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EL CENSOR,


POLITICO Y LITERARIO.


TOMO XIII.


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U21 Francisco, N. 1.
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141
CENSOR,


l'ERIÓDICO POLITIGO Y LITERARIO.


N.° 73.
Sanano 22 DE DláliMBRE DE 1821.


0pinion del conde Lanjuinais contra el
proyecto de ley , relativo' á las pensio-
nes eclesiásticas en la sesion de la cálna-
i a de los l'ares de Francia de 27 de ju-
nio dei 82 t .


reemos que será agradable a nuestros
lectores el estracto que vamos á hacer del
discurso le 111r. Lanjuinais , tanto por
la poca publicidad que. tienen los que se ,
declaman en aquella cámara, como por la
importancia de las materias sobre que se
versa. Debemos repetir aqui lo que ya he-
mos dicho otras veces en nuestro perió-
dico : que este Par es á un mismo tiempo


• n




una de las columnas mas ilustres del li-
beralismo y un cristiano lleno de piedad
ilustrada. Esta advertencia es necesaria pa-
ra juzgar de su discurso sin prevencion.


El proyecto de ley del ministerio suli-
mitaba á crear fondos posibles para pagar
doce nuevos obispados que se establece-
rian prontamente en las ciudades que de-
signase el rey de. acuerdo con el sumo pon-
tífice , y otros diez y ocho que se estable-
cerían con el tiempo, aunque el ministerio
creia -


que no era imposible establecerlos por
ahora con utilidad. Este proyecto atravesó
por ambas cámaras con tanta rapidez, que
en la de los Pares no llenó un dia y secerró
la discusion, habiendo oído á solo cinco ora-
dores. El conde Lanjuinais no pronunció
el discurso, cuyo•estracto vamos á dar.


El proyecto comprende cuatro ramos
de gastos subdivisibles en Otros ramales
mas pequeños , unos y otros inciertos y
aun arbitrarios en su estension respectiva,
y en el modo y tiempo en que se han de
ejecutar los informes. designios que se pre-
sentan á nuestra discusion.


Primer ramo. » La dotacion para tiem-
pos no fijados de doce sillas episcopales, y
despues de otras diez. y ocho, cuya util cree-


5
cion se reconoce . imposible por ahora, y
que quizá será imposib/e por mucho tiente-
po. Son inciertos el tiempo y los lugares
de las doce sillas, que se han de erigir don-
de el rey de acuerdo con el papa juzgue
que son 'necesarias. No se sabe si algunas
de ellas serán metropolitanas ó primarias,
/o que traerá consigo aumento de gastos,
y merece una accision legislativa. Para ea-,
da silla . .debe haber una catedral lo que so-,
lo-sirve para aumentar la pompa de algunas
procesiones. Para cada nuevo obispado de-
be haber un seminario mayor y otro me-
nor cada uno con su iglesia : un cabildo
de canónigos , que no hará. el servicio di-
vino si no • se le pagan cantores, lo que no
se paga en ninguna parte sino en Paris;
pero no se os propone que los pagucis.
¿Se añadirá palacio episcopal y casa de cam-
po para el obispo , principalmente si es
primado ó metropolitano , y casa de cam-
po para el seminario? No se sabe. Tampoco
se sabe si las nuevas iglesias estan ya edi-
ficadas , ni lo que. será preciso construir
de nuevo : sin embargo todo lo ha de pa-
gar el pueblo. Tampoco se designa el nu-
mero de canónigos, ó si se nos restituirán ,
las dignidades antígual, denominaciones de clima dades.




6
abolidas por una ley sabia, como las curias
eclesiásticas y resucitadas en el hecho en
todas las iglesias donde esperan un aumento
bina de renta proporcionado á estos títulos,
inútiles por lo menos. Tampoco se desig-
nan ni el distrito ni las circunstancias de
cada silla: no se sabe si habrá dos ó tres
obispos por departamento como se quería
en el imprudente concordato de 1857 , del
cual se habla con palabras disfrazadas y que
agrada tanto á cierto partido , que ha he-
cho borrar la cláusula muy esencial y muy
canónica de un solo obispo por departamento.
Tampoco se sabe cuantos conventos de men-
dicantes y de otras especies y de jesuitas
de uno y otro semi con denominaciones dis-
frazadas, se asignarán á cada nuevo obispo:
es licito temer lo .. que habrá , si atendernos
á lo que ya hay.


Segundo ramo. El aumento incierto y
arbitrario en cuanto al tiempo y la can-
tidad de las rentas de 4000 vicarios á quie-
nes el tesoro público dará á razon de 250
francos, y de los nuevos párrocos y tenien-
tes , que serán de 7 á 8000.


Dercer rano. El socorro, tambien
to y arbitrario , cíe los eclesiásticos y de
los antiguos religiosos de ambos sexos. Es-•


7


ta palabra eclesiástico ,
sumamente lata é


incierta, puede indicar el aumento de ren-
ta para los curas y vicarios actuales que


son de 18 á 20~
y tambien el aumento de•


bido en rigorosa justicia desde 1793 á ecle-
siásticos regulares y religiosos, despojados


• de sus beneficios por la ley con la es-
peranza de una pension que hace 25 afros


que se- les niega cruelmente.
Cuarto ramo. Aumento incierto y arbitrar


rio de los fondos destinados á la fábrica de


5o catedrales actuales y de 3o futuras, de
los edificios y casas de campo de los se-
minarios y de otros edificios del clero diocesa-
no :


palabras que comprenden todos los esta-
blecimientos eclesiásticos seculares y regula-
res , erigidos segun la ley , ó sin ley, ó contra
la ley que prohibe asignar fondos para este
destino sin ley espresa que lo permita."


Despues de manifestar que la incerti-
dumbre y arbitrariedad de estos bastos ha .•
rian al limosnero mayor un ministro sin


:íresponsabilidad, que podria su -placer per
seguir y afligir á los sacerdotes juramenta-
dos en los. principios de la revolticion, exa-
mina los fondos y (n'editas que se destinan
en el proyecto . de ley para estos gastos.
Consiste en una suma de mas de so milla-




8
'nes de francos, procedente de las estincio-
nes de las rentas vitalicias que paga la na-
cion á los eclesiásticos; de modo, que des-
de ahora se grava al pueblo frances para
objetos ó imposibles actualmente, ó
ó perniciosos, con una contribucion per-


. pétua. «Es burlarse de las cámaras própo-
perlas semejante contrata ; porque en ella
la nacion se obliga á pagar, y el gobierno
á nada se obliga , á lo menos por muchos
arios, mas que á recibir y á gastar arbitra-
riamente en cosas religiosas."


¿Cómo han podido llegar los ministros
á proponeros ese lujo inaudito de arbitra-
riedad é injusticia? De este modo.


»Han querido favorecer á los grandes
propietarios disminuyendo la contribucion
.territorial y por consiguiente el numero de
electores, es necesario pues cubrir el defi-
eit de aquella contribucion; y para esto se
piden fondos ciertos y seguros destinados á
gastos inciertos y arbitrarios. Las deudas
mas sagradas, los 'gastos mas urgentes del
culto serán inciertos , arbitrarios , in ferrara -
pidos , trasladados á voluntad para dar á
la religion lo que el ministerio llama es-
plendor, y que en el dia no es mas que un
esceso de lujo demasiado oneroso y anti-


9
cipado, corno no se renuncie al proyecto
de disminuir la con tribucion territo,ria I. Estas
combinaciones desarregladas y antipopula-
res se proponen á vuestra deliberacion: es-
to se llama prosperidad de nuestra hacien-
da, , y •prudente uso de las contribuciones.


»Por consiguiente han dicho : si nues-
tra situacion es tan feliz , si la clase mas
numerosa está tan descargada en virtud;de
nuestras notorias economias, propongamos
al pueblo gastos nuevos y necesarios á fa-
vor de los pensionarios eclesia3ticos que ha-
ce 25 años que estar, despojados de sus bie-
nes: á favor de los ministros del culto, que
llevan el peso del trabajo: para el reparo de
los edificios diocesanos presentes y futuros;
y sirvámonos de estos fondos para crear
treinta obispados inciertos , aunque deje-
mos en la miseria al clero inferior y se
caygan las Asi es como se, ha re-
suelto la euestion 'bien presentada y mal
resuelta en los motivos del primer pro-
yecto : ¿qué cosa importante hay que hacer
tí favor de la. religion y de sus ministros?"


Despues de esponer la injusticia con que
se trata á los indios y protestantes, á quie-
nes se les.habia prometido pagar lus gas-
tos de su culto , añade:




'o


•,Voy á hablar de lo que se debe hacer
de la religion del estado que ha sido siem-
pre la mia , y que espero que siempre lo se-
rá, asi en teoria como en práctica.-


»Hay que hacer una' cosa de primera
necesidad, y es ligar la disciplina de la igle-
sia á las leyes del estado por una ley como
la de 1302, que dé seguridad recíproca al
orden civil y al eclesiástico, que fije el ju-
ramento cívico de los obispos y sacerdotes
pagados por la nacion , y que restablezca
la autoridad de los tribunales legítimos y
constitucionales, para conocer de los abu-
sos del poder del clero ó contra el clero.
En esta 'parte el desorden es de notoriedad
pública. Se obliga á un estrangero á jurar
ante los magistrados la obediencia á la cons-
titucion y á las leyes ; y el director de las
conciencias, el predicador de la moral evan-
gélica en público y en secreto , el que pue-
de usar tí abusar del cuchillo de la palabra,
no está obligado á reconocer nuestra cons-
titucion , como no sea Par de Francia. Los
profesores de los seminarios estan obliga-
dos á jurar los cuatro artículos -de la decla-
rador' del clero galicano en 1682, que son
la salud de los reyes y de los pueblos; y
estos mismos profesores escriben impu-


SI
nemente contra aquella declaracion. Los
demas eclesiásticos pueden obrar impu-
nemente contra las leyes que les desagra-
dan ; y por desgracia usan con mucha fre-,
cuencia de esta impunidad:


»Lo repito con la conviccion mas pro
funda. La falta de la ley de '18o2 suspen-
dida en virtud de un concordato , que tam-
bien se suspendió, ha causado ,una
quia religiosa tolerada y sin remedio legal,
por lo cual muchos aborrecen el clero, aban-
donan la religion,católica, maldicen á los mi-
nistros del rey, y desacreditan su gobierno.
Con este método, aunque se restableciesen
los 13z obispos del antiguo regimen , y los
a9 curas y el prelado de la pequeña parroquia
de Belen en el arrabal de Clainecí, el descon-
tento y el desorden no solo serian los •is-
mos, sino sé .aumentarian infaliblemente.


»Otro abuso que es menester abolir es
la institucion perniciosa y anticanónica de
-vicarios amovibles. La estabilidad de los mi-
nistros es la gran regla de la iglesia, y de-
be ser la del estado. Es verdad que se ha-
ce lo que se quiere con curas volande,ros;
pero se ha de querer lo justo, y es justo
restituir á un gran número de pueblecitos
pequeños el título y los derechos que te..




I1
pian de iglesias parroquiales. Este .es un
gasto que los hombres verdaderamen-
te religiosos esperan con ansia; un gasto
que todo el pueblo agradeceria y una le-
gitimidad que toca mas de cerca que otra
alguna al rey y :+ su dinastia.


»Otro gasto digno de preferencia, por-
que la justicia y los derechos deben ser an-
te todo , es el aumento de las pensiones
eclesiásticas, que son el precio de los anti-
<mos bienes del clero. Este aumento no de-
be ser una limosna eventual precaria, arbi-
traria, ni imaginaria, como lo es en el proyec-
to: debe ser lijo, distribuido en las diferen-
tes clases segun proporciones ya conocidas.


»Antes de pensar en nuevos obispados,
debe mejorarse la suerte del clero inferior.
Vengamos ya á las necesidades secundarias,
cuya sastifaccion puede y debe retardarse
á mejores tiempos: tales san las nuevas
iltás , las nuevas metrópolis, y aun los


nuevos primados; porque con la arbitrarie-
dad, cuyo imperio se quiere estender , y
con el amor progresivo de las vanidades
aristocráticas, no hay seguridad contra erec-
ciones superfluas y aun perniciosas. Permi-
tidme , seliores, que establezca algunas. , má-
rimas desconocidas del ministerio y de los


que lo pricipitan en el camino del error.
,. »No hay ley, canon ni . principio


determinado acerca de la eircunscripeion
de los nuevos obispados , Metrópolis ó pri-
mados ; que aunque",e1 proyecto no habla
de estos últimos , sabemos que son muy


chaagradables á algunos poderosos del .
¿Por qué pues hemos de sustituir la ar-
bitrariedad á la actuid descripcion de dió-
cesis, aprobada por su santidad?


-a.° »El sistema de diócesis y metrópolis
en el antiguo , régimen era - muy defectuoso
y exigia reducciones.


3.° »El pontífice ti tiene derecho ni inte-
res para obligarnos á una nueva descrip-
cion de diócesis , ni para hacernos delegar
la autoridad legislativa en esta materia, por
medio de una contra-ley ó medida politica,
cuyo ejemplo seria contagioso.


4.' »El voto de los pueblos y de los de-
partamentos no es en esta materia, ni cierto,
-ni decisivo, ni urgente.


5.° 1,En toda nacion bien gobernada per-
tenece al poder legislativo la eireunscrip-
don (le los obispados.


»Jesucristo no ha establecido ni limita-
.


dolas diócesis. Envió sus discípulos á todo
el universo. Todo obispo,,. es obispo de to-




4
do el mundo ; porque sus poderes vienen
(le Jesucristo por el órgano del que consa-
gra, y no del que despide las bulas. En
efecto, Bossuet dice, que es una máxima
absurda decir que el que confiere el título,
confiere los poderes. Los obispos han reci-
bido sus poderes del mismo que se los ha
dado al papa. Ntiestros ministros deberian
avergonzarse de -desconocer en los motivos
del proyecto una verdad tan importante;
á no ser que corno ciertos autores efímeros
quieran hacerse ultramontanos por seguir
la moda.


»Las descripciones de las diócesis son de
derecho humano, y la autoridad eclesiástica
puede hacerlas en aquellos estados , donde
la religion no está reconocida por la ley.
Asi vemos que los apóstoles colocaban los
,obispos en las ciudades ya grandes , ya pe-
queñas, sin observar una regla precisa ; y
algunas veces establecian en las ciudades
de segundo orden obispos vicarios ó su-
bordinados al de la capital.


»Si los nuevos obispados que ahora se
piden, fueran de esta especie, no se os pedi-
ría ni dotacion ni consentimiento. Su ins-
titucion seria el triunfo inocente de la inde-
pendencia eclesiastica..


«Pero cuando la' iglesia se .
incorporó en


el estado, tos primeros concilios generales
dejaron á la autoridad civil la decision su-
prema acerca del número y circunscripcion
de los, obispados ; y este hecho es la verda-
dera bre-cda canónica: Constantino y sus su-
cesores la pusieron en vigor, sin que el
clero reciamase. Justiniano la hizo ley del
imperio. Carlomagno en Francia y Alema-
nia , Wamba en España, y otros muchos
emperadores y reyes la han ejercido sin
oposicion , hasta el reynado de las tinie-
blas, quiero decir de las falsas decretales,
cuyas falsas consecuencias, deducidas en de-
cretales verdaderas, hicieron por tantos si-
glos al sumo pontífice rey de los obispos, so-
berano de los reyes y juez supremo de to-
dos los negocios importantes (le la iglesia
y del estado.


«Y á pesar de esto y de la ignorancia
de los siglos pasados, en Francia no se eri-
gió un solo obispado por la autoridad pon-
tificia, sin archivarse la bula en el parlamen-
to, acto que le daba el caracter legislativo se-
gun la antigua jurisprudencia: asi se admi-
tió como una máxima que no debian erigir-
se obispados sin necesidad ó utilidad reco-
nocida.




16
» La division episcopal del antiguo ré-


gimen era viciosa. Babia un obispo que so-
lo tenia una parroquia pequeña: otro te-
nia 3oo, y otro 59 solamente. La diócesis
de Leon tenia un millon de habitantes , la
de Paris cerca de dos. Asi la circunscrip-
1;.ion de iSot , que daba 5o obispos á 3o
millones de hombres, es fundada y conve-
niente. ¿Para qué hemos de altercria?


»Durante el cisma de occidente los pa-
pas, habian multiplicado escesivamente los
obispos en el mediodia (le Francia para'
aumentar su partido, asi como en las cer-
canías de liorna convirtieron l as parroquias
en obispados para aumentar el esplendor
de su corte.


»En cuanto á los derechos actuales del
papa . en esta materia, yo no los combato:
el pueblo se resigna á ellos como á los
concordatos; pero si su santidad pide la erec-
cion de nuevos obispados , siempre será
el poder legislativo quien debe conceder-
la , sean los que fueren los terminos de la
bula ulterior de ereccion.


» Los ministros no deben alegar el vo-
to de las autoridades municipales que en
el dia no son elegidas por los ciudadanos;
son abusos interinos mientras llega otro


tiempo mejor. Los consejeros municipales
y departamentales no son mas que instru-
mentos pasivos de la voluntad del minis-
terio. Mas aunque estas autoridades fue.-
sen populares, solo tienen el derecho de pe-
ticion; y esta peticion se reduce á decir:
«imponed á la nacion 3oo.000 francos anua-
les, y construid á costa de ella edificios,
cuyos reparos rerán de cargo del tesoro pú-
blico.» Peticiones de esta naturaleza no me
parece que merecen ser atendidas por los
legisladores.


«La division y número de obispados per-
tenece al poder legislativo. En el antiguo régi-
men pertenecia al parlamento, como parte
de la legislacion. El rey y la asamblea cons-
tituyente lo ejercieron segun el testo y el
espíritu de la antigua disciplina de la igle-
sia. El cuerpo legislativo, escudo de Bona par-
te, lo ejerció en la ley de 18o2. El gobier-
no lo reconoce en el dia, pues os pide que
abandoneis un derecho que es propiedad
inenagenable de la nacion, y que delegneis
una autoridad, de que no sois propietarios,
sino delegados. » Las camaras legislativas y
anuales cometen la necesidad de delegar
á los ministros , al papa ó á cualquiera otra
persona el poder legislativo, sustituyen la ar-


TOMO XIII. -
2




si
hitrariedad á la ley, dan un ejemplo funes-
to y contagioso , pierden la estimacion del
públzco , caminan á su ruina y preparan la
de las libertades que han jurado sostener.


» Si el proyecto de ley es adoptado, yo
no veo mas que un remedio, y es un ac-
to Idgislativo para Confirmar los obispados
que el papa erija.


»Los metropolitanos pueden ser útiles;
pero tenemos bastantes para ,los casos de
apelacion. Los primados son absurdos, por-
que se crearian cuatro grados de apelacion
en materias eclesiásticas, incluyendo al su-
mo pontífice.» Concluye. el autor votando
contra el proyecto.


19


Sobre la indy'erencia con que se ven los ata-
ques que sufre la Constitucion.


Apenas hay quien ignore la admirable
y lenisima advertencia. de Epicteto, el fi-
lósofo esclayb á su 'bárbaro dueño que le
estaba magullando la pierna': .«mira que si
contimlas me la quebrarás." Continuó el amo
machacando , y la pierna se quebró en efec-
to. «¿No te lo 'había dicho, repitió: Epicteto
con igual serenidad, que se /labia de hacer
pedazos la pierna?" Esta indiferencia estoy-
ca que tan sublime aparece en un individuo,
está muy lejos de merecer elogios cuando
se versan los intereses de toda una r'acion;
porque. si en aquel puede ser grandeza de alma
45 estravio quizá de la imaginacion ó del en-
tendimiento, respecto de esta solamente se
debe atribuir al egoismo ó á una criminal
indiferencia.


Mil tiempos hace que todos los Epicte-
tos españoles, que no son ciertamente es-
clavos, estan clamando de diferentes pun-
tos que no se magulle la Constitueion , por-
que al fin pOrlir a romperse ; y no parece




-a()
sino que por lo mismo se han empeñado
algunos en herirla y ofenderla de mil ma-
liCI as, creyendo acaso que los golpes que
ellos la descargan no han de producir el
mismo efecto que los que la dirigen los de-
nlas. Apenas empezó á mostrarse el verda-
dero espíritu de ese enjambre de adictos, ó
de pretendientes famélicos por mejor decir,
era menester ser muy corto de vista para no
conocer al instante que el embate mas ter-
rible que habia de esperimentar el régimen
constitucional , vendría de parte de los que
no hallasen en él los medios suficientes pa-
ra satisfacer su ainbicion. En vano se ge-
neralizó la táctica de calumniar al pueblo
y á clases numerosas del estado, echan-
dolos en cara cierto despego ó repug-
nancia al nuevo giro que habian tomado las
ideas: en vano tambien se usó del ratero
ardid de fingir conspiraciones imaginarias,
y de atribuir los sucesos mas indiferentes á
planes ó á intenciones que nadie veis ni sos-
pechaba siquiera; porque el verdadero pue-
blo no pocha dudar de que no existan mas'
planes y maquinaciones que el ansia de ser
unos pocos vocingleros empleados ó ascen-
didos.


Siempre que por desgracia .se ha pre-


2 f
sentado alguna cuadrilla de bandidos con
manifiesta intencion de oponerse á la mar-
cha de las nuevas instituciones , ¿no se ha
visto en el pueblo una indignacion general
y la cooperacion uniforme de todos los ciu-
dadanos pacíficos con las disposiciones del
gobierno y los esfuerzos de la ¿Hu-
bo ni siquiera una aldea que no se esmera-
se en dar pruebas de digesto contra los
atentados de Merino, Roa ,klorales, Zal-
divar etc.? P ues cómo hay quien se atre-
va á tachar de indiferentes á los pueblos,
siempre que estos se convencen de que se
intenta arrebatarles la prenda de su seguri-
dad , que es la Constitucion? ¿Pero se quer-
ria acaso que cuando los españoles ven que
el daao les viene por parte de los que se
dicen amantes ardentísimos de la Constitu-
cien , se enfureciesen contra los que se li-
mitan á obedecerla?


Es muy singular la manía entre estúpi-
da y ridícula que tienen algunos procla-
mistas de oficio de querer increpar sie ► -
pre á los enemigos presuntos del régimen
actual, dejando impunes á los enemigos
manifiestos y visibles de él , que no son
ordinariamente otros que los provocadores
de la discordia y la desunion entrelos ciu-




22
dadanos. Cuando el pueblo de Pamplona,
por ejemplo, que Babia visto derramar la
sangre de unos tiernos jóvenes justamente
irritados por los insultos groseros de una
soldadesca desenfrenada , oye tronar la voz
de su gefe político contra los sm,iles y ene-
7714YÓS del sistema , ¿no tiene sobrado moti-
vo para creer que esa y otras semejantes
frases son .del todo insignificantes cuando
menos, ó que á sus vecinos se les tiene por
estápides cuando mas?


Una y mil veces hemos dicho y dire-
mos que si se continúa magullando la


-pierna por este estilo, la pierna se quebra-
rá ,y se quebrará de modo que sea muy di-
fieil curarla. Con solo que se reflexionase
seriamente en -el caso durisimo pero no im-
posible de que por un estremo ó por otro
se llegase á triunfar de la Constitucion,
¿no aumentada sobre manera nuestro des-
consuelo sentir que la nacion entera se veía
privada de unas ventajas tan ciertas, por no
haberse reprimido la ambicion de dos ó
tres docenas de acaparadores de empleos?
¿De qué servirian entonces las mótuas incre-
paciones de los partidos , ni las denomina-
ciones odiosas con que procurarian hacerse
mas aborrecibles? ¿Se nos volveria por eso


23
el bien de que hubiesemos sido privados?
¡Cuantos de los que ahora estan apestando
al inundo con su hipócrita adhesion, us-
pondrian entonces por gran mérito el haber
contribuido por su parte á hacer odioso el
actual regimen! No nos alucinemos: los pre-
tendientes -desgraciados de ahora serian
pretendientes entonces, lo han sido en tiem-
po del gobierno arbitrario, y no dejarian
de serlo aunque se estableciese el gobierno
de Constantinopla.


¡Qué enjambre de delatores no saldrían
de todas esas cuevas en donde ahora se nos
quiere hacer creer que tienen su asiento la
Iltosofia y el patriotismo! ;Qué de docu-
mentos no se desenterrarian ó se forjarian
contra todo el que fuese remunerado con
algun destino! Lo que ahora se mira como
un delito horrible, que es haber interveni-
do directa ó indirectamente en causas de
estado , se aplicaria con igual acrimonia á
los que hubiesen intervenido en juicios de
concíliacion; y asi como ahora vemos á al-
guno que se distinguia por sus votos san-
guinarios contra los liberales , increpar á
un dignisinio gefe militar por haber asisti-
do á algun consejo de guerra ; del mismo
modo verianios entonces á muchos grita-




24
dores del dia enardecerse contra los que
hubiesen desempeñado algun cargo en la
magistratura.


Nunca el temor de perder lo que se po-
see es tan fuerte y poderoso, como el ansia
de adquirir lo que no se tiene; y de aqui
nace sin duda el ruidoso furor con que ata -
can los que nada tienen 5 los que tienen
algo, y la frialdad con que se defienden
estos de aquellos. Pero es menester que se
persuadan de que s,i la Constitueion llega-
ra á destruirse , sc destruiria para todos,
y que de nada serviria entonces haber de-
jado de, defenderla por moderacion ó por
cualquiera otra causa. Entre los hom-
bres de bien de todos los partidos hay
algunos, que ó por respeto á sí mismos
ó por temor al público , guardan un pro-
fundo silencio , á pesar de que ven los
presentes males y calculan los venideros.
Otros por estrecharse demasiado en su pro-
pio círculo creen estar á cubierto de una
dislocacion general ; y s.-atisfechos con des-
empeñar sus obligaciones, ven con cierta
indiferencia despeñarse el carro del es-
tado. Unos y otros se equivocan grosera-
mente en su cálculo; y la perpétua inercia
en que se mantienen , 'forma la gran masa


25
de fuerza con que cuentan sus propios ene-
migos. El que no se pronuncia con igual te-
son contra los liberales exaltados que con-
tra los exaltados serviles, ese auxilia, ami-
gue inocentemente, los esfuerzos de unos
y de otros, y ese contribuye á acabar con la
felicidad de su pais.


¿Qué mas importaria que en las provin-
cias del oriente ó del norte se acabase la
Constitucion, porque algunos fanáticos .


cre-


yesen, ó fingiesen creer, que era contra-
ria á la religion ; ó que se la destruyera eri
las de mediodia ó poniente, porque no se
la tuviese por bastante liberal? ¿Dejariamos
por eso de perderla, ó seria meno3 funesto
y horrible el tránsito de un gobierno re-
presentativo á otro que no lo fuese ? De
qué serviria entonces la eterna cantilena de
que eso no pocha menos de suceder? El me-
dio único de que no suceda es no permitir
jamas el triunfo de la exageracion, bajo cual-
quier aspecto que se presente ; y que asi
COMO no sirve de disculpa para los sindica-
dos por serviles la consideracicn de que
por su estado ó condicion debian natural-
mente serlo, asi tampoco sirva de disculpa
á los erimenes de rebelion ó inobediencia
el haber sido cometidos por (presuntos y




a6
presumidos liberales. ¿Es comparable nin-
guno de los escritos ó representaciones que
se han firmado, impreso y difundido por
personas determinadas comba+ iend o abierta-
mente los principios en'que se* apoya la Cons-
titucion, con el que se atrevió á publicar el
padre general de capuchinos? ¿Fue tau posi-
tiva la desobediencia de algunos obispos,
que corno aquel prelado estan justamente
deportados, como la que han manifestado
esos geles de Cadiz y de Sevilla? habria
quien calificase de justa y de imparcial la
deportacion de aquellos si se les viese á es-
tos otros respirar el suelo patrio , y gozar
sueldos y lionors de que se ha privado
á los que delinquieron mucho menos que
ellos?


Los gobiernos de cualquiera clase que
sean „ solo pueden sostenerse por medio
de la justicia; y en el dia que se considere
suficiente una denominacion, gratuita aca-
so, para sobreponerse á la ley, en ese dia se
destruye de hecho toda idea de orden y
de relaciones sociales. Repetimos pues que
cese de una vez esa indiscreta indi-
ferencia con que se oyen y se ven los
golpes que recibe la Constitucion españo-
la; que acabe ya ese ridículo trampanto-


27
jo con que frecuentemente se intenta. a lu- .
ciliar y exaltará la multitud, amenazan-
dola con ejércitos é invasiones ostrangeras.
Digase francamente que no hay otra alian-
za terrible para los españoles, que la que
han formado naturalmente la holgazaneria
y la ambicion de empleos: por último aca-
be ya esa irritante Irania de calificar los
crímenes de errores y los errores de crí-
menes, segun fuere la persona que los co-
mete, y no segun la moralidad de la ac-
cion. Hemos dicho un millon de veces , y
por desgracia nos vemos todos /os Bias en la
precision de repetir , que una sola injusticia
visible de parte del gobierno contribuye mas
poderosamente á destruir el mismo gobier-
no , que todos los atentados que puedan
cometer los particulares.


La escandalosa impunidad en que ha
quedado el asesinato de Vinuesa , cometi-
do en la capital á mitad del dia y en pre-
sencia de una guardia , ha estraviado mas
opiniones que todos los amaños y arterias
del servilismo; y la triste suerte que sin
ninguna culpa le cupo al juez que le sen-
tenció, ha dado un golpe mortal á la ma-
gistratura. Aun cuando supongamos, co-
mo en efecto nos complacemos en su-




29


poner, que este ejemplo no influya para na-
da en el ánimo de los demas jueces que se
hallen en iguales casos siempre habrá mo-
tivo para sospechar que las sentencias de
muerte que pronuncien sobre delitos po-
líticos , son dictadas por el terror ; y es-
ta sola idea les deja sifi la debida libertad.


Despues de un caso tan horriblemente
circunstanciado fuera inútil citar otros mu-
chos en que la justicia ha sido hollada
abiertamente por consideraciones persona-
les ; pues nuestro objeto no es hacer un
catálogo de los actuales errores , ni mu-
cho menos disculpar á los que los teman
por pretesto para hostilizar al régimen li-
beral. Nuestro verdadero intento es hacer
ver que si se continuan mirando con in-
diferencia los golpes que recibe la Cons-
titucion, sea cualquiera la mano que sé los
dirija, la Constitucion se vendrá abajo sin
que valgan para sostenerla los gritos , las
cintas , ni todas las famosas protestas de
los pretendientes; antes por el contrario
nos hará mas sensible su pérdida el tris-
te convencimiento de que la debimos á
la indiferencia y al egoismo.


.iirticulo que solo podrá leer con interes el
que haya tenido la paciencia de repasar la
primera y segunda parte del VOTO de Bar-
celona.


Sin embargo de que ya parece que iba
acabándose la moda de hacer votos, aun-
que no la de echarlos, todavia hay quien
de propósito se pone á sus solas á escribir
sus propios deseos bautizándolos luego con
el voto de la comunidad. ¿ Quién dijera
que cuando .


la estension y progreso de las
luces habian logrado estinguir, y lo que
es peor, ridiculizar el voto de Santiago;
cuando ya nadie se acuerda de hacer voto
de peregrinar por la tierra santa ; cuando
las conchas , los bordones y las mucetas en-
ceradas han pasado á ser el uniforme y
distintivo propio de los vagamundos y ro-
daballos ; cuando el voto de castidad se va
casi reduciendo á los maridos cesantes, el
de pobreza á los honrados y escrupulosos,
y el de obediencia á los que no tienen
fuerza para declararse en manifiesta re-
belion; ¿ quién dijera, repito , que en se-




30
mejantes circunstancias se habia de pu-
blicar el voto de Barcelona ? Y no se pien-
se que es asi como quiera un voto simple
6 solemne de no imprimir. necedades , ni
ea el ageno ni en el propio nombre, que
este desde luego sería muy acepto á los
ojos de todos los aficionados á leer, ni tam-
poco el voto de obedecer bis leyes y regla-
"mentes municipales para que en caso de
repetirse el azote de la epidemia no vuel-
van á reproducirse los funestisimos resulta-
dos que ha dado de sí una inobediencia mo-
tinera, ni mucho menos .el voto de conser-
var una eterna gratitud á los que se han
desvelado y espuesto por disminuir los ma-
les del vecindario. Nada de eso, el voto de
los aspirantes broncistas de. Barcelona es el
de, hacer, decir y pensar constantemente
al reyes de como piense , diga y haga su
ayuntamiento constitucional , sus otras au-
toridades constituidas, y todo vecino hon-
roda y pací fico.


Llególes la circular de estilo. que se co-
,uunicó á las tabernas confederadas del ca-
pitulo tragaleiío , y á pesar de que todavia
la imagen de la muerte solo escítaba al re-
cogimiento general, y que los habitantes de
Cataluña solo pensaban en rendir gracias al


3 E
eterno por la cesacion


-
de tan horrible pla-


ga, aun hubo seres magnánimos que se pro-
pusiesen corregir la plana á la fiebre ama-
rilla en esto dé mortificar á los hombres.


Escribieron pues su voto de Barcelona,
del cual ni aun despues de impreso ha teni-
do Barcelona la mas


• ligera noticia ; y para
dar mas ayre de verosimilitud á que era el
voto de los vecinos de aquella ciudad, le
pusieron en forma de proclama exhortato-
ria, dirigida á los mismos habitantes cuyo
roto pretendian éspresar. Esto solo basta-
ria para calificar el buen seso de los tales
votadores, si ellos mismos en cada cláusula
no estuviesen manifestando el apuro en que
se hallaban para adivinar lo que querría
Barcelona. Para eso la emprendieron con
Codro y con Leonidas, á quienes sin duda
supusieron convalecientes de alguna epide-
mia, puesto que por gran lisonja les dicen á
los milicianos, que se han igualado en esta
época con aquellos. Arremeten igualmente
con los romanos Curcio y Pecio, que sin
duda serian boticarios en su tiempo ó prac-
ticantes de algun hospital; pues de otro
modo no es facil adivinar con qué objeto
los sacaran á relucir estos peregrinos vo
tadores.




32
• Yo confieso ingenuamente que al encon-


trarme en las primeras lineas con nombres
griegos y latinos para espreear un voto con-
cebido en algun rincon de café ó de billar
español, me retozaba la risa ni mas ni me-
nos que cuando despues de diez ó doce má-
ximas anárquicas veia estampada en letras
gordas la voz PATRIA. Pues y aquel No tila-
gestuoso é imponente, y aquellos veinte y
cinco millones de hombres libres á quienes
Pretende servir de eco y de trompeta una
boca llena de humo cigarruno, y rebosando
anisete y rosoli, ¿no es un cuadro digno de
Moratin y de Moliere? Descienden luego los
votistas al averno, despues de haber pasado
por Grecia y Roma y hecha una visita muy
cumplida á Feliu y á Pelegrin , y se encuen-
tran con un letrero que en lugar de decir, co-
mo era natural que dijese el que ellos mira-
ban, esto es, aqui no sefuma, parece que decia
jamas, jamas. Estas desesperantes palabras
son las que les sirven de testo Para echar
sus , correspondientes antifonas á los hijos
de Barcino, sin acordarse de que eran los
mismos hijos de Barcino los que decian ellos
que hablaban. Por consiguiente antes que
salgan del averno y se vayan á antifonear
á otra parte, bueno será repetirles sus ja-


33
mases, ya que no corno voto de Barcelona
ni de ninguna otra ciudad, pues no te-
nemos sus poderes , á lo menos corno voto
de la sana razas que tiene carta de chi-
dadania en todos los paises del mundo.


Jamas damas los hijos de Barcino es-
presarán su voto ó su deseo sirio por el
órgano de sus autoridades locales, que es
el único que reconoce la Constitucion. Ja-
mas, jamas se consolidará esta ni en Ca-
taluña ni en ninguna parte , mientras cua-
tro ó cuarenta particulares usurpen la fa-


. cultad de llamar voto del pueblo, lo que
no es mas que su deseo propio y pecur
liar. lanzas será reconocido en Barcelona
por verdadero patriota el / lie no haya da-
do pruebas claras y positivas de que ama
á su patria, por mas que grite y amenace
y apure veinte frasquetes en brindar por
la licencia y el desenfreno. Jamas, jamas
esas voces estentoreas , de que tanto blaso-
nan los votistas , probarán otra cosa sino
una estraordinaria robustez y espansibili_
dad de pulmones; y por tíltimo jamas reco-
nocerá Barcelona el derecho de exigir la res-
ponsabilidad á sus autoridades en unos cuan-
tos bota-fuegos , que no la tendrian ellos
mismos ni aun para una merienda al fiado,


TOMO XIII. 3


Igé




34
sino en las Cortes á quien encarga este cui-
dado la Constitucion.


Luego que salió á luz este disparata-
disitno voto, publicó un escrito juiciosisi-
mo el ayuntamiento constitucional de Bar-
celona desmintiendo cuanto decian los del
averno, y llamando impostores, seductores,
incendiarios y desorganizadores del orden,
S9cial á los Codros, Leonidas , Decios y
Curcios de la pandilla. Lo primero que el
ayuntamiento echaba menos era la falta de
firmas, sin embargo del gran enfasis con
que terminaba el voto, poniendo al fin
siguen las firmas. ¿Qué firmas ni qué pi-
fio muerto había de haber cuando regular-
inente ni Codro , ni Leonidas y ni aun
el mismo Decio y Curcio sabrian poner
las letras de .sus respectivos nombres?.


Pero no por eso se arredraron estos hé-
roes greco-barcinos , sino .que arremetie-
ron con otro escrito de distinta mano, y
por consiguiente de diferente estilo. En el
primero todo era . romano y helenista; en
este se desciende, á los siglos del bajo im-
perio para pedir la responsabilidad á la
ciudadela y á Luis XIV. ¡Oh benéficos
vapores los que se respiran en los cafés, y
cómo inspiran rasgos lógicos y elocuen•


35
tes discursos , sin que de ello se aperci-
ban los mismos que los han de firmar!
Si el ayuntamiento en vez de tratar al pri-
mer voto con el desprecio que lo hizo, hu-
biera citado y emplazado á los anónimos
firmantes á que fuesen á sostener conclu-
siones sobre barracas , ciudadelas , visires,
Pelayos y 'Wasingtones, á buen seguro que
nos hubieramos libertado del segundo es-
crito publicado con título de observacio-
nes, ya que no nos podemos ver libres de
tanto tuno corno ha dado en firmarse el
patriota.




36


Coalicion de los dos lados de la cámara de
diputados de Francia.


Cuando dimos cuenta en nuestro perió-
dico de la sesion última del cuerpo legisla-
tivo de Francia , y del opúsculo de rkir. Fié-
vée , relativo al estado actual, de régimen
representativo en aquel pais, dijimos que la
union del lado derecho con ministerio
no era sincera, y por consiguiente no seria
de larga duracion ; y que las masas á quie-
nes se da el nombre de partidos *, no pue-
den tener fuerza ni consistencia sino por
la conformidad de los principios y . doctri-
nes profesadas por sus individuos. Por
consiguiente entre los realistas que quieren
cimentar el gobierno francés sobre la ba-
sa del privilegio, y el ministerio que aspi-
ra á estender su do•inacion sobre todos,
no puede haber union verdadera ; porque
si los ministros no respetan las libertades
públicas y el derecho comun del pueblo,
¿cómo se quiere que respeten los privilegios
de las clases ni el derecho particular?


La nacion francesa se halla dividida en


37
el cija en tres clases de hombres , cuyos in-
tereses y principios son diferentes : los li-
berales, los 'realistas y los ministeriales;
porque aunque hay algunos que sueñan en
república, su número es muy corto , no
forman masa , y solo sirven para las pom-
posas amplificaciones en que el ministerio
exagera los.peligros del trono. Son un tram-
pantojo para engañar á los unos y calum-
niar á los poos.


Los realistas se distinguen por su afi;
cion á los. privilegios; los liberales por la
defensa del derecho comun y de las liber-
tades que consagra la carta , y los minis-
teriales por su amor á los empleos , á las
pensiones y á las leyes de escepcion. Los
realistas tienen doctrinas y maximas que
son el distintivo de su partido : los libera-
les tienen tambien las suyas: los ministe-
riales no tienen ninguna doctrina que les
sea propia : se burlan de todas , pasan de
unas á otras, y su catecismo político varia
segun las circunstancias. Realistas estremos
en 1816, liberales en 181 . 8, volvieron á las
banderal..del realismo en 182o. Su doctri-
na es toda práctica, y se ;reduce á esta má-
xima: conservemos el poder, sea cual fuere
Za doctrina que nos,Aporelca para ello,




38
Entre los liberales y realistas puede ha -


ber alguna transaccion en cuanto á las doc-
trinas , atendida la indole de la constitucion
francesa. Hubo un tiempo en que los rea-
listas clamaban al rey : no queremos cons-
ntucion : mandad que vuestra voluntad sea
la ley. Esta era la doctrina realista de 1815;
doctrina que el rey rechazó con indignacion;
doctrina que el ministerio no quiso admi-
tir, porque bajo un rey absoluto no serian
ellos los que mandasen ; doctrina en fin que
no admitia transaccion alguna entre libe-
rales y realistas. Pero ya pasó aquel tiem-
po de delirio servil. Los - aristocratas han
llegado á conocer que el poder ministerial,
si es arbitrario, no respeta nada , é invo-
can las garantías de los derechos comunes,
á favor de los mismos privilegios que soli-
citan adquirir ó conservar. Armados de una
ley electoral que les asegura una prepon-
derancia casi segura en la cámara, defien-
den la carta que antes quisieron destruir;
porque sin ella la ley de elecciones es nula.
Hé aqui cómo los realistas se han hecho
liberales: hé aqui cómo puede haberse ve-
rificado una coalicion entre ellos y los li-
berales. Estos favorecen por principios el
derecho coman; aquellos por interes, por-,


39
que estan ciertos de que las preeminencias
que gozan no pueden sostenerse sino al fa-.
vor de la ley constitucional.


Estos hechos bastan para hacer menos
estrafio el fenómeno que observamos en
la sesion actual ; pero hay otras reflexiones
que pueden hacerse sobre el estado actual
del gobierno frances y que dan mucha luz
sobre la marcha natural de los sistemas re-
presentativos. Ya no hay en Francia . ni per-
sona ni interes alguno que no sea consti-
tucional. , Los amantes del rey, los amantes
de, la libertad, los amantes de los intereses
públicos , los egoistas que solo atienden á
su interes privado, todos son conrtituciona-
les , porque solo en la carta encuentran la
salvaguardia de sus derechos ó la esperan-
za de sus pretensiones. Los aristocratas
lograron .una victoria con la última ley de
elecciones ; pero quien se la adquirió fue
una ley, no un tumulto: su triunfo fue un
efecto de los principios constitucionales, no
de la fuerza fisica : en una palabra , no es
posible ya ni aun violar la carta sino con
el auxilio de la carta misma. Este anal acci-
dental ha producido un efecto muy saluda-
ble, cual es el que todos los partidos , ya en
sus derrotas, ya en sus triunfos, .han rece-




tl


1


40
nocido y confesado la soberanía de la ley.
Los males que producen las pasiones del
momento , pasan ; pero la nacion , en que
todos los ciudadanos estan sumisos á la
Constitucion, no puede ya perder su libertad.


Los dos partidos opuestos, á saber, rea-
listas y liberales, son ambos constituciona-
les : los primeros sostienen el poder , los
otros la libertad. Como tanto el uno como
la otra estan designados en la carta, pueden
muy bien reunirse ambas doctrinas, sirvién-
doles de lazo la constitucion , contra los
ataques de la prepotencia ministerial; y
esto es precisamente lo que han hecho en
el principio de esta sesion, que segun todas
las apariencias, será memorable en los fas-
tos de la Francia constitucional.


La respuesta al discurso de apertura de
S. M. ha sido muy desagradable al minis-
terio. Las dos oposiciones de derecha é iz-
quierda se han reunido para dar la enho-
rabuena á S. M. por la paz esterior, ea la
justa confianza de que no se habrá sacrca-
do para obtenerla nt la dignidad de la na-
cion ni el decoro de la corona.


Hablando con un rey no se puede cen-
surar mas agriamente ni con mas delicadeza
la conducta diplomática del ministerio frau-


_


• 41


res en los negocios de Italia y aun en los
de Grecia. El rey ha respondido con la
dignidad conveniente á esta censura ; por-
que en fin entre el monarca y el minis-
terio ha de haber hasta cierto punto co-
munidad de honor y de gloria. Sin em-
bargo observarérnos que las espresiones de
la respuesta votada en la cámara dejan
salva la dignidad personal del rey; y solo
gravitan sobre los yerros que ha cometi-
do el Ministerio.


Esta respuesta concluye pidiendo el es-
tablecimiento completo de la carta y las
instituciones que faltan todavía para con
solidarla : se indica en ellas no oscura-
mente la necesidad de abolir las leyes es-
cepcionales; ¡y sin embargo pocos dias des-
pues presentó el ministerio un proyecto
de ley, pidiendo la censura de los perió-
dicos por cinco años, y travas inquisitoria-
les para la libertad de la imprenta! Segun
todas las apariencias ó el rey disuelve las
cámaras ó el ministerio- cae. Si el rey ape-
la de la cámara actual á la nacion, es muy
probable que los nuevos diputados sean mas
enemigos todavia del ministerio que los ac-
tuales : Mr. Fiévée ha demostrado que él'
partido del centro no puede ser mas gran.




de que lo que alcancen los medios ministe-
riales de soborno, cuando las doctrinas cons-'
titucionales cunden y se generalizan por
toas las clases del estado. Parece pues in-
falible la caída del ministerio actual. Res-
ta examinar cuales serán los principios
del ministerio futuro, y Si continuará ator-
mentando á la Francia ese sistema de os-
cilacion y vaiven que há tanto tiempo que
impide el establecimiento definitivo de la
constitucion.


Pero «¿ no podria el ministerio actual
salvarse del naufragio que le amenaza dan-
do una nueva oscilacion , es decir, aban-
donando á los realistas y enlazandose con los
liberales Esta operacion es en el dia mas
dificil que nunca ; porque ¿ cómo se ha de
dar crédito á quien tantas veces ha enga-
ñado? ¿qué condiciones tan duras no le
pondrian los liberales' ¿qué seguridades no'
tomarian Pues 'nacer esto es peor que ab-
dicar el ministerio, porque es envilecerlo.


Por otra parte, observase que los rea-
listas, tan acusados hasta ahora por su ad-
hesion á la santa-alianza, censuran en el
dia la conivencia con ella : que habiendo
sido ya. ejecutores ya víctimas de las leyes
escepcionales , son en el dia sus enemigos:


43
esto no puede proceder sino de su coalicion
con los liberales , y estos son demasiado
hábiles para desechar una cooperacion tan
poderosa y tan util á los intereses que de-
fienden , por ligarse con un ministerio que
ya los ha engañado una vez, que no tiene
principios lijos ni doctrinas asegurad&s , y
que en fin no tiene fuerza moral ; porque
en los gobiernos constitucionales .1a fuer-
za consiste én las doctrinas y no en los ar-
tificios , en las máximas y no en la po-
lítica.




44


Concluye el artículo del número anterior re-
lativo á las memorables sesiones del y
de diciembre ,y las demas en que se dis-
cutió la segunda parte del dictamen de la
comision.


Aprobada en la sesion del r t, como he..
mos dicho, la primera parte del dictamen
de la comision, y habiendose acordado que
la segunda contenida en el pliego cerrado
se leyese al dia siguiente, se verificó asi y
estaba concebida en estos terminos:


«La comision encargada de examinar -el
mensage de S. M. leido en la sesion de a6
de noviembre, despues de haber manifesta-
do en la primera parte del informa su dic-
tamen acerca de los desagradables sucesos
de Cadiz que lo motivaron, y consiguiente á
lo que tenia ofrecido; pasa en esta segunda á
indagar las causas de los males que en aquel
se anuncian; males que por desgracia se de-
jan ya sentir demasiado; y á proponer los re
medios que á su juicio podrian aplicarse, pa-
ra que sofocando aquellos al nacer, se con-


45
serven tan ilesas las prerogativas constitu-
cionales del trono, como las libertades pú-
blicas , y se consolide de un modo estable
nuestra Constitucion, ídolo .


de todos los
verdaderos españoles , y la sola que podrá
llevarlos á la prosperidad á que por tantos
títulos se han hecho acreedores.


La comision entiende que si bien pue-
den provenir en gran parte los desórdenes
que se esperimentan de la conducta de los
gobernados , tambien pueden tener algun
lugar en ellos la de los agentes principales
del gobierno, esto es, la de los ministros de
S. M. ; y entrará, aunque con dolor, en es-
ta desagradable averignacion , por exigirlo
asi el mismo espediente de Cadiz y Sevilla,
los acontecimientos públicos que tienen
en espectacion á los verdaderos amantes de
la patria, y la confianza que el Rey dispen-
sa á las Cortes en su citado mensage.


Examinando este punto en su origen,
encuentra la comision ,que las circunstan-
cias en que los mas (le los actuales minis-
tros entraron al desempeño de sus impor-
tantes funciones, no fueron las mas á pro-
pósito para poder adquiriese la confianza
pública. Planes subversivos de que públi-
camente se instruyó á las. Cortes en sesion




46
de 2 o de marzo; conspiraciones de varias
clases contra el sistema constitucional, y
partidas de facciosos que casi simultánea-.
mente aparecieron en varios puntos de la
monarquia , Inician harto dificiles los pri-
meros ensayos del ministerio: y los patrio-
tas que contemplaban en todos estos mo-
vimientos amenazada la existencia del sis-
tema constitucional, llenos de la agitacion
,que es natural en semejantes coyunturas,
no apartaban su vista perspicaz de las ope-
raciones del ministerio, esperando que pues
tenian reunidos bastantes datos que mani-
festaban la calidad y estension de la con-
juracion , no podria menos de encontrar su
foco y las manos que la dirigian: la espec-
tacion pública fue frustrada por entonces;
perdióse el hilo de la trama , y esto pudo
contribuir á que aumentandose las
tules , no lograse el ministerio toda aquella
confianza pública que en sus primeros pa-
sos le era tan necesaria, y de que se ena-
genó despues con la separacion de algunos
de los jueces interinos de Madrid que en-
tendian en las cansas de conspiracion , á pe-
sar de que la voz pública aseguraba haber-
los consultado en primer lugar el consejo
de estado para la propiedad de sus plazas.


47
Este pequeño accidente que en otro caso
apenas ilamaria la atencion , es tal vez
uno de los motivos que mas poderosamen-
te han influido en el triste estado en que
yace la recta administracion de justicia ; por-
que los ;otees deben caer naturalmente en
el desaliento cuando ven que la carrera no
se abre,al que persigue con lavara de la
ley al delincuente, sino al que adula y se
prosterna ante el poder.


El espíritu público , agitado de recelos
y temerosorse manifestó bien á las claras en
el clamor general de todas las provincias,
pidiendo Cortes estraordinarias. La necesi-
dad que tuvieron entonces los representan-
tes de la nacion de interponer su peticion
al Rey para satisfacer los votos de los bue-
nos y las necesidades de la patria , debió
dar fundamento á las sospechas de que el
ministerio, ó no con ocia en toda su estcn-
sion los males que nos amenazaban , 6 que
sus insinuaciones para con el monarca no
tenian todo el caracter de imparcialidad,
ni todo el valor que es indispensable ten-
gan en los gobiernos constituidos.


Despues de estos sucesos la nacion re-
posaba tranquila 111 el dulce seno de la paz
y de las esperanzas, cuando el genio de la


qt




rfc
discordia , aprisionado por la vigilancia de
los españoles, redobló en agosto último
todos sus esfuerzos, y agitó despiadado las
pasiones, y sembró las desconfianzas, y se-
ñalaba con su dedo el triste cuadro de la
guerra civil , amargo fruto de los esfuer-
zos con que los enemigos, tanto domésticos
corno estrangeros , procuraban lanzarnos en
los horrores de la mas funesta anarquía.


Aterrados estos en sus primeros ensayos
por el pronunciamiento simultáneo y enérgi-
co de todas las clases del estado contra los
facciosos de Merino y de Salvati erra , por el
duro escarmiento que tuvieron, y por la
vigorosa ley de 25 de abril, llegaron á con-
vencerse de que no podian combatir abier-
tamente con los amigos de la Constitucion,
y prepararon otra clase . de ataque, que
aunque oscuro, era por lo mismo tanto mas
peligroso. Exaltar las pasiones, dividir los
animos, sembrar en todos;la desconfianza,
conducirnos así á la anarquía y á la oner-
ra civil provocar , si fuese posible uná
estrangera , Ira indudablemente el medio
mas eficaz para conseguir sus depravados
intentos. Algunos estrangeros vinieron tam-
bien á su socorro, y esparcieron en Madrid
y en otros pueblos planes subversivos de


4la Constituciori y orden
.
público, que no9


debieron ocultarse al ministerio.
Este conjunto de fatales circunstancias


debió servirle de norte para remediar el
mal en su origen , y evitar de este modo
otros mayores que habian necesariamente
de sucederles. Debió el ministerio calmar
las pasiones , unir los animos, y grangear-
se la opinion pública por una marcha flan-
ca y libre de toda sospecha ; mas por des-
gracia no sucedió asi.


La comision no cree necesario recordar
á las Cortes la influencia que en el estra-
vio de las opiniones pudieron tener por en-
tonces los (los nombramientos para el mi-
nisterio de la guerra , que tanto agitaron
los animos y que dieron nuevo pábulo á
los antiguos temores, y á la general des,
confianza. Pero ¡ cuánto no se aumentaron
aquellas , y hasta qué punto tan poco me-
ditado.. no llegó esta desconfianza ominosa
cuando ignorando los motivos en que pu-
do fundarse el ministerio , se enteró el pú-
blico de la circular que por la goherna-
cion de la península se remitió á los ge-
fes políticos, con ocasion de las próximas
elecciones para diputados á Cortes ! Esta
medida, inspirada acaso por un celo po-


TOMO XIII.
4




5o
co reflexivo , irritó y dividió los 'animos,
provocó pasiones violentas y encendió el
-resentimiento en un gran número de per-
sonas que con fundamento ó sin él creian
poder presentar titulos respetables á la gra-
titud nacional.


La comision DO por eso hace la apolo-la• de los principios exagerados., ni niegala' existencia de quien los profese. Cualquier
estremo es un vicio; y tan ridiculo seria
suponer en una nacion de doce millones de
habitantes que nadie llevaba á un estremo
sir pasion por la libertad, como pretender
que no haya quien ame el despotismo. Es
preciso cine haya fanaticos por uno y otro
estremo, que haya quejosos, resentidos, ig-
fierantes , ilusos ; pero la ciencia del go-
bierno en estas circunstancias exigia que no


presentase nunca un punto de reuniontodas estas clases; y los sucesos que han
dado metivo al presente informe , clan al-
gun derecho á la comision para creer que
en.e'sta ocasion no tuvo el ministerio toda
la prevision conveniente.


Coincidieron por desgracia con estas
Ocurrencias las de la provincia de Aragon.
La ley fundamental concede al Rey la pro-
vilion y remocion de los empleados civi-


r.
les y militares; pero el ministerio debe usar
de, esta facultad, corno de todas las demas
que ejerce en nombre del monarca , con
el tino y discrecion que caracterizan los
actos de un buen gobierno. La coinciden-
cia de la rernocion de aquel comandante
general con el arresto de los emisarios fran-
ceses en Aragon y en Valencia, y con la
causa de Villamor y otros incidentes, hi-
cieron sospechar á todos que tenían el mis-
mo origen. El silencio tan incomprensible
del gobierno en esta ocasion hizo temer á
unos el verse calumniados en la opinion
pública ; como creian haberlo sido una de
las personas mas dignas de la gratitud


.na-
cional: hizo sospechar á otros que el ata-
que no era á las personas , sino á las co-
sas; y convenció á todos de que el minis-
terio con su ostmado silencio habia co-
metido una falta de gravisima trascen-
dencia.


Tal era el estado de la opinion cuando
la sesion de r q de octubre aumentó el des-
crédito de los m i nistros. El gobierno ne-
cesitaba que se le autorizase para mante-
ner sobre -las armas algunos cuerpos de
milicias que debian reforzar los cordones
de sanidad. La naturaleza de esta peticion




52
no admitia seguramente la negativa de las
Cortes , que hubieran cargado en tal caso
con la responsabilidad de la propagacion
del contagio que afligia á la industriosa Ca-
taluña y á otros puntos del mediodia de
la península. Algunos diputados quisieron
enterarse con esta ocasion de los medios
empleados por el gobierno para llevar á
debido efecto el decreto del reemplazo,
de los recursos con que podia contar para
atenderá estos nuevos gastos : los ministros
sin embargo se desentendieron de todo : elu-
dieron las cuestiones, y aseguraron que
habia medios para acudir á estos gastos es-
traordinarios , cuando los ordinarios estaban
notoriamente desatendidos.


Al llegar aqui no puede la comision de-
jar de ofrecer á la meditacion de las Cortes
dos observaciones por la íntima conexion
que tienen con el objeto principal de este
informe.


1 .11 Las Cortes decretaron en la legisla-
tura pasada medios abundantisimos para cu-
brir los presupuestos; y sin haber hecho el
uso que se debia de estos medios, por im-
pericia ó por lo que se quiera, la penuria
del erario ha llegado al estremo escanda-
loso de desateuderse las obligaciones mas


53
sagradas, y hasta la consignacion de S M.


2.a Las Cortes decretaron tainbien un
sistema de impuestos y de administracion
que no se ha J'evado á efecto, ofreciendo el
fenómeno singular de que la resistencia ha
nacido mas bien de parte de los empleados
que de los contribuyentes.


La serie de los sucesos que ha enu-
merado brevemente la comision , y Otros
acaso que ignora, han enervado casi del to-
do la fuerza moral del ministerio. Cualquie-
ra que sea el origen , el resultado es in-
dudable.


Se han visto empleados civiles, cuerpos
militares , autoridades locales pidiendo la
deposicion del ministerio. Varian en el mo-
do , pero la alarma ha sido general : de las
esposiciones poco respetuosas se ha pasado
á las amenazas , y de estas á una inesperada
desobediencia que la comision quisiera po-
der borrar con su silencio de la historia de
unos pueblos que tanto han hecho por la
patria , y á cuyo heroismo debemos en gran
parte la gloria.


inmarcesible y la dulce liber-
' tad porque suspirahamos. Pero ci resultado,


señor , es que nos vernos con autoridades
que desobedecen al gobierno , y que el mi-
nisterio no ha hallado otro recurso , si ha




54
de salvarse la nave del estado, que ofrecer á
las Cortes en los sucesos de Cadiz y Sevilla
un nuevo testimonio de los ostáculos que
encuentran sus medidas en la opinion es-
traviada de muchos de los gobernados.


La comision sin embargo distingue los
tiempos, distingue las personas , distingue
los negocios. Ni todos los ministros han
tenido igual parte en estos sucesos, ni todos
cuentan igual fecha en sus destinos ; pero
las Cortes por otra parte no deben permi-
tir se confundan maliciosamente ó por es-
travio la autoridad constitucional del Rey,
que es una, indivisible é independiente, con
las de las personas que estienden las órde-
nes en su nombre. Creer que las providen-
cias que emanan del trono, cambian bajo
ningun aspecto de naturaleza por los nom-
bres de los que las firman; seria trastornar
todas las ideas del sistema representativo.


La conducta misteriosa del ministerio, el
estado de la hacienda pública, la general
desconfianza , los esfuerzos de los descon-
tentos y la ambicion de algunos debieron
influir necesariamente en el desarrollo de las
pasiones que bajo mil especiosos pretestos
han conducido á la nacion al triste estado
en que la comision la considera , y en el


55
que ha creido debía presentarla á las Cortes.


Los abusos que con mengua del nombre
español se repiten con demasiada frecuen-
cia, son de tal naturaleza que seria un cri-
men ó al menos una debilidad imperdona,
ble el que la comision tratase de ocultarlos,
ci pretendiese disminuir en lo mas
su perniciosa influencia.


. Hombres ambiciosos de poca ó ningu-
na reputacion que no pueden existir ni fi-
gurar sino en el desorden , parece que apti-.
ran todos sus esfuerzos para lanzar al pue-
blo. incanto en los horrores de la licencia
y de la feroz anarquia. Son pocos, es ver-
dad , y no podian ser muchos entre espa-
ñoles leales y sensatos; pero por desgracia.
han sido los bastantes para causar conmo-
ciones y tumultos populares , no solo en al-
gunas provincias, sino aun en la capital de
la monarquia ; y han tenido la audacia de
interiOr que se reputase la voluntad de un
determinado número de personas por la
voluntad del pueblo, á pesar de faltarle
las formas que la Constitucion requiere, y
abusando asi del derecho de peticion que
esta tan justamente dispensa.


De este mal ha provenido otro de no
menos gravedad á saber a Verse forzadas




56
las autoridades locales y provinciales á reu-
nirse en juntas que, /a Constitucion desco-
noce, enagenando debilmente y con desdo-
ro de sus empleos y personas las faculta-
des que esta les señala. Se han visto jun-
tas de esta clase, á que han asistido gefes
de cuerpos militares , de milicias locales, y
hasta prelados regulares, y personas que se
atreven á llamarse delegados del pueblo,
cuando la Constitucion no conoce otros que
los diputados á Cortes.


La libertad de la imprenta, principal ba-
luarte de la nacional , es en cierto modo
profanada por el abuso escandaloso que se
ha hecho de ella, especialmente en es-
tos últimos Bias. No se ha respetado ni el
honor ni el decoro de las personas, y se han
proclamado doctrinas subversivas y sedicio-
sas. Las Cortes estraordinarias de Cadiz y
las ordinarias de 1820 han procurado con
sus leyes y decretos remediar estos danos
que ordinariamente suelen acompañar á es-
ta libertad naciente ; pero como el mal si-
gue en aumento, no es dificil presumir que
las autoridades se han descuidado y descui-
dan en su exacto cumplimiento.


Tales son los males que sentimos , tal
el triste Wad» en ene la comision se 14


57
visto para haber de enumerarlos con la im-
parcialidad y firmeza que las Cortes apete-
cen, y á que ha procurado corresponder, si.
no cual. deseara , al menos cual se la -han
permitido el tiempo y las circunstancias.
Concluyendo pues la segunda parte de su
informe, opina que con presencia de lo que
en él queda manifestado, se dirija á S. £f.
un mensage en que espongan las .


Cortes:
1.° Cuan conveniente es para calmar los


temores y la desconfianza :pública, y para
dar al gobierno toda la fuerza que necesita,
que S. M. se digne hacer en su ministerio
la reforma que las circunstancias exigen im--
periosamente.


a.° Que si para remediar los males y
abusos referidos , S. M. creyese necesarias
algunas medidas legislativas, las Cortes es-
tan dispuestas á deliberar sobre los proyec-
tos de ley que la prudencia de S. M. les
proponga.»


Señalada para la discusion de este in-
forme la sesion del a3, se continuó en las
de los (has i4 y .15 , y en esta se aprobé>
al fin cl dictamen de la comision modifi
cado en los terminos siguientes:


»Que con presencia de lo espuesto por
la comision en su informe se dirija á S. M.




58
un mensage esnoniendo, que las Cortes con-
sideran que el actual ministerio no tiene
la fuerza moral necesaria para dirigir fe-
lizmente el gobierno de la nacion, y sos-
tener y hacer respetar la dignidad y pre-
rogativas del trono; por lo cual esperan las
Cortes y ruegan á S. M. que en uso Je sus
facultades se dignará tomar las providen-
cias que tan imperiosamente exige la situa-
cion del estado.»


Las Cortes en consecuencia dirijieron al
Rey con fecha de 113 de diciembre el siguien- -
te mensage:


. «Señor : las Cortes extraordinarias , al
tornar en consideracion el mensage de V. M.
de-25 de noviembre ultimo , y los docu-
mentos que con este motivo les han pasa-
do los secretarios del despacho sobre. las.
ocurrencias de Cadiz y Sevilla , no deseo-,
nocieron que si bien estos males eran un
triste efecto del error, del estra vio ó de la
debilidad de algunas autoridades de aque-
llas dos provincias, habían sin duda contri-
buido á prepararles otras causas que exi-
gian tambien algun remedio para evitar, que
se repitiese el daño y afianzar mejor el or-
den publico. Pero viendo desobedecida la
autoridad real de V. M,, y puesto en olvi-


5g
do uno de los principios mas importantes
que consagra nuestra ley fundamental, cre-
yeron que ante todas cosas debian asegurar
la observancia de la Constitucion y la obe-
diencia al trono, y se complacen en recor-,
dar que V. M. se ha dignado manifestar-
les lo satisfecho que quedaba por el modo
con que llenaron estos objetos en su espo-
sicion de i3 del corriente.


Desempeñada su primera obligacion , las
Cortes se han considerado en la de exami-
nar despees las causas que pueden haher
influido en los males espresados en otros
que unidos con ellos exigen un remedio
pronto y radical, teniendo presente que V. M.
se dignó invitadas para que contribuyan á
consolidar del modo mas estable la Cons-
titucion de la monarquia , y cooperen á que
se conserven ilesas asi las prerogativas de la
corona, como las libertades públicas: y ya
que por hallarse reunidos estraordinaria-
mente no han podido dar á este examen
toda la estension oportuna, ni pueden adop-
tar otras providencias, los: representantes
de la nacion van á corresponder de nuevo.
á la augusta confianza de V. M., manifes-
tandole con la franqueza que deben el re-
sultado de sus ubserVaciQues, para que el




Go
paternal amor de V. M. se sirva proveer á
las necesidades de la patria.


Los desórdenes que se esperimentan, di-
manan principalmente de la conducta de
algunos de los gobernados; pero las Cor-
tes no pueden menos de creer que la de
los ministros de V. M. ha tenido tambien
alguna parte en aquellos, aunque sea de
una manera involuntaria é inculpable. No
censurarán actos del gobierno, que ni les
toca examinar ahora, ni les son bien co-
nocidos; fundan su juicio únicamente en
los resultados notorios, en el efecto que han
surtido en la opinion pública,'y con arre-
glo á ellos entienden que el desacierto ó la
desgracia del ministerio le ha atraido la des-
confianza de gran parte de los españoles.


La espectacion pública, frustrada en
cuanto al descubrimiento de conspiraciones
que fundadamente se creian , los manejos
de agentes estrangeros que maquinaban con-
tra la libertad y el trono , las quejas sobre
la administracion de justicia , el deplorable
estado de la hacienda, la incertidumbre so-
bre los negocios de ultramar, todo tenia en
inquietud los ánimos, cuando providencias
poco meditadas ó mal entendidas, inciden-
tes desgraciados que V. M. no ignora , vi-


6 r
vieron á aumentar las sospechas, á irritar
las pasiones, y á encender la discordia en-.
tre una porcion de ciudadanos.


Diáse entonces á unos motivo para te-
mer. , y pretesto á otros para alarmar y pa-
ra zaherir al gobierno. Entonces se ha vis-
to á personas de todas clases pedir á Y. 111.
la separacion del ministerio, y de las pe-
ticiones pasar al desacato, y de este á una
inesperada desobediencia. Entonces se ha
visto á gentes incautas buscar la libertad
en los tumultos, y aprovecharse de estas
circunstancias la anarquía para levantar su
cabeza abominable. Unos pocos hombres
turbulentos ó ambiciosos han abusado de
la sencillez de algunos pueblos para preci-
pitarlos en la licencia , y ciudadanos
cíficos y respetables han sido amenazados
y oprimidos, y varias autoridades han te-
nido que ceder á las facciones,y los prin-
cipios conservadores de la verdadera liber-
tad y del orden público se han visto deseo-
nocidos ó escandalosamente profanados.


Entretanto , V. M. sabe hasta qué pun-
to han llegado últimamente los escesos de
la facultad de hablar y de escribir, por los
que sin duda no tratan sino de haeerla odio-
sa , y no podrá menos de inferir con las




Cortes que no se han cumplido bien las le-
yes en esta parte por los encargados de. eje-
entallas ó aplicarlas.


El ministerio de V. M. no ha alcanzado
á reprimir estos males, como lo demuestra
el que existan, y lo confirma hasta el íd..
timo grado de evidencia el mismo mensa-
ge, en que V. M. se ha servido buscar la
coopetacion de las Cortes. El hecho es in-
dudable, cualquiera que sea su causa. Las
Cortes carecen de motivo para dudar de las
buenas intenciones de los ministros , y co-
nocen que no todos tienen igual parte en las
quejas ; pero á veces no bastan los buenos
deseos ni los talentos y virtudes para lograr
e] acierto, ni basta á veces acertar para con-
ciliarse la . opinion , sin la cual es imposi-
ble gobernar á un pueblo libre.


El estado de la nacion , en que á vuel-
tas de los desórdenes indicados alzan de
nuevo la frente los enemigos de la Consti-
tucion y de V. M. , exige un ministerio vi-
goroso, que inspirando á todos la mayor
confianza por su saber y zelo , por su pa-
triotismo y adhesion á las libertades públi-
cas , auxilie á V. M. para templar las pa-
siones, reunir los ánimos, rectificar las opi-
niones estraviadas , reprimir la licencia. y


6.3
afirmar el imperio de las leyes. Lo exige
tambien muy.


.principalmente la autoridad
misma del trono, que por un error muy
lamentable suele confundirse con las per-
sonas que comunican sus mandatos ; y las
Cortes, para quienes la gloria de V. M. y
el esplendor de su corona son objetos
tan preciosos como la libertad y el bien "
-del pueblo heroyco que representan , Cree-
ajan faltar á sus deberes si no manifestasen
á V. M. que se hallan íntimamente persua-
didas de que el actual ministerio no tie-
ne la fuerza moral necesaria para dirigir fe-
lizmente el gobierno de la nacion , y sos-
tener y hacer respetar la dignidad y pre-
rogativas del trono.


Animado pues el congreso nacional de
la confianza que le inspira la feliz disposi-
ción que siempre ha hallado en vuestro real.
animo, espera y ruega a V. M. con el ma-
yor encarecimiento, píe en uso de sus fa-
cultades se digne tomar las providencias que
tan imperiosamente reclama la situacion del
estado ; prometiéndose que V. M. recono-
cerá la pureza de los deseos que dictan es-
ta reverente esposicion , y no dudará de que
las Cortes estan siempre dispuestas á co-•
-operar con su Rey para cuanto conduzca á
la prosperidad de la monaruia."




64
Y habiendo sido presentado por la co-


mision nombrada al efecto, S. M. respondió:
«Que considerando la gravedad del asun-


to , le examinaria con toda detencion."
lié aqui el éxito de estas memorables


sesiones.
Mucho sentimos que los estrechos lími-


/es á que necesariamente debe ceñirse este
artículo, no nos permitan analizar y comen-
tar todos los discursos que en ellas se han
pronunciado, y entrar en el fondo mismo
de las cuestiones que se han ventilado, la
mayor parte de las cuales han quedado sin
resolver ; porque las Cortes con su acostum-
brada prudencia han prescindido y debido
prescindir de las interminables disputas en
que los oradores y los ministros se han em-
peñado acriminando aquellos y defendien-
do estos una multitud de hechos y provi-
dencias sobre cada una de las cuales se pu-
diera formar un voluminoso espediente. Las
Cortes no han querido entrar en tantos por-
menores y se han limitado juiciosamente al
hecho incontestable de que el ministerio no
tenia la fuerza moral necesaria para sostener
y hacer respetar la dignidad y prerogati-
vas del trono. Las Cortes no han dicho
aunque han oido largamente á sus acusa-


dores, si el ministerio labia perdido esta
fuerza moral por infracciones positivas dé
'Constitucion ó de ley, por sim2les errores


involu ntarias faltas, por desgraciadas
ocurrencias independientes de la conducta
y voluntad de los ministros, ó tal vez por
el encarnizamiento con que cierta porcion
de gentes los han estado desacreditando y des-
pedazando por espacio de tres meses en escri-
tos particulares y en impresos, en discur-
sos , en conversaciones y por todos los me-
dios iniaginables. Asi los periodistas que los
han denigrado y perseguido con tanto en-
cono, y que creen haber conseguido un
gran triunfo, nada han ganado realmente
por la declaracion de las Cortes; porque
estas se han guardado muy bien de decir
si durante la contienda han tenido razon
los que han procurado sostener la fuerza
moral del gobierno , ó los que tanto han
trabajado para quitarsela. Esto ya lo han
conseguido; y ¡ quiera Dios que sea para
bien , y no .para empeorar la suerte de
la nacion.!


A nosotros nos hasta que los principios
hayan triunfado : las personas, como tan-
tas veces hemos repetido , nos son com-.
pletamente indiferentes. Estos ministros no


TOMO XIII. 5




nos han hechb ni bien ni mal, y asi he-
mos hablado, hablamos y hablarémos siern,
pre de ellos con la mas completa imparcia-
lidad. Nuestros •lectores se acordarán de
que cuando se nos acusaba de ininisteria-


- les hemos respondido , y era nimba ver-
dad, que nosotros no defendiarnos las per-
sonas físicas de los ministros, sino la mo-
ral del poder .ejecutivo : que nos era ab-
solutamente indiferente que aquellos se lla-
masen Pedro , Juan y Diego , 6 José, Ma-
nuel y Antonio ; que si de la remocion de


miniaros dependia la tranquilidad pú-
blica y el 'bien estar de los ciudadanos,
nosotros seriamos los primeros á aconsejarles
que por a mor á la paz abandonasen sus sillas;
y que si se nos aseguraba que con la caida del


!ministerio cesarian los males, no se turbaria
el orden y las personas y vidas delos indi-
viduos s- rian respetadas y protegidas, no-
sotros nos ofreciamos á poner la firma en
cuantas representaciones se dirigiesen' al
Rey pidiendo su separacion. ¡Ojalá que si
se verifica , se, logre asi dar al gobierno la


fuerza moral que necesita para dirigir fe le-lizmente la nacion y hacer respetar
trono.


Entretanto nosotros quedamos ufanos


con la solemne declaracion que ¡as Cortes
han hecho de los grandes principios en que
estriban los gobiernos representativos; y
con la sancion .que han recibido nuestras
doctrinas en el congreso nacional. En este,
como se ha visto , se ha proclamado y re-
conocido lo• siguiente : «Las Cortes no de-
ben permitir se confunda maliciosamente á
por estravio la autoridad constitucional del
Rey, que es Tina, indivisible é independien-
te, con la de las personas que estienden las
órdenes en sil. nombre. Creer que las pro-


, videncias que emanan del trono cambian
de naturaleza, bajo ningun aspecto , por
¿os nombres de los que las firman, seria
trastornar todas las ideas del sistema re-
presentativo. Los abusos que con men-
gua del . nombre español se repiten- con
demasiada frecuencia,. son de tal natura-
leza , que seria un crimen, ó al menos
una debilidad imperdonable, el que la co-
mision tratase de ocultarlos á pretendiese
disminuir en lo imas mínimo su perniciosa
influencia. Hombres ambiciosos, de poca á
ninguna reputacion , que no pueden exis-
tir ni figurar sino en el desorden , parece
que apuran todos sus efter:os para lanzar
al pueblo incaute en los horrores de la ¡icen-


Ji




Q68
,:eía y-de la ,firoz,anarquia. !Son pocó.s„
'Iverclad, -y no podian ser Tnuehos entre es-
,,
paii-oles leales y -sensatos; pero por ,desgra-
,cia hata sido los hastantes para cansar ,con-.
mocioizes .tuntultás populares, no solo en .al-
lunas :provincias., .sino en la :capital .de la


dflonarquicv; y han tenido la audacia de
in-


tentar quese reputase 'voluntad de .un
;terminado .7u:1~m de personas por la ,volun-
d-ad .del pueblo., á pesar de faltarle las for-


,que la Constitucion requiere., y abu-


nsando .asi ,del .derecho
.peticion qu.c esta


tan justamente dispensa. De este mal ha
,,provenido oro de no menos gravedad, á
;saber , -el verse forzadas las autoridades lo-.
.ezeles , 7 pr.orinciales 1.3 reunirse en


juntaslque
la .Constitueion desconoce,


enagcnando de-
bilmonte y con desdoro de sus empleos y
personas las facultades que esta les se:aa-
la. -Se han visto juntas de esta clase á ,que
lan asistido geles de cuerpos militares, de


Tilicias locales:, y hasta prelados regulares
y perso-nas que se atreven á llamarse zlek-
liados del pueblo, -cuando la Constitucion
.conoce otros que los diputados á Cortes. La
libertad de la imprenta , principal baluarte
de la nacional, es en cierto modo profa
-nada por el abuso escandaloso que se ha


hecho• de erra:, especialmente en.
estós


15~9 días.. No• se ha respetado . ni el, honor-
ni: el decoro de las personas,.yise han.
clamado doctrinas' sediciósay y subsTersii,ay..


Cotéjense- estos, párrafOs del informe de
a comision eon cuanto, kia. estado diciendo,
el Censor por espacio , de tres meses s.. y di-,
ga todo hombre de buena fe si ha senta,
do una sola proposicion cuya verdad no ha-
ya sido reconocida por- el. congreso. na,
cionaL




70


Vuelta al articulo 172 de la Constítuciaff-


Está visto , amadisimos lectores, que
aqui no sirve de nada explicarse por me-
dio de indirectas ni de sentidos figurados,
sino que es preciso decir las cosas claras
con sus pelos y señales, de modo que..' na-
die le quede la mas ligera duda. En l nú-
mero 55 de nuestro gemanal periódico es-
pusinios en tono chancero y socarron loé
trabajllios que costaba ef-cutniolimiento del
artículo 172 de la Constitucion; y aunque
ya debiéramos habernos convencido por una
larga esperiencia de que es inutil clamar
porque aquella se ejecute ni en todo ni
en parte, siempre que su ejecucion exija
algo mas que canciones y fruslerias , to-
davia esperahamos que estando tan circuns-
tanciado el suceso á que haciamos alusion,
hubiese producido algun efecto, cual se-
ria el de redimir la atroz injusticia que se
está cometiendo con un ciudadano bene-
mérito á quien se le ha despojado de su
propiedad con la misma serenidad que hu-
bieran podido. hacerlo en Argel ó en Ma-


Tuecos. Por tanto, sin perítticks de acudir
á su debido tiempo á las Cortes ordina-
rias á pedir la responsabilidad contra quien
resulte ealpahle, nos ruega el interesado.
que contemos el pasage liso y llano sin
rodeos ni anfibolog, ias , asi para ver si por
este medio logra que se le administre jus.7
ticia, como para evitar cm se repitan con
otros las mismas faltas de religiosidad.


Es el caso que don Simon de Iturral-
de , vecino y del comercio de San Sebas-
tian de Guipúzcoa, despachó un bergantín
propio suyo , llamado Jacinta, con carga
para Puerto-Cabello en el año de 18'16:
Parecióles muy velero y muy lirnio á /Os
señores ministros de ja marina real ; y sin
encomendarse á Dios ni al diablo , ni pre-
ceder mas contrata ni conformidad con el
dueño ó con sus consignatarios, lo man-
dan descargar y arruar en guerra , señalán-
dole 4o pesos diarios de fieles. Conforma-
ronse estos últimos con esta providencia,
.4 pesar de los graves perjuicios que se ie
seguían al dueño, ya porque no tenian nin-
gun arbitrio para evitarla, y ya porque tra-
tándose del servicio y utilidad pública ni
debian ni querian mostrar la/ritenor.Opó-
sicion. Almacenóse la carga delhuque




72
este fue destinado á los servicios que exigiá
la situacion de aquellas costas, juntamen-
te con otros que formaban una especie de
escuadrilla llamada española. Ya sospecharán
los discretos lectores que aquello de los 4o
pesos de fletes se quedaria en pura con-
versacion y nada mas; porque en efecto ni
tales pesos ni tales rnaravedises llegaron
jamas á pasar de prometidos. Ocurrió sin
embargo un incidente que prueba mas y
mas la buena fe con que entonces se ma-
nejaban estos negocios y fue que siendo
necesario conducir viveres á la isla de Mar-
garita , y queriendo aquel comandante po-
lítico y militar hacer corno que quería hacer
justicia rigorosa á Lo menos por aquella vez,
mandó que se sortease entre todos los bu-
ques del puerto los tres que debian salir
para aquella espedicion. Verificóse el sor-
teo, y viendo que no le 'labia tocado al
bergantin Jacinto , se anuló el acto y se
mandó sortear de -nuevo ; mas no tocan-
dole tampoco , se le mandó salir por fuer-
ca, á pesar de todas las reclamaciones, re-
servando para mejor ocasion aquello de la
justicia.


Asi se pasó todo el año de x6 y gran
parte del 17 ,hasta que viendo los seño-


73
ves ministros reales que el barquito desem-
peñaba muy bien su obligacion, y que iba
subiendo la cuenta (le los fletes, determi-
naron un dia redimir de esta terrible ve-
jacion al real erario cargando, como se sue,-
le decir, con el santo y la limosna , y des-
pojando de su propiedad al referido Itur-
ralde. En efecto , lo tasaron como se ta-
sa una cosa que se encuentra en des-
poblado, dandole por todo pago una cer-
tificacion en que constaba que se le debia
el importe del buque y los fletes, para que
acudiese á cobrar donde Dios le diese á
entender Figurese cualquiera cómo se que-
daría el dueño de la alhaja con esta gen-
til resolucian , y cuántos serian los pasos
y diligencias que practicase para cobrar el
importe de ella. Tuvo que acudir á Ma-
drid y tocar todos los resortes que se to-
can en semejantes casos; pero no pudo con-
seguir nada, sino perder un año entero,
que dice que emplearon en pedir infor-
mes aqui y acullá, no tanto para averi-
guar la certeza de los hechos , cuanto pa-
ra tapar la boca á quien no se le podía re-
husar la justicia. Llegaron por fin estos y
confirmaron lo mismo que se habia espues-
tia en la solicitud , con lo cual decretó el


((




74
ministro que propusiese el interesado los
medios de poder ser satisfecho de su crédito.


Al ver este decr,to Iturralde .empezó
creer que en efecto se deseaba sastifacerle,
y propuso cobrarse de los derechos • que
adeudasen dos casas que él designó en la
Guayra y en Puerto-Cabello; pero el- señor
.ministro de aquel tiempo no quiso conce-
der mas que una, con cuya resolucion tuvo
que darse por bien servido el interesado.
Comunicaronse las órdenes. por el ministe-
rio con gran formalidad , y 'cual quiera hu-
biera creido que ya entonces iba de veras
el pago; pero nada menos que eso. La casa
que se le designaba en la real orden , estaba
ya recargada con otra porcion de obliga-
ciones de fecha mas antigua , y despues de
liquidadas cuentas resultaba que no podia
recibir el apoderado de Iturralde mas que
unas dos pesetas cada semana. Afligido el
infeliz con esta nueva burla, vuelve á acu-
dir á S. M. pidiendo que se le devuelva su
barco en cualquiera estado en que se halle,
y que lo denlas se le abonará cuando y dei
modo que se pueda en lo sucesivo. 'Pidie-
xonse nuevos informes, que vinieron igual-
mente favorables que los anteriores; y S. M.
se dignó acceder rotundamente á la solici--


c


tud. Cornunicaronse órdenes redondas
75


á
Puerto-Cabello, y en Puerto-Cabello dije-
ron redondamente que no entregaban el
barco , porque alli hacia muy buen servi-
cio ; y que supuesto que se le habla dado
en cambio una certificacion con una por-
cion de faunas , no tenia el interesado por
qué quejarse. •


En estas y las otras se proclamó nueva-
mente en España la Constitucion de Cadiz,
y con ella renacieron en Iturralde y en
otros muchos las mas lisonjeras esperanzas.
Acudió inmediatamente con nueva solici-
tud acompañada de todos los documentos;
pero ya se ve, era mucho,.mas facil y menos
incómodo que el leerlos , .pedir nuevos in-
formes , durante los cuales se toma tiempo
para respirar, y cualquiera se persuade de
que se le está haciendo justicia. No la con-
siguió -por entonces el esponente á causa
de no estar autorizado el señor ministro
para lo que es pagar , sino para recibir ó
tomar de los particulares lo que fuese ne-
cesario • á la nacion; por lo que se vió pre-
cisado á acudir á las Cortes ordinarias en
la legislatura de marzo de este mismo pre-
sente año.


Dignaronse las Cortes remitir la solici-




76
•ud al gobierno; mas como entonces se aaaa.aa
baba de nombrar un nuevo,. ministro, era
indispensable 'pedir nuevos informes, y se
pidieron en efecto sin la menor dificultad..
Estando estos pendientes todavia ocurrió
la inesperada casualidad de que arribase
el malhadado bergantin á Cadiz escoltan,
do á la fragata Pronta; y a no temer que
nos echasen en cara una disparatadisima
figura retórica, diríamos que se }labia «pa-
recido reclamando á su verdadero dueño.
No dilató este ni minutos hacer presente
al gobierno esta feliz coyuntura, pidiendo-
que se le restituyese sin tardanza , ó que- á:
lo menos no saliese de Cadiz hasta que bien
informado S. M. de la justicia de la recia-
macion , se dignase resolver lo que no se
podia eludir sin una visible infraccion de
la Constitucion, y sin hollar abiertamente
la justicia.


Acudese para ello al ministerio de ma-
rina ; pero este que hubiera despachado
setecientas órdenes si con ellas hubiese sos-
pechado que podia adquirir un falucho mas
para la marina nacional , 'contestó que no
tenia faculiádes para espedir la que tan jus-
tamente SéreOlainaba, y que era indispen-
sable qué: -pbr la secretaría de hacienda .se


..•


77
le zawatunicaseerden de S. M. para el efec-
to. Mas entretanto , sin pérdida de correo
despachaba y repetia órdenes á Cadiz para
que -cuanto antes se echase fuera el bergan-
tin jacinta: tanto era el celo del senior mi-
nistro porque eontiuuale la nacion siendo
poseedora. de buena fe de lo que .no era
suyo. Siguióse la instancia por hacienda, y
al cabe de unos echo -meses . de contínua
solicitud y de repetidos memoriales, no
ha podido conseguir Iturralde otra deter-
minacion que la siguiente :— «Escelentisimo
senior:—El Rey ; en vista de lo que V. E.
manifestó en su oficio de 3e de agosto
último, con motivo de la representacion
de don Simon Iturralde, vecino y del co-
mercio de San Sebastian , solicitando la
devolucion del bergantin de su propiedad,
nombrado Tactuta , y el reintegro de •1u
valor, se ha servido resolver sobre lo pri-
mero , que vuelva dicho buque al aposta-
dero de la Habana escoltando los denlas
que se hallan prontos á regresar á aquel
destino en donde hace falta , segun ha re-
presentado aquel comandante general de


interesado espere para ,Ii., 41:gerW„,
e lo


marina, y en cuanto á
• 11.4Iilyi" que el


qmite deberael .•• e aatarnam nto.:1ue r


, e
1 ..:-Y.a• ---, 6


•-a-


i.:-.- ,


la




78
determinacion general que den las Cortes so-
bre el modo y forma de satisfacerse los di-
versos créditos procedentes de América.
Lo que de real orden comunico á V. F. pa-
ra su inteligencia y efectos correspondien-
tes en el ministerio de su cargo. Dios ect.
Palacio z4 de setiembre de 182x.— Señor
secretario del despacho de marina."


Salo le faltaba á este sine:Idar oficio el
que se hubiese terminado con las palabras
de viva la Constitucion , porque entonces
hubiera resaltado mas el contraste que .for-
lila la frase de espere el interesado con 'la de
determinen las Cortes. Las Cortes desde que
aprobaron el proyecto de Constitucion que
se les presentó el año doce , tienen deter-
minado que á nadie se le despoje de su
propiedad ni se le turbe en el uso y apro-
vechamiento de ella ; Y que si en algun tiem-
pofuere necesario para un objeto de conoci,
da utilidad coman tomar la propiedad de
un particular, no pueda hacerse sin que al
mismo tiempo sea indemnizado , y se le dé
el buen cambio á bien vista de hombres bue-
nos. Creeria acaso el señor ministro que
un oficio dictado con mal humor es un
cambio equivalente á la -pérdida de un ber-
gantin y de muchos miles de pesos que


79
se le han arrebatado á su dueño Pues,
señores ministros y no ministros, dejemo-
nos de cuentos , que mientras solo se invo-
que el tiesto de la Constitucion para sacar
el dinero y los frutos de los particulares, y
nunca para devolverles lo que se les hubiese
tomado injustamente , los pueblos no cree-
rán haber conseguido otra cosa que variar
la nomenclatura de sus instituciones. Ca-
da caso de estos que se repite , aleja una
multitud de animos , si no forma otros
tantos enemigos del régimen actual ; asi
como por el contrario una providencia jus-
ta., aprovechada con oportunidad, conven/
ce á los dudosos y deja sin respuesta á' los
mal intencionados. ¡ Quiera Dios que no
sean del todo Mutiles nuestros continuos
clamores, y que el cumplimiento de los
artículos de la Constitucion no se quede
siempre en esperanzas!




ANUNCIOS.


86~5~1~101~


EL CF'ZSOP— —19
So


Las cartas del .Madrileíío , sacadas de
este periódico. Un tomo en 8.° rnarquilla,
Se hallarán en las librerías donde se despa-
cha el Censor, á ro rs. ,vellon.


El Principe , de Pvicolas Maquiavelo, tra-
ducido del* toscano al espaiiol. Un tomo en
8.0. Se hallará en esta corte en las li-
brerías de Paz y viuda de Alonso y Auto-
ran , enfrente de san Felipe el Real , y en
la de don Joaquin Sojo, calle de Carretas,


diez rs. vellon.


PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO


N.° 74.
S.A.BADO 29 DE DI= A1:311E DE I 8 21.


Pasages notables de un opúsculo intitulado:
Memoria sobre el estado actual de las


Américas , y medio de pacificarlas : es-
crita de orden del escelentisimo señor don
Ramon Lopez Pelegrin , secretario de
tado y del despacho de la gobernacion
de ultramar, y presentada á S. M. y
á las Cortes estraordinarias por el ciu-
dadano Miguel Cabrera de Nevares. —
216w/fui , imprenta. de Collado. 182r.


Las últimas y nada gratas noticias
publicadas en los periódicos diarios, re-
lativas á los últimos y.


decisivos aconteci-
mientos de nueva España, han despertado


TOMO xim 9




1.1


como de un letargo á cuantos miraban
con indiferencia la pérdida de las Amé-
ricas : 'la atencion pública se ha converti-
do hácia Jan intet'esan te cu estion , y es justo
y necesario que los escritores digan ya
con franqueza la verdad que ó han des-
conocido hasta ahora, ó no han creido pru-
dente revelar por no comprometerse. Estas
noticias ban llegado cuando el señor Ca-
brera acababa de publicar su memoria, y
han disipado todas las dudas, si es que al-
gimas habia sobre el único medio que hay
para terminar la guerra con las que fue-
ron nuestras colonias. Nosotros no cono-
cernos al señor Cabrera , ni él nos ha pe-
dido que hablemos 'de sa obrita en nues-
tro periódico, ni salirnos por garantes de su
verdad en la parte histórica ; pero habien-
dola leido por casualidad, nos ha parecido,
suponiendo ciertos los hechos, tan llena
de útiles aunque dolorosos desengaños, que
creeriatnos faltar á nuestra obligaoion si no
procurasemes dar á conocer un escrito el mas
reciente que se ha publicado sobre los ne-
gocios 'de América. Añadese que la opi-
nion del señor Cabrera sobre el caracter,
origen y estado de la insurreccion de ul-
tramar , y sobre los medios de terminar


83
la guerra , son tan conformes con lo que
en varias ocasiones hemos indicado en es-
te periódico, que en muchos puntos la es-
posicion histórica del señor Cabrera pare-
ce un documento .


justificativo de nuestras
indicaciones. *La unica diferencia consiste
en que el . señor Cabrera ha escrito en un
tiempo en que el estado de las cosas le
permite hablar con libertad ,.y nosotros es-
cribiamos cuando aun esplicandonos con
todas las salvas , protestas y precaucio-
nes imaginables, todavia se nos hubiera
acusado de enemigos de - la Constitucion
y de malos españoles, si hubicramos lle-
gado á decir en términos precisos varias
de las cosas que ahora dice el señor Ca-
brera. Ya nos atrevimos á dar á entender
algo ; pero ¡ desdichados de nosotros si
nos hubiesemos esplicado con .mas claridad!
Para que no se crea que somos de los que
profetizan los sucesos después de verifi-
cados, ó que nos alabamos falsamente de ha-
ber dicho hace ya cerca de un año lo que
ahora publica el señor Cabrera, resumiremos
&qui y repetiremos con- las mismas pala-
bras lo que en varios números tenemos
indicado mas ó menos estensamente sobre
la gran cuestion de las Américas , para




34
que el Lector pueda cotejar nuestras aser•
dones con las del señor Cabrera , y recá-
nocer su identidad; pero ante todas cosas
daremos el resumen de su memoria copian-
do sus pasages mas interesantes.


«Desde la tierra del fuego , dice el au-
tor, hasta los confines de los Estados-unidos
está ardiendo el continente americano en
guerras de muerte; pero no son los descen-
dientes de los Incas y de los Moteiumas los
que nos hacen la guerra : los hijos de los pro.
pios españoles son los que levantaron el grito
de la independencia, y los que gritan liber-
'tad y emancipación para ellos mismos, ca-
denas y _opresión para los indios, que son
los que pudieran alegar derechos para re-
cobrar la independencia que tes quitaron
Hernan Cortés y Pizarro. Lejos de que los
indios bagan la guerra á la España, son
tan mal tratados por los gobiernos revo-
lucionarios: de la América meridional, que
bastará para conocerlo , esponer sencilla-
mente algunos hechos.. Yo mismo he vis-
to en noviembre del año pasado entrar el
gobernador de. Buenos-ayres en la capital




con un gran número de indios pampas he-
chos cautivos en una escursion que aca-
baba de hacer por jisparte del sur con-


tra ellos. Yo vi aquellos infelices indios
á sus madres, sus mugeres y sus hijos en-
cerrados como rebaños de carneros en un
gran corralon , y ser distribuidos como es-
clavos á los militares que los habian he-
cho prisioneros. Alli medio muertos de sed
y de hambre imploraban con gestos la ca-
ridad de sus mismos verdugos los hom-
bres daban boqueadas de necesidad: los
hijuelos tiraban de los pechos secos y exhaus-
tos de las infelices madres que pedían agua
para ellos y• se la negaban : otros se me-
tian los dedos en /a boca y los chupaban
para engañar su hambre y su rabiosa sed.
Los hijos eran arrancados sin piedad de
los brazos de sus madres; y todos jun-
tos daban alaridos que quebrantaban Ios
corazones: los que eran de tina misma fa-
milia formaban grupos separados, se arro-
dillaban delante de sus verdugos y pedian
por señas que los llevasen juntos á una mis;
ma parte ; pero los criollos sin moverse
á compasion los separaban á golpes. Los
mismos tigres se hubieran enternecido, y
los criollos se divertian con aquellas esce-
nas inhumanas. Las mugeres fueron sepa-
radas de sus maridos , los hijos (le sus pa-
dres, los hombres robustos fueron coridu




86
cidos al presidio , y cargados de cadenas
arrastraban por las calles una existencia
que les era insoportable.


'»Este solo hecho prueba que los indios
no son los que nos hacen la guerra, sino
los criollos. E odio que estos profesan á
todo español es tan sincero que lo maman
con la leche. lie visto hijos que han de-
latado á sus padres s he visto un criollo pre•
sentarse delante de la junta representati-
va del pueblo pidiendo permiso para ma-
tar .á su padre por ser español he visto á
hijos hacer centinela al rededor del cadal-
so donde su padre era ejecutado. Los es-
pañoles estan en aquellos países mal mi-
rados , oprimidos , humillados; y es tal el
estado de abyeccion en que se los - tiene,
que no se permite que un español mon-
te á caballo( en un pais en que t¿vtlos le tie-
nen hasta los negros) sin obtener un per-
miso que el gobierno concede. por medio
de una contrihucion , y este - permiso no
es concedido á todos. No se Permite que
un español se case sin especial permiso
del gobierno , y este le concede solamen-
te cuando el español es rico y se casa con
bija del pais que sea pobre, y paga ademas
su dinero para legrar su licencia. En el


o7
Paraguay no se permítejamas que un espa-
ñol se case con rnuger blanca, sino con mu-
lata ó negra. No se permite que ningun
español tenga armas , rii siquiera- un sable
para su defensa , bajo pena de la vida. Ya
he visto perecer en un patíbulo á div
sos españoles á quienes se les ha encon-
trado en su ' casa una pistola , nn puñal
un fusil , que un deudor, un mal inten-
cionado ó un ingrato les había introduci-
do sin (p.'fe ellos lo supieran, hasta el mo-
mento de irles á registrar su casa para con-
ducirlos presos. Los negros de Africa, los.
mulatos y los zambos gozan en.


aquel pais
el derecho de ciudadania que se niega á.
los españoles .: yo he visto á un negro es-
clavo estando de centinela , da runa bofeta-
da á un español respetable para qiies'e qui-
tara el sombrero y gritase: «viva la patria
y mueran los sarracenos», que es el apo-
do que se da á los españoles. Yo he visto
en uno de los dias de revohicion en que
nadie estaba seguro ni en las calles ni en
su casa , dar un criollo un sablazo á un
español honrado y pacífico; porque no que-
ría dejarse robar unas botellas de bebida,
y ser arrestado en la carca pública el es-
pañol herido , acompañando Un parte del




88
alcalde de barrio en que decía que rerni
tia aquel preso á curarse á la carcel, por-
que al fin era español. Yo he visto espa-
ñoles venerables, de edad avanzada y en-
fermos , ser conducidos á empellones á. \ la
carcel pública , ger alli cargados de bar-
ras, ele grillos, porque no podian en el tér-
mino de veinte y cuatro horas aprontar
en dinero las contribuciones de ro, 12 y
i6 mil pesos que les exigian en el acto.
Yo he visto en tiempos tranquilos un al-
boroto suscitado por un soldado negro bor-
racho que salió de su guardia gritando que
los veinte y cuatro prisioneros españoles
que habia en su depósito se habian fuga-
do , lo cual era falso ; la tropa se puso so-
bre las armas, los criollos paysanos se ar-.
maron para saquear y degollar á todo ha-
bitante español ; el mismo intendente de
policia corria por las calles gritando: perros
godos, el que no se encierre dentro de su ca-
sa pena de la rzda,y al palo con él.» La for-
tuna de todos los españoles que éstabamos
este tia en Buenos-ayres,Ifue que esta su-
percheria armada de intento para robarnos
y matarnos, no pudo estar oculta sino dos
ó tres horas, porque el mismo borracho
descubrió la trama. Frustrado este proyec-


io en su mismo origen , concibió aquel go-
bierno otro no menos cruel y sanguinario,
que fue el de deshacerse de unos sesen-
ta oficiales españoles que estaban prisio-
neros en la ciudad de san Luis de la Pun-
ta. Fingió el gobernador de esta ciudad
que cinco de los principales prisioneros , es-
tando de visita en su casa, le babian in-
tentado matar : para esto, él mismo con
sus criados asesinó en su misma sala á aque-
llos cinco oficiales; y despues de esta atro-
cidad se asomó al balcon con su puñal te-
ñido en aquella sangre inocente, gritando
al pueblo que le habian querido asesinar
aquellos cinco perros godos ; pero su va-
lor le habia salvado. El pueblo lo cre-
yó , y todos dieron sobre los prisioneros que
andaban descuidados por las calles , y ase-
sinaron unos veinte y cinco del modo mas
inhumano , dandoles mil géneros de marti-
rios, y acabando con ellos á bayonetazos y
á palos, como á perros. Los que pudieron
salvarse de aquella bárbara carniceria , fue-
ron al diá siguiente metidos en un calabo-
zo subterráneo que no tenia mas respiracion
que una boca en el techo , la cual taparon
con una trampa de madera ; y Al cija siguien-
te todos ellos, en número de veinte y cita-


89,




go
tro, amanecieron ahogados. No satisfechos
toda v ia. de sangre estos can Ude; , intenta-
ron deshacer›e de igual modo de unos dos-
cientos oficiales españoles prisioneros, que
estaban en las Bruscas. A este efecto se comu-
nicó al oficial encargado de este &Osito
una orden , facultándole para que á la me-
nor sospecha que tuviese de ellos, los es-
terminase á todos. La humanidad se estre-
mece al recordar tos padecimientos de nues-
tros hermanos en las Bruscas. Alli están .
aquellos desdichados mil veces peor que los
cautivos cristianos en das regencias berbe-
riscas: con cualquier motivo se les encierra,,
se les carga de hierro, y se les azota con
la mayor inhumanidad por mano de un
negro.




,,No se crea que ellos (los criollos) abor-
recen solamente á los españoles ; su odio se
estiende á todos los europeos de cualquie-
ra nacion que ellos sean. ¡ Ah, qué engaña
da. está la Europa toda, si cree que hay en-
tre los criollos las virtudes de que ellos bla-
sonan en sus papeles públicos! Yo no es-
traño que muchos se llenen de entusiasmo
á favor de los americanos cuando les ven
hacer alarde de las virtudes civicas que
solo conocen por sus nombres; pero si las


vieran de cerca, su ilusion desapareceria , y
solo hallarían en vez de virtuosos republi-
canos unos monstruos cebados en toda cla-
se de crimenes. No hay en toda la Améri-
ca insurreccionada un hombre virtuoso de
aquellos que arrebatan la admiracion de
propios y •de estraños; no hay entre ellos
un general, ni, un estadista , ni un filósofo,
ni un publicista, ni un ingeniero, ni un
marino , ni un artillero, ni un rnatemáti-
,co , ni un pintor, ni un arquitecto de aque-
llos que se pueden llamar eminentes; pero
hay entre ellos el amor propio mas ciego
para despreciar á los hombres de mérito de
todo el mundo, y para creerse ellos supe-
riores á todos. El odio á la dominacion es-
pañola es la unica circunstancia que entre
ellos se necesita para ser buen patriota. Es-
ta pasa entre ellos por la virtud mas subli-
me , y ocupa el lugar de las domas virtu-
des que les son desconocidas. El que mas
se distingue entre ellos en el odio y en las
crueldades contra los españoles, ese es el
mejor general. El que sabe mejor armar un
lazo y preparar una intriga para ilevar,un
español al patíbulo y apoderarse de sus bie-
nes , ese es gel mejor jurisconsulto, el ma-
yor economista y el mas profundo ministro




9 2
de estado. El que despures de una batalla
sabe mutilar las orejas ó las partes natura-
les á los españoles que ha hecho prisione-
ros ; el que inventa chalecos de cuero re-
mojado y sabe amarrar á un español po-
niéndole al sol hasta que el cuero se enco-
je y le ahoga ; el que sabe colgarle por un
pie de un arbol hasta que la sangre le ha-
ce saltar los ojos: el que sabe suspenderle
de cuatro estacas por las cuatro estremida-
des con correas de cuero mojado, hasta
que estas se encojen , y dislocándole las
coyunturas le hacen morir entre horribles
congojas y agonias; ese es el hombre de mas
talento, ese es el ciudadano mas virtuoso.
El que tiene corazon para colgar una mu-
ger de un arbol por las muñecas, y sabe in-
troducirle en sus entrañas cohetes de pol-
vora , estando embarazada, y pegarla fue-
go para divertirse al ver sus dolorosas con-
vulsiones, este es el mejor gefe de anille-.
ria. El que sabe traficar con el hambre y la
miseria pública, concediendo privilegios es-
elusivos para la introduccion de granos en
un año de escasez , ó para permitir su es-
traccion en un año de abundancia á solas
dos ó tres casas en que él tenga la mitad
de las utilidades, ese es el mas sabio mi-


93
uistro (te hacienda. El que sabe desterrar
á un-marido -español, y hacerle asesinar en
su destierro, para seducir á ,su desgracia.
da mugen ó á sus hijas, ese es el mas vir-
tuoso republicano. El que tiene la sangre
fria para decir á un español antes de ase-
sinarle: «desnúdese, amigo , que no quiero
que se manche la ropa con la -sangre" , ese
es un verdadero patriota.


»Pero lo que mas contrista el corazon
de un filósofo , y lo que mas aflige al hom-
bre de bien que apetece sinceramente la
felicidad , no solo de las Américas, sino de
todo'-el género humano, es el ver que la
libertad, por que tantos ríos de sangre se
estar derramando en aquellas inmensas re-
giones , es absolutamente desconocida de
los que éstan peleando por ella. Ni la co-
nocen , ni siquiera la saben definir. Su re-
volucion no es efecto del espíritu del. si-
glo en que vivimos ; no es aquel esfuerzo
noble y generoso que actualmente emplean
los pueblos de Europa , luchando contra
los gobiernos absolutos y contra los mo -
l'arcas despóticos ; no es un movimiento
producido por la heroyca resolucion de vi-
vir libres; es,un paso retrogrado en la mar-
cha zuagestuosa de la generacion presen-




94
te: es un fenómeno desconocido y nuevo
en el mundo político, del cual no halla-
remos ejemplo en la historia de las revo-
luciones de los imperios, La madre patria
es en el dia libre y las colonias son escla-
vas; la metrópoli entiende su mano y les
ofrece el código precioso dondese contie-
ne el compendio de su verdadera libertad,
y la América le desprecia. La España des-
truye la inqnisicion ; las Américas la res-
tablecen. La España reprime el poder arbi-
trario de un monarca que antes tenia la des-


, gracia de ser absoluto ; las Américas crean
dictadores , y erigen directorios ejecutivos
sin la menor restriccion en su poder des-
pótico. La España les brinda con la liber-
tad de imprenta ; los gobiernos de Améri-
ca la miran como nociva á la sociedad y
la prohiben. Los españoles les llaman her-
manos; y ellos nos apellidan verdugos. Las
naciones mal cultas de la Ilustrada Europa
imitan nuestra Constitucion y adoptan nues-
tras leyes como un modelo de sabiduria, y
los americanos nos llaman raza de bestias.
La España camina hacia su felicidad á pa-
sos de gigante ; la América vuelve á los si-
glos de barbarie con su prematura eman-
cipacion , teniendo la libertad en los labios y


95
los grillos en los pies. En efecto , ¿cuándo
han conocido una dominacion mas despó-
tica y sanguinaria que: la que actualmente
padecen bajo el yugo de sus mandatarios?
¿cuándo han sido sus calles tan manchadas
de sangre como en el dia? ¿cuándo la ad-
ministracion de justicia ha sido mas cor-
rompida?-¿tirando los derechos de los hom-
bres han sido mas atrozmente vulnerados?
¿cuándo su miseria y pobreza ha sido 21/a5
general? ¿cuándo han visto el espionage eri-
gido en sistema entre ellos? ¿cuándo el pa-
dre ha tenido que ocultar sus lagrimas y
sofocar su llanto para no ser delatado por
su hijo? ¿cuándo las injusticias han sido mas
.notorias? ¿cuándo los destierros y las pros-
. cripciones han sido mas repetidos? ¿cuándo
se han visto en tiempo de la mayor tira-
na del mas orgulloso virey ejemplos de
despotismo tan atroz .como en la época pre-
sente? ¿cuándo han visto los americanos en
tiempo de la dominacion española profesar
publicamente la maxima execrable de que
todo lo que sea util es lícito?"


Hecha esta dolorosa pintura del carac-
ter atroz que la revolucion americana ha
presentado hasta ahora , á lo menos en las
,provincias del sur; pintura que en general




96
no parecerá exagerada á los que sepan lo
que es un pueblo entregado á la licencia,
y cuan inclinado es á la crueldad cuando
la ilustracion no ha endulzado y suaviza-
do sus 'costumbres ; pasa el señor Cabrera
z'.1 examinar el origen de la insurreccion
americana; y recordando la triste situacion
en que se hallaba el año ro la España pe-
ninsular despues de ocupadas las Andalu-
cias por los franceses , continúa en estos
terminos: «La América no debió dejarse
arrastrar al carro de un conquistador injus-
to. Entonces Caracas y Buenos-ayres levan-
taron la voz y gritaron: viva nuestra madre
España, r viva nuestro Rey Fernando VII,
monarca de estos vastos imperios , y sean
ellos reservados á servirle de trono con total
separacion, con absoluta independencia del pe-
queño territorio de su España peninsular es-
clavizada.» Esta fue la primera voz de la san-
ta insurreccion, que considerada bajo este
punto de vista, fue la espresion del mas fer-
voroso patriotismo. No fueron entonces los
indios ni los criollos, sino los españoles lea-
les establecidos en aquellos paises, los que
dieron este grito prudente y necesario en
aquella delicada situacion. Los españoles
crearon alli sus juntas á imitacio n de las


97
que se formaron en cada una de las provin-
cias de España : los españoles de este modo
conservaron aquellos paises para su legíti-
mo gobierno y para su soberano, y por este
medio quitaron á nuestros invasores toda
esperanza de estender su dominacion sobre
aquel dilatado continente. Tuvimos la di-
chosa suerte. de hacernos firmes contra las
armas de Napoleon , y de formar un nuevo
gobierno, hijo de aquellas circunstancias.
Este gobierno salvó la España; pero perdió
la América. Apenas recibió la noticia de
la ereccion de las juntas independientes de
Caracas y Buenos-ayres ; en vez de conso-
lar á quellos buenos patriotas- con la feliz
esperanza que aun teniárnos de salvarnos;
en vez de agradecer que aquellos ricos pai-
ses se hubieran precavido contra el peligro
que aun nos rodeaba mas de cerca; en vez
de haber mandado diputados con las nue-
vas de nuestra heroyca resistencia, invitan-
do á aquellas juntas al reconocimiento del
nuevo gobierno erigido en Cadiz para la
salvacion de la metrópoli , se les trató de
facciosos, se les llamó rebeldes y se envia-
ron tropas espedicionarias para castigarles. •
Lo mas singular es que por una parte la Re-
gencia los trataba de rebeldes, y por otra


TOMO xm. 7




98
los escitaba ella misma á sacudir el yugo
de la sumision á España. Son de notar
las siguientes espresiones de su proclama
á los americanos fecha en 14 de febrero
de 181o. «Desde este momento , españoles
americanos, os veis elevados á la dignidad
de hombres libres; no sois ya los mismos;


que antes , encorvados bajo un yugo :mi-
. cho Mas duro mientras mas distantes cs-
tabais del centro del poder, mirados con
Indifei encia , vejados por la codicia y
destruidos -por la ignorancia. Los destinos
vuestros no dependen ya de los ministros,
ni de los vireyes, ni de los gobernantes.»
La Regencia siguió las huellas de la Junta
central y contra el dictamen de los con-
sejos de Castilla y de Indias reunidos, pres-
tó su sello y circuló esta proclama peli-
grosa, con la cual sancionó las quejas de
los americanos , linsojeó el orgullo de los
descontentos y alentó las esperanzas mis-
mas que con sus providencias quería repri-
mir. La medida poco premeditada que
adoptó la Regencia del reyno, exasperó los
animos de los criollos, que ya desde enton-
ces conocieron que era posible ser rebel-
des. Se les abrieron los ojos sobre un por-
venir que les pareció venturoso; despoja-


99
ron de sus empleos á los españoles que se
guian ejerciendo la autoridad con la mas
sana intencion, y tomaron ellos en su ma-
no las riendas del gobierno con ideas sub-
versivas que jamas hubieran concebido si
las medidas tomadas contra ellos con tan
poca prevísion como cordura, no se las hu-
bieran inspirado. Vieron que la España des-
confiaba ; observaron que la España creia
que ellos podian declararse independien-
tes; observaron que se les temia; conocieron
su situacion, y quisieron probar fortuna.»


Indicado en estos terminos el origen
de la insurreccion americana , y dejando
aparte la cuestion de si tuvieron ó no de-
recho aquellos colonos para levantarse con-
tra la metrópoli , porque como observa
.intly bien el autor, es perdido el tiempo
que se gaste en discutir semejantes cuestio-
nes, puesto que los derechos son ya inutiles
orando la decision de este punto depende
de las armas á que se ha recurrido por
ambas partes, pasa el señor Cabrera á exa-
minar si es posible reducir las Américas
insurreccionadas á la unidad de gobierno
que los españoles apetecemos. Pero antes de
entrar en materia, recapitula las razones
que los americanos disidentes alegan para




loe
no admitir la Constitucion española, razob
nes que omitimos porque la mayor parte
de. ellas son muy futiles ; y porque en el
estado en que se halla la contienda, no es
ya muy importante conocerlas.


(Se continuará.)


301


Observaciones sobre el sistema restrictivo y
prohibitorio de comercio ; especialmente
con referencia al decreto de las Cortes
de España de z 82o.


«Dejadnos s solos 2 '-
Opúsculo estractado por Juan Bowring


de los manuscritos del caballero Jeremias
Bentham, impreso en Londres en 18,21, y
traducido al castellano.


. Nota del traductor.


Basta el nombre de Bentham para co-
nocer cuán interesante será para nuestros
lectores la traduccion de este opúsculo, aun
cuando la materia de que. trata no fuese tan
importante al bien y á la prosperidad de las
naciones. Como todavia no se ha tradu-
cido al frances, lengua mas universalmen-
te conocida que la inglesa, hemos que-
rido volverla en español , apenas llegó á
nuestras manos , para anticipar todo lo pe.,
sible á nuestros conciudadanos el placer de.
conocerla y estudiarla.


1




I O It


Prologo del autor.


El sistema exacto de las mudanzas que
conviene introducir en el plan actual ele la
policia mercantil , ni ha sido hasta ahora
bien formado ni desenvuelto;com pletamen-
te. Convencido de esta verdad el redactor
del presente opúsculo, vió con placer que el
decreto de las Cortes de España, dado en
julio de 132o , movió á su venerable ami-
go Mr. Benthain , cuyo genio profundo y
analizador se ha empleado por mucho tiem-
po en los interesantes sucesos de la • penín-
sula , á renovar su opinion acerca de este
sistema destructor y anticomercial que por
tanto tiempo ha deslumbrado las mentes y
estrechado los afectos y costumbres de una
gran parte de la sociedad europea.


Esta no será la postrera, aunque ha si-
do la última de las lecciones prácticas , que
el mejor de los maestros, la esperiencia del
mal, nos ha dado para enseñarnos, que nin-
gun sistema de policia comercial , fundado
esclusivamente sobre el principio del egois-
mo , puede ser bueno en último resultado.
Sacrificar los intereses de muchos á la am-
bicion y á la avaricia de pocos privilegia-


lo3
dos, edificar una teoria de utilidades brillan•
tes sobre las usurpaciones del fraude ó la
violencia, hacer dependientes las especula-
ciones mercantiles de la prepotencia mili-
tar ó naval, sin iitencion á las exigencias, de-
seos y utilidades de los 'interesados , pare-
cenia un sistema tan infundado en su idea
como imposible en la ejecucion , si fuese
esta la primera vez que se ha proyectado.
Pero el hecho es que ha estado en vigor por
muchos años. Como lisonjea nuestra pasion
predominante , que es el orgullo nacional,
á pesar - de los consejos benignos de los mo-
ralistas-; nos ha parecido escelente cosa, ya
que tenemos las fuerzas do un gigante,
usar de ellas como gigantes. Quizá sea
necesario á una tesoreria constantemen-
te desangrada sacrificar un real que po-
see á la espectativa de un doblon que po-
dría ganar aquel real. Se ha conservado el
impuesto de la sal , que hace perder millo-
7LCS solo porque produce algunos millares.
El impuesto sobre lanas (mezquino en el
cálculo y mucho mas en el producto) nos
separa de algunas fuentes muy productivas
de utilidad mercantil , y reduce muchas cia-
ses industriosas á la desesperacion y á la
mendiguez. Hemos seguido por mucho tiein-




a o4
po y muy desgraciadamente el seride .o del
error ; tendremos que retroceder tarde ó
temprano, y mañana retrocederémos con
mas confusion y calamidades que hoy.


España es un pais que posee inmensos
mineros de prosperidad agricultora, y ofre-
ce por consiguiente á los capitales la direc-
cion natural hácia la agricultura , siempre
que puedan emplearse con seguridad de una
ganancia cierta : el nuevo sistema mercan-')
til le será tan calamitoso como util le seria
un sistema mejor combinado. Como en Es-
paña hay muy poco de aquella influencia
ficticia que se logra obligando las naciones
á sacrificios insoportables , el nuevo siste-
ma le será mas fatal que á la Inglaterra.
Pero el sistema es radicalmente malo : es
malo en todas partes. Es un veneno, cine
obra diferentemente en los diversos tempe-
ramentos: pueden ocultarse, pueden retardar-
se sus progresos ; pero es veneno, y mortal.


El redactor 'quiso al. principio formar
este opúsculo, prescindiendo enteramente-
del caso de España ; pero conoció bien
pronto que todos los esfuerzos que hacia,
eran inútiles por la conviccion íntima de
que el decreto de las Cortes debia ocupar
un lugar distinguido. En efecto ?


es un ejern-,0


105
plo notable del espíritu antimercantil. A la
verdad no lo es tanto como nuestras pro-
hibiciones á red barredera dictadas einnedio
del delirio de la arrogancia que nada calcu-
la; pero lo es bastante para nuestros argu-
mentos, los cuales serian menos numerosos
contra un yerro mas grande.


Sin embargo el redactor no puede de-
jar de manifestar la admiracion que le can-
saron los gritos de censura y de ira, con
que fue recibido en varias partes de la gran
Bretaña el decreto de las Cortes, porque
prohibia tantos géneros de fábrica inglesa.
La, España se ha hecho daño á sí misma,
es verdad; y se ha hecho daño con mucho .
rigor por su errónea policia mercantil. El
redactor de este opúsculo, interesado en la
felicidad de los españoles, que ha sido testi-
g, o desde muy cerca de sus calamidades y
de su gloria, ligado personalmente por el-vín-
culo de la amistad á muchos de los ilustres
ciudadanos que han tenido parte en las úl-
timas mudanzas, tan importantes como sa-
tisfactorias , se lamenta con toda su al-
ma de un error tan funesto ; pero al mismo
tiempo pregunta: ¿con qué derecho se pre-
senta la Inglaterra para censurar honesta
ni razonablemente el decreto de las Cortes,




1


o6
cuando cierra tan inexorablemente sus puer-
tos á los productos mantfacturados de los
paises estrangeros, y aún de sus mismos súb-
ditos, de sus mismas colonias? ¿ Con qué dere-
cho nos quejarémos nosotros de las severas
prohibiciones tí cielos graves recargos de adua-
nas, fulminados contra nuestros géneros, cuan-
do los baratísimos lienzos de Rusia, los finos
de kiemania y los cambrayes de Francia, los
tapices de Turquia, los algodones de India
y las sedas de la China claman por ser
admitidos en nuestros mercados con todo
el mérito de la baratura en el precio y de
la superiodidad en la fábrica, y en todas par-
tes encuentran un triste é inflexible no (i)?
Como hemos sido tan indulgentes , cree-
IDOS que los denlas paises deben recibir con
el mayor agrado nuestros géneros , pues
les ofrecemos en premio.... la prollibicion
de todos los productos de sus fábricas. Es
verdad que' en la plenitud de nuesta ge-
nerosidad recibimos sus lanas y frutos, sus
vinos y aceytes , sus drogas y maderages,
porque no' se producen en nuestro suelo:
¿ y debemos quejamos si imitan nues-
tro ejemplo y rechazan nuestras manufac-


(r) Es ridículo decir que estos otros géneros son
permitidos, cuando se les cargan impuestos escesivos:
y extravagantes.


o,:
turas ? Ellos no hacen mas que manifes-
tar cuanto aprecian y cuan bien saben
car las salutíferas lecciones que les hemos
dado. Pero ,‹ nosotros les persuadiremos
que nuestros géneros son mas baratos y
mejores:» nada es mas razonable. Pero sea-
mos justos , y cuando ellos reclamen las
mismas cualidades á favor de los suyos,
oygarnoslos: por qué nuestra respuesta ha
de ser siempre no ?


Se facilitaria mucho la resolucion de es-
te importante problema , si al indagar las
fuentes de la felicidad nacional, estuvie -
ramos mas acostumbrados á generalizar, y
no tiraramos una línea tan ancha de divi-
sion entre los intereses mercantiles y agrí-
colas. La prosperidad de una nacion debe va-
luarse por la agrcgacion de sus produc-
tos :.y supongamos pues que en las relacio-
nes generales la riqueza mercantil sea á
la agrícola coma 2 á s : si esta relacion
varia y se convierte despues en la de 3 á


, la suma de riquezas es la misma. Es-
ta fluctuacion , si es contínua y considera-
ble, vendrá á ser muy funesta; pero solo pue-
de' y debe temerse donde la aplicacion ó
remocion de medidas restrictivas ó impe-
lentes dan un peso escesivo á un ,lado de




oo


la balanza, donde se obedece al ansioso
deseo de corregir males accidentales con
disposiciones legislativas y permanentes; pe-
ro la costumbre de contemplar los diferen-
tes manantiales de la riqueza y del poder
con miras estrechas y esclusivas, ha hecha
deducir las mas fatales conclusiones y mu-
chas veces cometer el mayor de los yer-
ros , cual es aplicar aparentes remedios á
las exigencias de intereses muy distintos,
sin atender á su conexion y proporcion
con el interes comun y universal.


pesar de todo observamos con sa-
tisfaccion que las sólidas nociones de la po-
licía comercial se difunden rápidamente; y
es' mucho mayor nuestro placer cuando ve-
rnos que prevalecen en las clases elevadas
de la sociedad, de donde ha de proceder
el remedió , si es que tantos males se han
de remediar. Las ideas generalmente exac-
tas del presidente del tribunal -de comer-
cio en sus pareceres archivados, la con-
fesion hecha por los ministros de los mu-
chos y graves males que han resultado del
presente sistema , los informes de la co-
mision especial de la cámara de los co-
munes, las representaciones de los comer-
ciantes de la capital contestes con las de


o 9
los comerciantes instruidos de otros pun-
.tos, y con las que han llegado de la otra
parte del mar atlántico , todo en fin da
motivo para esperar con certeza y pron-
titud las mas importantes mudanzas.


El destino de los que han combatido
los errores y peligros de una institucion
arraygada, fue siempre encontrar esta res-
puesta : dadnos una cosa mejor ; y aun-
que esta manera de evadir la cuestion, sea,
generalmente hablando, mas artificiosa que
sincera, ha producido casi siempre su efec-
to, arredrando á los hombres de hacer los
esfuerzos necesarios para mejorar su situa-
cion y evitar los yerros del sistema exis-
tente. En la cuestion presente lo que las
naciones deben disputar mas ahincadamen-
te con los gobiernos, es que estos últimos
dejen de honrarlas con su oficiosa inter-
vencion : su solicitud paternal en esta parte
bien entendida es cruel.


El favor mas grande que pueden hacer,
es dejar al torrente comercial que corra por
donde guste : su raudal es bastante fuerte
para arrastrar los impedimentos; y los go-
bienios son víctimas de su propio alucina-
miento cuando imaginan que sus decretos
prohibitivos ó favorables producen los efec-




I10
tos para que fueron dados. Estos decretos
se oponen directamente á la tendencia na-
tural de las cosas ; y definitivamente son
tan absurdos é ineficaces como lo seria una
orden del consejo para dirigir los vientos,
ó un acta del parlamento para arreglar las
mareas. Los males de la intervencion del
gobierno son seguros, porque estan ligados
á ella necesaria é invariablemente ; pero el
bien no es de tal especie que pueda conden-
sarse en la cornucopia de Amaltéa, y dis-
tribuirse ó negarse, como las riquezas tran-
sigibles al arbitrio de los que se oren na-
cidos para derramarlo ó reprimirlo.
- No se deduzca de estas reflexiones que
el redactor cree practicable ó deseable sa-
cudir y trastornar el sistema actual con una
medida rápida y violenta. Quisiera, sí , que
el principio de la libertad del comercio fue-
se reconocido por un acta pública, y que
gradualmente , pero con toda la prontitud
posible , fuesen ajustándose todas las co-
sas á este gran principio. En algunos ramos
del comercio es facil la transicion : debia
empezarse por estos, y paso á paso retroce-
der en el camino errado.


Y finalmente no debemos olvidar, y es-
te será un motivo poderoso para adoptar


otro sistema mejor, que la Inglaterra no
YET


po-
see ya el poder físico de someter á sus de-
seos, manifestados en decretos poco amis-
tosos á las naciones que en la guerra últi-
ma dependian de la proteccion ó indulgen-
cia de nuestro gobierno. Nuestras escua-
dras no pueden ya bloquear sus puertos, ni
ejercer el derecho eschisivo de .tranwOrtar
á ellos los géneros que necesitan. Tampo-
co los estrangeros estan obligados á com-
prar de nuestros almacenes las cosas que les
faltan; y no es probable que vuelva á • ve-
rificarse aquel monopolio. Franklin habló.
como un filósofo práctico , cuando dijo ; que
el mejor plan de policia mercantil para la
Inglaterra seria convertiría en un puerto
franco. En efecto, con sus inmensos recur-
sos de saber , riqueza é industria , con todos
los elementos. que posee de superioridad
comercial , con solo negarse á la interven-
clon de los. que solicitando protegerla , la
ofenden y la hieren, ¿á qué grado de pros-
peridad no podria llegar?


En este opúsculo todo lo que es vigo-
roso por el estilo ó'irresistible por la lógica,
pertenece á su ilustre autor , el chal ha fi-
jado y aplicado con singular felicidad y ener-
lia todos los puntos principales de este




1
1 12
portante problema, y el redactor no tiene
mas mérito que el de haber ilustrado los
principios del original con algunas obser-
vaciones prácticas y locales ; que han lle-
gado á su noticia.


Observaciones • sobre el sistema restrictivo y
prohibitorio de comercio.


Art. I.° Caracter del sistema prohibitorio.


Cuando se llegaba ya el término en que
debia concluirse la sesion de Cortes de 1820,
segun el testo de la Constituc.'on ; y cuan-
do los negocios mas urgentes y los intere-
sec mas importantes llamaban y distraian
la atencion de los diputados , se presentó
un proyecto de ley prohibiendo las manu-
facturas (le lana , algodon , lino y seda, é
imponiendo graves contribuciones sobre
otros artículos , igualmente . manufactura-
dos. Fue preciso pasar al ministerio de ha-.
cienda los pormenores de este proyecto , tan
no esperado, que todas las cartas que ha-
blaron de él , no respiraban mas que sor-
presa, dolor y esperanzas engalladas. No
se dudaba que el objeto verdadero y no
callado de esta disposicion era animar y


113
promover varios ramos de industria riacio-.
nal, obligando á la Espada á usar de sus
manufacturas en lugar de las que estaba
acostuinbradá á recibir de los paises estran-
geros. La intencion no era hacer injuria á
estospaises, interviniendo en su .comercio,_


haciendo darlo á su prosperidad, ó desper-
tando antiguas .


hostilidades. Aquel prOyee-
to•am• era mas ni menos que la ∎tiplicacion
dé tui. sistema , por el cual se promueven in-
directa .y facticiatnente la próduccion : do-
méstica, desalentando la importacion estran,
b<Yera:de los mismos•


Podernos; considerar este sistema bajo dos.
aspectos.: primera, en general ó en suápli-
ca ci n á tedeslilos, paises:. segundo ,.:en; . su
aplicacion particular


. -á Es.pala...;




'Se puede: sentar.. como •mámáina univer-
sal, que el .,sistetrip; mercantil restrictivo es
cí inátil ó pernicioso . ;,ó . ipot •najor...decir,
pernicioso sionápre ;,yo en


. oenbr'grada, ya
en mayor. O loIzgéneros ;desfavorecidos son.
mejores. que.. les :protelidos , en.) :la : opiniou
del comprador-, del cons.umiclor:,. &no lo
son. Si no son


• mejores.;•.,es;
cleeir•; sien -el


cambio cubren, un
-,•equltalente


determinado . :«no se
mkry


cuando .
no


• existiese.la probibieio y .esta
Tomo XIII.




z


-es inútil, esto , es, es perniciosa en gradOitil
ferior. Pero el único caso probable en
que se aplicará el sistema de proteccion
facticia, es aquel en que los géneros exclui-
dos sean mejores, es decir, mas baratos que
los favorecidos ; y entonces la prohibicion
es perniciosa en grado superior.


Hemos usado del adjetivo mejor, aten-
diendo al precio mas barato, porque el pt'l=
"tio es un elemento mas fijo é invariable
que la calidad. Mejor en la opinion de los
`compradores y consumidores es lo mas ven-
'llajoso y agradable; y tanto mejor será, cuan-
'to mas ventajoso y agradable sea:


Esto entendido, vengamos ya á conside-
rar los resultados de una lo, prohibitoria bajo
todos los aspectos que se puede presentar.


Cuando con el objeto de 'favorecer las
manufacturas domésticaS , se prohibe la in-
troduccion de las estrangeras ó rivales, ó se
obedece á la ley próhibitivay ó no. Se obede-
ce, si los artículos nacionales se - compran.
en lugar (lelos estrangeros, cí siino se compran
ni unos ni otros. Se desobedece, si en lugar
de los artículos nacionales , se compran los
estrangeros. Cuando hay ley prohibitiva, en
unos casos se obedece, en otros no.


Caso I. Se obedece la prohibicion y se


ii5
consigue su objeto , porque se compran y
usan los géneros nacionales en lugar de los
estrangeros. El precio pagado por el géne-
ro nacional es mayor que el que se paga-
rla por el estrangero , si no existiese la pro-
hibicion ; por que sino esta careceria de ob-
jeto. ¿Cuál es pues el resultado para el con-
sumidor? La diferencia entre ambos precios,
que_ 'es la pérdida que sufre, equivale á un
impuesto igual á aquella diferencia.


¿Pero á qué bolsillo va el producto de
esta contribución? al de el publico? No;
sino al de los productores del género asi
gravado: Para el pueblo el efecto ó el bene-
fició no es


-otro; pues las demas contribuciones
n'O se disminuyen; que el que resultaría dé
una contribución igual á aquella diferen-
cia, si en lugar de llevarla al tesoro nacío-
nal,-Inese entregada kcblectores individuales.


Si en lugar .de la . prohibición' menciona-
da se impusiese un derecho igual á aquella
simia sobre los artículos estrangeros, el pro-
ducto en lugar de


- entregarse á Ios colecto-
res, entrarla en el erario público , y podria
SétF


'útil al pueblo descargandolo en parte
de las contribuciones que téndria que pa.
gar por otras vías. Mas no tóda la suma
servirla para aliviar al público;


.
porque de_




rrt;
ben deducirse de ella loe. gastos de coleccion
y los necesarios para evitar el contrabando
y hacer efectiva la ley prohibitiva, que pro-
bablemente son mucho mayores que los
de la coleccion.
. Caso II. Se obedece lo prohibicion,
porque no se. los géneros estrange-
ros ni los nacionales. •En este caso, aunque
la ley es obedecida, no se-consigue su ob-
jeto.


Esto sucede cuando el aumento de •pret!
do- causado por la prohibicion quita al
consumidor la posibilidad de comprar: el
artículo. doméstico es de mala calidad, el
estraugeto muy caro , por el •esceso que
procede del riesgo á que espone el contra-
bando. Se desprecia . pues el género nacio-
nal-por el disgusto que produce su mala
calidad, y no compra el estrangero por su
carestía, la cual es resultado de la ley:pro-
hibitiva.


En este caso no se puede asignar nin-
guna pérdida pecuniaria á los que antes
acostumbraban comprar y usar los artícu-
los estrangeros: nada sufren bajo una forma
tangible y- mensurable; pero la privacion de
las comodidades placeres, ue les resultaban
de aquel artículo ,.y por las cuales „se media


r-17
su valor pecuniario, es una pérdida no me-
nos real aunque imposible <le -calcular.


Es verdad que todo lo que los consumi-
dores• hubieran gastado en aquellos géne-
ros, si no fuera por la prohibida], queda
en sus manos para ser empleado en otros
artículos, y por tanto la.pérdida no es total;
pero siempre hayuna pérdida origi nada de , la


• precision de comprar artionlos , que no hu-
bieran elegido si estuviesen espeditos los
que han obtenido su preferencia. Si no es
posible someter al cálculo esta pérdida, lo
es formar un estado comparativo en cuan-
to á precio y calidad entre los géneros que
se hubieran comprado, y los que la prohi-
bicion obliga á comprar; y de este modo
Se-presenta la pérdida bajo una forma tan-.
gible y mensurable.
.


Caso HL La prohibicion desobedeci-
da : su objeto no se logra : el género na-
cional no se compra ni consume , y eles-
trangero• á pesar de la prohibicion se com-
pra y se consume. En este caso no solo la
ley es desobedecida, sino tambien se frustra
el objeto de ella mas manifiestamente que en
los casos anteriores.


En esta hipótesi , el precio de los géne-
ros estrangcros para el comprador y el ,


con-




x z


suinidoy no se puede arreglar por el pre-
cio corriente que tenian antes de la


; porque esta no se elude sino con
un aumento estraordinario de trabajo y
con un riesgo notorio en los que estan en-
cargados de llevar los géneros desde las ma-
nos del que los esporta de pais estrangero
á las manos del consumidor; y el trabajo
fraudulento es el mas costoso de todos. Lue-
go con respecto á la pérdida y gravánen
del consumidor, la diferencia entre el pre-
cio del género estrangero, cuando es per-
m ;tido, y el precio que tiene cuando es pro-
hibido, equivale tambien á una contribu-
Cion; y cada reglamento que aumente la se-
veridad, es decir, la eficiencia de la ley,
aumenta á proporcion la suma y gravámen
de aquel impuesto improductivo.


¿Y á qué ,bolsillo va á parar el produc-
to de un impuesto tan inútil , tan malo, tan.
pernicioso ,sustituido á una contribucion
.del gobierno? ¿va al tesoro público? No.
¿Va al bolsillo de los productores naciona-.
les, á los cuales se pretendió favorecer con
la prohibicion á costa de todos sus conciu-
dadanos? No: sino á las manos de los que
emplean su trabajo y arriesgan su vida y su


-libertad para hacer que se desobedezca
ley , y se frustre su efecto.


'119
¿"S/ qué- derecho tienen ó pueden tener


aquellos á cuyo favor se hizo la ley , para
semejante preferencia, para lograr un be-
neficio , al cual esté ligada irremisiblemen-.
te un agravio proporcional, por no decir,.
injusticia, contra los (lemas ciudadanos?


Y en cuanto al número, ¿quiénes son los
favorecidos en comparacion con los injuria-
dos? Los pocos : los pocos son protegidos,
4 lo menos en la intencion, á costa de los.
muchos.


Esta sola reflexion basta para pronun-
ciar inevitable y justamente la sentencia de.
condenacion .contra las leyes prohibitivas
basta que se demuestra, que la suma de los
beneficios en los pocos es equivalente á la
suma de las pérdidas en los muchos.
• Pero no se presenta, ninguna razon en
favor de esta hipótesi. El que crea que pue-
de hallarla, ó á lo menos que puede haber-
la, que esponga sus ideas.


La pérdida que sufren aquellos, sobre.
quienes gravita mas inmediatamente el pe-
so dela prohibicion, no es la única. An-
tes de la prohibicion los géneros estran-
geros que se introducian causaban la es-
portacion de géneros nacionales hasta el
equivalente de sus


precio. El productor es-




110
n'alígero, privado por la prohibicion del
medio que tenia para comprar los géneros
de retorno, no concurre al mercado. De
modo que bajo cada aspecto que se con-
sidere la ley , hay lana—clase de hombres
sobre los cuales se impone un gravamen,
es decir , se les quita una ganancia equi-
valente por lo menos al beneficio que se
esperaba de la ley , aun suponiendolo cier-
to y calculado como se quiere.


Luego ademas de la injuria hecha al
interes coman, hay otra hecha á un inte-
res particular, igual al beneficio que se
pretende hacer á favor de otro interes pa•-
ticular'. protegido por la probibicion.


••Pero se dirá: «no es asi ; porque lo
que antes compraba el estrangero con los
articuios prohibidos, continuará compran-




Bola 1;o» articulos prohibidos ó con dinero
que es mejor.» \




Esta objecion es vana. Quizá pagarían


en dinero los géneros nacionales, mas bien
que ir á buscar sus iguales á otro pais:
quizá , repito, los pagarian en dinero si pu-
diesen adquirirlo. Mas no lo pueden adqui-
rir, sino por la venta de sus géneros. Y
si los han • vendido y han realizado su ga-


-:•lancia., d qué. motivo hay para que den su
dinero?


121
«Pues pagarán en otros géneros. » Si


estos son necesarios en el pais, hay con que
comprarlos y es lícita su importacion,
siempre los -darán , sean los otros prohibi-
dos: ó no ; de ' modo que la cuestion se
queda en el mismo estado que estaba antes.


Llegamos ya al punto en que todos
los que estan decididos sea como fue-
re por el sistema prohibitorio , aunque
reconozcan en su interior la imposibilidad
de justificarlo, pretenden hacer aaa diver-
sion reduciendo la cuestion á la de la ba-
lanza del comercio. Pero sin entrar en los
pormenores de esta controversia se puede
ciar una demostracion de la realidad de
la pérdida , fundada . sobre la esperiencia
universal , capaz de convencer hasta los ad-
versarios de mala fe.


El comerciante está acostumbrado á
vender sus productos en todo ó en parte
á este ó al otro corresponsal particular; y


/ .si este no . puede ya enviar en retorno los
únicos géneros con que antes acostumbraba
á comprar, quién no conoce y siente que
sufre una pérdida verdadera ? La sufre y
es igual al valor de todos sus géneros en
la hipótesi de que no halle otro corres-
ponsal, y si lo halla , menos ventajoso pa-




I22.


ra él que el anterior, la pérdida será me,..
por, pero no menos verdadera ; y si,
se dice que en lugar del corresponsal á.,
quien la prohibicion impide enviar el a-.
costumbrado equivalente , vendrán otros
por sí mismos , el que haga esta reflexion
está obligado á presentarlos, á proporcio-
narlos, á lo menos en el argumento.


Un ejemplo tomado del caso actual,
hará conocer mejor este resultado general.


La España vende á la Inglaterra vinos,
lanas, aceytes, frutos ect. , y recibe en re-
torno una gran variedad de géneros fa-..
bricados y otros artículos. Se da un de-
creto que prohibe á los españoles com-
prar géneros Manufacturados. Del super-
fluo del producto de España, no vendido
ni consumido en este pais , se esportaba
gran porcion á Inglaterra en pago de los
géneros ingleses ya prohibidos. A. dónde
irán los españoles á buscar compradores
para esta porcion ? No á Inglaterra ; pues
la han privado de los medios de comprar:
no á los otros paises á donde, se aplique la
misma prohibieion.


.Miadanse á estos males necesarios los
males probables que resultarán de las re-
presalias en los paises, cuyos géneros se han


123
prohibido , y se aumentará considerablemen-
te la masa de la pérdida.


La cuestion se reduce definitivamente á
'este examen: á cuánto monta el gravamen
de los perdidosos?¿ ácuánto monta el bene-
ficio de los protegidos ?


En este cálculo deben entrar las per-
sonas , los afectos de la humanidad , es-
terlinas inglesas , reales españoles antes
de pronunciar una resolucion justa y fun-
dula : y pues hay en la cuestion dos par-
tes opuestas, el cálculo aritmético debe
aplicarse á ambas con igual exactitud ; si-
no pareceria á una cuenta saldada en que
se omitiesen todos los articulos de uno de
los interesados.


Y esto es lo que se ha hecho en la pre-
sente cuestion con respecta á la supuesta
proteecion qtie se quiere dar á las manu -
facturas nacionales. Se ha heel• la cuen-
ta de los beneficios; pero jamas sé ha per),
sacio en la recíproca.


(Se continuará.)




1 2 4 1
.4 viso á los que se llaman Jiomb-i•es de bién,


sobre las elecciones futuras.


No sin motivo hemos guardado un si-
lencio profundo acerca de- las elecciones;
porque estando acostumbrados desde los
principios de nuestra carrera de periodis-
tas á ser calumniados, ó por lo menos in-
terpretados siniestramente, no hubiera fal-
tado quien • al oirnos recomendar la obser-
vancia de lo -que sobre ellas . previene la
Constitucion, hubiese deducido por legíti-
ma consecuencia- que tratabamos de des-
truirla. Sabiamos hace muchos meses los




ocultos manejos que se practicaban en -di-
ferentes provincias para apoderarse de una
mayoria indisputable , valiendose de suges-
tiones, de amenazas y aun de la. filena en
caso necesario, y sacar para diputados' á.
personas de cuyas ideas no pudiera caber
ningun género de duda. Las elecciones se
han verificado ya; y no nos toca á poso:.
tros otra cosa que desear hayan sido acer-
tadas. Hablamos pues , no para lo presen-


I25
te, porque ya fuera inútil ; no para aplau-
dir el acierto, porque ignoramos hasta qué
punto se haya logrado, ni mucho menos
para criticar las elecciones últimas, por-
que no tenemos bastantes .fnmlainentos pa-
ra pensar que _no han sido felices. Todo
cuanto -digamos se referirá á las eleccio-


• nes futuras ; porque hallándonos intima-
mente convencidos de que la mayor ó me-
nor importancia con que el pueblo se acos-
tumbre á mirar estos actos, dependen su
prosperidad ó su miseria , su esclavitud ó
su libertad, quisiera mos persuadirle tainbien
cuanto importa el -uso atinado de- la fa-
cultad (le elegir sus representantes, sien-
do la • única arma legítima que posee pa-
ra sostener y hacer que se respeten sus.
derechos.


En las crisis violentas de diferentes es-
tados de Europa durante estos últimos siglos
se 'ha observado -constantemente que un
corte número de entusiastas ha sido la cau-
sa principal de todas las desgracias que
han ocurrido en ellas , y ha sojuzgado á
:todos los (lemas que poseídos de un ter-
ror pánico han querido disfrazarle con


nombre de prudencia ó moderacion,




126
Por un lado . se muestra una gavilla de hom-
bres desmoralizados y corrompidos, cuya am-
bicion no puede saciarse sino en el bullicio de
]as revoluciones: por otro solamentese ve
la indolencia ó la inercia de los hombres
honrados pero tímidos , que recelando es•.
ponerse á que Se hable de ellos, ó á que
se sospeche la voluntad de formar un par,.
tido , no toman medida alguna para opo-
nerse á las criminales empresas de sus ene-
migos. Los primeros aunque poco nume-
rosos se dejan ver en todas partes , hablan
siempre en voz alta, y como estan seguros
de que nadie Se: atreverá á .:contradecir-
les , no tienen el menor reparo en sentar
los principios mas erróneos, cuya aplica-
cion se reduce siempre á que ellos y so-
lo ellos deben gobernar á los denlas.
Los segundos se esplican siempre en voz
baja ,, tinos . con otros ; ven .• abrirse el
abismo de .males que ha de sepultar á la
patria , sienten lo gibsurdo de lal . conse-
cuenciás q•: e' sus contrarios; pe-
ro no • se .determinan á . . salir á la pa-
lestra ,.por nO . faltar á sucompostura na-
tural. De est&modoel triunfo es indispu-
table , porque:;si alguna vez prevale


127
'terán los bitenns principios por el peso
'de la verdad , las mas ,


serán oscurecidos
ó paliados por no atreverse á acusar cri-
miMilinente á aquellos que los combaten
con descaro. Los jacobinos


• cre Francia no
llegaron jamas á componer la milesima par-
te de su poblacion ; y sin embargo la do-
minaron despóticamente durante cerca de
cuatro años. En vano se derribó el trono
'sanguinario de Robespierre haciendole su-
frir el mismo género•e castigo que él ha-
bia empleado contra tantos millares de hom-
bres de bien ;' porque como su caída no
fue efecto de la union de los buenos


. , si-
no de la desunion de sus mismos cómpli-
ces y compañeros , quedó gran parte de
estos ejerciendo una fatal preponderancia
en el gobierno. Los individuos que bajo
su influjo tuvieron asiento en la conven-
cion , invadieron sucesivamente las pla-
tas del consejo de los quinientos , y aun
les faltó poco para apoderarse del directo-
rio ejecutivo.


Este siniestro ejemplo prueba que los
males de upa eleccion dirigida por el espi,
Tau. de partido no se limitan al tiempo en'
.que los elegidos desempeñan Sus funciones,
sino que trasciende á las legislaturas inme-




diatas, y aun á. lo que se llama alto gobler-,
no ; pues por mas separados é independien-
tes que . se crean los poderes, siempre se con-
serva cierto enlace y lá union inseparable
del trato humano.


Si por desgracia tuviesemos unas Cortes
compuestas de una mayoria de serviles,
¿qué tardaria el ministerio en dar los empleos.
mas importantes á personas dispuestas á
obedecerle ciegamente , y á seguir: el rumbo
que él quisiese indicarlas? Por el contrario,
si el mayor número de los. diputados á Cor-
tes fuese de estos que se llaman .2-agerades1
es decir, de los que creen que no se puede
servir bien á un gobierno sino haciendo
méritos para ser ahorcado en el que le.
suceda , tampoco tardarian en verse ocu-
pados los principales puestos por sugetos
que inereeerian serlo en el uno y en el otro.-


• 7ün ambos casos el mal no se acaba al ter-
minarse la legislatura , sino que continúa
por muchos arios , y opone grades ostácu-
los para el restablecimiento del orden en
todos los ramos de la administracion. ¡Cuán -
ta dificultad y. cuántos crímenes han costa-
do en Francia los errores y las intrigas <lo
las asambleas primarias! Aun hoy Mismo
á pesar del transcurso de tantos arios y de


1'29
tan diferentes gobiernos como ha tenido
aquella nacion , todavia figuran en ella
ciertas personages que nunca hubieran sa-
lido del fango y de la nulidad sin las intri-
gas 'y sin el terror que presidió en aque-
llas primitivas elecciones.


Cada vez que olmos -que en tal ó cual
pueblo , en tal é> cual parroquia sé han es-
tado repartiendo listas manuscritas con el
nombre de los• que debian salir nombrados


' electores; cuando se nos dice que en tal á
cúal parte han asistido á votar los soldados
por compailias , dándoles antes los sargen-
tos por escrito las papeletas ya formadas;
cuando se nos asegura que en otras apenas
ha asistido uno por ciento de los que te-
nian voto para elegir y ser elegidos, y cuan.
do en otras oimos que han intervenido ame-


,


nazas y aun violencias para sacar á los que
ya tenia designados una


.
faccion , apenas nos,


cabe duda de que las elecciones en donde
se hayan cometido tales escesos , lejos de
enviarse á las Cortes defensores de los de-
rechos y de la libertad de los pueblos, no
se ha hecho otra cosa que revestir de una
alta dignidad á los opresores y enemigos na-
turales de ellos.


Por eso clamamos tanto el ¿tilo pasado
9


nIII




13o
en este mismo periódico, y repetiremos
constantemente la, necesidad de que se unan
los ciudadanos en semejantes ocasiones , y
.que conspiren coizstitucionalmente


(permita-
senos esta espresion) para no verse repre-
sentados por los que no merecerlas tal vez
su confianza, particular. Aun cuando la asis-
tencia á las elecciones no fuese mi derecho
tan precioso y estimable , por ser el único
acto que recuerda al pueblo la soberania na-
cional , todavia debiera -apreciarse, en gran
manera como el medio mas oportuno de
eludir la intriga y la mala fe de los que se
valen de


él para sobreponerse á sus iguales.
Todos ó casi todos los males qúe afligieron
á la Francia en su revolucion, deben atri_
buirse 'en ultimo análisis á la pusilanimidad
de los muchos hombres de bien que se con-
tentaron con fiar la vuelta del orden á los


mismos pscesos
del desorden. Esta cruelisi-


ma lógica , que aun
cuando fuese exacta de-


1,eria estremecer á los que se dirigen por
ella, Ilace que se prolonguen indefinidam en


-


te los abusos y aun los horrores c ine pue-


den afligir á unanacio n ; porque nadie pue-
de calcular hasta qué grado llegarán , ni las
profundas raices que pueden echar para lo


sucesivo.


r.11
Deben pues asistir á las elecciones to-


dos los ciudadanos que presumen de lion9-
dos , y contribuir directamente á que pre-
valezca la voluntad general, ya que su con-
ciencia les dice que esta rechaza á todos los
que profesan opiniones exageradas. Podrán
muy bien echar en cara, y aun probar aca-
so , que tales ó cuales individuos á quienes
motejan de bulliciosos ó cabilderos, no se
proponen un fin recto en su oficiosidad;
pero ¿cómo probarán 'á los ojos de ningun
hombre sensato que su silencio , su pereza,
su egoismo refinado no han suministrado'
el arma mas poderosa para auxiliar los pla-
nes de que tan amargamente sé quejan?Har-
to mas criminal es el que abandona los que
él cree ser intereses de la patria , que el que
se imagina poder influir en ellos por un me-
dio contrario á lo que piensa la mayoria
los habitantes. En este podrá haber error,
malicia acaso , interes , ambicion , cuanto
se quiera; pero en aquel siempre hay egois-•
rho é indiferencia , que como ya dijimos en
el número anterior , son la fuente y el ori-
gen de todas las calamidades públicas.


No basta tampoco la asistencia y una
votacion ligeramente meditada ; sino que
es indispensable hacer cuanto se pueda




132
dentro de los límites permitidos por la ley
para que la eleccion recayga en sugetos de
conocida probidad. Esta frase que de puro
repetida parece que ha perdido parte de
su fuerza , creemos que tendrá una signi-
ficacion 'muy energica si se reflexiona que
sancionada por nuestra Constitucion la in-
violabilidad de los diputados á Cortes no
nos queda otra garantia que la mora-
lidad individual de cada uno de ,
Esta moralidad, probidad 6 como quiera
llamarse , no es de aquellas cosas que se
pierden y se adquieren de repente ó en
el trascurso de poco tiempo, como suce-
de con la opinion , sino que siempre es
el -producto de una serie de actos 6 com-


. portamientbs , que forman lo :que en los
hombres . se llama conducta. Los que du-
rante- muchos años han sabido conservar
una reputacion favorable , han sido fieles
en sus contratos, han obedecido á las au-
toridades constituidas y han sabido con-
servar el aprecio y la estimacion de sus
convecinos , por mas que se diga de sus
opiniones que no son tan acaloradas co-
mo quisieran algunos , siempre será mu-
cho menos aventurada su eleccion que re-
cayendo sobre otros sugetos absolutamen-


33
te nuevos , 'de quienes 710 hay otras prue-
bas de abono que la de haber gritado ,en
esta ó en la otra .ocasion., Seria necesaria
una especie de milagro para que dejase:
de ser perjudicial la eleccion - de uno .


que
profesara opiniones exageradas ; porque
aun cuando supongamos que esta exage-
racion fuese en favorde la libertad, no hay
nadie ya que dude de que la libertad
exagerada no es otra cosa que licencia ; y
cuando la licencia llega á ser general es in-
finitamente mas dañosa á los ciudadanos
que las cadenas del despotismo. Este mor-
tifica , humilla y embrutece á los hom-
bres; pero aquella los destruye ó los con-
vierte en fieras.


Estamos intimamenté persuadidos de
que se equivocan mucho aquellos que creen.
hacer gran servicio á los pueblos arengan-
doles y dirigiendoles largos discursos en
los tilas inmediatos á las elecciones. Se-
mejante medio , cuando se toma con buen
fin, no sirve .mas que para embrollar,


las
ideas de los habitantes sencillos, y si se
toma con segunda intencion es un crimen
de gravisi mas consecuencias. La eleccion
que no estuviere hecha en la mente de los
ciudadanos un mes antes del dia de las




s34
juntas, casi se puede asegurar que será
una malisima eleccion. ¿ Pero qué puede
esPerarse cuando llegado el cija y la hora
de principiar un acto tan solemne, se ha-
lla varia la sala, ú ocupada cuando mas
por quince ó veinte aspirantes , que no
han cesado de intrigar en los dos ó tres
meses anteriores á aquella época ? El me-
nor inconveniente que se sigue y que por
desgracia- hemos visto repetirse en varias
parroquias, es que aquellos pocos descarados
nombren por aclamacion á este ó al otro cóm-
plice suyo para secretario escrutador ect.
ect.; y desde entonces ya se pueden in-
ferir los vicios de que adolecerá la elec-
cion. ¿ De qué servirá que se oyga alli al-
guna que otra vez reclamando lavotacion
nominal , cuando ya el mas atrevido se ha
apoderado de la pluma y ha empezado á
estender el acta ? Los qua se llaman hom-
bres de "bien se contentan con .encogerse
de hombros, cí se salen aburridos y fas-
tidiados de ver un mal que ellos hubie-
ran podido remediar solo con ser mas pun-
tuales ó menos perezosos.


¿De qué aprovechará entonces el irse
á murmurar • á sus casas ó las agenas de
fulanito ó zutanite , á quien le oyeron ó


'35
le vieron hacer tal cosa contraria á IO
que previene la Constitucion , y. á lo que
prescribe el decoro público ? ¿ Podrá ya
cambiarse la elecion ni evitarse sus fata-
les consecuencias con sarcasmos , con má-
ximas tardias, con ejemplos históricos ni
con toda esa retahila de reflexiones inútil.
les que se aglomeran despues que ya el
mal no tiene remedio ? Cuatro ó seis ho-
ras de-- paciencia y perseverancia hubie-
ran sido mas útiles que todas esas hon-
radeces teóricas é infructuosas. Una hon-
radez que solo sirve para hacer derramar
lagrimas, y no alcanza á enjugarlas , casi
podria cambiarse por una malignidad que
á lo menos escitase la risa.


Concluyamos pues con anunciar á to-
dos lo que aspiran al concepto de hom-
bres de bien, que sien lo sucesivo no tra-
tan de asistir puntualmente á las eleccio-
nes , se abstengan siquiera de Murmurar
de las que se verifiquen , porque solo con-
seguirán que en vez de darles muchas gra-
cias por su perezosa modestia , los ten-
gamos por verdaderos asesinos de la li-
bertad , supuesto que la posponen al inez
quino placer•dé no privarse un cija de der.
mir la siesta.•




236'


Triunfos del Espectador.


Ahora sí que va bueno , señores Espec-
tadores y Zurriaguistas; este es el momento
en que deben ustedes empezar á lavarse en
agua rosada, porque 'se acerca el tiempo de•.
recoger el fruto de sus sanas doctrinas é ino-
centes predicaciones. Que se vengan ahora
los guapos á hacerles á ustedes la acostum-
brada búrleta de decirles, que sus escritos
no eran mas que un conjunto de desatinos re-
bozados con insolencias; pues á fé que oca-


,


sion mas lucida de darles con un mentís: en
los hocicos, no es posible que se les pre-
sente en mucho tiempo. Ahora sí que pue-
den ustedes responderles aquello de nisi
est quoeljneimus, stulta est gloria, No lo se-
rá por cierto la de ustedes , Espectado-
res azurriágados , puesto que lejos de
ser inútiles sus bou-libas antisociales, van
haciendo prosélitos . y convirtiendo modera-
dos que es una bendicion de Barrabás. Aho-
ra sí que la, patria puede recibir enhora-
buenas por haberles estado á ustedes man-
teniendo y engordando para que la hicie-


137
sen el ;mico servicio que está al alcance de
sus fuerzas , que es el de azuzar á la gente
para una sacrosanta rebelion. ¡ Oh sueldos
bien empleados y' raciones bien distribuidas!
¡y cómo las vamos á ver aumentadas con
tercio y quinto si se acaba de madurar esa
preciosisima espedicion meditada pollos va-
lientes corresponsales de Andalucia ! Ahora
sí que veremos un proyecto magnifico de
constitucion zurriaguil, en el cual se demar-
quen perfectisimamen te los derechos y las
obligaciones de los mandones y de los súb-
ditos.


Hablando fuera de chanza,. miren uste-
des que no habia paciencia para ver arreba-
tar el mando á casi todos los insignes va-
rones que se honraban con la amistad de
.ustedes, solo porque el uno era un rebel-
de , el otro un alborotador, el otro un ea-.
bcza de motin , y todos enemigos declara-
dos de Constitucion actual de la monar-
quia. Yo quisiera ver al mas pacífico de los
hombres cómo se resolvia á dejar un pues-
to honorífico y lucrativo , hallandose como
se hallan ellos con un centenar de pueblos
cada uno, prontos á sacrificarse en servicio
de sus señorias. Porque, dejemonos de bis-.
torias, que, á mí nadie me quitará de la ca-




138'
beza que cada uno de los que han filmada
esas edificantes representaciones. al Rey y á
las Cortes, importa cien veces mas que un .
pueblo todo entero ; ¿ni cómo ha de per-
suadirse ningun pueblo sensato á que ca-
be felicidad en la tierra , no estando go-
bernada por los compinches y paniaguados
del Espectador?


Pero demos de barato que no hubiese
ni siquiera un cortijo, cuanto mas un pue:-
blo , que quisiese aguantar cerca de sí na-
da de lo que hubiese tenido contacto con
el Zurriago ó con el Espectador: ¿quién le
quitará á este el regalado gustazo de figu-
rarse en lo hueco de su celebro que tiene.
pueblos, provincias y reynos enteros que
le quieren y le adoran, y le tienen por un
escritor heroyeo? Asi como asi están llenos
esos hospitales de hombres, por otra par-
te honradisimos,.que se figuran ser reyes,
papas, héroes y semidioses. Yo entiendo que
lejos de ser una obra de caridad , seria ac-
cion cruelisima querer desengañar á estos
pobres enfermos, que se creen muy felices
con soñar que los pueblos se quieren des-
pedazar unos á otros'. Imaginese cualquie-
ra el caso nada dificil de que todo eso que..
el Espectador y su compañero el Zurriago


139
llaman pueblos de Andalucía , no fuera en
la realidad mas que tres autoridades rebel-
des, que con el auxilio de un paT de do-
cenas de genízaros con casaca se hubiesen
propuesto dar por tierra con las leyes ac-
tuales , sustituyendo otras por las cuales
ellos estuviesen siempre mandando y lós
denlas obedeciendo ; ellos comiendo á dos
carrillos, y los denlas muriendose de ham-
bre; ellos pasando por héroes de logia y
de taberna , y lo denlas de la nacion p6r.
imbecil ó por facciosa: si este caso llega-,
ra , digo, ¿ no seria lo mismo que quitar-
le al Espectador y á su ayudante el Zur-
riago el mas titilee prestigio y la ilitsion
mas grata y lisonjera ? Pues qué ¿ ha
do poca la pesadumbre con visos de des-
engaño que le ha ocasionado ya el des-
enlace de lo de Galicia ?


Alli tambien contaba el infeliz con pue-
blos , con ciudades y con toda la poblacion
de la provincia , y luego nos hemos en-
contrado con que los disidentes eran no-
nes y no llegaban á tres.,¿Pero.qué importa
que en la realidad fuesen nones ó fuesen.
pares , cuando en la imaginacion del Es,
pectador tenia!) una fiterra:moral,. coma
un ejercito entero? Pueblos han de ^ser,,,vi-




r4.0
ve Dios , cuantos molinos de viento en-
cuentren sus editores en su gloriosa car-
rera literaria; y asi como el que los con-
fundid con gigantes se arrojaba á comba-
tirlos, estos se los toman por auxiliares de
cuantos devaneos se forjan en su destor-
nillada mollera.


c-Pero qué es eso de pueblos ni de pro-
vincias aisladas? El congreso todo entero,
dice el Espectador, que piensa y se esplica
ni mas ni menos que él, y por consiguiente ni
mas ni menos que el Zurriago. El Zurriago
ha dicho mil picardías de los • ministros,
y el Espectador las ha dicho tan grandes
ó Mayores ; es asi que el congreso insi-
nuó con su acostumbrada dignidad y mo-
deracion que creia que el ministerio había
perdido la fuerza moral , sin espresar por
qué causas; luego el congreso dice lo mis-
mo que el Espectador. Declara el congre-
so por una inmensa mayoria que desa-
prueba altamente la conducta de las au-
toridades de Cadiz: el Espectador dice que
es una conducta he.royen ; luego el con-


' g'reso y el Espectador profesan unos mis-
mos principios. Manda el congreso que se
les forme causa á todos los que han fir-
mado las representaciones de Sevilla: el


141
Espectador mira en cada uno de ellos
una columna . firmisima de esto que él
llama sistema ; luego el congreso confir-
ma las doctrinas del Espectador. Asi ni mas
ni menos son, han sido y serán todos los
raciocinios que se forman en los lieroycos en-
tendunien tos de sus iden tificados editores; y lo


.peor es qne á pesar de ver á todo el mun-
do esplicarse en contrarío sentido , ellos


• han dado en la mania .
de creerse sugetos


de importancia, y se han reducido al esta-
do de incurables.


No puede negarse emnedio de eso
que hay dial en que son capaces de ha-
cer reir á un muerto , y es cuando la e-
chan de' graves y de politicones. Oh ! el
día que corre el viento de la política ó
cuando les da la vena por hablar de sus
hazañas escuderiles , entonces estan precio-




sos y se pueden alquilar balcones para oir-
los ! Todos sus disparates y hasta Sus he-
regias polítieas se les pueden perdonar en
favor de sus estravagancias mili tarescas; por-
que 'aunque nadie tenga noticia de ellas,
ni sepa tampoco quienes son semejantes
Espectadores, ellos las pintan con .


un ¿m-
i' asis y un tollo tan decididamente ridícu-
lo , que le da á uno ganas de regalarles




tabaco de polvo por mayor, que es el re-
galo que mas aprecia esta clase de en-
fermos.


Lo sensible es la amenaza que hace al
público el Zurriago de que se va á vomi-
tar á Cadiz ; y si esta ausencia se verifica
se queda su compañero en una espantosa
soledad. Ellos estaban ya hermanaditos y
encariñados á punto-de que es temible que
se vaya 'la soga tras el caldero. ¡Qué pérdi-
da seria esta si por , desgracia llegara á ve-
rificarse ! ¡Pobre traé,,ala nuestro si perdie-
se la proteccion de estos dos atletas de la bu-
llangueria! Pardiez que era temible que en-
tonces se_conjurasen todos los españoles á
obedece/la Constitucion de Cadiz, que se-
ria el mayor tormento que pudiera darse
á los que ya hace tiempo que trabajan por
derribarla.


1.43


Escuela nacional, de artes y oficios de la mo-
narquia española. Núm. 1.° Un cuader-
no en 4.° Se hallará en esta corte en las
librerias de viuda de Alonso y Antoran,
enfrente de las gradas de San Felipe, y
de Denné , hijo, calle de la Montera,
núm. 38: á 4 reales vellon.


D. Luis Voidet , caballero francés, miem-
bro de varias academias, refugiado en Es-
paña, poniendo en práctica aquella lauda-
ble solicitud con que procuran dulcificar
la amargura de su suerte los franceses bien
nacidos y desgraciados , ha tocado ya dis-
tintos resortes que no dejan duda de sus de-
seos de trabajar utilinente, aunque no han
servido hasta ahora para facilitarle lo que
busca. Entre otros proyectos dignos de me-
jor suceso concibió y presentó á las Cor-
tes en /3 de mayo ultimo el plan de una
escuela nacional de artes y oficios , cuyas
principales bases son las siguientes,:


La Ha de instituirse una escuela perpé-
tua á favor de aquellos niños cuyos padres
ó bienhechores tengan interes en que reci-
ban buena educacion , y aprendan algun
arte tí oficio lucrativo.




144
2.a Los alumnos que al entrar en esta


escuela tengan la edad de diez á once
altos, permanecerán en ella nueve años :•los
de edad de once á doce años , ocho : los de
doce á trece, siete : los de trece á catorce,
seis y los de catorce á quince, cinco. Cum-
plido el tiempo prescrito, serán remplaza-
dos por otros: su total número es indeter-
minado. El establecimiento los mantendrá
y vestirá : principiará por darles una bue-
na educacion primaria ; luego les enseñará
el arte ú oficio que escojan , ó aquel para
que tengan mejor disposicion ; y por último
los hará aplicarse al estudio de las lenguas,
de las matemáticas , de la física, de la tene-
d urja de libros etc. ; segun el talento y las in-
clinaciones personales de cada uno. La es-
cuela tendrá maestros para toda clase de
enseñanza, y talleres bien prevenidos de ma-
teriales, herramientas é instrumentos nece-
sarios para el uso y ejercicio de las ar-
tes y oficios, modelos, ¡nuestras, planes y
descripciones de los nuevos inventos, y una
biblioteca compuesta de obras elementales
de las ciencias y de las artes.


3.a Los fondos necesarios para la plan-
tificacion y subsistencia de este estableci-


miento se sacarán de un número ilimi-
tado de ecciones negociables de á 5oo rs.
cada una, pagaderos en diez años, contados
desde el dia del recibimiento de los alum-
nos aprendices, que no principiará á hacer-
se sin la concurrencia previa de diez mil
acciones suscritas. Cada serie de to.000 ac-
ciones proveerá. á cien plazas perpétuas de
alumnos , reemplazables sucesivamente me-
diante un sorteo, que se hará el primero al
fin de los primeros cinco años, y en los si-
guientes uno cada año. La administracion
de estos fondos (bajo la inmediata inspec-
.cion del gobierno) se confiará á los accionis-
tas fundadores , que lo serán todos aquellos
que se -suscriban individualmente por 5o
acciones.


4.a El gobierno que necesariamente ha
de ser pobre y debil mientras el pueblo no
sea aplicado .é:industrioso , demoistrará á la
.nacion la importancia de esta escuela, y es-
citará á todos, desde el monarca y su augus-
.ta familia, los gobernadores de las prevín-
-cias, gefes políticos , prelados eclesiásti-
cos , magistrados, ayuntamientos munici-
-pales , magnates y pudientes , hasta las clases
.menos acomodadas del estado, para que se sus-


' remo xm.
zo




146
criban por el Mayor número de acciones


que pudieren.
Este'es ' un ligerisimo bosque,io del pro-


yecto del 'señor Voidet , que sometido á
examen en nuestro ilustre congreso nacio-
nal, mereció ser aprobado y recomendado
al gobierno , para que cooperara á sitejecu-
cion interponiendo su autoridad -en cuanto
alcazasen sus atribuciones , ecuniendo á


Za de • las Corles en lo que fuera necesario.
Con un informe tan favorable se pre-


sentóMr. Voidet al señor ministro de la go-
bernacion de la nenínsUla casi 'Seguro del
'buen recibimiento que le dió ; pero ;cuán-
ta tainbien seria: su sorpresa despues, al oir
á S. E.' bien enterado del provecto de la
escuela nacional, que no creía necesaria. la


intervención del gobierno en un
• estableci-


miento de aquella naturaleza; yque limitan-


'do este su- proteccion á una intemencion


negativa, dejaba mayor latitud á los pro-
gresos de las artes y de la ,industria, que
la que conceden otros gobiernos á estable-
cimientos de igual clase, interviniendo for-
malmente!»


Nos parece, como á Mr. Voidet, que
el señor ministro de la goberuacion no re-


x47
conoció bien la naturaleza del proyecto,
ó se equivocó en la aplicacion. de un prin-
cipio económico , cierto cuando se trata
de fábricas ó manufacturas para una es-
peculacion mercantil, confundiendo con
esta clase de empresas particulares,' la de
la escuela nacional, que abraza intereses
generales á que no pueden atender todos
los accionistas por sí mismos. Este es un es-
tablecimiento verdaderamente patriótico,
del. cual no queda al inventor otra utili-
dad que la gloria de haber suministrado
/a idea (le él , dejando el aprovechamien-
to á la nacion , y al gobierno frutos se-
guros .


sin desembolsar los fondos nece-
sarios. Es tan facil para Mr. Voidet la de-
mostracion de esta verdad que estraña-^
míos no se haya limitado á hacerla, de-
jando á un lado personalidades que ja-
mas le estan bien á un estrangero desgra-
ciado hablando de los depositarios del po-
der en el pais que le sirve de asilo. No
podrá el gobierno francés tachar de esta
falta de circunspeccion y miramiento á los
españoles que han disfrutado su patrocinio.




149


i48


TEATROS.


El Príncipe perseguido: comedia de
tres. ingenios.


Este disparatado drama se hubiera des-
terrado del teatro ya hace mucho tiempo,
si no fuera por la siguiente descripcion que
hace el gracioso en la segunda jornada.


Dices bien , que es purgatorio
Toda dicha, comparada
A la de un frayle, cifrada
Desde el coro al-refectorio.
Tras gastar. aqui á 'pasages
La mañana en parabienes
De antífonas y de amenes,
Que hacen mas hambre que papes;
Sin cuidar de otras marañas
Cada cual su paso inclina
Al olor de una cocina,
Que penetra las entrañas:
Entra al refitorio, y mira
Mesa puesta sin atan,
Servilleta, fruta , pan ,


Un tazon, que ambar respira ;
Mandando el refitolero
Diez legos arremangados ,
Cuatro gatos diputados,
Con mas lomos que un carnero.
Va andando la tabla llena;
Y pone cada varon
Las manos en su porcion
Y los ojos en la apena.
Luego em*zan los cuchillos
En los platos la arnionia,
Y la fuerte ferreria
De mascar tí dos carrillos.


• Solo se oyen placenteros .
Chiquichaques de quijadas:
Que hay runfla de dentelladas,
Que pareces') caldereros:
Y entre el .sonoro ejercicio,
Que al bajar y subir crecen
Tantas manos que parecen
Los casos de un artificio ;
Prorumpe un frayle: á obediMcía
Nos obliga. este úzstituto
Y al son de aquel estatuto
Hacen todos penitencia.
Luego andan dos fraylecillos ,
Llevando con manos diestras
Candeales en.


upas cestas ,




« Son sus primeros desvelos
Regar al salir del dia :
Desata la fuente fria,
Que quiebra en mil arroyuelos.
Ved si á los pasos primeros
Indicios de rey se gana,
Pties se halla cada mañana
Cercado de lisonjeros.
Va y mira sus cuadros bellos ,
Que es quien necesita mas
Del gobierno y del compas;
Y si algun cogollo en ellos
Sobresale á mas grandeza,
'Sin dar con la dilacion
Á otras ramas ocasion
Va y le corta la cabeza
Nada ele su imperio ignora,
Que despues cause algun daño :
Pues puede ver sin engaño


15o
Molletes en los carrillos:
Dos legos á jarrear
Vertiendo sangre de hinchadas
Las caras , como tajadas
De carnero á medio asar.
Comen , y de dos en dos ,
Á quien se lo da alabando,
Salen tosiendo y rezando
En honra y gloria de Dios.»


Lo demas de la comedia no vale na-
da. Es la historia del Falso Demetrio de
Rusia, descrita de la manera que se pa-
rece á los tres autores desconocidos; por-
que nuestros antiguos poetas dramáticos
no tenian dificultad en desfigurar la his-
toria, cuando les venia á cuento. Demetrio
.es el verdadero y legítimo heredero del tro-
no de Rusia por ineptitud de su padre que
hace en parte el papel de gracioso, aun-
que las humillaciones á que le obliga su
tiranó primo, le vuelven el entendimien-
to. Demetriq es soldado, frayle, jardinero,
hasta que se encuentra con una princesa
que le da su amor, y con un rey que le
presta tropas para reconquistar su reyno•
Todo esto es disparatado , frio y sin in-
seres , la versificacion , generalmente ha


blando, es arrastrada y debil , aunque tal
vez ingeniosa. Leanse para ejemplo los si-
guientes versos, en que se compara el
jardinero al principe.


( ) Esta.,máNiina de Tarquino ha sido celebra-
da por Plaquiavelo y repetida por todos los escri-
tores que han hablado , da las perfidias de gabine-
te llamadas , erradainente ciencia política,




151
Todo su reyno en un hora:
Que el causar tantos enojos
A un rey dados no advertidos ,
Es por ver con los oidos
Lo que no pueden los ojos
Porque es precisa pension ,
Que el que • oye lo que no toca,
Reciba de boca en boca
Troe'ada la informacion.
Que yo del distinto olor
De alguna flor he advertido ,
Que llega á mí desmentido
Por pasar por otra flor. »


El Hombre agradecido: comedia en 3 actos
de don Luciano Comella.


Algunos quisieran que no dijera de es-
ta pieza ni de sus hermanas mas que el
nombre de su autor. Sea asi : no hablemos
ni de intriga , ni de los caracteres, ni
de la elocucion ; pero


«L'on sera ridicule et je n'oserai rire?»
¿ Para qué se ponen en lista y se repre-


sentan en el . teatro piezas: que ui vistas ni


1113
leidas pueden sostener el examen 'de - la
crítica ? No hablemos pues de las piezas
de Comella; pero en pago de nuestro si-
lencio pedirnos que no se representen. Es-
ta transaccion es..útil á todos: á los perio7
distas , porque no tendrán que ensuciar
sus diarios : á la empresa dei teatro, por-
que no verá los bancos desiertos;,y al plit-
blico, porque no se le obligará á oir des-
atinos sin gracia , que es el Mayor defec-
to que pueden tener los desatinos.


El Indolente poltron: comedia en dos actos.


Y ¿qué diremos de esta pieza, que ni
-aun el nombre (le saynete merece? Es en
realidad uno de' los antiguos entremeses
espaiíóles, solo que tiene peor lenguage y
es mas fria que la nieve. Todo su cómico
se reduce á pintar la pereza personificada.
'Pero ¿ á quién le ocurre que los ciuda-
danos han- - de abandonar la quietud de su
casa y han de tomarse el trabajo de ir has-
ta el teatro para ver un mamarracho se-
mejante? Si nos la dieran como saynete,




54
se sufriria corno se sufren los saynetes,
rabiando: pero hacerle los honores de co-
media, es cosa intolerable.


Las Cárceles de Lemberg=Las Minas
de Polonia.


Estas dos piezas las ponemos bajo un
mismo título. En ambas hay un tira-
no, un traydor, dos víctimas que interesan
porque se aman , y que acaban por triun-
far de lo's malvados que no tuvieron bas-
tante arte para sacrificarlas completamen-
te. Sirva esto de principio general para
estas dos piezas , para Triunfos de valor
y honor en la corte de Rodrigo; en fin,
para todas aquellas, en que hay un tira-
no furioso y traydores que obran mal por
solo el gustazo de ser malvados. Si se-
mejantes piezas no fuesen mas que ne-
cias , todo su efecto se reducirla á in-
comodar al hombre instruido y...de gus-
to ; pero son algo mas , son inmorales;
porque acostumbrando al pueblo incauto.
y que no reflexiona á atrocidades gratui-


5 5
.1.as , le hace formar nna idea muy baja
de la especie_ humana , á desconfiar de to-
da ella y á sospechar todo género de mal-
dades , que es la peor de todas las dispo-
siciones en un pueblo, y laque mas se opo-.
n'e á los progresos de su cultura. Los
latinos de Polonia no sumergen en un ca-
labozo á las señoritas que los desprecian
por otro amante : los jueces de.Polonia
no venden la justicia por una sortija ó una
cadena que les regale un señor de la cor-
te: ya se guardarian muy bien de hacerlo,.
Es. verdad que en Polonia- y en todas par-
tes hay violencias é injusticias ; mas no se
cometen tan abiertamente corno se pintan
en aquellos dramas necios y disparatados;
y aunque se cometieran , se concurre al
teatro para ver las horruras de la natu-
raleza humana ?


Si la mayor parte del auditorio se . com-
pusiera de asesinos violadores, bandoleros
y facinerosos, no habría dificultad en regalar-
les esos dramas, que ellos solos podrian en-
tender; pues ellos solos conocen el placer
que hay en obrar mal: y aun seriamos de
parecer que en la catastrofe apareciesen' los
delincuentes colgados de las horcas ó he-
chas pedazos en las ruedas. Estos horribles'




156
espectáculos podrian serles útiles. Pero de
qué Sirve presentar á los padres de familia
y á la juventud de uno y otro sexo la ima-
gen de los delitos. de que ni aun idea tienen?
Preséntenseles enhorabuena los funestos
ó ridículos efectos de las pasiones, que per-
/turban el' orden social, que atormentan las
familias, que hacen perder al hombre su
dignidad: ó si se quiere presentenseles es-
cenas de virtudes ya cívicas, ya privadas,
grandes infortunios sufridos con valor y
constancia ,y aun los grandes crímenes que
ha consignado la historia , con tal que pro-
cedan no de pasiones viles y ruines, sino de
las que llamamos nobles, y que no por eso
son menos funestas cuando son desenfrena-
das. Los dramas de esta especie forman un
espectáculo moral y uta á los espectadores;
porque en fin el hombre mas honrado pue-
de dejarse arrebatar de una pasion , que aun-
que honesta en sus principios puede hacer-
se criminal con el desenfreno y el esceso.
Pero ejercer violencias sobre una infeliz fa-
milia, ó para apropiarse sus bienes ó para
vengarse de los desdenes de una dama , ca-
lumniar con una impostura pública el honor
de una princesa para apoderarse de sus es-
tados, y favorecer por un sórdido interes


157
planes tan inicuos , son acciones dramáti-
cas, solo dignas de representarse en las cár-
celes ó en los presidios.




Li


z58


ANUNCIOS.


KII,n•nn


-De los derechos y deberes del rey consti-
tucional, cí sea ilustracion á la doctrina de
la inviolabilidad, contenida en otro papel
suelto del mismo autor. Algeciras: en la
imprenta de la viuda de Confino, ario de
x 8 2 I .


Este discreto opúsculo presenta una
prueba demostrativa de los progresos que
van haciendo los buenos principios en las
provincias de España. Las doctrinas estan
tomadas de las verdaderas fuentes del de-
recho político ó constitucional; pero nos
parece que seria mas clara su esposicion si
estuvieran mejor digeridas. La alocucion á
S: con que concluye el autor, es algo pe-
sada, y pudieran en ella haberse escogido
espresiones todavia mas dignas y respetuo-
sas , sin perder nada de su fuerza, para
manifestar francamente la verdad á. los pies
del trono de la nacion.


159
Principios generales de táctica: parte pri-


mera. Por clon Luis Corsini, alferez del re-
gimiento caballería de Algarbe. Salamanca:
en la imprenta de don Vicente. Blanco,
año de z 82 x. Un cuaderno en 8.° de x63


• páginas.
No hemos seguido la profesion de las


armas, y asi no podernos juzgar el mérito
de esta obra, por reconocimiento á la fine-
za que nos ha hecho su aplicado autor el-v..;
viandola, Creemos hallar en ella muy bue-
nas ideas ; pero por desgracia las afea tan-
to el lenguage s que no siendo español ni
&anees, seria preciso traducir la obrita á
alguno de estos dos idiomas, para hacerla
inteligible y util á las personas para quie-
nes se ha escrito.


Opúsculos sobre la jilosofia médica , la
peste y la calentura amarilla. Por don Juan.
Llacayo , ex-medico del hospital general
de Santa Cruz de Barcelona , y taquígrafo
del diario de las Cortes. Tratados conteni-
dos en este primer número. =De la peste=.
Refutacion del sistema de clon Mariano La-
gasea, y del de su contrario don Antonio Gar-




seo
cia sobre el caracter y método curativo de la
calentura amarilla.=..-Los médicos no es-
tan obligados , segun el sistema que nos


á quedarse en un contagio .p,estilen-
cial , á eseepcion de los empleados de an-
temano por el gobierno ; y por lo mismo
no son culpables los que se han escapado
de Barcelona. Un cuaderno en 8.° mar-
quilla de 64 páginas: se vende en Madrid
á siete reales vellon , en la libreria de Cruz
y Miyar, enfrente de san Felipe el Real.


El CE NSOR,
PERICSDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 75.
SÁBADO 5 DE ENERO DE 322.


Continúa la traduccion de las observaciones
de Bentham sobre el sistema prohibkorio
restrictivo de comercio.


Articulo II. Hales producidos por el sista-
aná


El sistema prohibitorio se introduce
Con el objeto de obligar á que se com-
pren en el pais sus' producciones en opo-
sicion de las entrangeras, á las cuales son
Consideradas como rivales. Para evitar di-
ficultades en la espresion, hablaremos con
el lector; y siemprIque digamos vuestro pais


COM o xitt.
1: I




162
se entiende el pais donde se adopta el
citado sistema.


Mal Vuestros conciudadanos se
ven obligados á comprar caro lo que an-
tes com'pi aman barato. Sufren este recar-
go todos los que compraban ó consta.-
mian el artículo prohibido antes de la pro-
hibicion : á veces lo sufre la totalidad
de los habitantes, excepto aquellos á quie-
nes la pobreza impide ser compradores.
La suma del gravamen es igual á la dife-
rencia de precio entre la produccion na-
cional y la estrangera , multiplicada por el
número de unIdades que se consumen.


Esta pérdida es grandisima en España,
y no baja probablemente de la cuarta par-
te del total de manufacturas consumidas.
La importacion de géneros de manufactu-
ra inglesa -ascendia anualmente á cerca de
medio millon de esterlinas.


n.° Se sustituyen necesariamente géne-
ros de. inferior calidad en lugar de los de
superior. Sufren este mal to llos los que
antes (le. la prohibicion usaban ó consu-
rniaml género superior, y ahora se ven.
obligados á usar del inferior, ó á no usar
de ninguno. NO se puede someter al cálculo
este gravamen : es incalculable.


En España es como el anterior muy gran.,
de. Eseep tua n do pocas manufacturas de seda
y algu mis de lana fina, que han llegado al gra-
do de escelentes en estos últimos años sin
el sistema prohibitivo y que no necesitan de
él para hacerse cada dia mejores hasta el
ápice de la perfeccion , las manufacturas
españolas son bastante imperfectas. Algu-
nos de los artículos esehndos no .se tra-
bajan en España : tales son,


• por ejemplo,
las bombacinas género tan singular y
hermoso en su forma perfecta, que aun
todavia no se trabaja en Francia á pesar
de la escelenesia que tienerus 'fábricas de
seda. Los géneros de lana insta larga se tra-
bajan solo en Inglaterra; porque solo en
ella hay lana de esta ',especie. Necesaria-
mente son inferiores los géneros naciona-
les protegidos por la prohibicion á los estran
fieros prohibidos. Las manufacturas son bue-
nas y baratas en -


razon de los métodos mas
económicos para producirlas; y atendido
el estado de las artes mecánicas en Espa-
ña no se pueden esperar géneros modera-
dos en precio y escelentes' en calidad.
Otro mal' efecto de la prohibicion que
recae sobre el corto número de produc-
tores , es remover los mas poderosos moti-




114
vos de la emulacion, é impedir que se
mejoren los géneros nacionales con la mis-
ma rivalidad de los estrangeros. El sistema
prohibitorio hará permanente la inferiori-
dad de los primeros, y dará mala direc-
cion al empleo de los capitales, separán-
dolos de empresas , cuya ganancia es cier-
ta y grande, para invertirlos en especula-
ciones inseguras y de poco provecho.


3.° Cesa ó disminuye el pedido de las
producciones nacionales que tomaban los
estrangeros en pago de los géneros nueva-
mente prohibidos. Sufren este mal todos
los que antes de la prohibicion se emplea-
ban en la produccion de los géneros quo
servian de retornos al estrangero. La suma
de esta pérdida es incierta; pero siempre
la hay, ya tenga efecto la prohibicion, ya
se eluda; porque no puede ser eludida
sin que el género se encarezca en propor-
don á los gastos y peligros, del contraban-
do. Suponed pues que se dobla en vues-
tro pais el precio del género prohibido;
y la cantidad de este que traerá el estran-
gero para comprar vuestros géneros, se re-
ducirá á la mitad.
. Este gravamen es tambien de mucha
consideracion en España. Los„estrangeros


165
son los que llevan á los otros mercados de
Europa la mayor parte de sus productos
de esportacion; y por tanto el mal causa-
do por la prohibicion es proporcional-
mente mayor. En 1819 sucedió que en
las provincias interiores, particularmente
en Castilla y la Mancha , sufrieron grandes
pérdidas los agricultores por el esceso de
Ios granos que se les quedaban sin vender;
y en algunos distritos se dejaron podrir las
mieses en los campos. Esto sucedia bajo el
reynado del sistema puramente restrictivo :
¡cuánto se aumentará el mal cón el sitema
prohibitorio! Por el estado C se ve • que la
suma anual de productos esportados de,
Espata á Inglaterra varia desde mill Oil y me-
dio hasta (los millones de esterlinas.


4.0 Es la pérdida de los derechos que
pagaban antes de la prohibieron" los géne-
ros nuevamente prohibidos, eá'deeir


. ,. del
impuesto que pague la nación - en lugár de
aquellos derechos para cubrir las necesi-
dades del estado. Esta pérdida la sufren
todos los contribuyentes, es decir, toda
la poblacion; y. es igual á la suma de los
derechos mencionados.


En España es muy grande esta suma:
uno de los mejores ramos de hacienda es




166
el que se compone de los derechos de adua-
na adeudados por los géneros estrangeros,
y asciende á cerca de la cuarta parte de la
renta nacional. El producto neto de las
aduanas- desde junio de 182o hasta junio
de 1821, se calculó en 8o millones de rea-
les ; y siendo el gasto de la coleccion cer-
ca de un 25 por leo, se infiere que el
producto en bruto de aquel ramo es de
roo millones de reales, , ó cerca de un mi-
llon de esterlinas (1).


5.et Es el aumento de defraudadores de
la real hacienda, en consecuencia de la pro-
hibido') y del aumento de precio que los
que estan acostumbrados á consumir 6
usar los géneros prohibidos se determi-
nan á pagar antes que privarse de aquellos
géneros.


Este mal es muy complicado, y se des-
compone en varios ramales de consecuen-


(1) Asi se calculó el estado de recursos para el
año de 182o á 1321.


Producto .neto de aduanas. 80.000.000. rs. va.
De las denlas rentas 341.5oo.000.


Gastos de coleccion log.000.000.


Renta cobrada del público 53o.5oo.000.


/67
cias perniciosas, ya para la moral pública,
ya para los•intereses pecuniarios.


Los funcio/varios públicos , cuyo deber
antes de la prohibicion se reducia á co-
lectar los derechos que se pagaban por la
introduccion de aquellos géneros, se em-
plearán ahora en arrancarlos de las manos
de los compradores intrusos ytrasladarlos
á las suyas propias.


Apoderado ya el gobierno de los géne-
ros prohibidos, ¿ qué se hará con ellos?'
¿Destruirlos? Entonces todos pierden. ¿Ven-
derlos por cuenta del gobierno? Se frustra
el beneficio que quería hacerse con la pro-
hibicion al productor nacional. Si se da
permiso para venderlos en el pais, como se
hace en España, el tenedor sufre una pér-
dida igual al valor entero de los géneros,
y el productor nacionalno obtiene un ma-
ravedí de beneficio: Si se venden_ eón obli-
gacion de esportarlos„ como •


'se. Practica en
Inglaterra, la pérdida es- tenor, pero no
menos cierta : hay pérdida del aumento de
valor causado por el trabajo esiraordina-
rio del, contrabando : hay pérdida origina.
da de la falta •de merado estrangero , y
en fin otras- accidentales no ' fáciles de
calcular. Y en todos los casos, todas las.




/
pérdidas recaen sobre vuestro pais, porque
los géneros han pasado ya de las manos del
estrangero que ha asegurado su ganancia,
á las de vuestros conciudadanos que corren
todos los riesgos y sufren todos los gravá-
menes (le la especulacion.


Cierta porcion del pueblo , cuyo traba-
jo antes de la prohibicion se empleaba, co-
mo se debe presumir mientras no haya rat
ton en .Contrario, en operaciones útiles y
productivas, ahora se emplea en introducir
los géneros y llevarlos á manos del compra-
dor , á pesar de la vigilancia de la adminis-
tracion , cebados por el aumento de precio
que les ha dado la prohibicion : esta es una
pérdida igual al producto de todo el trabajo.


Con los decretos prohibitorios se consi-
1rue tener dos cuerpos , por no decir dOs ejér-
citos enemigos , empleados en una lucha
constante, los empleados de aduana, cuyo
objeter'es hacer efectivo el decreto , impi-
diendo la introduccion de los artículos pro-
hibidos,. y los contrabandistas que pugnan
por eludirlo , promoviendo y efectuando di-
cha introduccion. Los primeros son pagados
voluntariamente. por el gobierno del fondo
de contribuciones que el pueblo paga in-
yoluntariatuente: los segundos son pagados


voluntariamente por el pueblo.
Continuando esta lucha habrá muertes y


se sufrirán muchos males corporales por en-
trambas partes. Habrá tambien destruccion
y pérdida de propiedad, particularmente
de los géneros que son el objeto de la con-
lencion.


No se puede cerrar la en u
(le


los males de este artículo sin volver á los
que resultan de ejecutar y hacer que se obe-
dezca el decreto de prohibicioo, procedien-
do contra los defraudadores: estos males
son producidos por la misma ejecucion de
la ley.


Se 'distinguen en dos masas. 1.a El mal
del gasto administrativo empleado en man-
tener los oficiales , y en organizar todos los
medios necesarios, ya para el castigo de los
contraventores , ya para impedir la contra-
vencion. 2.a El mal de la pena sufrida por
los que considerados como delincuentes con




justicia ó sin ella incurren en el caso del
decreto.


Y cuando en virtud de las lecciones cic,1
la esperiencia se renuncie á un sistema tan
pernicioso, se le sustituya otro mas correc-
to y liberal, y por consecuencia se revoquen
los decretos prohibitorios, ¿qué será 'de los


169




170
defraudadores? Volver á un trabajo honra-
do y honesto no es tan agradable y tan fa-
cil lo hubiera sido continuar en él,
á no haberlo impedido una ley dada sin
prevision. Unos por inclinacion , otros por
necesidad se convertirán en ladrones. Asi se
corrompe la moral pública , y son su cor-
rupcion los que estan encargados de de-
fenderla.


Las objeciones anteriores son aplicables
á todos los paises ; pero en España se apli-
can con una precision de que no tienen idea
los que no conocen las localidades de la pe-
nínsula y los hábitos envejecidos de sus mo-
raddi.es. La inmensa estension de lás cos-
tas, el inal estado de los caminos de trave-
sía , y lo montuoso del pais favorecen po-
derosamente los cuerpos numerosos de con-
trabandistas armados que desde tiempo in
memorial tienen una parte tan considerable
en el comercio de Espala . El earacter atre-
vido y emprendedor de los montañeses es-
pañoles parece nac,do para aquella profesion,
la cual no es censurada Culo muy po-
co en la opinion pública; y cuando se re-
presentan en el teatro sus valentias , se es-
cuchan con el mayor interes, ()ancha s veces
con admiracion y algunas con envidia. La
cancion popular


Yo que sor" contrabandista etc.
que alude á esta especie de hcroismo , ha
sido por mucho tiempo la favorita en la cor-r
te de Madrid, y oida con placer por las per-
sonas de mas alta gerargnili.


En Inglaterra empieza ya á conocerse
cuán impracticable es llevar á efecto los
decretos prohibitorios en . España. Parece
que la naturaleza ha querido favorecer su
infraccion: Gibraltar es el gran depósito del
sur : Lisboa y Oporto del occidente ; y los
cien desfiladeros dei Pirineo sirven para las
provincias del norte y del oriente. Ningun
comerciante ignora que en los principales
puertos hay una inmensa porcion de géneros
que han entrado por alto y sin pagar dere-
chos. Esceptuando los artículos de mucho vo-
lumen , de dificil transporte ó de poco va-
lor , el aumento del precio producido por
la prohibicion apenas es perceptible en
los grandes mercados de España, y se mi:.
ra como una idea ridícula la pretension de
hacer practicable y de un efecto visible el
sistema prohibitorio , aun cuando se per-.
sista en él. Los derechos restrictivos de adua-
na que en algunos casos no eran muy
altos, eran , sin embargo bastantes para pa-
gar el riesgo y el trabajo del contraban-




habitante que
ellos.


Bien conocidas son á todos los que tie-
nen el deseo y la oportunidad de informar-
se, las contíntras y sangrientas acciones en-
tre los guardas armados ó los militares y los
cuerpos de contrabandistas armados y des-
esperados. Todos los años se sacrifican
muchas vidas; y el interes del público es
favorable á los que no lo debia ser ; á los
criminales en lugar de serio á los agentes'
de la justicia nacional.


En cuanto it la pérdida de la libertad.
y de los medios -de subsistir, • las cárceles
estaban siempre llenas bajo el antiguo ré-
gimen. Hé aqui el diálogo de las nueve de-


1 73
cimas partes de los niños que se encon-
traban mendigando por las calles. —Yo no
tengo padre. —¿ Pues qué, murió ? — No
señor: está preso , y por toda su vida. —
Y por qué?— Por el tabaco.
6.° Discordia nacional , discordia entre


las provincias, á cuyo favor se prohiben los
géneros estrangeros , y las provincias que
sosteniendo todo el gravamen no tienen
nada que recibir ó que esperar del bene-
ficio. Este mal lo sufre todo el pueblo, ya
de unas provincias ya de otras.


Este mal es muy grave en España; por-
que no hay pais en que la rivalidad de
las provincias , por no decir la enemistad,
sea tan fuerte. Se diferencian en idioma,
trago , gobierno local y privilegios provin-
ciales : en una no hay impuestos ; en otra
estan demasiado cargados ; en algunas do-
mina el feudalismo, en otras la mas orgu-
llosa y universal independencia. Parece pues
que todas las miras del legislador debian
dirigirse á la reconciliacion general, prin.
cipalin ente cuando la Constitucion procla-
ma la mas perfecta igualdad entre los ha-
bitantes de todas las provincias. Pero se-
gun se confiesa las prohibiciones se han
introducido en beneficio de sola Catalu-


I72
dista: ahora la mies es mas copiosa , la ga-
nancia será mayor , y muy numerosos los
operarios. Las guerrillas reformadas ofre-
cerán bastantes reclutas al contrabando,
reclutas que no necesitan de mucho equi-
page. Hasta en la provincia de Cataluña,
á la cual se pretende favorecer con el sis-
tema prohibitorio, no hay aldea que no ten-
ga su contrabandista , ni rada que no ha-
ya sido testigo de las proezas de' estos
aventureros, ni bestia de carga que no ha-
ya tenido sobre sí géneros prohibidos , ni


no haya llevado parte de




.174
; pues apenas podrá ser incluida una pe-


queña parte dela provincia de Valencia. La
poblacion de Cataluña es de 850000 habi-
tan tes la de Valencia de 800000 : la to-
tal de España de diez millones y medio.
Pero una parte muy pequeña de la pobla-
cion de aquellas provincias está emplea-
da en las manufacturas ; y el número
de los .'que se .-dedican á las fábricas que
se han querido proteger con la prohibi-
cion, no llega .probablemente á la centesima
parte de .1a poblacion 'de la peninsula.
Y aunque se. demuestre , lo que no es po-
sible, que la ley prohibitiva es favorable
á • los intereses de los que trabajan en di-
chas fábricas , siempre podremos objetar
contra la ley, que por cada individuo ca-
)ros intereses protege, sacrifica cuando me-
nos los intereses de ciento.


Mala voluntad hácia vuestro pais dé
lis naciones y gobiernos estrangeros , pro-
ducido por la pérdida de las ganancias qué
les resultaban del comercio de los géneros
prohibidos ahora.


Este mal no será grande, si las medidas
prohibitiva s dictadas por un errado cálculo
de interes nacional y no por afecciones hos-
tiles nc envuelven ningun acto positivo de


r75
ostilidaa, ninguna apariencia de enemistad


decidida. Sin embargo se.pueden temer cor-
tas pero probables hostilidades de los gol-
pes dados y recibidos durante la contesta-
cion entre el amor propio de una parte y
el amor propio de la otra : los golpes dados
solamente por el amor propio suelen no
producir mala vol untad, especialmente crian-
do no hay en qué fundarla. Pero cuando no
se sigue mala voluntad, porque se conoce
que no hubo intencion de injuriar, el


. des-
precio ocupa su lugar en proporcion de la
impolítica manifiesta del sistema.


Sin embargo, el sistema prohibitorio pro-
duce casi siempre una operación de repre-
salias ; y desgraciadamente hay medios muy
obvios de ejercerlas contra España. Si los
paises.cuyas manufacturas son escluidas de
España con fuertes derechos ó con absolu-
ta prohibicion , hacen lo mismo contra el
superfluo de su producto que ella no pue-
de consumir (porque esta especie de retire-
saliasha estado en vigor mucho tiempo) , se-
ria para la península una gran calamidad,
cualquiera que fuese la solucion definitiva,
del asunto, y los medios de resolverlo.


8.° La mala voluntad de vuestros
conciudadanos contra el corto número




176
de los que tienen influencia en el gobier•
no, por los gravámenes que les han im-
puesto. Antes *de la prohibicion miraba el
pueblo de vuestro pais como amigas suyas
á aquellas naciones, de las cuales aunque
no sin recíproca y equivalente utilidad re-
cihia beneficios por la via del comercio. Na-
da hace al caso que el interes mutuo fue-
se el origen de aquellos beneficios: el hecho
es que existian , y que siempre se mira con
benevolencia á lo.; que nos proporcionan
un bien, sea cual fuere la mira que se pro-
ponen al hacerle.


'Establecido el sistema prohibitorio, se
mira con enemistad, no por la intencion
con que han obrado , sino por los sufri-
mientos de que han sido autores, á los que
han promovido la prohibicion, aunque en
ella no hayan tenido otro fin que promover
el interes nacional.


Y en este caso ‹,:á quién mirará el pueblo
con ojos de amistad , ademas de los comer-
ciantes estrangeros? A los cdritrabandiStas:
á aquellos hombres, cuya industria é intre-
pidez les ha asegurado el goce de las' como-
didades y ventajas que hubieran perdido
enteramente si las miras del gobierno hu-
bieran tenido rigurosa ejecucion.


177
Asi, al mismo tiempo que por una par-


te mira como adversarios á un corto nú-
mero de conciudadanos confederados con
el gobierno, por otra mira como amigos á
una nacion estrangera y á un cuerpo de.
malhechores :amigos ligados al pueblo por
la comunidad de interes: amigos de los cua-
les espera el único auxilio que puede tener
contra los malos oficios de los que debieran
ser sus primeros y mejores amigos.


La Europa llena de esperanzas con,
templaba á la España despues de su revolu-
cion ; pero se ha debilitado mucho tan li-
sonjera perspectiva , habiendo visto un
ejemplo notable del abandono de los inte-
reses del mayor número á las usurpacio-
ries del menor.


El sistema del procedimiento judicial au-
menta considerablemente los males que re-
sultan de promover el contrabando con
medidas prohibitorias. La sentencia es siem-
pre tardia ; á veces no es posible lograrla ; no
se le da publicidad, ni se conocen sus mo-
tivos , y por tanto no hay conexion entre
el delito y la pena. Las cárceles se llenan de,
personas sospechosas, justa ó injustamen-
te sospechadas; y cuando ya no caben mas,
se vacian por necesidad. La persecucion del


TOMO XIII.
12




contrabando no se ejerce por el ministerio
de la justicia, que desde su solio decreta la
pena del transgresor, ni por el procedimien«
to judicial, ni por la autoridad administra-
tiva „sino por batallas entre guardas y con-
trabandistas. Si estos caen prisioneros, no
son considerados como malhechores, sino
como una especie particular de prisioneros
de guerra. La opinion pública no les impo-
ne nota de infamia ; y aun se tiene por mas
ruin la profesion del que defiende los inte-
reses del erario, que la del defraudador.
En todo pais el bien que resulta de la ad-
ministracion de la justicia, depende de la
esceltncia de las leyes que la reglan. Exa-
minense estas leyes én España , y se cono-
cerá cuales pueden ser los resultados del sis-
tema prohibitorio.


Se han enumerado ya sus males. Vea-
mos si puede producir algunos bienes.


Cuanto mayor y mas manifiesta sea la
suma de males producida It todos los otros,
tanto menor será el beneficio de aquellos
á quienes se ha querido proteger. Cuanto
mayor sea aquella suma, tanto mas mani-
fiesta será; y cuanto mas manifiesta sea,
tanto mas probable será la abolicion de los
decretos que han producido los males: aho-


579
ra bien, si estos decretos son abolidos, cesa
la ganancia de los que cuen tan;con su pro Lec-
don. Por consiguiente estos, si son pruden-
tes, se abstendrán, aun durante la probibi-
cion, de hacer grandes gastos para sacar
utilidad (le ella, y de aceptar un beneficio
cuya continuacion pende solamente de la
continuacion de un error.


Sin embargo las grandes esperanzas que
se han escitado, prometiendo favorecer á los
productores nacionales en contraposicion
de los estrangeros , no faltarán muchos
que empleen sus caudales en realizarlas ; y
por consiguiente la concurrencia de com-
petidores disminuirá sucesivamente la uti-
lidad pretendida. Si el legislador, obligado
por tantos motivos á tener una idea exac-
ta del estado de las cesas públicas , se en-
gaña, ¿nos deberemos admirar de que los par-
ticulares con menos noticias y- menos ins-
truccion caygan en los mismos ó en seme-
jantes errores?


El sistema prohibitorio se funda en una
ilusion ante el tribunal (le la opinion pú-
blica , y la misma ilusion le sigue en todas
sus aplicaciones y consecuencias.


.


Esta ilusion consiste en suponer que en
la cuestion presente la lucha es entre los




1So
intereses nacionales y los estrangeros: (pié
la prohibicion hace recaer solamente sobre
los estrangeros todos los males que pro-
duce , y que todos sus beneficios son es-
Clusivamente para la nacion. Ilecha esta hi-
pótesi, se pregunta corno para imponer si-
lencio: «¿sacrificareis vuestros intereses á los
de esos estrangeros?» Se procura repre-
sentarles á estos de la manera mas desfavo-
rable que es posible y se ostenta despues
el patriotismo á poca costa , á costa de al-
gunas palabras pomposas.


Pero ya se ha revelado la verdad : su
aplicacion es universal, y no admite ter-
giversacion.


Se ha demostrado, que. en el caso de
España la utilidad es pequefia , casi nada,
y los males muy graves, y mas graves para
los españoles que para los que ellos llaman
estrangeros.


Asi se escita contra todos los habitantes
del globo, comprehendidos bajo el nombre
de estrangeros, una antipatía degradante,
no menos contraria -á\las maximas de la
prudencia que á las inspiraciones dela be,
neficencia y la caridad. élr, cuál es el resul-
tado, el triste resultado de semejante po-
lítica? Todos los esfuerzos que hace el hom-


z 8 y.
bre para obligará sus conciudadanos á abor-
recer á los estrangeros, son otros tantos
esfuerzos que hace con intencion ó sin ella
para que los estrangeros aborrezcan á sus
conciudadanos. Trabaja para atraer .sobre
su nacion los frutos de la enemistad estran-
gera, y la priva de los bienes que la bene-
volencia es capaz de producir. Basta la ene,
mistad que produce lato in petencia inevi•
table en materia de intereses , sin dar una.
nueva direccion á las pasiones peligrosas y
violentas, ya demasiado activas.


Cuando para promover las fábricas na
cionales se prohiben los productos estran-
geros; ó el ramo de industria de que se
trata es nuevo en el pais, ó se halla esta-
blecido mucho tiempo há.


En el primer caso la prohibicion es emi-
nentemente impolítica : es como si se impu-
siese una contribucion y todo su producto
se tirase al mar. El interes personal aban-
donado á sí mismo da siempre á los ca-
pitales y al trabajo el empleo mas prove-.
choso. Si el nuevo ramo de industria es el
mas lucrativo, no necesita de protecciones
legislativas y artificiales ; y si no es el mas
lucrativo, el efecto de la prohibicion, si tie-
ne alguno, es dirigir el-trabajo y los ea,.




¡a
pitales á objetos menos útiles , abandona-
dos los mas útiles. En todos los casos la
prohibicion ó es irmtil ó calamitosa ; ó no
produce efecto, cí causa detrimento.


En vano se diría : »solo se quiere hacer
un esfuerzo estraordinario á favor de este
ramo de industria , mientras está en su in-
fancia, que es cuando lo necesita: en pa-
sando el tiempo de la prueba, y en llegan-
do el de la madurez , la riqueza que con-
tinuará añadiendo á la nacion , compensará'
con muchas creles las pérdidas que se
suponen causadas por la prohibicion.»


Semejantes raciocinios no pueden justi-
ficar las medidas prohibitivas. En la infan-
cia de un ramo de industria no se le fa-
vorece con otro objeto., que el de adquirir un
aumento de capital , una riqueza a.ctual
liemoviendo los competidores, se aumenta
en efecto la utilidad , si es que aquella ¡me-.
va industria puede producirla ; pero no se
puede obtener esta utilidad, sino emplean-
do capitales que estaban dirigidos :i otros
objetos; porque el decreto de prohibicion
no es un capital.


El caso en que la intervencion es me-
nos imprudente y mas escusable y pausible,
'es el de un ramo antiguo de industria; porque


. -


z83
el objeto no es promoverlo facticiamente,
sino impedir su declinacion y la ruina de
los que lo cultivan.


Pero aun en este caso se aplican irresisti-
blemente las objeciones anteriores: si el
establecimiento prospera, las medidas le-
gislativas son inútiles; si decae, son dañosas
porque dan mala direccion al trabajo y al
capital, y la da permanentemente hasta que
la prudencia corrija los errores del interes
mal entendido.


Aqui puede hacerse otra objecion. Si
se promueve un ramo de industria, la
imparcialidad de la justicia exige que se
haga lo mismo con los denlas en circuns-
tancias iguales ; por consiguiente siempre
que una, fábrica prospere y su rival decli-.
ne, tendrá esta derecho á reclamar la apli-.
cacion del principio prohibitorio , es de-.
cir, la diminucion ó la destruccion de la pros-
peridad de su rival. Una de las principa-
les ocupaciones del gobierno seria . inter-
venir en todos los cálculos de los produc--
tos industriosos , impidiendo á A que ven-
da barato para que B pueda vender caro;
y prohibiendo á 111 que fabrique excelen-
tes manufacturas , para que N pueda salir
de las suyas que son inferiores. Asi el tiern-




154
po y el trabajo de los gobernantes se em,
plearia en estrechar la prosperidad en los
límites de la decadencia, en sacrificar el au-
mento del bien al alivio del mal, en dismi-
nuir la riqueza en vez de acrecentarla. .


Sea cual fuere el efecto accidental de
una medida contraria al principio general,
el principio general siempre es seguro : 4 \
saber que la prosperidad de la industria
depende de aptitud moral, intelectual
y activa de los que la ejercen y del gra,
do absoluto y comparativo de prudencia,
vigilancia , actividad, conocimientos y ta-
lentos. industriosos . que posean. Uno de los
efectos del sistema prohibitorio es dar á
la inferioridad toda la ventaja posible so-
bre la superioridad: por consiguiente es un
estimulante para hacer las cosas lo mas mal
que es posible , concediendo á lo malo to-
da la proteccion que se debe á lo bueno..


(Se concluir(.)


185


Sobre la necesidad de una ley que prohi-
ba las reuniones públicas y privadas don-
de se discutan cuestiones políticas.


Al ver las discusiones . de las Cortes des-
de el II de diciembre y siguientes , y las
que con igual motivo se han reproducido
el 22 y 23 del mismo mes , al paso que
no hay hombre de buena razon que no
admire la franqueza , la oportunidad y so-
bre todo la rectitud con que los señores
diputados han discurrido sobre las causas
inmediatas de los desórdenes de Andalu-
cía , de Galicia, de Aragon y de Navarra,
no podemos menos de estraibr que no se
haya querido profundizar algo mas sobre
el verdadero origen de estos males que ya
pesan sobre nosotros, y de los infinitos
que nos amenazan, si no se corta de raiz la
causa que los produce. No quisieramos que
nuestras reflexiones se atribuyesen á la ma-
nía que suele inspirar una idea adoptada
desde el principio, ni que se creyese que.
nosotros afectamos ver el germen de todo
en aquello que fuimos los primeros á com-




186
batir. Por desgracia recibimos cada dia
nuevas pruebas de que nada aventurados
eran nuestros tristes pronósticos, y nos
tendriamos por muy felices de haber me-
recido por nuestra falta de acierto los dic-
terios, las insolencias y calumnias con que
entonces nos honraron los enemigos del so-
siego público.


Ya sospechará el lector que queremos
hablar, no solo de esas sociedades públicas,
vulgarmente llamadas patrióticas, sino tam-
bien de todas las reuniones secretas que
con distintos nombres y estatutos se ocu-
pan en agitar cuestiones políticas. Hemos
dicho ya en uno de nuestros números an-
teriores, qne estas últimas, si bien pudie
ron ser útiles ó laudables en los tiempos
de la opresion ó del despotismo, no hay
cosa mas espuesta ni perjudicial en un go-
bierno libre. La principal razon que es-
pusimos entonces consistia en que siendo.
absolutamente inútiles para el bien, dege-
neraban facilisimamente hacia el mal, y as-
piraban siempre á la dominador) y á la es-
elusiva posesion de los . empleos. Es indu-
dable que todos ó la mayor parte de los
que se afilian en esas reuniones, son con-
ducidos del laudable fin de sostener la li-


z


bertad , aunque no deja de tener tambien
alguna parte la pueril idea de que asi sedan
cierto ayre de importancia en el concepto
de los que no han disfrutado este honor.
Las revelaciones misteriosas que se les ha-
cen y los nombres ilustres que de intento
se pronuncian por los aficionados al pro-
selitismo , son otros tantos estímulos que
obran poderosamente en la imaginacion de
dos jóvenes, sensibles por lo general á
la ambicion y á la gloria. Verdad es que
la mayor parte de ellos no. encuentran en
la reunion casi nada de lo que se habian
prometido hallar en ella ; pero una vez in-
troducidos no permite el amor (


propio que
confiesen francamente su error ó su lige-
reza.


No creemos que haya persona de bue-
na fe que en el estado actual de las co-
sas pueda ya dudar de lis gravisimos per-
juicios que han Ocasionado en todas par-
tes las sociedades ó tertulias patrióticas
que no han sido presididas por las autori-
dades locales de los pueblos, asi como tam-
poco se puede disputar que la tranquili-
dad y sosiego que han disfrutado en estos
últimos meses los habitantes de esta ca-
pital se debe en gran parte al tcson con




±88
que la primera autoridad política se ha re-
sistido á permitirlas. Creemos del todo inu-.
til citar ejemplos de los desórdenes par-
ciales que se han verificado en las provin-
cias y aun en Madrid mismo, mientras se
permitieron tales tertulias, porque apenas
hay ya quien los ignore y porque en el
mismo congreso nacional se han indicado
repetidas veces con sobrada claridad.


Más aun cuando por una dicha inespe-
rada no hubiesen tenido las sociedades nin,
gun influjo en semejantes desórdenes, d qué
no se debe temer de ese pernicioso orgu-
llo de que estan animadas todas ellas, cre-
yendo que tienen el privilegio esclusivo del
patriotismo, con no menos petulancia que
los aristocratas pretendian en otro tiempo
ser los únicos que amasen al rey? A qué
no. se atreverá una corporacion que afecta
estar persuadida de que en su seno se en-
cierra' la flor y la nata del liberalismo y
de toda especie de virtudes cívicas ? Esta
creencia ó persuacion íntima que se apo,
dera de todos sus miembros , es una ver,
cadera snpersticion, que como cualquiera
otra, puede degenerar en fanatismo ; y asi
como un fanático religioso cree lícitas y aun
lieroycas todas las acciones que conducen


189
sostener su delirio insensato, asi esos fa-
náticos políticos no creen que pueda ha-
ber nada reprensible, con tal que sea ema-
nado de alguna tertulia patriótica.


Es tanto mas exacta la semejanza de es-i
te fanatismo, con aquel, cuanto que en uno
y:en otro la masa general se esplica y pro-
cede de buena fe aunque con juicio erra-
do , y solo los corifeos son los que inali-
tiosamente se aprovechan para sus fines
de esta funesta disposicion de los entendi-
mientos. Asi como los habitantes de Paris
corrian frenéticos por las calles para asesi-
nar, degollar y arrojar por las ventanas la
víspera de san Bartolomé á sus conciuda-
danos que no acostumbraban á ir á prisa,
creyendo que con ello hacian una obra
meritoria á los ojos del criador de unos y
otros; asi una multitud estraviada con los
discursos y acaloradas esclamaciones de un
orador osado y maligno, iria á asesinar á
los que se le designasen por serviles, creyen-
do que con eso aseguraba el reynado de la
libertad.


Mas aun cuando las tales sociedades no
cesen esencialmente supersticiosas, siem--
pre serian contrarias . 11 la COI] stitucion , no
porque en ella esten prohibidas ni tolera_




190
das, que es en lo que suelen fundar sus
argumentos los que las combaten ó patro,
cinan , sino porque en un estado que ha
sabido conquistar primero su independen-
cia y luego su libertad, no pudiendo
nar nada con la existencia de semejantes
reuniones, se espone á perder con ellas lo
que con tanta dificultad logró adquirir.
Hemos obtenido en España con el resta-
blecimiento de la Constitucion no solo cuan-
to necesitabamos y pediamos hace siglos
sino mucho mas de lo que han conseguido
otras naciones despees de derramar arro-
yos de sangre y de esponerse mil veces á
perder su existencia política. Con ella he-
mos destruido todo cuanto pudiera haber
de nocivo ó superfluo para la prosperidad
de la patria, y por consecuencia no estamos t5
ya en el caso de destruir sino en el de con-
servar. Cualquiera elemento que dejemos
al rededor de la Constitucion que no esté
designado por ella misma, no puede me-
nos de contradecirla ó alterarla.


En vano se alegará que una ley pre-
ventiva fundada en este severo principio
seria contraria á los derechos naturales y
políticos de los ciudadanos, y se añadirá
quizás, como en efecto se añade y se re-


191
pite, que se necesitan estas asociaciones pa-
ra sostener y reanimar el espiritn público;
pero uno y otro son palabras huecas y
pomposas para alucinar al pueblo , huyen-
do de presentarle el lenguage sencillo de
la razon y de la .verdad.
• La Constitucion actual de la monarquia
no , permite á los ciudadanos españoles
ejercer sus derechos políticos mas que en el
acto de las elecciones parroquiales. Para eso
determina las épochs fijas en que no solo
pueden sino que deben reunirse á ejercer-
los ; determina el objeto de esta reunioro
da por nulo todo cuanto en ella se agite
se promueva apeno de aquel determinado
objeto, ó que salga de los límites y formas
que ella misma prescribe: el pueblo ha con-
sagrado con una aprobadora solemne y re-
ligiosa estas disposiciones que coartan el
ejercicio de sus derechos naturales y políti-
cos , pero que en efecto conservan su dig-
nidad y su soberanía; los verdaderos libe-
rales y los patriotas mas celosos, lejos de
quejarse de esta •limitacion, la han aplaudi-
do y la aplauden cada dia mas, porque sa-
ben que desde el momento en que se rom-
piese este freno saludable se destruirían ne-
cesariamente los derechos naturales y po-




192
líticos de los ciudadanos. ¿ Y se creerá
todavia que estos derechos tienen mayor
garantia en la reunion, muchas veces tumul-
tuosa , de un corto numero de individuos,
que en las asambleas solemnes de toda la
nacion? ¿No es esto lo mismo que decir en
otros terminos que las fracciones del pue-
blo tienen unos derechos naturales y poli-
ticos mas estensos que los del pueblo
todo entero? ¿No es esto asegurar que unas
reuniones particulares que no tienen nin-
gun caracter político, son mas propias
para la direecion del espíritu público que
las leyes y las autoridades públicas encar-
gadas de su ejecucion? O para decirlo mas
claro : ¿no es esto quererle inspirar al pue-
blo otro esipritu diferente del que le •quie-
re inspirar la Constitucion?


Efectivamente no nos engañemos ni
pretendamos engañar á los demas con es-


,
clamaciones y vociiiglerias afectadas, cuan-
do el pueblo todo entero se esplica por sí
solo , y río inspirado ó interpretado por
una faccion poderosa , como cuando se
reune en las plazas públicas de los esta-
dos reducidos ó en las elecciones parro-
quiales de los grandes pueblos , rara vez


193
se equivoca sobre su verdadera voluntad,
ni sobre sus verdaderos intereses, porque
aunque cada uno de sus miembros no dis-
curra sino segun le inspire su interes par-
ticular , el resultado de todos estos deseos,
pasiones é intereses, espresados por la ma-
"yoria , seria indisputablemente mas confor-
me á la voluntad general , que•el resultado
contrario espresado por la minoria. Pero
en las asociaciones particulares, en las cua-
les se habla en nombre del pueblo, sin
znisiOn suya y sin ningún caracter legal,
es casi imposible que no se le engañe
acerca de sus intereses y aun de su volun-
tad. Porque hablando sin rebozo, ¿ quié-
nes son los que componen por lo gene-
ral esas asociaciones sino los ociosos , los
descontentos , los ambiciosos, los revolto-
sos, ó los que reciben un estipendio dia-
rio para gritar mas recio que los demas?
,Pero demos por supuesto que no concur-
riesen á ellas sino personas bien intencio-
nadas, ¿quién duda de que siendo tan facil
y tan comun en los hombres confundir
con el bien general lo que solo es dictado por
el interes privado, solo se manifestarian
en ellas deseos , pasiones é intereses aisla-
dos,


TOMO XIII.
13


que en cualquier sentido que fuesen




194
siempre probarian mucho menos que lo
que prueban los votos de la minoria en las
elecciones?


Ni de ;e servir (le escepcion el que al-
gunas sociedades se reunan con el objeto
de contraponerse á los' escesos cometidos
en otras; pues por mas sincero que sea su
propósito de tratar las cuestiones políti-
cas con calma y sin agitador', por mas
decididos que se muestren á no trabajar
de modo alguno sino en la conservador
y defensa del pacto constitucional , es bien
seguro que no tardará en serles enojosa es-
ta uniformidad. Todos se cansarán muy
pronto de no hallar en tan frias discusio-
nes ningun aliciente á su ambicion ó á su.
pasion favorita; habrá oradores que pro-
curen poner en fermentacion las primeras
disposiciones; llegaráM á indignarse de que
el gobierno no cuenta con ellos para to-


do i, y acabarán por llamarle injusto, y por
pedir otro que sepa distinguir y recom-
pensar mejor á los patriotas que lo serán
ellos mismos.


Mas aun cuando no hubiese otro in-
conveniente que el espíritu de cuerpo, que
es el que con mas facilidad se forma en
los hoinbres , al paso que es el mas temi•


795


ble enemigo del amor á la patria, bas-
tarla este solo para que se mirasen con la
mayor desconfianza semejantes asociacio-
nes. La primera idea que se apodera de


• sus miembros es la de que ellos son el pue-
blo ó la nacion; que no hay mas patrio-


' tas que ellos y sus amigos, y que todos los
denlas ciudadanos son poco menos que
enemigos de la patria: por consecuencia no
tardan en querer- invadir las facultades de
todos los poderes , y desde esta especie
de tirania no es dificil el tránsito á cual-
quiera otra.- A lo menos este ha sido el
medio directo por donde se han introdu-
cido todas ó casi todas aquellas de que ha-
bla la historia.
• Inutil seria despues de estas razones re-
cordar los discursos y las máximas que se
han esparcido desde esas fatales tribunas,
porque apenas hay hombre' de razon ,
cualquier partido que sea , que no se ha-
ya horrorizado al saberlas ; pero no nos
parece fuera de propósito llamar la aten-
eion sobre esa feroz , al par que ridícula
valentonada , con que se ha estado y se
continua amenazando al resto de Los ciuda-
danos, corno queriendo dar á entender que
nuestra libertad y hasta nuestra existencia




z9(3
solo,penden de que se les acabe el sufri-
miento á cuatro mentecatos que se han
propuesto darse á sí mismos el título de
valientes. Entre cuantos insultos y vejá-
menes se le estan haciendo á la nacion de
afio y medio á esta parte por esa turba
de miserables que se llaman exaltados, no
hay ninguno que mas haya debido ofen-
der á los partidarios del orden, que son
los que forman la casi totalidad de los ciu-
dadanos. Muchas veces liemos significado
ya en . nuestro periódico que ese lengua-
ge, ademas de ser indigno de los que si-
quiera toman en boca la palabra Consti-
tucioiz, es tambien ridículo y falso en to-
das sus partes , y tanto que basta para des-
a.créditar á los que le usan con frecuen-
cia. La guerra civil que con tanto desca-
ro estan provocando á todas horas supo-
niendose los mas fuertes , seria tan fu-
nesta á esos atolondrados tribunistas , que
ni siquiera presentarian objeto de defensa


de ataque. Todo exaltado de cualquier
partido que sea, es un cobarde, que solo
grita y amenaza en los sitios en que sabe que
no ha de ser acometido ; pero desde luego
que los tales ven oposicion y que es ,n ecesario
llegar á las manos, son los mas humildes y


bajos que hay entre los hombres. Cuatro
alguaciles con sus varas, ó si se quiere me-
dia docena de granaderos armados cada
uno con un látigo, dejarian limpias de pol-
vo y paja todas esas famosas juntas de los
Brutos , Casios , Publícolas y Cincinatos
modernos. Causan por cierto risa y des-
precio esas diarias protestas de derramar la
última gota, de su sangre por la primera ton-
tería que se les pone en la cabeza soste-
ner, cuando estamos bien seguros de que
si la cosa fuese de veras , no solo con-
servarian la última gota , sino que harian
cuanto es imaginable para no aventurar
la primera. Si los que ellos llaman sus con-
trarios se presentasen uno á uno contra
cuarenta ó cincuenta., y mas si ese uno es-
tuviese encerrado entre. cuatro paredes sin
medios para la defensa ó para la fuga, en-
tonces ya es posible que se verificasen al-
gunas exaltadas -valentias; pero siendo igual
el riesgo, ya se irian con ,


mas tiento esos
caballeros de la gota y del aliento, y las
(lemas frases del diccionario de la bala-
dronada.:


Tristes de ellos, repetimos, y triste de
la nacion si llega el aciago dia en que los
partidos se cuenten; porque entonces de na-




198
da aprovecharán esas necias amenazas que
solo pueden contribuir ahora para que los
moderados dejen de serlo. Piense cada uno
en buen hora del modo que quiera ó pue-
da ; pero no se ponga á perorar al pueblo
sino aquel á quien la ley autorice para ello,
y en los casos en que ella Id manda ó lo
permite. Mas como no hay ley alguna que
pueda autorizar que desde la tribuna de
un café se estravie la opinion pública, ni
es tampoco posible que . deje de. estraviar-
se en las tales sociedades patrióticas , es
del todo indispensable, es de absoluta y
perentoria necesidad que el congreso to-
me en consideracion este punto y prohi-
ba severisimamente las reuniones tanto pú-
blicas corno secretas, tales como han• exis-
tido hasta aquí , porque es inny de temer
que si las Cortes no se apresuran á cor-
tar de raiz por medio de una ley este
enorme abuso que destruye las libertades
públicas , llegue á adquirir tal predominio
que se sobreponga á las leyes y sofoque
la voz ele los que estan encargados de
formarlas.


No será la última vez que volvamos á
reclamar la atencion del congreso sobre es-
ta importantisima providencia, porque es--


199
tamos convencidos de que no puede con-


. solidarse el sistema constitucional eri Es-
pañ interin que se permita otra tribuna
política que la de las Cortes, ni otro me-
dio de ilustrar á los ciudadanos sobre es-
tas cuestiones que el de la libertad de la
imprenta.




200


'Continúa el resumen de la memoria del se-
ñor Cabrera sobre el estado actual de las
Américas, y medio de pacificarlas.


La gran cuestion , el problema impor-
tante que hay que resolver en este asunto,
dice muy bien el autor, es el siguiente:
«¿tiene la España la robustez y los medios
necesarios para sujetar las Américas, y con-
servarlas despues de subyugadas?" Dejemos
que el pecho de todo español verdadero exha-
le un profundo suspiro al pronunciar el fu-
nesto No. El corazon me llora lagrimas de
sangre al decir que la América es un• co-
loso que camina con firmeza hacia su inde-
pendencia, sin que haya sobre la tierra po-
der humano capaz de contenerle en su mar-
cha tan impetuosa como irresistible. La Amé-
rica será esclava por muchos años; pero se-
rá independiente toda ella dentro de poco
tiempo. Pueden muchos españoles honra-
dos , y puede el mismo gobierno creer que
la España tiene fuerza suficiente para repri-
mir la insurreccion de las Américas ; y sin
embargo se equivocarán con la mas buena


205
fe del mundo , y perderán las Américas des-
pues de esfenuar la España , siempre que el
gobierno crea que puede sujetarlas con una
espedicion de ocho mil hombres , ó de diez,
cí de veinte ó veinte y cinco mil. Aun cuan-
do estas espediciones se pudieran realizar
sin dejar aniquilada la nacion , no seria po-
lítica el hacerlo. Es un error muy grande
creer que aquellos naturales (los de Buenos-
Ayres) son enemigos despreciables. Acorde-
monos de la formidable espedicion que ha-
ce pocos años mandó la Inglaterra para sub-
yugar aquellos paises. Doce mil hombres de
tropas inglesas escogidas quedaron ó muere
tos, ó prisioneros, ó capitulados. Entonces
no habla en aquellos paises resonado un ca-
ñonazo desde el tiempo de la conquista : y
con todo desplegaron un caracter tan enér-
gico y belicoso ,que confundió el orgullo
de la soberbia nacion inglesa. Desde enton-
ces acá todos son guerreros , todos han na-
cido con diversas ideas , todos saben pe-
lear, todos se esceden en el odio contra los
españoles ; odio que es mucho mas encar-
nizado que el que tenian entonces contra
los ingleses. Hay una gcneracion enteramen-
te nueva : los niños que entonces tenian
diez arios, en el (ha mandan regimientos y.




202
divisiones. Son tropas de una sangre fria
y de un valor comparable á las mejores de
-Europa. No tienen táctica ni instruccien;
pero tienen una serenidad imperturbable,
y no temen la muerte : asi que nuestras es-
pedwiones harian progresos al principio, pe-
ro sus mismas victorias acabarian de aniqui-
larlas. A los criollos les interesa poco el
ganar ó perder una batalla, el adelantar
ceder terreno; lo que les importa es saber
qué numero de españoles queda en el cam-
po de batalla,: esta es su victoria. Los in-
surgentes reponen -sus pérdidas en breves
dias , como que estan en su propio pais; pe-
ro las bajas de nuestros ejércitos tienen que
reponerse desde la península. De modo que
nuestras espediciones para conseguir venta-
jas tienen que vencer , y estas mismas vic-
torias son su ruina. No nos dejemos aluci-
nar con el amor propio nacional : no nos
deslumbre el deseo de la venganza. Para
sofocar la insurreccion de nuestras colonias
es preciso que tengamos un puente de na-
vios desde la península hasta cada uno de
los puntos insurreccionados, y que haya
constantemente ejércitos en América , ejér-
citos en el camino, y ejércitos prontos en la
península, lo cual es absolutamente imprac-


no3
ticable. Era precisa una coalicion de toda la
Europa en nuestro favor, y con todo eso la
América con el transcurso del tiempo lle-
garia á ser independiente. Aun cuando fue-
ra posible acabar con todos los americanos,
no lo seria acabar con la insurreccion , por-


' que los hijos de los nuevos pobladores han
de amar aquel suelo , y pelearian contra sus
mismos padres por hacerle independiente,
y libertarse ellos mismos da toda opresion.»


Demostrada ya la imposibilidad de su-
jetar por la fuerza á las colonias insurrec-
cionadas , imposibilidad que se hace tanto
mayor cuanto mayor vaya siendo el número,
estension y poder de las que sucesivamen-
te han sacudido ya y vayan sacudiendo el
yugo de la metrópoli , pasando ya el autor
á la tercera parte de su memoria , destina-
da á indicar el único medio que hay de pa-
cificarlas, propone y resuelve la cuestion
en estos términos.


«En esta situacion , en esta imposibi-
lidad física y moral , ¿qué medida se debe-
rá tomar que sea capaz de producir una paz
sólida, de la cual resulten ventajas á la Es-
paña y á las Américas? Digámoslo <le una
vez con entereza, aunque con dolor.


_No
hay otra medida sirio el reconocimiento de la




"41
independencia. Tenernos valor par decir mas:
es inevitable y necesario un pronto reconocz-
miento. 'No debemos mirar nuestros. dere-
chos cuando nos remos en la impotencia de
hacerlos reconocer, ni el sentimiento de
nuestra dignidad ofendida , ni el dolor que.
causa una pérdida inmensa. Todo esto tie-
ne un principio de honor y de justicia , mas
por desgracia nada de esto remedia el mal,
y de lo que se trata es de buscar el reme-
dio. De poco sirve el decir que los america-
nos no son todavia dignos ni ca paces de go-
bernarse solos , ni , ponderar que es una
crueldad abandonarlos á su propia feroci-
dad , ni esperar que cansados de sus divi-
siones intestinas nos han de venir á suplicar
la reunion. dDe qué sirve nuestra prudencia,
nuestra esperanza , ni nuestra inutil compa-
sion? Si nos negarnos á reconocer su ernanci-


, pacion por esos , motivos , ellos se emancipan,
y al mismo tiempo que se burlan de nues-
tra gravedad y nuestra prudencia inutil , nos
privan de las muchas ventajas que el reco-
nocimiento nos debe producir. Uno de los
principales motivos que deben impulsar á
nuestras Cortes y á nuestro gobierno para
este reconocimiento pronto , es la consi-
deracion de que si la España no lo hace , has


205
otras potencias que estan para hacerlo : y
si esto se verifica, corno es mas que proba-
ble , ellas lograrán los privilegios y las ven-
tajas que en este momento podria lograr la
España. Los Estados-unidos son los prime-
ros que van á reconocer la independencia de
toda la América del Sur , y en seguida la
del Norte de nuestras colonias. El ario
estuvieron en la América del Sur unos co-
misionados. por el gobierno de los Estados-
unidos para informarse del estado de aque-
llos paises; y poco antes de mí salida de Bue-
nos-Ayres en abril .de este año habia desem-
barcado en aquella capital un acreditado di-


.plomatico, 111r. Forbes , con el caracter pú-
blico (le encargado de negocios de su na-
cion cerca de aquel gobierno, y otro con
iguales termínos cerca del directerio de
Chile, lo cual es ya un reconocimiento ta-
cito, por no decir espreso , de su emanci-
pacion. Y en el instante que el congreso
de los Estados-unidos pronuncie un liat,
debemos renunciar - á toda esperanza de
obtener en ningun tiempo la menor de las


. ventajas que una pronta transaccion puede
aun ofrecernos. Llegado que sea este mo-
mento fatal y proximo , ya no tendremos
que luchar solamente con los insurgentes;




206
estos serán aliados de los norte-americanos
los cuales con todo su poder y con sus
terribles fuerzas navales serán nuestros
enemigos. No olvidemos que á pesar de la
neutralidad de su gobierno son los parti-
culares norte-americanos los que nos hacen
la guerra , los que han arruinado nuestro
comercio y los gíie tienen bltziqueados nues-
tros puertos socolor de la bandera de Bue-
nos-A.yres y de un Artigas que no existe
hace cerca de (los arios. Los norte-ameri-
canos son Vos corsarios que nos hacen la
guerra : suyos son los buques, suyos los ar-
madores, suya la artilleria, y suya la tripu-
lacion. En Buenos-Ayres no hay siquiera
un miserable bergantiu con que nos pue-
dan ofender. Los particulares de Norte-amé-
rica son los que nos hacen todo el mal que
esperimenta nuestro comercio, y Buenos-
Avres , la banda oriental y Chile nos hacen
la guerra solo con patentes estendidas en
medio pliego de papel. —El papa es otro
monarca del cual hay que recelar un próximo
reconocimiento de la independencia, y aun-
que al pronto parezca que esto no tiene con-
secuencia, las tiene y muy terribles.—La In-
glaterra tiene un j ' iteres visible en anticipar-
se á un reconocimiento que debe producir


207
utilidades muy generales á su comercio y á
su marina mercantil.


Los deseos de Inglaterra en asegurar el
restablecimiento de su comercio en el nue-
vo mundo, no pueden ocultarse á_ nadie
desde que intentaron en '1807 apoderarse á


• viva fuerza de aquellas costas. En el dia
tienen constantemente buques de guerra
anclados en el rio de la Plata para prote-
ger su comercio: un comodoro en Buenos-
Ayres y otro en Chile, el protector de los
súbditos ingleses , y al mismo tiempo el
agente diplomático que se entiende con
aquellos gobiernos. Si esto no es un reco-
nocimiento espreso de su independencia,
es lo que no puede ocultarse á nuestros
políticos. La Inglaterra tiene un desagüe in-
measo para los productos de sus fábricas
en la América independiente : todas las
ventajas que los, insurgentes consiguen so-
bre nuestras tropas, refluyen hasta los al-
macenes de Londres; por ejemplo, Buenos-
Ayles y Chile son en la actualidad un depd-
s;10 copioso de géneros ingleses: si los in-
surgentes adquieren ventajas en el alto Pe-
rú, todos esos géneros van á la sombra de
sus armas, y en seguida se hacen nuevos
pedidos á la Inglaterra. Vease si esta naeion




203
tiene un interes directo en el reconoci
miento de que tratarnos. La buena armo-
nía que felizmente subsiste entre ambos
paises, nos asegura de la buena fe del ga-
binete de San James ; pero ¿ quién puede
preveer lo porvenir ? ¿ quién se atreverá á
refponder de la estabilidad del orden pre-
sente de nuestras relaciones con aquella
potencia ? ¿ quién nos asegura que la In-
glaterra olvidará que en Espalia se han cer-
rado las puertas á sus manufacturas de al-
godon , ramo principal de su industria , y
que la América se las abre? ¿ quién podrá
esperar que el gobierno (S el parlamento in-
glés quieran ayudarnos sinceramente, ni
aun con su poderosa mediacion , cuando
ella ha de ser necesariamente contraria á
sus propios intereses? ¿quién no ve que la fa-
mosa espedicion de Chile contra Lima ha si-
do costeada por los comerciantes ingleses?


El gobierno francés ha mantenido to-
do el :ajo pasado el Alivio Coloso y la fra-
gata Galatea á las ordenes del almirante
Jurieu en !os puertos de Buenos-Ayres y
de Chile, bajo el pretesto de ejercitar • su
marina y rectificar sus mapas náuticos. Ese
es el objeto ostensible ; pero no es difi-
cultoso acertar el verdadero.


209
Los demas estados europeos tienen tam-


bien interes en que la América sea inde-;
pendiente, porque siendolo, serán pocas to-
das las fábricas europeas con el transcurso
del tiempo para abastecer aquellos inmen-
sos paises de sus necesidades y de las co-
sas necesarias á su comodidad y aun á.
su lujo.


No hay pues que esperar que las po-
tencias europeas tomen una parte activa á
nuestro favor contra sus propios intere-
ses, ni que quieran formar una cruzada
para la estirpacion de las insurrecciones
de aquellas colonias, porque todos los es-
tados de Europa consideran que cada ame-
ricano que muere en esta guerra es un con-
sumidor que ellos pierden , siendo al mis-
mo tiempo de temer que cualquiera de di-
chos estados se adelante con su reconoci-
miento anticipado á coger todas las venta-
jas' con que los insurgentes están brindando
al primero que quiera reconocerlos.»


Demostrados los daños que resultan de
diferir un reconocimiento inevitable, pasa el
autor á esponer las ventajas que debe pro.
ducir la adopcion pronta de esta medida
decisiva, y dice: « los disidentes de Amé-
rica apreciarán mucho mas el reeonocimien.


TOMO XIII.
14




210
t o de la metrópoli que el de cualquiera otra
potencia, sea cual fuere. Por mas que nos
aborrecen en el estado presente de guerra,
ellos estar dispuestos á hacer cualquier sa-
crificio por costoso que sea, en recompensa
de la independencia reconocida. Esta debe
ser la base de cualquier negociaeion que se
quiera intentar con el deseo sincero de una
paz provechosa. Todas las proposiciones que
se les hagan son inútiles, y serán rechaza-
das siempre que la proposicion preliminar
de los tratados no sea la independencia ab-
soluta. Esta condicion sine qua non,


abri-


rá las puertas á un sinnúmero de ventajas,
de las cuales nos veremos indefectible men


-te privados por nuestra renuencia. Estoy
bien cierto que aun cuando alguno de los
gobiernos desidentes quisiera entablar con
España negociaciones que no tuvieran por
base la independencia, el pueblo no se lo,
consentirla, y el gobierno que tal intentase
seria infaliblemente destruido y aniquilado.
Cuando digo pueblo, entiend.ase que hablo
dula masa del pueblo , compuesta de crio-
llos que son los que predominan. Los es-
pañoles que viven en poblaciones sujetas
á estos gobiernos son en número muy cor-
to, y no tienen la menor influencia en los


ntr
negoeios políticos. No nos cansemos pues
en divagar con diputaciones que no vayan
autorizadas pl enamente para este objeto,
pues todas ellas no servirán mas que de
perder el tiempo y la ocasion de sacar un
partido favorable. La inutilidad de tales
tran


sacciones la hemos visto bien patente
en el r


esultado que han tenido las enta-
bladas en el alto Perci , en Buenos-Ayres yen la Cos ta-firme. Si en tales desengaños


noaprendemos á reformar nuestras ideas , el
tiempo nos traerá un tardio é infructuoso ar-repentimien to. ¿Qué deben hacer pues nues-
tro gobierno y nuestras Cortes en las pre-
sentes circunstancias? Hacerse entera y sin-
ceramente españolas: deben enjugar las la-.


(ajos
grimas y dejar de mirar las Américas conpesarosos , y no andar avanzando yretrogradando en el camino que se debe to-
mar. Obrar asi es dejarse arrastrar por los
acontencirnientos, y no dirigirlos, que es
lo que corresponde al gefe de un estado.


El plan de conservar de nuestras Améri-
cas lo que se pueda, mientras podarnos con-
servarlas , es sumamente peligroso: esto es
obrar con i irnprevision de un niño : esto
es cerrar los ojos por no querer fijarlos


enitn porvenir funesto : esto es dejar cine pto.




212
co á. poco lo Hayamos perdido todo sin


ree


medio, y que llegue el dia fatal en que na-
da nos haya quedado y en que nada se uos
conceda. Lo que se ha de perder' tarde y •
sin gloria , sepamos perderlo pronto y con
honor y utilidad.


Concediendoles la independencia, estoy
seguro (porque lo he -ohlo de boca de los
principales mandatarios) que estan dispues-
tos á concedernos tal vez mas de lo que no
sotros podemos esperar.


Privilegios á nuestro comercio y mari-
na mercantil : libertad de derechos




los


productos de nuestro pais : la conservacion
de algunos puertos que se reservaría la Es-
paria en ambas Américas, por ejemplo, Li-
ma, Montevideo , Veracruz , la Habana, y
aun la conservacion de alguna provincia
entera, del.. mismo modo que la Inglaterra
conserva el Canadá unido á la metrópoli,4 ,


pesar de estar en el continentedeend entes.ni
de los Es-


tados-unidos que quedaron
p


Todavía podriamos conseguir mas: una in-
demnizacion ó resarcimiento por las pro-
piedades que allá han sido confiscadas á los
españoles habitantes en la península ;y aun
puedo asegurar que estan dispuestos á con,
cedernos un subsidio pecuniario


por


213
pionero de arios que se estipule entre ará-
bas partes. Todas estas ventajas y otras
muchas podriamos conseguir concediendb-
les la emancipacienique solicitan; pero con-
cediendosela inmediatamente; porque , re-
pito, que si perdemos el tiempo , cuando
pretendamos hacerlo, será ya . tarde. La Es-.
paria tiene mas necesidad del comercio
de lá América que de su. soberania. Esta
última para nadie es buena en el dia, en vez
de que su comercio es bueno para todos.


Otra ventaja de no menos importancia
es el asegurar la conservacion de los cau-
dales que los comerciantes de la península
tienen actualmente en las Américas. Es in-
dudable que apenas se apoderen los insur-
gentes, de los paises que todavia, se conser-
van unidos á la. madre patria , han de con-
fiscar todas las pertenencias de dichos co-
merciantes. Cadizi y otras plazas mercantiles
de España estan temiendo una 'pérdida de
todos los intereses que tienen en los paises
amenazados de una proxima conflagracion.
Deben temer con- sobrado fundamento , no
solo la confiscacion infalible por parte de los
insurgentes, sino la ocultacion maliciosa
que de ellos hagan algunos de los Mismos
españoles .á cuya consigna.cion los tienen




t 14
confiados. Este temor es tanto mas funda-
do cuanto que hay repetidos ejemplares de
ello en los paises que estan ocupados por
los insurgentes.


Otra de las ventajas que indudable-
mente se conseguirán, adoptando la medi-
da propuesta, será que los gobiernos insur-
gentes adopten nuestra Constitueion; pero
;no nos alucinemos como hasta aqui : si
ellos la adoptan , será del mismo modo que
la adoptaron Napoles y Portugal, con ab-
soluta y total independencia de España, y ha-
ciendo en ella reformas considerables. No
seria estraordinario que los independientes
se aviniesen á que la corona del Nuevo-m an-
do ciñese las sienes del mismo monarca
augusto que por nuestra dicha posee la coro-
na de la España europea, del mismo modo
y con la misma independencia que el Em-
perador Carlos V tuvo en su mano los ce-


. tros de la España y de Alemania; y si algu-
nas razónes políticas muy poderosas fue-
sen un ostáculo para la reunion de ambas
coronas en la cabeza de nuestro amado
Fernando VII, • hermanos y familia tiene
S. M. para los cuales habria sobrados tro-
nos independientes en las Américas. Mu-
chos planes utilísimos para la comun feli-


cidad de ,
todos se pueden concebir : no hay


idea de utilidad y de grandeza á que no
podamos aspirar, concedida que sea la in-
dependencia. No „seria dificil establecer una
confederacion hispano-americana , com-
puesta de los diferentes ' estados indepen-
dientes de ultramar y de la España eu-
ropea. En este caso cada uno de los nue-
vos estados independientes tendria su con-
greso y su constitucion particular, del mis-
mo modo que nosotros lo tenemos en Espa-
ña; y se estableceria ademas un congreso fe-
deral, compuesto de diputados de cada uno
de los diferentes estados que deberian com-
poner esta confederacion poderosa. Nues-
tro amado monarca , destinado por el cielo
para empresas estraordinarias y grandes,
tomaria el título glorioso de Rey de Espa-
ña, y proctector de la gran confederacion
hispano-americana.


No se diga que no hay en aquellos pai-
ses con quien tratar', porque sus gobiernos
son efimeros é instables. En el momento
que se envien á la América del Sur co-
misionados hábiles que reunan el patrio-
tismo mas acendrado á los conocimientos
que deben tener de los paises donde van
á negociar y del caracter de los stigetos con




216
quienes han de conferenciar, estoy cierto
que corno lleven la concesion de la inde-
pendencia, en el mismo instante se reuni-
rán las diferentes' provincias insurrecciona-
das en un congreso general con el cual se
podria tratar ampliamente. Pero se dirá,
¿quién sale garante del cumplimiento de los
tratados ? A esto respondo que si los trata-
dos son, como deben ser, convenientes y úti-
les á ambas partes, esta misma utilidad y con-
veniencia recípocra es la garantia mas firme
de su duracion. La paz, la renovacion de la
amistad y relaciones interrumpidas, la seguri-
dad en el giro mercantil marítimo y ter-
restre, y el deseo de descansar de una lu-
cha tan larga y encarnizada, son otras tan-
tas fianzas muy sólidas de la conservacion
de los; tratados. Por otra parte los ame-
ricanos mirarán corno punto de honor el
no faltar á la buena fe, en el primer paso
que van á dar en la carrera política como
cuerpo de nacion emancipada , indepen-
diente y soberana. A ellos les interesa mas
que á nosotros ganar y conservar el crédi-
to que necesitan para consolidarse. Y si estas
razones no son bastantes, puede interponerse
el respeto y la mediacion de alguna potencia,
que teniendo interes en la observancia de


917
los tratados , no carezca de fuerzas maríti-
mas que aseguren su estabilidad.


Si nos detenemos á contemplar el costo-
so sacrificio que vamos á hacer , y no nos
apresuramos á entablar con prontitud las
convenientes negociaciones, el tiempo que
acelera y precipita los acontecimientos, y
que vuela sin detenerse á consultar nues-
tr opinion indeterminada é indecisa, el
tiempo que calcula por separado los suce-
sos , sin conceder á nadie el privilegio de
dirigirlos, nos robará la ocasion ; y burlan-
dose de nuestra indeliberacion pueril , nos
condenará á la imposibilidad de alcanzarle
desvires.»


El autor añade todavia algunas otras re-
flexiones bastante oportunas , y rebate los
argumentos de los que se oponen al pron-
to reconocimiento de la independencia
americana. Omitiremos sin embargo esta,
parte de su memoria, porque con lo ya co-
piado basta para que nuestros lectores for-
men idea de su contenido, y reconozcan
la verdad de cuanto nosotros hemos indi-
cado en otras ocasiones acerca de tan im-
portante cuestion. Dela memoria del señor
Cabrera resulta : t.c. Que la insurreccío n
de América lejos de haber proporcionado


t




213
á aquellos pueblos la verdadera libertad,
y los bienes que les prometieron los pri-
meros promovedores de los alborotos, los


sujetado á un yugo mas duro que el
de la metrópoli, y les ha acarreado males
inmensos, cuyo término no es facil pre-
ver ni señalar. 2.0 Que no pudiendo la
España (y nosotros añadimos ni debien-
do ) sujetar con las armas la g' colonias
que las han tomado para sustraerse á su-
dominacion , dele tratar con ellas bajo la
base de reconocer su independencia. 3.° Que
el haberlas igualado con la metrópoli y
haber , querido gobernarlas con la mis-
ma constitucion que la península , fue un
error político, cuyo resultado debió ser y
ha sido la pérdida de tan ricas posesio-
nes. Recuerden ahora nuestros lectores lo
que nosotros insinuarnos hace un año, y
repetimos con mayor claridad hace ya seis
meses, y. verán cómo el éxito ha justifica-
do nuestras aserciones. En cuanto á lo pri-
mero , á saber , de que los insensatos que
levantaron en América el estandarte de la
rebelion hicieron á su patria el mas fu-
nesto presente, nos esplicabamos asi en
el número 19 -de este periódico (pag.


Estamos persuadidos de que cualquiera


219
provincia de ultramar que consiguiese hoy
su independencia no ganaria mucho en el
cambio. Considerese la dificultad que


ten-
drian sus habitantes en reunir todas las
voluntades para elegir una forma de go-
bierno estable y que los hiciese felices,
el mucho tiempo que tardaria en consoli-
darse despues de elegida , las contínuas
oscilaciones á que mientras llegase esta
época estaria expuesto el nuevo, estado,
el alternado furor con que se persegui-
rían las facciones , la. sangre preciosa
que buctilmente se derramaría por ambas
partes, los costosos ensayos: que en todos
los ramos de la legislacion se harían has-
ta encontrar lo mas perfecto y adecuado
á las necesidades y situacion del pais; y se
conocerá que por una larga serie de años
seria forzosamente aquella provincia el ju-
guete ele todas las pasiones y el teatro de
todos los horrores; y que suspirando siempre
por la Jelzcidad que la habrían prometido
,los primeros instigadores, vería con dolor que
,cada vez se alejaba mas y mas ; y quién
sabe si algun din en fin llegarla á conse-
guirla ¡ Ah! si los que provocaron aque-
llas revueltas se hubiesen representado con
viveza el abismo de males en que iban á




220


:minz-rgir acaso para siglos á aquellos mis-
Mos á quienes desde el primer dia anun-
ciaron bienes, abundancia y prosperidad,
ellos hubieran retrocedido horrorizados;
pero el primer cuidado de las pasiones,
aun las mas legítimas y generosas, es el
de desfigurar los objetos y no dejarlos ver
como son en realidad. »


En cuanto á lo segundo, es decir, sobre
el unico medio que hay de negociar con las
provincias disidentes , deciamos tambien lo
siguiente : dos enviados á- la otra- banda
debieron llevar instrucciones en que se
les previniese que por todos los medios
posibles viesen de .


entran en conferencias
con los geles de los insurgentes y hacerles
entender las ventajas que á, ellos y á sus
gobernados.


resultarian de no separarse de
la España


- europea; pero que en todas oca-
siones se concluyese y se repitiese que si
los diputados y delegados de aquellas pro-
vincias decidiesen , despues de deliberar
libremente y con la conveniente detencion
é imparcialidad , que su irrevocable reso-
lucion era la de formar de aqui adelante
un estado independiente, la España euro-
pea seria la primera que reconoceria su in-
dependencia , y entraria á tratar con ella de


igual á igual, para fijar las relaciones de
paz-, amistad y comercio que del nueva
orden debian resultar, y que en este tra-
tado se consultaria religiosamente el inte-
res de ambas partes. Negociar de otra ma-.
neva con una provincia lejana que ha pro-
clamado su independencia y está comba-
tiendo por ella hace seis ó mas años y con
alguna ventaja, es negociar á lo Felipe II:
tambien este decia á los holandeses que an-
te todas cosas se sometiesen á su autori-
dad, y que despues baria justicia á sus re-
clamaciones si eran fundadas. En el siglo
en que vivimos es menester hablar otro len-
ona,re


>
sobre todócuando-seliabla en nom-


bre de una nacion que ha consagrado teo-
rica y practicamente el gran principio de
que todos los pueblos tienen el incontes-
table derecho de elegir el gobierno que
Crean. mas ventajoso. Durum sed lernus
patientia , quidquid corrigere est netas. No
hay remedio, es menester reconocerlo, con-
fesarlo y proclamarlo en alta voz: cualquiera
c&lonia tiene derecho á emanciparse de su me-
trópoli el dia en que crea que será mas feliz
emancipada que permaneciendo unida.


Sobre lo tercero, á saber , el error ca-
pital que se cometió cuando se uniformó




U22
en todo el régimen de las colonias con


• el de la metrópoli, ya insinuamos tam-
bien algo en el citado número rg ; y con
mayor claridad, porque las circunstancias
lo permitian, nos esplicamos en el 47 dicien-
do ( pagina 38o) : nuestra opinion no es del
dia, fue la que formamos el año de 12, cuan-
do se formó la Constitucion. Al ver que en
ella se uniformaba enteramente el gobier-
no de las posesiones ultramarinas con el
(le las provincias europeas, previmos y juz-
gamos que no pasaria mucho tiempo sin
que se palpasen los inconvenientes de tan
perfecta y rigurosa uniformidad. Está bien
que las reglas generales sean unas mismas
en ambos hemisferios, que los principios tu-
telares y las garar.tias constitucionales de
los derechos sean comunes á todos los ciu-
dadanos españoles en cualquiera parte que
residan ; pero querer que las leyes particu-
lares que exigen conocimien tes locales, se
hagan necesariamente en Madrid, que ca-
da dos años vengan nuevos diputados des-
de Lima , y lo que es mas, desde Filipi-
nas ; que en regiones tan apartadas no ha-
ya para gobernarlas un centro general de
accion y de poder, que la ejecucion de
las leyes esté confiada á solo los gefes po-


223
líticos de las provincias, magistrados igua-
les é independientes entre sí , y que estos
hayan de esperar en las dudas y casos im-
previstos que les , ocurran la resolucion del
ministerio madrileño ; todo esto, deciamos,
puede haber sido dictado por el deseo muy
laudable de igualar en todo con sus do-
minadores á sus antiguos colonos; pero el
resultado no será el que se desea, porque
no pueden ser partes similares de un mis-
mo todo, elementos tan heterogéneos. ¿ No
se ha visto, añadiamos, cómo gobiernan los
ingleses sus posesiones ultramarinas? ¿ Y
dejan por eso de tener una constitucion li-
beral ? ¿ No se ha visto que si por espa-
cio de tres siglos ha conservado España
sus adquisiciones en el otro hemisferio ha
sido reuniendo y concentrando la accion




y el poder en manos de los vireyes, y
que en el momento en que esta accion se
subdivida y se haga divergente en las de
los gefes políticos de las varias provincias
de un mismo vireynato, se afloja y debi-
lita el resorte que daba impulso á la má-
quina, y se irá cada pieza por su lado ? ¿ No
se ha visto Pero ¿á qué acumular y
repetir ahora reflexiones sobre cuya verdad
estan ya de acuerdo los representantes mis-


r




:1.24
mos de la nacion , el ministerio y todos los
hombres de buena fe?»


Nada tenemos que aiíadir : cotejen nues-
tros lectores y juzguen.


adisszi~Amb


.225


Reparos sobre los capitules primeros, so-
bre el estilo del Proyecto de código penal,
por .1). F.
( ).


No-hay uno que no tenga in teces en la per-
feccion de las leyes de que penden la suer-
te y la vida de todos; y asi lejos de ofen-
der el autor de este opúsculo, ni otro cual-
quiera' que le imitara , -á los respetables y
beneméritos autores del nuevo proyecto de
código penal de España , manifestando los
lunares que ha hallado en él , les hace un
servicib señalado, por él cual amándose á
sí mismos y amando á su patria deben que-
dar muy reconocidos, aunque al pronto pa-
rezca que podria resentirse algo su amor
propio. No solo en las operaciones aritmé-
ticas , sino en donde quiera .


que el error
exista y se reconozca, deberá repararse;


-porque en el consentimiento y la confor-
midad de los hombres, siempre se supone


(t ) Esta obrita se hallará en Madrid en la li-
brería de Cruz• y Miyar y enfrente de las gradas
de san Felipe, y en la de Sanz , calle de las Car-
retas.


TO mr.




11


ra


226
salva la escepcion de enmendar el error si


pareciere. Estos no transigen nunca con el
error patente, que es el enemigo mayor de
su prosperidad: sufren , no consienten ni
aprueban los errores del despotismo; y en
los gobiernos representativos los poderes
que dan los representados á sus represen-
tantes, por mas ámplios que sean, no les
autorizan jamas para cometer errores vo-
luntarios, sino para corregir y evitar to-
dos los que alcance y prevea su entendi-
miento.


No diremos que todos los reparos ma-
nifestados en la obrita del señor R. recay-
gan sobre errores sustanciales ; que otros
no los hayan señalado antes, y que algu-
nos no esten ya salvados: nuestros sabios
representantes , al paso que admiran tal vez
el mérito eminente y la ilustracion de los
autores del proyecto , en el proceso de su
examen corrigen todo lo que les parece
digno de enmienda; y no es facil que pa-
sen errores graves por un criterio tan es-
quisito y delicado. Mas no obstante esto
creemos tambien que no gay uno de dichos
reparos que sea infundado ó arbitrario, y
que por lo mismo no merezca particular
atencion: ¡tanta es le importancia de la li-


227
bertad de imprenta en los gobiernos libe-
rales, pues Emir este conducto puede la na-
cion aprovecharse hasta de las luces del
mas tímido y obscuro ciudadano! Aun los
que se refieren á impropiedades del len-
guage y faltas de estilo nos parecen apre-
ciables; porque dejándolas estando proba-
das, necesariamente producirían dudas y
conflision en el ánimo de los jueces, cuan-
to mas ilustrados y escrupulosos fueran,
al tiempo de administrar la justicia en ne-
gocios graves. Son vergonzosas, 'mayormen-
te en un cuerpo de leyes, las faltas que
provienen de ignorancia de la correspon-
dencia propia entre las palabras francesas
y las castellanas faltas en que se incurre
ahora con sobrada frecuencia, y á veces
corrompiendo el sentido genuino de la dis-
posicion que se quisiera tomar á la letra.
Algunas de esta clase ha encontrado el se-
ñor R. en el proyecto de- código penal,
y mayor copia podriamos señalar nosotros
en otras obras modernas de legislador),
habiendo tal vez sido causa inocente de
ellas. Decirooslo asi, porque sabemos que
uno de nuestros colaboradores tradujo co-
mo mejor pudo once años hace la ley fran-
cesa sobre el Registro-público, y ha visto




228
despues que loa redactores de la ley mo-
derna española sobre el mismo ramo de
administración se han valido con denla,
liada confianza -de su imperfecto trabajo.
Es lástima que por esta incuria no acerte-
mos muchas veces á sacar el grano de la
mies agen a ; y /odavia es' peor cuando en
tales casos queremos parecer originales, y
lo echamos todo á perder.


Para dar una muestra á nuestros lecto-
res


del -distinguido mérito de la obrita del
señor Fi., no escogeremos precisamente
aquel reparo suyo que nos parezca mejor
fundado; entonces fijariamos tal vez la
atención en las primeras páginas que de-
muestran sin réplica que la distincion adop-
tada en los artículos 1. e y 2.° del código


penal, de delitos y culpas,
no ha sido feliz,


ni. parecen exactas ni oportunas las defi-
niciones que se dan alli de estos actos pu-
nibles: tomarémos por predileccio n y por
reconocimiento las sólidas consideraciones
que se hallarán en la página 53 y siguien-
tes sobre la importante cuestión de si con-
vendrá ahora adoptar en España la insti-
tucion inglesa de los jurados para la'reso-
lu.cion de las causas criminales. Dice asi:


« Deben establecerse jueces de hecho


a2g
para las causas criminales? Los autores de
nuestra Constitucion política creyeron que
esta escelente . institucion no convenia en
aquella época: conviene en nuestra si-
tuacion ? Este es el gran problema que'd.e-
ben resolver las Cortes antes de todo; so-
bre el cual, no pudiendo yo detenerme
cual .merece, me contentaré con decir po-
cas, pero importantes verdades. Ya me han
antecedido varios periódicos en mis reflexio-
nes (1).


No basta que una institucion legal pro-
duzca bienes en un pais para estar ciertos
dé que los producirá en otro ; porque las
ventajas de- ella no existen en abstracto,
sino en su aplicacion á las circunstancias
particulares ; y estas circunstancias pueden
alterar sus efectos. Los mejores alimentos
tal vez no acomodan á algunos estómagos:
el mercurio y la quina ,- por mucha que sea
su eficacia, no sirven para todas las enfer-
medades. Las leyes, se ha dicho , son el ré-
gimen curativo del cuerpo social ; debe pues
evitarse mucho por los legisladores cierta
especie de empirismo que quiere acomo-


(x) Véanse la Miscelánea de r8 de setiembre, nú-
mero 568 , y el:suplemento al núm. 25 del Impar
cial de 5 de octubre.




2 3o
darlas á todas las sociedades y en todos los
casos indistintamente. Estas son verdades
indestructibles, sobre las cuales ha derra-
mado inumerables luces Montesquieu , y
Benthani ha formado una teoria en su tra-
tado sobre la influencia de los tiempos y
giz•es en la• legislacion, donde hablando de
la trasplantacion de las leyes , establece por
máxima fundamental que la ley buena en
un pais puede ser mala en otro , por la diver-
sidad de las circunstancias.


Que no se citen pues hechos ni elogios
sabidos para recomendar el juicio de jura-
dos en Inglaterra y en otros pueblos, si ya
no se traen para escitar nuestro interes en
examinar la conveniencia de tan importan-
te establecimiento. El mismo Benthain apli-
ca la máxima anterior al juicio de jurados;
y no le juzga conveniente en un pueblo - , en-
tre cuyos habitantes haya una grande di-
vision de intereses. Es muy claro el motivo
de esta escepcion. El bien que se pretende
por ese metodo de juicios es la imparciali-
dad, y la imparcialidad no puede fundada-


, Mente esperarse de un crecido número de
jueces sacados á la suerte de entre un pue-
blo dividido en parcialidades. Por fortuna ya
se ha hecho una tentativa en España sobre


23x
que podemos fijar nuestras observaciones.
Quisiera yo que los autores de la ley de im-
prenta, antes de dar mas estension á esa for-
ma de enjuiciar, hubieran vuelto á las pro-
vincias y examinado atentamente sus efec-
tos. A juicio de los hombres reflexivos han
sido por cierto infelices. He oido repetidas
veces esta opinion y estas quejas á los mis-
mos jurados, y las he oido de varias provin-
cias. Tal persona, segun la opinion que do-
mina en los jueces, puede escribir libremen-
te cuanto se le antoje, seguro de que siem-
pre la sacarán en salvo; tal otra no puede es-
cribir con libertad sin evidente riesgo de que
la condenen.


En Madrid acaba de darse un ejemplo
clásico de esta parcialidad. Habiéndose pu-
blicado un folleto con el título de Vida,
virtudes y milagros de 157., cuyo nombre se
espresa, en el cual se denigra la conduc-
ta privada (le este individuo , desde su na-
cimiento hasta el presente, tejiendo una se-
rie de imputaciones,injuriosas y falsas por
notoriedad (si la verdad pudiese disculpar
los libelos), el agraviado le denunció como
injurioso y calumnioso á su reputacion. Los
jurados sin embargo ni aun permitieron que
se abriese el juicio del folleto , declarando





I t


232
no haber lugar á la formacion de causa, co-
rito si no se pudiese dudar de la inocencia y
licitud de semejante accion., que por la ley
de imprenta , y por todas las leyes de todos
los pueblos ci " ilizados está gravemente con-
denada. No importa conocer la' persona á
quien se ha hecho un agravio tan escanda-
loso, ni el partido á que pertenece; basta
saber que se ha conculcado tan al descubier-
to la ley , y que en aquel juicio se ha ame-
nazado .horriblemente la seguridad de todos
los, habitantes. Pudiera añadirse que ese
mismo individuo ya sido condenado
por haber escrito contra el ministerio, co-
mo lo hicieran antes y lo hacen en el dia
otros escritores imptMemente , y como es
necesario que se haga en un pueblo libre. Los
escritos contra el desempeño de los minis-
terios públicos no tienen mas límites lega-
les que la verdad; y á fe que aquel impre-
so no fue sentenciado por calumnioso. ¿Qué
se infiere pues de estos hechos sino que hay
personas cuya seguridad está perdida , si se
encomienda á tales juicios?


Ni se diga que todos los tribunales co-
meten errores ; porque estos nacen allí de
los hombres, y pueden enmendarse corri
giendo ó mudando los individuos ; pero


233
aqui provienen dela institucion misma, que
tomando los jueces de un pueblo tan divi-
dido en opiniones, siempre ha de contener
elementos de parcialidad, que ni porlaelec-
cion de aquellos ni por el sorteo pueden
equilibrarse. La division de intereses que
en sentir de Bentham se oponia al estable-
cimiento de los jurados en Bengala, pudo
conciliarse , eligiéndolos en parte-de los in-
gleses y en parte de los indios. ¿Mas pue-
de aqui nombrarse una parte de ellos de
serviles, otra de ministeriales, otra de mode-
rados, otra de exaltados, y otras de las otras
clases que forja el espiritar de division?


las acciones pudiesen calificarse en
sí mismas sin conocimiento de sus autores,
todavia fuera peligroso someterlas fortuita-
mente al juicio de un partido cualquiera.
Porque tal hecho , aunque no esté de-
terminado por la ley, parecerá digno de cas-
tigo á un liberal y merecedor de premio á
un servil : se reputará criminal por un exal-
tado, y se calificará por un moderado de in-


. diferente. ¿Pero cuánto crece la volubilidad
de estos juicios con el conocimiento de las
personas? Cuando se trata de juzgar á los
hombres, la ley es tan imparcial con el que
mas la ania como con el que mas la detes-




234
ta. ¿Tendrán la misma imparcialidad los li-
berales, del. ario de 14. con los del año 20?


ministeriales con los enemigos del mi-
nisterio? ¿Y dónde está el freno que los re-
prime , para que no se abandonen á sus
predilecciones ó enconos? ¡Cuán arbitrarios
serán entonces los fallos de jueces que no
tienen responsabilidad! ¡Cuán irreparables
los de aquellos de quienes no hay ape-
lacion!


¿Qué remedio pues sino buscar los jue-
ces en una esfera mas apartada de esta di-
vision popular, de este encuentro de las pa-
siones , de las pretensiones ó pérdidas de las
clases , de la solicitud de los destinos, de
la dependencia del ministerio y domas ocul-
tos muelles del corazon? Jueces responsa-
bles ante la opinion y ante la ley : «Un juez
que por la altura de su puesto atrae las mi
radas de los hombres sobre su conducta,
que por stufortuna está colocado sobre la
clase comun , y obligado por su responsa-
bilidad á caminar con una precaucion con-
tínua , será probablemente mas imparcial y
mas puro, que un jury pudiera serlo en las
circunstancias que hemos descrito.» Esta
sentencia debe ser muy meditada por los le-
gisladores , porque. es de un jurisconsulto


235
filósofo; y no puede ser sospechosa á los
liberales mas exaltados, porque es de un ge-
fe de los radicales en Inglaterra (i).




«El interes de evitar las parcialidades en
los jueces es de todos los hombres de to-
dos los partidos. Los que tal vez no le co-
nocen , porque los jurados de la provincia
en que viven pertenecen al suyo y son de
su misma opinion, ¿qué seguridad tienen
de que no les sucederán otros que profe-
sen la mas opuesta? ¿Tan cierto es que los
jueces de hecho serán siempre exaltados,


serán siempre moderados? ¿ que serán
devotos de los ministros ; como lo han
acreditado alguna vez, ó que serán sus
contrarios, como lo han Mostrado tan-
tas otras? Que se compare la carta 13 del
Madrileño con una multitud de impresos
que• todos conocen , denunciados repetidas
veces y siempre absueltos : al lado de ellos
es una nonada el contenido de la tal epís-
tola. ¿Pues quien puede descansar en esa
versatilidad de juicios? Muy niño será y de
muy poca prevision quien crea que siem-


(r) Éentham. De l'influencc des tems et des lieux
en matiére de legislation. Chap. 2.




236
pre le serán favorables. La nacion española
ha testificado solemnemente, que no quiere
fiar su seguridad á las personas , sino á las
instituciones.


237


Injusticia reparada.


Ya que.en el número 73 de nuestro pe-
riódico hicimos men cion de la injusticia que
esperimentaba don Simon Iturralde , ve-
cino de San Sebastian, á quien se le ha-
bla despojado del bergantin Jacinta sin
haberle dado ninguna compensacion ra-
zon será tambien que publiquemos ahora
la justa próvidencia que acaba de recaer
en su expediente con fecha de 29 de di-
ciembre último.


No solo se ha dignado S. M. resolver
que se le devuelva inmediatamente el bu-
que, sino que hay en el decreto una ckiu-
sula muy notable , la cual basta para de-
mostrar la diferencia que hay del lengua-
ge de un ministerio constitucional al de
otro que no lo sea , y es la siguiente:
« y en el caso que la marina nacional le
necesite,


.Y su dueño convenga en ajuste, se
le asegure su importe ect.» \d De cuando
acá se cuenta con. la voluntad del verda-
dero dueño para saber si quiere deshacer-
se ó no de una alhaja que se creyese util




rl


á la real hacienda ó al real servicio? Solo
desde que tenemos Constitucion , y solo
desde que hay ministros que la respeten y
obedezcan, por mas que griten en contrario
/os que quisieran que se sobrepusiesen á ella
para aclamarlos columnas firmisimas del sis-
tema constitucional.


239


ANUNCIOS.


Dictámenes del consejo de estado y de las
comisiones eclesiástica y de justicia reuni-
das , sobre el modo de suplir las confirma-
ciones de los obispos electos durante la in-
comunicadon con la silla apostólica. 2.a
don. Un cuaderno en 4.° que se hallará
en las librerias de Paz y Antoran , enfrente
de las gradas de san Felipe.


Las Cartas de Mr. Say á Mr. Malthus so-
bre varios puntos de economia política,
traducidas del francos al castellano. Un to-
mo en 8.° marquilla. Se hallará en las mis-
Inas librerias y en la de Sojo calle de Car-
retas, á so reales.


' Las Cartas del Madrileño, sacadas de es-
te periódico. Un tomo en 8.° marquilla.
Se vende á so. rs. en las librerias de Paz y
Antoran, enfrente de san Felipe el real.




EL CENSOR
9.


240


AVISO.


Nuestros suscritores recibirán con este
número del Censor un prospecto ó anuncio


de la Cartilla agraria que para instruccionde los labradores pobres ha compuesto el
coronel comandante de batallon don José
Espinosa de los Monteros. Habiendo esta
obra merecido los elogios de nuestros sa-
bios diputados y su particular recomenda-
cion al gobierno , no podemos dudar de su
distinguido mérito, ni abstenernos de co-
operar á que el público saque de ella cuan-
to antes el aprovechamiento que se pro-
mete su ilustrado autor. ¡Dichoso el pais
que cuente un gran número de militares tan
patriotas y aplicados como nuestro coro-
nel agrónomo!


PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERA10.


N.° 76.
SABIDO 12 DE ENE110 Dr, 1822.


'Concluyen las observaciones de Terenzias Ben-
tizaza acerca del sistema prohibitorio y res-
trictivo de comerczo.


Artículo m. causas del sistema prohibitorio.


iÁ qué causas debe atribuirse la existen
cia y los progresos de un sistema tan in-
justo é impolítico? En el caso presente, asi
como en otros muchos , deben buscarse
las causas en la fuerza relativa de los mo-
tivos que influyen , y en la debilidad tam-
bien relativa de los motivos que con-
tienen.


Los motivos eficientes de la prohibicion
TOMO XIII.


i6


/1




242
son : I.° los esfuerzos combinados y pú


-blicos : 2.° la influencia secreta por medio
de la corrupcion : 3.° la falta dé influen-
cia contraria: 4.° los errores legislativos.


I.° Todo hombre que trabaja en un ra-
mo de industria, que ve ó teme ver arrui-
nada su fábrica por la competencia nacio-
nal ó estrangera , hace todos los esfuerzos
posibles para destruir los trabajos de su
rival ó disminuir en cuanto pueda sus pro-
ductos. Este sentimiento individual se co-
munica necesariamente al cuerpo ó colec-
cion de individuos que se hallan en la
misma situacion : su lazo comun de union
contra los que les perjudican, es mas fuer-
te que su mutua rivalidad. Asi se ve cuan
comun es el deseo cuando esperanzas de lo-
•grarlo sostienen el proyecto de obtener el
beneficio para sí mismos individual y.colecti-
vamente, á costa (le todos menos, de los que
estan reimidos por aquel lazo.


Por esfuerzos combinados r públicos en-
tendemos precisamente la agregacion (le los
esfuerzos hechos por todas las personas que
creen que han de . recibir alguna ganancia
con el establecimiento del sistema prohi-
bitorio. Las circunstancias de que depen-
de el buen éxito de estos esfuerzos , son
las siguientes :


243
i.a El número aparente y por consi-


guiente real de las personas asi - confede-
radas , cuyos intereses individuales compo-
nen el interes particular de que se trata en
esta cuestion.


2 . a La simia de capitales empleada en
este interes particular.


3.a La pérdida aparente, y por consi-
guiente real que sufrirá este interes par-
ticular , si no se adoptan las medidas pro-
hibitorias.


4. a La facilidad que la cercania ú otras
causas dan á los interesados para com-
binar sus esfuerzos , y tomar medidas que
les aseguren el buen éxito.


5.a La habilidad con que hacen repre-
sentaciones, ya á las autoridades consti-
tuidas, ya á otras personas , de quienes de-
pende la feliz decision del asunto, des-
cribiendo con claridad y energia todo lo
que puede .


favorecer su causa , y confun-
diendo y .oscureciendo todas las razones en
contra.


6.a La prudente circulacion de seme-
jantes representaciones. La medida de es-
ta circulacion será la diferencia entre el
número total de personas, de cuyo cono-
cimiento ha de depender la decision favo-




244
rabie del negocio , y el número de perso-
nas que actualmente lo conocen.


2.° Por influencia secreta entendemos
la que nace de las relaciones privadas que
puedan tener los interesados con alguna


algunas de las personas que han de in-
fluir en la decision.


Sea esta persona la que fuere , la can-
tidad de tiempo que le es posible dedicar
al conocimiento del negocio en cuestion,
es limitada , y con relacion á todo el cuer-
po del informe, insuficiente , sean cuales
fueren su talento y sus conocimientos pri-
vados acerca de esta materia.


Si sucede que un individuo interesado
en que se establezca la prohibicion , tiene
relaciones familiares con alguno de aque-
llos que han de concurrir á establecerla,
es muy grande y manifiesta la probabilidad
á favor del sistema prohibitorio. El árbi-
tro aplicará á este negocio , y con la mira
de favorecerle, una parte adicional y es-
traordinaria de su tiempo. Segun la mar-
cha regular y establecida, solo le aplicaria
una parte del tiempo que está acostum-
brado á consagrar á las obligaciones de su
destino; pero teniendo por amigo y fami-
liar á un individuo interesado en la prolii-


245
bicion, empleará en este negocio una parte
del tiempo destinado al descanso, y aumen-
tará la probabilidad del sistema prohibi-
torio con todas las fuerzas de la simpatía
producida por el trato íntimo, y convertida
en argumentos á favor de la prohibicion.


Asi que todos los argumentos á favor
de ella reciben de la influencia secreta un
considerable grado de fuerza.


La influencia de que hablamos en este
caso, no es otra que la que puede parecer
legitima ; la de un entendimiento sobre otro,
por la mera fuerza de los argumentos pro-
puestos por el interesado al árbitro.


Pero las mismas circunstancias priva-
das que facilitan esta influencia legitima,
proporcionan tambien medios de corrup-
cion aplicados á los intereses pecuniarios,
ó de otra especie del árbitro.


3." Siempre que se prohibe un ramo
de industria para promover otro, como por
ejemplo , cuando se prohiben las manu-
facturas estrangeras para favorecer zi las
nacionales de la ,misma especie, lray dos
intereses distintos y opuestos, el de los pre.-
ductores que es . particular,


, y el de los con-
sumidores que es general. De estos dos
intereses, el que obra con mas energía. es




PF


246
el particular; porque los intereses particu-
lares obran siempre con mas fuerza que los
generales. Los individuos que lo compo-
nen, forman ó pueden formar (y gracias, si
no lo forman) un cuerpo compacto orga-
nizado , una cadena de hierro : los indivi-
duos que componen el interes general,
forman un cuerpo desligado sin combina-
cion, un monton de arena. De los partícipes
en el interes general , la parte de interes
centralizada en cada individuo, es dema-
siado pequeña para incitarle á hacer esfuer-
zos en su favor. Afiadase á esto la dificul-


' tad, la imposibilidad de confederarse, como
seria necesario para representar con una
accion enérgica, el interes general que
abraza con pocas escepciones la masa en-
tera de la sociedad. Las mismas observacio-
nes se pueden aplicar, aunque en menor
grado , á los productores de aquellos géneros
con que antes de la prohibicion se pagaban
las manufacturas nuevamente prohibidas.


Por tanto, atendiendo á la influencia
secreta, es mucho mayor la de los intere-
ses privados que la del público.


De las dos especies de influencia secreta
la del entendimiento, ejercida con hechos
y argumentos, es la única legítima , por-


._


247
que no es esélusiva ; pero es manifiesta-
mente perniciosa, porque solo, se pone
en práctica por una de las partes. ¿ Qué
son los medios vagos de persuasion que
tiene á su favor el interes general , no re-
presentado ó representado imperfectamen-
te, comparados con los recursos de una con-
federacion compacta y bien reunida?


Pero el atributo esciusivo del interes
particular es la facilidad de sus medios de
corrupcion. El interes universal, el pueblo,
la comunidad .en general, jamas ven ni ve-
rán un amigo , un defensor de aquel inte-
res , ligado intimamente con los superio-
res , ni comiendo á su mesa, ni induciendo-
le con sus esfuerzos individuales al inte-
res comun , contra el cual han declarado
la guerra los intereses particulares. Ni el su-
perior ni su comensalson accesibles al sobor-
no á favor de los intereses generales: á favor
de los particulares pueden serlo entrambos.


De aqui se infiere, que siempre que el in-
teres general es sacrificado al particular, se
puede juzgar probablemente que ha sido efec-
to , no de una sincera y lícita equivocacion,
sino de una influencia perniciosa. Esta pro-
babilidad es mayor ó menor, segun sea la
medida mas ó menos impolítica, y segun la
mayor á menor facilidad que pueden tener




24 8
los interesados en introducirse con los que
ocupan puestos superiores.


Estas reflexiones se aplican á todos los
ramos de la administracion ; y por ellas se
esplica el triunfo (le los intereses privados
sobre los públicos y la masa de errores
gubernativos.


Pero se puede objetar que siendo tan
general el triunfo del interes privado con-
tra el universal , no se sigue definitivamente
ningun perjuicio ; porque ¿ qué otra cosa
es el interes público sino la agregacion de
los intereses particulares?


Este es un medio evasivo de responder
al argumento sin resolverlo. Todos los 'hom-
bres tienen el deseo , pero no todos la fa-
cultad de hacer que su interes prevalezca
sobre el comen.


Aun entre los intereses industriales,
no todos pueden asociarse y combinarse


k,930 sostener el interes comun de su cla-
se: solo pueden ,hacerlo los que poseen fá-
bricas análogas en distritos pequeños , los
que tienen entre si facil y contínua comu-
nicacion, y los que tienen sus capitales
en manos de un mismo individuo ó compa.
fiia. Pero los sastres, zapateros, colonos,
carpinteros etc., ¿ qué medios tienen para
formar una asociacion . general? Ninguno.


2 49
Si cada individuo de cada una de es-


tas clases tuviera voto en él negocio, la
suma de los intereses particulares asi co-
nocida y representada constituíria el inte-
res general; porque -se aplicaria el princi-
pio de la votadura universal.


Mas no sucede asi. Intereses separados
y particulares solicitan y obtienen protec-
cion por medio de la influencia ya referi-
da, á costa y detrimento de la prosperidad
comun. De estos intereses particulares se
compone el interes dominante. La concen-
tracion de inmensos capitales en pocas ma-
nos, y los medios de-union y combinacion
les dan un poder maligno para inmolar el
bien público. No hay donde apelar de esta
influencia gigantesca. Hay á la verdad al-
gunas pequeñas confraternidades , que si
pudieran unirse, se sostendrian contra un
poder tan grande ; pero .como separadas so-
lo pueden hacer esfuerzos parciales, tie-
nen que sufrir sucesivamente el yugo de
la prepotencia.


Asi ha sucedido en el caso del decreto
de las Cortes. El interes particular fue
el único que clamó. No es de estrañar que
triunfase. ¿Dónde estaban entonces los re-
presentantes de los intereses de los consu-




25o
'oidores? En ninguna parte. Nadie oyó sus


quejas ni sus argumentos. Ahora es criando
empieza á conocerse la lesion hecha al in-
teres general , y ahora empieza á oirse su
voz. La España tiene una larga y calamito-
sa esperiencia de la intervencion reglamen-
taria en el comercio.


En Inglaterra todos los intereses tienen
que peder á un interes particular, al de la
agricultura. Todos los óranos estran«eros
estan prohibidos con la inteneion , públi-
camente confesada, de alzar el precio de
los nacionales, y de asegurar á una clase
particular ventajas pecuniarias á costa de
toda la poblador'. ( Véase la nota puesta •
al fin).


Pero la clase favorecida con esta ven-
taja indebida, no se emplea en operacio-
nes útiles. Sin trabajo ninguno propio re-
cibe del trabajo ageno una parte de utili-
dad mucho mayor que la que toca á los
trabajadores. Son propietarios de tierra
que derivan sus medios de gozar de la ren-
ta territorial que paga el colono industrio-
so: en una palabra, no son los que tra-


bajan , sino los ociosos: no son los muchos,
sino los pocos. Cuando la circulacion del
papel moneda era escesiva á causa de la


251
guerra, arrendaron sus tierras á unos pre-
cios que si entonces eran moderados aten-
dido el valor del dinero, se hicieran esce-.
sivos por necesidad, cuando la dirninucion
del papel aumentase la dificultad de obte-
nerlo, y por consiguiente su valor. Este mal
se aumenta á proporcion que crece la su-
ma de impuestos que paga el colono por
razon de la tierra que 'cultiva, ó por otro
cualquier motivo.


En este caso que en la actualidad es
efectivo, es muy grande la dificultad de
juzgar con rectitud ; y aun la de conocer
que se ha juzgado con rectitud es tan gran-
de , que el interes universal ha debido es-
citar á muchos á hacer lo mismo que el
interes individual les aconseja.


Pero cuál debe ser la consecuencia de
esta dificultad? Que nos debemos abstener
de la prohibicion. Mientras el gobierno no
haga nada , no puede ni debe ser responsable
del resultado. Pero en cualquier tiempo y
lugar que el gobierno intervenga con un
poder coercitivo, los males que resulten
deben gravitar sobre los gobernantes.


Ya es preciso que resulten graves ma-
les, tomese el partido que se quiera, in-
tervenga ó no el gobierno, haya libertad




252
ó prohibicion, Si se deja libre la impor-.
tacion de los granos estrangeros, el colono
se arruina, el propietario pierde: si se pro-
hibe, el mar-recae no solo sobre la clase
industriosa, sino tanibien sobre todas las
que trabajan, inclusos los mismos agricul-
tores. Tal es nuestra situacion miserable:
las causas son losJescesivós impuestos : los
escesivos impuestos, consecuencia de una
guerra injusta : una guerra injusta, conse-
cuencia de la determinacion que han to-
mado los pocos que mandan , de obligar á
los muchos que obedecen , á permanecer
en un estado de ignorancia y de error, .y
por consiguiente de dependencia que lle-
ga ya al ápice de la degradacion y de lá opre-.
sion. En Inglaterra la causa primordial y
omnipotente de la mala administracion y
de la miseria es la corrupcion del siste-
ma representativo: en los demas paises la
falta de urna buena representacion nacional,
ó mas bien de una democracia representa-
tiva en lugar del despotismo mas ó me-
nos mitigado: en fin, la falta de un go-
bierno, cuya único objeto sea la felicidad
del mayor número.


Los males de este sistema que pro-
mueve los intereses parciales , siendo . bajó


253
todas sus formas tan estensos, tan incalcu-
lables, tan superiores á la suma del bien,


clá qué personas ó á qué cosas debemos atri-:
buir su existencia y su predominio?


A las causas generales del mal go-
bierno; á la falta de los elementos nece-
sarios para un buen gobierno; á la falta
de probidad , talentos é inteligencia : en
otros términos, á la falta de virtud , habi-
lidad é industria.


Una causa que pertenece al principio
de falta de habilidad, y que es capaz de in-
ducir en graves errores , es la siguiente.
El bien que producen las medidas prohi-
bitivas es muy visible comparativamente
al mal ; y asi no es de estrañar que un bien
pequeño pueda por su cercania á la vista
eclipsar y ocultar un mal mucho mayor;
pero mas lejano.


Cuando ha pasado ciertó periodo de tiem-
po despues de la publicacion de una ley,
la costumbre la cubre con su manto; y mi -
rando como un acto ilegitimo la oladia de
examinar su naturaleza y caracter,


, solo se
atiende á su existencia. El hábito de obe-
decerla fija su autoridad.


-Asi se esplica la
veneracion con que se han respetado en to-
dos los paises las instituciones mas absurdas,




2.14
Asi va : el mal se aglomera sobre el


mal, hasta que su peso es ya intolerable,
se abren los 'ojos , y se desea volver atrás.
Pero apenas el legislador quiere retroce-
der, halla el camino interceptado con obs-
táculos de toda especie. -Ninguna cosa fue
mas facil que impedir el mal en su prin-
cipio: entonces bastaba con haberse abste-
nido de crearlo: nada es mas dificil, por
no decir imposible, que curarlo. Asi se ha-
cen irremovibles é inmortales el error y el
delirio.


FIN.


Nota. En 1813 se publicaron , de or-
den de la cámara de los comunes, estados
de importacion y esportacion de granos en
la gran Bretaña en 21 . años sucesivos. De
ellas consta que el consumo de granos es-
trangeros en aquella isla es de 430000 cuar-
teros ingleses por año ; que son á la canti-
dad de granos del pais que se consume
en ella, como r : 26. Adam Smith, sin de-
signar la fecha, establece la razon de r : 57o.
¿De dónde una diferencia tan prodigiosa?


En España, siendo el consumo anual
de 6o millones de fanegas, y la importa-
cion de a la razon de esta al consumo de


255
granos del pais, es la de i : 28 (Antillon).


Estos' cálculos solo son aproximativos:
y la razon citada debe ser escesiva con
respecto á la totalidad <le la gran Bretaña;.
porque en muchas partes de ella la ma-
yoria de la poblacion no se alimenta de
trigo.


A>




9~1~1.15P195,-~n~r~"I~~


1817. 18x8. 1819.


Manufacturas de co-
bre y laton..


Idem de algodon
Vidrio y bajilla de


tierra
Hierro , acero y baji-


lla hasta
Lienzos
Sedas
Estaño y bajilla de


peltre
Manufacturas de lana.
Pescados , comesti-


bles , muebles, jo-
yas , instrumentos
de música y mate-
máticas, Colores pa-
ra pintar , y otros
varios objetos.... .


Total


rox7o 764z 9077
42291 25718 65056


14843 15535 12100


58925
too6 a 2
68790


x2489
164479


6x6x8
95623
62926


23991
124517


65o55 64269


5188 45 509278


256


ESTADO A.


'alor de los productos y manufacturas espor-
tadas. de Inglaterra á España en los años-
' 817, 1818, x819: valuados en libras
esterlinas.


ESTADO. C.


calor aproximado de los principales articu,
los españoles importados en la gran Breta-
ña en los años 8 7 , 1 8x8, 1 8 x 9, es-
presado en libras esterlinas.


~0,24.131301:11=e=




2817. 1818.
1819.


6 0 :211
9538




8o46


21881




14763 1
62630 46521




24 9 32 34736 41815




3235 3028 755




27 85 1498 4944
24 57 25579




3026 ro865
2416




8o54 8685 14079




533oo
73265 4228:




52412 .8675 9
58497




53i5 7816 2898
5821oo 54445o 569238




Lana , corderos .
785254 109507 8 69x12o




Uvas 108804 ro3848
92723


Almendras de


Total... L 1 7 156 9 1
› 9 062
1598722


,,,,,,,,,=spz:wfne.ry-T,111,-4111 n1....1WSIMPoweIrsenn,e/n.


Estos valores tornados de noticias que no
son de oficio no tienen toda la exactitud que
seria de desear.


TOMO XIII. 1 7


especie


Barrilla


Corcho
Quina


Jalapa
Indigo
Plomo
Limones y naranjas




Castañas, nueces. .
4


Azogue


Zumaque
Vino


1.1toa n




258
TEATROS.


La escuela de los maridos: comedia en tres
actos, de Moliere: traducida al castella-
no por Inarco Celenio, poeta árcade.


El juicio de esta comedia está hecho al
principio del escelente prólogo que puso
el señor Moratin á su traduccion. «La co-
media de La escuela de los , Maridos


es una


de las mas estimadas de Moliere. Escelen-
te por la sencilla disposición, de la fábula,
que presenta en cada escena situaciones
distintas , se enreda sin episodios, camina
rápida á su fin, se desenlaza"-con sorpresa
y naturalidad, y produce todo el efecto mo-
ral que se propuso en su composicion el
poeta. No se hable de la sana filosofia en
que se funda su argumento, ni de la opor-
tuna imitacion de caractares , ni de.la fa-
cilidad del diálogo, ni del donayre cómico
de que abunda.


Si en el citado prólogo nos ha parecido
leer á Horacio juzgando á Píndaro , en la
traduccion nos ha parecido ver á Virgilio
imitando á Hornero: porque aunque los


259
'géneros sean distintos, el tino es el mismo.
El señor Moratin confiesa que ha. debido
todo lo que es en el parnaso dran


• áifo al
estudio y á la irnitacion del cómico frán-
ces. La posteridad dirá si esta asercion es
Verdadera en toda su estension; y si el au-
tor de la illogigata y del Sí de las niñas ha
debido á Moliere aquella indefinible y nunca
desmentida fuerza del lenguage y aplicacion
de nuestros modismos faMillares, que lo co-
locan ya entre nuestros escritores clásicos, y
aquella versificacion que sin salir de los
límites del género cómico , se acomoda á
todas las variaciones de estilo que puede
recibir el diálogo familiar.


Nosotros mirarnos á Moliere como un
genio superior: nos parece imposible esce-
derle, considerado como autor cómico y
corno filósofo moralista: pero Moliere no
es buen versificador. Ademaslas gracias de
su elocucion , á i nnestro parecer inimita-
bles , consisten mas bien en los rasgos ca-
racterísticos y originales del cómico mas
profundo, 'que en el uso de los chistes y
sales de su idioma. He aqui dos diferen-
cias bastante señaladas entre el-padre de la
comedio francesa y el perfeccionador de la
española.




26o
La combinacion dramática de la pre-


sente pieza es la mas teatral y cómica. La
enamorada se sirve de su viejo y celoso tu-
tor para entablar tina comunicacion segui-
da con su joven amante; y á cada favor
que este recibe de su dama , se entrega el


1",)viejo á la exaltado') mas risible, porque
cree que es un nuevo testimonio de la pre-
ferencia que obtiene en el corazon de su
pupila. La justicia cómica está fielmente
observada , no solo en la catástrofe donde
se ven prácticamente las ventajas de una
decente libertad sobre la tirania doméstica
con respecto al bello sexo, sino tambien
en todas las escenas de la pieza; porque
en todas ellas está el protagonista entrega-
do sin piedad al ludibrio de los lemas per-
sonages, y á la risa del auditorio. Se ha-


. llan algunos gérmenes de esta fábula en los
Adelfos de Terencio , y en la Discreta ena-
morada de Lope de Vega; pero ni el la-
tino ni el español la ligaron á un resul-
tado moral de tanta importancia , como el
que proclama Moliere; cuya superioridad
sobre todos los autores cómicos antiguos
y modernos consiste á nuestro entender en
el arte de hacer tangibles , por decirlo asi,
las ridiculeces del vicio y del error.


26r
Presentaremos un solo ejemplo de la


manera de traducir del señor Moratin.
Ojalá que quieran tornarla por modelo los


que se' dedican á traducir piezas para el
teatro ! Elegimos el monólogo de Sganarelo
en la escena cuarta del acto primero.


Oh! que les voilá bien taus formes l'un
pour l'atare!


Quelle belle farnille! un vieillard insensé
Qui fait le dameret dans un corps tout


cassé!
Une filie maltresse et coquette supréme!
Des valets impudents! Non, la sagesse mé-


me


]'en viendroit pas á bout , perdroit sens
et raison


A vouloir corriger une telle maison.
Isabelle pourroit perdre dans ses hantises
Les semences d'honneur qu'avec nous elle


a prises :
Et , pour l'en empécher, dans peu nous pré-


tendons
Lui fáire alter revoir nos cboux et nos


dindons."


He aqui la traduccio•,


lig




262
Don Gregorio.


,‹Dios los cria y ellos se juntan... i qué
familia ! Un viejo empeñado en -vivir co-
mo un mancebito de primera tijera, una sol-
terita desenfadada y muger de inundo , uuos
criados sin vergüenza ,• ni... No , la pru-
dencia misma no bastaYia á corregir los
desórdenes de semejante casa... Lo peor
es, que Rosita no aprenderá cosa buena con
estos ejemplos , y tal vez pudieran malo-
grarse las ideas de • rccoúniento y vir-
tud que he sabido inspirarla... Pondremos
remedio... Muy buena es la plazuela de
Afligidos; pero en Grifion estará mejor. Sí,
cuanto antes: y alli volverá á divertirse can
sus lechugas y sus gallinitas...»


As' es como se da el , colorido propio
de la lengua en que se traduce , á los cua-
dros del original, si no se quiere presentar
un bosquejo' tosco é inanimado en la tra-
duccion.


La reconciliaczon d los dos hermanos: dra-
ma en cinco actos , de Kotzbue..


Este es, despues de la Misantropía r el


163
Arrepentimiento , el mejor de los dramas que
conocemos de Kotzbue. Los sentimientos
mas dulces del corazon humano , el amor,
la amistad fraternal , la beneficencia y la
gratitud se presentan en él con sus mas
hermosos adornos. La rencilla entre dos
hermanos que se adoraban , empezó por
una causa muy leve, se enardeció por las
sugestiones habituales de una inuo-er arti-
ficiosa é interesada, y se acabó por las lá-
grimas y los ruegos de una joven sensi-
ble, bella y virtuosa, que adornada de su.
modestia, de su candor y de su bondad
natural alcanza de su padre y de su tio lo
que no hablan -podido recabar los conse-
jos de un sabio , ni el deseubrimiento de
la perfidia de la rídicula amante de Raffer,
ni el impulso de sus propios corazones.
Este es el resultado moral que quería
deducir Kotzbue: la influencia del bello se-,
xo en la felicidad doméstica.


Todos los caracteres de esta pieza es-
tan superiormente descritos; pero sobresa-
le entre todos el del capitan Beltran. Aque-
lla mezcla de irascibilidad y candor, de
bondad é ira , de debilidad y furor, tan pro-
pia de la profesion militar : aquel no
atreverse á despedir al ama que lo enga-




(311
fiaba y robaba ; aquel enternecimiento que
siente á la vista de su sobrina , en fin, to-
do es característico, todo es hermoso ; y
no debemos admirarnos del efecto seguro
que causa este drama siempre que se re- ,
presenta. En él el vicio es tan rídiculo , que
apenas da lugar á aborrecerlo ; y la virtud
es tan bella, que apenas se conoce el va-
lor de los sacrificios necesarios para obte-;
perla.


En la lectura es otra cesa; porque en
ella se conoce con qué seguridad, con cuan
prospero viento navegaba el genio del au-
ter por un mar tranquilo y sin escollos.
En efecto el asunto de la Reconciliacion no
pedid ofrecer dificultad alguna al talento
inventor y fecundo de Kotzbue : no asi la
Misantropia: en ella se podia decir del au-
tor aquello de Iloracio;


»incedes per ignes
suppositos cincri doloso.»


En efecto, no hay cosa mas dificil que
preparar con Verosimilitud y sin derogar
al decoro teatral ni á las buenas costura.
bies la reconciliacion de un esposo ofen-
dido con una esposa adúltera: nada es mas


265
facil que reconciliar dos hermanos sepa-
rados por la chismografia doméstica. En !a
Reconciliacion todo favorece : en la 'Visan-.
tropia todo es contrario; y hasta el interes
de los espectadores á favor de Eulalia fue
preciso para • que lo preparase su autor.


La mugar de dos maridos: comedia en tres
actos, de D. V. R. D. A.


Elisa Verner, , hija de un caballero de
Baviera, que 'labia obtenido grados supe-
riores en la milicia , y que se había retira.
do del servicio, fue solicitada y seducida
por Isidoro Fritz, soldado desertor de un
regimiento del emperador de Alemania, y
el hombre mas gratuitamente malvado que
puede imaginarse. Este personage trató á
Elisa cuando solo tenia tres lustros nues-
tra lieroina, en casa de una amiga, cuya
sociedad se componia segun parece, de sol-
dados desertores y de señoritas de distin-
cion: supo ocultru maldad , apareció á
los ojos de la jorón como un hombre vir-
Woso,


«de suerte que la embromó.»




,66
Tuvo arte para atraerla á un sitio es-


cusado, en donde Elisa consintió en ca-
sarse con él secretamente, por no ser vio-
lada, ó segun otra variante de la misma
pieza ,.por no ser asesinada. Mauricio, pa-
dre de Elisa, tomó el cielo con las manos,
maldijo á su hija, y se vió despues sumer-
gido én la mayor indigencia, porque en
una enfermedad que le causaron sus pesa-
res , perdió todos sus bienes. Entonces el
buen Fritz, perdidas las esperanzas de atra-
par el caudal del viejo, se abandonó á to-
da la perversidad de su caracteri y aun-
que babia tenido por fruto de tan infaus-
to matrimonio á Julio , que hace un papel
muy notable en esta pieza, dió muy mala
vida á su pobre =ger, y aun llegó hasta.
el estremo de querer hacer tráfico (le su •
honestidad; pero ella , que ci a virtuosa y
sentimental, huyó á Bruselas, á cuyas ccr-
canias se , habia retirado su infeliz padre,
por ver si podía aliviarle en sus miserias y
alcanzar su perdon.


Fritz para vengarse de su esposa qué
hace? se finge muerto, y por medio de un
amigo, cómplice de sus picardias, le pasa
á su muger documentos capaces de probar
su muerte ante el mismo consejo áulico de


267
Viena, como quien dice: izo te he podido
vender vivo, te venderé muerto. Sucedió to-
do como él quería : el conde de Jersen, ca-
ballero bravantés , se enamora de Elisa
la dota ampliamente, se casa con ella y al
cabo de los ocho años aparece Fritz , que
no había podido venir antes por cierta de-
tencion en las cárceles de Munich, y re-
clama su muger, su hija, y los bienes que
aquella 'labia adquirido en su segundo ma-
trimonio. Pero por fortuna se hallaba pre-
sente un tio del conde, mayor del regia
miento de que babia desertado isidoro, y
le hace arrestar con la intcncion de ahor-
carle al tercer dia. El conde lo quiere li-
brar y darle dineros para pasar á América:
pero él trata de asesinar á su bienhechor;
y la cosa se dispone de modo , que el mis-
mo Fritz es el asesinado: con lo cual Eli-
sa se halla libre de un marido que detes-
ta, Julio es hijo adoptivo de un conde, que
es mucho mejor para padre que un deser-
tor, el conde. revalida su casamiento por
alguno de los infinitos métodos que es-
plica ampliamente nuestro Lárraga , y todo
el mundo queda contento.


Esta abominable intriga, en la cual se
ofende igualmente á la verosimilitud , al




268
decoro, á las buenas costumbres y á los
sentimientos mas legítimos é imperiosos de
la naturaleza, se representa todavia en
nuestros teatros: ¡y estamos en i821 ! ¡Y
somos una nacion moral é instruida! Lo
somos sin duda; pero tenemos el defecto
de no hacer caso de nuestra. escena.


269


Sobre un escrito publicado en Paris durante
la revolucionfrancesa.


Apenas hay nadie que ignore que las
modas, las opiniones , los descubrimientos,
los errores y las que se llaman verdades po-
líticas , no son mas que un círculo conti-
nuado de mas ó menos estension ; de suerte
que el que le haya recorrido una vez , ni se
admira de nada, ni se apasiona de nada,
ni tampoco encuentra nada , que tarde tem-
prano no se remedie de este ó del otro modo,
esceptuando la muerte. Estas son las reflexio-
nes que nos ocurrieron naturalmente al
recorrer varios papeles publicados en Paris
en tiempo del directorio efectivo. Acababa
entonces la Francia de sacudir el vilipen-
dioso yugo del iacobinismo , cuya época,
si bien puede contarse desde la muerte del
feroz Robespierre , tardó todavia algunos
arios en perder el influjo de que se habia
apoderado por medio del terror en el cuer-
po legislativo y en casi todas las oficinas
de la administracion. Todos los hombres




25,0
de bien suspiraban por la paz interior y
exterior ; pero no era posible conseguir ni
una ni otra , porque las diferentes ambicio-
nes se oponian á que se admitiesen las ba-
ses que debian prepararlas. Los execrables
jacobinos, cuya raza es incapaz de correc-
cion, y que solo deja de dañar cuando
ha perecido hasta el último de ellos, habian
logrado esparcir esa funesta maxinia , que
tanto alli como, en todas partes solo es dic-
tada por la avaricia y la ociosidad reuni-
das, de que los empleos deben darse esclu-
sivamente á los que preconizan á gritos un
.patriotismo de que carecen. Esta falsa y
perniciosisima idea fue una de las cansas
que mas contribuyeron á retardar la paci-
ficacion de los ánimos, sobradamente agria-
dos por la divergencia de los partidos ; y
esta creemos que producirá los mismos
efectos en cualquiera parte donde fuese
adoptada.


Entonces pues duplicaron sus esfuerzos
todos los escritores juiciosos, que nunca lo
son otros que los moderados, para conver-
tir las opiniones de los gobernantes y go-
bernados hácia la paz corno único medio
de cicatrizar las heridas que alligian aquel
delicioso pais, y se esputaban en los tér-


minos que vamos á copiar literalmente.


Pensamientos sobre la paz.


»Siendo este el único deseo del pueblo,
esta la salvacion de la república, esta la
obligacion del gobierno y la primera nece-
sidad de la Europa, inutil es y aun absur-
do cualquiera plan que se medite para res-
taurar la hacienda, si antes no consegui-
mos la paz.


¿Pero cuáles han sido los obstáculos
que hasta ahora se han presentado para con-
seguirla? La marcha incierta y vacilante del
gobierno en sus primeros pasos , las espe-
ranzas que alimentan los jacobinos , el des-
contento de los propietarios, los errores de
algunos legisladores periodistas , nuestra
ambicion y las intrigas de la Inglaterra.
El nuevo sistema que parece que empieza
á seguir el directorio es lo -único que pue-
de darnos esperanzas de que se concluirá
bien pronto.


Para Hacer una revohiccion es necesa-
rio adular á los pobres y amenazar á los
ricos ; pero cuando se desea conservar un
gobierno , la primera base que es necesa-
rio establecer , es la seguridad y el comen.


t.




9 7 2
tamiento de los propietarios, que son el
verdadero cimiento del estado social.


Mientras que no se cese de gritar con-
tra los ricos y mientras "que los cafés y las
tabernas esten llenas de facciosos, los em-
pleos se distribuirán entre los bribones,
que como no tienen el menor interes en
el orden y tornan la máscara del patrio-
tismo en alto grado, le llevarán poco á po-
co al gobierno de lazo en lazo hácia su
disolución. Los propietarios descontentos
no podrán menos de desear que se destru-
ya ; ninguna de sus operaciones tendrá
buen exito , y la Europa desconfiada de
ver cuán poco sólida es nuestra situacion
siempre estará esperando nuevas convulsio-
nes y dilatará la paz.


»Interin que en boca de ciertos perio-
distas sea una verdadera injuria la denomi-
nacion de hombre de bien, y cometan la tor-
peza imperdonable en política de dar este
honroso título á los enemigos del bien pú-
blico: mientras dure la mania de estar siem-
pre alarmando al pueblo con continuas cons-
piraciones de serviles ó de realistas, siem-
pre resultará que los hombres débiles que
son los que componen la mayoria de la es-


- pede humana , estarán recelosos y no se


273
atreverán á pronunciarse abiertamente por
temor de si llegará á ser el mas fuerte
el partido contra-revolucionario.


»La opinion pública no existe sino
-pre-


cariamente en el populacho , en las plazas
y en las tabernas; mas la que á la larga
fija la suerte de los pueblos y la opinion
de los hombres de estado, se forma en
aquellos sitios donde se reunen los litera-
tos célebres, el comerciante honrado é in-
dustrioso, el magistrado y el jurisconsul-
to conocidos por sus talentos, los milita-
res que se han distinguido por sus proe-
zas, y todos los ciudadanos ilustrados que
por educacion y por el. interes mismo
de sus propiedades , son unos centinelas
continuos del órden social, amantes de la
justicia y enemigos de la anarquia y de la
arbitrariedad.


»Cuando esta numerosa pórcion de ciu-
dadanos , de quienes tanto se murmura , es
bien tratada, consultada y empleada, el, go-
bierno marcha por sí mismo sin temores
ni obstáculos, y al mismo tiempo que ins-
pira confianza á los naturales impone res-


. peto á los estrangeros. Pero cuando se les
escluye de los negocios, se les exaspera con
amenazas ó se les inquieta con providen-


TOMO XIII. i8


tor




274
cias injustas, entonces entregado el gobier-
no á los caprichos de un populacho incons-
tante, se ve precisado á elegir entre el po-
der anárquico y terrorista que por su na-
turaleza es poco durable , y se ahoga él mis-
mo en los torrentes (le sangre que derra-
ma , ó someterse á la dictadura militar que
siempre y en todas partes ha destruido la
libertad y creado infaliblemente el despo-
tismo.


»Se dice comunmente que no es posi-
ble ser á un mismo tiempo justo y revo-
lucionario , y que para salvar la libertad es
indispensable diferir la justicia para tiem-
pos mas tranquilos. Pero digase lo que se
quiera , la virtud siempre tendrá que com-
batir al vicio, y la libertad tendrá siempre
muchos enemigos que superar y vencer;
de modo que si hubiera de seguirse aque-
lla regla, siempre seria necesario , bajo el
pretexto de libertad, estar oprimiendo á los
ciudadanos con leyes arbitrarias y acomo-
dadas á las circunstancias. Si fuereis in-
justos, podreis ser temidos por algun
pu; pero siempre odiados, y al fin cubier-
tos con el desprecio general, pereceréis in-
faliblemente con una muerte infame. Mas
si por el contrario tiolieseis el valor nece-


275
sario para seguir constantemente y á pe-
sar (le todas las consideraciones y circuns•
tancias los principios de una rigorosa jus-
ticia, entonces fundaréis la libertad sobre
una basa sólida y respetable; y en caso de
que prevalezca la desgracia,' á lo menos
pereceréis con gloria.


»Mientras que las circunstancias sirvan
de pretesto para hacer injusticias , no es
posible que se consolide el crédito que es
hijo de la confianza ; ni encontraremos un
aliado fiel, ni un enemigo dispuesto á ha-
cer la paz, mientras que la basa de mues-
tra fuerza esté todos los dias espuesta á
los resentimientos que suscita la arbitra-


,riedad.
»llestruyanse pues antes de pensar en


la paz, que es la única que puede salvar-
nos, esas denominaciones con. que se pro-
cura concitar el odio contra determinadas
clases de ciudadanos, llamándolos por apo-
do los ricos , los moderados, los hombres de
bien ,• los partidarios del antiguo régimen, los
antiguos nobles; valgase el gobierno de los
propietarios ; arroje lejos de sí á los dela-
tores, á los concusionarios, -á los asesinos
y á los fanáticos. En buen hora que no se


,eche mano de los moderados durante la efer-




276
vescencia de las revoluciones; pero no hay
que olvidarse de que ellos son los únicos
capaces de terminarlas, de reparar los ma •
les que ellas han producido , de estinguir
los odios y de consolidar la paz.


La revolncion no tiene otro objeto que
fundar la libertad sobre las ruinas del des-
potismo, y que triunfe la filosotia de to-
das las preocupaciones. Si presumis de fi-
losofos en vuestros principios y discursos,
sedlo tatubien en vuestras acciones dan-
do á la Europa ejemplos de moderacion,
á fin de que todas las potencias se mue-
van á adoptar el mismo sistema de gobier-
no pacífico y tolerante , que es el que ba
de labrar vuestra felicidad ect. »


Asi se esplicaban algunos escritores fran. •
ceses al ver la tortuosa marcha que seguia
el gobierno , alucinado y seducido por una
turba de patriotas exaltados , que todavia
conservaban parte del influjo adquirido por
medio del .terror. No -deja de ser bien es-
traordinaria la idea que naturalmente ocur-
re al ver el lenguage de los escritores de
aquel tiempo y la conformidad de algunas
circunstancias que escitan á emplearle con
muchos de los que nos rodean á nosotros.
Ninguno de los que han leido con aten-


277
ion la historia de aquella época de la re-


volucion francesa, ignora que al terminarse
el reynado del terror fue la ocasion mas
oportuna para que triunfasen los enemigos
de ella, y que bien considerado, los hom-
bres moderados y virtuosos fueron los que
sostuvieron la república contra los crueles
embates que daban á las libertades del
pueblo los que se apellidaban patriotas por
escelencia. Rabia sido y aun era todavia
tan dura y ofensiva la tirania de los jaco- ,
binos , que cualquiera otra dominacion les
parecía á los franceses mas tolerable y lle-
vadera.


Este escollo que ó no ven ó afectan
no ver los que se dan á sí mismos el nom-
bre




de exaltados, está siempre delante de
los ojos de los sinceros amigos de la li-
bertad, y nunca temen tanto una reaccion
en sentido contrario, como cuando aque-
llos creen haber conseguido un triunfo. Por
fortuna este temor es mucho mas general
en España, por lo mismo que es infinita-
mente mayor el número de los que aman
de veras la Constitucion de la rnonarquia,
que los que en Francia amaban la repú-
blica ; pero tanto aqui como alli son los
moderados los únicos que estan dispues-




278
tos á sostenerla, y lejos de servirles de au-
xilio la griteria de los acalorados y los triun-
fos á que aspiran , este es casi el único
obstáculo que se opone á la conversion de
los llamados serviles.


Nosotros no cesaremos de inculcar es-
ta idea que desde el principio ha sido la
llave maestra de todos nuestros discursos,
y vemos con gran placer que . el congreso
nacional, los ayuntamientos, y todos ó ca-
si todos los propietarios del reyno, como
tambien una gran parte del ejército, se han
esplicado en el mismo sentido. ¡ Quiera
Dios que tambien acaben de abrir los ojos
aquellos que de buena fe creen util la exal-
tacion , ya que rida, deba esperarse de los
que la profesan por cálculo, y la han ele-
gido corno medio para satisfacer sus pa-
siones!


• 279


Diálogo entre un andaluz , un navarro y
un madrileño.


Halla.ndose hace pocos Bias un navarro
y un andaluz , arrieros ambos de oficio , en
un lugarcito de estas inmediaciones , pre-
cisados á detener su viage por la escesiva
lluvia que caía , no teniendo otra cosa que
hacer mas que cuidar de las caballerias y
Calentarse al fogon de la posada, vinieron
naturalmente á recaer en la conversacion de
la política. Era el primero un hombre co-
mo de cuarenta á cincuenta años, serio,
callado , cuidadoso y exacto en los encargos,
sufrido en los coraratiempos comunes de
los viages , y sobre todo , amigo de tratar-


,


• se bien en ellos y en su propia casa. Por el
contrario , el otro era joven , alegre, vivo
como una centella , hablador eterno , y
pronto á encargarse de toda especie de co-
misiones, aunque se dejase_la mitad sin des-
empeñar , jaleador de las mozuelas de to-
dos los mesones ; pero tan sobrio en ellos,
que su gasto estaba reducido al que hacía de
-palabras y requiebros entre jóvenes y vie-




28o
jas. Ya se deja discurrir que dos persona-
ges de un caracter y costumbres tan dife-'
rentes no podian tener las mismas opi-.
Iliones, ni el mismo modo de ver los ob-
jetos en cuanto no dijese relacion con sus
respectivas recuas.


Estando pues el arriero de Navarra re-
mendando la manta de uno de los machos,
entró en la cocina un viagero particular que
habia salido de Madrid el dia anterior y
estaba detenido corno los otros ; el cual
llevado de la general urania, ó (ligamos mas
bien furor de politiquear, que se ha apode-
rado de toda especie de gentes, al. instan-
te se dirigió al que cosia con la acostum-
brada pregunta de ¿qué deja usted de bue-
no por aquella tierra?


_Navarro. Nada , señor, sino mucho tri-
go, bastante vino y acey te, poca saca de
estos frutos, poquisimo dinero y crecidísi-
mas contribuciones.


Madrileño. Ya, eso se cuenta de todas
partes ; pero lo que yo preguntaba á usted
es cómo van esas cosas de Navarra, rela-
tivas á los facciosos ; porque se dice por
ahi que en su tierra de usted no quieren la
Constitucion , sino sus antiguos privilegios;
y que para ello se han armado un sin lin


n81
de curas y de gente ign,grante é ilusa , que
se proponen acabar con el sistema y vol-
ver al antiguo despotismo.


Nay. Yo • no sé nada , señor , porque
vengo de la tierra baja, y alli no se mue-
ve una mosca, por mas que han querido
impacientarlos con cánticos y con simple-
zas; pero lo que puedo decir á su mer-
ced es que aunque en toda España quisie-
ran esos ó los otros •despotismos que us-
ted dice, en el pais no tendrá nunca entrada
ninguno de ellos , ni los han tenido jamas,
porque son contrafuero.


Andaluz. ¿Quéz ezo de fuero, compa-
dre, porque en - mi tierra no ce conoce ce-
mejante fruta ? Que ce vayan con fueroz al
barrio de la Macarena ó á loz paloz de Ce-
gura , y verán cómo ze lez abre un fuero
de á geme en lo maz alto del colodriyo.
Apuraditamente tenemos alli ahora unoz
cuantoz avechuchoz que nadie zabe lo que
zon , ni donde han eztado ezcondidoz , que
el dia que, ce lez va la mano en empinar
una miagita el codo, zon capacez de echar
fueroz al mezmo ceñó azitente en prezona.
;Y. cuidiao que gaztan zuz monizez con za-


.


lero ; porque el dia antez que yo zaliera con
laz beztiaz me plantaron en la mano á




282
mi y á Curriyo , el 7. ()brin° de la tia Pelen-
denguez , una colunaria á cada uno, no má
é por za lir gritando dende el cafe del Tur-
co una cancion , que izen ello que lez guz-
ta m uchici mo.


Nay. Si, corno sea las misma que ha
cundido tambien por Pamplona y sus alre-
dedores, bien podrá gustar á esos avechu-
chos que usted dice ; pero ni ella ni los que
la canten será n jamas del agrado de la gen-
te de juicio. Desde que se pregonó allá la
Constitucion , todo el mundo bajó la ca-
beza y se acomodó á las nuevas órdenes
del papel sellado, de la retiracion de las
aduanas , del servicio personal y del aumen-
to de contribuciones ; porque no es regular
que tinos estén gobernados de un modo y
otros de otro dentro (le un mismo reyno;


pero querer que cuatro monos anden can-
tando á todas horas sin otro objeto quo
hacer burla de los hombres barbados, va-
yan á que se lo aguante la cabra


-
que los


parió.
Mad. Ola, conque tambien por allá


ha llegado el precioso trágala?. Pues se de-
eia por Madrid, y aun lo publicaban al-
gunos papeles , que todos esos disturbios
de Navarra eran movidos por los serviles


283
sin otro Objeto que el de no pagar las
contribuciones-y conservar sus antiguos pri-
vilegios.


Nal,. Pues digales usted á esos papeles
que mienten redondamente; y á esos que
hablan de lo que no saben , que son unos
grandísimos parlanchines. Navarra está mas
adelantada que ninguna provincia en el
pago de las contribuciones; y no hay en-
tre todos sus habitantes uno tan servil que
no pudiera pasar por liberal en cualquiera
otra parte del reyno.


.Ánd. Cer liberal y no cantar el trá-
gala, ezo á mi aguda! Toitoz loz preica-
dorez (le la zuciedá de mi tierra dicen, que
el que no canta el trágala perro ez un zer-
vil corno una loma , y que el que paga y
obedece en tiempo de revolucion , merece
que le pongan una albarda y le cinchen co-
mo un poyino. O zomo ó no zomo ciudaano;
y zi lo zorro, c por qué hemo é pagará
nengun endino? Zi falta inero que lo buz-
que el intiudente , que pa ezo ze le paga;
y zi no lo encuentra, que ce lo zaque de
juro á los curaz y á los marquezez.


Mad. Conque segun usted se esplicz
ninguno de los cantores tragalistas paga ni
. un maravedí al estado ?




214
And. Que pagar ni qué emonio , zi aun-


que á tooz elloz loz eztrujen en una pren-
za, no ze lez podria zacar un ochavo ze-
goviano


Mientraz que eztan en el café
hay Ponche largo, y bebia , y rozquetez,
porque lo paga una mano oculta, como
chez dicen; pero en zaliendo que zalen á
la .calle zoloz, maldito zi hay quien lez
fie el valor de media hogaza. Diaz paza.
doz trataron de empinar un ejército de ze-
zenta mil hombrez para venir á conquiz-
tate á loz miniztroz, v no ze pudieron jun-
tar ma é veinte mozueloz, que no zalieron
tampoco por no tener zapatoz: ¡ pero vaya
ci eran valientez ! Ocho cantaroz ce tiraron
al coleto de vino de Viyanueva, y ma é.
trez docenaz de naranjaz chinaz......


Nay. Buen estómago les Baria el desa-
pino á sus paisanos de usted; y no es es-
triño que con un cimiento de tanta sus-
tancia mas bien estuviesen para gorgear
cantinelas, que para cargar con un fusil
al hombro. Yo aseguro que si en lugar de
estarse oyendo á esos predicadores que us-
ted dice, se estuviesen labrando sus tier-
ras y cuidando de los olivares , tendrian
mejor comida ,que las naranjas, y no les
quedaria tiempo para alborotar por las ea-
/les y las plazas públicas,


985 .
Mad. Pero en sustancia, ¿ qué es lo que


quieren en Sevilla los gritadores , y en
Navarra los silenciosos? Porque al fin y
al cabo, en una y en otra parte son po-
quisimos los que se separan- del orden
constitucional establecido ya en todas par-
tes ; y mirado á buena luz, tan crimina-
les son los unos como los otros. Si los con-
currentes á ese café del Turco ó del cris-
tiano piensan que los lemas han de tener
gran gusto en verlos salir hechos unos cue-
ros por esas calles escitando al pueblo á la
desobediencia y provocando con dichara-
chos á los hombres de bien , me parece que se
equivocan mucho ; y si algunos ilusos ó des-
contentos de Navarra creen hacer alguna
obra meritoria con salir armados por los
campos y entrar en los pueblos derriban-


". do lápidas y atrayendo sobre ellos todos los
males de la guerra, une parece que deben
esperimentar un castigo gravísimo.
. Nav. Ha dicho su merced muy bien; y


tanto mas cuanto en todos aquellos pue-
blos apenas hay nadie que guste de seme-
j antes alborotos , sino los holgazanes que
se acostumbraron á la bribia en la g tierra
pasada , y del mismo modo que entonces
lo que menos les importaba es que vencie-




28G
ran ó fuesen vencidos los franceses, sino
que durase la broma , el saqueo , el robo
y el libertinage, del mismo modo ahora no
les interesa en que siga esta ó la otra consti-
tucion , sino que haya ocasion para robar el
caballo á este, la escopeta á aquel y el
dinero á todos. Pero la única diferencia •
que yo encuentro es, que si entre los na-
varros puede ser un gran delito el dispu-
tar sobre si ha de prevalecer esta Consti-
tueion ó la que tenian antes, en Andalu-
cia es no solo un delito, sino una cosa que
provoca la risa, el ver que cuatro simples ,
acostumbrados á besar las cadenas de to-
dos los que han querido echarselas, se es-
ten haciendo de pencas sobre si han de
obedecer ó no.


And. Poco á poco con ezo, camaraa;
que en Andalucía zabemoz obedecer tan
bien como el primero , y hazta ahora nin-
guno ze ha podido quejar de la obedien-
cia de los andalucez. Una coza ez que
haya ayí ahora 111)0Z cuantoz zeñoritoz nue-
voz que guztan , vamoz, de mandar y de
chupar loz zue,ldoz , y otra que loz de mi
tierra no quieran obedecer á la Conztitu-
cion. Zolo porque ella no ze pierda eztan aho-
ra obedeciendo á quien zabe too el mundo


147
que no maridan zino porque lcz da la gana;
pero ezo no ez cuenta nuestra, zino de loz
meniztroz y de laz Cortez, que zabran apre-
tar el pezcuezo á quien tenga la culpa.


Mad. Usted dice muy bien , amiguito,
que la decision de esos asuntos no les to-
ca á los pueblos, sino á las autoridades
creadas• por ellos. Demasiado Se:sabe en Ma-
drid quienes, son , y qué es lo que preten-
den esos ambiciosos que ponen por pan-
talla el nombre del pueblo para disfrazar
el enorme crimen que estan cometiendo; y
aun cuando, lo que Dios no permita, con-
sigan por ahora alucinar á algunos que pue-
den influir en su castigo , dia llegará en que
vean todos el abismo de males que estan pre-
parando á la nacion. Entretanto lo mejor que
usted puede hacer es continuar ganando su
vida honradamente, y no ir á recoger colu-
narias por solo dar gritos, que el que con
tanta facilidad las prodiga, claro es que no
lleva un fin muy honesto en prodigarlas.
• And. No , no pience zu ¡neceé que laz


dan aci como quiera ', porque nececita uno
dezgariitarce y ponerce ronco antez que lle-
gue á cogerlaz entre zuz uriaz. i Bonitoz zon
por cierto loz encargadoz de todo aquel fre-
lao para no quedarce con ma é la mitad




288
de lo que lez envían de Madrí! Que lo iga .
el amo del café, ci no ce ve mas negro que
un cuervo para cobra el importante de la
bebia. . .. Como que ya ce ve, todoz zabe-
moz que laz talez pezetaz tan bien lez vie-
nen á loz que laz ilan como á loz que laz
toman.


Nav. Pues á los que las toman y á los
que las dan se les debia enviar á Ceuta por
unos cuantos años, hasta que aprendieran
á ganarlas con su trabajo personal, despues
de haber entresacado á los cabecillas para
hacer con ellos lo mismo que se está hacien-
do con los facciosos de mi pais; porque
tan bribones y tan enemigos de la patria
son los unos como los otros. Y basta do
conversacion, que me voy á cuidar de los ma-
chos, que valen mas que una gran parte de
los hombres.


289


La cuestion del dia.


Caiga. 7.41».,2~~~0


Nuestros lectores habrán echado de me-
nos que éri los dos -latimos números nada
hayamos dicho de los grandes negocios que
con tanta razon tienen ocuparla la aten-
cion del público; es decir, de la separacion
de los minMrds tan deseada por algunos,
de la prolongada desobediencia de Cadiz
y Sevilla, de las declaraciones de Cartage-
na, Murcia y 'Barcelona , y de los movi-
mientos sediciosos de Navarra , parte de
Aragon y aun de Vizcaya. Nuestros enemi-
gos no habrán dejado dé atribuir nuestro
silencio ó á' .Cobardia ó á confusion y ver-
güenza, suponiendo que nuestra causa esta-
ba identificada con la "eiátencia del minis-
terio actual , y : que su"derrota era la nues-
tra. Es pues necesario que espliquemos á
nuestros amigos los motivos de nuestra con-2,
ducta, y MOStrémos á nuestros adversarios
que ntinea por desgracia hemos estado
tan triunfantes como ahora.


En .cuanto á las Personas bien inten-
cionadas'; facil será convencerlas de que la


1'01110' . xrix. rp




prudencia ha exigido que por algun tiem-
po dejasemos de levantar la voz contra la
espantosa• anarquia que nos . amenaza, ó en
que ya nos hallamos envueltos, con solo re-
cordarles lo que en la memorable sesion
de 1 r de diciembre dijo el ilustre general
Qui,rna. No habrán olvidado nuestros
lectores que cuando. el congreso nacional
estaba .examinando con todo el•interes que
semerecia la gran cuestien de si los emplea-


.• •


dos públicos de Cadiz y Sevilla liabian in-
fringido ó .no Constitucion ., desobede-
ciendo 4 ,érdenes legítimamente espedidas
por el gobierno., seiior Quiroga tomó la
palabra y dijo, fine ,Inte todas cosas era ne-
cesario conocer los verdaderos enemigos
de la naelon ; y que estos. no eran - otros
qne• los ,periodistas que habiendo. abando-
nado su patria ,sembraban ahora en ella la
disco,rdia t>ilda,m1O. á. los patriotas .con los
nombres de :anarquistas, jacobinos, maso-
nes„comuneros y gorros colorados., Y aunque
sp„miloria no designó por su título al Cen,
sor, ,nadie pudo desconocer que 6,.,era.
co periódico de que hablaba, ó á lo menos
uno,.y gl ,primero de los que comprendia
en su censura. Nosotros pues& creirries que
la prudencia y aun el interes público no


29Y
nuponian la obligaciou de suspender por
algun tiempo los patrióticos clamores 'Con
que desde setiembre último


-, y por Mejor
decir desde nuestro primer número publi-
cado en 5 de agosto de


. 1 820 , hemos esta-
do anunciando la reacciOn jacobínica que se
preparaba ; y piré al fin ha estallado ya bien
á las claras, aunque no ha revelado'ioda-
via todos sus proyectos, ni su triunfo es
tan coinplétó`


.Como quisieran sus autores.
Asi es que habiendo ofrecido hacer varias
observaciones sobre las dos partes del infor-
mé de I'éómision , y analizar los discursos
4ue sé habian pronunciado y promínciaran
en las 's'éáibbés en que aquellas 'fueron dis-
cutidas,'hOS . liMitamos á copiar los pasag'es
mas interesantes de la primera; y literal-
mente la segtinda ; haciendo notar los bue-
nós proclamados en ambas, pe-
ro sin entrar en el fondo de las cuestio-
nes, corno lo liabiamos prometido; y lo
irtibieranios hecho si no hubiesernos temido
qüe interpretando malignamente nuestras
refleXió4111, se dijese que con ellas exaspe-
rabañ lbs átillnos , y atizabamos el fuego
de la giYeb.a civil , ya demasiado encendi-
do , no diVrto Pcir las doctrinas del Censor,
Sino por


• b -ambiCion , el interes 'y la de-




292
mencia de ciertos hombres. Por eso hemos
esperado á que callando nosotros, ha.
blaran los hechos .por sí mismos. Ahora
pues que estos son tan públicos, tan repe-
tidos y tan inesCusables, ya podremos pre-
sentar á nuestros lectores algunas observa-
ciolies sobre nuestra situacion actual , sin
temor de que , á ellas se atribuya lo que ha
pasado y está pasando antes de su publica-
cion. Pero ta mbien antes exige nuestro ho-
ilor y el de una clase de personas - ian des-
graciada como numerosa, y lo que, es mas,
el l 'iteres de la verdad , que procuremos
vindicamos de la grave acusaeion que ante
el congreso de la nacion y á,la faz del mun-
do nos hizo un diputado tan respetable
como el general Quiroga.


Este ilustre patriota dió á entender en
t¿rminos bien claros y positivos que los
infelices afrancesados, y señaladamente los
periodistas que en otro tiempo pertenecie-
ron á esta clase ;' son los verdaderos enemi-
gos de la patria, y los que la han puesto
en el estado en que se halla ; y nosotros nos
limitarémos á preguntar á . su . sefioria si son
los afrancesados los que depusieron al ge-
fe político de Aragon , los que en Cadiz se
negaron á reconocer los nombramientos de


293
Venegas, dé Andilla , y hasta el de Romarate;•
los que desde Sevilla enviaron á Ecija una
diputación para que retrocediesen Mo-
reno y Albistu, y los obligaron á salir
ra Córdoba á la una y media de la noche;;
los que han menospreciado la decision *dé
las mismas Cortes; los que en la Corufia
precisaron al, general Mina á tomar el Man:
do que -yahalití .


dejado, obedeci-end,
órdenes dei'Yte ''' ; los que hace un afiCaáll
cometido, todos los desórdenes y crírnná


, .
•pohneos en cuya averiguación entiendln:


los tribunales ; los qué han eScitad o todos los
alborotos que han alterado la paliCa tran"-
quilidad ; los que hicieron al Rey loá
sultos de que S. M. se quejó públicamen:e
al abrir la sesion dé Cortes en f. 9.


de
marzo; los qüe en varias ciudades pidieron
y .0tuvieroi-Cla deportacion arbitraria de
ciudadanos muy pací:idos y reconocidos


i
des-


pues por nocentes; los violaron el sagra-
do dé `una prision é inmolaron en ella de.
un mOdó atroz, bárbaro y Cobarde á un
indefenso reo ; los que cantando por todas
partes el pacífico trágala , aumentan cada
dia prodigiosamente el número de los ene-
migos dé la libertad; los que con sus locOs
furores estan provocando una reaccion,




294
yos primeros chispazos han saltado ya por
desgracia en algunos pueblos de Navarra y
Aragon , y aunque han sido apagados, pue-
den quizá saltar de nuevo; les que escri-
ben el juicioso diario gaditano, el:edificante
Zurriago, y el humanísimo Noticioso; los
que dibujan en infames caricaturas los li-
neamentos del monarca', y los :que han es-
carnecido sobre la escena a: . dos gefes po-
líticos, insultando con tan inmundo espec-
táculo á la decencia . pública y á, la eivili-
zacion del mun,lo.El señor Quiroga no
dirá ni podria probar aun cnaneloio. dije
se, que estos escesos han sida,eometidos
por afrancesados, escritores ó n¿escritores.
Pues bienestos escandalosos atentados son
los que han puesto á la nacion en el . esta-
do lastimoso en que se encuentra ; y sus
autores son los verdaderos .eneinigós , no
solo de la libertad, sino del liOnOr:Yde la
gloria de su patria; y lo que es rits , los
enemigos de la rilosofia, de la »'Oral, de
la virtud y de la humanidad entera. Lue-
go el señor Quiroga no señaló la verdade-
ra causa de nuestros males.


Tambien nos permitirá su señoria le di-
gamos que no es muy heroyco ni,caballero-
so insultar á la desgracia, ensangrentarse


195
OPn el caido „. y aumentar la amargura de •
tantos infelices que yacen en la indigencia,
en el olvido, y en la mas completa mise-
ria, la mayor parte de los cuales no escri,
be; y los que destituidos de todo. auxilio
han tenido que tomar para vivir el ingra-
to, y peligroso oficio de periodistas tienen
la gloria, que no les quitará el señor Qui,
roga por mas que diga, de haber sic/e los . -Urri-
cos _que con • un valor que casi raya en te,
meridad, .se han• atrevido á quitar la más,
cara á rnotido liberalismo, á proclamar


prinCipi•s tutelares de toda sociedad,
á combatir errores perniciosos , y á publi-
car verdades terribles, de que quizá se acor-
darán algun dia. los que afectan despre,
ciarlas.


En cuant». á aquello de haber aban-
donado su patria, ya- sabe el señor •Quiro-
ga que á esta .aettsacion se ha respondido
mil veces , y tan .victoriosamente que se
concede un siglo rentero de término al
que se encargue ,de rebatir la • obra in-
mortal publicada. hace ya siete años en de-
fensa de los que tuvieron la 'desgracia de
vivir en pais sometido, y ejercer en él' al-
gun destino. Sin embargo, por, si su seria-
ria no ha leído aquella obra, y otras varias




/96
publicadas Sobré la misma materia , le di-
remos que la cuestion está reducida á es-
tas dos sencillísimas preguntas. 1. a Si no
cabiendo todá España dentro de Cadiz, co-
mo efectivamente no cabe, fue preciso que
algunos españoles Se quedasen en el terri-
torio invadido ? Si exigia el 113 teres de
estos españoles: que sus magistrados y ad-
ministradores fuesen tambien españoles,
si hubiera sido mas util para los indivi-=
daos y para la nacion entera que todos los
empleados, desde el primer ministro del in-
truso hasta el último guarda de puerta, hu-
biesen sido enviados de Paris?


Esta es la cuestion : lo demas son mise-
rias muy buenas para figurar en un perió-
dico tragalista ; pero muy agenas de los
discursos pronunciados en el congreso na-
cional. Es menester que el señor Quiro-
ga tenga presente que esta •és :


una causa
juzgada ya definitivamente en el tribunal
de las naciones cultas, y que por mas que
diga su sehoria , no se revocará ya el fallo
pronunciado por todos los gobiernos ilus-
trados, por los mas célebres publicistas y
por la razon universal. Quisieramos que.,
el sefior Quiroga se acordase de que no
hace muchos meses que prometió á la faz


9-97
de la España, de la Europa y aun del
inundo entero; ceder al general Pepe la
recompensa nacional que se le' destinabá; y
no puede ignorar . que general,Pepé ', no so-
lo no fue á unirse como hicieron muchos con
su rey y su gobierno legítimo que estaban en
Sicilia', y no solo sirvió en Nápoles bajo los


/ usurpadores José y Murat , sitio que vino á
España enviado por este último, é hizo la
guerra á esta nacion , y ayudó á conquistar
plazas y provincias enteras. Y todo esto no
ha impedido que á. la vuelta del rey le-
gítimo haya conservado .sns grados y ho-
nores, como todos los denlas que SO ha-
llaban en igual caso , ni ha estorbado tam-
poco que el señor Quiroga le haya honra-¿
do con su amistad ; y -ciertamente que su
señoria no se la concederá á ningun íray
dor, cualquiera que sea el pais en que ha-
ya nacido. Luego no lo son los que inva-
dida su patria sirven bajo el gobierno in,
truso que existe de' hecho durante la in-
vasion.


En cuanto á que nosotros hayamos Da,
mado anarquistas, jacobinos y gente de gor
ro colorado á los promovedores de la re-
belion y de todos los desórdenes que llora-
mos nuestra apologia está consignada en




295
las actas de las Cortes. Estas han recono-
do y proclamado que «ciertos hombres am-
biciosos apuran todos sus esfuc•os para


• lanzar al pueblo incauto en los horrores de la
licencia y de la feroz anarquia : han causa-
do con:nociones y tumultos-populares: han
tenido la audacia de intentar que se.repti-


.


tase la voluntad de un determinado núme-
ro de personas por la voluntad del pueblo,
y han proclamado doctrinas sediciosas y
subversivas etc. », Preguntamos ahora al se-
iior Quíroga , ¿cómo se llaman en castella-
no los que hacen esfuerzos para lanzar á
los pueblos en los horrores de la anarquia?


Puede convenirles otro nombre que el de
anarquistas? Y á los que proclaman doc-
trinas sediciosas y sub ver sivas , ¿no les cua-
drará el de jacobinos, ó el de gorros colo-
rados que dice lo mismo ? d Qué culpa pue-
de haber en llamar las cosas por su nom-
bre?


Viniendo ya á la gran cuestion del dia,
esta no es como afectar, creerlo los periodis-
tas de la faccion anárquica y los vocingle-
ros de los cafés, la de sise ha de. mudap:el
ministerio. Si la cuestion fuese esta , ya, ha,.
bria sido resuelta hace muchos Bias. Si el
Rey supiera que con Mudar el ministerio


299
se habia de calmar la efervescencia 'facti,
cia que han eseitado los enemigos del or-
den y de la monarquía constitucional , ha-
ce ya meses que S. M. hubiera separado
á los ministros actuales y no hubiera es-
perado á que las Cortes le indicasen la ne-
cesidad de tomar esta providencia. Pero el.
Rey , y no solo el Rey sirio todo español
de buena fe conoce y está viendo que el
clamor contra el ministerio actual no es
mas que un pretesto especioso para triun-
far de la autoridad real ; que obtenido es-
te primer triunfo se aspirará á otro mas
importante, y que conseguido este se ven-
drá á parar en el proyecto favorito. Hasta
ahora ha podido haber hombres tan con-


. fiados, tan ilusos, ó -tan bonazos que no
hayan visto cual era el verdadero térnii
no á que la faccion jacobina enderezaba
todos sus pasos ; pero en el dia , es nece-
sario ser ciegos para no ver cuales son
las miras , cual el objeto y cual el último
fin que se proponen los que han
ció y promovido todos los movimientos ve-
rificados en varios puntos desde setiem-
bre último hasta el dia. Recorramoslos. bre-
vemente ; y ellos solos bastarán para con-
vencer al mas incrédulo de que los ro-




3oo
bres ministros no son mas que el espan-
tajo que se aparenta - alancear ; pero que lOS
golpes van dirigidos á la autoridad que
ejercen , y al trono de quien emana.


El Rey, porque mientras una real or-
den no es contraria á la Constitucion
á las leyes, el Rey es el que la da ; el Rey,
decimos , exoneró al general Riego de la
comandancia de- Aragon, y al punto los
mismos hombres que el aiio anterior nó
hicieron demostración alguna porque no se
creyeron bastante fuertes para desagraviar
á este general cundo fue sucesivae
mente exonerado del mando de un ejér-
cito y de la . capitania general de Galicia,
y enviado de cuartel á Oviedo , empiezan
á agitarse , á sacar en triunfo su retra-
to en donde los magistrados locales no lo es-
torbaron , y á hacer de su nombre una voz
de alarma y un grito de rebelion. Pregun-
tamos ahora., si la orden de exoneracion
prudente ó imprudentemente dada, era al
fin una orden constitucional del Rey,
quién han ofendido é insultado los que por
tantos medios han procurado atraer sobre
ella la odiosidad pública ? ' ¿Han ofendido
é insultado al Rey que la dió , ó al minis-
tro que la refrendó ?


301
Pasemos á la inobediencia de Cadiz.


Se nombra . á Venegas: no se obedece la
real orden poniendo tachas al nombrado.
Hace este dimision ; le sucede Andilla : pri-
mero es bueno, luego ya se le achaca
que intervino en causas de estado, y al
fin no se le admite. Declaran las Cortes
que se ha infringido la Constitucion en no
reconocer su nombramiento, y el Rey ade-
mas le revoca y elige en su lugar á llo-
m arate , persona preconizada por los mis-
mos inobedientes como eminentemente li-
beral; y á. pesar de esta circunstancia y de
la solemne declaracion de las Cortes, tam-
poco se le da la posesion. Y por qué?
Porque la orden de s u nombramiento va
todavia refrendada por un ministro que no
acomoda. Puede hacerse mayor insul-
to , no solo á la autoridad real, sino á la
sana ra.zon ? Conque para que las órde-
nes legítimas de un Rey constitucional sean
obedecidas y ejecutadas por aquellos á quie-
nes van dirigidas , es preciso que vayan
firmadas por los ministros que designen ellos
mismos ó un puñado de gentes que tome
la. voz del pueblo ? d Conque de aqui ade-
lante cualquier empleado público al reci-
bir una real orden tiene derecho á decir:




302
la órden es buena ; pero el secretario que


Me la comunica no merece la confianza de
éste pueblo ; y por consiguiente no la obe-
deceré ni la cumpliré hasta que el Rey
15ombre otro secretario, y este me la co-
munique.» Y si el nuevo nombrado no me-
rece tampoco la confianza del señor erri-
Picado inobediente, ó de lo que él llama
su pueblo, ¿qué se hará ? Tendrá el Rey que
estar nombrando secretarios y mas secre-
tarios hasta encontrar con alguno que Ile-
rie los deseos de aquel pueblo particular.
'Va se halló : pero y si el que merece la
confianza de Cadiz , por ejemplo, no me-
rece la de Parriplona , de Zaragoza ó de
cualqu iera otra ciudad , qué se hará enton-
ces ? El magistrado de estas últimas tiene
el mismo .


derecho que el de Cadiz para
desobedecer mientras el ministro firmante
no sea de la aprobacion de sus gritado-
1'6. : habrá pues que separarle y buscar otro
y :Otros hasta dar con alguno cine sea de!
gusto del que se llama pueblo


-e» Pam-
plona, en Zaragoza ó en donde quiera que
esto . sucediese. Preguntamos ahora : ¿ la
niicion en que esto pase, se tolere, se ' aprue-
be' y aun se aplauda , tendrá gobierno ?....
¿'No estará en una completa anarquia ? ¿ Es


303
esta ()ira cosa que aquel estado á que á
veces llegan los pueblos , y en el cual obe-
dece á las órdenes del gobierne el que (pie-


.


, y se burla de ellas todo el que tiene el
descaro suficiente para decir: <, no me da
la gana de obedecer ?»


Pero los ministros son ominosos, han.
perdido la fuerza moral , no merecen la
confianza pública. Sea en buen hora. ¿No
éstan alai las' Cortes? ¿ No han hecho pre-
sente al Rey lo que loan creido que COITYe-
nia en orden al ministerio P Pues esperese á
que el Rey tome respecto de los ministros
las providencias .que estiine 'oportunas con
arreglo á la insinuacion del Congreso ; pero
entre tanto obedezcan se las órdenes legíti-
mas que espida por el conducto de los ac--
tuales secretarios; pues mientras estos lo
sean no hay otro órgano constitucional pa-
ra comunicarlas. Este es el Orden reconoci-
do y fielmente observado en todos los pay-,
ses en que la palabra contitucion no es un
mero y vano sonido. Sólo én . España no
rige. Es increible lo que en ella' está pasan-
do. Dicen las Codos á les de C'adiZ: obedez-
can ustedes á las- órdenes que el .Rey ha es-
pedido y espida por el conducto, delos se-
cretarios actuales, mientras lo 'sean: y por




3o4
separado dice al Rey: las cosas han Ilega;,
do á tal punto sea por las causas que fue-
re, que el ministerio actual no tiene la
fuerza moral necesaria para gobernar la na-
cion , y será prudente que V. M. haga en
él las reformas ó mudanzas qué estime opor-
tunas. ” El Rey por su parte, haciendo de la
insinuacion:de. las Cortes todo el aprecio
que merece, toma en consideracion el men-
sage , consulta á su consejo de estado , y
al fin admite la dimision de cuatro de los
ministros. Y entre tanto ¿qué hacen los muy
constitucionales y muy adictos y muy li-
berales magistrados gaditanos? No obede-
cer ni al Rey ni á las Cortes; y escusarse
con que el pueblo , es decir, los que usur-




pan este nombre, no les permiten obedecer.
Dicen que obedecerán luego que se haya
mudado el ministerio. A 'verlo vamos : har-
to será que , no se aleguen nuevas escusas.
Pero supongamos que ,por un resto de pu-
dor cedan Mornentaneamente: ¿cuándo y cc5-
rno repararán los inobedientes de Cadiz el
mal que han hecho á la causa de la liber-
tad constitucional? Sii ejemplo ha , sido ya
funesto , y hemos visto hasta (pié punto
ha sido imitado en Sevilla , "Murcia; Car-


Barcelona,tagen y y como - se preparó y


305
aun comenzó á representar la misma farsa
en la Coruña. Supongamos sin embargo que
no hubiese habido mas escándalo que el de
Cadiz: este solo y en un solo acto ha pre.
parado la ruina de la Constitucion: y no es
necesario ser profeta para .adivinar -y pre-
decir lo que va á suceder en toda España.
El secreto ya se ha revelado, y no falta-
rán en las grandes ciudades agentes públi-
cos y secretos de la Laccion que se aprove-
chen de tan feliz invencion. t.° Pues él Rey
no ha separado simultaneamente á todos los
siete ministros ominosos, se clamará al ins-
tante que nada se ha conseguido , que el
ministerio en el fondo permanece, que la
raiz del mal subsiste, y que no se debe
obedecer basta que todo se haya mudado.
Supongamos que asi se verifique, se dirá:
2.°, que los nuevos electos, y sean los que
quieran, no inspiran confianza ; se les ave-
riguará la vida pasada, y aunque fueran san-
tos del cielo, no faltará alguna tacha que
ponerles. 3.° Demos por concedido que na-
da haya que decir contra los electos; es
imposible de toda imposibilidad que cuan-
tas órdenes espidan y cuantos nombramien-
tos se hagan en su tiempo, obtengan la apro-
hacion de los adictos de todas las grandes


TOMO XIII.
1 0


it




3o6
ciudades ; y tendremos la segunda parte de
la farsa gaditana, Se nombrará para efe
político de Murcia á cualquiera : supónga-
sele el mayor patriota : dirán los adictos de
Murcia que estad contentos con Piquero, y
que el nuevo electo fue esto ó aquello du-
rante los seis altos ; y que de todos modos
no merece la confianza del heroyco pueblo
de Murcia. Cederá el gobierno por amor de
la paz, y .nombrará otro y otros ; pero bien
pudiera nombrar al mismo Riego, los adic-
tos -.dirán ,qué por lo que hace á su persona
le recibirian con mil amores ; pero que el
ministroque ha refrendado el nombramien-
to es ominoso, y conspira contra el sistema;
que las órdenes que el Rey comunique por
su medio llevan •oculto el veneno , aunque
-al parecer sean las arras inocentes ; y que
•mientras no se mude el ministerio, han
jurado no obedecerlas, y ellos no pueden
„faltar á .tan sagrado juramento. ¿ Parecen
absurdas y 'gratuitas estas suposiciones?
Pues no son mas que la historia anticipada
de lo que va á suceder. ;¿.Y.por qué ? Por-
que haber desobedecido al 11. ev alegando
por motivoque el ministerio era sospecho s o,
no ha sido mas que un pretesto. La cosa eta
clara para todo hombre que no haya que-


307
rído engañarse voluntariamente ; pero aho-
ra que ya faltan los ministros , contra quie-
nes mas se gritaba , va á hacerse evidente.


Se piensa que uno solo de los que han di-
cho, escrito, impreso y firmado que los se-
ñores Feliu, Bardají y Salvador eran omi-
nosos á la libertad, y que trabajaban para
destruirla y restablecer el régimen arbitra-
rio, lo creia asi , y ni aun siquiera lo
sospechaba ? Disparate : esos mismos que
mientras los tres han sido ministros, /Os lla-
maban tiranos, déspotas, fautores de la
conspiracion servil y enemigos del sistema,
los recibirian á brazos abiertos en sus fi-
las ahora que ya no son ministros, si ellos
tuviesen la debilidad de alistarse- bajo las
banderas de la anarquía. ¿Por donde ó co-
mo , ni con -qué datos ha .podido nadie ni
aun imaginarse que los \oliera-
dos , ni los que permaneeen ,:todavia en las
sillas ministeriales , habian . formado el
proyecto absurdo é insensato que es
mas el imposible -de realizar, .de destruir
la Constitucion? Examinese su •ediulticta,
todas sus operaciones , y seria/ese titia sola
que haya podido dar indidosiquiera . de que
teniari semejante plan. Cuando-entraron cri


mediel ministerio encontraron Castilla o




3o8
sublevada y al cura Merino al frente de
una insurreccion armada que pocha dar al-
aun cuidado : inmediatamente dan las ór-
denes mas ejecutivas y oportunas para so-
focar aquella rebelion y destruir las bandas
armadas ; y lo consiguen. Se presenta lue-
go Zaldivar : hacen lo mismo. En los dias
de su agonia política y cuando 111a3 se gri-
taba contra ellos y se. les insultaba de la
manera mas grosera , mas asquerosa y mas
atroz , se sublevan seriamente muchos pue-
blos (le Navarra y algunos de Aragon y de
Vizcaya: al punto dan las órdenes necesa-
rias para apagar el incendio , y en efecto se
estingue. ¿ Es asi como se favorece á los
conspiradores serviles? Preguntese á estos
si en todas sus intentonas querrían encon-
trar ministros que los protegiesen con el
mismo celo que los que acaban de retirarse.


Vamos á los nombramientos , que es el
gran argumento de los gritadores. Se sepa-
ró á Riego. Supongamos que fue una li-
gereza (S una injusticia ék¿Probará que esta
separacion se hizo para destruir la Consti-
tucion ? ¿A quién se nombró en su lugar?
Al general Alava. ¿Y ha ido este á Zaragoza
á derribar el sistema ? Que lo diga su con-
ducta. Se trasladó á Lopez Baños. ¿De donde y


3og
adonde? Desde Navarra S Guipúzcoa. Pero
Guipúzcoa ¿ no está rayando con Navarra?
¿No estan ambas en la misma frontera? ¿ Qué
bien pues hacia Lopez Baños en Pamplona
que no pudiese hacerle igualmente en San Se-
bastian? Ya se havisto en las'últimas ocurren-
cias.=Se nombró para Cadiz á Venegas.=
Nada tenia de sospechoso el nombramiento,
pues las Cortes le habian propuesto para con-
sejero de estado: pero supongamos que no
fuese acertada la eleCciori. Ya se reparó el er.,
ror, enviando al baron de- Andilla que acaba
ha de ser gobernador de' Madrid. No fuese
tampoco bueno : ya le sucedió Punnara•e
aclamado- por los mismos gaditanos cono
la flor y nata del liberalismo. ¿Iba tambieri
Romara té á destruir el sistema P=Se exo-
neró á Mina. ¿Y á quién se puso en su lu-
gar? A Latre. ¿No es este liberal : no es de
los héroes ? =Se removio á Escudero y á
Velasco.= ¿ Y quién sucedió al primero?
Albistu, Albistu designado por el mismisi-
mo señor Alpuente como liberal sin tacha.
¿Y quién fue nombrado en lugar del segun-
do? Moreno Daoiz que\ acababa de ser mi-
nistro, y del cual decian los mismos gritado-
res pocos dias antes que habia sido separado
del ministerio por demasiado liberal.= ¿Y




3 ro
qué resulta de todo esto? Lo qué nosotros he-
mos estado diciendo por espacio de tres me-
ses: que las acusaciones que se hacian . al mi-
nisterio no eran mas que pretextos para qui-
tar su fuerza-moral al poder ejecutivo; que
las razones que se alegaban para desobede-
cer sus órdenes ., can fui:Hes y absurdos
efugios ; (pie estas desóbediencias parciales.
no eran mas..que ensayos •para .atostum-


. á los pueblos á menospreciar la auto-
ridad Constitucional del Rey , y sacudir el
freno de la •tibedieneia; objeto real
de la faeción es' hacer que .las provincias
vayan-substrayendose unas despues de otras
á /a . dependencia del gobierno , para di-
solver este de .hecho y sUbstítuirle lo que
el cielo ne Permita que veamos.=; Ojalá , re-
petimos ,que nosolkDs nos engaiiernos en
tan tristes presentimientos! Pero parece im-
posible: ya Se hadicho bien 'claramente
y. con te ••Minol bien precisos en un papel
de Barcelona , »que no. se debe obedecer al
ministerio , cualesquiera que sean las siete
personas que le Ocupen.» Ademas los sucesos
de Murcia demuestran hasta la evidencia
que lo que se quiere no es que be mude
este ó aquel ministerio, sino la ruina del
orden establecida= íEl. cielo nos preserve


311
de que consigan sus intentos los anarquistas!


Estos pueden ver ya en los sucesos
de Navarra lo que tantas veces les hemos
dicho , á saber , que ellos son .los auxilia-
dores más poderosos de los serviles , los ver-
daderos fautores del despotismo. Sus-trá-
galas son los que han sublevado al paysa-.
nage. Y puede verse tambien lo que he-.
mos repetido otras tantas veces, es decir,
que las intentonas del servilismo no son
temibles: que. basta un batallon para disi-
par sus bandas ; y que el giran monstruo que
ríos amenaza ; no es el régimen arbitrario,
que ya es imposible restablecer, sino la feroz
anarquia , el sangriento jacobinismo.




312


Circular del gefe politico del distrito de Lu-
go (1) á sus conciudadanos.


La Constitucion en el artículo G.° dice: “el
amor de la patria es una de las principales
obligaciones de todos los españoles, y asimis•
mo el ser justos y benéficos. » Estas virtudes
loables , :y que debemos ejercitar por pro-
pio interes , huyen agraviadas de nosotros
cuando .nos parece mejor vengar la patria
con críticas y ofensas á los que creemos
no ser de nuestra opinion , que atra yen-
dolos sí la senda constitucional por la justi-
cia y la beneficencia.


Interpelo .á todos los que aman la vir-
tud , el honor nacional y la propia bou-
Ta para que me digan si las injurias hechas á
este ó al otro individuo, á esta ó la otra clase
son mas á propósito para calmar los ánimos,
que los beneficios ú ol'áequios consagrados
al restablecimiento de la paz y buena ar-
monía que.debe reynar entre hijos de una
misma patria. Dejo á las almas sensibles
el contraste que forma aquel que alar-
gando la mano alza cariñosamente al cai-


(s) Este apreciable magistrado, deseoso de que sean
mas generales sus buenos sentimientos, nos ruega que
los hagamos públicos por medio de 'nuestro perió-
dico , que no cesa ni cesará jamas de recomendar-
los. Sin embargo no podemos insertarla entera.


do , con el que ultrajándole le arroja
313
mas


y mas en el precipicio. El primero cor-
responde.á la idea que tenemos de un buen
corazon, de un virtuoso constitucional : el
segundo se desmiente á sí mismo , y es un
injusto apóstata de la ley que juró.


No, ciudadanos, no es la Constitucion
el libro de la intolerancia ó del fanatis-
mo politico Es la escuela de la . modestia,
de la probidad y la honradez ; es la pro-
tectora de la inocencia, y el reclamo de
los es,pa fioles á la uniformidad de sentimien-
tos. d Y cómo se podrá decir que ama á
su patria el que no busca en la union de
todos el mas firme apoyo de la indepen-
dencia y del sosiego pública é Cómo po-
drán aspirar al título honroso de patrio-
tas aquellos cuya Culpable intolerancia pro-
mueve una odiosa distincion de motes en-
tre los miembros de una misma nacion que
injuria al sistema constitucional , y es fa-
tal á los pueblos?


• . ..


Desaparezcan. para siempre esos funes-
tos nombres de liberales, serviles y : repu-
blicanos que nos arrastran á la discordia
intestina, sirven de pretesto para contra-
riar la marcha mesurada de las leyes , y
debilitan el vigor de las autoridades inte-
resadas en la felicidad de la patria.


Desengafiemonos que no es una misma
cosa atacar los principios ; que' disentir en
las consecuencias. Ni es justo pretender
que nuestra opinion particular sea arbitra
de la de los lemas. Tales pretensiones desvían




3 r 4 .
de la causa coman á muchos hombres be-
neméritos , y les hocen buscar en una vida
obscura y retirada la independencia &Ideas
qúe nb disfrutan en medio de la intole-
rancia insoportable con pie. se las -qUiere
tiranizar.


Mientras haya hombres habrá pasiones,
intereses encentrados y diversidad en el
modo (le pensar; y existirá eternamente
la necesidad absoluta de relinir en una las
distintas voluntades'por medio de una 'vo-
luntad pública, que atienda- al buen gene-
ral y sea la directora. de la copducta de to-
dos los individuos de la sociedad. Ved aqui
el origen de las 'leyes , y el de los gobier-
nos, y la razon por que debernos ser fie-
les á la Constitucion , y respetar las auto-
ridade's'éstablecidas , sometiendo nuestra vo-
luntad á la soberana de las mismas leyes,
y lilas disposiciones del gobierno encar-
gado de ejecutarlas.


Desdichados de los pueblos cuando los
hombres se .pretesto de una libertad y so-
beránia que desconocen, osan resistir el
cumplimiento de lo . qtie ordenan los man-
datarios del poder, midiendo el juicio de
estos por el suyo particular! Infelices de
nosotros si llegásemos á erigirnos jueces de
las determinaciones de los poderes legales
para obedecer ó desobedecer segun la vo-
luntad de cada uno , ó el antojo cíe muchos.
Entonces la horrorosa anarquia nos hicie-
ra buscar en un tirano la proteccion amar.
gamente deseada contra los caprichos de
tantos.


315
Tal es la triste suerte pie se nos pre-


para si no se abandona el lenguage desor-,
ganizador con que algunos preocupan á los
incautos. Decir que se obedeee cuando lo
que se mande 710 se oponga á, las libertades,
es decir un absurdo político en el sentido
en que lo oimos . propalar; porque no al
súbdito, á esta 6'"la otra porcion de pue-
blo, por numerosa que se suponga, corres-
ponde calificar la justicia ó injusticia de lo
que se manda, sino á la ley impasible, apli-
cada per las legítimas autoridades. Mientras
aquel oráculo no pronuncia su decision,
hay derecho de desobediencia, aunque sí
debiendo ser discreta y razonable nuestra
obediencia como. de ciudadanos libres, exis-
te el de peticion , que es una garantia le-
gal de la libertad cuando se promueve por
medios lícitos, esto es


'


segun las. leyes, y
sin esclavizar la voluntad de ninguno-, como
se ha visto, para hacinar firmas en milla-
res de inculpaciones, cayo concepto no es
propiamente el de los firmantes ; sirio el del
que las dieta casi siempre de muy mala fe.


El hombre digno de la libertad confia
en la justicia de la causa que quiere &fea-
der; y no recurre á lumuitos „asonadas, li-
gas ni cofradias para alcanzarla. Reconoce
en el cuerpo representativo de la nacion el
intérprete legítimo de la voluntad general,
y en la diputación permanente la atribucion
consoladora de velar sobre la observancia de
la Constitucion para dar cuenta á si) tiem-
po de las infracciones que note. No se en-




316


trepa á sospechas indignas, ni busca el sos-
tenimien to de las libertades en la resistencia
tumultuaria ; ejerce contra los funcionarios
infractores el derecho de reclamacion con
la calma propia de un español , que no se
estravia un punto de la linea que las leyes
han trazado , ni busca en otra parte la voz
del pueblo que en el santuario donde estan
reunidos los votos de todos los ciudadanos
para fijar los destinos de la comunidad. Lo
contrario es comprometer la seguridad pú-
blica y precipitarnos en la ominosa incons-
tancia de la democrácia absoluta , donde
los hombres ilustrados vienen á ser vícti-
ma de los ignorantes, los propietarios de
aquellos que nada tienen , los empleados
de los intrigantes , y los virtuosos de los
inmorales y atrevidos, siempre dispuestos á
trastornarlo todo.


Para ocurrir á la defensa de los derechos
de libertad, .propiedad y seguridad, no solo
puede cada uno, sino que debe dirigir á las
Cortes ó á la diputacion permanente sus ob-
servaciones , que serán atendidas siendo fun-
dadas ; mas en caso que no lo fuesen ó se
retardara la decision , hay todavia el recur-
so de la imprenta , que usado como con-
viene al decoro de las letras y á la libertad
de que es guarda, sirve para escitar á los
morosos, reprimir el esceso de las pasiones
é ilustrar el juicio imparcial de los •pue-
tilos • asi como el abuso, produciendo la in-
sensibilidad y el desprecio , embota el ,ar-
ma mas temida de los tiranos.


9 17
De esta manera proveen los wantes de


la Constitucion á su observancia - Sin acudir
.á estrenaos que solo pudiera legitimar ,


un
caso muy estraordinario. Cuando agotados
todos los recursos no nos quedase otro que
el de la fuerza para . sostener la dignidad de
hombres libres que á tanta costa hemos re-
cuperado; entonces deberiamos usar de un
derecho á que no podemos renunciar lici-
tamente en ningun pacto, por hallarse iden-
tificado con nuestra propia existencia. La
salud del pueblo es la ley suprema que de-
be regirnos cuando la positiva nos ha alían •
donado enteramente , y no queda otra que
aquella para nuestra proteccion y defensa:
mas usarla sin que haya llegado este caso,
es poner la nacion á pique de perder las
mismas libertades que algunos pretenden
afirmar al mismo tiempo que las estan des-
trozando.


No culpemos al gobierno de . los males
. que producen nuestra inconsideracion é im-
prudencia. Ellas son las que le oponen un
muro de bronce en la carrera. Muchos que
en direcciones opuestas aspiran á esclavizar-
le para dominar, le ocupan incesantemen-
te de desembarazar la administración de las
agitaciones que la entorpecen y no la de-
jan llegar al bien sensible de los pueblos.


Convenzamonos de que mientras exis-
ta entre nosotros este germen de discordia
sembrado por la ignorancia de los princi-
pios sociales y por pasiones mal contentas
que exaltan diestramente los émulos de la


ra




3t8 8
bonanza espaliola , es absolutamente impo-
sible que el gobierno , aunque el ministerio
se componga de genios bajados • del cielo,
Pueda dar un paso hacia la felicidad verda-
dera y durable , que es el objeto de la aso-
ciacion. Yá es tiempo de que seamos cir-
cunspectos, y conozcamos que el crecimien-
to de la fortuna pública es combatido de
mil maneras para no dejarnos llegar á la
cumbre de la prosperidad por la carrera hon-
rosa de la agricultura , del comercio, de las
artes y de las ciencias útiles.


No nos convirtamos en instrumentos
ciegos de los que buscan nuestra,ruina en las
desconfianzas que esparcen contra las auto-
ridades para debilitar la fuerza moral del
estado ; en la divergencia de opiniones que
promueven para que no haya conformidad
ni amor entre nosotros, y en la amargura
de un celo fanático que encienden para que
la justa libertad parez(,sa incompatible con el
-sosiego público.


Ciudadanos , antes del feliz restableci-
miento de la Constitucion he combatido
en el foro las .doctrinas antisociales, que
-el despotismo en que cayó la •nacion en
814 labia sancionado para sumir en he-
diondos Calabozos á los homiires de bien,
.á los ilustres promotores de esta libertad que
hoy disfrutamos .; y mi •enguage entonces
.no fue otro que este, ni lo será jamas.
A nadie adulaba en aquella época; -y si en es-
ta-me pronuncio del mismo modo , mi voz
DO debe senos sospechosa. Sé muy bien que


319
en nuestra administracion constitucional
ministerio nada debe poder por sí mismo;
y que debiendo poderlo todo por la justicia,
de nada puede disponer sino con arreglo á
ella. Por esto conocereis que mi objeto no es
otro que el de preveniros contra las falsas
ideas que se van difundiendo en daao del
buen orden , y, fortiliearos en los sentimien-
tos que debenforniar el caracter de los
hombres libres; caracter sublime que no
podemos conservar sino sumisos a las le-
yes , St ;10 nos estrechamos á sus venera-
bles sacerdotes con el lazo del respeto que
les es debido, si no consignamos en la ín-
tima union la fuerza invencible de.la pa-
tria contra la tirania que intente sojuzgar-
nos , si no ejercernos la' justicia con nues-
tros conciudadanos, juzgandonos á nosotros
imparcialmente primero que á ellos, y si
no practicamos la beneficencia , oyendo la
voz que reclama el auxilio de los domas
cuando há necesidad de él.


Como quiera, faltaria yo al deber sa-
grado de la gratitud y la justicia, si no aplau-
diese la conducta sensata que observasteis
en éstas últimas ocurrencias. Constitucio-
nales celosos sin fanatismo, no esced isteis los
limites de la libertad que circunscribe la ley,
traspasados por algunos que .la creyeron tal
vez en peligro. Religiosos sin supersticion,
tampoco os deslumbraron las exageracio-
nes de aquellos que hubieran querido apro-
vecharse de demasias perniciosas de un ce-
lo imprudente para laceros temer proyec-




320
tos de profanacion que no existen.


Conservaos en esa actitud imponente;
y firmes en los nobles deseos que me ha-
beis manifestado por conducto de vuestros
ayuntamientos, continuad siendo modelo
de buenos ciudadanos.


Lugo 27 de diciembre de 182r.


Manuel de Sierra y Ben.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO,


N.° 77.
SAJIADO 19 DE ENERO DE I822.


Cuestiones relativas á la discip lina. de las cár--
celes , publicadas por la sociedad /anda-
da en Londres para. mejorar e l


estado de
las casas de detencion y correcdon. Lon-
dres rho.


Cuando dimos cuenta en nuestro pe-
riódico de la memoria del señor Mármol
sobre los medios de poner en buen pie las
carceles de Sevilla , no rabia llegado te-
davia á nuestras manos el folleto de que
damos noticia, ni aun sabiamos que exis-
tiese en la capital del imperio británico
una sociedad destinada especialmente á in-
dagar las mejoras que pueden y deben ha-
cerse en la suerte de los infelices detenidos


TOMO XIII. 21




322
y presos. No se puede dar una prueba mas
convincente de los rápidos progresos que
hace en Europa el espíritu de asomacion,
que ver que apenas hay un ramo impor-
tante de administracion , industria ó bene-
ficencia, sin que haya una sociedad encar-
gada no solo de examinar especulativamen-
te su esencia y los medios de perfeccionar-
le , sino tambien de aplicar prácticamente
su influencia á la ejecucion de los medios
que aseguren su perfeccion.


Estas cuestiones comprenden todo cuan-
.


to se puede desear para formar . una com-
pleta estadistica de las quedes y casas (le
detencion. Su situacion , su topografía in-
terior , la esposicion particular de los pa-
tios y cuartos al viento y á la luz , los
reglamentos de enfermeria , los de la poficia
interior de la prision , la enumeracion de
los presos, la manera de admitirlos, las visitas
que se les permiten (le amigos y bienhecho-
res, su clasilicacion, ocupaciones y enseñanza
moral, castigos y recompensas, instruccion
religiosa, paseos, alimento, vestido, limpieza
y salida (le la cartel, son los objetos del pro-
_grama ; y en cada uno de estos artículos se
desciende á menudencias y particularida-
des que muestran bien á las claras la


323
ilustracion y la fdantropia de la sociedad en-
cargada de velar en favor de los infelices
presos.


Y pues se habla de carceles , no Vos
abstendremos de denunciar ante los aman-
tes de la humanidad el abuso que se es-
tá cometiendo en algunas de Francia : se
exigen 35 centímas de cada uno de los
que van á visitar al preso. Ya el Constitucio-
nal frances se ha quejado de esta cruel é in-
humana vejacion ; y es de esperar que el cla-
mor de los buenos ahogue en su nacimien-
to una costumbre tan perniciosa.


Ya en 18 £8 habia publicado la misma
sociedad un escelente escrito sobre las cau-
sas del 'aumento progresivo que se notaba
en•Ja .corrupcion de la niñez


• y de la ju-
ventud en Londres y en sus cercanias. Este
aumento era rápido y terrible. En 1813 ha-
bia en la cancel de Newgate en Londres


23 jóvenes, presos por sus delitos , desde
la edad cae x 1 años hasta la de 1 7


:'en 1816
habia en la misma carcel 246 jovenes com-
prendidos entre los mismosImites en cuan-
to á la edad: de modo que en tres años se
habia doblado el número de los criminales.
En 181 7


el número de jovenes presos en
aquella cárcel ascendia á 359.




324
Este hecho que debe inspirar un justo


terror al gobierno y á la nacion donde se
observe, escitó la vigilancia y el patriotis-
mo de la sociedad á indagar las causas de
una aceleracion tan rápida en el camino
de la maldad , y á publicar el resultado de
sus indagaciones.


Hé aqui las causas que la sociedad asig-
na á aquel funesto fenómeno :


La La falta de educacion moral y reli-
giosa.


2.a
El mal ejemplo de los padres.


3.a La ociosidad de los adolescentes, na
-


cida de no tener ocupacion en que los pa-
dres puedan emplearlos.


4.a
La miseria aumentada en los últi-


mos entre la clase pobre. “ La comision pue-
de citar ejemplos de jóvenes , presos pOr
delitos leves, que al salir de la carcel no te-
nían mas alternativa que robar ó morirse de
hambre. En vano se nos dirá que segun las
leyes de Inglaterra es imposible que se lle-
gue á esa estremidad ; pues las parroquias
y los hospicios estan establecidos para dar
asilo á los pobres: esto podrá ser en teo-
ria ; pero en la práctica sucede muy de otra
manera.


Estas son las causas generales de los pro-


325
gresos del vicio. Hay otras que son , por de-
cirlo asi , tópicas y peculiares de Londres.


I. a Hay en Londres y en sus cercanias
ciertas casas públicas llamadas en el lengua -
ge de. la policia casas de soplo, adonde con-
curren jovenes de ambos sexos con malhe-
chores calificados. No hay términos capa-
ces de significar la depravacion diabólica,
la maldad grosera ni las detestables cos-
tumbres de estas mansiones de iniquidad.
Todos los géneros de prostitucion , todos los
horrores de la embriaguez, todas las rate-
rias y hurtos imaginables se enseñan en ellas.
Desgraciado del joven que pasó una vez de
sus umbrales. Si entró aun no contaminado
por el crímen , aili comete el primero: si
todavia no sabe cometer sino faltas leves,
alli se sumergirá en toda la profundidad del
vicio. Allí eneuentra compañeros para la
maldad, maestros para .el robo y compra-
dores de su inocencia. ¡Y estas escenas de:
abominacion existen espuestas á las mira-_
das y á la indignacion del público , enme-
dio de esta metrópoli, centro de un go-
bierno civilizado! ¡Y aun hay quien di-
ga que semejantes casas deben conservarse,
porque proporcionan frecuentemente los me-
dios de aprehender á los malhechores! Por




326
uno que se prenda en ellas, se crian ciento."
2 «Las ferias en las cercanias de la me-


,' trópoli dan tandnen muchas ocasiones y
medios de corrupcion. En el espacio de
siete meses se celebran 82 ferias en los al-
rededores de Londres: en todas ellas el jue-
go , la embriaguez y todo género de li-
cencia dominan sin freno. Concurren á ban-
dadas los jugadores


. , los rateros y todos los
que estan acostumbrados á vivir del robo.
Es dificil asignar la causa por que se con-
servan estas reuniones, pues de nada sir-
ven al comercio ni á la industria. Solo sir-
ven para turbar el orden social y para
ocupar á los magistrados con las querellas
y desórdenes que de ellas se originan.» La
comisión concluye que es necesario abo-
lirlas.


3.a La severidad de las leyes penales de
Inglaterra. «El código criminal nunca se
pone en ejecucion contra los adolescentes:
la humanidad de los fiscales, de Ids jura,
dos y de las partes lo impide. La conse-
cuencia de esto es la impunidad , mas na-
tural y mas perniciosa todavia cuando el
delincuente es joven, que si es de mayor
edad. Naturalmente nos inclinarnos á dis-.
culpar los errores de la juventud, que atri-


327.
huimos á la fuerza de la tentación y á la de-
bilidad del juicio. Basta el sentimiento co-
mun de humanidad para resistirse á quitar
la vida, á- un joven de 16 ó 17 años. De
aqui es, que cuando la ley-es muy dura,.
y no hace distincion de edades, la compa-
sión impide cumplir con la justicia.... Los
jóvenes se corregirán mas bien con una pe-
na menor, pero cierta, que con penas•crue-
les , que estan casi seguros de que no se eje-
cutarán.»


4.a «Pero la -causa mas fecunda de de-
litos , mas perniciosa en sus efectos , y mas
contraria á la moral y á la religion , es la
perversa disciplina de las prisiones.» La co-
mision analiza perfectamente los males que
resultan de la mezcla indistinta 'de toda
especie de crímenes y de criminales en una
misma prisión, de la falta de instruccion.
y de ocupacion de los . presos, y valúa con
suma sagacidad los perniciosos resultados
de la actual disciplina sobre la moral de
los jóvenes, á quienes quizá una falta lige-
ra ha hecho caer en la cartel. Su conclusion•
es notable. « Menos dañosa seria á las cos-
tumbres de la juventud una impunidad ab-
soluta, que su reclusion en las prisiones




actuales:» Este último • artículo es el mejor




32S
de todo el informe, y seria necesario co-
piarlo todo 'para dar idea de él.


Ademas de este informe publicó Otro
la misma sociedad en 182o sobre el mismo
asunto, que confirmaba y justificaba .las re-
flexiones del anterior con hechos y ejem-
plos tomados no solo de la gran Bretaña,
sino tarnbien de otros paises estrangeros,
principalmente .de Rusia, cuyo emperador
ha determinado'establecer en sus dominios
el sistema de cárceles y casas de detencion
propuesto por la sociedad inglesa.


En el mismo año publicó esta misma
sociedad otro escrito, cuyo título es: Re-
glas para el gobierno de las cárceles y casas
de correccion, compiladas de varias actas
del parlamento y escogndas de los reglamen-
tos valerles en las cárceles mejor adminis-
tradas de Europa. Este libro contiene ade-
mas los planes mas aprobados en la cons-
truccion de cárceles bajo el principio de
la inspeccion central, y la descripcion, con
figuras de un molino de viento y otro de
agua , en que trabajen los presos.


Se ve pues que esta importante ma-
teria ha llamado la atencion no solo de los
patriotas ingleses, sino tambien de algunos
monarcas de Europa. Entre nosotros yace


32g
todavia en las tinieblas del siglo XV. La
memoria del señor Mármol que ya hemos
citado, prueba hasta qué punto es nece-
saria la reforma de las carceles en España:
y si se quiere otra prueba mayor, el hecho
de ser aquella memoria el único escrito que
se ha publicado sobre este asunto desde que
tenemos libertad de imprenta, demuestra
evidentemente lo poco que se ha pensado
en'Espaiía sobre esta materia.


Mas no basta pensar. Memorias y escri
tos desligados poco ó ningun efecto produ-
can. Es necesaria la combinacion de los es-
fuerzos individuales para producir •resulta-
dos satisfactorios: es necesaria una asocia-
cion como la inglesa, para indicar y eje-
cutar la reforma de carceles y presidios.




33o


Respuesta á una impugnadora del Especta-
dor sobre. sociedades llamadas patrióticas.


El Espectador en su núm. 269 impugna
un artículo inserto en el 7 5 del Censor, en
el cual espusimos la necesidad de una ley
que prohiba las reuniones públicas y pri-
vadas donde se discutan cuestiones- políti-
cas. Bien convencidos estabamos al escri-
birle de que desaprobando nosotros seme-
jantes reunionés , necesariamente las habia
de aplaudir el Espectador; asi corno si, lo
que Dios no permita ni permitirá , noso-
tros las aplaudiesemos, el Espectador diría
que eran detestables, é indispensable disipar-
las á viva fuerza, ofreciendo pera ello el
irresistible empuje de su valeroso brazo.
Mas cuino á pesar de esta natural disposi-
cion de nuestro entendimiento, ó acaso de
nuestra voluntad, es la primera vez que se
ha olvidado de regalarnos con su acostum-
brada retaPila de dicterios ( acaso por ha-
ber desconocido la mano que habia escri-
to el articulo ), bien merece pur esto solo
que entremos en contestacion con él, aco-


33x
molándonos á su propio


.
lenguage. Al mis.


mo tiempo no podemos menos de darle gra-
cias por la ocasion que nos proporciona de
volver á manifestar nuestra opinion acerca
de las sociedades patrióticas, la cual, con
permiso del Espectador, será la misma que
anunciamos desde el primer número del
Censor, es decir, hace justamente año y
medio.


Principiamos pues rogando al Espec-
tador que vuelva á repasar nuestro citado
artículo, y verá que en él estamos muy le-
jos de confundir el acto . de reunirse unos
cuantos ciudadanos en una sociedad patrió-
tica, con el de las blecezones parroquiales. Y
no solo no los confundimos, sino que los •
contrapusimos el uno al otro para demostrar,
que asi como este último está, no solo per-
mitido, sino ordenado y reglamentado por
la Constitucion , .el otro es enteramente su-
perfluo, cuando no contrario á su letra y á
su espíritu. ¿Por qué pues atribuirnos lo
que ni hemos dicho ni era posible que di-
jesemos ? El Espectador puede muy bien
ser de contraria opinion á la muestra, y pro-
barla con las razones que le Ocurran ; pero
no tenia necesidad de levantarnos este fal-
so testimonio. Para impugnar de esa 'tia-




332
riera se requiere suponer que los domas no
han leido el artículo que se impugna.


Despues de esta advertencia que el Es-
pectador no podrá menos de considerar muy
justa luego que vuelva á leer con calina las
espresiones de nuestro artículo , entremos
desde luego en esa cuestion que, como di-
ce muy bien el Espectador, interesa á las
libertades públicas. Interesa tanto en nues-
tro entender á las libertades públicas la cues-
tion de si se han de tolerar ó no las reu-
niones llamadas patrióticas, que no te-
nernos reparo en asegurar, que mientras
exista una siquiera en los términos que lo
han estado hasta ahora en España, es ca-
si imposible que se consolide la verdadera
libertad constitucional.


No volveremos á reproducir para pro-
barlo las razones que ya espusimos en el
numero 7 5 , sino que nos serviremos de las
mismas que alega el Espectador para soste-
ner la opinion contraria, presentandolas
bajo un punto de vista diferente, pero mu-
cho mas exacto.


¿Quién duda de que si hubiera y pudie-
se subsistir una sociedad patriótica en los
terulinos que la propone el Espectador, es
decir, que estuviese compuesta de hombres


333
ilustrados, benéficos, moderados en sus prin-
cipios y opiniones, amantes por convenci-
miento del régimen liberal, laboriosos y des-
interesados, modestos en sus acciones y dis-
cursos, y en una palabra virtuosos en su
vida privada y enemigos de todo género de
despotismos en su vida pública, ¿quién du-i
da , decimos , de que una sociedad de esta
clase seria la reunion mas util que pudiese
haber en un pais libre ? ¿ Pero donde en-
contrará el Espectador individuos de estas
circunstancias para formar tan apetecibles
sociedades? No se contesta á esta reflexion
con la frase mimasbien repetida que absoluta-
mente cierta , de que en un gobierno represen-
tativo las instituciones son todo y los hombres
nada. Esta proposicion aplicada á lo que
la aplican los publicistas, que es á la esta-
bilidad de las basas de estos gobiernos y
á la igualdad ante la ley , es no solo cierta,
sino que está elevada ya al grado de axio-
ma político ; pero aplicándola, corno lo ha-
ce el Espectador , es un error notable, y
tanto mas perjudicial, cuanto que sin mas
examen se sacan de él consecuencias muy
equivocadas.


En un gobierno representativo, como
lo es el de Espaiia , si el congreso elegido




334
por el voto de los pueblos está compuesto
de personas virtuosas y amantes del bien
de su pais , será un magnifico cuerpo legis-
lativo y formará de acuerdo con el Rey le-
yes sabias , justas y favorables á la felicidad
del pueblo. Pero si en vez de estas personas
viniesen otras que por la intriga, por el
terror, ó por otras maquinaciones hubie-
sen invadido esta tan alta dignidad, y so-
lo la emplearan en el triunfo efímero de
una faccion ó de un partido liberticida,
como se vió en Francia y en otras partes,


se diría que el mal estaba en la institu-
cion , ó en las personas?


Si el poder judicial encomendado á jue-
ces letrados, ó á un cuerpo de jurados,
estuviese compuesto de hombres venales,
ignorantes, facciosos y dominados por las
pasiones, se aehacarian las injusticias y
los errores al poder judicial , ó á las perso-
nas que le ejercian? Si los periódicos en lu-
gar de estar escritos por hombres instrui-
dos, imparciales y animosos, viniesen á
estarlo por hombres rudos, malignos ó ven-
didos á una faccion , se diria que tenian
la culpa los periódicos de sus 'malas re-
sultas , 6 las personas que trabajaban en
ellos?


335
Siguese pues que en todo gobierno de


cualquier naturaleza que sea , las personas
influyen por lo menos tanto en las institu-
ciones, como las instituciones en las perso-
nas. Y si esto es claro y demostrable res-
pecto de las funciones constitucionales, es
decir . , de aquellas cuyos límites y el grado
de poder estan demarcados en la misma
constitueion ó ley fundamental del estado,
¡qué diremos respecto de aquellas corpora-
ciones que no solo no estan designadas en ella,
sino que naturalmente deben propender á
destruirla ? Pero •¿ por qué, se nos dirá, han
de 'tener las sociedades semejante propen-
sion? La razón es obvia ; porque aun cuan-
do prescindiesernos de los motivos , que con
tanta energia y oportunidad espusieron di-
ferentes señores diputados en las sesiones
de Cortes del 14 de octubre de 11120 y siguiera_
tes , y se despreciaran los argumentos desen-
vueltos en los números u'', a6, 27


y 75 de
este periódico, todavia fuera bastante funda-
mento para prohibirlas el saber que son unas
plantas parasitas en el gobierno constitu-
cional. Las ruedas que sin necesidad se aiSa-
den á una máquina ya construida , solo sir-
ven para multiplicar sus roces y destruirla
mas pronto.




336
El Espectador reclama la atenciori de


sus lectores sobre los sucesos que dice que
se palpaban cuando escribia , y tenian es-
puesta la nacion á una violenta crisis; y por
no sé qué giro lógico , para defender las
sociedades patrióticas , invectiva con injus-
ta dureza á los ministros ultimamente exo-
nerados. Estamos bien persuadidos de que
sus frases fueron dictadas por la moda rey-
nante en aquellos dias de culpar á los mi-
nistros de todo cuanto malo sucediera, no
solo en la política sino tambien en la natu-
raleza ; y nos confirma en esta reflexion el
ver que en aquel mismo númeró da cuenta
al público de que cinco de los siete mi-
nistros habian manifestado al Rey deseos de
dejar s9,s sillas Este paso á lo menos no se
contará entre los acatamientos hipócritas á
las instituciones para minarlas sordamente:
fuera de que el Espectador sabe muy bien
que el ministerio no habia tenido parte al-
guna en que se cerrase la sociedad de la
Fontana, sino que cuando mas fue un mi-
nistro solo el que influyó chi esta necesaria
prohibicion. Las denlas del reyno han per-
manecido abiertas, y bien patentes son los
beneficios que han resultado de esta incon-
cebible tolerancia.


337
Ni se las puede defender tampoco bajo


el concepto que expresa el Espectador de
auxiliarias de la libertad de imprenta; por-
que en efecto no hay otra semejanza entre
ellas y la imprenta , que la que necesaria-
mente ha de haber entre el pensamiento es-
crito y el pensamiento articulado; pero es
enorme la diferencia que hay en el caracter
de uno y de otro, y sobre todo en la rapi-
dez.de sus efectos respectivos.


El pensamiento articulado en presencia
de un concurso numeroso obra simultá-
neamente.en la masa de los oyentes reu-
nidos , mientras que el pensamiento escrito
no obra mas que en el lector , ó cuando
mas en alguna que otra persona que está
escuchandole ; porque si suponernos que
esta lectura se hace en público y perio-
dicamente , ya por esto solo pasaria á ser
una reunion de la misma naturaleza que
las que impugnamos. Verdad es que un
escrito maligno puede influir sobre todos
los miembros del cuerpo social, puesto que
no es imposible que todos lleguen á leer-
le; pero esta accion está diseminada y sus
efectos son aislados ; de modo que por
grande que fuese su influjo moral, toda-
vía distaría mucho de aquella fuerza ó po-


2 2TOM O




338
der material que se necesita para destruir
el orden ó el gobierno establecido. Ademas
de que un hombre virtuoso é ilustrado,
que percibe el veneno esparcido en :el es-
crito, puede advertir á los denlas ;. y aun
los que no lo conocen tienen el tiempo
necesario para reflexionar , y no se deter- •
minan á proceder con arreglo á la ímpre-
sien recibida , porque ignoran cual es la
que ha podido hacer en los :lemas.


¡Pero cuán diferente es la sitnacion en
"que se encuentra un orador mal inten-
cionado! No solo ejerce un influjo moral
Mucho mayor que el de un escritor , sino
que tiene á la mano y á su:. disposición to-
dos los materiales necesarios para llevar á
efecto lo que se propone. La declaracion
y la variacion de tonos añaden una fuer-
za inmensa á sus discursos; y como regu-
larmente la licencia disfrazada con el nom-
bre de• liberdad alhaga las pasiones de la
Multitud, tambien puede obrar en ella co-
rno un torrente impetuoso y comunicarse al
auditorio con el mismo ardor con que se
pronuncia. El orador ve por sí mismo los
efectos que va produciendo , y contiene ó
aumenta los que intenta producir hasta
el punto de electrizar á, los oyentes y


339
hacerles creer convenientes y aun nece-
sarios los mayores crímenes. Tal vez
suelen los mismos que desaprueban aque-
llas doctrinas dejarse arrastrar del entusias-
mo de los otros ó coadyuvar á él por mie-
do dé ser tenidos por enemigos de la causa
pública. Y entonces ¿cómo no se aprove-
charán los corifeos de una faccion para sa-•
ear todo el partido que se propongan de
semejantes disposiciones? No queremos ci-
tar ejemplos recientes , porque coda uno
puede repasarlos en su imaginacion.


Concretand'ese el Espectador á las so-
ciedades de Madrid:, dice, que no es un mis-
terio para nadie la causa por que decayeron;
y á la verdad` no deja de ser ingeniosa la
revelaciori del tal misterio. « Se las quería des-
truir, dice , y para hacerlo mas á mansal-
va, se principió porque ellas mismas se ri-
diculizasen. Hombres sin principios, inca/
paces de enseñar nada al pueblo , porque
nada sabian , se propusieron acalorarle eri-
giendose á mentores suyos y prepararon ese
triunfo, que como logrado sobre la liber-
tad, ha valido á alguno honóres , prove-
chos y rango etc: etc.»


¡ Válgame Dios , señor Espectador, y có-
mo se echa de ver el trabajo y la violen-




34o
cia que á usted le cuesta escribir lo que no
siente y hacer pasar por cierto lo que á
usted mismo le parece imposible! Cualquie-
ra que sea ese alguno á quien usted supone
instrumentó echadizo del decaimiento (le las
sociedades, ¿cómo es que siendo tan inep-
to y tan ignorante supo prevalecer y triun-
far de todos esos patriotas-benemérztos y dis-
tinguidos, que estaban siempre prontos á pro-
clamar los sanos principios y las mejores doc-
trinas? Sin duda que ó no lo estuvieron tan-
to como era necesario para eontrarestar al
inepto ridiculizada-, ó los concurrentes de las
sociedades son mas propensos á dejarse lle-
var de las razones de los ineptos é ignoran-
tes, que no (le las de los patriotas distingui-
dos. No hemos dudado nunca, antes bien
hemos repetido siempre que se ha tocado
este asunto , uml entre los oradores y con-
currentes á las sociedades patrióticas Labia
muchos sugetos apreciables por sus luces y
recta intenCion ; pero no son estos por lo


. general los que se apoderan de la direccion
de tales reuniones, sino los astutos , ambi-
ciosos y mal intencionados que las mane-
jan corno un instrumento para su eleva-
cion personal. No es solo alguno el que ha
sacado en Madrid honores , provechos y ras


34r
go de gritzr en las sociedades , sino algu-
nos y bien conocidos con sobrado escánda-
lo (le los hombres de bien. No se les pre-
mió por haberlas ridiculizado, sino que se
ridiculizaron pata siempre aquellos que los
premiaron mediante una transaccion ver-
gonzosa. ¿No es esto lo cierto , señores Es-
pectadores ? ¿ Pues á qúe e ienen esos rodeos
para revelarnos lo que no ha existido, é indi-
carnos lo que todos sabemos con exactitud?


En cuanto á la importancia de la con-
ducta observada por el señor gefe político
de Madrid, con respectó á las sociedades , no
eistrañamos que el Espectador la mire ba-
jo un punto de vista diferente del nuestro;
porque claro es que si las contempla útiles
y aun necesarias , no debe aprobar su sus-
pension. Mas lo que no tememos asegurar
es, que cuantas- personas viven en Madrid
y gustan de dormir con sosiego en sus ca-
sas, sin alborotos ni alarmas continuadas,
y cuantos descansan en el -único patrocinio
de la ley , no dejan de dar diariamente gra-
cias á este dignisimo gefe por el tesos ver-
daderamente patriótico con que ha sabido
sobreponerse á los riesgos y á los abomi -
nobles insultos de todo género, con que le
han honrado los que solo asi pueden dar




34a
honra. No tenemos el honor de conocer
sino de vista al señor gefe político de Ma-
drid, don José Martinez de San Martin;
pero faltariamos á los deberes que nos im-
pone la gratitud , como habitantes de este
gran pueblo, si no le tributasemos este jus-
to elogio, reservandonos el placer de ha-
blar con mas estension de sus servicios .ac-
tuales, cuando logren derribarle de su des-
tino los que quisieran otro gefe mas pusi-
lánime ó Mas condescendiente.


Restanos ahora contestar al trozo
último del Espectador, relativo á las so-
ciedades secretas ; mas supuesto que igno-
ra si existen, y cual es su objeto, y que
discurre acerca de ellas no mas que en hi-
pótesi, nosotros que nos hallamos tambien
en el mismo caso, le diremos hipotética-
mente, que si en otro tiempo pudieron ser
útiles para combatir el fanatismo y la in-
tolerancia, en el dia podrian muy bien ser
ellas mismas un foco de otra intolerancia y
de otro fanatismo tan violentos y no menos
perjudiciales. Que si existen semejantes so-
ciedades secretas bajo el nombre de comu-
neros, masones antiguos, masones re/forma-
dos , masones del rito eseoces , del rito ale-
¡Izan , del rito ingles etc. rte. (cosa que


343
con el tiempo llegaréreos á saber el Es-
pectador y nosotros ) , se puede asegurar,
sin temor de equivocarse, que son otros
tantos obstámolos para la marcha del re-
gimen constitucional, y un germen perene
de discordias ó de desconfianzas entre los
ciudadanos. Que en caso de que haya ta-
les reuniones, debe el poder ,ejecutivo tener
conocimien to de lo que en ellas se trate, sin
que sirvan de pretesto los juramentos mas
horribles y tremebundos. ..Que desde el mo-
mento en que dicho poder ejecutivo ten-
ga noticia de que en. ellas se mantienen
correspondencias con otras sociedades de
otras partes, debe hacerse dar cuenta del
objeto de tales comunicaciones ; y sí se le
rehusa semejante declaracion está por ello
autorizado para disiparlas , primero por
medio de una orden,.y si esta no bastase,
valiéndose de la fuerza que le está enco-
mendada. Que nada de esto se parece á
una policia domiciliaria, sino que al con-
trario es absolutamente indispensable pa-
ra proteger á los denlas ciudadanos, los
cuales son por lo menos tan acreedores co-
mo los caballeros socios á que se conser-
ve la clase de gobierno que ellos quisie-
ron establecer. Y por último, que supuesto




344
que ni el Espectador ni nosotros hablamos
mas que de hipótesis, fantasmas r pinturas
ocultas , no hay el menor riesgo en que -
cada uno discurra á su moda sobre las con-
secuencias que tendrian esas cosas, si como
son puras hipótesis pasasen á ser realidades;
y á la manera que no seria justo asegurar
que el Espectador afecta una ignorancia de
los hechos que se aviene muy mal con el
calor que muestra en su defensa, asi tam.
poco lo es calificar nuestros ataques pipote-
ticos de revelaciones imprudentes.


345


Imprecaciones de Lord Byron, en estancias,
traducidas del ingles (t).


.a ¿Cobardes ciudadanos de la impura Pa r-
ténope, indigna posteridad de los primeros
aliados de aquella Roma victoriosa y señora
de los reyes del universo, impudentes é in-
sensatos .parodistas de cuanto hay de mas.
sublime en el libre y noble genio de la an-
tigüedad! O bravos y valientes napolitanos,
vivid, pues que tan cara os es la vida....


2.a Hé aqui pues aquellos hombres
que debian morir , aquellos termopilanos
modernos , cuyo mag-nanimo juramento
con sus nobles protestas 'y palabras pom-
posas habian resonado en los valles del
Apeninos y hasta en las mas elevadas ci-
mas de aquellos montes paternos , que
habian jurado defender. ¡ Estos son aquellos
esparciatas de nuestros Bias que querian
-regar con su sangre generosa el triple altar
de las leyes, de la patria y de la liber-
tad ! ¡ Debiendo todos morir, viven aun!
Y el sol se indigna dealumbrarlos sentados
11 la mesa de sus vencedores , que -ya los


(x) Bochas y remitidas por un literato estrangero
muy apreciable.




3.46
desprecian y bien pronto los pisotearán y
colmarán de otros ultrages.


3.a Ya la Francia y la España trenzaban
coronas y preparaban cánticos para ador-
nar y festejar su triunfo




Repentinam en-
te las guirnaldas se marchitaron y el 'and
se rompió en-Are sus manos. Los reyes y
los príncipes de la madriguera de Leybach.,
los miraron con un desden orgulloso lle-
vando el carro del despotismo sobre un suelo
sin obstáculo. «¡Ved, dijeron , las maravi-
llosas hazañas de vuestros hermanos !» y
la turba de los afeminados cortesanos en-
cuentra motivo para celebrar con risas in-
solentes y odiosas éste duelo universal.


4.a ¡Vivir libres ó morir! gritaban ellos:
¡Morir repetia el eco de las montañas. ¡ Va-
nos transportes! ¡entusiasmo efímero y fa-
laz ! ¡Qué sangrienta irrision cae ahora so-
bre sus cabezas! ¡Miserables! vedlos entre-
gados inevitablemente á las olas aniargasclel
ridículo y de la infamia. Morir., no, no mo-
rireis: la terrible ¡Libertad, cuya:augustacau-
sa habeis comprometido ., el odio -de los pue-
blos cuya estimacion habian usurpado vues


-tras resoluciones , y cuyas esperanzas ha
frustrado vuestro crimen os niegan -igual-
mente el asilo de la muerte y el del olvido>


347
5.a Vivid pues; pero que sea para la ver-


güenza y el dolor: que ahi mismo, en -esa
tierra fecunda y magnífica en que habeis
dejado armarse las tiendas estrangeras ba-
jo ese cielo de oro y azul de que no sois olig-
nos , una tiranía inquieta os haga sufrir to-
das las invencion es de su 'crueldad. ¡ Oja•
lá que . vuestra frente se cubra todos los
dias de un sudor vergonzoso! ¡ Que las es-
paldas é hijares que habeis presentado al
enemigo, sean incesantemente despedazados
por el látigo sangriento de la esclavitud!.•
¡ Que un pan avaro y empapado oo vues-
tras lágrimas sea el único salario -de vires =
tras penosas tareas!


6.a ¡ Que vuestras desdichadas esposas,
esclavas como vosotros, se vean condena-
das á maldecir una fecundidad fatal ! ¡Quie-
ra el cielo que nazcan en lo sucesivo vues-
tras hijas mas hermosas y encantadoras, á
fin de que puedan escitar mejor la ardien-
te con cupiscen.cia de vuestros amos! • QUe
á vuestra vista , y á despecho de vuestros
llantos, sean conducidas violentamente á
las ruidosas .orgias en que sirvais vosotros
como viles eunucos, y que sus a 0.‘aetivos
juveniles sean espuestos sin velo ninguno á
miradas impúdicas!... ¡ Que la naturaleza n le-


ti




348
gue á vuestra posteridad degradada esas teces
y facciones\ viriles con que os decora la im-
postura! ¡ Quevuestros mismos hijos, forma-
dos para este. esceso de oprobio, sean des-
de su puericia instrumentos de los m. as odio-
sos placeres!


7 .a Sal, sal de las cavernas de Caprea,
sombra monstruosa de Tiberio, de aquel
tirano tan profundo en el arte de envilecer
la humanidad. Ven á soplar en el alma de
estos descendientes de los sa/vages esclavo-
nes las sutilezas de tu feroz política, y los
horrores ingeniosos de tu infernal disoln-
cion.... ¡ Que sea cubierto de ignominia el
pueblo que no supo darse la libertad , cuan-
do un poco de valor pocha asegurarle la
victoria que el acero le prometía! ¡ Que
pierda bajo el yugo de sus nuevos dueños
hasta la memoria de los nombres de liber-
tad y de ventura!


8.a Si os quedase siquiera aquella soni
bra de resentimiento que impele á los ase-
sinos.... Al favor de las tinieblas, si el mo-
hoso estoque de vuestras celosas pasiones
y de vuestras venganzas familiares se ba-
ñase con sangre enemiga.... Si arrojandoos
repentinamente armados de la hacha incen-
diaria, abrasaseis los palacios en donde


349
cantan vuestros vencedores, y toda esa vas-
ta ciudad que deshonra su presencia... Pe-
ro no, vosotros no tentaréis nada, no teneis
la menor audacia, habeis sufocado en vo-
sotros todos los pensamientos magnánimos:
ya no sois capaces In aun de- clavar el pu-
ñal en un pecho enemigo, descubierto y
desarmado.... El miedo, el miedo libido y
temblante os fascina los ojos. : vivid pues
miserables, vivid sumergidos y conteni-
dos por el peso de vuestras cadenas, en lo
mas hediondo y fangoso de la cloaca des-
pótica.


9.a ¡ Maldicion eterna sobre vosotros !...
Faltando á vuestros juramentos habeis abier-
to un abismo inmenso, al cual está cerca
de descender la libertad de la Europa. Osa-
riais quizás decir que tal era el orden del
destino? 1\ro , no, el destino de los valien-
tes está en el filo de su espada y en la in-
imitable resolucion de su corazon.... El des-
tino de los valientes es de libertar al Tiran-
do de la esclavitud , ó de perecer á lo me-
nos cuando no han vencido.... Pero sin em-
bargo de tantas cobardias la suerte de los
pueblos no será por eso la vuestra: el ar-
bol gigantesco del . despotismo será al fin
arrancado de cuajo por un uracan iinpre-




36o
visto..., Mas en cuanto á vosotros, no ve-
reís brillar el sol de la libertad. No, jamas
la grande diosa desplegará sobre vosotros
sus alas protectoras.... Rayados de la lista
de las naciones, vosotros sereis los ilotas de
la Europa; monumentos dé abyeccion y de
dolores, permanecereis en vuestras cadenas
para servir de ejemplo saludable á nuestros
últimos nietos. Esta es, se dirán ellos, la
raza de los que osaron huir delante de los
enemigos, cuando la libertad respondiendo
á sú llamada, 'solo exigia de ellos un poco
de sangre para hacerlos independientes é
inmortales.


DO. Escuchad mis ultimos votos... Tú;
gigante de la naturaleza „inmortal . y terrible
dominador de la tierra deParténope : Ve-
subio ! ó volean! atiendelos: tú has visto
sin conmoverte las tragedias y las revolu-
ciones de nuestra deba humanidad!
Pero uri dia cuando embriagados con su
conquista y pacificas poseedores de las
playas delicioas de esta mar donde flo-
tará su nabellon orgulloso, dejen los aus-
triacos ablandarse la victoria en el seno del
deleyte , y que el aguila de dos'cabezas , nu-
trida con sangre y despojos , se desplome
sali'Ve los atributos usurpados del aguila


351
gloriosa , cuando los sones de la cítara me-
lodiosa., las copas llenas. de Falerno y de
Masico , y las danzas (le las beldades de Ná-
poles encanten sus horas tranquilas, enton-
ces.... sacudiendo al improviso tus inmen-
sos costados, haz bramar en la profundidad
de tus abismos tu voz tremenda.... En un
dia, en nna hora, agota los tesoros de tus
fuegos devoradores; derrama á borbotones
el azufre y el betun ; restablece los dere-
chos (le la lava abrasadora sobre los pala-•
cios reconstruidos por el lujo de un vence-
dor insolente , en los lugares donde estu-
vieron Parténope , Balas , Portick y Pusol;
que la vida entera. perezca en estas riberas
ft-tuestas , y que los despedazamientos (le la
naturaleza y la ruina de las ciudades escla-
vas- vengue á la santa libertad de semejan-
tes ultrajes. ¡Confunde en la misma destruc-
cion á los opresores y á las víctimas, y que
el turbulento- austro disipe en un momen-
to- las eenizis humeantes de sus huesos con-
sumidos!»
• No- hemos visto todavia el original in-
glés de este ditirambo ; pero con perdon de
lord Byreir y de su traductor al 'español, no-
sotros creemos que una nacion entera es
digna de amor y de respeto, principalmen-




352
te si es desgraciada. La estancia 8.a en que
convida á fosuapolitanos al asesinato, y aun
los cree incapaces de este magnánimo esfuer..
zo , es abominable sobre toda abominacion.
Ni la libertad ni la patria se defienden con
armas de esta especie.


Nuestro pronóstico es muy diferente del
que hace el lord Byron : Nápoles y toda la
Italia serán libres, porque nada resiste al
espíritu del siglo. A la verdad los napolita-
nos pudieron y debieron hacer sacrificios
para conservar la libertad que habian con-
quistado ; pero si hay razon para culparlos
por esta especie de egoismo , no la hay pa-
ra ultrajarlos tan impiamentc; macho Mas
cuando los otros pueblos de Italia y aun
las demas naciones de Europa tuvieron mu-
cha parte en aquella culpa. ¿ Qué hicieron
Londres ni. Paris di el momento del peli-
gro á favor de aquel pueblo.? ¿Qué hicieron
España ni Portugal? Nada. Se hallaron so-
los en la lucha con un . enemigo superior,
armado de la diplomacia europea : sucum-
bieron , y esperaron y esperan una ocasion
mas favorable, la cual se verificará, cuan-
do las demas naciones conozcan que se de-
be perecer antes de iwnutir que se oprima á
un pueblo libre.


353
Sin embargo no debemos negar que el


- sentimiento de indignacion que inspiró es-
tas imprecaciones , es noble y generoso : por
eso nos hemos apresurado á publicarlas ape-
nas llegaron á nuestras manos,


1'011% O XI I I.




354
LITERATURA.


das vidas paralelas de Plutarci; , traducidas
de su original griego en lengua castella-
na por el consejero' de estado don An-
tonio Ranz Romanillos , individuo de nú-
mero de las academias española y de la
historia, y consiliario de la de nobles
artes de San Fernando etc. Tomo t. En
la imprenta nacional.


El mayor servicio que un hombre de
letras puede hacer como tal á su nacion,
es el de fomentar en ella el estudio de los
clásicos antiguos , asi griegos como roma-
nos. Cualquiera que haya sido en épocas
remotas la sabiduria de los caldeos , asi-
rios, persas, indios y egipcios; y conce-
diéndoles á estos la gloria de haber sido
los inventores de algunas ciencias y artes,
y la de haber iniciado en sus misterios
á los griegos, lo, cierto es que estos
-áltimos fueron los maestros de sus ven-
cedores los romanos, y unos y otros lo
han sido del mundo civilizado. Si : á los es-
critores griegos y latinos cuyas obras sq


355
salvaron por una feliz casualidad en el
naufragio universal de la barbarie de los
siglos medios, es á quien se debe toda la ci-
vilizacion y cultura. de las naciones moder-
nas; y cualesquiera que sean los progresos
quo las ciencias fisicas y matemáticas ha-
yan hecho en estos -últimos siglos, y cuales-
qUiera los adelantamientos que hayan
tenido las políticas y morales, es innegable
que en unas y otras el mérito de la in•
vención y la originalidad, y aun el de pro-
digiosos descubrimientos , les queda toda-
via á los antiguos : y que en la literatura y
en las artes imitativas los restos que nos
quedan de la venerable antigüedad, son
todavia los modelos del buen gusto, á los
cuales no han hecho mas que acercarse los
ingenios mas sobresalientes de la edad ino-:
dorna.- Todo lo que desde el renacimiento
de las letras se ha hecho en elocuencia,
poesia, pintura, escultura y arquitectura,
ha sido imitar mas ó menos bien las po-
cas obras maestras que se conservan entre
tantas otras como el tiempo. devorador nos
ha robado. Es pues necesario que las na-
ciones que quieran ser ilustradas promue-
van y faciliten el estudio de la literatura
clásica ; y el ciudadano que por su parte




356
contribuya á dar á conocer los buenos es-
critores griegos ó latinos, ya publicando
nuevas ediciones de sus obras con notas
críticas, comentarios é ilustraciones que fa-
ciliten la inteligencia del testo; ya toman-
dese el ímprobo y árduo trabajo de tra-
ducir alguno de el/os, puede asegurarse que
ha merecido bien de su pais, y ha contri-
buido á su ilustracion , á su felicidad y á su
gloria.


Ysi esto es asi, aun respecto de aque-
llas naciones que cultivan con esmero la
literatura antigua, que honran y promue-
ven su estudio, y no perdonan medio al-
guno para. que se aficione á ella la juven-
tud estudiosa, é cuanto mas necesario é


> importante no será en un pais como el nues-
tro , donde este ramo se halla en el dia tan
descuidado y desatendido? En el siglo de
nuestro saber era mengua, era vergüenza
no habersefamiliarizado con los clásicos has-
ta saberlos casi de memoria; pero esta pa-
sion fue decayendo de tal manera desde
mediados del siglo XVII hasta la mitad
del siguiente, que cuando empezó á rena-
cer entre nosotros el buen gusto, eran muy
contados los literatos que conocian á fon-
do la lengua griega, y no muchos tampoco


357
loa que rabian la latina con todo el lle-
no de erudicion que se necesita para en-
tender perfectamente los autores. El im-
pulso dado por algunos pocos sabios, las
mejoras reales qué de sesenta años á esta
parte ha recibido el sistema de instruccion
pública, el mayor esmero con que se han
cultivado algunos ramos del saber, la afi-
cion á los libros franceses-, italianos y aun
ingleses, la revolucion hecha en la repú-
blica literaria por la filosofa del último
siglo , la curiosidad que han escitado los
grandes. acontecimientos politicos acaecidos
en estos uitimos cuarenta años , y otras
varias causas que seria prolijo enumerar,
han mejorado notablemente nuestra ilus-
tracion; y digase cuanto se quiera es innega-
ble que en el dia se sabe en España en
todas materias mucho mas de lo que se
sabia;:cuando el padre Ireijóc , de buena me-
moria, empezó á escribir para desterrar del
v ulgo de todas clases las absurdas preo-
cupaciones de que estaba imbuido, y comen-
zó á 'disipar las densas tinieblas en que es-
taba envilelto el horizonte español. Y no
solo se sabe Mas, sino que se está en ca-
mino de adelantar mucho, porque se es-
tudia con mas gusto y se manejan mejo•




358
.


res libros en todos generos. Sin embargo
es preciso confesarlo, aunque sea doloroso:
en todas materias estamos aun muy atra-
sados respecto de las otras naciones ilus-
tradas ; y mas que todo en el estudio y
conocimiento de la literatura clásica. El
de la lengua francesa que tanto se ha ge-
neralizado , ha hecho vulgares , por decir-
lo asi , las ciencias ; pero ha perjudicado
mucho al de las antiguas lenguas , y por
consiguiente al de la literatura. Como con
solo el francos se pueden leer buenos tra-
tados didácticos , obras de crítica y aux
-traducciones de los autores clásicos, la ju-
ventud en general se contenta con esta
tintura superficial , y son muy pocos los
que se condenan al arduo y dificil pero
utilisimo estudio de las lenguas sabias. La
anayor parte aun de los que se llaman litera-
tos , contentandose con el poco latin que
aprendieron en las aulas de gramatica y
en los libros de facultades que leen en
las clases superiores , no tratan luego de
profundizar en el estudio de la lengua de
Virgilio, y mucho menos de aprender la de
Hornero. Esta particularmente es tan poco
apreciada y conocida entre nosotros, que á
pesar del empeño con que se fomentó su


359
estudio en el plan de la universidad de Va-
lencia, á pesar de exigirse algun conoci-
miento de ella para entrar en los colegios
de cirujia medica , á pesar de haberse ense-
ñado con tan buen gusto en los estudies
reales de esta corte por el sabio helenis,
ta don Casimiro Florez Canseco , á cuya
memoria se me permitirá tributar aqui el
hOmenage de respeto y admiracion que tata
de justicia le deben mi gratitud como
discipulo , mi amistad como compañe-
ro, y mi cariño como á un hombre que me
amó con la ternura de un padre , y á pe-
sar en fin dela acusacion tácita que estan ha-
ciendo á nuestra indolencia y desaplica-
cion los colegios trilingües. de Salamanca
y Alcalá, monumentos del aprecio que nues-
tros padres hacian de este estudio en el
buen siglo, no será exageracion decir que
hoy. no hay en toda España una docena
de buenos helenistas. Qué vergüenza! cuan-
do en Inglaterra se cultiva con una espe-
cie de furor la lengua griega ; cuando en
Holanda y eu toda Alemania hace parte
esencial de la educacion literaria .; cuando
en Italia se vuelve á él con, todo empeño;
cuando en la Francia en donde habia si-
do bastante desatendido á fines del siglo




36o
ultimo, se fomenta por todos los medios
posibles y se ha incluido en la enseñan-
za de los liceos ; cuando en Rusia se pro-
mueve con ardor ; cuando en la botica Vie-
na se ha llegado hasta publicar , un pulo-
dico en griego vulgar, dialecto que tanta
afinidad tiene con el literal ó erudito ; cuan-
do en la feria de Leipsick se presentan todos
los años nuevas ediciones de clásicos griegos,
nuevas y nuevas traducciones, comentarios,
nuevos diccionarios y nuevas gramáticas, di-
sertaciones filologicas ; cuando acaba de ha-
cerse una coleccion completisima y muy
barata de todos los clasicos griegos , para
que puedan adquirirla hasta los estudian-
tes pobres que frecuentan las universida-
des : salo en España ni 'se hacen edicio-
nes ni tenernos todavía un diccionario ,-bre-
co•español , ni una gramatica escrita con
toda la filosofia que permite el actual es-
tado de esta enseñanza, ni se publican nue-
vas traducciones ; y las pocas que se han
hecho en este ultimo tiempo ni se ven-
den , ni se buscan , ni se aprecian. Pues
desengañemonos , la nacion en que no se
cultive mucho y mucho la literatura clá-
sica , y se estudien de consiguiente las


.lenguas originales en que se escribieron los


36r
eternos modelos del buen gusto, está muy
atrasada todavía en la carrera de la ilus-
tracion.


Demos pues gracias al laborioso literato
que despues de haber enriquecido nues-
tra literatura con la traduccion de IsO-
m'ates , cuando la edad juvenil pudiera ha-
berle retraído de tan fastidiosa tarea, des,
tina el ultimo periodo de su vida á po-
ner en castellano las Vidas paralelas de
Plutarco , empleando en tan util ,distrac-
cion los pocos instantes que le dejan libres
las graves ocupaciones anejas á su alta
dignidad. Esta me impide elogiar como
merece su trabajo, porque mis elogios po-
drian mirarse como incienso ofrecido ,
al traductor de Plutarco „sino al conseje-
ro de estado. Sé ademas que se ofender
ria su modestia ; y asi me limitaré á de-
cir sencillamente, que el señor Romanillos
es uno de los pocos que entre nosotros
sabe griego ; que en general el testo del
autor está bien entendido y, espresado en
muy puro y castizo lenguage, y con aquel
cierto sabor de antigüedad que debe per-
cibirse en toda traduccion de los clásicos.
En esta parte , corno observa muy bien el
mismo traductor , la lengua castellana se




362
presta maravillosamente á les esfuerzos de
los traductores; y con mediana destreza que
estos tengan , pueden casi siempre conser-
var el giro y construccion de las clausu-
las del original, y aun. traducir casi lite-
ralmente las espresiones sin que disuenen
en español ; ventaja que no tiene ninguna
otra lengua moderna, sino la alemana, segun
dicen los que la saben. La italiana se acer-
ca , pero no llega á ser tan conforme con
la griega en sus idiotismos y frases. La
inglesa va despues , la francesa es la
mas rebelde de las que yo conozco. Los
franceses tienen no una sola , sino varias
traducciones de todos los clásicos griegos
( lo mismo sucede con los latinos ) : be
examinado las mejores y mas recientes, y
reconozco que las hay muy exactas y bien
hechas en cuanto al sentido; pero en cuan-
to á la manera puede decirse que todos
los antiguos hablan no solo en frances, que
esto debe ser, sino á la francesa, cosa muy
distinta. Al que no haya leido á Homern,
á Demóstenes, á Tuciclides , á Herodoto,
á Xenofonte ect. , y se le recite cualquier
trozo de las respectivas traducciones de
Bitaubé , Auger , Levesque , Larcher y
Gail , sin decirle de qué obra es, puede.


363
ser que por la\ materia y el contesto ven-
ga en conocimiento de que está oyendo un
pasage de un autor antiguo ; pero por el
giro y corte de la frase y por los demas
accidentes del estilo se le figurará que es-
tá oyendo á un habitante actual de las ori-
llas del Sena. Esto no sucede en caste-
llano , cuando la traducion está bien he-.
cha. El clasico antiguo habla sí esta len-
gua; pero la habla .como la hubiera ha-
blado en su tiempo si hubiese -existido en-
tonces; es decir, que conserva en su es-
tilo la manera griega en cuanto es com-
patible con la gramatica y la indole de
la lengua castellana , lo cual es indispensa-
ble, no solo para que se conozca que el
original es griega, sino para que se dis-
tingan entre sí los escritores. En frances
al contrario : lease en las traducciones un
trozo 'de Herodoto , otro de Tucidides y
otro de X.enofonte ; y como no se le ad-


, vierta al oyente cual es el de cada uno , es
seguro que no lo conocerá, porquelas mism.is
frases cOrtadas y el mismo galicismo de ma-
nera observará en el .° que en el 2. 9 y en el
3.° Sin embargo ,¡cuán diferente es en el ori-
ginal la manera de los tres historiadores!
Materia es esta que pedia una larga di-




364
sertacion ilustrada con largos ejemplos :
quiza la daré algun dia ; pero por ahora
los límites de este articulo no me permi-
ten estenderme : volvamos á la traduccion
del señor Romanillos.


Este literato no solo tiene el mérito de
traducir un clásico griego, sino el de ha-
ber escogido entre todos las Vidas de Plu-
tarco, cuya amena, entretenida é interesante
lectura es mas á proposito que otra ninguna
para inspirará nuestros jóvenes sanas ideas
en materias de política y de moral, hacer-
les amable la libertad y suministrarles ejem-
plos de todas las virtudes cívicas./En efec-
to , las Vidas paralelas por Plutarco de-
bieran ser como el manual de la juventud
que aspira á. ser util á su patria, ya sirviendo
en los ejércitos , ya empleandose en la ad-
ministracion de los negocios públicos ; por-
que los varones ilustres cuyas acciones nos
refiere aquel biografo , fueron los hombres
raras eminentes de sus respectivos siglos y
payses. Los mascélebre3 capitanes, los mas
sabios legisladores, los mas virtuosos magis-
trados, los oradores mas elocuentes, los mas
ardientes patriotas; en suma los hombres pú-
blicos mas distinguidos en todos ramos que
florecieron en la antigua Grecia y en la an-


365
- tigua Roma : lié aqui los modelos que ofre-


ció Plutarco á la imitación de los siglos ve-
nideros. No porque cada uno de ellos fue-
se un conjunto de virtudes que ciegamen-
te hayan de copiarse, sino para que emulan-
do el valor del uno, la ciencia del otro-, la
elocuencia de este., el patriotismo de aquel,
aspire cada uno segun su profesion y cir-.
cunstancias á dejar en el mundo un nom-
bre tan célebre y famoso como le dejaron
aquellos grandes hombres en sus respecti-
vas clases. Ademas Plutarco no solo deli-
neó estos modelos para que por ellos pu-
diesen formarse los hombres públicos, sino
que supo dar á su narracion tal interes que
sus Vidas han sido , son y serán siempre el
encanto de todos los hombres de gusto. No
precisamente porque Plutarco sea el histo-
riador mas exacto, al contrario , como labo-
rioso y fiel compilador de hechos está demos-
trado que es muy inferior á otros biografos;
pero como filosofo, moralista, político y pen-
sador , es el primero de todos ellos. A veces
es mas bien poeta que historiador; otras pre-
fiere á lo. verosimil lo: maravilloso, y siem-
pre es algó crédulo y supersticioso; pero se
le lee con placer á pesar de estos defectos,
y como dice el célebre Laliarpe á causa de


e




364
estos mismos defectos ; porque su imagina-
cion poética hermosea todos los objetos,
y sabe dar la simple narracion cierto ay-
re dramático que la hace mas animada é in-
teresante. No hablamos aqui de las obras
morales del mismo autor , porque no pare-
ce que el señor Romanillos esté en ánimo de
traducirlas ; pero si tuvierarnos que 'hacer
su elogio , ¡ cuanto podriamos estendernos!
Entre todos los escritores antiguos que se
han conservado , Plinio el mayor , y Plutar-
co son los mas sabios y mas instructivos ; y
aun entre ambos el griego se llevarla la pal-
ma , si tuviésemos todos sus escritos. La co-
leccion de ellos seria una verdadera y
vastisima enciclopedia. No lo dudará el que
sepa que ademas de los tratados morales ó
mas bien opúsculos sobre varias materias,
que nos han quedado de él , se han perdi-
do , que sepamos, no solo las vidas de Hér-
cules, Leonidas, Aristómenes , Epaminon-
das , Hesiodo , Píndaro, Crates y otros per-
sonages , sino las obras siguientes: 4 libros
de comentarios sobre Hornero y otros tan-
tos sobre Hesiodo: 5 sobre los tópicos de
Aristóteles : 2 sobre Sosicles: r sobre el mo-
do de discernir la verdad en materias his-
tóricas: 3 sobre la retórica : r sobre la


367
poética : 9 sobre la política : z sobre el de-
recho de sufragio en los payses libres : x so.
bre el imperio : 4 sobre las cosas olvida-
das ú omitidas en la historia: z sobre las
fiestas de Platea, lunadas Dedáleas: z so-
bre los diez libros de Pirron: z sobre las
categorias: 3 sobre la naturaleza del alma:
z sobre su inmortalidad: x sobre la inmas.
terialidad de las ideas: z sobre la ataraxia,
es decir , la imperturbabilidad interior del
ánimo: z sobre los cometas : x sobre la ma-
teria: r sobre el tratado de los animales
venenosos por Nicandro : r sobre los ani-
males que se alimentan de tierra : z sobre
los terremotos: 3 sobre la justicia: x sobre
la amistad: x sobre la felicidad: z sobre
la educacion de las mugeres ; y otros va-
rios tratados cuyos títulos ignoramos. El
que sepa cuantos y 'cuan curiosos hay en
sus obras morales, apenas podrá creer que
un hombre solo hubiese leido:, aprendido
y escrito tanto ; pero lo que no dudará es
que si Plinio le llevó alguna ventaja en
punto 'á ciencias naturales , Plutarco fue
todavia mas universal que aquel monstruo
del saber, como se ha llamado con razon
al historiador de la naturaleza.


Y cuál deberá ser nuestra confusion,




11,


368
al compararnos con los grandes hombres
de la antigüedad ? Hoy que tenemos tantos
medios de aprender (pie ellos no tenian ; hoy
que la imprenta y el comercio de las na-
ciones cuitas nos facilitan la adquisiciork
de cuantos libros podapos necesitar, cosa
tan dificil para ellos ; hoy que los periódi-
cos literarios nos avisan diariamente de
cuantos descubrimientos científicos se ha-
cen en todo el globo civilizado , y nos dan
noticia del contenido y mérito de cuantas
obras se publican en todos géneros; hoy
que existen tantas universidades, academias
y cátedras particulares, nos envanecemos
mucho , si llegamos á saber algun ramo con
tal cual perfeccion y maestria. Pero ¿cuál
es nuestro mérito personal comparado con el
de les antiguos, aun cuando lleguemos á
saber alguna cosa mas ó mejor que ellos,
en un tiempo en que tenemos para instruir-
nos tantas proporciones y tantos auxilios
de que ellos carecieron ? Aunque Lagran-
ge ó Laplace sepan hoy mas matemáticas
que Euclides y Arquimedes, ¿serán por eso
mas grandes hombres que aquellos ? Y aun-
qde la moral universal de Holhach sea
una obra mas completa, mas didáctica y
mas instructiva que los Morales de Aristo.t


36g
teles, será por eso comparable su autor con
el filósofo de - Estagira ? Digo esto porque
quisiera inculcar en el ánimo de nuestra
juventud esta importante verdad', á saber,
que los adelantamientos que han hecho las
ciencias y ciertas artes en estos últimossiglos,
no nos dispensan de leer, estudiar y meditar
los antiguos ; y que ninguno llegará á ser
verdadera y sólidamente sabio , si no co-
noce lo que la antigüedad nos dejó escri-
to en aquel ramo en que quiera sobresalir.
Sobre todo en ciencias políticas y morales,
en historia, elocuencia pública', poesia, crí-
tica, y en el arte dificil de hablar bien, sea
de viva voz ó por escrito, el que no se ha-
ya formado en la escuela de los clásicos an-
tiguos, esté seguro de que nunca pasará de
la mediania. Tengan entendido nuestros
jóvenes que con solo leer libros franceses
nunca serán grandes hombres ; y que entre
los franceses mismos los buenos escritores,
los que merecen ser leidos , manejaron din


y noche los ejemplares griegos y latinos. Es-
ta fue la escuela de Boileau , Racine, La-
fon taine , Voltaire , Pascal , Bossuet , Fene-
lon , y del mismo Rousseau. Véase lo que
este dice de las Vidas de Plutarco, del es-
tudio que hizo en ellas, y de lo mucho que


TOMO XIII. 24




37o
debió á su lectura. Leanse pues y estu--
diense estos y los denlas clásicos modernos;
taro silbase luego á la fuente en que ellos
bebieron. Oygamos á los discípulos aprove-
chados ; pero consultemos despues á los
maestros: este es el camino para llegar á
la perfeccion.


Modelos de iii.sfdrnacicll.


C07.4.11111~~~11191.


Ahora que ya se empiezan á ver los dul-
ces y regalados frutos. que va produciendo
la disfarnacion de toda clase de individuos,
y que á :beneficio de esa -táctica noble se
va robusteciendo. el arbol de nuestra pros-
peridad; ahora que ya vemos bien prepa-
rados les animos para admitir,: creer y dar
por cierto el mas desatinado .Asurdo , con
tal que lleve envuelta dentro de .sí arras-
trando y hecha .trizas la honra y la estima-
cion de un ciudadano , de un magistrado,
rí de una corporacion entera ; y por ulti-
mo, ahora que ya nadie podrá quejarse de
que la gravedad y hermosura de nuestro
idioma no se presta maravillosamente á las
injurias y baldones., por mas horribles y
abominables que sean, justo será que todos
arrimemos el hombro y procuremos elevar
al grado de ciencia-, por medio de modelos
y dé Principios fijos, esta que hasta el dia
no ha sido mas que una ingeniosa produc-
ción del empirismo. Y si bien :Se conside-
ra,' este y no : otro ha sido el medio con




que los hombres han llegado á adquirir co-
nocimientos exactos de las cosas, observan-
do una multitud de hechos uniformes ó va-
riados, y deduciendo de esta uniformidad
ó anomalía diferentes proposiciones ciertas,
llamadas principios, los cuales reunidos en
suficiente cantidad forman un cuerpo de no-
ciones exactas, que es lo que se designa con
el nombre de ciencias. La medicina, segun
dicen, no era otra cosa antes de Hipócrates,
que una especie (le recetario tradicional, que
se aplicaba á la ventura segun se presenta-
ban los casos , hasta que aquel grande hom-
bre dedicandose á recoger ( como yo voy
á hacerlo ahora, sin serlo) todos los hechos
de que pudo asegurarse , mostró ó prepa-
ró é indicó á lo menos el camino para for-
mar el arte de curar. Del mismo modo la
botánica.... Pero dejemos el pedantismo pa-
ra otra ocasion mas oportuna ; y vamos á
lo que ahora importa á nuestro propósito,
que es proponer á nuestros lectores unos mo-
delos de disfamacion, asi corno en otro n:"1-
mero , de judicial memoria, les propusimos


. modelos de manifiestos para cuando se halla.
sen atribulados.


No dejará de parecer dificil y enojoso
este trabajo á los que piensan que es nece-


373
sirio discurrir y calentarse la cabeza para
formar estos interesantes modelos; pero de-
ben tener entendido que esto que nosotros
hacemos ahora no es mas que copiar, ó
cuando mas redactar lo mismo que ya es-
cribieron ó publicaron


. otros hombres emi-
nentes en saber y virtudes cívicas y patrió-
ticas, por las cuales han conseguido ser
mentados y festejados por esta misma pa-
tria á quien solo han sabido hacer estos do-
nosos servicios. Por tanto suplicamos -en-
carecidamente á los que leyeren , que no ha-
gan aplicaciones individuales, porque per-
derán el hilo y la paciencia ; .-mas sí les en-
cargamos mucho que en llegando la ocasion
dodisfamar á alguno, tc► nen indistintamen-
te de las injurias de todos, y formarán unos
cuadros perfectos y acabados , que no ha-
ya mas que pedir ni que desear.


.Nunca. pudiera venir mas oportunamen-
te este aviso , que ahora que nos hallarnos
en visperas del nombramiento (le ministros;
pues como cualquiera que sea el nombrado


los nombrados ha. de ser mal recibido de
una parte de la naciou „ necesario-es saber
anticipadamente qué es lo que se les debe
echar en cara. Asi pues, inmediatamente
que recayga el nombramiento de S. M. en


1




'37.4
don A. B. se procuraran poner en cierna:
periódicos estos ó semejantes artículos.


Modelo I.


«Se nos,aséguea que ayer á tal ó. cual ho-
ra se sirvió S. M. nombrar para


minis-
terio de la guerra al señor 13„ y no
parece sino que continúa el•mpeiío de lu-
char contra la opialion pública , y se quie-
re apurar la paciencia de los patriotas con-
fiando la chreccion de los negocios á los que
justamente son objeto dela pública. execra-
¿Jon. Muy doloroso nos es tener que sa-
car á plaza y recordará nuestros:lectores los
crímenes y 'atrocidades cometidas. por este
nuevo señor; pero, no corresponderiamos
fielmente á la confianza de los buenos, si no
publicasemos las fechurias de. este y otros
danzantes que tantQdeshonran la causa de
la libertad.


El señor A'. B. debió á la prostitucion de
su _madre , ó de su abuela, el ser admitido
en la casa .de pages, y por consiguiente el
niño salló.tonto , cobarde, insubordinado y
desnudo de todos, los conocimientos que
deben. adornar á un joven que se dedica á


nóble carrera de la milicia. Sin exnbar-


375
go, esto no le sirvió de obstáculo para oh-,
tener la preferencia en la provisión de una
capitania que reclamaban de derecho tres
valientes y antiguos militares cubiertos de
cicatrices, y con cuatro ó cinco miembros
de menos.


«Apenas entró. este joven en el regi,
miento empezó á manifestar la perversidad'
de su animo y el estravio de su servil edu-
cacion. Cuatro veces se comió los fondos
de su compañia , y (los se jugó la. caja del
regimiento qué se le habla confiado por las
intrigas y bajezas de su -coronel. Nosotros
que , como sabe todo el mundo , nos
hemos hallado presentes en todas las accio-
nes , encuentros y batallas que se han dado
en las ultimas guerras , somos muybuenos
testigos de la infame cobardia con que se
escondió detras de un vallado durante lo
mas recio de la pelea, y como sin embar-
go de eso el débil é injusto general le pro-
puso para.' teniente coronel de •skt propio
'cuerpo. Ascendido por tales medios á ge.
fe, adquirió la animadversion de todos los
oficiales con los continuos chismes: que di,
rigia contra ellos á la' superioridad, no hó
bierido nunca correspondido á las muchas
provocaciones que le hicieron varios Ofi.-




376
ciales para el campo del honor.


« Escusado será decir despues de esto
que cuando en el año catorce fue derrocado
por la mas perfila ingratitud (aqui podrán
enhilarse cuantos adjetivos ocurran , vengan
ó no vengan á cuento , y hacer un ruido
de grillos y de cadenas qiie se oyga al dem-
po de leer el artículo el niagestuoso ,.
fiero de nuestras libertades, el señor A. 13.
fue de los que mas se distinguieron y apre-
suraron á derribar lápidas, por cuyos ver-
gonzosos servicios fue nombrado coronel.
Entonces se dedicó á denunciar, como he-
reges y fracmasones , á todos los que en
su concepto pasaban por liberales, de que
se siguió que los unos fuesen encarcelados,
otros saliesen al suplicio, muchos fuesen
descuartizados vivos, algunos asaeteados, y.
no pocos quemados á fuego lento. Estas
viles acciones le valieron el grado de bri-
gadier , por, recomendacion del inquisidor'
general de aquel tiempo; y poco despues
le hicieron mariscal de campo por haber
votado la muerte en una causa de estado
contra unos ochocientos liberales que mu-
rieron con la mayor heroycidad. (Áqui pe-
garía muy bien una 'elegía , aunque juese
hipotética pero si no hubiese algun


377
ta entre los redactores , bastará poner una
d dos docenas de admiraciones , que siem-
pre surten un efecto maravilloso).


»Nos limitamos por ahora á referir es-
tos hechos incontestables para probar el
poco acierto, ó la siniestra intenCion , con
que se ha hecho este nombramiento; pero
si el señor A. B. no se da prisa á renun-
ciar tal destino, en el cual no puede ser
util á la causa de la libertad , nos vere-
mos precisados á publicar la segunda par-
te de su vida, á pesar de la repugnancia
que nos cuesta hacer unas revelaciones tan
impropias de nuestra delicadeza y natu-
ral generosidad.»


Aunque este artículo podrá muy bien
aplicarse en todo ó en parte á los demas
que fueren nonlbrados secretarios del des-
pacho de otros ramos, no podemos menos
de describir en cuatro palabras el carac-
ter y la vida privada que necesariamente
ha de haber tenido don C. D. , luego que
sea nombrado ministro de la gobernacion
de la península, como de cierto constará
en su dia en algun periódico de esta capi-
tal: dirá asi.




37S


Modelo. II.


Aunque ya teniamos los amantes de
las nuevas instituciones in'.2 y mil prue-
bas de que se intentaba por varios me-
dios derribar el sagrado baluarte de nues-
tras libertades públicas, y aunque desde
el primer dia de nuestra gloriosa carrera
no iremos cesado de llamar la atencion
de los buenos sobre la tortuosa marcha de
nuestros gobernantes, todavia no creiamos
que pudiera llevarse la falta de pudor hasta
el punto de conferir el despacho de la se-
cretaria de la gobernacion á un hombre
tan destituido de talento y de virtudes co-
mo el señor don C. D. Nació este señor
muy distante de poder nunca pensar en líe:«
gar á serio, porque la ruindad de su cu-
na le alejaba demasiado de las comodidades
que requiere una buena educacion , y por-
que el mal ejemplo que veia en casa de sus
padres no podio menos de viciar su cora-
zon. Era tal su disposicion al servilismo,
que se dejaba azotar frecuentisimamen te
siempre que al maestro $e le atajaba:, sin
tener nunca valor para insurreccionar la
escuela ó tirar pedradas al dómine, lo cual


379
hubiera manifestado un espíritu marcial é
independiente. Entró luego á servir.á un
camarista, eón cuya proteccion y cuatro
parrafos mal aprendidos del Vinio, logró
recibirse de abogado, y envileció .esta pro7
fesion defendiendo indistintamente á. inor
centes y criminales, con tal que i pagasen
sus honorarios.


»Pasó luego de juez á la audiencia de-
tal parte, , en donde ademas de vender
públicamente sus votos, robó lo que no es
decible en las diferentes comisiones que ttr.7.
vo á su cuidado. Viendose ya hombre de
dinero, trató de casarse, y en efecto lo
verificó con una mugen de , buena cara, que
por no. decir otra cosa , era protegida de
cierto señor de gran poder, y aun hay quien,
dice que la señora habia dado ya á . luz va-
rios frutos de; bendicion ; pero nosotros
no nos mezclarnos en estos puntos que de
por sí sondelicados , y solo hemos insinua-
do estos descuidos por el sumo interes
que . nos inspira la causa pública con la
cuál estarnos identificados.


»Mas . lo que no podemos pasar en si-
lencio es la vileza con que empezó á tra-
tar á su pobre muger luego que se la
ácab la proteccion de que antes liabia




38o
gozado. Públicas son las relaciones de sus
sirvientes; que refieren las muchas palizas
que la dió , hasta que ultimamente se resoP
vió á matarla con veneno; aunque él supo
muy bien corrómper a; medico , al escriba-
no y á todos los que la vieron despues de
muerta. Verdad es que ha padecido una
prision bastante dilatada durante el reyna-
do del despotismo; pero tenemos sobradas
presunciones de que esta no fue mas que
una farsa hipócrita para mejor encubrir sus
designios serviles, como es indudable que
los tiene, puesto que ha llegado á ser mi-
nistro. Es pues de esperar que S. M. se
apresure á variar este nombramiento, per-
suadido de que su propia felicidad y la
de sus pueblos está cifrada en que estos
graves encargos se confien á las únicas per-
sonas que designa la opinion pública por
el órgano de nuestro periódico.»


Llegada á ser dilatadisimo este articu-
lo si hubiesemos de detallar la vida y mi-
lagros de cada uno de los ministros en par-
ticular, y mas cuando es necesario descen-
der á otros destinos de menos importan-
cia; y asi teniendo presente la historia cer-
tisima de los dos anteriores


• modelos , solo
debemos afiadir para cuando- se nombre el


381
de estado , hacienda 'etc. , que no se omi-
tan estas ó semejantes cláusulas. El• pri-
mero ha de haber sido necesariamente un
espia pagado por las potencias estrangeras y
haber vendido los intereses de . patria á
todos los gabinetes aunque este;sin mas ca-
misa que la puesta; porque para eso que-
da el recurso de decir que lo ha jugado
á la banca, ó que quebró el comerciante
en cuya casa tenia puestos á interes sus
inmensos fondos. Del segundo , prescin-
diendo de su edad, sea la que fuere, pues
siempre nos parecerá impropia de tal des-
tino, no se le puede quitar de justicia el
título de ladron y estafador público y co-
nocido; porque como es muy probable que
haya seguido la carrera de rentas , ó ha-
ya tenido algunas comisiones analogas
la administracion , se puede estender la
mano y forjar atrocidades como 'si fuesen
elogios.


Pero és menester no olvidarse de dos
cosas que en el día son tan esenciales co-
mo él comer para esto de las disfamacio-
-nes. La primera es que todas ellas han de
aparecer dictadas por el mas acendrado amor
á las nuevas instituciones , y nunca por la
envidia, por el rencor ó por el deseo de




38 2
invadir lbs puestos , como sellada antes;
y la segunda, que todo lo que se ;cliente,
por más inicuo y abominable que S'ea , ha
de parecer cosa de juego y pasatienwo en
cotnparacion del servilismo, el ciiál ha de
servir como de coronide ó remate de to-
dó cuadro injurioso. Esto supuestó , pase-
Mes á otros empleos que estan ó pueden
estar Vacantes , y seria un dolor que que-
dase un solo individuo sin su respectiva
disfamacion ; de este modo se irá estrechan-
do el círculo de lbs que puedan ser em-
pleados, y no tardarán mutilo en serlo por
necesidad los que á nosotros nos aco-
Modan.


Aunque las plazas de consejeros de es-
tado tienen consigo la fatalidad de ser á
propuesta (le las Cortes, y por consiguien-
to es menester romper de frente con ellas
para disfamar al que fuese elegido de la
terna , sin embargo es utilisimo echar un
chafarrino ') bien negro sobre cada uno de
sus individuos en particular ; porque cla-
ro es que el medio mas directo de debi-
litar








sus consultas y las decisiones que va-
yan apoyadas en ellas, es decir mil per-
rerias de cada uno de los actuales conse-
jeros ; lo cual se llama en el dia guau).-


03
les su fuerza moral. Diráse piles de cual-
quiera de ellos, (por mas réspetable.que
hasta ahora haya sido su nombre y su con-
ducta) que es un emplastador , hipócrita,
adulador , pedante , cabildero, orgulloso,
perseguidor de liberales , apático, mode-
rado y servil. Cualesquiera que hayan si-
do los votos -á opiniones del individuo de
quien se trate, siempre se le han de atri-
buir aquellos que mas se crea que han.
de disgustar al público ; y si por desgra-
Cla la providencia á que dieron ocasion
no surte lbs mejores efectos , cosa que pue-
de depender de otras cien mil causas, á
nadie se le debe echar la culpa sino á
aquel individuo particular que , con pre-
meditada intencion y conociendo los males
que debia.n seguirse , votó de aquella ma-
nera para acabar con estas cosas y con las
plazas de consejeros de estado.


Mas esto sólo se hará , como hemos
dicho , cuando se haga mencion de alguno
de los actuales ; no asi cuando ocurra la
provision de las plazas vacantes ó que va-
caren en lo sucesivo ; porque estos casos
exigen un modelo particular de disfamacion.


( Se concluirá).




Haciendo en el último número algunas
reflexiones sobre los asuntos del dia , nos
fue preciso defendernos contra una acusa-7
cion demasiado seria y grave que el ilus-
tre general y diputado Quiroga nos habia
hecho como á afrancesados y como &pe-
riodistas: y ciertamente que no hubiera-
mos respondido á ella, si el acusador no
hubiera sido una persona tan autorizada y
respetable, ó si la acusacion hubiera sido
consignada en alguno de los mil folletos y
papeluchos de que nadie hace caso, y no
en un discurso pronuqciado ante el augus-
to congreso de la nacion. El señor QUiro-
oai nos ha hecho la honra de contestarnos
con toda la urbanidad y franqueza propias
de su caracter; y seria una reprensible gro-
seria de nuestra parte no darnos por en-.
tendidos,


Dice el señor Quiroga : 1.(> que no solo
fue uno de los que votaron en favor. de la
venida á su patria de los llamados afran-
cesados , sino que fue uno de los mas so-


384


Sobre un artículo del número anterior.


385
lícitos para que se les concediesen los de-
rechos de ciudadanos. Lo sabemos, y esta-
mos sinceramente reconocidos al señor Qui-
roga , porque de su parte contribuyó á que
triunfase la causa de la razon, de la justi-
cia, de la politica y del in teres pétblioo y de
la humanidad ; que todos estos títulos re-
clamaban aquella decision : pero por lo mis-,
mo nos es ahora mas sensible que uno de
nuestros defensores se haga nuestro acusa-
dor ; y que cuando callaban, los mismos
que votaron contra nosotros alzase su voz
para acriminamos el mismo que con tanto
celo habla en otro tiempo abogado por no-


sotros. Y mas cuando su inesperada acu-
sacion Dada tenia que ver con el asunto
que se discuta. Se trataba de la inobedien-
cia de los magistrados de Cadiz y Sevilla
á ciertas órdenes del gobierno;pide el señor
Quiroga la palabra , y en lugar de contraer-


* se á la cuestion propuesta declama en to-
no virulento contra los periodistas afran-
cesados, imputandoles haber llamado á los
liberales anarquistas, jacobinos, gorros co-
loradós y comuneros: ¿quién no estrañaria
semejante acusacion? Los periodistas de
que se trata, que somos nosotros , la Mis-
celanea en su tiempo, el Imparcial y el Uni-.


Tomo XIII,
25




38(5
versal en la parte que le toca, jamas han
llamado anarquistas ni jacobinos á los bue-
nos y juiciosos liberales, sino á los que
usurpan este -titulo. Han llamado anarquis-
tas á los que -por confesion de las Cortes
mismas hacen todos los esfuerzos para lan-
zar al pueblo en todos los horrores de la li-
cencia y de la feroz anarquia: y jacobinos
á los que de becho ó por escrito han tra-
bajado y trabajan para que entre nosotros
lleguen á prevalecer el terrorismo , la inmo,
ralidad y el sansculotismo que tantas lágri-
mas y sangre costaron ála desgraciadall'ran
cia. 2: !5. El hecho de que se trataba-era si
los magistrados `de Cadiz y Sevilla que no
habian ejecutado y cumplido órdenes .cons
titueionales del -poder-ejecutivo , habian ó
no infringido la Constitucion: y ya se de-
ja conocer que en esta cuestion nada te-
nian .que ver los periodistas de la capital
que precisamente habian reprobado seme-
jante desobediencia , como y en los mismos
términos que las Cortes lo desaprobaron
despues. ¡ Triste suerte la de estos desgra-
ciados periodistas !.Predican la paz , y se les
acusa de-que.promueven la guerra : aconsejan
la obediencia á las leyes , el respeto á los ma-
gistrados , y se dice que son causa de la


387
rebelion : claman por el orden, y se les
imputa que provocan la anarquia : hablan
siempre de union y concordia entre los ciu-
dadanos, de olvido. de lo pasado, de indul- •
gencia , de r econciliacion , de tolerancia, y
se dice que siembran la discordia. Cómo
se querrá que hablen P ó cómo podrán dar,
gusto á sus perseguidores?


Añade el señor Quiroga, que cuando
votó en favor de los afrancesados, tal vez
habia sido la única vez que votó contra
la opinion general. No lo tema su señoria;
no le quede en esta parte-la Mas mínima
duda. Votó con la inmensa mayoria de las
Cortes ; y la opinion 'de estas es la verda-
dera espresion de la voluntad general: Ade-
mas , sepa que las Cortes 'no hicieran en
esto mas que conformarse _con ta opinion
de la inmensa mayoria de la.


nacíon , que
á su tiempo habia reprobado en ssilencio, ya
que no porfia de otro modo , la proscrip-
cion injusta é impolítica decretada contra
tantos españoles.


, cuyo único crimen en ge-
neral habia sido el de toda la Europa , á sa-
ber; el de cederá la fuerza, y de sacar par-
tido de esta misma desgracia en favor de
sus conciudadanos. Sepa el salar Quiroga
que la amnistia plena y plenisima do los




388
afrancesados fue pedida por el pueblo y
obtenida en 8 de marzo, y no en setiembre
de 182o: y que si despues los traficantes de
empleos lograron eludir el decreto con ri-
diculas interpretaciones, la Europa entera
miró con indignacion este paso retrogrado,
y auguró lo que debia suceder , es decir,
que en España la gueyra de empleos haria
mas daiío á la causa de la libertad que los
esfuerzos del servilismo. ¡ Ojala no fuera
cierto!


.Con este motivo nos es preciso desha-
cer una equivocacion , y responder á la
eterna cantinela con que nos estan rompien-
do la cabeza todos los dias ciertos hombres
que se meten á hablar de lo que no saben
ni entienden, que si lo saben desfiguran,
truncan y alteran los hechos , y mienten á
su propia conciencia. Estos nos han repe-
tido mil veces que nosotros los del Censor
somos ingratos con el primer ministerio,
porque debiendole á él nuestra vuelta á Es-
paña y el decreto de amnistía, hemos cri-
ticado alguna vez sus operaciones, ó nos he-
mos permitido alguna chanza contra las sie-
te perlas. Es pues necesario decirles una vez
por todas, que lejos de que debamos nada á
los siete de la fama , ellos son la causa de que


389
los afrancesados todos nos veamos en el es-
tado de indigencia, de olvido y abandono
en que nos tiene, no la patria, sino la iuipla-
cable faccion de los aspirantes á empleos. El
decreto de vuelta y amnistia estaba dado,
y en termines tan decorosos que nosotros
mismos no hubieramos podido dictarle me-
jor : entraron los siete, y lo primero que hi-
cieron fue revocarle, contra la espresa merr-
te y voluntad del Rey, que le haria espe-
dido á peticion del pueblo de Madrid , eco
en esta parte del de todas las provincias : la
junta provisional representó con energía
contra -este primer acto de arbitrariedad con
que el ministerio empezaba su carrerra : tu-
vo. este que ceder , y revocando la orden-
que nos negaba la entrada, permitió esta,
pero confinandonos entre Burgos y el Vi-
dasoa. ¿ Con qué derecho ? ¿ en virtud de
qué artículo constitucional ? ¡Y con que
crueldad ! ¡Miles de familias detenidas en
la frontera por espacio de cinco meses,
pereciendo y teniendo los mas que ir á la
sopa . de los conventos y hospicios ! Las
Cortes se juntaron : la opinion de la ca-.
si totalidad de los diputados en orden á la
amnistia era conocida y pública, y el minis-
terio no pocha contrarestarla ; pero dilató




390
la época, hizo cuanto estuvo de su parte pae
ra estraviar la opinion pública ; y ya que no
pudo mas, exigió (asi resulta del diario de
Cortes) que no se nos volviesen ni los ho-
nores, ni las pensiones, gracias y mercedes
que obteniamos antes de la invasion france-
sa. ¿Deberemos estarle muy agradecidos?No
hablemos del desprecio con que nos trató
mientras tuvo las riendas del gobierno, y de
la absurda voz que hizo correr en su caida
de que los afrancesados los habian derriba-
do para apoderarse (le sus sillas. Ya se ha
visto. Sin embargo no se crea que cuan-
do el Censor criticó su administracion , lo
hizo por resentimiento. Ahi estas los pri-
meros tomos: abranse , registrense, y no se
verá en ellos ni una sola espresion contra
el ministerio hasta muy pasado el ¡6 de
noviembre: y si de aquel dia fatal y de sus
consecuencias se dilo despues algo, fue
porque vimos que en aquel dia el minis-
terio en cuanto estuvo de su parte aca-
bó con el orden constitucional abriendo
la Fontana , transigiendo con los gri-
tadores y empleando la farsa de los mo-
tines para una cosa que no debió. salir de
las paredes de las secretarias. .Si: los des-
órdenes posteriores , la agitacion de los


?,91
cuatro últimos meses, y los peligros de que
hemos estado amenazados , y de los cuales
quiera el cielo que nos hayamos
para siempre , sori los amargos frutos de
la conducta debil, pusilanime , indecoro-
sa inconstitucional que el ministerio ob-.
servó en aquel aciago dia.


Volviendo ya al señor QuirOga : con-
cluye este ilustre general su respuesta di-
ciendo, que « si en el número de los afran-;
cesados hay algunos, cuya opinion, cono-
cimientos y decidido amor á la causa de
la libertad no puede menos de respetar,
en lo general de los escritores de este ge-
nero, que es á lo que se ciñó en su (lis-


-


curso, no se ha hecho otra cosa que abrigar
víboras (a)." Muchas gracias, señor Quiro-


( ) Si está hasta tal punto fascinado el
señor QUiroga , que piense sincerarriente qúe
en' los redactores del Censor abriga' la Espa-
ñ viii9tas prontas á' rasgarla el seo en que los
abriga , sepa, que sino lo impid; ‘ • su modestia,
podrían llenar este y otros mueles :meros' de sil
periodico de los elogios ritte río c de' hacerles
lbs personas Mas júiciosás é ilustra, de toda Eu-
ropa ; que poco ha confesaba espontáneamente un
periódico inglés , que el Censor español es el mas
sabio é ilustrado papel que se publica hoy dia, y
que uno de los mas distinguidos literatos de Por-




392
ga. ¿ No nos hará V. S. el favor de decir-
nos , si las doctrinas del Censor son vene-
no, cuál será la triaca? Una de dos : ó V. S.
profesa los principios consignados en él
ó no : si los profesa no serán venenosos ; y
sí profesa los opuestos.... 'dificil le se-
rá justificarlos. En suma el Censor es aman-
te de la libertad constitucional, del orden,
de la justicia, de la humanidad y de la
virtud ; y enemigo de la 1 icencia , del des-


tugal , miembro de su ilustre congreso , les escri-
bia en 4 de noviembre último estas notables es-
presiones, á que ni siquiera hasta ahora han con-
testado dando gracias, pero que su señoria podrá
ver cuando guste , acercandose á la Carrera de san
Francisco , casa núm. x.


¡ Feliz Hespanha , se os - teus filhos apreciarem,
»6 se aproveitarem , como devem , das saudaveis


licgóes que lhes ministrad todos os números do
» Censor' Desta obra cuja influencia importa mais
» á causa tht verdadeira libertade do que os mesmos
» ccrvicos db exército da Ilba de Leaó. Assim


sente , assim ó espresa= Hum cidada6 portuguez.»
Y con efecto, sin el freno de las sólidas y estre-
chas razones del Censor, á dónde no llevaria 4
no hubiera llevado ya á este desgraciado pais la
ignorancia 6 la inesperiencia de muchos de los es-
timables militares que se levantaron en la Isla , y
de sus - mas ardientes paniaguados ?


393
orden , de las injusticias , de las cruelda-
des y de la ferocidad jacobinica : es ami-
go de los liberales ilustrados y juiciosos.;
pero enemigo implacable de los furiosos
demagogos, de los caballeros del marti-
llo, , y de los que quieren establecerá fuer-
za de trágalas el reynado de la filosofía. Si
esto es ser víboras : tales se las depare Dios
á todas las naciones. Debemos notar que el
señor Quiroga no se ciñó esclusivamente
á los afrancesados escritores; porque aque-
llo que él mismo confiesa haber dicho , á
saber : « que los que una vez abandonaron
su patria, estarán prontos á abandonarla
siempre que la ocasion se presente,» á to-
dos comprende. Sin embargo hacemos al
señor Quiroga la justicia de creer que aun
cuando se le escapase inadvertidamente
esta espresion, no lo siente asi su alma ge-
nerosa; 'y de ello tenemos pruebas prác-
ticas y recientes.




394


TEATROS.


La Toquera vizcayna: comedia del doctor
Juan Perez de Montalban. .


Conocemos hasta treinta comedias de las
treinta y seis que el buen Juan Perez, colo-
can dose modesta mente en su Para todos entre
los hijos ilustres de Madrid, dice que tenia
ya escritas. Tiene buen cuidado de elogiarlas,
y de anunciar á la posteridad, que habian
recibido muchos aplausos en la representa-
cion. Esto no prueba mas, sino que tenia
una buena dosis de vanidad, y que no sin
razon dijo de él un contemporaneo suyo:


«El doctor tú te lo pones:
el Montalban no le tienes:
conque quitando uno y otro ,
vienes á quedar Juan Perez.»


Examinemos ya sus calidades poéticas
y dramáticas. En cuanto al estilo, es un
gongorista decidido; pero no tiene dificul-
tad en mezclar algunas veces pensamientos


395
y locuciones triviales, que hacen un con-
traste muy desagradable con su binchazon
habitual. Cuando habla en el tono familiar,
suele ser natural y gracioso , como lo prue-.
han varios diálogos de la Toquera vizeayna:
y aun tal vez enmedio de sus disparates
sublimes ., suele tener versos hermosísimos,•
y dignos de un mejor poeta : tales son es-
tos dos, ea que Polifemo acaba la enume-
racion de los regalos que quiere hacer á
Galatea:


«Y las perlas que el Ganes atesora,
recien lloradas (le la blanca aurora.»


Su construccion , generalmente hablan-
do , es natural y fluida , su versificacion
llena y armoniosa , dotes comunes á casi
todos los poetas de su siglo : porque es de
observar, que casi todos ellos pecaron con-
tra e] estilo , y muy raros , y rara vez, con-
tra la diccion. En ningun idioma se han
dicho tantos disparates con un lenguage
correcto . y armonioso , como en el caste-
llano.


En cuanto á los caracteres, se conoce
que Montalban aspiró á la gloria (le Lope
en describir caracteres naugeriles; porque
en sus comedias los galanes son nada; to-




r


396
do el interes se lo llevan las damas. Pero
las mugeres de Montalban se parecen á
las de Lope, como las caricaturas á los re-
tratos. Lope las pintó tiernas, apasionadas,
dispuestas á sacrificarse por sus amantes:
Montalban las pinta frenéticas. En Lope
conservan el decoro propio del sexo; y su
malignidad, como en la Moza de cántaro,
no pasa nunca (le un juego inocente. En
Montalban casi tocan en el estremo de la
voluptuosidad indecente, ( porque de to-


' dos nuestros poetas antiguos este es el mas
voluptuoso y lascivo, ya en las narraciones,
ya en la descripcion de los afectos). Las
damas de sus comedias no tienen dignidad
ni pudor : cuando aman, no se desdeñan
de manifestar que una gran parte .de su
amor pertenece á la fiaca. Si nuestra cen-
sura parece demasiado rígida, no citaremos
para justificarla, mas que un pasage de la
comedia No hay vida como la honra, en
que la dama, quejandose de la ausencia
de su amante, dice que no puede tolerar
su infortunio, cuando contempla


«Que ha de sobrarle la mitad del lecho
y ha de faltarle la mitad del alma.»


397
A pesar (le este defecto es ingenioso


en la fábula , la conduce bien, y en cuan-
to á las pasiones es quizá el que mas se
distingue entre los poetas de su siglo por.'
el interes, teatral que resulta del patético.
Tiene sus pretensiones de trágico , y casi
siempre pinta el amor desgraciado, y no
la fria y monotona galanteria de Calde-
ron , Cándamo y otros de su escuela : lo •
que hace mas notable la falta de decen-
cia y de dignidad en sus caracteres mu-
geriles. Rara vez es buen comico; y cuan-
do quiere serlo es frío y chocarrero, á pe-
sar de las sales que mezcla en sus diálo-
gos burlescos.


Nosotros creemos que tiene razon, cuan-
do dice en su Para todos que sus comedias
eran aplaudidas. En un siglo en que no
había idea de la verosimilitud teatral , (le-
bian interesar unos dramas, que á pesar de
•sus defectos representaban pasiones ardien-
tes, y que no se pierden de vista ni se
confunden con adornos y episodios , como
en la 'mayor parte de las comedias de otros
autores.


La Toquera vizcayna es una comedia
de intriga. Montalban escribió otra muy
semejante á esta en la fábula , con el tí-




398
tulo de la Doncella de labor; y aunque mas
correcta en cuanto á la disposícion , no es
tan interesante ni tan graciosa corno la To-


, quera. En nuestro teatro se representa re-
fundida; y es quizá la mas felizmente re-
fundida de nuestro teatro antiguo.


La fábula es esta. Don Juaa , caba-
llero de Valladolid , da muerte á don Die-
go por celos de doña Elena , y se viene á
la corte. Doña Elena le sigue , y celosa de
Flora á quien visitaba su fugitivo , se fin-
ge toquera vizcayna, y arma tantos embro-
llos que cuando ya desengariada de sus sos-
pechas descubre quien es á don Juan , este
no la cree sino con suma dificultad. Es
inutil analizar los lances ingeniosos y las
sales y donayres de que estít llena la pie,
za. Basta decir que causa un efecto muy
agradable en el teatro, y que es una de
nuestras mejores comedias de intriga.


¿Quien creyera encontrar en Montalban
un artículo de gramática ? Pues en esta co-
media lo hay, esplicando á su modo la
diferencia entre oir y escachar, sinónimos
de que tambien habla Calderon, Casi que el
arte de Girard no era desconocido á nues-
tros cómicos.


399
»Oír es una pasion ,
En que todos .convcnimons ,
Sin tener en lo que °irnos
Ni alvedrío ni eleccion :
Mas escuchar dice accion
En gusto propio, y así
Yo, que vine aqui sin mí,
Aunque con don Diego hablé,
Le oí; mas no le escuché,
Porque sin gusto le oí.»


La siguiente octava en que describela
plaza de provincia por primavera , puede
servir para justificar lo que hemos dicho del
su estilo de Montalban.


Amanece en provincia cada dia
Puesto un jardin de diferentes flores,
A quien los coches hacen-armonia,
Que son de este jardin los ruiseñores (i).
Tienen una fuente, que sonora' , y fria
De las flores murmura y sus colores ,
Y tal vez de otras cosas en su modo :
Que bien tiene de qué, si lo ve todo.


( i)


La trasformacion de coches en ruiseñores
no se entiende , á no ser que. hable del ruido quo
hacen al andar ; pero si este ruido era armonia pa-
ra Montalban , envidiamos sus orejas.




400
Los últimos versos prueban lo que


hemos dicho de la mezcla de trivialidad y
de hinchazon , que componen casi siem-
pre el estilo de Montalban


EL. CE:\ SOR,
PERIÓDICO poLinco Y LITERARIO.


N.° 78.


SAnAno, 26 DE ENERO DE 1822.


BIOGRAFÍA.


Sir Roberto WiLsoN , general inglés.


).11-aturalmente muestran todos los hombres
mucha solicitud por conocer a los indivi-
duos de su especie que se' aventajan á los
lemas en amarla y servirla, aunque no sue-
len hacerles la Justicia que merecen ,.sino
despues que han fallecido. Parece que te-
nemos miedo de que los elogios envanez-
can demasiado á las personas vivientes, y
estamos recelosos siempre de que empa-
len con alguna accion perniciosa todo el
lustre de las que han sido celebradas an-
tes del fin de su carrera ; cuando por el
contrario se debiera pensar que á 'los


TOA10 XIII. 26




402
mas sensibles amantes de la humanidad
estimularian estas á practicar otras nuevas
todavia mas señaladas, en vista: del reco-
nocimiento universal de sus semejantes.


Estas reflexiones nos han movido á es-
tractar en nuestro periódico un resumen
recientemente publicado en Paris de la vi-
da del general inglés sir Roberto Wilson (1),
militarilustre, que al mismo tiempo que ha
servicio y sirve á su patria con mucha dís-
tincion , se ha hecho célebre en Europa
por la escelencia de sus prendas morales
y por su ardiente liberalismo ; mereciendo
que todos fijemos en él los ojos, no solo
porque se halla todavia en edad de hacer
otros tantos ó mas importantes servicios á
su pais y á la humanidad en general, si-
no Cambien porque se ve hoy perseguido
en Inglaterra y está espuesto á ser vícti-
ma de la tirania.


Nació en Londres el año de 1 77 3 , 'del
doctor Benjamin Wilson, caballero muy


(s) El •autor de este artículo que tuvo la dicha
de ver y hablar en Paris al general Wilson , á prin-
cipios de mayo de 182o , puede asegurar á los in-
mortales autores de nuestra benéfica revolucion que
es uno de los mas ardientes apasionados que tienen
en Europa.


4o3
conocido en la república de las letras, y
á cuya celebridad contribuyó mucho la
discusion que tuvo ' con :el ilustre Franklin
sobre la superioridad de los para-rayos pun-
tiagudos á los chatos.


Estudió el joven Wilson en las escuelas pú-
blicas de Winchester y de Westminster , y á
la edad de 15 años, dejan4ose llevar de
su inclinacion á la carrera de las armas, pasó
al continente en donde se hallaba á la sazon
el duque de York, como general supremo
del ejército británico. La memoria de su
cuñado Bosville , coronel de guardias que
habia muerto poco antes debajo de los mu-
ros de Lincey, inspirójnteres á S. A. R.
en favor del joven Wyson ; y asi le nom-
bró al instante subteniente del regimiento
.i5.? de dragones ligeros. En este cuerpo sir-
vió durante. toda la campaña de . 1793 , y
tuvo la gloria de ser uno de los oficiales
ingleses á quienes el emperador de Austria
dió una medalla de oro, y luego la cruz
de la orden de Maria Teresa, con el título
de baron del imperio de Alemania, en premio
de su denodado valor en el combate de Vi-
liers donde unos pocos con fuerzaS 'muy des-
iguales batieron el ala izquierda del ejér-
cito enemigo, le causaron grande mortan-


.




4o4
dad , é impidieron que el emperador fue-
se cogido prisionero. Roberto mandaba
tambien el cuerpo que atravesó las filas
de los enemigos y penetró hasta el cuartel
general de Pichegrú , al que le quitaron su
edecan , su intérprete inglés y dos gen-
darmas ; conduciendolos todos á los cuar-
teles del duque de York , aunque fueron
perseguidos algunas leguas por tres regi-
mientos de Idisares franceses.


En 1797
volvió á Inglaterra sir Rober-


to Wilson con la caballera británica, y al
siguiente ario se casó con Jemima, hija del
coronel Bedford. Poco despues se volvió á
embarcar para Holanda ; y el día 2 de oc-
tubre de 1199, puesto al frente de su cuer-
po, se hizo memorable por un ataque in-
trépido contra 5oo soldados de caballería
franceses, de quienes recobró algunas .


pie-
zas de artilieria inglesa que habilita caido
en su poder. Cuando sir Ralph Abereroni-
bie preparaba en el niediterraneo la espe-
dicion que pasó luego á Egipto , el capitan
Wilson fue nombrado mayor del regimien-
to de Hompesch que estaba destinado á ella;
y habiendose detenido algun tiempo en los
cuarteles del ejército austriaco, tuvo lue-
go que caminar por tierra, y no pudo jun-


405
tarse con el general Ahercrombie hasta
despues del arribo de la' escuadra británi-
ca á la bahía de Mármora. Llevaba una
orden urgente del conde Bellegarde para
que el ejército inglés fuera á ocupar la Ita-
lia; pero el general Abercrombie no pndia
separarse de sus instrucciones. En Egipto
el generoso- Wilson fue el que negoció las
capitulaciones con el comandante del con-
voy frances en el desierto. Mantenia al mis-
mo tiempo amistad estrecha con el gene-
ral Abercrembie, con fiord Hutchinson y
con el bajá. Luego que •Alejandría se rin-
dió al enemigo, pasó con el general Cra-
dock á. desempehar otro encargo importan-
te, cuyo objeto se frustró por haberse fir-
mado los preliminares de la paz.


Cuando volvió de Egipto compró el gra_
do de teniente coronel de su regimiento,
el cual fue despedido despues de la paz;
y asi se quedó sin destino hasta el prin-
cipio del año de 1.8c4, época en que se
le nombró inspector de los voluntarios de
guardia cívica del distrito occidental. Lue-
go que el Parlamento suprimió las inspec-
ciones de voluntarios de la guardia cívica,
hizo su dimision sir Roberto; y al fin del
mismo año volvió á entrar en actividad,




4o6
corno teniente coronel del regimiento 19.°
de dragones ligeros. Siguió á este cuerpo
por diversos lugares hasta el principio
de la guerra de la peninsula , señalan-
dose en todas partes por su valor, es-
fuerzo y talento militar. Le encargaron
despues en Portugal la organizacion de la
milicia que acababa


. de levantarse para la
defensa del pais , y desempeiió esta co-
mision con suma habilidad y exactitud.
Despues de la desgraciada batalla de Tala-
vera, el mariscal Victor se encaminó á
la Estremadura para cortar la retirada del
lord Wellington ;. y en aquella ocasion
crítica manifestó el esforzado Wilson todos
los recursos de-su grande ingenio para con-
tener los progresos del enemigo , demos-.
trando que en la guerra es á las veces mas
util el talento que un gran número de
soldados. Al frente de fuerzas muy desi-
guales marchó en busca del cuerpo del
general Victor , y le obligó á estarse quie-
to algunos dias en las gargantas del puerto
de Baños ; de este modo hizo un servicio
importantisimo al ejército inglés para que
practicase su retirada sin tanta precipita-
'cion y quehranto. Lord Wellington , dan-
do cuenta de esta empresa en sus despa-


407
dios , hace un elogio muy particular del
valor y de los conocimientos militares de
sir Roberto , llamandole oficial de guerri-
llas; apodo con que por mucho tiempo se
le ha seilalado despues en Inglaterra.


No tardó el general Wilson en ser des-
tinado por el gobierno de su pais al
cuartel general de los soberanos aliados
que trasladaban la escena de la guerra de
las costas del luediterraneo á las del baldeó
y del Elba. En calidad de corresponsal
militar del gobierno británico, se halló
presente en los combates sangrientos que
entre los ejércitos de la Rusia y de la Pru-
sia se dieron en los años de 1811 y 181z.
Tuvo ocasion entonces de hacer servicios
muy importantes, que le grangearon el
aprecio de los monarcas aliados, y parti-
cularmente del emperador de Rusia , que
le condecoró con una orden de caballeria
,en el campo de batalla.


Poco despues de la miserable retirada
tlel ejército trances de Moscow fue llama-
do el general Wilson á Londres. y reempla-
zado por lord Stewart, hermano del mar-
ques de Londonderry, , que está actualmen-
te de embajador en Viena ; y desde aque-




4o8
lla época se le ha tenido á medio suelda.
Mas no por eso se estuvo ocioso y quie-
to en su retiro como suelen hacerlo otros
oficiales , sino que imitando á los mas cé-
lebres capitanes de le antigüedad, que du-
rante la paz se empleaban en instruir á la
juventud , ó en enseriar á los pueblos el
arte de la agricultura , el general Wilson
se ocupó al instante en defender á su patria
con la pluma. Concurrió á las sociedades
literarias de Paris y de Londres , abra-
zó el partido de la oposicion en el par-
lamento inglés, y escribió sobre la po-
litica militar de su pais. La última obra
suya publicada en Londres, sobre la con-
ducta y el actual poder de la Rusia , ha mo.-
vido eficazmente la atencion de la Euro-
pa hacia las empresas y la ambiciou de
esta gran potencia del norte; y su suceso
en Inglaterra ha sido tan completo que en
poco tiempo se han apurado cinco edicio-
nes copiosas. Comparando los hechos que
refiere el autor, y sus observaciones pro-
fundas , con la posicion actual de la Ru-
sia, y considerando los millones de hom-
bres que mantiene armados, y de los cuales
mucha parte está pronta á desembocar por


409
la Turquia,.no parece sino que toda la obra
es una profecia .continuada y que va á rea-
lizarse inmediatamente. De cuantos escri-
tos se han publicado en los últimos tiem-
pos sobre esta potencia colosal , el de sir
Roberto Wilson es el mas importante sin
disputa ninguna , porque es el que con-
tiene pensamientos mas sutiles y al mis-
mo tiempo filosoilcos sobre los inevita-
bles progresos de esta nacion.


El Times, periódico inglés muy cono-
cido, ha publicado poco há una llamada
á favor de los griegos, que se atribuye al
general Wilson , y que formará la prime-
ra obrita de una colcccion que está ha-
ciéndose <le las mas señaladas que se han
publicado acerca de la lucha actual entre
los griegos y sus bárbaros perseguidores,
por una compañia de amigos de la liber-
tad y de la humanidad
• . El general . Wilson ha servido pues en
Holanda , en Egipto, en Polonia , en Por-
tugal , en España, en Rusia, en Turquia , en
Alemania y en Italia. En Portugal, al fren-
te'.de la legión Lusitana impidió la evacua-
cion de Lisboa , y de este modo puso al
abrigo del enemigo toda la parte meridional
de aquel reyno. Ya se ha indicado la mas se-


fID




4 I o
alada empresa suya en Espafia despues de
la batalla de Talavera : en Turquía , en Ale-
mania y en Rusia ha escrito informes que
demuestran sus vastos conocimientos en el
arte militar y su profundo talento para la
política. Alti pintaba y ciaba claramente á
conocer á los soberanos aliados contra la
Francia el caracter particular y las opinio-
nes de los capitanes ilustres de ceta ultima
potencia , las medidas que debian tomarse
y los medios que se habian de emplear pa-;
ra abatir al genio estraordinario que no pa-
recía haber nacido sino para llevar eternamen-
te amarrados de su carro triunfante á los
monarcas del universo. Los soberanos alia-
dos quedaron tan plenamente persuadidos de
exactitud y sumo valor de estos informes,
que á porfia colmaron de beneficios al ilus-
trado Wilson, y le condecoraron con las in-
signias de todas sus órdenes militares. Ale-
jandro apreciaba tanto la conscrvacion de
este soldado, que practicó cuantos esfuer-
7os pudo porque el gobierno británico le
dejara en los cuarteles generales de los alia-
dos; pero con todo eso sir Roberto Wilson
pasó á Italia.


Para hacer mas amplia muestra de los
sentimientos y del caracter de este docto é


411
intrépido militar , de este amigo de los
pueblos y de sus derechos, es necesario de-
cir en este lugar que el general Wilson,
testigo frecuente de los agravios que hacian
á la Italia diferentes soberanos de Europa,
ha tomado siempre el mas vivo interes en
la suerte de aquel desgraciado pais. Se cree
tambien que es uno de los mas ardientes po-
líticos-que discurren con bastan te fundamen-
to que la tranquilidad y bien estar de la En-
• opa dependen muy particularmente de la
independencia de la patria de Mario y de
Petrarca, cuna de la libertad y de las ar-
tes, aunque por tanto tiempo haya sido des-
pues víctima de la tirania y la opresion de •
los estrangeros. Lo que demuestra que no
es un vario simulacro la ópinion de sir Ro-
berto Wilson es que en la cámara de los
comunes declaró , luego que supo que por
el congreso de Viena se habia estinguido
el reyno de Italia, que abandonaba el des-
tino importante que estaba ocupando en
aquella época , y renunciaba un sueldo
cuantioso, porque habia considerado aque-
lla resolucion como una falta de buena fe
indigna del siglo. Asi parece que deberian
portarse todos los amigos sinceros de la li-
bertad, cuando se trata de llevar á ejecu-




412
cion rin neto contrario al derecho de los
pueblos.


Tambien es conveniente manifestar aqui
que cuando sir Roberto Wilson volvió á
Inglaterra, despues de '_concluida la guerra
de Rusia, se halló escluido del reparti-
miento de premios que prodigaba enton-
ces el ministerio inglés á cualquier oficial
que hubiese servido fuera del reyno; y no
alcanzando el motivo de esta escepcion,
dirigió un memorial" al gobierno de S. M.
británica pidiendo que se le manifestase;
mas á pesar de que tuvo una carta muy
alhagüefia de S. A. R. el duque de York,
en que hacia este príncipe una larga
y brillante enumeracion de los grandes ser-
vicios del general Wilson , no pudo al-
canzar satisfaccion alguna del ministerio
inglés.


La época mas memorable y todavia mas
interesante de la historia del general Wil-
son es aquella en que tomó parte en la
evasion del conde de Lavalette. Con efec-
to, qué objeto mas magnánimo puede pre-
sentarse á la veneracion de todos los pue-
blos que el de un estrangero pronto á re-
coger y asistir á un proscripto' desconoci-
do, arrancado por la piedad conyugal de


413
entre las garras de la muerte ignominiosa
que le tenia preparada una faccion resenti-
da y armada del poder? En cuanto á los
motivos que le movierón á practicar esta
hermosa .accion , vale mas oirselos decir
al mismo héroe del modo que los pronun-
ció ante el tribunal que habia de condenar-
le. Respecto ít la acusado], de haber acogi-
do y sacado fuera de Francia á Mr. de La-
valette, no será muy larga mi defensa : el
hecho está confesado y no me empeiiaré
en sostener los motivos. Verdad es que Mr.
de Lavalette, á quien antes apenas cono-
cia , me habia inspirado el mismo interes
que observaba tomaban por él en Francia
todas las clases de la sociedad. Tambien es
verdad que he considerado á Mr. Lavalet-
te como á un hombre infeliz, condenado en
tiempo de revolucion por una ofensa me-
ramente política, y acreedor á todo nuestro
interes, habiendose entregado libremente,
satisfecho de su inocencia y confiado en la
fe presunta de los tratados; pero declaro
que todas estas poderosas reflexiones tu-
vieron-un influjo muy indirecto en mi de-
terminacion. Movióme antes la voz de la
humanidad á favor de la vida de un des-
dichado, y principalmente de un desdicha-




4/4
do estrangero. Su tono imperativo no me
permitia calcular el valor de los demas tí-
tulos que este pudiera tener á mi especial
benevolencia.


«Nacido en un pais libre, y criado en
la posesion de pensar libremente y de co-
municar mis pensamientos del mismo mo-
do , hice uso de este derecho. Verdad es
que creia ver en el horizonte político de
la Europa reunirse nubes obscuras y pre-
pararse tempestades espantosas, y aun pen-
saba divisar en la Francia síntomas de un
descontento que suponia general. Mi mo-
do de. pensar sobre materias políticas no
permite que me mezcle en los negocios in-
teriores de las demas naciones : deseo sin-
ceramente la prosperidad de todas , me dan
compasion sus desgracias, quisiera que to-
do hombre fuera Ubre, y todo estado in-
dependiente; pero jamas he formado desig-
nios propios de un conspirador.,›


A estas tan nobles y tan notables espre-
siones que el general Wilson pronunció pa-
ra su defensa , añadiremos alguna otra de
las que dijo su ilustre defensor.


«Ahora, señores, se quedarán ustedes bien
sorprendidos' al ver quien es este hombre
que se les ha pintado como un enemigo


4 I
dé toda la Europa, siendo por el contra-
rio uno de los que mas la ilustran y ma-
yores servicios ha hecho á la buena causa.


»Ya es tiempo de esplicar los geroglí-
ficos de honor que lleva en su pecho. No
es el general Wilson ninguno de los po-
seedores de mala fe que preguntados por
el título de su posesion no tendrían que
responder• sino possideo quia possideo po- • -
seo porque poseo : puede dar cuenta de
todas sus recompensas porque puede dar-
la de todos sus servicios.


»Lleva las condecoraciones del Aguila
encarnada, de santa Aná, de san Jorge „ de
Maria Teresa, de la Torre y la Espada, de
la Media luna cet. ect., porque ha concurrido
con distincion á las campañas de Flandes y
de Holanda, de Irlanda, del Helder, de Egip-
to , de Polonia, de Portugal y de España , de
Rusia , de Prusia , de Alemania y de Italia;
porque ha desempeñado comisiones graves
y muy importantes en Constantinopla y en
San Petersburgo, ect.


Wilson fue á batallar contra Napoleon
en España donde contribuyó eficazmente á
detener sus progresos , habiendo él mis-
mo reclutado y formado esa legion por-
tuguesa que tanto influjo tuvo luego en




416
la suerte é independencia de la península.


»En aquella guerra conoció al maris-
cal Ney , y no duda de confesar que fue
vencido por él, y que en medio de su der-
rota tuvo que celebrar la generosidad de
su vencedor. Este es el origen de ese in-
teres que se ha atribuido luego á consi-
deraciones políticas, sin saber que dimana-
ba de una justisima gratitud.


»Cuando Moreau fue herido de la bala
de cañon , estaba Wilson al lado de aquel
general, y fue el primero que le asistió y
prestó los socoros necesarios.


»No hay un soberano en Europa á quien
Wilson no haya hecho grandes servicios,
incluso el rey de Francia , el cual no ha
podido olvidarlos, quedando en su buen
corazon grabada la memoria.»


En el año de 184 se hallaban en Opor-
to unos prisioneros franceses amenazados
por la tropa portuguesa y por el paysana-
ge furioso , armados en numero de 4.o.000:
Wilson con, un puñado de tropas inglesas
y al frente de su leg, ion se opuso á la
rabia de aquellos frenéticos y les forzó á
respetar el derecho de gentes por el temer de
un rompimiento con la Inglaterra; costan-
dole este heroyco esfuerzo estar en un pe-


417
liare; inminente 36 horas, durante las cua-
les recibió por fortuna el refuerzo de una
division española, y consiguió asegurar á
los franceses su libre tránsito hasta el puerto.


En el combate (le Jarutina , cerca de
• Moscow , salvó Wilson la vida al sobrino
del duque de Feltre , se lo llevó á su ca-
sa y le colmó de atenciones y (le dinero.


El sobrino del principe de Tallevrand,
que era entonces edecan del general Au-
dinot , fue cogido prisionero al pasar el
&resina ; y hallandose miserable le dió
Wilson la mitad de su dinero y. de sus equi-
pages , y luego le salvó del viage de Si-
beria.


En Wilna Mr. Desgenettes , primer riit.17.
dieo del ejército francos , recobró su li-
bertad en fuerza de. las instancias del ge-
neral Wilson, siendo el único entre to-
dos los prisioneros que alcanzó esta gra-
cia. No contento con eso le dió Wilson
200 ducados para que los repartiera entre
los franceses mas menesterosos; é indepen-
dientemente (le este socorro general, su hu-
manidad se señaló durante aquella retira-
da por un gran número de otros servicios
particulares hechos á distintas persdnas , y




especialmente á los generales Normand y
TOMO XIII.




418
de la Houssaye„ á Mr. Fontanges, á Mr.
Durfort de la casa de Durás ect. ect. Wil-
son no ha sida menos generoso que con los
franceses , con los desgraciados de las de-
mas naciones. Cualquier infeliz, de donde
quiera que sea, tiene un derecho seguro
sobre su corazon : es valiente , humano y
liberal.


419


Concluyen los modelos de Ofamacion que
principiaron en el número anterior.


Modelo III.


Apenas s'e tenga noticia de, la terna ó
ternas que proponga el congreso á S. M.
para consejeros de estado , se procurará
aunque con cierta mensura y preeaucion,
insinuar algo de las intrigas que se quiera
suponer han precedido para formalas , sin
olvidarse de indicar, asi como por via de
indirecta , dos ó tres calumnias muy gor-
das contra dos de los propuestos para que
la eleccion recayga en el que mas acomo-
de_ al articulista. Esta precaucion po-
drá muy bien no surtir el efectó desea-
do ; pero queda siempre abierto el camino
para que apenas sea elegido el señor E. F.
se diga de.él lo siguiente.


«No nos equivocamos por cierto cuan-
do en, el numero tantos dijimos que los
pedidos consejeros que rodean á S. M.
parece que solo se han propuesto condu-
cirle de error en error, y de desacierto en
desacierto, para enagenatle el amor y la




4zo
confianza de los pueblos. No contentos esos
inicuos con haberle inspirado injustos y
ominosos recelos de aquellos hombres, que
cual nosotros son un modelo de virtud y
patriotismo , han logrado ademas sorpren-
der su real ánimo para que coloque en los
mas elevados puestos á los que hace mu-
cho






tiempo que debieran haber espiado
sus crímenes en un patíbulo.


»De esta clase de hombres es don E. F.
nuevamente nombrado para ocupar una
plaza , que debia servir de premio al valor
mas beroyco y á la virtud mas acendrada.
Pero está visto que lo que se desea es en-
vilecer las nuevas instituciones , para con
mas facilidad destruirlas y dar con ellas
en tierra. Nació el señor E. F. de una fa-
milia noble, es decir, de esos enemigos
naturales del pueblo que abusando de las mu-
chas riquezas usurpadas por medio de la opre-
sion y de la tirania han logrado substraer
se al imperio de las leyes y hollar con plan-
ta osada los imprescriptibles derechos de los
denzas ciudadanos. Mas no se crea que aun-
que este individuo haya heredado un nom-
bre ilustre, deja por eso de mancharle
con una conducta la mas vil y abomina-
ble que se puede discurrir. Desde que era


41r
muy muchacho levantaba la mano á su ma-
dre , y tiraba los vasos y los' tinteros á la
cabeza de su ayo ó de su maestro. Cuan-
do ya •era mayorcito corrompia á las cria-
das de su madre, y les robaba :í los criados
el triste salario debido al trabajo y á la
humillacion de su estado servil. Nunca
tuvo por . amigos sino á los lacayos y co-
cheros de su casa, dz quienes nada tenia
que aprender ea materia de vicios, mas
antes él los enseñaba otros todavia mas
groseros y detestables.


Luego que heredó su casa, arrojo fue-
ra de ella á su madre y hermanos, y des-
pidió sin premio alguno á todos los de-
pendientes antiguos y respetables. Dió las
órdenes mas estrechas á sus administrado-
res para que apremiasen á los pueblos don-
de tenia rentas , y ejerció todo género de
vejaciones para arrancarles lo atrasado y
lo corriente sin consideracion á su pobre-
za y honradez. Libertino y supersticioso
al mismo tiempo, fue uno de los que mas
se distinguieron por las frecuentes delacio-
nes que hacia al tribunal de la Inquisicion;
y bien sabido es que por él han gemido en
los calabozos muchos inocentes que aho-
ra tiemblan de que- se vuelvan á abrir




422
para ellos aquellas horribles mansiones.


Si vio temiesemos degradar nuestra ge-
nerosidad y delicadeza natural, publicaría-
mos diferentes avisos fidedignos que he-
mos tenido de que él ha suministrado
gruesas sumas á Merino, á Roa y á los


ficiosos de Navarra, como tambien
la correspondencia secreta que tenia con
el cura de Tamajon ; pero por mas que nos
llamen exaltados, sabremos siempre dar
ejemplos de prudencia y de una modera-
ción verdaderamente patriótica. Bien sabe


• Dios la violencia con que nos resolvemos
á hacer estas ligeras in


-
dicaciones; mas ellos


son los que nos provocan á.tina lucha que
tanto repugna á nuestro noble modo de
pensar; y bien saben nuestros amigos que
nada deseamos tanto como la union sin-
cera de todos los partidos y opiniones.
Si el Rey en lugar de echar mano de esos
perversos, nombrase para tales plazas á los
que nunca hemos transigido ni transigire-
mos con el despotismo y la arbitrariedad,
bien pronto cesariamos de luicerle estas
respetuosisimas reconvenciones; pero mien-
tras veamos Tic se con la el timon de
los negocios á nuestros irreconciliables
enemigos, nuestra pluma y nuestra es-


423
pada estarán siempre prontas á oponerse
4 que nos arrebaten esta preciosa liber-
tad.»


Este modelo admite una multitud de
variaciones porque debiendo ser elegi-
dos cuatro grandes de España, cuatro cele-
siasticos, y los restantes personas que se
hayan distinguido en las diferentes carre-
ras, pueden muy bien tomarse las •tintas
mas obscuras de los ciernas retratos para
componer el que se necesite. Solo. adverti-
mos que cuando fuese nombrado algun
obispo ó sacerdote. particular , no se olvi-
de decir, que es iracundo , avaro y concubi-
nario, amen de todos los denlas vicios que
pueden serle comunes con los (lemas
hombres. •


.


Modelo IV. Gefe político.


«Hasta cuando, desgraciados españoles,
habeis de servir ,de juguete á un ministe-
rio inicuo , perverso , corrompido y falaz,
que sin conocer otras leyes ni otro freno
que su ambicioné interes , trata de sobre-
ponerse á la Constitucion que habeis jura-
do, y de arrebataros la santa libertad
que conquistasteis con la.sangre de vues-




424
tras venas ? desasta cuando sufriréis que
os envie» para mandaros , no unos gefes
pastores que cuiden de promover vuestro
mejor estar, sino unos lobos rabiosos que
os devoren y aniquilen, ó por lo menos os
reduzcan á una vergonzosa esclavitud?
Cuando esperabais ver á vuestra frente
aquellos mismos hombres que os ilustraron
desde las tribunas de las ilustres socieda-
des patrióticas, y que fueron los primeros
á repetir el grito de libertad dado en las
Cabezas, (1 sufriréis con paciencia Ver esas
importantes magistraturas entregadas en
milanos de hombres ‘


ineptos , apáticos, sin
honor -, sin patriotismo y que llevan mar-
eado en su frente el sello de la infamia
y de la iniquidad?


»Sirva de ejemplo de esta verdad el
reciente nombramiento del señor
para gefe, político de tal


- provincia; que
él solo bastaría para prueba del encar-
nizamiento con que esos traydores.minis-
tros han mirado y miran vuestra adhesion
al sistema constitucional. Todos los que
conocen nuestro noble modo de pensar
saben que somos enemigos de las insur-
recciones contra la autoridad legítima , y
de que los pueblos se tomen la justicia por


425
su mano ; porque . nos preciarnos de cons-
titucionales puros y netos, y con solo que
dijesemos nuestros nombres. se verla que
no escribimos para el público, sino 'con
la mas pura intencion ; pelo este mismo
amor de la patria que nos hizo desenvay-
nar nuestras espacias y arrostrar loy, mayores
peligros en la guerra de la independencia,
nos hace ahora esgrimir nuestras plumas
con la dignidad ele hombres libres para sos-
tener el entusiasmo nacional que trata de
apagar un ministerio corrompido.'


»Para claros una idea cabal del inde-
cente personage que está destinado á man-
daros , no recurriremos á hechos dudosos
ít obscuros (sin embargo de que aseguran-
do nosotros su certeza bajo palabra de
honor, estarnos bien seguros de que seria-
mos creidos), sino á hechos públicos y con-
signados en folletos y otros papeles autén-
ticos , por Jos cuales consta, 1.° que don
G. H., aunque defendió la buena causa én
la guerra de la invasion , fue uno de los
que mas se señalaron por.las violencias y
vejámenes que ejerció en los pueblos sa-
cando muchas mas raciones de las que le
correspondian por ordenanza : .t.° que vio-
ló y permitió que violasen sus soldados á




426
casadas y á doncellas, y aun á las vírgenes
=sagradas al Señor: 3." que robó vasos
sagrados en los monasterios y parroquias
por donde anduvo , echando luego la cul-
pa á los franceses : 4. 0 que tenia contra-
tas ocultas con los proveedores y almace-
nistas del ejército, de cuyo infame tráfico
sacó sumas cuantiosas que luego ha disipa-,
do al juego y_con mu l eres .


de mal vivir:
5.° que en el año Catorce (y esto sí que pa-
rece increible) luego que el genio del mal
esteudió sus negras alas sobre el hcroyco sue-
lo esparza arrehatandole su sagrado código,
mandó á sus soldados que hiciesen cartu-
chos con las hojas mismas de este libro
sagrado que habia jurado defender: 6.° que
concurrió como juez á diferentes causas
de estado , en las -que siempre votó por
la: muerte _de los supuestos reos , por lo
cual le apellidaban el liobespierre de los
liberales.: 7." y último, que fue de la ea-
manilla.


»Diga ahora todo hombre de buena fe si
un malvado de esta clase merece que se le
entregue el mandórpolítico de una provincia,
y si nosotros tenemos sobrada razon para cla-
mar contra un ministerio que asi abusa de
nuestra bondad y tolerancia. Por eso no


421
hemos cesado ni cesarémos de repetir á
los pueblos , que si ellos por sí mismos no
cuidan de defender sus libertades públicas
por medio de insurrecciones constituciona-
les, bien pronto se verán reducidos á su
antigua humillacion. La naturaleza nos hi-
zo á todos iguales , sin otra diferencia 'que
la que establecen el saber y la virtud; mas
como lubrica • debeis suponer que los que
os destinan á mandaros tienen virtud ni sa-
ber , nunca estais obligados á prestarles
obediencia hasta que se nombren los que
fueren de vuestro gusto ; lo cual equiva-
le á que seais vosotros mismos los que
hagais en adelante los nombramientos. Bien
conocemos que no faltarán escritores ven-
didos al poder que con su acostumbrada hi-
pecresia dirán que estas doctrinas son anár-
quicas y stíbversiyas del orden social; pero
no los creais , porque'son víboras ponzoiio-
sas , á las . cuales hemos abrigado en nues-
tro seno para que nos devoren las entra-
iias ; y esta respuesta ya se sabe que es pe-
rentoria:»


Este modelo podrá aplicarse muy bien
á los comandantes generales, sih , mas que
variar los nombres.


tl




428


Modelo
— Jueces de cualesquiera


tribunales.


«Muchas y repetidas veces hemos pro-
curado inculcar á nuestros lectores la idea
de que el gobierno y el consejo de esta-
do son unos enemigos implacables del re-
gimen constitucional, y que parece que han
tomado á su cargo irle minando por sus
cimientos, ya que no tienen valor para ata-
carle frente á frente. ¿Y qué camino mas
cierto y mas seguro podian haber adopta-
do que el de poner la administracion de
justicia en manos de los hombres mas ig-
norantes y corrompidos de la república?
Los últimos nombramientos publicados en
la gaceta de tal dia son' una prueba evi-
dente de la verdad de nuestras prediccio-
nes• ; y al ver el nombre de don I. J. con
los destinados á distribuir la justicia entre
los españoles , se nos cubre el semblante
de vergüenza, y quisieramos haber nacido
entre los boten totes :


» Que se vengan ahora los serviles y.
los moderados, que siempre estan maní--
festando un temor hipócrita de los abusos
de la libertad de imprenta , y nos digan,


4s9
si aun cuando fuesen ciertos esos decan-


tados abusos, no son incomparablemente ma-
yores los beneficios que resultan de estas
y otras patrióticas revelaciones ? ¿ Cuándo
sino por este medio se sabria que don I. J.
es uno de los mas solemnes bribonesrque
pisan el suelo español ? Apenas hay quien
no conociese á su padre que fue el mas
acreditado•usurero de la corte, y que en
tan infame oficio llegó á juntar un caudal
suficiente para poner á su hijo en zancos y
que alternase con los jóvenes viciosos de
otra estofa superior á la suya: Con ellos disi-
paba el hijo el fruto de la ignominia de su
padre; y mientras que este vivió pudo aquel
lucirlo en lás mesas de juego , en los billa-
res y en todos los lugares de prostitucion.
Pero con la muerte del viejo avaro hubo
de poner término á sus prodigalidades, y
apenas le quedó lo preciso para comprar
de un abogado hambriento las certificacio-
nes y papeles necesarios para fingirse uno
de tantos ; con lo que y con los restos de
proteccion que aun conservaba de cierto per-
sonage libertino, pudo lograr una vára de es-
tas que llamaban de selorio. Cuantas y cuales
fuesen las tropelias , robos y violencias que
cometió durante su judicatura , no es facil


I




1


43o
ponderarlo, ni cabe en los estrechos lími-
tes de un periódico.. Baste decir que entre
él y el escribano despojaron de sus bie-
nes á todas las viudas , huérfanos y me-
nesterosos que Babia en el distrito de su
jurisdicion : que con el fin de apoderarse de
la hacienda de un hombre virtuoso que
vivia en paz con su familia , le formaron
una causa bajo pretesto de liberal , que le
ocasionó su ruina y una dilatada prision,
habiendo muerto de pesadumbre su espo-
sa y cuatro niños de tierna edad: que hay
gravisimas sospechas de que entra él y el
escribano envenenaron á los testigos , á fin
de que no se descubriese aquel delito tan
atroz , y lo cierto es que murieron con la
cara hinchada : que cuando el feliz pronun-
ciamiento del año veinte no permitieron ni
uno ni otro que se pusiese la lápida en su
pueblo hasta que recibieron la orden de
la corte , y esto solo bastaria para que ja-
mas hubiese vuelto á ser empleado un
magistrado tan inicuo.


»Sin embargo de todo esto, y cuando
estamos viendo con dolor sin oficio ni be-
neficio á tantos oradores y patriotas capa-
ces cada uno de ellos de gobernar un rey-
no entero, ¿ podremos sufrir con pacien-


431
cía que se haya nombrado para tal • ma-
gistratura á un. hombre tan despreciable
como don 1. J. ? Por eso estar tan atrasa-
das las causas de Cadiz , de Elio , de Ililo-
rales, del- Abuelo y «tantas otras con escán-
dalo y pesadumbre dedos buenos, y por eso
se hace cada dia mas necesaria la patrió-
tica orden del martillo. Hartas pruebas te-
nemos dadas de que no gustarnos que se
derrame sangre , que se ofenda en
la menor cosa la reputacion de nadie ; pe-
ro la perfidia y obstinacion del ministerio
nos ponen en la dura necesidad de desper-
tar el espiritu público que está muy ale-
targado, ya . que por deber y por vocacion
nos hemos constituido centinelas del siste-
n 'a constitucional.»


Pudieran dilatarse estos modelos á otra
multitud de casos y de personas, sin to-
marse otra molestia que la de ir copiando
materialmente las injurias y baldOnes que
se han estampado en diferentes periódicos
y folletos contra personas determinadas;
pero ya que los fiscales de imprentas no
han ereido conveniente denunciarlos de ofi-
cio, ni los caballeros jurados calificarlos se-
gun el juicio y parecer general , sino con-


. forme á lo que les dictaria su propia con-




412
ciencia, sin duda que no son bastante in.!
juriosos para poder servir de pauta y de
imitaeion. Por eso liemos dado al público
esta muestra que no dejarán de agrade-
cernos los aficionados, siquiera por ser la
primera coleccion de este género que se
habrá impreso hasta ahora. Es de esperar
que en breve •se aumentará y perfeccio-
nará tan utilisimo arte con no menos ven-
taja de la humanidad envilecida , que la que
se ha seguido hasta ahora de la tauroma-
quia, c•otalogia y tiernas ciencias de mo-
derna invencion.


Nos abstenemos de poner la dedicatoria
de costumbre, porque debiéndose de justi-
cia á los que hayan sido mas atrozmente
injuriados, no es facil ya hacer esta dife-
rencia desde e! Rey inclusive abajo, y den-
tro de poro tiempo, si continua el ardor
patriótico de cierta gabilla filosófica se lo-
grará cambiar el sentido de las voces , de
modo que las injurias sean elogios, asi co-
me los elogios de algunos son ya una man-
cha tan fea y de tan mala calidad, que difi-
cilmente la borrará el tiempo.


343


Nuevo proyecto de ley sobre los periódicos,
presentado á la cámara de los diputados


de Francia.


La mania de someter á leyes lo que no
puede reconocer ley alguna, como es el
pensamiento ; el temor que tienen los que
no piensan en gobernar segun los intereses
públicos, la voz de la razon y de la opinion
general, y el deseo de sobreponerse á las le-
yes constitucionales los que quisieran subs-
tituir á ellas su voluntad y aun sus capri-
chos particulares , han producido la ley de
periódicos presentada el a de enero á la
discusion de la cámara de los diputados de
Francia.


El tira-y-afloja de Mr. de Serre y de
Mr. Pasquier acabó por fastidiar igualmen-
te á los liberales y á los ultras. Unos y
otros se cansaron de victorias que no eran
victorias , y de derrotas qua; dejaban siem-
pre á los vencidos armas bastantes para pe-
lear á favor del ministerio, y no bastantes
para pelear á favor de sus doctrinas. Qui-
sieron tener un ministerio bajo el cual es-


TOMO XIII. 28




434
tuviesen seguros ó del triunfo, ó á lo me-
nos de la tranquilidad , único bien de los
vencidos : y se puede decir , que los libera-
les se han alegrado tanto como los ultras de
la caida de los ministros pasados y de la ele-
vacion de los actuales , que ciertamente no
han profesado doctrinas tan liberales corno
sus antecesores ; porque á lo menos se es-
pera de ellos mas franqueza , sea cual fuere
el sistema de gobierno que adopten.


El proyecto de ley sobre la censura 'de
periódicos que se pidió para cinco años
al principio de la sesion , rechazando con in-
dignacion de entrambos lados de la cámara,
cayó para no levantarse jamas. El ministe-
rio actual no se ha atrevido á pedir la cen-
sura para un año. Pero corno no se puede
concebir un modo de gobernar sin tener
alguna influencia en los papeles públicos,
á pesar del ejemplo de la Inglaterra y de los
Estados-unidos que marchan muy bien con
la libertad mas ilimitada de la prensa, se
ha pensado en sustituir al yugo de la cen-
sura otro mucho mas fuerte y mas arbitrario.


Segun este proyecto los periódicos son
libres é independientes de toda censura pre-
via ; pero en el caso de' que el .espíritu ó la
teralencaa de un escrito periódico ó diario


435
sean contra la tranquilidad pública, lá re-
ligion del estado ó las otras religiones le-
galmente reconocidas en Francia ó contra
la autoridad del rey ó la estabilidad de las
instituciones constitucionales , los tribíma-
les locales podrán , en audiencia solemne,
oidor el fiscal y los interesados , suspender
y aun suprimir dicho escrito periódico. Es,-
te es el articulo 3.° del proyecto: el cual á
nada menos se dirige que á destruir has-
ta sus fundamentos la libertad de la impren-
ta sancionada en la carta,/


En primer lugar, en/ virtud de este ar-
tículo se impone:á los periodistas una pena
sin sentencia legal. Se les impone una pena
porque se les priva de su_ industria , se les
obliga á perder el fruto y el capital de las
anticipaciones qué es preciso hacer en las
empresas de esta clase , y se les tacha pu-
blicamente por lo menos , corno á sospe-
chosos de obrar contra el gobierno, la cons-
titucion ó la religion : en una palabra , que-
dan arruinados y disfamídos.


Y esta pena se les impone sin senten-
cia legal; porque segun la actual legislacion
francesa, al toda pena debe anteceder la
declaracion del hecho por los,


jurados ; y el
proyecto pide que la declaracion sea heA


AL.




436
cha en audiencia solemne por el tribunal
territorial , autorizando de esta manera á




los jueces del rey á decidir sobre la tota-
lidad del negocio, y confundiendo en una
misma las cuestiones de hecho y de dere-
cho. La ley, considerada bajo este aspecto,
es una ley de escepcion, pues suspende el
ejercicio de las prerogativas de ciudadania
en las causas que se promuevan sobre pe-
riódicos.


En segundo lugar, no solamente es con-
traria á la Constitucion y al sistema legis-
lativo : es ademas arbitraria. No se dice á
los jueces que han de decidir en estas ma-
terias , sean ó no competentes : suspended d
suprimid los escritos periódicos que conten-
gan artículos contrarios á la paz, al rey , á la
carta ó á la religion : sino se les dice : en
viendo vosotros que el espíritu' ó la tendencia
de un periódico ataca (porte atteinte) á la
religion‘, á la paz , al rey ó á la carta , aba-
jo con él. De modo que el cuerpo de) de-
lito que deben considerar los jueces, no es.
una frase, un articulo, una narracion , un
discurso , sino el espíritu o la tendencia
del escrito. Pues quizá la Inquisicion no lle-
gó á este estremo : sus capítulos ele acusacion
fueron siempre acciones definidas y propo-


437
sicioneS señaladas , ya de palabra > ya


en -es
crito. El espíritu, ó la tendencia podia segun,
sus reglamentos sospecharlo, no castigarlo;
y era objeto de espionage y de pesquisas,
no de setencia.




Es un principio bastante conocido en
la legislacion penal que el cuerpo del deli-
to debe ser una cosa Ostensible y facil de ser
manejada, conocida y distinguida por los
sentidos. Quisieramos saber de qué medios
se valdran los jueces para conocer el espi-
ritu y la tendencia de un periódico, no co-
mo literatos, no como hombres de inundo,
sino corno jueces ; es decir, con una certi-
dumbre legal , como es necesaria para im-
poner la sentencia de proscripcion. Muchas
cosas se conocen con probabilidad , otras
se saben ciertamente, otras solo se sospe-
chan ; y á. pesar de todo , es imposible dar
sentencia, porque falta el grado legal de evi-
dencia que se' requiere para decidir legal-
mente.


Segun el proyecto, los jueces no aten-
derán mas que á su opinion , ó lo que
es peor, á la de sus protectores en el go-
bierno , para decidir cual es el espíritu de
un periódico. Nada hay mas incómodo pa-
ra un juez amante de la justicia, que las




438
voces vagas y de indeterminada significa-
don en el testo de .


las leyes : nada es mas
terrible para un juez debil, vencido al fa-
vor, al poder ó al espíritu'de partido, que
las leyes terminantes que no le dejan duda
entre hacer lo justo ó acarrearse el público
deshonor. Armesele á este juez prevarica-
dor con una ley que le permita en todas
las ocasiones un medio honesto para com-
placer á sus valedores, amigos ó partida-
rios; pobre del periódico que cayga en sus
manos, y que disguste á los protectores ci-
tados: bien pronto se declarará su espíritu
perturbador é irreligioso, y su tendencia
anárquica y anticonstitucional; aunque á
otro periódico, vecino suyo, le sea lícito
y permitido hollar inofenso pede cuanto hay
mas sagrado entre los hombres.


Un ministro de Napoleon veis este
escrito tan sumiso, tan elogiador del grande
hombre, tan adicto, tan monárquico? Leedlo
y no encOntrarjis ni una palabia, ni una fra-
se que disuene. Pues Liara,sabed que está lleno
de veneno: yo se donde y corno está el veneno;.
y por tanto voy a prohibirlo y á castigar á su
autor. Asi es como el poder juzga al talento.
Quizá el ministro tenia razon ; pero una
razon de esta especie es la de la tirania.


439
La ley española de libertad de impren-


tas prohibe espresamente toda interpreta-
cion del espíritu dél autor en las camas de
los escritos ; y exige que una frase sea di-
rectamente contra las leyes para sufrir la
condenacion ; y sin embargo hemos visto
acusar un escrito de tendencia á la sedicion,
y condenarlo por incitante á la desobedien;
cica. Esto no es de admirar para quien co-
noce la lógica de las pasiones : pero ¿ qué
seria, si la ley pusiese en mano de los jue-
ces la terrible arma de la arbitrariedad?


Mr. Peironnet , en el discurso que hizo
en la cámara antes de leer el proyecto,
confesó paladinamente, que la presente ley
no era tanto para condenar una frase im-
prudente, escrita quizá sin mala intencion
por negligencia ó acaloramiento, como pa-
ra reprimir el espíritu de los periódicos.
Nuestra lengua , dice , es tan fina , y nuestro
ingenio es tan vivo, que es muy facil escribir
cosas culpables, sin que el juez pueda aplicar
con exactitud las definiciones estrechas y
positivas del delito. Estas palabras descifran el
misterio del proyecto. No haya delinqui-
do en. buen hora el periodista; pero si ha
dicho cosas culpables ( y ya se sabe lo que
el poder entenderá siempre por cosas cul-


1.5




4440
pables que no son delitos), désele un po-
der discrecionario para decidir sobre esta
culpabilidad, tan lata y tan arbitraria, ¿á
quién? ¿á magistrados populares? ¿ álos Igua-
les del periodista acusado ? i1 o : á jueces
nombrados por el gobierno, de quien tie-
nen que esperar ó que temer, ó para sí
mismos ó para sus familias.


Es verdad que en Inglaterra existe este
poder discreciwuzrzo en las causas de im-
prensa ; pues la ley no ha definido alli to-
davia lo que quiere decir la voz técnica li-
belo, único capítulo de acusación que se
puede hacer á los escritores en aquel pais.
Pero ¿quien ejerce el poder discrecionario?
Los jurados, que por lo regular nada tie-
nen que ver con el ministerio, que son
iguales á los escritores acusados , y que
son tomados de la clase en que se debe
suponer mas amor á la justicia.


No es menos arbitraria la sentencia que
la ley dieta contra el periódico culpable.
Manda que se suspenda ó se suprima en-
teramente si ha lugar. Y quien ha de de-
cidir si ha lugar á la absoluta supresión ? El
tribunal. ¿Y qué reglas le da la ley para
decidir si ha lugar ? i ng,un a s. Que-
da pues al arbitrio del tribunal elegir de


4.4£
las dos penas, la mera suspensión, ó la su-
presion , la que mas le agradare ; es decir,
que podrá castigar una misma culpa con dos
penas tan diferentes, como son la ruina ine-
vitable de la empresa del periódico,
una pérdida parcial, tan facil de resarcir,
que. puede convertirsele en ganancia por
la natural curiosidad con que se buscan
los escritos prohibidos, y por el interes
que escitan los escritores coronados con la
laureola del martirio.


El artículo 3.° dice, que los debates
en que ha de decidirse la suerte del pe-
riódico, se 'celebrarán en audiencia solem-
ne: el artículo 4.° añade ; que serán pú-
blicos, á no ser que esta publicidad sea
contraria al orden y á las costumbres. ¿Y
quién ha de calcular este peligro , y deci-
dir si la discusion ha de ser pública ó se-
creta? Tambien el tribunal. De modo que
está en su arbitrio hacer todas las discu-
siones secretas, para evitar la indignaciou
de los hombres honrados é instruidos á
quienes el sentimiento de la equidad natural
irrite contra la prevaricación : está en su ar-
bitrio interpretar el espíritu y la tenden-
cia del periódico , y está en su arbitrio -la
pena que se le debe imponer. Pues para




442
hacer una ley de esta especie, ¿ no era
mejor remitirse enteramente á la equidad
del juez, como hacian los francos con Clo-
doveo, y los romanos con sus reyes ?


Está admitido en casi todos los pueblos de
la Europa culta, que cuando en las causas
intervienen espresiones ó narraciones obs-
cenas y por consiguiente injurio,,as al pu-
dor, los debates sean á puerta cerrada. No-
sotros no aprobamos esta costumbre; por-
que no hay cosa mas facil que hacer corn,-.
patible el decoro con la publicidad, garán-
tia indispensable para la inocencia, pro-
hibiendo en estos casos la entrada del tri-
bunal á las mugeres y niños hasta cierta
edad , que son las únicas personas cuyo
pudor se ultraja ó cuya virtud se manci-
lla con la presencia ó la descripcion del
vicio. Pero sea de esto lo que se quiera,
el hecho es que asi está admitido; y nadie
hubiera podido censurar, que en el proyec-
to de que hablamos, se hubieran escep-
tuado de la publicidad las causas , en que
las frases ó narraciones obscenas podrian •
ser peligrosas para el pudor.


Pero esta advertencia hubiera sido
ridícula' é inutil para el fin á que se dirige
la ley. Inutil, porque el caso de obsceni-


443
dad es metafisico en Francia , y lo es en to-
do pueblo culto. Ya se guardará bien un
periodista que tiene que vivir con sus sus-
critores, de ultrajar la:Moral pública.
til, porque aun cuando hubiese algun es-
critor tan desalmado, que sacrificase sus.
intereses por el placer de\decir obscenida-
des, nunca seria su periódico el que tu-
viese el honor de atraer contra sí la . ani-
madversion del gobierno. Ciertos hombres,
que encubren su amor al despotismo con
el velo de respetar las buenas costumbres,
aborrecen el contrato social, y perdonan y
aun alaban á Bocacio: queman el Espíritu
de las leyes, y leen con delicias los cuen-
tos de la Fontaine: y Voltaire no les se-
ria tan odioso , si se hubiera limitado á
escribir la Pucelle.


Fue necesario pues poner en el testo
de la ley una cláusula que estendiese á
muchos mas casos, á inumerables casos, á
todos los casos posibles la facultad de ce-
lebrar las discusiones á puerta cerrada. Es-
ta cláusula es la palabra mágica orden. Siem-
pre que' el tribunal juzgue que la publici-
dad es dañosa al orden, puede evitarla.
Ahora bien: ¿ qué caso puede ocurrir en
que no se introduzca, si se quiere, este




444
talisman? ¿Se impugna en un periódico una
medida gubernativa, el sistema del gobier-
no, la conducta pública del ministerio ? El
orden peligra si se ventilan en público los
argumentos del periódico, porque los mi-
nistros perderán parte de la fuerza moral


.19w
que se necesita para gobernar. ¿ Se escribe
contra el restablecimiento de las curias ecle-
siásticas, contra el fanatismo de los misio-
neros, contra los esfuerzos que hacen al-
gunos cúras para arrancar ciertos bienes
nacionales de las manos que los poseen? El
orden eclesiástico se perturba, si el pueblo
oye tratar con poco miramiento las deter-
minaciones y la conducta de sus obispos y
sacerdotes. ¿ Se ridiculiza la vanidad aris-
tocrática, se demuestra la injusticia de sus
pretensiones y los inconvenientes del pri-
vilegio ? El orden social sufre, si á los po-
bres se les permite quejarse de las vejaciones
de los ricos, y á los plebeyos de las de los
nobles. En una palabra, como en un es-
crito político no se puede tratar ..ninguna
cuestion , en que no esté interesado el or-
den en alguna clase de la escala social,
es imposible que haya un solo periódico,
en cuyo examen no permita la ley al tri-
bunal proceder á puerta cerrada; porque


445
observese ademas de todo lo que llevarnos
dicho, que el proyecto usa de la palabra
orden, sin ailadir siquiera el epiteto pábli
co , que hubiera restringido en alguna ma-
nera su significhcion vaga y general.


Está en la naturaleza del poder' compri-
mir la libertad de los periódicos que no le
agradan : la presente ley pone á disposi-
cion del poder una fuerza arbitraria para
proceder contra ellos y aniquilarlos: lue-
go la presente ley tiene por objeto acabar
con la libertad del pensamiento , arruinan-
do á los que especulan con dicha libertad.


«Pero , se nos dirá, ¿se ha de dejar im-
primir todo?» Nuestra respuesta á esta ob-
jecion tan 'vulgar y tan repetida, es la si-
guiente: Sí.


Los danos que se atribuyen á los malos
. escritores, no son producidos por ellos -mis


mos, sino por el silencio de los buenos.
¿Por qué los turcos no pueden dar un paso
hacia la civilizacion? ¿ Porque tienen el al-
corán y sus inumerables comentarios? No:
sino porque en aquel pais se le han circuns-
crito límites al ingenio humano , prohi-
biendo todo lo que se escriba contra el al-
corán. ¿De donde procedieron los males de
la anarquia francesa ? ¿De los infames pe-




446
rióclicos que escribían los anarquistas? No:
sino del fanatismo político que convirtió en
alcorán las doctrinas ultraliberales. Y pa-
ra tornar un ejemplo de nuestra propia his-
toria , son inumerables los libros que se han
escrito en España á favor del poder abso-
luto y del poder sacerdotal desde Fernan-
do el católico hasta nuestros dias. ¿Son esos
libros los que han tenido Sumergida la na-
cion en las cadenas del servilismo y en las
tinieblas de la supersticion ? No: sino la
prohibicion de todo lo que oliera , aunque
fuese de cien leguas, á , á buen
sentido , á filosofa. Los malos gobiernos ha-
cen mas daño con lo que ahogan que con lo
que crean ; y asi todos ellos procuran mas
bien destruir lo bueno que consolidar lo ma-
lo, tanto porqué es mas facil, como porque
el mal cunde olé su naturaleza cuando no
hay bien que se le oponga.


Habiendo libertad de escribir, el mal
es destruido en breve, porque se funda so-
bre el error y las pasiones , su lógica es
mentirosa y su elocuencia declamatoria; y
asi es muy facil reducirlo al silencio ó las
desvergüenzas y á las amenazas, que es la
manera mas innoble que tiene un escritor ó
un periodista para confesarse vencido. Es im-


447


posible que la díscusion á que da lugar la
libertad de la imprenta, no produzca el es-
terminio de los errores.


¿Por qué los escritores que sostienen una
mala causa apelan- á las amenazas , á las
calumnias y á las disfainaciones cóntra sus
adversarios en los payses donde la ley ase-
gura la libertad del pensamiento ? Para des-
truir esta libertad en cuanto les es posible.


Amenazan ; porque como no implica que
un hombre sea escelente escritor, públi-
cista y ciudadano, y al mismo tiempo ten-
ga mucho miedo á las proscripciones 'y per-
secuciones presentes y futuras, y al odio de
ciertas gentes que no son buenas para ene-
migos porque no son generosas , quieren
aterrarle con el espectáculo de los males
que desean causarle, y reducirle de este mo-
do al silencio.


Calumnian ; porque como hay algunos.
hombres tan. pundonorosos que se les cu-
bre la frente de sudor si saben que en -al-
guna parte se habla mal de ellos con jus-
ticia ó sin ella, pretenden hacerlos callar
por el temor de perder lo que aprecian
mas que la vida, el buen nombre. -


Disfaman; porque como todos los hom-
bres tienen debilidades y han cometido erro-




1


443
res , y á veces se teme mas la publicidad
de estos errores y debilidades , prueba de
la miseria humana, que la publicidad de
los mayores crímenes , que á lo menos son
hijos de la fuerza, acomoda mucho á los
que temen la luz aterrar á los que la tie-
nen en la mano con la delacion de sus de-
fectos privados. Esta observacion esplica
con que objeto se refieren para decidir una
cuestion política , las aventuras amatorias y
juveniles del adversario. En efecto es muy
conveniente saber hasta que grado llega so-
bre cero ó bajo cero la castidad de los que
disputan sobre una ley constitucional.


Todos estos miserables artificios de los
que quieren el mal, llevan consigo mismos
el símbolo de la reprobacion : los lectores
sacian su malignidad con esta chismografia
indecente; pero cuando vienen á tocar la
cuestion política, que es la que les impor-
ta, se olvidan de los amores , de las debi-
lidades, de las desvergüenzas , y solo atien-
den á la fuerza de las razones; y si acaso
se inclinan sin examen á alguna de las dos
partes , es á la que se defiende con mode-
racion y urbanidad; porque no hay quien
ignore que el que mal pleyto tiene, lo mete
ú voces.


449
No cesarémos pues de clamar á los le-


gisladores : dejad al pensamiento la
tad natural con que le dotó la providencia,
no temais al error, á la ignorancia ni á las
pasiones. La libertad de la prensa es como
la lanza de Aquiles , y cura ella misma las.
heridas que hace. Se abusa de ella (d y de
que .


institucion no ahusan .los hombres ? );
pero es tal su escelencia, que sabe corregir
sus abusos. Dejad á los amantes de .la liber-
tad y del orden espeditos los medios
de escribir , y no temais ni al Procura-
dor 41 rey- ni al Zurriago. El que no
tiene razon , hará muy bien en valerse
de la fuerza para hacer que enmudez-
ca su adversario; pero un gobierno li-
beral no se sostiene sino asegurando á todos
los ciudadanos el derecho de publicar sus
pensa mien tes.


No querernos decir por esto que no se
castiguen los delitos cometidos por medio
ele la imprenta; pero en esta parte suelen
cometer grandes yerros los legisladores, con-
fundiendo las malas doctrinas con los deli-
tos. La mala doctrina es un error ; por con-
siguiente es un mal; pero no es un dell! -1k
,<¿Yhemos de permitir este mal?" Si: porque
su remedio está en permitirlo. Asi como el


o9voaro


1


g II




4:50
delito se cura con la pena, el error se cura
con la. impugnacion ; y para que esta sea
completa y victoriosa , es preciso permitir
al error: q_ueuse: de todas sus armas lícitas;
ea deci•., se debe permitir su publicidad y
la de losparalogismos en que se funda. Asi
se. desterró: el: escolasticismo: asi. se pros-
cribió, el mal; gusto en las artes y en las
ciencias.: asi. se corrigen los defectos de la
escena:. asi finalmente llega el hombre á la
verdad:, despues de:haber vagado por los
senderos del error. ¿V por que no ha de su-
ceder.lp mismo en. política ? Por ventura
;<se ha concedido á los gobiernos la infa-


Nosotros somos y seremos amigos • de
la. ilimitada libertad , de la imprenta en
cuanto, á. las doctrinas, aunque no en cuan-
to á las personas ; pules creemos que la ca-
lumnia,. y la difainacion no son errores
sino. delitos. Sin embargo, en la práctica
nos someteremos siempre á las leyes vigen-
tes. en. nuestra , patria. Todo escritor tiene
derecho. de. espolier su pensamiento ; pero
todo ciudadano tiene la .obligacion de obe-
(hect', á. las leyes.. Volvamos al proyecto
del! ministerio trances.


Cualquiera crocria, que habiendo pues-


to los intereses pecuniarios de las empre-
sas periodísticas, á .


disposiciandel gobierno,
se Rabia hecho, cuanto hay que hacer con-
tra la libertad de los periódicos. Pues no
señor:. El artículo 4.(> establece, que si
en circunstancias graves fuesen insuficien-.
tas, las medidas. de cata; ley ,.se .


pongan en
vigor interinamente las leyes de escepcion
de 18-zo, y 18'2x, eh virtud de. una: ordenan-
za del rey, fir.


macla ,
por' los. nTiriistY0s:


Estas circunstancias graves sondas! elec-
ciones: Por.


este artículo quiere, conservar
el- gobierno, los medios


.
de comprimir,


más' bien,
cie adulterar la , opinión públi-


ca en la época mas importante para un
pueblo .


libre.
Es muy dificil eli


éxito de la
discusión de• esta ley.; pero la, repugnancia
que-ha encontrado en• su lectura, es. gran-
de y poderosa , aunque no en el- lado de-
recho ., el cuál contento con el triunfo que
ha obtenidér•en la derrota .


del- ministerio
pasado; no será un•acerrimo • defensor de
las libertades• publicase- Hay en , él• muy po-
cos doctrinariosi-es . decir , muy pocos hom-
bres que' consideren las doctrinas bajo el
aspecto del interes público, y no de
parúdó..




452
Sin embargo es de notar, que segun


el articulo L e del proyecto, solo el minis-
tro Peironet está encargado de sostener la
discusion , y el discurso que hizo antes ).
de la lectura de la ley no es ciertamente
el de un hombre confiado en sus medios
de conviccion. Todo el artificio de su elo-
cuencia se redujo á pasar, corno gato por
brasas, por el derecho nuevo y descono-
cido hasta ahora en los gobiernos libres,
aunque envejecido en los inquisitoriales,
de examinar y castigar el espiritu y la ten-
dencia, esa cosa invisible, aerea y no su-
jeta á definieion legal, que se escapa de
los sentidos y del raciocinio, y que se
puede encontrar donde quiera que aco-
mode afectar que se ha. encontrado.


El Constitucional frances del 5 de enero
hace contra el proyecto de ley una obje-,
cion que nos parece que no tiene respues-
ta. «Lo que constituye el espíritu y la ten-
dencia de un periódico es evidentemente
la esposicion de sus doctrinas Y el conjun-
to (le los artículos que le componen. Si
estas doctrinas consideradas separadamen-
te son irreprensibles, si los artículos lo
son tainbien, ¿como podrá ser criminal el
conjunto? Esto no se entiende. Atacad las


453
doctrinas : especificad los delitos .


, y sena-
ladles penas proporcionales. Cualquier Otro
sistema de legislacion es contrario á la
equidad,'


A esto responde el ministerio , que esta
no es una ley penal , sino polí tica , y que
no se castiga en ella el espíritu del perió-
dido, sino se comprime. Y ¿que no es pena
la ruina de una empresa. para su pro-
pietario?




X54 •


Algunos reparos 4 lcis observaciones sobre
el sistema restrictivo y prohibitorio de co-
mercio, especialmente con referencia al
decreto cielos Untes de España de 1820=
Opúsculo estraetado por Juan Bowring
de los manuscritos dol,caballerokremias
Bentham , -impreso .en- Londres en ,s,8-:i:
traducido al castellano por uno de los
redactores del Censor, é inserto testual-
mente en los números 74, 75 y 76 de
este periódico.


Cuando en los indicados números di-
mos la traduccion de este opúsculo , cum-
plimos con lo que exigian de nosotros la
amistad, la imparcialidad propia de todo
escritor público , y el interes de la patria.
La amistad, porque habiendonos propor-
cionado el señor Bowring el opúsculo de
que se trata -, no conocido todavia en Es-
paña, y habiendo manifestado deseo de que
le diesernos á conocer, no debimos negar-
nos á esta condescendencia respecto de una
persona respetable que nos honra con su
aprecio y confianza. La imparcialidad, po


455
que habiendo emitido nosotros -en varios
artículos opiniones contrarias á las •del
ilustre Bentham, hubiera parecido 'escesiva
parcialidad en favor •e'nuestro .sistema ne-
garnos á dar publicidad á un escritó ¿fuelle
impugnaba. El ifiteres de la patria ', porlitte
cifrandose este en que sean -acertadas las
providencias que se tomen para prtiffrover
su prosperidad, tiene 'derecho á-que su:cau-
sa se vea,, por decirlo en juicio 'con-
tradictorio, y se oyga no solo á los -aboga-
dos, sino tambien acusadores del sis-
tema prohibitivo.


Ahora pues que por nuestra parte he-
mos cumplido con Oil sagradas obligacio-
nes, y hemos dado' la pütlehá mas 'eviden-
te de que nuestro deseo no el 'Otúk5 kine el
de que se ilustre .debidamerite tau finpor-
tante cuestion , y preValoica al hn lti ver-
dad sobre el error y las preocápaCi'óne's,
searuos permitido espóher algunas dkitlits
que aun nos qtYedáü. sobre la áticilihá de
Benthain, y comunicar . td lector .<'arias refle-
xiones .O;tie se nos oftedln 'Chlitrá Tos prffi-
eipiol establecidos eh stl'epüttuió Clibfra
los argurnentos en que álá lOyá lbs detild-
nes. Terrible es él átleta eón '4tHla Váktibs
á combatir, y Muy dtsilgu'al Tá lhelia :1 pe-




456
ro aun cuando sucumbamos en la lid, el
celo hará disculpable nuestra temeridad,
que no deja de serlo la (le medir sus ar-
mas un obscuro periodista con el oráculo
de la Europa, con el escritor mas célebre
que hoy se conoce en materias (le legisla-
cion. Espondrernos por tanto nuestras ob-
servaciones con aquella timidez y descon-
fianza que debe tener cualquiera cuando
impugna á un hombre tan grande, y con
todo el respeto que se merece su nombre.
Para hacerlo con orden, método y clari-
dad, seguiremos parte por parte su misma
disertacion ; pero antes segun nuestra cos-
tumbre y para evitar equivocaciones pro-
curaremos fijar .con exactitud el punto con-
trovertido.


x.° Nosotros reconocernos que los go-
biernos deben dar toda la posible latitud
al tráfico interior de sus naciones respec-
tivas, libertandoles de toda traba , registro,
formalidad, reglamento é intervencion de
la autoridad ,escepto la indispensable pa-
ra la recaudacion de los derechos sobro
consumos : especie de contribucion que,
como lo probamos en otro número, es la
menos onerosa y la mas igualmente retar-
mida de cuantas se han inventado.


457
2.° En cuanto al comercio esterior, re-


conocemos que debe no solo permitirse,
sino fomentarse con premios , la estrac-
cion de todas las producciones indígenas
no elaborables, como son los comestibles,
inclusos los granos.


3.° Reconocemos que debe permitirse
y favorecerse la esportacion de todos los
objetos manufacturados en el pais.


4.° Creemos que debe permitirse la en-
trada de las producciones estrangeras no
elaborables , pero recargadas con derechos
mas ó menos fuertes, segun la abundancia
ó escasez que haya de ellas en el pais en que
se importan.


5.° Pensarnos igúalmente que se debe
permitir la i»troduccion de producciones
elaborables, 6 como vulgarmente se llaman,
de materias primeras , favoreciéndola cuanto
sea posible. Pero juzgamos


6.' Que se deben prohibir absolu-
tamente, ó, á lo menos dificultarse con
crecidísimos derechos , la esportacion de
materias elaborables, y la introduccion
de artefactos estrangeros de cualquiera
clase que sean. Y en esto último está
la cuestion. Bentham sostiene que es-
tas prohibiciones ó restricciones son per-




.458
Inclusas; y nosotros opinamos que son, no
solo utiles, sino indispensables y necesk-
•ias para fomentar la industria•, crear y
aumentar la riqueza de las naciones.. Bofe--
Tiremos con la mayor fidelidad' hasta con
sus mismas palabras los argumentos en que
el sabio inglés funda su sistema: les re-
futarémos á nuestro parecer sólidamente;
y aunque de esta •respuesta resultaria pro-
bado nuestro aserto , porque uno de los
medios mas eficaces de probar una propO--
sicion es rebatir lo que se objeta tontira.•
ella , añadiremos todavía pruebas directas
tomadas de principios incont'estab'les de
economia pública, y comprobadas con ejein-
plos sacados de la legislacion inglesa:, la
cual no podrá ser sospechosa á uueStro an-
tagonista.
• Primer argumento de -Bentharn. Cuan-
do se prohibe la introduccion de las ina-
nufacturas estrangeras, ó se obedece tí la
ley prohibitiva, ó no. Su obedece eh dos.
casos : se desobedece en uno. Caso I.° en
que se obedece; .cuando se compran los
géneros nacionales en lugar de los estrati
b


-


<Yeros. Caso 2, Q
en que tambien se 'obede-


ce; cuando no se compran ni unos ni 'otros.
Caso único en que no se obedece; cuando


459
se introducen furtivamente y se compran
los estrangeros. Caso I.° Se comp ran los
artefactos nacionales; pero por .supuesto
cuestan mas caros.; porque sino la prohi-
bicion careceria de objeto. Y cuál .es el re-
sultado ? Que el .consumidor sufre una
pérdida que equivale .á la diferencia .entre
el coste .del.género nacional., y el .que ten-
dría el estrangero si se permitiese su .e.ntra-
da. Y á qué bolsillo va el producto .de es-
ta contribucion? Al del público ?
no al de los productores del género :asi
gravado. Luego al pueblo no , le
neficio alguno,. pues las (lemas ,contríbu-
ciones .no se .disminuyen. .El paga una mas
y le es .nauy indiferente ,entregarla en el
tesoro público, ó -á los productores del gé-
nero beneficiado por la ley.


Hé aqui el grande, y por •inejor decir .el
único ,argumento de Ilentham y de todos
los enemigos .de .las leyes prohibitimas. -y á
la :verdad que si no viesemos que la nuerno-
ria está impresa en Londres., y se •diceen
su título que ha sido estractada de los ma-
nuscritos de.aquel .célehreiurisconsulto ; y
si por otra parte no nos lo asegurase el•senor
Bowring , nos costana• mucho trabajo creer
que .el gran lógico inglés propusiese•oulan-




46o
to aparato y énfasis un argumento tan dé-
bil. i.° No es cierto , hablando en general,
que cuando se prohibe un artefacto estran-
gero costaba este menos que el nacional equi-
valente; porque estarnos viendo diariamen-
te que por efecto de vanidad , y por el ca-
pricho de seguir la moda, pagan los elegan-
tes de ambos sexos los genews estrangeros
mucho mas caros que otros de su nacion
que les harian igual servicio. No ha mucho
que una señora de esta corte que hace muy
primorosos encajes, presentó un velo he-
cho ck6 su mano á cierta petimetra, pidien-


7.1) por él 25 doblones; pero teniendo la
franqueza y honradez de confesar que esta-
ba fabricado en Madrid. La petimetra por
sola esta circunstancia no quiso tomarle:
la encajera contó á una modista francesa lo
que la habla pasado ; y esta la Ajo: «de-
me usted el velo, que yo haré de Incido que
esa misma señora le compre y mucho mas
caro.» En efecto , habiendole puesto en una
caja de canon de las que ella tenia de


, se le llevó á la •petimetra asegurándola
que acababa de recibirle, y que por sor una
cosa preciosa y divinamente trabajada , y
sabiendo el delicado gusto de madama, iba
á ofrecersele para que tuviese la satisfac-


461
cien de ponerse una cosa que no tenia
igual en Madrid. La petimetra cayó en el
lazo, alabó sobre manera el mismo identi-
co velo que habla despreciado la vis pera, y
pagó ¡ quien lo creyera! ocho mil reales por
el mismo objeto que hubiera comprado por
mil y quinientos. Esto está sucediendo á
cada paso. Luego no es cierto siempre que
prohibido un genero estrangero pague mas
caro el consumidor el equivalente nacional.
Al contrario, en general puede decirse que
reducido á los del pais gastará mucho me-
nos que cuando se introducen libremente las
modas é invenciones estrangeras. Y no ha-
blemos de los solos objetos de lujo , sirio
de los que se llaman necesarios (v. g. los
paños. Prohibanse los estrangeros: que su- .
cederá ? Que los consumidores tendran
vara de los finos á 90, zoo ó rsto rs:, cuan-
do ahora pagan hasta croo por los estrange-
ros de igual denominación. Es verdad que
los nuestros no son todavia tan hermosos
corno los de Louviers y Sedan ; pero ademas
de que lo seran;con el tiempo , porque ¿qué
razon hay para que en España no se hagan
tan buenos paños como en Francia, pudien-
do emplear iguales máquinas y teniendo me-
jor lana ? La diferencia de 3oo rs. en




1


462
vara ¿es proporcional á la ventaja que los-
franceses pueden llevar á los españoles? Afia-
dase qué se nos venden por paños de Loa-
viers y de Sedan á precio de 28 o y 3bo rs.
vara los de Lodeve, Bedarieux y otras par-
tes , los cuales no son ciertamente mejores-
que los de San Fernando, Tarrasa y otros
de nuestras fábricas. Quedé. pues asentado
que cuando se prohibe un genero estrange-
ro , no por ese- paga el consu midor mas ca-
ro el nacional que le sustituye ; y por con-
siguiente




,que . el argumento de Bentham
procede en supuesto falso. Asi tiene mucho
cuidado con emplear en sentido equívoco
la palabra mejor, diciendo que por ella en-
tiende mas barato ; y al instante añade que
Mejor, en la opinion de los compradores,
es le mas oertrajosb r agradable. Esta últi-
Ti) a es la' verdadera acepcion de aquella
palabra ; y cuando no se quiere embrollar
las ideas y dar sofismas por demostraciones,
es necesario distinguir lo mejor de lo mas
barato. Los artefactos estrangeros- serán , si
se quiere , en muchos ramos mejores que
los •nacion ales , es decir, mas agradables, mas
finos, mas bien hechos ; pero puestos en
España aun con moderados derechos, no
soló no son siempre mas baratos, sino que


463
casi por necesidad han de salir casi siempre
mas caros. Asi no es cierto que cuando se
prohiben artefactos estrangeros se impone
una contribucion al consumidor de los na-
cionales; pero


2.° Supongamos que asi fuese : conce-
damos que siempre y en todas clases los
géneros estrangéros saidrian puestos en
España mas baratos que los del pais , y
por consiguiente, que en efecto resulta al
consumidor un aumento de gasto ó una
pérdida , equivalente • á la diferencia de
precio entre el género nacional y el de
fuera : ¿que prueba el argumento de Ben-
tharrt? Nada. ¿No se imponen y deben 1en _in-
ponerle- contribuciones para fomentar la
agricultura , facilitando las comunicaciones
por tierra y por agua con construccion
de caminos y canales ? Pues ¿ que mal ha-
bráéu que se. , imponga una contribucion pa-
ra fem.entar la industria? = Es que esta con-
tribucion no se lleva directamente alas arcas
públicas. = Y ¿que importa?¿ Dejará por eso
de producir el bien á que es destinada?= Es
que; en beneficio de los fabricantes sola-
mente. =¿ Yes posible que-esto diga un hom.
bre eomo Bentham-?t Cuando se impone una
contribucion-para construir un canal ó un ca-
minó qUefaeillte . el transporte de los granos




464
y ciernas producciones de una provincia,
¿se favorece á los solos agricultores de ell a,
ó se hace uu beneficio á toda la nacion?
¿No saben hasta los niños que cuando en un
pais florece la industria , esta á su vez ha-
ce prosperar la agricultura y el comercio,
y por consiguiente que si con las prohibicio-
nes se fomentan las fábricas, la mayor ri-
queza que adquieren los fabricantes reflu-
ye necesariamente, y aunque ellos no quie-
ran , en las denlas clases del estado ? ¿No ha
considerado Bentham que aumentado el
numero de fabricas se aumenta el numero
de operarios , se hace mas trabajo, se crean
mas y mas valores, se proporciona subsis-
tencia á mayor número <le individuos,
y por este medio se fomenta tambien la
agricultura ? ¿No ha visto que estos fabri-
cantes beneficiados son tambien á su vez
consumidores de todos los ciernas objetos
que no se hacen en sus fabricas ; y por
tanto que ellos pagan tambien parte de
esa contribucion general , utilisimatnent
establecida para fomentar la indust ?
Prohibanse todos los artefactos estrjge-
ros: el fabricante de partos por ejemplo
se enriquecerá sin duda; pero pregunto: ¿este
fabricante no come , no bebe, no se cal-
za, no se pone camisa, no paga ó fabrica.


465
una casa , no la amuebla ? ¿ Y para esto,
no compra á otros individuos todos los ob-
jetos que él no fabrica? Pues hé aqui una
multitud de ciudadanos con los cuales re-
parte el fabricante sus ganancias, y á los
cuales fomenta y enriquece tambien la pro-
hibieron de paños.


Caso 2. 11. No se compran los generos es-
trangeros ni los nacionales equivalentes; y
entonces aunque la ley es obedecida, no se
consigue su objeto.= Ademas, si bien no se
puede asignar ninguna pérdida pecuniaria á
los que antes compraban los generos estran-
geros , y nada sufren bajo una forma tan-
gible y mensurable; sin embargo la priva-
cion de las comodidades ó placeres que les
resultaban de la adquisicion de aquel obje-
to, y por, las cuales se medía su valor pe-
cuniario, es una pérdida no menos real
aunque imposible de calcular. =Respuesta.


r.Q El caso no puede verificarse sino
respecto de los objetos de puro lujo, por-
que los indispensables se comprarán infl•
liblemente ; pero aunque con la prohibi-
cion no se consiga fomentar la fabricacion
nacional de los equivalentes á aquellos, es
decir, á los no necesarios , siempre se gana
mucho en que los ciudadanos no gas- ,


xru. 3o




466
ten en superfluidades , enriqueciendo con
su coste á los estrangeros; y en que des-
tinen á objetos utiles las sumas que emplea-
rian en bagatelas.


2. Q Aun cuando se verificase tambien
hasta cierto punto , porque en su totali-
dad es imposible, en los objetos necesa-
rios, es decir, que por no ser tan buenos
los nacionales, dejasen de comprarse en
tanta cantidad como se comprarian los es-
trangeros, la privacion de las comodidades
ó placeres de pura imaginacion que los consu-
midores hubieran tenido con los de fuera , es
un sacrificio que la sociedad tiene derecho á
exigir de sus individuos para proporcionarles
en cambio bienes mas sólidos y reales , Co-
mo son el aumento de la poblacion y de
la riqueza , la diminucion de la mendici-
dad etc. etc. Esto pide alguna esplicacion.
Supongamos que prohibiéndose los paños
estrangeros no tuviésemos por algun tiem-
po, que á la larga ya los tendriarnos , fraques
tan finos como ahora; ¿ no será justo que
todos los que aman sinceramente á su pais
se. priven del cortisimo é insignificante pla-
cer que puede resultarles de que el paño de
su levita sea un gradiw mas fino? ¿Que mal
verdadero, físico y real le resultará de se-


467
mejante privacion ? ¿Consiste acaso la sólida
felicidad del hombre en que su vestido sea
un poco mas brillante? Si escluidos los
paños estrangeros, se obligase á los ciu-
dadanos á vestirse de estera, ya entende-
rnos que se les hacia un daño real, y se les
causaria una -incomodidad contra la cual
podrian reclamar con justicia ; pero si so-
lo se trata del mas y del menos en cierto
grado de finura, imperceptible las mas ve-
ces y alguna imaginaria , ¿qué pérdida es
esta para que el legislador la tome en cuen-
ta, y deje por eso de prohibir los paños
estrangeros ?


Caso 31.9
y único en que la ley no se


obedece, que es cuando el genero nacio-
nal ni se compra ni se consume, y el es-
trangero.a pesar de la prohibicion se compra
y se consume, es decir, cuando se introdu-
ce y vende furtivamente el genero prohibi-
do. En este caso tiene mucha razon. Ben,
tham en decir que se hace un daño y
muy grave á la nacion. Harto lo sabemos
por esperiencia propia; peraesto solo prueba
que es dificil ejecutar las leyes prohibitivas,
no que estas no sean útiles , justas y ne-
cesarias en sí mismas. Sin embargo la In-
glaterra misma es una prueba de que has-




468
ta cierto punto pueden ejecutarse , y que
con solo una parte de su objeto que se
consiga, se hace un gran beneficio á la na-
cion que las adopta. Luego volveremos á
hablar de esta objecion , porque Benthain
la repite en otros terminos mas adelante, é
insiste mucho en ella. Entre tanto pregun-
tamos , si aun prohibiendose con graves
penas la introduccion de generos estran-
geros, entran estos todavia y perjudican á
la industria nacional, arruinando nuestras
fábricas, ó á lo menos impidiendo que pros-
peren y que se establezcan otras nuevas:
¿ que seria si se les dejase entrar libremente
é inundar nuestros mercados? ¿Quién igno-
ra que cuando hay riesgos y dificultades pa-
ra introducir uní cosa, siempre se introdu-
ce mucha_menor cantidad de ella que cuan•


franca la entrada ? Ademas , porque.
á pesar de la prohibieron entra todavia.tina
cosa furtivamente, ¿se deducirá en buena ló-
gica que haya de abolirse aquella ? Si cuan-
do en un pais vecino hay peste , verda-
dera peste ( no disputemos sobre si lo
es la fiebre amarilla ) , y puesto el cordon
sanitario se introduce sin embargo algun
apestado , dijese uno al gobierno que to-
mó aquella precaucion ve usted que


6 Sobornando


469


á los centinelas,
á pesar del cordon se han entrado clandes-
tinamente ,
algunos habitantes del pais apestado; con
que asi lo que tiene usted que hacer es
mandar retirar esas tropas, y dejar que
entreljobreniente todo el que quiera, aun-
que trayga la peste, y con ella se haya de
asolar una provincia.» Se ereeria que estaba
en su juicio el hombre que diese tan des-
atinado consejo? Pues este es cabalmente
el caso de los que nos predican que demos
libre entrada á los artefactos estrangeros
por la razon de que aun cuando se la
neguemos, todavia penetrarán algunos fur-
tivamente. La consecuencia que de este he-
cho se infiere, es precisamente la contraria.
La sana razon dice : si con las precauciones
tomadas hasta aqui se ha hecho todavia el con-
trabando, es preciso tomar otras y otras has-
ta conseguir ó estinguirle del todo , ó dis-
minuirle mucho : lo cual no es tan impo-
sible como suponen y aparentan los ene-
migos de las prohibiciones. La Inglaterra lo
prueba. Prohibida está alli la estraccion de
lana (ya, se ve que para el caso lo mismo
es que la ley prohibitiva sea para estraer
que para introducir) : pues que nos diga
Bentham cuanta lana se estrae cada aliso




470 •
furtivamente. Puede que no lleguen las ar-
robas á ciento. Y por que al cabo y á pe-
sar de tanto rigor como se emplea en esta par-
te, se sacan clandestinamente algunas arro-
bas de ella , ¿seria prudente que el parla-
mento revocase las leyes


-que prohiben su
estraccion? Decimos mas : ¿y el tal parla-
mento lo hará, aunque se lo prediquen
todos los Benthanes , Smithes y Says del
universo ? Ya, ya lo hará : entiende de-
masiado bien los intereses de su nacion.


Segundo argumento de Bentham.=Antes
de la prohibicion los géneros estrangeros
que se introducian , causaban la esporta-
cion de géneros nacionales hasta el equi-
valente de su precio : el productor estran-
gero, privado por la prohibicion del me-
dio que tenía para comprar los generos de
retorno, no concurre al mercado.=Respues-
ta.= Si concurrirá, si los generos que an-
tes sacaba son necesarios en su pais.=Pe-
ro ¿ y con que los ha de pagar, si ya no
se le admiten los artefactos que antes da-
ba en cambio ?=-¿ Con que los ha de pagar?
Eso él lo verá : es cuenta suya y no pues-
tra: los pagará con géneros permitidos ó
con dinero.


A esto replica Bentharn.—Esta repuesta


1171
no sastisface. i.° En cuanto al dinero,
quizá pagarían con él los generos nacionales,
si pudiesen adquirirlo. Mas como rió lo
pueden adquirir sino por la venta de sus
géneros, si los han vendido y han realiza-
do su ganancia, ¿qué motivo hay para que
den su dinero ? En cuanto á los géne-
ros, si estos son necesarios en el pais adon-
de va á buscar los otros, hay con que com-
prarlos y es licita su InipOrtacion i siem-
pre los darán, sean loa otros prohibidos ó
no ; de modo que la cuestion se queda en
el mismo estado que antes.


Contra réplica.-ni--En lo del dinero hay un
sofisma. Se supone que todo el capital del


- que va á comprar las producciones de Otro
pais, consiste precisa y unicamente en los
artefactos que antes daba en cambio; y la
cosa no es asi. El comerciante inglés
que viene á comprar á España vino de Ma-
laga , por ejemplo, tiene un capital que con-
siste en dinero ú en producciones- de su
pais ó en géneros coloniales , y nunca en
artefactos ó materias primeras: Sabe
que en España se vende bien la quincálletia,
supongamos: y ¿que hace? emplea una par-
te de su capital en quincalla , la trae
aqui y lleva en cambio el equivalente en




(


\^1


472
vino.—Se prohibe la í n tro d cci on de la quin.
calla: ¿qué resultará ?¿que aquel comercian-.
te no vendrá ya á buscar vino de Mala-
ga? No por cierto. Lo que resultará será
que sabiendo que ya no se recibe aqui la
quincallevia , tomará cualquiera otro de los
géneros que se reciben , corno linos , cála-
mos, algodones, canela , drogas medicina-
les etc., lo traerá y trocará por el vino.
Pasemos mas adelante: no hay género que
le convenga : pagará en dinero. ¿Con 'que
pagan los ingleses los objetos que sacan
de la China ? Con plata. Lo de que si
traen géneros permitidos , la cuestion se
queda en el mismo estado que antes, tam-
poco es cierto. Hay inmensa diferencia en
que el inglés que viene á cargar vino, nos dé
en cambio algodon, seda ó lino en rama,
ó percales , terciopelos y lienzos. Bien lo
saben ellos.


Insta Betham y dice : »la España ven-
de á Inglaterra vinos, lanas (no seria yo el
que se las dejase llevar), aceytes, frutos, y
recibe en retorno una gran variedad de
géneros fabricados y otros articulos. Se da.
un decreto que prohibe á • los españoles
comprar géneros manufacturados (ojalá se
diese hoy mismo). Del superfluo 'del pro.


.473
dueto de España no vendido ni co:los:en:10in_
do en este pais, se esportaba gran i
á Inglaterra en pago de los géneros in-
gleses ya prohibidos. ¿ Adonde irán los
españoles á buscar compradores para esta
porcion? No á Inglaterra, pues la han
privado de los medios de comprar : no á
los otros paises adonde se aplique la misma
prohibicion. » Respuesta. 1.° Los españoles
no tienen pié ir á buscar compradores de


- sus frutos: los que los necesiteri • ya ten-
drán buen cuidado de venir -ábuscarlos.
2.Q Es falso qüe la Inglaterra, si es la que-
los há menester , haya quedado privada
de los medios de comprar, porque se. hayan
prohibido aqui su artefactos: ¡ tiene tan-
tos otros objetos que dar en cambio ! Gé-
neros coloniales de todas clases , sobre
todo ahora . que nosotros hemos perdido
nuestras Américas, drogas del oriente, gra-
nos, salazones, metales , linos, algodones,
ect. , y sino dinero. Ella lo dará , si no tie-
ne otro medio de beber el rico vino de
Malaga : no hay que tener cuidado en es-
ta parte. Estas producciones naturales que
un pais tiene y no puede tener otro , son
las que establecen su mutua dependencia y
aseguran la continuacion del comercio,. aun-




que se prohiban reciprocamente sus arte-
factos; y estas son las que asegurarian nues-
tra ventaja, si adoptaremos el sistema prohi-
bitivo. En España pueden hacerse cuchi-
llos sino tan finos corno los de Inglaterra,
lo bastante para el uso; pero en Inglatera
no pueden hacerse los olivares (le las ori-
llas del Betis , ni los naranjos de Murcia.


(Se continuará. )


475


ANUNCIO.


El ilustre diputado á Cortes don Ma-
nuel Lopez Genero, dignidad de diantre
de la catedral de Cadiz, acaba de dar á luz
un Catecismo religioso, moral y político (1),
escrito con suma . claridad y en un escelen-
te lenguage. Nada diremos acerca de la par-
te religiosa y moral , porque habiendo sido
reconocido por la junta diocesana de esta
corte, y obtenido el permiso del señor vi-
cario eclesiástico de ella, importa ciertamen-
te mas esta- declaracion que cuantas reco-
mendaciones pudíesemos nosotros hacer de
su lectura.


La parte política está desempeñada con
mucha maestria y concisión, desenvolvién-
dose en ella con suma claridad la teoría
de los tres poderes y la delicada cuestion
de la libertad civil del hombre: Creemos
que seria muy conveniente que se adoptase
en las escuelas.


(1) Se vende en lalibreria de Cruz, frente á las
gradas de S. Felipe.




476


INDICE
de los artículos contenidos en el tomo XIII


DEL CENSOR:


Opinion del conde Lanjuinais contra el
proyecto (le ley relativo á las pensio-
nes eclesiásticas en la sesion de la cá-
mara de los pares de Francia, de 27
de junio de 18 2 I 3


Sobre la indiferencia con que se ven los
ataques que sufre la Constitucion. . . 9


Artículo que solo podrá leer con interés
el que haya tenido la paciencia de re-
pasar la primera y segunda parte del
Voto de Barcelona 99


Coalicion de los dos lados de la cámara
de diputados de Francia


36
Concluye el artículo del adinero ante-


rior, relativo á las memorables sesio-
nes del 9 y 1 1 de diciembre, y las (le-
mas en que se discutió la segunda par-
te del dictamen de la comision . . . . 44


Vuelta al artículo 17 2 de la Constitución.


477
dimitidos 8o
Pasages notables de un opúsculo del


señor Cabrera, sobre el estado de las
• Américas
8


Observaciones sobre el sistema restric-
tivo y prohibitorio de comercio. . . . 101


Aviso á los que se llaman hombres de
bien, sobre las elecciones futuras. 524


Triunfos del Espectador
136


Escuela nacional de artes y oficios. 143
Teatros. El Príncipe perseguido : cone=


dia de tres ingenios


148
El hombre agradecido : comedia en


tres actos de don Luciano Comella. . 15.a
El indolente poltron comedia en dós


actos. .


553
Las cárceles de Lemberg=Las minas


de Polonia
154


Anuncios 158
Continúa la traduccion <le las observa-


ciones de Bentham sobre el sistema
prohibitorio y restrictivo de comercio. 562


Sobre la necesidad de una ley que pro-
hiba las reuniones públicas y priva-
das, donde se discutan cuestiones
políticas 185




478
Continúa el resumen de la memoria


del señor Cabrera sobre el estado ac-
tual de las Américas, y medio de
pacrlicarlas 200


Reparos sobre los capítulos primeros, 7
sobre el estilo del proyecto de 'códi-
go penal, por don F. J. R 225


Injusticia reparada


. 237
Anuncios


239
Avino 24o
Concluyen las observaciones de Jere-


mias Bentham , acerca del sistema
prohibitorio y restrictivo de comercio. 241


Teatros. La escuela de los maridos : co-
media en tres actos, de Moliere , tra-
ducida al castellano por barco Celenio,
poeta Ireade
258


— La reconciliacion ó los dos herma-
nos : drama en cinco actos , de Kotz-
bue


262
— La muger de dos maridos : comedia


en tres actos de D. Y. R. D. A. . . . 265
Sobre un escrito publicado en Paris du-


rante la revolucion francesa
969


Diálogo entre ún andaluz, un navarro y
un madrileño


279


479
La. cuestion del dia
289


Circular del gefe político Ve Lugo á sus
conciudadanos . 3 z


Cuestiones relativas á la disciplina de
las cárceles. Londres 182O 3 2 1


Respuesta á tina inzpugnacion del Espec-
tador sobre sociedades llamadas pa-
trióticas. 33o


Imprecaciones de lord Byron en estan-
cias traducidas del inglés 345


Literatura. Las Vidas de Plutarco, tra-
ducidas del griego por el señor Ro-
manillos


354
Modelos de disfamacion 37 z
Sobre un artículo del número anterior 384
Teatros. La Toquera v'izcaina , comedia


de Juan Perez de Montalban 3g4
Biografia. Sir Roberto Wilson , general


inglés 401
Concluyen los modelos de disfamacion


que principiaron en' él námei'o'
tenor 459


Nuevo proyecto de ley sobre los perió-
dicos, .presentado á la cámara de
los diputados de Francia. . . . 433


Algunos reparos á las observaciones




48o
sobre el sistema restrictivo y prohibi-
torio de comercio , especialmente con
referencia al decreto de las Cortes
de Espaiía de 7820


454
'nuncio


475


,r 1 AV.


'-