¿QUE ES REPÚBLICA? POR DON ENRIQUE CORONA IIARTINEZ • • ~la.l .. id. 1855. ...
}

¿QUE ES REPÚBLICA?
POR


DON ENRIQUE CORONA IIARTINEZ •




~la.l .. id. 1855.


Imprenta de EL BUEN SENTIDO, ti cargo de D. Manuel MoruleJ
y Rodríguez, calle del CohniIJo, núm. 3, cto. entresuelo.






¿ QUE ES REPUBLlCA?


Illievolucion! Hé aquí la palabra sacramental: h é
aquí el altar levantauo para satisfacer la voracidad
tle nuestros republicanos modernos, las exigencias
febriles y contlagradoras de algun espíritu canden-
te, y el pasto arrJjado á las muchedumbres, plasta
de insensatos, para que viertan su sangre, destru-
yan las riquezas pública;, arrastren á la miseria á
sus inocentes hijos , y, legando el abandono y el
embrutecimiento, dejen por herencia á dos ó tres
generaciones una esclavitud roedora, agresiva, de-
vastadora, mortífera y crapulosa.


¡,Pretendeis libertar á los pueblos? ¿Cómo? ¿De
quién?


Desgraciados si os escuchan!
¿Abrigais creencias en favor de esa igualdad tan


reverenciada, tan bendecida, tan seductora y tan
iueal?


¿Qué os arroja entonces en el corazon de las ma-
sas, irascibles pOI' vuestl'aS maquinaciones, á pre-




.¡.
diear utopias que vuestra conciencia llama men-
liras?


¿Quereis destruir en todas las fa~es de su prisma
el principio aristocrático, ó quercis con los desmenu-
zados restos de una aristocracia ostentosa y tradi-
cional fundir" otra que, sacándoos del polvo, os He-
ye á las regiones que anatematizais, acaso porque
la caprichosa fortuna os alejó de aspirar el aire de
su dorada atmósfera?


Si brota en vuestro pecho la conviccion, y en el
campo del criterio enarbolais el estandarte de la ra-
1,on lo por qué no forman en las regiones de esa de-
cantada democrácia sino turbas ignorantes? ¿Por
qué no estableceis el republicano apostolado en me-
dio de los entendimientos sanos y pensadores? Por-
que seria arrancado el artero antifaz que os encu-
bre, apareciendo en caricatura los volúmenes de pa-
ralogismos con los cuales pretendeís triunfar del
frio raciocinio.


Ejército de palabreros, multitud de farsantes,
gentio de ilusos, preso~ en-la red de doctrinas adu~
ladoras, de teorías irrealizables y dO' ofertas que no
cumpliréis; tal es la fuerza que os sostiene: talla pa-
lanca bruta que moveis, cuyo punto de apoyo es la
ignorancia, y cuya resistencia es el imperio de la
rar.ou.


Vosotros, impotentes y engreidos, crecis ser su
Mesias.


Sarcasmo grosero!
. Yosotl'O~, nucyos palriarcas (lc In '¡octrillfl PI'(f}/.-




5
gélica, no ason'lais la frente luminosa por entre nu·
hes de capacidades honradas, de almas puras, de
cntendimientos robustos, de mártires gloriosos: la
cscondeis si al través de imbéciles engañados, de
hampones hamblientos, de mendigos estafadores,
de delincuentes vendidos, de siGarios embriagados,
de atl'Osos sanguinarios, de mujeres vinosas, de
prost.itutas repugnantes, de chiquillos andrajosos
que corren, ahullan, rabian, blasfeman, escarne-
cen, roban, matan.


Esas páginas forman el libro de las sediciones que
impúdicamente bautizais con el nombre de revolu-
cion: esos los argumentos que lIevais en el al-
hum de vuestra fantasía, para dominar á los hombres
y á los pueblos.


Revolucion. ¿Entendeis esa palabra?
La revolueion forma el progreso de la humanidad,


y nutre el desenvolvimiento de las doctrinas en-
gendradas por la razono


Revolucicn, no es la venenosa anarquía, niel sis·
tema negativo de lo posible, ni la ilusion de transfor-
mar el mundo en banquete con asiento de igual
preferencia para todos los seres. Vosotros sois los
primeros á tomar la mas rica parte del botín el dia
de los trastornos que os afanais en provocar.


Los hechos escribieron este blason que forma la
ejecutoria republicana. Vosotros los que reconocien-
do por fuerza el principio de autoridad, buscasteis'
\!" apoyo entre la escoria de los pueblos, un ídolo
qllP- guardara por medio de la tiranía los títulos, los




honores y las riquezas que usurpasteis á la a~'isto­
cracia derrumbada ó á la sociedad si así os place.
¿Por qué refugiaros, siempre sedientos de 6rdcn, ha-
jo la fuerte tizona de los dictadores? ¿Por qué por-
diosear en último recurso un cetro que salvára la pi-
ratería de los correligionarios de las repúblicas?


Yo os la di¡'é.
Porque en aquellas anárquicas revueltas desprc:;.


tigiásteis los poderes, circulacion precisa de la socie-
dad civil; porque arrastrásteis en el lodo formado
por vuetras miras liberticidas las l~yesde"l mundo
moral, que, siguiendo una tendencia orgánica é in-
mutable, buscaron su centro de autoridad, único,
fuerte, cnérgico.


El motin, prólogo del desquiciamiento de"los pue·
blos, se corona con el despoti5mo, obra complemen-
taria dc las revoluciones .


. Vosotros para triunfal' corrompeis; yesos corazo·
nes vaciados con el fango de la pr8dicacion demo.
cr:ático-republicarta, son mas tarde los ve¡'dugosque
bacen el cortejo al conduciros al desprecÍo y á la
muerte.


En vez de los vítores pasados, los dicterios y las
injurias del populacho.


A la tribuna de la sedicion sucede el cadalso de los
santones.


La comedia del engafio tiene diferentes actos; pero
su accion no pasa de un dia.


Pl'rguntadlo á Robespierre ó á Camilo Dcsmoulins.
¡Y os llamais hombres avanzados!




7
Este cs el mayor de vuestros crrores, la mas


audaz mentira que. colora el estandarte republi.
cano ..


Toda sociedad nómada, todo pueblo ~n embrion,
tUYO un gobierno colectivo; y reconociendo fraccio-
naJo el principio de autoridad, patentizó en el tcm-
plo de las ideas una demostracíon sancionada por
la e'periencla. De aquí nació la ley de mando en el
centro de unidad, que los hombres acataron y de-
fendieron.


Al politeísmo del fiando sucediú el monot.eisnlo
de la autoridad, piedra fundamental de la organiza-
cion de las naciones.


Este. es el ·gran principio cuyo imperecedero
dominio eternizó Jesu-Cristo en la cumbre del
Calvario.


Los hombres de retroceso, los hombres gastados.
sin una idea nueva, sin un pensamiento aceptable,
sois vosotr~s, rutinarios ciegos, ambiciosos preva-
ricadore~ ..


¿Qué tfaeis en vuestros discursos que no esté es-
crito con mas sana intencion en el papiro de los in-
dios, mucho antes que fuesen como hoy raquiticos
y mezquinos esclavos, víctimas del estúpido fanatis-
mo y del fraccionamiento de sus ágentes intelectua.
les y pl'Odúctivos .. ?


La acumulacion de las verdades engendra la fuer-
za intelectual.


Vosotros, gastados, divididos, sediciosos, pertur.
badores, ~derrocaréis la monarquía hereditaria, que




8
lleva en su apoyo la tradicioll y la necesidad (te no
despertar diarias ambiciones?


¡, Y qué adelantareis?
Preguntadlo á la FJ'ancia. Traspasad las altas cum-


bres del fl"io Pil'ineo, y al Paris que vió los despil-
farros de Luis XIV, Y los: cínicos placeres de Luis XV;
preguntadle quién trajo mas victimas y mas desgra-
cias á la Francia, si estos reyes desmoralizados, ó
el pueblo justiciero que mezcló sus sanguinarios vi.
va, á los redobles de los tambores del republicano
Salterre; el fatídico 21 de enero de f79il.-


La revolucion francesa, piedra angular del mo-
nu n:mto gigante de las revoluciones modernas, ló-
gica inflexible que corrobora la esperiencia que nos
form íra la sábia Atenas, la ruda Esparta y la gi-
gante Roma, dice con usura cuanto exíja el racio-
cinio mas refinado. .


La Asamblea pide fJ'anquicias á Luis XVI cn J 787;
el monarca, débil, afable y deseosu de conciliar las
peticiones del pueblo con las franquiciasrégias, no
titubea en conceder; y una constitucion nueva va Íl
regir los destinos de la patria, aunque sellada con
las víctimas del campo de Marte.


Las balas de la guardia nacional de París sostu-
vieron el órden, preciso en toda circunstancia.


Los infelices at'tesanos eran sacrificados en aquel
dia memorable, en tanto que oian el ruido del pIo-
rno mortífero desde los agujeros en que se escondian,
]os apóstoles revoltosos, tribunos de los clubs, Bris·
sót ,_Murat, Curra y otros.




9
Lafallctte, que habia peleado en defensa 'ie la


Hbertad en Jos helados campos de la Uníon, 110 te-
mió gastar el plomo de la fuerza ciudadana en ho_
llar del órden. y Lafalléte; sin embargo, era un Ii ..
beral de corazon y de virtudes.


Tras los discursos incendiarlos, tras los carros
conduciendo abundantes manjares á la vorj~ guillo-
tina, el pueblo acarició un ítlolo que lo salvase pOl'-
que era su único refugio, la sola áncora en aquel
naufragio político.


Pero la forma repuhlicana C1;(1 todavía un princi-
pio muy popular, y no bastante fl'eno al [eI"llz pillaje
en que h~ia caido el pucblo de Francisco l.


Necesitaba grillos; pero fOl'jados por el despotis-
mo; grillos de oro que no ajaran las mentillas fmu ...
quicH1S de la escarapela republicana.


¿Qué valia el despolismo si se llamaba libre y to-
caba la Marsellesa?
(~Qué le importaba el eetl'O de un emperador si


conoeia de hecho que los pueblos nacieron para obe-
decer? Desgraciado del que diga ú los cándidos ciu-
dadanos esta gran yerdad.


Muerto ti lúbrico paseante del Parque de lo.~ Oiel'-
'faS yel esclavo de la DubaITY, sacrificaron al espo-
so de ~Iaria Antoniela; el mas inocente de aquella
raza. ¿Qué les importaba despues un Napoleon, que
arrancó á millares los hijos- para ~embrar con sus
miembros rotos los paises á quienes pretendia escla-
,-izar? .


¡Estraiia consecuencia! La ¡]cmoeraeia eQIlycrljda
.:.2




W
en tirana de la humanidad. Los rl~publicanos france-
ses convertidos en csbil'ros del despotismo europeo.


El imperio de la discusion y del libre pensamien-
t.o difundido con el plomo de las baterias, y con el
filo de los sables; ¿pOI' qué acusais á la inquisicion
de sostener la escuela de mansedumbre, apelando al
tOl'mento y á la hoguera?


Pero el imperio era populat,; y la aristoeracia de
la espada no satisfaeia á los fmnceses rellllidos de
guerrear, ávidos de paz y de tmnquilidad.


, . y entonces se refugiaron en lus brazos de la vie-
ja monarquía, y eomo habian maldecido desde el 2
plm'ióse ha~ta el 18 de mayo de 1800, maldijeron
desde el '18 de mayo de {800, hasta el 6 de abril
de 1814.,


Asamblea constituyente, conveecion y terrorismo,
direetório, eonsuJado, imperio, restauracion, mo-
narquía electiva hecha hereditaria por los volubles
1'l'pllblícanos franceses.


Hé aquí la república: 25 años de sangre! milla-
r~s de víctimas! Y con tantas formas de gobierno,
aristocracias que se suceden, ambiciosos que al·
hagan las muchedumbres, buitres que comen la
sangre del pueblo pretendiendo salvarle.


Cambio de tiranos no mas ..
Republicanos españoles:
(~Quereis el sufragio universal?
Mirad el 2 de diciembre de Napoleon III.
Oid á vuestros santones confesar la falta de ilus-


tracion oc los electores, y pedir el sufragio uniyers31.




Admirable lógica!
Ayer, no erais republicanos, hoy apelais á ese


recurso.


¿Por qué apelais? Porque la revolueÍon de julio no
ha llevado el mando á vuestras corsarios políticos.
Ahora los revóltosos forman el partido republicano.
Si, los revoltosos de ayer en su impotente rábia
lanzan sus diatrivas contra la monarquía. Algunos
ilusos, figurin~s de la moda política, recojon las fra-
ses siquiera, por lluevas. Entonces perdeis el mie-
do, y las palabras que os daban susto á solas, salen
vergonzantes á calles y plazas. Y, sin embargo, no.
cOlTeis peligro.


¿Sabeis cuáles son los partidos mas int<,?lerantes?
EIl'epublicano y el demócrata.


Elrepublieano que huye de un principio recono-
cido y sancionado por la esperiencia, para entre-
garse en brazos de una série de Catilinas, y robus-
teciendo amhiciones bastardas en todas las clases,
levanta patíbulos para destruir los obstáculos que se
opongan á satisfaccrlas.


Ah'eveos á negarlo: Ahí está la histol'!a.
El demócrata con su engañosa mansedumbre Sali-


tifica los medios, y con el -iluminismo de un falso pa-
triarcadoevangélico sembrará el luto sin misericordia.


Vuestra fingida earidatl hará unaSanBarthelemy
en los partidos contrarios, aunque no emplee el pu-
fial ni la alabarda.


¿,Quereis libertad de pensamiento? ¿Una imprenta
. sin tl'aba,? Pobre pais aquel dia!




1:2
Incemliariais las pasiones, ·Hlutllando el cora:wn


del pueblo que pretendeis ilus!¡'ur. La prensa, lejos
de ser el sacerdocio de la justicia, seria el libelo eons.
bnte y la crónica asídmí que dCl'l'ibál'a la sociedad;
el arma de los ódio~, de la eoba!'(lía, y de las ma-
las pasiones. Ilustraeion pOI' medio del pcriodi lmo!!


Quereis imitar al Publicista, al Patriota Fran,
cés ó al Diario de los Jacobinos. Veamos:


Pulularán pCl'lódicos vendidos con intento de es,
tablceer el triunfo de un hombre, ó bien difundir la
alarma y sembrar la discordia, h~ciendo todo gobier,
no imposible.


Dividamos para vencer, direis.
Venceréis aun así? Vuestró reinado de meteoro


prolongaría su vida alimentando su lumbre con vues.
tras ilu:siones.


y la justicia, alma de la ley natural, vendrá con
su balanza inflexible, castigando y pulverizando á
-vosotros "Y tí vuestras doctrinas.


y para los siglos -venideros sereis, no colosos ro,
gGnentdores, sino pigmeos risibles.


¿Quereis ·salvar la humanidad?
Volved los ojos á las ruinas de aquellos magcstuo.


sos monumentos. que fuoron un dia la admiracion
del mundo. Y ¿qué eneontmreis? algunos mármoles
hechos pedazos en formas irregulares, que solo pre-
sentan sus dimensiones geométricas para decir al his-
toriógrafo que los contempla. Fuimo3 el parto del
ingenio y del orgullodc1 hombre, somos la realidad
con fIuC Dios demuest!'usulcy: la de~ tl'UCciOll, la nada.




13
Levantad las aglomeradas capas geológicas del


globo y entre fósiles y restos de lo que existió, ve-
reis reproducida la indeleble ley; la destruccion, la
nada,


Recorred los riqulsimos archivos, enterraos en el
. polvo de las antiguas y modernas bibliotecas y sus


escritos ft'a'lados por la mano del caldeo severo, de
los estudiosos griegos, de los volubles roman(}s, os
dirán que las doetI'inas han cambiado de vestido, se
han disfmzac10 con falsos relumbrones, han amorti-
guado sus defectos con el afeite del sofisma; pero
fundidas, mezcladas, añadidas, comenta~as, son
siempre las mismas teorías.


El desenvolvimiento humano adelanta poco en la
crcaeion de las ver~ades absolutas.


El físico combina sus simples y d¡\ cuerpos dlre-
l'cntes, pero el mayor sábio no crea un átomo de las
menudas arenas del Desierto.


La misma ley: la destruccion, la nada.
¡A qu~ afanaros, pues, si hay leyes inmutables


tan fijas como Dios! como la naturL,leza si quereis!
. ~Qu~ hemos sacado de aquellas hÍchas filosóficas


en que pretendiendo establecer como suprema divi~
nidad el pensamiento, logramos solo confundirlo,
estmviarlo, reducirlo, aniquilarlo, retrogradarlo?


La tortura de las ideas , dieron por engendro,
ideas inválidas, rotas, destruidas y descuartizadas.


Esta es la verdad m~s que os pese confesada.
¿Qué objeto tiene la política? ¿Hacer tE':hosos ú los


pueblos? ¡;JIaccl'los librcs'?




14
¡ Qué mas dicha que ser gobernados pacIfica, jus~


ta y sábiam ente, abriendo los veneros de la riqueza
pública!


¡Qué mas esclavitud que sernbrm' la discordia en
las familias, introducir la alarma entre el padre y el
hijo: el encono entre el hermano y el hermano: 01
despecho enlt'e la esposa y el esposo, siendo escla.
"Vos de una pasion sañuda, y siervos uncidos para
urrastrar el carro de unos tiranos, erigidos por sí
mismos en señores!


Sobre todo.
¿Es posible? ¿Es siquiera aceptado por el racioci.


nio ese comunismo de ideas, esa igualdad tan de.
cantada, tan adulada, tan engreída, tan revolucio.
naria, tan incitante, mentida. y deslumbradora?


En la naturaleza no hay mas que individuos;
EntL'e millones de hojas despl'Cndidas de los año-


sos árboles por los céfiros del ofóño, buscadme dos
idénticas,


No hay dos hombres esactamente iguales, ni on
lo físico ni en lo moral.


¿P¡'etendeis trastOl'11al' las leyes del mundo orgá-
nico que rigen tambien al munJo político?


Pues no hay mas que una .ley.
¿Qué igualdad es esa que predicais?
¿El derecho del hombre ante la legisbcion de la


naturaleza? El derecho del hombre ante la concien-
cia social? Y ¿quién lo disputa ese derecho? ¿Qué or-
ganizacíon no 8e lo concede en lus pueblos civili-
zadu::;?




1 ¡)
¿,Qucrcis mas garantías en la práctica, puesto que


en lo moral nadie disputa sus reconocidos poderes~
bLe dareis voso tros mas franquicias. ó arrastra-


reis entre persecuciones y dicterios á los que se os
opongan, dándoles la palma. del martirio?


Igualdad.
, ¿Sois vosotros sus secuaces?
. ¿Por qué gritais entre los millares de cabezas de-


primidas y estúpidas qne os circundan, para abrios
un lugar preferente y aristocrático? Me direis qus es
por redin:tiI' á tantos seres que gimen en la opresion.
Aunque asi fuera, hipótesis mas que atrevida, ¿ga-
narian en felicidad? Esto es por desgracia un pro-
blema que no podreis siquiera plantear.


Lanzad mil anatemas contra esta para vosotros
blasfemia política. Pero no me intimidais. Muchos
que un dia fueron tratados de locos, merecían lue-
go los honores de los descendientes de la generaeion
que los pisoteó, y vuestros maestros de república
erIgieron estátuas de oro á los mismos á quienes
ahorcaron antes con un inmundo dogal.


¿Qué puede prometerse la lógica de los que mili-
tais como aprendices en la pintarrajeada bandera?


Escusareis los hechos que atestiguan mis pala-
bras. No os faltará audácia para recusar la historia.
Direis que la sociedad camina en escala ascendente
á su completa perfecciono


Ilusiones vanas, recursos vacilantes, doradas fra-
seologías.
. Las sociedades adelantan y retroceden, y por mas




16
que vuele la fantasía; hay un límite que pone bmÓ"
rem á los delirios y á los ensueños del pensamiento.


¿POl' qué lIamais i1ustraeion ~ vuestras quimél'Ícas
pretensiones? Juego de palabras que no seduet'u ti
la l'eflexion.


¿POI' qué os figu!'als que somos oscuros prosélitos
del prheipio monárquico por la inel'Cia, de la cos-
tumbre?


No: somos mon{ll'quicos; porque. reconocido el
principio de autoridad; tememos menos su oJ'gani-
zaeion que el caos de ambiciones de que nos rodea-
reis con repúblicas tenebrosas, que llevarán en si
todos los inconvenientes de la monarquía heredita-
ria, todas las disensiones de la monarquía .electiva;
todas las miserias de los gobiernos representath·05.


Avancemos c~n cautela para ('.{)jcr el frulo de
nuestl'os deseos y no encontl'al' la . licencia , en vez
(le la libertad, en vez del órdcn, la anarquía; en vez
de la moralidad j la intriga; y en vez de un monar-
ca, la adef(tgia de un millon de dictadores.


Me (Ereis que enagenamos la dignidad del hom-
bre, que convertimos un ser humano en un semi-
Lios á cuyo capricho queda nuestro alyedrIo.


No, y mil ycoes ~o. Respetamos al monarca por-
que acatamos la monarqui:l. ,


En tanto que simboliza el principio, el monarca
es ycncrado, es defendido, es sagrado. Es ycnel'a~
do, porque su prestigio es la fuerza deJa autol'idad
.cn el ól'den civil: es defcndido porque al sostener in~
mUlles sus derechos; sostenemos los del'cchoi dd




17
pais que nos salvan de la anarquia: es sagrado por-
que nada hay mas santo que la manó á quien enco-
mendamos la vérdadei'a libertad: el sóstenimiento de
la constitueion fundamental del Estado y la seguri-
dad individual.


Cuando rechazamos vúestras doctrinas, ¡as he ..
mos estudiado antes.


Las rechazamos porque Se opOnen a la concien'
cia, batiéndolas la conviccion.


¿Y si 65 dijera que vosotros, enemigbS de la mo-
harquia; sois enemigos del monarca; á quien dais
mas importaIíéÍa que lbs acérrimos realistas?


Si; le ataéais en su persona valiéndoos de sus fal,.
tas verdaderas ófingidas.


¿Qué debiaser para vosotros 1 que os supohels
hombres de doctt'ina, la persona del monarca? ¿QUé
es en las constituciones representativas? Os lanzais
á ese mezquino recurso porque desacreditando al
hombre, pretendeis heril'" da muerte el prin-
cipio.


Pero el principio, no morirá.
Evocad la Sombl'a de Oliverio Cromwell. Estu-


diad sus propias opiniones, y decid Mn la mano so-
bm el eoraliOn, el intento que le bizo arrastrar á
la barra del Parlamóntó á CárIos I. Yeso que to-
das las revoluciones no dan un CromweIl ó un
Wasígnton.


Pero la anarquía, sí, engendra por fuel'za hom-
bres como Mook que restablezcan el principio de au-
toridad única, tras el despotismo de las colecciones.


3




18
Gritareis, revolvereis, clamareis con pomposa


vanidad, que aquellos. torbellinos de revueltas sedi-
ciosas, de innovaciones termríficas, produjeron en
tropel abundantes doc trinas, y una filosofía, mina
fecunda de ideas grandes, antorcha refulgente de
la sabiduría moderna, que iluminó millares de sá-
bias publicistas, de eminentes oradores.


Vana porfia. Todos ellos en la combustion de SUfl
rieas teorías, no valieron mas que otl'OS muchos fi-
lósofos que duermen siglos há elLsuefio eterno. Y,
¿quién precedido de la imparcialidad osaria afh'mar
que Voltaire ó Biron no sembraron una moral
peligrosa y disolvente, hegira de males que dará
tardio fin en desapar ecer de la cadena de cri-
terios que se sucederán en distintas generaciones?


Capacidades privilegiadas son las palancas temi·
bIes ; porque temible es el genio que fascina á los
pueblos y arrastra á las naciones, .


Viva la república! Viva la palanca de la felicidad
española! Viva siquiera porque ya ú destruir todo lo
existente!
. Goce frenético. El goce de la destrueeion.


Corramos con impremeditado delirio; ondeemos
la bandera tricolor.


Bandera tricolor. Arco iris en que se descompo-
nen vuestras doctrínas sin tinta fija.


Surquemos los mares: allí están los Estados-Uni-
dos: allí la felicidad de los pueblos. Hé aquí el mo-
~elo de las naciones modernas.


Y, 4 cl'eeis igual España al pueblo nuevo, fun-




19
diJo con el_tímido retraimiento del estmnjero que
pidió su hospitalidad, fundiéndose en el crisol de
aquella repúbliea toda de indígenas?


¿Vale tanto el potente roble que se nutre con la
lozana sáhia, como el arrancado sauce destruido
pO!' las tormentas?


y sin embargo, el país modelo, el vanguardía
de la democracia, alimentando en su envidiado se-
no la llaga de la civilizacion salvage, no desdeñó
acariciar el horrible cáncer de la esclavitud.


Era una necesidad de su organizacíon?
Vive Dios que si lo sosteneis, firmando la vague-


dad de vuestras teorías, queda confesado el princi-
pio de necesidad.


Hé aquí por qué sustentamos la monarquía, por
qué la aceptamos en la necesidad de lo posible, aun-
que en la region especulativa de la ciencia política
escuchemos brillantes doctrinas republicanas, inú-
tiles por nQ darles sitio en su campo la irrccusable
práctica.


¿Sostendreiscon ardor, con teoremas de com-e-
niencia, con ejemplos histól'Ícos, con tradiciones or-
gullosas, con metáforas atrevidas, el derecho del'
pueblo de Heroan Cortés y Pizarro á nuestras co-
lonias del Nuevo Mundo?


Risible ínconsecuencia. Si sois demócratas, estais
llamados á defender con la f¡'ente alta la emancipa-
cion del hombre y la l~bertad de los pueblos, forma-
dos de seres á los cuales asisten esos mismos dere-
chos porque tanto clama vuestro teosofismo.




20
Vuosh'a mision es anatematizar la espada del con.


q\listador, y maldecir el dominio de la fuerza.
La pluDw, de lQS santos padres, cumple ~olQ á los


que intentan establecer un nuevo patriarcado.
P~rQ ¡ay! que ellos tienen la flercza de la ambi-


cion y del fanatismo. Y el fanatismo poUtico es la
mas cruel de todus las aberraciones. Su rábia todo
10 traspasa. todo lo. invade, todo lo asola, todo lo
seca, todo lo devora.


Juliano Apóstata multiplicó las persecuciones, los
tormentos y los. patíbulos cOntra los defensOl'es del
cristianismo, y su encono demostraba que al segar
una cabeza cristiana, destruia una fuerte columna
del edificio político que llevaba en si la doctrina del
hijo de Marfa, .


Turbulentos, febriles, avaros, orgullosos, al'to~
gantes, os nwstrais· con los partidos que apoyan la
tradicio.n. que sostienon la teocracia, que deseall
conservar las instituciones, ó marchar al progreso
por el camino de lw; reformas útiles, y sobre todo
realizables,


y fundals esa cstcril vanidad denominándo05 el
partido de COl'Uzon, el partido valíente1


bPQr qu~ concebir tan l~stim05o engafio? En los
paises donde enarbolasteis la escarapela republicana,
era apoyada por un ejército de verdugos. Y el mie-
do que os estremecia á cada momento iba á refu-
giarse entre populosas falanges de sayones inmun ...
dQs, salpicados de sangre, ébrios de crápula, y al"~
¡nudos de picas y puñales.




ti
Vuestros discursos no hienden el aire, sino cuan-


do os rodea una turba insensata de palmoteadores,
vendidos por su ignorancia y comprados con vuestra
astucia.


Si escribis es solo para adular á las muchedum-
bres, y vuestros enemigos son harto valientes cuan-
do al atacaros en las tribunas ó en cl pcriodismo, re-


. üiben las rechiflas de los cándidos pelotones que
mandais, agenos á otro conocimiento quc á las so-
noras palabras que los engañan, yal interés que fin-
gis tomar por ese pueblo, víctima de las arterías de
cínicos especuladores políticos,


Los partidos valientes son aquellos que en benefi-
oio de la sociedad se lanzán contra los errores de las
masas, y no el servilismo demócrata, que en rigor,
vocea, acromias y mima las pasiones dcl populacho,


:Me direis que el siglo adelanta, que la fuerza im-
pulsiva de la sociedad presente nos arrastra al pro-
gl'eso rápido, al perfeccionamiento, á la apoteosis
de la filosofia, y que, pal'ticulas del gran todo que
avanza, corrcmos en el cauce de las ideas, establc.
cemos el reinado del pcnsamiento, y la discusion y el
raciocinio sustituyen al violento empuje de la fuerza
bruta y ti la planta asoladora de los conquistadores.


Admitirlo seria con nueva forma, admitir una ra-
zon geom(tr:ca del adelanto social.


No. Los desastres de Darío y el dominio potente
de Alejandro) satisfaciendo pasiones sin embozo,
cumplían aquellos tiempos de rudeza en quc el ins-
tinto se presentaba sin la cautelosa diplomacia.




:2l!
No. El feroz Teod0l1co,fiel á la voz que le gri-


taba: «Ve y destruye á Roma» obedecia la ley de la
humanidad, convirtiendo en despojos el pueblo de
Remo y R6mulo. El asesinato amamantó á Roma"
y la sangre ahogaba su afeminacion y su impúdica
avaricia.


No. Las revueltas de las monarquías hereditarias
de los godos, llevaban por médula una corte revolto-
sa y pronto á sacrificar al monarca en obsequio al
mejor postor. Consoladora afinidad con vue$lro prin~
cfplo republicano!


Despues llegan los encastillados señores feudales,
y los ondcantes penachos de sus cascos simboliz.an
el alto dominio sobre sus vasallos. Y la cabez.a de la
hidra despótica de los impios magnates de la horca
y el cuchillo~ rueda; porque segando la venen,osa ca~
beza del feudalismo, se dotaba de fuerza al mQJ),ar~ .
ca, y el poder del sólio daba libertad al pueblo, sal"
vándole de la rapacidad de su') verdugos. Los pue-
blos buscaron su emancipacion en la autoridad y
prestigio del trono.


No. Consultad la historia de las Comunidades de
Castilla. Esas comunidades tan citadas, esos márti~
res cuya sangre regó los campos de Villalar, y que
Ilamais la matriz de nuestras libertades pátrias, y
en ellas encontrareis la cólera exaltada por los favo-
res que un rey, estranjero por su 'educacion, dispen-
saba á los favoritos. Aquellos motines eran celos del
afecto del emperador, y los celos significan amor,
adoracion tal vez.




23
Aquella no es la línea divisoria enh'e la monarquí:i


absoluta y la monarquía en lucha con el pueblo; es
ya el cetro español sin doblar su poderío ánte los
hombres de armas del orgullo señorial.


Padilla fue el mártir del dogrnattsrno político, pre-
cursor, de otros que siglos despues recibirian el mismo
bautismo en el cadalso: Acuña un tenaz y esforza-
do revoltoso: Ronquillo el destino que hiere sin ner-
vios ni sensaciones. No era un hombre, era una eu·
chilla, duro como ella, implacable como la muerte.


Tras los Padillas y Acuñas de hoy, temblad no
vengan sañudos RonquilIos.


Poned la planta, sino, en el siglo XIX, en esos su-
cesos candentes: aspirad el humo de los tegidos hu-
manos lanceados" las miasmas de la: carne calcinada
en Marengo, en lena y en VVaterloó. Oir el derre-
tir de los grandes tempanos del norte, al contacto
abrasador de lagos dc sangre que brotan anchas he-
ridas, y, rompiendo el humo del azúfre, el polvo de


. la CJlbalJel'ia, la densa nube formada por los vapo-
res de la sangre de millares de hombres: preguntad
que partido fue el origen de tantas víctimas en el
siglo civilizado ,y la diosa Temis con su dedo im.
placable os señalará el bando republicano armado
de la sedicion, la anarquía, la envidia, la venganza,
la ambicion . y la fiereza que forma el demonio de
los pueblos, el fanatismo de las pasiones, que vino
á enfrenar el sol!lado corso, el fundador de la polí.
tica moderna, el trastornador del mundo, el atrevi-
do emperador, el prisionero de Santa Elena.




!'.
y ahora mismo una terrible cruzada no agita Ítt


Europa?
El siglo ilustrado es vil juguete de miras ar-


teras, de las reminicencias de los tiempos de Sa-
ladino. Sebaslopol, plaza de mía segunda Palesti·
tIa, levantará el estandarte de la iglesia quc manda
el adulador de Napoleon II1, cl fariseo político,
el inconsecuente Pio IX.


Examinad el cuadro; y sin esconder la faz, llevad
la alepsia á sostener los adelantos, del siglo y las
ventajas de la democracia.


Preguntad por el pueblo en que eXiste una amor~
tizacion aristócrata, y el pais del constitucionalismo,
la potente Inglaterra os dirá que el dia de la demo·
cracia, callando el contínuo crugir de sus máqui-
nas y talleres, abrirá la tumba do la riqueza y de la
vida productora, sembrando el pauperismo y la
muerte.


Preguntad dónde Se han robUstecldu las libel'Íades
políticas, dónde florecieron las artes, dónde las vias
de comunicacion abrian las fuentes de la riqueza,
dónde las letras dieron esplendor y brillo á los litera~
tos. Y si el rubor puede empañar vuestras frentes j
avergonzaos; porque solo os responderá la Francia
de Luis Felipe,


Ayudad de buena'fé Á ir levantando el edIficio so·
cial , y no le desquicieis, siquier~ porque os. envol·
verá en sus ruinas.


Las leyes giran en sus Órbitas imutables en el 61'-
den moral, comoi5iguen imutables en el mundo físico.




23
"~mad la humanidad y no os convirtais en su Ju-


das, aspimndo el nombre de salvadores.
Temed que vuestra anarquía y vuestro desól'-


den traigan los tiempos de nuevos Torquemadas,
porque entonces será una persecucion teocrática
incansable, que tendrá en su apoyo vuestros vicios y
la l'elajacion' de la sociedad.


Temed que nuestros conciudadanos muerlos por
el hambre, el frio, las privaciones y la metralla en
la última guerra civil, arrojen los sudarios maldicién-
daos porque hicísteis ineficaz su martirologio.


Temblad ante la conciencia de la historia. apo-
yada en la esperiencia y en la razon.. que ridiculi-
zará' ese necio boatismo, y acatad la bandera que
sobrenadará siempre sobre las sediciones procelosas
.lel piélago de vuestra ambicion: Dios, la dus-
dda.


Su trono es el .le la verdad, y ante
~u esplendor es preciso caer .Ic 1'0-
dillas!l


'" '!\.~. 1, .
:)-


-..


. "