L A G R A N B R E T A Ñ A P I C T Ó R I C A EL GOBIERNO Y EL PARLAMENTO DE LA GRAN...
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L A G R A N B R E T A Ñ A P I C T Ó R I C A


EL GOBIERNO Y EL PARLAMENTO
DE LA GRAN BRETAÑA




EDITOR GENERAL :


WALTER JAMES TURNER


El Editor General da las gracias a cuantos han tenido
la bondad de ayudar en la selección de ilustraciones,*


especialmente a los encargados de los varios
Museos públicos, Bibliotecas y Galerías, y a


las personas que han autorizado generosa-
mente la reproducción de cuadros y


manuscritos.




EL GOBIERNO
EL PARLAMENTO


DE LA GRAN BRETAÑA


G. M. YOUNG


CON 12 LAMINAS EN COLORES
Y


16 ILUSTRACIONES EN NEGRO




<0 EDITADO POR


ADPRINT LIMITED LONDON


, *
IMPRESO


EN LA GRAN BRETAÑA




LISTA DÉ LAS ILUSTRACIONES


LAMINAS EN COLORES


WILLIAM CECILj LORD BURGHLEY, 1 5 2 1 - 1 5 9 8


Cuadro al óleo, de artista desconocido


JOHN HAMPDEN, LLAMADO " EL PATRIOTA," 1594-1643
Cuadro al óleo, de artista desconocido


OLIVER CROMWELL, 1599-1658
Cuadro al óleo, atribuido a Robert Walker


EL REY CARLOS 1, 160O-I649
Cuadró al óleo, de Mytens *


DESFILE DE UN TRIBUNAL AMBULANTE, I762
Dibujo de Ogborne, grabado de Rowlandson


EL GRAN DESFILE A LA IGLESIA DE SAN PABLO EL DÍA DE SAN JORGE, 1789


Aguafuerte en colores, de Rowlandson


LA REINA VÍCTORIA Y LORD MELBOURNE PASEANDO A CABALLO EN EL GRAN PARQUE
BE WINDSOR


Cuadro al óleo, de Sir F. Grant


EL CASTILLO DE WINDSOR. LA TORRE NORMANDA


Acuarela de Paul Sandby, 1767


BENJAMÍN DISRAELI, PRIMER CONDE DE BEACONSFIELD, 1804-1881


Cuadro al óleo, de Sir F. Grant


LA SALA Y LA ABADÍA DE WESTMINSTER


Dibujo de J . Gendall, grabado de D. Havell


EL REY JORGE V, 1865-I936
Cuadro al óleo, de Cope


PRESENTACIÓN AL PARLAMENTO, EN 1° DE DICIEMBRE DE 1919, DE LADY ASTOR,
PRIMERA MUJER ELEGIDA PARA LA CÁMARA BAJA


Cuadro al óleo, de Sims


Explicación de las láminas en colores, en la página 47




ILUSTRACIONES EN NEGfífa


P A G I N A S


LAS ELECCIONES. SERIE DE CUATRO
CUADROS DE HOGARTH, 1754-1757


I . UNA FIESTA ELECTORAL
Grabado de Hogarth. 1 4


2. CONQUISTANDO VOTOS 1 5
Grabado de Hogarth.


3. LA CASETA DE LA VOTACIÓN 18
Grabado de Hogarth.


4. EL CANDIDATO SACADO EN
HOMBROS 19
Grabado de Hogarth.
Reproducidos con permiso de la Biblioteca del
Guild Hall de Londres.


LA MAGNA CARTA DE 1 2 1 5 l 6 , I 7
Facsímil del original en el Museo
Británico (Cotton MS. Augustus II,
106).
Reproducida con permiso de los síndicos del Museo
Británico.


SIR ROBERT WALPOLE, PRIMER CONDE
DE ORFORD, 1676-I745
Primer Ministro en 1 7 2 1 - 1 7 4 2 ; inicia-
dor del Gabinete ministerial. Cuadro
al óleo, de J . B. Van Loo.
Reproducido con permiso de- los síndicos de la
Galería Nacional de Retratos.


LA CÁMARA DE LOS PARES CON EL
REY ENRIQUE VIII EN EL TRONO


LA CÁMARA DE LOS PARES CON LA
REINA ISABEL EN EL TRONO
De un grabado probablemente de
comienzos del siglo XVIII.
Reproducidos con permiso de Sir Ralph Verney.


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28


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UNA ESCENA DE LA CÁMARA DE LOS
PARES EN I755 3 1
Grabado.
Reproducido con permiso de Sir Ralph Vemey.


LA CÁMARA DE. LOS COMUNES 35
Dibujo y grabado de Pugin y Rowland-
son. Del Microcosm de Londres.
Ackermann, 1808.
Reproducido con permiso de Sir Ralph Verney.


INTERIOR DE LA SALA DE WEST-
MINSTER 37
Dibujo y grabado de Pugin y Rowland-
son. Del Microcosm de Londres.
Ackermann, 1808.
Reproducido con permiso de la Biblioteca de
Londres.


VISTA DE LA CÁMARA DE LOS COMUNES
DESDE EL PATIO DEL PALACIO ANTIGUO 39
Dibujo y grabado de Robert Havell and
Son.
Reproducido con permiso de Sir Ralph Verney.


EN EL INCENDIO DEL PARLAMENTO
1834
Cuadro al óleo, de John Constable.
Reproducido con permiso de la Galería Parker,
Londres.


LORD JOHN RUSSELL
En una reunión del Ministerio de coali-
ción de 1 8 5 2 - 1 8 5 5 .
Cuadro al óleo, de Sir John Gilbert.
Reproducido con permiso de los síndicos de la
Galería Nacional de Retratos.


GLADSTONE PRONUNCIANDO UN DIS-
CURSO EN LA CÁMARA DE LOS
COMUNES EN 1893
Grabado del cuadro de F. Sargent.
Reproducido con permiso de Sir Ralph Vemey.


EL MUY HONORABLE WINSTON
CHURCHILL
Caricatura, por Vicky.
Reproducida con permiso del artista y de" Time
and Tide."


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43


45


47




INTRODUCCIÓN


ES T E libro no es uno más entre los numerosos que se han publicado para describir o criticar el funcionamiento del Gobierno británico. Su propósito se limita a exponer cómo el Parlamento se convirtió en Poder
soberano del Reino Unido y cómo ejerce esa soberanía. En esta doctrina de
la omnipotencia parlamentaria radica el elemento característico de nuestra
Constitución, elemento que, como los juristas saben bien, podría en determinadas
circunstancias ser utilizado para subvertirla. Es conveniente que, de vez en
cuando, recordemos que no hay poder, al menos poder legal, capaz de impedir
que el Parlamento británico otorgue al Gobierno facultades omnímodas para
cobrar trjbutos,. emplear recursos y dictar medidas a su arbitrio. L a única
garantía de que esto no ocurrirá es la opinión pública del país.


El Parlamento concede a los Departamentos ministeriales facultades de
reglamentación de servicios de las cuales emana un creciente número de órdenes


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y disposiciones que amenazarían invadir la esfera legislativa y la judicial si el
Parlamento y los Tribunales no velaran por reservárselas íntegras.


Hay quien se felicita del enorme desarrollo de las atribuciones ministeriales,
por creer que son más rápidas y más técnicas que las del Parlamento. Los
partidarios de las instituciones representativas alegaban que el " hombre de-
la calle " puede ser incapaz de juzgar cuestiones de política o legislación, pero
suele ser buen juez de los que las manejan. En nuestro tiempo no se duda
de la aptitud de los electores, sino de la pericia de los elegidos. Países de muy
diferente historia han hecho ensayos de gobierno constitucional sobre el modelo
británico y han acabado por abandonarlo y optar por una especie de dictadura
de un partido, régimen que entre nosotros no ha tenido semejante, salvo,
acaso, la remota analogía del predominio de los conservadores en Escocia en
la generación que precedió a la reforma electoral.


Paralelamente al crecimiento de los órganos administrativos ha disminuido el
interés hacia el Parlamento, salvo como escenario de unos cuantos personajes
políticos, de modo que si alguna vez, en lugar de unos cuantos fuera uno solo
quien atrajera toda la atención, y estuviera respaldado por una mayoría
numerosa y vocinglera, la omnipotencia del Parlamento podría desembocar en
la dictadura de un partido. La iónica barrera capaz de impedirlo es la
mentalidad del pueblo británico.


A la larga, la mejor forma de gobierno es aquella en que el consentimiento
es fruto de amplia información y discusión; pero hay épocas y circunstancias
en las que, como dijo Cromwell, " no es cosa de disputar, sino de alistar hasta
el último hombre." L a Gran Bretaña, a lo largo de su historia política, ha
procurado en tiempos normales asociar a la gobernación del país cuantos
intereses contribuyan a una discusión más intensa y a una acción más vigorosa.
En ese principio se basaron el Parlamento de los Plantagenet, los Consejos de
Gobierno de los Tudor, la Reforma de 1830 y la abolición de favoritismos en
1870, que abrió los cargos públicos a la educación y al talento.


Pero, por una parte, la extensión del sufragio aumentó el volumen de Ios-
partidos políticos y disminuyó su fluidez, y por otra, los servicios administrativos
se hicieron cada vez más .técnicos con lo cual el margen de información adecuada
y de discusión fructífera se ha reducido, y los hombres más cualificados para
intervenir en ella pierden influjo y vuelven la espalda a los asuntos públicos.
Asociarlos de nuevo a ellos es uno de nuestros grandes problemas políticos.
Creo que podría acometerse llamándolos a colaborar en las funciones de
organización y reglamentación administrativas más alejadas de la acción
parlamentaria. Tenemos experimentos y modelos en nuestro país. El mejor
de ellos me parece que es el de Comisiones permanentes, compuestas de


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Reproducido con permiso de los curadores de
la Biblioteca Bodleiana de Oxford


WILLIAM CECIL, LORD B U R G H L E Y , 1521-1598
Cuadro al óleo de artista desconocido




Reproducido con permiso de Lord Saye and Sete


JOHN HAMPDEN, 1594-1643
Cuadro al óleo, de artista desconocido




miembros del Parlamento, jefes administrativos y personas técnicas o bien
informadas. Cada una de estas Comisiones sería una especie de órgano
legislativo al servicio de una rama de la Administración, y así se conseguiría
que se reintegrase al servicio del Estado, en modo y forma eficaces, el tipo de
ciudadano que los griegos llamaban " hombre sensato," y los romanos
" prudente padre de familias," que es también el tipo de hombres a quienes la
ley inglesa confía en ciertos casos la apreciación de los hechos.


Es verdad que algunos tratadistas de Derecho político dudan de que
existan ya hombres de esas cualidades, y temen, en todo caso, que la honda
escisión y la hostilidad latente entre las clases privilegiadas y el proletariado
no puedan solucionarse dentro del marco de la Constitución política que
nuestros antepasados nos legaron. Pero yo he combatido este pronóstico en
otros escritos, y la guerra ha venido a reafirmar mi opinión de que cuando ella
termine no quedarán ricos. La propiedad privada ha terminado su misión,
como la terminaron la nobleza conservadora y los terratenientes de pasadas
edades, aunque dejando una huella de dignidad e integridad en la vida pública
que no deberíamos borrar. Del mismo modo espero que el vetusto armazón
de la Constitución británica se vigorice y refresque mediante el espíritu de
aventura metódica y de intrepidez oportuna característico de la era de libre
competencia, industrial y comercial, que ahora toca a su ocaso.


9 B




I. L A E V O L U C I Ó N D E L P A R L A M E N T O


El Gobierno medieval


L a Inglaterra conquistada en 1066 por Guillermo de Normandía se
diferenciaba en varios aspectos de los otros países y reinos que surgieron de
las ruinas del Imperio Romano. Es dudoso que los ingleses de aquella época
tuvieran un sentimiento de la nacionalidad semejante al de los franceses o los
alemanes, porque el isleño la toma como cosa corriente, de que uno no se da
cuenta, mientras al continental le sorprenden cada día las diferencias que lo
separan de los vecinos de la otra orilla del río o de detrás de las montañas.
En cambio, los ingleses superaban a los otros en la conciencia de su unidad
nacional, porque las órdenes del rey circulaban por doquiera, y su lengua se
entendía en todas partes ; no había ni jurisdicciones rivales ni diferencias de
dialectos como los de Oc y Oil en Francia, los de Lombardía y de Ñapóles en
Italia, o el alto y el bajo alemán entre los germanos ; no había más que un rey,
tan rey en Devon o en Northumberland como en Westminster.


Pero según una antigua costumbre, común a los sajones y a los normandos,
el rey tenía que convocar a consulta, para resoluciones importantes, a sus
dignatarios, los condes y los obispos, celebrando con ellos lo que los sajones
llamaban " conversación grave " y los escribas normandos denominaron, en
latín, " Colloquium." De esa " conversación grave " y del consejo dado al
rey por los convocados surgió, poco a poco, el Parlamento, es decir, una
comunicación de opiniones. El que asiste, en nuestros días, al discurso de
la Corona y al debate de contestación, al abrirse las Cámaras, presencia una
escena que remonta a los comienzos de la historia de Inglaterra y que contiene


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el principio, fundamental en su Constitución, de que el gobierno se basa en
el consentimiento de los gobernados y de que ese consentimiento ha de ser
el fruto de una discusión libre.


En este punto la monarquía inglesa no se diferenciaba de las otras
monarquías occidentales en la Edad Media. En todas ellas el rey estaba
obligado a consultar a sus dignatarios, por ejemplo para emprender una guerra,
o cobrar un nuevo impuesto, o reclamar un territorio limítrofe. Pero si de la
escena del " coloquio " en Westminster, o en Winchester, o en Gloucester,
volvemos la vista hacia el resto del país, hallamos a Inglaterra organizada en
peculiares divisiones territoriales, " shires " o condados, aproximadamente de
un mismo tamaño, administrados cada uno por un lugarteniente real, el
" sheriff," que cobra los impuestos, preside los tribunales y, en épocas de
guerra, alista a los hombres de edad militar y los conduce, bajo la bandera
real, a los ejércitos del rey. Hallamos también un continuo cambio de
despachos, órdenes y dictámenes, en hojas de pergamino, entre las oficinas
centrales de Westminster y las de los condados, cada vez que el rey prepara
un decreto o necesita una información. Para estos servicios el rey se sirve
de un cuerpo de funcionarios cuyo creciente poder suscita de vez en cuando
rencorosas protestas de los nobles y los obispos. Mientras que los funcionarios
no se mueven de sus puestos y conocen las reglas y los precedentes, los Barones
solo se reúnen de tiempo en tiempo. También en los condados el " sheriff"
está vigilado por sus convecinos los pequeños terratenientes, que desempeñan
papel principal en la administración, saben las costumbres locales y son, en
último término, el sostén del " sheriff " y del rey.


/ El Origen del Parlamento


El siglo X I I I , que ahora nos ocupa, fué una época de gran actividad
intelectual, especulación y experimentos, especialmente en Filosofía y en
Derecho. Uno de ellos halló suelo abonado en la organización administrativa,
de origen sajón occidental, que queda esbozada. El experimento no fué
ocurrencia de un inventor ; la idea estaba en el ambiente. A medida que las
discordias entre la Corona, los Barones, los Consejeros y los Funcionarios se
fueron agravando, se comenzó a pensar en que, si se ensanchaba la base del
gobierno, todos podrían desempeñar en él un papel. Cuando el rey y sus
funcionarios 'necesitaban informes sobre algún asunto, acostumbraban a
pedírselos al " sheriff" el cual solía convocar un jurado para poner en claro
los hechos y basar en ellos su dictamen. L a innovación consistió sencillamente


II




en emplear ese mismo método en mayor escala, ordenando a los " sheriffs "
que enviaran a Westminster hombres de confianza, dos caballeros de cada
condado y dos comerciantes o industriales de cada ciudad, para que oyeran
la " conversación grave " y escucharan el " coloquio." Nadie sospechaba qué
otra cosa podrían hacer una vez allí, si lo escucharían en silencio, si lo
comentarían entre sí o cual sería su actitud. En el Parlamento, que es el
nombre que luego se ha dado a aquellas asambleas, se congregaban hombres
de todas las regiones del país y cambiaban impresiones. Eran generalmente
personas significadas, y de influjo entre sus convecinos, a quienes convenía
tener propicias, y que disponían de dinero que ofrecer al reino. Interesaba
conocer su pensamiento y escuchar sus deseos, y hubiera sido imprudente
intentar reformas sin contar antes con su benevolencia. De este modo, sin
hacer ruido y sin llamar la atención de los cronistas contemporáneos, fué
evolucionando el antiguo " coloquio." En el transcurso de una generación
las gentes se acostumbraron a la idea de que el Parlamento era tan esencial
para la gobernación del país como el rey mismo. Su composición era, en parte,
hereditaria y, en parte, representativa. Los Lores tenían asiento en él, o por
nacimiento o por merced real; los Comunes eran elegidos por los propietarios,
en los condados, y por los vecinos, en las ciudades. Algunas de éstas se dejaban
influir en las elecciones por los nobles de la región, o por la Corona ; otras
buscaban ellas mismas quien las representara. A los condados y ciudades
suficientemente ricos para no venderse, o altivos para no dejarse amedrentar,
se debe la vitalidad y la independencia del Parlamento británico. .


El Gobierno de los Tudor


La aristocracia hereditaria había perecido en la Guerra de las dos Rosas,
y cuando los reyes de la casa de Tudor quisieron crear una nueva, la sacaron
de la clase social que había nutrido la Cámara de los Comunes, a saber, los
propietarios territoriales de los condados y los comerciantes y abogados que
aspiraban a hacerse propietarios. Por eso no se produjeron discordias entre
los funcionarios reales de Whitehall y los Consejeros del rey en Westminster ;
no hubo celos, ni conflictos de dignidad o de atribuciones, entre terratenientes
vecinos que se reunían periódicamente en el tribunal provincial, y se buscaban
unos a otros para cacerías de halcones, para presentaciones en la Corte, para
obtener concesiones, a baja renta, de tierras de los monasterios, o para obtener
un asiento en la Cámara de los Comunes. La Inglaterra de los Tudor estaba
gobernada por el rey y sus Consejos : el Consejo privado, el Tribunal de la


12




Reproducido con permiso de los síndicos del
Museo Marítimo Nacional de Greenwich


OLIVER CROMWELL, 1599-1658
Cuadro al óleo, atribuido a Robert Walker




Reproducido con permiso del Duque de Devonshire


E L R E Y CARLOS I, 1600-1649
Cuadro al óleo, de Mytens




Cámara estrellada, el Consejo del Norte y el Consejo de Gales. Pero la
administración local estaba confiada a los justicias en los Condados, y a los
regidores en las ciudades. Existía armonía entre ellos y se unieron en la
Cámara de los Comunes. Esta inteligencia se basaba en la aceptación por todos
de tres postulados: i °. que apenas habría solución que no fuera preferible a una
nueva guerra civil como la de las Dos Rosas; 2°. que la Corona, los Tribunales
de Justicia y el Parlamento, teman cada uno una esfera dé acción que los
otros no invadirían; 3 0 . que todos los ingleses, altos o bajos, eran fieles de
una sola Iglesia. Pero, a medida que se alejaba el peligro de conflictos entre
pretendientes a la Corona, otros problemas iban pasando a primer plano :
¿ cuales eran las esferas propias de la Corona y del Parlamento ? <¡ Quién
podría delimitarlas ? ¿ Cómo se organizaría la Iglesia nacional ? ¿ Sería la
Iglesia antigua modernizada, con un clero católico pero con una liturgia inglesa ?
i O habría que reorganizarla al estilo calvinista genovés, con presbíteros en
vez de obispos, como querían los escoceses ? ¿ Y la justicia ? ¿ Serían los
jueces intérpretes inviolables del Derecho privado que nos legó el pasado, o
seriar^ funcionarios de la Corona que el rey puede destituir a su antojo ?


Estos problemas que se agitaban ya, en el fondo de las conciencias, en
vida de la reina Isabel, adquirieron relieve cuando, a su muerte, la unión de
Inglaterra y Escocia hizo desaparecer definitivamente la pesadilla de un conflicto
dinástico. Treinta años antes las gentes lo habrían pensado despacio antes
de decidirse a suscitar un debate al que podría haber puesto término una flota
española entrando por el estrecho de Plymouth y un ejército español ocupando
Londres. Pero también ese peligro se había desvanecido. Los barcos ingleses
navegaban en el Mediterráneo con igual seguridad que en el Canal de la
Mancha. Los mares estaban abiertos, y más allá había tierras que invitaban
a hacer fortunas, y había una Nueva Inglaterra donde los ingleses descontentos
con su Gobierno, o con su Iglesia, podían emigrar y vivir en paz, fuera del
alcance inquisitorial de la Cámara estrellada y de los obispos.


El problema de los Estuardos


Un rey prudente se habría dado cuenta del cambio de los tiempos, de que
una dinastía nueva, aunque bien recibida en cuanto que era garantía contra
una guerra civil, no podía de pronto conquistar la lealtad de los ciudadanos que
habían sostenido en el trono a los Tudor, acomodándose a sus caprichos y
tolerando, de buen talante, sus ocasionales atropellos de las libertades. Un
rey cauto habría percibido que, aunque la Iglesia se colocaba del lado de los


13 B2




UNA FIESTA ELECTORAL
Grabado de Hogarth


privilegios reales, muchas gentes abrigaban dudas sobre detalles de organización
eclesiástica, dudas muy corrientes entre la nueva clase social de comerciantes
e industriales, por ejemplo en Londres y en las ciudades textiles del West
Riding, pero compartidas también por buen número de ciudadanos de la alta
clase media rural, elevados al poder bajo la protección de los Tudor y muy
celosos de su propio prestigio como autoridades y de sus derechos como vecinos
de una provincia. Habría visto también que estos hombres comenzaban a
mirar con prevención y con enfado las violaciones del Derecho privado perpe-
tradas por los tribunales del R e y ; que se iniciaba nuevamente el divorcio entre
Westminster y Whitehall, es decir, entre los parlamentarios y los funcionarios
reales ; y que apuntaba un conato de oposición que tema como órgano al
Parlamento, y como cimiento la antigua armazón administrativa de los condados.


La Revolución el Nuevo Régimen


Transcurrieron cuarenta años antes de que ese movimiento madurara y
se hiciera ostensible, en 1 6 4 0 ; y otros cincuenta antes de que se condensara


14




CONQUISTANDO VOTOS
Grabado de Hogarth


en la Revolución. L a Iglesia sobrevivió, pero a condición de otorgar tolerancia
a los objetantes; la Monarquía sobrevivió también, pero a condición de
reconocer la inviolabilidad de los tribunales de justicia, y de nombrar funcionarios
y ministros a personas que merecieran la confianza del Parlamento ; el divorcio
entre Westminster y Whitehall, es decir, entre las Cámaras y la Corona, fué
conjurado con la creación del Gabinete ministerial y fué desapareciendo a
medida que el rey atendió más y más, para la elección de sus ministros, a la
opinión de la Cámara baja. L a solución de 1689 liquidó todos los problemas
políticos del pasado, abrió un campo de discusión para los futuros y creó un
órgano para resolverlos.


El Siglo XIX


El siglo X V I I I había regulado las relaciones entre la Corona y el Parlamento
según dos principios : I O . que el rey no puede actuar en asuntos públicos sino
aconsejado por sus ministros, uno de los cuales, el Primer Ministro, " posee
una autoridad decisiva dentro del Consejo y ocupa el primer lugar en la confianza


15 1




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0
LA MAGNA CARTA DE 1215 Facsimil del origina en el Museo Británico (Cotton M S . Augustus I I , 106)




LA CASETA DE LA VOTACIÓN
Grabado de Hogarth


del rey " ; 2 o . que el rey ha de elegir sus ministros entre personas que cuenten
con la adhesión del Parlamento, es decir, que tengan mayoría en la Cámara
baja. Quedaba reservada al siglo X I X la cuestión de las relaciones entre el
Parlamento y el pueblo. E l sistema electoral se había formado, como tantas
otras cosas en Inglaterra, sin orden ni concierto. E n los distritos electorales
rurales tenían derecho a votar los propietarios territoriales con renta anual
de 40 chelines para arriba. E n las ciudades había grandes anomalías : en
unas votaban todos los varones ; en otras, los que pagaban arbitrios ; en otras,
solamente los propietarios de ciertas parcelas de t ierra; y en algunas, los
diputados eran nombrados por el alcalde y el ayuntamiento. Existían poblaciones
de 50,000 habitantes que no elegían diputado alguno, y había por lo menos una
que no tema habitantes pero enviaba dos diputados. Algunos diputados eran
de nombramiento del Gobierno, y los había también designados por algunos
nobles terratenientes. Cornwall enviaba al Parlamento 44 diputados; Londres,
6 ; yManchester , 1. E n 1830 se inició la evolución que, paso tras paso,
había de conducir al sufragio universal. Las sucesivas etapas son cinco leyes,
de 1832, 1867, 1884, 1918, y 1922. Entretanto, en 1872, se había establecido
el voto secreto en las elecciones.


18




EL CANDIDATO SACADO EN HOMBROS
Grabado de Hogarth


II. EL PARLAMENTO Y LOS PARTIDOS


Whig y Tory


El origen de los partidos políticos en Inglaterra remonta a la escisión, en el
" Parlamento largo," entre los que creían que se había hecho lo suficiente para
mantener a la Corona dentro de los límites de su esfera de acción y los que
pensaban que era necesario ir más lejos. Esta división (que refleja el fondo
de la mente humana y su actitud instintiva en tiempos de crisis y cambios) dio
nacimiento a dos partidos : el Tory , en simpatía con los propietarios y con la
Iglesia atíglicana, y el Whig, defensor de los comerciantes y de los disidentes.
Pero hasta las reformas de 1830 las divesgencias eran más bien de hábitos,
sentimientos y tradiciones familiares, que de doctrinas, porque nadie ponía
en cuestión los principios fundamentales. Las reformas pusieron de manifiesto
el eterno conflicto entre los intereses de la ciudad y los del campo. L a




derogación de las leyes que restringían la importación de granos puede interpre-
tarse como un triunfo de la población urbana, de comerciantes e industriales,
sobre la rural de propietarios y agricultores. Pero en el curso de la contienda
las posiciones de los dos antiguos partidos se entremezclaron, y lo que resultó -
fueron dos nuevos partidos: el liberal y el conservador. Estos, a su vez,
después de un período de contraposición claramente delimitada, confundieron
sus campos en la cuestión de Irlanda; aconteció la disidencia de los liberales
unionistas, que dio lugar a una nueva linea divisoria y, desde principios de
nuestro siglo hasta el comienzo de la guerra de 1914, el programa conservador
fué de expansión y consolidación imperial, mientras el liberal se centró en las
reformas interiores.


Los radicales


Entre el conservador y el liberal hallamos un tercer partido, iniciado durante
las guerras civiles por los " igualitarios " que dieron a Cromwell muchos malos
ratos, porque ponían en tela de juicio los cimientos del orden social. La
reconciliación de anglicanos y presbiterianos, en 1660, al restablecer la situación
antigua, eliminó de la escena a aquellos radicales, pero no los extirpó. Y durante
las guerras francesas, estimulados por el ejemplo de una república joven que
triunfaba sobre la monarquía y la aristocracia, levantaron de nuevo la cabeza.
Su poeta fué Shelley y su filosofía el Utilitarismo.


Radicalismo y Socialismo


Este nuevo Radicalismo se bifurcó en dos corrientes: una filosófica y
otra popular. Un filósofo del Radicalismo habría visto colmados sus deseos
en 1840 si hubiera alcanzado la Inglaterra de nuestros días, con su Parlamento
elegido por sufragio universal y voto secreto, su sistema de educación obligatoria
y gratuita, sus Ministerios de Sanidad y de Transportes y sus democracias
provinciales y municipales enlazadas con el Gobierno central en escrupulosa
distribución de funciones. El filósofo de 1840 habría probablemente tolerado
la supervivencia de la Monarquía, de la Iglesia y de la Cámara de los Lores,
como inofensivas concesiones a los prejuicios vulgares. En cambio, un Radical
popular, un " Cartista " de 1840, habría dicho : " Ahora que tenemos un
Gobierno enteramente sometido a la Cámara de los Comunes, elegida por
sufragio universal, ¿ no es ya hora de que abordemos el problema capital de


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Reproducido con permiso de los conservadores de la Coleccidn
" Viscount WakefieÜ " en la Biblioteca del Guildhall de Londres


D E S F I L E DE UN T R I B U N A L AMBULANTE EN 1762
Dibujo de Ogborne, grabado de Rowlandson




Reproducido con permiso de los conservadores de la Colección
" Viscouni Wakefield " en la Biblioteca del Guildhall de Londres


E L GRAN D E S F I L E A LA IGLESIA DE SAN PABLO E L DÍA D E SAN J O R G E DE 1789
Aguafuerte en colores, de Rowlandson




la situación de los trabajadores desheredados ? " " Reconozco," habría añadido,
" que habéis hecho maravillas para aumentar el bienestar del pueblo : escuelas,
hospitales, jubilaciones, seguros de enfermedad y de paro, protección de
mineros y obreros industriales, mejoras que superan a cuanto yo podría soñar;
¿ pero habéis conseguido seguridad económica para el pueblo, librándolo de
las oscilaciones de la industria ? " ; " ¿ no os parece que, mientras eso no se
alcance, la cuestión está en pié ? " ; " ¿ puede acaso alcanzarse dentro del
régimen actual, o hay que cambiarlo y echar por otro camino ?"


La misión de los partidos


Aquí hallamos la nueva característica diferencial de los partidos : hay
unos que piden la abolición de, la propiedad privada, hay otros que se contentan
con modificar sus normas. Esto equivale a enunciar, en forma diferente, la
cuestión batallona de 1640, y hemos de prepararnos a ver tomar de nuevo
posiciones a los partidos históricos, mientras los comunistas escaramucean
en los extremos. EÍ régimen de dos partidos turnantes está tan arraigado en
Inglaterra, y ofrece tales ventajas, que no se abandonará fácilmente. Un
Gobierno necesita estar respaldado por la unidad y la fuerza de un partido,
si el Parlamento ha de cumplir su misión; pero hace igualmente falta que la
oposición esté confiada a otro partido vigoroso, capaz de suceder al que
gobierna y de garantir entretanto la libertad de debates y la renovación de ideas.
Podría decirse que una de las funciones de la oposición es acechar síntomas
de inquietud en los bancos ministeriales y estimularlos con su aplauso.


Pero se dirá, con razón, que un partido es algo más que una agencia
administrativa para el despacho de asuntos. Los ideales de un partido son
en la política lo que las hipótesis en la ciencia : un marco donde se encuadran
los componentes, un molde donde se depositan los resultados de una
investigación para presentarlos formando un todo. La evolución de las
doctrinas de un partido se parece a la de las teorías científicas : cuando en
cuestiones apasionantes se lanza una nueva, provoca ataques y defensas;
pasan veinte años y todo el mundo la acepta como cosa corriente. Pero quizá
entretanto se descubre que ciertos problemas se resisten a dejarse encerrar en
los moldes del partido, y éste tiene que rehacer su programa para abarcarlos.
Hace ochenta años, gentes sensatas dudaban de la posibilidad de un plan de
enseñanza elemental para todos los niños; y hace cuarenta se preguntaban
si tendría arreglo la rivalidad entre anglicanos y disidentes en las escuelas.
Hoy, ni nos acordamos ya de lo que discutían. Cuantos recuerden las


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contiendas sobre autonomía de Irlanda, sobre voto de las mujeres y sobre
proyectos de seguros; y cuantos hayan visto surgir, como por generación
espontánea, un " Commonwealth " o república de naciones británicas, como
solución intermedia entre la federación imperial y la .separación amistosa, -
tendrán que convenir en que no hay cuestión política que no pueda ser
solucionada con paciente y amplia discusión y, llegado el momento, decisión
firme, virtudes que nuestros estadistas adquieren en la práctica de los partidos
y del Parlamento. La Cámara de los Comunes no quiere apremios, ni vacila,
aunque esté bajo la presión de una guerra, en hacer retirar proyectos para
nuevo estudio. Pero tampoco un partido inglés quiere tener por jefe a quien,
una vez agotada la discusión, deja escapar la oportunidad de traducirla en actos.


Los jefes de -partido


En las elecciones generales los partidos, con sus jefes a la cabeza, presentan
al pueblo sus programas rivales en demanda de apoyo. Pero el cuerpo electoral
en nuestros días parece más inclinado a votar personalidades distinguidas
que programas de gobierno, y la Radio ha contribuido a poner en contacto a
los jefes con las masas. Esta tendencia refleja una nueva corriente política
europea que exalta al caudillo, o al jefe del Estado, a expensas de los que, en
tiempos pasados, habrían sido sus colegas y no son ahora más que sus
subordinados. En la Gran Bretaña esta corriente encuentra un dique en la
autoridad que. el Parlamento tiene sobre los ministros, ante la cual todos ellos
ocupan el mismo nivel.


Por eso decía Lord Baldwin que los ministros son " co-iguales pero,
afortunadamente, no co-eternos." Sin embargo, se percibe que, así como
en el siglo X I X el poder del Gobierno creció a expensas del de la Cámara,
en el siglo X X la importancia del Primer Ministro ha aumentado en relación
con los restantes. El es el jefe del partido gobernante, y los electores son
más capaces de apreciar una personalidad que de juzgar una política. El es
también el jefe de la Cámara, lo cual contribuye a agigantar su figura a medida
que crece el volumen de los asuntos.


En el siglo X V I I I el Gabinete era un grupo de diputados distinguidos,
encargados cada uno de un Ministerio, y a veces en violenta discordia unos
con otros; en el siglo X I X se convirtió en un Comité ejecutivo de la Cámara
de los Comunes, presidido por el Primer Ministro ; las necesidades modernas
van transformando a éste en Director gerente, auxiliado por el " Wl\ip", o
celador, del partido.


22




III . L A S F U N C I O N E S D E L P A R L A M E N T O : L A L E G I S L A C I Ó N


El orden de los debates


Las reglas de la Cámara de los Comunes tienden, de un lado, a garantizar
facilidades de discusión, censura y protesta, y de otro, a preparar y llevar a
término un programa definido.


Las órdenes del día son fijadas semanalmente por el Gobierno. Los
Jueves o los Viernes, el jefe de la oposición pregunta qué asuntos van a discutirse
la semana siguiente. El jefe de la Cámara contesta, por ejemplo : " el Martes
creemos que terminará la Comisión de Presupuestos ; el Miércoles, segunda
lectura del proyecto de empréstitos de guerra, proyecto de aduanas en la isla
de Man y una proposición sobre la patata ; el Jueves dictámenes de Hacienda,
y acaso tercera lectura." Luego viene una lluvia de preguntas : " ¿ C u a n d o
podremos discutir la situación internacional ? " " ¿ Examinaremos el Libro
blanco sobre tuberculosis ? " " ¿ Cuando suspenderá sus sesiones la Cámara ? "
" ¿ Trataremos antes de la reglamentación de la venta de leche ? " El jefe
de la Cámara, combinando la consideración a los diputados con el deber de
sacar adelante el programa, suele contestar, por ejemplo : " Si, eso podrá
hacerse " " Eso podrá ser discutido al proponer que se levante la sesión "
" Los celadores del partido se ocuparán del asunto " " Depende de lo que
avancemos el Martes." En uno de estos interrogatorios fué cuando Mr. Asquith
contestó sü célebre : ": Esperemos y veamos." Frecuentemente eso es todo
lo que un jefe puede decir. No cabe que comprometa a la Cámara a la hora
y al minuto.


23




Preguntas


De ordinario la sesión de la Cámara comienza con las preguntas, que son
anunciadas a los ministros la víspera. Las oficinas de los Ministerios preparan
las contestaciones y proveen a los ministros de antecedentes para el caso de
preguntas accesorias, que son cada día mas frecuentes.


Las preguntas prestan interés y agitación a los primeros tres cuartos de
hora, y los ministros entran en fuego uno tras otro, quedando de reserva el
jefe del Gobierno.


A veces un diputado replica : " No considerando satisfactoria la contestación
a mi pregunta, anuncio que la reproduciré con motivo del levantamiento de la
sesión." Esta fórmula encierra uno de los más preciados y antiguos privilegios
de los Comunes, el derecho a decir cuanto tengan que decir dentro de una
sesión, derecho reafirmado en forma dramática cuando, en 1628, sujetaron en
su sillón al Presidente para impedir que la levantara antes de que fuera aprobada
la " Petición de derechos." Es la facultad de todo diputado de discutir lo
que quiera, parézcales bien o mal al rey y a sus ministros. Como símbolo de
esa prerrogativa, y demostración práctica de que los diputados pueden tratar
de cuestiones no incluidas en el discurso de la Corona, se conserva la costumbre
de que inicien cada nueva legislatura con la primera lectura de una antigua
proposición de ley " de proscripciones clandestinas", referente al Procedimiento
civil, que nunca ha pasado a segunda lectura y cuyo contenido muy pocos
conocen.


• El desarrollo que van adquiriendo las preguntas revela la multiplicidad
de intereses individuales a que alcanza la acción gubernamental, por ejemplo :
obtener estadísticas, dar órdenes, enmendar equivocaciones, reparar ofensas,
reprimir, iniciativas imprudentes de ciertos Departamentos ministeriales,
corregir la pasividad de otros y atender a insignificancias que pueden
desencadenar disputas, o a errores que pueden atizar rebeliones. Las
orientaciones de cada Departamento pueden ser discutidas con motivo de los
Presupuestos, o mediante una proposición incidental de que se levante la sesión;
pero la actividad ministerial cotidiana, o sus desafueros, se revisan en las horas
de preguntas, en forma breve : " ¿ Porqué no ha recibido su pensión la Señora
Brown ? " " 1 Porqué se ha cerrado la escuela de párvulos de Pigley Elisha ? "
" 1 N o podría asegurarse el empalme de trenes en Darlington ? " Desde el
banco del Gobierno parece, a veces, que los diputados carecen del sentido de
la medida ; desde los escaños de los diputados las oficinas ministeriales dan la
impresión de ser inhumanas e insensibles a las necesidades vitales de tal
provincia o tal ciudad. Cromwell dijo una vez : " la cuestión no es lo que


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LA REINA VICTORIA Y LORD MELBOURNE PASEANDO A CABALLO EN E L GRAN PARQUE D E WINDSOR
Cuadro al óleo, de Sir F. Grant




Reproducido con permiso del Conde de Harewood


E L CASTILLO DE WINDSOR. LA TORRE NORMANDA
Acuarela de Paul Sandby, 1767




quieren, sino qué sería mejor para ellos," frase aplicable a las relaciones entre
el Parlamento y los Ministerios. Existe siempre un desnivel entre los principios
científicos de una buena administración y la concepción popular de los derechos
individuales. A los ministros toca allanarlo. Uno nuevo suele dolerse de
que la opinión pública preste poca atención a su Departamento, pero unas
semanas de contienda bastan para hacerle desear que lo dejen en paz.


Propuesta de que la sesión se levante


Cuando la Cámara muestra deseos de interpelar al Jefe del Gobierno, o
a alguno de sus colegas principales, sobre política general, el " Chief Whip "
(celador-jefe del partido) presenta una proposición para que la sesión se levante.
Esto provoca una discusión de amplitud ilimitada, y una vez que ésta termina
la proposición es retirada y la Cámara reanuda la orden del día.


La iniciativa de los diputados


Agotadas las preguntas, las horas restantes de sesión se distribuyen entre
el Gobierno y los diputados, según ciertas reglas técnicas complicadas. A
medida que la legislatura avanza, el Gobierno necesita más y los diputados van
reservándose menos. Para compensarlo, la Constitución inglesa, coh su
característica flexibilidad, ha inventado un remedio cada vez más frecuente :
las reuniones de los diputados en una sala de Comisiones para conocer, a
puertas cerradas, el pensamiento de los jefes, y escudriñar sus planes políticos
con mayor libertad de la que sería prudente en un debate público. Aquí se
observa también el constante equilibrio, de que depende la vitalidad y eficacia
del Parlamento, entre la acción y la discusión, entre la disciplina de partido y la
crítica ilimitada.


La legislación


En un amplio sentido la función capital del Parlamento moderno es legislar;
pero no ha sido siempre así. En el siglo X V I I I el Parlamento se reunía para
votar subsidios, para vigilar al Poder ejecutivo y para apoyar o eliminar ministros.
Había con frecuencia legislaturas en las que no iba a la Gaceta una sola ley de
interés general. La era de la legislación se inició después de las guerras con


25 c




Francia, cuando ya la teoría y la práctica de hacer leyes habían sido analizadas
y divulgadas por Jeremías Bentham y sus secuaces, los utilitarios, de modo que
nuestros métodos reflejan la fórmula que ellos dieron: " examina, dictamina,
legisla e inspecciona."


L o primero es informarse de los hechos; luego, deducir conclusiones ;
después, articularlas en un proyecto para discutirlo y enmendarlo; y, por
último, observar los efectos de la nueva ley y estar dispuestos a modificarla
según las enseñanzas de la experiencia.


La reunión de datos es fácil, dada la abundante y casi inabarcable in-
formación de que los Gobiernos disponen en nuestro tiempo. Se ha dicho que
con estadísticas se puede probar lo que se quiera, y que demasiados números
pueden probar demasiado. Los Departamentos ministeriales cuentan además
con el material informativo de las autoridades provinciales y municipales y de
otras instituciones. Suele encomendarse a una Comisión Real, o a un Comité
de la Cámara baja, o del Ministerio correspondiente, la tarea de revisar y resumir
aquellos antecedentes, reducirlos a cierto plan y poner de relieve las divergencias
de puntos de vista, frecuentemente menos incompatibles de lo que se sospechaba.
El proyecto así elaborado puede no coincidir con las intenciones del Gobierno,
o con las ideas del partido gobernante, pero es una base de crítica y discusión
públicas y de estudio técnico en las oficinas ministeriales. En general cabe
afirmar que la porción más útil y acabada de la legislación británica procede de
esas exploraciones preliminares, que acumulan materiales, ilustran a la opinión
y dan a los ministros y al Parlamento una base concreta de deliberaciones.


El régimen británico, que otorga al Parlamento poderes ilimitados, echa
también sobre él cargas ilimitadas. Las luchas del siglo X V I I entre la Corona
y el Parlamento eliminaron las últimas reminiscencias de la doctrina de una ley
fundamental obligatoria para ambos, doctrina que, en cambio, conservaron
los colonizadores de América e incorporaron a la " declaración de independencia "
y a la Constitución de los Estados Unidos. En la Gran Bretaña fué remplazada
por la noción de la soberam'a ilimitada e indefectible del Parlamento. Nuestro
Parlamento puede cambiar la sucesión a la Corona, puede modificar los poderes
y la composición de una o de ambas Cámaras, y puede ensanchar o restringir
el sufragio.


L o único que no le está permitido es imponer obligaciones al Parlamento
que le suceda, porque toda ley puede ser derogada o alterada y no hay
objeción posible contra la nueva, una vez votada. Las facultades legislativas
del Parlamento son absolutas e irrestringibles, y para desempeñarlas necesita
toda la ayuda que sea posible darle, quizá más de la que al presente podemos
ofrecerle.


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SIR ROBERT WALPOLE, PRIMER CONDE DE ORFORD, 1676-1745
Primer Ministro en 1 7 2 1 - 1 7 4 2 ; iniciador del Gabinete ministerial


Cuadro al óleo, de J . B. Van Loo


El triple acuerdo. La Corona


Toda ley deriva su fuerza del consenso de tres órganos constitucionales,
según revelan las palabras de su promulgación : " Sancionada por Su Majestad
el Rey por y con el consejo y consentimiento de los Lores, espirituales y
temporales, y de los Comunes reunidos en Parlamento, y por la autoridad de
los mismos." L a sanción real no es más que una formalidad externa, pero de
tal solemnidad que nadie querría verla desaparecer. Se desarrolla, un debate
en la Cámara de los Comunes ; el Sargento de Armas avanza pausadamente,
pasa la barrera que delimita el recinto reservado a los diputados y cierra las
puertas, puertas que ningún Monarca ha franqueado desde el infausto intento
de Carlos I de arrestar a cinco diputados. Se oyen tres golpes y el " Ujier del
bastón negro " que es el servidor de los Lores, como el Sargento es de los


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LA CÁMARA DE LOS PARES CON EL REY ENRIQUE VIII EN EL TRONO




Comunes, entra, se inclina en reverencia respetuosa a la Presidencia y, desde la
barrera, anuncia su mensaje:


" Los Lores me encargan que transmita su deseo de que esta honorable
Cámara concurra a . . . "


Hace algunos años que, en este punto, un " Bastón negro," nuevo en el
cargo, se aturdió y el Presidente tuvo que completar la frase :


" a oir la sanción real otorgada a ciertos proyectos de ley."


£1 Presidente de la Cámara se levanta y, seguido de cuantos diputados
sienten deseos de estirar las piernas, cruza el vestíbulo y entra en la Cámara de
los Lores. Allí encuentra, sentados en linea sobre el " Cojín de lana," tres
Comisarios vestidos con togas, pelucas y pequeños tricornios. El Escribano de
la Corona lee los títulos de las leyes ; a cada uno de ellos los Comisarios levantan
sus tricornios y el " Escribano de los Parlamentos " (que es el de los Lores,
porque los Comunes tienen otro) replica en antiguo francés : " Le Roi le veult,"
o, cuando se trata de una ley otorgando créditos :


" L e Roi remercie a ses bons sujets, accepte leur benevolence et ainsi
le veult."


L a comitiva regresa; los diputados que no se unieron a ella cesan de bromear
y se ponen de pié ; el Presidente hace tres reverencias a su sillón vacío, lo ocupa
y da cuenta de las sanciones a la Cámara. Refrescado con este interludio, el
diputado que estaba en el uso de la palabra prosigue su discurso y el debate
continúa. Los proyectos son ya leyes.


Los Lores


Según un antiguo principio, observado hasta 1 9 1 1 , los Lores podían
rechazar, pero no podían modificar, los proyectos de ley referentes a dinero.
La ley de 1 9 1 1 los privó de toda intervención en los proyectos calificados por
el Presidente de la Cámara baja como de carácter financiero, y limitó además
sus atribuciones de rechazar o enmendar cualesquiera otros. Un proyecto
aprobado por los Comunes tres veces, en dos legislaturas, tiene que ser aceptado
por los Lores y, si lo rechazan nuevamente, puede ser presentado, sin más ni
más, a la sanción real que en ese caso cambia de fórmula.


30




UNA ESCENA DE LA CÁMARA DE LOS PARES EN 1755




De aquí no se deduce que las atribuciones legislativas de los Lores sean
insignificantes. Descargan a la Cámara baja de una porción considerable de la
legislación que no apasiona y que, introducida y discutida en la Cámara alta,
es aprobada, con poco o ningún debate, por los Comunes. Hay entre los Lores
muchos hombres de experiencia, ex-ministros, gobernadores de la India o de
las colonias y grandes industriales, que dan al Senado un ambiente técnico;
y hay también juristas que se encargan del aspecto legal. Puede ocurrir que un
proyecto calurosamente discutido, y enmendado una y otra vez por la Comisión,
salga de la Cámara de los Comunes con una redacción sin claro sentido ni
correcta gramática, lleno de contradicciones y de incongruencias. Los Lores
se encargan de repasarlo y corregirlo para hacer indubitable su finalidad y
ajustado a las intenciones anunciadas a los Comunes por el Gobierno. El
método de otros países, donde el Parlamento aprueba las bases generales de una
ley y deja a los Ministerios la reglamentación del detalle, tiene, sin duda, ciertas
ventajas; pero en Inglaterra, donde la legislación es minuciosa, se opta por
encomendar al Senado una revisión que, en general, resulta aceptable.


Los Comunes


En fin de cuentas, a la Cámara baja corresponde la legislación, y en ella
presenta el Gobierno los proyectos de interés general. Cada Ministro, después
de consultar a sus funcionarios y, a veces, a instituciones competentes, comunica
la esencia de sus propósitos al Redactor que les da forma legal. El texto, una


*vez aprobado por el Consejo de Ministros, se presenta como proyecto de ley al
Parlamento. La primera lectura es de pura formula. Los partidos y sus
periódicos preparan entretanto la batalla para la segunda. Es entonces cuando
se expone en la Cámara el carácter general del proyecto para que las oposiciones
decidan si, a la moción de que " sea leído por segunda vez," van a contestar
con una negativa rotunda o si van a limitarse a hacer notar que es demasiado
estrecho o demasiado amplio, que no prevé tal aspecto o que acentúa con exceso
tal otro. Después de la votación y la segunda lectura el proyecto pasa a la
Comisión.


Las Comisiones de la Cámara de los Comunes son de varias clases, pero
en materias legislativas la más importante es la Comisión plenaria, constituida
por todos los diputados, pero con procedimientos menos solemnes que en las
sesiones : el Presidente deja su sitial, el Sargento de armas quita de la mesa
presidencial la maza y la coloca en dos soportes que hay debajo; el Presidente
de las Comisiones toma asiento en otra mesa, a nivel inferior, y la discusión


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Reproducido con permiso de ¡os síndicos de la " Sociedad Disraeli


BENJAMÍN DISRAELI, PRIMER CONDE D E BEACONSFIELD, 1804-if
Cuadro al óleo, de Sir F. Grant




Reproducido con permiso de las Galerías Walkers de Londres


LA SALA Y LA ABADÍA DE WESTMINSTER
Dibujo de J . Gendall, grabado de D. Havell




se desarrolla con mayor vivacidad y sencillez que las de la Cámara. En ésta,
cada diputado no puede hablar más que una vez sobre una moción, salvo permiso
especial; en la Comisión puede hacer uso de la palabra cuantas veces lo tenga
por conveniente, con tal de que se ciña al artículo o enmienda de que se trate.
Entretanto el Ministro correspondiente, asesorado por sus funcionarios y por
el Redactor, ha estado examinando las enmiendas y entra en la Comisión armado
de un manojo de papeles donde va impresa cada una con las razones para
aceptarla o rechazarla. No hay mejor prueba de habilidad parlamentaria que
la de sacar a flote, en este trámite, un proyecto combatido. Hace falta conocer
bien el asunto, percibir rápidamente el sentir de la Comisión, y saber dominarse
si la atmósfera está caldeada y los ánimos exaltados. De ese modo la reunión
suele terminar con una lluvia de felicitaciones de todos lados por el tacto y
consideración del Ministro. El Presidente de la Cámara vuelve a su sillón, la
maza vuelve a colocarse sobre la mesa, el Presidente de la Comisión susurra
que ésta avanza y pide licencia para reunirse de nuevo, y la Cámara reanuda
sus tareas.


Después que ha pasado por la Comisión, se da cuenta del proyecto a la
Cámara y es entonces cuando puede ser retocado y limado. Tras la tercera
lectura el Escribano pone en el proyecto la nota de " Soit baillé aux Seigneurs "
y es enviado a la Cámara alta, donde sigue una tramitación análoga, aunque
menos rígida y formalista. Puede ser devuelto a los Comunes con enmiendas,
pero si alguna de ellas lleva consigo, aunque sea indirectamente, " una carga
para el contribuyente," esto lesionaría el privilegio de la Cámara baja, única
que puede establecer impuestos, y se hace constar su violación para que no
constituya precedente. L a aprobación por los Lores se acredita con la nota :
" A cette Bule les Seigneurs ont assentu " y el proyecto queda pendiente de
sanción real.


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IV. E L P A R L A M E N T O Y E L P O D E R E J E C U T I V O


Legislación delegada


Según la doctrina de la soberanía parlamentaria, el Parlamento podría,
si quisiera, transferir sus atribuciones legislativas a la Corona o a los ministros,
y de hecho deja ya a éstos un gran margen. Es cierto que, en la mayoría de los
casos, los decretos del Gobierno han de depositarse en la mesa de la Cámara y
ésta puede manifestar su disconformidad; pero no puede modificarlos, sistema
que tiene inconvenientes cuando un Decreto contiene multitud de disposiciones
y las reservas de la Cámara sólo afectan a una o dos. En la práctica se sale del
paso retirando, por deferencia, el Decreto y presentándolo de nuevo después
de una consulta privada con los diputados a quienes no satisfacía. Hay que
confesar que este procedimiento de discusión, en parte pública, y en parte no
oficial, no es muy recomendable y sería susceptible de mejora.


La intervención financiera


La cuestión de las relaciones entre el Parlamento y los Departamentos
ministeriales es de suma importancia. Su base está en las cuestiones de
Hacienda. L a Cámara de los Comunes es la que puede otorgar recursos, y
sus atribuciones financieras son de dos clases : votar impuestos, preparados
en la Comisión de Ingresos, y conceder créditos para los diversos servicios,
estudiados en la Comisión de Gastos. El Ministro pide a la Cámara " que


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LA CÁMARA DE LOS COMUNES
Dibujo y grabado de Pugin y Rowlandson


otorgue a Su Majestad una suma no mayor de (tantas) Libras " para tales o
cuales fines; y las oposiciones pueden provocar un debate proponiendo una
rebaja. Si el Parlamento desea informarse al detalle de los servicios, los
Directores del Ministerio preparan de antemano memorias del ejercicio
económico que, acopladas por el Secretario permanente, sirven de base al
Ministro para preparar su discurso. Los críticos perspicaces suelen descubrir
en éste el estilo humorista y pintoresco de tal Director y las elucubraciones
profundas de tal otro funcionario. Esas memorias anuales exponen y defienden
la gestión del Ministro y dan ocasión a la Cámara para influir en forma im-
perceptible, pero efectiva, sobre los Departamentos ministeriales.


Entre los servicios administrativos, de un lado, y los programas políticos, del
otro, queda un campo, cada día mayor, en el que, por la naturaleza de las cosas,
la intervención del Parlamento tiene que ser, y es de desear que sea, muy
limitada. Ese es el campo de los Reglamentos. Una Cámara de los Comunes
que intentara discutir el detalle de los Decretos del Ministerio de Sanidad o
las Instrucciones del de Educación, entraría en un terreno resbaladizo. Aunque


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teóricamente las atribuciones de los varios Ministerios parezcan, a veces,
exorbitantes, especialmente a aquellos que sufren sus consecuencias imprevistas,
en realidad están sujetas a importantes, aunque espasmódicas, limitaciones.
Los tribunales de justicia están alerta para reprimir cualquier exceso de las
oficinas gubernativas. Es casi seguro, además, que todo agravio de consideración
encuentre quien lo denuncie en la Cámara, o privadamente al Ministro, y ningún
diputado permanecerá insensible a las protestas de las autoridades municipales
o provinciales de su distrito si se creen vejadas por un funcionario del Gobierno
central. La presión constante que aquellas ejercen sobre éste es el equivalente
moderno de las peticiones y quejas de los Comunes en la Edad Media.


El régimen provincial y municipal


Hace poco más de un siglo no existía en Inglaterra nada que mereciera
ese nombre. Los magistrados provinciales, constituidos trimestralmente
en tribunal, ejercían cierta jurisdicción sobre caminos y prisiones; había unos
-Curadores que se cuidaban (y a veces no se cuidaban) de los pobres y de los
parados; había generalmente en las ciudades unos Comisarios especiales a
cargo de la pavimentación, la luz y el sumiministro de aguas. Pero el régimen
provincial y municipal que hoy conocemos fué creado en tiempo de la reina
Victoria, y hay que esperar que su forma actual no sea todavía la definitiva.


Las unidades administrativas locales son: (i) los Condados, o provincias,
y los Burgo-Condados, o grandes ciudades equiparadas a una provincia;
(2) los Municipios; (3) los Distritos urbanos y los Distritos rurales; (4) los.
Consejos parroquiales y las Asambleas parroquiales, supervivencias de la
antigua Inglaterra. El Parlamento ha definido las atribuciones y deberes de
cada una, ya mediante leyes generales ya por resoluciones especiales provocadas
por ellas. En general puede decirse que, para sus necesidades de higiene,
educación y asistencia, el ciudadano está atenido a los reglamentos provinciales
o municipales y a las visitas o denuncias de inspectores locales. Si los Condados
tuvieran una región puramente industrial y otra puramente agraria, y si las
grandes aglomeraciones urbanas estuvieran delimitadas por cinturas de parques,
la organización de conjunto podría ser dibujada y percibida. Pero el
crecimiento enorme y anárquico de las ciudades en el siglo X I X perturbó la
sencillez ideal del sistema. Las ciudades se fundieron unas con otras, las
agrupaciones urbanas se derramaron sobre los campos, y pocos dudarán de
que, entré las apremiantes necesidades, al acabar la guerra, está la de una
reorganización administrativa que fije fronteras y defina obligaciones. Es


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INTERIOR DE LA SALA DE WESTMINSTER
Dibujo y grabado de Pugin y Rowlandson




posible que el Parlamento decida descargarse de algunas de sus crecientes
atenciones delegando facultades legislativas a las ciudades y las provincias.


Los Departamentos ministeriales


Pueden ser divididos en dos tipos : los que cobran, y los que gastan, los
fondos del contribuyente. En realidad la Administración pública aparece, en
cierto modo, en nuestro tiempo, como una oficina compensadora de la renta
nacional, que toma de los que perciben demasiado y da a los que ganan poco.
L a primera gota de lo que hoy es un torrente de gastos fueron 20,000 Libras
votadas hace cien años como subvención a dos asociaciones privadas que se
dedicaban a educar niños pobres. Ese método, iniciado entonces, de acrecentar
con subvenciones las iniciativas locales y nombrar inspectores que vigilen el
empleo dado a los fondos del Estado, es el mismo que hoy existe. Sólo han
cambiado las dimensiones. La subvención es el lazo que une al Poder central
con las provincias y ciudades, es el camino indirecto por donde el contribuyente
representado en el Parlamento interviene en los arbitrios que paga el vecino
representado en las asambleas municipales y provinciales.


La Tesorería


Entre las oficinas que cobran y las oficinas que pagan se intercala la
Tesorería. Gladstone fué quien "dio al cargo de Canciller de Hacienda la
importancia que desde entonces ha tenido. El título de Primer Lord de la
Tesorería que ostenta el Primer ministro es puramente honorífico. El Canciller
y su Secretario financiero son los verdaderos Ministro y Subsecretario de
Hacienda. El Presupuesto (llamado todavía Budget, como en el argot del
siglo X V I I I ) tiene una estructura calcada en la de las memorias anuales
que los Ministerios presentan a la Comisión de Gastos; es un índice de
resultados y de proyectos, de los ingresos percibidos en un ejercicio anual y de
los que se prevén para el siguiente.


Los gastos de los Departamentos .ministeriales son, o fijos (por ejemplo
pensiones de cuantía cierta, cuyo importe total se obtiene multiplicando por
el numero de beneficiarios) o variables y sujetos a la intervención de la Tesorería.
Cada Ministerio envía, entre Octubre y Navidades, un cálculo de sus necesidades
para que la Tesorería tenga tiempo, antes de que termine el año económico,
el 31 de Marzo, de examinarlas y compararlas con las cifras de ingresos


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VISTA DE LA CÁMARA DE LOS COMUNES DESDE EL PATIO DEL PALACIO ANTIGUO
Dibujo y grabado de Robert Havell and Son


probables. Las relaciones entre la Tesorería y los Ministerios se parecen
a las que existen entre la Cámara baja y el cuerpo de functionarios civiles. Los
Ministerios acusan a la Tesorería de mezquindad y estrechez de miras, y
ésta acusa a aquellos de que se apasionan por sus proyectos o caprichos. L a
decisión final corresponde a la Tesorería, salvo el caso en que un Ministro
quiera someter las divergencias al Consejo.


Un Ministro "de Hacienda inteligente puede ejercer influjo beneficioso
sobre toda la Administración; pero si le falta aptitud puede constituir un
estorbo. Los que conozcan estos problemas convendrán en que la Tesorería


ha sido muy lenta en ponerse a tono con el ambiente moderno. Creada bajo
la reina Victoria, continuó apegada a las concepciones de aquel tiempo, que
entendían la economía en el sentido de " frugalidad," y quizo hacerlas prevalecer
contra el nuevo sentido de " gasto provechoso." Pero hay que reconocer
que en los últimos años ha cambiado mucho sus orientaciones; tiene una
actitud más constructiva y comprende mejor las necesidades y las obligaciones
de los Departamentos ministeriales.


Detrás de la Tesorería, que otorga los recursos, están el Interventor-
Auditor General y la Comisión de Cuentas de la Cámara de los Comunes,


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encargada de vigilar la contabilidad. El funcionamiento de esta Comisión
(también creada por Gladstone) no despierta interés general más que en casos
de escándalo llamativo, que ocurren rara vez. L a honradez de los funcionarios
públicos es uno de nuestros dones nacionales. Eso no quita para que, por
medio de la Comisión de Cuentas, el Parlamento ejerza una fiscalización del
Poder Ejecutivo. Por el dictamen del Auditor, la Comisión conoce el cuadro
de gastos, interroga a los Directores de servicios y formula advertencias para
el mejor empleo de los recursos. Es un laboratorio de examen y de severa
censura contra toda negligencia o despilfarro. Al lado de esa Comisión hay
otra, la de Presupuestos, que los examina, reúne información y sugiere
modificaciones con mayor detalle de lo que permiten los debates en la Comisión
de Gastos; interviene en la estructura más que en las orientaciones, propone
reducciones y va revisando poco a poco los pagos, en períodos de varios años.
Desde el comienzo de la guerra actual ha sido remplazada por una Comisión
del Gasto Nacional que abarca toda la política financiera y que se ha distinguido
ya por el vigor de sus denuncias de desaciertos o derroches.


Los Departamentos de Defensa


Los Departamentos ministeriales encargados de servicios de defensa
tienen un carácter especial, porque la índole técnica del mando y del material
exigen competencia profesional y experiencia. Pero, por otra parte, la Gran
Bretaña no abandona, como no sea en circunstancias muy extraordinarias, el
principio, para ella axiomático, de mantener esos servicios bajo intervención
civil. Después de varios ensayos se vino a parar a la creación de una Junta
técnica presidida por un Ministro responsable ante el Parlamento, que es el
Primer Lord del Almirantazgo, y con otros dos Ministros, uno de la Guerra
y otro de Aviación.


Pero en las alturas, donde las tres armas necesitan combinarse, donde
hay que deeidir cuestiones, de estrategia, fijar objetivos y medir las urgencias
relativas de hombres o suministros, hay que confesar que estamos todavía
en una etapa de experimentos. L a piedra de toque está en quién ha de contestar
a las interpelaciones en la Cámara. Al tomar el título de Ministro de Defensa,
al lado del de Primer Lord de la Tesorería, el Jefe del Gobierno parece haber
asumido la responsabilidad ante el Parlamento por todos los servicios, incluso
los llamados de Seguridad interior. Aparte de la circunstancia de que el actual
Primer Ministro ha desempeñado anteriormente las carteras del Almirantazgo,
la Guerra y la Aviación, la reforma es una prueba más de la tendencia, antes


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Propiedad de S.M. el Rey


E L R E Y J O R G E V, 1865-1936
Cuadro al óleo, de Cope




i oí tk< Firft W o m a n M e m f c e r


Reproducido con permiso de Lady Astor, M.P.


PRESENTACIÓN A L PARLAMENTO, EN- i D E DICIEMBRE
D E ioiq, D E L A D Y ASTOR, PRIMERA MUJER ELEGIDA


PARA LA CÁMARA B A J A
Cuadro al óleo, de Sims




EL INCENDIO DEL PARLAMENTO EN 1834
Cuadro al óleo, de John Constable


mencionada, a exaltar aquel cargo, tendencia que la guerra ha contribuido a
acentuar porque no permite dilaciones, para persuadir o aplacar a los colegas
turbulentos, y exige órdenes rápidas y eficaces.


El Ministerio de Estado


También es, aunque por razones diferentes, un Departamento de carácter
especial. Rara vez necesita proponer medidas legislativas, y se mueve en la
esfera de la alta política, salvo los casos de reclamaciones de subditos británicos
contra alguno de sus cónsules o contra Gobiernos extranjeros. Por otra parte,
como la Corona representa a la nación en los asuntos exteriores, y el Primer
Ministro es el consejero-jefe de la Corona, sus relaciones constitucionales con
el Ministro de Estado son muy peculiares, y cualquier divergencia, o sombra
de divergencia, suscita excepcional expectación. Teóricamente hay grandes


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argumentos en favor de la unión de los dos cargos ; pero en la práctica el peso
de la doble función, añadido al de la asistencia al Parlamento, sería insoportable.
Un Ministro de Estado en la Cámara de los Lores, con un Subsecretario en
la de los Comunes, para contestar preguntas, y un Primer Ministro que
intervenga en materias de decisiva importancia, es una buena solución que
satisface el deseo general de mantener al Ministro de Estadé algo alejado de las
luchas de los partidos.


Los Departamentos de asuntos interiores


El primero, en categoría, es el Ministerio de la Gobernación con el cual
está ahora ligado el de Seguridad interior. El de Industria y Comercio ha
aumentado su volumen, a pesar de haber traspasado los asuntos de pesca al
Ministerio de Agricultura, y los de ferrocarriles al Ministerio de Transportes.
Por el contrario, los Ministerios del Trabajo, de Sanidad y de Asuntos de
Escocia han alcanzado su estructura y volumen actuales por via de accesión,
recogiendo servicios que antes estaban desparramados en otros Departamentos.
El Ministerio de Educación puede citarse como tipo de evolución orgánica,
desde gérmenes apenas visibles, atravesando una juventud agitada por
tempestades de animosidad sectaria, hasta alcanzar una madurez suave y plácida.


No sería difícil imaginar una distribución de servicios mas lógica que la
que existe en la Gran Bretaña, donde tenemos bajo un mismo techo los asuntos
de " subditos extranjeros," " pantomimas infantiles " y " crematorios^" ; y bajo
otro los de " comadres " y " alineación de construcciones en las carreteras."
Pero la Administración moderna es un conglomerado cuyas unidades proceden
más bien de circunstancias históricas o de transitorias conveniencias que de
análisis maduro. Este sistema, o esta ausencia de sistema, tiene sus desventajas,
que tocan los ciudadanos cuando buscan la oficina encargada de esté o aquel
asunto, y también los diputados que no saben a que Ministro deben dirigir
sus preguntas; pero es imposible parar las ruedas para reconstruir la máquina
del Estado, de cuyas dimensiones dan idea las cifras siguientes.


L a ley de 1937 sobre ministros de la Corona estableció dos, el Primer
Ministro y el Lord Canciller con 10,000 Libras anuales de sueldo ; y diecisiete
Ministros con 5,000. Estos diecinueve son los que constituyen de ordinario
el Consejo o Gabinete. Pero hay además otros cinco de segunda categoría,
con 3,000 Libras, y uno que podría considerarse de tercera, porque solo tiene
2,000. Luego vienen los Subsecretarios que son veintidós. La guerra ha
multiplicado el número de Departamentos, que se agrupan de este modo :


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LORD JOHN RUSSELL


En una reunión del Ministerio de coalición de 1 8 5 2 - 1 8 5 5
Cuadro al óleo, de Sir John Gilbert




Gabinete de Guerra : 8 miembros.
Ministros al frente de Departamentos : 2 1 .
Otros Ministros : 33 .


Esto aparte del Lord Canciller, tres Ministros sirte cura y cuatro Oficiales"
letrados, dos de ellos en Inglaterra y los otros dos en Escocia. De ese número
total de setenta, doce están en la Cámara de los Lores y cincuenta y ocho en
la de los Comunes, estos últimos casi todos con experiencia parlamentaria, a
veces muy considerable.


Así resulta que en cualquier momento hay unos cincuenta diputados
(fracción considerable de la Cámara y del partido gobernante) que desempeñan
cargos para los cuales fueron designados no siempre por su aptitud
administrativa sino por su prometedora actuación o reputación parlamentarias,
por su categoría en el partido, por su influjo en el público o por sus relaciones
personales. Las Subsecretarías son etapas de prueba en las que un Ministro
joven aprende a acomodar los métodos de los Departamentos a los gustos del
Parlamento, aprende a no dejarse imponer por sus funcionarios, ni tampoco
prescindir de ellos, a no darse aires de superior competencia, y a no presentarse
en la Cámara con la lección medio sabida, o tan bien estudiada que se trans-
parente que es una lección. Se ha dicho que la única cosa que los funcionarios
administrativos no pueden hacer es convertir a un mal Ministro en uno bueno.
Pero no hay duda de que un Departamento que no ha hecho mas que ir tirando,
o seguir las viejas rodadas, puede ser vitalizado por un Ministro que sepa
donde va y combine la noción administrativa de lo que debería hacerse, con la
sensibilidad parlamentaria de lo que es factible.


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GLADSTONE PRONUNCIANDO UN DISCURSO EN LA CÁMARA DE LOS COMUNES EN 1893


Grabado del cuadro de F. Sargent




CONCLUSION


Acaso la nota más saliente que esta breve exposición sugiere es la
continuidad de la evolución constitucional en la Gran Bretaña. El experimento
republicano del siglo X V I I fué un episodio sin consecuencias, y ni siquiera la
conquista normanda significó una ruptura completa o decisiva con el pasado.
Los reyes normandos, por el hecho de haber conservado el antiguo régimen de
Condados, hicieron posible la acción y reacción entre el Poder central y los
organismos locales, que poco a poco se convirtió en un Parlamento. Al
acomodarse a las costumbres parlamentarias, los reyes absolutos de la dinastía
Tudor mantuvieron vivo un organismo que, cuando llegó el momento, probó
que era capaz de asumir el gobierno del país. El Parlamento, por su parte,
al respetar la Monarquía en los años de la Revolución, salvó un símbolo de
devoción y atracción, un elemento unificador, no por cima, sino dentro de la
Constitución, elemento cuya virtualidad y potencia no se revelaron plenamente
hasta que del viejo régimen nació uno nuevo que se extiende más allá de los
mares.


Las discusiones políticas sobre el poder o el influjo de la Corona no parecen
llegar casi nunca a conclusiones positivas. Y eso por dos razones : una, que
quien lleva la corona no deja de ser un ejemplar humano, sujeto a todos los
cambios de edad, experiencia, carácter e inteligencia, de los demás hombres ;
la otra, más profunda, que la Monarquía radica en un elemento hondo de
nuestro ser donde ningún artificio político alcanza; es una emoción que todos
percibimos y sentimos, pero que casi nadie podría definir. Quizá consiste
en que vemos en la Corona algo así como una amalgama de lo familiar y lo
augusto, que exalta el afecto del ciudadano y presta un tono íntimo a su lealtad.
Esto acontece lo mismo en el caso de subditos británicos que habitan la Gran
Bretaña que en el de los que viven en los* Dominios autónomos y con Parlamentos
propios. La Corona es el único símbolo común a todos ellos. Los siglos
pasan, pero ella permanece y es por completo nuestra.


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EL MUY HONORABLE WINSTON CHURCHILL


Caricatura, por Vicky


E X P L I C A C I Ó N D E L A S L A M I N A S E N C O L O R E S


WILLIAM CECIL, LORD BURGHLEY, 1 5 2 1 -
1598
Uno de los más sensatos y astutos entre
los consejeros de la reina Isabel. Se ha
dicho que " durante cuarenta años la
biografía de Cecil casi coincide con la de
Isabel y con la historia de Inglaterra."


JOHN HAMPDEN, LLAMADO " EL PATRIO-


TA," I594-1643
Fué miembro del Parlamento en 1 5 2 1 y
figuró en la oposición ; se negó a pagar


el impuesto para barcos establecido por
Carlos I en 1634 ; fué procesado y esto
aumentó su popularidad como caudillo
politico ; fué miembro del Parlamento
Largo. Luchó en los ejércitos parlamen-
tarios en la Guerra Civil y fué herido
mortalmente en un encuentro, en Chal-
grove Field, en 1643.


OLIVER CROMWELL, 1599-1658


Representó a Cambridge en el Parlamento
en 1640 ; organizó las compañías de
" Ironsides " en la Guerra Civil y, al


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E X P L I C A C I Ó N D E L A S L A M I N A S E N C O L O R E S


terminar ésta, se. puso al lado del ejército,
contra el Parlamento, y contribuyó a la
ejecución de Carlos I en 1649. Disolvió el
Parlamento Largo en 1653 y rechazó
insistentemente el título de rey, pero fué
nombrado Lord Protector de la República.


EL REY CARLOS I, 16OO-1649


Durante su reinado el conflicto entre el
Parlamento y la Corona, sobre primacía de
autoridad, provocó la Guerra Civil entre
parlamentarios y realistas. Estos fueron
vencidos y el rey Carlos I fué ejecutado en
1649.


DESFILE DE UN TRIBUNAL AMBULANTE,
I762
Westminster es la residencia de los
Tribunales de Justicia, así como del
Gobierno; pero los jueces hacen viajes
circulares para administrar justicia en las
localidades, costumbre que existia ya en el
siglo X I I y se regularizó bajo Eduardo I.
L a llegada de los jueces al lugar de las
sesiones va siempre acompañada de alguna
ceremonia cívica.


EL GRAN DESFILE A LA IGLESIA DE SAN
PABLO EL DÍA DE SAN JORGE, 1789


Fué una ceremonia organizada en acción de
gracias por el restablecimiento del rey
Jorge I I I . Según la costumbre, el Alcalde
y los Regidores precedían a caballo al
Soberano hacia el Guild Hall. El Alcalde
llevaba la " espada de la perla " y él y los
Regidores iban descubiertos.


LA REINA VICTORIA Y LORD MELBOURNE
PASEANDO A CABALLO EN EL GRAN
PARQUE DE WINDSOR


Las relaciones personales entre los
monarcas ingleses y sus Primeros Ministros
no han sido siempre tan cordiales como las
que existieron entre la joven reina Victoria
y su primer Jefe de Gobierno, Lord
Melbourne, que ocupó el Poder, con un
breve paréntesis, de 1834 a 1841 .


EL CASTILLO DE WINDSOR. LA TORRE
NORMANDA


Fué edificado por Guillermo el Conquis-
tador y es la residencia principal de los
reyes de Inglaterra.


BENJAMÍN DISRAELI, PRIMER CONDE
DE BEACONSFIELD, 1804-1881
Fué varias veces Primer Ministro de Ingla-
terra y contribuyó, más que ningún otro
estadista del siglo X I X , a que arraigara en
la mente de sus conciudadanos la idea de
una Gran Bretaña ultramarina.


LA SALA Y LA ABADÍA DE WESTMINSTER


L a Sala de Westminster fué edificada por
el rey Guillermo II en el siglo X I . Fué la
escena de muchos célebres procesos—
Strafford, Carlos I, Warren Hastings—
pero ahora se usa solamente para cere-
monias. L a Abadía comenzó a edificarse
bajo Eduardo el Confesor, en 1050, y se
terminó bajo Enrique I I I , en 1245. En
ella son coronados los monarcas y son
enterrados muchos hombres célebres
ingleses.


EL REY. JORGE V, 1865-I936
El rey Jorge V es generalmente mirado
como modelo de un monarca constitucional
inglés.


PRESENTACIÓN AL PARLAMENTO, EN I o


DE DICIEMBRE DE I 9 1 9 , DE LADY ASTOR,
PRIMERA MUJER ELEGIDA PARA LA CÁ-
MARA BAJA


Algunos de los Dominios introdujeron el
sufragio femenino antes que la Gran
Bretaña: Nueva Zelanda en 1893, y
Australia en 1908. Un proyecto con-
cediendo voto a las mujeres fué leido
segunda vez en la Cámara de los Comunes
en 1910. Lady Astor, primera mujer
elegida en la Gran Bretaña, fué presentada
a la Cámara por Lord Balfour y el Muy
Honorable David Lloyd George.