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OBRAS
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DON JUAN DONOSO C O R T E
M A R Q U E S D E V A L E E G A M A S ,


ORDENADAS Y PRECEDIDAS DE U\"A NOTICIA BIOGRÁFICA


DON GAVINO TEJADO.


TOMO QUINTO.


- s


M A D R I D :


I M P R E N T A DE T E J A D O , E D ! T O !


ì 855.






ADVERTENCIA DEL EDITOR.


Con el presente Tomo I y último acaba el editor de cumplir su
palabra empeñada en, el prospecto publicado en Febrero del año pró-
ximo anterior para anunciar las condiciones con que se proponía im-
primir una colección completa de las Obras del Sr. Donoso. El editor
se lisongea de haber satisfecho estas condiciones, si se esceptúa la del
tiempo en que ofreció dar terminada su empresa; pero se juzga dis-
pensado de esplicar las causas de este retardo, confiando en que el
público sabrá apreciar todas y cada una de las dificultades que en es-
tos últimos tiempos han venido á interrumpir y aun á frustrar com-
pletamente empresas de la misma índole, y aun quizás de mas fácil
desempeño, y en todo vías asequibles que la presente.


No se atrevería, sin embargo, el editor á llamar aquí la atención
de sus lectores solo para darles esta especie de disculpa, si un impul-
so de lealtad no le moviera á advertirles que la presente colección, ni
comprende todas las Obras del Sr. Donoso , dignas de ver la luz pú-
blica, ni, entre las mismas que comprende, han sido todas insertadas
sin algunas supresiones. La vida del Sr. Donoso ha estado harto liga-
da con sucesos y personas importantes de nuestro tiempo , para que
sea posible publicar, sin género alguno de inconveniente , ciertos jui-
cios suyos acerca de cosas que verdaderamente no son del dominio
público , y ciertas descripciones de caracteres, sin duda sobrado curio-
sas para que no sean patrimonio de la historia futura, pero sobrado
peligrosas también para ser entregadas desde ahora á la voraz curio-
sidad de los tiempos actuales.




Descargada, pues, con esta declaración espontánea, la concien-
cia del editor, cumple con otro que juzga también deber imperioso,
llamando muy especialmente la atención de sus lectores sobre algunas
de las varias y distintas piezas contenidas en el presente Torno Y.
Tales son, en primer lugar , la carta al Ernmo. Sr. Cardenal For-
nari sobre el Principio Fundamental de los mas graves errores con-
temporáneos ; después, la carta al Director de la Revista de Ambos
Mandos en refutación de un articulo de Mr. Albert de Broglie, pu-
blicado por ella; y últimamente la carta dirigida á S. M. la Reina
Madre Doña María Cristina de Borbon.


Inútil juzga el editor esplicar qué móvil le impulsa ú hacer cu\u¡
estas especialísimas recomendaciones: bastará leer las.piezas á que
se refieren, para (pie todo se esplique por si mismo. Chima y mas ar-
diente espresion de cuanto el ilustre autor del ENSAYO pensaba y sen-
tía acerca de cuantos problemas fundamentales vienen planteados en
las sociedades contemporáneas, los escritos mencionados parecen al
editor bellísimos y luminosísimos entre lo mas bello y lo mas lumi-
noso que la filosofía y la literatura de nuestros tiempos han produci-
do en defensa de la Religión, en provecho de la ciencia de (gobernar,
y como muestra, en fin , de lo que valen y lo que producen wi alma
encendida en el fuego santo de la fé cristiana, una razón que escucha
dócil las enseñanzas déla Iglesia Católica, y sobre todo, el corazón
de un hombre que vive y muere tan cristianamente como ¡densa y
escribe.


Por último, en cumplimiento de lo ofrecido en la RESEÑA BIO-
GRÁFICA que precede á esta colección, va inserto en el presente Tomo,
y por vía de apéndice, como allí decíamos, una sola composición
poética del Sr. Donoso, EL CERCO DE ZAMORA. El editor no ha esco-
gido este ensayo épico porque le crea de mas ó menos precio literario
que otras poesías de las pocas que publicó su autor; sino atendiendo
al prólogo que le encabeza; á ser una obra inédita, y finalmente á que
en rigor viene á ser la mas importante de las producciones poéticas de!
Sr. Donoso por su estension y por su arqitmenlo.




C A R T A S P O L Í T I C A S


A C E R C A


DE LA SITUACIÓN DE PRÜSIA EN 4849.






PARÍS 1 0 de lebrero de 1 8 5 - 9 .


Mi estimado a m i g o : A n o c h e , en casa del Ministro de Negocios
c s t r angc ros , me llamó el Nuncio de Su Santidad para manifestar-
me su grati tud hacia el gobierno español por lo que habia hecho
por el Padre Santo, y á mí por lo (pie habia dicho en las Cortes.
Después añadió (pie; el Papa y la Iglesia aguardaban mas todavía
de la nación española: que agua rdaban la acción, y que esa acción
era urgente , visto que en Roma se habr ía proclamado ya p robab le -
mente la República. El Nuncio desearía que el gobierno español
enviara ocho ó diez mil h o m b r e s , que con los napolitanos l levarían
á cabo la restauración del Pontífice. Yo creo que el gobierno está
en el caso de acometer esta e m p r e s a , y lo creo por las razones
s iguientes :


Las conferencias no producirán resultado n i n g u n o , ó los p r o -
duci rán que no sean satisfactorios. La Francia no tiene fuerza m o -
ral para in terveni r con las a rmas por sí m i s m a : la Francia lo
conoce , se niega á intervenir y no in te rvendrá : al misino t iempo
sucede que tiene celos de la intervención aus t r íaca , y que opone
á ella resuel tamente su veto. Es to , unido á que la Cerdeña se
opone abier tamente á lodo genero de intervención cs t raña en los
negocios italianos, resulta de lodo, que el Congreso Católico tendrá


T<mo Y. 1




— lo —


que optar forzosa mentó en t re estas dos resoluciones: ó la in ter -
vención napolitana sola, ó la intervención de Ñapóles y Ccrdeña.


La intervención de Ñapó les , a ju ic io de los hombres en tendi -
dos, no seria bas tante , siendo como es el ejército napolitano , e s -
caso de valor, y mas propio para una parada que para una g u e r -
ra . La intervención combinada de Ñapóles y del Pia monte iria
contra nues t ro ob je to : porque deseando nosotros que el Sumo
Pontífice vuelva á Roma en la plenitud de su potestad temporal, el
gabinete sardo no in te rvendrá n u n c a , sino imponiendo al Padre
Santo condiciones políticas afrentosas. De ello es buena prueba la
protesta de Gioberti contra la conducta del Gobierno español, llena
toda de doctr inas que nosotros los españoles ni podemos aceptar
ni acep tamos .


Pisto supuesto ¿qué toca hacer á España? A España la toca s o s -
tener los principios s iguientes :—La soberanía temporal del Papa ,
garant ía única de su independencia espi r i tua l , está puesta, de h e -
cho y de d e r e c h o , y por la fuerza misma de las cosas , bajo el
amparo del mundo católico.—Componiéndose el mundo calólico
de naciones independientes y soberanas , el derecho y el deber de
ampara r al Sumo Pontífice en la quieta posesión de su soberanía
t e m p o r a l , reside completo en todas juntas y en cada una de ellas
s epa radamen te , ó como los jurisconsultos dicen, in solidum.—Este
derecho y este d e b e r , por l o q u e tienen de sol idar ios , pueden ser
ejercidos por cualquiera nación católica a i s ladamente , sin otra
obligación que la de no impedir el ejercicio del mismo derecho á
las otras naciones catól icas.—El gobierno españo l , al provocar
conferencias entre las naciones católicas sobre los lamentables s u -
cesos que obligaron al Sumo Pontífice á salir de sus Es tados , no
renunc ió , ni pudo renunciar , ni entiendo que renunc iaba al d e r e -
cho absoluto que t iene , como nación católica independiente , de
procurar por sí misma y sin anuencia ni consentimiento de otra
nación n i n g u n a , que el Padre Santo conserve ó recobre aquella
plenitud de su potestad que á los ojos del mundo cristiano es la
única garantía de su independencia .—El gobierno español , que al
propio tiempo que es celoso guardador de sus d e r e c h o s , es aca ta-




11


dor respetuoso de los derechos de los d e m á s , declara que reconoce
en cada uno de los otros pueblos católicos el derecho que en sí
m i s m o , y los invita á todos á e jercer le .


Esta sola, mi quer ido a m i g o , es una conducta d igna del g o -
bierno español ; y esta es también la única que no tiene n ingún
género de inconvenientes . Tal vez se me dirá que nos expondr í a -
mos, á sostener una lucha contra las g randes potencias. Vd. que
tiene tanto talento, no puede menos de conocer que esa fraseolo-
gía es una fraseología an t icuada .


Hubo un t iempo en (pie existieron grandes potencias . L lamá-
banse así las eme podían mantener en pie g r andes escuadras y
g randes e jérc i tos : hoy día todo ha cambiado en el mundo . Hoy
dia la F r a n c i a , que puede man tener un ejército de un millón de
hombres , es una nación i m p o t e n t e , por sus discordias civi les: y
la nación española , que solo puede mantener doscientos mil sol-
dado , será una nación de pr imer o r d e n , s iempre que se trate fie
una cuestión en que todos los españoles vayan á una . La Ing la -
terra es g rande no por sus e s c u a d r a s , sino por la unión solidaria
y patriótica de todos los ingleses. La Rusia no es poderosa por sus
e jérc i tos , sino porque obedece á una voluntad omnipotente y s o -
be rana . Hoy dia la unión de los ánimos es la única medida de la
grandeza . Escojamos para obrar , amigo mió, cuestiones en que es-
temos unidos, y en esas cuestiones seremos g r andes .


Dejemos, p u e s , á un lado las f rases , que yo sé abandonar
cuando las circunstancias lo requieren , aunque paso por un g ran
IVaseólogo. Vamos á los hechos. ¿De cuál nación podr íamos temer
una hostilidad ab i e r t a? ¿Ser ia de la Francia? La Francia está i n -
móvil entro dos opuestas co r r i en te s : la corr iente revolucionaria,
que la impide ir á Roma; y la corr iente reacc ionar ia , que la i m -
pediría ir á Madrid , si los españoles fueran á Italia á sostener los
intereses de la Francia católica y monárquica . ¿Seria la Inglaterra ' /
La Inglaterra protestante ni quiere in te rven i r , ni i n t e rv iene , ni ha
dado muestras de intervenir en esta cuestión, que pudiera llamar-
se doméstica , de las naciones católicas. ¿Ser ia la Rusia? La Rusia
podría tener celos del Austria, podría tener celos de F ranc ia ; pero




- - 12 —


no puede tener celos de España. ¿Seria el Austria? El Austria q u i e -
r e la r e a c c i o n e n Roma; y no viniendo de la F ranc ia , la aceptará
de donde venga .


Mirando la cuestión fr íamente , como conviene á hombres de
Es tado , no hay hostilidad probable ni aun posible sino por par te
de la Cerdeña: pero prescindiendo, por una par te , de que la Ccr -
deña no es hoy dia temible, y por otra, de que está imposibilitada
d e obrar con desembarazo , mientras que no tenga un término de -
finitivo la cuestión aus t ro- lombarda , nada seria mas fácil que h a -
cer un t ra tado con el Austria, por el cual esta potencia se obligase
á in te rven i r , interviniendo el P íamente . De esta mane ra , la F r a n -
cia permanecer ía inmóvil , por su situación interior; el Austria, por
el veto de la Francia; y la Cerdeña, por el veto del Austria; q u e -
dando libre el campo á Romanos y Españoles.


Las conferencias serian mas oportunas después : por punto ge -
ne ra l , las conferencias diplomáticas no sirven para anular los h e -
chos consumados , sino antes bien para darles cierta legitimidad
por el consentimiento de las gentes . Un Congreso no servirá de
mucho para res taurar al P a p a ; servirá para p r even i r una nueva
caida, después de res taurado .


Para hablar á Vd. con en te ra f ranqueza, le d i ré que mi c o n -
ducta en los negocios de Roma hubiera sido la s igu ien te : Hubiera
comenzado por enviar t ropas , y hubiera invitado á todos los pue-
blos católicos á obrar de la misma m a n e r a : verificada la r e s t a u -
r a c i ó n , hubiera provocado un Congreso , con el fin de introducir
en el derecho público de Europa ciertos principios, cuya procla-
mación oficial han hecho las últimas revuel tas necesar ia .


Estos principios son sencillos y c la ros .—El mundo católico tie-
ne el derecho de exigir la independencia del Sumo Pontíf ice.—
Como única garantía de su i ndependenc i a , t iene derecho á exigir
que sea soberano .—Pudiendo dejar de ser soberano de dos m a -
n e r a s , por dejación de él mi smo , ó por usurpación de su pueblo,
se declara que ni el Papa puede- disminuir su potestad por un
mota propio, ni el pueblo por n inguna declarac ión, ni por n in -
gún género de c o n t r a t o . — C o m o garant ía contra un Papa l ibe-




— 13 —


JCA>" DONOSO CORTÉS.


r a l , el mundo católico exigiría, en lo presente y para lo futuro,
el reconocimiento esplícito de estos principios por los Papas : como
garant ía del Papa contra el p u e b l o , el mundo católico p roc la -
maría su derecho de dar guarnic ión á R o m a : como garant ía
del Papa contra las naciones es t rañas , se proclamaría la d e s n a t u -
ralización temporal de las tropas que guarneciesen á R o m a , su je-
tándolas, durante el t iempo de su servicio, á la autoridad esclusiva
del Papa .


Esta seria la gran polí t ica, la política de los antiguos t iempos,
cuando todo era g r a n d e , los gobiernos como las nac iones , los
pueblos como los hombres de Estado. Lo demás es cubrir el espe-
diente ; España lo cubre l lamando á Congreso : las otras naciones
le cubren congregándose , y no haciendo nada . Bueno es cubrir el
espediente ; pero es mejor d e s p a c h a r l e : y yo quisiera que noso-
tros despachásemos este espediente .


Yo hubiera espucsto en las Cortes estas ideas , sino hub ie ran
tenido en aquel lugar visos de opos ic ión: pero en declarar las de
amigo á a m i g o , valgan por lo que v a l g a n , no veo inconveniente
ninguno. Si Vds . , por razones superiores á las mias , echasen por
esta s e n d a , desde luego me ofrecería á cooperar para su rea l i za -
ción de la m a n e r a , en la forma y en los términos que Vds . tuvie-
sen por conveniente . Al pr imer aviso que rec ib iera en Berlín, iria
á ponerme á las órdenes de Vds. Así como as í , en Berlín voy á
d o r m i r , que es lo que allí se h a c e : y aunque esto para mí es lo
mas cómodo y lo mas útil , no soy tan egoísta que esquive nunca
el trabajo , cuando de él puede resul tar gloria ó provecho para mi
pa t r ia .—Mañana salgo para Berl ín.


De Vd. s iempre mi quer ido a m i g o , su afectísimo Q. B . S. M.




BERLÍN 7 de marzo de 18í ! l .


señor m i ó : Cumpliendo los deseos de Vd. , me propongo ir
sucesivamente presentando á sus ojos y á su meditación el cuadro
general de la situación política de la Prusia .


La Prusia, por su civilización avanzada , por las fuerzas m a t e -
riales de que dispone, por sus a t revidas concepciones mercant i les ,
por su creciente prosper idad, y por la fé que tiene y que ha s a -
bido inspirar á los otros en su destino y en su for tuna , tiene hoy
dia en su mano , hasta cierto punto , la suer te de la Alemania. La
demagogia la ha escogido por blanco de sus a t a q u e s , persuadida
como está de que , derr ibado por el suelo el trono de Prusia, todos
los otros se derr iban por sí mismos. El partido monárquico a l e -
mán vuelve los ojos á su vez hacia esta Monarquía g rande y guer-
r e ra , símbolo de sus úl t imas e spe ranzas , en la borrasca deshecha
que los tronos están corr iendo en Europa.


La Prusia , como todos los otros pueblos , está dividida en tres
g randes parcial idades: la de aquellos que desean una restauración
de lo p a s a d o : la de los que desearían para lo presente una l ibe r -
tad constitucional, sabiamente p r o g r e s i v a ; la de los que aspiran á
der r ibar el t r o n o , y á sustituirle con una república democrát ica .
Componen la p r imera parcial idad la alta nobleza , que ni simpatiza




— 15 —


ni t ransige, aquí como cu España, con las ideas de innovación y de
reforma; la eran propiedad, (pie lo teme todo de la revolución; el
ejército, que ni olvida ni perdona sus recientes humillaciones ; los
descontentos, amigos s iempre de las reacciones violentas . Compo-
nen la segunda esclusivamente algunos individuos de las clases
acomodadas. La tercera está compuesta de los Polacos , prontos
s iempre á rebelarse y á producir incendios; los judíos en n ú m e r o
de sesenta m i l , que aspiran á señalar su emancipación presente
con la venganza de sus pasados oprob ios ; los proletar ios , que han
t rocado , aquí como en Francia , y aquí mas que en Franc ia , el
culto de Dios por el de los goces materiales ; y los estudiantes y
l i teratos , llenos de ambición y pobres de ingenio, en quienes han
producido grandes estragos las doctrinas filosóficas de la escuela
líegeliana , causa principalísima del giro radical y desorganizador
que , del lado acá del Rhin, van tomando las revoluciones .


De estos diversos partidos, el segundo es el mas débi l : el p r i -
mero el mas fuerte hoy dia: el último el mas osado, y el que t iene
mayores probabil idades de ser el mas fuerte mañana .


Estos diversos part idos t ienen sus represen tan tes en las dos
Cámaras, que van á dar principio á sus de l iberac iones : la pr imera
está compuesta esc lus ivamente de los parciales del principio m o -
nárquico y de una libertad bien e n t e n d i d a : la segunda se divide
eu dos mitades, de las cuales la una es monárquica , mient ras que
la otra es demagógica . Por lo demás esta clasificación carece de
una exactitud r igorosa .


Así en la pr imera como en la segunda Cámara , pero s eña l a -
damente eu la segunda , hay gran número de individuos novicios
en el manejo de las cosas p ú b l i c a s , y sin opiniones de te rminadas
y fijas acerca de los problemas sociales: esta par te flotante de la
Cámara decidirá definitivamente la victoria : hasta ahora parece
inclinarse á favor del Gobierno : pero aquí mas que en n inguna
otra par te se debe desconfiar de estos pr imeros síntomas , que d e s -
pués suelen no ta rdar en desvanecerse . Con este motivo recordaré
á Vd. que la Asamblea Const i tuyente, que el Rey tuvo á b ien d i -
so lver , y (pie en lo anárquica y turbulenta tiene pocas que la




i gua l en , sin que naya n inguna que se la aventaje en la historia,
estuvo al principio c o m p u e s t a , en su mayor p a r t e , de esos h o m -
bres hon rados , pero sin firmeza en sus principios, y que se m u e -
ven al hilo de los sucesos , los cuales acabaron por engrosar las
filas de los mas furiosos demagogos .


liste fenómeno tiene una esplicacion que me parece oportuna
y necesar ia . El part ido moderado en g e n e r a l , y el Gobierno en
pa r t i cu la r , carecen aquí completamente do todo género de e s p e -
r iencia política. El Gobierno ignora el a r te de di r ig i r y gobernar
á una Asamblea : el partido moderado ignora que su pr imer d e -
ber es ag rupa r se al rededor del Gobierno. Todas esas artes tan
necesarias para el buen orden y gobierno de los Es tados , son s a -
bidas de los d e m a g o g o s , los cua l e s , por haber sido los únicos
que hasta ahora se han ocupado de la política en Alemania , son
también los únicos que han sabido es tudiar las , y que han logrado
a p r e n d e r l a s : si á esto se añade que ellos son los que hablan con
mas desenvoltura, por ser los únicos que se han cgerci tado en las
ar tes d é l a elocuencia, se persuadirá Vd. , como yo estoy pe r sua -
d i d o , d e q u e las probabilidades del triunfo par lamentar io en la
segunda Cámara están por la demagogia .


A confirmar en mí esta persuasión contribuyen otras varias
razones poderosas . El numeroso part ido que se niega á transigir
con las ideas de reformas políticas y de innovaciones sociales, está
como herido de paralización por el Rey, que esclavo de su pa l a -
bra , está resuelto á realizar todas las reformas prometidas. La
posición de este partido es una de las complicaciones mas pel igro-
sas de la situación p r e s e n t e : por lo que tiene de reaccionario, se
enagena la voluntad del part ido consti tucional, que mas temeroso
d e la reacción que de las innovaciones, se echará en brazos del par -
tido demagógico, con quien mas de una vez ha obrado de consu-
no : por lo que tiene de inac t ivo , dejará crecer l ibremente al pa r -
tido revo luc ionar io , siendo espectador lloroso pero inmóvil de sus
inevitables crecimientos. Menos reaccionario y mas to le ran te , p o -
dría abr i r en Prusia las zanjas de un gobierno constitucional, mas
ó menos du rade ro , pero hasta cier to punto pacífico y ordenado,




— 17 —


dando la mano á las clases acomodadas , amigas de innovaciones y
reformas: menos sugeto por el lie y , mas desembarazado y activo,
seria poderoso para llevar á cabo una restauración , también mas
ó menos duradera , pero que por de pronto acabaría con las locas
esperanzas de los revolucionarios frenéticos: siendo lo que es, será
ocasión ó pretesto de revuel tas , sin servir de dique á sus ímpetus,
ni de remedio á sus estragos.


Mientras que la actitud y situación presente del part ido r e a c -
cionario favorecen el triunfo del part ido d e m a g ó g i c o , este por su
parte comienza á mostrar en su conducta una habilidad c o n s u -
mada: deseoso de a t raer hacia sí la par te flotante de la segunda
Cámara, ha comenzado á mostrarse benigno, templado y lleno de
mansedumbre : sus palabras son palabras de union, de fraternidad
y de olvido. Estas ar tes , olvidadas por sabidas en los pueblos m e -
ridionales de Europa , producen aquí su efecto en t re estas gentes
honradas pero ignoran tes , que para saber lo que han de temer ó
l o q u e pueden esperar de los pa r t idos , no van á preguntárselo á
sus principios sino á ellos, dispuestas á dar en tero crédito y fé á
lo que afirman de sí propios.


El cuadro que acabo de bosquejar, no seria completo sino m a -
nifestase á Vd. algo de lo mucho que podría decirse acerca de la
Constitución otorgada por el Rey, y que va á ser objeto de la r e -
vision de las dos Asambleas legislativas. La nuestra de Cádiz pue-
do pasar á su lado por una constitución reaccionaria. El o to rga -
miento espontáneo de esa Constitución, ha venido á introducir la
confusión y el desorden en los partidos bel igerantes. El monárqui-
co no puede dejarla correr sin perderse , y sin pe rde r en un tiem-
po mas i ) menos próximo á la Monarquía: y no puede reformarla
cu buen sentido sin ponerse en tan falsa como peligrosa posición
de [>asar por mas realista que el Rey: el partido demagóg ico ,
acoplándola como se acepta una victoria, no se siente por eso d e -
sarmado, y combat i rá enérgicamente al Gobierno, por la ostensión
de prerogativa y la usurpación de potestad que supone el o l o r g a -
gamienlo .


La Prusia está condenada, por un tiempo indelinido, á ventilar
TOMO V . '}




- . [\ . . . .


las cuestiones eonslitucionales abstrae l a s , es ten ios para iodo, v
solo fecundas en incendios y en discordias. Las cuestiones de sobe -
ranía se vent i larán en los per iód icos , en las Asambleas . cu las
ca l les ; y c u a n d o , postrados de c a n s a n c i o , ~e retiren del campo
los combat ien tes , la Prusia atónita mirará al rededor de s í , v verá
con asombro su administración desquiciada , su hacienda c o m p r o -
met ida , su ejército desmoral izado, y menguada la influencia que
ha ejercido en los negocios europeos como Potencia de primor
o rden .


Antes de poner término á esta c a r t a , diré l-o que baste para
evitar que Vd. no se deje ostraviar por falsas analogías, á falla en
mí de previas explicaciones.


Kn nuestra España se han realizado en osla ultima década
acontecimientos semejantes á los que c o m i e n z a n á realizarse, en la
Prusia. Nosotros hemos tenido también un partido francamente
reaccionario, un part ido constitucional, y un partido democrát ico:
nues t ro part ido constitucional ha s ido, como el p rus i ano , i n e x -
perto, y como el prus iano, coba rde : y á pesar de e so , y á pesar
de todo , las cosas por una gravitación espontánea han puesto en
sus manos c! p o d e r , y hoy gobierna con gloria suya y con prove-
cho de la nación española. Y sin embargo , en t re la situación de
la Prusia y la de nuestra España años a t r á s , á vuelta de algunas
semejanzas , hay una notabilísima diferencia que pone entre las
dos naciones una distancia ¡nconmesurable.


La cuestión planteada en España años atrás consistía cu a v e -
riguar y en decidir si la Monarquía Española había de ser m e s o -
crática ó democrá t ica , si había de buscar su punto de resistencia
y de apoyo en las clases medias ó cu las muchedumbres : ó de otra
m a n e r a ; si habia de ser robusta y poderosa , ó flaca é impotente.
La cuestión que se venti la en Prusia , es o t r a : aquí se ha la entre
los partidos de aver iguar y de decidir si ha de haber ó no ha de
haber una Monarquía. La cuestión viene aquí planteada desde el
principio por los partidos y por los acontecimientos de esta m a -
nera r ad ica l , t remenda y angust iosa. Los estragos causados cu
España por el part ido progresista han podido remediarse mas t a i -




l i e : el triunfo del píirlidu revolucionario eu f ' r u - i ü traería f o i m - a -
menie las cosas á a i ¡ u r ¡ punió s u p r e m o y ÍM s h; i i i;;; ¡ili; en el q u e n o
hay ni remedio ni esperanza .


Sin darse cuenta a s í propios de, todas esías r a z o n e s , todos
aquí están acometidos de aquella N a g a inquietud, de aquella ines-
plieablc tristeza, de aquellos misteriosos terrores y do aquella
honda desconfianza, que son casi s iempre síntomas ciertos de que
la sociedad se siento acomet ida , en lo mas hondo de su o r g a n i s -
m o , de una enfermedad profunda y peligrosa. Entre todas las
tristezas la mas melancólica, si me es permitido espresarme así,
es la del Hoy. Eos que 1c han visto años afras y le ven ahora, afir-
man qué ha ido decayendo de dia en d ía , de una manera rápida
y sorprendente .


Tal es la situación de la Prusia; su gravedad es no tor ia , y una
catástrofe, p robable : el pel igro, sin e m b a r g o , no me parece inmi-
nen te , gracias á un ejército (pie es el nías leal y el mas discipli-
nado de Europa. Con un hombre de vigor y de energía al frente
de los negocios , ese ejército bastaría por sí solo para muda r el
semblante de las cosas públ icas: sin ese hombre el ejército no será
poderoso para evitar la catástrofe definitiva; pero lo e s , sin n i n -
gún género de d u d a , para detenerla algún tiempo. Xo es esto lodo
lo que seria de d e s e a r ; pero es mucho.


Resumiendo mi opinión en breves pa labras , d i r é : que creo
que no es probable una próxima insurrección: que si , contra to-
das las probabi l idades , es ta l la ra , seria prontamente repr imida:
q u e , esto no obs tan te , los principios demagóg icos , y todas las
causas morales de destrucción y de muer t e , i rán ganando t e r r e -
no: y que en definitiva , y en un tiempo d a d o , sino llegan á m o -
dificarse de una manera improbable é imprev is ta , será su \ a la
\ ictoria.




Ikiu.ix 1 í do marzo do lNí-9 .


MUY señor m i ó : Cuando esta llegue á manos de Vd., ya el t e l é -
grafo le habrá hecho saber la moción presentada por el diputado
Welcker en la Dieta de Francfort, por la cual se pre tende nada me-
nos que decretar la Constitución de un Imperio aloman , y que se
proclame Emperador a! Hey de l 'rusia.


En vísperas de una resolución q u e , cualquiera que ella sea,
ha de ser impor tante , si b ien no definitiva , me parece oportuno
llamar la atención de Vd. hacia este grave negocio de la u n i -
dad g e r m á n i c a , que hoy es el punto culminante de la política
europea .


Ante todas cosas , conviene dar sü verdadera interpretación y
su ve rdadero significado á la moción del diputado Welcker . La
carta otorgada por el Emperador de Austria á las varias naciones
que componen su monarquía > es un cartel de desalio enviado á la
democracia unitaria de Francfort : la moción del diputado Welcker
es la aceptación del duelo por pa i t e de la democracia a lemana. El
duelo t e r r i b l e , el duelo de muer te está hoy entre la idea federal,
p roc lamada en Olmutz en provecbo de los Príncipes a l e m a n e s ; y
la idea uni tar ia , proclamada en Francfort en provecho de una d e -
magogia ambiciosa y turbulenta .




Ninguna cuestión es hoy día mas difícil que la de aver iguar el
resul tado definitivo de esta lucha : nace esta dificultad de la var ie-
dad , multitud y confusión de los elementos que componen lo que
pudiera llamarse el caos germánico. Considerándole bajo el punto
de vista religioso, coexisten en él el catolicismo, el protestant ismo,
el misticismo , el racionalismo y el a t e i smo : considerándole bajo
el punto de vista polí t ico, el const i tucional ismo, el absolut ismo y
el demagog i smo: considerándole bajo su punto de vista soc ia l , el
feudalismo y el social ismo: cons iderándole , por ú l t i m o , bajo su
punto de vista te r r i tor ia l , coexisten en él multitud de naciones
unidas por su or igen , y separadas por sus t radiciones y su h i s -
toria.


La idea de dar unidad á esto vastísimo compuesto de naciones
apegadas lodas á sus hábitos históricos y tradicionales no es n u e -
v a : su inventor fué Cario M a g n o , conquis tador , civilizador y
legislador de la Alemania : los medios que empleó para este fin,
fueron su propia g r a n d e z a , y la secreta virtud de cohesión que r e -
side en el Cristianismo : sus esfuerzos, sin embargo , fueron vanos ,
y sus esperanzas no fueron sino ilusiones. Consumado el v e n c i -
miento de las razas latinas y la victoria de las ge rmánicas , pasó
á estas con la victoria el Imperio : pero pasando á sus manos el
Imperio , no pasó con él la unidad , negada perpetuamente á esta
raza. El nuevo imperio de Occidente no se asemejó al ant iguo, sino
cu el n o m b r e : su unidad fué puramente simbólica. Así a t ravesó la
edad media el Sanio ini/H>ri<> Itomuno, s iendo el Emperador d e -
signado al principio por aclamación popu la r , después por un cole-
gio de Sep temvi ros , c u \ a designación era aprobada por el Pont í -
fice Romano ; hasta que al iin la dignidad imperial vino á ser p a -
trimonio de la casa de Austria , la cual la conservó en sus manos,
menos como una nueva potestad, que como un nuevo t imbre , y como
una nueva honra . Ese símbolo imperial no pudo res i s t i r , sin e m -
bargo, á la per turbación producida en el siglo décimo sexto por
el protes tant ismo, en el décimo sétimo por las guer ras religiosas,
en el décimo octavo por el advenimiento al mundo de una nuexa
Monarquía y de un vasto Imper io , la Monarquía de Feder ico II y




el imperio de Pedro el Grande . Cuando napoleón se presentó en
las orillas del Hliin , la dignidad imperial no era ya supliera una
potestad simbólica, sino un vano título. Su presencia y sus v ic to -
rias fueron la señal de una disolución absoluta , y el G de agosto
de 1800 Francisco I I , abandonando el título vano y caduco que
había realzado los blasones de su raza gloriosísima, se despojó de
la majestad de Emperador de Occ idente , conservando solo la de
Emperador Austríaco.


Así acabaron las vanas tentativas por parte de los Príncipes
para constituir la unidad de los pueblos a lemanes . Vencedora la
Europa coaligada del g rande imperio francos, los Príncipes acome-
tieron la empresa de constituir la unidad que en Alemania es p o -
sible por medio de la federación de los Estados: de esta manera la
¡dea federativa vino á reemplazar la impract icable de la unidad
absoluta: ya en e! artículo (i." del tratado de París de 1 8 1 1 se es-
tipuló: que los estados Alemanes serian independienles y unidos cnlre
si por -un vinculo federal.—Este pensamiento fué realizado después
en el Congreso de Vieua, con la creación de la Confederación (ler-
mánica, compuesta de treinta, y ocho Estados, á los cuales se agrega-
ron ochenta y cinco Estados mediatizados. Esta poderosísima Con-
federación se eslendia por un lado hasta el gran ducado de Posen
en el reino de Polonia y la república Cracoviaua: por o t ro , hasta
el ducado de Sch lewig , con los reinos de Galitzia, Hungría , Iliria y
el reino Lombardo-Véne to : y por último, por otro, hasta la confe-
deración Helvética, la Francia , la Bélgica y ios Países-Bajos. Este
inmenso territorio estaba bañado por sesenta rios navegables y
por el mar Báltico, el de Alemania y el Adriát ico.


Esta Confederación ideada por los Pr íncipes tuvo por objeto el
provecho de los varios principados a lemanes : no fué una alianza
de nac iones , sino una alianza de Heves en representación de sus
pueblos. La Dieta federal no fué otra cosa sino una reunión de p le-
nipotenciarios , investidos coa el ca rác te r de legis ladores: su p r e -
sidencia fué conferida al representante del Imperio Austr íaco.


Entre tanto la idea de unidad , abandonada por los Príncipes
como irrealizable, pasó de los Príncipes á ios pueblos. La d o m o -




orada Alemana aspiro a realizar en su provecho una idea c o n d e -
nada juntamente por la razón y par la historia. Esta condenación
empero , lejos de ser un obstáculo, era un aliciente para la d e m o -
crac ia , amiga aquí como en todas parles de lo a b s u r d o , de lo gi-
gantesco y de lo imposible. .\'o lia y democracia que resista á la
tentación de ser mas g rande que Cario Maguo . La revolución de
julio vino á dar un violentísimo empuje á estos instintos d e m a g ó -
gicos de unidad, salvajes pero grandiosos. La Alemania toda se con-
movió en sus cimientos: los Príncipes á su vez miraron por s í ; y
la Dicta Federa l , que era su servidora, puso eselusivamente su mira
desde 1832 en atajar los grandes incendios que por todas partes
bro taban. Sus esfuerzos bastaron apenas para contener la erupción
del volcan revolucionario,, que ardía inter iormente en el corazón
de los pueblos Alemanes, iiompió ent re tanto la revolución últ ima
de febrero, y ia democracia a lemana creyó llegada su hora .


Las Monarquías absolutas desaparecieron en un p u n t o : á la
Dieta redera! se la t ragaron los abismos : mientras que el E m p e -
rador de Austria veía la disolución de su I m p e r i o , y mientras que
el Hoy de Prusia sentía deslizarse en su cabeza su corona , las
Asambleas Const i tuientes bro taban por todas p a r t e s : todo fué e n -
tonces confusión, gritería y desorden : sobre esa confusión u n i v e r -
sa l , sobre ese caos g e r m á n i c o , vagaba en las reg iones del a i re
la idea de la unidad Alemana. La Asamblea de Francfor t , venida
no se sabe <le dónde , convocada no se sabe por quién , fué la r e -
presentante d e e s a idea. A falla de la unidad volvieron sus s í m b o -
los : nombróse un vicario de un Emperador que no exist ía; un m i -
nisterio de un vicario que no era vicario de nadie : siendo lo mas
singular que esc Imperio simbólico fué de lodos acatado, y que ese
Gobierno nominal fué de todos obedec ido : consistió esto en que
no hay nada ni nadie que resista al torrente demagógico en sus
primeros ímpetus. Pasaron estos sin embargo : los pueblos comen-
zaron á salir de su es tupor ; los lleves de su espanto . En Ülmutz
como en Berlín se vio claro que para no tener Constitución n inguna ,
no hay sino reunir una Asamblea Const i tuyente. Las Asambleas de
Berlin y de Kremsíer fueron di?uelta? con aplaudo un ive rsa l ; y los




— 24 -~


Royes, vueltos en s í , comienzan otra vez á tomar la iniciativa en
en el gobierno de las naciones. La Consti tuyente de Francfort es
la única que queda en p i é , menos por su propia virtud , que por-
que no está aver iguado á quién corresponde disolverla. La idea de
la unidad Alemana ha buscado en su seno su último refugio: y , por
lo visto, ha llegado la hora de la última batal la .


La cuestión hoy dia está ent re un Directorio general que el
Austria propone , y la unidad imperial que la Asamblea de F r a n c -
fort ape tece . La fuerza de la Constituyente de Francfort consiste en
los crecimientos que la demagogia ha a l canzada en Alemania ; en
la ayuda que la dan las varias Asambleas de los diferentes Esta-
dos , con los cuales piensa neutral izar la hostilidad abierta de los
R e y e s ; en un rompimiento entre la Prusia y el Austria, rompi -
miento que provoca de todas m a n e r a s , y que aspira á realizar des->
lumbrando al Rey de Prusia con la corona del Imperio. La fuerza
del Austria consiste en la bondad intr ínseca de la combinación
que propone ; en la disposición amistosa que la muestran los P r í n -
cipes A lemanes ; en el interés bien en tendido del Rey do Prusia,
del cual espera que no cederá á una tentación que le pe rde r í a , y
que no echará por una senda sembrada de escol los , y cuyo t é r -
mino inevi table seria pr imero la g u e r r a , y después el de s t rona -
m i e n t o ; en su real pa l ab ra , empeñada so lemnemente , de no
admit i r la corona imperia l , sino de acuerdo y con el beneplácito
de los príncipes a l emanes ; y por úl t imo, en el buen aspecto que
van presentando las cosas del I m p e r i o , y en un ejército de seis-
cientos mil hombres .


Considerando el asunto bajo su punto de vista Europeo , la
unidad t iene contra sí el desvío , ó por mejor d e c i r , la hostilidad
de todas las g randes Potencias. La Rusia no podría mirar impasible
el advenimiento al mundo de u n Imperio Alemán, que la serviría
de obstáculo y de b a r r e r a ; y sobre t o d o , no podría mirar sin . in -
quietud profunda un Imperio fundado sobre un volcan democrát ico,
que puesto en el centro de la Europa , amenazase al mundo con
sus incendios. El Austria, despojada de su preponderan te influen-
cia en las cosas de Alemania , no consentiría j amás en su despojo,




ni daria paz á sus despojadores. La Francia , recelosa del espíritu
invasor y aventurero de |a democracia a lemana, se declararía
abiertamente contra un órdon de cosas que iria á parar lóg ica-
mente á su desposeimiento de la Alsacia y de |a Lorena. La I n g l a -
terra , por últ imo, no podría mirar con indiferencia la consolida-
ción de un Imperio que , aun antes de nace r , manifestó su p r o p ó -
sito, por boca de los unitarios de F ranc fo r t , de crear una mar ina
nacional, como el cimiento mas (irme de su futuro poderío. Si basta
ahora las g randes Potencias no se han manifestado hostiles á la
creación de un Imperio unitario, consiste esto en que le han c o n -
siderado como irrealizable é imposible.


Viniendo ya á la consecuencia de todo lo dicho an ter iormente ,
diré á Vd., que no tengo por seguro que la Asamblea de Francfort
se a t reva á adoptar la moción que le ha sido p r e s e n t a d a : que
tengo por probable que el Rey de Prusia no aceptará en n ingún
caso la corona que se le of rece : que tengo por cierto q u e , si la
moción pasa y el Rey de Prusia acepta , la gue r r a genera l es inevi-
table : y por último, que el resultado de esta guer ra no puede ser
dudoso , y que en ella naufragaría por segunda y últ ima vez la
ilusión de la unidad Alemana,




BERLÍN 30 de marzo de 18Sí).


MUY señor m i ó : La Asamblea de F r a n c f o r t , que al principio r e -
cibió con unánimes aplausos la moción del diputado W e l c k e r , y
que la rechazó después con aplausos u n á n i m e s , ha acabado al lin
por votar lo que en esa moción se p ropon ía , después de haberla
desechado. No es esta la pr imera ocasión, aunque sí la mas i n s i g -
n e , en que aquella demasiado célebre Asamblea se ha puesto en
vergonzosa contradicción consigo p rop ia : sea de esto empero lo
que q u i e r a , lo que ahora hace al caso , es considerar reposada-
mente la trascendencia de este voto , sus consecuencias probables ,
y la nueva dirección que va á seguir la Alemania.


Antes de todo me parece oportuno dar á Vd. la esplicacion de
las contradicciones de la Constituyente: el part ido Prusiano y el
Austríaco la t ienen dividida en dos par tes casi i g u a l e s : fuera de
estos dos bandos , hay un grupo de puros demócra tas , el cual ven-
d e , aunque caro , su a p o y o , dando y qui tando á su arbitrio la
victoria. Fse grupo es el que en definitiva , y después de haber
fluctuado largo tiempo , ha votado el Imper io , ha proclamado al
E m p e r a d o r , y ha dado una Constitución á la Alemania: y todo
esto por tres poderosísimas r a z o n e s , que esplican cumplidamente
•su conduc ta , á s a b e r : la p r i m e r a , porque el Imperio no es sino




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un nombre que sirve para ocultar una república; la segunda , p o r -
que el Emperador no quiere decir aquí otra cosa sino Pres idente :
y la t e rce ra , porque la Constitución imperial no constituye I m p e -
lió n inguno , sino la democracia Alemana : siguiéndose de aquí
q u e , por este célebre t r a t a d o , el g rupo democrá t ico tomó en su
mano el derecho de elegir las cosas , y la parcial idad Prusiana el
de ponerlas sus n o m b r e s : aquel formó, por un acto de su vo lun -
tad omnipo ten te , ese tipo unigénito del democrat ismo Alemán:
mientras que esta se ha contentado con llevar en sus brazos al n a -
cido á sus fuentes baut ismales .


Que este y no otro es el recto significado de la votación de la
Asamblea, se ve claro cuando se considera que el titulado E m p e -
rador no tiene sino el veto suspens ivo ; que la futura Asamblea
ha de ser el resultado del sufragio directo un ive r sa l , ejercido sin
limitación a l g u n a ; y que la universalidad de los Alemanes es tará
en posesión, por la Ley política del Estado , de todos aquellos d e -
rechos usurpados , que conocidos con la clásica denominación de
imprescriptibles, han venido conturbando al mundo de tres siglos á
esta pa r te .


La cuestión hoy dia , votados por la Asamblea la Constitución,
el Emperador y el Imperio , está-en si el Pr íncipe agraciado a c e p -
tará la Corona, ó la apar ta rá de sí para no caer con ella en los
abismos democráticos. Todas las probabilidades están porque el
.Rey de Prusia dilatará por ahora una resolución definitiva. A c e p -
tarla seria cosa atrevida y pe l igrosa ; rechazar la , cosa dura : acep-
tarla sin el previo consentimiento de los Príncipes Alemanes , seria
ir contra sus declaraciones espl íci las , hechas ante la Alemania y
¡a Europa: rechazarla de lodo punto y c rudamente , seria e m b r a v e -
ce)' contra sí á la democracia , de suyo b rava é i racunda . El Rey,
p u e s , según todas las apar iencias , aplazará su resolución, y c o n -
sultará á los Príncipes.


El caso empero está previsto por los demagogos , los cuales
cuentan con levantar contra todos los Príncipes á todas sus A s a m -
bleas , para obligarles á consentir en lo que la Constituyente ha
decre tado. Esto quiere decir que para los a lemanes comienza




— 2S —


ahora la época terrible de esas violentísimas conmociones que tan
mal paradas han dejado ya á casi todas las sociedades Europeas .
La vista mas penetrante no alcanza á descubrir el término de los
t remendos acontecimientos que se inauguran á este lado del Rliin:
pero desde luego puede afirmarse que será mucha la sangre d e r -
r amada , muchos los escombros y muchas las ru inas .


Lo que mas me alarma , es la consideración de que la empresa
que los demagogos a c o m e t e n , es de todo punto imposible : la i m -
posibilidad radical de dar vida á una Alemania unitaria y d e m a g ó -
g i c a , la demostré ya en una carta an te r io r , que Vd. no habrá
o lv idado : en ella procuré asentar mi opinión en pruebas i r recusa-
bles , sacadas unas de la historia , y otras de los intereses r e s p e c -
tivos de todas las g r a n d e s Potencias. Pero cabalmente lo que esta
idea tiene de impos ib l e , es lo que tiene de mas peligroso y fu-
nesto .


Las democracias que van en pos de una r ea l idad , y que t o -
can con su m a n o , si puede decirse así , á su propio objeto , pierden
algo de su ferocidad ingénita , y de sus instintos destructores ; la
esperanza de su próxima victoria calma el ardor de su s a n g r e ; y si
el objeto de su ambición está muy cerca , y el camino que va á pa ra r
á él está muy llano , no es cosa rara ver trocarse de súbito su i n s -
tinto feroz en una especie d e mansedumbre . Cuando sus instintos
salvages se desenvuelven de una manera prodigiosa, cuando su
frenesí por la destrucción llega á su último pa rox i smo , es cuando
ent ran en lucha con lo impos ib l e , es d e c i r , con Dios: entonces
sus músculos se con t raen , todas sus iras se exaltan hasta la l o -
cura : y ciertas de que han de s u c u m b i r , se revuelven convulsas
á un tiempo mismo contra Dios y los h o m b r e s , contra los Cielos
y la t ierra.


Usted cuya comprens iones tan vasta, y cuyo espíritu es tan le-
v a n t a d o , no puede caer en el error vulgar de aquellos que miran
con desden á las revoluciones que ni t ienen objeto ni motivo. Que
esas revoluciones encuent ren mas obstáculos para estallar que
aquellas otras que en su objeto y en sus causas son p laus ib les , si
las revoluciones pueden serlo a lguna v e z , es cosa puesta fuera de




— 20 —


toda d u d a : pero nó es menos claro a* mis ojos q u e , Una vez rotos
los fuertes diques que las contienen , son mucho irlas desastrosas y
funestas. Dios libre á Vd. , Dios me libre á mí p rop io ; Dios libre
sobre todo á nuestra España de todo género de revo luc iones : si
alguna empero ha de venir sobre nosotros, p legué á Dios que no
venga sin objeto y sin motivo. Lo que tenia de t r emenda y de a n -
gustiosa la situación política de la Ndcion Española en marzo del
año an ter ior ; era cabalmente que la revolución que asomaba por
las calles , era inmotivada y a b s u r d a ; que nó podia decir su m o -
tivo ni declarar su obje to ; que en vez de a rgumenta r sobre el d e -
recho , venia á nosotros corrida y silenciosa: cuáles hubieran sido
sus fines, es cosa fácil de aver iguar por sus principios: sus p r i m e -
ros argumentos fueron t rabucazos. S i , lo que Dios no permita ;
nuestra España está destinada á ver otra revolución, esa revolución
será la mas socialista de todas ; caba lmente porque en España no
hay obre ros ; y la mas republ icana , cabalmente porque en España
no hay republicanos; y la mas sangr ien ta , caba lmente porque será
la mas injustificada y absurda . La ausencia de republicanos y de
obreros es para nosotros , bajo cierto punto de vista , un gran bien;
bajo otro punto de vista , un gran m a l : es un gran b i e n , porque
hace mas difícil el estallido de una nueva r evo luc ión , y porque ,
aunque l legue á es ta l la r , será poco d u r a d e r a : es un g r an mal ,
porqne si por ventura estallara , acumularía en pocas horas e s c o m -
bros sobre escombros y estragos sobre e s t r agos : lo que tuviera de
injustificada y de efímera , eso tendría de terr ible .


Volviendo al a sun to , objeto de esta ca r i a , y motivo de las
reflexiones que an teceden , diré á Vd. que una de las razones que
me hacen desesperar mas del porvenir próximo de la Alemania,
es la actividad tranquila y e spec t an té , y por cons igu ien te , hasta
cierto punto, neutral dé todas las otras Potencias . Resueltas todas
e l las , como antes de ahora he dicho á V d . , á no consentir la e x i s -
tencia de la Alemania unitaria, e s t á n , sin e m b a r g o , persuadidas á
que basta dejar desembarazado y libre el curso de las cosas , pa ra
que desaparezca por sí misma esa ilusión de unidad y esa sombra
de Imperio. De aquí resulta que , resueltas á intervenir con las a r -




— ;¡o —
mas en caso de neces idad , n inguna cree (¡no l legue la necesidad
de ese caso. La Rusia es ent re todas la que mira con mas justificada
aversión y con mas visible repugnancia el o rden de cosas que c o -
mienza en esta par le central del cont inente Europeo: y es topor razo-
nes que están al alcance de todos : si una democracia a lemana fuera
realizable y posible , el hecho solo de su exis tencia bastaría para
escluir al Imperio Moscovita de la g ran confederación de las Nac io-
nes de E u r o p a , y para re legar le á los desiertos del continente
as iá t ico : en la previsión de esta catástrofe, dio la mano la Rusia
en 1815 á la Constitución federal de la Alemania ; combinación a d -
mirable para impedir á un tiempo mismo el triunfo de la unidad y
el de la demagog ia : como (pie en vir tud de ella las potencias d o -
minadoras eran dos, y ambas absolutas. Pues bien , á pesar de esto
la Rusia misma se abs tendrá de intervenir por ahora , contentán-
dose con ayudar al Austria á te rminar dichosa y prontamente la
cuestión de Hungr í a , como ha resuelto la italiana. El ejército a u s -
tríaco , l ibre de enemigos interiores , pesará sobre la Alemania d e -
mocrát ica como una amenaza p e r p e t u a : con lo cual cree la Rusia
qne basta y sobra para que la democracia a lemana se consuma en
la hoguera que con su misma mano ha encendido . Que se consu -
mirá no cabe d u d a : ¡pe ro cuan terribles pueden ser sus i n -
cendios !




BERLÍN l o de abril de 1849 .


MUY señor m i ó : Hace dos dias que con ten tándome con dejar á
Vd. saber por la voz pública los g r a v e s sucesos que se han rea l i -
zado en esta parte de E u r o p a , nada he querido decir le sobre su
gran significado: ha consistido esto, en que me ha parecido c o n -
veniente dejar hablar por sí mismos á los acontec imientos , seguro
de que su voz es mas elocuente que lo serian mis pa labras : esto
no obs t an t e , creo llegado el caso de ag rupa r los , de examinar los
en conjunto, y de a v e r i g u a r , así lo que prometen como lo que
significan.


La indecisa respuesta del Rey, que ya sabrá Yd . , a l a diputación
de la Dieta de Francfor t , significa que el monarca de Prusia no
quiere ceder ni se a t reve á resistir á la democrac ia Alemana. Este
estado de su Real ánimo fué precedido y seguido de dos estados
diferentes. Antes de que la diputación l legara á Berlín, su reso lu -
ción era no recibir á la d ipu tac ión , y resistir á la demagogia . Des-
pués de dada su respuesta, y cuando la segunda Cámara se le p r e -
sentó hostil y amenazadora , su resolución fué cejar en la res is ten-
cia, y adelantar en el camino de las concesiones. Este es el signifi-
cado de la circular pasada por el Gobierno á sus representantes
cerca del poder centra l y de los Príncipes Alemanes. El Rey, pues ,




— 32 —


lia comenzado por resistir , ha fluctuado después entre la resistencia
y la concesión , y se ha inclinado ú l t imamente al sistema de las
concesiones y al abandono de la resistencia.


Como Yd. conoce mejor que yo, S. M. el Rey de Prusia ha en-
trado por un mar lleno de t empes t ades , y ha echado por una
senda llena de peligros.


A decir verdad, hace mucho tiempo que el Gobierno de S. M.
Prusiana ha entrado por esa senda pel igrosa.


En presencia de la Constituyente de Francfort , no habia sino dos
caminos que seguir : ó asociarse f rancamente á sus ideas de o r g a -
nización unitaria , y rec lamar a t rev idamente para la Prusia el cetro
Imperial; ó declarar desde el p r inc ip io , y antes que las cosas h u -
bieran llegado al estado peligroso en que hoy las v e m o s , que la
Prusia no consentiría jamas j ni con su voto ni coii su silencio , ¡a
reorganización unitaria de la Alemania , emprendida por un club
de demagogos ;


En la primera suposición, la Prusia , puesta al frente de la d e -
magog ia , hubiera podido l u c h a r , si la era imposible vencer : la
hubiera sido otorgado el combate , aunque la hubiera sido negada
la victoria. En la segunda suposición, que á todas luces era la mas
conveniente , se hubiera aliado con el Austria y con la Rusia; y des-
de la altura de esta alianza robustísima, hubiera cerrado las puertas
á la Constituyente de Francfort , y hub ie ra dado una solución m o -
nárquica y conservadora á las peligrosas cuestiones que se agitan
hoy dia en esta par te del m u n d o .


La Prusia, empero , no ha seguido n inguno de estos dos cami-
nos: t emerosa , por una p a r l e , de romper con la d e m a g o g i a , y
por o t r a , de romper con la Rusia y con el Aus t r ia , ha puesto
su frágil t ienda entre el campamento de los demagogos y el
campamento de los Reyes: desde allí ha distribuido por iguales
par tes en t re los con tend ien tes , agasajos •, promesas y saludos:
al mismo tiempo que admiraba el patriotismo de la Const i tu-
yen te , y que no tenia voces para encarecer sus designios no-
bles y grandiosos, protestaba ante la Europa de su amistad y de su
simpatía por el Austria, y se indignaba con la sola idea de (pie pu -




diera ser cschiida de la g rao unidad de ios pueblos a lemanes ,
Entre tanto la Consti tuyente de Francfort , para quien era una


cuestión vital el apoyo de la Prusia , seguía intrépida su camino,
hasta que ha traído las cosas á punto de obligar á la Prusia á decir
si ó á decir no , á declararse su enemiga ó su al iada.


La Prusia, sin embargo , no abre por esto los ojos : ni ceja en
su sistema de tergiversaciones, ni abandona el camino de las r e s -
puestas amfibológicas , ni se apar ta del designio de enviar saludos
á todas p a r t e s , á Francfor t , á Viena, á San Pe te r sburgo .


Y la misma política que s igue en lo es ter ior , es la que aplica
á sus negocios interiores.


¿Cómo negar á un Gobierno el título glorioso de religioso y
monárquico, cuando disuelve una Asamblea Consti tuyente, po rque
quiso sustituir en la Constitución las palabras Bey por la gracia de
Dios con estas o t r a s : Rey por la gracia del pueblo? Y por otra
par te ¿quién negará el título de liberal á un Gobierno q u e , al di-
solver la Consti tuyente, da á la Prusia la Constitución mas d e m o -
crática del m u n d o ?


De esta m a n e r a , el Gobierno de Prusia cree haber cumplido
con lo que debe á la Monarquía y con lo que debe á la demagogia ,
y se persuade á sí mismo de que ha resuello todos los p rob lemas ,
de que ha vencido todas las dificultades, y que ha salvado todos
los escollos.


Difícil seria á Vd. coger el hilo de estas al ternat ivas y contra-
dicciones , si no se le espusiera c la ramente el ve rdadero or igen de
esta situación lamentable . El or igen d e todo está en el Rey. F e -
derico Guillermo IV es en religión mís t ico , y en política a b s o -
lutista; dotado de un peregr ino ingenio y de una elocuencia e x a l -
tada y persuasiva , es la admiración de los que le ven y el c n -
cauto de los que le oyen: en su conversación dice cosas y descubre
conocimientos que á todos dejan p a s m a d o s , por ignorar cómo,
cuándo y en dónde los ha adquir ido. A vuelta de estas prendas
eminen tes , carece de todo punto de sentido común , y su razón
fluctúa perpe tuamente ent re lo sublime y lo es t ravagante . Él se
cree predestinado , y lo es tá , pero para distinto fin del que se ima-


TOMO V . 3




— :;i
gina en sueños. Se cree e n comunicación directa con Dios ; y
cuando habla y cuando o b r a , piensa que obedece á las divinas ins -
piraciones. Cuando abandonándole la inspiración que le asedia, p r o -
nuncia palabras e locuen tes , si por ventura le felicitan aquellos
que le r odean , alza sus ojos al cielo, y da gracias al Señor por las
palabras que él mismo ha puesto en sus labios. Levantado en esp í -
ritu sobre estas bajas regiones , y puesto en aquellas regiones altísi-
mas á donde no alcanzan ni las pasiones del mundo ni sus rumores
ni sus olas, v ive aquí como en tierra es t raña, y ve pasar los hom-
bres y las cosas , diputados y min i s t ro s , asambleas y m u c h e d u m -
bres , pr íncipes y revoluciones, realistas y d e m a g o g o s , con ojos
indiferentes,


Siendo este su c a r á c t e r , claro está que es de todo punto i n a c -
cesible á todo género de consejos: ¿ ni cómo podría poner un oido
atento á los avisos de los hombres aquel que vive persuadido á que
los recibe de Dios d i rec tamente? Su Consejo de Ministros está en el
Cielo, y el mismo Dios le pres ide . Si tiene Ministros aquí abajo,
es por forma; pero los desprecia á todos con un soberano desprecio.
De qué manera ha de combinarse un Rey semejante con un G o -
bierno Constitucional, nos lo dirán demasiado pronto los sucesos y
la his toria .


Por ahora , lo que á Vd. importa s abe r , y lo que á mí me toca
decir le , es en qué consiste el sistema que le está aconsejado por
inspiración divina. Para en t ra r en el fondo de ese sistema, me será
forzoso tomar la corr iente de las cosas , de muy al to .


Cuando Federico Guillermo IV era todavía Príncipe de Prusia,
hizo la oposición á su p a d r e , Rey benigno y justiciero : su opos i -
ción se fundaba en que el Rey no era en real idad absoluto : lo cual
era á los ojos del Pr ínc ipe el mayor pecado de los Reyes. Lo que
impedia en Prusia el absolutismo, era aquella sabia administración
que fué años atrás la admiración de la Europa, y que suplía con
ventaja á las instituciones políticas de otras naciones menos afor-
tunadas . Ahora bien, como cuando la administración está o rgan i -
zada a d m i r a b l e m e n t e , al Rey no le toca otra cosa sino dejar á la
administración que admin i s t r e , pareció esto al Príncipe un abuso




intolerable, y no perdonó á la administración que fuera, por d e -
cirlo así , usurpadora de la soberanía y del reinado. Desde entonces
se .propuso acabar con aquella administración que servia de límite
á la potestad de los Reyes .


Cuando después de haber subido al t rono, lleno de estas ideas ,
vio venir hacia sí á la revolución y á la demagog ia , se propuso des-
de luego convertir las en ins t rumento de dominación, instramentum
regni; y puso manos á la ob ra .


Usted no concebirá fácilmente cuáles pudieron ser los a r g u -
mentos que le inclinaron á l levar adelante tan estraordinario p r o -
pósito. Esta consideración me pone en el caso de esponerlos aquí ,
en muy breves pa labras .


Como, según el sistema de Federico Guillermo IV, todo el mal
consistía en que entre el pueblo y el Rey habia una administración
que administrando los intereses del p r imero , limitaba la potestad
del s egundo , tuvo á dicha el levantamiento popular por medio del
cual se prometía á sí propio dar al traste con esa administración
usurpadora , dejando solo en pié al Rey arr iba y al pueblo abajo,
y á los dos en contacto mutuo , sin necesidad de mediadores .


Esto sirve para esplicar por qué ha mirado sin conmoverse el
trastorno administrativo y social , producido por una Asamblea de-
magógica ; y por qué ha visto tranquilo la profunda per turbación
de todos los intereses sociales , teniendo á sus órdenes un ejército
fidelísimo, compuesto de doscientos mil hombres .


La Asamblea Constituyente hubiera podido prolongar su e x i s -
tencia por un t iempo indefinido, si contentándose con herir á la
nobleza en sus tradiciones h is tór icas , y á las clases acomodadas en
sus intereses mater ia les , no hubie ra cometido la imprudencia im-
perdonable do querer bor ra r de la Constitución aquel por la grafía
de Dios, por el cual hubiera dado este Rey místico y absolutista
todas las noblezas de Europa y todas las clases acomodadas de!
inundo. Por lo d e m á s , no creo necesario protestar aquí, siendo
como son á Vd. conocidas mis opiniones rel igiosas, c o n t r a í a i n -
terpretación que pudiera darse á mis pa labras . Estoy lejos de con-
denar , y antes bien apruebo la noble entereza con que el Rev




— :K¡ -


arrüj(') á disolver una Asamblea tan olvidada de Dios, que no r eco -
nocía en él la fuente de todas las potestades : lo que lamento , es
aquella ceguedad providencial que impidió á este desventurado
Príncipe ver su propio abismo en el abismo en que iban s e p u l t á n -
dose á la vez las clases nobles y las clases acomodada?.


Disuelta la Const i tuyente , el Rey dio una Constitución á sus
pueb los : en esta Constitución todo el mundo ha visto la d e m o c r a -
c ia : lo que no ha visto todo el mundo , y lo que sin e m b a r g o , está
en e l l a , es el absolutismo. Esa Consti tución, tal como e s , es la
espresion mas perfecta y acabada de las opiniones del Rey. Un
trono muy alto, y un pueblo muy g r a n d e ; y nada en t r e ese trono
altísimo yeso gran pueblo: eso es la Constitución, y á eso se reduce
la política del Rey.


Para demostrar que esa Constitución , que á los ojos de todos
es democrá t i ca , es al mismo tiempo absolut is ta , me bastará r e -
cordar aquí algunos de sus art ículos.


En el 1 0 5 se concede al Rey, en casos urgentes que su Conse-
jo de Ministros de t e rmina , y du ran te el interregno par lamentar io ,
la plenitud d é l a potestad legis la t iva , con la única reserva de la
responsabil idad minis te r ia l , y de la aprobación futura de las C á -
m a r a s .


Por el artículo 1 0 8 se p rev iene que pa ra cobrar las con t r ibu -
ciones existentes , no siendo abolidas por una ley, no necesitará el
Gobierno de la aprobación par lamentar ia .


Por el 1 1 0 se manda que en caso de guerra ó de sedición, el
Gobierno está autorizado á suspender tempora lmente las s igu ien-
tes garant ías : = L a l ibertad individual. = L a inviolabilidad del do-
m i c i l i o . = L a competencia de los jueces . — L a libertad de imprenta .
La de la p a l a b r a . = L a inmunidad de los ed i to res , impresores y
espendedores de escritos, cuando es conocido su a u t o r . = E I d e r e -
cho de reunión.


Como se vé por los artículos c i t ados , se concede al Rey una
dictadura omnímoda en casos especiales, pero cuya de terminac ión
depende casi s iempre , por la natura leza misma de las cosas, del
arbi tr io del Gobierno.




El secreto do esa Constitución, absolutista por un laclo y d e -
mocrática por o t ro , es el siguiente. El Rey de Prusia ha quer ido
dar á la democracia un poder omnímodo sobre las clases i n t e r m e -
dias , y ha querido reservarse á sí propio un poder absoluto s o -
bre Ja democracia. La democracia ejercerá su absolutismo especial
durante las sesiones de las Cámaras , y en tiempos bonanc ib les : el
Rey ejercerá su absolutismo especial en los in ter regnos pa r l amen-
tarios , y en tiempos revuel tos y miserables .


La Constitución prusiana no e s , p u e s , una obra producida por
el m iedo , como piensan a l g u n o s : es hija del cálculo mas p r o -
fundo ; es la realización perfecta del sistema político del Rey .


A la hora en que escribo estas l íneas , el Rey de Prusia no c ree
que su Monarquía es Constitucional: c r e e , por el contrar io , que
es una Monarquía abso lu ta : cree mas todavía : cree que es la Mo-
narquía mas absoluta de Europa .


Si alguno se a t reviera á decir al Rey que su poder estaba l imi-
tado por las Cámaras , no llegaría á indignarse de s e g u r o , po rque
no habría lugar para la indignación en su a l m a , ocupada toda por
la sorpresa.


Las Cámaras no son otra cosa , en su manera de v e r , sino i n s -
tituciones que le s irven de instrumento para desmoronar otras ins -
tituciones enojosas : las Cámaras , como los pueb los , están llenas
de sus vasallos.


Los que asistimos atónitos á esta ceguedad s u b l i m e , no p o d e -
mos menos de adorar confundidos los designios de la Divina P r o -
videncia sobre los-Príncipes y sobre las naciones. Esa ceguedad
tiene a lgo , t iene m u c h o , lo t iene todo de sob rena tu ra l : j a m á s
viene sobre un hombre tan absoluta y tan completa , sin que esté
predest inado á ser parte principal en un g ran escarmiento y en
una catástrofe terr ible.


Aquí (¡ene Vd. la causa fundamental de todo lo que pasa en
estas legiones. Si Vd. lo med i t a , en ello hallará la esplicacion de
lo pasado , de lo presente y de lo futuro, en esta desdichada Mo-
narquía .




BERLÍN i'Z de abril de 181!).


IVlcv señor mió: La declaración esplícita que acaba de hacer la P r u -
sia , de no reconocer la Constitución A lemana , h a sido asunto
ayer de una discusión acalorada en la Cámara segunda. M. R o -
b e r t u s , diputado de la izquierda, hizo una moción que constaba de
tres párrafos ; los dos pr imeros dirigidos á censurar al Gabinete por
su conducta en la cuestión Alemana, y el últ imo consagrado á d e -
c larar , que la Constitución votada en Francfort es obligatoria de
hecho y de derecho para todos los pueblos Alemanes , sin que sea
necesario el requisito de su aceptación previa . Aunque el signifi-
cado de estos tres párrafos era uno mismo, la Cámara, anárquica
como s iempre , desechó los dos pr imeros , y aprobó el t e r c e r o : lo
mas singular es que la derecha contr ibuyó á dar la mayor ía á la
izquierda en la votación ú l t ima ; cosa verificada ya por segunda
vez, y que contr ibuirá á dar á Vd. una idea de la confusión que
reina en las Cámaras Prus ianas . Obligado el Gobierno á tomar
par te en esta d iscusión, el Pres idente del Consejo de Ministros
declaró de una manera esplícita y perentor ia , que los Ministros no
podrían aconsejar á S. M. la aceptación de una Constitución d e -
magógica , que imposibilitaba todo género de Gobierno. Hay,
pues , guerra abierta , lucha declarada ent re el Gobierno y la Cá-




mará s e g u n d a : esto no obstante , ni el Gobierno se v a , ni la C á -
mara se d isue lve ; y despreciando soberanamente el pr imero á la
s e g u n d a , y la segunda al p r i m e r o , cada cual s igue i m p á v i d a -
mente su camino : para los Ministros la Monarquía , por ser r e -
presentat iva , no ha dejado de ser abso lu t a : para los Diputados,
aunque la Prusia es una Monarquía en n o m b r e , no por eso deja de
ser una república v e r d a d e r a : y cada cual obra en conformidad
de sus pr incipios , sin cuidarse de los principios del o t r o : estas
dos parcialidades caminarán en líneas pa ra le las , hasta que l legue
el dia en q u e , por un movimiento mutuo de conve r s ión , se e n -
cuentren frente á frente con las a rmas en la mano .


Entretanto la situación general se simplifica y esclarece. La
declaración de la Prusia hace imposible la unidad bajo la forma d e
un Imper io : su forma en adelante será la r epub l i cana .La lucha va
á estallar en t re la República y la Monarquía. La Alemania , solo
siendo republ icana , podrá ser u n a . Impor ta , p u e s , ave r igua r las
fuerzas respectivas de los part idos en ese g r an duelo en t re los d e -
magogos y los Reyes .


La cabeza de la República está en F ranc fo r t , y puede tenerse
por seguro que los Reyes van á cortar esa cabeza. Para cortar la no
necesitan de otra cosa , sino llamar á sus diputados. El Austria los
llamó y a : remisos al principio en obedecer , en su g r a n mayor í a
se han mostrado al cabo obed ien te s : de los \ 1 0 austríacos que
tienen asiento en la Asamblea de Francfor t , 97 han abandonado
ya la Asamblea. La Prusia va á l lamar á los su y o s : la Baviera s e -
guirá el mismo camino. Ahora b i en : sin los Diputados austr íacos,
prusianos y bávaros , la Asamblea de Francfort no puede reunirse
en número legal , y q u e d a de hecho y de derecho disuelta.Sin e m -
bargo , g rande seria el error de los que c reen que la revolución,
por quedar descabezada , quedará de todo punto vencida . Su espí-
ritu vive en todas las Asambleas popu la re s ; y las Asambleas popu-
lares están muy lejos de morir en Alemania ; su fuerza es g r ande
y destructora, lisas Asambleas t ienen dos poderosos e jérci tos: el
Húngaro y las m u c h e d u m b r e s : las m u c h e d u m b r e s para combatir
en las ciudades populosas ; el Húngaro para dar batal las campales .




— 40 —


Con este mot ivo , creo oportuno l lamar la atención de Vd. ha-
cia el nuevo giro que la cuestión h ú n g a r a ha tomado de algún
tiempo á esta pa r te . Esta c u e s t i ó n , que se presentó al principio
como muy senci l la , es hoy dia muy compleja. Los húngaros no
son un puñado de r e b e l d e s : son un pueblo que pelea por su n a -
cionalidad, y a quien la desesperación insp i ra , al combatir por la
independencia de sus hogares . Semi-heróico y semi -bá rba ro , p a -
rape tado en un suelo sembrado de lagunas anchas y de pantanos
inacces ibles , y favorecido hasta por su cielo inclemente , ese p u e -
blo es capaz de g r andes cosas. La guer ra que sostiene contra el
Austria t rae involuntar iamente á la memor ia la que sostuvo poco
tiempo ha el pueblo Vasco-Navarro contra las fuerzas congregadas
de nuestra Monarquía. Igual es su a rdor en el a t a q u e , igual su t e -
nacidad en la res i s tenc ia , igual su paciencia en las privaciones,
igual su se ren idad en los peligros. El ejército que le s i r v e , es
aguerr ido y numeroso , y está mandado por hábiles capi tanes. Ese
e jé rc i to , por la fuerza misma de las c i rcuns tanc ias , es hoy dia el
ejército de la demagogia europea . Su triunfo seria el triunfo inevi-
table de la demagogia en la Polonia y en la Alemania ; y por la
Alemania y por la Polonia, en el mundo . Los Magiares fueron los
autores de la insurrección de Viena , los tentadores de Carlos A l -
ber to en Turin , los inst igadores de la resistencia en Venecia. E n e -
migo irreconciliable del Imperio Austr íaco, y poseído de uno de
aquellos odios inmensos que la historia consigna como un prodigio
de vez en cuando en sus a n a l e s , cada Magiar ha hecho en su c o -
razón, contra el Austria, el mismo implacable juramento que Mitri-
dates y Aníbal contra Roma.


La lucha , p u e s , h a b r á de ser larga , laboriosa y terrible , si la
Rusia no arroja la m á s c a r a , y no interviene en la contienda con
mayores fuerzas de las que tal vez pueden consentir las grandes
Potencias europeas en las circunstancias actuales .


Mientras esa lucha no tenga t é r m i n o , las fuerzas del Austria
estarán neutral izadas de todo punto . Por otra par te , hay que c o n -
siderar que si la Prusia y el Austria están ya lejos de combat i r se ,
están todavía muy lejos de en tenderse .




- 41 —


El Austria desearía el statu quo a l e m á n : no pudiendo c o n s e r -
var le , aspiraría á la Constitución de un Directorio federal, con una
Presidencia alternativa del Austria y de la Prusia. La P rus i a , por
su p a r t e , si bien renuncia al Imperio a lemán y á la Constitución
a lemana , desearía constituir en provecho suyo un g ran Pro tec to-
rado , de acuerdo con los Pr íncipes a l emanes . A esto es á lo que
Prusia da el nombre de Estado Federativo. El resultado final de este
conflicto no es para mí dudoso . La Alemania se dividirá en dos
grandes grupos : el g rupo protestante y el católico , el del Nor te
y el del Mediodía; y en dos g randes Pro tec torados : el del A u s -
tria sobre el grupo meridional y ca tó l ico , y el de la Prusia sobre
el grupo septentrional y protes tante .


Esta divergencia en t re las dos grandes Monarquías Alemanas
las constituye sin embargo por de pronto en una debilidad radical
y permanente , y da nuevos bríos á la revolución, que se apres ta
resuel tamente á la batalla. Hay quien piensa que las r ivalidades y
competencias ent re estas dos poderosas naciones no aflojarán , ni
aun ante el espectáculo de la revolución amenazando en todas
par tes á los t ronos : si los que así piensan , aciertan en su cálculo,
las probabil idades de la victoria están todas de par te de las r e v o -
luciones : o t ro s , por el contrario , c reen que ambas Monarquías
aplazarán su duelo para t iempos mas bonanc ib l e s : si los que esto
creen van ace r t ados , aun hay motivos fundados de esperanza .


De todas maneras , lo que aquí hay de seguro , es que comienza
para la Alemania una época llena de pel igros y de azares .


Yo no terminaría mí propósito de h o y , sino l lamase la a t e n -
ción d e V d . pr ivi legiadamente hac ia las cosas de esta par te del
mundo . El cetro de la dictadura Europea me parece que se ha
caido de las manos de las razas la t inas , y ha pasado á las razas
Alemanas y Esclavonas. Las cosas de I ta l ia , que tan fuertemente
han llamado la atención de los e spaño les , no t i enen , si se e s c c p -
túan por causas especiales las de Roma, ni importancia , ni influen-
cia n inguna. El triunfo del o rden en Florencia , en Milán, en
Ñapóles y en Tur in , siendo como es un suceso venturoso, no con t r i -
buirá en gran mane ra al restablecimiento definitivo del o rden




— 42 —


en E u r o p a ; así como el triunfo de la demagogia en todas esas c a -
pitales no hubiera puesto en t r ance de muer t e á las otras m o -
narquías . La Francia misma parece caminar ap re su radamen te ,
sino ha l legado y a , al té rmino de una prodigiosa decadencia . De
hoy m a s , la Europa h a b r á de recibir lo todo, el bien como el mal,
de las razas que se conmueven y se agi tan de esta par te del Rliin:
la m o n a r q u í a , d e las Esc lavonas ; ó la repúbl ica , de las A le -
manas .




BERLÍN 26 de abril de 1 8 4 9 .


Muy señor m i ó : La oposición ha crecido de tal m a n e r a , según
mis predicciones, en la Cámara segunda , que forma ya una v e r -
dadera mayoría. En la sesión de hoy, consagrada á t ra tar la g r a v e
cuestión del estado de sitio de Ber l ín , la Cámara ha votado una
enmienda concebida en los términos s igu ien tes :


1." El estado de sitio sin anuencia de las Cámaras es i legal .
2.° La Cámara no pres ta su anuencia al estado de sitio de


Bérl in .
Los dos párrafos han sido ap robados ; el últ imo no sé todavía


por qué mayoría ; el pr imero por una mayoría de 40 votos.
La gravísima cuestión que surge de este es tado de cosas, c o n -


siste en aver iguar si las autoridades locales obedecerán al Gobie r -
no , ó á la Cámara , en este negocio a r d u o y pel igrosís imo.


En t re tan to , siendo cosa de todos sabida que la no aceptación
del Bey, de la Constitución de Francfor t , es obra en su mayor
par te del Conde de Arnim, ha venido este á ser el blanco de t o -
dos los t i ros , hasta el punto que su existencia ministerial está mas
que comprometida á la hora en que estas l íneas escr ibo . Sin e m -
bargo, por una de aquellas con t rad icc iones , tan frecuentes de la
parto acá del Rhin , no se trata de manera n inguna de sacrificar
el sistema, sino de sacrificar la persona.




- 44 -


El Rey ha llamado á Mr. de Radowitz , diputado en la Asam-
blea de F ranc fo r t , con quien le unen g randes y estrechas r e l a -
ciones pe r sona le s , y que será probablemente el nuevo ministro
de Es tado , si el Conde de Arnim llega á ret irarse de los negocios .


Si esta mudanza se verifica en el sentido que acabo de i n d i -
car , ya tendré ocasión de decir á Yd. algo consagrado esclus iva-
mente á la persona de Mr. de Radowi t z , ignorada de Yd. como de
mí antes de llegar á esta capital , y que es sin embargo una de
las personas mas notables hoy , no solo en la Prusia sino en toda
la Alemania; no solo en toda la Alemania sino en toda la Europa;
no solo en toda la Europa sino en el m u n d o .


La g ravedad de la cuestión que se ventila ent re el ejército
Imperial y el Magiaro-Polaco, sobre la cual ya he llamado la
atención de Vd. an t e r io rmen te , crece por momentos . Según las
noticias recibidas hoy del teatro de la guer ra , y que parecen p r o -
b a b l e s , los imperiales han abandonado á Pesth. ' Si esta not ic iaos
cierta , todo vuelve á estar en cuest ión. El movimiento reacc iona-
rio de Italia y do Francia no significa nada absolutamente . El ejér-
cito Magiaro-Polaco es el ejército ve rdade ramen te trastornado!'
y socialista de la Europa ; su triunfo seria el triunfo inevitable d e
todos los elementos desorganizadores que hoy se agitan ciega y
confusamente en el Universo . •


Porque tengo esta creencia, me parecería convenicnlisimo que
el gobierno español, si quiere estar p reparado para todas las even-
tualidades, apar tase por ahora los ojos de las razas l a t inas , para
ponerlos en las Alemanas y Esclavonas. Estas serán hoy , como
han sido en otros t iempos, las razas de las g randes soluciones. El
nudo de la cuestión está , como ya otra vez lie escrito á Vd . , en la
conducta que adopte la Rusia.




BKRMX 1 d e mayo de 1 8 4 9 .


Muy señor m i ó : El acto de la disolución de la segunda Cámara ha
obligado al Ministerio á tomar francamente su part ido en las g r a -
ves cuestiones que agitan á la Prusia , á la Alemania y á la Europa .
El tiempo de las frases ambiguas , de la marcha vacilante , de la
conducta equívoca y contempor izadora , ha pasado para t o d o s : se
trata de prepararse á la lucha , que será encarnizada y terr ib le ,
y de vencer ó sucumbir en esa lucha d e g igan tes .


De las tres cuestiones que acabo de m e n c i o n a r , la mas a n -
gustiosa y apremiante es la cuestión Alemana. El Ministerio me
parece resuelto á acabar con la Consti tuyente d e Francfor t ; para
llevar á cabo su propósito ha comenzado por pasar una nueva nota
á su representante cerca del Vicario del Imperio , en la cual e s -
pone una por una las causas que le impiden reconocer la Cons t i -
tución Alemana. Esta no t a , considerada en sí m i s m a , nada de
nuevo cont iene : su importancia nace de haber servido de ocasión
á una circular dirigida á todos los representantes de Prusia en los
Estados Alemanes , en la c u a l , al acompañar les la nota referida,
manifiesta el Conde de Arnim que, vista la imposibilidad de p o -
nerse de acuerdo con la Asamblea de Francfor t , invita á todos
los Príncipes á que autor icen á todos sus r ep resen tan tes cerca cíe




— 415 —


la corte de Prus ia , á abr i r conferencias en Berlin sobre la reor-
ganización de la Alemania. Esta propuesta , que será aceptada sin
ningún género de d u d a , se encamina, como Vd. puede conocer , á
sacar la cuestión de las manos de los d e m a g o g o s , poniéndola en
la de los diplomáticos, y á trasladar el supremo arbi t rage de la
Asamblea Constituyente á los poderes consti tuidos, de la d e m o -
cracia á los Reyes . El Gobierno no ignora que la Asamblea luchará
b ravamente antes de sucumbi r ; y en esta previsión piensa acudir
á sus heroicos remedios, como serian el l lamamiento de sus d ipu -
tados , la traslación del Vicario del Imperio á Maguncia ú otro
punto seguro , y por últ imo, la ocupación-de Francfort por la fuerza
a r m a d a . Ninguna de estas providencias está acordada todavía;
pero todas ellas son asunto de solemne discusión y de empeñadas
del iberaciones.


Por lo que hace á la cuestión p r u s i a n a , el Ministerio ha r e -
suelto al terar la ley electoral en un solo p u n t o , que es esencial í -
s i m o : por la ley están escluidos del derecho activo y pasivo d e
elección los que dependan de otro : el Gob ie rno , haciendo uso de
la potestad legislativa que bajo su responsabilidad puede ejercer
con arreglo á un artículo de la Constitución , se propone de termi-
na r quiénes deben entenderse sujetos á o t ro s , y quiénes d e b e n ser
considerados como independien tes ; á favor de cuya interpretación
cree que podrá hacer de mane ra que no vengan á la Cámara sino
personas de responsabil idad y de conocido ar ra igo .


Por ú l t imo , en la cuestión europea , el Gobierno me parece r e -
suel to , vista la g ravedad de la s i tuación, á pasar del desvío á la
amis tad , y de la amistad á la alianza con el Austria y con la Ru-
sia. La Rusia por su pa r t e (y de todos los acontecimientos e u r o -
peos , este me parece el de mas t rascendental importancia) se i n -
CÍ/na viSÍMcmeníe á abandonar su política e spec i an te , y á in te rve-
nir resuel tamente en los negocios de E u r o p a , y señaladamente
en los a lemanes . La Rusia cree que los días de su longanimidad
han p a s a d o ; que sin fal tarseá sí propia no puede res ignarse á dejar
de ser una Potencia Europea pa ra ser solamente una Potencia Asiá-
tica: y c ree que todo esto sucedería si dejara por mas t iempo á la




revolución correr desbocada por el inundo. En el momento en q u e
estas líneas escr ibo , la creo resuel ta á in te rveni r a b i e r t a m e n t e , si
fuese necesar io , en la cuestión en t re la Hungr ía y el Austria ; en la
cuestión én t r e l a Alemania y la D i n a m a r c a , y por ú l t i m o , en la
cuestión que se ventila entre Francfort y la Prus ia . Si mis infor-
mes no y e r r a n , la Rusia, una vez resuelta a i n t e r v e n i r , no p o n e
tasa á su intervención , é in te rvendrá con su último escudo y con
su último h o m b r e . Por de pronto no tendr ía inconveniente en p e -
netrar en Hungría con ochenta ó cien mil hombres , en el Ducado
de Posen con cuarenta ó sesenta m i l , para que la Prusia pueda
disponer de ose mismo n ú m e r o d e t ropas con que guarnece aquel
p u n t o ; y en los Ducados Dinamarqueses con otro ejercito i g u a l , si
fuese necesario.


Grande seria el e r ror de Vd . , si por ven tura l legara á c reer
que con este a larde de fuerzas la victoria no p u e d e ser dudosa : la
victoria será dudosa siempre : el vencimiento no lo se r ia , si la Ru-
sia no cargara con su inmensa pesadumbre en el platillo de la b a -
lanza.


El demagogismo ha penetrado hasta la médula de los huesos
de los pueblos a lemanes . Todas las Asambleas están en ab i e r t a
hostilidad con todos los R e y e s : las m u c h e d u m b r e s siguen á las
Asambleas : á la revolución no la faltaba sino una cosa : una fór-
mula y un es tandar te : la Constitución votada en Francfort es ese
estandarte y esa fórmula. Esa Consti tución, absurda é imposible
como es , está dest inada á ser lo que en otro tiempo fué en nues t ra
España la Constitución de Cádiz , no menos imposible y a b s u r d a .
Esa Constitución parece hecha de caso pensado para a r ras t ra r á
las m a s a s : los demagogos ven en ella el Germanismo unitario y d e -
magógico : el ejército solo vé en ella el Germanismo imperial : para
los unos es un símbolo de l ibertad : para los otros el símbolo de
su eng randec imien to : para todos el resumen de aquellas ideas v a -
gas , n u e v a s , grandiosas eme exal tan las imaginaciones y que c a u -
tivan el corazón , cuando los pueblos están en v ísperas de g r a n -
des mudanzas y t rastornos. Esto esplica por qué en la Asamblea la
derecha vota con la izquierda , y por qué los aristócratas y los r e .




— 48 —


publícanos no se asombran al verse j u n t o s : un mismo vért igo los
ciega á t odos , los empuja á todos , y los envuelve á todos. Los
hombres aquí no parecen agentes l i b r e s , señores de sí mismos,
sino ins t rumentos de un poder misterioso que ejerce sobre todos
una operación magnét ica . Ahora b ien : contra síntomas de esta e s -
pecie no han podido encont ra r remedio todavía los hombres de Es-
tado. A lo menos yo no le encuent ro en la historia.


¿Cómo se espl ica , s i n o , ese hecho único en los anales h u m a -
nos , de una Asamblea compuesta de somnámbulos políticos , que
decreta cuanto se la o c u r r e , que no se para an te ningún inconve-
n i e n t e , que no se det iene an te n ingún obs táculo , que no abre los
labios sino para proclamar un absurdo , que está so la , absolu ta-
mente so l a , sin un batallón á sus ó r d e n e s , y que sin embargo
tiene en jaque á todos los poderes const i tuidos, paraliza con su
voz á todos los ejércitos , lleva el espanto al corazón de todos los
Reyes y conmueve á todas las m u c h e d u m b r e s ? Si esa Asamblea no
es fuerte ¿ cómo hace todas esas cosas ? y si es fuerte ¿ de dónde le
viene la fuerza ? La fuerza le v iene de lo que los alemanes en su
misticismo demagógico llaman la idea. La idea, que en el mundo
moral es lo que la electricidad en el físico.: una fuerza impalpable ,
mis te r iosa , á la que nada se opone y á la que nada resiste. La
idea, que es aquella gota corrosiva que disuelve ins tantáneamente
el organismo socia l : la idea, que no es otra cosa sino el mal, el
mal absoluto , el mal por excelencia , que para mejor combatir se
ha revest ido hoy dia de una forma ú n i c a , con la cual va á reñir
su combate supremo y su última ba ta l la : La democrac i a , en fin,
que es el mal hecho legión, el mal encarnado en la m u c h e d u m b r e .


En eso consiste la fuerza de la Asamblea de Francfort : Vd. con
su penetración alcanzará fácilmente á comprender lo que esa fuerza
t iene de incontrastable y ter r ib le . La Asamblea podrá desaparecer ;
pero ¿ cómo ha de desaparecer la fuerza de que dispone , si esa
fuerza está á un t iempo mismo en todas pa r tes?


El Gobierno, sin darse á sí propio una cuenta exacta de los pe-
ligros de su si tuación, los conoce , por decirlo a s í , inst int ivamente.
La prueba de que los conoce está en q u e , deseando poner término




— 49 —


á la guerra con Dinamarca , guer ra que está haciendo contra su
voluntad y por cuenta de la revolución , no se a t reve sin embargo
á llamar á su ejército, temeroso de no ser obedecido. Y este temor
es fundado: el Germanismo ha cundido en las filas del ejército
que pelea en aquellas p a r t e s , el cual se considera á sí propio como
el ejército de Francfort , mas bien que como el ejército de Berlín;
y como el ejército de Alemania , mas bien qnc como el ejército de
la Prusia.


Todas estas consideraciones me hacen temer q u e , á pesar de
los retoques y perfiles de la ley e lec tora l , el resul tado de las elec-
ciones no sea favorable al gob ie rno : si á esto se a ñ a d e , por una
p a r t e , que lo mas granado del ejército ocupa hoy el gran Ducado
de Posen y los Ducados Dinamarqueses , y por ot ra , que acudir á
la reserva que aquí se conoce con el nombre de la Landwer , seria
sumamente peligroso , porque seria acudir contra el pueblo al pue-
blo mismo , Vd. conocerá fác i lmente , que no iba descaminado al
af i rmar , que sin el auxilio de la Rusia el triunfo de la Demagogia
no será para mí dudoso.


La intervención de la Rusia hará cambiar el semblante de las
cosas : y si esa intervención no hubiera de producir resul tados
ulteriores, el triunfo de la Monarquía estaría de todo punto a s e g u -
rado: pero la cuest ión, traida á este te r reno , deja de ser Alemana,
para convert irse en Europea. La intervención descarada de la
Rusia es la guerra g e n e r a l , es el incendio prendiendo á la vez en
todos ¡os ángulos de la Europa , y tal vez en todos los ángulos del
m u u d o ; es el cataclismo universal , el cataclismo mas g r a n d e que
ha venido sobre las g e n t e s , y que han visto las naciones. La E u -
ropa saldrá de ese cataclismo como anunció Napoleón, republicana
ó comea, sino sale católica; sa l ida , que se ocultó al genio a t r e -
vido del gran capitán y gran profeta.


Como Vd. ve por el contenido de esta car ta , ese cataclismo u n i -
versal va haciéndose inevitable. La alianza ent re las tres Potencias
del Norte me parece consumada de hecho á estas horas . La r e s o -
lución de in te rven i r , en la Rusia , me parece ev iden te ; mis noticias
sobre este p u n t o , si bien no del todo seguras , v ienen de un origen


TOMO v. 4




- 50 —


muy al to. Pero sea de esto lo que quiera , lo que puedo asegurar
á Vd. es q u e , desde el año de 1830 hasta a h o r a , no ha habido un
solo dia en que la guer ra general sea tan probable como hoy .


A última hora: Cerrada ya mi c a r t a , he vuelto á abrir la pa r a
comunicar a Vd. las gravís imas noticias que acaban de rec ib i rse . A
consecuencia de la disolución de la Segunda Cámara de Prusia,
la Asamblea de Francfort se ha declarado CONVENCIÓN NACIONAL. Ha
decre tado que en lugar de 201 individuos que hasta aquí han sido
necesarios para del iberar , basten en lo sucesivo 100; y por último,
que en donde quiera que esos 100 se r e u n i e r e n , allí estará la
Alemania. Su Constitución ha sido publicada por el Vicario como
ley d e l l m p e r i o . El conde de Arnim se ha ret irado de los negocios;
el de Brademburgo desempeña inter inamente el Ministerio de N e -
gocios Es t rangeros .


Aquí v e Vd. cómo empiezan á realizarse mis predicciones. La
hora de la lucha ha l legado. En cuanto á su r e su l t ado , diré á usted
q u e , consideradas las cosas a lemanas en sí m i s m a s , y realizada ya
la alianza de la Prusia y del Austria con la Rus ia , no puede ser
dudoso. La Democracia será vencida por ahora . Mi convicción es
que mas t a rde estallará mas t r emenda . Considerando las cosas bajo
un punto d e vista mas genera l , la guer ra Europea m e parece inev i -
table . En este c a s o , el. resultado d e la lucha es mucho mas dudoso
y mas o s c u r o : hasta ese punto no puede llegar la previsión hu-
mana .




BERLÍN 4 4 tic mayo de 4 8 4 9 .


Muy señor mió: Desde que dirijí á Vd. mis dos ú l t i m a s , se han
realizado en estas partes de Europa t res g raves acontecimientos:
Ja intervención Rusa en los negocios de H u n g r í a ; la insurrección
de Drcsdc: la invasión Alemana en la península del Ju t lánd, cuyo
territorio no está en litigio ent re Dinamarqueses y Alemanes .


La intervención Rusa se ha verificado en los t é r m i n o s , en la
forma y en las proporciones que tengo anunciadas á Vd. Cien mil
rusos han entrado en la Pensi lvania y la H u n g r í a ; c incuenta mil
guardan las fronteras. Habiendo dado desde un pr inc ip io , como
Vd. sabe , una importancia mayor á esta guer ra desas t rosa , he
procurado investigar cuáles son las fuerzas de que disponen los
Húngaros insurrectos: el resul tado de mis invest igaciones es t r is te ,
y en alto grado a larmante . El ejército Magiaro-Polaco, victorioso
en todas direcciones , se compone hoy de cerca de doscientos mil
hombres . El Austríaco, que camina de derro ta en derrota y de r e -
tirada en retirada , consta apenas de ochenta mil h o m b r e s : su
infantería es buena : su caballería pesada e sce l en t e : su caballería
ligera infinitamente inferior en número , en agil idad y en bizarr ía , á
la de sus enemigos , esos descendientes de los Hunnos , que v e l a -
ban, contra taban, dormían y morían á caballo. Siendo esto así , la
intervención Rusa , en las gigantescas proporciones que acabo de




indicar , no basta para poner término á la g u e r r a , y será apenas
suficiente para contener al Imperio Austríaco en su estrepitosa
caída. Ciento ochenta mil hombres entre Rusos y Austríacos igua-
lan apenas el número de los insurrectos: teniendo los unos la des-
ventaja de combatir en la casa a g e n a , y los otros la ventaja de
combatir en su propia c a s a , en la tierra de sus m a y o r e s , en los
campos de sus glorias , y como amparada por la gigantesca sombra
de Atila. Así los Austríacos como los Husos parecen comprender
la grandeza de su empresa ; y mientras que los primeros piensan
llevar basta ciento treinta mil el número de sus combatientes, los
segundos t ra tan de aumenta r el ejército interventor con cincuenta
mil hombres . Suponiendo que los Húngaros hagan esfuerzos p r o -
porcionados á la gravedad de las circunstancias, resultaría de t o -
do, que medio millón de hombres combatirían antes de muchos
meses en aquellas p a r t e s , para dar una solución definitiva á las
úl t imas complicaciones Europeas. Entretanto la Europa, aunque la
cosa parezca increíble , no mira estos sucesos sino con una indife-
rencia profunda: el trastorno de su organismo interior es tan hon-
do , que las naciones no tienen ojos sino para llorar sus propias
desven turas . Esta indiferencia, debo confesarlo candorosamente,
contrar ia á mis previsiones, evi tará la guerra g e n e r a l , que p a r e -
cía deber ser la consecuencia necesaria de los últimos sucesos: y
evitándola^ hará mas probable una buena solución definitiva, así
de la cuestión Austro-Magíara, como de las otras grandes cuestio-
nes que están sin resolverse en el m u n d o .


La insurrección de Dresde ha tenido un término dichoso, d e s -
pués de haber l lenado de estragos, de sangre y de horror aquella
ciudad d e s v e n t u r a d a , teatro de las mas bá rba ra s escenas. La in-
surrección tomó allí desde luego, como en todas p a r l e s , el color
republicano y socialista : la pluma se resiste á escribir lo que ha
obrado allí la insurrección con estos sangrientos colores : allí ha
habido suicidios, asesinatos, incendios, degüellos genera les : allí se
han visto sacerdotes po lacos , con un crucifijo en una mano y una
espada en la otra, predicar esos horrores sangrientos en nombre de
Dios á las frenéticas muchedumbres .




— 53 —


Entretanto las cosas de Francfort van tomando un color cada
vez mas sombrío: todos los diputados moderados se van re t i rando
de la Asamblea , que antes de muchos dias estará compuesta e s -
olusivamcntc de frenéticos demagogos . El Ministerio del poder cen-
tral, revolucionario ent re todos , está ya casi desbordado por una
Asamblea facciosa, cuyos odios son inmensos , y cuyas pasiones son
implacables. Hace; tres dias que acaba de volar la urgencia de una
proposición dirijida á (pie el poder central ayude con todas sus fuer-
zas el movimiento insurreccional de la Sajonia y del Palatinado:
j amás ha llegado á un punto tan alto la que pudiera l lamarse i n -
genuidad de la impudenc ia . Yo aguardo de allí, dentro de muy p o -
cos dias, g raves sucesos, como la retirada del Ministerio, la a b d i -
cación del Vicar io , la constitución de un gobierno provisional , y
una insurrección a rmada . Si estos sucesos se verificaran, creo poder
afirmar que el Gobierno de Prusia seguiría con respecto á F r a n c -
fort, la misma conducta que ha observado en los asuntos de D r e s -
de: enviaría fuerzas' para vencer á la insurrección y para ahogarla
en su propia s ang re .


El Palatinado es otro punto oscurísimo del hor izonte : también
allí es posible una explosión violenta. Si á esto se añade el es tado
del espíritu público en todas las provincias R e n a n a s , no es difícil
prever gravísimas per turbaciones . Croo, sin embargo , que se rán
en todas partes reprimidas. Si la revolución hubiera sido menos
audaz y menos impac ien te , si se hubiera contentado con mantener
viva su excitación febril y contagiosa , pero a r r endada y contenida
dentro del ancho círculo de las l eyes , su triunfo hubiera sido s e -
guro antes de mucho t i empo: pero habiéndose arrojado furiosa y
desmelenada á las ca l les , todo me hace c r e e r , que allí donde
pensaba encontrar su v ic tor ia , encont rará su inevitable ru ina .
Es to , sin e m b a r g o , no será mas que por ahora: las raices del á r -
bol de la revolución se estienden como una red inmensa por todos
los senos del territorio Alemán; y los e jérc i tos , que son p o d e r o -
sos para cortar el á r b o l , no lo son ¡rara a r rancar sus raices. No
hay ya que aguarda r para el mundo ni firme paz, ni constante r e -
poso: esos tiempos de bonanza pasaron para no volver mas: ¡ Di-




— 54 —


ehoso el género h u m a n o , si aun se le conceden t reguas fugaces,
para reposar un tanto sus fatigados miembros!


La conducta de este Gabinete en la cuestión de Dinamarca es
inexp l icab le : por una p a r t e , confiesa que la guer ra es injusta, y
que es promovida por la Asamblea de Francfort para tener o c u -
pados á los ejérci tos , y poder mas fácilmente conmover á las m u -
chedumbres : y por o t r a , ha realizado por su pa r t e la última i n -
vasión ? que es la mas inicua de todas . En su lenguage con el
Barón de Meyendorf, Ministro de Rusia, esplica este Gobinete su
conducta , diciendo que desea, pero que no puede todavía romper
con Francfor t ; que no se a t reve á ret i rar su ejército de los Duca -
dos , pero que por otra par te desea la p a z , y está dispuesto á r e -
cibir aquí un Plenipotenciario D i n a m a r q u é s , para t ratar de ella
s e r i amen te ; que si puede conseguir que las negociaciones dejen
de seguirse en F ranc fo r t , y se entablen en Ber l ín , la Rusia
puede contar con una paz honrosa para todos ; y por ú l t imo, que
la últ ima invasión no tiene por su par te mas objeto que cubr i r el
honor d é l a s a r m a s P rus i anas , y facilitar un arreglo definitivo.
Hasta ahora la única Potencia que ha protestado en términos fir-
mes y hasta agrios contra la referida invas ión , es la Franc ia ,
cuyo representante aquí acaba de poner la protesta en manos del
Gabinete . Concluido su papel de mediador , se c ree que protestará
también el Gabinete Bri tánico. Por lo que hace á la Rusia, resuelta
como e s t á , no solo á protestar sino á impedir que sigan adelante
las osadías A l e m a n a s , c r e e , sin e m b a r g o , que debe observar una
conducta condescendiente con la P rus i a , ahora que la ve en el
buen c a m i n o , resuelta á acabar con la revo luc ión , y á ser fiel
guardadora de sus an t iguas alianzas.


A última hora.: Por par te telegráfico de Francfort se sabe que
á consecuencia de un voto de la Asamblea declarando que el Go-
bierno Prusiano habia infringido las leyes del Imperio in te rv in ien-
do en Sajonia, se ha declarado una crisis ministerial.: parece que
el Ministerio quiere r e t i r a r s e , y ha dado su dimisión: y que el
Vicario no quiere acep ta r l a , y quiere irse. Todos allí son sintonías
de la próxima descomposición de que hablo mas a r r iba : pero por




— 55 —


mas que sea inev i tab le , no creo que se verifique sin que haya
sangre de r ramada . Tengo motivo para c reer q u e , en la prevision
de estos mismos sucesos , se van á abr i r negociaciones entre la
Prusia y el Austria pa ra ponerse de acuerdo sobre lo que ha d e
reemplazar á aquel poder que se desmorona, puesto que de alguna
manera es forzoso satisfacer esa loca pasión por la unidad, que se
ha declarado como una enfermedad contagiosa en lodos los p u e -
blos Alemanes.




BERLÍN 1 5 de mayo de 18Í-Í).


MUY señor mió: La revolución sigue su marcha ascendente en todo
el mediodía de la Alemania : no daré á Vd. pormenores relativos á
las insurrecciones parciales, porque todas las noticias concernientes
á estos sucesos deben llegar á P a r i s , y por París á Madrid antes
que las que yo puedo dar á Vd. desde esta capital . Me limitaré,
pues , solamente á decir que creo definit ivamente revolucionada
toda aquella región que se est iende desde el Elba hasta el Hhin , y
aquella otra que se dilata por la orilla izquierda del g ran rio g e r -
mánico. La intervención de la Prusia por a h o r a , y la del Austria
en su d ia , podrán repr imir momentáneamente los levantamientos
populares : la revolución empero está apoderada de todos los á n i -
mos , y las ideas comunistas tienen allí su asiento en corazones
depravados y en almas a leas . Los tratos de paz y de alianza que
existen en t re la Demagogia alemana y la de Paris , harían posible,
supuesto su tr iunfo, uno de los sucesos mas maravillosos de la
h is tor ia : el advenimiento al mundo de un g ran imperio socialista y
demagóg ico , q u e , geográficamente considerado, tendrá la misma
os tens ión , comprender ía las mismas r a z a s , y estaría limitado por
las mismas fronteras, que el g rande imperio de occidente, fundado
por Cario Magno : el Hhin seria la g ran arter ia del uno como lo




- — ;>/ —


fué del o t r o : ambos abarcarían las razas latinas y las razas a l e -
m a n a s : solo quedarían fuera del alcance del ú l t i m o , como que
daron fuera del alcance del p r i m e r o , la raza Slava y la raza
Anglo-Sajona ¡Dios apar te de nosotros esta pavorosa catástrofe!


El síntoma mas funesto en estas insurrecciones meridionales es
la falta de disciplina de la t ropa. De las t ropas bávaras que fueron
á reprimir la insurrección del Palatinado, par te re t rocedió , l legado
que hubo á Manheiu , y par te pasó á los reales enemigos . En el
gran ducado de Badén ha habido levantamientos de soldados c o n -
tra sus oficiales, y en otros varios puntos se van manifestando los
mismos síntomas te r r ib les .


Entre tanto los negocios de Francfort se complican cada vez
mas de una manera es t raordinar ia : la última de estas compl i ca -
ciones merece una esplicacion especial, qne puedo dar á Vd. y que
hasta ahora es ignorada de todos.


A consecuencia del voto de la Asamblea , por el que se d e -
claraba atentatoria á la ley del Imperio la intervención de la P r u -
sia en la insurrección de Dresde, el Ministerio Gagern redactó un
programa que presentó á la aprobación del Vicario. En este p r o -
grama se propoma un manifiesto , que era una deciaracion de
guerra á la Prusia. Negóse el Vicario á firmarle, y el Ministerio
dio su dimisión. Ea Asamblea por su parte envió un mensage al
Archiduque Juan para que consintiese en el manifiesto y p rog rama .
El Vicario se mantuvo firme, contra su cos tumbre . Tratóse e n t o n -
ces, entre los demagogos de la Asamblea, de constituirse en poder
revolucionario, y en hacer por sí lo que se negaba á ob ra r el V i -
cario del Imperio : pero de aquí surgió otro conílicto : Gagern que
apetece el poder revolucionario y d ic ta tor ia l , cuando es ejercido
por él, no le apetece cuando es ejercido por o t r a s : y después de
haber propuesto al Vicario el rompimiento con la Prusia, amenazó
á los demagogos de la Asamblea con r e t i r a r s e , seguido de cien
individuos que siguen su parcialidad , si acometía por sí propia
ese mismo rompimiento. Entre tanto , la Prusia se entendía con el
Austria sobre la manera y forma en que habia de ser reemplazado
el poder central de F ranc fo r t , que se venia á tierra por sí m i s -




m o . La Prusia declaró que reconocía los tratados do 1 8 1 5 , que
daban al Austria la Presidencia , y con la Presidencia la iniciativa
en las cosas de la Confederación ; pero que esa iniciativa y aque-
lla Presidencia habian sido dadas al Austria para a l g o : que la Ale-
mania Meridional ardia en insurrecciones : que las cosas no podian
seguir así por mas t i empo, sin comprometer á todas las monarquías
Alemanas : que esto supuesto, habia llegado el caso de obrar ; que
obrara el Aus t r i a , ó que dejara obrar á la Prusia. La Prusia, al
hacer esta propuesta , sabia bien que el Austr ia, que está consu-
miendo sus fuerzas y sus tesoros en su guerra con los Húngaros ,
no podría recoger el poder que quería poner en sus m a n o s : y que
no pud iendo obra r por sí, no podría oponerse á la acción libre y
espedita de la Prusia . Las cosas sucedieron como este Gabinete ha-
bia p e n s a d o : el Austria reconoció la necesidad de obrar ' , su i m -
posibilidad de moverse , y la necesidad de que la Prusia se movie-
ra . Fal taba solo , para llevar á cabo este propósi to , que el Vicario
se desistiera del poder ejecutivo c e n t r a l , que la Prusia habia de
ejercer en a d e l a n t e : ese desistimiento parecía á todos cosa llana,
habiendo mostrado el Vicario constantemente su deseo de re t i ra rse
d e los negocios , y de abandonar un poder que era una sombra .
Pero todo sucedió al revés de lo que todos c re í an : el Vicario, que
hasta ahora ha estado sumido en el mas profundo sueño; el Vica-
rio, que se ha abstenido constantemente de obrar ; el Vicario, cuya
debilidad habia l legado hasta el punto de consentir el d e s h e r e d a -
miento por la Asamblea de su propia familia, ha salido ahora, con
asombro de todos , de su le ta rgo; se ha acordado ahora de que es
un A r c h i d u q u e , de que es General , de que es Vicario del Imper io ,
d e que lo es por designación de la Asamblea de Francfort y por
el consentimiento d e los P r ínc ipes , de que re t i rarse cuando hay
peligro es cosa indigna de un Genera l , de un Vicario y de un A r -
chiduque de Aust r ia ; y ha declarado osplíci lamente que no deja
ahora el poder que lodos le han conferido ; y que cuando resuelva
de j a r l e , le res ignará en manos d e la Asamblea que le ha n o m -
brado .


De esta manera el h o m b r e mas débil y mas inactivo ha venido




de repente á desconcertar los planes de todo el m u n d o : los de su
Ministerio, los d é l a Asamblea, los de la Prusia y los del Austria.
Lo mas singular de todo es que la Asamblea , viéndole resuelto á
no abdicar en beneficio de la Prusia , le ha ofrecido nombrar le Em-
perador si se ponia al frente de la revolución Alemana; y que con
el mismo no que ha contestado á la P r u s i a , ha contestado á la
Asamblea. Entretanto no se apura por no encontrar Ministros: obli-
ga á los dimisionarios á pe rmanecer en sus puestos hasta que les
dé sus sucesores , hace venir t ropas á Francfor t , y se dispone á
obrar según las eventual idades .


Los que ignoran todas estas cosas, se a tu rden de lo que v e n :
y los pocos que las saben, se a turden mas todavía. El caso es t an -
to mas g r a v e , cuanto que en realidad el poder del Vicario es el
mas legal de la Alemania, como quiera que ha sido reconocido por
todos, aunque por motivos diferentes, por Príncipes y por pueblos ,
por las Asambleas y por la Monarquía. Aquí se c ree sin embargo
que al fin cederá á las solicitaciones de la P r u s i a : pero al ver lo
que mis ojos están viendo, dudo absolutamente de todo.


Entretanto la Prus ia , l levando adelante el propósito que hace
tiempo tuve ocasión de anunciar á V d . , ha mandado ya oficial-
mente á sus diputados que se re t i ren de la Asamblea de Francfort ,
que considera como ilegal por habe r estralimitado sus poderes . El
decreto que salió ayer , va precedido de un largo y notable conside-
rando de los Ministros, en el cual se recapitulan los cargos que
contra la Asamblea de Francfort se han hecho ya en varias o c a -
siones.


Las últimas noticias de las provincias renanas son las siguientes:
En Darmstadt se ha sublevado la guarnición contra sus gefes, y ha
proclamado la república: en Landau, fortaleza federal de lPala t inado
Bávaro, ha habido igual sublevac ión , y después de la mue r t e de
algunos oficiales la guarnición ha ju rado obediencia á la Constitución
del Imper io . El Palatinado entero está hoy en insurrección , a c o n -
tecimiento anunciado ya hace dias por mi á V d . , y es dudoso que
el ejército de la Baviera sea poderoso para repr imir la i n su r r ec -
ción. Al mismo t i empo , en la Hesse Renana hay bandas n u m e r o -




— GO -


sas do unitarios que se dir igen al Palatinado para convertir le en
centro de la g ran insurrecion meridional . Mientras que esto s u c e -
de en las par tes del Mediodía, l legan también noticias alarmantes
del Norte : en Konigsberg , siguiendo la municipalidad el ejemplo
de la de Colonia, ha convocado una junta general de diputados de
los pueblos para tomar resoluciones sobre los negocios públicos.
Este Gobierno, que hasta hace diez ó doce diases taba candidamente
en la persuasión de que el espíritu revolucionario estaba solo en la
superficie de la Alemania , ha comenzado ya a volver en s í , y a
considerar las cosas bajo su verdadero punto de vista. ¡Quiera el
ciclo que no haya abierto los ojos demasiado t a rde ! porque la b o r -
rasca arrecia mas cada dia , y todos los horizontes están cubier tos
de nubes .


En Hungr ía siguen las cosas en el mismo estado que dije
á Vd. ú l t i m a m e n t e : y aquí no puedo menos de n o t a r , que vista
la discusión que hubo sobre este negocio pocos dias há en la
Asamblea Nacional de F ranc ia , parece que me apresuré d e m a -
siado pronto á confesarme falso profeta por haber anunciado, con
motivo de esta cuestión , la probabil idad de grandes compl icac io-
nes en Europa. El lenguaje usado por el Ministro de Negocios Es-
tranjeros de la República , es ev identemente amenazador : y como,
por otra p a r t e , es cosa probabi l ís ima, ó por mejor decir , cierta,
que ese lenguaje no será poderoso para embarazar los movimientos
d e la Rusia , Vd. conocerá quo de este g rave conjunto de cir -
cunstancias , pueden nacer para la Europa y para el mundo c o n -
flictos terribles y eventual idades t r emendas .




BEUMN 2'3 de mayo de 1 8 4 9 ,


Muy Señor m i ó : En virtud de la circular de este Gobie rno , de
que hablé á Vd. en tiempo opor tuno , se reunieron aquí para c o n -
cer tar una Constitución Alemana en nombre d e sus Príncipes r e s -
pectivos, los Plenipotenciarios de Austria , de Babic ra , de Sajorna
y de Hannover ; los cuales , de acuerdo con la Prusia , t ienen ya
acordada la Constitución, que se publ icará antes de mucho .


La Constitución de los Príncipes es la misma que la de los d e -
magogos de Francfort , salvas a lgunas modificaciones. As í , por
e jemplo, el veto imperial no será suspensivo, sino absoluto; y el
voto de los ciudadanos no será un iversa l , sino restringido y sujeto
ac i e r t a s y determinadas condiciones. Por lo d e m á s , la Alemania
será un Estado un i ta r io , que l levará el nombre de Imperio : e l Im-
perio será dirigido por el Rey de Prusia , que no se llamará E m p e -
rador , sino con un nombre a l e m á n , que quiere decir Curador del
Imperio. Ningún Estado particular podrá recibir de otras Poten-
c ias , ni acredi tar cerca de ellas Agentes Diplomát icos : solo el C u -
rador del Imperio podrá enviarlos y recibirlos. .El mismo Rey de
Prusia no podria enviarlos ni rec ib i r los , sino en calidad de C u r a -
dor del Imperio Germánico . El Austria quedará separada d e la
Union , y formará un Imperio apar te .




Como Vd. v é , esto significa la mediatizacion de todos los Pr ín-
cipes Alemanes : colocados ent re la revolución, que los a b r u m a , y
la P rus i a , que los oprime con su protección o n e r o s a , no les ha
quedado otra elección sino la del género de su muer te . No se les
ha l lamado para saber de ellos si han de v iv i r ; se les ha llamado
solo pa ra saber de ellos si prefieren mori r á mano R e a l , ó á mano
de vi l lanos: han elegido lo p r i m e r o , y se han resignado á la
muer te .


En cuanto al Austria , ni se a t reve á p ro tes t a r , ni puede res i s -
tir , y gua rda un lúgubre silencio.


Así se han cumplido los gloriosos destinos de la casa de Bran-
d e m b u r g o . La historia de esta familia, desde el gran Elector h a s -
ta Federico Guillermo IV, hoy rey r e inan te , es la mas prodigiosa
de todas las historias. El Rey de Prusia loca ya al límite de todos
sus deseos . El ha creído siempre que su gloriosa familia estaba
predest inada por Dios en su persona para manda r á la Alemania: y
si se ha opuesto con firme resolución al decreto de la Asamblea,
que ponía á sus pies una corona , para recibirla después con otro
nombre y de diferente mane ra , ha consistido esto solamente, en
que no podia res ignarse á recibir como un don lo que cons idera -
ba como una propiedad, á recibir de los hombres lo que le envia-
ba Dios, á oscurecer con el decreto de una Asamblea el decreto del "
Cielo. Ahora , según su modo de v e r , nadie osará decir que su
elevación es obra de los hombres . ¿Quién , en efecto , no verá el
dedo de Dios en ese desistimiento voluntario de todos los Pr ínc i -
p e s , que antes de morir le saludan Emperador , pacífico, victorioso
y c lemente?


Por lo d e m á s , puesto á salvo su derecho independiente y s o -
b e r a n o , no t iene inconveniente ninguno en a c e p t a r l a Constitución
democrát ica de F ranc fo r t , así como no le tuvo en dar una Cons-
titución democrática á sus pueblos, cuando hubo salvado el p r i n -
cipio de que es Bey por la gracia de Dios, y cuando demostró que
no lo era por la gracia de una Asamblea del iberante . El carácter
de su Monarquía , una vez esos principios sa lvados , es hoy lo que
fué a n t e s , ni menos ni m a s , sin cpie le cambien ni le modifiquen




- 63 —


ni la Constitución que (lió á la P rus i a , ni la que da á la Alemania.
Esta es la clave de toda su conducta , como ya he manifestado á
usted en otra ocasión , y este es el fundamento de todos sus r a c i o -
cinios.


Por lo demás , lo que sucede, era necesar io que sucediera. La
fuerza misma de las cosas habia concentrado de hecho todo el po-
der en sus manos : Rey de un ejército de doscientos mil hombres ,
y teniendo la libre disposición de todas sus fuerzas, era y a , de a l -
gunas semanas á esta p a r t e , el arbitro de la Alemania. Sus solda-
dos salvaron á Dre sde , y sostuvieron la Corona que se iba desli-
zando de las sienes del Rey de Sajonia: la Alemania meridional ,
desamparada del Aust r ia , que en vez de dispensarla su apoyo, n e -
cesita para no perecer del auxilio de la Rusia, se ve en la necesidad
absoluta de confiarla el cuidado de su salvación, ó de ser víctima
de las revoluciones. Así, pues, todos los caminos iban á dar al I m -
per io: y todos se encuent ran en el Imper io , habiendo echado por
diferentes caminos. Lo que ahora falta aver iguar , es quién será en
definitiva el Señor del vasto Imperio Ge rmán ico : si lo será la d e -
mocracia, ó lo será la Monarquía ; si lo será un demagogo oscuro ,
salido de un c lub, ó lo será el Rey de Prusia .


Llegando á este p u n t o , la esperanza y la fé comienzan á v a c i -
lar , y la luz comienza á oscurecerse . Según Maquiavelo , que no
crcia en duendes c ier tamente , n ingún gran suceso se ha realizado
en la human idad , sin que haya sido anunciado por una profecía. La
Prusia parece que tiene su profeta: ese profeta fué un monge q u e ,
después de haber anunciado con sorprendente exact i tud todos los
varios sucesos de la Monarquía P r u s i a n a , al l legar á esta época
dice que la Alemania tendrá su E m p e r a d o r , que la Prusia se ha rá
católica, y que Federico Guillermo IV será el último Rey de Prusia.
La profecía del Monge , de cuya autenticidad nadie d u d a , parece
que fué recogida. Yo he oido recitar algunos de sus versos latinos,
singularmente desaliñados y rudos . Sobre este particular podr ía
dar á V d . curiosos pormenores . A pesar de estos anuncios fa t íd i -
cos , Dios apar tará sin duda ninguna de este g ran Rey y de esta
¿íian Nación esa catástrofe t r emenda . El Rey de Prusia es hoy




— (il —


dia el consuelo y la esperanza de lodos los pueblos Alemanes.
Acordada la Constitución del Imper io , no puede retardarse


mucho su publicación y la convocación de la Dieta (pie la ha de
sujetar á su e x a m e n . Parece que solo se aguarda la aprobación
del Rey de lía viera , no habiéndose creído suficientemente autor i -
zado su representante aquí para aprobar una Constitución que vie-
ne á ser la abdicación de un Rey que manda á cinco millones de
hombres .


Entretanto en Francfort se precipitan ráp idamente los sucesos.
El Vicario nombró un Ministerio nu lo , pero de res is tencia : la
Asamblea ha dado un voto de censura al Ministerio, y ha depuesto
al Vicar io : en su lugar se elegirá un Lugar- teniente del Imperio:
y si no hay Pr íncipe (pie acepte , la Asamblea está resuelta á nom-
brar una Regencia compuesta de cinco individuos que han de salu-
de su seno .


En la cuestión de Dinamarca ha habido entre el Gobierno de
Prusia y el Ministro de Rusia"graves al tercaciones, que han conclui-
do dichosamente por que el pr imero ceda de todo punto . En conse-
cuencia de lo acordado a q u í , y de la llegada de un Plenipotencia-
rio d i n a m a r q u é s , que está autorizado para ajusfar la paz, el Conde
de Brandemburgo ha pasado una nota al Vicario de l ' Impe r io ,
manifestando que no estando el Vicario autorizado por la Constitu-
ción á tratar de la paz y de la g u e r r a , sino de acuerdo con la
Asamblea , y no reconociendo la Prusia á la Asamblea de F r a n c -
fort como leg í t ima , avoca á sí la cuestión de Dinamarca. Al propio
tiempo se ha dado orden al General prusiano que manda las fuer-
zas alemanas en los Ducados, para que suspenda las operaciones
mil i tares: el único temor que hoy existe es que el Gene ra l , h a -
b iendo ju rado obediencia al Vicario del Imperio , se niegue á obe-
decer las órdenes del Rey de Prusia hasta que se le releve de su
primitivo j u r amen to . Este temor no es infundado del todo, si se
at iende á que el germanismo parece que ha hecho grandes es t ragos
ent re las tropas que operan en Jut laudía.


El Emperador de Austria se halla actualmente en Varsovía , á
donde ha ido á conferenciar con el Emperador Nicolás sobre la




— 65 —


guerra de Hungría . Esta parece presentar cada día un aspecto mas
a la rmante . El nombramiento del Príncipe Paskiewitz para m a n d a r
los ejércitos combinados es una p rueba de que la Rusia está pe r -
suadida de la grandeza de la obra que acomete, y de! empeño que
lia tornado.


La guerra de Hungría será l a r g a , p e n o s a , de varios y c o n -
tradictorios sucesos; y si even tua l idades , que cada dia son mas
probables en Europa , vienen á favorecerla , de éxito dudoso. La
imaginación se acobarda al ve r los colores sombríos de que se van
tiñendo todos los horizontes europeos . El ejército ruso era la única
reserva del orden en el mundo : y la reserva ya está en campaña .
Si la revolución gana una batalla m a s , el mundo no tendrá ya
adonde volver los ojos. Ese dia de angustia suprema y de supremo
desconsuelo no está lejos quizás . La revolución de febrero no fué
m a s q u e una amenaza : ahora viene el cast igo.


Estas frases son tristes y hasta l ú g u b r e s : pero el resul tado de
]as últimas elecciones en Francia no me permiten mirar las cosas
del mundo con un espíritu sereno. La sociedad agoniza , se muere ,
solo hay salvación para el hombre t o d a v í a — si la qu ie re . Tal es
el último resultado d é l a civilización humana que acaba h o y , y
que comenzó hace tres siglos. La civilización divina , la civiliza-
ción catól ica, hubiera dado á la Eu ropa , en vez de esta muer te
vergonzosa y precoz, una juventud e te rna .


Por lo d e m á s , y en confirmación de la influencia que he dado
siempre á los negocios de Hungr ía , vea Vd. aquí los resul tados de
esa influencia directos é indirectos .


Resultados d i r e c t o s . — L a debilidad del Austria en la I ta l ia .—
La debilidad del Austria en Alemania.


Resultados i n d i r e c t o s . = L a influencia p reponderan te de F r a n -
cia en I ta l ia .—La intervención francesa en los negocios de R o -
ma. = E 1 envalentonamiento de los demagogos romanos .—La im-
posibilidad de la restauración incondicional del Sumo Pontífice. =
La exacerbación de las pasiones demagógicas en la Asamblea
f rancesa .=E1 cambio funesto del espíritu público en F r a n c i a . =
Las e l e c c i o n e s . = L a influencia preponderante de la Prusia en Alo-


TOMO V. ó




— 66 —


raania. La abolición forzosa de los Príncipes a l e m a n e s , faltos de
apoyo. = E l Imperio democrát ico A l e m á n . = L a revolución omnipo-
tente en el g ran ducado d e Badén, en el Palat inado Bávaro , y en
todas las provincias R e n a n a s . = L a intervención rusa , y con ella, la
de la úl t ima reserva del g ran ejército que sostiene el orden político
y social en el mundo civilizado.




BERLÍN 3 1 de mayo de 1 8 1 9 .


MUY señor u ñ o : Ya tenemos publicado en el Periódico Oficial de
aquí el proyecto de Constitución que los Reyes de Prusia , de S a -
jorna y de I iannover , someten á la decisión d e la futura Dieta Ale -
mana. En esta Constitución se asientan las bases y se reconocen
los principios que espuse á Yd. en mi úl t ima correspondencia . La
Constitución va precedida , en el periódico oficial, de dos circulares
dirigidas por el Conde de Brandemburgo á todos los Gobiernos Ale-
manes , y seguida de un largo artículo de fondo con carác ter ofi-
cial, que tiene relación con este g ran suceso. Este n ú m e r o del pe-
riódico oficial servirá de texto y de asunto para a lgunas de mis
cartas suces ivas , contentándome hoy con l lamar la atención de
usted hacia lo que me parece mas necesario y oportuno , es decir ,
hacia las circulares , hacia las diferencias que se notan en t re la, a c -
tual Constitución y la promulgada en Francfor t , y por ú l t imo,
hacia el artículo que viene en seguida de estos documentos ofi-
ciales.


La primera circular lo es de remisión del proyecto á los varios
Gobiernos de Alemania, solicitando su adliesion, en nombre de las




— íiS -


tres Monarquías que !e autor izan: en ella nada se dice del Austria,
sin duda porque desde la primera conferencia , como conociese su
representante á dónde iban á parar estas negociac iones , se ret iró
de todo punto , para que no pareciese que consenlia en estas g r a n -
des y radicales m u d a n z a s : pero en cambio se dice de la Ba viera,
que ha asistido á ¡o acordado por medio de su r ep re sen t an t e , y
que se ha reservado de terminar acerca de su adhesión lo (pie la
parezca mas conven ien te .


La segunda circular , mucho mas es t ensa , al propio tiempo
que t iene por objeto inclinar á una adhesión esplícita á todos los
Gobiernos Alemanes , se propone motivar la existencia de lo <iue
en ella se llama Confederación de las tres mencionadas Monar-
q u í a s , y que no es otra cosa en realidad sino la absorción pura y
simple del Hannover y de la Sajonia por la Monarquía Prusiana.
Los motivos principales en ella indicados son la insuficiencia de
la unidad federal, establecida por los tratados de 1 8 1 5 , y la e x a -
geración de la proclamada en Francfor t , por la Constituyente.
En ella se dice (pie los Gobiernos aliados han procurado ev i t a r en
su proyecto así esta exageración como aquella insuficiencia : pero
que , salvas las modificaciones que han creido de todo punto ind i s -
pensables , han aceptado como base de sus negociaciones la Cons-
titución de Francfort que presentan á los gobiernos correjida y m e -
jorada : por úl t imo, se dice que este proyecto no será Ley del E s -
l ado , sino cuando lo a p r u e b e la Dieta futura, q u e s e r a convocada
en los términos, en el t iempo y en el lugar que de común acuerdo
de te rminen las tres Potencias a l i adas , y las que en lo sucesivo se
adhieran á esta gran asociación voluntar iamente.


El artículo de que hice méri to a r r i b a , y que es el último de
estos documentos oficiales, va dirijido contra el Vicario del Impe-
rio y contra el Austria, si bien al hablar de la últ ima, se la r inde
hasta cierto punto homenage , y se presenta á la Prusia como celo-
sa de conservar su amistad y su al ianza. Por lo que hace al Vica-
r io , se pone en duda su legit imidad, fundándose para ello en que
no puede ejercer la mayor par te de sus atr ibuciones sino conjun-
tamente con la Asamblea de Francfort , la cual, siendo ilegal hoy




— G9 —


dia por haber traspasado sus poderes, ha precipitado en la misma
ilegalidad al poder ejecutivo del Imperio : por lo que toca al A u s -
tr ia , se dice que ella misma se ha imposibilitado de formar pa r l e
de la nueva Confederación, por haber dado á sus pueblos la C o n s -
titución unitaria de Marzo , según la cual las razas Germánicas y
las Esclavonas (pie ía consti tuyen, forman un Lodo indivisible.


Viniendo ahora al proyecto de Constitución, porque reservo para
otro dia la tarea de hacer reflexiones sobre estos g raves sucesos ,
diré á Vd. solamente, que las diferencias en t re la Constitución d e
Berlin y la de Francfort son las que siguen :


Ea Constitución de Francfort constituía un Imperio cuya c a -
beza se llamaba Emperador , tomando el nombre del Cuerpo: mien-
tras que en la nueva Constitución se llama con un nombre que
quiero decir Presidente (y no Curador, como dije á Vd. equ ivoca -
damente en mi anter ior última). Ea dignidad presidencial ha p a -
recido aquí mas modesta y menos contrar ia á los tratados E u r o -
peos que la Impe r i a l , la cual pareció a r r o g a n t e , y hasta cierto
punto usurpadora . Por la Constitución de Francfort se señalaba al
Emperador una lista civil : por la n u e v a , el Rey de Prusia s irve la
Presidencia de valdc . Por la de Francfort los correos dependían del
poder central ; por la de. Berlín , con t inúan á cargo de los Estados
par t iculares: por la primera el poder central percibía por sí m i s -
mo una parte de la rent.'. da aduanas para su presupuesto de g a s -
tos : por la segunda el poder central del Imperio , como hasta aquí
el de la Confederación Germánica , l lenará su presupuesto a c u -
diendo á los Estados par t icu la res , obligados por la ley federal á
hacer efectivo su contingente. Ea Constitución de Francfort p roh i -
bía á los Príncipes enviar y recibir agentes diplomáticos : la de
Berlin dice que los Príncipes renuncian á este derecho en manos
del Presidente. Ea determinación, como se vé , es idént ica : solo
que en la Constitución de Francfort se la dá una forma r epub l i ca -
namente grosera , y en la de Berlin otra monárqu icamente u rbana .
Ea Constitución de Francfort no nombra á los P r íuc ipes , que en
realidad quedan mediatizados : en la de Berlin , aunque su media-
tizado» subsiste , se ha creído que era una cosa contrar ia á la u r -




— 70 —


banidad de las formas despojarlos á un t iempo mismo de su au to -
r idad y de su n o m b r e : se les nombra , pues , en ella , aunque en
real idad no existen : se les n o m b r a , pues , para estatuir que en t re
todos juntos formaran una institución política con el n o m b r e d e
Colegio de Príncipes, el cual colegio constará de seis r e p r e s e n -
tantes en la siguiente forma : El 1 .° l levará el nombre del soberano
de P rus i a : el 2.° del de la B a v i e r a : el 3.° el de los soberanos d e
W u r t e m b e r g , de Badén y de las dos Hohenzollern : el í.° el de
los soberanos de la Sajonia R e a l , del Principado de Sajonia , de
R e u s s , de Anhalt y de Sc l rwarzbourg : el o.° el de los soberanos
de Hannover , de B r u n s w i c k , de Oldemburgo , de Mecklembur-
g o , del Holstein y de las tres ciudades Anseá t icas : el 6.° el de los
soberanos de la Hesse Electora l , de la Hesse gran ducal , de
Nassau, del Blomburgo, del Luxemburgo y L imburgo , de Waldeck ,
del Hippe De tmold , de Schamburgo-Lippe , y de Francfort . El
Colegio de Pr íncipes será presidido por el Pres idente del Imper io ,
y á falta de és te , por el Rey de Bav ie ra : en caso de empate el
Pres idente t endrá voto decisivo. Si Vd. desea saber cuáles son
las altas funciones confiadas á este Colegio de s o b e r a n o s , diré
á Vd. que el Colegio no tiene mas objeto (pie ponerse de a c u e r -
do sobre los proyectos de ley que el Presidente del Imperio lia
d e presentar en uso de su prerogal iva á la D ie t a : y esta es
la suma de las atribuciones conferidas á los Pr íncipes Alema-
nes : aun así y t o d o , hay mas de nominal que de real en
esta prerogat iva . En pr imer l uga r , el Rey de Prusia t iene siem-
pre dos y a lgunas veces t res v o t o s ; uno como Rey de Prusia, otro
como Pres idente , y otro decisivo , en su úl t ima c a l i d a d , en caso
de empa te . A esto debe Vd. a g r e g a r una consideración impor tan -
tísima , á saber : que aun en el caso, poco menos que imposible,
de que el Pres idente se vea obligado á presentar á la Dieta un
proyecto de ley que no sea de su gusto , ese proyecto de ley f r a -
casará sin remedio , porque no se rá sostenido por sus ministros,
que son los únicos (pie tienen personal idad ante la Dicta Alemana.
He hecho esta reflexión contra mi p ropós i to , porque hay algo
aquí de escarnecedor y de humil lante , contra lo que se subleva




— 71 —


mi corazón y mi pluma. Valiera mas á estos desgraciados Principes
caer á impulsos de una revolución demagógica : como quiera que
vale mas ser destronados que ser envi lecidos.


Las diferencias ve rdaderamente importantes son las s iguientes:
El veto del gefe del I m p e r i o , que en la Constitución de Francfort
es suspensivo, en la de Berlin es absoluto. = Los derechos funda-
mentales de los c iudadanos , declarados en la u n a , se conservan
en la o t ra , pero con esta notable di ferencia : que por la Const i tu-
ción de Francfort se declaran i r re formables , y por la de Berlin se
determina que cada Estado podrá introducir en ellos , por la via l e -
gal , las reformas que su situación aconseje. Esta variación es i m -
portantísima , si se atiende á que la declaración de derechos de las
dos Constituciones son el epílogo ó el compendio de todos los pr inci-
pios anárquicos que están en circulación en Europa. Por lo demás ,
el único principio de la Constitución de Francfort , que no viene p r o -
clamado en la de Berlin , es la abolición de la pena de mue r t e . =
En la Constitución de Francfor t se declaran abolidos los títulos h o -
noríficos : en la de Berlin se conservan . = En la pr imera no se a u -
toriza en n ingún caso al poder central á supender la libertad de
impren ta : en la segunda se le autoriza para ello en caso de gue r r a
y de sublevaciones in ter iores . = E n la ley electoral de Francfort se
proclama el voto universal d i r e c t o : por la de Berlin el voto ni es
directo ni un iversa l : según ella los electores deberán ser indepen-
dientes ; se reputarán independientes aquellos que tienen derecho
de elección en las elecciones munic ipa les , y que ademas con t r i bu -
yen al Estado con una contribución directa . = La elección es de dos
grados: los electores del pr imer grado se dividen en tres clases,
según la cuota de sus contr ibuciones . Cada una de estas clases
elige la tercera parte de los e lectores de segundo grado : los cuales
reunidos á su vez , nombran los Diputados.




BERLÍN 1 d e junio de 1841).


señor n i i o : La Asamblea de Francfor t , en hostilidad abierta
con el Vicario d e p u e s t o , ha resuelto t ras ladarse á S t u l g a r d , c r e -
yéndose allí mas segura : todas las probabil idades están porque
allí elegirá nuevo Vica r io , y que esta dignidad recaerá sobre el
Rey de W u r t e m b e r g , que prisionero de la Asamblea y tic las t u r -
bas , no se a t reverá á rehusar la .


Entretanto el Vicar io , apoyado secretamente por el Austria y
por la Baviera , rehusa dejar el p o d e r , agua rdando sin duda á que
el horizonte se despeje , y á que el Austria pueda recoger el poder
que él mant iene á toda costa. Su derecho es indudable : él fué e l e -
gido por la Const i tuyente : y ademas la Dieta , en quien residía todo
el poder federal de la Confederación Germánica , delegó en él antes
de r e t i r a r s e , todos sus poderes . La deposición de la Asamblea le
ha privado de los derechos que la Asamblea le confirió, es decir ,
de los derechos constitucionales : pero no ha podido despojarle , y
no le ha despo jado , de los dercehos que le confirieron los P r ínc i -
pes , es d e c i r , de los derechos federales de la Confederación G e r -
mánica . Él es la Dieta misma , representada hoy esclus ivamcnteen
su persona .


De todo esto se deduce (pie todos los proyectos de unidad á




ninguna otra cosa conducen sino á la guer ra civil y al mayor f rac-
cionamiento de la Alemania. Tres son las Alemanias de hoy dia,
conviene á saber : la Alemania del Vica r io , que se apoya en la l e -
galidad y en los tratados de 1815 . = La Alemania de la Prus ia ,
que se apoya en la adhesión, al parecer vo lun t a r i a , de la Sajonia
y del Hannover , y sobre todo en la fuerza de un ejército numeroso
y aguerr ido. = Y por ú l t imo , la Alemania de la Constituyente d e
Francfor t , (pie se apoya en el principio de la Soberanía del Pueblo .
El antagonismo de estas tres Alemanias enemigas consti tuye un e s -
tado crónico de gue r r a doméstica y c iv i l , que es el hecho cu lmi -
nan te de esta situación política.


Hoy ha publicado este Gobierno una nueva Ley electoral para
las elecciones de la segunda Cámara disuelta. En esta Ley se cam-
bia de todo punto la base de la an t igua , que consistía en el voto
universal y en la elección directa. Por la nueva Ley la elección
será de dos g r a d o s , y los electores del pr imero están divididos
en tres categorías : la pr imera consta de los mayores con t r ibuyen-
tes de cada localidad, en número bastante para cubrir la t e rcera
parte de las contribuciones d i rec tas : la segunda clase se compone
de un mayor número de pequeños cont r ibuyentes , los necesarios
para cubrir otra tercera par le de las mismas contr ibuciones: y por
ú l t imo , en la tercera clase en t ran los últimos con t r ibuyen tes , y
los que no contribuyen con nada al Estado. Cada una de estas tres
clases nombra la tercera parle de los electores que han de elegir
á los Diputados. Así esta Ley como la dada para las elecciones de
la Dieta futura , de que hable á Y. cu la mia de a y e r , son las mas
aristocráticas que existen en Europa , y es tán tomadas e v i d e n t e -
mente de lo que se pract icaba entre los Romanos , en los t iempos
anteriores á la prepotencia tribunicia. Un ejemplo podrá esclarecer
lo (¡lie esta combinación presenta de estraño ó de oscuro. Un P o c -
ilio consta de veinte mil c iudadanos : sus contribuciones asc ienden
á tres mil d u r o s : la primera clase de electores se compone de los
mayores contr ibuyentes , (pie reunidos pagan mil duros , es dec i r , la
tercera parte :.Si en el pueblo hay un hombre poderoso (y s iempre
los hay) que pague por sí solo esa cantidad, él solo compone la p r ime-




— 74 —


r a clase de electores: la segunda se compone de los cont r ibuyentes
que pagando menos que el p r i m e r o , pagan mas que los que v i e -
nen d e t r á s : si son ciento los contr ibuyentes que reunidos pagan
otros mil d u r o s , esos ciento constituyen la segunda clase de e l e c -
t o r e s : en la tercera en t ran todos los o t ros , así los que con t r ibu -
yen con una contribución ínfima hasta el completo de los mil d u -
ros restantes , como los que no cont r ibuyen con nada . Ahora bien;
debiendo elegir cada una de estas tres clases la tercera par te de
los electores que han de nombra r á los Diputados , resulta lo s i -
g u i e n t e : que el h o m b r e r i c o , de quien dije que pagaba mil duros
d e contr ibución, siendo tres los electores que hay que e legir , elige
uno por sí solo : los cien con t r ibuyen tes , de quien dije (pac p a g a -
ban otros mil duros , eligen o t ro : y los 1 9 , 8 9 9 ciudadanos re lega-
dos á la últ ima clase, eligen el te rcero . El parentesco de esta c o m -
binación con la combinación de la ant igua República romana salta
á los ojos.


Las pr imeras elecciones deberán verificarse el 17 de julio p ró-
ximo : y las Cámaras se reunirán el 7 de agosto.




BEBLIN 12 de junio de 1849 .


Muy señor mió: Si Vd. ha seguido cuidadosamente en su lento ,
pero progresivo desarrollo , los complicados sucesos de Alemania,
dos consideraciones habrán llamado sin duda a lguna su atención:
la p r i m e r a , que la unidad es de todo punto imposible en este pais ,
aglomeración confusa de intereses opues tos , de razas he rmanas ,
pero e n e m i g a s , de religiones contrar ias y d e cos tumbres d i fe ren-
tes : la s e g u n d a , que el ¿tafo quo instituido por los t ratados es
igualmente imposible , vista su insuücencia asi para contener como
para seguir las aguas de la gran inundación revolucionaria de estos
t iempos. Lo último se vé claro en el universal é irresist ible deseo
que se ha apoderado de todos los ánimos, de introducir g r andes a l -
teraciones en el organismo político y social de esta g ran región que
ocupa el centro de la Europa. Lo pr imero se vé con evidencia cuan-
do se ponen los ojos en las tentat ivas infructuosas y estér i les , d i r i -
gidas á componer con la fusión de los varios pueblos Alemanes una
Nación g rande y poderosa. No hay Príncipe ni Asamblea que p r o -
clame la unidad , que no sea seguido de a lgunos . La Asamblea de
Francfort ha sido seguida por veinte y tres Estados pequeños , y el
Rey de Prusia por dos grandes Estados : esto p rueba el deseo u n i -
versal de una mudanza . No hay Príncipe ni Asamblea que haya l o -
grado las simpatías y el consentimiento de t o d o s : esto prueba que




— 71) —


la unidad absoluta os do todo punto imposible. ¿Cuál s e r á , pues,
el resultado probable de todos estos confusos movimientos ? El r e -
sultado p r o b a b l e , por no decir e v i d e n t e , será el que he tenido
ocasión de anunciar á Vd . , mucho tiempo há : la Constitución un i -
taria de dos g randes Naciones : la Alemania meridional y católica,
y la Alemania septentrional y protestante . La primera no está cons-
tituida todavía , ni se constituirá hasta (pie el Austria , desembara-
zada de los g raves negocios que la o c u p a n , pueda sujetarla á su
influencia. Si la Providencia de terminase otra cosa , si el Austria
l legara á sucumbir en la gran lucha que sos t iene , entonces la A l e -
mania meridional o s e reunir ía á la Francia , ó se constituiría d e -
mocrá t i camen te : pero en n ingún caso formaría un compuesto o r -
gánico y regular con la Aleinauia del Norte . En cuanto á esta, puede
decirse que está ya constituida : la llamada alianza entre el Hanno-
v e r , la Sajorna y la Prus ia , á la cual ya se han adher ido algunos
Es tados , no es otra cosa sino la medializacion de las dos p r imeras
naciones en beneficio de la segunda . L o q u e se llama Presidencia
del Imperio Germánico, no es nada de lo que se llama , porque ni
hay tal Imperio Alemán , ni hay Presidencia semejante . L o q u e hay
es una verdadera conquista por absorción: s iendo la Sajonia y el
Hannovcr y los otros Estados adhereutes los pueblos conquis tados ,
y la Prusia la Nación conquistadora.


Este punto de v is ta , que es el único v e r d a d e r o , da á este ne-
gocio una inmensa importancia. Una conquista , ó si se quiere m o -
derar la espresion, una gran ostensión de territorio , ha sido s i e m -
pre cosa g r a v e : en el actual es tado del mundo es una cosa g r a v í -
sima , y que puede dar ocasión á complicaciones europeas .


Por lo d e m á s , este g ran acontecimiento tiene algo de p rov i -
dencial , cuando se le considera bajo el punto de vista de la h is to-
ria. La Prusia es una maravilla en la historia de las naciones, y la
familia de sus Príncipes otra maravilla en la historia de las casas
re inantes . No hay nación ni familia reinante (pie no haya llegado
á la grandeva por un camino de te rminado : solo la Prusia y la fa-
milia de sus Príncipes han llegado á la grandeza por todos los ca-
m i n o s , por el de ios t r a tados , por el de las conquistas , por el de




las guer ras , por el de las compras , y hasta por el de los desastres .
Cuando no se han levantado por las g randes v i r tudes , se han
levantado por las grandes perf idias: cuando su engrandecimiento
no ha venido de la nac ión , ha venido de los l l e v e s : para subir á
la cumbre en donde están, se han apoyado con igual éxito , aye r
en el absolutismo, hoy en las revoluciones .


Y todo esto en un espacio brevís imo de t iempo. El Imperio
Romano había caído al impulso de los bá rbaros del Norte , y el
nombre de esa Nación so busca en vano en la historia. Pero
mientras que las razas alemanas caían sobre las naciones del I m -
perio, otras razas as iá t icas , sumidas en la mas abyecta ba rba r i e ,
ocupaban silenciosamente los inmensos territorios dejados a t rás
por los pueblos conquistadores: hijos de esas r a z a s , en su mayor
parte esclavonas, son todos los Prusianos. El siglo décimo tercio
iba ya bastante adelantado, y el cristianismo se había ya estén;]¡do
por todas las zonas europeas , cuando la Prusia todavía sacrificaba
á los ídolos, y oponía una resistencia constante á la religión civi l i -
zadora. En vano el Papa Inocencio III nombró un Obispo de P r u -
sia, para que la i luminara con la luz de la doctr ina: esa luz no pu-
do penetrar en sus bosques . El Sumo Pontífice se vio en la n e c e -
sidad de publicar una cruzada contra esa tierra de infieles. Los
cruzados fueron tan desgraciados en su empresa , como lo habían
sido los pacíficos misioneros. Resplandecía á la sazón en t re todas
en armas y en vir tudes, la orden gloriosa de los Caballeros Teutó-
nicos: el Papa puso á su cuidado la conquista de la Prusia, y se la
otorgó ant ic ipadamente en feudo. Entonces comenzaron las g r a n -
des batallas que no se terminaron sino con la entera sujeción de
los naturales , á fines del siglo décimo tercio. Terminada la lucha,
la orden Teutónica gobernó á la Prusia con una soberanía i n d e -
pendiente; siendo este el pr imer ejemplo de una orden convert ida
en Rey, y ejerciendo colectivamente la autoridad soberana: gober-
nada al principio por un Provincia l , lo fué desde los pr imeros
años del siglo XIV por el gran Maes t re , que asentó en Marien-
bourg la silla de su imper io . El esplendor de este imperio du ró
ce rca de dos s ig los , duran te los cuales los g randes Maestres se




— 78 —


vieron en el caso de sostener con las a rmas su potestad, combati-
da á un t iempo mismo con guer ras y con revoluciones. A media -
dos del siglo X V , se les declaró adversa la fortuna : eclipsada su
estrella por la de Polonia, que se levantaba á lo alto, tuvieron que
ceder á su mal destino. Por la paz de Thorn, ajustada en 1166, se
vieron obligados á ceder toda la Prusia occidental , que se convir-
tió en feudo de la Polonia, para asegura r su dominación en toda
la banda de Or ien te : aun así no la aseguraron del t o d o , como
quiera que los grandes Maestres se reconocieron á sí propios con
respecto al Rey d e Polonia en estado de vasallaje.


Siguiendo las cosas de la Orden en rápida decadencia , á p r i n -
cipios del siglo XVI resolvieron los caballeros convidar con la silla
Gran-Maest ra l á un Príncipe que por sus influencias fuera p o d e -
roso para contrastar su mala e s t r e l l a , y para procurar á la Orden
t iempos mas bonancib les . El Príncipe elegido fué el Margrave
Alberto de Brandemburgo , de la familia de I lohenzol lern, la cual
reina en Prusia todavia . Aquí se e m p a l m a , por decirlo a s í , la
historia de la Nación con la historia de sus Reyes.


La familia de Hohenzollern.habia comenzado á echar los fun-
damentos de su grandeza por una compra : el Burg rave F e d e -
rico VI de N u r e m b e r g , miembro de esta familia, recibió en p r e n -
da , del Emperador Sigismundo, por un prés tamo de 1 0 0 , 0 0 0 flo-
r ines , el Margraviado electoral de B r a n d e m b u r g o : la p renda se
convirt ió en propiedad, por la cantidad de 3 0 0 , 0 0 0 florines mas ,
en 1 4 1 5 . Después de ganado el Brandemburgo por una compra ,
hizo la guer ra , obligó al Duque de Meklemburgo-St tu tgard á c o n -
fesarse su vasallo, y ganó varios territorios de Sajonia y las Marcas
Valeriana y de Priegnitz por la conquista. Su hijo Federico I I , s i -
guiendo sus pisadas, acrecentó su poder por conquistas y por com-
p ra s : por este último medio reunió á sus Estados , en 1455 , la
Marca n u e v a , enagenada por la orden Teutónica en tiempos de
sus apuros . A lbe r to , l lamado Aquües por sus hazañas , y por su
sabiduría Clises, ajustó un tratado de pazcón l a P o m e r a n i a e n 1 4 7 9 ,
en vir tud del cual esta provincia debía unirse al Brandemburgo , si
en la familia ducal l legaba á faltar la posteridad mascul ina. Tres




— 79 —


años después , por el tratado de Camenza, ganó el ducado de C r o s -
sen. Los sobrenombres con que fueron conocidos sus t res s u c e -
sores inmediatos, p rueban que no habia un solo Príncipe de esta
afortunada familia que no se recomendase á la posteridad por al-
guna cualidad eminen te . Al uno le apell idaron Cicerón por su fa -
cundia, al otro Néstor por su grandeza pacífica: á Joaquin I I , que
fue el tercero, le apell idaron Héctor por su b r a v u r a .


La elección para la silla Gran Maestral de la Orden, de que hice
méri to mas a r r i b a , recayó en Alberto de Brandemburgo , c a b a l -
mente en consideración al parentesco q u e le unia con el poderoso
elector Joaquin 1, á quien apell idaron Néstor sus contemporáneos .
De esta manera la familia Hohenzollern llegó á fundar sobre las
ruinas de Príncipes belicosos, y sobre las de una Orden i lustre, un
magnífico principado. La Orden de los caballeros Teutones fué á
parar en su ruina por donde pensó llegar á la g randeza . Su nuevo
Gran Maestre la asestó el últ imo t i r o , y la dio el último golpe .
Inspirado por L u l e r o , con quien hubo de avis tarse en Vi t temberg ,
determinó secularizar á la P rus ia , convirtiéndola en un principado
lego . En 1825 renunció por el t ra tado de Cracovia su dignidad
eclesiástica, rompió todos sus vínculos con la Orden q u e le habia
hecho soberano, y se llamó , con el consentimiento de sus subdi -
tos, Duque hereditar io de Prus ia , recibiendo la invest idura d e su
nueva dignidad del Rey de Polonia Sigismundo. Las reliquias de
la Orden Teutónica compusieron su patrimonio , que se acrecentó
después con todos los bienes de la Iglesia Católica, por h a b e r a b r a -
zado la religión protes tante .


Aquí comienza la ve rdade ra historia de la Prusia : su encargo
histórico habia sido en lo ant iguo representar el paganismo asiático
contra el cristianismo Europeo: conquistada por los caballeros Teu-
tones, los obedeció, mas bien que como fiel vasallo, como una e s -
clava venc ida . No siendo poderosa para hacer contraste al cr is t ia-
nismo, tomó sobre sí en los tiempos modernos otro encargo i d é n -
tico en la esencia, y diferente en la forma: el encargo de desgar ra r
sus entrañas haciéndose protestante . Ahora bien; lo que la nación
Prusiana era ent re las nac iones , eso mismo era la familia H o h c n -




— so —
zollem en t re las familias de los Príncipes Soberanos . La identidad
de ideas y la identidad de encargos de esa nación y de sus P r ín -
c i p e s , espl ican sus comunes acrecentamientos y su maravillosa
grandeza .


Alberto de Brandemburgo , pr imer Duque de Prusia , dejó sus
Estados á su h i jo , menor de e d a d , Alberto Feder i co , el cual no
salió de la menor edad sino para ent rar en un estado de demencia :
la rama de su familia re inante en Brandemburgo no quiso que esta
nueva ocasión de engrandecerse se resbalara de sus manos . J o a -
quin II, apell idado Hedor, de quien hice mérito mas arriba , con-
siguió por gruesas sumas de d i n e r o , en 1 5 0 9 , la investidura
eventual de la Prus ia , conjuntamente con s u p r i m o , el Príncipe
menor y demen te . Joaquín Feder ico , su nieto y sucesor en el
principado electoral, g o b e r n ó l a Prusia en virtud de aquella inves-
t idura, y en calidad de regen te durante la enagenaciou mental de
su segundo Duque. Habiendo fallecido este en I G I 8 , se realizó el
gran suceso de la incorporación de la Prusia Ducal al Principado
electoral de B r a n d e m b u r g o , re inando en él Juan Segismundo, uno
de los Príncipes electores del Imper io .


Este afortunado Príncipe , al propio tiempo que ganaba la P r u -
sia Duca l , estendia sus dominios por la parte del Jibia , con la a d -
quisición de ciudades populosas. Cuarenta años después , su suce -
sor Feder ico Guillermo , l lamado el Gran Elector por sus altas pren-
das y por sus pensamientos levantados , obtuvo por el t ra tado de
Weslfalia el arzobispado de Magdeburgo y los obispados de Run-
d e n , de Ramin y de Halbers tad t , y ademas una par te de la P o m c -
ran ia , por la fuerza de sus a rmas vencedoras de los Suecos. La
revocación del Edicto de Nantes en Francia arrojó á la P r u -
sia 2 0 , 0 0 0 protestantes f ranceses , que fueron á acrecentar su
indus t r ia 'y á fertilizar su suelo. A las conquisias del Gran Elector
añadió Federico I , pr íncipe v a n o , el Pr inc ipado de Ncuchatel y
una par te de la Gueldres . Su vanidad fué una causa indirecta del
engrandecimiento de la Prus ia ; como quiera q u e , teniendo en
poco la dignidad de Elector , quiso ser Rey , y lo fué en 1701 , po -
niéndose él propio la corona en la cabeza. No rehusó su b c n c p l á -




— 81 —


cito á esta mudanza el Emperador José I , de quien era feudatario,
por presumir que nada tenia que temer de un Príncipe cuyos d o -
minios contenían apenas á la sazón un millón y seiscientos mil
vasal los , ni de su inocente afición á las magnificencias y á las
pompas. Cuéntase , á este p ropós i to , que el Príncipe Eugenio de
Saboya , mas av i sado , luego que supo el suceso , esclamó que los
Ministros que habían aconsejado al Emperador en estas c i r cuns tan-
cias, merecían expiar su deslealtad ó su torpeza en un pa t íbu lo : y
no andaba er rado el P r í nc ipe , como quiera que el dominio e m i -
nente ejercido por la casa de Hapsburgo sobre la de B r a n d e m -
b u r g o , pudo considerarse como estinguido desde entonces . S u c e -
dió en el trono á Federico I su hijo Federico Guillermo I , cruel ,
grosero y b r u t a l , apellidado el Rey Sargento por sus propios v a s a -
l los , el cual convirtió á la Prusia en un cuerpo de gua rd i a , puso en
pié de guerra 6 6 , 0 0 0 soldados , y atesoró ochenta millones. Todo
contribuía igualmente al acrecentamiento de la P r u s i a : la g randeza
de un Gran Elector de vanidad y la rudeza de dos Reyes . De unos
en otros fué á dar la Monarquía á manos del Gran F e d e r i c o , de
cuyo nombre , en t re todos i lus t re , están llenas las h is tor ias : a r r a n -
cando al Austria la Silesia , puso á la altura del g ran Imperio su
grande Monarquía , y tomando una parte principal en el pr imer
desmembramiento de la Polonia, vengó á la Prusia de sus a n t i -
guas derrotas y de sus pasadas afrentas. El millón y seiscientos mil
hombres de la Monarquía de Federico I se convirtió en sus manos
en seis millones de habi tantes : el ejército de 6 6 , 0 0 0 hombres de
Federico Guillermo creció hasta el número de 2 0 0 , 0 0 0 so ldados :
y sus ochenta millones se convirtieron en ciento. Si en tiempo de
Federico Guillermo II p ierde la P r u s i a , por el t r a t ado de Basilea
de 1 7 9 3 , sus posesiones de la banda izquierda del Rhin , se des -
quita con usura desmembrando segunda vez á la Polonia. Feder ico
Guillermo III, elevado al trono en 1797 , se vio señor de ocho m i -
llones y medio de a lmas . El desastre de Jena puso de un golpe en
trance de muer te á la Monarquía ; y el tratado de Tilsit la qui tó la
mitad de sus habitantes y la mitad de su terri torio.


Cualquiera diria que la for tuna, cansada de su fidelidad , la
TOMO v. 0




habia vuelto para s iempre las espa ldas : pero todo sucedió al r e -
vés de lo que hubiera podido imaginarse : su vigor orgánico y
muscular se reveló á los ojos del mundo en 1813 : y las i g n o m i -
nias del tratado de Tilsit fueron borradas por el t ra tado de Viena:
muti lada y cuasi exán ime en 1807 , por un esfuerzo supremo se
pone en 1815 al lado de las cuatro g randes potencias de la Euro-
pa. En 1817 su población era de diez millones y medio de almas.


Entre los desastres de 1807 y las glorias de 1815, dos gran-
des Ministros, el Barón de Stein y e l Príncipe de Hardemberg ,
acometieron y llevaron á cabo reformas prodigiosas en todas las
instituciones económicas y civiles : la Prusia fué en estos tiempos
t res veces g r a n d e : g rande por su infortunio, g r ande por las c i en -
cias , y g rande por las a rmas . El espíritu reformador , teniendo su
asiento en el trono , penetró por todos los miembros del cuerpo
soc ia l , y lo cambió todo pacíficamente : las ciudades se t ransfor-
maron : los castillos c a y e r o n : los campos se vivificaron: la a g r i -
cultura se estendió prodigiosamente : la industria lomó un r a p i -
dísimo v u e l o : los vastos y complicados resortes de la máquina .
administrat iva se movieron á compás, como las infinitas ruedas
de un reloj o rdenado .


Desde 1815 hasta a h o r a , dos g randes sucesos han venido á
cambiar el semblante de la Alemania, y ambos han sido favora-
bles al engrandecimiento s iempre creciente de la P r u s i a : el uno
es g r ande en el orden político, y se llama la revolución : el otro
es g rande en el orden económico , y se llama la Asociación A d u a -
nera . Ea Asociación Aduanera dio á la Prusia la dirección económi-
ca de la Alemania : la revolución, que acaba con otros Estados, ha
venido á poner en sus manos el cetro de la dominación política.
Con la agregación de la Sajonia y del Hannovcr y de otros p e -
queños Estados, parecen sosegados sus vagos deseos , y templadas
sus aspiraciones inquietas. Pacífica dominadora en la vasta región
Septentrional y p ro tes tan te , nada puede desear m a s , que no sea
desva r ío ; á nada mas puede a sp i r a r , que no sea insensatez y l o -
cura . La Prusia no puede ser menos , pero no puede ser m a s : y
todo es to , hasta el dia en que el protestantismo caiga en tierra




hecho pedazos : cuando esto se verif ique, la Prusia en t ra rá en un
ráp ido período de decadencia . La Prusia vive en el protes tant ismo,
por el protestantismo, y para el protestant ismo. El misterio de sus
glorias está ahí. El protestantismo es el misterio de su m u e r t e . Hoy
dia, sin contar las que pueden l lamarse sus nuevas conquistas , la
Prusia tiene catorce millones de habi tantes , y cuenta con un e jé r -
cito que en tiempo d e paz es de 2 0 0 , 0 0 0 hombres , y l lega á
4 0 0 , 0 0 0 en tiempo de g u e r r a .


En las actuales c i rcuns tancias , y cuando la Prusia acaba d e
poner el pié en la cumbre de su g r a n d e z a , no me ha parec ido
fuera de propósito ofrecer á la consideración de Vd. este i m p e r -
fecto y brevísimo cuadro de sus progresos y de sus vicis i tudes.




BERLÍN 2 de julio do 1 8 i 9 .


Muy señor m i ó : En g rave empeño me pone Vd. descando que le
remita nada menos que un informe sobre el or igen , progresos y
estado actual de la liga aduanera Alemana. Pero resuelto de c u a l -
quier modo á complacerle , empezaré diciéndole que la mayor d i -
ficultad en mí para satisfacer su deseo no n a c e , como frecuente-
mente a c o n t e c e , de la escasez de dalos y noticias , sino al r evés ,
de su profusión y a b u n d a n c i a : la dificultad consiste en escoger lo
esencial , desentendiéndose de lo superfino , y en reducir á los lími-
tes de una carta lo escogido, siquiera sea esa carta de mayores
dimensiones que las comunes .


Esto supues to , p a s o , sin necesidad de otro p reámbulo , á p r e -
sentar en e s t r a d o ante los ojos de Vd. el cuadro que desea .


ORIGEN DE LA LIGA ADUANERA ALEMANA.


El origen de esta asociación fecunda está en los progresos de
la civilización en genera l , y en la situación especial en que e s -
tán puestos unos con respecto á .otros los pueblos Alemanes .


El progreso de la civilización Europea consiste pr incipalmente
en una dislocación de influencias sociales. En su infancia precio-




minaron los intereses polít icos, en su madurez los mercan t i l es .
En todo el tiempo que se prolonga desde la destrucción del imper io
Romano hasta nuestros dias, la Europa se ha ocupado, así d u r a n t e
la paz como durante la g u e r r a , en constituir la unidad política
de las naciones; absorbida en esta g rande ocupación , de scu i -
dó hasta tal punto la constitución de la unidad comercia l y m e r -
cant i l , que la Nación española , por e j emplo , u n a , pol í t icamente
considerada , desde el dichosísimo Reinado de los Reyes Católicos,
no ha llegado á conseguir su unidad mercanti l y comercial hasta el
de Isabel II. Esa u n i d a d , si bien se m i r a , no ha llegado á cons t i -
tuirse del t o d o , sino el dia en que nuestra línea de Aduanas se
confundió con la de nuestras fronteras. Y lo que ha sucedido en
España , ha sucedido en todas par tes . Todas las g randes Naciones
han afirmado su unidad política mucho antes de abr i r las zanjas y
de echar los fundamentos de una unidad comercia l . No hay Nación
ninguna (p ie , mercant i lmente h a b l a n d o , no haya estado dividida
en Provincias; mientras q u e , políticamente h a b l a n d o , la Europa
era ya una familia de naciones. El culto de los intereses m a t e -
r ia les , el gigantesco desarrollo de la indus t r ia , el vuelo a t r ev ido
del comerc io , y el descrédito en que han caido en Europa las
especulaciones abs t r ac t a s , eran cosas que debían producir y han
producido, por una p a r t e , la decadencia de las influencias po l í t i -
c a s , y por ot ra , la preponderancia de los in te reses"mercan t i l e s .
La última consecuencia de esta g ran revolución, producto lento y
necesario del curso natural de las cosas h u m a n a s , ha debido ser ,
y ha sido , que así como en los tiempos pasados la unidad política
se combinó, dominándola , con la var iedad m e r c a n t i l , de la m i s -
ma manera en los tiempos que ahora cor ren , la unidad comercial
se c o m b i n a , para dominarla á su v e z , con la var iedad política y
aun con la variedad religiosa. En lo a n t i g u o , una nación era el
compuesto de varias provincias mercan t i l es : hoy una asociación
aduanera es el compuesto de varias naciones . Así pasa el cetro de
la dominación de mano en m a n o : y de esta m a n e r a , los que
ayer m a n d a b a n , hoy obedecen . No es mi ánimo art icular un fallo
sobre esta gran revolución: pero es un hecho , y lo consigno.




— S6 —


A los motivos sacados de la civilización en g e n e r a l , deben
aquí añadirse algunos especialísimos á !a Alemania, los cuales lian
hecho que sea allí, y no en otra parte de Eu ropa , en donde se h a -
ya realizado pr imero esa gran combinación , madura ya por el
t ranscurso de los t iempos. La Alemania era , poco tiempo ha, y aun
es hoy dia hasta cierto punto, una escepcion en el centro de la
Europa. Cuando todas las naciones salían del feudalismo , la Ale -
mania estaba como amar rada á él con fortísimas l igaduras . Todas
las naciones , unas a n t e s , otras después , habían constituido su
u n i d a d : solo la Alemania permanecía d e s m e m b r a d a , siendo un
compuesto mal ajustado de miembros infinitos. Al tiempo de e s t a -
llar la revolución de 1789 , la Alemania estaba compuesta de c e r -
ca de trescientos Estados, en t re seculares y eclesiásticos, sobera-
nos todos, y hasta cierto punto independ ien tes : el hacha n ive la -
dora de la revolución desmontó hasta cierto punto esta s e l v a : pero
no tanto que la Alemania no conservara mas de cuarenta después
del t remendo cataclismo. Desde mucho tiempo antes , pero sobre
todo desde entonces acá, la Alemania ha puesto esclusivamente
su mira en esa unidad preciada, que coronaba d ignamente la r e -
volución de otras nac iones , pero que se resbalaba s iempre como
una sombra de sus manos : para poseerla echó par todos los c a -
minos, y por todos fué á parar á un desengaño t remendo . El Con-
greso de Viena , obedeciendo á la presión esterior de la opinión
públ ica , al mismo tiempo que dio á la Alemania cier ta unidad po -
lítica , representada por la Dieta , insertó en la Constitución F e d e -
ral un art ículo, concebido en los términos siguientes : = «Los Es ta-
dos Confederados se reservan del iberar , desde la p r imera reunión
de la Dieta en Francfort , sobre la manera de ar reglar las relaciones
de comercio y navegación de los Estados en t re sí, en conformidad
con los principios adoptados por el Congreso .»—La Dieta, empe ro ,
que debia l levar á cabo este propósito , no hizo nada , siendo mal
instrumento para p romover los intereses materiales el fabricado
esclusivamente para servir á ciertos intereses políticos. Esto no
obstante , la Alemania , sedienta de unidad, vio en ese artículo una
nueva puer ta que se abr ia á la inmensidad de sus deseos. La u n i -




— S7 —


dad de todos m o d o s , la unidad en cualquier r amo , la unidad á
cualquier cos ta : este era el grito de la Alemania. Los Alemanes,
p u e s , se- ocuparon desde entonces con incansable afán en ver
cómo podían sacar de la vaga promesa de ese artículo vago la un i -
dad de comercio. Dominaban á la sazón en esta par te del Rhin las
ideas de libertad comerc ia l , que habiendo tenido en Ingla ter ra su
origen con los escritos de Adain Smith , iban propagándose por el
muudo . La Alemania adoptó el principio de la libertad como fun-
damento de la unidad futura : concer táronse algunos tratados e n -
tre sus Pr íncipes; y en todos ellos las ideas de libertad comercial
eran las que prevalecían. Todos estos esfuerzos debían de ser inú-
tiles sin e m b a r g o , mientras no se acometiera la empresa de una
reforma en el sistema de aduanas ; como quiera que la Alemania
toda estaba como metida en sus redes : había aduanas para los
Estados, las habia para las provincias , las había municipales ; y
por ú l t imo, hasta en beneficio de los part iculares habia e s t a b l e c i -
das aduanas. La Alemania, como se v é , no solo estaba en la edad
media todavía, sino que estaba en el período de la edad media mas
floreciente.


La verdadera cuestión debió ser p l a n t e a d a , y lo fué por un
hombre de teorías, de aquellos de que la Alemania ha sido tan fe-
cunda. Ese hombre fué Federico Lis t , catedrát ico de economía po-
lítica en Tubingen: él fué el primero que proclamó este principio:
«No hay unidad comercial sin l ibertad comercial inter ior , ni li-
bertad comercial interior sin la supresión de las aduanas in te r io -
r e s : para suprimirlas deben unirse los pueblos Alemanes.» — Las
palabras de List fueron la mecha aplicada á la pólvora: la pólvora
hizo explosión: la Alemania toda se conmovió p ro fundamen te : la
cuestión estaba p lan teada : los té rminos del problema eran c o n o -
cidos: la unidad en el propósito debía producir la unidad de los
esfuerzos: todos se esforzaron, y todos llegaron dichosamente al
término de su camino .


Bajo la influencia de List, se creó en 1819 una asociación de
negociantes, que se intituló Sociedad de ¡a industria y del comercio
Alemán, la cual tuvo por objeto la propagación y la realización de




— 83 —


estas ideas. Esta asociación, eco de la opinión púb l i ca , que toda
formaba una misma co r r i en t e , obligó á los Gobiernos á ocuparse
d e esta gravísima materia . Sus conferencias comenzaron en 1820 ;
pe ro las dificultades eran tantas , los inconvenientes tan abultados,
tan g r a n d e s , que al cabo de tres años de discusión, los Gobiernos
abandonaron la-empresa por imposible.


Cuando hablo de los Gobiernos, no hablo de todos ; porque el
de Prusia, mas ambicioso y mas entendido que los d e m á s , habia
comenzado ya á realizar el pensamiento de List, aun antes de que
tuvieran principio estas famosas conferencias : antes de reformar á
la Alemania, y aun para reformarla con mas acierto, comenzó por
reformarse á sí propia: así fué que uniformó sus pesos y medidas ,
y suprimió sus aduanas inter iores , con lo cual se dio cierta unidad
á sí misma, compuesta como estaba de re tazos . Dado este primer
paso, dio el segundo, que consistió en incorporarse comerc i a lmen-
te, por medio de tratados especiales y de la supresión de a d u a -
nas , los terr i torios ágenos , enclavados en el suyo. En dar este s e -
gundo paso tardó desde 1819 hasta 1828.. En este último año, puso
los ojos ya en la Alemania, y comenzó su pacífica y venturosa
conquista por incorporarse el g ran Ducado de H e s s e , que no e s -
taba enclavado en su terri torio, y e ra del todo independiente . Este
g ran suceso, y el t ratado que lo produjo, es el verdadero principio
del Zollverein , ó de la Asociación Aduanera. Con la noticia el
Austria se a l a r m ó , la Dieta de Francfort se ocupó del c a s o , y la
Alemania toda, aun v iendo realizados sus deseos, no miró á la na-
ción que los real izaba sin despecho y sin envidia . Por lo demás ,
esa envidia y ese despecho fueron cosas p rovechosas , como quiera
que provocando poderosamente á los demás Gobiernos, fué causa
d e q u e , para alcanzar al que les iba delante , echasen por el propio
camino. El centro de la Alemania quiso imitar al Norte: el Mediodía
quiso imitar al cent ro : y en todas par tes hubo tratados, incorpora-
ciones y supresión de aduanas .


Ya desde 1 8 2 4 , un año después de rotas las conferencias que
b e d i cho , y algunos mas después de comenzado el sistema refor -
mador por la Prusia, el Wur t e inbe rg se habia incorporado, por me-




— S O -


dio de transacciones comerciales, los principados de Hohenzollern,
enclavados en su propio territorio: siendo esta la pr imera asociación
aduanera del Mediodía. En 1 8 2 9 , el mismo W u r t e m b e r g , pasando
mas ade lan te , se asoció á la Bavíera jun tamen te con sus P r inc ipa -
dos anejos, y formó el propósito de realizar en el Mediodía el v a s -
to sistema de asociación que la Prusia iba realizando en el Nor te .
Tropezó, sin embargo , con un obs tácu lo . insuperab le : ese obs tá -
culo era el Austr ia , imperio enemigo d e novedades , aficionado
á dejar s iempre las cosas como es tán , á respetar la t radición, y á
reposarse sosegadamente en su gloria.


En abril de 1824 se constituyó por un tratado especial la que
llevó el nombre de Union comercial del centro de la Alemania. Esta
asociación al constituirse no se propuso otro fin sino el de c o n t r a s -
tar á la Prus ia : no debiendo su existencia al espír i tu reformador
de su tiempo, y no habiéndose propuesto el bien público por t é r -
mino de sus esfuerzos combinados , esta asociación fué efímera é
infecunda, y pasó r áp idamen te , como la envidia en que habia te-
nido su or igen.


Disuelta la asociación central , y comprimida la meridional por
el Austr ia, la Alemania toda volvió sus ojos hacia la Prus ia , y ha-
cia el Nor te , en donde es taban rea lmente sus dest inos c o m e r -
cíales.


I'ROCRESOS J)E LA ASOCIACIÓN.


Tal fué el origen de la Asociación A d u a n e r a : su origen está
1.", en la inclinación natural de la civilización de la Europa: 2 . ° , en
los vagos deseos de unidad que a tormentaron s iempre á la Alema-
nia: 3 .° , en las ideas de libertad comerc ia l , proclamadas por List:
4 .° , en la inteligencia y en la ambición de la Prusia. Visto su o r í -
gen , falta ver sus progresos.


Disuelta la Asociación del centro de la Alemauia, la del Norte
se enriqueció en par te con sus despojos. La Ífessc-Cassel, que había
pertenecido á la pr imera , se asoció en 1831 á la segunda . El p r i -




— 90 —


mer t ra lado de Asociación de la Prusia con el g ran ducado do
Hesse , d e q u e se habló a n t e s , se habia ajustado por el tiempo
de seis años : el nuevo tratado con la Hesse-Cassel se ajustó por
diez: de esta mane ra la liga Prusiana iba ganando todos los dias
en duración y en consistencia. Entonces quedaron en el campo
la una enfrente de la otra , y en ademan de disputarse la prepo-
tencia a lemana , la Asociación del Nor te , cuya cabeza era la Prusia,
y la del Mediodía , cuya cabeza era Munich. Eos rápidos c rec i -
mientos de la p r imera , y el estado como valetudinario de la segun-
da , hacían presumir que la batalla seria co r t a , y que la mas
fuerte tendría de su par te la fortuna. En efecto, no tardó en
suceder lo que era forzoso que suced ie ra : Munich en su d e -
samparo entró en tratos y capitulaciones con Berlín. El primer
tratado en t re la Baviera y la Prusia se celebró en mayo de 1829:
ese t r a t a d o , con todas las apariencias de la igua ldad , fué por
par te de la Baviera un principio de sumisión á la Prusia: en r ea -
lidad de v e r d a d , no cayeron por en tonces las b a r r e r a s puestas
ent re las d o s , y que eran como la fianza de- la soberanía
comercial , independiente de la mas flaca y enfermiza; pero si no
c a y e r o n , se debil i taron á lo m e n o s , y se dispusieron á caer al
p r imer impulso es t raño. Esc impulso no lardó en venir mucho
t i empo. La revolución de j u l i o , que estallaba en Paris poco d e s -
pués del tratado de \ 8 2 9 , ejerció en la Alemania una influencia
poderosa. La pasión por la unidad adquirió nuevos ensanches : el
v i en to de las revoluciones comenzó á agitar al cuerpo germánico
como entumecido por el sueño : el aire y la atmósfera es taban c o -
mo henchidos de emanaciones revolucionarias . Era menes ter algo
nuevo para ca lmar esa fiebre : lo nuevo era la unidad , la unidad
fuerte, la unidad, á ser posible, absoluta. Esto por lo que hace á
los pueblos: por lo que toca á los Príncipes, fueron á pa ra r al mis -
mo término, aunque por diferentes caminos : los pueblos -querían
la unidad como ins t rumento de dominac ión , y como medio de
a taque: los Pr íncipes como inst rumento de salvación, y como me-
dio de defensa. El tor rente fué entonces invencible: los mas flacos
y achacosos se echaron en brazos de los mas robustos y mas fuertes.




— Hl —


La Baviera, el W u r t e m b c r g y la Sajorna Real se incorporaron de un
golpe en 1833 á la Asociación de la Prus ia . La Thuringia vino á
poco a completar la Asociación; y desde entonces puede decirse
que existe el Zollverein ó la Asociación A l e m a n a , que se cons t i -
tuyó en l.° de enero de 1 8 3 4 . Fal taba solamente ' r edondea r , si
puede decirse así, su terr i tor io: lo cual se fué verificando poco á
poco en virtud de nuevas é importantes adhes iones : con la i nco r -
poración del gran ducado de Baden, verificada en 1 8 3 3 , la A s o -
ciación llegó por el Oeste hasta las fronteras de Francia y de Suiza.
Las de Nassau y de la Hesse-Homburgo, verificadas al mismo t iem-
po; la de Francfort-sobre-el-Mein, l levada á cabo al año s iguiente ,
y las de algunos territorios enclavados en el Hannover y en Bruns -
wich , verificadas en 1837, vinieron á perfeccionar su unidad o r -
gánica. Por úl t imo, la incorporación de Brunsvvich acercó á la
Asociación al mar del Norte, y la del Luxemburgo dilató sus fron-
teras hasta la estremidad Nor-ocste de la Alemania. Así se cons t i -
tuyó el Zollverein. El 8 de mayo de 1841 fué renovado por doce
años el tratado que le conti tuye. Desde entonces acá , no ha tenido
variación ninguna, ni en su terr i torio, ni en sus miembros .


ESTADO ACTUAL DE LA ASOCIACIÓN.


Este capítulo se divide natura lmente en dos secciones ó pá r ra -
fos: el Zollverein, por lo que tiene de Asociación, obedece á una
potestad que le da leyes, á una potestad que dirime sus contiendas
inter iores , y á una potestad que le gob ie rna y administra; por io
que tiene de comercial, está en posesión de una legislación común ,
relativa á su industria y á su comercio. En un capítulo se hab la rá
de su gobierno, y en otro de su legislación comercial .




— 92 —


C A P I T U L O P R I M E R O . — G o b i e r n o del Zollvorein.


Los miembros soberanos de la Asociación tratan y a r reg lan las
cosas comunes por medio de comisarios nombrados ad hoc : la
reunión de estos comisarios consti tuye un Congreso , que delibera
y resuelve los asuntos de su competencia. Su competencia es cuasi
un iversa l : t iene el poder legislat ivo, en vir tud del cual da leyes
n u e v a s , y reforma ó modifica las an t iguas : al propio tiempo es el
t r ibunal administrat ivo, y dá cuentas de la Asociación : forma las
cuentas a n u a l e s , y conoce de las infracciones de los t ra tados,
cuando el negocio no se ha terminado por los Gobiernos d ip lomá-
t i c a m e n t e . = E l Congreso se reúne lodos los años en sesión o rd ina -
ria , sin perjuicio de reunirse es t raord inar iamente cuando las cir-
cunstancias lo e x i j e n . = E l Congreso nombra su Presidente , que ha
de ser uno de los individuos que le c o m p o n e n . = N o tiene lugar fijo
para sus r e u n i o n e s : en la última sesión, señala él mismo el lugar
en donde se ha de ce lebrar la inmedia ta : lo común es que á cada
ciudad importante de la Asociación la l legue su t u r n o , con lo cual
han acallado los miembros de la Asociación las g randes c o m p e -
tencias y rivalidades que suelen levantarse en t re 'c iudades populo-
sas , frenéticas en todo lo que dice relación con su nobleza h i s t ó -
rica, con sus prerogat ivas y derechos . Debo advert i r sin e m b a r g o ,
que hoy dia la tendencia de la Prusia es la de ir lijando lentamente
en Berlín el lugar de las sesiones, siendo uno de los puntos c a p i -
tales de su política tradicional ir acos tumbrando á la Alemania á
recibir lo todo de la Prusia , para que su dominación , estando m a -
d u r a , sea aceptada sin oposición y sin escándalo, y mas bien que
como una innovación, como una cosa a n t i g u a , sin fecha señalada,
tradicional é h i s t ó r i c a . = E n las del iberaciones del Congreso cada
comisa r io , por flaco que sea el poder que represen te , tiene una
voz; y no tiene mas que una , cualquiera que sea la importancia
del poder que r e p r e s e n t e , y su g r a n d e z a : esto no quita que en




— 03 —


realidad sea la Prusia el poder ve rdade ramen te decisivo y p r o t e c -
tor . La Prusia ha preferido s iempre á la vana pompa y o s t en t a -
ción del poder el poder v e r d a d e r o . — T o d a resolución exije la u n a -
nimidad : en la Asociación n inguno de los asociados se l i ga , sino
por la decisión á que se a d h i e r e : lo cual quiere d e c i r , que las
conferencias son ve rdadera y esencialmente d ip lomát i cas , en las
cuales no vale proclamar el principio de las mayor ías . Los Estados
asociados lo están por su vo lun tad : el hecho de la Asociación en
nada ha podido disminuir su independencia , atr ibuto radical d e su
s o b e r a n í a . = A l poner término á este párrafo debo hacer una r e -
flexión importante : la Asociación comercial en t re Estados s o b e r a -
nos é independientes es una cosa imposible, cuando estos Estados
están regidos consti tucionalmente. En efecto , suprimido el Con-
greso diplomático, d e q u e he hecho méri to a r r iba , queda suprimida
de hecho la Asociación : como quiera que el Congreso es el vínculo
de los Estados, y la cúpula del edificio comercial . Despojar al Con-
greso del poder legislativo es en realidad sup r imi r l e : y su poder
legislativo es en real idad incompatible con el poder legislativo d e
las Cámaras. Las Cámaras , pues, suponen la supresión de ese p o -
d e r , cuya supresión lleva consigo la del Congreso, la cual l leva
consigo á su vez la supresión de todo vínculo común, y por c o n -
siguiente , de toda asociación comercial en t re todos los Estados en
donde las Asambleas tienen la potestad legislante. Los Alemanes
han conocido inst int ivamente esta ve rdad , y han suplido con el p a -
triotismo el vicio de las instituciones. La legislación a d u a n e r a está
puesta de hecho, aunque no de d e r e c h o , por ser esto impos ib le ,
fuera de la competencia legislativa de las Cámaras . Acordada una
providencia legislativa en el Congreso d ip lomát ico , cada uno de
los Estados soberanos que componen la Asociación , le p roponen ,
en la forma de un proyecto de ley , á sus Cámaras respect ivas ,
las cuales no le discuten sino por la forma , votándole después de
la discusión, sin enmienda ninguna. Las Cámaras , en los negocios
comerciales que son d e la jurisdicción del Congreso , son lo que
los antiguos Par lamentos , cuyo oficio era so lamente acusar el r e -
cibo de las pragmáticas sanciones, archivarlas y disponer su e j e -




— 9i —


cucion en toda la Monarquía. Esta observación debernos los espa-
ñoles tener la en c u e n t a : porque si a lguna vez nuestro Gobierno
acomet iera la empresa de una Asociación de Aduanas con un Reino
vecino , veria infaliblemente con sus 'propios ojos desplomarse el
edificio de la Asociación, si antes no se revest ía , con una ley b e -
cha en Cor tes , de un poder cuasi de todo punto independiente y
soberano ; y si del Gobierno á quien se asocie no exige la misma
soberana invest idura. En mi humilde opinión el patriotismo d e las
Cámaras no ofrece garantía bastante para arrojarse á tal empresa ,
sobre todo en estos t iempos en que el patriotismo es una vana p a -
labra al servicio de las facciones.


Constituido de esta manera el Gobierno supremo de la Asocia-
ción , falta decir algo de los agentes que lo s i r v e n , s iendo los c a -
nales por donde comunica todo el movimiento , y por donde recibe
los datos y las noticias que son el asunto constante de sus d e l i b e -
raciones. En Berlín está establecida la g r an oficina , la oficina cen -
tral de la Asociación. Esta oficina se compone de un director , n o m -
b r a d o por cada uno de los Gobiernos asociados: á ella van á pa ra r ,
d e las Direcciones de rentas especiales de cada pa í s , los estados
de los ingresos por t r imestres y por años : sobre estos datos r e u -
nidos forma las cuentas provisionales de los t r imes t res , y p repara
las definitivas a n u a l e s , que el Congreso ha de recoger y aprobar
en su sesión ord inar ia .


Todas las Direcciones de Aduanas de los Estados asociados es -
tán bajo la dependencia de esa Dirección c e n t r a l , por donde r e c i -
ben las instrucciones, y por donde las ó rdenes se les comunican .
Por lo d e m á s , cada Estado part icular paga los agen tes que emplea
en su se rv ic io , así en la Dirección cent ra l como en las Direccio-
nes especia les , y guarda y vigila su frontera c s t e r io r , salvo á ser
indemnizado d e s p u é s , sobre el ingreso bruto de la Asociación, de
los gastos hechos en beneficio común , por medio de una d e d u c -
ción p rev iamente conven ida . Todas estas oficinas empero están
reglamentadas de una manera uniforme : y cada Gobierno t iene el
derecho de poner un Vista en las oficinas de sus asoc iados , y el
de enviar Inspectores á todas las Direcciones.




CAPITULO II .—Legis lac ión y estado comercial del Zollverein.


§. I.° — Ojeada general.


Antes de todo , conviene consignar aquí los Estados y t e r r i t o -
rios que abraza, el Zollverein en su estado a c t u a l , y las fuerzas co-
merciales de que dispone. = La Union Aduanera c o m p r e n d e veinte
y ocho millones de Alemanes : la que en lo ant iguo se l lamó baja
Alemania , ó Alemania del Norte , es la que ha entrado en la Aso-
ciación con mas robusto cont ingente . Treinta son los Estados que
Ja const i tuyen, si bien la mayor parte de ellos han en t r ado como
anejos á otros mas populosos y e s t end idos , los cuales ún icamente
llevan en la Asociación un n o m b r e . Estos úl t imos son o n c e ; de los
cuales pertenecen á la baja Alemania , ó á la Septen t r iona l , l a P r u -
sia con el L u x c m b u r g o , la Sajonia R e a l , la Thur ing ia , el B r u n s -
wich , y la Hesse-Cassel: y la Bav ie r a , el W u r t e m b e r g , y el Gran
Ducado de Badén. Los Estados que han quedado fuera d e la A s o -
ciación , son : al Norte el Hannover y el O l d e m b u r g o , H a m b u r g o ,
Brenien y Lubech, el Holstein, el M e c k l e n b u r g o - S c h w e r i n , y
Mccklcmburgo-Strelitz ; al Mediodía el Austria.


El Zollverein es el canal de las re laciones de la Suiza , del Aus-
tria y de la Polonia con el mar Báltico y con el del Nor te . = La
Zona Septentrional del Zollverein produce pr inc ipa lmente t r igo,
la Central lana , y la Meridional v ino ; siendo cosa digna d e adver -
tirse que por su configuración irregular la Prusia t iene terri torios
que la per tenecen en las tres zonas . La segunda de ellas es e n
donde mas crecimientos ha alcanzado la indust r ia .


El comercio exter ior del Zollverein representa un valor total de
UiOO.000,000 de f rancos , repar t ido ent re la exportación y la im-
portación casi por iguales p a r t e s : de donde resulta que hoy dia el
Zollverein es la tercer Potencia comercial y manufacturera de Eu-
ropa. = L a s materias pr imeras para el uso de las fábricas componen




mas de la mitad de los valores importados; y los objetos fabricados
y manufacturados, mas de la mitad de los valores e x p o r t a d o s . =
Los principales art ículos de importación s o n : hilo de algodón,
azúcar , café, lana en bruto , semillas oleaginosas, tejidos de seda,
añil , algodón en r ama , pieles sin adobar , tejidos de algodón, lino,
seda cruda y teñida, tejidos de lana. Los principales artículos de
exportación son : c e r e a l e s , tejidos de l i n o , de algodón , de seda ,
lana en bru to , tejidos de lana, quincal ler ía , maderas de cons t ruc-
ción, semillas o l e a g i n o s a s . = L a Nación que mas parte tiene en el
comercio del Zo l lve re in , es la Ingla ter ra .


§ . 2.°—Principios reconocidos -en los tratados.


Los pr imeros tratados de Aduanas , celebrados por la Prusia
con los terri torios enclavados en el la , se redujeron á lo s i gu i cn -
t e : = L o s referidos territorios se incorporaban á la Prusia en todo lo
concern ien te al r amo de Aduanas , conformándose á su tarifa, y
reconociendo en ella el derecho de legislación, de administración y
de vigilancia: la obligación de la Prusia consistía solamente en r e -
par t i r en t re ellos cada tres años la parte que les tocaba de los i n -
gresos comunes . Los tratados comenzaron á ser menos sencillos
cuando la Prusia se encontró frente á frente con listados de alguna
mas impor tanc ia : así sucedió que en el tratado que ajustó con el
Gran Ducado de Hesse, el últ imo no se avino a tratar con la Prusia
sino de Potencia á Potencia, siendo el resultado de estas cap i tu la -
ciones, que si por una par te el Gran Ducado se sometió á la o r g a -
nización Aduanera y á la tarifa Prusiana , por otra se rese rvó una
administración s e p a r a d a , y el derecho de vigilancia sobre sus
f ronteras ; estipulando y obteniendo además que no podría in t rodu-
cirse innovación a lguna en las bases de la Asociación sin su previo
consentimiento.


En estos t ratados rud imen ta l e s , si puede decirse as í , es tán ya
con ten idos , como en su g e r m e n , los principios que sirvieron de
fundamento á los de 1 8 3 3 , los cuales á su vez fueron los tratados
(pie dieron su constitución definitiva á la Asociación Aduanera .




Estos principios constitutivos y fundamentales son los que s i g u e n : —
Eos ciudadanos de los Estados asociados lo son también del Zol l-
verein , patria común de todos. = L o s ingresos del Zollverein se
repar t i rán entre los Estados que le componen , de una mane ra p ro-
porcional á la población de cada uno .—Eas contravenciones d e las
leyes y de la policía del Zol lverein , serán repr imidas y cast igadas
por el Estado en cuyo territorio se c o m e t a n . = D c n t r o de las fron-
teras del Zollverein habrá l ibertad de comercio. = T o d o s los Esta-
dos de la Asociación se sujetarán á una misma legislación y á una
misma tarifa.


Esta uniformidad de principios ha sido, sin e m b a r g o , mas b ien
la perfección ideal que la Asociación se ha propuesto á sí misma
como término de sus aspiraciones , que una cosa realizada por sus
esfuerzos: la regla no es tan inflexible, que las escepciones no sean
numerosas. Ciertos artículos de comercio limitado se rigen por un
régimen especial de entrada y de salida. El t r igo, por e jemplo, se
importa de Bohemia en Sajonia á favor de ciertos privilegios : y el
hierro fundido, gravado á su salida en otras provincias , se exporta
libre de derecho por las fronteras occidentales de la Asociación.


La libertad del comercio interior tampoco es tan absoluta c o -
mo á primera vista p a r e c e , cuando se fijan los ojos en la d e c l a r a -
ción de principios. La venta de naipes y las de la sal son en el Zoll-
verein un verdadero monopolio de los Gobiernos, ü n impuesto
uniforme pesa sobre el consumo del vino , del a g u a r d i e n t e , de la
cerveza y del tabaco, el cual estaba exento de toda contr ibución en
algunos Estados del Zol lvere in , mientras en otros estaba s o b r e -
cargado de derechos . Este impuesto se uniformó p r imeramen te por
la Prusia, la Sajonia y la Tliuringia en 1 8 3 3 ; habiéndose unifor-
mado después en todas par tes por haber lo exigido así la Prus ia ,
como condición necesaria en todos sus tratados poster iores. Esta
uniformidad en las contribuciones ind i rec tas , muy adelantada ya ,
pero no llevada á cabo del todo en el Zol lvere in , es un requisito
necesario en toda Asociación de Aduanas .


Otra condición necesaria cu este género de Asociaciones, con-
dición «pie tampoco se ha realizado de lodo punto en el Zollverein ,


•JOMO v. 7




— 98 —


pero á cuya realización caminan los Gobiernos que le consti tuyen,
es la abolición de los derechos de portazgo , pontazgo y n a v e g a -
ción , los cuales son otras tantas bar reras que entorpecen y e m b a -
razan el comercio interior de las naciones. En este punto , sin e m -
ba rgo , el Zollverein ha hecho m u c h o , si bien no ha hecho cuanto
fuera de d e s e a r : algunos de estos derechos han sido abo l idos ; á
otros se les ha puesto un máximum , y todos han sido mas ó menos
radica lmente modificados.


En cuanto á la unidad métrica y á la monetar ia que e s , por
decirlo así , la coronación de todo este edificio, la Asociación c a -
mina hacia ella lenta pero pe r seve ran temente . Lo mas u rgen te en
este punto era la adopción de un peso único para las Aduanas . La
elección recayó en el quintal de la Hesse -Darms tad t , que es la
medida común del Zollverein desde 1.° de enero de 1840. Por lo
que hace á los sistemas mone ta r ios , había tres : el de P rus i a , el
de Sajonia y el del Mediodía. El de Sajonia ha desaparecido del
t o d o ; pero existen todavía el del Mediodía y el de la Prusia : en
el Mediodia usan para las t ransacciones comerciales de florines, y
de k r e u t z e r s , y en el Norte de thalers y gruesos de plata. La a s o -
ciación , sin e m b a r g o , reconociendo como reconoce la necesidad
que hay de un sistema monetario único y reconocido por todos, ha
creado una moneda con el nombre de moneda de la Asociación, la
cual cor re en todo el Zol lvere in , y t iene el valor de dos thalers , ó
de tres florines y m e d i o : se calculan en tres millones las monedas
de esta clase puestas en circulación hasta h o y ; la emisión de cada
Estado es proporcionada á su población.


En s u m a , y para poner un té rmino á este párrafo , el Zo l lve -
re in ha adoptado todos los principios de la escuela l ibera l : a lgunos
de ellos han sido ya rea l izados ; otros es tán en camino de rea l i -
z a r s e ; y todos se realizarán hasta cierto punto, si bien modificados
en lo que t ienen de absoluto y de inflexible, por las lecciones de
la esper ienc ia , y con la ayuda del t iempo.




— ¡I!) —


%. 3.°—Tarifa del Zollvereia.


En la tarifa está el punto capital de toda Asociación de A d u a -
n a s : ella e s , por decirlo a s í , la que impr ime en la Asociación el
sello que la caracter iza: y ella la que al fin y al cabo la ha de-
precipitar en la decadencia , ó la ha de levantar á la mayor a l tu ra ,
y á los mas grandes crecimientos.


En los tiempos anteriores al Zol lvcrein, la tarifa era varia en
los Estados Alemanes: por lo general e ra muy baja en los p e q u e -
ños , y mas alta en los mayores : la de la Prusia era la mas alta d e
todas : Federico el G r a n d e , part idario d é l a s ideas de su t iempo,
adoptó un sistema excesivamente restrictivo , que se fué modifican-
do lentamente , hasta que se vino á pa ra r al sistema de la ley de 26
de mayo de 1 8 1 8 , en la cual se articularon los principios que aun
hoy dia prevalecen en esta grave mater ia . La idea fundamental de
esta ley es poner á la industria nacional en estado de sostener en
el mercado interior la concurrencia con el cs t rangero , y en m a n -
tener esta concurrencia viva , para que sirva de aguijón á las i n -
dustrias nacionales. Habiendo sido aceptada esta ley por los var ios
Estados que componen la Asociación , con muy l igeras modificacio-
nes aconsejadas por la esperiencia, me parece oportuno, y hasta
cierto punto necesa r io , hacer de ella un análisis completo .


Esta ley proclama en sus dos primeros artículos la l ibertad in-
terior de comerc io , con las escepciones que han sido espuestas
anteriormente. Medio thaler por quintal de 50 ki logramos, ó sea 7
reales de vellón, es el derecho establecido para la en t rada , y el 10
por 100 sobre el valor de los artículos el límite de la protección
que se dispensa á la industria ind ígena . Los artículos de salida
son por lo general exentos de toda carga é immimes . — E n esta
ley se reconoce y se acepta el principio de la reciprocidad con
los cstraños, tanto en lo relativo á las restricciones , como en las
exenciones. Como base de percepción, desecha el valor de la cosa,
y adopta el peso , la m e d i d a , ó el n ú m e r o ; á cuyp sistema será
fuerza que vengamos á parar nosotros si se han de evitar los g r a -




— 100 —


vísimos é innumerables inconvenientes que la base del valor de la
cosa lleva necesariamente consigo, lisa ley, considerada en su e s -
tado actual , con las modificaciones que lia esporimonlado , de te r -
mina las reglas s iguientes , con respecto á las exenc iones , á la
importación, á la esporlacion y al t ráns i to .


Exenciones.—Ivciiüa son los artículos que gozan de una c o m -
pleta inmunidad , así en su t ránsi to como en su entrada y salida; á
saber : los productos agrícolas de las propiedades cortadas por la
frontera, la leche, los huevos, la carne de pluma y la caza me-
nor ; las frutas, el pescado fresco, las piedras y las maderas comu-
n e s , t raspor tadas por t ierra; las plantas de j a rd in , las sustancias
minera les , y otros artículos de comercio de las f ronteras , ó de
comercio limitado; los objetos de uso particular, y los efectos que
llevan consigo los viajeros, los muebles y las cosas de uso de
los que se establecen en el pais; el papel escr i to , las obras a r -
tísticas dest inadas á los Museos, á las Bibliotecas y á otros esta-
blecimientos públicos: y por úl t imo, el oro y la plata en moneda
ó en ba r r a s .


Importación.=El derecho general de entrada para los a r t í -
culos no mencionados en la ley es , como he dicho a n t e s , de me-
dio tha le r , ó sea 7 reales de vellón por quintal de 50 k i logra-
mos: pero genera lmente todos los artículos de alguna i m p o r t a n -
cia comercial están nombrados é impuestos part icularmente en
la ley .


En ella están gravados con mas ó menos derechos los a r t í c u -
los de impor tac ión, según la categoría á que co r r e sponden : las
categorías son c u a t r o , conviene á s a b e r : 1 . a , los artículos de con-
sumo que no produce el pa i s : 2 . a , aquellos con respecto á los c u a -
les el pais está en concurrencia de producción con el estranjero :
3 . a , las materias pr imeras , y los artículos á medio fabricar: 4 . a , los
artículos fabricados y manufacturados .


Eos artículos per tenecientes á la primera categoría son : El
café , el Uié , las frutas secas, y el arroz. A pesar de (pie estos ar-
tículos no están gravados con esceso , el café es aquí artículo de
cont rabando.




— 10! -


Los artículos de la segunda categoría son : El a z ú c a r , los v i -
n o s , el t a b a c o , el t r igo , los ganados . Estos a r t ícu los , p r inc ipa l -
mente el a zúca r , el vino y el t a b a c o , es tán exces ivamente g r a -
vados.


Los artículos de la tercera categoría s o n : El l ino , el lino h i -
lado , la lana en b r u t o , la lana hi lada, el algodón en rama , el
algodón h i l ado , la seda c r u d a , la seda tenida ó b l a n c a , las sus -
tancias minera les , el h i e r r o , la t ierra de porcelana , las pieles sin
labrar , el añ i l , la rubia. De estos a r t í cu los , la lana en b r u t o , el
algodón en r a m a , las sustancias minera les , la t ierra pa ra p o r c e -
lana y las pieles sin labrar , ent ran libres de todo derecho : los d e -
más pertenecientes á esta categoría no devengan sino derechos
muy módicos.


Los artículos de la cuarta categoría son : Los tejidos de lino,
los de l ana , los de a lgodón , los de s e d a , la quincal ler ía , la p l a t e -
ría , la perfumería , el c r i s ta l , la loza blanca , la porce lana , el
pape l , las ropas hechas. En estos artículos los derechos de en t r ada
varían ex t raord ina r iamente .


Id término medio anual de los ingresos brutos del Z o l h e -
rein por los derechos de e n t r a d a , ha s ido , desde 1827 á 1811 ,
7 0 . 2 3 5 , 0 0 0 francos : y el término medio del valor de los art ículos
importados durante ese mismo pe r íodo , ha sido 019.(>8o,7Gí fran-
cos. Por donde se v e , que los derechos de en t rada vienen á ser
de un doce por ciento; cuya cant idad no puede ser mas módica ,
y aun lo parecerá e sces ivamen te , si se t iene en cuenta la suma á
que asciende en las principales naciones de Europa.


Escoriación.=\i\ Zollverein, corno he manifestado mas a r r i b a ,
ha admitido con un corto número de escepciones el principio de
la absoluta exención de derechos de los artículos que se e spor tan .


Tránsito.—En este punto la legislación es embro l lada , confusa
y contradictor ia : apenas hay una regla g e n e r a l , siendo por lo
común mas frecuente que los casos en que r ige la r e g l a , a q u e -
llos en (pie r igen las escepciones. En genera l los derechos de
tránsito son elevados, y entorpecen el t ráfico; pero ya c o m i e n -
zan á prevalecer en los ánimos otros pr incipios , que producirán




al cabo una reforma completa de la legislación en este punto .
Para concluir estos da tos , me pa rece conveniente presentar


aquí el cuadro de los ingresos brutos de la Aduana , de las d e d u c -
ciones por gas tos , y del producto líquido que se ha repar t ido entre
los Estados que componen el Zollverein en un espacio de diez años .


ANOS. PRODUCTOS BRUTOS. DEDUCCIONES. PRODUCTO LIQUIDO.


1 8 3 4 . . . 5 4 . 4 3 4 , 0 0 0 frs . . . . 8 . 7 6 3 , 0 0 0 frs ,. 4 5 . 6 7 1 , 0 0 0 frs.
1 8 3 5 . . . 6 2 . 1 7 9 , 0 0 0 8 . 8 1 6 , 0 0 0 . . 5 3 . 3 6 0 , 0 0 0
1 8 3 6 . . . 6 8 . 1 1 1 , 0 0 0 8 . 0 7 4 , 0 0 0 .. 6 0 , 0 3 7 , 0 0 0
1 8 3 7 . . . 6 6 . 3 6 5 , 0 0 0 7 . 8 9 3 , 0 0 0 . . 5 8 . 4 7 2 , 0 0 0
1 8 3 8 . . . 7 5 . 4 4 7 , 0 0 0 7 . 8 9 3 , 0 0 0 . . 6 7 . 5 5 4 , 0 0 0
1 8 3 9 . . . 7 7 . 1 3 6 , 0 0 0 7 . 8 8 1 , 0 0 0 . . 6 9 . 2 5 5 , 0 0 0
1 8 4 0 . . . 7 9 . 8 9 8 , 0 0 0 7 . 9 4 8 , 0 0 0 .. 7 1 . 9 5 0 , 0 0 0
1 8 4 1 . . . 8 2 . 3 3 2 , 0 0 0 8 . 0 0 1 , 0 0 1 .. 7 4 . 3 3 1 , 0 0 0
1 8 4 2 . . . 8 7 . 7 8 9 , 0 0 0 8 . 3 5 1 , 0 0 0 . . 7 9 . 4 3 8 , 0 0 0
1 8 4 3 . . . 9 5 . 1 2 1 , 0 0 0 8 . 4 1 6 , 0 0 0 .. 8 6 . 7 0 5 , 0 0 0


Los derechos de en t rada constituyen cuasi la totalidad de estos
i n g r e s o s : la lana es la única que á su salida produce algo para el
Tesoro.


Desde 1 8 3 8 á 1844 los ingresos brutos han tenido un aumento
de 26 por ciento, y los líquidos uno de 2 8 por ciento.


El desarrollo de la industr ia agrícola , y sobre todo , el de la
manufacturera del Zollverein ha sido rapidísimo , p rueba ev idente
de lo que t ienen de beneficioso para los pueblos estas grandes
Asociaciones. En 1 8 3 4 , el Zollverein habia importado trece mi l lo -
nes de ki logramos de algodón hilado : esa misma importación,
en 1 8 4 3 , fué de veinte y dos millones y medio de k i logramos.
La importación de algodón en rama ha subido en ese mismo p e -
ríodo en ki logramos de siete á diez y nueve y medio mi l lones : lo
cual atestigua el desarrollo s imultáneo de dos industr ias , la de la
fabricación y la de los hilados. De aquí ha resultado que la im-
portación de tegidos de algodón, que en la pr imera de las épocas




— 103 —


mencionadas ascendía á 8 0 0 , 0 0 0 ki logramos por a ñ o , ha bajado
á 4 5 0 , 0 0 0 en la segunda. Las mismas ó parecidas proporciones ha
seguido la fabricación de la seda en su desarrollo y en sus a u m e n -
tos. No han sido menores los progresos en la industria que tiene
por objeto las cosas de quincal ler ía : la esportacion de estos a r -
tículos, que fué de 4 7 5 , 0 0 0 ki logramos en 1 8 3 4 , ha subido á
1 .245 ,000 en 1 8 4 3 .


Ahí t iene Vd. en e s t r ac to , el resul tado de mis estudios en la
materia , que ha dado motivo á esta r e seña .






C O R R E S P O N D E N C I A V A R I A .






C O R R E S P O N D E N C I A C O N M. DE BLANCHE-RAFFIN.
i i • • i


AL S R . DONOSO.


VILLENEUVE-SUR-LOT (Lot-et-Garone) julio 1 5 de 1 8 4 9 .


o e ñ o r Marqués : autorizado repet idas veces por la benevolencia
de Vd. á manifestarle la admiración que me inspira su ta lento, m e
tomo hoy la l ibertad de dirigirle felicitaciones inspiradas por otro
afecto nuevo . La divinidad de las doctr inas ca tó l icas , después d e
haber cautivado la imaginación de Vd. por largo t i e m p o , h a l l e -
gado en fin á revelarse á su corazón.


Cuando en el pasado invierno traduje el magnífico discurso
que pronunció Vd. en el Congreso Español el 4 de enero , no p r e -
veía el bello comentario que liabia Vd. de poner le , con sus dos
últimas cartas al señor Conde de Montalembert . Estos escritos
echan el sello á la reputación de Vd. , y le colocan desde luego én-
t re los mas ilustres defensores del Crist ianismo, en el orden filosó-
fico y político.




— ios -


Algunos ant iguos escritos de Vd. hacían ya c ier tamente p r e -
sentir esta fase que acaba de aparecer en la evolución de su e s -
píritu ; pues en t r e las mas preciosas páginas (pie en nuestros dias
ha producido el movimiento intelectual de E s p a ñ a , recuerdo y
he conservado dos trozos en que describe Vd. la fisonomía moral
deGuizot y de Lamar t ine . Sin duda recordará Vd. todavía estos
e n s a y o s , en los cuales ya se descubre que habia Vd. previsto con
clara intuición los desastres que el escepticismo y la apostasía
iban á de r r amar sobre el m u n d o . Muchas veces he tenido ánimo
de publicar una traducción de aquellos dos r e t r a to s , que hoy, d e s -
pués de los sucesos ocurr idos desde la fecha en que Vd. los hizo,
aparecen como comprobantes de cuanto Vd. previo al imaginarlos.
Si piensa Vd. completar alguna colección de sus ant iguas ob ras ,
me esperaré entonces para publicar en Francia aquellos a d m i r a -
bles trozos.


Vd. sabe , señor Marqués, que la noble y cristiana tradición de
España no tiene en Francia apologista mas apasionado que yo.
Después de haber unido mis pobres esfuerzos á los que hacían
ustedes en su patria para combatir el cisma religioso ó político
que há poco la a m e n a z a b a , dicho se está el sumo placer con (pie
hoy veo los triunfos rec ien temente obtenidos para la unidad y la
ve rdad por el auxilio de las a rmas y de la elocuencia e s p a ñ o l a s . —
En estos momentos mismos estoy acabando una obra que d e b e r á
g ran par te de su interés al lustre y fama de las palabras por Vd.
p ronunc iadas : es un ensayo que publico sobre la vida y escri tos
del presbí tero D. Ja ime Balines ; en el cual me ha parecido opor-
tuno consignar los vínculos de parentesco que ligan los pensa-
mientos de Vd. y sus propósitos con los de aquel ilustre escritor.


Es probable que yo haga otro viajecito á España; y acaso para
entonces , t e rminada ya la misión que le re t iene á Vd. en Berlín,
ó antes quizás si en el desempeño de igual cargo viniere por
F ranc i a , t end ré el gusto de ver le y de gozar personalmente de
las bondades que tantas veces se ha d ignado usar conmigo . Cuando
vuelva, me propongo pres ta r en mi pais algún l ioincnage público
á la> verdades d e q u e Vil. es i n t é r p r e t e tan e locuen te , y tendré




— 109 —


á g rande honra haberle servido de t ru jamán. Con sus lecciones
hab ré también adquirido para entonces fuerza y lucos que me h a -
gan mas útil y mas adicto á la buena causa. Porque ha de s a -
ber Vd. que yo soy de los que á pesar de sus presagios (algún
tanto siniestros quizás en demasía), me complazco en espera r que
aun queda una gran parte del porvenir rese rvada á los h o m b r e s
de creencias puras y de buena voluntad .


Con el mas profundo r e spe to , señor Marqués, se ofrece de Vd.
afectísimo y seguro servidor


AI.BÉRIC DE BLANCHE , MARQUÉS DE RAFFIN .




Ai, Su. ALBÉIUC DE BLANCHE , MARQUÉS DE RAFFIN.


BERLÍN, julio 21 de 1 8 1 9 .


M U Y señor mió y amigo: He recibido con indecible placer la carta
que ha tenido Ycl. la bondad d e escr ib i rme el 1 5 del corr iente . Mi
placer h a sido tanto mayor , cuanto Yd. tiene una par te que ignora
en la conversión que Dios ha obrado en mí por su gracia . ¡ Tan
ignorados , tan profundos son los misterios de sus caminos!


Yo s iempre fui c reyen te en lo íntimo de mi a l m a : pero mi fé
era estér i l , porque ni gobernaba mis pensamientos , ni inspiraba
mis discursos, ni guiaba mis acciones. Creo, sin e m b a r g o , que si
en el tiempo de mi mayor olvido de Dios, me hubieran dicho «vas
á hacer abjuración del catolicismo ó á padecer g randes tormentos,»
me hubiera res ignado á los to rmentos , por no hacer abjuración
del catol icismo.—Entre esta disposición de ánimo y mi conducta
habia sin duda n inguna una contradicción monstruosa. ¿Pero qué
otra cosa somos casi s iempre sino un monstruoso conjunto de mons-
truosas cont radicc iones!


Dos cosas me han sa lvado: el sentimiento esquisito que siempre
(uve de la belleza m o r a l , y una ternura de corazón que llega á ser




una flaqueza: el primero debia hace rme admira r el Catolicismo , y
la segunda me debia hacer amar le con el t iempo.


Cuando estuve en Pa r í s , t raté ín t imamente á M. . . y aque l
hombre me sojuzgó con solo el espectáculo de su v ida , que tenia á
todas horas delante de mis ojos. Yo habia conocido hombres h o n -
rados y b u e n o s ; ó por mejor d e c i r , yo no habia conocido nunca
sino hombres buenos y honrados: y sin embargo , en t re la honradez
y la bondad de los unos y la honradez y la bondad del otro, hallaba
yo una distancia i nconmensu rab l e : y la diferencia no estaba en los
diferentes grados de la honradez ; estaba en que e ran dos clases de
honradez, de todo punto diferentes. Pensando en este negocio, v ine
á averiguar que la diferencia consistía en que la una honradez era
na tura l , y la otra sobrenatural ó c r i s t i ana .—M. . . me hizo c o n o -
cer á Vd. y á algunas otras personas unidas por los vínculos de
las mismas c r e e n c i a s : mi convicción echó entonces raices mas
hondas en mi a l m a , y llegó á ser invencible por lo profunda.


Dios me tenia p reparado para después otro ins t rumento de c o n -
versión, mas eficaz y poderoso .—Tuve un he rmano á quien vi vivir
y morir, y que vivió una vida de ángel , y mur ió , como los á n g e -
les morir ían, si mur ie ran . Desde entonces ju ré a m a r y a d o r a r , y
amo y a d o r o . . . — i b a á decir lo que no puedo decir , iba á decir con
una ternura infinita—al Dios de mi he rmano . Dos años van corridos
ya desde aquella t remenda desgracia . Yo s é , como los hombres
pueden s a b e r , que está en el cielo, que goza de Dios, y que pide
por el hermano desventurado que dejó en la t ie r ra . Y sin e m b a r g o ,
mis lágrimas no t ienen fin, ni le tendrán si Dios no viene en mi
ayuda . Sé que no es licito querer tanto á una c r i a t u r a : sé que los
cristianos no deben llorar á los que acaban c r i s t i anamen te , p o r -
que los que acaban c r i s t i anamente , se t rasf iguran, y no mue ren :
todo esto sé, y sé por último, que San Agustín tuvo escrúpulos por
haber llorado á su m a d r e : y sin e m b a r g o , lloro y l loraré todos los
días, si Dios no me dá fortaleza en su infinita misericordia.


Vea Vd a q u í , amigo m i ó , la historia íntima y secreta de mi
conversión : he quer ido contársela á Vd. por d e s a h o g a r m e , y p o r -
que en ella, sin saberlo, tuvo Vd. par te . Como Vd. v é , aquí no ha




— 112 —


tenido influencia ninguna ni el talento ni la razón : con mi talento
flaco y con mi razón enferma , antes que la verdadera fé , me hu-
biera llegado la muer te . El misterio de mi conversión, (porque
toda conversión es un misterio), es un misterio de t e rnura .—No le
amaba , y Dios ha querido que le ame , y le amo: y porque le amo,
estoy conver t ido.


Pasemos á otra cosa. El servicio que Vd. ha hecho á la causa
catól ica, haciendo conocer á Bal ines , es muy g rande : yo se lo
agradezco á Vd. como católico, y además como español . Balines
honra á su p a t r i a : hombre de ingenio claro, agudo , sólido, fir-
me en la fé, ágil en la lucha, controversista y doctor á un m i s -
mo t i e m p o , pocos han merecido como él en este s i g l o , dejar
por herencia á las gentes una buena memoria . Ni le conocí, ni me
conoció ; pero le e s t imé , y sé que me e s t i m a b a ; solo he visto su
re t ra to , y aun eso después de muer to . La Providencia nos había
puesto en part idos políticos contrar ios , aunque poco tiempo antes
de su muer te , la religión nos inspiraba iguales cosas. Yo no sé
si Vd. sabe q u e , cosa de un mes antes de publicar Balines su
escrito sobre Pió I X , habia yo escrito sobre el mismo tema y
sobre el mismo asunto . Balines y yo dijimos las mismas cosas,
ar t iculamos el mismo ju ic io , formulamos las mismas opiniones.
Pero lo singular del caso, y lo que enaltece sobremanera el t a -
lento de Balines, es que , viniendo á decir después que yo lo mis-
mo que yo, lo dijo de una manera tan propia suya , que ni por
casualidad se encuen t ra en su escrito ni una sola de las ideas
secundarias que yo habia esplanado en el que publiqué poco an-
t e s .—¡Prueba insigne de la riqueza de su arsenal y de la abun-
dancia de sus a rmas!


Este último escrito suyo es notable bajo otro punto de vista.
Balines, que fué s iempre un gran pensador , no habia sido nunca
un gran artista: sus estudios literarios no corrian parejas con sus
estudios filosóficos. Ocupado esclusivanienle de la ¡dea, habia
descuidado su espresion , y la espresion era. por lo general en
él floja, aunque sus ideas e ran g randes . Su estilo era l a x o , difu-
so ; y los hábitos de la polémica , esa matadora de estilos , le ha-




bian hecho verboso. Pues bien: en su escrito sobre Pío IX, Balines
levanta de súbito la espresion á la al tura d e la i d e a , y la idea
g rande brilla por pr imera vez en él vestida d e una espresion m a g -
nífica y grandi locuente . Cuando Balines m u r i ó , el escri tor e ra
digno del filósofo: medidos por la medida d e la c r í t i ca , eran
iguales.


Vuelvo, pues, á dar á Vd. gracias por el celo y el talento con
que hace popular en Francia á un hombre tan eminen te .


Recuerdo los dos retratos de que Vd. m e h a b l a : los escribí e s -
tando en Par ís , y en la época , sí no me engaño , en que nos cono-
cimos. No tienen mas mérito que la sagacidad con que creo p e n e -
tré el carácter moral á intelectual de esos dos hombres .


No dudo que llegará un dia , que Vd. ve ven i r , en el cual el
campo será de los hombres de buena voluntad y de creencias
p u r a s ; pero no dude Vd. que ese dia será pasa jero : la sociedad en
definitiva está herida de m u e r t e ; y mor i rá porque no es católica,
y solo el catolicismo es la vida.


Yo pienso volver pronto á España y re t i ra rme por a lgún t i e m -
po de los negocios públicos para meditar y escribir . El torbellino
político en que me he visto envuelto mal mi g r a d o , no me ha d e -
jado hasta ahora ni un dia de paz ni un momento d e reposo : justo
es que antes de morir me ret ire algunos años á hablar á solas con
Dios y con mi conciencia. Para m í , el idea! de la vida es la vida
monástica. Creo que hacen mas por el mundo los que oran que los
que pelean; y que si el mundo va d e mal en peor , consiste esto
en que son mas las batallas que las oraciones. Si pudiéramos pene -
trar en los secretos de Dios y de la h is tor ia , tengo para mí que
nos habíamos de asombrar al ver los prodigiosos efectos de la
oración aun en las cosas humanas . Para que la sociedad esté en r e -
poso , es necesario cierto equilibrio, que solo Dios conoce , en t re
las oraciones y las acciones , en t re la vida contemplat iva y la act i -
va . La clave de los grandes trastornos que padecemos , es tá quizás
en el rompimiento d e este equilibrio. Mi convicción en este punto
es tan firme, que creo que si hubiera una sola hora de un solo
dia en que la tierra no enviara al ciclo oración n i n g u n a , ese dia


TOMO v. 8




— 114 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


y esa hora ser ian el último dia y la últ ima hora del Universo.
Si á mi paso por Paris está Vd. allí, ó si es tando yo en España,


va Vd. á E s p a ñ a , t endré el mas vivo placer en asegura r á usted
personalmente que no hay amistad que me sea mas lisongera que
la suya .


Entre tanto queda de Vd. afectísimo S. S, Q . S. M. íi.




Ai. SEÑOK DONOSO.


Yu.i.ENErVT-sni-LoT (Lol-ot-Garonno) agosto 2 de 4 8 4 0 .


SEÑOR Marqués : Nunca me hubiera a t revido á esperar que ¡a
amistad de Yd. me honrara con espansiones tan íntimas como las
contenidas en su apreciable del 21 de julio ; puesto , sin e m b a r g o ,
que Vd. me ha juzgado digno de tanta confianza , me apresuro
ante lodo á cumplir el deber en que estoy de manifestarle el vivo
reconocimiento que su bondad m e inspira .


La parte (pie se digna Yd. a t r ibuirme en la obra de su c o n -
versión , es ciertamente tan escasa , que bien puedo permit irme la
satisfacción de c ree r l a ; p u e s , á ser mas cons iderable , m o v e r í a
obligado á tomar su lenguaje por mas cortés que s incero. De todos
modos , señor Man p ies , el gusto con que he leído esa admirable
historia de su alma , no deja de estar mezclado con cierta pena
<pic me produce el pensar (pie su pluma deber ía per tenecer sin e x -
cepción ni reserva á la causa de Dios mas bien que á algunos a m i -
bos a i s l a d o s . — Al menos sus cartas al señor Conde de Montalem-
bert han tenido la fortuna de ilustrar á la Francia y á todo el orbe
cris t iano, después de haber llenado de júbilo el alma de la p e r -
sona á quien fueron dirigidas. Esto no puede suceder con la que
vo he recibido, cabalmente porque emana de l o m a s profundo del
corazón , y porque el mismo carácter particular de ternura y de




— 110 —


interés que tiene., la condena á quedar enterrada en el seno de la
amistad. Al leerla, he deseado que fuese menos bella, y que la
hubiese acompañado el permiso de Vd. para añadir con ella algu-
nas líneas mas de su mano al elocuente discurso que há poco diri-
gía Vd. á nuestro pais y á la Europa.


Y á propósito de las cartas al señor Conde de Montalembert,
supongo que conoce Vd. las críticas que de ellas se han hecho en
España, y de las cuales yo he visto algunas. En su mayor parte,
están hechas sin arte ni buena fué: hay una , sin embargo, que leí
ha tres días en La España {me parece que en el número del 26 de
julio último), escrita sin duda por persona que creo no muy pro-
fundamente católica, pero que presenta con claridad y precisión
varias observaciones á que se prestan indudablemente también
aquellos escritos.


Reflexionando un poco acerca del pensamiento que Vd. se pro-
pone, tal como se entrevé formulado en su ánimo, me parece que
no ha sido bastante bien penetrado. Acaso tiene mucha parte de
culpa el lenguaje mismo que Vd. emplea. Al afirmar Vd. que el
principio católico es un principio de vida para las sociedades como
para el individuo, mientras que el principio filosófico los conduce
á la muerte, me parece incuestionable que por principio filosófico
entiende Vd. aquí el espíritu opuesto al Catolicismo, y rebelado
contra Dios. Considerada en sí misma , la filosofía no es buena ni
mala, ni católica esencialmente, ni esencialmente anticatólica.
La filosofía no es mas ni menos que el ejercicio de la razón huma-
na ; y Vd. sabe mejor que yo la gran parte que Dios ha señalado á
esta razón en el cumplimiento de sus designios sobre nosotros mis-
mos y sobre la sociedad. Igualmente mejor que yo, sabe Vd. hasta
qué punto llega la solicitud de la Iglesia para proteger y defender
esta parte que Dios ha querido que tenga en sus obras la humana
inteligencia, regida por la sana voluntad.


Para que ao quedase duda del pensamiento de Vd., creo que
le bastaría esplicar lo que ha querido decir con la espresion princi-
pio filosófico. Así tendría Vd. ocasión de pintar con vivos colores
esta cooperación que Dios se ha dignado como repartir entro el




— 117 —


Criador y la criatura , catre el señor y el siervo , entre nuestros es-
fuerzos vacilantes y su poder infinito. También tendría Vd. oca-
sión de renovar lecciones, ya olvidadas, de ilustres maestros , en
que nos muestran el orden plenamente racional, soberano, abso-
luto de una sociedad constituida conforme a los designios de un
Dios Redentor, y en la cual vemos por gefe supremo al mismo
Dios representado aquí abajo por su Iglesia, y servido por lugar-
tenientes de varios órdenes y grados, cuyas distintas funciones cor-
responden á la infinita variedad de las cosas humanas. Ver íamos
cómo, procediendo de Dios todas las cosas de una manera directa
ó indirecta, vuelven todas á É L : veríamos la justicia formando la
regla de todas las relaciones del hombre para con Dios, y de los
hombres entre sí; no ya una justicia interpretada conforme á nues-
tro mezquino alcance, sino establecida por Dios mismo , y en úl-
timo lugar, interpretada por É L ; veríamos, en fin , la caridad dul-
cificando todo cuanto sin ella seria excesivamente rigoroso, cu-
rando las llagas de la humanidad, sirviendo do compañera á la
justicia, y manifestándose como su principio y su último fin.


En otro pasaje de sus cartas al señor Conde de Montalembert,
nos presenta Vd. á las sociedades caminando infaliblemente á la
muerte, y al mal obteniendo en el mundo una victoria fiual sobre
el bien. Esta predicción no es en verdad otra mas que la contenida
en los libros sagrados: pero así y todo, me parece que hay un poco
de temeridad en ver tan cerca como Vd. lo hace, el dia de la ca-
tástrofe ; y es posible que en esta ocasión haya abusado algo de
una facultad propia de las grandes inteligencias (facultad que las
acerca mas y mas á la inteligencia divina) y es la de considerar
realizada en un solo punto del tiempo una larga serie de conse-
cuencias que no se desenvuelven sino en el trascurso de muchos
siglos.


Como Vd. vó, mi querido amigo, al tomarme la libertad de
hacerle estas observaciones, nada mas hago sino ponerle delante
objeciones que se desprenden de sus mismas cartas. Pensando Vd.
en que las inteligencias débiles necesitan ser ilustradas con grande
precaución, estoy cierto de que su caridad misma le dictará el




- 118 —


(1) En la margen misma del original de la caria anterior se lee escrito de mano
del Sr. DONOSO : •— « Contestada en 3 de agosto , remitiéndole nii caria al Pais y al
Heraldo para que tenga la bondad do traducirla.»


Siendo el objeto de esta carta al Pais y al Heriilh refular todas- las objeciones
hechas por varios periódicos españoles, y conteniéndose en esta refutación todas y
cada una d« las esplicaciones que deseaba el Sr. de Blauche-Ilaffin, creemos del
caso remitir al lector á nuestro tomo tercero, página 2S9, donde hallará aquel es-
crito.


( \o t : t dsl Editor.)


medio de disipar las sombras que la flaqueza de ciertos en tend i -
mientos opone á sus brillantes doctr inas . Si Vd. t iene en algo esta
indicación , le est imaría se sirviera dec i rme en qué forma piensa
dar sus esplicaciones; pues en todo caso, me ofrezco con el mayor
gusto á traducir lo que Vd. escr iba .


Muchas cosas pudiera decir á Vd. todavía, señor Marques, sino
temiera distraerle demasiado de sus g raves ocupaciones: le espli-
caria por qué tengo todavía esperanza de ver á nuestra presente
sociedad repuesta de la ter r ib le enfermedad que la aqueja , pues
espero que aun vuelva á someterse dóci lmente al yugo sagrado de
la Iglesia. En cuanto á Vd., veo con pena que , si bien no desespe-
r a , solo abriga en rigor un fantasma de esperanza. Dios querrá
quizas que nos encont remos en a lguna pa r t e : si yo no hubiera de
consultar mas que mi deseo, de seguro volvería á visitar á Madrid
y la España.


Para terminar , pe rmí tame Yd. espresar le mi deseo de que sus
hermosas palabras acerca de la necesidad de la oración y de la
vida contemplativa obtengan una publicidad, que seria provechosa
para su patr ia de Vd. y para la mia.


De todo corazón es suyo, afectísimo y respetuoso amigo y se r -
vidor


AI.BÉLUC DE BLANCUK-UAFFIN ( i ) .




CORRESPONDENCIA CON EL DUQUE DE VALMY.


AL SEÑOR DOXOSO.


P A R I S , Mayo 8, 1850 .


SEÑOR m a r q u é s : Largo t iempo hace que deseaba una ocasión de
ofrecer á Yd. el homenage de mi admiración; y contando con su
benevolencia, aprovecho la que se me presenta de ofrecerle el a d -
junto ejemplar de un libro que he publicado en estos dias con el
título La fuerza del Derecho.


Eu este libro he procurado espresar las verdades que con tan
elocuente voz ha manifestado Yd. en la t r ibuna española , y r u é -
g o l e , por t an to , que reciba mi recuerdo como la ofrenda de un
discípulo.


No intentaré hacer una apología ni un análisis de la Fuerza
del Derecho y del Derecho de la Fuerza, porque seria un trabajo
inútil cuando menos , dir igiéndome á un juez tan competente como




el marqués de Va ldegamas , quien , dado que yo haya hecho una
obra ú t i l , sabrá demasiado comprender la . Me limitaré por tanto á
rec lamar la indulgencia de Vd. para con la tentativa d e un h o m -
b r e de buena voluntad , que se t iene por dichoso en habe r hal lado
ocasión de ofrecerse su muy afecto y respetuoso servidor


EL DUQUE DE VALMY.


P. D. Mi editor está encargado de remitir á Vd. por el correo
un ejemplar de la segunda edición de mi l ibro.




AL SEÑOR DUQUE DU VALMV.


MADRID , Mayo 1 0 , 1 8 5 0 .


SKÑOR Duque : He retardado algunos días contestar á la que usted
se ha servido dirigirme el 5 , con la esperanza de recibir por el
correo su última obra, que tengo gran deseo de conocer, y la
cual no ha llegado aun á mis manos, como suele acontecer con los
libros que se remiten de ahí por el correo. Me tomo por tanto la
libertad de rogar á Vd. que se sirva remitir su obra al señor Du-
que de Sotomayor, nuestro Embajador en París, el cual aprove-
chará la primera ocasión favorable de enviármela por conducto
seguro.


Ya he tenido el gusto de leer algunos fragmentos de La fuerza
del Derecho en los periódicos religiosos; y me ha bastado esta lec-
tura para acrecentar la estimación que á Vd. profesaba, como á
persona en quien se armonizan de una manera perfecta el nombre,
el carácter y el talento. Por este motivo aprovecho solícito la oca-
sión de manifestar á Vd. el gusto con que veo entablarse relacio-
nes entre nosotros. Réstame únicamente reclamar la indulgencia
de Vd. si no le escribo de una manera adecuada , porque faltán-
dome costumbre de manejar su lengua, me ha de ser imposible
espresarme con la amplitud que quisiera.


De Vd. afectísimo y respetuoso servidor


EL MARQUÉS DE VALDKGAMAS.




Ar. SEÑOR DUQUE DE VALMY.


MADRID, Junio 1 7 , 1 8 5 0 .


AFORTUNADAMENTE, señor D u q u e , he recibido no solo el e jem-
plar que se ha servido Vd. remi t i rme por conducto del señor duque
de So tomayor , y que acabo de recibir en este ins tan te , sino t a m -
bién el que me ha enviado el editor de Vd. , y el cual contra mis
esperanzas llegó á mis manos hace tres dias .


Acabo de terminar la lectura de su obra . Es ve rdade ramen te
un libro de otros t i empos : en nuestros dias no se suele escribir
sobre cuestiones canden tes con esa imparcialidad se rena , con esa
esquisita cu l tu ra , y esa sobriedad de buen gusto. La bella l i t e ra -
tura ha m u e r t o , l levándose consigo el secreto de todas esas cua l i -
dades . Pero el libro de Vd. las r eúne en alto grado : es , á un mis-
mo t i e m p o , un buen libro y una buena acc ión , destinado como
lo está ent re todos á preparar el triunfo de los sanos principios, y
la reconciliación en t re hombres es t imables , separados hoy por las
revoluciones .


Dios bendecirá los valerosos esfuerzos de Vd. Por lo demás ,
usted ya sabe que sus principios son los inios; y únicamente a ñ a -
diré que también adopto de la misma manera sus conclusiones.
Debo dar á Vd. mil g rac ias , señor D u q u e , y se las doy de todo
corazón por el sumo placer que me ha p roporc ionado , hac iéndome
leer cosas tan bellas en s í , espresadas con tan bello l enguage .


De Vd . , señor D u q u e , tengo el honor de repet i rme afecto y
respetuoso servidor


EL MARQUÉS I>E VALDEUAMAS.




A r . SEÑOR DONOSO.


P A L U S , Julio 9 do 1 8 5 0 .


SEÑOR Marqués: Las dos cartas que se lia servido Vd. escr ib i rme,
me son tanto mas apreciables, cuanto mayor es la benevolencia
con que en ellas ha querido hablar de la Fuerza del Derecho , y
de su autor. Estimo la opinión de Vd. sobre todas las demás q u e
se han dignado honrar á mi o b r a , y la estimo sobre todo por las
frases con que Vd. t e rmina .


Nada podria se rme mas grato que oir de los labios de Vd. q u e
oslamos de acuerdo en todos los puntos ; y esta aserción me hace
concebir la esperanza de que no haya sido Vd. bien comprendido
cuando se ha querido presentar le en abierta disidencia con uno
de sus mas ilustres compatr iotas , el Sr . Bal m e s , en la manera de
apreciar el sistema genera l de política adoptado por Pió IX al
principio de su Pontificado.


Ciertamente que una inteligencia tan elevada é imparcial c o -
mo la de Vd. no podia dejar de ver que el pensamiento de las
reformas intentadas por Pió IX era hijo de su elección misma en
18 ' iG; y que estas reformas , á pesar de cuanto pueda decirse s o -
bre el modo en que se han desenvue l to , han sido una s a l v a g u a r -
dia del poder temporal del Papa, en presencia de una revolución
que iba volcando á todos los poderes consti tuidos.




— 124 -


EL D I Q U E BE VALMY.


Verdad es que el sistema de Pió IX no siempre ha logrado
impedir que el torrente revolucionario se desborde por la Italia;
pero no es menos cierto qne ha bastado para aplazar este desbor-
damiento hasta la época en que los partidos católico y conserva-
dor han adquirido la fuerza suficiente para emprender la restau-
ración del Pontificado. Aun pudiera añadirse que Pió IX lia
obtenido un auxilio que la república francesa habría negado á
otro Pontífice menos popular, si aun es lícito usar esta palabra
tantas veces prostituida. Como quiera que sea, no entraré aquí á
discutir esta tesis. Permítame Vd. añadir únicamente que, tenién-
dose en cuenta el estado de los ánimos y la comezón reformadora
del presente siglo, Pió IX, júzguense sus actos como se quiera,
ha sido el enviado de Dios para estos tiempos fuera de la regla
común, homo missus á Deo.


Vd. sabe, señor Marqués, la sinceridad con que se ofrece
suyo afectísimo y respetuoso servidor




Ai, s n x o K I)UQI:K r>K VAUIY.


MADRID julio ÜO de 1830.


Hfi recibido, señor Duque, la apreciable de Vd. del 9 .—Us-
ted es persona que me inspira tal confianza, y siento además que
su amistad me es tan necesaria, que para merecerla, me propongo
ser con Vd. completamente franco. No sé en verdad cómo me ar-
reglaré para espresar á Vd. en una lengua para mí estraña lo que
tengo que decirle; pero de todos modos, voy á ver si logro ha-
cerme comprender de Vd., que es todo lo que me basta.


La cuestión es la siguiente :—¿ El sistema general de política
adoptado por Pió I X en los principios de su Pontificado, es bueno
ó malo?—Yo he dado á esta pregunta dos respuestas en realidad
idénticas, en apariencia contradictorias; pues que en una ocasión
he dicho sí, y en otra he dicho no. He dicho sí en un escrito acerca
de PÍO I X , que vio la luz pública antes que el del señor Balmes
sobre el mismo asunto, y que no es conocido en Francia: se lo
mandaré á Vd. á la primera coyuntura favorable, aunque ignoro
si comprende Vd. el español. He dicho no en uno de mis discur-
sos, y este fué conocido por el señor presbítero Val-Roger, que
tuvo la bondad de unir mi nombre al del señor Balmes en el Ami
de la Religión.




Ahora, pues , voy á espresar mi pensamiento todo entero, líelo
a q u í :


El mundo creia que la Iglesia no era tan Católica como su
n o m b r e : el mundo creia que la Iglesia era una Reina servida por
esclavos, y que solo sus esclavos se la podían acercar l ibremente .
Era necesario desengañar al m u n d o , y Pió IX ha sido el hombre
de quien Dios ha querido servirse para desengañar al mundo por
lo (pie respecta á su Ig les ia : así debe in terpre tarse , en mi juicio,
la conducta de este gran Pontífice. Así como en otro tiempo su
Divino Maestro llamó á sí á los judíos y á los gentiles, el g ran Pon-
tífice ha venido para llamar á sí á los monárquicos y á los l ibe ra -
les. Ha sido crucificado por los l ibera les , como su Maestro lo fué
por los judíos ¡Ay de los judíos! ¡ ay de los l ibera les! . . . En uno y
en otro caso ha habido un llamamiento seguido de una catástrofe,
y en uno y en otro caso, á pesar de la catástrofe , hay que tener
el l lamamiento por bien hecho .


Este es mi sí: hé aquí ahora mi no. Me parece bien que los li-
berales hayan sido l lamados; pero á condición de q u e , lo mismo
que los j ud íos , no sean llamados mas que una sola vez por todas
hasta el fin d é l o s t i empos : me parece que nuestro gran Pontífice
será de la misma opinión. Creo estar en el buen camino aprobando
lo que se ha h e c h o ; pe ro n o , sin e m b a r g o , creyendo que deba
renovarse la esperiencia. j u s t o , p ruden te y hasta necesario era
que la iglesia abriese sus brazos á todo el m u n d o ; pero jus to ,
prudente y necesario es también que la Iglesia, sin cer rar sus b r a -
zos , vuelva los ojos hacia los que han encanecido respetándola y
amándola .—Nues t ro Señor llamó á todo el m u n d o , bendijo á todo
el m u n d o , perdonó á todo el m u n d o , y pidió por sus enemigos:
pero c u a n d o , pasada la catástrofe, salió de su sepulcro, no fueron
c ie r tamente sus enemigos con quienes envió á reunirse á María
Magda lena , sino con sus Apóstoles y sus hermanos .


Confesaré á Vd. francamente que me causa espanto ver el c a -
mino por dónde ha echado cierta parto del clero francés. So p r o -
testo de no querer hacer á la Iglesia solidaria de un partido o de
una forma determinada de g o b i e r n o , se pre tende lanzada en el




campo de las aventuras . ¿Cómo no ven esos desgraciados que por
este camino se vá forzosamente á parar á una catástrofe? Nuestro
Señor ha amenazado con desconocer en el Cielo al que tenga v e r -
güenza de confesarle á Él en la t ierra. ¿Cómo se oculta á esos sa -
cerdotes de quienes voy h a b l a n d o , que al aconsejar á la Iglesia
que desconozca á sus fieles y que se avergüence de sus amigos ,
no hacen otra cosa sino aconsejarla<pie cometa aquel gran pecado
del avergonzamiento y de la ingrat i tud? Podrá ser este quizás el
consejo de la prudencia humana ; pero la prudencia humana e s a
veces bien mezquina y bien impruden te .


Tengo el h o n o r , Señor D u q u e , de saludar á Vd. como siem-
pre , su muy afecto y respetuoso servidor


Ei MARQUÉS DE YALPEGAMAS.




AL SEÑOR DONOSO.


PARÍS , setiembre 22 de '1850.


OEÑOR Marqués: A no haber consultado sino mi anhelo de reiterar
á Vd. el homenage de afecto y estimación que nuestras relaciones
me han inspirado, habría respondido antes á su interesante última
del 20 de julio. Pero aguardando el folleto de Vd. sobre Pió IX,
se echó encima mi viaje á Wisbaden; y después cuando he reci-
bido aquel opúsculo, he tenido que leerlo con la dificultad que me
producía estar escrito en español, lengua que no cultivo hace
largo tiempo: todo lo cual esplicará á Vd. mi dilación en anudar
una correspondencia tan grata para mí.


Hoy que ya en fin conozco el escrito de Vd., me apresuro á
manifestarle que su lectura ha acrecentado en gran manera la ad-
miración que la noble inteligencia de su autor me habia ya de
antes inspirado.—¡Qué magnífica esplicacion del carácter de las
reformas de Pió IX! ¡ qué esposicion tan elocuente del espíritu de
nuestra santa religión! Si mi último escrito ha obtenido alguna
boga, estoy cierto de que consiste en haber indicado en él algunas
de las verdades tan claramente demostradas por Vd.


Voy á tomarme todavía la libertad de decirle cuatro palabras
acerca de la cuestión que se ha dignado Vd. tratar conmigo.




El sistema general de política adoptado por Pió IX ¿es ó no
conveniente? Ayer decia Vd. sí, lioy dice no. En su folleto e n c u e n -
tro deducidos los motivos del sí: allí veo cuan br i l lantemente lia
sabido Vd. presentar en toda su grandeza la acción del Pontifica-
do, y con cuanta exacti tud ha demostrado que Pío IX es el g lor io-
so continuador de San Anselmo, de Gregorio VII y de Inocen-
cio III. Admirador entusiasta como yo soy de Pió I X , todavía he
aprendido de Vd. lo que hay principalmente que admira r en la obra
de este Pontífice.


Al buscar después en la carta de Vd. los motivos de su no,
encuentro como único el l lamamiento hecho por Pió IX á los l i be -
rales; y conforme con Vd. en q u e , si el sistema general de este
Ponlílice no hubiera consistido mas que en aquel l lamamiento,
por nada c u e s t e mundo deber ía repe t i r se , creo sin e m b a r g o , s e -
ñor Marqués , que aquel l lamamiento no es en r igor mas que un
mero incidente de la empresa de Pió IX, tan lealmentc esplieada
en el folleto de Vd. ; y siendo esto a s í , claro es que ninguno de
los fundados cargos que pueden formarse en este incidente , afecta
en nada á la política general del Pontífice. Aun me aventurar ía á
asegurar mas , y es que en verdad no puede decirse que Pió IX ha
llamado á los l iberales, sino que los liberales se han ido á él para
turbar su obra , en lo cual c ier tamente tampoco han triunfado por
sus propias fuerzas , pues el Papa habría frustrado de seguro sus
manejos si no hubiese tenido contra.s í varias c i rcuns tanc ias , c o -
mo son: primera, la imprevisión de los Soberanos de Italia, q u i e -
nes negándose á seguir á Pió IX, han promovido en sus respect i -
vos Estados explosiones revoluc ionar ias : s e g u n d a , la misión de
Lord Minto, espresamente enviado á Italia para favoccccr estas e s -
plosiones en un sentido anticatólico y anl i f ranccs; por ú l t imo , la
revolución de febrero, que lia venido á promover en Italia, como
en todo el resto de Europa , un sacudimiento contra el cual estaba
Pió IX menos armado que el Emperador de Austria y el Rey de
Prusia.


Por no alargar demasiado esta carta , me tomo la libertad de
remitir á Vd. adjunto un escrito en que hace un año traté de las


TOMO v. 9




— 130 —


reformas de Pió IX, y en el cual espongo los fundamentos de la
opinión que acabo de manifestar.


Resumiendo cuanto dejo d i cho , creo exac tamente como Vd. ,
que Pió IX no debe repet i r su l lamamiento a los l ibera les ; pero
también creo ser de la opinión de Vd. añadiendo que el Papa debe
proseguir sus reformas en el sentido y manera que Vd. ha indica-
do , con el fin de romper las cadenas de la Iglesia, y de salvar al
mundo de la nueva se rv idumbre que le impondría la filosofía an t i -
católica.


En cuanto á los auxil iares de que deben valerse el Papa y la
Iglesia, es evidente que deben ser los amigos de la iglesia y del
Papa . En la lucha de las opiniones , la Iglesia no debe mostrarse
tan des in teresada , que llegue hasta ser indiferente al bien ó al mal.
Por lo que hace al camino emprendido por cierta parte del clero
francés, no vacilo en calificarlo como un acto de ceguedad y de i n -
grat i tud. Esperemos que Dios se d ignará ilustrarlos acerca de las
intenciones positivas de los que , encubier tos con distintos disfraces,
son siempre los hijos de Vol ta i re ; y confiemos en que el clero no
quer rá perder las ventajas que le dan sus vir tudes en una época en
que se van haciendo tan ra ras .


De Vd. como s i empre , señor Marqués, afectísimo y respetuoso
servidor y amigo


EL DUQUE DE VALMY.




CORRESPONDENCIA CON M. GUIZOT.


AL SEÑOR DONOSO , acusándole recibo de un ejemplar de el
E N S A Y O .


PARÍS, jueves 3 de julio de 1 8 5 1 .


DOY á Vd. un millón de gracias por su recuerdo , señor Marqués.
A mi nido de Yal-Richer, donde voy á fijarme por ahora , me llevo
el libro de Vd. , seguro de que después de haber lo leido , t endré
motivo para agradecer le mas y mas su buena memoria . Todavía
no he hecho mas que hojearlo. Me parece que no le quitaría ni un
tilde; pero que le añadiría alguna cosa.


La Iglesia Católica es cierto que no cambia ni se m u d a , pero es
indudable que anda y camina. Para incorporarse á la sociedad h u -
mana en la actualidad, todavía t iene que dar un paso . Este paso
puede dar lo , si quiere. ¿Lo d a r á ? Nadie mas idóneo y autorizado
que Vil. para ponerla en esta via.


Reiterando á \ ' d . mis gracias , le ruego que cuente en el n ú -
mero de sus mas afectos y respetuosos amigos á


GIIZOT.




AL SEÑOR GLIZOT.


PARÍS, julio i 1 8 . r l .


Dov á Vd. á mi vez repet idas gracias por su apreciable car ta .
De buena gana habría echado con Yd. algunos párrafos acerca de
esa gran cuestión de la Iglesia. Pero ya que esto no es posible por
la ausencia de Yd. , tendré el honor de espresarle mi pensamiento
en algunas breves f rases , que encomiendo á su benevolencia.


Tengo para mí que el mundo no ha de salvarse únicamente
por medio del pensamiento, sino también por medio de la acción,
puesto que el h o m b r e no piensa sino con el fm de obrar después
conforme á lo que ha pensado . Es dec i r , que el mundo para s a l -
varse tiene necesidad de verdad y dé vir tud. Pues bien, ni la una
ni la otra puede recibirla el mundo mas que de manos de la
Iglesia; y la razón es la s igu ien te :


En el o rden del pensamien to , la Iglesia sola está en posesión
de lo absoluto; y en el o rden de las acciones, ella sola está en po-
sesión de la caridad.


Nosotros los h o m b r e s , para saber cualquiera cosa, tenemos
necesidad de elevarnos de lo relativo á lo absolu to ; mientras que
la Iglesia, para ap render todo lo que nosotros sabemos, nada mas
necesita sino descender á nuestro re la t ivo , desde las alturas de lo
absoluto. Ahora bien, Yd. ve que es mas fácil bajar que subir.




— 133 —
Si la. Iglesia no ha bajado todavía hasta nuestro te r reno , culpa


es de los Reyes de la tierra y de los Gobiernos del m u n d o , que
no se lo han consentido, á fuerza de poner le t rabas y obstáculos.
En verdad que cuando uno recor re la historia de estos últimos si-
glos, y ve la leij de sospechosos aplicada á la Iglesia por todas las
legislaciones de los paises católicos, razón hay pa ra p r egun ta r s e
cómo es posible que la Iglesia sepa todavía alguna cosa.


Por otra p a r t e , la Iglesia sola es perpe tuamente cari tat iva.
Mientras que los hombres se ocupan en abor recerse y devorarse
mu tuamen te , la Iglesia sola a rde todavía en amor á los hombres :
porque el amor ha sido s iempre su pa t r imonio , su fuerza y su
secreto.


Siendo esto así, yo digo en consecuencia , que si hay alguien
que sepa mas que el mundo y que a m e mas que el mundo , ese
será quien le salve: porque el mundo no puede ser salvo sino de
la misma manera que ha sido liecho, es decir, por la soberana in t e -
ligencia y por el amor sumo.


Dios mió ! Maravilla causa ver cuan fáciles son las cosas di f í -
ciles. Yo c r e o , por e jemplo, m u y posible que la salvación de la
Europa dependa á la hora presente de que la quiera ó no la qu ie ra
un hombre que está en Val-Richer. ¿ La quer rá ?


Dígnese Vd. contarme en t re sus mas afectos y respetuosos
amigos.


JUAN DONOSO CORTÉS.




AL SEÑOR DONOSO, remitiéndole un ejemplar de la obra titulada
M É D I T A T I O N S E T E T U D E S M O R A L E S .


Noviembre 2 i de 1 8 3 1 .


SEÑOR Marqués : Allá va un libro , que acaso logre interesar á Vd . ,
y con cuyo ofrecimiento le pago una ant igua deuda .


Hemos pensado mucho los dos en unas mismas cosas , y ambos
caminamos hacia un mismo término por s e n d a s , sino idénticas,
paralelas cuando m e n o s . Para los t iempos que c o r r e n , ya es esta
no poca unidad.


Dígnese Vd. con este mot ivo, acoger de nuevo las segur idades
de mi mayor aprecio y profunda est imación.


Guizor.


AL SEÑOR GUIZOT.


PARÍS, nov iembre 2 8 de 1 8 5 1 .


HE recibido la nueva obra que se ha servido Vd. enviarme , j u n -
tamente con la apreciable carta que la acompaña .


Un nuevo escrito de Vd. es s iempre una nueva luz para todos
los entendimientos. El presente me propongo leerlo con toda la
atención que acostumbro en cuanto sale de su pluma s iempre grave
y e rud i t a ; seguro como estoy de hallar en sus palabras algo que
se apodere de mi espír i tu , y que agi te profundamente mi alma y
mi corazón.


Con este motivo aprovecho la ocasión d e rei terar á Vd. mi mas
s incero y respetuoso afecto.


JITAN DONOSO CORTÉS.




CARTAS Á UN AMIGO


PARÍS 4 9 de Abril de I 8 B 1 .


QUERIDO mió: Con grat i tud y ternura he visto lo que Vds. t r a b a -
jan por poner á salvo la verdad en punto al recibimiento q u e mi
pobre persona ha merecido en estas t ierras. Yo no habia quer ido
h a b l a r á Vd. de e s o , porque en rigor no valia la p e n a , y porque
nunca me ha gustado obra r como farsante. Pero ya que tiene usted
tanto interés en saberlo , solo le diré que no sé de n ingún d i p l o -
mático cstraugero. que haya sido mejor recibido en Paris por todas
las clases de la sociedad , y señaladamente por las a l tas . Todos los
sa lones , incluso el de la Princesa de L i e v e n , que es el p r imer s a -
lón político del m u n d o , abierto á poquísimos escogidos, se a b r i e -
ron para m í , aun antes de h a b e r presentado mis c r e d e n c i a l e s , y
cuando solo podía anunc ia rme como Donoso Cortés. Esta es la-ver-
dad , toda la v e r d a d , y nada mas que la v e r d a d .


El caritativo parrafito de la REVISTA DE AMBOS MUNDOS, relativo ú
m í , de que Vd. me habla , sé de positivo que se puso sin saberlo
el d i rec tor , que está enfermo. A tiro d e ballesta se conoce que no
es su autor un f rancés: brilla en él demasiado el odio español. ¡Dios
santo! ¿y á quien odia esta gen te ? á un hombre que j amás ha he-
cho mal ni aun á sus enemigos ; á un hombre que no ha quer ido




ser Ministro, cabalmente por no hacer á nadie ni aun aquel mal
que en* los que gobiernan es muchas veces justo y obl igator io; á
un hombre de cuya boca , ni siendo de la oposición , ni s iendo mi-
nisterial , salió jamás una personalidad. Dios los pe rdone . Si me
atacan , no por eso me defenderé . Mi vida es demasiado pura para
que yo la defienda.


Pero de todas maneras , mi dolor es muy grande al comparar el
modo que tienen de t ra ta rme en mi patr ia con las distinciones que
estoy debiendo á los cs t rangeros . Lo que conmigo pasa , no es mas
ni menos que uno de tantos síntomas como reve lan el lamentable
estado de ese pais. Eso está perdido del t odo : ahí no hay mas que
una lucha de vergonzosas persona l idades , y una caza perpetua en
la que unos pocos de hombres se pelean sobre cuál caza mas . El
liberalismo y el par lamentar ismo producen en todas par tes los mis-
mos electos: ese sistema ha venido al mundo para castigo del mun-
d o : él acabará con l o d o , con el patr iot ismo, con la inteligencia,
con la m o r a l i d a d , con la h o n r a : es el m a l , el mal p u r o , el mal
esencial y sustancial. Eso es el par lamentar ismo y el l iberalismo.
Una d e dos: ó hay quien dé al t raste con ese s is tema, ó ese sistema
da rá al traste con la Nación Española , como con toda la Europa.
Pero yo temo que en t re en los designios de la Providencia que ese
mal no pueda ser est i rpado sino por otro m a y o r ; para ese mal
mayor se preparan tal vez las sociedades.


En esc caos no se pueden dar consejos. Afortunadamente los
que pensamos como Vd. y yo , no tenemos elección. Por lo (pie á
mí hace , nada tengo que disponer , porque por ahora no pienso ir
á España : si fuera , seria para decir todo á todos.


Adiós amigo mió. Vd. sabe cuan de veras le quiere su afec-
tísimo


Doloso,




PARIS 4 . " de mayo de 4 8 5 4 .


Mi querido a m i g o : Voy á r e f e r i r á Vd . , aunque no sea mas
que en abreviadís imo resumen lo que pasó en la entrevista
que he tenido con el Príncipe de Mettcrnicb. La grandeza del papel
que este célebre personage ha desempeñado en el m u n d o , hace
que todo lo que con él t iene re lac ión , sea s iempre muy i n t e r e -
sante .


El Pr íncipe m e recibió con el agasajo mas cumpl ido: yo por mi
par te saludé con la veneración mas profunda aquella ru ina , todavía
magestuosa, de otra edad y de otros tiempos. Un hombre que ha
sido Ministro du ran te treinta y n u e v e años en el siglo décimo nono;
que , durante este larguísimo per íodo, ha sido el arbi t ro supremo de
uno de los mas bellos imperios del mundo ; que se ha mezclado en
todo, y ha influido en todo; que ha in tervenido en toda clase de
guerras , en todas las paces , en todas las a l ianzas; que ha sido uno
de los mas g randes arquitectos del edificio político de Europa ; y
que , caido y todo como está, influye todavía poderosís imamente e n
los consejos de los Pr ínc ipes , es un espectáculo que infunde n a t u -
ralmente g r a n d e reverencia y profundísimo respeto .


La fisonomía del Príncipe es á un mismo t iempo agradab le y
t ranquila: sus facciones son bellas aun , y su belleza está en su p r o -




- — 1 3 S —


porción hermosa . Habla mal el f rancés, y le habla muy despacio:
habla mucho , porque es viejo; pero las cosas que dice son buenas ,
aunque son muchas : a lguna vez habla de lo futuro, pero casi s i em-
p r e de lo pasado.


Comenzó por referirme la historia de su vida, que es la historia
del siglo presente . En ella es notable el principio y el íin. Apenas
salido de la infancia, tuvo por ayo y maes t ro á un francés llamado
S imón , amigo íntimo de Robespierre y Presidente del Comité D e -
ccuiviral, que dirigió la célebre y lamentable jo rnada de agosto, en
la que acabó la Monarquía. El joven Metternich debia de ser incor-
ruptible, cuando no fué entonces cor rompido . La influencia de la
educación , sin dejar de ser g r ande , ha sido exajerada , señalada-
men te por los políticos gr iegos : hay organizaciones que son desde
luego lo que han de ser en adelante , sin que ningún género de
educación sea poderoso para corregir las ni para mudar las : a c o n t e -
ce esto sobre todo en aquellos hombres que la Providencia escojo
como ins t rumentos de sus inmutables designios. En la misma escue-
la en donde otro hubiera a p u r a d o , hasta conver t i r le en su propio
jugo , el veneno democrát ico , aprendió Metternich. á conocer la de-
mocracia y á aborrecer la : siendo digno de notarse que por lo g e n e -
ral los que mejor combaten á un enemigo , no son los que le a b o r -
r ecen , sino los que le conocen. Metternich y Mirabeau son los test i-
monios mas insignes de esta ve rdad , en t re cuantos nos presenta la
historia con temporánea . Met tern ich , que desde niño conoció á la
democracia como á su propia madre , es el hombre que ha dirigido
contra ella los golpes mas ce r t e ros : Mi rabeau , que era nobilísimo
por su sangre y por su educación cortesana , acabó con la a r i s to -
cracia , y desmante ló la Monarquía. A este propósito recordaré
a q u í , en comprobación de la misma verdad , que Voltairc, el e n e -
migo personal y j u r ado del Señor , fué el hombre de su siglo que
mas frecuentemente hojeó las Santas Escrituras, siendo de opinión
(pie el buen abogado no era aquel que leia constantemente lo que
á su parte, era provechoso, sino aquel que tenia s iempre á la vista
los autos de la par te contrar ia .


Por lo que hace al fin de su car rera púb l i ca , el Príncipe de




— 13!» —


Melternich afirma que se retiró del poder, no porque la Monarquía
tuviera enemigos, y esos a rmados , sino porque en el momento s u -
premo aflojaron sus defensores. El Príncipe aconsejó la represión
inmediata de la insurrección, represión que en su sentir e ra posible
y hacedera : en los altos consejos, sin e m b a r g o , prevaleció la polí-
tica de las concesiones , y el Príncipe se re t i ró an te esta política,
que tuvo por desastrosa.


El Príncipe no puede hablar sino apoyado en fórmulas , que
ponen de relieve su pensamiento, y en comparaciones y símiles, sa-
cados de las cosas vu lga re s , que contr ibuyen á hacer le mas p e r -
ceptible. Hablando del sistema de concesiones , d i jo , que toda
concesión es un g a s t o ; y que los gastos son de dos maneras , s e -
gún que tienen por objeto la renta ó el capi ta l : que el que gasta
la renta para salvar el capi ta l , hace b i e n ; pero que el que gasta el
capital para salvar la r e n t a , se arruina . Aplicando estos pr incipios
al caso en cuestión , di jo: que las concesiones adminis t ra t ivas son
aquel gasto sobre la r e n t a , que contr ibuye muchas veces á sa lvar
los capi ta les : pero que las concesiones políticas son aquel gasto
sobre el capi ta l , que conduce derechamente a la bancar ro ta y á
la miseria.


El Príncipe dice que ha mirado s iempre con horror y desv ío
la polít ica; y que su mala estrel la le ha obligado á ser hombre p ú -
blico contra todos sus instintos : que él hubiera sido un buen p r o -
fesor de matemáticas y de ciencias na tu ra l e s , para las que reco-
noce en sí g rande disposición y g rande apego : que los vendavales
y la voluntad agena le han obligado á ser otra cosa diferente.


Por lo gene ra l , no se da crédito al que afirma de sí propio que
tiene en aborrecimiento la vida púb l i ca , y q u e , á poder seguir sus
gustos , preferiría la pr ivada. Yo he sospechado s iempre lo c o n t r a -
rio de lo que el mundo sospecha : yo estoy inclinado á creer á
todo el que me dice : «Tengo en detestación el ruido ; quiero la paz
y el descanso:» sin que se al tere mi creencia al considerar que
pocos de los que esto dicen lo hacen ; persuadido como estoy de
que el hombre está condenado á hacer aquello que le eno je , y á
dejar de hacer aquello que ape tece : d é l a misma manera que c o -




— 1-10 —


noce el b i e n , y le a p r u e b a , y sin e m b a r g o , no le h a c e , sin que
el no hacerle p ruebe gran cosa contra su aprobación y su conoci-
mien to ; mientras que conoce el m a l , y le abo r r ece , y sin e m b a r -
go , le e jecuta , sin que su ejecución p ruebe que ni le aborrece ni le
conoce.


Las cosas de Alemania fueron después el asunto preferente de
la conversación. El Príncipe, s iguiendo su cos tumbre , me hizo una
relación circunstanciada y minuciosa de todo lo ocurrido en el Con-
greso de Viena, viniendo a p a r a r después en las complicaciones a c -
tuales. Me dijo que no habia que temer nada por aquel lado: que la
reconciliación del Austria y de la Prusia era ya un hecho, si bien fal-
laba todavía por a r reg la r algunos pormenores . Volviendo aquí á sus
comparaciones y símiles, dijo que la Confederación era un edificio,
y el Austria y la Prusia los arqui tectos: que los arquitectos no disputa-
ban ya sobre la naturaleza y forma del edificio, estando sobre estos
part iculares perfectamente de acuerdo; que la disputa ahora ve r saba
sobre la mane ra de amueblar le . Llegado a q u í , manifestó una op i -
nión s i n g u l a r , en apoyo de la cual trajo su comparación c o r r e s -
pondiente . En su sentir, el Austria debe desistir del propósito d e
en t ra r en la Conferencia con todos sus Estados; propósito que sobre
no estar exen to de complicaciones Europeas , va derechamente con-
tra el interés del Austria. Dijo que el Austria es , como Rostchild, u n
g ran b a n q u e r o : que , como é l , desea ent rar en sociedad con otros
banqueros para su negocio especial , al que no alcanzan las fuerzas
individuales: el fin de la sociedad es la estirpacion de la revolu-
ción en Alemania. Ahora bien, dice el Príncipe, así como Roschíld
seria loco si en vez de poner en una compañía formada con un
objeto especial la par te que la cor responde , entrara en ella con
toda su for tuna , hasta el punto de dejar de exist ir como b a n -
quero independ ien te , de la misma mane ra seria en el Austria
insigne locura poner en la compañía Alemana todo cuanto t iene,
sin r e se rva r se para sí nada de lo que puede constituirla en un
Imperio separado, dejando absorberse así en la personal idad c o -
lectiva su propia persona .


De la Europa en genera l el P r ínc ipe no está lejos de pensar




— 141 —


D O N O S O .


lo mismo que yo pienso. Del P íamente d i c e , que su ruina es c ier-
ta ; y de la Franc ia , que no ve n ingún porven i r ni n ingún h o r i -
zonte; que en ella toda la a rmazón del cuerpo social está por el
suelo, y que él no conoce quién pueda l e v a n t a r l o , poniéndolo en
su conveniente equilibrio.


Me preguntó si Mr. Ciuizot y yo nos t r a t ábamos ; y como yo le
contestara que nos unían vínculos es t rechos de amistad, m e dijo:
Así debe se r : Mr. Guizot cst un bon garson qui revient á la verité.
En otra ocasión, hablando del mismo persona je , dijo: que no era
hombre de pr incipios , aunque era h o m b r e de s i s t e m a ; y que no
debían confundirse estas dos c o s a s : que un sistema es como un
cañón puesto en un hueco es t recho de un m u r o , para l ibrarse del
cual basta ponerse á un l a d o , y ev i ta r la línea r e c t a ; mientras
que los principios son como un cañón g i ra tor io , puesto al aire l ibre,
el cual vomita fuego contra el e r ror en todas d i recc iones .


Lo que distingue sobre todo al P r í n c i p e , es la probidad pol í -
tica , y su buen sentido i m p e r t u r b a b l e ; de lo vínico que se a laba ,
es de haber sido siempre el mi smo , y s i empre honrado . Sin ser
uno de aquellos espíritus eminentes que vuelan en las alas de las
concepciones mas gigantescas y a t r e v i d a s , alcanza á la misma
altura que ellos, á fuerza de observaciones y de u n estudio asiduo
de las cosas menudas . Él solo posee e n su integridad la historia
del siglo p resen te .


Después de h a b e r m e invitado con el mayor cariño á comer ,
invitación que creí deber rehusar pre tes tando un compromiso a n -
terior , tuvo la bondad de ofrecérseme e n t e r a m e n t e , y de manifes-
ta rme el gusto que tendría en conservar conmigo relaciones amis-
tosas.—Yo soy, me dijo, un libro voluminoso en d o n d e están c o n -
signados todos los grandes hechos de este s i g l o ; cuando Yd.
quiera , me pongo á su disposición para que me hojee desde la
pr imera á la úl t ima hoja .—


De Yd. s iempre afectísimo




PAIUS 1 5 de mayo de 1 8 5 1 .


Mi querido amigo : Con mucha pena y no sin estremecimiento veo
los pormenores que me da Vd. en su ú l t ima , acerca de la si tua-
ción de ese p a i s , aunque en ella no me dice Vd. nada que yo no
sepa ó p r e s u m a , aun mejor que los que están Vds. a h í : la distan-
cia es necesaria para la perspect iva. S í , ese pais está perdido,
perdido del t o d o , perdido sin remedio ; y la Europa tampoco lleva
mejores t razas de gana r se .


El partido moderado español , que hasta ahora ha sostenido el
o rden público , me parece que está definitivamente disuclto , o b e -
deciendo de esta manera á ' l a ley, en virtud de la cual el mismo
movimiento de disolución se observa en todas par tes . Intento vano
seria atr ibuir á causas especiales esta disolución: las causas son
g e n e r a l e s , porque el fenómeno es g e n e r a l ; las causas son e u r o -
p e a s , no s o n d e ningún modo españolas. En España como en Ita-
lia , en Italia como en F ranc i a , en Francia como en Inglaterra,
todos los antiguos partidos se disuelven rápida y s imul tánea-
m e n t e . El gran r e su l t ado , el resultado definitivo de este concurso
de disoluciones, me parece ser la formación p róx ima de dos unida-
des contradic tor ias ; la unidad democrá t i ca , por uu l a d o , y la




— 14?, —


DONOSO.


monárquica , por otro. Todo lo que está enmedio de las dos , me
parece condenado á perecer i r remisiblemente.


Ignoro lo que ese Gobierno hará en tan lamentables c i rcuns-
tancias : á nosotros solo toca señalar á su atención este fenómeno,
á un mismo tiempo local y g e n e r a l , español y europeo , para que
dándole la importancia debida , resuelva en su prudencia lo mas
conveniente. Solo diré que habría un gran p e l i g r o , porque habr ía
un grande e r r o r , en c reer que el part ido democrát ico de España
es hoy lo que fué aye r . Ayer apenas era una pandi l la ; hoy es un
partido formidable: ayer se «omponia d e algunas docenas de p e r -
sonas ; hoy de todo el partido progres i s ta , menos sus gefes , que
eran cabalmente los que le contenían dentro de los límites legales
y par lamentar ios : por la misma puerta por donde sus gefes han
sa l ido, han entrado los proletarios y jornaleros : de m a n e r a que al
mismo tiempo que pierde con sus gefes su p rudenc ia , gana con
sus nuevos soldados una salvage y destructora energ ía . Vd. ve r á
antes de mucho tiempo á El Clamor Público , r ep resen tan te v e r -
dadero de los instintos progresis tas , pasarse con a rmas y bagages
á los Reales Democrát icos ; así como ve rá infaliblemente á La
Nación desaparecer de la escena política por falta de suscri tores.


Al mismo tiempo verá Vd. otro fenómeno , al part ido m o d e -
rado fraccionándose cada vez m a s , hasta e l punto de no encont ra r
dos de sus individuos que piensen de una misma manera . Motivos
sacados del miedo ó del interés podrán reunir por algunos momen-
tos esos átomos que tienden á separarse con una fuerza centrífuga
irresistible: pero esos momentos pasarán con rapidez , y con ellos
las últimas esperanzas de esc par t ido, que en los días pasados fué
un partido glorioso.


En medio de ese c a o s , qu izás lo mejor para Vd. seria ver v e -
nir y dejarse l l eva r : no se agite Vd. es tér i lmente : deje Vd. obrar
al que obra todas las cosas , sin necesidad de nuestras estériles
agitaciones.


S u y o , cómo s i empre , afectísimo ,




PARÍS 10 de junio de lH.' i l .


OuEiuno m i ó : líe recibido la de Yd. del f>, y por ella veo que
lia sucedido ahí con mi libro (El ENSAYO) lo mismo que yo predije,
y que Yd. y todos mis amigos debieron p r e v e r . El caso se reduce
á lo s iguiente : Usted encuent ra á uno en la calle , y le d i c e —
«Yd. es muy feo .»—Pregun ta ¿ese uno le dará á Yd. las gracias ,
y le dirá á Vd. que es bonito?—-locura seria pensar lo . Pues bien,
aplique Vd. el cuento. Yo me encuent ro á ios l iberales , y les d i -
g o — «Son ustedes muy feos.»—¿Cómo diablos quiere Yd. que me
lo sufran, y que me den las grac ias encima ?


Esto, sin embargo , como Vd. v é , no prueba n a d a , sino que
yo he puesto el dedo en donde debia poner le . Sin e m b a r g o , debo
confesar que mi libro ha salido á luz fuera de t i empo : ha salido
a n t e s , y debia haber salido después del diluvio. En el di luvio se
ahoga rán lodos menos y o ; es decir, las doctrinas de todos menos
las mias. Mi gran época no ha l l egado ; pero va á l legar. Ya verá
usted qué naufragio, y como lodos los náufragos buscan refugio
en mi pue r to : aunque bien pudiera suceder (cosas como esas se
han visto) que ni aun así le quisieran , prefiriendo el mar salado.
Cada uno tiene su gusto ; y sobre gustos no hay nada escrito.


Pero vea Yd. lo que son las cosas. Mientras (pie con mi libro




— 145


pasa allí lo que pasa, aquí donde acaba de publicarse t raducido, ha
hecho esplosion. Varios periódicos ha a copiado ya capítulos y t r o -
zos acompañados ó precedidos de elogios, g randes todos, y a l g u -
nos entusiastas. Todos anuncian artículos formales para en lo su -
cesivo. Los estraños me vengan así de los propios. Y en esto c o n -
fieso (pie me he llevado chasco : yo creí que aquí como ahí lodos
serian contra mí, porque yo soy contra todos : no ha sido a s í ; y
debo consistir esto en que por aquí han pasado ya algunas olas
del diluvio, mientras que por España no ha pasado n i n g u n a . La
leí ra con sangre en t ra . Me dicen que el Diario de los Debates es el
único (pie está furioso, y escribirá contra m í , en su calidad de
último representante del Volterianismo y del Liberalismo Europeo.


La legislatura presente será , como la p a s a d a , y como las a n -
te r iores , y como las que vengan después , un verdadero florón del
Gobierno par lamenta r io ; palenques de ambiciones desaforadas,
que se entrechocan por la posesión de un cadáver . Yo no sé qué
h a c e r : por una parte me inclino á ir, y por otra no sé qué pape l
he de jugar en semejante compañía . Yo tengo fé en mis i d e a s ; y
eso que tengo fé en pocas cosas : pero ya se lo he dicho á V d . : mis
ideas no pueden triunfar sino después del diluvio , que ha de l l e -
gar , pero que no ha l l egado .


Déme Vd. doce diputados, doce siquiera que estén en mis mis-
mos principios y (pie me a p o y e n , y verá Vd. lo que es bueno:
verá Vd. por dónde salen todos cuantos gri tan a h í , y cuantos
euarbolan pobres , desacredi tadas y miserables bande ras . Pero el
hecho es que no tengo los doce, ni los seis , ni los cuatro : porque
no basta s egu i rme ; es menes ter segui rme con convicción , y p e -
lear gal lardamente . INo contando con esto ¿para qué dar la batalla?


Sé que los demagogos propagandistas no han perdido su t iem-
po : y sé que cuando estos lleguen , no hab rá sino mis ideas para
resistirles. Todos los demás habrán sido anegados por las aguas
implacables. Así, pues, cuando Vd. me pregunte—¿(pié es lo que
hago'. '—ya sabe Vd. mi respues ta : estoy aguardando el diluvio, y
r iéndome de los tontos.


Al cabo vendré á pa ra r en separarme de todo punto de la p o -
T U M O V . I I I




lítica ac t iva ; y aun , á decir v e r d a d , este es ya propósito firme,
ai cual arreglo mi conduc ta .—No puedo ni debo en la actualidad
dejar el puesto que ocupo por graves consideraciones de público
in te rés ; pero la verdad es que deseo pe rde r lo ; y en cuanto esto
suceda , no volverán Vds. á ve rme por el mundo .


Con esto le digo á Vd. si apruebo su resolución de re t i rarse á
vivir t ranquila y cr is t ianamente . Aténgase Vd. al Pad re Ripalda,
y r íase de todo lo d e m á s : ese librito cont iene , pequeñito y todo
como es , todas las verdades necesar ias , y aun los secretos de t o -
das las cosas.


Adiós, amigo mió : no deje Vd. de acordarse de quien sabe le
quiere tan de ve ras como su afectísimo


DONOSO.


P . D. Hágame Vd. el favor de dar curso á la adjunta carta
que dirijo á El Orden. Yo en realidad no sé á dónde vá á pa ra r
esa desventurada nación con periódicos, como El Heraldo. Pero
no i m p o r t a : por lo mismo no conviene á mi dignidad descender
á esas polémicas r e p u g n a n t e s . Mi moderación será la mejor de las
eensuras .




SKÑOR DIRECTOR DF. E E O R D E N


PARÍS 1 0 rio junio do 1 8 5 1 .


AMIGO mió : En esLo mismo instante recibo El Orden del 5 del mes
actual : en él leo un párrafo consagrado á rechazar con indignación
la manera con que los señores redactores de El Heraldo hab ian
hablado de mi libro y de mi persona. En el mismo párrafo leo el
anuncio de un artículo mas eslenso sobre la misma mater ia . Esc
párrafo y sobre t o d o , ese a n u n c i o , me han afectado ternísima,
pero dolorosísimarnente. Ignoro si mi persona debe ser mal t ra tada ,
como de buena fé lo creen los señores redactores de El Heraldo;
pero estoy cierto de que no merece ser defendida.


El Heraldo ha podido equivocarse en algunos de sus po rmeno-
res ; ha podido equivocarse en todos ellos: y sin e m b a r g o , no es
menos cierto q u e , aun suponiendo que sus razones sean m a l a s , en
definitiva tiene razón. ¿ Qué es lo que en definitiva v iene á decir
de mí El Heraldo'! Dice que mi libro vale p o c o , y que yo valgo
menos que mi l ibro : dice que no hay armonía ent re mis máx imas
y mis acciones. Y en todo esto dice ve rdad . Yo, que mé conozco á




— 1 | S —
mí misino , puedo dar un testimonio valedero do mí , al irmando qui.-
soy un hombre sin literatura y sin v i r tudes .


• Confesado lo principal ¿ q u é importa lo accesorio? P robab le -
mente no nos entender íamos El llenddo y yo en la cuestión e n e
consiste en aver iguar por cuál razón ó por cuáles razones carezco
de vir tudes y de letras. ¿Pero qué importa e s o , si convenimos en
que carezco de vir tudes y de literatura '.'


Vea Vd. a q u í , amigo mió , por qué m e pasee.• ociosa ¡odacon-
troversia con el El Heraldo. H a y , sin e m b a r g o , un particular de
los que toca , sobre el cual la controversia no es solamente ociosa,
sino lo (pie es m a s , imposible. Ese particular es el relativo á la li-
mosna . Hay una pregunta q u e , dirigida á m í , quedará e térea-
mente sin respuesta : esa pregunta es - - ¿ e r e s limosneio?-— Aun-
que no lo s e a , no puedo decir que n o ; porque aquí la franqueza
no es f ranqueza, que es cinismo. Aunque lo sea , no puedo decir
(pie s í ; porque si digo que s í , r el igosa men t e hab lando , ya no lo
soy. Grande es la desventura de arpie! (pie no hace limos/ia: pero
mayor quizá es la de aquel que la hace y lo declara : y mucho ma-
yor que la de ambos , sin duda ninguna , la de aquel que la hace,
lo declara , y cree (pie la ha hecho , después de haberlo declarado.
No, no es l imosnero el que quila su pudor á la limosna.


De estas consideraciones 'pasemos á o t r a s , mas importantes y
mas altas. Recorra Yd. , amigo m i ó , una por una todas las pág i -
nas de la historia; y observará con admiración , (pie el secreto de
los crecimientos y de las decadencias de las sociedades está en el
uso que hacen de los pronombres . Examine Vd. todas hw c o n t r o -
versias de una é p o c a : si en el fondo de todas encuent ra Vd. el Yo
individual, cierre el volumen que tiene entre las m a n o s , v af i rme
sin vacilar, que la sociedad va despeñándose por el declive de -a
decadencia . Vuelva Vd. á abrir el v o l u m e n , y esté ciei to de (pie
á las pocas pág inas encon t ra rá la relación de su ruina.


Consiste esto en que el Yo es por su naturaleza .satánico ; y
por su índole, insociable. En el infierno no hay mas pronombte que
Yo: en el Cielo no hay mas pronombre (pie Tú; porque en el Cielo
no hay mas .que humilde y arrebatada adoración , así como en el




infierno no liay mas que frío y desalentado orgullo. ¿Cómo es t r a -
ñar (¡no las sociedades que usan y abusan del Yo, sean las que
ba jan , y que las que se olvidan de é l , sean las que s u b e n ?


Hecha esla amarguísima y (¡olorosísima reflexión , ponga Vd.
los ojos en nuestra Kspaña, después de haberse; o r i e n t a d o ; y d í -
game por su v ida , si va encumbrando los montes de la g lor ia , ó
si desciende á los abismos de todas las decadencias . Dígame por
su v ida , si en (odas esas discusiones ve rgonzosas , asquerosas é
ignominiosas hay mas que un Yo, y después otro, y luego otro : y
si ese Yo, perpetuamente resonando, no es en la tierra la imagen
viva del infierno. Pues b ien , amigo mío , yo no quiero que mi Yo
resuene en ninguna par te . No quiero q u e d o repi tan los ecos , ni
que re tumbe en los montes. No está en mi mano evitar que mis
adversar ios le pronuncien; pero estoy resuello á evi tar que le
pronuncien mis amigos. Vea \ d . aquí el por (pié y el para qué de
esta carta .


Por regla general , no hay ocasión en que crea provechoso p o -
ner ni i Yo en escena tai los tiempos [Mésenles, y mucho menos en
los (pie á mas andar vienen andando . No lo creo provechoso, sino
en casos muy escepcionales , ni aun para salvar la r epu tac ión , ni
aun para volver por la honra. ¿ Ignora Vd. que hay épocas en la
historia del m u n d o , en que 61 inundo padece un es l ravismo i n -
telectual y moral , y en (pie ve torcidas y como de través todas las
ideas y todas las cosas? ¿Ignora Vd. que ha comenzado para el
inundo una de esas épocas t r e m e n d a s , el día en que un hombre
pudo decir con aplauso de las m u c h e d u m b r e s , la propiedad es un
robo '/.


Mayores cosas verá Vd., si Dios no se apiada de nosotros. V e -
rá Vd. á la mentira levantarse se rena , y decir á v e r d a d : Yo soy
la verdad, y tú eres la mentira: á ios calumniadores decir á los c a -
lumniados : 'nosotros so/no* los calumniados, vosotros sois ios calum-
niadores. Nadie dist inguirá lo justo de lo injusto, lo honesto de lo
deshonesto , la verdad del e r r o r , ni la virtud del vicio. V lodos
se preguntarán unos á o t r o s , como i'i latos al S e ñ o r : ¿Qué.cosa es
la verdad/ ; <Jué sitiuifican esos nombres'/ Y como Pílalos, el mun-




— 150 _


do no recibirá respuesta hasta que , descendiendo de lo alto un
rayo de l uz , se ilumine de súbito esta oscurísima noche , y tomen
su vuelo hacia el Oriente las pa lomas , y hacia el Occidente las
harpías .


Dejando á un lado , empero , las cosas futuras , volvamos á las
presentes . Resuelto á sostener mis principios s iempre que lo crea
opor tuno , cabalmente porque aunque están en m í , ni los he in -
ventado , ni me per tenecen como cosa p rop ia , estoy igualmente
decidido á abandonar mi p e r s o n a , y á dejarla sin defensa, e s -
puesta á la corr iente de todos los ultrages y de todas las injurias.
Por mi p a r t e , j amás he pronunciado , j amás pronunciaré un n o m -
b r e p r o p i o , con ánimo-de ponerle á discusión; convencido como
e s t o y , de que esto no puede hacerse sin faltar al respeto de que
el hombre es deudor al h o m b r e . Yo no quisiera que fermentaran
mis pas iones ; y no sé qué eslraña virtud de fermentación hay en
los nombres propios , que cuando se pronuncian , luego al punto
todas las pasiones fermentan. Líbreme Dios de pronunciar un
nombre p rop io , como de la mayor de todas las desgracias.


No se ent ienda , sin embargo , que con renunciar á este d e r e -
cho por mi parte , aspiro á imponer á los otros con respecto á mí
la misma renunc ia . Al revés : desde hoy pongo á su disposición mi
n o m b r e , que vale poco, y mi persona, que nada vale. Solo ruego
á mis amigos que respeten mi voluntad en este punto , y que no
aspi ren á rec lamar para sí un derecho que yo mismo abandono: el
de volver por mi persona y por mi nombre : para mi nombre q u i -
siera el o lv ido; para mi persona el olvido y el reposo.


Si á pesar de mi protesta quisieran volver por m í , les ruego
enca rec idamente que no traspasen j a m á s , ni aun en el uso de
una defensa legít ima, los términos de la templanza : y sobre todo,
que nunca pasen de la defensa á la agresión , y del elogio á la i n -
jur ia . Si mis adversar ios proceden de buena fé, como en este caso
s u c e d e , deben ser r e spe tados , porque son respetables aun en sus
mismos er rores : si obran movidos por la ira ó por el rencor , ó por
otras pasiones bastardas , entonces no hay que considerarlos sola-
mente como culpables , aunque lo son , sino también corno enfer-




— 151 -


JIJAN DONOSO CORTÉS.


mos. Y no hay que olvidar que , si por lo que tienen de culpables ,
pueden ser objeto legít imamente de una indignación santa , por lo
que tienen de enfermos , son acreedores á una compasión i n -
finita.


La compasión es una limosna que el sano debe al enfermo.
Queda de Vd. afectísimo amigo Q. B . S. M.






CAUTA A S. M. LA REINA MADRE


DOÑA M A R Í A C R I S T I N A D E R O R B O N .


SEÑORA :


LA franca y generosa libertad que W. M. se h a d ignado s i e m -
pre consentir á los que han tenido la dicha de r o d e a r l a , y á mí
señaladamente , me dan el atrevimiento necesario para someter á
la alta prudencia de V. M. a lgunas observaciones , con ocasión de
un suceso que está p r ó x i m o , y que h a d e influir g randemente en
el porvenir de la nación española.


El dia dichoso del a lumbramiento de S . M. se acerca : y esc
.dia será fausto para todos , así propios como es t r años ; porque en
él t endrá un heredero una de las mas bellas Monarquías de la
Europa. En todas circunstancias y en todos t iempos hub ie ra sido
este un suceso ven tu roso : hoy que las Monarquías todas van de
baja, y que las mas lirmcs y potentes ó han ca ído, ó temen caer
á impulso de los h u r a c a n e s , será un suceso venturosísimo y m e -
morabil ís imo.


Los periódicos de la capital han anunciado ya algunos de los




— 151 —


grandes festejos que con este motivo se disponen : y como quiera
que nada parezca mas na tu r a l , ni mas conforme á las antiguas
usanzas , que celebrar con fiestas y regocijos un suceso tan fausto,
V. M. me permit i rá sin embargo que la o b s e r v e , (pie la diversi-
dad de los tiempos exige cierta divers idad análoga en las cos tum-
b r e s ; y que los t iempos que ahora c o r r e n , no consienten que
sigamos , sin n ingún género de variación, las costumbres de n u e s -
tros padres . Vivieron ellos en t iempos de sosiego para las n a c i o -
n e s , y de esplendor y grandeza para las Monarquías ; y nosotros
vivimos en tiempos de tanta desolación y tanta angus t i a , que nadie
sabe decir sino cor re rán naufragio jun tamente las Monarquías y las
naciones .


No siendo mi ánimo , al escribir á V. M., hacer una disertación
sobre los caminos por donde la Europa ha venido á parar á t é r -
mino tan lamentable , me limitaré solamente á consignar aquí un
hecho notorio. La Europa no está aquejada de varias enfermeda-
des diferentes , sino de una enfermedad que es sola , que es e p i -
démica , que es contagiosa , y que en todas par les va á parar á un
mismo t é r m i n o , después de haber presentado el mismo aparato
de síntomas en todas par tes . La única diferencia (pie hay ent re
unas y otras nac iones , consiste en que unas están todavía en el
período de su invas ión , mientras que otras tocan á su último p e -
ríodo : las unas comienzan á adolecer del mal de que han de morir ,
mientras que las otras mueren . Este es hoy el estado de la Europa.


Esa enfermedad que es contagiosa , que es epidémica , que es
ún i ca , se r educe á una sublevación universal de todos los que
padecen h a m b r e , contra todos los que padecen har tura . Sí la
guerra llega á estallar, la victoria no puede parecer á V. M. d u - .
dosa, si pone los ojos, por una par le , en el número de los h a m -
brientos , y por o t r a , en el número de los har tos .


Creer que esa inclinación á sublevarse , que aqueja, en todos los
pueblos, á un t iempo m i s m o , á todas las clases menesterosas , es
un fenómeno que no tiene origen en una causa tan general como
él mismo, parecerá á V. M., como me lo parece á mí, ostra vagan-
cia y locura. Pobres y ricos ha habido siempre en el m u n d o : lo




— ¡5.-i —


que no lia habido en el mundo hasta aho ia , es guer ra universal y
simultánea entre los ricos y los pobres . Las (¡lases menesterosas ,
Señora , no se levantan hoy contra las a c o m o d a d a s , sino porque
Jas acomodadas se han resfriado en la caridad para con las m e -
nesterosas. Si los ricos no hubie ran perdido la virtud de la c a r i -
dad, Dios no hubiera permit ido que los pobres hubieran perdido
la virtud de la paciencia. La pérdida s imultánea de esas dos v i r tu-
des cristianas sirve para esplicar los aráñeles vaivenes que van
dando las sociedades, y los ásperos es t remecimientos que está pa-
deciendo el m u n d o .


La paciencia no volverá á entrar en el corazón del p o b r e , si
la caridad no vuelve á en t rar en el corazón del r ico . Hoy dia,
Señora, esta es la mas imperiosa de todas las necesidades sociales:
satisfacerla, ó contribuir á que sea sat isfecha, debe ser de hoy
mas el oficio propio y el encargo augusto de los Reyes . No ignoro
que la augusta hija de Y. M., siguiendo las pisadas de su cscelsa
madre , t iene por perdido el dia en que no alivia un infor tunio .—
¿Ni cómo pudiera ignorarlo , habiendo tenido la dicha y la honra
de ver con mis mismos ojos nacer , c recer y ar ra igarse en su bello
y simpático corazón la caridad mas pura y mas ardiente? '—Pero no
basta que yo no lo ignore , ' n i que los desventurados á quienes s o -
corre lo sepan: es necesario mas : es mecesario que la nación toda
lo sepa , y que no lo ignore la Europa. Cuando el Señor, diri j ién-
dose á sus discípulos, les enseñó (pie de tal manera hicieran l imos-
na que la una mano no supiera lo que habia dado la otra mano ,
habló así á ' sus discípulos, porque en l re sus discípulos no habia
Reyes. Un líey no es una persona privada, es una persona p ú b l i -
ca , que no hace el bien solamente para santificarse á sí propio,
sino también para que los demás se santifiquen con su ejemplo.


La nación española está p e r d i d a , si no se tuerce con violencia
la estraviada corriente de la inclinación en las clases acomodadas :
esa corriente las lleva ¡i todas á un abismo.


Esta no es una vana declamación , Señora. España está en los
últimos años del re inado de Luis Felipe , y en vísperas del cataclis-
mo de Febrero . Yo pido que haya ahí lo (pie no hubo aquí : un gran




ejemplo dado á las clases ticas por el Trono . Yo pido que no liaya
fiestas; y si las h a y , sean pocas , y esas eselu«ivainente para los
pobres ; y que en vez de g randes y costosas liestas para los ricos ,
haya grandes l imosnas , mas grandes que las que hubo en otros
t i empos , y mas grandes que las que se ¡tensará repar t i r en esta
ocasión , para seguir la c o s t u m b r e , en favor de los necesitados.
Quizás esle ejemplo altísimo de desprendimiento y de virtud con-
tribuirá á que las clases acomodadas re t rocedan del mal camino
que ahora s iguen , y se tornen virtuosas y de sp rend idas . En todo
caso , S e ñ o r a , aunque hayan de sucumbi r , á l ómenos el Trono,
siguiendo la senda que s eña lo , podrá resistir dichosamente al í m -
petu d é l o s g randes vendava les . Los pobres son amigos de Dios;
y Dios no permitir;! que caiga un Trono en donde se asienta una
Reina , madre y amiga de los pobres .


Las Monarquías cristianas no han alcanzado la prodigiosa d u -
ración de catorce s iglos , sino porque Dios puso en ellas una s e -
creta y misteriosa virtud , en fuerza de la cual se han ido a d a p t a n -
do , por medio de lentas y progresivas t ransformaciones, al curso
vario de los tiempos, (loando aun estaban ¡lujos todos los vínculos
sociales, la Monarquía se presentó á los ¡niobios como un vinculo
de fuerza. Cuando los insolentes Barones del feudali-uno ponian á
saco las ciudades , los pueblos vieron en los ¡leyes el símbolo de
la justicia. Y porque cu ambas épocas supieron satisfacer todas
las necesidades sociales , al principio como fuertes, y después co-
mo justicieros , las naciones agradecidas llegaron progresivamente
hasta hacer á sus Reyes absolutos.


Hoy dia, Señora, comienza una nueva época para los P r ínc i -
pes ; y ¡desventurados aquellos que desconozca ti las necesidades
propias de esta época! No se traía ya de unir con un vinculo f u e r t e
á varias tribus mimadas y g u e r r e r a s ; como quiera que ¡as nac io -
nes están ya constituidas definit ivamente. Ni se trata tampoco r í e
sacar la administración de justicia de las manos de aquellos inso-
lentes Barones que l lamaban derecho á la depredación, y justicia a
la v e n g a n z a : la administración de la justicia salió de sus manos
para s iempre , y ha venido á parar á manos de tribunales enca r -




(rata solo, os do distribuir convenientemente la riqueza , que está
mal distribuida. Ksla, Señora, es la única cuestión que hoy se agi ta
en el mundo. Si los gobernadores de las naciones no le resue lven ,
el socialismo vendrá á resolver el p r o b l e m a , y le resolverá p o -
niendo á saco á las naciones. Ahora b i e n : el problema no t iene
m a s q u e una buena solución, no tiene mas que una solución p a c í -
fica, no tiene mas que una solución conveniente . La r iqueza,
acumulada por un egoísmo g igan tesco , es menester qne sea d i s -
tribuida por la l imosna en grande escala.


Yo tengo lodav ía le en las Monarquías Europeas , y seña lada -
mente en la Española. Yo no puedo creer que en la ocasión p r e -
sente falten , por la primera vez en la larguísima prolongación de
los tiempos catól icos, al encargo especial que han recibido de
Dios : al encargo de satisfacer mejor y mas cumpl idamente que
otra institución cualquiera , en su flexibilidad prodig iosa , á todas
las necesidades sociales. No hay , sin embargo , que en t regarse á
peligrosas ilusiones. El oficio de Hcy va siendo cada día mas difícil
y penoso : y ahora mas que nunca puede decirse que re inar es un
acto grandioso de abnegación, y un sublime sacrificio.-Para r e ina r ,
no basta ya ser fuerte ni jus t ic iero : es menester ser caritativo para
ser ve rdaderamente justiciero y para llegar á ser fuerte : y la c a r i -
dad , Señora , es la virtud de los santos. Los santos solo pueden
hoy dia salvar á las naciones, que no padecen otra enfermedad,
si bien se mira , sino la ausencia de dos vir tudes cristianas: Dios
no permite la criminal impaciencia de los pobres , sino para cas t i -
gar el egoísmo insolente de los r icos ; ui el -egoísmo e r iu i i i u i l d e
los r i cos , sino para castigar á los menes terosos , a r reba tados por
sus impaciencias culpables .


Puesto ya á escribir esta larga ca r t a , no dejaré la pluma sino
después de haber declarado á V. M. todo mi pensamiento . No
estoy tan destituido de razón , que dé á lo mismo que propongo una
importancia que no tiene. Si la Monarquía Española está enferma
(y lo está g r a v e m e n t e , sin ningún género de duda , ) su curación
no la h a d e \ onir porque la Itoina de España , en vez de dar l ies-




fas, dé l imosnas reales . No se me oculta ¿ y cómo habia de ocul-
t á r s eme? que ent re aquella enfermedad y este remedio no hay la
proporción debida. La Monarquía no se salvará porque sea e s p l é n -
dida y generosa con los pobres en una ocasión s o l e m n e : las clases
acomodadas no pe rde rán de un golpe su ego í smo , porque su Reina
les dé el ejemplo de una grandiosa munificencia en un dia m e m o -
rable . Toda la importancia de este ejemplo magnífico está exclus i -
vamente en que sea como el punto de par t ida de una nueva época
social y de un nuevo sistema de gobierno. Todas las grandes ins -
tituciones del catolicismo han ido cayendo , unas después de ot ras ,
á impulso de las r evo luc iones : que ese ejemplo sea el punto de
part ida de la completa res tauración, en España, de lodas las ins-
t i tuciones católicas.


El espíritu del catolicismo ha sido desalojado por el revolucio-
nario de nuestra legislación política y económica : que ese ejemplo
sea el punto de part ida de la completa restauración del espíri tu ca -
tólico en nuestra legislación económica, y en nuestra legislación po-
lítica. El derecho de hablar y de enseñar á las gentes , (pie la Iglesia
recibió del mismo Dios en las personas de los Apóstoles , ha sido
u s u r p a d o , con menoscabo d é l a grandeza española , por un (copel
de periodistas oscuros y de ignorantísimos char la tanes . El min i s te -
rio de la p a l a b r a , que es al mismo tiempo el mas augusto y el
mas invencible de todos , como que por él fué conquistada la t ier-
r a , ha venido á convert i rse en todas pa r t e s , de ministerio de sa l -
vación , en ministerio abominable, d e ruina. Asi como nada ni na-
die pudo contener sus triunfos en los tiempos apostólicos , nada ni
n a d i e , Señora , podrá contener hoy sus estragos. La palabra ha
s i d o , c s y será siempre la reina del mundo. La sociedad no p e -
rece por otra cosa , sino porque ha ret irado á la Iglesia su palabra,
que es palabra de vida. Las sociedades están desfallecidas v h a m -
br i en ta s , desde que no reciben en ella su pan cotidiano. Todo pro-
pósito de salvación será estéril sino es restaurada en su plenitud la
gran palabra católica. El últ imo Concordato es un excelente punto
de partida para esta restauración : pero no es mas (pie un punto de
partida e x c e l e n t e : no es otra cosa.




Yo no debo ocultar á Y. M. la verdad ; y la verdad es que es
menester removerlo todo , cambiarlo todo , y no dejar en el edifi-
cio revolucionario piedra sobre p iedra .


La revolución ha sido hecha en definitiva por los ricos y pa ra
los r i cos ; contra los Reyes y contra los pobres . Si dejo esta d e -
mostración á un l ado , no es porque sea difícil, sino porque seria
larga. Me contentaré solo con observar que , por medio del censo
electoral , han re legado á los pobres en los limbos sociales ; y q u e ,
por medio de la prorogativa parlamentar ia , han usurpado la p r e -
rogativa de la Corona. Fuertes en esta posición i n e x p u g n a b l e , se
lian repar t ido impudentemente los despojos de los Conventos: lo
cual quiere decir que después de haber reclamado el poder esclu-
s ivamente para sí en calidad de r i cos , han hecho una ley que d u -
plica su riqueza en calidad de legisladores. Desde el día de la
Creación hasta hoy , el mundo no ha presenciado un ejemplo mas
vergonzoso de audacia y de codicia.


Fsto sirve para esplicar, Señora, esos g randes y súbitos t r a s -
tornos (pie todos vemos con ojos espantados . Lo que vemos, no es
lo que creemos v e r : es otra cosa : es la ira de Dios que p a s a , y
que á su paso pone temblor en las naciones.


Kntre todos los e r r o r e s , el mas funesto seria el que consistiera
en af i rmar , como afirman a lgunos , que esos temores son prematu-
ros en E s p a ñ a , porque en España no hay socialistas. No crea
Y. M. que les importa á los (pie afirman semejante es t ravagancia :
para que en España no hubiera social is tas , era menester que las
mismas causas no produjesen los mismos efectos , y que el social is-
mo no fuera una enfermedad contagiosa: era menester además , y
sobre todo , que España no hubiera sido una sociedad católica;
como quiera que el socialismo es una enfermedad que acomete i n -
defectiblemente, y por un alto designio de Dios, á loda sociedad
q u e , habiendo sido católica, ha dejado de serlo : y que no acome-
te sino á una sociedad q u e , habiéndolo s i d o , ha dejado de ser
católica.


Esta observación es n u e v a . Señora ; pero permítame V. M.
(pie le diga que es verdadera y profunda. Dios es misericordioso




— 100 —


con los que le siguen , b landamente justiciero con los que le i g n o -
ran , desapiadado con los que conociéndole le desprec ian : por eso
puso en las naciones católicas los tabernáculos de su glor ia : por
eso condenó á las naciones paganas á los varios sucesos de su v a -
ria fortuna: por eso reserva el socialismo , la mayor do las catás-
trofes socia les , para las naciones apóstalas. Fspaña volverá á ser
católica , ó será al fin socialista : ¿(pié digo , será? lo es ya , Seño-
ra : solo que parece que no lo e s , porque ella misma no lo sabe.
El que está tísico, padece la tisis , aunque no sepa lo que padece
porque ignora su n o m b r e .


Al fin del camino que acabo de indicar l ige ramente , está la
salvación de España y de su gloriosa Monarquía : y su salvación
no está sino al fin de ese camino. Que un Ministerio se quede ó
que se v a y a ; que mande la fracción puritana ó la conservadora;
que se eclipse ó que resplandezca un nombre propio; que un Gene-
ral saque de la vaina su ace ro , ó meta el acero en la va ina; (pie en
esa caza de Ministerios se declare la fortuna por unos ó por otros
cazadores , todo esto no sirve para otra cosa sino para (pie el edi -
ficio venga al suelo con estruendo mayor y con mayor ignominia.
Dios ha hecho á las naciones c u r a b l e s : pero no son las intrigas
sino los principios los que t ienen la divina virtud de curar á las
naciones enfermas.


V. M., Señora , es digna de comprender la importancia de e s -
tos grandes principios. V, M., (pie n i q u i e r e , ni p u e d e , ni debe,
por punto general , in tervenir en las cosas del Estado, no puede ,
sin e m b a r g o , ni q u i e i e , ni debe consentir (pie la verdad no se
abra paso nunca en las altas regiones políticas, y (pie el Estado
perezca miserablemente .


En las crisis s u p r e m a s , y suprema es la crisis en que está
metida la Europa , no nay nadie (p ie , en circunstancias dadas , y
con la debida circunspección , no tenga el derecho y hasta cierto
punto el deber de decir la verdad franca y sencillamente, con una
voz á un mismo tiempo respetuosa y austera. V. M. ha sido siempre
tan buena para conmigo , que no he vacilado un solo instante en
comunicar á Y. M., aunque l i ge ramen te , lo que pienso sobre las




— K',1 —


cosas de España, de quien V. M. por cariño y por bondad es p r o -
tectora y es madre . En escribir esta carta no llevo un fin d e t e r -
minado : esta carta es una conversación que sin la distancia h u -
biera sido hablada, en vez de haber sido escri ta. Meses a t rás , creí
que podria hablar con el D u q u e ; pr ivado de este último recurso ,
he determinado al fui escribir esta ca r t a , que pongo ba jó l a p r o -
tección de su benevolencia .—Dios dé á V. M. de vida muchos y
dichosos años. París 2 0 de nov iembre de 1 So 1. = S e ñ o r a . — A
E. f». P . de V. M.


JUAN DONOSO C O R T É S .






Ai. DIRECTOR DK KE U N I V E R S .


M.vmun 1 1 de abril de 1 8 3 0 .


Aii querido amigo: Hn este momento llega á mis manos un número
del AMI nii i..v RELIGIÓN, en el que leo un artículo de Mr. C h a m p a g -
n y , intitulado: Del fatalismo entre los cristianos. Por de contado
q u e , á juicio de su au tor , Vd. y yo somos los fatalistas. Ignoro si
Vd. por su parle refutará este ar t ículo; pero por lo que á mí hace ,
como no escribo en ningún periódico, me juzgo dispensado de sos -
tener polémica n inguna. Sin embargo , por si en la ocasión presen-
te opinase Vd. de distinto modo que y o , voy á decirle mi p e n s a -
mien to , el cual seria en todo caso la única respuesta que podría
dar á Mr. de Champagny.


Kn efecto, existe el fatalismo en t re ciertos cristianos: pero no
se encuentra donde se busca, sino que por el contrario, está donde
menos se piensa. No hay , entre los cristianos , mas fatalistas que
los fatalistas de la misericordia. Mr. de Champagny plantea la
cuestión en estos términos:—¿Se cansará Dios antes que nosotros,
ó nos cansaremos nosotros antes que Dios?


Establecida así la cuestión , responderé : q u e , según el sistema
de la libertad, Dios se rá el que se canse p r i m e r o ; y q u e , según el
sistema del fatalismo, el hombre será el pr imero que rendi rá las




a n u a s . V la razón de esto es que la misericordia de Dios está s i e m -
pre templada por su justicia.


So concibe un caso en q u e , no podiendo ser Dios misericordio-
so sin perjuicio de la jus t ic ia , deja de serlo. Todo lo contrar io acon-
tece con el hombre , el cual , siendo como es libre , es la l ibertad
mi sma : puede perderse por sí so lo , sin Dios, á pesar de Dios, y
contra Dios : su pérdida es el testimonio mas patente de su l i -
ber tad .


En el caso contrario-, se supr imen de un solo golpe la libertad
del hombro y la justicia de Dios : la p r i m e r a , porque el hombre
queda vencido en su l ibe r t ad ; la s e g u n d a , porque si Dios puede
en todas ocasiones ser miser icordioso, su justicia no viene á ser
mas que venganza .


Medite Vd. bien sobre este punto. Con lo que yo llamo el fata-
lismo de la misericordia, no se puede esplicar el infierno; y le
desalio á Vd. á q u e m e dé una esplicacion , por mediana que sea.
Si hay un caso en que Dios no pueda salvar á un a lma , tendrá Vd.
que confesar por el mismo hecho que hay un caso en que la l iber-
tad del hombre llega á cansar á la misericordia de Dios. Porque si
n ingún caso hubiera en que Dios no pudiese s a h a r á un hombre ¿en
qué consiste que no todos los hombres se han salvado?


Por lo d e m á s , cuando digo que Dios no puede hacer tal ó cual
cosa , es pura y s implemente una manera que tengo de espresar
que no la ha hecho , que no la h a c e , y (pie no la hará . Conozco
que mi imaginación no consigue vencer completamente las dificul-
tades de la lengua francesa , estraña como es para m í ; aunque de
todos modos confio en (pie habrá Vd. comprendido bien mi pensa-
miento.


En s u m a , creo que el hombre que quiera p e r d e r s e , se pe rde -
r á , sin (pie Dios se lo impida. El hombre no necesita de Dios para
p e r d e r s e ; pero Dios necesita del hombre para salvarle. En el acto
de la salvación concurren la acción de Dios y la del hombre : en el
acto de la condenación , el honibre está so lo : y en esta via de la
condenación ha sido dada al hombre la t remenda facultad de no
causarse jamás. En este concepto , pudiera decirse que el hombre




tiene poder para obligar á Dios á (pie solamente le liaga sentir su
justicia.


¡Cuan profundo misterio es el misterio de la l ibertad h u m a n a !
Si ñus fuese dado á los hombres saber el por qué y el cómo de este
misterio, sabríamos ya el p o r q u é y el cómo de todas las cosas.


Preciso es por tanto convenir en que la acusación de fata-
lisla dirigida contra un hombre que t iene acerca del poder de la
libertad humana las ideas que yo t e n g o , es una acusación bien
singular.


Para poner fui á esta carta , debo protestar , y protesto contra
la idea de que se me coloque ent re los que ven el porveni r . Yo no
he cometido la temeridad de anunciar la última catástrofe del
mundo. No he hecho otra cosa sino decir en alta voz lo que todo el
mundo dice por lo ba jo : he dicho que las cosas del mundo l levan
hoy muy mal camino ; y que si prosiguen en la misma dirección,
iremos i r remediablemente á dar en un catacl ismo. El hombre pue-
de sa lvarse , ¿quién lo d u d a ? Pero es á condición de que así lo
qu ie ra , y me parece (fue no lo q u i e r e ; y no quer iendo salvarse el
hombre , Dios no le salvará á pesar suyo.


Estrañaria mucho que los honorables redactores de EL A.YIÍ DE
LA RELIGIÓN pensasen de distinto modo que yo en esta mater ia .


Adiós, mi querido amigo. De Vcl. s iempre afect ís imo,


EL MAHCJIES DE VALDEÜAMAS




SEÑOR DIRECTOR DE E L H E R A L D O .


PARÍS l a de abril de 1 8 3 2 .


MUY señor mió; En el n ú m e r o del periódico que Vd. d i r ige , cor -
respondiente al 8 del mes ac tua l , he leido un art ículo consagrado
á la defensa del Racionalismo, del Liberalismo, y del Parlamenta-
rismo, al elogio de la discusión, y al recuento de todas sus e sce len -
cias. En este artículo cita V d . , en apoyo de sus doc t r inas , ciertas
palabras que yo pronuncié en 1830 en el Ateneo de Madrid c o n -
tra el derecho divino de los Reyes : palabras que Vd. califica de
elocuentes , y que son , cuando mas , sonoras .


Yo creo de mi deber escribir á Vd. estos cortos renglones ,
para recordar le que hace mucho t iempo que no soy merecedor de
esos elogios, y que ninguna otra cosa puedo reclamar de Vd. , sino
el olvido ó la censura . En efecto: en t re las doctr inas que Vd. pro-
fesa, y que profesaba yo cuando aun tenia pocos años , y las que
profeso a h o r a , hay una contradicción radical y una repugnancia
invencible. Vd. c ree que el Racionalismo es el medio de llegar á
lo razonable : que el Liberalismo en la teórica es el medio de llegar
á la libertad en la práct ica: que el Parlamentarismo es el medio de
constituir un buen Gobierno: (pie la discusión es á la verdad ln (pie




— 107 —


el medio es al fin • y por ú l t imo, que los Reyes no son otra cosa
sino la encarnación del derecho humano.


Yo creo al r e v é s , por lo que hace al derecho , que el derecho
humano no e x i s t e , y que no hay mas derecho que el divino. En
Dios está el derecho y la concentración de todos los derechos : en el
hombre está el deber, y la concentración de todos los d e b e r e s : el
hombre llama derecho suyo á la ventaja que le resulta del cumpl i -
miento del deber ageno , que le es favorable; no siendo la palabra
derecho en sus labios sino una locución viciosa. Cuando pasando
mas adelante , trasfonna su viciosa locución en una teoría , esa t e o -
ría desencadena las tempestades por el m u n d o .


Por l o q u e hace á la discusión, creo que , como Vd. la en t i en -
de , es la fuente de todos los errores pos ib les , y el or igen d e t o -
das las ostra vagancias imaginables .


Por l oque hace al Parlamentarismo, al Liberal is) 10 y al nacio-
nalismo , c r e o , del p r i m e r o , que es la negación del Gobierno ; del
s egundo , que es la negación de la libertad; y del t e r ce ro , que es
la afirmación de la locura.


— ¿ Q u é eres , pues, se me dirá, sino estás por la discusión, de la
manera que es entendida en las sociedades modernas , y sino eres
ni l iberal, ni racionalista, ni par lamentar io? ¿I'.res absolutista, por
ventura?


Yo seria absolutista, si el absolutismo fuera la contradicción
radical de todas esas cosas ; pero la historia me enseña que hay
absolutismos racionalistas, y aun hasta cierto punto liberales y d i s -
cu t idores , y que hay par lamentos absolutos. El absolutismo es ,
pues , cuando mas , contradictorio en la forma , no es empero c o n -
tradictorio en la esencia de las doctrinas que han l legado á ser fa-
mosas por la grandeza de sus es t ragos. El absolutismo no las c o n -
tradice, porque no cabe contradicción en t re cosas de diferente
natura leza: él es una forma, y nada mas que una forma. ¿Dónde
hay absurdo mayor que buscar en una forma la contradicción r a -
dical de una doctrina, ó en una doctrina la contradicción radical
de una forma'!


El Catolicismo solo es la doctrina contradictoria de la doelr iaa




que combato . Dad la forma que queráis á la doctrina católica , y
á pesar de la forma que la deis, todo será cambiado en un punto,
y veréis renovada la faz d é l a t ierra.


Con el Catolicismo no hay fenómeno que no ent re en el orden
gerárquico de los fenómenos , ni cosa que no en t re en el orden
gerárquieo de las cosas. La razón deja de ser el racionalismo ( e s
dec i r , un fanal que no siendo increado, a lumbra sin ser encendido
por nadie) para ser la razón, es dec i r , un maravilloso luminar , que
concentra en sí y dilata fuera de sí la luz espléndida del dogma,
purísimo reflejo de Dios, que es luz e terna é increada.


Por lo que hace á la l ibertad, la católica no es un derecho en
su esencia , ni una transacción en su forma: no se conserva por la
gue r r a , no nace de un con t ra to , no se adquiere por la conquis ta .
No es una Bacante tomada del v i n o , como la l ibertad demagóg i -
ca ; ni anda por las naciones con el atuendo de una Reina , como
la libertad parlamentaria No tiene una se rv idumbre compues ta
de t r i b u n o s , que son sus cor tesanos : no se adormece al arrullo
de las muchedumbres : no tiene ejércitos permanentes , c o m p u e s -
tos de guardias nac iona les ; ni la agrada reclinarse mue l lemente
en el car ro triunfal de las revoluciones.


Bajo el imperio del Catolicismo, Dios distr ibuye sus manda-
mien tos , que son-ujl pan de la v ida , á los gobernados y g o b e r -
n a n t e s , reservándose el inenagenab le derecho de hacerse obede-
c e r , así por los unos como por los o t ros ; así por los gobernantes
romo por los gobernados . Por este matrimonio político , que en
presencia y bajo los auspicios do Dios celebran entre sí el soberano
y el s u b d i t o , y el c u a l , no siendo ni un sacramento ni un c o n t r a -
t o , atendida su s a n t i d a d , participa menos de la naturaleza del
contrato q u e d e la naturaleza del s ac ramen to , las 'dos partes (pie-
dan ligadas implícitamente por los mandamientos divinos. Ln v i r -
tud de estos mandamientos , el subdito cont rae el deber de o b e d e -
cer al Soberano que Dios instituye , con amorosa obediencia: y o l
Soberano ins t i tu ido, el de gobernar á los subditos que Dios pone
en sus m a n o s , con amorosa mansedumbre . Cuando los subditos
faltan á esa obediencia amorosa , Dios permite las t iranías : cuando




el Soberano falta ¡í esa amorosa m a n s e d u m b r e , Dios permi te las
revoluciones. Con las pr imeras tornan los subditos á ser o b e d i e n -
t e s : con las segundas vuelven los Príncipes á ser mansos . De esta
m a n e r a , así como el h o m b r e saca el mal del bien establecido por
Dios, Dios saca el bien del mal creado por el h o m b r e . La historia,
si bien se mi ra , no es otra cosa sino la relación de los varios s u c e -
sos de esta lucha gigantesca ent re el bien y el m a l , entre la
voluntad divina y la voluntad humana , en t re el Dios clementísimo
y el hombre r ebe lde .


Cuando los mandamientos de Dios son exac tamente o b s e r v a -
dos , es dec i r , cuando los Príncipes son mansos y los pueblos o b c -
d i e n t e s , con una mansedumbre y con una obediencia amorosas ,
de esta sumisión simultánea á todos los mandamientos divinos r e -
sulta un cierto orden socia l , una cierta manera de s e r , un cierto
b i enes t a r , á un tiempo mismo individual y c o m ú n , á que yo llamo
estado de libertad , y que lo es ve rdade ramen te , porque en él re ina
la justicia ; y la justicia nos hace l ibres. En eso consiste la libertad
d é l o s hijos de Dios; en eso consiste la libertad católica. Esa l i -
ber tad no es una cosa definida , part icular y conc re t a : no es un
órgano en el organismo pol í t ico , ni una de las varias instituciones
sociales. No es e s o , y es mas que e s o : es el resul tado general de
la buena disposición de todos los órganos : el resultado genera l de
la armonía y del concierto de todas las instituciones. Es lo que la
salud del organismo en genera l , que vale mas que un órgano sano:
es lo que la vida en genera l del cuerpo social y polí t ico, que es
d o m a s precio (pie la vida de una institución floreciente. La l i be r -
tad católica es lo que son esas dos cosas , entre las excelentes , e x -
celent ís imas; las cua le s , estando en todas pa r t e s , y caba lmente
porque lo e s t á n , no están localizadas en par te n inguna. Esa l i be r -
tad es tan sania , que toda injusticia la ofende ; tan fuerte y tan
frágil á un mismo t iempo, que todo lo an ima , y que el mas leve
movimieuto desordenado la q u i e b r a ; tan amorosa , que á lodos
convida con el a m o r ; tan mansa , que á todos br inda con la paz;
tan recatada y m o d e s t a , que veuida del cielo para hacer la dicha
de muchos , es conocida de pocos, y no es aplaudida por n a d i e :




- - 170


elia misma no sabe como se l l ama , ó si lo s a b e , no lo d i ce ; y el
mundo ignora su nombre .


Por lo que hace á la discusión , no hay mayor semejanza ent re
la católica y la filosófica, que la que se observa en t re la libertad
católica , y lo que se llama la libertad política.


El Catolicismo procede de esta manera . Toma un rayo de luz
que le viene de lo a l t o : se le dá al hombre para que le fecunde
con su r a z ó n : y el débil rayo de luz es c o n v e r t i d o , por medio de
la fecundación, en luminoso t o r r e n t e , que baña los horizontes. El
filosofismo al r e v é s , comienza por velar ar t ís t icamente y con un
velo tupido la verdad y la luz, que nos han venido del Cielo; y
propone á la razón un problema insoluble, cuyos términos son los
siguientes : sacar , por medio de la fecundación, la verdad y la luz
de la duda y la oscur idad, que son las cosas espucstas á la fecun-
dación de la razón humana . De esta m a n e r a , el filosofismo pide al
hombre una solución que el hombre no puede dar sin un t ras torno
anterior de las leyes e ternas é inmutables . Según una de esas leyes,
la fecundación no es poderosa sino para desenvolver el g e r m e n
fecundado, conforme á las condiciones de su propia naturaleza y
en su propio sentido. Así, lo oscuro procede de lo oscuro , lo lumi-
noso de lo luminoso, lo semejante de lo semejante : Deum de, Dto,
lumen de lumine. Obedeciendo á esa ley la razón humana , en su fe-
cundación de la duda ha llegado á la negación; v en su fecunda-
cion de la oscuridad, á las tinieblas palpables: y esto por medio de
transformaciones lógicas y p rog re s ivas , fundadas en la naturaleza
misma de las cosas.


Caminando por tan contrarias v i a s , no es cosa que d e b e cau -
sar es t rañeza , si el Catolicismo y el filosofismo han corrido tan
varia fortuna. Diez y ocho siglos ha que el Catolicismo viene d i s -
cut iendo á su manera , y su manera de discutir le ha dado en cada
discusión una victoria. Todo va pasando delante de é l : las cosas
que están en el t iempo , y el t iempo mismo : él solo no pasa : en
donde Dios le puso , allí se está , inmóvil en medio de los grandes
torbellinos que levanta el universal movimiento : él solo vive con
una vida propia, en este mundo de vidas prestadas. Ea muerte no




lia recibido el permiso de acercarse á é l , ni aun en estas bajas y
oscuras r eg iones , sujetas á su imperio. Para-hacer a larde de sus
fuerzas, un dia dijo de s í : Yo elegiré un siglo bárbaro , y le l le-
naré de mis maravi l las : y eligió el siglo Xl i l , y le adornó con
los cuatro monumentos mas soberbios del ingenio h u m a n o : la
Suma Teológica de Santo Tornas, el Código de las Part idas de A l -
fonso el Sabio, la Divina Comedia de D a n t e , y la ca tedral de Co-
lonia.


Cuatro mil años ha que el racionalimo viene discutiendo á su
manera , y también ha dejado, para inmortalizar su memor ia , dos
monumentos inmor ta les : el Panteón en donde yacen todas las
filosofías, y el Panteón en donde yacen todas las Constituciones.


Por lo que hace al Par lamentar i smo, no hay que hab la r de é l .
¿Qué vendria á ser c! Par lamentar ismo en un pueblo v e r d a d e r a -
mente católico, es decir , en donde el h o m b r e sabe , desde que na-
ce, que tiene que dar cuenta á Dios hasta de las pa labras ociosas?


Queda de Vd. su atento seguro servidor Q. B . S. M.


JUAN DONOSO CORTÉS.




SEÑOR DIRECTOR DE E L H E R A L D O :


PARÍS 30 de abril de 1852 .


V u v señor m i ó : Dirijo á Vd. estos renglones para dos cosas : la
pr imera para manifestar á Vd. mi agradecimiento por haber dado
en su periódico á mi carta anter ior una hospitalidad cortés y g e -
nerosa, y por haber la impugnado con razones ; cosa muy rara en
los tiempos racionalis tas: la segunda, para rectificar algunas equi -
vocaciones en que han incur r ido , asi el Heraldo , como los per iódi -
cos que han tenido la bondad de combat i rme .


Es la primera , suponer que soy enemigo de toda discusión : yo
soy enemigo de cierta manera de discusión so lamente ; y la prueba
está en que soy g ran devoto de los Padres y Doctores, que pasaron
su vida discut iendo, y de la Iglesia , que ha sido perpetuamente y
á un mismo t iempo dogmática y discutidora.


Es la s egunda , suponerme g randemen te aficionado en la prác-
tica á esas mismas discusiones que condeno en la teórica. Lo c o n -
trario es la verdad : soy aficionado, no lo niego, á esponer s enc i -
l lamente mis doctrinas : pero en general ni busco ni acepto la d i s -
cusión , persuadido como e s t o v a que degenera prontamente en
d i spu ta , la cual acaba s iempre por resfriar la car idad, por encen-
der las pas iones , y por inducir á los contendientes á faltar á tres
g randes respetos: al que el hombre debe al h o m b r e , al que debo
á la verdad , y al que se d e b e á sí propio. Las palabras son á nía-




— IT;¡ —


ñera de semil las: yo se las doy á los vientos , y dejo al cuidado
de Dios, Señor de los vientos que se las lle\ an , que las mande
caer según sea su voluntad , sobre rocas estériles , ó sobre tierras
fecundas.


lis la tercera, suponer que soy adversa r io del Parlamento, por-
que lo soy del Parlamentarismo. El Par lamentar i smo es una doctrina
falsa, la cual nada tiene que ver con el Pa r l amento , que es una for-
ma indiferente: yo he combatido doctrinas, no he combatido for-
mas. Si fuera enemigo del Par lamento como lo soy del Par lamen-
tarismo , no dejaría esta declaración al cuidado de mis c o m e n t a -
dores benévolos . Nadie ignora que á mí no me a r redra n inguna
declaración de principios, y que tengo el valor de mis opiniones.


lis la cuarta , suponer que yo justifico en cierto modo las r e v o -
luciones y las tiranías: yo no he hecho sino esplicar esos fenómenos
injustificables: he d i c h o q u e Dios los p e r m i t e , como permite el
///«/(pie condena: no he dicho que los ap rueba , como aprueba el
bien que él h a c e : lo (pie aprueba Dios g r a n d e m e n t e , es el bien que
de ellos resul ta , y (pie de ellos s a c a ; es d e c i r , la corrección que
de las tiranías reciben los pueblos desobed ien tes , y la que después
reciben los tiranos de las revoluciones. Lo que hay de bueno cu
ese m a l , no es el mal m i s m o , que es un mal s i empre , sino su
efecto, que consiste en el g rande escarmiento de los demagogos y
de los tiranos. Si hay un hombre en la t ierra que se subleve y salga
fuera de sí con solo nombrar esos dos monstruos de la especie h u -
m a n a , ese hombre soy y o ; y aun por esto mismo debo pasar y
paso por uno de sus ado rado re s . ¿Quién hace caso de los juicios
del vulgo ignorante?


Mi teoría sobre la libertad ha parecido á Vd. una u t o p i a , y lo
e s : la equivocación aquí no está en el juicio que Vd. ha formado
de ella ; está en suponer que no son utopias todas las teorías : lo
son todas , las par lamentar ias , las socialistas, y las consti tuciona-
les. En ninguna región del globo, en n ingún período de la h i s t o -
ria, ha correspondido j amás exac tamente la práct ica á la teórica
de Gobierno n i n g u n o : la teoría es lo que tiene de ideal y de u tó -
pico la cosa practicada. Ahora b i e n , teoría por t eo r í a , y utopia




— 171 —


por u top ia , prefiero á la de Benjamín Constant la de Ledru -Ro-
llin, y á la de Proudhon la de nuestro Señor Jesucr is to .—Pero al tin
se me d i r á , cuando esa bella l ibertad católica no existe ¿qué se ha
de hacer?—¡Qué se ha de hacer! busca r l a , ó res ignarse al t u r b u -
lento Unjo y reflujo de las tiranías y de las revoluciones. A mí no
se me ocurre que haya que hacer otra cosa. Sé que otros hay mas
invent ivos: de lo que dudo g randemen te , es del mérito de sus i n -
venc iones . Y no se c rea , como han creído de buena fé algunos
periódicos , que yo propongo como remedio las revoluciones y las
t i ran ías : lo único que hago , es consignar e\ hecho histórico de que
ésos fenómenos se presentan s iempre que los pueblos echan por
otras vias que las ca tó l icas ; para sacar de aquí la consecuencia
(pie es menester volver á esas v i a s , para evitar aquellas ca tás t ro-
fes. El intento de evitarlas echando por otro c a m i n o , me parece
in tento vano , y lo es sin duda ninguna ; porque es una ley i n v i o -
lable del mundo moral , que cuando las sociedades no obedecen
á la ley de Dios , sean en t regadas á la brutal idad de los hechos. Es
una cosa digna de observación, que todos los pueblos que en vez
de recibir la verdad han quer ido inventar la , es d e c i r , que todos
los pueblos que han dejado de ser verdaderamente católicos, para
ser puramente discutidores, han acabado por caer bajo el yugo de
dic taduras hor rendas y de los hechos brutales. La Inglaterra no es
una escepc ion , aunque imperfecta, de esta regla g e n e r a l , sino
porque el tor rente de la discusión ha estado contenido siempre allí
por los poderosos diques de las tradiciones históricas. Y al revés ,
en ningún pueblo ve rdaderamente catól ico, se ha conocido jamás
por largo tiempo, ni la dictadura de un hecho bruta l , ni el hecho
bruta l de una dictadura^


Ha habido quien cree equivocadamente dos cosas: la pr imera ,
que yo aconsejo la predicación del deber , y no su cumplimiento: y
la segunda , que declaro inútiles todas las instituciones humanas .
Por lo que hace á la pr imera de estas equivocaciones , basta para
convencerse de ella volver á leer mi carta: por lo que hace á la s e -
gunda , bas ta rá observar a q u í , que no solo no creo inútiles las ins -
tituciones dirigidas á asegurar el cumplimiento de todos los debe-




— 175 —


JCAN DONOSO CORTÉS.


r e s , sino que aplaudo todas aquellas que se ordenen á ese fin ,
en t re todos los sociales, el mas augusto y el mas santo. Digo mas
todavía: y es que de las varias instituciones conocidas en la h i s to -
ria , no condeno n inguna ; con t a l , e m p e r o , que reciban la anima-
ción y la vida de la verdad católica.


Si después de estas sencillas esplicaciones hay todavía quien
crea que condeno lo que no he c o n d e n a d o , y que aplaudo lo que
no be aplaudido, yo abandono á ese infeliz á Dios y á su c o n -
ciencia.


iNo habiendo sido mi ánimo entrar en n ingún género de d i s c u -
sión, sino rectificar b r evemen te algunos hechos , pondré aquí t e r -
mino á esta car ta . No lo h a r é , sin e m b a r g o , sin da r antes las g ra -
cias á todos los periódicos que se han d ignado ocuparse de la que
dirigí á Yd. anter iormente : no escluyo ni á los que me han u l -
trajado. No vaya Vd. á creer que en este olvido de los ultrajes
hay mérito n inguno: no hay mas que falta de memoria : ¿qué he
de hacer yo, si los olvido?


Queda de Vd. S. A. S. S. Q. S. M. 13.






COIUIESPOXDEXCIA CON EL PRÍNCIPE DE METTERNICH.


AL SEÑOR DONOSO*


PALACIO DE JOHANNISBERG agosto 3 1 8 3 1 .


^EÑOR Marques: Aprovecho el viaje de un amigo á Paris para dar
á Vd. giacias por el ejemplar que me ha remitido de su última
obra. No estrañe Vd. que, me haya re ta rdado algo en cumplir este
debe r , pues que los escritos de Vd. no son para leídos como qu ie -
ra, sino para meditados.


En el admirable Ensayo sobre el Catolicismo, Liberalismo y So-
cialismo, todo es severo como el pensamiento de Vd. , y luminoso
como su inteligencia. Para mí es cuestión de conciencia el a s e g u -
rarle lectores en Alemania: y por eso se publicará pronto una tra-
ducción, que estoy bien cierto ha de producir en estas vastas r e -
giones todo el bien que Vd. se ha propuesto .


No deje Vd. , señor m a r q u é s , de juzga rme digno de da rme
parte en sus tareas consagradas á la defensa de la verdad ; contán-
dome siempre en el número de sus admiradores mas apasionados,
y dando finalmente, s iempre como ahora , á estas segur idades de
mi profunda estimación, un precio superior al de una pura forma
de cortesía.


M E T T E R N I C H .




Al VRÍNOIPF. I)F. Ml'.TTh'KNH H .


i ' \ i u s a i r o s l o i~ I N.'i I


1 HÍNCIPF. : Nada puede haber mas lisonjero (pie la aprobación de
V. A. , y tengo á dicha el que se digne otorgarla al pensamiento
que ha inspirado mi Ensayo. Esto me prueba (pie no me he e n -
gañado , y ahora confio mas y mas en no haber trabajado en v a l -
de . Un libro tenido por útil en la opinión de V. A. no puede menos
de labrar a lguna cosa en los án imos , pues su sabiduría tan j u s t a -
mente venerada le asegura desde luego muchos lectores.


Le doy , pues , mil gracias por la suma benevolencia con que se
digna manifestarme su opinión, felicitándome de todas veras por
tener tan fausto motivo de agregar este testimonio de mi gratitud
personal á los afectos de admiración y profundo respeto que siem-
pre ha profesado á V. A.


Ei. MAKQI'ÉS DK YAMIECAMAS.




Ai. -! .Vil! IVlXOSO ;


VIENA a b r i l 'JS do I N 5 2 .


SEÑOR Marqués: Acabo de ver en los papeles públicos la carta que
coniecha del 15 ha enviado Vd. al director del Heraldo, y en su
vista voy á tomarme la libertad de escribirle estas cuantas l íneas,
no ya para tributarle un e logio , pues Vd. no los necesita , ni mu-
cho menos una crítica , sino para hacerle una simple observac ión ,
relativa al siguiente pasage de su mencionada carta:


«Caminando (dice) por tan contrar ias v í a s , no es eosa que d e -
be causar estrañeza si el Catolicismo y el íisoloíismo han corr ido
tan varia fortuna.»


Sin duda en este pasage espresa Vd. una verdad inconcusa,
por lo cual mi observación se refiere únicamente á la pa labra Ca-
tolicismo : y voy á decir a Vd. en epié se apoya . Yo tengo una
aversión que me parece muy fundada á los ismos, cuando los veo
aplicados á cualquier sustantivo que espresa una cual idad ó un de -
recho; porque se me l igara (pie desnaturalizan el mismo objeto que
se quiere con ellos significar. No c i t a r é , en prueba de mi aserto ,
m a s q u e los sustantivos Dios, fíazon, Filosofía, Sentimiento, Cons-




— iso -
litación, Sociedad, Coman, dejando á un lado otros mil que me ocur-
ren . Vea Vd. en lo que vienen á parar y se convierten todos estos
sustantivos, en cuanto se les aplica aquella terminación: Deísmo,
Racionalismo, Filosofismo, Sentimentalismo , Constitucionalismo,
Socialismo, Comunismo. ¿No le parece á Vd. que con esta sola
trasmutación gramatical ha quedado profundamente a l terado el
sentido de aquellos sustantivos? ¿ No considera Vd. como yo , que
solo con la agregación de aquellas dos s í labas , al parecer tan i n o -
fensivas, se realiza en las palabras citadas un trastorno e m i n e n t e -
mente peligroso por la elasticidad que les pres ta?


Hasta tal punto me son antipáticos estos ismos, y de tal mane-
ja temo la latitud que dan á las raices á que se a g r e g a n , que no
Jos puedo pasar ni aun en los sustantivos (pie parecen menos á
propósito para sufrir una g r ande al teración, como son los de Rey,
Monarquía, Patria. En el curso de mi ya dilatada vida he visto
par t idar ios muy sospechosos del Realismo y del Patriotismo.


Pues bien, lo mismo digo del Catolicismo. La Iglesia católica
es una potestad es t r ic tamente definible, y por lo mismo, p lenamen-
te comprensible; mientras que el Catolicismo comprende cosas y
personas mas católicas, ó católicas de distinto modo que lo son la
Iglesia y su Gefe v i s ib le ; así como dent ro del Realismo suele ha -
ber realistas mas ó menos realistas que los l leves y la Monarquía.


El ismo sienta perfectamente al Protestant ismo; pero no c u a -
ti ra á la Iglesia católica, no siendo como no son iguales sus r e s -
pectivos supues tos : como quiera (pie el de la Iglesia es el p r inc i -
pio de autoridad apoyada en la fé, y el de su adversar io no tiene
mas ni menos valor que el de las cuestiones sometidas al libre
e x a m e n .


En punto á ismos, (pié vale, d ígame Vd. el Galicanismo, ese ca-
mino al cisma?


Vd. hará de mi observación el uso que le dicte su buen juicio.
Si le parece que exagero los pel igros á que son ocasionadas las
dos sílabas consabidas, dígamelo Vd. para examinar sus razones
con franca imparcial idad, y con ayuda de mi repugnancia hacia
el optimismo, el pesimismo y el nihilismo.




— 181 —


METTERNICH.


Háme movido á dirigir á Vd. esta charla el recuerdo que me
trae el dia de h o y , en que se cumple caba lmente un año desde
que tuve el gusto de conocerle personalmente . ¡Cuántas cosa» i i c í i j
pasado desde entonces acá!


Sin mas por h o y , reitero á Vd. el cordial afecto y profunda
estimación con que es su sincero amigo y respetuoso servidor




AL PBIXCU'K DI-; MKTTKUXIOII.


PAKIS j n a y o I <S d o I S . ' J a .


P R Í N C I P E : Hasta el sábado último no be recibido la carta que V. A.
se ha dignado escr ibi rme en 28 del mes pasado : ignoro por qué
ha llegado á mis manos con tanto re t raso , y el conducto por d o n -
de Ja he recibido.


Admirables me parecen la exact i tud y agudeza de las o b s e r -
vaciones de V. A. acerca de los ismos, y del abuso que de esta
terminación se ha h e c h o , añadiéndola á ciertos sustantivos rad ica -
les, Pero en el estado presente de las c o s a s , no dejaría de haber ,
en mi op in ión , algún inconveniente en rebelarse contra el uso,
que es un tirano muy celoso y asombradizo , por mas que llegue á
hacerse legítimo cuando ha logrado hacerse omnipotente .


Cuando s u c e d e , como hoy , que es necesario hablar para todo
el mundo , forzoso es usar el l enguage de todo el mundo Todo el
mundo ent iende por Catolicismo lo (pie cut iendo y o , es decir , el
conjunto de doctrinas enseñadas por la Iglesia Católica: así como,
y con igual claridad, el Socialismo es la ciencia de la sociedad, en -
señada por los socialistas; y el filosofismo la filosofía, enseñada por
los part idarios del libre e x a m e n . Con el auxilio de estas palabras,
que tienen un sentido lijo y umversa lmente aceptado , creo espre-
sa r b revemente ideas (pie de otro modo exigirían laboriosas espli-




— is:i -----
caeiones y largos rodeos. Por e j emplo , si en la discusión digo
[donofia en lugar de filosofismo, t endré que especificar cuál es la
filosofía que yo combato; pues también la iglesia Católica tiene una
filosofía propia suya , que yo no combato de modo a lguno. Cuando
d igo , p u e s , filosofismo, nada mas necesito decir para manifestar
ipie lo que cómbalo en esta palabra , es la filosofía de los pa r t ida -
rios del libre examen. Del propio modo , si hablo de la ciencia so-
cial , como quiera que la Iglesia Católica tiene también una ciencia
social propia s u y a , claro es que cuando digo socialismo , quiero
hablar de la falsa ciencia social , enseñada por los socialistas.


Indudablemente el ismo es una especie de apodo espresivo de
la degradación en que la locura y el error del humano e n t e n d i -
miento hacen muchas veces incurr i r las mejores cosas. Así el
Deísmo y el filosofismo son malos radical y p e r p e t u a m e n t e , por
mas que la filosofía sea una cosa buena , y Dios sea soberanamente
perfecto. El arrianismo, el luleranismo, el kantismo, y todos los
d e r . ismos cuya raiz es un nombre p rop io , son por lo gene ra l
detestables primitiva y na tura lmente . Hay un mal Realismo, y un
mal Patriotismo. El Humanitarismo es tan bárbaro como en el
nombre en la cosa que significa.


Siendo todo esto c i e r t o , n o lo es menos sin embargo que la
fuerza misma de la verdad ha preservado al Catolicismo de dudas y
de injurias: aquí el ismo no ha sido mas que un recurso cómodo de
lenguage, sin el cual se pudiera c ier tamente haber pasado, pero
que de todos modos , en mi opinión , n ingún daño ha hecho. No se
da mal Catolicismo: cu el seno de esta luz , todo e r r o r , toda
tendencia al error rec iben inmedia tamente su ismo , que es como
la señal para dar el a ler ta á la razón y á la fé : esto ha sucedido
cuando la aparición respect iva del cartesianismo, del jansenismo,
del galicanismo, del josefismo , del rigorismo , del molinismo , del
lamenesianismo, del ¡jiobertismo e t c . etc . Solo el (•atolicismo ha
continuado siendo perpetuamente católico.


Esto es, Principe, cuanto me ocurre contestar á las o b s e r v a c i o -
nes de V. A., cuyo fallo ulterior espero para saber si he pensado
con acierln.




- h i —


V e r d a d e r a m e n t e , que han pasado muchas cosas desde que tu-
ve el h o n o r , hasta entonces por mí tan deseado , de ofrecer mis
respetos á V. A. Pero si he de decir lo que creo, no me parece
(pie los acontecimientos de que heñios sido tes t igos, á pesar de su
inmensa gravedad , hayan producido un cambio tal (pie aquel p a -
sado, que tan t r emendo se presentaba, no sea todavía el porvenir .
Yo desearía con toda mi alma que me fuera posible hablar con
V. A. acerca de t e s t ado actual de Europa: pero no siendo posible ,
y menos todavía confiar á una carta tan a rdua y prolija cuest ión,
sola una cosa me tomaré la l ibertad de decir á Y. A . : y es que la
cuestión territorial comienza á tomar el puesto de la cuestión r e v o -
lucionaria: ó por mejor d e c i r , que la cuestión revolucionaria , por
una de esas trasformaciones que suele inspirarle su genio satánico ,
se esfuerza por convert irse en cuestión territorial. Con poco que las
rosas marchen en este sent ido, la revolución volverá á levantar la
cabeza delante de noso t ros , y resolverá el problema en p rovecho
suyo, apoderándose de todos los terri torios. Someto esta indicación
á la profunda sabiduría de V. A. Quiera Dios, que se ha d ignado
conservaros para la Europa, inspiraros consejos capaces de alejar
aquel peligro que duran te tan largo tiempo ha conjurado V. A. p a -
ra el reposo y prosperidad de vuestros contemporáneos .


Con el mas profundo respeto y sincera admiración , Príncipe ,
tengo el honor de repe t i rme el mas aféelo y respetuoso servidor
d e V . A .


E L .MAKVCKS MÍ V ILDIAÍAMAS.




C A R T A A L E M I N E N T Í S I M O S E Ñ O R


C A R D E N A L F O R N A R I


S O B R E E L


PRINCIPIO GENERADOR DE LOS MAS GRAVES ERRORES


DE NUESTROS DI AS.






K M I X K N T I S I M O S l i N O B .


ANTKS do someter á la alta penetración d e ' V . Eminencia las b r e -
ves indicaciones (pie se sirvió pedirme por su carta de mayo úl t i -
mo , me parece conveniente señalar aquí los limites que yo mismo
me lie impuesto en la redacción de estas indicaciones.


Entre los e r rores c o n t e m p o r á n e o s , no hay ninguno que no se
resuelva en una h e r e g í a ; y en t re las hereg ías contemporáneas , no
hay ninguna que no se resuelva en o t ra , condenada de antiguo
por la Iglesia. En los e r rores pasados, la Iglesia ha condenado los
er rores présenles y ¡os er rores futuros. Idénticos en t re s í , cuando
se les considera bajo el punto de vista de su naturaleza y de su
or igen, los er rores ofrecen sin embargo el espectáculo de una v a -
riedad por ten tosa , cuando se les considera bajo el punto de vista
de sus aplicaciones. Mi propósito hoy es considerarlos mas bien
por el lado de sus aplicaciones , que por el de su naturaleza y
origen ; mas bien por lo que tienen de político y social, que por lo
que tienen de puramente rel igioso; mas bien por lo que tienen de
vario, que por lo que tienen de idéntico; mas bien por lo que t i e -
nen de mudable , que por lo que tienen de absoluto.


Dos poderosas consideraciones , de las cuales la una está l o -




— I ss —
macla de mis circunstancias pe r sona les , y la otra de la índole
propia del siglo en que v iv imos , me han inclinado á echar por
este camino. Por lo que hace á m í , he creído que mi calidad de
lego y de hombre público me imponía la obligación de recusar
yo mismo mi propia competencia para resolver las temerosas
cuestiones que versan sobre los puntos de nuestra fé, y sobre las
mater ias del dogma . Por lo que hace al siglo en que estamos, no
hay sino m i r a r l e , para conocer que lo que le hace tr istemente fa-
moso en t re todos los siglos, no es precisamente la arrogancia en
proclamar teóricamente sus heregías y sus e r ro res , sino mas bien
la audacia satánica que pone en ¡a aplicación á la sociedad p r e -
sente , de las heregías y de los errores en que cayeron los siglos
pasados .


Hubo un tiempo en que la razou h u m a n a , complaciéndose en
locas especulaciones , se most raba satisfecha de sí cuando había
logrado oponer una negación á una afirmación, en las esferas inte-
lectuales ; un er ror á una v e r d a d , en las ideas metafísicas ; una
heregía á un d o g m a , en las esferas religiosas. Hoy dia esa misma
razón no queda satisfecha si no desciende á las esferas políticas y
sociales, para conturbar lo todo , haciendo salir, como por encan to ,
de cada e r ro r un conflicto, d e cada heregía una revolución , y
una catástrofe gigantesca de cada una de sus soberbias negaciones .


El árbol del error pa rece llegado hoy á su madurez p r o v i d e n -
cial : plantado por la pr imera generación d e audaces heresiarcas ,
regado después por otras y otras generac iones , se vistió de hojas
en tiempos de nuestros abue los , de llores en tiempos de nuestros
pad res , y hoy está delante de nosotros y al a lcance de nuestra
mano , cargado de frutos. Sus frutos deben ser malditos con una
maldición especial , como lo fueron en los t iempos antiguos las flo-
res con que se perfumó, las hojas que le cubr ieron , el tronco que
las sostuvo, y los hombres que le p lantaron.


No quiero decir con esto que lo que ha sido condenado una
vez , no deba serlo n u e v a m e n t e ; quiero decir tan solo q u e una
condenación especial, análoga -á la especial transformación por la
que van pasando á nuestra vista lo* antiguos er rores en el siglo




présen le , me parece de lodo punto necesaria; y que en todo caso,
este punto de vista de la cuestión es el único para el que r eco -
nozco en mí cierto género de competencia .


Descartadas así las cuestiones puramente teológicas , lie p u e s -
to mi atención en aquellas otras que , siendo teológicas en su o r í -
gen y en su esencia , han venido á convert i rse sin embargo , en
virtud de transformaciones lentas y sucesivas, en cuestiones p o l í -
ticas y sociales. Aun entre estas mismas, me he visto en la necesi-
dad de descartar , por sobra de ocupaciones y falta de t iempo, las
que me han parecido de menos grave t r a scendenc ia , si bien he
creído de mi deber tocar algunos puntos sobre los que no he sido
consultado.


Por los mismos motivos de ocupaciones y de premura , me he
visto en la imposibilidad de volver á leer los libros de los h e r e s i a r -
cas modernos, para señalar en ellos las proposiciones que deben ser
combatidas ó condenadas . Meditando a t en t amen te , sin e m b a r g o ,
sobre este par t icu la r , he llegado á convencerme de que en los
tiempos pasados era esto mas necesario que en los presentes ; ha-
biendo entre ellos, si bien se m i r a , esta diferencia n o t a b l e : que
en los pasados , de tal manera estaban en los libros los e r r o r e s ,
que no buscándolos en los libros , no podian encont rarse en par te
n i n g u n a ; mientras que en los t iempos que alcanzamos , el e r ror
está en ellos y fuera ele e l los , porque está en ellos y en todas
p a r t e s : está en los libros, en las instituciones , en las leyes , en los
per iódico- , en los d i scursos , en las conversaciones , en las aulas ,
en los clubs, en el h o g a r , en el foro, en lo que se dice y en lo
que se calla. Apremiado por el t i empo , he p r egun t ado á lo que
está mas cerca de m í ; y me ha respondido la atmósfera.


Los er rores contemporáneos son infinitos: pero todos e l los , si
bien se m i r a , tienen su origen y van á morir en dos negaciones
s u p r e m a s ; una relativa á Dios , y otra relativa al h o m b r e . La s o -
ciedad n i e g a , de Dios, que tenga cuidado de sus c r ia turas ; y del
h o m b r e , que sea concebido en pecado. Su orgullo ha dicho al
hombre de estos tiempos dos cosas, y ambas se las ha creido;
que no tiene luna r , y que no necesita de Dios; que es fuerte v que




- - i:in - .


es h e r m o s o ; por eso le vemos engreído con so pode r , y e n a m o -
rado de su hermosura .


Supuesta la negación del p e c a d o , se n i egan , en t re otras m u -
chas , las cosas s iguientes : —Que la vida temporal sea una vida de
expiación , y ¡pie el mundo en que se pasa esla vida , deba ser un
valle de l á g r i m a s : — q u e la luz de la razón sea Haca y vacilante: —
qno la voluntad del hombre esté enferma:—-que el placer nos
haya sido dado en calidad de tentación, para que nos l ibremos de
su a t r a c t i v o : — q u e el dolor sea un b i e n , aceptado por un motivo
sobrena tura l , con una aceptación v o l u n t a r i a : — q u e el tiempo nos
haya sido dado para nuestra santificación:—que el hombre nece -
site ser santificado.


Supuestas estas n e g a c i o n e s , se af i rman, entre otras muchas,
las cosas s igu ien tes :—que la vida temporal nos ha sido dada para
e l eva rnos , por nuestros propios esfuerzos, y por medio de un
progreso indefinido, á las mas altas per fecc iones :—que el lugar
en (pie esta vida se p a s a , puede y debe ser radicalmente trasfor-
mado por el h o m b r e : — q u e siendo sana la razón del h o m b r e , no
hay ve rdad n inguna á que no pueda a lcanzar ; y que no es v e r -
dad aquella á que su razón no a l c a n z a : — q u e no hay otro nial
sino aquel que la razón ent iende que es m a l , ni otro pecado que
aquel que la razón nos dice que es pecado ; es decir que no hay
otro mal ni otro pecado, sino el nial y el pecado filosófico:—que
siendo recta de s u y o , no necesita ser rectificada la voluntad del
h o m b r e : — q u e debemos huir el dolor y buscar el p lace r :—que el
t iempo nos ha sido dado para gozar del t i e m p o , — y que el h o m -
b r e es bueno y sano de suyo.


Estas negaciones y estas afirmaciones con respecto al hombre ,
conducen á otras negaciones y á otras afirmaciones análogas con
respecto á Dios.—En la suposición de que el hombre no ha caido,
procede negar , y se niega , que el hombre haya sido r e s t au rado .—
En la suposición de que el hombre no haya sido restaurado , p r o -
cede n e g a r , y se n i e g a , el Misterio de la Redención y el de la
Encarnación , el Dogma de la personalidad esterior del Verbo , y
el Verbo mismo.—Supues ta la integridad natural de la voluntad




— 11)1 —


h u m a n a , p o r u ñ a par to ; y no reconociendo, por o t r a , la e x i s t e n -
cia de otro mal y de otro pecado sino del mal y del pecado filosófi-
co , procede negar , y se n i e g a , la acción santiüoadora de Dios
sobre el hombre , y con ella el dogma de la personalidad del Espí-
r i tu -San to .—De todas estas negaciones resulla la negación del
Dogma soberano de la Santísima Trinidad, piedra angular de nues -
tra f é , y fundamento de todos los dogmas católicos.


De aquí nace , y aquí tiene su or igen un vasto sistema de n a -
tura l i smo, que es la contradicción rad ica l , u n i v e r s a l , absoluta de
todas nuestras creencias . Eos católicos creemos y profesamos que
el hombre pecador está perpe tuamente necesitado de soco r ro , y
que Dios le otorga ese socorro perpe tuamente por medio de una
asistencia sobrenatural , obra maravillosa de su infinito amor y de
su misericordia infinita. Para nosotros , lo sobrenatura l es la a t -
mósfera de lo natural ; es dec i r , aquello que , sin hacerse sen t i r , lo
envuelve á un mismo tiempo, y lo sus tenta .


Entre Dios y c! hombre habia un abismo insondable: el Hijo d e
Dios se hizo h o m b r e ; y juntas en El ambas naturalezas , el abismo
fué colmado. Entre el Verbo D i v i n o , Dios y hombre á un mismo
tiempo, y el hombre pecador , habia todavía una inmensa dis tancia:
para acortar esa distancia inmensa , Dios puso en t re su Hijo y su
criatura á la Madre de su Hijo, á la Santísima Virgen , á la m u g e r
sin pecado. Entre la muger sin pecado y el hombre p e c a d o r , la
distancia era todavía g r a n d e ; y Dios , en su misericordia infinita,
puso entre la Virgen Santísima y el hombre pecador á los Santos
pecadores .


¡ Quién no admirará tan g rande y tan s o b e r a n o , y tan m a r a v i -
lloso y tan perfecto artificio! El mas g rande pecador no neces i ta
de mas sino de a largar su mano pecadora para encontrar quien le
ayude á remontarse de escalón en escalón hasta las cumbres del
Ciclo, desde el abismo de su pecado.


Y todo esto no es otra cosa sino la forma visible y es te r io r , y
como esterior y v is ib le , hasta cierto punto imperfecta, de los
efectos maravillosos de aquel socorro sobrenatural con que Dios
acude al h o m b r e , para (pie transite con pié firme por el áspero




— \'.\2 —


sendero do la vida. Para ¡'orinarse una idea de este sobronatural is-
1110 maravilloso , es necesario penetrar con los ojos de la fé en mas
altas y mas recónditas regiones: es menester poner los ojos en la
Iglesia, movida perpe tuamente por la acción secretísima del Espí-
ritu Santo : es menester penet rar en el secretísimo santuario de las
almas , y ver allí cómo la gracia de Dios las solicita y las busca , y
cómo el alma del hombre cierra ó ab re su oido á aquel divino r e -
c l a m o , y de qué manera se entabla y se prosigue cont inuamente
en t re la criatura y su Criador un callado coloquio : es menester ver ,
por otro lado, lo que hace a l l í , y lo que dice a l l í , y lo que allí
busca el espíritu de las t in ieblas ; y cómo el alma del hombre va y
v iene , y se agita y se afana entre dos e t e r n i d a d e s , para ab i smar -
se al í in , según el espíritu á quien s igue, en las regiones de la luz
ó en las regiones tenebrosas. Es menester mirar y ver á nuestro lado
al Ángel de nuestra guarda , y cómo va ojeando con un soplo sutil
para que no nos molesten los pensamientos impor tunos , y cómo
pone sus manos debajo de nuestros pies para que no tropezenios.
Es menester poner los ojos en la his tor ia , y ver la maravillosa
manera c o n q u e Dios dispone los acontecimientos humanos , para su
gloria propia y para el bien de sus elegidos, sin que porque El sea
dueño de los acontecimientos, el hombre deje de serlo de sus a c -
ciones. Es menester ver cómo suscita en tiempo oportuno los con-
quistadores y las conquis tas , los capitanes y las g u e r r a s ; y cómo lo
restaura y lo apacigua todo en un pun to , der r ibando á los g u e r -
reros , y domando el orgullo de los conquistadores : cómo p e r m i -
te (pie se levanten tiranos contra un pueblo pecador ; y cómo con-
siente que los pueblos rebeldes sean alguna vez el azote de los
t i r anos : cómo reúne las t r ibus , y separa las castas , ó dispersa las
g e n t e s : cómo dá y quita á su antojo los imperios de la t ierra , có-
mo los derr iba por el sue lo , y cómo los levanta hasta las nubes .
Es menester ve r , por úl t imo, cómo los hombres andan perdidos y
ciegos por este laberinto de la historia , que van construyendo las
generaciones humanas , sin que ninguna sepa decir ni cuál es su
es t ruc tu ra , ni donde está su ent rada , ni cuál es su salida.


Todo este vasto y espléndido sistema de sobrenaturalismo.




clave universal y universal esplicacion de las cosas h u m a n a s , eslá
negado, implícita ó esplíei lamcntc, por los que at irman la concep-
ción inmaculada del hombre : y los que esto atirman hoy , no son
algunos filósofos so lamente ; son los gobernadores de los pueblos,
las clases influyentes de la sociedad, y aun la sociedad misma, en-
venenada con el veneno de esta heregía per turbadora .


Aquí está la esplicacion de lodo lo que vemos y de lodo lo
que locamos ; á cuyo estado hemos venido á parar por esta serie
de argumentos . Si la luz de nuestra razón no ha sido oscurecida,
esa luz es bastante , sin el auxilio de la fe , para descubrir la v e r -
dad. Si la fé no es necesa r i a , la razón es soberana 6 i n d e p e n -
d ien te . Los progresos de la verdad dependen de los progresos de
la r a z ó n : los progresos de la razón dependen de su ejercicio: su
ejercicio consiste en la discusión : por eso la discusión es la v e r -
dadera ley fundamental de las sociedades m o d e r n a s , y el único
crisol en donde se separan , después de fundidas, las verdades de
los e r rores . En este principio tienen su origen la libertad de la
imprenta , la inviolabilidad de la Tribuna , y la soberanía real de
las Asambleas del iberantes . Si la voluntad del h o m b r e no está en-
ferma , la basta el atractivo del bien pa ra seguir el bien , sin el
auxilio sobrenatural de la gracia: si el hombre no necesita de ese
auxilio, tampoco necesita de los sacramentos que se lo dan , ni de
las oraciones que se lo procuran: si la oración no es necesaria, es
ociosa: si es ociosa, es ociosa é inútil la vida contempla t iva : si la
vida contemplativa es ociosa ó inútil, lo son la mayor par le de
las Comunidades Religiosas. Esto sirve para esplicar por qué en
donde quiera que han penetrado estas i d e a s , han sido es t in-
guidas aquellas Comunidades. Si el hombre no necesita de s a c r a -
mentos , no necesita tampoco de quien se los admin i s t r e : y si
no necesita de Dios, tampoco necesita de mediadores. De aquí
el desprecio ó la proscripción del sacerdocio , en donde esas
ideas han echado ra ices . El desprecio del sacerdocio se r e s u e l -
ve en todas partes en el desprecio de la Iglesia, y el desprec io
de la Iglesia es igual al desprecio de Dios en todas par tes .


Negada la acción de Dios sobre el hombre y abier to otra vez
TOMO v. 13




— 194 —


(en cuanto esto es posible) entre el Criador y su criatura un ab i s -
mo in sondab l e , luego al punto la sociedad se aparta instinti-
vamente de la Iglesia á esa misma d i s tanc ia : por e s o , allí donde
Dios está re legado en el c ie lo , la Iglesia está re legada en el San-
tuario: y al revés , allí donde el hombre vive sujeto al dominio de
Dios, se sujeta también natural é inst int ivamente al dominio de su
Iglesia. Los siglos todos atestiguan esta v e r d a d , y lo mismo la da
testimonio el p resente (pie los pasados .


Descartado así todo lo que es sobrenatura l , y convertida la re -
ligión en un vago deísmo, el hombre , que no necesita de la Iglesia,
escondida en su Santuario, ni de Dios, atado á su Cielo, como En-
celado á su roca , convier te sus ojos hacia la t ierra, y se consagra
esclus ivamcntc al culto de los intereses malcríales. Esta es la
época de los sistemas utilitarios, de las grandes espansiones de!
comercio , de las l iebres de la industria, de las insolencias de los
r icos, y de las impaciencias de los pobres . Este estado de r i -
queza material y de indigencia re l ig iosa , es seguido siempre
de una de aquellas catástrofes gigantescas que la tradición y la
historia g ravan perpe tuamente en la memoria de los hombres .
Para conjurarlas se r eúnen en consejo los prudentes y los hábiles:
el huracán , que viene rebramando , pone en súbita dispersión á
su consejo, y se los lleva jun tamen te con sus conjuros.


Consiste esto en que es imposible de toda imposibilidad impe-
dir la invasión de las revoluciones y el advenimiento de las t i ra -
nías , cuyo advenimiento y cuya invasión son una misma cosa; c o -
mo que ambas se resuelven en la dominación de la fuerza, cuando
se ha re legado á la Iglesia en el Santuario y á Dios en el Cielo. El
intento de llenar el g ran vacío que en la sociedad deja su ausencia
con cierta manera de distribución artificial y equilibrada de los p o -
deres públicos, es loca presunción é intento vano; semejante al de
aquel que en la ausencia de los espíritus vitales, (pusiera reprodu-
cir á fuerza de indus t r i a , y por medios puramente mecán icos , los
fenómenos de la vida. Por lo mismo que ni la Iglesia ni Dios son
una forma, no hay forma n inguna que pueda ocupar el g ran va-
cío que dejan, cuando se ret iran de las sociedades humanas . Y al




— l!)r> -


r e v é s , no hay manera ninguna de gobernación que sea esencia l -
mente peligrosa cuando Dios y su Iglesia se mueven l ibremente ,
si por otro lado la son amigas las co s tumbres , y favorables los
tiempos.


No hay acusación ninguna mas singular y mas estraña que la
<p¡e consiste en a f i r m a r , por una par te , con ciertas escuelas (pie el
Catolicismo es favorable al gobierno de las muchedumbres , y por
otra, con otros sectarios, que impide el advenimiento de la l iber-
tad, que favorece la espansion de las g randes t iranías. ¿Dónde hay
absurdo mayor que acusar de lo primero al Catolicismo, ocupado
perpetuamente en condenar las rebe ld ías , y en santificar la o b e -
diencia como la obligación común á todos los hombres? ¿Dónde hay
absurdo mayor (pie acusar de lo segundo á la única rel igión de la
tierra que ha enseñado a l a s gentes que ningún hombre tiene d e -
recho sobre el h o m b r e , porque toda autor idad v iene de Dios; que
ninguno que no sea pequeño á sus propios ojos, será g r a n d e ; que
las potestades son instituidas para el b i e n ; que mandar es serv i r ,
y que el Principado es un minis ter io , y por consiguiente un s a -
crificio? Estos principios, revelados por Dios y mantenidos en toda
su integridad por su santísima Iglesia, constituyen el derecho p ú -
blico de todas las naciones cris t ianas. Ese derecho público es la
afirmación perpetua d é l a verdadera l ibertad, porque es la p e r p e -
tua negación, la condenación perpetua, por un fado, del derecho en
los pueblos de dejar la obediencia por la rebelión , y por otro, del
derecho en los Príncipes de convert ir su potestad en t iranía. La
libertad consiste precisamente en la negación de esos de rechos : y
de tal manera consiste en esa n e g a c i ó n , que con ella la libertad
es inevi tab le , y que sin ella la libertad es imposible. La a f i rma-
ción de la l ibertad, y la negación de esos derechos , son, si bien se
mira, una misma cosa, espresada en términos diferentes y de dife-
ren te manera . De donde so sigue, no solo que el Catolicismo no es
amigo de las tiranías ni de las revoluciones, sino que solo él las ha
negado ; no solo que no es enemigo de la libertad , sino que solo
él ha descubierto en esa misma negación la índole propia de la li-
bertad ve rdade ra .




M os monos al)sur(lo suponer , como suponen a lgunos , (pie la
religión santa que profesamos, y la Iglesia que la contiene y la
predica , ó detienen ó miran con desvío la libre espansion de la r i -
queza pública , la buena solución de las cuestiones económicas , y
el crecimiento de los intereses mater ia les : porque si bien es cierto
que la religión no se propone hacer á los pueblos potentes sino d i -
chosos , ni hacer á los hombres ricos sino santos , no lo es menos
(pie una de sus nobles y g randes enseñanzas consiste en h a b e r
revelado al hombre su encargo providencial de transformar la n a -
turaleza toda, y de ponerla á su servicio por medio de su trabajo.
Lo que la Iglesia busca, es un cierto equil ibro entre los intereses
materiales y los morales y religiosos : lo que en esc equilibrio
busca, es (pie cada cosa esté en su luga r , y que haya lugar para
todas las cosas : lo que busca, por ú l t imo , es que el primer lugar
sea ocupado por Jos intereses morales y religiosos, y que los m a -
teriales vengan después . Y esto, no solo porque así lo ex igen las
nociones mas elementales del o rden , sino también porque la razón
nos dice y la historia nos enseña, (pie esa preponderanc ia , c o n d i -
ción necesaria de aquel equil ibrio, es la única que puede conjurar
y (pie conjura cier tamente las grandes catástrofes prontas s iempre
á surgir allí donde la preponderancia ó el crecimiento esclusivo de
los intereses materiales pone en fermentación las grandes concu -
piscencias.


Otros hay que persuadidos, por un lado, de la necesidad en que
está el mundo, para no perecer , del auxilio de nuestra santa r e l i -
gión y de nuestra Iglesia santa ; pero pesarosos, por otro lado, di'
someterse á su yugo , que si es suave para la humildad , es gravís i -
mo para el orgullo humano , buscan su salida en una transacción,
aceptando de la rel igión y de la Iglesia ciertas cosas, y desechan-
do otras que esl iman e x a g e r a d a s . Estos tales son tanto mas pe l i -
grosos , cuanto que toman cierto semblante de imparcialidad propio
para engañar y seducir á las gentes : con esto se hacen jueces del
campó, obligan á comparecer de lante de sí al e r ror y á la ve rdad ,
y con falsa moderación , buscan ent re los dos no sé qué medio im-
posible. La verdad , esto es cier to, suele encontrarse y se encuen-




tra en medio de los e r r o r e s : pero entre la verdad y el error no
hay medio n i n g u n o : ent re esos dos polos contrarios no hay nada ,
nada, sino un inmenso vacío : tan lejos está de la verdad el que se
pone en ei vacío, como el que se pone en el e r ror : en la verdad
no está sino el que se abraza con ella.


Estos son los principales e r rores de los hombres y de las c la-
ses á quienes ha cabido en estos t iempos el tr iste privilegio de la
gobernación de las naciones. Volviendo los ojos á otro lado, y p o -
niéndolos en los que se adelantan rec lamando la g r a n d e herencia
de la gobernación, la razón se turba y la imaginación se confunde
al hallarse en presencia de e r rores todavía mas perniciosos y abo-
minables. Es una cosa digna de observarse , sin embargo , que e s -
tos e r ro r e s , perniciosísimos y abominabilísimos como son , no son
mas que las consecuencias lógicas , y como lógicas, inevitables de
los errores ar r iba mencionados.


Supuesta la inmaculada concepción del h o m b r e , y con ella la
belleza integral de la naturaleza h u m a n a , a lgunos se han p r e g u n -
tado á sí propios: ¿por qué si nuestra razón es luminosa y nuestra
voluntad recta y eseeleule, nues t ras pas iones , que es tán en noso-
tros como nuestra voluntad y nuestra razón, no han de ser excelen-
tísimas? Otros se p regun tan : ¿por qué si la discusión es buena c o -
mo medio de llegar á la verdad , ha d e habe r cosas sustraídas á su
jurisdicción soberana? Otros no atinan con la razón de por qué , en
los anteriores supues tos , la libertad de p e n s a r , de que re r y de
obrar no ha de ser absoluta. Eos dados á las controversias re l ig io-
sas se proponeu la cuestión que consiste! e n - a v e r i g u a r por qué si
Dios no es bueno en la sociedad, se le consiente en el Cielo, y por
qué si la Iglesia no sirve para nada , se la ha de consentir en el
Santuario. Otros se preguntan por q u é , siendo indefinido el progreso
hacia el bien, no se ha de acometer la hazaña de levantar los goces
á la altura de las concupiscencias , y de trocar este valle lacrimoso
en un jardín de delei tes . Eos filántropos se mues t ran escandal iza-
dos al encontrar un pobre por las calles, no acer tando á c o m p r e n -
der cómo un p o b r e , s iendo tan feo , puede ser h o m b r e , ni cómo
el h o m b r e , siendo tan he rmoso , puede ser pobre . En lo que con-




viene» lodos , sin que discrepe n inguno , es en la necesidad i m p e -
riosa de subver t i r la sociedad, de supr imir los Gobiernos, de t r a -
segar las riquezas, y de acabar de un golpe con todas las institu-
ciones humanas y d iv inas .


Hay todavía ¡ aunque la cosa parezca imposib le , un error que ,
no siendo ni con mucho tan detes table , considerado en s í , es , sin
e m b a r g o , mas trascendental por sus consecuencias que todos estos:
el e r ror de los que creen que estos no nacen necesaria é inev i -
tab lemente de los otros. Si la sociedad no sale prontamente de este
e r r o r , y si saliendo de é l , no condena á los unos como c o n s e -
cuencias y á los otros como premisas , con una condenación r a d i -
cal y soberana , la sociedad , humanamente h a b l a n d o , está perdida.


El que lee el ¡mperfeetísimo catálogo que acabo de hacer de
esos e r ro res a t roces , observará que de ellos unos van á p a r a r á una
Confusión absoluta y á una absoluta a n a r q u í a ; mientras (pie otros
hacen necesario para su realización un despotismo de proporciones
inauditas y g igan tescas : corresponden á la primera categoría los
(pie se refieren á la exaltación de la libertad individual , y á la v io -
lentísima destrucción de todas las ins t i lac iones: corresponden á la
segunda aquellos otros que s u p o n e n una ambición organizadora .
En el dialecto de la escuela se llaman socialistas en general los
sectarios (pie difunden los pr imeros , y comunistas los que difunden
los s e g u n d o s : lo que aquellos buscan sobre todo , es la espansion
indeterminada de la l ibertad individual , á espensas de la autoridad
pública suprimida : y al r evés , á lo que se dirigen los segundos, es
á la completa supresión de la l ibertad humana, y á la espansion gi-
gantesca de la autoridad del Estado. La fórmula mas completa de la
primera de estas doctrinas se halla en los escritos de Mr. Girardin,
y en el último libro de Mr. Proudhon. El pr imero ha descubier to
la fuerza centrífuga, y el segundo la fuerza centrípeta de la socie-
dad futura, gobernada por las ideas socialistas: la cual obedecerá á
dos contrar ios movimientos; á uno de repulsión, producido por la
libertad absoluta, y á otro de a t racción, producido por un torbellino
de contratos . La esencia del Comunismo consiste en la confiscación
do (odas las l ibertades y de todas las cosas en provecho del Estado.




— 199 —


Lo estupendo y monstruoso de todos estos e r rores sociales
proviene de lo estupendo de los errores religiosos en que licúen su
esplicacion y su origen. Los socialistas no se contentan con r e l e -
gar á Dios en el Cielo, sino cpie pasando mas allá, hacen profesión
pública de aleismo, y le niegan en todas par les . Supuesta la nega -
ción de Dios, fuente y or igen de toda autor idad, la lógica exige
la negación de la autoridad m i s m a , con una negación abso lu ta :
la negación de la paternidad universal lleva consigo la negación
de la paternidad doméstica ; la negación de la autor idad religiosa
lleva consigo la negación de la autoridad política. Cuando el hom-
bre se queda sin Dios, luego al punto el subdito se queda sin Rey,
y el hijo se queda sin padre .


Por lo que hace al Comunismo , me parece evidente su p r o c e -
dencia de las heregias panteislas, y de todas las otras con ellas e m -
parentadas . Cuando todo es Dios y Dioses todo, Dios es, sobre lodo,
democracia y muchedumbre : los individuos, átomos divinos y nada
mas, salen del todo que perpe tuamente los enjendra , para volver
al todo que perpetuamente los absorbe . Kn este sistema, lo (pie no
es el lodo, no es Dios, aunque part icipe de la divinidad ; y lo que
no es Dios, no es nada, porque nada hay fuera de Dios, que es lodo.
De aquí ese soberbio desprecio de los comunistas por el hombre ,
y esa negación insolente d é l a l ibertad humana . De aquí esas a s p i -
raciones inmensas á una dominación universal por medio de la fu-
tura demagogia , (pie ha de esteuderse por todos los continentes , y
ha de tocar á ios últimos conliues de la t ierra. De aquí esa furia i n -
sensata con que se propone confundir y t r i turar todas las familias,
todas las c lases , todos los pueblos , todas las razas de las gentes ,
en el g ran mortero d e s ú s tr i turaciones. De ese, oscurísimo y s a n -
grientísimo caos debe salir un dia el Dios único, vencedor de todo
lo que es vario ; el Dios un iversa l , vencedor de todo lo que, es par-
ticular; el Dios Cierno sin principio ni fui, vencedor de todo lo que
nace y pa sa : ese Dios es la demagogia , la anunciada por los ú l t i -
mos profetas, el único sol del futuro firmamento, ' la que ha de
venir traída por la tempestad, coronada de, rayos, y servida por lo.-
huracanes . K>e es el verdadero t o d o , Dios v e r d a d e r o , a rmado




— 20(1 —


con un salo a t r i bu lo , la omnipotencia ; y vencedor de las tres
g randes debil idades del Dios catól ico, la bondad , el amor , y la
misericordia. ¿Quién no reconocerá en ese Dios á Luzbe l , Dios del
orgul lo?


Cuando se consideran a t en t amen te estas abominables doc t r i -
nas , es imposible no echar de ver en ellas el signo misterioso
pero visible que los er rores han de llevar en los tiempos a p o c a -
lípticos. Si un pavor religioso no me impidiera poner los ojos en
esos tiempos formidables, no me seria difícil apoyar en poderosas
razones de analogía la opinion de que el g r a n imperio anticrist ia-
no será un colosal imperio demagógico , regido por un plebeyo
de satánica g randeza , que será el h o m b r e de pecado.


Después de haber considerado en general los principales e r ro-
res de estos t i e m p o s , y después de habe r demostrado cumpl ida-
mente que lodos ellos t ienen su origen en algún error religioso,
m e parece no solo conveniente sino también necesario descender
á a lgunas aplicaciones que han de poner mas en claro todavía
esa dependencia en que están de los e r rores religiosos todos los
e r ro res políticos y sociales. As í , por e j emplo , m e parece una
cosa puesta fuera de toda d u d a , que todo lo que afecta al g o -
b ierno de Dios sobre el h o m b r e , afecta en el mismo grado y del
mismo modo á los Gobiernos instituidos en las sociedades civiles.
El p r imer error religioso, en estos últimos t iempos, fué el principio
de la independencia y de la soberanía de la razón humana: á este
e r ror en el orden religioso, cor responde en el político el que c o n -
siste en afirmar la soberanía de la in te l igencia: por eso, la s o b e -
ranía de la inteligencia ha sido el fundamento universal del d e r e -
cho público en las sociedades combat idas por las primeras r e v o -
luciones . En él t ienen su origen las monarquías par lamentar ias ,
con su censo e lec tora l , su division de poderes , su imprenfa l ibre,
y su Iribnna inviolable.


El segundo error es relativo á la vo lun tad , y consiste, por lo
que hace al orden religioso , en afirmar que la voluntad , recta de
suyo, no necesita, para inclinarse al b ien , del llamamiento ni del
impulso de la g rac ia : á este e r ro r en el orden religioso corres-




— 201 —


pondo en el político el que consiste en alirniar que no habiendo
voluntad que no sea r ec t a , no debe haber n inguna que sea di r ig i -
da, y (jue no sea directora. En este pr incipio se funda el sufragio
universal , y en él tiene su or igen el sistema republicano.


El tercer error se refiere á los apeti tos, y consiste en afirmar,
por lo que hace al orden religioso, que supuesta la inmaculada
concepción del hombre , sus apetitos son cscelentes: á este e r ror
en el orden religioso corresponde en el político el que consis-
te en af irmar, que los gobiernos todos deben ordenarse á un
solo fin: á la satisfacción de todas las concupiscencias : en este
principio están fundados todos los sistemas socialistas y d e m a -
gógicos , que pugnan hoy por la dominación , y que , s iguiendo
las cosas su curso natural por la pend ien te que l l evan , la a l -
canzarían mas ade lan te .


De esta m a n e r a , la per turbadora heregia que consiste, por un
lado, en negar el pecado or iginal , y por otro en nega r que el h o m -
b r e está necesitado de una dirección divina, conduce , pr imero á la
afirmación de la soberanía de la in te l igencia , y luego á la af i rma-
ción de la soberanía de la voluntad, y por último á la afirmación
de la soberanía de las pasiones ; es decir , á tres soberanías p e r -
turbadoras .


No hay como saber lo que se afirma ó se niega de Dios en las
regiones religiosas, para saber lo que se afirma ó se niega del
Gobierno en las regiones políticas: cuando en las pr imeras p r e v a -
lece un v a g o d e i s m o , se afirma de Dios que reina sobre lodo lo
c r iado , y se niega que lo gobierne . En estos casos prevalece en
las regiones políticas la máx ima par lamentar ia de que el rey reina y
no gobierna.


Cuando se niega la existencia de Dios , se niega todo del G o -
bierno, hasta la exis tencia . En estas épocas de maldición surgen y
se propagan con espantable rapidez las ideas anárquicas de las e s -
cuelas socialistas.


Por ú l t imo, cuando la idea de la divinidad y la de la creación
se confunden hasta el punto de afirmar (pie las cosas cr iadas son
Dios, y que Dios es la universalidad de las cosas c r i a d a s , entonces




— 202 —


el Comunisnio prevalece en las regiones pol í t icas , como el p a n -
teísmo en las religiosas; y Dios, cansado de sufrir, en t rega al h o m -
b r e á la merced de abyectos y abominables t iranos.


Volviendo ahora los ojos hacia la Iglesia , me será fácil demos-
trar que ha sido objeto de los mismos e r ro res ; los cuales conse r -
van s iempre su identidad indes t ruc t ib le , ora se apl iquen á Dios,
ora conturben su Ig les ia , ora t ras tornen las sociedades Civiles.


La Iglesia puede ser considerada de dos maneras diferentes: en
sí misma, como una sociedad independiente y perfecta, que tiene
en sí cuanto necesita para obra r con desembarazo y para moverse
con anchura ; y en su relación con las sociedades civiles y con los
Gobiernos de la t ierra .


Considerada bajo el punto de vista de su organismo interior, la
Iglesia se ha visto en la necesidad de resistir la g rande avenida
de perniciosísimos e r ro re s ; siendo digno de adver t i rse que en t r e
ellos los mas perniciosos son los que se dir igen contra lo que su
unidad tiene de maravillosa y per fec ta ; es dec i r , contra el Pontifi-
c a d o , piedra fundamental del prodigioso edificio. Ln el n ú m e r o
de estos e r rores está aquel en vir tud del cual se niega al Vicario
d e Jesucristo en la tierra la sucesión única c indivisa del poder
apostólico en lo que tuvo de un ive r sa l , suponiendo que los Obi s -
pos han sido sus coherederos , liste e r ror , si [ludiera prevalecer ,
introduciría la confusion y el desconcierto en la Iglesia del Señor,
convirliéndola, por la multiplicación del Pontificado, que es la au-
toridad esencia l , la autoridad indivis ible , la autoridad incomuni-
cab le , en una aristocracia turbulent ís ima. Dejándole el honor de
una vana Presidencia y qui tándole la jurisdicción real y el gobierno
efectivo, el Sumo Pontífice, bajo el imperio de este e r ror , queda r e -
legado inúti lmente en el Vat icano; como Dios , bajo el imperio del
error deis ta , queda re legado inúti lmente en el Cielo, y como el
Key, bajo el imperio del e r ror par lamentar io queda relegado inútil-
mente en su T r o n o .


Los que mal avenidos con el imperio de la razón , de suyo
aristocrática , le prefieren el de la voluntad , democrát ica de suyo,
van á caer en el Prcsbi ter iauismo, que es la República en la Jgle-




ski; como caen en el sufragio universal , que es la República en las
sociedades civiles.


Los que . enamorados de la l ibertad individual , la cxajeran bas -
ta el punto de proclamar su omnímoda soberanía y la destrucción
de todas las instituciones r ep r imen t e s , van á caer , por l o q u e hace
ai orden civi l , en la sociedad contractual de P r o u d h o n , y por lo
(pie hace al religioso , á la inspiración individual proclamada como
un dogma por algunos fanáticos sectarios en las gue r r a s religiosas
de Inglaterra y de Alemania.


Por ú l t imo , los seducidos por los e r ro res panteistas van á pai-
rar , en el orden eclesiástico, á la soberanía indivisa de la m u c h e -
dumbre de los fieles; como, en el orden divino, á la deificación de
(odas las cosas ; c o m o , en el orden c iv i l , á la constitución de la
soberanía universal y absorbente de las falanges.


Todos estos er rores relativos al orden ge rá rqu ico establecido
por el mismo Dios en su Igles ia , importantísimos como son en la
región de las especulaciones , pierden g r andemen te de su i m p o r -
tancia en los dominios de los h e c h o s , por ser imposible de toda
imposibilidad que lleguen á prevalecer en una sociedad que las
divinas promesas ponen á cubierto de sus es t ragos . Lo contrario
sucede con aquellos otros er rores que conciernen á las relaciones
ent re la Iglesia y la sociedad c iv i l , en t re el sacerdocio y el i m p e -
rio , los cuales fueron poderosos en otros siglos para turbar la paz
de las g e n t e s , y aun lo son hoy d i a , ya que no para impedir la
espansion irresistible de la Iglesia por el i nundo , para ponerla obs-
táculos y t r a b a s , y para re ta rdar el dia en que sus confines han
de ser los confines mismos de la t ierra .


Estos er rores son de var ias espec ies , según que se afirma de
la Iglesia ó (pie es igual al Es tado, ó que es inferior al E s t a d o , ó
tpae nada tiene que ver con el Es tado , ó que la Iglesia no s i rve
para nada . La pr imera es la afirmación propia de los mas t e m p l a -
dos regal i s las : la segunda , de los regalistas mas ardientes : la t e r -
cera, de los revolucionarios, que proponen como pr imera p remisa
de sus argumentos la última consecuencia del regal ismo: la úllima,
de los socialistas y comunis tas : es dec i r , de todas las escuelas r a -




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d ica les , las cuales toman por premisa de su a rgumento la última
consecuencia en que se detiene la escuela revolucionaria.


La teoría de la igualdad en t re la Iglesia y el Estado da ocasión
á los mas templados regalistas para proclamar como de naturaleza
laical lo que es de naturaleza mista; y como de naturaleza mista, lo
que es de naturaleza eclesiástica ; s iéndoles forzoso acudir á estas
usurpaciones para componer con ellas la dote ó el patrimonio (pie
el Estado aporta en esta sociedad egalitoria. En este sistema, casi
todos los puntos son con t rover t ib les ; y todo lo (pie es con t ro -
ver t ib le , se resuelve por avenencias y concordias : en él es de d e -
recho común el pase de las bulas y de los b reves apos tó l icos , así
como la vigilancia, la inspección y la c e n s u r a , ejercida sobre la
Iglesia en nombre del Estado.


La teoría de la inferioridad de la Iglesia con respecto al Estado
da ocasión á los regalistas ard ientes para proclamar el principio de
las Iglesias nacionales , el de recho de la potestad civil de revocar
las concordias ajustadas con el Sumo Pontífice , de disponer por sí
de los bienes de la Iglesia , y por último , el de gobernar la Iglesia
por decretos ó por leyes hechas en las Asambleas deliberantes;.


La teoría que consiste en afirmar que la Iglesia nada tiene que
ver con el Estado, da ocasión á la escuela revolucionaria para p r o -
clamar la separación absoluta entre el Estado y la Ig les ia ; y como
consecuencia forzosa de esta separación, el principio de que la m a -
nutención del clero y la conservación del culto deben correr por
cuenta esclusiva de los fieles.


El error que consiste en afirmar que la Iglesia no sirve para
n a d a , siendo la negación de la Iglesia misma , da por resultado la
supresión violenta del o rden sacerdotal por medio de un decreto
que encuent ra su sanción na tura lmente en una persecución re l i -
g iosa .


Por lo dicho se ve que estos er rores no son sino la reproducción
de los que vimos ya en otras esferas; como quiera que á las mismas
afirmaciones y negaciones er róneas á (pie da lugar la coexistencia
de la Iglesia y del Estado , da lugar , en el orden político, la coexis-
tencia de la l ibertad individual y de la autoridad públ ica ; en el ó r -




den m o r a l , la coexistencia del libre albedrío y la g r a c i a ; en el
intelectual, la coexistencia de la razón y la l e ; en el histórico, la
coexistencia de la Providencia divina y de la l iber tad humana ; y
en las mas altas esferas de la especulación , con la coexistencia del
orden natural y del sobrena tu ra l , la coexistencia de dos mundos .


Todos estos errores, en su naturaleza idént icos , a u n q u e en sus
aplicaciones varios, producen por lo funestos los mismos resultados
en todas sus aplicaciones. Cuando se aplican á la coexistencia de
¡a libertad individual y de la autoridad públ ica , producen la g u e r -
ra , la anarquía y las revoluciones en el Es tado : cuando tienen por
objeto el libre albedrío y la gracia, producen primero la división y
la guer ra interior , después la exaltación anárquica del l ibre a l b e -
d r í o , y luego la tiranía de las concupiscencias en el pecho del
hombre . Cuantióse aplican á la razón y á la fé, producen pr imero
la guerra entre las d o s , después el d e s o r d e n , la anarquía y el vé r -
tigo en las regiones de la inteligencia humana . Cuando se aplican á
la inteligencia del hombre y á la Providencia de Dios, producen to-
das las catástrofes de que están sembrados los campos de la h i s to-
ria. Cuando se aplican, por último, á la coexistencia del orden n a -
tural y del sobrena tura l , la a n a r q u í a , la confusión y la guer ra se
dilatan por todas las esferas y es tán en todas las r eg iones .


Por lo dicho se ve que en el último análisis y en el ú l t imo resul-
t a d o , todos estos er rores , en su var iedad, casi infinita se resuelven
en uno solo; el cual consiste en haber desconocido ó falseado el or-
den g e r á r q u i c o , inmutable de suyo , que Dios ha puesto en las
cosas. Esc orden consiste en la superior idad gerá rqu ica de todo lo
que es sobrenatural sobre todo lo que es natura l , y por consiguiente ,
en la superioridad gerárquica de la fé sobre la razón , de la gracia
sobre el libre a lbedr ío , de la Providencia Divina sobre la l ibertad
h u m a n a , y de la Iglesia sobre el Estado; y, para decirlo todo de
una vez y en una sola frase, en la superior idad de Dios sobre el
hombre .


El derecho reclamado por la fé de a lumbrar á la razón y de
guiarla , no es una usurpación , es una prerogat iva conforme á su
naturaleza esce len te ; y al revés , la prerogat iva proclamada por la




razón de señalar á la fe sus límites y sus dominios , no es un d e r e -
cho sino una pretension ambiciosa, que no está conforme con su na-
turaleza inferior y subord inada . La sumisión á las inspiraciones
secre tas de la gracia es conforme al o rden un ive r sa l , porque no
OÍS otra cosa sino la sumisión á las solicitaciones d iv inas y á los d i -
vinos l l amamientos ; y al r e v é s , su desprec io , su negac ión , ó la
rebeldía con t r a ella, constituyen el libre albcdrio en un estado inte-
rior de indigencia y en un estado esterior de rebelión contra el Es -
píritu Santo. El señorío absoluto de Dios sobre los grandes aconteci-
mientos históricos que El obra y que El permite , es su prcrogat iva
incomunicab le ; como quiera que la historia es corno el espejo en
que Dios mira ex te r io rmente sus des ign ios ; y al r evés , la pre tcn-
sión del hombre cuando afirma que él hace los acontecimientos , y
que él teje la t rama maravillosa de la historia, es una pretension
insos tenible ; como quiera que él no hace otra cosa sino tejer por
sí solo la t rama de aquellas de sus acciones que son contrarias á los
divinos mandamien to s , y ayudar á tejer la t rama de aquellas otras
que son conformes á la voluntad divina. La superioridad de la Igle-
sia sobre las sociedades civiles es una cosa conforme á la recta
r a z ó n , la cual nos ensena que lo sobrenatural es sobre lo natural,
y lo divino sobre lo h u m a n o : y al revés , toda aspiración por parle
del Estado á absorbe r la Iglesia ó á separarse de la Iglesia, ó á
prevalecer sobre la Iglesia, ó á igualarse con la Iglesia, es una a s -
piración anárqu ica , preñada do catástrofes y provocadora de con-
flictos.


De la restauración de estos principios e ternos del orden rel i -
g ioso , del politico y del social , depende esclusivamenle la s a lva -
ción de las sociedades h u m a n a s . Esos principios empero no pueden
ser res taurados sino por quien los conoce ; y nadie los conoce sino
la Iglesia Católica : su derecho de enseñar á todas las genios, que la
v i ene de su fundador y maest ro , no se funda solo en ese origen d i -
v i n o , sino que está justificado también por aquel principio de la
recta razón, según el cual toca -aprender al que ignora , y enseñar
al que mas sabe .


De manera que si la Iglesia no hubiera recibido del Señor este




— 207 —


soberano magis te r io , todavía estaría autorizada para ejercerle por
el hecho solo de ser la depositaría d e los únicos principios que
tienen la secreta y maravillosa vir tud d e man tener todas las cosas
en orden y en concierto, y la de poner concierto y o rden en todas
las cosas. Cuando se alirma de la Iglesia que tiene el derecho de
e n s e ñ a r , esa afirmación es legitima y razonable ; pero no es c o m -
pleta del todo, sino se afirma al mismo t iempo, del mundo , que t ie-
ne derecho de ser enseñado por la Iglesia. Sin duda las sociedades
civiles están en posesión de aquella t r emenda potestad que cons is -
te en no encumbrar los altísimos montes de las ve rdades eternas ,
v en deslizarse b landamente hasta caer en el abismo , por las r á -
pidas pendientes de los e r r o r e s : la cuestión consiste en aver iguar
si puede decirse que ejercita un d e r e c h o aquel q u e , perdida la
razón, comete un acto de locura: ó, pa ra decirlo de una vez y con
una sola pa l ab ra , si ejerce un derecho el que renuncia á todos los
derechos por medio del suicidio.


La cuestión de la enseñanza, agi tada en estos últimos tiempos
entre los universitarios y los católicos franceses, no ha sido p l a n -
teada por los últimos en sus verdaderos té rminos : y la Iglesia uni-
versal no puede aceptarla en los términos en que viene p lan teán-
dose. Supuesta, por un lado, la libertad de cultos, y supuestas , por
otro, las circunstancias especialísimas de la nación francesa , es
cosa clara á todas luces que los católicos franceses no estaban en
estado de reclamar otra cosa para la Iglesia sino la libertad que
es aquí derecho c o m ú n , y que por serlo podía servir á la v e r -
dad católica de amparo y de refugio. El principio e m p e r o de la l i -
bertad de la enseñanza , considerado en sí mismo, y hecha a b s -
tracción de las circunstancias especiales en cpie ha sido proclamado,
es un principio falso, y de imposible aceptación para la Iglesia
Católica. La l ibertad de la enseñanza no puede ser aceptada por
ella, sin ponerse en abierta contradicción con todas sus doctr inas .
En efecto, proclamar que la enseñanza debe ser l i b r e , no viene á
ser otra cosa sino proclamar que no hay una verdad ya conocida
que deba ser enseñada , y que la verdad es la cosa que no se ha
encontrado y que se busca por medio de la discusión amplia de lo -




- 208 -


Er. MARQUÉS \m YAM)F. ( IAM. \S .


das las opiniones: proclamar cpie la enseñanza debe ser l ib re , es
proclamar cpie la ve rdad y el er ror t ienen derechos iguales . Ahora
b i e n : la Iglesia profesa, por un lado, el principio de que la verdad
existe sin necesidad de buscarla , y por otro , el principio de que
el error nace sin derechos, vive sin derechos y mucre sin derechos,
y que la verdad está en posesión del derecho absoluto . La Iglesia,
pues, sin dejar de aceptar la l ibertad, allí donde olra cosa es de
todo punto imposib le , no puede recibirla como término de sus de-
seos , ni saludarla como el único blanco de sus aspiraciones.


Tales son las indicaciones que creo de mi deber hacer sobre
los mas perniciosos en t re los errores con temporáneos : de su i m -
parcial e x a m e n , resultan á mi entender demostradas estas dos co-
sas: la pr imera , que todos los e r rores t ienen un mismo origen y un
mismo cen t ro : la segunda , que , considerados en su centro y en su
or igen, todos son religiosos. Tan cierto es que la negación de uno
solo de los atributos divinos lleva el desorden á todas las esferas,
y pone en t rance de muer te á las sociedades h u m a n a s .


Si yo tuviera la dicha de que estas indicaciones no parecieran
á V. Emm. en te ramente ociosas, me atrever ía á rogarle que las pu-
siera á los pies de Su Santidad, jun tamen te con el rendido homenaje
de profundísima veneración y de altísimo respeto que proleso como
católico hacia su sagrarla P e r s o n a , hacia sus juicios infalibles, y
hacia sus fallos inapelables ,


Dios guarde á V. Emm. muchos años . Paris 1 9 de junio
de 1852.—Eminent ís imo S e ñ o r . — B . L. M. de Y. Emm. su atento
seguro servidor




C A R T A I N É D I T A


A L


DIRECTOR DE LA REVUE DES DEUX MONDES


EN REFUTACIÓN


D E U N A R T Í C U L O D E M R . A L B E R T D E B R O G L I E .






SEÑOR DIRECTOR DE LA R E M E D K S D E E X M O N D E S .


PARÍS 1 5 de nov iembre de 1 8 5 2 .


MUY señor mió: En el número de la REVUE DES DEUX MONDES (Iie-
risla de A mbos Mundos), correspondiente al 1.° de noviembre , ha in-
sertado Vd. un artículo , lleno de ingenio, en el que Mr. Albert de
Broglic se pone en disidencia conmigo sobre mater ias de l a m a s
alta importancia. Aunque poco inclinado por instinto y por con-
vencimiento á conversar con el público, he creído sin e m b a r g o
tpie en la ocasión presente no podia guardar silencio, sin correr
el riesgo de ver acreditados con respecto á nú gravísimos y
t rascendentales e r rores .


No quiere decir esto que voy á en t rar en discusión, ni m u -
cho menos que voy á entablar una polémica con ai piel e s c r i -
tor insigne. De todos los (pie me conocen es sabido que tengo
las polémicas por pel igrosas, y las discusiones públicas por va-
n a s : por esta r azón , puedo afirmar de mí, sin que afirmándolo
haga otra cosa sino dar testimonio á la v e r d a d , que he discu-
culido pocas veces , y no he disputado n u n c a .


Soy aficionado, no lo niego, y aun así lo he declarado en
otra ocasión con estas mismas palabras , á esponer senc i l lamen-
te mis doc t r inas : pero en general ni busco ni acepto la d i s -
cusión ; persuadido como estoy á (pie degenera fácilmente en




dispula, la cual acaba siempre por resfriar la car idad, por en-
cender las pasiones y por inducir á los contendientes á faltar
á tres g randes respetos: al que el hombre debe al hombre , al
que debe á la ve rdad , y al que se debe á sí propio. Las p a -
labras son á manera d e semillas: yo se las doy á los v ientos , y
dejo al cuidado de Dios que las mande caer, según sea su volun-
tad, sobre rocas estériles, ó sobre tierras fecundas. No s iendo
mi ánimo disputar ni discutir , lo único que m e propongo al
dirigir á Vd. esta carta , es deshacer b revemente a lgunos e r r o -
res de apreciación en q u e , contra su voluntad , ha incurrido
Mr. Albert de líroglie en el bril lante artículo que consagra , en
par te , á la esposicion de mis doct r inas .


Consiste el primero en a f i r m a r que soy idólatra de la Kdad
Media. En la Kdad Media hay muchas cosas: hay, por una p a r -
le, asolamiento de c iudades , caida de Imperios , lucha de razas,
confusión de gen tes , violencias, gemidos: hay corrupción , hay
b a r b a r i e , hay instituciones ca ídas , é instituciones bosquejadas:
los hombres van á donde van ios pueblos: los pueblos á donde
otro quiere , y ellos no, saben: y hay la luz que basta para ver
que todas las cosas están fuera de su lugar, y (pie no hay l u -
gar para ninguna c o s a , la Europa es el caos .


Pero además del caos hay otra cosa : hay la esposa inmaculada
del Señor, y hay un gran suceso, nunca visto de las g e n t e s : hay
una segunda creación, obrada por la Iglesia. En la Edad Media no
hay nada sino la creación que me parezca asombroso, y nada sino
la Iglesia que me parezca adorable . Para obrar el gran prodigio .
Dios escogió esos t iempos oscuros, e t e rnamente famosos á un tiem-
po mismo por la esplosion de todas las fuerzas bru ta les , y por la
manifestación de la impotencia humana . Nada es mas digno de la
divina magostad y de la divina grandeza , sino obrar allí donde
hombres , y pueblos, y razas, todo se agita confusamente, y nadie
obra . Queriendo Dios demost ra r , en dos solemnes ocasiones, que
solo la corrupción es estéril, y que solo la virginidad es fecunda,
quiso nacer de Maria , y contrajo esponsales con la iglesia : y la
Iglesia fué madre de pueblos, como María Madre suya .




\ iose entonces aquella inmaculada \ í rgen, ocupada en hacer
bien, como su Divino Esposo, levanta!' el án imo de los caidos, y mo-
derar los ímpetus do los v io lentos , dando á gustar á los unos el
pan de los fuer tes , y á los otros c! pan de los mansos. Aquellos
feroces hijos del Polo, que humillaron y escarnecieron la magostad
r o m a n a , cayeron rendidos de amor á los pies de la indefensa Vir-
gen : y el mundo todo vio atónito y a s o m b r a d o , por espacio de
muchos siglos, la renovación, por la Iglesia, del prodigio de Da-
niel , exento de todo daño en el antro de los leones.


Después de haber, amansado amorosamente aquellas grandes
i r a s , y después de haber serenado con solo su mirada aquellas
furiosas t empes tades , vióse á la Iglesia sacar un monumento de
una ru ina ; una institución, de una cos tumbre ; un principio, de un
hecho ; una ley, de una csperiencia ; y, para decirlo todo de una
vez, lu ordenado, de lo exó t i co ; lo a rmónico , de lo confuso. Sin
duda lodos los instrumentos de su c reac ión , como el caos mismo,
estaban antes en el caos: suya no fué sino la fuerza vivificante y
creadora. En el caos estaba, como en embr ión , todo lo que habia
de ser y de v i v i r : en la iglesia, desnuda de lodo, no estaba sino
el ser y la v i d a , todo fué, lodo vivió, cuando el mundo puso un
oido atento á sus amorosas pa labras , y una mirada tija en su r e s -
plandeciente belleza.


No, los hombres no habían visto una cosa semejan te ; ponqué
no habían asistirlo á la pr imera c reac ión ; ni la volverán á ver ,
porque no habrá tres creaciones . Diríase que , a r repent ido Dios de
no haber hecho al hombre testigo de la pr imera , permitió á su
Iglesia la segunda, solo para que el hombre, la mi ra ra .


El segundo error consiste en suponer que aconsejo á la Iglesia
una dominación universa! y absoluta. Yo no he tenido n u n c a , y no
tendré j amás la altiva é insensata pretensión de aconsejar á la q u e
escucha y sigue los consejos del Esp í r i tu -San to : he echado una
mirada al rededor de m í , y lie visto enfermas y decaídas á las s o -
ciedades c ivi les , y en confusión y desconcierto todas las cosas h u -
manas : he visto á las naciones embr iagadas con el vino de la s e -
dición , y á la libertad ausente de la t i e r ra : he visto á los t r ibunos




coronados , y á los Royes sin sus c o r o n a s : j a m á s han presenciado
los hombres tan g randes mudanzas y tan g randes r e v e s o s , y tan
prodigiosos altos y bajos de la fortuna.


Al ver todas estas cosas , me he p reguntado á mí p rop io , si
toda esta confusión , y este desconcierto y este desorden , no p r o -
vienen por ventura del olvido en que están puestos aquellos p r in -
cipios fundamentales del mundo m o r a l , de que es pacífica d e p o -
sitaría , y única poseedora la Iglesia de Jesucristo. Mi duda se ha
convertido en ce r t idumbre , al observar que solo la Iglesia ofrece hoy
el espectáculo de una sociedad ordenada : que ella sola está quieta
en medio de estos tumul tos : que ella sola es l i b r e ; porque en ella
el subdito obedece amorosameute á la autoridad leg í t ima, que
manda á su vez con justicia y mansedumbre : que ella sola es fe-
cunda en grandes ciudadanos, que saben vivir siendo santos, y sa-
ben mori r siendo márt i res .


Y a l a vista de este gran e spec tácu lo , he dicho á la sociedad
c i v i l : — « T ú eres desvalida y p o b r e , y la Iglesia opulentísima : pí-
dela lo que te falla , que no te lo negará ; porque sus manos están
llenas de gracias , y su pecho de misericordias. ¿ Rascas el orden '/
pídela su secreto á la. que está bien ordenada . ¿Buscas la l i be r t ad '
a p r e n d e en la escuela de la que es l ibre . ¿Buscas el reposo? no le
encont ra rás sino en la Iglesia y por la Igles ia , que t iene la m a r a -
villosa virtud de serenarlo todo, y de dar paz á los ánimos. ¿Buscas
la noción cristiana de la autoridad púb l i ca? estudia los grandes h e -
chos de sus g randes Pontífices. ¿ Buscas el secreto de las ge ra r -
quías sociales? pídesele á la gloriosa muchedumbre de sus Obispos
y de sus Patr iarcas . ¿Buscas el secreto de la obediencia d igna , y de
la dignidad obediente? pídesele á la nobilísima falange de sus s a -
cerdotes . ¿Quieres ser fecunda en hijos que vivan y mueran por
su Patria ? pídela el secreto de la santificación, y el secreto del
martirio.» —


No se trata aqu í , como se ve , de la cuestión que consiste en
aver iguar si la supremacía corresponde al Sacerdocio, ó corres-
ponde al I m p e r i o : se (rata solamente de aver iguar si conviene <í
nq á la sociedad civil tomar d é l a Iglesia los g raudes principios tlel




orden social ; si la conviene ó no la conviene ser crist iana. El g r a n
pecado de estos tiempos me [tareco consistir en el intento vano,
por parlo de las sociedades civiles , de formar para su uso propio
un nuevo código de verdades políticas y de principios sociales ; en
el inlenlo vano de arreglar sus cosas por medio de concepciones
puramente humanas , haciendo una absoluta abstracción de las c o n -
cepciones divinas. Los gobernadores de las sociedades civiles han
d i c h o : « — D i v i d á m o s l a creación en tres Imperios independien tes .
El cielo será de D i o s , y allí se concent ra ran las d iv inas concepcio-
nes : el santuario será de la Iglesia , y allí se concent ra rán las c o n -
cepciones rel igiosas: el hombre imperará en todo lo que hay ent re
el santuario y el Cielo; y en este Imperio vas t í s imo, todo se o r -
denará por las concepciones h u m a n a s . » —


De aquí esa g rande esplosion de actividad intelectual , por la
cual el hombre ha intentado igualarse , por un l a d o , con la Ig le -
sia; por olio l a d o , con Dios , y levantar sus concepciones al nivel
altísimo de las concepciones religiosas y de las concepciones d i v i -
nas . De aquí la vuella á la idolatría de la propia exce lenc ia , la
mas 'peligrosa de t o d a s , porque es sa tánica . De aquí ese culto de
latría, por parte de las gentes , hacia los hombres que con su
ingenio han conquistado un trono en las esferas intelectuales. De
aquí esa confianza iiiscusata del hombre en el hombre , y del h o m -
bre en sí mismo , que me est remece por su imperturbabi l idad,
aun en presencia del desvanecimiento universal de lodos sus v a -
nos pensamientos y de todas sus vanas ilusiones.


Contad una por una , si podéis , las bancarrotas y las c a t á s t r o -
fes de nuestros d ias ; y obse rva re i s , llenos de asombro , que siem-
pre es el orgullo el castigado por la ca tás t rofe , y que el orgullo e s
el que hace s iempre bancarrota . Dios suscita los tiranos contra los
pueblos rebeldes , y los pueblos rebeldes contra los t i r anos : El es
el que castiga el orgullo con otro orgullo ; hasta que solo quede en
pie el mas g r a n d e , cuya humillación se ha rese rvado á sí propio .


Vueltas á la infancia las sociedades de nuestros t i empos , h a -
bían llegado á creer que podrían evitar las miradas de Dios , t a -
pándose los ojos para no ver le . ¡ Intento v a n o ! Dios les ha salido




al encuentro en todas d i recc iones , y les ha atajado el paso en t o -
dos los caminos .


Y verdaderamente era muy difícil no encontrar alguna vez y
en a lguna parte á Aquel que vive en todas par tes , y que vive eter-
n a m e n t e .


De la misma manera que la sumisión á los preceptos divinos
no lleva cons igo , ni esplicita ni implíci tamente, la institución de
un gobierno teocrático ; el reconocimiento , en la teórica y en la
p r ác t i c a , de las ve rdades fundamentales de que es depositaria la
Iglesia , no lleva consigo , ni esplicita ni implícitamente , su domi-
nación en los negocios tempora les . Jamás ha confundido la Iglesia
estas dos cosas , de suyo tan diferentes : por esta razón , al mismo
tiempo que busca y pide para sus dogmas , y aun para sus p r inc i -
pios el imperio del m u n d o , porque el mundo no puede subsistir
sino sometiéndose al imperio de sus principios y de sus dogmas ,
ha mostrado s iempre no solo desvío, sino horror á inger i rse en la
dirección temporal de las cosas h u m a n a s .


Hubo un tiempo en que la Italia, abandonada de sus e m p e r a -
dores y de sus cap i tanes , é inundada por el diluvio de la invasión,
puso el c e t r o , la corona y la púrpura á los pies de sus Pontífices,
ac lamándolos , como en otros dias á sus Césa res , p ios , felices,
tr iunfadores. La Iglesia e m p e r o , y la historia lo d i ce , recibió la
salutación popu la r , como Maria habia recibido antes la sa lu ta-
ción angélica.—Qucc ciìm audisset, turbata est in sermone ejus.—Ni
las alabanzas angé l i cas , ni los clamores populares pudieron d e s -
vanecer á la madre humilde y á la humilde esposa de Aquel á
quien su Profeta llama ludibrio de las gentes, y varón de dolores.
Cuando, andando los t i e m p o s , vemos á esos mismos Pontífices
ajusfando las diferencias en t re los pueblos y los Reyes , mas bien,
(fuera de los casos de abierta rebelión) como padres amorosos que
como jueces inexorab les , no hay que preguntar les por qué e je r -
cen aquel ministerio altísimo y aquel ai b i t rage soberano : á los
Reyes y á los pueblos es á quienes toca decir cuál fué la fuerza in-
vencible y el instinto poderoso, que les movió á acudir en d e m a n -
da de la justicia y de la paz á los únicos que eran entonces en la




— 217 —


tierra pacíficos y justicieros. A nosotros nos toca afirmar , sin temor
de ser desment idos , que sin aquella suprema jurisdicción, confe-
rida por el consentimiento universal á la Iglesia , la Europa y la
civilización hubieran perecido jun tamen te . Sabedores como somos
todos los que al presente vivimos, de los estragos que pueden
obrar las revoluciones y las t iranías en estos tiempos en que no hay
brazo ninguno que no padezca flaqueza, ni voluntad que no p a -
dezca desmayos , no puede sernos difícil calcular las g igantescas
catástrofes que hubieran venido sobre la Eu ropa , si la Iglesia no
hubiera sido un dique, en aquellos tiempos violentísimos, contra el
desbordamiento de las g randes t iranías, y contra el furor de las
g randes revoluciones.


Sea de esto lo que q u i e r a , pasó ya la época memorable y e s -
cepcional de su gloriosa dictadura sobre el pueblo cr i s t iano, p a -
recida por mas de un concepto á la que ejerció Dios personal y
directamente sobre el pueblo jud ío . Hoy dia todas las cosas han
vuelto á sus estados normales ; y en el estado normal de las cosas,
la Iglesia no obra sobre la sociedad sino por medio de una i n -
fluencia secret ís ima; así como Dios no obra sobre el h o m b r e sino
secreta y calladamente por medio de su gracia . Esta maravillosa
analogía entre la manera de obrar de la Iglesia sobre la soc i edad ,
y la manera de obrar de Dios sobre el h o m b r e , es una prueba
mas de aquella inenarrable sencillez que Dios pone en sus medios ,
y de la inconcebible profundidad y ostensión que Dios da á sus
designios.


Dejando empero á un lado las observaciones importantes y cu-
riosas á (jue daría ocasión el portento de esas analogías , por no
permitirlo los estrechos límites de una ca r t a , me contentaré con
observar que entre Dios y su Iglesia hay otra semejanza , que con-
siste en ser de tal condición , que quieren ser violentados por el
hombre . Ni Dios es conquistador sino de los que solicitados por su
gracia le con pristan el c i e l o , ni la Iglesia es conquis tadora sino
de los que vencidos por su influencia le conquistan violentamente
su Santuario.


Que las naciones crist ianas ent ren la Iglesia á saco; que se vis--




- 218 -


tan con sus divinos despojos; cpie coman todas del pan (pie ella
a m a s a , hasta saciar su h a m b r e ; que hasta saciar su s e d , beban
todas en sus fuentes de aguas v ivas : esto es lo que yo pido , y es-
to es lo que ella quiere , y esto es lo (pie yo ent iendo por la d o m i -
nación de la Iglesia.


Vengamos ahora á la acusación mas acreditada y, bajo cierto
punto de vista, la mas g r ave : consiste esta en afirmar que aspiro
á inculcar en los ánimos la necesidad de una restauración de la
Edad Media.


En la Edad Media hay que considerar dos c o s a s : aquellos h e -
chos, aquellos principios y aquellas instituciones (pie tuvieron su
origen en la civilización propia de aquella edad; y aquellos hechos,
aquellos principios y aquellas insti tuciones que , aunque realizados
entonces , son la manifestación esterior de ciertas leyes e te rnas ,
de ciertos principios inmutab les , y de ciertas verdades a b s o -
lutas. Yo condeno al olvido lo que insti tuyeron los hombres en
aquella edad , para que pasara con aquella edad y con a q u e -
llos hombres ; y reclamo con instancia la restauración, de lodo
Jo q u e , habiendo sido tenido por cierto en aquella e d a d , es
cierto pe rpe tuamen te .


El catálogo de lo que hay que dejar y de lo (pie hay que
tomar en la Edad Media , l lenaría las páginas de esa Revista;
y la demostración de la exact i tud do aquel catálogo bastaría
para ocupar anchamente algunos vo lúmenes . Siendo mi ánimo,
al escribir esta c a r t a , esponer mas bien que demostrar mis
doctr inas , para evi tar que se me a t r ibuyan las (pie no t engo , b a s -
tará p a r a mi propósito actual dar una idea sumaria de lo que en
el o rden político quisiera ver r es taurado .


Una cosa llama poderosamente mi atención en la Edad Media;
y es su tendencia cons t an te , aunque cuasi s iempre infructuosa, á
constituir la sociedad , y á constituir el poder con arreglo á los
principios que forman como el derecho público de las naciones
cr is t ianas; así como me espanta la tendencia de la sociedad actual
á constituirse y á consti tuir el poder publico con arreglo á ciertas
teorías y á ciertas concepciones que l levarían á los p u e b l o s , por




— 2 til - -


cumbos desconocidos, Cuera de las vias católicas. El resu l tado tinal
de aquella dichosa tendencia fué la consti tución de la Monarquía
hereditaria: el resultado de la tendencia actual será infaliblemente
la constitución de un poder d e m a g ó g i c o , pagano en su const i tu-
ción, y satánico en su grandeza . El advenimiento de este poder
colosal podrá ser re ta rdado por la inconsecuencia de los hombres
y por la misericordia divina: pero si la sociedad no muda de r u m -
bo, su advenimien to , en un porveni r no m u y le jano, á pesar de
los vientos contrar ios q u e hoy re inan en Europa , me parece i n e -
vitable.


Yo me propongo decir algo de lo mucho que pudiera decir
acerca de los opuestos principios que sobre la constitución del p o -
der y sobre la constitución de la sociedad, son como el alma de
esas contrarias tendencias.


Hay una ley soberana , que Dios ha impuesto á los m u n d o s : en
virtud d e e s a l ey , es necesario que la unidad y la v a r i e d a d , que
so hallan cu el mismo Dios, se ha l l en , de una ó de otra m a n e r a ,
en todas las cosas : por eso el conjunto de todas las cosas lleva el
nombre de i'nirerso, palabra que , d e s c o m p u e s t a , quiere decir la
unidad y la variedad juntas en uno. En la sociedad , la unidad se
manifiesta por medio del p o d e r ; y la var iedad por medio de las
ge r a rqu í a s : y el poder y las gorarquías , así como la unidad y la
variedad que representan , son cosas inviolables y sag radas ; como
que su coexistencia es á un mismo tiempo el cumplimiento de la
ley de Dios , y la fianza de la libertad del pueblo .


Ea monarquía hered i ta r ia , tal como existió en los confines que
separan la monarquía feudal y la abso lu ta , es el tipo mas p e r -
fecto y acallado del poder político y de las gerarquías sociales. El
poder era u n o , perpetuo y l imi tado: era u n o , en la persona del
Rey; era pe rpe tuo , en su familia; era l imi tado , porque donde
quiera encont raba una resistencia material en una gerarquía o r g a -
nizada. Las Asambleas de aquellos tiempos no fueron nunca un
poder. Cuando la m o n a r q u í a , sin ser todavía absoluta , fué ya
fuerte , fueron un d i q u e , y nada mas : en los tiempos de la flaqueza
de los t ronos , fueron un campo de batalla. Los que han querido




ver en ellas el origen de los gobiernos pa r l amenta r ios , ignoran lo
que es un gobierno par lamentar io , y no saben cuál es su origen.
Lo que constituye la índole de ese g o b i e r n o , y cuál sea su origen,
lo indicaré mas adelante .


A esta mona rqu í a , (pie no vacilo en calificar como el mas pe r -
fecto de todos los gobiernos pos ib les , sucedió, en el orden de ios
tiempos , la monarquía absoluta ; y su advenimiento coincidió con
dos sucesos memorables : con la restauración del paganismo l i tera-
r i o , y con la insurrección religiosa. La civilización moderna no
podia venir al mundo bajo mas tristes auspicios. Miradla b i en , y
veréis que esa civilización no es otra cosa , en el o rden religioso,
político y m o r a l , sino una decadencia constante .


La monarquía absoluta tuvo de bueno , que conservó la unidad
y la perpetuidad del poder : tuvo de malo , que suprimió ó desp re -
ció las resistencias y las g e r a r q u í a s ; y con esto la ley de Dios fué
violada. Un poder sin límites es un poder esencialmente anticristia-
no , y un ultraje á un tiempo misino contra la majestad de Dios y
contra la dignidad del h o m b r e . Un poder sin límites no puede ser
nunca ni un ministerio ni un servic io ; y el poder político, bajo el
imperio de la civilización cr is t iana , no es otra cosa. Un poder sin
limites e s , por otro l a d o , una idola t r ía , así en el subdito como
en el Rey : en el subd i to , porque adora al R e y ; en el R e y , por-
que se adora á sí propio.


En las ruinas monumenta les de! Lgipto no es raro hallar juntas
dos estatuas representantes de una misma persona : una de ellas
está s iempre en aptitud de a d o r a r , y otra en aptitud de ser a d o r a -
da . Eso significa que Ramsés Rey está en adoración de Ramsés
Dios. Esas dos estatuas pudieran simbolizar nuestras monarquías
absolutas , si los hombres de nuestra edad tuvieran el genio s imbó-
lico de los Egipcios. ¡Qué se puede esperar de una civilización que
comienza por restaurar la de los F a r a o n e s , teniendo á la mano la
monarquía cristiana!


El par lamentar ismo tiene su origen en una reacción contra la
monarquía absoluta. Yo no conozco en la historia una reacción mas
funesta. La monarquía absoluta , que es la negación de la i i i o n a r -




quia crisliana en una condición fundamenta l , o s , sin e m b a r g o , la
afirmación de esa misma monarquía en dos de sus condiciones
esenciales. Kl par lamentar ismo la niega en su esencia y en todas
sus condiciones La niega en su unidad, porque convie r te en tres lo
que es uno , con la división de poderes : la niega en su perpetuidad,
porque pone su fundamento en un contrato , y n inguna potestad es
inamisible si su fundamento es var iab le : la niega en su limitación,
porque la trinidad política en que la potestad r e s ide , ó no obra por
impotencia , enfermedad orgánica que pone en ella la división , ú
obra t i ránicamente , no reconociendo fuera de s í , ni encontrando
al rededor suyo , ninguna resistencia legí t ima. Por ultimo , el par-
lamentar ismo, que n i é g a l a monarquía cristiana en todas las c o n -
diciones de su unidad , la niega también en su variedad y en t o -
das sus condiciones, por la supresión de las gerarquías sociales.


lista supres ión, en pr imer l u g a r , es un hec l io : allí donde el
parlamentarismo preva lece , luego al pun to van desapareciendo t o -
das las corporaciones y todas las g e r a r q u í a s , sin dejar de sí ni
las t ro ni memoria. En segundo l uga r , es un pr inc ip io : en efecto,
según la teoría pa r lamenta r ia , no cabe admitir influencia n inguna
entre el Rey y las Asambleas d e l i b e r a n t e s , sino la de los Ministros,
que son sus embajadores ; ni entre el Par lamento y las m u c h e d u m -
b r e s , sino la del cuerpo e lec tora l , agregado arbitrario y confuso,
que se forma á una señal convenida , y se descompone á otra
señal ; yaciendo sus miembros en dispersión hasta que vuelve á so -
nar la voz que les ordena j un t a r s e .


Necesito repet i r lo : yo no concibo una negación mas radical ,
mas absoluta , mas completa de aquella ley que impone la unidad y
la variedad á todas las cosas , y sus condiciones especiales á lo
(pie es vario y á lo que es u n o : así como no concibo una a f i r m a -
ción mas bella y mas robusta de aquella ley y de estas condic io-
nes , que la de la Edad Media , inspirada por el genio católico,
cuando encontró la monarquía cristiana en el término de su c a r r e -
ra afanosa.


Por lo dicho se ve cuan g rande es el error de los q u e , c o m p a -
rando el [Kulamentar i smo con el socialismo, creen que el último




es una negación es t reñ ía , y el pr imero una negación mitigada. La
diferencia entre el uno y el otro no está en el radicalismo de la
n e g a c i ó n ; como quiera que ambos lo n iegan todo , y lo niegan ra-
d i c a l m e n t e : está en que mientras que el uno lo niega todo en las
esferas políticas , el otro lleva su negación á las regiones sociales.


A no considerar sino las apariencias y las formas , el pa r l a -
mentar ismo de nuest ros dias tiene modelos y antecedentes en t o -
dos tiempos y en todas par tes . Los tiene en Inglaterra , en donde
se gobierna todo por dos Cámaras de acuerdo con la Corona ; y los
tiene en los tiempos pasados en todas las naciones E u r o p e a s , en
donde el c l e r o , la n o b l e z a , y las ciudades eran l lamadas á d e l i -
be ra r sobre los intereses públicos. Pero si dejando á un lado las
apariencias y las formas , vamos de rechamente á lo que esta cues -
tión tiene de íntimo y de profundo ; si instamos para que estas for-
mas , idénticas entre s í , nos revelen el espíritu que en ellas se e s -
conde y que las a n i m a , hal laremos que el par lamentar ismo (pie
prevaleció años a t rás 'en el Cont inen te , es una cosa nueva en el
mundo , sin que sea posible encont ra r ni su antecedente ni su mode-
lo en la historia.


Si comenzando por la Constitución británica , nos ponemos á
examinar , no solo su organización ester ior , sino también y p r i n c i -
palmente su organismo interno antes de las últimas reformas , h a -
llaremos que la división del poder careció allí s iempre de toda rea-
lidad, no siendo sino una vana apar iencia . La Corona no era un
poder , ni aun par te constitutiva del p o d e r ; era el símbolo y la
imagen de la Nación , la cual coronando al R e y , se coronaba á sí
misma : ser Rey no era allí ni re inar ni gobernar ; era pura y s i m -
plemente recibir adoraciones. Esta aptitud pasiva de la Corona c s -
cluye de suyo la idea de poder , y la idea de gobierno , incompati-
bles con la idea de una perpetua inacción y de un perpetuo r e -
poso. La Cámara de los Comunes no era otra cosa , ni en su com-
posición ni en su espíritu , sino la he rmana menor de la Cámara
de los Pares . Su voz no era una voz : era un eco. La Cámara de
los Pares e r a , con este modesto título, el verdadero, el único po-
der del Estado. La íu güito i ra no era una moaurquía, era una




aristrocrácia; y esta aristocracia era un poder u n o , perpetuo y
l imitado: u n o , porque residía en una persona m o r a l , animada
de un solo espí r i tu ; perpetuo porque esa persona moral era una
í ' lase, dotada por la legislación de los medios necesarios para v i -
vir perpe tuamente : limitado , porque la Constitución y las t r a d i -
ciones y las costumbres la obl igaban á conformarse en la prácti-
ca á la modestia de su título.


Por lo dicho se vé que la nación inglesa reconoció s iempre , en
la práctica de su Consti tución, las condiciones esenciales, y como
esenciales divinas, del poder púb l i co ; condiciones que van impl í -
cita ó esplícitamente negadas por lo que en el Continente lleva el
nombre de'.gobierno parhuneniario. Las reformas l levadas á cabo
en la Constitución inglesa en estos últimos t i empos , son una v e r -
dadera revolución, preñada de catástrofes. La Providencia , que se
complace en confundir la sabiduría de los sabios y la prudencia de
los prudentes , ha permit ido que la Ingla ter ra sea conquistada por
nuestro par lamentar ismo , en el momento mismo en que tenia por
cierto que nos habia conquistado por sus instituciones. Esta con-
quista de Ja Inglaterra por el espíritu continental será el g r ande
asunto de meditación de las generaciones futuras y d e los h i s to -
riadores ven ide ros ; á no ser que por un esfuerzo g igantesco del
buen sentido que ha prevalecido s iempre en aquel la hermosa y
potentísima r aza , logre espulsar de su territorio al enojoso h u é s -
ped que se ha deslizado por sus costas.


Por lo que hace á las Asambleas q u e , con diferentes títulos
aunque con igual objeto , se juntaron en la Edad Media para de l i -
berar sobre los negocios públ icos , es imposible encontrar en su
original y pintoresca fisonomía ninguno de los rasgos que const i tu-
yen la fisonomía de nuestras Asambleas del iberantes .


En la Edad Media, considerada bajo el punto de vista q u e nos
ocupa, hay que distinguir dos períodos históricos : el p r imero , que
es el mas largo, es el del brote vigoroso, e spon táneo , pero deso r -
denado y confuso, de las grandes fuerzas sociales: el segundo es
aquel en que estas fuerzas se subordinan las unas á las o t ras , y en
ipie prevalecen definitivamente en la sociedad las nociones de la




gerarquía , de la r eg la , de la justicia y del derecho . El primero de
estos dos períodos históricos plantea y circunscribe un gran pro-
blema que intenta en vano reso lver ; y el segundo halla la solución
del g ran problema que venia ya circunscri to y planteado. El pro-
blema consistía nada menos que en aver iguar el modo de hacer
salir el derecho de la fuerza, transfigurándola en autoridad legí t i -
ma . A este g rande y vínico fin se enderezan los gigantescos es-
fuerzos de la sociedad en aquellos tiempos turbulentís imos.


La solución de este problema era por demás difícil y escabrosa
en una edad en que , siendo muchas las fuerzas , aspiraban todas
jun tamente al pr incipado. De aquí esas alianzas interesadas y efí-
meras , esas correrías desvas tadoras , esas depredaciones sangrien-
tas, esas hostilidades sin resultado y sin término , esa inquietud,
ese sobresalto genera l de lodos los ánimos, esa instabilidad de to-
das las condiciones y de todas las cosas. El Trono no es bastante alto
para dominar al castillo feudal ; y mientras que el castillo feudal
se viste de hierro pa ra resistir al Trono, se apres ta al pié de su c o -
lina, para combatir le y emanciparse , el humilde municipio. Dos
medios había de salir de esta situación : vencer ó transigir ; pe-
lear, ó en tenderse . Esto esplica por qué , vista la esterilidad de las
con t iendas , las gentes de aquella edad acudieron inst int ivamente
al medio de las t ransacciones . Las Asambleas no fueron otra cosa
sino medios de t ransacción; así como las guerras civiles no fue-
ron sino medios de llegar á un resul tado por medio de una victo-
ria. Pero estaba escrito que todo debía salirles al revés de lo (pie
pensaban ; porque de las Asambleas , medio de t ransacción, salió
frecuentemente la g u e r r a ; así como salieron frecuentemente las
transacciones de las cont iendas c iv i les , comenzadas y prosegui-
das con el intento de conseguir la victoria.


Viniendo á la comparación entre la índole y el espíritu y el
propósito de las Asambleas de aquel los t i empos , y el proposito, el
espíritu y la índole de las que hemos visto en los presentes, hal la-
remos , no solo que son diferentes ent re sí, sino que son de lodo
punto contrarias. En efecto, aparecen aquellas en unos tiempos en
que la sociedad busca por todas partes un poder, y no le encuen t r a :




y los hombres no se reunieron en Asambleas sino para tentar este
nuevo medio de encontrar lo cpie buscaban . En nuestros t iempos,
todo sucede al r e v é s ; porque la sociedad está gobernada por un
poder anter iormente organizado y constituido ; y los r e p r e s e n t a n -
tes del pueblo no se jun tan sino para acallar con él por medio de
una transformación que le des t ruye . En medio del desorden u n i -
versal, la Edad Media se incl ina, infructuosa pero cons tan temente ,
con una inclinación invencible y como obedeciendo á la ley de la
gravitación , hacia la constitución cristiana del poder , término d e
todas las tendencias legí t imas, centro de todas las gravitaciones
sociales. En medio del orden universal y del universal concier to ,
las sociedades m o d e r n a s , como aquejadas de una secreta inqu ie -
tud, y de un mal oscuro en sus c a u s a s , misterioso en su esencia ,
y satánico en sus resul tados , huyen como del t e d i o , del reposo;
y abandonándose á la merced de todas las fuerzas centr ífugas,
buscan no sé qué centro, en no sé cuáles abismos. Consiste esto en
que la Edad Media , aun en medio del desconcierto de todas las
cosas, estaba dominada por el principio catól ico; mientras que las
sociedades modernas , aun en medio del orden mate r ia l , es tán do-
minadas por el espíritu revolucionario: aquel era el que sacaba ,
en la Edad Media, el bien del m a l ; este el que saca , en la socie-
dad p r e sen t e , el mal del bien : á aquel fueron debidas , en aquel los
tiempos oscuros , todas las tendencias sa ludables , en este t ienen
su origen todas nuestras tendencias dest ructoras . Uno y otro han
dominado en estas dos g randes épocas, con una dominación a b s o -
luta. Tan imposible hubiera sido reuni r en la pr imera una A s a m -
blea que por algún lado no fuera catól ica, corno lo es en la s e -
gunda , reunir una asamblea que no sea revolucionaria por algún
lado.


Mr. Albcrt de Broglio me parece habe r caido en una g r ande
ilusión cuando propone al Catolicismo una alianza con la l iber tad,
fruto hermoso, aunque un tanto a c e r b o , d e la civilización p r e -
sente . Su ilusión nace de dos e r r o r e s : consiste el p r imero en
creer rpic el Catolicismo y la l ibertad son cosas que para es tar
juntas, necesitan de tratos y alianzas: consiste el segundo en creer


TOMO V . 15




que la civilización actual y la libertad son una misma cosa.
La verdad es que allí donde el Catolicismo domina, el h o m -


bre es l i b r e : y que el genio que preside al desarrollo y c r e -
cimiento de la civilización actual , no es el genio de la l ibertad,
sino el de las revoluciones. No niego yo que haya espíritus n o -
bles y gene rosos , como aquel ilustre escr i tor , (pie levanten a!
Cielo sus p ro t e s t a sen nombre de la libertad vencida y humillada:
pero afirmo , que esos nobles adalides de una causa n o l d c , p i -
diendo la l ibertad, piden á la civilización cabalmente lo que esta
civilización r e p u g n a ; y á su época , lo que su época no puede
dar les . Dos veces han intentado es tab lecer la : la pr imera , por me-
dio de la iniciativa Real; la segunda , por medio de la iniciativa
par lamentar ia . La revolución vino en 1830 á pedir cuenta á la
Monarquía de todo lo que había hecho, y mató á la Monarquia,
des te r rando al Rey y á la familia del Rey . El í\- de febrero, una
demagogia frenética vino á pedir cuenta á la Cámara atónita de
la iniciativa (pie había tomado .


Cuando veo á la Monarquía legítima ent re la primera r e v o -
lución y la de 1 8 3 0 , y a l a Monarquía de julio en t re la r evo -
lución de 1830 y la de 1 8 4 8 , me pregunto á mí m i s m o , sí el
que llama libertad á eso que está en t re dos revoluciones, no p r o -
nuncia el mismo despropósito que aquel á quien se le ocurriera
llamar libre al hombre que va entre dos genda rmes . Gendarmes
y revoluc iones : eso es lo único que os ha d a d o , y eso es lo
único que os prepara la época (pie llamáis vues t ra , y la civiliza-
ción que admiráis .


Volviendo á anudar el hilo de mi discurso, d i ré que si entre la~
Asambleas modernas y las de la Edad Media, en su periodo aná r -
quico, no es posible hallar ningún punto de contacto, ni relación
de ninguna especie, es mas imposible todavía hallar ningún g é -
nero de semejanza entre las Asambleas (fue florecieron cuando
el poder Real ostaVia ya crecido y eva Yohu&to , \T l.vs iV&uuUleiis
actuales. En e l ec to , su diferencia esencial salla á pr imera vista:
las p r imera s no eran otra cosa sino una fuerza social; lo cual
quiere decir q u e , consideradas en su relación con el poder públi-




co, que residía esclusivamenté en el liey , e ran una resistencia
orgánica, y un límite natural contra su espansion indefinida. Las
Asambleas ac tuales , que no s iempre son ni una fuerza ni un l í -
m i t e , son s iempre un poder en el Es tado ; y lo que es mas v
peor, un poder en lucha y concurrencia perpe tua con otros var ios
poderes . Aquí la ilusión misma no es posible : buscar un género
cualquiera de semejanza entre esas dos inst i tuciones, me pa re -
cería un género muy singular de locura.


Y ahora pregunto yo: si nuestro par lamentar ismo no t iene su
origen ni en la Edad Media ni en el de la Gran Bretaña ¿ e n
dónde está su razón de s e r , y en dónde tiene su o r i g e n ?


.Nuestro parlamentar ismo tiene exclusivamente su or igen en
el espíritu revolucionario, que es el espíritu propio de la c iv i l i -
zación m o d e r n a : ó por mejor decir , es el espíritu revolucionario
mismo, considerado en la primera de sus evoluciones. Esto s irve
para esplicar por qué va desde luego derechamente contra el po-
der ; y por q u é , para estar seguro de matar le , comienza por d i -
vidirle.


- \ o , el par lamentar ismo no está inspirado por la l iber tad : si lo
es tuv ie ra , buscaría la limitación del p o d e r , y tendría hor ro r d e
su división , que es su aniquilamiento : si lo es tuviera , respetar ía
en el poder su unidad augusta y su perpetuidad santa. Si el parla-
mentarismo fuera la l ibe r t ad , respetaría las gerarquías sociales,
esas robustas cindadelas desdo donde defienden contra los t iranos
su libertad los pueblos l ibres. Pedir la l ibertad al par lamentar i s -
mo, es pedírsela á la revolución; y la revolución no llevó nunca la
libertad , hija del Cielo y consuelo de la t ierra , en sus estériles en-
trañas.


Aquí tocamos al verdadero nudo de la cues t ión : s é a m e , pues ,
permitido en t ra r en algunas esplicaciones, que considero impor -
tantísimas, aun á riesgo de hacer cansada esta carta por sus d e s -
mesuradas dimensiones.


El par lamentar i smo, supr imiéndo las g e r a r q u í a s , que son la
forma na tu r a l , y por consiguiente d iv ina , de lo que es vario, y
quitando al poder lo (pie tiene de indivisible , que es la condición




— 228 —


d i v i n a , natural y necesaria de lo que es uno, se pone en abierta
insurrección contra Dios, en cuanto es c reador , legislador y conser-
vador de las sociedades humanas . En este estado de insurrección
p e r m a n e n t e , está obligado nada menos que á encontrar la so lu -
ción de un g ran p rob l ema , de todo punto insolublc. El problema
consiste en cambiar con sus esfuerzos la naturaleza intrínseca de
las cosas ; de tal mane ra , que puedan sujetarse y se sujeten al i m -
perio de las concepciones h u m a n a s , y que puedan sustraerse y se
sustraigan al imperio de las leyes generales ordinarias, estableci-
das por la inteligencia divina. Su intento es una renovación, en el
o rden político y social , de la guer ra de los t i tanes; guer ra seguida
riel mismo íin y de los mismos es t ragos : en vano ponen para esca-
lar el cielo un monte sobre otro m o n t e , Osa sobre Pel ion, Pclion
sobre Osa. El rayo tocará su frente 1 , antes que su mano impía paci-
da tocar sus cumbres .


He dicho que el problema es g r a n d e , y que es insoluble. Su
grandeza sirve para esplicar la magnífica csplosion de fuerzas in -
telectuales q u e s o observa s iempre en los gobiernos par lamenta-
rios. El hombre siente en ellos inst int ivamente que está solo , y
que para no sucumbir necesita hacer prodigios: para salir adelanto
con su e m p r e s a , es menester q u e s e a , á un t iempo m i s m o , Dios
y hombre : Dios, para mudar las cosas y sus leyes ; h o m b r e , para
aplicar las nuevas leyes á las nuevas cosas. Es ley del mundo m o -
ral , que la división enjendre la d iscordia , y que la discordia vaya
á parar á la g u e r r a : el par lamentar ismo trastornará el inundo mo-
ral , y sus condiciones y sus l eyes : él ha r á la división , y asentará
en ella los tabernáculos de la p a z , por medio de una ley que Dios
habia o lv idado, y que se llama la ley del equil ibrio: la discordia
pierde á un mismo t iempo su nombre y su naturaleza : se llamará
la vida; y gobernada por los modernos t auma tu rgos , se transfor-
mará en movimiento o r d e n a d o , y en agitación saludable. La s u -
presión de las gerarquías sociales lleva cons igo , según el orden
establecido por Dios, la igualdad en la anarquía común, ó la igual-
dad en la común s e r v i d u m b r e . De hoy mas , todo sucederá de otra
m a n e r a : el hombre , en vez de sacar lo semejante de lo semejante.




lo análogo de lo análogo, lo idéntico de lo idént ico , sacará lo con-
trario de lo contrar io. En virtud de esta nueva ley, s a c a r á , de la
igualdad que busca un mismo n i v e l , la l iber tad , que por ser una
desigualdad y un privilegio, busca distintos niveles . Dios babia
querido que los hombres pudieran escoger en t re ser l ibres ó igua-
les : el hombre concebirá un intento mas alto , y haciendo una e n -
mienda á la obra imperfecta de Dios , hará á sus h e r m a n o s , de
un golpe , iguales y l ibres .


Así como la grandeza del problema que se trata de resolver ,
esplica suficientemente el grandioso vuelo de las inteligencias en
los gobiernos par lamenta r ios , ese mismo vuelo grandioso d e las
inteligencias esplica otros muchos fenómenos. Bajo el imperio del
pa r lamenta r i smo, el i ngen io , ins t rumento de solución del g r a n
p r o b l e m a , lo es todo , y lo demás no es n a d a : de aquí la idolatría
del ingenio , en que van cayendo una después de otra todas las na-
ciones. Supuesta esa idolatr ía , nada hay mas puesto en razón ,
sino que todos aspiren á ser ingeniosos , para ser a d o r a d o s : de
aquí un espantoso desorden en las vocaciones individuales. Todos
han de ochar por un mismo c a m i n o , y todos han de ser los p r i m e -
ros en el camino por el (pie van todos.


Supuesto este orden d e c o s a s , y este género de aspiraciones v
de impulsos, véase aquí lo que sucederá infal iblemente.—Todas las
cosas humanas pierden de súbito su aplomo y su equilibrio. En la
misma proporción en que las inteligencias s u b e n , los carac te res
bajan; signo infalible de decadencia . Nadie sabe dec i r , en medio
del general desquilibrio y del universal desconcierto , si el mundo
está en guerra , ó si hay paz en el m u n d o . Por un lado , hay d e -
masiada agitación y demasiada inqu ie tud , para que ese estado de
cosas merezca el nombre hermoso de paz : por otro , nadie puede
divisar por par le n inguna aquel aparato bélico, aquellos ordenados
tumultos, aquellos g randes movimientos y aquellas g randes evo lu -
ciones de gentes de armas , que lleva consigo la guer ra . El mundo
está como en los confines de estas dos g randes cosas : sin estar en
p a z , porque están inquietos los án imos ; y sin estar en guer ra ,
porque están los brazos quietos , está en un estado permanen te de




• - • 2.tO -


discordia y de disputa , l a c u a l , sin ser l a paz de los hombres , es
l a guer ra propia de las mugeres : para ser la p a z , la falta lo que la
paz tiene de envidiable y de augus to ; la quietud inalterable de los
á n i m o s : y para ser la g u e r r a , la falta lo que la guer ra tiene de
fecundo y de espia tor io , que es la sangre . El par lamentar i smo,
trasladando la guer ra del campo de batalla á la tribuna , y de los
brazos á los esp í r i tus , la ha sacado de allí donde exalta y fort i-
fica , para llevarla allí donde enflaquece y e n e r v a . Dios ha dado
s iempre el imperio á las razas guer re ras , y ha condenado á la s e r -
v idumbre á las razas d isputadoras .


Así como lo (pie hay de grande; en este problema , sirve para
espl icar , por un l ado , el desarrollo anormal de la inteligencia h u -
mana , y por o t r o , las consecuencias desastrosas que lleva consigo
lo que tiene de anormal y de gigantesco ese desa r ro l lo ; de la m i s -
ma manera lo que en esc problema hay de insoluble , sirve para
esplicar el miserable fin á que van á parar necesar iamente todas
estas cosas.


En esta lucha del hombro contra Dios , ni el hombre podia ser
v e n c e d o r , ni Dios podia ser vencido : porque si Dios, por r e v e -
rencia á su libertad , le ha concedido el c o m b a t e , le ha negado la
v ic tor ia . Está escrito que todo Imperio dividido ha de p e r e c e r : y
el par lamentar i smo , que divide los ánimos y los inquie ta ; que
pone en dispersión todas las g e r a r q u í a s ; que divide el poder en
tres poderes , y la sociedad en cien p a r t i d o s ; que es la división en
todo y en todas pa r t e s , en las regiones altas y en las regiones m e -
dias y en las regiones ba j a s , en el p o d e r , en la sociedad y en el
h o m b r e , no podia sus t r ae r se , y no se sustraerá , y no se ha sus -
traído j a m á s al imperio de esta ley inexorablemente soberana .


Hay un periodo de t i e m p o , no m u y l a r g o , en que el par la -
mentar ismo logra mantenerse en p ié , encan tando los oidos con los
prestigios de la p a l a b r a , y ofuscando los ojos con la púrpura de la
elocuencia : pero luego al punto viene al suelo , perdiendo su aplo-
mo y su equilibrio.


El par lamentar i smo puede mori r d e muer te n a t u r a l , ó de
mano airada. Cuando mue re de muer te natural , acaba de esta




manera.—Consist iendo el problema que se trata de r e s o l v e r , por
una parle , en constituir un gobierno vigoroso por medio del acuer -
do de tres poderes diferentes, y por o t r a , en dar la libertad á los
hombres , (pie con la supresión de las gerarquias son iguales, el po-
der comienza naturalmente por pasar á las manos de los que por
su grande inteligencia se ¡rallan en el caso de encontrar la solución
de este problema escabroso , sacando la l ibertad de la igualdad, \
un gobierno vigoroso de u n poder dividido. Llegados al p o d e r , y
puestos cara á cara con el temeroso problema y con el pavoroso
e n i g m a , sus pies comienzan á vacilar , su cabeza padece vér t igos ,
y su inteligencia desmayos : la acción no corresponde al discurso:
el problema no se r e sue lve ; y lo prometido no se cumple . En ton -
ces vienen los grandes torneos par lamentar ios , en que se dilucida
g randemente la cuestión que consiste en a \ e r i g u a r por qué no se
esclarece el enigma , por qué no se resuelve el problema , por qué
no se cumple lo promet ido , y por (fué lo dicho no se ha h e c h o : de
aquí las crisis minister iales , los fraccionamientos de las mayor ías ,
el encono de los á n i m o s , el encendimiento de las pas iones : las
mayorías llegan á ser incier tas ; y los Ministerios e s t a b l e s , i m -
posibles : un Ministerio v iene al a lcance de otro minis ter io; un
orador al alcance do otro o r a d o r ; y lodos al alcance de todos, en
rápido y revuelto torbellino. El par lamentar ismo comienza por
ofrecer á la sociedad un gobierno v igoroso: y desde ios p r imeros
pasos de su carrera , deja á la sociedad sin amparo , porque la d e -
ja sin gobierno .


Entre tanto, comienzan á agi tarse y á hacer su en t rada en la es-
cena los mudos espectadores de este gran espec táculo . Entre ellos
hay irnos que están mas c e r c a , y otros que están mas lejos de
aquel horno incandescen te : los pr imeros son por lo genera! h o m -
bres de escaso entendimiento y de voluntad flaca , á quienes con-
dena Diosa una perpetua med ian ía : los segundos son habitantes
de no sé qué infierno , en donde la sociedad los r e l e g a , temero-
na de sus violentos instintos. Conmovida la sociedad , en sus altan
regiones como en sus regiones c a v e r n o s a s , al ruido de las c o n -
tiendas parlamentarias , todo se desquicia á una vez ; y los corazo-




— 232 —


n e s , en la anhelosa incer t idumbre d e lo que va á suceder, se s ien-
ten sobrecogidos de temor y sobresal to. Entonces comienzan á es-
parc i r se por la atmósfera vagos y temerosos rumores contra los
que ocupan solos el campo de batal la . Poned un oido atento á lo
que de ellos se d ice : de uno se afirma que es poe ta , y que no s i r -
v e sino para conversar con las m u s a s : de otro , que es filósofo, y
que d e nada mas en t iende sino de su filosofía : de e s t e , que es
inútil para la acc ión , y que se resuelve todo en pa l ab ra s : de aquel
que es ambicioso y viejo: de todos , que son Burgraves ; lo cual
es condenarlos al mayor d e todos los oprobios , y á la mas grande
de todas las ignominias .


Cuando esto llega á s u c e d e r , los fundadores y los sos tenedo-
res del Gobierno par lamenta r io , y el Gobierno par lamentar io mis -
mo , están perdidos sin r emed io . El problema los m a t a , porque no
han podido r e so lve r l e , y no habiendo podido encontrar la solución
del en igma , van á caer en la ga rgan ta de la esfinge. Si no mueren
de mano a i r a d a , que es lo que suele s u c e d e r , la medianía envi -
diosa pondrá la mano en e l los , y los a r r anca rá de la t r ibuna , t e a -
t ro d e su elocuencia, y de sus sillas e m u l e s , mudos testigos de
sus glorias. Esta evolución me parece lógica , necesaria , inevi ta -
b le , allí donde el par lamentar i smo tiene la desgracia de no mori r
v io len tamente .—Yo no sé si hay en la tierra un espectáculo mas s o -
lemnemente tr is te , y que l leve escondida una enseñanza mas g r a n -
de , q u e el de la medianía mi rando á la inteligencia de alto á bajo,
y el del mut i smo , señor de la t r ibuna en donde habló la e locuen-
cia : esto asemeja en lo moral á lo que sucederia en lo físico si v i é -
ramos al monte puesto debajo del valle, y al valle puesto encima del
mon te . | T r e m e n d o , pero justo castigo de los que intentaron esca-
lar el ciclo en su l ocu ra , y bo r ra r en la creación la estampa a u -
gusta de las concepciones d iv inas !


Cómo mue re el par lamentar ismo de mano a i r a d a , todos lo sa -
b e n : mucre cuando se presenta un hombre que tiene todo lo que
al par lamentar i smo le falta ; que sabe a f i rmar , y sabe n e g a r , y
afirma y n iega pe rpe tuamen te las mismas c o s a s ; m u e r e cuando
las m u c h e d u m b r e s , l legada su hora p rov idenc ia l , piden con b r a -




— 233 —


inicios asist i r , y asisten al festín p a r l a m e n t a r i o : mue re dejando á
la sociedad en manos de la revo luc ión , ó en manos de la d ic ta -
d u r a , que toman su h e r e n c i a , á un mismo t iempo, por la fuerza
del derecho y por el derecho de la fuerza: por el derecho de la
fuerza, porque son las fuer tes ; por la fuerza del d e r e c h o , porque
son sus hijas.


No ignoro que esta p rogeni tura v iene desconocida y negada :
pero yo lo afirmo r e s u e l t a m e n t e , y lo p ruebo de tal m a n e r a , que
ni vendrá n e g a d a , ni será desconocida en adelante . Esta gran
cuestión no necesita, para ser resuel ta , sino de ser bien planteada.
— ¿Qué hace el par lamentar ismo? — El par lamentar ismo divide el
poder , y supr ime las ge ra rqu ías . — ¿ Qué deja en pos de sí cuando
m u c r e ? — O un poder a rmado de la fuerza socia l , en presencia de
individuos d ispersos ; ó una m u c h e d u m b r e furiosa, e n presencia
de un poder dividido. Ahora pregunto yo : ¿Qué es esto segundo,
sino una revolución ? ¿Qué es aquello p r i m e r o , sino una d i c t adu -
r a? ¿Y qué son la revolución y la d i c t adu ra , sino las hijas de su
voluntad , los huesos de sus h u e s o s , y las carnes de su carne?


Conocido el par lamentar ismo en su or igen, en su naturaleza
y en su his tor ia , solo me falta definir le , y le defino de esta m a -
nera : El parlamentarismo es el espíritu revolucionario en el Parla-
mento.


Mi condenación no cae sobre el P a r l a m e n t o , que es el vaso;
sino sobre el espíritu revolucionario , que es el licor. Derramad el
licor que contiene, y acepto el vaso; pero cuando digo—derramad el
licor que contiene—quiero decir : d a d m e un Parlamento que no sea
un pode r , sino una resistencia al p o d e r , que es por su naturaleza
limitado, perpetuo y u n o : dadme un Par lamento que no supr ima
las ge r a rqu í a s , porque las ge ra rqu ías son á la sociedad lo que la
unidad es al p o d e r ; es d e c i r , la condición necesaria de su e x i s -
tencia.


AI combatir el pa r lamenta r i smo, acabo de cumplir el mas
s a n t o , pero al mismo tiempo, c i m a s doloroso de mis d e b e r e s : sí,
el mas doloroso, porque tengo amigos buenos y muchos que fue-
ron estrellas cu el firmamento par lamentar io ; estrellas caidas del




— 234 —


EL MARQUÉS DE YALDIÍÜAMAS.


Ciclo , y apagadas hoy por un nuevo sol que ha hecho su entrada
triunfal por el horizonte. Esos reyes de la palabra y de la tribuna
son s iempre reyes para m í , por mas que estén caídos, y deslustra-
dos sus blasones . El rayo que ha tocado sus f rentes , los santifica á
mis o jos : porque aiin a las mages tades mas excelsas realza y s an -
tifica la magostad del infortunio. Yo lo j u r o : si el pa r lamenta r i s -
mo no hubiera condenado á muer t e á la sociedad con una c o n d e n a -
ción inexorab le , ellos la hubieran s a l v a d o : para salvarla comba -
tieron aquellos nobles combates , cuya grandeza recordará p e r p e -
tuamente la historia. YTo los vi en su heroica porfía, disputando la
sociedad al abismo que la rec lamaba por s u y a : yo los vi tenerla
suspensa en t re el abismo y el Cielo muchos a ñ o s ; y quedé a t ó -
nito ante el divino poder de la elocuencia, y el milagro de la p a -
labra


¿ Y por qué no he de declarar lodo lo que está escondido en
mi pe c ho ; aunque en mi pecho no haya sino debilidad y miseria?
Yo no tengo va lo r para condenar la e locuencia , aunque la e l o -
cuencia sea cu lpab l e : que la condenen los j u s t o s : por lo que hace
á m í , no sé como esto sucede ; pero por mas que me ofenda su p e -
c a d o , mientras mas p e c a , amo mas á esa bella pecadora .


DeY T d. afectísimo respetuoso s e r v i d o r ,




C A R T A S P O L Í T I C A S


A C E R C A


DE LA SITUACIÓN DE FRANGÍA EN № \ Y 1852.






1.° do abril de 4 8 5 1 .


j / r v señor u n o : Antes (fe en t ra r en (a angust iosa reíacibn do fas
desventuras en que so ludia envuel ta y de que está amenazada la


Franc ia , manifestaré á Vd. brevemente deque manera compren-
do yo el interés que pueden ofrecerle mis noticias respecto á los
grandes sucesos de que esta nación e s , á un t iempo mismo , la
víctima y el tea t ro .


Mi propósito no consiste en dar cuenta de los sucesos , á medida
que ocurren y en su var iedad infinita; siendo este , como es hoy
d i a , oficio propio de per iódicos: tampoco lo es cscojer en t re los
sucesos mas g raves , para presentarlos en relieve; siendo es te , c o -
mo es , oficio propio de los telégrafos. Lo que á Vd. interesa, si no
me equivoco, es que , dando por supuestos los hechos , de todos
conocidos por las mil vias de trasmisión que poseen todas las n a -
ciones civilizadas, esponga llana y sencil lamente mi juicio sobre
ellos , considerándolos en conjunto y en sus resul tados generales ;
es decir, fo rmando , acerca de los sucesos que ocurren y de los
que pueden o c u r r i r , un juicio mas imparcial y mas exacto que el
(pie suelen formar los partidos que combaten en la arena , ciegos
las mas veces por el polvo misino que se eleva en el campo de sus
batallas.


Considerado bajo este punto de vista y desde esta al tura el




— 238 —


estado de las cosas francesas , puedo a f i rmar , sin temor de ser
desment ido por los hechos , que es deplorable y miserabilísimo,
hasta el punto de qu i t a r , al que a tentamente lo o b s e r v e , el ultimo
rayo de esperanza .


Esta nación está puesta , para su desesperación y para su tor-
mento , en t re abismos insondables y ent re contradicciones i n v e n -
cibles : por un lado, tiene en horror á la República; y por otro, está
en condiciones tales q u e , siéndole todo otro Gobierno imposible,
la República le es de todo punto necesa r ia : su razón es m o -
ná rqu ica , y monárquicos sus ins t intos: y sin e m b a r g o , con ser
esto as í , todos sus defectos son demagóg icos , y todas sus ca l ida-
des son republ icanas . La dicha y la desventura proceden mas bien,
cu las naciones como en los indiv iduos , de su carácter , que de su
voluntad ó de su en tendimiento . La dicha es de aquellos indivi-
duos y de aquellas naciones cuyo carácter o s u n o ; y la desventura
ha sido hecha para aquellos individuos y pa ra aquellas naciones
cuyo c a r á c t e r , si puede decirse a s í , es doble y contradictorio.
Después de una lucha es tér i l , porque j amás la termina la victoria,
las unas y los otros suelen acabar por un suicidio. La Francia , h a -
ciendo imposible la Monarquía , que echa de m e n o s , y necesaria
la República , que abor rece con todas sus potencias , después de
una lucha desesperada consigo p rop ia , acabará , según todas las
probabil idades , por un suicidio , miserab lemente . Lo que para mí
no ofrece ningún género de duda , y lo que importa consignar
desde l u e g o , es que la Francia no se verá libre de la República.


No quiere decir esto que no pueda haber aquí una ó muchas
restauraciones efímeras : todas , al r e v é s , son posibles; y a lgunas
de ellas, probables : el Imperio puede ser p roc lamado; pero no se-
ria sino la sombra de un Imperio: la Monarquía Orlcanista puede
ser ensalzada otra vez sobre los escombros del trono de Julio ; pe-
ro no sería mas que la sombra de la Monarquía Orlcanista. La l e -
gi t imidad , por úl t imo, puede ser r e s t au rada ; pero la Monarquía
del Conde de Chambord no seria c ie r t amente , ni por las condicio-
nes de su existencia , ni por su duración , la Monarquía del gran
Clodoveo.




Todas oslas restauraciones efímeras no serian otra cosa en
realidad , sino fases diferentes del gran periodo r e p u b l i c a n o , que
se estenderá indefinidamente por los anales sangrientos de la
Francia.


Todo lo mas á que pudieran aspirar los partidos Monárquicos,
sería á conservar la dirección de las cosas públ icas , guardando
las formas democrá t i cas , que me parecen ya de todo pun to i n v a -
r iab les : pero aun eso va siendo cada dia mas dudoso y mas difícil:
los partidos aquí están acometidos por una rápida disolución, que
ha comenzado por enflaquecerlos , y concluirá por anular los. E n -
t r e t a n t o , como último término del c u a d r o , y á espalda de esos
partidos que van enflanqueciéndosc y a n u l á u d o s e , se levantan
unas muchedumbres a t e a s , que tienen hambre y t ienen sed, y que
con el sufragio universal tienen en su mano la maza de Hércules .
El dia , no lejano, en que estas muchedumbres caigan en la cuenta
de su omnipotencia propia y de la flaqueza radical de aquellos p a r -
tidos ; el dia en q u e , c ansadas -de ver dirigir por manos agenas
la maza que tienen en sus manos, quieran dirigir la obedec iendo
solo ala omnipotencia de su albedrio ; ese dia , la nación mas p o d e -
rosa del mundo caerá en aquel abismo sin fondo y sin n o m b r e en
que ha ca ido , para escándalo del mundo y oprobio de las gen tes ,
la raza mejicana. Las muchedumbres harán lo que hacen s iempre ,
lo único que pueden h a c e r , lo único que han h e c h o , cuando han
penetrado violentamente por los campos de la historia : c rearse
á sí propia^ tiranos efímeros , forjarse ídolos de una hora , que sa-
len de la nada para serlo todo , y dejan de serlo todo para volver
á la nada .


El instinto de estos g randes pe l ig ros , aunque no claramente
formulado, está en el corazón de todos los f ranceses : y aun por
eso están en circulación infinidad de remedios p r e v e n t i v o s , á que
llaman soluciones: los franceses no consideran que lo que n e c e s i -
tan , no son muchas soluciones , sino una sola verdadera ; y cabal-
mente porque son muchas las p ropues tas , no hay ninguna posible .
Los Imperialistas, con su solución impe r i a l , son lo que una gota
de agua e n e i mar O c é a n o : los Lcgit imistas, con su solución m u -




— 240 —


nárqu ica , son una gota do agua en un rio caudaloso: los Orleanis-
tas , menos mal l ibrados que los d e m á s , serán si a c a s o , con su
monarquía de tornasoles , una gota de agua en un es tanque. Aun-
que estos diversos partidos se jun ta ran en una restauración defini-
tiva cua lqu ie ra , seria para todos juntos obra de romanos : frac-
cionados como están , es para todos una obra imposible.


Por eso, el instinto de su propia conservación los lleva á un i r -
se: la unión, empero , aconsejada por el instinto, es perpe tuamente
impedida por los rencores ; siendo un fenómeno muy digno de no -
tarse, que los part idos y la nación son víctima de unas mismas
contradicciones. La nación está condenada á pe rmanecer en el
golfo r epub l i cano , de ella abor rec ido , y a n o arr ibar j amás al
puerto de la Monarquía, de ella tan deseado. Los partidos á su vez
están condenados á la perpe tua hostilidad que aborrecen, mientras
que ven desvanecerse como una sombra el sueño de la unión, que
tan ardientemente anhelan , y tan cons tantemente ambicionan.


Nunca se ha hablado tanto de fus ión, como en estos últimos
t iempos: solamente que las fusiones, como las demás cosas france-
sas, han sido contradictorias: hoy no parece sino que la fusión e n -
t re las dos r amas Borbónicas está próxima á concertarse; mañana
ya se han desvanecido todos esos conciertos, y se habla como de
cosa a v e r i g u a d a , de conciertos y tratos de otra índole entre el
vas tago del t rono Imperial y una de las dos ramas Reales: un dia
después , se anuncia ya como cosa aver iguada , que todos los c o n -
ciertos han abor tado, y que todos los contratos se han roto. La
unión es posible en los partidos, como la Monarquía en la nación;
es d e c i r , en calidad de un hecho efímero y transitorio: todos e s -
tos partidos es tán condenados á una perpetua host i l idad, como la
nación misma á una República perpetua . Los partidos podrán unir-
se en un peligro inminente , pasado el c u a l , volverá la desunión,
que es cabalmente lo que concita y llama á los peligros, envueltos
todos de esta manera y encer rados en un círculo vicioso. En otra
ocasión consagraré una car ta especialmente á esponer á Vd. cuál
es la fuerza relativa de los part idos en F r a n c i a : por h o y , seria
cosa fuera de mi propósito descender á estas part icularidades.




— 2 4 1 -


Todas estas voces de fusión, que se cruzan y llenan los aires
de rumores , tienen su origen en la crisis pavorosa que debe t e r -
minarse en .Mayo de ¡ 8 3 2 , por la elección de una nueva A s a m -
blea y de un nuevo Presidente , según c«tá prevenido por la Cons -
titución del Estado. Solo con la expectativa de este1 plazo fatal , la
crisis (pie había de provocar mas adelante , se ha venido ya enc i -
ma. Las noticias que llegan de los Departamentos, .son tristes v de -
piorables. La industria S Í ; det iene : el comercio se para : las t r a n -
sacciones se in te r rumpen : el metálico huye: ios talleres se c ie r ran :
los obreros pasean las calles ociosos, y piden estrecha cuenta á
esta sociedad culpable , (pie habiendo perver t ido todas sus ideas
sin mejorar su condición materia!, después de haberles quitado su
Dios, los deja sin a l imento . La situación es tal , amigo m i ó , que
ningún hombre eminente cree posible que pueda prolongarse h a s -
ta el término Constitucional; no pudiendo ni concebirse siquiera
(pie esté un año entero en este t rance mortal una sociedad i n d u s -
triosa y civilizada. La solución, mala ó buena , vendrá en este año
necesar iamente .


Cuál será esta, solución ? Todos lo p r e g u n t a n , y nadie lo s a b e :
secreto es este escondido á todos, pa tente solo á los ojos de Dios,
que dirige y gobierna personalmente las cosas h u m a n a s . Sin e m -
ba rgo , en medio de esta t remenda oscuridad , hay a lgunos puntos
luminosos. Es una cosa segura , por e j emplo , que en la Asamblea
no habrá en Junio próximo la mayoría que ex ige la ley para d e c i -
dir que la Constitución será revisada. Esto s u p u e s t o , la F ranc ia
está entre la prolongación de la crisis hasta su té rmino Consti tucio-
n a l , que es la m u e r t e ; y un golpe de Es t ado , que puede l levarla
á ese mismo término por diferente camino. El golpe de Estado
puede v e n i r , ó del Pres idente , haciendo un l lamamiento al sufra-
gio universa l , ó de la Asamblea misma , dec la rando que há lugar
á la revis ión, por una mayoría ordinar ia , si lograse el Pres idente
tenerla, (cosa que ofrece grandes motivos de duda) ó por el pueblo
mismo, reeligiendo al P res iden te , contra lo prevenido e n la ley
política del Estado. En todos estos casos , la solución no seria mas
que aparente . Supuesta la prolongación de los poderes P re s iden -


TOMO v. IR




— 242 —


c í a l e s , falta todavía por aver iguar cuál ha de ser la Constitución
d e la Cámara fu tura , d e la cual d e p e n d e todo en definitivo. Si el
sufragio universal dá por resul tado una Asamblea conservadora ,
la Francia podrá ir a r r a s t r ando penosamente su exis tencia , con un
nuevo Presidente ó con el Presidente a n t i g u o ; si la Asamblea fue-
re turbulenta y facciosa , comenzar ía por deponer á su Presidente ,
ya fuese el ant iguo , ya fuese el mode rno .


Me ha parecido conveniente hace r aquí esta observación, por -
que en Francia la opinión general es que la cuestión principal está
en la prolongación de los poderes Pres idenc ia les : en lo cual, s e -
gún mi modo de v e r , la opinión públ ica va er rada , y la Francia
se equivoca . No diré yo que esta cuestión sea indiferente : afirmo,
al r e v é s , que es impor tante ; y añado que la prolongación de los
poderes del Pres idente actual seria para la Francia y para la F u -
ropa un suceso dichoso : digo solo que hay otra cuestión mas i m -
por tan te todavía : la que consiste en aver iguar el color político de
la Asamblea que ha de salir de las u rnas populares . En definitiva,
el Presidente es subd i to , y la Asamblea s o b e r a n a : de donde se
sigue que importa mas aver iguar la índole de la Asamblea , que,
las cualidades del P r e s iden t e .


Mi opinión particular e s , si en estas cosas es posible formar
opinión , que el P res iden te , de una manera ó de otra , será r e e l e -
gido ; pero al mismo t iempo soy de parecer que el p u e b l o , m o n s -
t ruo compues to de infinitas contradicciones, enviará un Presidente
m o d e r a d o á una Asamblea r o j a , y una Asamblea roja á un Pres i -
dente mode rado . Estas contradicciones absurdas no son posibles
cuando es un part ido el que hace la elección , como sucede en los
Gobiernos Constitucionales ; pero deben de ser cosa común , c u a n -
do las elecciones son hechas por ciegas y estúpidas m u c h e d u m -
bres . En Francia , hoy d i a , es popular Napoleón por su n o m b r e ; y
son populares los Socialistas por sus p r o m e s a s , y sobre todo , p o r -
q u e no m a n d a n . De donde saco, como consecuencia n a t u r a l , que
el pueblo enviará á un mismo tiempo á Napoleón y á los Socialis-
tas ; con lo cual se dará como de paso el democrát ico placer de
asistir á una deposición; ó lo (pie es lo mismo , á una guerra civil ,




— 243 —


seguida de una usurpación Imperialista ó de una absorción revolu-
cionaria ; si es que no asiste al espectáculo de una gran acusación,
de un pavoroso juicio, y de una terrible sentencia .


Todo esto es en la suposición de que las cosas caminen lenta-
mente ; porque lo "imprevisto, ese Dios ciego de los pueblos cul -
pables , gobierna las cosas de Francia con un imperio absolu to : y
lo imprevisto puedo ser un cataclismo, el mes que v iene ; la guer ra
c iv i l , la semana próxima ; una sublevación , mañana .


En estas c i rcuns tancias , amigo m i ó , no cumplir ían Vds. con
su deber sino l lamaran la atención del Gobierno Español hacia la
imperiosa necesidad en que está de mirar por sí desde hoy mismo,
precaviéndose contra los peligros ciertos que nacen de esta s i tua-
ción desesperada . Las aguas del diluvio democrát ico pueden i n u n -
dar la Francia el dia que menos se p i ense , y salvar los Pir ineos.
La junta democrá t i ca , creada en esta Capital para tener los ojos
puestos en las cosas españolas , sin ser hoy dia un acontecimiento
impor tan te , puede ser mañana una cosa important ís ima. En este
e s t ado , el Gobierno Español tiene (pie hacer dos cosas desde luego:
lo p r imero , concentrar todas sus fuerzas disponibles del ejército
en las provincias P i rena icas : lo s e g u n d o , interesar á toda costa á
esas provincias, baluar te fortísimo de la independencia nacional ,
en la causa santa de la independencia Española.


Ignorante en las cuestiones económicas , no sé hasta qué punto
pueden ser fundadas las reclamaciones de la industria ca ta lana , ni
hasta qué punto , económicamente h a b l a n d o , pueden tener razón
las provincias mer id ionales : solo s é , como hombre de Estado , lo
s iguiente : que las consideraciones económicas no deben p r e v a l e -
cer en ningún caso sobre las consideraciones pol í t icas , que son de
índole y de naturaleza mas a l t a ; y que las consideraciones polí t i-
cas aconsejan hoy imperiosamente interesar en la defensa , d e s e s -
perada si fuera menes t e r , del territorio Español á las provincias
de Cataluña.


Por esta misma r a z ó n , creo urgent ís imo dar una solución , é
inmediata , á la cuestión de los Fueros de las Provincias Vascon-
gadas : mi opinión es q u e , en lodo caso y en cualesquiera cir-




— 244 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


cunstancias , será cosa no solo j u s t a , sino también conveniente , la
conservación , un tanto modificada , de esos antiquísimos Fueros ,
que forman una par te esencial de nues t ras glorias nacionales. No
m e sería difícil demost rar que todas las razones a legadas en contra
de su conservación no son otra cosa sino la expresión de instintos
niveladores y revolucionarios. Sea de esto empero lo que quiera,
y aunque se dé por sentado que los Fueros son una cosa detes ta-
b l e , paréceme á mí q u e , en las circunstancias en que puede b a -
ilarse la Nac ión , de quien las Provincias Vascongadas son como
la fortaleza, des t ru i r los , ó s iquiera aminora r los , seria g r and í s i -
mo er ror y notorio desacier to .


De Vd. afectísimo S. S. Q . S. M. B .




PARÍS 1 5 de abri l de 1 8 5 1 .


¡Vluv señor mió: Ca mudanza de Ministerio ocurrida aquí ú l t ima-
mente no ha producido mudanza ninguna esencial en el semblante
de las cosas públicas. El Ministerio se compone de personas que
todas han servido en calidad de Consejeros al Presidente de la R e -
pública, si se esceptúa Mr. de Crousehilles, que entra por pr imera
vez en el Gabinete , como represen tan te de los legitimistas m o d e -
rados. El elemento , sin embargo , que prevalece en la actual c o m -
binación , es el del último Ministerio, que dejó el poder á conse -
cuencia de una votación célebremente hostil de la Asamblea Na-
cional.


Considerado el Ministerio en sus relaciones con el Pres idente ,
no es mas que la continuación de los Ministerios an t e r io re s , ad i c -
tos & su persona. Considerado en sus relaciones con la Asamblea
Nacional , deja en pie , como los otros , todos los gé rmenes d e d i s -
cordias (pie la desconfianza ha venido acumulando en t re los poderes
públicos. Considerado con respecto al pais , representa una fuerza
mayor de represión que les Ministerios anter iores . Considerado,
por ú l t imo , en sí mismo, y en su composición y estructura i n t e -
rior, se echa de ver desde luego que no hay en él la homogeneidad
que fuera de d e s e a r , y que es de todos apetec ida : en t re Mr. Ba ro -
c h c , Ministro de Negocios Estranjeros , y Mr. Fauchet , Ministro




— 2 ¡(i •


de lo In te r io r , tiay una desconfianza mal eneuhier la , y una rivali-
dad la tente : ambos aspiran á re tener en su mano la dirección su-
prema de los negocios públ icos: Mr. IJarochc funda sobre todo en
su privanza con el Pres idente sus altas pre tens iones: Mr. l-'aucliet
en su capacidad reconocida y en su energía á toda p rueba . Estas
divergencias ent re los dos personages mas importantes del Gabi-
ne te ac tua l , neutral izarán probablemente la energ ía que esta d e s -
tinado á desplegar en estas tristes y dificilísimas circunstancias.


La cuestión suprema , ahora como a n t e s , es la revisión de la
ley fundamental del Estado. En este punto el Presidente no puede
ceder ni abdicar , y no abdicará nunca . Vista la imposibilidad de
reuni r la mayoría exigida por la ley , el Presidente acudirá á la
presión csterior para conseguir á lo menos la mayoría ordinaria:
con este propósito procurará promover discusiones , peticiones y
revoluciones por parte de los Consejos Generales . Si consiguiera la
mayoría ordinaria, procurar ía ser ree legido á pesar de la Constitu-
ción; seguro de que esa mayor ía no anularía los votos que le sean
favorables, como nulos según el lenor de la Constitución vigente: si
no obtuviera , ni la mayor ía que la Constitución e x i g e , ni la o r d i -
naria , acudicia probablemente á un golpe de Estado, que consistiría
en un l lamamiento directo al sufragio universal . El Presidente, sin
embargo , no acudirá á este remedio he ro ico , sino cu el momento
supremo y en la úl t ima h o r a : su sistema consiste en aguardar lo
todo del t iempo; seguro como c ree estar de que el t iempo es su
ve rdade ro ministro. Según todas las apar iencias , se propone a v e -
r iguar por medio de una espericncia soberana, si la fortuna en úl-
t imo resultado sigue la bandera de los flemáticos, ó la bandera
de los a u d a c e s : él ha escogido la pr imera , y ha desechado la
segunda .


Ent re t a n t o , una calma aparen te y engañosa se estiende pol-
las regiones políticas. El Ministerio no se a t reve á romper lanzas
con la Asamblea , ni la Asamblea insiste en su antigua pretcnsión
de un Ministerio pa r l amenta r io . Esta calma cesará cuando comien-
ce la presión csterior que el Ministerio p romueve , y cuando se pon-
ga á la orden del día la gran cuestión que agita hondamente á la




— 247 —


sociedad , que (rae inquietos los á n i m o s , y cavilosos á los par t idos .
La calma no durará cuando m a s , sino el breve espacio de tiempo
que nos separa de Junio.


Sin embargo de todo es to , y á pesar de todo e s t o , yo insisto eu
creer que esta cuest ión, con ser temerosa y g r a v e , ni es la mas
grave ni la mas temerosa. Con el Presidente a c t u a l , y sin el a c -
tual Presidente, la sociedad está perdida, si de las urnas electorales
sale una Cámara roja: con el Presidente actual y sin el actual Pre-
s idente , la L rancia puede disfrutar aun algunos dias de r e p o s o , si
una Cámara moderada es el resultado de las próximas elecciones.


Ahora b i e n , amigo m i ó : visto el estado de disolución i n m i -
nente en que están en Francia todos los part idos l lamados conser-
vadores, un estremecimiento de terror sorprende al ánimo mas
resuelto. Un análisis rápido del estado interior d e estos part idos
pondrá á Vd. en el caso de comprender hasta qué punto son l e g í -
timos estos hondos te r rores .


La Francia tiene necesidad de una Monarquía, y se le ofrecen
dos para que escoja: ninguna de ellas puedo venir , n inguna puede
durar si v iene ; y ningún Gobierno es Gobierno v e r d a d e r o , si no
dura. Yo he visto en sus partidarios lo que ser ia la Monarquía l e -
gítima; y no seria otra cosa sino la Monarquía de los sa lones . He
visto en sus part idarios lo que seria la Monarquía de la familia de
Ürleans; y no seria otra cosa sino la Monarquía de algunos ricos
satisfechos, l í e visto en sus partidarios lo que seria el Imper io ; y
no seria otra cosa sino un edilicio sin cimientos para sos tenerse
una semana .


Cada uno de estos part idos está acomet ido in ter iormente de
hondas é irremediables divisiones. Entre los legi t imis tas , hay
unos que , salvo el principio de la leg i t imidad, aceptan todos los
principios de la revolución , viniendo á ser de esta m a n e -
ra monarquistas y revolucionar ios: otros hay que intentan p a -
rarse eu la Monarquía legítima y pa r l amen t a r i a : o t ros , en fin,
ipie (pusieran res taurar la Monarquía legítima absoluta. Según
(pie estas opiniones prevalecen en los altos Consejos del Conde
de Chambón!, varía su política, recorr iendo todas las escalas p o -




— 248 —


JUAN DONOSO CORTÉS


sibles , desde el manifiesto casi absolutista de W i s b a d e u , basta el
úl t imo manifiesto dirigido á Mr. B e r r y e r , que es un manifiesto
cuasi revolucionario. Cuando prevalecen las ideas parlamentar ias ,
Mr. Ber ryer es el gcfe: cuando prevalecen las cuasi absolutistas,
Mr. de Saint-Priest es el alma del par t ido: cuando las ideas r e -
volucionarias llegan á prevalecer , la Gaceta de Francia y Mr de
Larochejacquclin cantan un himno de triunfo. Entretanto el par-
t ido , considerado en g e n e r a l , carece de, gefes, y de una política
fija y cons tante . Este part ido es aborrecido de las clases medias,
y se nu t r e esclusivamente de las clases ar is tocrá t icas , cuasi e s -
t inguidas ya , y de aquella fracción de las clases popula res , que
aun no ha sido infestada por el contagio socialista.


El part ido Ürleanisla está disucllo de todo punto. Eos mas r i -
cos é industriosos de las clases acomodadas comienzan á calcular
sino les seria mas conveniente consolidar lo que ex i s t e , que a r r o -
j a r se á la merced de los azares en busca de aven tu r a s : los demás
se han puesto en d ispers ion , refugiándose unos bajo la bandera
legi t imista , siguiendo otros la parcialidad de los republicanos mo-
derados ; no faltando ent re ellos quienes , temerosos de perderlo
todo si no se adelantan á los sucesos , se han pasado á los reales
de los socialistas, (pie, á su modo de ver , son los futuros vencedo-
r e s . En genera l , los Gobiernos que so apoyan en las clases medias,
es tán mas sujetos que los otros á un abandono completo, siendo
estas clases i ncapaces , por su organización inter ior , do todo g é -
nero de cu l to , de abnegación y de sacrificio.


Agregue Yd. á estos par t idos el houapari is ia , y ya tiene c o m -
pleto el cuadro de todos los que aspiran á gobernar á la Francia,
á impedir las sacudidas de la g ran revolución que viene ya e s t r e -
meciendo todos los cimientos sociales, y á fijar para siempe la r u e -
da instable de la fortuna. Calcule Vd. si con estos e lementos de
resistencia hay motivos mas que suficientes para no aguardar c o n -
fiados el po rven i r .


De Vd. afectísimo S. S. Q, S. M. IS.




PARÍS \ d e mayo de 1 8 5 1 .


MUY señor m i ó : Los sucesos principales que en estos últimos
quince días han llamado la pública a t enc ión , son : p r i m e r o , una
entrevista de Mr. de Persigny con el general Changarnier , de que
han hablado contradictor iamente los per iód icos : s egundo , la for-
mación de un Comité fusionista, formado por a lgunos legitimistas
templados y por los señores Guizot y Duchatcl , cuyo órgano en la
prensa es el periódico que se intitula LA ASAMBLEA NACIONAL : t e r -
cero , la presión que se intenta ejercer sobre la Cámara, por medio
de las peticiones Comunales en favor de la revisión de la Constitu-
ción: cuar to , los manifiestos socialistas.


Por lo que hace á la entrevis ta de Mr. de Persigny con el Gene -
ral Changarn ie r , es un hecho indudable : el objeto de Mr. de P e r -
signy fué reconciliar al General con el P re s iden te ; el resultado ha
sido hacer la separación mas profunda. Esto se sabe de p ú b l i c o : lo
que el público ignora , y lo que yo creo saber , es que , después de
grandes vacilaciones, el General ha concluido por poner su espada
y su persona á la disposición del Duque de Burdeos: este suceso es
de la mayor impor tancia , si se a t iende á la posición eminente del
Genera l , y á la segur idad de que han de venir acon tec imien-
tos que pongan hasta cierto punto en sus manos el destino de la
Francia .




— 25o —


La formación del Comité fusionista, y los artículos notables
que se publican diar iamente en el periódico que es su órgano,
s ino han hecho mas realizable que antes lo era la fusión, han
hecho por lo menos una sensación profunda en (odas las clases de
la sociedad, y han inclinado los ánimos á la discusión seria y
concienzuda de la solución propuesta .


Los manifiestos socialistas , publicados en los periódicos , son
como los anuncios de las catástrofes que vienen sobre la Francia .
No quiero decir con esto que esas catástrofes vengan de seguida ;
c reo , al r evés , que los partidos se mirarán una y otra vez antes de
venir á las m a n o s : y este mutuo recelo sirve para esplicar la cal-
ma de mala especie (pie hoy existe , y que puede prolongarse aun
por a lgún t iempo.


La presión comenzada á ejercer sobre la Asamblea por medio
de las pet iciones d e los Depar tamentos , dirigidas á que la Const i -
tución se r e v i s e , no t iene visos de adquir ir proporciones formi-
dables .


Entre tanto , la cuestión de la revisión es mas oscura que nun-
ca . A la hora en que escribo á V d . , el par t ido legitimista no sabe
si ha de votar la revis ión, ó si ha de desecha r l a ; empero , ya la
vote , ó ya la d e s e c h e , la revisión no alcanzará nunca en la Asam-
blea la mayor ía de las tres cuartas par tes de votos, exigida por la
l e y . La cuestión , por tauto , se está s iempre en el mismo ser y en
el mismo punto . El Pres idente y la Asamblea tendrán que optar
en t re la prolongación de la crisis hasta 1852 , en que espiran los
poderes Presidenciales , ó un golpe de Estado ; sin que ni la Asam-
blea , ni el P res iden te , ni la Francia misma sepan cómo salir sin
lesión de este t r emendo d i lema.


Las g r andes discusiones robre la revis ión no comenzarán p r o -
bablemente hasta los últ imos dias del próximo Junio . Probable-
mente hasta la víspera de la votación , n ingún partido sabrá cuál
ha de ser su v o t o , y n inguno p revé cuáles han de ser las c o n s e -


cuencias de lo que los part idos a c u e r d e n , y de lo que la Asam-
blea de te rmine .


Entre t an to , el partido orleanista p ie rde t e r r eno ; el Presidente




(> le p i e rde , ó no le g a n a ; y el legitimista compensa lo que gana
con lo que p í e n l e ; por una p a r t e , gana á C h a n g a r n i e r , que es
mucho ; pero, por otra, p i e r d e , cada dia m a s , aquel la conciencia
segura de cuáles son sus verdaderos f ines, y cuáles sus v e r d a d e -
ros medios , sin la cual no puede concebirse la existencia de un
partido influyente y poderoso: en la misma anarquía que está el
partido , está su cabeza, la cual se mueve al hilo de todos los v i e n -
tos: hoy vienen instrucciones favorables á la revisión, mañana v i e -
nen con t ra r i as : hoy se recomienda la continuación provisional d e
lo provisorio, mañana se aconseja caminar en pos de lo definitivo,
esponiéndose de esta juanera á tener contra sí lo definitivo y lo
provisorio.


El par t ido revolucionario ignora también lo que ha rá , y hasta
cierto punto, lo que quiere; pero tiene el ins t in to , y no se engaña ,
de que todos los otros trabajan por él y p a r a é l , y de que la fuerza
irresistible de las cosas lleva el poder á sus manos .


T a l e s , amigo m i ó , el liel y triste cuadro de las cosas f r ance -
sas . Todas las altas inteligencias de la Francia han acabado por
abdicar , reconociéndose á sí mismas como incapaces de e n c o n -
trar , para la enfermedad sin nombre que la Francia p a d e c e , y
que ataca á la vez todas las fuentes de su v i d a , un remedio c u a l -
quiera.


De Vd. afectísimo S . S . Q . S . M . B .


JUAN DONOSO CORTÉS.




PARÍS 7 de mayo de 1 8 5 1 .


MUY señor m i ó : Los grandes acontecimientos se acercan , y va á
sonar la hora en que el destino de esta sociedad se decida , lina
noticia g rav í s ima , que podrá ser sabida de todos m a ñ a n a , pero
que nadie sabe hoy sino el Gobierno, otra persona y yo , me impe-
le á escribir á Vd. esta car ta es t raordinar ia .


El conde de Chambord y el duque de Nemours han tenido una
entrevis ta , de la que han salido los dos es t remadamente contentos.


El gobierno francés, a la rmado, ha pedido una conferencia á la
persona á quien se ha comunicado este suceso, el cual la ha acep-
tado para el domingo p róx imo . Es pos ib l e , y aun probable , que
se t r a t e , por par te del Gobierno f rancés , de una transacción que
no creo hacedera .


Entretanto, otra fusión diferente se prepara : la que consiste en
unir á orleanistas y lcgilinñstas en la Asamblea contra las asp i ra-
ciones Presidenciales . El general Cliaugarnier es el centro de
unión de estos g randes partidos de la l lamara.


Por su par te , el Presidente está resuelto á no dejar el poder,
y para mí no es cosa cpie ofrece ningún género de duda, que acu-
dirá á un golpe de Estado para p r o r o g a r l e , cuando vea que ni la
Asamblea Nacional ni el pueblo están dispuestos á dar el golpe
por su cuenta .


La g ran discusión comenzará á mediados de Junio: la presión
Depar tamental ha comenzado ya. La inutilidad de estos esfuerzos
es tará demostrada para Agosto. En esta época no eslrañaria yo ver
al Presidente fortificado en Vincennes, á Ghangurnier nombrado
General de la Asamblea , y una batalla decisiva en la Capital. El
v e n c e d o r , cualquiera q u e s e a , será p r o b a b l e m e n t e , por el m o -
mento á lo menos , señor de los franceses.


De Vd. afectísimo S. S . Q . . S . M. 13.


JUAN DONOSO Cou'i'ii*.




PAIUS 1 5 d o Mayo 1 8 5 4 .


VIriv señor mío: Por todo cuanto llevo dicho á Vd. , relativo á las
cosas de F r a n c i a , se habrá enterado del carácter cada dia mas
amenazador y sombrío que presenta la crisis en que esta noble y
desventurada nación está metida. No solamente los par t idos , d i -
sueltos y en dispersión, van publicando ellos mismos su impotencia ,
sino que hasta las fracciones en que estos part idos se subdiv iden ,
tienden á subdividirse también , hasta el punto de ofrecer el e s p e c -
táculo de discordias que van haciéndose inext inguibles , y de odios
que se han hecho ya incurables . Para que sirva de ejemplo , citaré
el partido Orleanista, el cual se ha dividido en tres fracciones: una
de ellas acepta la República como el menor de los males posibles:
otra sigue la bandera de la revolución , como la mejor de todas las
soluciones: o t r a , en fin , sigue constante en el propósito de res tau-
rar á aquella familia desventurada . Como si este fraccionamiento no
fuera suficiente, la familia misma que represen taba la un idad del
partido cuando tenia un gefe c o m ú n , que era su c e n t r o , después
de la muer te de Luis Felipe se ha dividido también en dos parciali-
dades contrarias : por un lado , el Duque de Nemours es legi t imis-
ta ; y por otro, los duques de Aumale y de Joinville están h o y , según
p a r e c e , tan firmes como ayer en sostener los derechos del Conde
de Paris al trono de Francia.




— 2 5 1 —


Estas discordias de aquella familia augusta hacen por el m o -
mento estériles los conatos de la fusión por par te de algunos hom-
bres políticos , y aun los que intenta el Duque de Nemours , según
dije á Vd. en mi extraordinar ia del 7 .


Todos los otros partidos militantes son una imagen y semejan-
za del part ido Orleanista : de manera que de ninguno de ellos hay
que aguardar un esfuerzo decisivo ni una iniciativa v igo rosa : in i -
ciativa y esfuerzo que e ran menester para sacar á la Francia del
mal estado en que la han metido todos.


Entre tanto , el dia de la g ran discusión sobre la revisión de la
ley fundamental del Estado se v iene á mas a n d a r , y no hay n i n -
gún hombro político en Francia que se a t reva á pronosticar lo que
ha de suceder el mes que v iene . Yo c r e o , sin embargo , que mira-
do con serena imparcialidad el aspecto de las cosas públ icas , no
es imposible calcular lo que ha de s u c e d e r , no solamente en un
porvenir próximo , sino también en un porvenir mas remoto .


La cuestión de la revis ión, á que dan todos aquí importancia,
no tiene en realidad importancia n inguna . La verdadera impor tan -
cia está en aver iguar y resolver en qué sentido la Constitución ha
de ser reformada. El Presidente ent iende por revisión la p ro longa-
ción de los poderes Pres idencia les : los legitinústas entienden por
revisión la proclamación de la Monarquía legítima : Mr. Thiers ,
que hablará probablemente en favor de la Repúbl ica , como d é l a
única cosa pos ib le , en tenderá por revisión la supresión de la P r e -
s idenc ia , y la creación de un Presidente del Consejo, á quien
nombrara la Asamblea , y cuyo destino no confiriera al que lo o b -
tenga m a s q u e un título a m o v i b l e : en cuanto á la Montaña, para
ella la revisión será la institución de un Ministerio del Progreso , la
supresión de la Pres idenc ia , la consagración del derecho al t r a -
ba jo , y del impuesto p rogres ivo .


De aquí r e su l t a r á , por un lado , que la cuestión abstracta de
la revisión será afirmativamente resuelta por una gran mayoría,
aunque nunca tan g r ande como la que previene la l e y ; y por
o t r o , que ninguna forma concer tada de revisión reunirá en la
Asamblea Nacional mayoría de ninguna especie. No pudiendo




realizarse la reforma concreta de la Constitución por falta de todo
género de mayor í a , ni decidirse la cuestión abstracta por falta de
una mayoría suficiente , el resultado será q u e , después de la d i s -
cusión como antes do la discusión , no habrá ni revision concreta ,
ni revision abstracta .


El er ror de estos partidos consiste en c reer que esta Constitución
puede morir por los t rámites ordinarios y por las vias legales . Esta
Constitución morirá por la fuerza , ó vivirá e t e r n a m e n t e : y como
es cosa puesta fuera de toda d u d a , que e te rnamente no ha de vi-
vir , es cosa clara que ha de morir por la fuerza. Ea ve rdadera
cuestión consiste ún icamente en a v e r i g u a r , de d ó n d e , cómo y
cuándo la ha de venir el golpe que la ha de qui tar la vida.


Dos son los plazos de su m u e r t e : dos los personages que la
han de m a t a r , ó que pueden m a t a r l a : y dos las maneras d e su
muer te .


Eos plazos son: dentro d e tres meses , ó dentro de un año; los
personages que la han de matar pueden ser dos: el General Chan-
garnier , ó el part ido socialista; las maneras son: una insurrección
p o p u l a r , ó la Dictadura. Puede Vd. estar seguro de (pie en la s i -
tuación actual de la Francia , no hay mas que estas que sean las
ve rdaderas cues t iones : y d e que estas cuestiones no tienen mas
que esta manera de ser p lan teadas .


En la suposición de que el plazo sea de tres meses , la c u e s -
lion morirá á manos del general Cbangarnier , y por la Dictadu-
ra . El plazo será de tres meses s i , como creo, el Presidente i n -
tenta un golpe de Es tado: en esta suposición, puede Vd. tener
por seguro (pie el Presidente será vencido: y que lo será por el
general Cbangarn ie r , nombrado Generalísimo de la Asamblea.
F n a vez vencido el Presidente por Cbangarnier , este será por de
pronto señor absoluto de la Francia . El plazo será de un a ñ o , si
el Presidente se resigna á que no haya revision, y deja correr los
términos legales : en esta suposición, puede Vd. tener por seguro ,
que habrá en 1852 una insurrección socialista; que la Asamblea
será socialista; y que la Constitución de la Francia será socialista.
En esta suposición, importa poco aver iguar si el Presidente será ó




— 256 —


JUAN DONOSO COÛTÉS.


no ree leg ido ; porque en ningún caso será Presidente: si no obtiene
los sufragios del pueblo , porque no será r ee leg ido : si los obtiene,
porque será decapi tado.


Una cuestión falta por resolver: la que consiste en averiguar
cuál d e estos plazos es mas p robab le . Yo me inclino á creer que
el mas probable es el de tres meses . En esta supos ic ión , orco
que la cuestión se decidirá en los términos que llevo d ichos , e n -
t re el Pres idente de la República y el general Changa rn i e r , sin
intervención ninguna por pa r t e del p u e b l o , que ni está p r e p a -
rado para levantar en plazo tan corto su propia bandera , ni sa-
b rá por quién dec id i rse .


P rocura ré tener á Yd . al corriente de los varios aspectos que
esta g ran cuestión vaya p re sen tando .


Suyo afectísimo Q. S. M. B.




PARÍS 1.° (le Junio de 1 8 5 1 .


MUY señor mió: La proposición pidiendo la revisión d e la Consti-
tución fué presentada ayer en la Asamblea por el Duque de B r o -
g l i e , Presidente de la reunión que ce lebra sus sesiones en la cal le
de las Pirámides, la cual es sostenedora de los derechos y de las
aspiraciones Presidenciales. Autorizan esta proposición doscientas
treinta y tres firmas, todas ellas de personas que buscan en la r e -
visión el medio único de prorogar la autoridad del actual Pres idente
de la República Francesa . El tenor de esta proposición, ya le h a b r á
usted visto en los per iódicos: yo ahora voy á hablar le de su impor-
tancia, y á mostrar su significado.


Uno de los síntomas mas peligrosos del estado de esta noble ,
franca y caballerosa nación, es el cuidado que ponen todos los p a r -
tidos en disimular sus des ign ios , sin conseguir por eso que no sean
t r ansparen tes .


\JOS firmantes de la proposición se p roponen solo la p rorogac ion
de los poderes Presidenciales: no a t reviéndose , e m p e r o , á dec la ra r
su designio, y no quer iendo , sin embargo , pedir la revisión total , á
la que las circunstancias han dado un sentido monárquico y l eg i -


TOMO v. 17




fímísta, íian adoptado ana fórmula vaga , que pueda fácilmente ser
aceptada por todos. Aun as í , este e s , en t re lodos los par t idos , el
que mejor ajusta los medios con los unes ; siendo, como lo es , cosa
aver iguada que la revisión de la ley fundamental no puede tener
otro resultado , si llega á verif icarse, mas (pie la prolongación de
los poderes del Pres idente .


Fuera del partido Bonapar t is ta , solo el revolucionario es con -
secuente consigo mismo, en cuanto se opone sistemáticamente á
todo género de revisión ; persuadido como está á que en las c i r -
cunstancias actuales lodo género de revisión ha de ser con de t r i -
mento de la República. Entre tanto , paréoeme que el partido legi-
timista y orleanista, ó lo que es lo mismo, el monárquico bajo (odas
sus formas, está herido de una ceguedad i ncu rab l e , anuncio segu-
ro ilo su segura ruina.


Oríeanistas como Icgitimrstas no ignoran que hi revisión , cua l -
quiera que ella sea , les ha de ser con t ra r i a ; y sin embargo , así
los unos como los o t r o s , impulsados por una fuerza mayor , (pie al
propio t iempo que los arrastra los ciega , están resueltos á votar la
revisión , que va á robar les su esperanza. Si estos partidos no h u -
bieran perdido ya el derecho al título de razonables , hubieran h e -
cho dos c o s a s : la pr imera , mantener la integridad de la Constitu-
ción , (píe los desembaraza del actual Pres idente ; la segunda,
ponerse en t re sí de acuerdo para la elección del Presidente futuro.
Algunos hombres no tab les , ant iguos servidores de la Dinastía de
Orleans, conociendo vagamente la necesidad imperiosa de la Union,
la han proclamado de algún t iempo á esta parte en un periódico
acredi tado que redactan y patrocinan. Este in ten to , sin embargo ,
no dará resultado n inguno , por habe r e r rado desde el principio la
s e n d a : su proyecto de fusión consiste en ag rupa r todos los vas t a -
gos del árbol Real a l rededor de su t ronco ; como si pudieran j un -
tarse con la voluntad cosas que han separado y puesto en disper-
sión los vientos d é l a s revoluciones . El partido legitimista y el orlea-
nista pueden ponerse en todo de acuerdo, menos en un Rey; porque
el Rey c a b a l m e n t e , lejos de ser lo que los u n e , es lo que los s e -
para . Siendo esto a s í , es cosa clara á todas luces que han debido




— 25!) —


bascar la unión en otro t e r r e n o ; y el único t e r reno en que b u s c á n -
dola la hubieran hallado , hub ie ra sitio el te r reno de la Presidencia
futura. Afortunadamente para ellos hay una persona que merece y
que t iene su confianza: esta persona es el General Changarnier , el
cua l , aunque en último resollado es legilimisla , no lo es de tal
manera que no lo sea en el deber de h a c e r á los orleanistas par t i -
cipantes en su herenc ia y en su victoria.


Pero el General Ohangarnier hub ie ra sido un r o d e o ; y los r o -
d e o s , la cosa del mundo mas necesaria en tiempos de te rminados ,
es también la cosa del inundo á que menos saben res ignarse los par-
tidos (pie viven de esperanzas y de ilusiones.


Los partidos monárquicos se hacen la ilusión de c ree r que la
.Monarquía puede ser res taurada por el voto nacional en las cir-
cunstancias presentes : e r ror profundo, ilusión fatal , que l lorarán
con amarguísimo llanto. Jamás la Francia volverá los ojos hacia la
Monarquía , sino viene sobre ella una inundación d e s a n g r e : es n e -
cesario que la Francia sea socialista, antes de volver á s e r m o n á r -
quica. Pero si la Monarquía no puede salir natural y espontánea-
mente de la República, la historia atestigua que de una República
cualquiera puede salir y sale s iempre una Dictadura mas ó menos
efímera , mas ó menos consistente. Y como en una Repúbl ica lodo
está bajo el yugo del Dic tador , la verdadera cuestión para los
partidos monárquicos consistía en aver iguar la manera de poner
al Dictador bajo su y u g o ; ó de otro m o d o , la cuestión para ellos
consistía en elegir su propio Dic tador , es d e c i r , el P res iden te .
Salvada esta gran dificultad, y realizada esta gran avenenc ia , la
Monarquía , que no puede venir por el voto de la Franc ia , hubiera
podido venir por la voluntad del Dictador, el cual , d u r a n t e su Dic-
tadura, hubiera podido proclamar la Monarquía , como cualquier
otra cosa.


No se me oculta lo difícil que es encontrar una persona de tan
gran desprend imien to , que se resigne á en t r ega r á manos agenas
el poder que se le ha venido á las m a n o s ; pero prescindiendo de
que querer ganar en este juego sin co r re r g randes azares es una
insigne locura, es cosa clara que los partidos monárquicos hub ie -




ran podido en esto P O S O , cuando m e n o s , servirse de la mano fér-
rea del Dictador para acabar con ciertas instituciones que p resen -
tarán s iempre á la Monarquía un obstáculo invencible.


Yo he creído s i e m p r e , y creo a l u n a , que la Monarquía , obli-
gada á transigir para v i v i r , tiene menos fuerza que la República
para desembarazar á la sociedad de ciertos elementos subversivos,
y de ciertas instituciones revolucionarias . La Monarquía no hubiera
podido dar y ganar la batalla que ganó en junio en las calles de
París el Dictador de la República. La Monarquía , con lodos sus
instintos religiosos y conse rvadores , no fué poderosa para dar la
Ley de Enseñanza , (pie ha dado la República en estos últimos
t i e m p o s : y yo estoy persuadido á (pie si hay un poder en la t ier-
r a , bas tante lúe, lo para a c a b a r e n Francia con la P r e n s a , (pie
todo lo p e r v i e r t e ; con la Guardia Nacional , que todo lo trastorna;
y con el J u r a d o , que profana la Justicia , ese poder no será nunca
el Real , sino el Republ icano.


No hub ie r a , p u e s , habido gran m a l , sino al revés mucho
b i en , en volar por la conservación de la Repúbl ica , hasta el dia
en (p ie , postrada la revolución con sus g randes y funestas inst i tu-
c iones , nada quedara en pie de la revoluc ión , sino la República
solamente. Cuando las Repúblicas llegan á este período, un viento
delgado las mata .


El Coneral Changaruicr , como mas interesado que nadie en este
negocio, se ha opuesto con todas sus fuerzas á que el partido l c -
gitimista votara la revisión : el partido , sin e m b a r g o , vencido por
la elocuencia de M r . Be r rye r , y por la g r ande y merecida autor i -
dad de Mr. de Falloux , se, comprometió , dias a t r á s , á lo cont ra-
rio : en la reunión que celebró con este objeto , se habló de p r o -
c lamar la Monarquía en plena Asamblea , de levantar su estandarte
no manci l lado , y de hacer re t roceder á la República en una dis-
cusión llena de magnificencias. Si este plan hubiera sido seguido,
la Monarquía hubiera quedado infaliblemente en t enada en el Par -
lamento mi smo , escojido como el campo de sus victorias. Afortu-
nadamente para los par t idos m o n á r q u i c o s , parece que sus gefes
comienzan á cejar, y (pie han abandonado esta resolución, á un




mismo tiempo temeraria y heroica . Según todas las apar ienc ias , la
voz elocuente de Mr. Berryer no se levantará para concitar t empes -
tades , ni para provocar batal las.


De todos m o d o s , la situación boy dia ha cambiado do aspecto,
y es favorabilísima al Presidente. La revisión , que sus enemigos
provocan, no tendrá mas resu l tado , si tiene a l g u n o , que el de
hacerse en el sentido de la prorogacion de los poderes Presiden-
ciales. Las peticiones en este sentido comienzan á ser numerosas ,
y su presión podrá llegar á ser irresistible. Ksle convencimiento es-
tá en el ánimo de todos ; y por eso , á la hora en que esc r ibo , la
opinión general aquí es (pie todo concluirá por la prorogacion , ve-
rificada de esta ó de aquella manera .


Yo, sin embargo , sin dejar de conocer hasta qué punto ha g a -
nado el Presidente con las faltas de sus e n e m i g o s , creo que las
dificultades que aun tiene que v e n c e r , son poco menos que inven-
cibles. Para (pie la prorogacion se ver i f ique , son necesarias estas
cosas: que la presión cslerior se aumente m u c h o ; y puede no a u -
m e n t a r s e : (pie la Asamblea actual s e d é por vencida y se disuelva
[tara, dejar el puesto libre á una Const i tuyente ; y la Asamblea no
está en ánimo de disolverse ni de darse por vencida : que la Cons-
t i tuyente , caso de disolverse , no venga compuesta ni de c o n s e r -
vadores ni de rojos , cosa sumamente difícil si se a t iende á que
apenas se encuentran en Francia sino rojos y conse rvadores : que
en la suposición de que se hagan las elecciones , \ de. que sean B o -
napart is las, no haya una insurrección (pie introduzca el descon-
cierto y el desorden en tildas las combinaciones políticas y en l o -
dos los elementos sociales: ( p i e . supuesta la insur recc ión , sea
vencida.


I sled comprenderá fácilmente cuan oscura es todavía la s i t ua -
ción , á pesar de que en estos últimos dias haya comenzado á e s -
c l a rece r se : lo imprevisto es todavía el Dictador de la F ranc ia ; y
sabido es de todos cuan ciega y cuan irresistible es s iempre su
d ic tadura .


Fl Presidente salió a \ e r para Dijon , con ánimo de inaugurar el
camino de hierro. Con motivo de esta inauguración solemne, se




cree que pronunciará un discurso que esclarecerá algún tanto el
s ec r e to , hasta ahora i m p e n e t r a b l e , de sus designios y de sus i n -
tenciones. Hay quien afirma que se dec la ra rá contrario á la ley
de 31 de Mayo , que puso al sufragio universal límites acertados
y p r u d e n t e s : orxos t ienen, al revés , por seguro que se propone d e -
clararse partidario de esa l e y , y poner esta p renda en manos de
los part idos conse rvadores . Cualquiera que sea el sentido en que el
Presidente se e s p r e s e , su discurso será un suceso de la mas alta
importancia en las circunstancias actuales.


Dejando ya á la Francia á un l a d o , diré á Vd. a l g o , para
concluir mi ca r t a , acerca del estado de Europa. Este se reduce hoy
clia á que los asuntos de Alemania se van mejorando progres iva-
mente , y á que las noticias de Italia no pueden ser peores . Ea s i -
tuación de Roma es lamentabi l ís ima, hasta el punto de ser inev i -
table una revolución del peor género pos ib le , el dia que a b a n d o -
naran la gua rda de aquella Ciudad los ejércitos cs t rangeros . El
Piamonte sigue deslizándose con increíble rapidez por la pendiente
democrá t i ca , que va á pa ra r á un a b i s m o : Mazzini ejerce en el
des t i e r ro , sobre el P iamonte y sobre Roma , la misma dictadura
moral que ejerció en los desdichados tiempos de la República Ro-
m a n a : él es el digno Pontífice de aquellos pueblos desventurados .
Si á esto se agrega la p ropaganda protes tante , que va es tendién-
dose por aquellos países , no será difícil adivinar la esplosion que
habr ía en toda la Italia , si una nueva revolución en París volviera
á poner el fuego á todas estas mater ias inflamables.


Por lo que hace á la Alemania , lo que resulta mas claro de la
conferencia del Emperador de Rusia con el Rey de Prusia en Var -
sovia , combinada con la que habrá tenido á estas horas con el Em-
perador de Austria en Olmutz , es lo siguiente : la alianza , por un
l a d o , de la Rusia con la P rus i a , y por o t r o , de la Rusia con el
Aust r ia ; sin que haya todavía una alianza entre las t r e s , por el
antagonismo de intereses y la contradicción de humores , que impi-
de la unión sincera y durable de las dos g randes Potencias Germá-
nicas. Esto no o b s t a n t e , el peligro es tan grande y la acción de
la Rusia tan poderosa , que l legado el t rance supremo de una nueva




revolución, es ya cosa evidente para los hombres d e Estado , que
las tres Potencias del Norte obrarían en todo de a c u e r d o ; s iendo
entre ellas la Rusia, á un mismo t i empo , el v íncu lo , la dirección
y la guia .


No perderé de vista los g randes sucesos que en todas par tes se
p repa ran , para ponerlos en noticia de Vd. , por lo que pueda i n t e -
tesar á su concienzudo estudio.


Suyo afec t í s imos . S. Q. S. M. B . ,


JUAN DONOSO CORTÉS.




PARÍS , 4 de Junio de 1 8 5 1 .


M U Y señor mió : Con motivo de los rumores que ú l t imamente han
corrido a t r ibuyendo al Presidente de la República palabras g r a n -
demente amenazadoras y depres ivas contra la Asamblea , p ronun-
ciadas en su discurso inaugural del ferro-carril de Dijon , se d i r i -
gió ayer e n esta una calorosa interpelación al Ministerio. De la
interpelación y de la respuesta dada por el Minister io, resulta
c la ramente lo que nadie ignora , y lo que afirman todos los que
presenciaron el ac to : que las palabras ofensivas á la Asamblea
fueron posi t ivamente pronunciadas por el Presidente en los t é r m i -
nos de que hacen méri to los per iódicos: que el Gobierno no las
acepta como s u y a s , y que han sido suprimidas por su orden en el
discurso que El Monitor ha publicado. La afirmación del Ministro
de lo In te r io r , reducida á que no reconocia mas discurso que el
publicado por el periódico oficial, y su absoluto silencio acerca
del contenido real del discurso p ronunc iado , han convencido hasta
á los mas incrédulos de que efectivamente se pronunciaron las re-
feridas pa labras . Desde el momento en que el Ministro de lo In te-
r ior rechazó toda discusión que no tuviera por objeto el discurso
oficialmente p u b l i c a d o , la interpelación cayó por sí m i sma , sin
producir resultado a lguno.




— 205 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


El v e r d a d e r o , el poderoso interés de la sesión de ayer está e s -
clusivamente en el discurso q u e , con otro motivo , pero a ludiendo
á las circunstancias ac tua l e s , pronunció el General Changarn ie r .
Este discurso estuvo inspirado por el odio personal é invencible de
que el General se halla poseido contra el Pres idente de la Repú-
blica : su palabra í'ué b r e v e , su gesto a m e n a z a d o r , su ceño s o m -
brío , sus frases lacónicas é imper iosas : su voz e ra la voz de m a n -
do , y su acción la acción de la amenaza . Habló de pretorianos c r a -
pulosos , de cesarismo i m p u d e n t e , de aspiraciones ambic iosas ; y
concluyó afirmando que todas esas ambiciones eran impotencia .
Sus últ imas palabras fueron las de un P r o t e c t o r . — « L a Asamblea ,
«dijo, puede estar t ranqui la . Mandatarios del pueb lo ! de l iberad
»sosegadamente ; vuestra paz no será t u r b a d a . » — L a voz del P r o -
tector fué cubierta con unánimes aplausos : la de recha aplaudió , la
izquierda ap laud ió , la Montaña aplaudió: todos aplaudieron e s t r e -
pitosamente. La Asamblea habia reconocido en Changarnier á su
hombre .


De esta manera , á cada paso que la cuestión d a , se hace mas
pavorosa. Los términos de la cuestión se van reduciendo r ap id í s i -
mamente , hasta el punto de no haber elección posible , sino en t re
dos Dictaduras. De esta manera sabe Vd. que le he planteado la
cuestión desde el pr inc ip io , y de esta manera se viene planteando
por sí sola. La paz es ya de todo punto imposible. Uno de los dos
g randes poderes Constitucionales es fuerza que desapa rezca ; el
que quede en p i é , e jercerá la Dic tadura , y será señor de la
Franc ia .


De Yd . afectísimo S. S. Q. S. M. B . ,




PARÍS, 1(1 de Junio do 1 8 5 1 .


Me Y señor mió: Las cosas públicas siguen aquí en el mismo e s -
tado que cuando he dirigido á Vd. mis dos úl t imas. La Comisión
que ha de dar su dictamen sobre la revisión , es la imagen viva de
la Asamblea. , que la ha de discutir y votar : una minoría decidida y
una mayor ía vacilante son los e lementos de que se compone . Lo
que resulta hasta ahora de sus conferencias , es qne la República
es el refugio de todos los intereses y de todas las opiniones , y la
cosa que menos divide á esta nación sin ventura . El partido l e -
gilimista , que se había propues to al principio levantar en esta dis-
cusión la bande ra de la Monarqu ía , re t rocede espantado de su
propia impotencia y de su propio aislamiento. Mr. Odilon Bar rol,
r epresen tan te de una d é l a s fracciones or leanis tas , é individuo de
la Comisión , ha declarado esplíci tamente , después de reservar sus
principios , que hoy dia solo la República es posible. Mr. de Mon-
l a l e m b e r t , que es católico y m o n á r q u i c o , ha hecho una dec la ra -
ción parec ida . La perpetu idad de la República está proclamada por
sus propios adversar ios . Esto v iene á cont inuar lo que en varias
cartas anter iores tengo dicho á Vd.: la Monarquía no puede ser
res taurada en los momentos presentes ; y si lo fuera , no seria otra
cosa sino una faz de la República. Para que la Monarquía sea po-




si b l e , es menester que venga ei Socialismo, ó que se p resen te un
Dictador, y la decrete con su espada : en este segundo c a s o , sin
e m b a r g o , su restauración sería e f ímera ; solo en el p r imero podría
ser du rade ra .


La situación de la Francia pone á la Europa en la situación s i -
guiente : Si la República se consolida a q u í , la República , mas t a r -
de ó mas temprano , podrá ser la ley de las naciones : j amás se ha
consolidado en Francia una institución , sin que de nacional no se
haya convertido al fin en Europea . Si el Socialismo hace posible una
restauración , no hará posible esta eventual idad saludable sin h a -
cer probable una subversión total en el continente Europeo : de
manera que por todos los caminos va la Europa á parar á una c a -
tástrofe. La eventual idad menos t r emenda seria la de una Dictadura
que res taurase la Monarquía. Solo así podría la Europa conservar
sus insti tuciones, sin pasar pr imero por la República, y luego por el
Socialismo. Esta eventual idad, empe ro , ofrece á su vez gravís imos
inconven ien tes : en pr imer l u g a r , la Monarquía , res taurada de
esta mane ra , no seria definitivamente res taurada : en segundo l u -
gar , s iempre seria menester encont rar un Dictador que la r e s t a u -
rara de esa manera .


En Francia no hay mas que tres Dictadores pos ibles : Luis N a -
poleón, el General Cavaignac, y el General Cbangarnier . Luis N a -
poleón , siendo Dictador, no res taurar ía la Monarquía , sino el Im-
per io ; cosa muy di ferente , como quiera que la Monarquía es la
revolución venc ida , y el Imperio no ha sido y no será sino la r e -
volución coronada. El General Cavaignac no baria uso de la Dic ta-
dura , sino para mantener la República contra monárquicos é i m -
periales . Queda solo el General Cbangarn ie r , el c u a l n o p u d i e n -
(¡o aspirar al Imperio, y no siendo amigo de ía República , podio.
poner su espada al servicio de un Rey. Yo no sé hasta qué punto
llegará el General Cbangarnier á ser el candidato de los partidos
monárquicos en Francia ; pero sé que debía serlo de las Monar-
quías Europeas.


Por lo demás , el porvenir es cada vez mas a ter rador y mas
oscuro. La revisión no reunirá una mayoría suficiente, sobre todo,




— 26S —


JUAN DONOSO CORTÉS


después del discurso de Dijon, que ha enageuado al Presidente
muchas voluntades en la Cámara . Por otra p a r l e , la Francia se va
declarando revisionista , y ab ruma á la Asamblea con peticiones.
El mismo discurso de Dijon , que tan mal efecto ha producido en
la Asamblea, es un título mas para que el pueblo se empeñe en
prolongar los poderes del Pres idente . Falta saber quién triunfará:
si será el p u e b l o , ó si será la Cámara. La cuestión no es absurda
si se at iende á que , si por un lado no parece posible que un p u e -
blo sea vencido por una Cámara , por o t r o , no hay que olvidar
que el pueblo está disperso, y la Cámara r eun ida : que el pueblo
está en los Depar tamentos , acostumbrado al y u g o , y la Cámara
en Par is , acos tumbrada á dar la ley. No hay que olvidar tampoco
que los republicanos de todos los matices son adversarios de la
p ro rogac ion ; y que esta gente es gente entendida en golpes de
mano y en agitaciones populares . En s u m a , todo es p rob lemá-
tico en las cosas francesas, y ni los hombres ni los partidos saben
adonde van , aunque recelan todos que no van á buena par te . La
discusión sobre la revisión no comenzará probablemente , hasta
mediados de Julio.


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.




PARÍS 4.° de Julio de 1 8 5 1 ,


MUY señor mió : Desde mi últ ima anterior , no ha habido mudanza
notable cu las cosas de esta República. Empero, si la situación no
ha v a r i a d o , se ha esclarecido algún tanto por lo menos . Quince
dias h á , no era sino una cosa probable el naufragio de los p r o -
yectos revisionistas: lo que entonces era p robab le , es hoy ya cosa
puesta fuera de toda duda . Mr. de Tocqueville , encargado de r e -
dactar el informe de la Comisión que ent iende en el a sun to , es un
revisionista de tan singular e spec ie , que reúne los votos de los
enemigos ardientes de toda revisión, y las repugnanc ias de los
partidos mas ó menos encendidos de todas las revis iones. La r e v i -
sión, pues , no tendrá en la Asamblea Nacional sino escasa
mayor ía , que no será otra cosa sino una minoría insignificante,
comparada con la que exige para este grave negocio la Const i -
tución del Estado.


Por lo que hace á la presión cs ter ior , sin dejar de ser g r a n -
de , porque lo es efect ivamente , dista mucho todavía de ser lo
(pie había de s e r , para ser a lgo ; es d e c i r , irresistible. Los a m i -
gos del Presidente confian en que crecerá hasta alcanzar aquellas
gigantescas proporciones que quitan hasta el deseo de resistir al
torrente que todo lo a r reba ta . Mi opinión part icular es q u e , s iendo




la revision una cosa ve rdaderamente popular , no está este pueblo,
sin e m b a r g o , en circunstancias tales , que un g ran entusiasmo sea
posible . Ese entusiasmo avasallador es cosa ra ra s i e m p r e , hasta
en las m u c h e d u m b r e s , materia dispuesta de suyo á la fermenta-
c i ó n ; y es mucho m a s rara todavía en tiempos como los que
ahora cor ren , en que los pueblos no tienen le n inguna , ni en los
h o m b r e s , ni en las inst i tuciones, ni en las i deas , ni en los que
gob i e rnan , ni en sí propios. Estas consideraciones me inclinan á
pensar que la presión esterior no será bastante para vencer la m a -
la voluntad y la visible repugnanc ia de la Asamblea por todo lo
que sea prolongar en manos del actual Presidente de la República
los poderes Presidenciales .


Entretanto, el ejemplo dado por el Gobierno de la República,
al hacerse el promovedor de las efervescencias populares , siendo
estéril en lo p r e sen t e , será funestísimo en lo futuro. El derecho
de petición es individual por su na tura leza ; y por su índole es el
derecho que contra sí concede al débil el que es fuerte, y al s u b -
dito el Soberano . Ence r r ado -en estos límites el derecho de pe t i -
ción , está reclamado por la justicia universal , y consentido por el
consentimiento de todas las gen tes . i\o hay República tan d e m o -
crát ica , ni Monarquía tan abso lu ta , que no haya reconocido ese
derecho en el h o m b r e , como un derecho verdaderamente santo,
y ve rdade ramen te impresc r ip t ib le : pero cuando ese derecho se
ejerce por el Soberano, en vez de ejercerse por el subd i to ; cuan-
do, en vez de ejercerse por el débil , se ejerce por el fuer te , e n -
tonces cambia de na tura leza , y constituye una verdadera tiranía:
entonces hay hasta una contradicción en los t é rminos ; como
quiera que el Soberano y el fuerte no piden cuando p i d e n , sino
mandan . Constituida esta Nación en República democrát ica , siem-
pre que alza la voz el p u e b l o , impone su voluntad , ahora mande ,
ahora pida; con esta diferencia, sin embargo : que cuando manda ,
impone su voluntad en los términos señalados por la l e y ; mien-
tras que cuando p i d e , la impone de una manera anárquica y
subvers iva . Supuesta una Repúbl ica democrá t i ca , el derecho de
petición en el pueb lo , es dec i r , en el Soberano , no es otra cosa




— 2 7 1 —


sino el derecho de insurrección p e r m a n e n t e : y Vd. comprende
cuan grande es la fuerza destructora de este pr incipio , cuando va
pasando de mano en m a n o , como un a rma funesta de los Go-
biernos á los par t idos , y de los partidos á las facciones.


Sea de es to , empero , lo que q u i e r a , yo creo que por esta
vez la agitación popular no será bas tante poderosa para s u b y u -
gar a la Asamblea. Por otra parte , me parece cosa probabilísima
(pie el Presidente no se arrojará por ahora á un golpe de Estado;
no porque yo no lo crea con osadía bastante y con resolución s u -
ficiente para acometer esta empresa , sino porque tengo por segu-
ro ipie no la acometerá mient ras abr igue la esperanza de un gol-
pe de l is iado, dado á última hora por el pueblo. Si mis infor-
mes son e x a c t o s , el P res iden te , desechada la r ev i s ión , se propo-
ne aguardar el plazo terr ible de 1 8 5 2 , cierto como está de q u e ,
á pesar de la Asamblea y contra la voluntad de la Asamblea,
será reelegido por la Francia . Yo por mi par te t engo por segura
su reelección, si las cosas llegan al año de 1852 pacíficamente.
Pero su reelección no será el fin , sino el principio de la crisis,
cuya solución definitiva d e p e n d e r á , p o r u ñ a p a r l e , del vigor que
desplegue en aquella ocasión la ac tua l Asamblea , que es á quien
corresponde por derecho conocer de la validez d e la e lecc ión; v
por otra , del partido que prevalezca en la Asamblea futura, que
debe ser elegida pocos días después de elegido el Presidente . P o r -
que pudiera suceder , por un l a d o , que la actual Asamblea a n u -
lara los votos dados á Luis Bonaparlc , como inconst i tucionales ; v
por o t ro , tpie aunque así no fuera , la Asamblea futura esté com-
puesta de socialistas, en cuyo caso anularía v io len tamente como
inconstitucional la reelección , aunque la Asamblea actual la h u -
biera tenido por legítima y por b u e n a .


De esta m a n e r a , amigo m i ó , la F ranc i a , que necesita i m p e -
riosamente una solución, y que , por otra par te , teme la solución
(pie necesita , va aplazando para los t iempos futuros todas las solu-
c iones , c reyendo <pie las resuelve cuando las aplaza. El ap laza-
mien to , sin e m b a r g o , no puede ser indefinido; y mientras mas
largo sea , habrá de ser mas funesto. Si las cosas hubie ran venido




á punto de decidirse en el otoño próximo , la cuest ión se hubiera
p lanteado en t re Luis Bonaparte y el General Changarnier ; y de
cualquier manera que se hubiera resuel to , se hubiera resuelto por la
Dictadura de un hombre ; la c u a l , en las circustancias de la F r a n -
c i a , es la menos funesta de todas las even tua l idades , y la mas
aceptable de todas las soluciones. Aplazada la cuestión [tara 1 8 5 2 ,
no se planteará ya ent re el General y el Presidente , sino en t r e la
Dictadura Presidencial y la Dictadura revoluc ionar ia : perspectiva
dolorosísima y t r emenda , de la cual se aparta la vista con ho r ro r ,
y el corazón con espan to .


El Presidente de la República ha salido para inaugurar el c a -
mino de hierro de Tours á Poi t iers : en el acto solemne de la i n a u -
guración , pronunciará el discurso de c o s t u m b r e , que hasta aqui
ha sido siempre un discurso político. Los partidos aguardan con
impaciencia su voz : yo creo poder a segura r á Vd. que el discurso
d e Poitiers no se parecerá al de Dijon, y que será templado y c o n -
venien te en el fondo y en la forma.


D e V d . a fec t í s imos . S. Q. S. AL 13.,


JUAN DONOSO COÛTÉS.




PARÍS 15 de Julio de 1 8 5 1 .


MUY señor mió: Los graves sucesos ocurridos en los últimos qu in -
ce dias serán causa de que me alargue hoy algo mas de lo que ten-
go de costumbre.


El primero de estos sucesos , por su fecha , sino por su impor-
tancia , es la serie de viajes del P re s iden te , cuyos pormenores co-
noce Vd. por los per iódicos . En el de Poitiers fué recibido con
muestras evidentes de descontento ; en el de Beauvais con señales
inequívocas de alegría. Los discursos en ellos pronunciados por
Luis Napoleón , si bien mesurados y discretos en la forma , han si-
do , considerados en la esencia , otros tantos p rogramas de su c a n -
didatura. El Presidente vacila en cuanto á saber cuál camino le
conviene segui r ; pero sería intento vano buscar ni en sus palabras
ni en sus acciones la menor vacilación ni la mas ligera incer t idum-
bre acerca del término de su viaje. Cuando denuncia ante la F r a n -
cia á la Asamblea , cuando entrega á la pública execración las i n -
trigas de los part idos monárqu icos , no hace n inguna de estas c o -
sas , sino porque cree que hac iéndolas , se hace popular en t r e las
muchedumbres . Cuando vuelve de súbito hacia a t rás , y halaga á la
Asamblea, y recuerda los g randes hechos de la ant igua Monarquía,
no hace esto sino porque haciéndolo , cree reconcil iarse á los hom-


TOMO v. 1S




bres que le son con t ra r ios , y á los part idos que le son hostiles.
Por cualquier lado y en cualquier ocasión que Vd. mire al P re s i -
d e n t e , observará-s iempre en él la misma vacilación en cuanto al
med io , y la misma fijeza en cuanto al propósito. Este rasgo es el
rasgo característico de su fisonomía, y el q u e , si puede decirse
a s í , individualiza su ca rác te r


El segundo suceso impor tante ocurr ido en estos últimos dias,
es la visita hecha por los señores Berryer , Saint-Priest y Benoist
d ' A z i á la viuda y á los hijos del último Rey de los Franceses .
Lo que allí p a s ó , nadie lo sabe aun de positivo , sino los interlocu-
t o r e s : sin embargo , desde luego puedo asegurar á Vd. estas tres
cosas : la p r i m e r a , que aquellos señores no fueron á Clermont sin
negociaciones p r ev i a s ; la s e g u n d a , que el objeto de la visita fué
esclusivamcnte pol í t ico; y la entrevista, política csc lus ivamente : y
la t e r c e r a , que por una y otra par te hubo grandes muestras de
buena voluntad , sin que á pesar de ello esa buena voluntad mu-
tua produjera un resul tado completo y definido.


El t e rce ro , en t re los sucesos t r a scenden ta les , es el dictamen
que la Comisión respectiva ha p resen tado , por una parte y por
conducto d e Mr. de Tocqueville , acerca de la revisión de la Cons-
titución ; y por otra par te y por conducto de Mr. de Melun , a c e r -
ca de las peticiones concernientes á esta mater ia . Ambos dic táme-
nes son contrarios al P r e s i d e n t e ; el relat ivo á las pet ic iones , por-
que se fija en él la atención sobre todo en los manejos reprobados
de las Autor idades; y el relativo á la revisión , porque en él se de-
clara que todo intento de hacer prevalecer la reelección popular
del P r e s i d e n t e , contra un voto de la Asamblea contrar io á la revi-
sión , debe ser considerado como atentatorio y subversivo del or-
den . Con estos dic támenes ha venido á coincidir una grave reso-
lución del Consejo d e Estado sobre la misma ma te r i a : ocupado en
redac tar una ley de responsabi l idad , aplicable á todos los agentes
de la autoridad p ú b l i c a , el Consejo ha resuelto que uno de los ca-
sos en que el Pres idente incurr i rá en responsabil idad , será cuando
intente sobreponerse al art ículo de la Constitución que impide su
reelección inmedia ta .




Si se examinan estos sucesos en conjunto , después d e h a b e r -
los examinado de por sí y s e p a r a d a m e n t e , dan materia á g r a v e s
y desconsoladoras consideraciones. De ellos resulta que nada es
aquí comparable á la perseverancia de los partidos y de los h o m -
bres , sino su radical impotencia. El Pres idente sabe que t iene el
propósito firme de perpetuarse en el p o d e r ; pero ignora cómo ha
de obrar para perpe tuarse . El par t ido legitimista sabe que quiere
la restauración de la Monarquía v e r d a d e r a ; pero ignora cómo ha
de obrar para res taurar la . El par t ido orleanista quiere lo que s iem-
pre qu i so , una Monarquía , rodeada de instituciones republ icanas ;
y no sabe cómo ha de evitar el caer , por poco que se incline á un
l ado , en la ve rdadera República, y por poco que se incline a otro,
en la Monarquía ve rdade ra . La mayoría de la Comisión que infor-
ma sobre la revis ión , no la q u i e r e , y la p r o p o n e ; la p r o p o n e , y
sabe que ha de ser desechada por la Asamblea : esta mayor ía es
monárqu ica , y sin e m b a r g o , propone un dic tamen que ha de ser
desechado , y que s iéndolo , según su propia declarac ión, d e b e r á
entenderse por todos que la República recibe una n u e v a c o n s a g r a -
ción por par te de los representan tes del pueblo .


Para que todo sea confusión y despropósito y d e s o r d e n , los
que nunca profesaron el dogma de la Soberanía Nac iona l , sos t ie -
nen hoy que esta Soberanía, inenajenable , es superior y anterior á
todas las Constituciones; mientras que los que abr ieron hondas
brechas en la Monarquía, en n o m b r e de la Soberanía Nacional ,
proclaman hoy, contra la Soberanía Nac iona l , el d e r e c h o divino
de la República. Si en los primeros siglos de la Creac ión , la confu-
sión de las lenguas produjo la confusión de las i d e a s , ahora p a r e c e
que la confusión de todas las ideas va á dar por resultado la confu-
sión de todas las l enguas .


Lo mas singular de todo es que en medio de este juego d e
azar que todos juegan , todos p ie rden , y n inguno gana . El Pres iden-
te es hoy menos popular que a n t e s : el par t ido orleanista está mas
disuelto que nunca : el legitimista , que comenzaba á or ien tarse ,
se dá á sí mismo ya por desor ientado. Aquí nadie sabe ya á donde
va ; y t odos , impíos y c r i s t i anos , dan una misma respuesta á los




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que se lo p reguntan : todos cal lan , todos se encojen de h o m b r o s ,
y todos maquina lmenle ponen los ojos en el Cielo.


El mundo no ha visto j amás , amigo mió, un espectáculo seme-
j a n t e : y si pudiera haber algo absolutamente nuevo debajo del Sol,
lo seria sin duda el espectáculo (pie ofrece la F r a n c i a , compuesta
de monárquicos que no pueden fundar una Monarquía, y oprimida
bajo el peso de una República, que para su defensa no tiene repu-
blicanos. Yo no sé, amigo mió, quién impide que vuelva la Monar-
quía, ni quién impide que salga la República: pero el hecho es que
ni la una sale, ni la otra v iene . Tal vez el secreto de todo está en
este magnífico pensamiento de Rossuet, que recuerdo perfectamen-
t e , aunque no estoy seguro de recordar sus mismas p a l a b r a s =


«Cuando Dios quiere obrar , reduce á todos á la impotencia y
luego o b r a . » —


Ayer comenzó en la Asamblea la discusión sobre la revisión,
tan llena de tristes augu r io s , y tan preñada de tempestades. Las
t r ibunas estaban henchidas de gen te : y los que henchian las tr ibu-
n a s , contenían el al iento, y no osaban respirar , temerosos de algu-
na catástrofe : por fortuna la catástrofe no vino, el temor se disi-
pó, las gentes comenzaron á respirar con d e s a h o g o , y la discusión
corr ió mansamente , sin que nada ni nadie precipitaran su curso. El
Pres idente de la Asamblea debía de part icipar sin duda de a q u e -
llos temores , cuando se creyó en el caso de deber abr i r la discu-
sión con un discurso so l emne , porque estaba esc r i to , en que r e -
comendaba á todos templanza y mesura . Parece , sin embargo , que
en la noche anterior habia habido un acuerdo ent re los de la
Montaña para no turbar con apostrofes ni interrupciones el debate;
por c r e e r , y no sin razón , que con esta táctica adelantarían gran-
d e m e n t e sus negoc ios : el hecho es q u e , con admiración de todo
el mundo , no hubo ni apostrofes b r u t a l e s , ni interrupciones v i o -
lentas. Mr. Pagés hizo la apología de la República en un mal d i s -
curso: Mr. de Falloux hizo el elogio de la Monarquía hereditaria
en un discurso bel l í s imo: Mr. de Mornay se declaró el campeón
de la Monarquía Nacional vencida en F e b r e r o , digna por cierto
d e campeón mas i lus t re : por ult imo , el General Cavaignac sostu-




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JUAN DONOSO CORTÉS.


vo el principio de la República sagrada é inviolable como lo es el
Rey de una Monarquía Consti tucional, y lo hizo con una conv ic -
ción profundísima , y á veces una elocuencia varonil que hizo h o n -
da sensación en su audi tor io . El discurso del General es en mi
opinión el mas notable en t re todos los pronunciados a y e r ; asi c o -
mo el General que le p ronunc ió , e s , en t re todos los hombres que
han dado muestras de sí después de la revolución d e F e b r e r o , el
mas eminente , ó el solo eminen te .


Hoy cont inuará la discusión comenzada : si ocurriese en ella
algo notable , se lo escribiré á Vd. en esta misma car ta .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.




PARÍS 1 . ° de Agosto de 1 8 5 1 .


MUY señor m i ó : La discusión sobre la revisión de la ley política
que r ige á la F ranc ia , ha sido un suceso para s iempre memorable ,
por la luz que de r r ama sobre el estado político y social de esta na-
ción en lo p r e s e n t e , y por lo que permite adivinar acerca de los
varios sucesos , por los que ha de pasar en lo futuro.


Tres g randes sistemas han combatido aquí por la dominación:
el sistema Republicano , el Consti tucional, y el que consiste en la
Monarquía , apoyada en las tradiciones nacionales . Fué el campeón
del pr imero Mr. Michel (de B o u r g e s ) : hizo la apología del segundo
Mr. Odilon Bar ro t ; pronunció el elogio fúnebre del tercero Mon-
sieur Ber rye r . El resul tado de este gran duelo ha sido el triunfo
del pr imero sobre los otros d o s ; ó lo que es lo m i s m o , la consol i -
dación de la forma Republicana. Y no porque la elocuencia no haya
estado de pa r t e de los v e n c i d o s ; al r e v é s , Mr. Odilon Barrot ha
pronunciado en defensa de la Monarquía Constitucional el mas bello
d e todos sus d i scursos ; y Mr. Ber ryer el mas elocuente de todos
sus h i m n o s ; sino porque todas las corrientes magnéticas de esta
sociedad son á la hora presente republ icanas . La República no es
una institución arb i t rar ia n i a cc iden t a l ; es la consecuencia lógica,
invencible del g ran silogismo que comenzó á plantearse en 1789 ,




y que muest ra hoy su consecuencia , después de haber asentado
sus premisas . La unidad maravillosa de la revolución en todas sus
transformaciones suces ivas , y la necesidad de negar la con una ne -
gación absoluta, ó de aceptar la en todas sus var ias manifestacio-
nes , fué demostrada hasta la evidencia por el orador de la Monta-
ñ a . — Vosotros no aceptáis de la revolución sino su principio —
decia á los lcgitimistas. — Vosotros no aceptáis de ella sino la
m i t a d , — decia á los constitucionales : — la revolución, empero , es
u n a , ó no es nada ; queréis servir á un mismo tiempo á la Monar-
quía y á la Revolución, á lo pasado y á lo futuro; y no p e r t e n e -
céis en realidad ni á la Revolución ni á la Monarquía , ni á lo fu-
turo ni á lo pasado. — T o d a la discusión está en este a rgumento ,
y este a rgumento es invencible .


Todas las fracciones del l lamado gran partido del orden, y que
ni comprende las condiciones del orden , ni es un par t ido , ni es
g r a n d e , e s t á n , por otra p a r t e , consti tuidas en una posición falsa,
contradictoria é insostenible. Si so esceptúa Mr. Odiloi; .Darrot,
que está realmente a ter rado por lo que el porvenir tiene de s o m -
brío , ninguno de los que se oponen á la prolongación de los p o -
deres Pres idencia les , al dar su voto favorable á la revision ha
formulado un voto de conciencia . N i n g u n o , en t re cuantos han pro-
testado de su resolución firmísima de sostener contra la c a n d i d a -
tura inconstitucional del Pres idente el imperio d e la l e y , está
decidido, llegado el c a s o , á sostener este imperio. Los p e n s a -
mientos van por una p a r t e , las palabras por o t r a , y por otra las
acciones.


En medio de esta confusion , no quedan mas que dos p e r s o n a -
ges en p i é : Luis Bonaparte y la Montaña; ni mas que dos cosas
posibles: una nueva revolución y la Dictadura. Los par t idos m o -
nárquicos á nada pueden aspirar sin e n t e n d e r s e : y no se e n t i e n -
den . Los legilimistas votarían con gusto la candidatura á la P r e s i -
dencia del Príncipe Joinvi l le , si el Pr íncipe se compromet ie ra an-
tes á traer después á Enrique V : pero el Pr íncipe se niega á c o n -
traer compromiso a lguno. La familia de Orleans estaria dispuesta á
la fusion, si los lcgitimistas comenzaran por abrogar la ley que la




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condena af des t ier ro : pero los legitimistas se niegan á la abroga-
ción de la l e y , si la familia de Orleans no se compromete antes a
reconocer y servir á ia Monarquía legít ima. FA General G'hangar-
nier pudiera ser el candidato en común hasta que se orillaran es-
tas dificultades; pero , por una p a r t e , el General ha caido mucho
en la opinión pública por su conducta en estos últimos t iempos,
conducta apas ionadamente rencorosa ; y por otra p a r t e , su nom-
b r e no es conocido de esas m u c h e d u m b r e s á quienes el sufragio
universal ha dado el imperio.


La desg rac i a , que tiene la secreta virtud de dar fortaleza á los
par t idos políticos que nacen , es un agente poderoso de disolución
en los partidos que m u e r e n ; por e s o , los part idos monárquicos
van disolviéndose aquí á manos de la desgracia . De los legitimis-
t a s , unos quieren rejuvenecer á la Monarquía, combinando la t r a -
dición con el elemento pa r l amen ta r io ; otros aspiran á transformar-
la, obligándola á contraer matrimonio con el sufragio universal ;
a lgunos , aunque muy pocos , no la conciben sino como la han cono-
cido en la historia, mages tuosamente asentada en grandes y hero i -
cas t radiciones. De esta división en las miras procede una división
análoga en la conducta . Por eso hay legitimistas que preferir ían á
todo una transacción con la familia de Orleans , mientras que otros
se inclinan vis iblemente del lado de la Montaña ; y algunos, a u n -
que menos en n ú m e r o , no se inclinan á n ingún lado, quedándose
sin acción y sin movimiento.


Esto por lo que hace al partido legitimista. Por lo que hace al
orleanista , este , como en otra ocasión he dicho á Vd. , se afirma en
frágil apoyo : la clase media , que le sostiene , es egoísta y medro-
sa : si pudiera dirigir los acontecimientos con su voluntad, pondría
en el trono al Conde de P a r i s ; pero pronta á consagrar su voluntad
al or lcanismo , es tibia en ofrecerle su b r a z o : antes que todo y s o -
bre t o d o , lo que necesita esta clase es que no se paralice el comer -
c io , y que no se estanque la indus t r ia ; esta clase es na tura lmente
desprec iadora de los principios abs t r ac to s , y amiga del hecho v i c -
torioso : si la República le da la p a z , en su inmensa mayoría será
r epub l i cana ; si Luis Bonapar te conserva el orden mater ia l , será




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bonapar t i s t a ; si el General Cavaignac r ep r ime la insurrección, se
mostrará dispuesta á apoyar la Dictadura del General Africano. Los
orleanistas confian sin embargo en las g randes poblaciones, en don-
de esta clase es la que p r e p o n d e r a ; así como los legitimistas tienen
puesta su esperanza en las poblaciones ru ra l e s .


Entre tanto el t iempo vuela , y la Francia se encont ra rá den t ro
de algunos meses en una situación que no t iene analogía con n i n -
guna de cuantas en los t iempos mas borrascosos y miserables ha
presentado la historia. La revisión legal fracasará la segunda y la
tercera v e z , como ha fracasado la pr imera . La Montaña p e r m a n e -
cerá inmóvi l , á pesar del tor rente de peticiones revisionistas que
va inundando la tribuna y la Asamblea ; y su inmovilidad hace
imposible el intento de quitar á la prorogacion de los poderes P re -
sidenciales el obstáculo invencible que encuen t ra en el testo de la
ley. En el mes de Mayo de 1852 , la situación de la Francia será es ta :
La autoridad del Pres idente es tará para e s p i r a r , y la de la Asam-
blea espi rando. Todos los vínculos de la Administración se afloja-
rán por sí solos; los empleados volverán la espalda á los poderes
que acaban, y pondrán sus ojos en las u rnas electorales, para ad i -
vinar el misterio que la Esfinge popular tiene escondido en sus
u r n a s : lo cual quiere decir que treinta y seis millones de franceses
es tarán sin Gobierno. En esta ausencia total de un Gobierno c u a l -
quiera , saldrán de sus casas para c rea r un Gobierno diez millones
de hombres : de estos diez millones, siete rec lamarán su derecho es-
clusivo de votar en nombre de la ley de 31 de Mayo , y los otros
tres reclamarán con las a rmas su participación al mismo derecho en
nombre de la Constitución, que ha hecho del sufragio universal
una cosa santa é inviolable.


Jamás los hombres han visto, ni ve rán , ni pueden ver n i i m a g i -
nar siquiera semejante confusión y semejante tumulto. La previsión
humana es aquí de todo punto inút i l ; ni hay ojos que alcancen á
ve r cosa alguna en esas tinieblas pa lpables . La opinión g e n e r a l e s ,
sin e m b a r g o , y ha sido s i empre , que Luis Bonaparte saldrá victo-
rioso de esta confusión y de este conflicto, y que él solo s o b r e v i -
virá á este di luvio. Yo he sido s iempre , y soy ahora , á pesar de




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todas las p robab i l idades , de una opinión contraria . Y no porque yo
c rea que no ha de ser reelegido ; al r e v é s , creo que su ree lec-
ción es i ndudab l e ; sino porque tengo por cierto que su victoria
será el presagio de su caida. La certeza de su reelección se funda,
por una p a r t e , en que su nombre es el único que pronuncian y el
único que saben las m u c h e d u m b r e s ; y por otra , en el te r ror q u e
comienza ya á sobrecoger á los partidos monárqu icos , y que los
obligará á todos á a g r u p a r s e á su r e d e d o r , como Generalísimo del
ejército del o rden . Un testimonio claro de la existencia de este ter-
ror es la elección de la Comisión pe rmanen te que ha de velar por
el público reposo duran te la prorogacion de la Asamblea; esta Co-
misión , nombrada por la mayoría conse rvado ra , es benévola al
Presidente de la Repúb l i ca ; en su e lecc ión , lodos los part idos
monárquicos han demost rado á las claras que buscaban en el P r e -
sidente un refugio, y que ponían en o l v i d o , apremiados por c i r -
cunstancias formidables , sus rencores y sus odios. La certeza de
su caida nace para mí de estas gravísimas consideraciones: Siendo
reelegido el P re s iden te , lo será contra la l e y ; siendo elegido de
esta manera , pondrá la legal idad de par te dé l a revolución; y jamas
se ha verificado que sucumba una revolución teniendo la legalidad
de su pa r t e . La historia me enseña una verdad pavorosa; porque me
enseña que la legal idad hace á las revoluciones invencibles, mien-
tras que al r evés , á los Gobiernos legítimos , los hace mas vu lne ra -
b les . Yo he visto á muchos Gobiernos sucumbir sin que sea poderoso
pa ra defenderlos el escudo endeble de la ley: no lie visto ni tengo
noticia de que haya existido j amás una revolución que no haya si-
do i n v e n c i b l e , defendida por ese escudo: esa conjunción de la re -
volución y de la legalidad, de la fuerza moral y d e la revoluciona-
ria, es s i e m p r e funesta. Hay mas todavía: mientras que los Gobier-
nos legít imos s u c u m b e n , teniendo por sí una legalidad indisputable
y c l a r a , las revoluciones para ser invencibles no necesitan sino de
una legalidad d u d o s a . Una legalidad dudosa dio la victoria en
F ranc ia á la revoluc ión d e 1 8 3 0 ; y en 1848 no ha necesitado pa-
ra t r i u n f a r , d e legal idad de n inguna especie. Una interpretación
a b s u r d a de un ar t ículo Constitucional dio su fuerza invencible á la




revolución en España en 1 8 4 0 : sin el protesto de que la ley m u -
nicipal hecha en Cortes era contraria á la Constitución, j amás se
hubiera atrevido el general Espartero á cometer una violencia y
á hacer una revolución, por mucho que la hubie ra deseado. En
vista de estos ejemplos, m e creo autorizado para afirmar q u e el
Presidente de la República sucumbirá ante la r evo luc ión , si t i e -
ne la desgracia de ser ree leg ido . Yo no h e debido, sin e m b a r g o ,
ocultar á Vd. que la común opinión de todos los h o m b r e s p o -
líticos es aquí contrar ia á la mia . Yd . con su inteligencia s u p e -
rior pesará en su justa balanza estas varias probabil idades y estas
contrar ias opiniones.


Resumiendo mi manera de pensar , concluiré esta carta por m a -
nifestar á Yd . , lo p r ime ro , que no creo posible n inguna r e s t a u r a -
ción: lo segundo, que creo asegurada la República: lo te rcero , q u e
me parece indudable que la revisión legal de la Constitución
no podrá l levarse á cabo: lo cuar to , que no tengo por dudosa la
reelección inconstitucional del Presidente ele la Repúbl ica ; lo
q u i n t o , que reelegido el P r e s i d e n t e , tendrá que habérselas con
la revolución, y que sucumbirá en esta lucha: y por úl t imo, que
cuando estas cosas hayan sucedido, comenzará para la Francia , y
aun para la Europa , una nueva época revolucionaria , de peor
especie y mas peligrosa que todas las anter iores .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B .


JUAN Doxoso CORTÉS.




PARÍS 1 5 de Agosto de 18 a 1.


M U Y señor m i ó : Todas las tendencias que lie señalado á Vd. en
mis an t e r io re s , se van desenvolviendo progresiva y ráp idamente ,
hasta el punto que hoy es ya posible formar un juicio , sino c o m -
pleto del todo, acer tado en par te á lo menos , del estado de las co-
sas públicas en Franc ia . La tendencia manifiesta de todos los suce-
sos es abatir y disolver todos los p a r t i d o s , y humillar todas las
ba r re ras que se levantaban en t re Luis Bonapartc y la revolución.
La confusión de las cosas públ icas , las tinieblas en que estaban
envueltos los designios de la Providencia sobre este pueblo , d e s -
venturado á un mismo tiempo y g r a n d e , procedían principalmente
de la multi tud de e lementos que era menes ter tener presentes para
calcular qué soluciones e ran pos ib les , y qué soluciones, entre las
posibles, e ran p r o b a b l e s : porque , por un lado, estaba el Bonapar-
tismo , q u e , dueño de lo p resen te , aspiraba á serlo de lo futuro;
por otro , el Orleanismo , que aspiraba á convert ir lo futuro en jus-
to medio en t re lo presente y lo pasado ; por otro , el Legitimismo,
que aspiraba á la res tauración de las ant iguas tradiciones ; y por
ú l t imo, la revolución, p repa rándose s iempre para nuevas e m p r e -




sas y para nuevas hazañas . Yd. conocerá fácilmente cuan difícil
era en semejante situación aven tu ra r un cá lcu lo , y formular una
opinión sobre los tiempos venideros . '


Hoy, empero, las cuestiones se van simplificando, y por lo m i s -
mo esclareciéndose. El partido legitimista, que dejé en estado de
disolucionen mi carta ú l t ima , está lioy comple tamente disuelto:
tres son sus órganos en la prensa per iódica , La Union , La Opinión
Pública, y La Gaceta de Francia: cada uno de ellos echa por d ive r -
so rumbo , y va por diverso camino : La Gacela de Francia quiere
una Monarquía apoyada en la democracia; La Union la quiere a p o -
yada en el Parlamento; y La Opinión Pública se separa de La Gace-
ta por los pr inc ip ios , y de La Union por la conducta . Todas estas
discordias , en otro tiempo latentes , han estallado con estrépito en
estos últimos dias. La reunión legitimista de la calle de Rivoli se
ha dividido en bandos ; y á la hora en que e sc r ibo , puede a f i rmar-
se que el partido legitimista no ex i s t e : de los que le compon ían ,
unos buscan un candidato Presidencial , y no lo encuentran ; otros,
y son los m a s , buscan en Luis Napoleón un puerto para su n a u -
fragio.


El part ido Orleanista lleva en su seno e l ge rmen de una d i so -
lución inmediata . Inmedia tamente después que escribí á Vd. mi
ú l t ima , comenzó á resonar por los salones , y luego por los p e r i ó -
dicos , una nueva candidatura para la Presidencia , la candidatura
del Príncipe do Joinvillc. Esa cand ida tu ra , no rechazada por el
Príncipe , es una abdicación verdadera , y t r is temente lamentab le .
Cuando los hombres que t ienen la honra y la dicha de ser ind iv i -
duos de una familia de R e y e s , ceden al mal consejo de vestir la
humilde túnica de los candida tos , y de presentarse con e l la , á la
manera de los antiguos g lad iadores , para recibir los aplausos de
las muchedumbres , las familias Reales es tán de todo punto p e r d i -
das . La familia de O r l e a n s , que ha tenido á menos inclinar la
frente ante el Gefe augusto de su raza , tiene á mucho doblar la ro -
dilla ante la revolución, y se da por dichosa si obtiene sus sufragios.
Este espectáculo r epugnan t e destroza el corazón , y ese funestísi-
mo ejemplo no será perdido para las revoluciones. Lo que hoy




— 286 —


falta á t odos , par t iculares y Reyes , es la ciencia que consiste «en
res ignarse á la desgracia: por donde todos vienen á perder su dig-
n i d a d , sin dejar de ser desgraciados : los Pr íncipes ignoran cuan
incapaces se muestran de sobrel levar la prosperidad , en el hecho
mismo de mostrarse incapaces de sobrel levar el infortunio. Los
Príncipes de la familia de Orleans deber ían haber comprendido que
al punto á que han llegado las cosas , son poco para ser Reyes , y
mucho para ser r epub l icanos , bas tante para ser Príncipes en la
cor te del Rey que es su par iente : no habiendo conocido lo que de-
b ieran conocer , queda rán perpe tuamente inclasilicados en la s o -
ciedad f rancesa ; porque ni serán Reyes , ni Príncipes , ni r epub l i -
canos .


La candidatura del Príncipe de Joinville no producirá sino dos
efectos: desautorizar al Or lean ismo, y arrojar al Legitimismo en
brazos de Luis Napoleón, que le recibirá con los suyos abier tos .
De esta m a n e r a , desautorizado el partido Orleanista , y disuelto el
Legit imista , no quedan en pie sino el part ido Bonapartista y el r e -
volucionario.


Uno y otro se disponen para la g r a n batal la: el revolucionario
con sus manifiestos, con su propaganda silenciosa y act iva, con sus
promesas de un porven i r de holganza , puestas en los oidos de t o -
dos los proletarios: el bonapar t is ta con sus promesas de o r d e n , con
su p ropaganda administrat iva, con su l lamamiento á la concordia
y á la unión de todas las fuerzas sociales y de todas las pasiones
conservadoras . La gran dificultad está ahora en aver iguar cuál
de los dos es el que pierde , y cuál de los dos es el que gana t e r -
r eno . Mi opinión part icular es que ninguno pierde te r reno , y que
ambos le ganan . El bonapar t is ta t iene por sí la mayor ía de la
Asamblea Nacional, y la cuasi unanimidad de los Consejos de Dis -
trito y de los Consejos Generales: el revolucionario tiene por sí esas
muchedumbres innominadas que se agitan como un torbell ino d e s -
tructor en todas las sociedades subver t idas y revuel tas .


Por lo que hace al resultado de la l ucha , yo he creído s iempre
y creo ahora , que el triunfo será del part ido del orden , si la lucha
viene p r o n t o ; y que será d e la revolución , si la lucha v iene tarde.




— 287 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


Si el Pr ínc ipe Luis Napoleón tuviera la necesaria osadía para ensa-
yar un golpe de Estado duran te la prorogacion d e la Asamblea,
su victoria me parecería cosa s e g u r a : si le ensaya d e s p u é s , tengo
la victoria por dudosa : si no le ensaya hasta el fin, le tengo por
pe rd ido .


Fijada así la cues t ión , ya iré poniendo á Vd. al corr iente de
todas las fases que vaya recor r i endo .


Suyo afectísimo S. S. Q. S. M. B .




PARÍS 1 .° de Set iembre de 1 8 5 1 .


M U Y señor m i ó : Reina en todas las regiones políticas la t ranqui-
dad mas profunda. La tr ibuna está ca l l ada : la prensa repite todos
los dias una misma cosa m o n ó t o n a m e n t e : los partidos cont i -
núan en su trabajo de descomposición i r r e m e d i a b l e : el Pres i -
dente ni dice n a d a , ni hace n a d a , teniendo por cierto que en las
c ircunstancias actuales , la abstinencia es el mas ventajoso de
todos los part idos. Los Consejos Genera le s , reunidos en todos los
Departamentos de la F r a n c i a , discuten la cuestión de la revisión
con la misma seriedad y con el mismo aplomo que si la cuestión
fuera n u e v a , que si fuera importante , y que si la revis ión, aun
votada por los Consejos, como lo fué por la mayoría de la Asam-
blea , fuera una cosa posible.


Sola una cosa está en p r o g r e s o , la candidatura del Príncipe
de Joinvi l le : su progreso no consiste en que. vaya ganando cierta
boga y aura p o p u l a r , sino que hasta aquí ha sido una candidatu-
ra p ropues ta , y ahora es , según todas mis noticias , una c a n d i -
datura aceptada. El Pr íncipe de Joinvi l le , entregado á consejos
de perdición, acepta una cand ida tu ra que acaba de de r r amar las
fuerzas mal unidas del part ido del o rden; una candidatura en que
un Príncipe Borbon va á darse en espectáculo al m u n d o , por p r i -




— 2S!t —


mera vez en la h is tor ia , como cortesano de las turbas populares;
una candidatura en que un Príncipe que se llama Or leans , va á
sancionar la revolución misma que arrojó del Trono al dest ierro,
en un dia nefasto, á Luis Kelipe de O r l e a n s , p r imero y últ imo
Rey de los franceses; una candidatura q u e , acep tada , obliga al
aceptante , si es honrado , no solo á condenar las pretensiones del
Duque de Burdeos , sino á p ro tes ta r , si necesario fuere , á mano
a r m a d a , contra las pretensiones ulteriores del Conde de Par is .
¡ Método nueyo y peregrino de convert i r los pueblos á la Monar-
qu ía , el que consiste en convert i r á los Pr íncipes en republicanos!


De todos los síntomas que anuncian , en tropel y por todas
p a r t e s , el próximo advenimiento de una revolución mas profun-
da , mas radical y , si c a b e , mas insensata que todas las a n t e r i o -
r e s , e s t e , sin ningún género de d u d a , es á un mismo t iempo el
mas a la rmante y el mas tr iste. La Europa no está espuesta á pasar
de la Monarquía á la República por sobra de republ icanos , sino
por falta de Reyes. Los Reyes no faltan solamente por la ext inción,
sino también , y pr inc ipalmente , por la decadencia moral y el
envilecimiento de las razas Reales. Cuando hay Príncipes tan c o n -
tentadizos de s u y o , (pie se bajan para recoger una Presidencia ,
por no ser bastante altos para alcanzar una Corona , Dios hiere de
parálisis sus m i e m b r o s : y no pudiendo los Príncipes entonces ni
bajar ni levantar su brazo estropeado é inútil, se quedan sin C o -
rona y sin Presidencia .


Lo que hay aquí de mas humillante para este mal aconsejado
Príncipe, es que su candidatura no es otra cosa sino un medio
para evitar que Luis Napoleón alcance el n ú m e r o de votos que
la Constitución exige para ser elegido P res iden te ; sabiendo, como
saben los que proclaman esta candidatura del Príncipe de Joinvi-
l l e , que él no puede reunir el n ú m e r o de votos necesar io para ser
elegido por el pueblo. Esta cand ida tu ra , p u e s , no se presenta
como una solución, sino como un obstáculo á una solución p r o -
bable; no se presenta para que t r iunfe, sino para que imposibilite
el triunfo a g e n o ; se presenta para que no haya elección, no para
(pie sea elegido el candidato propuesto. De donde se sigue la mas


TOMO v. 1'J




— 290 —


grande de todas las humillaciones para un Príncipe de una raza
generosa y g r a n d e ; la que consiste cu declarar le hábil solo para
evitar que otro candidato sea elegido P re s id en t e .


ftvYpm^mfo \ y \ « , U N A ^ S V V W A ' A los, ocleanislas se lo imagi-
nan , la elección del Presidente per tenecer ía de derecho á la Asam-
blea Nac iona l , la cua l , por la Constitución, s iempre (pie no hay
candidato ninguno con la mayoría de votos que exige la ley, se con -
vierte de Asamblea Legislativa en Colegio electoral y en Asamblea
nominadora. Traída la cuestión á este t e r reno , piensan los partidarios
d é l a candidatura de Joinville, que el Príncipe sería designado por
la Asamblea Nacional , con preferencia á Luis Bonaparte y á otro
candidato cualquiera . La cuestión, empero , consiste en aver iguar ,
si en las c i rcunstancias actuales son posibles estos t rámites (argos
y enojosos , en presencia de una revolución irritada é impaciente;
y s i , supuesta la paciencia magnán ima de la revo luc ión , y su-
puesto el voto de la A s a m b l e a , será el goberna r cosa fácil para
un Presidente des ignado , cuando lia sido cosa imposible para un
Pres idente elegido. Luis Napoleón ha sido poderoso apenas para
conservar la dignidad del poder , á pesar de la fuerza y del p re s -
tigio que tenia en calidad de elegido por seis millones de hombres :
dejo á Yd. ahora considerar cuál seria el prestigio y cuál la fuerza
de un Presidente des ignado por designación indirecta de t rescien-
tos individuos de una Asamblea en el acto mismo de la espiración
de sus poderes . Yo por mi parte no tengo inconveniente en afir-
m a r , sin temor de ser desment ido por los h e c h o s , que un Pres i -
dente elegido en estas condiciones y por semejante número de vo-
tos , no seria poderoso para resistir, ni un año , ni un mes, ni una
s e m a n a , á las embest idas furiosas de las olas republ icanas .


Este b reve análisis de la situación actual probará á Vd. cuan
angustiosa es y sin sa l ida; cuan ciertos son los m a l e s , cuan justi-
ficado el t e m o r , cuan g rande el a p u r o , y cuan difícil el remedio .
Por lo d e m á s , esta calma engañosa , precursora de la tormenta,
se prolongará probablemente hasta el mes de Noviembre .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.
h-.'.>• DONOSO COKTKS.




PARÍS O do Set iembre de 1 8 5 1 .


M U Y señor mió : La g ravedad de todo lo que dice relación con las
cuestiones de las candidaturas Presidenciales , me pone hoy la p lu -
ma en la mano para escribir á Vd. Sin duda n inguna h a b r á Vd.
visto en todos los periódicos de esta capital de aye r y de hoy ,
una carta que se supone escrita en París , y ha sido publicada por
El Times de Londres , á quien está dir igida. Vd. debe considerar
el contenido de esta carta como la relación oficial de lo o c u r -
rido en Claremont , con motivo tle la visita hecha por M. Guizot y
otras personas ilustres á la desgraciada y augusta v i u d a , y á los
no menos desgraciados y augustos hijos del último Rey de los
franceses. En esta carta hay , sin e m b a r g o , algunas lagunas que
l lenar , y para llenarlas es para lo que pr inc ipalmente escribo hoy
á V d .


La turbación del Duque de N e m o u r s , al ve r se interpelado s o -
lemnemente por Mr. Guizot, fuá g r a n d e , y g randemen te visible;
mientras que la serenidad de Mr. Guizot fué imper turbable . Como
conociese este último que el Duque habia formado el propósito de
permanecer encer rado en la estudiada oscuridad de ciertas frases
equ ívocas , manifestó el deseo de hablar del negocio con el mismo




— 292 —


Príncipe de Jo invi l le , el cual parece q u e , receloso de lo que le
liabia de suceder , hizo responder á los que le anunciaron la visita
de Mr. Guizot que á la sazón se hallaba fuera del Palacio. El últi-
mo y el mas grande ent re los Ministros de la última Monarquía, se
creyó entonces obligado en conciencia á declarar al Duque de N e -
m o u r s , respetuosa pero firmemente, q u e , llegado el c a s o , se
creia en el deber de oponerse con todas sus fuerzas á una c a n d i -
da tura que , rebajando a\ c and ida to , turbar ía eV reposo de \a
F ranc i a .


Cuando volvió á Londres Mr. Guizot, tuvo una entrevista con
él Mr. de J a r n a c , antiguo Secretar io ilc la Embajada francesa c e r -
ca de S. M. Británica , y hombre muy de la confianza de los Prín-
cipes habitantes de Claremont ; el c u a l , para inclinarle á variar de
r u m b o y de p ropós i to , hubo de dar le á en tender que el Príncipe
de Joinville no se proponía llegar á la Presidencia sino para levan-
tar el Trono que habia echado por t ierra la revolución de Febre ro :
á lo cual parece que Mr. Guizot contestó que la Monarquía , si
a lguna vez habia de ser res taurada , lo sería de diferente manera ,
no siendo en su sentir la mejor manera de restablecimiento el co-
menzar por j u r a r ante Dios y ante los hombres la conservación de
la Repúbl ica .


Mientras esta escena pasaba en Londres , pasaba otra en Clare-
m o n t , de muy distinta e spec i e : p o r q u e , según tengo entendido
por relación de persona que debe estar bien informada , la Duque-
sa de Orleans dio , por aquel mismo tiempo , á su notario Mr. Fre-
myn el encargo de asegurar á los amigos de las nuevas ins t i tucio-
n e s , que si el Príncipe de Joinville l legaba á ser nombrado P r e -
sidente de la República , no aceptaría este encargo honroso sino
con el propósito firme de consolidar en Francia la l ibertad, y, como
garant ía de l ibertad, la forma presente de su Gobierno.


Escuso hacer comentar ios sobre estas dos declaraciones , que
están comentadas por sí m i s m a s : lo único que me propongo o b -
s e r v a r , es que los republ icanos ardientes no miran esta cand ida-
tura con eno jo ; y que si la combaten para conservar incólume su
bande ra , en donde no puede escribirse sin mengua el nombre de




un Borbon, la combaten con una mesura que no se aviene bien
con la ferocidad de sus instintos, ni con lo destemplado d e sus pa-
siones.


Entre tanto , la prensa inglesa está unán ime en condenar dura
y amargamen te ¡a candidatura de Joinville : y por lo que hace á la
francesa , si se csceptúan los pocos periódicos que reciben las i n s -
piraciones de Mr. Thiers , y los republ icanos, que la combalen de
mala gana , todos los otros la denuncian como el aborto de una i n -
triga , ó como el s íntoma de turbulencias y catástrofes. El Uni-
vers ha publicado un notabilísimo artículo sobre esta mater ia . El
Constitucional publicó otro fulminante: y El Diario de los Debates,
que había comenzado por declararse por esta candidatura con m a -
yor entusiasmo del que acostumbra á poner en intereses tan altos
y en cuestiones tan de l icadas , ha aflojado de súb i to , apa ren tando
creer que á la hora presente no es todavía aquella una candidatura
sujeta á discusión , sino una candidatura posible , que por su par te
no desea .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. 13.


JUAN DONOSO CORTÉS.




PAIUS 15 de setiembre de 1 8 5 1 .


Muy señor m í o : La situación política es b o y , con corta diferen-
cia , la misma que quince dias há . Hay menos temores de golpe
de Es tado , porque por par te de los depositarios de la autoridad
hay mayor confianza en la victoria. Los personages inquietos que
han dado al pub l i có la candidatura del Pr íncipe de Joinvil le , se
r emueven ahora como a n t e s , y como s i empre : la opinión pública,
sin e m b a r g o , los abandona poco á poco , dejándolos entregados á
sus insensatos proyectos y A sus estériles agi taciones.


No quiero decir con esto que la candidatura orleanista no sea
ya un peligro g r a v e ; quiero decir solamente que el peligro no
ofrece boy día una gravedad igual á la que ha podido ofrecer d u -
ran te el mes úl t imo. Por lo d e m á s , nada prueba que la augusta
familia de Ga remon t esté inclinada á abandonar ese sistema e s p e c -
iante , que basta cierto punto ha. menoscabado su honra, por sus v i -
sibles t ransparencias . Los Pr íncipes siguen siendo los servidores
de la F r anc i a : la Francia sigue siendo el ídolo de los Príncipes,




prontos como s iempre á sacrificar sus v i d a s , si necesario fuere,
en sus al tares. Los augustos huéspedes de Claremont olvidan solo
una cosa : que no es á los Príncipes de la sangre Rea l , sino al
R e y , al que se concede el insigne privilegio de darse en sacrificio
por su patria ; y á los Príncipes no corresponde otra cosa sino dar -
se en sacrificio por el Rey.


Esta á lo menos era la moral de otros t i empos , cuando las fa-
milias, como los Es tados , y sobre todo las familias Reales , vivían
sometidas voluntaria y dichosamente al yugo de la disciplina c r i s -
tiana. Por lo demás , hablar de Príncipes y de Reyes y de familias
Rea les , es aquí hablar de tiempos pasados ; porque nada de eso
puede existir ni existe en la Francia de nuestros dias . Este p u e -
b l o , como ya he manifestado á Vd. otras v e c e s , ha perdido a b s o -
lutamente el rastro de sus antiguas t rad ic iones : los catorce siglos
gloriosos que componen y llenan sus anales , no han dejado huella
de sí en su memor ia : la Francia , para los franceses de hoy , no
comienza sino en 1789 , año natalicio de la Revolución, y cabo de


año de la Monarquía. Este es el primer espec tácu lo , á que asiste
el m u n d o , de un pueblo que se hace de súbito completamente des-
memoriado : las generaciones que le han visto en t ra r en el mar
sin fondo de la República , no le v e r á n salir del mar sin fondo en
donde ha en t rado .


Volviendo á la cand ida tu ra del Príncipe de Joinvi l lc , no hay
duda que aun puede ganar el ter reno (pie ha perd ido , si se verifi-
ca un suceso que á los ojos de todos es pos ib le , y á los de algunos
probable . Mr. Crotón p r e sen tó , hace m e s e s , en la Asamblea una
proposición (pie, conver t ida en ley, seria la abrogación pura y sim-
ple de la que dest ierra á la familia de Orleans del territorio de
Francia : esa proposición puede y va á ser cier tamente renovada
por su autor , ó por otro (pie la adopte como s u y a , en una de las
p r i m e r a s sesiones (p ie , concluido el tiempo de vacac ión , celebre
la Asamblea. Apoyada la primera vez por los orleanistas p u r o s , y
combatida abier tamente por los republ icanos , fué desechada por la
oposición (pie levantaron contra ella todos los legitimistas. Témese
a h o r a , y con razo» , que los republ icanos , que la combatieron an-




— 29»; —


t e s , ó no la combatan y a , ó la apoyen dec id idamente , en cuyo
caso es indudable que reuniría la mayoría necesar ia .


La ent rada en Francia de la familia de Orleans podría c a m -
biar , y cambiaría sin duda n inguna, el semblan te de las cosas. La
posibilidad de que este suceso se rea l i ce , me pone en el caso de
contar con esta eventualidad , y de no poner tan pronto en olvido
esta cand ida tu ra , que parece m u e r t a , y que pudiera levantarse
mas vigorosa que nunca , por no estar sino amort iguada.


Cualquiera que sea la secreta intención del Príncipe de Jo in-
v i l l e ; cualquiera que sea la esperanza secretísima de la Duquesa
de Orleans; si esa esperanza y si esa intención no tienen por o b -
jeto la consolidación de la República, no son mas sino engañosas
ilusiones; porque n inguna otra cosa puede resultar de la candida-
tura del P r inc ipe , sino la renuncia definitiva de todo género de
restauración monárquica , y basta la definitiva pérdida de su Pr in -
cipado. En vano c reerá la familia de Orleans tener en su mano á
la Repúbl ica: la República no cabe en mano n inguna de hombre ;
y al revés , la República será la que tenga en su mano á esa fami-
lia, que no hab rá ganado mas sino conver t i rse de desterrada en
pr i s ionera ; sospechosa al partido del o r d e n , sin cuyo apoyo h a -
bría alcanzado el t r iunfo; sospechosa á la revolución , en calidad
de familia Borbónica, contra la cual ha hecho la revolución el j u -
ramento de Aníbal, y que solo para derrocarla al abismo puede
ponerla en la cumbre , esta familia desdichada apurar ía hasta las
heces el cáliz del infortunio.


Su aparición al frente de la Francia ser ía , por otra p a r t e , la
ocasión de universales inquietudes y de graves disturbios en Euro-
pa . La Pres idencia del Pr íncipe de Joinville sería , á los ojos de
las Monarquías Continentales, un escándalo; á los ojos de la Ing la -
terra , un insulto y una amenaza . Vd. no puede i g n o r a r , y en to-
do caso debe tenerlo muy en cuenta , que el Príncipe de Joinville
escribió en '1840 un opúscu lo , ahora olvidado, famoso entonces ,
dest inado á demost rar que un desembarco en Ingla ter ra , que s e -
ría una cosa provechosa, era una cosa posible. Este opúsculo cau-
só en la Gran Bretaña una honda sensac ión; y escusado es decir




— 297 —


que aquella nación rencorosa y altiva escribió, para no olvidar le ,
en su memoria el agravio . Vino mas tarde la cuestión llamada de
los matrimonios españoles , que fué un agravio m a y o r , porque el
suceso fué tenido por señalada vic tor ia : y junto todo e s t o , por
un lado, con las rivalidades nacionales, y por otro, con cuestiones
personalísimas y agrias en t re el Ministro mas influyente del reino
linido y el Rey de los Franceses , viuierou ambas naciones á punto
de rompimiento; rompimiento que hubiera sido difícil evitar , si no
se hubiera interpuesto violentamente en t re ambas y si no hubiera
ahogado sus quejas con sus estruendos , la revolución vencedora .


Refugiada en Inglaterra la familia de O r l e a n s , fué recibida
con una frialdad ceremoniosa; herida en lo mas vivo de su digni-
dad y de su orgul lo , se retrajo de toda especie de comercio con
la familia Real y con la Aristocracia Inglesa. Los Príncipes de suyo
espansivos y a rdorosos , se vieron reducidos de repente á una
completa inacción, y lo que es mas, á una soledad completa , v ién-
dose obligados á contener dolorosamente en el pecho toda su espan-
sion y todos sus a rdores . Fl pan del destierro les ha sido a m a r g o ,
amarguísimo; todo él se ha empapado con sus lágr imas . La p r o s -
peridad creciente de Inglaterra era para ellos cosa intolerable ,
cuando volvían los ojos á la postración de la Franc ia . Sa l i r , salu-
de allí por cualquier med io ; en t ra r , en t rar en Francia á cualquier
costa; morir aquí á manos de la revolución, mas bien que acaba r
allí á manos del tedio; ser mas bien republicanos aceptados por el
pueblo francés, que Príncipes desdeñados por la altivez br i t án ica ,
este ha sido su ensueño perpe tuo todas las n o c h e s , y su idea lija
todos los días.


Este es el secreto, el gran secreto de la cand ida tura del Príncipe
de Joinville ; secreto , que ilumina lo futuro , como ilumina lo p r e -
s e n t e ; y q u e , en lo presente como en lo fu turo , no i lumina sino
desastres. Lo que sería el triunfo de Joinville para la Ing la te r ra ,
nación implacable en sus rencores , lo dice ya y lo declara la p ren-
sa toda del lado allá del c a n a l , eselusivamente ocupada en d e r r a -
mar á manos llenas el insulto y el baldón sobre la frente aba t ida
y tristemente humillada de sus desgraciados huéspedes . F,l triunfo




— 29S —


de esa candida tura , si esa candida tura pudiera t r iunfar , seria para
la Francia la señal de nuevos y mas terr ibles incendios , atizados
por la mano incendiaria de la Ingla ter ra . Y dejo á Vd. calcular
cuál seria la influencia de tan g r an suceso en los destinos futuros
de la Europa.


Suyo afectísimo S. S. Q. S. M. B .


JUAN DONOSO CORTÉS.




PARÍS - I . " de Octubre de 1 8 5 - 1 .


MUY señor r iño: La s i tuación, á medida que van pasando los dias ,
se hace aquí mas confusa y mas peligrosa, Las disidencias e u t r e
los partidos son cada dia mas h o n d a s ; la disolución interior de t o -
dos y de cada una de ellos , mas rápida y mas visible : la descon-
fianza en sus propias fuerzas es un síntoma común á lodos ; y l o -
dos han perdido ya hasta la fé en sus doctr inas . Los que se dan
á sí propios el nombre de hombres de Estado, no son sino in t r i -
gantes ; y nada hay tan digno de admiración , y aun puede decirse
de espanto, como el espectáculo que ofrece esta soc iedad, su-
ma de todas las contradicciones pos ib les : nada iguala en ella
la pequenez de las intrigas sino la grandeza de las catástrofes; co-
mo si Dios quisiera demost rar á las gentes que las últimas son
obra s u y a , y las p r i m e r a s , de ios h o m b r e s .


Ya he dicho á Vd. otras veces cómo y por qué se habían ido
disolviendo lodos los partidos moná rqu i cos , hasta el punto de for-
mar un gran vacío entre la revolución y el Pres idente . El in terés
supremo consiste hoy en la lucha en t re estas dos fuerzas sociales.
Si t iene Yd. presentes mis anter iores cartas , ve rá que mi opinión
invariable en este punto ha sido s iempre que el t iempo trabajaba
por cuenta de la r evo luc ión , y que el Presidente no podría salir




vencedor de la acción revolucionaria del t i e m p o , sino por medio
de una invencible osadía. El intento de reformar la Constitución l e -
gal y pacíficamente, me pareció siempre vano: las obras que l e -
van ta la revolución, no han caido nunca , ni caerán jamas sino á
impulsos de la fuerza.


Ello es verdad que desde hace un m e s , y aunque nadie hasta
ahora lo ha dicho, el Presidente piensa en un golpe d e Estado:
el público gua rdó silencio , por ignorarlo , cuando ese pensamien -
to existia ; y apenas ha dejado de existir , cuando ha llenado los
aires de rumores . La verdad es que hubo ese pensamiento , cuando
el público estaba ocupado en otras cosas; y que cuando el público
comenzó á ocuparse de é l , era ya un pensamiento abandonado .


El Presidente no ha retrocedido por falta de valor personal ,
sino por falta de auxi l iares . Consultado el General Magnan , que
manda la guarnición de Pa r i s , contestó que no respondía de las
tropas de su mando : consultados los Ministros mas alicionados ai
P r e s i d e n t e , le negaron su cooperación en cosa tan g rave . Grande
sería el e r ror de Vd. si creyera que esta conducta t iene su or igen
en el amor santo de la legalidad , q u e , considerada en sí misma,
es una cosa santa y a u g u s t a : la esplicacion de este fenómeno está
en la vileza de las a l m a s , que en esta sociedad es tal , que hace
imposible todo esfuerzo heroico en el camino del bien como en el
camino del m a l , y que imposibilita el c r imen como la v i r t ud , si
tiene algo de extraordinario y de g r ande . Los franceses, amigo mió,
saben muy bien que es forzoso mor i r , y se van resignando á la
muer te : la única plegaría que dirijen á Dios, es la de morir t r a n -
quilos. Yo dudo mucho que Dios oiga su plegar ia .


Sea de esto , empero , lo que qu ie ra , el hecho es que por ahora
se ha hecho de todo punto imposible un golpe de Estado. Ahora
b i e n : cuanto mas se re t rasa , tanto mas se imposibilita este golpe:
y llegará un d ia , y ese dia no está lejos , en que pensar en él sea.
no solo imprudenc ia , sino también locura.


Siendo este el estado de las cosas , es claro que , eclipsada ya
la estrella d e todos y de cada uno de los partidos conservadores,
comienza ahora el ecl ipse de la estrella del Pres idente : de donde




— 301 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


va á resultar lo que yo he temido desde el principio , y lo que no
he dejado de t e m e r : que la de la revolución resp landecerá al fin
sola en el firmamento de la Francia .


La reunión de la Asamblea Nacional en los pr imeros dias de
Noviembre , acelerará la esplosion de las catástrofes que se a c e r -
can. Lo probable es que el Presidente dirija á la Asamblea un ma-
nifiesto, reducido á decir que él no puede salvar la sociedad, y
que la Asamblea la s a l v e : lo probable es q u e la Asamblea , para
salvarla, se ocupará de la cuestión ardent ís ima del alzamiento del
dest ierro de la familia de Or l eans ; de la cuestión insoluble de la
revisión de la Constitución ; de la ley de 31 de Mayo , que lleva
escondida la guerra civi l , y del modo, t iempo y forma en q u e ha
de ser elegida la futura Asamblea, que no será elegida, ni en la for-
ma, ni en el tiempo, ni en el modo, ni de la manera que la p r e -
sente tenga á bien dec re ta r , sino como otra potestad mas alta , que
dirije hoy palpable y visiblemente las cosas del m u n d o , tiene ya
decre tado.


Vd. , con su sagacidad habitual , adivinará fácilmente lo que pue-
de resu l ta r , y lo que resul tará de seguro de discusiones de esta
naturaleza. Cada una de las cuestiones a r r iba mencionadas es una
prenda de concordia que envia el part ido del orden al campamen-
to republicano, y una manzana de discordia que envia Dios al cam-
pamento del o rden . En efecto , no hay quizás cuestión ninguna de
las que la Asamblea va á poner á la o rden del dia de sus discusio-
n e s , en que los pareceres de los que ocupan la cresta de la Monta-
ña no estén conformes, y los de los d e m á s , de todo punto d iv id i -
dos: de donde resul tará forzosamente una mayor unión de los
partidos socialistas , y una disolución mas acelerada de los partidos
monárquicos . Abandono á Vd. el cuidado de sacar las consecuen-
cias de este estado de cosas.


Suyo afectísimo S. S. Q. S. M. IL




PARÍS 2 í de Octubre de 1 8 5 1 .


MUY señor mió: Hoy me propongo dar á Vd. una idea cabal , o t a n
cabal como me sea posible á lo menos, del estado de las cosas púb l i -
cas en Franc ia , á consecuencia de la nueva acti tud tomada por el
Presidente de la República en estos últimos t iempos. Por el c a -
mino áspero y difícil que este acaba de e m p r e n d e r , lo mismo se
va á parar á la gloria que á la perd ic ión , según el paso con que
se a n d e , y la habilidad ó la energía que se desplegue en vencer
los obstáculos, y en ladear los escollos. A la hora p r e s e n t e , ni la
Francia ni la Europa saben lo que deben esperar ó lo que deben te-
mer de la nueva política adoptada por el Presidente de la Repúbl i -
ca ; ó mejor d i cho , la Francia y la Europa están en una profundí-
sima ignorancia de lo que mas les c o n v i e n e , hasta el punto de
poner sus temores en donde debían poner sus esperanzas , y sus
esperanzas en donde debian poner sus temores .


Luego que se supo que la dimisión úl t imamente presentada pol-
los Ministros habia sido acep tada , y que la abrogación de la ley
de 3 1 de Mayo habia sido resue l ta , se levantó aquí en t re todos
los hombres de orden un lúgubre c lamoreo á manera de quejido,
que pasando los términos de la Francia , se ha difundido por Euro-
pa. Los Gobiernos Alemanes muestran su sobresalto , y se ape rc i -




— 303 —


hen como si es tuvieran á punto de sob reven i r eventual idades fu-
nestas . Jil Gabinete inglés está como p a s m a d o ; y sin saber lo qae
le conv iene , se muestra circunspecto, y agua rda .


La verdad es q u e , así propios como es t raños , los hombres do
orden se mues t r an , en g e n e r a l , recelosos de q u e la política del
Presidente sea una política revolucionaria. — P e r o mi intento al e s -
cribir á V d . , (pie no consiste solo eu esponer mis op in iones , sino
en exponer también las agenas , para que pesando Vd. las unas y
las o t ras , vea á donde se inclina el tiel de la b a l a n z a , me obliga
á manifestarle los fundamentos de aquellas opiniones de los h o m -
bres de o rden , (pie son cont rar ias á las mias.


El partido del orden dice : — «El Presidente se p i e r d e , porque
desecha nuestro a p o y o , sin contar con el de los repub l icanos ; el
Presidente pierde á la Francia , porque vuelve á confiar sus d e s t i -
nos á las muchedumbres populares . La restricción del sufragio uni-
versal ha sido la g ran conquista del o r d e n : el sufragio sin r e s -
tricción es una anarquía sin límites, y una revolución pe rmanen te .
La Francia entera va á caer en el abismo democrá t ico . »—


Esto dice el gran partido del orden, que ni sabe l o q u e es el
o r d e n , ni es un par t ido, ni es g rande : de todo lo cual, pienso y o ,
que ha de quedar Vd. pe r suad ido , si tiene la paciencia de leer
hasta el lin esta car ta .


Lo (pie se llama aquí el gran partido del orden , está compuesto
de personas que aborrecen menos á sus adve r sa r io s , q u e á sus
hermanos y a m i g o s : en varias ocasiones he hab lado á Vd. l a r s a -
mente de sus r ivalidades impías y de sus hondas divis iones. No
vo lve ré , por tanto , á tratar este asunto. Pe rmí tame Vd. , sin e m -
b a r g o , observar que mal puede servi r para est inguir las l lamas
democrát icas un partido que a rde en d i sco rd i a s , y que todo él es
incendios. Dejando , e m p e r o , a u n lado lo que le d iv ide , y h a -
blando solamente de aquello que le reúne , diré que ía Monarquía
Constitucional, mas ó menos conservadora , mas ó menos r evo lu -
cionaria , es lo que este partido apetece : la Monarquía Const i tu-
cional es para ese part ido el orden , y no concibe el orden sino
bajo la forma de ese género de Monarquía. Ahora bien : como la




— 3 0 1 —


Monarquía Constitucional, por confesión de todos sus partidarios,
es imposible de todo punto en Francia , en las circunstancias a c -
tuales; es cosa clara q u e , por falta de la condición de su e x i s t e n -
c i a , el orden es de todo punto imposible .


Esta consideración bastaría por sí sola para poner á un partido
fuera de juego . Los partidos políticos contraen con su patria la e s -
trechísima obligación de proponer remedios para sus males p r e -
sentes , y el deber austero de demos t ra r , lo pr imero, (pie sus r e -
medios son posibles, y lo segundo, que siendo posibles, son ademas
aceptables . Bien sé que el partido del o rden , en la ausencia de la
Monarquía, llama orden á lo presen te ; pero lo presente será dentro
de poco lo pasado; y lo futuro es de seguro la revolución, si lo p re -
sente no se cambia . Tres millones de proletarios, escluidos de las
u rnas e lec tora les , contra el espíritu y aun contra la letra de la
Constitución, están ju ramentados para acudir en armas y en son de
guerra á las u rnas : ellos mismos lo d icen: el gran partido del orden
no lo ignora : la Europa lo sabe . El mes de Mayo es mañana, y la
sociedad francesa no t iene de vida sino hasta el mes de Mayo.
E n t r e t a n t o , mient ras que l a m a s estrecha unión bastaría apenas
para que las fuerzas conservadoras de la sociedad francesa pudie-
ran , no digo v e n c e r en ese t r emendo dia , sino poner en balanza
la victoria, todo es desunión y desconcierto y anarquía en el gran
partido del orden: cada fracción, y las fracciones son mil, anda en
busca de un candidato: quién encarece al Príncipe Joinville; quién
busca un refugio en la espada del general Changarn ier ; y quién,
no encontrando otro mejor á mano , loma por su cuenta á Laro-
chejacquelin, que es el candidato r idículo, para servir como de es-
colta al candidato Real y al candidato g u e r r e r o .


Si ha habido en el m u n d o , amigo mió, una situación que haga
necesaria la Dictadura, esa situación es la de la sociedad francesa
en las circunstancias actuales. El Presidente lo ha comprendido
a s í ; y á lo que va y á lo que a sp i r a , es á esa Dictadura sa lva-
dora . Las cond ic iones , e m p e r o , de la Dictadura son, como Vd.
conoce, diferentes de las condiciones de la Monarquía; el Rey r e -
cibe la autoridad de su p a d r e , y el padre del Dictador es el pue-




— .405 —
Ыо. Llamar revolucionario у anárquico á un Dictador porque bus­
ca su fuerza en las regiones populares , es una cosa indigna basta
de tomarse en cuenta, por es t ravagante y absurda . La autoridad
pública, llámese Dictadura, l lámese Monarquía, recibe s iempre de
otro su fuerza: cuando ese otro no es un ascendiente , ese otro es
todo el mundo. La revolución y la anarquía están en dividir con
todo el mundo el poder, en conferir á todo el mundo el gob ie r ­
no: no hay , e m p e r o , revolución ni anarquía en c o n v i d a r á todo
el mundo para que elija al q u e , una vez e l eg ido , ha de mandar
i'i iodos. Yo tengo motivos para afirmar que esío último es lo
que se propone el Presidente de la República.


Si es cosa fácil aver iguar de par te de quién está la razón,
no es igualmente fácil adivinar por quién quedará la victoria.
Mi opinión particular en este punto es , como jVd. ya sabe, que el
tiempo favorece las cosas de la revolución, y va cercenando las
esperanzas del Presidente . Yo no me a t reveré á decir si el t i e m ­
po del Presidente pasó y a , ó si todavía no ha pasado : en mi
sentir , el Presideule ha cometido un grave error en no tomar el
poder, disolviendo por un golpe do listado la Asamblea, y en no
convocar al pueblo a l a s urnas electorales. En genera l , los pue­
blos rehusan el poder que se les pide , y confirman el poder que
se les toma. Lo que sé, es que para la Francia no hay salvación
sino en la Dictadura : que en Francia no hay Dictadura posible,
y menos dictadura durable , si no viene del pueblo, y si no se apo­
ya en el pueblo; y por último, que todo poder , Dictatorial ó Real,
que busque su punto de apoyo solamente en las clases acomo­
d a d a s , es un poder perdido. Los límites natura les de una carta
no me permiten en t ra r en esta ardua mate r i a : me contentaré
con decir que la última revolución ha sido una revolución hecha ,
y la última victoria una victoria ganada por las clases ignorantes
contra las clases l i teratas , por las clases bajas contra las clases
medias , por los hombres de acción contra Jos hombres de t r ibuna ,
por las clases (pie tienen necesidad de obedecer contra las que
tienen la comezón de m a n d a r , por las clases rudas contra las cla­
>os discutidoras. El Gobierno de las'Mases vencidas es el Consütu­




cional; el de las vencedoras ha sido, es y será pe rpe tuamente , una
Monarquía civil ó una Dictadura mi l i tar : j amás los pueblos han
obedecido gustosos sino á un Dictador , ó á un Rey absoluto. Ese
m e parece en definitiva el significado de la revolución de Febrero;
en eso es en lo que la revolución me parece incon t ras tab le , i n -
vencible. Es posible que , andando el t iempo, vuelva en Francia la
M o n a r q u í a : lo que me parece impos ib le , es que vuelva con las
insti tuciones Constitucionales ; lo que me parece imposible, es que
vuelvan á rehacerse las falanges dispersas de las clases acomoda-
d a s , en cuya preponderancia se funda el complicado y vasto ed i -
ficio de esas instituciones. La revolución de Febrero es á las clases
medias lo (pie la de 1789 fué á las clases ar is tocrát icas : y de la
misma mane ra que la Restauración volvió sin uua verdadera clase
de Nobles ; la Monarquía , si vuelve ahora , volverá sin una clase
media p reponderan te y gobernan te . En esto no hay nada de c o n -
tradictorio , y al r e v é s , hay mucho de conforme á las evoluciones
compasadas y progres ivas de la his toria .


Lo que sucederá en Franc ia , ¿quién lo sabrá dec i r? Pero yo
puedo dec i r , y no es p o c o , lo que no ha de s u c e d e r , suceda lo
que suceda . La Dictadura es posible, la anarquía es p o s i b l e , la
guer ra civil es pos ib le : el Socialismo , el Comunismo, los sistemas
mas es t ravagantes y absurdos pueden venir á mane ra de inunda-
ción sobre la Nación F r a n c e s a : la M o n a r q u í a , andando el t iempo,
no es imposible t ampoco ; si otra cosa no , la har ían posible los d e -
sastres . Lo único que no es pos ib le , es lo que hasta ahora se ha
l lamado Gobierno Constitucional: lo único que no es posible, es la
preponderancia pacífica y organizada de las clases medias . No hay
revolución ninguna que no haga imposible alguna cosa , y esa es la
cosa que la revolución de Feb re ro ha hecho imposible. Cuando yo
me pongo á considerar que esta es precisamente la ocasión escogi -
da por el partido legitimista para levantar hasta las nubes las i n s -
tituciones nacidas de la revolución hecha y de la victoria consegui-
da por las clases inedias en 1 7 8 9 , quedo como atónito en presencia
de ceguedad tan incurable. Ese desventurado partido , el mejor en -
tre los m o n á r q u i c o s , ha estado condenado s iempre á ignorar con




una invencible ignorancia el significado de las revoluciones y las
grandes enseñanzas de la historia: en 1789 hicieron bancar ro ta la.>
aris tocracias; y entonces todo él era aristocrático : en Febre ro han
hecho bancarrota las clases medias con todas sus instituciones ; y
desde entonces ese par t ido desventurado no hace otra cosa sino
hacer señas de inteligencia , r eque r i r de amores á las instituciones
de las clases med ias : si por acaso llega un dia en que se vuelva de -
mocrático , puede Vd. estar seguro de que al dia siguiente hará
bancarrota la democrac ia , y de que por una contra-evolución de los
t i empos , volverán á aparecer los siglos feudales.


Para concluir por la crisis minis ter ia l , diré á Vd. q u e , consi-
derada en sí misma, no significa nada , y que no tiene importancia
n inguna : la importancia que se le d a , es una remin i scenc ia , y
nada m a s , del régimen pa r l amen ta r io : en este s i s tema, son los
Ministros un verdadero poder , q u e procede , á un tiempo mismo,
de la Corona y de los Cuerpos Colegisladores: su encargo especia!,
y hasta cierto p u n t o , a u g u s t o , es evitar las colisiones en t re los
grandes poderes polí t icos, siendo á manera de mensageros de paz
entre todos ellos. En el sistema r epub l i cano , el Ministerio es otra
cosa. En Francia no h a y , por la Constitución , sino un solo Minis -
tro , y ese Ministro es el P re s iden t e , responsable é i r revocable á un
mismo t iempo. El Presidente y la Asamblea son dos poderes i n d e -
pendientes entre s í , (pie no tienen necesidad de d i r ig i rse , sino en
ocasiones muy raras , ni palabras de paz , ni palabras de guer ra , ni
palabra n inguna. La elección de los Ministros que han de servir al
P res iden te , Ministro único de la F r a n c i a , no pasa de s e r , hasta
cierto pun to , una cosa doméstica. La cos tumbre en que los Minis-
tros están de asistir á las discusiones de la Asamblea, y de tomaren
ellas par te , es la prolongación de la cos tumbre Consti tucional, la
cual no está en armonía con las nuevas instituciones. Esto sirve
para esplicar por qué no entra ya en ninguno de los Ministerios
ningún orador famoso, y ningún hombre de Estado. Todo eso es
aquí historia an t igua , y per tenece á las vejeces par lamentar ias .


Siendo este el estado de las cosas, la prolongación de la c r i -
sis no produce a larma n inguna : una crisis ministerial aquí es lo




que en España llamamos un arreglo de oficina: todo se reduce á
que unos empleados s a l en , y otros empleados ent ran . Aquí solo la
crisis Presidencial es una ve rdadera crisis ministerial, una crisis
ve rdade ramen te formidable.


Después de largas y de enojosas vicis i tudes, la llamada crisis
vue lve hoy al punto de donde p a r t i ó ; y según las noticias mas d ig-
nas de fé , Mr. Billault , con el General Bourjoli y el General Saint -
Arnaud, están á punto de constituir el Ministerio. El pr imero de los
tres es un abogado v e r b o s o , con la conciencia que es propia en
los de su oficio: la g ran cuestión para él consiste en aver iguar h a -
cia qué lado se inclina la v ic tor ia : los dos últimos son dos militares-
valientes , que j a m á s han estado en los negoc ios : del General
Bourjoli se asegura que tomará la car tera de Estado: si la toma,
será para mi ra r la . Y este es el estado de la crisis.


La v e r d a d e r a , es d e c i r , la formidable crisis comenzará á prin-
cipios de Noviembre . ¡Plegué al Cielo que el Presidente no tenga
que arrepent i rse de no haber comenzado por el pr inc ip io , es d e -
cir , por un golpe de Estado !


De Vd. afectísimo S. S . Q. B. S. M.


JUAN DONOSO CORTÉS.




PARÍS 10 de Noviembre de 1 8 5 1 .


MUY señor mió : La crisis á que la Nación Francesa está p rov iden-
cialmente c o n d e n a d a , va pasando con rápida sucesión por sus do-
lorosas fases. Convencido el Pres idente de la República de que la
indolencia absoluta era la absoluta perdición, determinó moverse ;
y su primer movimiento fué , bajo un punto de v i s t a , un acto
de irresolución, y bajo otro punto de v i s ta , un acto de a u d a -
c ia : se mostró irresoluto en cuanto no se atrevió á impedir la r e u -
nión de la Asamblea por un golpe de Es t ado , y se mostró audaz
en cuanto proclamó una política, no solo distinta s ino, basta cierto
punto , contraria á la que jun tamente con la Asamblea Nacional h a -
bía seguido basta ahora . La Asamblea Nac iona l , recelosa y sus -
ceptible como lodas \as Asambleas , no vio sino lo que habia de
a u d a z , dejando de ver lo que había de p ruden te , en el mensage ;
y r e spond ió , por la boca de Mr. B c r r y c r , con una proposición
(pie , por cualquier aspecto que se la m i r e , es una cuestión r evo -
lucionaria: Mr. Berryer pedia dos cosas : la p r i m e r a , que no se
tratara del voto de urgencia pedido por el Ministerio en favor de
su nueva Ley e lec to ra l ; y la segunda , que la Cámara , formada
en secciones, nombra ra una comisión que informara con u r g e n -
cia sobre la situación del pa í s , y propusiera, en vista de esta s i -




tuac iou , l o q u e est imara conven ien te . La Asamblea, siguiendo
inst int ivamente el mismo camino que Luis Napoleón, ni quiso
mostrarse audaz del t odo , ni débil de todo pun to : no a t reviéndo-
se á aprobar la proposición de Mr. Berryer , se atrevió sin e m b a r -
go ¿i rechazar la urgencia propuesta por el Ministerio en benefi-
cio de su Lev. El acto del Pres idente y el acto de la Asamblea sig-
nifican una misma cosa : que quisieran pe l ea r ; que reconocen la
necesidad de dirimir por las a rmas sus con t i endas ; y que , no obs-
tante todo es to , reconocen todos la necesidad en que están de mi-
ra r se en ello una vez y otra vez antes de venir á las manos .


Una vez puestos en movimiento los dos poderes , la na tu ra l e -
za misma de las cosas exige que ambos pasen por una sucesión
de marchas y cont ramarchas y de evoluciones es t ra tégicas , hasta
que cada cual se re t i re á su campamento , si los consejos de la
prudencia prevalecen , ó hasta que vengan resuel tamente á c o m -
ba te , si prevalecen los consejos d é l a audacia. Tres de los Cuestores
de la Asamblea , con protesto de hacer pract icable el artículo
Constitucional que la autoriza para señalar el número de tropas que
estime conveniente para su defensa propia , hicieron una proposi-
ción que tiene por ob je to , y daria por resultado la confiscación
abso lu t a , por par te de la Asamblea Nacional , de todo el poder
ejecutivo que la Constitución ha puesto en manos del Presidente
de la Repúbl ica .


Cuando Luis Napoleón tuvo noticia de esta proposición, d í c e -
se que e s c l a m ó : — « E s a ya no es hostil idad;. es la g u e r r a : y será
acep tada .»—La provocación, empero , era solemne y era pública,
y la respues ta debia ser , como la provocación, pública y solemne.
Aprovechándose de la ocasión de presentarse á él los Oficiales de los
nuevos regimientos que vienen á guarnecer la Capital, ayer mismo
les dirigió el discurso que hoy insertan en sus columnas todos los
periódicos; el cual es un paso dado hacia adelante en el camino e s -
cabroso de la discordia y de la g u e r r a . Pero como en el estado que
hoy t ienen las cosas , todo pasó hac ia adelante provoca un paso
hacia a t rás , y un acto de prudencia sigue á un acto de audacia; así
la Asamblea como el Pres idente comienzan á re t roceder de sus úlli-




mas posiciones. El Diario de los Debales, ó rgano prudentís imo de
los prudentes de la Asamblea , combale á las claras la proposición
de los Cuestores; y los hombres políticos que se r e ú n e n , bajo la
Presidencia del Duque de Brogiie, en la calle de las Pirámides,
han tomado la resolución de votar unán imemente contra la p r o p o -
sición mencionada. El P re s iden t e , por su p a r t e , ced iendo á las
instancias de sus Ministros, ha modificado la frase mas escabrosa
de su discurso, permitiendo que el epí teto Constitucional a c o m p a -
ñe á lo que en su discurso llamó á secas su derecho.


Este es hoy el estado respectivo de los poderes cuasi b e l i g e -
rantes . Por de pronto, las probabil idades están porque la p r u d e n -
cia logre todavía sobreponerse á la audacia , y porque se conjure
la g u e r r a , siendo desechada ó g r a n d e m e n t e modificada y a t e n u a -
da la proposición de los Cuestores. Si en vez de suceder así , fuera
aprobada la proposición en los mismos términos en que h a sido
concebida, puedo asegurar á Vd. , sin temor de ser desmentido
por los hechos, que los dos poderes rivales vendr ían sin mas tardar
á las manos , y que el ejército decidiría la victoria. Aun en la s u -
posición de que los consejos de la prudencia sean los que p r e v a -
lezcan por de pronto, no dude Yd. cpie al cabo y al fin la cuestión
pend ien te , y todas las cuestiones pendientes , se resolverán por las
a rmas . Esta ha sido desde el p r inc ip io , esta es ahora , esla s e -
rá después , y esta será s iempre la única solución posible de las
complicaciones f rancesas , desde el dia infaustamente memorable
en (pie la fuerza brutal salió vencedora del de recho . Creo opor tu -
no hacer á Vd. esta observación , no sea que, viendo esta m o n o -
tona sucesión de marchas y con t ramarchas , caiga en el g rave er ror
de creer que todo ha de seguir así pe rpe tuamente , y que las s o -
luciones definitivas han de venir por sí solas, mientras que los p o -
deres públicos están marchando y con t r amarchando . La sociedad
francesa, de algún tiempo á esla p a r t e , ha venido muy á menos:
sus glorias son pasadas , pasados sus l a u r o s ; su declinación es v i -
s ib le : pero no dude Vd. q u e , para desgar ra rse á sí m i s m a , aun
le quedan fuerzas y rencores . No quiere decir esto que la esplosion
ha de venir mañana , no : cuando se trata de vivir ó de morir , los




— 312 - -


JI'AN DONOSO CORTÉS


corazones mas animosos se sienten desfallecer, y piden al tiempo
rjue pare un punto su rueda , y les conceda un respiro : ese re sp i -
ro , empero , por largo que sea, es siempre corlo; como quiera que
el tiempo , ministro de Dios , solo obedece á Dios , y no detiene su
rueda á la voz de las naciones .


Siendo para mí cosa evidente que lodo se ha de resolver por
la fuerza ; aver iguar qué género de fuerza ha de venir á resolverlo
t o d o , es para mí la única cuestión impor tante . Considerada la
cuestión bajo este punto de vista , d i r é : que en Francia no hay
mas que tres fuerzas que estén en el caso de resolverlo todo , y
que aspiran á consti tuirse, para llenar su encargo providencial,
en otras tantas D ic t adu ras : estas tres fuerzas tienen por nombre
el P res iden te , la Asamblea y la Revolución. El Presidente aspira
á conver t i r su fuerza en una Dictadura Consular ó Imper ia l ; la
Asamblea procura convert ir la suya en una Dictadura militar: la
Revolución solo piensa en transformar la fuerza que le es propia
en una Dictadura revolucionaria . Mi opinión ha sido s i empre , y
es ahora , que el tiempo favorece á la ú l t i m a , y va haciendo i m -
posibles las p r imeras ; y por cons iguiente , que la gran cuestión
que se ven t i la , no es en definitiva otra cosa sino una cuestión de
t i empo. La Dictadura Consular ó Imperial era entre todas la mas
fácil antes de reunirse la Asamblea ; y no es sino posible desde
que la Asamblea está reunida. La Dictadura de un General del
Par lamento es posible a h o r a , y era imposible antes . En el m o -
mento en que escribo, es todavía imposible de todo [junto la Dicta-
dura revolucionar ia : si las cosas, empero , s iguieran mucho t i em-
po en este e s t a d o , sucederá necesariamente que las Dictaduras
Imperial y militar comenzarán por hacerse difíciles, para acabar
por ser imposibles; y que la socialista comenzará por ser posible,
para acabar por ser necesar ia .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B .




PARÍS, 2 i de N o v i e m b r e de 1 8 5 1 .


M U Y señor mió: En mi anter ior úl t ima procuré caracter izar la gran
cuestión que aquí se venti la en t re el poder ejecutivo y el poder
par lamenta j io : en aquella carta vio Vd. el s istema estratégico de
marchas y cont ramarchas adoptado por los part idos bel igerantes ;
y de qué manera un paso hacia adelante provocaba otro hacia a t rás
indefectiblemente. Desde entonces a c á , el mismo sistema e s t r a t é -
gico se ha continuado por t o d o s , si bien se viene á mas andar el
día de la decisiva batalla y de la decisiva victoria.


La gran discusión promovida por la proposición de los Cuesto-
res es una de las mas famosas en los anales par lamentar ios de
Francia : vióse allí á los combat ientes combatir como rodeados de
una espesísima niebla , sin que supiera n inguno quién era su adver -
sar io, ni dónde estaba su a m i g o : vióse guardar silencio y re t i rarse
en sus t iendas á todos los adalides de la Tribuna , y combatir en
confusión y por desordenados pe lo tones , sin sus gefes y sin sus
b a n d e r a s , á los simples so ldados : vióse á un Ministerio mudo en
medio de la discusión mas apasionada y mas g rave : vióse á u n a
parte de la Montaña decir que s í , y luego que n o ; y á otra decir
que n o , y luego que s í : vióse á todos los part idos olvidarse de
todo punto de sus principios, y b u s c a r , como á tientas y en la o s -




- 314 —


curidad de la n o c h e , dónde es taban sus intereses. Un cuarto de
hora antes de cer rarse la discusión, todos creían que el resultado
iba á ser la aprobación de la proposición de los Cuestores, y la
acusación del Ministro de la Guerra , el cual con imper turbable osa-
día declaró que bahía mandado rasgar en los cuarteles de los so lda-
dos el Decreto de la Consti tuyente que a rmaba á la Asamblea N a -
cional del de r echo de requer i r d i rec tamente las t ropas . El misino
Ministro se apercibió del peligro que c o r r í a , y salió precipi tada-


men te efe/sa/on para organizaría resistencia, y, si era posible, un
diez y ocho de Brumar io . Un cuar to de hora d e s p u é s , y llegada la
vo tac ión , la proposición de los Cuestores fué desechada por una
mayoría inmensa , y el poder ejecutivo consiguió sobre el pa r l a -
mentar io una señalada victoria . El Minister io, sin saber cómo ni
por q u é , se encontró de repente sentado en el Capitolio, cuando
se creia arrojado al abismo por la Cámara desde la roca Tarpeya-


La Francia está en t regada al mas colér ico, al mas caprichoso, ,
al mas absurdo , al mas ciego , al mas loco de todos los impulsos;
al impulso de efímeras é i rr i tadas coaliciones. El Pode r , la Rel i -
g ión , el o r d e n , la familia, la p rop i edad , la ex i s tenc ia , todo lo
j uega la F ranc ia , esta frenética j u g a d o r a , en una insensata lo te-
ría ; y todos d e m a n d a n el g ran premio al dios de los azares . Yo
presencié la discusión ; es d e c i r , la t i r ada : y por mucho que viva,
el dia aquel no se bor ra rá de mi memoria : aquella discusión me
pareció un juego-; y aquel j u e g o , el juego de los insensatos: así
deben jugar , en un hospital de locos , los locos que , siendo c u e r -
dos , fueron jugadores .


Acabada la sesión , al mismo tiempo que se cer raban las pue r -
tas de la Asamblea , se abr ian las del Elíseo; habiendo querido
la casua l idad , con sus caprichos profundos, que la discusión se
hubiera verificado en L u n e s , dia que el Presidente de la República
ha señalado para sus recepciones . Los vastos salones del Palacio
Presidencial se vieron henchidos de gen tes : todos iban á dar la
enhorabuena al combat iente que habia quedado v ivo , y todos se
olvidaban del muer to . Entre los que allí estaban , los mas p r e su ro -
sos eran los Genera le s , y el mas modesto y contenido el vence -




tlor , á quien su propio triunfo no habia podido desvanecer en su
frente cierta nube de tristeza que la rodea de continuo. En aquella
noche famosa no habia muchos que se atrevieran á dudar del I m -
perio ; habia pocos que dudaran del Consulado; y no habia n i n -
guno que pusiera en duda la prolongación de los poderes Presiden-
ciales. Solo aquel á quien los otros sa ludaban como Emperador ,
Cónsul ó Pres iden te , dudaba tal vez de todas estas c o s a s ; y no
sin motivo, como después lo han venido declarando los sucesos .


El Consejo de Es tado , encargado por la Constitución d e la r e -
dacción de las leyes o rgán icas , se estaba o c u p a n d o , mucho t i e m -
po ha , de la que concierne á la responsabilidad de los agentes de
la autoridad pública. Dominado el Consejo por algunos de sus ind i -
viduos , que lo son también de la Asamblea , y que per tenecen á la
coalición formada contra el Presidente de la República, ha formado
un proyecto de ley q u e , aprobado por la C á m a r a , será un acto de
hostilidad abierta contra el p r imer magis t rado de la Nación, p o -
niéndole en la al ternativa de renunciar á ser r e e l e g i d o , ó de e s p o -
nerse á ser acusado ; como quiera que uno de los artículos de aquel
proyecto declara delito de alta traición todo esfuerzo del Pres idente
(pie se dirija á hacer ilusorio el art ículo Constitucional que le d e -
clara irreelegible. El Consejo d e Estado ha escogido la presente
ocasión para enviar á la Asamblea este proyecto de l e y , que es
una verdadera máquina infernal, puesta en manos de la Cámara
para que la dirija contra los frágiles muros del Elíseo.


En presencia de este proyecto de ley , la coalición que fué ven -
cida, ha cobrado un ánimo t a l , que espera confiadamente que ha
de ser vencedora : el fundamento de su esperanza está pr inc ipa l -
mente en el ar repent imiento que la Montaña mues t ra por haberse
declarado contra la proposición de los Cuestores , que ha a rmado al
poder ejecutivo de una verdadera Dictadura. Esperanzada con e s -
te a r repen t imien to , la coalición se ha servido de Mr. Pradié para
introducir en el proyecto de ley , por medio de una enmienda , el
principio del requerimiento directo de t r o p a s , que la coalición p i -
de para la Asamblea Nacional , y que fué ya condenado en la p r o -
posición de los Cuestores.




Reunidas las secciones para nombra r la comisión q u e ha de
dar su dictamen sobre este proyecto de ley , la Montaña , que hace
inclinar el fiel de la balanza hacia donde ella se i n c l i n a , se ha i n -
clinado del lado de la coalición, y ha ar rancado su victoria al El í -
seo . Quince son los individuos que componen la comisión ; y de los
q u i n c e , catorce son enemigos del Presidente: la Montaña está r e -
presen tada en la comisión por seis. En vista de este resu l tado , lo
mas probable e s , no solo que el proyecto sea aprobado tal como
ha venido del Consejo , sino también que la enmienda de Mr. P r a -
d i é , relativa al derecho de requerimiento de tropas por par te de la
Asamblea , sea aceptada . Si esto l legara á suceder , la situación del
Pres idente sería mucho peor que si hubiera pasado en la Asamblea
la proposición de los Cuestores. Tenia esta por objeto declarar en
v i g o r , como si formara par te del Reglamento de la Asamblea a c -
tual , un artículo de la Constituyente en el que se consignó el p r in-
cipio del requer imiento directo de t r o p a s : el P r e s i d e n t e , r i g o r o -
rosainente h a b l a n d o , hubiera tenido s iempre el derecho de no
obedecer á un artículo del Reglamento interior de ¡a Asamblea
Nacional , como quiera que las Asambleas mismas no han p r e t e n -
dido j amás i m p o n e r , como si fueran verdaderas leyes , al poder
ejecutivo sus reglamentos inter iores: el negocio á lo menos hubiera
sido dudoso , y el ejército hubiera seguido tal vez al Presidente,
en caso de duda . Pero la cosa ahora es mucho mas g r a v e : se trata
nada menos que de introducir el principio y de consignar el d e r e -
cho , por parte de la Asamblea, del requer imiento de tropas, en una
l e y ; y no solo en una l ey , sino lo que es mas , en una ley o r g á -
nica, que por su índole obliga á todos, y es inviolable y pe rpe tua .


Con esta sencilla esposicion de los hechos , comprenderá usted
toda la g ravedad del a s u n t o , y lo acerbo de las circunstancias. Si
el Presidente de la Repúbl ica estuviera a rmado del veto , suspen-
sivo ó absoluto, podría contener ó paralizar á la Asamblea ; pero el
Pres idente por la Constitución está desa rmado : la Asamblea es l e -
gisladora única y soberana . Si la ley p a s a , el ejército no estará
ya puesto en t re el Presidente y la Asanib laa , sino en t re el Pres i -
dente y la ley : ahora bien : puesto en esta situación , es cosa s u -




— 317 —


J C A X DONOSO C O R T É S .


mámente difícil que el ejército se alze contra la l ey , para seguir
al Pres idente .


Por otra p a r t e , dos cosas tengo por s e g u r a s : la p r imera , q u e
el Presidente jugará cu este juego su cabeza , si no le abandonan
todos ; y la segunda , que la victoria del Par lamento sobre el P r e -
sidente desencadenaría sobre la Krancia las mas violentas t empes-
tades, l o que aquí se llama el Pa r l amen to , ni es lo que s u e n a , ni
es lo que se l l ama: es una m u c h e d u m b r e confusa de individuos , á
quienes los odios u n e n , y á quienes separan los odios ; y que n a -
da pueden edificar, aunque pueden destruir lo t odo , ni cuando se
unen . Abandonado á sus hondas divis iones , el P a r l a m e n t o , d e s -
pués de su victoria, se sentiría sobrecogido de una parálisis y de
una esterilidad incurab les : cada represen tan te estaría contra t o -
dos los r ep resen tan tes , y todos contra cada uno ; no habr ía m a y o -
ría para nadie ni para n a d a ; y la nave del Estado seria e n t r e g a d a
á la merced de las olas. De esta situación no podría sal i rse sino
por medio del advenimiento de una Convención Nacional , e n c a r -
gada por la Providencia de triturar á la Franc ia . Una compresión
violentísima podría solo preveni r una disolución infal ible, i m p i -
diendo la dispersión de todas las moléculas sociales.


De todos modos , y suceda lo que suceda , es una cosa clara á
todas luces que el poder par lamentar io va á acaba r , sea vencedor ,
ó venc ido : v e n c i d o , morirá á manos de la Dictadura del P r e s i -
dente ; v e n c e d o r , se t ransformará en Convención , para morir en
manos de la Dictadura revolucionar ia . Cualesquiera que sean las
fases y las vicisitudes por que la Francia va á pasar , pasó ya , p r o -
bablemente para no volver á pasar nunca , por la fase y por la vi-
cisitud par lamentar ia . Eso solo es ev idente para mí : todo lo d e m á s
es un misterio profundísimo, para mí como para todos .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.




PARÍS 3 de Diciembre de 1 8 8 1 .


M E Y señor mió : Estamos en plena revolución. El Presidente lia
dado el golpe de Estado mas audaz que se conoce en la historia,
y el mejor imaginado de cuantos tenemos noticia.


La insurrección comenzada antes de ayer continúa en los b a r -
rios de San Dionisio y de San Antonio , á donde acuden grandes
masas de tropa. El dia de aye r fué muy a g i t a d o ; la noche no lo
fué menos , y hoy continúa la ag i tac ión , y las tentat ivas de insur -
rección van siendo formidables en los barr ios mas ocasionados á
revoluciones : hasta a h o r a , sin embargo , n inguna de estas t e n t a -
t ivas ha prevalecido.


El Gobierno está resuel to á ejercer una represión sangrienta:
anoche se vio al Pres idente patrullar al frente de un regimiento.
Si en los Departamentos ha ocurr ido a l g o , se i g n o r a ; aunque se
susur ra que también por ese lado hay resistencia.


Por el telégrafo habrá Vd. sabido la deposición del Presidente
d é l a Repúb l i ca , formulada por el centenar de Diputados que se
reunieron en la Alcaldia (Mairie), del décimo distrito de esta Ca-
pital , y que fueron arres tados después . El Supremo Tribunal de
Justicia (Haute Cour de Justice) se reunió por su lado , y decretó
la acusación del P r e s i d e n t e , en virtud de sus atribuciones Consti-




tucionales: llegó hasta á nombra r al Fiscal que debia formular la
acusación. Con conocimiento que tuvo de esto la Autoridad , fué d i -
suelto aquel Tr ibunal .


La verdadera situación es la siguiente : El golpe de Estado era
necesario de todo punto , vista la es t remidad á que habían venido
las cosas. La s i tuación, sin e m b a r g o , es peligrosísima. El pel igro
no está en la revolución que b r a m a en los barr ios bajos : el peligro
está en la actitud hostil de la clase media y de las falanges p a r l a -
mentar ias , q u e , ciegas é impruden t e s , no ven q u e su triunfo es el
único imposible, y que su hostilidad solo puede servi r para desenca -
denar , como se e s t á n desencadenando , las t empes tades revolucio-
narias . La imaginación se confunde al ve r que los mismos h o m -
bres q u e , pocos meses h a , hub ie ran rec ib ido con agradecimiento
un golpe de Estado , hostilizan hoy al que lo dio , res ignados á d e -
jar sus cuellos en trofeos al Socialismo, si con ello consiguen h u -
millar al que los ha humil lado .


El pe l ig ro , en una pa l ab ra , es e s t e : ü n gran vac ío se forma
al rededor del Presidente de la República : y ese vacío puede p e r -
derle , porque puede sofocarle. Esto es lo que consti tuye la dificul-
tad de la si tuación, la cual es un verdadero círculo v ic ioso: es d i -
fícil vencer sin apoyo mora l de los hombres no tab les ; y sin v e n c e r ,
es difícil tener este apoyo .


H a y , sin e m b a r g o , esperanzas. El ejército hasta ahora se
muestra fiel y decidido. El Presidente , solo y todo como está , se
muestra firme en sus designios , arrojado en sus decisiones , g r a n -
de en su pe rseveranc ia : si á favor de estas vir tudes llega á t r i u n -
far , adquirirá r enombre eterno en la historia. Pe ro , aun supues to
su tr iunfo, vendrán después dificultades i n m e n s a s : cuáles s ean
es tas , ya tendré ocasión de manifestárselo á Vd. ; hoy me p a r e -
cería ocioso, cuando el triunfo es todavía una cosa tan incier ta ,


Suyo afectísimo S. S. Q. S. M. B . ,


JCAN DONOSO COHTÉS




PARÍS 10 de Diciembre de 1 8 5 1 .


M U Y señor mió: Si qu ie re Vd. recordar el contenido de todas mis
an t e r io re s , observará que todos mis pronósticos se han cumplido.
Yo anuncié , muy desde el principio, que la crisis de 1852 se resol-
vería en 1851 ; y en 1851 se ha resuelto : que solo la fuerza podría
dar salida á la s i tuación; y se la ha dado la fuerza: que la fuerza
no podría venir del P a r l a m e n t o , sino del P re s iden t e , si venia
pronto , ó de la revolución , si venia ta rde ; y ha venido pronto , y
del Pres idente : que el l iberalismo par lamentar io seria el vencido
en la cont ienda; y en la contienda no ha habido mas que un v e n -
cido , el liberalismo par lamentar io .


No recuerdo estas cosas por complacencia v a n a , sino porque
para mis pronósticos futuros he menes te r de la poca ó mucha auto-
ridad que pueda da rme el acierto en mis pronósticos pasados.


El golpe de Es tado , que ha dado salida á una situación ([¡re
parecía no tener salida n i n g u n a , e s , en t re cuantos nos refiere la
his tor ia , el que prueba en su autor mayor prudencia y mayor
audacia . De su audacia nada d i r é , como (miera que los hechos por
sí mismos la están publicando á voces ; y para encarecer lo que el
golpe tiene de secreto y de p r u d e n t e , me bastará manifestar á Vd.
que ninguna noticia tuvo de él el (¡ene-ral que le habia de dar,




hasta el momento de d a r l e ; y que nada supieron los Ministros
sino por una carta del P re s iden te , escrita cuando el golpe estuvo
dado . En lo prudente y secret ís imo, ningún otro acto puede c o m -
parársele sino el famoso de la espúlsion de los Jesuítas de España.


Considerada bajo otros puntos de vista esta revolución , po r -
que l o q u e ha habido aquí es una revolución v e r d a d e r a , no deja
de tener cierta semejanza con aquella otra en virtud do la cual Ro-
ma pasó de la República al Imper io . Entonces como ahora , habia
varios pretendientes á la usurpación suprema , y un Senado c o m -
puesto de eminentísimos ciudadanos, que luchaban generosamente .
Entre los p re tend ien tes , habia u n o , cuyo principal título á la d o -
minación era ser sobrino de César , el mas g r ande en t re los héroes
an t iguos ; asi como , entre los pre tendientes en Franc ia , ha habido
u n o , cuyo principa! título á la dominación ha sido ser sobrino del
mas grande y mas ilustre de los Capitanes modernos . En Francia
ha vencido el pariente de Napoleón , corno en Roma el par iente
de César. Augusto, para triunfar, buscó dos puntos de a p o y o : el
ejército y el p u e b l o : Luis Napoleón le ha buscado en el sufragio
universal y en las a r m a s : aquel salió vencedor por el pueblo y por
el soldado; este por las a rmas y por el sufragio de todos. El S e n a -
do de Roma era el r epresen tan te legítimo de las clases i lustradas,
que lo eran á la sazón las clases nob le s : el Par lamento Francés e ra
el representante legítimo de la civilización francesa , que reside en
las clases acomodadas . Augusto salió vencedor de sus rivales y del
Senado: Luis Napoleón , de sus rivales y del Par lamento . Viose en-
tonces en Roma levantarse la opinión popula r , á manera de viento
impetuoso, contra la divina elocuencia de sus grandes Oradores :
Cicerón entregó su noble garganta al cuchillo , y su cabeza fué cla-
vada en la misma Tribuna que habia sido teatro de su elocuencia
y de su gloria. Las mismas ráfagas impetuosas del mismo viento
popular se habían levantado aquí contra los dominadores de la Tr i -
buna , y contra los reyes de la palabra ; y París ha visto , sin c o n -
moverse , á Mr. Berryer y á Mr. Thiers puestos como facinerosos
ent re dos hileras de agentes de policía , y en t re dos hileras de s o l -
dados. Por ú l t imo , si no fuera cosa agena de la b revedad de una


TOMO v. 21




c a r t a , no rae sería difícil demost rar que las mismas causas han
producido aquí y allí los mismos efectos ; s iendo aquellas invenc i -
bles , y estos inevitables.


La insurrección ha sido lo que debia s e r , siendo la que acabo
de manifestar la índole de este golpe de Estado. Las barr icadas
que se levantaron en P a r í s , ni fueron levantadas ni fueron defen-
didas por la gente popular , que lo ha mirado todo con ojos indife-
ren tes : fueron defendidas y l evan tadas , por una p a r t e , por los
afiliados en las sociedades sec re t a s , que per tenecen indis t in tamen-
te á todas las clases de ta soc iedad , y á todas las condiciones; y
por o t r a , por los mas fogosos entre los que per tenecen a las c la -
ses acomodadas . Si los insurrectos hubieran tenido la desgracia de
triunfar , hubieran visto venir sobre el los , como canes rabiosos , á
las muchedumbres popu la res , y hubieran perdido en un momento
1.a v ida con la victoria. En Febre ro de 18-4-8, la República pasó e n -
tre Luis Felipe y la Reforma : en Diciembre de 1 8 5 ! , el Socialis-
mo se hubiera abier to paso entre el vencido y los vencedores , la
sociedad francesa se hubiera disuelto , y la Europa estaba perdida.
Esta insurrección es una prueba mas de la ceguedad incurable y
de la incapacidad radical que aqueja , aquí como en todas partes ,
á aquellas clases de la sociedad que están puestas entre las altas y
las b a j a s : esas c l a s e s , hoy dominantes en Europa , están despo-
seídas de las dos calidades que hacen posible un Gobierno: la de
la obediencia , y la del mando : no sab iendo , ni mandar á los.que
obedecen , ni obedecer á los que mandan , no hacen otra cosa sino
agitar á la sociedad , y obligarla á buscar un refugio ó un remedio
en la Dictadura ó en las revoluciones . Todos los pueblos en que
son esas las clases dominadoras , oscilarán perpe tuamente entre la
D ic t adu ra , remedio de la a n a r q u í a , y la anarquía , remedio de la
Dictadura .


La noticia del golpe de Estado y de la insurrección en París ha
producido en los Depar tamentos trastornos menores de los que h u -
bieran podido imaginarse : cuasi todos ellos prestan obediencia al
Gobierno central , g r ac i a s , por una pa r te , á la rapidez y á la deci-
sión con que obra la fuerza pública , y por otra , al convencimiento




general de q u e , fuera del Presidente , no hay para la Francia sino
catástrofes y abismos. Esto no obs tante , en algunos Departamentos
del centro y del mediodía hay insurrecciones parciales de pro le ta -
r io s ; los cuales se han en t regado C o n frenesí al despojo, al ases i -
S>í>if>, >' ¿>) j»r¿vp/)j¿>; /)í«¡pr>ja» á Jas pvf)j&n)r*¡s aaps.'maa á JAS hon-
rados en sus propios domicilios , é incendian cuanto puede ser d e -
vorado por las l lamas: a lgunas poblaciones p e q u e ñ a s , caídas en su
poder , padecen todos los horrores de ciudades entradas á saco por
bárbaros 6 inclementes conquis tadores :


Estas centellas dan bien á en tender lo que se p reparaba piara
el año de 1852 , y lo que en 1852 se hubiera rea l izado, si el P r e -
sidente de la República no hubiera precipi tado la crisis. N i n g u -
no que no esté c i ego , podrá dejar de horror izarse al considerar lo
que hubiera sido de la Francia s i , por una p a r t e , el Socialismo
hubiera estallado conce r t adamen te , y por o t r a , hubieran estado
próximos á espirar todos los poderes públicos en medio de estos
horrendos estal l idos: cosas a m b a s , que se hubiera realizado por
necesidad , si las cosas hubieran tenido un curso normal y sosega-
do . Por lo d e m á s , á la hora en que escribo estos renglones ; las
insurrecciones de los Depar tamentos no presentan tal g ravedad ,
que pueda temerse con fundamento su propagación indefinida.


El peligro mas grave de la situación e s t á , sin ningún género
de duda , en el vacío que se forma al rededor del P r e s i d e n t e : en
este vacío consiste la conspiración a l a rman te , la conspiración v e r -
dadera . Eas clases acomodadas son incapaces de g o b e r n a r ; y sin
e m b a r g o , es cosa cierta y aver iguada que n ingún género de G o -
bierno es posible hoy dia , sin (pac se componga de los mas n o t a -
bles entre sus individuos. Llamar á sus individuos mas notables á
la participación del m a n d o , desposeyendo del mando á la clase á
que pe r t enecen : este es el escabroso problema que se trata de r e -
solver, y que lo pondrá todo en cuestión y en peligro, si por ven -
tura no es resuelto. Usted conocerá cuan a rdua y cuan difícil es la
solución que se ape tece y que se busca : para obtenerla es m e n e s -
ter que haya hombres notables q u e , para gobernar , hagan abs t rac -
ción de la clase á que p e r t e n e c e n , de sus instintos anárqu icos , y




— *2A —


de sus ideas pa r l amen ta r i a s : cosa dificilísima en todos t iempos , y
mas en los ijna ahora c o r r e n ; esto no sucede nunca sino cuando el
Dictador , vencidos todos los obstáculos y cubier to de laure les , se
pone en estado de ofrecer fortuna y protección á los que cobija con
su sombra. La sombra del Presidente no es todavía bastante gran-
de para cubr i r á esos hombres .


La prueba de que en esto consiste la verdadera dificultad y
la verdadera cues t ión , está en que todos lo han conocido así por
instinto. El Pres idente se ha apresurado á crear una Junta Con-
su l t iva , que ha compues to , sino de hombres eminen te s , porque
todos los eminentes le son públ icamente adversos , á lo menos de
hombres capaces y probos , que no le han faltado hasta ahora . La
misma precipitación que el Presidente ha puesto en publicar esta
lista , han puesto muchos de los que la componen en protestar
contra su voluntad dec larada . El Presidente á su vez se ha negado,
á un t iempo m i s m o , á hacer pública esta dec la rac ión , á recibir
esta protesta , y á bor ra r los nombres d e los p ro tes tan tes , de su
l is ta : c a u s a , como Vd. puede conoce r , de g randes escándalos y
de malignos rumores . Entre estas p ro tes t a s , la mas importante,
por venir de un ex-Ministro g randemente popular en los Depar ta-
m e n t o s , es la de Mr. León F a u c h e r , que ya verá Yd. en los pe-
r iódicos: por ella verá Yd. cuál es el estado d é l o s á n i m o s , cuál
la c o m e n t e de la opinión pública en el momento en que escribo.
El único hombre eminente (¡lie hasta ahora ha dado su consent i -
miento de una manera esplícita al l lamamiento de Luis Napoleón,
es el Conde de Monla leniber t , q u e , superior á torios los partidos,
y despreciador de las auras popu la res , no ha vacilado en hacer el
sacrificio de su popular idad y de su reputac ión , apoyando noble -
mente al único hombre que puede hoy dar á la Francia Gobierno
y reposo. La intervención del Conde de Montalembert en los n e -
gocios ha comenzado ya á dar sus frutos: por un Decreto del P r e -
sidente , el templo de Santa Genoveva , profanado por la r evo lu -
ción hasta el punto de haber le convertido en Panteón de hombres
á quienes la impiedad llama grandes, y que no lo son sino por las
ru inas que hicieron , ha sido consagrado otra vez al culto divino.




El Clero ha recibido esta reparación con reconocimiento y ap lau-
so. Siguiendo por estas g randes vias católicas , el Presidente p o -
drá , al cabo de cierto tiempo , contar con las tres fuerzas mas vi-
gorosas y espansivas del mundo : la de la Rel igión, la del e j é rc i -
to , y la del pueblo.


Entretanto, fuerza es confesar que las dificultades que el Pres i -
dente de la República chibe combatir y debe vencer para at i rmar
su poderío en fundamentos sólidos, son inmensas . Poner en el l u -
gar en que todas las cosas ant iguas exist ían, todas las cosas nuevas
cpie deben reemplazar las ; templar la fiebre política que exal ta los
finimos de todos ; estirpar las utopias social is tas , repr imir los i m -
pulsos demagógicos ; a t a j a r l o s ímpetus revolucionar ios ; q u i t a r á
la Francia la vida de que v i v e , y ocupar su actividad de otra m a -
n e r a , no sea que sobrevenga la parálisis y la muer te ; y acometer
tantas empresas y tan g r a n d e s , seguido de pocos , mal mirado de
los m a s , y combatido por muchos a r d o r o s a m e n t e , es una e m p r e -
s a , amigo mió , que causa pavor al mas animoso , y que hasta en
los mas intrépidos pone miedo y espanto . Cuando á todas estas c o n -
sideraciones se allega la de que hoy miles de puñales se afilan , y
miles de brazos se levantan para herir al que l laman Urano los fac-
ciosos, no hay alma n inguna que no se b a ñ e de tristeza, por g r a n -
de que sea y constantísima. El porvenir es tan inc i e r to , lo v e n i -
dero es tan o s c u r o , su oscuridad es tan d e n s a , que seria empeño
temerario querer rasgar sus velos impenet rables . Ese porvenir so-
lo es claro para Aquel ante cuyos ojos todo es luz, hasta la s o m b r a .
\ o hablaré , pues , del porvenir en estos momentos , c o n t e n t á n -
dome solo con someter á la sagacidad de Yd. a lgunas indicaciones.


De cualquiera manera que se considere lo que en Francia «ca-
caba de pasar , en lo que todos no pueden menos de estar confor -
mes, es en que lo que acaba de pasar es el fin de la revolución de
•1848, y la supresión de la crisis de 1852. Es posible que n u e v a s
cr ís issobrevengan, y que sobrevengan nuevas revoluciones; empero
aquella crisis se conjuró, y tuvo fin aquella revolución ignominiosa .
ÍVadie sabrá decir si en definitiva será el Presidente vencedor , ó
si una revolución hab rá de ser vencedora : t odos , sin embargo ,




pueden asegurar lo s igu ien te : Si el Pres idente es venc ido , su ven -
cimiento será la señal de un cataclismo genera l en Europa : si el
Pres idente es vencedor , t raba ja rá , al pr inc ip io , para s í ; y d e s -
pués , sin querer lo y sin saber lo , para otros que están ahora v e n -
cidos , y que serán después vencedores . Todo esto en virtud de la
perpetua ley de rotación á que están sujetas tocias las cosas hu~
m a n a s . La Dictadura da la mano al I m p e r i o ; el Imperio á la Mo-
narqu ía . El espectador que eslé vmtió\\l , NCA-Á gkav p e r p e t u a -
mente delante de sí ese gran círculo con esos tres g randes aspectos
de su g ran circunferencia.


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.


JUAN DONOSO C O R T É S .




PAius 2 1 do Diciembre de 18 t i l .


MUY señor mió : El estado de mi salud , que es lamentable de p o -
cos chas á esta p a r t e , no me permite es tenderme hoy en las c o n -
sideraciones políticas que tengo de cos tumbre . Un re sumen de
ellas me bastará para que Vd. con su sagacidad pueda formarse una
idea cabal de la situación de la Franc ia .


Las sublevaciones de los Depar t amen tos , en todas partes v i -
gorosamente compr imidas , han dado por resultado fortificar y con-
solidar la autoridad del Pres idente , de dos diferentes m a n e r a s : la
han fortificado, siendo ocasión de su vic tor ia ; y la han consol i -
dado , mostrando á todos los que t ienen ojos pava v e r , oklos pava
o í r , y entendimiento para e n t e n d e r , que el Presidente es hoy el
único representante legítimo del o rden den t ro , y del orden fuera;
del orden en la Francia , y del orden en la Europa.


Por otra p a r t e , las acertadísimas providencias adoptadas por
el Presidente para restaurar el lustre ca tó l ico , le han ganado las
voluntades del part ido católico, que alcanza aquí una g r ande i n -
fluencia y un g r ande poder ío , no tanto por el número como por
la calidad de las personas que le componen , y sobre t o d o , p o r -
que tiene sobre todos los otros la excelencia de saber á donde va ,
por donde v a , lo que debe pedir , y lo que q u i e r e : cosas todas




— 328 —


rarísimas en las circunstancias ac tua les , en que todos los partidos
y todos los hombres caminan en medio de la oscuridad mas densa
y sin an torchas .


El resultado de todas estas causas jun tas es la votación hasta
ahora conocida, con la cual está respondiendo el sufragio un ive r -
sal al l lamamiento del P r e s i d e n t e : votación s ingu la r , ora se la
mire bajo el punto de vista de la libertad del v o t o , ora so la c o n -
sidere bajo el punto de vista de la tranquilidad profunda con que
se realiza en todas p a r t o s , o r a , por l in , se la considere bajo el
punto de vista de su espontaneidad y de su unanimidad i m p o -
n e n t e .


Los Príncipes de la familia de ü r l caus abandonaron su habitual
residencia de G a r e m o n t , al recibo de las noticias de las primeras
turbulencias de a q u í : mejor aconsejados d e s p u é s , y viendo la i n -
surrección comprimida con mano fuerte y v igorosa , abandonaron
su intento, y se volvieron tranquilos á su residencia de cos tumbre .
Por su p a r t e , el P r e s i d e n t e , luego que supo los pr imeros pasos
dados por los P r ínc ipe s , amenazó con poner secuestro instantáneo
en sus bienes ; y dicen que esta amenaza , que hubiera sido inexo-
rab lemente cumpl ida , no dejó de influir poderosamente en el án i -
mo de aquellos proscr iptos .


Por el p r o n t o , Bruselas es el campamento de la emigración:
allí a cuden , unos en pos de o t r o s , los vencidos del ejército pa r -
lamentario. Entre todos descuella Mr. Thiers , acompañado de sus
bulliciosas esperanzas y de sus vanas ilusiones. Ese ejército no es
t emib le , á lo menos por a h o r a ; más a d e l a n t e , pudiera serlo para
el Reino de Bélgica , que si fuera el receptáculo de las intr igas de
la emigración, podría correr graves r iesgos, sobre los cuales lla-
m a r é próx imamente la atención de Vd . , cuando me ocupe de las
modificaciones que los últimos acontecimientos deben producir en
la política exter ior de la Franc ia .


En cuanto al vacío que los gefes de los partidos p a r l a m e n t a -
rios p rocuran c rear al rededor del Pres idente , no va á m a s ; y irá
á m e n o s , cuando la victoria conseguida en las u rnas electorales
venga á legit imar la conseguida por las a rmas vencedoras .




— 329 —


J U A N DONOSO C O R T É S .


La prensa sigue esclavizarla ; y el Faraón que la esclaviza , no
la dejará salir de Egipto: á buen l ib ra r , tendrá sobre sí la c e n s u -
ra , ó cuando menos, una ley que ponga en manos de la autoridad
política el d e r e c h o , sin limitación , de suspender ó de suprimir un
periódico cuando lo juzgue conveniente .


Por lo que hace á la Constitución que se p r e p a r a , será p r o -
bablemente una combinación de la del año o c h o , y de la del año
doce .


Entre t a n t o , se van creando nuevos i n t e r e se s , se van s a t i s -
faciendo nuevas ambiciones. El ejército c rece en poder y en in -
fluencia y en decoro. Sobre las ru inas de lo ant iguo se va edifi-
cando lo n u e v o , sin que huracán ninguno venga de ningún punto
del horizonte á der r ibar los nuevos , y como nuevos , frágiles e d i -
ficios. Todo indica que aquí está la mano de Dios , q u e , para s a l -
var le , ha desposeido al hombre del gobierno de las sociedades
h u m a n a s .


Y , sin e m b a r g o , creo h o y , como creia ayer , que así como
todos , c reyendo trabajar para s í , han trabajado para el Presiden-
te,- el Pres idente , que cree trabajar para su engrandec imien to ,
trabaja para el engrandecimiento de otro que la Providencia g u a r -
da como en r e s e r v a , lejos de los presentes conflictos, para que
sirva de solución á los conflictos futuros. Esta ha sido cons tan te -
mente la manera que la Providencia ha tenido de intervenir en los
grandes conflictos sociales : manera que , por lo invariable y lo i n -
vencible , constituye una verdadera ley de la Historia.


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B . ,




PARÍS 1 0 de Enero de 1 8 5 1 .


M U Y señor m i ó : P a r e c i é n d o s e oportuno decir á Vd. algo de lo
mucho que pudiera dec i r s e , y que di ré mas a d e l a n t e , s iguiendo
el curso de los acontecimientos , acerca de las mudanzas que los
últimos sucesos de aquí deben producir , y han producido ya , cu
la política de las Potencias de Europa , me propongo hoy l lamar la
atención de Vd. sobre este importantís imo negocio .


Si hubiéramos de a tenernos únicamente á las noticias oficiales,
no cabe género a lguno de duda en que todos los Gobiernos de E u -
ropa se han mostrado igualmente benévolos hacia el Presidente de
la Repúbl ica , é igualmente respetuosos de la independencia y de
la l ibertad de la F ranc ia . Apa r t ados , e m p e r o , los velos oficíales,
que no s i rven sino para ocultar la real idad de las cosas , se echan
de ver al punto importantísimos contrastes y notabilísimas dife-
rencias en la mane ra de ver y de sentir de los Gobiernos E u -
ropeos .


Las Potencias del Norte han visto los acontecimientos de París
con g rande complacencia ; y están prontas á apoyar al Presidente
con sus consejos y recursos . La Bé lg ica , aficionada á su Rey,
amigo y par iente de la dinastía de Orleans , ha visto todo lo ocur-
rido con d i sgus to , y considera todo lo que p u e d e ocurrir con




grande desconfianza. El Piamonte , amenazado por el Austria, que
lo observa desde el Milanesado, comienza á temer á la Francia ,
por el lado de l aSavoya . Fut re tanto, Ñapóles cobra esperanzas y
b r ío s : y Roma se siente aliviada de sus mortales angust ias y d e
sus penosas incer t idumbres .


Por lo que hace á la Ing l a t e r r a , la opinión pública se ha d e -
clarado contraria al g r an suceso que hoy ocupa á las Naciones, con
aquella espontaneidad y aquella unanimidad que adquiere s iempre
en las ocasiones solemnes y decisivas. Ni podia ser de otra m a -
ne ra . Pueblo eminentemente Consti tucional, no podia mirar con
ojos indiferentes y serenos la caida estrepitosa del Gobierno Cons-
titucional de sus vec inos : pueblo esencialmente d iscut idor , no
puede mirar sin despecho la abolición en Francia del régimen par -
lamentario : pueblo en quien es na t i vo , como en la antigua Roma,
el respeto supersticioso de la l e y , no podia ver sin horror y sin
ira un golpe de Es tado , conculcador de la santidad inviolable de
las leyes : acostumbrado á dar el molde de su Constitución polí-
tica al Continente, no podia ver con serenidad hecho pedazos ese
molde .


El golpe de Estado de Francia , que es contrario á los hábitos,
a l a s ideas y á los gustos de I n g l a t e r r a , lo es t ambién , y sobre
t o d o , á sus mas preciosos intereses . El interés supremo de la I n -
gla terra consiste h o y , ha consistido a n t e s , y consistirá s iempre
en impedir la unidad de miras y de acción de los pueblos Conti-
nentales. Esta pol í t ica, q u e , considerada bajo el punto de vista
del interés del Continente E u r o p e o , es una política s u b v e r s i v a ;
considerada bajo el punto de vista del interés Br i tán ico , es una
política eminentemente conservadora , como quiera que las discor-
dias Continentales consti tuyen á la Gran Bretaña en pacífica d o -
minadora y en arbi t ra suprema dol Continente.


Se ha creido genera lmente que el interés del Gabinete Inglés
consiste en que el Continente obedezca á cierta forma do Gob ie r -
n o : este es un g rave e r r o r : todas las formas de Gobierno le son
indiferentes, si el Continente está d iv id ido : el Par lamentar ismo
Continental no le es a g r a d a b l e , porque haga l ibres á los pueblos,




sino porque enflaquece la au to r idad , y porque divide al Conti-
nente en dos zonas , la del Mediodia y la del Norte . Si todo el Con-
t inente fuera Constitucional, la I ng l a t e r r a , para d iv id i r le , dar ia
principio á una propaganda absolutista. Esto s i rve para esplicar su
política tradicional en los disturbios Continentales , dirigida s i e m -
pre á av ivar el antagonismo de las Naciones, y á servirse de las
unas como de ins t rumento para quebrantar el poderío ó la a r r o -
gancia de las otras . Hoy toma á sueldo á los ejércitos rusos y a l e -
manes para lanzarlos, como témpanos que se descuelgan del
monte , sobre la Francia imperial ó republicana ; y al día siguiente
entra con la Francia en negociaciones amis tosas , la toma bajo su
tu te la , protege la espansion del ge rmen revolucionario que l leva
s iempre en su s e n o , paraliza á todos los ejérci tos , y condena á la
inacción á todas las Naciones. En las discordias intestinas del mun-
do Germánico, hoy apoya á la Prusia contra el Aus t r ia , mañana
al Austria contra la P rus ia ; y al mismo tiempo que separa á los
g randes Estados, para aumenta r la confusión, jun ta á los p e q u e -
ños : de esta m a n e r a , divide á los fuertes entre s í , y concita á los
flacos contra los fuertes. Los miembros del g r an Imperio Austríaco
se dislocan , y la Inglaterra favorece la dislocación de torios sus
m i e m b r o s : por eso es Húngara en el Nor te , Italiana en el Medio-
d í a , Austríaca en ninguna par te .


Esta política subversiva ha sido causa de que se levantara con-
t r a í a Inglaterra un grito de horror de las ent rañas del mundo civi-
l izado. Una sola cosa ha impedido una esplosion universal de todas
las g e n t e s : ese único impedimento ha consistido en la alianza en-
t re la Francia y la Inglaterra , que impone la paz al m u n d o ; como
quiera que no es posible g u e r r e a r , con probabilidad de vencer ,
contra las fuerzas combinadas de dos Nac iones , de las cuales la
una es reina del O c é a n o , y la otra poderosísima en el Confínenle.
Esta alianza no se ha fundado nunca en la amistad, s ino , al revés ,
en el cálculo y en el egoísmo : la Inglaterra la ha aceptado en el
interés de su dominac ión , la Francia en el de su independencia:
el día en que la Inglaterra pueda dominar sin la ayuda d é l a Fran-
c i a , la Inglaterra quebran ta rá á la F r a n c i a , como á un vidrio en




— 333 —


una roca : el dia en que la Francia esté segura de la integridad
de su territorio sin la ayuda de la I n g l a t e r r a , la Inglaterra ve rá
caerse de sus manos el cetro de la dominación , y se rá el escarnio
de las Naciones. Un solo medio hay de que una de estas dos cosas
sea pos ib le : la reconciliación de la Inglaterra ó de la Francia con
el Continente Europeo; la pr imera me parece tan difícil, como h a -
cedera la segunda : y como en esto consiste el nudo d e la cuestión,
cuestión que es hoy soberana , me permit i rá Vd. que en t re en a l -
gunas esplicaciones que me parecen indispensables.


Proponiéndose la Inglaterra la dominación , su reconciliación
con el Continente no es pos ib le , sino con la condición imposible
de (pie el Continente quiera ser dominado. No asp i rando la F r a n -
cia sino á la integridad y á la independencia de su terr i tor io, i n -
tegridad é independencia que nunca han corrido riesgo sino por el
temor al contagio de sus revoluciones ; entre la Francia y el Conti-
nente no ha h a b i d o , desde la revolución de Julio hasta hoy,
sino una cuestión de pr inc ip ios : cuestión que consistía, p r imero ,
en aver iguar si el Continente Europeo habia de ser regido por las
Monarquías legí t imas, ó por las Monarquías salidas de los i n c e n -
dios populares ; y que ha consistido desde la revolución de F e b r e r o ,
en averiguar si la Europa habia de ser una Repúbl ica un i t a r i a , ó
un compuesto de diferentes Monarquías. Mientras que la cuestión
ha sido planteada en estos t é rminos , es cosa clara ¡pie era i m p o -
sible todo género de avenencia en t re la Francia y el Cont inente ;
como quiera q u e , ni el último podía avenirse á dejar de ser M o -
ná rqu i co , y á abandonar sus Monarquías secu la re s , ni la pr imera
á cambia r , durante el reinado de Luis Fe l ipe , por la Monarquía
secular la Monarquía elect iva; n i , después de la revolución de F e -
brero , por laforn a monárquica la forma republ icana . La alianza en-
tre la Francia y la Inglaterra ha sido el resultado forzoso de la im-
posibilidad en que han estado las dos de reconcil iarse con el Con -
tinente Europeo ; á favor de esta alianza , la Monarquía de Julio , y
después la República de Febrero han mantenido la integr idad y la
independencia del territorio Francés , á pesar de la enemistad de
las Monarquías Continentales : á favor de esta alianza , la Inglaterra




— 331 —


ha podido man tener y consolidar su dominación cuasi universa l , á
pesar del odio violentísimo que sus insolentes demasías habían e n -
gendrado en las Naciones.


Tal era el estado de las cosas cuando amaneció el 2 de Diciem-
bre , fecha para s iempre m e m o r a b l e en los fastos de la historia.
¿Qué significa, qué cosa es el golpe de Estado del 2 de Diciembre?
Ese golpe de Es tado , ó nada es y nada significa , ó significa y es
]a supresión s imultánea de la revolución de -1789 , de la de 1830 ,
de la de 1848 , y de la de 1852 : la supresión del liberalismo , que
tuvo origen en la pr imera; la supresión del parlamentarismo , que
tuvo origen en la s e g u n d a ; la supresión del republicanismo , r e s -
taurado en la t e r c e r a ; y la supresión del socialismo, que hubiera
venido al mundo con la cuar ta . El golpe de Estado del 2 de Di -
c iembre no es n a d a , ó es la supresión de esas cuatro revoluciones.
Ahora bien , amigo mió ; la supresión de esas cuatro revoluciones
no e s , nada mas y nada m e n o s , sino la supresión instantánea y
fulminante , si así puede decirse , de todas las causas de hostilidad
é n t r e l a Francia y el Continente Europeo. Es esto tan c i e r to , que,
sin necesidad de transacciones prel iminares ni de tratos previos,
el pueblo Francés y los demás pueblos del Continente han sido r e -
conciliados. A esta reconciliación no pueden señalarse otras e x c e p -
ciones sino la de la Bélgica , la de la Suiza , y la del Piamonte , s a -
télites que vagan hoy sin dirección en los e spac ios , y que serán
mañana arras t rados en el raudo movimiento de sus planetas .


La reconciliación de la F ranc ia con el Continente significa á
una vez todas estas cosas : la supresión , por lo que toca á la F r a n -
c ia , de la necesidad de su alianza con la Ing l a t e r r a ; la supresión
consiguiente de esta a l ianza; el aislamiento de la Inglaterra , la
pérdida de su dominación sobre el Continente Europeo. La r e c o n -
ciliación de la Francia con el Continente no significa n a d a , ó s i g -
nifica esas c o s a s : y esas cosas son nada menos que una disloca-
ción completa de las fuerzas políticas del mundo. La Inglaterra
comprendió instintiva é ins tantáneamente este significado; y por
eso se en t regó á toda la amargu ra de su justo dolor , y á todas las-
iras de su profundo despecho.




- 335 —


Lord Pa lmers ton , sin e m b a r g o , no se dio por v e n c i d o ; y con
aquella sagacidad penetrante y aquel intrépido arrojo que mostró
s iempre en las grandes vicisitudes de su vida públ ica , tomó i n s -
tantáneamente una resolución, que contr ibuyó poderosamente á
su caida , y que desorientó , á un t iempo mismo á la Inglaterra y
á la Luropa : su resolución consistió en aprobar calorosamente el
golpe de Estado del Presidente de la República. Los motivos de
resolución tan grave é i ne spe rada , en el t iempo mismo, en que el
Gabinete Inglés y la opinión pública de la Gran Bretaña se dec l a -
raban abier tamente .contra la conducta observada por Luis B o n a -
p a r t e , son para mí clarísimos hoy d i a , aunque al principio me
parecieron impenetrables por lo oscuros. Lord Palmerston vio con
terror profundísimo el aislamiento de la Ing la t e r r a : para salir de
este aislamiento, no había mas que dos caminos pos ib l e s : r e c o n -
ciliarse con la Francia, ó reconciliarse con las otras Naciones Con-
tinentales : reconciliarse con las últimas era renunciar á su s i s t e -
ma de propaganda revolucionaria, era condenar su ant iguo sistema,
era pasar por las horcas candínas de la Europa : reconciliarse con
la F r a n c i a , aprobando el golpe atrevido de un Dic tador , e ra
también contradecirse; pero era contradecirse parc ia lmente; y esta
contradicción parcial podia ponerle en el caso de ser consecuente
consigo mismo en su política con todas las otras Naciones. Lord
Palmerston se lisongeaba , y hasta cierto punto con razón , de que
el Presidente de la Repúbl ica , en agradecimiento de su al ianza,
renunciaría, p o r u ñ a p a r t e , á su reconciliación con el Continente,
y le permit ir ía , por o t r a , cont inuar , en sus re lac iones con las
otras Potencias , su sistema subvers ivo , y su política revoluc iona-
ria. Lord Pa lmers ton , para decirlo todo d e una v e z , c reyó que
la Inglaterra no estaba en el caso de escoger en t re un bien y un
m a l , sino entre males de diversa naturaleza y de diversa i m p o r -
tancia : puesto en esta situación peligrosa , tomó prontamente su
par t ido , y estimó la alianza con la Francia , á pesar del golpe d e
Estado, como el menor de todos los males. Y así e ra la v e r d a d :
la prueba de que Lord Palmerston comprendía mejor el interés i n -
glés (pie el resto del Gabinete y que la Inglaterra misma* está en




que el Presidente de la República miró con g rande sentimiento y
con indecible enojo la caida de aquel hombre de E s t a d o , dando de
esía manera á entender que su amistad y su apoyo e ran para él de
mayor precio qne otros apoyos y otras amistades. Y en esto cabal-
mente consiste la grande importancia de la caida de Lord Pal-
merslon en las circunstancias presentes . Si el noble Lord hubiera
seguido al frente de los negocios , es para mí cosa pncsla fuera de
toda duda , que el golpe de Estado del Pres idente hubiera perdido
la mayor parte de su impor tancia ; como quiera que su influencia
no se hubiera hecho sentir mas allá de los límites d e la República:
el golpe de Estado hubiera sido entonces un acontecimiento fran-
cé s , y nada m a s : Lord Palmerston no hubiera consentido j a m á s
que llegara á ser lo que debia ser por su naturaleza misma , y lo
que hoy día e s , un acontecimiento que determina en todas partes
otros que le son análogos , un acontecimiento contagioso , un acon-
tecimiento europeo . Contando, en cambio de su a d h e s i ó n , con el
apoyo de la Francia , Lord Palmerston no vaciló en rechazar con
desden las proposiciones riel Representante Austríaco en Londres,
relativas á los refugiados polít icos, dando con esto c laramente á
entender que en su sentir los últimos sucesos de la Francia en nada
habían alterado el sistema político seguido por la Inglaterra en sus
relaciones con la Europa .


Estas dos resoluc iones , en realidad aná logas , y en apariencia
contradictorias , no fueron del gusto del Gabinete Inglés , y p r o v o -
caron la caida del Ministro de Negocios Estrangcros . La historia
dirá que el caido cayó con la Gran Bre taña ; y que el vencido era
mas inglés que los vencedo re s .


La política actual del Gabinete Inglés es lo que era necesario
que fuera, inc ie r t a , floja y descolorida ; oscilando en t re la amistad
y la enemistad de la Franc ia , por un l ado , y por o t ro , entre la
amistad y la enemistad de la Europa. La Europa no puede tener
g ran confianza en los antiguos compañeros de Lord Palmers ton; y
el Presidente de la República mira de reojo y con recelo á los que
derr ibaron al hombre que era su a m i g o ; resultando de t o d o , pol-
lina p a r t e , el aislamiento absoluto de la Inglaterra , y por otra, la




reconciliación de la Francia con las demás Naciones Continentales.
Que el Gabinete Inglés no puede seguir como e s t á , es una


cosa ev iden te : la cuestión hoy pendiente no consiste en ave—
signar si ha de prolongar ó no ha de prolongar su existencia,
sino en aver iguar si han de ser estos ó los otros sus s u c e s o -
r e s . Según mis últimas not ic ias , tres son las combinaciones p o s i -
bles : una combinación Tory, cu la cual habría cabida para Lord
Palmcrslon , s iempre que este renunciara á desempeñar el M i -
nisterio de Negocios F s t r a n g c r o s , cosa que me parece de t o -
do punto imposible ; una combinación en que Torys y Peelistas en-
trarían por iguales pa r t e s ; la cual no es ni imposible ni difícil , si
se at iende á que una transacción en lo relativo á la cuestión del
comercio de g r a n o s , e s , en las circunstancias ac tua les , una cosa
hacede ra : y por ú l t i m o , una combinación en virtud de la cual el
Gabinete Whig se reforzaría con Sir James Grabara y otros Peelis-
tas no tab le s : esta combinación es facilísima, y por lo m i smo , la
mas probable de todas. Lo que no es ni probable , ni fácil , y tal
vez ni pos ib le , es (pie cualquiera de estas combinaciones sea po-
derosa para sacar á la Gran Bretaña del mal paso e n que está m e -
tida, por desgracia suya, y para dicha de la Europa.


Entre t a n t o , la reconciliación de la Francia con las otras Na-
ciones Continentales va haciendo agigantados p r o g r e s o s ; y todas
juntas han empezado á ejercer una presión diplomática sobre el
Piamonle y la Suiza , con el objeto de provocar una mudanza , en
el sentido conservador , de sus instituciones. El Gabinete F rancés ,
por su p a r t e , ha comenzado á rec lamar del de Bélgica la e spu l -
sion de los emig rados , que desde Bruselas están haciendo una
guerra sangrientísima al nuevo orden de cosas que se ha es tab lec i -
do en Francia .


No pondré término á esta carta sin decir algo acerca de la p o -
lítica interior del P res iden te , la cual es cada dia mas e n é r g i c a m e n -
te conforme con lo que exige el restablecimiento del principio de
la autoridad , tan menoscabado en el inundo en los tiempos que
ahora corren. Vd. h a b r á visto por los periódicos los Decretos que
han seguido á aquel por el cual el Panteón lia sido consagrado nue*




— 33S —


JÍTAN DONOSO COIITÍÍS.


vamente al culto d i v i n o , bajo la advocación de Santa Genoveva.
Entre ellos figuran como mas importantes dos , de los cuales el uno
previene la observancia del precepto religioso que prohibe trabajar
los Domingos y dias feriados , y el otro manda bo r ra r , de todos
los monumentos y edificios públicos , la sangr ienta y estúpida d i -
visa de Libertad, igualdad, Fraternidad; divisa que había sido
aceptada por todas las revoluciones triunfantes.


Todo indica que el Pres idente se propone seguir adelante en
el camino comenzado: por una p a r t e , la Guardia Nacional está h e -
r ida de muer te , y va á desaparecer m u y pronto; por otro, han sido
restablecidas en las banderas de los ejércitos las Águilas Imper ia-
les. Conservando su residencia pr ivada del El íseo, el Presidente
t end rá en adelante otra oficial en lasTul le r lUS* I vil autorización de
Je van (a r emprés t i t o s , concedida á varios Ayuntamientos , es señal
d e q u e el Presidente lo prepara todo para realizar una descentraliza-
ción saludable de la Administración, al mismo t iempo que concen-
tra en su persona todo lo que concierne á la política y al Gobierno.
La descentralización administrat iva será completa, cuando se haya
declarado la mayor edad de las corporaciones munic ipales , t é r -
mino á donde pa recen dirigirse todas las providencias tomadas
hasta a q u í , y las que se anuncian p róx imamente . La Constitu-
ción , por fin, será publicada probablemente dent ro de breves
d ias .


De Vd. afectísimos. S. Q. S. M. B.




PARÍS 2Í- <1C Febrero de 18">'2.


iiluY señor m i ó : Voy á bosquejar muy b revemente el cuadro i n -
terior de la F r a n c i a , y el exter ior de la Europa , en el momento
en que escribo.


La idea de la instabilidad ha vuelto á apodera rse de los áni-
m o s ; hay temores vagos é indefinidos de catástrofes: la industria
no p rospe ra : el comercio se para , y ha cesado cuasi de todo
punto la actividad de los negocios. Yo debo manifestar á Vd. estos
vagos t emores , porque ex i s t en : no debo ocul tar le , empero , que
son exagerados . El golpe de Estado desorganizó tan violentamente
y de tal manera todas las fuerzas que pudieran rebelarse contra el
nuevo poder , que no es probable , ni aun posible , que puedan r e -
hacerse en largo t iempo. Todo acto de rebelión ó de resistencia,
en las circunstancias ac tua les , seria un acto de locura ; como
quiera que el nuevo poder salido del último catacl ismo, cua les -
quiera que sean las faltas que come ta , tiene por de p r o n t o , y
tendrá duran te mucho tiempo todav ía , fuerza bastante para
comprimir todas las resis tencias , y para sofocar todas las r ebe -
liones.


Yo diré en pocas palabras en qué consiste su fuerza , y en
dónde está su debilidad ; qué es lo que lo hace mas invencib le , y




— 340 —


por dónde es vulnerable . Su fuerza consiste en haberse hecho el
represen tan te de la reacción universal contra la preponderancia
eselusiva de las clases m e d i a s , y contra las teorías par lamenta^
d a s : su fuerza consiste en haber buscado su punto de apoyo en el
ejército y en la Iglesia, los dos mas grandes ins t rumentos de o r g a -
nización y de conservación que existen en el mundo . Su debilidad
consiste en que ni encuent ra ni busca h o m b r e s ; en que está c n -
medio de un vacío : el Príncipe Pres idente ha creído que podia
prescindir de la clase media , en lo cual t iene razón; pero no la
tiene en crer (pie puede prescindir de! mismo modo de los indivi-
duos eminentes que esa clase encierra en su seno, u n a Nación de
treinta y seis millones de hab i t an t e s , centro de la civilización,
emporio de industria , necesitada de glorias , no puede resignarse
por largo tiempo á ser gobernada por gente de poco valer , salida
no se sabe de donde , para tomar, sin saberse por qué, la gobe rna -
ción del Estado. Yo desafio á todos los Gobiernos de Europa á que
gobiernen bien con la clase media, y á que gobiernen bien sin sus
h o m b r e s : el ar te supremo consiste en servirse de sus individuos
para matar la : guerra á la clase, pazá las personas: este es el verda-
de ro p rograma y la ve rdadera divisa dé l a reacción, que va manifes-
tándose en todas par tes con un ímpetu y con un poderío invencibles.


En el exterior , las cuestiones son mucho mas complicadas. La
idea de la guerra se arraiga profundamente , en medio de la ausen-
cia completa de toda causa aparen te de conflicto. La g u e r r a , si
llega á estal lar , como yo c r e o , será el efecto lógico de la na tu ra -
leza misma de las cosas ; y es ta l lará , contra la voluntad de los
hombres . El interés de la F r a n c i a , caso de que estalle , es reunir
al Continente contra la Inglaterra : para r c u n i r l e , su interés es
proclamar como objeto final de la lucha , por una par te , la inde-
pendencia Continental con respecto á la Gran Bretaña , y por otra,
la reacción Continental contra la demagogia europea. Si la Fran-
cia sabe plantear de esta manera la cuest ión, el éxito de la lucha no
podria ser dudoso : la Inglaterra y la demagogia serian espulsadas
del Continente. El interés de la Inglaterra consiste en dividir al
Cont inente , con el fin de domina r lo : para dividirlo h su inleré?




— 341 —


está en plantear la cuestión de otra manera , convirt iendo todas las
cuestiones en cuestiones de ambición, en cuestiones terri toriales:
si consigue dar este giro á la cuestión , el Continente está perd ido :
la Prusia neutralizará al Austr ia: el Austria y la Prusia neu t ra l i za -
rán á la Francia ; y la Rusia queda rá paral izada del todo, no s i é n -
dole posible ejercer su acción sobre la Europa , sino por medio d e
las Naciones Germánicas . En medio de esta paralización u n i v e r -
sal , la Inglaterra sola conservará su libertad de acc ión , y seguirá
ejerciendo sobre las Naciones Continentales su insolente y funesto
protectorado. Si hubiera en Europa un solo Ministro capaz de t o -
mar la g rande y gloriosa iniciativa de una liga Cont inenta l , en el
te r reno de la independencia del Continente y de las ideas conse r -
v a d o r a s , ese Ministro seria g r ande en lo p r e s e n t e , y g r ande e n
lo fu turo: su n o m b r e seria inmorta l , porque le inmortalizaría la
historia.


La entrada en el poder del Ministerio Tory puede ser funestí-
sima , por cuanto contribuirá poderosamente á bor ra r la mala i m -
presión que ha dejado en pos de sí la política Pahnerstoniana , que
es la política de la Inglaterra. Una vez que el Continente esté d i -
vidido entre s í , y reconciliado con la Inglaterra á causa de la
mansedumbre del part ido conservador i ng lé s , el partido conse r -
vador inglés vo lverá á dejar el puesto á Lord Palmcrstou , el cual
volverá á desencadenar sobre el Continente, con universal aplauso
de Ingla ter ra , los vientos de las revoluciones.


En el momento en que esc r ibo , la liga Continental es el suceso
mas improbable . La Bélgica teme por la integridad de su terr i to-
rio , y se a r m a : la Rusia le envia un Embajador , como para a p r o -
bar sus a rmamentos . La Prusia teme por el Rhin , y se muestra un
si es no es recelosa en sus relaciones con la Francia . Entre la
Francia y el Aust r ia , hay la mas absoluta cordia l idad; pero esta
coi'dialidad está fundada tal vez en intereses ma te r i a l e s : el Austria
no vería con enojo á los franceses en Bruselas, si en Tui in pudiera
el General Radelzki b l indar por su Emperador . La Rusia obedece
á dos políticas d i ferentes : la del Conde de Nesselrode y la del Em-
perador Nicolás: el Conde tiene fija la vista en las Águilas I m p e -






vidles, y teme un desboidamiento de la F r a n c i a ; el Emperador la
t iene puesta en las hordas demagóg ica s , y dejando á un lado to-
das las cuestiones terri toriales , solo revuelve en su mente la m a -
nera de conjurar la tormenta revolucionar ia : á él se debe esc lu-
s ivamente que la Prusia y el Austria no hayan venido á las manos;
á él eselusivamente se debe esa apariencia de 'unión que existe
ent re las dos Potencias; y á él eselusivamente se debe rá su a m i s -
tad , si llega á verificarse a lgún dia. El Emperador Nicolás es el
único hombre de Estado de Europa.


De lo dicho se infiere que , hoy por h o y , la cuestión te r r i to -
rial , que ha de salvar á la Ing l a t e r r a , y ha de perder al Conti-
nen t e , parece ser que prevalece sobre la cuestión política, que sal-
varia al Continente, y perder ía á la Ingla terra . Aquí vé Vd. cómo,
a tento solo á ilustrar su conciencia hasta donde mis fuerzas a l c a n -
cen , procuro esponer senci l lamente los hechos como se presentan
á mis o jos , sin que tuerzan mi ju ic io , ni vanas esperanzas , ni v a -
nas ilusiones.


Mientras que las cosas no varíen de s e m b l a n t e , el interés e v i -
dente de España es reconcentrar todas sus fuerzas en la defensa
de su propio territorio . .obse rvando en los conflictos Europeos una
neutralidad absoluta. Otro seria mi consejo, si el estado de la cues -
tión fuera otro : bás tame empero discurr i r en lo que conviene hoy,
sin usurpar los derechos del po rven i r , diser tando estérilmento so-
b r e lo que puede convenirnos mañana .


De Vd. afectísimo amigo y S . S. Q. S . M. H.


JUAN DONOSO CORTÉS.




P A R Í S 10 de Marzo de 1852.


M U Y señor m í o : La siluacion interior de la Francia no lia esperi-
nieutado, desde hace mucho t iempo, cambio n inguno. Las e lecc io-
nes que acaban de real izarse , son la consagración de la conducta
del Príncipe Presidente , cuyo poder por ahora es invencible é i u -
conlraslable. Esto no parecerá á Yd. es t raño, si considera q u e , en t re
todos los poderes absolutos , n inguno es mas t r emendo que el que
las muchedumbres delegan á sus amantes favoritos: estos poderes ,
sin embargo , suelen tener de efímeros lo que tienen de formidables.
No quiere decir esto que el del Príncipe haya de pasar en b r eve :
al r e v é s , creo que no hay fracción ninguna ni partido ninguno que
sea poderoso hoy, no digo [tara der r ibar le , pero ni para c o n m o -
verle siquiera.


Los partidos monárquicos han conocido instintivamente esta si-
tuación , y con el fin de salir de ella , hacen esfuerzos para a g r u -
parse . Estes esfuerzos , que han sido estériles hasta aqu í , p r o m e -
ten hoy ser mas fecundos y fructuosos: los Príncipes de la familia
de Or leans , que habian observado una gran circunspección en
esta ma te r i a , comienzan á balbucir la palabra fusión, tan áspera
antes á sus o idos : el misino Mr. Tli iers , que la combatió en otros
dias a rdorosamente , comienza á considerarla como el único puer-




- • 311 - -


lo adonde puede ar r ibar su b a r c a , maltratada por el naufragio.
No se disputa ya sobre la fusión en sí misma , que lodos tienen por
provechosa y necesa r i a : t rá tase solo de aver iguar cuáles han de
ser sus condiciones. Los de un bando descarian que un individuo
de la familia de Orleans fuera , en nombre de los suyos , á rendir
un respetuoso homenage al Conde de Chambord , dándole el n o m -
b r e de Majestad , y reconociéndole por su liey : hecho esto, no se
opondrían á que el Conde p regun tase al Príncipe por la salud de
la Reina viuda, y á que le devolviese la visita. Los del otro ban-
d o , e m p e r o , sostienen que los Príncipes de la casa de Orleans no
pueden sin deshonrarse reconocer á Enrique Y , sin que este haya
reconocido a n t e s , por medio de una visita de atención, la Majes-
tad de la ex-Rcina de los Franceses ; añadiendo q u e , para que la
reconciliación fuese s ince ra , no es tada demás que el Duque de
Burdeos aceptara los tres colores de la Monarquía de Julio. Entre
t a n t o , el tiempo p a s a , la necesidad apremia ; y el uno pasa de tal
m a n e r a , y la otra apremia de tal m o d o , que al f in y al cabo los
mas interesados hab rán de pasar por todo, realizando la fusión
con cualesquiera condiciones. Por lo que á mí h a c e , mi opinión
particular es que la fusión, mas ó menos cord ia l , será un hecho
consumado antes de muchos meses . Lo que no vacilo en afirmar
es que las condiciones de los orleauistas son de todo punto inacep-
tables , y (pie no pueden s e r , ni serán en ningún caso aceptadas.
Por lo que hace á la importancia de este acontecimiento , diré que
en lo presente será escasa, y en el porvenir inmensa. Dos cosas
tengo por aver iguadas y s e g u r a s : la imposibilidad de derrocar por
ahora el poder Pres idencia l , y la imposibilidad de evitar que en
lo futuro sea Rey de Francia Enrique Y.


Pero las cuestiones mas importantes hoy no son las que versan
sobre la situación interior de F r a n c i a , sino ¡as que tienen relación
con el estado diplomático y político de Europa. Ya antes de ahora
h e dicho á Yd. algo sobre este par t icular ; pero no puedo menos
de insistir en este aspecto de la cuestión, y andar mas por el m i s -
mo c a m i n o , en g r a c i a d o la grandeza de la materia , y de la im-
portancia del asunto .




Usted sabe cómo he planteado yo la cuestión E u r o p e a : ahora
puedo añadir que tal como yo lo he p lan teado , es como viene
planteada. El notabilísimo discurso de Lord Derby , que hab rá Vd .
visto dias atrás en los per iódicos , ha venido á sancionar todos
mis principios, á corroborar todos mis pronós t icos , y á r o b u s t e -
cer todas mis afirmaciones. Yo he dicho que la Inglaterra tenia un
interés inmenso en poner como de relieve la cuestión territorial, j r


en oscurecer con sombras la cuestión revolucionar ia ; y eso es c a -
balmente lo q u e , pocos dias después de haberlo yo dicho , ha h e -
cho la Inglaterra por el órgano de su primer Ministro. En efec-
t o , Lord Derby hace dos cosas : la p r i m e r a , oscurecer la c u e s -
tión revolucionar ia , compromet iéndose , por una p a r t e , á no in -
tervenir en los negocios interiores de las otras Po tenc ias ; y por
o t r a , á vigilar activamente la conducta de los refugiados en
Londres : descartada así la cuestión revolucionar ia , saca á p l a -
za, franca y ab ie r t amente , la cuestión terr i tor ia l , y proclama su
adhesión esplícita á los Tratados: descartada la cuestión r evo lu -
cionaria , y planteada la terr i tor ia l , declara que aprueba los a r -
mamentos . Es dec i r , amigo mió, que cuando se t r a t a d o la c u e s -
tión revolucionaria , dice Lord Derby que no hay cuestión , porque
todos estamos de acuerdo ; mientras que cuando se trata de la t e r -
r i tor ia l , plantea esplícita y osadamente la cuestión de la guer ra .
Jamás se ha pronunciado en n inguna tr ibuna , en presencia de un
gran pueb lo , un discurso mas h á b i l ; j amás el supremo interés
Británico , el interés que consiste en plantear las cuestiones de ma-
nera que dividan al Cont inente , ha sido comprendido mejor por
ningún Ministro de la Corona. Usted puede estar seguro de que ,
cualesquiera que sean las complicaciones in ter iores , el Ministerio
de Lord Derby no caerá mientras haya temores de guer ra .


El Príncipe Presidente pudo adelantarse á la Inglaterra en el
planteamiento de la cues t ión , y no lo ha h ech o ; este descuido
puede costarle el poder y la vida. Hace ya mucho tiempo que una
persona q u e , por su posición y por sus circunstancias y por sus
hábi tos , disfruta de cierta autoridad en estas mater ias , encareció
al Pr íncipe la necesidad de reunir un Congreso con el fin esclusi-




— 310 —


vo de descartar la cuestión revolucionaria ; es d e c i r , con el lin es-
clusivo de p lantear la cuestión que r eúne al Continente contra la
Ing la t e r r a , y de descartar la cuestión q u e , dividiendo al Conti-
n e n t e , da el triunfo á la Inglaterra sobre la Francia. El Príncipe
vac i ló , perdió t iempo, no hizo n a d a ; y en el dia debe llorar su
vacilación con lágr imas de sangre .


Si s iguen las cosas por el camino que llevan , el fin será un
desastre inaudi to : la dominación universal de Inglaterra seria an-
tes de mucho un hecho c o n s u m a d o , y la revolución universal s e -
ria la consecuencia impresc indible , indeclinable de esc hecho . So-
b r e este punto , amigo mió , no hay que hacerse ilusiones : la I n -
g la ter ra y la revolución son una misma cosa : eso han sido en lo
p a s a d o , eso son en lo p r e s e n t e , eso serán en lo futuro; y nada
importa q u e un Ministerio conservador haya sucedido en Londres á
un Ministerio revolucionar io : si Vd. se pa ra á considerar la polí-
tica contemporánea del Reino Unido , observará dos cosas : la [trí-
mera , que la Ingla ter ra es s iempre propagandis ta de orden en
t iempo de g u e r r a ; y en tiempos pacíficos, propagandista de las
r evo luc iones : por eso saca á plaza sus Ministerios turbulentos en
t iempos pacíficos , y sus Ministerios conservadores en tiempos t u r -
bados . Tory era el Ministerio que sostuvo la g u e r r a , á fines del
siglo pasado , y á principios de este s ig lo , contra la revolución y
contra la Francia ; lo cual no impidió que , cuando el mundo hubo
en t rado en r eposo , viniera un Ministerio revolucionario á p r o p a -
gar la revolución por el mundo . Lo que sucedió en tonces , va á su -
ceder a h o r a ; y para no v e r l o , es menes ter estar ciegos con una
ceguedad i n c u r a b l e , ó no entender nada de achaques de h is to-
r ia y de revoluciones. El Ministerio Tory propagará el o r d e n , y
hará la g u e r r a ; un Ministerio revolucionario firmará la [taz, y
p ropagará la revolución después de la victoria. Esta es la políti-
c a , s iempre antigua y s iempre nueva y s iempre u n a , de la Gran
Bretaña.


Esta situación , á par te de la gran catástrofe de que acabo de
hablar , nos amenaza con una eventual idad que puede ser próxima
v que seria t e r r ib le : el Príncipe Presidente , (pie es un compuesto




(le conservador y de revolucionario; que , por un lado, ama apasio-
nadamente el poder absoluto , y q u e , por o t r o , se estasía en p r e -
sencia de las masas populares ; el Príncipe P r e s i d e n t e , en fin, que
fluctuando entre todas las cont radicc iones , puede ser lo que Dios
s a b e , puede echar por el mal camino , al ver que , por una pa r le ,
mientras (píelas grandes Monarquías vacilan en darle a p o y o , la
Inglaterra despliega la bande ra conservadora ; y que , por o t ra , es-
tá siendo el objeto de la incansable oposición de los partidos c o n -
servadores de Francia . Por de pronto, ya hay síntomas que indican
esa nueva inclinación de su ánimo, esa nueva propensión de su v o -
lun t ad : el nombramiento (pie acaba de hacer de Pres idente del
Cuerpo Legislat ivo, ha sido dep lo rab le : Mr. Billaut, el nombrado
Presidente , ha pasado siempre por un socialista verdadero , aunque
según la opinión de a lgunos , ha concluido por abjurar de sus
errores .


Esto no quiere decir que Luis Napoleón esté decidido á en t ra r
por una senda tan llena de escollos : la verdad me parece ser esta:
el Presidente desearía enarbolar la bandera del o r d e n ; pero si se
ve abandonado por los partidos monárquicos de den t ro , y por las
Potencias conservadoras de fuera , enarbolará el p r imer e s t a n d a r -
te que se le venga á la mano . En este últ imo caso , yo no sé como
la Europa podría sustraerse á una horrenda ca tás t rofe : la Gran
Bretaña la sometería al yugo de la revolución cuando viniese la
p a z , y la Francia le impondría esc mismo yugo cuando estallase
la guer ra . Pero nada sucede que no deba s u c e d e r : eso y mucho
mas merece la Europa.


Por lo que hace á nuestra España , ser ía una especie de delirio
pensar para ella en otra cosa , sino en su neutral idad. ¡Dichosa ella
si puede conse rva r se !


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.


JUAN DONOSO C O R T E S




P A K I S 10 de Abril de -18S2.


M U Y señor mi o : Desde que escribí á Vd. mi ú l t ima , han pasado
tres acontecimientos , impor tantes por su influencia en el giro de
la política Europea : es el pr imero el discurso pronunciado por el
Príncipe Pres iden te , el cha de la definitiva constitución de lo.; p o -
de res públ icos , decretados por la actual Constitución de la R e p ú -
blica F r a n c e s a ; es el segundo el discurso dirigido después por el
mismo Príncipe á los Representantes de la Magistratura, el dia que
pres taron el ju ramento de fidelidad en sus m a n o s ; es el tercero el
fallecimiento del Pr íncipe S w a r t z c m b e r g , Presidente del Ministerio
Austríaco.


El primer discurso del Presidente es el anuncio franco de sus
aspiraciones Imperiales; ni es posible interpretar le de otra manera ,
cuando se considera , por un lado , el carácter de la persona que
le p ronunc ió ; por o t r o , la imposibilidad de que los partidos venc i -
dos no intenten nada contra el actual orden de cosas, condición i m -
puesta por el Príncipe para (pie el imperio no llegue : y por último,
las g randes facilidades que el Gefe del Estado tiene para denunciar
conspiraciones soñadas , á falta de conspiraciones verdaderas .


El segundo discurso es la confirmación del primero , y su ve r -
dadero y genuino comen ta r io : en él proclama el Príncipe (en pre -




— 349 —


scncia do la Magistratura , custodia del derecho y gua rdadora de
las leyes) que el Imperio es la ley , y su persona el derecho : para
demos t ra r lo , recuerda los sucesos de 1 8 0 4 , y el voto de cuatro
millones de franceses nombrando al Emperador Napoleón cabeza
de una nueva Dinastía. De manera que el Imperio y el Emperador
no están ahora velados sino porque el Principe lo cons iente : el día
(pie deje de consent ir lo , la ley recobrará su fuerza , y el derecho
su v igor , no habiendo dejado nunca el segundo de ser el derecho
de los Napoleonidas , ni habiendo dejado nunca la pr imera de ser
la ley del Estado.


De todo esto se deduce , amigo m i ó , que es tamos eu vísperas
de! Imperio. El Imperio no será todavía la guerra ; pero será á su
vez víspera de la guer ra , como lo ha sido del Imperio la Dic tadu-
í a : y lo s e r á , porque será la víspera de las couquís las , las cuales
á su vez serán el dia de la gue r r a . Que el Imperio lleva á las c o n -
quistas , es una cosa ev idente ; tan ev idente que sin ellas no se con -
cibo el Imperio. El Príncipe , ni puede desconocerlo , ni lo d e s c o -
n o c e : la venganza de Water loo ha estado s iempre en su corazón,
aunque no ha pasado todavía del corazón á los labios.


La muerte del Príncipe Swar t zemberg puede desbaratar estos
planes. Creo haber ya dicho á Vd. en otras ocasiones, que el Aus-
tria era la única Potencia amiga y aliada del Pres idente . La esplica-
cion de este fenómeno es una cosa sencilla: el Austria puede enten-
derse con la Francia en todas las cuestiones territoriales; en la c u e s -
tión Suiza, por medio de una ocupación en común de los Cantones
Helvét icos; en la cuestión Piamontesa , por medio de la ocupación
francesa de la Savoya , y de la ocupación austr íaca de las p r inc i -
pales plazas fuertes del P iamonte ; y por ú l t i m o , en la cuestión
Alemana , porque el engrandecimiento de la FYancia por las par tes
del Rhin, habia de realizarse únicamente en detr imento dé l a P r u -
sia. objeto de la animadversión de todo buen Austríaco, y señalada-
mente del Príncipe Swar tzemberg , que habia puesto en su h u m i -
llación todo el ardor de su amor propio.


La alianza del Austria habría sido bastante para inclinar el
ánimo de un Príncipe reposado y p ruden te á no esponerse al azar




— 350 —


fie las batal las: pero el Príncipe Luis Napoleón, que es prudentísimo
en ciertas y de terminadas ocasiones, se ve súbi tamente abandona-
do de su prudencia cuando se trata de la realización de los grandes
propósitos que lia meditado en el infortunio , y (pie ha acariciado
en el dest ierro. Por eso, he dicho á Vd. antes de ahora, que habia
que temerlo todo del Príncipe Luis , y que seria bueno contar con
la realización súbita de todos los temores .


La muer te del Príncipe Swar lze inberg dejará probablemente á
Luis Napoleón sin adiado n inguno , s iempre (pie la cuestión ter r i to-
rial salga á p laza; no porque el Austria no propenda siempre na tu -
ra lmente a l a alianza f rancesa , no porque el sucesor del Pr íncipe
d e Swar tzembcrg (que lo será probablemente el Conde Buol, Mi-
nistro de! Austria en Londres) tenga una política distinta de la del
Príncipe m a l o g r a d o : sino porque en los Consejos del Austria no es
p r o b a b l e , fallecido el Pr íncipe de Swartzeniborg , que haya un
hombre de tan g rande energía y de tan ruda f i r m e z a , (pie ose r e -
sistir á la influencia del Gabinete Ruso, el cual ni quiere la prepon-
derancia absoluta del Austria e n la Confederación , ni puede c o n -
sentir la preponderancia francesa cu Europa.


Ahora bien, amigo mió: por ardiente y por fiemo (pie sea la r e -
solución del Príncipe Luis de vengar las afrentas Imper ia les , no
pa rece posible q u e , sin haber antes perdido el s e s o , se arroje á
tan ag igantadas empresas sin contar con aliado n inguno. Esta con-
sideración me inclina á c r ee r en el aplazamiento indefinido de to-
dos sus p r o y e c t o s : á pesar de todos sus discursos , paréceme que
ha de mirar la cosa muy despacio, antes de realizar sus esperan-
zas dinásticas ó Imperiales ; y que , si por ventura llega á rea l izar-
las, ha fie luchar esforzadamente, hasta intentar lo imposible, para
fundar un absurdo , es decir , el imperio sin conquistas.


Si la muer te del Príncipe de Swar t zembcrg produce estos r e -
sultados , atraque lamentable, será fausta. La g u e r r a , amigo mió,
en las condiciones con que debía comenzarse ó prosegui rse , hubie-
ra puesto á la Europa e n el sendero de la perdición, y en el borde ,
si no en el fondo del ab i smo: el triunfo definitivo hubiera sido de
la revolución y de la Inglaterra , que han sido, son y serán siempre




una misma cosa. Importa poco que , apremiada por las c i rcunstan-
cias , aconsejada por el momento p r e s e n t e , la Inglaterra se p r o -
clame amiga del o r d e n , para no apar tar do sí , en la previsión de
la g u e r r a , á las Potencias Cont inenta les : pues ajustada la paz , y
conseguida la victoria , los Whigs , que son los Ministros del
tiempo de paz, .sucederían á ios Torys , (pie son los Ministros
de los tiempos de g u e r r a ; á la política conservadora suceder ía
entonces la política revolucionaria ; y la política de la Inglaterra
vencedora sería la política de todas las Naciones Continentales. En
este pun to , amigo m í o , no son posibles las i lus iones: en lo p a s a -
do está la historia de lo futuro. Durante los torpes escándalos d e la
revolución que se inauguro en 1789 ¿qu iénes quer ían la paz? los
Whigs : ¿quiénes querían la guer ra , y quiénes la hicieron? los Torys :
durante, la guerra y duran te su dominación , la Inglaterra i n a u g u -
ró y prosiguió con respecto al Continente una política monárquica
y conservadora : pero la guer ra tuvo fin: vino la p a z , después de
la victoria: vinieron los W h i g s , después de la paz: y en pos de los
W h i g s , vinieron las revoluciones. Esta es la his tor ia: escrita es tá ;
y si es posible echarla en olvido, no es posible bor ra r la .


Y esta es la razón , amigo mió , porque me ve Vd. insistir t a n -
to en este punto culminante de la política Europea. El Príncipe Euis
e s responsable ante Dios y an te los hombres de haber dado ocasión
á que salga á plaza la cuestión ter r i tor ia l , que ha de hacer Inglesa
á la E u r o p a : los Gobiernos de Europa son culpables ante Dios
y ante los hombres de en t regar el Continente á la Ing l a t e r r a , á
pesar de las cuestiones territoriales. Todos cometen el delito de po-
ner en segundo término la cuestión pr inc ipa l , la cuestión v e r d a d e -
ra , la cuestión ú n i c a , que es la cuestión revolucionaria: á lodos
les l legará el escarmien to , adminis t rado por la mano de la Ing la -
terra , y por la mano de las revoluciones. Si la guer ra llega á e s -
tallar , el escarmiento llegará p r o n t o : si por fortuna se conserva
la paz, llegará t a m b i é n , aunque l legará ta rde . El único medio do
apar tar el escarmiento hubiera sido plantear franca y dec id idamen-
te la cuestión revolucionaria, y haber llegado para encontrar su so^
lucion , si era m e n e s t e r , hasta la guerra : la guerra , en estas c o n -




(liciones, hubiera sido fausta y fecunda ; porque hubiera dado por
resultado la humillación definitiva de la Ing la te r ra , y el triunfo
normal de la política monárquica y conservadora .


Viniendo ahora á asuntos menos impor t an t e s , diré á Vd. algo,
p r imero , acerca de las negociaciones entabladas por la Francia con
el Gobierno Federal de Suiza, para la espulsion de los refugiados
políticos, y después acerca de cómo ha sido festejado el Duque de
Burdeos por el g ran Duque Constant ino, hijo del Emperador de
Rusia ; cosa que no carece de impor t anc ia .


Por lo que toca á las negociaciones con la Suiza , el Gobierno
Federal está pronto á satisfacer á la F ranc ia , espulsando del t e r r i -
torio Helvético á todos los refugiados peligrosos, si bien se niega á
reconocer en principio ¡pie sea el Gobierno Francés á quien toque
eselusivamente designar los . La cuestión no pasará de a q u í , y s e -
gún todas las p robab i l idades , se a r reg la rá este asunto pacifica-
mente : y no porque la Francia no estuviera dispuesta á pasar a d e -
l a n t e , hasta promover un cambio radical en las instituciones
democrát icas de la Suiza , sino porque , faltándole el Austria , no
considera prudente adelantarse mas por ahora en este camino.


El otro punto que me propuse t o c a r , es mas inc ier to , pero
mas g rave . Por los periódicos ha debido Vd. saber que el Gran
Duque Constantino dio en Venecia una gran comida al Duque de
Burdeos : esto de por s í , en las circunstancias actuales , no es cosa
de Lodo punto ind i fe ren te : pero parece ser que hay mas ; y que
eso mas , es mas g rave . Según personas respetables , que se supo-
nen enteradas de los hechos , parece ser que el Gran Duque dio
al Duque de Burdeos el título de Majestad ; que tratándole corno á
Rey , le invitó á presidir la comida ; y que ordenó á la escuadrilla
que le escolta, que le saludara con el saludo Real , lo cual hubo de
verificarse. Si estos pormenores son exactos , darían una gran luz
sobre las intenciones , un tanto veladas hasta a h o r a , del Empera -
dor de Rusia.


De Vd. afectísimo, S. S. Q. S. M. B.


JYAN DONOSO C O R T E S .




P A R Í S 2 4 de Abril de 1 8 5 2 .


M U Y señor m i ó : Dos cosas importantes han acaecido desde que
escribí á Vd. mi últ ima carta : una es la publicación , en El Times
de L o n d r e s , de una Anta colectiva pasada por la Rusia y por la
Piusia al Gabinete de Viena en el mes último a n t e r i o r , sobre la
política mas conveniente en el caso probable de una nueva forma
de Gobierno en F r a n c i a ; y otra es un comunicado del Gobierno,
inserto en los periódicos de Par i s , sobre los rumores de u n a p r o -
clamación próxima del Imperio.


La Nota cuya sustancia habrá Vd. visto en El Times, es a u t é n -
tica. Interpeladas la Rusia y la Prusía por el Austria sobre la c o n -
ducta (pie las Potencias del Norte deberían observar en el caso de
que en Francia fuera proclamado el Imper io , las dos Potencias i n -
terpeladas contestaron de consuno , que no reconocer ían al nuevo
Emperador sino con dos condic iones : la p r i m e r a , que lo sea en
virtud de un nuevo Plebiscito ; la s e g u n d a , que el Imperio no sea
hereditario. Cumplidas estas dos condiciones , el Imperio no es otra
cosa sino la continuación de la República , la cual ha sido r e c o n o -
cida ya por todos los Gabinetes Europeos. Cira cosa seria en el
caso de que el Pr íncipe Presidente se p roc lamara Emperador cu
virtud de una legitimidad hereditaria , y sin consulta!' al pueblo;


TOMO v. 2'í




- 3 5 1 -


y en el caso de que el pueblo quisiera con su voto crear , por m e -
dio de la h e r e n c i a , una nueva Dinast ía : en estos dos casos , ni la
Rusia ni la Prusia reconocerían el orden de cosas que se es table-
ciera en Francia : y esto por dos razones principales : porque la
Dinastía Borbónica ha sido condenada por los T ra t ados ; y porque
los Soberanos del N o r t e , s i , por un lado, reconocen á los p u e -
blos constituidos en República el derecho de darse un Gefe de por
v i d a ; por otro , le niegan el derecho de crear una nueva raza de
Soberanos y una nueva Dinastía de R e y e s ; cosa reservada solo á
Dios por el ministerio del t iempo.


Esta Nota es la confirmación de cuanto en distintas ocasiones
hasta ahora he manifestado á Vd. acerca de la política de las Po-
tencias del N o r t e , reducido todo á asegurar dos cosas : la p r i m e -
ra , que el Príncipe Luis Napoleón pocha contar con las simpatías
del Austria , gobernada por el Príncipe de S w a r l z e m b c r g , en t o -
das las eventual idades pos ib les ; la segunda , que no pocha contar
ni con la Rusia ni con la P rus i a , en ciertas eventual idades. La
muer t e del Príncipe de Swar t zemberg quitará probablemente al
Príncipe Pres idente su único aliado Continental , en los g randes
conflictos á que puede dar ocasión su advenimiento al Imperio.


Esta eventualidad me parece s e g u r a , á pesar de la m a l q u e -
rencia de las Potencias del Norte . En el comunicado oficial, de que
he hecho mención mas a r r i b a , haciéndose cargo de los rumores
que circulan acerca de la proclamación del Imperio por el ejército
en la gran revista de Mayo p r ó x i m o , al mismo tiempo que se da
la segur idad de que el Imperio no saldrá de esa proclamación, se
asegura que se proc lamará mas ta rde , y de otra m a n e r a ; es decir,
por medio de la iniciativa de los graneles Poderes del Es tado , y
del consentimiento del p u e b l o : lo cual quiere decir que el P r í n -
cipe no quiere ser proclamado sino por un nuevo Plebiscito, ce -
diendo así á una de las exigencias de las Potencias del Norte. Por
lo que hace á la cuestión que consiste en averiguar si el Imperio
ha de ser vitalicio ó he red i t a r io , el Príncipe no ha manifestado
todavía su resolución, si bien ha dejado ver claramente sus t en -
dencias : en vista de ellas, y del lenguage de las personas que e s -




tan en e l ' s ec re to de sus in tenciones , es de temer que en este
punto prescinda completamente de la opinión de la Europa ; y que
á pesar de todo y de lodos , acabe por aceptar el Imperio h e r e -
ditario.


No ignora e! Príncipe que este suceso le enagenará la vo lun -
tad de la Inglaterra y de las Naciones Continentales ; pero presume
(y yo no me a t reveré á dec i r , si con razón ó sin el la) que la
mala voluntad no se conver t i rá en conflicto; v (pie la Europa se
mirará en ello una y otra vez , an tes de provocar un conflicto con
la Francia . No estoy yo lejos de pensar de la misma m a n e r a , p a -
reciéndome cosa difícil que la guer ra haya de ser la consecuencia
inmediala de la proclamación del Imperio heredi tar io. Pero si la
guer ra no viene cu segu ida , vendrá muy poco d e s p u é s ; como
quiera que me parece imposible que el Impe r io , y sobre todo , si
es heredi tar io , no acabe por una dilatación de fronteras : cosa que
de seguro no consentirá la Europa sin recurr i r á las a r m a s .


Este hombre está en manos de la fatalidad, ó por mejor d e -
c i r , de una serie de fatalidades sucesivas. La situación actual va
fatalmente al Imperio e lec t ivo: el Imperio electivo va fatalmente
al Imperio hereditario: el Imperio, hereditar io ó electivo, va fatal-
mente á la conquis ta : la conquista va fatalmente á la g u e r r a : la
guerra va á parar fatalmente en otro Water loo : la fatalidad de
otro Waterloo es otra Restauración Borbónica : la fatalidad de o t ra
Restauración Borbónica , llevada á cabo por los ejércitos e s t r a n g e -
r o s , capitaneados por la Ing la t e r r a , es otra revolución inter ior ,
que pondrá otra vez el poder en manos de los O r l e a n e s : y la fa-
talidad de una Restauración Orleanista será otra república d e m o -
crática. La historia de lo futuro será la historia de lo pasado. Para
mí es cosa clara que la esperiencia no aprovecha á n a d i e , ni á los
individuos, ni á las Naciones.


Suyo afectísimo S. S. Q. S. M. B .


JUAN DONOSO CORTÉS.




PARÍ* i 'i do Mavo do I Sü'á.


M U Y señor mió : Desde la fecha de mi última , ningún acontec i -
miento no tab l e , interior ó es ter ior , ha venido á cambiar el aspec-
to de las cosas. La g ran solemnidad mi l i ta r , verificada ayer para
la distribución de las Águilas al Ejérci to, ha carecido de lodo p u n -
to de importancia polí t ica: lo c u a l , si bien se m i r a , no deja de
ser i m p o r t a n t e , y aun important ís imo. La esplicacion de este f e -
nómeno es curiosa por demás , y tengo para mí que no ha de dejar
de ofrecer á Vd. un interés g r a n d e .


Ante todas cosas , debo asentar aquí una proposición evidente;
que el Príncipe Luis Napoleón es el único que ha impedido ayer la
proclamación del Imper io . El Ejército le hubiera proclamado con
aplauso , y el pueblo hubiera recibido la proclamación con regoci-
jo : la consigna, empero , era severa ; y la prohibición d é l a procla-
mación, absoluta . Y sin embargo , nada tengo por mas cierto que la
resolución del Príncipe de cambiar su Presidencia decenal por el Im-
perio heredi tar io . El Imper io , pues, vendrá ; pero vendrá á su tiem-
po , vendrá en el dia y en la hora que el Presidente tiene señalada.
Pa ra ent rar en el misterio de sus designios, hay que considerar dos
cosas : la pr imera , que Luis Napoleón no quiere ser de tal manera el
hombre del sufragio universal , que su porvenir dependa esclusiva-




mente de este sufragio; la segunda , que no quiere ser de tal manera
el hombre del Ejército, que su muer te esté en las manos de los Gefes
militares. Lo que desea sobre todo , y á lo que aspira , es á- poner
al pueblo y al Ejército á su s e rv i c io , siendo él independien te de
ambos . Vencedor por las a rmas en las jo rnadas de Diciembre,
puede decir al pueblo que no le neces i t a : Pres idente de la R e p ú -
blica por ocho millones de v o t o s , puede decir al Ejército que el
pueblo es é l , y que el soldado está al servicio del pueb lo . El m a -
yor peligro hoy dia para él es ceder á las exigencias mi l i t a res ; y
por eso aspira á subir al trono á favor de otros impulsos. El Imper io
será proclamado , si puede decirse a s í , civilmente : el Senado, en
uso de sus atribuciones Constitucionales , emit i rá el deseo de esta
m u d a n z a : el pueblo será consultado sobre la proposición S e n a t o -
rial; y el Presidente se convert i rá en Emperador , en vir tud de un
un nuevo Plebiscito. Para mí no hay mas cuestión que la de t i e m -
po. Comprometido solemnemente á conservar la Repúbl ica , el
P r ínc ipe , si las t ramas de los partidos no le obligan á refugiarse en
el Imper io , desearía poder fundar en una manifestación popular e l
cambio de Inst i tuciones: por eso a g u a r d a , y aun agua rda rá a l g u -
nos meses: si al cabo de cierto t iempo, la manifestación popular no
v i e n e , vendrá el cambio de todas mane ra s . Mi opinión es que no
se pasará el ve rano sin Imperio.


Por lo d e m á s , c r e o , como en mi última anter ior dije á us ted ,
que la Europa reconocerá el nuevo orden de cosas que está p r ó x i -
mo á establecerse. Vd. puede contar por seguro que no hay m a s
que un solo caso de guerra ; y que ese caso es la estralimitacion de
las f ronteras , tales como existen en vir tud de los Tra tados . Si e '
nuevo Emperador logra constituir un Imperio pacífico, la paz del
mundo está asegurada por ahora : si no logra resistir á los impulsos
conquis tadores , á que dará origen la nueva situación , estallará
inevitablemente la guerra , que se terminaría por la invasión y la
ruina de la Francia . Un solo aliado tenia en Europa el Príncipe
Luis Napoleón: con el fallecimiento del Pr íncipe de S w a r l z e m b e r g ,
le ha perdido. Para mí no es dudoso que el Austria cederá ahora
á la presión de la política Rusa , la cual consiste en es t rechar los




vínculos do unión de ¡as tres g randes Potencias del Norte, con el tin
de obrar en común para combatir y rechazar e n s u d i a las pretcnsio-
nes imperiales. Durante el Ministerio del Príncipe de Swar tzemberg ,
el Austria aspiraba á cosas muy d i fe ren tes : humillar á la Prusia y
unirse á la Francia en cualquiera eventual idad, eran los grandes
designios de aquel hombre de Es tado: sus designios han muerto
con él; y la visita que el Emperador de Rusia hace a! de Austria en
estos mismos m o m e n t o s , habrá acabado probablemente hasta con
las huellas de la antigua política Austríaca.


De todo lo dicho se deduce que la verdadera cuestión , la cues -
tión impor tante consiste en aver iguar s i , una vez aclamado E m p e -
rador , el Pr íncipe respetará por su parto los Tra tados . Esa , y esa
sola , es la cuestión del porveni r ; la cuestión de la paz ó de la g u e r -
ra . Ahora bien : si se at iende , por un l ado , á que la idea lija del
Presidente es abr i r una brecha en esos Tratados, que son la humi-
llación de su raza; por o t ro , á que sus ideas fijas son inmodifica-
bles; y por ú l t imo , á que , por la naturaleza misma de las cosas,
r epugna la idea de un Imperio pacífico , mi opinión es que al fin y
al cabo se presentará el caso t remendo de la gue r ra . Si el Príncipe
de Swar t zemberg no hubiera fallecido, la guerra hubiera sido i n -
evitable el año que viene. No contando con apoyo n inguno , es de
esperar que el futuro Emperador se mirará mas en ello, y que r e -
huirá , cuanto p u e d a , en t rar en una lucha sin otro apoyo que el
de las fuerzas revolucionarias del mundo . Pero en definitiva , y en
un plazo mas l a r g o , creo que la guerra v e n d r á , y (pie el futuro
Emperador pondrá á su servicio la propaganda revolucionaria.


Así se irán realizando , una después de otra, las terribles even-
tualidades de que hablé á Vd. en mi ú l t ima; siendo la última de
ellas el triunfo de una revolución g e n e r a l , término forzoso de los
e r rores por todos cometidos.


De Vd. afectísimo S. S. Q. S, M. 13.


JUAN DONOSO CPHTK.S




P A R Í S 1 .° de Junio d e 1 8 5 2 .


M U Y señor m i ó : Las cosas s i g u e n , en Francia y en E u r o p a , el
curso mismo que tengo anunciado á Vd. desde que se realizó el
gran suceso del 2 de Diciembre , y sobre todo , desde el falleci-
miento del Príncipe de Swar t zemberg . Mientras que , por u n lado,
el Pr íncipe Presidente camina hacia el I m p e r i o , que tengo por
inevitable , por o t r o , las Potencias del Norte se conciertan y p r e -
paran , en la previsión de graves eventual idades y de serias com-
plicaciones. Por lo que hace al Príncipe Presidente , dos cosas t e n -
go por c ier tas : la pr imera , que no ha abandonado nunca la idea
c o n q u e vino, de hacerse E m p e r a d o r , y Emperador heredi tar io;
la s e g u n d a , q u e , aun en la suposición de que él abandonara su
idea , seria competido á poner la por obra por su propia familia , y
por sus propios partidarios. Por lo que hace á las Potencias del
N o r t e , tengo esto por c i e r to , á s a b e r : que la Rusia trabaja sin
descanso por apaciguar las querel las en t re la Prusia y el Austria:
que sus esfuerzos, que no serán nunca poderosos para cst inguirlas
de todo pun to , lo son , y lo han sido ya , para imponer una t r e -
gua á las Naciones con tend ien tes , en la previsión de grandes s u -
cesos Europeos: y por ú l t imo , que la influencia de Inglaterra so-




b r e esta gran coalición es poderosís ima, y con el tiempo llegará á
ser omnipotente.


Por lo d e m á s , creo b o y , como creia a y e r , que la proclama-
ción del Imper io , hereditario ó vitalicio, no constituirá por s isóla
un casus belii: las complicaciones serán , en ese caso , mayores sin
duda n i n g u n a ; el desvío de las Potencias será sin duda mas gran-
de , el aislamiento de la Francia mas comple to , la desconfianza
general mas abso lu ta , el sobresalto común mas visible. El r e co -
nocimiento oficial de las Potencias da rá tal vez lugar á negocia-
ciones perezosas , quizás a g r i a s ; y al fin y al c a b o , podrá s u c e -
der muy bien que no ¡legue ú verificarse, sobre todo , si es h e r e -
ditario el Imperio que se proclame. Pero nada de eslo es la gue r ra :
la guerra no sa ldrá do la proclamación del Imperio por sí sola;
la gue r r a no puede romper , sino en el caso de que el Príncipe dé
un paso en el sentido del engrandecimiento territorial de la F r a n -
cia. La guerra , en esa suposición , estallaría desde luego : con la
guer ra se combinarían grandes complicaciones es te r tores : y todo
a c a b a r í a , no p o r u ñ a batalla de Wate r loo , sino mas bien por una
batalla de Novara . Mi opinión es que , unas después de otras , i rán
realizándose todas estas eventual idades ; y que el pa radero de todo
será una nueva Res tau rac ión , seguida de una revolución definiti-
va , que v e n d r á al mundo por la F r a n c i a , bajo los auspicios de la
Ingla ter ra .


Vamos á otra cosa. Usted habrá visto en los periódicos la c a r -
ta dirigida por el Conde de Chambord á los legitimistas. Esta c a r -
ta , que ha causado aquí un g ran ruido , ha sido la materia esc lu-
siva de la conversación de los sa lones ; lo cual no impide que el
negocio carezca de impor tancia . Por el mismo t i e m p o , ha r e c i b i -
do la Condesa de l 'Aigle otra carta de la Duquesa de Or l cans , en
que esta Señora habla de la fusión de las dos ramas Reales , como
de un suceso inevi tab le : estas palabras en boca de la persona mas
opuesta á la fusión, sirven para demostrar cuan mal parados a n -
dan los negocios de la familia de Orleans , cuan disminuidas e s -
tán sus esperanzas , y cuan menguadas sus ilusiones. Sea , e m p e -
r o , de esto lo que q u i e r a , puede Vd. estar seguro de una cosa:




— 361 —


JUAN D O N O S O C O R T É S .


que por ahora toda resistencia interior aquí es inútil é imposible:
nadie ni nada puede resistir al ascendiente de un h o m b r e que está
apoyado en el Ejército y en ocho millones de votan tes . Estas c o m -
binaciones efímeras de los part idos no pueden tener importancia ,
sino en el supuesto de una guer ra g e n e r a l : los vencidos a q u í , lo
están de tal manera y hasta tal punto , que no pueden salir de su
profunda pos t rac ión , sino por el e s t rangero .


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B .




P A I U S , 30 de Agosto de 1852.


111 v\ señor m i ó : A pesar del impene t rab le secreto que guarda el
Pr ínc ipe P r e s i d e n t e , según su inveterada costumbre , acerca de
sus designios, mi persuasión, de acuerdo con la creencia universal ,
es que tocamos con la mano á las puertas del Imper io : las op i -
niones emitidas por los Consejos de Distrito y por los Consejos Ge-
n e r a l e s , la conducta observada por las Autoridades en los Departa-
mentos , y mas que todo , y sobre todo , la que han observado en
las sesiones de los Consejos Generales , las personas allegadas al
P r ínc ipe , y sus consejeros mi smos ; todo me persuade, y persuade
á los demás , que el Senado no tardará largo tiempo en r e u n i r s e , y
que un Senado-Consulto restableciendo el Imperio sera el resultado
de sus pr imeras sesiones. El viaje que el Príncipe va á emprender
por los Depar tamentos del Mediodía , las espléndidas ovaciones que
se le p repa ran , las aclamaciones significativas que todos aguardan ,
n o serán otra cosa sino los últimos prel iminares de la Era Imperial ,
saludada ya por los p u e b l o s , esos perpetuos despreciadores de
todo lo que se va . y ac lamadores perpetuos de lodo lo que viene.
Es absolutamente imposible señalar desde hoy el dia y la hora en
que ha de realizarse ese g r an acontec imiento: pa réceme , sin e m -
ba rgo , que se puede afirmar , sin temor de ser desmentido por los




hechos , que cuando llegue el año de 1 8 5 3 , la Era Imperial habrá
comenzado. Digo m a s ; y es q u e , atendida la supersticiosa v e n e r a -
ción con que el Príncipe mira s iempre ciertos aniversarios , no creo
que calcularía e r radamente el que señalara como el día de la p r o -
clamación Imperial el 2 de Diciembre p róx imo. El Príncipe es h o m -
b r e para poner el Imperio bajo la protección del g ran aniversar io
del dia grande, que le dio la Dictadura.


Por lo que hace á la cuestión que consiste en aver iguar si el
Imperio será hereditario ó vi tal icio, son muy varios los cálculos,
y muy varias las opiniones: la mia , fundada en el conocimiento
que tengo de la persona , y ele la manera que tiene de ir á su o b -
j e t o , es favorable á los que creen que el Imperio por de pron to
será vitalicio, reservando , para el día del matrimonio del P r ínc i -
p e , su trasfonnacion en heredi tar io . Ese d i a , por lo d o m a s , está
lejos: los tratos mat r imonia les , que meses atrás fueron iniciados,
con la heredera del nombre glorioso de Wassa , me parecen rotos;
y otros cualesquiera , en las actuales c i rcunstancias , muy difíciles,


Por lo que hace a l a conducta de las Potencias de E u r o p a , s u -
puesta la proclamación del Imperio vi tal icio, no cabe duda sino
quese ra lo que ha sido hasta a h o r a : la República Presidencial no
e s o t r a cosa, si bien se m i r a , . sino ese mismo Imperio , menos el
n o m b r e . Las Potencias Europeas reconocerán sin vacilar el nombre ,
como han reconocido la cosa. En mi s e n t i r , el reconocimiento
vendrá en respuesta de la not ic ia , y vendrá en forma telegráfica.
Otra cosa sería si el Imperio fuera heredi tar io : en esta suposición,
aunque yo no creo que la Europa dejara de reconocer lo , tengo
para mí que caminaría con mas lentitud , con mayor c i rcunspec-
ción; y ( ¡ i i c el reconocimiento no vendría por el telégrafo, sino por
el c o r r e o , y precedido de ciertas preguntas y de ciertas r e s -
puestas .


En medio de la oscuridad que ofrecen las cosas del porvenir ,
lo único que tengo por s e g u r o , es esto: que no puede h a b e r , y
que no habrá conflicto universal , sino en el caso de que el futuro
Emperador tome la iniciativa , ensanchando los límites de la F r a n -
cia. La Europa podrá ver con disgusto el Imperio vi tal icio, con




— 3 6 1 —


JUAN DONOSO CORTÉS.


malevolencia el Imperio hered i ta r io ; pe ro no sacará la espada de
la v a i n a , sino por un acrecentamiento de terr i torio. Esto es lodo lo
que creo oportuno asegurar por a h o r a : consideraciones de otra e s -
pecie me parecerían prematuras y aven tu radas .


De Vd. afectísimo S, S. Q. S. M. B.




P A R Í S -15 de Diciembre de i 8 5 2 .


M U Y señor mió : La Francia tiene ya un Imperio, creado por mas
de ocho millones de sufragios, á que asciende la votación p rod i -
giosa que acaba de verificarse. Fsto, sin e m b a r g o , no prueba otra
cosa sino (pie en Francia todos s iguen ciertas corr ientes m a g n é t i -
cas , que reúnen estas dos cal idades: la de dura r poco, y la de ser
invencibles mientras d u r a n ; los misinos que se dejau ar ras t ra r por
io que tienen de invenc ib le , conocen instintivamente lo que tienen
de pasagcro. Fsto sirve para esplicar porqué lodos hacen s iempre
una misma cosa, y todos sin entusiasmo. Lo que caracter iza , pues,
al poder actual , es lo omnipotente , y lo instable : nadie piensa que
puede ser res i s t ido , y nadie c r e c e n su durac ión : esa es s iempre
la naturaleza propia de los poderes que surgen súbi tamente de las
aclamaciones popula res : todo el mundo los obedece , hasta que les
resiste todo el m u n d o . Por lo demás , sería locura c reer que un
cambio de cosas sea ahora i n m i n e n t e : un poder puede s e r , a u n
mismo tiempo, instable por su na tu ra l eza , y necesario en ciertas
c i rcunstancias : y eso es caba lmente lo que sucede al nuevo I m -
perio F r a n c é s , á quien por su naturaleza le es negado el p o r v e -
nir , y á quien las circunstancias a seguran en el momento p r e -
sente.




Todo el movimiento político está aquí concentrado ahora en el
Senado, que discute, como V. sabe, á puerta cerrada : á pesar de
esto, puedo afirmar á V. (pie, en t re ios varios importantísimos Se-
nado-Consultos que ha aprobado y a , se encuen t ran dos de la mas
alta impor tanc ia : por uno de ellos se dispone que el Cuerpo L e -
gislativo , que por la Constitución examinaba por capítulos el p r e -
supues to , le examina rá en adelante por Ministerios, es dec i r , en
con jun to , y sin ent rar en los detalles de invers ión : por o t ro , que
es el mas g rave de t odos , se autoriza al Emperador para que por
sí solo pueda e m p r e n d e r y conceder todas las obras y trabajos
públ icos , y las empresas q u e con ellos tengan re lac ión; y ce le -
b r a r con las Potencias e s t r añas , sin obligación de dar cuenta á
nadie de su conduc ta , los Tratados de Comercio. Todos los i n t e -
reses comerciales é industriales del país quedan concentrados , por
este Senado-Consul to , en las manos Imperiales.


Jamás hombre n inguno , amigo mió , ni en los tiempos an t i -
guos ni en los modernos , ha reunido en la Europa Cristiana un
poder tan gigantesco en sus m a n o s : las Monarquías mas absolutas
de derecho encontraban ciertas resistencias eficaces en las g randes
Corporaciones del Estado, y en el espíritu altivo de la Nobleza y de
la Aristocracia: el nuevo Emperador no encuent ra hoy resistencia
n inguna en n inguna par te , Falta ahora aver iguar si el hombre es
capaz de soportar el peso de semejante pode r ; ó si va á parar
todo es to , por via de reacc ión , á una impotencia absoluta.


El Príncipe que impera hoy en el Pueblo Francés , es audaz en
los designios, prudente en la acción, dotado casi por iguales partes
de osadía y de e s p e r a : perseverante hasta el hero ísmo; teniendo
una confianza entera en su fortuna y en el t i empo ; consumado en
el conocimiento de las pasiones humanas , hábil en aprovecharse de
de e l las , es un hombre de quien puede aguardarse y temerse todo;
y !o que parece mas impos ib le , seña ladamente . Véale V d . , en las
ocasiones so l emnes , p ronunc ia r , hoy un discurso u l t r a -guer re ro ,
mañana otro discurso ul tra-pacíf ico, siguiendo en esto su antigua
c o s t u m b r e , que consiste en desorientar á la Europa con declara-
ciones contrar ias . El que se p roponga adivinar lo que el Empera-




dor ha de hacer por lo que d i c e , esté seguro de caer en los mas
groseros e r rores : lo importante no es escuchar lo que dice , sino
averiguar lo que piensa; porque h a y , sin duda n i n g u n a , unidad
de pensamiento en medio de esa. d ivers idad de lenguaje. Sea de
esto lo que quiera , el hecho es que sus discursos , aunque c o n t r a -
rios entre s í , porque unos parecen a b r i r , y otros parecen cer ra r
la perspectiva de la guer ra , producen igualmente buenos r e su l t a -
dos : con los discursos guerreros acobarda á las Potencias del Nor -
te , que dicen para s í : «este hombre es capaz de lodo» ; y con los
pacíficos las halaga, inspirándoles confianza. Esto prueba que su
misión Providencial no ha concluido todavía; y que está aun en
aquel pe r iodo , en que el h o m b r e , haga lo que h a g a , s iempre
acierta. Yo no conozco n inguno de los hombres Providenciales de
que hace méri to la historia, á quien , por un espacio de tiempo
mas ó menos largo , no haya sucedido lo mismo: verdad es que
después viene otro periodo duran te el cual yer ran en t o d o , hagan
lo que h a g a n : este es el periodo fatal de su decadencia y de su
muer te . Para el Emperador ese periodo no ha venido todavía.


El nuevo Gobierno no ha adoptado todavía una política r e s u e l -
ta, ni por lo que hace á lo in ter ior , ni por lo que hace á sus r e l a -
ciones csteriores. Yd. ve cómo se ha verificado la transformación
Imperial : la proclamación no ha sido acompañada de regocijos ni
de fiestas. El Emperador quiere dar á en tender con esto á la E u r o -
pa , que la mudanza que acaba de verificarse, no tiene importancia
ninguna : (pie la misma Constitución existe : que el mismo hombre
gobierna , y que gobierna del mismo m o d o : que la Francia ha t e -
nido el capricho de saludarle con un título diferente , y que era n e -
cesario dar gusto á la Franc ia . Por lo demás , dos sistemas es tán
como en equilibrio en el seno mismo del Gabinete Imperial . Unos
Ministros piensan que es necesar io .aniqui lar , en el in ter ior , á las
clases medias , y buscar su apoyo esclusivo en las popu l a r e s : esos
mismos Ministros se inclinan , en cuanto á lo esterior , á la política
de aven tu ra s , apoyándose en el espíritu innovador y revoluciona-
rio que hoy prevalece en el inundo. Esta política es , en lo interior,
cuasi socialista; y en lo ester ior , cuasi gue r re ra . Otros Ministros




eslati por a t rae rse , en lo interior, á las clases acomodadas ; y por
busca r , en lo es te r io r , como garant ía de paz , la alianza b r i t án i -
ca. Esta es la política pacífica y de intereses materiales , adoptada
desde el principio, y seguida constantemente por la Monarquía de
Julio. En el sentir de los Ministros que se incl inan por este l ado , el
Emperador no debe ser otra cosa , sino Luis Felipe con alguna mas
firmeza.


Hoy por h o y , la política de la paz y de los intereses mater ia-
les , fundados los unos en el apoyo de las clases acomodadas , y
fundada la otra cu la alianza Inglesa , es la que p r e v a l e c e : mi o p i -
nión , sin embargo , es que la otra prevalecerá mas ade lan te ; po r -
que es la ve rdade ra política del E m p e r a d o r , la que le es propia,
la que le es congén i la , la que consti tuye la fatalidad de su raza.
Sea de esto , sin e m b a r g o , lo que quiera , en el dia de hoy no se
puede negar que una alianza sin cordialidad existe de hecho entre
la Inglaterra y la F r a n c i a : esta al ianza ha sido el r e su l t ado , por
una par te , del re t ra imiento que han mostrado hacia el nuevo E m -
perador las Potencias del .Norte ; y por o t r a , de la calculada p r o n -
titud con que la Inglaterra ha reconocido el Imper io . La Ingla-
te r ra , sin e m b a r g o , no olvidará nunca que su seguridad ter-
ritorial es incompatible con la dinastía Napoleónica; y el Empe-
r ado r , por su lado , no dormirá tranquilo hasta que la afrenta de
Water loo sea bor rada con sang re .


En la previs ión , p u e s , de una guer ra que nadie sabe cuándo
ha de v e n i r , y que todos saben que v i e n e , vea Yd. aquí las fuer-
zas de los dos campos. Si hemos de creer á los de fuera , su c á l -
culo es que es ta rán todos contra u n o : la Europa contra la Francia .
Pero el Emperador calcula de otra manera ; porque dice: — «Yo no
ha ré una guer ra te r r i tor ia l , aunque me propongo ganar grandes
territorios con la g u e r r a : yo me propongo hacer una guerra revo-
lucionaria; y en ese caso cuento con todos los míos, y con la mitad,
por lo menos , de todos los vuestros.» '—La verdad es que j amás este
Gobierno romperá con la revolución absolutamente : la posibilidad
sola de un conflicto Europeo le basta para asegurarse en la revolu-
ción una puerta de salida : en n ingún caso se cerrará esa puerta .




Desgraciadamente el conflicto es cada dia mas p robab le : por
donde quiera que se dirija la v i s t a , se ven surgir gé rmenes d e
erandesconfl ic tos futuros: esto se observa , sobre todo, en la Sui-
o 7 7


za , y en el Oriente. Por lo que hace á la Suiza, demost rado como
está que es el centro y el laboratorio de todas las conspiraciones
demagóg icas , las Potencias del Norte es tán resuel tas á caer sobre
e l l a , si es pos ib le , y á sofocar allí los incendios revolucionarios:
la invasion se hubiera verificado y a , si la conducta de la Francia ,
en el supuesto de la g u e r r a , no inspirara recelos. Es una cosa
evidente, por un lado, que las Potencias del Norte no pueden c o n -
sentir por mas tiempo la existencia de la Suiza democrá t i ca ; y por
otro, que sin la anuencia , ó por mejor decir , sin el concierto con
la Francia , no pueden invadir la Suiza sin esponerse á serios desas -
tres : ahora bien , para mí es cierto que la Francia no da rá la m a -
no á la invasion p royec tada ; ella sería el úl t imo golpe de la R e -
volución , y el Emperador de los Franceses no la dará el ú l -
timo golpe. De aquí resulta q u e , ó las Potencias del Norte
re t rocederán de su in tento; o q u e provocaran una gue i r a g e -
nera l , llevándole á c a b o : cosas ambas funestísimas para el por-
venir de la Europa. Por lo que hace á la cuestión de Or i en t e , la
guer ra de Turquía con el Montenegro , y las pretensiones , por un
lado, de la Rus ia , y por o t r o , del Austr ia , dirigidas todas á la
emancipación de las poblaciones c r i s t i anas , lo cual seria Un v e r -
dadero desmembramiento del Imperio O tomano , son sucesos g r a -
vísimos (pie comprometen ser iamente la paz genera l , y que van lo-
mando proporciones g igan tescas . En esta cuestión hay identidad
entre los intereses franceses y los br i tán icos : de mane ra q u e , al
pr imer estampido del cañón , p o d r á n verse en son de guer ra las
Potencias del Norte de un lado , y la Francia con la Inglaterra del
otro. Si las cosas siguen por el camino que l levan, no me a d m i r a -
ría que antes de muchos a ñ o s , y quizás de muchos m e s e s , lodo
estuviera en desconcierto y en confusion en el m u n d o : los Rusos
vendrían sobre Conslantinopla ; los Austríacos sobre las Provincias
Danubianas ; los Prusianos sobre los pequeños Estados Alemanes
que los rodean ; la Inglaterra sobre el Egipto ; la Francia ' sobre todo


TOMO v. 24




lo que le cayera á la mano. Todo esto puede t a r d a r , pero todo
esto puede venir mañana mismo. La suer te del mundo depende
hoy de la vuelta de un dado .


Por lo d e m á s , todas estas eventual idades que ahora y antes de
ahora h e anunciado á Vd. , pueden salir fallidas; y todos estos cál-
culos , frustrados por uno de aquellos golpes de Estado de la P r o -
videncia , que las gentes l laman golpes de fortuna. Todo lo que he
a n u n c i a d o , debe s u c e d e r , según el orden natural de las cosas;
p e r o , por lo g e n e r a l , lo que ha suceder de esa m a n e r a , no s u -
cede . Siempre hay á mano una fiebre perniciosa , un ejército su-
b levado , un golpe de un hombre o s a d o , un cambio súbito de op i -
nión , que v ienen de improviso á desvanecer las esperanzas de
los u n o s , los temores de los otros , la sabiduría de los sabios , la
habil idad de los hábiles , la prudencia de los p rudentes , y los cá l -
culos de todos.


De Vd. afectísimo S. S. Q. S. M. B.


J C A N DONOSO C O K T É S ,




EL CERCO DE ZAMORA,
E N S A Y O É P I C O


PRECEDIDO DE l'\T PRÓLOGO.






P R Ó L O G O .


Cuantío la Academia Española , quer iendo probar el vigor de
los ingenios Castellanos, propuso un premio para el que fuese
vencedor en la liza que habia abier to , yo compuse este poema , sin
las ilusiones que presta la esperanza . Quizás ninguno de los j ó v e -
nes que se han dedicado á la poes ía , ha escrito menos versos que
yo; y quizás ninguno ha rendido mas homenages , ni t r ibutado mas
adoraciones en los altares de las Musas. El Poeta , que en la infan-
cia de las sociedades amansa su ferocidad con los sones de la lira,
preside también á su civilización, conservando la cadena de las t r a -
diciones: privilegiado entre todos los seres , su destino es que nada
haya grande sin su presencia , necesaria igualmente en aquel los
acontecimientos que elevan la sociedad á su mas alto grado de
esp lendor , y en aquellas grandes convulsiones, que la precipi tan
ó la despedazan. El Poeta, que ciñe el laurel de la victoria en las
sienes de los h é r o e s , canta también el himno funeral sobre el s e -
pulcro de las Naciones: la lira es igualmente sublime sobre el e s -
cudo del vencedor , y sobre la tumba del venc ido .


Yo no podia pulsar esta lira sin profanarla ; pero tampoco pude
guardar silencio , cuando todos alzaban el c a n t o ; y compuse este
Poema , menos como poeta , que como admirador de las Musas. La




próroga concedida por la Academia hubiera destruido mi ilusión,
si la hubiera tenido a lguna vez : yo no volví á remitir este Canto,
conociendo que sería inútil mejora r le , y temerar io pe rmanecer por
mas tiempo en la arena , en donde no podía luchar con esperanzas .
El premio concedido después al Sr. Barón de Biguezal , me c o n -
venció mas y mas de que yo no hubiera podido luchar con un t a -
lento tan dist inguido: mi mayor placer consiste en hacerle la j u s t i -
cia á que es acreedor , aunque mi voto sea de muy poca importancia
para é l , después de haber obtenido el de j u e c e s tan imparciales y
conocedores . Las bellas octavas de su P o e m a , aquel los versos tan
numerosos y llenos de a r m o n í a , la sencillez de su plan , la pureza
de su dicción , y la nitidez de su estilo , le hacen distinguirse e n -
t re nues t ras composiciones m o d e r n a s , y colocan á su autor entre
el corto número de aquellos que aun conservan en t re nosotros el
fuego s a g r a d o , que está dest inado á no p e r e c e r , sino cuando se
eslinga en las sociedades el g e r m e n de las g randes acciones , y de
los pensamientos generosos .


La Academia ha cumplido d ignamen te los deberes que su insti-
tuto la i m p o n e : como Cuerpo esenc ia lmente conse rvador , lia d e -
bido rechazar aquellos Poemas en que se encuentran innovaciones
peligrosas para el gusto , y p remiar al que , siguiendo la marcha t ra-
zada por los g randes maes t ros del a r te , hubiera sido leido con p l a -
cer en los tiempos felices de la Grec i a .


¡Cuan lejos e s tamos de esos siglos! Los hijos de los bárbaros
del Norte no se a c u e r d a n de e l los ; porque sus padres no oyeron
los acentos de su lira desdo las nieves del Po lo . Nuestra vista no
alcanza á ve r mas allá de nuestra c u n a : la sociedad moderna no
ent iende el lenguaje de la sociedad ant igua : demasiadas r e v o l u -
ciones las s e p a r a n , para que puedan en tenderse . Pero como el
dest ino de las ideas es no perecer j amás , a lgunos Cuerpos i n m ó -
viles, colocados en medio de esta sociedad lluctuante y borrascosa,
conservan el depósito sagrado de las ideas de la ant igüedad; c o -
mo aquellas inscripciones cuasi bor radas por la mano de los siglos,
que el ant icuario e n c u e n t r a en una columna sepultada entre las
ruinas: en vano el pasagero fija sobre ellas una mirada estúpida; na-




da le dicen ni á su corazón, ni á sus sentidos: la columna es para él
un mis ter io , las inscripciones un en igma.


Así la Europa encierra en sí dos sociedades q u e , es tando en
cont rad icc ión , contr ibuyen sin e m b a r g o á realizar la gran idea
que preside á la formación del Un ive r so : la sociedad de las t r a -
diciones, que vive de lo p a s a d o , y la sociedad de los progresos ,
que vive de lo p re sen t e : la pr imera es necesa r ia , porque los pue-
blos sin tradiciones se hacen salvages; y la segunda , porque o f r e -
ciendo nuevas páginas á la h is tor ia , y nuevas combinaciones al
espí r i tu , impide que los pueblos sean estúpidos , ó l leguen á ser
estacionarios:- la pr imera se apoya en principios inflexibles, p o r -
q u e , viviendo de lo pasado , lo pasado, como la e ternidad, no e s -
tá sujeto á var iaciones; la segunda no se apoya en principios lijos
y de t e rminados , porque el presente es un movimiento continuo,
una perpetua undulación. Los individuos que componen la A c a d e -
mia, per tenecen á la pr imera soc iedad , porque por la universa-
lidad de sus conocimientos , y la elevación de su doc t r ina , no son
el o rnamento de una é p o c a , sino el o rnamento de los s ig los ; y
porque respirando en una atmósfera mas e l e v a d a , consideran las
verdades en su existencia absoluta , y despojadas de todo lo que
es local y transitorio. Yo, apenas conocido de las Musas , y no
iniciado en los misterios de las c i enc ia s , per tenezco á la s e g u n -
d a : hijo del siglo X I X , solo del siglo XIX recibiré mis débiles
inspiraciones : yo seré el eco de la sociedad que me ha dado la l ira,
y en (pie se agita mi exis tencia .


En nada ejerce una influencia mas 'poderosa el es tado social
do los pueb los , que en el carác te r de su poesía : hija del sen t i -
miento y las c o s t u m b r e s , en la parle que tienen de individual y
de caracter ís t ico, ella es el resultado de todas las emanaciones'qm
se desprenden de una sociedad h o m o g é n e a ; y ninguna revolución
puede verificarse en la manera de sentir de esta soc iedad, sin que
la haga también variar de m a r c h a , pe r tu rbando su a rmonía . Los
que la consideran sujeta á ciertas reglas fijas é invar iables , la con -
sideran como una abs t racc ión , exist iendo por sí sola; cuando ,
por el cont ra r io , es s iempre una consecuencia necesaria de la




manera particular de sentir de cada p u e b l o , en ios distintos p e -
riodos de su civilización. Esta calidad no puede abs t raerse , p o r -
que las individualidades no se abs t raen : y el sentimiento es la par-
te mas individual de las Naciones : cuando una gran revolución
las a g i t a , ellas se t r a s to rnan , ó varían de m a r c h a , como indivi -
d u o s ; pero conservan siempre el carácter de la especie. El er ror
que yo comba to , ha nacido de que se ha considerado á la poesía
como un atr ibuto de la especie humana en general , debiendo c o n -
siderársela como la espresion de la manera de sentir de cada
una de las Naciones que const i tuyen la especie humana ; manera
«pie es siempre distinta en los distintos periodos de su historia y de
su existencia. En vano la razón absoluta ha quer ido trazar un c í rcu-
lo inflexible al rededor de la poesía ; él ha sido borrado s iempre
por la planta de los siglos, ó por la huella de las revoluciones.
As í , yo no considero á la poesía de una manera absoluta , po r -
que no soy filósofo; no busco su carácter en los preceptos de la
r azón ; le busco en las en t r añas de los pueblos.


Hay ciertas analogías en el desenvolvimiento de las diversas fa-
cultades de la inteligencia, que l lamarán s iempre la atención de los
hombres pensadores , aunque nada d igan á los espíritus comunes .
Todos los pueb los , en su período primitivo de b a r b a r i e , han sido
mas liien una asociación de ind iv iduos , que una sociedad organi -
z a d a : este es el periodo de la unidad individual , y de la i n d e -
pendencia del h a m b r e . Cuando los primeros rayos de la civiliza-
ción social i l umina ronáes tos pueblos, la dignidad del individuo se
perdió en la dignidad de la familia: la unidad dejó de ser absoluta,
y empezó á ser sintética. Cuando la civilización estuvo mas a d e -
l a n t a d a , la unidad de familia se perdió en la unidad de clases. Y
finalmente , obedeciendo el h o m b r e á la necesidad de genera l i -
zar , estas tres unidades se perdieron en la unidad de principios:
entonces se estableció la gran síntesis social ; y los pueblos l lega-
ron á su mas alto grado de. esplendor . Todas las revoluciones han
recorr ido esta ca r r e ra . Los bárbaros del Norte luchaban ent re sí
como ind iv iduos , y para conservar su independencia como h o m -
Irres: luego que conquistaron el Imper io , y se asentaron sobre la




— 377 —


Euiopa d e s g a r r a d a ; luego que sus t i endas , e te rnamente flotantes,
se lijaron en su suelo , todas las guer ras civiles tuvieron por objeto
un interés de familia: los Blancos y los N e g r o s , los Guelfos y los
Gibelinos ocupan este periodo de la historia : cuando ya las R e p ú -
blicas Italianas llegaron ú adelantarse mas en la car rera de su p e r -
fección, las convulsiones que las ag i t a ron , tenían por ob je to , no
el triunfe) de una familia sobre otra , sino el de la Nobleza ó el de
la P l e b e : y cuando ya constituyeron su existencia por el triunfo de
una de estas c l a ses , la lucha pasó de los muros de una ciudad al
campo de bata l la : las Naciones ya const i tuidas, se precipitaron en
la a r e n a ; el h o m b r e , la familia y la clase desaparec ieron para
s i empre ; y los pueblos lucharon por e! imperio del mundo y el
monopolio de la gloria.


Aquí concluye la Edad-med ia , ó la existencia de los g rupos , y
empieza nuestra historia , y la existencia de las Monarquías : pero
las Naciones se han hermanado en el mismo campo de batalla á
donde habían sido l lamadas para d e v o r a r s e : ya no hay Naciones
en Europa , sino una sociedad Europea ; ya las guer ras no t ienen
por objeto el engrandecimiento ó la gloria , sino el triunfo de una
bandera ó la dominación de un principio. La dignidad del i n d i v i -
duo preside al nacimiento de las sociedades humanas ; la dignidad
de la especie las espera en su mas alto grado de esp lendor . En t re
estos dos puntos eternos , que son los polos del mundo m o r a l , m a r -
cha el espíritu h u m a n o , luchan las sociedades , y se ejercita la
historia : esta no es otra cosa, sino la relación de las revoluciones
(pie han sido necesarias para que el hombre , que empezó á luchar
con el hombre por la posesión de los goces ma te r i a l e s , l legue á
sacrificar su vida por el triunfo de una idea.


Esta ley de la generalización , que preside á la marcha de las
sociedades , preside también á la marcha del mundo intelectual .
La Naturaleza tal vez no ha creado mas que ind iv iduos : pero el
h o m b r e , obedeciendo ala necesidad de su des l ino , y á las formas
de su en tend imien to , ha reunido los individuos para crear las e s -
pecies , las especies para formar los g é n e r o s , los géneros para for-
mar los m u n d o s : y al fin de estas u n i d a d e s , cada vez mas s inté l i -




— ;Í7S —


cas y genera l izadas , ha podido contemplar á la unidad por e s e n -
cia , á la que las encierra todas en su seno , á Dios.


Este mismo fenómeno se verifica en el desenvolvimiento de
cada una de nues t ras facultades, y en la marcha que ha seguido
la inteligencia del hombre . Hubo un tiempo en que ei poeta solo
e ra poe t a , y el filósofo solo hablaba de filosofía. Así fué Homero
en la cuna de la civilización : la Grecia fué para él un gran t e m -
plo , como su voz el acento do las Musas ; su existencia un solo
h i m n o , su corazón una lira. Así Pi tágoras , sediento de ve rdades ,
iba á buscar la ciencia entre las ruinas de la civilización ant igua,
y ent re el polvo de los siglos; y mientras escuchaba la celeste a r -
monía de los globos que l lenaban el espacio , las convulsiones del
mundo se estrel laban á sus pies, sin ocupar su intel igencia. Así
P la tón , indiferente á las tempes tades de la soc iedad , y re fugián-
dose en el mundo de sus i d e a s , contemplaba en su elevación las
esencias de las cosas , y miraba pasar desde su altura el torbellino
de las pasiones humanas . Estos grandes genios de la ant igüedad,
separados de la sociedad en que vivían , pensaban que el filósofo
no debia ser a r ras t rado por su torrente , y que solo dehia e je rc i -
ta rse en la contemplación de las verdades e ternas , v iendo pasar la
vida como un sueño, y el mundo como un fantasma. Pero la soc ie-
dad moderna es mas poderosa que el hombre , que ya no se p e r t e -
nece á sí m i s m o : ella le a r r eba t a de su cuna , y no le deja sino
cuando le ha conducido á su sepulcro . Es tando la sociedad así
const i tu ida, las ciencias y las artes se han sometido también á su
y u g o , y marchan en su misma dirección.


Luego que desaparecieron de la sociedad las j e r a r q u í a s , d e s -
aparecieron de las ciencias las clasificaciones y los géneros : la
misma revolución que ha hecho que se confundan los individuos,
las clases y las Naciones en una sola sociedad, animada de una
sola v i d a , obedeciendo á un solo impu l so , marchando en una
sola d i recc ión , y cumpliendo un solo des t ino ; ha hecho también
que todas las ciencias se r e ú n a n en un solo punto , que á todas las
ar tes presida un solo pensamien to , y que todo, en la sociedad
como en el h o m b r e , lleve el sello de un solo c a r á c t e r , y se dirija




— 379 —


a un solo fin. Ya un mismo hombre será filósofo en su gabine te ,
legislador á la cabeza del Gob ie rno , poeta en el comercio con las
Musas, y orador en el torbellino de las pasiones. El q u e , en el
periodo actual del espíritu h u m a n o , preguntase á un poeta por qué
mezclaba el género lírico con el épico , aquel con el d r a m á t i c o , y
este con el descr ip t ivo , podrá ser un s a b i o , pero la sociedad de
Enropa no en tenderá su p r egun t a .


¿Es este un b ien? ¿ e s un m a l ? Esta confusión de cosas y de
h o m b r e s , ¿es el efecto de una civilización que m a r c h a , ó de una
sociedad que se abisma en el primit ivo caos? Los síntomas que
nos asombran ¿ son los que anuncian la m u e r t e , ó los que anun -
cian una r egene rac ión? Esta anarquía social ¿es la que invade á
las Naciones próximas á d i so lve r se , ó la que se observa por un
momento en las que van á ser i luminadas por una nueva aurora?
Yo no lo s é ; pero si se considera con atención esta sociedad a g i -
tada y pa lp i tante , sus oscilaciones se pa recen menos al movimien-
to de la v i d a , que á las convulsiones de la m u e r t e : el murmul lo
sordo que se escucha en la profundidad de su s e n o , se parece al
que se observa en los mares (pie aguardan la t empes tad , ó al g e -
mido doloroso y profundo del que pena .


Sin duda n i n g u n a , el carác ter de la sociedad de Europa es
melancólico y s e v e r o : bien sea p o r q u e , habiendo llegado á su
m a d u r e z , la melancolía es el carácter propio de las sociedades
avanzadas ; bien sea p o r q u e , oprimida bajo el peso de las r e v o l u -
ciones , lleva es tampada en su frente la huella del infortunio ; ó ya
porque , habiendo llegado al periodo mas alto de su perfectibilidad,
ha recibido el carácter severo y melancólico de la razón (pie la
g u i a , y del dolor que la acompaña; siempre es indudable que p a -
rece cubierta de luto, que las gracias de su juventud han huido de
su seno , y (pie algo de lúgubre y doloroso , que por todas par tes
respi ra , parece anunciarla una catástrofe funesta. Boguemos, pues ,
en este mar agi tado de hu racanes , con la segur idad de la d e s e s p e -
ración , ó la indolencia de la i n c e r t i d u m b r e : a s í , el m a r i n e r o , que
ha perdido su es t re l la , se abandona á la merced de los vientos,
arroja una mirada serena hacia el r ayo que desciende y el abismo




— 380 —


JIJAN DONOSO C O R T É S .


que le a g u a r d a ; y entonando una canción monótona, cruza los b r a -
zos , y espera inmóvil su destino. Cualquiera que sea el porvenir
de la Eu ropa , los hijos del canto no abandonarán á sí misma á la
sociedad que les ha dado la existencia : ellos es tarán siempre d i s -
puestos á celebrar sus tr iunfos, ó á consagrar su agonía .


Yo he creído que debia manifestar al público estas observac io-
n e s , porque me parece que no son indiferentes , ni para la soc ie-
dad ni para el a r t e . Si el Poema que me ha servido de ocasión para
escr ib i r las , no merece la aceptación de los in te l igentes , yo espero
que medi tarán con detención las consecuencias importantes que
pueden deducirse del sistema que he empezado á bosquejar en este
Pró logo : ind i ferente , como a u t o r , al destino que puedan sufrir
mis producciones , no lo seré nunca al que pueda caber en suerte
á las verdades importantes y fecundas. Si ellas quedan ¿qué impor-
ta el au to r ? ¿qué importa el hombre ?


Madrid , Feb re ro de 1 8 3 3 .




CANTO.


Ya en los nublosos mares de Occidente,
Por las calladas Horas conducido,
Refresca el Sol su enardec ida frente
En las sonantes ondas sumergido:
Con velo funeral ciñe al Oriente
La oscura noche , el manto desprendido
Que en negro pabellón cubre á Zamora ,
Mientras su Reina desolada l lora.


Regia estancia con paso vacilante
Bañada en llanto mísera oprimía,
Agitado su seno palpitante,
Cual suele el mar en tempestad sombr ía .
En la gótica bóveda , espirante
Débil antorcha solitaria ardía ,
Que un esplendor funesto dilataba,
Y su semblante pálido bañaba .




Y rompiendo el silencio pavoroso,
Con ¡ay ! profundo por la vez p r imera .
Lánzase de su pecho silencioso
Hondo suspiro á la celeste esfera.
— «¿Me diste ¡ oh Dios ! el cetro poderoso
Para que inútil en mis manos muera?
¿ S e r á inflexible tu fatal venganza?
¿Daré el último adiós á la e spe ranza?»—


Dice, y suspende repent ina el llanto,
Y el soplo de la mue r t e descolora
Su nítido carmín : huye el encanto
Que dio á su frente la rosada Aurora :
Prueba otra vez á hab la r ; pero entre tanto
Que para alzar la voz al Cielo implora .
En su garganta su gemido espira,


Y solo el triste corazón suspira.


Vuelve en torno la v is ta , de horror lien
Como el que de fantasmas perseguido,
Oye un eco de muer t e que resuena ,
Del seno de las tumbas desprendido :
Retrocede espantada , y ronco t ruena
Un acento que á her i r llega su oido,
Y que viene á robarla en solo un día
Paz y e spe ranza , y trono y a legr ía .


Mira, y ve á L a r a , el corazón a rmado ,
Como su frente a u d a z , de duro acero ,
Y con semblante inmóvil reposado
Sobre su lanza en ademan guerrero ;
De gloriosos laureles agoviado
Que a r rancó al Moro en el combate licro,
Con voz , á un tiempo , reposada y dura ,
Así dice á la Reina sin ventura :




— 333 —


— «En nombre de tu h e r m a n o , que sustenta
Triple corona en la inmortal Castilla,
Lara su amigo , que su fama aumenta
Con ser vasallo de su augusta silla,
Esa corona que tu sien argenta
V el limpio cetro que en tu mano bril la
Te p i d e , como herencia de él ganada
Por derecho de sangre ó d é l a espada» —


— «Del crimen , di mejor , Lara . ¿El t irano
Nada respetará ? Su injusto acero
'Jaló los campos de L e ó n ; y en vano
Una voz fraternal se a l zó : al tanero
Rompió su cetro al infeliz he rmano ,
Y ocupó ef solio que usurpara fiero.
Galicia el c r imen escuchaba apenas ,
Cuando á su Rey también miró en cadenas .»


«Y ahora también , ahora , aun no contento
Con los laureles que su impura gloria
Ciñó á su sien y de r ramó en su asiento,
Despojo impío de feroz victoria;
Ahora también; de usurpación sediento,
Quiere t raer á su fatal memoria
Que en Zamora infeliz su hermana existe
Y el regio manto de su herencia viste!»


«Cándida toca de modesto lino
Me ciñera mejor. Desamparada
¿ Qué puede una mujer , si en su camino
Es por escollos sin cesar l levada?—»
— «Dignamente cumplir con su destino»
— «Pues yo le cumpl i r é .»—«Desven tu rada !
La voz te anuncia de D. Sancho el Fuer te
V tí amargu ra , á tus vasallos m u e r t e . —




— 384 —


Dijo Lara, y calló; Su resonante
Voz las tristes auras repi t ie ron,
Hasta que en eco sordo y espirante
Sus pasos y su acento se perdieron.
Del seno de la Reina palpitante
Hondos gemidos á la par sal ieron;
Y del dolor y la vergüenza herida,
En el suelo cayó desvanecida .


Así, cuando en el lago silencioso,
Rizado apenas por el aura leve ,
El fanal de la noche misterioso
Mira su cerco pálido de nieve ;
Y" el blanco cisne en su cristal hermoso
Con trémulo bat i r las alas m u e v e ;
Y en su faz ondulante y cristalina
Su arco luciente el firmamento inclina ;


Mas si rugiendo en su sublime altura
Viene la tempestad, y á su rugido
Retiembla el monte , ele su cima oscura
El e terno cimiento sacudido;
Y el roble en tumbos rueda , y la tersura
flompe del lago , en su cristal h u n d i d o ,
Revueltas con el onda en turbio velo
Las negras nubes del turbado cielo;


No d e otro modo la fragante rosa
Y candida azucena deshojadas
Su brillo pierden en la frente hermosa
De la infelice Reina, marchi tadas .
La vista al Cielo vuelve dolorosa,
Las manos en el pecho reposadas ;
Y triste calla, y angustiada gime
Rajo el dolor inmenso que la op r ime .




Lara en t re tanto rápido se aleja
De los guardados muros de Zamora ,
Y el fiel Bridón con su acicate aqueja
A quien la trompa bélico enamora .
Al Genio de las lides se asemeja,
Cruzando las campiñas á deshora :
Mientras se ve bri l lar su ruda lanza,
Todo pecho se cierra á la esperanza .


La triste Reina en el dintel se inclina
Del gótico balcón de su aposento
Para agua rda r la Aurora , ya vecina
En el sereno azul del F i rmamento:
Sobre la n ieve de su faz divina ,
Al leve soplo de adormido viento,
Giran sus trenzas de ébano bruñido,
Donde las auras quiebran su gemido:


Mira á la Luna, que en silencio y leda
En la enarcada bóveda se mece
Corno una antorcha fúnebre ; su r u e d a ,
Que de encendidos globos se g u a r n e c e ,
Suspendida en sus ámbitos se queda
Cual blanco lirio que entre rosas crece ,
O como enc ima del volcan que b rama ,
Cerco de nieve é n t r e l a ardiente l lama:


Su vista incierta en los espacios gira ,
El astro de la noche con templando ;
Cuando oye un eco plañidor que espira
De alguno que la llama suspirando :
Alza los ojos con espanto , y mira
Por la callada atmósfera cruzando
Mudo fantasma que hacia sí la evoca,
Y estos acentos lanza de su boca:




— 380 —
— «Óyeme ¡ oh Reina ! : que el Averno en donde


Tengo mi cuna , mi palabra anhe la :
El hu racán se amansa , y me r e s p o n d e :
A donde digo y o , la muerte vuela:
Si qu ie ro , el Sol en su Zenit so esconde,
Y en paño funeral su frente vela.
Óyeme ¡oh r e ina ! : A la segunda aurora,
No habrá Don Sancho, y vivirá Zamora.* —


Dijo, y se h u y ó : y el viento desatado,
En son de tempes tad ronco mugiendo,
Se oyó por los espacios dilatado,
Las voces del fantasma repi t iendo.
De esperanza y temor al par colmado
Sintió la Reina el pecho ; no sabiendo
Si era ve rdad lo que mirado había ,
O sueño de su loca fantasía.


Luce en t re tanto ya la nueva Aurora ,
Que mece el soplo de ligera brisa ,
Rigiendo el carro que engalana F lo ra ,
Y con nevados pies el Cielo p i sa :
Brilla la fuente que su rayo dora ,
Nace el clavel de su fecunda risa ;
Y sumergida en ondas de oro y g rana ,
Los montes y los valles enga lana .


El rayo apenas de la luz naciente
Tibio la regia estancia i luminaba ,
Cuando un guer re ro de rugosa frente
Triste y g r a v e su puer ta pene t r aba .
Del Monarca Don Sancho el insolente
Mensage entonces de saber acaba .
— «Gonzalo!» — a l ver le exc lama la infelice ,


Y en t re duda y temor así le dice :




— 387 —


— « Consuelo un t iempo de mis duros m a l e s ,
Cuando el hado benigno lo quería !
Ora que por decretos celestiales
Se huyó por s iempre la ventura mia
¿Palpita el corazón de mis leales
Con la fuerza y vigor que en otro d i a ,
0 todos me a b a n d o n a n ? d i»—«Señora ,
Aun palpitan valientes en Zamora.»


«Bravos que en el amor patrio encend idos ,
Desde los campos á la lid abiertos ,
Vendrán de gloria y de esplendor ceñ idos ,
O de cipreses fúnebres cubiertos.
La guerra á sus horrísonos bramidos
Jamás bailó sus corazones y e r t o s :
Del Rey Don Sancho el des t ructor to r ren te
Ante ellos quebra rá su onda m u g i e n t e . » —


Cual puro cáliz de encendidas flores ,
Que hirió de muer te el escarchado h i e lo ,
Si brilla el So l , le l iban los amores ,
Y a rden sus tintas con la luz del Cielo;
Oyendo así á Gonzalo , sus dolores
Templa la Re ina , y disipado el velo
Que de molesta sombra le c u b r í a ,
Brilla su rostro como el claro d ia .




— 388 —


Mas ya en siniestra oscuridad velando
La luz del nuevo Sol ¿ qué torbellino
Sube en rápidas o n d a s , levantando
Un siniestro rumor en su camino?
¿Cuáles son esos gritos que asordando
Tienen los aires ya , y el repent ino
Clamor de inmensas turbas apiñadas ,
Y el llanto de las madres desoladas?


Ellos son , ellos son : el duro acero
Brilla ent re el po lvo : la movida a rena
Bajo las plantas del corcel guer re ro
Salta y se enciende : por do quier resuena
Nuncio de muertes el clarin vocero ;
Y del cercano muro en el a lmena
Sus clamorosos ecos r epe t idos ,
Provocan á lidiar á los dormidos .


Zamora los oyó : cual r e b r a m a n t e
Mar , combatido del furioso aliento
De súbito huracán , se alza espumante
Sobre el bo rde e ternal de su aposen to ,
Y amenaza en su abismo devoran te
La tierra sepultar y el firmamento ,
Do quier poniendo con su voz rugiente
Miedo y asombro en la espantada g e n t e ;


Tal se despierta la ciudad dormida ,
Y el grito santo de venganza crece :
Se a rman sus caba l le ros : encendida
De un fuego inmenso la ciudad parece :
Despliégase la e n s e ñ a , (pie batida
Del Sol naciente fúlgida se m e c e ,
Como suele cometa ruti lante
Mecerse en el espacio vaci lante.




— 3S9 —


Vellido los conduce y los inf lama;
Vellido, que es terror del Lusitano ;
Vellido, á quien Zamora toda aclama
Prez y gloria del pueblo Castellano.
Brillan sus ojos como torva l l a m a ,
Chispea el hierro en su convulsa mano ;
Y ya saluda el venturoso d i a ,
Que le ve r á arrollar la hueste impía :


Hiere y tiñe de sangre el palpi tante
Vientre del alazán mas generoso :
Debajo de su casco re lumbran te
Ondula al viento su cabello hermoso :
Al genio de la guer ra s e m e j a n t e ,
Llega en fin á su Reina, y animoso
Con rostro afable y ademan sereno ,
Así corre su voz del noble s e n o :


— «Ya , Seño ra , que el grito de lid suena ,
Pues tanto pudo osar Don Sancho el F u e r t e ,
Permite que por tí con faz serena
.0 dé , ó rec iba sin temor la muer te :
Que si te miro libre de la pena
Que ora te o p r i m e , á la contraria suerte-
Cedo feliz mis fugitivos d i a s ,
Pues que feliz s e r á s , si antes gemías .» —


— «Noble Vell ido, s í : la niebla oscura
Que antes ciñera en su negror mi alma ,
Ya disipada v e o , y la ven tura
Siento cu mi pecho y la perd ida calma:
Mira allí el campo en que de sangre impura
Crece teñida tu gloriosa palma:
Correa l idiar , in t répido g u e r r e r o :
Yo te nombro an te Dios mi cabal lero.» —




— 390 —


— «Y yo an te Dios y por mi vida ju ro
(Y estos acentos en tu men te g r a b a )
Que no hollará Don Sancho el sacro muro
De esta Ciudad que conquistar soñaba:
Tu honor sin mancha queda rá y seguro :
La Ciudad quo habité , no será esclava :
Que si el usurpador triunfos aduna ,
Yo mi constancia opongo á su f o r t u n a . » —


Dice , y retiembla en son amenazante
Sobre sus hombros el pesado acero .
— «A l id ia r !»—gr i ta , y su clamor vibrante
Repite de él en pos cada gue r r e ro .
Ya oprime el ancho lomo al j adean te
Bridón : ya par te hacia el cercano otero ;
Y mientras caminar se le v e i a ,
La Reina con los ojos le seguia;


Y como flor que pálida reposa
En mustio cáliz que abrasó la nieve ;
Mientras q u e , en t re animada y t emblo rosa ,
Ni aun á mirar el porvenir se a t r e v e ,
Resue lve , en fin, la lucha sanguinosa
Contemplar ; y la débil planta m u e v e ,
Y sube al alto a l cáza r , donde vea
Cómo su pueblo y su adalid pelea.


Ya las huestes se miran , y agitadas
Esperan la señal. Por un momento
Cesa el r umor de lanzas y de e s p a d a s :
Todos recogen el medroso aliento.
Tal así de las olas encrespadas
Cesa un instante el raudo movimiento
Para luego b r a m a r , h e r v i r , alzarse


Y con fragor horrísono queb ra r se .




— 3 9 1 —


¿ Quién es aquel que de oro revestido ,
De magostad sublime se rodea?
Su manto en rica pú rpu ra teñido
En pliegues sutilísimos ondea .
Su coposo penacho sacudido
Con vaivén undulante le s o m b r e a ;
Soberbio palafrén monta en su gloria ,
Y parece señor de la victoria.


Le vé la triste Reina , y se e s t r e m e c e ,
Y al seno aprieta la convulsa m a n o ,
Y al Cielo el corazón her ido ofrece
Le has conocido , mísera ! . . . es tu he rmano .
No le odies , n o ; piedad solo merece :
Mira y contempla bien á tu t i rano;
Mira su frente , y hal larás en ella
De oculto padecer mas de una huella.


Mira esa nube densa y pavorosa
Que en vano de su sien echar in ten ta ;
Cómo en su labio espira vagarosa
La amarga risa que su boca ostenta ;
Cómo sobre su ceja cavernosa
Tenaz remordimiento se aposenta;
Y cómo en luz siniestra se ilumina
Su faz tu rbada que á la tierra inclina.


Déjale andar en su triunfal c amino ,
Déjale anclar: en vano los laureles
Ornan sus s ienes con florón divino ,
Segados de la gloria en-los vergeles .
La víctima también á su destino
Va con la frente orlada de claveles .
Déjale a n d a r ; la voz del hondo Averno
Le d i c e — « D u e r m e aquí tu sueño e t e r n o . » —




El hora llega en fin: al campo lanza
El Rey mirada a r d i e n t e : le rodean
L a r a , Guzman , el Cid ; y la esperanza
Torna á su pecho. Limpios centel lean
Los cascos de oro : agita la venganza
Los penachos que al aire libre ondean.
— «Lara , G u z m a n : corred, al enemigo :
El b r avo Cid se quedará conmigo.»—-


Da el clarín la s eña l : ya se provocan
Las huestes inf lamadas: r eb ramando
Con ímpetu sañudo se ent rechocan,
Las ponderosas lanzas ag i tando .
Así, cuando mugientes se der rocan ,
Espesos torbellinos levantando,
Los raudos vientos (pie encadena Eolo,
Hierven los m a r e s , y vacila el Polo.


Ya sobre el eje duro de d iamante
El carro asolador rueda encendido
Que Marte r ige f iero; re t ronante
Hiende la esfera ; en sangre reteñido,
Huella c rug iendo el seno palpitante
Del triste que s u c u m b e . . . A y del vencido
Del caliente vapor que la rodea ,
Rojizo lago en la campiña humea .


¡Qué densa oscuridad! Solo se mira
El negro bui t re que sediento invoca
Sangre para su s e d ; siniestro gira ,
Y aguza el pico en la desnuda roca ;
Posa las alas en la humana pira
Que a rde al fuego del rayo ; y aun es poc;
La sangre que en los cráneos ha bebido ,
Y aun pide mas con hórr ido graznido.




— 393 —


Y mas tendrá . Vellido ar rebatado
Rompe la hueste de Don Sancho , y llena
El suelo de cadáveres : h inchado
El pecho , ensangrentada la melena ,
El rostro por las iras d e m u d a d o ,
Con gritos de venganza el aire a t ruena .
Do quiera que la planta audaz m o v í a ,
La victoria a m a r r a d a le seguía .


Cada vez mas osado se adelanta ,
Y no hay contrario alguno que animoso
Quiera ya resistir á furia tan ta ;
Todos huyen. ¿Mas quién el valeroso
Es que le espera con segura planta
En medio á su camino polvoroso ?
— « T e encuent ro al fin (Vellido al verle esclama)
T r a i d o r , á Dios en tu socorro llama.» —


— «Calle la lengua a q u í , y hable el acero» —
Lara responde ; y sacudiendo airado
Con fuerte golpe á su corcel g u e r r e r o ,
Contra Vellido cierra denodado .
Furia inútil! Vellido, mas cer te ro ,
Le hiere , y le derr iba ensang ren t ado ;
Y en t re el polvo y su sangre Lara espira:
Y ya Zamora la victoria mira .


Lo vio Don Sancho , y por la vez pr imera
Abatido gimió : por su megilla
Corre el l lanto , y esclama—.«Oh Dios ! él e ra
El mejor o rnamento de mi s i l la :
¿ Por qué el airado cielo á her i rme e s p e r a ,
Cuando ya no hay valientes en Castilla ? » —
Oye á Don Sancho el Cid , y león mugiente ,
Le m i r a , y par te como rayo a rd ien te .




— 39-1 —


Allá va el Cid, de la morisma espanto:
¿Quién podrá resistir su emba te rudo?
Presto del vencedor se ha helado el canto ,
Y rueda roto su sangriento escudo.
Suspiros de do lo r , y olas de llanto
Zamora l a n z a r á : que ya sañudo
El paladin de España centellea
En medio del fragor de la pelea:


Su talle, e rguido como altiva roca ,
Al que le mira en su Babieca e span ta :
Se apaga el r a y o , si su frente toca :
El t rueno ca l l a , si él su voz levanta:
La mue r t e escucha dócil de su boca
Los héroes que ha de hollar su dura planta.
Allá va el Cid, de los cabellos de oro :
Huye , Zamora , ó doblarás tu lloro.


Solo Vellido su soberbia frente ,
.Que es mas noble y soberbia en la ba ta l la ,
Opone al nuevo lidiador potente ,
A quien todo se r inde y avasalla.
Solo Vellido á su espantada gen te
Grita an imoso ; y del furor que estalla
Dentro en su p e c h o , algunos inflamados,
Le s iguen , á morir de t e rminados .


Mas . . . vano resist ir! que ya Vel l ido,
Flaco ya el b r a z o , pero no el a l iento ,
Cede también : un l úgub re gemido
Sordo ar ranca del seno turbulen to :
Mira en torno d e s í , y está venc ido :
R u g e , blasfema; y el a rnés sangriento
Arroja al suelo , y la nudosa l a n z a ,
Y huye , y se apres ta á medi tar venganza .




— 395 —


Le vé Gonzalo, y silencioso g i m e ;
Gonzalo , honor del pueblo Zamorano ;
Y aunque ya el peso de la edad le o p r i m e ,
Aun osa acometer al Castellano.
Mas ¡ ay! que el hierro vanamente e s g r i m e ;
Y a sus hijos tornándose el anciano,
—«¡Hi jos! d i c e , mis fuerzas ya son v a n a s :
¡Hijos! si tales sois, honrad mis c a n a s . » —


Y á los mancebos su venganza fia.
Rodrigo es el m e n o r , y ser pr imero
Quiere en la lid de tan glorioso dia .
Ya vibra osado el fulminante acero :
— «¡Adiós, por s iempre adiós , oh patria mia !
Dichoso y o , si por sa lvar te muero :
No n e g a r á tu venidera Historia
Una lágr ima fiel á mi m e m o r i a . » —


Óyelo el Cid, y tal valor le ag rada .
— « ¡ Mancebo generoso ! ¿ á qué tu frente
De juveniles flores coronada
Esponer al alcance de mi ardiente
Jamás vencida , vencedora espada ?
Deja que el t iempo tu vigor a u m e n t e :
Ten piedad de tí mi smo.»—«Infame fuera ,
Si , muriendo mi patria , yo v iv iera .» —


Dice el donce l , y clava el acicate
En su neg ro b r i d ó n : de ímpetu l leno,
Al Cid p rovoca , y á mortal combate
Como si fuera en j u s t a s , va s e r e n o :
Su lanza enristra y a : su pecho l a t e ,
Y á lidiar va resuelto como b u e n o .
El Cid no le a c o m e t e ; se defiende
Nada m a s , y á salvarle solo a t iende.




— 39(> —


Pero ¡ ay ! en vano ; que ei fatal desuno
Quiere la muer te del doncel gue r r e ro .
Tres veces el escudo diamantino
Del Cid piadoso repelió su acero .
Mas ciego el mozo arrójase sin tino
Sobre la lanza del contrario , y — « m u c r o » =
Esclama , y con la sangre de su herida,
Que el suelo i n u n d a , se le huyó la vida.


No lloran sus h e r m a n o s , que valientes
Al Cid provocan á mayor pelea ;
Y otra vez el crugir de las ardientes
Armas se e scucha ; el hierro cen te l lea :
Sangre pide con voces inclementes
El genio que en la muer te se r ec rea .
Uno y otro mancebo en pos cayeron ,
Y el alma noble por la patria dieron.


Gimió el padre infeliz :—«¿ Mr flaca mano ,
De qué mano amorosa v e r é asida ?
¿ Q u é tardas en l levar , Cielo i n h u m a n o ,
Al ya próximo fin mi inútil vida?» —
Prorumpe en su dolor el triste anc iano ,
Mientras clama la tu rba conmovida ,
En su angust iada faz los ojos fijos
— « ¡ Mísero padre de infelices hijos ! » —


Bárbara risa el t rémulo semblante
Desarrugaba de Don Sancho el F u e r t e ,
En tanto que su seno devorante
De tumbas abre la insaciable muer te .
Arrás t ranse con paso vacilante ,
Probar quer iendo la postrera suer te ,
Los b ravos que aun existen , á Zamora ,
Que mal segura , con su Reina llora.




— 397 —


Don Sancho los acosa : en torno al muro
Tiende sus huestes . Sordo movimiento
Agita á la ciudad : rasgan su puro
Seno en que brota funeral lamento
Las desoladas v í rgenes . Su oscuro
Manto la noche t i e n d e : calla el viento,
Y va a r ras t rando el Duero perezoso
De la ciudad el eco lastimoso.


Solo se escucha la estallante llama
Que enciende el s i t iador, y brilla en t o r n o :
Su luz, que por los campos se de r rama
Roja, parece el funeral adorno
De las sienes de Mar te , cuando b r a m a
Y, de candente a rena ent re el bochorno
Su carro con furor precipi tando ,
El rayo va en sus manos ag i tando.


Pero ¿quién rompe con profana planta
Este suelo de horror ? ¿ Será Megera
Esa que al m a r g e n de las olas canta ,
Y heriza su cerdosa cabel lera?
Su voz es sepu lc ra l : su rostro espanta ,
Si luce al brillo de la ardiente hoguera .
— «Pérfido aso lador : y a , ya te s i g o :
Yen al Averno á recibir castigo.»


"Mansión e terna del e terno l lanto!
Ya, obediente á mi voz, arder te veo:
Abre tu abismo á mi funesto canto :
Hunde al usurpador en tu Loteo;
No haya tregua á su bá rba ro q u e b r a n t o :
Y a , ya me escuchas : sus destinos l e o :
Pedido asolador , ya , ya te sigo :
Ven al Averno á recibir castigo.»




— 393 -


«Sepulcros, e s c u c h a d : rasgando el v ien to .
Rómpase el mármol de la losa fria,
Que sus víctimas c u b r e ; y el lamento
De ellas arrul le solo su a g o n í a :
Dadle estéril tenaz remordimiento.
Espectros , desper tad á la voz uña .
Pérfido aso lador , ya , ya te s i g o :
Ven al Averno á recibir castigo.»


«Ceñidle vues t ra fúnebre c i n t u r a ,
Moradores del E r e b o : sus huellas
Mi sombra seguirá : su s angre impura
Las Furias b e b e r á n , y yo con ellas:
Ruja ya de la Esligia el onda o s c u r a :
Estíngase el fulgor de las estrel las .
Pérfido asolador , y a , y a te s i g o :
Ven al Averno á recibir castigo.» —


Dijo, y en los vecinos torreones
Las brisas de la noche hondas g imieron;
Tendidos en el campo , los montones
De huesos insepultos recrujieron.
Partió luego , lanzando imprecac iones :
Y los astros su frente helada hirieron ,
Su rostro cadavérico bañando ,
Y con siniestro brillo fulgurando.


Vióse luego , en silencio y rebozada ,
De un hombre adelantarse la figura.—
— «Él e s » — s e oyó decir regocijada
A la horrible cantora : y en la oscura
Mansión que ella p r e v i n o , fabricada
De una cueva roqueña en el hondura ,
Uno del otro en pos ambos entraron ,


Y estas palabras lúgubres hablaron :




— 399 —


— «Salud al noble lidiador Vell ido,
Consuelo de Zamora y e s p e r a n z a . » —
— « N o hay consuelo j a m á s para el vencido.» —
— «Si: también es consuelo la venganza :
El hierro alcance, en sombras escondido,
A donde el b razo l idiador no a l canza :
Cor r e : en su t ienda esta Don Sancho el Fuer te :
Rasga sus v e n a s , y su sangre vierte.»


«Por falaz mensagero a lucinado,
Piensa ya que al lucir la nueva Auro ra ,
I rás tú m i s m o , solo y desarmado,
Para abrir le las puer tas de Z a m o r a . » —
— «Seré t r a i d o r , en f in .»—«Serás vengado .
Corre , p u e s , que de crímenes es hora.» —
Calla Vell ido, el rostro al suelo inc l ina ,
Pa r le , y al Real del sitiador camina.


Allí, de horrores y de angustias l l e n o ,
El Rey Don Sancho vencedor se agi ta
En su lecho marc ia l : ¿ porqué su seno
Bajo el dorado a rnés así palpita,
Como candida vela en mar sereno
Si furioso huracán la precipi ta?
¿ Qué sueño funeral su pecho oprime ?
¿Porqué en sudor se b a ñ a , y ronco g ime?


En ráfagas de luz el puro Oriente
Imagina e n c e n d i d o : fresca rama
De lauro en torno de su regia frente ,
Ciñe una n infa , que en su sien de r rama
Blandos a romas del cendal luc ien te ,
Y abr iendo el labio de ca rmín , le l lama.
— « B e b e el r a u d a l , le dice , de la gloria
Ines t inguible : yo soy la Victoria.» —




— 400 —


Y una maciza copa de d iamante ,
Que entre sus dedos de marfil lucía,
Al ardorosa labio palpitante
Con acento de amores le ofrecía:
Nítida antorcha de cristal bri l lante
En su siniestra mano se encend ía ;
Y en sus ondas que el aire embalsamaban ,


Celestiales perfumes se quemaban .


Estiende el Rey su mano vic tor iosa:
La copa está en sus labios : de r epen te
Hierve el l i cor , y s u b e : yd r ebosa :
Arde su s e n o : de su helada frente
Mana sangre que neg ra y espumosa
Le inunda el man to , y en vapor caliente
Se a l za , la esfera toda oscureciendo:
Y agua pa ra su sed pide mur iendo .


Mas nadie le r e s p o n d e ; en frente mira
Un pálido esqueleto : ardiente tea
Con júbi lo infernal en torno gira ,
Y en t re su mano descarnada humea :
Tiembla su labio amarillento de i r a :
De silvadores sierpes se rodea ,
Y gri ta : — « Odiado R e y ; no hay espe ranza :
Tu frente pisaré : soy la venganza . » —


Dijo , y moviendo la acerada planta ,
Cruje bajo su huella el pavimento :
Sordo rumor espira en su garganta :
Lanza la muer te su abrasado aliento :
El suelo incendia , y ent re el humo canta ,
Y' el eco de su canto es un lamento :
Y al fin, envuelta en t re el vapor i n m u n d o ,
Se abisma en t re las l lamas al profundo.




De su letargo entonces se despierta
Don S a n c h o : alza los ojos , y á Vellido
Ve que le mira inmóvil en la p u e r t a ,
Como quien algo espera apercibido.
— «Rey Don Sancho ! le dice en fin , a ler ta
Que ya es hora del triunfo prometido : » —
— «¿ No me e n g a ñ a s ? ¿Zamora será mia ?»
— « Zamora es vuestra al despuntar el dia »


— « V a m o s , pues» — Y emprendieron el
Y ya la Luna á su Cénit l legaba ,
Resbalando su cerco d i aman t ino ,
Que en misteriosa nube se velaba :
Su rayo melancólico argent ino
Con trémulo fulgor se d e r r a m a b a
Como espirante l á m p a r a , en la oscura
Sombra de la ciudad y la l lanura.


Allá, en la cima cóncava del Cielo,
Con plañidero son las ha rpas de oro
Hieren, cubiertos de brumoso velo ,
Los genios de la noche en triste coro .
¿Por qué mi pecho inunda mortal duelo ,
Y se agolpa á mis párpados el lloro?
¿Por qué en mi yer ta mano casi espi ra
Tímido el eco de mi triste lira ?


De ciprés coronada y de verbena ,
En alas de la noche pavorosa
¡ Musa de los sepulcros ! ven : ya suena
Tu voz en mis oidos $ dolorosa
Como el postrer aliento del que pena :
Ya te veo que pálida y llorosa •,
Mensagcra de m u e r t e , á mí desc iendes ,


Y el manto funeral al aire t iendes.




— 402 —


Va , no sin ira do su luíosle fiera ,
Don Sancho con Vellido depa r t i endo ,
De la tienda y del campo salen fuera ,
Los pasos á Zamora dir igiendo.
Si Don Sancho m i r a r a , quizás viera
Delante de sus plantas discurr iendo
Una mugcr , que espect ro pa rec ía ,
Reciente abor to de la tumba fría.


Ya se alejan : ya el margen olorosa
Pisan de fuente que en t r e lirios m a n a ,
Donde se mira la pu rpú rea rosa
Que el lecho de las ondas engalana .
Ni un suspiro del aura silenciosa;
Ni un murmul lo fugaz de la fontana :
Un no sé qué de misterioso s u e n a ,
Que de horror y placer á un t iempo llena.


Párase en este punto el compañero
Del in fe l i ceRey : lanza un rug ido ;
Levanta el brazo a r m a d o , y el acero
Deja en el seno del Monarca hundido.
— « De traición me juzgabas m e n s a g e r o ,
Tirano Rey : como traidor te he herido » —
Mudo Don Sancho á su ve rdugo mira
Un momento , y en t ierra c a e , y espira .


Mientras huye Vellido y desparece
¿ Quién es esa que , el aire turbio hend iendo ,
Junto al cadáver mísero aparece ,
Con satánico gozo s o n r i e n d o ?
En sangre sus cabellos humedece :
Y p a r t e , en t re las sombras repi t iendo :
— «¡Pérfido asolador! ya estás conmigo ;
Ven al Averno á recibir cas t igo .»—




— 4u;¡ —


El postr imero rayo macilento
Del astro de la noche ya luc ía :
Quietas las alas t ímidas , el viento
Solo uu tenue murmul lo despedía .
Bañada en s a n g r e , su aromoso aliento
La azucena en su cáliz recogía .
Luces , auras y flores, viendo el c r i m e n ,
Todas parece que en su lengua g imen .


El pr imer rayo mat ina l , prendido
En la cercana cima del Oriente ,
Mostró aquel cuerpo exán ime tendido
Del triste Rey á su turbada gen t e .
Con los ayes de pena , confundido
El grito de furor hondo se siente ;
Mas ¿ contra quién? Se ignora : huyó el m a l v a d o ,
Del silencio y la noche acompañado .


En vez del himno de victoria , el canto
De la muer te se escucha : los val ientes
Alzan el ce rco : silencioso espanto
Se asienta mudo en sus nubladas frentes ;
Y mientras r iegan con su acerbo llanto
El pálido c a d á v e r , con lucientes
Rayos el Sol el horizonte d o r a ,
Y se despierta en libertad Zamora .


KI.N D L L TOMO ( J U I S T O .






INDICE DEL TOMO QUINTO.


P e i n a s ,


A D V E R T E N C I A D E L E D I T O R 5


C A R T A S P O L Í T I C A S A C E R C A D E L A S I T U A C I Ó N D E L A P R U S I A
E N 1 8 1 9 , 7


CORRESPONDENCIA VARIA.


C O R R E S P O N D E N C I A C O N Mr . D E B L A N C H E R A F F I N 1 0 7
C O R R E S P O N D E N C I A C O N E L D U Q U E D E V A L M Y 1 1 9
C O R R E S P O N D E N C I A C O N M r . G Ü I Z O T 1 3 1


C A R T A S Á U N A M I G O 1 35
C A R T A A L D I R E C T O R D E EL O R D E N 1 4 7
C A R T A Á S . M . L A R E I N A M A D R E , D O Ñ A M A R Í A C R I S T I N A D E


BORBOJV 153


C A R T A A L D I R E C T O R D E EL U N I V E R S 1 6 3
C A R T A A L D I R E C T O R D E EL H E R A L D O , E N 1 5 D E A B R I L D E 1 S 5 2 . . 1 0 0
C A R T A A L D I R E C T O R D E EL H E R A L D O , E N 30 D E A B R I L D E 1 8 5 2 . . 1 7 2
C O R R E S P O N D E N C I A C O N E L P R Í N C I P E D E M E T T E R H I C H . . . . . 177




C A R T A A L E M I N E N T Í S I M O SEÑOR C A R D E N A L F O R N A R I , S O B R E
E L P R I N C I P I O G E N E R A D O R I )E LOS M A S G R A V E S E R R O R E S D E N U E S T R O S D Í A S . . . 1 S 5


C A R T A I N É D I T A A L D I R E C T O R D E L A R E V Ü E D E S D E U X M O N D E S ,
E N R E F U T A C I Ó N D E U N A R T Í C U L O D E Mr . A L B E R T D E B R O G L I E . . . . 201)


C A R T A S POLÍTICAS A C E R C A D E L A S I T U A C I Ó N D E F R A N C I A
E N 1 8 3 1 Y 1 S 3 2 235


EL CERCO DE ZAMORA, ENSAYO ÉPICO, PRECEDIDO


DE UN PRÓLOGO.


P R Ó L O G O 3 7 3
C A N T O 3 3 1


l'IN D E L ÍNDICE.