CONSIDERACIONES SOBRE EL FUNDAMENTO DEL DERECHO y L,~ CIENCIA POUTICA. ...
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CONSIDERACIONES


SOBRE


EL FUNDAMENTO DEL DERECHO
y


L,~ CIENCIA POUTICA.






CONSIDERACIONES
SOBRE


y


LA CIENCIA POLÍTICA,
POR


EL LIC. D. MANUEL DE OSUNA,
~ox.~¿¡\úL~G ¿~ ~t~k()J\'\o) ~~~'~\iU~hO \) R~ ~o) ~h~\~~O) ¿~
~ RJ\~(t() mHX.o) oL 6.~'b~J\\h.\ .á.~ 2: ~,"h~;;.oN\'~ol
.á~ ~~.onoJ\:\Oh.


SANTA CRUZ DE TENERIFE.


IMPRElITA, LIBRERíA Y El'iClJADER:'oiACION DE .J. BE:\ITEZ y C.'
S. Francisco. núm. 8.


1874.






INTRODUCCION.


Inaugurada no ha mucho en el terreno de los
hechos ]a cl'Ísis social y política mas grave qUi' fH'e-
sencian los siglos, crísis que rompe, por decir-
]0 así e] hilo de la Historia v anuhla e] horizonte
del porvenir: cncontrándonos en un siglo escéptico
en que la duda agita ú las cOllciencias en el mar
turhulento de la opinion pública, siu rumbo fijo y
atormentadas por las pasiones de ]a Humanidad;
halJándonús, en fin, en plena revo]ucion, en la ([ue,
despues de malgaslar'se las fuerzas intelectuales de
los pueblos, de los partidos y de Jos homhres en d
lado exclusivo de] Derecho con perjuicio de la Rc-
ligion, ]a Mora], la Ciencia y las Artes pacíficas, se
duda de la objetividad ó subjetividad del principio
del Derecho, sc provocan camhios hruscos que per-
turhan la marcha gmdua] de la Historia, se da al
mismo, en todo su desllI'r()JIo, un carácter aisla-
do JI formal, desvaneciéndose las relaciones re-
ligiosas y éticas de] Estado, impol'ta sobremanera




VI
esclarecer la verdad fundamental de aquel y su
relatividad política á la vida terl'estre, de un mo-
do serio y científico, á fin de poner tél'mino á la
ananJuia dominante y satisfacer las aspil'acioncs
de los espíritus conforme lo exige la civilizacion y
la razono


Tal es la necesidad hoy sentida en tOllas par-
tes: tal tambien la I'azon que, dentl'o de nucstms
escasas fuerzas, nos ha movido á publica!' estos
jUlC'iOS y apreciaCiOnes, resultado de continuados
estudios.




1.


Fijando nuestra atencion en el Mundo y en la Hislo-
ria, preséntasenos ú primera vista diferencias, luchas
ú oposiciones -la luz y las sombras, el calor y el frio, la
viua y la muerte, el bien y el mal-que. como causas
unas "eces, romo efeclos otras, parecen ser las fuerzas
creauoras de los uiversos eslabones ó rodajes de la ma-
leria organizada. ó las causas generatrices de los illnu-
merables fenómenos morales. Ahora bien, esas diferen-
cias. luchas. ú oposiciones ¿serán absolutas y SlI ex is-
tencia envolverá la de una eterna y primera anlile~¡s, á
la que eslé subordinado lodo lo que en forma de fenó-
meno ó de efeclo nos rodea en el tiempo y lugar presen-
te?: ¿serán falsas apariencias hijas de nuestra limitaeiolt,
con el carácter solo de accidentes en la evolucion del
espíritu universal?; ó ¿son, en lin. el resultado casual ud
eterno y ciego choque de los átomos en el vacio? - Hé
aquÍ los extremos que, como absolutos. p;¡recen obrar
en el espíritu humano al tratar de investigar la verdad
en el inmenso campo del conocimiento.


Por mas que en el presente siglo profundos malrs
aquejen á las socirdades en sus primeros intereses, es
ciert3mente un fenómeno observable que la Filosofla Cl'is-




liana ha impreso en el movimiento de las inteligenejus
una nwyor elevacion de sentido que nos encamina á
vuscar en todas l;1s esferas de la actividad dobles y múl-
tiples relaciones en las cosas. Este espíritu sistemático.
mal aplicado aun por el indiferentismo religioso, por los
errores {ilosóficos y pOI' los desórdcnes de las revolucio-
nes, señala, no obstunte, un distintivo en nuestra culturu
intelectual, que desplles de hacerle honor ha de servirnos
para mejor esclarccer el conocimiento del pa~ado en re-
lacjon con el presente y el porvenir.


y si los pueblos y las instituciones han de realizar
con alguna conciencia su destino. si el error y la pasion
han de ceder su puesto á la verdad y á la inteligencia,
hoy mus que en otros tiempos les cumple obrar sistemá~
lica y regularmente en cada parte y en el todo de la ci-
vilizacion. No es posible en esta virtud sujetar la Ciencia
á alguno de aquellos principios exclusivos; ni bajo el
punto de vista del Derecho cabe en sana crítica susten-
tar doctrinas que nieguen embozadamente la personali-
dad humana; ni admitir la perpetua lucha de los dos ele-
mentos de nuestro ser sin una lejana esperanza de reha-
bilitacion; ni un individualismo autocrático que, despues
de dejar á las almas en el vacío y huérfanas de todo sen-
timiento noble y elevado, trajese la anarquía y la des-
truecion de las bases fundamentales de la sociedad,


Sostenerse en la humanidad cristiana el ateismo. el
panteismo ó el dualismo es un crÍmen cada dia mas gra-
ve, que imputa gran responsabilidad á los hombres y á
las escuelas ante Dios y ante la Historia.


Es necesario, dentro del espiritu vivo de nuestro




3
tif'mpo, reconocer la Iimilacion que siempre nos acom-
paña y la ineludible necesidad de Ulla fé racional, que.
mientras armonice nuestra acti\'idad espiritual. nos acom-
pañe en el conocimiento y sentimiento de Dios y de sus
obras; y en este estauo y por esta senda, medianLe el
auxilio divino, estudiar la objetividad en el innumerable
conjunto de sus manifestaciones y relaciones; como varie-
dad bajo unidad, en la esencia y en la forma; en el pa-
sado, en el presente y en el porvenir; en la Hisloria, en
el Espíritu. en la Xaluraleza, en la Humanidau.


11.


Ya p,'esenlimientos lejanos anuncian en el Derecho
tendencias en esla direccion, iniciadas por hombres es-
clarecidos, que, como antorchas, han dejado tras sí luz
y claridad. guia ndo á los que han venido despues.


Pasado aquel período de la Hisloria en que la ino-
cencia y la sencillez de la vida hacian innecesaria toda
verdadera organizacion de derecho, encontramos en el
de las luchas y oposiciones las fuerzas y tendencias del
naturalismo contra el espiritualismo en cl'lJda guerra, bao
jo formas y modificaciones diversas hasta nuestros dias,
con las solas interrupciones de los pensamientos prema-
turos ya aludidos.


PiL:ígoras, Sócrates, Platon, Aristóleles, comprenden
la necesidad de un principio eterno de justicia á que
amoldar la vida humana en todas sus relaciones condi-
cionalcs7 deduciéndolo de una filosofía tan profunda que


2




,}
todo el moyirnienlo ulterior hasta el presenle ha ucjado
notar su influencia.


l\las tarde el genio de Roma prepara históricamcnte,
mediante el estoicismo, la aparicion de las nrdades su-
blimes del Cristianismo) formulando principios y múxÍ-
mas que resaltan en medio de aquella sociedad corrom-
pida y moribunda, pareciendo inspiradas ltlas que en la
filosofía pagana en la diyina doctrina ( 1). Empero cuan-
do sonó en el reloj de la Providencia la hora de la re!lcll-
cion humaníl; cuando la ycnida delllesías se cumple con-
forme ú las inspiraciones y presentimielltos de profetils, sa-
bios y poetas; cllando se predica la buena 'llueva, que
habia de estremecer hondamente las bases de la sociedad
echando en Sll lugar los eternos cimientos de la Historia,
el Derecho. C01110 ,cm piedra angular, sufre la misma con-
mocion, abriénuo:-e una nueva era, que no solo encallli-
naba al hO!llbre á huscar Sil eterna felicidad en la otra
vida sino que le habia de labrar su bienestar social en la
presente.


)las, el espíritu y profundidad de aquella doctrina,
dentro ya de la historia liumana, no podia dc~enYolverse
en tolla Sil plcnitud, sino que, sujetándose á las condi-
ciones de cada período y época, tenia que ser obra suce-
siya de los tiempos.


En los primeros siglos las luchas y persecuciones re-
ligiosas preocupan las cnnciencias, y, para poner térmi-


(1) Est quidem vera lex. recta ratio, natura; congruens. dirl'1l5a in
omnes, eonstans. sempiterna, qme vocal al! oflicillm jubenrlo, vetando
¡! fraude deterrl'l.-(;Iccr. Oc j'e¡Ju/¡/im. L. :1.'


Neminen nalull lihcrum esse. neminrn S('I"\'IIII1: h(rc postl'a nomina
singulis imposllisse fortunam.-sell . .furidica L. t.' De juslilia el jure.




5
no ú tan funesto desconcierto, la Igk~ia comienza á es-
clarecer y definir las Yerdades religiosas; con lo cual,
despnes de satisfacer las aspiraciones dominantes. se
consigue sentar los dogmas, de cuya comprehension y
virtud dependian las nucYl1S transformaciones que habia
de sufrir el Derecho y la vida en geller'll. Expónense
desde entonces por algunos Santos Padres principios im··
portantes que hacían emana!' afJuel de la voluntad de Dios
(1): ductrina que en lo fundamental que encierra es pro-
funda y benéfica, y, en todo su sentiuo, de utilidad r necesi-
dad su aplicacion {¡ determinadas circllnstancias históricas.


Pero dejemos tÍ un lado aquellos tiempos; nolemos
solo que en la edad media, apesar del papel poco impor-
tanle que hizo la Filosofía, se realiza una re\olucion que
afirma estar el fundamcnto de la personalidad del homhre
en principios superiores al Estaclo-y no cn éste, hase y
concrpto generador de las organizaciones sociales y po-
líticas anliguas-; desenvolviéndose el Derecho en esfe-
ras y relaciones mas ámplias por la virtud de arjuellas
palabras del Apóstol: Non est Juda'lIs, Jleque Grrl'clls:
non esl servus, uer¡ue liúer: lIon est masclIlus, uer¡lle (e-
milla. Ollmes em'm t'OS 'llJ11l1ll esfis in e hrislo Jes/( (2)


(1) ~. ,,"mltro,,;o, De officiis. ~. ,,"gll~till, Dc eirillllr J)pi. Sto. Tomás,
Summn 1'hc()/()!J/(l', Opusculml1 XX De 1'pyim/ne jir/I/e/pis.


(2) Ellislo/a B. Pou/i (Id Gallllas. C. 3.' V. :!S.




6


III.


InÍciase la edad moderna con acontecimientos tras-
cendentales para la civilizacion: el descubrimiento de
América, la imprenta, la pólvora, el renacimiento, la re-
forma religiosa. elc.; elementos que, como nuevos facto-
res de la Historia. hubieron de producir una revolucion
en el órden de las ideas que dejó sentir su influencia en
los principios del Derecho y de la Politica.


Con efecto, desde entonces, y bajo las nuevas cir-
cunstancias, el Derecho tomó un incremento rúpido des-
envolviéndose en varios aspectos y sistemas. Tomás
nobLes en Inglaterra, partiendo dc la sensacion, sostiene
que no hay derechos ni deberes absolutos; que el princi-
pal de los bienes es la propia conservacion, y lo peor la
propia destruccion. Sienta que el hombre tiene por única
ley su misma naturalrza; que la guerra continua es el
estado natural de los hombres, !tomo IlOmiui lupus, y que,
para poner térmillo á aquella natural y horrible anarquía,
surgió una nueva necesidad: la de vivir en sociedad me-
diante la organizacion de un poder fuerte é irresponsa-
ble. Tal es el principio en que el filósofo de Malmesbury
funda los gobiernos absolutos, y hasta las tiranías, por
mas que se incline á creer que los reyes son perfectos y
obran siempre conforme á la razon (1).


Siguiendo la hipótesis de un estado natural en rela-
(1) M. I)e~lande .. , llistoire Critique de PhilosofJhie.


l'. de "zeárate, Sistemas filosóficos.




cion con la Religion, es tratado el Derecho por Hcmming
en su obra De Lege natura;; por Alberico Gentil en la
de lJe jure belli, y por otros que, preparando el camino
tÍ HlIgo Grocio, llegan á sentar que el derecho natural
es distinto del positivo (1). Pero el nuevo aspecto y [or-
ma que en aquella época se dió á esta ciencia es debido
á Grocio. verdadero sistematizador del uerecho interna-
cional. Opina este publicista que el Derecho es indepen-
diente de la Religion; que emana de la naturaleza del
hombre, de la sociabilidad que le es innata y de los jui-
cios racionales del espíritu. Es así el Derecho todo lo
que se conforma con esa sociabilidad ingcnita é instinti-
va del hombre si es dirigida por la razon; pero esa natu-
raleza y ese instinto de sociabilidad, dice Groeio, han su-
frido perturbaciones históricas que explican en d Dere-
cho un estado natural y un contrato en relacion con el
parai~o terrenal el uno y con la caida del hombre el otro.


Dentro de la misma hipótesis de !ln estado natural y
un contrato con senlido histórico, es concebido posterior-
mente el Derecho por 011'0 escritor que, desarrollándole
con especialidad en su parte pública, había de ejercer no-
table influencia Sil doctrina en los acontecimientos ulte-
riores de Francia, hasta en los recientes de la Commulle de
Paris: aludimos al autor del Emilio.


l\"acido J. 1. Rousseau en una época dc desconcierto
social, de descreimienlo religioso y de inmoralidad en to-
das las relaciones públicas y priyadas de la vida, época
en que parecian derruirse las inslituciones <mtignas por
Sil propia relajacion y vicios; y siendo, de otro lado,


(1) Franel~eo SUl\rez, De legibus el Deo lel¡islatnre.




9
Pero la teoría del contrato sufre su mas trascen(~cn­


tal modificacion con Kant. Aspira este filósofo á concer-
t.ar el sistema empírico con el idealista, ya preparado
t~ste por Leilmitz y Descartes. y atacado aquel por Hu·
me; y admite, illfluido aun por el espíritu de su tiempo,
fIlle el .l/o no puede relacionarse con el espíritu, eon la
naturaleza ni con Dios; uej <J ndo con esto in accesible 11
humano espíritu la region ontológica y á la vez imln.;t-
hilitándole de encontrar la certidumbre fuera de sí. Sen-
tada esta hase metafísica, el Derecho aparecr, no como
una ciencia. corno un conocimiento que tiene valor oh.it'lí-
YO, sino corno una creencia prúctica qllr se deduce de~(!c
luego de la naturaleza humana; pero teniendo un \ alor
puramente sulJjeti\"o puesto que ~ll concepcion no ¡',
lilas que ulla forma del entendimiento_ Hesulla de ,:~to
que, exprcsado y represen lado el Derecho por el Estado.
éste es obra de un contrato que no tiene ciertamente "J-
ráctcr como hecho hist6rico sino COBlO resullado del jll'í)-
greso social.


Mas, antes de hacer lIna dpida crítica de estos si,,-
temas, digamos dos palabras sobre el fundador de la cs-
cnela ulilitaria. Proponiéndose Benthan reformal' !a le-
gisl<Jcion Yariada de su país trata de encontrar un nuc\ o
prillcipio ()ue sirviese de base ú su plan reformista; pero
en esle trabajo el filósofo inglés no podia prescindir de
las ideas dominantes en Francia hallúndose en relaciollt's
Íntimas con los escritores de esta nacion. In efecto, la
base del Derecho nace, segun este jurisconsulto. de !J
utilidad ,r¡cneral, corno resultante de las exigencia.:; de
nuestra naturaleza egoista; y, en tal concepto, las d ¡:-:\ tn-




10
(as relilciones jurídicas se forman. no pOI' un contrato
primilivo. sino por la utilidad del mayor número. Cti/i-
dad. añade. es la propiedad ó tendencia de una cosa tÍ
preservarnos de algun mal ó á procurarnos algun bien.
El placer y el dolor son los móviles de nueslra actividad
¡nlerna y externa; el interés del individuo está cnla ma-
yor SUlla de felicidad ú que puede llegar; el de la socie-
dad. en la sUllIa de los intereses de lodos sus miembros.
En buscar el placer y evitar el dolor se cifra nuestra
eterna aspiracion. La bondad de una accion, Sil legitimi-
dad. Sll moralidad. no significan. bajo tales bases. sino
su utilidad.-En las relaciones públicas, un soberano no
tiene mejor medio de arreglar su conducta con las demás
lwciones sino buscando la mayor ventaja de todos; en
la utilidad de todos está la paz perpetua, la cual debe
fundarse en la reduccion y fijacion de las fuerzas de !llar
y lierra. y en la emancipacioIl de las colonias que sean
onerosas á la melrópoli.


Hé aquí los sistemas subjetivos mas importantes que
aparecen en la filosofía del Derecho despues de la refor-
ma religiosa. Estos sistemas exclusivos han hecho, no
obstante, conocer mejor el Dereeho; unos bajo el punto
de vista especulativo; otros bajo el práctico é histórico.
La doctrina de Hobbes. de que nos ocupamos primera-
mente, la reehaza sin duda el sentido comun. Un sistema
en que realmente no hay derechos ni deberes, en que
no cabe por lo mismo gobierno legítimo, la fuerza viene
á sustituir al Derecho y no puede haber de esta suerte
asociacion, cumo no la hay, dice el P. Larnmenais. en-
tre los hierros qne encauenan al esclavo y el esclavo




11
mismo (1). l\Jas, cuando algunos pueLlos han pasado por
períodos de frenesí criminal rompiéndose los lazos que
ligan al hombre con la sociedad, y una serie de escánda-
los y de desórdenes han parecido confirmar el concepto
lúgubre y pesimista de lIobbes acerca de nuestra natu-
raleza, entonces el. despotismo que ha venido á poner
término á la anarquía ha sido saludado como un bien:
recuérdese aquella etapa de la revolucion france-
sa, llamada época del terror, y su desenlace en el 18
brumario; el golpe de estado del 2 de Diciembre; la dic-
tadura de Cromwell; ó, sin separarnos de la actualidad
ni de nuestra nacíon, los sucesos del 3 de Enero y el
estado social del País.


Aun cuando lIugo Grocio, con su distinguido ta-
lento, comenzó á relacionar la Filosofía con el Dere-
cho, deduciendo principios elevados y pnícticos en el
órden internacional, al sentar que el Derecho nace del
instinto natural de sociabilidad dirigido por la razon,
funda como única hase de aquel el elemento subjetivo.
Bajo semejante principio, y en virtud del carácter que
da al contrato, un hombre tendria autoridad para ha-
cerse esclavo, si así se lo dictara su voluntad libre;
no podrian censurarse los excesos de una oclocracia,
ó se sancionarían las arbitrariedíldes de un despotis-
mo de arriba si en tales casos los pueblos se cons-
tituyen ó se someten voluntariamente.-Por otra par-
te, aunque la caida del hombre, en que hace estri-
bar principalmente el sentido histórico del Derecho, ha
sido de gran trascendencia, con especialidad á la Cien-


(1) Ré¡7exions sur l' etat de l' Eglise en France.
<'




12
cia política, evidentemente la base del mismo debe ser
superior á la voluntad de los individuos y á la historia
bumana, aunque tenga relacion con ella.


Rousseau, habíamos dicho, encuentra en el número
el poder y afirma que las aspiraciones de las ma-
sas se interpretan por la voluntad general. Ahora bien,
corno en último término la voluntad general es, ni mas
ni menos, la voluntad de todos, dedúcese que al cri-
terio del mayor número se sujeta la suerle de los pue-
blos, el destino de la Humanidad.


Si, pues, las verdades políticas y sociales están en las
masas, en ellas se hallarán igualmente las verdades reli-
giosas, las verdades morales, etc. Y si, en esta hipótesis y
con este derecho, el pueblo, en un arranque revolucionario,
sentase por consigna de arreglo y constilucion social el
ateismo en religion. la venganza en moral, y, como me-
dios prácticos, el incendio, el asesinato y el saqueo; se
sustituyese al matrimonio la unioo pasajera y sensual; se
negase la nacion por ser una abstraccion, y el amor pa-
trio por ser egoista, ¿cómo podrían los partidarios de es-
te sistema atacar la inmoralidad en los gobiernos, en los
partidos y en los hombres? Cómo censurar el despilfarro,
el cohecho, la venalidad, el robo? Cómo abogar, en fin,
por la civilizacion y el perfeccionamiento del hombre?


Rousseau, sin duda, previa los resultados disolven-
tes de aquel principio cuando con extrañeza le vemos
suponer que existe algo permanente en la voluntad gene-
ral; pero no cabe esto científicamente en su sistema,
ni ninguna de las tentativas que en la ¡míctica se han
hecho, manifiestan al querer realizar sus doctrinas, la vir-




13
tud de nada inmutahle ó permanente; léjos de esto, pre-
séntase cada dia dentro de su espíritu doctrinas en extre-
mo subversivas, cuyo término parece estar en un ato-
mismo social, en que el individuo. des pues de sumirse en
la barbarie del ateismo. sea un autócrata egoista, sin
ninguna cohesion ó relacion natural con la familia, el
municipio, la nacion, la Humanidad. En suma, dentro de
este sistema, el hombre brutal de las selvas aparece fren-
te al hombre moral y perfecto, sin mas reJaeion que la
voluntad y pensamiento de ese mismo hombre de la na-
turaleza; constituyendo sus principios un mecanismo
de ideas lleno de lagunas cuyo fondo es el caos. De
ahí la ahstraccion de sus doctrinas y carencia de ideali-
dad en sus reformas; de ahí la ineficacia prúctica de
las mismas y sus consecuencias contradictorias y mate-
rialistas.


Al secundar Kant el deseo y el pensamiento de Rous-
seau de reformar la sociedad mediante el reconocimiento
de los derechos del hombre, forma en su sistema-afir-
mando que la autonomía individual consiste en la estric-
ta slljecion al bien-un cuerpo de doctrina mas homo-
géneo y sienta, puede decirse, los cimientos (]e 011'0 li-
beralismo muy distinto. Empero, los principios jurídicos
kantianos son exclusivamente subjetivos y harto forma-
listas para constituir una doctrina sólida del Derecho y del
Estado; subjetivos, por que la verdad jurídica. segun ya
indicamos, lo mismo que la verdad moral. no tienen un
valor ohjetivo, sino que son verdades encerradas en el
sugeto, múximas de la voluntad, que contendrán una uase
de legislacion universal) pero nada mas; y formalistas,




14
porque, interpuesta una barrera entre lo objetivo y sub-
jetivo, la teoría del Derecho no se funda en el bien, en el
destino social ó individual, sino en una regla de libertilU
exterior y sin contenido. Además, sentando Kant que la
ley del Derecho determina no !tacer, sus principios re-
sultan negativos y aIgun tanto abstractos) apesar de los
importantes postulados de la mzon práctica, la libertad,
la existencia de Dios, y la inmortalidad del alma; y así se
confirma en la escasa influencia práctica que han ejercido
sus principios aun en la misma Alemania.


En el Grden puramente especulativo, el ahismo ahier-
to entre el espíritu humano y el no yo le hizo profesar
un escepticismo objetivo que ha dado fácil acceso al es-
cepticismo idealista; y siendo determinado todo conoci-
miento por las leyes ó formas de la razon, que en sí son
constantes, entraña su doctrina un determinismo intelec~
tual que debe rechazarse. Mas) su precision científica, su
profundo criticismo y la division de la Filosofía en teóri-
ca y práctica han abierto nuevos horizontes al saber
humano, provechosos á la edad de oro de la Filosofía,
segun la expresion de J. 1\1. Degérando (t).


Benthan, finalmente, hemos visto que, deseando
prescindir de hipótesis gratuitas y de fórmulas mas ó
menos vagas, encuentra en la naturaleza humana, tal
cual la juzga. un pt'incipio de derecho fijo, invariable,
no sujeto á la movilidad ó arbitrariedad del pensamien-
to de los individuos. Ese principio, verdad evidente
pOl' sí misma que 110 necesita demostracion, digimos
era la utilidad. Mas, ¿dejará de ser tan subjetivo este


(1) Hisloire comparée des syslemes de Philosophil'.




1:5
principio como los anteriores, estando hasada la utilidad
en el placer ó en el dolor) términos de apreciacioll ente-
ramente individuales y variables segun la educacion, ca-
rácter, temperamento, etc?-¿Cómo puede comprender-
se, por ot.ra parte, que la regla del interés general se de-
duzca de la del interés indivirlual, siend.o así que el fun-
damento de la una está en oposicion al de la otra, por lo
menos en el hecho, que es el punto en que se afirma
este legislador? Para las tlemús relaciones sociales ¿qué
consecuencias traeria un sistema en que el hombre debe
ser veraz para obtener confianza, probo para tener crédito]
benéfico para proporcionarse servicios gratuitos, cumplir
las promesas si son útiles ó violarlas si son dañosas? (1)


Si es verdad que el principio de utilidad es integrante
en el del Derecho, es bajo una relacion en sumo grado
secundaria, nacida de la limitacion presente; querer, por
tanto, involucrar en la idea elevada y eterna de justicia
el concepto de utilidad referitlo á las sensacioncs subjcti-
vas y volubles tlcl placer como fundamental, seria im-
pregnar un materialismo grosero en la vida social; seria
abogar sin embozo por el egoismo, por la ambicion y
por la inmoralidad, que tan trabaj3da tienen á la socie-
dad de nuestro siglo, pero que un resto de buen sentido
censura ágriamente; seria, por último, proclamar el im-
perio exclusivo de la reflcxion y del cálculo, que con
iniquid3d subordina al hombre exterior é inmoral el
hombre de dignidad y de honor.


(1) Th . .Jourrroy, Cours de droit nalurel.




16


IY.


Ante el espectáculo que ofrecia el mundo intelec-
tual, desenvolviendo sistemas y doctrinas que ponian en
tela de juicio las verdades mas profundas de la socie-
dad en Religion, Moral~ Filosofía, Política. etc.; ante el
qlle la Ilistoria presentaba suprimiendo pueblos, derrum-
bando tronos é instituciones, implant~.lIldo en su lugar
reformas. suhversivas unas á las hases esenciales de la
"ida social, abstractas otras al estado de educacion y cul-
tura de los pueblos, era necesario, históricamente ha-
blando. que, minados los cimientos de la sociedad euro-
pea y del mundo todo. la Humanidad hiciese un esfuer-
zo supremo, como en reaccion ú la violenta accíon re-
volucionaria, trayendo equilihrio y armonía para mejores
tiempos. Suprimida casi completamente la influencia sub-
jetiva se quieren buscar ahora los fundamentos de las
instituciones sociales y políticas, ó en objetividades his-
tóricas, ó en la voluntad divina manifestada por la Heve-
lacion, ó en las evoluciones del ahsoluto como manifesta-
ciones ó revelaciones permanentes de la voluntad de Dios.


Ya, desde el siglo XVII. habia dicho Vico que de
la historia de las ideas humanas se ha de deducir la ba-
se de la Metafísica; que han de bllscarse en el estudio de
las revoluciones los principios inmutables y los hechos fun·
damentales de que dependen su existencia y sus movi-
mientos. Que todas las instituciones sociales y todas las
revoluciones giran en el círculo de tres costumbres: re-




17
ligiones, bodas y sepulturas. - Rechazó la idea de un pro-
greso indefinido y, dentro de la division de la Historia
en edad divina, edad beróica, y edad de los hombres, ad-
mitió en los fenómenos sociales una sucesion circular~
pues que si las sociedades por las malas costumbres se
dividen y destruyen, por sí mismas renacen y se renuevan
contínuamente, cual sucede á los seres organizados en
el mundo fisico: es así el gohierno de la Iglesia una su-
cesion de la edad divina; el feudalismo lo es de la edad
heróica, etc.


Montesquieu, en su obra /Jet Espíritu de las leyes,
habia definido las leyes <das relaciones necesarias que
se derivan de la naturaleza de las cosas.» La Naturaleza
es el gran resorte que explica los fenómenos de la His-
toria: el clima, la situacion geográfica, la topografía, la
influencia de las costumbres. las creencias religiosas, son
los factores que producen la variada vida de las naciones
y el encadenamiento de los sucesos en el Mundo. Bajo
tales bases acepta la Historia tal cual es, dando cabida en
el órden universal ú los mas elevados y opuestos hechos
ó principios.


La cultura y las instituciones de los pueblos, añadia
el autor de las Cartas Persas, no son el resultado de
arreglos ó convenciones entre los individuos. porque si
hien los seres particulares pueden tener ciertas reglas
formadas por ellos mismos. tambien tienen otras que no
han formado; «decir que no hay nada justo ó injusto sino
lo que ordenan las leyes positivas, es lo mismo que decir
que antes de que se hubiese descrito ningun círculo no
eran iguales todos sus radios. J) Existe una justicia abso-




l8
lula é incondicional. anterior á las leyes positivas, que
forma parte de las leyes eternas del mundo moral.


En Inglaterra afirmaIJaBurke que en las costumbres
feudales se hallaba el orígen de ideas y sentimientos su:'"
hlimes que habían traido, aun á la Europa moderna, hien-
estar social y un espíritu político elevado; y atacaba la
reyolucion francesa, ya en escritos (1), ya en la Cámara
de los Comunes. l..a sociedad, decia, está formada por la-
zos misteriosos é inyariables; la Ciencia política no debe
emanar de principios á priori, sino debe ser el resultado
de la experiencia; los pueblos y las inslituciones no ¡Hie-
den reformarse sino por sí mismos, de ningun modo por
la intervencion directa de los individuos.


Con estos antecedentes, no formulados aun en sist,e-
ma pero que ensanchaban los conoeirnientos de la Histo-
ria, se úperó en la Europa un movimiento político de con-
centracion que vino á servir de dique al torrente de las
llUeyas ideas y á aclal'llr aquel presente sombrío. Segun
la exposicion de Savigny, sistematizador de estas doctri-
nas, la sociedad es un fenómeno primitivo, necesario. fa-
tal y contemporáneo de la Humanidad. El Derecho se
produce y desenvuelve por la accion reposada y tran-
quila de una fuerza social interior que lo informa para-
lelamente con la e"olucion de olras funciones, que á su
yez engendran la Ciencia, el Arte, la lengua, y en aquella
accion el poder surge espontáneamente de las entrañas
sociales como la planta de las entrañas de la tierra. El
desenyolvimiento del Derecho no puede determionrse por
completo en hechos ciertos, pues que primeramente apa-


(1) Re{leclions on lhe Frene/¡ revolution.




19
rece como consuetudinario, mezclado con la fabula é in-
fluido por las costumbres y creencias, y mas tarde como
jurisprudencia escrita; siendo en esta forma, no la ex pre-
sion exclusiva de la voluntad de los jurisconsultos, sino
el resultado de la misma fuerza ó accion interior. El or-
ganismo nacional debe modificarse insensiblemente por
progresos que provengan unos de otros. Querer fundir
las instituciones legadas por el pasado en el molde de
las ideas concebidas á priori por la razon, separando una
época de la que le precede, es interrumpir la vida bajo
el pretexto de purificarla; es obrar contra los procesos de
la Natnraleza, que nada hace por bruscos sacudimientos.
j\"ilál natut'a facit per salturn. Conviene, pues, dejar que
se desenvuelvan las creaciones del pasado y, en lugar de
lo nuevo y de plantar arbustos frágiles. aprovechar las
vigorosas ramas que tienen su fuerza en la tradicion.-
Los pueblos modernos, formados por su gran poder de
asimilacion con elementos de otros pueblos, no se desar-
rollan de una manera regular y orgánica, por lo que no
pueden fundar una legislacion sábia y duradera: no así
los pueblos antiguos, principalmente el romano, cuyo
derecho puede considerarse como el tipo de la ley positiva
universal, debido á tener un movimiento progresivo mas
uniforme y mas histórico.


Expresado el fundamento en que estriba la escuela
histórica. correspóndenos manifestar que su doctrina, re·
conociendo en la sociedad un organismo que se mueve
por la impulsion de fuerzas internas, y en el Derecho, no
la obra de voluntades individuales ó generales, sino como
el producto de una accion misteriosa que modifica con-


4




20
tínua mente á los pueblos, sus prmClplOs encierran UD
elevado sentido de aquel, importantísimo bajo el punto
de vista histórico y político, cuya saludable accion en la
vida de las naciones evita las crísis y desconciertos so-
ciales que sobrevienen, cuando, moviéndose por las con-
tinuas corrientes de la opinion Ó por las concepciones abs-
tractas de la razon, implantan rápidas y violentas reformas
contra el natural y lento mudar de las sociedades. Mas, si
en el órden político podemos admitir las conclusiones prác-
ticas de esta escuela, es dentro de un criterio que tiene
diferentes términos y relaciones. No debemos pensar que,
de manifestarse el Derecho en el tiempo yen el espacio, en
con ex ion con los demás elementos sociales, su principio
sea una emanacion de la Historia; pues entendemos que
aquel tiene una base eterna y absolut.a, cuya idea es an-
terior á toda experiencia. En esta virtud, creemos que, no
el instinto, como una fuerza ciega, haya de producir
siempre el Derecho, sino que, por diversas causas, me-
diante la Providencia divina y la libertad del homhre,
pueden modificarse las fuerzas psíquicas de los pueblos
y anunciarse ó determinarse el mismo de una manera mas
consciente. reflexiva ó racional. - De partir de tal hipó-
tesis podríamos deducir que los pueblos son infalibles en
los diferentes resultados que dé su instinto; llegaríamos
á justificar todos los motivos que han originado en las so-
ciedades leyes ó instituciones injustas, y abriríamos una
temible pendiente á cierto fatalismo histórico, con me-
noscaho del libre albedrío en pueblos y en hombres.


El estadu social de la Francia y la excitacion política
que traian á los ánimos la creencia genel'al de poder rerne-




21
diar lodos los males mediante cambios ó modificaciones
en la manera de ser del Estado, llamaba la atencion de
los hombres públicos-desprestigiado el absolutismo por
los abusos y la soberanía del pueblo por, el terror-á bus-
car soluciones intermedias, inspirándose en escuelas y
doctrinas diferentes bajo un pensamiento de conciliacion
y transaccion.


La idea de V. Consin de tomar los dogmas que le pa-
recían mejores de los diversos sistemas filosóficos, unién-
dolos entre sí por la sola relacion dé condicionalidad. sin
basarlos en un fundamento superior, era extendida ahora
por los hombres del justo rnedz'o á la esfera de la Política.
bajo el principio de la salud del Estado y de la mesocra-
cia. Pero en la nueva tendencia, unos apoyaban sus opi-
niones y raciocinios políticos en la aludida filosofía ecléc-
tica; otros en la escuela de Tomás Reid; quienes se in-
clinaban al sistema de Kant; quienes á la antigua Enci-
clopedia.


Guizot sostiene que las condiciones esenciales de la
civilizacion son dos: el desenvolvimiento de la actividad
social y el de la vida individual. Encuentra el orígen del
poder publico en la fuerza ó en la conveniencia, «( pues
es imposible dejar de conocer que aquella ha intervenido
en la causa de todos los poderes del Mundo, cualquiera
que haya sido su naturaleza y forma», y que los poderes
se han sostenido en virtud de cierta armónica correspon-
dencia, de determinadas relaciones, con la situacion de
una sociedad, con sus costumbres, con sus opiniones.-
Para Guizot es incontestable la existencia de una ley
providencial en la vida de los pueblos, en virtud de la




22
cual puede afirmarse que una sociedad, por el hecho de
durar y subsistir, no es absurda, desconcertada ni tiráni-
ca, y que no está completamente desprovista de su ele-:
mcnto de razon, de verdad y de justicia.


Royer-Collard, que describia la inteligcncia siguien-
do á ReiLl, y la voluntad segun Maine de Giran, encontra·
ha el equilibrio del Estado en el enr-umbramiento de la
c\a~e media; juzgaba á la Cámara como electiva, pero no
como representativa. y á sus individuos como. diputados
de la Cámara, no del pucblo.-Otros conceptuaban que
no debia darse al municipio y á las corporaciones la liber-
tad é independencia que en Inglaterra; muchos, que el ver-
dadero gobierno era el municipal y que la autoridad cen-
tral debia limitarse á resolver las cuestiones que surgie-
ran de las pretensiones dc las distintas localidades, redu-
ciendo el papel de la corona al de un poder neutral, in-
dependiente del ministerio y encargado del poder ejecu-
tivo, bajo la fórmula de el rey l'eina pero no gobierna.


En medio de las opiniones divcrsas del doctrinaris-
mo (tal era el nombre dado á la nueva escuela por la
forma dogmótica con que la exponia Royer-ColIard yel
uso repetido de la palabra doctrina) puede decirse que
la soberanía de la razon, la omnipotencia política, el reco-
nocimiento de los poderes de hecho y su consolidacion, la
preponderancia de la clase media y el apreciar la legitimi-
dad y justicia de los acontecimientos y actos de su oportu-
nidad ó perpetuidad. constituyen las bases del mismo.


La carencia en esta escuela de un verdadero y fun-
damental principio del Derecho, habia de mostrarse allí
donde quiera que sus doctrinas se llevasen á la práctica,




23
ora se trate ue los gobiernos monárquicos representati-
vos, con cuya fórmula p:ll'ece se han identificado llJaS,
ora de otros que, llamándose democráticos, han sido doc-
trinarios en su accion y tendencias; en ambos casos 3CJI'-
reanuo perniciosos resultados para la sociedad y para el
Estado. Cuando en Francia, á consecuencia de los suce-
sos de Julio)-y con estas observaciones históricas COifl-
pletarémos la vaguedad de la doctrina-los primeros mi-
nistros de Luis Felipe (Perier, De Broglie, Guizot, Laft]tte,
Dupin) llevaron á las esferas gubernamentales las idCJS
que venimos examinando, sus efectos, bajo la presion Je
antitéticos y hp,lereogéneos elementos, pronto se reye!a-
ron en el aflojamiento y relajacion de todos los resortes de
la vida moral y social, y en el malestar general que se
sentía: (comercio de empleos) cohechos) concesioncii de
acciones en compañía por votos dados ó prometidos, pre-
varicaciones, y todos los malos caminos del agio polilico,
eran sucesos diarios en los altos círculos y perdieron su
fealdad á fuerla de repetidos. Algunos de los primeros
nombres de la Francia se deshonraron con falsificaciones
y juegos fraudulentos; se dieron altos puestos en pago ele
servicios ilegítimos, y los agraciados sabia n explotarlos
al gusto de su codicia. El interés material valia mas que
la conciencia y el honor ...... » (1). Tales fueron los ma-
los gérmenes que hicieron descender á la Francia; que
rebajaron los caractéres, los talentos, los sentimientos
públicos, la preponderancia nacional, y que, á la larga,
minaron el edificio de Julio, echándolo á tierra.


(1) G. Weber, Historia Universal, trac1uccion de D • .Juliao San"
del Blo.




24-
Sucesos y fenómenos semejantes podemos distinguir


en la historia de España, con mas las evit.lentes antino-
mias originadas del consorcio de la democracia con el doc-
trinarismo. Llevada á cabo la revolucion de 1868, no por
un movimiento nacional que respondiese á nuevas nece-
sidaues sociales ó á exigencias de la conciencia pública,
sino merced á una conspiracion militar,encaminat.la á hacer
triunfar el plan concebido por hombres y partidos mala-
mente concertados, mediante transacciones doctrinarias,
re~ulla ron del hecho consecuencias trascendentales y funes-
tas, hoy latentes en el seno de nuesha sociedad. Fuera del
uni\crsal desconcierto que la subversion de nuestra ma-
nera de ser nacional trajo á los ánimos, viendo deshecha ó
trastornada la legitimitlad política y social que nos impo-
nia la Historia y Dios, se mostraron, de una parte, se-
p¡¡racion ó abstraccíon entre las nuevas leyes y refor-
llJas políticas y nuestras costumbres y estado social. ve-
rificándose entonces como una descomposicion en la at-
mósfera moral, que se reveló en las ideas disolventes y
materialistas proclamadas en el club ó en la prensa; de
la otra, erigido en principio el sistema de contrapesos y
transacciones de doctrinas hetereogéneas, se engendró un
escepticismo oficial que ha dado acceso á la arbitrariedad.
á los abusos, al engaño; que ha traído el olvido de los
deberes para con la Patria. el desprecio ó la indiferencia
de todas las virtudes públicas, y que ha desarrollado en
su lugar ambiciones, odios y luchas mezquinas. dando
vida y vuelo á todo linaje de pasiones. Con tal desórden
moral y político espíritus rectos protestaron, buscando el
término á tan profundo desconcierto en ideas extremas;




25
en las teorías de la república ó en el absolutismo.-La
república vence, al fin; mas, la carencia de sentido pú-
blico de las masas y su falla de educacion para la demo-
cracia, se mostraron pronto en los sucesos de Alcoy, Se-
villa, Valencia yen la insnrreccion cantonal de CarLagena;
los homhres notables del partido que empuñaban las rien-
das del gobierno se ven obligados á obrar en oposicion
á los principios que habian proclamado con todas sus
fuerzas en la tribuna. en el libro, en el periódico; y co-
mienza la reaccion por otra amalgama de doctrinarismo
y democracia que redujo á polvo. mediante un aconteci-
miento sumamente grave, la soberanía nacional: habLi-
mos del golpe de Estado del 3 de Enero. Así las cosas,
desprestigiado el doctrinarismo por la illfllora ¡idad, y
echada á tierra la soberanía nacional por la fuerza de las
bayonetas, los hombres rectos é íntegros. al hahlar de
derechos y de deberes ¿en qué principio se afirmarún?
¿Cabe fundarse una legitimidad política con aquellos tér-
minos y elementos? ¿Podrá haber una síntesis en que se
dé el doctrinarismo preponderante y la democracia yul-
nerada ó espirante? Tal es la profunda crisis por que pa-
samos, vista ell UIlO de sus diversos aspectos.


Los principios doctrinarios podrán salvar en determi-
nados momentos y circunstancias á pueblos viciados ó
enfermos de males ó cataclismos mayores; pero carecien-
do de una relacion fundamental COIl Dios, con el bien, con
el destino del hombre; faltando la armonía que sus adep-
tos afirman encerrar de idea orgánica con el órden uni-
versal, sus principios, léjos de vivificar y perfeccionar
las sociedades, las precipitan en la decadencia y en la




26
postracion, desmoronándose las situaciones políticas crea-
das bajo tales auspicios, como las partes y contornos de
Uf] ed¡ucio se desmoronan y vienen al suelo, aunque es-
tén simétrica y perfectamente nivelados, si no tienen só-
lido cimiento.


Y.


En el cataclismo ele la revolucion fran cesa no se ha·
liaron solamente trastornados y conculcados los intere-
ses creados por las leyes y costumbres políticas, sino
tambien los mas sagrados y respetables de la vida; los
intereses religiosos. Empero, en medio de aquella sub-
version de ideas, de aquel mar sin fondo de principios.
ci instinto de la Humanidad y la voz de la razon clama-
ban por el restablecimiento de las verdades y creencias
cristianas ultrajadas. l\:Ias. en este movimiento y direc-
cion del espíritu nólase la tendencia avasalladora que la
política ejerce en la vida moral de las naciones latinas,
especialmente de la Francia. Si habia sido tomada como
arma de ataque contra el Catolicismo, por un procedi-
miento semejante es defendida ·Ia religion Católica ha-
ciénd0a solidaria de particulares principios políticos.


MI'. de Bonald, escritor autorizado del tradiciona-
lismo, sienta como punto de partida el don primitivo
del lenguaje. concedido por Dios al género humano me-
diante un acto trascendente y divino. Dotado el hombre
de la palabra le reveló Dios las ideas y verdades que por
ella se expresan, en ,irlud de lo cual el alma humana




27
se levantó de las tinieblas y de la inaccion intelectual en
que yaciera eternamente á no haber en ella pensamiento
y palabra. «(Así es, dice otro publicista francés, que la
primera revelacion aparece en nosotros como el comple-
mento necesario de la creacion y el desenlace de la obra
divina, con la circunstancia esencial de que este último
acto de la mano de Dios no se renueva como el don del
cuerpo y del alma en cada individuo, sino que se con-
serva en la especie; y al paso que debemos el cuerpo y
el alma inmediatamente á la Katuraleza, quiso Dios que
la verdad y la palabra no llegasen á nosotros sino me-
diante y por las tradiciones de la sociedad revelándolas
á su cabeza y no á sus miembros» (1). Bajo tales bases,
son las tradiciones un sagrado tesoro que debe reco-
gerse con veneracion y religiosa fidelidad; son el recep-
táculo donde se conservan la verdad y el conocimiento, y
'ellas tendrán tanta mas autoridad cuanto mas inmemoriales
sean, pues que la antigüedad estaba mas cerca de Dios,
quien necesariamente !tubo de enseiíar á los lwmbres lo
mejor.-Pero relegaflas al olvido las primitivas verda-
des y tradiciones, sumidas las sociedades en la idolatría
y en una general y degradante corrupcion, el Hijo de Dios
redime con su sangre inocente á la Humanidad y la ver-
dad le es revelada por segunda vez. Las dos revelacio-
nes se complementan y fortifican por semejanzas; dán-
dose en la segunda un medio de propagacion y perpe-
tuidad en la custodia y conservacion por una autoridad


(1) AuSU.&O lWieolá,., Estudios' filosóficos sobre el Cristianismo, tra-
.duccion de F. Pulg y;Esten.




28
católica. En esla virtud. añade el ya citado Augusto l\i-
colás, el patrimonio de verdades que la sociedad posee no
ha sillo bel'edallo de Jos hombres sillo que ha venido de
Dios: (este programa de principios ú que damos el nom-
lm~ dc fiAZO\. este código de moral que llamamos la
CO\CIE:\cL\.,--la ley natural, en lIna palJbra J -!lO son
tales slno con respecto ú una revelacion posterior y á
las ,lplicaciones posiliil1S que de ella hacemos .... ») (1).


Segun lo qnc dejamos expuesto) didlO se está ql1e
\;l base de! Derecho ha lll~ encontrarse en la Hnclacion.
En ella yemos que, b:ljO el gobierno prcnidrllcial del
lIlllldo, el orígcn de la sociedad aparece en la llIanifes-
tacion de la \olulllaLl de Dios, ~igilificada y re;1lizada por
el homhre en la necesidad natural de yi,ir con sus seme-
jantes bajo relaciones de derecho. Ella 1l0S enseña (¡ue
las leyes no son solo las relaciones naturales ílue exis-
ten entre los seres, como afirnwlJa Montcs(juicn, sino
que son además la expresion de la voluntad de Dios co-
mo aulor de aquellas relaciones y creador de los seres
mismos. La Revelacíon nos dice que Dios !nuestra su vo-
luntad ó su soberanía en la sociedad pOI' un poder ema-
nacion suya, que ser:) tal y por lo mismo legítimo cuan-
do esté consLituillo por leyes políticas resultantes de re-
laciones naturales que conserven la sociedad (2). Estu-
diando la esencia social, dicen otros, yernos preexistir el
poder en toda sociedad. Él es el que entraña la unidad


(1) Aunque en los F:studios filosóficos sobre el Cristianismo se llluestra
el autor partidario de la doctrina tradicionalista, en obras recientes (El
Estado sin DiosiLa rerolucion yel órden Cristiano )rlifiere en varios puntos.


(2) Mr. De Donal,., Essai analyfique sur les /ois naturclles de [' odre
social.




29
Y cOllslitucioli socinl y liberta nI hombre de su propia
deslruccioll, pues este es un ser mornl y corrompido,
justo en su inteligencia y perrerso en su yolnnlad) pro-
penso r inclinado ú la infl'accion de loua ley. Esln pe1'-
wrsidad natur;:¡l, proveniente del primer pecado, conti-
nún!1, funda In necesidad de ser el homhre gohernado
hajo un prillcipio de coacciono que le conija, sin in[er-
,encion ~llgl1na de su yo!untad. El gobierno y la sobera-
nía se hallan tan alejados de la voluntad del incliyj¡Jllo
como la a:iociacion. La soberalJía que el homhre puede
ejercer es ~Q!o por la [Jorcion que represente del poder
uni\'ers~lt de la Divin¡dad como príncipe y ministro de
Dios. Jlas, esta soherllníll no es perfecta; la "enlaJera
y perfecta soberilnía está en Dios, para quien todos los
poderes son sus delegados: potestas e.:r JJeo est (l). Este
orígen di\illo del poder confiere al Papa, como vicario
de ,Iesucristo y representante del poder en primer grado
diYino en la tierra, ulla intervencion en el moyimiento
SOCilll de los puehlos, en virtud de la que le corresponde
enseñar ú los reyes en sus deberes de reyes, enscfJar á
los puclJlos, enseñar al género humano. El contrape~o


(1) jJ;tllil"cste appal'cl a Deo omnc [lroHuire DOIllinium sieut a pri-
mo dOillin:mlc: qiJod quidclIl O;;l(!udi pole.-t tripliei· yia, Ijllam Phi!o-
,;ophus l:tngit, (luia yel in quantlllll en", yel in qllantum motor, Yel
in r¡uantulll liui,.-Sto. '.'01111""', OJlUSCUlllill XX J)e reyim. ¡¡I'inr. Lib, 3.'


.\011 (·~t ('nil11 ¡¡atestas ni,i a Deo. QUId dici~~ Olllnis-ne princcp5 a
Deo onlinatm; csl"! Non hoc dieo, inquit. ~er¡lle enim de singulis prin-
cipilJUs mihi !lllnc sermo est; sed de re ip,a. ~am qllod princiJlJtus
sint,"" ([tlOrI alii illlperen!, alii subjecti sint neque omnia casu JC te-
lUcre fcralllllr, Jl~Jlll!is (¡uasi fiuctibus hin e "indc circumac:tis, lIivin;p
esse sapientia) lIieo. Ideo nOIl Jixit: Non cnim cst princeps ni"i;¡ Deo;
sed de re ip~a ]O(lllitnr dicens: 1\011 cllim est 1JOteslas nisla Dco.-s. duall
(;rlsústollltl. EJlisl. ad Rom. llom. XXIII.




30
de Jos poderes públicos debe estar mas arriba, no mas
ahajo: el poder del Papa es el reguliltlor tlel tic los reyes.
Por su esencia se halla este poder milS libre tic los ca-
prichos de la política, pues lo ejerce un sacerdote, un cé-
libe y casi siempre un anciano, todo lo que excluye la
mayor parte de los errores y pasiones que turban la paz
y el progreso de los estados. El Papado, que en la edad
mellia rué la égida de los pueblos, el respeto y el temor
de los reyes, es el que debe constituirse en guardador
tic la justicia y de la libertad; ante 61 deben hllmillarsc la
intc¡igcllcia y la espada, la libertad y los tiranos (1).


Si el tradidonalimo,-y entl'arémos ú exponer nues-
11'0 juicio sohre él-se huhiora concretado ú referir la no-
cion del Derecho ú Dios, principio supremo de todas las
cos~~:~; á afirmar que de Dios, por su voluntad omnipo-
lente y pro\ide'lCia inof,1ble, parte é irradia 01 ))¡PlI por
todos lo.~ :'!mllitos dd Mundo, constituyendo el órdcn
l1niyersal; Ú CI1C31'eCCr la Ilccesidad de la fé en los miste-
rios de la neligion y de la Ciencia; ú sostcner (illO las
crcencias religiosas fundan el primer elemento y hase de
la ,ida moral en el pueblo y en el hombre; ú e.\aminar,
en fin, con racional e.\egésis los principios fumbmenLa-
les políticos que eneierra la Santa Escritura, mantenién-
dose, bajo tal supuesto, en el sentimiento puro de las
verdades profundas del Catolicismo, y, en este espíritu
huhiese dejado al Derecho toda su ulliversalidall, á la
natmaleza humana toda su totalidad y al pcrfecciona-
miento social su posible evolucion por propia virtuali-


(1) Le eompte d. de 1Ilaistre, Du Pape.
Gabriel de Heleastel, Ce que garde le lTatican.




31
dad humana y por la gracia de Dios, el tradicionali.,mo
hubiera sido el áncora de salvacion para los pueblos la-
tinos especialmente, y á él se hubieran adherido tl),L1~
las almas religiosas en el huraean revoll1cionario¡:.¡c
nos agita. Mas, al involucrar en lo absoluto de <1l1uC: 18<.:
verdades conceptos filosóficos erróneos, ó limitacilD's
políticas) ó relatividades históricas, en el conj1Inl)¡('
sus afirmaciones a parecc una mezc la desconcertada i 1; : ()
djyillo y de lo humano, de lo sublime y ele lo pClf';
que choca ú los espíritus pCllsadol'es é importa :3(;11)1 1:,
siquiera sea eIl algullos de sus Illas detcl'lninanlcs :~:T'i,-'
léres.


El lengllaje por sí solo no puede engendrar ¡d '1
guna; podrá la palabra desarrollar 1<:5 ideas y c);
mienlos prec\.istentes, ayudúndonos ú fijar nuestra .\:
CiOll en ellos: las conversaciones con otros hom!m\, ,)-
dr<Ín guiar ti nuc3Lra razon, comlucil;nLlola á j)l'}" .[-
miento,; anúlogos; pero afirmar que hi causa de nli<.' :'¡ ,;
cOllocjmicllto,~, dc nucstras idcas, de nuestra raz'):;, :¡,
nuestra conciencia sca el don primitivo del lenglu;' .. ,
un a:icrto quc rcchazamos. La intuicion iIlS!JlllúL.;!:;
idéntica dcl pensamiento y de la palabra, como gél':1"~­
ncs que se desarrollan paralelamente, es un axioma (1 ,¡;
la ciencia moderna sienta. de conform ¡dad con las o Ji i-
niones de Platon, Sto. Tomás, Hurnuoldt r otros sabi):"
y. lo que es mas aun. con el sentido de las Sagradas E~­
crituras, invocado por esta escucla (1).- Que la faZ'}!!,
que la inteligencia, que el conjunto de yerdadcs que la
sociedad posee existan única y exclusiyamente peT' la


(1) Génesis cap. 11, vers, 19 y 20.




32
i di('ion; qUe :-:l'(l necesaria una auloridad infalible para
q:: por ella pueda adquirir el hombre la (erlidumbrc,
nt:'emo ú que Ilf'gó Lalllennais, ~on aserciollcs que nie-
g:'¡¡ Ú su \eZ la Psicologia y la Historia. Aquella nos di-
(, CJue el hombre [JO es solo un ser sensihle, SillO fjue es
t~i];hi('n un ser inteligente y raciona'. Por medio de los


l. •.


>C ;1!;110S y de la imaginacion tenernos illluiciones sen si-
! ~," de las cosas exteriores; por medio de la razon, in-
i u::::ríllCS illtelecluales de las l(~yes, de las causas, de los
): ,;,c¡pios, Las unas sinen de condicion al cOllocimiento
,':', ;;~¡l)l(' externo 'J ¡n!crno; LIS otras al conocimiento su-
I : ,;,;eilsible Ó lilelafisico. La rnOIl, adelllú~, liene precedi-
I:,¡etitos sint(!licos, deductivos y dcmoslrali\os, por tne-
('~C de los cuales partimos de lo UIli"cl'sal tÍ lo p3l'licn-
i;;, delas leyes y principios ti los hechos,de las causas ú
1" ... dedos_ Por otra parle, la historia de la Filosofía es
i">' que un resultado e.\clusivo de las tradiciones, un
i :'C\bcto de la incesante actividad del c~píritll humano
l :; ludas las sociedades y en todos los ticmpos. Y esto
L::, sDlo lo afirmamos en el terreno de la Ciencia, cual
(;:Tc.-:ponLlc á la naturaleza de la clleslíon, ,<;ino en cl re-
1¡,SloSO y católico, donde han (jllerido ampararse 10:- rno-
(!l'i'IlOS misólogos para sostcllcr la doctrina que urjamos
consignada.


El Calo1ic:SlllO, bajo el principio de la subordinaeion
(;\ la raZOl1 humana ú la Hazon di, ina, referida ú los
tl'¡~tcrios y en~eíi(1nzas de la fé, deja un ¡lTlc)¡uroso cam-
1';, por donde puede discurrir libremenle la rnon y se-
g:Jir senueros diversos. Ese campo inmenso ha dado
ftlerz<ls y tendencias di:-:linlas á la filosofw católica, que




33
se han mostrado tanto en los antiguos tiempos (esc;J,I.l
de AIl'jamlría; muchos Padres occidentales) COflIU.'[j
los modernos (en el libro: Balmes, el marqués uc YaLJ,I-
gamas, el P. Fr. Zeferino Gonzalez; en discursos: :,¡
P. Lacordaire, el P. Félix, Mons. Dupanloup); y e!l 111
sentido lloma ha liado lIccIaraciones illlporlantes qlL' t2l
Concilio del Yaticano, recientemente y en clcfinit¡YJ ::,1
confirmado, condenúnuose así este crror del tr<1(1ic¡Jn,~­
¡¡srno (1). Es necesario no sacrificar Ulla de estas fUi'!-
zas ú la otra sino desenyolverlas en correspondencia>
c¡proca por la edllcacion y por el perl'eccionamie:1CJ
moral y religioso para que aJql1ieran equilibrio y ¡;-
manía. En esie estado de cultura interior la f(; y la l',~í~¡
no pueden hall arse llUIlca en desacucl'd O; !l na y ,,;. i
nos llevan ú Dios. principio de todas la~ cosas. En:-:
misterios religiosos, lo Illismo quo e11 los cienliOcos, la :'J-
zon iluminada por la fé inquiere prudciJtc y piado:;an~<.'.l'


(1) rila deelaracion muy autorizada de la congregacion "»
Índice romano comunicada por e~ Arzobispado de Paris :1 ~ :,'
Diciembre de 18iJiJ) dice así: «SeI1ore~ y amados cooperatlo!,d~:
lIemos recibido últimamente de parte de la Santa Sodo la 1:)-
municacion de cuatro proposiciones dOdrinalo:i, que han 5i,10
formuladas y aprobadas en el seno de la congregacion del in-
dico ..... -1. a Aunque la (é está sobre la razon, nunca se pu,'-
de hallar verdadera disenslOn ni oposicion entre ellas JWCieildo
ambas de una y la mimw (uente de verdad, Dios bueno omm-
potente, y por tanlo auxiliándose mútuamente una á otra. _:!. a
La ra::;on puede probar con certeza la existencia de Dios, la
espiritualidad del alma, la libertad del hombre. La (é es poste-
rior á la revelacion y pOI' tanto no se 1JUede alegar convenientc-
mente para probar la existencia de lJios contra el ateo, pal'a




34
te, y encuentra por el don de Dios inteligencias para las
ycrd¡1cles inaccesibles al humano espíritu.


Tampoco consideramos racional ni conforme al es-
píritu cristiano que el hombre, iÍ consecuencia de la cai-
da, ~e halle tan degradado que no pueda rehabilitarse y
alc,Jnzat' en la yida social un mayor grado de adelanto y
civilizacion; ni que la Humanidad esté condenada á mo-
Y('¡,se en un estrecho círculo de hierro, siempre agitada
por fuerzas opuestas qne la mantengan adherida, como
el Prometeo encadenado de los antiguos, á la roca de
una perpetua degradacion. La perturbacion existente en
nuestra naturaleza, como "estigio de aquella causa pri-
mitira, no es un mal absoluto que nos impida levantar-
nos, siquiera sea en parle y con trabajo, de nuestra
postrarion y decadencia; el órden fundamental de la
creaeion y la venida de Jesucristo á redimirnos, nos ha-'
ceH pensar en un porvenir mas ó menos lejano en que
probar la espiritualidad y libertad del alma racional contra
los sectarios del naturalismo y del falalismo.-3. a El uso de
la )'(1::;011 precede á la (t! y conduce á ella al hombre con la ayu-
da de la revelacion y de la gracia. - 4.' El método que han usa-
do Santo Tomás, San Buenaventura y otros escolásticos des-
pues de ellos, no lleva al racionalismo ni ha sido causa de caer
Fa (¡losaría en las escuelas modernas en el naturalismo y el pan-
telsmo. POI' tanto, no es lícito acriminar á aquellos doctores y
maestros por haber usado este método prl~ncll)almente aproban-
do ó callando la Iglesi(l. Estas proposiciones, se añadia por
aquel Arzobispado,son dirigidas contra el sistema nuevo que se
llama tradicionalismo y que tiende á quiíar el la razon humana
toda su fuerza. Los excesos de los racionalistas, por funestos
que sean y extendidos que estén, no autorizan á los hijos de la




35
las sociedades cristianas, con ayuda de la Providencia y
mediante el perfeccionamiento moral y religioso y la
educacion intelectual, alcancen mayor civilizacion,


Desechada tan pesimista hipótesis, quedan desvirtua-
das y sin fundamento las consecuencias que de la misma
puedan deducirse en la esfera filosófica de la Historia,
En este concepto es inadmisible que la perversidad de
la voluntad del hombre sea tal que, en los períodos his-
tóricos en que la sociedad ha adquirido algun perfeccio-
namiento, no baya cooperado el mismo mas ó menos se-
gun su estado y educacion; siendo tal perfeccionamien-
to de otra manera, si no negado, obra exclusiva de la
voluntad de Dios manifestada bajo esta ó aquella forma
teocrática, No está la voluntad humana en semejante
grado de corrupcion para jllzgal' asi del pasado y no te-
ner alguna fé en nuestras escasas fuerzas; para que mi-
remos toda ulterior mejora como una utopia; para re-
Iglesia á Ileval'se a otros excesos, No se debe negar la I'azon,
como no se debe negar la fé; Dios nos eleva hasLa él, sirvién-
dose de nosotros, de nuestra naturaleza y de nuesh'a razon,»


La condenacion definitiva de este el'J'OI' la encontramos en
la constitucion dogmática De Fide Calholica promulgada en la
terceJ'a sesion del Concilio del Vaticano, cap. II de Revelat.,
que dice: Eadem Sancta Mater Ecclesia tenet et docet Deum rerum
omnium principium el linem, naturali humanm rationis lumine é rebus
aeatis certo cognosci posse; invisibilia enim ipsius, a creatllra mnndi,
per ea qure facta sunt intelIccta, conspiciuntur (a): attamen placuisse
ejns sapienti<e et bonitati, alia eaque snpernatnrali vía se ipsum ac
<.eterna voluntatis succ decreta humano generi revelare, ...... Yen el
can. II de la misma: Si quis dixerit, Denm nnnm et verum, Crea-
torem et Dominum nostrnm, per ea qum facta sunt, naturali rationis
humanm lllmine certo cognoscí non posse, anatema sito


(al I Rom., 20.
6




36
chazar los que sean verdaderos adelantos de la civiliza-
cion moderna por ser un producto mas libre de la Hu-
manidad; para no ver, en fin, remedio á los males pre-
sentes de nuestras sociedades sino en el absolutismo y
en la monarquía uniyersal y teocrática. Esto, des pues de
ludo, nos haria considerar como absolutos hechos que
son limitados y que tienen en la Historia mas de huma-
nos que de divinos; implicaria afirmaciones teológicas
contradictorias, y, en último resultado, nos colocaría en
un plano inclinado cuyo término seria un dualismo ó un
fatalismo religioso.


Sin duda las teocracias de todos los tiempos y de to-
das las religiones han guiado á Jos pueblos en sus prime-
ros períodos de vida, siendo como importantes palancas
de su lllPjoramiento y desarrollo social. De toda eviden-
cia es que á la influencia política y material que Roma
ejerció sobre los pueblos belicosos de la edad media de-
ben hoy los mismos la cultura y el florecimiento en que
se encuentran; mas, desde que, por la vivificadora vir-
tud de la doctrina evangélica, han llegado á adquirir
cierto grado de yirilidad y la conciencia pública ha co-
menzado á manifestarse por determinados rasgos ó fenó-
menos sociales, deja de tener razon de ser para estos pue-
blos esa tutela política que la historia de otros tiempos
impuso a] Papado como una delicada y trascendental mi-
sion. «Se equivocaria mucho, dice un distinguido cano-
nista. el que al juzgar de los Rumanos Pontífices en la
edad media, ya sea en las contiendas de nacion á nacion.
ya en las que ocurriesen entre los pueblos y los reyes,
tomase como base de sus observaciones la situacion ac-




37
tual de Europa, porque no debe olvidarse que aquella
organizacion era muy distinta y que entonces no hahia ni
Congresos, ni embajadores. ni Santa Alianza, ni equili-
brio europeo, ni golliernos católicos y protestantes, cons-
titucionales y monárquicos, ni otras consideraciones que
en el dia sirven de norma para las relaciones diplomáti-
cas; por manera, que al paso que hoy seria inconcebible
y la opínion general rechazaria semejante arllilraje por
parte de la Silla Romana. entonces era buscado y respe-
tado como una consecuencia de aquel órden de cosas y
de aquella unidad en lo eclesiástico y temporal, cuyo
centro era Roma.)) (1). Mas, ¿quiere decir esto que no cor-
responda á Roma algun poder ó influencia temporal en
la época presente? De ningun modo. El estado de infan-
cia en que aun se hallan la mayor parte de los pueblos
de Arrica y Oceania) algunos de Asia y los restos de la
raza indígena de América, como limitaciones históricas
presentes y accidentales) le imponen, fuera de su supe-
rior fin y accíon moral) deberes tambien presentes y
pohticos, necesarios allrabajo incesante de la propa-
ganda católica. Además,-sin entrar en el derecho que
al Romano Pontífice, como soberano temporal, corres-
ponda ostentar ante los acontecilmentos revolucionarios
de Italia-por lo que respecta á las potencias cristianas
de Europa y América) el derecho internacional ha debi-
do formular, de concierto con los intereses del Catolicis-
mo, un principio de derecho que, en medio de las com-
plicaciones presentes ó de las eventualidades del porve-
nir, sea ég-ida y verdadera garantía de la libertad y ab-


(1) Pedro Benito Golmn'1o, Instituciones del Derecho canónico.




38
soluta independencia moral que á la Santa Sede es debi-
da en la civilizacion del Mundo.


Reasumiendo, dirémos: que el tradicionalismo, ape-
sar de sus exageraciones y extravíos, ha servido en
gran pal'te, dada la calamidad de estos tiempos, de dique
al (ksbordamiento de la demagogia, y ha sostenido.
frente á las corrientes envenenadas del materialismo, la fé
religiosa de algunos espíritus vacilante~. Tambien, fuera
de tales accidentes y circunstancias que le han dado es .
pecial valimiento y oportunidad históricos, verdades pro-
vechosas podríamos apreciar en él si distinguimos á la
luz de la Ciencia y de la Heligion, como bemos pretendi-
do hacerlo, lo esencial de lo accidental, lo dirino de lo
humano, lo absoluto de lo relativo, en el principio reli-
gioso, en el gobierno providencial del Munuo y en la ba-
se y orígen ele la sociedad y del poder público.


VI.


llientras la reaecion política se elabora en el occi-
dente de Europa, la reaccion filosófica se presenta en
Alemania vistiendo fases semejantes, que trascendian á
un conocimiento mas lo tal del Derecho.


Observando Schelling que el idealismo subjctivo de
Fichte agravaba la crísis filosófica que el abstracto sub-
jetivbmo kantiano provocara cntre el espíritu humano y
el no yo, se eleva á la profunda concepcion de lo absolu-
to como un primer y sintético principio, en el que se da
confundido el yo y el no yo, la materia y el espíritu, y




39
en donde existe en estado de simple poder la fuerza
universal. Por un hecho primitivo é inexplicable supone
que lo subjetivo y lo objetivo se desprenden del seno ue
lo absoluto y que van á recorrer por rumbos distintos
una serie de transformaciones y evoluciones, aparecien-
do como Naturaleza y como Espíritu. En las evolucio-
nes de la Naturaleza Dios manifiesta su accion por la
creacion de organismos físicos; en las del Illundo espiri-
tuaL por la de organismos morales, la familia, el Est((-
do, y la Iglesia; diferenciúndose aquellos de estos en
que en unos, la creacíon divina es libre y conscienle.
mientras en otros es fatal, necesaria é insconciente. De
tales principios se deriva su doctrina del Derecho.


p,lra Schelling el Eslado es la realizacion de la "ida
púhlica con relacion á la Moralidad, á la Ciencia y al
Arte. El Estado existe por su propia virtUlI y crece y -:1'
agranda incesantemente por la fuerza del instinto, por la
de la razon y por la voluntad de Dios; alcanzando en su
perfecta organizacion la identidad de la libertad y de la
necesidad, la union de la viúa púlJlic;:¡ y la indiridual.


En tanto Hegel, el mas profundo de los filósofos ale-
manes, identificando el ser con la idea, concihe lo abso-
lulo primero, existiendo en sí como idea abstracta; tlt's-
pues, manifestándose (u era de sí, como separándose en
cierta manera de sí mismo para darse un objeto en la
Naturaleza, y, por último, en virtud de regresion y rel1ec-
sion, existiendo para sí como Espíritu, donde en con-
ciliacion se da la idea en sí, la Lógica, con la Naturale-
za. La idea, en la esfera del Espíritu. se determina COlIJO
espíritu subjetivo, como espíritu objetivo y como eSjút'i-




~o
tu absoluto. En cuanto es espíritu objetivo la idea se de-
termina como derecho} como moralidad y como sociabi-
lidod. El Derecho da existencia :í la voluntad libre en
que se manifiesta el espíritu objetivo; así es el reinado
de la libertad reali;ada. La realidad objetiva del Derf~­
ello tiene su historia en la familia, en la sociedad ciril,
en el Estado, en la historia ud Mundo. La familia, de-
lel'minúndose y distribuyéndose en ulla pluralidad de fa-
milias, forma y se constituye en la sociedad cú'U. Dis-
tinguese ésta del Estado en cuanto en ella el individuo
subsís[e en sí, es substantivo y fin de sí mismo, miéntras
en el Estado no es reconocida ninguna substancialidad
individual. COl1\iértese la sociedad civil en Estado cuan-
do el interés de los intlividuos se resuelve en la idea de
un todo moral. El Estado es un sel' inmutable y absoluto
en su naturaleza intrínseca y en sus atribuciones esen-
ciales. La forma mas racional del Estado es la monarquía
constitucional, pues la personalidad del Estado es efec-
tiva solo como una persona, como monarca; es necesa-
rio un individuo que ponga un yo (yo lo mando) sobre
los :lcuerdos del Estado. No obstante, debe haber como
elemento mediador enlre el pueblo y el príncipe la re-
presentacíon del pueblo por estados, no ciertamente pa-
ra que sea como !lna limitacion ó fiscalizacion del go-
hierno, ó como defensa de derechos del pueblo, sino solo
para que éste sepa que es bíen gobernado y asista y
acompañe al gobierno la conciencia subjetiva del pue-
blo. Los estados y los genios particulares de los pueblos
eslan en lucha y en continuo movimiento y se hallan
siempre como dominados por un pueblo que absorbe el




espíritu universal y se hace sugeto de la historia. La
Historia es una, puesto que es el desenyolvimiento de
un espirilu siempre idéntico á sí mismo; tambien es di-
versa y múltiple en atencion á que expresa las modifi-
caciones várias y múltiples de este espiritu; es lambien
un sistema, una ¡nvolucion y una evolucion; una ¡nvo-
lucion, en tanto que cada momento de la Historia contiene
todos los precedentes; una evolucion, en cuanto todos
estos momentos están combinados con la itlca nlleya que
forma el espíritu presente y vivo de la Historia; un sis-
tema, en fin, considerando las reltlciones internas que se
dan en todo el contenido histórico ( 1).


El genio alcman, llamado á las abstracciones y sín-
tesis. se revela en los ingeniosos sistemas de Schelling y
Hegel. Ambos sistemas propenden á encontrar una ba-
se que comprenda las dos fases del [niverso; pero 5ujé-
tanla y envuélvenla ue tal manera al principio de uni-
dad que son un puro panteismo. Sc:helling, encerrándolo
touo en su vasta síntesis, engrandece y ensancha el cono-
cimiento ue la Naturaleza; mas, siendo el [niverso la ex-
presion iJéntica Jel pensamiento divino, el bien y el mal
se producen como obra de una absoluta necesidad, la
verdadera moral desaparece y en el encadenamiento y
confusion de todos los seres, la individualidad es una i!u-
sion, la personalidad una sombra y el hombre viene á
ser un simple accidente en el todo de la unidad absoluta.
Así mismo, en el sistema de Hegel. apareciendo el Lni-
verso regido por leyes necesarias I y la vida física y mo-


(1) .... Vera. Essais de Philosophie hegelienne.




B
ral encadenadas á concepciones metafísicas, la diferencia
de la libertad y de la necesidad queda horrada, la fatali-
dad y la espontaneidad confundidas y el individuo es eli-
minado en el océano del espíritu universal.


Bajo el aspecto del Derecho, el sistema de Hegel,
complemento y prosecucion de la obra de Schelling, ma-
nifiesta la influencia de aquellas concepciones panteístas
en los errores y lagunas que contiene. Despues de ser
v<lga la nocion del Derecho, los individuos dejan de ser
personas para ser manifestaciones del espíritu de Dios;
el hombre vuelve á supeditarse, como en la filosofía
aristotélica, al poder absoluto del Estado, en el que se
resuelve la substantividad del indi\;iduo contra el espíri-
tu cristiano y el sentimiento ue individualiuad, y, con-
fundido el concepto de pueblo con el de Estado, aniquilado
y perdido tocIo en la substancia universal yabsoluta, ha
llegado esta doctrina. exagerada por el positivismo-so-
cialista de nuestros dias, al extremo de negar toda rea-
liJad nacional, familiar, y hasta individual, como con-
trarias á la unidad humana, que estiman compuesta de
una porcion de seres indistintos, de una serie de gua-
rismos sin valor propio. Ahora bien, ¿qué significacion
debe tener este sistema en la historia de la Filosofía?
¿Qué importancia debe darse á su doctrina del Derecho
y del Estado? El sistema de Hegel represenla el movi-
lJl¡ento mas profundo de la filosofía contemporánea, co-
mo la obra ele un talento que ha abrazado casi lodos
los puntos mas importantes del conocimiento. Su carác-
ter sintético, revelándose en la filosofía de la Historia y
del Derecho, hace aparreer conceptos universaies que,




4!l
au\iliauos por el estudio detenido de la NlI(uralcz3.
hecho por Schelling, y por la verdadera Metafísica, deDen
tenerse presentes bajo otras luces para la solucion de
determinados problemas. Pero para concluir esta ojeada
histórica hablemos de la filosofía de I\rause. tan hit>ll
acogiLla en nuestro pais como de funestos resultados en
sus aplicaciones prácticas.


Los yacíos del racionalismo armónico ele Leibnitz se-
iialados en lo incompleto de la doctrina y en las llllllIte-
raciones ó errores ingeridos por sus discípulos, de una
parte, como las abstracciones de la obra de Kant y las
perniciosas consecuencias de los sistemas de la identidad,
de otra, movieron á IÜlluse, estimulado por la nece~idad
vivamente sentida en Alemania de reformar la Filosofía,
á reconstruir b<Jjo un pensamiento. al p<Jrecer armónico,
los di:-:gregados elementos de los sistemas aludidos, no
sin tener en cOIlsiLleracion los precedentes.


La Ciencia, L1ice, es un sistema de conocimiento con-
certado con la unidad y la variedad interior de la reali-
dad. Las condiciones formales de la Ciencia son: la de
ser una por cuanto es el conocer entero, el saher todo.,
unidad que se muestra en el sugeto como una ycnlad que
conliene en sí todas las ycrdades, y en el objeto como
una realidad, fundamento de toda realidad particular; la
de comprender interiormente varit>dad de ciencias par-
ticulares, por cuanto es el snher bajo todos sus aspectos;
y la de deducir la vcn}nd de los conocimientos parlicu-
lares y sus relaciones de la ycrclad del principio.-Para
el conocimiento del jJrillcipiu, ó séase de la Ciencia ('on-




sidrr,llla como una, púrlese del yo iÍntes de loda de[ermi-
Il<1cion interior, como una Yenlau cierta J iJllJledi({ta, y
wliL'crs{/l, como tina verdad que es condieional para co-
llocer al ~Iundo y que no necesita para ser conocida de
ninguna otra verdad. De este punto de parlidtl, en ,ir-
tud de nuestro propio conocimiellto y mediante la con-
templacion del mundo exterior por lo que nos aparece ú
la COllc¡ellcia y por la fuelza de supuestos permanelltes
de nuestros conocillJientos, se llega á la hase y principio
(Ic la Ciencia. (lna nz aquí, el espíritu reconstruye lo
hallado en el nntcrior procedimiento; esto es, en la parle
subjetiY<1, y forllla la parle deductiva, la sirJlPtica Ú oh-
jctiva del organismo científico. Donde lermilla la nnúli-
sis conúnza la síntesis. La intuicion nos conduce del yo
á Dios; la deuuccion nos llera de Dios al 1;'0. rllll y otra
parte son igualmente importantes para el hombre.


Yisla la Ciencia en su objeto, conóccnse los atribulos
ó las propiedades de Dios. el ser, la esencia, la unidad, el
iulinito. el ahsolt:lo, la intimidad ó la personalidad. COllÓ-
cense las manifestacionC3 de Dios conformes ú su esencia
en el Llli\erso: la Katuraleza, donde lodo es conlilluo, (Jiyi·
sihll', encadellado ú todo, y la que está esencialmellte ca-
racterizada por el infinito; el Espiritll, que se distingue
por su acti,idad independiente y espontánea y que cor-
responde á lo ah50lulo, y lall1lJien la Humanidad que.
ocupando una posieion celltr:J.1, expresa la union arnlóni-
ca dcl Espíritu con la l\"aturaleza. Conocemos igualmente
quc Dios es s('mc~ante á sí mismo en la plenitud de lo que
es y conticlle ell sí, que si es el St'r UIlO y enlero, toda
la Escwia, es lamb¡en el Jlundo, y que I~l es a\ln infini-




45
to en t;¡nlo qne es el MUlldo. Que la Naturaleza, el Es-
píritu y la Humaniuad, hallándose determinados en Dios
conforme ú la esencia diyina) son infinitos en su w(nero;
pues annque no contienen mas que cosas finitas, éstas
SOIl en número illfinito. Dios) sin emb:lrgo) afirma Krau-
se, no se confunde con el ~Iundo; el pensamiento de Dios
es el mas eler:ldo que el e:,pirilu puede concebir, y se
distinglle uel pensamiento del Mllndo romo fundado y
c;lusado por Dios. En esta relacion se considera ú Dios
corno el Ser Supremo (1).


La Humanidad, cOllsiderada en Sll esellcia y en la
¡qua/dad e/erl/a de 811 vida, renace ~ vire eleJ'Ilamclllc
en hllmanidades parciales, infinilas) orgánicamente uni-
das, y cada una con vida propia, en moradas particula-
res celestes. En esla llninrsal y solidaria vida de la Hu-
manidad) las humanidades parliculares, /;(1jO relaciones
naturales (~individ[Jales, pasilll, desde su primer naci-
mienlo de la "ida de gél'men, por períodos de infancia.
dejuy(\l1lud y de madurez, conforme ú Ilna ley tolal de su-
resion. Acontece en la "ida de la Humallidad lo que eIl la
del hombre indiyidual; así como éste ((en su primer estado
,i"e como parte interna orgúnica de la vida ue sus pa-
dres, principalmente de la madre, y es protegido y nu-
trido en esta ,ida sllJlC'rior y solo ú cicrto tiempo nace
como ser propio ú la luz ue la ,¡da, y aun enl!JllceS es
cuidauo, educado con amor, dirigido duranlc toua su in-
fancia, así enseoa la Ciencia semc]ante rclacíon de Illl-'
manidad en gérmen, y despues en ,ida propia, sohre ca-


(1) K.·"us", Anl},o)JOlo:¡ia)Jsir¡llica, tr~duccion de J. S.
Tlbl'r;;hi" .. , L(( seirnce de /' ((J!iP dans les limiles de r oUscnalioll.




46
(la morarla planelaria y en relacion con touos superÍol'es
de vida humana ..... » (1). Durante la infancia de ulla
humanidad particular se uesen\'uelven touas las fuerzas
y miembros de su vida. determinados por el impulso Jel
Todo, hácia todas partes, y protegidos y uirigidos por
las vidas superiores que inl1uyen. ayudando, cducanuo ó
desenvolviendo su "ida infante. En lajuvenluu, la vida es
desenvuelta con propieu3l1 y libertad, con crecimiento
gradual. con insistente relaeion y tendencia de cada ór-
gano al Todo para cumplir su fin lotal algun dia. Llegada
la I1umanidall al término de su juventud y al conocimien-
to de su naturaleza y destino, comienza, au\iliúndosc de
las fuerzas adquiridas en la infancia y desarrollauas en la
juyentud, á realiz<lr su total destino. por tOlla su ,'iJa, en
su organismo humano, en uniforme relacion del todo con
todas las partes, "iviendo entonces con armonía COlIJO un
individuo superior, hueno y helIo, con carúcter propio, y
en union ascendente con la Na t lII'alrza , con el E~llÍl'itll.
con la totallIum<lnidad del MlIndo y con Dios.-lIé aquí
el sentido filosófico de la Historia, segun el krausismo.


En la esfera del Derecho. su plinto de partida est;l
en la naturaleza humana; en ella la nacian de justicia
aparece corno una idea racional. Pero refiriendo la Filo-
sofía el hombre y la Humanidad á Dios. como principio
supremo, aqllellil idea se hace sintética y la justicia es
concebida como divina y humana.-Consideranuo al De-
recho como « la série ele condiciones temporales de la vi-
da dependientes de la lihertad», ó como (el conjunto de
taos condiciones (lependientes de la ,o~untad v Ilccesa-


(1) ,J. ~un,. <lel Rlo, Filoso(ia de la l/is!oria, pI. S.)




n
l'ias para la realizacion de todos los bienes indiviuuales
y comunes que forman el uestino uel hOIllI)re y de la so-
ciedad,)) segun la deOnicion de ,\hrens, y al E:-;tildo co-
rno el órgano encargado uc hacer reillar la justicia en
toda la actividad social, se impri:nc al Derecho un ca-
rácter llnirersal que expresa el lado condicional de !:lS
(I¡versas esferas de la Yida, y al Estado se le considera
como la palanca mas poderosa del progreso humano (1).
Reconociéndose en el Derecho dos elcmento.~ prillcipales.
el indi\Ídual y el social, el uno que se rellere al hombre
en su personalidad illdividual, el otro en sus relaciones
con la familia, el mllnicipio, la nacioll, la Humanidad, y
viéndose en la sociedad un todo compuesto de los dis-
tinlos órdenes, la Heligion, la ~!oral, la Ciencia. el De-
recho, el Arte, la industria, se da por esta doctrina :1 la
sociedad una orgllnizaciolJ Cllya unidad ha de ser funda-
da, mediante el progreso, en una :lulorid;¡d cenlral, C:\-
presion de la conciellcia social. y, bajo ella, cada órdcn
con srparacion é independencia; por mallera, que al Es-
taclo no corresponde dirigir inmediatamente al hombre
ni á la sociedad, presentándose como autoridad religiosa,
moral, científica ó industrial, «ni dccidir como árbitro
supremo en lodo lo que á estos dominios se refie!',!: los
ohjetos perlenecientes á lino Ú otro de estos órdenes, lé-
jos dc enlrar en su círculo de accion, deben ser tralados
con arreglo ti principios que estén fuera de Sil compe-
tencia»,- Por lo C]lle mira á la organizacion interior del
K'\.ado debe haller un Consejo para definir el Derecho,'


(1) 11 • .t".'('n .. , I!errdo l'ú¡lural, ;;.' edici.:m. tl'adU2cion de D. :l;a~
.. uel HUloía I:ln013nt ..




un TriburwJ para conocer el hecho en rclacion al Dere-
cho; un Gobierno I)()ra hacer efecli\o y rfie:lZ pI uerecho
definido y juzgauo, y, superiormente al Consejo, al JlIrz
y al lJinislro, queda la represenlacion del puehlo todo,
como el lÍnico señor de sí. como la persona solidal'i;:l. \'i-
\';} Y adi"a de la condicionali¡Jatl tolaldel puehlo. Esta
org:lIlizaciofl represenla al puehlo en su unidad, mediau-
1:: una cOllsti!ucion Cll\a hase no es ;¡rbilraria ni esta-
ble'cilla por mo[iyos temporales, sino que, I'n Sil princi-
pio yen ¡]efill:li';1 para la Humanidad, es Ulla sola y la
ÚNica legítima, Los ~lUlores de Filosofla del D(,l'ec!to y
de Ciencia po~il¡ca, q!le sostienen que la cOlJstilucioll
Ilonúrquica personal, en la cual ('jerce la polestad UIla
persona Illas podero."a qlle las demús con los nombres
de rey ó monarca, es la mas conforme ú derecho, eslún
en un error, porque jllstamente lo contrario ('s urdad
c¡'e I/Iífl'camellle demos! rada.


Pretendielldo l\rause YCI' en la armonía la clave de
h, Filosoria, segun el espíritu de filósofos ;:Inleriores, es
c\idente existir ulla aspil'acion profunda y ele rada ell su
s:~!el1la. ~\hora hien, la arlllonía, fJ11C es visla y conoci-
U,l en la l\aturaleza, e1\ el Espíritu y en la lIllmanit!ad~
¿es vista y conocida en lo ah;;olulo? ¿Es posible juzgar
1;1 Esencia por la esencia finita y relati\'a uel lJni\"erso¡!
T<l!es son las ;:Iscrcioncs, de cuya admision arrallca el vi-
cio original, del sistema fJue estudiaIIlos. ,\ tan a\'Clllura-
(h1s hipótesis clolMgase lodo, y la yenlad es pucsta en
el lecho de PIOCllstO.


J\rausc. para llegar al cunocimiellto de Dios'; ri-
s.'c n del ser, principio fundamcntal en que coineil!e con




Sd¡elling y Hegel. no ya por una prl'suncion Ú m;lllera de
postulado, ni pOI' una especulacion prelimiullr, COillO
rcspcctiyamcntc sllcede en los sistemas de 'l(jllellos. s:-
110 que procede de lIlla primera certeza del ,l/o; cel't(,Z~l
<¡lIe, despues de referirse ú una determinada manera de
ser sllh,;eliYa (lo intelectual), es ell si una ahstraecío:!,
pues no es del yo de la Filosofia Cristiana de donde par-
le, sino de un yo indeterminado, qlle se halla en inlillli-
dad misteriosa con el seno del ['niverso y que, en todo ri-
gor, no se reliere ni al e,'-"píritu ni al cuerp:¡,- Esa pri-
mera afirmacíon, de donde procede el s1l3'c!o aislado y :1
cxpcr:sas de sus p:lI,ticulares fllerzrts, le ('oncluce, en Y¡r-
tud de sus bases dialéeticas, á concepciones palltei~t,l~,
que se afianzan y afirman en cierta base de identi-
dad del sllgeto ('on el objelo en Sil punto de pal tiria y
principio. A~í considera eo:no infinitos en Sll género Ie\
Nalur,t!cziI, cl E.'ipil'il.u, la Humanidad; estima CDmo ig;ua-
les ell dignidad el EspÍl,;tu y la Katuraleza; COlllO de
igual importancia la parte objeti\'<l y la suhjl'ti\'a lL l co-
1I0cimiento; C0ll10 esencial la llllioa del espíritu y dd
cucrpo éullIlllUlJút/ad, y de esta suerte, confundillo lotll)
-elCni\'crso y Dios, el Espíritu y la ~!al(,l'ia-la exis-
tencia de Dios \ i\'o y personal es nnrt ilusion, y eslc sis-
lema cae en el panteismo como los sistemas de Schelling
y lIegrl, que le sirven de hase, aunque diferenciándose en
(lile si en el de éstos todo lo absone la unidad, en el de
Krausc la unidad es presentada en relacion con una Y(l-
riedad aparente, en un imaginario equilibrio org{¡nico, que
110S hace concebir III Ser como un hombre de cuerpo y
espírilu infillitos,




50
De ahí el juzgar la natmaleza humana bajo un as-


pecto tan optimista, que, despucs de oponerse ,11 senti-
mienlo de la realidad confull( ié:ldose la Filosofía con
la poesía, la "ida presente con la futura y de uesfigurar
dogmas del Cristianismo. altamente respetables, se ter-
giverse el sentido y valor de la Historia, Ilenúndose 103
horizontes del porvenir con ideales abstrartos, cuya re a-
lizacion no pm'de compaginarse con las limitaciones de
Lt vida terrestre. De ahí el que. desenvolviendo y ex-
presando el hombre en la vida social todas sus necesida-
des y aspiraciones bajo el doble aspecto de su ser, se dé
una importancia igual {t todos los fines ó elementos so-
ciales, ohidamlo la unidad de nuestro destino y abriendo
hrecha á un socialismo, mas ó menos encubierto, contra
10 que dicta la Filosofía y el espiritualismo cristianos.
Es una rerdadera utopia creer con Tiherghicn qlle el
hombre debe lomar parte en la sociedad como Jl'tista, co-
rno sabio, como industrial. romo maestro, cuando la na-
turaleza humana encierra en cada individuo una aptitud
particular. estimulo y base del adelanto y mejoramiento
::iocial; y un error el suponer, con N. Salrncron, que ¡)Ue-
de haber santos en el Arle ó en el Derecho como los hay
en la HeligioIl (1 ).--De ahí el reconocer en el Derecho
un carácter uniycrsal, que influye como primer palanca
en el movimiento histórico, siendo así que el elemento


(1) La ;lfirmacion ele ser la matcria tan digna de Dios como el es-
11Í!'itu, adema s de absurda, por lo que dejamos arriba manifestado, se
1,;¡:];] Pll oposi¡:¡on COll el e!'píritu del 8istrma hrall,iano. Poner de
m;¡¡¡;ficsto el sinnúmero de contradicciones que en (',te pllulo pueden
3precj;lJ"se seria O~lj('tO de 1I11 capítulo ajeno á la índole de estas
eon,itlerajolll's.




51
que estimula en primer término todo perfeccionamiento y
progreso humano es la Beligion. De ahí el considerar
como única constitucionlegíLima la qne reconoce por so-
berana á la persona solidaria, viva y activa de la condi-
cionalidad total del pueblo. rompiendo con el pasado y
desconociendo el sentido político de la Historia en las
persollas Ó colectividades que de derecho y providencial-
mente han dirigido {\ las sociedades en los antiguos co-
mo en los presentes tiempos. De ahí, en suma, el que el
krausismo. no obstante aspirar á la armonía y á una
plenitud filosófica. haya anulado en el hombre el senti-
miento y la fé inherente, subonJinándolo todo al cri-
terio de la razon, fuodando una religion por la Ciencia
y creando un Dios. que podrá referirse á la inteligencia,
pero que no siente el corazon y que trae la aridez y el
vacío al alma religiosa.


Mas, si la filosofia de I\:rause contiene tales limita-
ciones. como una doctrina cuya aparicion obedece al
frio cálculo de Ull escept icismo engendrado por rl ell-
cuentro de los dos movimientos mas importantes de la
opinion, el espiritualismo y el materialismo, preciso es
notar, como rasgos interesantes de la mimla, su as-
piracion á salir de la inmanencia panteista bajo la ten-
dencia armónica, ya mencionada; su construccion cien-
linca. prosrguida con rigor d¡aléetico, y, en ónlen al
Dereeho, el principio de donde le haee deri\'ar, su ca-
rúclel' universal y su ,irlUlI organizadora.




52


VII.


En esta rápida investigacíon histórica las diversas
fases de la filosofía del Derecho muestran un sentido
mas ó menos profundo, en armonía con el espíritu reli-
gioso y la civilizacion de cada tiempo. El progreso es
visib~e en medio de las alternativas y vicisitudes inhe-
rentes al (1e.~arroIlo intelectual humano. Despues del Cris-,
ti<.lllismo pudo el progreso ser llIas libre; sin embargo.
imperfecciones históricas ban seiialauo retrasos ó nega-
ciones. Saln) la plenitud y eternidad de las verdades rc-
ycladas, el morimiento mosólico, en general, del mundo
moderno puedc decirse que es lino con el elel mundo anti-
guo: la actividall de nuestro espíritu parecc seguir en todo
el campo de la especulacioll científica un procedimiento
de evolucion sucesiva La intuicion sintétiea del Asia pre-
cede ú la rene\iOll analítica de la Grecia. Despues de los
sistemas de Pla[oll y de Aristóteles, la Grecia y el Oriente


. .


entran en elevada composicion bajo las escuelas armó-
nicas de Alejandría. La Filosofía Cristiana se levanta so-
hre el tiempo y el espacio, remueve las bases de la so-
ciedad antigua y presenta á las lluevas generaciones ho-
rizontes dilatados de perfeccionamiento.-Pero dentro de
su espíritu profundo y armónico han aparecido dil'eccio-
IICS cxc\usiyas y opue~tas, bajo el punto de vista del
:-;entimiento y de la inteligencia, de la fé y de la razono
Si dentro del sentimiento y de la fé muchos filósofos des-
t'llYuehen Id doctrina de Dios como ser personal supe-
rior y distinto dcllIumlo y haceIl difíciles afirmaciones




53
á riesgo de caer en el dualismo. otros, bajo la ley dialéc-
tica del discurso, olviJando ó desfigurando la concepcion


. tle Dios como Ser Supremo, libre y personal, han caido en
los errores del panteismo. El dogmatismo riguroso trajo el
criticismo sistemático: éste ha dado acceso al escepticis-
mo. La tendencia racionalista ha engendrado el concep-
tualismo, el racionalismo propiamente dicho y el sensua-
lismo. De una parte, tendencias al retroceso, al fanatismo
ó al indiferentismo, ú la supersticion, á la confusion del
culto con la religion, al imperio de la fuerza. De la otra,
la revolllcion violenta. la sllpresion de los grandes sen-
timientos Jel hombre, la negacion del culto. el antro-
pomorfismo, el materialismo degradante. A rechazar con
energía y decision tales aberraciones y exageraciones,
que rebajan el llOnor de las sociedaJcs ciyilizauas, y á
elevarse sobre aquellas llirecciones excIusiyas á la ar-
monía de la Vilosofia Cristiana mediante el progreso fi-
losófico y el auxilio divino, parecen dirigirse las aspira-
ciones de las primeras inteligencias de nuestra rpoca.
Convertir mas la Ciencia hacia el sentimiento religioso;
hallar el concierto entre la Religion y la Filosofía, entre
la fé y la razon, para que hombres y pueblos se reu-
nan en la verdad y en cl amor de Dios, haciendo des-
aparecer en el olenje de nuestra existencia las corrien-
tes contraritls que nos detienen en el camino de la per-
feccion, dehe ser el principio que ha de entrañar la so-
IUC'Íon del problcma filosófico} hase preliminar que ter-
minará con la anarquía intelectual y moral presente.




El fundamento del destino humano estriba en la as-
))iracion conslante del espíritu fiuito á acercarse al Es-
píritu infinito, en la gra "itacion llc nuestras al mas hácia
Dios, en la union de la personalidad del hombre con la
Personalidad diyina. La necesidad quc siente el espíri-
tu humailO de unirse á Dios por la ycrdad funda cn la
vida la Cicncia. Ahora hicn, ¿por dónde dehe comenzar
la Ciencia? Sócrates llamaba á sus contemporáneos al
conocimiento propio invocando la célebre inscripcion del
templo de Delfos y',w~" 'J"s'l.nó'l. San Agustin decia: noli
loras ire, itl le ipsulll redi, in interiore !/Omine habital
veri{as. La filosofia moderna corrobora qne la Cien-
cia debe arrancar de lo inmanenle. Del yo ha de par-
tir la imlagacion científica. Mas ¿es del yo en una de-
terminacion particular. en una actividad exclusiva? En-
tre los filósofos alemanes, Krause afirma qu~ es del yo
~lIltes ue toda determinacion interior; pero uespues de
ser el liO de que parte este filósofo misterioso y confuso.
,'iviendo bajo cierla solidaridad é influencias universa-
les, es en último resullado el yo en cuanto cOlloce. el
pensamiento yo su punto de parlida.-La anrmacion
total y personal(Jc1 yo debe ser la primera en la esfera
ue la Ciencia. En esta materia no puede hacerse ninguna
abstraecíon, ni ha de romperse la armonía recíproca de
las facuItades del alma. Es necesario considerar la na-
turaleza humana lal cual es; al yo en toda su intimidad,
como ser inteligente, como ser afectivo, coíno ser deter-
minanle. La actividad íntclectual no es loda la actividad
del yo, no es el ,yo visto en su unidad y sentido íntimo.
Las exc!usiolles del racionalismo, anulando el senlimicn-




,. ....
ti;)


10. han dallo orígen al sentimentalismo de Jacobi. Pro-
fundo era el 8cntido de la doctrina socrática cuando afir-
ma ha que solo UIl eora.:;on puro puede entender la rel'-
dad, Y el de la de Plotino, de que la ul/ion íntima del
(tima con Dios no se opera solamente pOi' la illtuicioJl,
silla tamuicJl por el éx'{asis, por el amor, ¡wlldndose el
afma loda en presencia de Dios.


P,ll,tiendo el yo rOl' las fuerzas misteriosas que nos
unen ú Dios ú inquirir la ycnJad, rro('cde á sn <ldquisi-
cion mediante intuiciones sensibles ó intelcctuales, Las
intuiciones scn~jbles determinan el campo de la obser-
Vari0!l en las ciencias experimentales; ]¡lS i:ltuiciones in-
telectualcs, el de la contcmplacion en las ciencias racio-
n()lcs, El conoeimicnto sensible (lrlqnirido por la obser-
vacion tiene por ohjeto hechos, accidentes, particularida-
eles. Al conocimiento no sensible, en Sil doble aspecto
abstracto y propiament~ racional. se refieren las espe-
cies, los géneros, lo inunito, lo absoluto, lo eterno, las
causas, las leyes. La ohservacion depende de la sensibi-
lidad; la contemplacion de la razon, haciendo abstrac-
cion del entendimiento, faelor comun á ambos conoci-
mientos. Pero estas fuentes del conocer no nos pueden
por sí solas condneil' á la posesion de la ycrdad: si en
ónlcn ú las relaciones con los cuerpos los sentidos pOI'
su limitacíon nos engañan y necesitamos, dcspues de ha-
lIarnos en determinadas condiciones fisiológicas, del au-
xilio dc la razon para completar nuestros conocimientos
sensibles, en órden ú nuestros conocimientos racionales
sucede que, en virtud de la limitacion de nuestra razon,
necesitamos de un (}lr\i~io superior, de una cooperaríon




56
divina para las allas indagaciones cientíncas; cooperacioll
que alcanza el pen~all1ienlo subjetivo por el concurso ar-
mónico de las demas facult;¡ues, la voluntilu yel senti-
miento, como condiciones psicológicas que acercan mas
el espíritu á Dios y le hacen digno de aquella gracia.
La insuficiencia de la razon humana fué reconocida por
el talento mas vasto de nuestra humanidad, por Plalol1,
quien comprendió la necesidad de la Re\'elacion. Y en
los tiempos modernos, los estudios profundos de Kant en
esta materia le hicieron formular la fundamental obje-
cion de (,¿estamos afluí organizados en armonÍil Ó en
contradiccion con los olJjelos para descubrir la verdad ó
que nos aparezcan illlsiones»)? El vicio original del ra-
cionalismo puro estú reconocido. Las innumerables con-
tradicciones de los racionalistas entre sí y el estado di-
solYentc á qlle ha llegado esta filosofía evidencian su
falso fundLtlnento. Es necesario una doctrina que se de-
duzca dc nuestra naturaleza y que corre~ponda á la ar-
monía á que tiende nuestra vida moral; que explique las
tendencias distintas de la Filosofía CII las fuentes del co-
Ilocimiento,-el tradicionalimlO, el misticismo y el ra-
cionalismo,-y que sea una síntesis armónica de las di-
versas fases !le la especulacj<JIl.


Para la adr¡uisicion de los conocimientos que huma-
namente poLlemos alciJnzar, se adopta el método como el
camino por el cual se dirige el hombre ú descubrir la ver-
dad y construir el sistema de la Ciencia á que aspira. En
este camino hay dos direcciones que corresponden á las
dos manerilS que tenemos de distinguir las cosas: la in-
duccion y la detluccion. Por la una se procede de lo




57
compuesto á lo simple, ue lo particular á lo uni\'crs~l. de
los fe[Jtímenos y Itechos á las leyes y causas qlle los ri-
gen y prodllcen; por la otra, de lo simple á lo compues-
to, de lo uni"ersal ti lo particular, de las leyes y princi-
pios ú los hechos y fenómenos. De aCjuí el método ana-
lítico y el sintético: <lt:l!Jos son útiles y necesarios, en su
acertada comlÚlllcion, al desarrollo d() la Ciencia.-
En esa marc ha na t tlra l del pells<l miellto descll brimos
(Ine las ycrc1ades fundamentales de las ciencias raciona-
les se apoyan CII un mas allo principio, que es Dios.
Á esa altura la in\Cstigacion, el procedimiento sintético
se completa por un conCIlt'so Illas inflllyentc y necesario
uc ladas nuestt',lS fllerzas interiores, de Ilueslras virlu-
des, de nuestra fé y del auxilio diyino.


Tratando (le elerarnos al principio de toda vcrdad,
encontrarnos quc, IJ cOIlcepc¡oll ele Dios como el s~'l' que
existe en sí mismo y por ~í mismo) siendo absoluto (:
infinito, es la mas fUlld:l!l:c'n!al que podrmos alcanzar. La
supl'emic\ac\, la sabiduría) la omnipotencia, la presciencia
etc., se clan implíeitamcnte en a(luel primario concepto. La
idea ue la infinidad di\ina envllcl\"e 1.1 necesidad de qne
en [)jos se hallen contenidos el ser y bs prrfecciones de
todas las criatllrtls. Bajo Dios aparece el Ulliverso como
una unidad concreta llena de oposiciones, difercncias y
armonías relativas. La .:\'atnraleza y el Espíritu forman
la primera antítesis; las humanidades complementan y
terminan esta primitiva oposicion, constitllyendo armo-
nías gradualrs El Cniverso, con sus yariedadcs illterio-
res, está suhordinado ú la ~mnollía absoluta en virtud de
una relacion (lo infillito con lo fillito) profundamente mis-




58
lcriosa á nucstra inteligencia. Esa re\;:cion, aun dentro
de la limilacion del lenguaje. podemos expresarla por el
Ser, la Esencia, pues CJue en Él eslCin todas las cosas:
Ex ipso (Deo) el per I/Jsum el t"lt ipso Sllllt omuia, dice
S. Pablo. Ex ljjSa summa cssclItia el 1'C1' l/JSalJl el in ip-
sa SUl1l omn;([, ha dicho á su vez S. Allselmo.


En Dios vemos lambien perfecciones 6 esencias di-
yinas; la verdad, el bien. la justicia, la belleza. Dios es
la inteligencia infinita, la sabiduría por excelencia, la
santidad suma. la armonía, la perfeccion. la justicia eler-
na.- Como justicia eterna el ToLlopoderoso r{'gula la
vida y reparte los medios llecesarios al desarrollo adc-
cuaJo á la naturaleza uc cada se!', segull el plan de la
creacioll. La justicia divina se difunde en lodo el Lni-
yerso y se nos manifiesta, ya en el órJen físico. por la
(Jrrnonía v y;¡rieuad universales,' ya en nosotros mismo="


.. ..


metlillllle lluestra ¡¡erfeceian y 1I1lion COl! Dios, en la in-
timidad de nuestro espíritu donde e~tá virtualmcnte in-
nata; ya (ambien en un órJen solJi'enatural. por la Rc-
nlacion. El principio del Derecho es así eterno y diyino,
reside en Dios y se rellcja en su palabra y ell sus ohras,
penetrando hasta el fondo de la conciencia humana, doncle
se deja nI' y sentir mediante lluestra exal!acion. Es ob-
jeliyo el fundamcnto del Derechu, pero se hace sulJjeti\o
por no"otros mismos.


La idea divina de la justicia se derrama en el mundo
fisico, y en el espiritual y social en grado y meJilla d¡fe-
rentes. En la Naturaleza, Dios mantiene tallo en sus jus-
tas relaciones. todo lo ordena segun las leyes del moyi-
miento y de la ,ida org{¡nica y es en esta esfera sn ac·-




59


cion mas uniforme y mas continua. til es la economía
de los procesos naturales de la creacíon: el éter, los ele-
mentos; las fuerzas cuantitatiyas, el peso, número; las
fuerzas cualitativas, la electricidad, el magnetismo; los
movimientos y regulllridall de los CUCI'pOS celestes;
la gra\'itllcioll universal; la luz, el calor; el quimismu.
Los fenómenos varios de la vida yegetal; los órga-
nos y aparatos destinados al ejercicio de los sentidos
en los animales y en el hombre; la aplicacíon de los
diferentes instintos ~ fuerzas anímicas de los animales, y,
en fin. las condiciones que, en general, se dan en las re-
laciones de los cuerpos con lo moral. - En el mundo es-
piritual y social, al crear Dios scres racionales, impri-
Illiendo en sus almas los principios absolutos de la nl'-
dad, del hien, uc la justicia, y dotúndoles del poder de
conocerse ú sí mismos, fu(~ su voluntad que, para la rea-
lizacíon de su destino, se gobernasen indi\idual y colec-
tivamente lJajo la ley de la espont::mcidad, secundando
cn la organizacion y consel'yacion de las sociedades la
obra diYina de la creacion. Pel'D elllos cataclismos :l que,
aun en estos estados de intimidad con Dios y de rcyela-
cion permanente, pueden ser arrastrados los sercs ra-
ciona les por el libre albedrío de que estún dotados, en los
trasto!'IlOS que pueden suhYerlir el órden y armonía del
mlllluo moral y social, Dios illteniene, no ya solo hajo
una forma natural, segulI la ordinaria ~. general accion
de su proYiLlellci'l. sino tamhicn reyelándosc, por Sll amor
infinito, de una manera sohrell(Jtural para Ile, al' á las
almas la lllz que kl de CSClill'eCCr la:-i ideas innatas, os-
rurrc¡¡]:l:, pnr ':1 t\('e~1d¡) ... il;1rk~ LJ \ id,l (b iHa qllr han




60
perdido. He aquí lo sucedido en nuestra humanidad, te-
niendo lugar los trascendentales y sublimes acontecimien··
tos de donde arrancan la epopeya de la Hisloria y el
carácter complejo de nuestros problemas filosóficos. La
primera y segunda revelacion son en la Tierra la mani-
festacion de la justicia y de la providencia divinas. La
revelacion de Jesucristo restaura y completa la primiti-
va, y es la luz, que, en los hombres sabios y de buena
voluntad, auxilia el esclarecimiento del principio de la
justicia que virtualmente existe en todas las almas ra-
cionales.


YIll.


Los estudios antropológicos heehos sin opinion pre-
concebilla han demostrado hasta la evidencia existir en
la naturaleza del hombre un desquilibrio ó perturbacion
completamente ostensibles á la observacion y ú la fa-
zon, ora nos fijemos en la unidad dc nucstro ser, ora en
las facultades del alma, ora, en fin, en el estado de nues-
tra constitucion corporal. Si en la personalidad humana
observamos que la inteligencia) el sentimiento y la vo-
luntad, desplles de referirse al yo en su unidad, se extien-
den á todos los órdenes de la existencia; si en nuestra
organizacion física el principio de unidad y concierto
existen en los sistemas analómicos y fisiológicos que ex·
clllsi\'amenle ó con preponderancia se manifiestan en
todas las especies zoológicas, tambien nolamos, por lo
que respecta á lo psicológico, un falseamiento en las ex-




61


presadas facultades del alma y una pugna ó peryersion
en el predominio y exclusivismo á que tienden. Video in
membris rneis alimn legem contradicentem legi menlis
rne(J!, dice S. Pablo. Y S. Agustin, en su importante li-
bro de las Confesiones, observa lo siguiente: Quum deli-
berabam ut jam servirem Deo, ... ego emm qui t'olebam,
ego qui 1I0lebam. Ego ego eraUl, llec plene volebam, nec
plene nolebmn. Ideo mecum contendebam. Á su vez, en
el o.rganismo físico, las cnfermedades se nos presentan
perturbando las fuerzas ó elementos fisiológicos de nues-
tra organizacion y alterando ó modificando á la larga el
principio armónico y fundamental de la misma.-Hay, de
una parte destellos y lucideces, deseos levantados y no-
Lles, sentimientos yerdaderamente divinos, la ley del de-
her, aspiraciones ardorosíls al bien infinito; de la otra,
sombras, dehilidad, abatimiento, sensualidad, inconstan-
cia, dolores profundos. Tales fenómenos encierran algo
extraño digno del mas detenido estudio para la exacta
soIucion del problema relativo á nuestra naturaleza. Ellos,
en la armonía y belleza del Mundo, denuncian un cata-
clismo moral ó caida primitiva del hombre que trascen-
dió, dada la completa y recíproca union del espíritu y el
cuerpo, á nuestra organizacion física. Y si la vida y el
moyirniento de la HumanidCld cn sus primeros dias de
existencia fueron, merced á su elevacion espiritual, del
tocio libres y espontáneos, por aquella profunda caida
f/uedaron transformados; al predominio del espíritu so-
bre la materia sucedió el de ésta sobre aquel, el mal si-
guiendo la ley de la naturaleza, se extendió ú todas las
generaciones romo triste herencia. y sohre el desarrollo




ulterior humano se ha impreso cierto gralJo de fatalismo,
de fuerza y tendencia diferentes segun razas y pueblos.


En el importante y trascenuental aserto que deja-:-
mos enunciado coincide la Teología con la Filo;5ofía, y
con ambas las tradiciones de touos los pueblos. Éstas
nos dicen, con mas ó menos claridad, que el linilje hu-
mano, en su infancia vivia en comunicacion pura é
inmediata con Dios y con todos los seres bajo una pro-
teccion diyina extraordinaria; que la materia existia en
la Humanidad de una manera mas íntima y armónica en
relarion con determinados fenómenos fisiológicos y con
la ~aturaleza en general; que el hombre, en fin, seduci-
do por la misma materia se separó de a()uel estado, ocur-
riendo una crísis violenta que inauguró en la Historia un
período tan terrible de guerras. de emigraciones, de cor-
rupcion y de descomposicion social, qlle. en medio de
aquella uniyersal desgracia, fué presentida, como único
y supremo medio de salv:lrse las sociedades, la \Cnida
tle un Libertador. A los mismos hechos se refieren tam-
hien las (lemás fuentes de la Historia; los monumentos
del Arte, de las religiones y cosmogonías; y hasta los
recientes descubrimientos de Arqueolog"ía prehistórica y
de Paleo-ethnología se hacen inexplicables sin la ad-
rnision de aquellas verdades.


Verificado tan profundo y funesto suceso en el órdeo
!lIoral, su trascendencia habia de extenderse, en la soli-
daridad del [ni\'erso, al órden exterior y fisico, que si
en el hombre individual el espíritu se halla en union in-
mediata con el organismo corporal y ú su vez con el es-
pacio rn que se halla y de (¡ue forma parte, la l1umani-




63


dad corllo scr colcctivo se halla en relacion orgánica y
superior con el planeta donde Dios la colocara como
asiento de su morada y teatro del destino. En esta vir-
tud, si con la santidad original en que nuestros primeros
padres se hallaron antes del pecado. coincidió-segun lo
corroboran las tradiciones universales del Eden-un ('~­
tado delicioso y armónico en la Tierra. que corno jardlfl
y paraiso fué dado al hombre con los dones y esplendo-
res de la \'ida sobrenatural, ocurrida que fué la caída
era consiguiente que en la condicionalidad y al'~l)oma
existelltes en todos los elementos de la creacíon, se vp-
rificasc en el órden fisico un trastorno en relacion yana-
logía con el desórdcn moral sobrcvcnido: el quc, por otra
parte, en los inescrutahles mislerios de Dios sirviese
de medios al cumplimiento de sus altos decretos sobre
nuestro destino.


Semcjante Irastorno físico lleLió afectar al eje terres-
tre, tle cuya disposicion dependen en primer término la~
leyes biológicas y la risiologia de los seres que viven so-
bre la slIperfieie de la Tierra. Las mas sábias ob~~rva­
ciones nos inducen á creer que el estado privilegiaJo de
este planeta cuando la aparicion del primer hombr.:, de-
hió depender de hallarse su eje de rotacion perpendicu-
lar al plano de la órbita, tle tal sucrte que, no ic~x¡en­
diéndose la zona tórrida mas allá del ecuador, ni Id glll-
eial de los polos, los efectos del calor y de la luz dp{¡ie-
ron disminuir insensiblemente desde la línea equioo(;(;ial
hasta los círculos polares, dando un clima templ'H.Ílslmo
<'t las di\'crsas regiones dcl globo. Ueinaria tilla misma
estaríon sohre loda su supcrficie y lIna temperatura espe-






cíal y permanenfe seria anexa ú cada latitud. [na repar-
ticíon, en fin, siempre igual entre la duracion del dia y
de la noche cooperaria al mayor desanollo de riquÍsi,..
mas producciones; condiciones todas que hubieron de
haccr dc la Tierra una hermosa morada, prestando \ell-
tajas é influencias farorahles á la yida del homhre en su
(Joble aspecto material é intelectual. Pero el eje teITes-
lre, en correspondencia con los cataclismos morales ocur-
ridos, se rué desviando de la perpendicular llegando
(dcspurs de extraños fenómenos cósmicos, hasta hoy no
hien conocidos), á causa de las suhn'l'siones acaecidas
luego por el Diluvio, ú los 23° y 28' de inclinacíon sohre
el plano de la órbita, verificándose modificaciones y cam-
hios en las armonías é influencias primitivas de los ele-
mentos flsicos y morales relacionados con las primeras
causas. Las estaciones aparecieron dando al gloho distin-
tas zonas, caracterizadas por climas enteramente dife-
renles; la desigualdad del dia y de la noche; la incons-
tancia y desquilihrio de la temperatura; las distintas pre-
siones atmosféricas; la direccioIl de Jos vientos; la falla
excesiva ele luz, yotros diversos fenómenos, se presen-
taron igualmente ejerciendo ulla influencia perniciosa en
la salud y reduciendo el planeta á una esterilidad con que
pugna la existencia de los seres organizados, y á la que
resiste el hombre por medio de un trahajo r accion in-
cesantes. Desde el vegetal mas sencillo hasta el mismo
hombre la vida se sostiene por el combate y la resisten-
cia: los granos de las plantas j' los insectos sirven d!.' sus-
t.ento ;3 los pájaros; estos son sacrificados por las ases de
rapiña. siendo muchos de los que sobreviven muertos á




6" o,)


consecuencia oc los rigores del frio. del hambre etc.; la~
fieras viven en los bosques devorándose unas á otras y
atacando al hombre; ésIe} finalmente, no puede subsistir
sino á condicion de deslruir las plantas y los animales
(lile le han de senil' de alimento. En resúmcII, todo ha
hecho de la Tierra un campo espinoso, lleno de penali-
dades para el hombre, de desgracias y enfermedades que
al cabo quebrantan nuestras fuerzils fisiras y morales,
sobreviniendo inesperadamente la muerte.


Bajo semejantes intluencias nos presenta el mundo
antiguo un cuadro de naturalismo social siempre cre-
ciente, cuya última rnanifestacion de relajacion y de des-
composicion en los tiempos del imperio romano es supe-
rior á todo colorido. La nocion del verdadero Dios desa-
parece en casi todos los pueblos: el hombre, en su afan
de hallar la Divinidad á que su origcn y naturaleza I(~
encaminara, t1iviniza la fuerza, el poder y las pasiones; If'·
"anta altares ú lodos los vicios, y la idea grosera que
alimentaba aIJuel culto y religion de los sentidos se infil-
tra en lo interno del cuerpo social pagano, rel:Jjando to-
dos los resortes de la yj¡]a pública, privada é indiyiduaL
Existia una dcpravacion en los corazones y un cmJJfu(e-
cimiento en la razon difíciles de expresar. Esa encr-
gía de la inteligencia y de la voluntad que en el mundo
moderno, hajo la influencia del espiritualismo, se ha reH'-
lado por tantas inslÍluciones religiosas y morales, por tan-
tos progresos en la Filosofía y en las ciencias, por !aola:;
inspiraciones cahallerescas, no era conocida en los últllnos
tiempos de la ed,1LI antigua. todo hahia enlonces rei1uido ~t
Jos sentidos: testigos esos innulllerables monumentos de la




6(;
Histor¡a que h;¡hlan elocuentemenle de lo que fueron las
licenciosas costumbres de Roma, de sus especlúclllos san-
grientos, de sus placeres y diversiones escandalosas. Allí
en el tl';¡nscurso de un mes se sacrificaron mas de ,cinte
mil gladiadores en los circos, ú los que acudía enlu-
.::;i'1snlada la sociedad pagana en masa. Mas de las dos
terl'('faS parles de los hahitanles de los paises domi·
nados eran esclavos, sobre los cuales tenian los señores
poder absoluto. Plutarco dice fllle Polion, el ami:!"Q de
, c.;


,\ u gu:,! o, cria ha lám preas de ex I raord i na río la mano qUl'
,11imenlalJa con la carne de sus escla\os.--Ll:- jlropor-
JODe:,- que la corrupcioll tOflllÍ en lo que se I'eliere al
p¡¡dor flleron tales que para conocerlas hasta tener prc-
~:í'n:(' el espíritu que encerraball las le~es Julia de mUl'i-
f({i/{/¡S ol'dinibus" la Papia popa:a, la Escantillia y otras.
Ll organizacion política y social dc~cansaha en la COIl-
;lll:~,!;¡ y C11 la esclayituu; el homhre fllndaba S!I:-i dere-
,:!Jos pr;yados y públicos en la cl.wlidad e-"terna y Jloli-
lIC~¡ (k ser ciudadano; la leyera la ;:¡rhitraría ,oIuntad
deí p/':ncipe; con un mismo nombre, lIOS{¿S, se uesigna-
Jla al pxtl'anjcro y al enemigo; y la ley de las Doce Ta-
Mas consagró llquel terrible principio: ad1'e) sux f¡os{ex
¡P((!i'illl (fuctofitas esto.


Ei nalurlllismo cxtendia Sil imperiu sobre lodas las
.;ocied ... dcs; las naciones se hallahan slImidas-e.\cep-
(~j!)tl ¡¡echa del puehlo judío, donde se cOIlsenó el prin-
l:iplO monoteista, y cuya historia lIe\a un sello de sohi'l'-
hUflIü!ll1-en los ahismos d(~ la impiedad, del egoisn~o y
,le la ~1¡lyl'ccioll; Sil disolllcion era illminclit!' en un n~!­
IDral P!,I)(l'SO t]¡~ la Hislori'l. )Jas, 11(' :1tl\l~ (flr¡'n, por io>




61
designios de la Providencia, el mismo DIOS aparece sobre
la Tierra haciéndose hombre en Jesucristo para restaurar
y completar la revelacion primittiva mas ó menos adulte-
rada, á la vez que predestinada á recibir su perfeccion en
Jesucristo y por Jesucristo. Desde entonces el Cristia-
nismo, refiriéndose en la idea religiosa á la unidad de
nuestro destino, ha sido auxiliar poderoso al desenvol-
vimiento de la vida racional de la Humanidad. En el
órden propiamente religioso levanta al hombre, median-
te una gracia extraordinaria, de la vida natural á la so-
brenatural, poniéndole en condiciones superiores para
una elevada cultura en todos los elementos de la civili-
zacion. El dogma de la unidad de Dios y el de la union
de todos los hombres en Dios nuestro padre ejerce una
íntima innuencia en la Moral, prestando al hombre fuer-
zas extraordinarias para el restablecimiento de su liber-
tad y capacitándole para todos los progresos éticos; cuya
virtud muéstrase en la fortaleza de los espíritus religiosos
y en el renejo interior de la asistencia divina, quc en los
mismos aparece sin mengua alguna de la libertad. Desen-
vuelyen el sentimiento de la fraternidad unirersal v el
de la igualdad humana, y cl progreso moral, penetrando
en el órden del Derecho, transforma los fundamentos v
la organizacion pagana del Estado, sustituyendo á la cua-
lidad externa y política de la ciudadanía, base generado-
ra del Derecho, la naturaleza humana elevada por su
dignidad religiosa y racional, con Jo cual ha abierto al
mismo un campo de accion y de desarrollo dilaladísimo.
-TamlJien el dogma de la unidad de Dios ha impulsado
el progrcso científico, tOlla YCZ qu~ en la Ciencia la idca


10




68
ue Dios es el concepto-madre que la deduccion aplica en
forma de demoslracion de aquella unidad, recibiendo en
sí la vcruad de los seres particulares. De ahí el sentido
religioso que se manifiesta en los hombres verdadera-
mente sabios} para quienes la indagaciou científica es
una oracion interior; de ahí esos sucorros divinos que en
tales condiciones reciben los espíritus para la inteligen-
cia de los misterios. Igualmente en el bello arte manifies-
ta el Cristianismo su virtud, ya en infinitas obras poéti-
cas llenas de espiritualismo é idealidad; ya en el desen-
volvimiento de la pintura, mediante la contemplacion del
cielo de ]a Iglesia invisible; ya tambien en la música, es-
cultura y arquitectura, porque la contemplacion de Dios
y del mundo de las ideas por la fantasía religiosa dispo-
ne al espíritu para sentir la belleza en los seres finitos y
en toda la naturaleza, y reproducirla mediante el Arte.
En el órden material, por último, los progresos moderna-
ment.e llevados á cabo por maravillosos trabajos y des-
cubrimientos. que en sus múlliples aplicaciones parecen
transformar la superficie del planeta, son tambien t.esti-
monios irrecusables que revelan el poder de la inteligen-
cia y de la vGluntad en las generaciones cristianas. En
suma, el Cristianismo ha impulsado á los pueblos por
los senderos del progreso, y su accion civilizadora se
extiende al porvwir, señalando á la Humanidad dilata-
dos horizontes de perfeccionamiento en todas las esferas
de la cultura humana, con los medios adecuados en las
limitaciones é imperfecciones existentes á su posible rea-
¡¡zacion (1).


(1) Aunqilr. en un e~pjrit'J filo-ofico y poJitico diferente del que va-




H!}
Estas catástrofes y acontecimientos sublimes ocur-


ridos á la humanidad terrestre dan, en la justicia y órden
del Universo, particulares caractéres á la realizacion del
Derecho en la Tierra que determinan los principios fun-
Qamentales de la Ciencia polílica. La naturaleza cor-
rompida del hombre en virtud del pecado; las condiciones
físicas y exteriores inherentes al mismo, y el perfeccio-
namiento ulterior de la Humanidad mediante el Cristia-
nismo, son los términos primarios del problema político.
En la concepcion de estas bases, hajo el principio eterno
y absoluto del Derecho, entendemos nosotros existir la
clave necesaria para el conocimiento de la Ciencia polí-
lica y para el del Derecho en toda su integridad.


Negados en parte ó en lodo estos términos y rela-
ciones fundamentales, nos encontramos, ya con el racio-
nalismo panteista y revolucionario, ya con la reaecion
dualista, ya, en fin) con el materialismo y sus diversas y
modernas modificaciones. En efecto: prescindiendo de
los imperfectos caractéres con que se presenta la natu-
raleza humana por la caida original, y viendo en el des-
tello divino que se refleja en nuestra alma por la razon,
una revelacion permanente, Intima é inalterable de Dios
con el hombre, hase partido por algunos publicistas y
filósofos de principios asaz optimistas relati,'os á nuestra
mos desarrollando, suponen algunos filósofos y astrónomos que [a Tier-
ra en el transcurso de algunos miles de ;tIlOS ha de yolnr al estado y
posicion en que se halló cuando la aparicion del hombre, nosotros cre-
emos que, si hirn mediante los siglos y en relacÍon con el progreso
cristiano, han de modificarse fayorablemente las condiciones físicas de
aquella, nunca llegará al estado en que se encontró en la referi.la época.
Ni por lo que nos dicen la Filosofía y la Re\'elacion respecto al plan oel
Universo. ~ á lo (lile, en su unidad. es 1;) caída del hombre con sas COIl-




70
naturaleza. Bajo el poder de esas creencias han concedi-
do al hombre derechos absolutos que se identifican con
el derecho absoluto de Dios; confunden la soberanía hu-
mana con ]a divina en la conciencia de la Humanidad~
que es la misma conciencia de Dios, y. entendiendo que
el progreso humano es el resultado del desarrollo del
Espíritu absoluto, lo han formulado en un socialismo po-
lítico, en el que desaparecen la familia y el individuo.
Otros racionalistas, queriendo salvar el principio de la
personalidad humana, presentan al individuo con mar-
cada independencia del Estado; pero, arrancando de con-
cepciones panteístas que se confunden con las de los an-
teriores, propenden á absorber e] individuo en el hombre
concediéndole derechos absolutos é ilegislables, que no
pueden suspenderse en ningun caso y bajo ningun pre-
texto; mostrando al cabo, en lo sedicioso de las reformas·
sociales que proclaman, en lo impraclicable de las liber-
tades políticas que formulan y en lo efímero de los ensa-
yos trabajosamente realizados, la abstraccion de sus doc-
trinas y su falta de relaciones con la naturaleza humana,
con las diferencias nacionales, con las costumbres, hábi-
tos y estado de cultura de los pueblos. Al rigor sistemá-
tico de ambas direcciones filosóficas se ha sacrificado la
verdad histórica de la vida y naturaleza de Jesucristo,
secuencias, podemos admitir tal hipótesis; ni aun tampoco es posible
aceptarla mirada la cuestion en el órden natural aisladamente, pues:
las importantes observaciones hechas por Euler, Lagrange y Laplace
dan motivos para creer que la variacion del eje terrestre está circuns-
crita en ciertos límites, y que la oblicuidad de la eclíptica apenas oscila
algunos grados de cada lado de una posicion media; siendo otra cosa,
hipótesis aventlll'adas que la ciencia no puede acoger actualmente con
otro carácter.




71
113ciéndose interpretaciones falsas en correlacion con la
unidad absorbente y absoluta de la primera escuela (1)
y con el optimismo humanitario é individual de la se-
gunda (2).


En sentido politico opuesto, otros escritores, conside-
rando-segun las ideas que han concebido acerca de la
justicia divina y del imperio del mal-la degradacion de la
naturaleza humana á consecuencia del pecado original,
hajo un aspecto absoluto, han trazado un círculo estre-
cho á la accion y movimiento de la Humanidad; han ne-
gado 6 cercenado los derechos individuales y naturales
tlel homhre, y, sentando dogmáticamente que la socie-
dad en su perpetua abyeccion es inepta para gobernarse,
sostienen que, en todos tiempos y circunstancias, debe
estar sujeta á una potestad mas ó menos absoluta y co-
activa. cuya sobel'anía emana inmediatamente de Dios.
Dentro de este criterio tan exclusivo, toda otra modifi-
eacion, concebida ó realizada en el órden político y so-
da\' es rechazada bajo la clasificacion de anárquica y
revolucionaria: la moderna civilizacion con sus ver-
tladeros adelantos es condenada de plano, pues no cabe
fórmula de lransaccion con ella, del mismo modo que
entre un !tambre cuerdo que sostiene que dos y dos son
cllaft'o, y un loco 'que afirma que son seis, en el término
medio no puede estar la t'el'dad; y bajo la absolutivídad
y rigor de estos principios se desecha. como ensueños y
utopías. el ideal que dentro del progreso cristiano se


(1) Véase la obra" riela de JeS/u» por David Stl'auss.
(2) Véase así mismo la intitularla "Idcal de la Humanidad» por D • .w ... ,


JlaD San" de. Blo.




72
piensa como realizable algun día para la Humanidad.-
En el fondo dc estas teorías extremas hay una confusion
de lo relativo y modificable dc la Política con lo absolu-
to y permanente del Derecho, que en la vida social vio-
lenta el curso y la naturaleza de las cosas, revelándose
(~ntre otros fenómenos, por una comun protesta de la so-
ciedad. Si los racionalistas, partiendo del hombre como
una abstraccion, del hombre concebido con una deter-
minada y perfecta naturaleza. han ocasionado-en la
pretension de organizar la sociedad refiriéndola á aque-
Ha abstracta idealidad sin considerar las limitaciones his-
lÓl'ÍC3S existentes-las revoluciones Yiolentas y un pro-
fundo malestar degenerando los poderes que ban le"an-
tauo en nombre de una mentida opinion pública en des-
potismos y dictaduras; los hombres de la reaccion,
tratando de referir la civilizacioll á tiempos y situaciones
pasadas, aunque los principios que invoquen puedan des-
cansar en manifestaciones legitimas del Derecho, no 11a-
llimdose, como políticos y modificables que son, cn ar-
monía con la cultura y el estado de la conciencia social,
que muchos pueblos de Europa y algunos de América
han alcanzado desde la edad media acá en ,irlud del
Cristianismo, apelan á la fuerza para implantarlos, des-
'-¡fIliando en SlI temeraria ill1posicion lo sano que los
mismos puedan encerrar, y con\irtiéndolos en rémoras
al mudar progresivo de las sociedades.


Finalmente, los materialistas, negando las grandes
ideas absolutas y divinas, que son el alma dc la ci\i1i-
zacion, han llenado los áridos desiertos en que de-
jan al pensamiento humano con hipóle"i¡;; mezquinas, que




-;3
echan por tierra todo lo que la Ciencia y ]a Sagrada Es-
critura dicen acerca del estado primilivo de nuestro lina"
je y de su caida. Por esta senda, tan extraviada de la
Filosofía y tan vergonzosa para la dignidad humana, han
afirmado que el hombre procede de cierJas especies su-
periores de los cuadrumanos; que en los primeros días
de su existencia vivia en estado salvaje, en cuya situa-
cion era desconocida la propiedad y todos nacian libres
é iguales; y que mas tarde, m~rced 3 la aparicion ó al
mayor desarrollo de las necesidades físicas é intelectua-
les, salieron de ella constituyendo el Estado. mediante
la reunion de sus voluntades por un COl7sensus Ó con-
trato social,


Sentadas estas teorías, parecia que, dados los ins-
tintos perversos y feroces que han de suponerse en el
hombre como resabios ó cualidades permanentes tle Sll
primitiva naturaleza animal, las conclusiones políticas y
sociales que la lógica habia de deducir, serian, en el
sentido del absolutismo y (lel despotismo predicado por
Hobbp.s, como medios saludables y del todo necesarios
para dominar la anarquía y l(ls luchas naturales y cons-
tantes de las muchedumbres concupiscentes. Pero no ha
sido así: la revolucion que desdeña la lógica, sin duda
porque para ella son una misma cosa las operaciones del
pensamiento y las leyes dc la materia, ha seguido un
rumbo distinto, mas disolvente y amenazador. Aprove-
chándose de las consecuencias que los grandes trastor-
nos políticos de la Francia hubieron de producir en órden
á las relaciones sociales) especialmente en la condicion
de la clase obrera, lan profundamente modificada por el




...,;,..,;. ...


74
rompimiento de los vínculos feudales antiguos y la ¡litro-
duccion de las máquinas, y fayorecida al propio tiempo
por el materialismo que se apoderaba del espíritu de la~
masas en presencia del radical cambio de las inslitucio-
nes y leyes, del indiferentismo religioso y por la (HOpa-
ganda filosófica dominante, se propone saciar la inmode-
rada sed de los placeres materiales, que en las clases po-
bres se ban despertado con teorías que. al par que idea-
lizan la degenerada naturaleza humana, son halagado-
ras á los sentidos é irritantes á la razono


El socialismo y el comunismo hall sido las nuevas doc-
trinas de la revolucion; doctrinas que, excitando á las
masas con la fmicion presente y con una imaginaria
igualdad. resullante, ya de la produccion de bienes co-
munes, en virtud de la reunion ó combinacion mecánica


- de las fuerzas exteriores del hombre. ya de la cOlllunion
y comunicacion del trabajo y de los hienes por la aboli-
cion de la propiedad privada y del matrimonio. como es-
toroos ú la igualdad y fraternidad humanas. aspiran. es-
pecialmente en las tendencias de sus últimas evoluciones,
tÍ. destruir por todos los medios. aun los Illas sangrientos,
cuánto de fundamental y permanente Iwy en la socieuad.
La negacion de Dios; la supresion de la patria y de la
familia; la abolicion de la propiedad intlhidual; la des-
truccion del capital y el aniquilamiento de la clase me-
dia: la suslilucion de la justicia humana á la justicia di-
vina: la satisfaccion, en suma, de todos los apetitos y
pasiones por medio del advenimiento y triunfo del cuar-
to estado, son los terribles principios llel positivismo so-
eialisla de nuestros días, CUYOS numerosos adherente,:;,




75
-favorecidos por ese desquilibrio que en el fondo de la
civilizacion parece existir á causa del desmedido progre-
so material del siglo no en relacion con las dehilitadas
fuerzas morales de la sociedad y por ese comercio so-
cial que vemos cada dia mas extenso é íntimo, merced
al rápido aumento de las comunicaciones y á las frecuen-
tes ex posiciones universales - se organizan en la Interna-
cional; asociacion que como un monstruo de mil brazos
se agita pretendiendo duminar al mundo y proyocando,
allleYar al terreno de los hechos sus abominables aspi-
raciones, la presente y gra\'ísirna crísis que amenaza
concluir con la civilizaclon, con la libertad y con el pro-
greso cristianos.


IX.


Si de las considel'acioncs que dejamos hechas re-
lativas á la Metafísica, al principio del Derecho y á los
fundamentos primordiales de la Ciencia política preten-
demos, descendiendo á estudios mas concretos, dar so-
lucion á otros problemas secundarios del Derecho y de
la Política, no llegarémos ciertamente á este resultado
por apreciaciones arhitrarias ó por combinaciones de la
inteligencia sino mediante relaciones ordenadas y armó-
nicas que tienen un fundamento superior. Y es que, así
como en el mundo de la Naturaleza, en virtlld de detcr-I~
minados cálculos que se apoyan en relaciones seme.ian-):~' ~~.:,?",.~.,. ~
tes, háse podido prever necesariamente la existencia d4'·' ~; >~':1'
Neptuno conocido que fué [rano, ó trazarse los organisV: '~,.::\~;!.


H ,... ..
,':. :.:


',\\ (:. ~ .'\ ¡I ~~




:6
mos de especies e\.tinguidas teniendo ú la YÍ:sta frag-
mentos fósiles de algull individuo de aquellas, en el mun-
do de las llleas sucede que bay lambien una especie dc
gravitacion universal ó armonías y relaciones que cons-
tituyen en algun tanto otra fase de la realidad. No es la
Ciencia un conjunto eJe principi0s ó de rerdades sin re-
Iacion alguna entre sí, sino que su contenido se da b<ljo
una forma ó concierto determinallo. Ni á la verdad, una
y tolal, del lnirerso ha de dejar de corresponder una
Illallera de ser fUllllameulal. En esta virtud, si la forma de
la Ciencia tiene una manifestacÍon mas ostensible en los
elementos ó procesos de la naturaleza, ú qne hemos alll-
dido, por el carúcter de continuidad que les es propio)
ella :,e da cn todo el Universo y se revela de cerca !') de
ll~os como una ley verdadera (¡ snpucsta. Vnas veces en
el campo de la Filosofía de la Historia se afirma esa ver-
dad al realizarse inconscientemente en el desarrollo de
Ull pueblo, trasluciéndose en los hechos y accidentes que
se yerifican como encadenados de linos cn otros y con
inmediata y decisiva inOuencia ú ulteriorcs com;eCllCIl-
('ias; por ejemplo, el nacimiento, progreso y fin de la ciu-
dad romana: otras veces, en la esfera de las creaciones
~ tle los trabajos mas ó menos sistemáticos llevados á ca-
ho por el espíritu humano, muéstrase como una cons-
tante aspiracíon. Bajo tal concepto, podemos apreciar
porqué en la idea conservadora mas extricta se ha es-
trechado notablemente la distancia de lo temporal con
lo eterno hasta confundirse, segun aparece en la remo-
ta cirilizacion índica, para cuyos fllndadores el ónlen so-
cia! es parh; Ile la creacion y obra de Brahma; ó por-




... -j J


flué la reyolucion moderna, en aLsoluta oposicion a esta
doctrina, pretende deducir de lo que discurren las lllasas
volubles é impresionahles los principios mas fundamen-
tall~s en que ha de cimcntarse la sociedad. 1 al cabo, sir-
viendo de hase á toda crítica sélia y ,enlader:l, da luz
para interpretar el selltido de determinados pormenores
que no son aislados en el cOlljtlnto de los sucesos en qne
tienen lugar; Y. g., porqué causa la re,olucion francesa
no proclamó la aholicion de la pena de muerte, ó cuúl
la que hizo qlle el moyimiento reyolucionario de bp<lÍia
entSG8 suprimiera la respetahle sociedad de la Com-
pafiía Je Jesus y disohíese las benem6ritas conferencias
de S. Yieellle de Paul, no obstante qne consignó en su
creJo la libertad de reullion y asociacion.


Empero, en los términos iÍ que deue referirse la ns-
la conrepcion de que nos ocupamos) entre el Ser y la
nada) entre el Espíritu y la materia, entre la fé y b ra-
ZOIl, entre el pensamienlo y el sentimiento, entre el sis-
tema del mundo y el estado de la tierra ele., la percep-
cioll de las mas allas yerdades no puede por sí sola,
11ll1l1<1l1iJlllenle hablando, ser bastante, por mucho que
sea su poder, para que nuestra inteligencia conozca el
conjunto en touas sus diferentes partes; á la manera que
no es suficiente divisar las mas ele"adas montañas de
un dilatado panorama para conocer los mil ohjetos que
confusamente se perciban. Es por eslo de necesidad fijar
la atencion, sin perder de ,-isla el todo, en otros puntos
relatiyamenlc culminantes para distinguir sus diyersas re-
lacione:,) valiéndonos de las aplicaciones del método, con-
certado con la Ciencia misma.




iR
Nada mas triste que encontrar en el siglo XIX hom-


bres ilustrados que anhelando descubrir la verdad no
levantan. sin embargo. los ojos al ciclo, centro de don.,.
de irradia toda luz, sino que, distraidos por el mundo de
los senlillos y poniendo casi en exclusivo ejercicio las
facultades mas inferiores del espíritu, concluyen por
negar la existencia de Dios y la del alma humana, cer-
rando las puertas ú torIa esperanza de felicidad eterna y
de dias mejores para las decaidas sociedades; y aun es
sensible encontrar otras inteligencias que, ya por huir
de los horrores del materialismo, ya instadas por una
sed ardiente de reformas, desuellan la observacion y los
hechos para vivi\' ensimismadas en un extraviado mis-
ticismo, ó encumbradas en abstrusas idealizaciones, per-
diendo al fin el sentimiento de la realidad.
~Jas. conforme hemos hecho notar en otro lugar,


merced á los progresos del Cristianismo, sciiálase hoy
una tendencia organizadora que parece flotar por enci-
ma de los exclus:"ismos y absurdos dominantes) ensan-
chando lllas y mas los horizontes de la Ciencia, en esta
direccion digna de llamar detenida y preferentemente, á
nuestro juicio, la atencion de los sabios para el esclareci-
miento de importantes problemas.


Sentado esto, pasemos ú examinar los principios po-
líticos que deben preceder á nuestras últimas conside-
raciones. los cutlles, á la par fJue Íntimamente unidos á
los fundamentos primarios ya expuestos, son una conse-
cuencia de los mismos.


Trastornadas por la caida del hombre las primitiyas
relaciones de lo moral con lo físico, surgió del nuevo es-




~9
lado del mundo eomplejos y \"ariados fenómenos de ~Il­
mo intenís para la Ciencia social, como qne de las n'lac¡l)~
/les de él derinuas se deducen, valiéndonos de la fra;.;c
de }Iontesquieu, el espíritu de las leyes.-Si por aquel
trascendental aconlecimiento el hombre, como indiyidw).
quedó propenso al mal y su libertad amortiguada por la"
pasiones y por los instintos de la carne, considerado c~n
la humanidad; las circunstancias exteriores del plalh~Ll.
,¡ariadas por la desviacion del eje terrestre, ohl'aron.jn,
mil) distinta manera, trocando el poderío y domini0 q~w
ejercieron nuestros primeros padres sobre la Natllrali'za
en una continua lucha, 6 en una general subordinacion
Ú los cleillento~ físicos. Los climas, las diferencias del
terreno, la desigllaldad de las estaeiones, los camJlio:,-
atmosf(íricos, y otros fenómenos, han influido de tal SiPr-
te en las naciones yen los pueblos que el espíritu de lr);;
mismos se ha hecho uno con la accion del medio a¡;)-
biente en que han vivido; notúndose en las condiciones y
cualidades de raza, temperamento, carácter, costumhres,
y hasta en el genio nacional) una fisonomía peculiar r;rl
correspoIlllcncia con las circunstancias geogdficas. JIr.
Siga ud hace nolar que «nuestras virtudes, nuestras cua-
lidades, nucstros vicíos están ligados tan íntimament(;
con nuestra organizacíon, que la menor alteracion ':n
ésta introduce un notable cambio en aquellas.» Obscrva
(lue ((en los climas cálidos la relajacion de los tejidos en-
gendra la indolencia y apatía, al mismo tiempo que la
exaltacion del sistema nervioso produce y mantiene el
fuego dc las pasiones y la inconstancia de humor y de
carar·ter. Los efectos climatológicos, añade este escritor,




80
::,on tan poderosos que se sienten en cierlo modo instan-
táneamente. Si un hombre del [Orle se traslada á la zona
t<'lrrida siente disminuir ·en sí la actividad para el tra-
lJ¡¡jo, al propio ticmpo que sus apetitos sensuales se en-
cienden ...... En los climas frios la necesidad de reparar las
fuerzas pronto agotadas, y sin embargo imperiosamente
necesJl'ias, engendran la gula, la glotonería; de la nece-
sidad de actividad nace la afieion al trabajo y la del lu-
cro: ti! cual tambien !llueve la precision de satisfacer una
gnll} raricdaJ de necesiJades.» (1) Discurriendo sobre
estos fenómenos, observa á su vez otro escritor flue, ((Ú
lo::, ()ICrw!es y ú los montes corresponden las formas agu-
das) groseras del calmuco y del mogol, que en sus
diialadisimtls llanuras, sin un árbol, sin ulla fuente, don-
de :~(do el rocío infunde nueva vida ú la agostada yerba,
Y¡\l~r; con su caballo y sus rebaños. Toda, ía el call1lllco
índüknte pasa la vida ron la mirada fija en un ciclo sic m-
prn ~(rCllO, y al mas leve rumor aplica el oído al desicl'-
lo ú Jonoc su yisla no alcanza á penetrar. El mogol en
Sil país es lo mismo que era Ilace miles de aiios; pero
~:i ::-ak de él experimenta un cambio tal, que apenas hay
¡luiel! lo conozca. El árabe, libre, sobrio, ligero en la
'~llITCr<l) dicstro cn la ef{uitacion y en el manejo de la
lallza, fiel á su palahra y huesped generoso, se halla en
armo ni a con el desierto qne habita. ('2) El carácter esen-
cialme:ntc mercantil y colonial del pueblo fenicio, nota-
mos, parece coincidir con su territorio estrecho, limitado


(1) bu climat el des wíladies du Rresil.
[;¡;("iclujJediu 1110 de1'1w , p"blicada por D .• 'ranci~eo de P. Mellado •
. (2) {)e¡,;ar {)antú. llistoria Unil'l'rsI11, tradul'rioll de D. ,,"cmesio
I'c,· .. alldcz Vllcsta.




SI
de una parte por monlaiías pobladas de bosques con ma-
deras a propósito para la constl'llccion de harcos, y de
otra por un mar de marca poco sensible, que. penf'lran-
l10 ell las costas) forma ensenadas y puertos abri;'2,iHlos
de los vientos. La nacion helénica e~ artística con Ll ¡a-
riedad de su territorio, con sus pintorescos vallrs. con
sus arquitectónicas montañas y con la diversidad d"3U~
costas.-En la esfera de la poesía, mnestran los lHE'hiCiS.
b<~io cada ciclo y en cada region geográfica. su r"l:lIlo (;
inspiracion en secreta COI'l'cspondenria con h f:~i'~()
¿Quién 110 ve alguna armonía entre las personilkar-:n!1ei:
mitoll)gicas del ELIda con el aspecto nebuloso y sClniJ!'i()
tIc la Escamlillllvia, ó entre las epopeyas de la India, tan
chocantes al gusto clásico, con los contrastes de nn ;;;'¡':-
lo, (j\1e:;i ostenta aquÍ bellísimas y risuefias rr(\}~'(\';
mas alLl parece elevarse hasta las nubes en ÚI'!\L¡;; ro-
cas ó extenderse en arenosos desiertos á donde l1') 11('-
gan las hrisas de los montes?


Hasta tanto alcanzan estas influencias que el pl'inGipío
religioso, resorte poderoso de todas las ciYilizi1ci0(F~" y
causa primera de la espontaneidad de los pueblos y dc
su libcrlau, en el sentido mas lato y profundo d,: ~:;­
la palabra, se ha ligado con estas fuerzas exter¡ore~ ~.
con las costumbres bajo tales auspicios originadas, for-
mando un tOllo, Si en un cielQ bello y una natlll'aleZ1 aní-
maJa. apareció el polileismo griego y las conG;~pc¡o­
nes divinas tomaron las formas de la belleza, en los pue-
blos del Asia anterior) con un ciclo diáfano y sereno en
el que los astros aparecen en su mayor brillantez, el clll-
lo religioso se relirió al sot á la luna ~. ú las estrdlas. y




lJ') 0_


con él se relacionrtron su espíritu y costumbres; ó bajo
la accion del clima ardiente y de la poderosa naturaleza
del _\frica centraL los pueblos y tribus habitantes de esta
regíon se han entregado al mas abyecto naturalismo,
adorando á los animales y rindiendo culto á los cuerpos
inanimados. Empero, no se entienda, como pretende
~ll}ntl'squieu, que estas influencias y eircun:"tancias pesan
t,\!) en absoluto sobre las fuerzas morales del hombre y
1]:[ pueblo. qlle en todo tiempo obren ille\.orablemcllte
CU(1iO una fatalidad sohre ellos. l'\o: si es verdad flllC en
Lis trilHls y plleblos de la antigüedad pag,lna y en los
qUe' al presente viven fuera de la corriente histórica, las
fuerzas espirituales del indiviuuo y de la sociedad han ido
llncidas al carro triunfal de la materia, no es menos cier-
V· que desde que la nocion de la unidad de Dios ha in-
formado y vivificado las creencias religiosas, inmediata-
mente yemos levantarse el espíritu y en medio de los lí-
~litC's inherentes desplegar su virtual poder y hacerse lu-
gal !a libertad. Por eso se nos presenta descollando en
h' ~o('ieclad gentílica la figllra de Sócrates, quien, inspi-
fúndose en el dogma de la unidad de Dios y de la illmor-
L'¡¡dad del alma, tiene la energía y la independencia [:er-
~o!1(11 suficientes para protestar contra todo un siglo y
toda una civilizacíon y heber la cicuta antes que que-
brantar las firmes convicciones de su alma; por eso el
pueblo judío, único entre todos los antiguos que guardó
fielmente las creencias en un solo Dios, le yemos conser-
'al', á despecho de todas las influencias dominantes, un
principio de espontaneidad tal que le separó y le dis-
tinguió notablemente de los pueblos dc aquclla edad en




83
sus relaciones históricas con los reyes asiáticos} con los
Plolomeos y con los romanos, bajo cuyo poder sobrey¡-
vió la nacionalidad judía á la muerte de su ciudad; todo
en virtud del sentido profundamente religioso de este ¡me-
bl0, que lIió á su historia ese carácter sobrenatural que
la señala de la de las restantes naciones. Por eso, en fin,
despues que se consumó en el Calvario la obra de la
redencion humana y fué predic3da la doctrina de la uni-
dad de Dios, del amor y de la cariuad, una profullua tras-
formacion se ha verificado en la sociedad, succdiéndose
al natllralismo de la religion pagana el espiritualismo del
Erangelio, al particularismo antiguo nacional una dispo-
sicion universal á amarse touos los homhres como her-
manos en nomhre de Dios; r un renacimiento general se
ha operado en todos los elementos de la ciyilizacion.


Con estas trascendenlales consecuencias del Cristia-
nismo coinciden-para que se cumplan los misteriosos
decretos de la diyina Providencia sobre nuestro destillo-
las mismas circunstancias natll]'ales, que si han sufrido
una nrj(Jcion del estado en que se hallahan cuanuo la
apal'icion del homhre, son susceptibles de armonizarse,
dentro de ciertos límites, con las a:;:piraciones de las so-
ciedadesmedianle el progreso de la cultura cristialla. ~o
se nos presenta el gloho terrestre) apesar de los cata-
clismos porque ha pa:;:ado, como una triste morada de-
signada solamente para el sllfrimiento y la e\piacion. El
mar ~ [os continentes aparecen repartidos ton la! pro-
pon'ion qne forman tres grant!ps regiones, bien di~lin­
las, accesibles entre sí \" relacionadas en e\!Pllsioll, di~­
(aucja \ Ibrura. El antÍ!.tllo ,- IHH'HI mundo se (]UICllll


._ ,,-_ L-.


'1




8i
húcia el polo norte como indicando la comunicacion de
ambos, y media por el otro lacIo, en el Grande oct'ano pa-
cífico, los diversos y numerosos archipiélagos de la Ocea-
nía, destinados, Lal vel, el ser alglln dia centros de religio-
sidad y civilizacion. El Asia, la Europa y el Africa) que
forman el antiguo continellte, constitnyell regiones bien
distintas por sus condiciones físicas y producciones, y se
hallan á su Hl divididas en regiones secundarias en ex-
tremo variadas. Particularmente la Europa ofrece en su
suelo, y en la altcrnatiya de sus mares y güiros, cir-
cunstancias muy fayorable:; á la comunicarion y comer-
cio socia!. Quien observe las diversas comarcas de sus
regiones meridionales con sus tres bcllísim3s penínsulas
y sus deliciosas riberas bañadas por el ~Ie¡]¡terrúneo;
quien observe los diferentes mares interiores de la Eu-
ropa septentrional, los graneles rios con!luyentes Ú élfIue-
1I0s, la direccion de otros á los mares del Asia, la dis-
taneia y colocaríon de las rslas Britúllicas y de la Islan-
dia en dirercion ú la América, comprel1llerú qne estas
circunstancias naturales han correspondido con la culta
sociabilidad de la Europa desde siglos ha; y parecen in-
dicar que esta parle del mundo es la llamada ú ser la
educadora de las restantes.- ,\ estas con(Jiciones geo-
gráficas ;lgrégansc las favorables modificaciones por flue
de dia en dia va pasando la superficie terrestre, en vir-
tud de los adelantos materiales del mundo cristiano; cu-
yos maravillosos resultlldos transforman la industria y
ofrecen diversos medios, con la posesion de agentes fisi-
cos, para dominar la ~aluralela. Las numerosas y dis-
tintas aplic~lCiones del vapor y de la electricidad, las




85
ohras importanles llc"adas á cabo ó en \Ías de realiza-
cion, como la apertura del canal de Suez, el túnel del
monte Cénis) la perforacion del lecho del canal dc la
Mancha, el rompimiento del istmo de Panamá, el des-
agüe de los pantanos de Ferrara, la fonnacion de un mar
en el desierto del Sallara, y otros distintos y colo.)ales
proyectos confirman Iluestro .i II ¡cio. (1) Pero pasemos ú
otro particular en el estudio de los principios y fenóme-
nos que ,amos examinando.


x.


Uelucionad<1 Íntimamente con las circunstancias ex-
teriores y geogrúficas del globo telTestre se nos pre-
senla la especie humana en sus distintas yariedades ó
razas. l~stas no constituyen diversas especies de homhres,
ni son el resultado 6 la transfonnacion de un tipo simio


(1) De los proyecto:; arriba enunciados merece esprcialmencion
el dc llcYar las aguas del Océano á las dilatadas y areIlO';;¡S llanurds
del Sahara. Con su realiz;lcion nriarán las condiciones fí,;icas del
Afriea: el clima y la salubridad de esta parte del mundo, y aun de la
Europa. se mejorarán not;¡blpmente, y lo interior de ese continente. has-
ta hoy inaccesihle al comercio y trato europeos, entrará en relaciones
y concierto con los pueblos civilizados. Los primeros trabajo,; de ex-
ploracion llevados á calJo recientemente en tamai'ia empresa son del
todo satisfClctorios, segun resulta de un remitido qne rl director de la
expedirion, !\l. Donall\1akcnzie, dirige á los habitantes de este Archi-
piélago. é inserta la prensa isleiJa. En él apJrece cómo se ha descuhier-
to la cntrada al antiguo !llar del desierto, no siendo de gran dificultad
((remonr la barra ó médano de arena. (al parecer de unos quince
pies de altura) con que está obstruida la boca del ranal por donde po-
drá admitir5e de nueyo el mar Atlitntico ú su antigua madre en el Sa-
llara,);




86
imaginario ni del chimpazé, del gorila ó dcl fósilllc Ncau-
dcrsthal en virtud de evolucioncs primitivas y de influen-
cias cósmicas, segun pretenden algunos fisiólogos- La
analogía orgánica de todas las razas, la igualtlad dc la
estructura y del es(]ueleto, el hecho constante de que to-
das las uniones son fecundas y el caráct~r, en fin, rela-
tivamente armónico que presenta Iluestra ol'ganizacion
fisica reasumiendo y equilibrando todas las yariadas como
binaciones y las perfecciones particulares (Iue cstán di-
seminadas en las especies animales, comprueban-jun-
lamente con los caracléres psicológicos, cscncialmcntc
distintos de los (Ine manifiestan los mamíferos superio-
res-la unidad ele naturaleza de la gran fCllllilia ]¡'lll1a-
Ila, y son motivos harto funelados para que naturalislas
tan distinguidos como CCl !'U S , YClgner, Ehremberg y otros
hayan hecho dc nucstra espccie un rcino apartc dcl lla-
mado animal en la c~cala de los scrcs crc<1(los. "Xi tam-
poco hánse de considerar las razas como aulóclhollas
con orígenes entcramentc cxtraiios y formadas por la
accíon de podcrosas influencias cn focos diversos Je
c\'olucion, rcchalÚndose la unidad de descendencia que
asigna ú un solo par el ol'Ígcn dc tOllos los hombres. El
espirilu de las tradiciones lInircrsales Illas antiguas, ele
una parlc, como los adelantos y dcscllbrimi,'nlos modcr-
nalllcnte hechos ea la A ntropología, Lingüística, Arrjuco-
logia prc-hist6rica, Etnografía y Gcologl<l, de otra, con-
firman las vcrdades consignadas en la Sap'J'ada Escritu-
ra en estel importante matcria. La opiniofl cmitida por
R. }Iarchison en la Socicdad dc Geografía dc luglillcl'ra
Si)¡Jrr~ ~er !a L1í',} w'::..ra lll'caliamila /la tiCllO eco en el




mundo cientdlco. Asimismo, la afirmaeion sostenida por
Yogl de sel' los casos de min'ocefalia ejemplos de ata-
vismo está rechazada por la Ciencia, pues las observa-
ciones de sabios notahles dan motivo para creer qLIe
aquellos fenómenos no obedecen á principios fisiológicos
sino que dehen considerarse dentro de las leyes terato-
lógicas; como lo acredita entre otras razones el reducido
número de casos que se han observado; é igllalmellté~
lo confirma el nriGcarse en el hombre de del<mte att'lls
y por el contrario de atrás adelante en el chimpaz(i y
en el gorila. De otro lallo, la notable semejanza de los nu-
merosos Iltellsilio:, de piedra y hueso) referibles á los pe-
ríodos pre-hislóricos, que en la actualidad se encnen-
lran, C0ll10 el descubrimiento (le rrúneos dolichocda!o::i
pertenecientes á la edad púleo-Iílica y, en fin, el marca-
do parentesco entre la raza ariana y la llll'ania :-: ent,'(~
(:stas y los vasco:-:;, neg;ros t: indígenas de 1mérica S'~­
gun se deLInee de los modernos estuuios lingüísticos, "0n
pl'urlJas L1e diverso úrrlen que, juntamente con otras !ll~¡­
cllJs, corroboran de eonsuno nuestras aseveraciones "~!
¡1l111Uí Ú la naturaleza y descemlellcia del hornlJre,


T,lll c.\.trauas doclrina:-:; antropológicas han sido pro-
clamadas por el posit¡Ü;1ll0 rcrolllCi0n,1l'io en odio Ú 1:1"
wrdatks revelada;; \ Ú las tradiciones fielmente g'UJ¡'-


, ~


tlal!,ls por los pnchlos l"u!t')S. \r;gar la unidad de la Il,l-
tlll'.dcZJ hllmalla y el 1:'l1l1111l orígen de todos los IlOtn)JI'2'-
de tHlJ p:'inlíha y liílri:,l tltllO;¡, es suprimir de la ciYili-
zaclÜa el fielll.r¡I~r1 y ',,1.1,) principio de la cal'idil\:.
I}·,I 'rlln" -'I!,-' "'-1," ~,; h ",',;r."(>~"l ,In ;;;el' t(Jll();;; 1,), ;"-_~ r:t. '.', ~t'l~-' IIj",_ .. ~ .,. _.c\_,\_'hj~-,IL ~_'.J '. ....-' ') ~I.




K8
mi;;;n:os y comunes padres criados por Dios, para sllsti-
Illii':e, con el odio uc las razas y el espíritu de conquista
que ha hecho de la historia del mundo antiguo un tejido
de sangrientas guerras. La admision del deshonroso abo-
lengo que hace descender ú la humanidacl terrestre de
oJ'3lJgulanes lleva, auemas. en el ónlen político, la se-
gllOLJa idea Je echar á ticrra ó de desprestigiar el orígen
;ji,ino y lrasccmlente del Derecho, triunfante en la Ilis-
!oril) ruiyel'sal, para proclamar el pacto SOCi(l~ Je llous-
."cau y la omnipotencia del IlÍlmcro Jc JOllde surgen esos
poderes despMicos y tiránicos, creacion de las muche-
dlln,lrcs incrédulas. Pero, en derredor de la doctrilla de
Dili'\\in se hace el yacío; aclemas de los naturalistas an-
je~ mC'ncionados, Flourcns, Milnc E{hnrds, De Qllatre-
f¡¡gc:-., Des]¡{Iges, ForlJes, fhnll. IIopkios, Agassiz, 11oJ1'-
Iliill!. Heer, J. ~Iiiller, Giebel. Pfaff, Bllrmeister, G¡iperl,
~Iicld¡:3, y otros muchos sahios que seriu prolijo enu-
llH'j',;(, la rechazan como alllicienlífica, y CGIl sati:·Jaccion
Ví'1n(¡::: elaborarse en estas esferas ulla rcaccion saluda-
]jle y digna de lo que á la Ciencia corrcspomlc desplles
:le diez y ocho siglos de cultura cristiana.


Segun el célehre lllumembach, el lipo primitiyo de
j() especie humana es el caucásico. que corresponde á la
agruparion indo-europea, o aril1Ila, siguiendo recientes
eJasificaciones. Los pueblos. dice este fisiólogo. cuyos
C2ractórcs físicos se separan al presente de la raza cau-
d.~;ic;}, se diyiden en dos extremas \arieuades, la etiópi-
ca y la mongola; hallándose entre éstas como de transi-
don la americalla y la malaya; la primera que parece ser
UIla mezcla de la caucúsica con la mongoJa, y la seglln-




89
da, de la caucúsica con la ctiópica El clima, las costum-
brcs, los usos, los alimentos, ele., han sido 105 ag-cule:-;


'-' }1\'oductores de las diferencias fisiológicas oc las razas ~.
de csa gradacion natural que éxiste en ellas y las npa-
cita de di\'erso modo, scgun !as conformaciones fl~:;:~a~
hcreditarias y el poder intelectnal de que cstan do!~das.
para la realizacion y cumplimiento del humano dC:itino.


Ahora bien, siendo accidentales las causas (Inl~ han
originado las diYCl'sas variellacles humanas, l¡',~':el) e:;;


L L.


pensar-no obstante dirersas opiniones cOlltrarias-qllf'
circunstancias y condiciones opuestas podrún reok¡r ('!l
ellas ell sentido distinto hasta el punto de moLlinGJl'Ias
notablemente, siquiera e:ita rcaccíon se \e['ifiqlll~ con
lentitud; hecho importanle cup admision da !11Jyo-
res fundamentos para esperar, aunque merJianle el !rLln.;;·
curso de no corto tiempo, un cambio fayorahle'J el
modo de ser de las razas inferiores. Mas conforme:.; 5P
hal\¡)11 los ~mtropólogos en Cllanto Ú los cfeclos i¡Hne-
diatos del cruzamiento en la moditicacion ó tran.3fnr-
macion de que nos ocuparnos. Aparte (le que los ::a-
ractércs físicos de las razas tienden á reaparecer por lar-
go tiempo en distintos in(li"iunos despnes de Yal'Íadas
mezclils y fusiones, como lo ha hccho notarel DI'. W. F.,
Echvards al afirmar fIne ha encontrado en rarios parajei'
del territorio francés los tipos Cal! y lú'mriJ y en el in-
terior de la Gran Bretaña los tipos sajones y hretones)
conforme ú los datos históricos que le habia facilitado
1\:Ir. Arnadeo Thierry, es lo cierto que el cruzamiento,
por regla general, es un medio de "igorizarse la;; raz;¡~
y de mejorarse radicalmente las conformaciones orgúni-




tHJ
CZ1~ ,icíosas dc las mas deg'eneradas (1,', En e:.-ta aten-


'-' ,


cion dada la cultura actual de la EUfopa y las inteligen-
cias internacionales en que ,i,en sus Esta(los, no seria
extraño que, uniendo éstos su accion colecli\'a :i los
trabajos incesantes flue las misiones católicas hacen ca-
da dia en su obra de civilizacíon en el interior del Arrí-
ca, emprendiesen colonizaciones, no con ambiciosas mi-
ras mercantiles ó territoriales, sino animados del digno
fin de emancipar por eleyados medios político:; ú las na-
ciones nearas de la ;lI)\'ecla escla,itlld uc la }Hlrhal'ie
,~ .


en que aun se hallan surnidns,
Mas ó mcnos dependientes de la orgallizacíon física


de las razas, y en relacion con el clima ~ demas circuns-
tancias natllfale.~, aparecen la acti\iuaJ, las fuerzas y las
tendencias morales de las mismas, que, uniéndose y com-
pelletrándose en cada momento de la \ida, se re,clan
hajo el punto de vista preuolllinante de la cantidad ó de
la cllalidad, de la medida ó uc la perfectihilidad, con~litu­
yendo los temperamentos y los caract(;res. La distinta y
,ariada combinac¡on de la fuerza y del movimiento, de la
I":,poutaneidad y ele la recepti\'idad forma en las razas y
mlcioncs los temperamentos en sus diferentes !1lCltices,
H3y puehlos !wniosos (; impresionables en los que pre-
dominan el sentimiento y la imaginacion solJfC' la ink-


(i jlr. ~Ii,Q'nl'1 Chcnliel' h~ P:\jlllC'lO, no 11;, Illlwl,o tiempo .• '11 :'11
eh;, LI'/I/'Ps SI/)' r Amc1'iqup dll Sord, flm' pi ("I'IIZ~llIil'nto di' i;]~ 1';,7.~~
1'" tala 1n1;lIlC;¡ ele progl'p,olllllllano y ({III' 1'01' ('1 til'lId('1l /;" r:;za,. Ú
d:Tl.lü¡,il.:ír:"",11e!";¡n,:o las naeion('~ mrzl'l;j(!:''; ;', UII ¡Johl", ~ ,o!r(' lodo
6 '.m íriplr tipo il a!c;¡nZ;ll' la 1ll:J.'; ,i!!o!'oz;¡ or;.:;;ni/ae:oll ,,(,C!;,], Sai\n
tll ..;,~at:~:o e\.clll~i\·i~ta del allíüi', 1:1 dP1'Pl';;H':on 'lile dt')an:o..: \'n¡¡ ... j!:l1-
d. ~'" ¡",r l\¡,¡S, d~l ltn cOllcepto ;ltpndd\~{_" " . i ~~::I'_':' '}(JI !.:C,l




91
ligencia y que, en extremo nriaLles, se dejnll arreba-
lar tumultuosamente por las circunstancias del momen-
to, ora en alas del enlusiasmo que pueden inspirar el
heroismo ó la \'irlud, ora ;¡rrastrarios por el yérligo de
las pasiones revolucionarias. Con estas cUcdidades coin-
cide en lo Ílsico el predominio del sistema [IPnioso Ó
del arterial Desault ha hecho nolar qlH' las Cn f"ff1"HI1 ·
des del corazon, los aneurismas ue la aor!a, se multipli-
carOll durante la revolucion francesa. r otros fisiólogos
Ilan consiuerado que los incendios y demás desastres co-
metidos illlellcionalmente por las clases biljas del !1Ue-


1>10 franc(;s durante la commulIc de l\lí i;' kd¡ sido resul-
tildo de Ulla eufermedad mental epilkmica. Otras Yeces
obsérvanse pueblos poco excitables r sin yival'idad,
pero enérgicos, que con perseverancia prosiguen una
I/Iarcha lenta y (irme en su uesal'rollo, sustl'aiuos al rú-
pido influjo de los acontecimientos é im presiones exle-
riores. La llisloria del pueblo a IcmaIl muestra a IguIlos
rasgos de este tcmperalllento. En fin la sensibilidad y el
lIJO, imiento del primero unidos á la circllnspeccion y es-
pontaneidad del s8gundo, como asi lamhicIl una debi-
lidad ó lentitud en ambas fllerzas, forman olros dos tem-
pera mentos cuyas cualidad es pueden a preciarse con ya-
riahle aproximacion en distintos pueblos. El espíritu de
independencia enérgicamente arrnigado en la historia de
nuestra nacion, con especialidad en los "ascos y cúnta-
·))ros, y la incrcia del pueblo chino se refieren, en lo qlí('
corresponde, á estas dos fases cunlltitalhas de la ac-
Ihidad.
~Il'nos influido por las circunstancias naturales y en
l~




92
estrecho enlance con ('1 temperamento, aparece el carác-
ter en las naciones. Éste arranca de algo mas íntimo en
la existencia de las mismas, afecta á la vida nacional
considerada bajo el punto de vista de la cnalidad y se
refiere á la manera de obrar. La nocion del carácter de-
be ser, por tanto. fundada en la direccion del pensamien-
to, del sentimiento y de la voluntad. En cada pueblo
existe una manera determinada de "el' y de juzgar las
cosas, de sentirlas y de interesarse en ellas segun las in-
clinaciones y deseos; y de determinarse ú obrar. en fin,
tal como se muestra en las t;ostumbres. Estas diversida-
des de la actiyidad intelectual, afectiva y voluntaria, for-
ma lo íntimo de las nacionalidades y son la hase de su
constitucion interna.


Yistas en su aspecto mas general pneden distin-
guirse. enmedio de sus múltiples manifestaciones, por el
predominio de la sensibilidad, cual se ve en los pupulos
búrbaros y salvajes. ó por el de la reflexion imperante
rn los pueblos cultos de la antigiiedad y en los de la
moderna civilizacion, con las modificaciones (Iue nacen
de los tiempos y de las circunstancias. Las limitaciones
de la rellexioll han eJlgendI"ado en el individualismo oe
la raza anglo-sajona los excesos de libertad y uc inde-
pendencia) de que es una consecuencia la anarquía reli-
giosa de la reforma protestante; al paso que el espíri-
tu de totalidad de la raza latiDa) fallo de direccion su-
perior, ha dado orígen al cesarismo y ú la centralizarion,
que ahoga á los pueblos por exceso de vida en la cabe-
za. segun la frase de un escritor contemporáneo. El cál-
culo y la astucia que nacen de la I'ellexion han conver-




93
titlo la civilizacion moderna en un campo de Agramante.
l~n la esfera de la Política se pretende encauzar el pro-
greso de los puelllos por senderos tortuosos ó exclusivos:
linos lo esperan todo de la libertad política, otros de la
instrucciol1 pública; aquellos consideran ahsolutamente
necesaria la abolicion de la propiedad individual; éstos
reducen todas las condiciones del progreso al material
bienestar de la ,ida, al adelanto de la industria y del
comercio. En esta confusion de las inteligencias, las cor-
rientes materialistas ó escépticas del siglo hall llevado
el sentimiento de unidad predominante en la raza latina
á la omnipotencia del Estado en toda la "ida social,
cUllstituyendo esta comun tendencia el fondo de un libe-
ralismo erróneo que la Iglesia Católira ha condenado uná-
nime con los adelantos de la Ciencia del Estado. Estos
obstáculos, puestos por la revolucion al progreso de los
pueblos, han sido un entorpecimiento á la benéfica accion
de los principios universales y racionales que el Cristia-
nismo proclama; ellos, sinembargo, triunfarán, median-
te el tiempo, de las ideas abstractas y egoistas de la épo-
ca, formando una fase superior en el carúeter de las na-
cionalidades.


En conexion eon los distintos agentes referidos apa-
recen las costumhres como el producto espontáneo ó re-
ceptiyo de las di\"ersas necesidades que son comunes á
una agrupacion de imli"iduos á quienes un mismo géne-
ro de vida ó un interés comun reune. En las costumbres
obran el instinto y las causas naturales qlle limitan el
mo\ imiento libre y progresivo de los pueblos. Por eso,
~Hlemas de tener en considerllcion la Ciencia política la




H4-
naturaleza humana drgcneralla por el pecado, las limi-
taciones y circllnstaneias geográficas, el clima, la raza. el
carácter, el temperamento, etc., no ha de prescindir de
las costumbres, como otro límite que debe sentirse en las
reformas legales, haciendo que éslas se conformen y re-
lacionen con el estado de aquellas. El princ.;ipio de qlle
nada hace la naturaleza por saltos es aplicable en mucho
al movimiento de las sociedades. lIay un encadenamien-
to en el desarrollo social que arranca en primer término
de la fuerza de las costumbres y requiere que de éstas
nazcan las leyes y no las costumbres de las Iryes.


Las relaciones y estados efectivos de la vida presen-
tan por la continuidad de las costumbres una resisten-
cia tenaz á la imposicion de los principios abstrados y
revolucionarios; resistencia que pide, en las exigencias
del ycrdadero progreso, ser tratada con prudente Clrte,
tomando lo existente por punto de partida en las refor-
mas que han de hacerse. La obra del legislador ha de
consistil' en exteriorizar el derecho que se cncuentra por
las costumbres en lln estado latente de formacÍon. No
pucde hllber en nacion alguna reforma Irgal, estllhlc ~
duradera, si no tiene por base rI respeto á sus respecti-
vas Il'lldiciones, liSOS y costumbres.


Quid leges sine morilms
Vanw proficiunt?


decia el príncipe de los Iírir,os latinos.
A e~e sabio principio debió el pueblo romano su en-


grandecimiento, y á la misma causa debe hoy la Inglater-
ra su prosperidlld política (1). En tanto las repúblicas.


(1) Tanto culto se rinde á esta idea en el Reino Unido que allí "on




hispano-americanas, menosprecianJo lodo cuanto lle tra-
dicional y consuetudinario e\i~te en ellas, ,i\encn cons-
tantes revoluciones. que en Sil paso no dejan si(Juiera una
reforma yertlaueramente progresi\3, haciendo de su his·
toria una tela de Penélopc.


Las reyol ucione~ im puestas por la fuerza son hec !los
inmorales que corrompen el esp[ritu püblico, rel<ljan los
y[ncnlos sociales y solo uC.ian, en el dpsquiciamiento que
producen, el desconcierto y la dl'solacion. Asi eslún
condenadas por la llora! y el Derecho, y los puhli-
cislas cOllleIllporáneos mas notahles, siquiera sean racio-
nalistas y liberales radicales, hL~ rechazan como un Illal
!eJ'!';IJle de la civilizilcion Illotlprna. ~Ir .. \hrens, distinguiJo
escritor y amante sincero de la libertad, se expresa en
e~tos términos, ;lprop(hito (le la materia de qlle tralamos:
«( En el (h'recho prindo predominan las furmas. y hasta
se Ic~ da tal im)1nrlancia flIJe se atiende gClleralrucllle muy
poco ú los principios ó :í las ideas que forman la base
ele las diferentes relacione:, jurídicas; en el derecho plÍ-
,u~tenida'i iu"titllcione,; Ú jlrúc!ic;!s que han dej:lrlo completamente de
1elit'r razon lit' srr solo para llenar un formalismo histórico, ~lr. Ralhie,
en ~n obra Tl'uil(; de ¡[)'oit pub/ie el administrati{. hablando de la iglesia
ulici;]1 tle Inglaterra, dice lo siguiente: «L' l~gli,.,e avait autrefo:s ses
réunions [Hrticnliér!'s, el e' est (!:Ins ces a,samhlé¡'s que les rPjlrcq'n-
lanls !In ('Irrge s' im¡JOsaient en vprtn d' une autonomie semhlable :i
eelJe de notre c:ergé qui, avanl J ';'S9, De participait allX dépenses de
l' I~tat que par des e/U l/S graluits. L' auLonomie en matiére de taxes á
été ahrop;ér en Hi6~, pf. ;¡UjOUHl'lllli le clcrgé participe allX élections
el aux dépenses publiques, cOllformement au droit commun.


tes assemhlécs du clergé n'ont cependant pas cesi'é de se réllnir,
4'1 dans chacune de dellx pl'ovinces ('cclé~ia~tiqlles. elles tiennenl Iles
,éanccs annuellcs. La tradition et la coutllme sont tellcmcnt puissante'l
dalH C~ pay", Cju'elles) consernnt les inst.illllion", mt-me qU3nd ces
institul.ions son dnellues sans ol·jet. .. J,




96
h1ico, sobre todo después de la primera re\olucion fran-
cesa, se ha entraJo en una senua llena ue contradiccio-
nes, en la que. por una parte se estudia por encontrar
el mejor mecanismo posible de formas politicas para el
ejercicio de los derechos y los poderes, y por la otra,
apenas se tiene escrúpulo de destruir de un solo golpe',
Jlor una re\olucion de abajo ó de arriba, lacio el edificio
político [Interiormente establecido. Semejante desquicia-
miento eS l cuando se repite, ulla de las mayores calami-
dades sociales, porque', á consecuenc ia de la relae ion ÍII-
l.illla (Iue existe entre la idea y la forllla del Derecho, tras-
torna la conciencia, y Iltlcc dudar hasta de la existencia
de un principio de justicia en la Política, y difunde la
indiferencia y el desaliento en la mayoría, que, tlhando-
nando cnlónces el poder al partido ,encedor, husca una
indemnizacion en los intereses materiales, y aumenta de
este modo la desmoralizacion de la vida social, tanto mas
('uanto que ésla se ha ,isto privada del ambiente benó-
lico de la libertad y de'la parlicipaeion eficaz en los ne-
gocios gellerales del pais. Por lo tiernas. las institucio-
nes se resienlen siempre de su orígen: lo que la fuerza
(Tca es fúcilmenle destruido por la ruerza.») Y en olr{)
IlIga r añade: « Vna re\olucion ,¡ene siempre acompallada
de grandes males; una marcha lenla r tranquila, aun-
que sembrada de escollos para el ejercicio de la volun-
tad, es preferible á un trastoI'llo que relaja todos los re-
sortes morales y políticos Sí, pues, la re\'ollleion Sf'
presenta Ú \"eces como ulJa e\cepeion incvitable y do-
lorosa, el espíritu re\oluciollario, qllf' ele\'a este hecho
il la catrgoría de un principio: hace de C>llllla regla, es




97
uno tle los mas crueles azotes de la civilizacion. ~o hay
en el df~rccho público mas qne un principio tutelar, 6gi-
da del Derecho mismo, y es que lodo derecho debe Si')'
tambien reali;ado en la (arma del Derecho, que lo qlle
es justo debe revestirse de las formas de la justicia.» (1\
Tal es el criterio que profesan los escritores sensatos dI'
los partidos aVélnzados y que hacen prevalecer en Sll po-
I ítica los gobiernos conservadores de los pueblos culto~.
Particularmente en las monarquías antignas de Europa
donde en algun tanto se consenan reminiscencias del es-
piritu tradicional y caballeresco de los siglos medios. la
tendencia á demoler las instituciones históricas no ha echa-
do raices. En nuestro pais, 3pesar de la trascendencia
que en el órden moral ha debido encenar el importante
acontecimiento tic la restalll'acion tic la dinastía legítillla,
c:\isle tOlhnÍa en determinadas esferas v círculos tUI dl's-
c.oncierto profundamente lamentable en las ideas dc fJue
nos of'upamos. Vencida la rero!ucion de J 868, como
preveíamos en otro lugar de este libro~/por un conjunto
ue circullstancias que en parle y ligeramente indicába-
mos, al proclamar la Rcstauracion la monarquía tradi·
cional y la legitimidad dinástica habia de signiticar, y ha
significado, un principio del todo antitético á la revolu-
cion. Con efecto, si el dogma mas general que ésta for-
muló ftJ(~ el de la soberanía nacional, para lo cual di!', el
grito de «abajo los Barbones)) restauratlo en el trono de
S.Fernando el sucesor legítimo de la casa de Borban en
virtud de su derecho propio y trascendente, y por lo mis-


(1) D(TeI'fIO lYatul'al, r •. ' e(]icioll, I.l'aduccion dí' D. ~lallllrl ~brí;¡
Flamant.


/


{2J 4,-J'p;:'¿-x ¡i;-/.H.-- ~'::"lLt1t-! .... t'-"'J,Jl~);-l,,-~1 ,~f .~.' ;" r/L ~/~ cJ-r~ __ .
( ¡ L- I J' ';"., /r.... ~¿ "L "..., r; )-7 <4~ L/ # e,... ../ /-' t ~,1 e h/: ,,/l~ /.f /' ):




mo imli~culilJle, claro r:-lú que cutre la re, olucioll y la
Hesl<lllracioll media la di~lall{'i(l que hay ('litre una silua-
cion creada po\' la fucrz<l y otra I'e~tahll't:ida rn 1I0IllLr(~
del Derecho; la disLan ia que existe entre lo legítimo y
lo ilegítimo, por ma~ que o[¡\¡ cosa I icnscll- sill duda con
el \'ano intento de cohonestar su falla de cOIl,icciollC'S tÍ
"!l cOll(]¡.rla inconsecuente y (\esleal--Io:; Itolllhl'es 1'('\'0-
lucion<lrios tle álllplia conciencia que se han ingerido in-
mediatamente en la golJl'ruacion del Estado desplles de
la Ht'stauracion, contra lo qlle c\igian las circunstancias
y demanc!¡¡ha la opinioIl púhlic,l. En lal ,irlm], elllp(,lJarSe
los primeros gobicl'Ilos de la Hl'~tlluracion, l'1l('argados
¡Jor ti i \ ersos moti \'os d e resta hlecer el recto (' ri!erio del
espíritu público, bOlldamellte perturbado eu esta materia
por la rápida sucesion tll' lo~ acollteci:llielltos y por las
ideas dominantes, empclIarse decimos-no obstante las
declaraciones que hall hecho en las Cortes en el sentido
l\xp¡,esado- en Illanteller ,iya la ('()lIfllSion llue en esla
parte del derecho político e\istla duranle' la revolucioll,
dando pábulo á hUlI1illanll's abdicaciones C'OIl el illcellli-
YO de los ('argos púhlicos, pro\ocando disidencias en el
seno de las ,lgrupacioncs políticas Ó lll,lIMniendo alejados
del poder ú los hombres que la lógica de los aconteci-
mientos y hasta la moral pública seflalablll1 para el go-
hierno de la l\',wiOll) ha dado pOI' resultado, despues de
IInil serie de ar\ilicios;;s mistificaciones é illfecundas tran-
sacciones, un rf'IJaja!lliento gellf'ral ell los caract¿'res per-


. Ilicioso Ú la lloral y peligroso para la seguridad de las
mi-:imas illstilnciolll's. [101' este terreno, confuudidas las
ItOeiOfleii llIas cardillale~ (!P la Illoral y del dl'n't!to pil-




99
b:i"os, se han hecho en el seriO del Parlamento las mas ex-
trañas declaraciones. Representantes de la Nacion ha
habido que en el santuario de las leyes, llamándose con-
servadores, se han permitido hacer alardes de reyolu-
cionarios; es decir. flue, en doctrina constituyente, se han
declarado partidarios de un hecho inmoral, Ó desgracia-
do, cuando ménos, conforme el sentir de los hombres
mas importantes del racionalismo) y en el ónlen con s -
tituillo de la Nacion ha significado ahogar por un estado
de cosas cup esencia es hostil á la existencia de las
mas altas instituciones; y lambien ha hahido consejp,ro
de la Corona que en el mismo recinto ha manifestado
ocupar el banco del ministerio, no apesar de sus antece-
dentes revolucionarios sino en virtud de ellos~ ¡Y esto
ha sucedido en aquella ~aeion noble y caballeresca en que
se consideraba como el mejor timbre de hidalguía y de
bonor la lealtad á los Reyes y la fé guardada á los ju-
ramentos!


Empero, el respeto á los usos y á las costumbres
no implica el estacionamiento de los pueblos, como creen
algunos; podria ser un obstáculo si las creencias en un
rápido y libre perfeccion;¡miento no fueran utopias; mas,
en lag impurezas de la realidad al dar solidez á los cam-
bios ó refolmas que lentamenle se operen, constituye una
condicion del verdadero progreso. Ademas, las costum-
bres por sí mismas se modifican segun lo reclaman el
movimiento de las ideas morales y religiosas y las ne-
cesidades de los tiempos. Cuando el espíritu que engen-
dró un dia determinados hábitos ha mudado con la época,
las costumbrf's que lo expresaban se alrjan de la ,ida,


u




toO
pierden su sentido y se tnnsforman tÍ proporcion que prin·
cipios mas justos penetran en los sentimientos. Tal es lo
acontecido en las bárbaras costumbres de la antigüedad
pagana y en las ásperas de la edad media, suavenICnte
modificadas por el admirable influjo de la moral crislia-
na Bajo sus auspicios el derecho privado y público han
sufrido una radical variacion, arrancando de las asambleas
cristianas el orígen del mismo sistema representativo.


El Cristianismo, ya lo hemos dicho. abre un pOl'\'i~­
nir de libertad y perfeccionamiento ante la3 limitaciones
que ofrece la Historia y la l\aturaleza. al que las sorieda·
des aspiran mediante el poder virtual de nuestro ser yel
auxilio de Dios. La realidad histórica y el ideal cristiano
son lus dos polos en cuyo derreuor se mueve el mundo
moderno. El conocimiento de estos dos términos en que
descansa la "ida de las sociedades, visto tÍ la luz de los
principios filosóficos que hemos consignado. nos allxilía
en la determinacion del origen de la sociedad y del po-
der público, romo asi tambien en la inteligencia yen las
fórmulas que han de darse al principio de unidad, de ór-
den y de organiza~ion de los Estados. Son insuneit'nte~
las soluciones que fuera de la Filosofía cristiana se dan á
los problemas de la Ciencia política. La abstraccion de las
escuelas llamadas filosóficas. como el positivismo de las
teorías del contrato no responden á lo que exige la rea-
litlad de la vida, ni concuerdan eon los hechos históricos.
Asimismo. los principios de la escuela de Savigny y de
Hugo, :11 adaptarse á moldes demasiado reducidos, no
satisfacen el espírilu progresivo de los pueblos. El doc-
trinarismo, á su vez, deja sin resolver en la esfera espe-




101
fulati\a los problemas capitales tÍ causa de su carencia
de unidad y fundamento. y en la práctica se desacredita
de dia en dia por la inmoralidad de sus procedimientos. En
fin) la doctrina exlricla del tradieionalismo. no corres-
pondiendo á la universalidad del Derecho. se hace harto
exclusira, y su rígido dogmatismo puede comprometer la
causa de principios elevados de la civilizacion. Nada di-
l'I'mos de aquellos publicistas que hacen de la Ciencia po-
lítica un capíluto de la Fisiologia humana, ni tampoco de
los quc pretenden fundarla en los antecedentes y cir-
cunstancias particulares de una nacion. La Ciencia polí-
tica no puede considerarse solo como la Ciencia del Es-
tado; tiene una acepcion mas lata. Ella es una aplicacion
de la Filosofía de la Historia á la vida de los pueblos ó
á la marcha de la ci\ilizarion. Tiene un carácter univer-
~al v está relacionada con todas las ciencias.


XL


Al crear Dios los seres racionales rué su voluntad
t¡ue para el cumplimieuto de su destino secundasen en
el mundo social. mediante la libertad. la armonía de la
obra divina. Bajo la providencia y la potestad de Dios,
los seres racionales, ayudados de la gracia, extenderian
el órdcn y la armonía del Universo, quc constituyen el
derecho divino. á la ef'onomÍa y al gobierno de las so-
':¡edades. El poJer. cn esa asociacion de bombres justos
y rcligiosos, se hallaria como difundido en todos los




102
miembros, porque todos en un comun sentir eran coope-
radores de la autoridad de Dios. La libertad, el órden y
la armonía constituirian los admirables raractéres de esa
teocracia, que así podríamos llamar; y la belleza, la gran-
deza y la fuerza serian. en fin, los signos de esa sociabili-
ddd esplendente y superiur. Mas, sulnerliuo en nuestra
humanidad el ónlen divino de la creacion por el p('cado,
rota esa superior unidad ue selltimientos y aspiraciones,
Dios, en su providencia inefable, mantiene en el acci-
dentado y enigll1:ltico curso de los hechos históricos, sin
menoscab r) de la libertad del hombre. leyes que conser-
van las sociedades y evitan Sil destl'uccioll; leyes que el
hombre religioso y pensador descubre al traves del "elo de
las contingencias y de los cataclismos de las sociedades
como un hilo misterioso de la Filosofía de la Historia.
Asi es que desde los tiempos mas remotos ha::ita la
época contcmporúnea) por esa secreta economía, ~e le-
\'anta del fondo de las catástrofes y vicisituues de los Ime-
hlos un poder de conservacion frente al dcsquiciamien-
lo y á la destruccion social, que mas ó menos tarde
vcuce, haciéndose instrumento ele los designios pro"i-
denciaies.


Es asi proveniente del órdcn ulli\crsal divino la so-
riabilillad que) impresa en nuestra naturaleza, se revela
ya por el instinto, ya por la reflcxion ó ya por la razon,
segun los grallos de cultllra y libertad. No ha de conside-
rarse la sociedad como un fenómeno que aparece fatal y
lIecesariamente en la humanidad primitiva; ni originada
por la fuerza de la~ circunstancias; por el desarrollo de
la libertad: por un contrato que di\'ersas causas pueuall




103
motivar; ni, en fin, suponerla como UIla evolucion <le la
jdea ó de lo absoluto. Su causa primera es Dios, al mi!'-
mo tiempo que, en las mudanzas de la Historia, las modi-
ficaciones ó transformaciones porque p:\sa en sus distin-
tos cÍrculo3 la familia) la tribu, la asociacíon civil, la
confederacion de pueblos, se verifican mediante callsa.~
próximas que nacell tle los tiempos y de las rircnn"tan-
cias. La Iransicion del estado doméstico ó patriarcal al
estado ('i,il, v. g, ha tenido lugar en la Europa allligua
y moderna por el encuentro de razas y pueblos divC'rsos:
al paso que la falta de eslos hechos en las regionc.~ ale-
jadas d~ la corriente central histórica, mantiene á 1,1:' so-
ciedades en aquel sencillo estado político.


Lo que constituye la esencia y la rida de la sociedad
es la autoridad; (;sta crea y consen'a aquella, y emana dr!
Creador, que es la autoridad suprema á quiell ha de ~u­
bordinarse y asociarse en su accion toda autoriJad e(l!i~­
tiluida, Ahura bien, si en la vida (le los prim!)ros hO:llbn'~
puede concebirse la autoridad con una ex.istencia supe-
rior en armonía eOIl los dones que Dios les comunicara,
ell pi ('stado posterior drl linaje humano, deshecha en las
sociedades civiles la unidad moral de la autoridad, se ha-
ce necrsaria la manifestarion iI organizacíon de (",~!a f'n
un poder sensible mas ó menos unitario. qne, como un;l
instilllcioll tutelar, gobierne pro\idencialmente á la so-
tiedad, imponiéndose á la multitud en razon dc la liccD-
eia y disipacion de las costumbres, Mas, en tanto la cul-
tura cristiana se propala y la opinion pública ha ad-
(jllirido en los puehlos civilizados una mayor inOuencia,
desconocida en la antigüedad. el principio de autorida:l




104
tiende á difundirse vistiendo formas y manifestacio-
nes distintas, hasta presentirsc, aunque ú la sombra de
teorías errónea~J el restahlecimiento de una unidad supe-
rior en su mallrra de ser, dentro de estas 6 aquellas limita-
ciones.


Los absurdos donlinan(es en la Filosofia han produ-
cido en la atmósfera moral de nuestra época un descon-
cierto harto funeslo para la aplicacíon y desarrollo Imíc-
tico de los principios sociales y políticos Hn];Jlleramenle
progresivos, con especi .. didad en los que ~e reOeren al
origen del poder público; desconcicrtü quc al cabo, e[}-
medio de los desastres y males causados por las revolu-
ciones, ha interpuesto una barrera de enemistad entre las
tradiciones del pasado y las aspiraciones del presente y
del porvenir.


Se quiere abrir un abismo entre la razon y la fé, en-
tre el yo y el no yo, entre la sociedad y Dios, entre la
justicia humana y la justicia divina; 6 ya enfrente de es-
tas doctrinas sostener la confusion de lo finito con lo in-
finito, de la conciencia hllllwna con la conciencia divina,
de la humanidad con Dios.


Si en unos paises los e:::piritus revoltosos se han apo
df'l'<ido de los falsos principios de ROllsseau y de Kant
para sistematizar. sí asi puede decirse, el odio de la re-
,·olucion al derecho divino y legitimar esos aclos de fuer-
za que han dado en tierra con los tronos invocando la
soberanía del número ó la omnipolf'ncia parlamentaria;
en otras circunstancias y 11Igllres los ¡JHarÍos del pan-
leismo germánico, horriblemente modificados en un sen-
tido materialista por la izquierda hegeliana, han cllgcn-




t1ra~o esa religiün en qne la hnnwnidatl se aliara á sí
misma y ese caos social cuyas fórmulas nirela~o['as han
~ido acepta~as por la Internaciona J.


y bien se considere la soheranía nacional como cma-
Ila~a ~el número; hipll se la juzgue proveniente de la
naturaleza racional del hombre v de 10.3 derechos indivi-


" duales; bien como una manifestacion de la soberanía di-
vina individualizada por medio del espíritu del Mundo
f'n los espíritus nacionales; ora, en fin, sp la mire como
fundada en lIna relacioo inmanente de la humanidad coo
el [niYerso ó en Iloa renlacion continua de Dios con el
homhre, estas distintas direcciones de la especulacian
vienen á coincidir, dentro de la Filosofía, en el estable-
cimiento de una falsa relacion entre lo subjetivo y la ob-
jetivo. yen sus ded!!cciones políticas, en señalar pro-
funda separacion entre la tradirion y el progreso, ha-
ciendo ineficaces cuantas reformas se traten de re'llizar y
subvirtiendo, al fin, con la anarquía qne producen, et ór-
den de la sociedad.


Solo la Filosofía cristiana resllche, en nuestro con-
cepto, el trascC'ndellta) problema de quc nos vamos OCll-
pando


Las escuelas filosóficas, de que hemos hecho mérito,
mirando la naturaleza humana bajo as¡v'ctos exclusi\os 6
erróneos, han formulado sistemas sociales y políticos falsos
() incompletos, quc PB sus consecuencias desfiguran mas ó
menos el sentido de la Filosofía de la IIistoria. Hasta la
escuela tradicionalista, que ha tratado de apoyarse en
las vel'llades reyeladas, considerando solo al hombre en su
degradacion ha prescindido en mucho del estado de nues-




106
Ira liaturaleza anles del pecado, como igualmente de la
\ ¡,h :"uperior que podemos alcanzar medianle la gracia.


L1spirúndonos en la universali'lao que encierran las
profundas \'{'rdarles de la Filosofia cristiana dijimos en
<)[1'0 lugar que el principio del Derecho es eterno y divi-
110. que reside en Dios y que::e re!leja en su palabra y rn
:.;us obras, penetrando hasta el fondo de la conciencia hu-
llIalla donde se deja ver y sentir por nuestra exal-
la{'ion; que es objetivo el fundamento del f)e~echo, pero
qlJe se hace subjetivo por nosotros mismos. De esta tésis,
que es rOlllo la elilVt' tic las idea.; qlle en esta obra hemos
.'milillo referenle:-: al Derecho, se deduce - contrayéndollos
JI problema que debatimos - que existiendo el principio de
la autoridad l'n Dios. centro de donde irradia touo bien,
tnda belleza, toda H'rdad y toda justicia, el hombre, en su
naturaleza y virtualidad, puede hacerse participante en dis-
tintos grados de la autoridad divina en la historia de las so-
ciedadeE, no ya solo por la ordinaria aecion de la Providen-
cia y el mo\ imiento de la sociedad, sino tambien, mediante
el progreso del Cristianismo, alranzllr aquella participacion
por su exallaeioll y tlnion con Dios; haciendo entonces va-
le!' en la "ida y organizacion sOLÍallas ideas de órden y de
armonía que haya concebido en su elencion personal.


y si toda autoridad \ iene de Dios, si se halla su gér-
men en nuestra Ilaturaleza, y ésta. gracias al poder del
Cristianismo, se pone rn condiciones para ,ivir en la in-
timidad de las ideas y de los ~elltil1lienlos tli,inos, el
problellla sobre el orígen del poder püblico tiene un ca-
deler complejo, tr2scelldenle é inmanente. Por conse-
cuencia, en la amplitud de sus térllli:los no ha de mirarse




10i
su solucion y efectividad en la vida bajo un aspecto ab-
soluto, en un sentido ó en otro. ni dentro de estos ó
aquellos accidentes históricos. En tal concepto este pro-
blema no puede tener una solucion que, como un prin-
cipio fijo. constituya un dogma de la Filosofía del De-
recho, es extlÍclamente político su resultado, dependien-
do su manifestacion y realizacion al tra ves de la Historia
de un conjunto de circunstancias.


Dejando aparte las teorías revolucionarias que supo-
nen á la autoridad emanada de la sociedad y del hom-
hre, aislados completamente de Dios, sin participacion
alguna de su suprema potestad. teorías que no tienen
para nosotros ningun sentido dentro de la civiliza-
cíon en su significacion propia y verdadera, entende-
mos que el modo de ser de la autoridad en las socieda-
des es modificable desde la forma absoluta del poder
personificado en el jefe de una familia ó vinculado en
una dinastía, que las necesidades de un Estado hayan
instituido, hasta la existencia, que podemos concebir,
de un cuerpo social en que la religiosidad y las virtudes
civiles predominantes en las muchedumbres hagan legí-
tima no ya solo la dívision de los poderes públicos sino
una cooperac!on y participacion de lodos lados en la go·
hernacion de la rosa pública. No ha de mÍl'arse, por
tanto. como única forma legítima de comuoicarse el po-
der á la sociedad la que profesao distintos teólogos de
recibirlo inmediatamente de Dios, con exclusion de
aquella, las personas designadas por la misma para gober-
nar; ni la sostenida por otros de que á la designacion
.hecha por la sociedad va unido el poder que ésta ha


i5




101'
recibido Ú su HZ de Dios. Ambas fórmulas léjos de ser
inconciliahles se relacionan entre sí, no interpretada la
primera en el sentido que hall (Jnerido darle algunos es:-
critores protestantes para menoscabar la autoridad de
b Iglesia Católica. Así se inclinan :l r,reerlo, colocarlos
en altos aunque distintos puntos de vista, dos notahles
filósofos, el insigne Balmes y el ilustre P. Fray Zefcrino
Gonzalez. Ni tampoco se hlln (le considerar corno OpllE'S-
tJS {¡ aquellas las doctrinas del régimen represenlalivo
que las nwnifestaciones de la conciencia plÍblica ~'Ias ne-
cesidades de los tiempos puedan hacer legitimas en los
pueblos eivilizallos de la Cristiandad.-Porque si en las
remotas épocas de la humanidad un sentimiento mas
marcado de dependencia, nacido, entre otras causas, del
estado infante 00 las sociedades ó de la dista[]cia á que
se hallaban de la realizaeion de su deslino, ha manteni-
do ú los homhres hajo la inmediala suborclinacio/l de un
poder absoluto, en el movimiento político del mundo erk
tiano la concepcion de principios filosóficos mas COlll-
prensivos ha informado en la esfera pública oel Derecho
instituciones nuevas, encaminadas ú dar {¡ la idea jurídi-
ca una organizacion qne responda al estado moral de las
conciencias y á las necesidades imperantes. Y si el poder
social en aquellas primeras edades hizo casi por sí mis-
mo su historia mediante un auxilio divino trascendente,
sin intervencion alguna del súbdito, y conservaba su ca-
rúcter absoluto aun pasando á otras personalidades que
la del patriarca. desde que se difundieron en la humani--
dad los sentimientos de amor y de caridad, y fué pre-
dicado el dogma fundamental sobre la naturaleza divina




lO!)
y humana que profcsamos en Jesucristo, un manantial
inagotable de relaciones medias dc derecho y de libertad
pcnetraron en la cOllslitucion y en el modo de scr de la
autoridad. Así se han fundado hajo estos auspicios en
el Illundo modcrno superiores organizaciones políticas que
dirigidas por grandes pcrsoTl,didades (Isahel 1 de Espaiía,
Enrique IV de Francia) han afirmado el derecho y la paz
cntre inmenso número de súbditos, abrazalHlo) con legis-
lacíon eOInIlIl, hajo un organismo de poder y sentido pú-
hlico) familias, ciudades y Estados, separados antes por
el absolutismo dOlllé~tico y ciudadano, dejando horradas
las antipatías de vecindad y el espíritu hélico en aque-
llos círculos latcnles. Así ban echado raices hajo aque-
lla sOlllhra esas relaciones limitativas de poder, que si
en UIJOS paises (Inglaterra-el Bey y el Parlamento) fue-
rOIJ mas hien propcJrcionadas y sostenidas que en otros
(Espaiía, Franria)- porque en los límites dc la realidad
las cOllsecuencias de cslas evoluciones oc la vida políti-
ca piden siglos y cirrullslallci;ls dadas para hacerse sen-
sihles-al caho, á restaurar ú ú afianzar eS(I llnid"lll Illas
comprensiva y elevada de la <lllloridad, se aspira y se lI'a-
haja por los homhres lllas Ilo!a!,le..., de los Estados euro-
peos. particularmente en aquellos donde la rcvolucion
ha roto el pacto de los Reyes con los pueblos arroján-
dolos ignominiosamente de sus tronos legítimos. Así, en
fin; se ha llegado á dar por los Príncipes carlas ó cons-
tituciones que conceuen una participacion mas lata á los
representantes del puehlo en los negocios é intereses pú-
hlicos, haciéndose separaríon de los poderes del Estado,
nomhrúndose para el gohierno ministros responsables,




110
preceptuándose la igualdad de todos ante la Ley y otor-
gándose otros derechos de no menor importancia.


Pero el espíritu innovador de la edad moderna, en alas
de nn entusiasmo descompasado por las libertades polí-
ticas. ha ido demasiado léjos en el camino de las refor-
mas. Hánse fundado diversas repúblicas en el NlI~vo
.Mundo prevaliéndose los hombres que las han iniciado
de algunas particulares circunstancias sociales de aque-
llos pueblos nacientes, sin tener en consideracion las ba-
ses morales en que deben descansar semejantes cambios.
Una sorda y latente agitacion ha sido consiguiente á es-
Le anómalo desarrollo histórico, particularmente en las
repúblicas de orígen latino, que si se acalla por algun
tiempo reaparece luego. provocando guerras intestinas
ó continuas crísis que solo podrá conjurar la virtud del
espíritu religioso y moral que algunas (como la del
Ecuadol' y los Estados- Unidos) han impregnado en sus
constituciones.


Mas, no se entienda que, en verdaderas condiciones
morales é histórieas. la forma republicana-si es que su
sin se dirige á ampliar el principio de representacion na·
ciona!, á dai' mayores garantías al derecho de los indivi-
duos y á interesal' Ó á hacer compartícipes á todas las
clases sociales en el gobierno de un país-deja de res-
ponder á un pensamiento y fin polílicos muy elevados.
La Ciencia del Estado, que no ve en las formas de gobier-
no sino cualidades accesorias en la manera de ser
de la autoridad, no excluye ninguna siempre que su
existencia, siendo legal. sostenga el órden y promueva
la perfeccion social. Subordinado el poder público de un,




1ft
Estado, sea monarquía ó república, a la autoridad supre-
ma del Creador, será en ambos casos legítimo y de ue-
recho divino; en uno y otro caso, asociauo á la potestad
de Dios, conservará la soeiedau, traerá la paz y el pro-
greso de los pueblos y será acatado y respetado por lo-
dos ó la inmensa mayoría de los ciudauanos. ¿Quién no
ve que si los ardientes partidarios de la república en Eu-
ropa. v. g.) en un Estado católico en que supusiésemos
fuese legítima esta forma de gobierno, inspirándose en
los principios de la civilizacion cristiana, proclamasen.
junto á la amplitud ue la representacion pública y de las
garantías individuales, el respeto y la proteccion á la Re-
ligion y á sus ministros, al principio de autoridad en to-
dos los círculos y elementos sociales, al derecho y tradi-
ciones naeionales, ti la familia, á la propiedad individual,
al capital, y, en suma, á todos los intereses de las clases
conservadoras, quién no ve, decirnos, que en el ónJen
teórico y constituyente. siquiera. adquiriria la idea repu-
blicana prestigio y consideracion entre los elementos
históricos y permanentes de la sociedad? Pero cuando se
observa, pOI' el contrario, que sus prosélitos, invocando el
racionalismo, atacan ó menosprecian los principios y las
instituciones sociales que el Catolicismo informara; cuando
se observa que la causa ue la república, envuelta en las
turbias corrientes de la revolucion, va á confundirse con
las tendencias y con los hombres incrédulos de la demago-
gia y del socialismo positivista contemporáneo; cuando se
observa,en fin, que á los horribles principios de la Interna-
cional, cuyas espantosas consecuencias en el terreno de
Jos hechos hemos visto durante la efímera dominacion de la




112
CommUl1e de Pal'í~, se ulle el nomhre dI' repúblit;a, de
toda evidencia es cIue la causa republicana, así conce bi-
da, está en pugna con los grandes intereses de la ciyili-
zacion y del progreso; siendo, por tanto, de necesidád
histórica la insistente oposicion que contra ella existe y
aumenta cada dia en las fllerzas llIas yj\'a~ l- ¡!llluyentes
de la sociedad.


Pero no es esto todo. El eclecticislllo y la indiferen-
cia religiosa del siglo, Jcjando ú la revolucioll abrir bn'-
ehas en los cimientos de otros organismos poIJlico:-i, IllO-
dificado:; ü reformados bajo los auspicios de la legitimi-
dad, han causado CII la sociedad males por extremo :-iensi-
hle:;. Formando los homhres del doctrinarislllo una con-
fusa mezcla de verdades adulteradas y de errore:;) sin
sentar en el cuerpo tie sus doctrinas un principio supe-
rior cielltífico, ni una relacion fundamental con Dios, COIl
el hien y con el destino del homhre, y allerando ó mo-
dificando' además, sus vagos principios religiosos, filostÍ-
ficos y políticos, segun lo indique el curso de los acon-
tecimientos, las circunstancias que se sucedan, tí otras
causas accidentales, han traido estas Icorías por consc-
fucncias en el órden político, y~ concretúndonos á la
cuestioll sobre el origen del poder social) que los secua-
ces tle esta escuela en vista de las revoluciones é in-
slII'recciones contra la autoridad legítima, tan repelidas
desgraciadamente en Iluestra época, se coloquen unas
veces hácia el lado de la insurreccion y de la soberanía
revolucionaria, dando carla de naturaleza á algunas prác-
ticas ó fórmulas tradicionales; ó hien hácia el de la legi-
timidad, transalldo con doctrinas ó procedimientos dcma-




1 t 3
gúgicos, sill lener otro norte ni principio que el rcspe-
lo ú los hechos consumados, aunque representen las ma-
yores ilegalidades (; injusticias, y la humillante adoracioll
ú las ideas ¡¡ut' triunfan, bicn se simbolicen en un go-
bierno democr;'ltico, en una dictadura, Ó en una monar-
quía constitucional por la gracia de Dios.


\)e tan tlesconeertadas doctrinas ha nacido el hastar-
(\('amienlo mas lastimoso del régimen representativo y
ulla corru PCiOIl soeial desmed ida. Entend iéndose que la
hase de aqllel no descallsa en el desenvolvimiento de
las ideas eristianas, sino (IlIe sus ffJrlllulas han siLlo im-
puestas por la revollleion ú los organismos políticos del
afltiguo J'(;gimen, han forllliHlo de lus distintos elementos
y ruedas del Estado tln complicado mecanismo que, ais-
lado de las grandes ideas religiosas y éticas del Mden
social, Ó I'n pugna con ell,15, solo es movido por r('sorles
artificiosos. por UII sistema de pesos y contrapesos in-
compatihles con todos los sentimientos morales que de-
hen vj"ific;¡r las instituciones políticas. Por esta senda,
unos van á la scparaeion completa de la Iglesia y el
Estado, á los excesos del ateismo oficial; olros á las trans-
gresiones de los derechos de la Iglesia por las extralimi-
taciones del poder secular. En este desconcierto, subor-
dinado lo principal á lo accesorio, y estribado el edifi-
cio del Estado en un formalismo político, créese, con su-
ma carencia de razon, que todos los males sociales des-
aparecerán con cambios de constilllcion sin compremler
qne es imposible todo perfeccionamiento político si no es-
1;, preeedido de un sólido progreso moral. Las pasiones
slIceden entonces á las virtudes civiles; el favoritismo




114
triunfa de la .iu~licia, siendo postergados los patricios
dignos por medianías atrevidas que rápidamente se en-
cumhran en elevados puestos en premio de servicios ile-
gítimos; á las grandes agl'llpariones politicas que unidas
por los intereses generales de la patria, por el honor na-
cional y por el derecho, representen las tradiciones y los
intereses históricos, ó las sensatas reformas que los ade-
lantos de la civilizacion indiquen, sustituyen partidos que
se fraccionan fácilmente por cuestiones de Índole perso-
nal. y que, atentos ú sus particulares miras, sacrifican en
aras de su egoismo la .iusticia, el órden social y hasta el
honor del país; á las justas y rcspetuosas relaciones que de-
ben existir entre los poderes del Estado se suceden anla-
gonisnlOs y rivalidades daflOsas al principio de la autoridad
y al órden público, ó una funesta adulteracion de aque-
llas por la ingerellcia del gobierno en las urnas electora-
les y en los tribunales de justicia que, al fin, hace iluso-
ria la separacion de los poderes, degcllcrando el régimcn
constitucional en el despotismo Jcl Parlamento sobre el
pais, Je la mayol'Ía sobre el Parlamento, Ó en el del par-
tido vencedol' sobre la nacion, que dlwiio del poder ha
colocado á sus parciales en todos 10:'\ destinos públicos,
aun los mas extraños á la política, con grave daño de la
administracion y de todo género de intereses. para mo-
nopolizar el mando y tenel' á su dis posicion todos los re-
sortes oficiales.


Esta grave crísis que atraviesa el régimen represcn-
tativo, reconocida por los hombres sensatos de todos los
partidos. solo podrá ser dominada, en nuestro concepLo.
por la accíon enérgica de gobcrnantcs rectos que, firmcs




115
en sus creencias religiosas y políticas, aboguen por el
perfeccionamiento moral del hombre y de la sociedad;
por el respeto ú la autoridad y á las tradiciones del
país; por la consideracion profunda á las instituciones; por
el cumplimiento de las leyes; por el desarrollo de la ins-
truccion pública; por el progreso de las ciencias y de
las artes; por llevar á cabo reformas económicas que
redunden en beneficio ue la riqueza y del crédito públi-
cos; por cortar, en fin. los abusos y las repugnantes fic-
ciones que han hecho de la política y de la gobernacion
de los pueblos un comercio y agiotaje vergonzosos. Creer
que se pueden corregir tamaños abusos solo por el in-
flujo de la ilu.4racion. como suponen algunos estadistas
para quienes el desal'l'ollo de la instruccion publica es
la panacea universal de todos los males sociales, es un
error. Tampoco están en lo cierto los que con el mismo
fin defienden el establecimiento de instituciones político-
morales, que, á semejanza del Censorado romano ó del
Areópago griego, ejerciesen inspeccion sobre los funcio-
narios públicos, fiscalizando sus actos reprensibles. La
naturaleza y existencia de estas instituciones no es-
tán en armonía con el espíritu orgánico de la cultura
cristiana. Ni nada fecundo y progresivo dejarán en las
leyes y en la administracion el talento y la erudicion de
los hombres del poder si son incrédulos é inmorales.
« Reunid trayéndolos de todos los ámbitos del imperio,
decía un elocuente orador sagrado desde la cátedra de
Nuestra Señora de París, á todas las celebridades filo-
sóficas, literarias, políticas. económicas, legislativas y
administrativas; y aunque esos legisladores tengan en su


16




116
mente todo lo que el talen lo de los hombres mas grandes
y la sabiduría de los siglos mas ilustres han inven-
tado para el progreso de la civilizaeion; si son ambicio-
sos, avaros, orgullosos, celosos, sensllClles, y, en fin, vi-
ciosos, no espereis nada de ellos para la verdadera per-
feccion de las instituciones soeiales. Esas eminencias de
la civilizacion, esos maestros de la legislacion, os lwr,in
leyes bárbaras y constituciones salvajes; y esas leyes y
constituciones, que se denominarán, como siempre, pro-
gresivas, marcarán con resplandores siniestros los gra-
dos descendentes que va recorriendo la decadencia de
un pueblo en medio del lujo de una civilizacion en-
gañosa.» (1)


XlI.


Estos lamentables errores de la época han trastorna-
do las ideas mas cardinales concernientes á las bases de
la organizacion y de la unidad social.


Si la vida humana liene su fuente y tendrá su pleni-
tud última en el Ser Supremo; si el hombre aspira en
todas las rclaciones de su existencia á acercarse á Dios
en el laborioso y recto ejercicio de todas sus fuerzas y
facultades; si á este fin superior del destino ha de dirigir
todos sus pasos en el camino de la vida, no tomándose ásÍ
mismo ni á ningun interés histórico ó político como fin si-
no como medio y condicion para la consecucion de aquel,
claro es que, considerado en reunion con otros hombres.


(1) R. P. Félix, El Progl'eso pOI' medio.del Cristianismo, traduccion de
D. OJ. M. Antequera.




117
constiluiuo en socieuau, ésta debc imprimir aquella alta
aspiracion en su espíritu, en su organizacion y en sus
tenuencias, si las piedras angulares de su constitucion
han de descansar en el perfeccionamiento humano. Tal
es la idea primordial que ha cngendrado, aun en la
aUllllcracion porque pasó en la antigüedad, el progreso
de las socieclaues, disponiendo los indi"idllos y los pue-
blos para el mejor conocimiento y práctica de SllS supe-
riores relaciones en el mundo; lal es el principio lumi-
noso que en la vida social disipa las sombras que el ateis-
mo y la impiedad interponen entre elltombre y la Divi-
llidad, y tal la verdad trascendental, en fin, que hacien-
do comprender á la socicdau el sentido condicional de
:-;u existencia terrestre pone an te sus ojos la escala mÍs-
tica del progreso humano.


y es que, así como en el órden físico los cuerpos
gravitan hácia el centro ue su sistema, en la esfera de
lo moral el hombre gra vila hácia Sll causa que es Dios,
autor ue lodo lo existente. Este funuamento espiritualista
del destino ha hecho de la Religion el primer cimiento
de la civilizacion, constituyénuola en el elemento que da
unidad y concierto á la organizacion y al desarrollo de
la sociedad. Él explica como las costumhres y la cultura
de cada pueblo están informadas en el ideal ultra - terre-
no de cada religion; él da la razon del porqué todas las
trasformaciones sociales que han tenido lugar en la
Historia se han derivado de alteraciones ocurridas en el
órden religioso.


Dedúcese de lo expuesto que el Derecho no ha de te-
ner un desenvol vimiento aislado y formal respecto de




118
aquel aIto principio, sino que debe efectuarse y desarro-
llarse bajo relaciones religiosas y éticas que en la prác-
lica se revelen, ya en el espíritu de las instituciones y de
las leyes, ya en la concordia y armonía de! poder tem~
poral con el espiritual. Y si el Derecho ha de descansar
en la 110ral y en la Religion y es el Estado su órgano so-
cial, es obvio que, dirigiendo éste su accion á prestar al
hombre todos los medios exteriores favorables á su des-
arrollo y perfeccion, ha de tomar en cuenta á este fin
las creencias religiosas verdaderas como la primera con-
dicion de la vida y de la cultura social. Obtener que las
superiores verdades de la Religion sean conocidas por
todos los miembros de la sociedad y que por ellos sean
practicadas á su vez las máximas de la Moral, es el
ideal acariciado por los partidarios sinceros del progreso.
En este punto coincide el criterio de los hombres serios
del racionalismo con el de los escritores católicos. El
principio de la unidad de creencias en todos los hombres
de la tierra, el principio de una religion católica es el
ideal en el órden religioso, como en el órden político lo
es la unidad de legislacion en partes del gloho mayores
que las hasta hoy constituidas en Estados. Para ningun pu-
blicista pensador será concebido como el mas perfecto
estado religioso aquel en que los hombres profesasen dis-
tintos cultos, en que unos fuesen judíos, otros mahome-
tanos, otros cristianos. Una misma religion para una na-
cion, una religion universal para la humanidad es el
ideal que señala la Filosofía. Así discurren de acuerdo
con sus principios los estadistas que, profllndamente con-
vencidos de estar en poses ion de la verdad religiosa, pi-




119
uen para sus respectivos paises la unidatl de creencias
como la primera condicion uel órden y del bienestar so-
cial y como el vínculo mas po~leroso de una nacionalidad.
Lord Palmerslon decia que se dejaria cortar la mano de-
recha por obtener la unidad religiosa en Inglaterra. Los
Estados- Unidos imprimen en su políLica ueterminado es-
píritu y fórmulas que responden á cierta unidad religiosa
cristiana que de día en dia hacen mas sensible en sus
leyes y en su administracion, no obstante la diversidad
ue religiones que allí se profesan. El Imperio aleman ala-
ca con inusitado rigor á la Iglesia Católica para favore-
cer la supremacía del Protestantismo y dar en la nacion
un paso Mcia la unidad. El racionalismo y la demagogia
combaten sin tregua al Catolicismo, apesar de pedir la
libertad de cultos, porque allí están condenados todos sus
errores y porque en las ideas sociales que á él son inhe-
rentes encuentran el baluarte mas poderoso uel princi-
pio de alltoriuad y del Mden que sistemáticamente vul-
neran.


En el fondo de esta hostilidad de los gobiernos pro-
testan tes y del racionalismo hácia el Cristianismo en to-
da su integridad existe una tendencia comun: el triunfo
de las ideas que sllstentan sobre la Iglesia. En llna y
otra tlireccion el ideal de las creencias religiosas está
concebido en la unidad, fórmula que generalizan á todas
las esferas de la civilizacion, á la Moral como á la Re-
ligion, al Derecho eomu á la Ciencia, refiriendo á ella su
políticaó SllS principios. Mas, en tanto los gobiernos
católicos, siguiendo por este camino ó llevados por
otros motivos religiosos y políticos, abogan por la unidad




120
¡} la preponderancia de su religion, el Protestantismo y
la revolucioll, velando entonces sus aspiraciones, invocan
la tolerancia ¡} la libertad de cultos; con lo cual imitan el
procedimiento seguido en la Historia por toda secta na-
ciente, que pide primero la tolerancia para llegar lIlas tar-
de á la absoluta preponderancia; que pide, al encontrar-
se frente de una religion mas fuerte y superior, la igual-
dad legal de todos los cultos para obteller de la confu-
sion, de la anarquía, del indiferentismo que aquella
igualdad engendra, un efímero triunfo.


Ante este movimiento anti-católico - hoy secundado
por la diplomacia merced al triunfo de la protestante
Alemania sobre Fl'ancia-se doblega el doctrinarismo en
el seno de los paises católicos, aun en aquellos en que
circunstancias las mas favorables daban razon á la uni-
dad religiosa, haciendo de la tolerancia ¡} de la liber-
tad de cultos un principio, con grare daño de la mis-
ma rel igion que pretellllen defender. Porque si en lo~
paises donde el libre eX:1men es un principio, ó en aque-
llos donde se reconoce derecho al error, los fundamentos
filosóficos expuestos son harto suficienles para que se di-
rijan el Estado y la sociedad bácia la realizacioll de reformas
progresivas hajo aquella fórmula concebidas, en una na-
cion católica, en una nacion en que se consideren los dog-
mas revelados como la única y plena verdad religiosa, con
exclusion de toda otra religion-porque en ninguna ma-
teria y sobre ninguna cosa cabe pensarse dos vertlades-
hay razones ue índole puramenle religiosa que se aunan
con los fundamentos filosóficos aducidos para rechazar
con doble fuerza los argumentos que se presentan en pro




121
de la libertad ó de la tolerancia. Por lo deuJas, para na·-
die que observe atentamente los principios y las aspira-
ciones del racionalismo se ha de escapa¡' que, consideran-
do éste el estado actual de las religiones. d(la Filosofía
y de la Moral como transitorio, y esperándolo todo de
las inspiraciones de la razon, concede al presente, hajo
esta equivocada hipótesis y dado el cao(en que existen
los espíritus alejados de la fé, esa errónea libertad, en
todas direcciones, hasta el triunfo de sus sectarios. que
en tal ocasion plantearian las fórmulas por el racionalismo
combatidas en los pueblos católicos. Aceptarse, por tanto,
en estos pueblos la libertad ó la tolerancia de cultos sin
que motivos poderosos la impongan como una dolorosa
necesidad, implica, ó ignorar el plan ulterior de la revo-
lucion, ó hacer~e solidario del actual movimiento anti_
católico.


Otras muchas y atendibles razones podriamos aducir
en favor de la tésis que sustentamos. Los brillantes
uiscursos pronunciados en las cámaras españolas con mo-
tivo de la hase 11. a ue la constitucion vigente, por Ora-
dores tan notables como el Sr. Obispo de Salamanca, el
Sr. Moyano, el Sr. Pidal y 1\Ion, el Sr. Álvarez (D. Fernan-
do), el Sr. Pe riel', y por otros no menos distinguidos repre-
sentantes del País nos ofrecerian un arsenal de argumentos
y de dalos en extremo interesantes; mas, dados los límites
tle estas consideraciones, no hemos de extendernos sobre
esta materia. Reproduzcamos, empero, algunos pensamien-
tos de Balmes emitidos en su excelente obra El catolicis-
mo comparado con el Protestantismo, apropósito de los
bienes que produjo en Europa la unidad de las ideas y




122
de los sentimientos cristanos antes de la Reforma: (( En
la interminable serie de gnerras y calamidades que afli-
gieron á la Europa durante la fluctuacion de los ¡me-
blos bárbaros, existia esa unidad de pensanJiento; y,
merced á ella, de la confusion brotó el órden, de las ti-
nieblas surgió la luz. En la dilatalJa lucha del Cristianismo
con el Islamismo, ora en Europa, ora en Arríca. ora en
Asia, esa misma unidad de pensamiento sacó triunfante la
civilizacion cristian;-t, apesar de las rivalidaties de los
príncipes, y de los desórdenes de los puehlos. Mientras
existió esa unidad, la Europa conservaba una fuerza
trasformadora: todo cuanto ella tocaba. tarde ó temprano
se hacia europeo.


El corazon se aflige al considerar el desastroso aconte-
cimiento que vino á romper esa unidad preciosa, torciendo
el cam ino de nuestra ci vilizacion, y amortiguando lasti-
mosamente su fuerza fecundante; congoja da, por no decir
despecho. el reflexionar que cabalmente la aparieion del
Protestantismo coincidió con los momentos críticos en
que la Europa, recogiendo el fmto de largos siglos de
incesante trabajo é inauditos esfuerzos, se presentaba ro-
busta, vigorosa, espléndida. y levantada como un gigante
descLlbria nuevos mundos, tocando con una mano el
Oriente y con la otra el Occidente. Vasco de Gama, do ..
blando el cabo de Buena Esperanza, habia mostrado el
derrotero de las Indias Orientales y abierta la comuni-
cacion con pueblos desconocidos. Cristóbal Colon, con la
flota de Isabel, surcaba los mares de Occidente, descu-
bria un mundo y plantaba en Lierras desconocidas el es-
tandarte de Castilla. Hernan Cortés, á la cabeza de un pu-




123
iíatlo de bravos, penetraba eH el corazon tlel Nuevo
continente, se apoderaba tle su capital, y, empleando ar-
mas nunca vistas por a~lIellos naturales. se les presen-
taba como un dios lanzando rayos. En todos los puntos
de Europa se desplegaba una actividad inmensa; el es-
píritu emprendedor se desrnvolvia en todos los cora-
zones; habia sonado la hora en ~lle se abria ú los pue-
hlos europeos un nuevo horizonte (le pOller y de gloria,
CUYOS límites no alcanzaba la vista. !lagallanes, atrave-
sal;do impávido el estrecho qlle hahia de unir el Occi-
dente con el Oriente, y Sebaslian de Elcano, volviendo
ú las orillas españolas despues de haber dado la vuelta
al mundo, parecian simbolizar de IJna manera sublime,
que la civilizacion europea tomaba posesion del univer-
so. El poder de la Media Luna se presentaba en una ex-
tremidad de Europa, pujante y amenazador como una
sombra siniestra que asoma en el ángulo de un hermoso
cuadro; pero no temais, sus huestes Iwn sido arrojadas
de Granada, el ejército cristiano campa en las costas de
Arrica, el pendon de Castilla tremola sobre los muros de
Orán, y en el corazon tle España está creciendo en la
oscuridad el prodigioso niño, que al dejar los juegos de
la infancia desbaratará los últimos esfuerzos de lus mo-
ros de España con los triunfos de las Alpujarras. y un
momento despues abatirá para siempre el poderío musul-
man en las aguas oe Lepanto.


1::1 desarrollo tle la inteligencia com petia con el auge
oe la pujanza. Erasmo revolvia todas las fuentes de la
cruJicion, asombraba al mundo con sus talentos y su
saher y paseaba de un extremo á otro dc Europa su glo-


17




121
rios3 nombradía. El insigne español Luis Vives rivaliza-
ba con el sahio de Roterdam, y se proponia regenerar
las ciencias dando nu~vo curso al entendimiento. En Ita-
lia fermentaban las escuelas filosóficas, apoderúndose con
avidez de las luces atraidas de Conslanlinop\a; el genio
de Dante y del Petrarca se iba perpetuando en distingui-
dos sucesores; la patria de Taso hacia resonar sus aeen·
tos como trina el ruiseñor ú la venida de la aurora,
mientras la España, embriagada de sus triunfos, ufana
y orgullosa de sus conquistas, cantaba como un solda-
do que reposa sobre un monton de trofeos en el call1po
de la vicloria.»


xm.


Helacionándo:-;e Íntima y totalmente la Hdigion con el
destino del hombre, la unidad religiosa encuentra otro
sllperior fundamento en la unidad de aquel, así como la
Ciencia social halla en esa profunda conexion las razones
que seiialan á la Hcligion su lugar importante en el pro-
blema de la organizacion de la sociedad.


Si los absolutismos de ideas particulares y las tira-
nías de un rin ó elemento social sobre otro fueron una
ley histórica en la antigüedad; si apesar de la nueva
vida que lw inaugurado el Cristianismo se ha "isto que
en cl seno de la Iglesia Cristiana han surgido heregías y
cismas; si se lamenta qll e el hombre, dejándose dominar
por el egoismo ú olvidando la Providencia divina, ha
tTcido que todas las relaciones del Mundo cstún con él
necerradas en su obra diariiJ, colocándose frente ú las




125
adversidades de la vida, en una posicion extrema que
le Ileya muchas yeccs á la uesesperacion; si se ha visto
que en las relaciones recíprocas de los hombres se han
tomado unos Ú olros por instl'llmento de sus fines par-
ticnIares, ó se exterminan en sangrientas y continuas
gucrras; si se ycn, por último, esos antagonismos de la
Ciencia con la Religion y ese conjunto de sistemas filo-
sóficos que se excluyen entre sí llamándose falsos, con-
secuencia son estos males tle que la unidad del destino,
sintetizada en la Religion, no ha penetrado toda la idea
que debe informar la sociedad para su vitalidad y des-
envolvimiento; porque si los organismos físir:os necesi-
tan los rayos del sol de la l\aturaleza para su desarrollo,
el organismo social necesita de las luces superiores de
la "ida moral como otros tantos rayos de,la Divinidad,
sol central del mundo del Espíritu


Cuando hoy se pide la separacíon de la Iglesia y el
Estado. cuando se afirma que hay una moral indepen-
diente de toda religion, cuando se declara la guerra ú
la Reyelacíon en nombre de la Ciencia y se proclaman
otras máximas y principios que van adheridos á la so-
ciedad contemporánea corno herrumbre corrosiva, pre-
ciso es afirmar que la Religion representa lln prin-
cipio sintético de la sociedad, un principio superior é
idealista, que, difundiéndose en todas las esferas de la
cirilizacion sin confundirse con ellas, les imprime eleva-
cion y dignidad, Este elevado y fIlosófico cimiento es !lna
condicion para las fecundas relaciones de todos los ele-
mentos de la cultura humana, para la armonía y con-
cierto qlle deben existir entre ellos y, en suma, para la




126
convergencia de los mismos húcia el fin del destino. No
ha de considerarse la Heligion, bajo este aspecto social
mirada, ~olo en su cnrácler predominante de sentimiento
sino en su relacion con la voluntad y el conocimiento.
La accion de la Hpligion asi entendida no engendrará
nunca en la vida un predominio exclusivo, porque no
representa un fin social en oposicion á otro. Skmlo in-
tegrantes en el cumplimiento del destino y en la perfec-
cion del homhre el adelanto de las demas esferas de la
civilizacioll, la Religion está interesada en la cultura ge-
neral de la sociedad. Un pueLlo que una al perfecciona-
miento religioso la cultura científica realizará mejor su
destino que otro que. aunque culto en el órden religioso,
eshi sumido en la ignorancia. Entonces el hombre com-
prenderá mejor su aspiracion á sentir, á conocer y á
realizar lo divino como lo absoluto en la vida. Entonces
el hombre léJos de enorgullecerse en la prosperidad verá
en ella un favor que le impone nuevos deberes hácia sus
semejantes; en lugar de dejarse abalir por la desgracia
la recibirá con serenidad, encontrando en ella ulJa oca-
sion mas para desenvoher su fuerza moral. La adversi-
dad es muchas veces la causa de nuestro triunfo y la
prosperidad la de Iluestra perdicion. La Ciencia no per-
sistirá en Sil pugna con la Religion y se ayudarán mutua-
mente en el cumplimiento del humano destino; y des-
aparecerá el fanatismo hijo de la ignorancia y la irreligio-
sidad que engendra el escepticismo. Las leyes del Estado
estarán en consonancia con la 1\Ioral y la Heligion; sien-
do las disposiciones emanadas de la autoridad constituida
acatadas y respetadas por la Iglesia. No se consagrará




127
respecto de los poderes públicos el prmClpIO de dejar
ltacer que trae la inaccion y la indiferencia ante las ini-
({uidades que puedan cometerse por un poder social
ilegítimo. Las teorías que tratan de mutilar las fiJlH:,io-
nes del Eslado se rechazarán, dejando expedita la aecion
que á aquel le corresponda en el radio de su compe-
tencia. Hasta en el dominio de la industria, abandon,lllo
tiempo hace á la codicia, se pondrán las esplotaciones en
armonía con los principios de la Religion y de la 1IoraL
Por esta senda el hombre, ayudado de sus escasas fuer-
zas y de la Providencia. conseguirá. dentro de los límites
presentes, acercarse á Dios y secundar, en su trabajo de
organizar la sociedad, la idea divina reflejada en la ~rea­
cíon.


FI~.






íNl)lGh~x
----


t ~ •


f;'\iTIlOllt; CCIO)!. -Objcio de este libro. \
f.-Extremos fjlle, como absolutos, parecen obrar tU


(,1 tspíritu humano al tratal' de i1l\'eSligal' la \ Cl'-
dad en el campo de la especulacion.-TendeNcía
!'uperiol' del moyimiento filosófico cristiano en lo~
tiempos modernos.- ~ecesiclad del principio síste-
málico.-Consecuencias que nacen del panleisIiw.
del dualismo y del materialismo en el órden del
Derecho. - Responsabilidad que contraen los hOln-
bres y las escuelas al sostener el ateismo, el pan-
leísmo () el dualismo en la sociedad cristiana. -o~e­
ccsidad del conocimiento del homhre, - La fé v la
razon.- La objetividad en el innumerable conjuntl'
de sus manifestaciones y relaciones.


11.- El Derecho en la antigüedad. PJ'incipios y miÍxlmas
<Iel Paganisl11o.-La venida de J C. al Il1UIH!O C'on-
:,iderada bajo el punto de vista del Derecho. )Ianifes-
taciones de la doctrina cristiana dentro de la Histo-
ria. Primeros siglos e1el Cristianismo. Trilsfonnacioll
y desenvolvimiento del Derecho en la eelad media.


IIJ.-Acontecimientos que inician la edad moderna.
trascendentales al Derecho y it ta Política.-Doe-
trina de Tomás Hobhes.-Escritores que pl'epa-
¡,an el camino á lIugo Grocio. - Principios que su~­
tentaeste publ icista. - J. J, Rousseau, Sus principios.
- Trasformacion que sufre la teoria del contrato con
Kant. Sus ideas metafísicas. Consecuencias en el ('Il'-




130


uendel Dcrccho.-Doctrina deBenlhan.-Crítica de
estos sistemas. 6


lV. - E:,pectaculo que ofrecia la EUI'opa bajo el punto de
\ i~ta intelectual, social y político á tines del siglo
lUimo.-Necesidad de una reacciono Direcciones
d¡\er~as.- Pensamientos de Vico, de Montesquicu
~ de Burke que preparan la cscucla histórica. Ex~
f;osicion de los principios de Savigny, sistematizado ..
de la escnela histórica.-- Crílica de la misma.-Es-
cuela doctrinaria. Sus principios y direl'sas tenden-
C:as. Consecuencias prácticas. La Francia durante el
reinado de Julio .Fases del doctrinarismo en España en
E' período revolucionürioJ ndicacion acerca dc la nece-
<dad de la Bestaumcion .-CrÍ lica del doctrinarismo. 16


V. - C:lusas de la apal'icilln del tradicionalismo en Fl'an-
('a durante la revoluciono Sus principios, Sus de-
ducciones en el órden del Del'eeho.-Crítica del
tradicionalismo en sus puntos mas fundamentales.
Declal'acion del Índice romano comunicada por el
Arzobispado de París en 12 de diciembre de 1S1,Li.
Condenacion definí tiya del e 1'1'0 l' esencial del Im-
dicionalismo hecha en la constitucion dogmálica J)e
Fide Catholica fll'omulgada en la tel'cera sesion del
Cr.ncilio del Vaticano. Cánon J[ de la misma cons-
Utucion , 26


V} - Heaccion filosófica en Alemania. - Principios me-
metafísicos de Schelling. Su doctrina referente al
Estado. - Filosofía de IIegel. Su doctrina sobre el
Derecho y el Estado,-Crítica de los sistemas de
la identidad.-Lagunas de la Filosofía en Alema-
n¡a.-Pretensiones de Krause. Exposicion de los
principios fundamentales de su sistema. Sus conse-
cuencias bajo el punto de \ista social y político.-
Crítica. 38




131


rIf.-Progreso nlosMico en la Historia. Su procedimien-
to eyolt1ti,o. - Tendencias exc!usi\'a:, que han apa-
recido en la Filosofía cristiana. Sus consecuencias .
. -- "\spiraciones de los espíri tus mas elevados de
nue.'tra época.


Fundamento del destino humano -La Ciencia.
Su (Junto de partida. Pensamientos de Sócrates y
d(~ S. Agll~tin La Filosofía moderna en este punto.
Error que entraiia el concepto'yo en la doctrina de
Krause.- Opinion del autor. Principios de Sócra-
I('~ ~. de Plotino que imprimen sentido á esta opi-
Ilion. Procedimientos del .110 en la adquisicion de la
ycnlad.- Conocimiento ~ensible. Conocimiento no
sensible. Kecesidarl del concurso de la yolunlad y
del sentimiento para alcanzar por la gracia natu-
ral un auxilio di,ino en la inclagacion de las alias
'erdades científicas. - Insuficier.cia de la razono
Kotable creEncia de Platon en este punto. Ob-
jecion de Kant - Vicio original del racioLalis-
lIlO puro-Doctrina sintética y cri~tiana. - El
método. La induccion y la deduccion. Complemen·
lo superior. - Concepeion fundamental de Dios.
Atributos di\Ínos.-EI Universo. La l.\:aturaleza y
el Espíritu. Las humanidades.-Helacion de lo ir.-
finito con lo finito.-Perfeceiones divinas.-La
jnsticia eterna. Su manifestacion en el Unirerso.-
Principio del Derecho.- Opinion del autor.-La
idea divina de la justicia en la Katuraleza y en el
mundo esplri tual y social. - Cataclismo oculTido á
la humanidad terreslre.-La primitiva Reveladon
y la doctrina de J. C. 52


YIII.- La naturaleza humana considerada en su aspecto
i~




132


moral y fisico. A l1rllladone:; de S. Pablo v de San
Agustin.-- Deducciones. la Teología y la Filo,o-
fía, en esla maleria. La~ tradi¡;ioncs de lodos lo,;
rueLlos y las delllús fuenles hi,;;lú rica.;. - Trase(~n­
dencia de la caida del hombre en el órden físico.-
Estado de nueslro planeta cuando la aparicion del
primer hombre.-Causas que han podido trastor-
nal' el primiti\o e,lado de la Tierra,·-Su e~ta­
do posterior bajo el panto de visla aslronómico y fí-
sico. Exislencia de los seres organizados. -l\atura-
Iismo s'leial originado bajo estas inlluencias. Cos-
tumbres de Homa en lo" ilitimos tiempos del Impe-
rio. Disolucion dellllundo allliguo.-Extraordinario
acontecimiento de la H'nida de J. C.-Su trascen·
dencia en la f'slera religiosa, en la )loral, en el úr-
den del Derecho, en la Ciencia y en las Arles.--
Ponenir de la humanidad crisliana.-l'rincipio . ;;
fundamentales de la Ciencia política. La naturaleza
cOlTompida del homhre en ,irlud del pecado. Condi-
ciolles fi!iicas y exteriores inherentes al mismo. Per-
feccionamiento ulterior de la humanidad mediante
el Cristiani~nlO. _. Consecuencias de negar en todo ó en
parte los términos y relaeiones de estos principio,;.
-El panteismo rerolllcionario. Sus consecuencias
políticas é historico-lilosMicas.- El dualismo. Sus
deducciones, consideraJas bajo el aspecto de la Cien-
cia política - Punto en que coinciden estas teorias
extremas.- El materiali~lllo. Sus absurdos prin-
cipios. Sus concl\l:,;ione~ socialistas y comunistas.
La sociedad Internacional. ¡jO


IX.- Consideraciones !ilosól1ca~ acerca del organismo de
la Ciencia -Apreciacione~ sobre el mélodo.-Es-
pírilu elevado de la Filosofía cristiana en este pun-
to.-Principios seelllldarios que han de tenerse pl'e-




133


:'lente en la C;encia polí!i~a.-ll~laci()ne;; riel espí-
ritu de los pueblos con el medio ambiente en que
,i,cn. Obscnaciolles de MI'. Sigaud. netlexiones de
César Cantú. Otras cOllsidcraciones sobre la mis-
lila matería -I'ollel' que pueden alcanzar las Ín-
l1uencias fi~icas sobre la yiela rel igiosa de los p1le-
blos. - Lími tes que dehen poner~e:1 las afi rmacio-
IlP'i de Monle~(I\liell PIl esta materia -Heflcxiones
hl~lríricas contra la doctrína de cste publicis-
la. Poderosa accion del Crislianismo. - Las cir-
CllIlstanciJs natura'es (lt'] globo y la ciyilizacíon
níslíana.-llisposicioIl del mal' y de los continen-
1('.-. A n I igllo y nueyo Inundo. -Cond iciones fa yo-
rabies illa comunicacion y comercio ;;ocial del suc-
Io europeo.-JIodificaciones por que pasa la super-
¡icie terrestre en yirlud del progreso material.-
Importancia del pl'O~eclo de formar un mar en el
inlerio]" !I('I Sallara.


\.. - nelaciones entre la su perficie del globo y las razas
humanas. - nilzones poderosas que exislen á fU'iO"
de la unidad de naturaleza de IIuestra especie. Ileino
hominal.-Unidad de descendencia. - Las tradicio-
nei' uni,er~ale,; masantiguas y los adelantos y des-
cllbriIllientos modernos de la Ciencia en esta mate-
ria. Las Sagradas f>erituras.-Errónca opinion emi-
tida por R, ~ll1rchison en lasociedad de Geografía de
Inglatel'ra.-Otl'a opinion e .... 6neade Vogl sob .. e los
casos de microcefalia. Ilazones expuestas por De
fjuatrefilge:; y otro::. nolables naturalistas pa .. a ex-
plicar este fenómeno.-Otros fUl1ifamentos que su-
ministran la Arqueologia pre-histórica, la Paleo-
elllnología y la LinglHstiea. OJio del positivismo
I'eyolucionario it la Herelacion.-Con~ecuencias de
lll'gar la unidad de la naturaleza humana y el comUI1


1""' .~
A' ,j




13í


ol'Ígen de todos los hombres de una primitiva y única
union. - Razones poli tica.; que el posi ti \i ~mo re\ oll!-
cionario ha debido tener (l1'('sente para ~o~l.enel' (ille
el hombre descirnde de orangutanes. - Uesprestigio
de la doctrina de Ual'''' in. - A lirmaeione.- de lllu mem-
bach acerra de las I'?zas humanas. Causas que han
producidc sus difel'encitls fi~io!égicas.-}Iedios que
pueden modilicar los organismos de las razas. In-
Jlueneias nalura les. Cruzamien los. Opinion de jIr.
Miguel Chentlicr. - Colonizaciones en el interior de
Africa - Los lempe"anleTlLos y los caractl~res.­
llueblos impresiolJable.~ y neniosos. Clla ofN'na-
cion de Iksillllt. Juicio de otro~ Ii~iólog()s aeerca de
los ineelldio5 y dem[ls de-asll'(ls cometido" en Paris
<Jurante la ('o/l/mune.-Temperamentos melancóli-
cos, coléricos y Jlemúlicos -El car~¡eter en la~ na-
ciones. Actividad inteledual, afccli\a y YOlllntaria.
-Predominio de la st'n~ibilidad.- Limitaciones dl\
la reflexiono Consl'(;uencias que su predominio ha ori-
ginado en los pueblos anglo-8ajone~ y en los latino,;.
-- LiberalimlO erróneo condenado por la Iglesia Ca-
tólica. - Tri linI'o de las i rleas uní \ el'.salcs \' rilcio-
mies eJel Cri~tiani~mo.-Las costumbres. - Enl'a-
<Jenamiento del dc~al'rollo social. - Las tl'adicio-
Iles, usos y costumbres en la ,ida.-llespelo á las
costumbres en el pueblo romano yen Inglaterra.
-- Efectos de Sil oh ido ~c menosprecio en las n'pú-
hlicas hispano-americanas. - Las reroluciones \ io-
lentas. Pensamientos de MI'. Ahrens.-EspíritufJue
predomina en las monarquías antiguas de Europa
sobre esla materia Ue-concierto lamentable que en
estas idea" ha exi;;tido ('n los primero.; gobiC'J'l1oS dc
la ICstauJ'acion dp la monarquía tradicional de Espa-
ña. Comecufllcias funrslas. Especies Yerlitla~ en e!




Parlamento. - ~ec('sidad del respeto ú las ,'J~­
tumbres para el ycn]nc!ero progreso-)Iodifi,.a.~¡D­
J)es por que pa~an las costumbres. - Bases en T1r,
eslriba el moyimiento social del mundo modc;·:1J.
- Importancia del conocimiento de la lealidad ~i,­
tr\rica y del ideal cristiano para la determ¡;,a-
cion de interesantes problemas - Insnficicncia ;1"
la~ teorías no cristianas para la solucion de lo:; ;Ji''l'
hlcmas de la Ciencia polílira.-Acepc;ones de ':<1.


XI.-Destino de los seres racionales en el mUlIdo SO::é\!.
- Sociahilidad .superior en que Yi\irian los 1)<:'-,1-
bl'es {¡ no haber ocurrido el pec<lllo ol'is·ini:ll.-T:"l"·
cendcnlales consecuencias ele la caida, biljo esk ,L'-
pecIo considernda,- La Proyidenci,l en la \idil lp
las socicdadcs.-Ol'ígcn de la sociahiiidad. -A¡::i'-
ciaeiones inexactas, sobre este punto, de la esc~,::!a
hislórica, de la doclrinaria, ele la de Kant, de :a3
teorías del contralo hislcírico y de la e~('uela de }',,-
gel.- Trasformaciones pOI' que pa~a la süciabiliL,I.
- Importancia de la au loridad en la ."ociedad.--
Origen de la autoridad. Existencia tic la autoridad
anles del porado. ~Janife5laciones fiost~l'i()ros tJ,,:· la
misma en la "ida de los pueblos.-Efeelo3 ;¡Ui.'
los ahsurdo, filosóficos domin¡mtes IJan produ:iJo
cn la inteligencia y realizarian de difcn'1I1es pri'1-
cipios sociales y polílieos. Di\ersa~ lentlen,:i"o
de la revolucion.-Consecuencias abslll'das {'Q
que coinciden en el órclen filosófico y poi il i-
co las escuelas de Rousseau, de Kant, de Hegel 'f dE:
Krause no obstante sus di\'er~os principio~ cn pU1-
to á la FobeJ"anía nacional. - La Filosofía cristíaJa
en el problema sobre el origen del pode!' ~ocial.-·
Errores y lagunas de las escuelas no cl'istianas-
Opinion del aulor acerca del origen del poder social


! : ~:".r,.




dcJucida del pI'incipio sc'ntado sobre el fundamento
de! DeredlO.-Caráctel' del problema rela!iyo al
I)!: gen del poder público. Apreciaciones accrca dI'
~:l ~olucioll.-Juicio filosófico-histórico acerca dI'!
nil'do dc ser de la autoridad en las sociedade'.
A¡,I'C'ciaeiones accrca de la comunicacion illlllrdil/-
tI! ~'mediata del poll!'r ci,il. D. Jaime Balllll"
y d R P. Fray Zeferino Gonzalez en esta ma!e-
I'IJ. - Juicio ticerca de las doctrinas del n"gimell
J l'p'csentaliyo consideradas en su rclacion con
t"le asunlo - FunclamC'nlos filosólico-hisl<Írico.,
dI' los prilwipios sentados. Existencia del poder
,'H la antigüeclad. ~rodificaciones realizadas en la~
lllcnill'quías cristianas. Diferencias entre las re-
laóJnes limitaliyas de poder en Inglaterra de la"
,'¡stentes en España r Francia. Elevada aspira-
':ilil1 de los hombres cOllserradores de Europa. COl!-
'(I~¡ones úl timas de los Pl'Ínci pe., - Entusia'imo d(,~­


ll.cdido po 'las libcrtadcs políticas en los tiempo ...
lllÜdernos. Creacion de las repúblicas de América.
Cctlsecucncias. - Juicio acerca del gobierno repu-
b:icano racionalmenle entendido.- Inteligencia del
jI"del' social cualquiera que sea la forma de gobicl'-
III .-Prestigio que adqlliriria la causa de la rejl\!-
p:¡ca en EUl'opa si SlIS principios se fundasen en la
Filosofía cl'isliana-Oposicion que in~piran ~1I~
¡'¡:ulamentos anti-cl'istiallO~ y sus tendencias ma-


, le¡':alistas.- Olra direccion falsa del mmimienlo
lilc~ófico y político liberal. - Lamentables COlN'-
I:uencias del doctl'inari~mo. llastanleamienlo del n"-
gimen l'epresenlatiyo. D.\el'sos males que ha ori-
i.(inado.-l\1edio de dominar la crisis por que pasa
.\1 ¡'égimen representaliro. ~o es bastante para oh-
!nner este resultado el influjo de la ilus(rílcioll pu-




137


blica, ni la crcacion de instituciones poli tico-mora-
l~s. PenFamienlo5 del n P. Félix manifestados e:l jet
Catedral de París. i O t


'<H.-Consecuencias de los crrores filosóficos y poI: .i-
r,os de la época para la inteligencia ele los pr¡:l-
cipios mas imporlantes de la Ciencia social.- Ha-
zones filo~ófieas quo determinan 01 espiritu qlle la
~ociedad dehe imprimir en su organizal'ion y ~'n
sus lendencias. Trascendencia del mismc,.-Impor-
!ancia de la Heligion en la cirilizacioll.-Con,"-
cuencias de esto principio en el ól'den del Jlerec:F).
ProteceioIl que debe dj~lll'll~ar el Estado ú la Re-
¡igion. - Principios elerado.' en que cLI:l'ciden in,.:
hombres serio5 del racionalismo y IfH bcrilo"·'s
calólicos.- Imporlancia de la unidad religiosa ,,,n
tina naeíon. DidlO dlehl'e de Lord Palmel'ston -
Espíritu religioso de la polílica de 105 Eslado~ l'ni-
dos.-l\Ióvil que anillla á la Alematlia er su COI':;-
nno ataque ú la Ig'esia Católica. - üwsa- en \:"-
tud de las cuales el racionalismo y la 1:¡'lllago.:;i,¡
combaten al Catolicismo -Fin COlllUll ¡I(, l'~te mo-
vimiento anti-calólico.-fmp0l'tancia de ia unidail
en las fórmulas ideales de la re\'olucion \' d!:'1 Pro-
testantismo - Principios que inroran la fe\ olucío 11
y el Protestanlismo para combatir al Calolicismo.-
Actitud de los gcLiernos doctrinarios ante ('sta tn'-
menda balalla.- Razones ue índole enlc'ranH'nle l'i.'-
ligiosa que existen en una nacion cal<Ílica para ~);;­
tener la unidad rel igiosa-Pcnsamicn los oeu] ~os
de la revoluciono - Significarion que debe darse á
la política seguida por los gobiernos doctrinarios f~n
esta grave cuestiono - Pensamientos de Ballll<:'s
acerca de los bienes que produjo en Europa la UD'-
dad religiosa antes de la reforma.! H;




138


:\111. -- TrascemlcIlcia que enruch e la clc\ ada relacion tle
la He1igion con el deslino del hombre. COllsecuen-
el J~ que han sobre\ enido á las sociedades cuando
10.[, ~u espíritu y organizacían no han imperado lo:;
fu :H!amentos religiosos. - Principio que representa
la Rcligion en la sociedad. Sentido úmplio y filosó·
f>o de la Religion.-Adelantos de la cirilizacion
ba:l: los elerados auspicios ele la Religion. Pel'fce·
ei0!~amiento de la organizaríon ~ocial. 1~-i




EHRATAS.


púgil/rl'. Líl1N1.1. Vier. fAJase.
-----


10 2~ Lammenais Lamennais
03 12 Y 13 antropomorfismo antropolatría


121 28 Y 2~1 El catolicismo El Protestantismo
comparado con el cmnparado con el
Protestantismo Catolicismo


12:2 1 c¡'islanos cristianos
122 26 abierla abiel'to jo)' í,/¡ i If -&... ~é./¡~(/ ¡; cfi/lbu