo, y {JlIC la
nacíO'll poco antes tan vi!,orosJ, podía sacar aun
fuerzas en medio de la flaqueza, ;Í que las cir-
cUllstancias aci¿lgas y los errores del Gobierno
la haLian conducidO'.


PerO' aunque no se puede menO's de acusar
al Príncipe de la Paz pO'r su errada pO'lítica, no
pO'r eso parece crei blc, que su conducta tO'rtuosa
ttlviera por O'bjetO' tl'oear la dinastía, corno mu-




GODO\ . ¡ l'
"


t'has reces, y no sin razones, le han echado en
~ilra sus contrarios, y que ha sido la causa en-
tre otras, de que el pueblo abrigue todayia con-
tra el ese ódio injnsto en parte, pero al mismo
tiempo general, inveterado y profllndo. Aunwntósc
este mas y lilas ron la ruidosa causa del Esco-
rial, C*) pn l;¡ cual se consultó iI Napoleon, sin
durla [lor no SPl' menos que los que le hacian en·
t1'0mete1'Se en los negocios rle España.


Entre tanto, los franceses faltando escanda-
losamente al tl'atado de Fontainebleau, seguian
imadiendo la Península, y apoderándose de las
plnas fuertes A guisa de salteadores. Los TI eyes
y su favorito, conociendo su error, se decidieron
por fin ~ enmendarlo, concentrando las fuerzas
pspatlOl[\s ;d otro lado del Tajo, y poniendo á
sall"O 1.1 Corte 1'11 Srvilla, Pero la hora de la es-
pi,J('ion li~hi;l ;;ollado , y estaba previsto que esta
,erjet neerhJ y tt'rri ble. EI'U una noche lóbrega del
mes de iH~l'W de 180S ,en que se juntaba al ru-
mor de las aguas uel Tajo, yal desapacible soplo
dpl cierzo, el Ill\ll'mnl!o del populacho qu~ sitiaba
las aH'nidas drl ¡¡lc~;7.nr de Arnnjl1ez, donde á


'*. Veasc la llingl'a!ia de, Fernando VII tomo lIJ.




20 PERSO:>iAJES C~LEIlRES.


la snon residía la Corte. PrepariÍbase para acos-
tarse el Príncipe de la Pn, cuaudo llegó á sus
oidos el estruendo de las armas y el clamoreo del
pueblo que atacaba Sil casa. Eran los partidarios
del Príncipe de Asturias, que al ver la comitiva
de Doña Jos~fa Tudó, compuesta de Guardias
de Godoy, habia tratado de reconocerl:!o Un tiro
disparado por un Guardia dió principio á la re-
friega; la turba arrolló torios los obstnculos, in-
vallió los saloues del favorito, y cOllde~ló al fllt'¡.!O
sus preciosos muehles. Aquella casa desmantela-
da, ruinosa, sill balcones ni v('n t:lIlas, perola.
Ilece aun silenciosa y triste, cllal mUllo testigo de
los horrores de aquella I1oe!le tormentosa. En vallO
los conjurados habían recorrido todos sus rinco-
nes en busca de la apetecida víctima, quc muer-
ta de sed y cansa {ldo perlllanecia oculta entre
las esteras de un desvan. Creíanle todos á Go-
doy escondido en palacio, ó hllyell(b hácia An-
dalucia, cuando cireuló el rulllor de que habia si-
do preso por los Guardias que (~ustodiaban su casa,
á quienes se habia entregado [lor necesidad. ACll"
dió al punto un piquete de Guardias de Corps que
se ofreció á escoltarle hasta su cuartel á fin de
ponerle en salvo. Entol1ct'S se vió un espectáculo




GODOY. 21


terrible de las venganzas populares. El Príncipe
dp, la Paz, aquel ante quien numerosas turbas in-
clinaban sus erguidas frentes, marchaba ahora
entre dos calJ;\l\os, apoyados los pies eu los es-
tribos, las manos en los arzones, siguiendo pe-
nosamellte el trote de los c~hallos. En vano los
Guardias se apiíiaban al rededor; una multitud
ébria de rpngilllza, le disparaba certeros gol-
pes, y se dejaba piS<ltear tle los caballos á trueque
de descalabrar i,] aborrecitlo favorito, sin que su
ahatimiento eseitase mUéstra alguna de sensibi-
lidad en aquellos empedernidos corazones. Hacia
pocas horas que el Monarca traspasado de dolor
habia firmado aquel mismo dia (18 de Marzo) la
exoneracioll de Godoy de los empleos de Genera·
lisimo y Almirante, )0 cual había sido acogido
por la Illuchedumbre con trasportes de entusias-
1110. Al oir el lluevo griterío, y noticioso de la
eausa que lo promovía, envio á su híjo á sal-
'·ar la vida de su infortunado amigo. A S\l vista cal-
mó el tumulto, y dirigiéndose al preso á quien ro-
deaban los Guardias en el iÍtrio del cuartel, le dijo
con gravedad, te perduNo la vida. - ¿ Es ya V. A.
Hey? le preguntó Godoy con adlllirable serenidad
en t/m crítieas circunstancias. -¡Yo, respondió el




PEllSO:'líAJES CELEBJiES.


Príncipe, ]Jero lu seré muy luego. Al dia siguien-
te se hallaban cumplidos sus votos; pero la coro-
na que acababa de alzar del suelo, elllpañada con
el lodo de un motín, no radlaln ya en sus siell~s
con el esplendor antiguo.


Antes de la abdícacíon, Cárlos IV deseoso
de salvar á su amigo habia mandado condu"
cirle prisionero al alcázar de Sevilla, y nombrado
para esta comision al pundcHloroso D. Martin de
la Carrera á quien se miraba como afecto á Go·
doy, por haber pertenecido ¡í su cuerpo de Guar-
dias. Hallábase á la puerta del euartel el carrua
ge que habia de conducirle, y Carrera manifes-
taba al piquete de Guardias el objeto con que ha-
bian formado, cuando algunos se negaron á se-
guirle. Irritado Carrpra ¡Í \"ista de aquella insu-
bordinacion, gritó" la órdcLl está dada y se ha de
cumplir; si no hay quíeu venga eonmigo, le
escoltaré yo y moriremos juntos." n No bien lo


(') N os hemos detenido en este incidente, porque se ha
considerado la detencion del carruage á la puerta del cuar-
tel como una éstratagema para principiar los amotinados
el segundo alboroto: pero esto no C3 exacto, y [o que
hemos referido nos consta por al;;nllos Guardias de aqueo
Ila época.


Uno de los primeros actos de Fernando VII fue quita!'
á_ Carrera el mando que tenia en el cuerpo de GuardiaB,




llODOY. 23


rwbia dicho, clIi111do se oyó fuera un eonfuso
griterio del pueblo, que llotieioso de la fuga,
trataba de embarazarla inutilizando el carrua¡l'e,
por lo cual los Guardias temerosos del popula
ellO, que amenazaba el cuartel, se vieron [lre-
cisados á escouder su prisionero eutre la paja. Al
sacarle de ella pasado el peligro, no pudieron
tos Guardias men()s de horrorizarse, viéndole pá.
lido , estenuado de fatip;a , el rostro lleno de san-
gre coagulada, á la cll~1 se habian adherido al.
gunas pajas; yen medio de aqut'1 espectáculo de-
!>olador, oyeroll respetuosamente de su boca pa-
¡aLras de energia, que no pudieran esperar.


Eutretanto los lleyes padres, mas alarmados
con el peligro de su amigo, que con el suyo pro-
pio, hacian las mas vivas dili 5encias para salvar-
le á toda costa. Resentidos del poco decoro con
que los miraba su hijo, se vieron en la precision


nomlmimwlc Coronel del rfgímiento de Algarbe, que es-
tuba en el N Ol'lC. )landose hacer el uniforme precipitada-
mente, y al otro dia se presentó con él á besar la mano
al Rey y despedirse, d~jando confusos á sus émulos. Este
bravo olicialmurió de un pistoletazo en las calles de Murcia,
batiéndose con seis dragones franceses, de los cuales habia
muerto dos a sah lazos. A provechamos esta ocasion de hacer
mencion honorilica de uno de nuestros mas valerosos milí- .'~.
tar s.,·/ 'f. '='¿ .




24 PERSONAJ ES CELEBRES.


de acudir á Murat, que envió desde Madrid pora
protegerlos al General Monthion, con algunas
fuerzas. En la entrevista que tuvo COI! ellos aSE'gu-
ro Cárlos IV nI Genernl h'allcés, "que In muerte
del Príncipe de la Paz cuusnrin In suyn , pues le
era imposible sobreviviele. u


Curiosa por demas es la correspondencia, que
siguieron con este moti~·o los Reyes padres y la
Reina de Etruria, su hija, con el Emperador y
Generales frnnceses, si bien quisiéramos que jn·
más se hubiernI! pUlllicado las cartas de la Reina
María I.uisa. Ideas exageradas, pillturils horri-
bles de su hijo, y súplicas las Illas apasionadilS
y humillantes por el Príncipe de la Paz, forman
el fondo de aquellos eseritos. A pesar de algunas
buellas cualidades que adornahan á aquella Reina,
lo.s españoles le han profesado y le conservaI1I\UU
profunda nversioll, y han infamüdo su mellJoria
con los cuentos mas ahsurdos; por dpsgracia las
cartas que nos arrancan estas tristes reflexiones,
eoutribuyen harto poco para lev<Jntar su buena
memoria.


Por el contrario en las de Cárlos IV se obser.
va mayor decoro, si bien no son menos apasiona-
das al hablar de ~u amigo.




(¡ODO'\' . 25


l'rincipiábasc <Í formarle eausa con ap;¡rente
actividad para satisfacer al pueblo, y seguia preso
todavía en ~l castillo de VilIaviciosa y mediana·
mente asistido, ('liando recihió el Rey una célrta
fecha lG de Abril desde Bit yana , en que mani-
festaba BOllapafte su desuprobacion por la causa
que contra el Príncipe de la Paz se h~hia iB-
cohado. A'I mismo tiempo el Duque de Róvigo so-
licitaha su libertad, á la cual uo accedió elnue-
va gobierno. Pero poco despues de la salida del
Rey para Rayona volvió el mislIlo :Hurat á recla-
marla, /wrn clIIllplir la palabra qüe habia dado
á los Reyes padres de sacar á Godoy de la (>1'i-
siol} a todo trance; y la junta de gohierno, inti·
midada al oir el tono e'lérgico uel Dnque de Bel'g,
a<:cedió , auuque con repugUDllcia, á que se en~
tregara tÍ los franceses, dando para ello las órde.
lJes oportun¡IS al J[urqués de Caslelar encargado
de su custodia. Ouedeáó lalllbien este coo. 110 poca
repugnancia, y veriUcó la entrega á las once de
la noche del dia 20 de Ahril, poniéndole en ma-
llOS del Coronel francés Marte!. Poco des¡mes
salió escoltado por tropas francesas para Bayona.
donde llegó el :2G, Y tuvo una larga entrevista con
el Emperador á poco de haber llegado.




26 PERSONA,IES CELEBHE".
Cuatro dias despues llegaron <Í llayon:l los des-


tronados Monarcas, cuyo placer fue inesplicable
al estrechar entre sus brazos al amigo l/u 110 creian
volver á ver, Napoleon los coúvidó á cOlller al dia
siguiente, y al sentarse ú la mesa, oyó con estra-
íi.eza decir á Cárlos IV "j y :'Ilanuel! ¿Dónde está
Manuel?" Esta inoportuna exijencia hubo de cho-
car ni Emperador, que no obstante accedió á que
Godoy se sentara á la mesa, por no disgustar al vie-
jo Monarca, á quien tan profundo dosengallO pen-
saba hacer sufrir deutro de poco tiPIlIPO,


Las conferencias de B¡lyolla tuvieron un fin
harto triste. Cárlos IV conociendo la imposibilidad
de volver á ocupar el trono de España, y á ins-
tancia de Napoleon, al:dicó en él, por segunda
vez, con fecha 5 de Mayo. Aquel tratado ignomi-
nioso fue autorizado por parle de Cárlos IV, con
la firma de D. Manuel Godoy, que usa en él su
tratamiento de Alteza Srmd, Príncipe de la Paz,
y Conde de ¡':vora·Monte. Cinco dias despues sa·
lieron los Reyes padres para Fontainebleau de
órden del.Emperador, acompañándoles en su triste
retiro, la Reina de Etruria, su hija, (víctima
tambien de la ambicion del hombre grande), el
Infante Don Francisco y el PrínCIpe de la Paz; y




fiODO\'. 27
de alli tl'asl,tdaron su residenciR ¡¡ COlllpiegne.
Triste y olvidado de todos pasaba alli su vída el
bondadoso Cárlos 1\' , rodeado del estrecho círculo
de su familia, y sujeto á peuosas privaciones,
harto duras para quien abdicara un sólio. Víctima
de las circunstancias, y de errores y males, que
en su mayor parte liO pudo evitar, lloraba en
secreto las desgracias de I~spaüa, pero sin abatir
su grandeza, ni adular al causante de tuntos da-
l-lOS, como hacian sus hijos desde Yalencey. Sus
achaques le ohligaron á bus~ar un cielo mas be-
nigllo, para lo que trasladó su residencia á !\lar-
sella, y desde allí á Roma, luego tjue cayó Na~
poleoll. Aquella ciudad con sus ruinosos monu-
mentos y sus recuerdos de pasada gloria, parece
destinada ~ cobijar en su seno todas las notabi-
lidades contemporáneas, que las contiendas po-
líticas van lanzando de su puesto. Allá marchó
tambiell el Príncipe de la Paz, cuya desgracia
íntimameute ligada con la de aquella destronada
fa1l1ilia, le unia mas y mas á ella, con la simpa-
tía que naturalmente escita n los comunes pa-
decimientos.


Tampoco allá le dejó sosegar la venganza de
sus enemigos; y á pesar de la nulidad á que se




28 PERSONAGES CELEBI\ES.
hallar.a redllcido, vióse acusado como en otro
tiempo de los estorbos que sufrían en sus proyee-
tos. Luis X na habia escrito confidencinlll1ellte ri
Carlos IV sobre las miras del Congreso de Viellu
respecto de su persoua, y los recelos que le ins-
piraba la errada po~ítica del Hey de Espaüd. Al
mismo tiempo le suplicaba renovase su a[¡Ji(~acion,
pues la protesta que bal;i~ hecho contl'a ella en
Aranjuez> ponia á las Cortes en el conflir,to de
considerarla como nula, C:'rlo<; ry contestó, que
no tenia inconveniente alguno eu al,diear, pero
que por nillg!J1l conf'epto se hieiese mencioIl de
los escandalosos sucesos de Aranjuez. ","oticiosa la
corte española de esta contestacioll > se alarmó
c6utra ella. y movió todos los re ,artes contra el
que creia autor de tal respuestu.


Una noche se presentó de Illlproviso en la
eámara de Cárlos IV el virtuoso Pontíl1ce Pío VII,
y notilicó á sus augustos huéspedes el compro·
miso en qne le ponia el Rey de r:spaíla, de ar-
rancar de su compañIa al PrillcilJe de la Paz.
-C< i Pues qué, replicó Cárlos IV; ¿ somos algunos
prisioneros? - ~í, respondió el PoutíHce; prisio-
neros de la paz,)) - Y logrando call1lar su emo-
cion, procuró convencerle de la necesidad de




GODOV 29


aquella medida. Accedió Cárlos IV con no poco
dolor ú separar de su lado á su único amigo y
último cou,nelo, y despue, de Hila tristísi ma
despedida Go:loy fue traslalJado ñ ré;¡saro. Poste-
riormente maL'chó á P:lrís, donde actualmente
reside.


En 1836. Y por consiguiente des pues de la
muerte de Fernando VII, se decidió por fin Godoy
á publicar sus Memorias, largo tiempo anhela-
das por los hombres imparciales. Hahia ofrecido
á Cárlos IV abstenerse de hacerlo durante la vi-
da de su hijo, y cumplió su promesa. La puhli-
caeion de esta;; '\Iemorias causó honda s¡msacion
en el público, rectlfieáronse no pocas opiniones
equivocadas, y quedó abierto el camino para
una parte (le la historia contemporánen. Pero
aunque lerantndo en parte del fnngo en que la
maledi(,encia le hahía sumergido, no por eso la
opinion púhlic<l le ha eleyado á la altura, que
en sus :\Iemorins parece anhelar. Hay en ellas
razones y descargos que no satisfacen entera-
mente: hay en ellas tambien algunos puntos,
que el autor no quiere tocar, y á fé que en esto
alabamos su prudencIa, porque vale mas callar
que lJacpr alarde procaz de una locuacidad inso-




PEIISO'iAIiES CELm;HES.


lente, cuando las contestaciones solo (¡an de 53'
tisfacer á mp,dins [fallamos tambiell asaz I'e'
prensibl¡, el furor ron q<le se ceba en sus ene-
mi\\os, si!! respetar ni la vida privada de Escoi-
quiz, ni los defectos personales de Caballero.
Quien implora la misericordia de sus coneiuda-
dallos, debiera prinCIpiar por respetar á sus ene·
migos. Por lo que hace al estilo y al lenguaje,
sentimos decir, que <"tiesta trabajo leer IIIla obra
llena de galicismos, disculpables por cierto si se
atiellde á la el1ligracioll tan larga del autor.


La sistu1lcion actual del antiguo valido de
Carlos IV es muy poco lisongera, y la fortuna,
que « semejante á las damas, segun el célebre
dicho del Elllperador Cárlos V , se muestra solo
galante con los jóvenes" ha hecho sentir sus dis-
favores al desgraciado alleiauo.


Sobre este p:¡rticulal' nos perlllitiremos rcpl'o-
ducir 1<18 palabras del célebre orador D. Antonio
Alcalá Galiano, en SlI lindo artícnlo titulado
dos visitas al Príncipe de la l'a:. (*). Despues
de referir la que hubo de hacerle, siendo niüo,
en cOlllpaliia de sus tios, cuando elnombramien-
to de Almirante, pasa á la segunda verificada en


(") En el núm. 20 ,lrI lomo r. ud Iris, alio \SH ,




,¡(¡Í)OL
.11


L'; rlr I':ncro de IR3? • Acerté al cabo, dicecon
,u /llnllsion, CJm' era en el ('u arto piso de una
ras~ deeellte, pero distante asi como de lo pobre
tlp lo suntuoso. L1nmé ¡Í la puerta, salifÍ ú abrir_
m('la UIl triado de modesto porte; le pregunté
por SIL amo, le dij'l mi nOlllure, entrose él a-
dentro vo!l-ió á pOI~O rato, y me convido á pa-
sar adelnnte hasta Illi aposento chico, y de esca-
so adorno, donde vino á recibirme un anciano
vestido casi con pobreza; y el anciano era el que
treinta aílOs antes cami!laba igual ó superior á
,11 ney; al Hey de E,p:1I¡a, entonces Señor to-
dal'¡;; de dos 1ll1l[]{!OS"


"El Príncipe de la Paz me lwoló de su tris-
jI' ,ituaeioll, de sus justas pretensiones, lJUE'
COII tanta injuslicia 110 le concedia y le sigue
neC;<llldo el Gohierno de Espalia ,. Apenas le oia
yo, porque en mi b1'el'e I'i~itd ilUDO de cllcoger-
~ellle el C:H"aZOll y los ojos se me arraSJrOIl en lá-
grinws, y se me cEc:1lldecieron las mejillas, vien-
do uCJud ejemplo de lo brel'll y falaz tle la gran·,
rlez3 IlUm~lla, considerando aflllel lastimoso es-
¡w,·,tá,·ulo de un hOIllIJl'c sobo ~yiliendo lwstü á sn
Il1emoria , v eons;'krap,]·, ;.j ,.t1lUlllano rencor




32 N:nSO:i.UES CELFBIlF.S.


con que trat3b3 mi patria ú un ente tDll des·
vt'llturado. ,-


"y un pensamiento me ocupo la mente, do-
loroso pero f'x:icto , el cual hoy mislllO en ella
subsiste. Todo se IllU da en Espafw, y sin em-
bargo el odio prrSfVf'ra. Si no es culpable el Prín-
cipe de la Pn i.{;ÓmO es que aun está padecien-
do el Illas severo castigo, sin que en su favor
haya quiPn invoque la jnsticia? Si fue culpado,
¿cómo DO se le aplican las amnistías darlas á
cuantos lo fueron de delitos políticos, en las
c;lales ciertamente está comprendido, pues que
ninguna razon ni escepcion nominal de ellas le
escluye?»


"De pedernal debe tener bl pecho, qu ¡en s ¡
viÍ á visitar al pobre ¡¡neiano, un tiempo tan
podproso, no se enternece y pide, que se 11' dP.
un pedazo de pan para vivir, y un pednzo de tier-
ra para sel' enterrado en España, al que solo
aspira á poesentar állí donde m~ndó una muestra
mas de la fortuna y del rigor de la dcsgrncia.»








M. DE LAFAYETTE.


«Declaro que aunque quiero mas la
Repú.blica que la Monarquia , quiero
mas la Libertad que la Repüblica .....
Asegúrese elta á todos los ciudadanos
y estoy contento."


LHAYETTB.


Ha sido dado á un lUismo hombre, en el es-
pacio de medio siglo, el tomar una parte ac-
tiva en los cuatro mayores sucesos que han
agitado al mundo moderno: la revolucion de
América. la revolucion francesa de 1789, la cai-
da de Napoleon, y la revolueion de Julio de 1830.
Basta este solo hecho para esplicar por sí mis-




2 PERSONAJES CELEIlTIES.


mo el significado revolucionario 1 uaido en tod~s
partes al nombre de Lafayette. ¿ Y ('uál es el
valor histórico de este nombre, el [(¡as popular
de todos los nombres contemporáneos deslJUe,
del de l'IapoleoL? ¿ Qué elementos eomponeu la
gloria de Lafayette? Esto es lo que vamos :í es-
darecer, examinando los hechos con tanla lilas
facil imparcialidad, que el hombre y sus obras
pertenecen ya en el dia cOll1pletamente á la
historia.


Durante la guerra de siet.e arlOS que tan fa-
tal fue á las armas francesas, en In batalla de
lHinden, un jóven Coronel de grauaderos, he-
rido de una bala de caüon, mori" á la ednd
de 25 años, dejando una viuda en cinta, en un
"iejo castillo de la Overnia. 1';n este eastillo de
Ch .. vaniélc, cerca de llrioude, nació el (J de Se-
tiembre de 17.17 María Pablo José Gilbcrto de
l\Iotíer, l\larqllés de Laf~yette. Desde muy nill0
perdió á su madre, y á In edad del G años se
casó con MlIe. de Noailles, hija del Duque de
Ayen. Aquel enlace ofreció á Lnfayette el mas
bello porvellir, pues p:.¡do prese!1t~rse en la Cor-
te de Luis XVI, Y de María Antollieta, y lle-
gar á ser UllO de los brillantes favoritos de la




LAFAYETTE-. 3


epoca; pero no quiso seguir ¡¡quel camino, pues
teni~ la mision y presentimiento de adquirir la
fama de que estaba sediento.


Estalló la insurreceion de América j Lafayet-
te simpatizó al momento con tan noble callsa,
y cOlllrajo amistad con el sabio Frallcklin, que
se hallaba entonces en la Corte de Francia, abo-
gando por un pueblo sublevado contra la opre-
sion. Llegó sin embargo á Francia la noticia de
los desastres de los insurreccionados, y se supo
que su ejército vencido pOl' 30.000 ingleses, que-
daba .reducido á 2,000 hombres: negóseles des-
de e:Jtollces toda c!ase de crédito, y sus comi-
sionados en Europa no pudieroll siquiera conse-
guir el aprontar tI[} buque para llevar sus despa-
cho~. Laf¡¡yelte habia resnelto ir a pelear con
'.Yabilignton ; Jos <:omisionndos intentaron en va-
no distraerle de tan élrriesgatla clIlpre~C\, cuyos
peligros seniull solo para inflamar CO!l lluevo ar-
dor al generoso defensor de tan hermosa causa.
Sordo á cuantas observaciones se le hacian, y
sin atender á los obstáculos que le oponían ¡él
Franciél y In Illgl::lterra, tripuló á sus espensas
UIla fragata, y partió para Georges·Towll, donde
desemlJat'có en Abril de 1777. Pasó desde alli á




...


Filadelfia, y solicitó senir en clJse de volunta-
rio y sin sueldo. El Congreso no tardó en
concederle el grado de General l\layor; pelean-
do sin embargo como voluntario en la batalla
de Brandywine, en 11 úe Setiembre dn 1777,
donde fue herido de grawdad, y recibió lo
que Ilam¿¡n los militares el bautismo de san-
gre. 1\0 bien deatrizada aun su herida, se le
'1\Ó eon¡;r & l\\\I\VOS peli.gros. Gefe de un destaca-
mento de milicias, b3tiÓ á un cuerpo de In-
gleses y IIesesses. que tenian la ventaja del
número y de la esperiencia sobre sus bisoñas
tropas. A poco tiempo, votó el Congreso un;;
accion de gracias eu favor ~uro, por no haber-
se dl:"j3do seducir por el brillo de una victoria
inútil, y se le confil'ió entonc2S el manúo de
uua division. Mas adelante fue promovido al
grado de Géneral en Gefe del Norte; pero no
quiso aceptar aquel lluevo honor, sino con la
conqicion de seguir bajo las órdenes de Wa-
shington, dando en ello pruebas de que soll) ambi-
cionaba el bien general.


Despues de haber defendido con un puí'iado
de gente un pais estenso, salvó á 2,000 suble-
'Vnoos CerCdtluS por el ejercito inglés; se disti n-




LAFAYETTE.


guio en la ])ata lla de Mon mouth) ganada por
los americanos el 27 de Junio de 1778, Y mar-
chó en seguida con su division á cubrir la re-
tirada de Sullivan, q'Je se veia precisado á
abandonar á Hhode-Insland, valiéndole la im-
portancia de semejante servicio Ids gracias del
Cougreso, y una espada adornada con figuras
alegóricas, que le en vió Francklin á París, adon-
de habia ido en 1779, despues de r,)conocida
por la Francia la independencia de América. La-
fayette solo permanedó en su patria el tiempo
necesario para proporcionarse soc:orros de hom-
bres y dinero, y se apresuró á hacerse á la ve-
la luego de obtenidos. Fue recibido en Boston
con entusiasmo; anunció la llegada del General
Rochambdau, y marchó al ejército. En 1780
mandó la vanguardia de 'Vashington, y se libró
de las consecuencias de la defeccioIl del Gene-
ral Arnold. En 1781 estuvo eneargado de la de-
fensa de la Virginia, con solo 5,000 hombres
faltos de todo recurso; y sin embargo resistió
durante cinco meses á todas 1(\8 fuerzas de Corn-
wallis, quien h~Lia dicho COIl imprudente bur-
la que el muchacho no se le podia escapar;
pero los sucesos desmintieron pronto aquel pro-




6 PERSO:'l'AJES CELEBRI;S.


nóstico, y de repente se encontró el mismo Ge-
neral bloqueado por mar y tierra. Lafayette aca·
baba de contribuir á aquella operacion eon un re_
fuerzo de 5,000 hombres, estaba seguro de que
el enemigo no podia escaparse, y á pesar de las
instancias del Almirante francés, Conde de Grasse,
prefirió el ahorrar sangre á una victoria eierta.
Esperó la llegada del ejérc ito de Washington
y de Rosembeau, y desplegó en el ataque una
rara intrepidez, tomando á la IJayoneta, él el pri.
mero, un reducto erizado de caüoues. El re-
sllltado de la victoria fue la capitlllacion de Corn-
wallis en York-Town. Lafayette no se dejaba
arrastrar por el valor y In impetuosidad de sus
pocos años, antes al contt'ario se parecia en algo
al contemporizador ~Washillgton.


L¡l'iuytL'L1l TI'3T"OÚ "n\m)\)"", {, l't'1> .... ~\'1t Y>'¿,l'Ol
apr2surar el eurio J.) Iluevos refuerzos. Iba á
dar la vela con el Conde de Stniug, á quien se
habia unido en Cádiz con 9,000 hombres, cuan·
do llegó la noticia de la paz. La guerra de Amé·
rica habia popularizado estraordinariamente á
Lafayette en Francia y aun en la Corte, y se
dice que la misma Reina le aplicó en UIJn
representacion pública los dos siguientes ver·




I.AFAYETTE. 7


sos de la tragedia de Bayardo de Dubelkly;


Comme un jeune Hon, iI cherche les batailles.
Comme un YÍeux general, il sait les eviter.


No seria fáeil adivinar las causas que enage·
naron á Lafayette el cora lOn de aquella Princesa;
pero es constante que le habia dispensado mu-
cho aprecio y confiama, y que estos dos senti-
mientos se habian enfriado en ella muy antes
de los primeros síntomas de la revoluciono


lntimamente enlazado Lafayette con 'Va·
shington, y conservando siempre el mas tierno
¡nteres por su América querida, emprendió un
nuevo viaje al pais, á cuya libertad habia con·
tribuido. Fueron recibidos él y su hijo con tras-
portes de agradtcilllíenlo; adquirieron ambos el
derecho de ciudadanos por una Especie de adop-
cion, tan rara como honrosa, y por último el
nombre de Lafayette era en todas partes un tí-
tulo de recomendacíon. El anciano Federico de
Prusia, y el Emperador de Alemania José II,
le manifestaron el mayor aprecio, y hasta apro-
baron muchos de sus principios, pero no su en·
tusiasmo por la nueva república. Sabido es que




PERSO:.'íAGES CÉLEBRES.
José 11 decia: _. "mi oficio es ser realista." Y el
filósofo Federico tenia sin duda en el corazon la
misma máxima; poseía adema s un amor fijo y
razonado al despotismo, 'lue nada hubiera po-
dido alterar; una voluntad de hierro, un poder
sin limites, y un gobiernO" l,;}stante ilustradO"
para hacer todo el bien posible, y administraT
j.usticia á todos; pero sin conceder ni reconocer
á nadie derecho alguno; tal era Federico 11.
Estas doctrinas no podian agradar á J~afayette.
La libertad dtl los negros era uno de sus pen-
samientos favoritos, pero queria que fuese gra-
dual, á fin de evitar los peligros de un callJ..-
bio repentino. Animado de estos sentimientos,
abrazó con ardor la causa de los patriotas Bá-
tavos, y hubiera querido poderles prestar el apo-
yo de su espada, como á los Americanos.


Nombrado Lafayette miembro de la Asamblea
de Notables, en 1781, pidió la supresi(ln de los
mandatos de encierro (lettres áe cachet) y de
las prisiones de Estado; obtuvo una disposicio.ll
favorable á la condiciun civil de los protestan-
tes, y fue el primero en hablar de la necesidad
de consultar á la nacion. Admirado el Conde
de Artois de semejante proposicion, le dijo;




LA FA "EITE . 9


• 10 que pedis son los Estados generales. - Es
mas, contestó el General, una Asambl a gene-
ral." No tardó en realizarse este deseo, y siendo
Lafayette miembro de la Asambleo constituyen-
te, propuso la primera declaracion de los de-
rechos del hombre, y apoyó la peticion de Mi-
rabean para que se alt'járan las tropas que el
Gobierno !Jauia aproximado ¡i la capital. En las
sesiones del 13 y 1 t de Julio de 1789, presi-
dia la Asamblea constituyente; y enviado el tí>
á Paris, despues del triunfo del puebla, y nom-
brado Comundaute de la Guardia Nacional, hi-
zo en aquel importante y difíeil destino servi-
cios inmensos á la pública tranquilidad, en
medio de la efervescencia de toda clase de pa-
siones, y de los movimientos de un pueblo siem-
pre dispuesto al tumulto. Las illlprudencias de
la Corte yel banquete de los Guardias de Corps,
ocasionaron los sucesos del ;; y G de Ol)tubre,
en cuyos dias, la Guardia Xacional, precedida
de una turba de mup.eres insurreccionadas, di-
rigidas por el faccioso l\Iaillard, arrastraron á
Lafayette á Versailles. Húbíase resistido por
mucho tiempo, pero cedió al fin, dando el mal
ejemplo de un gefe de la fuerza armada que se . , .t',~




10 PERSONAJES CELEBllES.


deja violentar por sus soldados. Al presentarse
ante el Rey con los comisarios, sus primeras
palabras fueron: "Seüor: no sé como me atrevo
á presentarme ante V. M. - Qué quereis? con-
testó Luis X VI; ya sé que babeis hecho cuanto
podiais." Asegurado. con estas palallras, libre
de un peso que le oprimía, se apresuró á ddr
una esplica,~ion, cuyo feliz efecto preveia. "Se-
ñor: he hecbo prestar juramento al ejército pa-
risiense de ser fiel á la nacioo, á la ley y al
Rey; V. 1\1. peede tranquilizarse, pues será
respetado.» Lafayette creia entoJlces lo que esta-
ba diciendo. Despues de esta conferencia, no
habiendo podido obtener que se le permitiese
cubrir la guardia del Palacio, arengó en la pla-
za de Armas á las tropas; todo anunciaba la
mejor disposicion, y principalmente la Guardia
Nacional de Versailles y París le aseguraron
de tal modo, que se retiró tranqnilo, no sin
baber qnerido dar cnenta al Rey de cuantas me-
didas habia tomado, lo que no pudo verificar
por habérsele dicho que acababa de acostarse;
por cuya razon J renQido él mismo de cansan-
cio, se retiró á descansar un poco. Acúsasele
por esto con furor, y sin embargo ¿ cuál es su




L.,F,~ YETTE. 11


crímen? ~~I Rer, su Hermane> y toda la Real
Familia se recogieron, y lo mismo hicieron los
Ministros, los Generales. y los mas celosos de-
fensor~s. El Conde de Estaing, encargado en-
tonces del mando de la Guardia Nacional de
Versailles y su guarnicion, cesó de vigilar; el
Duque de Guiche, gefe snperior de los Guardias
de Corps, cuy!) deber era proteger de dia y
de noche la vida del Monarca. dejó su puesto
y se retiró tranquilamente á Trianon, sin man-
dar establecel' patrullas y reconocer el parque,
i. Como puede ser responsable Lafayette por ha-
ber cedido á la neeesidad de descansar, de
las desgracias que sobrevinieron despues á la
Familia Real? Ademas, si se creyese que Lafa-
yette no hizo en aquellas circunstancias cuanto
debia esperarse de el, se comendrá en que fue
sublime al dia siguiente, El Rey, la Reina,
su Familia y sus Guardias le debieron su sal-
vacion. En el tránsito de Versai\les á Paris hizo
tambien los 1l1ayores esfuerzos por librar al Rey
de los ultra.ies que á cada instante le amenaza·
ban. Sin embargo, la Corte, víctima de sus
enormes faltas, se apresuró á acusar al Duque
de Orleans como autor de los sucesos de aque.




12 I'EHSÓNAGES CELEBRES.
lIos dias, y el mismo Lafayette pareció adop
tar aquella acusacion, y &e encargó JIluy im-
prudentemente de ipvitnr eu nombre del Rey ~1
Duque de Orleaus á pasar á Inglaterra, con una
mision que no era mas que un engaño. Segu-
ramente hubiera sido muy difícil á Lafayette el
refutar los cargos que el de Orleaus podia diri-
girle. Este no habia prollloviJo los sucesos deIS
y 6 de Octubre, y Lafllyette, que vencido hu·
biera sido condenado á JIluerte por un Consejo
de guerra,· corno rebelde; era solo un hombre
débil, que habia cedido á una prueba mas fuer-
te que su carácter, y un súbdito fiel dispuesto
á sacrificar su vida por su Rey; como lo probó
el dia 6. En aquella época, lo mismo que en
otras circunstancias, Laf~yette queria conservar
á todo precio á Luis X VI Y á la Reina, y afee·
taba ignorar ó disculpar las tramas contra la
libertad, que por otra parte se consideraba bas-
tante hábil y fuerte pala prevenir y contener.
Esto csplica por qué tardó tan poco en ser sos-
pechoso, acusado y calumniado por los ardien-
tes y sínceros amigos dc la revoluciono Su posi_
cion fue entonces cruel. Luis y la Reina, mi_
randole como su carcelero y el instrumento de




LAFA "EITE.


su ruina, meditaban diariamente dentro de su
corazoll, inflamado por el ódio, su castigo; y
una parte de los patriotas le creia traidor á la
causa del pueblo. Sin ellllJargo, como hacia los
mayores servicios en favor dp[ órden, protegien-
do la vida de los CilldadJllOS á costa de la suya;
como la G lIardia Nacional, compuesta de pro-
pietarios y gente interesada en el sosten de la
tranquilidad, habia depositado en él la mayor
confianza, parecia efectivamente que París obe-
decia á su bllprel11a influellcia .


.No puede negarse, que á consecuencia de
una conviccion de su entendimiento, mas dis-
puesto entonces a temer á los revolucionarios que
á los conspiradores realistas, no hnbiese entra-
do en un sistema de reaccion, que eseitaba al-
guna vez justos descontentos, y que no mar-
chase, sill preveerlo, d uua situacion de lns
mas dificiles entre la Corte y el pueblo. Sin em-
bargo, Lafayette obtuvo un admirable triunfo
en la federaeion de 14 de Julio 1790, que será con-
siderado ('.01110 unos de los mas bellos di as de
su vida y de la revolucion. Entonces le domi-
naba un pensamiento casi úuico, el restableci-
miento del ón!.en, y la aeacion de UD go-




14 PERSONAJES CELEPn~s


bierno fuerte y de acciono Entonces l\lirabeau;
animado del mismo pensamiento, habia entra-
do en tratos con la Corte ;Í peso de oro; y La-
fayette, que no se habia vendido, participaba
de los sentimientos del tribuno. ASl es como
se verifican inesperadas alianzas en el movi-
miento continuo y v·iolento de una revolucion.
1.;1 mismo Mirabeau con todo su genio, no era
capaz de resolver el problema de la uníon de
la dinastía con los derechos del pueblo, y del
restablecimiento de la autoridarl real ("on la
existencia de la liberwd. '\lurió Mi~'alwa!l, \
I_af~yP,tte continuó (·nsnyand() la resulucion del
problema; pero antes de todo hubiera debido
desconfiar de la Corte, y ascgllrars!~ de ella eon
la au toridad de un gran carúcter y la promesa
de un griln servicio,


Incapaz Lafayette de ¡¡rnm' tilles eoudiciones,
se- de;jó sorprender por la eV3sion de Vareunes.
Aun en el dla no se concihe como pudo con·
jurar la tempestad que contra él se levJntó en
los Jacobinos, donde D3nton le dirigió un ter'
rible apóstrofe. Despues de !'aher cOl'l'ido el
riesgo de ser inmolado como traidor por los
enemigos de la revolucion, que anunciauan dia-




LAFAYETTE. 1á


rwmente la fuga de Luis X n, se vió reduci-
do á la triste necesidad de hacer vol ver al Rey
como un prisionero, en medio de la Francia ar-
mada.


El decreto de la Asamblea constituyente que
sostenia la inviolabilidad en favor de Luis X VI,
Y le eximia por lo tanto de toda investigacion
sobre su fug:!, causó grande agitaciOll entre los
Jacobinos, y dió lugnr á las escenas del Campo
de Marte, el 17 de Julio, en las que Lafayette
tuvo nercsidad de emplear la fuerza pública
eontra los iln;otillados, y de presentar un sin-
,!Zlllar cuntraste entre el entusiasmo y las acla-
maciones con que le habian saludado el dia de
la Federaeion, y las mnldiciones de 'que le cu-
bria el ]luehl:! por aquella snngrienta !'scena.


Acepwrla la CO!lSlitucion Jlor Luis ,\\71, dejó
Lafayette el tnnndo, y se retiró á su país. Per-
tn~neció poco tiempo en él, pues habiendo he-
tho los emigrados demostraciones en las froo-
teras, que anunciaban sérias hostilidades, y la
apfoxilllacion dI' los estrangeros, fue encargntio
de un m;mdo ,.,Ilprrior: y rel'lwzó ó los ene-
lIligos en rarL,; l''I'ltOS. Entre tanto ~menazaba
estallar la ill,'\rr~"'dou en París, y Lélfilyette




16 PERSO:\:.\JES CELI'Bl\E'i.


escribió desde su campamento de !llaubeuge
una carta á la Asamlllea nacional, cuya lectura
causó en ella una violenta tempestad, y prin-
cipalmente en París, que prpsenció el movi-
miento del .20 de Junio, en el (mal invadió el
pueblo el Palacio del Rey. Apenas tuvo Lafayet-
te conocimiento de los sucesos de aquel dia,
quiso probar un nuevo esfuerzo en favor del
Rey y de la Constitucion. El 28 se presentó en
la barra de la Asamblea legislatira, pidió el
castigo de las violencias cometidas el 20 en las
Tuillerias, la destruccioll de las sociedades de
los Jacobinos, y medidas para la seguridad Gel
Rey, y para impedir todo atentado contra la
Constitucion. Aquel paSO no tuvo resultado al-
guno, y tampoco la tentativa de que se reu-
Iliera la Guardia Nacional para cerrar el club
de los Jacobinos; ni otra carta dirigida por el
General á la Asamblea, por lo cual se ,¡tÍ
precisad o á regresar á la fron tera, con el sen-
timiento de su impotencia y la cOllviccioll de
que habia pasado ya su reinado. La Guardia
Nariollal al verle abandonar la empresa, mani-
festó solo estériles pesares; la Corte se compla·
ció al ver decaer la popularidad de aquel cuyos




LAFAYETTE.


servicios no queda aceptar, á pesar de la in-
mensa necesidad que de ellos tenia; los Jacobi-
nos triunfantes, quemaron aquella misma noche,
en ,,1 Real Pa'ncio un maniquí representando el
héroe de la Fedt:'racion, y si hubiese permane-
cido en París le esperaba una llorrible catás-
trofe.


Lafayette, aunque cierto de las disposicioneli
poco favorables de la Corte y del Rey, se obs-
tinaba en querer salvnr á aquel desgraciado
Príncipe. St'guro del nncinllo Luckner, á quien
lwbiJ sabido atraerse, quería que Luis le man-
dase llamar, junIo con el Mariscal, para presen-
tarse en la Federacion, diciendo que la presen-
cia de los dos Generales en Gefe impondría al
pueblo. Al dia siguiente deLia salir el Rey de
París, bajo pretesto de ir á Compiegne, para
probar á la Europa que estaba en libertad. En
caso de resistencia, Lafayette se oMigaba á ar-
rebatar con cincuenta ginetes á la Familia Real.
Desde Compiegne, algunos escuadrones dis-
puestos al efecto debian conducir al Rey en me-
dio de los ejércitos, el cual huLiera manifes-
tado desde allí sus vt'rdaderas intenciones de
modificar la Coostitucion. En el caso de no


2




PEnSO~AJES CELEBRES.


surtir efecto ninguno de los medios propuesto;:
por Lafayette, estaba resuelto á marchar sohre
París. El Rey se manifestaha inclinado á seguir
los planes de Lafayette, pt'ro le detuvo sin em-
bargo un temor mezclado de repugnancia h<Ícia
el General. y principalmente la Reina que de-
sechaba el auxilio de aquel amigo fiel 'al trono;
"Confiad en Lafnyette, decian, id á uniros ri el
en su campo, os espera y os salrará. - Sí, lo
creo, contestó la Reina, salvará al Rey pl'rl no
salvara á la monarquia. » Jamás Lafayette, con
las mejores intenciones manifestó illl\1l0S júieio,
ni corrió mayores peligros pJra su reputacioll
futura que el! aquella circunstancia. Lo que
queria era imposible, y el éxito lo mi;;wo que
la derrota le hubiera perdido. Sobrevinieron los
acontecimientos del 10 de Agosto, que llegaron
a noticia de Lafayette en su rampamento junto
á Sedan, Contaba con su Estado lH~yor, con el
afecto de los soldados, con su juramento de
obediencia, y con la adhesion de algunos de-
partamentos cuyos consejos generales habian apro-
bado ~u carta de 16 de Junio, en que pedia se
cerrasen los clubs de los Jacobinos. AtrevitÍse á
1.eV\lntar la bandera contra la Asamblea lc¡risl;¡··




LAFAVETTE.


üva, dominada por los facciosos; hizo prender
;i los tres comisarios que ella le enviaba, se puso
en relaciones con las autoridades municipales
de Sedan, y se preparó abiertamente á organÍ!-
zar la resistencia' en nombre de la Constitu-
cion. Pero habia pasado el reinado de la ley;
los constitucionales habian dejado que la rclYO-
lucion tra$pasase el punto hácia donde podia
dirigirse. y la Francia entraba en la era de
'10s hechos consumados.


De los 75 departamentos que se habian aa-
herido, lIi uno solo se movió, escepto el de 105'
Ardenes que se asoció á la empresa del GeIJ.l¡-
ral; los soldados mismos, seducidos por los em~
sarios de la insurreccion parisiense, tardaron poro
en lIJanifest~rles su frialdad. Los Generales de '
los otros cuerpos de ejército, considerando in-
tempestiva la resistenciJ, se sometieron igual-
IlIl'nte; y Lafilyrtte demasiado comprometido
para retroeeder, no tUYO mas alternativa que la
huidn (¡ ln llIuerte. Despues de tomar todas las
disposiciones necesErias para que su ausencia ]:lO
perjudicnse á la seguridad del ejército, y de pro-
curar salvar en lo posible á las autoridades de-
SedaIl, ('~rgan,lo por escrito con toda la res-




PERSONAJES CELERRES.


ponsabilidád de la resist.encia, salió en la no-
cM del 19 nI :10 de Agosto, acompañado de
MM. BUI'ea:.:x de Puzy, Latour -l\lauhourg y al-
gunos oficialps de E. M. Durante el camino se
le reunió el ex·cónstituyente Alejandro de La-
rneth , á quien perseguía un decreto de arresto;
pasaron juntos la f~ontera y se preparaban á
f,ótrar secretamente en Holandit,. para ir en
seguirla á los Estados Unidos; pero recvllocidos
en las avanzadas austriacas, fUEron detenido~ á
pesar de sus protestas, y el 2 t fue conducído á
Namur, donde tuvo Lafayette una elltrel'ista con
el Príncipe Cárlos (*) desconocido todavía á la
gloria llero adomado de un cOrflzon generoso.
Conducidos despues á Nivelle, tuvieron que
sufl'ir los prisioneros un interrogatorio ante un
Mayor austriaco, e!l{'argado de recibir el tesoro
del ejército, que creian sin' duda que Lafayette
58 habia llevado consigo. "Lo único que co m-
prendo de tan estraña comision, contestó Lafá-
yeUE!, es que el Duque de Sajonia·Techen, puesto
an mi lugar, habria robado el tesoro del ejér-
cito." Llevados á I,uxemburgo, permanecieron
allí durante tres semanas los cuatro miembros


(1) Véase su Biogrüfia tomo n.




LAFAYETTE.


de la Asamblea constitu}'ente, y furiosos 10$
emigrados contra unos nobles que habi¡lU é ~r¡IJ·
zado la c~usa del pueblo, intentaron inmolar á $u
venganza al auto!' de la procJanJaciop de lo¡; dere-
chos del hombre. LleváronlGs fInalmente á Olmutb,
donde los esperaba!) horrii»)es c<llabozos, To~o
el genio inquisitorial, t(t(.Ia JiJ fria barbárie 4e
la politica austriaca, ago~Q su fl)ne~ta ~ieACj;~
para desesperar y dar tortura á t.afayettil; '~11
solo retra<ltar algt,tn¡¡ de ~l),S opillionc~ Jlubja-a
vj$lo fomperse sus cadellils, pero jamás quiso fa.
negar Jli ligeramente de SI.IS principios, Estuvo
dl)rante mucho tiempo encerrado solo en l/.JJ
calal>o~o, sin comunicar con njl\iie, y ~in qWi!
tantas desgrpei~s y privaciones pudieran a,batir
Sil illiolO, ni turbar un solo inst,a!lte la ~e¡:enj·
dad dI¡ Sl,I aln¡il. por último, el ángel !le la
t¡:rD\.ll'¡¡ COI¡)'IIg¡11 bajo al calahoz() á dad!) sus
ce.lestiale$ cOI1$l,lel(js, Laj o la forma de l\1me. de
Lafayette. Todos los \'erdaderQs IImigo~ de la
lillenad reclamaron eu vallO en favor del ilustre
pri~(,H1ero j en vano intervinieron los Estados
IJnido!l j fueron menester para conseguir la li-
bertad de Lafayclte y sus compaIieros, las vlc-
torias dI! Italia y la voluntad de BOllaparte, que




!2 PERSONAGES CÉLEBRES.
la estableció como condicion particular é impe-
rativa, cuando las negociaci()nes que terminaron
una guerra de prodigios.


Libre el prisionero de Olmuth, ninguna parte
quiso tomar en la revolucion del 18 Fructidor,
y se vió por lo mismo precisado á detenerse en
Hamburgo; pero adoptó la escarapela tricolor, y
entró en Francia cuando la revolucion del 18
Brumario. Lafayette, amIque animado de una
viva gratitud hácia BOllaparte, rehusó mezclarse
en la menor cosa de su gobierno; no quiso
aceptar una plaza en el Senado conservador, y
votó contra el Consulado por vida; accion es-
traña cuando mooos en un hombre que todo IQ
habia arriesgado, basta su reputacion de amigo
de la libertad, por salvar el principio monár-
quico; pero luchaba entonces entre sus antiguas
opiniones y sus inclinaciones republicanas. COR-
secuente con una de sus d('ctrinas favoritils, pe-
dia á Bonaparte el restablecimicnto de la liber-
tad de imprenta, y el Cóns\JI le contestó: «Si
concediese á Mr. de Lafayette lo que con tanta
instancia solicita, ni él ni yo estariamos aquj
dentro de tres meses:" Bonaparte cOllocia bien
que en a queHa época, no era todavía posible




'LA FA YETTE. '23


UD gobierno, COl! veinte ó treinta periódir.os que
le hubieran batido en brecha todas las mañanas.
El papel que representó Lafayette durante el
Imperio no dejó de ser honroso, pues probaba
la sinceridad de sus sentimientos, prefiriendo el
retiro y la oscuridad, <Í las situaciones mas bri-
llantes ofrecidas por el dueflO de lli Europa.


Vohiecon los Borbones en 1814, y Lafayette
se presentó de nuevo en la escena polítiea, con la
imperturbable canstancia de sus principios. Era
esta tan conocida, que el Conde de Artois que
habia permanecido líel al espiritu de la contra-
revolucion, decia : «Solo Lafayette y yo lli) hemos
~ambiado.» C*)


Durante los Cien Di:ls, apareció Lafayette
de nuevo en la r.~mara de los representantes,
y dirigido por la fijeza de sus principios, apre-
ciando mal la situacion y las cosas, confun-
diendo la época de 1815, en la cual ante todo
era preciso sal var el territorio, con la de 1789
en, que se habia de conquistar la libertad, dió
un golpe OIortal al Emperador, vencido en War-
terlóo, con una proposicion muy bella y salu-
dable en la apariencia, pero en el fondo im-


(') Véase la biografía de Cárlos X tomo IV.




24 PERSONAJESCIlLEBRES.


política y peligrosa. En lugar de desarmar al
Emperador, era preciso "oh'erle á colocar con
todo su génio al frente de los ejércitos, y ayu·
darle á esterminar á los enemigos; pero Lafa-
yette no tenia las luces de un hombre de Esta·
do, y su entendimiento no era tan bueno COIl:lJ
su corazon: de aqui proviene, que á ppsar de
la influencia que ha egercido ell muchas ¿pocas
de su vida, siempre ha sido inferior á las si·
tuaciones en que se habia colocado, ó que le
indir.aba la opin ion: las cosas grandes siempre
IIbortaron en sus mallOS.


Causó tambiell un perjuicio á la Francia,
apresurando la abdicacion de Napoleon; pero
SOibl'6 todo manifestó cuan :poco conocia su pro-
pia posicion e·oIl respecto á los estrangeros, ha.
ciéndose nombrar uno de Jos comisionados para
negociar una suspension de armas. Como era
de esperar, nooa pudo conseguir; y á su regreso
tttvO ~l sentimiento de saber la capitulacion de
P.arís, yla rp.tirada d.el ejército sobre el Loirll.
Entonces salió por lo menos de su boca un di-
-ebo noble y feLi.:: habiendo tenido el E~l\bajador
inglés la. "manía de pedirle que Napolcon fuese
entregado a hu; aliooo.s : -)He adJnira~ respondió,




LAFAYETTE.


que para proponer tal vileza, os dirijais al pri-
siollero de Olllluth." El 6 de Julio dió cuenta
¡j la Asamblea de las conferellcias de Haque-
nau, asegurando que lo s departamelltos que
habia recorrido participaban de los seutimientoll
espresados en el manifiesto del dia anterior.
El 8 encontraron los Diputados las puertas del
Cuerpo lejislativo cerradas, y guardadas por un
piquete prusiano. Lafayette los condujo á su
casa, desde alli pasaron á la de Lanjunais,
Presidente dc la Cámara, redactando los miem.-
bros presentes el actü que atestigua la violencia
hecha á los derechos de los Representantes de
un gran pueblo.


Despues de la segunda ocnpacion y vuelta de
los Borbones, Lafayette pasó á la Grange, don-
de viviÓ retirado, hasta las eleCCIOnes ¡le 1817.
l'1 Gobierno consiguió entonces impedir su clee-
cion; pero en 1818 triunfó de todflS ,los obstá.
culos. Durante el curso de su nueva carrera ~
gislativ.a, se mostró constantemente al frentA!
de la oposicion, manifestando sin ·cesar sus
princi.pios de t 189, cual si representára él solo
la Asamblea constituyente, de la que cm un
glorioso resto. Latayette tomó parte en varias




PERSONAGES CÉLEllRES.


conspiraciones contra los Borbones; pero l'a
siguiente espresion proferida por él, prueba que
en caso de necesidad hubiera arrostrado como
en 1790 los peligros de la Familia Real. «Lo
que me atormenta, decia, es saber cómo hemos
de salvar á estos desdichados que corren á su
perdicion; porque al fin será preciso salvar-
los .•


Sospechoso al pode.', y c.>n imprudencias es-
trañas eh un hombre político, hubiera podido
lOer juzgado y condenado; pero esta peligro no
alteraba su serenidad, y tal vez no hubiera
sentido mucho la desgracia de perecer en un
cadalso, como Sidney. Da lugar á creerlo la si-
gl'liente anécdota: "Sois, le decia un dia su có-
lega Laffiue, una estátua que busca su pede!!-
ttll, Y poco os importaria que este fuese nn
cadalso.-Es verdad, contestó Lafayette." En un
momento crítico estuvo muy tentado Luis XV:IIl
de hacerle arrestar; instruido Lafayette de aque-
lla ligereza del Rey. subió á la tribuna, y dijo
sustancialmente: "Háblase de ponerme en jui.
cio; no pido mas que presentarme ante un tri-
bunal, pues cuando esté alli diré ciertas cosas
que guardamos en el corazon un personage y




LAFAYETTE. 21


YO." Aquellas palabras impusieron á Luis XVIlJ,
que no quiso correr el rIesgo de sufrir frente
á frent~ las revelaciones de un hombre incapaz
de reservar nada; y Lafayette no tuvo ya que
temer á su real enemigo, pero sí el sentimiento
de perder á varios hombres que le habian to-
mado por bandera. Como él hubiera muerto sin
titubear, creia igual firmeza en los demas, y al
parecer no le conmovian mucho sus desgracias.
A pesar de ser bueno y adorado de su familia,
jamás se vió asomar una lágrima á sus ojos;
jamás se manifestó la menor señal de alteracion
en su semLlante, en medio de los mayores pe-
ligros.


El carbollarismo, que se habia ido d ebilitan-
do, se estlllguió del todo hácia 1823; Y Lafa-
yette, eliminado de la Cámara por la influencia
siempre en aumento del Ministerio, en las elec·
ciones que se verificaron despues de la guerra
de España, aprovechó aquel descanso para pasar
á los Estados-Unidos, segun lo solicitaba desde
mucho tiempo. Embarcose en el Havre el 13
de Julio de 1824, Y desembarcó el 16 de Agos.
to en Nueva-Yorl" donde le esperaba uno de IO!~
triunfos mas brillantes que jamás ha conseguido




PERSONAJES CELEBRES.


hombre alguno. Constantemente rodeado de un
pueblo inmenso, entre el ruido de las campa-
nas, el estampido del cañon y los vicas de la
mudlt~dumbre, r.l último de los Generales del
ejército de la independencia recorrió, durante
catorce meses, los veinte y cuatro estados de la
Union. Deseoso al Congreso de darle una muestra de
muniticenci<l nacIOnal, decretó que se le pagase una
cantidad de 200,úOO duros, COIllO indemnizacíon
por sus servicios y sacrificios durante la guerra
4e la revoluciono


Lafayette \'olvió á Francia en Octubre de
1825, fue enviado á la Cámara por los electores
de Mel1ux, el 24 Junio de 1827, Y entró de
nuevo con ardor en la lucha parlamentaria;
hasta que una nueva revolucion. llevándole
tambien al frp.ute de los negocios, probó otra vez
qu~ en él el IlOmbre debia ser siempre i¡¡ferior
á su destino.


No referiremos aqui detalladamente los acon-
tecimientos de las jornadas de Julio, por ha-
herlo hecho ya en las biogralWs de vlJriQ$ 4e
105 personages que en ella figuraron. Laf¡¡-
yette. el 29 despues de la toma del Luvre.
i.O.l.UIci6.á la reuuion de Laft1te que (lt.;eptava el




LAFAYETTE. 29


mando de la Guardia Nacional; pasó á la casa
de AJlIl;tamiento, y dirigió al pueblo victorio-
so su primera procla 1113, que terminaba con
estas palabras. "No haré profesion de fé: mis
sentimientos son conocidos .... la ¡ibertad triun.
fará, Ó pereceremos juntos."


Al dia siguiente, como el que si¡;uió al 14
de Julio de 1789, era Lafayette el hombre de
mas poder en París La libertad habia triun-
fado, quedaba la cuestion de gobierno. DÓll
caminos podian seguirse: preguntar á la nacion
por quien y cómo qu~ria ser gobernada; ó bien,
con el mismo derecho con que se habia des-
truido el antiguo gobierno, interin la nacion
se ndheria, lo mismo con igual derecho y por
la misma Causa dar á la nacion un nuevo go-
bierno, esperando igualmente su adhesion. La-
fayette coturo en un principio por el primer
partido, pero se apresuró á desecharlo por la
imposibilidad de realizarlo. Faltaba elegir entre
Enrique V, Napoleon II, el Duqne de Orleans
y la República. Lafayette no qnería ni á t=nri-
qne V, ni á Napoleon 11 ; se inclinó al principio
como siempre, con cierta complacencia, hácia
la Republica, pero pronto renunció á ella igual.




30 PERSONAJES CELEBRES,


mente, entre atros muchos motivos por el de
la imposibilidad. Sabidos son los suce~os que
ilieron lugar al famoso programa de la casa de
Ayuntamiento, redactado por el General Lafa-
yette y que no tuvo lugar. De todos modos,
mientras el gobierno y Lafaytltte caminaron
de acuerdo, naturalmente no se trató por
parte del General de los compromisos vio-
lados del programa. Habia entre el Rey Ciu"
dadano y el Ciudadano Rey una continua ~p'r'
responGencia amistosa; y Lafayette, conservando
el. órden en las calles, se felicitaba siempr~, y
en lpdas partes públitmmente, de la que habia
tenido en el establecimiento de la Monarquía de
Julio. Sin embargo. aquel acuprdo no podia sel'
duradero; ademas de que Lafayette ten/'n qUf:
resistir á las instancias del partido republicano,
puede decirse tambien de él que en ideas de
gobierno nada habla olvidado ni aprendido,


Lafayette habia declarado muchas veces, que
siendo incompatible el mando general de toda
la Guardia Nacional del reino con un órdeu de
oosas constitucional, no podía considerarse mas
que como provisorio, y babia anunciado su in-
tellto de dejarlo luego que las circunstancias lo




LAFAYETTE.


pptmitieran, Despues del proceso de los Minis-
tros, al discutirse el proyecto de ley sobre la
GuardiJ Nacional, la Cámara creyó convenieBte
establecer el principio de que nUMa hubiese Co-
mandante General, haciendo una escepcioIl en
favor de Lafayette, por los eminentes serVICios
prestados al órden público. Hubo varias COIl-
testaciones; Lafayette consideró aquel artícul~
tomo injurioso para él, é hizo su dimillion, á
pesar de las instancias de los Ministros y del
llJismo Rey, Declaróse partidario acérrimo del
sistema de no illtervencion que adoptó el Minis-
terio Latfitte.


El advenimiento al poder de Casimiro Perler,
amigo personal y pariente de Lafayette, pero
adversario de las ideas del General, co¡ltribuyó
iI alejarle mas y mas de la Monarquía de Julio.
Propagandista incansable, y libre con su I'uelta
,í la vida privada de la necesidad que habin
tenido mientras era funcionario público, de C(}f1-
tener Sil palabra, no ceso de denunciar ,i ffi
Francia todas las violencias egercidas en el es-
trangero; y los Italianos, Alemanes, Polacos,
Espaiioles, todos los revolucionarios de Europa,
etlP.ontnW)ll en él un ('eloso y ordiCllte procur~-




32 r EfI SO!\.\J ES CELEn n es
dor. Desde entonces no escnseó los ¡,póstrofes
desde la tribuna j y sin embargo, no encontró
en las simpatías del partido republicano una
indemnizacion del alejnmipnto que inspiraba á
los constitucionales, alarmados de sus impru-
dencias.


En medio de esta lucha, entre la l\Ionartluía
eonstitucional y la Repúhlica, llegó para Lafavette
el momento supremo. Murió el 20 de Mayo de
1834. despues de haber visto p~reeer antes su
poplilaridad. l\Iurió tranquilo y cargado de años,
como un PatriarcJ; jóven de cornzon y de espí-
ritu, rodeado de una numerosa familia que 1(>
adoraba, murió con sentimiento de cuantos
habían podido apreciar en él las mas noblt'~
cualidades de esposo, de (l~dre y de amigo. Y sin
embargo, tal vez la historia se ver:; pr<'cisJda á
eoloC'arle entre aquellos homllres, clIya inter-
vencioo en los negocios humanos es en último
resultado mas perjudicial que útil; [lorque las
buenas intenciones de un espíritu débil, re-
vestido de un gran poder, 110 son suficientes
para impedir·el Qwl, ni para producir el bien.








I


UGO FOSCOI~O •


• Las letras y las armas ennoblecen al
hombre, cuando todo lo emplea en ven-
taja de su patria."


JI: \~ B\UTISTA N ~NI, en su historia.
hablando Ile los iJU1!!t'rs venecianOE.


~~ ,-o ;
<c" • i.


' ..


Los hados inexorables h,lIl dispuesto, que tedo
mude sobre la faz de la tierra, y que la gran-
deza de las naciones se pierda, como el polvo
en el egpacio, dejando solo de sí una triste y
desconsoladora memoria. Venecia es, en tiempos
cercanos de nosotros, un ejemplo de tan dolo-
roso espectá~ulo. Un dia señora magestuosa del


1




2 PERSONAJES CELETIU€S


Adriático, terror del \loder otomano, ~. {mini·
dable para los Emperadores y Papéis, lla caido
de la cumbre de tanta grandeza, en el Illas es-
tremudo emiledmiento. viéndose convertida de
dueüa en esclava, y siendo tales las eadclIas
que la oprimell, que ha lI~gado á hacerse un
objeto de lñstima para ellllulIdo. Pero si la gran-
deza material de las naciones se disipa, la ,;Iori~
que deben á las obras que fueron noble parto de
los ingenios de algunos hombres sulJlillles, lIO
fenece nunca, y es siempre, en la jUI!Il'llsidad
de los siglos, un monumento vivo de la pasaua
grandeza, ó del esplendor presente de las lIado-
nes que les dieron el ser. Venecia buscará en vano
ell sus arsenales aquel número crecido de naVES que
condueian á los primeros cruzad os á la Tierra
SDnta, Ó que se armaban para combatir al estúpido
musulnwn y domeüar su orgullo. En valdc el an-
(}~ano y trémulo veneciano, recordando la anti-
gua república, dirijirá sus pasos al palacio du-
cal, para invocar la sombra de los venerandos
Duxes, ó de les miembros del autiguo Senado.
A los ecos ~:, S:'S ;lcentos responderá con la es-
pada algtln éÍJl'io soldado tudesco, cortando lag
'l/oces' del dolor en su garganta. Pero ni este




FOSCOLO.


I;oldado ni todos los del Illundo pódrcín borrar
con sus arm as la gloria de la antigua Venecia
¿Cuan grande y pod~rosa \lO aparecerá Venecia
cuando recorramos cou nuestra mente la gran-
deza de los ingenios que la honraron; cuando
lea mos lns obrils de Fril Paolo Safpi, teólogo de
aquella república, que solo con jas armas de su
plulll" hizo temblar al Vaticano; cuando leamos
en la historia de Juan Baaüsta Nani, toda aquella
larga séric de ilustres c~pitanes y patricios, que
por sus hechos en la guerra, y por la sabidu-
ría de sus consejos en la paz, o por las obras
qtlf, escribieron, pueden compararse á ~os anti-
guos humbres de Plutnrco? Con cuanta razon
no debe enorgullecerse Venecia por haher pro-
ducido ~ f'c(:ro Bembo. Secrelario de Leon X,
y dl'spues Cardenal, que fue el primer filósofo
que el'seíló l~s r~gl"s del Lello estilo toscano,
uno de sus mas cl"gantes. escritores, y político
profundo, COIllO todos los ilustres venecianos de
aquella época.


Cuanto hemos dicho hasta aqui sobre la
gralldeza veneCiJO;l, y algunos de los hombres
que la ilustraron, lo hemos creido una intro-
ducdon Í!~dispens<ll)lc á la "ida de Ugo Fósco-




FOSCOLO. 5


de los poetas griegos y latinos, no solo era
siempre el mas retLO, sino (1l1e iba acompailado
de rrflexiones tan profundas y de tan nrwcla
erudicioll , que caDa á conocer lo vasto y pene-
trante de su espíritu; dotcs Je qlle hizo mayor
galn cUilndo ('jecutó su n;i1duccion de La cabe-
llera de flerenice, pClJueíio (loema griego, es-
crito por Ca:imnco, y dpl cllal hablaremos en su
lugar, pues no queremos abandonar el órdell
cronológico en (IlIe fueron publicadas sus varias
ohras, empezando por la tragedia titulada Tiesle
que vió la luz en El teatro aplaudido, (loco
tielllpo despues de haber sido representnda en
Venecin (lar los Jiíos de 1 i9G. Esta composicion
del lIósco\o carece ciertamente de interés en l~
accion tr6gica, conducida secamente segun las
reglas de Aristóteles, pero no deja por esto de
descullrirse el ingenio del autor, en la fuerza de
los pensamientos, en la Itlagestad del estilo y del
dialogo, y por la sublimidad de In poesía. Pero
mientras Fósr,olo se hallillJn enteramente con-
sagrado á sus deliciosos estudios, y vivia en el
sileneio y en la soledad de las letras, la batalla
de Lodí y de Arcoln, haciendo ¡Í los franceses
ducüos de gran pnrte de la Italia, conmovieron




6 PERSONAGES CÉLEBRES.


lo~ espíritus italianos, que quedaron por enton-
ces en suspenso y como ansiosos de guerra, aun
despues del tratado de Campoformio. Entonces
fue cuando Fóscolo dejando á Venecia, pasó á
lUil~n, y poco despues entró á servir en el ejér-
cito de la República ·cisalpina; porque valiente
y lleno de amor patrio, queria contribuir á me-
jorar la suerte de Italia, uo solo con la pluma
sino tambien cOllla espada. Generoso pensamien-
to, seguido en tiempos mas antiguos por Cervan-
tes, Herrera y otros ilustres españoles que tanto
honraron nnestra Península. En medio de los
tumultos de la gncrra, y de los honores de la
gloria militar, pu blieó Fó~rolo otras dos trage-
dias Ayax y Ricardo. El diálogo de entrambas
está lleno de bellezas, los nractéres bien sos-
tenidos, y el lellglwje:v ];1 H'J'sificacion robustos
á par que elegantes; pero fl efecto dramático
es algo frio. Estas dos tragedias fll~ron repre-
sentadas, la una eu Mitan y la otra en Bolonia,
en el año de 1798. El Ayax suscitó al autor una
corta pero durísima persecucion , porque al verla
en la eseena, el públieo ereyó descubrir en ella,
bajo el velo de la alegoría y de la fábula, una
critita terrible de la religion, y de las institu-




FOSCOLO. 7


dones mas antiguas y respetadas en Europa.
Prohibióse por eonsiguiente la tragedia de Fós-
colo, y su autor fue amenazado con el destierro:
pero este jamás tuvo efecto, y de alli á poco se
hablaba del Ayax, no como de una produccion
dirigida á atacar la política y la religion, sino
como de una obra maestra llena de gran mé-
rito literario.


Despues quc J\"apoleon hubo arrebatado en
Marengo á los Austriacos el dominio de la Lom-
bardía, destinó para profesor .de elocuencia y be-
llas letras en la Universidad de Pisa, á Ugo
Fóscolo, quien pronunció en la apertura de su
nueva cátedra, aqual tan famoso y aplaudido
discurso que se titula sobre el orígen y el ofi-
cio de las letras. El estilo de esta obra maestra
del genio y del arte, es robusto; el lenguage
elegante, los pensamientos subl imes, la erudi·
cion riea y oportuna. Sostiene Fóscolo y prueba
hasta la evideucia, que las llecesidadts de los
hombres considerados en sociedad son el orígen
de las letras, las cuales por consiguiente no
puede concebirse como existirian fuera de ellas.
Dedúcese de aqui, que el oficio de las letras no
es otro que el de dar á los hombres el propio




8 PERSO"lA.IES CELEnnJ.:S.


ejercicio de sus derechos y la independencia po-
lítica, aunque por desgracia sin¡m las mas ve-
ces de instrumento pnra corromper la bueIl3 1ll0"-
ral, y adular ~ la tiranía de los gobernantes .
. Este sublime discurso, lleno de una profunda
filosolla y digno de haber sido pronunciado pOi'
Pericles ó Demóstenes en los bellos tiempos de
la Grecia antigua, hizo graude impresion en
los espíritus italianos, hasta el punto de llamar
la atencion del gobierno, quien alarmado por
el carácter independiente y fogoso de Ugo
Fóscolo, tuvo por oportuna pro,·¡dencia suspen-
der las lecciones del nuevo profesor y cerró su
cátedra.


Halló¡,e Fóscolo en el sitio de Génova con el
famoso l\lasscna, y sufrió tochl; \ús ;mg\\stlllS de\
hambre, sin haber dado la menor prueba de
abatimiento ó de cohardid. Entregada Géno\'a á
los Ingleses, Fóscolo emprendió un vi;¡je por la
Toscana, y se encerró en Pisa, en donde se
enamoró perdidamente de una linda muehacha;
pero no habiendo podido conseguir la realizacion
de sns deseos en aquella pasion desgraciada, se
entregó á tina profunda melancolia, concibien-
do el mayor desprecio por los hombres y por la




FOSCOLO.


sociedad. E, fama que en esta ocasion em rezó
á r~crihiL' la novela titulada Ultimas cartas de
Jaraba Ortiz, la cual se dió á luz en Milan el
¡¡tio de 180Z, 1,:1 pcrsonnje de Teresa, que figura
en esta norela Prl primer término, no se tiene
gencralmpIlte por fantástico, sino por una figura
alegórica, vÍ\'o retrato de la am,Hla de' Fóseo]o,
Pretenden algunos tambien que Lorenzo es otro
personaje alegórico, bajo cuyo nombre habia
querido el alltor presentar al célehre Juan Bau-
tista Nicolini, literato tosc~no que vivp aun,
íntimo amigo de Fóscolo, y compañero de colegio
en sus primeros atlos. Por último, debemos ad-
vertir que el IJom bre de Ortiz dado al protago-
nista de la novela, era ('1 nombre de un jóven
desgraciado, que so suicidó en Padu3 por efecto
de una [JJsion amorosa.


Las cartas de JO('obo Ortiz ('~usaron gra'nde
sensacion 1.1 primera vez que se publicaron, y
aun todal'Ía se leen con avidez, por la mayor
parte de los jóvenes, que suelen preferir á cual-
quiera otro libro los que están escritos con
exaltacion y entusiasmo. No obstante, nosotros
que peusamos que las j1rodl1cciones literarias
deben juzgarse con la mayor calma, prescindi-




10 PERSONAJES CELEllRES.


remos del entusiasmo apasionado y violento á
que dan lugar las cartas de Jacobo Ortiz, y
procuraremos examinarlas desapasionada y filo-
sóficamen te.


Estas cartas que rebosan en sublimes y exal-
tados pensamil-ntos, encierran no obstante los
desvaríos de un amor culpable, porque siempre
lo será el que se conciba por una muger casada,
aunque se presente bajo lns formas de un afecto
sincero y desinteresado. Las ideas sembradas
en esta obra, exaltan la cabeza, é inspirrn
sentimientos amorosos, casi siempre llenos de
desesperacion, y ofrecen el suicidio como el
remedio á Jos males de un corazon lacerado; pero
aunque abundan en ella bellezas de un estilo
fogoso, rico en atrevidas metáforas, de subli-
mes comparaciones, y de todas las galas de la
elocuencia, de ninguna manera participa de
aquel fondo de esquisita ternura, que tan gra-
ta hace la lectura de las cartas de Carlota y"\Yert-
her. escritas por Goethe: tampoco al tratar
Fóscolo del suicidio hace alarde de aquella prl)-
fundidad de filosofia y raciocinio, de que tan
copiosa muestra dió Rousseau al tratar el mis-
mo asunto en su Nueva Eloisa.




~OSCOLO. 11


Recorramos ahora otras obras del mismo au-
tor, que tan solo merecen alabaTJzas.


Habiendo Napoleon convocado en 1802 el
Consejo de la república cisalptna en Leon, el
gobierno italiano encargó á Fóscolo que escri-
bipse un discurso dirigido vI prilller Cónsul, so-
bre el objeto de aquella asamblea, Este gran
monumento de elocuencia italiana y de pro-
fundísillla política, que lleva por título Discurso
ri los concilios de Lean hubiera sido digno de
ver 1:1 luz pública en Illpjores tiempos; es decir,
¡mando el eOfazon de los hombres abrigaba
mas sincera decision por el bien público, y me-
nos ambieioll y falsia. Elogia Fóscolo en él es-
traordinariamente el mérito de N apoleon y la
grandeza de sus empresas; pel'o le dice atrevi-
vir/amente que para un gran capitan y para un
héroe no hay corona Illas digna que aquella que se-
pa conquistarse afirlllando la libertad de los
pueblos.


Ei 1803 publicó Fóseolo una traduccioIl de
La cabellera de Berenice, pequeño poema grie-
go esel'ito ]101' Calimaco, segun hemos dicho al
principio de esta biografía. La traduccion de
este pMIlla está hecha con mucha soltura y ele-




12 PEHSO~AJES CELEDHES


gane·la, pero 10 que mas revela 01 erudito y ai
helenista, no es la tradurciol1 drl testo griego,
sino los comentarios que la acomparían. Asom-
broso y casi imposibl e parece como en tilla tra-
duccion de tan pocos medios, pudo Fóscolo os-
tentar tamaíia erudiciol1. SUIllJlllente hella es la
crítica que en estos comentarios hace el autOr
de aquellos pedantes (¡tIe se ocupan en compilar
y 3notar trabi,jos ajenos, sin dOl" á eonocer el
menor destello de aquel juicio delicado que llama
Horacio: recte sapere.


En medio de los trabajos de la guerra, sin
olvidar jamás los literarios, y teniendo siempre
á la vista el hien de su patria, comenzó Fós-
colo á publicar en 1808 el primer tomo de las
obras militares del famosísimo Condottiero ita-
liano i\Ionteeuculli, y enriqueció el testo con llU-
merosas notas. Antes que Fóscolo huhiese aco-
metido tan bella clIlpreso, la única cdiciou que
existia de laS producciolles del digno rival de
Turena y de Condé era tan defectuosa, que los
mismos italianos dejando el testo original, leian
con mas gusto la traduccion hecha en idioma
estraugero. El trabajo de Fósco]o sobre lIlon-
tecuculli uo se redujo únicamente á ilustrar el




FO;;COLO. 13


testo, si !!o tilm bipu á eUl'ü¡uecerio con varias adi-
eÍoues. Dc,plles de annlil.:Jr los métodos estr;¡-
tégicos ('!llpl~¡¡dos por Federico y Napoleon , de-
muestra cuanto mayor fue el talcnto de Bona-
parte que el de Federico.


Poco des/lUlos de ('sta obra, se publicó en
}li!un un po~mita de Fóscolo titulado Los Se-
pulcros, (!I cud just,!Inente causó muello cfeto.
Las sublimes verdades anunciadas en esta obra
maestra, Jus illlág~llcs brillantes aunque envuel-
taS en un estdo serero que el autor emplea, la
solemue melancolia que haila todo el poellla, y la
robustez de la vel'silicaeioJ], son tan notables que
cada dia han ido aUlllenlando lllas el crédito
de Los sepulcros de l~óscolo. Ilipolito Piude-
lllOllti, gl'iIU poeta italiallo y contemporáneo de
Fósco]o, escrij¡ió lambicll Ull poema titulad..> Los
sejiulCl'os, y dedicJdo ú Fósco!o mismo; pero
j qué difereucia entre amlJéis producciones; Los
sepulcros de Pindemonti son la ohra de un gran
poeta, Jos de Fóscolo son la obra del genio.


En 1812 publicó en Toscana bajo el nombre
de Dill1ino Clliel'ico 1'1 "iaje selltimelltal de Ster-
lle ,¡Í clJya cabeza figura un ¡¡refacio que rebosa
en originalidad é ingenio. lIace poco tiempo




14 PERSO~AGES CF.LElIIIFS.


hemos visto algulIos páginas de esta obra, tra"
ducidas en castellano, con una ligera introduc
cion, en lü cual despues de prodigar muchos
elogios á Fósco!o, se dice que el viaje de Sterllf'
puede equipararse en los chistes y aglldt'zas á la
inmortal obra de Cervantes. No ~s esta "erd¡¡·
deramente nuestra opinion, y !lOS parce .. ' que
basta pasar ligeramente la vista por ambos Jil,ros,
para conocer cuan'o ,'í' diferen<:ian en el ,'sunto,
en el estilo y ril (.; '¡'.·.;;m[H'iio.


Pocos meses dl'>":!~s de lwb('r publicado el
viaje de Sterne, Ji.' ;¡l!OIlÓ Fóseolo d~sdellosa­
mente la Toscana~' ~;~ retiró á SlIiz:l, movido
de causas honrosas quc' debemos mencionar. Al
comenzar la catástrofe (jue deuia acabar con el
poder de Nepoleon, el A~.l'!.ria habia redoblado
su vigilancia y sus lIlo\i'~iÍe\)tos cerca de Italia,
con la eS[lp¡".l:lL:¡ de recr;':'l!!islarla de Jos fran-
ceses. Can L:l objeto ha biD discmin:ldo en toda
la península ¡taliam un gran número de espíes,
por cuyo merlio Faliern e! gJDinete de Vion~
enterarE,,; de cnaDl(\ Si' (:'''':':13, se deciJ, ú se
proyeetaba en p"', .:. E:: .:¡; ,,'ja!ltes complica-
ciones y distul'hlC'_ :" 'c. I ;, no faltó quien se
atreviera á señalur c: 1 ,~sr, J como CllJisJrio del




FOSCOLO. 15


Austria. Habielldo llegado él á saher esta noti-
cia, que ya habia eire.lIlado lJastantp., marchó in-
mediatamente á Suiza, donde publicó una amar.
guísima sát;ra contra los primeros dignatariOs
de Italia. Este opúsculo de Fóscoto está escrito
en un p.stilo bastante oscuro, y no es cierta-
mente ulla de sus nwjol'es prodncciones: lleva
el título de Dydime clerici pr'ophetx minime
hypercalipseos, pero no es ciertamente tan re-
comenda ble como éste dietado promete. Sea
de ello lo que se fuere, es cosa averiguada
que el mislUll Fóscolo, conociendo cuan oscura
y rasi iniuteligihle era su obr;} , dió de ellu unu
esplicacion manuscrita.


Destruido entermnente el imperio francés,
pero no estando todavía decidida la suerte de
la Italia, Fósco!o nunque hOlllbre privado. coo-
peró en C~Iallto pudo por medio de manejo,;
secretos yJ!le sus poderosos amigos, par;} que J¡:¡
Italia fu¡~e reconocida como un solo reino in-
dependiente de la Francia y del Austria, bajo
el gobierno del príncipe Eugenio hijo ndoptiYo
de Napoleon. Dejó en estns circunstancias la
Suiza y permaneció en !\lilan por algunos meses;


~"' '"' "f"m" ,,,,," ¡,ú';l", poc,',"




PléI\SO'l.\JES CELEBBES.


ya los destinos habian decidido que la Italia
permaneciese bajo el térreo yugo del despotismo
austriaco. Fóscolo viendo así burladas sus es-
jJeranzas, pensó ellligror para sielll pn~ de la
Italia, y dejando á l\lilan se dCI;;vo illgun
corto tiempo en el continente, y fue por último
á establecerse en Lóndres, á donde le llamaba
el amor de una vida libre é independiente, y
donde encontró un asilo satisfactorio para su
(~orazon, porque entre Jos inglesC's reina aquella
cspceie de' dnrezo de cara~ter y de orgullo na-
{';JlII:tl , que eran las dotes naturales dp Fós-
~ojo,


Llegado á Inglaterra, á donoe le h~bia pre-
cedido la fallla de su gran mérito literario, los
mas cél~bres periódicos ingleses, pidieron an-
siosamente artículos á Fásco!o, y principaluul1te
en la I1erista de Edimburgo insertó ;¡]gUllOS el!
estrelllo profundos sobre Dante, Petrarra y Bo·
cacio, padres de la moderna literatura italiana.
Tambien publicó otros sobre Yenecia y sobre la
antigua forma democrática de aquel gohierno,
en cuyos tralJajos dió ;Í conocer Fóscolo cuan
profundas eran sus ideas en materias d(~ política
y de historia,




FOSCOLO. 17


En Inglaterra fue tambien donde empezó á
comentar la Divina Co:uedia Gel Dante, obra
llena de doctrina y de una ·erudion inmensa. A
decir "erdad, muchos han sido los comentadores
de Dante, pero son muy pocos los que hall sa-
bido ilustrarlo con profunda fIlosolia: algunos se
distinguen por un indigesto fárrago de erudi-
cion, otros por sus cOllocimientos filológicos,
ó por la estension de sus estudios históricos;
pero ninguno, vi antes ni despues de Fóscolo, ha
sabido unir la erudiciou COIl la sensatez dt'
doctrinas, y la profundidad de la filosofia al
comentar al fiero gibelino.


La mayor parte de los comentadores de Dan-
te, por haeer alarde de su erudicion, ponen á ve-
ces en boca del arrogante gibelino, sus pro-
pios pensalllientos, y llenando de este modo lar-
gas páginas de citas, creen satisfacer la .curio-
sirlad de sus leetores. Fóscolo con mucho tino
emp-Iea sus conocimientos únicamente en aela-
rar la Divina comedia. y toda su erudicioll se
dirije á este objeto. Nosotros pensamos que el
carácter de Fóscolo t conforme, bajo algunos
pUJ}tos de vista, con el de Dante, cantribuyó
00 poco á que saliese airosameute de esta di·


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


fícil tarea. Profunda y pensativa era la mente
del Dante como la de Fóscolo, su Índole des·
€leñosa y despreciadora de la maligllidad de 10$
hombres, como la del sublime poeta, la vida de
entrambos fue miserable á veces, y agitada
siempre por circunstancias políticas. Uno y otro
alimentaban en StlS pechos ardentisimo amor á
su patria, por lo cllal no es de estraiíar que
siendo entraml:os simpáticos en tantos puntos,
le fuese dable á Fóscolo profundizar las gran.
des ideas del dil'ino poeta.
¡~ran Ugo Fóscolo y el celebrado poeta


MODi dos Íntimos amigos; pero habiéndose
agl'iamente disgustado, se propusieron traducir
por una rivalidad literaria la Iliada de Home-
ro. Fóscolo, antes de marchar á Lóndres, habia
traducido solo los dos primeros libros del poeta
griego, y los publicó como un ensayo de su tra-
bajo. Lleg;¡do á Inglaterra volvió á emprender
su suspendida traduccíon, yes probable la con-
cluyese, aunque no vió toda ella la luz pú-
blica.


Si queremos jU7gar la parte conocida de los
literatos, nos e3 forzoso confesar que tiene gran
sabor del original, y que dió á conocer á su




rOSCOLO. 19


autor COIllO muy docto helenista. La versifica-
cion de Fóscolo, siempre elegante y robusta, se
a cerca bastante á menudo á la magestad del ver-
so homérico; mas si se compara su traduccion
con la de Montí no podrá menos de parecernos
láoglllda y destituida de vigor y de nervio. Aun-
que sea cierto, (~omo se dice, que l\Iontí hizo su
trauuccion por varios testos latinos de Hornero,
y ayudado de una versiolt estrictamente literal
que escribió en lengua italiana el célebre l\Tusto-
xidi de Cor[ú, l\Tonti supo penetrar tan dicho-
samente el espíritu del original griego, que aun
hoy dia se habla en Itnlia de esta version co-
mo de la obra de un grande génío que no ha
sido superada por ninguno. Esta traducion italia-
na es Úll¡ escelente y famosa como la inglesa de
Pope. Cuando Fóscolo leyó el trabajo de l\Ionti,
conoció perfectamente cuan superior era á la suya,
y no sabiendo como mejor criticarlo y oscurecer
la glori¡¡ de su autor, esclamó « Obra Ílermosa
es la de lUonti, traductor de los traductores de
Homero!"


Escribió Fósco!o un gran número de poesias
líricas, pero sea que sn génio lo alejase de tra-
tar asuntos poco importantes J ó que escribiese




20 PERSOiSAJES CELEBRES.
sin grande interés toda obr¡¡ que 110 fuese ¡¡;r¡¡·
ve, ello es, que si se esceptúnn algunas poeas
odas, en las cuales campea el gran númen poé-
tico del ('¡¡ntor de Los sepulcros. el resto de
sus trabajos líricos es de un mérito muy me-
diano. Entre ellas son sin embargo recomenda·
bIes las que escrihió con eL título de Alce0!t
las Gracias, en las cua les nadu falta de
cuanto puede deleitar el alma y embriagarla de
ternura.


El que esté acostumbrado á meditar sohre
las producciones de los grandes autores, al leer
las escritas por Fóscolo, no puede menos de
observar que entre Las obros en que aparece este
autor grande y sublime, ya como poeta, ya como
prosista, se advierte mucha mas profundidad y
originalidad en las que escribió en Inglaterra,
que en las que escribió en Italia, esc~ptual1do
DO obstante Los sepulcros. Asi es, que basta leer
los artículos de Fóscolo insertos en la Revista de
Edimburgo y en otros periódicos ingleses, ó los
lIomentnrios del Dante, escritos tambien en In-
glaterra, para conocer la superioridad que hay
en ellos sobre sus obras anteriores. En nuestra
opinion, plOviene esto de la atmósfera mas ó me-




FOSCOLO. 21


nos libre en que un autor suspira, puesto que bajo
la proteccion de las benéficas leyes de la Gran
Bretaña, que jamás encadenan el pensamiento,
fóscolo podia dar á su talento un desahogo que
no le era permitido en Italia; aunque Fóscolo
Ile\"ado de su génio indepediente y entusiasta, no
pocas veces arrostró graves peligros por dar á luz
sus verdaderos sentimientos. Prueha suficiente de
lo que vnl110s diciendo ofrecen, n" solamente sus
ooros, sino ta mbien varios artículos suyos insertos
en los Anales de las ciencias 11 las letras, pe-
riódico que se publicaba en Milau. Cada uno de
estos artículos encerraha siempre alguna verdad
importantísilll:J, siempre espresad:J con energía, y
con aquellos términos francos y precisos que
demuestran la sinceridad y buena fé de quien
escribe.


La última producciQn dc Fóscolo fue lin
opúsculo súhre el Daute. En 1826 mientras que
en Inglaterra se debatill empeñ<ldamente la cues-
tÍon de ellJancipacioll de los católicos, publicó
este opúsculo profundísimo, en el cual se de-
dicó á demostrar que Dante en su Divina ~o­
media, <11 poner en claro todos los abusos del
cIRro, todos los vicios de la corte romana, to-




PERSOl\AGES CÉLEBRES.


das las intrigas, oscuros manejos, y astuta po-
lítica del Papa, fue el precursor de la reforma,
y el primero que dió manos á la obra del mo-
derno protestantismo. Esplicacion tan importan-
te á; la sazon en Lóndres, hizo que todo el mun-
do busca~e y leyese esta obrita. Por lo que
toca á nosotros, no nos atrevemos á abrazar
completamente la opinioLl del autor, porque exa-
mirwndo la Divina comedia de Dante y su tra-
tado de la Monarquía, en el cual habla como
nero gibelino contra el Papa, advertimos que
siempre respeta altamente no solo el dogma, sino
tambíen la discipli lIa de la Iglesia, y que úni-
camente ataca las malas costumbres del clero
y las maldades políticas de los Papas: de ma-
nera que todo lo mas que pnede decirse del
Dante, es que fue el primero que en sus obras atacó
enérgica, filosófica y razonablemente el poder
temporal de los Papas, llamando la atencion de
los italianos sobre la mala conducta del clero;
pero de modo alguno que fuese precursor de
Lutero, Calvin(, y otros hereges, que han ata-
cado abiertament;¡ á la religion en sus mismas
bases.


Pero dejando á un lado- si Fóscolo tiene ó




FOSCOLO.


no tiene razon en esta parte, hablemos del mé-
rito literario de su opúsculo. N ótase en él una
vasta eruducion y un grllnde conocimiento, no
solo de las obras de Dante, sino de los mas sábios
y acreditados autores que pueden venir en apo-
yo de su opinion. Campea tamblen por todo el
opúsculo una gran fuerza de discusion filosófica,
en la que al menos en la apariencia no tienen
parte alguna la prevencion y la parcialidad. Esta
última produccion de Fóscolo escrita oportuna-
mente, como hemos dicho, en inglés, cuando
se trataba de la emancipacioll de los católicos,
fue leida con avidez, y logró tanta voga, que
produjo no poco provecho á su autor, y aun
todavía hablan los Ingleses de ella con gran
aprecio, y como de un libro en que bablándo~e
del Papa, supo tratar ciertos puntos con mejor
criterio que lo hizo en estos IÍltIIlloS años en
el mismo Lóndres, Gabriel Rossetti, italiano
establecido en aquella capital, el eual publicó·
una obrita titulada Roma y el Papa en el siglo
XIX.


Despues de haber recorrido Fóscolo una bri-
llante carrera liter¡¡ria; despues de haber blan-
dido las armas por la libertad de Italia, murió"..




24 PERSONAGES CÉLEIlRES.


el año de 1828 en Lóndres, llorado por los in·
gleses que lo estimaban en gran manera. Se~
gura mente debió dejar á su muerte preciosos
manuscritos, de los cuales no podemos dar se-
gura noticia por no haberse publicado; y úui-
camente sabemos, que algunos años antes de
morir, dijo que queria escribir un tratado sobre
Parga, infamemente cedida por los ingleses á
Ali-Baja de Janina; mas á pesar de las inda·
gauiones que hemos hecho, no hemos podido ave-
riguar si llevó á calJc su proyecto. ó si dejó al
menos escrita alguna part.e de su proyectada
obra, aunque segun parece indudable no dió á
luz escrito alguno sobre Parga.


No nos parece enteramente inútil, despues de
haber hecho una ligera reseña d~ sus obras ..
el presentar algunos rasgos del cJrá(~!er de Ugo
Fóscolo.


Fue su fortuna sielllpre menos que mediana,
pero OODservó constantemente en medio de sus
apuros un grande espíritu de independencia y
de indl!cible orgullo. Amaba poco á los hom-
bres porque los juzgaba viles y corrompidos, y
procuraba vivir solo é ignorado de casi todo el
lUUudo, entregado á profundas meditaciones, y




FOSCOLO. 25
empleando en escribir la mayor parte del tiempo.
Profesaba un grande amor á su patria, porque
abrigaba un eorazon puramente italiano \ como
AlfiE'ri, con quien puede compararse bajo mu-
chos aspectos. No obstante que si Alfieri se man-
tuvo ~iempre firme en SU$ principios libera]69,
merece Fóscolo mas alabanza que el trágico as-
tigiano, [lorque este últilli9 bastante rico podia
despreciar la tlt'anía y la adulacion servil, mien-
tras que Fóscolo necesitaba ayuda y proteccion
para procurarse la subsistencia. A pesar de
circunstancias tan tristes, jamás, ni hablando Di
escribiendo, renunció Fóscolo á las ideas libera-
les que profesaba desde la infancia, apoyándose
para subsistir en su propio mérito, y no en la.
lJI'neficellcia de los hombres, que vuelv~n casi
siempte las espaldas á la desgracia.


En medio de tantas prendas que haciall. r~s·
petable á Fóscolo á 103 ojos de los hQmbrel'
honradós y entendidos, notábanse en él 1I<1§uGIiJS
defectos que Jo hacian poco á propósito vara la
sociedad. Su natural orgullo, y sU carácter tris-
te y casi misantrópico, le conducian basta el
estremo de hablar de todos con sumo desprecio.
Si se tntta ba alguna cuestion literaria ó cientí·




PERSONAJES CELEnllES.


fica, encontráhase siempre su parecer en oposi.
cían al de los demas, á costa muchas veces
de sostener lo contrario de lo que en otras habia
defendido: asi es que su índole parecia dura
y contradictoria, y acaso nunca tuvo un verda-
dero amigo, aunque hubiese muchos admirado-
res de su gran mérito literario, y de sus prin-
cipios de libertad é independiencia. Seria un
trabajo digno de pluma diestra y filosófica, el
trazar un paralelo entre las vidas de Rousseau,
de Alfieri y de :Fóscolo, Jos tres mas ardientes
defensores de la humanidad, y los que menos
afecto y simpatias inspiraron durante su vIda.
Amaba Fóscolo COD delirio á las mugeres, aUD-
que tuvo muy poco partido con ellas, á causa
de su carácter fantástico, de su poco agradabl/'
figura, y sobre todo á causa de su pobreza,
que era lo que nlOs dailo le hacia cerca del be-
llo sexo. Hablaba con gran entusiasmo y mu-
cha elocuencia, y cuando trataba de materias
graves, se inflamaba y le centelleaban los ojos con
un fuego lleno'de spntimiento , que le producia la
conviccion de lo que afirmaba. En estos momen-
tos, Fóscolo parecia superior á si mismo, y se
le podia aplicar aquel verso de Virgilio:




FOSCOLO. 27


Deas es! ía llobis I et agitante callescimus iIlo.


La escuela llamada rom:íntica estaba en gran
voga en los tiempos de Fóscolo, y se empezaba
entonces :í discutir, corno debia seguirse en los
trabajos históricos. En esta cuestion calló siem-
pre Fóscolo sin mostrar parecer alguno, y solo
ruanifestaba una especie de veueracion á las re-
glas y á la doctrina sancionadas por el clasicismo.
Sin emlJargo, si pasáramos revista una por una
á las producciones mas notables de Fóscolo, no
podriamos menos de conocer un gran talento, que
mas que ningun otro supo apreciar y combinar
el clasicismo juntamente con el romanticismo;
y en sus Sepulcros, en las Cartas de Jacobo
Orti;;" y en sus poesias líricas, que no estriban
en argulllentos antiguos, se vé siempre al poeta
inspirando sentimientos graves, que rebosan de
amor patrio, bajo las formas de la sociedad
moderna. En esto, aun mas que en otra cosa,
es acreedor Fósco!o á mayor elogio que Jos de·
mas poetas italianos contemporáneos suyos, in-
cluyeuoio á Vicente l\Ionti, los cnales por espí-
ritu de oposicion á la escuela moderna, mezcla-




28 PEUSONAJES CELEBRES.
ron en sus composiciones las fábulas de la ano
tigua mitologia, con argumentos de tiempos re-
cientes. l\Ionti ademas. no contentándose con
seguir las reglas del mas puro clnsicismo en su~
com posiciones poéticas, lo defendi¿ tam bien va-
letosa y doctriIlal'iamente cn varios periódicos
de Italia.


Amaba tanto Fóscolo á la juventud. como
odia·ba en general á los viejos; porque juzgaba
que estús, poi' aficion á las co~ns de su tiempo,
aral1 I(J$ Ola yores obstáculos á los progresos
del síglo, y á I .. s ideas liber¡¡l€s de la época.
Leia frecuentemente y con entusiasmo la Biblia,
y las obras de San Gerónimo y de San Juan
Crisóstomo; y entre los poetas antiguos eran
sus favoritos Homero, Dante y Shacllespeare.
Decia de estos que eran eminentísimos y supé-
riores á todos los demas en toda clase de mé-
ritos, no porque fuesen de calidad superior á los
poetas modernos, sino porque aquellos autores
antiguos escribieroll con conciencia. y los mo-
dernos solo han escrito por interés.


Por un carácter muy semejante al de Lord
Byron, al leer la IliLlia, hacia Fósco]o las mis-
mas reflexiones que el bardo inglés. Decia tamo




FOSCOI,O. 29
bien que pn ningun libro podian enco~trarse
sentimielltos mas sublimé'S y puros, imágenes
mas brilbntes, doctrinas mé.S severas, ni preceptos
lIJas alt~lI11ente fundados en la esperiencia; y fi·
nalmente terminaba Sll elogio afirmando, que
un libro como la Biblia, no podia ser menos
que divino.


El autor de Orti::., de Ayax, de los Sepul-
cros, y de Alcea, el profundo pensador y ad·
mirable critico, no habia nacido para su siglo.
Su alma antigua sobrtpujabu en mucho al al-
cance moderno; y su vida no fue mas que un
continuado y largo combate. Estuvo dotado de
facultades demasiodo grandes, y de una sensi·
llilidad demasiado ardiente pan ser feliz: tenia
escesiva rigidez, originnlidad, inconstancia y
suceptibilidad para alcinzar el elevado puesto
que merceia entre Jos hombres; su carácter al.
tivo é iudependiente, y afirioIl al retiro, le ale-
jaron mucha, veces de aquellos que hubieran
podido ayudarle.


na sta en nuestra opinion lo que hemos di·
cho, para dar una idea completa de la vida po·
lítica y literaria de Ugo Fósco!o; pero á mayor
abundamiento y por complemento de ella, inserta-




30 PERSON A.I ES CEL EllR ES.


remos el retrato que Fóscolo dejó escrito de sí mis-
mo en elegantes versos italianos, cuya version es
la siguiente:


Rubios cabellos y arrugada frente,
Flacas mejillas y ademan osado,
Ojos hundidos y mirar ardiente.
Pecho velloso. y cuello torneado.


Cabeza baja, labio pronunciado,
De bellas formas y vestir decente,
Pronto en la ejecucion como en la mente,
Lijero en el andar, sóbrio, obstinado.


Pródigo, humano, ingenuo, miro al mund'l
Como la suerte. á mí, contraria, insana;
Aliento da á mi corazon la ira,
y vil ante el pudor se arrastra inmundo j
Que aunque á la voz de la rnon se afana.
De vicios rico v de virtud deliro.


. -


Siempre pensando, y solo y pesaroso
A la esperanza y al temor ajeno
Tú. ó muerte, me darás fama y reposo


.~ .,¡./-"
".:¡;\~" .


p ...










~, . ~, \-,:




EL P. CIRII~O.


"Al YCl'se d~splles envuelto por los
ut'gocios mundanos (. cuan las veces
uebió echar de menos la soledad tIr
su cláustro'!))
ALv~n GO~lEz, "ll la vida del Car-


denal Cisne ros.


La llíografia de un fraile, entre la multitud
de notabilidades políticas, literarias y militares
que forman esta coleccion, parecerá chocante á
primera vista á varios de nuestros lectores. Nada
mas ~omun en otra época, cuando la EsparIa
!:'llcerraba en su seno numerosos institutos mo-
násticos. Entonces, una juventud grave y aus-




2 l'ERSONAGES CJiLEllRES.


tera, llevada de un sentimiento poderoso de
religiosidad, eorria presurosa á encerrarse cn los
c15ustros, huyeudo de un mundo, que dpenas
habia conocido. ~o era por cierto la aristo(~racia
la que poblaba aquellos asilos; pero tampoeo la
clase proletaria, que cotidianamente ri~itaba sus
puertas en busca del necesario alimento: mas bien
era la clase media de la sociedad la que enviaba
allá sus hijos, y dejaba á cargo de la Religion su
crianza, su educaeion y suerte futura. Aunque
muertos al mundo aquellos hOlllbres, segun el
lenguage figurado, no lo eran de tal modo, que
las atenciones públicas no los arrancasen con
frecuencia de sus silenciosos albergues. Entre
aquella multitud de hombres dotados de instin-
tos pacíficos, y voluntariamente condenados á
una vida monotona, en la que contaban con
un alimento grosero, pero seguro, y un asilo
para todo evento, descollaban á veces por su
génio y sabiduría hombres eminentes é instruidos
para bien de su patria, y que ocuparon elevados
puestos en la Monarquía.


Llenas están de ellos nuestras crónicas y dic-
cionarios biográficos, y difícil seria por cierto
formar una coleccioll de ningun genero literario




P. CIRILO. 3


ni político, sin que fuera preciso intercalar la
de alguD célebre religioso. Tampoco logrará el
historiador correr las cortinas que cubren el só-
Iio, sin que allá junto á él tropiecen las mira-
das del espectador, COD la austera flgura de
alglln cenobita, cubierto de tosco sayal, entre
los elegantes ropages de los cortesanos que cir-
cundan el trono. Ora es un Regenta del Reino,
que asomado á un balcon á la vista de un ter-
cio de infantería, dice con torvo ceño á la Grdn-
deza de Castilla: ¡ con estos poderes gobernaré
la Espmla! Ora un jesuita, que dirige desde el
confesonario la conciencia de una Reina ¡\ladre,
y los negocios públicos, durante UDa minoría
borrascosa. Unas veces representa un Rey infle-
xible y enérgico, que consulta los negocios mas
iÍrduos con la célebre reformadora de un insti-
tuto religioso; otras un Monarca indolente, re-
prendido en medio de su Corte, por un predi-
cador austero, ó bien un Rey débil y enfermizo,
ante el cual prúfiere su confesor COIl ademan
inspirado los exorcismos de la Iglesia.


La familia de Borbon, notable siempre por
su religio&idad, vió con frecuencia aquellos hom-
bres aproximarse á su trono. La corte de Fer-




4 PE1\SOXAJES CELEBRES.


nando nI contaba muchos de ellos; la de Don
Cárlos, representante de las antiguas tradicio-
nes, no podia series hostil.


Si la causa de este hubiera triunfado, el
monaquismo volviera bien pronto al estado de
que le despojara la revolucion, por aquel in,;tiuto
reaccionario que siente naturalmente todo go-
bierno, para reponer lo que deshicieron sus con-
trarios, como ulla garantia de propia conserva-
cion. En tal caso, el sujeto euya biogralia nos
arranca estas reflexiones, elevado á una encum-
brada posicioIl illlllediata al trono, (]las biell que
biografias hubina obtenido panegíricos, y su~
encomiadores no hubieran tituheado eu colocar-
le al lado de Cisneros, encontrándole con él
mil puntos de contacto. Oriundo de un mismo
pais y proyincia, profesando el mismo instituto,
elevado á la Grandeza y al Consejo de Est.ado,
y General de su Orden, parecía destinado á ser
la copia de aquel gran origillal, tall brillante
en nuestra historia.


La suerte lo dispuso de otro modo; y en el
dia, triste y olvidado, arrastra su existencia en
un pais estrangero, víctima de las vicisitudes hu-
man~s, y de las convulsiones políticas que agi-




P. CIRILO. 5


tan ti nuestra pa tria, llevándose en su rapida
corriente aun 1Í los caractéres Illas pacíficos, y á
los que por su pl'ofesion parecian destinados á
vivir trauquilamente en la soleuad del claustro.
Por esto nos decidimos á presentar en nuestra
coleccion esta biografia, en gracia de la 'varie-
dad, y porque qnizá sea la primera y última
de este géuel'o, que se haya Ilscl'ito en toda esta
época.


Nació el P. Cirilo el año 1781 en Torrejon de
Velasco, pueblo distante cuatro leguas ue la Cór-
te, siendo sus padres unos labradores hacenda-
dos del dicho pueblo. Su natural despejo y apli-
cacion estimularon t sus Padres á enviarlo á
Madrid á estudiar latinidad, base en aq'~el tiem-
po de toda enseíianza. Hizo aquel estudio en
casa de un profesor de gramática, de donde pa-
só á la de un tio suyo, para cursar filosofia en
los estudios de S. Isidro de esta Córte.


A la edad de 15 años tomó el hábito en el
convento de S. Francisco, y habiendo profesado
al año siguiente fue destinado á los conventos
de Pastrana, y en seguida al de Guadalajara, á
continuar su carrera de Teologia, habiendo he-
ello en ella grandes adelantos, por los cuales




6 PERSONAJES CELERRES.


mereció algunos años despues, cuando ya era Ge-
neral de su Orden, los honores del Doctorado
por la Universidad de Zaragoza.


Nada hubiera ofrecido de notable la vida del
P. Cirilo si la revolucion de 1808, sacando todas
las cosas de su centro, no hubiera venido á
colocarle en una esfera harto diferent.e de la
que entonces buscaba. Huyendo de las tropas
francesas se refugió en Cádiz, donde se dedicó á
la carrera de la oratoria sagrada, en la cual obtenia
no pocos aplausos, habiendo llamado la atencion
de la Regencia, que se componia entonces de
personas notables la mayor parte pur su religio-
sidad.


Preparábase en Cádiz una mision, que debia
salir para la Moguega, compuesta de varios religio-
sos franciscanos, y habiéndose alistado en ella
el jóven predicador fue nombrado su Presidente.
Al frente de ella se embar~ó para su destino, y
arribó á Montevideo segun las instrucciones que
llevaba, en circunstancias harto críticas. pues
los insurgentes de Buenos Aires acababan de
sitiar por tierra aquella plaza, último baluarte
de los Españoles. La situacion de aquellos paises
no podia entonces ser Illas crítica. En 1806, una




}'. CIRILO. 7


p.spidicion inglesa á las órdenes del General Gui-
llermo Card Deresford, con 1,700 hombres de de-
sembarcG, lwbia invadido aquellas colonias, apo-
derándose de BueilOs Aires, cuya poblacion habia
sido ahandonada por las autoridades. Pero atacado
por el Capitan de navío, D. Santiago Liniers,
con los cuerpos volunl.ario~ reunidos en Monte-
video, apenas pudo conservar cuarenta dias su
conquista, rindiéndose en seguida á discrecion.
Para sostener el espíritu público y atender á la
conserv¿;cioll de aquellos paises, repartió Linicrs
arnws á los hahitantes, y formó varios cuerpos;
reuniendo hasta to,oOO hombres, que al año
siguiente batieron ;í 14,000 ingleses, que volvie-
ron con ohjeto de vengar su pasada derrota.
Entretanto, sobrevinieron en la Península los
ruidosos acontecimientos del Escorial, y en se-
guida los de Anllljuez y Bayona, que causaron
honda sensacioll en aquellos paises. ~apoleon,
deseoFo de traerlos á su dominio, envió allá un
comisionado en un buque de guerra con 3,000
fusiles, y varias proclamas é instrucciones clan-
destinas, para el éxito favorable y completo de
su empresa.


Sospechando el General Elio , que mandaba á la




8 PEI\SONAJES CELEBRES.


sazon en Montevideo, del General Liuiers, por
ser oriundo de Francia y haber recihido al emi-
~ario, se indispuso con este, y para conlrares-
tade formó una Junta popular en Montevideo.
De este modo, el realista Elío contribuia im-
pensadamente al desarrollo de la democrácia en
aquellos paises, asi como Liniers, repartiendo
armas á los criollos, les sugería ideas de fuerza
y rebelion.


La mala semilla que habian arrojado produjo
harto pronto desabridos frutos. Líniers fue sepa-
rado, y le reemplazó D. Bnltasar Hidalgo de
Cisneros, que tuvo la debilidad de crear otra
Junta. en Buenos - Aires, quedando él de Presi-
dente. Cuatro dias despues, metido en una mi-
serable balandra, era espulsado de aquel territo-
rio por los junteros, convertidos en rebeldes in_
surjentes; y no contentos con esto atacaron la
plaza de l\1ontevideo, reduciéndo13 á la mayor
estrechez, hasta que Elío envió una escuadrilla
á bombardear á Buenos-Aires, obligándoles á
capitular y levantar el sitio de Montevideo, el
cual volvieron á emprender poco tiempo despues
faltando á las estipulaciones. Al mismo tiempo
Elío recibió órden de regresar á España, entre·




P. CIRlLO. !J


gando el mando á Vigodét, como lo ejecutó.
Tal era la situacion de Montevideo, cuando


llegó allá el P. Cirilo, con la misiou que lIeva-
ha á su cargo. Su despejo natural y su cortesa-
llía, le merecieron la confianza del General Vi-
godét; y viendose precisado por la situacion del
pais á permanecer en Montevideo, se encargó de
la redaccion de la Gaceta ó Boletin de aquella
plaza, cuyo objeto era sostener el espíritu público
,¡ favor de la metrópoli, y probar la existencia
del legítimo gobierno de Fernando VII, mientras
hubiese en la Península una torre en qua tre-
molara la bandera española, y un Espmiol que
la apoyara con las armas en la mano: rebatia
al mismo tiempo las sofística s razones en que
se fundaban los insurjentes para cohonestar su
rebelion, alfgando que desde la abdicacion del
!tey en Bayona y la intrnsion de Bonapnrte,
quedaban rotos enteramente los lazos, que unian
las colonias con su metrópoli.


A pesar de sus esfuerzos, Vigodet se vió en
el mayor apuro á fines de 1812, encerrado den-
tro de la plaza, siempre fiel, de Montevideo, de-
biendo únicamente su precaria conserv3cion á la
superioridad de la marina Espaüola. Pero derro-




10 PERSONAJES CELEBRlis.


tada esta por la Argentina, (*) se halló bien
pronto sitiado por mar y tierra, sin esperanza
alguna de socorro. Hallábase ya á punto de ca-
pitular, cuando deseoso de salvar la correspon-
dencia oficial con el Gobierno, y algunos otros
objetos interesantes, los confió al cuidado del
P. Cirilo. Entró con ellos en un barco, y apro-
vechando la oscuridad de la noche, logró al
pronto burlar la vigilancia del crucero enemigo;
pero descubierto por él, fue vivamente persegui-
do, aunque sin fruto, logrando llegar con su
depósito á Rio Janeiro, donde á poco, arribó
igualmente Vigodet, despues de haber capitula-
do con los insurjentes, y de dejar con harto dolor
en sus manos el baluarte mas poderoso, que te-
nian los Españoles en la América meridiomll.


Reinaba á la sazon en Rio Janeiro la familia
de Braganza, lanzada de Portugal por la inva-
sion francesa, haciendo de Regente, á nombre
de la Reina Viuda, el Príncipe D. Juan, casa-
do con la Infanta de España Dolia Carlota Joa-


(') La escuadrilla Española. compuesta de varias coro
betas. berg~ntinps y goletas, al mando de D. Miguel
Sierra. fue derrotada en ISB por la Argentina, en cuya
persecucion iha.




P. CIRILO. 11


quinJ de Borboll. J~ra esta Seriora de un génio
vivo .r penetrante, y profesaba un cariño entra-
Iiable á su het'mano Fernando VII, Y no poco
afecto á los Españoles. Al llegar allá los emigra-
dos de Montevideo, le merecieron benévola aco-
gida, yeu especial el P. Cirilo obtuvo señales
muy positivas de aprecio de la Córte del Brasil.
Llegó al mismo tiempo la noticia de haber re-
gresado á España los ilustres prisioneros de Ya-
lencey, y los pormenores de los ruidosos suce-
sos, que habian causado la ruina del Imperio
de Eonaparte. Tratose al punto, como era muy
natural, acerca de los enlaces de los augustos
personajes, que acababan de ser restituidos al
trono y á su patria. La Princesa Doña Carlota
reunia \1IW numerosa familia, en la cual se con-
ta [Jan seis hijas, de las que tan solo la mayor
(la Prinr,esi.\ de Beira) Iwbia casado cuatro alios
antes con el Infante D. Pedro Cárlos Antonio.
Trató pues de proponer á sus hermanos el en-
lace con dos de sus hijas, como se verificó. El
encargado de esta negociar.ion fue el P. Cirilo , el
cual regresó á Espúla trayendo consigo los re-
traLos de las dos Princesas, Dotla Maria Isabel _ -_
Francisca, y Doiia Maria Francisca de Asis. ~. fo




12 PERSONAJES CELEBRES.


Hallábase entonces al frente del Ministerio
Universal de Indias, Lardizaba!, que habia traba-
jado en Cádiz porque se pusiese al frente de la
Regencia la Infanta Doña Carlota, y por tanto
merecía la confiall'la de esta, y contaba con su
apoyo. Agradó el proyecto á Lardizabal, y ha-
biendolo admitido los augustos novios á su pro-
puesta, consiguió que se le comisionase para lle-
varIo á cabo, con toda celeridad y sigilo, por
razones tanto económicas como políticas, que
para ello habia espuesto aquel :\Iinistro.


El día 15 de Julio de 1815 salieron dc Cádiz
Vigodet y el P. Cirilo en direccion á Rio Janei-
ro, y á bordo de la fragata Soleda!!; pero al
llegar alla en 3 t de Agosto, quedaron no poco
sorprendidos, viendo que el asunto de su mi-
sion era ya público en aquellos paises, y objeto
de todas las conversaciones; lo cual les obligo á
dar publicidad á las solicitudes, que necesitaban
practicar para llevar á efecto su comisiono Arre-
gláronse pronto y fácilmente las capitulaciones
matrimoniales, pero no fue tan fácil allanar los
obstáculos, que se oponinn á la venida de la In-
fanta Doña Carlota en compañia de sus hijas,
que era el gran objeto de Lardizabal, y lo que




P. CIRILO.


esperaba conseguir mediante la poderosa influen-
cia y las persuasiones del P. Cirilo. Deseaba
aquel Mirústro aprovechar el ascendiente, que
ejercia la Infanta en el ánimo de su hermano,
para echar á pique la camarilla que le estraviaba.


l;ediendo la r nfanta á las instancias del Padre
Cirilo, se decidió por fin á venir á EspaIia, y
asi lo avisó Vigotlet á Lardizabal con fecha pri-
llJero de Octubre. La cOlllunicacion, que dirigió
á este principia asi: "Tengo la satisfnccion de
anunciar á V. r~., que S. A. n.. el Serenísimo
Seúor Prí:lcipe de Portugal, ha accedido en to-
das sus partes á los deseos del n.ey Nuestro Se-
'-lOr, y que está evacuarla completamente la hon-
rosísima comision que S. M. tuvo ¡j bien con-
liarme. El P. Cirilo Alameda me ha a~'udado
como S lU. esperaba, y ambos hemos removido
obstáculos, que exigían una resolucion termi-
nante. " A pesar de eso, la repentina enferme-
dad de la Reina Viuda de Portugal, y su muer-
te ocurrida al poco tiempo, impidieron la yeni-
da de la Infanta, elevada ya al trono.


Para mayor desgracia llegó á España el nú-
meto lS del Boletin de los insurgentes de Car-
tagena, fecha 4 de Octubre, en el que venia




14 PERSONAGES CELEllItES.


copiada una carta del General Abadía, dirigida
á su hermano residente en Lima, la cual fue
interceptada por ellos, en la fragata Neptuno.
Copiaba alli la carta que le habia dirigido Lar-
dizabal, manifestándole el objeto del viaje de
Vigodét y el P. Cirilo, y haciendole una tristí-
sima pintura de la Corte. A lanllóse esta al
ver el poco sigilo que se habia guardado en
estas negociaciones, y se procedió á pener ar-
restado á Lardizabal, lo cual se ejecutó en la
noche del 2 de Agosto de 1815. Para mayor
dolor se le ocupó en el acto un paquete de car-
tas, que acababa de escribir, las cuales iban
dirigidas á la Infanta Doña Carlota (cuya venida
se esperaba todavía ), ~ Vigodét y al P. Cirilo. Para
entregarlas á los indicados sujetos, pensaba echar
mano del Duque del Infantado, quc llevaba la
comision de recibIr á las Princesns, lue¡:;o que
arribasen á Cádiz. Avisaba Lardizabal en las
carlas que se ocuparon, los planes que se tra-
zaban en la Corte bajo los auspicios de Ceba-
Ilos, y que se trataba de remover del lado del
Rey y de la Infanta, todas las personas que
pudieran aconsejarles bien. Una de las que se
trataba de alejar era el P. Cirilo, y pJra de-




P. CIRILO. 15
tener el golpe, proponía Lardizabal que la In-
fanta le nombrase su confesor. "Lo creo muy
COllVrniente, decia, aun prescindiendo de esto,
porque el P. Cirilo tiene mucho talento, es
buen lleligioso y muy amante del Rey y de
la Real familia, que es lo que se neces:'a ; yes
necesario mirarse mucho en la eleccion de con-
fesor. »Con todo no llegó el caso de que se ve-
rificasen, ni la separacion premeditada, ni la
elevacion del P. Cirilo al cargo de confesor de
la Heina; y aunque al pronto fue mirado con
alguna prevencion por sus relaciones I'on Lar-
dizabal, logró sostenerse en la Corte, mediante
el favor que le dispensaban la Reina y su au-
gusta hermana, habiendo recibido entre otros el
de ser nom1rado Predicador de S. M.


Como una muestra de este aprecio, se inte-
resó la Corte á su favor para que le cO'lfiriese
Sl.. 8antidad el Pontífice Pio VII, el cargo de
Ministro General de la Orden de S. Francisco,
el cual obtuvo en efecto el dia 27 de Noviem-
tire de 1817 , ii la edad de 36 años. (*) Al dia
siguiente de tomar posesioll de su nueva digni-


(') Segun las crónicas de In OJ'den solo S. Buenaven-
\"entura, habia siclo General á esta edad.




1H PEllSONA.TES CELEBRE,.


dad, se cubrió de Groude de l~spaüa, segun la
antigua costumbre, h3biendo sido pallrino suyo
en la ceremonia el Duque de Hijar, Conde de
Salvatierra.


Poco felices fueron lo. tiempos en que COl'·
respondi6 al nuevo General cenobítico ejercer su
cargo. Las revoluciones políticas, habian lanzado
á los Illedicantes de varios paises de Europa,
y la que agitaba á la sazon nuestras antiguas
colonias americanas, afectaba no poco á los
,uslitutos de aqut'llde, privándoles de los cuan-
¡'c¡"lo" recursos que de allá recibian. Por otra
parte durante la guerra, habinn sido destruidos
"a ríos conventos, muchos religiosos habian aban-
donado el báculo y el cordon, por el tahalí y
la espada, y finalmente la supresion decretada por
las Cortes, habia abierto una herida, que aun
('uandn al pronto apareciera eicatrizada, haeia
temer por su existencia futura. Largos trabajos
y desvelos se necesitaban para volver á su es-
plendor pasado, una Orden tan numerosa, es-
tendida y fraccionada como la de S. Francisco.
la mas célebre de todas las mendicantes. Pero
cnando las medidas tomadas para ello princi-
piaban á prestar algun fruto, sonó nuevamente




;,-


el grIto de lil)[!rlad) apl'estarollsc los vartidos á
la rwl'~a, cllal lo hicieran poco antes contra los
,,~tranJeros, y Jos regulares principiaron á tem-
blar por su suerte futura, recordando su pasa-
da proscripeioll. Pronto se realizaron sus tris-
té'; pre,;eutimiJlll<¡;; y Iam;ados de sus alber-
gues hubieron de huscar IIll rincon par~ cobi-
jarsl', y mendigai' un pedazo dr pan para con-
senar Sil cxistelleia. El P. Cirilo, á quien s';
·)osicion impedía ocultarse elitrc la multitud, se
vil; entonces pre('ís;Hlo á nwrcJ¡~r al e¡;traujero;
[Jorqul' rn épocas de l'el'oluciol1. las personas
que dC.ieuell,¡ll algull tmllo, son la': qU( menoo
:í euhierto se hallan de los tiros de la Ilwit'-
\'olencia.
P~ro luego que las cosas volvieron al estado


"'11 qll!~ s': hallahan tre5 aüos alllfs, merced ;Í
la j nlrrrencion de los hiJOS de s. Luis, el P. Cí-
rilo regrecó ú Espúia, y fue poco despucs nOIll-
brado por el Rey COllsejuo de Estado, habiendo
sido uno de los primeros y de los que mas rom-
tantemellte trabajaron para la illstalacioIl de'
aquel Consejo. Sucedió al P. Cirilo, en el cargo
de 'Jinistro General de la Orden, el P. Fr. Juan
Capistrano, por bula de Leon XII, quedando




PERSON A.JEt> CELE¡;¡I L:


el P. Cirilo, con el cargo de Vicario Genera i
Durante su generalato visitó varias provincia~ ..
"elebró 3U capítulos provinciales, y- dió algu
nas disposiciones respectivas ú b reformo en
la Orden; especialmente PlI la parte reh
tiva á los estudios, haciendo que fuesen estm,
en armonía eou el plan gelleral, que se [¡a·
bia dado en 1824 á toclas las Universida-
des del Reino. Al mismo tiempo revlIlidó las
gracias que algunos "ñ0S antes, se habian ,:Oll-
eedido á varios individuos de la R('ligion, que
se habian seilalado durante la guerra de la In
dependencia.


Una de las cosas que mas llamaron en aque-
lIa época su atencion, fue el reparo y engran-
decimiento del convento de S. Diego de Alca-
lá, en el cual invirtió cuantiosas sumas, en
especial de lo que obtenia por su cargo de Con-
sejero de Estado: para ello regularizó Ju fúbrica
qUtJ se componiu de un agregado de edificios
diferentes, que sucesiva mente se habían ido
unienclo al convento" y ademas adornó la IglEsia
y tambien el interior del convento, con hermo-
sos cuadros, algunos de los cual~s se hallall
?<;nllestos al púhlico en ('1 Museo lJ~cionaj de




1'. CHULO. 19


,'sta Corte, sito en el ex-convento de la Trini-
<lad. Ademas consiguió del Comisario de Cruza-
da, el Sr. V'lrela, el ornato de la hermosa ea-
pilla de S. Diego, construyendo un lindo
¡'etablo y 'lO sepulcro de mármoles de mez-
da. (~)


Para dar mayor autoridad á su convento
favorito, trató el P. Cirilo de que se celebrase
en él un capitulo general de toda la Orden, lo
cual no se habia ejecutado desde el año ue 1768,
en que tuvo lugar uno celebrado en Valencia.
Desde aquella época, los Generales hahian oh-
temdo su dignidad por medio de hulas ponti-
ficias. Venc:uas no pocas dificultades, y habien-
do logrado de Sil Santidad, que el Nuncio,
Monseñor Tiheri, presidiese en su nombre, consi-
gu/O reunir en Aj('alá los provinciales de los dife'
rente,; dist;-;u),i, (''1 qll0 estaba dividida la Or-
,¡,,¡¡, t:lUto en Esp:u"¡a, como en América, r
t!,'H:a:; colonias esp3r!olas. El 29 de Ahril de


.• \ E • .! el ala estro convento sirve de cuartel d" c~balle·
da, ~ la capilla de S. Diego de cUerpo de guardia. Par«
):\ "'oU,:>fHICiOll del scrnlcr::> se ha cor.st,·uido (segun tene-
rw.s entendido) una tapiJ, dejándolé incomunicado con el
rt~to lid cUf.rtul.




830, se verificó por fin la sesioll priueipai d,,'
capítulo, en la que el p, Cirilo hizo dirnisiOi\
dr su car{;o de Vicario GellEral, y lIió cuentJ
de sus a('cioncs durante los trecr alius de Si:
::,,,lliel'llo, recibiendo por ~llo en el acto lt1iSfllP
lll1 yoto general dc gracias.


Principiaba ya entonces á sentirse un camhi¡,
visible en 1:1 política de la Corte, dGhido en gran 1m.
tI' :11 casalllicnlo'de Fernando ,'11 con su última es-
PO,:l, Yerificado á fines dpl ariO 1 S2!) , y rl (~1l:¡\
decían (¡al!pf sido com hatillo por l'I 1'. Cirilo en
(d /'onsejo de Estado, ~;(,~UI1 In roe"s '1uP eor-
lier;]!1 entonces, el p, Cirilo S(~ opuso il qll~ pi
Con,;rjo invitase al Hey á C(¡llÍr:Ie¡' 1l1H'VaS nup·
('i:.J·~ ~ SE't!,Ull la antigua U~[lrl!.a, d(~;..t·auúo f~l\Ore-
1''',' rl ildl'cni:nifnto (h~ D. CiÍr:;)s al trono, Apo-
\a:,:;<e e: P. Cirilo en la elbd :-; ndw(]l1es del
~Ú01!Jr('~), los C,JJ~e5 h~\('ü\n conji'turi1r, qne Sil
\ ,da no se prolor.,;~ria IlHlf~ho, y pOi' eOllsiguientl'
'lue ffl el caso de tener descendcncia de est¡,
"l1r:,':O matrimonio, la nncioll tendria que sufríl
I:¡, (Lsgi':lcias cllc,ns siempre ;¡ las minorias. El
íll1l:nc de Bnilén cornlluti(Í este proyecto, segun
se dj;o, maniffstmli]o que el COl1S'~jo debía pro-
,:¡y'~~ ".1~n¡p¡-~:, (¡Úe ·i,¡ ",lf-rSÍOll nI trono [ueí'a




1'. <:I1\1LO. :::1


'Ji)! lllk.¡ di¡'c'<,t;1. Con este motivo estuvo (~ll­
IOilú':i ¡Ilil,' eIl lo;;a !lIla anecdotilla sobre 1i11
,¡icho fe,;l; \0, que se suponia haber salido r1~
¡)I)I~a del ~l'llcral Castníios, cuyo genio fra¡¡LO
ha <boJo Illotivo á r¡ue los inventores de Cllt'Jl-
In, ¡¡~ atribuyan eon frecuellcla dichos, r¡ue ~Jl
ud t~3S0 hubieran ellos proferido.


Fllese por esto, ó por al~u[] otro motivo
;ldl'lielllar, l'l Rey tUIO Ó bien presentDrle po-
·'0 tiempo despues par3 el Arzohispado de
Cuba, llIedida (lile por eutJuees fue minl-
da cOIllO un destierro político. Ptecil;it.las los
blllas, marchó á Sevilla, doude fue tOll5a-
grado, habiendo sido su padrino en ar¡Llrl
ar.to el Infante n. Carlos, por me.dio de pode-
res qlle dió ;Í D. Juan flautista de Erro; y peco
de'purs saii.; para Cuua, donde Ikgó ,í illlr's
de Junio de 1832, Iwbiendo sido recihido ~ltlj
¡'Oll g\'3tHlc llparalo, por los muchos hOlll)j',,:;
de que Sl~ balia ha i'éH'stido.


Su contil/era eu ,HIueHa época fue entera-
¡!Iellte reservada y :Jr;ena de la poJitica, ded¡·
¡'óllHlose ,'on 8SII1<'1'O ~í la risita de su "<.Ista Dió-
':t'sis, ea la ,~udl se hallaba ocupado, clIando
de.eró ,lija la ¡¡otieia tlel fallecimiento de Frrnan-




22 PERSONAJES CELEBRES.


do VII, al tiempo de marchar á contiuuarla en
Puerto-Príncipe.


1,a tranquilidad de aquellos paises, ¡;nucipil
bien pronto á verse gravemente ameuazada. Por
una parte, hombres de ideas avanzadas trilta-
ban de plantear allá con poca prudencia la,
medidas y reformas, que se precipitahan en la
Península. Temíase tambien, que los realista~
tratasen de atraer aquellos paises á su devocion;
finalmente algunos génios díscolos, cediendo
quizá sin conocerlo á estrañas influencias. tra
bajaban por emanciparse de la 1\1 etrópoli De ..
seoso el Gobierno de robustecer su autoridad en
aquellos dominios, envió allá de Capitan Gene-
ral á D. Miguel Ta~on, que ncababa de dar en
Sevilla pruebas de cordura y energía contra los
perturbadores del órden. Las calulllui3S y mi·
serables hablillas coa que ,~" ;.rató de indisponer
~l Capitan General, asi q:lc arrihó á la Isla,
con el Arzohispo de CulJ", se estrellaron en la
sensatez de aquel, reinando hien pronto entt'P
ambos completa armonía.


Poco despues, el gobierno de Madrid, por
un error que pudo ser funesto para nuestra,
Antillas, creyt1 oportuno enviar al General non




J'. CIRILO. 23


illauuel Lorenzo, de Comandante General de Cu-
La. Las ideas avanzadas de este, que sobrepu-
jaban á su instruccion. contrastaban con la
templanza y mesura del Capitau General, que
penetrando las tendencias del General Lorenzo, y
sus funestos resultados, necesitó reunir todos
los elementos conservadores de que pudiera echar
mano. y en especial del Arzobispo, cuyas ideas
de órden le ponian ellLon~es en el caso de
que contribuyese [lor su parte á evitDr todo
Irastorno. Por de~gracia el motín de ia Granja
halló e,:o en la Isla úe Cuha: un .)i3rio de Se·
villa, que llegó á manos del Comandante Gene-
ral, en Setiembre de 36 ,le avisó qne la Reina
habia jurado la COllstitucion del ailo 12; Y al
punto, cediendo á sus instintos democráticos,
llZU zado por los rel'olucionarios, y sin esperar
las comunical~iolles del Capitan General, proda-
mcl la Constitucion , rcullió Ulla junta formada del
Ayulltamiento, con sus amigos y parciales, repuso
las cosas al estado que tenian en J 823, decre-
tó la libertad de imprenta, esparcicl proclamas
incendiarias, ) formó dos Latallones de Milicia,
repartiendo las armas pródigamente, medida
que pudo dar los Illas tristes resultados. Noti- ",




24 PERSO:\AGES CELEllRES,


eiosos de esto los eternos cncmizos de la po;,
Iwridad cspai:olo, se llcnaron de jlíbi!o, }li,ft>s-
taron al punto una escuodl'illa, J:¡ ('tlal ~lpo.vilda
por el gobieruo de Haiti, debia hal'er UIHl in-
\'ilsiOIl de Ill'gros eu las costas de la flablllJ¿¡,
Alarmado justamente el General Tacon, se d('-
cidió á obrar con firmeza, y bloqueó por uar
y tierra á los pronllllciJdos de Cuba, lomando
otras acertadas medidas para atajar bs Ilf(Wre-
sos de la revolucion,


Ofreció ('ntonees el P. Cirilo su illpdiacioli
rou el Capitan General, para que >;t' ,;uspl'¡¡dw-
~ell las hostilidades contra Cuua, e;,~o ('e q!llé
estas se hubiesen de emplear. :\egóse pi (;ene-
r'JI Lorenzo á darle poderes para dio, ale-
gando por razon el ser sus ideas polítiea~
rliametralmente opuestas ;Í las del Arzobispo.
j'ero luego que se formaliztÍ el blo(jIlPIl, eau-
sando la paralizacíon consiguiente al comercio,
lejos de secundar los pueblos el grito lanzado
por él, se le mostraron hostiles: entonces se le
insinuó por ter,:era persoltu al Arzobispo, que
llIarcll3Se, pero sin poderes, á intfl'ecdr.r con
el General Tacon. Negóse ~ su vez el P. Cirilo,
no querif'lH]n esponerse á otro desaire. v que st'




1'. qlllLIl.


illirJSell ('ÚIlIO Ulla olicimijdild ;nt€lllpeSt!1'3 SIIS
~('.iti()HrS de pilZ, por aquellos mismos fílit' de-
hirrnn haberle autorizado para couseguid,!.


Las 3rertiltbs disposiciones del Ca[Jitnn G(~­
llera I tmieron [lor fin el éxito apeterido, y á [lesar
de los esfuerzos de los pronunciados de Cuba,
el (;encral Lorenzo tuYO que embarcarse la H(;-
che del 22 de Diciembre á hordo de ulla COI'-
hftil inglesa, con dircccion iÍ la PenÍusú]a. Des-
pechados afJ!lcllos, triltaroll de vengarse en la
pnrt\' débil, CO!110 ('n tales Cé1S0S sucede siempre,
y 110 pudieudo \'olverse contra la autoridad mi-
litilr, que los haLia enfrenado, se desencadena
lIal'OlI CO!ltr<l el Arzohispo, haciéndole el Llan-
eo de sus tiros, y suscitándole tropiews en Sll
miSlllfl Cabildo.


El :!:, de Diciembre celebró por últilllJ \ f'Z
de PonJíliea!, y !,1'i1cticó las \·isit~s de costum··
brr, lomando algllllrlS disposiciones sobre juris-
diccioll, para despues de su marelw, qne COIl
sideruba in evitable temiendo justamente las iras
¡'evoluclOnarias, t:mto de algunos de sus dioce-
,.,'][lOS, como del gabinete de Madrid, que á la
,aZUl! sr complacia ('11 perseguir y encausar ;:i
,',1,1 todr., lo, prelados españoles, para volver ;;.




PERSONAJES GELEERE~


la Iglesia el esplmdor de sus primeros tiempos. En
efecto, el día 2 de Enero llegó de llatabanó la
fragata Isabel I1, con pliegos de la Capi tanía
General; y habiendo circulado el rumor de que
se iba á prender al Arzobispo, (ó bien por
aVÍso confidencial del General Tacon, como le
echaron ,í este en cara sus detractores I se vió
en la precision de salir de su palacio, y tomar
asilo á bordo de la fragata :Netllfod de S. 1\1.
Británica, que se hallaba surta eu aquel plwrto
desde el dia anterior, yen la cual fue trasladado
á Jamaica.


Tres días desllUes, su Secretario el Doctor
D. Francisco Delgado, notificó al Cabildo las
disposiciones que habia tomado el Arzobispo para
el gobierno de su Diócesis, durante su aLlsen-
da: estas fueron objeto de ágrias contestacioues,
las cuales pasáramos de bucna gaua en silencio,
si 110 lo impidiera la publicidad, que se If'S
dió por medio de la prensa. (*) Apoyados tres
capitulares del CalJildo catedral en varias razo-
nes politicas illas bien que canónicas, dirigieron
ni Gobierno Ulla esposicion contra los Goberna_


¡t) Se pulllicul'On en UII folleto titulado La fuga del
P. Cir'/o.




1'. CHULO.


dores nombrados por el Prelado. En ella le )Jl'I"
sentaban como un maquinador, que trabajaba
porque cundiesen por la isla ideas de realismo.
"Al auspicio de ciertos accidentes (decían en
pila), la polltica cortesaun del Prelado, sus
modales estudiadJmente esquisitos, y sus con\'er'
sacioues alhagüeüas y seductoras añadidas :Jl
prestigio de Sil dignidad, empeznron á gnnar
terreno sobre algunos espiritus idolatras del po
der "


Pero en la segunda y siguientes, resentidos
contra el General Tacon, por haberles mandado
obedeeer á los. Gobernadores, como era justo,
I~ dirigen abiertamente acres invectivas, y le
"cusan sin rebozo de haber promovido y encu-
hierto la fuga del p, Cirilo, viniendo al fin a
pOllrr en duda hasta las opiniones políticas de
tan pundolloroso General, ensa!zalldo hasta las
nubes ri Lorenzo. Prescindiündo de la idea re-
pugnante r poco favorable, que dan de SI unos
t'clesiásticos, al representar contr¡¡ su [m'lado,
~cusándole por opiniones políticas, mucho mas
al verle caido, errante en paises r;;tranjeros, y
lanzado de su sillJ por uu" revolucion, cuyo
prill1Pl~ acto había sido el insultar ~ Ull3 Heill3,




' ... .,(,~ \'EIISO\.\J ES CELEBR €S


11<) pueden menos de causal' iIldignarion ú todo
Ilomlire illlpardal el estilo acre y riruI('nto con
f¡lIe estan redactadas ¡I(Iuellas esposieíolH's, y la
fraseología [JJtriotera, que tanto desdice de j¡¡
plllma de un eclesiástico, lllüuifestJudo bien á
las cJaras el movil que las causaba, y el t!PS!W-
ello que la caida del Grncra! Lorenzo !J:Jl,ia in-
fundido a cicrtJs IH'rSOn;],.


¡<:ntretanto el P. Cirilo SI' haLia trllsladado tle
JalllJÍca a ln¡;laterra. en donde [ll'l'lll<lneei,¡ )1':111)
tiPI,nllo, y lo tuvo de rnterarSlJ ;1 fondo del toro
tuosa giro, que se';uian los CO!lS~jí' ros de Don
C:ido':i. Yerilicado el c¡¡,allJiento de (~ste con la
Princ('sa de Beir:l, se deddió el P. Cirilo a pre-
sent.arse t'll las provincias, donde los asuntos pa-
recian tomar otro sesgo menos tortuoso. lJl~­
rliantl' ~i cU!llbio de gohierno (jLle aeJUélIJa tle
obrars,~. !Ialláhause iÍ la saZOl! fuertemente ~n­
('onados los dos han dos , que aspiraban:í ¡,<'gil'
la causa de D. Cárlos. Intolerante el uno v ha-
('ieudo alarde de su ignoraucia, desmentia ton
su~ hechos lil reli!:\iosidad qUll preconiza ha . el
otro flns bumano y de,>preocupado trataba de C\)I',-
servar lo antiguo, Jlero dando cabida ;í las JI 10-
difiraeion~,; v reforlllas, ([ue el tiPlllPO v la ,"




l' ClB ILO


!,('ri¡~ll('iJ habiilll ellseu¿IJo. COEtaba aquel COH
!'/ ,¡poro y las simpatias de D. C;Írlos~' de rl!·
¡:tUllOS ilntiguos generales y guerrilleros dr: ÚlO
n. Este otro ostentaha ell sus mas casI todos los
jóyenes generales, oficIales de illstl'llCcion, ~.
eclesiásticos virtllosos, que la rerolucion ha hiil
lanzado de SIIS lllgares, pero que no olvidaban
su carácter de ministros de un Dios de paz.


Al regresar á I':spaíla el P. Cirilo, aeababan
de obtenpr estus el rmudo por la innllencia de
la Princesa de neira , snlil'lldo del ealubozo para
ponerse ¿~: frclll.l' de la:; tropas los g"ncr,lles Elio,
Yil1ilrf'il~ , Zari:1tegul, fICHl1eZ y otros varios ge-
fes, <1igunos d~ ellos próximos á ser fusibdos.
1\0 era difieil conocer á cual de estos partidos
se inciln,¡ria el P. Cirilo. Sus modJles finos, y su
¡.:etllo con('iliador, le hicieron seíi:JI;)l' por los
ultra-realistJs, como un c;lemigo suyo formida-
lile, guió sin que el mismo pretendiera afiliar-
se en nillgutl hando. Por otra parte b envidia,
q!1e asi se desarrollaba en ,lJ corte de Oñate,
como en las antesalas del régio alcázilr, no podia
mirar con indiferencia el 3scendiente que ejercia
sohrc D. Crirlos 3QIlt'1 recienllegado, .Y b COIl-
Jlaow qUR se le dispensaha eu l'rcmio de antiguos




PEl\!oION,UES CELEm:ES


• spniclOs , hasta el punto d~ ofrecerle el Arzobb·
padfl de Toledo,


\ poy¡;ilo l\Iaroto ell el partidfl I'ealista mode-
;Jdo, :t I eaal tnmbien se Ilamaha en Oñate jrwe-
tlrUi :sta, logró reorganizar el ejército vos conga-
,lo, lcyantándolo de la postracion en que yacia
desde la espedieioll de 1831, Pero despechado
atluel general carlista al ver la oposicion que su-
frían sus planes en el cuartel renl por ¡;Igunas
de las persou3s que rodeaban <Í D. Cárlos, se
arrojó 11 ejecutar el sangriento drama de Estella,
des,le cuya época pudo considerarse en disolucion
la causa de D. Cárlos. En las luchas políticas
!lfl es á I'eees dificil la avenenria entre los par-
tidos estremos, á menos que se haya derrama
do la sangre de alguna ilustre víctima. Entonces
11jllPila slllgre es la linea rlivisoria , que separa
los (los C~lnpOS, lin¡-a que los amigosde la vÍc-
tinn ¡lO pasan jamás sin considerarse maneilla-
dos.


La posicioll del P. Cirilo y de las 1lt'I'SOllélS
'PIISalelS del partido carlista, prinripió ¡l ser l'll-
tOllces nmharazosa. Por Ulla parle se ve¡an [JI'e
'.'i"lhlús ú sostenl'r ostensiblemente J l\I;¡roto; ú nice
'jur p'l'!i~, Plltl'enJI' ti sus contrarios, eont~lld(l




P CJEIL(¡


eon UIIJ buena parte del ejército, por otra se
h~lJalJil1\ en desacuerdo COD la marcha de este
r-refe. mucho mas desde que las últimas operacio-
I1es militares, y en especial el abandono de Ra
males, habian puesto en cl aro sus tratos con ei
General Espartero, pues aunque deseaban uné]
ttilllSaccioll, no porlian aprobar «quel modo de ha-
cl'rla. A pesar de las reconvenciones que el Pa-
dre Cirilo dirigió á Maroto, y que llegaron á ser
entre ambos hastante acaloradas, el partido furi'
hundo le acnsó de complieidJd con ~Iaroto para
vender la causa de D. Ccirlos, En una carta de
Lond res , fe~ha 29 de Mayo de 18,~!), que puhli-
có :.\1itchell n órgano pagado de aquel partido,
despues de referir que Espartero hahia ofrecido
a Maroto cierta cantidad y la Capitania general
de la Habnna, decia asi: «Solo Dios pned~ sa[-
vamos, pero es preciso un milagro [lJra drs b;:
ratar los planes del Ar~,obispo de Toledo, del


It ) En su folldo titulauo, 1" Curte' 11 el r:ampo de !JUl'
Curios" 1\litchell aparentando U,\ rp~iismo f',n(;Cra(]" Fe
C<1ptó la benovoleneia del Obispo de Leon y avisaba "
las autoridades francesas de tOllas 1", comunic.-:cicne& \!).l<'I' "',
este le di¡'igia, Halliendo tenido L' d¡',,'erguclOn !le ¡ñsnl--
tal' al partido moderado liberal, en l;;}~, publicó el 'He-
raldo una curiosa relacion df~ lo;:; tratos dO;Jles de ~?'k
Qí'r..;onaje! digno compniíero dl'l P C[]sarc~,




,;U;O,AJES GELEDI'ES.


Capitan general di) la Habana y (kIllJS 3so('iados
maroti~tJs, que bien merecian tener la rnism~
suerte que Quesada ..


"El P. Cirilo ha hecho ir á Tastetal ('uartelreaJ
á fin de contraer un empréstito, pero '!lO cr('o
que pueda conseguir nada de el.


nEl decreto dado para la devolucion de los Lif-
IleS de los Cribtinos, es obra del P. Cirilo: lp [¡a-
l)ja redacta:lo ,qui. y es una de las prilllpras
meu;dus que deb:all ponerse el] pl~lItiJ. lUP!Io
que se hallase en el Jloder .


. ;.! allli:;o C!Hlcon, ministro de !lIé'l'inil por
t'¡ gtlhi€filO de ;';Iadrid, ha caído, ~. es:\! e, UI1:;
j"!licidad para nowtros."


Por el contrario Ariza;;a, deiensor l'1I partl'
de :\lJrcto. dice que en Ulla cntré·\·¡sta. t¡n~
tUYO con el Arzohispo de CIIII'!, rn Az('oitiil, se
hab.in mallifestado este tan Ol'ccoutento, que !p
¡¡,,"gurú tenia f'edida l¡cellcia para ÍrSl' :i OJl;¡(l'.
y desde alli á Francia, desconfiando ya r~l' todo
remedio para la causa de D. Cárlos. A pesar die
eso da la esplicacion siguiente á las desJvenell-
cias entre el P. Cirilo y l\laroto. (*) "Para 01l-
tender las variaciones borrascosas, (1 tI(' el; las


(f") Historia mil tal' y politica t!pl partido c:ld~~ta.




P. CIRILO. 38


personas y partidos, se notaban por aquellos
días azarosos en el campo de D. CárlQs, será
preciso tener presente, que si bien el Arzobispo
de Cuba, Ramirez de la Piscina y toda su par-
cialidad, habian estado unidos con l\Iaroto y
demas militares, para hundir el partido del Obis-
po de Leon y Arias Tejeiro, desde que vieron
que Maroto no era hombre para ser dominado
en manera alguna, volvieron contra él sus tiros
y asechanzas, valiéndose para ello sobre todo
del flanco que prestaba á la reputacion del Ge-
fe de E. 1\1. su débil resistencia en Ramales y
Guardamino.l>


Tal es siempre el modo de juzgar de los par-
tidos; jamás se paran en un medio, ni atribu-
yen sino á miras mezquinas las intenciones de
sus contrarios. l\Iitchell acusa al P. Cirilo de
vender la causa- de D. Cárlos juntamente con
Maroto" y Arizaga de haber recriminado á Ma-
roto indisponiéndose con él, porque no le podia
dominar. Entre ambos dictámeues está la ver-
dad; á saber, que ni el P. Cirilo, ni sus ami-
gos, ni tampoco los pundonorosos Generales,
que han acompaüado á D. Cúrlos en su destier-
ro, (á pesar de lo mal que habia correspondido


J




PERSON A 12" CELEBRÉS.
~ :,t:~ ~er ... :~i08) po'!ia-: secm:.'Jar los phnes de
I.C~ ult~a· reJlis!lS ni ti\mpocc nprohé!r linfl tran-
~~ricr ;llisterios'l, y '.:'le .\11roto trnta!:a d3 1::;_
cr~!e~ ace!;t~r; pel'::ie;ldo fo~!ifo.~acione3 y !:.,-
taI!as.
ReaEzá¡'ú'1~e les lep~O::(,él del P. í,irj~o, J' el


ejérr:íto ('~rIiSla \legc~ é: vel'SC '~a tal d~SI.lC~rJiz,,­
~ion Ú med;:Hlo~ de A"'''3tO. qun F le 8:a in;-
rosibll\ aeo>r!~r Nrf' r:;']·:o qw' !él voluntad ce
r:o~arf~l'~. Dps~u~s ,le 1" r?vista <1'.' Elgt'?~'l C')
el 2.; de :1'¡re1 °1es, D, r:~rl()S S<:l tras1.ldé á
Villilf¡'~flca . en dOl'dr~ ""'llIil; al dia ~igll;e!l:e d
Consejo de Estéldo, en el ellal se ldló el p, C¡·
rilo, y se ~~ed(í trf~!~d¡¡r !ll ~O:\rte ~ I.e~um·
h"r~i , ('romo se "eri"có ¡\[ !1.~[~<lr 3lhí pra[ll1~o
n. Cárl.-.s al Co!:.seif) Sil '.'!,flSJI1Üentc dp, tr[\s!~­
(!ars~ a! br.io Ari\~on, "a.a J'~uIlit' Jo~ rp~tos rl~l
ejércitn vp~congad(. C(l!l 11s fuerz~< de Cü·r~r:"
r'lC' dr. .10f que 'llas fl!ert~m~!lt'l fe (lpmit'rcr: á
<,;n dr,s~abe'l?r!o pl,u f!l~ 1'1 P. Cirll0. lo ('t~p.!
,'srité I:~ biEs '.le U~. h'ri')I!ndo, I~¡\sta e'. mlP~o
de ir.Sl·1t·I."le, (l'+~n:!olp. segun lW.td~pll.; Lilas
:n1n~)r~3: i ~?f'!!IOB!'f(I(\ sar.e le. o.l r,:r:iUmie~I.h.
'i'I': le !-:wir< (>! Nl'ip,tl'! ,',' '1'(1/ C.-:!I¡¡,eta;




1'. CH\ILO. 85
Aña:!e el r,l;smo que tant-:) el P. Cil"ilo, co-


mc E,'ro, a~,,¡irez de h·. Pisci: .. a; Otal, Val-
rl"spiu,;, ~Ior.t~n€gw y otros, se retiraron gl'O-
se,amAnte :í Frarda, ~;n pedir perm::;o á Don
Cárlos. Esto e~ enteramente faLo, y asi lo de-
1l'0strili'Or:. lo: [,cllsados, contBstanao á Mitcheíl
por r~;:;dio de b prensa fcucesa. Tanto d
P. Cirllo, com::: los dellns, aco:np1ñarou á Don
C~r!05 en SE hf'l:~udG ]¡¡;;;!<. el dia 'j de Se-
~i?l]lbre. EntollC"S s.lpieton fpe t:: dia ¡:ncerior
los Sll!Jl.lV~J(¡S d~ Yera, eS::l!:¡)(bs por lo~ furi-
bun:!:,s que se halla1)1ll, ,í su fr-ente, hÚJian use-
sinado br!'talmente ;í Moreno, y que pensJlJ:m
atacar al cur.r:el reol, cOLltand(, con el apoyo de
la guardia de D. Cárlos, para asesinar al P. Ci-
rilo y sus amigos. En tal conflicto, despues de
haber avisado ft D. Cárlos, y obteuido su per-
miso y una escolta, se retiraron á Francia.


De alli pasó el P. Cirilo poco despues á
Italia, marchando á busl'ar un asilo en la capi-
tal del Orbe cristiano. En la actualidad perma-
necl1 retirado en un pueblecito á las inmedia-
ciones de Génoya • y lejos del bullicio; habien-
do oh tenido de Su Santidad yarias muestras de
aprecIO, ¡'n espeeial el cargo de Legado á latel'e




36 PERSONAJES CELEBRES.


con que le honró en el año pr.sado de 1843.
Tal es el bosquejo de la biografia de este


personage, cuyo actual estado nos pone á cu-
bierto de la nota de aduladores, al puso que
nos escita á la indulgencia, que siempre he-
mos usado con los caidos. Nuestros lectores que
esperarían al principio encontrar una biografia
de un género particular. estraí'íariÍn quiza
hallar la de un hombre público en vez de un
fraile: en este caso les recordaremos lo que
dijimos al principio. que el vértigo de la po-
lítica arrastra en su rnpida corri'~nte hasta los
génios mas pacíficos, que parecían destinados a
vegetar en la ocuridad del claustro.




."






El .. BARON I .. ARREY.


"i Qué hombre, qué escelente v
digno, holflbre es Larrey! Cómo h~
cuidado del ejército en Egipto. al
atravesar el rlesierto , despues de San
Juan de Acre, y en Europa. Me ha
merecido un aprecio que no !\e ha
desmentido jamás, Si el ejército e ri-
ge una columna al IIgradecimienlo,
debe erigirla á Larrey."


NAPOLEON.-Reladon d. ¡)Jr. M<I'r-
c/vJ.nd •


• Dejó 100,000 francos á Lal'rey;
es el hombre mas virtuoso que he
conocido.-


Te.tamlnto de Nap<!leoll,


--


« ¿Sí se 08 Mntara, dice La Bruyere, que todos
los gatos de un gran pais se bdn juntado á mi-
liares en una llanura, y que des pues de haber
mnyado á su sabor, se hall nrrojado furiosos unos
contra otros repartiendo mordiscos y arañazos;




PERSO:"iAGES CELEBlIT,S.


que de aquella refriega quedaron de lIua parte ~
otra I1llrve Ó diez mil ¡;atos telldidos en el calll e
¡Jo. que infestaron el aire á diez leguas al re-
dedor con su podredumbre, no diriais: ps 13
algarabía filas abomiuable de que jamas Sf
ha hablado? Y si los lobos hicieran olro tanto,
¡qué ahullidos, qué carniceria! Y si unos y otros
digeran que aman la gloria, ¿ deduciríais de su
discurso que la hacen consistir en cncontrarse en
aquella refriega, en destrUIr d·e aquel modo su
propia especie? ¿~o os reiriais dc la ingenuidad de
aquellas pobres bestias? (*) Si os Jigeran, couti-
nualld/l la metáfora de La Drll\'efc .Y adapt;ín-
dola á nuestro asunto, que entre todos aque··
Hos animales que se despedaz~ha/] ron furor,
S¡~ ha visto :í algunos ir tl"anquilos en medio de
Iii rcfticg<1, espuestos á recibir de ambos lados,
sin devolverios, Illordis('os y ilfaíi~zos, y ocu-
pados únicamente en calmar JJS últillli1S ('Oll-
vulsioncs de los moribundos, en restaiiar la san-
gre de los heridos, en curar las llagas ,. com-
poner las patas quebradas y los ojos arranen-
dos, en fin remediando lo mejor posible aquelkl
carnicería, DO diríais: (( Entre todos estos ani-


.+) La Brny:'!rt-, Caror:tercs, cap. XII de los juicios.




males los hay Illuy aprrciables; y seguramente
si alguna gloria lID de resultnr de esta reunion
de animales furiosos, ÍI ellos pertenece."


Los homhres, animales que raciocinan, para
diferenciarse de los que solo se sirven de sus
dientes y de sus uñas, imaginaron primero las
picas, los dardo! y los sables, y despues los
fl1silps, los cañones, las bombas, las granadas,
medios todos de estcrminarse con mas seguridad,
mas pronto y con mayor ruido. Cuando se ba-
ten, no se trata entre ellos de arnmcarse los
ojos ó de araíiarse la eara, sino de pasarse
ff:'cíprocamente de parte á parte, de hacerse pe·
dazos, de romperse los miemhros, de aplastarse
b calwza tÍ el ped1O; y mientras de este modo
Si' matan ;í millares en una llanura, 21 son de
las trompetas. nI ruido de los tambores, al
estampido d('! cú¡on , j¡,ljO una lluvia de hierro
y fupgo, ~lg\lnGs recorren las filas en lo mas
fuerte de In pdca, sin mas armas que bisturís,
m~dicamentos é hil:Js; levantando á los que caen,
30('orriéndolos, cmándolos, opernndolos en el
mismo sitio, en medio de halas y proyectiles,
y conduciéndolos despues detras de la línea df'
hatallLl, parJ llev~rlos en seguida al hospital




4· PERSONAJES CELEBRES.


mas inmediato, donde continúan asistiéndolo!t
hasta su curacion.


A primera vist:!, parece que despues de la
"ictoria, cuando se trata de distribuir la gloria,
puesto que gloria hay, los que mas parte tu-
viesen en ellil, deberian ser los que mas gente
han salvado; pero sucede lo contrario: los que
mas gloria tienen, son los que mas han hecho
matar; primero, el General en Gefe que lía
conducido toda la masa á la carniceria; en se··
guida , 105 Generales que han perdido la mit&d
de su division, los Coroneles cuyos regimiento.
han sido mas maltratados, Jos Capitanes que
han llevado su compañía al asalto de un re-
dueto, y han vuelto con una docena de hom-
bres; y juego los oficiales, sargentos ó cabos,
segun han tenido mayor ó menor pérdida en
su peloton ó escuarlra. Por último, despues se
piensa, si es que llega este caso, en esa masa
oscura de cirujanos y empleados de sanidad, que
todos espusieron su vida en la batalla, pero
que desgr:!ciadamente para ellos no tuvieron la
yentaja de matar ni de hacer matar á nadie.


En este desigual é injusto repartimiento de
la gloria, hay siíl embargo algunas escepciones.




LARREY.


Hay hombres que encargados de las ingratas
funciones de salvador del soldado, han pro-
bado tal talento, tal decision é intrepidez, du-
rante tanto tiempo y en medio de tan terribles
acontecimientos; han prestado tan brillantes
servicios á la humanidad, que han obligado á la
historia á ocuparse de ellos, y a inscribir en
sus mas bellas páginas su nombre bienhechor,
al lado de los nombres de los mas ilustres ma-
tadores de los tiempos antiguos y modernos.


El Baron Larrey es uno de estos hombres,
y el primero de todos. Mientras se conserve
memoria de las grandes cosas de la República y
del Imperio, su nombre no perceerá, i Y, en
efecto, que existencia tan noble, tan admira-
ble, la de este hombre unido por la Providen-
cia á Napoleon, para disputar á la muerte el
abundante festin que el incansable conquistador
disponia y renovaba sin cesar! Desde el Medio-
día al Norte, de Occidente á Oriente, del
Danubio al Ebro, desde las arenas de Egipto
hasta las nieves de Rusia, Napoleon, impelido
tomo Attila por uua fuerza desconocida, va
sembrando su largo camino de sangrientos des-
pojos ; tras él marcha Larrey, otro instrumento




6 PERSONAJES CELEBRES.


de Dios: en pos del instrumento de cólera el
de misericordia, Larrey siguiendo á Napoleon;
Larrey palpando los cadáveres, p~ra buscar en
ellos y reanimar, si la encuentra, una última
chispa de vida, se arrodilla junto a los heri-
dos, en medio de la carniceria, entre torrentes
de lluvia, en el barro, sobre la nieve; y mien-
tras que dos ayudantes tienen tendida una capa
sobre aquel grupo, sil van las balas, rebi en ta
una granada á veinte pasos, y Larrey impasi-
ble sonda espantosas heridas. con un hierro
hábil y salvador. Algunas veces, solo, junto á
un herido, Larrey interrumpido por una carga
de cahallería enemiga, se lleva eu hombros á
su herido, se esconde á (~orta distancia en un
foso ó bosque, donde acaba tranquilamente la
operacion. En los desiertos del Egipto, los
hombres caian rendidos por la inanicion y la
fatiga; Larrey llegaba, los levantaba, les dis-
tribuia los cordiales que llevaba siempre consi-
go, y les devolvia el valor y la vida. Cuando
un terrible contagio diezmaba el ejército, Lar-
rey se prodigaba y multiplicaba para combatir-
lo; cuando el hambre hacia estragos en medio
de una carencia absoluta de todo, inventaba




LA RllEY. ¡'


procedimientos saludables, y servia á sus ama-
dos heridos un caldo reparador, hecho con carne
de caballo sazonada con pólvora, cocida en el
peto de una coraza, y con el fuego de ua mon-
ton de yerbas ó de huesos. Larrey lo desafiaba
todo, la metralla, el hambre, el contagio. la
fatiga; jamás dominó á aquella alma privile-
giada mas que un solo temor, el de deiar pe-
recer á un hombre por falta de ausilios,


Juan Domingo Larrey, nació en 1766, en
un pueblo llamado Beaudean en el Departilmento
de los Altos Pirineos, un cuarto de legua dis-
tante de lIagueres-de·Bigorre Muy jóven per-
dió á su padre, y fue educado con gran temu-
ra por su madre, que tuvo la dicha d~ conser-
var hasta la Restauracion. Un digno sacerdote,
Cura de BeaudeJn, encantado de la gentileza y
viva'Cidad del niiio, se encargó de su primera
ínstruccion; y el hombre que habia de pasar
sus di as eu medio de las mas terribles escenas,
y acostumbrar su oido, sus ojos y su alma al
espectáculo horrihle y sin cesar renovado de una
poblaeion de moribundos, entró en la vida con
las funciones mas tranquilas. Educado, como
el niño Joas, tÍ la sombra del santuario, pre·




8 PERSONAJES CELEBRI':S.
sentaba al Cura de Beaudean el incensario, ador-
naba con flores el modesto altar de la aldea, y
mezclaba su voz pura con los cantos religiosos
de los campesinos bearneses: era monacillo. Des-
pues de muchos años, en 1834 el buen Cura
que contaba ya mas de 90 años, tuvo el placer de
estrechar en sus brazos antes de morir al ilustre
cirujano en gefe del grande ejército; encontró
á su discípulo cano, cubierto de gloria, car-
gado de condecorar.iones, pero conservando aun
bajo un esterior ennegrecido por el hierro y por
el fuego, aquella alma bondadosa, aquel espí-
ritu jóven, aquella sensibilidad delicada, aquella
inalterable frescura de impresiones, que carae,.
terizaban al monacillo en aquella edad feliz, en
que sacaba de las lecciones del pastor, los prime-
ros conocimientos de lo bueno y de lo bello.


A los 13 años de edad pasó el jóven Larrey
á TOlosa, á estudiar el arte de curar bajo los
auspicios y la direccion de su tio Mr. Alejo
Larrey, cirujano mayor y profesor fm el hospi-
tal general de dicha ciudad. Despues de ocho
años de estudios clásicos en el colegio L' Esqui-
le, y de estudios en la escuela de eirujia y me-
dicina de Tolosa, formó el proyecto de pasar




LARREY. 1I


á completar su educacion en París, á donde lle-
gó en Agosto de 1787. Acabábase entonces de
abrir un concurso para un determinado número
de cirujanos ausiliares de marina; el jóven Lar-
rey gustaba de viages, y con la idea de recor-
rer el mundo hizo oposicion, obtuvo una de
las plazas propuestas, y salió al momento para
Brest, á pie, visitando las ruinas, estasiándose
á la vista de los paisages, y deteniéndose dos
días en la Trapa, para llorar sobre los román-
ticos infortunios del Conde de Comminges y de
Adelaida. Llegó al fin á su destino, sufrió un
segundo ex<Ímen, y á los 21 años fue nombra-
do ciruj ano mayor de la Marina Real, y como
tal se embarcó en Abril de 1788 en la fragata
La Vigilante, que daba á la vela para la Amé-
rica Septentrional, con encargo de permanecer
particularmente en la Isla de Terranova, para
proteger la pesca del bacalao.


Despues de seis meses de una navegacion mu-
ellas veces penosa, y mezclada COIl peligros y
aventuras; despues de haber sufrido tempestades,
soportado el hamhre y la sed, eurado á la tripu-
lacion acometida por el escorbuto, r~cogido á
náufragos sobre los bancos de yelo, estudiado




10 PERSONAJES CELEllllE';,


lo~ procedimientos curativos de los Esquimales,
cuya aplicacion había de hacer Illas adelante
con felicidad en un ilustre Mariscal, volvió el


, jÓl'ell cirujano al puerto d¿ Rrest, en Octubre
de 1788, sin haber perdido uu solo hombre de
enfermedad.


Apenas desembarcó, solicitó su licencia paril
continuar sus e~tudios en Paris , la >:'ual obtuvo
no sin dificultad, pues deseaban que permane·
ciese en la marina. Vuelto á Paris ¡í principios
de 1789, siguió en el hospital los cursós de ci-
rugía clínica de Desault, los de Sabatier en
el Hospital de los Inválidos, como cirujano
interno, y se prE/paró para la larga y gloriosa
carrera que iba á recorrer, curando á los heri-
dos de La Rastille y del Campo de Marte. pri-
meras víctimas de las diseordias civiles de
Francia.


Cuando esta hubo declarado la guerra al
Austria, des pues de la formacion d e tres ejér-
citos sobre las fronteras del Norte, Larrey, agre·
gado como cirujano mayor de los hospitales, al
ejercito del Rin, mandado por el viejo Mariscal
Luckner, llegó al cuartel general de Strasburgo
el 1° de Abril de 1792,




LARREY. ti
Encargado de la direeccion quirúrgica de


una division llJandada por Custilles, Larrey eo-
noeió desde los primeros encuentros la organiza-
eioll viciosa de los hospitales de campaña. Segun
los reglamentos militares debian estos estar cons-
tantemente á una legua del ejército. Se dejaban
Jos heridos en el campo de batalla durante toda
la accion; despues los llevaban en brazos ó so-
hre fusiles á un local favorable, donde se tras-
ladaban los hospitales lo mas prouto posible;
pero el gran número de equipages interpuestos
entre ellos y el ejército, retardaba muchas h(l-
ras su llegada, de modo que la mayor parte de
los heridos perecian por falta de socorros sumi-
nistrados á tiempo.


Larr"y concibió desde entonces el plan de
unps hospitales, que pndieran seguir todos los
movimientos de la vanguardia, como la artille-
ria volante; al principio habia illeado hacer lIe·
var los heridos en ca ballos con una especie de
angarillas; pero la esperiencia le hizo conocer
pronto lo iusuficiente de aquel medio, y pro-
tegido por el general Custiues, y con la (~elosa
cooperaciou del Comisario General Yillemanzy,
organizó pronto un sistema de carruages sus·




12 PERSONAJES CELF.BRES.


pendidos, que reunian á la comodidad la lige-
reza y solidez, que podian seguir todas las evo-
luciones del ejército, y contener tendidos á lo
largo, sobre un colchon, á dos y á cuatro he-
ridos_ Estos carruages, acompañado cada uno
de un facultativo y de enfermeros á caballo, se
dirigían á todos los puntos del campo de batalla,
facilitaban la curacion inmediata, y el rápido
trasporte de los heridos á los hospitales de pri-
mera linea_ Este sistema, conocido por el nom-
bre de hospitales volantes, establecido primero
en el ejército del Norte, se estendió sucesiva-
mente á los demas, y adoptado en el dia por
la mayor parte de las potencias de Europa, ha
llegado á ser uno de los mas bellos títulos de
gloria de su ilustre fundador_


En un combate oscuro, dado á los Austria-
cos por la vanguardia de Custines, eu un desfi-
ladero de las montañas de Oberuchel , fue don-
de Larrey ensayó su sistema, y donde se vió
por primera vez ;Í un cirujano curando heridos
en medio del fuego. "Este combate, dice Larrey,
me habia causado al principio una viva impre-
sion; pero el placer interior que sentí con la idea
del eminente s~rvicio que acababa de prestar á




LARRE\ 13


los heridos mi nu€va institucion, consiguió bor-
rar pronto los sentimientos que me afectaban, y
desde aquel momento he visto tranquilo los com-
bates y batallas á que he asistido." (*) i Que di·
ferencia, sin embargo l entre el valor fácil de
un combatiente exaltado por el ardor de la lu-
cha, y la fria intrepidez de un cirujano mili-
tar obligado á desafiar la muerte sin darla!


La mortífera batalla dada el 22 de Julio de
1793 delante de Maguncia, valió á Larrey una
primera mencion honorífica en el Monit~r. El
General Beauharnais que le recomendaba á la
Convencion , siguió pronto á Custines en el ca-
dalso. El ejercito del Rin fue reunido al de La
Mosella, bajo el mando en gefe de Hoche; y
I.arrey, agregado con su hospital á la vanguar--
dia, mandada por Desaix, contrajo con este no-
hle soldado una amistad. que la muerte debia
romper cruelmente en Marengo. Durante el cur-
so de aquellas dos campañas, el jóveu cirujano
operando sin cesar sobre el campo de batalla,
pudo convencerse de la necesidad de la amputa-
cion inmediata, cuando está indicada. Esta opi-


(» Memorias de drujia militar, y campañas de
D. Juan Larrey tomo 1 pág, 6i.




PEllS0:\\.J1iS CELEIl 1; Es.


lIion era contraria;Í los preceptos establecidos
por los cirujanos de mas nota, especblmente
Faure y Bilguer. Virrey preparo los elemento.
de una ~lemoria, publicada despues, en la l1ual
demostró victoriosamente el error de Faure y
sus peligrosas consecuencias: su doctrina,
acompañada de mil observaciones. ha pren leei-
do completamente en el dia~


Al concluirse la campaila del Rin, Larre} li-
geramente herirlo en las lineas de \Vissemburgo,
fue enviado á Paris por los Generales y los Re-
presentantes d el pueblo, para organizar comple-
tamente y establecer en los demas ejércitos su
sistema de hospitales volantes. Pero la Conven-
cion habia resuelto una espedicion contra la Cór-
cega; Larrey , nombrado cirujano en gefe de ella,
tuvo órden de m~rchar á Tolon. Aprovechó sin
embargo su cortn estancia en París, para re.1li·
zar los votos formados mucho tiempo habia,
casá!ldo~e, en aquel mismo aíio de 1794, con
Mlle. Laville-Lf'roux, una de las hijas del ex-
:\Iinistro de Uacienda deT,uis XVI. No habiéndo-
se podido realizar la espedicion contra Córcega
a causa de los cruceros ingleses, Larrey despups
de [l1Sar nlguu til:'mpo Pl, el ejérrito de los Alpes




LABRE\. 15


itlaritilllos , fue enviado al de los Pirineos Orim-
talc,. duude llegó para asistir al glorioso fin de
Dugornmier que murió en sus brazos, roto el
pecho por una granada, en el mortífero asalto
de Jiigueras.


Hecha la paz con Espaüa, el jóvcn cirujano
en gefe marchó a Paris para restablecer su salud,
pero fue enviado de lluelO á Tolon, esperando la
salida de la espedicion para Córcega, que se
diteria continuamente; por ultimo, tué llamado
¡j Paris para ocupar Ulla plaza de profesor en
la ¡~scuela Militar de Sanidad, que se acababa
de estahlecer en el ral-de-Grace. Mientras pro,
resaba cou buen é\lto la anatomía, Bonaparte
le pidió; Larrey salió el 1.0 de Mayo de 1797,
halló concluida la calnpaña de Italia, pues
Bonaparte acababa de firmar los preliminares de
¡JJZ en Leoven. Despues de visitar las provincías
conquistadas, inspeccionar los hospitales, esta-
blecer colegios de cirugia en varias ciudades, y
remediar una epizotia que devastaba los campos
del Friul, Larrey organizó su hospital volanle,
formando una legion de 340 individuos, entre
facultativos, ayudantes y soldados. La le.gion.
'e repartía en tres divisiones, y cada una dp




16 PERSONAJE!> CELEBRES.


ellas tenia doce carruages. Bonaparte quedó muy
satisfecho de las maniobras y evoluciones de aque-
lla nueva legion quirúrgica, y como preveia sin
duda que Larrey seria el hombre á quien mas
ocupacion habia de dar en el mundo, resolvió
desde ent01lces unirlo á su fortuna. En efecto,
pocos meses des pues , cuando Larrey hallia vuel-
to á seguir sus cursos en Paris, fue nombrado
cir¡¡jano en gefe del ejército llamado de Inglater-
ra, y el 19 de Mayo de 1708, al frente de 108
cirujanos, elejidos entre los mas instruidos y
animosos, se embarcó para Egipto, donde le es-
peraban tantas fatigas y peligros, y donde de-
llia desplegar tanto valor y decision. Siempre
presente en las batallas, en medio de los solda-
dos que animaba su presencia, ofreciéndoles la
esperanza cierta de un pronto auxilio si eran he-
ridos, en Alejandria, en Chebrcisse, en las Pi-
rámides, en Jaffa, en San Juan de Acre, en
las dos batallas de Abukir, en Heliópolis, por
do quiera en fin donde la muerte le llamaba ai
combate, se vió al intrépido lLarrey acorrer á su
llamamiento, para arrancarle de entre el fuego
ñ generales, oficiales y soldados.


Pero no se contentaba la muerte con diez.




LARREY. 17


mar en los campos de hatalla ; se presentaba en
todas partes y hajo todas formas. Heridos, apesta-
dos y enfermo~, era preciso acudir á todos; impro-
visar bospitales, medicinas, medios de curacion;
suplir con ingerIiosos inventos á todo lo que
faltaba; registrar con peligro de su vida los ca-
dáveres de los apestados, para buscar en ellos
el secreto del contagio; suspender los beridos
:í los camellos y á los cahallos, para que atra-
vesáran el desierto; cuidar de la salud del ejér-
cito, tanto en guarnicion como en call1paila;
purificar Jos hospitales, mantener la limpieza,
sanear por todos los medios posibles alirnellto~
de mala calidad; por último, hacer frente á todas
las plagas reunidas, tal fue la mision noblemen-
te desempeüada durante cuatro arios por Larrey.
Solo en la espedicion de Siria, que duró dos
meEes, en Ja[[a y S. Juan de Acre, diez y siete
cirujanos y once farmaceúticos pagaron con la
vida su noble ardor por imiiar el ejemplo de
su gefe. Durante la primera hatalla de Abukir,
Larrey curaba á la vista de Bonaparte al Gene-
ral Fugieres, herido de un modo que se creia
mortal, y el cual considerando llegada su últi-
ma hora, ofreció á su gefe, como un recuerdo,


2




18 PERSO;'\AJES CELEBHEg,


un precioso acero damasquino gU8rnicirlo de orel
"Lo acepto, contestó BonapGrte, pero es para
darlo al hombre que va á salvnros la vida,»
E hizo gravar en la hoja eOIl letras de oro estas
dos palabras Aúukir , Larrey, (')


Cuando Bonaparte dejó Sil ejército de I~gipto
para ir á derribar el Directorio, J,nrrey conti-
nuó en su puesto; y en medio de todas las fati-
gas de Sil vida. tuvo aun lugar para hacer inge-
niosas observaciones sobre el clima, los produc.
tos oel suelo y las costumbres del Egipto; y tra-
bajos llenos de ¡¡¡¡eres sobre las enfermedades
endémicas del pais; parte de estos trabajos se han
insertado en la grande obra del Instituto sobre
el Egipto, y la otra figura en las Memorias de
Larrey, llenas de disertaciones curiosas sobre
los efectos producidos por los mil medios de
destruccion inventados por el hombre,


Hasta Larrey habia muchas heridas conside-
radas generalmente como desesperadas; las de


(') FI Gpucra! Fugieres se salvó en cf'Jclo; pero Lurrey
no ha podido b'asmitir á sus hijOs aquel glorioso testimo-
nio del aprecio de Bonapnl'te. Aquel sablepncioso, quince
años despucs en el gran .[psa,trc de Walcrloo, fue quitado
por los solJados p~usianos al ilustra cirujano, lu'ricto y
pl'isioia:~'o,




L.U\REL 19


arma de fuego en las articulaciones estaban en
este caso. LIl amputacion del brazo por la espalda
era tenida casi siempre por inútil; pero sobre
todo, se consideraba como una quimera la po-
sibilidad de huen éxito en ia amputacion coxo-
femoral, esto es, la estirpacion del muslo en
su union con el tronco. Larrey, partiendo del
principio de que el deber del cirujano es luchar
contra la muerte, hasta el último momento,
lÍespues de haber conseguido numerosos triun-
fos, pn la amputacion del brazo en la articu-
ln,:ion con la espalda, en la de dos muslos á un
mismo heriúo, de dos piernas, de dos brazos,
r~sol vió emprender esta terrible operacion de la
fstirpJcion del muslo. Los tres primeros ensayos
hechos en Egipto no salieron bien; pero ademas
de qlle tuvieron la ventaj3 de dulcificar la ago-
;¡IJ d" los heridos, á q\lif':,'~s lwsta entonces
se dp.i~ha morir cntre padecimientos horribles,
al pilSO que la am¡mtacion les devolvia la calma
:;¡no la "ida, el mal éxito fue debido á causas
puro mente accidentales. En las call1pJiías pos·
tEriol'cs, Larrey fue m;:¡s diclloso; Napoleon
no le escaseó el trabJjo,'y la amputacíon
eo-s::o-femoral !u; sido decididamente intro-




20 PERSONAJES CELJ;IlRES.


duci da por él en la prn <'tica del arte.
Por último, In evacuarion del Egipto per-


mitió al ilustre cirujano descansar un poco de
sus fatigas en su patria. Encargado de las fun-
riones de ciruj ano en gefe de la guardia de los
Cónsules, I,arrey se ocupó en publicar su Re/a-
cion quirúrgica del ejército del Oriente. Pero
no debia vagar mucho tiempo; Bonaparte heeho
Emperador le llamó al campo de batalla. Las
campañas de F!m y de Austerlitz, de Sajonia
y de Prusia, b de Polonia, la prilllera y se-
gunda de EspJi'ía, por último, la lirilhlllti' ~.
lápida de \V~grJm, vieron á Lill'rey y á SlJ~
hospitales volantes arlquirir sin ce;;ar l1uevos ti-
hilos al reconorimiento del ejéreitó • .1.\'0 hubo
batalla en que no estmiese Larrey, ni herido
gran' en 13 GlI,mlia Imperial que no pasára por
sus manos, dehiéndole casi todos los Gelll'ra-
les heridos la consel'vacion de su vida ó el haher
dulcificado su agonía.


En la terrible batalla de Eylau, Larrey ha.
bia tenido que situar su cuartel general á Utl
centennr de toesas dB la refriega) en unas gran-
jas destechadas, en las cuales caía la nieve en
abundancia. Los heridos llegaban á centenares,




LARREY, 2t


y estaban tendidos en montones de paja. cubier-
tos de nieve. Los cirujanos no podian manejar
los instrumentos á causa del frio; pero su gefe,
sacando de su filantropia un ardor sobrenatural,
permanecia solo en pie, activo, infatigable en
medio de los lastimosos ayes, cor,riendo como
el rayo de uno á otro herido, sin mas distincion,
que la gravedad de la herida; pasando de una
amputacíon á una sutura, de esta á un trépano,
iÍ estraer una uala, á una cura cOIl1[Jlicad'l, de-
teniendo en fin en todas partes con IllanO {irme
el dolor y la muerte. De repente, el ala derecha
del enemigo hizo un movimiento para emolver
la izquierda del ejército francés. y una columna
rnsa amenazaba arrojarse sobre el hospital. In-
trodújose un rspantoso desól'deu eutre los herí-
dos; los que podían andar procuraban huir, y
los otros hacían esfuerzos para seguirles, Larrey,
que acababa de cortar nna pierua, viendo aquel
desórden y tenor, se arrojó al encuentro de los
heridos, les tranquilizó asegurándoles que su
situacíon seri~ respetada, y que él y sus de-
pendientes estaban prontos á morir antes que
abandonar el puesto; con el ausilio de un pe-
loton de so Idados enfermeros contuvo ÍJ los mas




PERSON.\1 ES e ELEIlRES.


vigorosos, reslableció el órden, y continuó su ta-
rea, mientras una carga de caballeria rechw<aba
á la columna rusa y alejaba el peligro.


Tal era Larrey en Eylau, tal hahia sido en
Austerlitz y Jena, tal fue en 'España y en Wa-
gramo En esto. última campaña fue cualldo des-
pues de haber operado con buen éxito á una
docena de Generales, tuvo el pesar de ver la
insuficiencia de su celo y su talento cont.ra la
herida mortal del Duque de l\Iontebellú. á quien
ya habia salvado otra vez en España. (*)


Despues de nombrado Comendador de la Le-
gion de Honor sobre el campo de batnlla de
Austerlitz, Larrey, creado Baron del Imperio
en Wagram, r"gr~só á Francia para desempeüa!'
su cargo de cirllj~mo en gefe de la Guardia. Aca-
baba de pnblicar á principios de 1812 los tres
primeros tomos de sus Memorias, cuando fue
llamado á poner el sello ci su gloria, en medio


(tí En una fuerte y peligrosa caida del caballo qne tuvo
d Mariscal, recordó Larrey que habia visto á los Es.:¡ui-
majes envolver en la pirl de animales desollados á los
marineros arrojados á las costas. Se resolviú a envolver
111 Mariscal con la piel ce un enorme carnero reciente-
mente de;ollado, y á lo~ cinco dias pudo montar a ca·
ballo.




LABREY. 23


dtJ la mayor catastrofe militar que el mundo ha
visto. ~oll1brado en 12 de Fehrero de 1812, por
un decreto del Emperador, cirujano en gefe del
grande ejército, partió Larrey para Maguncia,
donde deLia reunirse al cllartel general. Seis me-
ses despues, un ejército de 400,000 hombres pa-
saba el Niemen, y Larrey le seguía al frente
de un regimiento de cirujanos, y de numerosos
furgones de JJO!>pitales. Otros se;s meses habían
de pasar, y de aquellos 400,000 hombres apenas
debian de qutdar 300,000 j Y Larrey, aislado
en medio de aquella masa confusa, estenuado
por el hambre, el cansancio y el frio, llevando
de la hrída el último caballo que le quedaba,
con la barba y las cejas cubiertas de témpanos
de yelo, y no ha hiendo conservado de todo su
equipage mas que un termómetro que llevaba
colgado de un ojal, y que sellalaba 280 bajo
cero, debia aparecer en la frontera prusiana,
dor.de segun dice él mismo tuvo por primera vez
desde Moscou la dicha de hacer una comida
completa, y de acostarse en una cnma.


En las orrillas del Moskowa, Larrey privado
de la mayor parte de sus cirujanos, y de los
cajones de los hospitales que se habian quedado




24 PEllSO",-AJES CELEBRES.


en Smolensko, recibió órden de ¡'repararse para
los resultados de una gran batalla. Fue en efect o
la mas sangriema de todas las del IIll¡)erio.
l.ksde las seis de la mañana hasta la noche,
GOO,OOO hombres, provistos de 2,000 piezas de
artillería, se batieron en un espacio de una le-
gua cuadrada de terreno. Los Rusos perdieron
30,000 hombns y 20,000 los Franceses, habiendo
sido muertos ó heridos en aquella famosa jorna-
da 40 Generales franceses. Larrey, despues de
tomar un cirujano de cada regimiento, estableció
su hospital general en el centro de la línea de
batalla. Hubo ) 0,000 heridos, de los cuales dos
tercios pasaron por el hospital general. Precisado
á encargarse él solo de todas las operaciones
difíciles, Larrey hizo durante las primeras vein-
te y cuatro horas, mas de doscientas amputacio-
nes de uno ó de dos miembros; pero todo fal-
taba, paja, cubiertas, hilas, vendages, subsis-
tencias; fue preciso recurrir á la carne de caba-
llo para dar caldo á los heridos, y la mayor
parte de aquel/os desgraciados, salvados con tan-
to trabajo, perecieron despnes en la retirada.


No describiremos aqui la larga marcha desde
Moscou á la frontera de Prusia, en la que cada




LAI\RE~ . 25
regimiento francés dejaba un cadúver á cada pa-
so. Larrey halló en su energía moral y eu su
constitucion robusta, no solo tuerzas para re-
sistir, SillO tambien para reanimar y sostener
por cuantos medios- estaban á su alcance aquel


Inllleuso re{¡iItÍ"a ele lÍ<lm!Jres, orL'8'"6'/;)"' .. • r .dé'sm.-p-
ralizados. Sabidas son las horribles escenas del
paso del Beresina. Antes da romperse los puentes,
Larrey habia pasado ya á esta orilla; pero ad-
rirtiendo (lue en el desórden habia olvidado al-
gunas cajas de instrumentos de cirugía, necesa-
rios para los heridos, volvió á pasar el rio. En
aquel momento se rompió uno de los puentes, y
la muehedum])re, empujada por las balas de
cañon rusas, se precipitó sobre el otro. Larrey
arrastrado por el movimiento y sofocado, iba á
perecer. Nombróse, fue reconocido, y al mo-
mento aquellos soldados, á quienes la desespe-
I'acion hacia furiosos, aquellos soldados capaces
de pasar por encima del cadáver de sus Gene-
rales, y de los cuales el mas fuerte derribaba, y
pisoteJba al mas débil, se conmovieron al oir el
nombre querido de Larrey, y abriHon paso al
hombre que fue por tanto tiempo su Providen-
cia: y L~rrey, trasportado de mano en mano,'" - ~




26 PERSONAJES CELEBRES.


se encontró sobre el puente, que pocos momen-
tos despues de haberlo pasado se hundió bajo ('1
peso de la multitud.


Durante los últimos años del Imperio, Lar-
rey tuvo la misma decision y celo en los di as de
desgracia que en los de triunfo; despues de
las batallas de Lutzen 1 y Bautzen, no temió
oponerse al mismo Emperador para defender el
honor de una multitud de heridos, á quienes se
acusaba de haberse mutilado voluntariamente. (')
En Dresde, en Leipsig, ellHanau en 1814, au-
rante los mil combates de la memorable cam-
paña de Francia, Larrey se mostró siempre el
mismo; cuando la salida del Emperador para
la Isla de Elba , quiso acompañarle. "Perteneceis
al ejército, le contestó NaQoleon; debds segui:r-
le, y no sin pesar me separo de vos." Larre)'
sin embargo, dominado por una negra melancolía
desde la salida de su ilustrr. protector, habia
pensado reunirse á él, cuando supo su inespe-
rada vuelta. Fue preciso correr de nuevo al
enemigo. Despues de la derrota de Waterloo,


(') Vease el Memorial de Santa Elena. Napoleon, dig-
no apreciador de tan noble franqueza, recompensó á
Larrey con un regalo de 6,000 francos, y unu peosion
de '3,\)\)\) sobre el Estado.




LARREV. 21
Larrey preeisado á seguir el movimiento de re-
tirada, y marehando á la cabeza de su pequeña
legion quirúrgica, fue cortado por un cuerpo
de lanceros prusianos. Creyéndole poco numero-
so, quiso abrirse paso, y se precipitó sollre el
enemigo, snble en Illano, con los que le se-
guian; pero su (·aballo cayó herido, y él mismo
con dos sablazos en la cabeza y en la espalda,
cayó sin sentido. Mientras los enemigos perse-
guian á sus compañeros volvió en sí, y se ar-
rastró hasta las orillas del Sambra, donde al
fin fue hecho prisionero. Quitáronle sus vesti-
dos, sus armas, y su dinero; su estatura, el
color de su rostro, y un leviton gris que lleva-
ha, le daban alguna semejanza con Napoleonj
como á tal le condujeron á un General prusia-
no, el cual furioso por el engaño, mandó que
aquel prisionero fuese fusilado inmediatamente.
Los soldados preparaban ya las armas, y un
cirujano prusiano iba á vendarle los ojos, cnan-
do de repente conoció al célebre facultativo fran-
cés, cuyas lecciones de clínica habia seguido en
Berlin; se apresuró á pedir la suspension de
aquella órden bárbara, y Larrey fue conducido
ante el General Bulow, el cual le envió al Ge-




28 PERSClNAGES CELEBRES.


neralísimo Blucher, cuyo hijo hahia s¡,h"do en
Ji. campaña de Austria. Blucher le vistió, le dió
dinero, y le dirigió á I,ovaina, donde pudo ha-
cerse curar sus heridas. Larrey al regresar á
París, lo encontró por segunda vez. ocupado por
los estrangeros.


Los primeros años de la Restauracioll fueron
para él muy penosos; cOllsiderado como UIlO de
los mas decididos partidarios de Napoleoll, se
le privó de su título y emolumentos de luspec-
tor general de sanidad militar, perdió á un
tiempo su dotacion y sus pensiones, y solo con-
servó su empleo de cirujano en gefe del Hospi-


tal de la Guardia, porque se conoció la dificultad
de reemplazarle, y porque se temió disgustar
~ la Guardia Real que le era muy adicto.


Habiendo desdeñado siempre las riquezas, al
Baron Larrey no le espantó la púbreza; rehu-
só proposiciones brillantes de los Soberanos es-
trangeros, por no separarse de su pais y de sus
queridos soldados. En 1818 le fue devuelta la
pension de 3,000 francos concedida por l\apo-
Illon; redactó despues el cuarto tomo de sus
campañas, escribió su grande obra de Clinica
quirúrgica, y en 1829 fue nombrado Profpsor




LARRE\ 19


de la Academia de Ciencias, eu reemplazo de
P elletund.


En la revolucion de Julio de 1830, Larrey
permaneeió fiel á su honrosa y filantrópiea mi-
sion; no contento con prodigar sus cuidados,
durante aquellos tres dias, á todos los heridos
sin distindon de opiniones; con su firmeza supo
rechazar á una turba de furiosos, que querian
asesinar á los heridos de la Guardia. Despues
de un viaje á Bélgica para organizar los hospi-
tales del ejército belga, regresó á París á des-
empeüar las funciones de Cirujano en Gefe del
Hospital de Invúlidos. Nombrado al mismo tiem-
po individuo de la Comision Central de Salubri-
dad pública de Paris, pronto hubo de luchar
contra el cólera, no solo en la capital sino en
las provincias, manifesta ndo en todas partes la
misma infatigable intrepidez, la mas completa
abnegacion.


Despues de tantos trabajos, el ilustre cirnj a-
no se hubiera sin duda complacido en acabar
sus dias eu medio de los 4,000 valientes que le
adoraban, y á cuya mayor parte habia M curado
en el campo de batalla; pero el destino lo de-
cidi.¿ de otro modo, y viendo que no podia cor·




30 PERSONAJES CELEBRES.


regir los abllsos, se resolvió ú pedIr su retiro
Acababa de llorar sobre los restos gloriosos


del Emperador, cuando le acomet¡.í el deseo de
volver á ver tiendas árabes, y el sol de Afriea
que debia reeordarle los hermosos dias de su
juventud. El Mariscal Sou!t le propuso una mision
ell Argel; la aceptó, y partió lleuo de alegria,
á pesar de sus 76 años. A la vuelta, en el trán-
sito de Argel á Tolon, se agravó repentinamente
una afeccion de pecho de que adolecia; llegó
sin embargo hasta Lion, donde espiró en brazos
de su hijo, el 25 de .Julio de 1812; Y el mismo
día espiraha en Bievre, en los hrazos dl' su hija,
la noble compañera de su larga existencia.


El cadáver de Larrey fue trasportado ,í París,
donde se celetraron sus exequias el 1 t de Agos-
to, y enterrado en el cementerio del Padrc La.
ehaise, en un srpulcro construido por Sil fami-
lia. El Consejo Municipal de París, ;Í propuesta
de l\1r. Arago, concedió el terreno gratuitamente
y con título perpétuo. Lu gratitud )'celama que
Fe erija un monumento a tan insigne defensor
y auxiliauor de la humanidad, }' no dudamos
que la Fraacia sabrá llenar sus votos, y los di 1
Grande hombre, que m~jflr que nadie podia apre-




LAl111EY. 31


l'iJf, pOl' verlos de cerCil, los merecimientos de


LJrrry.
gl Baron Lnrrey era de cortn estatura, pero


tenia una compleccion salla y vigorosa; sus fae-
dones eran dulces y regulares, el rostro ova-
lado, los ojos un poco salientes, y el cráneo no-
tablemente desarrollndo, y de gran cireunferen-
r:ia ('omo el de Napoleon. El amor á la humani-
dad era llevado por él hasta al entusinsmo. Poco
arcesible á las emocioJlrs de la vida comun, es-
perimentaba Jos implllsos de Ja mas tierna piedad
it la vista de los enfermos, y lIO dejaba de acom-
paliar con sus 13grimas el dolor de aquellos á
quienes opernba, con unn apnrente insensibilidad.


Cuantos se dedican ~l noble arte de curar
¡¡"'!len en 1.3rrey un gr¡m modelo que imitill'










]). J. M. PUIG SAMPER.


"La unidad de la creencia se for-
talece COD la pureza Jel dogma y la
exactitud de la dj~ciplína, apoyada
por el bralo fuerte del Poderio Real,.


PUH; SAIIPER .


.....


l\'o son solo las hrillantes hazañas militares,
ni los feli'ces result~dos de háhiles negociado-
res diplomaticos, las que dáll justos titulos á
pasar á la posteridad, con la calificacÍon de
hombers célebres. Al que administrando recta é
imparcial justicia, sostu~ (, CODst¡;lJtel'1ede los;
mas sacrosantos y (;aros lo ¡,j.-to:, ,le la f;.;;ie:lad,
y al que con sabias y pl'uJeiltes adrcri.encias,




2 PERSONAJES CELEIllIES.


ilustró la opinion y la conciencia del Monarca,
en los respetables escaños de sus Consejos, d·
beJe en justicia el derecho de que la historia
le coloque entre lo~ hombres esclarecidos de su
patria.


A este número pertenece el relipetahle y dig-
no Magistrado D. José l\Iaría Puig Samper, hon-
ra y prez de la Magistratura Española, cuya
biografia va á ocuparnos. Nació Puig Samper eu
la ciudad de Valencia, el 8 de Diciembre de 1753,
de padres nobles, y aunque no ricos, bastante
acomodados para atender á su educacion con
toda la solicitud paternal correspondiente á su
clase. Siguió la carrera de las letras, con nota-
ble aplicacion, en la Universidad de Valencia,
su pais natal, y recibió en ella el grado de Doc·
tor en leyes. Opúsose, muy jóven todavia, con
éxito brillante á Cátedras y Pabordías, y re-
gentó en la misma mas de una, por nombra-
miento de su Gremio y Claustro. Recibido de
abogado en el Cologio de aquella Real Audien·
ci>l, adquirió desde luego tan alto concepto en
el ejercicio de esta noble profesion r ~ue mereció
se le encargasen los llegoelos mas importantes y
complicados; y que el mismo Tribunal le con-




PUlO SAJlPER. 3


fiase las comisiont's mas delicadas y espinosas
del servicio público; habiendo debido á la pru-
dencia, ct'lo y acierto que demostró en su des-
empeño, ser clevado á la Magistratura, en cuya
Cal'rera siguió paso á paso, y sin las im pro vi-
saciones que, para daño de la sociedad y men-
gua de tan respetable clase, introdujo algunos
añoli despues, primero el favoritismo, y mas tar-
de la conmocion social que las revoluciones hi-
cieron sufrir á esta trabajada Monarquía.,


En efecto, á los 34 años de edad, esto es
en 1787, fue nombrado Puig Samper Ministro
de la Audiencia de Mallorca, y en ella comenzó
muy desde luego á dar muestras de lo que
podia esperarse de su providad , de sus luces, y de
su infatigable aplicacíon y constancia en el tra-
bajo; confirmando de este modo el relevante
cOiJCepto que habia merecido al Gobierno, y, le
habia iniciado en la l\Iagistratura.


La i'erolucion francesa de I i89, que desde
su funesto orígen habia amagado que podria po-
ner en zozobra y combustion todos los Estados
de Europa, se habia ido e!lIhl'aveciendo mas y
mas, y llamaba imperiosamente la atcncion del
Gobiel'llo para impedir qué esta lava incendiaria,




4 PERSONAJES CELEBRES.


penetrase, como era de recelar de su espiritu
caracteristieo de propaganda, en las lfmitrofes
Povincias españolas; y la ~onfi;¡nza que Puig
Samper merecía ya del Gobierno por todas sus
dotes, y especialmente por su firmeza y ener-
gía , le colocó des.de luego á la cabeza de la Heal
Audiencia de Zaragoza, nombrandole su Regellte
en t 794; habiendo sido sucesivamente trasladad(l
y elevado á la Presidencia de la Real ChancilleríJ
de Granada en 1800 ,y sucesiva y rápidame¡,te á
una plaza del Real y Supremo Consejo de Cas-
tilla, despues de haber sido condecorr.do con la
Cruz de Cárlos IlI; distincion en verdad, que
en aquella época uo se ()oncedia con la fre-
cuencia que en las que han sucpdido, y merecia
un grado de aprecio y de consideracíon mucho
mayor y muy diverso del que ha tenido des-
pues.


Sabido es que el Real Consejo de Castilla,
no solo egercia entonces la suprema autoridad
en la administracion de justicia, sino que es-
tendia su inspeccion á la mayor parte de los
diferentes ramos de la civil y económica del
Estado; halló, pues, Puig Samper en el Su-
premo Senado español un ancho campo á su




PU IG- SAMPER.


capacidad, y nuevas y mas brillantes ocasiones
de servir con provecho y con gloria á su Rey,
ya sn Patria.


Seis años hacia que Puig ocupaba dignamente
su puesto en el Consejo de Castilla. cnando em_
pezaron á apareeer sobre la desventurada Espa-
ña los primeros síntomas de la conmocion fu-
nesta de las pasiones políticas, que circunserip-
tas á la saZOll al estrecho recinto del Palacio de
los Reyes, h¡,blan de ir ganando terreno, hasta
invadir como desbordado torrente, todos los
ángulos de la Monarquía en ambos continentes.
t:n efecto, en el año de 1807 sobre\'illO la fa-
mosa causa del I<:scorial, y Puig Samper, que
ocupaba entre todos sus dignos compañeros un
lugar distinguido, pero que al mismo tiempo
era señalado por la rectitud y severidad de sus
principios. 110 fué designado entre Jos siete ju¿-
ces especiales que habian de conocer, ó sí se
quiere lllodillcJr el curso y resolucion de esta
célelJre causa. mas Líen confo~ll1e al aire é ins-
piraciones de la Corte, que á los trámites y de-
eisiones de las leyes; sin que por eso desme-
reciese nada del aprecio y confianza del Gobier-
110, que en cOllfirmacion de la que constante-




6 PERSONAJES CELEBRES.


mente le merecia, le nombró en 806 Juez Pro-
tector de la Real Cabaña de carreteros del reino;
en 807 siguiente, Camarista de Castilla, y en
fin del mismo año individuo de la Junta Su-
prema de Comercio y Moneda.


En tal altura se halluba el respetable y digno
!'spañol, llamado mas tarde el primer Magis·
trado de España, cuya biografia nos ocupa, al
dar principio la revolucion del año 1808. Sabido
es la parte gloriosa que la historia de aquella
importante época atribuye al Consejo de Casti-
lla, resistiendo los primeros pasos de la usur-
pacion estrangera, intentada por el soldado de
fortuna, ante cuya espada, hasta entonces in-
vencible, cedia el mundo entero. No le cupo,
pues, escasa parte en tan esclarecidos esfuerzos
al respetable Puig Samper, que decidido á no
transigir con el usurpador, abandonó su casa y
arrostró la consiguiente é inevitable confiscacion
de todos sus bienes, retirándose á la Isla gadi-
tana, baluarte iJlexpugnable de la Independen-
cia española, y en la que, muy pronto debia
presentársele un nuevo teatro en donde pres-
tar á su Patria servicios no menos importan-
tes y señalados.




PUlG SAMPER. 7


Hallábanse en efecto en cádiz todos los áni-
mos, en aquellas circunstancias, en la mas viva
agitacion: cuestiones gravÍsimas ocupaban y
dividian la opinion de todos los buenos españo-
ñoles, reunidos en su recinto: la Regencia que
habia sucedido á la Junta Central, cesaba: las
Córtes debian nombrar una nueva que reasu-
miese el poder ejecutivo, y la reem plazase en la
dificil administracion del Estado: dos bandos
igualmente respetables dividian el Congreso; for-
maban el primero los amantes de las reformas
y de la libertad de imprenta, y componian el
segundo los anti-reformistas ó quietistas, y ha-
cÍanse mútuamente una cruda guerra: era pues
preciso fijar la vista para la eleccion de Regen-
tes en hombres, que reuniendo prendas, dotes,
y sobre todo una probidad á toda prueba, ins-
pirasen á todos confianza, y que ascendiesen
al poder con todo el prestigio necesario para
poderle egercer con la firmeza y desembarazo
que tan apurada situarion exigia. En este con-
cepto fueron en efecto elegidos, casi por una-
nimidad, el General D. Joaquin Blake. el Gefe
de Escuadra D. Gabriel Ciscar, y el Capitan de
fragata D. Pedro Agar; 'j balUmdose ausentes




8 PERSONAJES CELEBRES.


los dos primeros, lo fué al mismo tiempo, en
calidad de suplente, nuestro Puig Samper, que
instalado y posesionado inmediatamente de este
alto destino con toda la solemnidad é insignias que
las Cortes habían creído necesarias para darle el
mayor rtialce posible, correspondió en el corto
espacio de tiempo que le desempeñó, á las bien
fundadas esperanzas, que las mismas habian con-
cebido de su sabiduría y discrecion al elevarle
á él.


En la nue~a orgallizacion de la administra-
cion de justicia, se habia subrogado en lugar del
Consejo de Castilla un Supremo Tribunal, y en
é'1 naturalmente no podia mt'nos de ocupar,
como ocupó en efecto, un lugar distinguido el
antiguo y respetable Puig Samper, despues de
h-aber cesado en la espinosa y temporal comision
de Regente. Ageno á las pasiones y á los par-
tidos políticos, sobrado ardientes ya. se con-
servó en este puesto, contentándose con admi·
nistrar justicia, con aquella rectitud é impar-
cialidad nunca desmentida en tantos años como
vestia la toga. Asi pues, y considerado natural-
mente estralio á todas las pasiones y peripecias
políticas de aquella época, al restablecerse en




PUlG SAMPER.


lSi'! l8s cllltiguas formas de Gobierno, volvió á
desempeilar, por disposicion del Monarca, su
antigua plaza en el Consejo de Castilla_


Bien conocido por su amor al estudio, al
que había consagrado grán parte de su existen-
cia, la Real Academia de derecho civil y canó·
nico, establecida en Madrid con el título de la
Inmaculada Concepcion de Maria, quiso colocar-
le bajo su benéfico é inmediato influjo, nom-
brándole su Protector en Enero de 18105; Y en
ella, con su frecu('nte asistencia á sus ejercicios,
y con sus vastos y profundos couocimientos,
procuró promover la ilustracion de todos sus
individuos, dispensando su especial favor, yes-
timulando con él á los que mas se distinguían
por su moralidad y aplícacion. Iguales, buenos
y patrióticos oficios se esmeró tambien en prac-
ticar al mismo tiempo en las Reales Academiaa
de Sagrado~ cánones, Liturgia, Historia y Disci-
plina eclesiástica, y en la Greco-latina matriteUS0t
que del mismo modo se colocaron bajo de sus
auspicios; y no menos en la de la Historia, que
creyó honrarse inscribiéndole en el número de
sus individuos, con el título de honorario: ha-


. bien do contribuido todas est~s consideraciones,




10 PERSONAJES CELFBERS'


y las que generalmente se tenian de su gran ca-
pacidad, á que se le nombrase por el Gobierno
uno de los tres individuos de que debia compo-
nerse la Junta encargada de formar el plan ge-
neral de Estudios, y de las Escuelas Primarias
del Reino.


Al paso que las Corporaciones literarias se
esforzaban á porfia en dar á Puig estos reitera-
dos testimonios de su bien ¡merecido aprecio, el
Rey por su parte repetia igualmente los suyos;
y en prueba de ello, en el año 1819 le conce-
dió plaza efectiva en la Cámara de Castilla, y
le nombró Ministro de la Real Junta de Viude-
dades; y en fin del mismo año, le confió el Pro-
tectorado de la Casa de Benificencia de S. Nico-
las de Bari de esta Córte, en la que acreditó de
una manera muy notable su activo celo, é infa-
tigable caridad en obsequio de la humauldad.


Asi pasó Puig Samper los años trascurridos
desde 1814 hasta 1820 • trabajando sin descanso
en calmar malas pasiones, y en proteger yalen-
tar el saber. Verificadas las variaciones políticas
de 1820, Y considerando que Puig Samper era
una propiedad preciosa de nuestra Magistratu-
ra. propiedad de todas épocas y de todas las




P UlG SHIPER. 11


circunstancias, fué inmediatamente restituido á
su antigua plaza en el Tribunal Supremo de
Justicia, en el cual llenó el puesto de Decano
hasta 1823, en que una nueva reaccion, mas
violenta é indiscreta que las anteriores, no res-
petó las canas venerables del ilustre Magistrado;
pues si por un instinto del bien público, habia
sido Puig Samper repuesto por la Regencia en
su plaza del Conse.io y Cámara de Castilla, por
decreto de 20 de Febrero de 1824, fué jubilado
con el designio de srpararle de su puesto, con
otros trece individuos mas del Consejo Real. Tan
atroz escándalo produjo en la opinion esta espe-
cíede golpe de E~tado, aunque tan auálógo á la na-
turaleza y tradiciones del Gobierno absoluto, y mas
en particular la ofensa ta.n inesperada é impro-
pia de la general respetabilidad que merecia Puig
Samper, que el mismo Gobierno, volviendo en
cierto modo sobre sÍ, creyó deber darle una
pública satisfaccion, nombrándole individuo de la
nueva Inspeccion General de instruccion públi-
ca, y restituyéndole á la plaza !le la Cámara de
Castilla, de que tan injustamente le habían
despojado ruines y miserables pasiones, y
en la que estaba llamado á prestar al Es-




12 PERSONAJES CELEBBES.


tado otra vez nuevos y señalados servicios.
En el año de 1825 hallíanse notado sÍnto-


mas de nuevas agitaciones políticas de grave
trascendencia. que aunque duramente reprimi-
das, estaban muy lejos de haberse extinguido.
El Monarca, colocado en la inmensa altura del
sólio, y necesariamente mas alto que las pasio-
nes y los partidos, se había convencido con
recto juicio de la necesidad que el siglo impo-
nia de una conducta templada, y circunspecta
en la Gobernacion del Estado, reprimiendo con
mano segura y firme toda pretension contraria
~ este propósito. Residia ,segun la opinion gene-
ral, el foco del rigorismo y de las medidas vio-
lentas en una pequeña, y menos ilustrada frac-
cion de individuos del Clero, nimiamente adi~­
tos á las ideas de una Curia, que siempre celo-
sa de las regalias de los Príncipes, protectores
natos de la Iglesia y de los ciÍnones, se presen-
taba nuevamente empeñada en sostener ó res-
taurar aquel poder absoluto y omnímodo, que
aun en materias pnramente temporales, ejerciera
en la Edad media; sin reflexionar que el abuso de
él, en lugar de aumentar!(] profunda veneraciOll
y el justo y del:ido respeto á la silla apóstolira,




PllTH SAMPER. 13


habia tal vez mas tarde contribuido no poco á
debilitarle, y aun á entibiar é interrumpir las
buenas relaciones de muchos Soberanos y Esta-
dos de Europa con la Santa Sede, colocan.do
desgraciadamente fuera del centro de la unidad
y de la comunion de la Iglesia Católica, Após-
tolic:!, Romana, pueblos y naciones enteras. Po~
una consecuencia de este espiritu, en un De-
Creto de la Congregacion del Indice de 1) de
Setiembre de 1825, se habian colocado entre
las obras prnhibid:ls el Tratado de Amortizacion
del Cond3 de Campomanes, y el Informe de
la Sociedad económica de Madrid sobre la Ley
agraria, obra de D. l\lelchor Gaspar de Jove-
Llanos; sin detenerse siquiera los calificadores
delante del alto renombre y eminente y reco-
nocida sabiduría de tan ilustres jurisconsultos,
honra y gloria eterna de la España. Circula do
este decreto ó prohiLicion suJ1repticiamente a
varios prelados del reino, contra lo espresamen-
te dispuesto en nuestra legislacion, ninguno
de los que con ocian sus deberes, se permitió
hacer uso ni demostracion de él; si se esceptúa
el de Jaen, que no se detuvo en publicar un
edicto prohibitivo de varias obras, incluyendo




14 PERSONA.IES CELEBRl:S.


en él las dos indicadas, y apoyándose en la
contenida en el Indice; proeedimiento que el
Rey, prévio el parecer del Consejo y Cámara de
Castilla, se apresuró á refrenar, desaprobando
sériamente la conducta de aquel prelado, úni-
co en toda España de quien se tuviese noticia
haber incurrido en esta indiscrccion; y sin ha-
cer en esto otra cosa que seguir la huella y
ejemplo de sus augustos progenitores, y espe-
cialmente del Sr. D. Felipe IV, en su RealCé-
dula de 11 de Febrero da 1648, espedida con
motivo de un Breve del Papa Urbano VIII, en
un caso análogo.


Mas no por eso cesaron los conatos de la
Curia, y de sus adictos ó afiliados en España.
El mismo Cardenal Justiniani, Nuncio Apostó.
lico á la sazon en esta Córte, y de quien menos
podia esperarse, al tiempo de su partida se per-
mitió pasar una nota sin fecha y harto destem-
piada) en la que dirigiéuoose al Bey le espo-
nía lo que en su concepto calificaba ,lfanijiesto
de verdades amargas; afirmando en él " que la
Iglesia de España estaba en verdadera esclavitud;
y que los Ministros del Rey turbab:m su inde·
pendencia, y prOCediendo con ignorancia oculta-




PUIG I'iAMPER. 16


ban al Monarca lo que delJia saber para su re-
medio; " estcndiéndose á otras acusaciones tan
infundadas como graves. El Rey no menos sor-
prendido que irritado con una comunicacion tan
agena de un Prelado respetable de la Iglesia y
Legado Pontificio, á quien habia dado tantas
muestras de su benovolencia y dispensado prue-
vas inequívocas de ella, creyó que no debia de
pasar este papel sin la desmostracion y replica
que por todos conceptos merecia. Ocupaba en-
tonces el Ministerio de Gracia y Justicia y po-
seia toda su confianza el célebre Calomarde,
cuya insuficiencia y escaso saber, especialmente
en materias tan graves y delicadas, tampoco se
ocultaban á la perspicacia de S. l\I. : encargole
sin embargo la contestacion, dejándole entender
que podria consultar el asunto con sugdo que
reuniese todos jos conocimientos necesarios para
estenderla con la dignidad, decoro y firmeza que
por si misma exigia. El Ministro, justamente
tambien desconfiado de sus propias luces, se
dirigió sin vacilar al integro y acreditado ju-
risconsuItó Puig; y este digno l\lagislrado, que
á sus profundos conocimientos reunia una sólida
piedad al par que una entereza de caracter y un




16 PEIISONAGES CÉLEBRES.
españolismo puro; siguiendo los principios y las
doctrinas, tan conocidas, de tantos Prt'lados y
varones ilustreb c:omo le habian precedido, en
análogas circunstancias, en el examen y díscusior.
dc estas delicadas cuestiones, estendió muy pron-
to y con toda la circunspeccioll que le era carac-
terística, un sucinto pero tan luminoso y convin-
cente informe, que de muy buena gana traslada-
riamos aqui; mas no debiendo tener lugar en
una hiografía, nos cOlltentaremos con decír, que
su sola lectura bastó desde luego para tranquili-
z~r el ánimo y calmar la conciencia de un 1\10-
JJnrca, que preciándose del renombre dI' Católico,
no habia podido oir la citada destemplada Nota
sin un profundo y amargo dolor. Estaba en efec-
to tOGO él fundado en los buenos principios del
dprecho público y canónico, y reasumido, si se
puede decir asi, en las breves cláusulas que que-
dan puestas al frente de esta su biografía, y bas-
tan para dar una idea de él, asi como por en-
tonces bastó para poner un coto á sucesivas
réplicas y nuevas exigencias de igual naturaleza.
Habiendo ocurrido poro despues el fnllecimiento
del Gobernador del Consejo D. Bernardo Riega,
puig Samper por un propio impulso dell\IonJrca




PUIG SAMPER. 17


fué colocado al frente de él con el mismo ca
racter.


Agitábase precisamente en aquella I\poca en
este Supremo Senado una cuestion gravísima:
se trataba de la Pragmática Sancion que se pu-
blicó luego en 30 de Marzo siguiente, revocan-
do la disposicion del auto acordado del año 1713
en órdon á la sucesion de la Corona; no dejó de
esperimcntar esta Pragmática en el Consej(l de
Castilla algana resistencia, si bien no muy em·
peñada, de parte de ciertos Consejeros que, de
notoriedad afiliados en el partido apostólico, la
dehatían y consideraban mas bien en el interes
de él, que en el terreno de la legalidad y de
conveniencia pública; pero la respetabilidad
y el peso de la opinion del nuevo Gobernador
del Consejo, reunió y concilió fácilmente todos
los dictámenes. Noticia de los desidentes y de
sus nombres tuvo el Ministro Calornarde, y aun
se mostró inclinado á hacer con ellos alguna
poco grata demostracion; pero el circunspecto
Gobernador, para quien la liberted, la inde-
pendencia y el secreto en I as sesiones eran un
principio y un dogma sagrado, procuró al
instante desvanecer y frustrar los efectos de este


2




18 l'~:RSONAJES CELEBRRS'


ruin y de,'preciable chisllle, tan ageno por otra
parte de la dignidad de los que ocupaban los
primeros asientos de la Magistratura espaüola:
conducta que haciéudole cada día mas recolllen-
dable á los ojos del Monarca, y del mismo
ministro, hizo que se le diese un nuevo testi-
monio del alto aprecio y eonfianza que me-
recia. con los honores del Consejo de Estado,
último grado de las distincion!'s á que en aque-
lla época podia elevarse un hombre público.


Notorios son los sucesos ocurridos en el Real
Sitio de S. Ildefonso en el mes de Setiembre
del año 1832 ('), en cuya época al Rey Fernando,
cerca de exhalar el postrimer suspiro, se le ar-
rancó aquel famoso decreto q\le firmara con
caractéres ininteligibles. Revocaba el Rey en él
la Pragmática Sancion de Marzo de 1830, des-
heredando á sus hijas y restituyendo en su tuer-
za y vigor el auto acordado que la Pragmática
habia derogado. Obra fue esta derogacion del
mismo que habia protegido COIl ardor la pu-
blicacíon de la Pragmática, si bien estimulado
por intereses é intrigas propias y estrangeras,


(ti Veáse la biogrnfia d~ Fernando VlI tomo Ill.




PlJIG SHIPER. 19


de todos conocidas. Dirigió Calomarde cerrado
y sellado este famoso uecreto al Gobernador del
Consejo Real, Puig Samper, para que lo publica-
se en oeasion oportuna; y el venerable anciano,
honra de la Magistratura, lo guardó con ánimo
decidido de no publicarlo, conociendo los vi-
cios legales de que adolecia. Tal fue la decision
del respetable y entendido Puig Samper de no
publicarlo, que apenas lo hubo recibido por
extraordinario, el dia 26 de Setiembre, púso!e
entre sus papeles los mas reservados y secretos;
y llamando á su virtuosa muger, depósito seguro
de su confianza, la dijo. ,,¿ Ves este pliego? (en-
señándole el exterior y sin decirla nada de lo
que con tenia ) conócelo bien por su cubierta;
pues este pliego no lo entregarás á nadie que
no venga con una autorizacion espresa del Rey.»
Tal era la importancia dada por Puig Samper á
este documento, con cuya reserva hizo á Isa-
bel Il y al Estado el mas importante y señalado
servicio. Nadie ignora ya el giro de aquellos
acontecimientos, el cual hizo le fuese reclamado
el decreto por el ministro Cafranga, sucesor de
Calomarde, COll el objeto de revocarle, como se
verificó poco tiempo despues, y para cuyo efecto




zo PERSONAJES CELEllRES.
le fue devuelto con inexplic3vle satisfaccion del
previsor y justi6cado Puig.


Mas ya, en la época á que nos referimos,
empezaban á rugir las pasiones, agitándose se-
gun las impresiones y la direccion momentánea
de las ideas, y de los intereses personales de los
individuos, y ellas en los primeros dias de Di-
ci€lllhre del mismo año de 1832 dieron lugar
á que el respetahle Gohernador del Consejo,
Puig Samper, fuese juhilado y separado de la
escena política. Fuélo en efecto por decreto de
14 del mismo Diciemhre, hiriendo su leal co-
razon con tan inesperado golpe, que se quiso
atenuar concediéndole 1 a Gran Cruz de Isabel la
Católica, que Puig Samper recibió con el desden
altivo que merecia, dadas las circunstancias en
que se le conferia.


Dejó, pues, Puig SJlllper les negocios, en
fiu del año de 1832, para volver á ellos en los
críticos momentos de la muerte del l\Ionarca
acaecida en Setiembre de 1833. Amaestrado el
Rey Fernando por la espel'iencia, en su testa-
mento hizo disposiciones notabilísimas. Fue la
principal consolidar y fortificar La PragmiÍtie3 de
Marzo de 1830 , que renovando en su fuerza y




PUlG SUIPER. 2{
vigor la ley de Partida, ley que habia regido en
Castilla siete siglos, establecia la sucesion regu-
lar á la Corona, que se hahia querido alterar
con la introduccion de un uso estrangero en el
Auto ac:ordado de 1713. Hizo mas todavia; ins-
tuyó un Consejo de Gobierno que auxílíase á la
Reina Viuda, declarada Gobernadora Regente,
en la gobernacion del HeillO. Notable por mas
dI' un concepto fue la eleccion de los indivi-
duos que debian componer este Consejo, destinado
á llenar los deberes que la ley de Partida atri-
buye á los guardndores del R.ey ni¡'¡o. Hombres
eminentes de todas las clases y carreras fueron
elegidos, y entre ellos algunos que desde el des-
tierro ó confinamiento impuesto por el mismo
Monarca ,á impulso de las parcialidades y exi·
gencias de los partidos extremos, debian sin
embargo sentarse en el Consejo de Gobierno,
instituido por la disposicion testamentaria del
Rey, para aconsejar ida Augusta viuda.


Ocupó un asiento en este alto Consejo de
Gobierno nuestro Puig Samper, quien respon-
diendo á confianza tan distinguida, sin volver
la vista á sucesos pasados, y no poniendo sus ojos
sino en el brillo y hOllor de la Corona y en el




22 PERSONAJES CELEllIIES.
bien público, se dedic6 á desempeñarla con to-
das sus fuerzas, y con la ¡tlaltad y prudencia
que tan acreditad<l tenia en su dilatadísima car-
rera, distinguiéndose entre sus dignos compañe-
ros por su constante celo, y por 'las oportunlsi-
mas reflexiones hechas en el exámen y discusion
del Estatuto Real, el mas grave negocio que se
presentó en el Consejo de Gobierno despues de
su instalacion.


Asi continuó Puig Samper hasta la mitad
del año 1831, en cuya época empezó á presentir
su fin, No debieron dejar de influir en el de-
caimiento de sus fuerzas, ya agotadas por sus 80
años cumplidos, las continuas y profuudas me-
ditaciones acerca de los peligros que su previ-
sora esperiencia le hacia ver en el porvenir de
su Patria, á cuyo servicio habia consagrado 47
años de incesantes desvelos. ":n efecto, el 25 de
Noviembre de 1834, con la tr:mquilidad de! jus-
to, con la calma del cristiano. asistido de los
cuidados de una esposa, modelo de virtud y ter·
nura, y en los brazos de amigos sinceros, pagó
este ilustre varon, magistrado sin mancilla y
honor de la toga española el tributo debido á
la naturaleza. Buer. padre, esposo tierno, amigo




PVIG SUiPER. 23


leal, debió ser llorado y lo fue en efecto por
su familia y por sus amigos, que habían cono-
cido y apreciado sus virtudes y sus talentos. La
Espaiia perdió á su muerte un hombre de Es-
tado y un Magistrado probo, cuyos servicios
eminentes le dán un lugar merecido entre los
Espalioles célebres del siglo XIX.






~ •• - 1-."_




r)




D. ANTONIO


AI-ÁCAI.JA GALIANO.


~Podemol asegurar sin temor de
equivocarnos. que no solo es el pri.
mer orador político de E~paña, siIlo
que puede compararse con los mas
eminentes de las otras naciones .•


GALERIA DE ESPAÑOLES CELEBREa
CONTEMPORANEOS.


Si en los anales de los pueblos guerreros
ocupan justamente un distinguido lugar los Q.a.
pitanes que mas se han señalado por: sus
grandes conocimientos estratégicos en las !lata-
!las, y por su saber en todos los ramos que
constituyen su profesioll; con igual derecho y


J




PEnso~ÁJES CfLPBR!S.


justicia deberan 'ocuparlo rn In historia de Jo;,
go]¡iernos representativos, 1, 5 que ~IJ las ]¡l('hns-
parlamentarias, poseyendo el don de la f'loc.llpn
cia han combatido con notable brillo; y murl;o
mas si J como el personaje de quien 'amos ;i
ocuparnos, reunen á la facilidad en el decir IIIl
vasto saber, y un profundo y ,'ariado rúmulo de
conoeimientos, La celebridad de D, ,\ntoniú
Alcalá Galiano, como literato profllndo y ora-
dor eminente J si bien no data de esta última
época, en ella ha tenido mayol' ocas ion de os-
tentar la riqueza de su ingenio y la fpcundidad
de su palabra, adquiriendo fama en la opinion
pública, ya porque los sucesos de e8t03 últilllos
tiempos han sido mas variados y de mayor du-
racion, y ya tambien porque los ailOs transcur-
ridos desde la aparicion en el mundo político
del Sr. Galiano, las desgracias esperimentadas
por él) Y J:¡s adt'lantGmicntos que en las teorias
constitucionales se han herho dllrante este pe-
riodo, le han {lfoporcionado r.Ollocimienl(¡s y
desengaños, que al paso qu e le han ele\>ado á
mayor altura, le han puesto en el caso de ser
~na escepeion de aquellos que en las emigra-
ciones nada ap:'enden, ni nada olvidan,




D. A. ALCAI..\ GAU'\i\O,


11011 Antollio Alcalá Galiano nnció en CiÍdiz
d 22 de Julio de liS9, siendo sus padres el
Ilistinguido oficial d~ marina D, DiorlÍsio Alcalá
Gilliallo , muerto en p\ combate de Trafalgar, (')
y ])oí1a Maria de la COllsolacion Yillaücen('io,
SeflOl'n de grandes "irlndes y (le no escasa i!ls,
tl'ueriolJ, !l"clldas muy apreciables, si por
des!!r:I('irl floro rOlllunps, en las personas de su
~ex(). II ijo Galiano de un militar, era natural
Ijue sigUIera la misma carrera; y así fue que
a 'los siete ¡n'lOS de edad obtu\'o la gracia de Ca-
dete de Ile,dl's Guardias EspaflOlas, para nstir
d lI11ifOI'lIlt' drsde luego, y contar aniigiiedad
;¡] (,ullljllir los doee. Su padre en sus largos via-
j('s Illal'ílilllOS halda conseguido propOI'cionarse
UII ('aud,d lll;lS que mediano, y que hubiera po-
dido pl'Oeurnr (¡ sus dos únicos hijos una sulJ-
,istell('ia ;!c(JII)c,daua é independiente. n. Antonio
sin elllliurgo quiso seguir sirl'iendo, despues de
('ulIlplida la edad; acom¡wüó ú su padre en dos
"j a.i es á NáJloles, y durante ellos cobró tal
:lllciOll a la marina, que hudiera seguido esta
earrl'ra si su padre lo hubiera consentido.


,i Veáse su biografía tomo V,




4 PElISOXAJES CF.LEnnF.S.


Yuelto:i C:ídiz Galiano, est~hleció con otros
jóvenes de su edad, una Academia de Bellas Le-
tras, de la cual fue proteetor el dl'sgraciado
Marqués dd Socorro, D. FrancisclJ Solano, y
que emprendió trabajos importantes, tanto mns
si se atiende al estado en que en aquella sazon
se hallaban las letras en Espaila.


Muerto su padre en la batalla de Trafalgar,
el jóven Galiano pensaba eu spguir la carrera
diplomática, en la qne le habia ofrecido un des·
tino el Príncipe de la Paz; pero el heróico fin
de D. Dionisio, en vez dl: adelalltar la coloea-
('ion de su hijo la atrasó, pues P¿ISÓ este á Ma-
drid, donde permaneció dos mios sin seguir
carrera alguna. Sobrevinieron entonces la ca ida
del Príncipe de la Paz, y el advenimiento de
Femalldo VII al Trono, quien nombró su Mi-
nistro á D. Miguel .lose de Asanza, muy amigo
de los Galianos, y el cual ofreció cumplida y
eficaz proteccion á D. Antonio, que se le pre-
sentó. Ocurrió poco despues el viaje del Rey a
Bayona, y el levantamiento general de la na-
cion contra los franceses. Galiano, que solo
contaba entonces 19 años, se entusiasmó por la
causa de la indllpendencia, hasta tal punto que




D, A, AJ,CALA GALUNO.


al regresar Asanza de Rayona con el Rey José,
rellusó las ,-€nt3jas que se le ofrecian bajo el
GolJierno del intruso Rey, Escribió entonces al·
gunos artículos sobre poI itica y contra la usuro
pacion de BOllaparte, y una Cda á las rictorías
de Bailen, Zar,lgoZa)' Valencia, obras que aun-
que llenas de talento y e¡¡tusiasmo, descubrian la
inespericneia dr su autor, novel todavia en la
('~rrera litfraJ ia,


Peusó ellton('r, Galiano en ,'olver á la \'ida
mili tal' para pelear contra los "nemigos de su
l)illria; pero le (letuyo una pnsion desgraciada,
(lIJe :í la rdad de 1!l a 1108 le hizo contraer un
imprudente matrimonio.


Cuando entró Napoleon en Madrid se retiró
Galiano á Cád iz, donde cscn Lió en los perió.
dieos llluch(IS artículos sohre las cuestiones del
IIlOlllento, Sus doctrjn~s en aquel tiempo, si hien
eriJll oe las lilas arJllZlIJas en el liheralismo,
no eran sin embargo tan revolucionarias ó es-
II'Cllladalllellte dl'lIlocl'<Íticas como han snpuesto
algunos de sus hió.~I'i1fos, pues en 1811 deten-
d ió en El Rr:úac{o)' General (periódico que se
puhlicaha en Códiz cuando se J:scutia la Cons-
titucion' le silncion I'l'al, que tUYO despues en




6 PERSON A.I ES CELEBRES.


las Cúrtes muchos opositores, y entre ellos c~
Conde de Toreno.


En Febrero de 1812, siendo lino de lus He-
gentes su tio materno D. Juan Villaviccncio, y
lIil1lsll'O dc Estado D. José Pizarro, fue nom-
brado Galiano Agregado á la embajada de S. :\1. en
Lóndres; pero de resultás de una desavellcneiCl
que tuvo con el Embajador nombrado, el Con-
de Fel'llan Nu[¡ez, no pudo pasar á su destino,
y qued6 en clase de agregado en la Secretaría
de Estadu, en la que perma lIeció al10 y medio
n sntisfaccion de su~ gefes. Poco faltó par:1 que
no saliera con escándalo de la Secretaria, de re-
sultas de un artíeulo violento que escribió y pu-
hlicó contra la Regencia, de que era parte su
tio, por su eS"esi va condescendencia con el Go-
hierno inglés y con el Duque de Ciudad-Rodri-
go; merced tÍ la mediacioJl del Ministro de Es·
fado D. Pedro J..1LrilJor, Iogrrí Gallano C()(Jser··
val' su empleo.


En 1813 fue promovido á Secretario de lega·
cion en Suecia, cuyo destinó desempeñ6 con
inteligencia y cejo, regresando con licencia á
cádiz á fines de 1814. Pero al poner los pies en
su patria, encontró la escena cambiétda: abolida




U. A. ALeAL" GALlANO.


la COllstitucioll pm' el decreto de Valencia, di·
sueltas las Cúrtes, encausados ó sufriendo con-
dena Illuchos de sus principales Diputados, se
baIlía verificado ulla reaCI~iOll espantosa á la par
que estúpida; é indudablemente mas sanguinaria
y bárbara que la que habia precedido. Tal era
la situaciol1 de España cuando re~resó á ella Ga·
(iano, á quien causó tanta pesadumbre el mal
estado de los negocios públicos, que estuvo á
punto de resolverse á no servir al despotismo y
retirarse á sus hogares Entonces le asaltaron
tambien grandes desgracias de familia, . y por dis
traerse de ellas se entregó á una vida alegre y
licenciosa, qlle dió Illárgen á justas censuras, y
ha servido des pues de ocasion á injustísimas ca-
IUlllnias y á perVHsas difamacionf's, que emplea-
ron sus enemigos y que Il~garon á tener crédito
entre los que no Ic cOllocian de cerca: enton-
ces ya se habia corregido Galiano di su vida di-
sipada, fruto rnns bien de inmerecidas desgracias
que de malas inclinaciones.


En aquel tiempo tomó parte en yarias é in·
útiles tentativas para derribar al golJit'rno abso-
luto. Estaba á punto de embarcarse Galiano en
Gibraltar para ir á ocupar su destino de Secff,




8 PERSONA JES CELEBBES.


tario de la legacion en el Brasil, cuando tuvo
noticias de los grandes acontecimientos que se
preparaban en la Península: suspendió su marcha,
regresó á Cádíz, donde entró oculto y permaneció
escondido cerca de cuatro meses, no pudiendo
salir por estar incomunicada la ciudad á causa
de la fiebre amarilla que en ella reinaLa. Des·
puas de este tiempo pasó en secreto á tratar con
sus compañeros de planes del ejército; y no sin
grandes riesgos, contribuyó muy principalmente
al levantamiento del ej ército e~pedicionarjo que
proclamó la Constitucion en 1820 Al efecto se
juntó con dieho ejército en la Isla de San Fer-
nando, espidió proelamas, y se eneargó con
D. Evaristo Sau l\Iiguel de la redaccion de un
periódico destinado á defender el levantamiento
y á propagarlo en el resto de la Monarquía. Al
fin quedó solo encargado Galiano de la redac_
cion del periódico, pero él y su compaiJero tu-
vieron el atrevimiento de firmar el primer núme-
ro, compromi~o generoso, hijo de una fé viva
y de un entnsiasmo respetable, que hubiera cos-
tado In vida á sus autores á no haber triunfado
su causa.


Con el triunfo de la causa constitucional lo




D. A. ALCALA GALlANO.


gró G DJiano un ascenso de escala en su carr Et a, en-
trando de último Oficial en la Secretaría de Estado.


El trastorno verificado en las instituciones
del pais, dió lugar á la crracion de las socieJades
patriótieas , y una de las primeras que se esta-
blecieron fue la de la Isl¡¡ de San Fernando, en
la que Galiano principió á hablar en público,
dando desde luego muestras de sus grandes cua-
lidades oratorias. Tr;¡sladado á ;\Iadrid, habló
tambien en la sociedad de la Fontana de Oro,
descollando siempre por sus discursos sobre los
demas oradores, plles ya hablase Galiano de
cuestiones políticas ó de asuntos de gobierno,
el vigur de su palahra, la grada y soltura de
su dec,ir, la lucidez de sus ideas y la vehe-
mencia de sus espresiones, cautivaba la atencion
y enardecia el áuimu de su numeroso auditorio.
j)esdl~ entonces cundió por Esp3iia su fama de
orador, COIl geueral adllliracion.


A la par que Ins socied¡¡des patrióticas, se
establecieroll entonces otras secretas que les da-
ban impulso; Crali¡¡no ejercia sobre amuas no
[loco influjo. D. Agustín Argüelles era Ministro
de la Goheruacioll (*), y otras celebridades del


(') Véase sn bio~rafia, t.omo Y.




10 PERSONAGES CELEBHES.


año 12 dirü;inn los negocios públicos; y 110 ha-
biendo prellliado á los nuevos patriotas romo
estos creian merecerlo, dieron lugar á lIna di-
vision que el curso de los sucesos hizo cad:l d in
mas profunda. l\Idndado disolver el ejército de
la Isla, el :.\linist<lrio hizo venir tÍ Madrid á su
gefe el General Riego, y esta medida fue ata-
cada con vigor por Galiano y los suyos. La ve-
nida de Riego á Madrid ditÍ lugar á grnvcs des-
órdenes, que obligaron al lxolJierno ú enviarle
de cuartel á Oviedo, el dia 1) de Setiembre; y
el mismo día hizo Galiano renullcia de su des-
tino, dando por motivo que siendo opuesto á
la conducta del Ministerio, ni aun como emplea-
do subalterno podia servírle_


Al dia siguiente 6 de Setiembre de 1820 hu-
bo ulla sedicion COlltl'a el !\linisterio del SeilOr
Argüelles, en la cual no tuvo parte Galiano,
pues estaba tan ageno de ella, que al oir la gri-
tería de los insurrectos, desde la tribuna donde
peroraba, censuró ágriamente aquella mallera de
hacer la o{losicion. Continuó Ga\iano haci.endo
una guerra obstinaaa a) Mhúsiel'io, e) CU¿j) ¿j)


fin se recompuso con algunos hombres mas po-
pula res , y el Sr. Argüelles pareció al"rgar la




Il. '\. AI.CA(..-\. GAI.IAi'íO. I t


Illallo lí los IlJislllOS contra quienes habia com-
batido pocos diJS :mtes. Mandó sin embargo cer-
rar las sociedades patrióticas, con lo cual se
restalJlecJ() por al~lln tit'lllPO la pública tran-
quilidad.


El ney se JIlanifestaba cada dia Illas hostil
il la causa con~titucional; sin consultarlo con
sus Ministros, nombró l;apitan General de Ma-
drid ;Í una persona conocida por su desafeccion
,í las instituciones liberales, y se negó ;Í sancio-
uar la ley sobre Heguléll'es, (*; cediendo solo
lit) su em!'eiio cuando se vió ameniizado por una
sedicioll, que sino era favorecida secretamente
]lor los :\Iinistros, no era Illal mirada por ellos.
EntollCl'S se pensó en abrir de nuevo la Socie-
dad de la f?ontallC~, y el :\Iinisterio para estrechar
lilas la amistad con los hombres de la revolu-
cion, hizo venir de sus destierros y empleó íÍ
los que habian sido esp'ilsados de Madrid, y
entre ellos al mismo caudillo que poco antes
habia sido orígen de todos sus recelos. ~=nton­
ces aceptó Galiano la Inteudcncia de Córdoba,
por haber cesado ya el motivo que anteriormente
le obli¡:-ara á renunciar su destino.


(') Ve¡\se la hiogrnüa de Fernando VII tomo IlI.




12 PERSONAJES CELEIlRES.


Marchó á aquella ciudad, desempetiaudo en
ella ~u nuevo empleo durante casi todo el aúo
1821, Y en dos ocasiones, aunque iulrrin;.\Il1enle
el gobieruo pontico. En urja de ellas anuló las
"l""'R.~",,,,,"~ ~<;, h:jUnvdm\en1.0 lle Lucena, infrin-
giendo algunas disposiciones de las Icyes vigen.
tes. Mandósele formar causa, pero cuando llegó
la órden, acqhaba de ser I'll'gido DiplItado iI
Córtes por Cádiz, el! la ",leceíon general hecha
en Diciembre de 1821 para las Córtes de 22 y
23. Desempeñó la iutendencia con hastante acier·
to, iI pesar de no ser este destino de los Illas
análogos con sus aficiones.


Pasó Galiano á Cádiz que estaba casi. en
rebelion con el Gobierno, y se opuso á que
continuara aquel estado de resisteneia; preten
sion que contribuyó á hacer un tauto impopu-
lar entre los mas ardientes revolucionarios al
recien elegido Diputado. ruelto Galiano á Ma-
drid tomó asiento en las Córtes, y se declaró
uno de los corifeos del partido exaltado, vol-
viendo á recobrar su afecto COIl la oposicion
que hada al Jlinisterio del Sr. :\Iartinez de la
Rosa. Entonces se lInió muy estrechamente
con D. Francisco Javier Isturiz) su colegn por




[) ,\, 4LCALA GALIAl)'O. 13


Cátliz, ~' COII n. Angel SnJvedra " hoy Duque
de ni\'~s,


La ll13yol'ia de aquellas Cortes era producto
del partido mas exagerado, de modo que el
~linisterio tenia que luehar, arJemas de los
manejos ocultos del Rey contra la Constitu-
cion, con una oposicion desenfrenada y pereo-
ne Galiano combatió constantemente aquel Mi-
nisterio, hasta que des pues de las ocurrencias
del 7 de Julio se cambió el Ministerio, en-
trando á r~emplazarle otro, cuyas personas per-
tenecian al partido mas estremado.


COllvocadas Córtes estraordinarias para el
7 de OctuDre de 1822, Galiano formó tambien
parte de ellas, y apoyó las medidas eseepeio-
nales propuestas por el Gobierno, pronunciando
escelentes discursos, sino por la esactitud de
los principios por su elocuencia. Otra de las
discusiones en que mas se distinguió el orador
gaditnno, fue eo la que tuvo lugar con moti-
vo de la proposicion hecha por él para que se
dirigiera un mensage á S. 1\1., en contestacion
á las ('élebres notas pasadas por las potencias
estraHgeras, despues del Congreso de Verona.
El Ministro San Miguel llevó á las Córtes la




14 dEIlSONAJES C¡':LEBI\¡:~.


respUEsta iJ ellas, y fue nplaudida des(lue~ de
concluida su lectura por todas las opiniones de
la Asamblea Nombrose una cOlllision, la cual
prest'uti) su dictamen el 11 de Enero, de acuer·
do con las con~estaeiones oadas por el Gobier-
110. Galiano. como hemos dicho. pronunció
elocuentes discursos en esta ocasion, ,. él Y los
uemas oradores esperaban que COIllO éll 1 "OS
la Nacion se alzaria f-Il !Ilusa para comhatir ~
los estrangeros; sin tener en cuenta que el pue-
IJlo no (Jodi a defender lo que 110 cOllocia, \
que 10i desórdenes a que babia dado IUg,ll" I~
mal entendida lihertad, 10jos de ¡¡tr,ler a las ills-
tituciones liberales el aprecio de 103 IHleb!os, .1'
de interl'sarles en SIl defensa, les haciau OdiO'
so un I'égimen que destrllia sus cl'ecneias, y
que lIingun bipn les habia reporlado. Sea COlIJO
Ijuipra, el entusiasll10 patriótico ahogó la \OZ
de la razon, y Galiano y Argüelles fueron 1Ie-
"ados ea tl'iunfo por la plaza del Congreso al
salir de la sesioll. Desde ClltOIlCPS estos dos
eampeones del liberalismo contr.1geron una mllis-
tad asi púhlica como privada, que duró hasta
el mio de 18%. Galiallo, á pesar de sus triun-
fos en el Congreso, llO ahandolló las sociedades




Jl. A .\U.> LA [,.\LlA':O. 15


patrióticas; n'¡,il; a l:aLlar en la Fontana, y
queriendo hacerlo UIl,l ¡loc·he en la llamada
LillIdaburiana, q\l~ era d0 los Comuneros y
('sI:,],;] presidida (lor HOJll~ro A!puellte, se \'ió
prrcisado á abaIldouar la tri [¡\lila por íos s¡lü-
(los de aquel turbulento auditorio. Testimonio
(>,identl' de cuan f¿,·jl ('5 perder la popularidad
,'11 medio de las yalieda<lrs de una rel'Olucioll,
y (,\lando llquella no se ¡¡poya en hechos y he-
neficios de todos reconocidos y ,¡Jlrobados_


Silhidos son, y los liemos referido en otra
par!!', los aeontelilllientos ri que <lió lugar la
,'¡¡Irada de l;,s trepas francesas en Esp~ila. y
la l'f':iwrla del Gobierno y las Cortes ¡í Selilla.
Adplalltitndose los enemigos h<Íeia estn ciudad,
~e tral,í de n-fugiarse en Cildiz; y 110 qll~í'lej:­
¡jo (,f'drr el Rey á las Illstancids de sus 1I1i-
Ilistros, ('n la scsion del tI de Junio de 182;~
hizo G"liallo ulla l'rol'osicioll para que el 1\li-
nisterio se presentase en las Córles, y manifes-
t"se las providencias que Ilabia tomado p~ra
poner en seguridad la Persona del Rey. Ilubien-
do cOlltC'stoudo el Gobierno quP S. 1\1. no se ha-
hin resuelto toda\ía á refugiarse con las Córtes,


...• , ..
en parage seguro, propusoentoliCf.8 Galiano qlle ",




16 l'EUSO"\" \.JES CELEBRES.


se le dirigiese un mensage, manifestándole la
necesidad de hacerlo. Aprobadil lit mocion, se
dirigió un mensage á S. 1H., quien contestó, que
como Rey, ni S:I conciencia, ni el afecto que
profesaba á sus súbditos le permitian abandonar
á Sevilla, aunque como particu1at' no hubiera
tenido inconveniente en hacerlo. Oida por las
Córtes la respuesta del Rey, tomó la palabra
Galiano y suponiendo que semejante negativa no
podia nacer sino de hallarse S. ~Len estado de
.delirio momentáneo, cr(!yó haber llegado el caso
sí'rJabdo por la Cons'itucion, é hizo la siguiente
proposicioll .• Pido á las Córtes, que en vista de
la negativa de S. M. á ponEr en salvo su Real
Persona y Familia, se declare que es Jlegado
el cnso de considernr á S. 1\I. en el impedi.
mento moral señalado en el artículo J 87 de la
Constitucion, y que se nombn~ ulla Regencia
pro>,isional , que para el solo caso de la trasla·
cion reuna las facultade~ del poder ejecutivo.-
Aprobada la proposicion, nombróse la Regencia
compuesta de D. Cayetano Valdés, D. Gabriel
Ciscar y D. Gaspar Vigodét, y las Córtes se
trasladaron á Cádiz. Galiano tomó poca parte
en sus deliberaciollC'S, y destruido completa-




11, A, ALC,~LA GALIANO. 17


mente el sistem~ constitucional pasó á Inglater-
ra. En la causa que se formó sobre su propo-
sicion de Sevilla, 'Y por la parte que tuvo en
la ir.surreccion de la Isla, fue condenado á muer-
te en rebeldía, en dos distintas senten~ias.


Residió Galiano en Inglaterra siete años, dan-
do lecciones de lengua y literatura española, y
escribiendo I'arios capítulos sobre política y li-
teratura en las mas acreditadas Revistas de
aquel pais, en el cual mereció de muchos de sus
habitantes grandes atenciones y obsequios. Ha-
biéndose Cl'eado en Lóndres una grande Univer-
sidad, en la que se estableció una cátedra de
literatura española, fue confiada á Galiano, y
dió en ella. por espacio de dos años, sábias
lecciones de nuestra literatura antigua y mo-
derna, que proporcionaron tanta instruccion á
los discípulos como merecida reputacion ai ca-
tedrático,


Verificada en Francia la Revolucion de 1830,
pasó Galiano á París. donde permaneció año y
medio, trasladándose desde allí á Tours, donde
residió ..tos aiios, muy apreciado de aquellos
habitantes. La muerte del Rey Fernando VII,
y la amnistia dada por el Ministro l\Iartinez de




18 I'ERSONAGES CÉLEBRES.
la Rosa, que no cscluia á Galiano como las an-
teriores, le pErmitió regresar á su patria, y
llegó á Madrid á mediados de Julio de 1834.
Desde luego escribió en El Observador y en El
lIfensagero de las Córtes, quedando solo en e5te
último, que se unió dpspu€s con la Revista 1':s-
pañola, bajo el título de Revista Jlfensagera.
Todos estos periódicos fueron de oposicion al
Gol:ierno, si bien templada y cual solia IlJcerse
en aquella época. .


Elegido Galiano Procurador á Córtes por la
provincia de Cúdiz en Setiembre de 1834, si bien
su oposicion á los l\linj¡.tros fue mas vehemente
que la que habia hecho en su periódico, mani-
festó sin embargo en algunas ocasiones que
sus doctrinas eran ya muy diferentf>s de las
sustentadas por la mayoría de las Córtes de 1823.
Reemplazado el Ministerio del Sr. l\Irrtinez d41
la Rosa por el Sr. Conde de Toreno, le hizo
tambien Galiano la oposicion, si bien con mas
templanza que antes.


La oposicion revolucionaria de los Estamen·
los pásó, como era natural, á las calles. En el
verano de 1835 se sublevó la l\Iilicia Urbana
de Madrid, coincidiendo con esta sublevar,ion




n. A. ALCAL,\ GALLHiO. 19


otras en las provincias. Galiana no solo no toó
mó parte en el motin, ni concurrió á la Plaza
mayor, silla que lo desaprobó pspresamente, con-
siderando mas grave y peligroso el remedio que
la enfermedad. Sin embJl'go despues de ve nci-
da la sedicioll , fue puesto preso é incomunica·
do en la cárcel de Córtc, con otros Diputados,
y este tratamiento le irritó contra los Minis-
tro~ mas de lo que era debido, y desde en-
tonces, aunque nunca aprohó las Juntas, prin-
cipió n disculpar el pronunciamiento.


Derribado el Ministerio presidido por el Con-
de de Toreno, se unió Galiano con su sucesor
lIIendizakll, n quien turo la desgracia de creer
por algnnos momentos, sino un hombre de
Estarlo entendido, UIl Ministro ú propósito para
tiempos de rc\'ueltas. La esperiencia le habr~
deseng;lllndo despues, del funesto legado que
hizo PI Conde iÍ b ll~cion, con haber traido á
Espaila ;i l\Ieudizahal. Gr-liano sostuvo á este
Ministro, y en aquel tiempo fue nombrado l\Ii-
uistro del Consejo Real en la seccion de lIIarina,
siendo entonces Intendente de provincia cesan-
te, y disfrutando como tal de un crecido sueldo.


[Tila de las partes principales del programa




PERSONA..IES CELEBRES.


de l\lelldizabal, era la prollJesa de convocar
Córtrs Constituyentes que r~ff rmasen el Estatu-
to: [11 efecto preselitó el Ministerio n las Cór·
tes un pJ'oye~to de ley electoral, y G aliano, in
dividuo de una junta nombrada para el mismo
oLjl'IO, estendió un plan de €leccion directa,
en el cual quedaba muy restringido el derecho
electoral, y que revelaba un inmenso adelanto
en los buenos principios Illonnrquico,collstitu-
cioa;¡!es. Abriéronse las Córtes, y Galiallo vol·
\'ió ;Í d('f~Ddcr con calor LÍ J\Tendizabal; y em-
peiiado el debate sobre la ley eh;etoral, y par-
ticularmente fObre si la eleccioll debia ser por
provincias ó por distritos, empleó Sll influjo para
que el Ministerio disolviera aquellas Córtes;
medida que l\lendizahal resisti¿ por mutilo tiem-
Jlu, pero que al fin se lIC1'ó á efpcto en Enero
de 1836, Mendizabal se sepuro entonces de Ga·
lianu, y en bs elecciones apareció este unido
con su amigo lstllriz , y 8a oposicion contra
un Ministerio al cual había apoyado poco antes
con calor: GalianCl en fin habia cam\üado de
opininnes poUticas. Este hecho es el que han
censurado sus enemigos con mas acritlld, si bien
en nuestro concppt6 Galiano <lió en ello una




D. A. ALCALA <}ALlANO. 2l


prueba de que no habían pasado para él inútil-
mente los años, y que sus convicciones actua-
les eran hijas de la esperiencia y de los sucr-
sos, El partido progresista sufrió una gran pér-
dida con su separa cían , y se ens31ió contra Ga·
liana, calulllnirindolc con ~cusJciones tan falsns
('amo ridí(,\Ilu~.


El 15 di~ .if~:.o de 183(; rayú el Minislerio
'\¡eNlizuL~I, y Ir reelllplazcí el presidido por el
Sr. Isturiz, y en el cual entró Galiana como
'\Iinistro de Morina, Este Ministerio, de corta
duracioll, 110 pudo lIeyar á caLo la idea de dar
ri ESl'arh un gobierno regular y estaLle; y des-
pues de disueltas las Córtes y de sublevadas
algunas capitales de provincia, tuvieron Jugar
los escandalosos sucesos de la Granja (*) que
derribJroll el i\linisterio \' restableeieron la Cons-
titucíon de 11l12. GalÍilDo, oLjeto del furor de
los exaltados, l1l\'0 (jtle refugiarse en Francia,
v se estableejlí en p,¡rís, donde residi,ó por al-
;:Ull tiempo. El Gobierno de i\ladrid, aunque
constituciouaJ, le eOllc!cnó sin formacion de ca u-
~a, y por un silll pie deereto, lo III ¡SIllO que á


\.) Vense la hiog,'afia de la Reina noúa María CL'istina
de norbon, tomo IV




22 PERSONAJES CÉLEBUES.


otros espalioles de distincion que tambien se
habian ausentado, á la pérdida da sus emplro'i
y sceuestro de sus bienes. Galiano no quiso ju-
rar la Constitueion de 1812, pero sí la de 1837,
lueg-o que la aceptó S. '!\l. Sobrevinieron los
sucesos de Aravaca (*) y la caida del Ministerio
Calatrava; se di sol vieron las Córtes Constitu-
.rentes, J' el! las nuevas elecciones triuataroll
en gran mayoría Jos adversarios de la política
del último Ministerio. G aliano, qae desde Pat'Ís
se habia traftladado á Pau, regresó á ES(laña
en Noviembee dc 1837, habiendo sido elegido
Diputado por Cúdiz. Tomó asiento en el Con-


greso, votó con la mayoda, y dió un franco
y decidido apoyo al I\Iinisterio (il'esidido por el
Sr. Conde de Ofalia. En las graves cnestiones
que se discutieron eu arjucl!as Córles tOIllO Ga-
liano una parte muy principal, pronullcinlldo
elocuentes discursos) eu especial, en la discusion
de la ley de Ayuntamientos, y en la de los
estados de sitio. Derribado el Ministerio Ofalia
por el ilegal inllujo del Genernl Espartero, y
sustituido por el que presidia el Sr. Perez de


'.! l' ':ase la biografía del Genvral Espartero tomo V.




D. A. ALCALA GALIANO. 23


Castro, se disolvieron aquellas Córtes y se con-
vocaron las de 1839, en las cuales no tuvo ca-
biua Galiano. Disueltas estas tambien y convo-
cadas las de 1840, fue elegido Diputado por
la provincia de Ponteveura, teniendo el disgusto
de no serlo por la de Cádiz que siempre habia
representado; disgusto que ha sufrido tambien
desput's como verelllos mas adelante, y esclusion
que hace muy poco favor á una provincia que
debería honrarse sielll pre con tener por su re-
presentante á un hombre de la elocuencia y sa-
ber del Sr. Galiano, prendas qne le tieneli des1
tinado siempre un lugar en el Parlamento.


A pesar del apoyo dado por Galiano á varios
ministerios, á pesar de sus conoci miento s y ser-
vicios, y en una época en que tanto se han
prodigado las condecoraciones, ha podido y
puede gloriarse, como ha dicho uno de sus bió-
grafos, "de tener tan limpio el ojal de la ca·
saca, como el bolsillo y la conciencia."


Galiano, escaso d e recursos y aficionado á
escribir, lo hizo en Junio de 1838 en el Cor-
reo nacional; y cuando este periódico hizo la
oposicion en el mes de Octubre al partido mo-
derado, pasó á redactar la España, y poco




24 PERSONAJES CCLliBllES.


despues el Piloto. En Junio de 1840 se halla-
ba Galiano en el Escorial, cuando llegó it Ma-
drid la noticia del moti n de Barcelona. No asis-
tió de consiguiente á la última sesion que ce-
lebraron aquellas Córtes, aunque afirmaron lo
contrario los diarios progresistas, diciendo que
estaba allí pálido y demudado; y despues de
suspensas rt'gresó <JI Escorial, donde le sorpren-
dió la revolucion de 1.0 de Setiembre. Se I!¡l-
liaba en aquel sitio con algunas otras personas
distinguidas, cuando taro aviso de (Jue una
turba de alborotadores de Madrid pensaha ir
contra ellos, por haÍJerse die/lO pOGOS di as an-
tes que estaban alli reunidos y cODsrJirando los
Jovellanistas, nombre con que se designaLa
con refinada rr,alicia y siniestra intencion á al-
gunas personas del partido moderado. Huyó
en consecuencia de! Escorial, en rOI"pañia del
Marqués de Viluma y de su hermano el ahora
General Pezuela, dirigiéndose á Costilla la Vie-
ja eOIl ánimo de ir á Martin Muñoz de las
Posadas, donde una hermana del Marqués te
Dia casa, y pasar alli la tormenta eu la oscu-
ridad; pero reconocidos al atravesar ViIlacastin,
Ull oficial <tUl'. mandaba una Ql\tU.da d\'. tlO'¡)ü




D. A. ALCALA GALIANO.


resolvió [}rendcdos sin saber él mismo la razon.
Envió tras ellos una pl'~¡(lJ de (;:lballeria, que
por fortuna no los alcanzó en el camino, sino
ya en Martín :\luñoz, conue quedaron libres
por ser alli conocidos, y otro el carácter del
oficial que mandaba la tropa. Esto díó lugar
á que se esteadicl'a por JUadrül la voz de que
Galiano babia caido eil pod~r U8 la junta re-
volucionaria de la Cüpit::tl, y que esta le hJbia
puesto en libertad. Esta ocurreacia, descubrien-
do que se hallaban ca J\Iartin lUuñoz, hizo im-
posible su permémenCJa alli, y de consiguiente
anduvieron ocultos por CastlÍia la Vieja, fueron
á parar á los bailos de Lcdesma, donde enCOll-
traron al desgraciado General Latre fugitivo de
Valladolid, y .. 1 c:wl estuvieron ~ punto de
<leoll1[1arlar "liando fue á hacerse fuerte en Ciu-
Jad-Uodrigo, donde fue vilmente asesinado.
Sin embargO,.I!OCO tiempo despues de preso el
General, se huscó á G "liano que se creia estar
su lado, al paso que, separ~lldose este de
sus compaüeros, regresaba al Escorial y desde
alli 6 :\ladrid, en doude entró oeul tamente al
anochecer del 1.0 de Octubre.


Renunciada la RegencIa por la Rcina Madre,




26 PElISONAJllS CELEBll E~.


triunfantes los sublevados, y disueltas [lOl' otra
parte las Córtes, resolvió Gali~IlO pasar á las
Provincias Vascongadas, donde no dOlllinabn
la opinion triunfante en ~as demas de Espa-
ña. l\IovÍale á esto, el haher ahogado C!aliano
en el Piloto y en las Cortes (en Marzo de 1840,
en la discusioll sohre la respuesta al discurso
de S. l\I ) por el reconocimiento de los fueros,
y recibido de lJS diputaf,ioncs de aquellas provin-
cias acciones de gracias, y promesas de buella
acogida si llegase a lleccsitnrla. Dcsputs de no
pocas dificultades, ohtuvo pasaporte para San-
tander, residió allí pocos días, y pasó despnes
á Bilbao, donde llegó el 29 de Enero de 18,11.
Fue bien recibido de aquellos naturales, y con-
trajo estrecha amistad con el malogrado jó,'en
D. Mauuel Urioste de Laerran, editor del pe-
riódico el Vascongado, que condenndo á muer-
te por los slIcews de Octuhre de 1841, ha fa-
llecido despues en la Hahana. Sin embargo, no
escribió constantemente en aquel periódico, co-
rno han asegurado otros biógrafos, y solo lo
hizo alguna vez y á pesar suyo por complacer
a su amigo. Despues de Ahril dejó Urioste el
Fascongadu, y el impresol' rogó á Galiano que




}) .\. ALCALA G-ALIANO. 2i


se encargase de él, hadcndole partidos venta-
josos, (lile 110 lluiso aceptar por no comprome-
ter con sus escritos ú las Provincias en las
cuestJO!l8S pendientes sobre fueros; tomolo en
eOllsecltencia á su cargo D. Antouio de la Es-
cosura y Hevia, hasta que herido este grave·
mente en UIl lance de honor, y siendo perju-
dicial que cesase el periódico, hubo de recurrir
(Jara que en él escribiese á D. Antonio Renavi-
des; pero este, de paso en Bilbao, se ausentó
pronto, y Galiallo huuo de to¡nar á su cargo
El Fascortyado, in!crill el herido convalecia,
procurando y logrando escribi¡' cosas insignifi-
tes, hasta que acaloriÍndose cU:Judo la cuestion
de la tutoda, se espresó con violencia. Disgus-
tó con ello á algunos, y vi meunento dejó el
periódico, escribiendo SiIl embargo algnna v~z
articulos sobre literatul'u y teatros.


So!Jl'e\'Ílueron despues los acontecimientos de
Octubre de 1841, yel levantamiento de las pro-
vincias; y aunque de ello tenia noticia, no to-
mó parte alguna en aquellos sucesos, ni desem-
¡leño ninguna eOlllision despues d0 efectuado el
mo\'imiento. durante el cual solo publicó un
articnlo en el ra.scongudo,




.28 PEI\SO"'A,lES CELEBRES.


Acahada desgraciadamente aquella r.mprt'sa,
huian de Bilbao los comprometidos, y con eilos
casi todos los forasteros que alli esta ha u ; pero
Galiano creyendo que COl1l0 nada habia hecho
en aquel lance, nada tenia que temer, se re-
sistia al principio á marclwrse. Por último,
persuadiéronle sus amigo:, del grave riesgo qne
corria, tanto de parte de !Oj venced'lces que
iban á entrar, cnanto del \,,];,0 bilbaino fu-
rioso contra los castellanos, ;í ljuienes achacaba
sin distinguir de personas su desvontuf:,. Sali,~
de Bilbao, á pie y con un guia desconocido,
r antes de juntDrse con este tropezó con un
hombre vestido con el uniformA de la Milicia
Nacional, que despues de amenazarle é insul-
tarle, le sacó el poco dineru que llevaba. Al lle-
gar á Zornoza, se e:lcolltl'Ó con vados compl'o-
Oh tidos que intentaron inlltilmente persundirlp,
iÍ que con ellos se fuese ú FrandJ. Era para
esto necesario dinero, y Gali:lllo carecía de él;
ademas le repugnaba el ellligr"r por tercera vez,
y mientras estaba en estas duda3, su "guia le
propuso irse á un caserio f'.ll los luontes, donde
podia estor oculto con seguridad, no [ludiendo
recejar nadie qlle fuese aquel su IJal'adero. Rí-




zo!u ~;;i, r ,¡ull(pe las bucJ.::\:; zentes de la casa
le recibi,'ro!\ hicn, s:.¡frió, á [l('qr rle Sll bon-
dJd, hüiTilJll'S pril'aeiolles. Sin un libro, casi
sin /lna persona con quien ilDh:ar, por eoten-
d~rse allí poco el castellano, hasta sin luz de
noche por 110 gastarse Qlli otra que b llama
de la leila del hogar, sin navajas para afeitar-
se, sin peines; el desalir10 y desaseo físico
juuto con las penas, le quitaban hasta las dis-
tracciones que hacen mas llevadero un peligro
inminente. l}congojado por la suerte de su es-
posa, á quiell habia dejado en cinta, y con un
hijo de cuatro ar1os, desvalidos, c3si sin re-
cursos, en tiel'l'a como estraúrJ, fue su única
distraceion, alguua vez, volver á la poesia,
que habia cultivado en SlS primeros años, y
compuso \'(,1'SOS alusivos á su desdichada situa·
cion. Entre ellos escribió dos sonetos con un
palillo mojado en pólvora desleída en vinagre,
con el encargo de que si moría á manos de
los vencedores, como lo creia seguro, se sacaSe
de aquellas toscas letras un lúe simile, y se
vendiese <Í beneficio de su familia, persuadido
de que la curiosidad facilitaría su venta.


Embebido en tan tristes ideas, pasó as\




ocho ó nl/eve di,1S en Sil encierro, igllorando Sil
esposa el lugar donde se ocultaha, si bien sa-
bia que se hanaba oculto. Presentóse I:sta al
(}"n,,\'~l Ale,,\<Í, que \\ab,a luo por aquellos dias
á Bilbao, manifestándole que su esposo no ha-
biendo querido emignr se babia ocultado, pues
aunque ninguna parte habia trnido en el alza-
miento, debia temer los efectos de la violencia
que era de recelar á la entrada de las tropas
del Gobi~rno. Contestóla el General, que aun-
que le constaba h no participacioIl.. de su espo-
so en el alzamiento 1 haria bien sin embargo en
permanecer escondido, y que como tenia enf'migos
poderosos, de poco le serviri<1. el pasaporte que
él le diera para otro punto. La invitó á que vol-
viese á verle dentro de algunos dias, esperando
podi'rla dar entonces mejores noticias. Alegre
como es de suponer IJ esposJ de Galiano, le
despachó al guia qno la hallÍa nCl)mpalwdo, y
que era el único sabedor del lugar donde se
ocultaLa, y que llegó á darle tan buclIas nuevas
á los once días de su yoluntario enciet'fo; pero
el General Alcalá lJabi:) engaílado á la esposa
de Galiano, y al dia siguiente salió de Bilhao
y entró en su lugar, aunque hajo sus órdenes.




31


el feroz Zurbnno, qne con el favor de Esparte-
ro, a nadie obrdcci~. Presentóse á el la esposa
de Galiano, y le relirió lo mismo I]ue ant.'s ha-
bia dicho al General Aleal~; Zurbano, que es-
taba comiendo, la contestó: "Que él no queria
eng311ar fi nadie ni era propio de su genio; que
si echaha la vist~ encima de su esposo, no vi-
,¡ria dos horas, pues le Illnnrlaria arcabucear
sill jUí'gal'le, C0ll10 lo estaba haciendo con otros;
que no queria maLarle, pues no conociéndole
no podia tenerle mala voluntad; que desea ha
se escapase á Francia, y que seria bueno le
~consejasen el hacerlo disfrazado, y vestido de
carbonero; que le seria sensible desperdicia r
dos ó tres balas en su cabeza, y que por lo
tanto no le mandaria buscar, pero tampoco le
perdonaria si por casualidad le llevasen á su po-
der." Contestó á esto la nfligida esposa de Ga-
liano: "Que él tenia en sus emisarios buenos
perros de caza que le descubriesen.» A lo cual
contestó ZurlJano con una risa feroz, y como
celebrando la ocurrencia: "Ql1B era muy cierto.»
;\Iostróse muy cnlndado, al replicarle aquella
Señora que su esposo era inocente, como lo
probaría si fuese oido, diciendo: "Oido no J pues




32 PE".50~f AJES CELElllWS.


donde yo mando no 80 escróe una letra; en
empezando por fusil<Jrlc, despues podrá formár-
sele causa, lJ sin que el estado en que se hallaha
ni las desgracias d!) aquella Seúora fuesen bas-
tantes para que aquel hárl)~I'O General la tratase
COIl mayor eOl1sideracion. Inmediatamente dió
aviso á su esposo, aconsejándole que se fuese a
Francia, cosa dificil de verificar y mucho mas
(~areciendo de dinero.


Habiendo descuhierto los vecinos de la casa
en que se hallaba Galiano que habia allí un es-
traño. el dueJio de ella, sin Dmedrentarse por
el peligro que corria su vida si era hallado, cre-
ylÍ sil! embHgo que seria mas conveniente pasar
a otro caserío, que habile ];a un pariente suyo,
10 cual verificó en la mGdrugada del 6 al 7 de
l\"ol'iembre. Este nuevo asilo proporcionó ú Ga-
liano un cuarto interior, del cual no snlia. Na-
die hahlaba allí castellano, y en aquel eneierro
pasó treinta y cinco dias 1 en medio de las ma-
yores privaciones. El 9 de Diciembre se aproxi-
maron soldados á la casa, y el dueJio de esta,
menos valiente y amable que el de la anterior,
se asustó mucho, y metió á Galiano por una
trampa en un tenebroso y frio sótano, donde




D. A. ALCALA GALIANa. i:I.'I


permaneció algunas hora~, hasta que alejándose
los soldados, le intimó el dueño de la casa que
no l1ueria tenerle por mas tiempo. En esta cruel
ansiedad pasó Galiano dos di as , hasta que el 11
por la noche apareció su guia, para sacarle de
la casa y llevarle á orillas del Nervion, donde de-
bia embarc8rse para Francia. Pasó aquella no_
che en Durango en casa de unos parientes del
mismo guia, y al amanecer del 12 se puso en
camino á caballo, no siu gran peligro, pues era
preciso no llegar á las inmediaciones de Bilbao
hasta cerrada la noche, y pasar el tiempo in-
termedio por los caminos y campos llenos de
gente y con riesgo de ser conocido. Llegaron
por fin á la orilla del rio, pero no encontraron
á la persona que debia esperarlus para pasarlos
al lado opuesto. El guia, á pesar de sn ánimo
firll1P, se aturdió con aquel contratiempo, pero
tuvieroll la fortuna de que ullas barqueras los
pasaseu á aquella hora de la noche. El peligro
sin embargo no era tan grande como creian;
pues aquel dia se habia levantado el estado de
sitio, y en caso de ser descubierto Galiana, hu-
biera sido juzgado por los tribunales ordinarios,
de los cuales nacla tenia que temer. En su nuevo




PERSONAJES CELEBRES


asilo pud o pasarlo ya mejor, rpcibiendo de Bii-
bao libros, ropa y lo qlle llrcesitahn, y te-
niendo ademas el gusto de que fuera ;Í verl.,
su esposa. Los recios temporales oel invierno
impidieron que hasta el 26 de Diciembre lIega-
~e la emharcacion que debia ir en Sil hIlSC.1, y
sacarle del asi!o en que se hallaba de,de 1'1 12
del mismo mes. Embareóse el dja :W, y desplles
de permanecer dos en la ria, zarplí r! 2H por
la tarde de Portugalete en una peflupj'¡a trinca-
dura fran~esa de guerra, con la eual Ile\rá al
puerto de Pasnges. En dicho pllllto, pi Coman-
dante del apostadero franeós le re[~ihió eOIl afec-
to y cortesanía, y habiéndose alterado el mar,
hullo de pasar dia y medio en Pas;J(!ps, bas-
ta qlle el 31 saliá, IIrganrlo por la t~rd(' del
mismo dia <Í pisar la tirrra sl'gura de Francia,
!'P el pl:erto de Socoa.


TraslndlÍse al momento á París, .v desde allí
á San German, donde permaneció; hasta qUE'
('n :'\orÍpmbre de 1842 pasó á LÓlldres, p:Jra
esnihir f'll rl'falétcion de Cllallb allí decia eOll-
Ira la ,';l1IS~l de sus ;.Illi!.jos pol¡¡iros I~ prensa
in;.!L·':;, 'lIHúlimc en \"it\lp~~rJl'le. Esct'Íhió llll
t'lqeto (!~ ¡!l~~(~:: con (~l tilul·) d(' ,-J¡J'ela('¡"f}}I al




11. A. ALCALA GALTA"O.


buen sentir¡'o '1 Justicia de la \"acían Britd-
nica en falJo/" !le {os libemles moderados es-
pailoles, por U1I eSPallo{; libro que 110 hizo
efecto, ni cOlltribuyó á rcctiflcJr las falsas ideas
que en Inglaterra se tiene~, ó tal vez afectan
tencr por illter~s, de la índole, circunstancial
y tendencia de los partidos políticos que luchan
tn Espaüa.
I~ll .Tullio de 184:) regresó Galiana á París,


y allí p('rmaneció, hasta que despues de derro-
eado ·el poder de Espartero por el movimiento
nacional ocurrido en aquellos meses, (,' re:::rr,,;
:í ESpill·¡;).


Corll'oc:ldas nuevas Ctírtcs por el ColHcrno
provisional, r hahiendo triullf.!do el prineipio
pari:lll\('IUlrio, se vi() con ps!rarJ('!.~ que Galin-
110. lll)(l de los ¡n'inwl'os hombres del P:,ri,,-
Ilh~l1tn, no fH1sr illr,lnj(L) (lU ni iJ,::;c ,1;! d;? tl::
t',)l:d~d·l:tlr(l~ ~ :)HS.~:-'i~lp ~,i!l (,:i1~;:li'gÚ ~ ¿¡ u~tJ1n~~
hora, :. '¡'.'P¡"-:; de ci:'Cli::Hla otr.l, fll b p:"I;-
\'Íl)(·ja d~~ CóuJoha ; y i,UIlC!U2 no ~,;l!j¿ DipY:[IrJo
oí)iQ\"O Üasil1!ü(,s \'otos. Pero L~ f¡!~jJ ~;.; '(;d~;, tlO
(:;\ pi !13rbl:lrnto era (,()i1oeid~ ~. ,ndid l de
to,los sus ;¡ill:;';0S políticos, y :I"¡ f:' (Fe ~t,tar-




PEHSOXAJES CELEBl\ES.


dadas las elel~ciones de Barcelona por el levan-
tamiento verificado illlÍ en favor de la Junta
Central, Inego que tuvieron lugar eligieron pa-
ra Diputado por aquella pro\'incia al Sr. Galia-
lIO; y seguramente B3reelona no podia confiar á
mas eloeuente voz el abogar por sus intereses
materiales, y por la conservacion y eonsolidacion
del órden y de la libertad en aquella industriosa
eapital, que tantos eSl~esos ha sufrido de parte
de la revolucion. Pero al llegar las actas de la
ele(~cion de Barcelona á las Córtes, antes de que
pudieran ser examinadas, fueron estas suspen-
didas, á consecuencia de los [¡lti IIlOS sucesos,
y suspensas contillllan á la hora en que escribi-
mos. Si volYieran ;Í abrirse, la voz de Galiano
resonaria en ell¡¡s como siempre elocuente, y
es de creer que si fuesen disueltas, en las.llue-
vas elecciones figuraria el nombre de CaliJDo
entre los elegidos.


"uelto Galiano <Í ~ladtid, ha principiado de
nuevo sus lecciones de Política Constitucion¡¡1 en
el Ateneo Científico y Literario, á las ella les
coneurre un numeroso auditorio, ansioso de
€Jcuchar sus elocuentEs y eruditos discursos,
amenizados con el chiste \' la gracia na tllral al




D. A. ALCALA GALIANO. 37


pwfesor. Estas lecciones se están publicando. El
Sr. GaJinllo se ocupa tamhien en la traduecion
y anotacion de la IIistoria de Espaiia I escrita
en inglés por el Doctor Dunham, y cuyo pros-
pecto se ha publicado Sensihle es en yerdad
que ocupe su tiempo y emplee su distinguido
talento en u na traducc!on, quien con tantos
medios cuenta para obr,3s originales. Pero á ello
contribuirá sin duda la necesidad de proveer á
su sustento y al de su familia, y el notable y
no menos escandaloso ahandono en que se deja
á un hombre de sus conocimientos y servicios,
y que habier.do dejado de percibir su cesantía
(~omo Ministro, cobra solo la de Consejero ce-
sante del Consejo Real, con el atraso que es
saLido, y sin contar con mas recursos que los
de su trabajo para cuhrir sus atenciones. De
apóstata y transfuga han acusado al Sr. Galiano
sus actuales enemigos políticos, en otro tiempo
sus amigos: nosotros no vemos en su cambio de
principios IIlUS que una prueba evidente, de que
Sil espíritu es demasiado elcl'ado para no seguir
~I progreso de los cOilocimientos; de todos mo-
dos, si las riquezas, los honores y distinciones


son el premio de las apnstasias, c;alinno no po-




38 PERSONAJES CELEBRES.


drá por ellos ser acusado. Su situacion actual
es la mejor respuesta que puede dar á sus dc"
tractores,




lnilíce (lC Las biografíag contcnillag


EN EL


TOMO SESTO.


D. FRANCISCO Espoz y MINA.
l\IR. BE!'\JAMIN CONSTANT.


n. CARLOS DE HORBON.
LORD .I0Hi'< HUSSEL.


VICTOR HUGo.


EL PRlr.CIPE DE LA PAZ.


!\IR. DE LAFAYETTE.


UGO FOSCOLO.


EL P. FR. CmlLO ALAlIIEDA.
EL BARON LARREY.


D. J. 1\1. Pum SAMPER.
D. ANTONIO ALCALA GALIANO.






COi'lTENIDAS


EN LOS SEIS TmIOS.


ALAMEDA (P. F. CIRILO). .
ALCALA CALlANO (D. ANTONIO).
ALCALA GALIANO (D. DIO:oiISIO).
ALVAIlEZ (D. MARIANO). • • •


VI.
VI
V


AmmADA (DUQUE DE). IV'
AIlCnrDL"QUE CAIlLOS DE AUSTRIA. 11.
ARGUELLES (D. AGUSTE'i). V.


BALZAC (Mil. l)E). . • . L
BEIlNADOTTE (CAIlLOS XIV) REY DE SUECIA. 111.
BEI\RYEIl (1\IR. DE). V.
RONAPAIlTE. 11.




BORIlON (nO'A i\lAnll. CRI5TIN,~ HE ~. IV.
BORBON (D. e.HILOS DE). VI.
BROUGIl.Dr (LORD;. V.
BVHON (LORD\. [JI.


CALOMARDE (D. TADEO). n.
CARLOS X, REY DE FHAl'ICIA. l\'.
CANNING (]\[R.). IlI.
CIIATEAUBRIAND (:\IR. DE). JV.
CONSTA:"IT (BESJA'llIN). n.


E}IPECINADO (D. JUAN DIAZ EL). n.
ESPAIlTERO : D. HALDOMEl\O l. 'c.
Espoz v 111 NA. (D. FRANCISCO). VI.
ESTEVE (D. RAFAEL). lII.


FERNANDO J , llEY DE NAPOLES. IV.
FERNA:'IDO VII, REY DE ESl'AXA.. 111.
FLORIDABLAl'iCA (CmmE DE). .1.


GRAVINA (D. FEI>E1UCO). 11.
GUlZOT (1\1R. l. H.


HUlIIBOLD (EL BARO:" DE). Ir.




IBRAllIM BAJA. 1.


.rOVE LUé'lOS (D. C\Sl'AR l\1ELCHOII DE). 1.


LUAYETTE U\l1l. DE). VI.
LAFFITTE (1\111. DE). IU'
LA l\IEé\AIS (MR. DE). III·
LAHHEY (EL B>\HON). VI.
LEON ( D. DIEGO DE l. 1.
LOPEl (D. rl(~ENTE). [[(o
LUIS FELIPE r. [lEY DE LOS IIIIANCESES. In.


J\IAHA~IUD 11. II
l\IARTlNEZ DE LA ROSA (D. FUANCISCO). 11.
;\IAIQLEZ (D. ISlDoHo). V.
l\IAzAHIIEDO (D. Jos E DE l. JII.
lUETEHNICH (M~. DE). 1.
l\1ou; (CONDE DE). V.
l\IOHA~IED ALI. I.
l\IOllATl:'l (D. LEANDRO FEl\NANDEZ). IV.
MORII.LO (D. PABLO). n.
l\iURAT (JOAQUL'(J. REY DE NAPOLES. \.


NAPOLEO:>l. 11.
N OTJIO~lB (I\lR.). V.




O'CONELL (I\IR. DANIEL).
ODlLON BARROT (!\IR. l ..
ORFILA (D. l\IA1EO JOSE j.


PALlIIERSTON (LORD).
PAZ ( EL PRINCIPE DE LA).
PEEL (SIR ROIlERTO). ..
PERIER (1\IR. CASmIRO).
PEZUELA (D. JOAQUIN DE LA)
PIO VII.
PUIG SAMPER (D. J. 1\1. 1


ROSSINI (MR. JOAQUIN).
RUSSELL (LORD JOHN).


SILVIO PELUCO.


SOULT (EL MARISCAL).


TRIERS (MR.).
TORENO (EL CONDE DE).


UGO FOSCOLO.


VICTOR HUGO (MR.)


, ,


1.
V.


1.


n.
VI.
IV.
V.


III.
IV.
VI'


IV.
VI.


n.
IV.


1.
IV.


VI.


VI.




WALTER SCOL


WELLINGTON (LORD;.


ZUIIIALA.CARREGUI (D. TOMAS).


FIN DEL ÍNDICE


/


,-


i \ .


V.
I.


III.






,t..NUNUIO.


~ .il'eunstalll:ias particulnrm;, r ademas el lÍJ-
~eo dI' proporcionarse interesantes lloticins se !:re
b yjda de Personages Espalíoles, obligan:í SU!
pender la public3cion de esta obra, que como
hall visto lIupstros suseri tores, ha salido sín ll!.
'1H'I1Or interrupeion, .Y con un~ exactitud ro(""
COIllIIII. Con la misma la /'ontill',arrnlOs ~- i' i·
~arernns :í lo~ slIsrritorrs, po,- .-j ::,,,,tan sr,,¡;';.
lfelllOs puesto un índice .':I·llP,'al d' los ;,¡,is !:f, ..
III(,S pnJiljl';¡iltls, al fin <Id \ [, ¡;81'il ma,ol'
facilidad 8n f'1H'Ontr.lr ¡el ¡'jn;!i'D'iil quP sr de-
sr!'.
r,111;(l'ia¡np~ ;1 llucstro !lJl;;ilr si 110 ,l.~r;ld,:­
('it~'\(lm():-; al !1¡'lh!j('o I~l 11::("::1 ¡t('(i:.:iít1 qU¡~ hl~
di!'PI'I\.:,,¡jo ~·I C~·j;¡ I,)~'" ,':!!t;...· di:r.':!
L~h :-'I}!'!(¡rt~-; :' .. : .',~ ií',';v:, q:!(; t! (~,"¡lJ' ¡H~dan;r.;do




coger lo que alcancen de los puntos ('n donde
hayan hecho la suscricion, y en los mismos
pedir si les faltase alguna entrega, satisfacien-
do su importe. En €l conr.epto que si Jo demo-
rasen, no será fácil proporcionnrselas despues
de formadas las colec~iones.


Los 6 t.omos encuadernados de esta obra se
hallan de venta, á razon de 30 rs. cada uno, en las
librerías de Cuesta y Jordan en l\Iadrid, y se
enriarán á las provincias mediante el pedido que
se haga á los comisionados, al precio de 36
reales tomando la eoleedon completa .


. ,d,.. ........ .--
.......