DIÁLOGOS POLÍTICOS Y LITERARIOS y DISCURSOS ACADÉMICOS. DIÁLOGOS ...
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DIÁLOGOS
POLÍTICOS Y LITERARIOS


y


DISCURSOS ACADÉMICOS.






DIÁLOGOS
,


POLITICOS y LITERARIOS
y


lHS(;URSOS ACADÉIUICOS
POI\


no:, Al'iTONIO C.\VANILLES


individuo de núnH~I'o de las Heales Academia¡; de I:.t lli!)!UI ia.
y Ut' Ci~ncias :\londos r P01íti~M.


~L\DnID.-185~.
Libl'ena de 1'anchez) cdlle de Carreta •.


.\
. ~


"/




IMPRBl'iTA DE J. MARTIN ALIWRlA.
Ancha de San Bernardo, 73.




ADVERTENCIA.


Sin imaginar que pudiera dúrseles importan-
cia literaria ni política compuse parte de estos
Diálogos en Biarritz y en Lóndres, en una tem-
porada de verano deseansando de mas serios es-
tudios. No los escribí para el público; mas el
que sepa lo que son los aficionados, no estrailará
que se proporcionasen copias, ni que las llena-
sen de maravillosos desatinos. Quise restablecer
el testo é hice imprimir SO cjcmplarrs, que mirl)
como copias en limpio, y que regalé á los que
me hicieron la honra de desearlos.


9 Algunos diarios y revistas insertaron los Diúlo-
gas en sus columnas, y los empezó á conocer el
público. A esto se debe el que me pidan cada día
ejemplares que no tengo, y hasta licencia para
reimprimirlos; y me veo obligado á hacer una




edicion. fIue Iludo ~i llamar ~I'glllllla, allllque in-
dudablemente nu es primera. lIe elIlllplido exac-
lamente las proscripciones de lati leyes de im-
prenta: en uso del derecho que me conceden 110
eonsiento que mis Diálogus se inserten en los
diarios ni se publiquen bajo otra forma.


:\0 he escritu I1l111Ca, ni tal vez vuelva á Il>'-
cl'ibir en este gónero. Quede sin embargo COll-
signado que solo uso de la justa libertad que
hubo en todo tiempo .on materias literarias y
r¡ue debe existir en las políticas.


Varios amigos me han autorizado para que
publique su juicio sobre mis Diálogos. Lo agra-
Ilczco infinito. Solo in:;ertaré lo que han escrito
Fcman Caballero y el Sr. D. Autonio Aparisi y
Guijarro. ¿ Quién no conoce en Espaüa estos dos
nombres? Con tan ilustres amigos se anda en
buena compañía. Conozco que los elogios que
lile prodigan son exageraciones de la amistad;
poro tambien conozco que si omitiese lo que es-
tos seílOres han escrito, privaria al lector de la
parte mejor del libro. Ya puedo abandonar e,;;la
obrilla á su propia suerte, y así prometo no leer
alabanzas ni criticas; si mis Diálogo~ tuvie~ell
la desgracia de ser ohjeto dl' las lIllas Ó de las
otras.




~


PROI,OGO


Razonamientos tan lógicamente pr('~t"n­
taoos no dejan punto vulnerablp.


(El Aulor de los Diálogos.)


Uno de Illlcstros escritores de mas in-
contestable superioridad, el señor don Nico-
mede~ Paf;lor Diaz, ha dicho: el lalento sub-
yuga con mas fuerza todavía al talento
'1ue á la ignorancia. Esta gran vArdad la
hemos visto patentizada al aparecer estos




VIIl


Iliálogos, que fueron escl'itos, (, mas bien
improvisados, para un corto número de amí-
gm;, y que solo se han dado al público á
fuerza de los incesantes ruegos de estos al
autor. Mientra"s mas elevada era la esfera
de la inteligencia del que leia este libro,
mas entusiasta admirador suyo se mostraba,
mas vivamente aplallllia las altas y profun-
das apreciaciones emitidas al tratar los di-
versos asuntos espuestos en forma de diálo-
go, como para refutar mas en detalle la
opinion contraria á la que el autor sostiene,
y sacar á luz todas las razones en que funda
sus juicios.


Esta - forma se prestaba ademas á la
ironía, al chiste, al género incisivo, á la frase
concisa, que con tanta superioridad ma-
neja el autor, aunque estas cualidades solo
son accesorios en una obra, que no obstan-
te pal'eeer lijera, y hallar>;e oscrita sin pre-




IX


tensiones; tiene por cimiento el buen sen-
tido, por pedestal una vasta erudicion y
un gmn conocimiento de la época, de las
Gosas y de los hombres; y por objeto prin-
cipal la esposicion de la verdad, tal cual es,
vestida de blanco; y no tal cual quieren
hacerla ó vestirla de sus rolores las contra-
dictorias opiniones.


Por mas entendido que sea el autor de
esta obra, por mas que en sus viajes haya
conseguido elevar á la mayor perfeecion po-
sible su cultura, por mas que una vida tran-
quila é independiente alejándolo de todo giro
egoista y pel'sonal qne pudiese influir en su
modo de sentir y de pensar, le hayan propor-
nionado el poder constituirse en obsel'Vador
atinado é imparcial y colocarse ti una altura
á la que á pocos es dado alcanzar, no podernos
menos de opinar que habiendo personas tan-
to en la esfera de la poe~ía, corno en las rlc-




x


mas del sab!'r humano, wlmirahlemente do-
tadas del don Je la intuicion, el autor os uno
de esos seres priviJegiadoi'. Solo considerún-
dolo así, se esplica cómo ha podido escribir
los mas notables de estos diálogos en que
hace hablar á los muertos y á los vivos. El
autor siempre está á la altura del asunto
que trata, se impregna de su espíritn y em-
plea con admirable tino y maestría el len-
guaje que á cada uno de sus interlocutores
conviene. Su flexible talento, con la misma
facilidad y la misma propieJad se tmsporta
t\ los pasados tiempos, como se identifica con
el espíritu de Sil época. ,Jl¡zgalo todo con tal
aciel'to, que admira y arrastra á fuerza de
buen sentido. El buen sentido, que es como
dice un conocido antot' inglés, el mejur de
los sentidos, va escaseando en esta época de
relumbron, como los pesos duros españoles
rIel siglo pasado que se reemplazan con na-




Xl


l'oleone~ y con papel moneda. Verdad es que
iJay genio sin el timon del buen sentido; pero
el genio no nos parece perfecto si carece de
él, como no lo seria el globo terráqueo sin
la atraccion de su centro.


"o sahríamos decir bajo qué concepto ad-
miramos mas estos diálogos, si bajo el pun-
to de vista filosófico, político, literario, pa-
triMico, moral ó religioso: bajo cualquiera
de estos aspectos que los consideremos, Jos
hallamos no solo en primera línea, sino á la
altnra clara y despejada de la verdad, que
es la sola altura en que se encuentra firma
báse. Ilay falseLlades que se elevan á alturas
desprovistas de base y ~ostenes, y con solo
la in[]uenci.l del tiempo se precipitan cual
aludes en los abismos, desolando cuanto
encuentran en ~u desgraciada senda; no así
la yerdad, que ~obrc sus seguros fundamen-
los "tí pasal' los siS-Ios, las tormentas y 1Iu-




XII


I'acanes, sin que su firmeza vacile, ni su du-
racion disminuya.


No podemos ni debemos analizar cada diá-
logo. Somos legos en materia de crítica li-
teraria, y deberíamos admirar callando; pero
generalmente no son callados los sentimien-
tos sinceros y entusiastas, y esta es la causa
de que hayamos levantado nuestra desauto-
rizada voz, del mismo moúo que sin inten-
cion ni arte esparce su sonido el arpa Eolia
al impulso del aura que hace vibrar sus
cuerdas. No obstante, IJay dos diálogos re-
lativos á asuntos conmovedores y solemnes y
que mas que ningunos han despertado nue's-
tras simpatías. Es el uno el que trata de la
Hermana de la Caridad, e~a flor cristiana que
arraiga y crece en el seco y abrasado suelo
de las miserias de la humanidad, sin que la
alienlen esperanzas terrenas, como el cactuR
en los desiertos tropicales, viviendo solo de




XIII


la 8a via que absorbe en la pura atmósfera en
que se eleva.


Es el segundo el que tiene por título las
. arengas, y en el cual ha merecido el anto/'
bien de su patria, la antigua, digna y cató-
lica España, al reclamar para sus cemente-
rios la dulce austeridad religiosa, El señor
Cavanilles quiere que nuestro tan bellamente
llamado Campo Santo, no pierda su santidad.
Desea que no perturben su augusto silencio
las arengas mundanas con sus pasiones y su
vanidad; no anhela ver allí, en aquella man-
sion de los muertos, sino la cruz, el sacer-
dote y las benditas preces de la Iglesia, unas
mismas para el pobre y para el rico, péira el
bueno y para el malo, puesto que para todos
piden misel'iconlia y eterno descanso; y qué-
dense las arengas mundanas, las llores, sim-
boll) de la juventud, de la belleza y de la
vida, y la lleprecaciul1 de moda séa(p la




XIV


tierra {¡'fiera para aquellus q~lC mil'an la
muerte corno el último acto de una comedia.
'\'ada diremos de los dos Napoleones, ni de
los Afrancesados, diúlogos notabilísimos, y'
de los qlle el último está escrito con mas es-
pañolismo, si cabe, que los tlemas, al paso que
el autor nos da en él á conocer una joya li-
teraria, un soneto ifi(~dito de Lista; nada del
precioso coloquio en que Cervantes oye tan
grandes verdades, unas que le sorprenden
por gloriosas, ot!'aS que le estrañan por des-
airadas. i Qué justas y admirables aprecia-
eiones literarias brillan en la comersacion de
Caltleron con la actualidad personificada en
IIn jóven!


.'lucllos hay ql18 no conceden que exis-
tan obras á las que no puedan encontrarse
defectos. NosotI'os tampoco lo coneedcmus
hajo un punto de vista, bajo el de que liada
e~ lIlas rúeil quc el punl'1' fall¡;s; pero nlLlH~a




xy
pa~arú por nueslra imaginaciun la idea dr
que no haya obras que no las tengan. Dícese
que el talento consiste en hallar esas falta~
(¡ne se suponen imprescindibles, y que un
parecer razonado sin su correspondiente
cenSllra, es un cuadru sin sombras, una
apología y no un exámen, de manera que
para completar un juicio crítico es forzoso
recurrir al sistema homeopático; esto es,
aplicar 1111 veneno para corregir un mal.
En esta necesidad vamos, no cubiertos con
la toga del jllez, sino metidos en camisa de
once varas, á deci¡' al autor, en cuyos ¡á-
bios vemos la sonrisa del docto maestro á
quien el mas insignificante de sus discípulos
pretende enscüar; que por mas que seamos
partida ríos de la concision, rara avis en
nuestra España, donde la palabr a engrie
romo el can lo, hallámosla cxageraJa OH SIlS
¡Mlogos, lo cual nos priva de muehos y




XV!


muy bellos pensamientos, de muclla y muy
llrovechosa enseñanza. Yen vista de la abun-
dancia de ideas que rebosa 1 nos pl'cgunta-
mas: ¿Es impaciencia, es? ... Lo que in-
dudablemente no es semejante parsimonia,
es grata al lector.


Ha corrido la pluma y se ha deslizado,
contra nuestro pl'Op6'3ilo, al severo terreno
de la crítica razonada, y si con poco pru-
dente (aunque no (1l'eSUnluoso) atrevimiento,
nos decidimos ti ponCl' nuestro humilde
nombre de pinto\' de cuadros de costumbres,
entre los nombres ilustres de dos escritores,
el autor y Aparisi, lo hacemos de la manera
sencilla con que crece el ces pe ti entre dos
laureles, sin cuidarse de ljue su clevacion
lo achique aun mas; y solo por la gloria ele
hallarse á su sombra.


FEn\A"\' CARILLEIW •.




Sil. D. ANTONIO GAYANILI.RS.


Mi querido amigo: Foman e~cribc como }'rr-
nan sabe escribir; acabo de leerlo, y no sin se-
creto orgullo he pensado y me he dicho: yo, yo
soy tambien uno de esos amigos que han ro-
gado, instado, conjurado al autor á que diera á
la estampa sus Diálogos.


Un defecto ha encontrado en ellos Fernan; un
defecto hermoso, si se consiente hablar así t en
lo que llama exagerada concision; pero yo soy


".




XVIII


tan parcial sin eluda, y ando tan enamorat1o ¡]('
la obra de uslp¡} , que á l'f'a concision la llamo
admirable. Semejante en esto tal ve~:í hnmlm'
prendido en los amores dp una mujer, la cual
para él habla, sonrie y hasta anda de diwrso mo-
do q


'
1e las Llomas mujeres, siendo toda ella un


encanto á sus ojos.
Por tanto yo quisiera mas diálogos; pero en


los que he leido hasta ahora, no quisiera de mo-
do alguno que hablase usted de otra manera.
Kada encuentro do mas y nada echo de menos; me
hace usted pensar, y se lo agradezco; con un ra-
yo de luz ilumina ú veces una profunda obscuri-
dad, y entonces cautiva mi espíritu. En poco nw
da usted mucho: secreto de los grantles ps-
critores: y esa concision, esa rara avis 11 unca
perjuJica á la claridad; el estanque es profundo:
pero tan limpia, tan pura, tan cristalina el aguil.
que m(' consiente ver las doradas arenas de su
rondo.


¡ Bien por los Diálogos! ImpríIl1aI IJs usted, ami-
go mio. i Cómo se rinde en ellos fiel culto ú la
verdad, ('sa reina rlel mundo; pero reina ultraja-
da! i Cómo re~altaIl wncedores siempre los prin-
cipios mas sanos, y cautivan los ~ent.j¡nil'Ilto~
mas nobl('s, mns geIlE'rO~US, mas pspailolE's! ¡Con




XIX


qué donaire He mofa de la~ miscrias, y con qué
lmplacable ironía castiga los culpables estravios
del tiempo presente! i Cuánta imparcialidad en
los juicios, cuánta exactitud en las observacio-
nc" cuúnta profundidad en el pensamiento! Y
todo ello presentado con difícil facilidad, y ata-
viado todo con las nobles galas de nuestra riquí-
~ima lengua; la palabra castiza, el epíteto e~pre-
8ivo, la pincelada enérgica, la frase clegantp, la
obra en fin rebosando vida, chispeando elo-
cuencia.


;,Hccuel'lla usted, amigo mio, cuando t('llia l'l
gusto de "isitarle en Madrid 'l ... ¿ Y la historia de
España que usted escribe ? ¿Y esa historia pl'e-
íientada en cuadros tan animados y tan vivos que
usted nos lcia, y con que usted nos embelesaba?
Concluya usted esa historia qUé mi patria espera
todavía y que yi"il'Ú siempre. Aunque parez¡;a
orgullo: profpta soy, que no rlr~mentira el siglo
"iniente.


lli,toria y diálogos. i Cuánto gozo al ver pa.
~eando por los Campos Elíseos á los reyes gu-
do.;, y dI oil' la voz de Cervantes y Calderon el
gran prosista .Y el gran poeta, y al asistir á las
misteriosas conn'l'saciones entre el Napoleon que
ruó granuc por la guerra, yel Napoleon que hu-




xx


hiera podido serlo por la paz! i Qué efecto hu-
hieran causado en el corazon del emperador de los
franceses los consejos de su tio inmortal instruido
por la muerte! Usted, amigo !,11io, está obligado
á tomar parte en la lueha inmensa de ideas que
trabaja el presente siglo; porque usted sahe lu
que es verdad, y sabe mas, ql\C es decirla CIl
términos que la dejan grahada en el espíritu.


A veces me ha ocurrido una idea vulgar, y
caigo ahora en la tentacion de apuntarla en esta
carta. La estoy escribiendo á UIlU de mis mejo-
res amigos; pero no llegaria á SUil manos si no
llevara el sello currespondiente. Tambien cl ge-
nio tiene su sello especial que estampa sohre las
ohras que han de vivir para siempre. En las obra,
de usted y de I1rrnan ... nu me engañu ... he v:stu
ese sello misterioso.


Sea mil yeccs enhorahuena, mi amigo queri-
dísimo, recilJa usted cun agrado, ó con indulgen-
cia al menos estas Iíncas mal aliñadas; pero que
le lleyan cl testimonio d,~ mi afecto. ¿Quirre lU'-
ted imprimirlas? Sit'ntn-Ic confesaré ing{'nlla-
mente-como una eopecic de ycrgüenza, ]lorqur'
al fin ,;ay y siempre ,eró cósl'cd marchito, pOI'
lllas qlle se cstiel1lla á la somhra ,le lln yerd('
laurel; DlGo ilIl\n'ím:lluf' usLed, y le 'Iuedul'é agra-




XXI


decido: sabran pr('~entes y venirleros que fui muy
suyo, admirador de usted por su clarísimo talen-
to, amigo de usterl por su nobilísimo coraZOI1.


Adios: da á usted un abrazo su afectisimo.


ANTONIO APARISI y GUIJARRO.


Valencia 10 de mayo de 1859.




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,


DIALOGOS.






1.


Los dn!' :\apoleont's.


El cielo amenazaba al mundo con terrible
ademán, á lo lejos se oia el ruido del trueno, y
el relámpago con lívido fulgor iluminaba la tier-
ra para sumergirla de nuevo en ías tinieblas de
la noche. Eran las doce: el reloj de los Inválidos
con pausado compás habia señalado esta hora
á los dormidos habitantes.


Un bulto se acerca, el relámpago vuelve á
iluminar el horizonte ... Era un hombre de 47 á
48 aflos, pequeüo de cuerpo y cubierto el ros-




-,


tro con brgos y poblallos Yigrltes. En su ;u'pedo
nada grande, en su frente nalla que revelase el


genio. Era notable la imponente seriedad de su


rostro... sin embargo en a(¡uel cuerpo (1< 's-
apacible se hospedaha un alma no vulgar.


Segmo de que narlip ln :;('guia, ahro la J'rj,l,
atraviesa el patio, llega al templo; otra lmrrta
cf'r!e ~t ~ll impulso, y con mp'llrado paso Sl'
acrrea á la inmensa cúpula J)ajo la cllal reposan
los restos de Xapoleon el Grande,


No biell liulH) IIp;r<lIlo al recinto, un vapor
sale del sc¡mlcro, una azula(la lhl!na. lo (~il'l:lIn­
da, la piedra gira S()JJl'(~ Sil pjr, y se presenta ú
la "i,ta dI' Lui::; Xapoh'on la sombra de su ei'lr-


hrr antrerSIl[', 111' su tio. Cae al su8le> prostrl'-
n<1(1o sin atI'ewrsc ú leyantar la vista, ni il pro-
fcri!' um sola palabra. Acércate, dice la somhra,


y pI Príncip(~ ,c a]lmxima.
- i. Con que tú i oh Luis! ciiles á tu frente la


rorona imperial de Francia: i grave carga! ¡ ho-
nor inmenso! l\Ins (límr: cnanclo ('~tp pl1clllo tl'




-3-
llamú para rl'gil' sus drstinos, ¡, r¡uó ltaLj:¡s he-
eho en 1'1 mundo ? ;. fluÓ hazañas habian ilustra-
do tu llolll]¡rc'! ¿ La yidúria tl' acompaüaba ('l!
los campos de batalla": ¿las letras te habian ce-
f1itlo inmarcesilJlc cOl'úna?


- Vuestro nombre ... dijo temblando el sobrio
no, \'nr~tra herencia .. .


-j'\o hasta: tus antecedplltes personales ufn'-
t~e]'i,lll al puclllo garantías ...


- j .\Iis anlecet!(,nles: Proscrito, pobre, erran-
te, vi \ í siempl'c fuera del suelo de Francia. Es-
tuve mucho tiempo ignorado en Lúndres.


- ¡En Lóndres!
-Viví luego en Suiza.
-Jla8, ;.cómo llega"te ú cunseguir el trollo Lll'


FrallCi,] ~
-.\lieulras ruinaroll los Horbones no salló l'!l


PI t.rono; mas enalllllJ \'í (Ille lo ocupaha Luis
Felipe de Orlean,;, se despcrtó en mí rl deseo ¡li'
rl'inar. Srntia dentro tle mi la inspiral:iol1, m('
I:r('ia llamatllJ por el cielo P,ll\l cumplit, gramle;;




-4-
destinos, y logré hacer que el pueblo francés
conociese mi nombre.


-¿Y cómo?
-Con empresas locas y temerarias en que na-


da arriesgaba. En Strasburgo y en Boloña con al-
gunas cabe71as ligeras traté de proclamarme Rey.


- ¿ Mas pensabas conseguirlo?
....,.No señor: pensaba protestar de este modo


contra la dominaoion triunfante, hacer que el
pueblo os recordase, y supiera que vivia y aspi-
raba al mando un sobrino vuestro. Luis Felipe
trayéndoos á París, ensal~ndo y glorificando
imprudentemente vuestro nombre, fué mi auxi-
liar mas po.dero~a.


- ¿ Y qué resultado dieron tus proyectos?
-Tuvieron todo el mal resultado que podian


tener. Luis Felipe se apoderó de mí y me tuvo
preso en el castillo de Ham. Mi prision debia ser
perpétua; mas ya sabeis lo que quiere decir per-
petuidad en Francia. Me evadí: me calificaron
de aturllido: unos se dolian, otros se burlaban




-5-
de mí; nadie dudaha que lira valiente. Cuando
Luis Felipe á su vez perdió el trono, j ley de la
espiacion 1... el puehlo proclamó la repúhlica,
no una repúhlica grande y gloriosa, ni una re-
púhlica sangrienta y niveladora, sino el mas ab-
yecto de todos los gobiernos, ó por mejor decir'
la ausencia de todo gobierno. Los cimientos de
la sociedad se conmovieron, la propiedad tem-
bló asustada, y era necesario á toda costa un bra-
zo que levantase del lodo la corona de Francia.


- ¿ y los Orleans?
-No pudieron.
-¿ y los Borhones?
-No supieron.


- j Siempre lo mismo!
-Generales oscuros quisieron parodiar vues.


tra historia, mas yo comprendiendo que era ne·
cesario tomar posicion entré en Francia, y como


simple ciudadano fuí á París á vivir en el centro
de esta clase de gohierno.


-Hiciste bien: ya te voy conociendo.




-0-
-Llls fran¡;cse~ no pueden vivir sin l.ley. L[)~


miomos que acababan ue quemar el trono, ve-


nian á yictorearmc debajo de mis haleollcs. Cre-
ció mi populariuau, llegó el moment.o de elegir
Presidente, fuí combatido con encarnizamiento


por algunos generales; pero yo tenia sobre


ellos ... Vllef;t.ro nombre, vuestra hist.oria ... ?lIe


eligieron Presidente: tuve el huen sentido dc


conservar la antigua adminísLracioll, (le temlel'
una mano protectora al clero y de empezar hajo
huen píé la reorganízacíon del país. Cesó el te-
mor, nació la confianza, la propied.ld se creyó
segura ... era Presidente y ...


-1'\0 digas mas: ya se yo como ele la presi-
dencia se pasa al imperio.


-Sin embargo, los ]wl'iodístas rrw Iwcian cru·
da guerra ...


-Supongo que serán de aqw:llm; ideólogos


que tanto me fast.idiaban rn mi tiempo.


-Parecidos. Los periodistas me aClIsalJan tIc


proyedos de lIsurpacion. Los hO!1lhrc~ qul' L<tnttl




-- 7-
t<,mia pI monarca último, y fll\r no supil'rnn ('on-
jurar rl mal ni J'l'llw(lia1'ln, conspiraroJl \'011-
tramí.


--1\"u ohidarias que' hay fuso cn Villcenncs,


-:'lo rra para tanto. En una noche hice una


lrya lle tod05 aquellos <laman tes y los eché de
Francia. Eso me granjl'ó él afecto del país, que
se hallaba hart() (le los pslérilC'5 discursos dl'
ar¡uella polJl'(' !!cntc.


- ¿ y tlcspurs '1
- i El imperio! IIl~ hecho que FrancIa cstú


tr:lI1(Juila en pI i¡¡tprior, re:,petada fuera; me he
ea sallo c()n llIla rspaúola (i sangre de Guzman
corre po!' S1l5 vpnas 1) tel~-jo un hijo y me cspc-
run largo::; ailas de gloria.


-Ven ú mis IJl'ili:OS, gritó .:'oíapolcon. Tembló


al verte, teml¡}(~ al empezar á oírte. Ya te reco-
.nozco por mi sobrino, por mi sucesor. Dime, ¡, y
Tailleraml se puso de tu parte?


-IIahía murl'l,!) a)¡ns antl''', y I'S lástima, ¡ora
un s~hi(),




-8-
- Lo qUfl sabia mfljor era 110 tener "flrgü{'nz3.


¡,Cazas'?


-Muy poco.


-Haces bien. ¿ Y la Inglaterra '!
-Es mi aliada, mi amiga.
-¡Cómo!
-La Reina de aquel país ha venido á visita\'-


ml' á Francia.


- i Cómo!
-Somos muy amigos!
-Amala como amastf' la República ... abrázala


yahógala.


- i Así pudiera!
- ¿ y los franceseS*conservan el carácter guE'r-


rero?


-Si señor.
-Anégalos en gloria.


-Para entretener su curiosidad y fijar en un
punto lejano sus miradas, he tenido una guerra
en Crimea .


.;.... j En Grimea !




-9-
-Si seflO!'.


-Cuidado con la Hl1sia.
-Ya no es la que conocisteis: se va civili-


zanclo.


- i Con todo! Supon~o que el objeto seria im-
pedir que el Czar se sentase en Constantinopla,
y que irías á anticiparte, á variar el mapa de
Europa ...


-;'{o seflOr. Rusia no jJmlia pensar sériamente
en ocupar á Bízancio. Yo hacia la guerra par::t
manifestar al mundo el valor, el poder, la gran-
deza de Francia. Apoderarme de Constantinopla
era fácil; i pero habia que repartir con tantos!


- ¿ De modo que no ensanchaste el territorio
fIel Imperio '!


-No seflOf.


-¿Pero te habrán pagado los gastos de la guerra?
-Tampoco.


- ¿ Pero te habrás traido lo bastante?
-No señor.
-No 10 entiendo.




-10-
-Sin embargo. En esta guerra ganA posicion,


y he dado ;'¡ conocer al mundo qur solo hay dos
poderes grandes: el francés y el moscovita.
Anstria y Prusia rlejeneran, los estados de Italia
son rebaños, la Inglaterra... i pobres ingleses!
han tenido que confesar que no tienen soldadoR


tIe tierra, que no tienen marinos, ni gobierno,
ni la prevision mas vulgar en las cosas de guerra.


- i Es posible!
-Bien claro lo han demostrado: hien claro se


lo dijo su Almirante Napier.
- ¡Es posible! Has obtenido un triunfo mo-


ral inmenso. Mas dime, ¿ cómo te has manejado
]Jara tanto gasto?


-Apelé á los empréstitos: ademas hoy se ha
descubierto una magnífi~a teoría: cuanto mas
paga un pueblo, tanto mas crece su riqueza.


- ¡ Cómo adelanta la economía política!
-Ahora me echan en cara, que cuando l'staha


cautivo en IIam, abogué por la lihertad mas
ilimitada.




11-


- ¡Tontos! ¿ de qué habias de hablar estaudo


preso? Yo tambien en Santa Elena dije una por-
cion de palabras gordas en Cile sentido: i pobre~
gentes!


- Yo quisiera seguir vuestras huellas.


-Mi mIo bien, que no siempre pisé seguro.


-Os imito en amar al pueblo francés.
-Sí, limale mucho; pero no le dejes pasar


ninguna.


-Espero que eslarán siempre tranquilos.


- y si no, no olvides que la metralla es un
buen anti-flogísLieo.


-Ya he tomado mis medi<.las, He ensanchado


las calles de Paris para que pueda maniobrar la


caballería, he ocupado puntos estratégicos en la


poblacion, he llanqU0ado el hdtel de Ville con dos
cuarteles, he variado p] empedrado para evitar


h::.nicadas ...


-~o va mal. No les c~catiuws el pan de la
intelijencia ... pero jll"owra ¡¡UU no se les indi-




-12-
-Ya lo haré.
-Deja que todo el mundo hable y escriha ..•


lo que á tí te acomode... Estudia mi historia y
no incurras, Luis, querido Luis, en las faltas que


he cometido.
-·No lo temais señor, yo las cometeré tal vez


mayores; pero no las mismas.
-Nu te dejes dominar por el orgullo. Mientras


hay que conquistar el poder, mientras dura el


peligro, son pocos los hombres que se equivo-
can; mas despues cuando olvidan que son ins-
trumentos de la Providencia y quieren glorifi-


carse a sí mismos ... entonces Dios se encarga de
enseñarles lo poco que son, lo narla que valen.


-Lo sé.


-Pues no lo olvides.
-Reconozco en vucstros eOIlspjus Yllestra gran


sabiduría.


- i Mi sabidmÍa! Aquí estamos solos. ¿ Sabc~
¡;lI<il fué el período de mi gloria 'l ... mis campa-


i'las de Italia. Me mataron mis C¡L1el'ell~s con




-13-
Homa. Desde entonces me ¡JaU y vllncí; pl'ro
me batí siempre en rütirada. ~Ii orgullo me hizo
querer que mi familia reinase en la mitall de


Europa, mi orgullo me hizo emprender la guer-


ra de España, la campafla de Rusia; mi orgullo
me hizo salir de ElLa y manchar con cien días
Ile imprudencia la historia de tantos aüos. i Qué
cien dias!


-Una coalicion Europea. i Pero qué prestigio
el de vuestro nombre! i qué valor el de vues-
tros soldados!


Confieso que fuí audaz; pero no intelijente.
Faltar;i la fé jurada, romper los tratados, no co-
nocer el estado político de Europa, no pensar


mas que en la guerra, no haber hecho ninguna
alianza séria, no haber conquistado con ningun
beneficio el afecto del país, parodiar malla gran-


deza del imperio, y retirarme mas humillado
que vencido 11 morir sobre una roca !. .. Luis, en
este mundo en que resido, he aprendido una


~ran verdad.




111-
- ¿ Cuál l~S. sello!'?
-Que Ilios da los imperios y los quita. No lo


olvides.


-l'io sellO!'.
-Trabaja, no te fiesdemasiado de tusminist!'os.
-Así lo hago.


-Tampoco te fies demasiauo de tí mioma. J us-
ticia siempre, dulzura mientras la paz, coraza n


el dia dd peligro. Allios.


- ¿ y podré, seüor, vol ver á veros alguna \ez
y escuchar vuestras lecciones '1


- i Pobre Luis! dentro de poco te juzgarás
mas sabio, mas político, mas afortunado que yo


lo he sido nunca: dentro de poco, el amor Ill'o-


pio, las malas pasiones ... y para tí no habra rllca
ni Santa Elena.


Dijo y se hundió.
El Príncipe, asombrado tle lo Cjue había visto,


salió del templo, y atravesando liolital'Ías calles
vol vió de IlUe\"ll á las Tullerías llena la mente'


,le alto,; jle1l:;;.llllicnLu".




n.


Dos aiíos df'spuf's.


En una de laR noches mas apacihlf!s del mC's


de ... , de vuelta de Hiarritr., de;:;cansaba el empe-


rador Luis Napolf!on en Paris, pensando ir á con-
ferenciar con el emperador de Rusia en Stutgard.
La cuestion de los principarlos Danubianos preo-


cupaba su atcnciou; una sonrisa, apenas pcrcep~
tibIe, se dibujaba en sus labios al ver los pro-
gresos de la insurreccion de la India; empezaba


:í conocer la importancia do anudar fuertes rela-
ciones con la TIusia y (lo hacer que eesasrm las
vacilaciones de lo;:; estados alemanrs; miraba




- If¡


ron inso]¡mte drgprrcio :'t 1m; reinos de Italia y
Portugal por su debili(lad, {¡ Espaila por su aba-
timiento, y el Bélgica y Paises Bajos por que ca-
recen ele vida propia y son mas bien tolerados
corno fronteras, que respetados corno reinos in-


dependientes.
El humo do la adulacion llenaba aun el recin-


to en que so encontraba. Discurria lenta y gra-


vemente por la dorada estancia, croyóndosc 01
mas sabio y el mas fuerte de los Reyes, acarician-
do en su mente ideas tle engrandecimiento; y si


bien no decia como Luis XIV el Es/ado soy yo, se
juzgaba el Júpiter del Olimpo do los Reyes y quo
podia mandarlo todo con una mirada. Cuneta su-
[lercillio mover/terno


La luna iluminalm el jardin que diseüó Le
Notre, ocultando alguna vez sus rayos entro el


follaje de los copudos árboles. Colocado en el
pabellon del reloj, veia á la derecha la calle de
Rivoli y los ministerios de Hacienda y Marina;
¡t la izquierda el rio, ('1 palaciu (le! Senado y el




-- 1, --


ministerio dl' relaciones esteriores teniendu, pOl'
tll'cirlo así, hajo sus manos la diplomácia para
concertar, y la hacienda para ejecutar sus pla-
nes, Al frente, la plaza de la Concordia, el mo-
noli to de LuxO!' r[uc ue~afia la accion de los si-
glos, y el arco de la Estrella, el mayor monu-
'mento triunfal elevado á la gloria militar de


l'rancia.
Al recorrer con la vista la plaza uc la Concor-


dia, le asaltó ue repente una idea, En esa Plaza


murió en la guillotina un rey que lamó el guan-


te á la Inglaterra protegiendo la insurrecr,ion de
los Estados-Unidos. Cerca de ella, en el palacio
Elíseo Barban, firmó mi tio, enpmigo rle los in-
gleses, su abdicacion segunda, Por esa Plaza
cruzó destronado otro rey que conquistó á Argel
contra la yoluntad dí' la Gran Bretaüa, .. 1[as tam-
bien en esa plaza tornó el liacre que debia sal-
varle la vida, Luis Felipe, el amigo de los in-


gleses!.,. i Qlll) bllf'l1 humore y l[Ue Iley tan ¡]p-
bil Luis XVT! ; Cu¡inta fuerza nrrpsitó :'í~po-


J




18 -
leon 1 para ~lleal1zar ('1 rio lIPs!luJ'(lallo! Ltli~
XVIlI OC1lpa una urna en Saint Dellis; pero vis·
tióá la inglesa la representacion pública. Cárlos X
y Luis Felipe ... duermen en til~rra estraña. Los
Borhones han cnve'jecido. Napolcon ... tuvo su
Water loo ; Luis Felipe, el Napoleon de la paz,


temió demasiado á enemigos pCf!UeÜOS, y 01 virló
los grandes principios rn que descansan los es-


tados ... La Historia, la inexorable Hi~tOl'ia los 1m
juzgado ya.


¿ y qué dirá de mí'!... j Cuán grande me j uz-
gará!. ..


-Así esclamaba, y al volwl' la cabeza, Yl' Pll
el fondo de la r{'gia estancia la ~omlmt rlp. su t.io,
que crece, toma cuerpo, y Clm ¡.rra VI' pasll SP 11'


aproxima.


-¿ Vos aquí, seflor'!
-Sí, Luis, me he preciado siempre dr: eOl't(~s


y vengo á pagarte la visita que me hiciste en l(};>
Inválidos.


- ¿ Pero habcis oido ? ..




~ ¡(¡-
-Tranquilízate, Luis: ya no necesito oírte


para compl'cnderte. ¿Estás contrnto de tu obra'!
-Francia me debe Rll prm'perirlarl, su gloria.
~Va volvicndo ~L tomar aparente nhel.
·-Los rrallccsPs e~tán contcntos.
--No, Luis, están callados.
~~1archo con paso y'guro.


- i Ojalá! ~IaR no te engaIIP:;. Cualqllim·a J1!l-
hit'se JlPnsado al wrtn l,~calar el porlpr, quP tu
misil/n era providclll,ial y que te culocarias <Í la
altura lle aquellr)s gpnios que Dios destina ú fUll-
dar imprl'ios, ú ciYili7.ar naciones ... Yo fuí. .. UlI
mrLl'ol'o hrillantp .... pero l'll mi carrcra, ade-
mús llr COlm,ll' Ú Francia de glorias militares,
fijé las J)<!ses de su prosperidad y grandeza, 1,
J[ el'f'encias, la restituí ,,1 CilltO, la doté de có-
digos inmortales, fundé la administracian, ar-


reglé la llaciemla ... y, i ay! en medio de mis
1'l'l'lIrL'S y aUIl ele lllis crímenes, hize mucho jlJr
('\ pa[". ~[as 1,,'1, ¡,on t~lDtllS eh'llIcnto>;, ¡. hiá,t<,
IIHln \0 ([111' (khia" habl!L' 11l'c[¡iJ .)




- ~II-
- i ::leilor!
-:lIucho se debe exigir del qne mucho puede.


;,::iio ves el humo que sale uel ~rúter? ¿No vrs
la revolucioIl que te espera arma al brazo? ¿No
ves al socialismo, hijo legitimo de las teorías
económicas, que se levanta para a¡;almr con todo


lo existente? ¿ Qué solucion has uado lL estos
problemas? Y sin embargo lu tienen ... y el
mundo la esperaba ue tí.


-Yo no !'esueho, aplazo; cuando no puedo
hacer paces hago treguas.


-Funesto error. Has adoptauo eon mal con-
sejo mi política personal. Ya te aqueja el mal
de familia, ya empiezas á no Yer claro, y el
prisma se ha colocado rntre el rayo luminoso y


tu vista. Aléjate drl mal sendero: que la histo-
ria de los reyes te emeüe adonde llevan el orgu-
llo, la ambicion, las l)asiones bastardas. Da la
paz al mundo, por que "ino te haces amar y
bendecir de los tuyos, si no haces próspera y
feliz iL la Francia, ¡. quién empuflarú tu cetrlJ




- ~¡-
t'I dia (¡UC 0(' J()slice de tus mallOS '? •.
-jIi hijo.
- ¡ Ah, Lnis! yo tamhirn tuve un hijo, y Imn-


saba lo mismo que [[t. Mi hijo rué saludado Bey
de Huma, y murió rlur¡ue de Heischtat!.


- ¿ Pues qu(~ creeís?
-"<o puedo penetrar los ocultos designios de


Dios.


- ¿, Pr,ro creeis que los Borbones ó lus Or!eanE


han de volver á reinar?


- i Arcanos de la Providcneia!
-Pero crccis humanamente posible que vuel-


van á reinar '!
- ¿ Por qué n6, si llegáran á entenderse?
-Entonces purt!o estar tranquilo: no se en-


tenderán nunca. Los unos quieren ir atrás, los


otro~ afectan un rillículo liberalismo, lllleno pa-
ra debilitar otras naciones; pero funesto para


el propio pais. Los Barbones además han cme-


jeeido, y lo~ Orleans ...
- y aunque asi fuera, eso jUotifica la gran




iníquHla,¡ qUé ~é COilll'tió COll ~áp()lc¿. i Tú,
mi sangre, asociarte á la Inglaterra, ser
comparsa du Lord Palmcrston para quitar la


~orona al ney Fernando! Y sin justicia,
propalando calumnias infames; y sin gene·
rosidad, ahusando de la fuerza de dos gran-


des potencias contra un estado dehil, con
asombro de todos los homlJ/'es honrados y
conculcando el derecho de gentes, intervenir


en el gobierno particular de un reino inde-


pendiente, lanzar anatemail soLre la calJeza


de su monarca, aprestar escuadras, y ljuerer
llevar al terreno de la fuerza l<t ma~ injusta é
impolítica de las agresiones!


- i SellOl'!
- ; I uis! i tú propagandista! ¿ 1'\0 sClbcs que


la Europa tiene derecho á preguntarte de dónde


vienes y el dÓI1ll"e ya s '!
- Ya retrocedimos en el mal camillo.
- Si; ¿ !l'-',]'O sabes lo que' ho oi,lo '! Qut)


'lS dctubistcis ante Ull malli1ie~lo de la 1I11i;iJ




-B-
,¡¡llt) mengua! anto la nohle act.itud d¡;l pn¡;-


hin de las dos Sicilias i qué bochorno!.. El
Bey Fernando se ha enalt~cido á los ojos de
Europa; pmpero ; cn,\nto hal(Jon para sus arlyrr-


. ,
safios ...


- Ya sabe el Rey de ~ápoles que no hu-
biera podido resistir .


.. - i. Y tú hubieras podido hacerlo? Si b
Inglatcrra y la ¡¡usia se hubieran ,conjurado
contra tí, oi hubiesen empezado minámlotc,


el tern'no que pisas, si te hubieran apellidado


monstruo, si huhictien echado sobre tu fren-


te un anatema, si diariamente escribie~en
libelos contra tu persona y fomentasen las ma-


las pasiones, y protegiesen á los conspira-
dores, y sembrasen oro, y huhiesen presen-
tado dos escuadras en el Havre y Marsella, iJIl1l'
huhieras podido hacer~ ..


- 10 cle~eaha proteger la lihertad.
- i Til! ; tú, que la mata:;te en Franci,l'


j tú, qut' ('PITaste la tribuna y t'sclavizaste la




prrllsa! ¡tú, te haces apóstol dl' la liberta(1 en
Italia y en España!.; i Qué sarcasmo! j qué
horrible sarcasmo!


- ¿Pues qué otro objeto 'l ...
-Luis, Luis, tu quieres ddJililal' esos paises


para dominarlos, para lanzar de ellus ú los Bor-


bones y ...
- Hablall mas bajo, Sellor.
-HiÍzlo al menos con disimulo. A los malos


cómicos los silvan,


-¿Puedo olvidar la volíLica tradicional de


Francia? ¿Puedo olvidar que mi muger es es-


pañola, y que ellos mismos j vil rebailo! se an-
ticipan á mis deseos?


- No te fies. ¿ Tú conoces á España? ¿ Tú sa-
bes que fué el principio de mi fin?


- Yo, Seüor, pl'OCU ro ·que no vuel van iÍ


reinar en Espafla los Borbones de la rama pri-


m~génita.
'-Lo comprendo: temes que lleven á Francia


Ú HLS primos ... Te creí mas homhl'p.




-~;, -


- i Pues qué!
-Dejemos eso: no los temas. Esos príncipes


han tenillo la mayor, la mas ilustre ocasion de
atraerse las miradas del mundo. Abierto estaba
el palenque, ¿por qué no fueron á Crimea? ¿por
qué no adquirieron alto renombre?


-¿ Y qué tenian que hacer ellos on Cri-
mea'?


-Dárse á conocer peleando on uno ú otro cam-
po. En la escasez de príncipes dignos, la Amé-
rica, harta de miserables tiranuelos, les huhiese
brindado con el trono do l\Iotczuma ó el lle los
Incas ... Espaila misma, abricllllo su corazon á la
esperanza, hubiera escuchado absorta el rumor
de sus hazaüas: sabria que uno de sus príncipes
arrollú la vanguardia inglesa ... que el otr( ....
¡ Pohre Espallil I e Espaglle pOI'te malheul'.


-lIoy üi';]longo á mi arbitrio de sus destinos,
la tengo en perpétua tutela,


- Ese ruó uno de los prro\'e5 de Lllis Fe\i!Jr'
l ~l1ill~ltl0.




- -2t;-


- La Inglaterra opina como yo. Ln sahielLlr¡¡¡


inglesa O"
- La Inglaterra abatió, humilló, empobre-


ció ú la Espalla. ¡ Gl'OSl'rO error! A su pDlítica
hubiera convenido mas, hacer ú Espafla fuerte
y poderosa, unirla á Portugal, desarrollar su
industria, animar su comercio, fomentar su
marina, formando (le este modo en el Occi(Icnle
un pueblo grande que hiciese ft'(mte y contraE-
tase con el poderío francés, Pero los illgleses
han pei'dido el tino: la raza anglo-sajona podía
haber influido noble y generosamente en los
destinos del mundo, y ha abusado de su poder,
ha descendido de su altura y se goza entre el
lodo ... ella fIlle debia CCl'nel'SC en las nubes.


- Ya veis como les ya ú los pobres l'll la
India,


- La India les dará que liacer ; pero no espe-


res mucho de pueblos abatidos, groseros I llivi-
didos en razas, sin verc!arlcro patriotismo." ¡ L~
Irlanda! 00 no olvides la Irlanda. ¡El' sufragio




-:27-


uuiYCl'sal'", Libcralí7.ala un poeo, f[lie falta
la hace,


-lIah[ad bajo, SeüoL', puedcn oimos.
- Cuando sc vaya eclipsando la cstrella de


A[bion, cuando llegue cl dia de [a lifjuidacioll
gencral , ,todos los pueblos preEcntarán su par-


Lilla Ile agravios." No hührá paz en el mundo
hasta, que la moelel'lla Carlago sul'r3 la suerte dl'
la antigua,


- Yu no participo de vuestro útlio Mcia [os


-:lo: tú no los úllias: tú los temes, ¡, Vas
ú Stlitganl ':


-Si SellO!': :\!oldayia y VülüC]uia rechllllan mi
atencion."


-;,'0 d,',atiendas otras cuestiones que ümcnü-


zan la paz dclmunelo. Prevision, Luis, prf'vision.


- flcsolY81'é la curstioll ele los Principcldos
sin contar con ellos, ni con la TUl'quia, ¡¡i elln


d Allst.l'ia, ¡¡i .. , algo hallr;'¡ fllLl' euutal' eUIl Hu-
~ia ";v' algu l1l1~ {~un ln~lat.el'l·(l.




-- ~K --
-;, v"" ú Stutgartl 'l .. pUl!" no uhiJes <jlW la


esperanza del mundu, su regeneracion moral
han de venir del Norte. No olvides que si mi
mision fué de guerra la tuya t'S de paz; qué tu
política no debe ser meticulosa, no; pero tam-
poco agresiva; que de ti penden los grandes inte-
reses de Europa, y que delJes ser p] gran adalid
del órden en el mundo.


- i Cómo haheis mudado de ideas!
-¡, Sabes lo que se apremIe en el sitio


donde resido? .. Adios, veo que empiezan á des-
agradarte mis consejos: si es así no t.e yer{! mas
hasta el terrible rIia en que despiertes <le tu le-


targo. Adios.
Salió gravemente do la estancia; ú lo lejos


se le oia murmUl'ar CUIl \u:.\ apagada:
~ JI ('st UU :-iang' d"JUclor j maís il ('n ('..,1 le reste. )




Ill.


- Señor ~ligurl Cervantes Saavedra ¿ eslaís
visible?


-Sí lo estoy.
- Pues venid, que nuevas del otro mundo


us aguardan.
- ¿Auu se acuerdan de mí por allá?


- Habeis dejado un libro de cahallería que
hará eterna vuestra memoria.


- i Tanto gusta el loco manchego! Yo prefe-
ría el Persilt's.


- Pues os equivucásteis grandemente. Enllun




- :iU -


I)uijote lllrnilSlei" hieu la cmiJucadlll'a. i CLÍIIIII
Cill'm llallamrntr la nal"l"aciOll ~ En 1I11 Inqar DE


LA l\IANCl/A... Por el contrario, en Persiles
aqllrllo de Vuces duba el búl"iJaro Cursicurbo me
ha hecho siempre mal ('fecto. Persilcs no se
lee, y D. Quijotr adquiere d" ¡lia en dia mayor
celeDriuad.


- ¿"Xo saheis, hcrmano, en qué dell(, con-
sistir'! En qUll el Quijote salió l'i'pollLúneo ¡lc mi
cabeza. Y no c¡-cais, como dicen los tloL"lus, que
traté ue imital' el asno de 01"0 tic Apulcyo, no,


Pinté un loco discrcto, Iplise acallal' clJn lus


perniciosos libros tle la andante caballería, co-


pié costumllres y caractéres que tenia prcseu-
¡es, y tlej,'~ correr mi f!:cnio en la mas úmplia
lihcl"la,l. EII l'cl",·iles quise pasal' por ductu.


c:icl"ibí ampuloso y CUllu, y por lu que YCO,
nn he logrado dat' guslO (1 arjLlcllos SCÜOl'eE. i, Y
mi Galatca?


- Ya se acab:j ('1 mUllrl!) il!L·a!' Los prr,tlll'l's y
pastoras 11U >3on (le lltolla. CUIl ludo. llO rall'l




- :11 --


(/lIit'n admire VUC'f<tm divina prosa, y se ador-
!lwzca r,on vuC'stros Yersos.


- Yo !te creitlo siempre (¡ue !lO eran buenos;
i pero tan malo:, !., ¿ y mis comrdias?


-?\Itulrmos elr conwrsarion. Ililsteos saber
(¡He la historia de D. Ql1ijoLe, como habiais va-
ticinado, unos la toman si otros la dejan, los ni,
i10s la manosean, los ¡/lo=os la leen, los jÓlJenes la
es/udian, lus homúres la entienden !I los viejos la
celeúran.


-¿ y so ha impI'cso muchas veces?
- Intlnitas, Con slImo aciorto se os traslucía


r¡nc 110 habria de haller uacion ni lengua donde
no se tradujera.


- ¿ Pero no la habrán comentado?
- ¡ Cómo que no! y dos sábios, Pellicrr y


Clcmencin.


- Croo que he visto á esos sellores por es-
tas tierras .


. -Pdlicl'l' se limito ú nutas r.l"llditéls, ('11 c.orte.


número y casi siempre oportunas. Cll'mencin




3'2 -
muchas veces no os entiende: cumu l's~ribio
siendo muy anciano no sontia las bdlezas de
vuestro libro, deslio las gracias ú fuerza de co-
mentarlas, y a1'múndose de autOl'idad censoria,
á veces ridícula, os acusa de falto de memoria y
de pecar contra la frase castellana.


- i Tambien eso!
- No tuvo presente que para examinar las


im:lgenes con ojos de artista, so debe poner la
rodilla en tierra. Tambien os moteja de rsccsi-
vamente libre en algunos pasajes.


- y ú fé que no le falta I'awn, dijo Crl'Yan-
tes exhalando un i ay l lastimero.


- Tambien un literato andaluz ha desen-
terrado vuestro el'lebre Busrapir, '"


- No os entiendo.
- Sí: a11l181 libro que e,erihisLt'is ]lara mani-


festar que D. Quijote es una sútira contra el Em-
perador y los principales seüores ele la corte'.


"'unca voló la humilde pluma rnia
por la rcgion satíri('~ ...




- :t1-


- Pues á vos lo atribuyen.
-jAml! ...
- ¿ y qué cosa é~ el tal Buscapie que publicó


. ese mancebo?
- Un librejo baladí, taracea de palabras y gi-


ros que empleasteis en el Quijote y en la ad-
junta al Parnaso, mal hilbanados, sin ingenio.
sin invencion, sin gracia ... [n tour de force.


- ¡, y qué objeto podia tener yo?.
- Acreditar y vender vuestro lihro.
- j Pues qué! ¿ignora ese pecador la suerte


feliz que tuvo y las ediciones que de él se hi-
cieron ?. Pero dejemos eso: supongo que me
habrán defendido ...


- No, a fé: unos con el mayor candor han
chupado el dedo que se les dió a mamar, y
otros han callado la.mentando el esta.do en que
se hallan las letras en España. Dejemos esto;
entre las grietas tle los palacios crecen los
jaramagos.


- Mas decidme, lmrn hermano, ¿ mi libro




- :l't-
logrlÍ tlrstrrral' la~ rancias consrjas dr la amlan-
te caballería '!


- Y acabó además con los caballeros. Ya no
hay desfaeedores de agravios, y eada dia hay
mas agravios que desfacer: ya no se encuentran
doneellas recatadas. padres severos, maridos
puntillosos... Al pundonor, al respeto á las
leyes del deeoro, se les da hoy el nombre de
Quijotadas, y todo es infame behetría... Hay
que tener mueho euidado euando se combaten
los abusos, porque está muy cerca el uso legí-
timo; cuando el escalpelo pasa entre la epi-
dermis y la carne es muy fácil que brote sangl·e.


- Ya lo he sahido con llolor, y tal vez á
esto dcha el estar hace mas de dos siglos en
este punto.


-¿ Ya tendreis noticia de que os han levan-
tado una estátua?


-Cuando viví me dejaron en la miseria; hoy
me levantan estátuas que no necesito y no me
hacen sufragios que tanto anhelo.




- ;jS-
-Pues eso cabalmente wngo á deciros. r110


de vuestros apasionados, hombre de f(, y co-
ra7.OI1, ha manllado hacer sufragios por vuestra
alm,t ellO de Octubre, r) aniversario de vues-
tra muerte.


- i Hombre piadoso!
- Y en la capilla del oratorio del Olivar.
- ¿De donde fuí hermano?
-Exactamente. Allí se dirán las preces de


la Iglesia y se elevará la hostia consagrada en


satisfaccion de vuestras culpas. Además asistirán
á orar los literatos de la cÓl'te.


- j y por aquí se susurraba que no eran muy
aficionados á cosas de Iglesia!


- De todo hay.
- Dallles gracias en mi nombre, y decidles


qur en el lugar donde resido huele mejor el
ill'Oma del incienso, que el humo de las alaballZ'¡s.






IY,


-¡, Quiere ustcd Ilccirmn quó cnti<'llllt, por I'e-
volllcion '!


-:'\0 sé definirla; pero si usted me promete
no interrumpirme, no aco~armc con prcgllnta~,
no qucrer saber mas que lo (lue yo [luiera decil'-
lt" pOfll'ó esplical' alguna como


- ~Ic limitaré a oir.
- },Iírelo usted hipn, hoy quiero hablar "010;


á la primera interrllpcion callo.


- Cunvenido".




- 31'-
- Pue~ hien; los que estudian el vértigo qlle


ar¡ueja {¡ las sociedades modernaR, ese mal estal',
esa falta de nivel y de aplomo, no sahen cómo
definirlo, ni ú qué compararlo. Apellidanlu
unos tempestad, y no sin razan, porque des-
lumbra con sus relámpagos, amedrenta con sus


truenos, y aniquila con sus rayos. Llámanlo
otros cólera polltico y tampoco me parece mal
esta calificacion; porque la revolucion como el


cólera se presenta de repente y pavorosa, hiere
sin piedad, y suele aclimatarse y dcgmlcrar en
algunos paises. Otros dicen que la revolucion es
una fuerza elástica' superior á la del vapor; que


arrastra en pós de si á la humanidad rompiendo
('uanto se le opone al paso, horrando los límites
de los imperios y derrocando los trunos.


Los que la llaman tempestad, creen que puede
á veces purificar la atmósfera y sobre tudo, (Iue
es de corta duracion y anunciadora del huen
tiempo. Los que la califican de cólera, tambil'Il


b dan existencia cUIta y se lü;unjean oc (lile




- ;)\J-
pasará pronto psa lotrría de Illurrtr, en que sin
l'mIJarga hay mudlOs hillctrs en hlanco. Mas
larga duracian la concrclen los que la califican
de fuerza elúslica, porque 8ab0n que funcionará


mientr,u; haya ('l('mentos que la sostengan y es-
pacio que rccol'l'Cl' ,., i Ay del dia del descal'l'i-
lamiento!


En su juventud larevolucion es alegre, hulli-
ciasa, espamiva, i Cómo adula á sus futuras víc-
timas! i Cómo las adorna COIl flores para llevar-
las mas tarde al sacJ'iftcio! i Qué vivas tan entn-
siastas á los mas Lellos nomLres, á los ohjetos
mas queridos! i Qué himnos, qué músicas, que
fraternidad, qué alegría, que júbilo por do quieI'!.


Al oirla los hombres incautos ven renacidos


y mejorados los siglos de oro. Nada de abusos,
grita i bien público, desinterés, moralidad,
ilustracion, mejoras materiales, tolerancia, duL
zura, filantropía, i Cómo sed llce á los hOlllLrl's
de burna fl' la virginirlarl de la reyolw;ion!


A poeo ya el circulo >,e ('strecha; ya hay bup-




- 4U-
nos y malos, nacen las divisiones, alza su f['rntt'
la rnvidia ... ya se habla dr planes encubiertos,
de enemigos ocultos ... se envenenan los odios,
empieza el período de las persecuciones, de las
sangrientas luchas ... no caben todos en el mun-
do ... La ambician se visle un uniforme de ge-
neral y aspira á la dictadura y todos trabajan
para derrocar el ídolo. ¿Dónde estais nombres
sonoros? ¿ Por qué enmudecisteis himnos de
triunfo? ¿ Qué se hizo el desinterés .. , el bien
público... la tolerancia?.


Los hombres se cuentan, se afilian, se agru-
pan á una bandera. No se atreven ya á mirar la
luz del sol, se acojen á los antros; ni usan la es-
pada del caballero sino el puñal del asesino. Ya
no son hermanos: apellidan malvado al que no
está con ellos, y ellos entresímismos no se en-
tienden, se temen, se maldicen. ¿ Y cómo no?
si ya se ven tal cual son, y han arrojado la pin-
tada máscara que los cubría.


Llega el momento de la vejpz de In!; partidos




-'11-
Y se descomponen, no saben los hombres adon-
de van; degradada la sociedad, corrompida la


familia ignora uno si estrecha la mano de un
amigo ó la de un espía. l'<adie obedece: el caos,
el caliginoso caos se presenta ... ¡Perfidia de la ve-
jez! Lev:mta su frente la inmoralidad repugnante,
el ateísmo desenfrenado. Reina el desórden en
todos los estauos, en todas las clases. La disolucion


se acerca ... tal vez. se abre un campo de asilo, y
los tránsfugas corren á él. ¡ Desercion! Duscan


un gcfc que los haga vencer sin pelear y que los
siente al festín del presupuesto.


- Si; pero es por ...
- Ha Pl'ometido usted no interrumpirme. He-


cuérdelo usted.


- Callo.
La humanidad indlldabl(1mente marcha: las


civilizaciones se suceden; pero no se parecen. El
movimiento como la luz debe venir de lo alto,
no es lícito destruir sin sabrr cómo se ha de


editicar y no dl'be toearsc' nunca ú las grandes
G




-n-
hase,.: sobre (IlIe descansa el euilitiu sllciaJ,


Las l1lPjoras Slln obra del tirmpo, del eSl.udill,
de la buena f6, de la ilustracion; poro la rcvo-
lucion no quirrp mojorar, fjuirrr drstrllir. El
mundo marcha, sí; pero de estacioll eu rstacion,
dl~ alojamiento on alojamiento, de etapa en ela-
pa. J'li siempre camina húcía adelante. ¡Cuántas
veces, al verle correr desaLelltadamente, de-
bíamos acordamos del caballo quo yendo ú ga-
lope tendido por el picadero, vuelve siemprc al
mismo punto de donde partió!


j Cuún candorosos los que pretenden con be-
llos díscursos, con sonoras palabras detener el
torrente que se deshorda! N o se vence la accion
l'on la palabra, y la jll'esullcioll del orador no
puede contl'arestal' Ú la audacia del afiJiatlo.


Para destruir la revolucion, y rel'dificar la so-
ciedad aprovechando todos los materiales, se ne-
cesita un hombre que resueIYa todos los proble-
Illas, que halle una fórmula general, que


restablezca y no restame, que castigue y 110




--u -
Jlcl':,iga, y lllle jll'ocl:ll1Il' muy alta la H'J'(lad re-
ligiosa, la Yl'l'llml moral, la verdad política,


En lus !ksl1laderos de Tesalia l¡al)ia una esfln-
go que proJlouía un 11l'olJlPma il los I ram;ellnt.cs


y (lc"o!'aLa eJl 1m CHeya Ú los que no acertaball
;'¡ ,lcscifrarle. En nuestro siglu ha yuelto á apa-


TPt:P!' la eslingc con 'su pl'Ol,ll'ma, i Ay del 'luC
no aeil,rtl' il l'l'sulYl'rlo !


- Yo creo que ese proLlema lo 1'PHlelyc una


huena conslitucion.


- Lu que yo crco cs qm' hahióndomc llstell


interrumpidu dos yeees no al']¡O continuar.
-Pero seiíol' ...


-~ada, nada, usted ha faltado á nuestro eon-
venio. Por lo domás, ¿cree usted que no eOllozeo


las unce cOllotítucioncs que han regido en Francia


desde li89 y las siete que llenmos en Espaüa,
que no las he estudiado comparándolas entro sí y
f;ll.ietil1ldol~¡,; al analísis mas IlcLcnido? Pl\('"
l'l'éalllü usted, ninguna 1'0em'l\'c ell'l'ohll'ma di'
la cl'lin¡.!(',




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Y.


El Cemenlcrio de San :\"il'ulú.,.


Solian ver algunas noches á la claridad de la
luna lo~ que cuidaban del cementerio de San
Nicolas y San Sebastian de esta córte, una som-
hra que recorria aquel fúnebre recinto, evocando
á los que en él dormian. Un murmullo incom-


prensible, semejante á un cco lejano, hacia 80;:-
pechar que los muertos razonaban y departian
entre sí; mas al primer albor del crepusculo se
l]esY:lllecia la ,"ision y lodo quedaba en el mas
completo silencio. Grave miedo causaba la apa-
ricion á los asomhrados guardianes: una ancia-




- '11)-
na aseguraba que debia ser .llgun ¡dtll~ en pon;,
(jUf' venia ;i afligir ú los muertos; mas un aprf'n-
,liz ,le cirujano, hombro fuerte on la matcria,
opinó que por ~llí debia de andar ~Iistcr Hume,
el famoso mec1ium, haciendo de bs suya",


Hedohlóse la vigilancia, colocúron80 cocuc]¡a",
aplicóse atentamente el oido, y se ad0l'tarolL


ellantas mc.lidas aconsejan 1:\ curi{!~i":I¡\ y "l
mietlo; IlI:ro ]¡¡ vision n() Yllhia ;L 1'!'('~"lll;¡l's["
]ina noche cuando el COIlS"l'gc Il,' los IILLl/'l'lns
apercibia sus armas y se preparaha ú rondar,
[\brese con ruido la puerta de su estancia y SI:
le aparece la sombra,


-¡,Qué qnereis üe mi, üijo temblando el
custodio?


-:\~c1a, mi amigo, le contestó la vision,
Que duermas tramjuilo, que IW mc aeos,'s
cuan,!o salgo á mi pasco nocturno, (IUO no tc


inquietes, que depongas totlo temor, y 'Iue se-
pas (jllO ni soy alma cn pena ni hl'ujo, sinu Llll
!JlLl'll hombre (ILlU vi\iú y lllllriú en lél fé') '11'" 1'111'




,-
- ti-


millistro del llios (\(- pnz, y que espera con an-
oia la etel'l1rr bienaventuranza, Tengo lir,rncia


p,lI'a dar algunos paseos por c~tC' munrlo , 1,O]lC'
de TIm'aa y otros amigos me hnn hecho algunos
encargos literarios, y (losoo snlwl' qUl: 8u('rl('
cabe en el (lia (1 mis comedias.


-Entonces ya caigo: deheis ser "OS D. Peüro


Calderon que está depositado en esto recinto,
-Así es verdad, replico la somIJl'a. Ya yes


(IUC aun (Iue eu mi ju yentllll fui homhre de al"
mas tomar, hoy soy muy pacífico y no causo
miedo á nadie, TJ'únc¡uilizate, pues, y no mo
ohseryos, y no me molestes, y rom~a seguro
porquo el rohaüo quo cuidas no se escapará do


su redil.
- Vaya, yaya, con el SellOr Calderon de la


Barca, dijo ya muy animaLlo el glIal'da, 10 tam-
bien en mi juventud representé comedias case-
¡'as y aún me acuerüo de aquello


Jlip/,gdro yioknto
ql1(' corrisle l)~l'eja:-, ('(In el Yil'I¡[~I.
y lo tl~, .. i\purar L'i~¡u", pt'l>leudll




Me p:l1stan mucho los Yel'~OS, y sé oe memoda
los que hay en el c('menterio.


«( Templo tIc la vcrdarl es r} que miras t) o',


- Calla por Dios, hijo, esclamó Calderon: ¡si
tienes influencia con el que manda en este sitio
aconséjale que los borre pronto, pronto, y que los
sustituya con algunos testas de Job y de los
Salmos.


- j Pues ;l mí me gustan mucho!
- Y á su autor le gustarán tambien. Repito,


rluerme en paz y no vuelvas á inquietarme.
- Ya sabreis, sellor Calderon, qne en este


cementerio hay muchos sabios, muchos guer-
reros, muchos políticos.


- Déjalos en paz. Yo deseaba saher lo que
quedaba en el mundo de mi~ antiguos amigos;
pero me dicen que no hay ni aun polvo de Lope
de Vega, que se enterró en la bóveda rle la Igle-
sia de San Sebastian; ni del manco de Lepanto
que fué enterrado en las Trinitarias. Hubiera
"isto con gusto al P. Definirlor de la ~Ierc('rl;




- 'I!I-.


prro creo qllP fué enterrado en Sória. Mi paisano


Moreto dehe andar por Toledo, y Alareon, el
pohre jorobarlo que valía tanto, no sé donde
para. De los modernos solo he oido hablar de un
tal lriarte, un tal Cienfuegos y un tal Moratin.


-Si quereis noticias de ese género, un .sobri-
no mio, que es del oficio, que hace comedias y
tiene nÍlmen, pudiera clároslas.


- i lIola! ¿ és el que hizo las eoplitas del ce-
menterio?


-No seiJOr.
-Pues entonces dUe que venga mañana.
-Ha traducido un drama francés.
- Dile que no venga.
- y ha compuesto unos versos que se leyeron


en el Liceo.
- Vaya ... puede venir. Adios, me voy á re-


tiral' pronto, amanece temprano, el crepúsculo
se aproxima ... Adios.


- ¿ Con que avi,,<lré al mÍlchaeho?
- Rien.


i




- su-
- y le diré que tmiga algun drama patillll-


lario, carne cruda, para leéroslo.
-No, por Dios.
Al siguiente dia ó mas bien it la siguiente no-


che, avisado por su tio, hallábase el poeta novel
en el cementerio. ¿Para qué me llamará mi tio
se decia? ¿ Qué me querrá á estas horas y en
este sitio? ¿Si será para pedirme el pico que me
prestó? j Pero qué cuadro tan hello! La luna ilu-
minando la mansion de la muerte, aquel ciprés.
este mausoleo ¡qué e,fecto harían en la última
escena del tercer acto! ¡qué tableau final tan
magnífico!


- No temas nada, le dijo el tio, ya sé que no
cobras hasta fin de mes ... no te llamo para eso,
sino porque hay aquí un sellar que quiere ha-
blarte.


-¿ y quién es '?
- Ahí lo tienes ... es D. Pedro Calderon (lc


la Barca.


- ¡Qué mc decís!




- ,,¡ -


- Sí, yo soy, acércate.


El jc'Jvcn recordando versos de La Vida es
Sl[(~ÜO eselamlL


- ¡ \·.ilg~l'ne el ciljlo, qué veo'
; V.:'dg'amc el cir-lo, qUt! miro ~
COIl poco espanto lo atlmiro,
Con mucha ~ll1da lo creO.


- Tl'anrIUilír,atc: yo soy ... ven á cote lado y
Ita IJlarClllos.


Con a:"olllhro de mirarle
('un adm ¡raciol) de oirlC',


1i0 sé (¡ué pueda det.:irte
ni (lU(~ pueda pregunta.rle.


- Veo, dijo Cahleron que conoces mi~ COlUC-
días. Tú debes ser de los mios. Y ¿á qué gériero
te dedicas? haces comedias heróicas, de capa 'y
('spalla, autos sacramentales ...


-Ko seüm', pasó la moda. A las comedias
hCl'l)i~as sucedió la tragedia al. estilo de Sófocles
y Eurípides; pero ya no se escriben tragedias
lli comcllias herc'Jicas. Los autos sacramentales


se prestaban en su l'jecucion á irrcvcrl'nci~li' y
lu~ prohibió el cunsej() I\(> Castilla, y las comc-




días de capa y espada desaparecieron ~llcedíclldll
en su lugar las que hoy se llaman comedias de
costumbres. Dos géneros hay nuevos: el drama
horripilante y la zarzuela.


-Así llamaban en mi tiempo un sitio en el
Pardo donde egecutaban comedias alternando la
representacíon y el canto.


- De ahí tomó el nombre .


. - ¿ y hay buenos poetas dram:íticos? La vcr-
sificacion dulce de Vega, picaresca de Tirso,
elevada y culta de mis comedias, se conser-
va aun?


- No señor: los mas escriben en prosa, otros
en prosa rimada á que dan en llamar verso.


- ¿ De modo que el liricismo se perdió?
-Enteramente. Ya veis, la poesía lírica es


un género compl~tamente distinto del dram:í-
tico. Además ¿ creis natural que en la escena,
imitacion de la vida civil, hablen los hom])l'es
en verso cuando ordinariamente son tan pl'O-
siticos q




- 53-
- ¿ Con que i~noras las convenciones lea-


trales'! Convenimos en que aquellos lienm"


pintaüos sean Atenas, Roma, Paris; com'('-
nimos en que los griegos los romanos y los


franceses hablen espailol, convenimos en tantas


cosas, ¿ y no hemos de convenir en que empleen
el lenguaje de los dioses?. Suena un silbido y
el espectador ve desaparecer el campo y se
traslada á la ciudad; vemos que el ,iúycn en-


vejece en el segunüo acto y ...
- Ya tampoco hay mucho de eso. Las tres


unidades ... las reglas ...


-Mucho respeto he tenido á la unidad de
aceion; pero no así á las otras. Las reglas ...


Lope las encerraba con llave cuando escribia


y yo las tuve en poco. Ten entendido que los
modelos preceden siempr(J á los preceptos: au-
tes escribió Homero la lliada que Aristóteles la


poética. Las reglas son para el crítico, el genio


no se sujrta al lecho de Procusto; los preccp"
listas escriben á la sombra, los puetas sienten




eJl ,i qt¡id divillWIl y cUllúerlell la" cade!l"';
':011 (lite quieren sujetarlos, cu alas para relllUU-
tarso ¡'t la inmortali(larl.


- I'nos si no huhicra !'('g[;¡s ...
-Las r-cglas las rlicta el huen sentitlo, la


rccta l'i1zon; no el capricho de un retórico. Ade-


mits ¿ hay límites para cierlos ingenios'! Dile al
:lguila que no hicntla la atmósfera, que no Vue-


le tan alto porrrue no pucden seguirla otra,.;


aH'S de mellOS fuerza. ¿ Y (Juc cosas >iUll Cbas
l',omcdias hcdws con escuadra y com ]lú,'!


-Diré á usted, las anum:io (;urta vida. Lus
poetas en lo general sun ingenius legos, rallus


de estllflio y de hase; pintan 1lien algullOs ca-
racteres ... pero el argumentu ... las mas YeCPS


no hace papel. Se han refugiauo al clnum y <"o
es campo abierto. Si algullo o,; illJila, el púhlico


os recuerda; empero aquel illfóCllio, aquella ¡n-


I'ene¡on, urruellos lances; y d illtcrü::; ,icmprc
"'I'e(~i(,IlLe, ~'I'l enrc(llJ, y el de~l'lllaL:L' I.all illll'ru-
\ ielll ('!Il11U nalur,II, ~. la \ i> cónücCl, y tu ver'




,J"


,dil'nri\ll1 IlIlIllCrOS¡¡ y las scnlrnri~s gravrs ,(I1l
rosas rC'sc1'yac]as al teatro antiguo,


-;, Con qur tan alildatlos son 1m; motlernm:')
lrn entcnrlido, júwn, que el (IUP ¡¡¡¡la mucho
('1 lapil nunca harú prodigios como clibujant('_
;. y mis comedias '?


- Ya no s¡> 1'P]\1'e8('ntan ni se sahrian ]'(']1rp.
,(mtar. En Alrm:mia os profcs:m no solo c:u'ii¡o
sino culto. os clJm,iclel'illl ('omo el primer poeta
CÓIlIÍl'o c!e Espai¡a y pI patll'e (le la morlel'l1a
escuela.


- El patlr(' (lo nuestro t('atro futÍ Lope; mu-
cho le tleJ¡e la e,ccna: ¡¡jó las formas dramil-
ticas, Yo quise dar á mis l:omedias una ac('ion
mas art.illcioi';¡, mas dl';¡m:itica, mas cs!ucli:1l1;¡.


Hice que tuyicran una rcglllal'ithltl tlesconocida


hasta entonces, que los incidentes fuesen natu-


rales y que cl desenlac.e estuviese encarnado en
la acciono :Me clcyé a otra altul'a, ¡í la ,iela ideal.
:\ la fantAstic:l ... ú \'CCl'S toql1i~ r] caramillo [Jas-
ttll"i\. ('¡¡le,) utr:lS \'rcrf' t'l coturno /11' );¡ tl":¡-




gedia; y aun hice sonar la lrompa t·pica.
Sirmpre respeté la deceneia, siempn~ tratú
de cautiyar al auditorio apoder~mdome !le SI!
atencion, inspirándole un interés creciente ...


__ y tan cllcrda!\ las rn.zonrs
las palabras tan limadas,
las penas tan declaradas
tan medidas las acdonrs.


- y ya que no se representen, ¿se leen mIs
comedias?


- Si señor, y en Alemania y en Espafla se
hacen ediciones de vuestras obras, se depura


el testo '"
- Burna falta le hace. Yo no reconozco mis


obras: tan mal paradas las tienen los cómicos y
libreros.


-¿Por qué no dejásteis algun testo genuino
reconocido de vuestms 120 comedias y (i I
autos.


- Ya legué mis comedias á la Congregacion
dr San Pedro ,le presbít.eros natUJ'alr~ ,Ir 1I1a-




t1rid, y cm el archivo drl Ayuntamiento se ha-
¡brian los autos. Si no se consultó el testo en
la, primeras ediciones, si desapareció y no pudo
consultar'se en las siguientes, no es mía la
culpa. Ya eseribí, poeos meses antes de morir, al
almirante duque lo ofendido que estaba de los
muehos agravios que me habían hecho libreros
é impresores por los yerros agenos que me
atribuian, diciéndole qllr drsconor:ia el contesto
de mis comedias seyll1l 10 desemejadas que las
hallaha,


-Pues esas copias vieiadas corren el mundo,
y por ellas se os juzga, y se dice que no sabiaiR
ni geografía ni historia, y hasta se os moteja
de mal hahlista, de falto de criterio .. ,


- ¡ Paciencia! i Si al meno~ rsos yerros fue-
ran todos mios!


- Aunrjur lo fueran, SI', D, Pedro, aunque
lo fueran, dehió habérseos tratado eon mas
equidad. :Xum:a se juzga á un escultor por las
obras que sr le rompen ó se le d€sgr'acian. Tam-


8




bien se os acusa de oscuro en el lenguaje y de
no pintar mas que un hombre y una mllger f'11
todas vuestras comedias: el galan querellador,
pendenciero, quisquilloso en asuntos de honra;
y la dama altiva, gray·e, di:;creta, ú veces lihre,
nunca apasionada.


- Vamos por partes, huen hermano, ¡lijo
Calderon.


- Advertid seüor, que yo soy gran apasionado
de vuestro teatro, que es muy hollo, muy r~­
pañol. Os critican el discreteo, pero no hay quien
alcance á emularos.


Difirilmcntc pU(lit~l'::"
conseguir, señora, el sol
que el aman te gira~(J 1
su resplandor no si3ui~r(f, •.•


- Efectivamente: participé algo del cultera-
nismo de mi tiempo; pero rscribiendo para un
público dado, tenia que hacer que me enten-
diese. Ese discreteo que t:mto choca en la ac-
tualidad, era comun ('n mi tiempo; f'SU mrtafi;dca




- ;)~l -


:llllOl'o>,a ,(o usaba eIl la eOltp galallte del


lky poeta, ¿Tengo yo la culpa de que euton-
ce>' l:l reja y el terrero sil'\'iPRcn p~l'a aycnturas
:1Il]()['U":Ui, de que los llUIIlbres fuesen celosos


é il'as(~ihlc,;, du ([UC el manto cubriese liyian-
(jades, y de !jlW las ll1ugeres fuesen mas varo-
uiles (Iue tiCl'l1aii?


- Pero forzosamente cxagerúbais e5as cosas.


-:'íu lo crcas: ¿!.l. liglll'as a¡;aso que el públi-
cu bs aplaudiria si lJU las hubjese encuntradu
('xadas? ¿ Por qué llU se representan hoy? por-
rluc las cOtitLlmbl'es hahr:'lIl IIluda(jo, ¿ Por qué
l'!llusiaolllaLan entonces'! porque aquella socic-


lIad oe reeonocia en su retrato.


- Las ll1ugeres de Lope eran otra cosa.


-- Si ú fú: Lope pintuha ú las mLlgcres liernas,
apasionadas, tocio af'pclo, lodo corazon, Ideali-


zal,a: ('OIlH'IÜa así al género UC SllS fúlJulas,


l111yelas en verso, iuilios pastoriles", Tirso ma-


ligno, zmnLadol', viénuolo todo {l tl'aws ele un


llla1lil'isma, con iu¡n'nio trdyiew y retozon, no




-üO-
nos pin taha la pasion sino el galan [po, no el
amor sino la lascivia ... Yo al .;ontrario, no la~
encontr{~ como las vieron Lapo ni Tirso. Las vi
altivas, discretas; amigas del hombre no apa-


sionada~ por él; enemigas y rivales entre si, ce-
losas hasta el furor.


- Bien pudisteis habrr impreso á vnestras


comedias un fin moral, un pensamiento filosúlico.


- i Ahora estamos ahí! ¿ pues qué 110 lo ha~
GomprenJiJo'¡ eunociC'!lClo la época en ¡¡un es-


cribia trató tlr (lar (lireccioll ú aquella .i ti yent[l(l.
Yo rnseflaba á los homJJI'es;'¡ respeta]' Sil l'ala-
1ra, ú senir á sus reye~, ú dar culto ú su (laI11<1,
Ú SPI' yalil'tllps, ;i no ]wrmitit, que SI' empalIara
su honra.


-Hecuel'do que d,'('i,,:


el !tonr)J'
I~S d~ matcrÍa ran fra~'lJ
quc I~(¡n una áccioll "e I!llll·bra
'Y se manrha ('C'TI ('1 aire.


- Observa hiell mis comedias y St encucu"




- Ií! -
1ra,; alguna muger andariega y liviana 11(1
olvides cual la castigo y como su matrimonio es
lllas bien una pena que un premio. :\fira en el
.\I~alde de Zalamea, respetado el principio de
autoridad publica; en Secreto agravio y ell\Iédico
(le su honra, el poder marital. Siempre me ha-
llarús sobre la hrechá: siempre moralizando al
pais. Gritaha á aC¡llellos donceles: sed nohles, sed
cabal:eros, sed valientes, sed generosos. Desleal
el que falta ú su rey, vil el que ofende al débil,
malvado el que transige con su honra. El honor
es una religion, la palabra es santa, el miedo vi-
llano. Yo pinté al caballero espaltol n todavia
110 hallas el fin moral ~


- i Qué sentencias ~


1)110 rs la ,ang-I'c d!' IllS nuble..,:,
patrilllnnio !le los l'eyl'lj:.


ncLcncd señor la e"'parla
'lile en la 5;mgTe de un rendillv,
nw~ que ~e ¡llIslra se mancha .


. \1 CUl~I'P{) lo \-i:-.lc el oro,
pero al alma Lt IH,IJ!...'¿:'I.




tI qu~ Ite \'(,lI:";':lr~(' tLll,L
hasta mejor ol'<lsiiJll
~Ilfrc, di:.illlula y cal!J..


En batallas tale"
lus que Yel1ren son leales)
los 'Xen(~iclos los tra.idores.


- ¿ y el teatro moderno '!
- El teatro moderno ridiculi~a un \"ic~io, Ull


defecto: su pensamiento moral es mas conocido,


ll1a~ tangible. La opresion tlel padre, la ayariciCl,
la ambicion desenfrenada, los cilsal1lientos det3-


iguales, la vanidad ...


-Si están bien presentallos lus caracteres y


felizmeute desenvueltos si no se empuja l¡([cía
el vicio contrClrio, sino se menoscalJa la autoridad,


si el interés crece, si ...


-En cuanto á eso !t:1Y llludlll que hablar: el


teatro antiguo tenia exuberancia, fullilg(~; era
10Gu, han l¡ueritlo curarlo ...


- y lo habrán hecho tOJlto.
-Cabalmente.


- ¿ y qué tal :;c t;OJl¿cn'Cln lo:; t;orrille,; de mi
li"1llpo '?




- En eso hemos a,lcl:mlélllo m Ucllll.
--: ¿ y los cOllll',lian [es "
- El! e~o, aq«Í r[ur narlir nos nyr', hemos arle-


lantado poco,


-He oido hablar tle 1Iloratin y quisiera con-
yersar con él. ¿ Pudih'as decirme si se halla en
rsle sitio:


-Muy cerca: en la liúwda de San Isidro el TIra!.


- Xo tengo liceflcia para PIltrar en Madrid.


Durante lG0 ailOS e,tuye dentro de su recinto:


drmol iose el templo y hace 19 aüos que me
trasladaron aquí. Por cierto que al pasar por mi


casa, n todayia la reconocí con gozo.
- Pues la van á derribar.
- i Paciencia!.. se aproxima la maflan:! y no


pucela estar mas en tu compaüía. Vudve: tengo
mucho que decirte ... Atlios.


-Pero sellor '"


Hahia desaparecido,




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VI.


El :-; .. )¡'ialislllO.


- i Cuántos male~ ha hecho ProudhIJm pl'('rli-
cando la doctrina socialista!


-Yo le diré á usted, el soci:ilisma es mas an'


ligua que Pl'Oudhom,
- Bien; 1'el'O él lo ha hedlIJ ¡)()pular.
- l'l!rdolJ(' w-(.prl, ('lI:mdo "iuo I'I'01ldhom no


solo r"tal,a PI trl'l'ena jlrepararlo, sino que ya
{rl'l'miuah'l la 8Pl11illa .. .


- Pero Pl'Oudholl1 .. .
- 1'1'0\\(1110111 1', pi mas impiu, el mas rslú-
~J




-1,1; -


pi(lilnwntl' impío ¡j(' lns 1""'l'il.()I·I'~ lllO¡]i'I'Il()S, ha
l'l'eogido los errores y los Llelirios dr todos los
siglos; pero como economista no carece de ló-


~ica y como escritor no es dm;preciahle.
- i Cuánto mal ha hecho en Espaila!
-:\'o tal: en España no hay una docena de


l,ersonas que conozcan sus obras. Los que co-


nocen aquí el nombre de este delirante, creen


que es un héroe de barrio hajo y le comparan ;i
ciertas personas cuyo lIomhre iha :í decir, y
callo.


- ¿Pues sin Proudhom se huhil'ra desarro-


llado tanto la ¡dra del socialismo?
- Sí señor; el scciali,mHl lIO tiene de muLlel'-


no mas que el nombre. E~ la luella eterna dI)
los pobres contra los ricus, lllcha que hasta hoy


en España no tUYO gran importancia, por ,los


razones: porque el puphlo gozaba mayor suma


de bien quP en otros paisps; porqul' pra mas


fUf'l'te el fr(,Jl() (Iue sujda tudas los !l,'seos y
que H'IlCl' (orlas la;: rO,iolle,.




- [JI
-;. Lo el'l'(~ llsterl aoí .!
- j Pues no ~ En E~pafla llillgUII,l earrera es-


taha cenada para los pll'llPYos. Xo habia castas


como pn lnp:lat.l'rra, no habia límite para las as-


llil'aci(lnf'~ ¡\pl ]Iohrl', ni estaban vinculados los
cargos en difcn'ntcs familias como E'1l Francia


ante:; de su sangrienta revolucion. Pásmese us-


trll: en Espafla, en el p.lis de la Inr¡llisicion, ha-


llilahe, PI puehlo mas lihrc, el mas igual que se
COlllJcia sohre la tierra.


-Efl'ctiyamente: lile hace u,Lcrl,'ef1exiollar que


110 J¡"hia ninguna C<lrrl'l'a cel'l'atla para el pue-


hlo, Ik"lln el sayal ó la cogulla hasta la mitro'
ti el capelo: desde la vara de alguacil hasta pi


gohierno c!rl Consrjo de Castilla, ¡]eslle grumete
oí almirante, desde tambor ;í grnE'ral, todo rl


mundo pOllia reconrr la escala. A nadie se prp-
¡:!llnlaha Ile IMUlle wnia, cual cra su punto de


partil!n, rual la historia de su familia, cuúlcs los
titlllo~ de ~ll nohlez<l.


- ,\~í p,; wnlacl : y ('¡¡únln 1I0mlll'C' pl'opio




- lil'l-


pudiera c:itar! La brca del colegial mayor, lo
mislllo que el roto manteo drl estudiante so-
pista, cubrian pechos generosos y prcpa¡'almll


para los altos destinos de la Iglesia y del foro.
A todos era licito estudiar, todos pran iguales:
el mismo trage académico cubria al rico y al
pobre; y los libros y las matrículas estaban al
alcance del hombre mas infeliz. Basta el men-
digo podia instruirse ¡t la somhra dl' IIn comen-


to comiendo el pan ,[e la caridad.
- .\lirúI1llo!o ]lor (',p lado tirne usted raZOIl.
- ;, y cómo lo he dE' consiflcrar ,) Vuch-a ui'ted


la "ista á los pobres y Yl'['á usted los arripllllos


equitativos de los eonvcntos y monasterios, los
arriendos laq,()~ que YÍnculahan las tierras el1
las familias y las dahan .:iel'lo condominio, Oh-


spn8 uSLed los pósitos y las memorias pias 1JIW


los ciaban spmill¡¡s para la sit'mLra y los saca-
han del calltiH'l'io de l[)~ p]'estamistas u~u··
I'arios; note u:;ted I¡UC' lo:; propio" baldíos y co-
muues eran bie!1C'í' rIel pol)]'('. Hr"lll'rde u~terl




-I¡!/-


tanto alhergue, tanto a~ilo, tanto lto"l'ital... Los
mc(licos y lo,; ahogados jUl'aban 811rarlos y de-
fplllkrlos de yalde ... en su ohsequio se estahJe-


cil'ron los casos de córtr y otros procedimientos
pspl'('ialeF, ob,éryelo usted y wrá que el pobrc
era ohjeto de los de~velos de la administracion
ci \'i 1.


- ; Pues ya supongo lo flue haria en su ohse-
fluio la ndigion!


- Figúresc uiited, j cuando nurstra rcligion cs-
tá l¡asada on la raridad! La 118ligioI1 f>nscüa)¡a ¡'¡
!tI>; ricos á hacer buell uso de las )'ique~as; y
decia á los pobres que ,-iviesen resignados por-
que Dios fué pobre y santificó la pobreza. Les


demostraba que ricos y pobres todos somos hi.ioh
de UD padre, miemhros de una misma familia


y .con derecho igual ú la recompel1sa etel'Jla.
Vea usted pues, por qué no hahia sociali,;mo en-


tre nosotros: los po!lres eran mejor i!'a~ados que
en otras parte',.. y l'l [Jrincipiü religioso era mas
fuerte.




Tampocu ¡1!tlJl'a hay c,[a"I'~, lli •• ,
- Ahora se pro('c,lc pUl' l'liminaeio!1. :\0 ea-


bcn en un punto los fllie se elasifican ú son


dasi(icallos rn tal ú cual hanlkría, y el mun(lo
es del mas osatlo. Los llUeyOS ricos carecen


del espíritu de 1m; antiguos; al pueblo se le


h~l ('~cita(lo; prro no ~atiskcho. Las ofprtas
1'I'sultaron fallillas; y se ha "I'nitlo ;'[ parill'
('11 (¡¡w (l"srllgailallos de qne liada me,joran
C\lll la jlolítica, yuelYan 6U vista al hipn estar
material y aspiran ,'t lus hielll;s de los rartien-
lares.


- i ?lle pasma usted! j A la jlropic(\:¡¡\ l'al'ti-
clIlal' !


- Inllu(lahlemente, L[I, p:ohicl'l1oS han rlado
el ejpmplo no J'cslwtan(lu la propic(lad corporati-
ya. ¿ Le parece ú usted menos respetable? i Pucs
fjn~)! ¡,los que poseian los hienes eclesiásticos,
llf) pran tan propietarios como usted y yo') ;)\0
"lIl1sistian HIS titu!os en l'ompras, (lol1n('ione~,
hél'cneÍ¡l, y l('sn¡\oi' '! ;,:'In ""lakll1 t()(},,:, esto:,




-- ; I


títlllo:; hajll la garanLia J(' la ll~gislacioll del
país" ¿:\o se (h'bia respeto á las últimas yolun-
la;!ps -? La~ cargas l,iadosas {¡ r¡lIe mucho,; tic lu"
hif'ncs psL'n1 afl'dos ¿ no lllerecian cOl1sideracion-!


Pues tudo vino ú lil'ITa: "e cl1seiló al pueblo r¡m'
nada vale la lpy, ni el título kgítimo, ni la 110-
s('sion, ni la \)l'(IJlíl'llad.oo y el puC'blo es lógico.


- Sí, pero (le la jll'ul'irdad corporativa ú la
il1flivídnaloo.


-::\lo hay mas que un lJiISO.
- Los hienes qlle se deehu'al'on naciunalrs,


fuprn!1 los (le- f¡-ailes, los d(' lllonjas, los lId
eh'ro s('cular, los de J1lC'l110l'ias, los de bencfi-
c(,l1l:ia, le:; dl' ln'opius pte. ;, Qué resta pues') los
¡\p los g¡-ilnde,; pl'upictarios y l,)s de In, j!('-
qurilos.


- i Qué il1l':\lll'a}'¡(~ ('S lit lúgiea!
-Hay una tliful'l'l1cía, l]llC lo primero lo ha-


cían los gOJ;iL'LTIOS y lo segundo Jo harán los
pueblos; que lo prirnl'1'O se hacia semi-pacifi"a-
llll'lIte ~- lo >'1',QlllHlu '\' hal'ú [']ltn' kllli'(,,,taLl('s.




i'! -
i De"gl'aein(1() país! Y "in emhargo pn nin!.!'llll
IJtl'O c1ehia hahcr m('llOS socialismo,


- ¡,Do moclo que usted cre(' qUl' el ,()ciali,mi¡
l'spaitol será artificial '!


- Sí: huscado, pruelarnado, muvido ]lor ins-
tigadores, Lt, sen'irán de pl'(,cl~(l('ntc los hl'e1lOs
cunsumados, descans<ll'<Í en la r1l'llll('cion lúp:ica
mas sen'l'U; peru no I'('CUI1Ul'C'rá Ill'cl'oidad in-
tdllsCl'a, .\c¡uí no hay nl'cl'"idad lit' annwnt:n'
los jornales y di~minuil' IriS horas (le tl'ahaj(),
porque nadie trabaja, ni ha~' Ins r()I~(}S (Ir Lyon ~'
~Iarsella, ni aquellos tallel'l's que aniljuilan ú la
niücz y la pri van ¡JI' llegar al desarrullu natural.
Aquí no hay l1l'cl'silJa¡l de llar lihertall al co-


mercio, IJllCS es Illas lihre flue d (le nillgull
país, Ponga usled l¡¡llel'l's Jl,II'iulIillt's, aell.ia w;tc'11


todus lus suellUS de Luis mane y lit' FOllril'l' y
Yel'Ú usted que lo que f~ltall en E~paüa son ]JT<1-
ZOS, que lu (Iue sobra es tralJajo, Y ca uoteu esas
IÍlwas de rf'r¡>o-cal'l'i\t>s que 1lC'('I'sitan dcnulld:lI'
jOl'll:lh'l'oS !lasta 1'11 Pnl'tll!'al. Y"a m:Il'll incull:¡"




,,,


y eri;11(',: tl'('~ cuar(;l;: partr, <le Espali;¡ y GI.I!l1-
l'rcll,h'rú m;ted como, :lllnque fuera líc·.i ta, no


pra oportuna una ley a¡rrúria qu(' repartiese' la,
tic'ITas. Aquí pI socialismo equivaldria al illléPn-


,lin ~; al pilh::(·.
-Bic'u Chll"Cl no, lu (li¡reron los sucesos de


Castilla.


_1\, ciprio. el hmnhrp no qll('m:l 1m; trigos y
1:1'; 1¡;lrill.ls.


- ¡J lcami)J'(' 1:1" ,"'llll'.
--I':n mallOS de los gol,icrnos rsU, ('vital' lodo


pretesto, fac:i li lar el conwlTio dp (,(,l'l'aks, al'(~r­
,'al' los puehlos c()[)sumidor'['s á los Ill'Olluelar(\s.
abrir ó ('.erJ'ar la importaciou (', la esportacion.
('vital' el monupolio, l'star pn'\'clli,ICl para lIll di:1
(le ]Irlii.!To. Yil cOll"idcl'O la clIestioll dp fC!To-
carriles cm];') cllpstion de únlcll púLlico.


- i, Y (!ili,'n jlllc(lr lihral'llos ele esos malos
r1ia~.


-Solo Hin,;,


-·ll:lil "lIllIli(111 1IIIIl'i'Il /'11 h", 111<1':1, t,d,'" i,l":h.
lo




- Sí; los instigador!', dicen: mi pl'Opil'da(¡ lIO
será atacada la primera ... pero ohillan (ILle SPI'it
atacada la segunda, Los socialistas dicen, hag¡t-


monos dueii.os de la propiedad agena, y 110 sa-
ben que la lógica exige que otros a su vez Ir~
arranquen la propiedad que acaban de adquirir.


- ¿ y no podria conjurarse el mal?
-En todo no, en mucha parte sí; pero bay


que trabajar con buena fé, con persewrallcia.
Hay que hacer que predomine pI demento reli-


gioso. Buen clero, santo, sabio, respetallo. Que
las personas inmediatas al pueblo sean probas,


religiosas y notahlE's por ~n arraigo. Un buen
alcalde, un buen escribano, un huen médico,


un bucn boticario, un IllWIl marslro ... J[ano
fuerte contra todo intrigante.,. y mucho ~e
podria hacer aun.


-¿Y si no se hace'!
- El caos.


- i Pubre Espafla! i Qué funesto pri'sagill! ..
¿ y cree usted que si llegase al mando algun




]¡oJllhre, ('¡ al.!!llll partido podria tialval'se el
pai~'!


- E~ muy difieil, el mal no está en las per-
:-;lIna~, pstá (In las cusas.


- Algun !tomhr() pulitit:o ...
- Todos cslún silJ¡atlu~.
- ,llgun partido ...


- Ya conoce el país [a m,Ü,t:ara y p) tliccio-
Ilario tl(~ t()(l(l~ [us partidus. ~Iandan por veces:
Jus \1110, <lerrihan pi ;lrbol ... los otros se la-


JlH'lltan, pero so comen el fruto.


-;. Con que usted no cree que los pl'ogrc-
~i,tas o ...


--:'\0 senor: no tienen union, III principio,


ni bandera, ni t:abeza.
-- (, y los morlcrac!os!
- R~.iel t.uI'CU COl! haudera crbtiana.
-;, y los ahsolutistas'?
- Tampocu.


_. Con que ningulltl.


- \ingullo.




-~ El C<llJ~,
-¡Pubre E~lJaim! i :;iemlll'c lIl'~~[',I('iada!
-:lu ~olu nUl'stro país ~l'I'á el acometido) IlO,


La ludm ser<1 general, la 8ol:ietlall elltera ~e l'~­
tl','mecer<1 en sus cimientos, En arIlle! día terri-


ble se comprcllller{¡ II.ue loo saLios naüa saben,
r¡ue los preyisurcs 1l,1I1a preYCl'lI, IluC cierta~
tr)Urias son s1l6ws, ciprtos si8tl'll1Cls ilusiou, EIl-
tunees JIU habrú matices ni ll11'dias tintas, la


llll:ha Elu'UIH':l seril l'utrü la Ílll'a cat0lirC! y I'!
:sucialismu.


,-:'io sea llstcd Pl'Ufl'ta de dl~sbl'acia",
- EntoJlces liD se lJir,l l'.Ul1l0 otras "cce,;,


pUl' la~ alallll:das (le> Y,'l,.:alll's, (1 ]Iur d ]Ial'ijlll:
lid l\f~'genle, comil'lldD 1'(111'(' pl;lI'I'l'cS 1'1 jW!I
((1/1((1':1° dl' la l'll1i"¡"1('iIJll." \0: ,,1 dilmiu 8l'I';1
lI11iwl'sal.


- ¡, y la s¡¡('icüad llU se dcJ'l'ndl'l',i ,)
-lndlll]¡¡)Jkl1lcIIll': 1'('1'11 li! lu('ha ~erú largó!




//


~. ,;an¡;l'il'llLa, á Illl'llU'; que Diu,; 111) ';(' ill'i,u\¡' ~.
~l' l'Ulltente cun el amagu.


-Terribles dia~. Sin l'mbal'gu conliclIl()';
¡ml'S tiene l'll su mano lus eom;r.uIlC:i ele lus


lllllllbn's.


- y uestruye las maquinaciunes ue 108 impius.






,'H.


i Ay del solo! Para medrar en el mundo e~
necesario tener camarad¡¡s, pertenecer á cierto


eirculo, formar parte de una sociedad de alaban-


zas mútuas. Guerra á muerte al que no sea del


COITO, Y hravos y palm<td\ls {¡ los de un lado, y
silhidos {¡ los del otro.


- ¿ Ha visto usted la comedia nueva? ; qué co-
sa tan bella! i qué argumento! i qué interés!
i qué lrnguagr! i r¡IlP wrsiflcacion'


- ¡, y la 11('1 otro (patro '!




- KII-


- .\hlJl1IillalJle, tan IÚllgllitla, tiln falta J¡> 1':;lil,
cal'actim's mal pS(llIliados, tan poco in(f'I""S, ~'
~,)Lj'e tuuo muy lllill wl'sificaua.


- Se COIlDC(! (Ine Ilstrd no la ha visto. Esl:'t
f'sCl'i La en prusa.


- Hepito ú ustt'd que 1'8 abominahle, Autul' 'fUI'


no r3 de los nuestros, mal auto!'. Gllena :'1 tmllJ
el (Iue prdt'nl1:t teller tal,,¡¡to y llO haya wnido
il adulamos, ú solici (al' Jllll'stro di ploma. El '1,1('
110 ('stú dentro dI' Ilurstra iglpsia ('S infie!.


-¿1 Ijlll\ (a] 11I:1I'8tl'() ('OlTlptlsilol' (l" m1lsica,
"S f,llano'!


- Esce.lcntl', gran instl'unwntista.


- ¿ Pt'l'O sahe la historia <lel arte'! ¿ comprcnc!,'
Sil filosofía'? ¡.('stá :'t la altura (le los conocimien-
(os morle!'llos'! ¿ tielle gusto, im;piracioIl, genio ,?,.


- i:\'o lo ha rle tl'no]' , si es rlr casa!, ,.
- ¿ Ha "isto uste(1 (',a nU8ya ohra de filOHOfi:f?
-;,1 será usted capaz (lf'alabarla '! '.'\0 til'llt,


phn, ni m(>torlo. El autor rle,r:ollocr la histol'i~l,
rnrrrr ,1,' "l'ilic« y c;I,i ":I,i di' sf'lltirln ('lIIltlll',




- H! -


- ¿ Qui) estú uste[l [liciendo'! usted no elchr
haherla leido.


- i. Y qué falta me hace? sé que el autor no
es de los nuestros y me basta.


- ¡, De modo que usted condena las obras in
odium auctoris? Pues qué mas se hubiera acha-


cado á la Inquisicion .,.


- Vea usted allí ese arquitl'cto, uno de nul'S-


Iros grandes hombres ... un genio, un Vi trubio.


- ¡. Pl'l'O qu{) ohras ha hedlO para merecer ese
concepto '!


-¿No conoce usted ese hotel tan parecido á


los ¡Jel barrio de San German?


- Aquel casucho, sin gusto ni proporciones,


con huecos tan mezquinos, con adornos tan rlia-


Mlicos, con aquel alero, con aquellas líneas tan


mquíticas.


- Si la ohra es maTa la culpa será de lo~
alballilcs ... eomo diep Saawdra ... r11 la traza
,Irl r[liticio trabaja 1'1 illgPl1io, en la f¡'[l¡rica ]¡¡
Ill:lIIU.


II




- W2-


- i ~l'rá de los de u~tl'd"!
-¿Pues no? Los periodistas tienen ya sus ar-


tículos compuestos de antemano. El señor dipu-


tado (es de los buenos) tomó la palabra y elevó
la cuestion á grande altura. Su discurso fuó
magnífico y escuchado con atencion suma, pro-
duciendo grande efecto en el congreso y en el


público. En Yana se trató de contestarle: razo-
namientos tunlógicamente presentados no dejan
punto vulnerable. Felicitamos á nuestro amigo
por un discurso que le coloca en tre los primeros
oradores de nuestro parlamento.


- Por el contrario, el diputado no es amigo,
entonces se dice: el señor ... quiso hablar, el


ruido que habia en el salan no nos permitió


oirle del todo y nos alegramos; i cuánta vulga-
ridad! Los bancos quedaron dl'siertos. Aconse-
jamos al seflor diputado que no vuelva á tomar
la palabra á no ser para defender al gobierno á


quien deseamos tales defensores.
-De modo que así se monopoliza la inlrli-




- ,'\:1-


grncia, se desalienta la juventud; sabe griego,
;'trabe, hehreo, jurisprudencia, teología, meui-
cina, el que es del corro. Es poeLa y pUl' con-


siguiente sabio; gacetillero, y por lo mismo,
pnhlicista, el que es de lus amigos... y lus
flue no ...


- Los que no ... il;¡tas .,. párias.


- 'Veo que estará todo lJiell organi¡,ado, q¡[r
habrá comisione~ do aplausu3, clac cumo en el
teatro fraJl(;{~~.


-Sí, amigo; se da la orden. Las cien lrUlIl-
¡¡¡;tas do la fama suenan, los periódicos llevan


en andas el nomhre del candidato, lo pasean pUl'
dentro y fuera de ESIJaüa; y en cuatro di as rcci-
IJe patente de sabiu cualquier pubrete. El pri-


meru (ltIe lo cree es el agraciadu, y luego CUll llll
puco de audacia, otro poco de mal genio, aire


altivo, palalJras ambiguas S' carúcter escéntri<.;~
tiene Llstml un pel'sonage completu,


-lIravÍsimo.
- l'en(lil'\ltr~s dc su~ labios. l'U<1I1t!O babIa




nuestro homhre l';damaIllllti, i'lIIG l,a]¡'lltu'
i flll{: atlmirablc [ah'nto! Cuando calla, gl'Íli1mo,,;
j [Iué talento! j Clün difícil es ~alJal' ! .. Se resl'l'-
ya para ocasion mejor, y ni) quipre manc!w.['sl)
en el lodo actual.


- ¿ De modo que siempre encuentran m;tt~ul's
alguna gracia oculta ?.


-Si sellOr.
- Antes tlpcia uno (le Illwstl'US pUl' tu s :


Poe estas aspereza., se eamina
De la inmortalidatl al alto a~ienLo.


Pero creo que ahora es terl'pno llano.


- Es que la fama actual ...


- Ya. Hagan nstc:des un camino de hÍl~rr(), có-
janse ustedes ue las manos y en pocos minu-
tos llegar~m todos al templo [!ü la inmol'ta-
lidad.


- Búrlese usted. Además 01 fluo no PS lle lo"
nuostros no YCr¡1 su nombre insl;rilo en el lihl'll
de 0\'0.


- i. Qué lihl'u PO e"l":




~~) -


- Uay en Jlauriu un libro, ('\ mas caro 111'
touos lo,; libro", ue amella y curiosa lel'llll'a,
que sllE'ln p:.;tar mejor encnadrrnaLlo que im-·
prc~ll y que envejece muchas veces antes ue
naCl'!". ¡,:" pi catálogo <le los hombres felices, es d


inwntario -.le nuestros grandes hom11res. En él


hay mucho :;imilor; pero la mayol' parte es oro
\le ()()() milésimas .. , Para \wse inscl'i Lo en él,
0n la pnrtn rica, 05 prnr:isD ser del corro, tener
camaradas ... crear atmúsfera,


--¿ y qué lihro es Ese '!
- La GlliCllle for~l"tCl'O".




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VfH,


¿ y cómo se cma usted?
-Cuando estoy bueno me curo con la ho-


meopatía.
- ¿ y cuando está usted malo:
-lile cura la naturaleza. Dicta, reposo, abri-


go, silencio, yagua de cebada y flor de malva,
que sirven para lo crónico y lo agudo.


- ¿ y sin médico?
-Tengo mil uc todas las escuclas y d(' todos


los sistema:;




- t :IJJlJIJUlll'i;CfI ;'l uslpd.


- 1'\0 tal: hablamos, discutimos, llrJ nos en-


tnIlLlemos; nu hago nada y me curo.
- La homeopatía ...


-Es un sistema, como rué el de BroWIl
que I¡lleria ,larrws tono, el üe Broussais (Iue
queria dehilitamo:i, y l'l de tuulof' otros, rlLH~
comparando mal, hechos no bien oJN~nallos,
los reducen (l una hipótesis y sacan á su antojo
las consecuencias.


-No, seüor, la homeopatía no es una medi-


cacion, ni un sistema, es una·ciencia. Su olJjeto
es restablecer la salud de una manera pronta,


dulce, durable, y quitar completamente la en-
fermedad por el camino mas corto, mas seguro
y m(mÚS da]¡o~n. rllo~' litro méto!lo difieren
(>sell(;ialmenLt~.


- Ya lo ('reo, lo llledicina racional Sl) lisonjl'iI
de conocer la causa y de quitarla.


- Sí, pero;í Yece:; tOlua los síntomas ]101' la


"lll'erlllC'llad, U:;:l rcmPlli,,:, llli¡}tiplrs y dó,i"




- 8\1-


alLas, que bastan para producir una enfermedad


nueva.


-En eso, amigo, estoy por la homeopatía.


Para cada enfermedad Sil específico, el remedía


único; y este remedio en dósis tan leves, que ni
molestan, ni dañan, ni curan.


- Los alópatas ¡ Dioclecianos! vierten nuestra


sangre á torrentes. :'íos martirizan con cantáridas
y vogigatorios y nos h~w('n morir rabiando.


-POI· 01 contrario, los l!ome¡'¡patas nos dejan
morir. Sus anises, su,; cuchararlilas ... eng:11lan
al vulgo, porque en todas las clases hay yulgo.


- No tal, la homeopatía es el consuelo de las
enfermedades crónicas.


- i Puello tantu la imaginacion !
- Ambos campos estún frrnlo a frente. Los


alópata,; dir,en rllJe tOman por la ley de los opues-
tos: los homeópatas buscan la ley de los seme-
jantes y tienen en f'1l bandera silllilia similibus ..
Dicen que prorlnr:en !lIla enfprmedad artificial
~pnw.ianl(', flUE' cOIll'luye l'UII la efectiva.




-!lO -
- Fácil es decirlo, ¿Y no encuentra lll'ted I'a-


ras esas dósis inlinitisimales?,.
- No: menos por menos dá mas.


- ¿ Se rie usted? De modo que por esa regla,
podian echar un glóbulo en el lago de Ginebra y
darlo á cucharadas, i Qué fuerza no tendria el
medicamento!


- Ríase usted ... lo cierto es que en toda Eu-
ropa empieza á brillar esta doctrina ...


- Yo conozco algun médico de mueLo talento
que la patrocina, y que se lu hecho muy rico


con ella; pero IL FAUT QU'IL AIT 'l'UÉ BIEN DES
GENS POUR S'ETRE FAIT SI RIeRE.


- i Ahora se viene usted con citas de Moliere!
¿ Por qué no les dejan un hospital?


- No por Dios: el dia que la homeopatía no Be
queje, muere. Vive tolerada, mirada de reojo por
los médicos, anatematizada por la Universidad.
El dia de su triunfo, será el dia de su muerte.


- ~ Pero usted cree justo que los médicos h0-
meopáticos no puedan comprobar su doctrina '!




- 91 -


- Lo que creo justo es que se enseñe en lai
escuelas de medicina, que se exijan á los profe-
sores condiciones de ciencia y de moralidad,


que salga de la anarquía en que se halla este
ramo de la ciencia, si lo es; ó que se demuestre
que es solo un charlatanismo pasajero. ¿Sabei¡;
lo que sucederá con el tiempo? que la medicina
tacional adoptará lo hueno que haya en la ho-
meopatía desdeflando sus exageraciones.


- Convenidos. Causa grima vor que ejercen la
homeopatía gt'ntes indoctas, que no la han estu-
diado, que tal vez no la comprenden y que aca-
Larán por (lesacreditarla.


- Auemás, ¿no es ridículo ver que los médicos
alópatas renieguen de la medicina secular que
han estudiado, y se erijan en campeones de una
doctrina nueva, sin antecedentes históricos, que
no han aprendido y que no han visto practicar?


-¿ y qué dice usted de los médicos que usan;í.
la vez de ambos sistemas y que preguntan al ell-
fllrmo por qué método quiere ser curauo '!




- a~.-
- Esos no son médicos, sun prestidigitadures:


no tienen fé en ninguno de los sistemas. Cuando
veo á los homeópatas desacreditar todo lo exis-
tente, olvidar laesperiencia ¡le los siglos, quemar
los libros de la ciencia, burlarse de la lra¡]icion
médica y levantando su caja de glóbulos ese la-
mar: el mundo empieza hoy, aquí está la pa-
nacea, hasta este dia ignorancia, des¡le hoy cien-
cia, la naturaleza deja de sel' un misterio, hemos
sorprendido sus arcanos; rerucnlo sin poderlo
remediar á Lutero en su reforma, y ;í los parla-
mentarios en sus constitucionc~. j Si viera usted
cm'¡ntos puntos de semejanza!


- Lo peor que hay es la perturbacion que se
ha introducido en las familias. La madre prefiere
un sistema, el padre otro, cada hijo desea un
género de medicacion. Llega un caso grave; e1
alópata dice: sangl'0 y Clll'O, 81 homeópata: si
sangras se muere; y no se sahe romo acertar, ú
quien creer, ni como cumplir con f'U concienci;i


y dar gusto al pohrl' rnfrrmll.




- E"to es muy grayc y dehiera llamar la ¡¡!t'n-
"ion de! gohicl'l1o.


- El raso es que hay necesidad de tener uu
méllico y que Dios nos manda honrarle ...


- IllllLlllaLlemente; pero los textos sagrado"
en cuanto á medicina deben estudiarse mas.


- Bueno es que no nos haya escuchado ningun
mi~dico.


- i Ya lo creo!
- ¡, Qué dirian oyóndonos hablar de medicina


sin rntrndrrla ?
- Con todo, nosotros no hacemos mas que ha-


hlar, i Ay de los médicos que la practican sin co-
nocerla!


- Perdone usted, i ay de los pol1res enfr:rmos
qnc csperimentan las consecuencias!






IX.


Los Campos Elíseo!".


Entre las mas bellas florestas y en un país
lleno de vegetacion y de verdura, hay un lugar
en los Elíseos Campos destinado para las som-
bras de los reyes. Vagan por él conservando de
este mundo sublunar la memoria que les sirve
de consuelo y de tormento. Coronas caidas, ce-
tros rotos se yen por do quiera en confuso tro-
pel; y venenos y puüales, y restos deslucidos
de mantos de púrpura.


- ¿ Dónde están los grandes conquistadores~
I~nseña,lme á Ciro, á Sesostl'is, iI Alejandro. Y




_. \J(j-
mi conuuctor cogi('l1l10ml' flll'['lemente por la
mano, no me dejaha detener en parte alguna.


- Allí veo los emperadores de noma,., De-


jadme,
- Imposible, me contestó, tú eres espaüol y


solo debes wr hoy los reyes de Espafta. Aquí
los tienes.


- ¿ Dónde están los primitivos reyes?
- Ardua pregunta, replicó. A yeces entn' las


tinieblas de aquel monte solemos divisar ú Ar-


gantonio con su venerable y hlanca harba, Y. en
esta ladera pacen las vacas de los Gerioncs.


- Aquellos que allí veo con largas cabelleras,
deben ser, á no dudarlo, los reyes godos. Dejad-
me halJlar con Alarico y Hecesyinto, admirar ;l
Recaredo, hacer una pre¡:nmta al oido á Witiza,


y saber del pobre D. Hodrigo, (IUÓ noticias tiene
de la Caya, de D. Julian y de ]J. Opas ...


- Sigamos, me dijo, que hay mucho que r('-
correr, y hoy l'SpCralllOS aquí noticia" ¡Id 0\1'11
11ll11!(lo.




- ~Ial'cháLamo~, IHle~, sin ,ktrnernus rn l,ar-
te alguna, cllando al vol val' un rihazo veo un


ltomlJro dr colooal l';,;laluJ'a, cun ulla cruz en la


mallO iZI¡lliel'lla y Ull llluntante en la drreeha.
Esll' psclaml', ('S 11. l'elayo, y aquel que anda
ú vueltas con el oso, n, Favila, y el de ma~ allú
Alonso el C,atólico, yesos otros, á no dudarlo,
pert"nccen á ('sta raza de gramiL's, ele religiusos,
de valientes reyes dé' ESP,11¡3,


-A estl' paso, diju mi guia, nu acallaremos
nunca,


- Dejadmc al 111('nos ver it Alfonso VI, con-
quistador JI; Tuledo, y la reina mora, Dejadme
preguntar á Alonso VIll quien fue pi pastor que


por srndas estraviadas lo condujo al campu rle}
Miramamolin,


- Impusiblr, contestó,


-;, y quién es aquel que ocupa aquella silla
e,plendeute y á IIui{~1l rodea una aureula de azul
y de carmin? i. Qllii'l1 son aqudlo!' tl'P('(' qU('
t'~t;'¡n ,'¡ ~1\ tillo e,


l'




- ~I~ -
- ¡ I'ucs (Iut>! ¿ nu runoccs al Santo ney F(,l'-


nando, y no sabes que tuvo tn'ce hijos?
- ¡Ah! entonces ya veo allí á Alfonso el


Sabio, que por tanto levantar la cabeza para
mirar las estrellas, dejó caer húcia atrás la
corona. Ya, ya le veo con sus tablas y Astrola-
bio. ; Gran legislador! i Fenómeno de su siglo ! .•
i Pero cuán tri~te está! Parece que habla... cs-
cuchrmos.


Como yaz 3010 el rey (le Castilla.
Emperador de AIf'ma.nia, (Iue rué


Ya Yro allí á su hijo D. Sancho, usurpando
la corona á sus Bohrinos los de la Cerda ...


- Vamos, vamos me dijo tlescort.esmente mi
guia, no consien to ...


- Por piedad, le grité, dl'trngiilllonos para
separar á aquellos do,; homhrrf', que con sendos
puñales se amenazan y quieren volver á enves-


tirse. Aquel rubio, 11ien apuesto, que habla zar-
zoso, no puede menos de ser D. Pedro el Cruel.
¡ Qué villanamente se portó Duguf'sclin! i qué




-\)\J -
horrible asesinato! i Qu!! proceder L'I del bastar-
do! j qué coalicion! i qué indignas estipula-
ciones!


- ¡, Crecis ~Wl Pll Espalla, !lIP ]Il'egnntó mi
guia, que D. Pedro era un mónstrllo ?


- Así lo cl'een los sabios; pero los tontos re-


celamos que cupo al pohre D. Pedro la suerte


que á todos los vrnci(jns ... j Empero qne gran
figura romántica la de D. I'euro! Jóven, apuesto,
('llamarada, valiente, uno de los poros que se
cuidaron de la legislacion del país, vió venir


sobre su cabeza todo un mundo de conspira-
ciones en el interior, de intrigas en el estran-
goro. Su carácter soberbio é irascible, le hizo
mat~r mucho ... pero el resultado nos dice que
no mató hastante. Los aduladores de D. Enrique
forzosamente tenían que calificarle de monstruo.
j Cómo lavar de otro modo las manchas de san-
gre que salpicaban el rostro del fratricida! Los
litera/os de aquel tiempo se pusieron, como
,;iempre, allatlo del 'IUC repartia el turron .. ,




- IIJI)-
-,\u tu lJntiendu: e:;e lellollUg(~ HU tiellt' aun


carla de ¡;iudadallia por esla tiena. Peru eallli-


llelllOS, tille lo lumas muy u('~JlalJiu y [¡ay mu-
ellO ([lle al1l1'lI'.


-llejadme, le dije, que me [[uite el sombre-
ro y salude con respeto ;i esta heruiúa ([lle se
lnila PIl pse ladu, y que 110 p\1l'lle menos de sel'


la lkina Católica.


-Lu es en el'eetu.


- ; Gran llluge!'! Pl'ro la ablJall demasiado.


y aqnel calJallcl'U andante, emprendedor, pna-
moradu y yaliente, que se está metiendo en la


cabeza una inmensa corona de papel dorado,


que se le rasga po!' yarias partes, ¿ quién es? ..
peru nu me lo digais, ese debe ser Cárlos V, as-
pirandu ;i la Illonal'quí.! llili \'C·rsa!. :\u ll'lI!:!'U


duda, es él. Y aqllcl rapaz que está ;i su lado
debe ser su hiju y de Bárbara de Dlumherg, l'l
Yé'l1cedur de Lepanto. i Grande hombre! Mas
cuánta cosa illconexa, . coronas .. , armadUl'as .. _


cogullas.




- lUl -
Peru dejadllJe ulJ,Cl'\al' aquel utru, que mi-


ramio al sudu se pasm smnbl'io y meJi taJur por
¡[(¡uella mesta. Es "in eluda FvlilJO II llUOS he
oido de SlIS lahius el nUllllJl'e de ,\lltonio l'ercz.
¿ Con (Iuién rifle': .. Es CGIl "11 hiju y sus nietos.
Ven acá, Jice :1 Felipe IlI, ¿qué llÍt:iste del reino
granlle y llurt:l:il'lltC' (IHe te l]¡'jÓ al morir?


- l~cilur~
-¿PUl' qué te entregaste en Lra¡:m; lle un \a-


lido tan llef'j!l'cr;iahle r;UI11O el de Lerl11a? ¿ Por
(Illé lama;;te lus ll1úriscos de Esp~ ¡la? ; Tan para
poco ITlD Ci'l·jstp, (lllC si llllhipsc conYlmido así á
la prosperidad del pais no hubiera sido yo capaz


de hacerlo ~ .. y á tí, miserable nietu, te parece
que reinar es hacer comedias. cortrjar cómicas y
cazar en el Pardo. ¿ Qut: hiciste de Portugal?
¿ fjué tie los estauos de Flandes? .. Hf'sponde ...
Pero no respondas. (¡ue la indignacion me sube
al rostro al ver ese raqllítico suceSOl' mio entre


hrujas y hcchiws, entre conjurüs yexhorcismos,
i ~li;;erahl0 L. Cltimu encanijado príncipe ut' la




- IUZ-
casa do Austria, ¿por qué dejasto la corona de Uli
gran reino en la~ sienes de un francés, do un
nioto de Luis XIV?.


Continuamos nuestro camino y vimos mas
adelante reunidos los reyes de la casa de
Borbon.


Andaba Felipe V distraido, con paso inseguro,
lJUSC.lIldo con impaciencia á Farinelo, para que
alejase con su canto la grave melancolía que h·
aquejaba. Su hijo Luis I, asomaha apenas la
caheza por detrás de él; Y Fernalldo \'1 atesora-
ba, cosa fácil no pagando á nadie.


Algo mas lejos se veia un rey de graa
nariz y ojos centellantes. Tenia un lihro en la
mano y de cuando en cuando esclamaba entre
sollozos: i esto solo me faltaba! ¿ Quién es y qué
lee? pregunté á mi guia.


- Es Cárlos llI, y lo que lee es su historia qUl'
publica un tal del Río.


Dejé estóriles ([uereHas y fui á ver á Cárlos IV
'Iue roncaba ;;eguro de la fidelidad de su esposa,




- 10:1-
y llamaba 011 ~lIuño,; ,í ;\[UIlUé'l, ]Jara (ltH' Ir ali-
viase de las fatigas del mando. A su lado estaba
el juego del mallo, la barra y el arcabuz. ins-
trumento 0111igado de los reyes de EspaÍla.


Mas allá se paseaha Fernando VII, primer rey
no cazador. Se acordaba (le los falsos amigos,
que le metieron en tan malos rasos, como la
causa del Escorial y las jornadas de Aranjuez.
Desearia honar con lógrimas las famosas cartas
¡le papá y mamú. Quisiera olvídar Sil viaje en
busca ele Kapoleon, las escenas de "larrac y los
dias de Valencey ... Otras veces recordaba el
amor que le tu YO Sil pueb lo y la sangre derra-
mada en la lucha de gigantes contra las huestes
de Francia. Traia á su imagilhlcion los últimos
afias de su reinado, en que rey español (el mas
español de ltls reyf's de España) habia regido en
paz y justicia el país abriendo las fuentes de la
prosperidad pública. En su mente sin embargo
hahia algo de sombrio ... en imágrn confusa se
pl'esPlltaha Ú su ¡dru el último arlO de su "ida:




10\ -
temia por su rsposa, n'cclaba pOI' la S Llrl' Il' .L'


sus hijas y estaba inquir,to pOI' el 111p;ar quC' la
l'osteriuad le scflalaria en la historia.


De repente suena gran rumor en la tranquila


morada. [n nuevo habitador se acerca, y tuuos
se levantan ú saludarle. Cúrlos m esclama I ('s
mi nietu; Cárlos lY uil'p, es mi hijo; y lIe1'11an-
clo VII grita, j es mi hermano, mi pubre, mi
11lWllO, mi calulllnj¡\(lLJ ]¡l'l'manu!


Así cra eH efecto: abrumauo mas por los tra-
bajos que por la cuad, encauecido el antes rojo
lJigote, apagalla la viyalu7. L1e sus ojos, mal ('('j'ti-
110 el manto r!'al y rotos los principales florones
ue la corona, se presentó el recien llegauo á sus
lJaI'jL·ntPs. Notáhasc sin rmlJargo en su fl'cntl' la
calma tranrjuila del hmnllre honrarlu.


Corre Fernandu á estrecharlr entre sus hrazos
y C,trlos con gravedad seyera h~ (lin;: 110, 1''¡'l'-
namlo, detente. Si I'I'(,('S, como Ilieen (ln el rnun-
110, que tu hermano te ha ~ido inOl'l ... ~i ID\'
el'pes t 11 rnrmi¡m, no IlW aeo,i:l~ Pll tus hl'aw".




- 10;) -
no lo merezco. Empero si en este mundo has
visto las cosas como son en si ...


- j Tú mi enemigo! esclamó Fernando, y le
estrechó con la mayor Lernul'a entre sus brazos.


Los sollozos impidieron continuar. Poco á
poco se fueron aproximando y formaron corro
todos los reyes de España que andaban dispersos
por aquellas florestas, y despues de un largo rato
volvieron ambos hermanos á anudar la interrum-
pida conversacion. Mas por desgracia me habia
quedado de tras y no percibia una sola palabra.
Solo advertí el asombro con que escuchaban los
demás reyes, y las palabras que cruzaban en-
tre sí.


- ¿ De qué tierra hablan estos? se decian. ¿Qué
es eso de Estatuto, de parlam('nto, de Constitu-
cían, de c~llnaras'? Preguntaba un rey godo.


- Hombre, eso debe ser una cosa parecida á
tus concilios de Toledo.


-;./0 tal, respondió TIocesvinto. Allí el clero
legislaba y habia otra organizacíon y otro objeto.


14




- IU(;-
- ¿ Será como mis cortes de la edad mcdia~


preguntaba otro.
- No: le contestaban, si entonces habia tres


brazos.
Con orgulloso desden, dijo un rey austriaco:


esos serún los regidores enviados por las ciu-
(lades de voto en córtcs, pam adelantar sus
casas. Apuesto, que aun consenan el: hablo
Bilrgos ...


-- ¿ y qué será eso de oposicion, de matices
políticos, de parlamentarismo, de demócratas, de
liberales, de serviles, de puros y no puros, de
polacos, de justo medio, de union liberal. .. em-
pezaron á preguntarse con muestras de curio-
sidad unos, con acento de dolor otros, con mar-
cada risa los mas. Era cosa de ver al pobre Reca-
redo preguntando qué qlleria decir la VO% neo-
católico, y sospechando que se huLiese inventa-
do para ofenderle por su conversion á la fé. Gri-
taban otros ...


-Suspende un poco, dijo Fernando á su hel'-




- 107 -
mano. Esta gente nos interrumpe y no nos en-
tiende. Alejémonos de aquí.


Hiciéronlo así en efecto: quise seguirles; pero
mi guia me detuvo, y sin saber como ni por
donde, me encontré en este mundo como si hu-
biese uespertado ue un sueüo magnético.






x.


La verdad! la historin. y la fihub.


l/hlstoire ~!,t une fabIe
convenuc.


La verdad estaba apesadumbrada viendo que
no se la conoce en el mundo. Trataba de c'Onso-
larla la historia, que se hallaba á su lado, di-
ciéndola que en sus anales pasaria á la poste-
ridad. Un poco mas lejos la fábula, orgullosa de
haber dominado el mundo, se burlaba de la
verdad que siempre anda oculta y velada, y de




- [jO-
la historia (IUO las mas veces la desconoce y
falsifica.


-No hagais caso ue aquella, decia la historia
á la verdad, es una loca. Cuando no conoce los
sucesos los inventa, huye de la sencillez y na-
turalidad, busca lo exagerado, 8e perece por lo
maravilloso.


- y tú, contestaba la fábula, ¿ qué es lo (lue
consignas en tus anales?


- La verdad.
- Sí, una verdad do con n'ncion; ]leru !lO


otra oosa. Buscas una fórmula para los Sllcesos,
hallas una filiacion buena ó mala para los he-
ehos, y no te detienes en apurar la paLernillatl
legítima.


- Yo esplico los sucesos por sus causas.
- ¡ Qué error! i cuiÍnl;¡s veCl;S no SD eonoc(;


el móvil verdadero! ¡ cuántas veces van los
hombres mas ó menos lejos de lo que pensaban'
No se necesita siempre de una gmn palanca


para remover un flran peso. ¿ y quién sabe la




-111 -


yordad? La historia no so leería si yo no la en-
galanase con mis flores.


- "\0 lo creais (lecia la historia. Pasó el tiem-
po de la fábula: los siglos de ignorancia son su


gloria, la I'udcl,a del entendimiento, la falta de


criterio la crean y la sostienen; pero desapa-


rece ante la antorclJa del analisis, anto el fanal


de la filosofüt. Los pueblos que dan mucho ú la
imaginacion y al sentimiento, los JlUchlos nue-


vos aman, como los niüos, lo falmloso; pero rI
hombt'e que llega á la edad de la roflexion re-


chaza lo que no tiene sólido fundamento.


- Pues hien, decia la locuaz interlocutora,
descarta la fábula de la historia antigua y mo-
derna y dime qué (IUeda.


-La ycrdad.


- No: algunas fechas, tal cual nOl11bl'r, al-


gunas batallas ... nada .. ' porrIuo esto no 05 la
historia. La razon, la filosofía, el alcance de Jos
sucesos, Lodo es fabuloso. Con 1l'H's dmientos


se quieren eleyur gramles edilit:ios, y corno die('




- 112 -


Florian de Ocampo: "basta á los escritores ver
"la correa del zapato, para adivinar quien era el


" sugeto que lo calzaba. "


- El criterio.


-¿El criterio?. no digas eso; antes los que


escriben historia carecen por lo general de


criterio. Juzgan lo antiguo por lo presente, no


olvidan los adelantamientos actuales, descono-


cen los usos, las costumbres, las creencias, las


tradiciones, los errores, las consejas, las pre-
ocupaciones de la é l,oca que nos pintan; no


viven la vida de aquellos siglos y hacen que
piensen sus héroes, como pensarian los hombres


del dia. ¿ De aquí podremos esperar que brote
la verdad'! ¿ Sabes lo que me recuerdan estos


escrÍtlJres? á los que escribian églogas en tiem-
po de Luis XIV. i Qué pastores aquellos con cs-
padin y polvos!


- Convengo en que es difícil averiguar los


sucesos y su enlace, esto correspoll(lc :1 la ('S-
l'llpla hi;;Lcíl'iea. Su razon, su Jilosofía, su~ I1H,""






-ILl-


liYos ('sto ya corresponde ú la cscucla filosófica.
Amhasescuelas tienen varias ramas y los uoctos ...


- No quieren confesar las dos únicas verda-
des históricas: tIue iglloramos la mayor parte
de los sucesos; que desconocemos la mayor par-


.


te ue las causas.
-Eso es muy fuerte.
- No tal, convengamos en r¡lIe hay que


rehacer toda la historia antigua.
- Es verdiul.
- y en que hay que ]¡OITar la mitad de lo que


se ha escrito de historia moderna.
-¡ Tanto!
-POI' lo menos.
- ¿ y lo que queda será la veruad ?
- No: serú menos mentira.
-Entonces perdorú la fábula su imperio.
- 1\0 á fé: no tendré el dominio absoluto


como antes; pero entraré como la levauura en
la masa, para ahueearb, hacerla mas grata al
l'alauar y nH'IlOS illlligcsta.


lG




-11'1 -
-lJio un suspiro la ycnla!l y eliju: voy "i['!l-


do que tienes razono i Tal me han parado IIJS
historiadores, que no me conozco! Unos fabrican
los sucesos, otros los copian sin exámen ni crí-


tica, otros por no ser menos, los narran aunque
no los crean. Hay quien quiere amoldarlos al
lecho de ProcLlsto. Otros hacen nacer los suce-
sos ue una sola y grande causa, oIYidanuo que
son como los rios que provienen de muchos y
pequeños arroyos. Los mas h;'¡hilcs buscan can·
Ras probables, verosímiles ... y la ycruad las mas
veces no es verosímil.


-¿ y qllé queda á la historia? preguntó esta
con voz apagada.


- La enseüanza, contestó la verdad. Puede
dar lecciones á los pueblos y á los reyes, pre-
sentar los sucesos de una verdad relativa, como
ejemplos vivos de buena ó mala administracion,
de huen (¡ mal gohirrno; C'llsriiar ;'1 los hombres
el Yl']'(l;lllero espíritu público, los milagros de la
nacionalidad; y á los reyes cómo se gobierna á




- 11;)--
las naciunes sin comprimir y sin sol tal' dema-
siado el freno. Pnede _ ..


- Afluí ('ntro yo, dijo la fabula. Para que psos
libros sc lean, es jll'rciso ([u() yo lns engalane y
atavíe con mi lihrea; pero hay ({lle saber usar
(le mis adornos, que no es 10 miomo la mcntira
que la fáhula ... EntJ'all en una hiblioteca ... Y('ll
aquella lila. de tomos rn fólio culJi('rtn u(' polvo",
COf!:cd uno: se cae tic las IlIanos de los l('etol'c'S,
Pr('gt\lltallll'~ pUl' r¡lH" , y os dirún: nuc,;lms all-
tares eran hOIlllm's graws .,. SI' tragaban las


jlilpal'l'lll'h,IS lb dos ('11 dos, J¡¡,; en'ian cuma dog-


mas; pero no sabían usar la f:t1JUla, ni la can-
tidad necesaria para que no amargue, ni la gra-


cia J' huen sabor que r1á á los l'scl'itoo. Eral!
s("rio~, profullllos, nunca se reian, siempre ha-
(~i;lIl pi papel lle harba ,: l)pro 110 sabian in-
tnesar, porque no hablahan al corazon, ni ;í la


eabcza, y .. ,
-Ik~p('tad á lu~ lllUCl'tuo, dijo la histuria :'rll!


VUZ "1'\'('1';[. Entre ,'SO" ('scritol'e~ (',tú :\[al'i,III;¡.




- Illi
- Tambien Jlarialla e::; de lu:; mius. lIuenas
patraüa~ nos cuenta de los primitivus reyeo, y
aUllI¡ue uos dice mas escribo qtW creo, con todo,
gordas se las tragaba el buen Padre. Ese escri-
tor vive y vivirá siempre por sus buena::; formas
li terarias, por su lenguage, por lo desenfadado,
pO!' lo sarcástico, pOI' lo severamente que trata
á los espaüoles, por lo que propende á los es-
trangeros y por otras muchas eausa~, I[ue no
soüarías siquiera.


-Ademas orgullosa estús, fábula, diju la his-
toria , y ,ulemas habla(lora.


- Ese es mi carácter, contestó.


- y la verdad cogiendo las manos lle ambas
interlocutoras las dijo: vi vid ami¡.!"as en duradero
consorcio. La verdadera venlall, está visto, ]¡a
volado al cielo. Las pasiones la ahuyentan, la
debilidad humana la desconoce, la mala fó la
falsifica. El orgullo y solo el orgullo hace decir
á los hombres que penetran la verdad. El hom-
bre es un eni fílIla: no se conoce ú ,i lllÍS][l(J




lli -
i. cómo comprended la socieuad entera'! Con-
tentáos con la verosimilitud. Historia y fábula


nacisteis en un dia: teneis vínculos muy cer-


canos de parente"co, la (,I'ítiei! quiere desuniros;
pero no lo conseguirá nunca: mientras dure el
mundo dLlL'arú \"llestro consol'l:iu.






XL


A usted buscan, seiwJ'.
-Que suhan.
-Mamá dic¡~ que es usted drmasia¡lo burno


para que venga á huscarlc ('~c IlUmln·¡'.
-¿ QlIi¡'~1l es?
-rn CSpililOl viejo que llaman ... y que vjye


aquí hace muchos aflos. \'0 le tengo un miedo ..


-Dígale ustcllljue suba.
- j Si viera usted! ... Sicmpn' :lnlla ;'1 \'111'ltas




- 1'211 -
('on pI srilOr Cl1l'a; ndrma, tif'ne una esroprt.n rn
Stl cuarto ...


-Bien; que suba.
-¡Y mamá creia que dehia venir equivocado!
- Vamos, nilla, digale usted que suba.
En esto a"anzalla lentamente por la escalpr¡¡


mi hombre, de mas (le 70 ailos, de aspecto des-
agradable, de alma aYiesa, de cundicion lll'sapa-


cihlp. Afrancesado desde la invasiun, sirvió de
pl'Ovredor pn el ej(:rcito francés, y con buenas ó
malas artes se enriqueció hastrlllte. En 1823 sir-
vió á las órdenes de MI'. Oudrid, intendente gr-
neral, y va alguna vez á Espaila á compadrcrrsr
de nurstra barbarie.


Al allrir la puerta di' mi hahitacion, nmos,


rsclamó, sr da tlstrrl airrs de primrr ministro.


rn cuarto dr hora rle antesala ...
_ Siempre mal contento. ~rr hadl usted 808-


pcdwr r[ue sr ya hacirmlo "irjo al verle tan
p-ruilon.


-Hoy yr]1i!(J ;1 l'(,llir ron m:ted.




- I~I -


-lIaber vrnido á ... y ~ahil'ntlo qllP alquilo
llna IwLi tacion en mi casa, no haber ido á ocu-


parla ...


-Gracias, me hallo muy bien aquí: conocen


mis g-ustos, no tengo nada Ijuc prrvpnir'; arll'mas
son t.an huenas gentes!


-Sí, que no piensan mas quP en ('1 ,linp!,o, y
r¡ue todo lo hacen francamellte,


-Pucs I'n rlándoles francos e~tarán l'ontpn tos.
- Yaya, vaya, usted va ü haccrse francés.


-Me gusta la Francia.
-Acahará ustC'd pOI' ahorrpcf'1' la España ...


-Eso nunca.


- i. Es usted tamhícn de los qlH' pirnsan que
el hombre debe estar, como el hongo, pegarlo al


suelo en que nació?


-No sellar.
- ¿Será usted acaso optimista y creerá que


no hay nada mejor r¡ur los garl)anzos y los toros'!
-Tnml,ol'II,


jlj




- 122-
-;,"Xo admira ustrd la cultura franCf'sa, 10R


adelantamientos de su inteligencia, de su co-
mercio, de su indllstria '!


-Si señor.
-y comparando el estado de ambos paises,


¿ no admira usted esto? ¿No aborrece aquello?
-No señor. Soy francés en España, y español


en Francia. Allá, cuando hablo con hombres de
corazon caliente, con jóvenes que empiezan á
despuntar en algun ramo, les grito: cuidado que
hay mucho que saber.: id á Francia, aprended.
Francia aprendió de Inglaterra, Inglaterra de
Alemania. Imitad, no copieis; que la idea se
transforme en cada pais segun sus necesidades,
sus usos y costumbres ....


- y se reirán de usted.
-No siempre. He dado á conocer modelos,


libros ... he hecho el bien que he pedido, ca-
llando.


-Ya: y viene usted aquí, 'j' se entu~iasma COIl
esto, y adios patl'ioti~mo.




- 123-
-No señor, al contrario: aquí se despierta mi


patriotismo y digo lo que una reina de Ingla-
tCI'l'U á una scilOra italiana, que la presentaba
magnificas acuarelas, i Qué lástima que no seas
inglesa!". En Espaüa no nos falta mas que paz,
buen gobierno ...


-Siempre lo mi 81110. ¿ Y ustedes que lo co-
llocen, cómo toleran ? ...


-?io hablemos (le eso. Si saliese un hombre
superior, si conuciese que' la verdadera fuerza
de un gobicl'llo nu sun los soldados, si eliminase
de la escena política á dos docenas de farsantes,
si diese al país creencias, hábitos de subordina-
cion y de respeto, si abriese las fuentes de ri-
queza que tanto uhnndan ... 1; Quién sabe? ... No
desesperemos, el problema no es tan dificil: su-
jetar la gcnerucion actual y educar la venidera.


-Vea usterl por qué en 1808 nos unimos lo~
hombres lle talento ú los franceses. Y usted hu-
hiera hl~cho lo mi~l11o.


-No, eso no: yo h\lhiera ~i(l{) 1[1' 1m; tontos.




1:.'4 -
-Pues lI~ted crep, como el vulgo, r¡lIe lus
af¡'anee~adlJH hemos sido deslealc:i '?
-Mudemo~ ~onyersacion: mb palaLra8 110


agradaJ'án á lIstel\.


-No señor, no mudemos tal. Créame ustf~c1,
los verdaderos patriotas fuimos nm;otrOH. Y ¡qué


tontería! usted mismo, que no es ningun i¡.;nu-
rantr, se hubiera afrancesado lilJllhieIl.


-Se e(luiyuca usted. Yo hubiera hecho lu que
mi padre, que siendo magistrmlo superior y al
frente de Ull¡t audieneia, estuvo ¡;iueul'll[;[ dias
presu en un ponton por ól'den c1elmariseal Soull;


fIue yiú sar¡ueada su casa; que viú á Mr. Dory


tle Saint Vincent apouel'arse de los manus~ritos
de su célebre hermano, p,u'a plagiarlos COIl d


mayor cinismo. Seguiria el ejemplu de mi tío,
Gobernador del Consejo ue Castilla, primera au-
toriuau'civil del"pillu, fllle Il1Ll1"iú en un hospital
de París donde fué eonrlucirlu prisionero ... ¿ l'io
sabe usted por qué c!'tamos así'? Purr¡lle en
E>paila nu bay eo(útuas par" eiertuli 110111-




- 125


hreo ... Yo hubiera sido siemprll espaillll.


-t-leria usted iluso, 1J10ntadil á la antigua,


rancio.


-Lo qlW llsteu guste; pero t;uallllo el estran-
lOero invaue la patria, los buenus, los nobles,


los 1,'a\Ps, lo~ hidalgos mueren defendiendu la
halltlera de la Xaciun. :"íi se hacen cálculos de
interés, ni se t;ucnta el número de lus in \'asores.


-Vulgaridad. ~li patria es dunde me hallo
¡,ipn.


-La mia es la paLria de HCI,al'el!{); y )¡t;ndigu


la ;wo'lt'lla relig'ion ue llli~ almell)'i
SU~ costumbres, su h.ablar; ~us salita~ Il'y(~s "


-Buena está la pobre.


-Esu no ee; del caso. Deseo la paz de sus hi-


jos, y que conserven á España la alta jlre<l y el
esclarer;iclo renumhre que la dieron un Cisnero~,
1ln GOflí':alo, un Corll's y tantos otros. Deseo que
se aclimaten en ella todos lus progresos de bs
l:i"llt:ias, II"las las lll~lI\l\jllas de, las artes ...




- l-lli-
- ¡Ay, amigo mio! Hi hllhicra usted vivido cn-


tonees, si hubiera cOllociJo aquella cúrte, ar¡lW-
llos yalidos ... ¿ Qué 11llbiE'ra u~ted hecho si hu-
biese alcanzado málos reyes?


-Acatarlos y olJedecel'los.
- i Bravo! Pero usted no me negará que to-


dos los literatos fueron nfranccsados.
-Todos no.
-Citcme usted uno, uno solo.
-Podria citar mllchm;. Joycllanos, Vargas,


POli ce, ~Ia]'tillcz de la llosa, Arriaza, Capmalli,
Quintana, el Duque de nivas, que casi niÍlO
peleó como valiente, Cienfuegos, que Illmió en
Orthez, y que no mereció que le tragesen á Es-
palla cuando á ~Ioratin ...


_.; \[oratin! e50 nombre hasta para llenarnos
d" orgullo.
-~o tal: soy el primero en reconocer el mé-


rilo del autor del Si de las ~iüas. Y cuenta que
he dicho reconocer, no exagerar. Sus comedias
11<1 J)rillan por d ~el1i(j sino por el gusto. Son




- 12, -
digr:;; hábilmente c.incdados ... tiLa, ,ra dE' rSIn
lo que quirra; ¿ qué se podia r,prrar dE'! prote-
gido dr Godoy? El que ensalzó á las nubes al
guardia de Corps; ¿ qué mucho que comparase á
Suchet con el Cid? i yen Valencia!


-Usted no ha leido el Exámen de delitos de
Reinoso?


- i Cómo que no! y he sido amigo del autor.
Buen hombre, poeta difícil, buen hablista, sabio
para sí, escéntrico hasta no mas.


-Pues allí habrá usted visto ...
-Perdona usted, allí no he visto nada.
- ¡Hombre! aquella obra tan luminosa, tan


mosófica, ¿no ha dicho á usted nada?
-Si señor. En ella he aprendido las dos úni-


cas ideas que contiene. Cuando el padre no de-
fiende á la familia, esta no puede ni elehe defen-
derse.


¡. ~l)rvir aquí ó allí no es touo uno '!
¿ :\le pomlran dos albardas? 1'10, ning'UJlo.


Ponga usted, amigo, en un alamllique todo




- 1~8-
,,1 1ihro dI' Heinoso y v('remos si ¡J"stila Ulla ~¡)(a
mas de quin ta esencia.


- i Que esto diga un discípulo de Lista!
-Yo diré á usted. He querido mucho á Lista,


como yo quiero ... con torla d alma. Me ha que-
rido como porHa querer. Conservo preciosa cor-
respondencia suya, ycrso~ inrditos, y no olYidaró
llunca que le (Icho mi huen gusto literario. Si!
lo que yalia Lista como literato; pero tambien sé
lo que yalia como homlJre. Ademas Lista no lla-
mo á los franceses, no persiguió á los rspañolrs,


y si se afrancesó fue pOI" miedo.
- ¿ De modo que u~ted rpconoee gprarquías


pn tre nosotrus '!
-Pues no.


- ¿ COllocio usted ú muchos afraneesados?
-Si seilOr ... Almenara, CambrO!lero ... Conocí


la superficialidad graciosa de l\1iilano; SurLto Illl'
leyo sus fácilps versos; traté mucho al honrado
Gorostiza ... Pero, paz á los muertos ...


-Aun qucdamos muchos.




-~o: alguno r¡ue otro ... piedras miliarias, en
call1ino 50litariu, para marcar la dircccion an-
tig-ua.


-Cuando las Córlcs nos abrieron las pucrtas
dl) Espalla ...


-Ignoraban lo que hahian ustedes de escribir


contra ellas.
-Cuando Fernando VII nos llamó á su lado ...
- Tampoco sahia lo que ustedes ihan á ¡lQce]'. ..


En medio de todo, j cuúnto no sufririan usledes
en la emigracion I j Cmlntn, al \el' los cosaeos
acampados en el Louvre ~


-Es vcrdad.
-Lisla escrihió 'ln magnífico soncto en que


emplea el acento dl; la mas profundaillllignacion.
- ¿Lo sabe usled '!
-Sí: me lo l'llseflú (ollllisll1o.


~acion inrldiniblc en quien el rielo
Fúril ingen.io 'Y ahnnoanfe cria,
y en dn)il alulrl. intrépida ()sadía,
tOn ti('IIl\lo a"nmhl'(), f'sro11'IÚII y:l rlf\! ",ul'ln.


1;




- 130 -
¿ Por qué abatiste d atrevido vuelo


A.I primer aquilon que el norte envía '?
Si el 'yugo admites fácil ;, por qu~ impia
La Europa sumergiste en sangre y duelo?


¿ Do está el valor que las historias llena '{
;. y aquellos en la lid temidos nombres?
¿ Y de Marte los hórridos placeres?


¡ Ah! ¡ qué bien dijo el (lomador d{'! Sena!
Que sois, si vencedores, mas que hombres,
Y, si vencidos, menos que mugeres.


-Magnífico, magnífico ...
-Cópielu usted, no está impreso.
-Pero aquel :'íapoleon, ; con tantos elemen-


tos y no resistir!
-¿No ve usted que hay quien seüala á los


cometas su órbita?
- i Cómo se separaron los reinus que habia


nnido!
-Eso es porque los tiranos mueren, y las na-


ciones son eternas.




XII.


PRÓLOGO Á LÁGRIMAS.


~ovela de Fernan Caballero.


¿ Con que he de escribir un prólogo para Lá-
grimas'!


- Lo que se ofrece se debe.
-Es verdad; pero no me sient~ con fuerzas


para hablar de Lágrimas.
- ¿ l'í o le agrada ú usted mi novela?
-La creo una joya de filigrana y oro, un es-


tudio acabado del corazon, un cuadro admirable
de la vida social; lo mas bello, lo mas perfecto, lo
ma, rlelicado que ha ~alid() de la pluma de usted.




[:3'2 -
-'lucha:; gracia~.
~ j Qué coincidencia! La eoleccion empieza


con la Gaviota, y nos presenta la muger grosera, .


abandonada i sus instintos, no cOI'I'egidos .por la


Religion, ni modificados por la sociedad, ni sua-


vizados por la buena educacion; y conclllyo con
Lágrimas tipo 1le la muger modesta y humilde,


nacida para sentir y para llurar ... Villalllar es
pI puphleci to (J.lw COnO¡;ell los lectores en el pri-
mer torno, y vllehen Ú Villarnar en el último
encontrando aun :í mncllOs de lus antiguus ami-


gos quo recuerdan al instante, y á quienes sa-
ludan con placer.


-Falta el bueno (le Steill.
-Es eiertu;.pero allí nos lleva usted á la pobre


Lágrimas. esa hija (k los trópieils, esa violeta
que exhala sif'mpre su perfume aUllq!!e la pise


la mas grosera planta. ¡, Quién no ha encontra-
do á su paso por el mundo á esos sugetos que


n:"ted nos pinta al clagncrrcotipo? ¡. Quién no Jla
visto al groseru ricachon D, Ro([ue la Pietll'a, ~.




- IJ:I-
:tI dY;\I1l lIUl'jlllllhl'usO D, .Jel'('mla~'! El burn
senti¡lu hahla por lIuca ¡le la alcaldesa, á D, Pnr-


re¡~l.[) Ch'iro lo encontramos en cada lngaron y su
hij() ¡ojala fU('Sll un onte ideal y no abundase
t,a I ¡ Lo en 11lWstro país! ... Lo que si va escaseaJ[¡lo
PS la linura, la c¡wlesía, l'l lmen tono de la ~Jar­
<¡llesa de Aloca;: y de sus amables tertulianos.


-De modo que usted ya á escribir El prólogo,


-10 haria mejor un jlticio crítico en flue rl(~-
mostrase la Íllllule, el l'arúcter, el mérito di' los
escritos Lle usted; en que ]¡icieiil' \"('1' ['1 raro
acierto con que usted describe, con que narra,


con que presenta las periionas y las cusas; el
lín moral, la sensibilidad, la ternura rl,~ su cnra-
zon; y sobre tOllo el gran scnicio que c::tú Llstl'll
prestando ú la actual sor:ie¡hLlllcf'ercida pintallllú
(:OIl I;lll \'i \'()s rnlClI'<'s los purt~lltos (]e la l'É', las
mal'aYilléls de la yirtuü ... Pero UlI pl'ult:,go .. ,


-Los han hecho otros buenos amigos .. ,


- Los hucnos ami¡ms de ustcd se complacen, ó


¡n,'.IUl' di\'lIo nus t'olllplaCl'I1lUS PII PI bllPD b,ito




- 134-
de SU" obras y aplaudimos sus triunfos litera-
rios. ¿ Pero necesitaron de estos prólogos para
haeerse tan populares en Espaüa? ¿ Para haber


sitio traducidas en Francia? Y por cierto que son


muy raras las obras que alcanzan este honor,


mas apreciáble puesto que las novelas de usted,


sus cuadros de costumbres tienen un tinte local


que so perderá necesariamente en otros paises.


Yo comprendo las obras de usted de otro modo.


¿ Quiere usted pasar por literalo ? .•
-("') Dios me libre: no scüor. ¡Yo literato'


"No soy la rosa; pero, como dice Blllw8" rstllVi'
á su lado y me impregné de su 0101'. No soy el"ll-


dito, soy solamente culto. En cuanto escribo no


hay arte, ni saber, ni estudio, es instintivo; tal
vez espreso, como usted habrá notado, un pen-


samiento de culta esfera sin cuidar del ll>nguajc.
Procuro, sí, poetizar la verdad, cnnobleeer nues-
tra pobre naturaleza. Los prólogos son ofrenda


l+) Tnllo lo que '"a l'ntre comas es cupiadu ;i la ldl'a (le las
tartas qlIC!UC' escribió FEIl.;'iAN CADALLEllO. Suyo el honor.




- 135-
de la amistau, engarco do brillantes que rodea un
mal retrato: )) los agradezco de todo corazon.


-Lo creo así, y adcmas son muy bellos. Pero
un autor se debe al público, y esto no quiere
leer lo que nosotros escribimos; quiere leer lo
que usted escribe. Las novelas de usted ...


-Perdone usted: yo las llamo novelas, cua-
(h'os, relaciones; "pero no mo ho propuesto es-
cribir novelas. lIe tratado de dar una idea verda-
dera, exacta, genuind de Espafla y de su socie-
dad; describir la vida interior de nueHtro pueblo,
sus creencias, sus sentimientos, sus dichos agu-
[los. La parle que podria llamarse novela solo
sirvo do marco á este vasto cuadro que me he
propuesto bosqu('jar. ))


- y que dibuja usted á grandes rasgos, . con
una verdad, con una profundidad ele miras, con
una intencion filosófica ...


-" Mr. de Lavigne, el traductor francés de mis
cuadros populares me escl'ibiu: 110 traduzco
vuestras novelas pOI-la illvt'ncion sino por ja in-




- 13{j-
[ellcion ... :'.ji il1lell~iün supera mucho ;1 la di'
hacer novcla~ ... Es la rehaLilitaeioIl de' ~llant(¡
con grosera y atreYida planta ha hollado el nUll-


ca bien ponderado siglo XIX. l\ehalJilitacion dc'
lo santo, de lo religioso, ¡J(, la, pr:'tcticas rdigill-


'sas y su alto y tierno significado; de las COS1UUl-


]lres ('~.paf¡olas puras y rancias; del earáeter y
modo de sentil' narional, do los laws de la sor,ic-


!larl y de la familiil, rld freno en todo, y soLre


todo en esas ridíeulas paiiiones que s: afectan


sin sentirse (purrIIl(' ¡lful"lunadamentc llna gran
pasion es rara); las yirtudes mOllC's!;"l, (·.omo la
de Lágrimas preferibles á las que se payonean ~.
',() ostentan. "


-Pero usterl, F('rnan, pintrt f'I! IJNW: busca
usted lo bueno, nos presenta usted la sociec1aLl
tal yez mejor que es ... y !lUílCa un dicho siltiri-
eo, nada que hirra y sr c1l'otaqlll' rl(' l~ (luJcn ar-
monía del cuadro.


-« Estoy prl'suadido de q\lf' todas la~ Illas her-
ln{)~a~ ~¡ltil'a~, ~tf~JlPl'O tan universal y f'n (IlH\ ll:lll




- 1:37 -


~1)1J]'eoalido tantos ingenios superiores, no han
servido de nada; ni han hecho germinal' ningun
buen sentimiento, y sí solo el malhadado des-
precio del hombre hácia el hombre. Muy al con-
trario las referencias de lo bueno y de lo noble
despiertan en nosotros sentimientos análogos,
los ponen en circulacion, los inoculan ... "


-Por eso las novelas de usted son dechados
de moral, en tiempo en que otros novelistas se


encargan de la dcstruccion de la sociedad degra-
dando la familia; por eso mereció usted que la
autoridad eclesiástica aprobase sus escritos, que
miramos como escuela práctica de virtud, y que
mas bien que buenos libros deben ser conside-
rados como buenas acciones.


-Lsted me alaba demasiado.


-No. Fernan: nadie ha pintado con tanto
acierto la vida íntima, las escenas del hogar do-
méstico, las costumbres populares. Nadie ha
eomprenrJido tan bien como usted el mérito de
acciones que pasan desapercibidas, la razon de


lío:




- 138-
ciertas prác~icas, la filosofía de ciertos dichos
vulgares. Cuando nos pinla usted una escena
terrible; i qué mas tel1'ible que sus descripcio-
nes! ... La paz doméstica, . la felicidad conyugal
tienen en su pluma un intérprete digno. i Y có-
mo describe usted la dulzura, el candor de los
niños, sus juegos y sus gracias infantiles ~ En
medio de estas escenas viene á sorprendernos
un pensamiento de alta esfera, lleno de filosofía,
de profunda moral y del puro espíritu del Evan-
gelio. Y ese pensamiento es tan natural y se de-
duce tan lógicamente, y estaba tan cerca de nos-
otros, y nosotros i ciegos! no lo veíamos ... Pero
usted lo descubrió con su vista de águila y del
caos brotó la luz y de la piedra arida saltó un
raudal...


-Como se conoce que es usted mi amigo. í. Y
era usted el que no queria escribir un prólogo?
¿ Qué mas prologo que este '!


-Pups bien ... imprimalo usted.




XIII.


Suena la música en la calle: la gente se ace-


lera para ver la fiesta, (, Qué será '! ¡, por qué se
oye el himno patriótico? ¿por qué se detiene la


comitiva en medio de la plaza pública? ,. ¿ Qué
liesta se anuncia?,. ¿ qué solemnidad se ce-
lpllra '!


- i Un entierro!.,. Los amigos y compañeros
del que dejó de existir le pasean triunfalmente,
le llevan á saludar una lápida que dice: Plaza de


la Gunstitncior!, y atruenan el aire con los him-
¡¡ÜS Ilu "idoria, I¡tH' tocan los músicos.




- 140
- e y de iJll¡'~ cllJT\unio!l era ese Ilesgl'3ciado?
-Católico,


- ¿Dónde está el emblema, el símbolo, la se-


ñal de cristiano?, .. ¿Dónde está representada la


religion qne nos acoge al nacer y nos despide al


morir? No veo la cruz de la parroquia, ni el


sacerdote, ni oigo las preces de la Iglesia, ni .....


-Eso es despues; en el cementerio suele es-


tar el capellan, y al recibir el carláver dirá el
responso y pedirá á Dios por el eterno descanso


-Yesos caballos enjaezados, eso" carr05 con
tanto adorno, esos cien coches que forman el


fúnebre cortejo, ¿ qué aprovechan al difunto?
Ayer murió: ayer acabó su pasado y empezó su
porvenir. ¡Ah! i si pudiera hablar, si pudiera
decirnos lo que sabe hoy y no sahia ayer! De
seguro acusaria la vana pompa, la solemne ova-


don que se está dando á sus restos inanimados.


y si la religion no dirige esta vompa fúnebre,
;. quién la autoriza '!


-La socipdad.




111 -
-No: la ~o~iedad la tolera, no la autoriza.


¡.IMnde está la representacioll del poder civil"! ...


-La familia.


-La familia harto tiene que hacer con sentir


1,1 orfandad y el desamparo en que queda, con
la perdida del padre, del gefe, del protector de


los hijos.
-Los amigos.


- ¡Qué I ;. ese número inmenso de personns
indiferentes y distraidas, que van riendo y fu-
mando dentro de los coches, SOJl amigos? ;, Se


revela así h amistan? . Tnl wz lo dejnria así
(lispuesto el difunto.


-Todo lo contrario: previene que no haya


pompn; que se le conduzca humildemente, que


se le hagan pobres exequias.


- i Y entonces!
- i Pero cómo acceder á esto I ¿ Qué se diria?


Eso es bueno tenerlo present.e wnndo haya que
tratnr con la parroquia; pero al JlIlll1flo hay que


nade lo qll~ ('~ sU~'n




- lf!-
-¡Ya!
-Adernas, era pel'iodista: en uno (le los pri.


meros coches van los representantes de la pl'CIl-


tia, Se leerún ven'o" se pl'OlluIlcial'¡'¡n Jisnmios,


eon aquello de '/10 ha I/l.lterto, el genio no muen',
y las otras inocentadas que se usan (m t.ale,;
(~asos.


- j TambieIl eso '?
-Es de rúbrica,
-y este 110 es dI' lu;; lllil;; gordos; que sino


habria t,'fibien COl'OllaS, alllllII1 lÚIH']m', mau-
soléo, bustos,.,


-¡Ya!
-Estas cosas suelen haeersll por suscripcion;


de casa en casa, de oficina en oficina; .. y luego
S() pI't'srmla la ('¡¡enta con su cargo y data, y
SOhral'Oll 1 G maravedises que so dieron de li·
mosna,


-Me ['ecuerda usted que me dijo un suscrilOl'
para la espada del general Cúnlova, que no hubo


copada, ni ('¡u'uta, ni saldo para lo;; llohn's,




- 1'13 -
-Mas usted, amigo mio, que ha estado tan-


to tiempo en Francia. ¿ por qué estraüa esto?
-Diré á usted: esta moda va pasando ya, y


adema s en Francia hay libertad de cultos, y
otras costumbres ... y repito que esto va pasan-


do en aquel país.
-Pues de allá nos vino.
-Efectivamente; hasta la revolucion era en-


teramente desconocido este género de ovaciones,
que como todo en este mundo tiene su histo-
ria. Suprimido el culto católico y reemplazado


por el de la razon, los que no morian en la gui-
llotina eran conducidos al cementerio en unas
parihuelas cubiertas con un paila tricolor. Se


borraba su nombre del registro civil, y todo es-


taba concluido. A lo mas algun peITo, ignorante
de la legislacion del país, seguia de lejos los
restos de su amo. Empezaron á abonanzar los


tiempos y ya alguno que otro amigo acompaña-


ba el cadáver para ser testigo de que habia sido
depositado en la tif'l'ra, y que f'staba suficif'ntE'-




-1'Jl¡-
mente al abrigo de la profanacion y del insulto.
Cuando el Ilirectorio, se cometió el error piado-
so, de pronunciar algunas palabras al despedirse


para siempre del amigo, del bienhechor, ya que'
la religion no podia aun elevar su voz en el re-


cinto de la muerte.


-Sí, pero luego vino Napoleon y restableció
el culto.


-Es yerdad; y ya las preces de la Iglesia cm-
przaron á oirse, y esta madre oraba por los
muertos, y consolaba á los vivos, interponiendo


sus súplicas para desarmar el brazo del Seüor.


Mas la costumbre habia echado raices, y lo que
introdujo un piadoso celo, se convirtió en abuso
intolerable. Frente á frente del sacerdote católi-


co se puso el orador profano, y la filosofía em-
pezó á hablar en cuanto la voz de la religion


rallaba.


- i Pero qué! ¿usted combate el que se en_
salce el mérito de los muertos?


-No t~l: todo lo contrario. Prro deseo que es-




lo sr haga donde debe hacerse, en las academias,


(m los liccos. en los ateneos, en la prensa ... pe-
ro no en el campo santo.


-Mas cree usted que en hacer lo que se hacr
haya intencion siniestra.


-De ningun modo. Creo que se hace por ru-
tina, por no detenerse á meditar un momento
sobre esto ... tal vez algunos huscarán, sino oca-
sion, pretesto para darse {¡ cnnocer, para osten-


tar su talento, su imaginacion, su palabra fácil.
-Quicrc usted decir; para satisfacer el orgu-


llo del vivo y hacer olvidar al muerto.
-No tanto. Pero pregunte usted al que va á


hablar en cuanto cese la voz del ministro de
Dios, con qué intencion, con qué objeto lo hace.
¡,Piensa.cumplir un dehor cristiano? ]'\0: ya está
cumplido. ¿ Tiene mas autoridad para hablar que
el sacerdote? De dónde la hubo ¿ Piensa de-
cir cosas mas consoladoras, mas tiernas, mejor
sentidas que las ]lrp.,;rs de la Iglesia? Imposible.
¿. Qué nos va á decir'! El nacimiento, la grande-


IV






- 141;-


za, ('[ ta]r'nto, las virtudrs, lo;; :;el'viriml ... Esto
tiene su lugar en oll'a pArle. ¿ Es ocasioll (]r
alabar las virtudes elc este mundo, rlol1dr solo


deben mencionarse las que proporeionrn al


muerto eterno galanlon en el otro?- Y esta Y07-
110 la OyA d elogiado, ni la mayor parte' (le los
fjlHl forman el cortejo ... y es adema s innccrfla-
tia si se compone de ami¡ws qne saiJl'I1 torIo ]0


(¡UE' se les cuenta.


-Pucs no habia yo caido en ello.


-Lo creo. Así son muchas cosas. ¡, Ila \ i,( ()
usted alguna vez, quc concluida por el predica-


dor una oracion fímebre se levante alguno, pl'P-


testando dolor, á completarla, ú tlecir mejor al-
¡runas circunstancias llc la "irla, algunos mere-


cimientos que pudo ohirlar Ó no cnaltc~cr has-
tante el oraclor sagrario? ¡, Vio llstcrl r1[l(' cl'lebl'a-
rl0 un matrimonio ó un bautizo. tome la pala lJra


Ull concurrente para felicitar á los noyios ó para


predecir la ventura del hijo '! Pues si allí n(1,
¿cómo se permite en rl rampo ~nllto') ;.eón' i




~- 1'J7 -


(',O!l YO¡;l~S profanas so aloj;l al úngl'1 11,,1 dolo"
dc! recinto de la mUl'rtp '!


-La Iglesia no se opone.
-Sin emhargo, mhierta usted que el sacer-


dote so marcha on cuanto concluye las preces,


como para protestar que todo lo quo dospues


sigue es profano,


-y nadie mas que uo'ü'd ha pensado en esto,
-No tal: todos los lto¡¡¡hr,-'s qlW refle:;.ionan


opinan lo mismo.


-Peru IIU todos tienen la franqueza de de-


Lirlu,


-Eso es otra cosa,


-y á propósitu, ¿qué le parecen ~l usted nues-
tros cementerios ')


-:\Ial; Umlus, tan jlCqu811Os, tan mal situa-
dos, Nu me gusta (jUl', se empaqueten los muer-


tos en una anaquelería, ni que haya tantas ro-


sas, ni ...


-Pues como negado no son malo",


-Lo crüo: pste ha :;ido l'.ampo ahiertu; falto




- 148 -
pl'evision, plan, concierto, y habrá que deshCl-
cer maflana la mitad de lo que se hizo ayer.


-Vea usted los cementerios de Madrid. ¡En
una Córte! Dabia haber uno muy grande, muy
grande ...


-Calle usted por Dios, no tan grande. ¿No
teme usted que se le ocurra á algun sabio, que
todos los muertos ricos de España se entierren
en Madrid?


- i Qué rareza!
-Veo que no comprende usted las ventajas


de la centralizacion.




XIV.


La Rearcinn.


¡ La reacci on ! .. , ¡ qué miedo!... ¡ ¡\eaccio-
narios !... i Qué mónstruos!


- ¿ y qué es la reaccion? Con permiso del DiL:-
cionario que la Academia Española limpia, fija y
da esplendor, diremos que la reaccion es el mo-
\'imiento contrario á la aCL:ion, y una fuerza que
rechaza la fuerza impulsora.


No se asusten, pues, las almas cándidas al
oir la voz reacciono Es el movimiento de vai-
ven que reciben los cuerpos, es el sacudimien-


to que produce el resorte comprimido cuando sp




- I;j(l-
le f'uelta, La a~Gion y la J'(~,\{:t:ioll ,Ull tórlllill(),;
do un mismo pmbID111a,' y Sa11I'('111I)o su alealll'C'
si recordamus hien la ley física que nos cnSl'Il,l


que el ángulo de ref1(:xion os igual al úngulo de
incideneia,


Fácil es eumpreilller que nec('sarianwnt.c
puedo haher reacciones buenas y malas, Cuan-
do el despotismo, de llllU Ó de l11ue.hos, alli"e ú
un pueblo, la l'caccion qlW dcnlph-a las comli-
lOionos de racional liliel'tacl sr'rú una j'l'accioll lJr~­
nélica y salvadora, corno las CjlW la mioma nalll-
raleza nos prc:;onta en IIllldtas ('lll'el'!llednrks.
Bfmófica seril la reaccioll tIlle no:; traiga él ónlcn
rleS¡JUc8 de la anarquía, la justicia üe,spu()s de la
iniCjlli(larl, la calrn;l despllcs de la 1Jol'l'aoca, la
luz uespues de noche caligillosa.


Mas como los homhres abllsan de lodu, es-


ta ino¡;ente palahra ha servido para engaüar


al pobre Imehlo y para espantar á los lllotieu-
10sos.


En el momento en que euLra :l mandar lLll




gohirrno qur no P;; llr la pandilla lluminnntc,
Tl'llfrion grita al punto pI coro amigo: reaccion gp
pronuncia ú cada mrrlida lnwna ó mala (jHe ,,('
;¡doptc; y ;í carla f'l']lCl (';¡['ion rll' algun empIcado,
rn b prensa y en la tribuna, en la pl;¡¡1a y en cl
c;¡!'{) sp g('ita ücsaforadamemtc reacciono Los que
enteraüos de la corta yida del gabinete desean
nwdrar con el qur 1(' ,;neerla :.;c apr(':.;urall Ú re-
nunciar sus (lt·"tinuo, "ill acurdarse (JUL' Ú ycce,
el (lile renuncia l'il·¡·t!e el juego. Los dc imagi-
n;wiOll mrriclional nos anuncian la aparicion de
los f('ailes, llc la illl¡rlisicion y de las call1cl'as de
Pedro Doteru. Loo tímillos se anonadan; los ami-
F(OS solícitos van dal1l1u consejos;1 qllif'1l ni 10B
pilk ni los ha ÜC Ilwnester, Sl' dice en YOZ alta
([ni) pn la Bukl reilla c·1 púnico, y en YOZ llaja
(Ine en 10:5 CUal'tell''; lus sargentos e,tim in~omo­
,larlos y r¡llr Fe ha n'partido ,'ino y cigarros ú la
tropa. Aparccen In, ralllerrrDs sonallllo los can-


(lclrros por las callel', los organillos tocan la
\lar8(·11("a. alguna mano ro]¡arr]p flj;¡ Illl p;¡Srrllin




- 1:,'2-
villano, y hay aquello de no salga usted de cas~ ..
(',ta noche ... mañana ... á la salida de los toros.


Todas estas cosas no las creen los que las
propalan; pero como á vueltas (le tanto pícaro
hay innumerables tontos, no faltan coristas ollli-
gados que con sus yoees aumentan el ruido.


Aquí la opinion se forma ronjllgando. Dice
uno, yo soy sabio, y todos siguen, tú eres sabio,
aquel es sabio. En cuanto alguno eselame viene
la reacrion, el verbo sr cOIl.jugará por todos SllS
mollos y en todos sus tiemjlos.


,


Mas la verdadera reaccion se prl'senta. rila
revolucion lleva al mando al partido que se que-
jaba, y se desmorona lo existente, y se drstituyen
en masa corporaciones ent8ra8, y se wja, se per-
sigue, se destielTa ... pero guarllaos de llamar ú


esto reacciün, Ilamádlo inocente desahogo, ade-
lanto social, progreso. ¿Creeis que la misma


palabra debe servir para esplicar y definir la
misma cosa? Pues no faltaba mas, '111(' (lijo ('1
otro ~('flOr.




- 153-
-Pobre país, dijo uno de Jos amigos. ame-


drentándote con espectros terroríficos, ó mecíén-
dote en ilusiones engañosas, unos y otros te se-
ducen, te desgobiernan y te esplotan.


-Déjese usted de jeremiadas.
- Ahora mismo se habla de' reaccion, de


planes reaccionarios. Se dice... y cuando se
dice ...


-Acabe usted por Dios.
-Que se aspira á la monarquía absoluta.
- i Qué inocentada!
-Que se trata de reformar la ConstHucion.
-¿Para qué? En momentos difíciles se echa


un velo sobre la estátua de la ley.
-Que la libertad de imprenta va á ser coar-


tada.
-Para hablar y escribir lo que agrade al que


mande, siempre habrá suficiente libertad. Por lo
demas, lo mismo muere la imprenta á manos de
un jurado acomodaticio, que por los escesos de
las turbas.


20




- 154-
-Que las leyes, las mas venerandas leyes van


á ser conculcadas.
-Ba, ba; desde el año ocho acá, no ha habido


mas ley que la órden del día.
-Que las elecciones van á ser ililgales.
-Ciceron nó sabia cómo los augures se po-


dian mirar sin reírse. ¿Se puede hablar sé-
riamente de esto?


-Que el país está disgustado.
-Mientras esté callado y pague, lo dema~ no


importa.


- ¿ A dónde nos llevan?
-Adonde nos llevaron los demas.
- ¡,Por dónde saldremos?


-Por la ventana, si no se puede flOJ la puerta.
- ¿ Qué será de nosotros?
-Lo que quieran los soldados.
- i, y el poder civil?
-El poder civil representado por l:'t magistl'll-


tura venia á despertar á los militnrl's de sus
sueños de tlominacion y de glori;.l. Un mngistra-




- 155-
do echó grillos á Ilernán-Cortés; otro pidió CUl'n.
tas al Gran Capitan.


- ¿ Pero qué será de nosotros?
-Lo que quieran los soldados, repito.
-y si los soldados se desbordan.
-Ahí está Luis l'i"apoleon para contenerlos.
- i El propagandista de Italia!
-No tenga usted miedo, moverá la superficie;


pero no agitará el foudo.


- i Hacerse revolucionario!
-·No tanto: es el gran campean del órden


Europeo.


-¿Usted no teme?
-Nada.


-Cuando empezaremos á temer.
- i Ay amigos, cuandu uos falte un :\apolL'un


ell Francia y otru en el bolsillo.






xv.


La JlI'l'llwua de la Caridad.


A principios de 1855 recorria las calles del
duodécimo distrito de Paris, uno de los mas po-
bres, un entierro que salia de la calle de L'Epée
des Bois, no lejos del Jardin Botánico. El cadáver
encerrado en humilde féretro era conducido en
el carro de la misericordia. Precedia la cruz,
símbolo de la redencion, y seguia formando el
acompañamiento el clero de varias feligresías,


un mariscal de Francia, las autoridades del dis-




- 158-
trito municipal, las hermana~ uo la Caridad y un
número inmenso do obreros COll Wci blusas, y dc
mugcres con sus hijos en los brazos. Las venta-
nas estaban coronadas de gente, las calles obs-


truidas, todos los: talleres habian suspendido su
trabajo; todos los concurrentes tenian el sombre-
ro en la mano con el mas profundo recogimien-


to; todas las mugeres lloraban, todos los niños


levantaban sus manitas al cielo. El carro iba de-


teniéndose á caua paso: hombres y mugeres
deseaban tocar al féretro un rosario, una meda-


lla, ó un lienzo para conservar una reliquia, un


recuerdo piadoso.
¿ Quién es? ¿ cómo en una ciudad en que solo


se da culto al poder, se paga este tributo de res-


peto y de cariflo á una persona humilde? ¿ cómo
en un pueblo descreído se postran ante la cruz


que precede al cadáver? ¿ cómo estas gentes ma-
teriales sienten, se enternecen, lloran? Nunca


hubo un duelo tan general, tan espontáneo, tan


inmenso. ¿ Qué poderoso fué nunca tan profun-




- 159-
damrnte sentido"I ... ¿Quién I.'s? .. Y una niña
qUE' estaba á nuestro lado, nos dijo.


-Sor Rosalia.
- ¿ y quién es Sor Rosalía?
- ¿ Quién no sabe en Francia quién es Sor Ro-


salía'? dijo un invalido que se hallaba cerca, con
su pierna de palo y su blanco bigote.


-Perdonad, soy estrangero.
- i Y qué! ¿ á vuestro país no ha llegado el


nombre de Sor Rosalía?.
- i Ah! sÍ, es una hermana de la Caridad.
- i Una hermana de la Caridad! El ángel de


la caridad, la muger que por mas de 50 años ha
hecho mayores servicios al pobre y al desvalido,
la heroina que ha salvado la vida a tantos des-
graciados ... Permitidme que calle y que dé rien-
da a mi dolor: mis ojos áridos y enjutos vuelven
hoya llenarse de lagrimas ...


-Llorad, buen anciano, le dige, esas l:igri-
mas os honran.


- ¿ Cómo no quereis que llore? replicó. Dos




- 160-
veces me salvó la vida. i Si vir:l'ais !... Yo vestí
el uniforme de los valientes, de los que morian
y no se rendian. Mis compañeros cayeron á mi


lado en la batalla del Monte San Juan ... Hr:rido,
mal herido, fuí trasportado á Francia ... los co-


sacos habitaban en Paris ... y 10 que es peor
franceses indignos los auxiliaban: yo, apoyado
en mis muletas, pasaba un dia por este barrio ..
"Matarle" gritaron, y me ví rodeado de furibun-
dos, sin defensa, sin auxilio... Una voz se oye,
la de un ángel. "i Franceses, a.~esinareis ti un
valien.te!... Abaio esas armas, y estrechándome
entre sus brazos ... Bien: decia, quereis matarle,
pues matadnos á los dos ... Era Sor Rosalía: las
armas desaparecieron y la debí la vida ... 1, Quién
daba tanta fuerza á una débil muger?


-La caridad.
-Otra vez: el cólera afligia ,1 Paris, los médi-


cos insuficientes, la poblacion diezmada ... Yo
iba á morir sin consuelo y sin auxilio ... Abro los
ojos ... (,Soi.~ pos, Sor Rosalia?-Si hijo mio.-




- 161-
Huid de este lugar infecto.-¡ Huir! ¿ has huido
tú alguna vez el día de la batalla? Estos son mis
días de combate


Unas mugeres que estaban á nuestro lado


tomaron parte en la conversacion. Vna decia: á
ella debemos la casa de espósitos, el hospital,
las escuelas para los niüos, los obl'Udores para
los pobres.-Cuando entraba en nuestras casas,
decia otl'U, la paz y la vcntura entraban con ella;


era nuestra amiga, la madrc de nuestros hijos,
el médico de nuestras dolencias. Si, decia una


anciana: ¡nos visitaba, nos consolaba, nos 80-


corria!
- ¿ y qué prudencia? decian unos viejos,


¿qué consejo el suyo; quién resistia 11 su palahra
vencedora'? ..


- i Qué ingenio tan fecundo para buscar re-
cursos, para interesar al rico en favor del pobre,
para poner al desvalido al amparo del poderoso!
c~c1amaban unos obreros, i cuán filantrópica!


-Os cqui\'llcais, no era filantrópica ('ra cari"
'21




-lli'l -
tativa. La tlIantl'Opía es Ima virtud humana, on-
cial: la caridad es la vrrdadera hija del cielo,
divina.


-Teneis razon, me decia otro interlocutor.
Por eso ella no solo ej()J'cia la limosna sino la
caridad. i Qué respeto á la desf!:racia! j Qué mi-
ramientos con el inl'ortnnio! :';U óholo no nos


mortifieaba, no nos envilceia. Era una madre que
socorria á sns hijos; era la madrina que regalaba
l't sus ahijatlos, era un;} amigu-, ..


¿ Pero cómo se hallaba al mismo tiempo en
todas partes? En las cárceles, en los hospitales,
en la zahurda del pobre, en la casa del rico.
i Qué abncgacion la suya! i qué ternura, qué
compasion, qué hondad! ¿ Quién daba fuerzas á
una pobre muger anciana, eslcnu;¡da, para tanto?


-El espíritu de Dios, contesU, yo. Esa muger
dehia creer humildemente, espel'ar con confian-
za, amar con ternura.


-No os acordais, decian otros, ¡, cómo atraYe-
saha las harricadas en 1830, y 18/¡8? El plomo




- 11);) --


la rcspetaba, Ile,jarlla pasar, decian aquellos fu-
ribumlos, dejadla pasar... ya sabe ú donde va.
Basta, decill, balita, ¿;\'o tel/go wficielltes viudas
y huérfanos (Le que cuida,,?


- i Con quú tranquilidad murió! i Y cuan tris-
te es morir!


- i Pem cuán dulce el haber muerto de este
modo! i Morir lloratla por los pobres, bendecida
por los pobres! i qué muerte tan feli:r, !


-Señor me gritaba el invalido, señor, repa-
rad la G1'llZ quP- lleya sobre su féretro. ¡Sor IIo-
salía era caballcl'O de la leg-ioll lIle honor!


-Tambien NapoleoIl el Grande comlecoró con
esta cruz á Sor Marta.


-El Emperador con vuestra compatriota la
Emperatriz Eugenia, "illo Ú visitar ~l So]' Hosalía
á la calle de L'Ellr'C (le Dois ... i ~Ias qué pOGO
caso hacia nlla lle las vanidades llel mUlltlo' iQuú
fé! i qué modestia! i qué recogimiento! ¿ Y en
España teneis tambicn hermanas de la Caridad?


- i Pues no hemos de tener' i Y cómo nos




- 164 -
hacen ver lu poco que valemus! ¿ qué hombre
tiene su denuedo? .. j Tan débiles y tal! fuertes!
Para ellas no hay imposibles; cuanto mayor es
la desgracia, mas tesoros desplega su carídad.


-Aquí las amamos mucho ... i Cómo se porta-
ron en Crimea!


-Yo siempre que en mi pais veo una de esas
mugercs admirables, me quito respetuosamonte
l'l somlm>,ru, y sí mandase haría que los solda-
uos las presentasen las armas ... ¿ y á dónde va
el entierro?


-Al cementerio dell\Ionte Parnaso.
-Pues vamos allá, mis buenos amigos. Yo


tambien quiero orar por su descanso y eohar
sobre su ataud un puflado de tierra.




XVI.


Quiero sel" diputado.


¿ Tiene usted amigos en algun rlistri to elec-
toral? Hay elecciones ....


-- ¿ y por dónde quiere usted venir '!
- Por cualquier parte. Yo deseo représentar


el país, no la localidad.
- Sí; pero es necesario fijarse. ¿ Es usted co-


nocido en algun punto? ¿Tiene usted nomLre '!
- i Cómo lo he de tener aún sino he sido di··


¡mtado!




- lG(,-
- ¿ Influencia ')
- i Cómo, sino lw Rir10 gohierno 1
- ¿ Se ha distinguirlo usted rn las let.ras? ¿ E11


las ciencias? ¿Tiene usted algun principio fe-


cundo, alguna idea salvadora? ¿llcllrescnta usted


la nobleza, la pl'upierlaü territorial, la indus-


tria, la ..... ~


- Vaya, usted suelta.
- Peru antes de lanzar su nom]¡re ~l la pall'o-


tra, antes de espunerse {¡ sufrir una delTota, se-


ria hucno que YÍcsc ustcll si lli S l1'll ( a la rCllta
necesaria, y si tio!1r, eSpOl'illlhilllu triullfo,


- Bagatelas. La rent.a .... me rklatn COIllU tra-


tanto cn carhon, comerciant.o en Inatlera, fa·


bricante de fósforos. Pago uno:; trimestres ,lo


subsidio ... hombl'c, ]Janl tOllo hay lmlas ... huy
por tí mallana por mí, y COIllO d¡'ei,], el lfl(',tlicu
de Moliere Qu'il me Jlasse mon emé/iqlle ....


- Lanzar su nombro ...


- ¿ y qué vale mi IlomLI'e? ¿ Quién le cono-
ce? 1- Qué almelos deshonro? ¿ Qué hijos ofendo?




- IG?-
Vencido ó vencedor hago ruido, me doy Ú ('.ono-
cel' y algo es rtlgo,


- ¿Pero con qué elementos ')
- Diré al gulJirl'l1o (,ca el que [ucre) "r¡ue curn-


te conmigo, que: sobre touo el slatu quó: que el
f[Ue se opone: al galJinete se opone (¡ la Constitu-
cion", ú la legalidad, al órden. JI Si me cree el


gollbrno y me [ll'ohija, allnr¡llc nadie m() conozca
en la provincia, aunque me llamrn cunero,


cuento con el Gohcl'I1arlor y el Secretario que vi-
sitarfm los IlllOhlos; con los alcaldes, I:un lus ce-


ladores ¡Je montes, con la gnanlia civil, con el
país oficiaL Desenterramos antiguos espcdientes
ue cuentas, destituimos ú tres ó cuatro empIca-


dos, hacemos vi:ljar ú cuatro ó cinco electores, y
si mm ya mal, 111llf];¡mos d rlislrito, s"allamOS la
mesa d() cllalfjllil']' mOlla, y gritamos luego viya
la le'galidarl, "iya la lilJertad.


- lJ:óted promete.


- Si el gobiel'l1ó conncirlllrlome no me' prote-


.ir, pensando r¡lll' á lo mejor me ¡]eclamrín indl'-




- 168-
pendiente, hombre de conciencia, dcjimdolc hur-
lado y poniéndome á mirar el sol qne amanece,
levanto la bandera de oposicion, pongo una


alocuciontoita ... « El gobierno es retrógado, digo,
qtIierf~ órden : es caro porque las contribucioTll's
crecen; nos lleva á la reforma, y la l'íadoll es
t.an próspera, t<ln f(']iz, {,<1n llena ele justicia y dE'
mor<llidad r¡ne no necesita rrforma alguna. Aele-


mas, ¿ r¡ué tal scri<L ella c1.lamlo su mismo padrE'
la llevó á la inclusa? Fllf't"a quint.as. Fuera puer-
tas, [llera ... )I y alhoroto la grn Le. Amigos oficio-
sos me recomiendan, el comité trabaja, los lme-
nos me apoyan; desde luego el hoticario rs de


los mios, cuento con la gente terne, prometo


empleos, y sohre torIo fio el éxito á mi osadía.
- Usterl promete "pero qué rs uster!eIl el mun-


do para aspirar á la honra rlr reprrsen t<1r Ú su


país? ¿Qué sahe, qué puede, qué vale: ¡. Cümo
se atrew usted á entrar en el templo de la le-


123 lidad por el postigo elel fra{Hlc 9 (. Ql](; va usted
;'1 har,er allí? ¡. Pa1'a qui> qnif're usL('fl srl' ¡]j_




- l(ir¡-
)l11(ado ~ ¿ Tiene ustcd Ilotes de orador" i, Til'lW
II'(C'I!... '!


- Amigo. pI mundo ha camhiado rS()J1cinl-
mente ¡,se crép usted en los tiempos en que cuan_


do hablaha un homhre dr. treinta aüos de la eosa


púhliea solía []ccirsele por toda respllrsta, i há ~
;,f{ní~ entenderá el mocoso? Ahorahay Ilos caminos
para la honra y'para rl provreho: la prensa y la
,lip1l1acion. Si yo i'u[lil'J'a escribir seria perio_
,lista j Bravo n¡icin' Esnifor.... Puhlicista ....
¡. Xo los ve 1181.('[] pohlar el r.ongrrso y pI sena¡]o.
los tribunales y las rmhajadai' ~


- i. Pero cúmo 1I8te(1 no sahe escribir?
- Sé hablar. i Es tan fácil ser orador político!


Yo los ClIllO;-;CO nserlrn(C', y ¡oh ¡]olor! sao tarta-
[nlldos; eon que figúrese w;lc,l lo que podrl;
lucir. Aquello r!e pro(e.~¡on de (é. rnoralidád, de-
J'P,C/¡O.~ imprescr'¡plible.~, 'respelábiliJad, amor pá-
Irio, independencia, honor nacional es de mucho
relnmhl'on y hiell ú ma lama,a,lo hace su rfreto.
Lt1~ I'spectRdOl'PS ap]¡lUdrn, .. 1 pl'rsj(]pntr a¡:!it.a
'2~




- t70-
la campanilla .... Ya, ya me verá usted colocado
en la tribuna ser el terror de los ministros, ca-
pitanear las huestes, hacer coaliciones y aspirar
á los primeros puestos, al banco azul, al lecho
de cspinas.


- Usted delira.
-No lo crea usted, yo no voy á ser diputado


mo(lesto, trabajador en las comisiones y votante
mudo; no. Yo pienso callar los primeros dias,
tomar el pulso á la situacion y levantarme á
I}ablar cuando mi mision se limite á decir en voz
mta lo que todo el mundo se dice al oido. Lle-
varé en el bolsillo la estadistica del Congreso:
tantos de oposicion, tantos del ministerio ac-
tual, tantos del futuro, tantos dudosos, tantos
flotantes.


- ¿ Pero conoce usted las necesidades de la
provincia?


- ¿ y 'para qué? Aquí está todo por hacer. Si
mi provincia es del litoral, de fijo necesita un
puerto; si es interior y tiene rio. necesita un ca-




-171-
nal; sino tiene rio, ferro-carriles ó cuando menos
grandes caminos y vias secundarias de comuni-
cacion. Menos contribuciones, menos empleados,
mas ...• como en todas las provincias hace falta
lo mismo no hay que estudiar mucho.


-De modo que los instintos·de usted son de
oposicion.


-Si, amigo; ningun ministro busca al dipu-
tado del gobierno, ninguno le adula, ninguno
le teme. « Ese es de casa, lame la mano que le
castiga, le contentaremos con poco, que tengan
paciencia sus hijos t sus hermanos, sus sobrinos;
hay atenciones mas urgentes.» El de oposicion
es considerado, los embajadores le convidan á
su mesa, el público le aplaude, suena su nombre
en los corrillos, las damas lloran en las tribu-
nas al escucharle y oye por donde quiera ese ...
ese .... va á ser pronto ministro. Además es muy
fácil decir que los ministros lo hacen mal cuan-
do no se les deja hacerlo bien. Y entre otras
ventajas hay una que no tiene precio: el dipu-




-li2-
tado ministerial es un ajcnte de negocio", lo~
eleotores le asedian. l\l diputatlu de la oposicion
dice ú sus comitentes, ¿ no yen ustedes que voto
en contra del gobierno? Paciencia; preparar la


. opiníun á mi favor y cuando yo suba al minis-
terio entonces ... :


Veo que usted lo ya entendiend().
Poco salan, mucha sala de conferencias, poeo:;


discursos, muchos epigramas: aire satisfechu,


miradas de intelijencia, algunos apretones de
mano; gran olfato, gran oido, sentir nacer la
yerba ...• escoger bien el dia de la batalla y 110


dormirse despues ue la victoria.


¿Pero cuales son las doctrinas de usted '!
Está ustC'd muy atrasado: está usted en J. Ja-


coba ó por lo menos en Benjamín ¡lloctrinas l !lJire
usted; los antiguos decian: el parlamento debe


tener las llaves de la boba; cuando el ]1[1('blo
vote sus tributos, estos no serún grandes. ¡ Po-
bres escritore~ !


-Perdone usted. Ellus r;reyel'ol1 que el pnr-




- lí~~ -
Ido \'olaria lu~ impuestos qLlL~ habia de pagar; no
(IUl' Jos empleatlos votarian el presupuesto qU()
habian de consumir,


- ¿ Ko se ha sostenido que e~ curto el prcsu-
IIlH'S!O do uos mil millones, y que uchomos pa-
gar á la mouoma?


-Es cierto.


- Se decia que estos gobiernos eran de dis·


eusion y fJllC las leyes antoriore" eran los
caprichos ue un hombro solo. ¿ Y ha visto
usted discutir leyes'! '" Autorizacion para el
cúdigo penal, para I a ley de instruccion pú-


bliea, para la ley de enjuiciamiento civil, para ...
- Pero á veces, i qué debates tan animados,


qué escenas de gran espectúculo !


- Si sellar: hay di as de batalla. El gobierno
es 01 rnomif(O: si cede ene, "i resiste disuelve y
nucvas elccciones y nuevos conflictos y nueva"


ambiciones. i Ay, amigo! la lela de Penélope.
j Peru qué cosa mas bella! Viene rle provincia
IIn abngado ~in n('f!:odo~, (li~(' cuntm cosnzat'. y




- 174-
al instante ministro de ... de todo, por que los
abogados así manejan la gracia y la justicia, como
la hacienda, la gobernacion y el fomento. Llega
un militar, y todo le viene estrecho .... guerra,
estado, marina; y esto no tiene remedio.


- Sin embargo; prohiba usted que los em-
pleados y los militares sean diputados. Exija usted
gran riqueza territorial á los que vengan á re-
presentar el país. La alta milicia, el alto clero
y la suprema magistratura Lienen su asiento en
el Senado.


- El pais no lo consentirá.
- El pais no lo constituyen doscientos hom-


bres que gritan, sino diez y seis millones de
personas que callan.


- Pues yo quiero á toda costa ser diputado, y
luego ministro. ¿Cree usted que no haré un
buen ministro?


-Lo ignoro.
- ¿No los ha conocido usted peores'!
-Tal vez.




- 175-
- ¿ y no se ha pasmado usted ~
- ¡Yo! La historia me ensefla que el caballo


de Calígula fué con~uL. .. figúrese usted si esta-
ré curado de espantos.




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XVII.


El haile.


¡, Vamos esta noche á casa de? ..
- ¿ y qué hay hoy? ¿ Baile? ¿té? ¿ chocolate'?


i. rahout? ¿ soirc? ¿ se Mce música?
-Hoy se baila. La esquela dice; ON DANSEBA.
- i Y en francés y todo !
-Allí estará la linda Marquesa de ...
-Que parece un escuerzo.
-y la Duquesa y la Condesita.
-Con su aire gitano.
-La simpitica viuda ... y un escuadron de


mamás, de tias y de venerables abuelas ...
23




- 17R -
- ¡,A qué irán esas señoras á los bailes? ¡Cuán


hien las sentarian las tocas mongiles, la caja dl'
tabaco y el rosario de cuentas gordas!


-Se conoce que vienes de provincia.
-¿En qué?


-Esas dueñas que quieres destinar a retiro y
mcditacion son las mas elegantes, las mas pin-
tadas, las mas amables, las mas entrometidas,
las mas escotadas, las ma:; jugadoras y las mas
glotonas de la reunion.


-Pronto va á ser' hora.


- ¿ Vamos?
- i Hace tanto frio; se empieza tan tarde! ...


Aquí se exagera todo: en Francia estas reunio-
nes empiezan temprano ... En fin ... vamos.


La escalera estaha poblada de tiestos, enga-


lanada con espejos, cubierta de magníficas mo·
quetas. Cien mecheros la iluminaban: vointe ro-
bustos astures ostentaban ricas libreas, cubier-
tas las callosas manos con guantes blancos de
Dubost. Los dueüos de la casa amables como




- 179 -
siempre, cariüosos como nunca, hacian los ho-
nores con indecible alegría. ¡, Quién es ese? se
decian ú veces ú media voz, advirtiendo algun
intruso. Otras veceo oufrian el tormento de lao
presentaciones.


La sala se llenaba de crinolinas: las flores de
las jóvenes, los brillantes de las viejas, la rosada
tez de las niñas, las almidonadas pechuguitas de
las madres, todo estaba mezclado en confuso
tropel y un escuadron de jóvenes y ancianos re-
presentantes de la antigua y moderna sociedad,
renuevos y restos, invadian los refulgentes sa-
lones. Suenan los instrumentos, el baile va ¡'¡
empezar.


-Ya sabe u"ted, Fany, que me debe un ri-
gorlon.


-Es verdad, ¡.;e lo promotí (1 ustou en casa
del embajador; pero no puede ser.


-¿Por qué, soüorita '!
-Yo no bailo si no los lancero,;.
-Hija, si ese haile es lluevo, si no lo saul'1l




- 180-
mas que las personas favorecidas de Terpsi-
coreo


- ¿ Pues qué quiere usted? Los lanceros. Bús-
queme usted vis á vis.


-Si lo sabrá ...
- ¿ Qué ha de saber esa fea?
-Tiene usted razon, las feas no saben bailar.
-Observe usted como viene vestida. i Jesus!


la han vestido sus enemigos.
-Tiene usted razono
-y se conoce que hace frio .. , i qué vestido


tan alto! parece una monja.
-Sobre eso diré á usted ..• Bien puede un


pintor estudiar el desnuclo. i Como tiene tan
buen cutis.


- i Buen cutis! ¿ 110 ye usled rl mcjungc que
se ha dado'?


-Entiendo poco de pinturas. ¿ Con que baila-
remos?


-No sé.
-Está usted encantadora. Ese vestido gros




-UH -
color. de rosa la sienta á usted tan lJien ... j Qué
adorno tan bello! ¿ Es de Carolina, ó de la Pe-
libon? j Qué bouquet tan admirable! ... Está us-
ted divina.


- j y bien que me hizo pasar la tal modista!
Hasta las once no me llovó el trage, y la falda
aun no está mas qne hilvanada.


- ¿Pues por qué no trajo usted otro vestido?
j El awl del otro dia la sentaba á usted tan bien!


-- ¿ Qué está usted diciendo? Dos dias con el
mismo vestido. j Qué horror!


- ¿ Bailamos ó no?
-Bailaremos.
-Es que no quisiera yo que Federico ...
-No sea usted burlan.
En baile.


-¡,Y quién es aquel serlOr "iejo que ha toma-
do ya tres helados y que de cuando en cuandu
echa el lente á las muchachas?


-Es una ruina: j pobre señor! Causa inocente
de p;randes males.




- 182-
- ¡Ay! i ay! mire usted á Otelo, vcstido dc


frac i qué miedo!
-Ese es un personage.
- i Quién lo habia de presumir!
-Ahora me va usted á enseüar e~e literato


que mete tanto ruido.
-Véalo usted allí... no: el otro ... ese ...
- ¿ y es periodista?
-Claro: ¿y quién no:es hoy periodista? ¿Quién


puede hoy ser algo sin ser periodista? Tenemos
magistrados y militares periodistas, y dicen que
habrá obispos del gremio.
-y qué ha escrito ese mozo.
-Una comedia silbaua, una ;r.arzuela boste-


zada, versos diabólicos, y ahora ...
-Ahora y toda la noche ('s[,a al lado de aquc-


lIa scüora mayor. i Qué gusto saearú!. ..
-Está contemplando sus llrillantes.
- ¿ Qué dice ustcd?
-Lo que usted oye.
- ¿ y la poesía"! y el idealismo'? y ...




- 183 -
-Amiga, el espíritu del siglo, como diría


Martinez de la Rosa.
-Me da frio ver como baila aquel muchacho,


tan encorvado. con tanta vulgaridad.
-Ese aprendió á bailar teniendo pUl' pareja


una silla ...
-Gracias á Dios que se va desahogando la


sala ....
-Es que hace un rato que se ha abierto el


IJLlff'et.
-Voy á buscar á mamá para que me lleve.
-No haga usted tal cosa; ya lo han tomado


por asalto. Mire usted el pañuelo que trae aque-
lla señora ... para los nietos. Pues estos chicos ...


- i Qué escándalo!
-No escrupulizan.
En esto volvió mi amigo. Abollado el iiom-


brero, descompuesto el vestido, sin haber halla-
do donde sentarse, ni con quien bailar en toda
la noche, deseaba vivamente dejar la deliciosa
morada.




- 184 -


-¡ Qué bullicio, me dijo, qué confusion! no
se puede andar, ni menos bailar. Una comision
de niños se apodera de los helados y de los dui-
ces al entrar las bandejas, y la sala del ambigú
es un pandemonium.


-Sin eso no seria brillante la reunion. ¿ Qué
te parecen las bellezas de la córte?


-Reniego de ellas.
-No ves lo bien vestidas que van.
-Lo que voo es que van bien desnudas.
- ¡Qué finas!
- ¡ y con qué apetito! ¡ Vea usted! ¡ aquí co-


men y digieren alambre como los avestruces y
e n su casa ¡ cuánto dengue! ¡ cuánto melindre!


-Mañana tienen dia ocupado: hay que pedir
para la Inclusa. ¡ Damas do honor y mérito!


-Honor sÍ, mérito commp, Qa, comme r-a!
- ¡COn todo!
-No las viste en las tiendas de terliz vendien-


do y rifando ...
-Pobres st'ñoras. ¿ Quién las habrá engaüado?




- lsr, --
-La caridad.


-:\0 tal: la caridad puede lleyal'las ;i la boar-
dilla dl'l po]¡re á recibir las bendicione~ de la
desgracia; pero á vender bollos y licores, á pre-
gonar como las placeras ... á eso, jamás.


-Si la revolucion nos trae el sodalismo ya


tenclr;m oHcLo.


-Eso sí. 1'l'ro tlíme: ¿ no ves aquel escuadron
como se va en desónlcn? ..


- Ese es otro género: pertenecen ú la partida


del trueno. Han concluitlo el ambigú, y no hay
monte, ni golfo, ni ciento,;, ni ecarté, ni el enano


(Iue ahora está en moda, J' se marchan ..•
-Buen viage. Yo creí que habia concluillo la


falange de llamas jugadoras ...
-]1,; eterna.
- Tan amables con el que gana, tan solícitas


para formar haca, ó ellllljX1Üía, con el afortuna-


do jugatlor, tan distraiclas que siempre se olvi-
daban ...


--Quieres decir. .. aun hay ,plllÍlla i def'gl'aeia-
'24




- 186-
das! :'iada saurn, naela han aprcndidoPI1 slljnwn-
tnd, nada valen, repelen en Yl'Z de atraer. La lec-
tura no las divierte, la conyers,lcion no las presta
atractivo, la devorion en pHas rs fórmula, la ca-
ridad pasatiempo, ¿ quú han de hacrr"!


-Resignarse.
-Eres severo. Déjalas á las pohres y compa-


décelas.
-Sea: ahora se ha aristocratizado mas el haile.
-E~ el buen momento: la noche avanza, !tan


dejado el campo los que venia n solo ú hacerse
presentes, los que venian á cenar y queda la
gente de provecho.


-Sí; pero les va entrando el sllello á las ma-


más y dan la órdcn de retirada.
-Así purece.
-De moclo que psto acaba cuando de>hia rm-


pezar.
-Es wrdarl.
- ~ Pues :t r¡u{~ se va Ú nTl hailp '?
-A to(10 mrnos ú hail:n·.




- 187 -


- ¿. Sabes á quien compaurzco'! A la oeÍlora de
la casa, i qué cansada estará la jJohl'e!


-FelicitÉ'mosla. por su brillante fie,ta y vá-
monos.


- ¿ y mailana uónde '!
-~o faltariÍ, "ámos, vamos.




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XVIII.


Todo,> pel'rHlnr(>~.


Al ver el caos en que csLá envuelta la socie-
dad española nos preguntamos algnna~ vrcf'S
;, quién tiene la culpa? Y no con únimo de ael'i-
minar al que la tuviere, ni de herirlo y mortiti-
t;arlc, no; qlle no caben en pechos generosos tan
mines ideas, Examinamos lo llUeno y lo malo
de la antigua organizacion, que no somos ciegos


adoradores de ídolos antiguos: examinamos lo


bllCllO y lo malo dcl órden actual, porque tam-
bien hallamos cosas buenas á vueltas de otra~




- 1\)0-
t'lllll'stas, y hacíenllo Ull analísís detenido, ti 1l1/'-
jur dicho la anatomía dpl ClIpr]!ü social, el ('~­
ealpelo nos revela el asiento del mal que deLe


producir necesariamente la muerte.


Hacemos completa ahstraccion do personas,


ni un nomhre propio so ucurre á nuestra men-


te. No calificamos intenciones, suponemos que


I.ollas serán rectas, ([ue hay muchos caminos pa-
,·a llegar al lJien; I¡UO puollpn emplearso al del~­
to divcrsas fórmulas y (IlIO se pue(lp sprvir ,¡ la
patria do distintas manera~. Tnlcrantl's con 1:],;
personas no creemos que pueda volverse la vü<ta


atras, ni desconocemos el gran trahajo que ubra
el tiempo creanrlo y deshaciendo elementos; ni
somos tan candorosos qlle opinemos qlW puedon


ro vivir algunas (le las instituciones que nacioron
y florecieron lozanas en condiciones diYeJ'~a~ y
que hoy no podrían tener yida propia.


Tres elementos dehon quoclar fllera de IlisCll-


,iun, la Ih'ligiol1 (le nlll'~tros padrrs, 1'\ trono
,lo nuestros !leyes, la jlJ'opiedad. Dl'Se<ll110e Ijlll'




- l\Jl -


~e con~('r\'(' la r{~ mas ortOlloxa y la slLmisioIl al
gcfc dé' la Igll'sia; y alta posicioll, decoro y
1'I'lltas para el clero. Ilesearíamos que los hOlll-


!ln's instmidos de nuestro clero depusiesen la


modc,tía que le, obliga á ser la luz debajo del
celemín y que nos diesen ejemplos de sabidLllía
al par que de ilustrada piedaLl. Los tiempos son


dificiles y el clero para ejercer dignamente su
mision necesita ser ,anto y ser gallio. El dcro de


Espaila rué el elemento civilizador, y I'n los con·


cilios de TulL'du y L'n loda IlllestI'a histuria pue-
don verse glurio;:"s púginas que deben servir de


enseñanza, de ejemplo, de admiracion.
El trono, puerto á donde tienon que acudir


las naciones en su naufragio, dche mirarse como
una institucion saIYaclora y tlehc ser enaltecido
y l"I~spetddo. Mas ú la par que dclJen robuste- .
errse sus derechos, Llehen los Hryes eonocer sus
obligaciones. Ho~' es "raye carga reiual'. Los Hc-
yrs no son gefes de partido, se deben ú su lme-
hlo y )1('(\esitan S('I" rl mo(1rlo. el (1cchado. ('1




- 1\1'2 -
ejemplo dr todo lo bueno. i Ay del pueblo r¡Uí'
tiene malos Heyes! j Ay ele los ney~s que no ~a­
ben, no quieren ó no pueden hacerse amar y
respetar de sus pueulos!


La propiedad ... sin propiedad UD hay familia,
y sin familia no hay Estadu. Al:ujemus la vUz
propiedad en su aCl'pciun lllas lata Ilesde ül do·
miniu del sucIo hasta la emision de la idea; mas
sujetamos es las propiedades Ú lus etl'rnus prin-
cipios ele justicia, ú la ley mural, ú la ley t.;ivil.


lb,unus t.;ulltinuandu en estas reflexiones cuan-
do entran en nuestra estancia varios amigus.
Uno cesante, de buen criteriu, de curto estudio,
de sano corazon. El otro mas leido que ilustrado
se creia capaz de arreglar el mundo ue una plu-
mada. Mas liberal hoy r¡ue aye'·, despreciador de
lo antiguo, mlll'murador de lu presente y espe-
rándolo todo del pUrYenir, tenia regular fundu y
n1E'jor corazon que caheza. El otro ... mas dejé-
moslos hablar y nos dirán quirn son.


La ,·ista de un periódico y C'l recuerdu de uno




- 193 -
dc sus anteriores artículos escital'on lIna conver-
sacion muy animada. Hechos mal observados,
incompleto juicio, viciado criterio, calor, recri-
minaciones, ódios mal apagados fueron animando
la conversacion hasta el punto de tener que me-
diar en el debate, y de echar mi peso, que no es
poco, en la halanza.


Orden, señores, les dije. Al órden. i. No hay
bastantes mi6erias'? Ustcd, SC1H)r avau;I,ado, ¿ no
r,onocc lo bien parados qtW nos tiemm? y usted,
seflOr retrógrado, ¿ no vé la culpa que aquellos
gobiernos tuvieron y que por su falta de juicio
caimos en el abismo '?


-Es que nosotros no tenemos la culpa, diju
el absolutista.


-La tendremos nosotros, replicó el liberal
con sarcástica sonrisa.


-Ustedes hicieron maravillas.
- y ustedes hacen milagros.
-Orden, volví á decir, ó levanto la sesíon.


Apacigllóse un poco aquplla gente, quise dar
2:'




- 1\101-
otro giro tI l:l converAAcion ... en vano. l'io se
¡JIledcn rcunir tres españoles sin tratar de la eo-


sa pública y sin tener tres opimones sobre ella.
¡Feliz situacion!


-Vaya, seflores, les dije, la peor política la de
las recriminaciones, el peor consejero la pasion.


-Si no puede ser: si esta gente, dijo el avan-
zado, está siempre soflando con las ollas de


Egipto. No conocen el desarrollo, el movimiento
de la época; porque están sujetos con un fuerte
clavo al mundo se creen inmóviles, y no com-


prenden que, aunque no quieran, tienen que gi-
rar con él.


-y usted, amigo, no cabe en el mundo, nie-
ga usted los principios, combate todo lo existen-


te, conculca el árden, no reconoce la sociedad,
destruye los vínculos de la familia, dclira cuando
habla, destruye cuando obra.


-Yo reconozco la ley del mundo, el progreso.


-No: la anarquía en todo.
-Ustedes han querido detener la máquina y




- Hl5 --
la han hecho correr con mayor velocidad.


-Ustedes han forzado el movimiento y no
pueden detenerla cuando llega al precipicio.


-Ustedes tienen la culpa.
-No, sino ustedes; y si no, de buena fé, que


lo diga, que lo diga el señor.
-Interpelado de este modo contesté: yo creo


que todos, todos pecadores; el que esté sin peca-
do que tire la primera piedra.


-La antigua monarquía, dijo el un o.
-La antigua monarquía deseaba el bien, te-


nia recta intencion... mas bien recta intencion
que luces. El ultimo monarca, despues de una
guerra de seis años, en un país empobrecido, di-
vidido, trabajado IJar las intrigas de Francia é
Inglaterra, con sediciones que contener, con una
emigracion amenazante, hizo mucho abriendo


las fuentes de la prosperidad pública y dando la
paz al pais.


-Eso digo yo, rep\lSO el alH.;olutista entusias-
madlJ.




- I~)(j -


- Cuidado, ,~ontesté, que entonc<,s hahia
tambicn desúnlcn moral, camarillas, capriehm:
de un hombre solo, lucha intestina. Faltaball
base, sistema y principios. La fuerza de aquel
gobierno era la obediencia pasiva, su brazo el
ejército ... y se oponian á la obediencia pasiva la
fuerza de inercia y á la sllbordinacion militar la,
insurrecciones. De cuando en cuando se veian


al lado del ultimo monarca hombres de gobier-
no: Garay, Salazal', Ballesteros, Ofalia ... pero
otras veces, ¡cuánto ig-norante!


-Pues yo y muchos apreciálJamos aquel go·
bierno, dijo el absolutista.


-Pasion 110 quita conocimiento. Ademas, ¿ es
usted responsable de lo malo que haya sucedi-
do? Aplauda usted lo mucho bueno que hizo y
que estaba en ánimo de hacer; pero conozca us-
ted que tenia sus defectos. I\o es por ellos por
lo que merece aplauso sino á pesar de ellos. Lo
exiguo de los presupuestos, el fomento á las ar-
te~, la ley de minas, la rsp0i'icion de la inrlus-




- 197 -
tria, el callal de Castilld ... Elltow:I'S se iba con.


~olidaflllo el ónlen público, se iban estinguiendo
los ódios y se reconstruia la patria que se habia


JesmoronaJo. ~Ias luego rctoÍlaron las malas pa-
siones, l.1 revolucion francesa, el espíritu de
propaganda, la enfermedad del Rey.


-Entonces nosotros, dijo el avanzado, salva-
mos el trono ...


-¡Ka! no s8flOr; entonces se comprometió el


trono. Se buscó un partido para enaltecerlo, Stl
pcrsiguit'l á otra gente, y la ley de la conserva-
cion hizo nacer diferencias, clasificaciones, hos-


tilidad abierta. Se deshacian clases enteras, se
agraviaba á leales servidores, se empujaba á la
insurreccion á hombres pacíflcos, se desespera-


ba á otros, se dejaba sin pan á la mitad del pais
oficíal, y ¿qué habian de hacer? ¿Qué hubiera
usted hecho? .. i Cuánta imprudencia!


- ¿ Pero usted cree que sin las porsecuciones
no hubiera habido guerra civíl?


-Lo creo.




- Hh!-
2- ¿ Y la cuestion dinástica?
-Se huhiera resuelto pacíficamente en U11


Congreso: se hubiera buscado una convinacion,


una fusion, un enlace; y no huhiera hahido ni
cuestion din{lstica, y menos cucstion social y
menos "llerra civil.


- j Cuúnta sangre se hubiera evitado, dijo el
retrógrado! ¡Cuánta perturhacion!


-; Qué heroismo el de nuestro ejéreito, dijo
el prog-resista!


-¿Pues y los nuestros '! contestó el absolu-
tista.


-Basta, amigos, basta", todos pecadores. lla-
garía á ustedes que abandonasen el terreno en


que se han colocado y viesen la cuestion desde
ll1a~'ol' al ([lI'a, Que viesen d mal que nos aqIH'-
ja y qué causas lo origin:m, y ClI,i1 su e"tension;
cuáles serán las consecuencias para el país, cómo


podrían conjnrarse, qué valor tienen las pana-
éeas de los empíl'ico,;, hasta donde puede en-


trar I'n la organizaeio11 :ioei¡¡l el elemento anti-




-ID!,) -
guo; qlll'! modo. SUIlYe, rlástico, tlexiLlt:', puclir-


fa usarse para que todo se hiciera con lmlsu,
con meditacion, con deseo del hien, con venla-


dero patriotismo. La vida de las naciones es mas
larga que la nuestra que se nos escapa por ins-


tantes. Se está operando un trabajo de recons-
trucciun social, y con una política noble y ele-
vada, con la union sincera de todos los españo-
les, con legalidad y libertad verdaderas puede
salvarse el país. Aun quedan estensos horizon-
tes ...


-No los veo, dijo el absolutista.
-El que hubiese vivido siempre en los des-


filaderos de Pancorbo no sospecharia que exis-
tiesen las llanuras de Castilla; y sin embargo las
tiene bien cot'ca.


Dejen ustedes cuestiones candentes ... todo
eso pertenece á la historia. Los agravios deben
encerrarse en lo mas humlu del peeho y se les
debe decir: callaos, que el interés y el honor de
mi país exigen este sacrificio. Si la nacion ha




- 'lOU-


de existir ,~on vida propia es nerl'Hario l'el'OI1';-
truirla. Hay que edificar sobre una base muy


ancha en que todos quepan. Buena fé en los que


manden, buena fé en los que obedezl:an, no vol-
ver la vista atrás y confesar que todos, todos pc-
cadore~.


y ustedes, señores, que elitán callados ¿ no
creen que en sus respectivas clases hay mucho


que hacer? Usted, seito]' Callunigo, usted, seflor
Marqués, y usted que anda siempre al rededor
del trono, ¿ no convienen ustedes en la exacti-
tud de mis juicios?


-Yo diré á usted, contestó el titulo de Casti-
!la. Hasta tanto que los nobles no ocupen su al-


ta posicion, y no sean la clase que rodee al
trono y reciba esplendor de él, no haremos na_
da. Esa aristocracia del dinpro, rsa dpmocrácia.


esos abogadillos ...


-Pues podrá quejarse la nobleza, dijo el pro-
gresista. El estamento de Próceres en tiempo
dpl Estatnto, y f'l drrecho propio á grntarse en




- 201 -
la alta c{umlra dieron existencia política é in-
fluencia en los negocios públicos á los que antes
se contentahan con ser satélites de astros supe-
riores, cun dar la camísa á los Reyes, llevar la
palmatoria y ocupar las antesalas.


- i Pohres seilOres! dijo el absolutista. Priva-
dos ue sus seÍloríos, de su jurisdiccion, de los
diezmos, de las akabalas; obligados á presentar
SU& títulos, á litigar desposeídos, viendo puesta
en duda su propiedad, menospreciada la antigua
posesion, rechazada la prescripcion inmemorial,
vcjados por los pueblos, atropellados por los fis-
cales son como las pirámides, tuvieron mucha
base y acabarán en punta.


Ademas, dijo el noble, ¿ Qué seremos dentro
de dos generaciunes ~ Hoy somos touavia gran-
des propietarios terri toriales; pero ¿ qué sere·
mas cuando una y otra particion fraccionen nues-
tras casas? ¿ 1\0 será ridículo ver á los descen-
dientes de los Cerdas, ó de los Girones reduci-
dO$ á oficinistas ó artesanos? i Cuanto pesarán


26




- 202 -
entonces los ilustres nombres I j Cómo abruma-
rán gloriosos títulos que no pueden ser llevarlos
dignamente! ... Este dia será de triunfo para 105
contratistas que serán la nobleza titulada y sin
ascendientes, es verdad, sin historia, ,il! glo-
riosos recuerdos, asaltarán las primeras posicio-
nes. ¿ Cómo ganaron sus títulos nuestro ricos-
omes? Dando botes ¡Je lanza, yenciendo á los
moros, ayudando á la reconquista del país .... ¿ y
esos otros '!


- Esos otros, dijo el progresista, contratan-
do el suministro del soldado, haciendo ....


Basta, grité yo con voz imperiosa. ¿ Y á usted
~eñor Canónigo, que le parece?


-Que la nobleza se vá; carece de vida propia,
no respeta sus blasones, vende las ilustres casas
rle sus mayores. El noble en provincia es un ente
despegado de la sociedad, viviendo en una mala
atmósfera, aislarlo entre los suyos, vano, altanero,
r1e~pre('iaíl()r de los demás y no conociendo la
i'(lciedad ('11 que ~e halla ni las exigencia:; de la




- 203-
época. El nobll' en la (~Órte es [¡'¡cil. blando,
maleable, i Y estos han de contribuir á bacer
las leyes! i Y estos han de ser legisladores mien-
tras vivan! i Y han de ser los que estén entm
el pueblo y el trono! ¿ Cual es su poder, su in-
fluencia, sus medios?


-Algunos han comprendido el espíritu del si-
glo y se han hecho liberales, dijo el progresista.


- i Liberales con medias de seda! replicó el
absolutista.


-Pues los hay.


- Tambien hay locos que se suicidan.
-No estoy lejos de convenir, esclamé yo, en


que la nobleza se va. Que se respete y será res-
petada; pero necesita reorganizacion pronta, para
utilizar en bien del país el corto influjo que la
resta. Ignoran lo que pueden ser .... Con todo
conozco muchas honrosas eseepeiones y sugetos
muy respetables y muy dignos .... Conviene edu-
('arIa. inspirarla illeas generosas. hacerla qw'
1)1'.\1[,,' \'b l'!'jlllPrns 1\\IPstOO' "n ];1 ¡~l .. "i;l. I'n la




- '201 -
toga, en las armas, en la diplomacia. Unan mé-
rito propio al mérito de sus almelos; que se ha-
gan respetar por sus virtudes, por sus talentos;
que hagan el bien desde alto; que sean un cuer-
po, una. clase, y qne se conVl'nzan de que no
son una casta, sino una institucion. Sohre todo
que sean espaf10les y que no importen los vicios
de otros paises sin traernos sus virtudes; que
no se afeminen en educacion raquítica y que los
sucesores de Villandrando y (le Paredes no sean
engendros miserables,


Rama enfermiza de lozano tronco.


-Ka es nada amigo lo que usted pide, dijo
el Canónigo.


-Pues sino se conforman con ew, sino 1'rco-
nacen que deben mirar como modelo, en algu-
nas cosas no en todo, á la aristocracia inglcs~,
que se resignen á yer rasgadas las banderas de
sus familias y á ser sustituidos pOI' homhre,




- '205-


pan'enus, llovidos (le las nuhes, hijos de la ml1-
hicion y no riel mérito.


Es necesario que recuerden que han contri-
buido al mal y qu{~ .... todos, tollas peeadores.


- i Pohres ricos! .... Esclamó el Canónigo.
- ¡,Pups qué, radrr, dijo el Marqués , se creen


ustedes me.ior parados? Descle que concluyeron
las comunidades religiosas ¿ qllÓ obras ha pu-
blicarlo el clero? ¡, en qué se ha distinguido?
¡. (Iué influjo ha tenido en el gobiern,) ? 1. qué as-
cendiente en las masas? ¿ Dígamclo usted?


-Cun todo, dijo, el lihl'ral, yo conozco mas
de un cura progresista.


- 'No hable usted de eso, replicó el retrógrado,
De cura liberal y [le muger patriota ahrenuncio.


-Spflüres, dijo el Canónigo, ya ven ustedes
pI estado á que se halla reducida la Iglesia, las
mezquinas dotaciones, b falta de operarios.
Dias mas serenos, tiempos mas honan~ibl(,s
1 mCl'<Ín utra cosa.


-Esas son palabras hlandas ¡¡Ul' no rul' cunwll·




- 206 -
cen, dijo el Marqués. He oido á hombres Rabios
que el episcopado dehe ponerse de acuerdo, aca-
har de establecer los Seminarios, procurar- qUCl
en ellos se dé una educacion cristiana, científica,
igual en todos. Pl'eparar ;i los alumnos no solo
para su propia santificacion, sino para la de los


demás; enriquezerlos con la doctrina del Evange-
lio y con el estudio de las ciencias, demostrándo-
les qne estas, bien aprendidas, son el mayor com-
probante de los libros sagrados. Hacerlos fnertes
en la controversia, que es hoy indispensable;
alejar de su corazon toda idea de enrique-
cimiento y llenarlos de la mas pura de la mas
ardiente caridad. Hacerles conocer el mundo en
que viven, darles buena educacion, maneras dis-


tinguidas, y que los hallemos dignos en los ré-
gios alcázares, y dignos en las zahurdas de los
pobres. ¿ No le parece á usted, seÍlor Canónigo?


-Yo creo, dijo este, qué tal es el espíritu de
nuestro episcopado. Prelados ilustres I y miem-


bros respetahles dI' amhos cirro, ('xi "ten , r¡llf'




- 207 -
tigut'nl'ian dignamente alIado ele Monseñor w¡~­
man, y quc ...


-Lo sé ... los conozco ... Ios rcspeto, dije ... En
cuanto á la gobernacion del país rleseo que ten-
gan la iilfluencia que les corresponde. La mision
del clero es que todos creamos, que nos mora-
licemos, que nos santifiquemos, que el pueblo
obedezca á las autoridades constituidas, que sea
tolerante, sufrido, sumiso; y para eso no basta
predicar con la voz, hay que predicar con el
ejemplo. Sé que es una clase muy digna y muy
respetablf'; pero quisiera que fuese una institu-
cion poderosa y sobre todo muy disciplinada,
porque sino, repito mi antiguo tema ... ¡Todos
pecadores ... ' Es necesario estar prevenidos, ame-
nazan malos rlias, el protestantismo asoma la


cabeza, la libertad de cultos no estará lejana ...
Caridad, virtud, ciencia, almegacion.


- (, y qué dice usted del trono? preguntó el
cortosano i Qué huenos señores! i Qué amables!


-Hoy los monarca" deben estar sobre d




- 20¡.¡-
quien vive, no promoVl'I' ¡j provocar ímpl'll-
uentes crisis, no acariciar ni repeler {l los
partidos, no jugar con fuego., COllO~el' bien la~
personas y las cosas, y unir á las virtudes priva-
das las virtudes púhlicas: gran curazun, ánimo
entero, amor al trabajo, anhelu por el hiel!, y
sincero deseo de la felieidad generaL Acciones
nobles, penSarnil'Iltos elevados, ejemplos subli-
mes. Cunocimiento ue la posicion en que Dios
les ha colocado ]lara no permitir que nadie la in-
vada y la menoscabe; y no ulvidar que el Hey
del cielo ayuda ú los reyes de la tierra cuando
marchan ]101' el sendero de la justicia y le pillen
humildemente el don de gobierno. Sino lo hacen
así, todos pecadores.


-¿ y usted cree que con l':5tosmedios se alcan-
zaria algo ? ¿Y no nos habla usted de la ta!Jla rle
derechos, ni de la constitucion, ni ,le! parla-
)1wntarisIl1o? dijo el del progresu.


Ya diré á usted lo que hay ,le ciertu, lo que
Jwy ,10 no bi('n ('~plicallo, ¡j no bien entendidu,




- 209-
y lo que hay de falso que no es poco. Enton-
ces comprenderú usted que todas esas clasifica-
ciones, tod03 esos apodos que se lanzan unos
y otros á la cara, son medios villanos de esclu-
sion para alejar á muchos de la mesa del presu-
puesto y tocar á mas repartiendo entre pocos ....
Si huhiese un destino de 40,000 reales para cada
espailol i qué pocos partidos hahria! Ya á nadie
se hace el hú con ideas terroríficas... á lo que
aspiran las oposiciones es al mando. Pero ya
es tardo, otro dia ....


Nos damos por invitados para otra reunion.


dijeron todos los concurrentes.
- Me voy á Palacio, dijo el cortesano.
- Y yo al congreso replicó el patriota.
- Y yo á misa, dijo el ahsolutista.
Fuéronse en efecto.
- ¿ Hasta cuando, me dijeron el marqués y el


eura'!
Seüores, ustedes los que repl'eSfmtan clases


pri vilpgiadas no 01 vitltm la eOllwrsacion de hoy.
27




- 210-
Si el trOllO es fuerte, la nobleza ilustrada y
el clero virtuoso y sabio, mucho se conseguirá
aun. El trono fuerte pondrá á cada uno á su ni-
vel, estará sobre todos; los nobles se captarán
el respeto del pu eblo, y el clero le hará religio-
so, sufrido. trahaj ador, tolerante.


No olviden ustedes que existe _ una inmensa
revolucion en las ideas, en las instituciones, en
las costumbres; que hay cuestionesárduas, can-
dentes, que afectan al órden moral y al órden
político, difíciles de plantear, mas difíciles aun
de resolver. Los cambios de gobierno, tanto en
las personas como e11 las formas no los miren
ustedes sino corno fases diversas, y términos
del mismo problema. El mal es muy hondo ....
reconoce por principio la negacion de la idea
católica, y se necesita grande estudio, séria me-
ditacion) abandono de toda idea y de todo intc-
res de partido para comprenderlo bien.


Desconfien ustedes de los vendedores de elixi-
res políticos, de los que dicen que saben pala-




- 211 -
lIl'as mágicas para transformar la condicion de
los hombres en el mundo; y sobre todo de loo
sofistas que quieren tromper la raison par le
raisonement.


Siempre habrá elementos de disolucion, heces
que cuando fermentan los líquidos suben á lo
alto ... pero.... tolerancia con todos.... que to-
dos, todos pecadores.




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DISCURSOS ACADÉtIlCOS.




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D1SCUIISO


en ronLc5;taeion al qul' Jl'y{) el Excmo. SI' n. Felipf' C'anga
Argür-Ilcs, sobre instilulos monás.ticos, al lomar lJoscsion
clP la plaza de individuo de núUll'I'ú de la A(,ttd~)lIlia dc la
Historia, en la scsioll púolica celebrada ('1 11; de l\Iayo
ele 1S,j2.


SEÑORES:


El individuo que acaba de dirigirnos su voz
tenia antiguos tHul.os á la consideracion de la
Academia. Hacia muchos ailOS qu~ era Académi-
co correspondiente, habia prestado servicios á las
letras y enriquecido nuestros archivos con do-
cumentos interesantes. nepresentaba á su distin-
guido padre, uno de los mas asíduos, mas celo-
sos y mas doctos Acadt~micos, que supo conquis-




- tlG-
tal' un nombrc ilustro en la harirnrla y en la li-
teratura. Y como si tantos títulos no fueran


~uflcientes para entrar en este recinto, dispcnsú
uno de los servicios mas importantes á las le-
tras, contribuyendo á conservar los restos de los
archivos de los monasLel'ios y conventos, que se
custodian hoy en la Academia, y que fomenta-
rún la ilustrarion pública.


Notable ha sido, señores, que el nuevo Aca-


démico, que ha podido apreciar mejor que nadie
las ventajas ó inconvenientes de los instituías
monásticos, nos haya recordado los servicios que
prestaron á la sociedad, á las letras y á las cien-
cias. No ha entrado en su propósito considerar-
los como creados pOI' la Providencia para los al-
tos fines de la santificacion de los homhres. En
este dia, en este sitio y con esta oCRsion, trnien-
¡lo qne hablar del mismo asunto, me limitarÁ al
t'xámcn de los heneficios flnc debió ESpRñil Ú los
i1'lstitu los monásticos en los siglos medios y en
('1 siglo XVI, tanto hajo el asppcto social, eOlllo




- '2t7 -


hajo ~I aspecto litcrnrio. Magnífica tésis, que no
puede encerrarse en un corto espacio sin redu-


cir y achicar sus proporciones.
Para la primera época conviene que demos


una rápida ojeada á una parte de aquellos tiem-
pos, que por su oseuridad é importancia son hoy


ubjeto preferente dol estudio de los literatos. Ha-
hia pasado la civilizacion romana; los godos


fueron á su vcz rcemplaza¡]os por los salTacenos.
Existía un pensamiento domínant8: la ¡:rnen·a.
Enmudecian las letras, y el entendimiento hu-
mano hahia retrogradado. El poder Heal rléhil,


fraccionarlo, subllivirlido; la aristocrici:l orl-wllo-
sa y prepotente; la clase merlia sin existencia


fija; el [lueblo atado al terrello ó siguiendo la
mesnada del señor. El i<liom¡¡ era informe, el
papiro ep-ipcio se hahia perdido, y no se había
iuvenuulo, ó por lo menos introdu<.:ido, el papel
de lino ni de algodon: los escasos códices esta-


ban solo al alcanco de Jos ricos. Hallábanse 10-


caliz:ulos los homhrcs ;i sus ¡nH'I¡lo,; vOt' Illla IP-
'2.')




- ?18-
gislacion que apena~ saliil de! recinto l!" SIlS mu-
TaS, y no existiendo la brújula ni la imprenta,
no habia quien dirigiese los rumbos de los ma-
res ni los rumbos de la inteligencia.


Concluia una civilizacion para dar lugar á utra
tan diversa de la antigua como de la presente;


mas se iba operando lentamente un trabajo de
rcconstruccion social, y todos los rayos conver-
gian á este foco. Y si la misma guerra civilizaba
uniendu humbres de varios lJUeblus, de diversas
costumbres, de distintas creendas, depositando


la idea comun que debia florecer mas tarde,
¿ no será licito colocar entre los elementos civi-
lizadores á los institutos monásticos, que re-


presentaron la mansedumbre cn épocas de ne-
reza, la ilustraciOl} en tiempus lle ignorancia?


Cuando una institucion nace espontánea en
un país, es porque el país la ncccsi ta, Ó pUl' lo
menos, porque está dispuesto para recibirla;


pues las ideas, á la manera de las plantas, no
germinan cuando no está el suelo bien preparado




- 219
para sustentarlas. Cuando los hechos están en
;trmonia con el principio lógico de las ideas, se
generalizan en la opinion, se robustecen, viven.
¿ y negaremos que estaban los institutos mo-
násticos en armonía con las necesidades sociales?


Ya hemos visto la anarquía feudal, la pre-
potencia de los seüores, el abatimiento del pue-
blo. Pues bien: en esa época el espíritu religioso
hizo florecer unos establecimientos en que des-
apareció la diferencia de clases, que igualaron al
sellar con el siervo, al rico con el pobre, y que
confundian al noble y al pechero cuando los cu-
brian con el sayal ó la cogulla.


En medio de un mundo aristocrático habia
una necesidad social de que existiese un ele-
mento democrático; y si el estado llano pudo li-
lJl'urse del yugo ae lo,; :;eflores, si pudo tener
existencia política, consideracion social é influen-
cia logítima, se debió á las órdenes monásticas,
que entraron por mucho en los elementos de ci-
vilizacion de aquellos siglos. Predicaban la igual-




- 22u --
dad, haciellllo ver eon el Evangdio quP torlo~
los hombres son hijos de un padre, miem-
bros de una familia, ::mcesores de una he-
rencia. Profesaban la ígualdau en su a..:epcion
mas genuina, y haeían aplieaeion práctica del
principio á su gobierno interior, eligiendo de la
manera mas popular y democrática sus prelados
y jefes.


Los hombres que habian labrado la tierra;
que habian agrupado á su alrededor una pobla-
cion nueva; que habian llenado el dpsierto de
colonos, que dispensaban á los pobres pan, á los
enfermos salud, bien merecían el respeto y el
amor de los pueblos. A los templo~ acudía el es-
clavo fugitivo de su seüor; al pié de los altares
se hacian las manumisiones j ante los monjes se
otorgaban los contratos, que oC custotlialwn 0\1
sus archiyos: y en la lucha eterna entro los pO])I'08
y los ricos, siempre estaban los monjes al lado
del menesteroso, como representantes de una re-
[i¡rion en que sonllíenaventuradoB los que lloran.




~. :2 I


Era ¡Wl'l''':lI'iU abatir ul demento ;lrioLucrúti-


('o, fuerte por su poder y su riqueza, y vemo~
fuertes y ricos á muchos de estos centros, con
8US vasallos y sus siervos, y vemos apetecer mas


el vasallaj e del monasterio que el de los seño-
ros, prefiriendo al régimen feudal el régimen de


los monjes. Ocupalmn estos un lugar distinguido,
ya en los concilios y asambleas nacionales, ya


en los consejos de los príncipes; eran influyen-
tes, porque siempre el espíritu manda á la ma-
teria y la ciencia ú la ignorancia; pero oU influen-
cia, como la de todo el sacerdocio, "irvió para


dulcificar la suerte de la humanidad. Conser-


vaban la pureza de la fó en medio del judaib-
mo, entunces tolerado, y ¡lel mahumetismo


alJolTcciLlo; y lJaolal'ú rccordar la tregua ,le Dio¡;
¡Jara VOl' cu;'urlas dificultados lialJria Illte VCllcer


para apagar los rencores, estillguir l(Js odios y
dCtiannar las vengam:as.


La caridad es mny fecunda, JlJuy ingellio~a.
Aoj vemos que peu'a cad¡¡ necesidad social nucia




l1nnuevo instituto. ¿Habia que librar de bandi-
dos el camino del Santo Sepulcro y facilitar el
peregrinaje á Jerusalen? Nace en el siglo XII la
órden del Temple. ¿ Invaden los moros el terri-
torio castellano ganado con tanta sangre'! Para
defender á Calatrava hahia en el mismo siglu
monjes del Cister, y surgia el pensamiento de las
órdenes militares. ¿Las potenciasherheriscas apre-
sahan en los mares y talaban en sus rebatos y
algaradas las costas, cautivando los habitantes"
Pues en este siglu y cl siguiente nacieron las
dos órdenes redentoras, que tantos servicio~
prestaron á la humanidad. Donde se necesitaba
un auxilio nacia un instituto; y el peregrino, y


el enfermo, y el huérfano ahandonados de la so-
ciedad, cncontrarun un albergue, un médico, un
padre.


Negar que estos institutos satisfacían las nc-
ecsidades de la época, que cuntrihuyeron á la
civilízacion y á la cultura, y que bajo el aspecto
80cial y humanitariu ]lrc~La]'()n 1'1IIilllmtcs servi-




- zn-
cios oí. la sociedad, seria negar la evidencia; y
con justicia se los considera como elementos dl'
civili~acion. siquiera ~e los despoje de la parte
religiosa, siquiera se los mire stllamente bajo el
aspecto filosófico.


Empero el mundo, l[ue les debió la libertad,
les debió tamlüen la ciencia. ¡, A qué estaba re-
ducida la ciencia en aquellos siglos? 1, Qué se sa-
bia? ¿ Quién lo sahia'! ¿ Cómo se propagaha? lIé
aquí, señores, cuestiones que merecian por su
importancia una discusion' especial; pero que .
no puedo tratar, conociendo la índole tic mi dis-
curso y la necesidad de ser breve.


En filosofía aun no habíamos debibo á los ára-
bes las obras de Aristóteles; en legislacion eran
tan desconocidas las Pandectas, que se atribuyó
su l'eaparicion Ú un hallazgo i en literatura esta-
ban casi olvidadas las lenguas de Grecia y La-
cio. Las ciencias matemáticas, la física, la quí-
mica eran muudos que aun no se habian des-
cubierto: las artes no empezaron á alborear




-:2'24-
hasta despues de las últimas cruzadas.


Habia que emigrar en busca de la ciencia: las
escuelas de Paris y Bolonia brillaban en el
conocimiento de lo que entonces se cultivaba,
de los estudios eclesiásticos; y la fama de Pedro
Lombardo en Paris, y de Graciano en Dolonia, ¡;e
habia derramado por las demús naciones, y habia
atraido discípulos de todos los paises. Allí hrilla-
ron distinguidos monjes espaüoles, que vol vie-
ron á su patria, y á ejemplo de aquellas escuelas
se crearon las universillatles de Salamanca en
1200, de Alcalá en 1 '293, de Lérida en 1300, de
Valladolid en 134.6.


Daelo el impulso á las ideas, su estension y
su pl'Tfeccion son olml rIel tiempo. El pntenr1i-
miento humano, destello del Criado!', no conoce
límites: cual1l10 empieza á caminar COlle (¡ la
fuerza que le impele, crece COIl las Iljficl¡jICltll'~,
supera todos los obslúClllos, y anhl'la nUl'Y:lS til'l'-
ras Ú rlolllh~ r1il'igil' sus pacíficas cunquistas. llése
la antorrha dl'l analisis, Mse el pspiritll dt· rl'-




- 225-
traimiento y de estudio, y brillarán uno en pos
de otro todos los ramos del saber.


Mas antes de empezar la obra es preciso
allegar materiales, y este es el primer servicio
literario que debe el,mundo á los institutos mo-
misticos. Sabemos que la iglesia de Jerusalen
conservaba una copiosa biblioteca; que la de
Hipona. en Africa, poseia una escelente colec-
cion de códices, cuya custodia recomendaba San
Agustin al tiempo de su muerte; y con estos
ejemplos no es estraño que desde el principio
comprendieran los monjes su mision conserva-
dora. En los claustros se refugiaron los pocos
hombres que sabian escribir, y allí se hicieron
esas copias que pueblan el mundo. Y si se con-
servaron los clásicos griegos y latinos, y las
obras de los Padres, y los concilios, es porque
fueron librados por ellos de la devastacion y de
la ruina. Es cierto que muchO!'; códices de auto-
res del siglo de Augusto sirvieron para que so-
bre ellos se escribiesen antifonarios y libros de·


'29




- 22(, -
coro: ¡, y qué prueba esto, señores? La esccpcion,
no la regla; el error del individuo, no el de la
clase. Y qué, ¿no se ha abusado tambien por
el contrario? Un testigo irrecusable, MI'. Guizot,
nos dice que tambien fueron borradas las obras
de San Agustin para escribir encima los versos
de Horado y de Virgilio.


Este argumento se ha reproducido bajo mil
formas para combatir el hecho histórico mas
averiguado que existe, á saber: que la Igle-
sia católica ha sido siempre amante de la ilus-
tracion, y la ha fomentado en todos los ramos y
en todos los tiempos. Plugo a la Reforma po-
nerlo en duda; mas en vano. La Iglesia resucitó
las letras fundando gimnasios, elevó las ciencias,
buscó en el seno de la tierra las obras de las
artes, y para usar de las palabras do Mr. Audin,
en su célebre historia de Leon X, ".ofreció los
muros de la Sixtina á los primeros pintores del
orbe; construyó en Roma un palacio para los
libros, otro para las estatuas, otro para los cua-




- 227 -
dros: buscó mas allá de los mares las obras de
los escritores antiguos, y resucitó la lengua de
David} y la de Homero, y la de Virgilio. »


Mas volvamos á nuestro propósito. Cumplien-
do su mision conservadora} custodiaban los res-
tos de la antigüedad griega y romana, y ce-
diendo al impulso natural en el hombre, depo-
sitaban sus propias ideas. Los sucesos que pa-
saban á su vista iban á perderse para siempre,
y cuidaron de dejarlos consignados. La historia
de las primitivas civilizaciones siempre es pobre
y grosera: refiere hechos; no los comenta; no los
ilustra. Así, segun el testimonio de Ciceron, se
escribieron los primeros sucesos de la historia
griega. Cuando se perdieron las letras, empeza-
ron así todas las historias de los pueblos moder-
nos, y así debia empezar la nuestra. El enten-
dimiento humano marcha siempre á la pcrfec-'
cían; pero segun la célebre espresion de Mada-
ma Stael no marcha de una vez hácia arriba,
sino que da \'Ilplta~ 1'11 espiral. Cnando admira-




- 221'-
mos las obras de Herodoto y de Tucídides, de Je-
nofonte y de Polibio, no recordamos que aque-
llos antiguos fueron en su tiempo modernos, que
otros les habian precedido, porque antes de la
luz hubo el caos.


Nuestra historia desde la pérdida de Espa'ña
hasta Alfonso el Sabio se halla en los cronicones,
escrito3 en su mayor parte por los únicos que
tenian tiempo para escribir, por los únicos que
tenian la buena fé y el candor necesarios para
escribir historia, Son rudos, incompletos, infor-
mes; empero aquella rudeza fija los hechos con
notable exactitud, y es la única guia de la épo-
ca á que se refieren, Estos hechos desnudos y
descarnados sirvieron luego para que sovre ellos
lozanease la imaginacion de los historiadores,
que los revistieron de formas agradables, los
ensancharon y envolvieron en las tinieblas de
lo maravilloso: estos hechos, conservados ade-
mas por la tradicion, alentaron la musa popu-
lar de España, que en sus cantares de gesta di-




- 229-
vinizó los héroes castellanos é inflamó el espíritu
de reconquista. Contribuyeron los cronicones,
los historiadores y los poetas á formar la enti-
dad histórica, como la imprimacion, el empaste
y el colorido contribuyen á formar la totalid!d
de un cuadro.


S011 rudos, es verdad; pero, en medio de
aquella rudeza y desnudez, prefiere algunas ve-
ces el historiador filósofo su sencilla narracion á
los juicios formados por algunos escritores, que
hacen el marco antes que el lienzo, que quíeren
colocar los sucesos en el lecho de Procusto, que
sacrifican la verdad á una idea preexistente en
su ánimo, que juzgan los tiempos antiguos por
los actuales, sill atender á la~ diferentes condi.
ciones de la vida de los pueblos, sin respirar la
atmósfera de los siglos que describen.


Del mismo modo que sin los escritos de San
Isidoro, Braulio é Ildefonso casi nada sabríamos
de la Espafla gótica, sin el cronicon de Isidoro
Pacense, sin el de Albelda, el de Alonso el Magno




- 230-
ó del obispo don Sebastian, sin el de Sampiro,
Pelayo y el monje dc Silos, sin el lriense y
los Anales compostelanos y algunos otros, se
perderian las primeras y mas gloriosas centurias
de la historia nacional. Sin la crónica de los
cuatro obispos no hubiera escrito el diligente
Morales la última época de su historia. Sandoval
y Nicolás Antonio, Loaisa y Aguirre, Ferreras y
Berganza y Saez y Cisneros, Florez y Risco pu-
blicaron muchos de estos cronicones, verdade-
ras reliquias de la historia, si bien se desea una
edicion esmerada y metódica, en que se cotejen
con los originales, se ilustre, se esclarezca su
cronología, se eliminen las infidelidades de ma-
nos posteriores, y se forme con ellos el primer


libro de los sucesos de España, el que debe fi-
gurar á la cabeza de la crónica del rey Sabio y
de las posteriores, constituyendo uno de los
mas ricos florones de la historia nacional. Pues
bien, señores: ya lo veis: la mayor parte de es-
tos documentos se escribieron en r.l claustro, casi




- '2::11
to(los sr con~rrYaron pn e1 claustro, yel1 su
mayor parte han sido publicados por homhres
de religion ó de órden.


y no es solo en Espaüa donde no se puede
dar un paso en la historia sin acudir á los escri-
tos de los monjes: lo mismo sucede en todos los
paises, y no citaré á escritores católicos en abono
de esta verdad. El célebre protestante Juan
Marshan dice: Absque monachis nos sane in his-


toria semper essemus pueri: Tomás Tanner ase-
gura que sin los monjes hubiesen emigrado las
letras de Inglaterra. Mas ¿á qué citar autorida-
de3, cuando si damos una ojeada á la historia de
Inglaterra, hallaremos á Ingulfo, Beda y Guiller-
mo de Malmesbury; si á la de Italia, vemos á
Paulo Diácono y á Marsiak; si á la de Francia á
Adon, á Oderico de San Evroul y Flavigny, sí á
la de Alemania, á Regimon y Kintekund, y otros
beneméritos escritores pertenecientes en su in-


mensa mayoría á los monasterios de sus respec-
tivos paises.




- 232-
Mas no solo la historia, sino los demás ramos


del saber, fueron cultivados por los solitarios·
¿ Olvidaremos á Berceo, monje de San Millan,
tan célebre por sus poemas? ¿ Olvidaremos que
un monje ayudó en Toledo á la traslacion del
Roran del árahe al latin por órden del venerable


Pedro, abad de Cluni? ¿ Olvidaremos lo que les
debe la agricultura? ¿ Olvidaremos que fueron
los maestros de la juventud, que tanto á los
conventos de España como á los de Italia awdia


á oir lecciones y recibir ejemplos? Aun, señores,
en las parroquias rurales de una parte de España


se hallan las escuelas en el atrio del convento ó
en el pórtico de la Iglesia, cobijadas bajo su te-
cho, manifestando el consorcio de la religion y
de la ciencia, y haciendo ver que no hay ver-
dadera ciencia donde no hay sólida piedad.


Concluyamos: en los siglos bárbaros los ins-


titutos monásticos prestaron eminentes servicios


á la religion y á las letras.-·Permitidme, seño-
res, que en los f'strrchos límites á que tengo qUE'




- 233-
reducirme para no fatigar la atencion de la Acade-
mia, haga solo indicaciones generales, cuyo desen_
volvimiento exigiria un libro, indicaciones que-
como los mijeros en los caminos, sirven para se-
ilalar la direccion y fijar la distancia. Empero de-
jadme al menos que cite en el siglo XII á San
Bernardo, y en el siglo XIIl á Santo Tomás, dos
grandes lumbreras de la religion y de la ciencia.
¡Hombrcs eminentes, á quienes los doctos cuen-
tan entre sus maestros, la humanidad entre sus
bienhechores, la religion entre sus santos!


Si alborearon entonct's las letras, fué en el
claustro; si se enseñaba á la juventud, era en el
claustro; si la arquitectura tenia ocupacion dig-
na, era elevando los conventos y las basílicas,
empleándose en su adorno la pintura y la escul-
tura. Cuando se quiera estudiar la historia de
las artes en España, habrá que recorrer las de-
siertas ruinas de los monasterios.


y si desde los tiempos que acabamos de con-
!\irIerar pasamos á las épocas rIel buen gusto, á


30




- 234 -
los siglos de la ilusLracion, V(!l'cmos tambien
cuán digno lugar ocupaban los institutos mo-
násticos.


Generalmente terminan los cscritores la edad
media en 1453, en la toma de Constantinopla, en
la separacion de Oriente y Occidente: otros es-
tienden esta época hasta 1492, en que por la
toma de Granada concluyó la dominacion arabc
en Europa. Mas el verdadero límite de las dos
épocas, literariamente consideradas, debe tomar~
se de la invencion de la imprenta; de ese descu-
brimiento que mudó la faz del mundo. Arda en
buen hora la biblíoteca de Alejandría; las obras
reproducidas por la imprenta no se limitan á una
localidad: el mundo podra caer en el error; pero
no podrá volver á sumirse en la barbarie,


¿Se creerá acaso que los monjes tratarian de
oponerse á este descubrimiento, de imperlír el
acceso de la ciencia, de crear obstáculos á la
idea impresa'! No, sefiores; la imprenta naciente
~p acogió ú la Iglesia y tuvo su asilo en los mo-




- :235-
nasteriuo. Con grande entusiasmo la hospedó en
lluma Lean X, que la llamaba luz del Cielo, y
ya se imprimia en la ciudad eterna en 1467,
cuando no se verificó en Paris hasta 1473. Los
monjes benedictinos introdujeron la imprenta
en Inglaterra y en Italia, y en el mismo siglo XV
se estampaba en los monasterios de Dan Cugat y
Monserrat en Cataluña, de Sahagun y Lavid en
Castilla, dG San Juan de la Peüa en Aragon, yen
{¡tros varios.


Todos los trabajos de los siglos medios fue-
ron la confeccion laboriosa del último tercio del
siglo XV y del gran siglo XVI. i Qué época tan
magnífLca para Espaüa ~ i Qué epopeya tan sub li-
me la del glorioso reinado de Fernando é Isabel!
i La unidad del reino, la agrcgacion de dilatados
dominios, el movimiento intelectual impreso á
la época, el lanzamiento ele los árabes de Espa-
ila, colocado el guion de Castilla sobre la torro
de 1<1 vega de Granada, el descubrimiento de un
;.¡ LlCVO Mundo á través de mares procelosos!




- 23li-
Pues entonces, señores, vemos á los institu-


tos monásticos producir hombres eminentes, á
la altura de su siglo, que supieron comprender-
lo y dirigirlo. Recordemos que fray Rernando de
Talavera, el amigo, el confesor de la Reina Ca-
tólica, robustecia su alma varonil, y aconsejaba
la recta administracion del reino. Y despues de
recordar á fray Diego Deza y otros beneméritos
varones, inclinemos, señores, la frente ante el
gran Cisneros, ante el político profundo, ante el
domador de la aristocrácia urgullosa, ante el pu-
blicador de la Biblia Políglota Complutense, ante
el vencedor de Oran, ante el hombre que favo-
reció mas á las letras y á las ciencias, aumen-
tando, por no decir creando·, la universidad de
Alcalá.


Si queremos saber las doctas tareas qne de·
be el mundo á los claustros, hay que ver lo que
escribió Pedro Diácono de los varones ilustres de
Monte Casino; lo que Tassin de la historia lite-
raria de la Congregacion de San ~lauro; Echard




- 237 -
Y Turon de los hombres ilustres de la religioI'l
de Santo Domingo; Visch y Tessier de los cister-
cienses; Rivadeneira, Alegambo y Sothwel de
los jesuita~; Ziegclbauer de los benedictinos, y
lo que escribieron, entre otros, Wading, Lepaigne
y Petrejo, de lGS franciscos, premostratenses y
cartujos.


Si se quiere saber lo que escribieron, lo que
hic.ieron para el adelantamiento de las letras en
España, recórranse las crónicas de las órdenes,
las historias de los monasterios. Mas no se crea
que voy á escribir su inmenso catálago, cuan-
do bastará saber que cada órden, cada conven-
to, cada iglesia, cada santuario, cada ermita
tuvieron su historiador: cuando bastará saber
que los benedictinos se gloriarán siempre de la
historia de su órden, escrita por el P. Yepes, y
de las obras del obispo Sandoval; y los gerónimos


de la historía de su órden, escrita tan elegante-
mente por el P. Sigüenza.
~Ias se dirá que esas eran monografías, hi,;.-




- 238-
íorias locales, sin' interés, sin instruccion, si n
utilidad para la historia general del país. Nota-
ble error, señores: escribieron la historia de su
nacion al escribir su historia; conservaron la
tradicioll; nos dieron á conocer la localidad, y
sobre todo, salvaron en sus ricos apéndices do-
cumentos importantes, sin los cuales podrámen-
tirse; pero no escribirse la Historia. Es cierto que
muchos de estos libros no merecen atencion;
pero otros sí, y se descubre en ellos recto
juicio y sana crítica, porque sus auture8 partici-
paban del movimiento literario de la época, res-
piraban el aire que les cercaba, y viajaban en la
nave que los conducia.


En eilte siglo urillaron como maestros del
bien decir un fray Luis de Granada, un fray
Luis de Lean, el franciscano Estella, los agusti-
nos Malon de Chaide y Marquez. Y ¿ cómo olvi-
dar entre los génios del siglo XVI á la mugo!'
lIlas grande, á la célebre escritora, U Santa T[)-
rosa de .J eSLlt' ')




- 230 -
En PS(;1 ¡"pora, fray Pcr!J'o POllce l'llseñaba


oí hablar á los sordo-mudos, dos siglos antes
que L'Epée y que Sicard; y fray Antonio Villa-
castin brillaba al lado de Juan de Herrera; y
fray Juan de Tapia, despues de recorrer mendi-
gando nueve años de puerta en puerta y de país


en país, logró reunir lo necesario para fundar
en Nápoles, el año de 1537, el conservatorio de
música de Nuestra SeÍlOra de Loreto, primero de
su clase en Europa; y el jesuita Acosta nos des-
cribia la historia natural del Nuevo Mundo; y
los misioneros atravesahan los mares y sacrifi-
caban su vida por la fé, enriqueciendo al mundo
con las mejores observaciones astronómicas, los
mejores mapas, y las descripciones mas exactas
ele paises, sin ellos desconocidos.


i. y quién, 8ellOre8, pudo dedicarse con ma-
yor preparacion al estudio de la historia? Ob-
servemos el magnífico cuadro que presenta el
monje literato. Ved un hombre purificado por
la virtud, frio observador de un mundo á quP




- 210-


no pertenece, del que nada tienc>:que temer, nada
que esperar; veraz, imparcial, recto, conocedO!'
del corazon humano, Vedle dedicado al estudio,
retraido, silencioso, codiciando la ciencia para
llegar á la perfeccion, y anhelando la perfeccion
para llegar á la Suma Verdad.


Tales fueron los modelos que hoy nos cita
el señor Canga, al mencionarnos tos nombres
de Mariana y de Florez, Mariana, el grande Ma·
riana, á quien nadie ha quitado, á quien tal vez
nadie quitará el cetro de la historia de España,
es el mayor personaje literario del siglo XVI.
Educado en la religion; conocedor por sus es-
tudios teológicos de las cosas de Dios y de su
Providencia; sabedor de los sucesos del mundo
por sus estudios profanos; rico en idiomas sa-
bios, estudió las lecciones de su siglo, recorrió
diferentes paises, vivió en Roma entre maestros,
enseñó durante algunos aftos en Paris, y mer-
ced á su ingenio claro:y á su alma de fuego,
L¡'iIló en primera línea como historiador, como




-w-
Iilúso!o, como político y como literato,


Como historiador, i qué unidad, qué grande-
za, qué perfeccion en el plan! i Cómo se ve en su
libro al fuerte pensador, al narrador fiél de los
sucesos, que rompia con muchas de las preocu-
paciones exil;tentes; pero que aun contaba mas
de lo que creia! Yerro, como él mismo dice.
digno de perdon, por seguir las pisadas de los que
nos iban delante.j Qué juicio tan recto! j Qué im-
parcialidad á veces tan sevel'a! i Cuánto no hu-
biera podido hacer en nuestros dias !


Como filósofo, que es como principalmente
le juzgan los estranjeros, dejad que la falsa
ciencia acuse su obra De rege et regis institutione,
por cláusulas tal vez sobrado libremente espre-
sadas, pero seguramente mal entendidas y tor-
cidamente intel'pretadas. i Cómo se preparó con
el estudio de las lenguas sabias para sus obras
teológicas, y cuánta profundidad no descubre
en ms obras políticas sobre alteracion de la mo-
neda, espectáculos, pesos y medidas! Como lite-


31




- 24¿-


ratu, ¿ dónde' se halla habli~ta mas eminente '?
¡Con euánta felicidad da á la frase el sabor y


giro latinos, y ensancha nuestro idioma hablan-
{jo eon concision y propiedad la lengua f'l'udita
de Castilla!


Florez, y perdonad, seiiores, si por seguir al
señor Canga, hago esta transicion tan fuerte, y


salgo de los límites á que me habia reducido;
Florez es sumamente heneméri to de las letras,
y como diligente erudito, y r,omo laborioso an-
ticuario, y como publicarlor ele muchos y muy
notables documentos históricos, vivirá siempl'fl
en el aprecio de los literatos. ~Ias, respetando la
memoria de Florez, nunca convendré en que se
le ponga frente á frente con el coloso del siglu
XVI. Mariana y. Florez son dos ilustres literatos;
pero, señores, soy franco, en mi juicio, son
cantidades heterogéneas que no pueden calcu-


larse juntas.
Mas volvamos al siglo XVI. Un gran suee~o


llama la atencion del orbe: la Rf'forma. La Igle-




- 243 -
sia católica acude á conservar el clepósito de la
fé, á rcstablecer la disciplina y á reformar las
costumbres, y se reune en Trento el último y
el mas importante de los concilíos ecuménicos.
i Grande espectáculo! Los prelados de todos los
paises católicos, los teólogos mas sabios del mun-
do, los superiores de las órdenes conferenciando
solemnemente, bajo la presidencia del Espíritu
del Seüor, sobre los puntos mas importantes de
la religion. FáGil es brillar en la oscuridad; pero
j euán dificil brillar en medio de la luz!


Pues bien: en este gran palenque llevaron
los padres espaüoles la mejor prez. ¿ Y cómo
no, cuando allí estaban, sin hablar de Covarru-
bias y de Antonio Agustin, de Guerrero, de Be-
nito Arias Montano, tan célebre en el mundo de
las letras; ni de otros hombres eminentes del


clero secular; un Melchor Cano, tan conocido por
sus obras teológicas; un Bartolomé Carranza, tan
notable por su ciencia como por sus vicisitudeS


y desgracias; un Bartolomé de los Mártires, tan




- 2!¡!¡-


rico en celo apostólico y tan influyente en las
decisiones del concilio; el célebre Contreras,
confesor del duque de Alba; el ilutre Lainez ge-
neral de los jesuitas; el agustino Muñatones
confesor del príncipe D. Cárlos; y Salmel'on,
y los dos Sotos, y Zamora, y el franciscano
Orantes, confesor y amigo de D. Juan de Aus-
tria, á quién a.compañó en la célebre jornada
de Lepanto, LA MAYOR HAZAÑA QUE HAN VISTO
LOS PASADOS ilGLOs y ESPERA.N VER LOS VE-


NIDEROS?


Basta, señores, despues de tan grandes suce-
sos ¿ qué pudiera decir que ocupase dignamente
vuestra atencion? En tiempos de ilustracíon con-


tribuyeron los institutos monásticos al desarrollo
literario, crecieron con las circunstancias, y no
damos un paso en la historia civil de este gran
pueblo sin encontrar un instituto ó un fraile. Si
nos acordamos del Cid, ¿cómo olvidar á San Pe-
dro de Cardeña? Si recordamos á Colon, ¿ cómo
pasar en silencio el nombre de gU prot.ector y




- '245-
amigo el guardian de la Rábida, en Palos, fray


Juan Perez de Marchena? Si volvemos la vista á
Cortés, ¿no hallamos a su lado á fray Bartolomé


de Olmedo? Si examinamos la dominacion espa-


üoJa en América, ¡, quién no ve la sombra irrita-
da de fray Bartolomé de las Casas? ¿ Quién al
mencionar á Cervantes, olvida que fray .luan Gil,
rescató de las mazmorras de Argel al que habia


de ser mas tarde regocijo de las musas?
Detengámonos, seüores, enel siglo XVI, aun


á riesgo de pasar en silencio los grandes hom-


bres de los siglos posteriores; aun á riesgo de no
recordar los servicios que debe la humanidad ti


un Calasanz y á un Vicente Paul; aun á riesgo
de olvidar que Galileo se reconoce deudor á un
religioso espaflol de interesantes observaciones;
que Vico, el c81ehre autor de la Seienza Nuova,
estudió con los jesuitas y se formó en las obras
de un fraile espaüol; que fray Pedro [reüa au-
mentó la sétima nota al sistema musical de Gui-
(lo Aretino, monje ue San llenito; aun a riesgo




- 24G -
de olvidal', entre otros, á un Dlll'riel, á un Hisco,


á un Sarmiento, á un Feijoo, á un VilIánueva, y
al benémerito y modesto p, la Canal, que hace
poco era ornamento de la Academia, y cuya amis-
tad fué tan grata á mi corazon, como útil á mis


estudios. Detengámonos, porque la historia de
los tiempos mouernos no se escrihe sin pa3ion,


detengámonos, porquo los sucosos, como los


cuadros, no se ven desde muy cerca; detengá-


monos, porque la lava ue los volcanes no se llUO-
de tocar hasta que se enfria.


Empero, despues de haber visto á 101' insLÍ-
tutos monásticos brillar entre las sombras de los
siglos bárbaros y entre los resplandores del siglo
de oro, convengamos con nuestro digno Acadú-


mico 01 Sr. Canga Argüclles en que han sido ele-
mentos de civilizacioll, y en ([lIe han prestarlo


eminentes servicios ¡'¡ las ciencias y a las letI'<1~,




DISCURSO


en eontestacion al qne, sobre el Calit:'lto ae Cfirdoba, lev/) el
snñor don Mo{lcsto Lafncnte al tomar Ilosesian de la plazo.
de individuo de nÚlllero de la Real Academia de la Historia
en sesion pública del 2:l enero 18,13.


SEÑORES:


La Academia se complace en contar en el nú-
mero de sus individuos al Sr. D. Modesto La-
fuente, que ha merecido alcanzar grande rcputa-
cion literaria, que ha consagrado su vida al es-
tudio, que solo y sin auxilio acometió la árdua
empresa de escrihir la Historia de nUf~stra nacion.
El que ha dado tantas muestras de talento, df'
recta critica y de buen gusto, no podia menos de




- 248-
pertenecer á una docta corporacÍon, que aliell ta
todos los esfuerzos, que premia los merecin?ion-
tos literarios, y que procura mantener viva la


llama del saber histórieo.
Sineeesitásemos otra prueba de los conocimien-


tos y del mérito dol nuevo Académico, el discurso
que acabamos de oir nos la suministraria muy
brillante. Con notahle elegancia nos ha presentado


el cuadro de una época en que dos puehlos, dos
civilizaciones se disputaron el dominio de Espa-
ña: paralelo importante, lleno de erudicion y de
filosofía; panorama magnífico, que ha ido sucesi-
vamente desplegando á nuestra vista las diferen-


tes escenas de la. vida civil, politica y militar del
pueblo árabe y del pueblo cristiano.


Voy, señores, contando mas que nunca con la
indulgencia de la Academia, á suceder al Sr. La-
fuente en el exámen de E'ste período, y á mani-
festar el importante servicio que hicieron los ára-


bes á las letras.
E~ claro que para conocer una época en que




- 219-
dos pueblos se disputaron el mando, no hasta oir
á los escritores de una de las naciones; hay que
examinar lo que se escribió por amhas partes, y
la historia de los úrahes, y sus guerras, y sus re-
laciones con los cristianos dehen ser objeto de un
estudio llevado paralelamente, olvidándose al
hacerlo del interés, del orgullo, de las pasiones
de una y otra gente, aplicando el cuchillo del
analísis á lo que alumbre la antorcha de la cri-


tica.
Este linaje de estudios se halla, por desgracia,


muy atrasado: el idioma árabe no está aun tan
generalizado como fuera de desear, y entre nos··
otros (mengua es decirlo) se halla casi olvidado;
cuando e]¡'hiera ser olJjeLo de culto literario. Los
códices desaparecen: el Escorial, ese gran depó-
sito ele elonde han salido la mayor parte de los


que adornan los muscos y archivos estranjerosj
el Escorial, que custodió los cMices pertenecien-
tes á D. Diego Hurtado ele Mendoza y á Benito
Arias Montanu, y los cuarenta mil del rey Cidanj


32




- 250-
apresados en t &12 cerca del puerto de la Má-
mora, vió en 1671 cunsumirse entre los honores
de un incendio la mayor y mas rica parte de su
tesoro literario, y por las vicisitudes de los tiem-
pos vió despues correr varia fortuna a mucho nú-
mero de sus mas notables documentos.


Para conocer este periodo importante de l!lo his-
toria de Espaüa, buscaban los estudiosos las cor-
tas, diminutas y no siempre satisfacturias noticias
de los autores espailolcs coctaneos á las diferen-
tes fases de la dorrunacion árabe, y examinaban,
entre otras obras de menor interés, el Cronieon
del Pacense, las obras del arzobispo D. Rodrigo,
las del Tudense> la Crónica latina del Cid> hoy
rescatada pur la Academia, la Grónica general,
los poemas anteriores al siglo XV, y ese rico
,'enero de costumbres, de recuerdos y de
glorias que se conserva en nuestros roman-
ceros.


POI' desgracia el resto de Europa no sabia mas
que nosotros, y Fernando VI encargando en 1748




- 251 -
al siro-maronita Casiri el índice y la ordenada
dcscripcion de los manuscritos árabes del Esco-
rial, y Cárlos 1II dándolos á luz, hicieron conocer
al mundo esta riqueza literaria, y se tuvo noticia
de mil ochocientos cincuenta y un cúdice8, es-
critos la mayor parte por árabes espafloles por
origen, por nacimiento, por domicilio ó por es-
cuela; códices referentes casi todos á cosas de
España, muchos de los cuales pertenecieron á
las bibliotecas :¡nuslimicas de Granada.


Dado el impulso, el abate Andrés, en su. his-
toria sobre el origen y estado actual de la litera-
tura, llamó la atencion de Europa sobre los ára-
hes españoles; y en nuestros dias el erudito Con-
de publicó la historia ue los árabes de España,
obra á que debió acompañar el texto original,
obra que dejó incompleta, habiéndose pu-
blicado los dos últimos tomos uespues ue su
muerte por papeletas mal coordinadas, cnyos de-
fectos no puetlcll atribuirse al autor sin faltar á
la. buena fé literaria.




- 252-
Reivindiquemos, sellores, para España la glo-


ria de haber llamado la atencion del mundo so-
bre este género de estudios, que si no han ilus-
trado mucho la historia patria, han derramado
gran luz sobre otros importantes ramos del sa-
ber. Casiri, Andrés, Conde, pueden haberse equi-
vocado en algunos puntos. ¿Para qué negarlo'!
Caminaban por sendas escabrosas, fueron los pri-
meros, los maestros, la guia. Si hoy se alzasen
del sepulcro, al ver la injusticia con que son tra.
tados, j cuánto no dirían ú los críticos modemos,
y cómo protestarían, hombres del siglo XVIII, al
verse juzgados por la generacion presente 1


Empero de estos puntos de partida proceden
las últimas investigaciones. Unos autores se pro-
pusieron en el cstranjero trauucir ú Conde, otros
utilizaron los datos de Casil'i, otros vistieron con
la librea de la novela la historia de los árabes di)
Espaüa, otros gastan sus fuerzas en hallar defec-
tos en nuestros escri tores, y no falta quien trata
de imponemos magistralmente sus opiniones,




- zr¡;) -
pensando que el mundo estaba en el GUOS, y que
ú él solo rué rovelada la luz.


Para .i llr,gar este gran proceso hay que publi-
car los doeumentos, como lo hizo un docto Aca-
démico üa11l1o á 1 uz la hi storia de Almakary; co-
mo lo har:e Dozy imprimiendo las de los Almoha-
des y Almoravides. De este modo se verá lo que


escribieron los árabes, se les comparará entre sí
y con los escritores españoles; la arqueológia nos
mostrará las huellas que dejaron en el pais, y el
estudio y la recta crítica harán que, m~s {'eliGes
quc hasta aquí, veamos levantar parte del velo
que oculta los sucesos de aquellas remotas eda-
des.


En tanto, con los datos que hoy poseemos,


emplearé los cortos instantes que he de ocnpar


todayia la atcncion ch.' la Academia, en la inves-


tigacion do! adelantamiento literario rrue dehi-
mos ú los árahes, prefirirmdo la historia de las
ideal; ¡'l la narracion de los hechos.


Al dirigir la yista Ú cUjllClJos sif(lo~; al consi-




- 254-
derar el estado político de Europa. la cscentra-
lizacion del poder. la insllbordinacion de unos,
la abyeccion de otros, la corrupcion de las clases
mas respetables. el silencio de las musas, la
general ignorancia, ¡, quién habia de creer que
la invasion sarracena no agravaria los males in-


telectuales del país? ¿ Que en medio de los ins-
tintos de ferocidad y de guerra, de las divisio-
nes civiles, de tanta tribu, de tanta raza, de
tanta variedad de gentes, habian de encontrarse
príncipes dignos del trono, unidad en el mando
y proteccion á las artes y á las letr'as'! ¿ Y que
los hijos .del desierto, recol'(lando en el perfuma-
do suelo de Córdoba los placeres de Damasco y
de Bagdad, habian de ser el conducto por donde
volviese á Europa el tesoro del saber, que habia
desaparecido de ella?


i Al tos secretos de la Providencia, qlle no es
dado sondar á la mezquina comprension del
hombre! ¿ Quién hubiera dado asenso al que
tales cosas contara, cuando nuestros Iladres,




- 255-
vencidos y dcrrotallos en Guadalete, precedidos
por los ohispos, huian del alfanje y de la cimi-
tarra, llevando el arca santa con las venemn-
das reliquias y cOlTian á refugiarse á la parte
Norte de España, al país mas fragoso, al de mas
virtud bélica, donde no penetraron los fenicios
ni los cartagineses, y en cuya dominacion tar-
daron dos siglos los romanos y otros dos siglos
los godos?


¿ Quién crecria que habíamos de ser deudo-
res del renacimiento de las letras á los árabes,
cuando empezó la magnífica epopeya de la recon-
quista, y resonaron en las montañas de Auseva
los gritos de gloria y de venganza, y se peleó
por la fé de Recaredo, por la independencia, por
la lipertad? ¿ Cuando se desnudó en Covadonga
el acero que despues de ocho siglos debia envai-
narse en Granada?


Mas la Providencia, que hace brotar el bien
del mal, que purifica la atmósfera con las bor-
rascas, quc lleva en alas del huracan las semi-




- 256-
Has ú f('cunflar paises remotos, d('spues ¡\n fati-
gar II los árabes espailoles con guerras intestinas
para dejar respirar ú los cristianos y prqmrarlos
á descender ú tierra llana; despucs de hacer
que los africanos amenazasen la tranquilidad de


la dominaeion árabe, y de darles dos fronteras
que guardar, la del Estrecho y la del país con-
quistado; despues de hacer que, :í semejanm
de los metáles, se fundiesen calientes y se sepa-
rasen frios, dispuso que llegasen al apogeo de
su gloria, y diesen culto ú las letras, y honra-
sen el valor y la hermosura.


Habia el pueblo árabe, antes inculto, mísem
y disperso, formando pequeflos Estados y hor-


das independientes y enemigas, constituido por
fin un cuerpo en tiempo de ~Iahoma, y conso-
lidado su nacionalidad en el califato de Ornar.
Oscuros los árabes porque Pran ignorantes, dé-
biles porque estaban divididos, desplegan de
pronto carácter bélico J cuando el fanatismo los


auna y preocupa su imaginacion, y se hacen con-




- 'ifJ7


quistadores, y subyugan en pocos aflOS todo el
Orienle romano, y la Persia, y el Eg-ipto. La
sed ue conqui~tas es seguida do la llehre del sa-
ber, y vemos mas tarue á llagdad convertida en


otra Atenas en I,iempo de Almamon, el Augusto


tle sus reyes. De Hagdad se traslada la ciencia


á Córdoba, y sus califas sulicitan pur medio de
embajadas pacíficas las obras del entendimiento
humano, que se recogen con entusiasmo, y se
conscrvany se traducen. Se dotan estudios, se


fundan hibliotccas, y se busca, se protege, se
honra á los sahios ue todas las escuelas y de too


dos los paises. Ya no son las tribus háharas y


estacionarias, ya no son los conquistadores de


territorius; son lus conquistadores uel saber, son


el eonrlucto lle que se val," la Providencia pa-


ra conservar y pl"OJlagar las 1 !lee;;.


La cUllena de los siglos no se ha roto, mer-


ced á los :ü·aLcs. La sucesion, la tradicion de la


doctrina, las con(lllista~ (lel lmtcndimiento hu-
mano iban Ú ]1r'rc!l'l''':'': lllul'i:m CUI! Sil' dioses




- '258-
informes los conocimientos egipcios; desaparp-
cian con sus diose>; sensuales las ciencias de
Grecia; los hijos del septentrion desdeñaban las
letras y las artes; mas los sectarios de Mahoma
recorren el mundo y recogen los restos del
saber próximo á estinguirse. Los egipcios les
enseñan la química, oculta bajo el disfraz de la
alquimia; aprenden de los griegos la geometría
y la astronomía; de los indios el algebra; de los
chinos las artes, y se declaran deudores a Aris-
tóteles, cuyas obras conservan, traducen y co-
mentan, de la filosofía, de la Historia, de la
medicina. i Magnifico espectáculo, señores, el
que presenta la idea triunfando de la barbarie;
la luz del saber próxima á estinguirse; pero sin
llegar a apagarse: la ciencia sobrenadando en el
naufragio universal, viajando con las tribus nó-
madas, ocultándose en las tiendas de los guer-
reros, hasta que, pura, y esplendente, y ven-
cedora, concluye por dominar al mUl1cio civili-
zando al hombre!




- 259-
Los árabes no eran inventores; su ley mis-


ma se opnia á ello. Mahoma les habia dicho que
la ciencia del sabio y la espada del fuerte sos-
tienen la máquina del mundo; pero tambien
habia limitado el vuelo de su inteligencia di-
ciéndoles que toda innovacion era un estravío, y
que todo estravío conduce al fuego eterno. No
esperemos, pues! que su principal mérito sea la
invencion. El gran servicio que les debe el
mundo es el haber recogido los escritos de la
antigüedad, haber hospedado las ciencias y las
artes, y haberlas trasmitido á la Europa, que se
hallaba en el caos. Ellos siguieron el largo tra-
yecto que recorrió la ciencia, que alumbró su-
cesivamente á los indios, á los chinos y á los
persas, á los calueos, á los fenicios, á los egip-
cios, á los griegos, á los romanos. Ellos conser-
varon con singular aprecio, entre otras, las
obras de Euclides, de Tolomeo, de Aristóteles,
de Díoscóriues, ue Hipócrates, ue Galeno. No
esperemos que el papel, ni la brújula, ni la pól-




- 260-
vora sean invenciones suyas: el mundo moder-


no se las debe: ellos las trajeron ;í Espaüa, las
eonservaron, las trasmiticron.


Como en todo pucblo jÓVI'n y sencillo, en el
pueblo árabe educado en un elima ardiente, la


imaginacioIl precedió siempre á la reflexioIl. Vé-
moslo propenso ~l lo maravilloso, cultivando su
idioma rico y musieal, dando mas imporlancia
á la forma quo á la esencia, encantándose con


los romanees y la fáhula. La poesía i'nrmaha
parte del ambiDlltr~ (jllP l"rspimlJan: senslIalps y
valientes cantaban el amor y IOli cUJIllJatL'>,.


Cuando volvieron la atencion ú estudios mas


severos, no logrGl'on borrar lG huella de su eG-


ráeter: siempre dominaha la ima¡;inaeioll y el


fUP¡:(I) o]"ielltal. Si se l:(JlloClf'ran Ú la filosofía del
Stagirita, la visten con comcnt:ll'ios (jUO la des-


figuran, y prefieren las sutilezas y argueiari (lel
entendimlCnto á la l'elkxiva inYrstig~cion dl' la
verdad. Si ~c dedican á la historia, no Sabl'll
rormar~e ;;()]¡]"e loi' lll(J(leluR eh, (,!"reia y liorna;




_. '!(i!-
careeeI! de ónlen, (le p¡'ceisioll, ,le miras eleva-
das; se l'iertlcn en ('1 intrincado laberinto de sus
genealogias; illterrllmpen la narTacÍon con diú-
logos, versos y adornos inútiles, y son millucio-
SOl'. rr¡]lln,l;¡ntc~, con la exuberancia de su 10-
:I.::tlll1 iTnaginaeion.


Cultivan la me,licina de los griegos, la en-


riquezel1 aplicando ú ella la química y las cien-
cias naturales; pero se apartan de la sencilla y
atenta olJscr\':lcion (le sus maci'tl'os; no sahrn
gelleralizar los hechos, cum}ells;¡rlns en al'\lris-
mos ó axiomas; son polifal'll1acos y ami~os de
cuestiones sofisticas y de métodos supersti-
ciosos.


¡;:r¡ misma al''luitc''lUra, que fué poco a pOClJ


sl'1,arall,lusl' ,le la hi;,allLÍna, no, ,le,cllhn' Ii! ri-
(!ucza ele ima"inaciull ¡jo ar¡Lle! pueblo: "l' picnk
eJl llle'lludas, pl'olijas y ('sqllisitas lahores, o~ten­
tamlo en milp,; ,le columnas y eH rpcargados fo-
lIajr, (~l allUso de ol'l1anwntacioll.


Si eQl1tillll;'ISI.'Jl)OS I'pi',OerlenÜo todo:, 1m: l'amus




- 262 -
del saber, veríamos igualmente que tenian los
defectos propios de su carácter; esa lozan¡a que
acompaña siempre al renacimiento de las letras,
que precede á los estudios sérios, que forma par-
te del fanatismo literario. Empero dieron al mun-
do el espectaculo, que no se volverá á ver, de
recoger la ciencia moribunda, de conservarla,
de cultivarla, de trasmitirla.


En Córdoba, seüores, y bajo el turbante mu-
sulman, empezó esta restauracion del saber. BI
jóven Abdo-r-rahman 1, último vástago de los
Beni-Omeyas, educado en la adversidad, trocado
el regalo de su infancia por la áspera vida de los
desiertos de Tahar, depositario del valor, de la
cultura, de la ciencia, de la galantería de los su-
yos, traslada á Córdoba el lujo y las aparatosas
fiestas de Damasco y de Medina, erige suntuosos
palacios, se rodea de los hombres mas sabios de
su tiempo, y presta seguro y honroso asilo a las
ciencias y á las letras, miradas con desden por
los godos españoles. i Monarca sensible, que ama




- 263-
las dulzuras de la paz, que á la sombra de la páf-
ma cuya cima mecieron tal vez las mismas auras
de Damasco. recuerda en medio de Sil prosperi-
dad la patria que ha perdido, los sitios que no
volverá á ver, el horrible festin en que fueron
sacrificados sus mas próximos parientes, los ami-
gos de que le dividian la distancia y los mares!


Una sucesion de grandes monarcas consolida
esw mismo espíritu de templanza y de ilustra-
cion, hasta que oéupa por cincuenta años el
trono Ahdo-r-rahman m, el califa, el sucesor de
~Jahoma, el príncipe de los creyentes, el centro
de unidad de los hijos del Profeta, el emir Al~
mumenin. Entonces llegaron los árabes españo-
les al apogeo de su gloria: las ciencias tuvieron
culto, las artes florecieron bajo aquel hombre,
que, próximo á morir, tras tan largo y tan glo-
rioso reinado, manifestó que apenas contaba en
su vida mas que catorce dias de completa feli-
cidad.


Su hijo, heredando las dotes de su padre,




- 264 -
~as pacifico, ma>, af\ricultor, mas amigu de la
prosperidau material del país, li [(:1'ato, [loNa,
lJiblJ¡jlilu, fLl<j el pJ'íll(;ipe mil'; amante de las 10-
tras, mas favorecedor de los Luenos ingenios.


Mas estaba escrito que, despues tle (all lal'~a ~u­
cesiu\1 Üe priIlt~i]le:i, hal.\ia dI, recaer el trunu en
Hixom 1I, niflO do diez aflos, en [¡uien se hahia
de eclipsar la gloria de sus mayores. En vano


Almanzor, el Cid de los árabes, en sus espelli-
aiones de primavera y otOllO descubrió el instin-
to y el g;c'Jlio de la. guorra, llevando la desolacioll
h¡¡"I,a los confines de Galicia y tl'aY('ndu¡;e cuma
trol'eo las campan~s de Compostela, que resca-
tadas mas tarde por San Fernando, fueron con-


,l!leidas en hombros Llo moros ¡'L eolul,anil: ell las


(UITO'; rll' aflllt:lla célehre bllsllica. En vanu, al-
úrllaúdo lus ddJul'es de gUl'l'J'eJ'(J (:uJl lus place-
res del entendimiento, se cunslituY'J pl'Uler~lul'
de las letras, fundó academias, estableció escue-
las y cllltivú todos los ramos del humano saber.
¡jIr¡,ch notahle ,l!' ilustl'aeioll y (11) Il:ru,:il1a,I, üe




- '2G5-
dulzura de carácter y de espantoga barbarie!
Sostuvo en las sienes de un monarca imbécil una
corona vacilante; pero degradó la institucion de
la monarquía en"vileciendo al soberano: logró
adormecer, pero no estinguir, las rivalidades de
los subditos: no supo educar á sus mismos hijos,
que le fueron rebelLles; escitó, en vez de apa-
gar, el ardor bélico de los espaüoles, los irritó
con el agravio, los aleccionó en la guerra, y
cuando murió en Medinaceli casi abandonado de
sus tropas, se lamentó de no haber comprendi-
do lo que con venia á los intereses de los suyos,
estableciendo entre el pueblo musulman y el
criotiano un inmenso desierto, valladar y fron-
tera de ambos campos.


Mas ¿ qué se hizo del saber de los árabes de
Espaiia despues dela muerte de Almanzor? ¿Qué
rué de sus bibliotecas? ¿ Qué de sus escritores y
poetas'! Todo desapareciQ instantáneamente .....
Tanto en la prosperidad como en la decadencia


hay escalas, hay grados, hay transiciones en
34




- 266 -
otros pueblos: en los árabes, no. Del mismo
modo que fué maravillosa y providencial su cul-
tura, fué prodigiosa y providencial su ruina. Ca-
yó sin dejar reliquia el puehlo Árahe, que estuvo,
por decirlo así, acampado en España, y en vano
se le busca, en vano se trata de encontrar sus
artes y sus ciencias. Si en otros siglos brillan
los musulmanes españoles, son ya hiJOS de otra
civilizacion diferente, no conservan la doctrina
de los árabes, ni pueden confundirse con ellos.
Muerto Almanzor, se deshordaron las ambicio-
nes, levantaron la cabeza las pasiones bastardas,
rompieron el yugo los africanos, se despedazó
el cetro, faltó la unidad, sucedió.el fanatismo
grosero á la cortesana galantería, el error á la
ciencia, la cimi larra al plectro. Semejantes al re-
lámpago, brillaron, desaparecieron.


Ma"s los árabes habian llenado su mision: es-
taba hecho el bien: la semilla ~erminadora ha-
bia caido sobre tierra fecunda, y la Europa se
habia salvado de la ignorancia. Un monje lIa-




- 267 -
mado GCl'bcl'to vícne en el siglo X á Barcelona,
llasa ;í Andalucía, estudia allí las matemáticas y
la tiloso na, y cultiva las ciencias, las letras y las
artes. La maledicencia le persigue, la Ignoran-
cia le acusa de mágia, y él rico de ciencia, la
lleva á los palacios, la esparce por Italia, y, por
uno de los mas ocultos designios de la Providen-
cia, asciende al pontificado con el nombre de
Silvestre U. Sentado en la silla de San Pedro el
hombre que habia cstudiado entre los árabes,
fomenta el renacimiento de las letras, dota es-
cuelas, y presenta á la Europa, no bien despier-
ta de su letargo, las obras de Aristóteles, el li-
bro que ha reinado hasta nuestros dias, el que
esplica las sensaciones, la generacion de las
ideas, el criterio de la verdad, las leyes dcl cn-
tendimiento, y el que tanto ha contribuido á los
progresos de la ciencia ideológica.


El ejemplo de Gerberto fué seguido, y se dió
el cspectáculo de una peregrinacion literaria al
emporio de las letras y las ciencias. lierardo de




- 268-
Cremona estudia en las escuelas de Toledo; Cam-
pano de _Novara recoge las obras de Euclides y
se consagra á la astronomía; Athelardo, Daniel,
Moley, Othon y gran número de ingleses, fran-
ceses y alemanes vuelven á sus respectivas na·
ciones ricos de ciencia, y la propagan fundando


escuelas, academias y liceos.
Esta atmósfera no podia menos de ser res-


pirada por los españoles: el benéfico contagio de
la ciencia debia infiltrarse en ellos, y vemos á
Arnaldo de Villanova instruirse ent];e los árabes
en las ciencias naturales, y á Raimundo Lulio,
el omniscio de su siglo, estudiar en sus obras y
aleccionarse en sus escritos. Vemos á la pobla-
cion cristiana adoptar en los puntos dominados
el lenguaje de sus conquistadores, y hallamos
con leyendas árabes monedas de nuestros reyes
es tendidos en aquel dialecto muchos instrumen-
tos, y contratos, y comentarios á la Biblia, y
hasta una eoleccion de cánones para uso de las
iglesias de España.




- 2G9 -
No es mi ánimo, señores, entrar en porme-


nores sobre este punto: llenas están las obras de
los críticos modernos de esta parte de la histo-
ria literaria. Basta para mi propósito una indi-
cacion, un recuerdo de lo mucho que debió el
mundo á los árabes españoles; de la ciencia que
conservaron, que propagaron por Europa; de lo
que les ueben nuestros escritores; de lo que les
debió Alfonso el Sabio, tanto en sus obras histó-
ricas como en su libro de las ArmeHas y en su::;
célebres Tablas; de lo que les debió la poesía
provenzal; de las escuelas, de las academias, de
los colegios que fundaron; de los elementos
de civilizacion que introdujeron en el mundo ..
Los españoles no podemos volver la vista á nin-
guna parte sin encontrar el influjo árabe. Esas
vegas de Granada y do Valencia, ese admirable
sistema de riegos, esas prácticas agrícolas, nnes-
tras artes, nuestra arquitectura, nuestro mismo.
idioma nos lo recuerdan á cada momento. Mas
no ycngo, señores, á repetir mal lu que otrus




-<2iO -
han dicho bien, ni a ostentar erudicion, ni á
perderme en doctas investigaciones ...


Me basta ver en todo esto la mano de la
Providencia dirigiendo los destinos del mundo,
llamar la atencion de la Academia hacia un
punto brillante de la civilizacion oriental, con-
siderando el califato de Córdoba como el período
mas grande, mas ilustre de la vida del pueblo
árabe, que en tierra estraña floreció en la
prosperidad, que hizo el bien, y que desapare-
ció tan pronto como dejó de ser necesario.


El señor Lafuente nos ha dado á conocer bajo
otro y muy notable punto de vista el período


. del califato, y al considerar su decadencia, nos
ha presentado al pueblo cristiano federando se,
ensanchando sus buenos fueros, y hostilizando
y venciendo ¡'¡ sus dominadores. i Ojalá que no
hubiese habido entre nosotros tanto pequeño Es-
tado, tanta falta de homogeneidad en el poder,
tanta division, tanta guerra civil! Y no hubié-
ramos visto esas treguas, esas paces, esas alian-




- 271 -
zas indecorosas; ni á los soldados f'spailoles·
combatir en auxilio de los mahometanos contra
soldados de Espaila. Entonces la destruccion de
Almanzor y la ruina del califato hubieran sido el
verdadero triunfo de nuestros padres, y no hu-
bieran mediado cuatro siglos desde que Alfon-
so VI deheló á Toledo hasta que los neyes Cató-
licos conquistaron á Granada.






DISCUUSO


,'11 contcstaeioJl al fIue leyó el Sr. P. iVJ:mucl Colmeiro sohrf'
:1t··¡itris(~s españoles, al tomar poscsion (le la plaza el€' in-
llivj(lllO de número de la Real Af:adcmia de la Historia, en
h ~esión pública del (lia 2(; ele Abl'il oc lS57.


SEÑOUES:


Un precelltu ue la Academia me impone el gra-
to dehl'l' dt' dirigiros mi voz en E'sll' solemIle dia
en que celebra el aniversario ue su fundaciun, y
en que tiene el placer de recibir en su seno al
Sr. D. Manuel Colmeiro, distinguido escritor, que
ha sabido alcanzar reputacion envidiable.


t ElllpeZ('1 la ~t'.:;i(¡o do esle diu ('Pll b entrega qUl' los
tl'l'otulIlcutal'ios del Exclllo. Sr. [1, José :Uanuf'1 ºnint:ln~ hi-


35




- 274 -
No vengo á quemar vano incienso ante el pe-


destal de la estátua de Felipe V, nuestro insigne
fundador: permitidme, empero, que le diga con
modestia lo que hicimos; con dolor lo que nos
falta por hacer.


¡,Podré contar, soñores, por breves instantes
con vuestra atencion, con vuestra indulgencia?


Oigo á mi alrededor una voz que pregunta dón-
de está la historia que ha escrito la Academia ...
No, seüores; Felipe Vera mas ilu~trado, y no dió
á la Academia el encargo de escribir la historia
del pals. Sabia que ninguna corporacion en niu-
guna parte del mundo ha escrito historia, pues
faltaria en ella la unidad de pensamiento, la uni-


cieron á la Academia) de In corona con que fu~ lauread.o por
S. M. , 'y que dejó legada á esta corporacion.


Terminado este solemne acto, leyó el Sr. Colmeiro su dis~
curso de recepcion. Al contestal'le, debia el Académico que
hablaba á nombre del cuerpo, t('ner en cuenta. que nquella
sesion era inaugural, pues en ella se celebraba el aniversario
de su instalacion por Felipe V, y que eslaba ademas dedi-
cada a la disui bucion de }Hcmios y al anuncio de nuevos.
programas.




- '275-
dad de lenguaje, la vida, el calor, el fuego que
no se divide ni comparte. Mas el escritor ne-
cesita encontrar los hechos recogidos con diligen-
cia, purificados por la crítica, ilustrados con doc-
tas ohservaciones; y esto es lo que cumple hacer
á la Academia, esta es su mision, para eso se
reune en este recinto. La Academia es juez del
campo y no lidia en el palenque.


Aquí, bajo estas bóvedas silenciosas, se vive la
vida de los siglos que pasaron, y evocando las
sombras de los varones ilustres, se olvida toda
pasion, todo sistema, toda lucha de escuela, para
que no se altere ni descomponga el rayo lumi-
noso al atravesar el prisma. Aquí oimos el eco
de la voz de Campomanes y Jovellanos, de Var-
gas Ponce y Muso, de Navarrete y del P. la Ga-
nal y de otros ilustrarlos varones que trabajaron
con tanto celo como fortuna en depurar la histo-
ria patria. Trabajo, señores, fuerza es decirlo, tan
útil como oscuro; tan necesario como ignorado;
tan ~eIlcillo y modesto como conviene que sea




-'mi-
todo lo que tienl' relaá)]l con la Yrl'dad ~. 1;1
ciencia.


Lejos de mí la idea de hacer el alarde de YUCS-
tras obras y de los trabajos en que os ocupais con
tanto empeño en estos momentos. El público ha
disfrutado ya una parte de vuestros doctos afa-
nes, de los frutos de vuestra aplicacion, y (1el
consorcio y hermandad en que estais con todos
los cuerpos sabios del mundo. Y nue~tros archi-
vos y nuestras ricas y envidiables colecciones de
manuscritos, y la célebre de Salazal' que está ú
nuestro cuidado, y las diplomáticas, litológicas y
numismáticas son diariamente consultadas por
108 hombres estudiosos, nacionales y estranjeros
(porque la ciencia no tiene patria), y han contri-
buido á dar prez y gloria á las letras. AUllque
con dolor por lo mucho que se ha perdido, con
orgullo por lo mucho que se ha salvado, recor-
daremos que de los monasterios y conventos su-
primidos tenemos una coleccion riquísima de di ..
plomas y documentos que lucha ha r.on el polv(l




- 2ii -
Y la polilla. y (¡ue hnhicra dC'saparceido en mell-
P'tla de la patria sin el auxilio del Gohierno. sin
el celo de la Academia." Tal '.-ez los trahajos dr
la Corporacion srllcn á luz con otro nombre y sin


mencionar á quien se deIJen: cosa comun, sellO-
res: todos beben los raudales, nadie pregunta
quién' fahricó la fuente,


~Ias si algo ~e ha hecho, cada dia (Iue pasa
echamos de ver lo que falta para coronal' la obra


de Felipe V.' Entre otros elementos menos im-
portantes, nos falta un museo al'l¡ueológico. Co-
nocemos las dificultades que se oponen á nues-


tro objeto; pero dejadnos al menos que lo de
srJemos.


Se han perdido y Se pierden diariamente los
monumentos históricos de los diferentes domi-


nadores del país. lIIanos sacrilegas profanan los
que se descubren, y hl sónlicla avaricia priva á
la patria de los títulos (le su gloria ... Y, sin em-
hargo, en esos monumenlos, en esas ruinas estú


la verdadcra historia an ligua cll' España: en clla~




- 2i8-
leemos la grandeza, la ilustracion, el poderío de
aquellos hombres, y sorprendemos la vida inte-
rior, el lujo, la civilizacion de pueblos y de ra-
zas que han desaparecido, pero que al desapa-
recer nos dejaron marcadas sus huellas para que
estudiemos su peregrinacion sobre la tierra.


j Pueda mi voz ser bastante poderosa para lla-
mar la atencion sobre esta necesidad literaria del
país, y para que se corone la obra de Felipe Ven
beneficio de las letras, para gloria de la nacion.


Para llenar dignamente los claros que abre el
tiempo en nuestras filas, hemos tenido que elegir
personas beneméritas que vengan á ocupar estos
escafios. El ojo invtlstigador de la Academia des-
cubrió bien pronto al modesto escritor que des-
pues de haberse dedicado al ministerio de la en'
señanza, despues de haber publicado obras nota-
bles sobre economía y auministracioll, habia da-
do á luz un trabajo interesante, fruto de inmen-




- 2i9-
so estudio- sobre la constitucion y gobierno de
los reino, de Castilla y de Leon. El escritor que
conoce tan bien la organizacion del país, de an-
temano tenia su puesto señalado en este recimo.
La Academia lo acoje hoy con gozo y lo presen-
ta á su ilustre fundador como uno de los que
mas han de contribuir á realizar su pen-
samiento.


Permitidme, sellares, que, siguiendo las tradi-
ciones de esta Academia, ocupe vuestra atencion
breves instantes acerca del discurso que acabais
de oir, y que presenta á vuestra meditacion im-
portantes observaciones sobre la mfluencia que
ejcrcieron en los reinados de la casa de Austria
los hombrcs especulativos que daban á los reyes
consejos políticos y arbitrios para llenar las ar-
cas del tesoro con menos perjuicio de los contri-
huyentes.


Entonces aun no existia lo que hoy llamamos
ciencia económica, y que no sabemos cómo se
apellidará dentro de cien años. Mas la riqueza se




- '2SU-
producia, se rlistribuin y SP cOllsumia·antl's ¡¡Uf'
la ciencia nos hubiese revelarlo los górmencs dr
la produccion, loo prodigios del crédito y Jns
causas de la decadencia ó de la desaparicion ¡[('
la fortuna pública. Estas materias son comple-
jas; en ellas se oculta muchas veces el punto lu-
minoso, y es difícil dar solucion al problema,
porque lo que ayer tie eonsirleraba principio in-
concuso, boy se eonsidera l'aradoja. No es esto
decir que los axiomas oconómicos neGesiten de-
mostraeion; pero sí que todos los sofismas eco-
nómicos tuvieron sus campeones; que en lodos
loo paises, los hombres esclusivos que creian te-
ner vinculada la ciencia, apellidaban ignorantes
ó ilusos á los que no esclavizaban ante ellos su
raZOIl, destello de Dios, y no adoraban los ídolos
de barro.


El munflo se agita, la idea avallza, y los esla-
Jos florecen cuando redben, si no la mejor teo-
ría, la mas análoga á su estallo moral, intelec-
tual y económico. ;, Quién :óe huhiera atr()vi¡lo ;1




- 281 -
poner en duela las máximas de Sully viendo que
salia del caos la Hacienda de Francia, y que pros-
peraba el país? Pues bien, señores; ¿ no recor-
uais que Sully era opuesto á la industria y al co-
mercio, y que su máxima favorita fué qüe la la-
branza y el pastoreo debian ser los dos pechos del
Estado? Sll11y atesoraba, y llenaba de dinero las
cuevas de la Bastilla (dinero que arrancaba á la cir-
culacion); impedia la prosperidad de la industria
cerrando las puertas á las mercaderías estranje-
ras; combatia el lujo por leyes suntuarias y que-
ria alejar la poblacion de .10s telares, siendo el
mas opuesto á toda idea de libertad ele comercio,
á todo principio de libre camhio. Si examinásemos
la administracion de Co1bert, fundador de un sis-
tema mas lato y mas atrevido; de Law, con sus
capitales ficticios; de Quesnay y de Turgot, ve-
ríamos que estos homhres grandes profesaban
principios opuestos, y que si hubiesen florecido
al mismo tiempo, no se hubieran podido enten-
del' ni conciliar,


36




- 28'2-
Pues hip,n , señores, cuando tanto se vacilaha,


cuando tantos ensayos costó en otros p:tíses llegar
á adquirir los verdaderos principios de la cien-
da económica, ¿ estrañaremos que en el nues-
tro haya habido errores? ¿ Miraremos con desden
los esfuerzos de algunos españoles y guardare-
mos nuestros elogios para los estrailOs'! Si algu-
no, y nadie con tanto derecho como el nuevo
Acarlémieo, escrilliesc la historia de la economía
en nuestra pat.ria; si para ello empezase exami-
nando el esl.atlo del país yel genrral de Europa;
si consultase la legislacion de España desde el
Fuero Juzgo (que puede sostener bien la compa-
racion con las capitnlares de r.arlo Magno); si
estudiase el espíritu de nuestros fueros y cartas-
pueblas; si consultase los cuadernos de Cortes,
las ordenanzas no recopiladas sobre art.es y ofi-
cios, navegacion y comereio; si formase la esta-
dística de nuestras florecientes fábricas de Tole-
do, Talavera y Sevilla; si calculase la importa-
cion y exportacion de nue~tra~ mprraderías; si




- 283-
1I0~ pintase el movimiento de nuestras célebres
ferias de MeJina del Campo y Medina de Rioseeo;
si para esto se llespojase de todo prisma, de toda
prev8ncion, de todo marco hecho de antemano;
si tu vif'se d valor (que sí lo tendria) de decir la
verdad, toda la verdad. i cuánto no aprendería-
mos en este libro! Entonces veríamos lo mucho
que se ignoraba en España; pero tambien lo mu-
cho que se sabia. Disculpa tienen los estranjeros
en juzgarnos tan mal: los españoles no levantan
el pendan por las calles, no anuncian sus obras
á son de clarin: son gt'aves en las letras, poco
amigos de mostrar sus fuerzas, y modestos en
sus estudios como en sus hazañas.


En esta obra se revelarian errores ¿ quién lo
duda? pero errores que debieran marearse en el


mapa de la inteligencia como en las cartas náu-
ticas se señalan los bajíos. Empero al lado de
estos errores se hallarían ideas luminosas, acep-
tables hoy; pensamientos útiles, y se conoceria
que :si la ciencia empezaba á destellar en Euro-




- 2~4-
pa, nuestra España seguia el movimiento de log


siglos. Una prueba ... oigo que so repite; una
prueba. Sí, señores. El príncipe de los historia-
dores de España nos dijo que la Historia no pasa
partida si no la muestran quitanza.


Empecemos á examinar lo que algunos pro-
yectistas pensaban sobre poblacion; es decir, so-
bre uno de los puntos mas capitales de la cien-
cia económica;


En 1599, reparad bien la fecha, Cellorigo
sentaba la inconcusa verdad que la falta de po-
blacion no procedia de las guerras, sino del
abandono en que estaban las cosas necesarias
para la vida, y se lamentaba de que el mercader
no trate y el labrador no labre. En 1646, don
Gaspar de eriales y Arce, arzobispo de Reggio,
en Nápoles, imprimió su célebre carta á Feli-
pe IV sobre las causas de la despoblacion,
achacandola en gran parte á los mayorazgos t.


t Carla que escribi(¡ á S :\1. el arzold¡;po de Rij oles, im-
presa en 1I.H6. eu 4. e




- 285-
En 1686 se publicaba un memorial, en que


so halla este valiente párrafo: « A diferentes mo~
tivos atribuyen muchos la falta de gente en E,-
paña: á la espulsion de los moriscos, al descu-
brimiento del Nuevo-Mundo y á las colonias que
en las Indias se han hecho, y tambien á las mu-
chas religiones que hay en España; y aunque
no se puede dudar que todo esto habr<i ayudado,
pero no ha sido la causa principal de que ha
procedido ... Tan continuadas han sidó las guer-
ras en Holamla y Francia como en E~paüa! y
vemos á Holanda tan poblada y llena de gente
que causa admiracion. Francia, ademas de las
guerras con sus confinantes, tuvo cuarenta años
continuos la mas cruel guerra civil que se lee
en las historias, y hoy está mas poblada que
nunca. Aunque Espaüa tiene muchas religiones,
mas tienen y con mayor número de conventos
Francia é Italia, y ni en una ni en otra se reco-
noce falla de gente ... La despoblacion ha tenido
otro origen, y rué el haberse perdido en Espaüa




- 286-
las fábricas y los géneros r¡ lle se labraban, y fal-
tar con la ocupacion el sustento ... !>


Veamos ahora si eran tan imperfectas las
ideas que teman sobre la moneda. Ya sabemos
las pragmáticas sobre su alteracion, los medios
peregrinos para consumir la moneda de velloll,
que fué el cólera económico de aquellos reinados;
ya sabemos que se propuso sustituir el velloll
con granos de cacao; que no faltó quien indicase
que se hieiese Ploneda de hierro, y sobre todo,
que lo que aquejaba á aquellos gobiernos era la
idea de que careciese de plata la nacion cose-
chera dI;) este metal, y la esterilidad de los va-
nos medios empleados para evitar su estraccion.
Pues no faltaba entonces en Espafla quien cono-
ciese los buenos principios. Mariana y Luis Vi-
ves pueden ser consultados con fruto; pero aun
hallaremos presentada la doctrina con mayor
lucidez en otros autores menos conocidos.


Aingo de Ezpeleta dice estas notables pala-
bras, que no rc¡;hazará, sin duda, ninguna es-




- 287-
cuela económica: "La raridad y falta de merca-
derías crece y aumenta su valor, y la multitud
lo haja y disminuye; tambien la raridad y falta
de dinero le da estimacion moral, como la mul-
titud le envilece y desestima»


Otro escritor de tiempo de Felipe IV decia:
"Observad la ley de la moneda; tiene mas que
la de nuestros comarcanos: ocho reales nuestros
valen nueve en Francia é Italia.»


" A la alteraccion de la moneda sucede siem-
pre la miseria.» "El príncipe no puede alterar el
valor de la moneda en cantida.d que esceda á su
justo derecho de regalía.» Estos principios los
Iwllareis á cada paso en los escritos económicos
qU(: publicó Sampcrc en su Bihlioteca y Campo-
manes en sus Apéndices á la Educacioll popular.


"La causa de la estraccion de la plata, dice
Ezpeleta, es la necesidad que tiene España de
ÍIlcre~derías estl'anjeras, y no poderse saldar su
diferencia con mercaderías del pais.»


8i(,1110, SPIIOI'C~, fatigar VUrSLI'H atelldon con




- 288-
tanta cita; pero ya veis que nu estábamos en la
ignorancia en que se nos supone, y que nucstros
escritores económicos, ó mas bien nucstros pro-
yectistas, de cuando en cuando vislumbraban la
verdad. Difusos, oscuros, atestallos lIe citas im-
pertinentes, ajenos las mas veces á toda buena.
forma literaria, se caen de las manos de los
lectores y duermen entre el polvo. Así se ha
creido mas fácil desacreditarlos que leerlos.


Permitidme continuar este examen. j Cuánto
pulliera decir acerca de la legislacion mercantil
de Bilbao; de las ordenanzas marítimas de
Barceiuna; de lo mucho que se escribió subre
erarios públicos, aplicacion, aunque imperfecta,
rlel créllito; de los tributos y rentas Reales, y
de las buenas ideas que destdlan de cuando en
cuando sobre tasas, y gremios, y ferias y otros
puntos de inmediato enlace con la ciencia de la
riqueza! Mas, apremiado por el tiempo '. y no
pudiendo hacer otra cosa que indicaciones ge-
nerales, voy a limitarme á dcrir Ilos palahras




;;ohre nuestra acta de navrgacion y acerca de
las ideas que se tenian (It-l comercio en aquellos
ticmpoll.


En Aragoll, Jaime 1, cn 1 '227, concedió pre-


fcrencia en los fletes ;i las naves de Barcelona


sobre todas las que curgaocll en aquel puerto.


En 1268 se esceptuó el caso de que los patrones


de buques estranjeros cargasen por su cuenta,
y en 1454 se estendió el privilegio de pre-
ferente flete ú todos los huquc's rIel reillo de


Aragon .


. ]\IH'iquc Ill, en Sevilla, en el allo de 1395,
Onll'IlÓ que Lorlos lus mercaderes genoveses, pla-


centinos, catalanes, franceses ó ingleses que


cargasen en dicha ciudad ú otra del reino, hu-
biesen de preferir los buques nacionales ;i los
cstranjeros l. J)on .luan JI, en 14'27, promovió


• J Ztliiiga no meneiona este documento. Córnide en su lTI('·
mnrirL lnl'dita sobre la lH'sra de la costa de Galicia, dice quC'
..,(' ('on~(,l'Ya 1111a ('opi:1 en pi arclliHl dp la dudad d{' la Co-
nULa.


3i




- 290 -


la construccion de navíos y galeras, ballenelrs y
otras fustas, y "qne sr, reparen las fechas y las


atarazanas donde están,,, Los TIeyes Católicos
concedieron una prima, ó como entonces se
decia, un acostamiento, á los que construyesen


buques, dándoles 10,000 maravedises pOI' carla
100 toneladas, por pragmática de 1195 renova-
da en 1498, Tambien concedieron prrft'rrncia en
el flete y cargamento á los buques de 600 tone-
ladas sobre todos los estranjeros, aunque fuesen
de mayO!' pOl'te, De este modo fueron pl'epm'an-
do los ánimos par'a la pragmática de Gr,!uada
de 1500, famosa acta tle navegacion que impone
la pena tle pertlimiento del casco y carga á todo
barco estranjero que fletase para puertos del
reino ó fuera de él. Y nótese que esta acta de
navegacion precedió mas de un siglo á la de
Cromwel, basada en los mismos principios, Fe-
lipe IV, en las Cortes de Valladolid, para facili-
tar el que se armase en corso, renuneió el
tjuinto de las presas: ¡tanto l'1'<1 pI l'll1ppi\o pn




- 2\11-
fumentar y privilegiar ú la marina mercante del
pab, base de la [le guerra!


COIllERCIO.-Ceballos, en su Arte Real, asen-
taba buenas ideas económicas sobre el comercio
ó industria, diciendo: « Así como el sacar las
mer¡;aderías labrarlas de Espaüa seria de mucha
utilidad, y lo mismo los materiales que sobran,


aoí es de mucho daüo el sacarnos lo que es me-
neó>ter y traernos ropas y vestidos hechos."


Don Antonio Somoza y Quiroga aconseja que
se destierre el uso de ropas y telas estranjeras,
como lo ej8cutu el Cristianísimo rey de Francia
con tanto rigor, que mandó quemar todos los
paños de Scgovia que se hallaron en poder de
los mercaderes de Francia j.


Mas, para no molestar yurslra atencion eOIl


tanta cita, pCl'mitidme que me limite ú hablarus
de un suceso que sin duda tienen olvidado los
escritores estraüos que historian la ciencia ecu·




- ~()'2-


nómica. Cuando atacan con tanta ll1justieía al
emperador Carlos V,; cuando le consirleran el
eall~adol' de los males económicos dé su época,
¡, cómo no recuerdan que era menos partidario


del si~tema prohibitivo que Francisco 1, Y que
en el tratado de Madrid de 14 de enero de 1526


se ingirió una e~tipulacion mm'cantil de la ma-
yor importancia? El arto 27 de este tratado nos


(lice que los pailÜs fabricados en Francia se pu-
(lian libremente traer, vender y distribuir en los
reinos y señoríos del Empcrador, y que los pa-
llaS fabricados en Cataluña, Rusellon, Cerdeña y
utros lugares de /:a corona de A ragon no se po-
(lian vender ni aun introducir en Francia. l'iada
mas justo que la reciprocirl;ul; pues no se pudo
lograr, y solo sr, obtuvo el dcrecho!le introduc-
cion y tránsito, siendo textuales las palabras:
mas no para debitar/os y vender/os en Francia,
sall'u para l'enderlos (uera de la jurisdiccioll de
dicho Rey Cristianísimu. Tambien la~ lladone~
tienen ~1I amo]' propiu; tarnlJipll 1{J~ escritlll'('~




J'raUt',I;ses omiten hC'dws tan capitale~, tal vez
por no recordar la ocasioll de este (ratado l.


Véase, sClwres, cómo se yislumbraban entre


los proyectistas y llegaban hasta el poder los al-
horps de la cirncia económica.


:\'0 hemos de p2dir que ideas tan avanzadas
fuesen generales en todo el país, fuesen admi-
tidas sin exámen y sin grave contl'adiccion: eso
seria pedir un imposible. Baste p,1l'a nuestro


propósito saber que habia hombres pensadores
(ILle antcveian los huenos principios, y que ha-
bia la suficien te libertad para enunciarlos y para
criticar severamente á los gobernantes. ¿Lo tlu-
dais tambien 1 Impía llamaLa un escritor en
[i['mpo de Felipe Il á su pragmática sobre los po-
bres. Injusta 11 (UJ/esla llamó otl"O corritor del
tiempo de Felipe IV ;'1 su pragmática so!Jr2


I Salldo\ al, en la l1i:-.loria {le Lál'lo~ Y, insert\.L, lraduC'l-
,lo, el lralado de ::\latlrid. Háhlasc en la culeccion Leullard,
t. :2, pág, '2:20, ~'Jl (,J t. 1:2 di' la l'ull'ccioJl tIe Icrc¡, y Ul'dl'~
IJallzas d~~ :\]1'. dl' halldJL'rl: y eH ull'tlS C'0Jl'cdullC'S Illellúi- illl-
pIl1'1:1I1Ii' ....




- 291¡-
las tasas. u,\unque tuviese V. M. las Indias en
Ar[Janda serian inútiles,)) decia al mismo rcy el
arzobispo Criales y Arce. Verdades duras en el
fondo y en la forma.


Estos escritos, que con el nombre de cartas,
memoriales, discursos, avisos y remedios se pu-
b~icaban entonces, tienen ademas otro mérito pa-
ra la ciencia económica; la riqueza ele datos esta-


dísticos que encierran, y la noticia que conser-
van de los géneros que estaban entonces en uso,
y dé) los puntos de produccion y de consumo.


No confundireis, sin duda, á los proyectistas
ó políticos, como los apellida el nuevo Aca-


démico, con los arbitristas. Los proyectistas


enunciaban pensamientos mas ó menos acepta-
bies; los arbitristas los exage~aban hasta el ri·
diculo: los unos pintahan el retrato; los otros la
earicatura.


No estrailamos, pues, que el que combatió
los libros de la andante caballería nos presente
con inimitahlc gracejo l'tite linaje ¡le homhl'cs




- 295-
que tanto ~r prestaban al ridículo. ¡. Quién no
r<,cuerda f'1 arhitrio del ayuno general una y<,z
al mrs, el cálculo de sus productos y la donos<l
condusion? i con el ayuno agradarian al cielo y
serl!irian al Rey, y tal podria ayunar que le fuese
conveniente para la salud! Y el alquimista y d
matemático no eran personajes ideales; no. Por
aquf'1 tiempo, el capitan Lorenzo Ferrer Maldo-
nallo, el doctor Juan Arias de Loyola, el portu-


¡;ll{~S Luis Fonseca Contiño y otros mlichos ser-
vían de modelo ú Cervantes, á Guevara y á Que-
vedo, que los trataron sin piedad.


y no debemos buscar á los arbitristas sola-
mente entre las personas comunes. ¿Qué era
sino un arbitrista el conde-duque de Olivares al
publicar su famosa pragmática del inventario
general de bienes que debían hacer todos los
empleados? Ese escrutinio general, i. no hucle iL
arbitrio? Y ¿ no lo eran esas innumerahlcs licen-
cias para buscar tesoros y esa facilidad de priYi-
legins mim'ros '!




- 296-
l~s venlad, señores, -y lligámosto por si no~ ('~­


cucha alguno aquejado de este mal, que l'n[on-
ces se dedicaban á esta industria Lodo un Cárlus
Colana, un Gregario Lopez Madera y otros insig-
nes y esclarecidos varones; siendo esto tan an-
tiguo, que ya era minero el arzobispo de Toledu
D. Alonso Carrillo, de quien nos dice Fernan Pe-


rez del Pulgar. "Entendió muchos aüos en el arte
,le la. Alquimia ... en la cual é en buscar tesoros
é mineros cánsumió mucho tiempo de su yida
y gran parte de su rcnta.»


Basta: he seguido paso á paso el disc:urso de
mi ilustrado compañero y amigo, espigando al-
guna parte de la mies que dejó por recojer. La
idea económica no reinaba en España porque el
período de los economistas no había llegado aun;
pero en vez de merecer nuestros estadistas la
severidad con que son tratados, dan lugar á s{~­
rias meditaciones y tionen cabimiento en la his-
toria económica del país.


rila ~Ohl palahra ... llallcis ~id(l indllll-!l'ntp,




- :297-
conmigo hasta aquí. .. sedlo un momento m~s,
~ucede con las naciones lo que con los indivi-


duus. Cuando el 'roa"l se agrava, cuando no sr


creen suf1c.ientes los consejos de la ciencia, se
t'ntregan los enfermos á manos empírícas, yobe-
decen los preceptos de los curanderos, Este es el
momento en que la vana garrulidad ocupa ellu-
~ar dl~l frio razonamiento, en que el homhre au-
daz desaloja al hombre modesto, y en que á los
productus de la reflexion y del cálculo reempla-
za lo desconocido, lo maravilloso, lo absurdo, El
mal pconómico era patente; los remedios no eran
atinados ni eficaces, y ent.onces los proyectistas
y los arhit.ristas apal'pciel'on PTI la escena", Mas


no se crra que este [pnómenu es peculiar de los
tiempos que nos describe el nuevo Académico:
se presenta ~ielllpre igual cuando los Estados se
IwUan pn las mismas ó semejantes condiciones,
Puedr variar en algo la fórmula, puede SPI' di-
versu pi sofisma que sirve ¡le base; pero siempre


t¡ue el mal apar'pee, hay qUif'Il SP atreva á eu-
38




- 298-
rada empíricamrntr, y nunca falta p:u'a los Es-
tados, en los mOllwntos suprf'Inos, uu Yf'mlptlul'
ur plixirrs.


Ni se crea. seüores. que esto es prculiar ,í
nurstra patl'ia. Fúcil me seria en este mompnLo,
recol'ripndo la historia económica dr Francia, In-
!<latprl'a (~ Italia, encontmr los mismos proyec_
tos qur hoy nos parecen ridículos, y los mismos
ó semejantes rstupendos aruitrios, frutos (lr'li-
rantes de cabrzas rnfrrmas, Aun mas: ¡, me atl'e-
vi'ré ¡í indical' una conjetUl'a? Al vel' que mu-
chos tle nuestros aruitristas procedian ti!' Italia ~"
de }?landrs, y que casi tollas habían estallo <:'n
contacto con aquellos países. creemos que pn
pllos nació esta plaga que se difundió por todas
partes. Las guerras tan largas y costosas quP sos-
tuvieron ¡¡qnrllos pu<:'hlos, la necesidad de me-
dios pal'a sustentarlas, ohligarian Ú lo~ lIatul'alps
á buscar recnl'SOS, y tras de los proyectos nare-
l'ian los arhitrios,


De todos modos I nI) olvidl'U1ús, Sl'ilOl'P8, qUé




- 299-
pudieron otros países anticiparse en algunos ra-
mos del saher; pero si en algunas naciones ama-
neció mas temprano, en todas hubo noche ...


Para que esta noche desaparezca del todo; para
que á las tinieblas ó al fulgor fUofórico suceua el
verdadero sol de la inteligencia, deben trabajar
de consuno .con las academias y cuerpos sabios
todos los que amen su patria y tengan un cora-
ZUll hunrallo y sientan en su mente la inspira-


cion, el entusiasmo, el genio.
Facilítense á la jmentUll estuuiosa los cami-


nos de la ciencia; ábranse nuevos mares á nues-
tras quillas, nuevos mundos i¡ nuestros Colones.


j Premios á la juventud! i Honor á las letras!
Derrámese sobre la caheza del pueblo el lmutis-


mo de la inteligencia; pero no se olvide que el
medio saber es peor que la ignorancia, y que no
se alcan.m la verdadera eit'ncia cuando no se
)lllsca eOIl recta in tenejon, con modestia, con
piedad.


La ;\cademia, Ild al (lelle!' [Ille le impuso Fe-




- 300-
lipe V, estimula á la juyentud: hoy coruna al
vencedor en público certámen, y abre de nuevo
el palenque convocando a sus premios á nacio-
nales y estranjeros. i Estranjeros! j Ojalá luzca
pronto el dia en que todos los pueblos se enla-
cen por medio de la ciencia! Dentro de poco 110
habrá fronteras para los productos de los talle-
res ... que no las haya para los productos de la
inteligencia ... que en el mundo de las letras no
haya mas estl'an.iel'o~ que los ignorantes.




INIHCE


PÁGIN,'S.


AlJI'EI\TENClA. • • • • • •••• • • •• •• • •• • v
l'nÚLOGo .•••••••••• , • " ••••••• •• VII
Carta del sellor Aparisi al Autor.... XVII
Los Dos :"<ajloleo!1rs •....... " ...•.
Du:> arIOs despues.. . . . . . . . .. • . .. . .15
Cervantes. . .. .. • . • • • . • • • . . •. • . • .. 2\l
La Re"olucion...... .. .. .. . .. . . . .. J7
El Cementerio de San ¡{icolás...... 45
El Sucialismo................ .... . (¡5
Los Camaradas. . . . . . . .. •. . . .. . . • • 7'J
Alópatas y Homeópatas ..... " .• .•• Si
Los Campos Eliseos... . ....•. ..... 05
La verdad, la historia y la fúlmla... IW
Los afrancesado,.. . . . • • .. .. .•. • • . • 11 \l
Prólogu :1 Lágrimas ..... , .•. •. . . . . 131




Las Arcngil.s •...•...•......• , • •.• j 3\1
La neaccion ... , .• . .. • .• •. ... • .. . . I I¡\l
La hormona do la Carirlad. . . • .. . .. I S 7
Quiero sorDiputado.. ....... ...... lü5
El Baile ... ,. . .. . . •. .. . .. ... . .. .• 177
Todos Pecadores. . . . .. . . . . .... . . .. 189
DISCURSOS ACADÉMICOS .. , .. • .. .... 'l13
Discurso en contostacion al que loyó


el Excmo. Sr. D. Felipe Ganga .'\.1'-
güelles, sobre institutos monásti-
eos, al tomar posesion rle la plaza
do individuo de número de la Aca-
demia rle la Histuria, en la sasiun
pública celebrada el 1 ü do l\layo
de 1S5Z ....................... ?15


Discurso en cuntestaciull al quc, so-
bre el Califato de Córdoba, leyó el
131'. D. ~Iodesto Lafuente al tomar
posesion de la plaza de indi viLluo
de número de la Beal Aeademia de
la Historia en sesion pública de 23
de Enero ele 1853............... 2\ 7


Diseurso en contestacion al que leyó
el Sr. D. Manuel Colmeiro sobl'e ar-
hitristas españoles, al tomar pose·
sion de la plaza lle individuo ele
número de la l\eal Academia de la
Histuria, en la seiiion públiea del
dia '2G (le Abril de 185 i .. . .. . .. .. 'li::l