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PERIÓDICO POLIT CO


Y LITERARIO.


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.MADRID,


En la Imprenta del Censor; por


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ADIARITA.




E L 17\ S O
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.o 37.


SABIDO, 14 DE ABRIL DE 1821.


El secreto del despotismo.


Operiere loris... c Loris liben ?
Terent.


este diálogo dei cómico latino está ya
educida la gran cuestion que se agita en el


dia entré la diplomacia de Viena, y los
pueblos de Italia. El poder se ha valido
hasta ahora de varios pretestos para opri-
mir ; pero tal es la ilustracion del siglo y
la disposicion de los espíritus , que ya le
es imposible continuar sus planes en las.
tinieblas , y se ve obligado á declarar
abiertamente sus pretensiones. Ya esta es
una gran victoria conseguida contra el
despotismo : porque descubriéndose cla-




4
Tamente , y rompiendo :todos los velos
con que le cubria el prestigio y las preo-
cupaciones de los pueblos, se reduce toda
stt fuerza al número de las bayonetas,
pierde sus apoyos morales , y sucumbe
necesariamente.


El mismo gabinete de Austria que se
armó en r8o5 contra la Francia , con el
.pretesto de defender la libertad de la re-
pública cisalpina y bátava , convertidas
por Napoleon en monarquías , y la liber-
tad é independencia de la Liguria agre-
gada al imperio francés ; el mismo gabine-
te que én x814 . animaba á los pueblos con-
tra el tirano de Europa, prometiéndoles
sus libertades bajo dinastías legítimas , y
se valia para oprimir el poder colosal de
Napoleon , de la influencia moral de las
asociaciones secretas., ese mismo es el que
en r8 .ir arma toda la santa alianza contra -
la inocente y pacífica Italia; se enfurece
porque, las naciones quieren gozar de los
bienes que él mismo les habla prometido
y prescribe como enemigas del trono y
cid altar las mismas asociaciones que tanto
lé habian-servido para triunfar de Napo.-
leon. La Europa indignada reconoce que
los 'manifiestos falaces de 18°5 y 18x4,


aunque falaces , eran' mas nobles que la
tiránica franqueza con que en el dia se
le dice á los pueblos : recibid nuestras ca-
denas.


A lo menos no se quejarán esta vez
los italianos de que' no se les dice con
toda claridad lo que se -quiere: esto les
será muy útil. El régimen constitucional
se hubiera desenvuelto en aquel pais con
la tranquila lentitud que obra la -natura-
leza abandonada á sí misma, si la súbita
agresion del despotismo no diese á la re-


,volucion de Italia aquel caraeter sobre hu-
mano que crea los grandes hombres , y
se atreve á las mas dificiles empresas. El
italiano hubiera sido feliz sin la guerra,
y quizá se hubiera dormido á la som-
bra de su facil felicidad ; pero en la ac-
tualidad. lleno de energía, de generosidad
y de entusiasmo, presentará al mundo un
grande egemplo , y le dará grandes lec-
ciones.


Rompió ya la verdad el velo de las
tinieblas diplomáticas : es ya conocida de
toda Europa la gran máxima política de
las monarquías absolutas. Los que han con-
templado con ojos inmóviles y serenos los
infortunios de la Esraiia, entregada á loa




1


6
furores dela lnquisicion civil y religiosa;
los que han visto tranquilamente en los
calabozos, en los presidios , en los des-
tierros á los valerosos libertadores que
fueron los primeros en dar contra el ene-
migo coman la señal de acometida, á que
no respondió nadie, sino cuando ya habia
pasado el peligro ; los que han sido testi-
gos pasivos ó complacientes de tantas ini-
quidades ; esos mismos , cuando ven una
mudanza pacífica y reclamada por la jus-
ticia y la humanidad, lanzan gritos de fu-
ror y corren á las armas. Sin duda temen
el contagio de las virtudes; porque Nápo-
les pacífica , unánime, leal al su príncipe,
prudente hasta en el entusiasmo de una
libertad desconocida , es en el dia el mo-
delo vivo de la moral mas pura. ¿ Por qué
se alarma la diplomacía ? ¿No impidió las
injusticias , las reacciones , las venganzas,
é interviene para turbarlas en las tranqui-
las y pacíficas transacciones de los pue-
blos con sus monarcas?


El Austria quiere convertir á la Italia
en España : que se atenga á los resultados.
En el siglo presente la posteridad que juzga
á los reyes, es contemporanea suya, y no
respetará al gobierno austriaco mas que


7
respetó á Napoleon , destronado por la •
opinion pública antes de serlo por las ar.7
mas que creó ella misma. El gabinete de
Viena que destruyó el solio de la hija dé)
su monarca y la corona de su nieto , que
firmó los tratados mas vergonzosos, que
prestó sus manos á todas las usurpaciones
é iniquidades políticas desde el reparti-
miento de Polonia hasta la invasion de.
España, que dueño de un egército pode-
roso se ha dejado engañar de las demas
potencias , y que aun después de la vic-
toria, se ha contentado eón un papel su-
balterno; ahora quiere ponerse en' primera
línea y anticiparse á todos sus aliados : y
¿ para qué? Para sofocar el grito dé la
humanidad ; para oprimir un entusiasnió
generoso; para castigar á los pueblos que
se atrevan á temer mejores leyes que las
del Austria. ¡ Ah! si el ministerio inglés
calla , si el francés manifiesta una culpable
connivencia con el despotismo, ¿ que
porta ? Lóndres , París , la Eiiropa entera,
el mundo civilizado exhala su indignación.
en los paseos, en los cafés, en las reunio-
nes, en los escritos públicos , en las tri-
bunas nacionales. ¿ Qué tiene qiie oponer
Metternich h este grito omnipotente de la




8
opinienl¿ Algunos millares de bayonetas
¿Tan pronto ha olvidado la historia de
1814 , aun cuando no haya estudiado la
de Felipe If , y la de Luis XIV?.


Por mas
que la tranquila y fria diplomacia se burle
de la moral , no es buen aguero abrir la
campaña en medio de las maldiciones. uni-
versales. Sin duda se_ inventaron para con-
jurarlas los manifiestos y declaraciones que
hacen los príncipes antes de empezar las
hostilidades. Pero si la. tiranía trata de
ahogar la.. opinion pública, ¿ cómo podrá
apelar á ella ? El despotismo que discute,
aun cuando logre victorias momentáneas,
está ya cercano á espirar. Cuando se da
publicidad á una amenaza injusta , la mis-
ma victoria es inútil: porque el invasor
encuentra en los sentimientos morales de
sus mismos súbditos los mayores obstáculos
para llevar al cabo su empresa.


En vano el manifiesto de Laybach
anuncia la mayor union y una coopera-
cion vigorosa entre los tres soberanos. La
Prusia no ha hecho mas que prestar su
nombre: el emperador Alejandro, que nada
tiene que temer de la Italia , se ha vuelto
á su capital, prometiendo. un cuerpo au-
xiliar que llegará , como en Austerlitz y


9
en Jena , despues - de- declarada la victoria•
Los gabinetes de Lóndres y París han
hecho protestaciones públicas de su
neutralidad , para calmar la inquietud de
sus naciones respectivas; y el Austria que
temía el contagio del liberalismo desterra-
do al mediodia de la península , le tiene
ya á las puertas de su casa. Estos son los
frutos de la injusticia.


No es esta la primera vez que el amor
del poder absoluto y el temor de tina li-
bertad epidémica, han encendido la guerra
entre las naciones; pero hasta ahora no
se han alegado semejantes motivos en un ma-
nifiesto. El senado romano , á pesar de su
inmenso poder, jamas cometió ese yerro:
siempre cubrió la usurpacion con protestos
mas ó menos plausihles. Ningun conquis-
tador dijo al pueblo amenazado lo que
ahora dice el Austria : tu felicidad me in-
comoda. Es verdad que en el dia seria muy
dificil inventar motivos verosímiles , y no
tan ciertos. Le parterre est trop instruit. Este
es uno de los grandes bienes que produce
la actual. situacion de Europa. Es preciso
quitarse la .


máscara. antes de sacar la- espada
contra la causa de los pueblos. -


Los pueblos tienen, pues, que defen-




lto
derse. La monarquía sarda, mas cercana al
.centro de las fuerzas austriacas y que las
conoce muy bien , no manifiesta temerlas
mucho, y esto debe. * inspirar grande con-
fianza á todos los amigos de la libertad.
Nadie ignora cual seria, si el liberalismo
sucumbiese en Italia, la suerte de los que se
han atrevido á levantar el grito de la in-
dependencia. Ademas de la proscripcion
particular de los carboneros, no hay nacion
constitucional en Europa que no tenga
que temer si triunfa el poder absoluto. La
Francia ve perseguir en el dia •los princi-
pios justos de su revolucion ; principios
que á pesar de la faccion aristocrata , no
pueden arrancarse . de su territor io, si n des-
truir el vínculo social. La Inglaterra , pode-
' rosa con la coalicion de los monarcas absolu-
tos cuando quiso abatir la ambicion del
emperador de los franceses, se hallaria mu-
cho menos fuerte ,cuando estos mismos
monarcas, dueños absolutos del continente,
encontraran en su mismo ministerio re-
cursos para atacar la libertad en su anti-
gua cuna. La España no ignora que es su
constitucion á la)•que se hace la guerra , y
que en su territorio nació el monstruo for-
midable que el congreso de Leibach quie-


I
re sofocar: En•medio de tan sérias empre-
sas no nos dejarémos engañar con recono-
cimientos y concesiones frívolas, ni por el
feliz efecto de la resistencia á un usurpa-
dor: sabemos que el rayo despees de
abrasar la Italia , atravesaria la Fran-
cia para lanzarse sobre el solar de ,.la
libertad; y cuando apenas empezamos á
respirar de cinco años de ínvasion y seis
de poder absoluto, tendriamos que soste-
ner una lucha mas ostinada y desigual. El
Austria invadiendo la Italia, es realmente
enemiga de la España; y la Francia lo será
cuando las victorias del Austria la obliguen
á violar esa impolítica neutralidad á que
un ministerio ciego ha reducido la patria
de Hoche y de Carnot. Asi todas las na-
ciones saben ya el secreto del poder abso-
luto revelado en Leibach.


El pretexto pueril de castigar una secta
enemiga del orden, es una nueva injsticia.
Tambien los emperadores romanos perse-
guían el cristianismo corrió una nueva secta.
La moral del evangelio era necesaria á los
pueblos que habian llegado al último grado
de corrupcion , y las persecuciones no hi-
cieron mas que estenderla. Pues tal-tibien
son necesarios en el dia al la Europa losPa




Iz
pricipios de liberalismo : .¿ qué logrará el
poder absoluto con sus proscripciones?
Las sectas no son temibles sino cuando las
máximas que propagan estan en harmonia
con el espíritu del siglo. Y en fin, á esa
secta proscrita en 182x, debieron su salud
en 1813 los que ahora la proscriben. Esta
ingratitud, esta inconsecuencia no contri,-
buye á ganar partidarios para la santa
alianza. Si los soberanos quieren saber á
qué debe atribuirse la revolucion de Italia,
que contemplen la manera con que 'se ha
recibido su manifiesto en el Norte y en el
Mediodia de aquella península; y conoce-
rán quemo ha sido una secta, sino la masa
nacional la que ha movido á los pueblos
para recobrar sus derechos. El predicador
no hace mas que adormecer ó irritar al
auditorio , cuando este no se halla prepa-
rado para entenderle.


Ya hemos hablado en otros números
de la acusacion hecha á los militares : como
si el guerrero debiera renunciar á la calidad
de ciudadano y á la de hombre, y conten-
tarse con ser un instrumento pasivo de la
tiranía. Ya esto es imposible en el estado
actual de la civilizacion. Es inutil que
tratemos del derecho. El hecho es recorro-,


sido, Los militares europeos no quieren
pertenecer ni á Sila, ni á Mario, ni á Pom-
peyo , ni á Cesar; quieren ser soldados de
la patria. Los soldados romanos acabaron
Con la tiranía decenviral; y aunque el po-
der de los decenviros era usurpado, el ar-
gumento tiene siempre su- fuerza; porque
no hay autoridad legítima ea las monar-
quías modernas de Europa , que no se.
derive de la usurpacion. Los decenviros
habían prometido dar una onstitucion: los
artificios conque retardaron el cumplimien-
to de su promesa, prepararon la revolucion
que aceleró la atrocidad honrada de Virgi-
nio. Los actuales decenviros de Europa han
prometido tambien constituciones; y solo se
libertarán de las conmociones militares los
que se anticipen á unirse con sus pueblos
con un pacto fundamental. Esto será infa-
liblemente; á pesar de las decisiones firmes
é irrevocables de Leybach; porque mas
firmes é irrovocables son las de la opinion
pública , que las de un corto número de
hombres. La intrépida declaracion de los
sardos hecha en el momento del mayor
peligro, lo prueba incontestablemente.


Toda la Europa desea la paz ; pero en
la hipótesi de ser la guerra inevitable, nc




hay un alma generosa, no hay un corazon
noble que no examine ávidamente los ma-
pas geográficos para encontrar en ellos
nuevos desfiladeros como el de las Termó-
pilas , nuevas llanuras como las de Illa-
rathon y Platea que den esperanzas de
cubrirse con los cadáveres de los nuevos
persas. Tales son los votos de los hombres
á quienes interesa todo lo que es grande
y glorioso: la antigua sangre de los ro-
manos se ha encendido de nuevo en los
pechos donde ya se creia estinguida é iner-
te. Nápoles y Sicilia, concluidas sus di-
sensiones momentáneas, rivalizan en la
carrera de la gloria. La familia de los Pepé
recuerda la de los antiguos Fabios : los
padres de la patria dejan sus sillas curules
para ceñir la espada de los guerreros: un
anciano, da por señal á los hijos de la libertad
sus venerables canas; y un príncipe mag-
nánimo vuela á vencer ó z sepultarse entre,
las .ruinas de la patria.


Y entre tanto las fuerzas de la Cruzada
se reducen á solos los austriacos. El rey
de Prusia quiere mas bien observar sus
provincias polacas y renanas, que hacer la
guerra á la libertad : el emperador de Rusia
está en la otra estremidad del universo, donde


I 5
las instancias de un aliado , cuyos intere-
es son contrarios á los suyos, no le harán


renunciar á su gloria pacífica y al título de
.moderador de la Europa: la Alemania, amiga
ardiente de la gloria, se indigna por su apa-
rente cooperacion á una agresion inicua:
Portugal y Esparta no abandonarán en el mo-
inento de la lucha á sus hermanos y -conciu




-


dadanos . Inolaterra y Francia estar neutra-3
les; pero por la tolerancia en la una y sin
saberlo el gobierno en la otra, pasan socorros
considerables de dinero , municiones y
hombres á aquel pais glorioso, donde va
á de ,Adirse la gran causa de las naciones.
Los restos de aquel egército que hizo tem-
blar sucesivamente al despotismo y á la
libertad, van á buscar segunda vez bajo
mejores auspicios la gloria y el triunfo
entre las falanges napolitanas. Ellos son
los representantes de la mayoría de los
franceses.


Y á pesar de esto, el manifiesto de
Leibach supone que los eg




-
ércitos austria


cos , no encontrarán una séria resistencia
de parte de los que siguen ostinadamente
las doctrinas constitucionales: de aquellas
mismas doctrinas tan saludables en 1805, tan
útiles en 1814, tan perniciosas y crimina-




r6
les en el dia. Sin duda que estas contra-
dicciones escitarian la risa, si el filósofo
y el patriota no contemplasen los males
inmensos que van á caer sobre la tris-
te Europa, en virtud de las frases diplo
máticas.


No en valle todas las naciones tienen
fijada su atencion sobre Italia ; porque alli
se va á decidir la suerte de los gobiernos
representativos. Si el despotismo vence, su
triunfo no será de larga duracion: lo sabemos;
pero ¡ cuánta sangre, cuántas ruinas , cuán
terribles reacciones acompañarán entonces
la resurrecion de la libertad! Nunca es
mas terrible el leon que cuando va heridos




1 7


De l' esprit d'association dans toas les inté-
Téts de la coinnzanauté: par le . comt e
Alexandre La Borde : París 1818.


Esta obra considera la sociedad en sus
relaciones con el trabajo que la alimeri • y
enriquece; relaciones las mas esenciales de
todas , porque los hombres no se han reu7
nido, sino para hacer mas util y produe,,
tivo el trabajo•individual.


Es verdad que la ciencia del gobierno
y la economía política han sido casi
pre opuestas: el autor hace un gran servi-
cio á la humanidad removiendo los obstá-
culos que


•se oponen á su harmonia , y
proponiendo los medios de lograr que las
instituciones civiles ypolíticas que dirigen
la asociacion , contribuyan' á facilitar y
multiplicar las producciones.


La obra está dividida en cuatro libros:
el primero trata de las relaciones que exis-
ten entre el trabajo y la accion adminis-
trativa: el segundo desenvuelve los prin-
cipios de la sociedad, y su marcha progre-
siva para crear, acrecer y defender los pro-


Tomo va.
2




lg
duetos: el ter -cero manifiesta la infirteticilÁ
del espíritu de asociacion en los intereses
generales'de la sóciedad, y el cuarto Consi-
dera los intereses privados creados por lá
industria.


En el primer libro, despues de dar N.
definicion de la industria, prueba el autor
que no puede haber ni verdadera indus-;
tria, ni verdadera riqueza, sino en los go-
biernos libros:.y representativos. Una acion
guerrera debe . tener instiituciones propias
de su estado habitual, un poder muy cenj-
tralizado , una fuerza indefinidamente gran-
de y pronta en el gefe supremo. Asi se ob-
seivá que los pueblos conquistadores de-
clinan al despollino l ya inpriárquico , ya
M ti á 11 . Al edntrarió, una riacion industrio-
sa es una compañía de comercio, cuyos
individuos ademas de sus especulacio-
nes privadas, tienen otra comun y per-
pétua,:qúe es la defensa y conservacion de
la .sociedad. Hacen, piles, lo que las com-
pañia • muy numerosas, que delegan la
diréceion de la república á cierto número
de representantes 5 .hajo ciertas formas es-


. tablecidat de antemano. Unos, como los
diputados, se consideran cómo verdaderos
árbitros ext todos los negocios que intere-


san á la comunidad, y sus decisiones son
las leyes. Otros son agentes amovibles y
responsables , que deben dirigir con ar-
i,eglo á aquellas leyes la grande especula-
don social. Al gefe supremo del gobierno
se le ha colocado en erSitio superior para
destruir el. pernicioso efecto. de las ambi-
ciones particulares.


Demuestra despues la verdad de estos
principios por los hechos históricos, y
Concluye este libro haciendo ver que serán
ilusorias todas las esperanzas. de una na-
cion industriosa, fundadas en la: adopcion
del régimen representativo , si queda cen-
tralizada la administración, y se hace seri-
.tir la accion del gobierno hasta en los mas
pequeños intereses del duela:dan°, por. me-
dio de numerosos reglamentos y agártes
intermedios,. cuyo menor vicio es la inu-
•tilidad. ¿ De qué le sirve á un pueblo la
libertad, si quedando esclavo del poder


. administrativo, sufre el yugo en upa ma-
teria tan esencial como es el egercicIo, y la
aplicacion de su industria?'


En el segundo libro despues de mani-
estar que el espÁritu de asociacion creado


para la industria, se dirige á reunir las
diferentes geratquias del orden social, sin .


2




20
confundirlas, y á darles un impulso gene-
ral -hácia el bien público , establece por
principió para la forritacion de los cuerpos
políticos, encargados •de la accion coman
de la sociedad, que todo lo que se dirija á
favorecer la produccion, debe emanar 'del
pueblo; y lo que se dirija á conservar el
orden, debe emanar del magistrado supre-
mo de la comunidad. Las autoridades de
la primera clase tienen que deliberar : las
de la segunda deben obrar: por consiguien-
te las primeras deben ser congresos ó con-
cejos; y las segundas magistraturas indivi-
duales. De estos principios deduce que.
donde quiera que haya un agente del po-
der encargado de conservar el orden, debe
existir un concejo que vele á favor de la
produccion. El congreso nacional, los con-
cejos de prefectura, de distrito y comunes,
estan naturalmente colocados al lado de
los ministros, prefecto, subprefectos y cor-
regidores (i).


Sus atribuciones estan designadas por


(a) Bien se ve que esta clasificacion es acomoda-
da al sistema administrativo de Francia. Sus con-
cejos de prefectura son semejantes en parte á nues-
tras diputaciones provinciales : mas nosotros no te-


21
la naturaleza del objeto á que se dirigen
cada una de estas corporaciones y magis-
trados. El autor se queja. amargamente de
la centralizacion actual de la .administra-
cion en Francia , mucho mayor de- la que
habia antes de la revolucion. Distingue es-
pecies.de. gastos: unos dirigidos al bien
general de todo el estado,. otros dirigidos
á conservar el orden en cada pueblo ; otros
en fin.,, á favorecer . su produccion local:
Conviene que los gastos del primero y se-
gundo género se hagan de cuenta del go-
bierno, y que entren en el erario.


, y sean
manejados por el .


Ministerio los caudales
necesarios para cubrir dichos. gastos: no
asi los de la tercera especie, que deben ser
enteramente administrados por el concejo
del coman ó ayuntanziento , que es la mas
antigua y la mas util de todas las asocia-
ciones políticas. De otro tnodo, como el mi-
nisterio no tiene el tiempo necesario para,
entrar en pormenores tan numerosos , 6
los espedientes se quedarian atrasados . con


memos ni division de la provincia en distritos
subprefectos. Los Maires de Francia equivalen • á
nuestros antiguos corregidores de las ciudades gran- •
des , y alcaldes de las




notable daño de la produccion , ó lo:
que es peor, la suerte de los pueblos pe,
queiios dependeria en materia tan esencial
de los "agentes subalternos de la .adminis,
tracion.


El oficio que egercen ó deben egercer
los ayuntamientos favoreciendo la produc-
cion de sus respectivos comunes, deben
egercer los concejos de distrito con respec-.
to al canton, y los concejos departamenta"
les con respecto á toda la provincia. La
única diferencia que hay es, que á Propor-
cion que se va estendiendo la esfera de la
autoridad municipal , se hace mayor su
importancia. Una provincia es el retrato en
pequeño de toda la monarquía. Caminos,
canales , cárceles, establecimientos de be-
neficencia; en fin , todos los objetos de
edilidad deben estar á cargo de los conce-
jos departamentales, escepto aquellos cu-
yo coste y utilidad se estendiese á dos
mas provincias, como por egemplo, un ca--;
nal que atravesase una gran parte del rey-.
no. El principio constante del autor es que
en estos concejos-debe residir el derecho
de deliberar sobre los objetos de adininis,
tracion municipal; sus deliberaciones apro-
badas por el ministerio deben ser egecu,


2
tadas por el magistrado superior de la
provincia.


Pasa despues al congreso nacional que
puede llamarse el supyemo concejo munid=
pal de la nacion ; le considera solo con
respecto á la produccion , y propone que
se adopte en los gobiernos representativos
la costumbre de Inglaterra. El parlamente
delibera alli sobre objetos de utilidad in.>
dividual, (pie las comisiones de petición
de otros paises pasan al gobierno casi sin
examinarlas. Forma acerca de dichos oh,
tos el correspondiente que despues de
las lecturas y deliberaciones de costumbre,
se ofrece á la sancion real ; y si la obtiene,
el derecho que este da al ciudadano
que lo reclamó, es tan firme que solo
puede ser anulado por la concurrencia de
los mismos poderes que le concedieron.
Estas • discusiones tienen dos utilidades;
primera asegurar á los individuos la pro-
teccion del congreso nacional; otra, reunir
y conciliar los partidos; porque corno en
estas deliberaciones no se versan ni opi-
niones ni doctrinas políticas, se acosturir
bran los diputados á opinar. de la misma•
manera que sus antagonistas habituales; y
esta especie de concordia momentánea





disminuye la acrimonia de la disputa en
otras materias.


Estas son las asociaciones destinadas á fa-
vorecer el nacimiento de la industria , y
lograrán su ef'cto siempre que resida en
ellas la libertad de deliberar, y siempre
que las formen los hombres mas interesa-
dos en el aumento de la riqueza pública,
asi como en las compañías de comercio
siempre se confia la administracion de los
fondos á los mayores accionistas.


Pero hay otras asociaciones cuyo objeto es
aumentar la. produccion: de esta especie
son las compañías de banco , creadas para
facilitar la movilizacion de los capitales y
hacer los adelantos necesarios en las em-
presas industriales; las de comercio que
aumentan y multiplican los valores por el
transporte y por el cambio, y las de seguros
que destruyen la influencia de los peligros
ulteriores en el ánimo del empresario. Es-
tas asociaciones no pueden existir ni pros-
perar sino bajo un gobierno libre y fiel
cumplidor de sus promesas: porque es claro
que donde quiera que se establezcan gran-
des compañías de banco ó de comercio, su
primer deudor será el estado.


Este libro concluye por la teoría de


25
las asociaciones militares destinadas á pre-
servar los intereses de la comunidad de
los enemigos estrangeros y de los in -
teriores. La basa de la fuerza armada debe,
ser la guardia nacional. La procluccion
no reconoce mejores defensores que los
que la crean y la aumentan , es decir,
los ciudadanos. Un pueblo conquistador ne-
cesita de un egército permanente, y por
consiguiente , del despotismo. Bonaparte
se ciñó. la corona , cuando firmó los pre-
liminares de Leoben. El pueblo romano
que ha sido el único conquistador y libre,
sirve de demostracion á este. principio:
pues sus conquistas dieron en tierra con
la libertad. Los pueblos constitucioneles no
necesitan de fuerza armada para invadir
el territorio de sus vecinos , sino para
defender el suyo propio ; y asi solo nece-
sitan de cuadros , compuestos de oficiales
instruidos en la ciencia de la guerra , y
adonde venga á alistarse toda la pobla -
clon , si es necesario , acostumbrada ya á
las evoluciones militares en el servicio de
la milicia nacional. Aun todavía no es tiem-
po de dar á la fuerza armada la forma
que debe tener. ; los egércitos permanentes,
aunque no tan numerososson necesarios,




26
á los pueblos libres , mientras haya mo-
narquías absolutas en el centro de Europa.


El tercer libro habla de los efectos del
espíritu social en los intereses generales de
la sociedad. El primero de estos efectos es
la creacion del crédito público , que la es.
periencia y Montesquieu han declarado ca-
si imposible en las monarquías arbitrarias.
Describe el origen , progresos y efectos
del crédito , manifestando las anticipacio.
nes que proporciona para todas las em-
presas públicas y privadas, la multiplica-
cion real de productos por medio de capi-
tales ficticios, y la simplificacion de. todas.
las operaciones mercantiles, industriales
y fiscales , debida al uso del crédito. Este
capítulo es muy importante, porque sos.
tiene contra la opinion de muchos gran-
des economistas , la utilidad de papel mo-
neda, con tal, dice , que este papel tenga
por garantía la nacion entera, asi como las
escrituras, conservadas en los protocolos,
y que son el signo de la propiedad 'terri-
torial , estan bajo la salvaguardia de la au-
toridad pública.


El segundo efecto es la consolidacion y
movilizacion de la deuda pública. Esta es
la ruina y peste del estado , cuando sus


27
creaciones no representan nada, ó repre-
sentan con incertidumbre una sola parte
de su valor nominal; pero cuando tiene
por hipoteca la sociedad entera, y sus
efectos estan en circulacion , entonces es
un capital anticipado, emitido por el
bierno en nombre de la comunidad que
representa -cierta cantidad de impuesto,
que no se ha querido sacar de las manos
de los contribuyentes, porque en ellas
será mas productivo que en las del go-
bierno. La deuda pública movilizada con.
tribuye doblemente á su produccion, cuan,
do se ha contraido para empresas de
utilidad productiva , como son puertos,
canales, colonias , 'ect. En este artículo
examina el autor hasta qué punto son im-
productivos los capitales einploados en
hacer la guerra; y prueba , que , como los
gobiernos bien constituidos no la hacen,
sino para asegurar la produccion industrial
15. mercantil, sus guerras ó abren- nuevos
mercados ó desobstruyen los antiguos, ó
crean nuevos ramos de 'industria, ó en fin
proporcionan algunas Utilidades que con-
suelan al pueblo de la necesidad de su-
frir tan terrible azote.


El tercer efecto es la naturalizacion de




28
los capitales estramYeros , tan necesaria áo
los paises donde hay muchos brazos y poco
dinero en circulacion. Para atraer- á los ca-
pitalistas estrangeros es preciso ofrecerles
una grande garantía, y esta no puede ser
otra que la perfeccion de las instituciones
sociales.


El cuarto libro esplica la influencia del
espíritu de asociacion en los intereses par-
ticulares de la comunidad. La mas impor-
tante de las artes, la agricultura, no puede
llegar á su perfeccion sino por medio de
sociedades agrícolas , que publiquen y es-
tiendan todos los nuevos descubrimientos
y mejoras , después de haber probado
los unos y las otras con experiencias hechas
en campos destinados al efecto. Los pro-
ductos de estos campos cubrirán su costo,
y aun sobrará para establecer cátedras de
agricultura práctica. Las sociedades agríco-
las estarán encargadas tambien de promo-
ver por todos los medios posibles la per-
feccion del cultivo : los establecimientos
de enseñanza rural deberán ser protegidos
é inspeccionados por los concejos depar-
tamentales. Sociedades de la misma.especie
para propagar los adelantamientos de las
artes, y un gran conservatorio, donde se ha-


29
Basen los modelos de todos los instrumentos
de las profesiones mecánicas, y es lo que el
autor propone substituir á la antigua íns-
titucion de los gremios, que si bien fue-
ron ákres en sus principios, porque opo.
rián la fuerza reunida de la masa indus-
triosa contra las usurpaciones de la 'noble-
za feudal, en el dia serian perniciosos,
porque Impondrian trabas á la industria,
que. ya no necesita de defensa , sino de


.lib-er tad.
El comercio no puede hacerse en gran-


de, ni producir los grandes resultados que
se admiraban en Holanda é Inglaterra, sino
por medio de compañías. Los privilegios
esclusivos que pudieron ser útiles en las
primeras espediciones inciertas y peligro-
sas , estan proscritos por el espíritu del
siglo. Al comercio debemos la civilizacion
del mundo ; y sus asociaciones son el mo-
delo que deben imitar las instituciones
políticas para llegar á su perfeccion. Que
todos tengan parte en la administracion de
los intereses de todos. Este es el principio
que dirige las compañías del comercio : y
lo es tambien del régimen representativo.


En cuanto á las colonias , recomienda
la legislacion de los antiguos que les de-




¿o
jaba la libertad ; y haciendo voluntaria
*Su 'dependencia de la metrópoli , la hacia
mas firmé y duradera. Sé estiende mucho
-acerca de la necesidad de canales y cami-
nos, y adopta los mismos principios qué
hemos insinuado ya én nuestros números
anteriores : solo sé diferencia en que acon•
seja admitir todas las proposiciones que
hagan las coMpañías de capitalistas para
tomar á su cargo estás empresas. En Fran-
cia podrá ser esto muy bueno ; pero nos
parece que en España, á lo menos por
ahora; solo el gobierno tiene los medios
necesarios tara emprender la cobstruccion
de los grandes ramales, y que no se debe-
rá fiar á compañías partiera: les mas' qué
la Construccion dé eárhintt de travesía
,de pequeños canales dé provincia.


Enumera. destines las empresas ediles
mas importantes, como l'oS• . acueduetos y
distribucion del 'agita.. en laS casas 5 la
construccion d'el camino rara los dé á pié
en las calles ,16s paseos públicos y el alum-
brado por medio del gas. Debenadinitirse
las proposiciones de las compañías de -co-
mercio para lograr todos estos obgetos.
Se estiende despues sobre la influencia de
las academias y corporaciones literarias en


3i
loá''prógresos de las ciencia-S', -y demuestra
la utilidad de las sociedades de educacion
para generalizar y perfeccionar la instruc-
cion primaria. El capítulo mejor escrito de
toda la obra , y eh 01 que mas se descubre
la humanidad y patriotismo del autor, es
el que trata de las sociedades de beneficen-
cia que tanto se multiplican en los paises
libres.


Faltan las sociedades secretas y popula-
res. En cuanto á las primeras, consagra-.
das á la beneficencia y á la amistad, las
defiende de la acusacion injusta de haber
contribuido a desastres de la revolu-
eion (le Francia , que no nacieron sino de
los clubs de los jacobinos. A estos clubs
llama sociedades fraccionarias, cuya reu-
nion , no careciendo de obgeto fijo , debió
tener por resultado el apoderarse de la
autoridad pública , como efectivamente
sucedió y sucederá •siempre q i no se
sometan estas reuniones á la responsabili-
dad que debe gravitar sobre todo ciuda-
dano cuando habla en público.


Nosotros no hemos podido especificar
los pormenores de esta preciosa y estendi-
da obra. Nos contentamos con haber es-
puesto sus principios generales, y enume-




9


rado las materias á que se estiende. Sus
egemplos son tomados de la Inglaterra,
pais clásico en todo lo relativo á la . legis-
lacion , y las aplicaciones son para la
Francia, donde el principio de asociacion
ha hecho todavía muy pocos progresos,
por las pretensiones insensatas de la aris-
tocracia y por la connivencia del minis-
terio que busca á favor del privilegio la
antigua arbitrariedad , en lugar de repartir
las taréas de la aclministracion con los in-
teresados en ella. Pero , aunque el autor
se límite á aquellos dos paises, sus prin-
cipios son aplicables á todas las monarquías
constitucionales , porque en todas estan los
intereses de la produccion bajo la garan-
tía pública. El estilo es claro , elegante , y
el autor, conocido ya por otras obras muy
estimadas, posee el arte de amenizar las
materias mas abstractas, y de hacer agra-
dables é interesantes las cuestiones abstru-
sas de s administracion y economía política.


33
CORTES.


-5e.sion extraordinaria del 2 de abril.


Informe de la -comision -de política.


En la sesion ordinaria del 4 de -marzo
se habia leido la memoria que el señor
'secretario de Estado presentaba al Congre-
so , dándole cuenta de la situacion polí-
tica de la nacion, -con respecto á las rela-
ciones diplomáticas , en la cual manifestaba;
x.° que todas,


las potencias continuaban
en el mismo pie de amistad y buena ar-
monía en que se hallaban con respecto á
nosotros durante el curso y fin de la pre-
cedente legislatura : 2.° que el rey, á con-
secuencia de la autorizacioñ que le dieron
las Cortes para la cesion de las Floridas,
habia ratificado el tratado.. de 22 de fe-
brero de i8z9 , en el cua; se habia es-
tipulado esta cesion: 3.° que los temores
que se habian concebido el afio último de
que la paz .con las regencias berberiscas
fuese turbada en dañó de .nuestro comer- ,
cio, no se habian realizado,, gracias á las


Tomo yiL
3




34
oportunas medidas que se habian tornado
por nuestra parte : 4. Q que aunque al ve-
rificarse en. Nápoles y en Portugal los no-
torios acontecimientos relativos á la mu-
danza política, verificada en el régimen
interior de ambos paises , conoció la sa-
biduría del rey .cuan justo y conveniente
era observar una -conducta perfectamente
neutral con.. respecto á estas mudanzas;
sin embargo , el modo con que algunos
gabinetes las habian considerado y señala-
damente' la de Nápoles , .habia hecho co •
nocer al rey que era llegado el caso de
manifestar su interés por la augusta real
familia de las Dos-Sicilias , y por todo
aquel pueblo ; lo que egecutó por medio
de comunicaciones confidenciales á todos
los gabinetes : 5.o que cuando á conse-
cuencia de las conferencias de Troppau y
Leybach se .vió reunirse á las orillas del
Pó un poderoso egército austriaco ; el
rey" pudiendo ya dudar de que el
principio de nuestra mudanza política iba
á ser atacado en Nápoles, ha creido
bien necesario hacer presente á algunos ga-
binetes oficial , y á todos los •demas con-
- fidencialmente , que S. M., religioso obser-
vador de los sagrados , principios del dere-


35
ello de gentes , no reconocerá en potencia
alguna el de intervenir en el arreglo in-
terior del gobierno de otra por medios de
coaccion- mediata ó inmediata, ni los re-
sultados ; que pueda tener semejante inter-
vencion: tlo que al mismo tiempo ha de-
seado S. M. conocer cual puede ser la
intencion de algunos gabinetes sobre la
aplicacion de este principio de interven-
cion con respecto á las cosas de España,
y que las aclaraciones en que ha sido ne-
cesario entrar á consecuencia de esta justa,
franca y amistosa manifestacion si bien
no se hallan terminadas, producen ya las
esplicaciones que va recibiendo S. M. de
parte de algunos gabinetes, encaminadas á
aregurar terminantemente que no está en
manera alguna en su intencion inquietar . á
España, ni- intervenir de ningun modo en
sus actuales negocios domésticos : y 7. 0 • fi..
nalmente que estas justas protestas se for-
tificarán mas y mas á medida que se ar-
raigue en todos la íntima perst:acion (le
que la voluntad .del Rey , la unánime de-
cision de la nacion , y la sabiduría y pa-
triotismo de las Cortes, son tan irrevocables
y firmes en mantener el trono constitu-
cional y la independencia y libertad poli-


3.




36
tica, como en respetar los derechos y la
independencia de las otras naciones.


p
Pasada esta memoria á la comision di-


lomática de las Cortes dió aquella su
informe en la sesion -extraordinaria del
22 de marzo; informe lleno de juicio, cor.
dura y moderacion , en el cual despues de
recapitular y aclarar el contenido de la
memoria ministerial , examina franca y
lealmente la gran cuestion á que da lugar
la situacion política de Europa , á saber:
¿ qué es lo que la España puede temer de
parte de las potencias estrangeras relativa-
mente á la interveucion que algunas de
ellas se arrogan sobre los negocios interio-
res de Nápoles y demas estados que varian
su constitucion política? La comision ob-
serva muy bien que si con principios y
razones de justicia se alejasen ó contuviesen
los atentados de la fuerza , bastarix.para
preservar de ellos á España presentar á los
gabinetes estrangeros las circunstancias de
nuestra regeneracion política; pero que no
bastando á tranquilizarnos respecto de las
miras de los demas gobiernos, cuantas ra-
zones pudiesemos alegar para probarles la
justicia de nuestra causa, es preciso recur-
rir á otros motivos mas sólidos de segu-


ridad y confiania.; los cuales individualiza
y con mucha. exactitud y verdad. La fir-
meza de nuestro caracter,


, el amor á:.
la in-


dependencia, nuestra situacion geográfica,.
los recursos que ofrece nuestro suelo , el
estado ventajoso en que la nacion se halla
relativamente al que tenia el- año de. 1808,
en el cual sin embargo, sin ver riesgos, ni
calcular. obstaculoS:, se empeñó en la des-
igual contienda que al fin terminó tan
gloriosamente ; y el respeto que esta misma
resistencia ha debido grangearnos entre
todas las naciones son sin duda motivos
poderosos para esperar que la respuesta
que den los gabinetes á la nota que les
ha pasado el gobierno, sea amigable y sa-
tisfactoria. Sin 'embargo, añade la comision,
como entre los medios de que se valen
los descontentos -Con el régimen constitu-
cional para dar. pábulo á criminales espe-
-ranzas , uno es el de esparcir falsas noti-
cias por. los incautos pueblos , ya amena-
zando con la llegada de egércitos estrari-
geroS , ya suponiendo á punto de 'rom-
perse nuestras amistosas relaciones con al-
,gunas potencias ; cree oportuno...que se
ilustre la opinion pública para que no -sea
posible sorprenderla ; y con este obgetc


o.




« insiste en la conveniencia - de que el go-
bierno exija con la mayor firmeza y ener-
gía las seguridades que ha pedido. á algunos
gabinetes." Expone luego las razones que
hay. .para esperar que los de Austria , Rusia
-y Prusia , y mucho menos los de Inglaterra
y Francia , no sa entrometerán en nues-
tros negocios domésticos , ni pretenderán
obligarnos por fuerza á variar nuestro sis-
tema de gobierno; .y concluye sometiendo.
á la decision de las Coi tes tres indicaciones,
las cuales despues de discutidas en la se-
sion extraordinaria de 2 de este mes, fue-.
ron . aprobadas. La principal es la siguien-
te. «Las Cortes, se prometen del celo
del gobierno que reclamará con lá
mayor firmeza y energía las seguridades
que ha creido deber exijir á algunos ga-
binetes , y .que no dejando reducido á
simples comunicaciones verbales un punto
de tan grave importancia , insistirá en pe-
dir-las garantías convenientes al decoro y
á la tranquilidad de la nacion."


Está resolucion dictada en aquel dia
por el sentimiento del- honor y el deseo
de ilustrar á los hombres sencillos, que
hubiese ya seducido ó intentase seducir
la malignidad anunciándoles peligros que


3g
no existian ; se ha hecho mas urgente y
necesaria despues de los fatales aconteci-
mientos de Nápoles; y por eso nos ha
parecido conveniente hacer algunas refle-
xiones sobre el estado actual de nuestra
seguridad exterior. Bien conocemos que
nuestra franqueza desagradará á los hom-
bres que pertenecen á los partidos extre-
mos .; pero no conociendo nosotros mas-
que el de la razon , diremos lo que esta
consultada con toda imparcialidad nos ins-
pira en estos críticos momentos , en los
cuales es mas necesario que * nunca que
resuene su voz en todos :los oidos, y ha-
ga callar la de las pasiones. Examinaré-
mos , pues, ante todas cosas , hasta qué
punto puede influir en nuestra situacion
el desgraciado éxito de la revolucion de
Nápoles ; indicarémos luego la, clase de
peligros que pueden amenazarnos , y ex-
pondremos por fin los medios de evitarlos
ó hacerles frente si no se lograse preca-
verlos.


Hemos oido á algunas personas muy
bien intencionadas; pero no muy linces
en materias de política , que los últimos y
trágicos sucesos de Nápoles en nada de-
ben inquietarnos, que ellos no varian nues-




.40
tra situación política , y que pues se hito.
nuestra última revolucion sin contar con
el auxilio de los napolitanos, y aun sin
pensar siquiera , en ellos , -volviamos á que-
dar en el- mismo estado en que nos ha-
lla liamos en el mes de junio último. 111u-
cho quisieramos •poder abrazar esta opi-
nion consolatoria; pero por mas violencia
que nos hagamos , nos es imposible aban-
donarnos- á tan lisongera suposicion. No
somos de aquellos que nimiamente asusta-
dízos dan por perdida la- causa de la li-
bertad , porque en Nápoles no haya sido
sostenida con la energía y el teson que
se esperaba-; y pensamos como el Rey
«que- no deben mirarse corno de la mayor
importancia y como absoluta-mente decisivos
los últimos sucesos de aquel pais; pero tam-
bien creemos que, como han dicho los
ministros en nombre. de S. M., las circuns-
tancias .no_ son iguales. para consolidar
nuestra libertad Es menester cegarse vo-
luntariamente para no ver que asi como
la revolución de Nápoles, sostenida y triun-
fante, aseguraba y hacia incontrastable la
nuestra ; asi tambien vencida y sofocada
en su cuna , perjudica no poco al buen
éxito de las tres que se han verificado des-


4.x
de primero de enero de 182o , hasta el 13
de- marzo de este año. Añadimos mas , y
es que si las de Piamonte y Portugal. han
de tener la misma suerte que aquella; nos
hubiera sido mas útil que no se. hubiesen
verificado. En efecto, el ministro de Estado
afirma en su memoria que los gabinetes
estrangeros habian. «reconocido en la causa
de nuestra regeneración política., en la
uniformidad de la voluntad nacional, y
en todos los ciernas antecedentes que nos
son peculiares , motivos legítimos de se-
guridad y confianza; de lo cual resulta
no haber sufrido alteracion nuestras rela-
ciones de buena amistad y 'armonía con
potencia alguna," y es muy probable que
estas se conservarian siempre sino hubiese
habido en Europa otra mudanza política
que. la nuestra. No habiendo tenido esta
mas obgeto que el restablecimiento de
aquella misma constitución que las grandes
potencias habian reconocido, cuando .


ha-
cian causa coman con la España para. der•
rocar de su trono á Napoleón ; carecian de
todo pretexto para pretender ni aun por
medio de simples consejos que se alterase,
variase, ó destruyese. Mas cuando han visto
que la voz de esta constitución se han-




conmovido otras tres naciones que no 1
habian tenido antes, tienen en este hecho.
un motivo, sino justo, aparente y espe-
cioso para mirarla con ojeriza. ¡ Y está,
pues, distante de procurar destruir una
cosa el que la aborrece y detesta! ¡ Y al
poderoso que desea, le faltó nunca pre-
texto para emprender lo que le inspira su,
deseo ! Si no hubiera habido en Europa
mas mudanza política que la de España,
todas las potencias la hubieran mirado
mas bien como una reforma interior y un
arreglo de familia, que como una verdade-
ra revolucion ; pero cuando han visto que
en poco tiempo fue seguida de :otras dos, y
que últimamente se ha verifido otra terce,
ra, bien que sepan que nosotros no las hemos
provocado ni promovido ; no dejarán de
pintarla corno una especie de enfermedad
contagiosa , cuyo germen es de su interés
destruir. Y no hay que alimentarse con
ilusiones : tarde ó temprano lo procurarán,
ya por medios secretos é indirectos, ya
abiertamente y con las armas en la mano.


De esta verdad que por ser triste no
dejará nunca de serlo , resulta necesaria-


, mente que la malograda tentativa de Ná-
poles (y tememos mucho que dentro de


43
poco haya que decirlo mismo de la del
Piamonte) nos deja expuestos á dos dife-
rentes riesgos, ninguno de los cuales debe
mirarse con indiferencia. El primero por
parte de los enemigos interiores, y el se-
gundo por la de los externos, que si hoy
no se han declarado todavía, se declararan
cuando crean que es llegado el tiempo de
hacerlo. Los interiores que conocen esto
mismo , aumentarán su esperanza y su
osadia; y por eso el rey ha mandado á los
ministros que celen muy particularmente
por si los enemigos del sistema tratan de
alterar lá tranquilidad pública :" y los de
afuera alentados con el facil triunfo que
han logrado sobre los napolitanos, tal
vez se animarán á volver sus armas contra
nosotros. Bien saben que los españoles
opondran una resistencia de otra especie, y
que si todos estuviesen firmemente resuet•
tos á defender la constitucion, no penetra,
rian tan pronto en la península , y aun
cuando la invadiesen, encontrarian en ella
su sepulcro ; pero saben tambien que
cuando se hace una reforma general en el
gobierno de un pais, no estan acordes ni
pueden estarlo todas las opiniones : y qué
los perjudicados en ellas, si no las comba-




44
ten, no ayudan con mucho celo á sostener-
las. El egemplo de Nápoles lo prueba. Ni
la falta de gente. ó de recursos, ni la sobra
de cobardia , son las que han facilitado á
los austriacos la, entrada en aquel pais, sino
la desunion de sus habitantes. Si entre
estos hubiera sido tan general y tan vivo
el entusiasmo por su constitucion , como
daban á entender los papeles públicos,
¿ cómo era posible que al primer cañona-
zo se.hubiesen dispersado sus egércitos; y
que el enemigo hubiese llegado á la capital
sin encontrar resistencia en punto alguno,


Y en una como marcha de triunfo? No será
pues, de estrañar que si consiguen igual
ventaja en el Piamonte , nos reserven.. á
nosotros para la. tercera jornada.; y que
despues de invitarnos muy cortesmente
á modificar de esta ó aquella manera la cons-
titucion. quieran venir á hacerlo
por sí.mismos, si como no es de dudar,
se les responde que no se admite su atenta
y fraternal invitacion. Haga. el cielo que
nos engañemos en nuestras . conjeturas, y
que nunca asomen por. la cumbre del -Pi-
rineo bayonetas estrangeras ; pero supon-
gámoslo como posible y aun probable para
.que su aparicion nonos coja despreveni-


45
dos, y 'cOnterriOs con que en el dia estamos
rodeados de dos inminentes peligros, las
maquinaciones interiores y la guerra estran-
gera el primero es seguro, el segundo muy
verosimil. Y no se alegue ni la inmensa dis-
tancia á que se halla la España respecto de la
Rusia, ni la fuerte barrera de los Pirineos,
•ni la celebridad del nombre español, ni
el escarmiento de Bonaparte. Todo esto
prueba que para hacer la guerra á la Espa-
ña, lo mirarán antes muy despacio, toma-


e
rán todas las precauciones imaginables, y
mplearán grandes fuerzas ; pero no, que


no la harán. Y en fin, suponiendo que no
lleguen á hacerla, basta que sea posible
para vivir desde ahora prevenidos.


¿Y cuáles serán las precauciones que
la prudencia dicta


• para superar los riesgos.
interiores y exteriores de que está amena-
zada la nacion2 No es dificil indicarlas.
Contra los enemigos interiores vigilancia,
justicia , y aun severidad; pero no medidas
revolucionarias é inconstitucionales. La
arbitrariedad nunca fue buena para nada.
Los que mandan hoy acuérdense de '.que
mañana dejarán de mandar y volverán á
ser mandados, y que el cuchillo que hoy
afilen contra los disidentes, podrá ser enr-




46
picado contra ellos mismos: tengan pre,-.
senté que las persecuciones producen tarde
ó temprano las reacciones contrarias; y no
se olviden que sin los destierros, presidios
y cárceles del año de 14, y sin las horcas
y arcabuceamientos de los siguientes, no
se hubiera hecho la revolucion del 20. Pien-
sen una y mil veces que el mundo civilizado
los observa, y que asi como todos admirar
la noble entereza, la moderacion que no
degenera en timidez, y la fortaleza nece-
saria para hacer respetar las leyes; asi
tambien detestan y miran con horror todo
acto -arbitrario, que no sea conforme con
los principios de justicia.


En cuanto á los enemigos exteriores
aun es mas facil señalar la conducta que
exige la situacion actual. Si vis pacern para
beZtunz, se ha dicho hace mucho tiempo;
y á estas pocas palabras está reducido
cuanto tenemos que hacer. A egércitos vey-
teranos y aguerridos no se resiste con tro.
pas yisoñas , inespertas, indisciplinadas y
colecticias; es menester oponer tropas de
línea y bien egercitadas. Ni el egernplo de
la .guerra pasada prueba, otra cosa. En
Baylen se venció, porque la. fuerza principal
era de, antiguos regimientos!; y hasta que ,


47
ías nuevas levas se fueron haciendo al
fuego, sabido es el éxito que tuvieron las
batallas. Queremos, pues, decir que desde
ahora mismo es necesario pensar en ir
formando y disciplinando un egército res.
petable, por si llegase el caso de tener que
combatir. Y corno para tener un buen
egército no basta que haya prontos hom-
bres velientes y egercitados, sino que es
menester que estos esten bien vestidos y
alimentados, y provistos de todos los obje-
tos necesarios en campaña ; y como el ves-
tido, el alimento, y los pertechos no se
tienen sin dinero, lo mas importante es
arreglar un buen sistema de hacienda que
permita atender á los gastos extraordina-
rios de una guerra. Otra cosa es esencialí-
sima para la que nos amenaza, que es la
union y conccirdia entre todas las clases
del estado. Si la fuerza moral que resulta
de esta union es- necesaria siempre , lo es
mucho mas cuando se trata de una guerra
que ha de hacerse no á las personas , sino
á las opiniones- Para que el cuerpo de la
naCion defienda .con ardor la que hoy pro-
fesa, es indispensable que todas las clases
en general tengan interes en mantener
las • nuevas instituciones ; y es harto. evi-




48
dente que nadie tiene interes en sostener
un orden de cosas en el cual se le trata
como á enemigo. Cesen, pues, desde hoy
toda division de partidos y las denominacio-
nes que las recuerdan y perpetuar. No se
hable mas de serviles, ni se oygan mas esas
tabernarias espresiones de pancistas y de bar-
tolos. No haya en España mas que españoles
buenos y malos, y no se clé esta última cali-
ficacion sino al que por actos positivos y com-
probados la hubiere merecido. No se mire á
qué profesion , clase ó egercicio pertenecen
los ciudadanos, sino á la conducta que ob-
serven. Que sean eclesiásticos, nobles, ri-
cos ó seglares , plebeyos, pobres, sean
tan iguales en la estimacion pública, mien-
tras no lo desmerezcan, como lo -son ante
la ley. Sobre todo, lo importante, impor-
tantísimo para salvar la patria, es la union
de todos los ciudadanos con el gefe supre-
mo del estado. Las Cortes dan el egemplo
y todos deben imitarle, bien persuadidos
de que en la tempestad que acaso ;nos
espera , la ancora de la salud es la persona
sagrada del monarca. Es menester decirlo
francamente aun á costa de que nos :lla-
men serviles: los 'que acaso no crean .lo
que acabarnos de indicar, tengan entendido


49
que en el dia en que se menoscabe en..lo.
mas. mínimo el respeto debido á la autori-
dad real, ó en que se •sospeche solamente
que la persona del .


rey puede, no ser tra-
tada con todo el decoro que le es debido,
en aquel instante se enagenaria de ,


la causa
de la libertad la casi totalidad de los
ciudadanos, y muy locos seran los que con
un puñado de ilusos se prometan sostener
imaginarias repúblicas. Ningun observador
imparcial puede desconocer que en la
guerra última lo que principalmente sostu-
vo .el entusiasmo, fue el nombre de Fer-
nando_ y el interés que inspiraba su des-
gracia. El orgullo nacional y el odio á los
franceses tuvieron sin duda mucha parte
en el primer alzamiento ; pero estos acalo-
rados afectos se hubieran ido entibiando,
y acaso se hubieran extinguido, si no los
hubiese avivado de continuo el nombre y
la memoria del monarca. Añádase que
entonces se peleaba tambien para resistir
á las innovaciones políticas que los inva-
sores anunciaban , y que por lo mismo
predicaban la guerra con el crucifijo en la
mano los interesados en que no se veri-
ficasen ; y ahora pudieran tal vez predicar
lo contrario , á no estar contenidos, no ya


Tomo vil.
4




10 •
télér–dr';'fiéniri OdWlo y sliiipte débil;


sino 'por Vi3z iniperlola )derryiliteijih
dé¿iltlinflirliddl á reSpkar.


' ;Desú ife ti f6ao ló di , nue a
ópinibin '1"alValn1=)1. én hl 'terri-
hl é "C`riSls en 'ilf.iU-)6 'él la ió s
é 'si ar'.3




Weri¿slib ¿tti'e en loi'llerior haya
justicia, or-


aéri', WespéiS' 'á la autoridhd ,
E/ ; y 'OH k ektel
hilen egli'elto'Veterano, y di'lieY•8.Pareceran
quiiáiriViálidades;pbro nos 'efilli'iáities Por


"bnn recordar ahora estos
'1111á I c , lOgráramó>s pie re o


se fpreálleleit de ti sé taVidhSet jainas.


51
TEATROS.


tas tramas de Garulla, pieza en un acto.


Esta comedia es un verdadero entremes
tomado, segun parece, de las arlequinadas
italianas. El viejo don Canuto quiere ca-
sarse con daña Rosa. Su criado Garulla,
ganado por esta joven y por su amante don
Jacinto, finge con el 'viejo cuatro papeles
diferentes para hacer nue renuncie al dere-
cho que 'tiene á la mano de doña Rosa.
El viejo se deja engañar, no por la astucia
y finura del engañador , sino por cumplir
con las obligaciones de un viejo de come-
dia. Todas las tramas de Garulla se redu-
cen á esto, y toabs los recursos clátnicos
de la pieza consisten- en la imitacion 'de un
estrangero que chapurra el castellano ,
un conductor catalan,


• de . ún.
jaque andaluz


y de un 'tartamudo. Se reproduce 'con muy
poca sal el sans dót del avaro de Moliere,
se mezclan algunos equivocos sucios y tal
'cual alusidri indecente , y á este centon
-verosituil y ridículo se llama comedia. La
mitad de ella se emplea en un diálogo


4.




52
episodio entre don Jacinto í Garulla y Ra-
mona.


¿Por qué se ha de permitir represen-
tar semejantes piezas? Y si se necesita una
comedia pequeña para .dar lugar á las ha-
bilidades de la Roinanine ó á la fantasma-
goiia, no valia mas representar uno de
los saynetes de don Ramón de la Cruz,
donde aunque no encontrásemos accion,
habia: pintura de costumbres, versos, diá-
Iogo, é intencion cómica?
. Nuestra> teatró 'es muy abundante en
piezas .pequeñas , llamadas antiguamente
entremeses del nombre francés entremets,
que se creyó traducir con mas gracia en
,e1 siglo pasado . por. la palabra sainete, si
ya no es que sé terne, este nombre del ad-
jetivo español R.ayno , bellaco, por la in-
decente malignidad del lenguage. Pero
casi todas nuestras piezas de este género
carecen de acciou, y las mejores solo son
recomendables por la sal, con que algunas
veces, á semejanza de Platito, fricant aurem.
Tal vez nuestros cómicos zurcen un sainete
de una comedia entera, como el del Casa-


.


mien to„desigual . ó los Butibambas, que es
centon de las . , escenas mas notables ,del
George Dandin de Moliere.


53
El teatro francés posee una verdadera


riqueza cómica en sus pequeñas piezas que
Se representan,, corno en el nuestro, :lesnues
de la tragedia,


ó de la comedia, principal
obgeto del espectáculo. Estas piezas peque
ñas contienen una accion interesante con
los caracteres y. dernas afecciones cómicas
aunque reducida á un cuadro mucho mas
limitado. Nuestros dramáticos podrían imik.
tar este uso, aunque no se renunciase en-
teramente á la escuela de don Ramon de la
Cruz, que siempre interesa por la verdad
de las pinturas; pero deberian dar mas es-


,


tension y verosimilitud á la fábula. La primer
pieza en que Moliere empezó á manifestar su
genio, fue una comedia pequeña, les pré-
aleases ridicules. Este es el verdadero cómico,
exclamó uno de los asistentes á. la repre-
sentacion de aquella comedia.




frnpugnacion crítica de la representador dí
rigida á S. M. y á las Cortes por e&
cuerpo de comerciantes de Santander.


Admirable cosa es el desenfreno con
que se han desmandado todas las plumas
españolas de algunos meses 4 esta parte,.
con el especioso pretexto de remediar abu-
sos, corregir faltas, denunciar crímenes, y
publicar arbitrariedades, sin tener el me-
nor miramiento á las personas, ni hacerse.
cargo de las circunstancias en que se en-
cuentra la nacion. No parece sino que la
igualdad legal que se nos ha regalado , y
la tal cual libertad de imprenta que se nos,
ha prometido, son motivos suficientes para.
que cada uno se crea con derecho á ex-
poner cuantas quejas se le pongan en la
cabeza, y lo que es peor, á exigir respon,
sabilidades hasta de aquellas. personas que á
fuerza de patriotismo, deberian estar esen-
tas de esta fatalidad.


Indúcenos á estas reflexiones cierta re-.
presentacion dirigida á S. M. por el cuerpo,
de comerciantes de Santander, en la cual


55
sin haber me41949 h.? 1311111,1!.1 el r11.0 rato
que parlan ocasippár algun 1 441 ene,


sel°r q91 1 José panga 4rgüelles,
ministra que entonces era de. la hacienda


.de Vspah.a y de sus Indias, piden , sin más
ni Inas que se revoque una orde,n dada
Por su exggienci4 , y que se le exija 1,4 res.


delante de 14 1 1Y . (3.14
preef'91400,/i, no hubiese 11;4 dirigida ,n11.,s..
que á S. N . , á. 9191111 rRliell P).n9s P9 1r9-
dia llegar nunca sino soy 11 condupto.4e.
su el-(?91etl047 la migári^ma$Qa
una falta de {espeta, ó c lunylo mas pomo •
una gran .tonkeria de, andar llamando, á
una puerta que no se les hab la ere abr.:ir
ján-14s., ?erg al ver que esto miserables orr.
tetas; no solo se han determinado á itopqr,
t11/14f los 940 110 monarca ,, sisó 1111;
tamhien se atreven á rpt.hr. el tiempp 1.9„,
necesario en el Congreso napioual,• fuera.
ya un verdadero 4.11to en npsotros:
dejar de desinentir sms asertos , y liacpries
ver lo mal aconsejadas que ,


han andado, en
dar pgblic.i44.4. 4 »a. mbIeYi.O$
ríales.


Todo el aluutp se reduce á decir , que loss,„
vizeain,os y navarros han introducido unos
Fo<cos,d.egéneroses .trapgeros, sobre cuyo pa7




go de derechos pudieron conseguir hacer un-
contrato alzado con el excelentísimo minis- .
tro de Hacienda, á fin de qué á los pobre-
cillos no les saliese mas que á un cuartillo
de real por ciento. Que ellos por iguales
géneros se hallan recargados con un so,
un 20, ó acaso un 3o por ciento. Que
las existencias introducidas por aquellos,
ascienden á 4o,000 quintales de bacalao,
roo,000 cántaras de aguardiente de Fran-
cia, y un surtido considerable de azucares,
cacaos, especerias , y otros frutos colonia-
les del estrángero, lencerias, manufacturas
de lana y seda de toda clase, tabacos de
los Estados-Unidos, y otras varias bagate-
las. Que segun este sencillo cálculo se -han
perdonado á la provincia de Vizcaya mu-
chos millones de contribucion. Que para
esto ha-,habido listas simuladas y verdade-
ras, y finalmente que no es justo, ni arre-
glado á la,constitucion que las demas pro-.
vinCias paguen á prorata los regalos que
ha querido hacer á algunas la arbitrarie-
dad ó la falta de tino de su excelencia.


Quisiéramos por un instante Olvidar_
nos del mucho amor, respeto, gratitud y
veneracion que profesamos al Necker dé
nuestros días, para poder contestar sin,


57
cólera, no solo á todos los puntos relacio-
nados, sino ..tambien á cada una de las
espresiones con que los santanderinos han
procurado mancillar aquel venerando nom-
bre. Pero ya que la pasion no nos permita
ser tan imparciales con ellos, como su ex-
celencia lo ha sido con los vizcainos, pro-
curemos á lo menos ofrecer este tributo
á la virtud y al patriotismo personificados.


Raro modo por cierto tienen algunos
de disculpar su torpeza ó su falta de pre-
vision , echando en cara á los otros lo mis7
mo que ellos quisieran haber verificado
en su provecho. No es de nuestro intento
ahora averiguar si los vizcainos engañaron


no engañaron á su excelencia en la ce;
lebracion ele la contrata ; porque; fuese
como fuese, ellos hicieron en eso lo mis-
mo que en igual caso hubieran querido
hacer los de Santander y los de cualquiera,
otra parte. Pero lo que nos parece duro y
aun imposible de creer, es que la astucia
humana alcance á engañar á un hombre,
que es capaz de dar cien vueltas á todo,
el arbol de Garnica en materia de econo-
mía : ¡ engañar á un asturiano , á un minis-
tro, á un Canga Argüelles! Mal conocen á,




1


58
nuestro, hombre los que ni por un instante
presuman que hemos de dar crédito. á tal
maña simplicidad. Su excelencia podrá ha-
ber hecho esa gracia y . otras muchas , que
es grande su caridad y su deseo de lavo,
recer á todo el mundo; pero lo que es
engañarle en términos de que él no supiera
lo que daba y lo que reeibia, eso no nos
lo persuadirán á los que ya le conocemos.


En cuanto á que fuesen 4o,000 lós
quintales de bacalao , puede caber una
grande equivocacion ; porque probable,
mente no serian mas que 3o,goo , y ya en-
tonces no es tanta la ventaja como se nos
quiere ponderar; pero fuese mucha ó poca,.
¿no era su excelencia dueño de poder fa,
vorecer á quien se le antojase ? ¿ No podian
haber dado los vízcáinos muchas mas
pruebas que los montañeses de adhesion al
sistema constitucional? ¿No pocha haber
otras muchas razones de igual fuerza para
que su excelencia, sin infringir las leyes dh-
vinas ni humanas, les perdonase á unos lo
que hubiesen pagado • de mas otros , esta-
bleciendo asi un equilibrio é balanza dis-
crecional? Lo que era menester que pro-
baran esos comerciantes era .cine su excelen7;.


50
cia lo hahia hecho á mal hacer ; pero si lo
hizo asi á la buena de Pico, nos parece que
todavía se le deben, dar encima las gra-.
cias ú otras cosas.


¿Mas quién le ocurre preguntar á
las Cortes el dia 3o de enero de. i821 si
se Iza planteado en España la Constitucion
política de la monarquía ? ¿Pues qué les
parece incompatible' la existencia de
con el hecho de ser ministro cleI-laciencla
don José Carga Argiielles? Vaya que no
les ha picado poco la miserable equivo,
cacion .de dos ó tres millones mas ó me-
nos: ¿ pues qué seria si se hubiesen dos--
aperecido cuarenta q cincuenta millones ?
Ya vemos que si esto se veri lP4 r14 Pf?
es dificil de discurrir lo que pedirian en
lugar de la responsabilidad, tanta es la
inconwlidad que les ha causada el ver
.??7,u) su excelencia quOrcinta sin el menor


dz;simu/o varios artículos de nuestra mapre-
eiable constitucion,


Ya sabemos que el aumentar ó dis-
minuir las contribuciones, es una atribu-
ción propia de las Cortes; ¿ pero por qué
á uno le saquen el dinero , se ha de decir
que le imponen contribuciones? Verdad





es que los comerciantes de Santander se
quedarán arruinados y que tendrán que
aprender otro oficio ; pero tambien les
puede quedar el consuelo de que entonces
no pagarán contribuciones. Es cosa que


. ,


qui tá el juicio el oir á un , cuerpo de co7
meroiantes, solo porque les han sacado
las pesetas, decir que garantía de los
derechos individua les no existe mas que en
el texto de la Constitucion , y que es in-
útil persuadirles que todos los ciudadanos
son iguales ante la ley. Con que porque
un señor ministro de Hacienda use del
imprescriptible derecho de hacer lo que
se le antoje con la hacienda nacional, (,se
han de dejar de preconizar los principios de
igualdad Proporcional en las cargas, los de
la libertad en la industria y todos los de-
mas en que debia descansar nuestro edificio
social ? De que los hayan desollado vivos
á los :comerciantes montañeses y á los • de
otras provincias por favorecer á los vizcai-
nos y navarros , ¿ se ha de sacar la con -
secuencia de que los 'españoles estarnos go-
bernados como rebaños de carneros siempre
sujetos al capricho del pastor?


Válgate Dios por molleras de comev-


6x
eiantes que nunca se les ha de. poder im-
presionar la enorme diferencia que hay
entre manejar el caudal propio , ó la ha-
cienda de una' gran.nacion. Ellos quisieran
que un ministro descendiera á l materia-
lidad de reducir sus cuentas al ,


cargo y
data , que todas las entradas y las salidas
de las tesorerías fuesen intervenidas por
la oficina correspondiente , que se supiese
de donde procedia cualquiera cantidad, por
pequeña que fuese, y á donde iba á parar
toda partida aunque fuera muy gorda y
abultada, y querrian últimamente. que al
fin de cuentas viniese á salir igual el :cargo
eón 1a,data. ¡Es posible que no les pcurra
la,4ifiguitad de que para eso se necesitan
muchos empleados de Hacienda , y cine
en España carecemos de esta sólida ven-
taja! Vengan á dar una vuelta por ,


estas
oficinas nacionalés , y acabarán de desen-
gañarse de que no es posible en lo huma-
no, dar vado á tantos negocios, sino se
duplican ,


por lo menos los dependientes.
Bien se hizo cargo de esta dificultad ese
mismo ,señor ministro contra quien claman
ppm, tanta saña los Santandereños, pues
por su , voto hubieran sido agregados á. las.




6 2
oficinas todos los qué saben leer y egeri-
bir corrientemente. Verdad es qué esta
Medida suele ser algo costosa ; pecó ni)
hay que dar Cuidado, porque del cuero hán
de salir las cOrteas. Cada empleo nuevo
qué'se crea en Madrid es otro tanto oro
para las provincias, y si al. fin del 'año
econ¿ínico se encuentra que hay algún-os
centenares dé millones de dOcit (cosa qué
no se puede adivinar hasta aquel caso) , se
propone ehtbnces un empréstito, que nun-
ca faltan almas generosas que le tomen
sólare •sí.


'''Pensarán esos pobres hombres que
cOnlós dependientes del erario públkéo se
puede . hacer lo mismo, que lo que
ellos hacen con sus factores ó mancebos,
que eh pillándoles en algun 'renuncio los
plantan en la corriente , y ya ni ellos ni
citrbá 'atriós los vuelven, á' 'dar entrada en
stt Cala. Aqui no Se hace le mismo , ni
'Venatiá al taso que se hiciera; porque d'e,
M'Os. por •Supuestó 'qüé un stigeto no •u-
biese tOrt'eSpondido á la Confianza del Pn-
bliCo ," '( -Cósá que hasta ahora gracias á.
Dios la sido mny al contrario ), quién
quita que tin in lisimo MiniStro pueda


63
gár á ser con el auxilio de la gracia
'excelentísimo consejero de Estado ? Bas,,
tante castigo es, si bien 'se mira, el no
poder por sí sedo ni perdonar millones á
unas provincias , ni recargar á otras ,
privar de su destino á ningun hombre& bien,
ni acomodar á cuantos tunantes se le pon-
gan á uno en la cabeza , ni dar ¿Lilo dar
buen tas de lo que haya pasado por sus
manos, ni preferir á su arbitrio el que se
enriquezca alguno que otro individuo mien-
tras perece la nacion. Y quieren todavía
que á estas privaciones se añada la coleta
de la responsabilidad ? ¡Oh corvas y vin-
dicativas almas que no sabeis olvidar la in-
juria de un peso duro! El tiempo os hará
conocer que esa materia vil á quien vos-
otros dais el campanudo nombre de di-
nero , no sirve para maldita la cosa , sino
mientras que nos dura la vida , que es'
tan fragil como un soplo , y se suele
corromper antes que los cuarenta mil quin-
tales de bacalao.


Sin embargo vivid tranquilos por lo
que hace á vuestra represen tacion , porque
ella ya está impresa en muy buena letra
de molde , y esto siempre sirve de con-


ti4


un




64
suelo , y aun de indemnizacion de una
parte de la pérdida ; mas por lo que haL
ce á la responsabilidad del ministro , es me-
nester -que tengan un poquito de pacien-.
cia , porque primero es saber si - se le ha
de nombrar consejero de Estado, y luego;
á quien Dios se la dé , san Pedro se la
bendiga: •


65


¿a sociedad feliz : plan y elementos de un
gobierno sabio, sencillo y util:,por.Don
VICENTE ANDRES y ALMARZA.


Esta obra que se publicó hace algun
tiempo en esta capital, está llena de miras
patrióticas y contiene una multitud de
buenos principios, no solo adaptables á la
educacion civil y religiosa de que trata,
sino tambien á la ciencia del gobierno, de que
se propone dar una idea general. Empieza
su Obra por unas meditaciones filosóficas
sobre el estado general de las sociedades,
alegando muchas pruebas del mal espíritu
que ha presidido á la formacion de las
institucioues gubernativas. Discurre rá-
pidamente sobre las revoluciones políticas
antiguas y modernas, manifestando que
todas han sido mal reguladas en sus
principios, • peor conducidas en sus me-
dios , y que en lugar de ser su térmi-
no el beneficio y la dignidad del hombre,
solo ha resultado de ellas su mayor daño
y degradacion. La causa de estos males la
encuentra el autor en el empeño que ge-


Tomo vil.
5




66
neralmente han tenido los hombres de no
mirar la esencia de la bondad ó malicia
de las cosas en sí mimas, sino las maneras
de ellas, y el mayor interes de los que ha-
bian de dirigirlas.


El primer remedio que él propone para
cambiar 4 giro y direccion en el modo de
pensar a generacion actual, es el plan
de una educacion religiosa, igualmente .esen-
ta de las tradiciones fabulosas y de las
esplicaciones falsas con que han intentado
corromperla los fariseos de todos los tiem-
pos, que de la funesta indiferencia que
suele conducir á la incredulidad. Hace una
breve, pero enérgica, apología de la divina
moral del evangelio , concluyendo por
decir que de ningun modo se permita
hacer glosas ni esposiciOrses sobre ella,
porque solo se dirigen a establecer y ense-
ñar las opiniones propias contrahaciendo
y desfigurando el sentido del texto. Desea
que acabe de:abolirse todo establecimiento
religioso que no hubiese en la primitiva Irle.
sia , por considerarlos á lo menos como-
inútiles y superfluos. Pero quisiera que en
Su lugar se erigiesen y dotasen buenos
Seminarios conciliares- para la iristruccion
y: enseñanza del clero secular, destinando


67
las demas casas de los 'regulares á escuelas
de enseñanza y de correccion, y á otros
establecimientos públicos.


En cuanto á la educacion civil , propo-
pe las mismas bases adoptadas y propues.
tas por todos los verdaderos sabios, cuyas
máximas nunca han sido seguidas por los:
gobiernos, si es que no las han perseguido
y contrariado. Ideas exactas de lo cierto


de lo sabio, que es lo mismo ; de lo sen-
el& que es solo lo natural, y de lo util
que es lo conveniente á todos; ve aqui el
compendio de la educacion moral y civil
del hombre. Desearia el autor que se sacase
todo el partido posible de la sancion po-
pular, dando á la opinion pública toda la
energia y valor de que es susceptible, para
que de esta suerte no necesitaran las vir-
tudes y los delitos mas premios ni castigos
que la desaprobacion ó el aprecio de los
ciudadanos. Este seria un escelente medio
de formar en el pueblo costumbres sabeas,
sencillas y útiles sin que apenas hubiese
necesidad de leyes, porque estas no son
mas que un suplemento á la falta de las
buenas costumbres.


Como el principal obgeto del autor
es hacer que la educacion, el manejo, y




68
todo lo concerniente á la sociedad ha-
ya de conformarse absoluta y precisa-
mente á las leyes inmutables de la natu-
raleza, se declara enemigo irreconciliable
de todo lo que lleve visos de artificio 6,
de ficcion. Este deseo que en el fondo es
justísimo, le hace incidir en una verdadera
estravagancia, declarándose no solo contra
los poetas en general, que en esto acaso no
le faltaría razon , sino lo que es imperdona-
ble, blasfemando del nombre del casi divino
Hornero. Nosotros somos muy indulgentes
con las opiniones y aun con las manias de
los hombres, sobre todo en materias litera-
rias; pero cuando se trata de presentar la
inmortal obra de la lijada, como un modelo
perjudicial de la inmoralidad y del Orgullo
humano, aun cuando no nazca su temor
sino del superior mérito de la obra , per-
dónenos el señor Almarza si le decimos
que blasfema, y sobre todo que se equivo-
ca redondamente, que es peor. Por lo de-
nlas nos parece muy bien que se muestre
enemigo irreconciliable del artificio y de
la mentira , lo cual es una prueba de la
feliz disposicion de su alma.


Despues de haber tratado de la educa-
cion civil y religiosa, pasa el autor á pro•-


6g
poner un plan de legislacion, dividiéndola
naturalmente en tres partes; á saber, cons-
titucion ó ley fundamental del estado, código
civil y código penal.


En cuanto á. la primera, se conforma
casi en todo con la constitucion española
publicada en 1812 que felizmente nos
rige; pero segun su modo de pensar, qui-
siera él que la constitucion adaptable para
una sociedadfeliz, fuese todavía mas popu-
lar, ci como si dijésemos, mas democrática:
Nosotros estamos tan distantes de convenir
con él en esta idea, que antes por el con-
trario estamos persuadidos á que semejante
alteracion acarrearia necesariamente la des-
gracia de la sociedad, á lo menos en el
estado en que se halla la nuestra. Si las
leyes dictadas por la mayoría absoluta de
votos de los legisladores, tuviesen desde
el acto mismo la fuerza de tales leyes sin
necesidad de la sancion del monarca, ape,
nas habria legislatura en que no se trans-
tornasen algunas leyes establecidas por
la anteríor, y en que no se hiciesen otras
nuevas que fuese preciso revocar jume-.
diatamente. La sancion del monarca está
tan lejos de enredar y confundir los dos
poderes , que antes bien • es un medio





sapientísimo para regular el influjo de la
precipitacion á que podria conducir algun
discusión acalorada.


Tampoco seguiremos el dictamen de
este autor en lo que . propone. para el
caso desgraciado de una guerra; esto es,
que hubiese un diputado, individuo de
aquella seccion, en cada egército ú armada
en calidad de representante del Congreso.
Demasiado sabido es que los tales repre-
sentantes; como no esten precisamente li-
mitados á activar el surtido para la sub-
,sistencia del egército ( lo cual siempre
probaria que estaba muy mal montada
la administracion ) , no . sirven ordina-
riamente para otra cosa que para po-
ner trabas á. los generales , cuando no
se convierten en apoyos de la insubordi-
nacion y del desorden. El puesto verdadero
de los señores diputados es el salon de las
sesiones, 6-el. lugar de sus comisiones res-
pectivas ; en .cualquiera otra :parte, aun
cuando alguna que otra vez extraordinaria
puedan prestar algun servicio, por lo . ge-
neral serian inútiles. ó perjudiciales:


Repetimos últimamente que la lectura
de esta obra puede ser utilísima para toda
clase de personas, porque ademas de estar


71
escrita en un lenguage corriente y natural
abunda de principios sólidos y luminosos.
que no han podido adquirirse sino con un
largo y meditado estudio de los buenos
publicistas.


Se vende el tomo primero, que es el
único que ha salido á luz hasta ahora, en
las librerías de Bay-lo- y Rodriguez, calle de
las Carretas, en la (le Orea y Collado, ca-,
lle de la Montera, y en las principales4i-
brerías; , de las proyincias, á 16 reales, á
la rústica.




72


Noticia de la compañía de Seguros generales,
establecida . en Francia, y ampliada para
España.


Nadie pone ya en duda la utilidad del
sistema de seguros. Resarcir la pérdida de
una cosa perecedera, por medio de una
anticipacioa' moderada , es libertarse de
una gran parte de los disgustos que acar-
rea la vida social. Pero se han suscitado
algunas disputas acerca del modo de ase-
gurar este. resarcimiento , dando unos la
preferencia á los seguros recíprocos, y
otros á los seguros por prima.


No nos detendremos á repetir las ra-
zones que se han expuesto por una y otra
parte , porque no es este nuestro obgeto,
y porque en un escrito muy reciente (i),
se ha demostrado con la mayor evidencia
que los seguros por prima son infinita-
mente preferibles á los recíprocos. Desea-


(i) Los Seguros recíprocos comparados á los se-
gUros por prima. Por Bonifacio liermitafio de los
Pirin eos. En la librería de Paz.


73
mos solamente que . se Yeon:ozca la compa-
ñía - francesa de Seguros generales, que ha
puesto una oficina en Madrid , para que
los españoles podamos participar mas fá-
cilmente de su benéfico influjo.


Esta compañía se compone de tres
secciones principales : la primera contra
los incendios ; la segunda contra los ries-
gos marítimos ; la tercera sobre la vida de
los hombres.


En la seccion de incendios se. asegu-
ran los. valores de los edificios , talleres,
máquinas, muebles , mercancias , mieses,
bosques, árboles frutales , en fin todos los
obgetos que pueden perecer por el fuego.
Si los edificios son de sillería , mamposte-
ría, ladrillo, ó tapia, cubiertos de teja,
la prima que se paga no pasa de uno
por mil al año , y en algunos casos no
es mas que de medio por mil. Los obge-
tos mas arriesgados , como fábricas de bar-
nices , almacenes de•r.trementina , y otras
sustancias de facilísima combustiorr,- pagan
la prima de i5 por mil ; pero si estan
dispuestos con buenas precauciones, se re-
duce hasta 6 por mil.


¡ Cuántos propietarios, fabricantes, siier-
caderes, arrendatarios é inquilinos , se han




visto arruinados por un incendio ! Y ¿quién-
no querrá librarse del temor tan natural
como fundado de que le suceda otro tan-
to? El establecimiento de esta compañía
es uno de los pensamientos mas benéficos
que han ocurrido á los hombres : los sa-
ludables efectos que ha producido en los
pocos años que lleva de actividad , han


'‘desengañado tan completamente á los in-
crédulos, que á fines de 1820, habia cerca
de dos mil millones de reales asegurados:
apenas se ve una casa en las principales,:
ciudades de Francia que no tenga el azu-;
lejó de la compañía.


En la segunda seccion se aseguran •log'
riesgos marítimos. Esta especie de seguros
se conoce mucho tiempo ha, y es tal 'vez
la que ha sugerido, la idea de los denlas:
así nada tenemos que decir sobre una ma-
teria tan conocida.


Lo que necesita explicarse con alguna
claridad , es el obgeto de la tercera 1.1e-.
don ; pues hay quien cree que se trata; de
asegurar la vida de los hombres ; y • debe
entenderse que se aseguran los valores de
loseolijetos . que se arriesgan Con la muerte
ó la vida de:algun hombre.




.Se habían mirado hasta ahora estos


75
guros como un sistema ingenioso , pero
demasiado complicado para ponerle en.
egecucion. El cálculo y la anílisis han
allanado ' despues


• todas las dificultades,
de modo que su teoría es suniamen-te sen-
cilla , su aplicacion facilísima , y su utili-
dad se demuestra en la misma aplicacion.
Pondremos algunos egempios para darnos
mejor á entender de los que no estan ver-
sados en estas materias.


Un 'padre que tiene un empleo , Una
renta vitalicia, una industria , ó un comer-
cio , conoce que si llega á fallecer ., quedan
sus hijos desamparados.La compañía les ase-
gura una asistencia hasta la edad que el pa-
dre quiera , y en- proporcion de la pririta-
que pague anualmente durante su vida.


Un acreedor que solo puede ser paga-
do mientras viva su deudor , encuentra en
la compañía el reembolso seguro, si este
fallece antes de haber completado su pago.


Los jóvenes que quieran asegurar á sus
ancianos padres una :renta vitalicia , en
caso de que se invierta el orden na-
turaleza, pueden hacerlo igu
medio de una prima anual (y


•el apoyo de su familia ,
haber


• dejado de existir ,


ti
j\)-




76
mo tiempo un monumento de amor fi-


lial.
Un jóven que vive de su trabajo , quie-


re asegurarse una existencia independiente
para cuando le falten las fuerzas, ó se ha-
lle impedido por cualquiera causa ; en la
compañía encontrará este recurso, por me-
dio de una prima convenida.


Nos parece fique esto hasta, para que
todo el mundo infiera las infinitas aplica-
ciones que pueden hacerse de esta especie
de seguros, los cuales presentan una utili-
dad incalculable á todas las clases de la so-
ciedad. El que quiera aprovecharse de una
ocasion tan favorable , podrá acudir en
Madrid á don Julian Perez , agente de di-
cha • compañía , calle de las Fuentes , n. 3,
cuarto 2.°


é é
Sobre las ideas republicanas.


« El partido liberal, dicen los serviles,
es una coleccion de jacobinos feroces, de
anarquistas frenéticos que solo respiran in-
cendios, desolacion y carniceria. En vano
quisieran los reyes transigir con ellos : son
sus mas implacables enemigos: no piensan
sino en la ruina de los tronos para plantifi-
car el gobierno republicano en todas partes."


El ciudadano Carrion Nisas defiende de
esta acusacion tan grave y calumniosa á los
liberales de su pais , esplicando el verdade-
ro valor de las palabras república y republi-
cano. Ciertamente una discusion clara no
es sino un diccionario bien hecho.


¿!. Qué es una república? A las veces un
gobierno despótico, como cuando un ma-
gistrado, ó una asamblea deliberante acu-
mula todos los poderes del estado : otras
un gobierno aristocrático, como lo era la
república romana: otras una aristocracia
mezclada de despotismo, como la república
de Venecia, y algunas en fin es una demo-
cracia semejante á la república de los Esta-
dos-Unidos.


Infierese , pues, que en todo gobierno
hay que distinguir la especie y la forma.
Las especies de gobierno son cuatro: el
democrático, el aristocrático, el despótico
y el mixto de despotismo y aristocracia. No
hay mas especies, entiendase la palabra de-
mocracia por libertad pública , igualdad po-





ó entiéndase simplemente por la


participacion del pueblo en la formacion
de la ley. En el primer caso, claro está' que
la.democracia no podria combinarse con
la aristocracia ó lo- arbitrario, ni en el se
gundo, con el poder absoluto de un hom-
bre 6 de una asamblea, autorizados para
oprimir al pueblo, perpetuar sus funciones
y hacer y deshacer leyes á su antojo, ni
con la aristocracia que no tardara en aho-
gar y desvanecer la influencia popular,
como sucede en Inglaterra.


Mas no se entienda por aristocracia,
aquella que establece y consagra las des-
igualdades que son necesarias para mante-
ner el orden social ó una buena-org,ani-
zacion política , sino la que resulta de la
conservacion perpetua de desigualdades.
nocivas é injustas ; de esenciones y prero-
gativas inherentes á cierto número de fa-
milias, .al apellido, al derecho de sucesion;
dé toda grandeza 4 superioridad que se
contrae á paso llano, por la mera pre-
sentacion de una fe de bautismo , ó parti- -
da de nacimiento.


Bien distinguidas, pues, las cuatro es-
pecies de gobierno , nadie debe pararse
en la forma , porque es muy indiferente
para los pueblos el que sea monárquica. ó
republicana. El gobierno actual de España
es una democracia monárquica, y el de los
Estados-Unidos una democracia republi.,
cana.


Y ¿qué quiere decir . republicano? Lo
gire se quiera; porque todos lo somos, sin
que ninguno deje de serlo , segun las cir-
-cunstancias en que'se encuentre , y cuales-
quiera que sean las opiniones que hubiere
adoptado.


Supongamos que los aristocratas vieran
á los rayes de Europa preparados á aceptar


á promulgar constituciones democráticas,
á gobernar liberalmente, y á conducirse to-
dos cgn la misma franqueza y buena fe que
el rey de España . , Fernando VII ; que per-
cibieran tambien la posibilidad de reem-
plazar los gobiernos monárquicos consti-
tucionales por gobiernos aristocráticos , y
á los reyes por simples magistrados , como
los dux de Venecia ; ¿ no es cierto que en-
tonces todos los aristocratas se harian re-
publicanos ?


Por la misma razon, pues, ¿podrian de-
jar (le ser partidarios de la monarquía los
liberales de toda la Europa , dándoles los
reyes constituciones en que se consagraran
igualmente los principios de la libertad?'
Estos son pocos y muy sencillos:


1.0 La libertad individual, ó la seguri-
dad de las personas ;


2.0 El libre goce y la facultad de dispo-
ner de todas las propiedades individuales,
y por consiguiente , el libre egercicio de
todos los ramos de industria ;


3.o La manifestacion libre de las opi-
niones políticas y religiosas;




DO
4.0 La igualdad civil, ó igualdad ante


la ley , á favor de las personas y de las
propiedades , que supone la abolicion de
los mayorazgos y derechos de primogeni-
tura;5.0 El repartimiento igual de las cargas
públicas, con respecto á las facultades de
cada uno.


6.o La admisibiliclad igual para el des-
empeño de las funciones públicas , que
reprikeba las preferencias no nacidas de la
aptitud y mérito personal, sino del nom-bre ó distincion política de ciertas familias.


De estos principios los tres primeros
se refieren especialmente á la libertad , y
los tres últimos„á la igualdad, aunque real-
mente la


'D
i0ualciad y la libertad sean inse-


para es.
Todo gobierno representativo fundado


en estos, principios , es liberal., y el único
por quien suspiran los liberales de todas
partes, sea su forma exterior monárquica,
ó sea republicana.


EL CErSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO,


N.° 38.
SAE.I.DO, 21 DE AIIRIL DE 1821.


Concordia del gobierno y la opinion.


, L'opinione, regina del mondo."


MURATORI.


N,o existe poder ninguno, hablando rigo-
rosajnente , sino por la opinion. El sultan
de Constantinopla y el congreso de los
Estadoáltr.i— aOs le deben igualmente, el
primero, la tirania absoluta con que hace
cumplir sus caprichos corno si fueran le-
yes; el segundo, la justa autoridad de que
goza para defender el orden y la indepen-
dencia de aquella admirable república. Los
principios religiosos de la nacion turca, el
fana.tisnio, la ambicion, la ignorancia, has-
ta la misma indiferencia que causa el


Tomo VII.




8 2
hábito de una larga esclavitud, son los
elementos de la opinión pública que hace
al gran señor dueño de las vidas y hacien-1
das de sus vasallos. El sultan cree que
todos le obedecen: este es el engaño del
orgullo , confirmado por las exageraciones
pérfidas de la adulacion. Jamas u'n pueblo
ha obedecido á un solo hombre: los turcos
no obedecen sino á sus doctrinas religiosas
y á las preocupaciones sancionadas ya
por el transcurso de los siglos.


Es esto tan , cierto, que no hay déspota
alguno cuyo gobierno no se dirija á poseer
el pensamiento: "fortaleza invencible é inex-
pugnableen la cual, ya que no puedan ar-
rasarla, quieren á lo menos tener guarnición
que: lá sea 'devota. Asila tiranía feudal y
el régimen absoluto que se estableció en
Europa despues del abatimiento de los
barones, estaba apoyado en las ideas ge-
nerales de aquéllos siglos. ¿ Cuál fue sino
la causa 'de la indiferencia con que mi.


' ,
raron las 'naciones • europeas el leVan-
tarnientó de la Helvecia , la emancipa-
cOri de Holanda y la libertad de Ingla-
terra? . La profundísima conviccion de que
no era posible ser libres y al mismó-tiern-iio ser católicos; asi miraban los pueblos


que recobraban-sus derechos con mas es-
panto é. indignacion que envidia. ¿Por qué
no sucedió lo mismo cuando los Estados-
Unidos de América levantaron el estandar-
te de la independencia ? Porque el descu-
brimiento del nuevo mundo y los progre-
sos del comercio y la industria habian ya
alterado el espíritu europeo. Las 41.octrinas
del siglo eran favorables á la libertad, tan-
to como le eran opuestas las de los siglos
anteriores. La revolueion francesa desacre-
ditó por un momento estas doctrinas; pero
no tanto que no se reconociese su utilidad
contra el despotismo militar que sucedió
á la tiranía demagógica, y la necesidad de
combinar los intereses de los pueblos con
los de• los reyes. La opinion palica en
Europa en x815, era que es preciso con-
servat' las dinastias actuales, dándoles por
garantia la misma que protege las libertades
públicas, y es el pacto constitucional. Esta
misma era entonces la opinion de los ga-
binetes, que no hubieran podido derrocar
á Napoleon, si no les hubieran auxiliado los
pueblos cansados ya de su tiranía y deseo-
sos de recobrar la tranquilidad, la libertad
y la independencia bajo el dominio de sus
legítimos monarcas.




84
Para demostrar que esta es la verdade-


ra dispósiciori de :ánimos, y que el libera-
lismo que profesarnos, no nos hace exage-
rar nada en la descripción que hemos
hecho del espíritu europeo, séanos lícito
contraernos á un pais donde por la reunión
del despotismo civil, religioso y estrangero,
parece que debia estar mas atrasado que los
demas en materia de ideas 'políticas. Este
egemplio tiene ademas otro interés por el •
encarnizamiento con que el despotismo
quiere ahogar en su cuna la libertad ita-
liana.


Despues de la destruccion de la repú-
blica romana, una sombra de liberalismo,
se vió pasar sobre aquella península en el
siglo XII; pero la Italia era todavía bárbara,
aunque no tanto como el resto de Europa.
La república de Florencia cayó en poder
de los Medicis: Venecia , Génova 'y Luca
gemiae bajo el yugo de la aristocracia, y
el cetro español comprimió durante siglo
y medio todos los esfuerzos de la Italia.
Sin embargo -,su 'historia civil y literaria
presenta .algunos hechos notables, que
prueban el amori de los italianos á la in-
dependencia. Los napolitanos hicieron es-
fuerzos reiterados y felices contra el esta--


85
Mecimiento de la Inquisicion, cuyo egem-
plo siguió Milan , sometida entonces á los
españoles que querian prender en Italia el
fuego de las hogueras de Madrid. La rey
pública de Venecia sostuvo en el mismo
siglo su independencia Politica contra Pau-
lo V; entonces fue .


cuando Paulo Sarpi
compuso sus obras, para defender los dere,-
chos de las naciones contra las usurpacio-
nes de la curia romana. Al principio del
siglo XVII, el padre Campanella }labia pre-
parado una grande revolucion para sacudir
el yugo de los españoles y erigir una re-
pública „en Calabria; y faltó muy poco
para que 'se verificase este proyecto, en el
cual habian entrado• muchos religiosos
nobles y literatos, ganados por los sermo-


.


nes y escritos de aquel filósofo. La revo-
lución de Mazaniello fue mas asombrosa;
rompió sucesivamente en Nápoles, Mecina
y Palermo; 'y en ninguna parte faltaron
hombres ilustrados y valerosos que defen-
diesen los intereses del pueblo con sus dis-
cursos y escritos. En el siglo XVIII el
patriotismo italiano no dió mas señal de
vida que el levantamiento de Génova para
arrojar á los austriacos .


en 1746; pero
estos hechos diseminados en la historia de




86
tres siglos , prueban que el liberalismcv
estaba aletargado, no muerto.


Mejor lo prueban sus escritores. En los
primeros años del siglo XVI florecieron.
Maquiavelo , Giannone , Miguel Bruto,
cuyas obras contienen lecciones impor-
tantísimas de política y libertad. Fo-
glietta, Con tarini y Parutta las aplicaron el
primero á Génova, y los otros dos á
Venecia.


El siglo siguiente no ofrece ni escri-
tores, ni aun ideas políticas, sino en algunos
poetas de aquella época, como Guidiccioni,
Alemanni y Vicente Filicaya, cuyo her-
mosísimo soneto


Italia, Italia, ó tu cuifio la sone , etc.
es conocido de todos los literatos.


Despues de un largo silencio apareció
la célebre obra de Gravina Originum juris,
de donde no se desdeñó de tomar Montes-
quieu muchas ideas ; y tambien se en-
cuentran en ella los principios del Contrato
.social , exagerados despues por Rousseau.
El mismo autor publicó al principio del
siglo XVIII, su libro de Imperio romano, que
asombró á sus contemporáneos , por la
novedad y osadia de sus ideas políticas,
y se proponia publicar otro con el título


De romano imperio germanorum, con el
objeto de impugnar las pretensiones de
los estrangeros sobre la Italia. Gravina hizo'`
en el Parnaso. italiano lo que no le era
dado verificar en el gobierno'. Las leyes
que dictó á la academia de los Arcades•
de Roma, ademas de imitar el estilo dé
las doce tablas, son una imagen verdadera
de la democracia.


Desde 1 75o las ciencias morales y posl
líticas siguieron en Italia el mismo rumbo
que en las (lemas naciones. Genovesi en sus
Lecciones de economía civil y en su Diceo-
sind, enseñó á la Italia á raciocinar sobre
las cuestiones de derecho plIblico. Beccaria
fundó el gran 'principio de la legislacion
criminal, y Filangierí redujo á elementos
la ciencia que habla Creado el genio de
Montesquieu. Grimaldi én Nápoles, Carli
en Milan, examinaban, al mismo tiempo -
los principios de Rousseau: Briganti y
Mario. Pagano escribian la historia del des,
potismo y de la esclavitud; Verri y Pal'-
mieri estendian los principios de la econo-
mía política ; y el padre Bonafede, el ecle-
siástico Spedalieri, el abate Galiani
obispo Capecelatro , sostenian con -0110
valor como erudicion los derechos de 165




88
pueblos ante la misma corte de Roma:,
Las ciencias ideológicas que son las auxiJ
liares de las políticas, han hecho estraor-
dinarios progresos en esta época; y la poe-
sia en las tragedias de Alfieri y en Gli
animali parlanti del Casti, ha popularriado
los principias liberales( x ).


La.:nacion que han producido tan gran-
des hombres, que les lee, los estudia y los
aprecia, merece ser libre. La instruccion
está muy generalizada en Italia ; nada lo
prueba mejor que la rapidez con que se ha
propagado la enseñanza mútua en aquel
pais, sin intervencion del gobierno : pues
casi todas las escuelas de esta especie , han
sido fundadas por los particulares. En to-
das partes hay gabinetes de lectura ; los
periódicos se multiplican; los estrangeros
que viajan por Italia, la desconocen en las
descripciones de Lalande y Kotzebue ; y
el viagero que atraviesa en el dia la Cala-
bria , se admira de ver cuánto se han mu-
dado en muy poco tiempo las costumbres


(i) ¿Qué tenemos nosotros que oponer en la
misma época á esta multitud de sabios y de obras
magistrales? Solo el Informe de Jovelknos
lnquisicion!


89
de sus habitantes. El doctor prusiano Witte
viajó el setiembre pasado por aquel pais
con bastantes temores, originados de las
pinturas que se habian hecho de la fero-
cidad de los calabreses: recibió en todas
partes pruebas de una hospitalidad cordial,
mas decisivas que las que pudieran ha-
berle dado los habitantes del Loira ó del
Elba.


Los progresos de los italianos en las
.ciencias políticas, no se limitan á estériles
conversaciones : egercen un imperio muy
activo en la masa de la sociedad ; consti-
tuyen ya un verdadero espíritu público , y
nada lo prueba mejor que los deseos y
esperanzas que se manifiestan con toda.
claridad en los diferentes estados que di-
viden la península.


Los napolitanos , unidos por las doctri-
nas de Genovesi , Pagano y Filangieri á la
escuela francesa, ansiaban por el momento
de que se verificase en su pais una refor-
ma semejante á la de Francia. La persecu-
don contra los liberales, y las crueles reac-
ciones del gobierno legítimo, despues de
la retirada de los franceses en 5799, aña-
dieron á lós antiguos motivos para profe-


sar . el liberalismo el del temor y el del




resentimiento. Con estos elementos contó
el gobierno fraoces para colocar sucesiva-
mente á Jos , › Napoleo n y á . Murar


sobre


el trono de Nápoles. Pero los liberales no
tardaron en conocer que no se habia hecho,
mas que sustituir un despotismo á otro.
Entonces se formó en las ventas de Calabria


la célebre corporacion de los carboneros,
nombre adoptado por los masones napoli-
tanos que hulan•de las logias adulteradas
por la invasion de la masonería francesa,
Entonces alzó el 'pendon de la libertad el
malogrado Capo Bianchi ; y aunque aquella
conspira.cion fue oprimida , el número de
mártires aumentó el de los apóstoles. Los
generales de Murat se atrevieron á pedirle
una constittuaon : él no la concedió , segun
la costumbre de los déspotas, sino cuando
ya iba. á hacerla inútil su caida. El rey
legítimo prometió al recobrar su trono
una coninitucion todavía mas favorable,
por la cual el pueblo seria soberano , y el
rey depositario de las leyes. Toda Europa
sabe como se cumplió esta promesa. La
paciencia del pueblo duró seis años, y un
corto número de personas hizo la revolu-
-cion actual. Con una sola voz hubiera bas-
tado para hacerla : porque la nacion estaba


dispuesta á sostener al primero que hubie-
ra reclamado la libertad.


Por consiguiente Nápoles , preparado
por tantos deseos é infortunios á la adqui-
sicion de los derechos nacionales ', se
halla en el caso de merecerlos. El espíritu
público está ya formado : y la firmeza,
dignidad y moderacion , con que se han
conducido los napolitanos respecto á la
santa alianza, lo demuestra suficiente..
mente.


Los sicilianos, menos instruidos que
los habitantes de la península , y acos-
tumbrados al yugo de una aristocracia
opresora , querrian mas bien la indepen-
dencia que la libertad ; pero las circuns-
tancias son tales que se ven obligados á
ser libres, si no quieren caer bajo el yugo
estrangero. Su union con Nápoles es la
única garantía que les queda para evitarlo
Esta consideracion que es muy sencilla y
perceptible, ha contribuido poderosamen-
te á reconciliar los dos pueblos. Las ins-
tituciones liberales harán lo que falta.


Bien conocidas son las disposiciones
del pueblo lombardo veneto á la inde-
pendencia, favorecidas por la creacion


.
de -


la república cisalpina,. y aumentadas por la




92
erecciou del reyno de Italia ; pero, los ha.-
bitantes de aquel no poclian desconocer
que á pesar del esplendor de su corte y
de la disciplina y valor de su egército,
rival del Trances ; rio eran mas que un
apéndice de la monarquía imperial. lien
lo manifestaron en la conspiracion del
cura Passarmi , en el movimiento <le Mi.
lan para obtener un rey independiente en
el príncipe Eugenio, y en las doctrinas
de sus sociedades masónicas, sometidas en
apariencia á su protector riapoleon , pero
que suspiraban en secreto por la inde-
pendencia de su pais. Citando el poder
imperial iba á desplomarse , convencidos
de lo poco que tenían que fiar de la ver-'.
satilidad de Murat , trataron con el lord
Bentinck , célebre por la constitucion que
habia dado á los sicilianos ; y una dipu-
tacion italiana, reconocida en Placencia por
el general austriaco Nugent , presentó en
Génova al . diplomático ingles la peticion
de casi todos los negociantes de Milan,
que fue apoyada por otra segunda dipu-
tacion de las familias mas ilustres y opu
lentas , pidiendo una constitucion y un
príncipe verdaderamente independiente. Es-
tos hechos, poco conocidos en Europa,


93prueban cuales son 16s sentimientos de
aquel pueblo , el mas liberal de toda Ita-
lia ; pero á falta de otros argumentos , lo
demostrarian las disposiciones del gobierno
austriaco desde que se apoderó del reyno
lombardo veneto. Se disolvió el hermoso
egército italiano , y se dispersaron sus re-
liquias en los estados alemanes del empe•
radar : fueron sobrevigilados y castigados
muchos ciudadanos y oficiales distinguidos
por su nacimiento é instruccion ,se pro-
hibió la impresion y venta de muchos
escritos políticos : se suprimió el concilza-
dor,


, periódico que sosteniendo la inde-
pendencia de las bellas artes , anunciaba
la misma libertad para los demas ramos
del saber ; se decretó la pena de muerte
contra los carboneros ; y en fin , se persi-
guieron las escuelas de ensefianza mútua,
como si fuesen mas temibles los progresos de
la instruccion y de las luces, que los de
la ignorancia y la barbarie. El rigor de
estas disposiciones coercitivas prueba la
fuerza del espíritu público en aquel pais.


Los genoveses, que pasaron en 1814 de
franceses á piamonteses , no pueden estar
contentos con su suerte : porque no se
compensa hoy la pérdida de su indepen-




17


94
dencia eón las ventajas mercantiles que les'
ofreció su agregacion á la Francia. Los
toscanos, menos entusiastas que el resto
de Italia á favor de las ideas liberales, por
la moderacion y equidad del gobierno -ár-.
bitrario que los rige , no pueden mirarse
sin embargo como enemigos de la liber-


- tad: Alfieri residió por muchos años en
aquel pais: los toscanos le celebran como
uno de los mas grandes hombres de su
patria ; y los literatos de Florencia han
definidido sus tragedias contra las críticas
deCarmignani y otros piámonteses que han
sostenido en esta disputa literaria los ih-
tereses del despotismo. Los compatriotas
de Maquiavelo y de Dante no pueden ser
indiferentes á los progresos de la
t•acion.


No hay gobierno que se funde menos
en la opinion pública , que el del estado
eclesiástico. Si se sostiene es por el riesgo


la dificultad que hay para sustituirle otro,
Pontecorvo, Benevento , y muchas ciuda-
des de las fronteras de Nápoles, solicitan
con. ansia que se les incorpore á este reyno.
Bolonia es quizá la ciudad mas liberal de
Italia : y tanto ella como la marca de An-
Cona, hicieron notables esfuerzos para sub-


95
traerse al yugo frances , y para favorecer
3a última espedicion de Murat. Se nota en
el gobierno el espíritu de la moderacion
evangélica .: ha mitigado los rigores de la
inquisicion ,• y ha organizado la adminis-
traCion provincial segun los actuales princi.
pios de derecho público. El pueblo roma-
no .


.está tan dispuesto á admitir la libertad
constitucional , como el de Nápoles ó el de


Iila n .
Los ducados de Parma, Luca y Modena


se hallan en las Mismas circunstancias, por-
que han pasado por iguales Vicisitudes. En
cuanto al Piamonté, ya hemos espuesto en
nuestros números anteriores el estado de
las luces y de la opinion pública en aquel
pais , esplicando las causas de la última
revolucion. .


Es una verdad, de que no puede ya
dudarse. Los pueblos de Italia que no tie-
nen constitucion, la piden ; y sino se les
da ; esperan una ocasion favorable para-ob-
tenerla. Iguales la :situacion. de


- toda Eu-
ropa ; dé los x5.o millones de habitantes
que. tiene, sin .


.cOntarilaTurquía, 96 gozan
del régimen constitucional , inmensa ma-
yoría que no. tardará 'én atraer á los de-
mas. Muchas razones concurren á- .hacer




96
casi evidente este pronóstico. La Europa
tiende á formar una sola familia por las
relaciones de comercio é industria , por
la semejanza de instituciones civiles y re-
ligiosas, por la comunidad de los cono-
cimientos científicos, y aun por las mis-
mas alianzas de los soberanos. No existen
ya la diferencia de costumbres, los renco-
res religiosos, las rivalidades nacionales,
ni los demas elementos de repulsion , que
por tantos siglos han . separado á los pue-
blos. Todo conspira á la fraternidad. Por
consiguiente el espíritu de imitacion debe
obrar poderosamente sobre la masa euro-
pea que está ya propensa á la uniformi-
dad; y esta imitacion será tanto mas pron-
ta , cuanto mas justo sea su objeto y mas
conforme á las ideas del siglo. Los pueblos,
no constituidos todavía, querran serlo , aun
cuando solo fuese por ser como los demas.
¿Qué puede la compresion contra este mo-
vimiento natural , enérgico, constante?


¿La fuerza de las bayonetas? Suponga-
mos que el Austria consiga ocupar la Italia.
¿ Cree que los principios liberales , apoya-
dos en tantos y tan multiplicados medios
de propagacion, no cundirán en sus tropas,
como ña sucedido con los egércitos es-


trangeros que han entrado en Francia?
¿ Cree que despees de vencidos los egérci-
tos constitucionales , no le faltará que ven
cer la oposicion moral de los habitantes?
¿ Podrá tener siempre -en Italia el número
de soldados , necesario para comprimir' las
ideas ? ¿ Cuándo tienen fin las guerras de
conquista ? Solo cuando vencedor ac;-
cede á los deseos de los vencidos, ó cuan-
do . estos adopten las máximas del vence-
dor. Luego el Austria ó debe restituir al-
gun'dia á los italianos la libertad y la in-
dependeneia.y la guerra es no debe
dejarles de oprimir con egércites hasta que
ellos acepten el despotismo , y entonces la
guerra es eterna. Ahora bien , én las- lu-
chas á las cuales no se ve el fin , siem-
pre triunfan los pueblos. Nosotros


.prescin-
dimos ahora (le otras. muchas considera-
ciones que varias veces hemos espuesto en
este periódico : por ahora solo queremos
probar que la compresion de las ideas li-
berales es imposible aun cuando supon-
gamos en el opresor todas las .


fuerzas nece-
sarias para la invasion y la conquista. La
espada puede derribar las cabezas ; pero
no .altera los pensamientos.


¿No seria mucho mas prudente y mas
Tomo VII.
7




98
digno de lá humanidad favorecer y diri.
gir el liberalismo , convirtiéndole en de-
fensa de la monarquía ? Los reyes que
hasta ahora se han anticipado á los votoá
de sus pueblos, ¿ no han ganado mas que
los que han esperado á la esplosion? Las
crisis revolucionarias ponen en actividad
las pasiones políticas, y sus autores pasan
casi sin sentirlo, mas allá del término qué-
se habian propuesto. Ademas de los efectos
transeun tes de la eonvulsion , queda siem-
pre en sus resultados_ permanentes algun
vestigio de su primer caracter. Las cons-
tituciones deben ser obra de la razon tran-
quila. Si los gobiernos del mediodia hubie-
ran imitado el liberalismo de los reyes dé
Holanda, Baviera y Wurtemberg , no ten-
drían que quejarse de aquellas medidas
que anuncian .desconfianza ó resentimieno
to, ó de algunos movimientos exagerados
que traspasan los límites de la libertad re-
Presentativa. Para nada es mas necesaria,
la buena fe que para echar los cimientos
constitucionales á igual distancia de la
anarquía y del poder arbitrario ; pero es
tan dificil esperar este resultado de un
pueblo que al crear la constitucion , se
presenta en cierto estado de hostilidad


99
contra a gobierno-, como de un monarca
que al ofrrcer el pacto constitucional, trata
de reservarse la mayor parte posible de la
autoridad. La primer combinacion es mas
favorable á las pretensiones populares : la
segunda á las del poder. Que los reyes
elijan. La emision espontánea del pacto; les
ofrece , por lo menos, dos ventajas con-
siderables.


I. a
Si se teme el eg,emplo de lo's vecinos


que se han dado una constitucion , no hay
mejor medio para impedir sus efectos, que
constituir á los propios súbditos. Satisfe,
chos entonces y seguros del buen camino
que signen, no se afanarán por imitar el
egemplo de los otros. 2.a Acostumbrados á
la libertad acompañada del orden , su egem-


. plo con tendria y acabara las convulsiones
de los payses vecinos, en donde el sistema
liberal se estableció en circunstancias difi-
cites. Una constitucion dada por el Austria
al reyno lombardo- veneto, terminaria la
revolucion de Nápoles ; y quizá no la ter:
minarán muchos nos de sangre. y muchos
años de calamidades.


Es necesario, pues,.restituir á la Italia,
y en ella á toda la Europa , no solo la li-
bertad, sino tambien la independencia :


7 •




7no
tas son las únicas prendas que Cla el 11'.,
gio XIX para la seguridad de los tronos,
y la felicidad de los gobiernos. Cualquier
otro partido que se tome, es inútil y pe..
ligroso.


Aun es mas dificil 'en las circunstancias
actuales hacer la Italia independiente ., que
hacerla libre: y sin embargo la 'indepen-
dencia es la primera necesidad de los
italianos: la libertad no es mas que un
deseo secundario. Las campanas de 1796
y 1797 , .37 el gobierno de Napoleon han
enseñado 'á las italianos, cuán miserable
era la política de sus mayores , que arro-
jando'á unos estrangeros pon el auxilio de
otros , dejaba sucesivamente espu -esto aquel
bello pais á las invasiones de los pueblos
.bárbaros. En el dia quieren todos ser ita-
lianos: quieren firmar una grande fuerza
que cierre para siempre á los alemanes
y á los franceses las puertas de la Italia;
y en ninguna parte -es mas deseada esta
poderosa coalicion de los pueblos italianos,
que en el reyno lombardo-venero , •onsi-
derado en el dia corno • un apéndice hete
rogéneo de la -monarquía austriaca.


El Austria predomina en Italia, no solo
por su posicion, sino tambien por sus re-


zor
'aciones de familia , y por su inmensa.
superioridad sobre las provincias vecinas


..


á la Lonibárdía , como los ducados de
Pa rill a, Modena y Luca , y el gran (loca-
do de Toscana. Amenaza estender su in-
fluencia á los estados de la , Ná-
poles y Cerdeña. Es conocida ya la niision
del general austriaco Bubna en la corte de
Turín, de la cual solicitó antes de la última
revolucion que cooperase activamente á la.
guerra contra Nápoles. Esta _situación de
Cosas , en ,


que el- menor movimiento 'del.
poderoso infunde temor á los débiles, de-
be ocasionar una reaccion secreta y con-1
tinca de todos los pueblos de Italia con-
tra el Austria , reaccion que ya por sí.
.misma es un estado de guerra , y queb
dará origen á una lid interminable.


La revolucion de Nápoles ha hecho
conocer á• Los italianos, cuán. perniciosos'
son los efectos de la division que los
debilita; y. 'desean con ansia confederarse


• y formar una sola y única nacion. Este.
deseo general en Lombardía , diseminado
por las marcas de Ferino y Ancona, ha
pasado ya de los hombres instruidos ..í.
todas las clases de la sociedad. La formacion


.esta alianza general es conveniente. zi1


ti




los intereses de aquellos pueblos : véarnos
si lo es á la Europa.


Esta no puede subsistir en paz sin luz
sistema de equilibrio. El que habia fue
destruido por Napoleon , que creó otro á.
su manera , destruido en 18E4 por las po-
tencias, aliadas y estas han dejado á la
Europa sin verdadero equilibrio : lo que
ha conservado la paz durante seis años,
no ha sido la igualdad de las fuerzas
opuestas , sino el temor de que se reor-
ganilase . en Francia el antiguo poder. Es-
te temor ha comprimido las pretensiones.
y las rivalidades ; y jamas el Austria se,
atreveria, á empeñarse en la guerra de Ná-
poles , sino estuviese segura de la parcial
indolencia del actual ministerio francés.
1V.las en fin , las hostilidades se han roto,
no es posible que la Europa mire con in-,
diferencia los sucesos y la suerte futura
de la Italia, aunque no fuese mas que por
el inmenso aumento de poder , que una
victoria definitiva le adquiriria al imperio
austriaco. Es necesario pensar en estable-
cer un sistema de equilibrio ; y los pu-
plieistas mas hábiles no lo hallan sino en
el mediodia de Europa, contrapuesto al,
porte. España Francia é Italia, auxiliadas


to3
por la Inglaterra , deben formar el contra-
peso de la santa alianza ; pero para esto
es necesario que la Italia sea una gran po-
tencia : y esto es imposible , sino logra
su independencia y se confederan sus esta-
dos. ¿Podrá conseguirlo por sí sola en las
actuales circunstancias ? A pesar de las ca-
lamidades sin número que van á Caer sobre
aquel pais ; á pesar de las victorias con que
la fortuna alhague al mas poderoso ; á pe-
sar de la aparente sumision dé los pueblos,
no dudamos que el resultado de la guerra
será favorable á la independencia italiana:
porque tiene á su -favor (los armas las was
fuertes de todas , que 1011 la opinion y el
interés. Los italianos quieren ser indepen-
dientes: á toda Europa interesa que lo sean:
lo serán.




Sobre la. exactitud de la voz excelencia.


En unos tiempos tan excelentes en que.
tanto abundan las excelencias, y mucho.
mas aun los que tienen fuertes ganas de
obtener este título, no parecerá imperti-
nente dar una idea. general de esta palabra,
asi para que los que las distribuyen sepan
la exactitud con. que suelen. aplicarla,
como para que reflexionen los que la re-
ciben, cuál es la estension de.los deberes
y obligaciones que les impone.


Con solo abrir el diccionario de la len-
gua castellana ; compuesto por la. real Aca-
demia, , se encontrará que la excelencia
supone la perfeccion, grandeza y calidad
que constituye y hace digna de singular
aprecio y estimacion alguna cosa . , como
excelencia de ánimo, de ingenio, de virtud,
de doctrina , ó de otras cosas que son.
selectas y aventajadas en alguna clase y
género. Asi lo primero qué hay que ha-
cer, antes de tributar á nadie el trata-
miento dé excelencia, es reflexionar á que.
parte de esta definición pertenece el sugeto


x,n5;
á quien se -dirige el escrito . ó la palabra.
Claro es que siendo la perfeccion el con-
junto de partes que necesita alguna cosa
para su, entero complemento , sin que le.
falte nada, no pueden menos de. ser muy.
raras en el mundo las cosas pérfectas, y
por consiguiente lo son tambien, ó lo .de-
berian ser, las excelencias. ¿En qué consiste
sin. embargo que sean tan frecuentes las ex-
celencias en nuestra España, que no se an-
clen cuatro pasos por ninguna calle sin dar
de hocicos con media docena de seres,
no asi como quiera excelentes, sino excelen-
tísimos? Yo bien sé y lo saben todos, que
la perfeccion entre nosotros es una cosa
corriente , en la. cual nadie repara ya á
fuerza de ser comun y vulgar ; pero esta
falta de reparo. de nuestra parte hacia.
las cosas escelentes ó perfectas, no prueba.
que participen de la .misma indiferencia
las cosas mismas qué por llamarse excelen-
tísimas, se tienen igualmente por perfectas.
Un perfecto majadero, por egemplo , no.
se dará por ofendido aunque yo no le
tribute todo aquel grado. de perfeccion
en su género que le fuere.. en mi concepto,
debido; pero se picará indudablemente, si
por. olvido, ódistraccion le rehuso el título




1°6
de excelentísinzo, que 4 él se le figura que
le cuadra.


En tiempo de los reyes católicos habia
excelentes enteros y excelentes medios ; los
primeros no vallan mas que once reales.
y un maravedí, y los segundos cinco reales
y diez y siete rnaravedis y medio. En el dia
ha desaparecido esta moneda ; pero nos
han quedado excelentísimos muy enteros,
que ciertamente no valen tanto como aque-
llos medios. Mas sin faltar al justo respeto
y gratitud que se merece la real Academia
española, me atreveria yo á esponer á su
sabia .consideracion que la excelencia en
cualquier género, no es asi como quiera
la perfeccion , sino el grado eminente de


. la perfeccion de una cona. Asi se\ dice cc),
munmente de los que sobresalen en algun.
género, á punto de no ser comparables con
otros, que son perfectos por excelencia: en
este sentido se le llama á Salomon el sabio,
4 San Pablo el apostol, y al Eterno hace-
dor de todos los seres, se le da el título
de Ser por excelencia.


Esto supuesto , facil es concebir cuán
. ridículo seria dar el título de excelentísimo
á quien no supiesemos que era á lo menos
excelente en algun género. Hay muchos


107
que nacen ya adornados de cierta perfec-
cion convencional, por . la cual el primer
sonido que toca á sus oidos , es una exce-
lencia como un plato; y asi corno de tales
títulos puede decirse que se aplican antes
de que se sepa si hay sugeto sobre qué
recaigan ,-asi tampoco imponen otra obli-
gacion que la de no deslucir el tratainien,
to con una conducta indecorosa, y sobre
todo can no pedir prestado á todo el
mundo. No sucede asi con aquellos que
por mérito propio ó por favor ageno, han
llegado al conseguir una distincion que les
eleva sobre todos los denlas ciudadanos. Es-
tos estan tan obligados á corresponder á la
denominacion que se les da, corno que
desde el momento en que se separan de
las reglas de su deber, ellos mismos se
apean del tratamiento, d lo. que es peor,
le convierten en un apodo ignominioso ó
ridíeu lo.


Hay entre estos tratamientos algunos
que por sí mismos no gravan nada al
erario , porque siendo anejos al grado ó
al destino del individuo, puede guardan-
do una regular conducta , sostener aquel
aparente brillo que supone un título seme-
lante; tales son los tenientes generales, los;




1


Ao8
consejeros. de estado, etc., los cuales solo
pueden perder la excelencia por resultas
de una sentencia judicial en que fuesen
deshonorados. Pero hay otros cuya existen-
cia es tan fragil, que está pendiente de una
cinta de cual•uier color que se les ha
permitido colgar de sus propios. hombros,
ó acaso acaso de. los de su muger. Estos
tales casi causa compasion el darles un
tratamiento qu.e . --solo sirve para hacer mas
reparable lo rabio. de sus ropas, ó para
escitar la consideracion de. la. pena que
habrá de resultarles el dia en que, por
boda subsecuente ó por cualquiera otra
causa, tengan otra vez que acomodarse
con la humilde leaoria. Causan, digo, mu-
cha lástima estas excelencias prestadas; pero
no tanta que no mire yo con mucho enfa-
do esos perpetuos asaltos masculinos y
femeninos á todo lo que es pensiones y
empleos bobos para sostener el tratamien-
to. Esto me recuerda. la gracia en que
hablan dado algunos dignidades de las
iglesias ele pretender canongias solo pa-
ra sostener la dignidad. La dignidad
de una excelencia, si no está sostenida
con dinero ó con un mérito sobieSalienie
que es mejor, mas bien puede llamar5R


Yog
*la 'Cicatriz de la conversación, que 'un tra-
tamiento respetuoso.


Hay otra porcion de excelencias amovi4
Mes, que hacen pasar mil tragos de ainar-
gura á-101 infelices Tul las pierden. Estas
Son las de los secretarios de Estado y del
despacho, los cuales por lo mismo que
son los mas excelenciados durante su mi-
nisterio, les es infinitamente mas duro el
ver que . no vuelven á regodearse sus Oidos
con tan dulce -retintin. Este es acaso el
bocado mas -amargo de cuantos eh aquel
trance se presentan para a tragánrar la 'mí-
sera imaginacion de un ex-ministro. Mas
ay de aquellas, á quienes les hubiese to-


cado una esposa algo bobiea , que primero
hubiera querido ver á su esposo hecho
tierra que renunciar á tan delicioso sonido!


Yo no sé si latien todos 'que esto de
tener excelencia los ministros•, como mi-
nistros, no deja de.sey Moderno, y que
esta filantrópica resoincion se le debió á
un gefe de escuadra que fite elevado muy
joven á tan alta dignidad. Pero como seria
lastimoso el que por una culpable imlife-
rencia, llegara acaso á perdeise la noticia
de un obgeto de tanta gravelad,
de tener cuidado aquellos ministros que




r


411


xto
aman verdaderamente á su patria,• de re-
cordar de tiempo en tiempo la renovacion
de esta benéfica providencia, para consue-
lo de los buenos y pró de la monarquía.
Mas como pudiera suceder, que á pesar de.
otras órdenes mas antiguas, hubiera quien
ignorase que los señores ministros (mien-
tras que lo fueren y no mas), tienen el
tratamiento de excelencia, quiero copiarles
la última circular que sobre este punto La
llegado á mis manos, para que nadie pueda
alegar ignorancia , y se repare bien en
las fechas, porque no son del todo indi-
ferentes.


circular. «Por el ministerio de HacienT
da, con fecha 5 debactual, se nos ha comu-
nicado la real orden que sigue: En 15
de mayo de, 182o se comunicó á este mi-
nisterio -la real orden siguiente: = Con
esta fecha se ha servido el Rey dirigirme
el decreto siguiente: (¡bello estilo!) Te-
niendo en -consideracion que los secretarios
de Estado y del despacho, por lo grave y
delicado de las funciones que desempeñan,
y por merecer mi confianza para la espedi,,
cion de los negocios correspondientes al
poder egecutivo, son acreedores á disfrutar
de una tonsideracion personal en testimo-


r
¡lió de que fueron dignos de ocupar tan
elevados empleos, he venido en resolver,
que los que son ó fueren nombrados en
propiedad para tales cargos, gocen perso-
nalmente de los mismos tratamientos y
'honores que pertenecen á los consejeros
de Estado, y que siempre les han corres,
pondido mientras han permanecido en el
egercicio (le sus ministerios. Tendreislo
'entendido y dispondreis lo conveniente á
su cumplimiento.—Lo que traslado á V. E.
de real orden para su inteligencia y efec-
tos consiguientes Manuel García n'erre-


-ros. Lo que comunico á V. SS. para su
circulacion y demas efectos correspondien-
tes. Dios guarde á V. S. muchos años. Ma-
drid 8 de marzo de 1821."


Cualquiera que lea con el debido inte-
rés esta patriótica circular, echará de ver lo
primero la impaciencia con que S. M. de-
seaba evitar á sus recien llegados ministros
el disgusto de que alguno les desayrase
ton un usia importuno; porque á mí no
me hará creer nadie que esta no fuese
una orden espontánea de S. M.; pero muy
indiferente, y aun en cierto modo des-
agradable para unos ministros eminente-
mente populares. Es gente muy acostuni-




brada'á servir tú por tú á la patria, para
darse tanta prisa á comunicar una orden
sin la cual podian acaso cumplirse las gra-
ves y delicadas funciones que estaban en-
cargados de desempeñar:


Observará lo segundo la modesta . ten-
dencia (ya que esia palabrilla se va hacien-
do tan de moda) que arroja de sí la orden
'acerca de los honores y (lemas cosas de los
consejeros de Estado, como si ya desde
entonces empezasen á pulular los deseos
de irse arrimando á una puerta que sabe-
Dios cuándo se abrirá para algunos.


Observará lo tercero que en la mente
del sabio encantador que puso en limpio
la tal orden, el adverbio siempre, significa
de treinta años-para acá; pero era mas cam-
panudo y parecia mas natural la adverten-
cia. Y observará por último la culpable
negligencia de la oficina encargada de suh
circulacion, pues que la difirió hasta el
dia 8 diriarzo de este aiio, que fue. una
semana/ de . horror y desolacion general,
cuyos sucesos llorarnos y lloraremos con
lágrimas de sangre , no solo los que nunca
hemos tenido excelencia, sino también los
que la han perdido por siempre jamas.
Amen.


X13
CORTES.'


Sesiones del i3 y 14 de abril.


biforme de la comisión eclesiástica sobre qué
no se -exporte dinero, á -Roma con motivo.
de la iMpetracion de bulas, dispensas y
demás gracias apostólicas.


El señor diputado don Gines Quintana
hizo en la legislatura anterior.una indica-
cion dirigida «á llamar la atencion de las
Cortes hacia la salida exhorbitante y • con:.
tínua de dinero para la 'curia romana con
motivo do: bulas de obispos ;•_de dispensas
matrimoniales, y de otros indultos,y ,gra--
cias apostólicas." Para fundarla , expuso
«ser esta una de las causas que mas- cori-
tribuyen . alla escasez de numerario en Es-
paña , y ;que empobreciendo insensible-
mente á :.,un gran número de familias,
debilita el-nervio de la agricultura, de la
industria-- y del .comercio , y hace mas difi-
cil el pago de las contribuciones." Y en
consecuencia pidió, « que para que el Con-
greso procediese con toda seguridad á re--


Tono vu.
8




114
'mediar este dale político, qué pudiera al-
minar el reyno de todo punto, en el estado
'de pobreza , en que se halla, informase la
comision eclesiástica; si prohibiéndose toda
exportacion de dinero á Roma con cual-
quiera de dichos títulos , se faltaria en
alguna manera á las leyes de la santa Igle-
sia , 6 á los derechos. 1e la silla apostólica,


al decoro que por tantos respetos debe
reyno católico ., como el de España,


al romano pontífice." Las Cortes accedien-
do á • Isla proposicion , mandaron que la


`CoMision eclesiástica informase:, y habién-
dose agregado despues otra indicacion del
señor Gaseo , y las exposiciones de varias


'diputaciones provinciales , relativas al mis-
mo 'asunto ; la :comision con presencia de
todos los antecedentes,, dió en z3 . de mar-
zo último, el informe :que va á ser pbgeto
de nuestras observaciones.


La comision antes ele dar su.;.informe5
» p.kitesta 'la satisfacéion que cabe en ha-
blar á un Congreso sabio y católico , re-
presentante de una nacion religiosa que sa-
crificaria sus riquezas temporales yr y cuanto
hay amable en la tierra ., antes «pie sepa-
rarse en nn ápice de la fe de la iglesia
católica , y de la senda segura que acerca


i 5
del primado de honor y de jtirisdiccion
del romano pontífice nos tiene trazada ," y
añade que manifestando sus ideas y senti-
mientos, no hará, Mas que expresar ,


senci-
llamente lq loé sobre ,


•-ePririsrno asunté
han expuesto los doctores mas eminentes
por su ihistraciou y su piedad , y los; de-
seos constantes de nuestra nacion en todos
-tiempos, conforme á los cuales se tomaron
muy antes de ahora varias, providencias por
'nuestras leyes , aunque por desgracia no
han surtido el • bien apetecido-, por defecto
de cumplida observancia. Pasa. en efecto, á
'citar un gran número .de.• pasages'decisivos
de. san Bernardo , y de, Otros insignes ,va,
rones eclesiásticos.; reauerdal las disposi,-
ciones adoradas por';varios salnos- pontí,
ices y concilios , para . = las graciasespi-
ritnales se: dispensen ,


gratuitamente•, y las
precauciones tomadas en otros paises,


cates.
Reos • para estorbar in Salida> -ciel! dinero pa,-
ra. Roma; y por .


últinlb , Copia- algunas , .ex-
presiones. de los, cuadernos de .nuestras
antiguas Cortes , y de':•antares nuestros
muy célebres, en todas las ;cuales se 'nen-
strra con la mayor energiac : el perjudicial
abuso de extraer dineraiarw Roma can
pretexto delaulas , dispensas


• y gracias apos-
8.




V16
't„ólicas. Copiarémos algunos pasages muy
notables , -para que los ignorantes Ve atri':-
Huyen á la filosofia del siglo XVIII, cuanto
huele siquiera á reforma, sea política , sea
civil, sea eclesiástica , vean que mucho
siglos antes que naciesen los filósofos in-
gleses y franceses á quienes culpan de cuan-
to no les agrada, se esplicaban los espa-
ñoles con tanta ó mas valentia que .hoy
pudiera hacerlo un ,Lanjuinais Gre.
goire.


En la pragmática, promulgada por el
rey de 'Castilla, ~pique en las Cortes
de Madrid de x 396 , se prohibió que lbs
estrangeros tuviesen 'en España dignidades-,
obispados-, ' beneficios y pensiones, y entre
las causas que se alegan para cerrar lás
puertas 'á este:ahnso , se señala la:. expor i


-tacion de dinero 'á Roma, y. se:;usa'de:estal
literales palabras: «le lo cual,¿entre:mroS
males se sigue que los mis reyrios Sean.
despojados de todo el OTO y pla», y los
que en ellas son, y sea llevado aotras partes
por los dichos cardenales y estrangeros, y
tirado de nos y- :de,nuestra tierra-lo nues-
tro, y llevado sutilmente hapiendosenós
peores que bárbaros." Las Cortes; de Madrid
de. 033', habiendóseles hecho presente va-


557
tios abusos de la curia romana, y entre.
dios la salida de dinero para Roma , crí,
pago del despacho de pensiones, bulas 'de
obispos , licencias y otras táritaá disperisa71
ciones como son los capítulos' de
bicion canónica á que corresponden
cen en términos muy áéntidos , que .'«laá.
ovejas del rebaño de' 'la iglesia espafidlá,
se desangran hasta la , -illtinza sustancia ,:y
son los solos tributarios 'de lá curia roma-
na , y los que beben sit agua por dinero: "-E1
obispo de Córdoba, 4Ciii Francisco Solís,
en eledictamen que sobré-ciertos abusos de
la curia romana. olió al rey -don Felile(V
en i7o9,diee con tanta `verdad 'como gracia:
«Las grandes sumas que -la corte rornana
sacaba de la Inglaterra , .Eseecia, Stieeiá,
Dinamarca y Germania protestantes," no
le han hecho falta para, sus magnificas
obras y ostentosísimo'decoro ; porque el
vellocino de oro de- la ? oveja de España lta.
suplido por el de las nOenta y - nuetjádíli
mutes y perdidas." i Si-los(.1-iptitados
Cortesrde,i396j 1633--, y el--obispo Solís
( hablarémas de Piirierán, Chumacera,:
Figueroa y otros que 'cita la cambian),
habria:n leido áVoltaire. y íRousseau,
seriviijansen iStas




x,


La comisión despues de preparar su
dictamen con el gran número de docu-
mentos históricos y autoridades que pue-
den verse en el informe, presenta un es-
tado de. las ,sunlas,.que han ido de España
á; Roma desde primeros de setietnb re de.
1 814 hasta .fines de agosto de. 182o , las
cuales ascienden, bien calculado todo, á 38.
millones 810 mil reales 'es decir que en
estos seis años se ha pagado á aquella
corte anualmente una contribucion de mas
seis millones y medio de reales,. Añádase
mucho mas que salia del reyno antes del
concordato de J7.53 , y no será exaierado
suponer que sin contar ,mas que desde
el año de z5oo hasta 179 9 , han salido de
España para Roma, en el espacio de tres
siglos, unos ro millones por año., ó la su-
paa total de tres mil millones de .realesi.
los cuales si hubiesen quedado en el rey-
no , d qué,riqueza no •hubieran producido
Entretengase algun curioso en calcularlo,"
Y al; cabo (continúa la comision )," si se
tratase de una cosa ,conforme á las leyes.
y al espíritu de la iglesia, ó del reconoci-
miento .) . del centro de la Unidad católica,
y del .primadb.delonor y de.iurisdiccion,
que creemos y confesamos, como dogma,


ttsy
todos los españoles en los sucesores de san -
Pedro, ó de los derechos legítimos de la
santa sede ; mirando la comision entonces,
como venturosa desgracia el:que la nacion
tuviera que hacerse tributaria para ser ca-
tólica , propondria á las Cortes que tole-.
raudo el caimiento de su prosperidad tem-
poral antes que faltar en. un ápice á lo
que exije la religion. , por- ningun caso
prohibiesen esta saca de dinero , conser-,
valido,


la pureza. de la fe y el decoro y
es plendor de la disciplina la Iglesia,
aunque fuese á costa de la pobreza y
mendiguez de la patria. Mas. siendo esta
exacción por una parte ruinosa al estado,
y par otra no necesaria ora la conserva,
eion de nuestra santa, tellgion; se cree
la, comisión estrechamente : obligada á
formar al: Congreso,. al tenor de ha quo.
se ha servido encargarte , que puede 'pro;-
ceder á. prohibir toda salida de




dinero á
Roma con motivo de. bulas de toda: elasó
y dispensas matrimoniales, y otras cua-
lesquiera gracias apostólicas , sita el »24g.
remota peligro de faltar eta


las te-
yes




de le: santa iglesia ,- teá cl los derechos.
que por justos‘


é ineta,iablol respetas ddist




X20


.desea .
guardar perpétua•ente España al


romano pontífice."
En consecuencia de todo . la comision


prepuso- á las Cortes un decreto distri-
buido en '•tres artículos , reducidos ..á que
cese. toda prestacion de:dinero á Roma
con motivo de bulas de arzobispos y obis-
pos , de. dispensas matrimoniales, y de
otros cualesquiera rescriptos , indultos (5-
gracias apostólicas : que las Cortes consig-
nen al papa, por ahora y por via de
ofrenda , 200 Mil reales anuales sobre las
cantidades señaladas en los anteriores. con-
cordatos : y que .el gobierno haga presente
á su santidad este decreto por medió de
las respetuosas gestiones que competen á
su autoridad." Las Cortes habiéndolos dis-
cutido en Jas sesiones de los dial 13 y .14
de este mes,, los aprobaron con .la sola
diferencia de haber reducido á nueve mil
duros la consignacion anual, rebaja pro,
puesta: por la ,misma Comision.


Si escribiésemos para solo personas ins-
truidas,seria ocioso justificar esta resolncion
de las Cortes, porque nada podriamos de-
cides en su., apoyo que ellos . no: su-
piesen; pero hablando .


al público en gene-,


121
tal, en cuyo número hay no pocas gentes
iliteratas qne pueden mirar como un sacri-
legio que se haya tocado al dinero que
malamente llaman de la Iglesia., es.de, mies,
tra obligacion tranquilizar sus conciencias
en esta parte, no ya con argumentos teo,
lógicos y canónicos que. no entienden, sino
con algunas sencillas reflexiones que no
sean superiores-á los alcances del hombre
menos instruido.


La gran ventaja de la religion cristiana,
políticamente considerada, es la de ser una
religion •enteramente.. espiritual, es decir,
que dirigida eselusívamente á la santifica-


. cion de las almas, prescinde de todos los
intereses de la tierra, se acomoda á todas
las formas de gobierno , y respeta todas
las leyes emanadas de la autoridad- civib
siempre que por ellas no se mande.. una
accion criminal en el fuero de la condien-
cia , ó para hablar en_ términos eclesiásti-
cos, un pecado. Esta_es la regla por la cual
los 'cristianos 'deben examinar los preceptos
de la potestad temporal; y siempre que no
sean contrarios al principio contenido en
ella, su obligacion es obedecerlos. Para
hacer este examen y obrar en consecuencia,


se necesita haber estudiado mas ciencia


(




122
que la esplicada en el catecismo. O la ley
de que se trate imponer la obligacion, ya
de negar alguno de los artículos, ya de.
quebrantar alguno de los mandamientos
del decálogo, ó no la impone. En el pri-
mer caso, que en un pais católico nunca
puede verificarse, él . cristiano podria y de-
beria negarse á. cumplir con un precepto
tan injusto, atroz y bárbaro; en el segundo,
claro es que debe. conformarse en la parte
que le concierne con las disposiciones de
la ley. Esta regla de conducta y la gran
verdad en que se funda, parecerán á los
hombres superficiales vulgaridades, que
nada enseñan ; pero los que sean capaces.
de ver todas las importantísimas conse-
cuencias que encierran, confesarán que.
hay acaso muy pocas verdades en filosofía
de mas utilidad y trascendencia. Si estas
al parecer vulgaridades se hubieran tenido
Presentes desde que el cristianismo empezó
á ser la religion del imperio. de los Césae
res, ¡ cuántas guerras , cuántos horrores,
cuántos males de toda especie se bubieran
Ahorrado á los paises que. succesivamento
abrazaron la divina religion . de. Jesucristo!
Los que conocen lá historia de los últimos
diez y.ocho siglos,.puedeh.diecirle. A nosoe


121
tras nos basta por ahora preguntar á los
sencillos fieles: ¿ Se dice en algun artículo
de la fe, ó en alguno de los mandamientos
de la ley de Dios, que haya que pagar á la
curia romana alguna cantidad de dinero?
Claro es que en ningun catecismo habran
estudiado semejante dogma ni mandato.
En él,


han estudiado sí , que el romano
pontífice es la cabeza de la Iglesia, y que
en las cosas espirituales se le debe entera
obediencia, en los términos que las leyes
eclesiásticas tienen determinado ; pero no
habrán visto entre sus derechos legítimos
el de sacar dinero de los paises que no
estan bajo su dominacion temporal:eEn el
catecismo habrán leido que no pueden eón-
traer matrimonio en ciertos casos sin dis-
pensa; pero no habrán visto que por ella
haya qué- pagar tanta cantidad de dinero
en las oficinas de uná capital estrangera.
Esta reflexion, pues, basta para que conozcan .
que el decreto de las Cortes que prohibe
la extraccion de este dinero, no . es contra-
rio en sí mismo á la religion que profe-
san. Lo único que puede disputarse es, si
ha sido oportuno y ,político en cuanto: .l
modo ; 'pero' esta cuestión no es para ét,
pueblo. 'Nosotros sin embargo la tocaré,»




124.
mos brevemente, no para censurar lo qué.„
está hecho , sino para estender algunas in-
dicaciones que ya hemos hecho con otro
motivo en varios números anteriores : in-
dicaciones que deseariamos se tuviesen
presentes siempre que se hubiesen de tocar
puntos relativos á reformas -eclesiásticas de
cualquier clase que sean.


Por lo que hemos dicho :en otras oca-
siones, y por lo mismo que: acabamos de
esponer, -se ve que estamos .enteramente
de acuerdo con los señores de la comision
y con el _-Congreso entero , • y con:::todos
los hombres. ilustradós, en cuanto á laá• fa-
cultades de la potestad. civil: en máterias
eclesiásticas. Nosotros reconocemos que asi
como la iglesia recibió de Jesucristo lodo
el poder .necesario para prescribir. á los
fieles: cuanto pudiese conducir á su bien
espiritual , y prohibirles lo que pudiera
alejarlos de. la eterna felicidad, asi las n a-
ciones y • sus legítimos representantes han
recibido de la natuaaleza, y por consi-
guiente.de su autor, el derecho de prescri,
bina sus individuos-cuanto pueda convenir


su :felicidad temporal, yiiMedarles lo qué
sea contrario á este gran fin de las asocia.,
ciones políticas. Nosotros sabemos que las


X 25
ilaciones, al abrazar una religion sea cual
fuere, ni se han privado, ni han querido
privarse de este derecho imprescriptible y
sagrado, mucho menos las que han téni-do 7


ddoi'clyia de recibir la luz del -evange-
Ea. Sabemos que .esta religion .divina . , por
lo mismo que es la única verdadera , es'
también la única que lejos de oponerse á
la felicidad temporal de los hombres , la


`corona, y completa, por decirlo asi,•con los
dones espirituales de • la gracia. Sabemos
que 'en Consecuencia deja espeditos á la
potestad civil todos sus derechos; respeta
todas sus decisiones: ., siempre -que no sean
contrarias á las verdades reveladas, y se
Uniforma con las instituciones civiles de
los . paises en que es admitida, á no ser que


. se opongan al dogma ó á la moral del
evangelio. Reconocemos por tanto que en
no tocándose á este sagrado depósito,
pueden las potestades 'seculares •á quienes -
competa, hacer todas las leyes y todos los
reglamentos que ,crean útiles al bien tem-
poral de Ios gobernados: y supuestos estos
principios, claro es qne,segun ellos creemos.
que las Cortes han podido con pleno é
indisputable derecho prohibir la esporta-
cion de dinero á un pais estrangero, cual-




26
quiera que sea el título con que se ha 'es-
tado sacando. El punto no es de dogma
ni de Moral, y la utilidad que de esta prohi-
bicion ha de resultar al estado, es tan no-
toria que seria una . necedad detenerse á
demostrarla. Lo que sí nos parece es , que
hubiera sido mejor obtener el mismo re-
sultado por diferente. camino. Esplicaré..-
Mos nuestra idea.


Tratando de otro punto semejante,. he=
/nos dicha ya que en. nuestros principios)
no solo se puede, sino que se debe hacer
eterna guerra al error y' á. las preocupacio-
nes, sin transigir jamas con estos enenii.
gos de la humana felicidad ; pero ailadi,
mos . tambien entonces- que es menester
combatirlos con sus propias armas ; y esto
mismo repetimos ahora. La ignorancia de
los pasados siglos, el hábito , la práctica;
la rutina y hasta las mismas casualidades,
tienen'consagrados entre nosotros un cier--
to número de abusos que el •interes general
pide y desea ver destruidos. La desigual
reparticion de las. rentas eclesiásticas, el
excesixvo número de eclesiásticos no ocu-
pados en el ministerio•parroquial, la des


-proporcionada y mal combinada estension
de-los obispados, la excesiva multiplicación


X27
'de las fiestas, la amortizacion de bienes
-en manos de las corporaciones religiosas,
regulares y seculares , y el punto mismo
de la extraccion del dinero para Roma, de
que estamos tratando ; son otros tantos
objetos de la reforma general qne las Coi!,
tes deben hacer; .


Que pueden hacerla: por
sí mismas, no lo dudamos; pero tambien
-creemos que todas estas mejoras se facili-
tarian infinitamente, si interviniese en ellas
'la autoridad eclesiástica. Es, pues,. nuestro
parecer que las Cortes deberian autorizar
al gobierno para que entablase una nego-
ciacion diplomático-religiosa con la santa
Sede, ó bien para que directamente se
arreglasen en un convenio todas las refor-
mas que -nuestra situacion -exige, y que
pueden tener algún punto dé.nontacto con
-cosas ó personas eclesiásticas, ó bien para .
`que el Papa enviase aqui con plenísimos
poderes; jan legado extraordinario con el


-.cual se. acordasen • todos los asuntos que
tuviesen relacion con la jurisdiccion ó dis-
ciplina eclesiástica, ó finalmente para que
con el mismo objeto cometiese sus facul-
tades á algóno de los prelados españoles.
Eh cualquiera de los tres casos se arregla-
ria previamente un plan completo de re.1




128
forma, que sancionado por el Papa y por
las Cortes; vendría á ser corno una ley
constitutiva del clero, y daria ptincipio á
una nueva era eclesiástica para España,
Las ventajas que de este modo de proceder
resultarian , son incalculables. Los eclesiás-
ticos se sornete.rian con docilidad; los le-
gos•no inirárian con desconfianza y escán-
dalo las reformas; la resistencia que hoy.
opone á estas el interés. personar, desapa-
receria ó seria poco temible, y el plan
entero se plantearia de una vez y sus
ventajas serian mas conocidas y mejor apré,
ciadas por toda clase de . gentes. Tantos•
obispados como provincias civiles; ningun
eclesiástiecr . gue no desempeñase ó hubiese
desempeñado el ministerio parroquial, • las
catedrales' reducidas á. primitiva insti-
tucion , la dotacion de los ministros del
altar. igualada segun sus clases, las órdenes
regulares extinguidas por la secularizacion
y el tiempo , las fiestas reducidas al domin-
go y-grandes solemnidades de la Iglesia;.
los bienes raíces de ambos cleros puestos: -
en libre circulacion , los diezmos, ó supri-
midos ó • convertidos en con tribucion ci-
vil; los obispos reintegrados en sus primi,.
tivos derechos; las dispensas mas cercanas


• 129
y accesibles y menos costosas; el- dinero


extraido del reyno, ¡qué perspectiva
tan lisonjera para los cristianos celosos que
desean ver restituido el cristianismo á la
pureza y sencillez de los primeros siglos!
Y bien, esta grande obra . pudiera estar
concluida para la próxima legislatura si se
hace con acuerdo y aprobacion del sumo
pontífice; pero si se emprende sin su noti-
cia y acaso contra su voluntad , ¿quién sabe
cuando la veremos terminada? La sola
prohibicion de enviar dinero á Roma, que
parece la operacion mas facil y sencilla;
¡qué de males y disturbios podria acarrear
si lo que no es imposible, faltase el actual
Papa y tuviese por sucesor á un prelado
menos benigno y condescendiente! El di-
nero no saldria; pero tampoco vendrian
dispensas, ni bulas para los obispos nue-
vamente electos. Y en este caso, ¿cómo
proveer de pastores á las iglesias? y sin
pastores, ¿quién ordenaría los presbíteros?
y sin presbíteros,. ¿ quién serviria los alta-
res? Téngase presente lo que pasó en Fran-
cia desde la revolucion basta el concorda-
to, y se conocerá que si en ninguna mate-
ria se pueden mudar de repente las opi-
niones de todo un pueblo, mucho menos


Tomo vri. 9




13o
en aquellas que tienen relacion con la
creencia religiosa y con los intereses de la
otra -vida. Los diputados á las Cortes ac-
tuales son hombres ilustrados, que saben
distinguir la -esencia de la religion, y las
adiciones hechas á ella por la mano de los
hombres , las verdades eternas del dogma y
-de la Moral; y las disposiciones variables de
la policia eclesiástica; pero es menester que
se hagan cargo de que no todos, y ni aun
la mayor parte de los -españoles, se han
elevado á esta altura; y sóbre todo consi-
deren bien , que un paso mal dado en ma-
•teria de reformas eclesiásticas, puede ar-
ruinar todo el edificio constitucional. No
hay cosa mas delicada que la concien-
cia de los fieles-; y po,r consiguiente no
hay arma mas temible que la que los
enemigos del sistema pueden fraguar en este
arsenal peligroso. -Disczte justitiam moniti.
La constitucion civil del clero y el jura-
mento des los sacerdotes abrieron la ,prime.
ra brecha á la revolución francesa ; brecha
que treinta años de tiempo , y mil y mi/.
sucesos estraordinarios no han podido,
cerrar todavia enteramente.


131.
TEATROS.


)38 xiones sobre la dramática española en
los siglos XVI y XVII.


Existe en el dia una secta de literatos
alemanes, cuyos principios en materia de
poesia, son opuestos á los que hasta ahora
ha consagrado el buen gusto en las nacio-
nes mas civilizadas. Dicen que cada pueblo
tiene su poética particular, acomodada á
sus costumbres é ideas : que los modelos
de Grecia y Roma no deben ser reglas
para Londres, Madrid y Berlin: que Racine
y Moliére tienen su mérito; pero (Pie no
ha de ser un defecto en Calderon y Sha-
kespeare el haber abierto nuevos caminos
para ostentar las bellezas dramáticas, dife-
rentes de los que estan consignados en las
obras de Aristóteles, Horacio y Boileau:
en fin , que nada es mas convencional que
la escena , y que las irregularidades que
se reprenden en el teatro de París, no lo
son en Inglaterra. ó en España.


De estos principios deducen consecuen.
cias muy estraordinarias. Segun ellos el




132
drama sentimental, el histórico y el ro-
mancesco son verdaderos géneros de poe-
sía dramática. No hay modelo general para
la comedia y la tragedia. Los franceses
tienen su teatro , los españoles el suyo, y
ambos son buenos. Estas máximas tienden
á la anarquia teatral. Hay en ellas algunas
verdades y mucha exageracion. Por eso
hemos creado conveniente discutirlas y
analizarlas. En el buen _gusto se debe .evi-
tar lo mismo que • en -la política„ la sumision
servil y la desenfrenada licencia. Burlémo-
nos de las reglas minuciosas ; pero obe-:
dezcamos á las leyes que dictan la natura-
leza y la razon.


Su mejor intérprete, el insigne Horacio,
ha designado la amplitud que concede la
crítica á las artes de imitacion:


«Pictoribus atque poetis
Quidlibet audendi semper fuit qua potestas...
Sed non ut placidis coeánt inunitia."


Se concede á los poetas la facultad de
fingir cuanto quieran ; ,pero cuando ya
han establecido la ficcion , cuando ya se
han convenido con los espectadores en el
caracter y propiedades del mundo ideal
á donde quieren conducirlos, han de ser
consecuentes consigo mismos , y con la fá-


133
bula que han creado. PS licito introducir
en la escena las deidades del paganismo,
como sucede en la ópera ; pero ya intro-
ducidas , Marte no se ha de- espresar como
Apolo, ni Venus corno Minerva. Es lícito
hacer qu e Alejandro y Cesar hablen en verso:
el espectador perdona (Sta inverosimilitud
á favor de los placeres que le proporciona
la harmonia ; pero su diccion y sus pen-
samientos deben ser dignos: de los señores
del mundo.


Entre las diferentes convenciones que
constituyen la decenicza teatral, hay unas
que introdujo la costumbre , otras que
fueron dictadas por la naturaleza. Las
primeras son propias y peculiares de ciertas


-naciones : las segundas deben ser genera-
les á todas , porque forman el código
del buen gusto. Los griegos y romanos
tenían coros en sus tragedias; pero nadie
ha censurado á Racine y á Corneilie, por
no haberlos admitido en las suyas, asi
como nadie censuró en las comedias ro-
manas el haber' suprimido los coros que
Aristófanes y denlas cómicos griegos con-
servaron en la comedia de Atenas. Nues-
tros antiguos cómicos- no olvidaban nunca
celebrar el matrimonio de las.. damas con




s 34
los galanes al fin de la pieza : este furor
esponsalicio ha cesado ya, y aun hemos
visto en la Mogigata, que se concede á
don Claudio la mano de la gazmoña, pa-
ra castigo de ambos, y que la virtuosa
Inés, en premio de sus virtudes, se que-
da sin casar. La division del drama en
Cinco actos ó en tres jornadas ; las alte-
raciones imperceptibles en cuanto á la
unidad de tiempo y la de lugar, admiten
mucha latitud , y en unas partes hay mas
rigor y en otras menos en la observancia
de aquellas reglas. -


Pero la unidad de accion , la constan-
cia de los caracteres y la verosimilitud de
la fábula , son leyes eternas , porque estan
deducidas de la misma naturaleza del pla-
cer, que vamos á buscar en la represen.
tacion teatral. No hay interes , si el ánimo
del espectador se distrae hacia diversas ac-
ciones á , un mismo tiempo : tampoco lo
hay, si el personage que ha causado una
impresion determinada , varía de caracter
repentinamente, y borra con su versatili-
dad aquella impresion primitiva:últimamen-
te no podemos interesarnos en una accion,
cuya falsedad conocemos al momento por
el mal tegido de los incidentes. Estos


135
principios son esenciales , y el faltar á ellos
es un defecto asi en Lóndres como en
Pekin, asi en Atenas como en Estokohno.


De aqui se infiere que los defectos,
atribuidos á nuestros cómicos antiguos , al
teatro ingles y á los innovadores alemanes,
son verdaderos defectos, que deben notarse,
si se quiere formar el Hen gusto de la na-
cion , y hacerla digna de juzgar y de pro-
ducir dramas que se acerquen á la per-
feecion. No será tanta nuestra severidad,
que desterremos del teatro los dramas' sen-
timentales , ni la tragedia histórica , aunque
siempre asistiremos con mas placer á la re-
presentacion del Avaro y de La Jaira: pero
jamas aprobarémos que se adopten en la
escena las monstruosidades de los dramas
novelescos que quebrantan todas .las reglas
del teatro, y á favor de una ó dos escenas
escritas con fuerza y de algunas situaciones
interesantes, corrompen el gusto y 'acaso la
moral_ del público. Aun no son conocidas
en el teatro espolio' las piezas mas dispa-
ratadas del teatro aleman ; pero la nueva
teoría 4e los dramaturgos germánicos se ha
inventado para introducirlas en toda Eu-
ropa, y con ellas la espresion de las
pasiones sacadas de quicio, y las máximas




R;6
mas peligrosas en materia de moral. El
célebre drama de las ladrones basta para
destruir el orden civil en todo país, donde
se permitiese su representacion.


Algunos dicen , que los defectos de
Calderon y de Shakespeare nos agradan. Es
falso. Estos autores no agradan por sus
defectos, sine; á pesar de sus defectos; asi
coma las naciones no prosperan por los
yerros de sus gobernantes, sino á pesar
dé dichos yerros. Otros dieeñ , que los de-
fectos de aquellos poetas producen bellezas
de orden superior. Es verdad , que á veces
un disparate dramático dá lugar á una si-
tuacion interesantísima; pero la memoria
del disparate destruye la mitad del mérito
que tiene en sí la situación. Ademas, ¿ á
quién deben su celebridad Corneille , Ra-
cine y Moliere (porque es fuerza citar estos
nombres cuando se trata del teatro), sino á
las dificultades que vencieron para pro-
ducir tantas y tan grandes bellezas, á pe-
sar de los preceptos que les encadenaban?
Lope de Vega y Calderon jamas encon-
traron obstáculo : su fecunda imaginacion
creó cuanto quiso , porque no babia pú-
blico instruido que les digese : Sed nano
non eran his locus«


I37
Aceptemos, pues, los elogios mereci-


dos de nuestros autores cómicos antiguos.
Aplaudamos con los literatos alemanes la
riqueza de la invencion, las gracias del
diálogo , el interes de las situaciones; pero
confesemos al mismo tiempo la debilidad de
las recursos dramáticos de que se vallan, la
mezcla indigesta de todos los géneros,
y la negligencia en la descripcion de los
caracteres , que es el mayor defecto de
nuestro teatro antiguo. La accion y los lan-
ces les llevaban toda la atención , y des-
cuidaban variar y contractar los persona-
ges. Este defecto no tanto era de los poe-
tas como del siglo. No era moda ; mas di=
reinos , era peligrosa la filosofía : y esta es
necesaria para crear caracteres. Los lances
é incidentes multiplicados no requieren mas
que invencion.


El antiguo teatro tuvo tres épocas muy
'notables , y en cada una de ellas un ca-
racter distinto. En la primera , bajo Lope
de Rueda , Naharro y Cervantes, solo fue
la comedia una indigesta coleccion de es-
cenas sin accion , sin situaciones, ni versos;
espectáculo , en que predominaban las
sales groseras , y en que se pretendia
captar la atencion del auditorio con,




38
apariencias y relaciones portentosas.


Lope de Vega le sacó de su infancia y
le dió el caracter que conservó hasta.
Calderon. Se dedicó mucho á perfeccionar
el diálogo y á retratar caracteres ; y en
esta parte es superior á todos los antiguos
cómicos españoles. Pero es muy débil en
cuanto á la distribucion de los inciden
tes , que en sus fábulas no tienen coheren-
cia verosimilitud. Imitáronle Tirso de .
Molina, Misa de Mescua, Luis de Gueva-
ra, y otros que en nada adelantaron el
arte, escepto el primero, cuyas comedias
son modelos de propiedad y pureza en el
lenguage y de donaire y sal en los diá-
logos ; aunque pervirtió la parte moral de
la escena, por la osadía de la espresion y
por lá liviandad de los caracteres juveniles.


Calderon es el verdadero creador de la
comedia antigua , en cuanto á la disposi-
eion de Jas escenas, la verosimilitud de los
incidentes y la regularidad de la accion..
Antes de él no se sabia sacar de la fábu-
la todos los recursos dramáticos que es-
taban encerrados en ella , ni preparar de
antemano los lances, ni preveer el desen-
lace de la accion. Inferior á Lope ' le Vega
en la creacion y variedad de los caracteres,


x39
inferior á Tirso de Molina en la fuerza y
verdad de la elocucion , es superior á am-
bos y á todos los cómicos que le antece7
dieron y le siguieron en la invencion de
las situaciones, en el artificio de la versifi-
cacion , y en la urbanidad y decencia del
lenguage. El fue quien llevó la comedia
española, errante hasta entonces en las
carretas de Thespias , al palacio de los re-
yes, la naturalizó en él, y recibió y con-
servó sin contestacion el cetro de la poesía
dramática.


Huyendo de la liviandad de Tirso, dió
á todas sus damas un mismo caracter , com-
puesto de ternura y altivez, y á sus gala-
nes ( porque no se conocian con otro nom-
bre los personages de la comedia en aquel
tiempo ) les dió sin escepcion el orden de
caballería , con las prendas de valor, dis-
crecion y respecto al bello sexo , que fue-
ron en aquel siglo la profesion de fe de la
juventud española. Introdujo en el diálogo
las cuestiones metafísicas del amor petrar-
quesco , innovacion de pesimo gusto, pero
del guste, de aquel tiempo. La uniformidad
de sus caracteres y la semejanza de sus si-
tuaciones, se perdona á favor de la increi-
ble variedad en la fábula y en los inci-




!40
dentes; Es quizá el ánico poeta de aquella
época , en quien se encuentran propieda-
des y rasgos trágicos; pero no se le perdona
el haber desfigurado la historia sin necesi-
dad, el no haber distinguido el género
trágico del cómico, y el haber plagado con
lances, semejantes á los de la comedia ur-
bana , las mas interesantes esrenas de sus
tragedias. Causa admiracion leer en las
obras de un hombre, que seguramente era
instruido , tantos disparates histói icos y
geográficos. Sin duda creia que las liber-
tades poéticas se estendian tambien á la
historia y á la geografía.


Solís, cuya versificacion es menos fuerte
y la frase mas enérgica ; Moreto , de mas
vigor cómico , aunque no tan yrofundo;
Cándamo, Diamante y Leiha , gongorinos;
Hoz y Mota, célebre por la creacion de un
nuevo varo , distinto del de Plauto; Ro-
jas, cuyas combinaciones dramáticas inter°.
san por la novedad, y otros mucl:os auto-
res cómicos , jamas llegaron á eclipsar el
nombre de Calderon, á quien miraban
como á maestro en la invencion de la fá-
bula. Asi es, que en esta parte la come-
dia española se conservó siempre la misma
hasta la mitad del siglo pasado.


Hemos no Pado con suma. imparcialidad
las bellezas y defectos característicos de
nuestros poetas cómicos. Sin negarles el
mérito que realmente tienen , hemos ob-
servado los vicios con• que plagaron nues-
tro teatro; y aun los hemos defendido,
probando que aquellos vicios eran propios
del siglo, mas bien que de los poetas. Para
elogio de estos baste decir , que los Cornei-.
Iles y Moliere tomaban de nuestro teatro
las situaciones mas interesantes para embe-
llecer con ellas sus piezas: que un cómico
español creó un .caracter nuevo de avaro,
cuando el príncipe dela comedia francesa se
contentó con imitar á Platito. Pero estos
méritos no nos obligarán á elogiar sus de-
fectos, aunque se hallen junto á grandes
bellezas.




I42


pologia de la gente del bronce de Barcelona;


Con la mayor eclificacion y alegría es-
piritual hemos leido la noticia inserta en
el Universal del ro del corriente , relativa


á los pliegos remitidos al gobierno por
el gefe político de Barcelona, don Juan
Munarriz , fechos en 5 del actual , por
los que manifiesta que de resultas de ha-
berse difundido en la ciudad la noticia de
la entrada de los austriacos en Nápoles,
se presentaron en su habitacion la milicia
nacional y ciudadanos de todas clases , so-
licitando que inmediatamente se hiciesen
salir de la provincia á las personas que la
opinion designaba como sospechosas."


Sigue luego refiriendo sencillamente
los por menores de aquella patriótica di-
putacion, y porte la lista de los compren-
didos en la justísima sentencia pronunciada
por las autoridades de Barcelona para evi-
tar los horrores de la anarquía. Bien aven-
turadas sean las tales autoridades , y los
Celosísimos ciudadanos que con tanta ra-
zon , y por un medio tan legal , supieron
poner en práctica lo que sin duda previe-
ne en repetidos artículos nuestra sabia


143
Constitucion. Nosotros no podernos menos
de unir nuestros clamores con los del
llamado pueblo ciudadanil Barcinonense,
para llevar á cabo la grande empresa de
nuestra seguridad y libertad individual.
Esta-será imposible que se consolide mien-
tras que en todos los demas pueblos no se
repitan iguales escenas, por lo menos to-
dos los domingos, que es cuando la gente
suele estar mas serena y mejor ocupada.


Desde que llegó á nuestros oidos la
desgracia sucedida al egército napolitano,
y la entrada de los austriacos en aquella
capital, se nos puso en la cabeza que na-
die habia tenido la culpa de aquella ea-
tástrofe sino el señor obispo de Barcelona
y su provisor, y el padre Planas, guardian
del convento de san Francisco. Verdad es
que no conocemos á ninguno de ellos;
pero tenemos ya tal táctica en esto de las
derrotas militares, que nunca nos enga-
ñamos en asignar las personas á quienes
se debe echar la culpa. La lástima es que
esta gracia gratis data que se nos ha con-
cedido juntamente con los patriotas cata-
lanes, no se hubiera convertido en un
don de profecia , porque entonces no bu-
bieramos aguardado el paso de los Abru--,




4.144
zos para haber puesto el conveniente re,;
medio antes de que se hubiese verificado
el mal. Nosotros hubieramos hecho ver la
necesidad urgentísima que habia de enviar
á Filipinas al ex-inquisidor Llocer , y al
baron de Troles , para dar fuerza moral
y fisica al egército de Pepé. A buen se-
guro que entonces no hubiera necesitado
el coronel Conczliis , ni ningun otro miem-
bro del parlamento, de proveerse de pa-
saportes anticipados de nuestro ministro,
para poner en salvo sus sagradas perso-
nas; porque mas facil hubiera sido que
el Vesubio se trasladase á Viena , que el
que el general Frimont se hubiese acerca-
do á las murallas de Parthenope.


Mas ya que nuestra desgracia ha que-
rido que no pudiesemos olfatear el suceso
hasta despues de realizado, apliquemos á
lo menos la única medicina conveniente
para prevenir otros ataques de igual na-••
turaleza. Salga inmediatamente de entre
nosotros toda persona contra cuya con-
ducta no se haya podido probar nada
porque constándonos indudablemente que
sus pensamientos son diferentes de los
nuestros, •¿ para qué es meternos en el be-
rengenal de un juicio , ni esperar los dte•


doses resultados de una sentencia ?
Por otra parte, ¿qué mas les da á esos


señores el vivir en Barcelona que en las
islas Baleares ? ¿No está igualmente vigen-
te la Constitucion en uno que en otro si-
tio ? No pueden esperimentar del mismo
modo los benéficos influjos de este modo
de conducir el sistema ? La primera obli-
gacion de un magistrado es administrar
justicia siempre que buenamente se pue,
da ; pero como es tan frecuente que la
justicia produzca la anarquía, como que
son hija y madre , piar eso se han inmor-
talizado los magistrados de Barcelona con-
descendiendo con los deseos de aquellos
anti-anárquicos ciudadanos. Buena picardia
hubiera sido pedirles cuenta ni razon á
estos beneméritos patriotas de los motives
de sus sospechas cuando es mas claro
que la luz, que cada uno de los que al-
zaban el grito , sabia muy bien por qué
voceaba. Qué poco 'saben algunos hasta.
qué•punto llega el entusiasmo en las almas
bien nacidas , y cómo se enciende el celo
en los pechos que estan bien provistos de
pulmones ! Apostariames á que si se hu-
biera hecho notan-in del corazon de aque-
llos buenos que se presentaron de montan


T o za o vu.
io


145




z46
en casa del señor gefe político , liabrian
encontrado en él gravados los augustos
nombres de patria, constitucion y orden:
¡Qiié poco que labrarán en sus almas las
mezquinas ideas de interés., ambicion al-
boroto ni empleo! Como que no hay cosa
que mas se les resista 'á todos los que gri-
tan en semejantes casós.


No han faltado malas lenguas á quienes
les hemos oido decir , que eran unos ver-
daderos bribones esos y • todos los que in-
tentaban violentar 'á autoridades para
'arrancarlas; por medio del terror , provi-
dencias injustas é ilegales. Sabemos que hay
algunos mentecatos que califican de aten-
tado horrible el pasage de Barcelona. Noá
consta que hay quien dice que se les dé.
'hiera haber echado mano á aquellos grita.-
dores , y destinadoles á que dieran con un
grillete egemplo de sumision á las leyes
durante unos cuantos meses. Añaden tani-
bien algunos que ni el gobierno ni las
Cortes han podido oir sin pesadumbre un
desacato semejante , y que ya se ha casti-
gado ó pensado en castigar á los exaltados
y á los débiles. Sabemos que se ponderan
los peligros de un egemplo tan funesto, y


• qué se pronostica un trastorno absoluto


147
del gobierno constitucional , si se dejan
impunes estas llamadas violencias.


¿ Pero dónde estamos ? ¿ Qué lógica es
la que ya gobierna este inundo servil y
moderado? ¿Podrá llamarse violencia el
presentarse delante de la primera autori-
dad de una provincia , y decirla con
muy buen modo que si inmediatamente
no egecuta lo que se le manda, se la ti-
rará por la ventana? ¿ Habrá quién dude
de que no hay cosa mas conforme con


. el derecho natural que el procurar echar
abajo al que .nos incomoda que esté. en-
cima ? No se ha dicho siempre que el ca-
mino mas corto para llegar de un • punto


otro esia línea recta ? ¿ y qué línea hay
mas recta ni mas corta que la de hacer
uno egecutar su voluntad en el momento
mismo en que la pronuncia ? ¿ Qué egem-
plo mas deleytoso para los de Valencia ó
•de otras partes , que el saber que con po-
nerse una vez serios unos el:Tantos .amigos,
se logra quitar de en medio á quienes se
les pone en la cabeza? ¿ Qué constitucion
hay en el mundo que conceda unos dere-
ches mas apreciables? Ni ¿.qué patria hay
mas dulce que aquella en que se toleran
y se aplauden esos inocentes desahogos


ro.




48
de la patriótica arbitrariedad No quisie.-
ramos hacer la menor injuria á la sevicia
del gobierno; pero en caso de ser cierto
que se haya tratado de castigar á los be:-
neméritós deportadores-, esto solo proba-
rá que ya no estan encargadas del gobierno
las mismas personas que lo estaban hace
'algun tiempo ; porque estamos muy segu-
ros de que aquellas no hubieran dejado
de recompensar dignamente tan heróycas
'adhesiones. Oh desgraciados adictos-, •• y
-qué protectores tan poderosos ha perdido
vuestra patriotisimidad!


Pero lo que mas nos choca , nos den-
-de y aturrulla es que las demas provincias
no hayan sabido imitar unos rasgos tan
-enérgicos y tan significativos como los de
Barcelona ,• porque si bien es verdad que
los graves valencianos han querido dar • la
debida extension á estas filantrópias medi-
das dícese que no han sabido condecir
el. negocio con aquel grado de teson que
los caracteriza y distingue. $u representa-
cion á las Cortes , firmada por la parte ó
fraccion mas constitucional del universo,
no respira mas que decoro, sumision, res.
peto 'y amor á las instituciones liberales,
y al congreso que las sostiene. Pero le fal-


149
',:an mil cosas . , que nosotros y cualquier
hombre de juicio echará al punto de me-.
nos en unas resoluciones ó propuestas se-
mejantes. Suponiendo. que es, justísimo
enviar con dos mil demonios á todo el
que nos parezca un tantico sospechoso;
¿ quién. no amplía esta medida á los hijos
y parientes de los sospechados hasta el
sexto grado, y á los vecinos , amigos, con-
tertulios, y criados con sus respectivas mu-
geres P ¿Pues qué no ha de tener autori-
dad para estos. publicistas prácticos , el
respetabilísimo testimonio de los decretos
de la convencion de Francia , no menos
moderada ni menos adicta que nuestros
camaradas de Valencia y de Barcelona*?
Ya que se han mostrado tan apáticos , se-
rá preciso copiarles un artículo del decre-
to de 1 7


- de setiembre de 1793, relativo
aL arresto de. las. personas sospechosas, si-
quiera para que se averguenzen y corrijan
al ver que hasta la pusilanime Convencion
les echa la pata en esto de rigorismo de-
mocrático. Allá va el artículo a.° del ex-
presado decreto.


» Serán reputados sospechosos, .° 'lodos
los que por su conducta, por sus relacio-
nes, por sus conversaciones ó: escritos se


111




15o
hayan mostrado partidarios de la tiranía
del federalismo, y enemigos de la libertad;
2.° los que no puedan justificar de qué se
mantienen , con arreglo á la ley de 2 1 de
marzo último, y que cumplen sus obliga-
ciones cívicas; ' 3.° aquellos. á quienes se
les hayan rehusado certificaciones de civis.
mo ; 4.° los funcionarios públicos suspensos
ó destituidos de sus empleos ( esto es los
cesantes) por la Convencion nacional ó
por sus comisarios; 5.° los antiguos nobles,
juntamente con los maridos, mugeres, pa-
dres, madres , hijos ó hijas , hermanos 6
hermanas, y agentes de los emigrados que
no han manifestado adhesion -á: la revolu-
cion ,


Pudieramos , y aun debieramos, copiar
tambien el extracto del informe dado á la
Convencion nacional en nombre del comité
de salud pública , por el ciudadano Robes»
pierre (que no era menos ciudadano , ni me-
nos virtuoso que cualquiera de los gritado-
res de Barcelona), el 17 de noviembre de.
1 793. Pero no lo tenemos por convenien-
te, ya por ser sobradamente largo , y ya
tambien porque no nos agrada la excesiva
moderacion de aquel medio-patriota , que
exigia un si es no es de tribunal , de jui.


151
á° y de sentencia para esta clase de cau-
sas, mientras que en nuestro concepto
todas esas cosas no son mas que una pura.
superfluidad, 6 digamoslo asi, un pleo-
nasmo.


Y qué tendrian que responder los
señores valencianos, ni sus apoderados y
corresponsales en esta corte , al ver unos
documentos tan convincentes ?, Qué di-
rian ? Lo que decimos nosotros : que esa
moderacion nos pierde , y que si no se
arma un poquito de barullo , nos vamos
á quedar desmedrados los patronos de le
pública libertad. Verdad es . que ni el de-.
creto de la Convencion nacional , ni el in-
forme de nuestro compadre Robespzerre,_
(no hablamos del español, porque á este.
ni aun para eso le querernos , sino del
frunces) no dicen una palabra del obispo.,
de Barcelona, ni de su vicario , ni cid
baron de la Barre.; pero es porque sin
duda ignoraban el estrecho parentesco que.
tienen estos sugetos con algunos perso-
nages que estan actuahnente en candelero:
que á haberlo aquellos. sabido , no bu-.
hieran dejado tambien de perseguidos , co-
mo parientes de los -sucesores de los que nunca.
debieron haber sido sucedidos.




132
é Pues qué diremos tic Andriani que tu -


yo la avilantez de defender á Sagunto has-
ta el último extremo, y que luego ha te-
nido la indecencia de grangearse el concep-
to de hombre de bien y de militar honra.:
do ? no se cae de su peso que debia ser
expelido de Alicante , de Valencia , y de
Barcelona? Si, amigos y compinches mies,-
tros, continuad con esas briosas represen-
taciones, y sobre todo con esas corajudas
visitas é intimamientos á las autoridades,
que aunque entre ellas las haya dotadas de
bastante fuerza de alma para sostener la
dignidad de su destino., como algunas
de las del mismo Barcelona, bien podeis
contar de seguro con que la mayor parte
se pondrá patas arriba en cuanto vean
brillar en vuestras heróicas manos los sa-
grados puñales de esto que nosotros llama,
mos libertad.


x33


.dclaracion de la ímpugizacion hecha en
el número anterior de la representacion
de los comerciantes de Santander.


Habiendo impugnado en el número
anterior una representacion dirigida á. S.M.
y á las Cortes por el cuerpo de comerciantes
de Santander, relativa al contrato alzado,
celebrado y no cumplido todavía, entre
el gobierno y el comercio de Bilbao ; no
se' crea" que nosotros tomamos . á nuestro
cargo el combatir en pró ni en contra de
las pretensiones de una ni otra corporacion.
Nos parecieron muy poderosas las razones
que motivaron la solicitud de los comer,
ciantes de Santander, no porque estuviése-
mos },ase•Yurados de la exactitud de los da-
tos y cantidades que presentan , los cuales
solo pueden referirse al estado actual del
negocio, sino porque al ver las fechas de
sus anteriores representaciones, pudo ha-
berse evitado desde el mes de junio del
año pasado todo motivo de disgusto y de
queja, si se hubieran tomado las providen•
cias y precauciones que exigia el bien de la
hacienda nacional y el interes del comer-




154
do general del reyno. En ellas se le daba.,
cuenta al ministro, que entonces estaba al
frente de este ramo, de los enormes peljui-
eios presentes y sucesivos , que esperimen-
taba y habia de esperimentar el erario
público, si no se cuidaba de poner límites
á la escandalosa intruduccion que se hacia
clandestinamente por aquellos puntos. Nada
se remedió, nada se previno, y en cierto mo-
do se autorizó el desorden con cierta estúpida
indiferencia. Los. de Santander se contenta-
ron con avisarlo, y el misniterio creyó que.
hacia demasiado con oirlos: los agentes infeln
riores sahian que en llegando el 31 de di,
ciembre, ya no eran nada ; y asi no se.
apresuraron á grangearse enemigos perso-
nales.


Pero de nada de esto tiene la culpa
el comercio de Bilbao: muy al contrario, en
la representacion que con fecha de 1 . 5 de
marzo último, dirige á las Cortes, y que
no solo hemos leido con mucho pla-
cer por el excelente lenguage en que está
concebida , sino aun por la buena fe y
solidísimas razones de que abunda , no
vemos mas que una nueva confirmacion
de lo mismo que nos propusimos impug-
nar. La provincia de Vizcaya, lejos de abu-


x55
gar de lá consideracion que parece que .de-
bian darla sus antiguas libertades , y del
terrible derecho que la asiste por ser una
de -las mayores, ó acaso la mayor acree-
dora del estado, se allanó inmediatamente.
á pagar en metálico dos tercios de los de-
rechos de introduccion correspondientes
á los géneros que habían itroducido, sien,
do mas bien aparente que efectiva la re-
baja del otro tercio, por las razones que
espresan en su escrito.


No se alcanzan los motivos porque no•


b
fuese admitida esta proposicion por el go-
ierno; paro suponiendo que fuesen muy


poderosos, es lo cierto que el comercio de:
Bilbao no solo no insistió en ella, sino.
que se allanó igualmente á la propuesta.
que espontáneamente le hizo el intenden-
te de aquella provincia, para que por- un
chntrato alzado satisficiesen millon y medio
de reales.


No contento todavía el gobierno con
,este nuevo allanamiento propuesto por él •
mismo , quiso aumentar el cupo de la con-
tribucion en otros quinientos mil rea-
les mas, imponiendo á propuesta del con,
sejo de estado la suma de dos millones de
reales al comercio de aquella plaza. Tam-




157
56


bien se allanaron á ello los vizcainos,
pesar de que saltaban á la vista la instabi-
lidad y poca firmeza de las propuestas del.
gobierno, pudiendo decirse que no.hay
egemplo de una deferencia semejante de
parte de ninguna provincia.


Sin embargo todavía no han podido con-
seguir que se les cumpla este verdadero
contrato, bajo pretesto de. que aun no ha
merecido la real aprobacion., no obstante
de que sin ella no debiera haberse hecho
ni exigido la propuesta. Tiene infinita razon
el comercio de Bilbao cuando dice, que no
le toca examinar si el ministerio excedió ó
no susJacultades ;.pero que tampoco es justo
que él sufra la pena de los -errores agenos ó
de la apena malignidad. Nosotros en calidad •
de escritores públicos, no nos mezclamos
tampoco en esforzar ni en rebatir las razo-
nes con que los comerciantes de , Bilbao ó
de .Santander apoyan sus respectivos dere-
chos, sino que discurrimos acerca de los')
actos del gobierno , porque este fue el ob-
jeto que nos propusimos desde el primer
dia en que abrazamos la dificil profesion
de periodistas:


Sobre la Diligencia-Correo.
En el ario de. 1857 se formó una com-


pañía, intitulada de Cataluña, con el objeto
de establecer en España los coches de di-
.4;hgencia. Encontró mil contrariedades , y
tleonoció muy pronto que no podria lle-
var adelante su proyecto, si no se le .agre-
.gaba el encargo de la conduccion de la
correspondencia pública.


Quiso la sociedad hacer un ensayo en
la carrerra de Barcelona á Valencia; pero
aunque encontró apoyo en el gobierno , la
idea no pudo tener efecto hasta el año si,
gpiente de ata, ni tan cabal como de-
seaba, hasta fries del de Sig.


Por el mes de mayo del mismo año,
se propuso la sociedad estender su empresa
á la carrera de Madrid á Sevilla, y asistida
eficazmente por el gobierno, no dudó de
enviar á aquella carrera uno de sus coches.
El viage á la ida fue feliz, y los encarga-
dos de la sociedad trataron al paso con•
casi todos los maestros de postas, que en,
contraban niuy favorables; pro á la vuelta,
habiendo ya obrado la intriga sus efectos
:ordinarios, aquellos mismos maestros de
postas se volvieron atrás de cuanto habian
estipulado.


La epidemia de I829, y las novedades
políticas


_
ocurridas á principios de 182o, in-


terrumpieron las gestiones ulteriores de la
sociedad, que constante en su idea renovó
la solicitud en junio del mismo ario, y por




1151.3
fin obtuvo la comision de conducir la cor-
respondencia pública de aquella carrera.


A la sazon hablan venido á España unos
estrangeros llamados Castinel y Mouton,
que solicitaban del gobierno la facultad
de conducir la correspondencia pública
en la carrera de Madrid á Irun , para es-
Mecer al mismo tiempo una diligencia en
los términos que se hallaba ya establecida
de Madrid á Barcelona, y pensaba la so-
ciedad catalana establecerla tambien de
Madrid á-Sevilla.


Irritado el pundonor nacional de que se
viniese de fueracultivar un ramo de in-
dustria tan aun y tan conocido , y no pu-
diendo la sociedad entonces ocuparse de la
línea de Andanada por causa de la epide-
mia, fijó inmediatamente su atencion en la
carrera de Francia. No dudó un momento
el gobierno eit preferirla ni en confiarla la
conduccion de la correspondencia pública
de Madrid á Irun, en 25 de setiembre dei B ao.


Cuando pensaba la sociedad que con
esto no 'lanaria ya ningun obstáculo ni
contradiccion, y tenia hecha en Madrid y
Barcelona la construccion de sus magníficos
coches; ciertos agentes, enemigos de la
prosperidad pública, trataban de desani-
marla ó destruirla, induciendo á los maes-
tros de postas de la carrera de Madrid á
Irun, á que les confiriesen poderes amplios
para obrar contra ella.


Llovieron con efecto representaciones


á ministerio centra la concesion hecha á la
sociedad catalana, bajo la ridícula preten-
sien de que los maestros (le postas de aque-
lla carrera no podian ser removidos de
ellas; se insertaron en los periódicos artí-
'culos necios y virulentos ; se gritó alta y
descaradamente en las tribunas de los ca-
fés, y se pusieron en movimiento todos los
resortes imaginables para acabar con la
nueva empresa. Gracias á la ilustracion y
entereza del gobierno, que se mantuvo fiel
á su palabra y despreció los manejos de la
'intriga, la cual en otro tiempo no hubiera
dejado de (lidiar. Todavía no desalentó este
desayré del Ministerio ni la falta de apoyo
contra la sociedad de Cataluña, á los ene-
migos del bien público : continuaron alar-
mando á los maestros de postas de la car-
rera de Irun, ofreciéndoles que acusarian
á las Cortes al ministro de la gobernacion
de la península, como infractor de la eons-


rtitucion ; y al mismo tiempo establecieron
de. Madrid á L'un una diligencia semanal,
en cuatro dias y medio, con coches malos
y de construccion estrangera, bajo la deno-
minacion de Diligencia de la sociedad de
los maestros de postas. Pero entonces tam-
bien acababa la sociedad catalana de obli-
garse por cinco arios con la Direccion
general de Correos, y rabia contratado
para el establecimiento de la diligencia
con catorce maestros de postas de la mis-
ma carrera.




EL C7NS011)
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 39.
-SÁBADO, 28 DE ABRIL DE 182/:


De los acontecimientos de Sicilia en zho.


Cuando los franceses auyentaron al rey
de Nápoles de su capital, y le obligaron,
definitivamente á establecerse en Sicilia du-
rante la usurpacion , los habitantes


. de
aquella isla creyeron que aquella era una
ocasion muy favorable para mejorar sus
leyes constitucionales, y sacudir el yugo del
continente que sufrian con impaciencia des-
de el establecimiento de la dinastia de Bor-


w bon en el trono de las Dos-Sicilas. Sus es-
peranzas se confirmaron por la favorable
cooperacion del ministerio inglés , que te-
miendo en 1811 una invasion en aquella
isla, amenazada por los preparativos de
Murat en Calabria , juzgó muy necesario


Tomo vix.
xx


16o
Ya. era tiempo de ciar un córte á estas


miserables contrariedades, como le dió ]a
sociedad poniendo en movimiento cien ca-
ballerías para montar las paradas, y prepa-
rándose á comprar doscientas mas para
atender á las carreras restantes, Esto solo
bastó para • destruir la intriga y atraer á
los maestros de postas á contratar con una
sociedad que les ofrece mil ventajas, ade-
mas de darles las mismas cantidades y an-
ticipaciones que la renta de Correos.


Infiérese de lo que va dicho, .° que la so-
ciedad catalana merece la preferencia en la
empresa de la Diligencia-correo de España,
porque ha sido la primera que la propuso, y
ofrece estender este establecimiento utilísi-
mo a todos los caminos principales del reyno:
2.° que siendo puramente nacional, es acree-
dora á la proteccion del gobierno, que debe
fomentar el espíritu de asociacion sin el cual
jamas podrán realizarse otras grandes em-
presas: 3. 0 que la espresada sociedad, ade-
mas de la utilidad de la comunicacion rá-
pida y periódica que va á proporcionar,
mejorará las posadas de las carreras de Es-
paña, y aumentará el número de las caba-
llerías de las paradas; finalmente , que la
diligencia llamada de los maestros de postas
en que nunca se habia pensado antes, no
se propuso por objeto la utilidad pública,
sino el entorpecimiento ó la destruccion
de la empresa de la Diligencia-correo.




162
ligar los intereses de los sicilianos con los
de la Gran Bretaña, por medio de un gran
beneficio, y el lord Bentink fue enviado á
Palermo con el doble objeto de acomodar
á aquella isla las instituciones liberales de
Inglaterra, y de asegurarle para 10 sucesivo
su independencia del reyno de Nápoles. El
rey Fernando prometió uno y otro. Abo-
liéronse los derechos feudales y abaciales,
se publicó una constitucion y se proclamó
la ,independencia de la Sicilia.


Cuando en 181.5 fue restituido el rey
de Nápoles al trono del continente, como
la Inglaterra no tenia ya interes en la
suerte futura de los sicilianos, y el gabi-
nete de Austria lo tenia en que no exis-
tiesen en Italia pueblos libres, el rey de
las Dos-Sicilias tuvo á bien retractar sus
-palabras y proclamas, anular la constitucion
y convertir de nuevo la Sicilia en provin-
cia del reyno de Nápoles. Ya se deja en-
tender. cuáles habran sido desde 1815 basta
1821, las disposiciones de aquel pueblo,
el mas osado y vengativo que existe en
Europa, despees de ver engañadas sus es-
peranzas y retractadas tan solemnes pro-
mesas.


El descontento y la fermentacion era


i65.
general en la isla, cuando rompió en Ná-
poles la revolucion del 1 de julio.„Los be..
neficios de la constitucion española se es-
tendieron entonces h la Sicilia.; pero se
quería mas, se quería la independencia. El
príncipe hereditario que á la sazon se ha-
llaba en Palermo salió para Nápoles á. la
prime/• noticia de la revolucion, dejandd




por su lugar teniente en la isla al general
Naselli , hombre débil, y aunque siciliano,
mal visto de sus compatriotas. Los minis-
tros napolitanos, ni dieron la independen-
dencia, ni tornaron mas precauciones, nece-
sarias para asegurar la quietud y el orden,
que ocultar cuidadosamente las noticias
que recibian de la corte; pero un buque
inglés que llegó el 8 á Palermo, las disemi-
nó completamente. El entusiasmo dé los


• sicilianos se manifestó con un furor igual
á la opresion que habian sufrido; y aquel
Mismo dia se adornaron hombres y muge-
res con la escarapela tricolor de los carbo-
neros. A esta primer alegria, escitada por la
libertad de Nápoles , sucedieron bien pron-
to reflexiones desagradables acerca de su
dependencia, y por la tarde se vió la es-
carapela carbonaria acompañada de•la ama--
villa, coronada con el aguila de Sicilia.




64
El 15 por la mañana, dia de santa Rosa-


lía, patrona de la isla, todos los habitantes
se presentaron con el distintivo nacional
gritando ipzva la constitucon de España!
¡viva independencia! A la tarde,.durante
la procesion y cuando los oficiales de las
tropas , partícipes del gozo universal, se
hallaban diseminados por todo el pueblo,
adornados con la escarapela tricolor , el
general Cluirch, oficial inglés al servicio
de Nápoles, y ya odioso por haber aconse-
jado la disolucion de las logias, se atrevió
á arrancar algunas escarapelas y á amena-


' zar á los ciudadanos que mirabean su arrojo.
El puebla-indignado de su insolencia y
escitado por las exortaciones de un clérigo
calabrés, persigue al general , y sin duda
le hubiera muerto, si el general Coglitore
no hubiera espuesto su vida para salvarle.
Church solo tuvo tiempo para entrar en
un coche, huir de la ciudad y embarcarse.
El pueblo ya que no pudo vengarse en él,
corrió á sú casa, y á pesar de la resistencia
de la. guardia , quemó todos los ineubles,
absteniéndose ' de robar.


Animado por la impunidad de este.
primer. desorden , concurrió el 16 por la
mañana á la intendencia , á la secretaria y


165
á la casa del sello, mientras otro tumulto
mucho mayor se presentó en el palacio del
lugar teniente Naselli, pidiendo la indepen-
dencia y la constitucion española.


Naselli promulgó un edicto en que
prometia despachar al momento un correo
á Nápoles con las peticiones de los paler-
mitanos, y publicar la respuesta del go-
bierno cuando llegase; pero apenas se
aquietó el tumulto , no pensó en cumplir
su promesa. El pueblo viéndose burlado
y temiendo el fuego del castillo, pidió que
la mitad de su guarnicion fuese de las
milicias de los gremios; y durante esta
contestacion , la muchedumbre impaciente,
se apoderó del castillo sin encontrar la
menor resistencia; libertó á los conscriptos
que estaban presos, y tomó posesion de
r4.000 fusiles y de las provimones de
guerra que alli se guardaban. En este con-
flicto , el general Naselli convocó los cón-
sules ó gefes de los gremios, para que or-
ganizasen regimientos y velasen por la se-
guridad pública, que se restableció con
piquetes de tropa, mandados por un noble
y un consul. Se creó ademas un inspector
general de la milicia cívica, y se diputaron
muchos nobles á los cuarteles y arrabales




166 •
para formarla•pero basta la noche no se
les dieron las instrucciones necesarias. La
rpunion de la muchedumbre crecia , y
Manifestaba la intencion de apoderarse de
los dos fuertes situados al lado del palacio
real. El cardenal Gravina , arzobispo de
Palermo , se presentó al pueblo acompaiia-
do de muchos nobles y otros .ciudadanos
distinguidos, don el objeto de persuadirle
que semejante empresa irritaria á la tropa
del cuartel de Santiago, preparada ya á
reforzar la guarnicion de los fuertes. Con-
siguió impedir las hostilidades , estipulando
que se uniesen á dicha guarnicion 940 hom
bres del gremio de los plateros.


El mismo día 'por la tarde; fue el pue-
blo á la casa del juego, echó de ella á to-
dos los empleados , quemó los archivos
del- dominio y todo lo que encontró en
casa del marques Ferreri, ex-ministro de
hacienda de Sicilia. Estos fueron los suce-.
sos del 16.


Aquella noche juntó el general Naselli
un consejo de siete personas en su casa,
estramuros de Palermo, para decidir lo que
se debia hacer en aquellas circunstancias.
Este consejo le espuso , que si los ciuda-
danos estaban decididos á sostener su in-


. 16y
dependencia, el mejor remedio era acceder
á sus deseos: que el resentimiento público
se había manifestado particularmente con-
tra las instituciones de data reciente, como
el sello y la intendencia; que -convenia
abolirlos y proclamar su supresion en todo
el reyno, para impedir semejantes escanda-
los en las otras ciudades. Nase/Ii dijo á
sus . consejeros, que no tenia poder para mas
que para hacer representaciones al gobier-
no. Redactaron, pues, una memoria que
debia remitirse á Nápoles aquella misma
noche, manifestando el voto general de los
sicilianos por su independencia, y supli-
cando al príncipe regente que condescen-
diese con él. El lugar teniente la firmó;
mas no la remitió ni la anunció al público
por proclama. El consejo propuso tambien
que se confiase á los cónsules cargo de
conservar el orden, para poder arrancar
las armas de las manos del pueblo y entre•
garlas á ciudadanos conocidos. Antes de
que se disolviese, algunos generales repre-
sentaron al lugar teniente, que la tropa se
daria por ofendida si no se la empleaba en
rgptimir los desórdenes: á lo que Naselli
•contestó , que ya el cGnsejo habla decidi-
do reunirla con,


la milicia de los gremios.




x 68
Esta sesion duró hasta la una de la noche,


A las dos salió, la caballería de sus cuar-
teles, se dirigió á la plaza de santa Teresa,
y avanzó hasta la puerta nueva del palacio.
Ya las tropas con diferentes pretestos ha-
bian alejado la milicia gremial de los. fuer-
tes y del palacio, y se habian apoderado de
ellos. A las tres , se colocaron en posicion
muchos regimientos de infantería en la
plaza de palacio, cerca de la catedral y de
los archivos.


Naselli, que solo quería deslumbrar al
consejo, publicó en la mañana del 1 7 una
proclama enteramente contraria á la que
se habia proyectado la noche anterior, para
justificar los movimientos hostiles de la
fuerza armada. El pueblo vacilaba entre
el temor y el descontento. Muchos nobles
y sacerdotes, y todos los cónsules asegura-
ban , que la actitud de la tropa, no solo
tenia por objeto asegurar la tranquilidad
pública; pero no era posible darles crédito
viendo puestos avanzados, cañones, mechas
encendidas, los fuertes en poder de los
soldados, los gremiales arrojados de todos
los puntos, ciudadanos sin armas heridos
per la tropa, y el saqueo de Palermo pro-
metido á esta. Esta ostentacion inesperada


16g
de la fuerza armada, y las primeras aparien-
cias de hostilidades, hicieron correr á las
armas al pueblo indignado ; y ya fue im-
posible á los buenos ciudadanos impedir
el tumulto y la efusion de sangre.


El duque de Villafiorita , el príncipe
de Maletti, don Cesar Santora, don Carlos
Leone y otros ciudadanos respetables, fue-
ron aceleradamente á casa de Naselli ,, le
espusieron la inminencia del peligro, y
obtuvieron una orden para que las tropas
no hiciesen fuego. Presentáronse con él
en el puesto avanzado de San Cosme, man-
dado por el teniente coronel Lecca , y se
consiguió una suspension de hostilidades.
Pasaron de alli á la catedral, y cuando
estaban parlamentando con el comandante
de aquel puesto, se oyeron los primeros
tiros. En el mismo • momento un soldado
hirió en la cabeza al príncipe de Maletti
que estuvo á riesgo , de perder la vida,
igualmente que otros ciudadanos desarma-
dos.. Ya no pudo contenerse el furor del
pueblo : el combate fue general. Las guar-
dias de las cárceles que eran paysanos,
viendo á sus compañeros fugitivos, y á
los soldados corriendo por toda la ciudad,
degollaron no solo á los que se resistian,




170
sino tambien á los que estaban desarmados
en las casas: abrieron las prisiones y die-
ron libertad á los presos. Sostenidos con
este refueizo , rechazan la tropa , se apode-
ran de algunas piezas de artillería , las
vuelven contra el enemigo , recobran y
guarnecen los fuertes. Entre todos los del
partido popular se distinguió un frayle, lla-
mado Juaquin Vaglica, que obtuvo despues
elgrado de coronel.


El lugar teniente Naselli , causa de tan-
tos desórdenes y calamidades por su per-
fidia y debilidad , se embarcó para Nápo-
les, dejando la anarquía y la muerte en el
recinto de Palermo. Su partida aumentó el
desaliento de los soldados y la audacia del
pueblo. Se entregaron al pillage los esta-
blecimientos públicos, los almacenes mi-
litares; los palacios del rey, y cuarenta mil
onzas de oro depositadas en la hacienda
real, se repartieron entre el pueblo. En la
noche del 1 7


y en la mañana del 18, se
rindieron prisioneras casi todas las tropas;
y fueron tratadas con la moderacion que
,parecia imposible esperar de una muche-
dumbre indisciplinada.


Para atajar los males que se temian de
la situacion del pueblo, los síndicos de las


17/
corporacion es se reunieron el 18 para ele-
gir una junta provisional , compuesta de
todos los órdenes de la ciudad. Se nombró
por presidente al cardenal Gravilla , y por
secretario general, á Cayetano &momo que
habia sido ministro de hacienda. Las pri-
meras ocupaciones de la Junta fueron con=
ceder una amnistia general , formar la
milicia cívica, y organizar la fuerza arma-
mada , segun el plan que le presentó el
general Requesens.


En la sesion del 23, con el consenti-
miento unánime de los 7 a cónsules, de-
cretó enviar á Nápoles una diputacion
compuesta de ocho individuos de la Junta,
que fueron el príncipe de Pantellaria , el
conde de San Marco, el doctor -don Gas-
par Vaccari, el duque de Cumia, los curas
Sozzi Marino , y los cónsules don Fran-
cisco San toro y don Mercurio Tortorici.
Esta diputacion iba encargada de esponer
á S. M. los acontecimientos de Palermo,
y de manifestarle el voto unánime de la
Sicilia por la independencia y por la cons.
titucion de España. Otras diputaciones se
enviaron á Mesina , Catania y Trapani , y
circulares á las demás ciudades, exhor-
tándolas á hacer causa comun con Palermo,


5




I72
El 24 de julio llegó de Nápoles el prín-


cipe de Vi!lafranca, que fué recibido en
triunfo. El cardenal Gravina le cedió el
puesto de presidente. Casi al mismo tiem-
po llegaron al puerto dos fragatas y dos
bergantines napolitanos. La Junta y los
cónsules decretaron unánimemente que el
marques Arnorosi, acompañado dé tres cón-
sules, parlamentasen con el comandante
de aquellos buques, que era el capital Juan
Bausen. Este pidió permiso para entrar en
el puerto, y que se diese libertad á los sol-
dados napolitanos que habia en Sicilia,
asegurando al mismo tiempo que las inten-
ciones del .príncipe vicario general , eran
pacíficas. La Junta respondió, que tendria
con respecto á los prisioneros. toda la soli-
citud que exige la humanidad, y que ya
habian despachado á la corte una diputa-
cion. Negósele la entrada en el puerto.


Desde el 23 se habia dado á los soldados
prisioneros el hospital de San Francisco Ja'
vier, , preparado ya para alojarlos cómoda-
mente, y el príncipe de Pandolfina estaba
encargad. de que se les tratase como era de-
bido, á cada uno segun su grado. Diósepermi.'
so para salir de la isla á todos los napolitanos
que residian en Sicilia, ya como particula.-


z 3
res, va como magistrados, y que no habian
tornado parte en las últimas turbulencias.
Las cartas del presidente don Domingo
Montone, y del fiséal don Felipe Carrillo,
el príncipe de Villafranca , prueba n


que
son exageradas las noticias qne se dieron
.entonces acerca de los malos tratamientos
que sufrieron los napolitanos. Tiunbien se
exageró mucho el número de las víctimasb
de aquel movimiento popular: pues ha-
biendo decretado la Junta en 24 de julio,
dar un resrcimiento á las familias de los
que (labial] sido heridos en los Bias x5, 16
y 1 7 , lo que debió producir declaraciones
exactas , se conoció que los muertos no
pasaban de 53 y los heridos de 66.


El 26 dirigió la Junta una circular á
las denlas ciudades de la isla , incitándolas
á nombrar representantes para formar el
congreso, especificado en la constitucion
española. El 3 de agosto publicó una pro-
clama en respuesta de la del príncipe vi-
cario general, que exhortaba á la sumision
los pueblos de Sicilia. Al mismo tiempo se
continuaba el armamento con actividad.
Reuniéronse doscientos pueblos á Palermo:
la toma de Calatánisetta hizo nulos los
esfuerzos de Mesina , eterna rival de la




x74.
metrópoli: casi al mismo tiempo se nom-
braron en toda la isla diputados para la
junta provisoria. Las ciudades de .Celafú9
Bisacquino, Carini, Calatagirone, Ficarra,
Aidone , Licasta , Marsala , Traína y Mis-
tretto, fueron las primeras que nombraron
representantes para el cuerpo legislativo: 111
de modo que la junta se halló en breve.'.
autorizada por gran parte de la nacían:1
Constituyó la fuerza militar, recibió dones
patrióticos.; regularizó la percepcion de
contribuciones , nombró las autoridades
civiles , y declaró que todos los emplea-
dos eran militares. Al mismo tiempo se
daban buenas esperanzas en Nápoles á los
diputados sicilianos , y pasaba á Sicilia el
general don Florestan Pepé, conocida poi-
la dulzura de caracter, con instrucciones
que correspondian á las esperanzas de la
diputacion. Una de ellas era que se accediese
á la independencia del reyno y pariamentQl1
de Sicilia, siempre que el resto de la isla'
:acceda á los votos 'de los palermitanos. La-
misma promesa habian hecho de palabra
.los ministros de Nápoles á la diputacion,
que llegó 'á Palermo, el 8 de setiembre.
.El ti se hizo saber al público que S. M.
concedia á la Sicilia la independencia, con'




175. .)


tal que se probase que 'de toda la isla
la deseaba : que los sicilianos tendrian un
parlamento particular , y gozarían de todas
las libertades de la constitucion española;
y que para dar mas garantía á las institu-
ciones de entrambos reynos, se adoptaria un
reglamento general; relativo á la fuerza ar-
mada, al cuerpo diplomático y al decoro de
la familia real , comun á entrambos reynos.


El mismo dia se nombró una comision
que propusiese los medios de restablecer
la paz y de estipular con el general Pepé;
se dió orden á las tropas acampadas en los
diferentes puntos del reyno , de abstenerse
de toda hostilidad , sin dejar sus posi-
ciones militares , y se nombró una dipu-
tacion para salir al encuentro á la escuadra
napolitana, y traer de vuelta á Palermo
la señal de la paz ó de la guerra.


El general Pepé desembarcó el 1.5 en
Melazzo con cuatro mil hombres: los ocho
diputados se le presentaron al momento;
pero él , ateniéndose - á sus instrucciones,
se negó á parlamentar hasta el restableci-
miento del orden ; manifestó su intencion
de marchar á Palermo, y el deseo de tener
en Termini una conferencia con el príncipe
de Villafranca.




176
La Junta, 'despnes de tina discusioti


muy acalorada, decretó enviar al general
una diputacion compuesta del presidente
y otros siete individuos. Estos se embar-
caron para ir á Termini , y corrieron
grandes peligros en la mar : pues una barca
cañonera de los napolitanos , las disparó
cinco cañonazos con metralla : al fin pu-
dieron aportar aquella ciudad , y arregla-
ron con el general las condiciones de la
capitulacion. Pepé adlii4 verbalmente á
muchos artículos ; pero aunque prometió
observar escrupulosamente el tratado, no
quiso firmarlo , dando por pretesto , que
los súbditos deben. rendirse á su soberano;
pero no capitular con él. Añadió que iba á
marchar á Palermo con su egército , y su-
plicó á los diputados que hiciesen publicar
aquella convencion, entregar las fortalezas
y los cañones , y retirar las tropas : pro-
metiendo por su parte , que no se eger-
cerian venganzas en la ciudad de Palermo.


Los diputados , no pudiendo volver á
Palermo• por mar, á causa de una tempes•
tad, y siendo peligroso el camino de tierra
por la anarquía que reynaba en todos los
puntos de la isla, enviaron un hombre de
confianza para que diese parte del tratado


177la junta provisional , con una carta del
presidente , en la que insertaba su oficio
al general Pepé, disuadiéndole de ir tan
pronto á Palermo, y manifestándole el
temor de la reaccion del populacho.


En la sesion del 24 de noviembre,
ademas de aquellos documentos , se leyó
una carta del presidente á don Manuel
Requesetis , comandante general , en que
le recomendaba la pronta egecucion de las
medidas de seguridad. Por mas divergencia
que ,hubiese en las opiniones de los indi-
viduos , todos convenian en la dificultad de
persuadir al pueblo, que las tropas no se
acercaban con intenciones hostiles. Para
preparar los espíritus á la 'mudanza que
iba á verificarse, se resolvió publicar las
dós cartas del príncipe (le Villafranca , y la
proclama del general Pepé, fecha en Ter-
mini el 22. Pero ni estos documentos , ni
las exortaciones de los hombres instrui-
dos. bastaron á desvanecer la idea que el
pueblo tenia de la traicion de les dipu-
tados.


La desconfianza aumentó , , cuando supo
el resultado de la sesion del 24. Los eón_
soles que hahian suscrito á las determi-
naciones de la Junta, perdieron absoluta-


Tomo yu.
X2


a




178
mente su influencia y autoridad. Los bue-
nos ciudadanos miraban en los documentos
publicados el fin de las agitaciones, y la
confirmacion de sus esperanzas : los mal-
vados se aprovechaban de aquella otasion,
para esparcir •temores , sublevar los espíri_
tus ; y escitar las pasiones. Se formaban
corrillos en todas las calles : se gritaba
contra las disposiciones de la Junta : decian
que la paz era mur buena; pero que las
tropas napolitanas no debian avanzar. Mía-
dian que la Junta quería entregar la
ciudad al general napolitano , para que se
vengase del pueblo y de todos los que ha-
Pian tenido parte en *los sucesos del i6
y..1 7 de julio: estos, ya por temor, ya
por no perder el imperio que egercian,
se oponian & toda reconciliacion.




El caballero Requesens no dejó por
eso de cumplir las órdenes de la Junta. En
la mañana del 25 , se dió orden á los fuer-
tes de no cometer hostilidades contra las
tropas napolitanas , y de cederles cuando
llegasen las guardias dé los puestos. La
misma orden se comunicó á la artillería.
En todas partes fueron mal recibidas estas
órdenes. El lazo de la disciplina estaba
relajado, las tropas dispuestas á la .resis-


179
tencia : todo anunciaba un gran desastre.


Ya los napolitanos se hablan acantona-
do en llisilmeri y en las cercanías. Esta
noticia Contuvo á los mas


. ; pero inflamó
á los descontentos. El general Requesens
dió orden de traer á la ciudad 4 cai'iones
que 'labia en el regato de los corsarios,
para impedir que el pueblo usase de ellos
contra los napolitanos; y .para no aumen-
tar las sospechas , los . dejaron abandonados
junto á una puerta de la ciudad sín guar-
darlos. La curiosidad ,


atrajo gente .: era
domingo : no se hab;láiba mas que de los
cuatro cañones : todos preguntaban para
qué los habian traido allí: el gentio se
aumentaba , y no faltaba mas que una yoz
para poner aquella masa ;en movimiento.


La guardia eiviCa que ocupaba siem-
pre sus puestos., se ...acercó. para separar la
multitud, y disparó algunos tiros. Los ánimos
se irritaron; la desconfianza , que ya era ge-
neral contra los civicos , adquirió nuevas
fuerzas ; el pueblo entró amotinado en la
ciudad, con intencion de desarmar la tro.
pa. Manifestóse la mayor mgitacion en to-
das partes; pero no hubo suceso decisivo,
sino que los cañones quedaron en poder
dolos del barrio de La superioridad




So
que este"réfuerzo daba al populacho, des-
alentó á -los buenos ciudadanos. Aque-
lla noche fué atacada la guardia cívica:
pero se 'resistencia enérgica y las centine-
las numerosas que mantuvieron la co-
municacion entre todos los puestos, hicie-
ron concebir mejores esperanzas para el
dia siguiente.


Pero-apenas amaneció, cuando un mo.
vimiento general se levantó de todas par-
tes contra los cívicos. Los cañones , de
que el pueblo se habia apoderado, cor-
rian de puesto en puesto. La guardia no
era bastante numerosa para resistir: reti-
raronse los tímidos y los cansados: los débiles
é inciertos nada hacian. No habia quien
mandase, los que aun .resistian, solo es-
cuchaban la voz de su deber.


Los primeros puntos de ataque , fueron
el barrio de Carminello y la casa del prín-
cipe de Villafranca. Este habia comprado
muchas armas para los regimientos sicilia-
nos que se habia pensado formar. Los ma-
lévolos digeron al pueblo , que el prínci-
pe las guardaba para los napolitanos. Es-
to bastó para que atacasen aquel palacio.
Durante dos horas los buenos ciudadanos
defendieron aquel punto , y aun se apo-


ItSt
deraron de un cafion; pero la multitud y
el furor crecian ; los cívicos pidieron re-
fuerzo á la seccion vecina. Muchos hom-
bres se acercaron con un cafion , corno
para darles socorro; pero apenas. toma-
ron una posicion conveniente, le volvie-
ron contra ellos, y les obligaron á retirar-
se. Entraron en el palacio : no encontra-
ron las armas: pero robaron todos los
muebles.


Todos los puestos cívicos tuvieron que
rendirse , á pesar de su resistencia que fué
vivísima en la puerta de Maqueda. Des-
pues de ocho horas de combate, ,


en que
perecieron muchos ciudadanos, quedó. la
victoria por el populacho ; y sin duda. su
desgraciado triunfo hubiera ocasionado ma-
yores desastres, si la repentina llegada del
general Pepé, no .


hubiera obligado á aque-
lla muchedumbre indisciplinada á defen-
der la. ciudad. Su primer ataque contra
los napolitanos fué terrible ; é hicieron
tanto .daho en la linea enemiga, que la
obligaron á replegarse


.
hasta el regato de


los Corsarios, y á apoyar su ala izquier-
da en la montaña de Menzagno. La es-.
cuadra napolitana no pudo sostener al.
egército de tierra; porque durante cuatr:o.




J82


chas el fuego. .de los puertos y de las ca-
ñoneras sicilianas, la tuvieron separada de
la costa. El general Pepé se aprovechó
de la noche del 26, para ocupar una quin-
ta del príncipe Católica , cercana á la puer-
ta de los griegos, el járdin públieo ,
de las plantas , las fdrtalezas y los bastio-
nes.


Los palermitanos dieron el 2 7 un ata-
que tan formidable en todos los pintos,.
que obligarán al enemigo á retirarse se-
gunda vez. Los habitantes de Meuza.nob • 7


Paixo y Mon real , y un cuerpo de•
3 á 4 mil paysanós de Agliastro, Misil-
meri, Menzajuso, y Vicari, le
incomodaron mucho en su retirada , que
se verificó por la noche: y mas le hu-
bieran incomodado; si la esploSión dé la
fábrica: de pólvora •:• e Misilmeri no
biera muerto á muchos paysanós y ahu-
yentado á• los denlas. Un cuerpo napoli-
tano de goo hombres, que venia de Tra,
pani á Monreale , fué derrotado . en Alca-
Jim, y perdió la caja militar , la artille-
ría y todo el bagagc. Estos reveses mo-
vieron á Pepé á enviar parlamentarios. Pe-
ro segun el desórden', que reinaba en la
ciudad, no había autoridad constituid,


83
legalmente, con la cual se pudiera. tratar,
El pueblo arrestó á algunos de los parla-
mentarios , entre ellos al Mayor Cianciulli,
que fué el que aconsejó al general la mar-
cha precipitada sobre Palermo. La Junta no
existid. ya; por lo cual fué conducido el
mayor á casa del príncipe de Palermo,
que gozaba de mucha popularidad , y
que desde este momento dirigió los ne-
gocios. Conferenció con el general napo-
litano , el 5 de octubre ,firmó: con él ., á
bordo de la goleta inglesa The- 21aeer, un
tratado, segun el cual los napolitanol oeu-
parían la ciudad, y á los sicilianos te
concedia el derecho de decidir pluralt-
dad•


de votos , si su parlamento debla unir-
se, ó no, al de Nápoles.


Palermo abrió sus puertas. Pepé ocupó,
todos los fuertes , dejando acampada' fuera
de la ciudad una parte de sus tropas. Al-
gunos facciosos , atribuyendo esta medida
á temor las atacó desordenadamente; pero
la :caballería


• los dispersó con pron titud,
y quedó,


restablecido el orden. Pepé for
-


nió una nueva junta
• ipiovisionaL, nom_


brand°
por presidente ál príncipe de Pa_


lermo , y envió á Nápoles la noticia de
cuanto ,babia pasado.




x$4
Bien sabido es de qué manera fié re-


cibida en Nápoles aquella capitulacion. El
parlamento la anuló , y si el general Pepé
fué declarado benemérito de la patria, fué
atribuyendo la concesion que habia he-
cho , á ardid militar , que los sicilianos
calificaron con el nombre de perfidia. Pero
Pepé se libertó de esta acusacion , neg4n-
dose á aceptar las distinciones con que el
gobierno le quiso condecorar, y manifes-
tando que no habia obrado sino en virtud
de las instruciones recibirlas , ni ronce'
dido ningun articulo que no estuviese
dentro de los limites de dichas instruciones.


El general Cálletta, sucesor de D. Fla-
restan Pepé, dió órdenes muy severas, ini•
puso una fuerte contribucion, y mandó.
que se procediese á la eleccion de diputa-
dos para el parlamento de Nápoles. Los
palermitanos , constantes en la defensa de
su. independencia , no quisieron interve-
nir en los colegios electorales de parro-
quia. Todas las clases de la ciudad se ne-,
fiaron á un acto , que creian destructivo
de la libertad pública. Entónces el gene-
ral Colletta mandó á los empleados del
gobierno , que formasen aquellos colegios
bajo pena de destitucion, Les diputados.;


185
nombrados de este modo , contra el voto
de sus conciudadanos, no se creyeron auto-
rizados para aceptar; y las diputaciones
enteras de Palermo y Girgenti enviaron
al parlamento napolitano su dimision. En
este estada peligroso de animosidad ha en-
contrado á los dos pueblos la catástrofe
de Nápoles.


Dos motivos nos han obligado
0-


blicar la narracion de estos sucesos. El pri-
mero, que no se han conocido con la
exactitud necesaria para la verdad histó-
torica; y el segundo , por desvanecer un
error bastante general , y en que nosotros
tambien , fiados en las relaciones de los
papeles franceses, hemos incurrido. Se ha
creido , que la insurreccion siciliana fué
asistocrática, promovida por los barones
de la isla para conservar sus privilegios,
y sostenida por un pueblo ignorante,
venal y e-elavo. Pero los documentos, que
hemos tenido á la vista , prueban que el
motivo de aquella insurreccion fué mas
noble. Al grito de viva la independencia!
se unió siempre el de viva la Constitución
de España ! Es falso , pues, que los
lianos deseasen la Constitucion inglesa de
Bentinek. Su objeto principal era libertar


r




186
su isla de la influencia napolitana; mas no


por eso querian renunciar al beneficio de sus
gobernados por /a Constitucion espaitola.


En esta narracion nos hemos conten-
tado con esponer los hechos, abstenién-
donos de toda calificacion , que el lector
podrá hacer por sí mismo. La que nos
parece que hará la histeria , es la siguien-
te. Tan reprehensibles son los napolita-
nos en haber querido tratar á la Sicilia
como á una provincia de su monarquía,
como los sicilianos en haber suscitado una
guerra civil en momentos tan críticos. La
decision de la independencia de la Sicilia,
debió haberse reservado á tiempos menos
peligrosos: unos y otros debieron hacer
una transaccion interina, y armarse en el
momento para la defensa de la patria co-
man. La pérdida de tres meses que se gas-
taron en operacianes diplomáticas y mili-
tares, para decidir aquella cuestion impor-
tante, fue muy funesta á la causa de la
libertad.


7
CORTES.


SESIONES DEL I5 Y 16 DE ABRIL.


Ley interina para la breve sustanciacion de
las causas, y pronto castigo de los delitos
contra la seguridad del estado.


Los facciosos, sea cual fuere su
divisa, nada pueden eri los pueblos
que estan contentos con su suerte:
su amor y su felicidad son las dos
bases sobre que se afirman los im-
perios ; pero nadie ama en -virtud
de un mandato, ni es feliz por que
lo digan los periódicos censurados.
(Discurso de Mr. Guitard en la
cámara de diputados de Fran-
cia, sesion del 6 de abril, copiado
en la gaceta de Madrid del a o).


Extraordinario es por cierto el fenome-
no político que ofrece la Espaiia en su si-
tuacion actual. Hace poco mas de un ano,
que al primer grito de libertad que resonó
en la isla de Leon , en el para siempre me-
morable dia 1. 0


de enero de 182o, respon-
dió casi simultáneamente el eco de todas




X 88
las provincias. El entusiasmo fue general y
uniforme : Galicia , Asturias Cataluña,
Aragon , Navarra, Madrid, y á su eg.em-
plo las demas provincias , aclamaron , pu-
blicaron y juraron la Constitucion en el
espacio de quince Bias. La alegria univer-
sal no tuvo límites ; nadie osó resistir, y
sin las desgracias de Cádiz, puede decirse
que en tan importante revolucion no se
derramó una lágrima, ni se notó un solo
semblante triste. Las clases todas del es-
tado se mostraron animadas de unos mis-
mos sentimientos ; y á juzgar por las apa-
riencias , aun entre los individuos pudo
creerse que no habia mas de una opinion:
á lo menos uno mismo era en público
el lenguage de todos los españoles. Sin
embargo no habian pasado dos meses, cuan-
do ya empezaron á notarse en algunas
partes síntomas de descontento : el pue-
blo en general volvió á su anterior apa-
tía, y 'ya se dieron ciertos pasos ostensi-
blemente que suponían secretas . maquina-
ciones, para derribar el edificio que se
acababa de construir eón tan general aplau-
so. Las Córtes se reutkron en estas cir-
cunstancias; su augusta presencia , la jura
solemne del pacto social por el mol lar-


s 8g
ca, y el buen espíritu de que se vió ani-
mados á los representantes de la nacion,
impusieron al pronto cierto respeto , ó
causaron cierto estupor á los enemigos
del sistema constitucional; pero muy pron-
to se recobraron del susto, volvieron á
conspirar con mas audacia y publicidad,
y hasta los sucesos mismos que debian
desanimarlos, parece que alucinaron sus es-
peranias y les inspiraron valor. No con-
tentos ya con tramar en la oscuridad pla-
nes de subversion, y de conspirar para ege-
catarlos , salieron publicamente á campa-
ña, y sin que se acobardasen por el mal
éxito de las primeras tentativas , hemos
visto que á Morales siguió el canónigo
Barrio, á este el Abuelo; y por mas que
los tres hayan sido cogidos, casi al pun-


,


to que se presentaron, no por eso se ha
intimidado el célebre cuca Merino ; sien-
do muy de notar que los mismos guer-
rilleros, que en otro tiempo se debian los
defensores de la libertad española , sean
ahora los primeros que hayan tomado las
armas para combatirla y aniquilarla.. No
hablarémos de las cuadrillas de banda dos
y salteadores que infestan los caminos;
porque esta casta de gente pertenece á lo«




üi¿


£90
das lE épocas; y lo mismo robarán, si
pueden , á nombre del despotismo, que in-
vocando la Constitucion, si así les convie-
ne para hacerlo con impunidad. Añádase
á esta resistencia armada las ocultas tra-
mas y las proyectadas contra revoluciones
que se han descubierto, y por las cuales
hay seis .6 siete causas pendientes en uno
solo de los juzgados de esta Calle ; y to-
do hombre de buena fe se verá precisa-
do á confesar que el aspecto político de
Espafia ha variado no poco desde marzo
de 1820 hasta igual mes de 1821. Este es
un hecho incontestable, sobre el cual no
llamariamos la atencion de nuestros lecto-
res , si de su examen no pudiésemos sacar
lecciones útiles y observaciones importan-
tes; pero las suministra en abundancia..
Procurarémos , pues , indicarlas sumaria-
mente examinando estas .dos cuestiones:
La ¿cuál es la causa del retroceso .que se.
observa en el espíritu público ? 2.a d cuál
es el. medio de rectificarle y de disminuir
en consecuencia el número de los enemigos
del actual sistema ? Las Cortes en la ley
que da lugar á estas reflexiones han tomado
ya algunas providencias para castigar los deli-
tos que se cometan contra él; pero aun es


195
menester algo mas. No basta castigarlos crí-
menes despees de cometidos, es preciso im-
pedir que se coirietan. Para esto es necesario
destruir la causa que los produce, y para
destruirla, es indispensable conocerla.


Ya hemos dicho en otro núrbero que
en toda mudanza política se debe cbntar con
cierto número de disidentes , mayor ó menor
segun la naturaleza de las reformas que se
quieran introducir, y el grado de ilustracion á
que haya llegado la nacion en que han •de
verificarse. Asi no tratamos ahora de esta
resistencia ordinaria é inevitable de parte
de ciertas clases perjudicadas: hablarnos de
los pretestos que imprudentemente han su-
ministrado los defensores mismos de la
libertad á sus enemigos naturales, para
desacreditarla y hacerla odiosa. ¿ Cuál es
la conducta que la política mas vulgar in-
dicaba á los que perseguidos por espacio
de seis años, pasaban repentinamente desde
el presidio,


• la fuga ó el olvido, á las
primeras dignidades del estado ? ¿De qué
se habian estado quejando ellos en el tiem-
po de su desgracia ? De la injusta persecu-
cion que los reactores del año de 14 les
habian suscitado ; de que muchos habian
sido encarcelados , y ,todos separados de




192
sus destinos á pretesto de adictos al siste-
ma constituciona l. ¿Qué debieron, pues,
hacer cuando á su vez fueron los mas fuer-
tes y se apoderaron del mando ? Lo con-.
trario de lo que habian hecho los fautores
del despotismo. No perseguir á nadie, ol-
vidar sinceramente todo lo pasado , no se-
parar de su destino á ninguno á título de
servil, y buscar para los que hubiesen de
proveer, la virtud, el talento y el mérito
donde quiera que se hallasen. ¿ Y se hizo
asi? Recientes son los h >dios , y cualquiera
puede dar la respuesta por sí mismo- ¿Qué
otra cosa mas dictaba la prudencia para
hacer amar las nuevas instituciones? }Pacer
beneficios positivos, y no contentarse con pa-
labras, no exasperar con dicterios, y no
insultar á los que se suponia poco favora-
bles á ellas; no exagerar los principios, no
declarar el patriotismo vinculado en cierto
número de individuos , abrir los brazos á
todos , no amenazar á nadie , no recordar
antiguas debilidades y Pisados errores,
reunir los ánimos, extinguir los odios y
los partidos ; en suma, mostrarse en las
obras tan justos , tan humanos, tan bené-
ficos, tan desinteresados, y en una palabra,
tan filósofos como se cacareaba en los escri-


tos. ¿Y se ha hecho asi? Mucho nos alegrá
ramos de poder responder afirmativamente-.
Y bien, ¿ si la conducta que se ha tenido no
ha sido la que se debió tener, será de extrwe
fiar que los resultados no hayan sido tain.
poco los que se esperaban y apetecian?
Si en el restablecimiento de la Constitucion,
no ha visto el pueblo el triunfo de la
libertad sobre la esclavitud, de la verdad
sobre el error, de la justicia sobre la arbi-
trariedad, de la filosofia sobre las preocu-
paciones ; sino la victoria de ciertos hom-
bres sobre otros hombres; si ha visto ha,
eerse intolerante al que poco antes recia.,
maba para sí la tolerancia, y convertirse
en perseguidores á los mismos que antes
se quejaban ,de la persecucion que sufrian,
¿ qué ha debido pensar el público impar-
cial que observaba con cuidado sus ope-
raciones ? Que las palabras constitucion,•li-
bertad 3 igualdad, felicidad de la patria
eran muy bellas sin. duda; pero que lo
que habla de real en la revolucion era que
al unos mandones liaban sucedido, otros;
los cuales imitando á . sus predecesores;
se hablan repartido entre sí el poder,i la
riqueza y los honores. Lo decimos con.,.do-
lor,


, pero sin temor de equivocarnos,-Mas
TOMO vit.




194
daño han hecho á la causa de la libertad
las antítesis de adictos y desafectos, de ser
viles r liberales, que un egército de cosa-
cos. ¿ Qué quiere decir adictos al sistema?
¿ Qué se ha de hacer ó haber hecho para
merecer este título ? .¿ Cuánto tiempo de
adhesion será necesario para obtenerle?
¿Qué clases de pruebas se admitirán en es-


' tas calificaciones? ¿ Ante quién • se han de
alegar? ¿ Bastará la adhesion verbal , ó será
necesaria la opinion interna ? Y si esta
última se requiere, ¿qué medio habrá para
asegurarse de que un individuo es adicto
en su corazon al nuevo sistema? ¿ Bastará
que él lo diga? Al punto serán adictísimos
de corazon todos. los pretendientes. ¿ Será
prueba suficiente haber sido perseguido en
el.año de r41 Mérito es sin duda; pero
prueba no lo sabemos. ¡Cuántos de los que
ahora alegan esta egecutoria, se hubieran
hallado muy bien con el régimen arbitra-
rio; si este en lugar de perseguirlos hubie-
ra hecho al uno ministro , al otro conseje-
ro de estado., togado á este, intendente á
aquel, y hubiese repartido entre ellos solos
todos los empleos de la monarquía! Sea-
mos. francos, y confesemos de buena fe que
en muchos , no _ decimos en todos, no es


tanto el ¿die á la féViá', comd'á la suerte
que les; cupo én ella,. nildeltié'ahbra se llanta
patriotismo, añíbr á la libertad, adhéSión
al sistema. Perinitézba este, pero quiten-
seles los degti16§, -


y veremos cuánitóS se
conservan adibtOl. ¡CuáritdsdeldS que mas
chillan ahoáj y se llaman' los liberales por
excelencia, habi:áii


ále¡adó por mérito &á-
rante 16i seis áridi, :


haber arrancado lápi -
das de la constitución ! ¡ Cuántos de aquellos á
quienes no cogió el carro el ano de 14, tal vez
por una pifra casualidad, han continuado
tornando sn'sueldo y sirviendo con mucho
celo al despotismo , aunque en Cádiz hu-
biesen sido acalorados pátrióta§! ¡Cuántos


.i;
se han alistado dé rin año á está parte en
las banderas de 'la libertad, porque la ven
triunfante, .'que desertarian al menor ~á
que sufriese! y ¡cm/altos hablan-


dé ideas
berales, que no saben siquiera dé qué color
son estas señoras! ¿'Y qué se deduce de
estas observacidnes? Que el espíritu públi-
co ira debido débáér ,7= 'y el entusiasmo por
la conitittieion arnórtiguarse, asi que se ha
hecho de ella Un negocio dé partido; que
muchas personas (l'U& ñó tenian interés én
ser enemigas del nuevo régimen, se han
agregado á lbs 7 cité debian serlo, asi .que


13.




196
han visto que, ó porque no gritaban , ó
porque pertenecian lt tal clase, ó porque
tuvieron tal destino, ó simplemente por-
que tienen juicio y moderacion , , se las
declaraba sospechosas, y se las designaba
con los injuriosos títulos de serviles , pan-
cistas y bartolos. Nosotros quisieramos que
los- liberales esclusivos nos digesen á qué
número quedarla reducido el de los cons-
titucionales, si de esta categoría se hubie-
sen de excluir todos los que . ellos eliminan


boTatuitamentedetanhonoríficalista..De-•
pendientes de la Inquisicion, frayles, clé-
rigos, grandes y su numerosa clientela, no-


ricos,antiguos empleado, de todas cla-
ses, golillas, mayorazgos, y por añadidura
cuántos no hacen público alarde de libera-
lismo, se estan metidos en sus casas y no
se deciden, persas y sus adherentes , afran-
cesados y sus familias! ¿Qué queda , pre-
guntamos, despues de tan numerosa elimi-
nacion ? ¿ Los que en los seis años estuvie-
ron fugitivos ó castigados ? Pero estos
no pasan de unas cuantas docenas. ¿Los
que estuvieron en .Cadiz? Pero de estos
hay que rebajar todos los que en los seis -
años conservaron sus empleos ó admi-
tieron otros nuevos. ¿Los militares que


197
combatieron contra las franceses ? Pe_
ro de estos muchos han muerto-,- nó
no pocos juraron al intruso, algunos han
-desmerecido por que se vieron en la triste
necesidad de cumplir con una penosa obli-
gacion, y un buen número prestaron su
brazo y su espada para restablecer el go-
bierno arbitrario. ¿ Qué se estraña pues
que sean tantos los enemigos del sistema,
cuando los que mas interés tenian en au-
mentar el nrunero de sus _defensores, han
hecho cuanto han podido por reduCirle á la
menor espresion? Es cosa muy graciosa lo
que está pasando entre nosotros. Un corto
número de individuos establecen por prin-
cipio que ellos solos son los buenos, los
puros, los patriotas;. á nadie admiten' en
Su congregacion , á todos los restantes les
cierran la. puerta del templo : ¡ y luego se
quejan de que no se unen con ellos para
sostener el sistema! ¿Pues cómo quieren
que nadie se presente á defenderle, si al
punto se le echa en cara que no ayudó á
establecerle ó á restablecerle; que en tal
época sirvió al déspota, que es egoista , 'y
que por lo Menos no ha dacio pruebas de
adhesion? Por otra parte, ¿para qué piden au-
xiliares, cuando dicen que ellos solos bastan


11?




398
para todo, y que no 'necesitan á nadie?
3 Ah! los que asi obran , ¡ qué poco conocen
el modo de hacer y consolidar ,una mudan:-
la política! El único medio es,el de ¡Atere-
Tesar en ella. A mayor número posille de
indiyídups; y mal wodo ps por cierto de
procurarlo, insultar, perseguir, injuriar y
calumniar á la casi totalidad de los ciu-
dadanos.


Y hé aqui en .pocas pala/na.s, la solu-
cion del 2.° problema que propusimos:
¿ Se quiere disminuir el número de los
conspiradores contra el sistema constitu-
cional ? Auméntese el de los interesados
en su conservacion. Y cuando se esté se-
guro de que el pu,ehlo en general se ha-
lla en este caso , ya se pueden despre-
ciar. las tentativas de algunos desconten-
tos, que todavía ha de haber, necesariamen-
te.„ Los facciosos , ha dicho muy bien
un orador 'de la cámara de Diputados de
Francia en las palabras que hemos pues-
to, por epigrafe de este artículo; los fac-
ciosos, cualquiera que sea su divisa, na-
da pueden en los pueblos que estan con-
tentos con su suerte: su amor y su fe-
licidad son las dos bases sobre que se
afirman los, imperios." Pero adviertase,


199
continúa el mismo orador, que „ nadie
ama en virtud de un Mandato , ni es fe-
liz porque lo digan los periódicos." El
añade, censuradas; pero lo mismo debe de-
cirse de los que no estera sujetos á cen-
sura , siempre que sean el eco de una
fraccion de la sociedad, y no la voz de
la nacion entera. Estas preciosas palabras
de un hombre á quien no se puede ne-
gar el título de verdadero liberal , coa-
tienen la leccion mas útil que puede dar-
se á los de España : nosotros no haremos
mas que comentarlas.


Se quiere acabar con las conspiraciones de
los serviles, ó hacer de ,modo, que aun
cuando alguna hubiese todavía, no. ten-
ga efecto , ni deba inspirar cuidado?
Pues no hay mas que un solo medio:,
hacer que el pueblo en general ame las
nuevas instituciones. ¿Y cómo hacerselas
amables? Haciendole feliz con ellas. Sin
esto, ni patibulos, ríi extrañamientos , ni
deportaciones de sospechosos, ni predica-
ciones, ni griterias , ni alborotos ,, ni pe-
riódicos asalariados valen.


nada. Se com.-
primirá el odio por algun tiempo, pero
luego estallará con mas fuerza : se liaran
hipócritas de liberalismo , pero á la .pri-


141




200
mera ocasion se quitarán la máscara del
disimulo. Beneficios palpables, sensibles,
reales que no puedan desconocerse, no
teorías y pomposas frases: union sincera,
no men tidas reconciliaciones: premiar el
mérito, y no atender al favor; mirar á
todos los ciudadanos como á hermanos de
una misma familia, y no excluir arbitra-
riamente á nadie de la herencia comun;
compadecer al ignorante ó preocupado, é
instruirle y desengañarle; pero no despre-
ciarle é insultarle con apodos y dicterios;
castigar con inflexible severidad los deli-
tos, pero ser indulgente con las-opiniones:
corregir, escarmentar y aun herir con la
espada de la ley si fuese preciso á los indi-
viduos ; pero nunca perseguir ni denigrar
las clases ó corporaciones á que pertenez-
ca el delincuente: en suma, ser justos y
benéficos, como manda la Constitucion,
hacerse superiores á las pasiones y á los
miserables intereses de partido, y ser en
todo tan impasibles é imparciales como
la ley: he aqui los medios de probar á
los mas encarnizados enemigos del sistema
constitucional , que este es en efecto el de la
igualdad y la justicia ; que en el manda
la ley y no los hombres : que estos han


901
recobrado sus derechos y no son como
otro tiempo víctimas del capricho ó de
la ojeriza de los gobernantes; los cuales
no emplean su poder sino para hacer fe-
lices á los gobernados. Mientras que estos
medios no se empleen para. consolidar la
obra de la revolucion ; mientras que los
mismos encargados de la direccion de los
negocios, se degraden hasta entrar en lid
con los periódistas, y escriban ó manden.
escribir artículos comunicados para insul-
tar , exasperar é injuriar atrozmente á cla-
ses enteras de ciudadanos , como alguna


• vez se ha hecho , qué frutos de paz pue-
den cojerse cuando se siembra zizaña ?


.¿ Está en el orden de la naturaleza , que
el hombre á quien se clava un puñal en
el corazon , bese cariñoso y agradecido la
mano del que le asesina ?


Hasta aqui hemos hablado con los
hombres, que por espacio de un año han
gobernado la nacion , y que con un sis-
tema de conducta contrario al que debie-
ron seguir, han hecho retroceder notable-
mente el espíritu público , y han tenido
la funesta habilidad de debilitar el entu-
siasmo que habia excitado el movimiento
general que produjo el heróyco alzamiento


NO•




202


Ale la isla. Ahora indicaremos algunas otras
causas que han contribuido al mismo efec-
to, . y de las cuales no puede culparse
con justicia á los gobernantes superiores.
Hablamos de generalidades que tienen mu-
chas excepciones, y no designamos á na-
die en particular. Asi nadie podrá que-
jarse sin confesar tácitamente que está
comprendido en la censura general.


Hay principios teóricos , que conside-
rados en abstracto son bellísimos , muy
ciertos y filantrópicos; pero que aplica-
dos luego y contraidos á determinadas cir-
cunstancias, presentan graves inconvenien-
tes, á lo menos por algun tiempo. De es-
te número es la teoría constitucional de
la administracion municipal. Considerada
en sí misma, qué-cosa mas sencilla , mas
liberal y filosófica, que el que los pue-
blos nombren sus ayuntamientos, y qué
estos administren paternalmente todos los
negocios públicos, y cuiden de los inte-
reses del com un ? Quien. no creerá que
confiada tan importante eleccion á los mis-
mos interesados , tendrian estos buen cui-
dado en elegir • os ciudadanos mas hon-
rados, virtuosos y patriótas, y que los
nombrados, se estneraria • en corresponder


2o 3
la confianza de sus convecinos, mos,


trandose justos é imparciales ejecutores


Asi parece que debia ser .; pero por des-
gracia falta mucho para que asi sea ; y


ror de los ciudadanos. Esperaban estos


de las leyes administrativas, cuyo eumpli,
miento se les encarga por la superioridad?


esta es una de las causas que han can,
tribuido tambien
entivia.r el primer fer-


que con el nuevo régimen cesarian
antiguns abusos de la administraron coi
inunal, y se verian libres de las vejacio-
nes y arbitrariedades que en otro tiem-
po experimentaban por parte de los
ayuntamientos y alcaldes; pero aunque
algo se haya remediado en esta parte , , ven
muy á pesar suyo que aun resta mucho
que hacer, y sacan por consecuencia que
poco mas ó menos, estan todavía como es-
taban antes. En muchos pueblos las elec-
ciones no han recaido sobre ciudadanos. ín-
tegros, puros, y celosos; . por que, la,.in-
triga y la cabala han prevalecido en las elec-
ciones , y han sido electas persona mal
quistas y no muy puras , que han dis-
gustado a la gente sensata y pacífica. En
otros, cualesquiera. •que sean los conceji-
les, contintía el influjo de los escribanos




204
que todo lo mandan y no siempre en Men
de la comunidad. Y en unos y otros en
tocándose al repartimiento de las contri-
buciones, la cosa se maneja en términos,
que si los mandones son propietarios de
tierras , estas quedan libres y pagan la
ganaderia y la industria ; y arrevés, si los •
alcaldes y regidores pertenecen á estas Ul-
timas clases, todo el gravamen recae so-
bre la propiedad territorial. Ademas en
todos los lugares, si se encuentra un ar-
bitrio del cual se pueda sacar el todo ó
la mayor parte del cupo de la contribu-
cion general, sin que el individuo tenga
que desembolsar nada, por rico y Opu-
lento que sea ; aquel se adopta, aunque
ceda en perjuicio de la clase necesitada.
Estos manejos y arbitrages de los ayunta-
mientos, á que todos ellos estaban acos-
tumbrados bajo el régimen arbitrario, y
que engran parte continúan bajo el cons-
titucional, son una de las causas de'des-
contento que mas influyen en que la Cons-
titucion no sea tan apreciada como de-
beria serlo. Por esta razon nos atrevemos
á llamar la atencion de las Cortes hacia
este punto, que á juicio nuestro es uno
de los mas capitales y decisivos. Es pres.


205
eiso tener presente que la nacion no está
en las grandes ciudades, que son pocas;
sino en las aldeas, los lugares y las vi-
llas que son muchos millares. La felicidad
general ha de resultar de que estas socie-
dades particulares sean felices, y- no pue-
den serlo sino son bien gobernadas. Es
necesario pues empezar por hacer sentir
en las poblaciones pequeñas los beneficios
de la Constitucion , si se quiere que esta
vaya adquiriendo partidarios celosos que
esten prontos á defenderla contra sus ene-
migos. Bien conocemos que todo no pile-
de hacerse de una vez, y que en el pri-
mer año de un nuevo sistema, no es po.
sible estirpar de raiz todos los vicios y
abusos del antiguo ; pero insistimos sin
embargo en que es urgente examinar el
estado actual de la administracion civil de
los pueblos y remediar los" males que
todavía quedan en ella.-


'V Lo mismo decirnos de las diputaciones
provinciales, otra institucion excelente , y
que en general tampoco ha llenado toda-
vía las esperanzas que de ella se formaron.
Ya han oido las Cortes algunas exposicio-
-nes, y aun quejas relativas á las faculta-
des que algunas se arrogan sin tenerlas, y




206
él abuso que otras hacen de las que legi-
.Iltriamente las competen. Nosotros pues
nóS creemos dispensados de insistir sobre
objetos de que el Congreso nacional ha to.
macla yá. conocimiento ; pero no podemos
menos de desear y pedir, que se deje libre
y espedita la accion de los intendentes pa-
ra la exaccion de las contribuciones; por
que tenemos entendido que maS de una
vez ha sido entorpecida ó contrariada por
la de las Diputaciones. Para que no se
crea que esta es una suposicion gratuita
ó una acusacion ' infundada: copiarémos lo
que se lee en la memoria presentada á
las Cortes por el ministerio de hacienda
en la presente legislatura.,, Me es alta-
tamente sensible , dice el ministro, (pag.
166) tener que descubrir:al Congreso el
origen de otro de los males de la admi-
nistracion de la hacienda pública en la con-
ducta de ciertas corporaciones populares,
dignas del mayor aprecios de las cuales
debe la patria esperar los resultados mas
felices, y á cuyo celo y amor al sistema
que nos gobierna , han debido muchas
veces los intendentes recursos abundantes
para- sus apuros. Algunas diputaciones pro-
vinciales se han mezclado en las funcio,


207
nes de los intendentes, impidiendo el giro
de las letras de tesorería general, apode-
rándose de fondos aplicados á objetos pre-
ferentes del servicio público, distribuyén-
dolos en pagos locales, rebajandó á su pla-
cer el precio de los tabacos, abriendo su
comercio antes de la época sefialada por
las Cortes, y conminando con movimientos po-
pulares para detener el cumplimiento de las
órdenes del gobierno, á los encargados de
Za administracion de la hacienda,. oponien-
do, embarazos á sus funciones , y entor-
peciendo el cobro. Estos últimos cargos,
sobre todo, el de conminar con mopimien=
tos populares , son demasiado graves y
trascendentales, y piden un pronto reme-
dio ; por que si una vez se introduce esta
preciosa mafia y las, Cortes lo disimula-
sen , pronto caeriarnes en la anarquia mas
espantosa. ¡Conminar con movimientos po,.
pu/ares para detener el cumplimiento de
las órdenes del Gobierno! ¡ Y esto la cor-
poracion misma que deberia ausiliar y fa-
cilitar la ejecucion de lo que se manda;
salvo el representar respetuosamente los in-
convenientes que pueda haber!


rF




208


Sobre las casas de Espósitos de España.


Entre tantos papeluthos • inútiles ó per-
judiciales corno estan saliendo á luz todos
los dias, suelen de cuando en cuando pu-
•licarse algunas ideas no asi como quiera
útiles, sino absolutamente necesarias para
la prosperidad general. - Dé este género es
la Memoria sobre los expósitos escrita por
D. Manuel José Centeno que vamos á anali-
zar, si es que puede analizarse una obrita,
que deberia andar en manos de todos ,
y con particularidad de aquellos que pue-
den influir en que se reduzcan á prácti-
ca sus excelentes deseos.


La pintura tan horrible corno cierta que
hace este escritor, del estado en que se
hallan generalmente las casas • de Espósi-


- tos del reyno, seria capaz , de• estremecer
á todo el que aun conserve algun
.miento de humanidad y de amor á sus
semejantes. Al principiar á leer la intro-
.duccion, en que da cuenta del pasage que
le dió ocasion á escribir esta memoria, na-
die puede persuadirse á que el lugar de
la escena sea una de las provincias mas


209
fértiles y mejor pobladas de Espacia, sino
mas bien alguna comarca inculta y salva-
ge del Africa. Un pueblo de mil y cien
vecinos que contribuye superabundante-
mente para mantener diez y seis casas de
religion de ambos sexos, seis parroquias , y
tres cabildos eclesiásticos, y que se ve pre-
cisado por falta de fondos á dejar salir por
sus puertas veinte y cuatro criaturas ino-
centes, con la casi segura cenviccion de que
los envia á perecer', es un fenómeno que
solo puede esplicarse sabiendo hasta qué
grado .de estupidez puede conducir á los
hombres la falsa piedad. ¡ Qué sumas tan
cuantiosas se han espendido en todos tiem-
pos para la comodidad, adorno y. mag-
nificencia de tantos asilos de la pereza y
del tedio! Y con cuanta mezquindad y
desalen se han mirado hasta aqui los hos,
pítales para los Huíos espósitos , que ca-
da uno de ellos es mas. útil á la patria,
que cuantos conventos se han fundado
desde el siglo septimo hasta nuestros chas!
Verdad es que desde el reyn.ado del Sr.
D. Carlos III, empezó el gobierno á esten-
der su mano protectora hacia esta clase de
establecimientos ; pero también lo es , que
casi todos los que hay en el reyno se han


TOMO VII. 14




210
debido esclusivamente á la ilustrada pie-'
dad de algunos particulares.


Aun aquellos auxilios que ha conce-
.dido.. alguna vez el gobierno en pensio-
nes ó asignaciones sobre las mitras ú otros
fondos de repitas decimales , se han pro_
curado eludir bajo diferentes pretextos
hasta en los establecimientos protegidos
por las personas mas poderosas del rey-
no. Cualquiera que lea con atencion la sen-
cilla Memoria espositiva de la situacion de
la Inclusa y Colegio de la Paz de esta cor-
te, que acaba de dar á luz la Excma. Se-
ñora Marquesa de Villafranca , verá con
escándalo, que á pesar del infatigable des-
velo de esta virtuosa Señora, y la coope-
raeion de la Junta, todavía se adeudan á
la casa un millon quinientos veinte y cin-
co mil novecientos cincuenta y tres rea-
les. y. quienes son los deudores de una su.
,
tra tan cuantiosa ? Un arzobispo, dos obis-
pos., la tesorería nacional, y el fondo pio
beneficial. ¡Cuantas vidas hubieran podido
salvarse si unos fondos tan crecidos hubie-
ran circulado por manos tan puras y
tan benéficas!


Mas volviendo á la Memoria del Sr,
Centeno, despues de recorrer rápidamen-


te muchas de las causas que contribuyen
á aumentar el atraso y el abandono en
que se hallan casi todos estos hospitales,
se fija principalmente en la mas ruinosa
de todas, que es la multitud de emplea-
dos en ellos. Esta terrible mania es bas-
tante por sí sola para impedir que pros-
pere ningun establecimiento , por, útil y
sagrado que sea , y mientras que no se
cambien enteramente en España las ideas
que rigen sobre este particular, en vano
se proyectará ninguna especie de reformas.
Dice con mucha gracia el autor, que la
mayor parte de los hospitales de España,
deberían llamarse casas de Eia, pleados , y
nosotros añadimos, que á la Nacion entera
podrá convenirla este título.


Continúa despues haciendo una lasti-
mosa y vivísima pintura de los tormentos
y crueles angustias que padecen aquellos
inocentes párbulos por la desidia ó la fe-
rocidad de algunas nodrizas y dependien-
tes de tales casas. La :falta de aseo, la in-
diferencia con que se les Oye y se les. deja
llorar, y la impaciencia y la cólera con
que se acude algunas veces á darles algun
socorro. Este horrible, pero exactisirno cua-
dro, forma un lastiniosó contraste con la


14.




212
«limpieza, el orden, y la dulzura que re-
saltan en la casa de la Inclusa de Madrid,
que corre y prospera á cargo de la real Jun-
ta de Señoras. ¡ Ojalá que en todas par-
tes se imitara este ege ►nplo de verdadero


patriotismo ! ¡Cuanto se hubiera mejora-
do este ramo y el de todos los hospitales
en general, si en lugar de encargarse su
direccion y administracion á individuos y
corporaciones eclesiásticas y municipales,
se hubiesen dejado exclusivamente á car-
go de las señoras mas respetables de los
pueblos Tengan en hora buena los Sres.
gefes políticos : y los ayuntamientos la ins-
peceion y la vigilancia debida sobre to-
das estas easas; . pero la economia, el or-
den, la, asistencia y el gobierno interior,
esten al cuidadó ele la señoras mugeres.


Nosotros hemos tenido la desgracia de
observar muy de cerca los graves incon-
venientes, que se siguen de encomendar á
los hombres ( aun á los mas respetables
por su estado y por sus destinos) el ré-
gimen y la administracion de semejantes
establecimientos. Por un cálculo exacti-
simo, que obra en nuestro poder de las
rentas y gastos de los hospitales del ar-
%obispado de Sevilla, resulta que el costo


9_13
de su administracion excede del 5o por
ciento. ¿ Qué tiene pues ele estraño , que
á pesar de las pingues rentas que disfrutan,
se hallen en un estado tan vergonzoso"?
Sin salir de la casa de expósitos de aque-
lla capital , hemos conocido un tiempo en
que correspondian á cada nodriza once ni-
ños, mientras que se adeudaban á la casa
cerca de un millon de reales. Asi es que,
al paso que aparecia exteriormente cierto
aseo y caritativa devoción-, fallecian or-
dinariamente mas de noventa niños de ca-
da ciento que llegaban al hospital.


Propone pues muy juiciosamente el Sr.
Centeno, que se establezcan dichas jun-
tas de beneficencia dé Señoras en todas
las cabezas de partido, á, cuyo cargo esté
examinar y presenciar tode lo que diga re-
i acion con el cuidado de los niños ; y nos
parecen muy;


bien meditados los premios
y condecoraciones que:


propone para esti-
mular su -celo y sensibilidad natural.


Pero viniendo ya á lo mas substancial
de la Memoria, que es lo relativo á los
fondos que se pueden destinar para la ma-
nutencion de estas casas , nos parece jus-
tisima la contribucion que propone sobre
todas las clases de célibes que gravan á la




Eh'


214
sociedad. Y en efecto , ¿sobre-quien ha de
recaer la nianutencion de tantos desgra-
ciados, sino sobre sus presuntos autores?
Desde el cenobita mas ascético hasta el
militar mas libertino, todos deben pagar
la parte que legítimamente les correspon-
da, supuesto que todos ellos pueden ha-
ber contribuido á que sea ma yor el gasto.
Sea original ó imitada esta .idea, lo que
podemos asegurar es, que es eminentemen-
te justa, y que entretanto que no se adop-
te, siempre será incierta y precaria la suer-
te de • las casas de espósitos ; al paso que
si se orgonizase esta nueva contribucion,
se podria subvenir de un modo casi im-
perceptible á todos los gastos de estos hos-
pitales. Asi lo reclama la justicia, lo ins-
pira la humanidad, y lo manda la Reli-
gion.


r5


Segunda apologza de la gente del bronce.


Es tanto el fruto que sacamos con
nuestras contínuas predicaciones, que :no
podemos menos de animarnos á cOntinuar
con ellas , á riesgo de disgustar á algunas
almas torcidas que tienen la desgracia ó
la fortuna de pensar al revés que noso-
tros. El elogio que hicimos en el rlme;
ro anterior de los últimos sucesos de Bar-
celona , ha producido tan buen efecto,
como todos los demas que con diferentes
motivos hemos hecho á :varias personas; y.
acciones. Su egemplo ha sido imitado Casi
simultáneamente en diferentes ciudades,eon
mas ó menos estension , con mas ó
nos solemnidad. Este siempre es un gran
consuelo para nosotros los buenos, por-
que vemos que el giro de la opinion lle-
va Iguales direcciones en todos los estro-
mos de la monarquía. Buena era la Cons-
titucion de Cadiz, publicada allí el año
doce, y consagrada de nuevo el año vein-
te en Madrid con aplausos y con júbilo
universal. No se puede negar que sus au-


Se vende esta Memoria en la
libreria de Castillo , en' frente de
las gradas de S. Felipe.•




2 1 6
tores dilataron, cuanto era posible, los lí-
mites de la libertad del pueblo, hacién--
dola compatible con el orden y con la
seguridad de todos los ciudadanos. Dis,
tinguieron con perfecta claridad la inde-
pendencia de los tres poderes , en los
cuales debe descansar el edificio social:
establecieron jueces que juzgaran con ar-
reglo 11 las leyes, sujetándoles á la res-
ponsabilidad de sus 'decisiones : exigieron
obediencia y sumision en cambio de pro-
teccion y seguridad.


No hay duda: todas estas cosas se hi-
cieron entonces, y fueron muy alabadas de
propios y de estraños. El que una vez
leyó y meditó la Constitucion, quedó' pren-
dado de ella . , y con deseos de que fue-
se observada y obedecida por todos; pero
hablemos : con franqueza. La Constitucion
española tiene para nosotros el imperdona-
ble defecto -de. que toda su tendencia es
á. proteger al débil contra el fuerte; y es,-
to solo basta para que la miremos con
desden , y procuremos formarnos otra acá
á nuestro modo. ¡Bueno seria, poregem-
plo , que conviniéndonos á• cualquiera de
nosotros un grado , un empleo ó un suel-
do, mas ó menos decente , y sabiendo que


217
con agarrar de los cabezones al que le
posee, y soplarle en una lancha, nos que-
da espedíta la vacante, se viniese la se-
ñora Constitucion con sus manos lavadas
á prestar su apoyo á cuatro miserables
que no saben liberalizar! Ya sabemos que
aunque tenemos facultades muy sobradas
para ello , exige la política que no nos me-
tamos con las autoridades constitucionales,
y por eso no hemos querido desterrar e
Sevilla, sino á un juez de primera in tan-


•cia, al gobernador del arzobispado , y al
cia, al regente interino de. aquella au ien–


coronel de sus milicias provinciales , re-
*. vueltos y amontonados con una porclon


de canónigos, arcedianos y otra canalla
(le este jaez. Todos estos, no hay duda,
confiaban en la protección de la Consti-
tucion de Cadiz , solo porque ellos son
débiles, y ella debia ser fuerte y poderosa.;
pero ahora conocerán cuanto bien la he-
mos hecho nosotros con reformar sus de-
fectos en esta parte.


No quieren acabar de conocer esos
serviles, que conforme se van aumentan-
do las luces, es menester ir mejorando
las instituciones; y si bien hace nueve años
se contentaba la gente con que se admi-





21 8
nistrase justicia cót ábsoluta igualdad al
pobre que al rico , al fuerte que al mi-
serable, ahora se acabarán de convencer
de que esa tal justicia no se ha de
distribuir asi indistintamente á todo el
que la necesite, sino al que nosotros in-
diquemos que la merece. No se entienda
que . por eso deseamos nosotros la anar-
quía, ni tampoco el que nos tengan por
ciudadanos privilegiados. ¡ Jesus ! mil ve-
ces : lo primero que estamos diciendo
siempre es, que todos debemos ser per-.
fectamente iguales delante de la ley;:
pero esto no quita que dejemos de co-
nocer, cuanto mas dignas son nuestras li-
beralísimas personas de la proteccion del
sagrado Código, como que nos consta que
para nosotros solos se hizo, y no mas...
Ya se sabe que si alguno de los buenos
va por un camino y sale un pícaro la-
dron y le roba cuanto tiene, es muy justo
que le prendan, esto es al ladron; que•le
den garrote, y que se le restituya al bueno
lo que le hubieren robado. Para eso estan
las leyes; y al primero que se oponga á
que tengan su debida observancia, sabre-
mos muy bien hacerle entender, que tene-
mos una Constitucion, y que no ha de re-


219
petirse ya el desórden antiguó.. Apurada-
mente esta es nuestra .contínua cantilena,
y nunca nos ponemos á predicar sin repe--
tir veinte veces la infamia con que se
interrumpia anteriormente el curso de
la justicia Pero el caso no es el mis-
mo : un ladron que sale al camino , aun.
que parezca que es el mas fuerte, puede
dar con un viagero de bigotes y salirle
caro el lance; pero cuando nos juntamos
los buenos y nos preparamos para una
espedicion desterrativa, como casualmen
te no peguemos con alguna autoridad que
esté mal con su pellejo , ni Satanás defiende
á los que llamamos malos de la senten-
cia que se nos pone en la cabeza pro-
nunciar. Y gracias que hasta ahora nos
hemos contentado con esa friolera de de-
portar á los que nos disgustan; por qué
dia llegará en que las cosas suban á ma-
yores, y entonces echarán muchos de
menos el no haber sido deportados.


Bien conocemos en medio che todo, que
lo que es la masa del pueblo , ó para es-
plicarnos con mas propiedad , toda


• esa
tunanteria que se llaman padres de fami-
lia, 'no mira de muy buen ojo estas glo-
riosas empresas. Ya observamos casi siem-




220
pre, que lo primero que hacen , es cerrar
puertas y ventanas, y huir de la bolina
en cuanto • nos ven reunidos á los que lle-
vamos la bandera. Yo no sé que es lo
que se presumen de nosotros , porque bien
conocidos somos, y de- puro generosos no
suele hallarse en todas nuestras -cuadrillas
uno siquiera que tenga casa ni hogar
¿Piensan acaso que nosotros necesitamos
mas ausilio que el que ellos se metan
en sus casas Demasiado sabido es el re
fran de que quien calla otorga ; y asi
mientras que ellos , que son los verdade,
ramente fuertes , no manifiesten con toda
claridad que lo que quieren es la Cons
titucion de Cadiz , tal como ella es -en sí,
nosotros seguiremos reformándola en lo
que nos parezca, y cuando menos se per-
caten, no. -la conocerá la madre que la
parió.


Esto no nos lo agradecen , y lo que és
peor, lo murmuran • todos los que pasan
por hombres de juicio; ¿pero qué nos im
porta á nosotros , cuando tenemos unos
cuantos periodistas que nos ponen erti las
nubes , y que se electrizan al referir nues<7
tras priaezas,? Una gran parte de ellos',
corno que es gente de sana intencion, y á


22L
quienes incumbe dirigir la opinion pública,
han tornado á su cuidado el observar los
semblantes , y ver el que se sonrie ó estira
la cara cuando llegan ciertas noticias. Con
este dato, irrefragable, se comnonen dos ó
tres períodos muy campanudos, diciendo
que « el insolente regocijo con que los par-
« tidarios de la arbitrariedad celebraban tal
«ó • tal cosa, ha llegado ya a apurar la
« paciencia de los patriotas netos, y viendo
«que no se aprieta el pescuezo á quien to-
« davía no se sabe si lo merece ó no , ha
alegado á encendérseles el fuego patriótico,
« y determinaron amotinarse con muy buen
« modo y mandar humildemente á fas au-
toridades, que como que salia de ellas,


«echasen del pueblo ó
• de la provincia á


«tantas ó cuantas docenas de personas."
Y para que no se piense que esta es


alguna calaberada de cuatro facinerosos,
que no tienen mas patria que los motines,
se tiene muy buen cuidado en decir que
lo hace el pueblo, y que esta es la opinion
pública, y que los que se empeñan en con-
tradecirla, son unos necios incorregibles, y
ademas unos ingratos á la generosidad con
que se hablan olvidado las pasadas injurias.
Al mismo tiempo se procura amedrentar




222
á la gente, diciendo que habrá muertes
y desastres al primer amago que se saz-
tiera de las bayonetas estrangeras; pero que
no por eso dejaria nuestra magnanimidad
de respetar religiosamenze hasta perso-
nas mismas de los perseguidos.


Verdad es que, como ya hemos dicho,
el pueblo no se ha metido en semejante
cosa, sino que por el contrario mira con
horror é indignacion todo In que le parece
que es opuesto á lo que manda la Consti-
tucion jurada; pero como lo ve impreso y
repiqueteado por periodistas tan sabios
como juiciosos ; y tan juiciosos como sabios,
se queda con la boca abierta, y piensa que
lo que le dicen es lo cierto. Mal hicieran,
vive Dios, en usar de otro lenguage, por-
que poco inedraria el periodista que refi-
riese las cosas cómo son en sí, ni como
él mismo las comprende. El que se dedique
á este oficio , lo primero que debe olvidar,
es que tiene opinion y juicio propio, por
que debe alabar ó vituperar aquello que
vitupera ó agrada en primer lugar á quien
le pague, si tuviere alguno , y luego al par-
tido dominante, sea el que fuere. Guárde-
se de referir nunca los sucesos como pasa-
ron, porque si fuesen agradables á la mul-


223
titud, nunca estarán bastantemente exage-
rados, y si fueren disgustosos, habrá co-
metido un crimen-que nunca se le perdo-
nará. ¿Qué fruto puede .


sacarse, si bien se
mira , de decirle la verdad al pueblo ? ¿ No
vale mas adormecerle con relaciones ale-
gres y venturosas, haciéndole creer que to-
do va á las mil maravillas, que todo el
mundo se desvela por su bien, y que no
debe temer ningun suceso adverso en
cuantos negocios puedan interesarle? Si
tuviese alguna guerra, él ha de salir siem-
pre triunfante y victorioso, mas que siquie-
ra esté dentro de su casa el . enemigo; y
aunque durante la paz vayan mal gobernó-
dos los negocios, siempre se le ha de
hacer creer que .


todo va viento en popa.
Ni se diga que esto es una indignidad y


una infamia, ni mucho menos una adula-
cion tan servil y tan baja, como las que
se tributan á los reyes y á los poderosos;
porque con poner en el:número inmediato
que el editor ó editores tienen unas almas
impertérritas é incapaces de doblegarse á.
ningun poder humano, pasa nuestro pe-
riodisá por un Caton hecho y derecho.
Mas líbrese un desdichado de publicar un
hecho cierto, con tal que sea desagradable,




224
que primero faltaria la tinta para las prensas,
que dejar de regalarle con los títulos de
servil, de mal patriota, de enemigo de las
nuevas instituciones, y de hombre corrom-
pido y venal.


No lo son por cierto ninguno de los
que aplauden nuestros triunfos nocturnos
sobre las apáticas autoridades de las pro-
vincias: ni cómo podrian serio, cuando
cada uno de ellos es un bueno como una
loma? Fuera de que aun cuando se pu-
siese alguno á motejarlos, ya sabriamos
cómo vengarnos de su persona , que hay
está la libertad de la imprenta , y al que
no le acomoden nuestras mañas , que se
prepare á ser tenido por ruso ó por inu-
sulman. ¡ Seria cosa graciosa, que porque
nosotros no nos atreviésemos á acusar á
nadie, por no cargar con la plepa de la
probanza , ó que en caso de. hacerlo con
alguno, no diesemoslas pruebas necesarias,
se viniesen absolviéndole los jueces , y se
quedara impune el presunto picaron ! No
señor, en adelante es preciso poner fin á
tanta blandura, que si bien es absoluta-
menta conforme con lo que previene la
actual Constitucion española ,.no se parece
ni con mucho á la que estamos formando
entre el cura Merino y nosotros.


'225
TEATROS;




Lo cierto por lo dudoso -ó la muger firme,
Comedia.


'eri tres actol; de Lope 'de
Vega; -.refundida por D. V. R, A..


Es antigua costumbre de nuestras-com-
pañías cómicas empezar:el año teatral con
una de aquellas comedias que llaman de
examen' porque en: ,,ellas los principales
actores pueden desplegar su habilidad.
Hubo- un-‘,tiempo en


-que .Ja medida del
verso:ex-1'1a declamacion


• oriStituia el -prin,
cipal mérito de un actor. Entonces la.
pieza de examen erai.da célebre comedia
de Calderon,, Afectos
,ódio y amor


la cual casi) todos p ers o ri ag,esr: .tienen
versos .muy: llenos y armoniosos, corb des:.
cripciones líricas y aun épicas , con .larb
ces de' T. amor, de. celos, de combates
de sorpresas, que


.
la : hacen muy dificil


de egecutar para actores, y aun de
entender para los; i espectadores. :Cuando
se empezó á dar alguna importancia -á la
espresion de .las pasiones , El mayor mons:„
trua los celos., . y Las :armas de la her.,


1Tomo vis. • 5




mosura , del mismo autor , entraron en
lugar de aquella rapsodia caballeresca. El
Desden con el desden de Moren), sirvió
para mostrar el arte de desenvolver un
caracter en la escena ;. y'. el,xnaestro de
Alejandro , ó el,:willano del Danubicck. se
agregaron despues para; :hacer. lueir,Trpa-
pel de barba. Esta costumbre estaba en
usmuando alternaban para laHeleccion de
las, piezas, el i Balan, la dama;: el barba y
l gracioso.. En.-,él dia lasl!tompaiíías se


instalan mas anodestamente , con la-come-
dia! ide' Lo cierto ;p0.„-lo dudoso: . lá . lo, ,me-
nxis así lo hemosifivisto, practicar , varias
veces en la Córte :yen'•las provincias:.:


Esta comedia puede efectivamente 'ser-
vir de examen: pdrque el caracter desila
inuger.,,fir m e n'Uy •ellb ; está . nitiy: bien
seguida, tiene •escelentes escenas;.,!; en


buenos versos, y afectos->.:,muy
sentidos . ..y perfectamente .espresadol; La
actriz,..que representando...á .doíia•Juária:,,de
Castro , no interege los ,espectadores sni
lés arranque .aplausos; ignora . I absoluta-
tnentejsu arte. toda la' -comedia se
xeduce á este caracter.- No tiene, accion,
.acaba poi-dónde 'empieza. El .rerdrin.Pe.
-aró y si bernianolv:aman sluana;


227
esta. corresponde al infante; 1 ,el_


rey , ,llega
hasta ofrecerla su mano y su coronai
nuestra heroína no se deja deslumbrar:con
tan Magníficas, ofertas, conserva su cora-
zon firrne,


„para su amante; y don Pedro
obligado á hacer lo que hacen todos los
reyes de csiziedia„goronayna pasionyan
tierna y constante, á pesar , , de que esta
generosidad np es muy éonforing. á su


....


caracter, hisySirico. Observemos de paso
que .don Pedro
el Cruel y guyique de TrAs" .tainara , forma
el enlace cle:Ipa tragedia,-Ns,tante mediana
de Voltaire..


Tampoco querenlos
. onxitir otra ,obser-


vacion aun mas importante. ;Eopp..de vega,
Calderon y otros muchos poetas ;dramá-
ticos de los siglos xp. y X.Vg.,,,kxtro-
dujeron á aquel monarcahmoxylo, , persona-
ge de sus comedias. La niña, de plUta , el
pniner a.s(stente ,4e


„médico de
su honr«, .el • v,átiqn1P.Mticier9, y:AtVas
muchafi. connaturalizarAn.ennuestro,teatro


.al,..infeliz,bijo de Alonso el Bravo. En to-
das ellas se le atribuye un ,


caracter.muy
diferente del que tiene en .11 historia : en
todas ellas.,sc ,le pinta Ainigp, de la justicia,
ganoso, 4, kepgiTir Ilps,,desOrdenes de Aos


x5,




228
grandes , y de favorecer los' intereses de
los desvalidos. Solo Cañizares le describió,
impio y cruel en la comedia Yo me entien-
do y Dios me ,Iiiiende; pero Calizares per,-
teneee ya al sigtó XVIII. La diferencia en-
tre caracter dramático , y el caracter
histórico del don Pedro, ¿ consiste
en la "regla teáikal de mejorar los persona-
ges escénicos; . 6 bien aquellos poetas mas
CerCanes al siglo de aquel monarca „te-


,


nian noticias mejores y mas imparciales, que
la'S'que la historia nos ha transmitido? Lo
primero no es probable ; pues ademas de
que nuestros dramáticos antiguos no se creian
SJinetidos á reglas , la escena no arroja
de "su seno las pasiones feroces sino las
viles. Si la crueldad del rey don Pedro no
ha Sido- mas qué: úna tradiccion, nacida de
su imparcialidad • cii administrar justicia,
Propagada por los grandes y sacerdotes á
quienes ofendia su inflexible severidad,y exa-
gerada hasta el estremo por los cronistas
áliiladores del : fratricida Enrique II, será
preciso - confesar que nuestros autores có-
micos han dicho mas verdad que nues-
tros historiadores.- Pero dejemos esta cues-
tion á los eruditos y á los filosofos : sea de
ella lo que se fuere 2 el rey D. -Pedro de la


comedia Lo cierto por lo dudoso , trata al
infante D. Enrique, mucho mejor que Da-
vid á -Urías.


El carácter de la muger firme
ne dos defeetoS: el primero, la osadía,pn
que á veces esplica su pasion.


» Porque en tus ojos me muero ,
Y en tus amores me:


abraso."
Son versos propios de un hombre


de una mugen. Sin embargo, en la repr.e-
sentacion se perdona esta falta de deeeni
cia por el delirio de la pasion que los, dic-
ta; y mas en la ocasion „en que es.neeer
sarío todo este delirio para llegar al ápice
de la constancia. Parece que con,esesel
sienes,. mas medidas, no se hubiera,pedjk
espresar todo lo que : sentía aquel; ,114.
tierna y abrasada de amor.


El otro defecto es la falta decerta4q.,
sis de altivez inugeril . qn,e embellece tatuo
al amor , y que supo,.espresar
con tanta felicidad, .0.,,itiarik'peídOna muy
facilmente las repetidias-inj!nticipsjpgs„9.
amante: el esceso del amor, que ,Ies sirve
de disculpa, no es bastante para librarle de
algun castigo. Un POCO de severidad e1.1
amante hubiera dado alguna variedad á
la accion . , que es muy ,lenta . y monótona,




blVo
porque la'situación de los personages es
siempre la itiísiria.


¿Porqué D. Juana engaña á' su prima
Ines haciéndole concebir esperanzas de que
olvidará al infante , y se lo dejará deso-
cupado ? Setnejante artificio, ademas de ser
grosero, es indigno del noble carácter de
nuestra heroina , cuyo corazon no debió
conocer esas fruiciones ridículas del amor
propio, ni gozarse en ver humillada á su
tiSl. Esta escena y los versos con que se
concluye, son mas propios de Tirso de Mo-
lina que de Lope. Es verdad que la doblez
con que engaña. á Su prima, y la amar-
guisa con- que la desengafia, le sirven de
medio dránatico; pórque D. Inés, irritada
de- haberse descubierto, fragua un enredo
bastante insulso é inverosimil para descom_
poner á los amantes.


D : -Enrique creyéndose abandOnado do
D. Juana , cae r'en un estado de delirio.
Se cree muerto y manda á su criado que
le entierre. Este disparate produce una es-
cena cómica que hace reit' mucho, qui-
zá por lo desatinada. En ella hay un rasgo
muy picante contra los que- en aquella épo-
ca estaban encargados (le los tibios de 19.
Doctrina. Pero en hilé' el entierro se 'áca-


231


ba , y el delirio se hace mas serio. Hay
furias infernales y Sísifo y Prometéo y todos


, •


los (lemas avechuchos de, la casa de Plu-


ton. Sin
9


embargo
n •n
en este segundód.reli-b •


rio hay versos bastante buenos, y `si.' no-
nos engallamos, Muchos de ellos sónifel
refundidor.


En la- comedia de Tirso de IVIolitia
Como kan de ser los anzigos y el Non plus
ultra de la amistad, hay una 'escena de
la misma,


especie con delirio y-entlei46,_
harto niejor preparada que la de LOpe..
No podemos asegurar cual fué el itr;
ventor, ni cual el imitador de semejantes-'
desatinos.
• Para dar una prueba del poco respe.--
to, ó por mejor decir, de la deniasiada'
familiaridad con que se trataban entori:ii
ces las cosas religiosas , basta Citar
guiente diálogo entre el infantly su. cria-
do, al: principio de .stt, delirio.


«Yo di crédito .1i una ingrata,
Y ahora estoy padeciendo
Por mi culpa, por mi culpa.


Chiclzon.
Y , por tanto: pido y ruego..


Enrique.
1Qué clices?


2




23.2


:r chichon. •




Nada; prosigo
para ayudarté."


Emplear como artificios cómicos las altt-
,?:


siorw.s,.religosas,, pudo perdonarse en el tea.
tro de Atenas; pero el nuestro no debe
admitir, semejantes profanaciones.


El refundidor ha conservado el persa_
nage inutil del adelantado, y dos sonetos,
uno serio y bastante malo, y el otro bur-
lesco. Los actores hacen -muy bien en su-
primir las escenas.., en que . habla,e1 viejo,
y el primer soneto. El segundo debe con,
servarSe, y en efecto se conserva en la
representacion , ya .por la antigua costum-
bre de hacer verses, al magnate que re-
galaba, ya por la.que dice delFenix al
cual llama.




-El abejaruco prodigioso ,
Por soló' loa poetas engendrado :
Pues ni crudo, cocido ni guisada
No le Tió beliogábalo es guloso..


Esta pieza contiene varias descripcio-
ciones de las costáfiibres de aquel siglo
de las cuales algunas han llegado hasta
muy cerca de nuestros dias. .Tal es lo de
los altares en lá noche de S. Juan, cen-


233
surada por Lope en aquel sigla, y por .Cruz
y Cano en nuestros dias. El Rey pregunta
al D. Juana.


Porqué no habeis hecho altar ,
Como la hacen otras bellas
Damas en aquesta .noche


La respuesta de la heroina es:
Por no tener concurrencia."


Y es todo lo que se podía decir -en un
siglo , en que la devocion era el . velo con
que se cubrian los placeres.


Los paseos por el Betis en barcas en-
ramadas, que debieron de ser mas comu-
nes en .aquella época, no se usan ya ; y
mucho menos de noche. •


«; Qué es ver en el claro rio
Tantas barcas enramadas ,
De toldos entapizadas,
Formando un beSque sombrío,
Y en ellas alegremente
Baylar todos muy contentos,
Al son de los instrumentos, -
Que acompañan la corriente!"


Tambien describe con mucha ;gracia la
buena ventura que.acostunibraban á decir
las gitanas de aquel tiempo:


éQué es ver á tanta gitana




Decir la buena . ventura,
Y hacer pontífice á. un cura,
Que apenas tiene sotana?"


Pero el retrato mas bien sacado es el
del maton andaluz.


«¿Y qué es ver tanto maton,
Muy erguido y puesto al olio,
Con sombrerazo de á folio,
Ostentando el espadon ,
Con retorcido bigote,-
Y como inspirando asombro,
Mirar por cima del hombro
Asomándose al capote;
Ir chorreando pendencia,
Y hacerse lugar, diciendo :
Apártense: é no están viendo
Que aqui va la omnipotencia?"


La descripcion de los celos entre gente
vulgar, es graciosa tanto como exacta.


«La definicion que da (i)
Quien ama gente accesible,
Ya entiendes, gente tratable,
De esfera comunicable
Y no de un alto imposible,
Es sospechar, no parar,
Llegar y reconocer ;


(I) A los celos.


235
Y en fin entre hombre y muger
Escusando todo hablar


: En mentiras ó verdades,
Sin oir satisfacciones,
Darse cuatro mogicones,
Y luego hacer amistades."


No queremos pasar en silencio un her-
moso y delicado rasgo, de sentimiento. Don
Enrique desesperado quiere romper las
cartas de doña Juana; esta se lo impide di-
ciéndole :


No las quieras destruir:
Que aunque las vuelva á escribir,
No saldran tan amorosas.


Nada diremos del monólogo último, en
el cual prefiere doña Juana sl mérito de la
constancia á la corona que se le ofrece. La
situacion es muy interesante, y los versos
son dignos de ella.


rPIW




236


Contestaeion al autor de la Sociedad feliz.


El autor de la apreciable obrita inti-
lada La Sociedad ináS"ha escrito res- 41V¡i
pondienb con juicio y moderacion á los
reparos que hallarnos al : tiempo de exami-
narla. No podemos por Uta de espacio in-
sertar su carta, que probaria haberlos salva-
do bastante bien ; pero nos alegramos (le
ver que la lijada de Hbmero no es un mo-
delo de inmoralidad en 'el concepto del se-
ñor Almarza; aunque no le parezcan dig-
nas de' . tanta recomendación 'y elogio las
prendas de Aquiles: que tampoco fue su
ánimo indicar directa ni indirectamente que
en la .Constitucion española está (lemas la
sancion del monarca para la formacion de
las leves, sino que discurriendo sobre las
diferentes combinaciones posibles de un
gobierno ideal, le pareció al autor de la
Sociedadfeliz, que habia hallado una buena
en que no seria necesario aquel requisi-
to : últimamente, que asi corno es im-
portantísimo que en los egércitos haya,
con el nombre de Comisarios de guer-
ra ú otro semejante, personas emplea-*


237
das en atender á la subsistencia del gene-
ral y de los soldados, asi tambien pu-
diera desernpeliar su ministerio un repre-
sentante de la nacion, con tal que no se
tropezase con ninguno de los graves in..
convenientes que la misma idea presentó
en Francia habiendose ensayado en tiem-
po de la Convericion. Quedando pues de
acuerdo con _el señor Almarza sobre la de-
bida inteligencia de los pasages que llama-
ron un poco nuestra atencion , le damos
las debidas gracias pór el trabajo que se
ha tomado en ilustrarnos , y no nos que-
da el menor escrúpulo contra los princi-
pios de su obrita cuya lectura recomen-
damos al público otra vez.




238


Historia de los vínculos y mayorazgos, por
don Juan Sempére y Guarinos.


Trata, del. origen y-variosestados de la
propiedad rural en España ; de la intro-
ducción de los feudos y_ época de su per-
petuidady de .las novedades introducidas
por ól Ordenarni,entp. .de Alcalá , .acerca
de.las enagenaciones de bienes de la co-
rona. ; las reclamaciones de las Cor-
tes contra la amortizacion eclesiástica de
bienes raices ; principios y progresos de
los vínculos y mayorazgos; sus restric-
ciones decretadas por Enrique II ; re-
clamaciones de la nobleza contra aque-
llas restricciones ; su multiplicacion por
las leyes de Toro ; confusion de la ju-
risprudencia española aumentada por es-
tas leyes ; sus declaraciones solicitadas
en vano por las Cortes ; progresos de
la economía politica á fines del siglo XVIII;


239
leyes promulgadas para contener los vín-
culos y mayorazgos; ventajas producidas
por las ventas de bienes de patronatos
y obras pias, con otras noticias muy inte-
resantes sobre este ramo de la legislacion




española. Se vende en las librerías de San-
cha .


y de Paz.


E,




240


La„ preciosa obrita sobre .la historia del Derecho
romano, de Dupin, correctamente traducida por
nuestro virtuoso y apreciabilisimo diputado, D. Juan
de Dios Cañedo, se ha impreso en las oficinas del
Censor.' Los' españoles cp:ie se apliglen á la
jurisprudencia, estimarán mucho este trabajo.


Se vende en Madrid á 5 reales vellon,
en las librerías de Paz , Ral¿Z y Fillarreal,
y en las oficinas del CENSOR, carrera de
San Francisco número r.


E N S0 11 5' ,
PERIdDICO POLÍTICO UTERA1119.


N.° /lo.
SÁBADO, 5 :


nE MAYO DE, 1821.


Las Poeszas .
de Horacio , traducida en 'f:;er-


sos castellanos por D. J'aviar de É UrgOS
Madrid 182o.


esta traduccion, verdaderamente poé.
tira, y que no ha desmentido- las muez-
tras que de' ella se - dieron en 'la Misce-
Zanca , antecede un prólogo en que se
califica el caracter de Horacio 5 se mani-
fiestan las dificultades que hay que ven-
cer para traducirle; la falta que tiene nues-
tra literatura de una buena traduccion de
este ínsigri4' clásico latino, y las reglas
que ha seguido el nuevo traductor. Este
prólogo está lleno de escelentes obser-
vaciones, y prueba 'que el Sr. de Burgos


Tomo vil. i6




242
posee todos los conocimientos necesarios
para llevar al cabo la dificil obra que se
propuso, asi como los versos de la tra-


, duccion prueban, que posee el genio de
la musa castellana, y que le son familia-
res todas las formas de nuestra posía y
todos los recursos del idioma. En efec-
to , no se debia preparar con armas me-
nos fuertes para luchar contra Horacio.


A estos elogios, justamente merecidos
y que ya le hemos tributado, cuando anunl
ciamos en este periódico las muestras in-
sertas en la Miscelanea, debernos añadir
ahora el de haber tenido el traductor mu-
cho tino en acomodar los diversos metros
castellanos de que usa , á la naturaleza de


' -los asuntos. Asi•,se vé que cuando Horacio
-describe los placeres en el tono ligero de
Anacreonte, la traduccion le sigue en ro-
mances, ya de siete,: ya (le ocho silabas,
consagrados en nuestra poesía á los sen-
timientos suaves y tranquilos.


. En una. empresa tan vasta y dificil es
imposible que deje de haber defectos.
Nuestro deber nos obliga á indicarlos ;pe-
ro no imitaremos á los críticos que reu-
nen en un solo . cuadro todas las deformi-
dades de una obra , y guardan un silen-


243
uio religioso acerca de sus bellezas. Este
método es bueno para una nota confiden-
cial, comunicada al mismo autor, cuan-
do este la pide á un amigo instruido, de
quien no exige el Pulcra, bella, recta de


.Horacio, sino consejos y advertencias para
mejorar y corregir sus composiciones; pero
es muy poco á propósito para dar noti-
cia al público del mérito de un autor. En
este caso se debe dar una idea del modo
con que ha desempeñado su empresa, sin
alabanzas exageradas, ni críticas injustas,
malignas ó minuciosas, que desmenuzan.


-do la obra en partes, solo manifiesten de-
' fectos aislados y encubran el mérito que
puede tener, ó por las dificultades venci-
das, ó por las bellezas generales del plan.
Todos los que se dedican á la posía con
algunas disposiciones , saben que muchos
defectos proceden de los obstáculos inven-
cibles que opone á veces el idioma ó la
versificacion, y en las traducciones son mas
invencibles estos obstáculos ; porque en
ellas el poeta no es dueño ni aun de su
pensamiento. Así es mas laudable el tra-
ductor por haberse acercado mucho al pen-
miento del original, que reprehensible por
no haberle vertido enteramente: cuando tie.,


i 6.




244
ne la felicidad de haber conseguido una
perfecta traduccio n , entonces es superior
la gloria del traductor á la de poeta , por-
que ha vencido mayores dificultades.


En virtud de estas consideraciones nos
hemos decidido á calificar el mérito de
esta traduccion , analizando una sola de
las odas de Horacio; v hemos elegido la
que teniendo en el original bellezas de un
orden superior, debió exigir mas cuidado
y (-;orreccion de un traductor que mani-
fiesta en su prólogo conocimiento s tan pro-
fundos en la buena literatura.


La oda que hemos elegido es el va-
ticinio de Nereo , una de las mejores del
lírico la tino , y. muy célebre en la litera-
tura española por la bellísima imitacion
que hizo nuestro fray Luis (le Leon , su-
perior en muchos pasages al lírico latino.
Examinemos estanza á estanza la traduc-
cion del Sr. de Burgos.


„Iba en bajel ideo
Con su huespeda Helena el mar sur-


cando
El pérfido pastor, cuando Nereo ,
El viento encadenando.,
Que al pielago agitara ,
Así al raptor sus hados anunciara,


245
Estos versos son buenos, y vierten el


pensamiento de Horacio ; pero le han des-
pojado de su colorido poético. No se en-




/
cuentra en ellos ni el ingrato otio, ni el
era fata , ni el traheret, ni (lo que es


mas ese ncial) el contraste pélficlus haspitam.
De la manera que estan colocadas las pa-
labras huesped y pérfido, parecen dos ad-jetivos añadidos sin intencion , cuando en
Horacio su colocacion sola justifica la in-
dignacion de Nereo: porque manifiesta la
gravedad del delito de Paris.


Iba soleando no vierte el traheret, que
significa traer robada. El inciso de Ho-
racio.


„Pastor cura traheret per freta pa-vibus
Idaeis helebem pérfidas hospitam


es una acusación de Paris , la cual ha de-
saparecido en la traduccion española.


Iba surcando el mar-con Helena no pre-
senta imagen. Con por en compañia de,.
no es poétic•; porque no pinta.


El traductor ha querido en el inciso
que el pielago aguara: , acercarse, cuanto es
posible, al celeres vientos;


.pero el contras-
te de celeres con ,ingrato otio, tan hermo-
so , tan poético, tan enérgico, porque pin-




146
ta la severidad del vaticinador , no está
en español. Encadenando el viento traduce
el obruit , y en nuestro entender lo me-
jora; porque presenta una imagen mas viva.


Agitar, anunciara. He aqui. dos im-
perfectos de subjuntivo, puestos el prime-
ro por plusquam perfecto de indicativo, el
segundo por perfecto de indicativo. El pri-
mer arcaismo es permitido en nuestro idio-
ma, el segundo nó.' , Esta observacion, que
es puramente gramatical, es sin embargo
importante; porque muchos escritores del
dia , ya en prosa, ya en verso, confun-
den ambos tiempos.


Caneret es mas poético que anunciara.
El giro del traductor en el fin de la és-
trofa, nos parece mas lírico que el de Ho-
racio. El ut causal del latino, liga dema-
siado la frase. La de Leon es mas atrevi-
da que ambas.


„El pecho sacó fuera
El rio, y le habló de esta manera."


Este insigne poeta , desligando su pri-
mer estanza, le dió mas movimiento fili-
e°. Las particulas cám y ztt de Horacio,
si.,bien forman un hermoso periodo poé-
tico , no tienen lo osadía del vaticinio
del Tajo.


247
» En mal punto á esa hermosa


Conduces á Ilion. La Grecia presto
Requerirála en hueste poderosa,
Tu himeneo funesto
Rompiendo, y en su encono
De Troya antigua hundiendo el rico


trono."
Mala ducis avi dornum


Quazn multo repetet Grwcia milite,
Conjurata Cuas rumpere nuptias
Ét regnum Priami vetus."


Esta segunda estanza es hermosísima,
y sin el adverbio en que acaba el segun-
do verso, solo por hacer consónante álu-
nesto , seria perfecta.


En mal punto, mala avi: traduccion
que debemos á.nuestro insigne Leon. Du-
cere mala avi domunt es alusion á las cos-
tumbres antiguas, que es imposible tra-
ducir en español : asi nos parece muy bien
Ilion en lugar de dánzum. Esa hermosa, be-
llísima, vigorosa espresion que tambien de-
bemos á Leon.


Requerirála. No nos desagrada el cor-
te de la frase latina, hecho por medio
del relativo la: solo nos desagrada el so-
nido de la" voz. Es preciso usar con mu-
Cha prudenció dé los pronombres enclítí-




!ft


248
Ces, cine si bien dan movimiento rara vez
son favorables á la harmonía del verso.


En hueste poderosa. Hueste poderosa por
multo militc: ''éstá perfectamente traducido;
Pero la,preposicion en no nos parece ni
propia ni poética en este caso. El conju-
rata de • Horació ha desaparecido , y sin
embargo ,• es áecesario., porque forma ima_
gen ; y, dá• mas• movimiento al tuas rum-
pere nuptias., que, ,e1 gerundio de que usa
el traductor. El liltimo verso nos resarce
de esta pérdida. Hundir el rico 'trono de
Troya antigua es una hermosa imagen; y


aunque no esté en el original, si no es lí-
„citqa1 traductor las bellezas que
.i puede verter con, otras indicadas por




el,,asunto,, será fuerza que renuncié á su
oficio. Hubiéramos querido que en lugar


rico se hubiera puesto . otro epiteto mas
,en harmonía .con la idea de Horacio Beg-
num vetas , vertida en la traduccion por
Troya antigua.


. •. .


Tuas nuptias . tu himeneofunesto. Está
; perfectamente entendida , pero no desen-
vuelta la idea de Horacio. l'uas • no es allí
solamente un pronombre posesivo : es un
epiteto de reprehension . , como en el len-
page familiar solemos decir, has' hecho


.249.
de las tuyas, y Cervantes á jé que no son
tus cosas estas. Taus nupcias significa las
bodas que tu sabes hacer. Asi la espresion
himeneo funesto , qué puede convenir á
unas bodas legítimas, no vierte con todo
rigor el sentido de Horacio. Bodas adúl-
teras, himeneo culpable, latrocinio nupcial
son la verdadera traduccion del tuas nup-
tias.


»¡ Ay cuánto está presente
De fatiga á caballo y 'caballero!
¡ Cuánto preparas á la frigia gente
De estrago lastimero !
Carros, furo, coraza




Ya apresta Palas, y el escudo embraza."
Eheu ! cuantas equis, cuantus adest viris
Sudor! cuanta moves fúnera Dardanw
Genti ! jam galeam Pallas et nicht


Currusque et rabien) parat."
Los versos de la traduccion son muy


bellos, y Horacio está traducido con exac-
titud y con poesía ; pero no con la vivaci-
dad y el movimiento que tienen los ver-
sos del original. El corte del primero, la
suspension del sentido ál principio del se-
gundo y tercero, el desorden de la cons-
truccion , la multiplicacion de las partícu-
las interpuestas en el tercero y el cuarto,f




25o
la triple repeticion del cuantus, an un mo-
vimiento estraordinario á la estrofa latina,
y la constituyen modelo en su género. La
traduccion es mas pausada; , no hay mas
que un corte de sentido en el sesto ver-
so; y la inversion de los dos últimos tie-
ne un defecto considerable, que analizaré-
mos despues.


Leon traduce así :
¡Ay cuánto de fatiga!
¡ Ay cuánto de sudor está presente
Al que viste loriga,
Al infante valiente,
A hombres y á caballos juntamente!'


Esta estanza no debe su movimiento
sino á la brevedad dé los versos, y á la
próxima repeticion del cuanto. Sin eM-
bargo debemos confesar, que aunque no
tiene la precipitacion desordenada (le Ho-
racio, marcha con mas rapidez que la de
la traduccion que analizamos.


Cuanto está presente de fatiga , hermo-
sa espresion que ha naturalizado Leon en
nuestro idioma poético.


De fatiga á caballo, caballero!
Esta frase que debemos á. Herrera, tra-


duce muy felizmente el .cuantas equis, cuan-


251
tus adest vz"rts sudar: y aunque se pierde
una repeticion , el verso tiene bastante ve-
locidad; y mas tendria , sino le detuvie-
se la sinalefa de la preposicion á. Obsér-
vese que el verso de Leon.
»j Ay ! cuanto de sudor está presente,"


no tiene una sola sinalefa, ni la hay en
toda su estanza hasta el último verso, que
es desgraciado y prosaLo.


Estrago lastimero por lanera. La tra-
duccion es exacta ; pero el dáctilo latino
es mejor para el arrebatimiento del verso
que los dos graves castellanos. Illoyes fu-
neta , imagen que desaparece en preparas
estrago lastimero.


Apresta , buena y poética traduccion
del parat. Pero en los dos últimos versos
españoles, ni hay la precipitacion inter-
rumpida de los versos latinos, debida á
la aglomeracion de las conjunciones, que
suprimió con mal consejo el traductor,
ni la gradacion que se nota en las voces
Galeam, ./Egzda , Curras , rabien. Se vé
á Palas armarse, volar, herir ; y todo esto
con la ligereza, con el desorden que ca
racteriza el furor de los combates. Em-
brazar el escudo (que no está en el ori-
ginal) es débil, despues de haber nom-
brado los carros y el furor.




2 5 2
«•Tu cabellera hermosa


En vano, en vano trenzarás fiado
En el favor de la ciprina diosa:
Y el canto afeminado,
Dó el deleyte respira
Entonarás al son de blanda lira."


„Nequicquain Veneris praesidio ferox
Pectes ecesariein , grataque fceminis
Irnbelü cithara carmina


La estanza española es hermosísima, y
vierte con suma exactitud el sentido de
Horacio. Los tres últimos versos tienen
la harmonía propia del pensamiento.


Fiado en el .Favor es mas debil que fe-
rox prcesídio. El afeminado y blanda lira,
son muy buena traduccion de imbelli cit-
hara.


Grata fceminis , dó el deleyte respira-
Imagen por imagen : este cambio debe per-
mitirse a los traductores. Pero divides car-
mina J-minis, frase tan exacta, tan poé-
tica y tan carácteristica de Paris , no está
en la traduccion.


Tu cabellera hermosa trenzarás por pec-
tes cmsariem. No tenemos noticia de que
los antiguos acostumbrasen á trenzar sus
cabellos. La voz ca?saries, propia del pelo
cercano á la frente, indica mas bien que


253
los afeminados formaban anillos de su pe-
lo; porque no parece, ni por las esta-
tuas , ni por los escritos , que lo censer-
vaban con !a longitud que es necesaria para
formar trenzas. Esta materia solo pertene-
ce á:la . erudicion y no á la poesía. Pac-
tare ccesarienz no es trenzar el cabello; pero
admitiremos sin dificultad esta traduccion
como buena y valedera , siempre que se
nos pruebe, que los griegos ó romanos afe-
minados acostumbraban á dividir el pelo
en trenzas.


„En tu talainci en vano
De Ayax el volador huirás cobarde ,
Y dardos picas y tropel insano :
Será, será, aunque tarde,
Que tu adúltera frente
Sangre bañe - y sudor y polvo ardiente."


„Nequicquam thalamo graves
Mistas et calami spicula Gnossii
Vitabis, strepitumque et celerem sequi
Ayacem: tatuen hely! serus adulteros
Crines , pulvere collmes."


Esta estrofa, aunque bien versificada, es
en la que el traductor se ha tomado mas
libertades. No solo es de Ayax de quien
huirá Paris , segun Nereo, sino tambien de




254
íos dardos del héroe de Creta, del cual
nada se dice en la traduccion.


ritabis, strepitumque et celerem séqu
dyacezrz. Strepitunz está muy bien tradu-


cido por tropel , aunque quisieramos un
epiteto. mas contrahido al furor marcial
que el de insano, sumamente vago.


Ce-


lerenz está bien traducido por
volador, mas


gráfico aun que el epíteto latino.
La frase enfática será, será, aunque tar-


de , realza mucho la profecía de Nereo. Los
dos .1iltimos versos son muy buenos ; pero
no quisieramos que en el último se hu-
biese puesto el sudor. Polvo y sangre


bas-
taban para pintar la muerte desastrada y.1.
merecida de Paris. El sudor caracteriza á
un guerrero , mas activo y valiente que
aquel príncipe afeminado.


Adúlteros crines pulvere collines forma.
una imagen , á la cual el traductor ha susti-1
tuido. otra equivalente , aunque no tan
propia. Adúlteros crines


es una espresion
imphsible de traducir. En este pasage
en el anterior pectes cmsariem, parece


que.
quiso dar á entender Horado , que la afec
tacion mugeril , con que Paris cuidaba sul
cabellos, fué el aliciente que sedujo á
leva: De otro modo no se puede entender
bien el epíteto adúlteros.


255
„d No ves, que ya te acosa


Ulises , y tus huestes extermina,
Nestor y Merion , y en faz sañosa
Teucro el (le Salamina,
Estenelo ligero ,
Habil auriga , impávido guerrero ?"
„Non Laertiadem, exitium tulle


Gentis, non Pilium Nestora respicis?
Urgent inipavidi te Salaminius
Teucer et Sthenelus
Pugnw , sive opus est iniiieritare equis,
Non auriga


• piger.
Acosar escelente traduccion del Ur-


gere latino. Excidiunz tuco ganas es otra
cosa que exterminar las huestes troyanas.
Se sabe que Ulises fué verdader-amerite
el destruidor de Troya, no tanto por su
valor en los combates , como por la astucia
y por los artificios; y creemos que á es-
to alude Horacio en la calificacionque le
dá. Obsérvese que cájá á Néstor junto
á Ulises, para poner reunidas la pruden-
cia , que es propia de la vejez esperimen-
tada y la astucia, que pertenece á la ac.
tividad de un ingenio juvenil. Nestor, con.,
siderado solamente como guerrero, no de-
bia ser tan temible á Paris, como otros
héroes de la lijada, cuyos nombres no se
hallan en el vaticinio.




a56
En faz sañosa por impapidi. La pre.


posicion en no es propia , y produce un
efecto muy poco poético.


Los dos últimos versos son modelos de
buena traduccion ; porque no solo está en
ellos todo el pensamiento de Horacio, sino
el movimiento desordenado é impetuoso
de la frase latina. Ifia d indica en caste-
llano todo lo que Horacio quiso encerrar
en la expresion Non piger , mucho mas
cuando el epíteto ligero, dado al héroe,
fija mas la idea. Sin embargo, debe-
mos confesar que la frase latina non au-
riga. piger, tiene cierta fuerza irónica, casi
imposible de traducir al castellano.


„ Guai I que te busca ansioso
Diomedes, mas que el padre denodado.
Mas dél huirás , cual ciervo pavoroso,
De pacer, olvidado
Desde que el lobo viera.
No asi tu amor á Helena le ofreciera."
'Esta nos parece la estanza menos bue-


na de toda la traduccion. Su versificacion
es débil, y ademas faltan muchas belle-
zas del original.


Busca ansioso, es muy buena traduccion
del Jurit te reperire. Creernos , que se debe
conservar el patronímiCO ,Trdides. Este.-=-1?


nombre recuerda el valor feroz de 'fideo
y dá lugar á la comparaeion rápida del
poeta, tan propia del género lírico. Ale,


patre , mas que el padre denodado: tra-
duccion muy exacta, y al mismo tiempo
muy poética.


La partícula adversativa mas, hace aqui
muy mal efecto; porque la fuga cobarde
de Paris no contradice, antes corrobora
lo que se ha dicho de Diomedes. Mejor
hubiera sido conservar la Union de ambas
frases per medio del relativo quem. Ade-
mas, el adversativo mas no suena bien con
el mas coMparktivó , que le antecede con
mucha proximidad.


Fallir in altera' parte pisum lupum, está
traducido asi: desde que al lobo viera ver-
so desnudo de poesía y de harmonía. El
traductor ha conservado por lo menos la
principal intencion de Horacio, á saber;.
que Paris huiria de Diomedes , apenas le
viese, aunque estuviera muy lejos. De pa,
cer olvidado, hermosa espresion, que de-
bemos al padre de la poesía española.


El último verso es el mas débil de to-
da la esta riza; lo que es tanto mas sen-
sible, cuanto el sarcasmo de Horacio es
mas virulento. Non hoc pollieitus uta', Los


Tomo vis.
17




1
a59258


nombres abstractos puestos en lugar de los
personales, rara vez producen buen efec_
to en la poesía.


Sublinzi fugies mollis anhelitu , verso
desterrado de la traduccion , y á la ver-
dad muy injustamente; porque es el mas
onomatopéyico y pictoresco de toda la oda.
Aunque , como dice el traductor en las
notas, Escalíjero no hubiese encontrado en
todo Galeno lo que es sublimis anhelitus,
el sentido y la harmonía del verso enun-
cian bastante que es la respiracion cansada
del que sube cuesta arriba ; y el traduc-
tor que ha luchado muchas veces con
felicidad contra Horacio, y que ha dado
pruebas en toda la traduccion de poseer
los recursos de nuestro idioma poético,
no debió tener por imposible de hallar
una espresion castellana, que vertiese el
sentido y el movimiento del verso latino.
Pero á lo menos el epiteto mollis , que
está en harmonía con el non hoc
citas tupe, no es dificil de traducir.


„El Ominoso amago
Suspenderá de Aquiles la ira insana.
Pero llorará luego el crudo estrago
La matrona Troyana.
Y á Ilion en fin el fuego
Abrasará del irritado griego."


„ Iracunda diem proferet Ilio
Matronisque Phrygum classis Achillei
Post cenas hyemes urct achaicus


pergameas domos."


La ira insana de Aquiles por iracunda
classis Achdlei : esta no es culpa del tra-
ductor , sino de la pobreza respectiva de
nuestro idioma comparado con el latino.


Los dos últimos versos son buenos;
y serian mejores, omitiendo el adverbio
en fin. El traductor ha querido verter en
él la espresion post certas hyemes ; pero
esta es enfatica , y la espresion ca fin
ni aun es poética.


Quisieramos qua se hubiera imitado en
esta estrofa la concision severa y amena-
zadora del testo latino. Nereo indignado
contra Paris y contra el Ilion , anuncia la
ruina troyana, de la manera que un juez
fulmina la sentencia de muerte. Este anun-
cio está en la traduccion envuelto en epí-
tetos y desleido en tres frases. La matro-
na troyana, verso cacofónico. Pero: adver-
sativa que omitió. Nereo.


Obsérvese que los últimos versos de
la profecía del Tajo están llenos de senti-
miento.. El Tajo, rio espanol , debe lamen-
tar la esclavitud futura de su patria, asi


'7.




260
como Nereo debe amenazar á los enemigos
de la Grecia. Estas comparaciones son las
mas propias para perfeccionar el gusto;
porque manifiestan de qué manera imitan
los p.tas como fray Luis de Leon.


De la análisis que hemos hecho, re-
sulta 1.° que el nuevo traductor de Ho-
racio, ademas de poseer la verdadera in-
teligencia del original latino , posee tam-
bien el genio de la poesía española ; 2.°
que casi siempre está vertido poéticamente
el sentido de Horacio ; tal vez sustituidas
á sus imágenes otras que son mas propias
de nuestro idioma, y tal vez mejorada la
espresion: •3.° que muchas veces se queda
inferior al original, y rodeando digamoslo
así, al enemigo , con el cual no se atreve


luchar frente á frente, le hurta el pen -
samiento principal, aunque despojado de
accesorios poéticos; pero seria una injus-
ticia atribuir estos defectos al traductor.
Sus medios son muy limitados: la lengua
española aspirará en vano á competir con
la latina. Este es el caso de decir: In
magnis voluissc sat est. Nosotros que he-
mos .examinado la traduccion del vaticinio
de Nereo con toda la posible severidad,
no nos atreveriamos á lisonjear á los go-


261
nios mas ilustres que honran la litera-
tura castellana, con la esperanza de tra-
ducir á Horacio con todas sus bellezas.
Imitarle es mas fácil ; porque el imitador
tiene la libertad de abandonarle cuando
no le puede seguir. Pero el que emprende
una traduccion clásica , adquiere toda la




gloria á que pueda aspirar , cuando ha
vertido el genúino Sentido del lírico la-
tino en buena poesía castellana, y el se-
ñor de Burgos ha adquirido esta gloria.
Entre nuestros antiguos poetas algunos han
imitado con mucha felicidad á Horacio:.
Leon es el que mas de cerca ha seguido
sus pisadas; pero hasta la presente, no
ha tenido nuestro Parnaso una verdadera




traduccion de aquel poeta.




Nos hemos limitado á la análisis de
una sola oda por las razones que espu-
simos al principio; pero no cumpliriamos
debidamente con nuestro encargo, si no
anunciásemos al público , que en lo res-
tante de la traduccion hemos encontrado
el mismo Mérito. que en la del vaticinio
de Nereo , asi corno algunos defectos de
la especie de los que ya hemos notado.
Casi siempre está' bien traducido el pen-
samiento principal: si hay algo que notar




262
pertenece á los accesorios. En algunas odas la
traduccion es muy superior It la que lie-
mos analizado. Pero ya hemos espuesto
los motivos por que la hemos preferido.
Sin embargo no déjarémos de notar, que
en las piezas ligeras, señaladamente en el
diálogo de Lidia y Horacio , es en donde
trías se acerca á su original.


Somos de la opinion del señor Bur-
gos en cuanto á la oda septima del libro
primero. Son dos odas diferentes. La pri-
mera acaba en el verso Mobilibus pornaria
rivis. Por mas latitud que se cbnceda á las
traducciones líricas , no hay ninguna que
pueda ligar el elogio del agua con el del
- vino. Mas no creemos que no sean
Horacio los versos:'


«Quibus
Unde mos amazionia securi
Dextras obarmet, quwrere distuli.
Nee scire fas est omnia


de la oda en loor de Druso. Es ver-
dad que no son líricos : es verdad que
no pertenecen á aquel lugar , pero el. tono
y la construceion son del autor de Qui fit,


- likecenas. Allí-hay indudablemente alguna
alusion satírica , y no es nuevo en Hora-


X6
tió
les rasgón eóniitós cot 1ó


líricos. Dígale. .él final del bellísimo
filosófico Beatos die
A.tribtiliffe lós


últimeS" Verséis á tin usix
rero" 1:,á burlarse dé él y dé los lectores.


En la Oda Octi VulOs d
aireo , nos parece que Hbraelo habla dé/
los peligros' de la tiranía én: aquella'
mosa espresion:


«Districtus ensis cui semper impia
Cervice pendet. "


Districtus ensis en este parage es la espada
de Diocles, y lo prueba el inciso siguente:


«Non siculw dapes
Dulcera elaborabunt saporein"


Sin embargo el traductor lo entiende
en el testo y en las notas, de cualquier
mortal: lo que es muy estraño, porque la
espresion impia cervice anuncia un tirano
ó por lo menos un malvado. No sabe-
mos por qué se ha omitido en la traduc-
cion , que es la siguiente:


«Cómo á aquel placerán, á quien la espada
Siempre amaga desnuda,
Ricos manjares, ni sabrosos Vinos ?
Pero basta ya de observaciones que




264
serian interminables, sí se hubiesen de.
estender á toda la traducción.- Los lecto-
res podrán . hacerlas por sí mismos co-
nocerán si el juicio que hemos hecho de
esta obra , es conforme , ó no, á -lá jus-
ticia literaria.- Nosotros no podemos ma-
nifestar mejor nuestro aprecio al la tra-
duccion de las obras líricas de Horacio,
que deseando ver la de las sátiras y epís-
tolas, señaladamente la del arte poética.
de mano del' mismo traductor.


265


Noticia del Discurso inaugural pronuncia-
do en el Ateneo español, por D. José
Joaquín de Mora, al abrir un curso de
derecho natural.


Con sumo placer hemos leido el Dis-
curso inaugural que pronunció en el Ate-
neo español, el dia 7,


de marzo último, el
socio don José Joaquin de Mora , para la
apertura de un curso de derecho natural•
Sabido es que un discurso de esta natu-
raleza no puede ofrecer un vasto campo
al análisis , porque solo debe reducirse á
exponer rápidamente la utilidad del obje-
to y de cada una de sus partes , indican-
do el plan y las doctrinas que el profesor
se propone seguir con preferencia.
• No se ha contentado el señor Mora
con expresar en un lenguage puro y cor-
recto la utilidad del estudio del derecho
natural, en la acepcion mas estensa de es-
ta palabra; esto es ,- como una reunion
de los principios de todas las ciencias le_
gislatipas , ó de las reglas que deben de-


11,1'




260/
terminar las relaciones de los' hombres
entre sí, y las de las cosas entre si mis-
mas en materia de legislacion , sino que
prescindiendo en algun modo de la parte


filosófica ó moral de este estudio', ha que-.
rido llamar la atencion de sus oyentes y
de sus discípulos 'sobre la parte propia-
mente llamada constitucional. Para esto
empieza por recorrer con suma precision
y maestria los diferentes estados del hom-
bre, considerado como ser. corporal, y como
un ser moral é inteligente , capaz de un
sinnúmero de modificaciones , de vicilitit•
des, de goces y de sufrimientos. Indica
el influjo de las pasiones y de los (Efe-
rentes • afectos con que se desarrolla su sen-
sibilida , y los puntos de contacto 6•.da
diferencia que' tiene con el resto de los
seres, que pueblan la , superficie del globo.


De ellas deduce la necesidad de esta-
blecer ciertas reglas que le sirvan para
asegurar sus juicios, apartando, ó neutra-.
lizando á lo menos , los impulsos de mi
instinto mecánico: Convencido este profe-
sor ele que asi como en geometria todo
problema que no esté resuelto con exac-
titud, puede llegar á ser objeto de uña
nueva demostracion, dé la misma lanera


267
puede y debe suceder en la moral y .en
la política; establece la necesidad de re-
nunciar al uso de todas las palabras vagas
ó indefinidas que tanta coufusion y des-
orden han ocasionado en nuestros códigos,
Y últimamente contrayéndose al verdadero
objeto y utilidad de este estudio, que es
la demostracion de que el cumplimiento
de las obligaciones está de . acuerdo
con lo que deseamos, nihil utile 771:5i hones-
tum , excita á sus discípulos á que consi-
deren que dentro de estas reglas se con-
tiene cuanto se necesita para ser buenos
hijos, buenos padres, buenos esposos , y
excelentes ciudadanos.


No dudamos que el ilustrado celo, dul-
zura y sumo de s'


terés con que el selor.
Mora se ha ofiWlo á prestar este gran
servicio al público , contribuirá en gran
manera á generalizar entre nosotros la afi-
cion al estudio de esta ciencia, proscripta
y abandonada durante tantos anos. He
aqui uno de los rasgos de verdadero pa-
triotismo, que si bien carece de aquel bri-
lo y pompa bulliciosa con que se suelen


anunciar otros servicios que se hacen á
la nacion , no por eso deja de ser infini-
tamente apreciable y 'apr cejado de cuantos




268
conocen la importancia de la ilustracion
para la gloria y felicidad de su patria. Es
notorio que este ciudadano no tiene otros
sueldos ni pensiones para mantener á su
familia, que el producto de sus tareas y
trabajos literarios ; y á pesar de eso ha
tenidó la bondad de ofrecerse á desempe-
fiar gratis esta catedra en obsequio de sus
estimables consocios. Estos son los útiles
y preciosos pasatiempos del Ateneo espa-
ñol, cuya reunion, lejos de inspirar recelos
ni disgustos á ninguna clase de ciudada-
nos, va adquiriendo muchos títulos al res-
peto y gratitud del público.


Se vende este discurso en las li-
brerías de Brun y de Paz, enfren-
te de las gradas:de S. Felipe, á dos
reales.


269
Algunas observaciones sobre los desagradables


acontecimientos de Barcelona, Sevilla ,
Málaga y Oviedo.


Omnia mala exempla ex bonis iaitiis
orta sun t.


Salust. Cat.


Hemos contraliido con el público es-
pañol la obligacion de hablarle verdad
aun con nuestro propio riesgo, censuran-
do cuanto nos parezca injusto ó perjudi-
cial , asi en los actos de la autoridad, como
en las operaciones políticas de los ciuda-
danos. En cumplimiento de este penoso
-deber hemos combatido ya con las armas
de la ironia los actos arbitrarios de que
en pocos dias han sido .


testigos cuatro' ca-
pitales de provincia ; pero conociendo que
acaso no bastará para desengaño tic todos'
el tono irónico , por la concision y la rapidez
que exige; y considerando ademas que pa-
ra graves dolencias 'no está denlas ensa-
yar remedios de diferentes especies, aia-
dirémos hoy algunas reflexiones sérias , y
les darémos la extension que no permite
una sátira breve y ligera. El epígrafe mis-




uzo


mo de este artículo indica bastante que
nosotros reconocemos en los autores de
las escenas lastimosas de que hablamos.
intenciones puras y patrióticas ; pero si
á mayor abundamiento se quiere una con-
fesion pública de que asi lo creernos, no
tendremos inconveniente en hacerla en los
términos mas precisos. Pensarnos en efec-
to que algunos ciudadanos llenos de amor
á las nuevas instituciones , indignados al
ver la osadia con que los enemigos de la
Consutucion trabajan para destruirla , y
sospechando por los antecedentes, que ellos
tendrán acaso y nosotros ignoramos, que
ciertas personas de sus respectivas ciuda-
des pertenecian al número de los maqui-
nadores, se imaginaron que su permanen-
cia en aquellos pueblos podria ser funes-
ta al sistema constitucional.; y esto les obli_
gó á pedir su deportacion á otros parages
en que, no pudiesen tener tanta influen-
cia. Creernos tanibien que los funciona-
rios públicos á quienes dirigieron la de-
manda , se vieron en la triste alternativa
de acceder á ella ó comprometer la tran-
quilidad de todo el vecindario, y escogieron
el mal que les pareció menor. Asi la enes-
tion que nos proponemos examinar, no es


271
la de si los ciudadanos que han interve-
nido en estos desórdenes, y las autorida-
des que han accedido á sus peticiones, han
obrado por secretos impulsos que la jus-
ticia repruebe : suponemos que unos y
otros han procedido con la mas pura in-
tencion. Lo que nos proponernos exami-
nar es, si se deben aplaudir y aprobar se-
mejantes actos, y si seria bueno que se
repitiesen ; ó al contrario, si se deben des-
aprobar y censurar altamente, aunque por
esta vez no so castigue á sus autores; por
que el celo los disculpa ; y si repetidos
y continuados nos eonducirian á la anar-
quía, y á la peor y mas intolerable dé to-
das las tiranias que es la del populacho.
Los que hayan leido los números anterio-
res de este periódico, adivinarán facilmen.
te cual es la solucion que vamos á dar á
las cuestionas propuestas; pero les roga-
mos que no por eso dejen de leer las ra-
zones en que vamos á fundarla, por que
con este motivo tendremos que ilustrar
ciertos principios importantes de la cien-
cia social y recordar otros que ya hemos
explicado largamente en varias ocasiones.


En el núm. ro insertarnos un artículo,
.en el cual se probaron todas estas pro-




272
posiciones : que en el diccionario de las
ciencias políticas la palabra pueblo es si-
nónima de nacion y significa no una parte
de los ciudadanos , sino la coleccion de
todos ellos : que - el pueblo asi entendido
tiene derecho á formar por sí inmedia-
tamente, ó , por medio de sus diputados,
la Constitucion política que crea mas ven-
tajosa : que una vez hecha y adoptada esta,
y puestos en el egercicin de sus funciones
los poderes que ella ha creado , el pueble
debe obedecer á las leyes constitucional•
mente establecidas y promulgadas, á las
órdenes del Gobierno que no sean con.
trarias á la Constitucion , ó á las leyes vi
gentes : que habiendo delegado su auto
ridad suprema á sus representantes y al
Gobierno, no le queda otra, mientras no
destruya el pacto social que. tiene jurado
que la de hacer las elecciones que en este
se hubiere reservado , y emitir su °pi.
ilion sobre los negocios públicos, ya por
medio de la impi-enta, ya por respetuosas
peticiones dirigidas al cuerpo legislativo,
al Gobierno y denlas funcionarios á quie-
nes competa el conocimiento de sus re-
clamaciones: y que esto último puede ha-
cerlo no solo el pueblo entero, sino cual-


273
quiera de los ciudadanos. Estos son prin-
cipios inconcusos en los sistemas repre-
sentativos fuera de los cuales en vano se
buscaria la verdadera libertad.


Y bien ¿ se respetan estas máximas
fundamentales, cuando una porcion de ciu-
dadanos se presentan tumultuariamente y
armados ante los magistrados, y amenazan-
do con alborotos les arrancan la orden
para deportar á otra provincia cierto nú
mero de personas, cualesquiera que estas
sean ? ¿ Es el pueblo en el sentido legal
el que asi espolie su voluntad , ó es mas
bien un puñado de facciosos los que dic-
tan leyes á la autoridad y sustituyen su
opinion privada ó sti ?capricho á la opi-
nion general? Aun cuando el vecindario
todo de una ciudad hiciese estas reclama-
ciones, nunca podria tornar la voz del
pueblo, porque no es en realidad mas que
una muy pequeña parte del pueblo español.
é Qué será pues cuando no es acaso ni la
centésima parte del vecindario mismo, la
que se arroga tan sagrado título ? El pue-
blo pide , el pueblo desea , el pueblo quie-
re, el ptieblo exije. ¿Y quién es ese pue-


lo
asi dicta leyes á los Magistrados


Doscientos , trescientos, mil ó dos mil
Tomo VII.
ab




1'74
individuos en una poblacion de ochenta
ó cien mil habitantes. Y aun si esta frac-
cion estuviese legalmente autorizada por
el resto de sus convecinos, ya podria de-
cirse que el pueblo de aquella ciudad es-
ponja su opinion por medio de sus apo-
derados; pero d cuándo estos han consultado
á los que suponen sus comitentes? ¿ Cuándo
han recibido de ellos poderes legítimos para
tornar su nombre y representar sus personas?


Supongamos por un .instante que en
efecto obrasen: con legítimos poderes :
¿ quién ha dado autoridad al vecindario
de un pueblo para pedir que tales ó cua-
les ciudadanos seakityrrancados de sus ho-
gares y trasladados fá otra residencia, sin
que esta grave pena del destierro y con-
linacion les haya sido impuesta por sen-


.--tOeia judicial legalmente pronunciada? No
--Olo la poblacion de una ciudad nn tiene
semejante derecho ; pero ni la naelon en.
teca á no derogar previamente la- Cons-
titucion. En esta se- dice y se manda que
á ningun ciudadano se le imponga castigo
Alguno sino por el tribunal competente,.
y en eiecticion •di una ley anterior debi-
damente aplicada. Y ¿reconoceremos por
tribunal á. un grupo de gritadores por ,nu-


/55
meroád qué sé stipongá? Qué 1/5, hay
ni pttedé haber én titi pais bien (Ober;
nado para qué él indiVidtiO qué un& t'en-1
nion tumultuaria déelare seispéchtihn
haya de set tenido per tal, y sin Maá
ha, examen ni usa, §Ontetidó á tind
na tan grave vrtíílí el destierro y la ./1-1'
fatua ? tt A qué' Vetidtia á rédtteirse la
guridad iridiNPidttal gararifidá< per la
titucion , si á la voz á enatre aWore-,
tadore§ pliedéri Éér áriWtados lo9 ciuda-
danos y ttaskaatitiá á IStrt9 piiéblo?“ Pera
estos dhi dáda fié§ sois eireínigo's


iá Góti.1"
tituciótá trabalaYt éri secretó paró eléS¿•
trt•rta 3


álégi•an ile todos' los aedrife-1
cimientos que pueden eó't5 ,tribtiir á su
na, son sernle• dé- eéraion, Inspiran per
el régimen a'rbitiatiO, y á es-té sé r€Sta-
Metiese persegtilrian eriéáfiTizradáinliite.
lo§patriotas. Go'nee'deremÓs que.


séa pe-
ro direitro§ que -étto ney


iiiátjá;
eará jarn'árs las piVfiderieia§


-arbitrarias qüé-
conUa ellos. sé'


.¿Son CotiSpirádo
res? No basta decirlo : :es menester pro=
bario,: y no c'onia quiera probarle con voy
ciferacicareS y gritos


• en alta pinza,. Silfo
con héohos con:sial-nes, y enmprobadn§
galmente anta los inatth qnsa la ley


8,




276
ñala. Si se sabe con certeza que son de>
lincuentes, es necesario acusarlos en debida
forma, convencerlos en juicio solemne, y
dejar á la ley que pronuncie su senten-
cia por boca del juez ó tribunal á quien
ha cometido el conocimiento de semejantes
delitos. Si la simple presuncion , la sos-
pecha, el rumor popular bastasen papa con-
denar á los hombres, ¿quién . estaria seguro
un solo instante?


Todo eso es mucha verdad cuando se
trata de tiempos tranquilos , cuando las
instituciones estan ya arraigadas y asegura-
das, y no puede haber peligro en que se
siga en los juicios el orden prescrito por las
leyes y por la constitucion. Mas cuando no
se ha salido aun de la crisis revolucionaria,
cuando apenas . se han echado los cimientos
del edificio, cuando los que no quisieran
verle construido se aprovechan para impe-
dir que lo sea hasta de su misma debilidad


no será permitido emplear para soste-
nerle medios extraordinarios y aun irre-
gulares? La salud publica es la ley supre-
ma, ante la cual desaparecen los códigos y
hasta la Constitucion. Lo que importa es
salvar el sistema, aun cuando para ello sea
preciso recurif á providencias inconstitu-


177
titucionales. Asi han diserrido siempre los
fautores de la arbitrariedad ; pero si se-
mejantes principios se adoptasen, la con-
secuencia que de ellos deberia deducirse
es , que el despotismo es el mejor de todos
los gobiernos. En efecto no podrá citarse
un solo acto despótico que no pueda co-
honestarse con el pretexto del bien pú-
blico, y que no sea dirigido á sostener el
gobierno establecido ; pero triste gobierno
el que haya de conservarse á costa de in-
justicias y arbitrariedades. Nosotros pasa-
riamos por ellas y las aprobariamos, si en
efecto fuesen necesarias para defender y
conservar la libertad ; pero esto es preci-
samente lo que negamos. Al contrario, nada
nos parece mas á propósito para ace-
lerar la ruina de la Constitucion, que el
que sus mismos defensores confiesen que
para sostenerla es necesario violarla. Para
rece,mendarla y hacerla amar, se ha. dicho
á los españoles, que establecida ella, aca.-
baba el reynado de la injusticia, que en.
adelante todo ciudadano podria descansar
tranquilamente en el seno de su famillá,
seguro de que nadie turbaría su reposó, , y de
gire mientras una providencia judicial no
le contituyese en estado de arresto, nadie


IV;




-178
podría atentar á 111 libertad: ¿Qué tiran
pues ahora los que pretendan desacredi,
'19Fla , cuando la ven quebrantada apenas
Istlalecida, y cuando los hechos prueban
que las garantías ofrecidas desaparecen á
la, voz de unos cuantos gritadores ? ¡Qué
hap de decir! Que las magníficas palabras
de libertad, segUridad personal, derechos
del hombre y del ciudadano , 5,e han cine-,
Ilylo en meros ofrecimientos; y que en
el pri !ner aísio del régimen constitucional
se han cometido ya mas tropelias y arbi-
truias vejaciones, que en los seis años do del.,
potllino ministerial. vp este se persiguió


ustamente t 4 los .consti t u ci on ales ; pero
se figuró á lo menos una sornbrade jnieio;
y lun cuando se desterró de la corte á
yarias personas por simples órdenes, de los
minist:ros rw se vio, sacar de . gis, casas y
deportará las islas, solo porqUelo pidiese
nn populacho amotinado , á obispos, ge-
ner5iles , coróneles, canónigos, togados, y
91-1:A§ personas de todas clases y fueros.
1.19/ que semejantes actos 41 vio-


no, Ken ¿ qué se Çonlr,%41Ç,Ip. 4 sí
wismos, pues que ,justifican aplauden
Iny lo que condenaban y vituperaban ayerr
¿no yero (LIT el3lplear estos 11194i,9,1 geFircH


279
bados para sostener el sistema,. vale tanto
corno hacerle odioso? Si las personas que
á ellos han recurrido, no fuesen por otra
parte conocidas, podria sospecharse que
eran ocultos enemigos de la Constitucion,
ó estaban pagados para desacreditarla y
acabar con ella cuanto antes. Todas estas
reflexiones se dirigen á probar, que el acto
de sacar á un ciudadano de su casa y
llevarle á otro pueblo , como por medida
de policía y 4 peticion de unos cuantos
celosos, pero estraviad.os patriótas, es un
acto injusto , arbitrario é inconstitucional,
que no puede cohonestarse ni excusarse con
ninguna razon plausible y 'valedera : que en
consecuencia el Gobierno debe anularlos
y restituir á sus hogares á los deportados,
salvo el proceder contra ellos judicialmen--
te, si hubiese méritos para ello.; y que ya
que por esta vez pueda prescindirse de
castigar á los que pidieron las deportacio,
nes , : y á los tímidos funcionarios que • las -
decretaron ; se•debe hacer entender á todos
los del reyno , que en lo sucesivo serán
responsables de cualquiera arbitrariedad
que cometieren ,áin que les valga la eseusa
de que cedieren á las amenazas de los
alborotadores. A estas se opone la fortale-




280
za propia del hombre público : la debili-
dad y el miedo 'son disimulables en los
particulares , en los magistrados son por
lo menos reprensibles.


Prescindiendo ya de lo justo ó injusto de
las deportaciones verificadas en varias ciuda-
des, examinemos ya las consecuencias que
tendria este abuso , si el Gobierno le auto-
rizase y se repitiese en otras partes. Un
volumen no muy pequeño puaera escribirse
para demostrar' que cuando ciertas fraccio-
nes de la comunidad se arrogan el derecho
de dictar leyes á los gobernantes, y de ha-
cer pasar su voluntad privada por la vo-
luntad general , la sociedad está disuelta
de:hecho : no hay ya Orden ni gobierno,
y la anarquía y la licencia han sucedido
á la autoridad de las leyes , al respeto que
se les debe, y á la obediencia á los magis-
trados: condiciones sin las cuales no pue-


- den conservarse las sociedades políticas.
Mas no permitiendo la naturaleza de este
escrito acumular muchas pruebas , nos limíf
tarémos á indicar algunas deducidas de los
principios teóricos ya sentados, y á com-
probarlos con egemplos históricos , es decir
con las lecciones de la esperiencia.


¿ Para qué se reunen los hombres y


281
forman estas que llamamos naciones,
sociedades civiles ? Para que la comuni-
dad proteja á cada uno de los -indivíduos
contra los atentados de la fuerza. Y como
está comunidad no puede obrar toda, ó
como se dice, en masa, ni convendria que
lo hiciese arbitrariamente ; de aqui la ne-
cesidad de establecer ciertas reglas para
obrar en todos los casos, y de nombrar
personas que obren como delegadas ,
agentes de la sociedad entera.


bEstas reglas-
se llaman leyes, y estos delegados se


-llaman gobernantes, jueces, magistrados, ó
empleados públicos, segun la parte de ac-
clon que les está confiada. Supuesto pues
que una sociedad existe ya, que ha for-
mado sus leyes y confiado la egecucion
de estas á cierta ó ciertas personas,
las cuales han nombrado por la facultad
que para ello han recibido, los agentes


' subalternos que han de cooperar á su ac-
cion subdividiendo esta para facilitarla; ¿qué
derecho le queda á ninguna fraccion de la
comunidad para alterar ó quebrantar la
ley ó para encargarse voluntariamente de
ejecutarla, cuando no ha sido legítima,
mente autorizada para ello ? Ninguno
ciertamente: y desafiamos al mundo en-




1


282
toro á que ni con razones, ni con citas
de escritores, ni:con egemplos aprobados,


justifiqué semejante usurpacion. y bien,
si tal derecho no existe en ninguna por-
cion de ciudadanos, P no será un • acto .ile-
gal, arbitrario, y subversivo el que un
cierto número de individuos se erijan. sin
serlo, en legisladores, jueces .y gobernan-
tes á un mismo tiempo ? Pues esto es en..
suma lo que hacen los que arrebatados
de im celo indiscreto , hacen deportar de


un pais á otro á los indivídnos que se les
antoja designar con el título de sospe-
chosos. Se erijen en legisladores , porque
establecen' una ley que no existia; y sino
cítese alguna en que se diga que el ciu-
dadano que fuere calificado de sospecho-
so por una parte del vecindario de su
residencia, sea trasladado á otra.' So erijen
en jueces ; porque aun suponiendo que
existiese una ley para deportar á los
sospechosos, tocaba á los jueces y no á
una porcion de mine amotinada , decla-
rar •que tal ó cual persona estaba com.,
prendida én la calificacion de la ley.
Se erijen en gobernantes ; por que con-
'cediendo que en circunstancias extra‘-


ordinarias pudiese la autoridad. local ale


01jar de su
• dQmicilio á un ciudadano, aun


sin ley preexistente y sin declaracion
judicial (cosa que ni concedemos ni pue.
•de existir en un gobierno justo y liberal),-
no es una fraccion del pueblo la que
Jebe decidir que se está en el Caso de re-
currir á tan violento é ilegal procedimien-
to. ¿Y se dirá que gay sociedad, gobier.
no, .orden , constitucion , leyes ni otra
cosa que anarquía , cuando los simples
'particulares se erijan por sí y ante sí en
legisladores, jueces y gobernantes; ó lo
que es lo mismo, cuando un puñado de
gente acalorada ilusa proclama una ley
qué. DO existe , la aplica á determinadas
personas, y la hace. ejecutar con amenazas,
gritos , tumultos y al brillante reflejo
de las bayonetas? Si este triste. egemplo
dado en cuatro é. cinco pueblos se auto,
rizase, -y en consecuencia se repitiese en
todos los de la 'knonarquía española, pues
en todos ha de haber necesariamente
algunos ciudadanos que en opinion <le
Afros, sean sospechosos , ¿ qué término
tendrian .las deportaciones ? ¿adonde se
enviarian los deportados,? ¿ qué seria de
sus familias ? ¿ qué se oiria por. todas
partes, sino quejas, lamentos, y maldicio-




2 8 4
nes contra un gobierno que' toleraba lo
que jamas autorizó, el mas desenfrenado des-
potisino, lo que no se permite ni en Tur-
quía ni en Marruecos ? fío aq ui sin embargo el-a,
abismo de horror á que nos conducen los
que imprudentemente alaban , aplauden,
y preconizan, como actos sublimes de pa-
triotismo, las escandalosas escenas de Bar-
celona, Sevilla , Málaga y Oviedo. No
hay arbitrio : si ha sido justo , bueno,
santo, útil, y muy liberal y patriótico que
de estas cuatro cuidades se haya hecho
salir á las personas que los seiiores exabA
tados han calificado de' sospechosas;- la
misma razon hay para que se haga otro
tanto hasta en la aldea -mas pequeña. ¿Y
entónces...? Pienserilo ellos mismo y digan
de buena fé, ¿ qué seria de la nacion ? ¿A
qué odios , á qué venganzas, y por 'últi-
mo termino á qué guerra civil no darian
lugar tan bárbaras tropelias, y una tan
universal persecucion ? ¿ á cuantos miles
y aun millones no ascenderia el número
de los sospechosos ? ¿ quién estaria seguro
de no ser comprendido en una califica-
cion tan vaga? :¿ Qué quiere decir sospe-
choso? Un hombre del cual sospecha otro
que no tiene sus mismas opiniones. Pero


285
ó ha hecho actos positivos criminales que
justifiquen esta sospecha, ó no. Si los ha
hecho ¿á qué deportarle ? Ahi estan los
tribunales: acusarle en debida forma. Sí'
no los ha hecho, ¿qué valor tiene la sos-
pecha agena ? Y aun cuando el sospecha-,
dor acierte acaso en su juicio , si las opi-
niones del sospechado no han producido
acto ninguno esterno reprobado por la ley,
¿ por qué perseguirle ? ¿ Donde está la to-
lerancia de que tanto se blasona ? Serán
liberales y filósofos los que en su conduc-
ta se muestran mas intolerantes y más per-
seguidores que la inquisicion misma? Esta
en efecto por mas que sospechase de cual-
quiera, que no era afecto á Ja religion; ¿qué
decimos afecto? Aunque supiese extrajudi-
cialmente que era un ateísta cerrado, jamas
procedió contra nadie sino se justificaba
previamente que habia hablado contra la
fé, ó hecho un acto terminante de irre-
ligion.


Mas dejando á parte los razonamientos
especulativos, y cuando no hubiese ningun
argumento legal con que combatir las tro_
penas de ciñe tratamos, ¿la esperiencia sola
no bastaria para que todo hombre sensato
y amante del órden alzase la voz contra




286
lds actós arbitrarios, arrafteadoS á la alu
toridad por medio dé edáinoólórieá peffitt,:
lares-? ¿Qué ha sucedido éa1 tadól 10á paises
del inundó y en .todos los siglos,-Citando
una vez se ha roto el freno de la ley, y
Se ha perseguido y castigado á los ciuda.-
danos omitiendo las fotinalidádeS legales?
Que aun cuando esté mal ejemplo haya
recaido en hombres . perVerSos y notoria-
mente criminales, al fin sé ha repetido en
los inocentes é inCoritestabiémente virttio-
sos. Abrase por donde se quiera la his-
toria de las proscripciones, y se verá
que en todas ellas se empezó pór sacti
•ficar . las víctimas' que designaba el odió


público ; pero muy pronto se mezclaronlos odios y resentimientos personales , y
al lactó de los malos cayeron indistintamen-
te los buenos. Léase en Salustio el Célebre
pasage del cual hemos sacado él Ofgratd
de este artículo, y se verá comprobada cóñ
hechos indudables esta triste, pero utilisiffia
verdad. Pero sin recurrir á la historia an,
tigua, ¿ no tenemos á la vista la de nues-
tros días? ¿Qué sucedió en Francia, luego
que á pretevto de Celo- y con el laudable
ble objeto de sostener las iritituciones li-
berales, se emPezó á perseguir popular-


287
menté á atropellar, poner en fuga y aun,
esterminar á los que se suponia sus ene,.
migos? Que al principio la persecucion
recayó en efecto por lo general en cono-
ciclos aristociatas; pero de estos se esten-
dió muy pronto á los Tiras ardientes y vir-
tuosos patriótas, y las cabezas de Bailli,
Petion, Brissot y otros mil liberales, ca-
yeron bajo la cuchilla misin a que Labia
cortado las de los satélites y agentes del
despotismo. Y no se responda con la vul-
garidad de que los españoles no son fran-
ceses. Son hombres y esto basta.


-
El fondo


esencial de la naturaleza humana es uno -
mismo en todos los individuos, cualesquiera
que sean las modificaciones accidentales
que en ellos se observan, debidas al clima,
la educacion y los habitos que resultan de
las instituciones políticas. Las pasiones que
son las causas de sus acciones, son las mis-
mas en todos , y ya se sabe que las mis-
mas causas producen siempre los mismos
efectos. Por eso se dice comunmente , y
bien entendido es muy cierto, que en el
mundo no hay mas que un hombre y una
muger, 'y que todos los paises se parecen.
Tengan pues entendido los patronos de las
persecuciones populares, que ellos mismos




288
afilan el puñal que otro dia será dirigi-
do, contra sus pechos. Y aun cuando esto
no suceda , tengan entendido que desean-
do consolidar el edificio de la libertad, son
ellos los que le socaban y arruinan ; que z


no hay libertad sin orden , ni orden sin
gobierno, ni gobierno donde una frac-
cion del pueblo se torna la justicia por
su mano , y que si los atentados de Bar-
celona, Sevilla etc. se repiten impunemen-
te, es ya inutil hablar de Constitucion:
se acabó la libertad, se acabó el imperio
de la ley : empezó el reynado de la ar-
bitrariedad, y la mas dura esclavitud á que
una nacion puede verse reducida.




Sobre eso que llaman Union.


289


de la moda, y como aumenta y generali-
¡,Qué estenso y dilatado es el imperio.


za sus conquistas ! Preciso es que el deseo
de la imitacion sea una de las pasiones
mas vivas del hombre, y de un influjo to-
davía superior al que ejerce el mismo amor
propio, que dicen que es un tirano universal
é irresistible. Todos los días estamos vien-
do, particularmente en las mugeres, con-
fiar al 'público el vergonzoso secreto de
unas piernas torcidas ó abotagadas, por
conformarse con la moda de las basqui-
ñas cortas, ó mostrar una coraza de hue-
sos, destinada á servir de tormento á un
marido gloton , solo por imitar la desnu-
dez de algun trape que esté en uso. Ní
fidtan tampoco algunos honrados caballe-
ros, que por no privarse de llevar una
levita á la derniere, van luciendo una jo-
roba como una hogaza.


Pero en donde mas se advierte el in-
flujo de la moda y el órgano de la imi-
tacion , es en materia de opiniones litera-
rias y políticas , por que en ellas se reu-


Tomo vu. 19


n




290
ne al placer de imitar, la inexplicable
comodidad de abstenerse de discurrir. Po-
cos hay que conozcan todavía las venta-


j as de no tener otra opinion que la que
fuere de moda; por que no son muchos
los que hasta ahora se han atrevido á pu-
blicar la suya propia en contraposicion de
la de los denlas. Verdad es que hasta el


presente no han sido cosa mayor los estí-
mulos que se les han presentado á los hom-
bres para animarlos á enunciar sus opi-
niones particulares; por que el que no ha
Sido crucificado por ellas, se ha visto pre-
cisado á lo menos á beber la cicuta. Para
espresar una opinion, se necesita por lo
Menos tener antes algunas ideas mas ó
Menos exactas, y esto de tener ideas es
harto mas raro de lo que á primera vis-
ta parece.


Redúcese todo este preámbulo á lla-
mar lá atencion sobre una moda que ha
llegado á introducirse entre los escritores,
Singularmente periodistas, de hablar todos
los dias de la union y concordia que de-
be haber entre los ciudadanos, ponderan-


do sus ventajas, y mucho mas aun los
bales , desastres y miserias que debe tra-
er consigo la desunion y la guerra de °pi-


291
iliones. A mí, que por la misericordia de
Dios, me ha tocado una alma atravesada,
torcida y dada á barrabás , que nunca ó
casi nunca ve las cosas sino por medio de
un prisma verdinegro , como dijo con su
acostumbrada gracia cierto periodista de
esta corte : á mí , que careciendo de ca-
lidades que puedan hacerme remarcable,
no tengo otro recurso para mover á los
denlas á que reparen en mi persona, sine,
el de contradecir las opiniones de todo
el mundo ; y ultimamente á mí-, que soy
capaz dé aturdir con un ergo el mas vas-
to gimnasio de las escuelas dominicanas,
me toca exclusivamen te impugnar ese er-
ror, esa manía, esa extravagancia de pre_
dicar la union y fraternidad entre los es-
pañoles.


Toda la vida hemos oido decir que la
mucha gente para el Rey es buena ; que
mas vale solo que mal acompañado ; y no
lo sabras bobo que lo hice yo solo ; y hemos
oido otra multitud de refranes ó senten-
cias , que como todo el mundo sabe, son
otros tantos evangelios chicos. ¿Que quie-
re decir' en castellano la palabra unjo)/
en el sentido de que hablamos ? Cualquie-
ra responderá que es la conformidad y con-


19.




292
cordia de los ánimos, de la voluntad, y
de los dictámenes: luego siempre que nues-
tros dictámenes, nuestros ánimos, y nues-
tra voluntad no esten conformes ni con-
cuerden entre sí , será una grandísima
simpleza el predicar esta union. Suponga-
mos por un instante, ó por un siglo, que
yo deseara, como efectivamente deseo, que
se consolidase el sistema constitucional puro
y neto, y que para llevarle adelante se me
figurase á mí que era preciso que todos ó
casi todos los españoles pensasen de la
misma manera, claro es que no cesaria de
importunar á la gente para que se uniese
á mi modo de pensar. Supongamos . que
en efecto se me uniesen y que trataramos
de consolidarle de mancomun; lo prime-
ro por donde empezariamos regularmente
seria por averiguar de qué modo habia
de contribuir cada uno á tan santo objeto;
por que ello es que no todos podriamos
destinarnos á cada cosa. Yo, por ejemplo,
estoy tan convencido de que puedo ser
útil al sistema dedicándome á servir una
plaza de consejero de Estado, que me pa-
rece que estarian ciegos ó tendrian una
repugnancia notoria á la union los que no
quisieran confiarme este destino.


ej
Una vez dado por mí este magnífico


emplo de untan y de conformidad , no
me cabe duda alguna de que todos mis
hermanos se sacrificarian gustosos por con.
tribuir al mantenimiento de la justa causa,
sin mas que seguir los impulsos de su na-
tural vocacion. El Mayorazgo es tan bue-
no , que seria capaz de darse por muy
contento con una plaza de gefe político;
el . otro que se le sigue y que tiene los
humos mas elevados, no tendria quizás
inconveniente en cargar con alguno de los
ministerios; y ya veriainos el modo de
obligar á varios amigos á que sufriesen
la gabela de repartirse unas cuantas in-
tendencias.


Bien sé que á pesar de todo este de-
sinteres y de este esmero que yo tendria
en que se conservase la union , no falta-
rian bribones y egoistas que llevarian á
mal el pago (le las contribuciones necesa-
rias para satisfacer nuestros respectivos
sueldos , ó el que se les mandase rondar
todas las noches con el fusil al hombro,
para que nosotros pudiesemos dormir con
la debida tranquilidad. z Pero no conocen
estos bárbaros que si no tratamos de unir-
nos, es imposible que marche el nuevo




9 4
sistema? ¿ Qué mas quisieramos mis her-
manos, mis amigos y yo que poder per-
suadimos de que habia otros en España
mas 'beneméritos y mas capaces que noso-
tros de desempeñar nuestros destinos, para
cederselos inmediatamente muy gustosos
¿ Pues qué no dimos ya una prueba ir-
refragable, al tomarlos, de nuestra con-
formidad y deseo de la union? Quiere la
desgracia que sea tan escaso en la penín-
sula el número de los hombres de pro-
vecho , que nos vemos precisados á con-
tinuar toda la vida trabajando como unos
negros.


Asi , ni mas ni menos , me explicaria
yo siempre que me viera en el caso de reu-
nir los ánimos para que marchase á mi
gusto el sistema constitucional. Pero me
parece que no he soñado una conversa-
cion que tengo en la memoria, y que sin
duda la escuché un dia pasean dome por
delante de las rejas del Retiro. Crean us-
tedes, señores, decia un caballero muy
formal, que mientras que no nos unamos
los españoles, nunca tendremos un gobier-
no de provecho. Todos estos de las cortes
son un atajo de botarates, y cuantas auto-
ridades y jueces hay en esos tribunales no
saben lo que se pescan, por que con este


295
maldito sistema no hay medio de elegir
los sugetos que deben estar al frente de
los negocios. Persuádanse ustedes á que
si nos uniescmos cordialmente los hombres
de bien y de juicio, que somos muchos,
se podria plantear un gobierno que hicie-
se prosperar la España, y la hiciese respe-
tar de las denlas naciones. Con solo que
S. M. volviese á tomar sin traba alguna
las riendas de la monarquía, y me nom,-
tirase, como era justo, para gobernador
del Consejo, yo asguro que no habia de
haber en pueblo alguno la mas ligera re-
clamacion. Mi sobrino D. Anselmo pon-
dría ese ministerio de gracia y justicia.
mas arreglado que un órgano, y sus dos
chicos se irian fu-mando en las secreta-
rias de las embajadas, para dirigir mañana
ú otro dia, los mas arduos asuntos diplo-
máticos. Unidos de esta manera el gobier-
no del consejo y el ministerio mas prin-
cipal, no era posible que dejase de es-
tar bien organizada la administracion inte-
rior y la judicatura. Usted que ha sido tan-
tos años mayordomo de la cofradia de las
ánimas, podría desempeñar muy ,bien el
ministerio de hacienda , porque ya se sabe
que lo que principalmente se necesita es




296
saber ajustar bien una cuenta , y para
eso yo no conozco otro mas despierto que
usted.


Estoy tan seguro de que todo iria pri-
morosamente, como que me parece que
no habria siquiera un descontento , sino
que todos se unirian con la mayor since-
ridad al Gobierno. Hasta lo mas delicado
y que con mas horror se ha mirado siem-
pre por las gentes cultas , que es el san-
to tribunal de la inquisicion , me parece
á mí que habia de llegar á ser querido
y adorado de todo el inundo. Por que
con solo que el Rey quisiera elegir para
inquisidor general á mi pariente el pre-
bendado , y con que todos nos uniesemos
sinceramente para no hablar, ni escribir,
ni leer nada' contra la fé ni contra nadie,
verian ustedes qué aspecto tan respetable
tomaba esta generosa nacion. No hay que
cansarse : todo en el mundo consiste en
la eleccion de los sujetos , y mientras yo
veo que las mejores peras se las llevan
otros, sin acordarse de que nosotros exis-
timos en Madrid, veo que la cosa no
tiene remedio, y que todo se lo llevará
la trampa por falta de union.


197
Parecióme muy juicioso lo que decia


aquel caballero, y me confirmé desde en-
tonces en que esa especie de uniones eran.
igualmente conducentes para establecer
el sistema constitucional, que para resta-
blecer el absoluto. Pero aun me hizo mu-
cha mas gracia la oportunísima ocurren-
cia de un amigo mio, .(porque yo los
tengo de todos colores) el cual hablan-
dome de estas cosas , me dijo que todo
cuanto se hablaba "acerca de la union, era
un grandísimo disparate. Que lo único
que habia que hacer era levantar el palo,
y al que , no se uniese con nosotros ,
abrirle cuatros gemes de cabeza , y no tar-
darian en unirse cuantos andaban á nues-
tros al rededores. Que el modo de hacer
que todos estuviesen unidos, era estable-
cer un tribunal severísimo en cada pueblo,
y al que se sospechara que no pensaba
corno nosotros, prenderle inmediatamente;
y sin dar lugar á oírle disculpas ni retó-
ricas , apretarle pronto el pescuezo , ó en-
cerrarle para toda su vida entre cuatro
paredes : asi se vería corno entonces esta-
bamos todos unidos con la mayor since-
ridad. La moderacion es mala cosa , me
decia, y mientras que no se les obligue




298
á esos que pagan á - que se unan con los
que cobramos, no es posible que se pue-
da dar un paso hácia adelante. Yo ya le
dije dias pasados al ministro , que mien-
tras que á mí no me hagan coronel del
regimiento, no es posible que se conserve
la union entre los subalternos. Ya se ve:
¿ no han de andar todos desunidos cuando
observan que hace cerca de seis meses
que no me dan el menor ascenso ? No;
pues como me hagan 'coronel, y yo sepa
que alguno murmura ó no se une á las
disposiciones del Gobierno, capaz seré de
hacer con él un disparate , por que :sin
la union no hacemos nada .


Yo no sé por qué todos esos ecle-
siásticos no se habian de unir con noso,
tros para solicitar la abolicion de los di-
ezmos . ¿ Que , lo han de hacer I todo
los labradores ? ¿ Solo estos, y siempre es-
tos han ,de ser los que firmen esta clase de
solicitudes y nunca los curas, los canónigos,
ni los obispos ? ¿ Hay cosa mas particular
que el que estos señores solos sean los
que reclamen las rebajas de subsidios ; y
que no se vea ni siquiera un militar que
las solicite ? Esto es lo que promueve la
desunion; • y supuesto que no se alcaliza


299
el motivo, no hay. mas que hacer lo. que
le he dicho á usted , que es palo , gar-
rote, y encierro, y yá verá como se une
-todo el mundo.


Parecióme lindamente este método de
promover la union, y aun estuve por indi-
carle otro medio que no puede menos
de contribuir mucho para consolidarla y
arraygarla en todos los corazones; mas
para ponerle en práctica es indispensable
que ante todas cosas estemos muchos (mi-
rlos. Tal seria en mi concepto declarar á todo
el mundo interino ; de suerte que desde
el primero hasta el último ciudadano to-
dos debiesen considerarse como el dia
en que nacieron. Simplificados de esta
manera, y asi unidos todos en el estado de
la naturaleza, malo habia de ser que no es-
tuviesen todos muy contentos y muy
preparados á la union , por que al fin to-:
dos queremos unirnos con nuestros igua-
les. Verificada esta operacion se procedía.
inmediatamente á descartar de la lista á
los que nos pareciese que no se habian
unido con toda sinceridad , y estos ya se
sabe que deben encontrarse entre los que
cobran , porque en cuanto á los que pa-
gan demasiado se unen ellos al que les La-




3oo
ce pagar menos y con menor incomodidac•
Pero como no es posible que - todos cobren
igualmente, y por otra parte es tan nece-
saria' la union, no hay otro remedio mas
sino declarar que á los unos se les debe
de derecho todo sueldo y toda dignidad-
y que á los demas demasiado se hace con
permitirles que se unan á nosotros.


Yo entiendo que con un corte semejan,
te se podria por de ccntado ahorrar toda
esa multitud de artículos con que diaria-
mente se nos viene mortificando sobre la
union, la concordia y la fraternidad de unos
ciudadanos con otros. Por que á lo menos
entonces se sabria de una vez que los co-
brantes y gozan tes debian estar siempre
unidos, para seguir siempre gozando y co-
brando, y que los demas deberian unirse
por otro lado, para entretener el hambres
contando cuentos ó componiendo sermo-
nes acerca de la union. Es tanta la gracia
que hace el ver en ciertos periódicos, des-
pues de una larguísima hornilla sobre la
utilidad de las uniones, embocar una sarta
de desverguenzas y de apodos contra una


muchas clases de ciudadanos, que le da
á uno gana hasta de desunir el alma de su
cuerpo. i Qué bien se come en mi casa«


3oc
dicen algunos majaderos, y qué excelente
sazon tienen las salsas y los asados ! Pero
eso de convidar á nadie á la mesa, Dios
guarde á usted muchos años. ¿No saltan
Ustedes y brincan de alegria al ver la bue-
na. eleccion que he sabido hacer del cocir
pero? Pero ya se ve , es preciso que uste_
des se unan para celebrar su habilidad,
porque sino trabajará de mala gana. Entre-
tanto vean ustedes de digerir el potage si
le tienen, porque luego que yo sepa' que
han elogiado hasta las nubes la destreza de
mi marmiton, la economía de mi mayor-
domo , y la viveza y aseo de mis lacayos,
puede ser que andando el tiempo, llegue
á dar orden para que se distribuyan entre
ustedes los restos y desperdicios de mi me-
sa.- Pero entretanto no hay que olvidarse
de que necesitamos la union , porque de lo
contrario todos nos veremos reducidos al
potage , y entonces se acabaron para este_
des las esperanzas de mejorar de alimento


Este es el verdadero espíritu de union
de muchos que la predican, porque se lo
mandan, y este es un medio indirecto de
llamar estúpidos á sus lectores , porque es
suponerles capaces de caer en una red tau
grosera. La union es la cosa mas bella del




302
universo cuando se desea, se promueve, y
se egecuta con verdadera ingenuidad. Ella
se insinua por sí misma en todos los cora-
zones sin necesidad de que se la babosée
tanto con la lengua. Pero cuando se limi-
ta á ser una palabra de buen sonido, mien-
tras que en la realidad se opone un muro
de bronce entre los que disfrutan y los que
merecen, mas vale que cada desdichado se
conforme con sufrir la miseria á sus solas
que no que se deje engaytar con uniones,
tan hipócritas como interesadas.


303


CORTES.


SESIONES DEL 25 X 3o DE ABRIL.


Espediente relativo á las esposiciones de los
consulados de Santander y Bilbao, so-


bre introducion de generos estrangeros.


En uno de los numerds anteriores se
habló de una muy enérgica representacion
que el comercio de Santander habia dirigido
al Gobierno y á las Cortes , quejandose de
la injusta parcialidad con que el ministe-
rio, de hacienda habia tratado á los co-
merciantes de las provincias antes exentas,
y señaladamente á los de Bilbao, con mo-
tivo de las crecidas cantidades de géneros
estrangeros que se apresuraron á introdu-
cir, antes que se pusiesen en vigor los
nuevos aranceles decretados por las Cortes
en la anterior legislatura. Habiendo visto
despues la esposicion del comercio de Bil-
bao en -que procuraba vindicarse y satis-
facer á los cargos contenidos en la (le San-
tander ; advertimos que no era nuestro




3o4
ánimo prejuzgar la. cuestion , y que nues-
tras observaciones anteriores suponian la
certeza de los hechos y datos alegados por
los comerciantes de Santander, los cuales
resultarian del espediente que sobre el par-
ticular se hubiese formado y que nosotros
no habiamos visto. Ahora que este ha sido
examinado por dos comisiones de las Cor-
tes reunidas, que estas han dado su in-
forme y que sobre él ha recaido decision
del Congreso; estamos ya en estado de
hablar con todo conocimiento de causa.


El dictamen de la mayoria (le las Co-
misiones de hacienda y comercio reuni-
das, el voto particular de los Sres. Sierra
Pambley, Florez Estrada, Sanchez Tos-
cano, Toreno y Azaola de una parte, y el
de los Sres. Oliver y Cosio de otra; lo
alegado eri pro y en contra de los tres
dictámenes, y la juiciosa resolucion de las
Cortes que en suma ha conciliado las opi-
niones 'que parecian divergentes, son do-
cumentos de oficio que' se hallan consigna
dos en la Gaceta y demas periódicos dia-
rios, en donde ya los habran visto ó pue-
den verlos nuestros lectores. Asi no trata_
mos de molestarles con su inútil repeticion:
lo que queremos es esplicar sumaria, pero


3o5
claramente el juicio que hemos formado
de este ruidoso espediente despues de °i-
das ambas partes.


Qué los comerciantes de las provincias
exentas presintiendo ó sabiendo, por que
no era ningun secreto, que para primero
de este alío. se trasladarian las aduanas á
las fronteras, y que por los nuevos aran-
celes se prohibiria la introduccion de va-
rios generos y se recargarian los derechos
de entrada de otros muchos; se hayan
apresurado á introducir ,


una gran cantidad
de ambas clases, es una operacion mercan-
til en la cual sino se puede alabar el


-


desinteres patriótico de los especuladores,
tampoco hay nada que reprender legal-
mente. Que -guardasen los géneros intro-
ducidos para internarlos sin pagar dere-
chos luego ;que se levantase el cordon del
Ebro, aqui ya hay un fraude proyectado que
el Gobierno debió estorbar por todós lós
medios posibles ; y en efecto lo .procuró,
mandando que subsistiese el cordon hasta
que se aprobase y verificase el ajuste al-
zado que se habia hecho con los intro-
.duetores para el pago de derechos. Que
este .ajuste haya sido benefieioso á los co-
merciantes de aquellas provincias y'perju-


VII.
- 20


a,




3o6
dicial por consiguiente a 'los de las otras
situadas mas acá del cordon y al erario pú-
blico, lo prueban las reclamaciones hechas y
parece inferirse del informe de las comisio-
nes y aun de los votos particulares. Que este
favor haya sido dispensado á aquellos por
una culpable é interesada predileccion
ministro de hacienda , ni resulta del espe-
diente ni es siquiera probable. El último mi-
nisterio puede haber cometido graves desa-
ciertos • en su administracion por haber
adoptado desde el principio una política er_
rada,ó por falta de práctica, nosotros no se
los hemos disimulado ; pero al mismo
tiempo hemos hecho á los individuos que•
le componian la justicia que se merecen,
y hemos dicho y nos complacemos en
repetirlo, que cualesquiera que hayan sido
sus errores, sus intenciones han sido rec-
tas , y su pureza, probidad é incorrup-
tibilidad son incontestables.


Asi en el caso presente afirmamos tam-
bien, que por parte del señor Ganga , mi-
nistro entonces de hacienda , no ha habi-
do culpa ninguna maliciosa, y mucho me-
nos interesado manejo. Puede no haber si-
do bien informado sobre la cantidad
de géneros introducidos y el importe


3o7
aproximado de los derechos que deberian
satisfacer: puede en este concepto haber
aprobado un ajuste alzado qe1 cual resul-
tase tirigran beneficio á los introductores
y notable pérdida á la renta de aduanas;
pero este es uno de los muchos errores
en que con la mejor fe del mundo caen
y caeran siempre los hombres que tienen
á su cargo vastisimos negociados, y no pue-
den descender á examinar por sí mismos
los últimos pormenores.


En cuanto al oficial de la secretaria
que no pasó al Consejo de estado la pri-
mera representacion del comercio de San-
tander, siendo un antecedente tan preciso;
si esta omision fue voluntaria y maliciosa,
no se le podria eximir dé una muy grave
responsabilidad. Pero acaso, y esto es lo
mas probable, no hubo en esto mas que
un descuido, una mala inteligencia, ó una
egecucion sumamente literal de la resolu-
cion del Ministro, en que no se


.
espresaria


materialmente esta circunstancia dandose
por supuesta,


En orden al intendente de Bilbao , si
este al




espedir las guias para la introduc-
cion de los géneros almacenados, debia sub
poner legal y oficialmente que el cordon





108 •
del. Ebro no se habia levantada; no ve-
mos de qué se le pueda culpar: continuaba
haciendo lo que siempre se habia hecho.
Mas respecto del de Soria, si efectivamente
ha .quitado el cordon contra las espresas
órdenes del Ministerio, antes del tiempo pre-
fijado por este , no sabernos cómo podrá
subsanar esta inejecucion de los mandatos
superiores; pero no creernos que esto esté
bien comprobado en el espediente. Por
todas estas consideraciones , nos parece
muy acertada la resolucion ..de las Cortes,
para .que el espediente vuelva al Gobier-
no, y este tome 13s providencias oportunas
que convengan á su naturaleza y - estado,
exigiendo la responsabilidad , si hubiese
lugar, -a- los empleadas públicos que hayan
intervenido en él , y resultaren culpables.


Con esta ocasion repetiremos lo que ya
hemos indicado antes de ahora, á saber,
que en toda queja sobre infracciones de
Constitiicion que no fuese dirigida contra
los Ministros, deberiap tomar las Cortes la
misma resolucion que en este caso , es
decir, remitir el espediente al Gobierno para
que este proceda con arreglo á las leyes
contra quien haya lugar. Cua ndo se trata
de infracciones cometidas por el poder ege-


389
eutivo ó eljudicial, está bien que las Cortes
declaren que ha lugar á' formar , causa al
infractor ó infractores; pero cuando estos
sean agentes subalternos del Gobierno,
funcionarios responsables á él inmediata-
mente, basta que las Cortes le recomienden
que 'proceda contra ellos si hubiere lugar.
De este modo se desentenderian las Cortes
de entrar en el pormenor de las infinitas
reclamaciones que diariamente'l estan reci-
biendo, en todas las cuales llaman los es-
ponentes infracciones de Constitucion cuan-
tas providencias gubernativas les incorno-


• an por cualquier título que sea. En las
mas de estas quejas, ya se sabe que despees
'de consumir las Cortes y su comision
tiempo precioso, se viene á concluir en que
se pase la esposicion al . Gobierno , en
que no ha lugar á exigirse la responSa=


lilidad á nadie. Cuantas veces se ha exigi-
do está hasta ahora, de tantas como se
ha solicitada ? -Poquisimas sin duda. Y esto
¿ qué prueba? Que la mayor parte de I as
•demandas son impertinentes é infundadas,


no sirven mas que - para molestar sin
- necesidad la soberana atencion del Come
greso nacional, cuando la recluir:1e esclusi-
vamente negocios de la mayor gravedad y
trascendencia.




TEATROS.


La corona de laúrei ó la fuerza de las leres:-
comedia en cinco actos, en prosa, tra-
ducida del aleman su autor Augusta
Kotteblíe.


Esta pieza justifica completamente lo
que ya hemos dicho del teatro aleman. A
pesar de la curiosidad que escita la intri-
ga , y del interes que inspiran algunas es-
cenas superiormente dialogadas ó Algunos
rasgos característicos, jamas podrá elevarse
á la dignidad de teatro clásico. Terencio,
Moliere y Kotzebúe no obtendrán . igual
corona en el Parnaso dramático. El mérito
de este 'género pertenece a la regularidad
riel plan, á la buena disposicion de las es-
cenas, y en fin, á la correspondencia de la
intriga dramática, coh los efectos que de.
he producir. Es facil hacer retratos de ca-
racteres: es facil componer una ó dos es-
cenas brillantA; pero es menester desen-
volver aquellos y preparar estas conve-


31 r
nientemente , si se quiere ocupar un lugar -
distinguido en el templo de Talía.


La corona de laurel es la mas endeble
de las composiciones dramáticas que co,
nocemos de Koztebtle. La reconciliacion de.
los hermanos es quizá la pieza mas regu-
lar del teatro:


aleman : y la Misantropia y
el arrepentimiento es en la que los resulta-
dos dramáticos están mas en proporcion
con las combinaciones empleadas para ob-
tenerlos: y si prescindimos de la moral con-
vencional de los europeos, ó de las preo-
cupaciones del pundonor, y consideramos
al marido ultrajado bajo el aspecto de hom-
bre solamente, nadie negará. que.el, desen-
lace de la fábula debe. ser cual lo describe
Kotzebile. La segunda. parte de la Misan
tropía es ya ridícula, á fuerza de exajerar
la generosidad del Baron.


En la comedia que. analizamos, hay pa,


sages y rasgos, propios-de la manera pro-
funda con que Kotzebtle describe al hom-
bre ; pero .


es muy débil en cuanto á la
construccion de la fábula. Antes de empe-
zar su análisis , no dejarémos de observar
que el título La fi¿erza de las leyes es su-
mamen teimpropio , á no ser que equivoque-
mos la ordenanza militar , que es peculiar


T




3 1 2
de un cuerpo sometido necesariamente
poder, con la ley civil que describe los de-
techos y los deberes de los ciudadanos. -El
régimen de los militares debe ser esencial-
mente absoluto : su dogma es la obedien-
cia. El romano creaba con su voto á los
supremos magistrados de la república , y
aislado déspues bajo sus banderas, era el
soldado 'mas sumiso del universo. No es
buen egemplo, pues para; manifestar el
poder de las leyes, exaltar la fuerza de las
ordenanzas militares , -que no pueden de-
jar de existir aun en los paises mas- despó.
ticos, donde no se conoce otra ley que
la voluntad del soberano. El hecho es que
en esta comedia lo que'se celebra y elogia
es el valor del coronel, que sostiene la or-
denanza.contra su príncipe, y la magnani-
midad del príncipe que se somete á ella.
Quizá KotzeMe creeria que no deben exis-
tir mas . leyes que las ordenanzas militares:
á lo menos él ha sido el mas devoto de-
fensor del régimen militar (le Prusia, de-
vocion que le costó la vida. Nosotros , que
no somos tan afectos al gobierno de los
militares y que queremos que los ciuda-
danos sean gobernados por leyes y no por
ordenanzas, ó nos reduciriamos al título


313
de la corona de laurel, que indica bastan-
temente la primer parte de la comedia, (5,
ya que tiene dos acciones diferentes , Ila-
mariamos á la segunda , la jiterza de la


Decimos que la comedia tiene dos ac-
ciones. La primera es una mera intriga
amorosa : la segunda es el triunfo de la
disciplina.


Un duque, cuyos estados no tiene el
autor la bondad de decir likia qué-parte
caen, está en guerra con la Prusia. No sa-
bemos la época : porque si atendemos á las
costumbres de los personages introducidos
en la escena , no es antigua ; y si atende-
mos á los estados que rodean 'á la Prusia
en el mapa. actual de Europa, no es mo-
derna : pues no hay ningun duque en las
cercanias, que en el siglo pasado ni el pre-
sente haya podido vencer en batalla á los
prusianos. Esta es una impropiedad histó-
rica, del mismo género que las que co-
metían muy espontáneamente Calderon y
Lope de Vega. No es esa la cualidad mas
trillante de nuestros antiguos cómicos , ni
por la que deben ser elogiado& ni imita.
dos de los literatos alemanes.


El coronel Graweinstein , antiguo y rí-
-




314
giclo militar, y amigo del duque, tiene ha.
jo su mando á Adolfo, príncipe heredero,
que ha obtenido el grado de capitan , y á
Carlos Walter, , del mismo grado. Ambos.
aman á Amalia, bija del coronel; pero esta
por no violar las leyes de la comedia, se
decide á favor de Carlos. Las tropas del
duque consiguen una victoria , en que
Adolfo gana una bandera y Carlos una he-
rida. El amante favorecido se presenta á,
solicitar del coronel la mano de Amalia
que, le habia prometido. "El príncipe por
medio del bacon de Neiss , muy intrigante
y favorito suyo, envia á Amalia la bande'
ra conquistada. No se sabe por qué el ba-
ron, en lugar de entregársela, se la da para
que llegue á sus manos, á Eloisa, prima de
Amalia, znuger 'ambiciosa y amada del ba-
ron. Estos dos intrigantes forman pro-
yecto de inclinar á nuestra heroina á.fa-
vor del príncipe heredero , y en efecto,
Eloisa pone en práctica todo su saber para
persuadir Amalia; pero esta, aunque acep.
ta el estandarte, como una Balan feria sin
consecuencia , se niega á las razones de Eloi,
sa, y la encarga ( no se sabe tampoco por
qué) que entregue á su amado Carlos una
corona de laurel que lleva este mote:


aro
Amalia al valiente capitan. Eloisa en lugar
de entregarla á Carlos, se la envia al prín-
cipe.


Por consiguiente este, Creyéndose cor-
respondido de Amalia, responde sumamen-
te indignado á Carlos, cuando viene á pe-
dirle que le consiga la licencia del duque
para unirse con ella : le muestra la co-
rona , como una prueba de la preferencia
que ha obtenido sobre él, y le deja entre-
gado á tecla la furia de los celos. Tampo-
co sabernos, por qué deja la corona don-
de pueda robarla ; pero lo que sabemos
es , que Carlos la roba, (lo que á la ver-
dad no es muy propio , ni de su caracter,
ni de la dignidad teatral) y corre con ella
á cometer una vileza mayor; es decir, á.
delatar á. Amalia á su padre. Este llama á
su hija , que esplica la verdad de los he-
chos, y aquí acaba la primera parte de la
comedia. Ya no se vuelve á tratar, ni de
rivalidad, ni de amor, ni de zelos, ni de


'- - la corona.
El coronel acababa de recibir la noticia


4:1e haber muerto un hijo suyo , atacando
gloriosamente á los prusianos en el puen-
te de Inspruk, (no sabernos en qué época


., '''de la historia ha tenido Inspruk guarnición




3i6
6


prusiana). A este dolor se reune el descu-
brimiento de la perfidia de Eloisa, y la des.
cubierta (así la llama el traductor español)
de nue el baron de Nciss y Ricardo, ma-
yordomo del príncipe , iban seduciendo


, á los criados de su casa , para que favore-
ciesen los amores de Adolfo. No necesitaba
tanto el coronel Grawenstein para poner
su casa en estado de sitio. Encierra á su
hija en un cuarto, pone en su puerta una
centinela, reparte su guardia en los demas
puntos, envió á su mayor á recorrerla y á
ver si los que están en faccion cumplen su
deber, y espera con inquietud los resulta-
dos de las intrigas del Baron.


El mayordomo Ricardo se introduce en
la casa hasta la puerta del cuarto de Ama-
lia , no sabemos por qué; pues debió ha-
berle detenido la guardia esterior. Pero en
fin , llega hasta el Centinela,: no pudiendo
seducirle, saca un puñal para matarle. El
centinela dis para al viento; cae aterrado. el
asesino , acude el coronel y los suyos„ pren -
den á Ricardo y le juzgan en un consejo.
de guerra, que se celebra en el cuarto acto


Someter á un ciudadano particular á
las ordenanzas militares, no es muy con-.
fórme al espí ritu de una legislacion liberal'


357
Ricardo no era soldado, ¿por qué le han
de juzgar militares? ¿Por qué le ha de
juzgar un tribunal, cuyo presidente era
el principal ofendido en su delito ? El
resultado moral de esta comedia será
muy bueno ; pero las máximas polítiti-
Ca5 , que de ella se deducen, son muy per-
niciosas.


El príncipe indignado de que la auto-
ridad militar se haya apoderado de su ma-
yordomo (en lo cual no podemos menos de
concederle la razon), se presenta en el con
sejo de guerra, y le insulta. En esta parte
falta el autor sí todas las reglas de la de-
cencia dramática y de la 'civil. ¿Cómo 'po-
da ignorar el príncipe el -respeto que se
debia á un consejo de -,guerra? ¿Cómo po-
dia insultar á su gefe inmediato, al amigo
de su padre, á un hombre venerable por su
edad, por su grado y ,por sus heridas, en
fin, al padre de Amalia ? Si el tribunal era
incompetente, le sobraban medios para ha-
cer valederos sus derechos, sin cometer la
indecencia de insultar 1- •90.n tribunal , del
cual él mismo, como militar, recibia ór-
denes. Semejantes. acciones no pueden dis-
culparse en el teatro, si no por el delirio
de una gran pasion , y íen, el caso presente no




318
se puede suponer en Adolfo mas qué el in-
teres á favor de un mayordomo intrigante.


Las respuestas del coronel, llenas de dig-
nidad y respeto, le hacen conocer al príncipe
el yerro cometido, y se constituye por sí mis-
mo en estado dé arresto. El coronel acep-
ta su espada, y así concluye el cuarto lié.
to. Observemos, que los razonamientos,
cuando no se dá en ellos una noticia que
altere la situacion de los personases, son
malos recursos dramáticos. El príncipe cede.
no á una situacion , ó á un hecho nuevo,
sino á las reflexiones del coronel, que no
debian serle desconocidas. Su conversion
.es ignoble : por que se debe suponer, que
cuando tiró de`la espada contra su gefe,
arrostraba todas las consecuencias de una
osadia tan indecente.
• En el 5.° acto llega el dnque deseo-


so de abrazar á su hijó victorioso. El
baron de Neiss le sale al encuentro para
decirle que el coronel tiene arrestado á
Adolfo, y para irritar el, ánimo del so-
berano contra Graveinstein. El baron es
un intrigante, que no sabe su oficio.


ti Cómo no previó, que una palabra del
coronel ó de Adolfo bastaria á dejar
descubierta su impostura ? En efecto, el


319
duque se irrita al pronto : llena de inju-
rias al coronel: llega hasta el delirio de
llamarle traidor; pero cono en A fin era
preciso que le oyese, sabe la verdad;
conoce el desacierto de su hijo ; conoce
su arrepentimiento, y su voluntaria expia-
cion. Entonces todo varía : llena de elo-
gios y de caricias ál coronel, se indigna
contra su hijo, y de esta manera rinde ho-
menage á las ¿eres.


A pesar de los numerosos defectos del
plan, esta comedia , que dá sueño en la
lectura, no deja de interesar en el teatro.
El caracter marcial del coronel, la escena
de la centinela , la de la corona entre los
dos rivales, y cierta agitacion dramática
que reyna en toda la pieza , hacen que
se asista con alguna curiosidad á su re-
presentacion , principalmente , cuando el
papel de Graveinstein está bien desempe•
fiado. El diálogo de Kotzebue es siempre
vivo, de una moral prohinda. Sus máxi-
mas se gravan, porque posee el arte de
incorporarlas con la situacion dramática.


La traduccion es en prosa y mala. Los
que escriben ó traducen piezas para el
teatro, no deben olvidar que una comedia
en prosa no puede agradar ni en la lec-




320
tura , ni en la escena , si no está escrita
en el estilo del Sí de las Niñas. El es-
pectador preIere malos á versos prosa me-
diana : el lector tambien , porque acaba
mas pronto su lectura.


Otra observacion deben tener presente
los traductores. Nuestros oidos, acostum-
brados á un idioma harmonioso y facil
como el nuestro , no pueden sufrir las
voces de los pueblos y apellidos , nom-
brados en las comedias transrenanas.' Gra-
peinstein, Inspruk , , y otros de
esta especie, lastiman la lengua del actor
y las orejas del auditorio. No sería dificil
adoptar los nombres propios en lugar de
los apellidos, ó suponer la escena en otro
pais mas favorecido de la naturaleza , en
cuanto á la mezcla de vocales y consonan-
tes. No pueden acostumbrarse los españo-
les de buen gusto á oir en el teatro de
Madrid artículos de la gaceta de Francfort
ó de Magdeburgo. Nuestros cómicos anti-
guos españolizaban todos los nombres de
los personag,es estrangeros, y hacían muy
bien. Esa exactitud diplomática no se in-
trodujo en nuestro teatro, hasta que Come-
ha invadió el trono de Talía y de Melpomene.


'Concluiremos este artículo , advirtien-
do que no hemos visto la pieza de Kotze-
búe, y que no hemos examinado esta co-
media , sino en su traduccion : ignorarnos
por consiguiente si el traductor ha variado
algo en el original.


EL CE-\S011,
PER.I6DICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 41.
SABADO, 12 DE MAYO DE 1821.


Del proyecto de ley para organizar las
municipalidades , presentado á la actual
Cámara de los diputados de Francia.,


por el Ministerio.


Los ayuntamientos son verdadero retrato,
aunque en pequeño, de toda la sociedad.
El gefe comunal, reunido con el consejo
de regidores, forma la municipalidad de
cada pueblo: los mandatarios de los di-
ferentes distritos, forman la municipalidad
provincial , y los de todas las provin-
cias forman la gran municipalidad nacio-
nal, que estipula con el Gobierno en
nombre de la patria.


Pero con respecto á un individuo aislado
20110 VII.
21


A




322
todo el bien ó el . mal, que espera de las
instituciones sociales, está ligado á la bue-
na ó mala organizacion de los ayutamien-
tos. ;.Cuántos hombres pasan una larga, y
virtuosa vida á las orillas del riachuelo
que les vió nacer, sin conocer mas auto-
ridad pública qué la municipal ! Esta es
la que en todas las posiciones de la vida
está mas cercana al ciudadano: es, si es
lícito espresarse asi, como una segunda
religion que le recibe en la cuna , reclama
sus socorros cuando llega á jóven, para
la defensa de la patria, consagra los vín-
culos que le ligan al orden social, llega
con él hasta el sepulcro, y despues de
haber archivado sus últimos suspiros, pro-
tege con actos públicos los derechos de
sus descendientes. \>!:


Esta autoridad es la que , debe enten-
der en el repartimiento equitativo de las con-
tribuciones, en la conservacion de los es-
tablecimientos piadosos, en la educacion
primaria de los niños, en la salubridad de
•los cotnestibles , y en los medios de asegurar
la tranquilidad de los habitantes. Siempre
armada contra las calamidades, solo pien-
sa en evitarlas. Contiene los estragos del
'fuego, abre canales tí opone diques á las


323•
aguas: corrige la insalubridad del ayre : so-
corre y proteje al padre de familias, á la
viuda, al huerfano, desvalidos ó maltrata-
dos. El orden público pereceria , si se
adormeciese un solo inomento,su vigilancia.
Su accion es perpétua y constante, y• es
para los ciudadanos lo que la Providencia
para el inundo. En el seno de una pobre al-
dea habrá muchos habitantes, que ni conoz.
can las ciudades, ni hayan oido hablar del
cuerpo representativo que cuida de sus in-
tereses en una soberbia capital, á cien le-
guas de sus cabañas, y sin embargo estos
hombres tan obscuros, tan ignorados, tie-
nen una patria; porque hay quien . proteja
sus vidas, quien les socorra .


en sus necesi-
dades., quien apacigüe p, so rencillas, y
quien mire por sus intereses, tan desprecia-


.


bles á los ojos de los grandes del siglo.
El gobierno municipal tuvo la misma


cuna que la sociedad, que no podía existir
sin él; las autoridades superiores solo se
han creado para regularizar, uniformar y
proteger en todos los puntos la accion co7
munal. Asi vemos, que la verdadera patria
de cada uno es su pueblo. En él gozamos
mejor que en otras partes el beneficio de la
existencia: en él es mas dulce la vida y menos




iT
324
dolorosa la muerte. Seria muy dificil para la
mayor parte de los hombres estender mas
lejos sus afectos. El gran arte del gobierno
consiste cu reunir bajo un vínculo comun
estos sentimientos parciales, crear un inte-
res generali ''á godos ellos, juntar lo que la
naturaleza separa incesantemente ; estable-
cer entre los individuos, ya por 'sí muy
propensos á la division, puntos de contacto,
no principios de desigualdad. Siguiendo
estas reglas se podrá conseguir que una
gran monarquía,•h pesar de su estension,
sea la patria de todos sus habitantes, que
los bienes y los males sean comunes á per-
sonas , que ni se conocen ni se han de ver
jamas", y que diez ó veinte millones de
hombres , ligadtis y no oprimidos con
unas mismas obligaciones, se amen y pro-.
tejan mútuamente. •


Las leyes que han de organizar las mu-
nicipalidades, no pueden ser buenas en el
presente siglo, si no se fundan sobre la igual-
dad social: porque no hay ya preocupa-
ciones, ni errores que favorezcan los pri-
vilegios. El embrutecimiento, causado por


diez siglos de tiranía feudal, ya ha cesado;
y el respeto que se tributa á los ministros
del culto público, no depende de atribucio••


325
nes legales, sino de la santidad de la religion
y de las virtudes personales. El principio
de la igualdad civil está ya grabado en to-
dos los corazones._ Los hombres recono-
cen y confiesan las desigualdades de talen-
to: riquezas y conducta ; mas no pueden
sufrir la parcialidad de las leyes. La liber-
tad misma, que es un objeto de adoraciori
para los européos, les es menos precio-
sa que la igualdad, y solo la,quieren como
una arma ofensiva y defensiva contra el pri-
vilegio.


Lo mas sencillo y mas justo es lo que
primero se presenta al entendimiento del
hombre. El régimen municipal no es una
invencion Moderna. Los estudiosos de• la
antiguedad le encontrarán protegiendo
los derechos de sus miembros, en todas las
naciones donde aparezcan algunos lineamen-
tos de sociedad. Es posible que esta acabe
en el despotismo, pero seguramente no ha
comenzado por él ; porque la rebelion de
todos contra uno solo hubiera restableci-
do el orden primitivo. Y aun vemos que
la Europa , sometida primero á los con-
quistadores republicanos del l'iban y des_
pues á los opresores de Roma y del mun-
do, conservó hasta la invasion de los bár-




326
bayos su antiguo gobierno municipal. Las
provn,( ias prestaban al imperio los servi-
dos de hombres y caudales que se les
exigian 3 pero á lo menos, el distrito mu-
nicipal era gobernado por hombres del
pais. Es verdad que estos eran llamados
á la utilidad , no por la eleccion del pue-
blo, sino por el censo.


El feudalismo, que acabó con todas
las ideas sociales , recibió el primer golpe
en la resurreceion de los comunes en
Francia en tiempo de Luis el Gordo ; pe-
ro ní aquel monarca , ni los reyes de
España, cuando concedian fueros ó cartas
pueblas, ni los deseas príncipes ó barones,
que imitaron este egemplo , hacia n mas que
devolver á los pueblos lo que era suyo , y
que se les habia usurpado violentamente.
Fue muy coman vender los señores á sus
vasallos la libertad , como si los derechos
sociales no fuesen propiedad inagenable
de la nacion. Aquellas ventas fueron ver-
daderos robos , de la misma especie que la
que se celebra entre un pasagero y un
ladron , cuando el primero promete al se-
gundo cierta cantidad por redimir su vida.


Las primeras reuniones de los hombres
fueron verdaderas compañías de seguro


.327.
un'ituo; y por tanto la igualdad fue su
elemento necesario, porque entre todas las
cosas que se pusieron en comun , la mas
importante que presentó cada uno fue su
persona: y en cuanto it la estimación de
este precioso mueble, todos los hombres
son iguales. En el contrato municipal, que"
celebraron entre sí los vecinos del pueblo,
la propiedad territorial no ocupó sino el
segundo lugar. Los bienes raices están bajo
la proteccion de la ley, y como los cam-
pos y las dehesas no pueden desaparecer
ni destruirse, el exámen lento é imparcial
de la justicia no perjudica á sus posee..
dores. El régimen municipal no interviene
en estas cuestiones, sino accidentahnente
y siempre con subordinacion á una auto-
ridad superior civil ó judicial. Al contra-
rio , las personas pueden peligrar en un
momento: la casa ó el almacen puede ser
devorado en pocos minutos por las llamas:
la mies comida por los ganados: los mue-
bles robados: la 'industria , incomodada
ú obstruida por ostáculos imprevistos. Estas
reflexiones bastan para conocer á quien
debe fiarse con. preferencia el régimen mu,.
nicipal , y quienes son los que deben con-
currir á su formación.




"Ir


328•
Las atribuciones de este régimen son


dos : la primera conservar los derechos per-
sonales de los ciudadanos domiciliados en
el término comunal: la segunda, observar
las relaciones voluntarias ó precisas de
aquel pueblo con sus vecinos: tales son
la seguridad- de los caminos y posadas, el
buen órden de los mercados , las connt•
nicaciones y otros objetos que ó directa
ó indirectamente vienen á refundirse en el
bien de los ciudadanos. En todo esto, no
hay nada que pertenezca especialmente
á los propietarios: sin duda que les será
muy útil que los caminos sean buenos, que
no haya ladrones, que en las posadas se
encuentre qué .comer y á precio equitativo,
etc.; pero no son ellos los mas interesados en
esto. Primero se debe atender á los que
egercen una accion continua en la sociedad,
y sin los cuales la . sociedad, ni aun puede
existir. Antes de tomar en consideracion si
un titulado posee tierras, que le concilian el
respeto y las atencionel.del pueblo y le ha-
cen gozar de las delicias de la vida, es me-
nester proteger á aquellos cuyo 'trabajo ali-
menta al que goza. Para esto se ha estable-
cido el régimen municipal, para colocar ba-
jo la salva-guardia inmediata y positiva de


329
la sociedad las personas, la industria y los
frutos de la industria ; y cuando ha cum,
plido este deber , ha satisfecho al fin de
su institucion. No hay que pedirle mas;
porque todo lo que pudiera exigírsele des-
pues de esto, está implicitamente conte-
nido en la proteccion de las personas y
del trabajo. Las municipalidades provin-
ciales y la nacional se ocupan en proteger
la propiedad fija, las primeras con obras de
utilidad pública, la segunda con leyes sa-
bias; 'pero permitase á los intereses indus-
triales, variables y contínuos por su na-
turaleza, la proteccion ele la única autoridad
que puede velar á favor suyo.


De aqui se infiere, que la accion del
Gobierno debe tener mas influencia en los
Consejos de provincia ó de departamento
que en la municipalidad de los pueblos,
donde la sociedad, reducida á sus primi-
tivos elementos, y no atormentada con in-
tereses complicados, tiene derecho para
velar ella misma en su propia conservación.
La autoridad debe tener mas influencia,
cuando hay que combinar ó equilibrar los
intereses de• dos ó mas comunes: ese es
su propio elemento: pero ¿qué necesidad
hay de que influya inmediatamente y por




330
sí misma en -las operaciones aisladas de una
pequeña aldea , donde basta el ministerio
de la ley para apagar las rencillas que se
susciten entre los particulares , ó á lo me-
nos, para impedir que lleguen á producir
efectos perniciosos. La autoridad guberna-
tiva es central por su esencia ; y por con-
siguiente debe obrar activamente en las
relaciones que tengan entre sí diferentes
puntos, no en las operaciones inconexas
de uno solo. Es preciso reconocer estos
principios á no ser que se quiera tener
al hombre en tutela perpétua, y reglamen-
tar hasta su manera de pasearse.


El principio de la independencia po-
pular , que hemos asignado á las muni-
cipalidades, recibe algunas modificaciones
originadas de la parte egecutiva de que
estan encargadas , como son los pasaportes,
la reforma de los cánones de contribucion,
la egecucion de los morosos en pagar, la
conservacion de los archivos, el llama-
miento de la juventud al servicio de las
armas; leyes todas en cuyo cumplimiento
está interesada toda la sociedad : por con-
siguiente, para satisfacer á estas condicio-
nes, no laay dificultad en que el poder ege-
cutivo intervenga en el nombramiento del


33z
gefe de la municipalidad. Pero no tanto
que los administrados pierdan toda in-
fluencia en una eleccion, de la cual depen•
de toda su existencia pública. En algunas
constituciones se niega al Gobierno la in-
tervencion en estos nombramientos ; pero
si .se le ha de dar, es preciso que sea con
modificaciones que aseguren la prepon-
derancia de los intereses municipales sobre
los del Gobierno. Este tiene mil y mil
agentes que le defienden , bien pagados
y á su devocion : el pobre habitante del
campo solo cuenta con la honradez é im-
parcialidad de su alcalde.


Vemos pues, que el régimen municipal
debe ser esencialmente democrático, esta-
blecido segun el interes de las personas y
de la industria, con preferencia á la pro-
piedad inmueble, y en fin, independiente del
Gobierno, al cual lo mas que se le debe per-
mitir por la ley, es alguna intervencion en
el nombramiento de los gefes municipales.


Examinemos ahora el proyecto de ley
presentado á la actual cámara de dipu-
tados por el ministerio frances, y veamos
si es conforme á los principios que hemos
-sentado,deducidos de la misma naturaleza
de la institucion municipal.




'V


332
Las bases principales del proyecto


son las siguientes :
1. a Hay comunes urbanos , y comu-


nes rurales: Son de la primera clase los que
tienen una poblacion aglomerada de 3000
habitantes , lo menos: ó los que aun cuan-
do sea menor Çu poblaczon, obtengan de
S. M. el dtulo de villas.


2.a En los comunes rurales el cor-
regidor y el adjunto son nombrados por
el prefecto, en nombre del rey ; pero la
eleccion debe recaer ó sobre consejeros
municipales, ó sobre los que ya han eger-
cido los empleos.de adjünto ó de corregidor.


3.a El consejo municipal de los co-
munes rurales es nombrado por una asam-
blea municipal compuesta de los miembros
del consejo municipal actual, de los pro-
pietarios mas gravados en el canon de la
contribucion directa en aquel pueblo, sien-
do su número igual al de los consejeros
y de los caballeros decanos de las órdenes
de S. Luis, de la legion de honor y del
mérito militar, domiciliados en dicho pue-
blo. Los propietarios que tienen derecho
de eleccion en esta asamblea, pueden eger-
cerio por el procurador que nombre, con
tal que sea habitante del pueblo , de edad.


333
de 21 años, y que esté en egercicio de
sus derechos civiles y políticos.


4. a El corregidor y los adjuntos de los
comunes urbanos son nombrados por el Rey.


5.a El consejo municipal de los co-
munes urbanos es nombrado en una asam-
blea compuesta de los miembros del con-
sejo municip1. 1 actual, de igual número
de los propietarios mas gravados en el
canon de la contriburion territorial en
aquella villa y domiciliados en ella , y de
cierto número de notables que no podrá
ser inferior al de los consejeros , ni su-
perior al duplo de estos.


6.a Estos notables serán magistrados,
indiv íduos de la universidad, caballeros
de las órdenes reales, abogados, procura-
dores, notarios, comerciantes , y los sín-
dicos ó delegados , elegidos por los ciu-
dadanos que egerzan las mismas profesio-
nes, artes y oficios.


7. a Las asambleas comunales son con-
vocad as por el prefecto y presididas por




el corregidor.
8. a El empleo de corregidor y .adjunto


dura seis años.
Este es el sistema municipal , que el


ministerio actual ofrece á la aprobacion del
cuerpo legislativo.




334
El gefe de la administraeion municipal


es nombrado por el Gobierno, ya sea para
la ciudad de Paris , ya para la mas oscura
parroquia del territorio Trances. Su empleo
dura seis años: puede ser reelegido indefini-
damente. Así los ciudadanos pueden estar
seguros de que no serán administrados se-
gun sus intereses sino segun las máximas


las pasiones del gobierno. No se les deja
ni aun la influencia mas insignificante en
un destino, del cual pende la tranquilidad
y el bien estar de los habitantes. El Go-
bierno podrá enviarles un superior que
no los conozca ni sea conocido de ellos,
á quien no le importen nada ni los bienes
-ni los males de aquel pueblo. Solo se exije
del corregidor , que se domicilie entre sus
administrados, antes de .instalarse.


En esta parte ya se ha hecho por los
pueblos cuanto se ha podido , convirtiendo
la autoridad patriarcal de gefe comunal
en un instrumento de despotismo minis-
terial. Veamos si se les ha tratado con la
misma benignidad en la organizacion de
los consejos municipales.


Para la eleccion de los consejeros con-
curren dos elementos en las comunes Tu-,
rales, que son el consejo municipal anterior


335
y los grandes propietarios territoriales. En
las comunes urbanas se añade otro tercer
elemento que son las corporaciones. En
todas partes vemos clases , en ninguna ciu-
dadanos. El principio de la desigualdad
predomina donde la carta ha prometido
la igualdad ante la ley.


La cooperacion del antiguo consejo
municipal para la formacion del nuevo, re-
cuerda el sistema de los gérmenes preexisten-
tes en el ovario primitivo. No haya miedo
que los individuos del consejo voten sino
á.sus. parientes, amigos ó parciales, y para
evitar la ignominia qué les resultaria de
un sufragio conocidamente interesado, se
trocarán mutuamente los votos , como se
practicaba de tiempo inmemorial en al gu-
nos ayuntamientos de España, donde se ob-
servabala misma ley. El espíritu de cuerpo
tan funesto por lo general á los intereses pú-
blicos , impedirá que entren en el consejo
municipal los únicos hombres que serian
aptos para ello, es decir, los que sean
estrangeros á las pequeñas intrigas ó á las
malversaciones fraudulentas de los mando-
nes de la municipalidad.


Y d qué diremos de las instituciones
gremiales que se restablecen de hecho


. , lla-


1




11'


1


1


336
mandolas por medio de síndicos á con-
currir á las elecciones, hasta que se consiga
darles una existencia legal ? Los gefes de
los gremios serán 10 únicos que tengan
influencia, y no se valdrán de ella sino
para alejar de las municipalidades á los
hombres vigilantes en materia de adminis-
tracion. Lo que debe representarse en los
cuerpos populares no es el interes de las
corporaciones, sino el de los individuos.


En la municipalidad no se trata de po-
ner bajo la proteccion pública los estudios
de los abogados y notarios, sino la casa
y la industria del mas oscuro ciudadano.
La seguridad de las corporaciones ',no está
en la proteccion de las clases, sino en las
garantías individuales. Los que se agrupan
en bandos, no lo hacen sino para liber-
tarse de la tiranía, ó para tiranizar. El
primer caso no debe permitirse en un go.
bierno representativo. Queda el segundo.
A la verdad , el espíritu gremial' podrá
arruinar la tribuna de la nacion ; é pero
quedaria seguro el trono de los reyes ?
Concurran, pues , todas las clases indus-
triosas á la eleccion de sus agentes mutó,
cipales; pero concurran como individuos,
no como clases. Bastantes líneas de separa-


317:clon hay entre el noble y el artesano;
en--tre el militar y el literato. Qué á ld


haya un dia, en que se consideren cómo
de una misma profesion , cornó ilertene-
cientes á la clase de ciudadanos 1 cl Y qué
momento M'as á propósito para esta reu-
nion , que en el que se desuna á nombrar
individuos la 'autoridad primitiva ?


Pero la preponderancia concedida en
el proyecto á la grande propiedad territó-
rial, es el mayor error que pudiera ''C'O-7
meterse en materia administrativa. No pá-
rece sino' que


.
el ministerio ha tomado "Or


su cuenta elevar al trono los grandes prb-.
pietarios. Cada uno 'de ellos tiene' sti'dO-
rnicilio ; en él goza de la superioridad de su
caudal y por consiguiente, de una grande
influencia política. En la ciudad los ar-
tesanos mueblan su casa, la frecuentan los
artistas y otros ciudadanos: menos favo-
recidos de la fortuna


• , y que buscando
proteccion en él, le forman una 'Clientela
numerosa en el campo su quinta está ro-deada dé . ColonOs,' y: asediada de ociosos:
el párroco le visita , y vive cerca el notario
que casi siempre trabaja para el rico. Esta
posicion le asegura una preponderancia tan
duradera con el mismo , con tal que no


TOMO VII.
22




338
abuse de ella. Y sin embargo , como si
todo , el pueblo estuviese conjurado contra
él , se le dá el derecho casi esclusivo de
las elecciones municipales.


Con esta concentracion de votos la clase
media queda despojada de toda interven-
cion en los únicos negocios en que tiene un
verdadero interes ; pues como ya hemos
probado, el régimen municipal se ha ins-
tituido á favor sur. La carta constitucionat
habia dotado á esta clase con mucha es-
plendidez ; pero las leyes ministeriales la
van desheredando sin piedad. Sus ocupa-
ciones son sedentarias; su existencia está
circunscrita al término de una ciudad ó
de un pago humilde; los accidentes im-
previstos no la" alejan de sus modestas
habitaciones; en ellas perece, si no se con-
jura la calamidad; no hace grandes, viages
-en busca del,. placer ó de la instruccion;
la carestlt de los víveres no la mueve á
mudar dsv , domicilio. El mal que la rodeas
la hiere, ,sin que pueda evitarlo , y sin
embargo, esta clase sola es la que alimenta
las dos grandes arterias del estado der-
ramando en todo él el dinero y los pro-
ductos de la industria : los egércitos, le
deben toda su fuerza. Con estos táullkse


339
presenta ante el gobierno, y el gobierno
la arroja de su presenáa con una incoa.
secuencia tan ridícula como injusta. •ii
efecto, en esta clase hay propietarios /7Z-
dustriales, que concurren á elegir los miem-
bros del congreso nacional, que pueden
ser elegidos para diputados ; que pueden
ser corregidores, adjüntos y inleUros del
consejo municipal ; pero no pueden con-
currir al nombramiento de estos consejos.
Tienen el derecho de eligibilidad ; pero
se les priva del de eleccion. Hay muchos
ciudadariiSS en esta clase que no se curan
del derecho de elegir representantes; pero
no hay ninguno que no quiera tener una
municipalidad compuesta segun su eleccion.
Estas inconsecuencias prueban que este pro-
yecto de ley es contra el espíritu de la
carta. Si no sirviera para citarla algunas
veces, ya los ministros la hubieran des-,
terrado al guarda-ropa de la corona.


Las cuatro quintas partes de los pro-
• - ietarios franceses quedan despojados de
. :oda influencia en las elecciones 'fl.i.i.nici-


pies : la industria agríaa no cácurre
en nada, y la urbana concurre de una
manera perniciosa. El triunfo es, pues, de
la propiedad territorial. Pero cual es su


223




34o
preeminencia? Considerada en abstracto no
es nada , ni aun para su mismo dueño.
Esto -es tan cierto , que al darla al pro-
propietario en arrendamiento, no considera
eir ella mas valor que el de la produccion
debida al trabajo del colono. El verdadero
propietario de un campo es el que le cul-
tiva durante el tiempo que le cultiva, asi
como el verdadero amo de una casa es el
que la habita. Todo arriendo es una ena-
genacion temporal; porque el único objeto
de la propieciad es la produccion. Este
principio, que dicta la naturaleza, lo re-
conoce el código civil de los franceses que
priva al propietario de toda intervencion
en la propiedad arrendada. Reconózcanse
y protéjanse en Norabuena los derechos
de la propiedad territorial; pero ¿son los
únicos .que hay que proteger y reconocer?
La proteccion de la propiedad está en los
archivos de los tribunales , en las leyes,
en los Magistrados. La municipalidad debe
protejer esClusivamente las personas y la
industria. Para esto sé ha instituido. La ley
'iminiciPal no conoce ni propietarios, ni
colonos , sino ciudadanos , trabajo y po-
sesion actual. La del colono es mas visible,
la del Propietario está contenida en ella
implícitamente.


34r
La causa de este es preferible á la del


colono, cuando se trata de hacer leyes y
de votar subsídios : la del colono es su-
perior, cuando se trata de régimen mu-
nicipal, porque este toca de mas cerca
á sus intereses.


Pero nada hay mas injusto ni mas
absurdo en el proyecto que la facultad
de votar, concedida á los propietarios no
domiciliados en los comunes rurales. Esto
es admitir á propietarios


.
ausentes por sus


procuradores , en perjuicio de las perso-
nas presentes y de la industria agrícola,
sin la cual nada fuera la ,


propiedad.
Cuando amenace una,


epidemia á los hom-
bres ó á los ganados , ¿ será un procura-
dor de veinte y un anos de edad, mas á
propósito para elegir los magistrados que
conjuren' el peligro ? ¿ No sería mucho
mejor un buen padre de familia, rodeado
de hijos. , ó un colono cuyo caudal está
todo encerrado en sus establos ?


El consejo municipal no interesa sino
muy poco á,


los propietarios ausentes. Si
es preciso secar una laguna cuyas aguas
estancadas cansan enfermedades , ¿ querrán
dichos propietarios contribuir á los gastos
de una empresa . , ,


de la cual ninguna




342
lidad les resulta? Si se trata de una escue-
la de primeras letras, responderán que la
instruccion es inútil, y que solo sirve para
hacer la gente del campo rebelde y cavi-
losa. Si se quiere asignar emolumentos
á una partera, dirán que todavía no han
carecido de colonos para sus tierras ; que
cuando les falten, pensarán en los medios
de promover el aumento de la poblacion.
Toda esperanza de mejoras sociales fene-
cerá en 'un pueblo gobernado por procu-
radores; y con el tiempo los propietarios
darían esta procuracion á sus criados de
labranza. El envilecimiento y tras él la
la esclavitud feudal serán el resultado de
los hábitos y costumbres , que introducirá
esta forma perniciosa de las municipalida-
des. Entonces se verá un pueblo gobernado
segun el interés de los que no residen en
él , y contra los intereses de los que resi-
den:se verá que los propietarios ausentes dán
por magistrados al pueblo los hombres
que son mirados en él como pestes de
la sociedad : se verán consejos municipa-
les compuestos de procuradores que nada
posean, y escluidos de ellos á los verdade-
ros propietarios. Asi se verificará la con-
luracion de la clase mas alta y baja de


343
la sociedad contra la clase media. La ca,
beza y los miembros se reunirán contra
el estómago ; y el apólogo de Agripa ser-
virá para la completa disolucion de la so-
ciedad, ya que en Roma sirvió para su
re co posicion.


Cuando en el mismo origen de la so-
ciedad se destierra al pueblo , no hay que
esperar volverle á hallar en sus institu-
ciones mas complicadas. Asi no es estralio
que la organizacion de las autoridades de
distrito y departamentales se resientan
de la aristocracia, mal disimulada bajo el
especioso nombre de grande propiedad
territorial. El ministerio dice á todo el
que la goza :


«Yo quiero que el poder real y su au-
gusta prerogativa se ejerzan para tí, y por
tu intervencion y la de tus procurado-
res; porque yo te constituyo Dios en la
monarquía. La eleccion de los mandata-
rios del pueblo te pertenece por el doble
voto que engendré para tí : he encade-
nado por mis sabias maniobras un núme-
ro suficiente de voluntades, para que si-
gan tu voto y le hagan preponderante:
quiero tan:bien que la eleccion municipal
sea tuya. Para esto te concedo la oxii-




X44
nipresencia. En una misma hora, en int
mismo Minuto serás elector en diez pue.
blos diferentes. A donde no estés, tu nom-
bre será poderoso: él solo mandará y de-
cidirá. Si quieres, tu harás salir de la tier-
ra los ministros del poder. Yo confundi-
ré en el polvo á los que posean algunas
pesetas menos que tú ;. y en virtud del
poder mágico de estas pesetas, yo los ani-
quilaré, si es menester. Ni trabajarán, ni
descansarán , ni respirarán, sino cuando
tú lo mandes. Te constituyo su . señor: y
de `pues de haber puesto á tus pies el
mundo despues de haberte hecho
Dios,


ci
no será preciso que yo tambien


te adore?»
¡Y esto es lo que se llama dar leyes or-


gánicas 4 una gran nacion! ¡Y este es el
uso que se hace de la iniciativa . real!


Antes de concluir este artículo, no
podernos omitir algunas observaciones
acerca del régimen municipal, establecido
por nuestra constitucion. En él estan ob-
servados todos los principios que viola
el proyecto del ministerio frances. Nues-
tros ayuntamientos son el producto de la
eleccion libre de las personas que han
de someterse á su administracion. Por tan,.


345
to , debernos darnos la enhorabuena los
españoles de poseer en la primera de las
instituciones sociales aquella democracia
patriarcal, por la cual empezaron todos
los gobiernos. En nuestras municipalida-
des no hay representacion de clases, ni
de intereses preponderantes: las personas
y la industria son las que reciben por el-
derecho de.eleccion una garantia comple-
ta y esclusiva. Cuando llegue el caso de
revisar nuestro código, debe examinarse
si convendrá, ó no, dar al gobierno algu-
na influencia en el nombramiento de los
geles municipales; de qué especie debe
ser esta influencia, y á qué límites debe
circunscribirse. Pero entre tanto, no se
puede dudar que nuestro régimen munici-
pal está organizado segun los intereses de
la nacion.


Mas cual es el uso que hemos hecho
de tan apreciables instituciones? En las
últimas elecciones de ayuntamientos, ¿qué
concurrencia hemos notado de los ciuda-
danos ?Si hemos de juzgar por las elec-
ciones de Madrid, creerérnos que la ma-
yor parte de los habitantes miraron el de-
recho de sufragio mas bien como una car-
ga concegíl, que como una de nuestras




346
mas preciosas libertades. ¿Por qué gritarnos,
pues, que queremos ser libres ? ¿ De qué
sirve el campo adquirido, si no se cultiva?
¿De qué sirve la libertad conquistada si no
se hace uso de ella ?


¡Cosa rara! los franceses carecen de
derechos, y claman por ellos. Nosotros
los tenernos y no los ponemos en ejecu-
cion. ¿ Cual es mas liberal, la nacion que
grita por la libertad que le falta, ó la
que desprecia la que tiene ? No hay me-
jor medio de aprender un arte. que prac-
ticarlo. No hay medio mas seguro- para,
ser libre que serlo.


347


.R flexiones á las Cortes sobre la ley de
elecciones de ayuntamientos: Por, nori.
JOSE CHURRUCA.


Enunciando en uno de nuestros últi-
mos números las causas que á juicio nues-
tro habian contribuido á amortiguar el
fuego sagrado del patriotismo en los pechos
de un gran número de españoles; indica-
mos entre otras la de que las municipalida-
des, ó sean ayuntamientos constitucionales,


. no habian correspondido en todos los pueblos
á las esperanzas que habia hecho formar
tan liberal y popular institucion. Digimos
que en varias partes habian recaido las
elecciones sobre individuos que no me-
recian la general aceptacion; que en otras
continuaba el pernicioso influjo de los
escribanos , y que en casi todas en lle-
gándose al repartimiento de la contribu-
cion general directa, prevalecia el interés
privado sobre la justicia imparcial que de-
bia presidir á tan importante operación:
y concluimos manifestando nuestro deseo
de que las Cortes tomasen en considera,




348
cion este asunto , y dictasen leyes cape_
ces de remediar unos abusos de tanta
trascendencia.


Cuando estampábamos nosotros las bre-
ves reflexiones que nos sujerian las noti-
cias que habiamos tenido relativas al asun-
to, y recogidas en varios puntos; ignorá-
bamos que el celoso ciudadano don José
Churruca, á quien no tenemos•la. honra
de conocer, estaba imprimiendo tambien
una memoria dirigida á las Cortes, en la
cual llama la atencion del Congreso sobre
el mismo punto precisamente de que no-
sotros tratábamos; no contentándose con
indican el mal de que con razon se la-
menta, sino proponiendo les remedios que
en su dictamen serian oportunos para re-
mediarle. La comprobacion que sumin.stra
este escrito de las aserciones contenidas
en nuestro artículo, y la importancia de
algunas de las ideas que contiene , nos
obligan á dar un . estracto de lo que en
él nos ha parecido mas interesante , y á
ilustrar varias cuestiones que en él se
tocan muy capitales én los sistemas repre-
sentativos.


El autor establece ante todas cosas
como un hecho constante comprobado


349
por la historia, que los pueblos regidos por.
el despotismo son menos inquietos que
que viven bajo instituciones liberales; y
por este principio esplica con bastante fe-
licidad el fenómeno incomprensible á pri-
mera vista de que las elecciones de ayun-
tamientos constitucionales, celebradas últi-
mamente, hayan sido mas .pacíficas y atina,
das en las provincias que antes -:gemian
bajo la administracion arbitraria, que no
en las Bascongadas, las cuales han gozado
desde su origen político de ciertas liber-
tades muy apreciables y de un régimen
casi republicano hasta • cierto punto. En
efecto, parecia natural que las que por tan.
tos siglos estaban acostumbradas á egercer
libremente el precioso derecho de elegir
sus administradores locales,. usasen de este
derecho mas facilmente y con mayor acier-
to que aquellas -que recibian antes sus ma-
gistrados locales ó del señor feudal ó del
Gobierno. Sin. embargo, el autor observa
con mucha sagacidad que ha debido suce-
der todo lo contrario ; y se funda. en que
el hombre libre se deja arrebatar- mas.
facilmente de las ilusiones del honor, el
lucimiento y la.•uperioridad; de lo cual
resulta que la intriga que coincide con




35o
estos estímulos de su corazon, obra en él
con mayor eficacia que en otro avezado
á los rigores del despotismo y reducido
por su fatal influjo á un estado de envi-
lecimiento é insensibilidad.


Sea de esto lo que fuere, pues el au-
tor mismo dice que no sale garante de
su inducción , veamos el testimonio im-
parcial que nos da como testigo presencial
de lo ocurrido en las provincias bascon-
gadas , en las últimas elecciones de conce-
jiles. El hecho es, dice, que las juntas
parroquiales que se han celebrado en el
mes de diciembre último, en muchos pue-
blos de las mismas provincias, han sido bas-
tante tumultuarias y manejadas por. la
intriga, cohecho, cabala, y otros resortes
criminales. Villas ha habido y de primera
consideracion, en que la tendencia popular
contra las personas notables, se ha des-
plegado de tal manera que ha sido preci-
so que muchos individuos de esta clase,
hombres de honor y delicadeza , hayan
puesto tanibien en accion sus recursos,
aunque no muy decorosos ni constitucio-
nales, para contrarrestar el torrente impuro
de las pasiones, y conseguir el triunfo de
que la tutoria del. pueblo de su vecindad


352
recayese en ciudadanos adictos al nuevo
sistema y de experiencia, arraigo , y
probidad conocida. Villas de tres mil ó
mas almas de poblacion , en que la fuer_
za de la maquinacion y de la intriga ha
llegado al colmo de excluir absolutamente
de los empleos concegiles á un número
considerable de propietarios honrados, al-
gunos de ellos ilustrados y distinguidos
por sus virtudes, y por comisiones y em-
pleos de primera calidad que han obteni-
do en sus respectivas provincias, otros
letrados de profesion, y muchos amaestrados
en la..escuela de la administración muni-
cipal. Todos estos han sido postergados
á hombres obscuros , sin ninguna espe-
riencia , instruccion ni arraigo, y tal
vez con nulidades


.
marcadas... Las gentes


Sencillas, continúa, atribuyendo al vicio
de la ley lo que es efecto de nuestra
corrnpcion moral,- exclaman y se querellan


• en mal sentido á la vista de tamaños
trastornos y deformidades; los enemigos
del sistema se complacen de ellos , hacen
un alarde funesto , y adquieren nuevas
fuerzas y armas para sus tortuosas y trai-
doras tramas. Acaso . no basta oirlos para
formar una idea exacta del pernicioso espl-




352
ritu que se ha descubierto enmuchas de las
últimas elecciones de las provincias has-
congadas. En unas, corno he dicho, se ha
desplegado del modo mas osado la ten-
dencia popular contra las personas nota-
bles, y en otras la muchedumbre ha sido
víctima de las intrigas é insinuaciones per-
fidas de tres ó cuatro hipócritas y espe.
culadores , interesados en apoderarse de
las riendas de la administracion municipal
para dar pábulo á resentimientos rastre-
ros , á pasiones mezquinas, y lo que es
peor , por manejar los fondos públicos, tal
vez en objetos de interes particular. En
unas han podido prevenirse estos males
por medios violentos y poco decorosos;
en otras han motivado querellas y expe-
dientes que en parte han sido infructuo-
sos ; en otras la debilidad de ánimo,
falla de fortaleza para denunciar tales
abusos, la indiferencia, la apatía , la poca
sensibilidad y la idea compleja de los gas-
tos y de la contingencia de que el fallo
final de un recurso de nulidad de elec-
ciones pudiese ser arbitrario , han hecho
contemporizar ó bien sucumbir al imperio
de las circunstancias; y en todas finalmen
te han influido mas ó menos en disturbios


353
y divisiones trascendentales ,• y han desen-
vuelto el germen del monstruo de la dis-
cordia. "


El autor despues de asentar estos he_


100,1, chos notorios y públicos en las tres pro-
vincias; observa que antes de ahora las


. villas de sus distritos han estado siempre
gobernadas por reglamentos municipales,
que ciñendo la voz activa y pasiva de las
elecciones á la clase propietaria, han- acre-
ditado los buenos efectos (le esta restric-
cion desde la mas remota antiguedad ; y
da una noticia muy eixeunstanciada y.
exacta, del modo con que. en ellas se pro-
cedia á la eleccion de alcaldes y demas
indivíduos de los ayuntamientos. Protesta
luego, que el objeto de sus indicaciones no
es el de persuadir la conveniencia de que
se altere en lo mas mínimo la estructura
de. la ley fundamental; ai'iade que en su
concepto le faltan, sí, ciertas garantías con-
tra la accion de las pasiones, y la peligro-
sa influencia de los intereses privados; ga-
rantías, que conciliándose con ella, la for-
tifiquen , la hagan obrar con eficacia en
los ramos de beneficencia y prosperidad
pública á que se dirije, y contribuyan á
que- se afiance la estabilidad del- edificio


Tomo vxr.
23





354
social sobre cimientos firmes y menos ex-
puestos á la fuerza de los embates de la
malignidad y de la perfidia ; y finalmente
pasa á especificar estas garantías, en los
términos siguientes.


«Una de ellas , dice, y muy eficaz,
pudiera ser el restringir la voz pasiva de o
las elecciones á los que paguen una cuota
de contribucion directa, sobre la propie-
dad raiz y sobre otros capitales y pro-
ductos de cualquier género, sean prove-
nientes de alguna profesion, de algun ra-
no de industria fabril y mercantil, ó de
otro origen. Mas como el estado de exis-
tencias y de fortuna , es tan vario en las
provincias y poblaciones del reyno; claro
es que en el particular deberia hacerse
una graduacion_de contribuyentes atem-
perada á las circunstancias locales , sin
fijarse una regla general que envolviera
necesariamente un cúmulo de injusticias
y de agravios." Propone en seguida, que
las diputaciones provinciales hagan esta
graduacion tomando los oportunos infor-
mes de los ayuntamientos, y aun de para
ticulares que merecieron su confianza , te,
tiendo presente la ordenanza municipal,
donde la hubiese, y sin desviar la vista


355
de las circuhstancias de los capitulares, con
particularidad si pertenecen á la clase de
los que poco ó nada tienen que perder,
como sucede por desgracia en muchas par-
tes; y concluye, lo tocante á la primera
.garantía, con estas notables palabras «Plan,
teada la restriccion, el resultado seria que
la administracion pública de las' villas- y
repúblicas del reyno, recayese en ciudada-
nos, en quienes colectivamente deben su-
ponerse mas prendas de educacion y de
luces, mayox interés en el buen gobierno
municipal, y mas independencia de for-
tuna para sustraerse de los medios de cor-
rupcion., que son los mas temibles


.
y rui-


nosos del, Gobierno representativo; y que
- por lo tanto quedase aquella mas á salvo
de hombres famélicos é ignorantes ,
patriotas hipócritas , y vietoreadores de la
Constitucion, cuando se hallan en ocasio-
nes de cebar sus pasiones mezquinas y
criminales, y coger á manos llenas el fru-
to de sus intrigas".


Continúa el autor esforzando este pen-
samiento, de que los empleos llamados de
repúblicas ó concejiles',„, hayan de recaer
forzosamente en personas contribuyentes,
y entre otras varias a'azones alega la de


a3.




356
que ya en el sigló XVI, habiéndose expe-
rimentado males y trastornos en nuestra
España, por constar los ayuntamientos (le
personas venales y de poco ó ningun con-
cepto político, los hubieron de tomar en
consideracion las Cortes de Córdova de
1570, aunque en un sentido propio (le las
ideas caballerescas (le aquel tiempo; pues
exila peticion 74, manifestaron al rey que
de proveerse los oficios (le regidores en
tales personas, carecian los ayuntamientos
de la debida autoridad, no eran tenidos
en lo que seria razon , se sustraian de es-
te servicio los sujetos de mayor represen-
tacion y aptitud , y resultaban inconve-
nientes á la buena gobernacion (le los
pueblos y á la administracion de sus ren-
tas y hacienda."


Demuestra luego que exigir á los can-
didatos para los empleos concejiles la cua-
lidad de contribuyentes, no se opone en
manera alguna , flo dispuesto p.)• la Cons-
titucion; porque diciéndose en su ar tícu-
lo 317 » que para ser alcalde, .regidor , ó
procurador síndico, ademas de ser ciuda-
dano en el egercicio (le sus derechos, se
requiere ser mayor de 25-años con cinco
• á lo menos de vecindario y residencia en


357
el pueblo, continua así: las, leyes deter,
minarán las domas calidades ',que han de
tener estos empleados" Se ve, pues, que
el legislador tiene siempre. la facultad de
señalar otras calidades mas que las indica-
cadas espresamente en la constitucion. Y
cuál mas importante y necesaria que la de
que estos oficiales públicos sean personas
que tengan algo que perder? Esta circuns-
tancia, mas indispensable que en cualquier
otro pais, en el nuestro, en •el cual por
un triste efecto (le las instituciones.bare
baro-góticas que nos han regido , abun-
da el número de los menesterosos; servi,
ria tambien á muchos.•:de aliciente para
dedicarse á .oficios y egercicios útiles, .y
emplearse en trabajos y faenas, que
riéndolos ciudadanos -fructuosos , les 'pur
mitan aspirar al honor (le los cargos con-


.cejiles.
No se disimula el autor que contra


su sistema pueden hacerse dos objeciones
bastante especiosas. .La i.a es que seme-
jante restriccion baria inaccesibles los em-
pleos de república á muchos ciudadanos
de talento, iustruccion y virtudes; y que
es tan injusto. privarles ellos de este
honor, como á los pueblos de sus auxi-




1hr


358
lios y luces. La 2. a es que no siendo pro-
bable que un hombre que nada tiene, pue-
da corromper á los electores; parece su-
perfluo exigir la cualidad de tener algunos
bienes para ser elegidos, pues los pue-
blos tendrán buen cuidado de no fiar sus
mas caros intereses y el manejo de sus
caudales, á hombres sín garantía é inca-
paces de responder de cualquiera malver-
sacion. En cuanto á la I.a observa muy
juiciosamente, que no exigiéndose precisa«
mente que los candidatos hayan de ser
hombres de arraigo, sino que posean alguit
capital, ya consista este én bienes raices, ya
provenga de alguna profesion ó industria;
será rarísimo el hombre de mérito, de ta•
lento, de instruccion y conocida probi-
dad, que no ejerza por lo menos una pro.
fesion lucrativa. En orden á la 2. a se ex.
tiende algun tanto mas, y discurre con inu
cho acierto sobre lo fácil que es de ex-
traviar y seducir una junta popular por
hábiles intrigantes, aunque estos no tengan
oro para corromperla ; y hace notar con
mucha verdad, que aunque paiecia natu-
ral y preciso que un vecindario reunido
para elegir sus concegiles, pusiese siempre
la vista en. los mas beneméritos, en los horri-


359
bres toas conocidamente probos y honra,
dos ; la experiencia acredita que por des-
gracia sucede muchas reces lo contrario.
Sus observaciones son tan profundas, tan
verdaderas , tan filosóficas y tan lumino-
sas , que rio podemos negarnos al placer
de copiar algunas literalmente.


«La multitud, dice, consta de elemen-
tos muy heterogéneos; es ademas ciega, y
muy á menudo pasa á ser temeraria sin dis-
cernimiento, ó eleccion alguna en lo que
juzga... Asi es que unas veces se la ve víc-
tima de la perversidad de algunos pocos,
por su sencillez y docilidad á las impre-
siones del error, de la calumnia y de la.
intriga: sé la ve otras extraviada por espí-
ritu de rutina, de envidia y de una opo-
sicion fatal á cuantos considera hallarse
en contradiccion con la igualdad pro-
clamada, sea por su mayor fortuna, ó por
la superioridad de sus luces y virtudes.
Voz es la igualdad muy encantadora, pero
equívoca para la muchedumbre, que des-
conoce los misterios de la naturaleza en
haber hecho á los hombres desiguales en
temperamento , talento y fuerzas; y que
siendo consecuencia de esta diferencia ori-
ginal el que lo sean en fortuna, instruc-




36o
cien y virtudes; desapareceria la verda-
dera igualdad por el hecho de . confundir
y equiparar las cualidades y dotes persona-
les. Voz es esta de igualdad que significan-
do un derecho esencial del hombre subor-
dinado á la ley, deslumbra á los muchos
que no quieren ó no alcanzan á. entenderla
religiosa y civilmente.... Mas todavia : la




patria es una deidad á quien invocan mu-
chos falsos devotos: nunca faltan en ella
intrigantes osados y cavilosos , nunca
ciertos demagogos oscuros é hipócritas,
nunca proteos que seducen al incauto pue-
blo bajo mil disfraces diferentes. ,Qué
importa que les conozcan ialgunos tan á las-
claras, como al hombre (pie se cubre de
una máscara en la cual lleva escrito su
nombre con gruesos caracteres ?...Ellos sin
egemplos de familia que les inspiren estí-
mulos de honor, sin principios de educa-
don que puedan influir en la moderacion
de sus pasiones, sin conocimiento acaso
de los rudimentos de la verdadera Moral,
y sin riesgo de perder sus bienes , por que
no 'los tienen ; ponen en accion todos los
resortes de su malicia é hipocresia, des-
lumbran al sencillo é incauto con sombras
halaguerias , simpatizan con el malo, can-


36 r
tivan á muy poca costa al que se ve aco-
sado de privaciones ; y en fin al vulgo
compuesto de elementos tan diversos, lo
arrastran á monstruosidades que amargan
con extremo al buen patriota, consuelan
y animan al que no lo es, acobardan al
ciudadano modesto, disgustan á todo hom-
bre sensato, y chocan con la opinion ge-
neral que regula al cabo los destinos de los
hombres y de las naciones." Paginas corno
esta no deshonrarían la obra de uno de los
primeros moralistas ni de los mas célebres
escritores de política. Este es el lenguage
que los buenos ciudadanos hablan para ilus-
trar á sus compatriotas.


Volviendo ya. á la memoria que analiza-
mos, el autor propone por segunda
garantía, para obtener generalmente elec-
ciones acertadas, que los electores sean
también contribuyentes sobre capitales y
productos de propiedad raiz, ó de cual-
quier otro origen« Dígolo asi, añade, para
fundar su opmion, no en consideracion
la responsabilidad legal que tienen estos por
las nulidades ó vicios con que pudieren
proceder en la eleccion de los empleados
municipales" ; responsabilidad que tampoco
puede desconocerse, seria mucho mas ilu-




362
noria , si fuesen electores los que carecen
de bienes, sino porque considerándose el
régimen electivo como el origen de la
prosperidad pública, para que lo sea asi,
es preciso que los intereses particulares,
los vínculos de la sangre, las afecciones
de la amistad y demás estímulos parciales
se sacrifiquen en las elecciones al deber
inflexilUe de confiar molo al mérito y á la
capacidad el cargo de las funciones admi-
nistrativas que influyen poderosa y con-
tinuamente en la suerte de los ciudada-
nos y del estado. ¿ Y en quiénes será este
sacrificio mas asequible? ¿ En hombres
destituidos de bienes de fortuna, ó en
los que gozan de capitales útiles y benefi-
ciosos á la nacion ? Es bien palpable la
decision de esta alternativa. A nadie
puede ocultarse que esta clase de ciuda-
danos debe reunir en general una educa-
cion mas cuidadosa que los aleje de los ries-
gos y errores inseparables de la ignoran'
cia , causa principal de todos los vicios,
é influia en la continencia de sus pasio-
nes y en la formacion de las buenas cos-
tumbres, sin cuya moralidad es facil
hallar rectitud en las acciones del hom-
bre ni sacrificios en sus intereses. Ademas


363
á cierto grado de fortuna en el ciudada-
no, se une fundadamente el concepto de
suponerse mas interesado en el buen go-
bierno de la república, mucho mas en el
del pueblo donde radica y existe, y por
consiguiente en la buena eleccion de los
funcionarios municipales ¿Y qué se dirá
del peligro funestísiino de la venalidad á
que está.el hombre tanto mas expuesto
cuanto es mas necesitado ?


(Se
concluirá).




364


reflexiones acerca de la opinion de la funt«
auxiliar del arma de lnjanteria , sobre el
proyecto de ley constitutiva del egército
permanente.


Hemos leido con particular aten-
cion el Informe de la Junta auxiliar del
arma de Infantería, sobre el prorecto de ley
constitutiva del egército permanente, dirigido
al Gobierno por el Ministerio de la Guerra,
y á pesar de que carecemos de los •cono-
cimientos necesarios para hablar con tino
sobre una materia que nos es estrada, no.
podernos menos de publicar y procurar
excitar en nuestros lectores las mismas
ideas que ha producido en nosotros su
lectura.


No podia la Junta escoger para epígra-
fe de un escrito dirigido á ilustrar la opi-
nion de los legisladores, unas palabras ma-
preciosas ni que contengan un énfasis ma-
importante, que las que toma de Jeremias
Bentham, á saber, las palabras de las le-
yes deben pesarse como ' si fueran 'diaman-
tes. Esta verdad por sí sola Baria materia


365
para escribir muchos volúmenes , si hu-
bieran de desenvolverse las ideas que ar-
roja de sí, los males que produce su ol-
vido, y lo distantes que nos hallamos
todavía de estar bien penetrados de su im-
portancia. Por lo mismo que se van pal-
pando cada dia los enormes perjuicios que
ha ocasionado. la falta de claridad en las
leyes, por la facilidad y aun necesidad
de interpretarlas arbitrariamente , insiste
repetidas veces la Junta en el empeño de
analizar todos y cada uno de los artículos
que son objeto de sus sabias meditaciones.
Triste cosa es que el mismo que se ocupa
en reflexionar sobre este escrito, esté sien-
do actualmente víctima de una arbitraria
y absurda interpretacion ; pero es de es-
perar que á fuerza de repetir los sanos
principios que han servicio de norma á la
Junta , llegue el dia en que nuestros le-
gisladores y jueces se convenzan de la ne-
cesidad de conformarse .á ellos.


Mientras que las palabras con que es-
tán escritas las leyes no se consideren co-
mo palabras sacramentales, y los jueces no
se sujuten á ellas con un respeto verdade-
ramente supersticioso ; la vida y la liber-
tad de los ciudadanos no tienen ninguna




7


1


.366
especie de garantía , y los jueces no ven-
drán á ser otra cosa que unos ministros
del .error y de las pasiones.


Pero si la claridad es una Condicion
esencial á toda ley, d cuánto mas necesaria
será en aquella que debe trazar la orga.
.nizacion de una clase entera de la socie-
dad , y particularmente de 'una clase tan
delicada como la milicia? ¿ cómo combi_
binar el empleó. de la fuerza pública im-
posibilitando , ó dificultando á lo menos
el abuso de ella ? Penetrada la Junta de
esta inmensa dificultad, se propone por
basa de sus reflexiones legislativas el sa-
car todo el partidapesible de los medios
del honor, la confianza, y la justicia; y
ciertamente no reconoce otros un gobier-
no constitucional para resolver este dificil
problema, Cualquiera que sea la forma, la
.estension, la clasificacion y el orden que
se dé á estos peligrosos instrumentos de la
independencia de las naciones, siempre
vendremos á parar en que solo pueden
ser útiles mientras que en ellos se con-
serve la buena moral, el honor , y el
amor 4 la Pária; y estas virtudes no se
generalizan en los .egércitás sino con bue-
nas leyes militates , y con una. severísima


disciplina. El militar es sin disputa alguna
un ciudadano '; pero mientras que está
debajo de las banderas, se halla sujeto á
muchas mas obligaciones que todos los
lemas , y debe carecer del uso de algu-
nas de sus libertades : de lo contrario el
soldado, lejos de ser el protector, no vendrá
á ser sino el verdugo de sus compatricios.


OBSERVACIONES AL CAPITULO Prinurrio.


De la fuerza armada en general.


Es preciso confesar que la excesiva
modestia de la Junta deja una gran lagu-
na para la integligenCia de los artículos
con que termina el capitulo' ,--por ha-
berse abstenido de profundizar precisamen-
te,-la materia mas intrincada de la orga..
.nizacion militar: Si esta no fuera mas que
una cuestión aislada ó abstracta , propia
-solo de los publicistas, aun pudiéramos con-
formarnos con el silencio de la Junta, que
por respeto. á la importancia misma de las
cuestiones, evitaba pronunciar ó resolver
sobre ellas ; pero al .


ver que se niñita á
indicar las dificultades sin hacer algun li-
gero esfuerzo para vencerlas, al mismo




Nik


368
tiempo que da nuestras de que conoce el
peligro y sus consecuencias, repetirnos que
es' sensible el que no se haya decidido á
ilustrarnos con su respetable dictámen.


incedo per ignes
Supposztos cineri doloso.


Es en efecto tan delicada, y tan difi-
cil la cuestion sobre la naturaleza de la
obediencia militar, que bajo cualquier as-
pecto que se la mire, es capaz de arre-
drar á los entendimientos mas profundos
y esperimentados ; pero por lo mismo que
ofrece tantas dificultades, es menester pro,
curar desvanecerlas aclarando cuanto . se
pueda la cuestion.


Los egércitos no son otra cosa que la
fuerza pública organizada por la sociedad,
para que la proteja; y pagada por ella, pa-
ra hacer el servicio que la es propio y pe.
cufiar. Claro es que un ser de esta natu-
turaleza pertenece todo entero al poder
ejecutivo, y que jamas puede hacer parte
del • orden deliberativo , por la poderosa
razon (le que el hombre armado , y mu-
cho mas un cuerpo armado, es superior
en fuerza á todo lo que se puede hallar
en concurrencia con él. El primer carác-


369
ter de toda deliberacion, es la igualdad ab-
soluta entre las personas que deliberan


,
sin


la cual nunca podrá estar espedito el imperio
de la razon que es la que se busca en las
deliberaciones. ( *) De aqui se sigue que
el estado militar es por su naturaleza in


-


compatible con la deliberacion , por que
son tan fuertes las armas, que con solo
presentarse ya deciden ; en una palabra,
las deliberaciones se dirigen á desatar los
nudos, y las armas suelen servir para cor-
tarlos. Estan , pues, excluidos de toda de-
liberacion los hombres armados por la na-
turaleza misma de su profesion, ó lo que
es lo mismo , los militares :son y deben
ser esencialmente subordinados. ¿Pero siem-
pre ? ¿ sin excepcion de regla? Esta es la
dificultad que tenemos que examinar, y so-
bre la cual hubieramos deseado que la
Junta no nos hubiese economizado sus su-
periores luces.


Es indisputable que los hambres en ge-


(•) Seguimos en todo este trozo las ideas de
Mr. de Pradt , que es el driicó que ha tratado esta
cuestion con la imparcialidad que le es propia,
aunque no con la extension que nosotros desea-
riamos.


TOMO VII.
24




370
neral propenden á defender lo que miran
como propiedad suya, y asi es muy raro


el ejemplo de que un cuerpo rehuse obe-
'decer en presencia del enemigo , cuando
interesa la defensa del suelo patrio; ex.
ceptuando los casos estraordinarios de .amo.
tinamientos de las tropas, cuando se en-
cuentran desnudas ó faltas de todo lo ne-
cesario, ó cuando el enemigo ha tenido
medios de corromper á los gefes, y ha sa-
bido usar de ellos con desuna. Fuera de
estos casos, la obediencia es casi siempre
segura y completa en una guerra exterior;
por que el instinto del soldado basta por
sí solo para hacerle conocer la necesidad
de la obediencia.


La gran dificultad está en considerarle
dentro de la ciudad, revestido de los dere-
chos de hombre y de ciudadano , y pues-
to en contacto con las causas de una tur-
bulencia interior. En aquellos paises en
donde han adquirido bastante solidez los
verdaderos principios sociales, como su-
cede en Inglaterra y en los Estados-Unidos,
nunca es legítima la accion de la fuerza
arenada, sino cuando -es interpelada por la
autoridad civil. Esta saludable institucion
es la que defiende al débil contra el fuerte,


de la
37
ra z-


y es la que asegura. el imperio
zon tranquila contra el atributo de la fuer.:
za, que es el de la violencia. LleAa está de
egemplos la historia antigua y moderna, que
prueban cuán funesta es la intervencion
de los cuerpos armados en los negocios
del gobierno interior, y cuánto interesa
el que la accion militar esté siempre bien
arreglada en el estado.


Es muy equivocada la idea que se tiene
formada generalmente del soldado , y sus
mismos gefes son los primeros que incurren
en este error. Parece que estan persuadi-
dos á que luego que un hombre se viste de
uniforme militar, renunció á todos los


sen-
timientos y afectos de la humanidad, y
que sale de la vida civil , para entregar-
se del todo á una vida puramente - mi-
litar. Esta equivocacion tan funesta ha
decidido muchas veces á sus gefes á dar-
les ciertas órdenes como soldados , que
ellos han debido desobedecer como hom-
bres. Póngase á las tropas en presencia de
sus parientes y de sus conciudadanos, y
mándeselas que les disparen, y se verá
como la naturaleza es superior al espíritu
militar. En tanto que no se reconozca el
principio de que la misma obligacion que


24




372
tiene el soldado de obedecer, tiene el gefe
de saber lo que les puede mandar , no
se puede asegurar la perseverancia de
la subordinacion. Seria muy peligroso
rara los gobiernos poner muchas veces á
las tropas en oposicion con los ciudada-
nos, por que inevitablemente acabarian por
reunirse con ellos. Ya se puede apostar
á que no se repite tres veces en Inglater-
ra la' escena de Manchester. Son demasia-
do conocidos los medios de animar al sol-
dado contra el pueblo; pero estos no sur-
ten efecto mas 'que una -á otra vez, y
luego son siempre inútiles y peligrosos
Acordémonos dé lo que le sucedió al des.
g•aciado Luis XVI, que desde el dia i4 de
julio de 1 7 89, no pudo volver á contar
ni siquiera con un batallon.


Una larga ociosidad afloja los vínculos
de la disciplina y llega á disgustar al sol
dado: •conoce que su elemento es la guer
ra, y se fastidia durante la paz; por que
con ella ve cerrados todos los caminos pa
ra los ascensos, como que le parece que
se atrasa en su carrera todo el tiempo que
pasa sin adelantar en ella. El soldado es
un hombre como los demas, y juzga y ra-
ciocina como todos sus semejantes; ege--


73
cutará cuanto le manden dentro ¿le la g


í-..
nea de su obligacion ; pero si sé separan


. de ella los que le mandan , ó dejará de
obedecer, ú obedecerá una vez y no mas.
Existe un verdadero contrato entre el sol-
dado y sus gefes, y es preciso que se cum-
pla todo lo que se haya prometido y con-
venido entre las dos partes; por que de
lo contrario el contrato queda nulo en el
mismo hecho, y seria muy estra go que
el que sirve á la patria ( entendiendo bajo
este nombre al príncipe que ejerce los po-
deres del estado ), fuese de peor condi-.
cion que el que sirve á un particular. Res-
pecto de este, cuidan las leyes civiles de
hacer que se cumpla


• recíprocamente lo
pactado , y podrian tolerar que quedase
sin garantía el servicio mas noble y acaso
el mas importante? Esto repugna á las pri-
meras nociones de la justicia y de la
zon.


La desercion del soldado ofende á to-
dos los miembros dé la sociedad , porque
la espone á quedarse sin defensa en el
momento en que mas la necesita; pero mu-
cho menos se debe permitir' que la socie-
dad fi ► te al soldado : y asi el príncipe
que deja á sus tropas sin pan , sin prést




374
ó sin uniforme; ese es el primer desertor,
y los soldados no son mas que unos imi-
tadores suyos. Toda pena que se les im-
ponga en semejante caso , es un abuso de
la fuerza; y si es la de la vida, como ha
sucedido algunas veces, es un verdadero
asesinato. El soldado tiene que obedecer
ciegamente. á sus gefes en todo lo relativo
al servicio militar , y desde el punto en
que oye el tambor ó el 'clarin , no tiene
que preguntar hacia qué parte se dirigen
los estandartes, por que su obligaeion es
seguirlos , sea á donde fuere: si se oye el
ruido del caiion ó la marcha del eneini-
go , no tiene que calcular el número de
los tiros ni el de los contrarios , porque
todo esto lo aceptó y lo contrató el dia
que se alistó en las banderas.


Pera no confundamos esta abnegacion
de la vida con la certeza de la muerte , por
que si esta fuera segura, claro es que no
se encontrarla un soldado : mandar una
cosa imposible es ordenar la desobedien-'
cia. Es bueno que el soldado sepa que
lo que va á hacer es posible, y es útil
para algo , porque si se penetra de que.
es imposible ó del todo inútil, la repug
nancia...del corazon se sigue inmediatarnen-


325
te á la del entendimiento, y él sabe por
instinto los límites en que se acaba la obli-
gacion de sacrificarse, y donde empieza el
derecho de la propia conservacion.


Aplicando estos principios generales
que la Junta conoce mucho mejor que
nosotros, nos parece que no la hubiera si-
do imposible resolver algunas ó todas las
cuestiones que anuncia en las páginas 9
y ro de su escrito. Nosotros nos contera-
tamos con insinuarlos , sin otro fin
que el de animar á algunos de nuestros
ilustrados oficiales á que se dediquen á
meditar y escribir sobre el objeto mas di-,
ficil y delicado de su carrera.


No nos toinarémos igual libertad con
respecto á las observaciones del capitulo 2.Q
que trata de la fuerza , formacion y division
del egército permanente ; por que no es
posible presentar este punto con mas jui-
cio y dignidad, que la que ha empleado
la Junta, reconociendo y demarcando los
límites de las facultades del poder legis-
lativo, y los del egecutivo. Apoyada en
las disposiciones de la Constitucion , en el
raciocinio y en los egemplos de otros go-
biernos representativos, la opinion de la
Junta no ha dejado nada que desear á las




1
376
comisiones del Congreso para la fovnacion
del proyecto de esta importantísima ley.


Todas las observaciones de la Junta
respectivamente al establecimiento de co-
mandancias y divisiones militares, estan es-
critas con mano maestra , y suponen co-
nocimientos muy vastos y muy exactos del
influjo de la division territorial en la par-
te política y gubernativa, y tambien de
los perjuicios que nacerian 'de la mala or-
cranizacion de las divisiones militares.


Este mismo giro de ideas es el que
conduce á la Junta á recorrer las diferen-
tes épocas y maneras conque se han ve-
rificado los reemplazos en los paises cuyas
instituciones militares han subido á mayor
perfeccion. Convencida la Junta de que no
es posible arreglarse á un modelo mas
análogo á la igualdad y dignidad de los
ciudadanos, que el que se practicaba en
Roma durante la república, va marcando
los defectos y sus causas en los pueblos
que no han sabido imitarlos. Se hace car-
go de la enorme diferencia que existe en-
tre un egército permanante , que en el
estado actual de la Europa es un elemen-
to necesario para sostener el equilibrio
entre las naciones, y un alistamiento tent-


37'7
poral que solo se verificaba en el momen-
to de la proximidad de una guerra. Ana-
liza con singular imparcialidad los,sistemas
de reemplazo usados sucesivamente en Pm
sia, Alemania , Francia , Rusia , Baviera
y los Paises bajos; y despues de haber for-
mado escalas de comparacion entre unos
y otros, aplica los resultados á nuestra Es-
paña por un método rigurosamente ana-
litico. Podemos asegurar que el trabajo de,
la Junta desde la página 25 hasta la 54,
forma por sí solo un escelente compendio
histórico de los métodos de alistamientos
y de reemplazos que se han practicado en
España, y que deberian leer y estudiar to-
dos los señores oficiales del egército.


Deseariamos poder analizar el sistema
de reemplazo, que en sentir de la Junta
podria sustituirse al del capítulo 3.° del
proyecto ; pero consistiendo su mayor ó
menor perfeccion en los resultados (le los
cálculos que la han servido de basa, ten-
driarnos precision de copiarlos para hacer
ver su exactitud , lo- cual no es propio
de un periódico. Solo nos contentarémos
con 'observar que nos parece juiciosísima
la analogia cine establece la Junta entre el
sistema de reemplazos y el de las contri,




378
buciones, reconociendo por axiomas los si-
guientes principios ; 1.0 que los sistemas
mas suaves son los que sacan del círculo
de la actividad ó de la industria de la
sociedad menor número de hombres ; 2.°
los que sin perjudicar las contribuciones
militares, son los mas variados; por que
de este modo el mal necesario de los sa-
crificios de la libertad y placeres de la vida
pacífica , se hace menor individualmente
afectando sobre todos con mayor igualdad;
3.0 los que mas se acomodan á las cos-
tumbres y caracter de los pueblos , y á las
situaciones sociales en general, y por con-
siguiente reunen hasta cierto punto el ele-
mento de una larga habitud ; por que in-
troducidos desde mucho tiempo en la
marcha constante de la sociedad, se es-
tablecen con solidez, no desarreglan vio-
lentamente el giro de las cosas, y por con-
siguiente no producen inquietudes peli-
grosas.


Las observaciones al capítulo 4.°, sobre
los ascensos del egército permanente , si
bien estan concebidas, como todo lo de-
nlas de la obra, con ideas muy sabias y
muy filosóficas , mas bien pueden mirarse
como una reproduccion metódica de las


379
inumerables cuestiones que repetidas ve-
ces se han agitado entre los militares, que
como una concepcion nueva, aunque en
efecto estan presentadas con mucha mas
claridad que lo han sido hasta aqui. Ob-
servamos tanto en este artículo como en
todos los denlas que han sido objeto de
las meditaciones de la Junta , que sin
desconocer ninguna de las teorias brillan-
tes que han deslumbrado á tantos gran-
des hombres, sabe apartarse de ellas sin
quitarlas nada de su valor , para buscar y
proponer el acierto en todas las resolucio.
nes. Para esponer su dictamen del modo
cine lo hace la Junta auxiliar de infante-
ría, no basta haber leido y estudiado mu-
cho, sino que se necesita haber acompa-
ñado á una larga experiencia una muy pro
funda medítacion.


Hasta aqui llega el curso de la opi-
nion de la Junta , cuya continnacten se nos
ofrece muy pronto. Quisieramos haber
acertado á apreciar debidamente su traba-
jo; pero ya que por nuestra profesion no
nos sea posible conocer todo el volor que
tiene en sí, á lo menos tenemos la satisfac-
cion de ofrecer una Muestra de gratitud por
las útiles vigilias de unos militares tan re-
comendables.




38o
TEATROS.


Eduardo en Escocia la terrible noche de
un proscrito : Drama en tres actos y en pro-
sa., traducido del francés.


Aunque esta pieza pertenezca á un gé-
nero subalterno, y no tenga entrada en el,
teatro de la comedia francesa, sin embar.:
go por el asunto y por la manera con
que está desempernado, inspirará siempre
mucho interés, en cualquier parte que se
represente. No debemos ser tan severos,que
la observancia de las reglas disminuya el
número de nuestros placeres. Este drama
es representacion (le un suceso verosimil
é interesante: debemos, pues, aceptarlo aun.
que no se le pueda clasificar en ninguna
de las divisiones inventadas por los dra-
maturgos.


La historia del desembarco del prínci-
pe Eduardo en Escocia, (le sus triunfos,


---de su derrota y fuga, pertenecen al siglo
XVIII; pero por lo estraordinario de los
incidentes, que sin dejar de ser verdade-
ros, tocan en la raya de lo imposible,


38
parece que es de los siglos fabulosos ó
caballerescos. Eduardo descendiente y he-
redero de la infeliz dinastia de los Eduar-
dos, que fié arrojada del trono de Ingla-
terra en 1638, formó el atrevido proyec-
to de recobrar el trono de sus antepasa-
dos. Ya el cetro de Inglaterra babia pa-
sado á la familia de Hannover: el rey ha-
cia la guerra á los franceses en el conti-
nente ,• cuando Eduardo desembarcó en
Escocia con menos tropas que Bonapar-
te en Francia en 1815. En breve se le
reunió un gran núzhero de mon taiíeses
antiguos afectos de su familia, que era,
oriunda de aquel reyno. Su valor intré-
pido, su afabilidad y los infortunios de sus
padres le ganaron los corazones. Consi-
gue dos victorias contra las tropas del
rey, y la Escocia es Suya. Pero derrotado
completamente por el duque de Cumberland
hermano del rey Jorge, en los campos de
Culloder, abandonado (le casi todas las tro-
pas y sin recurso alguno para volver á
tentar otra vez la suerte de las armas,
erró por espacio de mas de dos meses,
ya en los bosques de la Escocia septen._
trional, ya en las* islas que la rodean,
hasta que pudo embarcarse en un navío




382
francés; siendo "Muy de admirar, que en
tanto tiempo y en tan distintos lugares,
habiendo estado muchas veces para caer
en manos de sus enemigos, y acosado ca-
si siempre por el hambre y las privacio-
nes, hubiese podido no solo escaparse,
pero ni aun conservar la presencia de
ánimo necesaria para meditar y ejecutar
un plan de evasion.


El autor de este drama se propuso
describir la cruel situacion de aquel prín-
cipe, obligado á vivir entre los que le per-
serian y á engañarla continuamente. Sin
duda entró en su plan recordar los peligros
de una proscripcion mas recientey mas es-
pantosa, é interesar á favor (lelas víctimas,
que la habian sufrido, ó se habian liber-
tado de ella. A esto por lo menos alude
el segundo título de la pieza: La terrible
noche de un proscrito. Para formar el plan
de esta pieza no tuvo que recurrir á la
invencion: pibes en la historia los suce-
sos del príncipe Eduardo eran mas estra-
ordinarios y romancescos , que cuantos
pudiera haber inventado el poeta drámatico.
-Asi podi'emos decir, que esceptuando los
amores episódicos de Dargil y D'alvina, y
la mutaeion de nombres entre Eduardo y


383
el duque de Athol , el resto de la pieza
es puramente histórico.


La escena es en la isla de Sky , una
de las que ciñen elleptentrion de Esco-
cia, en la cual están situados el castillo
y muchas posesiones del duque de Athol,
favorito del rey Jorge, que le acompañaba
en los Paises bajos. Su esposa, la duquesa
de Athol, se Labia aprovechado de la
ausencia de su marido para visitar y arre-
glar las posesiones de la isla. Tenia á su
lado á su sobrina Malvina, huérfana y aman-
te de Dargil, que mandaba las tropas des-
tinadas en aquella isla á buscar el Preten-
diente: asi se llamaron los príncipes de
la dinastia estuarda, despues que fueron
lanzados del trono de Inglaterra. Dargil
tenia su alojamiento en el mismo castillo,
y la duquesa favorecia su amor á Malvina,
con la intencion de casarlos apenas llega-
se su marido, que debia llegar de Holan-
da muy en breve.


El poeta emplea las primeras es-
cenas en hacer la espobicion de estos
pormenores, en desplegar el caracter po -
lítico de Ladi Athol, enemiga de los Es-
tuardos', y en hacer saber que lord Adíol
había arribado despues de un naufragio




384
á la parte opuesta de la isla. Mientras
Dargil se retira á su alojamiento. Eduar-
do, perseguido por la tropa , logra intro-
dueirse sin ser visto en el castillo. El au-
tor no encontró mas medio para darle
á conocer á la duquesa, que algunas es-
presiones que se le escapan en el sueño
pesado y fatigoso á que le obligas. can-
sancio é iraccion. Este recurso es pobre
y poco dramático. Mejor hubiera sido
que Eduardo desesperado ya de salvarse,
se hubiera entregado á la generosidad de
Lady Athol, haciendose conocer y pidién-
dole un pedazo de pan, y sitio en donde
dormir dos horas. Lady Athol , aunque
reconoce en el príncipe al enemigo de su
rey y de su nacion, reconoce al mismo
tiempo los derechos sagrados de la hu-
manidad y de la hospitalidad. El llanto
de la compasion , nostri pass optima sen-
su como le llama Juvenal , corre por su
Inegillas. En esta situacion los sorprende
Dargil, que cree ver en Eduardo, mal
vestido y rendido del cansancio, al duque
de Athol , que llegaba á su casa despues
de un naufragio , que escitaba con su in-
fortunio momentáneo la sensibilidad (le su
esposa. Esta se presta á la equivocacion


385
de Dargil, y Eduardo es mirado y respe•
tado como dueño del castillo. El autor
saya esta inverosimilitud, suponiendo que
los criados de aquella posesion , que lord
Athol habia adquirido nuevamente, no
conocian á su amo.


En el segundo acto, Malavina , deseo-
sa de ver á su tio , halla en lugar de él
al príncipe Eduardo, á quien conocia
muy bien, como que le habia tenido ocul-
to en su castillo (le Escocia, alguno.; dias,
antes de venir á reunirse con su tia. Este
reconocimiento, cuyo efecto moral es muy
agradable, no tiene mas resultado dra-
mático que la narracion de una parte de
Lis desventuras que sufrió en su fuga
aquel ilustre proscrito.


Lady Athol y Malvina conciertan , que
aquella misma noche se embarque Eduar-
do en una barca perteneciente á lord.
Athol, para llegar en ella á la escuadra
francesa ; mas al ir á embarcarse, las cen-
tinelas colocadas entre las rocas del sur-
gidero del castillo , los descubrieron: y si
Tomas, criado de confianza de la duque-
sa, no hubiese tenido la astucia de de-
cir que él y su amo habían salido al


TON VIL 21




386
ruido- 4e los tiros , la perdícion del prIn •
cipe era infalible.


Los incidentes se multiplican al fin del
acto segundo: Dargil recibe la noticia de
haber sido aprendido en 14 parte opuesta
de la isla un hombre , que tomaba el
nombre de lord Athol ; y como él estaba
Intim de haber visto al duque • en el
9átillo, creyó que fuese algun proscrito
ó quizá el mismo. pretendiente; por lo
cual mandó condupirle á casa del mismo
duque , donde d 'AM. llegar aquella misma
n
oche. Por consigniente la situadoi•


todos los personages es sumamente crí es


tica.
Aun lo es mas la escena en que Edu-


ardo se vé obligado, á hacer compañía en
la mesa á sus mas fieros enemigos. Su
genio altivo no. puede. sufrir los ultrages
y denuestos del, , coronel Cope , militar
liál?il, atrevido, adicto al rey Jorge,
y cuyos modales muy poco finos. contras-
tan, con el caracter Yle Dargil y de los
otros convidados. Lady Athol y Malvina
desmienten con- suma mafia y prudencia
las sospechas que debia origknar la es-
plosion arrebatada de Pluardo, que:conf-


vittado por Cope á brindar por la muerte
de los Estuardos, exclama:


«Yo no brindo jamas á la muerte
de nadie; "


Y se levanta enfurecido y tira el vaso
al suelo.


Mas en fin, concluye felizmente aque-
lla cruel cena. Llega la noticia de haber-
se acercado la escuadra francesa á las
aguas de la isla , de la venida del general du-
que de Cumberland, hermano del rey,
con el objeto de observar á los franceses,
y de la llegada del lord Athol al casti-
llo, conducido por la tropa. Apenas este
se presenta en la escena , cuando viendo
al príncipe, á quien conocia y habia
bido la vida en Roma , y sabiendo los
generosos sentimientos de su esposa, en-
tiende todo el misterio, renuncia á recia.
mar su mismo nombre que habia usur,
pado el príncipe, y dá motivo á Dargil
con algunas espresiones truncadas, á creer


-11x que el preso es Eduardo. Lady Athol se
aprovecha de este momento para favore-
cer la fuga del pretendiente, que en po-
cos minutos se halla libre y seguro á
bordo del navio almirante de la escuadra
francesa.




388
La sorpresa é indignacion de Dargil


ga á su colmo, cuando el duque de Cum-
berland reconoce en el prisionero á lord
Athol, su amigo y camarada antiguo en
la carrera de las armas. La respuesta• de
la duquesa á la inculpacion que se le hace
de haber favorecido la fuga del proscrito,
es histórica, y salvó en la cámara de los
pares al lord Athol; pero su efecto en la
comedia es sumamente dramático. La du-
quesa dice al general :


«Si ese príncpe desgraciado buscase
fugitivo un asilo en vuestra habitacion , si
se os presentase con el trape de la indi-
gencia, destrozado, pálido, lloroso y cas-
moribundo y os dijese : yo soy un pros-
crito débil , infeliz y harto de padecer: el
nieto de Jacobo II os pide amparo y un pe,
dazo de pan: aqui tenéis mi vida , yo la con-
fío á vuestra pro<iidad ; d qué hubierais he-
cho?


Cumberland (confusa)
yo, Milady..


Lady'
No, Seiior: respondedme terminante-


mente: yo os recuerdo vuestra ilustre
sangre, vuestras virtudes, vuestro buen
eorazon : é qué hubierais hecho?


389
Cumberland


Yo... lo mismo."


Esta escena es el triunfo de humani,
dad sobre las pasiones políticas. Obsér-
vese que el autor de este drama ha 'su-
puesto siempre en toda la familia de
Athol una firme adhesion al partido del
rey Jorge; lo que hace resaltar mas la
generosidad de la duquesa, y la gratitud
de su esposo.


El caracter del príncipe Eduardo es
muy brillante y dramático. Jamas perdió
la dignidad y altivez propia de su fa-
milia. Al mismo tiempo que lady Athol
lucha contra sus afectos políticos para
resolverse á favorecerle, le habla el hé-
roe de lá esperanza que tiene de premiarla
algun dia cuando se ludle en su palacio de
Londres. Se resiste á recibir favores de una
familia que va á comprometerse por su cau-
sa ; y cuando lord Athol se resuelve á no re-
clamar su nombre, Eduardo no quiere permi-
tirlo. Es grande, valiente y noble, tanto
como desgraciado.


Esta pieza ha sido representada con
mucho aplauso. Los caracteres de Lady
Athol y de Malvina estuvieron perfecta-




3-9p
mente desempeilados; y el último diálogo
de la duquesa y de Cumberiand obtuvieron
justamente la aprobacion del público. Lo
mismo sucederá siempre que se presen-
ten á la vista de los espectadores las
imágenes de las virtudes que honran la
humanidad, y que consuelan el infortunio.


3áz


3'614 él ítbuiel
íziOzaizr prO7ánO1


en los sermónéS.


Oimos quejarse frecuentemente, y ál-
gunal veces con tazon, del abuso tan es-
túpido como criminal que han hecho al-
gunos eclesiásticos- del privilegio que les
da la cátedra del Espíritu-santo. Hemos
leido con escándalo y con indignacion
ferentes hechos de esta naturaleza que
han denunciado en los papeles públicos,
en las tribunas de laá sociedades, y aun
en el Mismo congreso nacional: Sabio
que algunos de ellos se han castigado eón
mas ó menos severidad, y que- no pór
eso se han corregido ni se corre,,iirán
infractores. d De qué dependerá pues esta
obstinacion de parte de los predicadores,
y c:-4ta falta de aprovechatnient& de parre
de los oyente-s? La claisa nos- parece muy
sencilla y n.o se necesita discurrir lunch&
para encontrarla'. Si los gobiernos, en lu-
gar de valerse del influjo del púlpito oh.




l'"


392
acreditar sus buenas ó sus malas disposi•
ciones , y sus derechos legítimos ó


_ 11S1.11r.


pados , hubiesen reprendido ó castigado se-
veramente á los que dieron principio á
semejante abuso, no- se repetirian tanto.
los escesos y aun los escándalos, que con
tanta frecuencia y en tan contrarios sen-
tidos, se denuncian á la pública indig-
nacion.


Aun cuando se pudiera prescindir en
todos los paises y creencias del gran-
disimo agravio que se hace á la religion
distrayendo la atencion de los fieles á otros
asuntos, agenos cuando menos de la san-
tidad de aquel sitio; y aun cuando se pu-
dieran pasar por alto las interpretaciones
violentas y descabelladas á que obliga el
ridículo empeño de contraer el senti-
do de algunos sagrados testos á los in-
tereses políticos del predicador ó de su
comitente, bastaria la indiferencia que pro-
duce en ánimo del auditorio la repe-
ticion de unos mismos argumentos para
probar principios contradictorios , á des-
terrar de los púlpitos una costumbre tan
nociva y tan poco decorosa para los mi-
nistros del altar. c Qué efecto ha de pro-
ducir en los oidos del pueblo la voz de


393
sus pastores , al verlos abusar cada iba de
los recursos de la lógica y de la oratoria
para persuadir unas veces las ventajas del
poder absoluto , otras la del sistema cons-
titucional , ayer la necesidad de confor-
marse á la voluntad del Monarca, como
á un precepto divino, hoy la santidad del
poder del pueblo , antes la theocracia,
mañana la república , luego la aristocracia
y siempre en el elogio del poder ac-
tual , sea el que fuere?


Si nunca los predicadores se hubiesen
mezclado mas que en recomendar la stuni-
sion al gobierno y el respeto á las autorida-
des como una obligacion esencial de la
religion , y no hubiesen convertido los
púlpitos en otras tantas cátedras de po-
lítica mundana , mayor seria la disposi-
cion del ánimo del pueblo á escuchar las
verdades anunciadas por su boca , y mas
facilmente prestaria asenso á las conse-
cuencias que oyese deducir de los sagra-
dos textos. Pero como ve que á cada mu-
danza política que ocurre, y aun á cada
nueva circunstancia que ocasiona alguna
alteracion en el Gobierno, se da diferen-
te sentido á las palabras de la escritura
y á las de los concilios y santos Padres;




394
se acostumbra insensiblemente á escuchar
con .frialdad los preceptos mas sublimes de
la religion , y no ve en el sacerdote mas
que un instrumento de las pasiones do-
minantes del siglo.


Ya hemos tocado alguna vez este abu-
S•i en nuestro periódico , y no será la úl,
tima que insistamos sobre él, por que nos
parece que su remedio es mas urgente de
lo que generalmente se piensa. Hace :muy
pocos Bias que en una ciudad de estos
reynos , se verificó uno de los mas gran..
des escándalos que pueden cometerse en
el templo , que fué el de prorrumpir una
tio pequeña parte del pueblo en gritos
obscenos y feroces contra el predicador,
en presencia (le las autoridades y de am-
bos cabildos, abandonando y Huyendo de
la iglesia, como si en ella hubiese ocurrido
algurt incendio. Tenemos á la vista el tro-
zo del sermon que se estaba predicando;
y lejos de estar eir mal sentido, nos pa-
rece que abunda- en principios sanísiniós
y verdaderamente constitucionales ; pero
los mismos que le habian estado oyendo
con silencio y edificacion: la recapitulacion
de las doctrinas que les 'labia recomen-,
dado durante la cuaresma, no pudieron


395
tolerar la aplicación de ellas al estado ac-
tual (le la política que el predicador hu-
biera hecho mejor en evitar.


Claro es que si nos parece, cuando me-
nos importuno, el convertir los púlpitos
en tribunas para arengar al pueblo, elo-
giando las disposiciones civiles guberna-
tivas, mucho mas criminal y detestable
nos parecerá la conducta de aquellos in-
dignos eclesiásticos que prostituyen su mi-
nisterio hasta el punto de emplearle en
denigrar el Gobierno que nos rige. Este
crímen nos parece tan horrendo en sí
mismo, que aun sin parar la atencion en
las funestas consecuencias que puede oca-
sionar, le consideramos merecedor de las
penas mas graves.


Un ministro de paz, de concordia
y (le dulzura que se vale (le su digni-
dad para inspirar la rebelion, la guerra
y los disturbios , es un monstruo (le una
especie particular que no hay colores bas-
tante odiosos para definirle. Sin embargo
estos monstruos han sido por desgracia
muy comunes durante todas las turb.ulen,
cias interiores; y corno no es raro el ver
distribuidos grandes premios entre los que
se distinguieron en una carrera tan inhy




396
me, no es facil que carezcan de imitado.
res, á lo cual contribuye en gran manera
la bárbara educacion que reciben en los
conventos y en las universidades. Solo
cuando esta se mejore podrá mejorarse el
gusto en la oratoria sagrada ; pero como
este remedio es tan lento por su natura-
leza, nosotros deseariamos que los señores
obispos prohibiesen severamente á todos
los eclesiásticos el que mezclasen asuntos
políticos en sus platicas y sermones, por
que ademas de estar asi mandado por re-
petidos cánones y decisiones de los Pa-
pas, es perjudiciaiísimo á la religion al
estado y á las costumbres públicas.


397


Cartas sobre los Apuntes publicados por
el señor don Joaquin Lorenzo.
nueva , relativos al arresto de va-
rios vocales de Cortes: por D. P. D.
Se venden en las librerías de Tieso


y de Perez, en la calle de las Car-


retas.


Quien quiera que sea el autor de es-
tas Cuotas, hace un servicio importante
á los magistrados que comisionó el Go-
bierno, en el alío de 1814 , para prender
y procesar á los señores vocales de Cortes
que se hallaban en esta capital, desvane-
ciendo en cuanto puede los cargos odio-
sos de arbitrariedad y pasion , en la prác-
tica de procedimientos tan delicados, que
resultan contra ellos de la lectura de los
Apuntes. Siempre se ha reprobado la ofi-
ciosidad servil é interesada contra los reos
en la sustanciacion de las causas crimi-
nales, por que es repugnante á la natu-
.turaleza humana ; pero cuando se trata


1




398
de calificar opiniones políticas ; y el tila.,
gístrado á quien se confia este ministerio,
ve abrirse el camino de su fortuna, des-
cubriendo reos, figurando peligros, reco-
giendo palabras vagas ó interpretando ges-
tos indiferentes , todo por complacer
adular al poder predominante, es consi-
guiente el odio y la maidicion del públi-
co desapasionado. Los vocales de nuestras;
últimas Cortes merecian por todos títulos
la consideracion y la lenidad de sus jueces
y si estos no delinquieron sirviendo á las
autoridades legítimas de aquella época,
cualquier acto de supererogacion que se
probara practicado en el desempeño de
su encargo , dejaria en su buena opinion
una mancha deforme é indeleble. No ser-
viria para borrarla decir que el príncipe,
que el pueblo , que la mayoría de la Na-
cion miraban con aversion á los reos : aquel
mismo príncipe , aquel pueblo y aque-
lla Nacion honran y proclawan al-
tamente ahora aquellos mismos principios,
aquellos mismos actos que entonces se ca-
lificaban crímenes; y por un estrerno con-
trario , aquellos mismos reos pretenden
hoy exclusivamente el título de virtuosos
Este fenómeno político demuestra que.ja-


390
unas debe tratarse á los indivíduos acusa-
dos del delito que los pragmáticos serviles
llaman de alta traicion , del mismo modo
que á los ladrones , á los incendiarios y
á los asesinos, aun cuando sea mas fano,
rabie y lucrativo para los jueces el descu,
britmento y conviccion de los primeros.
Deseamos por el honor de nuestros lita,
gistrados, que el autor de las Cartas haya
probado completamente los errores de he-
cho que atribuye al autor de los Apuntes;
pero no podemos decidir la cuestion, por
falta de un conocimiento caval de los su-
cesos de la época á que se refiere.


Lo que nos parece quedar bastante demos-
trado es, que el señor Villanueva no ha
tenido siempre bien presentes las reglas
del foro, que conoce y defiende victorio-
samente su impugnador; que los apun-
tes estan escritos en varias épocas, y
que á veces se des2ubre con demasía
el resentimiento que ha dictado muchos
trozos. Es lástima que por estas faltas
sustanciales desmerezcan la confianza
necesaria para valerse de ellos, escribien-
do de intento la historia de unos hechos
tan curiosos é interesantes.


Las Cartas contienen muy buenos priu-




.400
cipios, y el estilo es elegante y fluido,
El autor va siempre á su intento, que
es noble, con firmeza y dignidad, sin
faltar por eso á la decencia, ni olvidarse
de que el señor Villanueva es un sujeto
benemérito, á quien el público disimula-
ria mas bien un poco de acaloramiento,
que á su impugnador en las circunstancias
presentes el abuso de espresiones mor-
daces y de recriminaciones impertinentes,


EL CENSOR,
PERIdDICO POI:ITICO Y LITERARIO.


N. ° 42.
SABADO , 19 DE MAYO DE 1821.


Modelo de ordenanzas municipales del pue-
blo , circulado por la diputacion de la
provincia de Cadiz á los ayuntamientos
de su distrito.


Cadiz 1821.


Este escrito merece ser muy conocido,
tanto por la pureza y gracias del lengua-
ge , como por los escelentes principios de
administracion municipal, que se recomien-
dan en él. Los que comparen el artículo
inserto en nuestro número anterior sobre
el régimen comunal de los franceses, con
los artículos insertos en este modelo, cono-
cerán cuán importante es el liberalismo
de las instituciones municipales , que im-


TOM° vu,




40 2
ponen á los ciudadanos los deberes mas
continuos y repetidos , y cuán inestimable
es el beneficio que nos ha hecho nuestra
constitucion, haciendo independiente del.
gobierno la eleccion de los oficios con-
cejiles


Nuestro código constitucional encarga
á los ayuntamientos la formacion de las
ordenanzas municipales del pueblo ; mas co-
mo estos cuerpos deben cumplir todos sus
deberes bajo la inspeccion de la diputa-
cion provincial, la de Cadiz ha creido sa-
tisfacer á una obligaci'on sagrada, circu-
lando á los pueblos de su provincia este
escrito que no es un proyecto acabado,
sino una norma de código municipal. En
él están designados y demostrados los prin-
cipios en todos los ramos de policía: de
modo , que cada pueblo , al formar sus
ordenanzas, encontrará hecha la mayor par-
te del trabajo, y solo le faltará establecer
las variaciones que exijan las circunstancias
de cada pueblo, suprimir los artículos inútiles
para algunos ,2• añadir los que las necesidades
locales ó los abusos introducidos exijan.


Las atribuciones de la policía munici-
pal se refieren, segun este modelo, á cinco
objetos principales que son cl orden, la


4o3
seguridad, la comodidad, el ornato y el
recreo, y la educacion primaria. El prin-
cipio general que domina en todos sus
artículos es el siguiente: dejar á cada
ciudadano en entera libertad de hacer lo
que guste, excepto aquellas acciones que ceden
en daño de otro ó de la sociedad entera.


El título, que trata de la policía de or-
den', está dividido en dos secciones. La
primera trata del domicilio de los ciuda-
danos , y la segunda de su conducta. En
cuanto al domicilio, establece las reglas
que han de guardarse para que la autori-
dad municipal conozca con exactitud el
estado de la poblacion ; en cuanto á la
conducta, se designan- los casos en que
los oficiales del ayuntamiento deben in-
tervenir en las acciones de los ciudada-
nos y el modo con que deben intervenir,


La policía de seguridad se divide na-
turalmente en policía de seguridad per-
sonal, y de seguridad de bienes. La prime-
ra se subdivide en alimenticia , de salu-
bridad y de proteccion. En la primera se
proscriben los abastos y las posturas, y
en la tercera se establece pena pecuniaria
contra los que se niegan á socorrer á los
que imploran auxilio, cuando han podido


26




404
hacerlo sin manifiesto peligro de la vida.
Ley escelente , que no es mas que la apli-
cacion del artículo de nuestro código cons-
titucional , que manda á los españoles ser
benéficos. En cuanto á la seguridad de los
bienes, se examinan con mucho tino y aná-
lisis los diversos casos, en que se suele
ofender la propiedad, y se señalan las pe-
nas correspondientes í cada uno.. Esta sec-
cion, dirigida á infundir en los ciudadanos
un gran respeto al derecho sagrado de la
propiedad, es quizá la parte mejor traba-
jada del modelo. Uno de sus artículos im-
pone multa al que hiriere ó matare sin
necesidad á un animal doméstico, en lugar.
de propiedad ó arriendo de su dueño.
Nosotros quisieramos que tambien se im-
pusiese pena al que hiriere , ó matare al
animal doméstico, aunque sea propio, sin
mas objeto 'que el (le satisfacer su bár-
bara crueldad. El gran filósofo y publi-
cista Bentham dice, que la impiedad con los
animales, y aun la costumbre de destruir so_
lo por egercitar las fuerzas los seres ina-
nimados, habitúa al hombre á derramar
la sangre de sus semejantes. •


Al fin del modelo se añade un suma-
rio de las razones ó motivos ele las leyes


405
que se proponen ; al frente de este suma-
rio se halla la análisis de la distribucion
que se ha hecho de la policía municipal.


Antecede á todo el reglamento un tí-
tulo llamado Reglas gene/ ales. En ellas se
dá á todos los ciudadanos el derecho ele
oponerse á la tentativa ó egecucion de un
delito, de asegurar al que se le sospeche
de algun crimen y conducirle ante la au-
toridad, y de exigir la concurrencia y
ayuda de los (lemas para estas acciones.
Se señala el magistrado, ante quien deben
hacerse las denuncias , las personas que
pueden hacerlas , y la facultad que se
concede á la autoridad para disminuir ó
aumentar la multa dentro de ciertos lí-
mites. Pero los artículos mas interesantes
y al mismo tiempo mas nuevos de este
titulo, son los ;elativosá la responsabili-
dad subsidiaria: llámase así la que gravita
sobre las personas, á cuyo cargo está el
que ha hecho el daño , por el cual se
impone la pena..


Hemos dicho que estos artículos son
nuevos, no porque la materia en que se ver-
san no haya sido tenida en consideracion
por los legisladores, aun desde el tiempo de
los antiguos egipcios : sino porque no sa-




4o6
hemos, que hasta ahora se haya tratado
con la filosofía y tino (pie han dictado
los artículos de este título.


Hace responsables por los infractores
cí perpetradores del daño las personas, y
en la forma y casos .siguientes:


1.0 El marido es responsahle de los
daños causados por su muger, , y de las
multas, cuando la infraccion no haya cau-
sado daños que reparar.


2.0 El padre y en su falta la madre
tienen igual responsabilidad por los hijos
menores que habiten con ellos ; pero si
viven en casa y al cuidado de otra per-
sona, esta será responsable.


La responsabilidad abrazará la repa-
racion de daños, las costas y la multa, si
el responsable hubiere inducido al infrac-
tor, ó dádole auxilio para la infraccion,
ó utilizádose de ella á sabiendas.


3.0 ' El tutor es responsable de las
multas señaladas á las infracciones que
cometiere su pupilo, viviendo con él du-
rante la edad en que la ley le exima de
pena. El maestro ó director de estudios lo
es igualmente respecto al discípulo que
vive en su casa ; mas la reparacion de los cla-
vos debe hacerse de los bienes del pupilo •


407
4.0 Los artesanos son responsables á


la reparacion de los daños causados por
el aprendiz que viva con ellos, ó á la
multa, si no hay daño que reparar. Pero
si el pupilo es insolvente ó la enseñanza
del aprendiz gratuita , serán el tutor ó
el artesano responsables á la reparacion
del daño, cuando este no esceda á la mul-
ta señalada por la infraccion, y si escede solo
á una parte igual á dicha multa ; si no hay
.daño, se les exigirá la mitad de la mul-
ta; pero esta responsabilidad será solo en
el caso de que se acredite por informacion
verbal , que la infraccion ha nacido d.e des-
cuido ó de negligencia en el tutor ó el
artesano. Mas si se acredita .que han es-
thuulado ó auxiliado al infractor, ó apro-
vechadose á sabiendas de su culpa, su
responsabilidad será completa.


5.o Los amos , administradores , ca-
pataces y directores de obreros ó de tra-
bajadores, son responsables á la mitad de
los daños causados , ó no habiendolos, á
la multa merecida por sus criados ó su-
balternos , cuando la contravencion haya
sucedido en el desempeño ó con motivo
del servicio, que se les ha encargado. Pe-
ro si el infractor acredita haber contraveni-




408
do por influjo ó con auxilio de su gefe,
ó que este se ha utilizado en la infraccion,
será responsable dicho gefe por lo menos
en las tres cuartas partes de daños, costas y
m ulta.


Ninguno es responsable por otro, cuan-
do justifique la imposibilidad de haber im-
pedido la ccntravencion, ó cuando la satis-
faccion provenga de delitos, por los, cuales se
impongan- al infractor pena capital, de estra-
iiamiento, de trabajos públicos óde infamia.


6.o El dueño de un animal, ó quien
se sirve de él, ó le conduce, es responsa-
ble mientras le tenga á sii cargo, de los
daños que hiciere, aunque se haya escapado
de su custodia. No lo será, si el animal es
de servicio, y se acredita que el dueño ó con-
ductor no pudo prever ni impedir el daño.


Este es el código de la responsabili-
dad subsidiaria que presenta el modelo ; y
es el mas completo y mejor analizado que
hemos visto hasta ahora sobre materias
penales. Oigan-16s al redactor las razones
de los diversos artículos que contiene.


»A toda infraccion de la ley debe se-
guirse una pena.... Si el autor del mal es
incapaz de la prevision de la pena ne-
cesaria para el temor, como sucede á un


409
niño, á un demente ó á un irracional, ó si
no es capaz de sufrirla, como sucede por
falta de medios en las pecuniarias, el fre-
no de la pena es nulo , y triunfan solos
y sin ostáculo los incentivos que ofrece
el (telar)."


»A todo daño causado debe seguirse
una satisfaccion....Pero este remedio es nin-
guno, cuando el dañador no puede satis-


»Si hay, pues, .un terrero , que trasla-
dada en él la pena ó la satisfaccion, pue-
da evitar los , males del quebrantamiento
de las leyes, la seguridad, objeto primario
de la asociacion humana, exige que sea res-
ponsable 'por el culpado. No se le agra-
via con esta responsabilidad supuesto que
puede p recaver el delito... Si no le precave
pudiendo , él mismo se hace culpable de
la trangresion , y se pone voluntariamente
bajo la pena."


»Quien tiene poder por su oficio é in-
mediata presencia para dirigir las acciones
de otro , está obligado á contenerlas en
los límItes de la ley, puesto que esa ley
misma confirma y proteje su poder, como
un medio para mantener la observancia.
Si con su celo puede evitar las transgre-




.4 o
siones, debe sufrir un castigo proporcio-
nado á su posibilidad, cuando no las evite.
Ved aqui los principios sobre que se ha.
calculado el sistema de responsabilidad
subsidiaria."


Despues de exponer las razones bas-
tante obvias de la responsabilidad de los
maridos y padres, pasa á esplicar por qué
en caso de daño, no se les oLliga á pa-
gar multa.


»A quien ha defraudado á otro , no
serviria de pena suficiente la reparacion
del daño hecho. Esta solo restituye las co-
sas á su primer estado , y deja impune
el quebrantamiento de la ley. Habria oca-
siones en que seria una especulacion itt-
crosa buscarse por la usurpacion un prés-
tamo forzhdo , si ella no infiriese mas car-
go que el resarcimiento ; por eso es ne-
cesario añadirle un castigo. Pero esta ne-
cesidad falta, cuando la reparacion no se
hace á costa del infractor , sino de otro
que responde por él. Respecto de este,
la reparacion es pena bastante; es pura
y sola pena , pues nada por otra parte ha
gozado; ni la satisfaccion de los estímulos,
nt el fruto de la transgresion.... ¿No hay
daños que reparar ? Entónces deben su-


4"
frir la multa y no mas, para estímular-
les á que velen sobre la conducta de los
suyos."


»El pupilo tiene bienes propios: debe
pues reparar los daños que hiciere... Mas
no se le ha de imponer la multa, duran-
la edad en que la ley le liberta de la
pena. La exaccion (le la multa seria inú-
til para la enmienda, en una edad incapaz
de sentir este perjuicio. Exíjase al tutor,
y (le ese modo se castiga su negligen-
cia...."


»La responsabilidad del maestro arte-
sano debe menguar en caso de pobreza de
su aprendiz ; y no menos por la pobre-
za del pupilo ha de rebajarse la obliga-
cion del tutor. Un pupilo , un aprendiz
miserables son una carga sin remuneracion
para el tutor y el maestro; y no debe la
ley agvavarla mas allá de lo estrictamen-
te necesario. ¿ Quién cuidaria en su de-
samparo de los huérfanos desvalidos ?


»En los casos , pues , de insolvencia
del pupilo y de enseñanza gratúita del
aprendiz, no basten para imponer la res-
ponsabilidad al tutor y al maestro las pre-
sunciones generales, sino la prueba espe-
cial de que la infraccion ha procedido de




4
su negligencia. Minórense ademas sus obli-
gaciones. Supuesto que ni han producido
el daño directamente, ni disfrutado pla-
cer ni utilidad en la con travencion
hay en su poder, como en el del padre,
bienes algunos á que el infractor tenga de-
recho y sobre los cuales pudiera recaer la
pérdida ocasionada , ni gozan en su penoso
encargo de las delicias y esperanzas con
que los hijos compensan á sus padres los
sufrimientos causados por sus estravios, no
será justo que lacten mas de lo que está
señalado precisamente como pena de la
accion misma , por la falta sola de vi-
gilancia en no haberla evitado.. Sufra su
parte el perjudicado, como sufre las pér-
didas venidas de los agentes físicos.."


» Si la infraccion no ha producido da-
ños, su malicia es menor, y debe tambien
serlo su pena....


»Pero todos los miramientos cesan,
cuando.


el tutor y el artesano hayan sedu-
cido á sus encomendados para la transgre-
sion , ó cooperado á ella , ó aprobádola
tomando parte advertidamente en la utili-
dad que ha producido. En cualquiera de
estos casos hacen suya propia la infrac-
cion, y son tanto mas dignos de sufrir el


4z 3
peso entero de la ley , cuanto convierten
la autoridad, dada para ectificacion, en es-
cándalo y pervertimiento de los inocen-
tes... La corrupcion de los desdichados no
es menor culpa, ni causa de menos deli-
tos, que la de los pudientes."


El amo...., administrador, capataz ó di-
rector de alguna obra ó trabajo, son respon-
sables por sus obreros ó sirvientes, cuan-
do la infraccion hubiere sucedido en de-
sempeño ó con ocasion del servicio que
les han encargado. Ellos debieron meditar
las resultas de la operacion en que los
empleaban ; pudieron dirigir su ogecucion
y tenian en aquel caso mas interes y auto-
ridad para velar sobre sus dependientes.
Estos sin embargo son los verdaderos au-
tores del mal; y si conviene aplicar es-
tímulos al celo de sus superiores , muy
mas necesario es combatir la indolencia
ó la malicia de los subalternos, para que
no quebranten las leyes tranquilamente,
seguros de que nada arriesgan por eso. Sa-
tisfagan, pues, los amos y lemas que tie-
nen autoridad sobre los criados ú obreros,
la mitad de los daños que estos causa-
ren, ó de la multa en que incurrieren,
y quede á los dependientes todo el




414
resto de la satisfaccion que la ley exija.»


. » Si los amos ó directores de traba_
jos indujeren ó auxiliaren á los subalter-
nos para infraccion, ó se utilizaren con
advertencia de su producto, entónces no
pueden ser mirados corno Un cómplice
cualquiera, ni castigados en mancomunidad
igual con los ejecutores. Las instigaciones
y el egemplo de los que maridan, tienen
un influjo poderoso sobre los que fundan
en ellos su suerte. Pero tampoco debe li-
bertarse en general á les subalternos ; es
necesario poner á todos un freno para el
mal."....


»Todos deben ser libres de respon-
sabilidad, cuando esta nazca de delitos,
por los cuales se imponga pena corporal
grave al transgresor. Si este ha roto el fre-
no de hierro de la ley, cuál otro mas
duro pudo imponerle el superior domés-
tico ? Si el miedo de las cadenas y del
patíbulo no le contuvo, pudieran con-
tenerle las correcciones privadas , e, el te-
mor de ser arrojado del servicio? Suyo
propio y muy punzante debe de ser el
aguijon, que le precipita en los mayores
tormentos. Nótese que la escepcion se
termina á los casos en que se imponga


4i5
;ppena y no abraza los en que lala ena corporal;


ley la señale , y por incapacidad del in-
fractor no se le a plique; porque entón-
ces falta la - presuneion que disculpa los
superiores domésticos. Sus correcciones ó
el encierro pudieran haber contenido al
menor ó al demente , que no era capaz de
la prevision ni del padecimiento de otro
castigo."


Despues de esplicar los motivos de la
responsabilidad por los daños que causan
los animales, añade : «Pero ni es posible
custodiar úno por uno todos los animales,
ni necesario, cuando hay seguridad pru-
dente de que no dañarán. El labrador
que tiene sus bueyes pastando en el bar-
becho , y está seguro de su mansedum-
bre, no puede prever ni impedir , y no
debe pagar el daño que alguno de ellos
hiciere, si alborotado por un pasagero,
movido por otro estímulo impensado, sale
al camino ó salta la cerca de la heredad
inmediata.--- ;: Es un buey avieso el que
causó el daño ? Debe en este caso repa-
rarlo su dueño; por que conociendo la ín-
dole del animal, estaba obligado á tomar
mayores precauciones. Fué causado por
uu mono, por un tejon , ó por otra ali-




4 16
mama, que alguno tiene el antojo de man-
tener ? Debe tambien indemnizar el de_
trimento, cualesquiera que hayan sido los
medios empleados para su custodia. La
sociedad sufrirá los daños irremediables de
los animales, que ha menester para el ser-
vicio de sus individuos , pero no de los
que solo sirven al capricho de alguno,
Los males que estos hagan , son todos
evitables en su origen."


La0 demas cuestiones de policía mu-
nicipal que comprende el modelo ,
tratadas con la misma maestría que esta.
Concluirémos, deseando que se adopte en
todos los pueblos de la monarquía un pro-
yecto, en que brillan igualmente la hu-
manidad, la justicia y el verdadero libe-
ralismo.


417
Proyecto de las nuevas poblaciones en la


provincia de Cadiz.


lai
• el suplemento al Redacto r general


de Cadiz del 2 1 de marzo (le este año, se
inserta una solicitud de la diputacion pro-
vincial á las Cortes, en que propone la
formacion de dos villas, una en la Cartuja
de Jerez con el nombre de Ellsea , y otra
en el cortijo de la Peñuela, distante dos
leguas de la Cartuja, con el nombre de
Liberia. El primer nombre conservará
la idea que tenian los pueblos antiguos
de la fertilidad y hermosura de las orillas
del Guadelete, cuando fingieron en ellas
los campos Eliseos: el segundo trasmitirá
el recuerdo de la primera proclamaeion de
nuestro . Migo, que se verificó en aque-
llos campos en enero dé 182o.


La necesidad que tiene el distrito de
Jerez de nuevas poblaciones, es evidente;
.pues por alguna parte de él , es : menester
caminar, once legtias • ,para encontrar otro
vecindario. La. posicion de la Cartuja es
la finas ventajosa. Está á una legua escasa
al S. E. de Jerez, sobre el camino de Ar-


TOMO VII. 97




418
cos, Bornos , Paterna, Medina Sidonia y
otros pueblos, á la margen derecha del
Guadalete y cerca de un puente de pie-.
dra que le atreviesa , dos leguas antes
del embocadero de este rio en la bahía
de Cadiz, que se descubre desde el mo-
nasterio. Abunda en fuentes y tiene un
manantial inmediato de excelentes aguas.
Sus tierras son fértiles, cortadas por el
Guadalete y otros riachuelos. La natura.
Meza parece que ha destinado aquel sitio
-para asiento de un pueblo agricultor y
mercante. Por otra parte, la Cartuja es un
edificios cuyas partes recuerdan el buen si-
glo del gusto es/pañol en :arquitectura, y
que merece conservarse como un monu-
mento. Ningun particular que le compre
lo querrá mas que para demolerle, y la-
brar en su área. ¿Quién podrá salvar y
hacer rail este grande 'edificio ?.... Solo una
poblacion.


Este 'es el proyecto 'en general•. Acom-
pañan á la solicitud de la diputaron -dos
números: en el x.° se fijan les reglas para
∎el establecimiento de las nuevas poblacio-
nes : en el 2. 0 se señalan las tierras
que se les deben conceder por término.


Nosotros aprovecharnos esta ocasion


4 th
para felicitar á la diputacion provincial
de Cadiz por el celo eminentemente pa-
triótico, con que desempeña sus funcio-
nes administrativas, -y no dudamos en pro-
ponerla por modelo á todas las demas del
reyno. Este proyecto y la norma de or-
denanzas municipales, que ha circulado á
los pueblos de su provincia , bastan para
inmortalizar á la autoridad que le propone
y al congreso nacional que


e le apruebe.
No hay otro camino para que los pue-
blos conozcan las ventajas del régimen
constitucional , que hacerles bien. Corríjan-
se los códigos, promuévase la industria,
auméntense los medios (le subsistencia,
ábranse canales de navegador]


y regadío,
multiplíquense y mejórense los caminos;
en una palabrá destierrense la miseria
y la ociosidad, y no habrá serviles. De
las opiniones rió se triunfa, sino adminis-
trando bien.


Ha sucedido ya preguntarle á una
persona que se presentaba á fundar
un estableimiento conocidainente mil;
¿de qué partido ha sido V P Mientras se ha-
gan semejantes preguntas, tendremos in:.
divíduos de todos los .partidos perMino
tendremos españoles t y quizá ni hombres.


27




4 20


Bevolizcion de Bulgaria.


Las provincias de Valaquia, Bulgaria,
Moldavia, se han gobernado, desde que


los trucos conquistaron la parte européa
del imperio griego, por príncipes ó dés-
potas de la nacion vencida, mediante cier-
to tributo que pagaban á la Puerta oto-
mana. Se - .gozaba en ellas de mas • libertad
que en Francia, Macedonia , Epiro , Acaya
y Morea , sometidas inmediatamente á los
bajaes. Sus gefes eran mas bien aliados so-
metidos, que vasallos ni esclavos. Asi no
es de estrailar, que en las riberas del
Danubio se hayan conservado mas ideas
dé la antigua libertad griega, que en las
del Penco ó del Eurotas.


Entre todas las: naciones que conoce-
mos, quizá no habla otra mas orgullosa
por su antigua gloria, que la griega. Un
viajero ingles hablaba delante de un grie-
go de la isla de Ténedos. El griego le re-
plicó al instante: allí estuvo sarta .nuestro
armada, cuando invadimos los campos de


421-
Trufa. Este rasgo es profundo , y él solo
basta para caracterizar una nacion.


Es verdad que la tiranía imperial, las
estúpidas sutilezas de la teología griega, y
el palo de los genízaros no le han dejado
á aquel pueblo esclavo, ignorante, supers-
ticioso é infeliz, ninguna cosa comun con
la sociedad, á que pertenecian los Mil-
Ciades y los Genofontes , sino el nombre.
Pero al nombre de la primera nacion del
úniverso (por que no ha habido otra
que le iguale, y probablemente no la ha-
bía ), es siempre un gran poder. El solo
bastará á devolverle todo sir antigud'eS:
plendor , apenas se remuevan los ostácu:-
los que la sabiduría y las virtudes pa-
trióticas esperimentan en aquellos paises.
Tal vez el descendiente de Curio se aver-
guenza de vivir como un- Bacanal. Nunca
se 'debe desconfiar dé un pueblo , á quien
le basta meditar su historia para ser gran-
de.


Las relaciones entre el príncipe Ipsi-
lanti , hospodar de Valaquia, y los hombres
instruidos que sostienen en Francia las
bases de la libertad del mundo, han sido
muy frecuentes é interesantes en estos úl-
timos años , tanto que los aristocratas pa-




4.11
risienses se quejaban. amargamente de la
correspondencia entre aquel déspota , y los
editores de la A/line/va francesa. Esta cor-
respondencia ha sido muy util á la piro,
pagacion de las luces en acruel pais ; y
wuy probablemente se debe á ella la me-
jora de sus, institnciones„ si es cierto, co-
mo no puede dudarse á pesar del prínci-
pe de Metternich , que los libros tarde
ó temprano acaban por gobernar el mun-
do. El Danubio r que nace libre entre las
pÁliás del bosque Hercinio , despees de.
haber atravesado la tierra clásica de la
aristperaeia, vá á desembocar libre otra N'el,
en. el ponto Euxino.


Seria cosa muy. curiosa el ver estable,
cense la libertad constitucional entre dos
grandes imperios. absplutos : el uno es el
del gran señor, gobernado por el despo-
tismo teocrático, la mas incurable de las
tirauLas', por que tiene sus ralees en el alm
ma de los pueblos; el otro es la
mensa monarquía rusa , á cuya frente es-
tá un príncipe ilustrado y liberal, pero
que conoce cuantos arios de cívilizacion de-
ben pasar antes de fundar tribunas para
los Circanos y los Satnoyedos. Sin embar-
go, hay dos motivos bastante poderosos


423
para creer, que á pesar de una posscion
tan poco ventajosa, se arraygue en aquel cli-
ma el régimen constitucional.


El gobierno turco es indolente por su
naturaleza. Con tal que conserve la facultad
de nombrar los hospodares ó gefes del go,
bierno , y el paso espedito para sus tropas
en tiempo de guerra, con tal que se le
pague la contribucion , en que estan aque-
llas provincias convenidas con la Sublime
Puerta desde tiempo inmemorial, poco le
importará al Divan las formas del gobier-
no interior con que deben regirse en lo
sucesivo. De la misma manera que el em-
perador de Turquía fue en otro tiempo
el protector de la república mercantil de
Ragusa , y aun lo es en el filia de las ro,
públicas militares de Berberia , lo seria de
los paises constitucionales , establecidos en
la frontera septentrional de su territorio,.
No teme la propagacion de las luces ; pos
que sabe que no hay esplendor tan bri-
llante, que no se eclipse en presencia del
Alcoran. La garantía de su despotismo es
inexpugnable, por que es menester que
los turcos dejen de serio y sean otra
casa,. no solo para Tic recobren su liben,
tad, lino para que quieran recobrarla. Asi




4/4
es muy probable, que no se verá en el
Divan esta suspicacia temerosa, este deseo
de est inguir las ideas, pie caracteriza á
los gabinetes absolutos de la Europa cris-
tiana. Por otra parte en Constantinopla no
hay aristocracia, ni' clases, ni privilegios;
todos sun iguales ante la cimitarra sagra-
da del gran Señor.


Se vé, pues, que el gobierno turco no
tiene interes ninguno en desterrar (le aque-
llas provincias el sistema constitucional,
que por otra parte no entiende ni sabe lo
que es. Mas cuidado dán al serrallo de
Constantinopla los Alí, los Baswan Oglow,
los Mamelucos de Egipto y los Jenizaros,
que todas las constituciones posibles. Por
otra parte, es interes suyo formar una
frontera contra la Rusia.


Ya el imperio turco, como todos los
que se forman con la espada, 5,9 vá acer-
eandlo á la época de su decrenitUdi conoce
tambien que el golpe mortal le ha de ve-
nir de Petersburgo. Por consiguiente hacia
aquella parte le acomoda tener pueblos in-
teresados en su defensa; y para esto, es
menester que no sean esclavos. No se
crea que esta política seria nueva en el
Divan ; acordémonos que los turcos son


425
los que sostuvieron por mucho tiempo las
libertades húngaras contra las pretensio-
nes de la casa de Austria, que empeñaron
Muchas guerras F or conservar indepen-
diente el estado de Transilvania ; y que
durante dos siglos han permitido' á los
griegos, diseminados en las provincias que
baña el Danuvio, gobernarse segun sus le-
yes. Todo gobierno , sea el que fuere,
tiene el instinto momentáneo de su con-
servacion , y esto le obliga á empresas y
disposiciones que parecen incompatibles
con el espíritu y principios de su cons-
titucion. Nosotros hemos visto á la Fran-
cia y á la ,,España , cuando eran monar-
quías absolutas , sostener la naciente re-
pública de los Estados-Unidos , del mis-
mo modo que el rey de Persia sostenia
la libertad de las repúblicas griegas, con-
tra la prepotencia de los lacedemonios. Un
pueblo libre, que se gobierne por las le-
yes que él mismo dicte, y que esté contento
con su suerte, seria para el gran Señor
la mejor frontera contra los rusos ; aun
cuando el establecimiento de este aten-
mural le costase convertir el dominio. de
'aquellos paises en el simple derecho de
proteccion.




426
La Rusia por su parte no puede in-


teresarse activamente en que haya ó no
régimen constitucional en unas provincias
que no la pertenecen, y que están, di-.
gamoslo así, fuera de los límites de la ci-
vilizacion europea. Es verdad que debe
serle muy agradable todo lo que ceda en
bien y prosperidad del pueblo griego, su
aliado natural por afecto y por religion
contra la Turquia. Por eso se ha apresa,
lado el gabinete de Petersburgo á des,
mentir toda sospecha de su cooperacion á
los movimientos de la Valaquía. Es eviden,
te , pues, que la política supone favorable
á la Rusia aquel movimiento. Si los hom,
tires que lo dirijen , conocen su posicíon
y la naturaleza de los dos imperios que
los ciñen , podrán sacar mucho partido á
favor de la libertad de su patria. En nin-
guna parte han hecho mas sensacion las
noticias de aquel pais, que en Viena, don,
de sin duda se teme que los principios
constitucionales se difundan por Tran-
silvania y el Temesvar.


Pero sea cual fuere la suerte del sistema
constitucional en aquel confin de Europa,
en la época presente, el fenómeno de haber
aparecido en las orillas del mar negro, aun-


427
que solo sea momentáneamente , prueba de
una manera terrible para los gobiernos ab-
solutos, cuán rápida es la propagacion de•
las luces, cuán seguros los progresos de la
civilizacion. Cuando las cenizas del Vesu-
vio llegan hasta el Bósforo , muy espantosa
debe de ser la erupcion. No hay duda que
la superioridad numérica de los ejércitos
y de las contribuciones , comprimirá por
alguit


tiempo los esfuerzos de la libertad;
pero tanto mas seguros serán despues,
cuanto mas se compriman ahora. La mis-
ma fuerza comprimente será en su tiempo
y lugar la que dé el golpe fatal al despo-
tismo.


Se engañan los que atribuyen la mar-
cha ascendente del liberalismo, ó á faccio-
nes que quieren 'ponerse en lugar del po-
der, ó á asociaciones secretas, ó á: doctrinas
perniciosas, pero agradables á la muchedum-
bre. Nosotros no ciamos tanta importancia á
esos medios, que pueden haber sido cau-
sas inmediatas de ciertos sucesos, pero no
de determinadas opiniones. Las ideas li-
berales empezaron desde que la Europa
comenzó á raciocinar: no retrogradarán,
hasta que esta razon humana, esclava fu-
gitiva y rebelde, que ahora presume die-




428
tar leyes, vuelva á ser aprisionada en las
cavernas, tantas veces ensangrentadas de
la supersticion. Cuando Galileo pesó .1
ayre, cuando Descartes dijo, que la duda
es el principio del saber, cuando Newton
inventó la fórmula -del binomio, entonces
cayó para siempre la tiranía. Sus cade-
nas no pueden pesar sobre almas acos-
tumbradas á reflexionar.


Esto lo sabian por instinto los parti-
darios de la antigua barbarie. No en val-
(le llamaban á las ciencias matemáticas y
físicas , estudios peligrosos; no en valde
se esforzaban á corromper el entendimien-
to humano, empleándole esclusivamente
en hacer silogismos.


429


concluye el examen de la Memoria sobre
elecciones de Ayuntamientos, (Ungida á
las Cortes por D. José Churruca.


La tercera cosa que á juicio del señor
Churruca influiria ventajosamente en la
rectificacion de las votaciones,• seria que
el presidente de la Junta parroquial exi-
jiese á cada ciudadano, en el momento de
votar, un juramento solemne de que pro-
cederia en su votacion con toda impar-
cialidad, sin otro miramiento que el de
la mayor suficiencia para desempeñar el
cargo de elector, escluyendo absolutamen-
te á' cuantos hubiesen intentado sobor-
narle y cohecharle, ó bien cautivar su vo-
luntad por persuasiones de amistad y de
'miedo , ó de cualquiera otra manera ; y
que asi bien se exijiese igual juramen-
to á cada uno de los electores al tiem-
po de reunirse estos para el nombramien-
to de los capitulares. ¡ Cuán pocos son
entre los ciudadanos y electores , dice el
autor, los que conocen el valor y tras-




43o
cendencia de los derechos que ejercen en
aquellos momentos! Fuerza es confesarlo.
por que la esperiencia acredita que los ,Fna:
no saben lo que se hacen, y que aun
muchos de los que lo saben se dejan es-
traviar facilmente,quiza en la inteligencia
de. que sin ninguna responsabilidad pue-
den obrar á placer de sus caprichos é in-
tereses. Désele, pues, al vulgo con el apa-
rato de un juramento solemne algun
nocimiento del precio y trascendencia de
aquellos derechos. Póngasele delante la
terrible idea de la .responsabilidadespiri-
tual en que va á incurrir por el perjurio
y las consecuencias de su mala voUcion;
y se le vertí al español religioso y sen-
cillo , conducido casi siempre segun los
estímulos de su conciencia , al ignorante
con una nueva luz que muchas veces le
pondrá á salvo de los desaciertos de la
oscuridad, zkl inmoral y relajado resguar-
dado mas ó menos del pernicioso influjo
de sus vicios , y al pueblo en general vo-
tar con mas justicia y libertad ; por que
una y 'otra son incompatibles con el pre-
dominio de las pasiones." ..Tambien pudie-
ra ser conveniente, añade el autor, am-
pliar á estas elecciones al artículo 49 de


431
la Constitucion , prescribiendo que en se-
guida del juramento preguntase el pre-
sidente á cada ciudadano y elector si te-
nia que esponer alguna queja relativa á
cohecho y soborno , para que la eleccion
l• cayese en determinada persona; que en
el caso de haberla, se hiciese justificacion
pública y verbal en el mismo acto; y sien-
do cierta la acusacion , se les privase de
voz activa y pasiva á los autores del de-
lito , corno tarnbien á los calumniadores,
sin que á unos ni á otros se les admita
recurso alguno de este juicio.


Todavía propone el autor otra garan-
tía mas, y es que pues en la Constitu-
cion no se espresa que el nombramien-
to de electores y capitulares haya de ser
en un dia ó en diversos, y .solo si que
unos y otros han ser nombrados en el
mes de diciembre,, tal vez probaria mejor
el reformar en esta parte la ley de 23 de
mayo de 1812, decretando que ambas elec-
ciones fuesen cuando no con tínuas á lo
menos sin intermision de días : por que
esta ley dispuesta sin duda con el .favora-
ble objeto de que 'los electores tuviesen
tiempo de meditar sobre las personas que
mas pudieran convenir para el. gobierno




432
de los pueblos , no ha sido en muchos sino
un término fatal en que se han redobla-
do las sujestiones de la malicia."


Hasta aqui el autor. Nosotros que en
lo principal Opinamos como él, añadiremos
tambien algunas reflexiones para corrobo-
rar su doctrina en la parte que se con-
forma con la nuestra. Nosotros no darnos
la misma importancia que él á la presta-
cion del juramento por los ciudadanos y
electores; pues aunque reconocemos que
la inVocacion de la .divininad en los ac-
tos humanos, les imprime un caracter sar
grado y respetable que es como el garante
del acierto, no quisieramos por lo mismo
que esta augusta formalidad se repitiese
con demasiada frecuencia. Reservada para
los actos mas solemnes é importantes, con-
serva su imperio sobre la imaginacion y
la conciencia; pero vulgarizada y repetida
con frecuencia, llega á mirarse como una
pura é insignificante fórmula, que á nada
obliga. Ademas .es preciso no perder 0.e
vista•que :por desgracia el interés actual
es mas poderoso que los temores lejanos;
T .qiie viendo los hombres que á la in-
iraccion del juramento no se sigue inme-
diatamente. daño ni castigo alguno, olvi-


dan facilmente el que la justicia divina
433


les tiene reservado en la otra vida. Cuan-
do se trata de hombres, es menester con-
siderarlos tales corno son en realidad, y no
figurarselos en abstracciones metafisicas.
Las cosas todas son generalmente de una
manera y deberian ser de otra. Esto yaie-
re decir, que aunque en realidad el jura.,
mento debiera ser la mas firme garantía
de que el que le presta obrará con toda la
rectitud é imparcialidad que ha prometido>
no sucede asi por lo general: y hace mil.,
ellos siglos que un príncipe que conocia
demasiado bien el corazon humano, decia
con frecuencia que á los niños se engaña-
ba con juguetes y á los hombres con ju-
ramentos. Dígase cuanto se quiera en fa-
vor de esta práctica , y sea cual fuere el
influjo que la religion deberia tener so-
bre las 'acciones humanas, el hecho cierto
constante y perpetuo es que se quebranta
la fé del juramento , siempre que en d
caso de obrar es mayor el interés de que-
brantarla que el de observarla religiosa-
mente. Es sin duda corrupcion , inmora-
lidad , tibieza en la fé religiosa; pero ello
pasa como decimos. Asi no conviene po-
ner frecuentemente á los hombres entre el


TOZIO VII.
28




434
peligro de ser perjuros, y el deseo de obrar
con arreglo á sus inclinaciones ; por qué
es muy de teluer que escuchen mas pron-
to la voz de sus intereses presentes, que
la (le su obligación y su conciencia. Si se
nos preguntase, cuál es en nuestro juicio
el articulo (le la Constitucion espaiiola que
honra mas :1 sus autores ; responderiamos
sin vacilar, que aquel que previene que á
los reos no se les exija juramento en cau-
sa propia. En efecto 0.• á qué exijir de un
hombre que se obligue con juramento á
decir una verdad que ha de llevarle al
patíbulo? Por mas que lo- prometa pci,
niendo á la divinidad por testigo , es casi
seguro que á tanta costa no cumplirá lo
prometido.


En orden á que no se dilaten mucho
las • elecciones de concejiles después de
hecha la convocatoria , y í que se verifi-
quen acto continuo de la primera reunion,
'6 á lo menos con pocos dias de intervalo,
'estatuas de acuerdo con el seññr Churruca.
Estás dilaciones no sirven ordinariamente


para ilustrar y rectificar la opinion de los
electores , sino para facilitar á los intri-
gantes que empleen todos los ardides (le
la-cabala , estudien el caracter de los clec.


435


daob
tares, reconozcan el flaco de cada uno, in.


j uen sus relaciones y amistades, y diri-an el ataque con mayor seguridad de ven-
cer. El escrutinio ó voto secreto , es tam-
bien necesario en esta y en toda clase (le
elecciones. La votacion pública para las
cosas , la secreta para las personas, es un
principio que debe observarse siempre,
cuando se desea el acierto.


Estas dos cuestiones son por otra par-
te muy subalternas y de no grande inte-
res: la principal y mas importante es la
que reoae sobre las cualidades que de-
ben exigirse en los electores y eligibles;
y en ella nuestro voto es absolutamente
el mismo que el del autor de la Memo-
ria que examinamos. Sabemos lo que se
ha dicho en pro y en contra de la cali-
dad de contribuyentes que el autor exije:
sabemos que no hay en el mundo cosa
ninguna que no pueda mirarse bajo dos
aspectos, uno bueno y otro malo; sabernos
que cualquiera solucion que se dé á los


• problemas políticos, la mejor pesentará to-
davia algunos inconvenientes ; pero bien
pesados todos los que puede ofrecer la pro-
videncia que propone el autor, nos pare-
cen infinitamente pequeños, comparados


28




436
con los que resultarían de no adoptarlas
No se trata en ella de limitar la voz ac-
tiva y pasiva en las elecciones coniunales
á lós solos propietarios territoriales, por
que esto seria una injusticia; se trata . de no
conceder tan precioso derecho al que no
tenga un capital por pequeño y de cual-
quiera clase que sea. Se quiere que el ciu-
dadano que haya de nombrar los oficiales
municipales, y el que aspire á ser nombra-
do, tengan algo que perder, y no sean sim-.
pies jornaleros y dependientes en un todo
de las gentes acomodadas, aun cuando no
estén precisamente en la clase de sirvientes
domésticos. Si la Constitucion suspende el
ejercicio de los derechos de ciudadano al
que no -tenga empleo, oficio, ó modo de
vivir conocido; y si desde el afilo de 183o
se exigirá ademas para ejercerlos, que los
que entren de nuevo en el goce de tales,
sepan leer y escribir ; ¿ qué cosa mas con-
formé al espíritu que dictó estos juiciosos
-artículos, que •exijir tambien que los elec-
tores y chjíbles para empleos de república
tengan alguna propiedad , ó ejerzan á lo
.menos una profesion lucrativa ? y como
para hacer constar que se está en este caso,
no hay documentos mas irrecusables que


437
el de ser contribuyente por cualquiera de
estos títulos, es claro que exigir esta circuns-
tancia en los eligentes y eligendos, no es
otra cosa que dar mas fuerzas á los artí-
culos constitucionales y asegurar su ejeeu-
cion. La Constitucion, cuando exige que en
adelante los ciudadanos hayan de saber leer
y escribir, no les pide esta calidad solo pa-
ra que puedan firmar, sino por que supo-
ne ya un cierto grado de instruccion, sin
el cual 'no podrían ejercer con indepen-
cia el precioso derecho de. eleccion. Se ve
pues que los legisladores constituyentes co-
nocieron la importancia de que el ciuda-
dano que se presenta á dar su voto en ma-
teria de elecciones, haya recibido aquella
parte de e;lucacion que proporcionan las es-
cuelas primarias. Y como es tan raro que el
pobre que nada tiene, y el simple jornalero,
hayan logrado de este beneficio, pues care-
cen del muchos de los que nacieron de pa,
ches que tenian algunos haberes; cs indis-
pensable que por lo menos hasta el año de
3o, se excluyan de elecciones las clases me-
nesterosas entre cuyos individuos son tan po-
cos los que saben leer y escribir. Pero aun
pasado dicho año convendrá mantener la
exclusion, por las poderosas razones conte-




438
vidas en la Memoria del Sr. Churruca, que
ya dejamos indicadas. Repetimos lo que
decíamos poco ha: es menester ver á los
hombres como son, no como debieran ser.
Hablando abstractamente, parece muy jus-
to que todos los ciudadanos, en llegando
á la mayor edad , gozasen de • todos los
derechos de tales, y ejerciesen todos los
actos de soberanía que la Constitucion les
reserva; pero cuando se desciende á la
práctica, se ve que para algunos de ellos
son necesarias algunas otras cualidades
mas que la de la edad. Asi es que la Cons-
titucion señala las que han de tener los
electores y elijihles para diputados á Cor-
tes, para Ministros, Consejeros dé Estado
y otros destinos ; y para la voz pasiva en
las elecciones de diputados, requiere (ar-
tículo 9a) que á la edad , naturaleza ó
domicilio del candidato , se añada la cir-
cunstancia de tener una renta anual pro-
porcionada, procedente de bienes propios.
Si para representante de toda la . nacion
se exije la cualidad de propietario, qué
cosa mas consiguiente que el que para ser
representante de una poblacion se exija
también la de tener algun capital , ó ejercer
una profesion por la cual se adeude una


439
contribución, por limitada que esta sea? Si
la Constitucion supone muy sabiamente
que el propietario desempeñará con mas
celo y pureza que el que no lo fuere, las
obligaciones de representante general , no
está diciendo taniLien que se verificará lo
mismo con el que baya de cumplir con'
las de representante de su comunidad par-
ticular ? La Constitucion no exijo á la yer7
dad la circunstancia de propietario ni con.
tribuyente en los electores; pero esta es
una adieion que deberá hacerse cuando
pasados los ocho aiios haya lugar á la re,
vision de la ley fundamental. Si es de
temer que el hombre pobre y necesitado
ceda á las tentaciones de la compcion del
soborno ó de la parcialidad,,ejerciendo ciex-
tos actos que le imponen una inmediata
y terrible responsabilidad , cuanto n'as
temible no será que se deje ganar el elec,•
tor que nada tiene, cuando va á ejercer un
acto por el cual solo es responsable ante
Dios ? Suponemos que el cohecho no es
conocido; pero aun cuando lo sea, la pena
de ser privado de voz activa y pasiva no
es bastante grave para retraerle, mientras
espera que su falta quedará ignorada de
todos, ó que será muy dificil el probarsela.




440


Ja Danza Duende, comedia de don Pedro
Calderon, en tres jornadas.


Esta comedia prueba lo que ya hemos
dicho de Calderon, á saber, que fue el
primer autor de nuestros dramáticos an-
tiguos, que enseñó á sacar todo el parti-
do posible de la fábula, y á subordinar
con verosimilitud los incidentes y escenas
al enlace de la piez,i. Una alacena , que
ocupada por vidrios corta la comunicacion
entre dos habitaciones , es la que for-
ma toda la intriga de esta comedia ; y de
este primer supuesto ha sabido el autor
deducir toda la série de acontecimientos,
ya cómicos, ya estrordinarius , que com-
ponen la fábula hasta el, fin.


El enlace está en la escena en que
dona 'Angela y su criada pasan al cuarto
de su huesped don Manuel por el paso
secreto de la alacena: la intriga se con-
tinúa en el acto segundo, por las dos es-
cenas en que don Manuel, creyendo ha-
ber á sus manos la Dama Duende, que le
escribe cartas tan bien sIntidas y le en-


44£
vía tantos regalos, se halla sin nadie en
el cuarto, sin ver por donde ha desapa-
recido. El desenlace está en la escena del
tercer acto, en que don Luis, yendo á
perturbar los amores de su hermano don
Juan y de doña Beatriz , halla el paso
escondido al cuarto de clon Manuel.


La fábula está bien conducida, á pesar
de ser tantos y tan variados los inciden-
tes. Mas el autor no debiera haber admi-
tido á los hermanos de doña Angela á la
escena, en que Cosme, criado de don Ma-
nuel , se queja de la transformacion de
sus sisas en carbones: porque don Juan
y don Luis no ignoraban la situacion de
la alacena y su mobilidad; pues Rodri-
go, criado de clon Luis, dice á este en el
primer acto :


«Para su cuarto (s) ha dado
Por otra calle la puerta;
Y la que salia á la casa,
Por desmentir la sospecha,
De que el cuidado la habia
Cerrado, ó porque pudiera
Con facilidad abrirse
Otra vez, fabricó en ella
Una alacena de vidrios".


(I) El de don Manuel


I




442
De modo, que los hermanos no igno-


raban cuan fácil de vencer era la inco-
municacion de los dos cuartos, y por
tanto las quejas de Cosme debieron es-
citar en ellos algunas sospechas. Es ver,
dad que el autor se ha preparado para
evitarlas con la promesa, que Cosme ha-
bia hecho á. los amigos de su señor, de
inventar algunas burlas; pero esto no bas-
taba á personas tau cosquillosas en mate-
rias de honor. La presencia de don Juan
y don Luis de nada sirve para la fábula:
la accion continúa, sin que ellos wpan
nada de la correspondencia entre la Dama
Duende y don Manuel, el cual, á pesar de
su curiosidad, observa corno buen caba-
llero el silencio mas religioso , y se lo
encarga estrechamente á su criado.


Tambien es pobre y mezquina la in-
vencion , por la cual sabe don Luis en el
segundo acto la intriga que tienen prepa-
rada doña Angela y doña Beatriz, aunque
se equivoca en su obj,:to; pues cree que
se dirigia á favorecer los amores de Bea-
triz y de su hermano don Juan. El re-
curso de aparecer sin motivo al paño, para
saber lo .que se habla en la esrena, á
pesar de ser tan coman ep nuestros có-


443
micos antiguos , pocas veces produce buen
efecto. Segun nuestras costumbres y la
moral de nuestro siglo, ese recurso tiene
un defecto mas: porque el acecho es una
vileza, de la misma especie que la inter-
ceptacion de cartas. Parece que en el si-
glo XVI y XVII, no habia tanta delica-
deza corno en nuestros dias, para obste-


, nerse de averiguar ios secretos agenos.
¿Procederia esto del principio anti-moral,
establecido desde el nacimiento (le la Iii-
quisicion, por el cual se consagraba como
un deber la pesquisa y la delacion de los
pensamientos y palabras de los otros? Nos
inclinamos á creer que sí; y aunque en
muchas comedias de .Calderon se pinta
como una cosa muy mal hecha leer cartas
dirigidas á otra persona, en casi todas
hay lances de acecho, siendo los pesqui-
sidores, no solo los criados , sino muy fre-
cuentemente los amos y personas prin-
cipales. Esto prueba que aquella especie
de curiosidad no era censurada en su si-
glo: por que ningun actor cómico atribu-
ye á los personages interesantes acciones
bajas é indecentes.


La carta que don Manuel escribe en
castellano antiguo á su desconocida fivo-




444
recedora, imitando el estilo de los caba_
lleros andantes y haciendo donayre del sus-
to, es una hermosa imitacion de la de
clon Quijote á su Dulcinea. Por eso la
copiaremos aquí con tanta mas razon, cuan-
to son muy escasos los escritos en prosa
del príncipe de nuestro teatro cómico; y
es de cr(?er, que si se hubiera-dedicado
á los géneros prosáycos, hubiera ciado á
su frase la soltura y gallardía que cam-
pea en .sus versos. La carta dice así:


«Formosa dueña, cualquier que vos
sexis la condoli,la de este afanado caba-
llero, y asaz piadosa minorais sus cuitas,
ruego vos me quetais faces salsidor del fo-
llar) mezquino, ó pagano neslandrin , que
en este encanto vos amancilla; para que
segunda vedada én vueso nombre, sano
ya -de las pasadas feridas, entre en des-
comunal batalla, maguer que finque mutr-
to en ella, que non es la vida de mas pro
que la muerte, tenudo á su deber un ca-
ballero. El dador de la luz vos mampare
é á mí non olvide.


Et caballero de la Dama Duende."


Como nuestros antiguos poetas cómi-
cos acostumbraban usar de toda su eru-


44:5
dicion en sus comedias, hallamos al prin-
cipio de esta dos alusiones á dos piezas
de aquella época, una intitulada : Pi,amo
y Tisbe, y otra del doctor Mira de Mes-
cua, sobre la . fibula de Leandro y Hero.


Como esas cosas se aciertan
O se yerran por un hora.
Por una hora , que fuera
Antes Piraino á la fuente,
No hallara á su Tisbe muerta;
Y las moras no mancharan:
Porque dicen los poetas,
Que con arrope de moras
Se escribió aquella tragedia.
Por lin hora que pensara
Si era bien hecho ó no era
Echarse Eco de la Torre
No se echara es cosa cierta: (i)
Con que se hubiera . escusado
El doctor Mira de Mescua
De haber dado á los teatros
Tan bien escrita comedia,
Y haberla representado
Amarilis (2) tan de veras,


(x) Este rasgo cómico es propísimo del estiló
de Calderón.


(2) Este es el nombre poético de la principal
nariz de aquel tiempo.




44$
Que bolatin de . carnal,
Si otros son de la cuaresma, (t)
Sacó mas de algunla vez
Las manos en la cabeza.


Por mas que Calderon alabe de bien
escrita la comedia de Mira de Mescua , la
espresion bolatin de carnal es satírica , y
censura la impropiedad de presentar á los
ojos de los espectadores la caida de Ero.
No conocemos ni la tragedia de P tramo
y Tisbe , ni la comedia de Leandro y Ero:
mas no se puede dudar que esta última se
representó muchas veces en los teatros,
y que algunas se lastimó al caer la ac-
triz que representaba á Ero.


La comedia de la Dama Duende, que
se representa siempre con aplauso en nues-
tros teatros, fue compuesta por Calderon
en su edad juvenil. Muévenos á creer es-
to la versificacion , que en lo general es
floja ,. el dullogo , menos noble y urbano
que en otras piezas, y el estilo, que se
acerca mas á la sencillez de Lope y á la
osadía de Tirso de Molina; aunque siern_
pre se deja Cemocer en él el caracter ca-


(a) Alude á la costumbre de ocupar el teatro
con bólatineros en el tiempo de cuaresma en que
no habla representaciones.


balleresco que imprimió Calderon
comedia española.


En la tercera jornada cuenta el gracio-
so Cosme un cuento, que se omite en la
representacion muy justamente; porque es
una mezcla de horror, de rediculez y de
indecencia, que parece muy entraña en la
pluma de Calderon. Nosótros lo copiamos
aquí, para que se vea cómo trataban los poe-
tas cómicos dé aquel siglo las ideas rehgio-
sas,que en el vulgo estaban envueltas en la
mas grosera supersticion.


'Al mismo Incifér
!Temerle intly poco puedo
En hábito de mugen
Alguna vez lo intentó,
Y para el ardid que fragua,
Cota y nagua se vistió:
Que esto de cotilla y nagua
El demonio lo inventó.
En forma de una doncella
Aseada , rica y bella ,
A un pastor se apareció,
Y el asi como la vió,
Se encendió en amores de ella.
Gozó á la diabla; y despues
En su forma horrible y fea,
Dijo ella á voces: ¿No ves,


447
á la




448
Mísero de tí cual seti
Desde el copete á 11?s pies
La hermosura que has amado?
Desespera; pues has sido
Agresor de tal pecado.
Y él menos arrepentido,
Que antes de haberla gozado,
La dijo: si pretendiste,
O sombra fingida y vana,
Que desesperase un triste ,
Vente por acá mariana
En la forma que trajiste:
Verasme amante y cortés,
No menos que antes, despees
Aguardarte: en testimonio
De que aun horril,le no es
En traje de hembra un demonio.


¿Qué juicio debemos formar de un siglo
en que se mezclan los rasgos cómicos con
los acentos mas absurdos de la supers-
ticion?


449


Elogio de la intolerancia política.


Ya que el haber definido la palabra
union con sus colores propios, nos ha va-
lido un torrente de finezas de parte de
nuestros apasionados, razon será que no-
sotros en .justa correspondencia les ponga-
mos en .el caso de repetirlas ; que no todo
ha de . ser recibir favores y mas favores
sin tomarse el trabajo de merecerlos. Acos-
tumbrados ya desde el primer instante de
nuestro nacimiento literario á esta clase
de agasajos, hemos tenido tiempo de ad-
quirir el grado de serenidad- necesaria pa-
ra no envanecernos con ellos; y á fe que
no faltaria quien envidiase nuestros elo-
gios, asi por el motivo que los ha . oca-
sionado , como por la calidad de las per-
sonas que nos han hecho la honra de
dirigirlos. Cumpliendo pues con una obli-
gacion tan sagrada, elegimos para nuestra
diversion de esta semana el elogio de la
intolerancia política.


¡Oh! y cuán poco estaba en lo cierto




.aquel filósofo que decia que todo par.
Tomo VII. 29




45o
ticular que persigue á un hombre , her-
mano suyo, por que no es de su misma
opinion, era un verdadero monstruo:.
¿pues porqué se ha de perseguir á los
hombres, sino por que tienen un modo
contrario de pensar ? ¿Qué puede impor-
tar en el mundo el que los demas ciu-
dadanos observen las leyes con religiosa
escrupulosidad, cumplan sus obligaciones,
guarden sus contratos recíprocos y amen
sinceramente á su pais, cuando nosotros
sabernos ó presumirnos que su opinion
política es del todo contraria á la nuestra?
¿ Qué crimen puede haber mayor, ni que
mas orripile nuestros patrióticos nervios,
que el ver esa tranquila obediencia en los
unos, esa actividad ordenada en los otros,
ese respetuoso silencio en los mas, cuan-
do tenernos tantas razones para creer que
cada acto de esa especie es un insulto
tácito que nos dirigen ? ¿Y podrá haber
tolerancia que alcance á estar insultado
de la mañana á la noche ?


Cualquiera que reflexione sobre la tal to-
lerancia política tan decantada , verá que
no es mas que un purisimo miedo, que
se tienen los hombres unos á otros, naci-
do sin duda de eso que llaman temor,


45 t
recelo ó repupantia natural á que á uno
le sacudan el polvo. Y si no, diga todo
hombre (le buena fé sino se le pasan muy
buenas ganas de emprender á bofetones
con todo el que le contradice. Por esto
fue muy sabio aquello de que cada uno
tuviese sus cinco dedos en cada mano, pa-
ra contestar con oportunidad á todo el
que viniera usando de semejantes argu-
mentos. Asi es que en nuestro concepto,
lo mismo es decir tolerancia que cobar=.
dia , y ninguu hombre decente debe parecer
cobarde, sino valiente y osado, como un
Cid ,. contra todo el que le parezca que
piensa de diferente manera.


Tolérense enhorabuena los delitos y
las acciones verdaderamente criminales,
que consisten en hechos ciertos y cali-
ficados, corno por egemplo, un robo, un
incendio, un asesinato. Elógiense cuanto
se pueda , ó por lo menos , búsquense
todas las disculpas y pretextos , aunque
sean los mas ridículos, para estusar es-
tos przmeros movimientos del ánimo. Diga-
se para defender al ladron, que el robo
•no ha consistido en malicia suya, ni mu-
cho menos en ningun hábito vicioso, si-
no en el pícaro pancista que inventó el


29




4 5 2
derecho de propiedad , y que puso de es-
te modo en una perpétzia guerra á los
pobres contra los ricos. Discúlpese al in-
cendiario con la perentoria respuesta de
que asi como cuando el fuego sagrado del
entusiasmo se llega á apoderar de la ima-
ginacion , cuantos desatinos inspira son
otras tantas bellezas ; del mismo modo el
fuego material y sensible, si se aplica por
manos bien entusiasmadas, mas bien de-
be llamarse una il uminacion que un in-
cendio. Por lo que hace al asesino , tó-
mese á broma y jarana, y pondérese la
energia de su brazo, y los nobles moti-
vos que le dieron el impulso, llamándo-
los respetables á todas luces. Mas por sí
acar hay algun pusilánime que se hor-
rorice de un lenguage tan filantrópico,
dígase al dia siguiente que tampoco se
atreven á aprobar abiertamente estas li-
gerezas, mas que por lo que hace al cha-
musco -a ya verificado, ó algun otro que .
se, verifique, es muy disimulable.


Convenimos pues en que deben tole-
rarse estos incidentillos, con tal que no
se vuelvan á repetir *sobre los mismos
pacientes; pero lo que es opiniones, y
mas si fueren presuntas , no solo no dé-


453
ben tolerarse, sino que es de toda nece-
sidad que se persigan por cuantos medios
sean imaginables. ¿ Paréceles á esos si_
lenciosos que hemos de ver con paeien.,
cia que ellos- se esten calladitos, solo por
que les da la gana, mientras que noso-
tros gritamos siempre que se nos antoja?
Eso seria muy bueno para aquellos seres
apáticos á quienes llaman filósofos , que
con tal que á ellos les dejen seguir sus
inclinaciones y no se infrinjan las leyes,
maldito si les importa un bledo el que
los demas piensen como quieran. Pero no
asi nosotros, á quienes devora un santo.
celo político, que debernos y queremos,
y sobre todo podemos, desconfiar y apos-
trofar de continuo á todas las autorida-
des , no asi como quiera para que juz-
guen y castiguen con arreglo á su con
ciencia , sino para que persigan á todo'
yente y viviente.


En la suposicion de que todo mal, to -
do desorden, toda desgracia, mas que ven-
ga del preste Juan de las Indias , hemos
de hacer como que la atribuimos á los
que tenemos entre cejas; con que vean
como se conducen, por que mientras que
nos dure el aliento, no ha de haber otra




454
tolerancia que para lo %dicho anterior.,
mente. ¿Mas qué es eso de autoridades
subalternas? Hasta los miembros mismos
del cuerpo legislativo se han de mirar
mucho, en lo que dicen para 4:11isculpar
al pueblo, ó mas bien para vindicarle de
cualquiera calumnia que se nos haya pues-.
;o en la mbeza levantarle. Porque con
decir noSot'OSI, que si no fue el pueblo el
que se mezeló , :en hacer nada, fije á lo
menos ulguna: parte de él; queda jwobador
hasta la evidencia que lo mismo es uno
que oto, y que está muy mal dicho cuan-
to se dirija á volver por la opinion de
la inmensa mayoría.


Todos esos discursitos , aunque esten
realmente fundados en una lógica exacta
y en rigorosa justicia, apestan desde , una
legua á tolerancia , y dejan en descubier-
to á unos cuantos individuos, que como
ya queda probado , son la mismísima
persona llamada pueblo. ¿Y sino qué quie,
re decir pueblo ? Mucha gente. ¿. Y la
idea de mucha gente no es respectiva ?
Con qué siempre que se pruebe, por egeni


-plo , que veinte individuos atropellaron
á dos ó tres, no debe quedar la menor
duda de que el tal atropellamiento le hi-


455
zo el pueblo, porque esta era la voluntad
del pueblo , y esto exijia la opinion del
pueblo, y lo que es mas la utilidad y fe-
licidad del pueblo, ; y vaya usted á me-
terse con el pueblo!


Pero todavía no para en esto la exac-
titud del raciocinio,, porque si aquellos
dos ó tres que suponemos atropellados,
cogen por su cuenta á uno sólo, y mas
si él está atado de pies y manos y ellos
armados hasta los dientes, ¿quién podrá
poner la menor duda en que estos dos
ó tres eran los muchos, y por consiguien-
te que eran el mismo pueblo ? Menester
es haber perdido la chabeta para no co-
nocer que esto es lo cierto, y que lo de-
mas es una ridícula tolerancia. ¿Pues qué
diremos si esta tolerancia política se es-
tiende tambien á proteger á los que pue-
dan hallarse en el caso de aquel pobrete?
Aqui si que pega bien el remedar la voz
del pueblo, para mostrar una santa in-
dignacion contra el abuso de despachar
expresos con el innoble objeto de impe-
dir estas alegrias, á que con nuestra gra-
cia natural damos el duleisimo nombre
de channiscones. ¿No hubiera sido Juu-:
cho mas vistoso avisar buenamente por.




456
el correo lo que se quisiese avisar , que
no malgastar en 'esas cosas el dinero del
pueblo? Qué importaba el que se hubie-
se derramado una poquilla de sangre, con
tal que se hubiera proporcionado un buen
rato á los que no gustamos de toleran-
cias? ¿ No es ya una cosa sabida que to-
dos esos pueblos á quienes se despacha-
ron los expresos, se han puesto muy en-
fadados con una precaucion semejante?
Dígalo sino la cartita de Valencia, inser-
ta, y lo que es peor, combatida con la
imparcialidad acostumbrada, que aunque
la carta no es mas que una , esa tina prue-
ba tanto como muchas, porque las muchas
se callan y la una se publica y se vocinglea.


Verdad es que hay otra carta de uno
que se llama Ciudadano 'pie no transige
jamas ni con el 'despotismo ni con la anar-
quia, y que tambien se ha insertado en otro
periódico de la capital. Pero tan bueno se-
rá ese ciudadano corno todo el pueblo de
la Coruña, si es cierto lo que dice el tal
intransigidor, de que no quiso acceder á
las voces alliagueñas de mueran, mueran.
Y nótese aqui de paso crían -visibles son los
perjuicios de la maldita tolerancia p6lítici,
pues que hay hombre que se atreve á po-


457
ner bajo su firma que no' transite con la
anarquía. ¿Pues con qué quiere transigir
ese demonio ? ¿Quiere acaso convertir este
pais en un convento de monjas, y que to-
do vaya en regla como si todos la apcte-
ciesemos ? Parece que hay unos cuantos
que han tomado por empeño el hacer creer
á la gente que es anarquice el formar listas
de proscripcion, el encarcelar ó el assi-
nar á cualquiera, como no .


se haga por
orden de las autoridades. Pues sepan que
lo contrario es lo que realmente lo seria,
por que como las tales autoridades se lleguen
á mezclar en imponer algunos castigos á
los que no somos aficionados á esta fruta,
pondrémos los gritos en el cielo, hasta ha-
cerlas creer á ellas mismas que son anárqui-
cas y precipitantes. No deja de ser gracio-
so el estrivillo en que han dado esos señores
de repetir todo el dia que la Constitucion
arriba, que las autoridades abajo , que las
leyes por adentro, que el orden por a fue-
ra , y que todo ha de ir por sus pasos
contados, como si fuera un reloj de Bre-
guet. Ya liemos dicho una y mil veces que
no nos acomoda tolerar nada de eso, sino
cuando lo amargo de sus efectos ha de
recaer sobre los denlas, y que acá para




458
nuestro uso diario y para arreglar nuestras
conciencias, queremos otro orden, otras le-
yes, y aun otra constitucion mas ansina,
que no se ofenda ni se disguste por cier-
tas alteracioncillas pasageras. é Qué se diría
de nosotros si hallandonos (le patitas en
una revolucion de hecho, no hicieramos
aquellas mismas cosas que cuentan de otras
partes, para dar á entender que sabemos
conformarnos'á toda especie de modas? To-
leren otros si gustan esos mezquinos do-
gios que nos iban llegando de todas partes,
por haber sabido realizar una completa
mudanza de gobierno, sin crímenes ni der-
ramamiento de sangre. Engríanse las al-
mas diminutas con las insulsas alabanzas
que no recaen mas que sobre virtudes y
calidades tranquilas ; que no es esa la espe-
pecie de gloria á que aspira nuestro espí-
ritu marcial. ¿No conocen esas gentes que
si para cuando llegue la ocasion no tenemos
ya dadas unas cuantas pruebas de valento-
nada, habria quizás quien sospechase de no-
sotros que eramos unos cobardes, indignos
de manejar una espada?Asi como en la mili-
cia es un uso recibido en todos tiempos el
hacer ciertos alardes y simulacros de guer-
ra, para acostumbrar á los bisoños á los mo-


459
vimientos y ardides que pudieran sorpren-
derlos, asi tambien en esta milicia política
conviene hacer otros simulacros al vivo
para que sepa todo el mundo quien es Ca-
lleja. ¿Y cómo se han (le hacer estos uti-
lísimos simulacros, si se llega á generalizar
la tolerancia de opiniones?


Ni se vengan á nosotros con la cancion'
de que las opiniones, cuando no se confir-
man con hechos ó con palabras , son una
mera abstraccion del entendimiento, una
idea, un ente que no existe para los de-
mas, y que por consiguiente no puede ser
objeto de persecucion ni (le amor ; por que
nosotros tenemos una táctica particular
para conocer los interiores , y con solo e-
char el ojo ú escuchar un apellido , ya te-
nemos una prueba perentoria de lo que
deseamos que suceda. Y es mas, que esta
-virtud y gracia nuestra se pega como la sar-
na, y lo que ayer no veiamos si no unos
cuantos amigos , ya lo ven hoy veinte ó
treinta, y mañana lo verán tres mil, 6 ha-
rán como si lo vieran. N o piensen que nos
costaría el menor trabajo dar una regla fi-
sionómica auditiva de aquellas que no
fallan para conocer quien piensa (le un
modo contrario; pero queremos que los de-




4(3o


mas discurran, como hemos discurrido no-,
sotros, para perfecionar este arte, ya que son
tan notorias la ventajas que puede propor-
cionar. Si los (lemas llegaran á persuadirse
de las utilidades que puede dar de sí esta
ciencia, fuera cosa de andar á pescozones
sobre quien 'labia de hacer mas progresos
en ella. Ni los zaories ni los mineros saben
descubrir mas vetas de riquezas que un
adivino de los nuestros para sospechar la
opinion de quien las tiene; y una vez sos-
pechadas, c qué dificultad ofrece el trasladar_
las á nuestros bolsillos ? No si no estaos to,
lerando eternamente , y vereis que caldo tie-
ne vuestro puchero.


Queda pues pasado en cuenta y como
un dogma indisputable , que el que aspire.
á llamarse el bueno á boca llena, no debe
tolerar ni por sueño, que goce de tranqui-
lidad el que se contenta con observar las
leyes, á menos de que no renuncie para -
ahora y para siempre á ponerse camisa lim-
pia , que es el crimen mas imperdonable
que se puede cometer en tiempos de rero-
lucion.


46 L


númeroSobre un artículo del Espectador ,.
27


, dia II: de mayo de 182r.


Nuestros lectores han podido observar
que desde que respondimos hace mucho
tiempo á un artículo comunicado, inserto
en el Universal, no hemos vuelto a dar-
nos por entendidos de las muchas direc-
tas é indirectas con que se nos ha provo-
cado en varios periódicos. Siendo nuestro
objeto el (le ilustrar científicamente cues-
tiones (le interes general, y bien conven-
cidos (le que las recriminaciones persona-
les con que mutuamente se zahieren y muer-
den los periodistas, si bien entretienen y
divierten la malignidad del vulgo por al-
gunos instantes, no proporcionan ninguna
enseñanza útil ; habiamos formado el fir-
me propósito de no entrar en esas disputas
y querellas, que en resólueion solo sirven pa-
ra engendrar odios, y para que los-dispu-
tantes se hagan despreciables á los ojos
de todos los hombres sensatos. Siguiendo
estos principios, no tomariamos ahora la




462
pluma para responder al artículo del Es-
pectador del r r de este mes , si no nos
fuese preciso deshacer algunas equivoca-
ciones en que ha caido su autor, y que
pudieran desconceptuarnos con las gentes
que no leen nuestro periódico; por que
á los que le hayan leido y lean en ade-
lante, poca impresion pueden hacerles unas
acusaciones que desmienten todas sus pá-
ginas.


El artículo de que hablarnos fue es-
crito contra la Miscelanea y el Censor;
pero pues la primera ha respondido ya,
y en todo caso no necesita de nuestro au-
xilio, nos limitaremos á lo que nos toca
directamente, y procuraremos no imitar el
tono amargo y virulento de nuestras im-
pugnadores; por que sabernos hace mu-
chos años que desverguenzas no son ra-
zones. Todo el crimen del Censor ha sido
notar indirectamente, y sin nombrarle, una
inconsecuencia del Espectador; y pues es-
te la reconoce y confiesa con su acostum-
brada franqueza, parecia que bastaba con
decirselo asi al público ; y aun hubiera si-
do mejor no darse por sentidos, pues la
reconvencion era fundada. Mas no era es-
to lo que se quería : se deseaba camorra,


463
y se asió, ó se trajo la ocasion por los
cabellos. Veamos pues cuales son los gran-
des pecados del Censor, y qué motivos ha
dado para que á sus redactores se les im-
pute que si escriben es para que se pon-
ga al frente (lel gobierno á los de su par-
tido, para que suavemente vengamos á pa-
rar en un despotismo razonada; para ha-
cer á la patria nuevas heridas por me-
dios solapados, para defender un pleyto per-
dido hace mucho tiempo, y para mantener
el espíritu de partido. Acusaciones tan ;ra-
yes no nos permiten guardar silencio, por-
que este pudiera mirarse como una táci-
ta confesion de que son ciertas. Exami-
nemos pues las razones ó argumentos en
que las apoye su autor, y se verá con
cuanta ligereza se ha apresurado á estam-
parlas.


« Desde que les vimos ," dice el arti-
culista hablando de la Miscelanea y el Cen-
sor; pero es claro que á este se dirige prin-
cipalmente: « desde que les vimos empezar
poniendo faltas á nuestra ley fundamen-
tal, censurar el primer discurso que se
pronunció á la instalacion de las Cortes
por su presidente, criticar con sofisterias
todas las operaciones del gobierno ; no ha-




464
llar completamente acertadas las disposi-
ciones de las Cortes , sino una sola que
cabalmente desagradó á casi toda la na-
cion , á saber, la de conceder los dere-
chos de ciudadano á muchos que no lo
inerecian todavía, y que probablemente no
lo merecerian jamas : no hubo un hombre
de mediano talento que no viese bien dis-
tintamente el objeto de tales escritos, y la
nueva herida que intentaban hacer á la
patria por medios tan solapados. „ He aqui
la t.a clausula de la acta de acusacion:
examinémosla por- partes, veamos á qué
se reducen los cargos, y si de ellos se
deduce la consecuencia que saca el acu-
sador. El Censor puso faltas á la Cons-
titucion. Se niega : el Censor dijo única-
mente, dice ahora y dirá eternamente, que
para conciliar el juramento del . Rey sobre
no enagenar ni ceder territorios, con lo que
la imperiosa necesidad puede exigir en al-
;un caso, seria bueno que se añadiesen
las palabras sin. consentimiento ele las Cor-
tes. El Censor dijo esto ; y antes de dos
meses el negocio de las Floridas justificó
lo exacto de su observacion; pues estipulan-
dose en el tratado la cesion de aquellas
posesiones, fue preciso entenderse con las


465
Cortes y que estas autorizasen al Rey para
ratificarle. De manera que esta grave acu,
sacian se reduce á que el Censor hizo sen,
tir que un artículo de la Constitucion ne'
cesitaba de cierta esplicacion, y á poco
tiempo el Rey, sus Ministros y las Cor-
tes vieron, reconocieron y confesaron tá-
citamente que tenia razon. ¡Horrendo crí,
men es por cierto que la tenga un afran-
cesado ! Cuales son las otras faltas que
ha puesto á la Constitucion P Señálese una,
y entonces responderemos.


El Censor criticó el discurso del pre-
sidente.—Criticó dos ó tres muy peque-
ñas cláusulas , porque le pareció que eran
susceptibles de crítica, e hizo un magnífico
elogio de todo el resto. ¿ Es este algun
pecado contra el Espíritu-Santo? Aun con-
cediendo que su crítica fuese injusta, que
no lo fue, ¿ cuándo en un pais libre
Se ha tenido por crimen censurar los dis-
cursos ,


que se pronuncian en los cuerpos
legislativos' Y son filósofos y amantes de
la libertad los que pretenden que el tex-
to (le las harengas de los. diputados sea
tan sagrado como el de la Biblia , y que
en ellas no puede tildarse ni un ápice ni
una coma?


El Censor ha criticado con sofisterias
todas las operaciones del. gobierno. — ¡To-
das ! ¿ está en lo que dice , señor
Espectador ? sabe•V., que hay mi-
les y miles.de operaciones gubernativas de
que el Censar no ha hablado ni una sola


TOM. VII. 30




466
palabra? Y en cuanto á las pocas que
ha criticado, lo ha hecho con sofisterias?
Sí ? pues responda V. á sus críticas, y


cuando V. haya respondido veremos, quien
es el sofista.


El Censor no ha encontrado comple-
tamente acertadas las disposiciones de las
Cortes, sino una que cabalmente desagra-
dó á casi toda la nacion. -- Aqui una de
dos : ó el Espectador ha leido todos los
números del .Censor, ó no. — Si los ha
leido, miente impudentísimamente , y ha-
bla contra su propia conciencia ; por que
el Censor ha hallado completamente acer-
tadas, ha elogiado y defendido vigorosísi-
mamente entre otros decretos los que se
dieron para proceder á la enagenacion de
las fincas adjudicadas al Crédito público,
para la estincion de los Jesuitas, para el
restablecimiento del cabildo y estudios de
San Isidro, para la supresion de monacales
y reforma de los otros Regulares, para
estender la secularizacion á las monjas, para
la abolicion de los mayorazgos; y muchas
de las disposiciones relativas á la hacien-
da pública : la resolucion tomada para no
indicar al Rey los nuevos ministros , y
otras muchas de menos importancia, cuan-
do por incidente se ha ofrecido hablar
de ellas. Las únicas qué..el Censor no ha
aprobado en su totalidad, han sido la ley
sobre imprenta, por que no le parece bas-
tante liberal, y la de instruccion pública,
por que en su totalidad la tiene por im-
practicable. 'Y si no habiendo leido los


467
números del Censor , se le calumnia tan•
gratuitamente, qué juicio deberá formar-.
se de la buena fé de los Espectadores?
Para que se vea cuanto ciega la paáon,
y cuan injusto es el espíritu de partido,
observaremos todavía dos cosas: 1.a La dis'
posicion que segun el articulista ha sidó.
la única que el Censor • ha aprobado, es'
precisamente la única- que es imposible
que él apruebe en su totalidad: y la razon'
es muy clara, y él lo ha dicho ya ¿los ó
mas veces. La tal providencia tiene dos.
partes, y si bien la ira le es favorable, la:
2..a le impone una gravisima pena qué ann.
suponiendola justa, no puede serle 'muy -
grata ni merecer su aprobacion. El Censor
hizo en esta- ocasion lo' qué dictaba la' pru-
dencia y exigia la 'situación de sus Com- •
paiierOs de . desgracia, que fue dar -gracias
al Congreso por la parte favorable , justi-
ficar en cuanto á ella la ley, y quejarse.
muy respetuosa y suavemente de que 'la'
tardía justicia que se hacia á tantos infe'
'ices, no fuese todáfá tan completa como
podia y debia serlo. Se engaña .
cho el Sr. Espectador cuando dá por sentado
que aquella disposicion de las Cortes des,


ID
aoTadó á casi toda la nacion. Lo que . desa-


•gradó generalmente ; fue que la aminstia
no fuese tan absoluta, Como se esperaba;
y si lo duda el Sr. Espectador , se le da-
rán , pruebas irrefragabies: La ocho meses
van pasados desde que se dió aquel decreto,
y en todo este tiempo no ha, habido una


3o




sol provincia , ciudad , villa ,, ni aldea, ni
una cprporacion, legal- que haya represen-
tado contra él. ¿Y será esta una ,


prueba,
de que desagr á casi toda la nucip.12„
Si esta no reclama .


contra las providencias..
que la desagradan, ¿para cuándo guarda
sps, reclainaeiones?, ;


A las primeras eles-
ciones .


que ha habido despues de la am-


hnistía para nombramientos municipales,an salido clec: en sus pueblos muchos
de los, amnistiados, y podremos dar una.
larga lista; ¿prueba esto que esten mira-


. .generalniente. con el horror que su-
ponen sus enemigos? 3. a Acaban de veri-
ficarse varias conmociones en las cuales
el pueblo, compd.ke,elEspectadon, la opi-
nion y la voz Ming, han: pedido la pri-
sion 6 deportacion, de muchas personas.
¿ Hay entre todas ellas uno solo . -de los
amnistiados ? Pues. si casi toda .


la nacion.
111:0, tan á, mal su vuelta y rehabilitacion;
si aborreee,, si los detesta ¿cómo es
que; llegada la ocasion de desahogar su
resentjmiento,, le„sep,utta en su corazon?


.A,ost,urnbran. á proceder,
asi las pasiones


pi) tiares?
2.a . clausula.— »Pero cuando les hemos


visto,
tirar como k real de,.enemigu á los


autores de nuestra libertad.,_á los , ministros
pasados...; cuando vemos qu,ede diez.nnme-
rosquei van del Censor, desde la exoneracion
de estos ilustres patriotas, los nueve han de- -
dicado muchas ,


de sus páginas á morderlos
inícuamente, sin acordarse de que la opi-
nion de' estos hombres virtuosos triunfó


4139
en el Congreso nacional en fltvbr de los
mismos que con tan rabiosa inria se han.
declarado contra ellos, pór el gran delito
de no haberlos empleado; no podemos,
á no pretender engañarnos á noSotrós mis-
mos, creer rine tales escritores se propdh-
gan otro objeto que'et de defender un pley-b
lo perdido *hace m'adió -tiempo, y sostener
el espíriru de partidó, 'por más disfraces
y máscaras con cine


liáVan intentado
brin". Acabaramos de r vez! He a el
verdadero crimen del Censor, y el que ja.-
mas le perdonará la Clientela délos ex .-urV-
nistros: el 'de no haber incensado á s,
ídolos. Como el Censor hubiera adula-
do bajamente á SS. EE., hubiera alabállb
todos los . aetos de su administraeion y M'u-
biera repetido en cada uno de siv uúrn6-
ros, que faltando aquellas Columnas se des=
plomaba el edificio conititlicionat;,yISh
le disimularia que pusiese faltas á lá COns-
titucion que criticase las diSpoSieiones dé
las Cortes , y que hieles¿' trizas los disenri
sos de los Diputados; Sobré tódó los
aquellos (pie la clientela no ha tOrnado
jo sir augusta prOteéaoii. Pero pregiinlát
remos á


st


Espectadores , ,v Cuáikdó én. los
paises constitucionales se ha Mirado 'ce-
mo delito el que én los perióvlií-,es se cri,-
tiquen las opePacieneS mihist, • ' (!Háiy
leido alguna vez, los paVelel piu,iii . os in'
Meses? •,, leyeron los . fraiii-Jesés én el poco
tiempo que frieron verdziderainente tibret•?
Y si los han leido, ¿ rió han visto en los
finé nó son ó éran mlifiátériales; que dia.-




470
riamente se censura la conduela del mi-
nisterio ? — Ya : pero sus autores nada tie-
nen que agradecer á los Ministros, y los
redactores del Censor debieran


.
acordarse


de que en el Congreso triunfó en favor
.suyo la opinion de los hombres virtuo-
sos, contra los cuales se desencadenan con
tan rabiosa furia. —En primer lugar, cuan-
do se trata de notar errores ó desaciertos
administrativos., perjudiciales á toda la na-
cion y al sistema mismo que se quiere
establecer y consolidar, el escritor público
no debe disimularlos , aun cuando fuesen
cometidos por su mayor amigo ó por su
mismo padre. En segundo lugar, no es
cierto que los redactores del Censor ten-
gan que agradecer cosa alguna al ininis-
Itrio pasado en el asuntó de la amnistía:
al contrario, este ya que no pudo opo-
nerse á la voluntad general que reclama-
ba altamente aquella providencia, á la par-
ticular del Rey y á la opinion bien co-
nocida de la gran mayoría de las Cortes,


d
exigió por condicion que á los amnistia-
os se les despojara sin proceso ni juicio,


sin oirles , y asi en masa , de los destinos,
honores, gracias, condecoraciones y mercedes
que en tiempos legítimos habian obteni-
do del gobierno legítimo, y por muy legíti-
mos servicios: lo cual ya se ve que es un
.favor señalado, que no pueden nunca agra-
decer bastantemente, por que al fin ya
se les permite tener figura humana, ver el
sol y respirar el ayre. No hay que venir


.con lo de traydores, y asesinos de su pais,


471
por que esas son miserias y absurdos á
que ya se ha respondido mil veces. Lo que
hay que probar, es que segun los princi-
pios admitidos en las naciones civilizadas,
ha debido mirarse y castigarse como de-
lito, el haber servicio bajo los gobiernos
de hecho, á que las invasiones francesas die-
ron existencia en varios paises de Europa:
que aun suponiendo que lo fuese, no exi-
gia la política que se olvidase jamas, y que
diciendo que se olvidaba, debió sin em-
bargo imponerse á los amnistiados una
pena tan benigna como la de privarles de
cuanto habian ganado y obtenido legíti-
ma mente.


Estas son las tres cuestiones : á ellas
hay que responder, y mientras no se haga
con solidas razones, de nada sirven y na-
da prueban los dicterios de traydores, ene-
migos, afrancesados, y esos otros Cien mil,
con que el impotente furor de unos cuan-
tos vampiros de empleos intentan toda-
via denigrar á un gran número de hom-
bres beneméritos, que en tiempos muy di-
ficiles hicieron á sus conciudadanos mu-
cho mas bien que el que acaso les harán
nunca los que tan vilmente les insultan
en su desgracia.— Todo eso está bien;
pero si los redactores_ del Censor han es-
crito contra los ex-ministros, ha sido por
que estos no los emplearon. — Otra mise-
ria y otra caltunnia. Lo que los Censores
han escrito, no' teniendo destino público,
lo hubieran escrito del mismo modo, aun-
que le tuviesen, y nadie que los conozca




471
les hará la injusticia de suponer que sus
críticas han sido dictadas por resentimien-
tos personales; por que no hay ninguno
de los ex-ministros á quien psialguna vez
le han censurarle, no hayan alabado otras
varias. Aun respeeto de todos colectiva-
mente, acaso nadie los ha juzgado tan fa-
vorable é ira pa Tela I men te.


3a. Cláusula. =No decimos que las re-
voluciones del Abuelo, Merino, Salazar, -
Trifon y otros hayan sido excitadas por
los cuadros exajerados que de los males
que todavia aflijen á la nacion y que no
pueden remediarse en un dia, les han pre-
sentado el Censor, y con mas frecuencia
la Miscelanea ; pero sí podemos asegurar
que estos papeles han contribuido muchí-


- supo á las agitaciones que ha habido en
las provincias, han presentado un fuerte
apoyo á los intentos de los serviles, y les
han servido de texto para probar que bajo
el actual sistema se hallaba la nacion mu-
cho peor que en tiempo de Lozano y de
la camarilla.,, Muchas veces hemos leido
y releido, y vuelto á leer esta cláusula,
sin acabar nunca de admirarnos, cómo el-.
critores que quieren pasar por juiciosos,
imparciales y verídicos, han podido estam-
parla en el papel. ¿Cuándo en el 'Censor
'se ha incluido cuadro ninguno exajerado
ni por exajerar, de los males que todavía
&lijen á la nacion, y que no pueden re-
mediarse en un dia? Cítese uno, y entón-
ees responderemos. ¿ Cómo el Censor ha
podido contribuir á las agitaciones de las


473
provincias, ni presentar apoyo fuerte ni
débil á los intentos de- los serviles , ni
servirles de texto para probar que bajo el
actual sistema se hallaba la nacion mucho
peor que en tiempo de Lozano y de la
camarilla ? Cuarenta y dos números , es
decir, 7 tomos de 48o páginas cada uno,
van publicados hasta el dia , y nosotros
desafiamos al Espectador, á los denlas pe-
riodistas y al mundo entero, si el mundo
entero pudiese entrar en este examen, á
que citen una sola opin ion, una sola máxima,
una sola doctrina que no sea conforme
con los principios del mas puro e ilustra-
do liberalismo. Se ha elogiado altamente
cuanto en los otros paises se ha hecho en
favor del sistema constitucional, y se ha
impugnado vigorosamente cuanto ya los
ultras de Franca, ya los aristocratas y los
gabinetes despóticos de otros paises, hacen
ó maquinan contra la causa de la libertad,
y se ha ensalzado hasta las nubes cuanto
entre nosotros se ha hecho oportunamente
para establecerla y asegurarla. Y escribir
de esta manera ¿ es presentar apoyo á los
serviles y darles textos para probar que
estarnos ahora -peor que en tiempo de la
camarilla ? Nos parece imposible que el
que ha. dicho semejante absurdo , haya lei-
do los números anteriores del Censor.


Este ha dicho que la macion rodia legítima-
mente y de pleno derecho reformar y aun
extinguir las órdenes regulares, y disponer de
sus bienes; disminuir el número é igualar
proporcionalmen te las rentas del clero secu-




474
lar: abolir los diezmos , e impedir la salida
del dinero para Roma ; ha repetido en
cien mil partes que las naciones tienen el
derecho de formar su Constitucion políti-
ca , que sus bases son la igualdad ante la
ley, la libertad y la seguridad personal;
y que la tribuna nacional junta con la libertad
de imprenta, eran los garantes mas seguros
de las instituciones liberales, y ha procla-
mado todos los lemas principios que son
consiguientes á estos, y que aquí seria fas-
tidioso repetir. Preguntamos ahora , si se
mejantes escritos presentan apoyo á los ser.
viles y les sirvan de ,


texto para sus ser-
mones, ¿cómo se quiere que escribamos?
¿Hemos debido decirles lo contrario? ¿He-
mos debido clamar contra la supresion de
los monacales, decir que los diezmos son
de derecho divino, que es necesario au-
mentar el clero secular y dotarle aun mas
ricamente, etc. etc.? Aqui no hay medio, si
una doctrina es perjudicial, ha de ser sa-
ludable la contraria: las que hasta aqui he-
mos enseñado, se dice que han sido per-
judiciales: luego las opuestas serán útiles
necesariamente. ¡A qué absurdos conduce
la ciega manía de encontrar faltas en aque-
llos que no nos gustan, á quienes miramos
con envidia y á quienes queremos perder!
No prolongaremos mas esta odiosa contes-


tacion , por que ademas de que deseamos
acortar el mal rato á nuestros lectores, todo
cuanto añade el artículo, ni es un cargo sério
contra el Censor, ni merece otra respuesta
que la del desprecio. Si nuestro papel y el de


475
la Miscelanea , han hecho . ó no , mas daño
á los afrancesados que las declamaciones
de sus enemigos , esta es cuenta que ellos
y nosotros ajustaremos, sin tomar por árbi-
tro al Espectador. Si este y otros los abor-
recian .antes, y tienen el santo y caritativo
propósito de aborrecerlos mas cada día ,
si continuamos nosotros con la misma con-
ducta kne hasta aquí , allá se lo hayan los
aborrecedores con su odio. Ellos verán
si es justo , racional y político , aborrecer
á una clase numerosa de individuos por-
que dos ó tres que pertenecieron á ella,
nos desagradan, nos incomodan ó nos ofen-
den. En cuanto á llamar al autor de las
Cartas del Madrileño el payaso del Cen-
sor, el Espectador verá si estos apodos ta-
bernarios, agenos de personas bien educa-
das é indignos de hombres que ha-
yan cultivado las letras, infaman y deni-
gran mas bien al que los profiere, que al
que con ellos se quiere desacreditar. Que
las mismas cartas, y las apologías de la
gente del bronce solo han servido para
hacer mas odioso á su autor, lo dice el
Espectador, y tal vez querria que asi fue-
se; pero bien sabe él que no es cierto,
y harto se conoce que lo siente. Ya se
Baria por contento, con tener en el pú-
blico la misma celebridad y aceptacion
que el Madrileño; .pero algun tiempo ha
de pasar antes de que lo consiga.


Para responder de una vez por todas
á cuantas imputaciones nos haga en lo
sucesivo el Espectador, concluiremos este




47'6
.escrito con -una profesión de fe 'política,


•que al mismo tiempo podrá servir de lec-
cion y admonicion fraterna á nuestro ca-


.rtsinio hermano. El Censor no se empren-dró, ni se continua , ni se continuará
para desacreditar, ó combatir y minar
solapadamente el régimen constitucional,
del cual son tan amantes sus redactores
como el mas acalorado patriota gaditano,
astur , cán labro ,


valen tino ó extre-:.
indio. Conocen ta ► bien, como el primero,
las inestimables ventajas de un Gobierno
fundado sobre las bases de la igualdad
civil, y de una justa y bien entendida li-
bertad : han llorado por muchos años los
deplorables abusos del poder de que era
víctima la patria : desearon con. ansia y
promovieron con ardor las reformas útiles
que la civilizacion del siglo reclamaba, y
este santo deseo es cabalmente el que los
empeñó en un partido, el único que en-
tonces prometia alguna mejora en nues-
tras instituciones políticas. Creyeron que
esta no porfia verificarse sino con el apo-
yo de una fuerza irresistible, que supe-
rase todos los obstáculos : los sucesos del
año de 14 prueban que entonces no se
engañaron; y si los del año 20 permiten
ya pensar de otra manera, son los prime-.
ros que aplauden y celebran tan feliz acon-
tecimiento. Pero por esta misma razon, -
temiendo que los furores demagógicos
echasen á perder una obra comenzada ba-
jo tan buenos auspicios, é hiciesen odio
sa la causa de la libertad ; se propusie-


4 7 7
ron publicar un periódico destinado prin-
cipalmente á combatir y perseguir el mons.
truo de la anarquía popular , y el san-
griento y feroz jacobinismo , que muy
luego empezó á levantar su horrible fren-
te. Si lo, han hecho ó no con acierto, lo
dirá el público imparcial, á ellos no les
toca decidir esta cuestion. Lo que si pue-
den asegurar y aseguran es, que no hay
un solo artículo entre los publicados has-
ta ahora , en que no se hayan predicado
é inculcado mas ó menos, segun lo per-_
mitia la materia , los eternos principios
do amor al. orden, respeto á las leyes, obe-
diencia á las autoridados constitucional
mente establecidas' y en que no hayan
clamado contra todo lo que sea espíritu
de partido, arbitrariedad, exaltacion, anar-
quía, exajeracion de principios y con-
mocion popular.


Sobre todo han tenido y tendrán siem-
pre mucho cuidado en quitar la máscara
á los facciosos, que para trastornar la so-
ciedad y alterar el orden, tornan el nombre
sagrado del pueblo: han dicho y repetido
muchas veces, y no se cansarán de repe-
tirlo., que el pueblo en el cual reside
radicalmente la. soberania ó el poder su-
premo. para arreglar la forma de gobierno.
que mas le convenga , y. crear las magistra-
turas que en su nombre hayan de ejercer la
soberania actual, es el pueblo entero espa-
ñol, es la nacion ; no el vecindario de,
tal, ó cual ciudad, y 'mucho menos una
imperceptible, fraffion de este vecindar




478
rio. Han dicho y repetido , dicen y re
petirán mientras les sea permitido escribir,
que los ciudadanos no pueden ser verda-
deramente libres y felices, sino en cuanto
todos vivan sometidos á la ley, y sus vidas,
personas y propiedades sean respetadas,
y por consiguiente que los que ejecutan,--
provocan , piden , ó autorizan cualquier ac-
to ilegal y arbitrario, por poco importante
que parezca, y cualquiera que sea el pretes.
to con que se pretenda excusarle; son los•
verdaderos enemigos de la libertad y de
la Constitucion' que nos la ha garantido:
Han dicho , dicen, y dirán que todo aten-
tado contra la libertad individual del ciu-
dadano , y mucho mas contra su


.
vida,


aunque sea cometido eón las mejores in-
tenciones, es el principió de la désorga-
nizacion de la sociedad; y que si el pri-
mero se tolera y aun se•'aplaude , bien
pronto será seguido de otros muchos ; que
cuando se quiera atajar el mal, no será
tiempo, y que los mismos que le cele-
braron, serán víctimas de su irreflexion,
y se arrepentiran algun dia de haber 'des-
encadenado el monstruo de la anarquía..
Han dicho, mas, y acaso el Espectador
no se ha explicado con tanta franqueza,
y es que las sencillas formas republica-
nas son teóricamente muy alaguefias y:
seductoras ; pero que no siendo practi-
cables en los dilatados estados europeos,.
atendidas todas las circunstancias geográ-
ficas, morales, religiosas y científicas en
que estos se hallan ; es' de toda necesidad


479
para la felicidad de los pueblos, atener-
se á la monarquía hereditaria, moderada;
que en consecuencia es del interés de to-
dos los ciudadanos, que el trono del mo-
narca constitucional esté rodeado del res-
peto y amor de todos sus súbditos ; y
que los que directa ó indirectamente pro-
curan desconceptuar al Rey , malquistarle
con la nacion y hacerle odioso, y que
por este medio socaban maliciosamente
el trono y preparan su ruina, son ene-
migos de su patria; porque lo son del
reposo y de la paz interior y exterior,
sin la cual no hay libertad ni felicidad
para las naciones. Han dicho, y dicen,
que en sentido contrario , los que, cuan-
do la nacion ha abolido el régimen ab-
soluto, trabajan por restablecerle, son tan
criminales como los que deslumbrados por
especiosas teorías , quisieran llevarla mas
allá del limite trazado por la línea cons-
titucional ; y que para ellos tan liberti-
cidas y tan malos ciudadanos son los
Merinos, los Salazares y cuantos se digan
los campeones de las preocupaciones y
del poder absoluto, como los que sino
abiertamente, porque no se atreven to-
davía , trabajan en secreto para ponernos
bajo el cetro del terrorismo.


Esto y mucho mas han dicho; y ahora
añaden , que si el ver que se censuran los
vicios de la administracion interior, pue-
de servir 'acaso contra la voluntad de los
Censores, para que se alegren los serviles,
el mostrar una feroz alegria por atentados




48o
horrorosos ; el ofender la moral pública
insultando cobarde y vilmente á los res-
tos inanimados de un desgraciado , que si
cometió crímenes durante su vida, se halla
ya sustrahido á la jurisdiccion de los hom-
bres; el celebrar con frias bufonadas los
triunfos obtenidos por una turbulenta mi-
noria sobre las leyes y las autoridades ,
presta directamente materia y protesto á
los enemigos exteriores para decir que
en España existe una faecion revoluciona-
ria que desconociendo los principios en
que estriban las sociedades y hasta las re
glas santas de la moral universal, quiere
precipitar á esta desgraciada nacion en to-
dos los horrores del jacobinismo francés.
Aconsejamos pues( al Espectador, pues que
él se ha tomado cambien la molestia de
aconsejarnos, que .mire y pese bien lo que
escribe , porque algunos de sus artículos
pueden servir de texto á los diplomáti-
cos de Leibach , para probar que sin la
intervencion extrangera, ni el trono es-
pañol puede conservarse , ni la nacion
evitar el despotismo de la plebe. Y aun-
que nosotros no seamos ni mas literatos
ni mas políticos que los redactores del
Espectador, puede que acaso se nos en-
tienda algo mas que á ellos del achaque
de revoluciones.


NOTA.


El índice del tomo VII del Censor, se
distribuirá con el Nímzero z.0 del tomo
siguiente:


48r


INDICÉ.
de los artículos contenidos 'en el tomo VII


DEL CENSOR.


El secreto del despotismo pág. 3
De l'esprit d'association dans bous les int&


rets de la communauté : par le cocote
Alexandre la Borde. Paris x 818 . • . . 17


Cortes. Sesion estraordinaria del 2 de
abril.Informe de la comision de polí-
tica


Teatros. Las rrainas de Garulla , pie-
za en un acto


5 r
Impugnacion crítica de la representabion


dirigida á S. M. y á Zas Cortes por




el cuerpo de comerciantes de Santander


La sociedad feliz, plan y elementos de un'
gobierno sabio, sencillo y util : por don
Vicente Andres y Abnarza




65
Noticia de la compañia de seguros gen-


nerales establecida en Francia y am-
pliada para España


Sobre las ideas republicanas
Concordia del gobierno y la opinion.




Sobre la . exactitud de la voz excelencia
Cort s. Sesiones del dia 13 y x 4 de abril


Igoune de la comision eclesi áaica so-
*




54


72
77
8 z,


104




187
208
215


-1.1e, ,.,", • .
‘egército permanente. Válí.'


11'... ..


T7


sobre el proyecto de ley constitutiva




/


483


265


269


289


482
bre que no se esporte 'dinero á Roma
con motivo de la impetracion de bulas,
dispensas y domas gracias apostólicas. 113


Teatros. Reflexiones sobre la dramática
española en los siglos 16 y 17 . . . 13I


Apologia de .la gente del bronce de Bar-
celona ' • • 142


Aclaracion de la impugnacion hecha en
el número anterior de la representa-
cion de los comerciantes de Santander. 153


Sobre la Diligencia-correo i57
De los acontecimientos de , Sicilia en 182o. 16
Cortes. Sesiones del 15 y 16 de abril


Ley interina para la breve sustanciacion
de las causas y prontr, castigo de los
delitos contra la seguridad del Estado.


Sobre las; casas de espósitos de .
Segunda apologia de la gente 'del bronce.
Teatros. Lo Cierto por lo Dudoso, ó la


nzuger firme , comedia en tres actos,
de Lope de rega refundida pon don


R A 225
Contestacion al autor de la sociedad feliz 236
Las poesias de Horacio , traducidas en


versos castellanos, por don Javier de
Burgos, Madrid 1820


242
Noticia del Discurso inaugural pronunciado


en el Ateneo espahl , por D. José • "ba-
quía de Mora , al abrir un curso de
derecho natural


lgunas observaciones sobre los desagra-
dables acontecimientos de Barcelona,
Sevilla , Málaga y Oviedo




obre eso que llaman Union


ortos. Sesiones del 25.y 3o
Expediente relativo á las ea:posiciones
de los consulados de Santander y


, sobre introduccion de géneros es-
trezngeros


3o3
eatros. La Corona del laurel ó la fuerza
de las leyes : comedia en cinco actos
en prosa : traducida del aleman: su
autor Augusto Kotzebáe


3]to
el proyecto de ley para organizar las
municipalidades, presentado á la ac-
tual Cámara de los diputados de Fran-
cia por el ministerio 322


eflexiones á las Cortes sobre la ley de
elecciones de ayuntamientos por don
José Churruca. . 347


eflexiones acerca de la opinion de la
Junta auxiliardel arma de infantería


de abril.




484
Teatros. Eduardo en EscocíZ; 6 la ter-


rible noche de un proscrito : drama
en tres actos y en prosa, traaticidd
del francés. . • 3 38c,


Sobre el abuso de mezclar asuntos profa-
nos en los sermones 39x


Cartas sobre los apuntes publicados por
el señor don Joaquin Lorenzo Villa-
nueva, relativos ál arresto de varios vo-
cales de Cortes :por D. P. D


397
Modela de ordenanzas municipales del


pueblo , circulado por la diputacion de
la provincia . de Cadiz á los arún tarnien-
tos de su distrito. Cadid 1821


4o
Proyecto de las nuevas poblaciones en la


provincia de Cadiz.


417
si/evo/tít/0n de Bülgaria


4 2o
Concluye el exeziii4 de la Memoria sobre


elecciones de Ayilitanitentos , dirigida
á las Cortes por D. José Chtirruca. . . 429


Teatros. La dama Duende , comedia de
D. Pedro- Calderón 'en tres jornadas. . 4 40


Elogio de la intolerancia politica. . . • 449
Sobre un articulo del Espectador , Manero


27 ella z i de mayo de zalz. . . 46r